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Partido de la Revolución Democrática
Fernando Belaunzarán Méndez
Herejía, crítica y parresía 1
Herejía, crítica y parresía
Portada: Composición digital a partir de kis ekementos centrales de La Escuela de Atenas, fresco de Rafael. Sala de la Signatura (Stanza della Segnatura), una de las habitaciones conocidas como “Las estancias de Rafael” que forman parte de los Museos Vaticanos. En la composición, a la izquierda Jenofonte escucha a Sócrates; en el otro extremo. Platón en una mano sostiene su obra El Timeo mientras que Aristóteles hace lo propio con Ética para Nicómaco.
ISBN 968-537Impreso en México
© Partido de la Revolución Democrática © Fernando Belaunzarán Méndez Primera edición 2011
A Tere, mi amorosa madre, porque su ausencia es sólo física A Eduardo, mi padre, porque la adversidad no lo doblega A Lalo y Male, mis hermanos, porque están presentes a pesar de la lejanía A mis hijos, Luca Eugenio, Ilán Matías y Zoe Aurora, por su luminosidad incandescente A Rebeca, por esos años
Agradecimientos
A
gradezco al PRD y, especialmente, a su presidente, Jesús Ortega, por la publicación de los dos volúmenes del presente libro. También al Dr Ernesto Priani que, además de asesorarme en el texto de titulación, aporta un prólogo enriquecedor. Por supuesto, a mis sinodales, Dra. Paulette Dieterlen y Dr. Gerardo de la Fuente. A mi amigo Guadalupe Acosta Naranjo con el que tengo el gusto de hacer equipo. A muchas voces críticas, entre ellas, a José Borges. A Javier Salinas, por las facilidades. A Marbella Flores por su ayuda tan eficiente como desinteresada. A Héctor de la Vega por su disposición y atención detallista a la edición. A Marco Vinicio por atreverse a publicar otro libro herético. A Luca Eugenio, Ilán Matías y Zoe Aurora, mis incandescentes y traviesos hijos, por lograr el prodigio de entusiasmarme con la vida.
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Índice Prólogo
LAS PREOCUPACIONES DE UN HEREJE ....................................13 Presentación ............................................................................................... 23
ESTO NO ES UN INFORME ......................................................23 HEREJÍA, CRÍTICA Y PARRESÍA ..............................................29 1. Introducción ........................................................................................... 31 1.1 Consideraciones básicas ................................................................. 31 1.2 Antecedentes. Vinculación de mi formación académica con la militancia política ...................................................................... 35 1.3 Trayectoria en el PRD y la actividad profesional que informo. ..... 39 2. El PRD y el trabajo intelectual que se informa ...................................... 47 2.1 Una caracterización del partido en la situación actual.6 ............... 47 2.2 La importancia de la crítica y del análisis coyuntural. ................... 60 2.3 Etapas y desarrollo del ejercicio crítico e intelectual que informo. Temas preferentes y repercusiones. ................................ 70 3. Importancia de la formación que tuve en la carrera de Filosofía en mi labor intelectual como dirigente político ........................................... 102 3.1 Relación del trabajo intelectual realizado con cierta filosofía política ................................................................ 102 3.2 Teoría y praxis en el PRD ............................................................ 123 3.3 Crítica y parresía .......................................................................... 135
TODOS PERDIMOS ..............................................................155 Las causas de la derrota ........................................................................... 159 Visión de Estado ...................................................................................... 164 Sí a la reforma .......................................................................................... 168 Legalizar la marihuana ............................................................................. 173 La historia y la tragedia ............................................................................ 178 Punto final ............................................................................................... 183 La decisión de Encinas ............................................................................ 187 Acosta Naranjo ........................................................................................ 191 Jesús Presidente ....................................................................................... 197 PRD: las claves del 2009 ......................................................................... 203 Gaza ......................................................................................................... 208 El presidente Obama ................................................................................ 212 Las razones del catastrofismo .................................................................. 217 Carta a Marcelo ........................................................................................ 221
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Los spots de AMLO ................................................................................. 225 Marcelo y la elección interna ................................................................... 229 Carta a Jesús Ortega ................................................................................. 235 La última elección del PRD ..................................................................... 240 Marcelo y Andrés ..................................................................................... 244 Obama, Elliot Ness y la nueva relación ................................................... 250 El Vasco Aguirre al rescate II ................................................................... 257 In memoriam ............................................................................................ 263 Latinoamerican Obama tour .................................................................... 265 La pandemia y el pánico .......................................................................... 269 El recuento de los daños .......................................................................... 272 El libro de Ahumada ................................................................................ 276 Salinas y el salinismo ............................................................................... 286 La narcocampaña de Felipe Calderón ...................................................... 292 ¿Votar o no votar? .................................................................................... 299 ¿Quién gana con el voto en blanco? ........................................................ 303 La gran oportunidad de Marcelo .............................................................. 309 La secta AMLO ........................................................................................ 313 Los dilemas del 5 de julio ........................................................................ 319 La cruda realidad ..................................................................................... 326 El futuro del PRD .................................................................................... 332 El llamado de Cuauhtémoc ...................................................................... 337 Cuahutémoc y Andrés .............................................................................. 343 Al Consejo Nacional del PRD ................................................................. 351
BIBLIOGRAFÍA ...................................................................357 NOTAS ...............................................................................359
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Prólogo
LAS PREOCUPACIONES DE UN HEREJE
C
omo todos los libros, este tiene una historia pública y una privada. La historia pública transcurre sobre todo en un blog: http://herejiapolitica.blogspot.com y en diferentes periódicos y revistas. La historia privada tiene mas más bien lugar en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y en algunos cafés y restaurantes. Su autor, como puede uno perfectamente imaginar, es también un hombre público. Tiene una conocida y amplia actividad política dentro del PRD, y como parte de ella ha escrito cada semana, durante más de cinco años, un artículo que primero enviaba por correo a sus compañeros de partido y a sus amigos, pero que después decidió publicar en ese blog y que en ocasiones llega a publicar en periódicos y revistas, cuando ocurre que se lo ofrecen o se lo solicitan. El mismo autor, por otra parte, es un ex estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras (donde también tuvo una notable vida pública), que como muchos otros de los que egresan y se incorporan de inmediato al mercado laboral, dejó la elaboración de la tesis de licenciatura para una ocasión más propicia. Por fortuna para él, la ocasión si llegó –lo que no necesariamente ocurre con muchos–, pero cuando se presentó ¿qué tan cercano crees que se encontraba con la filosofía?, me refiero sobre todo a esa filosofía académica que exige una constante lectura de la bibliografía más actual sobre el tema, y el dominio de múltiples fuentes, lo que es difícil de cultivar cuando se anda peleando batallas electorales, o polemizando acerca de los eventos nacionales de mayor relieve. La verdad es que estaba algo alejado. Lo que significó en principio un problema para él con la forma de una encrucijada: o hacía 13
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el esfuerzo de alejarse un tanto de su vida profesional para retomar el estudio y el cultivo de la filosofía, con la finalidad de hacer la tesis; o bien seguía con su camino y la tesis seguía durmiendo el sueño de los justos. Por fortuna existía un camino distinto, el de hacer un informe profesional, que es un modo de titulación más o menos nuevo, que se creó con la intención específica de ayudar a aquellos que, como el autor de este libro, tienen ya una trayectoria profesional de la que, dando cuenta de ella, no tendrían que alejarse para poder optar por el título de licenciado en Filosofía. Ya entrados en confianza, puedo decirte que la conciencia de Fernando y cierta presión familiar, hizo que éste me llamara un día para que nos tomáramos un café (y es aquí donde los cafés y los restaurantes entran en el escenario) para platicar sobre el tema al que ya le habíamos dado tantas vueltas, el de la titulación. Fernando conservaba la vaga ilusión de hacer una tesis sobre Nietzsche, como lo había planeado hacía ya algunos años. Pero, hombre práctico al fin, aceptó rápido la idea de hacer un informe profesional que le permitiera juntar en una sola cosa, esa parte de su vida pública con esta otra parte de su vida privada. Y así, en el azar de ese encuentro, nace este libro, como una reflexión filosófica sobre su actividad como crítico dentro y fuera del PRD, tomando como referencia la serie de artículos que llevaba años escribiendo y distribuyendo entre cada vez un mayor número de lectores. Siempre he creído que la filosofía no se puede reducir sólo a su producción académica, por más que ésta quiera ostentarse como la única forma legítima de hacer filosofía. Concibo la filosofía como una metodología y un conjunto de herramientas que puede ocuparse prácticamente en todas las esferas de la vida. Entiendo también que si se utilizan, se puede acceder a un conocimiento que es valioso tanto para comprender cosas relevantes sobre algo que se hace o estudia, como para transformar eso que se hace o eso que se estudia. 14
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En este sentido, la filosofía no es, no debe ser nunca, propiedad exclusiva de unos cuantos teóricos, sino un ejercicio común de muchos en todas partes. La reflexión que nos presenta Fernando Belaunzarán sobre su actividad como crítico es un buen ejemplo de cómo la filosofía puede ayudar a descubrir algo nuevo y quizás modificar en algo una actividad emprendida y desarrollada durante mucho tiempo, al darle una perspectiva que es difícil de tener cuando uno se limita, únicamente a hacer y no a pensar en lo que se hace, y eso aun y cuando lo que se hace sea pensar. Como ya he dicho en varias ocasiones aquí, el punto de partida de la meditación de Fernando fueron esos artículos escritos durante varios años. Pero lo relevante de haberlos escrito es que a través de ellos, Fernando se reconoce como un crítico y encuentra que el ejercicio de la crítica es una consecuencia lógica de su actitud disidente como militante de izquierda. Es decir, está cimentada en un largo ejercicio de reflexión y acción política. El conflicto, sin embargo, aparece cuando esa labor crítica no sólo tiene como destinatarios las posiciones políticas contrarias a la izquierda, sino a la izquierda misma y sus agentes políticos. Cómo el mismo relata en Herejía, crítica y parresía, de pronto se vio obligado a reflexionar sobre una decisión como el cierre de Reforma tras la elección del 2006, que significó una crisis que lo llevó a confrontarse contra sus compañeros de partido, pero sobre todo a enfrentar el dilema de ser honesto consigo mismo o mantener una posición militante disciplinada que no cuestiona, ni siquiera las equivocaciones. Eso lo convirtió, muy rápido, no sólo en critico, sino en un agente de la autocrítica que, durante muchas décadas, fue un tema profundamente debatido en la izquierda, tanto por su falta de ejercicio como por la tendencia a inhibirlo no obstante ser considerado un factor esencial para la salud política de la izquierda. A todo esto, hay un 15
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problema adicional, Fernando no escribía estos artículos sólo como militante sino también como funcionario del partido. Como cualquiera puede comprender, eso implica siempre un desdoblamiento que lleva a ciertas interrogantes: hasta qué punto la opinión expresada era una opinión hecha sin condicionamiento y hasta dónde estaba mediada por un interés específico de la estructura del partido. Qué cosas decía y que cosas callaba precisamente por no ser un simple militante, sino un operador político dentro del partido. Hasta qué punto, pues, los puntos de vista expresados eran honestos y hasta qué punto disfrazaban un interés no declarado y oculto. Esto último es particularmente delicado. En México es común que los líderes de opinión, particularmente los que tienen acceso a los medios de comunicación no revelen claramente todos los intereses que constituyen su agenda. El conflicto se agrava aún más porque los propios medios de comunicación tienen agendas políticas y de negocios no declaradas abiertamente, que contaminan la actividad informativa, de análisis y de opinión de aquellos que participan en ellos –cómo saber, por ejemplo, que no has sido invitado a colaborar porque tus opiniones pueden hacer presión en contra de ciertos intereses de ese medio. Lo que quiero decir es que en un contexto de este tipo, la crítica no es sinónimo ni de honestidad, ni desinterés, sino que suele ser vista como instrumento de manipulación y presión. Hay que tomar en cuenta esto para entender que cuando Fernando se pregunta por su labor como crítico, encuentra que alguno de los supuestos más elementales sobre la crítica y la labor del crítico, tienen que tomados con cierto escepticismo y pensados de nueva cuenta. La razón de hecho es muy simple: no sólo existe esta visión de la crítica como un instrumento de manipulación, sino que también la experiencia política cotidiana más simple revela que, en México, existe una clara tendencia a rechazar la crítica, conside16
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rándola negativa, y a aceptar, cuando conviene, una cierta crítica “positiva” que tiene, siempre, un rasgo de aprobación de aquello que se cuestiona. Esta visión negativa, engañosa, destructiva e infértil de la crítica en México, tiene su contraparte en la valoración positiva que la crítica tiene, en general, dentro de la actividad intelectual. En este ámbito, y particularmente en el de la filosofía, la crítica es un instrumento central y extraordinariamente valioso porque es el medio para producir nueva luz sobre ciertas cuestiones y ciertos temas; es decir, para avanzar hacia la verdad. Al menos desde Inmanuel Kant, la crítica posee una enorme importancia epistemológica en el terreno de la filosofía. De hecho, su ejercicio constituye para él la actividad principal del filósofo y es el rasgo distintivo de toda buena filosofía. Incluso la crítica llega a ser su producto intelectual por excelencia, de ahí que las obras kantianas lleven por título precisamente la palabra crítica. El marxismo, como muchas otras corrientes filosóficas poskantianas que no sólo se movían en el ámbito de la filosofía, sino también en el de la economía, la historia, la sociología, etcétera, ayudó a llevar esa centralidad positiva de la crítica a casi todos esos ámbitos. Pero en particular, el marxismo condujo la idea de la crítica fuera del terreno epistemológico, hacia el terreno de la confrontación política. La crítica se convirtió, con ello, en un instrumento de lucha, y de confrontación política, pero también en un instrumento de corrección de las desviaciones políticas de los partidos comunistas. La crítica, pues, se volvió central y positiva para la militancia de izquierda. Esa es la herencia que Fernando recibe en un primer momento, no sólo como militante de izquierda, sino como parte de su formación intelectual en la Facultad de Filosofía y Letras. Su admiración por Adolfo Sánchez Vázquez y su interés por el pensamiento de Luís Villoro, son las dos referencias ineludibles con las que inicia el 17
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análisis de la crítica como un instrumento necesario y positivo dentro de la izquierda, particularmente dentro de una izquierda democrática, que no solo asume su compromiso con la transformación de la realidad del país, sino también con el uso de ciertos instrumentos políticos –el campo electoral, parlamentario, la discusión pública, la tolerancia, la crítica– como los medios apropiados para llevar a cabo esa transformación. Con este punto de partida, Fernando extiende su reflexión sobre la crítica al sentido que Antonio Gramsci le da al intelectual orgánico. Tratando de comprender la función de su trabajo crítico dentro de un partido de izquierda, especialmente como el de alguien que, enjuiciando la actividad pública de la izquierda, fomenta la autocrítica del partido, busca en la reflexión de Gramsci un referente teórico. ¿Realmente hay un lugar para el crítico que piensa? ¿Hay espacio dentro de la izquierda, y dentro de un partido político, para quien lo enjuicia críticamente? La respuesta de Fernando es positiva: Sí la hay. De hecho, es una parte de la militancia de izquierda, de toda militancia de izquierda, el ser críticos. No es sólo una vocación intelectual, en una función de la militancia. Retomando a Gramsci, para Fernando, todo militante de un partido político de izquierda, tiene que ser un intelectual orgánico. Pensar, no sólo actuar. Reflexionar, no sólo seguir. No podemos ser ingenuos al pensar que la izquierda mexicana, en su totalidad, es democrática y desarrolla su actividad política dentro de una cultura democrática. Los últimos años han mostrado hasta qué punto los rostros de la izquierda van desde quienes aún sostienen el camino de la revolución armada como el medio de la transformación política, a los que mantienen posiciones autoritarias e inflexibles, muy alejadas de una cultura democrática, a posiciones que practican más (y exigen) una vida democrática plena. 18
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En este terreno, el crítico de izquierda se ve confrontado de muchas formas. Se le enfrenta en el debate y en la lucha política, pero también se le excluye y se le marca, e incluso se le amenaza o se le ataca violentamente. Ser crítico no es fácil. A menudo recae sobre él la sospecha de que no es honesto. De que engaña y no revela todo lo que pretende. Se le difama, se le ridiculiza. Ante todo, se le piensa como un enemigo, que busca beneficios personales o de grupo. En apariencia, nunca, bajo ninguna forma, el crítico puede ser alguien que manifiesta simplemente lo que piensa, que pone en cuestión acciones y rumbos, porque eso es lo que considera que eso es apropiado para encontrar un mejor rumbo a la acción política, una mejor solución, una que, al menos, tome en consideración también la óptica de aquel que opina críticamente. En esto hay dos cuestiones básicas. Una es la hostilidad real hacia el crítico. La segunda, la dificultad que en nuestros días existen para identificar la honestidad en alguien que ejerce la crítica. Digamos que el mayor mito que arrastramos, el mito en el que se fundó esa creencia casi ciega en los especialistas, es el de la objetividad. Toda opinión, imaginamos, creemos, esperamos, debería estar fundada en una posición objetiva. La crítica buena, la que no es maligna, es la que se apoya en una visión objetiva de los problemas. Cierto, el cinismo de nuestros días ha socavado la idea de que haya una plena objetividad. Aun el especialista es una parte interesada en la materia de su trabajo, cualquiera que ésta sea. Pero el hecho de que reconozcamos la imposibilidad de la objetividad, no quiere decir que no se crea todavía en ella. Muchas de los cuestionamientos y de las sospechas de deshonestidad de los críticos tienen su fundamento aun en ella. Pero si la objetividad es un mito. Una aspiración imposible. Cómo distinguir a un crítico que dice la verdad de uno que no lo hace. 19
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El camino que elige Fernando para tratar de encontrar alguna claridad en este punto es la idea de la Parresía que rescata de Michel Foucault. El parresiastés es aquel que, a riesgo de su vida, dice la verdad. Verdad aquí no tiene un sentido epistémico, sino un valor moral. No se trata de alguien que dice lo que es objetivamente verdadero, no es un especialista que dictamina, ni un juez que valora pruebas. Es simplemente alguien que expresa lo que piensa. Al hacerlo, sin embargo, no oculta nada. Ni sus intereses, ni su posición, ni su dignidad: por eso puede decir la verdad. Porque está diciendo exactamente lo que piensa en la forma en que lo hace, como un acto autónomo que responde a su propia conciencia y en muchos casos, con su propia vida. ¿Hasta qué punto es legítimo pensar al crítico como un parresiastés en nuestros días? Eso es parte de lo que discute Fernando. A fin de cuentas, la idea es tomada de una reflexión sobre la antigüedad clásica en la que no necesariamente está implícita la forma de vida social contemporánea. En todo caso, una cosa es clara, el crítico, en nuestros días debe pensar y discutir su propio estatus de crítico. Encontrar los elementos que constituyen sus virtudes y sus defectos. La normatividad que debe regirlo. La forma de ejercicio y de práctica que lo constituye. El texto de Fernando en buena medida, ayuda a vislumbrar parte de la problemática que hoy existe al rededor del crítico y señala algunos caminos posibles para indagar, si no su naturaleza misma, si alternativas para enfrentar desde un punto de vista teórico, el problema que éste plantea. El trabajo de Fernando, con este libro, redondea en muy buena medida el esfuerzo emprendido de hacer conocer su pensamiento. El lector podrá juzgar con qué valor revela realmente lo que piensa en sus artículos, sin ocultarle nada al lector. Es un arte difícil y 20
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complejo, en el que lleva empeñado varios años y que esta reflexión completa de muchas formas. Antes de terminar, sin embargo, me gustaría dedicarle unas palabras al hecho, no discutido por Fernando en su libro, pero para mí muy relevante, del papel que Internet está jugando en la creación del crítico moderno. Fernando optó, desde un principio, por difundir sus reflexiones por medios no tradicionales. El correo electrónico, el blog, y ahora en Facebok y Twitter. A diferencia de muchos otros que gozan de una tribuna ya establecida, Fernando fue construyendo la suya, formándola en un terreno en el cual tú eliges lo que lees. Se ha ganado literalmente a sus lectores. En esto es muy distinto de quienes desde las tribunas de un medio de comunicación tradicional ejercen la crítica, pues no sólo reciben el respaldo de un medio y su público, sino que la propia forma de selección mediática, establece que la participación del crítico en el medio responda sobe todo a las razones del medio y no del público. Con las nuevas tecnologías eso cambia, y el acceso a un público no esta necesariamente determinado por la mediación de una casa editorial o un centro de poder. En suma, tienes pues, en tus manos un texto de un crítico que explora la crítica. El fruto de un trabajo complejo que nace en la disidencia política, se desarrolla en el ejercicio de la crítica y la autocrítica, y madura en la autorreflexión sobre la labor realizada.
Ernesto Priani Saisó Enero de 2011
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Presentación
ESTO NO ES UN INFORME
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on el trabajo que da título y que forma parte esencial del presente libro obtuve el grado de Licenciado en Filosofía. Pero si bien se elaboró para cumplir con ese trámite académico, lo cierto es que sus alcances rebasaron por mucho lo que pudiera entenderse como “Informe de Actividad Profesional” que es la modalidad que utilicé para titularme. Supongo que esa fue una de las razones por las que el jurado tuvo a bien distinguirme con Mención Honorífica. El informe propiamente dicho, entendido como dar cuenta de la labor realizada, es una parte pequeña del texto, un afluente más para la reflexión de otro nivel que aspira a explicar no sólo la naturaleza, los alcances, los límites de un trabajo intelectual sistemático en un partido político de izquierda sino también y, en buena medida, los dilemas, los avatares, las definiciones, los conflictos, la historia, los errores y aciertos, en fin, las circunstancias por las que atraviesa el PRD respecto al país, a otras fuerzas políticas y a sí mismo, en su complejidad y con sus contradicciones. Además, la parresía le da otra dimensión y sirve para adentrarse desde una perspectiva novedosa a problemas de ética política, cuya reflexión, por cierto, se hace necesaria debido a la desconfianza creciente de la sociedad hacia su clase política. De hecho, esta apreciada y virtuosa práctica de la antigua Grecia pone el dedo en la yaga de lo que puede y debe ser la relación del intelectual con el político, el líder, el gobernante; de la responsabilidad social de quien tiene el conocimiento y que no puede subordinarse al poder sino que, por el contrario, ser su contrapeso, equilibrio y crítica, aun a costa de ser incómodo e incluso indeseable para los poderosos. 23
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Incluir a la parresía fue una idea afortunada de mi asesor de tesis, el Dr. Ernesto Priani –quien, además, honra el presente libro con el texto del prólogo. Como bien decía Nietzsche, la filosofía se rumia y, poco a poco, he ido valorado más ese concepto. En la acepción que más me interesa, parresía es decir “toda la verdad”, no administrarla, ni sesgarla, mucho menos adulterarla. Y muy importante, expresarla a pesar de las consecuencias, asumiendo los riesgos que eso conlleva, porque sólo se da la parresía cuando se le dice la verdad que no quiere oír a quien tiene el poder incluso de acabar con la vida del parresiastés. Quiero confesar que de inicio me acerqué a la parresía con mucha precaución y desconfianza. “La Verdad” es un concepto muy pesado y sospechoso que, además, ha servido históricamente para justificar ortodoxias, intolerancias e infinidad de crímenes. Buena parte de mi lucha en la izquierda ha sido precisamente con quienes creen poseerla, anatemizando a los que discrepan. Pero fui descubriendo el valor de la parresía como actitud ética, no epistemológica: Decir la verdad propia, no callarse, atreverse a señalarle al rey que está desnudo, entender que el silencio o el acomedimiento intelectual al poderoso convierte a uno en cómplice de errores, faltas e incluso crímenes. Frente a la comodidad del intelectual orgánico que siempre encuentra la forma de presentar las cosas para justificar y justificarse, se levanta la voz del parresiastés que dice lo que piensa sin calcular ventajas facciosas o beneficios personales. Ese el dilema del intelectual, incluso de aquel que se presenta como “independiente” y “neutro”, como si eso fuera posible. Así como la parresía se veía como remedio ante los demagogos del foro, dicha actitud ética en estos aciagos tiempos podría ayudar a encontrar el rumbo a un país cuyos enormes problemas rebasan a un sistema y a una clase política educada en la lucha permanente y en la apuesta al 24
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fracaso de los otros para lograr ventajas particulares que no necesariamente se empatan con el beneficio social. Asumir el riesgo de decir la verdad. No la única verdad, ni la verdad excluyente, ni la verdad persecutoria, ni la verdad arrogante; pero sí aquella que se basa en el conocimiento y la reflexión, que no improvisa ni adivina, que se sostiene en hechos y razones, que no calcula beneficios personales o grupales antes de decirse, a la que no le basta la libertad de expresión, pues no se trata sólo de decir lo que se quiera sino de afirmar dicha verdad. A la democracia mexicana le urge temeridad intelectual para combatir vicios, vencer inercias y lograr la indispensable renovación estructural e incluso generacional. Nada más alejado de mis propósitos que caer en una posición moralina, de esas a las que suelen recurrir tartufos de cualquier signo político para darse aires de superioridad y medir a otros con varas que no utilizan para sí. Pero sí, promover que la ética nutra a la actividad política de manera palpable, que ésta deje de perderse en el vulgar pragmatismo que extravía el rumbo por ventajas de grupo y se olvida del interés general. Si en México faltan estadistas es en gran medida por esa ausencia, no de personajes que asumen con naturalidad y vehemencia el papel de jueces morales como parte de su estrategia facciosa sino de dimensión ética en lo que dicen, hacen y viven los políticos dentro de un sistema disfuncional que incentiva la confrontación y dificulta los acuerdos. A partir del trabajo intelectual específico que he realizado en el PRD, se analiza y reflexiona a nivel general, particular, coyuntural e incluso personal sobre cuestiones filosóficas, históricas, teóricas y prácticas del quehacer político de izquierda, tanto en un plano, digamos, meramente conceptual, como en el concreto y específico, en la situación determinada que se ha vivido en México en la última década. Desde el 2004 he escrito de manera regular y sistemática 25
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diversos textos de carácter ideológico, artículos de opinión, manifiestos, declaraciones, balances, diagnóstico, prospectivas, manuales, polémicas, etc. La herejía se explica por la reacción frente a la ortodoxia que se pretendió establecer en el partido, por la rebeldía ante el pensamiento único que uso el anatema y la persecución moral contra los que se atrevieron a discrepar de él y defendieron los mecanismos democráticos, colegiados y estatutarios del partido para tomar decisiones. La crítica por la actividad permanente e indispensable para entender la situación, dar alternativas, planear estrategias, evaluar el trabajo realizado, ubicando lo que ha dado resultado y lo que no, para en su caso rectificar. Por eso, dicha labor sólo puede ser productiva si es auténtica y radical, es decir, si incluye a la autocrítica y se olvida de condescendencias. Y la parresía, ya lo decía, porque hace falta recuperar lo básico: pensar con cabeza propia y decir lo que se piensa. Además del trabajo académico “Herejía, crítica y parresía”, se reunieron diversos textos elaborados desde 2009. Están los artículos de opinión, pero también otros documentos. Por ejemplo, aquí se publica un crudo diagnóstico del PRD que signé junto con los otros miembros de la Comisión para la Reforma del Partido, José Antonio Rueda y Roberto Morales, como insumo para la discusión del XII Congreso Nacional de ese partido, en diciembre del 2009; también un documento que llamé “Los 10 puntos imprescindibles de la refundación del PRD” para ese mismo evento, así como uno más reciente que presenté con Guadalupe Acosta Naranjo e Isaías Villa sobre las alianzas y la línea política a seguir, de finales del 2010. Los escritos compilados expresan una visión desde la izquierda en momentos complicados, pues a nadie escapa que tras acariciar la presidencia en el 2006 las cosas cambiaron mucho y se dio un 26
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proceso de creciente debilitamiento, tanto del PRD como de su ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, en un contexto de confrontación entre el líder y su partido, al grado de que aquél realizó de manera recurrente proselitismo por otros agrupamientos. Estoy cierto que los textos del presente libro ayudan a la comprensión de ese proceso en su complejidad. Las polémicas alianzas entre los partidos que en 2006 se confrontaron son una respuesta a ese fenómeno de debilitamiento que se da junto con el reposicionamiento del partido del viejo régimen a costa de un gobierno deficiente y rebasado por los problemas y la incapacidad de la izquierda de ser quien los capitalizara precisamente por el aislamiento al que lo llevo la estrategia fallida del ex candidato presidencial para hacer renunciar a Felipe Calderón. Espero que el presente libro también arroje luz al respecto. La presente edición consta de dos volúmenes. En el primero, además del texto de titulación, se incluyen diversos escritos, predominantemente artículos, en tiempos difíciles, en los que el PRD y su excandidato presidencial agudizaron la división midieron fuerzas y perdieron ambos. Aunque la responsabilidad no fue la misma, los costos fueron endosados a uno y otro. Por eso es que ese capítulo se llama “Todos perdimos”. El segundo volumen comienza con un apartado con diversos documentos que se complementan muy bien al expresar la crítica de lo que se tiene como la propuesta de lo que se quiere y cómo conseguirlo. Algunos son de autoría colectiva. Empieza con un crudo diagnóstico del PRD, luego las propuestas “imprescindibles” para hacer su refundación y finalmente un texto de línea política que explican los éxitos de las alianzas electorales con el PAN y la conveniencia de continuar con ellas. Así mismo, se integran textos y artículos de una etapa distinta, de aquella que a pesar de las 27
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situaciones difíciles se actúa con audacia para evitar la catástrofe y se obtienen éxitos electorales que parecían imposibles frente al crecimiento del PRI y los anatemas morales por unir fuerzas con el PAN. Escritos de álgidas polémicas. Esté libro mantiene un hilo conductor con los anteriores y puede verse, al menos en parte, como continuación de aquellos: Tiempos turbulentos. Ensayos en el año del complot (2005); Herejías políticas en momentos decisivos (2008); La guerra de los herejes (2008). Lo único que resta es la opinión más importante, la de usted, gentil lector.
Fernando Belaunzarán Enero de 2011
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HEREJÍA, CRÍTICA Y PARRESÍA
1. Introducción 1.1 Consideraciones básicas El objetivo del presente trabajo es obtener el título de licenciado en Filosofía mediante el informe de mi actividad profesional como dirigente, estatal y nacional, del Partido de la Revolución Democrática, en específico por la labor intelectual especializada que he llevado a cabo en la elaboración de artículos, básicamente de coyuntura, y otros textos políticos con mayor o menor contenido teórico e ideológico. La razón para buscar recibirme de esta manera es que mi trabajo político ha sido muy absorbente y no cuento con el tiempo necesario para hacerlo de la manera tradicional, no obstante que durante años abrigué esa esperanza e incluso elaboré un proyecto de tesis sobre una parte de la obra de Friedrich Nietzsche. Entiendo que las nuevas formas de titulación que fueron aprobadas por el Consejo Técnico responden precisamente, entre otras, a la necesidad de concluir el ciclo de licenciatura que tienen quienes terminaron sus créditos académicos requeridos y se encuentran en una situación análoga a la mía. En mi trabajo como dirigente político no he dejado de realizar de manera cotidiana cierto trabajo intelectual que exige una comprensión más allá de la coyuntura y que requiere de profundizar y huir de análisis fáciles y superficiales. Por eso, aunque no sean propiamente, ni pretendan serlo, textos con estatus filosófico, los documentos que he elaborado, en mayor o menor medida, tienen relación con una visión de la sociedad, de la labor política, de lo que es y debe ser la izquierda o, si se prefiere, cierta izquierda con la que estoy identificado. ¿Cómo debe caracterizarse el trabajo que he desempeñado? Si bien Gramsci reconocía que todo trabajo humano ocupa la capacidad intelectual de quien lo realiza, apuntó que “no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales”1 , consideraba que la 31
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pertenencia a un partido político implicaba necesariamente formar parte de esa categoría: “Que todos los miembros de un partido político deban ser considerados como intelectuales es una afirmación que puede prestarse a burla y a la caricatura; no obstante, si se reflexiona, nada es más exacto... importa la función que es directiva y organizativa, o sea educativa, o sea intelectual”2 . Por supuesto, Gramsci pensaba en los viejos partidos comunistas basados en la teoría leninista de conformar “la vanguardia del proletariado” mediante una organización compacta, centralizada, seleccionada, con estricta formación teórica y experiencia en las luchas sociales, fundamentalmente obreras. El llamado “partido de cuadros”. En cualquier caso, es evidente que se pueden distinguir grados y especificidades del trabajo intelectual en un partido político, máxime cuando éste es de masas y marcadamente heterogéneo en las clases que lo conforman y en el nivel teórico de sus miembros como lo es el PRD. La labor del militante es impensable si no comparte y difunde ciertos valores y concepciones ideológicas en su comunidad y si no participa de la estrategia organizativa del partido; pero la elaboración de documentos con explícito contenido ideológico y que responden a concepciones teóricas fácilmente rastreables es un trabajo intelectual de mayor especialización que, de alguna manera, se relaciona con temas y planteamientos propios de la filosofía política. Dejando a un lado el aura mistificadora y de estatus que ha adquirido el término y que le otorga cierta arrogancia al que lo usa para sí, lo cierto es que el que realiza tal labor no puede ser sino un intelectual. Así que además de que en un “partido de masas” no puede sostenerse que todos sus miembros deban ser considerados como “intelectuales” en el sentido que lo afirmaba Gramsci –lo que no quiere decir que la formación política no sea una apremiante prioridad para elevar el nivel y la capacidad de sus militantes– en el seno de cualquier partido político existen diversas actividades que reclaman especializa32
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ción de algunos de sus integrantes, sea para el aspecto electoral, organizativo o teórico-ideológico. Este último es mi caso. Ahora bien, comparto con Adolfo Sánchez Vázquez que una política que se define de izquierda debe vincularse con cierta filosofía que se plantea transformar al mundo3 . Por tanto, además de tratarse de una actividad que disputa la hegemonía en lo que el pensamiento marxista considera como superestructura y que, por tanto, participa de la lucha por el poder en el terreno de las ideas y las concepciones, las propuestas y las denuncias, el análisis de la política cotidiana, así como de la retórica y la polémica que ésta exige, dicho trabajo de reflexión, crítica y difusión de textos políticos se plantea tener consecuencias prácticas. Los artículos de coyuntura elaborados cotidianamente pueden servir como un eslabón para vincular precisamente a la teoría con la práctica. Recordemos que si estas esferas no se retroalimentan a través del tamiz de la crítica constante, rigurosa y sin condescendencias no puede haber “praxis política”4 . Es verdad que resulta pretencioso y falaz pensar que eso se soluciona con uno, dos o varios artículos semanales, o incluso diarios, pues la praxis requiere llevarse a cabo de manera generalizada e institucional y, como salta a la vista, el PRD está muy lejos de ello. Sin embargo, sería igual de incorrecto descalificar por las deficiencias del partido las iniciativas de sus militantes que buscan, con sus aportaciones modestas, generar debate de ideas y actitudes críticas, así como revertir inercias y costumbres perniciosas que devienen por la ausencia de aquellas, como lo son la obediencia ciega al líder, la complacencia o la lucha intestina por cargos, al margen de diferencias tácticas, estratégicas o conceptuales. Una golondrina no hace verano; pero como de lo que se trata es de alentar que lleguen más y mejores de éstas aves, pues lo correcto es valorar lo realizado sin que por ello se deje de ponderar adecuadamente su importancia. A eso es a lo que aspiro. 33
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No me corresponde calificar la calidad de los textos por mí elaborados. Para eso están los lectores y, en el caso del presente informe y si lo consideran conveniente, los sinodales. Tampoco establecer subjetivamente el grado de su incidencia en la vida del partido, aunque, como lo comentaré posteriormente con mayor amplitud, existen diversos indicadores que permiten inducir y deducir, según el caso, que con el tiempo ha ido en aumento. Pero aunque no fuera así, como ya dijimos, eso no debería llevar a la conclusión de descalificar el trabajo intelectual, pues nada sería más funesto para el PRD que renunciar a la crítica y no entender que precisamente en su ejercicio está la clave para renovarse en todos los sentidos, resolver sus problemas, incidir de acuerdo a su programa en el rumbo y la transformación del país y aspirar a ser la opción mayoritaria de los mexicanos. Es importante señalar que no existe sólo una izquierda, La Izquierda, sino que en rigor se debe hablar de izquierdas. Además, una de las consecuencias de la caída del Muro de Berlín y la debacle del “socialismo real” debe ser el replanteamiento de los criterios con los que durante la Guerra Fría se estableció una muy ideológica y poco rigurosa “geometría política” que identificó a la “izquierda” con el estatismo autoritario. Ahora, la palabra socialismo debe estar ligada indisolublemente a la democracia sin que eso quiera decir que se acepten los límites de la democracia representativa y negar que ésta pueda y deba complementarse con mecanismos de participación ciudadana que hagan más horizontal el ejercicio del poder. Pero también debe ligarse, incluso darle preponderancia, a la libertad, no sólo enunciada o teórica sino presente en la cotidianidad de una mayoría siempre creciente de habitantes y no sólo de una clase o de sectores privilegiados de la sociedad. Eso significa generar opciones y posibilidades para los miembros de la comunidad, ampliar libertades, reconocer más derechos y hacer efectivo su ejercicio, desterrar todo 34
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tipo de discriminación y ver al punto de definición originario de cualquier izquierda –su compromiso con la justicia social y la redistribución de la riqueza para crear condiciones de equidad– como condición de posibilidad para la realización individual y colectiva. Por ello, para la izquierda con la que me identifico, el autoritarismo, el mesianismo, el caudillismo, la intransigencia y el extremismo son considerados vicios y no virtudes. He tratado precisamente que en mis escritos se expresen las convicciones de una izquierda liberal que ponga en el centro derechos y libertades y que, evitando los dogmas del mercado e incluso denunciándolos, no lo estigmatice y, por tanto, apueste a regularlo sin oprimirlo. Una izquierda que se planteé, por tanto, la generación de riqueza para luego redistribuirla a favor de los más necesitados. Una izquierda tolerante que utilice el diálogo y la búsqueda de acuerdos como sus métodos privilegiados. Una izquierda que haga política con base en principios y valores que deben concretarse en la realidad y no sean simples recursos retóricos. Una izquierda que reivindique la utopía como la sociedad deseable que nos debe indicar el camino para aproximarnos a ella. En fin, que otros sean los que digan qué tanto éxito he tenido en transmitir tales convicciones, pero en términos de este informe es importante señalar que en el PRD coexisten diversas izquierdas y que me ha tocado estar en puestos directivos en tiempos decisivos para el país y para el mismo partido, y de manera públicamente más visible desde el llamado movimiento post electoral de 2006. 1.2 Antecedentes. Vinculación de mi formación académica con la militancia política Cursé la carrera de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México en los años de 1992 a 1997, después del cambiar de carrera, pues inicié en la de Estudios 35
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Latinoamericanos en 1990. Desde el inicio de mis estudios participé en la política universitaria que en aquella época estaba concentrada en la realización del Congreso Universitario. Fui activista y representante de la Facultad de Filosofía y Letras en el Consejo Estudiantil Universitario durante el conflicto generado por la pretensión de aumentar cuotas de la administración de José Sarukhán en 1991-1992, el cual culminó cuando el rector decidió retirar su propuesta. En 1993 fui electo Consejero Universitario, cargo que ejercí hasta 1995. Mi actuación no se circunscribió a la política universitaria y desde siempre entendí el peso específico de la UNAM en el acontecer nacional y, por lo mismo, la posibilidad de incidir más allá de la institución, aprovechando su cualidad de caja de resonancia y de entidad con ascendencia e importante simbolismo en la sociedad. De tal suerte que a la vez que me planteé transformar la universidad para hacerla más democrática y académica, también lo hice para impulsar el cambio democrático en el país, el cual se encontraba en una etapa de conflictiva y confusa lucha por la transición. Estoy convencido de que la vinculación entre la universidad y la sociedad se basa en el compromiso de aquella por mejorar a ésta. Me gustaba repetir la frase de Adolfo Sánchez Vázquez: “La Universidad es por y para la sociedad”. Por ello participé en la organización de un sinnúmero de eventos, conferencias y actos que incluyeron a diversas personalidades y que se realizaban lo mismo en el Aula Magna que en el Auditorio Che Guevara, también conocido como Justo Sierra –antes de su privatización condominal. De tal suerte que estuvieron con nosotros, entre otros, Lula, Salvador Nava, Heberto Castillo, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Samuel Ruiz, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Super Barrio, Rosario Ibarra y, por supuesto, muchos académicos de gran nivel, no sólo de la Facultad de Filosofía ni únicamente de la UNAM, que no menciono para no omitir a nadie. 36
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“Nada de lo que suceda en la sociedad le es ajeno a la universidad”, también me gustaba repetir. Siempre asumí con absoluta seriedad el compromiso de defender la autonomía universitaria. Para entender sus alcances, hice mía la interpretación, nuevamente, de Adolfo Sánchez Vázquez expresada en las Conferencias Temáticas previas al Congreso Universitario de 1990 en una ponencia compilada en el número 12 de los Cuadernos del Congreso. Por ello es que la veía como propiedad de toda la comunidad y que, por lo mismo, requería de la democratización de la institución para que pudiera ejercerse a plenitud y no se pervirtiera. En ese sentido, vislumbraba a la burocracia universitaria como ilegítima detentadora de esa conquista que en rigor era de todos. Como buen ceuísta, percibía a las autoridades universitarias como subordinadas al régimen y, en consecuencia, que usaban a la autonomía como un ardid para conservar privilegios más que como salvaguarda frente a intromisiones externas para garantizar el libre desempeño académico. En ese punto citaba la frase de Alejandro Gómez Arias: “Para que exista autonomía, hay que ejercerla”. Entendía que los partidos políticos pueden expresar sus puntos de vista con absoluta libertad, aún en el campus, y los universitarios no pierden su derecho constitucional a asociarse; pero eso no quita que los asuntos universitarios deban resolverse con criterios propios y sin injerencias indebidas. Como consejero universitario no descuidé mis responsabilidades institucionales y asistí con regularidad a las sesiones del pleno y de sus comisiones, así como a las del Consejo Técnico de la Facultad – donde tenía derecho a voz–, siempre de manera crítica y propositiva y en las que tuve tanto divergencias como coincidencias con la Directora y prestigiada filósofa, Juliana González Valenzuela, a la que, no obstante fuertes conflictos que llegamos a protagonizar, la llegue a valorar y reconocer. Tuve el honor de impulsar la candidatura del Dr. 37
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Sergio Fernández, Profesor Emérito, a la Junta de Gobierno, misma que hizo suya el Consejo Técnico de Filosofía y Letras, al igual que numerosos y prestigiados académicos, algunos de los cuales incluso fueron a la sesión para argumentar a favor de la propuesta. Sin embargo, y no obstante la buena pelea que dimos –tal como la calificó el gran crítico literario y académico de nuestra facultad, Federico Álvarez– no pudimos con la “plancha de los directores” y perdimos la votación. Pero mi participación política más notoria fue por otros tópicos: la solidaridad con los pueblos indios a raíz del levantamiento zapatista, expresada en caravanas, conciertos multitudinarios y participación en la Convención Nacional Democrática en Aguascalientes, Chiapas, y las tareas que de ella emanaron, así como la movilización contra la guerra en los primeros días de 1994 y en 1995 cuando Zedillo dio a conocer que la identidad del Subcomandante Marcos era la de un egresado de la carrera de Filosofía de nuestra Facultad, Sebastián Guillén Vicente, mejor conocido como El Cachumbambé (por eso bautizamos con ese apelativo a un cubículo recién tomado que llegó a ser muy conocido por ser centro de conspiración y organización estudiantil de un colectivo que incidía dentro y fuera de la universidad); la interpelación a Zedillo en su campaña presidencial en la Facultad de Contaduría; el Movimiento de Excluidos que derivó en la toma de Rectoría; la vinculación con las campañas electorales de Cuauhtémoc Cárdenas en 1994, 1997 y 2000; así como la participación en el ala “moderada” del Consejo General de Huelga, donde inútilmente busqué una salida negociada con base en la llamada “propuesta de los eméritos” y evitar así la intervención de la fuerza pública, puntos de coincidencia, por cierto, con el Colegio de Profesores de la Facultad de Filosofía que jugó un papel muy digno durante el conflicto. Como se puede apreciar, mi formación académica estuvo estrechamente vinculada con la actividad política. Debido a ello, no debe 38
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sorprender mi permanente preocupación por dar consistencia lógica e ideológica a mis posiciones políticas, elaborando y difundiendo lo que pretendieron ser discursos coherentes que, desde mi visión de izquierda, den sentido a la labor política que he realizado. Prueba de ello son los artículos que en mis tiempos de activista estudiantil publiqué en periódicos como La Jornada, Excélsior, El Día, un suplemento de El Universal, y revistas como Memoria, Versus, Generación y Nueva Izquierda. 1.3 Trayectoria en el PRD y la actividad profesional que informo. En 1998 formé parte de la estructura directiva del Partido de la Revolución Democrática. Con el nombramiento de Coordinador de Área de la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional me adentré en las entrañas del partido político más fuerte de la izquierda mexicana. Al siguiente año dejé el cargo y fue hasta después de participar en el “ala moderada” del Consejo General de Huelga – lastimosamente derrotada y exiliada por los sectores “ultras”– y de haber sido asesor del senador Jesús Ortega, en 2001-2002, que regresé a la dirección partidaria, ésta vez como Secretario de Finanzas del Comité Ejecutivo Estatal del PRD en el DF. Durante seis meses me absorbió la administración de los recursos del partido, así como la necesidad de darle debida respuesta a la fiscalización que por ley realiza el Instituto Electoral del Distrito Federal al dinero público que le hace entrega. Con la salida del entonces Presidente del PRD en la Ciudad de México, Víctor Hugo Círigo, para ser candidato a la Jefatura Delegacional de Iztapalapa, mismo que me había nombrado en tan extraño puesto para un estudiante de la carrera de Filosofía, y con la llegada del sustituto, Agustín Guerrero –en ese momento era facultad estatutaria del que ocupaba la Presidencia definir el titular de la cartera de Finanzas entre los miembros del Comité Ejecutivo respectivo–, cambié de secretaría, teniendo la oportunidad de 39
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ponerle nombre y establecer sus objetivos. Y así fue que me convertí en el Secretario de Análisis Político del PRD DF en febrero de 2003. El nuevo cargo significó una interesante oportunidad no sólo porque me permitió realizar actividades políticas más afines a mi formación profesional sino también porque abría la posibilidad de responder de alguna manera a diversas carencias que una visión crítica del partido ponía a la vista. Una de ellas es la ausencia de discusión política cotidiana y seria, la cual se circunscribía a pequeños círculos y, en mi opinión, sin el rigor y el carácter sistemático que debe tener el análisis, la reflexión y el debate en un partido que se plantea ser gobierno para transformar la situación de injusticia de millones de mexicanos y la vida pública del país. De alguna manera, la actividad política que, en mi opinión, es inseparable de un trabajo intelectual de conceptualización de la circunstancia y más allá de ella, pues se requiere orientar la posición cotidiana sin perder el rumbo y la visión de mediano y largo plazo en la coyuntura. Me refiero a hacer conscientes principios y objetivos y al menos vislumbrar un modelo de sociedad por la cual se pugna, acorde con ciertos valores que, en mi caso, considero de izquierda. Sin embargo, el quehacer político ha tendido a volverse una labor “técnica”, tanto en el ámbito interno como externo. El know how para competir por el poder del Estado en elecciones constitucionales no incluye, por lo menos no de manera necesaria, comprensión conceptual o programática con la suficiente amplitud y profundidad por parte del grueso de los militantes de los partidos. El discurso electoral suele ser pobre, a pesar de que existan programas y plataformas bien elaboradas por un grupo de intelectuales o especialistas afines –aunque no siempre es el caso. Dicha situación no favorece la revisión e investigación constante para actualizar tales documentos y, por lo mismo, no es raro encontrar en ellos contradicciones o posiciones eminentemente rebasadas. 40
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Esa falta de análisis y debate sistemáticos y cotidianos, aunado a la masificación partidaria, genera militantes –e incluso dirigentes– de bajo perfil, lo que además de significar, en no pocas ocasiones, deficientes ejercicios en los diversos ámbitos –legislativo, gubernamental o partidario– con el consiguiente costo político que ello implica, es un factor que ha coadyuvado a enrarecer el ambiente interno y propiciar y magnificar los conflictos intestinos, pues es notoria la falta de altitud de miras y visión estratégica compartida. De ahí la imperiosa necesidad de formar a los cuadros y generar cultura democrática y, por tanto, apostar en serio y de manera ambiciosa por la educación política. Además la crítica y autocrítica son indispensables para la praxis política, pues deben revisarse constantemente los resultados alcanzados, ubicar deficiencias, analizar la situación, distinguir las tácticas y estrategias de los adversarios y tomar nota de sus logros, hacer prospectivas e identificar oportunidades y nuevas posibilidades para actuar en consecuencia. Pero eso es algo excepcional dentro del partido, circunscrito a pequeños círculos. Generar cultura es cambiar las costumbres y, aunque difícil, se tiene que comenzar con diversos esfuerzos por modestos que sean. De tal suerte que promover reflexión, análisis y debate entre dirigentes y militantes es una forma de tratar de revertir esa inercia perversa de no pensar en lo que está sucediendo, en qué hacer y por qué. Estoy convencido de que en la medida que eso suceda en el PRD será más fácil que éste deje de reproducir, en cierta medida, los vicios del priísmo que dominó al país durante setenta años y pueda generar algo distinto, mejor y más democrático. No es algo fácil ni puede ser automático, en virtud de que el llamado “partido de Estado” forjó una cultura política autoritaria que se volvió hegemónica y que ha (mal) educado a la sociedad. Pero también, la masificación del partido y el viraje pragmático provocado por la necesidad de aumentar la competitividad 41
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electoral tuvo como consecuencias el descuido de la tradición de estudio en la izquierda y la preponderancia de la búsqueda del poder por el poder y no, como debe ser, del poder como instrumento de un programa de transformación política, económica y social. Por ello, como parte de las actividades cotidianas que planeé para aquella Secretaría de Análisis Político, distribuía diversos artículos de análisis y reflexión sobre distintos tópicos, fundamentalmente de coyuntura política, entre dirigentes del partido a nivel nacional, estatal y delegacional, algunos de mi autoría. De lo que se trataba era, fundamentalmente, de incentivar el debate y buscar que al menos los dirigentes del partido conocieran planteamientos críticos sobre temas de interés para que se formaran su propia opinión, fortalecer la que ya tenían o bien ponerla en duda o cambiarla. En cualquier caso, la lectura reflexiva siempre es gratificante y provechosa, más aún para quien trabaja, o debe trabajar, con el intelecto para entender la situación en la que se plantean incidir. Por supuesto que fue un esfuerzo modesto, pero dado lo excepcional que resulta ser el tráfico de ideas en la vida cotidiana partidista no me parece que deba ser despreciado, no obstante que su penetración era limitada y sus repercusiones inasibles, más allá de algunos comentarios sueltos o algunas inconstantes tarjetas de agradecimiento. Pero ciertos acontecimientos redimensionaron el trabajo, pues la magnitud de los mismos y el hecho de que el partido era directamente interpelado hicieron que fuera una necesidad apremiante comprender lo que estaba pasando y reaccionar de manera inteligente, pues la Presidencia de la República nos iba en ello. Cuando en el programa El Mañanero, conducido por Víctor Trujillo en su personaje de Brozo, se exhibió al entonces Coordinador del Grupo Parlamentario del PRD en la Asamblea Legislativa, René Bejarano, recibiendo grandes sumas de dinero de Carlos Ahumada, empresario de origen argentino íntimamente vinculado a la ex Presi42
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denta Nacional del partido y ex Jefa de Gobierno, Rosario Robles, el PRD se conmocionó, adentrándose en el ojo del huracán de una sucesión presidencial adelantada por el despunte de Andrés Manuel López Obrador –claramente establecido en el oráculo de las encuestas sobre la intención de voto– y la obsesión de grupos poderosos y del mismo Presidente de la República, Vicente Fox, por detenerlo. Como Bejarano era dirigente prominente del partido en la capital del país y miembro del Comité Ejecutivo Estatal al que yo pertenecía, además, en mi carácter de miembro del Consejo Nacional, me tocó estar en primera fila de los acontecimientos y en medio de la vorágine política y mediática sentí la necesidad de plantear mis puntos de vista sobre esa situación excepcional –que se escalaría aún más con la pretensión oficial de desaforar y procesar al entonces Jefe de Gobierno del DF– de manera cotidiana. Fue así que comencé a escribir artículos semanales. En un inicio, los artículos de opinión se distribuían entre los demás miembros del Comité Ejecutivo Estatal, pero la lista de destinatarios se fue extendiendo, de tal suerte que al poco tiempo ya se entregaban en el Comité Ejecutivo Nacional, en los grupos parlamentarios del partido en la Asamblea Legislativa, Cámara de Diputados y Cámara de Senadores, a los presidentes de los comités ejecutivos delegacionales y, mediante correo electrónico, a conocidos, amigos y periodistas. Luego se publicaron puntualmente en La Fuerza del Sol, periódico del PRD en el DF, mientras fui dirigente capitalino y eventualmente cuando pasé a la instancia ejecutiva nacional del partido. De los artículos de 2004 y principios de 2005 surgió el libro Tiempos Turbulentos. Ensayos en el año del complot, de editorial Ítaca. En los años posteriores –mediados de 2005 a finales de 2008– los artículos se distribuyeron a casi mil personas entre dirigentes, legisladores, gobernadores, presidentes municipales, periodistas y amigos, usando la franquicia postal que le corresponde al PRD, además de 43
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subirse a la red a través de la página del PRD y otros portales de agencias de noticias, así como en el blog de la Secretaría de Formación Política del Comité Ejecutivo Nacional. Durante mi paso en el CEN tuve la oportunidad de publicar en las revistas Memoria y Coyuntura, y en los periódicos Milenio y Reforma. En tiempos recientes al menos tres publicaciones digitales han divulgado mis artículos: ADN Sureste, El Arsenal y La Lonchería, además de “subirlos” a mi blog5 . Aparte de los artículos, he escrito otros textos críticos de connotación política. Ese es el caso de documentos presentados al Consejo Nacional para su discusión y de manifiestos, la mayoría de ellos suscritos con otros dirigentes. La importancia de éstos últimos para el presente trabajo es que, por su naturaleza, tienen un carácter conceptual más explícito y se pueden apreciar de manera más clara los valores, ideas y objetivos que animan mi actividad política. De mi trabajo intelectual en el CEN surgieron dos libros: Desde la izquierda... Herejías políticas en momentos decisivos y La guerra de los herejes, editados por el PRD. En ambos caso se compilan artículos, pero también hay otros materiales de mayor o menor contenido conceptual, como ponencias, manifiestos, comunicados, cartas, balances, etc. En fin, considero que el trabajo intelectual que he realizado, artículos y otros textos, son parte de una praxis política de izquierda que se plantea transformar al país y contribuir a cambiar al sistema actual de dominación trasnacional conocido como “neoliberalismo”. Es en ese sentido que dicho trabajo intelectual se vincula con la carrera de filosofía que cursé, pues, como lo señaló Carlos Marx, “...de lo que se trata es de transformar al mundo”, por lo menos así lo es para cierta filosofía que ha influido decididamente en mi forma de pensar y de actuar. Trataré con el presente informe de dar cuenta de la triada de mi trabajo intelectual: formación académica (concepción teórica e ideológica), partido y circunstancia. Ésta última está marcada, en su 44
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primera parte, fundamentalmente por la inescrupulosa sucesión presidencial de 2006 que empezó con los videoescándalos, siguió con el intento de desafuero del entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y tuvo su culminación en una campaña electoral enrarecida, resultados cuestionados y movimiento postelectoral álgido y traumático cuyas reminiscencias siguen sintiéndose. Como consecuencia de ese difícil marco político se expresaron diferencias fundamentales en el seno del PRD en torno a la línea política a seguir y al papel que en ésta debían jugar tanto el partido como su principal liderazgo, las cuales llevaron a la izquierda ahí representada a su mayor crisis desde que se fundó el partido del sol azteca, expresada en su punto más álgido con la elección para presidente del partido en marzo de 2008 que lo pusieron al borde de la división y la ruptura. Después vinieron las elecciones de 2009 con una izquierda dividida y las polémicas alianzas para enfrentar cacicazgos priístas en algunas entidades en el 2010. Sin duda, un personaje central y prominente de todo lo aquí señalado es Andrés Manuel López Obrador. Frente a él he intentado en todo momento conservar la distancia intelectual que se requiere para analizarlo según sus méritos y no caer en ninguno de los dos vicios que son tan comunes cuando se trata a dicho personaje: la alabanza o el vituperio. No es fácil dentro del partido ser crítico con el líder principal dada la tradición caudillista de la cultura política mexicana y que la izquierda no se ha sustraído a ella, quizá porque también tiene una fuerte, aunque indeseable, tradición vertical y autoritaria que a pesar de la caída del Muro de Berlín no ha podido del todo erradicar. Al contrario, renacieron las intolerancias y los anatemas contra quienes se han atrevido a discrepar de él, instaurando en los hechos una ortodoxia caudillista. Sin embargo, asumiendo las consecuencias, creo haber sostenido con consistencia y rigor posiciones críticas sobre su actuación y señalado las diferencias sin cohibimientos. De ahí que haya decidido asumirme, no sin cierto orgullo, como hereje. 45
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El intento de imposición de un pensamiento único nos lleva al problema de la relación con “la verdad” y sus perversas secuelas de fanatismo e intolerancia. De ahí la pertinencia y el interés para quién estudió filosofía de reflexionar sobre ese tópico teniendo como referencia la antigua Grecia, así sea de manera somera, tal y como me lo sugirió con tino el Dr. Ernesto Priani, estimado maestro y asesor del presente informe al que le agradezco de corazón su apoyo y disposición. La vinculación con la praxis y la recuperación de una concepción libertaria y democrática de izquierda resultan evidentes y se explican muy bien por la deuda intelectual que este autor guarda con su maestro, el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez. El presente informe cuenta con tres capítulos y una conclusión. El primero es la introducción, en la cual era indispensable extenderse para contextualizar el trabajo intelectual realizado y vincularlo con mi formación académica y trayectoria política dentro y fuera de la Universidad Nacional Autónoma de México. El capitulo segundo trata sobre el PRD, su historia y caracterización, la importancia que en el partido tiene –o debe tener– la crítica y el análisis de coyuntura, así como el desarrollo de la labor crítica que estoy informando, sus temas preferentes y sus repercusiones. El tercero habla de lo fundamental que fue mi formación académica en la labor intelectual que he tenido como dirigente político y, por lo mismo, de la necesaria vinculación de mis ideas con cierta filosofía. En este último capítulo reflexiono sobre la teoría y la praxis en el PRD –reitero, de lo que se trata es de transformar al país, a la sociedad, al mundo– y hago una disertación acerca de mi trabajo crítico, la circunstancia política en el que éste se da y la parresía en la antigua Grecia. La segunda parte de este trabajo, Ética en la praxis política, está integrada por las cartas, documentos, pronunciamientos y artículos elaborados entre el 8 de octubre de 2008 y diciembre de 2010....
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2. El PRD y el trabajo intelectual que se informa 2.1 Una caracterización del partido en la situación actual.6 El Partido de la Revolución Democrática nace en 1989 como producto de un acontecimiento político de trascendencia histórica. El llamado “partido de Estado” que para ese entonces llevaba casi sesenta años en el poder se tambaleó en las elecciones de 1988 tras sufrir una ruptura considerable encabezada por algunos miembros prominentes que fueron capaces de construir un frente electoral alrededor de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y desatar un poderoso movimiento social marcadamente antipriísta y democratizador aunque, hay que decirlo, las diferencias en el seno del PRI que llevaron a crear la llamada Corriente Democrática estaban relacionadas en gran medida al cambio de las políticas económicas, a la introducción y hegemonía de lo que se ha llamado “neoliberalismo” y al consiguiente abandono o, si se prefiere, debilitamiento del llamado “Estado de bienestar”.7 Se había dado un desplazamiento de la ideología oficial conocida como “nacionalismo revolucionario” que durante décadas se presentó como heredera de La Revolución Mexicana (así, con mayúsculas). Ese pensamiento fue en buena medida reivindicado por la Corriente Democrática y posteriormente nutrió al nuevo partido. Pero hubo otros afluentes importantes que no provenían del “partido oficial”. Además de muchos ciudadanos que en lo personal se sumaron al esfuerzo organizativo, también lo hicieron muchas organizaciones sociales y partidos, con y sin reconocimiento, de izquierda. De hecho, el registro que se utilizó para fundar al PRD fue el que obtuvo el Partido Comunista Mexicano a finales de la década de los 70 del siglo pasado, mismo que después perteneció al Partido Socialista Unificado de México y luego al Partido Mexicano Socialista, organizaciones políticas creadas en importantes esfuerzos de unificación de las izquierdas en los que, si 47
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se miran como parte de un proceso de amplia confluencia, se inserta muy bien la creación del Partido de la Revolución Democrática.8 En la recta final de la campaña de 1988, Heberto Castillo, candidato del PMS, declinó a favor de Cuauhtémoc Cárdenas. Pero para ese entonces el ingeniero Cárdenas ya contaba con el respaldo de muchas organizaciones de izquierda, amplio crisol que abarcaba desde algunas que llegaron a optar por la lucha armada para enfrentar al Estado hasta tendencias claramente socialdemócratas, de tal suerte que en la campaña coexistieron marxistas-leninistas, guevaristas, maoístas, trotskistas, espartaquistas, gramscianos, reformistas, etc., con todos sus matices, con los ex priístas y muchos ciudadanos sin militancias previa. El salto cualitativo al construir el PRD fue no sólo la conjunción sin precedentes de la izquierda mexicana sino también que al unirse con el sector nacionalista escindido del PRI conformó un proyecto político y organizativo alejado de la marginalidad que se convirtió en una opción real de poder. Sin embargo, y no obstante la fuerza orgánica de sus diversos componentes de izquierda, el PRD tardó una década en asumirse como organización política de esa tendencia política. Fue hasta el Congreso Nacional de 1998 en Oaxtepec, Morelos, que acordó incluir en sus documentos básicos la caracterización explícita como partido de izquierda9 . La razón de la demora en la aceptación de algo tan evidente era el temor del núcleo dominante de la Corriente Democrática de que eso pudiera aislar al partido de otros sectores y abriera una puerta para ser estigmatizados desde el poder, reviviendo viejos y atrasados prejuicios del anticomunismo rupestre que, por ejemplo, se habían visto durante el movimiento estudiantil de 1968. Esa es la razón por la que en un inicio los ejes programáticos del PRD se centraron en el nacionalismo, la política social del Estado benefactor olvidado y, muy importante, la democracia, punto de contraste con el régimen dominante y bandera de la campaña electoral 48
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de Cuauhtémoc Cárdenas, cuya estatura creció por haberse enfrentado a esa institución inapelable del viejo régimen conocida como “dedazo” y que consistía en la designación vertical y autoritaria del sucesor por parte del Presidente de la República en turno. Todo se lograría, se pensaba, si se conseguía el objetivo imperioso: sacar al PRI de Los Pinos –para entonces ese partido llevaba sesenta años en el poder. Ahora bien, mientras el nacionalismo y la política social del nuevo partido se explican por la historia y la identidad de la Corriente Democrática y se entiende que en tales puntos coincidiera con la diversas izquierdas aglutinadas en el PRD, pues veían en ellos un contraste marcado con el neoliberalismo enarbolado por el régimen, el asunto de la democracia merece explicarse dado que tal valor político no se encuentra arraigado en la tradición práctica de unos y otros. En efecto, ni en el PRI –obvio–, ni en las diversas izquierdas se expresaba algo que pudiéramos llamar “cultura democrática” –de hecho en ningún sector de la sociedad existía algo que se le pareciera. La larga vida del viejo régimen autoritario dejó su marca en el conjunto de la vida pública y, en lo que se refiere a las izquierdas, pesaba la herencia estalinista en no pocos grupos, algo que no mejoraba mucho con los que tenían como modelo “la revolución cultural china” o los que veían al sistema cubano como paradigma. Aún aquellas tendencias que renegaban de esas experiencias no estuvieron ajenas al sectarismo, dogmatismo y vanguardismo que durante tantos años marcaron las disputas entre los grupos de izquierda. Por ningún lado se encuentra una tradición democrática arraigada. Sin embargo, la lucha contra un régimen autoritario hizo que las reivindicaciones de una gran variedad de partidos, organizaciones y movimientos, no sólo por cierto de izquierda, fueran explícita y notoriamente democráticas. El movimiento de 1968, del que las diversas izquierdas se asumen como herederas, puso en el centro la negación práctica de libertades públicas establecidas en la Constitu49
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ción y el cuestionamiento a un sistema político vertical y corrompido. La lucha por la democracia se volvió, desde entonces, el ingrediente indispensable de un sin fin de luchas por la justicia en un país de enormes desigualdades. Las izquierdas, podemos decir, eran entonces democráticas por sus reivindicaciones, por su oposición al régimen, por su lucha constante, arriesgada y, en ocasiones, francamente temeraria contra un entramado estatal que concentraba el poder en una persona y no dudaba en utilizarlo para reducir a los opositores; pero no así por su práctica, su organización interna o sus relaciones con otros agrupamientos de izquierda. No es casual que los integrantes de la Corriente Democrática se hayan dado ese nombre para de esa manera hacer patente su contraste, distinción y enfrentamiento con el que estaba en la cima de la estructura autoritaria del régimen y que mantenía el control del partido casi único, el gobierno y el propio Estado, el Presidente de la República. Recordemos que cuando el entonces Jefe del Ejecutivo, Miguel de la Madrid, se preparaba para cumplir la tradición y designar a su sucesor, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y otros que se agruparon en aquella corriente para pugnar por hacer valer los estatutos del PRI, que eran letra muerta, exigiendo la emisión de la convocatoria para la elección del candidato a la presidencia, lo que atentaba contra la transmisión del poder por designación, por “dedazo”. La negativa a cumplir lo establecido en los estatutos de ese partido fue lo que llevó a la ruptura y posterior construcción de una opción electoral frente al “candidato oficial”, Carlos Salinas de Gortari.10 La confrontación directa y creciente con el sistema político hegemonizado por el PRI generó y consolidó un vigoroso discurso democratizador que abrevaba de la tradición de 1968, el cual fue asumido por el movimiento cardenista de 1988. De tal manera que fue el papel opositor, así como asumir la tradición de lucha de las 50
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izquierdas, lo que hizo que la democracia quedara como parte central de las demandas y razón de ser del nuevo partido, al grado de elevarlo a su nombre mismo en una frase que puede parecer contradictoria en sus términos: “Revolución Democrática”. Sin duda, el PRD enarboló un discurso y un programa democratizador y se convirtió en motor innegable de los cambios democráticos del país y sus principales líderes en reconocidos luchadores por la democracia. Pero lo anterior no hizo que éstos fueran demócratas ni al partido tener una vida democrática ni que sus gobiernos tuvieran necesariamente ese perfil. Contradicción, no privativa de la izquierda, entre la teoría y la práctica, entre los postulados y la acción cotidiana. Por eso es que muchos de los vicios, propios del viejo régimen y combatidos por el perredismo, se han reproducido en el seno y en la actuación del PRD como partido y como gobierno. La democracia es un aprendizaje, una cultura que no surge por mero voluntarismo y que requiere ser interiorizada en los distintos ámbitos de la vida social tras décadas de un sistema autoritario y (casi) monolítico. Verlo de esta manera permite entender la democratización como un proceso que, en el caso del PRD, implica acercar la práctica a las concepciones, razón por la cual es correcto que estén consignadas en sus documentos básicos y se tengan como puntos de referencia, como elementos que indiquen el rumbo y la distancia que falta por recorrer, así como la existencia y profundidad de eventuales regresiones para buscar detenerlas, corregirlas, revertirlas y actuar en congruencia frente a ellas. Y, además, para establecer cómo se caracteriza a sí mismo el PRD sin perder de vista la contradicción que arrastra y que es evidente a la luz de acontecimientos como la accidentada, polémica e enredada elección de dirigentes nacionales de marzo de 2008. Resulta indispensable agregar a este respecto la existencia de figuras prominentes desde el nacimiento del PRD. En su primera etapa sobresalió la presencia del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y a últimas 51
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fechas la de Andrés Manuel López Obrador. Esto ha significado la preponderancia de voluntades supremas en los asuntos relevantes del partido, incluso en la selección de candidaturas y la imposición de dirigentes. El caudillismo, la concentración del poder en una sola persona tan combatida por el PRD al exterior ha sido indiscutible en los veinte años que tiene de existencia, aunque a últimas fechas, con el natural el fortalecimiento del partido, se han podido construir a su interior contrapesos a la principal figura. De hecho, el conflicto por la última renovación de la dirigencia (2008) se debió al deseo de Andrés Manuel López Obrador de imponer presidente al partido y mantener su estatus de factotum en las decisiones trascendentes del PRD frente a la convicción de buena parte de la clase política perredista para que por fin sean los órganos de dirección los que decidan y las normas se cumplan.11 Simplificando un poco, podríamos decir que el PRD vive la tensión entre el mantener reglas no escritas que dan privilegios a sus líderes carismáticos y la intensión de dirigentes formales para asumir a cabalidad sus funciones. Una lucha por el poder que se agudizó a raíz de las diferencias que en línea política surgieron tras las cuestionadas elecciones de 2006, mismas que no es fácil dirimir institucionalmente dado que AMLO decidió no acudir a ninguna instancia de dirección del partido. Esta relación se descompuso aún más cuando el político tabasqueño se puso hacer campaña electoral abierta a favor de otros partidos políticos y en contra del suyo. Cabe agregar que en sus primeros años el PRD tuvo como elementos unificadores la figura de Cuauhtémoc Cárdenas, hacia dentro, y la intención de terminar con el régimen priísta, hacia fuera. Es verdad que el desgaste del liderazgo de el ingeniero Cárdenas coincidió y, en alguna medida, fue causa del crecimiento del de López Obrador debido a la popularidad que le dio un gobierno exitoso y bien calificado por los ciudadanos en la Ciudad de México; pero esa 52
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condición entró en un declive pronunciado tras la lógica de enfrentamiento y polarización que asumió el también llamado y popularmente conocido como El Peje desde el movimiento postelectoral que se dio después de un proceso ciertamente desaseado, opaco y controvertido, entre otras cosas por la intromisión abierta del presidente Vicente Fox a favor del candidato de su partido, la “guerra sucia” en spots televisivos, la intromisión de organismos empresariales violando la ley y la negativa de las instituciones democráticas a llevar a cabo un recuento que diera certeza al resultado. Ahora bien, para ser justos, hay que dejar establecido que en el recurso interpuesto en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, AMLO no solicitó la apertura de todas las casillas.12 A pesar de que la alternancia en el país dada en el año 2000 modificó sustancialmente la situación política y obligaba al PRD a revisar su estrategia y objetivos que tenían por centro la derrota priísta, el partido del sol azteca pospuso sus cambios al emerger, como elementos de cohesión el crecimiento de la figura de López Obrador y la perspectiva de ganar con él la Presidencia de la República. El olor de la victoria resolvió, por el momento, las contradicciones y la necesidad de cambio. Pero la traumática derrota de 2006, “haiga sido como haiga sido” (Felipe Calderón dixit), y el declive en la popularidad del ex candidato presidencial a partir del movimiento post electoral y de su polémica decisión de erigirse como “presidente legítimo” de México cambió de tajo el escenario, máxime cuando se hicieron más evidentes las diferencias al interior del PRD respecto a la línea política que se debía adoptar. Con un liderazgo menguado, discrepancias sobre el modelo del partido que debe existir, confrontación notoria entre la mayoría orgánica y los poderes fácticos y las divergencias enconadas respecto a la estrategia política, ¿qué es lo que puede mantener unido a este partido tan diverso y heterogéneo? 53
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Por supuesto, en lugar de un problema, la situación podría representar una oportunidad para que el PRD tomara definiciones importantes sobre el tipo de izquierda que debe ser, terminar con la esquizofrenia que se exacerbó con la persistencia de las dos estrategias políticas a partir de 2006, pero que siempre ha acompañado al partido en virtud de la indefinición conceptual aunada a su extensa pluralidad. Para ello debiera constituirse realmente como un partido, como institución, y ya no un conglomerado de organizaciones en torno a una persona. En ese sentido, tienen que ser el programa y sus valores los cimientos de su identidad y la orientación de su actuación; y sus normas el instrumento para dirimir las diferencias. Por eso, los documentos básicos13 adquieren una gran importancia y, si bien es cierto, como suele suceder en el país, empezando por la propia Constitución, en algunos de ellos se expresan ideales que no tienen correspondencia con la realidad, buenos deseos no concretados, de cualquier manera sirven, siempre y cuando se tome conciencia de su ausencia o su carácter inconcluso y de la necesidad que existe de irse aproximando a lo ahí establecido. Sería injusto señalar sólo al poder fáctico del líder carismático como obstáculo para que las instancias y las normas del PRD prevalezcan en los hechos. Las “corrientes” que son consustanciales a la vida democrática de toda organización política en buena medida se han constituido –en una evidente perversión– más como grupos de interés y de presión que como agrupamientos con afinidades ideológicas y afluentes de ideas y propuestas. Y es que las también conocidas “tribus” se crearon para servir de contrapeso al gran líder para luego pactar con él en mejores condiciones. Caudillismo y tribalismo son las dos caras de una misma moneda14 . El muñequeo entre corrientes o de éstas con las grandes personalidades se ha debido más a la distribución de cargos y candidaturas que a la búsqueda de consensos políticos y programáticos. A últimas fechas, el debate sobre la necesaria refundación 54
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del PRD y sobre su papel para incidir en el rumbo del país ha traído consigo la necesidad de todas sus corrientes de definirse conceptualmente acerca de los grandes temas que están hoy en la mesa; al hacerlo y poner como arena del debate a los órganos de dirección se favorece la institucionalidad partidaria. Lo que falta es la convicción plena de las corrientes del partido de que la refundación del PRD pasa también por la suya propia y que el apego a la legalidad y el respeto a los órganos partidarios son indispensables para superar la crisis que el partido sufre desde hace años y que la renovación de la dirigencia sólo exacerbó. De lo que se trata es, por decirlo así, de “destribalizar” a las corrientes, hacerlas expresiones de tendencias ideológicas para que la pluralidad se vuelva riqueza y potencial político. Con ello, la disputa por la hegemonía se daría en el terreno de las ideas, se apuntalaría el marco institucional y los documentos básicos guiarían su actuación y su convivencia interna. Un problema extra es que los gobiernos perredistas con ese interés originario de la política de mantener el poder, así como de construir y consolidar su hegemonía en muchas ocasiones han reproducido las prácticas que utilizaba el PRI, como el clientelismo, el corporativismo, así como la búsqueda de control del propio partido y de lo que deberían ser contrapesos como los cabildos, legislaturas locales u órganos autónomos. Es evidente que la alternancia no trajo consigo una vida democrática realmente republicana y con equilibrios sociales e institucionales. Lo que se hace apremiante es generar cultura democrática, formar liderazgos que sepan dirigir, gobernar y convivir de manera distinta a la que por tantos años perduró en el país. Para que el cambio sea posible y la democracia no se quede sólo en representar un escenario razonable, consensuado y deseable, pero impracticable, resulta indispensable educar, sabiendo que hay tendencias hoy dominantes en la clase política mexicana que favorecen la continuación de 55
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costumbres autoritarias que buscan garantizar la acumulación, reproducción y mantenimiento del poder para un grupo sin aceptar competencias equitativas. Se debe derrotar la idea que sostiene que para ganar todo está permitido, tanto fuera como dentro del PRD. Más allá de sus contradicciones y del conflictivo y titubeante tránsito hacia ser la institución que está consignada en sus propios textos, podemos decir algunas características esenciales del PRD. Es un partido de afiliación masiva, superior a los 7 millones de militantes. Por supuesto, se trata de una cifra inflada que se generó por la vinculación del padrón con los procesos de selección interna de candidatos a puestos de elección popular, pero de cualquier manera marca el carácter de partido abierto y multitudinario15 . En las últimas elecciones internas para elegir presidente y secretario general nacionales votaron más de un millón de afiliados. No se necesita ser muy intuitivo para darse cuenta que tal afluencia es, entre otras cosas, resultado de la reproducción del corporativismo y el clientelismo característico del viejo régimen y que también es utilizado por el PAN, y no se diga por el PRI. No está de más advertir que tales prácticas están prohibidas por los estatutos perredistas y han sido denunciadas y combatidas por las diferentes izquierdas desde mucho antes de conformar el PRD. Al ser un partido masivo se favorece la distancia entre dirigentes altos y medios con el grueso de la militancia, lo que complica mucho la formación política de los miembros del partido. La masificación fue resultado de la necesidad de diversos grupos por controlar clientelas para competir en las elecciones internas, lo que ha traído como consecuencia un partido ensimismado y absorto por la gestión y los procesos de elección de candidatos, con conflictos intestinos muy agudos y que se preocupe poco por impulsar la reflexión conceptual, la iniciativa política y la propuesta programática. Ese modelo de partido con tales métodos de perversión democrática están agotados 56
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y el PRD está obligado a revisarlos. Es indispensable que haya mecanismos que midan, en lugar de la capacidad de movilizar personas a las urnas, la representatividad social, la capacidad y el mérito. No obstante todo lo anterior, el Partido de la Revolución Democrática ha sido motor indiscutible de los cambios democratizadores en el país, ha defendido causas y movimiento justos, ha resistido embates de poderes formales y fácticos, ha conseguido victorias importantes y gestionado políticas más favorables para la educación, el campo, el bienestar de los trabajadores, así como impulsado el ensanchamiento de derechos y libertades. El PRD ha sido un dique que ha mediatizado la ofensiva neoliberal en infinidad de aspectos y que también ha asumido la ofensiva para señalar las injusticias, insistir sobre la lacerante pobreza, marginación y discriminación que sufren los desprotegidos y las minorías.16 Cotidianamente ahí está el PRD fijando posición, dando la batalla, participando en una infinidad de luchas dentro y fuera de las instituciones. El perredismo tiene una base muy fuerte y extendida, con profundas raíces en la lucha social y en los sectores populares. Pero además, en algunos de sus gobiernos se han aplicado importantes políticas de izquierda y con sus grupos parlamentarios se han impulsado puntos clave de su programa. Entre otras cosas, el PRD ha sido fundamental para que los recursos del UNAM y otras universidades no hayan sido castigados al gusto de la derecha en el poder, ha promovido políticas sociales que han sido retomadas en gobiernos de otros signo político como lo es el apoyo económico a adultos mayores y ha promovido el impulso del sector energético sin privatizarlo. Aunque el sello de izquierda no se expresa en los gobiernos perredistas con la claridad e integralidad deseables se han tenido avances significativos que deben ser aquilatados en su dimensión. La erradicación del analfabetismo en Michoacán, la creación de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México después de más de veinte 57
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años sin nuevas instituciones públicas de educación superiores en el país, la Ley de Sociedades en Convivencia primero, y el matrimonio entre personas del mismo sexo después, la despenalización del aborto, el divorcio exprés y la muerte asistida son algunas muestras de éxitos gubernamentales y legislativos del PRD que responden al programa de una izquierda liberal y democrática. Por cierto, es el único partido en México que ha establecido la paridad de géneros en todos los cargos de dirección y candidaturas. En ese sentido es importante no tirar al niño con el agua sucia y saber distinguir los logros de las lamentables inercias e incluso de las regresiones. Ese es el camino para poder cumplir dos objetivos íntimamente ligados y que se complementan aunque enunciados pudieran parecer contradictorios: cambiar y preservar. Y es que la transformación con base en la crítica y en la autocrítica, tomando como puntos de orientación el programa y los principios establecidos en sus documentos básicos es fundamental para mantener la vigencia de un proyecto que es necesario para el país. El PRD es valioso; por eso se requiere renovarlo. No olvidemos que el Partido de la Revolución Democrática es el experimento exitoso que unió a las izquierdas y las sacó de la marginalidad para ser opción real de poder y poder competir con posibilidades de triunfo en elecciones constitucionales. Eso hay que preservarlo sin caer en la autocomplacencia, sin que la crítica haga concesiones y sin dejar de reclamar congruencia con la historia, los valores y los postulados consignados por el partido. El reto para el PRD es parecerse cada vez más a lo que dice de sí mismo y eso requiere forzosamente una refundación tan profunda que lo lleve a cambiar mucho más que el nombre y algunos contenidos medulares de sus textos básicos, y lo haga asumir una estrategia política en la que sea invariable su compromiso indubitable con la legalidad y demuestre sin ambages su convicción democrática. El cambio más importante es el 58
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que garantice avanzar en la democracia como cultura, como aprendizaje progresivo que debe dejar sus marcas para mostrar su acercamiento gradual a lo que el mismo partido tiene establecido. La congruencia se demuestra caminando hacia esa meta. En su declaración de principios, aprobada en el año de 2007, el PRD declara ser: “una organización política nacional constituida por mexicanos de acuerdo a los principios y normas que establece la Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos… (que) conduce sus actividades por medios pacíficos y democráticos y reafirma el principio fundamental de que la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo y que todo poder público debe instituirse para beneficio del mismo”. Dice que “La historia de México es la lucha del pueblo por construir una nación libre, democrática, republicana, justa, igualitaria, soberana e independiente… que tienda a suprimir todo tipo de discriminación… El PRD se solidariza e identifica con las luchas obreras, campesinas, populares, feministas, ambientalistas, estudiantiles, del movimiento nacional indígena, del movimiento lésbico, gay, bisexual, transexual y transgénero, así como de los movimientos sociales progresistas de México y del mundo”. Se define como “un partido político de izquierda, amplio, plural, moderno, socialista y democrático… (que) se constituye en un instrumento de organización y lucha de la sociedad... (que) no busca el poder por el poder mismo, sino que lo concibe como medio para transformar democráticamente la sociedad, la economía y el Estado… (que) rechaza la imposición, la corrupción, el fraude electoral, el corporativismo, el clientelismo y la manipulación de los intereses y sentimientos populares pues ello sólo conduce a profundizar el autoritarismo y la injusticia”. Considera que “La política es el mejor instrumento para transformar la sociedad, dirimir conflictos, establecer consensos y acuerdos; y competir por la representación de la ciudadanía en la conducción del gobierno y el ejercicio del poder”. Propone “la 59
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construcción de de una cultura política fundada en la democracia, el debate de las ideas, la autogestión ciudadana y la solidaridad, como alternativa a las formas de hacer política que nos heredó el viejo régimen autoritario: el paternalismo, la corrupción, la utilización de la gente y el uso del poder para el beneficio propio”. Y afirma que “Todas y todos los mexicanos y mexicanas tienen derecho a realizar plenamente sus aspiraciones a una vida personal y familiar plena y feliz. A practicar en la vida individual y colectiva los valores de amor, generosidad, solidaridad, mutua comprensión, libertad, igualdad, equidad, confianza, congruencia, fraternidad, responsabilidad, diálogo, respeto, tolerancia, pluralidad, dignidad, justicia, como principios de convivencia armónica”.17 El PRD es una gran izquierda liberal, democrática, humanista y con vocación social en la teoría y, como toda organización, imperfecta en la práctica. Pero lograr que lo segundo se aproxime a lo primero es el objetivo permanente de la crítica ejercida en muchos de mis artículos y otros textos elaborados como parte de la actividad profesional que he realizado en los últimos cinco años. Por eso la veo como integrante de un proceso de formación, como aporte en la construcción de una cultura democrática que posibilite a los perredistas acercarse cada vez más a lo que dicen ser. Una contribución en el camino hacia la congruencia. 2.2 La importancia de la crítica y del análisis coyuntural. En un memorable y muy conocido prólogo, Kant identificó a la crítica como un “tribunal de la Razón” que debía servir para juzgar la pertinencia y calidad de las ideas, es decir, de sus propios productos para saber cuales podían ser considerados conocimientos válidos e incontrovertibles. La crítica, por supuesto, no se circunscribe a la epistemología. Ha sido una herramienta indispensable en la modernidad, la cual se ha utilizado y desarrollado a tal punto que nada se ha 60
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salvado de pasar por su tamiz: ni la Razón misma (Kant), ni la conciencia (Freud), ni la sociedad (Marx), ni por supuesto, la propia modernidad (Nietzsche). El ejercicio de la crítica ha servido tanto para crear conocimientos y dilucidar problemas profundos y complejos como para develar verdades escondidas, derribar construcciones intelectuales mal cimentadas, señalar prejuicios, y también para sembrar dudas, que son, como bien sabemos, el impulso de la labor filosófica. En política, el uso de la crítica puede ir más allá del ejercicio obligado para contrastar con otras opciones y denunciar fallas, inconsistencias o deficiencias ajenas. Puede ser un instrumento indispensable para evaluar y evaluarse, para entender y corregir, para ubicar lo que da resultado y lo que no. Y no hablo sólo de prevalecer, de conseguir y mantener el poder, sino de transformar una circunstancia con la cual no se está de acuerdo, objetivo que precisamente explica mi participación política. Adolfo Sánchez Vázquez recuerda dos principios de Marx: “dudar de todo” y “criticar todo lo existente”18 , los cuales hablan de la radicalidad de la crítica marxista aunque el estalinismo y otras desviaciones hayan construido ortodoxias perversas y desnaturalizadas del pensamiento del célebre filósofo alemán. En ese sentido, la crítica de esta tradición de izquierda si es genuina debe incluir la autocrítica. Así lo entiende precisamente Sánchez Vázquez: “Y de lo existente [lo que debe ser criticado] forma parte igualmente todo lo que se ha hecho invocando infundadamente el nombre del socialismo y el marxismo, razón por la cual éste debe ser objeto también de una crítica que los marxistas no siempre hemos practicado”.19 La izquierda no puede omitir la aplicación de una “crítica del presente”, pues la idea de transformación de la realidad parte de la insatisfacción con el statu quo. Esa crítica entraña como resultado una proyección distinta de sociedad, basada en los valores y las conviccio61
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nes que llevan a rechazar la que existe. Esto no necesariamente conlleva a la adhesión militante con una ideología determinada, pero sí una actitud que abarque al gran crisol que se encuentra y se identifica con esa laxa y, en no pocas ocasiones, equívoca cualidad del ser de “izquierda”. Es legítimo el debate entre diversas doctrinas que sostienen racionalmente su ventaja sobre otras para servir mejor en la consecución de objetivos comunes, pero no resulta indispensable estar ligado a alguna de ellas para contribuir con el cambio social deseado. En ese sentido, Luís Villoro nos da una definición: La izquierda política no consiste en la adhesión a un sistema doctrinario. Las ideologías revolucionarias o reformistas se suceden, cambian y se enfrentan. Su vigencia depende del contexto histórico, su traza varía con los intereses de los grupos que las sustentan. Pero debajo de todas ellas subsiste una corriente vital permanente. Es una actitud común de disrupción ante la realidad social existente, que da lugar a una práctica transformadora; es, a la vez, negación de un orden dado y proyección de otro que se supone más racional y humano. Son esa actitud y esa práctica las que definen a la izquierda. Lo que dio sentido a la entrega de tantos hombres y mujeres e hizo que, en muchos casos, algunos sacrificaran sus vidas por un objetivo social, no fue la creencia en una doctrina científica o filosófica. Fue una pasión y una esperanza: la indignación por la estupidez y la injusticia humanas, la urgencia por construir una sociedad fraterna. Según las épocas y las circunstancias sociales, esa actitud disruptiva revistió varias formas, ensayó distintas vías de acción y adujo distintas teorías para justificarlas pero en todas se mantuvo constante. Porque no era prisionera de ninguna formulación ideológica, subsistía, subsiste en todas ellas. La izquierda en política no es una doctrina, es una elección de vida. 20 En cada contexto utiliza las armas intelectuales distintas. 62
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Esta concepción abierta de la izquierda puede ser de gran utilidad para el PRD en virtud de su composición heterogénea en la que diversas doctrinas que antes se veían como irreconciliables ahora convergen en objetivos prácticos: cambiar una realidad que se considera injusta mediante un programa convenido. En el siguiente capítulo profundizaremos un poco sobre la filosofía política que de alguna manera sustenta la labor que he realizado en el PRD; sin embargo es adecuado, por el peso de su influencia, adelantar que para Adolfo Sánchez Vázquez el marxismo sigue siendo vigente no obstante las dificultades que hoy tiene tras la caída del llamado “socialismo real” que se presentaba como el único socialismo posible cuando no era otra cosa que la perversión de sus orígenes y la negación de los valores de justicia, libertad, fraternidad y democracia que lo inspiraron, sin que eso signifique que no reconozca la necesidad de adecuar el pensamiento a las circunstancias, pues de hecho su “filosofía de la praxis” es la aceptación de esa necesidad de manera permanente. Lo que en este momento interesa es dejar establecido que hay plena coincidencia entre los dos académicos eméritos en que la crítica al presente implica una proyección del futuro deseable y ese debe ser un signo indispensable de toda izquierda que se plantee transformar la realidad existente. El marxismo es, en primer lugar, una crítica de lo existente, de la realidad presente, capitalista. Como toda crítica ésta se hace, presuponiéndolos, desde ciertos valores –igualdad, justicia social, libertad, dignidad humana– que aparecen negados o limitados en esa realidad. En segundo lugar, el marxismo es un proyecto de emancipación o aspiración a construir una nueva sociedad en la que se realicen esos valores irrealizables o degradaos en la sociedad presente. Este proyecto es el de una nueva sociedad: socialista en su fase inferior y comunista en su fase superior. 63
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El marxismo es, en tercer lugar, conocimiento de la realidad que se trata de transformar pues su proyecto de emancipación no sólo expresa una aspiración o un deseo de transformación sino la voluntad de realizarlo y esto exige un conocimiento de lo que se pretende transformar. Para pode cambiar al mundo hay que pensarlo. Y, en cuarto lugar, el marxismo por su voluntad de transformación –“de lo que se trata es de transformar el mundo”– , se vincula necesariamente con la práctica adecuada para realizar su proyecto. Todos estos aspectos se hallan en unidad indisoluble 21 pero su aspecto práctico es determinante en esa totalidad. Los dos últimos aspectos del marxismo que sostiene Adolfo Sánchez Vázquez, conocimiento de la realidad y práctica adecuada para transformarla, serán tratados con mayor detenimiento más adelante. Sólo reafirmemos que de la crítica se infiere ya una propuesta, un punto de llegada y, en ese sentido, una ruta a seguir, no sólo como idea regulativa a la que es preciso acercarse sino también como tamiz para elegir, evaluar y, en su caso, modificar los medios que se utilicen para emprender esa travesía hacia ella. Y es que no hay fatalidad en la historia y para que esa sociedad distinta y deseable se haga realidad o, para decirlo en su factibilidad, nos aproximemos gradualmente a ella se requiere de acción política consciente y eficaz. Eso no es posible si no hay una visión crítica permanente que sea capaz no sólo de planear las tácticas y estrategias para conseguir objetivos mediatos e inmediatos sino también de evaluarlas para innovar o rectificar, pues es de suyo evidente que la situación política, económica o social son cambiantes y debe existir capacidad de adaptación si se quiere realmente incidir de manera decisiva, además de que es altamente recomendable sacar lecciones de la experiencia cercana y remota. Buscar la unidad entre la teoría y la práctica, en una dinámica de retroalimentación constante entre una y 64
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otra para ser agente de transformación de acuerdo a los objetivos buscados. Entre la teoría y la actividad práctica transformadora se inserta una labor de educación de las conciencias, de organización de los medios materiales y planes concretos de acción; todo ello como paso indispensables para desarrollar acciones reales efectivas. En ese sentido, una teoría es práctica en cuanto que materializa, por una serie de mediaciones, lo que antes sólo existía idealmente, como conocimiento de la realidad o anticipación ideal de su 22 transformación. La crítica es la aduana de la teoría, sobre todo en lo que tiene que ver con la vida social, pues ahí, como sabemos, la exactitud no suele prevalecer y siempre hay márgenes de incertidumbre. No es aplicando fórmulas o enunciando recetas como se puede interactuar con éxito con una realidad siempre en movimiento, vulnerable a elementos emergentes insospechados y en el que junto a factores objetivos deben contarse también los subjetivos. La crítica por definición es abierta y se nutre de los diversos elementos no para salvar la teoría sino para examinarla y que de ahí de desprenda su reiteración, modificación o de plano desechamiento. En este plano, el de la evaluación permanente, el ejercicio crítico debe ser sin concesiones, pues hacerlo de otra manera es engañarse a sí mismo. Confundir los deseos o los temores con la realidad es no sólo causa de error sino también pueden serlo de fundamentalismos. La revisión de los hechos requiere de una valoración ponderada primero para identificar correctamente lo que ocurre y luego para tomar las medidas que correspondan según la circunstancia. Pero la crítica no es sólo análisis, ponderación, balance y evaluación. También es un arma que se blande en el debate y, en el caso que nos ocupa, en el escenario público, en virtud de que en el juego 65
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democrático se busca convencer para que cada vez más personas compartan las banderas propias y se sientan, en la medida de lo posible, parte del mismo proyecto político. Es verdad que la arena de la opinión pública no es neutral y que abundan los sesgos, pero en política las batallas hay que darlas como se presentan sin que eso signifique dejar de pugnar porque las próximas se den en terrenos más parejos, con mayor equidad y sin que los dados estén cargados. Nunca hay que dejar de dar la batalla polémica con las otras fuerzas, de manera pública, y con otras posiciones del partido en el ámbito interno, pues renunciar al convencimiento es un fracaso de la cultura democrática. No soslayo el peso de la emotividad y la fuerza de líderes que arrastran multitudes, pero una izquierda que refrende su convicción democrática siempre tendrá que ir con las ideas por delante, buscando ganar el debate con argumentos, disputando al arena de la opinión pública, con la certeza sobre la justeza de su crítica a lo existente y lo valioso de la sociedad por la que pugna. La crítica sirve para analizarse así mismo y al adversario, y también para luchar legítimamente por la hegemonía dentro y fuera del partido. Es cierto que la crítica es por sí sola insuficiente y se requiere de otras acciones políticas complementarias, tan importantes como ella, para que sea finalmente provechosa de acuerdo a los objetivos trazados. La faceta disruptiva necesita de otra que sea constructiva y posibilite sumar, coordinar, acordar. El diálogo y la negociación son indispensables en cualquier democracia, pues es lo que permite avanzar y hacer que la pluralidad rinda frutos y se aproveche la riqueza que significa la coexistencia de distintos puntos de vista e ideologías y no, como también puede ocurrir, sea un obstáculo para que se tomen medidas necesarias. Si la crítica evaluativa para no traicionarse debe ser sin concesiones, la otra, la polémica puede bajar de intensidad si eso permite, o genera mejores condiciones para, conseguir objetivos valiosos, avan66
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zar en la realización del programa, restablecer la unidad interna o establecer treguas necesarias. En la política hay tiempos para pelear y tiempos para construir o, si se prefiere, se combina el conflicto con el acuerdo. Así al menos es como se puede establecer una democracia funcional en la que se haga contraste en ideologías y propuestas, pero a la vez es logra avanzar poniéndose de acuerdo a pesar de las diferencias. Si bien es cierto que el elemento emblemático de la democracia es el voto, lo que verdaderamente la hace avanzar es el diálogo, pues para construir mayorías hay que sumar voluntades e incluir a las minorías. La democracia obliga a conceder, es decir, a negociar. En México la negociación es socorrida, pero a menudo vergonzante. La simple reunión entre miembros de partidos distintos o con gobiernos de distintos signos sirve para la estigmatización en ambientes ciertamente atrasados, pero con influencia considerable. Y eso contribuye a una perversión de esa herramienta imprescindible de la política, pues al proscribirse moralmente se lleva a los sótanos. Ahora sí que “acuerdos privados, virtudes públicas”23 . Eso es lo que ha sucedido con un sector radicalizado de la izquierda que apoyó a Andrés Manuel López Obrador, empezando por el ex candidato mismo, después de las elecciones presidenciales. Es verdad que hubo agravios, pero también lo es que esos no dan licencia para recurrir al extremismo que lejos de redituar ventajas genera aislamiento y desconfianza. La crítica también pone a prueba a la tolerancia. La ausencia de cultura democrática se muestra entre otras cosas por la irascibilidad frente a los cuestionamientos. No se trata sólo de la exigencia a gozar en todos los ámbitos de ese privilegio, masificado en nuestro país, que es la impunidad sino de la obtusa tendencia a convertir al crítico en adversario personal. Hay incapacidad para aceptar que los asuntos públicos e institucionales sean objeto de escrutinio por parte del conjunto de la sociedad y de múltiples valoraciones que son legítimas 67
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por el simple hecho de provenir de ciudadanos, sin importar su signo político e independientemente de su validez. La clase política mexicana no está habituada al debate público y es extremadamente susceptible. Pero menos que nadie lo está quien ejerce el caudillaje y gusta, más que opinar, de pontificar e imponerse. Pero la ausencia de crítica y, por supuesto, de autocrítica es una ruta segura a la descomposición. Con esa carencia no sólo se favorece el estancamiento, la atrofia, la inercia, así como la reiteración de las mismas deficiencias y errores sino también se pervierten las relaciones entre compañeros. En ese ambiente es que se promueve la incondicionalidad que suele presentarse como “lealtad”. Por lo mismo, el mérito, la capacidad, el profesionalismo no son tomados en cuenta o, en el peor de los casos, son considerados peligrosos cuando muestran su independencia o filo crítico. Perdura, de manera implícita, la idea del viejo régimen de que los que están en la cumbre de la pirámide son intocables. Sin la cotidianidad omniabarcante de la crítica, los matices tienden a desaparecer y la opinión es el resultado de la consigna. “El adversario y quienes estén con él son los malos mientras que nosotros y quienes nos acompañan somos los buenos”. No se trata de un discurso electoral, ni siquiera de consideraciones dichas únicamente ante la opinión pública, sino la única verdad permisible expresada de manera abierta o en privado. Ese pensamiento, cuando hay un líder mesiánico que lo difunde, vuelve negro lo que se coloca enfrente o incluso a los lados, y luminoso lo que lo acompaña; por eso el caudillo es capaz de redimir a personajes veleidosos y tránsfugas –véase el caso de Porfirio Muñoz Ledo– y condenar cualquier voz crítica que lo cuestione a partir de descalificaciones morales que en términos generales aducen traición. No se acepta la legitimidad de ninguna discrepancia. El mesianismo es volvió explícito. “Salvemos a México” rezó la propaganda obradorcita en la campaña electoral federal de 2009. A 68
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contrapelo del compromiso democrático que debe procurar desconcentrar el poder y establecer contrapesos, en un sector importante de la izquierda se fortaleció una versión mexicana del “culto a la personalidad” y con ello estableció cierta convención autoritaria que mal intenta esconderse: la única posición moralmente aceptable es seguir al líder. Un dogma que enaltece a éste como portador de La Verdad (con mayúsculas) y que piensa que se trata de algo tan innegable y luminoso que resulta imposible no caer en cuenta de ello. Por lo mismo y no obstante las evidencias, no hay nada que corregir. Si alguien sostiene una posición diferente debe ser porque hay algo sucio e inconfesable de por medio; y ese algo no puede ser otra cosa que la franca o encubierta traición. Así fue como la crítica a la conducción política de ese líder carismático se tornó herejía. La ortodoxia, rupestre y fideísta como suele ser, se lanzó furibunda a denostar no sólo a las opiniones no asimilables sino fundamentalmente a las personas que se atrevían a emitirlas. Si me asumí como hereje fue precisamente para ejercer y defender la crítica en tiempos de inquisidores. La buena política no debe pensar sólo en la coyuntura, pero en ningún caso puede prescindir de ella. Hay que responder a la situación como se presente y para hacerlo correctamente hay que entenderla. Por lo tanto, sin perderse en la coyuntura, es decir, teniendo a la vista en todo momento los objetivos que se persiguen, los valores identitarios y los medios que resultan lícitos, se debe valorar la situación e incidir en ella. Sólo así se puede tener capacidad de reacción y efectividad. La crítica y la acción política deben verse como una unidad necesaria en el entendido de que la vinculación entre teoría y práctica en la política, su correcta y virtuosa retroalimentación, no puede resultar de un proceso mecánico y sin mediaciones. En ese sentido, la crítica es un remedio contra el dogmatismo. 69
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La coyuntura es por definición irrepetible y temporal. Hacer un diagnóstico de ella y realizar prospectivas debe ser tarea cotidiana e ineludible de todo dirigente político. Parte esencial de su profesionalismo. Un partido electoral debe plantearse ganar elecciones y, en ese sentido, aumentar su aceptación social. Pero en el caso del PRD, como partido de izquierda, también le es lícito y necesario organizar a la sociedad. No es fácil hacerlo sin caer en la vieja cultura priísta del clientelismo y corporativismo –recordemos que actuar de manera diferente, democrática, tiene que ser resultado de un aprendizaje–, pero no puede renunciar a ello si de verdad quiere ir construyendo una hegemonía en torno a una cultura política diferente. Para cambiar al país va a ser necesario no sólo ganar elecciones sino también contar con una fuerza social organizada que lo impulse. Eso no quiere decir subordinar la lucha institucional a los requerimientos de los movimientos sociales. Al contrario, se pueden complementar en la medida en que se usan virtuosamente los espacios institucionales para dar respuesta y solución a los conflictos y demandas. Por lo mismo, la crítica y el análisis de coyuntura deben ser actividades cotidianas de un trabajo político extendido a la sociedad y con amplia difusión. 2.3 Etapas y desarrollo del ejercicio crítico e intelectual que informo. Temas preferentes y repercusiones. El presente trabajo es un informe y, como tal, resulta necesario trazar la ruta que han seguido estas tareas intelectuales claramente marcadas por la coyuntura, la cual es por definición cambiante. No se trata de hacer un recuento extenuante, pero sí de dar cuenta de los momentos más importantes, de los temas con mayor repercusión y establecer adecuadamente su contexto. Es importante además dar cuenta de un viraje en muchos sentidos lamentable que se dio en los escritos por necesidad y en virtud 70
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de las circunstancias. Al principio, como se verá, la lucha era frente al adversario externo, en defensa de un proyecto acosado, evitando una descalificación tramposa y encaminándose a la lucha por la nación en las elecciones de 2006. Pero después, tras los polémicos resultados y un movimiento postelectoral difícil y costoso, afloró el conflicto interno y el PRD sufrió un proceso traumático de división interna y quien era elemento de cohesión y emblema de las grandes batallas, primero para que pudiera participar en la elección y luego para llevarlo a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, se convirtió en punta de lanza de la lucha fraticida. Por diferencias tanto en estrategia como en métodos con él, me convertí en un crítico de su liderazgo y evidente promotor de la autocrítica. Ya lo veremos en su momento y en su contexto. Considero importante señalar que si bien estoy directa y personalmente involucrado, es decir, que tengo un interés explícito en los temas y acontecimientos tratados en mis escritos, eso no ha comprometido mi independencia de criterio necesario para sustentar un pensamiento crítico que busca entender y explicar, no realizar propaganda. Eso significa que no sólo no miento sino que busco verdades como parte fundamental de mi compromiso político. El supuesto “desinterés” del autor no es garantía de certeza ni significa en sí una ventaja para analizar las cosas. Lo expresado debe sustentarse por sí mismo. La elaboración y distribución de artículos de opinión semanales de mi autoría sobre la coyuntura política a los dirigentes, liderazgos, legisladores y gobernantes del PRD comenzaron a mediados de abril de 2004. Era el inicio evidente y elocuente de una lucha descarnada por el poder que tendría su clímax en las elecciones presidenciales. En ese entonces estábamos bajo el calor de los llamados videoescándalos. Se abría una época en el que el futuro del país se jugaría de manera intensa, vertiginosa y frenética por los siguientes dos años y medios y 71
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en el que las patadas por debajo de la mesa de la arena política pasaron a exhibirse a los ojos de todo el mundo en horario triple A. Pero además con un enorme costo para la “incipiente democracia mexicana” que había tenido un notable logro al conseguir la alternancia en el país tras más de 70 años de preeminencia del llamado “partido oficial” o “casi único”. Hay actualmente un desengaño social respecto a la democracia sin que ésta se haya vivido plenamente y el haberse quedado a mitad del camino dio lugar a un sistema disfuncional, altamente desgastado, incapaz de cumplir expectativas, con poca capacidad de transformarse así mismo y desbordado por los problemas. Existe el riesgo, según se apuntó desde el Pentágono, que México se convierta en un “Estado fallido”. Me parece que por lo pronto ya estamos en una democracia fallida. El primero de los artículos tiene por título “Entre la corrupción y el complot”. En él se sostiene que presentar a ambos términos como excluyentes era un falso dilema y que de ninguna manera se podía ver como exculpación o atenuación la coexistencia de ambos fenómenos. Que si bien las evidencias indicaban que tanto Gustavo Ponce, Secretario de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal, como René Bejarano, ex Secretario Particular de Andrés Manuel López Obrador, Jefe de Gobierno del DF, y presidente de la Asamblea Legislativa, estaban cometiendo actos de corrupción, el primero gastando miles de dólares consuetudinariamente en Las Vegas y el segundo recibiendo una maleta atestada de dólares y ligas de parte del empresario Carlos Ahumada, eso no anulaba la posibilidad de que su exhibición fuera parte de un complot con, y esto es gravísimo, la participación del gobierno federal, para golpear a AMLO como eventual candidato presidencial y que, de hecho, existían elementos que así lo demostraban. Aventuré una tesis en la que, por desgracia, no erré: “Vamos a un 2006 sin árbitro y sin reglas”.24 72
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Se adelantó la sucesión presidencial con un escándalo mediático de grandes proporciones que, al irse descubriendo cada vez más su tinglado, demostró tener muchas aristas e involucraba a diversos personajes de primer orden como Carlos Salinas de Gortari, el coordinador del PAN en el Senado, Diego Fernández de Cevallos y la entonces Presidenta del PRD, Rosario Robles entre otros. Como lo apunté en el siguiente artículo, “la historia… daba y sobraba para una novela: amor, pasión, venganza, espionaje, corrupción, complot, relaciones misteriosas e insospechadas, dinero, negocios, traiciones, drama e incluso melodrama, lucha descarnada por el poder, filtraciones e infiltraciones, autogoles, pugna entre gobiernos, bombas en video, escarnio público, acusaciones y desmentidos, antecedentes penales, instituciones oficiales implicadas, renuncias y sanciones, fuego amigo, amistades comprometedoras, espectáculos, intrigas palaciegas, historias turbias, cruzamiento de ambiciones, espectáculo, patadas de ahogado, personajes truculentos, conspiraciones descubiertas, encuestas provocadoras, estratagemas improvisadas, frentes internos, dobles juegos, rupturas familiares, temor y zozobra, partidos en crisis, avión de aventuras colectivo, políticos en resbaladilla, medios antropófagos, el fútbol ensuciado, un diario en picada, favores exigidos, villanos resurrectos, héroes de combate, popularidades en peligro, manos siniestras, y suspenso, mucho suspenso… Por si algo nos faltara en este thriller político, ahora nos encontramos con conflictos internacionales, la intromisión de otras naciones en asuntos domésticos y, para los nostálgicos de la Guerra Fría, el involucramiento protagónico de los antípodas del continente americano. Cuba y Estados Unidos.”25 La verdad es que me quedé corto, pues después, tras la deportación de Carlos Ahumada, la sobrevivencia política de AMLO y el entramado conspiratorio descubierto, el gobierno de Vicente Fox decidió doblar la apuesta y en un arranque de locura volvió a complotar, 73
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pero ahora con titulares de instituciones del Estado, como el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela, y el Procurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha y, según se conoció más tarde, en una reunión en Los Pinos decidieron iniciar un proceso de desafuero contra Andrés Manuel López Obrador para destituirlo del cargo como Jefe de Gobierno, iniciarle proceso penal y de esa manera quitarle sus derechos políticos e inhabilitarlo para contender en la elección presidencial de 2006 y todo porque se había iniciado la construcción de una calle que conectaba a un Hospital y cuyos trabajos se encontraban suspendidos por un juicio de amparo que en algún momento fue ignorado por una autoridad de nivel medio. Cabe recordar que AMLO encabezaba todas las encuestas de intención de voto y aunque él pedía que “lo dieran por muerto” era obvio que tenía el viento a favor para ser presidente y, de ahí, la desesperación por detenerlo y el despropósito de utilizar al propio Estado para hacer el trabajo sucio. Por eso es que no dude en calificar esa pretensión oficial como golpista, prácticamente desde el principio26 . Tesis que también fue sostenida por el jurista Javier Quijano (Milenio Diario, 10 de septiembre de 2004) quien sin eufemismos describió el hecho como un “Golpe de Estado” generando una gran polémica nacional a la que desde mi modesta tribuna acudí con un artículo del mismo nombre. Ahí consigné que según la tradición francesa clásica, tal y como lo consignan Bobbio, Matteucci y Pasquino en su conocido y multicitado Diccionario de Política (Siglo XXI) nos encontrábamos ante un evidente coup d’Etat. 27 Para esas fechas ya se había presentado la carta de renuncia de Alfonso Durazo como Secretario Particular del Presidente Vicente Fox, en la cual confirmaba los anhelos presidenciales de Martha Sahagún, esposa del titular del Ejecutivo, personaje sin duda protagónico de esas batallas por el poder e ingrediente volátil del coctel de suyo explosivo que, cual aprendices de brujo, estaban preparando. 74
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Sería excesivo hacer un recuento pormenorizado de todos los avatares de esa lucha por el poder, pero es correcto remitir al libro que recopila dichos artículos y que expresa una visión por supuesto parcial e interesada, pero no por ello condescendiente o incluso propagandística. Se trata de textos decididamente críticos y, por lo mismo, manteniendo cierta distancia intelectual para, antes que otra cosa, entender lo que estaba pasando y dar un punto de vista que sin negar o sesgar los hechos, expresara una posición comprometida con el derecho a competir por la presidencia por parte de AMLO y que los ciudadanos fueran los que decidieran quién sería, y quién no sería, su próximo presidente. Este primer libro, Tiempos turbulentos. Ensayos políticos en el año del complot, abarca el momento dorado de López Obrador, es decir, cuando lo quisieron eliminar de la contienda electoral y no sólo resistió sino que se posicionó al grado de colocarse a un paso de la presidencia. Bueno, para ser exactos, el libro termina un poco antes del desafuero del político tabasqueño y se le agregó un apéndice de pruebas de lo absurdo de las acusaciones y de la inocencia del entonces jefe de Gobierno que desde el Comité Ejecutivo Estatal del PRD del Distrito Federal –del que era integrante– entregamos a diversas embajadas. Como sabemos, AMLO fue desaforado, pero tal fue la presión social, el descrédito de la decisión y la derrota en la opinión pública de los que la definieron que Vicente Fox tuvo que dar marcha atrás, López Obrador permaneció unos meses más como Jefe de Gobierno, tras los cuales renunció para ser candidato presidencial. Esta victoria lo fortaleció al grado de parecer seguro triunfador. Un hecho relevante es que el desafuero fue derrotado sin cerrar una sola calle ni afectar a terceros. Por instrucciones precisas de Andrés Manuel López Obrador se evitó caer en cualquier provocación. Tal y como se lo recuerdo después en una carta pública, él dio el 75
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siguiente mensaje en el Zócalo de la Ciudad de México, el 8 de abril de 2005, día en que fue desaforado por la Cámara de Diputados: La estrategia de nuestros adversarios supone que caeremos en la trampa de tomar medidas radicales que asusten a la gente y perdamos el respaldo popular que hoy tenemos… Hoy les pido encarecidamente que no hagamos nada que pueda propiciar el enfrentamiento y que afecte los intereses de terceros. Pero quiero ser aún más preciso: nada de bloqueos de calles o carreteras; nada de tomar instalaciones públicas o privadas. Nada que signifique actuar como tienen estudiado y previsto nuestros 28 adversarios. Poco más de un año después actuaría como tenían “estudiado y previsto nuestros adversarios”, pero aún no llegamos a ese punto. Nos encontramos en el fin de una etapa de ascenso en el que parecía que lo difícil, el vendaval, había pasado. El primer libro recupera gran parte de los artículos que escribí durante la misma. Es importante señalar que no sólo traté el problema de la lucha por el poder en México sino también otros temas relevantes de ese tiempo como las elecciones en Estado Unidos en el 2004, la muerte de Yasser Arafat o bien asuntos nacionales de otros tópicos como la elección de gobernador en Tlaxcala, el discurso de Carlos Slim criticando el neoliberalismo mexicano de los “últimos veinte años” o los videos íntimos de la actriz Michelle Vieth difundidos sin su autorización por una televisora.29 A pesar de que en la polarización se vuelve más difícil la autocrítica y de mi posición claramente a favor de AMLO como futuro candidato presidencial del PRD para el 2006 no dejé de cuestionar la descalificación que éste hizo de la marcha contra la inseguridad, así como la actitud negligente de los jefes de policía, local y federal, en el linchamiento de agentes encubiertos en San Juan Ixtayopan.30 La siguiente etapa inicia con mi nombramiento como Secretario de Formación Política en el Comité Ejecutivo Nacional en mayo de 76
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2005. El objetivo de la dirección de la que formaba parte era claro: ganar la elección presidencial. En los primeros textos compilados en el segundo libro, Desde la izquierda… Herejías políticas en momentos decisivos, se percibe el optimismo, por no decir triunfalismo, que el derrotar el desafuero había generado. Sin embargo, apunté los riesgos que percibía: Cuando Vicente Fox sonó las trompetas de retirada y anunció que no habría consignación para Andrés Manuel López Obrador por el caso El Encino, muchos vieron en ello un gesto acorde con algo que vienen esperando desde hace más de cuatro años: la actuación del Presidente como jefe de Estado. En esa lógica es que se insistió que con la rectificación… la elección de 2006 “se había salvado” y que la incipiente democracia mexicana “ya no corría ningún peligro”. Muchas cuentas alegres que deben revisarse a la luz de las actuaciones postreras del primer mandatario, pues parten de ver a éste como el estadista que tomó una decisión a favor de la república motivado por sus responsabilidades institucionales y la toma de conciencia de los riesgos que el desafuero implicaba para la vida democrática del país. Si Vicente Fox reculó fue porque se supo derrotado y porque de repente haya recordado su compromiso con la lucha por la democracia; lo que hizo fue una retirada estratégica para no ser barrido por un movimiento que demostró su fuerza en la marcha del silencio y que tenía ganado el debate en la opinión pública nacional e internacional. Apenas salió del atolladero… regresó a la lucha facciosa. Ya no intentará eliminar jurídicamente al opositor más fuerte, pero es evidente que ha decidido mantenerse en la primera línea de batalla en la lucha por la sucesión de su cargo. En momentos en que se requiere un presidente que opere un 2006 estable que proporcione certidumbre a las fuerzas políticas, a los candidatos, a los ciudadanos 31 y a los capitales, Fox está en campaña. 77
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De hecho, Vicente Fox se convirtió en el principal factor de descomposición del proceso electoral, precisamente por su abierto proselitismo a favor de su candidato –“no hay que cambiar de caballo a mitad del río” reiteró una y otra vez– pero más aún por la descalificación reiterada al opositor de izquierda al que llamaba públicamente “populista” en cualquier oportunidad. Ese no fue el único factor, pero fue el más evidente y constante. Mucho tiene que reflexionar el PRD, otras fuerzas que apoyaron a Andrés Manuel López Obrador y el candidato mismo, cómo fue que una clara ventaja se esfumó y el triunfo que se tenía en la bolsa se perdió. En eso he contribuido con algunos escritos, pero antes de acudir a ellos sería conveniente que, tomando el segundo libro como base, identificáramos las etapas que se dieron en los casi tres años de escritos que compila dicho texto. Desde la izquierda… Herejías políticas en momentos decisivos consta de ocho capítulos llamados “heréticas”. A partir de la Herética III y hasta la VII se establecen las etapas políticas por mí distinguidas y compilan los artículos elaborados y distribuidos en esas fechas: “Del desafuero al cielo” (hasta el inicio de la campaña electoral de 2006), “La guerra electoral” ( hasta la elección del 2 de julio de 2006), “En resistencia” (el movimiento postelectoral hasta la toma de protesta de Felipe Calderón y el fin de año), “Los dilemas del PRD” (de enero de 2007 hasta julio de ese año, tiempo que abarca el Congreso del PRD y en el que se hace más nítida la diferencia de línea política entre los bloques que posteriormente se enfrentarían por la dirección del partido), “Momentos decisivos” (desde julio de 2007 hasta febrero de 2008 y es el tiempo en que la lucha por la dirección del PRD es abierta e intensa hasta volverse descarnada y ya se vislumbraba la crisis que sobrevino a la elección) Como en el anterior libro, no todos los artículos tratan sobre el PRD y se abordan otros temas como la salida de Carmen Aristegui de 78
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W Radio, la despenalización del aborto, la sucesión en la Rectoría de la UNAM, el conflicto en Oaxaca o la guerra de Irak. Pero, a diferencia del otro, hay un número importante de textos que no fueron artículos de opinión. Tres capítulos contienen en su totalidad otro tipo de escritos. La primer herética se llama “Al maestro” y es una ponencia que presenté en el homenaje al Dr. Adolfo Sánchez Vázquez por sus 90 años de vida. La segunda se llama “¿Cuál izquierda?” y la considero fundamental, pues se trata de escritos que rebasan el análisis de coyuntura y conceptualizan el tipo de izquierda con el que un grupo de compañeros (René Arce, Ruth Zavaleta, Víctor Hugo Círigo y un servidor, entre otros) nos identificamos; una izquierda que sale de la falsa dicotomía entre Justicia y Libertad que dominó durante la guerra fría y, por lo mismo, reivindica las libertades y los derechos individuales, que entiende a la equidad social como condición de posibilidad para que sean efectivamente ejercidos por el conjunto de la sociedad y no por unos cuantos, que ve a la tolerancia como una actitud indispensable en cualquier relación virtuosa en la diversidad y a la democracia como un sistema que requiere de contrapesos, equilibrios y participación creciente de la ciudadanía en los asuntos públicos. La última herética, la VIII, “Epílogo sin comentarios”, consta de dos cartas, una enviada a Andrés Manuel López y otra a Alejandro Encinas, durante la campaña electoral por la presidencia del PRD.32 Como se sabe la campaña electoral de 2006 fue muy cruenta y polarizante. Como nunca antes, la elección se presentó como una disyuntiva entre izquierda y derecha. Además de la participación activa e ilegal (así lo sancionó con posterioridad el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) de Vicente Fox, la campaña negra que se conoció como “guerra sucia” también enrareció el clima y presagiaba conflicto; mis artículos dieron cuenta de ello. En la locura no se miden las consecuencias. Exacerbar los ánimos populares no es tan difícil como aplacarlos después. 79
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Colocar a AMLO y, por tanto, a sus millones de seguidores, como el enemigo irreductible que hay que detener a como dé lugar es una apuesta muy peligrosa, más allá de su inminente fracaso y que se consume el triunfo electoral de la izquierda el próximo 2 de julio. El riesgo es que el ánimo social generado no se conforme con manifestarse a través del voto y pase a ser la calle el escenario de la disputa de la nación. La debilidad institucional de la democracia poco consolidada que tenemos, la ausencia de un árbitro confiable, la parcialidad evidente del Presidente, la insultante inequidad social, aunada a la polarización construida con el discurso del todo o nada, ellos o nosotros, conforman una poderosa y explosiva mezcla que puede estallarle en las manos a los que, por cierto, tienen mucho más que perder. Por supuesto, la primera víctima sería la tan traída incipiente democracia mexicana que, eso sí, dejaría de ser incipiente, pero también 33 democracia. Por supuesto durante la campaña, los artículos son pensados para el debate público a favor de una opción, como parte incluso de la campaña misma. La crítica para planear, diseñar, evaluar y corregir no está en ese momento en el terreno público, pues se trata de ganar votos y no debilitar posiciones. Por desgracia ese tipo de crítica tampoco se dio en otros espacios, cerrados y selectos, ni en el Comité Ejecutivo Nacional ni en el comité de campaña. Andrés Manuel López Obrador tenía el llamado “cuarto de guerra” exclusivamente en su propia cabeza. Los costos de esa ausencia no tardarían en llegar. Es verdad que la llamada “guerra sucia” con sus spots de pánico, la intervención descarada e ilegal de Fox y la intervención igualmente ilegal del Consejo Coordinador empresarial también difundiendo temor ante el eventual triunfo de la izquierda contribuyeron para que se esfumara la gran ventaja con la que inició en la contienda Andrés Manuel López Obrador, pero sin duda que los errores propios 80
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también hicieron su parte y de manera no poco significativa. El estilo unipersonal y caudillezco del candidato y la autosuficiencia que le vino al sentirse seguro ganador terminaron siendo determinantes. La descalificación directa a Fox con el tristemente célebre “cállate chachalaca”, metiéndose con ello al juego del entonces presidente, la negativa a participar en el primer debate, su confrontación con los empresarios en general, su negativa a hablar con muchos políticos de todos tamaños que lo buscaron con la idea de que no los necesitaba para ganar significaron, sin duda, mucho más de la diferencia. Los rasgos que llevaron a AMLO a cometer esos errores se siguieron expresando con costos, igual o peores, y explican también en alguna medida la caída en el respaldo popular que provocaba y la división interna que vendría después. El resultado cerradísimo de la elección era el peor escenario para el país. Aunado a ello la estructura electoral de la coalición Por el bien de todos que postuló a AMLO se cayó, pues en una decisión desastrosa decidieron hacer a un lado al PRD en la vigilancia de las casillas. De ahí la necesidad de solicitar un recuento de votos que debió realizarse hasta por sentido común. Es verdad que hasta la fecha no se ha demostrado que haya habido fraude en la elección, pero sí dudas fundadas sobre el resultado que ameritaban la apertura de las casillas. Por desgracia, no sólo no hubo acuerdo de todas las fuerzas y del árbitro para que se realizará sino que para conseguirlo López Obrador abandonó la lógica política de sumar que tan bien le resultó contra el desafuero y tensó al máximo cerrando la avenida más emblemática de la ciudad capital, el Paseo de la Reforma. Un verdadero punto de quiebre que significó el inicio de una debacle pronunciada para la izquierda que acarició la Presidencia de la República, aunque en ese momento un servidor no lo consideraba así. Con los ánimos exaltados tras una contienda percibida como tramposa, era natural que todos cerraran filas con el candidato que 81
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obtuvo 15 millones de votos. Unas cuantas voces dignas se alzaron para prevenir del error de afectar a terceros y castigar a la ciudad que había votado a favor de AMLO de manera abrumadora. Entre ellos Carlos Monsiváis, Rolando Cordera, Adolfo Sánchez Rebolledo y Jenaro Villamil que publicaron una carta en un periódico nacional viendo positivo el plantón del Zócalo, pero no así el que tomaba calles y avenidas (La Jornada, 1 de agosto de 2006). Se demostró que un objetivo justo que se trata de lograr por medios que no lo son puede naufragar por pasar a segundo plano. El debate público no se concentró en la necesidad y pertinencia del recuento sino en la legitimidad de cerrar Reforma. Y a ese error siguió otro de gran trascendencia: el nombramiento de AMLO como “presidente legítimo” que, por cierto, luego caímos en cuenta que nada tenía que ver con la conformación de gabinetes de sombra sino en el deseo de construirse en el imaginario como el ganador de la contienda que, además de no reconocer al que se consideraba impuesto, se daba para sí la carga moral de la investidura al tiempo en que se mandaba “al diablo a las instituciones”, lo que contribuyó a acentuar más el carácter radicalizado del movimiento y, por lo mismo, proseguir con su aislamiento. Sin embargo, en ese trayecto había que caminar tratando de entender los objetivos del ex candidato presidencial. Supuse erróneamente que la tensión política tenía como objetivo arrancar reformas democráticas y culminar la transición, aunque mostraba preocupación por el aislamiento y desgaste del movimiento. Más que resistencia, la apuesta de AMLO es por la contundencia. No quiere dejarle al próximo gobierno de facto el tiempo, espacio y movilidad que tuvo Salinas en 1988. Por eso está dispuesto a mantener movilizada a la fuerza de masas que sin duda conserva, no obstante ser el blanco de los ataques consuetudinarios de la inmensa mayoría de los medios de comunicación y de los costos 82
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que tuvo que pagar por el plantón, sobre todo el del Paseo de la Reforma. Pero para evitar el desgaste no se plantea la dosificación de contingentes y apostar por una hipotética acumulación de fuerzas que espere tiempos mejores sino generar un momento 34 de definición lo más rápido posible. La tensión e incertidumbre sobre el futuro de la república deben ser acicate para lograr la transformación profunda del país y terminar con la simulación de la incipiente, trunca y regresiva 35 democracia mexicana. Luego me di cuenta de que AMLO no buscaba la transformación institucional del país sino la descomposición política hasta el colapso. Por eso trabajó para una crisis constitucional impidiendo la toma de posesión de Felipe Calderón. Alguien lo engañó, pues pensaba de verdad que si el presidente electo no podía entrar a San Lázaro a jurar, el país se quedaría sin mandatario, lo que es verdaderamente absurdo y pueril. Esa es la razón por la que no permitió que los senadores del PRD aprobaran el cambio de sede de la toma de posesión, que propusieron los priístas, y se le diera una salida a la batalla campal por la tribuna aquel primero de septiembre de 2006. Lo anterior ya delinea las dos estrategias que cada ver más se separaban en el seno del PRD. Por un lado la línea obradorista de confrontación absoluta y de buscar que la crisis se agudice hasta la ruptura del orden jurídico y se construyan nuevas instituciones “desde abajo” a partir de un fuerte movimiento social o el aprovechamiento de la crisis en oportunidad para culminar la agenda democrática y crear condiciones institucionales para que el 2006 no se repitiera. Por supuesto, en esta nueva etapa se abría la posibilidad de hacer un balance de la campaña electoral y, por lo mismo, de realizar de manera colectiva la necesaria autocrítica, lo que se constituyó en un terreno de confrontación, pues para el bloque pejista no podía haber otra causa y explicación de la derrota que el fraude electoral. Las acusaciones morales contra la 83
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discrepancia hicieron su aparición y desde el principio, teniendo presente la experiencia del CGH, denuncié la intolerancia. Más que nunca se necesita una izquierda en donde sus miembros piensen en voz alta y se atrevan a defender sus puntos de vista sin temer ser descalificados y estigmatizados por sus ideas. La caída del “socialismo real” debió haber sepultado bajo los ladrillos del Muro de Berlín a la izquierda intolerante y autoritaria. Por desgracia, todavía asoma cabeza; no dejarla crecer es 36 responsabilidad de todos. Ni una concesión al atraso. Parece mentira que todavía se necesite reivindicar a la crítica y a la autocrítica en el seno de la izquierda política cuando hace ya más de tres lustros que cayó el Muro de Berlín y el compromiso con la democracia y la libertad se ha hecho reiteradamente explícito desde este lado del espectro político, y así está consignado en los documentos básicos del Partido de la Revolución Democrática. Sin embargo y por desgracia es pertinente hacerlo, pues esas convicciones que nadie cuestiona y que todos repiten no han permeado lo suficiente en las prácticas reales y cotidianas y, en cambio, resulta inocultable la persistencia de diversos vicios como el de la intolerancia frente al disenso, la incondicionalidad siempre premiada, la complacencia que raya en zalamería, el silencio prudente que prefiere esconder su punto de vista por miedo a las consecuencias, la tendencia a minimizar los problemas y sobrestimar las propias fuerzas, la preeminencia de la disputa interna sobre la discusión de los problemas del país, la falta de iniciativa política que espera línea para actuar, la subordinación de las estructuras de dirección formales a poderes fácticos, el verticalismo, etc. En suma, en el PRD la crítica abierta sobre la conducción política es excepcional cuando debiera ser cotidiana, y su ausencia es causa y consecuencia 37 de muchos de sus problemas. 84
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(...) El ejercicio de la crítica trae aire fresco, renueva al discurso, la práctica y las personas, enriquece el debate y perfecciona las estrategias. Por eso es que vale la pena arriesgarse a expresar abiertamente los puntos de vista propios, desafiando la lógica conservadora que exige callar y obedecer. Es verdad que hay inquisidores por conveniencia o por convicción que están esperando cualquier leve indicio de lo que consideran heterodoxia para descalificar moralmente a su autor y poner en duda su lealtad. Ellos no querrán ver que el compromiso democrático que dio vida al partido se refrenda con el pensamiento libre que se preocupa por triunfar, por entender la situación y ser más eficaces, por anticiparnos a las jugadas de nuestros verdaderos adversarios y actuar para contrarrestarlas, por reconocer nuestros errores para no volverlos a cometer, por no disfrazar de devoción el silencio y omitir responsabilidades con la falsa premisa de “el 38 que no piensa no se equívoca”. Llego a tal grado la intolerancia y los ataques que me reivindique como hereje39 . Pero el fondo de la cuestión era, como ya mencionamos, la pugna por abrir una alternativa a la línea política establecida por Andrés Manuel López Obrador que estaba reduciendo la competitividad electoral del PRD a pasos agigantados y perdiendo mucho de lo obtenido durante años, entre otras cosas que la izquierda fuera vista como una opción real de poder. El PRD tenía las bancadas más grandes en su historia en las cámaras y resultaba por demás incomprensible la pretensión obradorista de convertirlos en meros grupos testimoniales que sólo hicieran contraste y se volvieran un factor de descomposición e inestabilidad políticas. Con ello el gran ganador estaba siendo el PRI. Mientras tanto, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, sin pedir permiso los legisladores, mayoritariamente de Nueva Izquierda, sacaban reformas por años congeladas y que expresan claramente el programa del 85
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partido como son la Ley de Sociedades en Convivencia, la despenalización del aborto y el divorcio Express. Paradójicamente los diputados locales fueron estigmatizados por el oficialismo en virtud de su independencia. Lo que estaba en juego no sólo era una estrategia, también si había o no convicción democrática y, en ese sentido, compromiso con la generación de una cultura política para hacer viable la democracia. Un momento crítico fue la discusión de la reforma electoral que retomaba casi en su totalidad la propuesta del PRD y respondía a muchos de los agravios sufridos por la izquierda en el 2006. Por extraño que parezca, López Obrador coincidió con el Consejo Coordinador Empresarial y con las televisoras que ya no podrían vender tiempos para spots políticos en su oposición férrea y absoluta a la reforma. Andrés Manuel ha dado un manotazo en la mesa para cancelar, de una vez por todas, la estrategia política que busca transformar el régimen político, a sus instituciones y a la legalidad que las rige desde el Poder Legislativo. Decidió arremeter contra la reforma electoral con la misma dureza que lo han hecho Ricardo Salinas Pliego, el Consejo Coordinador Empresarial y algunos comunicadores de gran influencia social con los que se había confrontado a raíz del cuestionado resultado de los comicios de 2006. Esta extraña coincidencia merece una explicación que no se puede encontrar en el comunicado emitido por el Presidente Legítimo de México que expresa su “absoluto desacuerdo con la llamada reforma electoral” ni tampoco en el contenido de la nueva legislación. Mientras resulta comprensible la airada respuesta de los que vieron lesionados sus intereses y acotado su enorme poder con los cambios constitucionales y las leyes secundarias derivados de éstos, no lo parece en el caso de quien 86
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se vio afectado por las prácticas y excesos que son atacados por los cambios propuestos. AMLO descalifica en conjunto una reforma que tiene como evidente punto de referencia lo ocurrido en la elección presidencial y que le da la razón histórica en cuanto a la inequidad y la impunidad con la que gobiernos y particulares violaron la legislación electoral. Una paradoja difícil de entender sino se visualiza la estrategia política seguida por el excandidato presidencial tras el fraude del 2 de julio, la cual se siente contrariada, no por malos o regresivos acuerdos en las cámaras, que no existen –al menos no avalados por el PRD–, sino por el 40 hecho mismo de acordar. Era obvio que AMLO veía que cualquier acuerdo en las cámaras en los que participara la izquierda se legitimaba al régimen y eso no ayudaba a la pretensión de mantener y agudizar las crisis. En virtud de que además el ex candidato no asistía a las reuniones de ningún órgano de dirección de su partido no había manera de procesar las diferencias institucionalemente. El resultado previsible se cumplió: no la agudización del conflicto nacional, pero sí del conflicto interno hasta el punto de llevar al PRD a una crisis sin precedentes. El escenario privilegiado de la confrontación fue la disputa por la conducción del partido al llegar al término el periodo de Leonel Cota como presidente. Y López Obrador decidió no sólo tomar partido sino hacer campaña activa, tal y como se lo había reprochado a Vicente Fox. En su oportunidad, ya le había cuestionado a AMLO su decisión de apoyar abiertamente a Marcelo Ebrard para ser candidato a la Jefatura de Gobierno41 , pero esto era más grave, pues era “presidente legítimo de México” y desde ese cargo moral era insostenible que reprodujera la táctica foxista, le estaba dando la razón a los que llamaban a su cargo “presidencia patito”, además de que las cartas que enviaba apoyando a Alejandro Encinas violaba, tal y como ocurrió con Fox, la normatividad vigente. 87
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Así que además de llevar el tema a debate en mis artículos y responsabilizarlo por el avance de la intolerancia y el extremismo que ya había conformado un verdadero “huevo de la serpiente” con el odio y persecución de la disidencia en un clima crispado, propicio para la descalificación y el insulto y muy difícil para la discusión de ideas42 , le escribí directamente en una carta pública que distribuí de la misma manera que los artículos. Es un contrasentido inexplicable que el Presidente Legítimo se permita hacer lo que hizo en contra suya Vicente Fox, al que con razón llamas “traidor a la democracia”. Recuerda que la intervención de este personaje no se limitó a expresar una opinión favorable de su candidato sino que hizo abierta propaganda a favor de Calderón y en contra tuya, violando la ley y faltando a su deber como gobernante. Esa actitud demeritó la investidura presidencial, enrareció el proceso electoral y atentó 43 contra la equidad de la contienda. No deja de ser curioso que el candidato para dirigir el PRD por parte del radicalismo obradorista haya sido un conocido y prestigiado moderado que hizo un buen papel al frente del Gobierno del Distrito Federal y que estuvo estrechamente vinculado a Nueva Izquierda en sus inicios. Me refiero a Alejandro Encinas, quien se enfrentó en la contienda interna a Jesús Ortega, líder de Nueva Izquierda y cabeza visible del bloque moderado que impulsaba una estrategia distinta a la de López Obrador –bloque en el que yo me encontraba. De tal suerte que Encinas tuvo que transformarse para representar el discurso ultra y pendenciero del obradorismo agrupado en lo que llamaron Izquierda Unida. Por ello también le escribí una carta pública, justo después de que un grupo de provocadores encinistas agredió a Javier González Garza y a Carlos Navarrete, coordinadores de los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados y del Senado respectivamente, misma que puso fin al segundo libro. 88
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En lugar de desautorizar a los que en tu nombre descalifican a los adversarios internos como “traidores”, “colaboracionistas”, “azules”, “que se dejan tocar la pierna”, has guardado un silencio cómplice, cuando no colaborado con adjetivos de tu propia cosecha que dan una idea igual o similar: “modosita”, “legitimadora”, “dócil”. Por cierto, palabras que, para los que te conocemos desde hace tiempo, nos parecen forzadas, totalmente ajenas a ti, impostadas. El Alejandro Encinas incluyente, promotor del diálogo respetuoso y los acuerdos posibles, ahora se ve eclipsado por otro que es candidato, y por tanto representante, de un bloque rabioso, intolerante, persecutor de herejes, profundamente atrasado y que tiende a la violencia… De la disyuntiva ficticia de los “leales” frente a los “traidores” devino otra que sí es real. Las infamias, las persecuciones, los ataques viscerales y desmedidos abrieron paso a una verdadera definición trascendente entre dos opciones antagónicas, la cual tiene que ver con la cultura, con las formas de convivencia entre lo diverso, con la congruencia. El PRD definirá el 16 de marzo entre la Tolerancia y la Intolerancia. Lamento de verdad el capricho trágico de la insondable Historia que quiso que, en esta ocasión, no obstante tus convicciones, no obstante tus buenas intenciones –de las cuales no dudo– y no obstante tu trayectoria democrática, objetivamente trabajaras para lo que has combatido toda tu vida. Encinas contra Encinas. La ventaja es que si gana Jesús Ortega, 44 también ganas tú. La polarización y el involucramiento activo del ex candidato presidencial en la contienda interna presagiaban desastre, sobre todo por la fragilidad institucional de un partido en el que sus instancias formales son sensiblemente vulnerables a los poderes fácticos y en cuyos miembros suele predominar o el apego a una corriente o la subordinación al líder. No quedaba nadie por encima de la pugna que 89
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pudiera ayudar a encausar las controversias, que funcionara como factor de unidad y que diera confianza a las partes. Por si eso fuera poco, los conteos rápidos que se contrataron para darle certeza a la elección no correspondieron a las votaciones de las casillas de la muestra por lo que se dio el caso de un ganador virtual –elegido por las encuestas– y otro ganador en la votación –según las actas de escrutinio. Tras la elección llegó la crisis en forma de guerra total entre dos bandos, la cual fue tan profunda que estuvo en riesgo incluso la sobrevivencia misma del partido. Dar cuenta de esta guerra, de sus antecedentes, orígenes, causas y desarrollo fue el objetivo de mi tercer libro, La guerra de los herejes. Es por ello que los artículos de opinión ya no fueron el núcleo central sino una apartado más entre otros, también importantes, ya sea para explicar, rastrear o contextualizar la confrontación o para dejar constancia del combate de una de las posiciones, la que un servidor representaba, pues en esta ocasión no sólo estuve en la primera trinchera sino que también jugué un papel de mayor protagonismo. El libro consta de siete capítulos llamados batallas. La primer batalla, Las Ideas, recoge documentos sobre la identidad socialdemócrata de Nueva Izquierda y la línea política que ésta buscaba implementar; la segunda, El Balance de 2006, es una análisis crítico y autocrítico de la campaña electoral; la tercera, Los Antecedentes, es la recopilación de algunos textos ya publicados que servían para rastrear los orígenes de las diferencias y el proceso de polarización; la cuarta, El Debate, es la compilación de los artículos semanales (de marzo a octubre de 2008); la quinta, Los Comunicados, reúne textos enviados a los medios de comunicación, pues ese fue un espacio privilegiado de la confrontación; la sexta, Las Cartas, que compila misivas que fueron enviadas a diversos personajes como Leonel Cota, Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas, y que dan cuenta de las diferencias antes, 90
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durante y después de la elección; la séptima, Epílogo, es una entrevista dada a Georgina Morett en Milenio, “No hay que inmolarse detrás del Mesías”, un texto que esperaba ser el colofón y una carta de último momento a Alejandro Encinas sobre la reforma energética. Todavía pude incluir una Adenda sobre la elección de Barack Obama y la trágica muerte del entonces Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, firmada el 5 de noviembre de 2008. Como si la historia del PRD fuera resultado de un mal, pero jocoso guionista, la crisis desatada a raíz del resultado de la elección se presenta como una parodia bizarra del movimiento postelectoral de 2006 vuelto contra sí mismo. Sin duda que sería como nunca cierta la archiconocida frase de Marx escrita en el Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, “cuando la historia se repite, la primera es como tragedia, la segunda es como farsa”, si no fuera porque la autodestrucción de la izquierda mexicana después de acariciar la Presidencia de la República tiene sin duda una parte tragedia. Quizá habría que utilizar para esta repetición el concepto acuñado por José Agustín para referirse a la política mexicana: tragicomedia. Mismos ingredientes, mismo resultado: el presidente Fox intervino igual que el presidente legítimo; la guerra sucia que calificó como “peligro para México” a López Obrador no es de mayor calado que la que acusa de “traidor” y “colaboracionista” a Jesús Ortega; a uno se le vinculó con Hugo Chávez y a otro, vilmente, con Felipe Calderón; en ambos casos se ejercieron ingentes presiones contra el órgano electoral que poco puede hacer frente a los poderes institucionales que actúan de manera facciosa y los fácticos que desdeñan la legalidad; hasta la difusión cínica de propaganda ilegal elaborada por terceros (CCE y AMLO respectivamente) fueron una constante de los dos procesos. Por eso nadie debe sorprenderse de la polarización, la incertidumbre y el espectro de la ruptura que hoy ronda el 91
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partido, ni tampoco que ahora retumbe dentro de sus muros la consigna de “voto por voto y casilla por casilla”… Pero más preocupante que la crisis es la falta de visos para salir de ella. La inyección de odio y el abandono de todo atisbo de institucionalidad en sus órganos de dirección han generado una verdadera guerra sin prisioneros en la que no hay ánimo ni puentes para acordar siquiera los mecanismos y reglas mínimas de convivencia para 45 desahogar lo pendiente ante el perverso desdén por la norma. Este artículo fue escrito ocho días después de la elección. Concluir el cómputo de los votos tardó casi dos meses y nadie podía engañarse sobre quién era el responsable de ello: Con siete semanas de retraso se concluyó, ¡por fin!, el cómputo total de la elección de Presidente y Secretario General a nivel nacional. Llegar a este punto fue un verdadero Vía Crucis para el PRD. Y es que precisamente a eso, a sumar el 100% de las casillas instaladas, es a lo que se opuso con todas sus fuerzas el principal poder fáctico del partido del sol azteca. Es tal la influencia de Andrés Manuel López obrador que primero renunciaron los tres miembros del Comité Técnico Electoral, se incumplieron cuatro resolutivos de la Comisión Nacional de Garantías, se deterioró al máximo la imagen del partido, se validó un acta con el 83% realizada unilateralmente, se desconocieron sistemáticamente los acuerdos tomados en varias ocasiones entre los candidatos punteros con el aval de los principales gobernantes perredistas y tuvo que intervenir el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación antes de que se pudiera cumplir con la norma y hacer algo tan sencillo como completar la sumatoria de actas. La “razón” del evidente sabotaje al cómputo fue, tal y como quedó demostrado, evitar a toda costa que apareciera como triunfador 46 del proceso Jesús Ortega. 92
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Como la elección se resolvió finalmente en la última instancia, se conoció el resultado final y definitivo hasta noviembre de ese año. Por fortuna hubo un interinato de más de medio año por parte de Guadalupe Acosta Naranjo que regresó cierta estabilidad al partido y pudo hacer que el PRD volviera a incidir en el rumbo del país. A contrapelo de una tradición política muy arraigada en el país, venido del presidencialismo autoritario del viejo régimen, que consiste en dejar intocadas a las principales figuras aunque éstas se encuentren involucradas; decidí señalar al principal responsable de la crisis política del partido e incluso cuestionárselo directamente. Ni la simulación ni el fingir demencia ante ella podían contribuir a la solución del conflicto, pues además de ser manifestaciones de atraso en la cultura política que favorecen la impunidad y la concentración del poder, resultaba indispensable que todos los factores de poder asumieran su responsabilidad para encontrar salidas. Por eso y por las diferencias de estrategia que existían en torno a la reforma energética, le escribí una segunda carta pública a López Obrador. El futuro del país está en juego con la llamada reforma energética y, mientras tanto, nuestro partido está sumido en la peer crisis de su historia. Me preocupa que, en lugar de mostrar visión de Estado y plantear la necesidad de acumular fuerzas y construir mayorías para defender, fortalecer y transformar a Pemex para garantizar que el petróleo y su renta se mantengan como bienes de la nación y sirvan para su desarrollo, antepongas el interés faccioso de anegar las instituciones para favorecer la caída de un gobierno que consideramos ilegítimo. Y también me preocupa lo que está sucediendo con el proyecto partidario más importante de la izquierda mexicana y la evidente e innegable responsabilidad que tú tienes en ello. Estás a punto de convertirte en el enterrador del PRD… En el centro de la disputa y de tu decisión de no aceptar ningún resultado adverso está la diferencia que existe en 93
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torno a la línea política y que se manifiesta de manera contundente en la discusión acerca de cómo defender a Pemex. Nadie se opone a realizar acciones de resistencia civil si resultan necesarias, pero me parece un contrasentido que se profundice en una estrategia que no nos funcionó para conseguir una demanda tan justa como el recuento de los votos. Cerrar Reforma fue un error que todavía no acabamos de pagar y ahora pretendes tomar aeropuertos. ¿Por qué no mejor recurrir al tipo de resistencia civil que nos dio tan buenos resultados frente a la canallada del desafuero?... En lo que respecta al PRD, lo descompusiste todo. Además de emular a Vicente Fox al intervenir en el proceso a favor de un candidato, denostar al otro y violentar la norma, inoculaste odio entre compañeros. Si de por sí es lamentable calificar a los que discrepan de nosotros en materia energética como “traidores a la patria”, hacer ese tipo de señalamientos a los que comparten un mismo proyecto político es igualmente atroz. Pero con el agravante de ubicar al enemigo en casa. Debes tener cuidado con las palabras, pues algunas de las que utilizas, o alientas para que tus incondicionales las usen, son una invitación al exterminio, aunque insistas en que el movimiento es pacífico. 47 ¿Qué se hace con un traidor? En este amplio lapso de tiempo en que se encausaba institucionalmente la crisis mediante la iniciativa política hacia fuera y sensibilidad hacia dentro de la dirección interina y la intervención del TEPJF se dieron hechos relevantes que fueron tratados en los artículos semanales. Temas como el retiro de Fidel Castro, el 40 aniversario de 1968, el acto terrorista contra la población civil en plena fiesta del Grito de Independencia en Morelia o la propuesta de legalizar la marihuana estuvieron presentes en los textos. Pero quisiera detenerme en tres: Barack Obama, reforma energética y tragedia en el antro News Divine. 94
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Los tres temas son de gran importancia. La elección de Obama fue trascendente no sólo por tratarse del país más poderoso de la tierra, que no es poca cosa, sino por su propuesta de cambio y el simbolismo que reviste que lo lleve a cabo un afroamericano, hijo de inmigrante. La reforma energética fue un momento culminante que amenazaba con volver a polarizar el país y llevar la confrontación a las calles y lo del News Divine un hecho lamentable provocado por la acción policiaca de un gobierno de izquierda en contra de jóvenes que se divertían como tales. Terminó la contienda por la nominación del candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos tras una ardua e intensa lucha que captó la atención internacional y que llevó, en un hecho sin precedentes, a treinta y seis millones de norteamericanos a las urnas. No fue la emoción de una carrera pasajera que se decidiría hasta el último momento lo único que explica la expectación y el interés que dentro y fuera de aquel país se generó durante los últimos seis meses. En eso tuvo que ver el tamaño, carácter, perfil y magnetismo de los protagonistas. El mundo fue testigo de una batalla de Titanes por la historia. El desenlace determinaría si disputaría en serio la presidencia de la nación más poderosa de la tierra una mujer o un afroamericano, siendo que las virtudes de ambos contendientes rebasan por mucho esa condición específica de su naturaleza. Salió victorioso Barack Obama, el senador por Illinois al quien al principio del proceso se le reconocían escasas posibilidades. La también senadora Hillary Clinton peleó hasta el final y aceptó el resultado con su dignidad y elegancia habitual, llamando a sumarse a la campaña del próximo candidato demócrata. Lo que viene no será fácil, pero tiene una trascendencia incuestionable no sólo para el pueblo estadounidense sino para el conjunto de la humanidad: sacar a los republicanos de La Casa Blanca… Con una retórica casi 95
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poética, sin dejar de tener sentido y contenido, Obama ha llegado al alma de los estadounidenses de todas las clases, razas y credos. La multiplicación de su apoyo ha tenido como detonante la incorporación de miles de jóvenes que no se interesaban en política y ahora se siente su ímpetu irrefrenable que hace milagros y prueba de ello es que ahora es candidato contra todos los pronósticos y tras vencer a una mujer excepcional que parecía destinada a triunfar. Por ello su mensaje se repite en cada esquina: “Sí podemos”… Los compromisos de Obama para acabar con los privilegios, poner fin a la ocupación de Irak, promover la paz mediante el diálogo, el entendimiento y el multilateralismo y hacer de Estados Unidos un país sin ciudadanos de segunda hace 48 que la esperanza se traslade al mundo entero. En el caso de la reforma energética, la estrategia de la dirección perredista encabezada por Acosta Naranjo de buscar consensos con el PAN y con el PRI, rompiendo con ello la dependencia del gobierno calderonista con el priísmo, tuvo éxito, pero eso generó un conflicto fuerte con AMLO, pues, a pesar de que se trataba de modificaciones acordes con la propuesta elaborada por la izquierda, ya habíamos dicho que para el excandidato presidencial resulta nefasto el simple hecho de acordar, pues con ello piensa que se legitima el gobierno y se apuntala un régimen que apuesta por su colapso. Por ello, aunque el comité de expertos por él mismo propuesto avaló la reforma presentada y se cumplían plenamente los puntos votados por el plebiscito ciudadano, López Obrador convocó a un mitin en el Hemiciclo a Juárez y bajo la coartada de una votación de pocos miles de activistas decidió rechazarla. Se construyó una reforma de consenso en materia energética que fortalece a Pemex, impulsa su desarrollo y modernización y garantiza que el petróleo y su renta queden en manos de la 96
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nación. Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador mediante una maniobra pueril y demagógica decidió tratar de reventarla exhibiendo que su interés siempre ha sido la búsqueda del conflicto y que la lucha por la defensa del patrimonio nacional sólo era un pretexto. Piensa que con el cultivo del martirologio asegura su camino a la inmortalidad de los próceres; pero se equivoca, no engañará a la historia. Ni la locura ni la incongruencia son heroicas… sería un despropósito y un absurdo, decir que el acuerdo representaba una derrota de Andrés Manuel López Obrador aunque éste nunca haya pensado ni buscado ni querido la reforma consensuada y que desde el principio pensó en un combate épico por él encabezado. No entendió su victoria a pesar de que se colocó muy bien en el imaginario social como defensor del petróleo, se cumplieron muchas cosas importantes que él avaló porque su activismo contribuyó a conseguir logros sin necesidad de proponérselo ya que es un factor de poder que nadie puede ignorar y porque finalmente encontraron a la 49 izquierda unida en los objetivos explícitos. El News Divine es un centro de diversión de jóvenes, un antro, de la Delegación Gustavo A Madero en el Distrito Federal. Todo indica que ahí se vendía alcohol a menores de edad. Durante un operativo de la policía del Distrito Federal fallecieron doce personas, once de ellas jóvenes, pues además de responsabilizar por ello a los dueños pretendían, y de hecho lo hicieron, llevarse a los clientes al Ministerio Público –una redada–, y para ello los trasladaban en camiones; cuando éstos se acabaron decidieron tapar las salida para esperar otro vehículo y evitar el riesgo de que algún joven se escapara, de tal suerte que se provocó una aglomeración en el interior, mezclada con pánico y murieron por asfixia y aplastamiento chavos, chavas y una mujer policía. La cuestión no sólo es el error humano de una orden 97
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estúpida o un operativo mal implementado sino para un gobierno de izquierda el aplicar medidas que criminalizan a los jóvenes con objetivos claramente mediáticos, lo que obligaba a una reflexión profunda del PRD sin que eso significara sumarse al coro de oportunistas gustosos de desagarrarse las vestiduras para obtener ventajas facciosas. Es evidente que el operativo mal diseñado y peor implementado no perseguía en primera instancia la clausura del antro, que pudo hacerse mucho antes de que estuviera lleno el lugar, sino detener a cientos de jóvenes, exhibirlos y lograr el horario estelar para que se muestre a una policía que actúa para acabar con los lugares “de vicio y perdición” en abono a la tranquilidad y simpatía de “las buenas consciencias” y miles y miles de padres de familia que se preocupan por la forma en que se divierten sus hijos y que de seguro mostrarán su peso en las próximas encuestas. Según se documentó había quince policías infiltrados dentro del local informando y esperando la irrupción de sus compañeros. Lo que se quería era una acción espectacular pensada para las audiencias en lugar de la discreta aplicación de la ley que es eficaz, pero no atrae reflectores… Sería absurdo plantear que la comunicación social de los gobiernos no se planteara tener el mayor impacto mediático posible con sus acciones, pero sí pensar en que eso no sea a costa de los derechos, libertades y seguridades de los ciudadanos. Decía Kant que uno de los imperativos de una ética de pretensiones universales debía ser considerar a los hombres como fines en sí mismos y no sólo como medios. Sobre ello deberíamos reflexionar sun afilar machetes ni pasar 50 facturas. …No encuentro motivo para llevar a la fuerza a instancias judiciales a jóvenes que se comportan como tales en un antro que no por su culpa se encuentra fuera de la ley… Según se documentó, existieron actos de brutalidad policiaca, tardaron 98
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más de cinco horas los camiones en llegar a la agencia ministerial con los detenidos –mismos que fueron marcados y fichados cual delincuentes– y a una treintena de jovencitas se les obligó a desvestirse para ser fotografiadas. Más allá de los excesos evidentes, más allá de la lucha política que no perdona nada ni nadie, más allá de cálculos futuristas y jaloneos sucesorios, más allá incluso de la expiación oficial mediante el incontinente rodamiento de cabezas, el lamentable acontecimiento obliga al PRD y a sus gobiernos a reflexionar no sólo sobre lo ocurrido sino también sobre lo que está detrás, sobre la concepción que lleva a ordenar operativos para detener y exhibir a jóvenes de barrios populares… Se debe valorar la oportuna reacción de Marcelo Ebrard para iniciar las investigaciones de lo ocurrido en el News Divine, combatir la impunidad y abrir las pesquisas a la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Distrito Federal. Esperemos que haya esa misma disposición para revisar la naturaleza de las acciones de la policía en espacios juveniles y corrija actuando en consecuencia con la historia, el programa y 51 los principios del PRD … Sin embargo, no hay margen para la autocomplacencia ni en el gobierno ni en el PRD. La gravedad de lo acontecido obliga a reflexionar, revisar y corregir, no sólo para guarnecer al principal bastión perredista de cara a unas elecciones intermedias complicadas sino también para reforzar el perfil de izquierda liberal y democrática que deben tener las administraciones encabezadas por el partido del sol azteca. En ese sentido, la tragedia del News Divine debe ser un parteaguas… la tragedia no fue causada por “errores” sino por la implementación “sistemática e institucionalizada” (expresión de la CDHDF) que criminaliza a jóvenes cuya única falta –si se le puede llamar así– es beber cerveza en establecimientos regulados por la autoridad delegacional y en la que se violan los derechos 99
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humanos de los que debieran ser tratados como víctimas y no como delincuentes… Parto de la convicción de que el sello de izquierda de un gobierno debe abarcar todas sus políticas. No se puede, o al menos no se debe, ser de izquierda en los programas sociales y de derecha en la seguridad pública; progresista en la promoción de la cultura y retrograda en la estigmatización de los jóvenes y sus costumbres; liberal en el reconocimiento de la diversidad y conservador en la democracia. Para eso es el Programa de un partido, para que haya congruencia entre políticas que deben expresar los valores que lo animan y que tiene su realización en un modelo de sociedad que debe guiar su acción 52 política. He intentado dar cuenta de los temas dominantes de mis artículos en los cinco años que llevo elaborándolos, realzar algunos por su importancia y dejar establecida mi posición en ellos. Siempre tomo partido y trato de sustentarlo con razones y de acuerdo a valores, convicciones y objetivos de una concepción de la política y de una ética vinculada a ésta. Ojalá el informe hubiera sido un recuento de victorias y no el paso desconcertante de la esperanza al desengaño y de la crítica preponderante de los adversarios a la autocrítica lacerante de una izquierda que acarició la presidencia, la cual en parte le fue arrebatada y en parte la perdió ella misma. Pero más allá de la anécdota, más allá de la visión crítica, pero irremediable y explícitamente parcial d los avatares y desventuras de una trágica caída del cielo del poder al infierno de las guerras intestinas, se deben sacar lecciones. Adelantando un tanto las conclusiones, diré que la izquierda no sólo debe pelear por la democracia sino también practicarla, no sólo en sus relaciones con las demás fuerzas políticas e instituciones de la república sino también en su vida interna, en la determinación de sus posiciones y acciones y en el trato entre compañeros, lo que implica 100
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generar una cultura de respeto a la discrepancia e inclusión a la disidencia. Decisiones colegiadas en un sistema de pesos y contrapesos en el que haya libertad para expresarse y se promuevan los consensos dentro de una institucionalidad fuerte y respetada por todos. En ese sentido, el ejercicio de la crítica y la autocrítica debe ser cotidiano, tanto para evitar excesos como para evaluar desempeños y acordar colectivamente una política lo más ampliamente compartida posible. Nadie puede ser inmune a la crítica y nadie puede salvarse de rendir cuentas. El autoritarismo pervierte la convivencia, ahonda las diferencias y evita que el debate sea constructivo. El impedimento a la convivencia democrática en el PRD no se da en las normas sino en actitudes, vicios, conductas que buscan imponerse por la vía de los hechos. Entre ellas la que pretende justificarse en una pretendida superioridad moral de un líder que para sus promotores no sólo es indiscutible sino infalible. Es el germen del pensamiento único que destroza las reputaciones de los que se atreven a pensar distinto. Es así como la crítica y la autocrítica se vuelven herejías y desafían a ese poder despótico e intolerante. Un reducto a favor de la democracia a la que se aspira sin que eso quiera decir que estos herejes no deban también ser sujetos de crítica por sus fallas. De lo que se trata es que la crítica y la autocrítica lleguen a ser aceptadas y promovidas al grado de que ya no haya herejes y todos seamos críticos. Al terminar mi ciclo como Secretario de Formación Política del Comité Ejecutivo Nacional tuve que cambiar la forma de distribución de los artículos, pero sigo escribiéndolos y abordando temas tan diversos como el conflicto palestino, la relación con Estados Unidos, la selección mexicana de fútbol o la intervención del Gobierno del Distrito Federal en la elección de candidatos del PRD en la capital del país. Por supuesto la elección de 2009 en la que AMLO hizo campaña 101
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por otros partidos y las controvertidas alianzas de 2010 en estados como Oaxaca, Sinaloa, Puebla, Durango e Hidalgo.53
3. Importancia de la formación que tuve en la carrera de Filosofía en mi labor intelectual como dirigente político 3.1 Relación del trabajo intelectual realizado con cierta filosofía política Los diversos artículos, manifiestos o posicionamientos que he realizado en mi calidad de dirigente del PRD buscan incidir en los dos aspectos esenciales de toda política que señala el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez: el ideológico-valorativo y el práctico-instrumental54 . De hecho se encuentran entre ambos, pues sin llegar a ser disertaciones teóricas, aunque en algunos casos se presta el tema del texto para llevar a cabo reflexiones conceptuales más profundas, se parte del análisis crítico con el claro objetivo de repercutir en la práctica política. El alcance del presente informe es dar cuenta, desde la perspectiva de un egresado de Filosofía, del trabajo intelectual realizado desde la dirección de un partido político de izquierda. En ese sentido, no se debe perder de vista que los textos aquí tratados se elaboraron en función de necesidades políticas específicas y no como material de reflexión filosófica. Me cuesta trabajo pensar en el intelectual “neutral”. En todo caso, existen muchos que, independientemente de sus afinidades y creencias, se mantienen al margen de las facciones políticas y, por esa razón, se definen a sí mismos, en muchas ocasiones, como “pensadores independientes” queriendo así diferenciarse de los que tienen o son afines de algún partido y, como si fuera eso un asunto de superioridad moral y certificado de confiabilidad, sostienen que ellos sí piensan y se expresan de manera libre. Según este razonamiento, el interés inmedia102
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to de los que se adscriben a algún partido o tienen vinculación orgánica con gobiernos de cualquier signo político los marca de antemano y no tendrían posibilidad de superar su sesgo original, mientras que “el pensador independiente” al no tener compromisos partidarios su reflexión debe ser considerada garantía de “objetividad”. El prejuicio salta a la vista y conlleva un evidente error al confundir “objetividad” con “desinterés”, categorías separadas que no se implican. Un pensador interesado puede ser objetivo o no, y lo mismo podemos decir del que no lo es. Pero además sospecho del “pensamiento desinteresado” y considero insostenible la existencia de alguna razón incondicionada. De manera explícita o implícita, encubierta o descubierta, consciente o inconsciente, el pensar siempre expresa una parcialidad de origen, pues es realizado por sujetos con concepciones, historias y objetivos particulares en circunstancias determinadas que lo orientan. Esto no quiere decir que sea indistinto el lugar desde el que se hace la reflexión, pero eso no puede calificar o descalificar de antemano lo pensado. Finalmente, el auténtico ejercicio de la crítica consiste en poner a prueba ideas propias y ajenas, lo que implica no dar nada por sentado, escapar de la condescendencia, pesar en sus méritos los argumentos vengan de donde vengan y rechazar o conceder razón cuando se considere que la tengan. Estar directamente involucrado no significa incapacidad para tomar distancia intelectual y poder ver en perspectiva que es lo que se necesita para realizar una correcta crítica y autocrítica, indispensables ambas para una correcta praxis política. Eso es lo que me he propuesto en los textos elaborados en el ejercicio de mi profesión. En efecto, sin negar el lugar en el que estoy situado y desde el cual reflexiono sobre una realidad en la que soy protagonista y donde mis intereses inmediatos están en juego, he buscado –ya los textos dirán por sí solos si ha sido con éxito– no engañar ni autoengañarme. En 103
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todo momento he tratado de no acomodar la realidad a mis deseos ni de expresar lo que no pienso. Sólo de esta manera la mirada crítica se enriquece con la óptica interna sin obstaculizar la comprensión. Es en ese sentido que puedo afirmar que los documentos son expresión de un criterio independiente con pretensiones de consignar lo que tiene por verdadero. Ahora bien, como ya hemos apuntado, el PRD es diverso y en él confluyen distintas izquierdas. Es pertinente entonces tratar de expresar cuál izquierda es la que representa la actividad intelectual que he desempeñado, misma que se encuentra de manera explícita o implícita en los artículos y otros textos que he realizado. Esto sin duda ayudará a la compresión integral de los diversos documentos, pues les dan un contexto indispensable, más aún cuando en una de las etapas del trabajo existe una abierta pugna entre dos visiones divergentes que se disputan la conducción del partido. La distinción debe buscarse no sólo en los fines sino también en los medios. El primer y más importante acercamiento lo da la caracterización propia como socialdemócrata. Esto ya permite establecer convicciones básicas: elecciones universales como forma para distribuir el poder, descarte por tanto de la vía revolucionaria y respeto por la legalidad, reformas legislativas para lograr la transformación social y compromiso con una democracia representativa que puede y debe complementarse con la participación creciente de la ciudadanía, que requiere de desconcentrar el poder y equilibrarlo, así como de garantizar el ejercicio pleno de derechos y libertades para todos. ¿Por qué somos socialdemócratas? Porque consideramos que la transformación profunda de la sociedad no se puede dar en un solo evento y la experiencia histórica ha constatado la perversión de las revoluciones, las cuales han instalado regimenes autoritarios que desmienten los anhelos libertarios y democráticos que las inspiraron. Por eso nos manifestamos por el camino de las 104
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reformas a partir de la contienda pacífica por el poder basada en las reglas democráticas de la organización social, la persuasión racional de las conciencias y la manifestación de la voluntad ciudadana mediante el sufragio. Creemos en la vía de los acuerdos en los órganos parlamentarios, en la creciente participación ciudadana y en la acción del Estado para redistribuir la riqueza e ir construyendo paulatinamente una sociedad más libre, justa y 55 democrática. Para los socialdemócratas el compromiso con la democracia es histórico y lleva más de un siglo. Después de la caída del Muro de Berlín como acontecimiento planetario y la irrupción de la izquierda electoral en México vuelta opción real de poder en 1988 frente a un régimen autoritario y su paso a conformar un partido que ha llegado a gobernar a un tiempo a más de 20 millones de habitantes como hecho incontrovertible de su ascendencia en el sistema político actual, debieran haber convencido, al menos a todos los perredistas, de la necesidad de comprometerse plenamente con la vida democrática. Desgraciadamente no es así. El caudillismo, el verticalismo en incluso el mesianismo poco discreto, así como el avance de una izquierda latinoamericana que concentra el poder e incluso busca perpetuarlo en una persona muestran que con la caída del llamado “socialismo real” se cantó prematuramente el triunfo de la democracia. Por lo mismo, se hace urgente reafirmar la convicción democrática de los sectores socialdemócratas del PRD y sostener la necesidad de culminar la transición interrumpida e incluso retrocedida durante el mandato de Vicente Fox. Eso debe significar el cambio del régimen presidencial, el fortalecimiento de la división de poderes, la promoción de equilibrios institucionales que funcionen y la participación cada vez más activa de la ciudadanía. ¿Qué entendemos por democracia? Para nosotros la democracia es más que un método para tomar decisiones, dirimir discrepancias 105
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o elegir representantes. Se trata también del mejor modo de convivir en comunidad, donde sus miembros se asumen como corresponsables de su acontecer y, por tanto, sujetos con derechos y obligaciones. Si bien el ejercicio del voto es indispensable y constituye el elemento emblemático de la democracia, ésta sería inviable si no se diera el diálogo que puede conciliar a los que se enfrentaron en las urnas y que es capaz de incluir a los que quedaron en minoría; eso implica conceder para sumar y responder a todos, no sólo a los que votaron por la opción ganadora. Por otra parte, la democracia representativa es insuficiente; por eso debe complementarse con mecanismos de democracia directa que promuevan la creciente participación de los ciudadanos en las decisiones que les competen. Se trata de que el poder pase de arriba hacia abajo y de la concentración a la distribución. Ese proceso de radicalización de la democracia tiene como correlato la construcción de una sociedad organizada y activa, transparente en la función pública, tolerante y respetuosa de la diversidad y que fomente el ejercicio pleno de los derechos políticos, sociales y de tercera generación; es decir, una democracia que parta de la convicción de que la libertad, la responsabilidad colectiva y la 56 justicia social son condiciones de posibilidad para su realización. El fin explícito de un partido político en un régimen democrático es acceder al poder que se disputa a través de los procesos institucionales que tienen su origen en el voto ciudadano. Pero esa necesidad de eficacia no tiene por que significar una rendición al pragmatismo, y no solo en vista de que, por paradójico que sea, los resultados de éste son dudosos, sino que se puede y debe aspirar legítimamente a una política inspirada en valores y, por tanto, que vea al poder como un medio para transformar las cosas en función de aquellos y no como un fin en sí mismo. En mis textos, algunos de manera más clara y otros no tanto, se pueden entrever valores que considero fundamentales de la izquierda 106
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con la que me identifico como son libertad, justicia social, democracia, igualdad, inclusión, etc, y que no obstante de que en mi partido, en ocasiones, se hayan negado resultan irrenunciables y por tanto deben plantearse no sólo como objetivos sino también la estrategia para lograr su realización en la vida cotidiana de dentro y de fuera de la organización política, así como las acciones pertinentes para evitar su atropello y corregir desviaciones. ¿Cuáles son nuestros valores? Reivindicamos a La Libertad como valor central y fundamental de toda persona y, por lo mismo, al derecho humano de encontrar la realización propia de acuerdo a sus capacidades, deseos, necesidades y legítimos intereses en concordia con la comunidad de la que forma parte. Pero a diferencia del liberalismo, no la concebimos de manera abstracta ni nos olvidamos de las condiciones que se requieren para que ésta sea ejercida por todos los miembros de la sociedad y no sólo por un pequeño grupo de privilegiados. De ahí que el otro gran valor sea el de La Justicia, entendido en sentido amplio, el de darle a cada quien lo que por derecho le corresponde; entre otras cosas alimentación, vivienda, salud, educación acceso a la cultura, amor y comprensión familiar y social. Sólo así se puede hablar de igualdad de oportunidades y de la expresión de un auténtico humanismo de izquierda. También creemos en la honestidad, en reivindicar la dimensión moral de la política y terminar con el cinismo de expresar lo que no se piensa. Por supuesto, en la fraternidad y la solidaridad que recuerdan el compromiso que cada individuo tiene con su entorno, en la conciencia de que vive en una comunidad de individuos interdependientes que comparten la convicción de que la libertad y la justicia que cada quien disfruta se sostienen en las que también disfrutas los demás. 107
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Los valores deben afirmar virtudes. Como ya señalé, considero que mis artículos y otros textos las transmiten y coinciden con las que Sánchez Vázquez identifica como propias de la izquierda: La solidaridad frente al egoísmo; la disciplina consciente frente a la arbitrariedad; la lealtad frente a la deslealtad; la honestidad frente a la corrupción; la tolerancia frente a la intolerancia; la transparencia frente al doble lenguaje; la modestia frente a la vanidad o afán de protagonismo; la coherencia entre el pensamiento y la acción y, finalmente, la independencia de juicio 57 frente a la incondicionalidad y el seguidismo. Es verdad que la derecha, o al menos cierta derecha, se adjudica igualmente los mismos valores y virtudes, pero en el contenido que cada quien les es donde acaban diferenciándose, sobre todo porque al momento de su concreción la izquierda que no se niega así misma los expande mientras que su contraparte en realidad los limita. No cabe la confusión cuando la izquierda persigue no sólo la igualdad política o jurídica, sino la igualdad social o la limitación de las desigualdades sociales; cuando, lejos de contentarse con la proclamación de las libertades políticas, exige la creación de las condiciones reales que permitan ejercerlas; cuando sin renunciar a la democracia política, parlamentaria, aspira a extenderla –con una democracia participativa– a todas las esferas de la vida social; cuando en el terreno de la justicia social propugna una política hacendaria que ponga fin a los exorbitantes beneficios de las grandes empresas; cuando aspira a excluir o reducir la pobreza 58 con medidas que limiten la acumulación excesiva de la riqueza. Por supuesto que izquierda y derecha pueden aproximarse, sobre todo sus sectores comprometidos con la democracia y las libertades aunque difieran en la profundidad o radicalidad de las mismas, es decir, en lo que significa su concreción plena, en las 108
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condiciones de posibilidad para su ejercicio compartido por la sociedad y todos los habitantes sean participes de ellas en un grado aceptable. Eso hace posible los acuerdos y la competencia en un sistema de alguna forma convenido, pero no le quita distinción a la crítica propiamente de izquierda que ve más allá de la ley y la teoría y busca que los valores proclamados se cumplan efectivamente en la práctica, no sólo para una elite sino para todos. Comparto con Luís Villoro el énfasis que le da a la inclusión de todos los grupos sociales como objetivo fundamental de la lucha política. La discriminación es una realidad insoslayable de nuestras sociedades que no puede ser aceptada por nadie que se diga de izquierda, pues serlo implica luchar contra cualquier forma de dominación sobre seres humanos en razón de sus diferencias. El reconocimiento del otro en su diversidad sería la marca de esa sociedad a la vez plural y justa. Y la no exclusión es el prerrequisito de la justicia…Una democracia participativa de todas las personas y grupos puede manifestarse en muchas modalidades; pero en cualquier forma que se manifiesta, la justicia se realiza como no exclusión. Es justa una sociedad tanto como una comunidad si se basa en procedimientos que aseguren que nadie quede excluido, por su género, su adhesión a creencias o su nivel económico. La 59 idea de justicia se manifiesta en la no exclusión. En este plano tuvimos éxitos importantes en la Ciudad de México en donde el PRD gobierna y gracias al trabajo de sus diputados en la Asamblea Legislativa que tuvo un papel notable en la IV Legislatura (2006-2009), la cual fue conducida por Nueva Izquierda Socialdemócrata, el grupo al que pertenezco. Ahí la lucha de ideas y concepciones se han traducido en leyes importantes que combaten precisamente la discriminación. Cuando la discusión política se lleva a terrenos donde las morales conservadoras se sienten amenazadas se expresa de manera más nítida 109
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la confrontación derecha-izquierda, pues al poner en la mesa esa dicotomía inclusión-exclusión y emerger con notoriedad la distinción entre valores de uno y otro lado, más allá de que nominalmente usen los mismos términos, se ponen en juego dos visiones de sociedad. Por ello, la labor legislativa por reconocer libertades y ensanchar derechos al conjunto de la población, pero especialmente a las minorías, es una lucha de alcances culturales. En esa IV Legislatura se dio un hecho singular, pues a pesar de que existía mayoría legislativa del partido en el gobierno hubo real división de poderes, algo que es consecuente con el programa del partido, pero no con los “usos y costumbres” de la clase política mexicana. Esa es la razón por la que desde el Poder Ejecutivo de la entidad se orquestaron fuertes golpes mediáticos contra la mayoría legislativa que, como ya señalamos, era de su partido, pero también la que permitió que se arpobaran leyes emblemáticas para una izquierda comprometida con el combate a la discriminación en un país donde el conservadurismo y el peso social de la Iglesia Católica es considerable. Estamos hablando, por ejemplo, de la Ley de Sociedades en Convivencia que otorgó estatus legal a uniones del mismo sexo (precursora del llamado “matrimonio gay” que se aprobó una legislatura después), la posibilidad de transexuales para cambiar de nombre, el divorcio Express y la despenalización del aborto. Además, no podemos pasar por alto que vivimos en un país multiétnico y multicultural en el pervive el racismo y en el que la pobreza y marginación suelen ser acompañar a los pueblos indígenas. ¿Por qué planteamos el respeto a los derechos de todas las minorías? Porque estamos por la convivencia armónica de lo diverso y rechazamos categóricamente cualquier tipo de discriminación. Somos respetuosos de credos, razas y orientaciones. Queremos construir una sociedad en donde quepan y puedan desarrollarse todos sus miembros sin tabúes ni prejuicios. 110
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Queremos vivir el multiculturalismo incluyente, ser abiertos con todas las razas y pueblos del planeta y respetar la opción libre y consciente sobre el ejercicio de la sexualidad a la que cada individuo tiene derecho. Para lograrlo se necesitan más que leyes y declaraciones. Es preciso que en la educación a todos los niveles se promueva una cultura de tolerancia y apertura hacia los 60 otros. Es importante señalar que al impulsar este tipo de demandas y reivindicaciones se anteponen el programa y los principios al pragmatismo, y el cálculo electoral deja el lugar de honor a la congruencia que está dispuesta a sacrificar votos por transformar la sociedad de acuerdo a sus convicciones. Ciertamente no es rentable en las urnas confrontarse con la jerarquía católica ni con los influyentes grupos de fuerte poder económico que se mueven a su alrededor. Pero, ya lo hemos dicho, se trata de pelear por transformar una realidad que se considera injusta y no conseguir el poder para simplemente mantenerse en él. Uno de los momento más críticos fue sin duda la discusión sobre la despenalización del aborto que en el DF se fraseó como el derecho de la madre a interrumpir el embarazo durante las primeras doce semanas de gestación. Por supuesto, en mis artículos de opinión deje constancia de mi posición sobre éste y otros temas moralmente controversiales. La despenalización tiene como objetivo darle la atención requerida a la mujer, de tal suerte que se reduzca la mortandad y esterilización que se tiene con los abortos mal practicados. Se trata de una medida contra la muerte y el daño irreparable, que de paso lesiona el gran negocio que se aprovecha de la semiclandestinidad actual. De ninguna manera promueve su ejercicio. Por el contrario, es perfectamente compatible con la legislación que lo hace jurídicamente permisible el implementar políticas públicas para 111
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reducir la incidencia del aborto. Nadie celebra que se interrumpa un embarazo y por eso es correcto que se busque que menos mujeres tomen tal decisión. En ese sentido reviste gran importancia la prevención de embarazos no deseados mediante educación sexual, la información masiva sobre la anticoncepción y la promoción del uso del condón. También ayuda que se fomente la maternidad, que se proporcione seguridad laboral a las mujeres en estado de gravidez y se sancione con severidad a las empresas que despidan a empleadas por esa razón, que se ayude a las madres a seguir con sus estudios y, en dado caso, que se cree un eficiente y profesional sistema de adopciones. Todo eso serviría para darle más opciones a la mujer y, por tanto, que su elección sea más libre. Finalmente, lo que nadie puede negar 61 es que es ella la que dice –y así debe ser– la última palabra. Existe un valor político fundamental para la izquierda con la que me identificó y que tomó gran relevancia a partir del acoso y las agresiones de los círculos más próximos al ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, contra personas y grupos que expresaban posiciones críticas frente a la estrategia adoptada por éste en sus oficinas y que pretendía imponerse sin discusión de por medio en el PRD. Con el tiempo, las agresiones fueron creciendo al grado de hablar de “traición” y “colaboracionismo con el gobierno de la derecha” a los que discrepaban. Me refiero, por supuesto, al valor de la tolerancia. El clima al interior del partido se volvió una verdadera caldera de odio durante la elección interna para presidente del partido, pues la campaña de desprestigio contra los que desafiaron al principal poder fáctico del partido, inscribiendo un candidato distinto al “oficial”, el cual era promovido desde el “gobierno legítimo”, fue ingente y sin escrúpulo alguno, algo muy parecido a lo que paradójicamente había sufrido AMLO durante la elección presidencial de 2006. 112
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Combatir la intolerancia es una necesidad política prioritaria porque ésta inhibe la crítica, la libertad de pensamiento y expresión, la creatividad y potencialidad de los militantes que es indispensable para la renovación y salud de cualquier proyecto político. Pero también es una necesidad cultural porque la intolerancia significa atraso y autoritarismo y con ella germina la violencia. A pesar de que la intolerancia es inmoral –incluso así puede verse desde la misma perspectiva de algunos de quienes la alientan, pues es un producto que suele ser vergonzante– se sustenta, quienes la practican, en un discurso profundamente moralista. Los otros, los que piensan distinto –o los que tienen otra raza, otra religión, otra preferencia–, los que discrepan, los que desafían, son los inmorales, pues suponen que sólo hay un camino legítimo y correcto, como si fuera luminoso e incontrovertible y no quedara, por tanto, lugar para la incertidumbre. Hay una verdad oficial y dudar de ella es de entrada sospechoso. Existe absoluta incapacidad para reconocer legitimidad en un ser o pensar distinto. Y eso, aunque suene contradictorio, no se puede tolerar. Ese es el límite de la tolerancia. Tolerar la intolerancia… entrañaría contribuir a la limitación o destrucción de los valores asociados a la tolerancia: libertad, respeto mutuo, dignidad humana, convivencia pacífica, democracia real. Y significaría, asimismo, hacerse cómplice – voluntaria o involuntariamente– de los males, sufrimientos, indignidades que en esos casos la tolerancia acarrea a los individuos 62 y a los pueblos. Por esto, y teniendo además una experiencia similar con la huelga universitaria del CGH en 1999-2000, denuncié la intolerancia desde sus primeras manifestaciones, tanto en artículos como en otros documentos, comunicados de prensa y cartas que hice públicas a dirigentes y liderazgos. Incluso presenté un documento colectivo, 113
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“Manifiesto por la tolerancia”, en una sesión del Consejo Nacional del PRD. El clima en nuestro partido está hoy enrarecido. En lugar de incitar a reflexionar, analizar y deliberar libremente, se intimida y persigue a los que se atreven a externar sus opiniones. Hay una obsesión persecutoria de los que se presentan a sí mismos como monopolizadores de la verdad, que se asumen como jueces morales y examinan la pureza de las posiciones expresadas en público o en privado. Dicho Comité de Salud Pública promueve no la formación de cuadros políticos que piensen con cabeza propia y asuman sus responsabilidades sino la creación de un ejército de fieles que con espuma en la boca combatan al enemigo interno. En ese ambiente perverso, en el que todo compañero es sospechoso y en el que se reprime toda actitud crítica, se encuba 63 el huevo de la serpiente del totalitarismo. Al principio del capítulo hablábamos de los dos aspectos esenciales de toda política, el “valorativo-ideológico” y el “prácticoinstrumental”. Ya hablamos del primero y para referirnos al segundo y su relación con aquel es importante tener en cuenta que se trata de un tema clásico del debate político en general, pero que sin duda ha tenido especial relevancia en el terreno de la izquierda. Me refiero al de fines y medios. Lo que predominó en el “marxismo-leninismo” oficial, así lo condenaran explícitamente, fue lo que expresa la frase “el fin justifica los medios”. Cabe decir que ahora, aunque pocos la reivindiquen públicamente, en política priva esa concepción aunque sea vergonzante y muchos de los que la practican abjuren de ella. Es evidente que en política no es la excepción la falta de escrúpulos en la selección de los métodos para conseguir objetivos. Un ejemplo reciente, sentido, y que viene muy al caso de este informe, es 114
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la propaganda negra y la violación consciente de la ley durante le elección presidencial de 2006. La política tiene que buscar la eficacia y cumplir los objetivos que se plantea. Estamos hablando del poder que por definición tiene la capacidad de incidir en la realidad. Cierto es que hay políticos testimoniales u otros cuyo extremismo los condena a la impotencia y la derrota –lo que Adolfo Sánchez Vázquez llama “moral sin política”–, pero como de lo que se trata es tener resultados y, por lo tanto, la selección de los medios para lograrlos resulta de gran importancia. Pero eso no debe llevar a lo que arriba cuestionábamos y ser permisivos con los métodos –“política sin moral”, en términos del filósofo del exilio español– el otro extremo. “Una política de izquierda tiene que encontrar la adecuada relación entre fines y los medios a que recurre para alcanzarlos, así como entre esos fines y las conductas de los sujetos políticos al tratar de cumplirlas”.64 Entonces no todo puede estar permitido, entre otras razones porque pensar y actuar de esa manera es contraproducente. Pero no se trata sólo de su inmoralidad, sino también de sus consecuencias políticas. Ciertamente, semejantes prácticas minan la confianza de los militantes en los principios que se proclaman y en la eficacia de la acción para realizarlos, lo que se traduce en la reducción de su participación consciente, así como en la pasividad o abstención electoral de los ciudadanos que simpatizan con ellos. En suma, semejantes prácticas constituyen, en mayor o menor grado, un inmoralismo que afecta, de un modo u otro, 65 pero siempre negativamente, a la vida política. El PRD ha pagado un costo considerable por la exhibición pública de prácticas indebidas. Recordemos el caso de la “Leche Betty”, los videoescándalos, las irregularidades en sus elecciones internas, el News Divine. Es verdad que los escándalos de corrupción 115
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del PT brasileño o del Frente Sandinista de Liberación Nacional, por decir sólo dos casos, demuestran que el problema no es privativo de la izquierda mexicana, pero eso no debiera ser consuelo. Al contrario, exige definiciones, compromisos, medidas urgentes y, por supuesto, trabajar mucho en la educación política. El tema de los fines y de los medios exige una posición propia sin ambages. ¿Cuáles son nuestros fines y nuestros medios? Tenemos fines inmediatos, mediatos y remotos, pero no los vemos disociados. Los primeros son tránsito para los segundos y éstos para los últimos. Como no pensamos en una transformación abrupta lograda por un único acontecimiento, pensamos en ir consiguiendo conquistas sociales y democráticas que vayan ampliando los márgenes de libertad, justicia y democracia de los ciudadanos. Los medios que empleamos y emplearemos para conseguir estos avances serán congruentes con esos fines, de tal manera que en nuestro actuar se puedan vislumbrar también los objetivos que perseguimos. No se trata de un prurito moral sino de la toma de conciencia de que la credibilidad es un activo político de primera importancia que la incongruencia dilapida. Ante la afirmación de que “el fin justifica los medios”, nosotros 66 decimos que “los medios justifican el fin trasluciéndolo”. En ese sentido, el debate de la estrategia política es de primera importancia. A primera vista pudiera parecer que en la última etapa la diferencia fundamental en el PRD es sobre los medios que se utilizan en la lucha política, pero, como lo hemos venido sosteniendo, en el fondo se discrepa en los fines y es ésta diferencia, de alguna manera soterrada o, por lo menos no asumida, la que explica los distintos y excluyentes métodos que se utilizan. Los medios deben tener correspondencia con los fines y siguiendo esa pista se pueden comprender mejor los caminos emprendidos. 116
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Si se acepta la vía electoral como el mecanismo legítimo de distribución del poder en el actual sistema político la preocupación debe ser mantener e incrementar la base electoral. Pero si lo que se busca es un colapso institucional para restablecer la democracia con otras bases porque se considera que no hay condiciones para acceder a través del voto a la cúspide del poder, en virtud de las anomalías y deficiencias del sistema, entonces se entiende, aunque no se comparta política y moralmente como es mi caso, que se intente conscientemente descomponer la situación y desestabilizar al país aún a costa de perder apoyo electoral, sin que esto signifique dejar de participar en los comicios y acceder a las prerrogativas y espacios de poder del régimen al que se busca colapsar para usar esos mismos recursos e influencia a favor de esa causa disruptiva –me permití en alguna ocasión ironizar dicha actitud con una frase: “la revolución a cargo del erario”67 . La coexistencia de ambas líneas políticas ha llevado a una continua y acentuada esquizofrenia del partido que manda mensajes equívocos y contradictorios a la sociedad y que terminan por estorbarse. Al respecto he asumido una posición clara. Dos líneas contradictorias conviven en el PRD y ambas fueron avaladas por el Congreso Nacional de agosto de 2007. Una de ellas se propuso transformar al país con base en lograr acuerdos en el Congreso de la Unión compatibles con el programa del partido, asumir la vía electoral como la única legítima para aspirar al poder público y dar la batalla dentro de las instituciones. A pesar de que su aplicación ha sido estorbada, cubierta y mediatizada por la contradicción con la otra línea no se puede negar que ha tenido resultados importantes. La reforma electoral, los avances logrados en la Comisión para la Reforma del Estado, el presupuesto de egresos del año 2008 que fue votado por unanimidad, la renovación de los Consejeros Electorales, y las victorias en los comicios de Michoacán, del Municipio de Benito 117
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Juárez en Quintana Roo y, recientemente, de cuatro municipios y dos distritos locales en el norte de Nayarit. En esos lugares se optó por construir mayorías y disputar a los sectores medios e indecisos en lugar de polarizar y enrarecer el clima político. En contraste, la otra línea política sí busca profundizar la polarización y llevar a cabo acciones directas de resistencia y desobediencia civil como forma de enfrentar a un gobierno producto del fraude electoral de 2006. Dicha estrategia ha resultado contraproducente para el PRD y para el movimiento democrático, pues ha deteriorado la imagen del partido y de su ex candidato presidencial e influido de manera negativa en los procesos electorales. Según todas las encuestas de opinión, el PRD se está reduciendo a su voto duro de cara a las elecciones federales y el porcentaje de ciudadanos que afirman que nunca votarían por el partido ni por el presidente legítimo se ha incrementado de manera alarmante. El PRD debe acabar con la esquizofrenia y tomar una definición a favor de la línea política que, a pesar de todo, ha funcionado, ratificando lo que en ese sentido acordó el pasado Congreso 68 Nacional. La disputa por la línea política del partido se entiende al visualizar la relación fines y medios y permite evaluar mejor la eficacia de los segundos, su congruencia respecto a los primeros y la legitimidad de ambos de acuerdo a los valores que se asumen y objetivos remotos – o fines últimos– que se enarbolan. Contar con un modelo de sociedad en el que se cristalicen ambos, una utopía, puede ser de gran utilidad si se le utiliza como “faro guía” para que nos indique hacia donde caminar y, por lo mismo, para saber si avanzamos, retrocedemos o nos desviamos, según la afortunada metáfora de Luís Villoro.69 Sería aventurado calificarme como marxista, no obstante que la socialdemocracia proviene de ese pensamiento, tuve una formación durante mi juventud en una de sus corrientes, el trotskismo, y aprendí 118
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mucho de uno de los exponentes del marxismo más destacados y brillantes de México y el mundo, Adolfo Sánchez Vázquez, en mi estancia en la Facultad de Filosofía y Letras, y del cual sigo abrevando con sus textos sorprendentemente actuales, abiertos y filosos. La influencia marxista es innegable. Sin embargo, les debo mucho a otros pensadores como Nietzsche, Camus y Foucault, además de que los cuestionamientos de Luís Villoro a las ideologías y a las doctrinas, sin llegarme a convencer del todo, provocan en mí, como debe ser, dudas y reflexiones heterodoxas, no obstante que reconozco, por ejemplo, en la teoría que ha producido y sostiene Sánchez Vázquez una gran capacidad de rectificación y adecuación a las circunstancias, pues ha mantenido una constante revisión sobre sí misma, sometiendo a crítica constante incluso al venerable Marx, y asumiendo ese carácter dinámico como esencial. El caso es que sería forzado darme esa identidad. Ahora bien, no obstante las diferencias tengo muy presente a Sánchez Vázquez en mi actividad política, lo cual, por supuesto, no lo hace responsable de lo que un servidor piense, escriba, diga o haga. Estoy claro que la Filosofía de la praxis es una interpretación del marxismo que se plantea como objetivo fundamental cumplir con la tesis XI sobre Feuerbach, es decir, transformar al mundo, lo cual también me planteo yo con la actividad política que realizo si bien no con la misma radicalidad y de la misma manera con la que se lo planteó mi maestro en su obra con ese nombre. Comparto con él los puntos, aunque quizás no el alcance, que menciona como fundamentales e interactuantes del marxismo que sostiene como Filosofía de la praxis. La crítica del presente por injusta; un proyecto de emancipación que sostiene una eventual sociedad del futuro deseable y cualitativamente superior basada en valores que son negados en la actualidad; el conocimiento adecuado de la realidad que permite establecer objetivos viables, así como las estrategias y tácticas convenientes para conseguirlos; y la práctica consciente y 119
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transformadora como eje articulador de los anteriores, la que hace posible pasar de la mera interpretación al cambio real de acuerdo a las circunstancias70 . En qué medida se lleva a cabo esa praxis en el PRD y cuál ha sido la contribución de mis artículos y otros textos a ese respecto es tema del próximo apartado. Por lo pronto adelanto que estoy convencido de que la actividad política requiere de una retroalimentación permanente entre la teoría y la práctica que permita adecuar la táctica y la estrategia a las condiciones particulares, siempre dinámicas de la coyuntura, ser capaz de ver más allá de ésta, interpretar correctamente los fines y los medios de las distintas fuerzas políticas, hacer prospectiva, evaluar las concepciones y actuaciones propias, etc. Poner a prueba ideas, concepciones y planteamientos, avistar las fortalezas y debilidades propias y ajenas y estar en la disposición de corregir debieran guiar una acción política responsable, profesional y no improvisada. …la práctica no sólo opera como criterio de validez de la teoría, sino como fundamento de ella, ya que permite superar sus limitaciones anteriores mediante su enriquecimiento con nuevos 71 aspectos y soluciones Por otra parte, estoy de acuerdo con las críticas de Sánchez Vázquez al llamado “socialismo real” y su convicción de que la nueva sociedad por la que vale la pena luchar, se llame o no socialismo, debe concretar los anhelos de libertad, justicia y democracia que la inspiraron, es decir, ir más allá del liberalismo en lugar de negarlo; crear las condiciones de posibilidad para que todos, y no sólo unos cuantos privilegiados, puedan decidir sobre su vida de acuerdo a sus propios intereses y deseos y que haya creciente participación ciudadana en los asuntos públicos que complemente la democracia representativa. En ese sentido, coincido en que hay que acercarnos cada vez más a lo que Marx llamó “reino de la libertad”72 . Por ello se debe, además de 120
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promover la justicia social y oponerse a todo tipo de discriminación, rechazar cualquier forma de autoritarismo –así se diga de izquierda– y buscar que el poder se distribuya y no se concentre. Un tema aparte es la crítica a la socialdemocracia por servir más como un elemento de continuidad del capitalismo y de la opresión, así sea moderada y desafilada, que le es propia. Tratar de contestar dicha cuestión rebasa los alcances del presente trabajo, responderla requiere de un serio análisis sobre los avances sociales y democráticos que en el mundo ha impulsado y ayudado a conseguir la socialdemocracia, considerar los límites que el sistema democrático le pone a las transformaciones –el que gana una elección no puede inventar un país y está obligado a llegar a acuerdos con otras fuerzas– y la difícil situación que dejó la caída del socialismo real, simbolizada con la del Muro de Berlín, a la posibilidad de generar un amplio consenso en torno a la necesidad de transformación radical de la sociedad en estos momentos y, por consiguiente, que ésta se lleve a cabo. Por supuesto, también debe incluir una reflexión crítica sobre el papel de la socialdemocracia en el combate de la exclusión en sus respectivos países y a nivel mundial y su carácter reproductor o reformador del capitalismo en los últimos tiempos. De cualquier forma, la crisis económica mundial que se está desarrollando representa una oportunidad para poner en cuestión al paradigma dominante en las últimas décadas, el llamado neoliberalismo, y que las izquierdas, no únicamente la socialdemócrata, tomen la iniciativa en la discusión, en las propuestas, e incluso en la organización y movilización de la sociedad para pugnar por un mundo cuya interrelación redunde en la promoción de la equidad entre las naciones y dentro de ellas. Decíamos que la nueva sociedad no se logrará mediante un solo evento y de manera abrupta como si se tratara del paso de la oscuridad a la luz al final de un eclipse. La transformación social es un proceso 121
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que debe constatarse en la realidad teniendo claridad en los puntos de partida y de llegada como guía para dar pasos en la dirección correcta tal y como dijimos. Pero también entendiendo que no se trata solamente de sancionar legalmente una nueva condición de cosas sino que es fundamental el aprendizaje social que además de favorecer los cambios permite que efectivamente éstos sean vividos, es decir, aprovechados plenamente. La democracia requiere cultura y ni las leyes por sí solas, ni siquiera la existencia de instituciones democráticas, garantizan la instauración de un régimen realmente democrático. La sangre de la democracia son los ciudadanos y para que éstos existan deben saber ejercer sus derechos y participar de la cosa pública. Lograrlo es un aprendizaje, es adoptar o generar una cultura democrática que no está dada, menos aún en países de tradición autoritaria como el nuestro. De lo que se trata es de crear ciudadanía. Finalmente el debate ideológico puede ayudar a esa escuela de democracia que debe ser la polis actual; claro, siempre que se imponga la tolerancia. ¿Por qué nos planteamos construir ciudadanía y generar cultura democrática? Porque para que la democracia sea efectiva no bastan reglas, instituciones, procedimientos, principios y postulados democráticos. Hace falta, además de condiciones sociales propicias, una cultura que la haga posible; se requieren ciudadanos en toda la extensión de la palabra que conozcan sus derechos y los ejerzan plenamente, que puedan convivir con la diferencia y sacarle provecho, que toleren la discrepancia y sean capaces de debatir con ella y llegar a acuerdos, que piensen con cabeza propia y sean libres para opinar y actuar en consecuencia, que se organicen para incidir en los asuntos públicos y en la vida comunitaria, que puedan ser sí mismos. La democracia necesita 73 de ciudadanos que la ejerzan, que sepan ejercerla. 122
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3.2 Teoría y praxis en el PRD El PRD es un partido político que se plantea en sus documentos básicos el acceso al poder público por la vía electoral y la transformación económica, política, social y cultural del país a través de la lucha institucional. Esta definición básica no anula la pretensión de organizar a la sociedad y eventualmente movilizarla a favor de demandas particulares o incluso generales. Estos son derechos constitucionales irrenunciables que deben tratar de ejercerse, en mi opinión, de tal manera que no sólo no debiliten la competitividad electoral del partido ni lo aíslen de otras fuerzas políticas sino que, en la medida de lo posible, fortalezcan su presencia social y le permitan hacer una política de alianzas amplia e incluyente. La política requiere de resultados y en una democracia estos se miden o, si se prefiere, se hacen posibles con votos. Es en las urnas donde se decide qué opción política va a gobernar y el tamaño de la influencia que se tendrá en el parlamento que decide cuestiones fundamentales. Es obvio que el partido tendrá mejores posibilidades de incidir en la vida pública y llevar a cabo su programa si tiene un mayor peso en las instituciones y no se diga si además gobierna. Por supuesto, el ganar una elección, incluso ser mayoría en algún órgano parlamentario, no significa que se va a lograr de manera absoluta lo que se quiere, pues en la democracia no es correcto gobernar solo y eso significa atender propuestas diferentes, estar dispuesto a modificar en algo los planteamientos originales y aceptar otros que vengan de la oposición. El diálogo y el acuerdo, la negociación en todos los niveles, son consustanciales a la vida democrática. Pero la política no debe ser, y menos para un partido de izquierda que, por tanto, se plantea transformar la realidad, una actividad exclusivamente encaminada a lograr y conservar el poder. Se requiere acumular fuerza electoral e institucional para tener mayor influencia política, pero no debe ser a costa de sacrificar el deseo de cambio y la 123
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direccionalidad de éste. Podemos decir que el pragmatismo como acepción negativa es cuando se confunden las prioridades. Ganar elecciones es importante, pero no es un fin en sí mismo sino un medio que hace posible acercarse al modelo de sociedad por el cual cada partido legitima su participación política. Sin embargo, el pragmatismo se vuelve perverso cuando la necesidad de arribar o conservar el poder determina en definitiva el color de las políticas públicas y la labor legislativa; se enfrenta a las distintas circunstancias siempre en relación con ese fin. Este pragmatismo tan común en la política mexicana y que sacrifica objetivos y valores en aras de ganar como sea, ha llegado a tales grados que se ha vuelto habitual renunciar al programa propio y, a partir de las encuestas de opinión, conocer lo que piensa la gente para decirle no lo que el partido piensa y propone respecto a sus preocupaciones sino lo que ésta quiere escuchar. Que bueno que haya una actitud abierta y receptiva de los políticos, pero que malo que sea para mostrar habilidades camaleónicas. Hay una obsesión por ser climático y eso, finalmente, es una actitud que favorece más la continuidad que el cambio. Para ser efectivo en política sin perder los objetivos fundamentales hay que ver la arena electoral como un escenario sin duda importante pero entre muchos otros de la lucha por transformar al país. Que no se olvide que en última instancia toda batalla por el cambio es también una batalla en el ámbito cultural y, por lo mismo, la opinión pública es fundamental para buscar convencer, para tratar de ganar el debate a favor del programa partidario. Lo mismo podemos decir de la organización social que debe hacerse sentir en el territorio y empujar desde abajo por los mismos objetivos. Si lo que se quiere es no perder la brújula y evitar que venza el cinismo de una comodidad que se sostiene ondeando banderas en las que ya no se cree, simulación perversa que administra desilusiones al 124
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tiempo que adoctrina incautos, entonces se requiere avanzar hacia el profesionalismo de la actividad política, lo que debe significar la reflexión y evaluación cotidiana de ese quehacer. Es en ese sentido que la praxis, aunque ésta no sea revolucionaria –tal y como se plantea en el pensamiento de Sánchez Vázquez–, puede ser de gran utilidad en el PRD. No voy a obviar la crítica explícita y contundente de mi maestro a la socialdemocracia, sobre todo porque se hace indispensable ante mi propuesta de retomar en buena medida el método que propone Sánchez Vázquez para guiar la praxis política. Esta concepción de la praxis [revolucionaria] debía caer en el olvido en la medida en que los jefes de la II Internacional renunciaban, después de la muerte de Marx y Engels, a una transformación práctica, revolucionaria, de la sociedad para reducir toda la lucha del proletariado a una lucha por reformas en el marco del sistema capitalista, dejando intactos sus fundamentos, y vivas sus contradicciones fundamentales… La concepción materialista de la historia de Marx y Engels era interpretada por Bernstein y otros teóricos socialdemócratas de finales del siglo XIX como una teoría fatalista o en un sentido economista vulgar para justificar su transformación en una dirección idealista o ética. El desarrollo social era concebido, a su vez, en un sentido evolutivo que conducía a la tergiversación de la doctrina de la lucha de clases y al rechazo de la revolución social. Esta concepción reformista y, a la vez, ética del marxismo tenía que traducirse en la práctica en el abandono de la lucha de clase, revolucionaria, del proletariado, y, en el terreno teórico, en 74 el olvido de la praxis como categoría medular del marxismo. Las doctrinas se modifican o perecen. Gran parte del aporte de Sánchez Vázquez al marxismo es precisamente que al someterlo a 125
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crítica permanente lo ha transformado; se ha atrevido a revisar lo escrito por Marx hace siglo y medio para rescatar lo que considera fundamental y vigente: la posibilidad de transformar al mundo mediante la acción consciente e intencionada, mediante la praxis política. De hecho algunas cuestiones del marxismo que él sostenía en el momento de escribir su Filosofía de la praxis ya las corrigió, entre ellas cuestiones tan emblemáticas como el papel del proletariado como agente privilegiado del cambio social y, por ende, la lucha de clases como “partera de la historia”. Lo que debe resaltarse es la revisión desprejuiciada de la teoría. Contribuir a fundar, esclarecer y guiar la realización de ese proyecto de emancipación que, en las condiciones posmodernas, sigue siendo el socialismo –un socialismo si se quiere posmoderno– sólo puede hacerse en la medida en que la teoría de la realidad que hay que transformar y de las posibilidades y medios para transformarla, esté atenta a los latidos de la realidad y se libere de las concepciones teleológicas, progresivas, productivistas y eurocentristas de la modernidad, que llegaron incluso a impregnar el pensamiento de Marx y que se han prolongado hasta nuestro tiempo. Lo cual significa a su vez que no hay que echar en saco roto las críticas de la modernidad después de Marx ni lo que la crítica posmoderna aporta –sin 75 proponérselo a esa emancipación. De la misma manera, la socialdemocracia ha ido revisando sus concepciones y sin duda hay pluralidad, matices y divergencias en su interior. Pero más que reeditar el viejo debate entre revolucionarios y reformistas a principios del siglo XXI y asumiendo la evidencia que el mismo Sánchez Vázquez acepta de que hoy no está en la orden del día la revolución socialista sería más productivo plantearse si el PRD, siendo un partido electoral y explícitamente reformista, puede aspirar 126
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a la unidad entre la teoría y la práctica para conseguir de mejor manera sus objetivos de transformación política, económica, social y cultural del país. En eso puede ayudar la Filosofía de la praxis, teniendo presente los límites propios del cambio social en el régimen democrático y a través de las instituciones. No veo incompatibilidad alguna, pero en cambio sí muchas ventajas si de manera sistemática se busca esa vinculación esencial entre la teoría y la práctica. Los cuatro aspectos que Sánchez Vázquez encuentra en el marxismo como Filosofía de la praxis son aplicables, aunque en otra medida, a una teoría que dé sentido a la acción transformadora de un partido reformista como el PRD. …crítica de lo existente por medio de la cual se expresa nuestra inconformidad con el mundo social que nos rodea. La crítica de esta realidad presente empuja a la búsqueda de una alternativa social en la que se encuentren solución a los males sociales que la crítica denuncia: o sea, la crítica remite a un proyecto de transformación de la realidad presente que se caracteriza, en relación con este presente injusto, como un proyecto de emancipación o liberación. Así pues, crítica y proyecto se hallan estrechamente enlazados. Pero el proyecto no es sólo una idea o ideal, sino que entraña un deseo, una aspiración a realizarlo. Ahora bien, para que este proyecto no sea un simple sueño, deseo o utopía pura, es necesario conocer la realidad que ha de ser transformada, las posibilidades que para ello ofrece esta realidad, y hay que conocer también cuál es el sujeto o los sujetos que pueden realizar este cambio, así como los medios y las vías adecuadas para esa realización… El conocimiento no garantiza de por sí que lo que se desea se realice –pues esta realización no es inevitable– pero no puede prescindirse de él para que la práctica que se pone en juego con ello no sea una simple 127
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aventura. Pero el marxismo no es sólo crítica, proyecto y conocimiento, ya que cumple una función no sólo teórica sino práctica. No puede contentarse con criticar y conocer el presente –aunque esto sea indispensable– y diseñar el futuro, sino que tiene que contribuir a desencadenar una práctica, a inspirar acciones. ¿Cuáles? Las que se pretende que conduzcan al socialismo, y que –como toda praxis creadora– tiene un coeficiente 76 de imprevisibilidad e incertidumbre. La crítica de la sociedad presente, el proyecto de emancipación consecuente con esa crítica, el conocimiento adecuado de la realidad, así como de las posibilidades y medios para conseguir los cambios deseados, y la práctica transformadora de acuerdo a esos tres aspectos de alguna manera son reivindicados por el PRD, aunque hay que aceptar que su aplicación es más bien defectuosa, poco sistemática, excepcional, con mucha improvisación y olvido, en muchos de sus dirigentes, de los objetivos y valores del proyecto que representan. Recordemos que si bien el PRD participa en elecciones y ese ámbito le es fundamental y prioritario, no toda su labor política se circunscribe a la búsqueda del voto y al trabajo institucional. Tiene una base social en algunas partes muy extendida y formas de organización, un tanto pervertidas por el clientelismo, pero que les permite tener incidencia social que podría potenciarse si en realidad construyeran núcleos de discusión y acción políticas para incidir en sus respectivas comunidades. Por desgracia, la labor política en el PRD se ha vuelto una actividad más bien técnica en donde la crítica, el análisis, la prospectiva y el debate sobre la coyuntura brillan por su ausencia y sin embargo se cumplen con ciertos objetivos útiles políticamente aunque facciosos, básicamente de gestoría lo que permite mantener grupos sociales que pueden ser movilizados cuando lo requiera la dirección del partido, o más comúnmente de la corriente a la que pertenecen. 128
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Esto no quiere decir que los dirigentes medios carezcan de nociones sobre alguna concepción política dentro del marco de la izquierda, no vislumbren o sean incapaces de inferir el tipo de sociedad por el que en consecuencia estarían pugnando y no tengan opinión alguna sobre la coyuntura, pero lo importante es que tuvieran conciencia plena sobre todo esto, lo desarrollaran de manera metódica y sistemática y fuera parte de su disciplina cotidiana. El problema es que para sus objetivos inmediatos y apremiantes, que es mantener una base social movilizada, competir con éxito en elecciones internas y hacer proselitismo en los procesos constitucionales con base a un guión elaborado por otros, no le encuentran importancia. Trascender esa visión inmediatista y promover liderazgos y dirigentes con buena formación que, en consecuencia, sean capaces de responder en las diversas situaciones que una realidad cambiante e irrepetible va generando, adelantándose a acontecimientos y planeando el futuro, debiera ser un objetivo prioritario del PRD. Para ello sería de gran importancia, como ya dijimos, trabajar a favor de la unidad entre la teoría y la práctica. ¿En qué consiste ese deseo? La vinculación conciente e intencional de la teoría y la práctica para que la filosofía deje de limitarse a interpretar el mundo y sirva efectivamente para transformarlo es el fin de la Filosofía de la praxis, que como filosofía está en el ámbito de la teoría y que, por tanto, para realizar ese objetivo requiere de mediaciones con los agentes de ese cambio, es decir, con los hombres que, gracias a la teoría, deben tener un conocimiento racional de las condiciones objetivas en las que se encuentran y, por tanto, de las posibilidades de realización concreta de la transformación propuesta y de los medios que necesitan para llevarla a cabo. Esto significa que la praxis, además de vincular teoría y práctica, también vincula objetividad –condiciones materiales para el cambio– con subjetividad –convencimiento de la posibilidad y deseabilidad de 129
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ese cambio– así como ciencia –conocimiento de la realidad a transformar– con ideología –valoración negativa del presente y valoración positiva del futuro propuesto y posible. Lo que aquí no cabe es cualquier tipo de fatalidad en el curso de la Historia. Ni el advenimiento del socialismo está garantizado como tampoco lo está su imposibilidad. Depende de lo qué se haga, de cómo se haga, de quiénes lo hagan y de las condiciones en las que se haga. Por eso Sánchez Vázquez coloca a la vinculación con la práctica como el gozne entre los aspectos fundamentales del marxismo como Filosofía de la praxis –crítica de lo existente, proyecto de emancipación, y conocimiento de la realidad– formando los cuatro una unidad indisoluble, y por eso es que el debate teórico es fundamental para la praxis revolucionaria, máxime cuando dicha praxis actúa con un grado alto de imprevisibilidad, unicidad e irrepetibilidad en el proceso y el resultado, es decir, sin recetas, dogmas ni paradigmas; hay que crear, lo cual significa también 77 crearse. La unidad entre teoría y práctica implica su correspondencia. Una teoría revolucionaria nos lleva a una práctica revolucionaria, pero una teoría reformista lo hace con una práctica reformista. En cualquier caso la práctica revisa a la teoría, la adecua según las circunstancias y los resultados para que luego a su vez se ajuste la práctica a las modificaciones teóricas en una retroalimentación constante e interminable. Todo está y se mantiene a prueba ante la inteligibilidad determinada por los objetivos. …la praxis social es la actividad de grupos o clases sociales que conduce a transformar la organización y dirección de la sociedad, o a realizar ciertos cambios mediante la actividad del Estado. Esta forma de praxis es justamente la actividad política… La política es una actividad práctica en cuanto que la lucha que libran 130
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los grupos o clases sociales se halla vinculada a cierto tipo de organización real de sus miembros (instituciones y organizaciones políticas, como son, por ejemplo, los partidos); en segundo lugar, aunque la actividad política vaya acompañada de un choque y contraposición de ideas, proyectos, programas, etc., y esta lucha ideológica ejerza una influencia indudable en las acciones políticas reales, concretas, el carácter práctico de la actividad política exige formas, medios y métodos reales, efectivos, de lucha…En tercer lugar, la actividad política gira en torno a la conquista, conservación, dirección o control de un organismo concreto como es el Estado. El poder es un instrumento de importancia vital para la transformación de la sociedad… Los partidos trazan, con una mayor o menor conciencia de los objetivos, posibilidades y condiciones, la línea de acción. Para transformar lo ideal en real, es decir, para realizar prácticamente 78 cierta política se requiere una estrategia y una táctica. La estrategia y la táctica también deben revisarse de manera cotidiana y no debe ser únicamente el grupo compacto que se encuentra en la cúspide de la organización política el que lo haga. Se debe socializar la reflexión política a todos los niveles y eso redundará no sólo en mayor efectividad al contar con cuadros más preparados, con una visión integral y claridad sobre los fines y los medios sino también en la necesaria y provechosa retroalimentación entre la dirección y las bases. Por otra parte, la situación varía según el estado y el municipio en el que se desarrolle la labor política. Promover la discusión política que hoy está muy acotada en núcleos selectos, bajándola y extendiéndola, redundaría en mejorar la capacidad de incidir en cada comunidad, reaccionar oportuna y adecuadamente ante las contingencias y, muy importante, que estén convencidos de la justeza y pertinencia de las 131
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acciones quienes las van a llevar a cabo y entiendan perfectamente qué se busca con ellas. Pero además, se estarían formando dirigentes en lugar de simples “operadores” que movilizan personas “para lo que se necesite” según la visión de otras personas, en muchas ocasiones ajenas al lugar, y que no comprenden. La paradoja del PRD es que es un partido político en el que excepcional y acotadamente se discute política. No es consuelo que los demás partidos estén igual o peor. Por supuesto que promover la discusión de manera sistemática a lo largo y ancho del país conlleva el riesgo de debilitar los mecanismos de control del centro sobre la periferia, pero sería para bien porque se generarían otros más democráticos e interactivos, en el que el convencimiento y, por tanto, la convicción suplieran a la ciega disciplina. Se trataría de revitalizar al partido y poner en el centro de la atención de dirigentes y militantes lo que nunca dejó de ser prioritario: la transformación de la sociedad de su entorno, de incidir afuera en lugar de pelearse adentro. Discutir la situación del país, del estado, del municipio, de la comunidad, así como la estrategia y la táctica para incidir a favor de objetivos valiosos ayuda a volcar al partido a la acción política y darle una salida al ensimismamiento en el que la lucha interna lo tiene metido. Además el examen cotidiano de las ideas, los planteamientos y las acciones vacunan contra el dogmatismo y la interacción intelectual permanente con otros puntos de vista coadyuva a detener el cáncer de la intolerancia. De esta manera se favorecería la formación de militantes críticos a los que se les debe apreciar por su capacidad de reflexión, de análisis y de propuesta y no por su disciplina incondicional que cae en el servilismo. Por eso redundaría también en la democracia partidaria y tanto dirigentes como gobernantes como liderazgos perredistas estarían sujetos a la crítica, no para castigar a nadie sino para identificar deficiencias, garantizar la comunicación, actuar coordinadamente y 132
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resolver controversias de manera racional y razonable. Así también los dirigentes medios no sólo serían correas de transmisión sino actores conscientes que deben ser tomados en cuenta. La capacidad crítica y autocrítica es un instrumento cualitativo precioso e imprescindible para incidir en la realidad correctamente según los objetivos trazados y alertar sobre eventuales desviaciones para mantener o retomar el camino. Y algo muy importante. Al tener siempre presente, como guías en la discusión, los objetivos y valores que el partido ha hecho suyos en la discusión política cotidiana, eso fortalecería la presión para que los gobiernos perredistas cumplieran efectivamente con el programa, no reprodujeran vicios del viejo régimen ni se conformaran en poderes fácticos todopoderosos, de tal suerte que se estableciera una relación virtuosa y no subordinada. El partido debe ser acicate para que la transformación social de izquierda que propone efectivamente se vaya cumpliendo. Los artículos semanales y otros textos que he elaborado durante los últimos cinco años han contribuido, aunque sea modestamente, a promover y extender la discusión política. Que dicha actividad sea la excepción y que prácticamente no haya habido réplicas, no obstante que en muchas ocasiones se han abordado temas polémicos, es parte de la misma anemia de teoría y debate político que existe en el conjunto del partido. Sin embargo el trabajo realizado ha tenido repercusiones crecientes dentro y fuera del PRD. En algunas ocasiones los artículos han sido publicados o retomados en los medios de comunicación nacional, así como diversas misivas a dirigentes y liderazgos. Pero sin duda que el principal efecto se ha dado por la relación constante e ininterrumpida con los dirigentes del partido en todo el país con base en la distribución de reflexiones, análisis y polémicas. Era frecuente que cuando el artículo se retrasaba uno o dos días hablaban de las direcciones estatales para preguntar por él y en 133
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ocasiones diversos dirigente me hacían llegar sus comentarios por vía oral o escrita. O bien me reclamaban cuando por alguna causa llevaban semanas sin el texto encima del escritorio, sea porque la secretaría no se los entregaba, sea porque el fax no funcionaba o porque simplemente se les traspapelaba. Hemos dicho que la teoría, así se plantee la praxis, para que se vuelva práctica necesita de mediaciones. Una de ellas es la educación de quienes deben actuar y otra es la discusión ideológica. Es ahí, en ese lugar de la praxis donde podemos ubicar gran parte de mi trabajo. Entre la teoría y la actividad práctica transformadora se inserta una labor de educación de las conciencias, de organización de los medios materiales y planes concretos de acción; todo ello como paso indispensable para desarrollar acciones reales efectivas. En este sentido, una teoría es práctica en cuanto que materializa, por medio de una serie de mediaciones, lo que antes sólo existía idealmente, como conocimiento de la realidad o anticipación ideal de su transformación… La filosofía que se ve a sí misma como instrumento teórico de la praxis es teoría, y como tal no transforma real y efectivamente de por sí. Interpretar no es transformar. Pero de lo que se trata –como dice Marx en la tesis XI– es de transformar; de ahí que la teoría haya de ser arrancada de su estado meramente teórico y, por las mediaciones adecuadas, 79 tratar de realizarla. Los artículos semanales que he realizado cumplen un doble propósito en el PRD. Por un lado llevan la discusión de coyuntura sobre muy diversos temas a personas y espacios donde se toman decisiones políticas y por el otro ayuda a generar una cultura de debate, fundamental para la formación de dirigentes. El PRD debe cambiar junto con el país y para ello debe apostar a la educación. 134
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Las inercias son muy fuertes y arraigadas, pero si alguna esperanza tiene el principal partido que la izquierda mexicana a construido para convertirse en gobierno nacional y hacer que su programa sea efectivamente el que trace la ruta de transformación del país es que precisamente pueda hacer de la labor política una actividad colectiva generalizada en sus dirigentes y militantes y logre que la formación política sea un derecho y obligación de todos sus miembros para que, en esa medida, no sólo pueda atacar los vicios que le vienen del viejo régimen de raíz sino que también pueda convertirse en una alternativa real a lo existente y que signifique avances de libertad, justicia y democracia, tal y como lo estipula su proyecto de emancipación. Si se requiere construir cultura democrática en el país debe comenzarse, o al menos prestar especial atención, en los partidos políticos que deben desenvolverse en ella, especialmente aquellos que se plantean la democracia como objetivo. Y eso sólo será posible con educación la cual no se restringe a cursos y lecturas, sino que implica costumbre y ejemplo. El debate racional sin duda que contribuye con ese fin valioso que a su vez sería un medio importante para conseguir las transformaciones anheladas. De alguna manera creo estar contribuyendo a ello con la elaboración y distribución de mis artículos y otros textos. 3.3 Crítica y parresía El debate político recurre frecuentemente a la noción de verdad. Es más, en ella descansa gran parte de su legitimidad, sea cuando se recurre a razones para sustentarla o sea cuando simplemente se le presume. El político busca convencer por medios muy distintos, pero suele hacerlo asumiéndose siempre como el que conoce qué ha pasado, qué sucede, qué está mal, qué está bien y qué hay que hacer. Al utilizarse un lenguaje popular que aspira a ser asimilado por el conjunto de la opinión pública es natural que en él predomine la 135
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conciencia ordinaria sobre ese concepto que es tan pesado y controvertido para la filosofía como es el de La verdad. Comúnmente la pertinencia y validez de una afirmación en el debate político no se mide por su corrección epistemológica sino por su capacidad de persuasión, pero eso no quiere decir que eso libere al político de una necesaria y deseable vinculación con la ética que debe basarse antes que en otra cosa en su responsabilidad con la comunidad a la que pertenece. En ese sentido, aún cuando sea en el ámbito de la conciencia ordinaria, la pretensión de verdad del discurso político debe constatarse en el mismo discurso, pero también en los hechos, y eso incluye la propia vida del que lo ejerce. Un buen y sugerente punto de referencia para problematizar sobre política, verdad y ética, en relación a la labor crítica que he realizado con los artículos de opinión y otros textos de mi autoría en el PRD, es la parresía de la antigua Grecia, tal y como la expuso Michel Foucault en unas conferencias en la Universidad de California, en Berkeley, durante el otoño de 1983 como parte de un seminario titulado “Discurso y verdad”.80 No pienso exponer o resumir lo ahí expresado por el filósofo francés. Basta con hacer notar algunos elementos relevantes de su connotación política en esa sociedad y que nos sirvan para contrastarlos con la actividad que he realizado, así como con su contexto. Existen tres formas de la palabra: la forma nominal “parresía”; la forma verbal “parresiázomai”; y existe también la palabra “parresiastés” –que no es muy frecuente y no se encuentra en los textos clásicos… “Parresía” es traducida normalmente al castellano por “fanqueza”… “Parresiázomai” es hacer uso de la parresía, y el “parresiastés” es alguien que utiliza la parresía, es decir, alguien que dice la verdad… Etimológicamente, “parresiazesthai” significa “decir todo” –de “pan” (todo) y “rema” (lo que se dice)–. Aquel 136
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que usa la parresía, el parresiastés, es alguien que dice todo cuanto tiene en mente, no oculta nada, sino que abre su corazón y su 81 alma por completo a otras personas a través de su discurso. El comunicar de manera directa y abierta lo que se cree significa una diferencia con la retórica que utiliza figuras para prevalecer en su auditorio, para persuadirlo, y no necesariamente expresa de manera exacta el pensamiento que se tiene, el cual puede incluso ser premeditadamente velado. El parresiastés siempre dice su opinión82 . Pero esta característica da pie a dos acepciones de parresía, una en sentido positivo y otra claramente peyorativa que tiene que ver con decir todo lo que se tiene en mente y que podemos identificar con “parloteo”83 . Más adelante nos detendremos con ese significado que está muy vinculado a la crisis de la democracia ateniense y que, por lo mismo, puede sernos de gran interés. Por lo pronto veámosla como virtud ciudadana. El parresiastés está convencido que lo que cree es verdadero porque sabe que lo es. Por eso “hay siempre una coincidencia exacta entre creencia y verdad”84 . Nunca duda y la coincidencia entre éstas no se da en la mente –como sucede en la prueba cartesiana– sino en la actividad verbal, en la parresía. En la concepción griega de la parresía, sin embargo, no parece ser un problema la adquisición de la verdad, ya que tal posesión de la verdad está garantizada por la posesión de ciertas cualidades morales, entonces es la prueba de que tiene acceso a la verdad – y viceversa– El “juego parresiástico” presupone que el parresiastés es alguien que tiene las cualidades morales que se requieren, primero, para conocer la verdad y, segundo, para comunicar tal verdad a 85 los otros. Las cualidades morales son las del buen ciudadano, pero que se acreditan en momentos riesgo para el hablante. El parresiastés requiere 137
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de valor para enfrentar las consecuencias de lo que dice, pues sólo se recurre a la parresía cuando decir la verdad conlleva peligro. …desde la perspectiva de los antiguos griegos, un profesor de gramática puede decir la verdad a los niños a los que enseña y, en efecto, puede no tener ninguna duda de que lo que enseña es cierto. Pero, a pesar de esa coincidencia entre creencia y verdad, no es un parresiastés. Sin embargo, cuando un filósofo se dirige a un soberano, a un tirano, y le dice que su tiranía es molesta y desagradable porque la tiranía es incompatible con la justicia, entonces el filósofo dice la verdad, cree que está diciendo la verdad y, más aún, también asume un riesgo (ya que el tirano puede enfadarse, castigarlo, exiliarlo, matarlo)… Por supuesto, ese riesgo no siempre es un riesgo de muerte. Cuando, por ejemplo, alguien ve a un amigo haciendo algo malo y se arriesga a provocar su ira diciéndoles que está equivocado, está actuando como un parresiastés… Si en un debate político, un orador se arriesga a perder su popularidad porque sus opiniones son contrarias a la opinión de la mayoría o pueden desembocar en un escándalo político, utiliza la parresía. La parresía, por tanto, está vinculada al valor frente al peligro: requiere el valor de decir la verdad a pesar de cierto peligro. Y en su forma extrema, decir la 86 verdad tiene lugar en el “juego” de la vida o la muerte. En ese sentido, los poderosos, en la medida en que no arriesgan nada, no pueden hacer uso de la parresía aunque digan la verdad. Correr el riesgo por hablar implica una relación específica con uno mismo, además que la que se tiene con el que representa la amenaza, pues atenta contra el interés propio hasta el grado de arriesgar la vida. Frente a la tranquilidad que da el decir lo que se quiere escuchar o guardar un silencio prudente, hay una actitud ética radical: “El parresiastés prefiere ser alguien que dice la verdad antes que un ser humano que es falso consigo mismo”.87 138
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La incomodidad de la parresía se debe a que cumple la función de la crítica frente a otro u otros más poderosos. Incluye la autocrítica cuando se mantiene esa relación de inferioridad frente al interlocutor o cuando se está dispuesto a pagar el precio por el reconocimiento de errores propios.88 En la democracia, la parresía es un derecho ciudadano y, por lo mismo, no todos pueden hacer uso de ella. Pero un auténtico parresiastés debe estar dispuesto a arriesgar esa libertad para hablar que la hace posible y que lo distingue de los esclavos, precisamente al ejercerla diciendo la verdad aunque ésta no guste a la mayoría y pueda tener como consecuencia el exilio. Interpretando un pasaje de la tragedia Fenicias de Eurípides, Foucault nos recuerda no sólo la importancia de la ciudadanía para los griegos sino también algo crucial, la importancia de la crítica en la vida política: …si no se tiene el derecho de hablar libremente, se es incapaz de ejercer ningún tipo de poder, y de este modo se está en la misma situación que un esclavo. Es más: si tales ciudadanos no pueden utilizar la parresía, no pueden oponerse al poder del gobernante. Y sin el derecho de la crítica, el poder ejercido por un soberano es ilimitado… El hombre que ejerce un poder es sabio sólo en tanto que hay ahí alguien que puede utilizar la parresía para criticarle, y de ese modo poner algún límite a su poder, a su 89 mandato. Como el parresiastés no está coaccionado para hablar ejerce su libertad cuando toma el riesgo de decir lo que piensa. Siempre existe la posibilidad de mentir o quedarse callado. Pero si toma la palabra y, a pesar del peligro, expresa la verdad es porque hay de por medio una obligación moral, un deber de hacerlo. La parresía “está conectada con la libertad y el deber”90 Entonces, la parresía es un hablar franco y libre ante un interlocutor más poderoso que le resulta incómodo en función de la crítica 139
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y que, por lo mismo, puede resultar peligroso a quien lo práctica, pero aún así lo lleva a cabo por tratarse de lo hace como un deber ciudadano, el cumplimiento de su responsabilidad ante la polis. …la parresía es una forma de actividad verbal en la que el hablante tiene una relación específica con la verdad a través de la franqueza, una cierta relación con su propia vida a través del peligro, un cierto tipo de relación consigo mismo o con otros a través de la crítica (autocrítica o crítica a otras personas), y una relación específica con la ley moral a través de la libertad y el deber. Más concretamente, la parresía es una actividad verbal en la que un hablante expresa su relación personal con la verdad, y arriesga su propia vida porque reconoce el decir la verdad como un deber para mejorar o ayudar a otras personas (y también a sí mismo). En la parresía, el hablante hace uso de su libertad y escoge la franqueza en lugar de la persuasión, la verdad en lugar de la falsedad o el silencio, el riesgo de muerte en lugar de la vida y la seguridad, la crítica en lugar de la adulación, y el deber moral en 91 lugar del propio interés y la apatía moral. Sería conveniente detenernos un momento para reflexionar sobre lo que sería una actitud similar en la actualidad, pero antes es adecuado comentar que la parresía en la antigua Grecia se dio tanto en la democracia como en la monarquía. En el primer caso, en el de la democracia, la parresía era una expresión de la virtud del buen ciudadano, un ejemplo ético de lo que se debía hacer a favor de la polís, pero también un elemento fundamental de la estructura política. Además de que todos los ciudadanos decidían (demokratia), gozaban de igual derecho para hablar (isegoría) y de igual participación de todos los ciudadanos en el ejercicio del poder (isonomía). En ese sentido, la parresía es también un derecho que se ejerce entre ciudadanos como individuos o en la asamblea. “Es más, el ágora es el lugar en el que aparece la parresía”92 140
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En el periodo helenístico, con la llegada de las monarquías helénicas, la parresía pasó a ser obligación legal del consejero para ayudar al rey con sus decisiones y prevenirle de injusticias y abusos. El soberano, si es bueno e inteligente, aceptará la ayuda aunque le sea desagradable la crítica a sus acciones y decisiones. Si actúa de otro modo mostrará que es un tirano, además de que sufrirá las consecuencias de ejercer un mal gobierno al desoír consejos valiosos. “El lugar en donde la parresía aparece en el contexto del gobierno monárquico es la corte del rey, y ya no el ágora”.93 De cualquier forma, en la vinculación entre parresía y política observamos un acoplamiento entre logos (verdad) y nomos (ley). Que los derechos establecidos legalmente tuvieran obstáculos o de plano se hicieran nugatorios para los ciudadanos o bien que las responsabilidades adquiridas por los asistentes del gobernante no fueran cumplidos por éstos o aquel no les diera importancia es algo actual y bien conocido en nuestro país. Más adelante tocaremos a esa dislocación entre ley y realidad. Por lo pronto tratemos de inteligir si valores y prácticas vinculadas a la parresía serían actualmente de interés y vigencia políticas y en qué medida se encuentran en el trabajo profesional que he realizado y que es motivo del presente informe. Suena presuntuoso y arrogante que en estos tiempos alguien se asuma como portador de la verdad y eso parece incluso más peligroso, si es que tiene poder, que el hecho de hablar para expresar una opinión en la que se cree con firmeza. No parece una actitud que favorezca la democracia y el intercambio de puntos de vista en una sociedad plural y diversa. Sin embargo, como ya dijimos, el debate político se mueve entre presunciones de verdad divergentes que incluso pueden ser antagónicas, lo cual, por cierto, es una de las razones por las que a Platón no le gustaba esa forma de gobierno94 . En este plano no se puede renunciar a la verdad, pero sí a la idea de la portación exclusiva de ella y, por supuesto, a la de la infalibilidad. 141
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Pero recordemos como la parresía no era ejercida por los poderosos porque éstos no arriesgaban al decir su opinión. En ese sentido, la parresía mantiene su plena vigencia como crítica que no hace concesiones, que deconstruye, que desenmascara, que desengaña. En ese sentido juega un papel vital en demostrar precisamente que el que se cree poseedor exclusivo de la verdad se equivoca, que en esa pretensión descansa una mentira perniciosa. Mantiene su vigor y necesidad como crítica del poder. La verdad tiene una carga moral que debe dilucidar y ayudar a manejar la ética política; una carga que, si es mal manipulada, puede llegar a ser pesada y peligrosa. Al sentir alguien que concentra la verdad promueve la intolerancia frente a todos los demás que no le conceden ese don y atenta contra la convivencia democrática. Porque el poseedor de verdad suele sentirse también el poseedor de la bondad. Lo único moralmente correcto es reconocerlo y someterse. Lo contrario es en sí muestra de una pretensión inefable, de una maldad inconfesable, de una ruindad irredimible. Por supuesto, el que cree que posee el monopolio de la verdad y de la bondad también piensa que tiene el derecha de premiar a los fieles y castigar a los detractores. Por eso insisto, la crítica sigue siendo tan indispensable como en ese entonces y, aunque para algunos pueda sonar dramático, se sigue corriendo riesgos por ejercerla. Y los riesgos no sólo son para los miembros de la clase política que podría reclamar como exclusivo el uso valiente de la parresía sino también de los que practican ese oficio más moderno que es el periodismo y, aunque sea de manera excepcional, pero por lo mismo más heroica, los ciudadanos que levantan la voz contra la injusticia, sobre todo cuando pertenecen a clases bajas y marginadas, los que comúnmente se encuentran en la indefensión. Cuestionar al poder sigue siendo peligroso, no sólo al formal, sino también a otros informales o fácticos como lo son el crimen 142
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organizado o grupos de enorme influencia económica que, en ambos casos, tiene vinculación con el poder político. En último caso se arriesga la vida, pero lo común es jugarse el empleo, la promoción y se exponen a la inquina de los que creen que si no castigan a los que discrepan otros seguirán su ejemplo. Y en contraparte se estimula el seguidismo, la adulación, la incondicionalidad, el servilismo llevado hasta la ignominia. Premio y castigo, seducción pragmática en momentos en que lo que se impone es ganar de cualquier forma, escalar a cualquier precio. Sigue siendo más ventajosa la adulación y el silencio sigue proporcionando tranquilidad. Por ello, la crítica que desafía al statu quo, a los intereses creados, a los hombres fuertes en tierra de caudillo es sin duda una actitud ética que cuestiona no sólo lo que hace el poder sino también cómo se ejerce. El fundamento de una vida publica democrática, llevada a cabo y vigilada por ciudadanos, sigue siendo, como en la Grecia antigua, pensar por sí mismo y decir lo que se piensa. La ética política debe defender ese reducto no sólo contra el poder del Estado sino también contra otras fuerzas que desde la sociedad pretenden imponer su verdad como si fuera única. No niego, pero tampoco quiero magnificar, los riesgos que he asumido por hablar libremente y hacer uso de la crítica contra gobiernos, grupos y personas más poderosas. Si bien he pagado costos –y de seguro los seguiré pagando–, también he tenido oportunidades por ejercer la parresía en tiempos posmodernos. Sería un exceso decir que todo lo que pienso lo he dicho, pero sí puedo asegurar que lo que digo sí lo pienso. Un político no puede abstraerse de cierto cálculo. Por eso elabora estrategias y tácticas y busca darle racionalidad a su quehacer en la política. Lo anterior no quiere decir que entonces se deba por necesidad recurrir al engaño y a la mentira de manera sistemática y estructural. Digamos que se puede hacer una política éticamente correcta administrando las verdades y la forma de decirlas. 143
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Por otra parte, no ha faltado franqueza. En los artículos de opinión he tratado de abordar todos los temas importantes y siempre fijando posición. Puedo equivocarme y entonces procede realizar una autocrítica como sucedió con el cierre de Reforma en el movimiento pos electoral de 2006. En los textos hay honestidad intelectual y he preferido siempre la definición a especular en la incertidumbre. Y es que de lo que se trata no es de evitar el error a toda costa. Callarse es la certeza de la equivocación. Al no eludir tomar posición y darla a conocer se contribuye al debate de ideas y en una democracia la comunidad de la que se trata debe decidir tomando en cuenta lo expresado por todos. Abstenerse de participar o mudar la opinión propia por conveniencia es contribuir conscientemente a un mal resultado, pues al menos hay un pensamiento legítimo que no fue considerado ni defendido. La toma de posición y el ejercicio de la crítica deben ser la sangre que le de vida al debate público en una sana sociedad democrática. Esa la intención explícita de difundir los artículos de opinión y otros textos que he elaborado en el PRD. Creo apasionadamente que tengo la razón cuando escribo, pero no se me olvida que cabe la posibilidad de que no sea así. En política, como en muchos otros ámbitos, es mejor rectificar que empecinarse. La circulación de los diferentes textos es una invitación al diálogo con otras verdades. La democracia no es compatible con absolutos ni con terquedades autovindicadas. Debe ser la relación dinámica y constructiva de verdades relativas que se asuman como tales, que se confronten de cara a la sociedad, pero que también tengan la capacidad de conocerse, reconocerse y acordar o bien dirimir sus diferencias a través de las instituciones. Volvamos de momento a la antigua Grecia para visualizar a la parresía en sentido negativo. Con las guerras del Peloponeso viene un desencanto de la democracia o, mejor dicho, de sus excesos. La libertad 144
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de palabra es también posibilidad para la demagogia y Atenas paga altos costos por la irresponsabilidad de tribunos exaltados que hablan sin conocer, de manera ligera e incontinente. La parresía por tanto deja su unión necesaria con la verdad y se sufren los inconvenientes de que todos, con independencia de su conocimiento, aptitud, saber y responsabilidad, pueden hacer uso de ella y se volvió, por tanto, una forma más de la retórica. A causa de que la parresía es otorgada incluso a los peores ciudadanos, la poderosa influencia de oradores malos, inmorales o ignorantes puede conducir a los ciudadanos a la tiranía, o puede, en otro caso, poner en peligro la ciudad. De ahí que la parresía pueda ser peligrosa para la democracia misma. Visto así, este problema parece coherente y familiar, pero para los griegos el descubrimiento de este problema, de una antinomia necesaria entre parresía –libertad de palabra– y democracia, inauguró un largo y apasionado debate acerca de la naturaleza precisa de las peligrosas relaciones que parecían existir entre democracia, 95 logos, libertad y verdad. Para México que vive una democracia disfuncional –quizás hasta fallida– por supuesto que el debate debe serle familiar. La hybris democrática, que junto a la derrota militar frente a Esparta debilitó a Atenas para siempre, también se manifiesta en nuestro sistema político. Esto no quiere decir que aceptemos el cuestionamiento aristocrático que da por sentado la incapacidad del demos para guiar a la polis a sus objetivos ni pensar que esa responsabilidad sólo puede caer en un grupo selecto de personas al margen de las decisiones de la mayoría ni, por lo mismo, que la igualdad en derechos políticos, la isonomía, resulta perversa e indeseable. Es verdad que con la democracia representativa, aunque está sea complementada con mecanismos de democracia directa y participa145
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ción ciudadana, se da de manera institucional una selección de candidatos y no todos deciden sobre todo sin mayor conocimiento. Sin embargo no basta la ley democrática y un diseño institucional democrático, se requieren ciudadanos que la hagan funcionar. La democracia es el mejor sistema, o si prefiere el menos malo, pero tiene que haber un aprendizaje social que la haga viable y permita que efectivamente se resuelvan los problemas y se planee el futuro con certidumbre. Que aparezca la visión de Estado, empezando por los gobernantes, pero también en la oposición, en los intelectuales, en los grupos empresariales, en los sindicatos, en la sociedad civil en su conjunto. Para eso se necesita construir ciudadanía. Es decir, se requiere educar a los ciudadanos. La relación del parresiastés con la verdad no puede ya ser establecida simplemente por pura franqueza o coraje absoluto, pues la relación requiere ahora educación o, más en general, algún tipo de formación personal… la parresía, como actividad verbal, como pura franqueza al hablar, tampoco basta para revelar la verdad, ya que la parresía negativa el atrevimiento ignorante, 96 pueden ser también el resultado. Los extremos caben en la democracia, pero cuando ellos se imponen políticamente entonces lo que viene es la polarización y la ingobernabilidad. Para que un extremo gobierne requiere de un régimen autoritario, aunque tenga fachada democrática. Y esto es así porque se requiere la capacidad de articular un discurso incluyente que reconozca la legitimidad de mayorías y minorías para la coexistencia democrática. No puede gobernar en la democracia quien no es demócrata. Falta un punto por mencionar. En la antigua Grecia tuvo lugar un trascendente intento de unir la parresía con la filosofía y la política. Es verdad que no era precisamente la democracia en lo que pensaba 146
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el filósofo. Además de que Sócrates –a través de Platón– no consideraba que ese fuera el mejor sistema político veía a la parresía como una actitud personal del deber, una propuesta ética del cuidado de sí y, por lo mismo, es un pensamiento valioso con independencia de la forma de gobierno. Frente a la retórica que los sofistas manejaban a la perfección, Sócrates optó por el diálogo, “una técnica importante para llevar a cabo el juego parresiástico”97 . Como sabemos, la técnica se llama mayeútica y, como paradoja, su creador encontró una inmejorable forma retórica para describirla: el parto de la verdad. Sócrates, hijo de una partera, procura la introspección hasta que de uno mismo surge el conocimiento. Pero no a modo de una búsqueda de sucesos o de pecados en la historia. No hay connotaciones psicoanalíticas ni religiosas. En los retratos que Platón o Jenofonte hacen de él, nunca vemos a Sócrates exigiendo un examen de conciencia o una confesión de los pecados. Aquí hacer un relato de la propia vida, del propio bios, no es tanto hacer una narración de hechos históricos que han tenido lugar en la propia vida, como probar si se es capaz de mostrar que hay una relación entre el discurso racional, el logos 98 que se es capaz de usar, y el modo en el que se vive. Es la concordancia entre la verdad y la vida lo que hace de la parresía Socrática una propuesta ética que al tiempo de cuidar de sí mismo establece una norma de conducta para los habitantes de la polis, no en el ámbito de las instituciones políticas pero sí del comportamiento público y, por lo tanto, social. Es en esa falta de correspondencia entre el logos y el bios que los sofistas no pueden ejercer la parresía y es por este último elemento que la distingue de la parresía política. Sócrates es capaz de utilizar un discurso racional, éticamente valioso, sutil y bello, pero a diferencia de los sofistas, puede utilizar la parresía y hablar libremente porque lo que dice concuerda 147
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exactamente con lo que piensa, y lo que piensa concuerda exactamente con lo que hace. Y así, Sócrates –que es verdaderamente libre y valiente– puede, por tanto, funcionar como figura parresiástica. Tal como ocurría en el caso del terreno político, la figura parresiástica de Sócrates también revela la verdad al hablar, es valiente con su vida y en su discurso, y se enfrenta a la opinión de su oyente de forma crítica… Pero la parresía socrática se diferencia de la parresía política en varios aspectos. Aparece en una relación personal entre dos seres humanos y no en la relación con el demos o con el rey. Además de las relaciones que observamos entre logos, verdad y valor en la parresía política, con Sócrates emerge ahora un nuevo elemento, a saber, el bios. El bios es el foco de la parresía socrática… La verdad que revela el discurso parresiástico es la verdad de la vida de alguien, es decir, el tipo de relación que tiene alguien con la verdad: cómo se constituye él mismo en alguien que tiene que conocer la verdad a través de la mathesis [educación], y cómo esta relación con la verdad es puesta de manifiesto ontológica y éticamente en su 99 propia vida Es sin duda problemático vincular en la práctica el cuidado de sí de la parresía socrática con la parresía política que apela al demos. Sin embargo, la idea de congruencia entre lo que se dice y se hace, y más allá de eso, de cómo se vive, es una idea ética que puede ser muy saludable para reanimar nuestra maltrecha democracia. No se trata por supuesto de exponer vidas privadas, pero sí de terminar con engaños. Por supuesto que la correspondencia con la forma de vida es una convicción ética no una idea para explotarse en el marketing político. El cuidado de sí no permite la simulación y puede llegar al grado que Sócrates, como buen parresiastés, llegó a aceptar morir injustamente para no violar la ley y mantenerse congruente con su pensamiento y sus enseñanzas. 148
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En cualquier caso, la parresía se mantendrá como una opción personal, radical, vivencial, comprometida consigo mismo y como manifestación de una ética insumisa e irreductible frente al poder en cualquiera de sus manifestaciones e independientemente de leyes e instituciones favorables o desfavorables, así como de ambientes intolerantes y prácticas persecutorias e intimidantes. No hay remedio: la parresía permanecerá como un reducto, peligroso –pero inviolable– de la libertad.
4. Conclusión Lo que soy y he hecho en mi labor profesional se lo debo a la Universidad Nacional Autónoma de México y, de manera especial, por supuesto, a mi querida escuela, a la Facultad de Filosofía y Letras. Los años en los que ahí me formé han sido decisivos en mi vida en todos los aspectos. Soy, como muchos, deudor de maestros, de compañeros, de la comunidad, de la institución. Relaciones recíprocas aunque no proporcionales, en los que uno recibe y entrega, en las que todos cambiamos en una influencia mutua, compleja, dinámica, múltiple, sea o no perceptible y aceptada. Pero en el caso que nos ocupa, no se trata sólo de la influencia normal e innegable de un etapa clave de la vida en el desenvolvimiento ulterior de la persona sino de algo más directo y palpable: la labor que he realizado como político se entiende y explica en gran medida por el papel y la importancia de lo que fui y aprendí como estudiante en la carrera de filosofía. Para decirlo con claridad: En la actividad profesional y específica de trabajo intelectual que he realizado en el Partido de la Revolución Democrática y que estoy exponiendo en el presente trabajo, los conocimientos y experiencias adquiridas durante mis estudios de licenciatura, dentro y fuera de las aulas de la Facultad de Filosofía, han sido de primera y determinante importancia. 149
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La elaboración de textos para la reflexión, el análisis y el debate, ha sido una labor sistemática y continua de ejercicio crítico sobre diversos tópicos de la situación política o sobre objetivos y valores de cierto pensamiento de izquierda; pero también sobre el partido mismo, sobre lo que considero sus aciertos y errores o sus contradicciones internas. Una crítica que –para ser consecuente, funcional e incluso radical– incluye la autocrítica. La parcialidad manifiesta, es decir, pertenecer a un partido y representar los intereses específicos de esa opción política, no es un obstáculo insalvable para aproximarse a la realidad sin sesgos insalvables que eviten una correcta comprensión de la situación que se analiza ni para expresar opiniones o asumir posiciones sin caer en falsedades o tergiversaciones. Precisamente la crítica y la autocrítica permiten hacer una praxis política correcta al servir como herramientas de certeza que dan sustento a una indispensable pretensión de verdad, hasta donde ésta es posible. Su utilización es parte de un método que sirve de filtro y obliga a tomar cierta distancia intelectual para poder analizar, decidir, evaluar y, en su caso, corregir adecuadamente. Por eso es que, no obstante mi militancia en el PRD y en una corriente en su interior, puedo afirmar que en mis trabajos intelectuales, materia del presente texto, he manifestado en todo momento un pensamiento independiente y comprometido con valores y objetivos de la izquierda con la que me identifico. Por supuesto que persigo fines de acuerdo a los intereses de mi partido, de mi grupo y de mi persona, pero sin buscar engañar o engañarme, no sólo porque no considero que la lucha por el poder otorgue licencias para la deshonestidad sino porque, además, estoy convencido de que la mejor forma de lograr los objetivos que colectivamente nos hemos planteado es ejerciendo la crítica sin condescendencias, la cual, como ya dije, incluye a la autocrítica. La “neutralidad” es ilusoria y el alegato de apelar a la no militancia como criterio de verdad es vano. Cada pensamiento debe 150
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sostenerse por sus propios méritos, así provengan de un líder, un periodista, un académico o un ciudadano. Los derroteros de cualquier debate tienen que ser marcados por los argumentos y a nadie se le puede absolver de poner los suyos y contrastarlos con otros. La democracia no implica que todo se vote, pero sí que nadie imponga su voluntad sobre los demás en razón de supuestas o reales “autoridades morales”. Los llamados “liderazgos carismáticos” también tienen la obligación de convencer y su labor sería de mayor utilidad democrática en la medida en que sean capaces de escuchar otras opiniones y valorarlas, así como de someterse a la decisión de instancias colegiadas en las que participen. Los textos compilados en mis libros o en mi blog, en la mayoría de los casos, están pensados para analizar la coyuntura e incidir en ella. El objetivo es transformar la realidad social, económica, política, cultural del país y una arena imprescindible para conseguirlo es la opinión pública, ir al debate de las ideas para tratar de convencer. Pero sería un error pensar que todo se agota en la coyuntura. Hay una idea de sociedad y hay unos valores que la inspiran que pueden ser rastreados en los textos. En ese sentido trascienden la circunstancia específica y cambiante en la que, y por la que, fueron escritos. En ellos se traslucen, de manera más o menos explícita, concepciones de filosofía política y una toma de posición frente a ellas de mi parte, lo cual permite contar con una guía para rastrear y corroborar consistencia argumentativa que en términos morales está vinculada de manera esencial con un valor apreciado en el discurso político, pero de escasa práctica: la congruencia. Si con algo deben ser contrastadas las posiciones y las acciones de un partido de izquierda como el PRD es precisamente a la luz de la sociedad que se plantea construir y de los valores que la hacen deseable aún cuando tal objetivo se vea lejano. Tal parámetro permite saber si hay acercamiento o no a la meta; permite verificar y exigir correspon151
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dencia entre fines y medios. En ese sentido adquiere gran importancia que las libertades y la democracia que se pregonan como grandes y valiosos objetivos de la sociedad que nos planteamos construir tengan constatación en la vida interna del partido y en las actitudes de sus líderes y dirigentes. El PRD, como cualquier otro partido, es reflejo de la sociedad en la que está inserto. En ese sentido participa de la ausencia de una cultura democrática arraigada en un país de muy larga tradición autoritaria. Construir esa cultura es de la máxima prioridad y no puede verse si no como un proceso que, por lo visto, será más tortuoso que lo que se veía en el optimismo de cambios y acontecimientos que prematuramente se celebraron como hechos fundacionales e irreversibles. La alternancia – con todo y elecciones competidas, pluralidad y libertades políticas– no sólo no cumplió las expectativas sino que el viejo régimen que se creía acabado hoy amenaza en volver por sus fueros. La cultura democrática no nace, de la noche a la mañana; en esto no hay saltos portentosos ni sublimaciones milagrosas. Se trata de un aprendizaje colectivo, cuya esperanza de extensión y consolidación depende de que desde diversos lugares se irradie y reproduzca. La educación básica y los medios de comunicación debieran ser promotores de los valores democráticos pues su penetración e importancia los vuelve centros estratégicos para los cambios culturales y promover la generación de ciudadanía. Por supuesto, también los partidos políticos tienen que colaborar con ello. De manera modesta, pero consistente, la labor intelectual que realizo en el PRD pretende conscientemente colaborar con esa tarea apremiante e impostergable. Por razones históricas, por el arraigo de mitos, creencias, símbolos de la idiosincrasia política popular unida a la tradición liberal y de izquierda –no digamos a la conservadora– dificulta la generación de esa cultura democrática. Pesa mucho la figura paternal del caudillo, el discurso mesiánico, la disciplina ciega hacia el dirigente a la que 152
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erróneamente se le identifica con “lealtad”. La crítica es escasa y suele rebajarse a arma de un solo filo para blandirse en pequeñas rencillas facciosas. Lo común, lo rentable personal y colectivamente, es seguir indicaciones superiores sin cuestionar, atacar a los adversarios con consignas o lugares comunes. En mi trabajo profesional me he esforzado por hacer lo contrario. No debemos engañarnos. Por desgracia, la intolerancia hacia la crítica, la persecución o satanización de los que discrepan son, al menos por momentos, actitudes dominantes aún en partidos que se reivindican plurales y democráticos como el PRD. Negarlo o asumirlo sería caer en el cinismo y la doble moral. Lo único consecuente es aceptar los resabios y las carencias, y tomar el reto de educarnos – líderes, dirigentes y militantes– colectivamente para cambiar prácticas autoritarias y establecer las bases de esa nueva cultura de la que hablo. El objetivo que me planteé con mi trabajo intelectual lo sintetizo: ejercer la crítica y la autocrítica como sostenes de un pensamiento independiente que toma partido con base en valores y objetivos de un militante de izquierda con formación filosófica que como tal se platea transformar una realidad que política y moralmente le (me) parece inaceptable. Un instrumento para la praxis transformadora. Es vital pensar libre, cuestionar y poner a prueba lo que se asume por seguro, pero también lo es expresarlo a pesar de los riesgos y asumir las consecuencias que ello traiga, sea por los intereses que afecta, sea por la molestia que genera al que no le gusta ser objeto de crítica, sea porque no gusta a los propios o a la mayoría, o incluso por ser anticlimático. Ese espíritu de la parresía de arriesgarse a decir la verdad no sólo mantiene vigencia sino que es indispensable para el cambio cultural democrático y para enfrentar excesos y autoritarismos. La crítica como denuncia y contención del poder; un reducto para hablar con franqueza al poderoso aunque a éste le resulte incómodo. 153
TODOS PERDIMOS
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as diferencias en un partido político no sólo son normales sino también saludables. Posiciones que enriquecen el análisis y cuya discusión sirve para poner a prueba a las diversas concepciones. Todo está en saber procesar los diferendos para llegar a acuerdos, sea por consenso o por mayoría. Por desgracia, ese no fue el caso de las dos estrategias divergentes que expresaron tras las traumáticas elecciones del 2006 -No se estaba preparado para perder. Andrés Manuel López Obrador no aceptó ningún mecanismo institucional para decidir la línea a seguir, ni tampoco un acuerdo de compromiso con la otra posición. Para imponerse cometió un grave error: recurrió vanamente a la perversa táctica de usar la plaza pública para anatemizar a los otros y buscar someterlos con la amenaza del estigma moral. En la exaltación del mitin descalificó a la discrepancia presentándola como traición y lanzó al corifeo a perseguir herejes. Los dirigentes partidarios que le son afines dejaron de respetar las decisiones colegiadas para acatar órdenes de su líder. Con ello, lejos de solucionar el problema lo profundizó y la división en el PRD llegó a su clímax en la elección interna de 2008, la cual se enrareció por la participación ilegal del excandidato presidencial que extrañamente decidió emular la par157
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ticipación que Fox tuvo dos años antes en los comicios constitucionales. Tras esa experiencia límite se llego a otra todavía peor. AMLO hizo campaña a favor de candidatos de partidos distintos al suyo. Lo que está en el origen de la inescrupulosa confrontación es la coexistencia de dos estrategias divergentes e incluso excluyentes que nunca pudieron procesarse de manera democrática. Ser un factor activo para escalar la descomposición institucional del país y así contribuir al colapso de un gobierno considerado ilegítimo o usar la influencia parlamentaria para lograr cambios importantes, mantener el respaldo de sectores de la clase media y evitar aislarse. Una estrategia estorbaba a la otra y ambas se implementaron, generando confusión y ahondando la división interna. Pronto la sociedad pasaría la factura de los errores cometidos, desde el Plantón de Reforma, y de esa ambigüedad esquizofrénica. El resultado no podía ser más previsible: todos perdimos, y no me refiero sólo a los resultados electorales del 2009, por demás contundentes. El partido llegó a niveles histórico de rechazo y López Obrador perdió la posibilidad de ser presidente en la próxima contienda presidencial. Y peor aún, el proyecto unitario de la izquierda mexicana que se juntó en 1989 para fundar el PRD, pende de un hilo.
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Las causas de la derrota 8 de octubre de 2008 Los resultados son dolorosos y alarmantes, pero nadie puede decirse sorprendido. La debacle electoral del PRD en Guerrero era de esperarse porque todos los factores hacia allá apuntaban y porque a pesar de ser un bastión perredista está lejos de ser una isla ajena a tendencias nacionales e inmune a errores, fallas, deficiencias y traiciones. Sin embargo, no por ello lo ocurrido deja de ser relevante. Al contrario, su condición de plaza fuerte perdida en gran media por equivocaciones propias es en sí una fuerte sacudida al partido del sol azteca que lo obliga a tomar conciencia de su realidad y aplicar medidas para evitar lo que hoy parece una pronóstico seguro: que Guerrero es el preludio de lo que sucederá en las elecciones del 2009. El PRD está obligado a la autocrítica seria y dejar a un lado la burda repartición de culpas que no es otra cosa que el reavivamiento del conflicto interno y, por tanto, la certificación más elocuente de que no se entendió nada. Eso no significa ser condescendiente con errores o conductas impropias y, menos aún, promover la impunidad que tanto daño hace. De lo que se trata es que todos asumamos la responsabilidad que nos corresponde, hacer una crítica integral y evitar el autoengaño; sólo así se podrá entender lo que sucedió y sacar las lecciones adecuadas. Lástima si alguien se siente ofendido por la franqueza. Seis meses de conflicto interno no pueden obviarse. La crisis del partido es una de las causas ineludibles del resultado adverso, no sólo por el daño causado en la imagen del PRD –que es considerable– sino también porque eso impidió a la dirección nacional atender como se debía la selección de candidatos, procesar acuerdos para evitar fracturas, establecer una estrategia electoral con oportunidad y además distrajo a muchos cuadros que deberían haber estado ocupados en ver 159
Herejía, crítica y parresía
cómo ganarle al PRI en esa entidad. Además, tardó en calificarse la elección interna, lo cual generó incertidumbre en muchos lados, y se volvió muy complicado contestar oportuna y adecuadamente los requerimientos de los tribunales electorales, pues coincidió con la toma de las instalaciones de la Comisión Nacional de Garantías. Todavía la noche previa a los comicios, en un hecho poco transparente y de mal olor, la sala regional del TEPJF modificó, entre otras cosas, el 60% de la planilla perredista de Acapulco. Un distrito de ese puerto alternó tres veces de candidato y acabó decidiéndose en la víspera. Pero tampoco puede ignorarse el clima adverso que en las preferencias electorales ha generado la estrategia de confrontación, enrarecimiento, polarización y resistencia civil que afecta a terceros y entorpece el funcionamiento de las instituciones. Hay un ánimo nacional que no ayuda al PRD a ganar elecciones, y así como en los momentos de gloria de Andrés Manuel López Obrador los candidatos perredistas se beneficiaron de la popularidad del ex jefe de Gobierno, ahora sufren por su creciente rechazo. Sectores importantes de la ciudadanía están cobrando la factura por el plantón de Reforma, la toma de las tribunas, los amagos a bloquear aeropuertos y la intolerancia exultante. Y es que el reposicionamiento del PRI, después de que parecía desahuciado en el 2006, se debe a un fenómeno extraño. La incapacidad del gobierno de Felipe Calderón para atender los graves problemas del país no está haciendo que la gente miré hacia quien fue su principal adversario, como acontecería de manera natural en cualquier lugar del planeta, sino, para preocupación de muchos, hacia el pasado autoritario. La razón es que AMLO se autoanuló como opción mayoritaria de los mexicanos al sacrificar su imagen pública y olvidarse de los sectores medios para encabezar una fuerza movilizada en permanente tensión que sin duda le ayuda a estar presente en el acontecer nacional y cohesionar a su núcleo de convencidos, pero que en lugar de sumar 160
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depura, y en lugar de aumentar la competitividad electoral acaba por debilitar a su movimiento aislándolo. Algunos fanáticos le llaman a eso actuar con dignidad y congruencia. Yo me rehúso a nombrar de esa manera a la simple y llana estupidez política que le está empedrando el camino de regreso al viejo régimen. Por otra parte, existen problemas estructurales del partido. Las votaciones universales, directas y secretas para elegir dirigentes y candidatos son el principal foco de división y cada vez es más difícil restañar la unidad después de cada elección interna. No es sólo un asunto de presuntas o reales irregularidades sino también de incapacidad organizativa para efectuar comicios de alta complejidad con órganos que carecen de fuerza institucional y que están copados por las corrientes. En Guerrero, el PRI aprovechó esa situación y se puso a cachar a todos los derrotados que pudo y los integró a sus planillas. Pero esas no fueron las únicas traiciones o, si se prefiere, deslealtades. Los supuestos aliados del Frente Amplio Progresista buscaron dividir a la izquierda en todo el estado y, para nadie es un secreto, lo hicieron con la venia y el respaldo de AMLO. De poco le valió al perredismo guerrerense haberle dado el triunfo de más de tres a uno en la elección presidencial y que sea una de las militancias que más se la han jugado con él, López Obrador quiso cobrarse las desavenencias con Zeferino Torreblanca al contado y para ello no le importó lastimar al partido que dirigió y al que le debe su carrera política. El caso más claro es el de Acapulco, en el que no sólo mandó a dos de sus operadores que para abrocharse las agujetas le piden permiso, Ricardo Monreal y Porfirio Muñoz Ledo, a apoyar al candidato de PTConvergencia sino que también cobijó y auspició el desfondamiento del PRD al que no se le puede reprochar, como hacen los cínicos, su decisión de defender la plaza que gobernaba desde hace tres periodos. Digamos lo obvio: tras su intervención en el proceso interno del PRD y la actuación de zapa, embozada pero conocida, que llevó a cabo en 161
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Guerrero, AMLO ya no es factor de unidad ni tiene la autoridad moral para convocar a ella. El recuento de las causas debe incluir las fallas locales. Pocos pueden negar que Zeferino sea un demócrata y hasta una buena persona, pero su actuación como gobernador ha estado por debajo de las expectativas que generó y ha permitido que crezcan muchos problemas sociales, dando muestras de insensibilidad. El alejamiento del partido que lo apoyó y la indolencia ante muchas cuestiones de poder que incumben a su administración tienen más que ver con la ingenuidad que con la democracia. Es loable que no haya querido controlar el proceso de selección de candidatos y que se haya resistido a la tentación de usar los recursos públicos para perfilar y favorecer a sus cercanos, pero se fue al otro extremo, al de soltar las cosas y luego no atinar como responder cuando el agua se salía de cauce. En el pecado llevó la penitencia, pues ahora estará copado por el PRI que gobernará los municipios más importantes y tendrá que lidiar con un congreso dividido con ánimos sucesorios desbocados. Pero nada tan desastroso como el gobierno de Félix Salgado Macedonio en el puerto y es obvio que también se expresó en Acapulco un voto de castigo. No fue el único caso. Administraciones malas hicieron que las campañas fueran cuesta arriba. Finalmente, el partido en guerrero perdió perspectiva. Se pelearon las candidaturas a muerte y una vez conseguidas muchos de los candidatos actuaron con soberbia y sobrados de sí mismos. Muchos pensaron que después de la interna, las elecciones constitucionales serían una formalidad y que podían ganar solos, que les bastaba su presencia y el logo del PRD y que si los adversarios internos se iban mejor, pues entre menos burros más olotes. Y en contrapartida no pocos de los perdedores preferían el triunfo del PRI a la victoria de quien, bien o mal, los derrotó en la contienda por la candidatura haciendo bueno el adagio que dice que el peor enemigo de un 162
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perredista es otro perredista. Para colmo, se adelantó la lucha por la sucesión en la gubernatura y no faltó el futurismo para ganar posiciones y eliminar competidores. En fin, se expresó con nitidez la crisis del partido y se confirmó una vez más que el modelo está agotado y que urge un cambio integral de concepto. Por lo pronto, bien haría el PRD en el DF en verse en el espejo de Guerrero y poner sus barbas a remojar. De paso… Parió la abuela. A la crisis financiera de Estados Unidos y sus impredecibles, pero de seguro funestas consecuencias, habrá que agregarle la difícil situación de Europa por eventuales rescates bancarios. Por lo pronto siguen cayendo las bolsas y, para nuestra desgracia, también el precio del petróleo… Celebro que no les hayan fincado cargos a los dos jóvenes que detuvieron en la entrega de los premios nacionales de la juventud por gritar sus opiniones, pero me indigna que hayan sido detenidos y llevados a un juzgado. Si de verdad la libertad de expresión es una garantía constitucional, entonces Andrés Leonardo Gómez Emilsson y Marco Virgilio Jiménez Santiago están en su derecho de expresar sus puntos de vista aunque ofendan al titular del Poder Ejecutivo y nadie les hizo ningún favor por dejarlos libres… El IFE, sin autocrítica de por medio, quiere culpar a los partidos del conflictivo 2006 y ensañarse en particular sobre el PAN y, sobre todo, con el PRD. La mano tricolor que mece la cuna no está muy escondida y siguiendo su naturaleza, no obstante que tienen inmejorables condiciones para el 2009, quieren competir con el árbitro cooptado y sus adversarios ahogados económicamente. Si siguen por ese camino van a lograr lo imposible: que se extrañe a Ugalde… Desesperados por la desventaja de John McCain y el tema preferente de la crisis económica, los republicanos recurren a la guerra sucia y en la locura total pretenden vincular a Barack Obama con terroristas. No tardan en decir que es un 163
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peligro para los Estados Unidos… Mi solidaridad para el diputado Francisco Santos que recibió 30 puntadas en la cabeza por los golpes recibidos en un intento de “levantón” en Ixtapa-Zihuatanejo durante el reciente proceso electoral… Recuerdos nostálgicos para el Che en un aniversario más de su asesinato…
Visión de Estado 14 de octubre de 2008 Un elemento fundamental e indispensable de la lucha política es sacar ventaja de la situación, sea para fortalecerse, para debilitar a los adversarios o para ambas cosas. La democracia es consustancial a la competencia permanente entre diversas opciones que buscan convencer de la justeza y pertinencia de sus posiciones y de lo equivocado de las otras. Es verdad que eso no sucede necesariamente con todos los temas y que tampoco hay vida democrática sin diálogo, persuasión, debate, negociación y acuerdo y, en ese sentido, caben las coincidencias; pero a final de cuentas las distintas fuerzas necesitan diferenciarse y hay puntos en los que por su importancia o por estrategia se buscan colocar como elementos distintivos de la opción que se representa. En cualquier caso lo que predomina es el cálculo, la pretensión de tener más beneficios que costos, tanto cuando se decide confrontarse como cuando se prefiere pactar. Sin embargo, existen momentos excepcionales, de emergencia, que obligan a pensar y actuar de otra manera, al menos para los que poseen visión de Estado y comprenden la gravedad de las cosas. No hay duda de que México se encuentra en esa situación. La pregunta es: ¿cuántos políticos tienen la altura de miras para comprenderlo y están dispuestos genuinamente y sin simulaciones a encontrar un rumbo que en estos tiempos difíciles cohesione al país entorno a objetivos comunes colectiva y pluralmente pactados? 164
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La crisis mundial no es la causa de los graves problemas sociales y estructurales que amenazan la viabilidad del sistema político mexicano, aunque sí es la garantía de que será mucho más difícil hacerles frente y que, en cambio, las condiciones favorecerán su agudización, lo que hace más apremiante la acción concertada del Estado. Antes de las jornadas negras de la bolsa norteamericana, el dramático rescate de importantes corporaciones y la quiebra de bancos europeos ya sufríamos los costos de un régimen disfuncional e incapaz de actuar con oportunidad y eficacia ante las carencias, necesidades y problemas nacionales. Tomar conciencia de ello no significa eximir de su responsabilidad al gobierno que ha mostrado con creces su ineptitud sino simplemente comprender que es mucho más que la suerte de una administración, cuestionada en su legitimidad, lo que está en juego. Existe el riesgo de una regresión autoritaria que crece con la incapacidad de la incipiente democracia mexicana para responder adecuadamente a exigencias elementales de la sociedad. A pesar de que lo anterior, la lógica de obtener ventajas facciosas y pescar a río revuelto parece predominar. Se cuenta que Luís XVI cuando la muchedumbre llegó a las puertas de su palacio en Versalles mandó a darles pasteles como ejemplo paradigmático del autismo, indolencia e incomprensión de situaciones alarmantes. Eso parece también demostrarse con las camionetas Hummer que pretendió regalar Elba Esther Gordillo, con la insostenible minimización del problema económico por parte de las autoridades monetarias y hacendarias, con la burda manipulación priísta de órganos electorales y la visceral pretensión de cobrarse facturas pendientes desestabilizando en tiempos de crisis. ¡Cuánta ingenuidad, torpeza e irresponsabilidad hay entre los miembros de la clase política que creen que la turbulencia les da mejores condiciones para asumir el control del barco sin tomar conciencia de que éste se está hundiendo y que olvidan que es más fácil incendiar la pradera que apagarla! 165
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Al problema económico que promete mantener al país sin crecimiento, en carestía y con tendencias inflacionarias, habrá que agregarle la guerra desatada del crimen organizado con todo su poder de fuego, recursos económicos e indudable influencia en los ámbitos de poder, así como la permanencia de la polarización política incentivada por la proximidad electoral, la lucha magisterial y inminente reforma energética. Además hay que tomar en cuenta las ingentes desigualdades que se van a acrecentar, la molestia de la clase media que va a sufrir fuerte la crisis, el descrédito de la clase política –opositores y gobiernistas– y los insultantes privilegios que prevalecen en el país. Son todos ingredientes de un cocktail explosivo que requiere de la madurez de los diversos actores políticos, económicos y sociales para desactivarse. Se requiere que prevalezca una visión de Estado. Hay está la dificultad. El problema es que además no necesariamente todos ven a la democracia y las libertades como valores dignos de defenderse y piensan, aunque no se animan a expresarlo públicamente, que el país necesita de un liderazgo fuerte y autoritario que no pierda tiempo negociando ni tenga contrapesos que obstaculicen la realización de su voluntad. Por desgracia, amplios sectores de la población mexicana se han desengañado de la democracia sin siquiera haberla vivido a plenitud. Por ello los avances democráticos y libertarios de los últimos tres lustros se pueden perder y el paso que faltaba, que es el cambio pactado de régimen, no sólo termine por frustrarse sino que acabe dándose para atrás. Es por ello que las fuerzas democráticas deben pugnar ante la situación por cerrar filas para defender al sistema democrático y pugnar por su consolidación, fortaleciendo a las instituciones transformándolas, y encontrando soluciones para enfrentar los grandes problemas y acordar reformas de Estado en materia energética, educativa, combate al crimen, política económica, etc. Se trata de llevar 166
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a cabo un pacto fundacional que apueste por el régimen democrático estableciendo bases consensuadas del nuevo Estado mexicano, así como las prioridades nacionales y las reglas de la competencia política. En un acuerdo de tal trascendencia por fuerza se deben sacrificar algunos intereses particulares de partidos, clases sociales y poderes fácticos, pues un régimen estable de amplio consenso social que sea democrático y promotor y garante de libertades sólo es posible si hay equilibrios. Esto es, la conformación de un Estado social y democrático de derecho y sobra decir que para que la crisis y los problemas nos lleven a él se necesita visión de Estado, a la cual no podemos renunciar aunque por hoy parezca que prevalece la miopía. De paso… Pemex. Como nunca se necesita que la labor legislativa sea transparente y didáctica para que la población conozca los pormenores de una discusión que corre el riesgo de perderse y volverse incomprensible en los vericuetos técnicos y el lenguaje de expertos. Sólo así se podrá evitar que la propaganda simule la privatización o que la invente. Dada la situación del país, lo recomendable sería presentar una reforma de consenso o no presentar nada…En mi opinión, para Andrés Manuel López Obrador la suerte está echada desde hace tiempo y la resistencia civil es inevitable, con independencia de cómo vengan los dictámenes de la reforma energética. Sólo espero que busque reducir al máximo las afectaciones a terceros y se preocupe por ganar la opinión pública, porque de lo contrario, además de enrarecer al máximo el ambiente en tiempos de crisis con todos los riesgos regresivos que eso implica, el 2009 para el PRD en la Ciudad de México se complicaría aún más… No pudo ser más anticlimática Elba Esther Gordillo que regalando camionetas Hummer a los dirigentes del magisterio, pero tampoco pudo ser más plástica y eficiente para demostrarle al país lo que es sindicalismo charro y corrupto que ha pervivido y pactado con las 167
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administraciones panistas. ¿Cómo puede modernizarse la educación básica y mejorar en su calidad con éste liderazgo de privilegios, canonjías y excesos?... La impresentable Maestra no justifica, por supuesto, la violencia y los métodos de acción directa del magisterio llamado democrático que bien harían en utilizar métodos que les generen simpatías sociales en lugar de rechazo y condena, además de evitar defender prebendas indebidas e indefendibles y en su lugar colocar en el centro una propuesta alternativa de mejoramiento educativo del país… Después de tantas malas noticias y la terrible debacle de los Pumas, la ciencia nos da una maravillosa que, a contrapelo de tantas cosas que estamos viendo, genera esperanza en la humanidad. Nos cuenta la agencia Reuters que en Andalucía acaba de nacer Javier, libre de males hereditarios gracias a un procedimiento –que en esas tierras socialistas se proporciona gratuitamente– llamado Diagnóstico Genético Preimplamatorio que es una forma de reproducción asistida que busca no sólo eliminar males congénitos sino también ayudar a la cura de un familiar, en este caso de su hermano mayor Andrés que está enfermo de talasemia mayor, una anemia aguda que requiere de continuas transfusiones de sangre y que hace que la expectativa de vida sea muy reducida. Las células madre del cordón umbilical del recién nacido servirán para tratar el mal y curarlo definitivamente en pocos años. No hay mejor forma de venir al mundo que salvándole la vida a un hermano. ¡Bienvenido Javier!…
Sí a la reforma 23 de octubre de 2008 Se construyó una reforma de consenso en materia energética que fortalece a Pemex, impulsa su desarrollo y modernización y garantiza que el petróleo y su renta queden en manos de la nación. Sin embargo, 168
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Andrés Manuel López Obrador mediante una maniobra pueril y demagógica decidió tratar de reventarla exhibiendo que su interés siempre ha sido la búsqueda del conflicto y que la lucha por la defensa del patrimonio nacional sólo era un pretexto. Piensa que con el cultivo del martirologio asegura su camino a la inmortalidad de los próceres; pero se equivoca, no engañará a la historia. Ni la locura ni la incongruencia son heroicas. El problema para él fue que el éxito de la reforma significaba darle la razón a la línea política que se le ha enfrentado en el PRD. El triunfo indiscutible de las demandas de la izquierda a través de la negociación parlamentaria en los hechos reivindica el camino institucional para transformar al país. También demostró que fue correcto que Guadalupe Acosta Naranjo promoviera los encuentros con sus pares del PRI y del PAN para tratar el asunto petrolero y que no se haya arredrado ante el fuego amigo que lo atacó furiosamente por negar el dogma promovido desde el púlpito del gobierno legítimo que reza que sólo se puede combatir al PRIAN y nunca acordar con él. Por supuesto que sería mezquino que cualquier persona o fuerza en particular pretendiera adjudicarse para sí todo el éxito de la reforma. Pero eso no puede significar renunciar al análisis y preferir la incomprensión. Es necesario entender la trascendencia del evento, de sus consecuencias y, muy importante, de sus lecciones. No todos contribuyeron de la misma manera al resultado, no todos abonaron al acuerdo, no todos ganaron como querían e incluso, como es evidente, hubo hasta quien ganó sin quererlo y construye a la limón su propia derrota para cantar agravios y tener una causa a la cual asirse aunque ésta haya perdido toda credibilidad. No está de más hacer un breve recuento. Cuando se presentaron las iniciativas de Felipe Calderón se dio la más amplia coincidencia dentro del PRD, no obstante el agudizado conflicto interno por el que entonces pasaba. Tirios y troyanos expresaron un único mensaje: son 169
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inaceptables por inconstitucionales y privatizadoras. Sin embargo, no hubo tal coincidencia respecto a cómo combatirlas. Mientras una parte lo vio como una oportunidad para construir una alternativa y derrotarlas en el ámbito político y legislativo, pues nadie podía negar que Pemex tenía muchos problemas y deficiencias, la otra pensaba que no había más que la acción directa en calles y el parlamento en virtud de que veían como inevitable el acuerdo PRI-PAN para entregar a manos privadas y trasnacionales la riqueza nacional. La diferencia táctica llevó a momentos de gran tensión entre las mismas partes que se disputaron la presidencia del partido y con no pocas dificultades se lograron acuerdos de compromiso para salvar situaciones tan crispadas como la toma unilateral de tribunas. En eso jugó un papel clave el coordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Senado, Carlos Navarrete. El punto clave fue desafiar a los dedos flamígeros de la izquierda autoritaria que acusaba de traidores a todo aquel miembro del partido que hablara de la necesidad de negociar con los otros partidos una reforma no privatizadora de consenso o, al menos, de mayoría. En ello nadie debe escamotearle mérito a Pablo Gómez, a Arturo Núñez, a Juan Guerra y, sobre todo, a Graco Ramírez que se aventó al ruedo desde el principio defendiendo la táctica del acuerdo legislativo. Pero también nadie puede obviar que esa posición fue impulsada por el bloque Nueva Izquierda-ADN que postuló a Jesús Ortega para presidente del PRD. Ahora bien, sería un despropósito y un absurdo decir que el acuerdo representaba una derrota de Andrés Manuel López Obrador aunque éste nunca haya pensado ni buscado ni querido la reforma consensuada y que desde el principio pensó en un combate épico por él encabezado. No entendió su victoria a pesar de que se colocó muy bien en el imaginario social como defensor del petróleo, se cumplieron muchas cosas importantes que él avaló, porque su activismo contribuyó a conseguir logros sin necesidad de proponérselo ya que es un factor 170
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de poder que nadie puede ignorar y porque finalmente encontraron a la izquierda unida en los objetivos explícitos. Además hay que reconocerle que cedió al aceptar y luego valorar en sus términos el debate en el Senado que en primera instancia lo considero “como una vacilada” y sólo una forma “de ganar tiempo”, que lo mismo sucedió con la presentación de la iniciativa que vio al principio con recelo y que también accedió a construirse una salida para no ser el loco que traga lumbre al ver que lo que consideraba imposible se hizo realidad y de pronto se vio sin municiones y, por lo tanto, sin banderas para llamar a la insurrección. Pero aunque el rey estaba en jaque tuvo la preciosa oportunidad de escaparse y cantar victoria; lástima que haya optado por la inmolación. El papel del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas también debe reconocerse en su dimensión. Conocedor del tema y consistente en sus posiciones sirvió para marcar los términos del debate. Aunque algún personaje resentido proveniente del foxismo quiso escamotearle su labor en la iniciativa del PRD, en honor a la verdad el participó de manera sustancial en la elaboración de su columna vertebral aunque ya no participó con los intelectuales que enriquecieron lo que él ya había trabajado. Hay que reconocer que el contexto ayudó. La difícil situación económica agravada por la crisis mundial de todavía impredecibles consecuencias, el crimen organizado desatado, el conflicto magisterial que si bien no goza de amplia simpatía pública tampoco la contraparte representada plásticamente por Elba Esther Gordillo. Ante esa situación lo correcto por supuesto es buscar acuerdos de Estado y no enrarecer el clima político y de paso evitar que el PRI siga capitalizando la polarización. El PRD tiene de cara al 2009 la necesidad de recuperar a los electores que precisamente por los desplantes de AMLO se han perdido. Por ello es correcto no echarse para atrás con lo acordado y 171
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sacar la reforma adelante. Aunque parezca mentira, López Obrador no romperá a pesar de su literal reducción al absurdo y confrontación abierta y frontal con la dirección de su partido. Su movimiento puede prescindir de todo menos de los recursos que recibe de la clase política que con su farsa democrática del Hemiciclo a Juárez trató de desautorizar. Lo dicho, Andrés Manuel López Obrador emula cada vez más a la ultra del CGH. De paso… El 16 de octubre apareció en La Jornada una foto de una estudiante que a muchos nos generó envidia, pues estaba protestando con una pancarta contra Carlos Salinas de Gortari que fue a Oxford a dictar una conferencia. No lo dice el periódico pero la audaz estudiante es la Dra. Alma Maldonado, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras, ex integrante del CEU y de la Caravana “Ricardo Pozas” y que por muchos años hizo equipo con el autor de estas líneas. Y sí, me siento orgulloso de mi vieja compañera y espero que pronto regrese a su país donde se le extraña, aunque sea para integrarse a “Las Adelitas” o protestar con pancartas contra su modosito amigo… Es un indudable avance que AMLO haya dejado de votar a mano alzada para utilizar urnas, pero no que cinco mil activistas se hayan transformado en diecisiete mil votos y menos aún la concepción vanguardista que hace pensar que un grupo de iluminados le debe imponer sus decisiones a millones. Los que ahí se reunieron no representan a los más de dos millones que participaron en la consulta, no digamos a todos los mexicanos que estaba en contra de la privatización. Eso no es democracia; es una burda simulación y si viene a decirnos que con ese ejercicio se manifestó “el pueblo”, pues no queda más que reírse… Entonces, ¿de verdad no hay loco que trague lumbre?... La crisis en Argentina y su impacto mundial sigue mostrando la debilidad del sistema económico mundial. Hoy más que nunca se hace apremiante 172
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el altermundismo. Estamos obligados a pensar globalmente algo diferente… Se acerca el triunfo de Obama, una esperanza…
Legalizar la marihuana 27 de octubre de 2008 La iniciativa presentada por Víctor Hugo Círigo de legalizar la marihuana tuvo ya el enorme mérito de colocar en la agenda un debate indispensable. Es verdad que lo hace cobijado por un par de resolutivos tomados por las dos instancias más importantes de la dirección nacional del PRD –Congreso y Consejo–, pero aunque así no fuera el planteamiento retoma la mejor tradición libertaria, crítica y antidogmática de la izquierda que sabe que la transformación social conlleva cambios también en las mentalidades, en las creencias, en la cultura, y que, por lo mismo, no se somete a morales atávicas ni asume caducas “verdades” indemostrables; menos aún cuando tales se vuelven obstáculos para enfrentar con mayor eficacia al inmenso poder del narco que es la principal amenaza a la seguridad nacional y que nos tiene sumidos, a todos, en la zozobra. Durante décadas se ha aplicado una estrategia punitiva total que no ha dejado de aumentar su intensidad y que, sin embargo, está lejos de cumplir sus objetivos, pues en lugar de reducir el consumo éste se ha incrementado –no sólo visto en esa amplia perspectiva sino incluso en el últimos años, tal y como se reconoce en los “Resultados Preeliminares de la Encuesta Nacional de Adicciones 2008”. La prohibición no acaba con el producto, sólo lo encarece en beneficio de los traficantes. Pero la demanda y las ganancias no son lo único que ha aumentado. También la violencia que ahora se reviste con métodos atroces como la decapitación e incluso el terrorismo.
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¿Por qué debemos aceptar la fatalidad de esta guerra sin fin con su incontenible espiral de violencia a la que nos tienen condenados y en la que los adversarios cuentan con recursos prácticamente ilimitados?. ¿Acaso no resulta evidente que de seguir escalándose el conflicto tendremos que renunciar más temprano que tarde a libertades y derechos y asumir que la muerte violenta, caprichosa, extendida, el asesinato atroz y deshumanizado del narco, se vuelva cotidiana y riesgo presente, inminente y permanente, lo que a su vez será lo que justifique todo tipo de autoritarismos y arbitrariedades? ¿Por qué pensar que algún día se va a ganar la guerra si esencialmente se está haciendo lo mismo que en los últimos cuarenta años? ¿No va siendo hora de innovar, de modificar lo que no ha funcionado, de aprender de experiencias internacionales y buscar golpear al enemigo reduciendo sus ingresos que es la fuente de su poder? El motivo legitimador de la guerra contra las drogas es la convicción moral y sanitaria de evitar adicciones dañinas en la sociedad. Es verdad que se trata de una posición un tanto hipócrita en virtud de que tolera e incluso fomenta el consumo de algunas drogas que indudablemente lo son y que generan dependencia, por no decir que la industria farmacéutica obtiene de manera legal inmensos recursos por sus productos que estimulan o deprimen el sistema nervioso y que llegan a millones de consumidores con o sin receta. Sin embargo, reconozcamos que se trata de un propósito noble y valioso que es correcto plantearse. Pero, ¿valen la pena los ríos de sangre que corren y la violencia que estamos sufriendo por ese fin?. El Estado hasta ahora ha respondido que sí y estoy cierto que, por el momento, la mayoría de la población está de acuerdo con ello. Entonces, el problema es doblemente complicado porque por una parte, como vimos, la persecución de la oferta no evita ni disminuye el consumo y por el otro se está lejos de que se reconozca la libertad de cada persona para que consciente174
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mente decida qué hacer con su vida y su cuerpo, siempre y cuando no afecte a terceros. Ante ello, la iniciativa de Víctor Hugo Círigo resulta más que pertinente pues, aunque sólo plantea la legalización de un producto, éste tiene ciertas características notables: la marihuana es la droga ilegal más utilizada, México es el principal productor del mundo, tiene pocas consecuencias negativas para quien la consume –menos que las del alcohol y el tabaco–, posee propiedades medicinales reconocidas, ya se ha legalizado en otros países y genera muchas ganancias para el narco. Sólo en Estados Unidos la venta de marihuana por parte de cárteles mexicanos obtuvo ingresos por más de 8 mil millones de dólares de los 13 mil ochocientos millones de dólares que obtuvieron en 2007 por venta de drogas ilícitas, según lo reconoció John Walters, “zar antidrogas” de aquel país. Esa proporción debe ser incluso superior en el país, pues aquí es mucho más bajo el consumo de cocaína y drogas sintéticas que en nuestro vecino del norte. Regulando el mercado, especificando las dosis, promoviendo el cultivo del consumo personal, que es lo que está establecido en la iniciativa, se podrían reducir más del 60% de las ganancias del narco. Por supuesto, golpear al negocio significa también tener mayores controles en el sistema financiero para detectar el lavado de dinero y por eso debe verse como complementaria la iniciativa que en ese sentido acaban de ingresar los senadores René Arce y Minerva Hernández, ambos del PRD. Como era de esperarse, surgieron muchas reacciones contrarias a la propuesta de legalizar la marihuana. Una absolutamente indemostrable: la legalización aumentaría el consumo. No ha sucedido eso en los países donde se ha legalizado ni en donde se ha despenalizado. Lo mismo decían del aborto y no sucedió. Otro argumento nos dice que es una droga trampolín para llegar a otras más fuertes. Se podría decir 175
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lo mismo del alcohol y el tabaco excepto por una cosa. La cannabis se consigue en el mismo mercado negro en el que se mueven drogas de las llamadas “duras” y en muchos casos el vendedor ofrece una y otras. Pues la manera más fácil de solucionarlo es sacarla de esa red ilegal. Finalmente se nos dice que no puede prosperar sin un acuerdo con los Estados Unidos, pero eso no obsta para que impulsemos una visión diferente para combatir el tráfico de drogas, pues la peor parte de esta guerra se lleva en nuestro territorio. Además, si lo que se busca es homologar, allá en doce estados se permite el cultivo, venta y compra de marihuana con fines terapéuticos y tan sólo en California hay 200 mil personas autorizadas para consumirla. La conmovedora “defensa de la juventud” merece un comentario especial. En nombre de esa causa tan noble lo mismo se condenó a muerte a Sócrates que se realizó el trágico operativo del News Divine. En lugar de cultivar la fascinación de lo prohibido con prejuicios y medidas coactivas, el combate a las adicciones debe centrarse en la educación y en la promoción de valores, dotando de información científica y cultivando la autonomía de los jóvenes para que aprendan a ejercer con responsabilidad su libertad. No podía faltar el fuego amigo. Se acusa de que es una iniciativa impopular e inconveniente electoralmente. Suena extraño que los que se dicen dispuestos a pagar costos por llevar a cabo métodos que contravienen la convicción democrática del PRD, fieles del fin justifica los medios, se asusten por los efectos en las buenas conciencias por defender posiciones coherentes con los principios del partido y necesarias para el país. A lo mejor la sorpresa de los que se dicen obradoristas al verse coincidiendo con el PAN los llevó a afirmar que la iniciativa es parte de un complot para privatizar el petróleo. Lo importante es que se discute ya sobre el tema y en eso ayuda hasta el paroxismo conspiranoico.
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De paso... Pretexto. Con doce palabras que no fueron adicionadas quiere justificar Andrés Manuel López Obrador sus acciones para impedir por la fuerza la aprobación de la reforma energética en las cámaras: “No se suscribirán contratos de exploración y producción que contemplen el otorgamiento de bloque en áreas exclusivas”. La verdad es que hubiera sido deseable que se añadiera la frase y evitar con ello suspicacias fundadas. Sin embargo, cabe la pena recordar que esa “rendija” no proviene de la propuesta de Calderón ni es producto de los acuerdos signados sino que ya existía, ya estaba ahí, así está actualmente y que, por lo tanto, si la protesta “patriótica” que se plantea evitar la votación en la Cámara de Diputados tuviera éxito las cosas se van a quedar como están, es decir, sin la prohibición expresa que se demanda y además sin los avances logrados, pues no hay mortal que diga, ni siquiera AMLO, que el país y Pemex estarían mejor sin la reforma aprobada en el Senado... Si López Obrador no avaló la reforma energética es por la misma razón que no lo hizo con la electoral a pesar de que ésta retomó muchos de los planteamientos de la izquierda agraviada por el 2006. Él no va a reconocer nada que implique aceptar que las instituciones funcionan y resuelven problemas, pues su estrategia desde hace dos años es obstruirlas y desprestigiarlas para agudizar la descomposición política con la premisa de que no sirven y hay que reconstruirlas “desde abajo”. No va a cambiar ahora que el país tienen graves problemas encima y las peores consecuencias de la crisis financiera mundial están por venir. Eso explica lo que en primera instancia parece incomprensible: que AMLO y el Consejo Coordinador Empresarial sean los que más cuestionen las reformas electoral y energética… ¿Qué mayor muestra de debilidad asumida por Ricardo Monreal y Dante Delgado que su estrategia para impedir la votación en el Senado se basó en meter diputados bejaranistas para que tomarán la tribuna por ellos?... Conozco muchos compañe177
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ros del núcleo lopezobradorista que han dicho, en corto o en público, que era correcto votar a favor de la reforma energética y, no obstante que fueron derrotados en un ejercicio poco democrático en el que incluso se multiplicaron los votos, decidieron cerrar filas con el líder y acompañarlo en la movilización. Lástima que, para usar las palabras de AMLO, no tuvieron “la arrogancia de sentirse libres”. A ver si los diputados sí... Me dicen que es una exageración comparar el movimiento obradorista con el la ultra del CGH. No lo creo: comparten la visión vanguardista y mesiánica, van al todo o nada, estigmatizan la negociación, se rehúsan a aceptar lo ganado, practican la intolerancia, persiguen “traidores” dentro del movimiento, gustan de acciones cada vez más desesperadas, desprecian a la opinión pública, se vuelven indolentes ante los costos de sus acciones impopulares y desean más el conflicto que la solución... No le creo a la PGR en el caso Brad Will
La historia y la tragedia 11 de noviembre de 2008 En México, la tragedia opacó a la historia. El día en que ganó por primera vez un afroamericano la elección presidencial en los Estados Unidos de América, seduciendo a millones de electores con la necesidad del cambio y generando un clima internacional arrolladoramente a su favor en medio de la mayor crisis que haya tenido el sistema financiero mundial, cae y se destroza una aeronave en la Ciudad de México con nueve tripulantes a bordo, entre los que se encontraban Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, y José Luís Santiago Vasconcelos, ex fiscal del crimen organizado. Por supuesto que la trascendencia del triunfo de Barak Obama es universal y que, sin pasar por alto que las enormes expectativas creadas serán muy difíciles –si no es que imposibles– de cumplir 178
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plenamente, máxime con las dificultades inherentes a la crisis a las que tendrá que hacer frente, nadie puede quitarnos el optimismo renovado y, aunque se oiga cursi, encontrar un motivo de esperanza por el acontecimiento consagrado en las urnas. Pero así como el mundo se ilumina por el arribo a la presidencia del país más poderoso del planeta de un líder que se opuso a la absurda guerra de Irak y que promete darle un rostro más amble y comprensivo al imperio y dejar atrás la política del unilateralismo belicoso de la administración Bush Jr., nuestro país se ensombrece por la magnitud del golpe y de las dudas. Justo cuando la imaginación ya no podía idear cómo el país pudiera descomponerse más sobreviene el doloroso hecho que era tan impensable como una elefanta en la carretera o un avión desplomándose en Reforma. Con el poder del narco desatado y descarnado que cuenta sus víctimas fatales por millares y se permite incluso hacer política de medios con mantas en las principales ciudades y demostraciones cotidianas de salvajismo siempre autosuperado, las amenazas de muerte dirigidas a José Luís Santiago Vasconcelos que incluso llevaron a la detención de sicarios con lanzacohetes, la escandalosa corrupción recién descubierta en los más altos niveles de la SIEDO en tiempos en que aquel estaba a cargo, la estrecha amistad de Juan Camilo Mouriño con Felipe Calderón, la importancia en sí de su cargo y el papel que desempeñaba como principal operador del gobierno federal son, entre otros tantos elementos, motivos para la suspicacia. Fue sin duda un error, que indica lo atrasado que está el país en labores de inteligencia y seguridad nacional, permitir al número dos del poder político en México abordar un avión con un blanco potencial y explícito del crimen organizado. Eso no significa, claro está, que necesariamente se haya tratado de un atentado, pero sí del poco profesionalismo que existe para su prevención. En cualquier caso, el gobierno mexicano está obligado a hacer una investigación transpa179
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rente porque a pesar de que no hay vacuna posible contra la sospecha en un asunto de éstos es fundamental que se de una explicación creíble y sustentada a la opinión pública de lo que sucedió. Si fue un accidente, y así queda acreditado, sería el segundo en un lapso muy corto. Ramón Martín Huerta, también secretario de Estado y cercanísimo al entonces presidente, Vicente Fox, falleció en 2005 al desplomarse un helicóptero oficial. Esperemos que así sea aunque en esta ocasión no hubo banco de niebla y se trató de un jet, pues de lo contrario se acreditaría que el crimen se ha infiltrado hasta la cima de las estructuras en las instituciones y que nadie, absolutamente nadie, puede sentirse seguro. Accidente o atentado, de cualquier manera se debe revisar la estrategia del combate a las drogas, pues a la par que el consumo de sustancias prohibidas ha aumentado también la violencia y el crimen ligados al mercado negro que las provee. El poder de fuego y corrupción del narcotráfico es directamente proporcional a sus ingresos y mientras no se ataque efectivamente al negocio, es decir, a las utilidades, se estará dando una batalla perdida. La legalización de drogas blandas, en especial la marihuana –que es la más consumida, la que más produce el país y la que más ganancias genera al narco–, y mayor capacidad de intervención en el sistema financiero para detectar altos flujos de capital y evitar el lavado de dinero son temas ineludibles para enfrentar la principal amenaza a la Seguridad Nacional y a la viabilidad del Estado mexicano. Hay que vencer prejuicios. Buscar que sea la información y la transmisión de valores los fundamentos para prevenir las adicciones antes que la coerción policiaca es entender que es la conciencia individual el espacio donde se toman las decisiones y que es mejor educar para el ejercicio responsable e irrenunciable de la libertad que reprimir. Finalmente cada individuo tiene el derecho, reconocido o no, de decidir sobre su vida y su cuerpo mientras no afecte a terceros. 180
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Por cierto, Barack Obama reconoció haber consumido cannabis y servirse de sus propiedades relajantes. Y así es en muchos temas en los que rompe paradigmas e invitan a pensar en un parteaguas ahora que se acabó el ciclo neoliberal y hasta los gobiernos de derecha se prestan a enterrar la tesis lamentablemente resurrecta en las últimas tres décadas de la mano invisible del mercado como forma ideal de regulación. Hay que pensar al mundo distinto y es una tranquilidad que en este preciso momento se apreste a gobernar al país más rico de la tierra un político afroamericano de retórica electrizante, hijo de padre keniano, nacido en Hawai, mudado a Indonesia en su infancia, que supo construirse así mismo en condiciones adversas, estudiar, hacer trabajo social en los sectores más desfavorecidos, abrirse paso exitosamente ante la clase política tradicional, que venció en una trepidante contienda interna a una mujer extraordinaria de capacidad probada y familia connotada, y que se ha vuelto una conmoción dentro y fuera de su país no sólo, aunque sin duda ayudó, por la impopularidad de su predecesor, sino también por su capacidad de cautivar, de generar confianza, de hacer creer a los jóvenes que sí pueden cambiar a los Estados Unidos sin fomentar divisiones ni cultivar rencores, sin sueños mesiánicos y llamando a la acción colectiva. La crisis y el momento son una gran oportunidad para ese país y, por lo que significa, para el mundo. Ojalá y no se desperdicie. Y bueno, mi país también tiene una oportunidad si sus políticos entienden que en virtud de los graves problemas y los tiempos difíciles que se avecinan es momento de demostrar visión de Estado, de salvar el barco antes de pelearse por quién lo comanda. El caos, la descomposición y la incertidumbre cultivan autoritarismos. Comprender esto no lleva al estancamiento. Al contrario, es ver este momento como propicio para suscribir un gran pacto nacional que culmine la transición a la democracia, proteja y amplíe los derechos, profundice las libertades, acote a los poderes fácticos y establezca un régimen que sea eficaz, 181
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garantice equilibrios y corresponsabilidad en el ejercicio del poder, capaz de redistribuir el ingreso y profundamente democrático. Por desgracia, mucho me temo, que en uno y otro y otro lado hay poca conciencia de ello. De paso... Dislexia. Alejandra Barrales necesita ayuda. La pobre no distingue la derecha de la izquierda y cada vez que declara constatamos que nada le sienta tan bien como el silencio. Y es que al tiempo que manifestó su disposición para construir “una amplia alianza de las izquierdas” en la Ciudad de México, lo que está muy bien, incluyó, además de los membretes ineludibles para quien comanda adelitas y se jacta de su incondicionalidad obradorista, PT y Convergencia, al Partido Verde y al PANAL, pero descartó completamente cualquier acuerdo con el Partido Socialdemócrata porque, aduce, es “supuestamente de izquierda” y “hemos sido enemigos en la ALDF”. Olvida que en ese órgano parlamentario los socialdemócratas empujaron junto con el sector libre del PRD las leyes más emblemáticas de la visión de izquierda en el país: la Ley de Sociedades en Convivencia, la despenalización del aborto, la eutanasia pasiva, el divorcio express y ahora promueven la discusión sobre la legalización de la marihuana como visión alternativa a la desastrosa estrategia prohibicionista para combatir a las drogas que además de no disminuir el consumo ha traído una espiral incontenible de violencia, muerte y crimen en el país. En cambio, la organización del tucán es el único partido verde en el mundo que aprueba la pena de muerte, se opone a la despenalización del aborto y se moviliza para no legalizar drogas blandas, es decir, que defiende posiciones de derecha. Y qué decir del PANAL, partido de la inefable Elba Esther Gordillo. Ahí debe haber un error, a menos que Alejandra quiera su Humer del año... Es de celebrarse que Andrés Manuel López Obrador manifieste su satisfacción por el triunfo de Barack Obama, pues da la esperanza de que le aprenda muchas cosas valiosas. El futuro presidente conven182
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ció y apasionó por el cambio a la sociedad norteamericana sin fomentar su división. Al contrario, su mensaje siempre ha sido incluyente y se ha mostrado como un dirigente tolerante que entiende que la lucha contra los privilegios e injusticias sociales puede ser un factor de unión más que de polarización. También ha sabido sumar a quienes fueron sus adversarios y ha dado muestras fehacientes de su convicción democrática. El político afroamericano no es dado a la doble moral, al grado de aceptar públicamente haber consumido marihuana durante su juventud y no renunció a defender sus valores liberales a cambio de ganarse simpatías en los sectores conservadores. Y muy importante, pudo entusiasmar a los jóvenes porque en lugar de recitarles credos y proyectarse como redentor les dio confianza en sus propias fuerzas y su capacidad de incidir como generación en el rumbo de la nación más poderosa del planeta. Sí, esperemos que el arrollador triunfo del candidato demócrata lo haga reflexionar porque muchos quisiéramos que Andrés Manuel se pareciera más Obama y menos al Mosh...
Punto final 12 de noviembre de 2008 Por fin llegó a su fin el proceso de elección de Presidente y Secretario General del Partido de la Revolución Democrática. Es verdad que eso no termina con el conflicto, que las diferencias existen y existirán y que una parte del partido que nadie debe despreciar está inconforme con la resolución del TEPJF; pero también lo es que era indispensable cerrar el expediente legal para que, con ese piso de certeza, se pueda trabajar en la indispensable reconciliación, en los acuerdos políticos que se requieren, para que la diversidad que existe en el PRD pueda enfrentar en mejores condiciones la difícil elección del 2009 con un mismo registro y una sola campaña. 183
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La última palabra jurídica ha sido dicha, pero es hora de intensificar la política para cerrar heridas, sumar voluntades y ver hacia el futuro. Sería ingenuo pensar y demagógico sostener que esa tarea será fácil e ignorar las previsibles reacciones, descalificaciones, amagos, amenazas, injurias e infamias de alta estridencia que vayan en sentido contrario. Sin embargo, la fatalidad de una decisión inapelable y la firme decisión de la mayoría partidaria de no negociar la legalidad ni poner en cuestión la institucionalidad constitucional hará que prevalezca, más temprano que tarde, el buen juicio y la necesidad de los acuerdos, pues la sobrevivencia del proyecto está en juego y todos perderían con la prolongación del conflicto. Con el tiempo encima, la responsabilidad compartida y el reto inmenso de revertir tendencias desfavorables no hay más ruta que la de la racionalidad que por principio es contraria a las inmolaciones y suicidios colectivos. Darle vuelta a la página no es olvidar ni hacer como que nada pasó. El PRD está obligado a replantear su estructura interna, su forma de convivencia, sus métodos de elección y, en un sentido más amplio, su cultura política. En ese sentido no podía ser más afortunada la decisión del TEPJF, pues ya no habrá elección interna en febrero de 2010 y eso va a evitar no sólo volver a repetir la amarga experiencia –con iguales ingredientes es previsible que haya iguales resultados– sino también que la elección intermedia se volviera una precampaña para la dirección nacional contribuyendo con ello a malos resultados y abonando el encono. El periodo de Jesús Ortega termina en el 2011 y permite que haya mayor estabilidad para que terminando el proceso electoral constitucional se abra un espacio de reflexión colectiva para transformar al partido y no cometer los mismos errores que llevaron a la principal organización de la izquierda en el país a su mayor crisis. Sería deseable que Alejandro Encinas aceptara su cargo como Secretario General. Sin duda su capacidad, trayectoria y ascendencia 184
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fortalecerían al partido y su presencia coadyuvaría con la unidad y garantizaría la pluralidad y la inclusión de los cientos de miles de militantes que le dieron el voto. Es un dirigente respetado por propios y extraños. Pero es probable que dadas las circunstancias se niegue a hacerlo, pero eso no debe obstar para que se construyan acuerdos en los que participe y que miren hacia el futuro de la izquierda en México y, por lo mismo, que trasciendan la lucha interna que tiene cansada con razón a la sociedad mexicana a tal punto que no se puede ser más anticlimático en estos momentos que alentándola. Por fortuna, Jesús Ortega es un convencido del diálogo, práctica la tolerancia, entiende que se debe dirigir colectivamente el partido y quiere que se cierren filas para enfrentar en unidad la elección. No hay razón para continuar la lucha fraticida y menos ahora que ya hay presidente definitivo. Justo es reconocer que en los últimos seis mese se evitó la catástrofe porque en medio de la crisis se pudo constituir una dirección que lejos de sobrellevar las cosas y resignarse a ocupar transitoria y mediocremente el despacho supo ponerse a la altura de las circunstancias, tomar la iniciativa e incidir en los acontecimientos en momentos críticos, de tal suerte que el PRD no sólo se salió del autoaislamiento en que se había metido tras la elección del 2006 sino que se volvió protagonista y pudo incluso establecer agenda. Guadalupe Acosta Naranjo llegó en medio de la incertidumbre y pisando arenas movedizas y terminó a tambor batiente. Si el PRD por fin puede ver ahora la luz al final del túnel es porque en los momentos más críticos la Comisión Nacional de Garantías se convirtió en el último reducto de la institucionalidad partidaria y se rehusó a convertirse en instrumento de una corriente. Una de las partes no supo lidiar con su autonomía y no quiso entender que tenía que usar criterios iguales para casos iguales, razón por la cual la hostigó hasta el punto de pedirle a ciertos poderes fácticos que consiguieran la renuncia de sus integrantes. El que hayan resistido y visto por el interés de 185
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la institución habla muy bien de los dos literales sobrevivientes que no merecían el duro golpe de ser desautorizados por la máxima autoridad electoral en la resolución más importante que tomaron, pero estoy cierto que comprenderán que no se debe ver el fallo como un asunto personal y que van a tener presente la verdad de Perogrullo de que en el derecho se gana o se pierde y que en este caso se trató de una contienda en buena lid frente al legítimo recurso de un candidato que se sintió lastimado en sus derechos. La crisis motivó excesos de uno y otro lado. Es tiempo de pararlos y mostrar genuina voluntad de dejar atrás los agravios y mirar hacia delante. No es tiempo de pieles sensibles y menos para aquellos que siempre tienen la espada desenvainada. Hay genuina disposición del próximo presidente nacional del PRD para recomponer y construir en conjunto el futuro del partido y, en esa medida, del país. El llamado, por supuesto, incluye a Andrés Manuel López Obrador que mantiene su lugar en los órganos de dirección y al que sin duda se le escucharía y tomaría en cuenta. La división sí que beneficia a la derecha y, por lo mismo, es momento de poner el interés general por delante. Seguimos todos a prueba. De paso… Moral. Lamento la decisión de algunos legisladores de votar en contra del presupuesto de egresos. Se dirá que están en su derecho y que se trata de una decisión de conciencia. Sin embargo, considero poco ético entrar en la negociación, conseguir la aceptación de sus planteamientos, salir beneficiados y después desentenderse para arremeter en contra de lo que uno es partícipe. Es peor que el polizón, también cuestionable, que viaja sin pagar costos, pues éstos, concluida la travesía, golpean a la tripulación que los transportó. Es un asunto de moral. No es la mía… Tiene derecho Alejandro Encinas a expresar su inconformidad por la resolución del TEPJF. No se esperaba otra cosa 186
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aunque hubiera sido saludable. Entendiendo lo anterior y sin ganas de reavivar el conflicto, es más que pertinente hacer una aclaración. No fue el tribunal el que le dio el triunfo a Jesús Ortega sino el voto de los militantes. Ojalá se acaben pronto las insidias, se asuma el principio de realidad de que el nuevo presidente irremediablemente asumirá y le tome la palabra Encinas para codirigir el partido. Hay que levantar la vista… Es inaceptable que el Embajador de Estados Unidos se convierta en vocero sobre las investigaciones del lamentable avionazo. No es su papel –ni su país–…
La decisión de Encinas 20 de noviembre de 2008 No fueron los principios ni las convicciones, sino el cálculo político y la disciplina, lo que llevaron a Alejandro Encinas a renunciar a la Secretaría General, aunque debo reconocer que el discurso furioso y envenenado que desde hace más de un año se ha lanzado desde el bloque que lo postuló contra los compañeros de partido que le compitieron dificultaba la adopción de medidas más serenas y racionales so pena de también ser acusado de “traidor”, “comparsa”, “pragmático”, “legitimador”, algo de lo que, por cierto, no se salvó del todo, pues su ala más ultra le reprochó que no haya abandonado las filas del PRD – está visto que las palabras pueden apresar y por eso hay que pensarlas bien antes de pronunciarlas. La permanencia de Alejandro en el partido y en el proyecto que destacadamente ha contribuido a construir es sin duda lo más rescatable y valioso del anuncio que hizo, lo cual no debe depreciarse, incluso a pesar de que en lugar de abonar a la unidad para enfrentar en mejores condiciones el 2009 haya anunciado una cruzada internista con la corriente que va a conformar y a la cual, no obstante lo anterior, se le debe dar la bienvenida. 187
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Por supuesto que comparto la idea de renovar al PRD –que por definición no puede significar regresar a los tiempos caudillistas– y de corregir los vicios que carga y que, en buena medida, provienen de la cultura política dominante, herencia del viejo régimen que tras setenta años de control impregnó a la sociedad entera de sus usos y costumbres. ¿Pero no debió haber esperado a que terminara el proceso electoral para impulsar ese loable propósito que encontraría eco en muchos perredistas de todas las corrientes y de los sin corriente? Hay consenso en el partido, ya está pactado, que tras la elección intermedia se abrirá un proceso de reflexión, discusión y análisis para su transformación profunda, de tal suerte que sin distraerse en la importante pretensión de tener resultados decorosos el próximo año se generen las condiciones propicias para el debate interno que se necesita. Y para ambas cosas resulta inconveniente fomentar la polarización e insistir en la monserga de los “buenos” contra los “malos” y replicar dentro del partido los ecos mesiánicos que promueven “rescatar”, por no decir “salvar”, al partido de compañeros vueltos, otra vez, enemigos. Eso suena más a AMLO que a Encinas. Ahí está el riesgo: que en lugar de coadyuvar al éxito electoral en un momento difícil para el país y para la izquierda se quiera hacer dentro del partido una caricatura de lo que sucedió a nivel nacional después de la elección del 2006, un patético reflejo en que lo único que se agradece es que no se haya cometido el desatino de nombrar a Alejandro Encinas presidente legítimo del PRD. Por eso espero de verdad que la apuesta no sea lucrar con el fracaso que uno mismo promueve. Esa estrategia en la política nacional ha provocado que el que está capitalizando los errores, insuficiencias e incapacidades de la administración calderonista sea el PRI y no quien fuera el principal, y para muchos despojado, contendiente del actual titular del Ejecutivo. Insisto, no sería correcto, y acabaría volviéndose un bumerang, incentivar la catástrofe para apuntarse como redentor. 188
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Nadie duda de los aportes, capacidad y preeminencia de Alejandro Encinas como dirigente de tantos años en la izquierda aunque sí de su independencia, más ahora que cometió el error político –al tiempo– de negarse a ocupar el asiento en la dirección que le correspondía y con el que se puede incidir de manera determinante en las decisiones importantes. Como dijimos, esa lamentable decisión no respondió a principios, porque si así fuera no hubiera promovido a Ricardo Ruiz, cercanísimo a él, como sustituto al cargo ni le hubieran permitido al nuevo presidente del PRD en Quintana Roo que tomara posesión después de que el TEPJF resolvió quitarle el triunfo del candidato de Nueva Izquierda para otorgárselo al de Izquierda Unida. Ahí no se ofendieron por la supuesta intromisión de un “órgano del Estado”, ni elucubraron supuestos “pagos de favores”, ni condenaron que no se haya respetado la decisión de los “órganos internos”. Lo que pasa es precisamente lo que el mismo Encinas denuncia correctamente pero que, para variar, lo hace sin asumir que su crítica también lo incluye a él y, sobre todo, a los grupos que lo apoyan. Me refiero a su certera denuncia de que en nuestra organización priva muchas veces aquello de que “el justifica los medios” y uno de esos medios es, entre otras cosas, aceptar solo a las instituciones y sus fallos cuando éstos son favorables. Peor aún es la doble moral, la franca tartufería que exige lo que no da, que es incapaz de medirse con la vara que mide y que mientras juzga a los otros con la severidad de monjes ascetas se permite a sí mismo todo tipo de licencias. No me refiero al hecho de que Alejandro haya anunciado su lucha contra el corporativismo y el clientelismo entre vítores y aplausos de grupos corporativos y clientelares. Eso es menor. El problema es estar y no estar; es tomar los beneficios y buscar que otros corran los riesgos y paguen los costos; es estirar una mano para cobrar dentro y golpear desde afuera con la otra; es buscar medrar con acuerdos por debajo de la mesa al tiempo que públicamente se 189
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declara la guerra; es cultivar la simulación y utilizar el ataque estridente como técnica de negociación; es pedirle al presidente más carteras al tiempo que se le desconoce; es el cínico desenfado de hinchar el pecho y jactarse de estar dispuestos “asumir los costos políticos” por tomar tribunas, cercar Congresos y cerrar calles, y cuando éstos llegan en el voto depositado en las urnas pasan la factura a los que no estuvieron de acuerdo con esas medidas con exultante enfado; o de crear un grupo de expertos para que den un veredicto sobre la reforma energética y luego no hacerle caso; o de negociar y conseguir partidas presupuestales para después votar en contra; o de anatemizar moralmente a los adversarios sin ver que a lado marchan los de la Leche Betty y los videoescándalos. El buen juicio y el talento de Jesús Ortega y Alejandro Encinas hicieron posible que el reciente Congreso Nacional del PRD saliera en unidad y con acuerdos importantes. El próximo Presidente Nacional seguirá siendo fiel a sí mismo y buscará incluir a todos los grupos y expresiones y tenderá puentes para sumar, sanar heridas y darle vuelta a la página. Sería deseable que no obstante su último discurso beligerante también Alejandro lo sea y, aunada a su afortunada decisión de mantenerse en el partido, haga gala de su capacidad de diálogo que le conocemos para cerrar filas de cara a una aduana difícil el próximo año. Ya habrá tiempo para dirimir, democráticamente y con base en ideas, las diferencias. De paso… Plácemes. Carlos Fuentes cumple 80 años de vida y la nación mexicana no puede hacer menos que celebrar el acontecimiento y a este insigne hombre de letras de amplia trayectoria, gran lucidez y observador atento y crítico de los procesos en México y en el mundo. ¡Felicidades!... Algunos amigos míos insisten en que son muy semejantes AMLO y Barack Obama, y yo los respeto; sólo me permito 190
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recordarles que el que dijo que “el que no está conmigo está con mis enemigos” fue George Bush Jr.… ¿Será verdad que después de acariciar la Presidencia de la República su objetivo estratégico no será ganar distritos de mayoría y tener una bancada decorosa sino mantener el registro y las prerrogativas de dos partidos que sin él se las verían negras?... Que en el Aviso Oportuno se puso un anuncio para solicitar a un par de pilotos que quieran aprender y practicar con los aviones del gabinete presidencial. Favor, piden, de presentarse con tres fotografías, certificado de secundaria, diploma de buena conducta, aceptación de trabajar los fines de semana y, a protesta de decir verdad, no sufrir de vértigo… Y hablando de anuncios acaba de salir mi último libro, “La guerra de los herejes”, el cual se imprimió en tiempo record (el último texto está fechado el 5 de noviembre y trata sobre el triunfo de Obama y el trágico avionazo) y por tal motivo me permito hacer un reconocimiento a los editores Héctor de la Vega y Marco Vinicio Barrera. Están agendadas dos presentaciones: una en el salón Covadonga del Hotel Casa Blanca el 27 de noviembre a las 13 hrs. y la otra en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara el 5 de diciembre a las 12 hrs. Se acondicionará un sitio especial para que Noroña haga su resistencia civil pacífica y nosotros le podamos cantar Las golondrinas. El cartel se los comentó en el próximo artículo…
Acosta Naranjo 24 de noviembre de 2008 En las crisis se decantan los políticos y se muestra su verdadera dimensión. Mientras unos son barridos por la fuerza del temporal y otros sólo se esfuerzan por mantenerse a flote y pasar inadvertidos, rogando que amainen los vientos y el oleaje, y que todo termine lo más rápido posible, pocos son capaces de animarse a conducir el barco a 191
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pesar de los riesgos, hacer notar su liderazgo, transformar los problemas en oportunidades y dar a la nave un rumbo cierto. Este último es el caso de Guadalupe Acosta Naranjo que a pesar de que tomó las riendas del PRD en los momentos más difíciles de la crisis interna pudo hacer que esa fuerza política incidiera de manera positiva y contundente en el acontecer del país. Ignorando siquiera si llegaría a cumplir una semana en el cargo, Naranjo asumió la presidencia del partido y actuó desde el primer momento con la convicción de que el PRD no podía quedarse a la deriva y, por lo mismo, en lugar de autocontenerse por los cuestionamientos internos o esperar a que se resolviera jurídicamente el resultado de las elecciones de marzo prefirió, para fortuna de todos, tener una actividad frenética y desplegar al máximo sus capacidades y facultades sin darle la vuelta a los problemas más escabrosos. Entre otras cosas, el liderazgo y valentía de Acosta Naranjo fue fundamental para que se haya podido realizar una consulta exitosa sobre la reforma energética con la participación de todo el partido y el apoyo de sus gobernadores, elaborar una propuesta propia, tender los puentes de comunicación y la ruta de negociación con las demás fuerzas políticas y el gobierno federal, y finalmente aprobar el fortalecimiento de Pemex sin privatizarlo, tal y como lo reconoció el grupo de expertos que avaló la iniciativa del PRD. También fue clave en el exitoso proceso de negociación del presupuesto de egresos que por primera vez lo coordinó el propio partido a través de un equipo encabezado por José Borges, anterior secretario de finanzas del CEN. Al acabar con la práctica de que cada gobierno acordara por su lado con la Secretaría de Hacienda para realizar una sola negociación, permitió sentarse con mayor fuerza en la mesa y tener mejores resultados. En otras leyes de gran importancia como la del establecimiento del Referéndum y el Plebiscito y que están próximas a aprobarse también ha tenido un papel sobresaliente. Además, se dio tiempo para promo192
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ver la unidad de las izquierdas que, a pesar de la negativa del PT y Convergencia para integrarse, está avanzando y consolidándose con diversos partidos, sindicatos, organizaciones campesinas y sociales, personalidades, artistas, intelectuales y ciudadanos, de tal suerte que de ahí surgirá el mayor y más amplio frente electoral de izquierda para la elección del 2009. Guadalupe fue el primer presidente no palomeado en la historia del PRD –Jesús será el segundo– y demostró plenamente que la independencia es una virtud. No dirigió al partido en función de los deseos de ninguna persona prominente ni se detuvo a pensar en los costos que le traería contrariar a la voluntad suprema que lo observaba desde la colonia Roma. Simplemente actuó de acuerdo a sus convicciones y priorizó los intereses del país y de la izquierda. Frente a las vulgares y rupestres infamias que le lanzó la jihad pejista no sólo no se arredró sino que, conforme a su carácter intempestivo y gusto por el botepronto, llegó a contestar con tal tino y contundencia que en ocasiones se le pasó la mano –como al autor de estas líneas–, y ya más calmado, como corresponde al Presidente Nacional, conminaba a la unidad. Y es que para alguien que siempre ha militado en la izquierda, que sufrió las represiones del viejo régimen y que fue fundador del PRD resulta, por decir lo menos, incongruente y ofensivo que personas que estuvieron del otro lado en los momentos más difíciles del perredismo y que se pasaron al partido cuando éste ya ganaba elecciones, u otros que tuvieron devaneos foxistas, se pongan a dar lecciones de moral revolucionaria y quieran impresionar con radicalismos de mentiritas. La visión centralista por un lado y presidencialista por el otro que domina en gran parte de la opinión pública es la causante de que el éxito de Acosta Naranjo al frente del PRD haya sido una sorpresa para muchos. Su trayectoria política es larga a pesar de que tiene poco más de cuatro décadas de vida. Comenzó siendo dirigente estudiantil de la 193
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Universidad Autónoma de Nayarit en los ochentas del siglo pasado, en donde se le conocía como “El Mochis”, dado que de ahí provenía. Su vinculación de aquel entonces era con la Organización Revolucionaria Punto Crítico que dejó el abstencionismo para apoyar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. De ahí que Guadalupe fuera el más joven de los que firmaron la convocatoria a la creación del PRD, por el cual fue dos veces diputado local y una candidato a la gubernatura de aquel estado. Como luchador social lo detuvieron en varias ocasiones y no faltaron los oficios de la iglesia católica para que lo soltarán. Fue promotor y pieza clave para que se logrará la coalición que derrotó al PRI en Nayarit en 1999. Como subsecretario de Gobierno tuvo desavenencias con el actuar frívolo y caprichoso del gobernador Antonio Echevarría que ya mostraba su predilección por Vicente Fox rumbo a la elección presidencial. Por ese motivo tuvo que salir del estado y se integró al equipo de la Secretaría General del PRD que en ese entonces estaba a cargo de Jesús Zambrano. Luego ha sido Secretario del CEN, Secretario General del mismo y actualmente Presidenta Nacional. La presidencia ausente, y en ocasiones hasta indolente, de Leonel Cota permitió a Acosta Naranjo llenar los vacíos que aquel dejaba. Fue por lo tanto un Secretario General fuerte y muy activo, y como además conocía, a diferencia del ex Gobernador sudcaliforniano, muy bien al PRD, Andrés Manuel López Obrador lo invitó para procesar las candidaturas del 2006 en las famosas reuniones de los lunes. Pero no sólo eso, también jugó un papel sobresaliente para conseguir fondos para la campaña presidencial. Hasta la fecha sabe muy bien cómo exprimir a bancadas, legisladores y personalidades para financiar campañas prioritarias y otras buenas causas como el canal de televisión del partido. Aunque ni Elena Poniatowska ni Luís Mandoki lo hayan consignado, el verdadero responsable del Plantón en el Zócalo de la Ciudad de México fue Guadalupe Acosta Naranjo. 194
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Sus cualidades como negociador en temas delicados ya se habían manifestado antes de la osadía de buscar a Beatriz Paredes y a Germán Martínez para platicar sobre Pemex en momentos que parecía una utopía cualquier acuerdo y el ex candidato presidencial quería tener bajo estricto control todo lo relacionado con ese tema. Cuando las fuerzas noroñistas irrumpieron en la Catedral Metropolitana, Naranjo tuvo que salir al quite y arreglar el problema con el Cardenal; por cierto, también jugó un papel importante en la reforma electoral que atendió los agravios del 2006. Pero esas cualidades se expresaron a su vez en el conflicto interno. No obstante la descalificación que su nombramiento como presidente tuvo de parte de un sector del partido supo tender puente con diversos grupos y personajes claves del perredismo. En particular, su comunicación y cercanía con los gobernadores del PRD, especialmente con Marcelo Ebrard, ayudaron mucho a la gobernabilidad de la institución en momentos por demás complicados. Acosta Naranjo termina su breve, pero sustanciosa, labor al frente del partido con un alto capital político; liderazgo emergente de la izquierda que, contra los ánimos antropófagos que tan acentuadamente se han visto en el último año entre los perredistas, bien se haría en preservar. Además, porque da gusto su éxito. Como vimos, su carrera política vino de abajo hacia arriba y de la periferia al centro. Lupe es una persona generosa que junto a su compañera Sonia Ibarra abre con facilidad las puertas de su casa y a la menor provocación saca la guitarra y amenaza con cantar –lo que generalmente cumple. De paso... Uno más. Con el arraigo de Noé Ramírez Mandujano es el segundo “zar antidrogas” mexicano –el primero fue el General Jesús Gutiérrez Rebollo– al que se le involucra con el narcotráfico y queda de 195
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manifiesto, una vez más, la inmensa capacidad corruptora de ese negocio. Insisto, mientras existan las ganancias millonarias por la venta de sustancias ilegales no hay mucho que esperar excepto que la espiral de crimen y violencia siga creciendo. Urge cambiar la estrategia y esa tiene que avocarse a golpear en el bolsillo de los criminales. En ese sentido es que debe legislarse mejor para captar el lavado de dinero e intervenir en el sistema financiero los recursos del narco, así como discutirse seriamente la legalización de las drogas blandas, empezando por la marihuana... Ojalá y alguna alma caritativa le comunique a Alejandra Barrales que el Congreso nacional determinó que toda alianza electoral local debe ser acordada por el Consejo Nacional y que según Estatutos el único que tiene personalidad jurídica para firmar alianzas en cualquiera de las entidades de la república es el Presidente Nacional, es decir, Jesús Ortega. Pero más importante que salvarla del ridículo es aconsejarle que su papel es propiciar la unidad y construir condiciones para enfrentar el proceso electoral en mejores condiciones. Claro, que haga caso pasa porque deje de ser combatiente talibán de Osama Bin Batres... Démosle una oportunidad a la ingenuidad y pensemos que espontáneamente algunos miembros cercanos a Andrés Manuel López Obrador decidieron abrir fuego contra el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas porque, dicen, no fue tan consecuente como el primero en la lucha contra el fraude. La verdad es que son condiciones tan diferentes que no cabe ninguna comparación. Si los más de quinientos muertos post 1988 no son suficientes, me permito recordar dos hechos sintomáticos: El periódico La Jornada no publicó una sola caricatura de Carlos Salinas de Gortari desde que inició su mandato hasta que lo terminó y el Ingeniero Cárdenas no salía ni por error en los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos. En esos tiempos “el cerco informativo” era más una realidad que una consigna... Correr a Sven Göran Eriksson sería un error mayor que haberlo contratado. Empezar un nuevo proceso justo antes de empe196
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zar la fase decisiva es jugar a la ruleta rusa... Agradezco de corazón a Carlos Marín, Guadalupe Acosta Naranjo, René Arce, Eliana García y Minerva Hernández que me van a presentar mi último libro, La guerra de los herejes, el jueves 27 a las 13 hrs., en el salón Covadonga del Hotel Casa Blanca, en La Fragua, muy cerca de Reforma. También agradezco al Instituto de Estudios de la Revolución Democrática, en especial a Jorge Calderón y a Alejandra Tello, la convocatoria y organización del evento… Y en la Feria Internacional del Libro, 5 de diciembre a las 12 hrs., me harán el honor Jesús Ortega, Ruth Zavaleta, Víctor Hugo Círigo, Carlos Navarrete y Raúl Vargas. Aprovecho para agradecerles a ellos y a José Antonio Magallanes por el apoyo, las atenciones, la iniciativa y la disposición…
Jesús Presidente 28 de noviembre de 2008 Jesús Ortega asumirá el cargo por el cual se ha preparado desde hace más de una década, pero lo hará en condiciones mucho más complicadas y difíciles que las que él, o cualquiera, hubiera esperado. “El efecto Andrés” que catapultó al PRD en 2006 ya no existe y, según diversas encuestas, el partido regresó a su voto duro con el agravante de un incremento sustancial en el rechazo ciudadano debido a las formas de resistencia civil adoptadas tras la elección presidencial. Además, algunos de los mismos intereses que buscaron a toda costa impedir su triunfo ahora conspiran para provocar su fracaso con el cálculo de luego medrar con la crisis que ellos mismos quieren propiciar, e incluso hay quienes llegan al descaro de llamar al voto de castigo, no contra el PAN y el PRI sino contra el partido más fuerte de la izquierda, según esto –nótese el dislate– para combatir a la derecha. Y así, a pesar de todo, a pesar de los momios en contra, se 197
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ve a Ortega entusiasmado y con ganas de tomar la apuesta sin quejarse y sin mirar atrás. Su talento como operador político, sus dotes como negociador, la responsabilidad con la que toma sus tareas y los buenos resultados que acostumbra rendir hicieron que los dos principales liderazgos que ha tenido el partido, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, en su momento lo requirieran de manera cotidiana para encargarle los asuntos más importantes y delicados. Sin embargo, su fuerza propia que con el tiempo se iba incrementando, así como su independencia de criterio, propiciaron la idea de detener su crecimiento, lo cual era alimentado por las cortes que acompañan a los grandes personajes y que se preocupaban por la emergencia de contrapesos a la voluntad suprema, pues ellos se veían favorecidos con la preeminencia de ésta. Querían –los líderes prominentes– contar con Jesús, pero no que éste le hiciera sombra, máxime cuando buena parte de la estructura partidaria estaba con él y sentían riesgoso que concentrara mayor poder. Eso de vencer el veto no fue fácil dado el inmenso poder fáctico del gran líder y la tradición y cultura caudillista que, herencia del viejo régimen, pervive en buena parte de la izquierda. Más que la anécdota del cómputo incompleto o del viacrucis legal que tuvo que realizar para que se reconociera su triunfo, lo verdaderamente grave es la crisis institucional a la que entró el partido con su consiguiente desgaste en su imagen. Todos sufrimos –y, de alguna manera, perdimos– con esta guerra loca que espero nunca se repita. Sin embargo, se haría mal en subestimar la importancia de que se haya dado la primera victoria electoral de un candidato a presidente nacional sin contar con el aval del gran líder, lo que en sí mismo le otorga fuerza y liderazgo, porque se va a parar en sus propias piernas, y significa un paso enorme en la madurez del PRD como institución democrática. Pero más importante que lo anterior es que se preservó el derecho a discrepar, lo cual fue 198
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la mejor forma de responder al espíritu del 68 a cuarenta años del movimiento estudiantil. La campaña del odio, la que partía del linchamiento moral contra los que opinamos distinto, fue derrotada política y moralmente. Alimentar de resentimiento a algunos miles de fieles a los que adoctrinaron con la sinrazón de que la mejor forma de enfrentar a la derecha es acabando con la izquierda que piensa distinto se les revirtió. Con ello, lo único que consiguieron fue aislarse cada vez más y exhibir su rostro intolerante frente a la sociedad. Es verdad que resulta agrio regocijarse de ello, pues el PRD en su conjunto perdió con la división y la lucha fraticida; pero al menos se consiguió mantener una opción de izquierda con valores democráticos y competitiva electoralmente. Son de lamentarse los costos del conflicto aunque, quién puede dudarlo, hubiera sido mucho peor que se impusiera el dedazo y permaneciera la idea de que no hay más que una voz que se escucha y se acata, y que aquél que no lo acepte pagará las consecuencias, empezando por ver lesionada su integridad y reputación. Evitar la regresión que representan el estigma y la hoguera moral como herramientas para acabar con la disidencia fue, sin duda, un triunfo cultural de gran importancia. Nadie puede obviar que se siguen pagando costos por la osadía de competir y ganar sin permiso, que está declarada la guerra de guerrillas contra su gestión y que amagan con forzar elecciones para todas las candidaturas en lugar de buscar un justo y equitativo acuerdo que reconozca la pluralidad y los equilibrios, lo que significaría ahondar la división y poner puntos de tensión y conflictividad que generen inestabilidad y compliquen la gobernabilidad. Sin embargo, si hay alguien capaz de hacer frente a ese peligro de incendio es precisamente Jesús Ortega. Tengo la certeza de que la mayoría de Izquierda Unida no comparte la idea del suicidio colectivo para luego tratar de surgir 199
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fortalecidos, cual ave fénix, de las cenizas del partido y que están conscientes de que no se puede ser más anticlimático que agudizar el conflicto interno. Pero además, Jesús es un demócrata practicante y mediante el diálogo y la negociación inteligente de seguro construirá acuerdos benéficos para el partido y para sus diversos componentes. El talento de Chucho para salvar situaciones difíciles y restaurar la unidad está más que acreditado y el mismo AMLO se benefició de ello cuando hizo mancuerna con él en la dirección de 1996 a 1999. El mayor reto de Jesús, sin embargo, está fuera del partido. La unidad sin duda es importante, pero la necesidad mayor es proyectar una izquierda que sea capaz de tener un resultado decoroso el próximo año, atrayendo y sumando nuevos electores, comenzando por ser capaz de recuperar al menos un sector de los votantes que confiaron en el partido en el 2006 y se alejaron por las acciones de resistencia civil que afectaron a terceros e impidieron el funcionamiento de las instituciones, por el discurso pendenciero y reactivo, carente de propuesta y ajeno a cualquier actitud constructiva, así como por la división interna. Para ello, la operación cicatriz que es indispensable no puede convertirse en un lastre. EL PRD debe salir a la ofensiva y mostrarse como una izquierda incluyente, propositiva, atractiva para los jóvenes y capaz de transmitir entendimiento de los problemas que tienen los diversos grupos y segmentos sociales, reafirmando su carácter opositor, acentuado en el aspecto económico, pero también responsable con el futuro del país. Es una insensatez plantear que se enfrenta mejor a la derecha con métodos y planteamientos que no tienen nada que ver con el programa del partido y que terminan reduciendo la base electoral. No hay izquierda más funcional a la derecha que la que se margina y deja de ser competitiva en los comicios. Por eso, la inclusión, el equilibrio y la pluralidad de la dirección no pueden significar diluir la propuesta 200
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política ni hacer concesiones al atraso, pues eso sería conformarse con el voto duro que de por sí será mermado levemente por los principistas que llaman a no votar por el PRD por supuestas y alucinadas “traiciones”. Sería lamentable que, tal y como lo ha declarado el cascarón del FAP, la prioridad del movimiento encabezado por AMLO sea conservar el registro y las prerrogativas de dos partidos que necesitan para sobrevivir de respiración de boca a boca por parte del ex candidato presidencial en lugar de ganar distritos de mayoría y enfrentar en las urnas a la derecha con posibilidades de ganar. Esperemos que eso no sea más que una volada, uno más de los exabruptos de la etílica senilidad de Porfirio Muñoz Ledo que en su delirio piensa que él como ex foxista, junto con la coalición que postuló a Ana Rosa Payán a la gubernatura de Yucatán, puede ser “la auténtica oposición de izquierda”. De cualquier forma, la izquierda política tiene que hacer un frente electoral amplio que asuma la ofensiva programática y se planteé ganar el debate en la opinión pública y construir mayorías. Ahí está la importancia y la suerte de que Jesús Ortega sea el que dirija al partido más importante de las izquierdas en estos momentos críticos, pues tiene el capacidad, experiencia y entusiasmo para que, con la ayuda de muchos más, realice la epopeya. Pero también es correcto que lo sea por otra razón: su victoria, su arribo a la Presidencia Nacional del PRD, es, antes que otra cosa, UN ACTO DE JUSTICIA (así con mayúsculas). De paso… Fin al FAP. Guadalupe Acosta Naranjo y Jesús Ortega de manera genuina reiteraron, una y otra vez, la invitación al PT y a Convergencia a conformar junto con otras fuerzas un gran frente electoral en el 2009, a lo que los partidos pequeños contestaron reiteradamente 201
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con insultos e infamias. Por la unidad bien vale tragarse algunas ofensas y perseverar, pero todo tiene un límite y ese es el cínico desplante del presidente de Convergencia que, al igual que el 95 % de la población, no me recuerdo su nombre. Con desvergüenza anuncia que el adversario al que le quiere quitar votos es al PRD. Tienen una forma muy peculiar de enfrentar a la derecha estos baluartes de la “pureza revolucionaria”. Los piensan derrotar haciéndoles el trabajo sucio…Ya entendí. Dónde dice Movimiento por la Renovación del PRD debe decir por las “Movimiento por las Candidaturas del PRD”, lo que es perfectamente legítimo y no hay razón para usar eufemismos. Espero que quienes lo conformen estén abiertos al diálogo y no vayan a tener al conflicto como consigna como sucede con algunos en la Cámara de Diputados que lo hacen casi como deporte… Lamento que Alejandro Encinas no se vaya a integrar a la Comisión Política Nacional del PRD, no sólo por su talento y liderazgo reconocidos sino también porque se creo a propuesta suya y lo acordó con Jesús ortega precisamente para tener un espacio de influencia necesaria y útil para el partido…Una duda: ¿Por qué AMLO dialoga, negocia y pacta con los presidentes de los partidos del Trabajo y Convergencia y no con los dirigentes del PRD que son de su partido? No es porque sean Chuchos los actuales, pues tampoco lo hacía con Leonel Cota… Se cumplieron los 100 días y nada. Pero eso sí, ¡qué repartidero de culpas!... Se acaba un ciclo. Termino mi gestión al frente de la Secretaría de Formación Política y no tengo si no agradecimiento para mi equipo de trabajo: Acroi Mendoza, Cristina Gaytán, Bianca Niemeyer, Sonia Rodríguez, Mónica Pereda, Gloria Vázquez y Francisco Rey. De seguro, al menos por un tiempo, los textos sólo se mandarán por vía electrónica y estoy meditando si me tomo diciembre para concluir un pendiente académico con el que estoy comprometido. Ya les avisaré… 202
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PRD: las claves del 2009 12 de diciembre de 2008 Después de reconocido su triunfo tras una accidentada y controvertida elección interna, a Jesús Ortega no le queda más camino que jugársela a fondo con su proyecto. En ese sentido, el gran reto que tiene consiste en cicatrizar heridas, recomponer relaciones, restaurar –hasta donde se pueda– la unidad interna sin que eso lo detenga en la implementación de una agresiva política que relance al partido, pues el éxito en el 2009 va a depender fundamentalmente de la capacidad que se tenga para reposicionar al PRD frente a la sociedad. Jesús necesita proyectar una nueva imagen del PRD acorde con lo que ha sostenido. Para revertir las tendencias negativas que se vienen dando desde el movimiento post electoral del 2006 hay que dirigirse a sectores, grupos y ciudadanos indecisos y, en primer lugar, a los que votaron por la izquierda en la pasada elección y que se han ido alejando por la preeminencia en el imaginario social de la estrategia que sólo cultiva a los convencidos. Resultaría contraproducente construir frágiles y dudosos acuerdos de compromiso entre las diversas corrientes y personajes del PRD a cambio de diluir la propuesta, de mandar mensajes equívocos al electorado y de desdibujarse como opción frente a la incapacidad del gobierno panista, el peligro creciente que significa el reposicionamiento del partido del viejo régimen y la labor de abierta zapa de partidos “aliados” que apuestan a sobrevivir a costa de mermar el voto duro perredista con la ayuda de grupos internos. Pero eso no debe llevar a caer en la trampa de adoptar una política defensiva que busque ante todo mantener al electorado cautivo ante los embates de partidos y políticos recién purificados –como si su historia y la de sus dirigentes hubiera comenzado en el 2006–, que dicen combatir a la derecha aunque se concentren en dividir a la 203
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izquierda, y acabar enredándose en un estéril y somnífero debate de autoconsumo acerca de la fidelidad a una persona. En lugar de ello, el PRD debe resaltar su programa y mostrarse como alternativa viable para enfrentar con éxito los problemas del país que han rebasado al gobierno calderonista; como un partido capaz de sumar a los que de por sí no están y, por lo mismo, de conformar mayorías políticas, sociales, legislativas y electorales. Es decir, que el acuerdo interno debe garantizar la pluralidad y los equilibrios en las candidaturas, tal y como se hizo en los órganos de dirección, pero no hacer concesiones en el mensaje a la ciudadanía. Resignarse a pugnar por el voto duro es jugar a perder, más aún cuando no falta quien apuesta al fracaso de la nueva dirección para cultivar redentores. Por ello, son buenas señales los nuevos spots del PRD y, sobre todo, el primer discurso de Jesús Ortega como presidente del partido. Ahí, Chucho puso en el centro y como ariete la agenda de una izquierda libertaria, democrática, incluyente, tolerante, diversa, con visión global, que comprende que la libertad y la justicia se requieren; que se plantea el cambio como tarea colectiva que necesita de sumar voluntades disímbolas; que pone en el centro el combate a la pobreza mediante la redistribución de la riqueza que hay que generar y alentar; que reivindica el diálogo y la negociación entre adversarios; que busca conciliar legítimos intereses de los diferentes sectores sociales; que entiende el valor de los contrapesos y los equilibrios; que sabe de la importancia de impulsar la cultura y no aceptar censura alguna; que apuesta al futuro del país priorizando la educación, la ciencia y la tecnología; que rechaza los dogmas de los extremos; que se compromete con la visión de género; que defiende y enarbola los derechos de las minorías y no acepta ningún tipo de discriminación. Al colocar las propuestas por delante –y de manera implícita un modelo de sociedad– trasciende la vieja idea de que cualquier cambio que valga la pena sólo 204
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podrá venir como resultado de la conquista de la Presidencia de la República y que, por lo mismo, todo debe subordinarse al combate al régimen para después, ya en el poder, reinventar a la nación. Como oposición también se puede y debe incidir en el rumbo del país mediante medios que se complementan: el diálogo y la interlocución con los diversos sectores políticos y sociales, la acción institucional, el debate en la opinión pública y la movilización ciudadana respetando los derechos de terceros. En la medida en que eso se haga y que se responda adecuadamente a los planteamientos propios, se avanza también en la posibilidad de ganar la próxima elección, además del triunfo en sí que significa hacer realidad demandas tan importantes y emblemáticas como lo logrado con la reforma energética o las leyes aprobadas en la Asamblea Legislativa del DF: Ley de Sociedades en Convivencia, despenalización de la interrupción del embarazo, voluntad anticipada, divorcio express, etcétera. Se debe terminar con el mito perverso que sostiene que “la oposición real” es aquella que acude consuetudinariamente a la estridencia y realiza acciones extremas. En la democracia, para quienes están en el sistema de partidos, no hay oposición más temible y eficaz que la que es capaz de ganar elecciones. Con el aislamiento y la automarginación sólo gana a quién se dice combatir o, como en el caso mexicano, a una tercera opción oportunista. Para tener una bancada que incida realmente en el acontecer nacional hay que ganar un número importante de distritos de mayoría en el 2009 y no desaparecer es zonas importantes del país. En ese propósito será fundamental trabajar bien aquellos distritos que se encuentren en los estados y municipios gobernados por el PRD, además de llevar a cabo una correcta política de alianzas. En ese sentido se ha avanzado significativamente con el Partido Socialdemócrata y otras organizaciones como la UNT e importantes centrales campesinas. 205
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Las buenas administraciones producen buenos resultados; pero también la unidad, la propuesta política y contar con buenos candidatos. Esas necesidades obligan a darle vuelta a la página. Así lo han entendido los gobernadores perredistas y, de manera notable, el jefe de Gobierno del Distrito Federal. Es obvio que cualquier resultado aceptable en la elección intermedia pasa por tener éxito en la capital y, en esa medida, también las perspectivas de contender nuevamente con posibilidades en el 2012. Pensar en el proyecto obliga a cerrar filas y, por fortuna, la inmensa mayoría de Izquierda Unida parece estar siguiendo el ejemplo de Marcelo Ebrard. El fantasma de la escisión del que tanto se habló terminó siendo un intento fallido de fabricar una burbuja mediática. Lejos, muy lejos, están las dolorosas y significativas salidas de José Woldenberg, Gilberto Rincón Gallardo, Jorge Alcocer, Adolfo Sánchez Rebolledo, Leonardo Valdez, entre otros. Hasta el momento sólo se ha ido un triste antihéroe junto con sus empleados y familiares y un presidente municipal saltimbanqui de mala reputación. Esto no significa minimizar la urgente necesidad de restañar heridas y, tan o más importante, buscar poner en sintonía a todos los actores del PRD, lo que, por supuesto, incluye de manera importante a Cuauhtémoc Cárdenas y a Andrés Manuel López Obrador. Lo bueno es que para eso de los acuerdos se pinta solo Jesús Ortega. De paso… La flaca memoria. Prohibido recordar, rastrear, investigar, entender. La historia comenzó en el 2006 y es inútil remontarse al pasado más allá de esa fecha. Que nadie rememore que el PT fue creación de Carlos Salinas y de los buenos oficios de su hermano incómodo; que nadie haga cuentas de los dieciocho años ininterumpidos que lleva Alberto Anaya como su presidente y que no lo hacen sonrojarse cuando habla de democracia. Menos aún que se mencione que ese partido tuvo como 206
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candidatos a Jorge Hank Rohn y a Ulises Ruiz. Que nadie haga notar que Convergencia se creó siendo un partido “cacha todo”, que amenazó con romper la Coalición Por el Bien de Todos si no se hacía senador a un cantante pederasta del estado de Hidalgo que hoy se escuda en su fuero para gozar de impunidad –el mismo que rompió la alianza que se estaba construyendo alrededor de Miguel Ángel Granados Chapa en 1999. Mucho menos es permisible que se saque a colación que Dante Delgado le cargaba la mochila a Fernando Gutiérrez Barrios y que Carlos Salinas le dio chequera abierta para cooptar y corromper a líderes y organizaciones campesinas con el propósito de romper la alianza de éstas con el EZLN en 1994. Ni qué decir sobre insinuar siquiera que Porfirio Muñoz Ledo se fue al PARM para competir contra la izquierda en el año 2000 y acabó yéndose con Vicente Fox. Además, es necesario que se finja demencia acerca de que el PT y Convergencia apoyaron a la candidata de ultraderecha, Ana Rosa Payán, en Yucatán. El periódico que en sus inicios y durante mucho tiempo fue promotor de la democracia siguió puntual e incisivamente todos los hechos aquí relatados. Sin embargo, y no obstante que ese medio tantas veces ha afirmado que apuesta a la memoria, hoy promueve la amnesia. Esa es la voluntad del gran líder. El que está con él se purifica. El que se atreve a discrepar es condenado de inmediato y tiene que pagar el precio de sufrir la hoguera moral por parte de un grupo de rabiosos y exultantes tartufos que se dicen de izquierda. Por eso presentan a oportunistas como adalides de la causa más noble y prístina, aún cuando saben que no son auténticos, que son sólo compañeros de viaje que están ahí porque sienten que para librar la aduana del 2009 no les queda más que estar en el ánimo de la voluntad suprema, que esa es la única posibilidad que tienen para mantener sus más terrenales intereses: el registro, las prerrogativas, las diputaciones. Pero después del tránsito de las elecciones intermedias tomarán su propio camino de cara al 2012; harán sus cuentas y, como siempre, su 207
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decisión responderá al cálculo de la opción que les rinda más en dinero y poder. Entonces, al tiempo, los blanqueadores de hoy no tendrán lugar para esconder la cabeza de vergüenza… ¡Felices fiestas y un gran año 2009!
Gaza 12 de enero de 2009 Justo cuando la política militarista e intervencionista de George Bush se encuentra en bancarrota y a punto de ceder su lugar a otra diferente con el próximo cambio de poderes en Estados Unidos, el ejército israelí lanza una brutal ofensiva militar en la franja de Gaza en la que, al igual que como sucedió con la invasión a Irak, se ignora al derecho internacional, se impone el unilateralismo y se desprecia a la opinión pública mundial. Saltan a la vista la desproporción en el uso de la fuerza, las bajas civiles, el dolor humano y la profunda injusticia que agrava hasta la alarma las condiciones de vida de una población de por sí desfavorecida por la acción devastadora de una potencia descontrolada e impune. Por supuesto que Israel tiene derecho a preservar la seguridad de sus fronteras y proteger a sus habitantes, pero eso no le da carta abierta para hacerse “justicia” por propia mano y pasar la factura a miles de personas inocentes. Además, lejos de conseguir lo que dice que se propone, sólo logra complicar la difícil situación que se vive en Medio Oriente y en lugar de combatir con eficacia al terrorismo y a los extremismos acaba por alentarlos. Los cohetes, muchos de ellos caseros, que grupos fundamentalistas lanzan hacia poblaciones de Israel desde la franja de Gaza constituyen una agresión inaceptable que debe condenarse y obligar a las autoridades palestinas a tomar medidas para evitarlas o, si éstas no lo hacen, que los organismos internacionales pertinentes 208
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actúen en consecuencia con base en la diplomacia y el derecho. Pero son a todas luces un pretexto para intentar justificar –como si eso fuera posible– el tremendo despliegue militar israelí y sus también inaceptables agresiones que, por cierto, son mucho más destructivas y letales. Nos recuerda Robert Fisk (La Jornada 8 de enero) que en las cercanías de Gaza han sido asesinados veinte israelíes en diez años, veinte vidas perdidas de manera ruin y deleznable que merecen la condena unánime de la comunidad internacional y satisfacciones de justicia a los deudos, pero que no guardan ninguna proporción con lo ocurrido en las últimas dos semanas en donde hay más de 700 muertos palestinos – casi la tercera parte son menores. Parece que esta guerra atroz e injusta persigue otros fines. Por un lado están cerca las elecciones en Israel y es de todos conocido que la amenaza presente del “enemigo” y el establecimiento de un ambiente social bélico y patriotero además de inflamar los ánimos sirve para orientar tendencias electorales. Trágico populismo que sacrifica vidas para conseguir votos y concitar apoyo. El gobierno israelí ha fabricado una emergencia nacional y puesto su seguridad nacional en primer plano como ardid para mantener el poder, al fin y al cabo que la sangre derramada es de un pueblo al que, en un inentendible racismo para quienes fueron por siglos discriminados, perseguidos y agredidos, desprecian, ofenden y oprimen. Pero es muy probable que tal pragmatismo criminal no sea la única “razón” para esta ofensiva que, en virtud de ser a todas luces fortuita, delata su oportunismo. Y es que pareciera que buscan imponerle el mantenimiento de la política Bush Jr. al próximo presidente norteamericano. Como se sabe, los llamados neoconservadores, ideólogos y hegemónicos durante la, por fortuna, agónica administración, establecieron como estrategia para la pacificación de Medio Oriente el predominio militar de Israel con el apoyo activo de Washington antes que la continuación de las pláticas de paz que 209
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implicaban concesiones recíprocas, tal y como fueron impulsadas por Bill Clinton, cuya capaz y brillante esposa se hará pronto cargo de la política exterior norteamericana. Por lo tanto, con la guerra pueden estar apostando a reducirle el margen de maniobra al próximo presidente que tiene como punto básico la revisión de lo hecho en esa materia en los últimos años y de entrada ya expresó su deseo de dialogar con el gobierno iraní; no olvidemos que uno de los más consistentes y certeros críticos de la invasión a Irak y su posterior ocupación fue precisamente el entonces Senador Barack Obama. Con el conflicto avivado arabe-israelí seguramente piensan que a Estados Unidos no le va a quedar más remedio que cerrar filas con Israel y que los previsibles, si no es que alentados, actos terroristas provocados por tal situación coadyuven a mantener la línea dura y rabiosa de “guerra al terrorismo” a pesar de que ya está demostrado que sale peor ese remedio que la enfermedad. En efecto, las imágenes de las hileras con niños muertos promueven más la inmolación terrorista que los videos de Bin Laden, pues el odio y la injusticia lacerante son su caldo de cultivo. Si el objetivo es debilitar a Hamas –al que por cierto la inteligencia israelí en algún momento decidió fortalecer como una forma de debilitar el liderazgo del entonces presidente Yasser Arafat– se están equivocando plenamente. Por principio de cuentas está visto que los bloqueos económicos que lesionan al pueblo lejos de debilitar gobiernos le dan legitimidad. El extremismo árabe tiene a la opresión israelí como su principal bandera y aliciente para que muchos jóvenes que no encuentran caminos pacíficos e institucionales efectivos para canalizar su molestia se les sumen. Y ahora con la guerra los están haciendo mártires para su pueblo como ocurrió con el Hezbollah en el reconocido error de invadir Líbano en 2006. Al extremismo se le derrota con política, haciendo viable y funcional la negociación y generando un clima de coexistencia pacífica que promueva el desarrollo común de 210
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los pueblos de la región, lo que implica detener la espiral de violencia y odio. En lugar de apostar por ser temidos y odiados las potencias debieran buscar ser respetadas y valoradas, tal y como parece ser la intención de Obama al que todo indica le quieren sabotear ese necesario y loable cambio de imagen del país más poderoso del planeta. De paso... Doña Amalia. En diciembre el país tuvo la dolorosa perdida de Doña Amalia Solórzano, viuda del General Cárdenas. Entre muchas cosas buenas que hizo, Doña Amalia jugó un papel fundamental en la llegada de miles de refugiados de la guerra civil española, en especial de los huérfanos conocidos como “los niños de Morelia”. Sin duda, una mujer excepcional... Comparto la alegría de muchos mexicanos al poder sintonizar de nuevo a Carmen Aristegui en la radio. Ya la extrañábamos... Como ex Jefe de Gobierno y dirigente prominente de la oposición política en el país por supuesto que Andrés Manuel López Obrador tiene el derecho a contar con una escolta y el Estado la obligación de proporcionársela, máxime la situación de violencia e inseguridad desbocada que sufrimos y las consecuencias negativas que traería para la estabilidad de la nación el que se atentara contra su integridad. En ese sentido no se trata de un privilegio sino una necesidad política elemental. Nada más hay que cuidar las formas y no hacer mal lo que se puede hacer bien... Pregunta ineludible aunque se haga en voz baja: ¿qué será de esto y de aquello, de nosotros y de ellos, del país, después de la crisis?... La decisión de PT y Convergencia de llamarle a su coalición “Por el bien de todos, primeros los pobres” confirma que no tienen más estrategia electoral que tratar de piratearle votantes al PRD… Buen inicio tuvo “Producciones cha, cha, cha” de Del Toro, Cuarón e Iñarritú. “Rudo y Cursi” resulto una estupenda comedia. ¡En hora buena para el cine mexicano!... Buen año, les deseo de corazón, a todos los lectores. 211
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El presidente Obama 21 de enero de 2009 No seré yo el aguafiestas. Tampoco el que alerta de ciertos o imaginarios peligros ni el que juega con dados marcados señalando previsibles desengaños. Por el contrario, hoy quiero gozar plenamente la satisfacción del momento, colocarme entre los optimistas, los esperanzados, los que gritan en la calle “sí se puede”, los que están convencidos de la trascendencia del acontecimiento, los que saben que están viviendo un momento histórico y que se sienten, con razón, parte de él, protagonistas de un cambio exigido y reiterado por millones en el país más poderoso de la Tierra que por ello mismo repercute en el mundo entero. Lo hago a sabiendas que las expectativas generadas dentro y fuera de Estados Unidos rebasan por mucho la capacidad de un hombre acotado por la crisis y cuya actuación no podrá obviar a los intereses que determinan las prioridades de una superpotencia. Y es que una cosa es tener conciencia de los límites y otra desconocer que el hecho mismo ya es un paso no menor en la dirección correcta que abre paso a la legítima esperanza. Hoy me sumerjo con gusto en la obamanía sin plantearme siquiera la expedición de cheques en blanco. En mi caso, pues, la participación de la algarabía del momento está lejos de la ingenuidad autorecetada y no tiene por intensión asirse a un rabo de esperanza que sin duda urge en estos tiempos de tantos peligros, de tanta incertidumbre; mucho menos de perderse en un embriagante seguidismo frente al fascinante hombre del momento. Sin devoción, sin actos de fe, sin ciega esperanza, sin entregas acríticas e incondicionales, sin ver auras místicas alrededor de la cabeza del presidente número 44 de los Estados Unidos hay motivos más que suficientes para sentirse alegres y ver con optimismo el futuro no obstante, o quizás gracias, a los enormes problemas 212
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que en su país y en el mundo se enfrentan. Es pasión, pero también razón. A final de cuentas no espero que cambie abruptamente la geopolítica mundial ni que el imperio se comporte de la noche a la mañana como una nación respetuosa de la autodeterminación de los pueblos ni que los principios se impongan a los intereses económicos que siempre han dominado la política exterior de ese país. No, no espero milagros. Por cierto, el primero que se ha empeñado en rebajar las altísimas expectativas es el ya presidente Barak Obama. Ha resistido con inteligencia y dando muestras de convicción democrática a la tentación mesiánica, manteniendo los pies en el piso y dando mensajes realistas. Seduce sin engaño. Su electrizante retórica es emotiva sin caer en la demagogia y es absolutamente contraria a la virulencia. Político moderado comprometido con el cambio que además de convencer apasiona, que toca tanto las fibras como las neuronas, que genera esperanza sin perder la noción de los límites, que incluye, que acuerda, que mira al futuro sin cambiarle el rostro al presente y que no niega los problemas ni promete lo irrealizable. Por eso, si el acontecimiento en sí mismo grandioso, que lo encabece alguien así le da una dimensión histórica enorme. Estamos ante el triunfo de los derechos civiles a más de 200 años de que esa nación de inmigrantes los proclamara como fundamento de su sociedad que, por cierto, en esos momentos era esclavista. La lucha por hacer de la letra realidad para los afroamericanos en Estados Unidos no fue fácil. Llevó un siglo la abolición de la esclavitud y otro más vencer a la discriminación que aunque pervive en segmentos importantes de la población nadie puede menoscabar el hecho de que ahora serán gobernados por el primer presidente de esa raza, y lo hará desde la famosa Casa Blanca construida por esclavos negros. Ahora bien, el símbolo, si bien trascendente e histórico, no es lo único que merece esos títulos. Coincide la llegada de Barak Obama 213
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con la crisis económica que ha sepultado al paradigma neoliberal y con el desastre de la política imperial de su patético antecesor, Geroge W. Bush. El cambio es inminente e inevitable. Seguramente no se dará en la profundidad ni con la velocidad deseable. A las dificultades propias de una economía en recesión se deben agregar los obstáculos que diversos poderes conservadores, formales y reales, pondrán en el camino. Pero lo posible es un buen inicio y el presidente Obama genera una justificada confianza. Su vida, más aún que su bello, potente y convincente discurso, da sustento para creer en sus palabras. Obama ha decidido conciliar en vez de polarizar. Entiende que la emergencia que está viviendo su país requiere de unidad nacional y se ha mostrado incluyente dentro y fuera de su partido, además de que ha dado pasos para ser visto no como un presidente demócrata sino como de todos los norteamericanos. En eso va muy bien y la aceptación del 80% de la población le da una fuerza considerable que debe aprovechar en los primeros meses de su gobierno. El riesgo, es verdad, está en que suceda lo mismo que en México en el año 2000 cuando se dio la alternancia y el deseo de cambio estaba en el ánimo de la sociedad. Vicente Fox arrió sus banderas a cambio de apoyo y estabilidad, de tal suerte que lo que impero fue la impunidad y el estancamiento. Más que “el gobierno del cambio”, como se autoproclamaba, la administración foxista terminó siendo “el gobierno del fiasco”. Sin embargo, por suerte no parece haber punto de comparación entre el culto y ecuánime Obama con el ignorante y desenfrenado Fox que desperdició una oportunidad preciosa para el país. Y eso me recuerda el motivo de mi alegría por la presidencia de Obama: La oportunidad que representa para su pueblo y para el mundo, oportunidad que es esperanza. Confío en que, en la medida de sus reales posibilidades, el sí la sabrá aprovechar.
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De paso… La Sagrada Familia. Con el Encuentro Mundial de las Familias celebrado en México se constató lo sabido: que la alta jerarquía católica no está dispuesta a abrirse, cambiar y modernizarse y, más preocupante aún, que busca de manera cada vez más activa y militante que sus concepciones conservadoras controlen al poder público. Están en plena ofensiva para imponer su visión única de la única forma de vida que pueden aceptar, y por lo tanto, de la única familia lícita, portadora de valores únicos que, según ellos, deben transmitirse a través de la educación en las escuelas, con lo que le declaran la guerra a Constitución, por laica. De ahí resalta la labor de la IV legislatura de la Asamblea Legislativa que se atrevió a elaborar y aprobar la Ley de Sociedades en Convivencia, despenalizar el aborto, establecer el divorcio express, reconocer el derecho al bien morir, etc… Por cierto, en una reunión con jóvenes de la Internacional Socialista celebrada en el Palacio del Ayuntamiento el pasado martes, Marcelo Ebrard avaló la propuesta del diputado Víctor Hugo Círigo y del senador René Arce de legalizar la marihuana como una alternativa para combatir el narcotráfico y las adicciones, superar prejuicios y apostar por la educación y la libertad. ¡En hora buena! Más vale tarde que nunca… El éxito del plan anticrisis del PRD estriba en que Jesús Ortega evitó caer en demagogia y optó por la responsabilidad en estos momentos críticos haciendo una propuesta viable y sustancialmente mejor que la del gobierno federal; es decir, que no obstante la natural tentación que existe por capitalizar electoralmente la crisis antepuso los intereses del país a los de facción… Alejandro Encinas será diputado federal del PRD, algo que debe ser celebrado por dos razones: porque pondrá su reconocida capacidad y talento al servicio del proyecto que el mismo ha contribuido a construir y porque su candidatura será un evidente e incuestionable acto de reconciliación partidaria. Su entrada como candidato plurinominal será producto de un acuerdo política que constata el 215
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talante incluyente de la gestión de Jesús Ortega y no de la competencia interna. Qué bueno que así sea, pues es la única forma de garantizar su diputación, ya que si dependiera de la fuerza de Izquierda Unida de seguro lo dejarían otra vez colgado de la brocha. Recordemos que ningún grupo de esa alianza cedió su lugar a Alejandro para que éste fuera congresista o consejero nacionales; mucho menos lo harían para dejarle una curul. Ya será cuestión de tiempo, espero, para que deje esa vieja forma de la vieja clase política de acordar y golpear al mismo tiempo. Simular no es renovar… La cuarta parte de los afiliados del PT decidieron hacer una alianza con el PRD para la elección del 2009. El dinosáurico dirigente de ese partido que ha sido su presidente durante 18 años, Alberto Anaya, juega mientras tanto a dos cartas para tratar de conservar sus prerrogativas: por un lado trata de orientar los votos de AMLO hacia su partido y alentar la división en el PRD y por el otro regresa a sus orígenes buscando alianzas con el PRI. Por cierto, no en lugares de hegemonía panista sino en el mismísimo estado de Nuevo León a instancias del creador de esa franquicia, Carlos Salinas de Gortari. José Narro Céspedes recordó bien que el susodicho Anaya operó para que el PT apoyara a Roberto Madrazo en el 2006, pero la rebelión de las bases se lo impidió… El PT y Convergencia tienen el 1% en las encuestas, ahí la llevan. El sectarismo tiene sus costos… Desde el 9 de enero terminó el periodo de Porfirio Muñoz Ledo al frente del FAP, por lo que además de decano del trasvestismo político ahora también es coordinador espurio… ¿Quién realmente paga la inmensa publicidad calderonista en la prensa escrita bajo el nombre de un particular desconocido?... ¿Por qué no hay acuerdo en el DF que evite la elección interna en el PRD? ¿Será cierto que es porque el Jefe de Gobierno no se le puede imponer a su antecesor? ¿O esa imagen de boy scout atrapado y maniatado por las fatales circunstancias y los desalmados poderes fácticos es sólo un ardid para buscar aplastar al dirigente perredista mejor posicionado para la jefatura de Gobierno en el 2012?... 216
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Las razones del catastrofismo 28 de enero de 2008 En las últimas semanas se han acrecentado las voces que, particularmente desde Estados Unidos, alertan sobre los peligros que se ciernen sobre México y ponen en duda la capacidad de éste para evitar una catástrofe. Se ha hablado de que el mexicano puede volverse un “Estado fallido” o un “narco-Estado”, e incluso que puede sufrir un “colapso rápido” y que su situación. Entre las fuentes “catastrofistas” se encuentran ni más ni menos que la armada norteamericana y el ex zar antidrogas de esa nación, Barry McCaffrey. Pero no se trata sólo de una visión externa. El mismo ejército mexicano reconoce, según la Secretaría de la Defensa Nacional, que lo que está en juego en la lucha contra el narco “es la viabilidad de México como nación”. Me parece que, antes de aceptar o descalificar visiones que suenan tan alarmantes, sería conveniente analizar los diversos ingredientes del presunto o real cocktail explosivo de la situación mexicana y tratar de responder no sólo a la pregunta que con razón se hizo Andrés Manuel López Obrador en el mitin del 25 de enero, ¿por qué no ha estallado?, sino también si puede estallar en el futuro inmediato. Tres ámbitos que se entrelazan parecen ser los determinantes: economía, seguridad y política. Pocos pueden poner en duda que están en crisis los dos primeros y pocos también pueden dejar de extrañarse que a pesar de ello el último, el de la llamada política-política, no. Es decir, la economía desde hace décadas no marcha bien, la inseguridad se ha desbordado y sin embargo no ha habido un estallido social ni una ruptura institucional. Considerándolo paradoja, AMLO optó por explicarse la continuidad del régimen y su relativa estabilidad –dejo a otros interpretar si fue con lamento o celebración– gracias “a la nobleza y el ánimo pacifista” del pueblo mexicano, así como a los paliativos sociales generados por el crecimiento de la economía 217
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informal y por la salida de connacionales con el consecuente ingreso de divisas que provoca el fenómeno migratorio hacia los Estado Unidos. Apostar por el agravamiento de la crisis económica es jugar con cartas marcadas, pues es del dominio público que lo peor, no sólo en México sino en el mundo, está por venir. Las consecuencias que se vislumbran (aumento de desempleo, reducción del consumo, disminución de importaciones, quiebras de empresas, retorno de inmigrantes, más dificultades para cruzar “al otro lado”, menos remesas, entre otras) agravarán más la situación de la mayoría de la población. En un país con inmensas desigualdades e injustificables privilegios, el que se aumenten los sacrificios para los sectores populares y se castigue a la clase media resulta, en sí mismo, un caldo de cultivo para el enojo social. Sí, la economía es una razón para justificar el catastrofismo. En el terreno de la seguridad el panorama es igual de desolador. Más de nueve mil ajusticiados en los veintiséis meses del gobierno de Felipe Calderón, el poder económico y de fuego de las bandas delictivas son inmensos, el Estado está infiltrado de arriba hacia abajo, la impunidad y la corrupción siguen siendo el sino del sistema. Mientras el narcotráfico siga siendo el mejor negocio del mundo la guerra está perdida. Sin embargo, y pese a todas las evidencias y pese a la descomposición social que el miedo y la zozobra están generando en el país, el gobierno mexicano sigue viendo como tabú la discusión sobre la legalización de las drogas. La impotencia del Estado para garantizar seguridad, acabar con la impunidad y combatir con eficacia al crimen organizado también es razón para sostener el catastrofismo. Y en la parte política, si bien no se encuentra en crisis, existen algunas señales de alarma. Vicente Fox dilapidó la oportunidad de consolidar la transición a la democracia y su legado es de instituciones débiles, disfuncionalidad de un régimen que en lugar de favorecer los acuerdos los encarece, polarización y envilecimiento de muchos 218
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actores, desengaño de amplios sectores de la vida democrática aún sin vivirla y, muy importante, un descrédito sin precedentes de la clase política que incluye tanto al oficialismo como a la oposición más radical a éste. No hay crisis política, pero sí sus ingredientes. ¿Quién puede extrañarse entonces porque diversos observadores vean como una cuestión de tiempo el colapso del régimen, sobre todo cuando las soluciones, a diferencia de los problemas, no se ven a simple vista? Si de por sí faltan en el país estadistas que vean por encima de la coyuntura y sepan anteponer los intereses nacionales a los de grupo, en tiempos electorales encontrarlos parece misión imposible. Los acuerdos que normalmente son difíciles de construir mientras se hace proselitismo se tornan francamente utópicos, además de que hay personajes importantes e influyentes de esa clase política denostada que quieren, anhelan e imploran que efectivamente se dé la catástrofe a pesar de que eso es una irresponsabilidad extrema en virtud de que si bien nadie puede saber con certeza qué resulte del caos los riesgos de violencia y autoritarismo son muy altos. Pero el caso es que en el momento que más urge hacer pactos de Estado para afrontar la inflamable situación es cuando más lejanos se ven. Por todo lo aquí expuesto, la pregunta debería ser otra: ¿Cómo no ser catastrofista? De paso… Cuidado. La teología se distingue de la filosofía y otras disciplinas humanísticas en que aquella acepta y recurre a la fe y a la revelación como vías de conocimiento. Por eso, estudiar “El Movimiento” (así en mayúsculas) tal y como lo ven algunos de sus fervorosos defensores –fariseos diría Lenin– parece una tarea de teólogos. Hay un evidente endiosamiento del concepto. Por él se justifica todo, no importa si es loable o perverso, honesto o deshonesto, grande o pequeño. “El Movimiento” licencia para cambiar de camiseta, decir lo que se quiera, apoyar a cualquiera, golpear a los incrédulos, amenazar con el juicio de 219
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la historia, bendecir candidatos y anatemizar a otros. “El Movimiento” no se equivoca, al igual que La Iglesia. Y como ésta, posee un único e infalible intérprete, pues no es por asambleas, reuniones o consultas democráticas como la voluntad de ese conglomerado se manifiesta. El oráculo es personalísimo e incuestionable. “El Movimiento” redime al peor de los hombres si se somete y condena a todo el que discrepa. Es tan milagroso que puede presentar como acción noble y justa ser postulado por un partido y no mover un dedo por él o incluso apoyar a otros. ¡Bienaventurados los oportunistas, los polizones y los doblecara! “El Movimiento” del que hablo es en realidad, hoy por hoy, aparato movilizado y lo sabemos todos los que hemos participado en movimientos sociales, pero eso es secundario. Lo grave es que la izquierda retorne a la mistificación para imponer una visión única. Con Robespierre era “La Revolución”, en tiempos de Stalin era “El Partido”, ahora es “El Movimiento”. Y en todos los casos la entelequia sirve para justificar lo injustificable y dejar a un lado las razones, los valores, la congruencia… Nos dicen que “El Movimiento” tiene como gran objetivo estratégico salvar el registro de dos pequeños partidos aunque éstos no cuenten con la representatividad social indispensable para poder contar con los recursos públicos de ley y que por lo mismo es indispensable apoyarlos, lo que no puede significar otra cosa que transferirles votos del PRD auque se repita hasta la saciedad que “El Movimiento” es más que un partido. Un “Movimiento” con objetivos tan chiquitos es natural que adjudique a sus oponentes objetivos de igual tamaño y se argumenta que hay que darles votos “porque el gobierno calderonista busca que el PT y Convergencia pierdan el registro” –de seguro Calderón no piensa en otra cosa. Es la lógica de la visceralidad. Según ésta, la política de Estado y la de la oposición a éste se ve reducida a un asunto de odios y revanchas. La visión estratégica se para exactamente en la nariz. Ojala “El Movimiento” se de cuenta que el PRI está avanzando en su intensión de regresar a Los 220
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Pinos, que existe el riesgo de que obtenga la mayoría absoluta en el Congreso lo que le daría un poder insospechado y que dividir el voto de la izquierda es la mejor forma de ponerle la alfombra roja a Peña Nieto. Pero para ello será necesario que “El Movimiento” levante la mirada y se olvide del pensamiento enano que se preocupa por saldar cuentas mientras el peligro de la regresión autoritaria crece día con día… Tanto apoyo al presidente vitalicio del PT, Alberto Anaya, amigo y beneficiario del clan Salinas, nos hace suponer que si Elba Esther Gordillo se pasara a lado de “El Movimiento” se volvería prócer de la patria y maestra legítima de la república… La unidad es muy importante y es correcta la estrategia de Jesús Ortega de construir un gran acuerdo que incluya al lopezobradorismo. Pero no se debe confundir la buena voluntad con ingenuidad y quienes sean candidatos deben comprometerse con el partido… Agradezco de corazón a todos los que de una manera u otra me brindaron solidaridad en un momento doloroso y difícil…
Carta a Marcelo 3 de febrero de 2009 Lic. Marcelo Ebrard Casaubón Jefe de Gobierno del Distrito Federal Presente Estimado Marcelo: Tu actitud me desconcierta. Acabamos de pasar la peor crisis en la historia del PRD y te prestas a cometer los mismos errores. No es posible que después de las experiencias recientes, en lugar de ponerte por encima, de ser garante y árbitro de la contienda, hayas decidido involucrarte como facción en la próxima elección interna del partido, 221
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al grado de procesar candidaturas oficiales. Tu parcialidad carga los dados, sepulta al principio de equidad, enrarece el proceso y presagia el conflicto. Al hacer estos señalamientos no descubro nada. Todo se ha hecho con absoluto desparpajo y sin asomo de pudor. Los medios de comunicación han dado cuenta puntual de las intensas negociaciones que los diversos grupos de Izquierda Unida realizan en tus oficinas y bajo tu coordinación, pues los participantes en las mismas declaran o filtran sobre los avances, dificultades y conflictos suscitados en la mesa, buscando presionar para obtener más candidaturas o, en su defecto, compensaciones. Supongo que eres consciente de que, siendo Jefe de Gobierno, participar en la determinación de precandidatos –y en sus subsecuentes apoyos–, así como en los ofrecimientos de acomodo en la administración pública de los que no caben en el acuerdo, es política y moralmente inaceptable, además de ilegal. Te recuerdo que los conflictos electorales, tanto el de las elecciones presidenciales del 2006 como el de las internas del partido en el 2008, se ocasionaron por la intervención de quienes debían mantenerse al margen de la disputa. Si insistes en involucrarte vas a contribuir a la polarización de la elección y pondrás en duda la legitimidad del resultado. Y no es para menos. ¿Qué equidad puede haber para el resto de los militantes, es decir, para lo que no sean palomeados por ti, si para lograr la candidatura del PRD en el DF tienen que vencer al Jefe de Gobierno? La verdad es que no te entiendo. Además del riesgo que tiene una eventual elección cuestionada, ésta era una oportunidad para que te constituyeras como factor de unidad y equilibrio de todo el PRD, para que pudieras acreditar un sano y razonable margen de autonomía frente a tu antecesor y para que ganaras autoridad moral ante el conjunto de la militancia. De hecho ya habías avanzado en ese sentido porque mantuviste una posición conciliadora durante el 222
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conflicto del año pasado y mostraste compromiso institucional al aceptar a la nueva dirigencia nacional del partido. Pero ahora saltas para atrás y vuelves al redil. Te enfrentas a una parte del partido para encumbrar a otra, a Izquierda Unida, de la que por cierto no eres su principal dirigente. Tal y como lo confirman múltiples testimonios, muchos de los cuales han sido recogidos por los medios de comunicación, Izquierda Unida acepta que tú propongas tres de cuarenta precandidatos a diputados locales, tres de veintisiete a diputados federales y dos de dieciséis a jefaturas delegacionales, éstas últimas las más difíciles, Miguel Hidalgo y Benito Juárez que hoy están en poder del PAN. Cifras raquíticas que contrastan con las de la corriente de René Bejarano que está decidiendo sobre prácticamente la mitad de las candidaturas internas a todos los puestos por parte de ese mismo bloque. Ignoro por qué decidiste volverte operador y promotor de ese grupo al grado de pretender hacerlo el más fuerte e influyente de la ciudad. También ignoro por qué te quieres poner en las manos de tu contendiente a la candidatura presidencial del 2012 cuando no eres en mínimo grado ingenuo como para tragarte el cuento del “mejor posicionado”. Pero me resulta aún más inverosímil que pongas en riesgo las posibilidades reales de la izquierda para competir con éxito en este año, pues es obvio que el PRD no resiste otro proceso como el del 16 de marzo pasado y lo grave es que en lugar de servir a la solución estás optando por convertirte en el problema. Es muy probable que pienses que todo se arregla tomando los caminos ya andados de circular oficios, advertir abiertamente a funcionarios públicos y ordenar a la contraloría que investigue y actúe contra desvíos. Pero me darás la razón de que no es gran cosa que te vigiles a ti mismo. Es verdad que esas medidas no sobran; sin embargo, si nos atenemos únicamente a ellas, quedará en el ambiente un tufo a simulación. 223
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Te parecerá inconcebible lo que te voy a decir, pero éste no es un problema mediático. Es también de principios, legalidad y congruencia, de dejar de reproducir al viejo régimen; pero no sólo. Resultaría contraproducente tratar de engañar a la opinión pública si el desequilibrio y los excesos se manifiestan en los territorios incubando conflictos. Así que en lugar de jactarse con “el crimen perfecto” y atender a la voz del cínico que reta con soberbia “que me lo comprueben”, mientras mira en los techos buscando cámaras de video, la única posibilidad para salir bien librados de este trance es que reconsideres, des un paso atrás y más que decir que no te vas a meter, efectivamente no te metas. Apostar a “taparle el ojo al macho” es, a final de cuentas, jugar con fuego. Es cierto que todos tenemos que contribuir a que las elecciones internas salgan bien, pero sin duda alguna el principal responsable de que eso suceda y, por lo mismo, de preservar al PRD en su bastión eres tú. Estoy enterado de que el argumento principal para que tu gobierno se involucre en la elección de candidatos –con todos los riesgos que implica– es para que obtengas por fin el control de la Asamblea Legislativa, mismo que no has tenido a pesar de que nuestro partido es ahí la fuerza mayoritaria. Pero lo cierto es que nuestro parlamento no pudo haber sido más productivo. En la Ciudad de México se demostró que la división de poderes puede ser un pistón en lugar de un freno. Si de algo puedes estar orgulloso es del sello libertario que el órgano legislativo encabezado por Víctor Hugo Círigo le dio a la capital del país. La Ley de Sociedades en Convivencia, la despenalización del aborto, el divorcio Express, la eutanasia, el cambio de nombre de los transgéneros, el fomento a los transplantes de órganos y la discusión de la legalización de la marihuana como alternativa para combatir al narcotráfico y atender las adicciones mediante la información, la educación y la responsabilidad son, entre 224
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muchas otras iniciativas surgidas de los legisladores; medidas de avanzada que enorgullecen al PRD, pues cumplen con su programa y responden a sus valores. Se engaña el que piensa que el mejor diputado es el obediente. En fin, espero que reflexiones sobre las repercusiones nocivas que tiene para nuestro partido y para la ciudad que gobiernas el que te involucres en la elección de candidatos. Es de sabios detener el paso al borde del abismo. Por lo pronto te voy a ayudar denunciado todas las irregularidades que pueda constatar. Frente a ellas serán los hechos, más que las palabras o la propaganda, los que hablen por tu administración. No quiero despedirme sin antes reconocer en lo que vale la ayuda, comprensión y profesionalismo de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal en un asunto difícil y doloroso para mi familia. Un fuerte abrazo y mis consideraciones. Fernando Belaunzarán Consejero Nacional del PRD Comisionado para la Reforma del Partido
Los spots de AMLO 13 de febrero de 2009 Andrés Manuel López Obrador está acostumbrado a apostar fuerte. La novedad es que ahora arriesgue tanto por tan poco. Además, no puede mas que tener dificultades para explicar en términos heroicos, en consonancia con su discurso épico con el que pretende justificar su actuar frente a sus seguidores e incluso frente a la historia, su afán por salvar no a México sino el registro legal de dos partidos de obscura procedencia y con liderazgos de reputación más que dudosa en momentos críticos para el país. Y es que el objetivo real salta a la vista no obstante 225
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su pequeñez: conservar para esas franquicias el dinero público que reciben aunque no tengan la representatividad para tener derecho a ello. Claro, también está el castigo a su partido a pesar de que le debe su carrera política, pues éste se atrevió a votar mayoritariamente por una dirección autónoma a sus decisiones. Para nadie es un secreto que la jihad pejista ha llamado al voto de castigo contra el PRD desde que el resultado de la elección interna quedó firme. Es decir que mientras la nación naufraga y el PRI amenaza con controlar la Cámara de Diputados, encaminándose con paso firme hacia Los Pinos, quien se jacta de ser el principal liderazgo de la oposición está absorto en el ajuste de cuentas y en las arcas del erario. Lo que llama la atención es el abrupto declive. Después de ser el personaje central de la política mexicana, de establecer por años la agenda nacional, de haber salido airoso de una embestida perversa fraguada desde las más altas esferas del poder público y llevar a la izquierda a su mayor votación histórica se achica hasta el grado de pelear por conservar mínimos. No hay ningún objetivo estratégico en ello, pues si bien puede pensar que logrando mantener con vida a ambos partidos ya aseguró su candidatura presidencial, lo cierto es que éstos han dado muestras a lo largo de su historia de que sus decisiones las toman con base a los intereses pragmáticos del momento. Pero aunque así fuera, es lamentable que todo se subordine a un proyecto personal, que AMLO opte por dividir el voto de la izquierda por soñar con el 2012 y que en lugar de preocuparse por ganar el mayor número de distritos se concentre en abrirle boquetes al PRD por unas cuantas pluris, coadyuvando de esa manera el retorno del PRI al poder. Es verdad que el deterioro de la situación nacional y la incapacidad de la administración calderonista para responder a las exigencias de la emergencia que se vive han hecho renacer las esperanzas por la ruptura social y la caída del régimen político en el círculo lopezobradorista –como si esa circunstancia efectivamente los pusiera 226
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en la antesala del poder–, pero incluso en ese hipotético escenario sería conveniente contar con la representación más amplia posible en el parlamento por parte de la izquierda comprometida con la democracia. Ahora que resulta francamente paradójico que por un lado se piense en la toma del Palacio de Invierno y por el otro en los pesos del sistema que se busca derribar. Ver a la crisis como si fuera la Divina Providencia que devolverá a su legítimo depositario el poder arrebatado es tan irresponsable como fantasioso, pues se juega con la vida de millones de familias que se las verán muy negras y a quienes la inestabilidad política lejos de ayudarles las condenará a prolongar su deteriorada condición. México no necesita ningún “salvador”, idea contraria a una izquierda con convicción democrática. Requiere sí de hombres con visión de Estado que sean capaces de unir y transformar, de evitar el caos y cerrarle el camino a los pescadores del río revuelto. Restaurar el equilibrio y hacer que la sensatez y la altura de miras predominen es el único camino para dar certidumbre en estos tiempos aciagos. En ese sentido resulta indispensable contar con una izquierda fuerte que deje a un lado el resentimiento y ponga por delante el interés general; precisamente la izquierda a la que AMLO torpedea y apuesta a disminuir para mantener con vida artificial a los dos partidos que, engañándose, piensa que son de su propiedad. Las razones esgrimidas para arrogarse el derecho de chaqueteo y, aunque parezca mentira, hasta presentarlo como una acción loable son, para decirlo suave, poco serios e insostenibles. Nos dicen que es para contrarrestar a “la mafia de la política” y al gobierno de Calderón que se ha planteado desaparecer al PT y a Convergencia como si con el país hecho pedazos no tuvieran cosas más importantes en qué pensar. Dejando a un lado que Dante Delgado y Alberto Anaya tienen todos los meritos para ser considerados “capitos” de esa llamada mafia y que no todos los políticos hacen del hígado su brújula, finalmente son los ciudadanos los que deciden cuáles partidos se mantienen y cuáles 227
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no deben seguir sosteniéndose con el dinero de los contribuyentes. Si su registro está en riesgo y no encuentran más solución que tratar de piratearle electores al PRD es que algo habrán hecho mal y asumen que no son opción por sí mismos. Lamento el enojo y la decepción de muchos perredistas que se están tragando los spots de su ex presidente nacional y ex candidato presidencial a favor de otros partidos y se preguntan por qué está ayudando al PRI a ser la primera fuerza en el país. En cambio, celebro que las máscaras se caigan. De paso… Catastrofismo. Los mejores promotores del pesimismo ante la crisis son sin duda los voceros del gobierno federal. Carlos Slim tiene todo el derecho de manifestar su opinión y la reacción desproporcionada y alucinante contra ésta por parte de funcionarios que por algún misterio se sienten muy listos le dio una prominencia mediática al enfrentamiento que en lugar de tranquilizar tuvo el efecto contrario… Y hablando de respuestas torpes, la del Secretario de Salud contestando con simpleza y prejuicios propios de Serrano Limón –mientras los ríos de sangre corren por el país– a los ex presidentes latinoamericanos que propusieron legalizar el consumo de marihuana para combatir el narcotráfico está de campeonato y nos demuestra que cualquiera, cual-quie-ra, puede llegar al gabinete presidencial… Después de tapizar con bardas la Delegación de Iztapalapa para promocionar la inauguración de un centro recreativo y una vez que llegó a éste el Jefe de Gobierno a destaparlo, Jesús Valencia renunció al DIF capitalino para buscar una diputación en aquella demarcación. Afuera los mariachis cantaban: “Te pareces tanto al PRI, que no puedes engañarme…”…Junto al repartidor de becas, cobijas y despensas, otra funcionaria que aplica programas sociales renunció a su cargo para contender por la candidatura a la Jefatura Delegacional de Iztapalapa. Clara Brugada dejó la Procuraduría 228
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Social y una operadora de ella, de nombre Shantal, ofrece cinco mil pesos a los administradores de las unidades habitacionales que se atendieron con recursos públicos por parte de dicha dependencia para que le lleven a la gente a votar a favor de la ex procuradora… Por ello, con todo respeto, es demagógico que Marcelo Ebrard se jacte de que no hay ningún secretario de su gobierno como precandidato, como si eso acreditara su no intervención en la contienda. Además de que la razón por la cual Jose Ángel Ávila, su secretario de Gobierno y a quien había perfilado para coordinar la ALDF, no se lanzo a buscar la candidatura se debió sinceramente a que René Bejarano no lo dejó pasar, el DIF y la PROSOC manejan más presupuesto que la mayoría de las secretarías… Y hablando de “El Profesor”, aunque la suya es la corriente más favorecida en las planillas palomeadas por Marcelo aquel no se da por satisfecho. Por eso, para estirar la liga, IDN registró en el folio 15 una lista que en parte coincide y en parte discrepa de la propuesta oficial. No tengo dudas de que Bejarano se saldrá con la suya. El precio fijado a Ebrard para enfrentar y tratar de disminuir a René Arce, al que ve como fuerte contendiente para sucederlo en el cargo, es entregarle la ciudad a René Bejarano y lo va a hacer… Tomo nota del mensaje que en El Peñon me diera un operador de Alfredo Hernández Raigosa, alto funcionario del gobierno de la Ciudad y mejor conocido como “El Camarón”: “En el distrito XIX no te vamos a dejar pasar, sea por las buenas o por las malas”… Pues como ya se dieron cuenta, buscaré la candidatura a la diputación local de ese distrito de Iztapalapa no obstante las amenazas…
Marcelo y la elección interna 2 de marzo de 2009 Frente a la elección interna de candidatos en el Distrito Federal, Marcelo Ebrard tuvo una disyuntiva: ser factor de unidad y arbitraje, 229
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con ascendencia política y moral ante todos los contendientes, o bien convertirse en operador de una corriente y utilizar el poder de su cargo para buscar inclinar la balanza a favor de los suyos. Es verdad que esta última posibilidad es casi una regla en el sistema político mexicano, educado por décadas por el priísmo vuelto cultura, pero también lo es que como nunca antes el PRD está obligado a realizar un proceso electoral sin conflictos mayores y la intervención del gobernante lejos de mitigar la polarización, facilitar la gobernabilidad, cicatrizar rápidamente las heridas y mantener las cosas en el ámbito institucional se vuelve un elemento de descomposición que además pone en cuestión la legitimidad del proceso mismo, pues echa por la borda el principio de equidad. Ésa es sólo una de las razones por la que extraña que Marcelo haya optado por el activismo muy poco disimulado con el que se dio a la tarea de construir un bloque enfrentado a Nueva Izquierda que de manera exultante cuenta con el aparato, programas y recursos del segundo gobierno más importante del país. Es entendible –aunque no necesariamente compartible– que un hombre de poder como Marcelo priorice el control político de la Ciudad de México y quiera garantizar que, al igual que ocurre en la inmensa mayoría de los estados de la república en los que la división de poderes es letra muerta, sólo haya una ventanilla, la de su oficina, para ser el gran factotum de la vida política capitalina; realidad diferente a lo ocurrido durante el primer trienio en virtud del contrapeso de una Asamblea Legislativa que ha mostrado autonomía a pesar de que el partido en el gobierno es mayoría absoluta en ella. Sin embargo, conseguir la ansiada docilidad legislativa desplazando a Nueva Izquierda tiene, por decirlo así, daños colaterales. El primero es que con ello pierde la posición privilegiada que había conseguido tras las traumáticas elecciones internas del año pasado. Esa era la de gozne entre el partido y Andrés Manuel López Obrador, entre los “chuchos” y el lopezobradorismo; punto de unidad por demás necesario no sólo para 230
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el partido y para la izquierda sino también para él mismo dada su debilidad orgánica en el PRD. En efecto, Marcelo dependió de la fuerza de “las tribus” obradoristas para ser candidato a Jefe de Gobierno y son esas mismas a las que ahora promueve en su intento por desaparecer a René Arce. Por eso es que el grupo más beneficiado en las precandidaturas oficiales resultó ser el del otro René, el de Bejarano (aproximadamente la mitad de ellas mientras las que son propiamente de Marcelo se cuentan con una mano). Pero quitarle el poder a Nueva Izquierda para otorgárselo al bejaranismo si bien le garantiza la incondicionalidad deseada en la ALDF también le va a significar enorme dependencia respecto a ese polémico personaje –y en ese sentido respecto a AMLO– en todo lo que se va a definir en el 2012. Es verdad, quién puede negarlo, que Ebrard le debe a su antecesor el cargo que ocupa en el presente, pero eso no debiera llevarlo a poner su futuro en esas mismas manos. Pero más allá de cálculos futuristas, lo más lamentable de la operación directa de Marcelo es que al establecer precandidatos oficiales se ha creado para los beneficiarios del dedazo y de sus equipos una atmósfera de complicidad con la autoridad que les proporciona una sensación de impunidad que puede provocar la pérdida de cualquier noción sobre los límites. Ya lo sabemos, la impunidad genera monstruos y algunos grupos piensan que al contar con el respaldo del mismísimo Jefe de Gobierno todo les está permitido y pueden cometer excesos. El caso es que, sobre todo en Iztapalapa, se han dado situaciones graves de amedrentamiento contra dirigentes de Nueva Izquierda que merecen una respuesta inmediata e inequívoca por parte de las autoridades, pues tal y como se han dado es evidente que no son simples eventos delincuenciales y para muestra el secuestro Express de un dirigente al que no le robaron ni la camioneta en la que viajaba, ni el celular, ni las tarjetas de crédito y débito. 231
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Al parecer en Izquierda Unida hicieron una apuesta equivocada que Marcelo les compró. Juraban que, como a Jesús Ortega lo último que le interesa es un conflicto en la capital del país, a Nueva Izquierda en el DF no le quedaría más que aguantar hasta la ignominia lo que viniera y como viniera, así fuera, como ha sido, una elección de Estado, además de suponer que podían grillar para separar a Arce de los dirigentes nacionales chuchos, de tal suerte que pudiera mantener buena relación tanto con AMLO, por entregarle la plaza en el DF, como con Ortega, apoyando su gestión al frente del partido; idea un tanto ingenua, pues resulta evidente que permitir el agandalle de la capital del país por parte de Izquierda Unida sería para Jesús firmar la entrega del PRD al ex candidato presidencial terminando la elección intermedia. Ahora bien, aunque la presión y las ofertas han sido enormes por parte de José Ángel Ávila, Secretario de Gobierno, y del propio Marcelo Ebrard, para que declinen precandidatos a favor del “oficial” y se presente sólo uno frente al de Nueva Izquierda, en algunos lugares han fracasado. Pero lo que sin duda cambió el panorama electoral, en el que se estaba pensando concentrar todas la atención y las fuerzas en Iztapalapa, fue la ruptura del grupo gobernante en Gustavo A Madero, la segunda Delegación más grande en el DF. Marcelo se inclinó por el candidato del ex Jefe Delegacional, Francisco Chiguil, a Víctor Hugo Lobo que a todas luces tiene menos perfil, trayectoria y capacidad que el diputado federal David Lozano, quien hizo una alianza estratégica con Nueva Izquierda. Sin embargo, no hay duda de que la batalla de batallas se dará en Iztapalapa, pues quitársela al equipo de René Arce se volvió una obsesión de Estado y Marcelo preparó el asalto desde hace años. No en balde colocó a los más jurados adversarios del Senador del DF en lugares claves para trabajar el terreno. Clara Brugada al frente de la Procuraduría Social tuvo entrada en todas las Unidades Habitacionales 232
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de la demarcación, donde centró su trabajo, y manejó un presupuesto sin precedentes. Por cierto, para realizar la gestión que Clara está haciendo en su labor proselitista tiene a su servicio un equipo del gobierno central al que le obedecen las diversas dependencias del GDF, de tal forma que le están resolviendo en menos de 24 hrs. A Alfredo Hernández Raigosa, “El Camarón”, le dio la Dirección General de Regularización Territorial siendo que el distrito en el que él tiene su fuerza y por el que su sobrina está de precandidata es el de mayor número de predios y campamentos que necesitan regularizarse en el DF y anda prometiendo escrituraciones gratis en varios de ellos. Pero nada tan escandaloso como el caso de Jesús Valencia que saltó del DIF a la precandidatura haciendo gala de recursos, al grado no sólo de llenar todos los postes del distrito con su rostro –lo que se quería evitar con la reforma electoral– sino de incluso reglar celofán en las tortillerías para envolver el producto con su imagen, además de las consabidas gorras, camisetas, plumas y hasta paletas; eso sin contar con la pinta salvaje de bardas para anunciar su último acto y despedida como servidor público. Es demostrable que a su nombre han ido a buscar expresamente a los beneficiarios de los programas sociales del DIF para pedirles el voto a favor del ex funcionario y que en el caso de los becarios de secundaria les están solicitando concentrar en sus casas a diez votantes el día de la elección. Si ya es imposible regresarle al proceso la equidad perdida, al menos se debería atajar al riesgo de violencia antes, durante y después de la jornada electoral. Para ello es imprescindible que Marcelo mande un mensaje de que no habrá impunidad para nadie, incluso para los que él apoya. Lo más importante es garantizar que las inconformidades se canalicen institucionalmente y que en ello cada quien se haga cargo de los suyos y nadie finja demencia. La trascendencia de la elección interna quizá no se capte con facilidad, pero más allá de la explícita lucha por el poder lo que se está 233
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dando es un momento clave en la batalla cultural de la izquierda entre el caudillismo y la convicción democrática. Frente a la lógica de que no hay otro camino para hacer carrera política que el de contar con el favor de la voluntad suprema y que, por lo tanto, se premia la incondicionalidad y se castiga a la discrepancia, existe una alternativa: la de la relación respetuosa y republicana entre iguales, es decir, la de equilibrios, contrapesos y valoración de las capacidades y los méritos. De paso… Té de tila. Cuando en el Consejo Nacional del PRD solicité respetuosamente a Marcelo Ebrard que sacara las manos del proceso interno de selección de candidatos en el DF para prevenir un conflicto postelectoral como el que ocurrió en la elección del año pasado fui interrumpido a gritos e insultos por Armando Quintero y Dolores Padierna. Un rato después del sainete, Quintero subió a tribuna para rebatirme sin hacer mención a mi persona y de manera, ciertamente, más civilizada. Además de acusarme con Jesús Ortega debatió con temas que yo no había abordado en mi intervención como la preocupante intimidación de dirigentes de Nueva Izquierda y la falta de atención a ellas por parte de las autoridades. Con su numerito sólo consiguió poner en el centro y darle realce al foco rojo que significa para la gobernabilidad del partido la intervención del GDF en las próximas elecciones del 15 de marzo. Seguramente su jefe, con el que quiso hacer méritos, le dijo al veterano político el clásico “no me ayudes compadre”… Por cierto, me dijo divisionista como si yo fuera el que está haciendo spots de otros partidos políticos… Si es verdad lo que se publica, que Bejarano está planeando irse del PRD después de la elección de julio para fundar un partido con AMLO, entonces la pregunta a Ebrard de que si sabe para quién trabaja es más pertinente que nunca… Nadie puede negar la consistencia de la administración calderonista: cada vez estamos peor… ¿Y el PRI?. 234
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Confiando en la amnesia y confiando en que el PAN siga pagando los costos políticos por la crisis y que tenga éxito la división de la izquierda por parte de los que sufren por conservar las prerrogativas del PT y Convergencia…
Carta a Jesús Ortega 10 de marzo de 2009 Ing. Jesús Ortega Martínez Presidente Nacional del PRD Presente Estimado Chucho: Estás obligado a intervenir. Por responsabilidad, por congruencia y hasta por pudor tienes que hacer algo para poner orden ante la descarada elección de Estado que se está llevando a cabo para elegir candidatos en Iztapalapa. Eres, junto con la dirección política que encabezas, el único que puede hacer algo en virtud de que ha quedado demostrado que Marcelo Ebrard tiene a su administración volcada en esa demarcación para favorecer a sus precandidatos. Entiendo que, como Presidente Nacional del partido, tengas como objetivo evitar al máximo los conflictos internos y que éstos trasciendan a los medios de comunicación; pero así como le advertiste con tino al gobierno de Felipe Calderón que no por minimizar el problema de inseguridad por el que atraviesa el país éste va a resolverse, yo te digo lo mismo respecto a la elección interna que se avecina. La intromisión burda y escandalosa del Gobierno del Distrito Federal ha sido documentada plena y de manera inequívoca. Fueron pillados con las manos en la masa, perdón, en las despensas y, lo que es aún más grave, condicionando programas sociales a cambio del voto. 235
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Si algo indigna es la desvergüenza. Las planillas oficiales están actuando con tal cinismo y tienen tal sentimiento de impunidad que se atrevieron a repartir despensas a beneficiarios en las mismas oficinas del DIF en Iztapalapa, donde los propios funcionarios de esa dependencia llamaron a votar por Clara Brugada y Jesús Valencia. Este bochornoso hecho que fue documentado y transmitido por un medio de comunicación (Milenio Televisión, 7 de marzo de 2009) y que debiera hacernos reflexionar sobre la reproducción de una de las prácticas más rancias del viejo régimen por parte de un gobierno que tiene el compromiso de actuar de manera diferente ni siquiera cohibió un poquito a sus artífices. Al día siguiente empleadas del mismo DIF capitalino organizaron también en Iztapalapa una asamblea para discapacitados que son beneficiarios de programas sociales en un salón de fiestas donde hicieron proselitismo por esos mismos candidatos, tal y como lo constató un medio de comunicación que pudo infiltrarse en la reunión (Reforma en línea, 8 de marzo de 2009). De seguro estás enterado que Jesús Valencia, miembro del círculo más cercano de Marcelo Ebrard, saltó de la dirección del DIF a una precandidatura a una diputación en esa demarcación. Es preciso que actúes con energía para reencauzar el proceso, evitar que se siga intrometiendo de manera ilegal e inmoral el GDF y hacer que se sancione a los responsables de la mala utilización de recursos públicos. No estoy pidiendo una cosa distinta a la que tú demandaste cuando se exhibió aquel video de Miguel Bortolini, entonces Jefe Delegacional de Coyoacán, haciendo proselitismo a favor de Marcelo Ebrard con beneficiarios de programas sociales durante la contienda para la candidatura a Jefe de Gobierno a finales del 2005. Ahora que por fortuna estás al frente del partido, tienes la obligación moral de actuar en consecuencia. Y es que, Jesús, hemos dado batallas muy fuertes para defender la equidad de los procesos de selección interna. Tú mismo has sido 236
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víctima del dedazo, de la cargada, del veto. Venimos de impedir, después de una lucha encarnizada, la imposición de un candidato oficial por parte de quien se asume como voluntad suprema en nuestro partido y que no dudó en violar la ley para lograr su propósito. Reconozco que estás cambiando el rostro del PRD, que estás proyectando ese nuevo espíritu más propositivo, de mayor responsabilidad con el país, de miras más altas y de menos rencores, pero por eso mismo debes –a diferencia de Cota que se volvía un simple adorno en los momentos de crisis– tomar al toro por los cuernos. Como presidente no puedes permitir que los poderes fácticos se impongan sobre la institución, sobre sus órganos y sobre sus normas. Precisamente por eso resistimos y dimos la pelea el año pasado. Desde hace tiempo vengo advirtiendo sobre la intervención ilegal e inmoral en la elección interna de quien debería dar garantías a todos, ser punto de equilibrio e incluso servir de árbitro entre los contendientes. Yo mismo envié una carta a Marcelo para expresarle mi preocupación y en el pasado Consejo Nacional le hice un atento llamado para que actuara con responsabilidad y sentido común, para que antepusiera los intereses del proyecto a los de grupo, entendiendo que la elección del 15 de marzo debe ser ejemplar y que a toda costa tenemos que evitar que se reedite la amarga experiencia del año pasado. Todos sabemos que cuando se cargan los dados se favorece el conflicto. Armando Quintero y Dolores Padierna se indignaron a tal grado que interrumpieron mi discurso con gritos, amenazas e insultos. Ahora ha quedado claro que su molestia respondió a que ellos se están beneficiando con la intervención impropia del gobierno de la ciudad. Por cierto, taxistas han hecho la denuncia de que la Setravi –encabezada por el mismo que hizo un drama de campeonato y pena ajena en la sesión del Consejo Nacional porque me atreví a aludir a su jefe– los obliga a colocar en sus unidades propaganda de los precandidatos oficiales (Reforma, 2 de marzo de 2009) 237
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Tú sabes mejor que nadie que la falta de equidad, la intervención descarada de los poderes fácticos, la utilización de recursos públicos y el desprecio por la norma prefiguran escenarios de conflicto. Si te das una vuelta por Iztapalapa verás que no falta ningún ingrediente. Al contrario, a éstos debes sumar la existencia de grupos agresivos, proclives a la acción directa, que al saberse respaldados por el segundo gobierno más importante del país pueden perder la noción de los límites y, por lo tanto, representan un riesgo latente de violencia. La falta de respeto a la nueva legislación electoral que regula las precampañas de seguro te preocupa, pues finalmente eso se va a traducir en multas contra el partido. Pero más allá de eso, de la molestia que causa entre los que cumplen la ley que los precandidatos oficiales se sientan tan protegidos que hacen pintas y pegan propaganda dónde y cómo no deben, existe un hecho que es importante que conozcas. Se están volviendo a repartir las mismas cartas ilegales que tanto enrarecieron la elección para presidente del partido, firmadas por nuestro ex candidato presidencial para apoyar ahora a la precandidata oficial en Iztapalapa, la misma que se hizo famosa en el 2003 cuando sus spots por televisión alternaban con los de Carlos Imaz en aquella precampaña de ligas y gastos onerosos. ¿Qué autoridad moral le queda a nuestro presidente legítimo si se sigue permitiendo hacer lo que tanto le cuestionó a Fox? ¿No es el colmo de la esquizofrenia y de la obsesión enfermiza por el poder que AMLO además de hacer campaña por el PT y Convergencia quiera imponer candidatos en el PRD? ¿No será que efectivamente quiere sacar el mayor número de cargos de elección popular para después de julio irse con todo el bejaranismo? Hay otros dos hechos graves que debo ponerte en conocimiento. En diversas zonas de Iztapalapa, según numerosos testimonios, se están recogiendo credenciales de elector a cambio de obtener o mantener becas (10 por cada beneficiario), lo cual constituye un delito federal y, por tanto, se hace necesaria la intervención de la FEPADE. 238
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El otro hecho es que en los predios de Cuahtémoc Gutiérrez de la Torre, heredero del Rey de la basura y priísta conocido por sus batallas a sillazos para obtener el control de su partido, están organizándose para participar en nuestra elección interna a favor de las planillas oficiales. Parece que Bejarano no es el único aliado que Marcelo guarda en el closet. Como ves, urge tu intervención como Presidente Nacional y estarás de acuerdo conmigo que se requiere actuar con rapidez. Pensar en que las cosas por sí solas se arreglarán sería pecar de la misma ingenuidad que la de los que sostenían que “la mano invisible” del mercado evitaría crisis como la que hoy padecemos. Está claro que como consecuencia de su activismo, el Jefe de Gobierno ya no es capaz de generar confianza a las partes y por eso el único que tiene la autoridad política y moral para convocar a todos eres tú. Y eso es lo correcto, pues lo que requerimos es un partido fuerte que no se someta ni actúe a contentillo de sus personalidades y cuya institucionalidad sea garante del ejercicio pleno de los derechos de los militantes. De verdad que comprendo tu interés porque el partido deje de ventilar sus conflictos internos en los medios de comunicación y que, por lo mismo, ya no se proyecte la imagen de un PRD rijoso, dividido y ensimismado. Ahora sí que es justo y necesario. Pero también espero que tú comprendas que sería mucho peor que estalle un conflicto poselectoral en el mero centro político del país por permitir que se sepulte el principio de equidad en la contienda mediante la utilización impune y facciosa del poder público en el proceso electoral de selección de candidatos. Además, a nadie se le puede pedir que contribuya con el proyecto aceptando ser avasallado con malas mañas. Por otra parte, más vale prevenir que lamentar y, en la situación en la que estamos, el silencio alentaría la actitud de los que piensan que, como han sido señalados por el dedo divino y cuentan con las estructuras de poder, todo les está permitido. 239
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Coma sabes, Chucho, te tengo estima y puedes contar conmigo en estos momentos cruciales para el país. Si así lo consideras conveniente, estoy a tus órdenes para poder platicar personalmente y contribuir para que colectivamente encontremos la forma de distender los ánimos y evitar que se consuma una elección de Estado el próximo domingo en Iztapalapa y en el resto de la ciudad. Te mando un fuerte abrazo y mis consideraciones. Fraternalmente, tu amigo. Fernando Belaunzarán Consejero Nacional y precandidato en el distrito XIX PD. En la madrugada de hoy fue sorprendido Alberto Saúl Alvarado Sandoval, funcionario de la Dirección de Atención a Problemas Especiales Para la Niñez del DIF capitalino, retirando ilegalmente la propaganda de Silvia Oliva, precandidata a la Jefatura Delegacional de Iztapalapa. Por tal motivo fue remitido junto con el cuerpo del delito a la Agencia 16 del Ministerio Público que se encuentra en el centro de la demarcación, abriéndose la averiguación previa SIZP/IZP-4/T-1/ 00587/09-03. Es evidente que ni con la exhibición pública de sus fechorías se inhiben. Y eso es por la certeza de gozar de impunidad, la cual, lo sabemos muy bien, construye monstruos.
La última elección del PRD 18 de marzo de 2009 Que nadie se llame a engaño. El pasado domingo sólo se constató lo que ya sabíamos: que rebasa las fuerzas y capacidades organizativas e institucionales del PRD garantizar condiciones de certeza y equidad en sus elecciones internas y que, en el Distrito Federal, se consumó una 240
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elección de Estado. La única sorpresa, si la hay, son los niveles a los que se ha llegado; la inagotable capacidad de superarse a sí mismos en la frenética lucha por ganar a toda costa y de cualquier modo, ignorando los límites y haciendo gala de una ausencia total de escrúpulos. Pero lo anterior no nos debe llevar a la trampa de generalizar el “cochinero” y tomar el camino fácil de igualar a todos y, por lo mismo, de no distinguir a los actores y de negarse a analizar las implicaciones de sus actos. Una cosa es que el PRD tenga que revisar con urgencia sus mecanismos de selección y hacer un examen sobre los disvalores y conductas impropias que predominan en su interior cuando se disputan cargos y candidaturas –mismos que son compartidos en mayor o menor medida por las distintas corrientes que integran al partido– y otra que se ignore el mensaje de la salvaje operación que hizo el Gobierno del Distrito Federal para hacerse del control político de la ciudad. Los medios oficialistas se apresuraron a culpar a la oposición – que es como se le trata a Nueva Izquierda en el DF– de diversas irregularidades, precisamente para vacunar a los precandidatos del gobierno, y al gobierno mismo, contra las múltiples evidencias de compra de voto y coacción que se observaron desde el inicio de la jornada electoral. “¿De qué se quejan si ellos hacen lo mismo?” La verdad es que la estrategia de igualar es una burda cortina de humo para ocultar la dimensión que tuvo la elección de Estado en el DF y proteger a su principal responsable. Más allá de las anécdotas y de la guerra de acusaciones que si no se sustentan con pruebas y se les proporciona consistencia jurídica se quedarán en mero desahogo, lo que trasciende es la pretensión de un grupo político de usar los enormes recursos del segundo gobierno más importante del país para garantizar su hegemonía. En ese sentido, los importantes programas sociales que son fundamentales en estos tiempos de crisis se pervierten al volverse instrumentos de control que conforman una base social amarrada. Y han crecido a tal grado que su 241
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utilización electoral hace que cientos de miles de capitalinos conformen la clientela política más grande de México. ¿Qué mayor prueba de ello que el crecimiento exponencial de los votantes en las internas del PRD? ¿O acaso así ha aumentado la aceptación del partido con respecto al 2006, cuando arrasó en el DF y acarició la presidencia de la república? Tan sólo Iztapalapa pasó de 90 mil electores a más de 200 mil en ese lapso. Pero ese no es el único espectro del PRI que se hizo presente en la elección interna del PRD. En el centro de la disputa también se encuentra la convicción presidencialista de los que conformaron la planilla oficial. Para ellos no puede haber otro camino para hacer carrera política que el sometimiento incondicional a la voluntad suprema del que está al frente del poder Ejecutivo. De ahí el acoso permanente que ha sufrido Víctor Hugo Círigo por parte del oficialismo, pues eso de la división de poderes se repite, pero no se asume. Ahora bien, a pesar de que por mucho esta elección fue peor que la del año pasado, no ocurrirá lo mismo y el conflicto poselectoral será sustancialmente menos estridente y traumático que aquel. La diferencia es que mientras en el anterior proceso el problema se agudizó porque se impidió durante meses la conclusión de algo tan elemental como sumar los votos, en virtud de que el resultado no gustó al principal poder fáctico del PRD, en esta ocasión los inconformes poseen convicción democrática, al menos así es en el caso de los precandidatos de Nueva Izquierda, y, por lo mismo, en lugar de mandar al diablo a las instituciones apostarán a que las instancias jurisdiccionales desahoguen de acuerdo a derecho los agravios y, por lo mismo, no obstaculizarán el trabajo del órgano electoral, ni cerrarán calles, ni tomarán oficinas, ni promoverán el escalamiento del escándalo mediático. Por supuesto, dado lo acontecido, es un hecho que será el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el que emita la última palabra respecto a las candidaturas perredistas. 242
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Es comprensible y totalmente compartible la pretensión de Jesús Ortega de evitar reeditar el desgaste poselectoral del año pasado y, por tanto, que no se haga eco de las denuncias de irregularidades electorales. Él está viendo por la imagen pública del PRD y es correcto que se preocupe para que no disminuyan las tendencias por un eventual escándalo. Sin embargo, en mi opinión, debió abstenerse de calificar la jornada del domingo, pues no es su función y además resultó una actitud por demás prematura que se revirtió ante las evidencias crecientes de prácticas indebidas. Lo que corresponde es dejar que sean las instancias competentes las que desahoguen las inconformidades y emitan los juicios correspondientes. Mientras tanto se podría avanzar en un acuerdo para sacar en la medida de lo posible de los medios de comunicación el conflicto para no afectar la campaña electoral, sin que eso signifique consecuentar hechos tan graves como la compra del voto, la agresión a militantes y periodistas, el condicionamiento de programas sociales, el acarreo de votantes del Estado de México, entre otros, y mucho menos otorgarle impunidad a quienes los cometieron. Eso sí, el mejor favor que se le puede hacer a la izquierda política, si de verdad quiere seguir siendo izquierda y no refundar al PRI con máscara amarilla, es hacer que esta elección sea de verdad la última que organiza el PRD de manera abierta. Es evidente que estos ejercicios de democráticos ya no tienen nada, que se ha llegado a extremos inadmisibles y que significan un elemento de intensa autodestrucción. Por ello es de primera necesidad que nuestro partido encuentre mecanismos que además de la representatividad social –que eso no se mide con la capacidad de movilizar personas a las urnas– se reconozca el mérito, la capacidad y la autoridad moral. Ese es uno de los retos principales del PRD una vez que concluya la elección constitucional.
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De paso… Forbes. La verdad es que no se requiere que la fortuna de algún narcotraficante se consigne en alguna revista extranjera para que los mexicanos sepamos que estos tienen un poder económico inconmensurable, al grado que pueden retar al Estado en poder de fuego e infiltrarlo en sus más altas esferas. Mientras no se les pegue en el bolsillo, la guerra será eterna y seguirán acumulando capital… El PT formalizó su alianza con el PRI en Nuevo León y, más allá de hacerse el sorprendido, Andrés Manuel no hará nada, fingirá demencia y seguirá apareciendo en sus promocionales, no obstante su oposición discursiva a cualquier acuerdo con ese partido. No es la ideología, ni los principios. Es el crudo poder… Y hablando de simulaciones, después de palomear precandidaturas, operar declinaciones a favor de los suyos, financiar a las planillas oficiales, encargar a sus allegados tareas electorales, establecer mesas de diálogo para, según esto, evitar prácticas indebidas y pagar encuestas de salida en los cuarenta distritos locales para monitorear hora por hora las tendencias, Marcelo Ebrard instruyó a su equipo de prensa a que se resaltará mediáticamente que él no votó en la elección, como si con eso pudiera acreditar que ha estado ajeno al proceso. Lo más grave no es que quiera ocultar algo que además de incorrecto se ve mal sino que subestime hasta ese grado la inteligencia de la opinión pública… Después de la descalificación de la sub-20 y la eliminación de la selección de béisbol que no vaya a perder México contra Costa Rica en el Azteca porque entonces sí ¡sálvese quien pueda!…
Marcelo y Andrés 25 de marzo de 2009 Marcelo Ebrard se está moviendo con frenesí para esparcir en los medios de comunicación que va a competirle la candidatura a Andrés 244
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Manuel López Obrador en el 2012. Para ello hace malabares por tratar de explicar o, mejor dicho, desvirtuar e incluso desinformar acerca de lo que resulta a todas luces evidente para los que conocen –aunque sea medianamente– la fauna perredista en la capital del país: Que con su operación de Estado en las elecciones internas del 15 de marzo entregó el control político de la ciudad al lopezobradorismo, fundamentalmente al grupo que dirige René Bejarano, el más leal de los operadores de Andrés Manuel. ¿Por qué fortalece, al grado de ponerse en sus manos, a quién se supone va a enfrentar? Esta clara contradicción e irracionalidad política del Jefe de Gobierno, así como el activismo que despliegan sus personeros para engañar a incautos, difundiendo la especie falsa de que Marcelo es el principal dirigente de la mayoría de los que resultaron electos mediante el cochinero que se orquestó con la intervención descarada del GDF en el proceso, debe tener su explicación. Para encontrarla tenemos que empezar por entender el doble mensaje que está enviando y saber quiénes son los destinatarios para cada uno de ellos. Hacia dentro del PRD es incontrovertible que Marcelo entregó la plaza del DF a AMLO y, por lo mismo, le está diciendo a su antecesor que acepta las reglas que éste ha establecido para zanjar la cuestión del 2012, a pesar de que no haya –y él menos que nadie– mortal tan ingenuo como para creer de verdad que el político tabasqueño podría hacerse a un lado tan sólo porque el actual Jefe de Gobierno saliera adelante en las encuestas de intención de voto. Todos sabemos que la frase de “el mejor posicionado” equivale a la de “que me den por muerto” que utilizó el propio López Obrador en los años previos al 2006. Lo incuestionable es que Marcelo no sólo no quiso enfrentar a López Obrador y evitó contrariarlo en la definición de candidaturas sino que puso todo su gobierno al servicio del pejismo. Marcelo se volvió un operador diligente de René Bejarano. Habrá quien se crea 245
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aquello de que cedió por temor ante la amenaza de que se registraran candidatos obradoristas por otros partidos en la capital con el apoyo del ex candidato presidencial, tal y como sucede en otras entidades. Pero el caso es que su compromiso con su antecesor llegó al grado de no dudar en realizar el trabajo sucio y arriesgarse a pagar costos por su involucramiento mal disimulado. La única precandidata realmente marcelista que tuvo éxito fue Ana Gabriel Guevara, una de las que más riesgo corre de perder en las elecciones constitucionales. Recordemos que Bejarano vetó al Secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, y a la Consejera Jurídica, Leticia Bonifaz, y ni siquiera se registraron para la elección interna, no obstante que anunciaron sus intenciones con bombo y platillo y contaban con todo el respaldo del mandatario capitalino. Además, sus más incondicionales que pudieron registrarse, como Jesús Valencia – el niño yupie que usurpó el lugar de Mariagna Prats al frente del DIF– , resultaron derrotados, pues sólo los dejaron competir en distritos de mucho riesgo. Es verdad que el bejaranismo no hubiera ganado sin Marcelo, pero también lo es que el verdadero ganador no es éste sino AMLO, el cual impuso sus condiciones. Es posible que René Bejarano, como parte de los acuerdos, acepte otorgarle el control de la ALDF a alguien que se encuentre en el vértice del anterior y el actual Jefe de Gobierno, como Alejandra Barrales, pero entre más nos acerquemos al 2012 no hay duda de que el enorme peso que ahora obtuvo –si los tribunales no dicen otra cosa– lo hará valer para imponer condiciones, no sólo en lo que respecta a la candidatura presidencial sino también en la sucesión para la jefatura de Gobierno. Sin embargo, hacia la opinión pública, Marcelo Ebrard quiere establecer otra percepción. Y es que para influyentes sectores de la población, así como para algunos importantes poderes formales y otros fácticos, con los que el Jefe de Gobierno ha ido reconstruyendo relaciones tras el polarizante 2006 con base en buen trato, negocios, 246
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favores y promesas, les generaría enorme desconfianza percatarse de la subordinación política del titular del GDF a la estrategia de López Obrador que sigue anhelando y trabajando la caída del régimen. De la misma manera que Marcelo no quiso enfrentar en estos momentos a AMLO, tampoco quiere asumir abiertamente el costo político –y quizás económico– de esa decisión o, si se prefiere, falta de decisión. Pero además de que no tiene cara para mostrarse como “pelele” del Peje después de tanto presumir su supuesta independencia, quizá tengan una estrategia acordada en la que Marcelo quiere aparentar una inevitable confrontación con Andrés para obtener ventajas para un proyecto que en realidad comparten. En busca precisamente por ocultar ese “doblamiento de manos” ante López Obrador, el Jefe de Gobierno se ha preocupado por esparcir y magnificar la versión de un supuesto conflicto entre Jesús Ortega y René Arce para expresar que el problema es sólo con el segundo, de tal suerte que se le vea como aliado del presidente del partido y, por tanto, dentro de un hipotético y eventual frente contra su antecesor. Un cuento engañabobos. Es verdad que Chucho, en su preocupación porque no se afecte la imagen del partido, de por sí dañada por el conflicto del año pasado, minimizó el cochinero y prefirió hacer como que no se dio cuenta de la intervención alevosa del GDF en el proceso, lo cual produjo cierta molestia de Nueva Izquierda en la capital del país; sin embargo también es verdad que ha habido comunicación y comprensión mutuas y que Ortega sabe a la perfección dónde están las lealtades de los beneficiarios de la elección de Estado. Una cosa es que el presidente nacional se preocupe por que no disminuyan las tendencias del PRD y otra que no sepa exactamente quiénes son los ganones de la sucia jornada del 15 de marzo: López Obrador y su fiel escudero Bejarano. Habrá algunos que piensen que Marcelo está todavía pagando la decisión de AMLO de hacerlo su sucesor y que no se sorprenden en 247
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lo más mínimo por lo acontecido, pues en las decisiones fundamentarles resulta evidente que el Jefe de Gobierno nunca ha dejado de rendirle pleitesía al político tabasqueño a pesar de las apariencias. Otros pensarán que en virtud del poder que López Obrador todavía tiene en la capital sintió que desafiarlo en estos momentos sería un suicidio, lo que no tiene mucho sentido en virtud de que si no lo hizo ahora mucho menos lo hará después que le entregó la gobernabilidad de la ciudad en charola de plata. Y es que, en cualquier caso, nadie puede dudar de que Marcelo Ebrard se encuentra hoy más controlado por Andrés Manuel que antes de la elección interna. Para no entramparse con simulaciones, engaños y dobles discursos hay que fijarse más en los hechos que en los dichos. En ese sentido, las evidencias indican que la disputa entre Andrés y Marcelo es simple juego de artificio y especulaciones de analistas políticos a los que se les inocula la especie de manera interesada por parte del círculo cercano al Jefe de Gobierno. En el momento de la verdad, como en la elección de dirigentes del año pasado y la de candidatos que acaba de pasar –ya no digamos el permanente y sustancial financiamiento al gobierno legítimo– es incuestionable que Ebrard se ha plegado a López Obrador. ¿No resultaría más comprensible ver el cacareado enfrentamiento por el 2012 como un ardid entre ambos para sacar raja de aquí y de allá? De seguro, como caciques convencidos de las bondades del presidencialismo autoritario, piensan que las candidaturas a la presidencia y la jefatura de Gobierno las van resolver únicamente entre ambos. Eso sí, sólo ellos conocen sus enjugues. De paso… En la mira. La atención renovada de parte del gobierno norteamericano sobre lo que ocurre en México no sólo es por la incontenible violencia que se da en el norte del país por parte de diversos cárteles de la droga sino también por la incapacidad del Estado mexicano de 248
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hacer frente por sí solo a esa situación y los riesgos que tal situación, agravada por la crisis económica, representa para la estabilidad y gobernabilidad de nuestro país. Si bien no consideran que México sea un Estado fallido, todo indica que piensan que puede llegar a hacerlo si no hacen algo al respecto y entienden que no les conviene en lo absoluto que su vecino sufra un colapso político. Sin duda que combatir el tráfico de armas sería una buena contribución para atacar un aspecto fundamental del problema, pero si no se encuentran mecanismos para atacar al negocio de sustancias prohibidas con eficacia y se ayuda también con recursos para enfrentar conjuntamente la crisis mundial, entonces que se vayan acostumbrando a vivir con el riesgo latente y los focos rojos encendidos al sur de su frontera… Las visitas de Hillary Clinton y Barack Obama demuestran que México se ha vuelto prioridad en la política norteamericana no obstante los serios problemas domésticos que allá tienen. Lo correcto es aprovechar esa situación para replantear la agenda bilateral y, sin aceptar violaciones a la soberanía, poner a prueba a la nueva administración norteamericana que tantas esperanzas ha generado en el mundo entero. Por lo pronto hay que darle la bienvenida a este par de políticos notables… Se equivoca el que piense que la primera afinidad de Clara Brugada es con Marcelo Ebrard por deberle su cuestionada y tambaleante victoria y haber sido parte de su administración. Dichas versión oculta que ella fue la única precandidata de todo el DF que contó con el respaldo de una misiva de Andrés Manuel López Obrador difundida masivamente, que fue oradora junto con AMLO en el reciente mitin frente a la Secretaría de Hacienda, que a todas sus pintas se le agregó, después de la elección, una frase alusiva a su lealtad hacia el presidente legítimo y que su principal operador, el diputado Varela, se hizo famoso por ser arrojado de la “máxima tribuna de la nación” en la víspera de la toma de posesión de Felipe Calderón… Sólo se puede encontrar una diferencia a la forma en como Marcelo Ebrard gobernaba la ciudad con 249
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Manuel Camacho y como la hace ahora: que en ese tiempo estaba en el PRI y ahora está en el PRD… Ah! Y que en ese tiempo obedecía a Salinas y ahora a López Obrador… En 1991 la oposición en el DF se enfrentó al control corporativo y clientelar del partido oficial, negocios jugosos “al amparo del poder público”, lucro con la ilegalidad, cooptación de dirigentes, dinero a lo bestia para operar política y mediaticamente, utilización del aparato de gobierno y sus programas en campañas electorales y acoso y represión en contra de disidentes. Volver al futuro…
Obama, Elliot Ness y la nueva relación 1 de abril de 2009 Se está dando un viraje radical en la política de Estados Unidos hacia México, el cual no se explica por el cambio en la administración norteamericana –aunque éste sea un elemento relevante– sino por la grave situación por la que atraviesa, según lo perciben en los centros neurálgicos de aquel país, nuestra nación y cuya manifestación más elocuente es la violencia incontenible del narco. México no fue tema relevante en la contienda por la presidencia de Estados Unidos, ni para los demócratas ni para los republicanos, ni tampoco figuraba dentro de las prioridades en la agenda del que resultó electo. Barack Obama encendió la esperanza dentro y fuera de Estados Unidos por su compromiso contra los privilegios, por su electrizante retórica a favor del cambio, por su capacidad de incluir y unificar, de volver a hacer creer a una sociedad escéptica, de cambiarle la cara prepotente al imperio y de ser en sí mismo un prueba de integración y promesa de justicia histórica para las minorías. Irak y Afganistán fueron, en todo caso, los puntos de referencia del debate sobre política exterior durante la campaña y la transición, 250
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pero incluso éstos fueron minimizados ante la creciente gravedad de la crisis económica que impuso la primacía de los asuntos domésticos. En ese sentido, México es hoy, para el gobierno de Obama, una emergencia. Los focos de alerta en Estado Unidos se encendieron desde el año pasado, pero no fue hasta hace muy poco que esos dominaron la visión oficial. Es verdad que la preocupación de algunos funcionarios por no herir susceptibilidades en México y la indolencia de otros a ese respecto han producido mensajes equívocos, contradictorios y confusos –lo que demuestra también que se trata de un tema que no tenían contemplado–, pero los hechos de las últimas semanas no dejan lugar a dudas sobre la relevancia que el problema de la inseguridad y violencia vinculadas al narcotráfico han adquirido en la administración Obama. Recordemos los informes del Pentágono y del ex Zar Antidrogas Barry Mc. Caffrey que hablaban del riesgo inminente de que el Estado mexicano se tornara fallido y más recientemente la declaración de Dennis Blair, Director General de Inteligencia, que apuntaba que la violencia y el poder corruptor del narco tenían partes del territorio nacional sin ley ni gobierno. No necesitan decirlo o reiterarlo –conforme pase el tiempo el gobierno de Obama unificará el discurso en concordancia con el de Calderón–, es obvio que la posibilidad de un colapso político –llámese Estado fallido, ingobernabilidad o crisis institucional– ante la imposibilidad de contener al poder corruptor y de fuego del narco, la extensión indiscriminada de la violencia, la profundidad todavía incierta de la crisis económica, el desgaste de la incipiente democracia mexicana y el desprestigio de la clase política en su conjunto, modificó el cuadro de las prioridades norteamericanas, pues lo último que quisieran es el estallido de un conflicto social y político al sur de su frontera. Ya tienen demasiados problemas como para quedarse mirando como se incendia la casa del vecino. 251
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Muestras de la nueva relación con México abundan. No es casual que en menos de un mes tengamos la visita de altos funcionarios norteamericanos, como son, la brillante Secretaria de Estado, Hillary Clinton, Eric Holder, Secretario de Justicia, Janet Napolitano, Secretaria de Seguridad Nacional, y el propio Presidente Barack Obama. Pero además, el mensaje es novedoso. Como nunca, el gobierno norteamericano expresa la corresponsabilidad con el problema. La Canciller lo dijo claramente: “se trata de una avenida que corre en ambos sentidos”. Por fortuna –aunque eso le genere decepción al gobierno panista– dicha corresponsabilidad no parece significar la aplicación de algún sucedáneo del Plan Colombia. El mismo Obama nos da algunas claves en su muy comentada entrevista del domingo 29 de marzo para la cadena CBS. El mandatario norteamericano entiende, y lo dice con todas sus letras, que su país tiene que disminuir la demanda de drogas y detener el paso de armas y dinero al crimen organizado en México. Pero, y esto es fundamental, parece que no piensa que la solución de fondo al problema sea militar o siquiera policiaco, a pesar de que resulte ineludible y a todas luces necesario vigilar con mayor rigor la frontera. Al comparar a Felipe Calderón con Elliot Ness, Obama no sólo dijo lo que él considera un cumplido para su contraparte mexicana sino que expresó su visión del problema. Y es que el la analogía no se detuvo en el personaje que se hizo serie de televisión junto con el grupo de policías que conformó, conocidos como Los Intocables, para hacer patente su reconocimiento a la decisión y valentía del gobierno mexicano para enfrentar al narco. El Presidente norteamericano también aludió a que las bandas de narcotraficantes estaban “fuera de control”, tal y como sucedía con las de los legendarios gangsters, y que al enfrentarlas, así como lo hizo aquel policía de Chicago, “ha provocado más violencia”, de la misma manera que aconteció en esas épocas. 252
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Pocos dudan de que la guerra contra el alcohol, como se libró en Estados Unidos durante la tercera década del siglo pasado, fue inútil, dolorosa y contraproducente y que resultó correcto acabar con La Prohibición. Por eso sus palabras ponen en la mesa una eventual despenalización o legalización de algunas drogas como forma para golpear al negocio y apostar más a la educación y la prevención que a la política punitiva para atender a las adicciones. Hay trece estados de la Unión Americana en los que está permitido sembrar, distribuir y vender marihuana con receta médica y, a diferencia de Bush, todo indica que Obama no va a hacer nada para tratar de revertir esa situación. La corresponsabilidad, por tanto, no significa que llevará dentro de su país la misma guerra que se libra en México sino que peleará de otra manera, menos traumática y más inteligente. Esto debiera llevar a su vez al gobierno mexicano a replantear la estrategia de combate en nuestro país, a pesar de que eso signifique modificar la estrategia de campaña electoral del PAN. Elliot Ness encerró a Al Capone, pero perdió la guerra. Y eso fue así no porque la haya peleado mal sino porque no se podía ganar. Lo mismo sucede ahora. El problema es, antes que policiaco, educativo y cultural. Y es que sólo en esos ámbitos se puede enfrentar con éxito la demanda de drogas. No se necesita saber mucha teoría económica o dominar los principios del capitalismo para caer en cuenta que mientras haya demanda habrá negocio, y si hay negocio siempre encontrará los caminos para prevalecer. Pero lo que urge ahora, como urgía en Estados Unidos de fines de los años 20 del siglo anterior es detener la espiral de crimen y violencia que amenaza la convivencia social y la viabilidad misma del Estado mexicano. Por último y en virtud de que Barack Obama parece realmente comprometido con el cambio que prometió –para vergüenza de Fox– ojalá se aproveche esta coyuntura para que la nueva relación entre los dos países que se está dando se traduzca también en una nueva forma 253
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de asociación que favorezca la equidad entre los socios, tal y como sucede en la Comunidad Económica Europea. Y eso se puede hacer sin atentar contra la soberanía nacional. De paso… Andrés y Marcelo. Como la tradición de la distancia, e incluso enfrentamiento, entre antecesor y sucesor está muy arraigada en la cultura política nacional se insiste en creer que habrá confrontación entre López Obrador y Ebrard rumbo al 2012, no obstante en que todos concuerdan en que en esa lógica no hay nada más absurdo que la operación activa y financiera del GDF a favor de los candidatos obradoristas, particularmente los de René Bejarano, en la elección interna del 15 de marzo. Pero no sólo es eso. Marcelo es un caso anómalo desde el momento en que es el único político del país que se esfuerza por llamar la atención haciendo públicas sus aspiraciones presidenciales, a pesar de que está hecho con el mismo molde y materia que sus eventuales y más discretos competidores. Pero con ello le es funcional y sirve a la estrategia de AMLO que, por el contrario, se desgañita porque lo dejen de ver como candidato y se le considere un luchador social que no se muere por ser Presidente de la República – aunque eso nadie se lo crea. Su reiterado autodestape beneficia más al Peje que a él. Estamos ante un reflejo inverso. Mientras Andrés Manuel, una vez que tomó posesión de la jefatura de Gobierno, se dedicó a borrar todo vestigio que oliera a Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles que veía como posibles adversarios en el 2006 –aunque su triunfo apretado se lo debía en buena medida a ella que le implementó durante su campaña un sistema de gestión con el gobierno central idéntico al que Marcelo le puso en la elección interna a Clara Brugada– o bien, si quedara algún sobreviviente, como Cesar Buenrostro, dejarlo tan solo “como un poeta en el aeropuerto” (Sabina), al tiempo en que se movía de manera discreta, sin retos y sin 254
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aspavientos, negando en todo momento sus aspiraciones, “que me den por muerto”. En cambio, Marcelo dice y dice que ya llegará el momento, que él será “el mejor posicionado”, que ni crean que es un subordinado y, como dice la propaganda de mi partido, bla, bla, bla; mientras tanto, el obradorismo bejarantista se fortalece en las estructuras y en los cargos de elección popular gracias a la intervención del que dice que le va a competir la candidatura al ex Jefe de Gobierno, eso sí, “sin distanciarse”… No sé por que me acordé de un cuento que habla de un mico que se entrenaba todos los días para enfrentar a León y destronarlo. Así que pasaban los diferentes animales y le preguntaban: –Changuito, qué estás haciendo. A lo que él respondía: – Haciendo ejercicio para partirle la madre al León y ser el nuevo Rey de la Selva. Así se lo dijo al Elefante, a la Jirafa, al Tigre, a la Cebra, entre muchos otros, por lo que no es extraño que la noticia le llegara al mismísimo León que decidió visitarlo y hacerle la misma pregunta: – Changuito, que estás haciendo. –Pos nada, aquí de pinche hocicón… Para los que dudan de la vena salinista de Marcelo Ebrard que vean como utiliza a medios y periodistas oficialistas para desinformar y denostar a los disidentes. Aunque dicho en su descargo, lo de las grabaciones que pretenden demostrar la contratación de supuestos golpeadores por parte de Nueva Izquierda el día de la elección es algo tan evidentemente fabricado, tan torpe, burdo, absurdo e inverosímil que únicamente pudo ser obra de José Ángel Ávila, Secretario de Gobierno del GDF. No de gratis se le conoce en la dirección nacional del PRD como “El Congruente”. Y es que no sólo tiene la cara… Por otra parte, tengo que reconocer que las playas chilangas en época de crisis son una buena opción para miles de capitalinos que no pueden salir por falta de recursos y una acción correcta del gobierno de Ebrard… Debiera llevar a reflexión a todos, pero en especial a los medios lo acontecido con Neri Castillo. Este futbolista que juega en el extranjero sin pena ni gloria y que ha tenido algunas buenas actuacio255
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nes con la selección mexicana, pero que está muy lejos de ser un crack, después de meter la pata y engancharse con los reporteros y que, por tal motivo, sufrir un linchamiento mediático de altas proporciones, fue aclamado por la casi totalidad de los más de cien mil espectadores que en el Estadio Azteca pedían que ingresara a jugar contra Costa Rica. Evidentemente no fue producto de un carisma que no tiene, ni tampoco que se extrañara su habilidad en un partido bien jugado por México, ni mucho menos que compartieran sus desplantes y arrogancia. Mi hipótesis es que fue una reacción al excesivo y desproporcionado ataque que sufrió por parte de los medios, fue un acto de solidaridad ante los que creen que pueden encumbrar o condenar a cualquiera. Sin duda la afición ahí reunida demostró no ser una masa manipulable… Jesús Ortega cumplió sus compromisos y fue fiel a su idea unitaria no obstante las dificultades. Con la fuerza de Nueva Izquierda no sólo concretó alianzas importantes y puso a personalidades en las listas de candidatos plurinominales sino que, en virtud de que en Izquierda Unida ningún grupo quiso “cargar” a Alejandro Encinas, le dio a su contendiente en las polarizadas elecciones pasadas el primer lugar de la circunscripción cuatro. No dudó en sacrificar a compañeros cercanos con tal de fortalecer la unidad y la propuesta del PRD. Espero que esa actitud encuentre reciprocidad… La insidia proveniente de las cañerías del GDF difundió la especie de un rompimiento entre Jesús Ortega y René Arce. Pero los hechos lo desmintieron. Víctor Hugo Círigo será diputado federal plurinominal por que contó con el apoyo de toda Nueva Izquierda…La idea de que no debe ser conocido el domicilio de los que combaten al crimen organizado porque se expone a ellos y a sus familia debe ser considerada y debatida con seriedad; sin embargo, nada justifica la detención por más de quince horas de reporteros que cumplían con su trabajo al ubicar la casa de Genaro García Luna cuyo origen lícito de los recursos para construirla ha sido puesto en duda por un medio de comunicación… 256
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El Vasco Aguirre al rescate II 6 de abril de 2009 Ocho años después la historia se repite. Señal de que los que deciden en el fútbol mexicano no aprendieron las lecciones. Tras la sufrida clasificación al Mundial Japón-Corea del 2002 se habló de la necesidad de terminar con improvisaciones, ocurrencias y caprichos; que a partir de ese momento predominaría la planeación, la continuidad, el trabajo sistemático desde las categorías menores, y que el trabajo de selección nacional tendría prioridad, de tal suerte que el torneo local lejos de interferir coadyuvaría en todo para cumplir con los requerimientos y las necesidades del seleccionado. Sin embargo, después de tener sólo un técnico por cuatro años que pudo culminar el proceso con un papel decoroso –bueno, pero no excepcional– en el último Mundial, se acaba de contratar al tercer entrenador de la presente etapa, en un contexto de fracaso tras fracaso en todas las categorías. Por eso, aunque nadie dude de la capacidad de El Vasco Aguirre y, dadas las condiciones, su llegada se considere como una medida acertada, lo cierto es que ha quedado en evidencia la errática conducción de la selección que, esperemos, no se convierta en tragedia. Regresa Javier Aguirre con la misión de repetir la proeza de calificar a México al Mundial. Es verdad que ahora la situación está menos comprometida que en aquella ocasión, pues aún faltan siente juegos –21 puntos posibles– y existe la enorme ventaja de que pasan tres de seis, pero después de las desastrosas actuaciones que ha tenido el equipo mexicano en Estados Unidos y Honduras nadie debiera confiarse. Y es que no sólo es lo mal que se han visto jugadores triunfadores en Europa como Rafael Marquez, Carlos Salcido, Pavel Pardo, Ricardo Osaorio –Andrés Guardado es la excepción– y no digamos a los que todavía les falta por madurar allá como Giovanni do Santos y Carlos Vela, o que los naturalizados no hayan dado lo que se 257
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espera de ellos, al igual que los que muestran semana a semana su calidad en el torneo local, o que se note la falta de idea futbolística, no predomine el juego de conjunto y sea casi nula la capacidad para generar peligro en la meta contraria sino que también es evidente, por más que el nacionalismo demagógico lo niegue y sea políticamente incorrecto aceptarlo, que las distancias se han acortado y que se puede perder con cualquiera del área, sobre todo de visitante. Claro, no se entiende cómo es posible que jugadores experimentados que están acostumbrados a jugar en estadios hostiles con decenas de miles de fanáticos en su contra bajen tanto de nivel y les haga de esa manera mella la presión en cancha ajena. No puede ser que sólo en el Estadio Azteca puedan rendir como saben hacerlo. Sin duda que el aspecto psicológico debe trabajarse para que se desenvuelvan con confianza y no parezca que los que jugaron el miércoles en Honduras son impostores de los que dieron un baile a Costa Rica apenas cuatro días antes. La impunidad que priva en el país se traslada al fútbol. A los directivos, que son los verdaderos responsables, no les pasará nada. Como si México fuera uno de esos países del Golfo Pérsico que acaban de descubrir el fútbol y no saben en qué gastar sus petrodólares, decidieron traer a un técnico de mucho renombre y cartel, pero que no conocía el medio, ni a los jugadores, ¡vaya!, ni el idioma. Actuaron como jeques caprichosos a los que ninguna extravagancia les parece excesiva e inaccesible. Parece que Sven-Goran Eriksson puso empeño, conocimiento y capacidad, que sin duda tiene, pero al final de cuentas fue un experimento innecesario que merecía terminar como terminó. Por querer verse cosmopolitas, los directivos actuaron como nuevos ricos, incapaces de reconocer lo que tienen en casa y sin percatarse de que se dirigían derechito a cometer los mismos viejos errores. Nada más tenían que voltear al equipo América para darse cuenta de que el tamaño de la cartera no es garantía de éxito, que las 258
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contrataciones espectaculares si no hay una idea rectora y sistémica en la que encajen es puro derroche. Lo grave no sólo es el derroche en millones de dólares que resulta insultante para un país con tantas desigualdades en tiempos de crisis sino la inconsistencia, el empezar siempre de cero, el tirar al niño con el agua sucia, la falta absoluta de visión estratégica, el perder lo que se ha logrado al día siguiente. En 2005 fuimos campeones mundiales sub 17 y ¿qué quedó? Está visto, los directivos son los únicos que tienen el derecho a equivocarse. Eso sí, con el agua en el cuello decidieron bien. Javier Aguirre, no obstante su reciente tropiezo en España, después de mantener en primera al Osasuna, llevarlo por primera vez en su historia a un campeonato europeo y regresar al Atlético de Madrid a la Liga de Campeones de Europa, es un muy buen entrenador que ya demostró que puede hacerlo bien en circunstancias apremiantes. Además, hizo una excelente primera ronda en el Mundial Corea-Japón 2002 –dos victorias y un empate–, consiguiendo el primer lugar de grupo. En aquella ocasión México dio un partido excepcional contra Italia, el cual mereció ganar. Jared Borgetti anotó un poema de gol, extraordinario remate de cabeza hacia atrás frente a la marca estrecha del crack italiano y símbolo del Milán, Paolo Maldini. Por desgracia, faltando cinco minutos para el final del partido, el popular jugador de la Juventud de Turín, Alessandro Del Piero, consiguió el inmerecido empate. Claro, peor que eso fue que la selección pasó de lo sublime a lo ridículo y perdió jugando pésimo con quien no se podía perder: Estados Unidos. Malos recuerdos. Menos mal que el fútbol da revanchas y ojalá El Vasco consiga la suya para beneplácito de los mexicanos. De paso… Almaraz. Nada muestra mejor la enfermedad del sistema político mexicano que el exceso, que el predominio de la desmesura. Hay una sed inagotable y enferma de escándalo, de deseo de utilizarlo sin 259
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ningún escrúpulo ni miramiento, buscando obtener ventajas o saldar cuentas pendientes. Con ello se reitera en la sociedad la convicción de que la política es el imperio de la corrupción y la desvergüenza. Indolencia ante la enfermedad, autismo de los que se pelean por un cuarto sin caer en cuenta que la casa está a punto de derrumbarse. Poner las cosas en su justa dimensión parece imposible. En la guerra todo y todos se tornan instrumentos de los contendientes. La luz es el escenario controlado desde las sombras. Un dirigente político que es acusado de cometer delitos debe ser procesado de acuerdo a derecho y recibir la sentencia que merezca y punto, tal y como debe suceder con empresarios, profesionistas, deportistas, comerciantes, periodistas, pilotos, sacerdotes, militares, choferes, desempleados, amas de casa, banqueros, etc. No debe haber impunidad para nadie, pero tampoco debe darse uso político y faccioso a la procuración de justicia. El manejo que se está haciendo de este tipo de asuntos es claramente electoral y quienes lo llevan a cabo no caen en cuenta de que, al margen de las ventajas que obtenga el partido en el gobierno en las urnas, este manejo político está prefigurando las batallas que vendrán en un contexto de gran incertidumbre política, económica y social en el país. Por ganar el 5 de julio se olvidan de los tres años que vendrán después. Esa apuesta por la ingobernabilidad es la peor de las irresponsabilidades. Miguel Ángel Almaraz debe responder a las acusaciones que se le hacen y la autoridad debe acreditar no sólo lo del robo de combustible sino también lo de la vinculación con los Zetas que filtró a los medios, pero que hasta el momento no ha proporcionado prueba alguna y que sin embargo sirvió para hacer más estridente el golpe mediático. Tengo la impresión de que se trata de un hecho lamentable que involucra a un dirigente político del PRD y que ese sólo hecho obliga a este partido a revisar sus mecanismos de control, incluso si llegara a salir exonerado; pero también tengo la impresión de que se le subieron el tono al asunto y se administraron los tiempos para cuasar mayor daño y que 260
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sólo están preparando el terreno para presas más grandes. La utilización político-electoral de la lucha contra el narco va a terminar sacrificando lo que debe ser una política de Estado que unifique al país y, por el contrario, la volverá un elemento que enrarezca aún más el clima político. Almaraz era miembro de Nueva Izquierda y, por supuesto, lo acontecido obliga a sus miembros a hacer una reflexión y revisar sus mecanismos de control; sin embargo, como fue presidente del partido en Tamaulipas el tema sobrepasa a una corriente y es de todo el PRD, por lo que institucionalmente, en su momento, debe discutirse el asunto para que se tomen medidas que eviten, en la medida de lo posible, que el asunto se repita… Leonel Cota fue un buen gobernador de Baja California Sur. Como presidente del PRD es difícil decir lo mismo. Primero porque no conocía al partido cuando llegó – tampoco cuando se fue, nunca le interesó–; segundo porque no se hallaba en un espacio en el que se está obligado a escuchar, dialogar, hacer negociaciones multilaterales, tener paciencia, acercar posiciones y acordar en medio de un jaloneo permanente cuando él estaba acostumbrado a mandar y ser obedecido; y tercero porque en todo momento creyó que su función era ser operador de quien lo puso en el cargo, es decir, de Andrés Manuel López Obrador, al que siempre le fue leal, incluso cuando lo maltrató al imponer a Porfirio Muñoz Ledo al frente del FAP haciéndolo aún lado de manera grosera y humillante. En el Comité Ejecutivo Nacional, bronco e intempestivo, estallaba de cuando en cuando y se ponía colorado como jitomate para intercambiar acusaciones a gritos, pero hay que reconocerle que siempre fue institucional y aceptó las decisiones de la mayoría. Su política de comunicación fue desastrosa y el PRD pagó altos costos por la manga ancha que le otorgó al antihéroe Noroña que cada vez que salía a escena reducía puntos porcentuales al partido y aumentaba el rechazo entre los ciudadanos. En cambio la parte administrativa fue buena y se pudo hacer frente de manera eficiente y responsable a la 261
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deuda sin sacrificar el trabajo político. Si se equivocó al nombrar a Noroña acertó sin duda al poner a José Borges al frente de las finanzas. Fue más bien un presidente ausente que le gustaba desentenderse de los asuntos partidarios, que le parecían tediosos, y refugiarse en su rancho a la menor oportunidad. Llegó a pensar genuinamente que él podía ser el fiel de la balanza entre las corrientes y convertirse en factor de unidad. Al final de su mandato sirvió a la política golpista del obradorismo que pretendió imponer presidente, evitando el cómputo y tratando de que la elección se decidiera ante el oráculo de unas encuestas con datos inventados. Nunca mostró si quiera un atisbo de independencia frente a AMLO, aunque después de terminar reconoció en una entrevista que éste cometió graves errores en el 2006, principalmente hacer a un lado al partido en la estructura electoral y cerrar las puertas a alianzas importantes. Con la intención de ayudar a su hermana, presidenta municipal de la Paz, a ganar la gubernatura de su estado en un par de años quiso ser diputado federal por mayoría, pero en un acuerdo local con anuencia de la dirección nacional se le canalizó a la lista plurinominal. En razón de que se encarecieron los espacios, que no es miembro orgánico de ninguna de las corrientes fuertes, que no genera consenso y que no se le considera un político excepcional no le fue posible encabezar la lista de la circunscripción uno. Decidió rechazar el numero tres que se le propuso –el dos tenía que ser mujer. Sumido en cólera, hablando por la herida, despotricó a su estilo y cuando surgió la detención de Almaraz quiso cobrarse de manera irresponsable, ruin y visceral –se anoroñó, pues– lo que considera una afrenta en su contra sin caer en la cuenta de que terminó escupiendo al cielo. Fuera de toda ecuanimidad señaló a Jesús Ortega y Jesús Zambrano de proteger al ex presidente del PRD en Tamaulipas porque, dijo, las acusaciones que se le hacen ahora eran “vox populi” y, según dice, quiso separarlo del partido, pero los chuchos no lo dejaron por ser de su corriente. Alegó que puso el tema en el Comité 262
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Ejecutivo Nacional –yo no me acuerdo–, que estuvo con Zambrano en un Consejo Estatal inexistente, y también que hizo consultas a las procuradurías, estatal y general de la república, pero que éstas no confirmaron las versiones. Dejando a un lado la contradicción de que quiso actuar contra Almaraz, pero que las instituciones a las que acudió no le dieron elementos para ello, Cota no cayó en cuenta de que al afirmar que él tenía por buenos los señalamientos que contra el dirigente tamaulipeco se hacían cuando presidió el partido, dejó al descubierto, en el mejor de los casos, también su negligencia y omisión, pues algo tan grave lo obligaba a actuar más allá de comentarlo, si es que en verdad lo hizo, en la dirección nacional y cerrar el expediente. Fue una confesión de inutilidad inconcebible. Y además, resulta de pésimo gusto que alguien que dirigió al partido se preste a golpearlo y todo porque no quedó en una lista. Por lo visto, perder una pluri puede llevar también a perder la razón… Vino Eduardo Galeano, el de la prosa, intensa, incisiva, elocuente, prometeica, contundente. El mismo que cuando habla de política, de historia o de fútbol, convence y conmueve. El intelectual comprometido que deja el cerebro y el corazón en cada una de sus líneas, que junto a la penetrante lucidez hace sentir su pasión, anhelos, sueños, dolores, cargas, cuentas pendientes. El que ha hecho de su vida palpitante una intensa lucha por la justicia, libertad, democracia y dignidad de los pueblos latinoamericanos. Cuéntenme entre sus lectores y, por supuesto, entre sus deudores…
In memoriam 8 de abril de 2009 Tuve el privilegio de tratar personalmente a Beatriz López Leyva en el tiempo que fungí como delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRD en Oaxaca. Si bien la conocía desde antes, pues llegamos a 263
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coincidir en diversos actos partidarios, fue hasta el 2007 que mantuve con ella comunicación constante durante todo el proceso constitucional, desde la selección de candidatos hasta la consumación de la elección de Estado con la que el partido oficial se hizo del control absoluto del Congreso Local. Mujer de gran tesón y convicción, la vi en todo momento ocupando la primera trinchera en la batalla que libraba. Siempre leal con su partido, el PRD, con su grupo, el de Salomón Jara, y con su líder, Andrés Manuel López Obrador. Nunca se dejaba ni se callaba. Defendía con todo lo que consideraba justo, denunciaba las arbitrariedades, prevenía los golpes bajos y se fajaba como las grandes. A lado de la maestra Delfina Cruz, valiosa líder de la Costa, la observé dando batallas memorables, primero para ganar la candidatura a diputada local por el distrito de Pinotepa y luego enfrentando a la maquinaria prepotente, adinerada, violenta, tramposa e impune del candidato del gobierno estatal. Ni yo, ni nadie, la vio dando un paso atrás. Valiente y comprometida; así la recuerdo y la recordaré. Uno mi voz a las de muchos más que de dentro y fuera de Oaxaca reclaman justicia y rechazan que el asesinato de Beatriz quede, como ya es costumbre, en la vil impunidad o que busquen chivos expiatorios para taparle el ojo al macho. Por supuesto, no puede ser la procuraduría estatal la que investigue los hechos, pues no hay ni puede haber confianza en su actuación. Además, ¿cómo va a poder investigarse así misma, al gobierno al que sirve y a los dirigentes de la costa del partido del gobernador? Los principales sospechosos están entre los que Beatriz siempre combatió. Este crimen se suma a otros que también acabaron con la vida de militantes y dirigentes valiosos del PRD y de otras agrupaciones que recuerdan los peores tiempos del caciquismo en el estado. Ulises Ruiz es la mejor muestra de la involución política del país.
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Lo único sano ante lo acontecido es que el gobierno del estado y su procuraduría se hagan a un lado y se conforme una fiscalía especial presidida por un jurista de renombre y calidad moral. Proceder de otra manera será la confirmación de que estamos ante un crimen de Estado. En épocas electorales abundan las mezquindades y los cálculos facciosos. Espero que la oposición sepa hacer a un lado las disputas pequeñas y se unan para clamar justicia y terminar con el ambiente de intimidación política e impunidad que se vive. Que este hecho lamentable y atroz sirva para hacer un gran frente que se planteé terminar de una vez por todas con el estado de excepción que en los hechos sufre Oaxaca y se respeten los derechos políticos, sociales y humanos de todos sus habitantes. Las luchas de tantas generaciones de oaxaqueños por la justicia, libertad, democracia y dignidad de este pueblo plural y de enormes raíces históricas y culturales no pueden ser en vano. Esta vez, La indignación ante el artero crimen no puede tornarse en impotencia. ¡Que los verdaderos asesinos, sus autores materiales e intelectuales, sean atrapados y juzgados! Y que, en cualquier caso, Beatriz descanse en paz.
Latinoamerican Obama tour 20 de abril de 2009 No hubo engaños ni sorpresas, aunque sí muchos sorprendidos. Obama viajó a México en una parada que no estaba contemplada de inicio a hacer lo que se había propuesto dada la emergencia que lo trajo. Algunos esperaban anuncios concretos y espectaculares sin caer en la cuenta que el mensaje era en sí la visita y el tono cordial y cercano de la misma con su homólogo mexicano. Digámoslo como es, aunque eso 265
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no pueda ser aceptado por ninguno de los gobiernos en virtud de la diplomacia, las susceptibilidades y el interés político de no proclamar la debilidad de un aliado: Obama vino a apuntalar a un gobierno en problemas. Hay de pronto un olvido de que el vuelco de la administración Obama hacia México esta presidido de la atención en aquel país a los problemas de seguridad de nuestra nación, a la magnitud de los problemas que han rebasado por mucho la capacidad de las autoridades para hacerle frente, a la penetración del crimen organizado en las más altas esferas del poder público mexicano, al control del narco en zonas enteras y a los focos rojos encendidos sobre la gobernabilidad del país. Recordemos que en informes oficiales de dependencias militares y de seguridad norteamericana se consignó el riesgo de que México se tornara un “Estado fallido” y los medios impresos y electrónicos norteamericanos se han ocupado como nunca de la difícil situación al sur de su frontera, lo que, como todos sabemos, es considerado como algo propio de su política interna y asunto de seguridad nacional. El asunto es muy serio y la administración Obama lo tomó como tal, lo cual resulta irreprochable. Coadyuvar a que no se desestabilice el país, siempre que eso no signifique intromisión indebida en la política interna, es un objetivo estratégico correcto y México debiera aprovechar esa situación. Darle un giro a la relación con Estados Unidos en donde se asuma la corresponsabilidad en el fenómeno de la inseguridad vinculada al narco, pero también para que la asociación económica se de con otras bases que propicien mayor y creciente equidad entre los socios debiera ponerse sobre la mesa. Es sin duda una necesidad de Estado. Sin embargo, me preocuparía que Felipe Calderón viera en todo esto una oportunidad no de fortalecer al Estado mexicano sino a la opción política que representa y busque hacer de la guerra contra los cárteles una estrategia de control político y proyección mediática 266
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dentro de un populismo de derecha que ofrezca la mano dura a una sociedad que vive en la permanente zozobra, tal y como sucede en Colombia, el país que desde el principio se planteó como modelo el mandatario mexicano. El peligro es que no se busque terminar con la guerra contra el crimen sino sólo controlar algunas de sus consecuencias más funestas. En ese sentido, la permanencia de la guerra contra los cárteles, y por lo tanto la prolongación de su estela de violencia y muerte, podrían ser parte de la legitimación social de un régimen que se basa en su combate, ya que éste se presentaría como un asunto no sólo de emergencia política sino basado en una moral que pretende ser incuestionable por el riesgo de que el crítico se muestre como anticlimático en un ambiente permanentemente exaltado. Sin legalización la guerra contra las drogas será eterna. Lo bueno es que se está abriendo paso la sensatez y cada vez hay más voces que se hacen escuchar para denunciar la trágica estupidez de condenar a un pueblo a seguir pagando tan altos costos por la misión imposible de acabar con el mejor negocio del mundo con medidas punitivas. Obama es el personaje político del momento y hace bien en querer aprovechar esa situación para darle un nuevo rostro a Estados Unidos en el mundo. Iniciar una relación política, más pragmática y menos ideologizada, más amigable y menos amenazante, los beneficia a ellos, pero también a nosotros. Ya era hora de que revisaran la tesis de hace quinientos años de Maquiavelo en la que afirma que es preferible ser temido que querido y que por cierto la hizo pensando en la creación de un eventual Estado Italiano que no existía y que se debía abrir paso en medio de potencias que la asediaban y estaban metidas hasta la cocina de aquella península, y sin tomar en cuenta la posibilidad de que en su contra se reclutaran terroristas suicidas. La cubanización de la Quinta Cumbre de las Américas no fue un hecho fortuito o un tema improvisado. Desde hace tiempo se viene 267
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preparando mediante los canales discretos de la diplomacia un giro a ese respecto y es de sentido común lo que Hillary Clinton y Barack Obama aceptaron públicamente: el fracaso de la política norteamericana respecto a Cuba. Por supuesto que no debieron tardarse cincuenta años en darse cuenta, pero el momento para asumirlo parece inmejorable ahora que el dueto Obama-Clinton están conmocionando al planeta por mostrarse convencidos de la necesidad de cambiarle el rostro al imperio, dando señales de que quieren transitar por la ruta del multilateralismo y priorizando el entendimiento sobre la fuerza. Ya vendrá el momento de que las buenas intenciones y la autocrítica histórica rindan frutos concretos. Por lo pronto Obama vino a America Latina a hacer campaña, constatar su popularidad y tomar nota de que su sencillez y elocuencia sirven para lo mismo que en su país: para convencer y magnetizar. De paso… ¿AMLO chamaqueado?. El PT no registró candidato a gobernador en Nuevo León y sus bases votarán por el candidato del PRI, de tal suerte que le aplicaron a López Obrador la consabida formula virreinal de “acátese, pero no se cumpla” respecto a su instrucción de no hacer alianzas con ese partido. Ahora que resulta difícil suponer que Alberto Anaya pensara que lo iba a poder engañar con una jugada tan burda y evidente. ¿Qué va a ser AMLO al respecto? ¿Volverá a amenazar al PT? ¿Presionará para que dicho partido apoye a la abanderada del PRD? ¿Fingirá demencia? ¿Será que ese crítico moral de la clase política gusta de la simulación?... Los abucheos del porrismo obradorista contra Jesús Ortega por supuesto que fueron planeados, aunque no faltará algún cínico que quiera justificarlos con la absurda cantaleta de la “espontánea indignación de las bases”. No es necesario que la orden la dé directamente AMLO. Los que la llevaron a cabo saben perfectamente que ese tipo de acciones le encantan al político tabasqueño y 268
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esperan que ese trabajo sucio les sea reconocido por su líder… Jesús Ortega ha hecho todo por la unidad. Llevó al primer lugar de la lista a Alejandro Encinas, le ofrece dar el discurso a nombre de los diputados plurinominales, evita confrontarse con Marcelo Ebrard a pesar de su grosera intervención a favor de los candidatos bejaranistas en la elección interna, asume como propios a los diputados externos y hasta rehúsa la invitación de ir a la cena con Obama para que Andrés Manuel no lo acuse de haber respirado el mismo aire que el “espurio”, pero no hay la más mínima reciprocidad del verdadero dirigente de ese bloque. Desde los tiempos del CGH aprendí que no hay cosa más innecesaria y contraproducente que hacerle concesiones al atraso… El asesinato de Beatriz López Leyva debe aclararse a la brevedad y la PGR debe mostrar su disposición a investigar a las autoridades municipales y estatales…
La pandemia y el pánico 29 de abril de 2009 Sólo hay algo peor que un enemigo que no se ve. Y esto es uno que además pueda encontrarse en cualquier parte, no sólo entre los desconocidos y tras algunas de las miles de caras anónimas apenas distinguibles entre los cubrebocas –personas que piensan y temen lo mismo de nosotros. También puede esconderse entre los amigos, los vecinos, los familiares, los compañeros, nuestra gente más querida. El virus hace que todos seamos sospechosos –y los que estornudan culpables hasta que se demuestre lo contrario– y eso crea una barrera sórdida e invisible, pero casi corpórea, entre personas que por compartir riesgos en una situación límite debieran experimentar solidaridad, afecto y acercamiento mutuos. Vagamos en un territorio vuelto hostil, viviendo en la incertidumbre y deseando que la injusta fatalidad no nos 269
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abrace sin darnos cuenta que ese sentimiento de indefensión y de zozobra incuba a un enemigo aún más poderoso y letal. Como si camináramos en la cuerda floja debemos buscar el exacto equilibrio en un margen estrecho. Hay que tomar las cosas con seriedad, cumplir con las indicaciones preventivas y tener mucha sensibilidad frente a la eventuales susceptibilidades ajenas, pero sobre todas las cosas hay que evitar el pánico que todo lo complica y no resuelve nada, y que en su irracionalidad puede generar daños irreparables. Para hacerle frente no hay mejor remedio que la transparencia y la información veraz y objetiva. En ese sentido juegan un papel clave las autoridades y los medios de comunicación que en términos generales han estado bien. Como nunca deben ser apreciados la mesura, la sobriedad y el mensaje directo y claro. En lugar de entrar en competencias mediáticas e irse mutando según el ánimo de los temores de la población para ser climáticos y cuidar popularidades, los gobiernos tienen que tratar a los ciudadanos como mayores de edad y eso requiere de hablar con franqueza no sólo sobre lo que pasó y lo que está pasando sino también en prospectiva lo que sigue si el contagio no puede ser controlado ni el virus aislado. En esa circunstancia se requerirá de una colaboración más activa de la sociedad y es conveniente que todos estemos preparados para actuar serenamente y contar con las condiciones adecuadas para resistir la enfermedad. Por supuesto que nos llueve sobre mojado con una emergencia como ésta, pero de nada sirve lamentarse de la suerte. La variedad del virus de influenza que brotó en nuestro país está en circulación y se ha manifestado en otros países de diferentes continentes por lo que es probable que se torne en pandemia. Después de lo sucedido con la gripe aviar hace unos años se tenía prevista la eventualidad de una influenza de origen en especies animales que, a diferencia de aquella, se transmitiera de humano a humano y por lo mismo la Organización 270
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Mundial de Salud estaba preparada para la contingencia y es correcto que nos coordinemos internacionalmente para una adecuada atención del problema en sus alcances globales. Los que no estábamos preparados para una contingencia así –ni política, ni institucional, ni culturalmente– éramos nosotros. Por eso la prueba nos exige aún más. Por fortuna, aunque la vacuna tardará algunos meses, algunos antivirales están demostrando su eficacia, además de que está comprobado que una buena y oportuna atención permiten resistir la enfermedad. El síntoma clave para distinguirla de otras enfermedades respiratorias es la fiebre alta, que aunque se puede presentar en otros casos, reduce en mucho el universo. Casi tan nefasto como el pánico es la proliferación, en algunos casos con clara intencionalidad y malicia, de teorías conspirativas absurdas con supuestos objetivos políticos inconfesables. Por supuesto no resisten el examen de la más elemental lógica, pero contribuyen a minar la necesaria cohesión social que hoy se requiere para hacer frente a la emergencia. Pensar en obtener ventajas políticas de esta situación no sólo es mezquino; es absolutamente irresponsable. Espero que nadie vaya a apostar al miedo como estrategia proselitista. Lo que hay que saludar es la colaboración de gobiernos de distinto signo, al tiempo de exigirles por igual una actuación profesional e información confiable. Algo que aunque en este artículo lo ponga al final es de primera importancia. El virus separa a las personas y el pánico las confronta. Y sin embargo en estos momentos el afecto se vuelve indispensable. Tenemos que encontrar formas para hacérselo sentir a quienes están en la misma situación que nosotros y más aún a los que se contagien o tengan familiares en ese caso. Por supuesto, con nuestros seres queridos la recomendación es que por nada del mundo, y a pesar de los pesares, los dejemos de abrazar. La cercanía hace ineficaz cualquier medida preventiva, la cual además resulta contraproducente por sus 271
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efectos nocivos en el aspecto anímico que puede resultar vital para resistir enfermedades. Por lo mismo, y por el bien de todos, que nadie crea que la abstinencia es una solución. De paso… Pórtland. Terminó el breve pero muy provechoso retiro académico que sirvió para concluir, ¡por fin¡, la elaboración del texto indispensable para finalizar un prolongado ciclo universitario. Mis infinitas gratitudes a Rebeca, Kelli, la pequeña y risueña Mía y, sobre todo, a mi hermano Lalo que fue un gran anfitrión y que es mi principal cómplice, no obstante la distancia. La ciudad de las rosas me trató muy bien… Con todo y todo, es decir, con todo y peste, ¡cómo extrañaba el DF!... ¡y a mi familia!… La influenza, el temblor, la crisis económica, el crimen sin control y, para acabarla de amolar, la lesión de Rafa Márquez, ¡chingao!... ¡Pobres cerdos!, si de por sí tienen mala fama… Qué se resuelva el asesinato de Beatriz López Leyva.
El recuento de los daños 6 de mayo de 2009 La emergencia sanitaria va cediendo su lugar a una normalidad expectante, conmocionada, susceptible, temerosa. Por fortuna, todo indica que el virus de la influenza AH1N1 no resultó ser, al menos en su brote primaveral, tan contagioso ni tan letal como se pensó que podía serlo. De ahí que las medidas que se tomaron parezcan ahora totalmente desproporcionadas. Se paralizó el país y se puso a la sociedad en vilo por una enfermedad cuyos casos comprobados, dos semanas después de su anuncio, están lejos del millar y el número de decesos no llegaron siquiera a los asesinados por el crimen organizado en el último fin de semana. Claro que eso no se podía saber cuando se 272
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tuvo conocimiento del mal y, si se considera que la salud y la vida de millones de personas están en juego, resulta impecable actuar con sobradas precauciones. Sin embargo, esta situación afortunada que a todos nos debe alegrar ha dado pie a la autocomplacencia gubernamental que en tiempos electorales quiere convencernos de que fueron sus medidas las que convirtieron una terrible catástrofe en una preocupación grave aunque controlable, y no la naturaleza misma del virus mutante que por los antecedentes de la gripe aviar y al comprobarse la posibilidad de ser transmitido de hombre a hombre generó una justificada alarma pero que ya no es pertinente –en su original magnitud– debido al conocimiento que ahora se tiene de él y de su moderada peligrosidad. En lugar de cantar victoria, valerse del autoelogio y promover los clásicos “cebollazos” debiéramos ser más críticos, pues es evidente que la emergencia nos rebasó a todos y dejó al descubierto las limitaciones institucionales, sociales y culturales que como sociedad tenemos para encarar situaciones como la que acabamos de vivir. El anuncio de medidas drásticas y las apariciones con cubrebocas en instituciones epidemiológicas u hospitales fue un éxito mediático para los gobernantes, pero eso no necesariamente significó la eficacia de tales medidas a pesar de que el galimatías de cifras oficiales pretenda ser su demostración incontrovertible. Resulta, por decir lo menos, poco congruente y serio que al tiempo que se evitaban las concentraciones de capitalinos en el DF, con el puente elevado a decreto presidencial y la ciudad vaciada, éstas se dieron sin restricción en muchos centros de esparcimiento en el país. Debemos ser sinceros. No fue cultura cívica sino el miedo lo que tuvo a los mexicanos confinados. Eso no se manifestó únicamente en la paranoia inocua del que iba solo manejando su auto con las ventanas cerradas, guantes y el “milagroso” cubrebocas. El miedo le abrió la puerta a la discriminación y a las vejaciones, las mismas que ocurrieron 273
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en el extranjero y que fueron con justicia condenadas, pero que también se dieron en nuestro propio país. La información que en alguna medida fluyó masivamente no pudo, en muchos casos, vencer al pánico y lograr que la solidaridad y la sensata precaución se impusieran sobre la desconfianza irracional e incluso la hostilidad Las insuficiencias del sistema de salud, la incapacidad de la red hospitalaria para actuar con la rapidez y eficiencia requeridas y el maltrato y vía crucis de los pacientes para ser atendidos quedaron de manifiesto. Además fue evidente la improvisación y el desconocimiento de lo que se debía hacer, lo cual se reflejaba en anuncios espectaculares acordados en la víspera y no como parte de una plan que debía existir con antelación ante contingencias de este tipo; algunos de esos anuncios, por cierto, parecían buscar más el impacto en los medios de comunicación que la eficacia de un pretendido cerco epidemiológico que nunca fue tal. La realidad virtual, cuyo emblema no puede ser otro que el cubrebocas vuelto fetiche, se impuso al grado de que de una manera (casi) mágica se ha “controlado” el problema. Por supuesto, no quiero decir que el virus no exista, no tenga su grado de peligro y no se deba prevenir el contagio –lo que sería una estupidez y una gran irresponsabilidad– sino simplemente que para millones de mexicanos el problema nació, creció, llegó al clímax y luego se desvaneció en las pantallas de televisión bajo un guión prácticamente unilateral escrito a la medida del prospecto de héroe y titular del Ejecutivo federal o local y en la que además de los gobernantes jugaban un papel protagónico personajes envueltos en trajes que parecían espaciales y a los que todos debíamos encomendarnos. Pero después de la aventura fantástica nos toparemos con la cruda realidad. La crisis económica, a diferencia del virus, no es más débil de lo que pensábamos. Por el contrario, al panorama de por sí duro, con una perspectiva de decrecimiento que ya se aproxima del 5% se le debe sumar los costos de la influenza AH1N1. Se paralizó en gran 274
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medida la economía del país, el turismo y la rama de servicios van a pagar todavía costos importantes y muchas personas que viven al día dejaron de percibir ingresos durante casi dos semanas. Nos llovió sobre mojado. Sin embargo, algunos verán las encuestas del próximo mes y sentirán que la emergencia les cayó de perlas. Tampoco es para espantarse. Las crisis también son oportunidades y en política siempre será mejor aprovecharlas. Pero más allá del juego de poder, de la obviedad de que subió el que se vio audaz y de que perdió el que se guardó a pesar de ser un niño bien peinado, lo crucial es que la experiencia nos sirva para prepararnos por si nos ocurre otra emergencia epidemiológica en la que la suerte no esté de nuestro lado. De paso… Síndrome 2006. ¡Lo que nos faltaba! Uno se siente salvador de la patria y el otro salvador de la humanidad… Y hablando del primero de ellos, con el brote de influenza AH1N1 anduvo calladito pero jugó en dos vías. Con su brazo institucional anduvo de la mano con el gobierno federal y si alguna diferencia existió fue por ver quién mostraba mayor celo en combatir la epidemia con medidas radicales y a quién le sentaba mejor el cubrebocas en la foto. Actitud irreprochable, excesos aparte, pues existe la responsabilidad constitucional de ver por la salud de sus gobernados y nadie puede negar que hubo una reacción oportuna y se respondió con lo que se podía. Pero con la otra mano, llamémosle social, y sabiendo la fuerza del rumor, se dedicó a esparcir ideas locas sobre complots y conspiraciones que supuestamente habían inventado todo para salvar ya no a México sino al gobierno federal que hace agua. Por supuesto, al hacerlo no sólo acababa con cualquier vestigio de inteligencia, también jugaba con la salud y la vida de la gente que tiene el derecho a estar debidamente informada. ¿Y la ética apá?… Convergencia en el Estado de México es una franquicia al servicio del 275
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gobernador Enrique Peña Nieto. No han guardado siquiera las formas y Andrés Manuel López Obrador conoce perfectamente –tiene pruebas– de la connivencia de ese partido con el gobierno de ese estado. Es difícil pensar que se trata de una rebelión estatal, pues Luís Maldonado, presidente nacional de Convergencia, no ha faltado a ningún evento, abierto o privado, al que lo haya invitado el joven gobernador. Quizás la ayuda que el movimiento obradorista le ha dado a la carrera presidencial de Peña Nieto con la polarización total frente al gobierno panista, después de todo, no sea algo involuntario… Agradezco las felicitaciones por el anuncio dado aquí mismo de que para un servidor se aproxima el fin de un ciclo académico prolongado. Pero se le debe dar el crédito también a mi asesor, el Dr. Ernesto Priani, por su paciencia infinita y buena disposición que me ha guardado, no obstante encontrarse fuera del país… Y hablando del Dr. Priani, en estos tiempos recuerdo su excelente curso sobre el Decamerón, la maravillosa obra de Giovanni Boccaccio, en la que jóvenes florentinos imposibilitados de regresar a su ciudad por la peste viven diez jornadas grandiosas de amor, placer y literatura. Una irresistible incitación a los universitarios. Lamento, si es que eso es posible ante una situación de suyo difícil, que la emergencia haya llegado una década después… Se cumplieron 20 años del PRD, pero la epidemia hizo anticlimática su conmemoración. La fecha llega en un momento definitorio. El resultado electoral sin duda que es importante, pero lo es más la transformación radical a la que está obligado pasando los comicios…
El libro de Ahumada 13 de mayo de 2009 Carlos Ahumada ejerció su derecho de réplica para darle la razón a sus detractores. Señal de que las circunstancias han cambiado así como sus 276
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intereses, algunos de los cuales, por lo visto, siguen ligados a la política mexicana. Como sus objetivos son contradictorios el libro se mueve en la esquizofrenia. Por una parte el autor pretende defenderse y contrariar su mala fama, pero al ajustar cuentas con sus antiguos aliados acaba por inculparse. Es hasta cantinflesco: primero dice que el complot es “supuesto” (p.124), luego que es “irrelevante” (p.125), después aclara que todo fue “una decisión individual que fue aprovechada” por grupos de poder (p.156), también arremete contra los medios por haberle dado importancia a ese aspecto del conflicto y “voltear los videoescándalos” en su contra (p.182), y hasta se lamenta de que López Obrador haya logrado desviar la atención hacia allá (p.317); pero lo cierto es que su libro es una narración detallada, por momentos hasta morbosa, de ese complot que lo mismo desconoce que acepta, o mejor dicho, que confiesa. Es verdad que desde aquel entonces se dieron a conocer elementos que sustentaban de manera sólida la existencia del complot a pesar de que la polémica nunca se zanjó en la opinión pública en virtud de la aguda polarización que aquellos hechos provocaron. Los documentos que tenía Ahumada en Cuba y que llegaron con su deportación son pruebas contundentes, además de otras cuestiones que apuntan en el mismo sentido: los fragmentos que se conocen de las grabaciones del empresario interrogado en la Isla, la aceptación de Diego Fernández de Cevallos de que conoció y participó en la edición de los videos, la intervención del CISEN, el comportamiento errático y poco institucional del gobierno de Fox, por decir algunos. Además, diversos medios de comunicación ya habían dado a conocer algunos de sus pormenores e incluso se han publicado libros serios, como los de Adrián Rueda y Raúl Monge, que hacen una rigurosa sustentación del mismo. Sin embargo, nadie puede negar la relevancia que tiene el hecho de que el protagonista más expuesto de aquella conspiración dé a conocer sus entretelones. 277
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No estamos hablando de cualquier cosa. Un grupo de personas confabularon para desestabilizar a un gobierno legalmente constituido, buscando provocar la renuncia de su titular por la vía del escándalo mediático. Por eso es que no se sostiene la posición de que lo único importante es la corrupción exhibida y no saber quiénes, cómo y por qué difundieron los videos. De la misma manera, ahora es correcto preguntarse qué fue lo que llevó a Ahumada a hacer estas revelaciones –vindicación histórica, venganza o negocio, propósitos que, por cierto, no se excluyen– y por qué las hace coincidir con el inicio de las campañas electorales. El complot no redime ni atenúa la corrupción, pero tampoco a la inversa. La polémica sobre si fue legal su implementación se supera con la intervención del gobierno federal. Es inadmisible desde todos los puntos de vista, jurídico incluido, que el Poder Ejecutivo, el presidente del Senado y un ex presidente del país participen activamente en el propósito de tirar a un gobernante haciendo uso de filtraciones escandalosas a un medio de comunicación. En lugar de utilizar las instituciones, como era su obligación constitucional, las quisieron convertir en comparsas con los consiguientes y desastrosos costos para la reciente y titubeante vida democrática del país. No hay legitimidad posible. El convencimiento que tenían de que un eventual triunfo electoral de AMLO en el 2006 sería nefasto para el país no puede ser razón. El fin no justifica los medios. Ahumada insiste en presentarse como víctima y hasta llega a sostener que lo que hizo fue hacerle un favor al país al exhibir la corrupción del GDF, no obstante que de su testimonio se desprende claramente el papel de corruptor que jugó y no se ruboriza al afirmar que por ese “servicio a la patria” iba a cobrar 400 millones de pesos. Con figuras retóricas baratas, aludiendo hasta el cansancio a su esposa y a sus hijos, haciendo explícita su religiosidad y hasta tomando, aunque usted ni nadie se lo crea, el papel de moralizador de la vida 278
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pública pretende ser convincente. Es muy enfático en negar que haya recurrido al soborno, pero nos cuenta que regalaba departamentos, carros, dinero en efectivo, spots de radio y televisión, viajes a Europa y a otros destinos turísticos a gobernantes, dirigentes y candidatos del PAN, PRI y PRD, que ponía su avión a disposición y que incluso le dio un millón de pesos en efectivo a Onésimo Cepeda “para interceder ante Dios Nuestro Señor para el bienestar de mi familia y de mi persona” (p. 268). O sea que hasta quería ganarse el favor del Cielo con dinero. Y si bien pretende que le creamos que hizo muchos favores y entregó cuantiosos recursos a políticos influyentes a cambio de nada (p. 58), en algunos pasajes acepta que a cambio de su apoyo esperaba tener ventajas en la adjudicación de contratos (p. 87). Así que, aunque no le guste, le queda perfecto el mote de “El señor de los sobornos”. Lo anterior no excluye que haya podido ser extorsionado, pero hay elementos que omite en su libro que hace pensar que la relación de Ahumada con Bejarano y con Ponce no era precisamente la de un empresario atormentado por dos hombres poderosos del GDF, si bien resulta incuestionable la notoria hostilidad de AMLO hacia su persona. En uno de los primeros videos difundidos, Bejarano le habla al empresario de su “alianza económica política y social” cuyo “enemigo” al interior del PRD es el grupo de Jesús Ortega. Y en efecto, las corrientes de Rosario Robles y de René Bejarano caminaron juntos en la elección de la primera como presidenta del partido y en la selección de candidatos a jefes delegacionales del DF en el 2003. Y en lo referente a Ponce se le olvidó decir que la esposa de éste, Esperanza González, que le realizaba un sin fin de transacciones, le fue presentada por el propio Ahumada, era de hecho su empleada, y les pagó la boda con todo y luna de miel. Lo que parece más lógico es que los corrompidos no pudieron cumplir sus compromisos con el corruptor porque había una consigna de “mero arriba” en sentido contrario. 279
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Por otra parte, lo que sí resulta creíble es que la animadversión de López Obrador hacia Ahumada tuviera que ver con el interés político del tabasqueño de debilitar a Rosario Robles a la que veía como potencial competidora en el 2006. De otra manera no se explica el cambio de aire. No olvidemos el notorio apoyo que el empresario brindó al amigo del peje, Raúl Ojeda, como candidato a gobernador en Tabasco en las elecciones de 2000 y en su reposición de 2001, lo cual tuvo que ser conocido y consentido por López Obrador. En ese sentido, y después de darle crédito a las revelaciones del libro de Carlos Ahumada, AMLO está obligado a aclarar la veracidad del encuentro entre ambos en un cuarto del Hotel Hayatt de Villahermosa, así como de las visitas que Octavio Romero, su cercanísimo colaborador, hacía a las oficinas del grupo Quart para recibir recursos en efectivo a favor de aquella campaña (pp. 91 y 92). Ahumada se la pasa absolviéndose y condenándose todo el libro. Le gusta el papel de ángel compungido que tras mostrar sus nobles sentimientos confiesa sus diabluras y delata a sus cómplices para después volver a desgañitarse por el infortunio de su inocencia perdida. Cuestiona la justicia en México, pero luego acude a ella como único argumento de inocencia. Denuncia y reprueba la impunidad que reina en el país y después se lamenta de no haber gozado de ella. Cuando lo exculpan es porque el juez es justo, pero si fallan contra él entonces se trata de una consigna política. Pero lo cierto es que por la mitad de la fechorías que reconoce en su libro que cometió debió haberse quedado donde estaba muchos años más, y eso sin contar la evasión de impuestos (¿o a poco informó a Hacienda de su transacción millonaria por unos videos de espionaje político?). Se queja de haber sido la excepción y en eso tiene razón. En nuestro país los empresarios chapuceros como él siempre se las arreglan para quedar libres. Impunidad para los poderosos y arbitrariedad para el común de la gente es la moneda común del sistema. Sin 280
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embargo, a pesar de la preeminencia de sus abogados, de sus recursos y del peso de sus influencias, existió en efecto la decisión política de aplicarle la ley, lo cual no justifica los excesos, abusos y discriminación que pudo sufrir en la cárcel. Sólo cuando esa decisión cambió –al igual que con Raúl Salinas– pudo salir de prisión. El cambio de juez, la celeridad que éste le aplicó a los casos pendientes y la negligencia de la PGJDF para consignar los nuevos expedientes que ya estaban listos fue lo que generó las condiciones para su puesta en libertad. El espectáculo de agentes trogloditas que montaron los policías judiciales capitalinos a su salida para aplicar una simple orden de presentación frente a todos los medios de comunicación no fue si no una puesta en escena para engañar incautos y tapar complicidades. El papel de Rosario Robles en el complot es triste, doloroso, tan incomprensible como inexcusable. Por supuesto que a ella tampoco le queda el papel de víctima, pero la manifiesta inquina que Ahumada muestra en su libro contra ella, aunque al final tenga el cinismo de reconocer su “buena fe”, es, por decir lo menos, bajo y ruin. Pierde el estilo y comete excesos de mal gusto. Rudeza innecesaria contra su compañera sentimental en esos momentos telúricos. Cuenta su versión cinco años después mostrándose dolido y despechado. Ahumada señala a Carlos Salinas de Gortari como el cerebro de los videoescándalos y a Diego Fernández de Cevallos como coordinador del mismo. A éstos los culpa de haberlo abandonado, pero responsabiliza a los medios de comunicación, y en especial a Televisa, del fracaso del complot, aunque no desperdicia la oportunidad para arremeter personalmente contra Jorge Mendoza de TV Azteca. Supone que Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, jugó en doble pista y que al mismo tiempo que participaba en la planeación para difundir vídeos previno a AMLO de lo que le venía encima. No oculta su molestia contra Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola, pues los culpa de su mala fama por no haberse ceñido al guión oficial. Pero 281
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se olvida que la televisión, aunque poderosa, no puede hacer milagros y presentarlo a él como un pobre y honesto empresario extorsionado que tuvo el valor cívico de enfrentar al terrible Gobierno del Distrito Federal exhibiendo su corrupción es algo tan desproporcionado como querer convencer al público de que George Bush es pacifista, Ulises Ruíz defensor de los Derechos Humanos, el Mochaorejas filántropo o Vicente Fox culto y letrado. Carlos Ahumada es un pájaro de cuenta. Antes de los videoescándalos se le conoció por hacer trampa en el fútbol poniendo micrófonos ocultos en los vestidores de los contrarios, los cuales fumigaba antes de los partidos, por no hablar de la toma armada del estadio del Irapuato en la que, no obstante haber sido plenamente identificado en esa acción delincuencial, contó con impunidad absoluta. Olió muy mal que haya puesto de presidente del Club Santos a Edgardo Codesal que había sido presidente de la comisión de arbitraje y, en lo que parece demasiada casualidad, que meses antes presentó diez casetes de espionaje telefónico en contra del árbitro Felipe Ramos Rizo, acabando de esa manera con la brillante carrera del silbante. También tuvo notoriedad cuando atraparon e Luís Eduardo Zuno, Jefe Delegacional panista de Álvaro Obregón en su famoso avión privado cargado de armas prohibidas y cuyo hijo era directivo del club León. El modus operandi de Ahumada en las delegaciones era colocar a su gente en las dos direcciones generales que le interesaban porque era donde se manejaba el dinero: Obras y Administración. En la Gustavo A Madero con Octavio Flores a quien apoyó en su precampaña y campaña, aunque en su libro lo desconoce, los que ocuparon esas carteras y le entregaron sin que hubiera siquiera un contrato 31 millones de pesos tienen por nombre Luís Salazar y María Martha Delgado que venían del Delegación Tlahuac de la que obtuvo infinidad de contratos con Francisco Martínez Rojo y que antes fueron sus 282
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empleados. Estos dos sujetos se fueron a refugiar, usted lo adivinó, a Cuba con otro sujeto y pasajero frecuente de aquel avión particular llamado Enrique Arcipreste del Ábrego, el cual se hacía pasar por propietario del famoso Paraje San Juan, en Iztapalapa, y a quien Ahumada le compró los derechos antes de que se demostrara que todo era un gran fraude (ver el “Tango de Ahumada” de Raúl Monge). Por cierto, en el libro reconoce que le propuso dos colaboradores a Carlos Imáz (p. 94), confirmando la versión que éste le dio a Carmen Aristegui de su alejamiento de Rosario Robles y rompimiento con el empresario mexicano-argentino. Suena increíble que después de denunciar a muchos personajes de inmenso poder e influencia sostenga que los videos que iba a presentar el 6 de junio de 2006 y que según cuenta fueron acordados con Juan Molinar del equipo de campaña de Felipe Calderón, pero cuya difusión fue detenida por la fabricación de un atentado imposible, no los dará a conocer por temor, máxime viviendo en el extranjero (pp. 295-297). Sería mejor y más creíble que reconociera que sus intereses, y por tanto sus aliados y adversarios, ya son otros. Pese a todo, Carlos Ahumada se declara “muy idealista” y afirma que “confía, en principio, en la honestidad y sinceridad de las personas” (p. 181), cuestiona al sistema político por “sucio” (p. 325), declara que se debe terminar con la corrupción y se compromete por luchar por “un México más justo” (p. 183). En lo que sí hay que tomarlo en serio es que no se puede confiar en Carlos Salinas ni en Diego Fernández de Cevallos. Pero, ¿quién confía en Carlos Ahumada, el que filmó a escondidas a sus aliados y socios, el que delata a sus cómplices, el que se vuelve juez moral cuando confiesa sus fechorías, el que devela la podredumbre las miserias del sistema político sin caer en la cuenta que él es su mejor exponente, el que no deja de pasarse de listo, el que abusa de la confianza y se atreve a utilizar hasta los periodistas que lo defendieron y que de buena fe le enviaron sus preguntas? 283
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De paso… Aclaración necesaria. Tengo la mejor de las opiniones de Roy Campos y de Marcelo Ortega, directivos de Consulta Mitofsky. Reconozco en ellos honestidad, profesionalismo y capacidad. No considero a Carlos Ahumada fuente confiable para desacreditarlos. Dicho lo anterior, considero necesario hacer una aclaración pertinente a lo señalado en el reciente libro del empresario de los videoescándalos en su libro “Derecho de réplica” respecto a la selección de candidatos en el DF en 2003 (p. 102). Mi última labor como Secretario de Finanzas del Comité Ejecutivo Estatal del PRD del DF fue hacer los contratos y pagarle a Consulta Mitofsky las diecinueve encuestas (hubo tres delegaciones que necesitaron una segunda medición) para elegir jefes delegacionales en aquel año. Se firmó un contrato y el PRD cubrió el 100% de lo estipulado. Es falso que no se pudieran pagar por rebasar los topes de gastos de campaña, pues en esa época las precampañas no estaban legisladas. Por supuesto, es falso y absolutamente inaceptable que se haya acordado que Carlos Ahumada –que en ese momento era aliado de Bejarano– pusiera un solo peso para esas encuestas y mucho menos que se le dieran a conocer los resultados, ya no digamos que a él se le informaran primero. Un servidor recibió las encuestas de manera formal en sobre cerrado y, lo que sí se acordó, un poco antes en las oficinas de Mitofsky en la colonia Nápoles se las dieron a conocer de manera económica a los dirigentes de las tres corrientes principales del DF (IDN, Unir y Nueva Izquierda). Cambiar resultados de cualquiera de las encuestas es hacer fraude. Por ello, con independencia de que sea verdad o mentira su afirmación de que convenció a Mitofsky para adulterar puntuaciones, Carlos Ahumada es un defraudador confeso… Andrés Manuel López Obrador quiere ser el centro de atención en la campaña electoral –a lo que consciente o inconscientemente contribuye el libro de Ahumada– y para llamar la atención lanza declaraciones estridentes que no tienen nada que ver 284
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con el programa y los principios del PRD. Una de ellas es la disparatada idea de adjudicarse el “veto porril” que consiste en impedir incluso el debate en las tribunas de las iniciativa que él considere que atentan contra “la nación” o “el pueblo”. Los diputados “levantadedos” ceden su lugar a los “tomatribunas” y lo que no cambia es que van a actuar por consigna. La izquierda tradicionalmente ha tenido su fuerza en las ideas y ha reclamado espacio para expresarlas. Ahora nuestro ex candidato presidencial quiere decidir qué se discute y qué no en el Congreso de la Unión. Esa posición autoritaria e intolerante que niega la legitimidad de otros pensamientos es inadmisible para la izquierda que ha conseguido importantes logros democráticos y significa una regresión de décadas. ¿Qué dirá de esto Alejandro Encinas?... Entiendo la insistencia de López Obrador para salir en spots del PRD. Si no lo hace, el candidato del 35% valdrá los pocos puntos que desde ahora se vislumbra tendrán el PT y Convergencia. Ahora sí que ¡salvemos a AMLO!… Carlos Ahumada se jacta y se engaña. Los videoescándalos no contribuyeron al resultado del 2006. Es verdad que permanece el hilo conductor del “todo se vale para detener al puntero”, lo que se manifestó elocuentemente en la guerra sucia y en la intervención de Vicente Fox en la campaña. Pero la merma por la difusión de los videos fue más que superada tras la estupidez del desafuero en la que además de recuperar una amplia ventaja López Obrador se convirtió en el líder indiscutible de un poderoso movimiento social. En la campaña presidencial los golpes bajos vinieron de otros actores y en el cuestionado resultado también tuvieron que ver errores propios como la deficiente estructura electoral que se conformó… El Barcelona es el equipo que más bonito juega en Europa. Es un deleite verlos tocar el balón y desplegarse en la cancha. Sin embargo, la forma en cómo pasaron a la final de la Copa de Campeones derrotando al Chelsea es vergonzosa. Nadie merece ganar con la ayuda del árbitro. Y ellos menos que nadie… 285
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Salinas y el salinismo 20 de mayo de 2009 En su obsesiva lucha por lograr lo imposible –limpiar su nombre y reivindicar el papel que jugó en la historia de México– Carlos Salinas de Gortari nos muestra que el poder que conserva está lejos de ser un mito. Pero más allá de la influencia que mantiene y de la red de complicidades que sea capaz de mover por favores otorgados, compromisos contraídos o temores fundados, el salinismo persiste como propuesta de gobierno, como estética del poder, como estrategia para impulsar proyectos transexenales, lo que incluso es reproducido por algunos de los que se consideran sus detractores. Salinas hizo escuela porque su gestión innovó y fue exitosa en cuanto a popularidad –su caída en ese rubro vino después de dejar el poder–, control político y promoción de jugosos negocios privados que redundaron en beneficios personales y familiares. Dicha escuela ha sido el principal obstáculo para la democratización del país y contribuye día con día a acrecentar el riesgo de una abrupta regresión autoritaria. Recordemos algunos aspectos claves del gobierno de Carlos Salinas: una agresiva, ambiciosa y cacareada política social bajo el nombre de “Solidaridad” que generó una amplia clientela política; apapacho a intelectuales, artistas, opositores, periodistas y otros personajes reconocidos; connivencia del poder público con el capital privado para hacer negocios de conveniencia mutua; una retórica aperturista, modernizante y hasta por momentos democrática, pero una práctica francamente autoritaria; muchos recursos a algunos medios de comunicación; manejo discrecional y sin comprobación de la inagotable “Partida Secreta”; concentración del poder y sometimiento de los demás poderes e instituciones; generoso con sus amigos, cómplices y aliados, pero implacable y déspota con la oposición no asimilada; propensión a la simulación y a los acuerdos ocultos; 286
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utilización de la estructura y del presupuesto gubernamental para ganar elecciones; establecimiento de la “industria del favor y del castigo” a cargo del titular del Ejecutivo; transmisión de la ilusión del cambio que ahora podemos saber resultó del tamaño de Romero Deschamps por La Quina y Elba Esther Gordillo por Jongitud Barrios; establecimiento de acuerdos con poderes fácticos en la lógica de la reciprocidad; creación y control de partidos políticos afines; ser gestor omnipotente a partir del control ejercido sobre los tres poderes; y, por supuesto, la implementación de una salvaje política de medios para promover la imagen presidencial como parte de una estrategia única y centralizada. Con Salinas inició el culto místico a la realidad virtual, al raiting, al impacto televisivo, a la política como show y a los índices de popularidad como extraño objeto del deseo. Pragmático y perverso, el salinismo puede abjurar sin problemas de su padre ideológico. En ese sentido, puede haber salinismo no sólo sin Salinas sino incluso contra Salinas. No hay más lealtad que a los intereses. El punto clave es el ejercicio del poder sin contrapesos ni equilibrios, la imposición de una voluntad suprema enaltecida y cortejada por un coro instruido y devoto; pero, muy importante, bajo el manto de la simulación, del juego de artificio que presenta una fachada democrática en donde sólo se acatan órdenes. Las instituciones se vuelven comparsas y algunos hombres ilustres legitiman decisiones en las que no tuvieron que ver y sirven gustosos para vestir y avalar a una administración que tuvo el gesto de reconocerlos públicamente. Y hay un mensaje para los interesados en el que no puede haber sombra de duda: su futuro está en manos del que concentra el poder y, por tanto, la disciplina, incondicionalidad y sobre todo la abyección zalamera serán premiadas mientras que la duda, la crítica y no digamos la discrepancia que no acepta someterse duramente castigadas. Ese es el estilo Salinas que muchos gobernantes de diversos partidos siguen como si fuera El Evangelio. 287
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Por supuesto que es importante dilucidar muchos de los pasajes que permanecen obscuros sobre el periodo presidencial de Carlos Salinas, sobre el rol que jugaron sus hermanos y sus posibles tratos con el crimen organizado, sobre la controvertida y sucia manera en que resultó electo presidente y sobre su ya innegable participación en el complot de los videoescándalos. También es importantes entender el alcance de su poder, el cual puede hacer que Luís Tellez se confiese borracho y Miguel de la Madrid senil e incapaz para recular y desdecirse de lo que, por cierto, en ambos casos se difundió en el programa de Carmen Aristegui, además de mover con rapidez inusitada al mismísimo coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa Patrón, que se cuadra con un solícito “Sí, señor Presidente” antes correr a la casa del antecesor de Salinas para buscar su retractación. Pero considero que no hay nada más importante que enfrentar y derrotar al salinismo como cultura política. Sólo así la democracia mexicana podrá reencausarse. De paso… Benedetti. Se fue el poeta, mi compañero secreto, el que me echaba la mano para agarrar fuerzas, convencerme de nuevo de la justeza de seguir peleando, acudir a la pasión, reconocer causas y motivos comunes, conmoverme, alegrarme por el prodigio de enamorarse, y hasta me ayudaba a seducir. Me queda el desosiego de una perdida que considero irreparable. Por fortuna, tengo a mano el Inventario y La Tregua me recuerda lo efímera, pero a la vez intensa y sorpresiva, que puede ser la vida. Agradezco a mi amiga Eliana García por el texto que me envió, el cual, sin permiso y abusando se su confianza, anexo al final de esta sección, y a Reina Barrón por el par de poemas postreros de Benedetti que me obsequió… Que conste: tiene razón Andrés Manuel López Obrador. Ser perredista y votar por el PT o Convergencia “no es pecado”. Pero sí un error y una deslealtad. Con ello reconoce que 288
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el objetivo es mantener la vida de esos partidos a costa de mermar al PRD, de dividir a la izquierda, de dañar a su partido. Con ello a los que ayuda es al PRI y al PAN, pues reduce las posibilidades de triunfo en distritos uninominales. Su declaración, digna de “Las mangas del chaleco”, la hizo en Chiapas donde la contienda con esos partidos en algunos distritos es muy cerrada. Los candidatos priístas y panistas son los que más celebran las visitas del Peje… En donde le falta honestidad a AMLO es en reconocer que apoya a esos dos partidos por así convenir a sus intereses políticos y económicos, que quiere llegar al 2012 con tres partidos pequeños a su disposición y no engañar a la gente con cuentos engañabobos de que “la mafia de la política” quiere castigar a dos viejos peones de Carlos Salinas de Gortari: Alberto Anaya y Dante Delgado… Por cierto, muchos de los que señala como parte de esa “mafia de política” eran sus grandes amigos y se la pasaba apapachándolos cuando era Jefe de Gobierno, además de que no pocos de su gente más cercana siguen interactuando y cabildeando con ellos. Pura simulación… ¿El Barsa o el Manchester United?, ¿Leonel Messi o Cristiano Ronaldo?, ¡ahí está la cuestión!... Donde no hay dilema es en las finales del fútbol mexicano: PUMAS o PUMAS…
Réquiem por Benedetti Eliana García Hoy las lágrimas se vuelven recuerdos: A los quince años ¿qué más se quiere que comerse el mundo?/ y con tu guía saberlo cierto. Benedetti y Juan Ángel en sus cumpleaños/ acompañaron cada día mi convicción de que/ había un “amor. . . cómplice y todo”, y/ de que sólo una “tatucera” sería el refugio/ ideal para todo mi romanticismo incorregible/ que persiste hasta la fecha. 289
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La tregua fue un viaje contradictorio/ entre el primer amor de la pasión extrema, cielo e infierno,/ y el amor filial de un padre queriendo ser amigo y cuya/ partida fue a pesar de todo prematura. La apatía de la Suiza de América que de los montevideanos/ ciertamente retratados por ti burócratas y grises se fueron transformando en/ Tupamaros y luego en dictadura expresada en los Poemas de Otros/ donde el hombre preso que mira a su hijo desde la cárcel le dice:/ “mira botija”. . . “uno no siempre hace lo que quiere, pero puede no hacer/ lo que no quiere” y con dolor aconsejarle que “es mejor llorar que traicionar,/ es mejor llorar que traicionarse”, y me he imaginado a ese niño crecer/ dispuesto a dar la vida desde la lucha frenteamplista para que la libertad/ ya no sea tan sólo una palabra aguda y nunca más se olvide nadie de/ poner el acento en el hombre. Y cada que fumo pienso en las gracias que tantas veces he dado por el/ fuego y más aún cuando he ahí el sueño más hermoso de mi recién/ adquirida militancia adolescente que sufría ya las primeras decepciones/ profundas y letales, no sólo para mi visión de la izquierda siempre dividida, sino/ para mi también recién adquirido idealismo amoroso, y entonces apareces tú,/ Mario de mi por venir, para ayudarme a cantarle/ a los hombres ese seductor porque “tú siempre existes dondequiera, pero existes/ mejor donde te quiero”, versito que tu personaje escribe a su amada prohibida amante/ lo que hubiera querido decirles a mis prohibidos amados amantes/ de que su “boca es sangre” y que tengo que amarlos “aunque esta herida/ duela como dos y” … la “noche” pase en cada instante de/ mis insomnios y yo los tenga y no. 290
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Cuando Pedro y el capitán se conocen me era imagen literaria, denuncia escrita,/ vivencia narrada, quién me iba a decir que muy pronto sería la piel de mis/ amigos ultrajada por la soberbia del poder omnipotente que no respeta vidas/ ni cuerpos y muchos menos almas amorosas dedicadas a la poesía de transformar./ Y al mismo tiempo cantar con la Nacha tus canciones que le daban la gran vuelta/ a la tristeza de tantos hombres y mujeres destrozados. Y leer y releer Quién de nosotros para entender lo mismo que me estaba pasando/ mientras esperaba volver a ver el mar azul de flores encarnadas en la futura mirada/ de mielmar que siempre supe había llegado demasiado tarde y saber que siempre/ siempre va a suceder que llegan más veces ahora demasiado tarde y cada vez/ menos demasiado temprano. Luego con el tiempo desandar el exilio para construir el desexilio e ir encontrando en esos/ nuevos mundos las razones para seguir siendo uruguayo sin dejar de ser tan mexicano/ como todos los latinoamericanos que tanto te debemos pues por ti ya sabemos que “una/ mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra”. Y un día descubrir que la muerte de verdad te da sorpresas y que la Miss Amnesia/ simulaba no saber para olvidar lo que sabía y que tu requiem por un muerto iba a darme/ la palabra exacta para decirte que si no hubiera sido por ti nunca hubiera sabido que hay muchos/ más mañanas ni hubiera podido entender lo que en la vida significa decirle a alguien/ “a ciencia cierta” que puede contar conmigo.
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Contigo se van y se quedan todos los recuerdos que por ti existieron y te juro/ no son pocos pues en parte a tu presencia temprana le debo lo que soy./ Me despides hoy al irte para siempre con tu rostro de hombre sabio/ que desde mis inicios me enseñó la diferencia entre Táctica y estrategia Mi táctica es/ mirarte/ aprender como sos/ quererte como sos Mi táctica es/ hablarte/ y escucharte/ construir con palabras/ un puente indestructible/ Mi táctica es/ quedarme en tu recuerdo/ no sé cómo ni sé/ con qué pretexto/ pero quedarme en vos Mi táctica es/ ser franco/ y saber que sos franca/ y que no nos vendamos/ simulacros/ para que entre los dos/ no haya telón/ ni abismos Mi estrategia es/ en cambio/ más profunda y más/ simple/ mi estrategia es/ que un día cualquiera/ no sé cómo ni sé/ con qué pretexto/ por fin me necesites Así te vas y así me quedo yo/ sabiendo que te extrañaré desde/ la entraña por cada una de/ las Geografías que ya no tendré de ti
La narcocampaña de Felipe Calderón 28 de mayo de 2009 En consonancia con la estrategia electoral del PAN que pone en el centro la lucha del “presidente contra el crimen”, el gobierno federal 292
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está implementando operativos espectaculares de alto impacto mediático para reforzar precisamente ese mensaje. Con ello, pese a su explícita negativa al respecto, Felipe Calderón decidió emular a Vicente Fox y ser protagonista de las campañas e incluso convertirse en punto de definición de la intención del voto. Lo hace de manera irresponsable, pues no sólo utiliza al Estado para inclinar la balanza a favor de su partido sino que al golpear con intenciones facciosas a sus contendientes por supuestos vínculos con el narcotráfico enrarece aún más el clima político, presagia la permanencia de una guerra sucia y sin cuartel al menos hasta el 2012, determina desde ahora una sucesión presidencial conflictiva, contribuye al desgaste de un sistema político que cuenta con un alto grado de desprestigio social y dificulta las impostergables respuestas a los graves problemas del país y que requieren de grandes consensos. De por sí, urge construir una salida institucional y con amplia legitimidad a este régimen disfuncional que se encuentra atascado a la mitad del camino entre el viejo autoritarismo y la consolidación democrática. Sólo así se podrá culminar la transición. Pero al minar los puentes entre las fuerzas políticas y contaminar la relación entre los actores se termina fortaleciendo a las tendencias regresivas y conservadoras que pugnan por el retorno al presidencialismo omnipotente y se truenan los dedos para que se presente un escenario de ruptura que le de entrada a la mano dura y al control absoluto desde el centro. Y no es que quiera ser aguafiestas y despertar de sus dulces sueños a los que creen que la descomposición política les abrirá el camino para “salvar a México”, pero las circunstancias favorecen mucho más un giro a favor de la derecha autoritaria en caso de colapso. Los momentos y las formas de los operativos policiacos están siendo claramente electoreros. No me refiero propiamente a la diferencia de trato: deferente hacia el gobernador panista de Morelos, Marco Antonio Adame, insolente con el gobernador perredista de 293
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Michoacán, Leonel Godoy, que por cierto ha cooperado de manera notoria y constatable con el gobierno federal en el combate al narco desde el inicio de su gobierno a pesar de los ataques vociferantes del fundamentalismo pejista. El punto es la pretensión de encumbrar al presidente de cara a los comicios. En ese sentido, lo de menos es que para cubrirse se cuiden de atizarle a todos los partidos, incluido al PAN. Lo fundamental de la estrategia, como dijimos, es resaltar mediáticamente la labor “valiente” del presidente y su decisión de atacar al crimen, incluso al que goza de protección política, dejando entrever que los partidos distintos al suyo cobijan y se benefician de conductas ilícitas. En pocas palabras, quieren convertir a Calderón en el candidato virtual del partido en el gobierno y vender la insidia de que el presidente y el panismo son los únicos dispuestos a pagar los costos de enfrentar al narcotráfico. De poco importa que sea una guerra que no se pueda ganar, que la violencia crezca exponencialmente y que la droga llegue a todas partes con todos los perjuicios que trae una industria ilícita, pero próspera y rentable. De lo que se trata es de fabricar un héroe que además de salvar a la humanidad del tremendo virus de la influenza que costo 80 vidas mexicanas, por una cuestión de “principios” decide librar la batalla contra el mal. Por supuesto que el crimen organizado a penetrado en altas esferas del poder público y por supuesto que es necesario actuar con energía para combatir la corrupción ligada al narco, pero lo que está pervirtiendo esa justa y necesaria intención es la subordinación de la justicia al impacto mediático proyectado en función del interés electoral. Todas las encuestadoras serias habían señalado que si el tema dominante en las campañas es la crisis económica perjudicaría al PAN mientras que si el foco de atención giraba hacia la seguridad le convendría. Las acciones espectaculares de detención de presuntos narcopolíticos pretenden precisamente que la opinión pública centre 294
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la agenda en el asunto del combate al crimen que aunque analizado fríamente resulta un fracaso rotundo para la actual administración la percepción social ha valorado positivamente la decisión reiterada de Felipe Calderón de mantener al país en guerra declarada contra el crimen a través de la pantalla del televisor. Como no hay gobierno municipal que pueda competir técnica, económica y militarmente contra el narco hay algo de mañoso en culpar a las autoridades municipales de lo que se hace o deja de hacerse en materia de combate al tráfico de drogas. Para muchos policías o funcionarios de ese nivel oponerse al narcotráfico resulta poco menos que un suicidio y no tienen más alternativa que mirar hacia otro lado o renunciar. No es secreto que los cárteles controlan territorios enteros y que sólo el ejército tiene la fuerza para, por momentos, penetrar en ellos e imponer la ley. Sin embargo, en la cotidianidad muchos municipios están sometidos al inmenso poder de corrupción del narco, si cooperan, o de destrucción, si no lo hacen. Al predominar la búsqueda del impacto mediático sobre la legalidad se corre un alto riesgo de arbitrariedades y abusos. No me refiero sólo al injustificable quebranto de la ley por parte de quienes están obligados a ser los primeros en respetarla –como sucedió en Michoacán– sino a algo todavía más grave e irreparable. Me refiero al prestigio y la reputación de personas que son detenidas para dar un golpe político que luego al demostrarse su inocencia no pueden recuperar su estatus ni su proyecto de vida. Después de exhibirlos en cadena nacional y horario triple A, su absolución va a pasar de noche. Y qué les va a decir después Calderón. “Disculpe las molestias que le ocasionamos al destruirle la vida a usted y a su familia cuando lo presentamos sin pruebas como un hampón ante toda la nación, pero mi partido necesitaba aumentar puntos en las encuestas”. Para evitar confusiones, dejo establecido que se debe actuar con toda energía contra los políticos que sirven a bandas delictivas, pero 295
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que un profundo error que lo descompone todo es mezclar esa pretensión loable y necesaria con el cálculo político electoral del partido que gobierna el país. El narcotráfico es una amenaza a la seguridad nacional y debe enfrentarse con una política de Estado que no puede ni debe subordinarse a una facción aunque ésta gobierne. Y es que además de la descomposición que la utilización facciosa de la justicia de por sí provoca se está trazando un camino ominoso para el país. Estamos ante la aplicación del modelo Colombia en el que un gobierno de derecha mantiene altos índices de popularidad a costa de sostener una guerra eterna contra el narcotráfico y la guerrilla, lo que, pese a sus altos costos económicos y sociales, resulta rentable políticamente para el gobierno que se aprovecha del miedo inoculado a perpetuidad en la sociedad mostrándose como irreductible y decidido a enfrentar ese gran problema que, eso ya no lo dice, él mismo contribuye a generar. En ese esquema la democracia naufraga y se encumbra a un “hombre fuerte”. Sería el regreso al Estado autoritario y al presidencialismo caudillista que tanto fustiga Germán Martínez en sus mensajes por Internet. De paso… Expulsación. La Constitución protege a todos los extranjeros en el país y les reconoce derechos. Si alguno de ellos es acusado de delitos en su país de origen o en cualquier otro hay mecanismos e instancias para procesar su deportación. Por lo mismo es inaceptable que se haya decidido expulsar del país al Dr. Miguel Ángel Beltrán Villegas por presuntos vínculos con las FARC y sin otro elemento que la petición del gobierno de Colombia. México que llegó a ser el santuario del derecho de asilo ahora entrega a perseguidos políticos sin trámite de por medio. Es vergonzoso que el gobierno mexicano se sirva de pueriles pretextos para evitar siquiera otorgarle el derecho de audiencia a un estudiante de posdoctorado en la UNAM, la mayor y más 296
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prestigiosa Universidad de América Latina. Además, el académico en cuestión no era un prófugo y salió de Colombia de manera legal y después de hacer sus trámites correspondientes en la Universidad colombiana que lo becó. Lo peor de todo es que lo entrega a un país que se distingue por la violación a los derechos humanos bajo el pretexto del estado de guerra en el que se encuentra y que no hace mucho asesinó a estudiantes mexicanos en una acción violatoria del derecho internacional. No simpatizo con las FARC y sus execrables secuestros, pero, al menos, Colombia debió demostrar los nexos del académico con dicho grupo y el gobierno mexicano, por su parte, reconocerle la posibilidad de defenderse al Dr. Beltrán… Demetrio Sodi violó la ley de manera flagrante y desvergonzada con su aparición “sorpresiva” en el partido de semifinales de Pumas vs Puebla. Su entrevista “casual” es una burla, pues además de que estaba consignada en su agenda tuvo el lapsus de hablar de con desparpajo de “su compromiso con el deporte”. Nadie en sus cabales podrá creerle que la entrevista se realizó sin pago alguno. La autoridad electoral debe intervenir y anular su candidatura. Ana Gabriela Guevara “y su grupo de expertos” pueden ganar después de todo… Las encuestas demostraron que sería contraproducente la aparición del López Obrador en los aptos del PRD. La verdad era un verdadero despropósito darle juego a alguien que se esfuerza por diezmar al partido del sol azteca en 30 de las 32 entidades del país. Eso sí, nada hubiera expresado mejor el surrealismo político que se está volviendo costumbrismo… Por cierto, después del operativo en Michoacán parece que López Obrador y Calderón tienen un acuerdo: disminuir al máximo al PRD en la próxima elección. Uno por sectario y vengativo y el otro porque le teme más a la oposición racional que a los ultras de ocasión que se anulan solos... Pero esa no es la única coincidencia inconfesable. AMLO tuvo conocimiento y confirmación de que las candidaturas de Convergencia en el Estado de México se decidieron en el despacho del 297
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Secretario de Gobierno de la entidad y que Peña Nieto dispone a su antojo de esa “franquicia”. Tan es así que hasta el PT va en alianza con el PRD en lo local. Sin embargo el fin de semana El Peje fue al bastión perredista de Valle de Chalco a apoyar a los candidatos de Convergencia con lo que le echa una mano al PRI y a su gobernador que son los que ahí le compiten al perredismo. De poco sirve que AMLO denueste en sus discursos a Peña Nieto si opera para su beneficio. No cabe duda de que a veces puede más el odio… Monreal se tropezó con su cola en Zacatecas… Reconozco que en el momento que se detectó la influenza A1N1 no se sabía de la peligrosidad del virus y era correcto actuar con precauciones extremas. Pero ahora que se conoce que su contagio y fuerza son moderados –más aún en esta época del año– es un exceso que los gobernantes se sigan presentado como salvadores. Ni que estuviéramos en época electoral… ¿Cuándo el clientelismo adquirió carta de ciudadanía en la izquierda? ¿Cuándo lo redimimos? Y es que por donde uno camine encuentra espectaculares y bardas que dirigiéndose a madres solteras, adultos mayores, estudiantes, discapacitados, desempleados, etc, sin eufemismos o expresiones tangenciales, de manera directa, se les dice en resumen: “el gobierno de mi partido te apoya con recursos públicos, vota por mí”… Lo mismo se puede decir del chauvinismo de lo hecho en México… Con independencia de las consideraciones que se puedan tener sobre las posiciones políticas de Mario Vargas Llosa y sus tronantes declaraciones sobre el gobierno venezolano resulta indiscutible el derecho que tiene a expresarlas con toda libertad. Por eso resulta inadmisible el hostigamiento hacia su persona por parte del régimen encabezado por Hugo Chávez. No hay democracia posible y, por lo mismo, izquierda que la enarbole si no priva la tolerancia. Eso es pertinente recordarlo y reivindicarlo en Venezuela, pero también en México… El Barcelona para que vean sí se redimió después de que el árbitro le obsequió su pase a la final. Jugó como lo que es, el equipo que más bonito juega en el mundo, y se ganó 298
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en la cancha, con una cátedra de fútbol, el trofeo más codiciado de Europa… Ah!, y para cerrar con broche de oro, esperamos que los Pumas se coronen aunque sea con gol de último minuto…
¿Votar o no votar? 3 de junio de 2009 En México apostar a la abstención es jugar con cartas marcadas. Baste decir que en una elección competida que despertó gran interés como la del 2006 el abstencionismo llegó al 41%. No se diga en las elecciones intermedias donde sólo se eligen –salvo en los estados con comicios concurrentes– diputados federales; en la más reciente con esas características, la del 2003, no votó el 58% del padrón. Es verdad que la imagen pública de los legisladores es poco halagadora, pero también lo es que así la han tenido siempre. Por diversas causas, los avances democráticos no otorgaron a los representantes populares el valor social que les correspondería por volverse actores protagónicos de la vida pública tras décadas de “levantar el dedo” a capricho presidencial y se ha abierto paso un preocupante desengaño y decepción por la democracia que en estricto sentido no hemos vivido, por lo menos no a plenitud. Sin embargo, el proceso electoral en curso tiene algunos ingredientes particulares que le dan al dilema de votar o no votar un cariz novedoso. Aunque siempre ha habido quien promueva la abstención, en esta ocasión, además de los grupos radicalizados de la izquierda revolucionaria que denuestan la vía electoral, lo hacen actores públicos, personajes de la sociedad política que han decidido darle una sacudida al sistema en el que juegan un rol y, por lo mismo, del que forman parte. Sabiendo el resultado de antemano, buscan sacar ventaja de la constatación del desprestigio político del régimen que, a falta de 299
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una conceptualización más trabajada e instalados en la propaganda, definen como “partidocracia”. De manera paradójica llaman a no votar o a anular el sufragio como si se tratara de una postura moral, de un acto de rebeldía cívica y responsabilidad social, ocultando el juego político del que se busca obtener ventajas. Por ello no aclaran a dónde quieren llegar, qué sigue después de constatar la poca credibilidad que goza el Poder Legislativo para los mexicanos y cuál consideran que es la salida al problema de la legitimidad y funcionalidad del sistema político que en efecto existe. En todo esto hay un fuerte olor a ajuste de cuentas. México no puede prolongar mucho la permanencia del régimen híbrido que hoy sufre como consecuencia de una transición inconclusa y poco coherente. Lo que tenemos es una mixtura contradictoria e ineficaz que ha mediatizado los avances democráticos con cacicazgos estatales, con prácticas del autoritarismo añejo, con atavismos del presidencialismo, con la carencia de una cultura democrática extendida y consolidada, con el mantenimiento de la corrupción como práctica institucionalizada, y con la prominencia de intereses económicos y políticos de importantes poderes fácticos. En este contexto, debilitar aún más el sistema de partidos no puede si no exacerbar la descomposición política y alentar ánimos rupturistas en vez de reencauzar institucionalmente el proceso democratizador. Es jugar al aprendiz de brujo. No digo que no haya razones para expresar el malestar social frente al sistema político sino simplemente que éste, en lugar de llevar a fortalecer la opción de la regresión autoritaria, debe buscar destrabar la transición democrática y así no correr el riesgo de repetir experiencias como las que le abrieron el paso a Fujimori en Perú y a Bucaram en Ecuador –también es el caso, aunque su caracterización sea más polémica, de Chavez en Venezuela y Uribe en Colombia– que, recordemos, se dieron en medio del descrédito de toda la clase política. 300
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Ahí quedó demostrado que no hay peor política que la que hace el que se jacta de no ser político. Sale peor el remedio que la enfermedad. Por otra parte me parece ingenuo que alguien pueda pensar que puede controlar a todas las fuerzas desatadas en caso de una ruptura del sistema político –ilusión obradorista que por lo visto comparten otros actores. En lugar de jugar con fuego, lo que se debiera propiciar es un gran acuerdo para reformar el régimen a través de las instituciones y eso no se va a lograr si a éstas se les sigue debilitando. No se trata sólo del absurdo de quienes piensen asumirse como voceros de los abstencionistas o de los que anulen su voto –que en el 2006 rebasaron el millón de personas– sino de cómo impulsar grandes acuerdos de la sociedad política que contribuyan a entusiasmar a los electores y se haga evidente la importancia del sufragio en comicios venideros. Además, al fomentar el abstencionismo se facilita el triunfo de los que tienen mayor capacidad de movilizar aparatos y se premia al clientelismo, favoreciendo con ello el triunfo de perfiles bajos y la consecuente mediocridad legislativa que cuestionan. Entiendo que el centro del argumento abstencionista es no encontrar alicientes para el voto, para optar por uno u otro partido. Pero esa posición se basa en un análisis poco objetivo si bien resultan innegables carencias, limitaciones y excesos de no pocos representantes populares. La actual legislatura tuvo éxitos notorios aunque mediáticamente hayan sido disminuidos o tergiversados. La campaña contra la reputación de los legisladores se acrecentó por la reforma electoral que aprobaron y que en mi opinión es un avance en la equidad de las campañas, en la reducción de sus costos y en el control del dinero que se utiliza en ellas. En lugar de contribuir al linchamiento, haríamos bien en propiciar balances exhaustivos de la labor de las legislaturas para colocar las cosas en sus términos. A pesar de sus conflictos internos y de sus contradicciones no resueltas, votar por el PRD es votar por culminar la transición a la 301
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democracia. Andrés Manuel López Obrador decidió apoyar otras opciones y se encuentra entrampado ante el problema de que su discurso y permanente ataque contra las instituciones democráticas, su rechazo a la reforma electoral y al cambio de integrantes del IFE, así como su estrategia por propiciar la descomposición política del régimen, llevan a la ineludible conclusión de la abstención mientras que su bolsillo lo impele a la ardua tarea de luchar por mantener el registro y, muy importante, las prerrogativas de dos partidos pequeños. En cambio el perredismo tiene la oportunidad de sacudirse las posiciones conservadoras que diluían su programa en razón de caminar detrás del hombre carismático que reproducía los vicios del presidencialismo y que sin ninguna pena sacrificaba principios y valores en aras de acuerdos pragmáticos, como los que tuvieron congelada por un sexenio la Ley de Sociedades en Convivencia en el DF. Ante la profundidad de la crisis económica y lo incierto de sus secuelas, la fuerza del crimen organizado y el desgaste del sistema político, lo único responsable es impulsar el gran acuerdo nacional pendiente que haga funcional la democracia mexicana tras la elección, por lo que resulta conveniente fortalecer electoralmente a la opción reformadora. Pensar que se puede poner de rodillas a la clase política y responder adecuadamente como Estado a los graves problemas nacionales es tan iluso como el sueño de que del derrumbe surgirá cual Ave Fénix el “Salvador de México”. O se apuesta por la salida convenida para la instauración de un nuevo régimen o se manda a cada quien a su trinchera, recrudeciendo la confrontación de aquí al 2012. No hay más. De paso… Cómo no te voy a querer. Pumas es merecido campeón del fútbol mexicano. A pesar de que la final se fue a tiempos extras, Universidad fue claramente superior en los dos partidos. ¡Goya!... No hay mejor 302
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muestra del carácter electorero del operativo en Michoacán que tras más de seis meses que dicen que investigaron no presentaron pruebas para consignar a ninguno de los 30 detenidos. A todos ellos los arraigaron y tienen 40 días prorrogables por otro tanto para conseguir las pruebas que les faltan. Después de las elecciones vendrán los “usted disculpe”… Al mandar al diablo en Zongolica no a las instituciones sino a los militantes perredistas que todavía creen en él, AMLO volvió a demostrar que sólo hay tres cosas que le importan en la vida: él, él y él…
¿Quién gana con el voto en blanco? 10 de junio de 2009 El qué hacer con el voto –y no por quién votar– es el verdadero debate de la elección del 2009. A contrapelo de las enervadas descalificaciones que desde todos los colores y matices del espectro político e intelectual del país le han recetado a los promotores de la anulación del voto, reconozco la legitimidad y legalidad de dejar en blanco o tachar toda la boleta si así lo decide el elector aún cuando eso signifique desperdiciar el sufragio en virtud de que su contabilización no altera jurídicamente el resultado. Pero que sea legal y legítimo, que se tenga el derecho de hacerlo, no niega la posibilidad de discutir sobre su pertinencia, máxime cuando ya se mira la larga fila de pescadores que ven el río revuelto del descontento contra el sistema como una oportunidad, esa sí no tan legítima, de aprovechar la ocasión. Es verdad que el malestar con el sistema político es tan antiguo como el sistema mismo, pero en este momento lo que se está expresando es el desengaño del proceso democratizador que tuvo como momento cumbre la alternancia en el año 2000. La transición no ha cumplido con las expectativas sociales, el régimen se distingue por su ineficiencia y el desprestigio de los políticos no es del todo 303
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inmerecido aunque mal haríamos en negar campañas orquestadas para hacer escarnio fundamentalmente de partidos y legisladores, así como de indiferencia frente a lo que se hace bien. El autoritarismo, la impunidad y la corrupción siguen siendo la marca del híbrido que tenemos por régimen. Fox desperdició la oportunidad que significó la alternancia y ensució a las instituciones al utilizarlas como pantalla de una operación para deshacerse de su principal opositor y el traumático desenlace de la elección del 2006 les dejó una profunda herida en su legitimidad. El recuento de los votos hubiera podido resarcir los daños y darle una salida pactada a la crisis, pero las autoridades electorales no estuvieron a la altura. . La reforma electoral y los cambios de Consejeros del IFE fueron un buen intento para que las instituciones democráticas recobraran su credibilidad perdida, pero esa posibilidad no llegó a buen puerto porque el principal destinatario de esos cambios que atendían los agravios de la sucesión presidencial reciente no sólo no quiso avalarlos sino que hasta los boicoteó. Me refiero por supuesto a Andrés Manuel López Obrador que en un hecho insólito coincidió con muchos de los que ubica como parte de “la mafia”: las televisoras, el Consejo Coordinador Empresarial y algunos intelectuales que llegaron al desfiguro de pretender hacer de Ugalde mártir de la democracia. El favorecido hizo causa común con los que vieron afectados sus intereses. La razón del desacuerdo de AMLO no era porque se tratara de una mala reforma o que ésta pudiera considerarse light –estaba hecha a su medida y la reacción de los medios electrónicos fu implacable– sino porque no quería reforma alguna, pues pensaba y piensa que cualquier cambio trascendente que se logre ayuda a la legitimación de un gobierno al que quiere colapsar. Por eso es que ahora, en sus giras de apoyo a las campañas, no hace una sola propuesta legislativa y se limita a decir que los diputados deben impedir la aprobación de 304
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propuestas “contrarias al pueblo” tomando tribunas, lo cual puede hacer muy bien cualquier porro semiletrado que se exprese con monosílabos. Su propuesta es pobre y sólo puede entusiasmar a los fanáticos: votar para bloquear. No hay duda, lo que quiere es contribuir a la descomposición del sistema, no a que éste se dé una salida acordada e institucional. Tras años de denuestos a todas las instituciones con su respectiva mandada al diablo, de ataque al Poder Legislativo cuando éste discutía algún tema de relevancia –recordemos la declaración de AMLO de que descansaba cuando terminaba el periodo ordinario de sesiones– y de reiteración incansable de que hubo fraude electoral en el 2006 resulta natural que muchos de los seguidores obradoristas no tengan ganas de participar o quieran manifestar su repudio al sistema con la anulación del voto. Sin embargo, en algo que no encuentro mejor calificativo que vizarro, el que estuvo a punto de ser presidente de la república tiene ahora como principal objetivo mantener las prerrogativas de dos partido pequeños y por ello necesita que su gente vote. De ahí sus declaraciones estridentes para que no haya ni abstención ni anulación. En el exceso califica de mafiosos –qué original– a todos los que están promoviendo el voto nulo con lo que se lleva injustamente de corbata a no pocos de sus fieles y a muchas personas que de buena fe e incluso por convicción moral sostienen ese tipo de protesta. Por supuesto, el grupo de los indignados por el resultado no constatado del 2006 sólo es una vertiente –y quizás no sea la principal– de los promoventes del voto en blanco. Hay de todo. En la multiplicidad ni siquiera existe un acuerdo para impulsar la abstención, el voto en blanco, la consigna en la boleta, el tachar a todos, el escribir el nombre de algún personaje real o ficticio. Las razones del desengaño también son múltiples. Incluso hay quienes sostienen que el descontento es producto de la nueva reforma electoral como si la población 305
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en efecto quisiera que se pagara la propaganda electoral. Claro, lo esconden mediante el camino fácil de poner en el banquillo a los partidos. Sólo un sentimiento de revancha visceral explica la demanda de desaparecer las candidaturas plurinominales. La calidad de los legisladores, la presencia de los programas partidarios y la posibilidad de que las fuerzas minoritarias tengan representación en el Congreso dependen de ellas (¿el 10, 15, 20 o 25 % de los mexicanos no merecen tener voz en las cámaras?). Pero viene lo más grave y lo que nos lleva, después de un indispensable rodeo, al tema del presente artículo. La protesta le pega al Congreso y eso sólo puede llevar al fortalecimiento del poder presidencial. Volver al futuro. La transición se estancó precisamente por dos carencias: no se ha desconcentrado el poder, al menos no en las entidades de la república y las instituciones no tienen la fuerza para sobreponerse a los poderes fácticos. Por eso tenemos lo que AMLO definió con tino como “República simulada”. El país requiere de contrapesos funcionales, no de autoritarismos generadores de corrupción e impunidad. Golpear la legitimidad de los legisladores abre la puerta a salidas de excepción. No olvidemos que Fujimori disolvió el Congreso precisamente para encumbrarse. Los autoritarismos, desde el fascismo hasta el “socialismo real” han surgido del ataque al parlamento. Además, la democracia merece una oportunidad que no se le ha dado en realidad. De manera inmediata ganan los gobernadores con el voto nulo. Son los que tienen mayor capacidad de movilizar votantes a la urna y entre menos participación mejor para ellos. De manera indirecta el triunfo es de los rupturistas, de los que piensan que este sistema ya no es reformable por dentro. Y es que políticamente se acentuaría la descomposición. Ya verán como sobrarán los intérpretes del descontento y sin duda que los poderes fácticos tendrán instrumentos idóneos para que sus intereses sean asumidos como parte de la “agenda mínima de transformación”. Entonces se cumplirían las máximas de 306
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que “nadie sabe para quién trabaja” y “el camino del infierno está lleno de buenas intenciones”. Lo digo con claridad: el resultado de ese legítimo recurso a la protesta, al anular la boleta, puede ser muy lejano a las ideas de quienes lo promovieron y, peor aún, de los que lo practicaron. En efecto, muchos han planteado expresar su malestar contra todo el sistema, pero no fortalecer al presidente al pegarle al contrapeso institucional más importante de éste. Otros han denunciado las deficiencias de la democracia mexicana para acicatear su profundización, pero de ninguna manera abrir una vía a la restauración autoritaria. Otros más quieren acabar con la partidocracia, pero nada más alejado de su pensamiento que poner a la telecracia en su lugar. La transformación es vital e impostergable, pero en lugar de jugar al aprendiz del brujo y apostar por la ruptura del sistema pensando que luego se podrá administrar la crisis, lo que es una irresponsabilidad mayúscula que pone en riesgo todos los avances democráticos logrados hasta ahora, se debiera construir una ruta de acuerdo entre todas las fuerzas que retome la reforma del Estado que posibilite, entre otras cosas, las candidaturas independientes y, muy importante, construya un sistema capaz y eficaz para enfrentar con éxito los grandes problemas del país. Porfirio Díaz sabía lo que decía cuando afirmó que lo difícil es volver a guardar al tigre. El problema que yo le veo a la anulación es que se plantea en términos de desahogo personal y no como una estrategia política que debiera tener tiempos, metas y medios definidos, como si uno cumpliera con el simple hecho de expresar su opinión sin quedarse a reflexionar sobre las consecuencias. Es tan heterogéneo el movimiento que no puede haber una agrupación que lo abarque en su totalidad y sólo las posiciones que tengan cobertura en lo que se llama la sociedad política podrán prevalecer. El problema no es que sea estéril sino que haya quienes quieran adulterarlo. Por eso es que le 307
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aconsejaría, estimado lector, votar, y si quiere destrabar la transición a la democracia a votar por el PRD. Pero si de plano eso no le convence y no quiere saber nada de nadie y ya decidió no apoyar a ningún candidato de cualquiera de las elecciones entonces mejor no vaya a las urnas porque es obvio que van a manipular su voluntad después de depositarla. De cualquier manera la decisión es suya y debemos respetarla. De paso… Tragedia. No hay palabras para expresar el sentimiento de desazón, impotencia, indignación y dolor que provoca la terrible desgracia ocurrida en una guardería en Hermosillo, Sonora. La magnitud de la tragedia no se agota en las 42 vidas de niños perdidas y en las decenas de heridos por quemaduras. En el colmo del cinismo obtuso llaman a “no politizar” la tragedia como si aquí y en China un acontecimiento como este pudiera ser no político. ¡Al diablo con pruritos estúpidos! Se debe explicar con transparencia y veracidad a lo sonorenses y al conjunto de los mexicanos sobre las circunstancias del incendio, las condiciones en que trabajaba la guardería, y aclarar si hubo negligencia y corrupción con los permisos otorgados para la operación de la guardería. El luto no puede ser barrera para la impunidad, menos aún en un acontecimiento de este tamaño… Más de ciento cincuenta académicos de la Facultad de Filosofía reclaman el regreso del Auditorio Che Guevara a la comunidad universitaria. Me uno a ese llamado de manera total. Ese auditorio ha sido hiustóricamente el espacio privilegiado de encuentro entre la universidad y la sociedad. Ahí estuvo Julio Cortazar, Gunter Grass, José Saramago; ahí nos hablaron personajes como Lula, Heberto Castillo, José Revueltas, Cuauhtémoc Cárdenas, Samuel Ruíz, Salvador Nava, Adolfo Sánchez Vázquez, Luís Villoro, entre muchos otros; ahí se discutían en el CNH, CEU, CGH, ahí se dio el diálogo público entre las autorices y el movimiento 308
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estudiantil en 1987, ahí se recibió a los presos políticos del 68; ahí se hacía teatro, se proyectaba cine, se leía poesía, se hacían conciertos, en eventos abiertos para todo el público. El Che Guevara fue privatizado por unos provocadores que ahora lo utilizan de condominio. Se debe, por supuesto, agotar la negociación, pero no puede haber duda en que el auditorio debe regresarse a los universitarios. No por el narcomenudeo, sino ante todo por una necesidad cultural… La selección mexicana vive momentos aciagos. Debe ganar todos sus partidos como local y rescatar puntos en los dos juegos que le quedan de visitante para pasar al mundial. Javier Aguirre debe sentirse como Felipe Calderón ante la crisis…
La gran oportunidad de Marcelo 15 de junio de 2009 Marcelo Ebrard no puede –por más que quiera y por más que lo intente– regresarle la candidatura a Clara Brugada. La última instancia ya resolvió al respecto y ninguna argucia evitará que se cumpla, tarde o temprano, con el fallo. Eso lo sabemos todos. Lo que está por verse es si Marcelo va a aprovechar la gran oportunidad que el destino acaba de poner en su camino: demostrar que él no manda al diablo a las instituciones cuando las resoluciones de éstas le son contrarias. El punto no es menor. Todos sabemos que el declive de Andrés Manuel López Obrador empezó cuando se hizo evidente el desprecio que siente por la vía institucional y su apuesta por doblegar a las instancias oficiales mediante la presión política. Si Ebrard realmente está pensando en ser candidato y, sobre todo, Presidente de la República le serviría mucho acreditar su convicción democrática mediante el respeto a la ley y la aceptación de las decisiones jurisdiccionales que no le favorecen. 309
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Por desgracia, todo parece indicar que el Jefe de Gobierno ha optado por el camino opuesto y hasta el momento no hay señal de que vaya a rectificar. Su reacción ante el fallo del TEPJF sobre la candidatura perredista a la Jefatura Delegacional en Iztapalapa ha sido la de orquestar la rebelión y aunque se cuida de no aparecer públicamente es notorio que la estrategia desesperada que están implementado los miembros de la dirección nacional del PRD que le son afines –tres de los ocho son altos funcionarios del GDF– se decidió en las oficinas del viejo Ayuntamiento de la Ciudad de México. Es lastimoso que, tal y como ocurría en los tiempos del partido de Estado, el gobernante perredista más poderoso del país mande a dirigentes respetables a hacer el ridículo nacional. Acordar –en una sesión casi clandestina y realizada a espaldas del presidente del partido– solicitarle a la ganadora legal de la elección que renuncie o de lo contrario le suspenderían sus derechos es un desfiguro que viola fragantemente la Constitución, por no decir los estatutos y los principios partidarios. La desvergüenza y el cinismo son tales que pusieron por escrito la amenaza y la hicieron pública. ¿Quién puede sostener sin ruborizarse que el hacer uso de un derecho puede ser motivo de sanción? ¿Quién tiene suficiente cara dura para negar que estamos ante un burdo ardid que busca incumplir la resolución del tribunal electoral? ¿Acaso son tan ignorantes que desconocen que los juicios de protección de derechos políticos son precisamente para defender a los ciudadanos de las arbitrariedades de los partidos como la que de manera descarada y hasta confesa quieren cometer? ¿De verdad creen que la opinión pública es estúpida? Lo de menos es la consabida y reiterada hipocresía y doble moral de los que acuden consuetudinariamente al tribunal electoral, pero cada vez que pierden se cortan las venas por su intervención en la vida del partido. Lo verdaderamente grave es la irresponsabilidad exultante. Para presionar por una renuncia imposible toman de rehén al partido 310
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y amenazan al presidente nacional con llevar las cosas hasta el despeñadero. En el paroxismo de la autodestrucción pretenden conseguir el sacrificio de la candidata legalmente establecida amagando con el suicidio colectivo, fingiendo que no les importa pagar costos; secuestradores que parecen ignorar que al mutilarle un miembro al PRD también se lo mutilan a sí mismos. Vulgar chantaje que vuelve a mostrar el carácter autoritario e intolerante de una izquierda atrasada y primitiva que no entiende el mundo fuera de la obediencia ciega al caudillo, líder, gobernante o mesías. Estamos ante la puesta en escena de “la inmolación de los abyectos”. Pero además de este patético pataleo que sólo exhibe el carácter antidemocrático de sus promotores se apuesta por la amnesia. Se desgarran las vestiduras para defender el resultado original de una descarada elección de Estado. Reclaman un triunfo al más puro estilo “haiga sido como haiga sido”. Baste decir que en el 2006 votaron alrededor de 90 mil personas mientras que en el 2009 esa cifra sobrepasó los 200 mil. Ahora resulta que en este proceso en el que se espera una abstención inmensa participaron más del doble de electores que cuando se veía inminente la conquista de la presidencia de la república. Recordemos que en la televisión se mostraron imágenes del reparto de despensas en las oficinas del DIF para promover el voto a favor de Clara Brugada y que ésta siendo precandidata anunciaba las gestiones que hacía con el GDF que tenían respuesta en “en 24 horas”. Fue tal la evidencia de irregularidades y la inequidad de la contienda que hasta el mismo Marcelo Ebrard tuvo que reconocer en una entrevista radiofónica con Ciro Gómez Leyva que se debía revisar la forma de elección de candidatos del PRD. Revertir el triunfo tramposo de Brugada fue un acto de justicia del TEPJF. En estos días seremos testigos del verdadero talante de Marcelo Ebrard. Clara Brugada fue Procuradora Social de su administración y si ella pudo competir fue porque contó con el apoyo desmedido del 311
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GDF. No hay duda de que él es quien más reciente el golpe aunque López Obrador vea con desesperación esfumarse una fuente importante de financiamiento. Por eso pronto sabremos si es la vendetta la que se impone en su ánimo y prosigue en su obsesión de destruir a René Arce o muestra estatura de estadista y es capaz de trascender el deseo de revancha, negándose a ahondar en la división de la izquierda, para bien del proyecto. Con ello se volvería factor de unidad y reconciliación del PRD y podría aspirar a ser candidato de todos y no sólo de los obradoristas que caigan en la cuenta de la imposibilidad de su líder para ser competitivo en el 2012. Esta puede ser una oportunidad para reconstruir la relación con la otra parte del partido con base en el respeto mutuo. Y también para diferenciarse de López Obrador sin necesidad de pelearse con él; simplemente mostrando convicción democrática respetando la ley y respetando el marco institucional de la república. Por supuesto, eso implica aceptar lo inevitable: Silvia Oliva será la próxima Jefa Delegacional de Iztapalapa. De paso… Tragedia bis. Los niños sobrevivientes del incendio de la guardería en Hermosillo padecen de la incompetencia e improvisación de los doctores que los están atendiendo. Para lavarse la cara tras la tragedia, el IMSS pretende lucirse con el tratamiento; sin embargo han cometido errores graves, según lo denunciaron especialistas reconocidos. El caso es que sigue aumentando el número de decesos. Un hospital especializado en Sacramento ha ofrecido gratuitamente sus servicios para cuarenta niños y sólo han trasladado a seis... ¡Por fin una satisfacción para México! La UNAM ganó el premio “Príncipe de Asturias” de este año y eso debe servir para que se brinde más apoyo a la educación superior. Con esto y el campeonato de los Pumas, los universitarios tienen razones de sobra para celebrar… Para darle entrada al hermano de AMLO, Arturo López Obrador, en una 312
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candidatura en el distrito 2 de Tlaxcala, el Comité Político Nacional suspendió de sus derechos al que había ganado el proceso de selección para después nombrarlo candidato. Ante ello el militante sancionado acudió al TEPJF y le restituyeron su candidatura. Sin embargo, el grupo semigolpista del CPN que insiste en volver a hacer candidata a Clara Brugada en Iztapalapa quiere hacer exactamente lo mismo sancionando a Silvia Oliva. Hay algunos que no aprenden…
La secta AMLO 21 de junio de 2009 Andrés Manuel López Obrador se empeña en demostrarnos que no sólo el poder enloquece; también perderlo. Hace apenas tres años acarició la presidencia de la república y era el centro del debate político nacional. Ahora vuelca todo su esfuerzo y lo que le queda de capital político para derrotar a los chuchos y de paso mantener el registro y las prerrogativas de dos partiditos que le ayudan a financiar al llamado “gobierno legítimo”. Dinero y venganza –un par de franquicias y la preparación de la próxima lucha fraticida de la izquierda– son los objetivos evidentes de su tenaz protagonismo electoral. Para AMLO el 2009 es una continuación de la contienda interna por la dirección del PRD y por ello su actitud es la peor expresión de la lucha facciosa; ve en sus compañeros de partido que disienten de él al peor de los enemigos, emulando al nocivo sectarismo de la izquierda setentera. Su reacción ante el fallo del TEPJF en Iztapalapa no sólo exhibió con mayor claridad su estrategia sino que también nos mostró al personaje tal cual es, sin las simulaciones y las máscaras a las que es tan afecto; simplemente lo encueró. Por supuesto que López Obrador mantiene su pobre y repetitiva retórica antigobiernista y seguirá atacando con la saliva a los potenta313
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dos y a “la mafia”; pero hoy el poder no se lo está disputando al PRI o al PAN sino al bloque de la izquierda política que osó no subordinarse a su liderazgo. Es más, está ayudando a esos partidos “de la derecha” a ganar distritos de mayoría al hacerle un hueco al voto perredista en estados donde el partido del sol azteca es competitivo, lo cual hace con pleno conocimiento de causa. Quiere tener el mayor número de diputados y cargos que le sean afines y al mismo tiempo procura que sus oponentes internos, los chuchos, tengan los menos. Prefiere el triunfo de un calderonista o peñanietista que el de cualquier candidato perredista ajeno a él. Concientemente decidió ser en los hechos un aliado electoral del PRIAN. En bastiones perredistas como Michoacán, Guerrero, Chiapas y un buen número de municipios del Estado de México, el apoyo de AMLO a candidatos de PT y Convergencia disminuye las posibilidades de triunfo de los candidatos de la izquierda con posibilidades de ganar. Incluso no tiene empacho en respaldar a candidatos de esos partidos en estados en los que están abiertamente sometidos al gobernador como es el caso de Convergencia en el Estado de México y Puebla o el PT en Nuevo León, por decir sólo algunos de los más evidentes. Únicamente en los estados donde tiene hegemonía y se pueden ganar de mayoría, DF y Tabasco, decidió respaldar a los candidatos del PRD. En las otras treinta entidades trabaja para que el partido del sol azteca tenga el peor resultado, pues es obvio que los votos que obtiene para las dos franquicias que quiere mantener se los quita a su partido. Por un lado quiere sacar lo suyo y por el otro busca la derrota de la actual dirección perredista para luego hacerse del control del partido que considera su patrimonio. Esta política sectaria llevada a la esquizofrenia de hacer campaña por tres partidos para fortalecerse internamente en la disputa por el PRD sigue la misma lógica que su estrategia para ser presidente de la república. Quiere ser beneficiario de la ruina que él mismo contribuye 314
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a provocar. Que se joda el PRD y el país para que las bases, en el primer caso, y el pueblo, en el segundo, lo aclamen como el Salvador de la izquierda y de la patria. Estamos ante una secta inescrupulosa que esconde sus fines tras un discurso moralizante predicado por un mesías que derrama resentimiento. El sectarismo está ligado al pensamiento único y forzosamente conlleva fuertes dosis de intolerancia. Andrés Manuel no debate ni discute, pontifica. Nunca se molesta por probar sus afirmaciones. Más que convencer adoctrina y en lugar de explicar opta por la propaganda burda mediante la incansable repetición de fórmulas sencillas e inapelables. No inventa el hilo negro al manipular con la idea del enemigo exterior que siempre acecha, al cual le ha dado por llamar “la mafia” sin importarle que muchos de los que coloca en ese grupo hayan sido lisonjeados por él cuando era Jefe de Gobierno. López Obrador plagió a George Bush Jr. en su famosa frase, “el que no está conmigo está con mis enemigos”, con una pequeña modalidad: “el que no está conmigo está con la mafia”. Por supuesto, si existiera algo que podríamos llamar mafia de la política ni duda cabe que Andrés Manuel López Obrador debería ser considerado como uno de sus capos y tendríamos que llamarlo “Don Pejone”. La ley le viene guanga, tiene una red de complicidades para conseguir sus objetivos, recompensa a sus incondicionales y castiga a sus detractores, reclama impunidad y para él estas elecciones son una lucha por las prerrogativas, es decir, por el botín. AMLO trata de ocultar su juego político faccioso y ser visto como el valiente que se enfrenta a los poderosos para salvar al pueblo. En la lucha por defender sus intereses personales, económicos y políticos, siempre hace malabares para acomodar las cosas dentro de ese discurso simplón. El caso extremo es lo ocurrido en Iztapalapa donde se desgarró las vestiduras para defender el resultado de una elección de Estado en la que había resultado ganadora por poco 315
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margen una de sus incondicionales y en el paroxismo de su megalomanía herida se puso hacer propuestas estrafalarias para combatir lo que él considera una afrenta personal y un reto al poder que cree tener, pues piensa que su cercanía debe servir de fuero contra la justicia. La farsa sigue siendo un genero que retrata muy bien la vida política del país, pero Andrés Manuel en Iztapalapa exageró. Además de esa perla de la tragicomedia mexicana entre el loco y su patiño que sacó del anonimato a “Juanito” y lo llevó al estrellato del horario triple A, las primeras planas y los comentarios de los analistas más connotados del país, vimos el verdadero talante del que pudo ser presidente de México. AMLO realizó un streptease político memorable. Después de ningunear, humillar y comprometer la renuncia de un pintorezco candidato del PT cuyo nombre ni siquiera sabía, llamó a la gente a votar por un partido distinto al suyo, ordenó al Jefe de Gobierno llevar la propuesta de Clara Brugada como Jefa Delegacional sustituta y, lo peor de todo, se atrevió a instruir el sentido de la votación de una Asamblea Legislativa que todavía no ha sido elegida. Terminó con un desplante melodrámático en el que fuera de sí, con el rostro desencajado y totalmente descompuesto, afirmó que no iba a renunciar al PRD e hizo una confesión en el punto más álgido de su desfogue histriónico: que no había mandado “al carajo” a los dirigentes por el reconocimiento que le tiene a “las bases perredistas”. Por supuesto, no faltó la votación a mano alzada de su exuberante plan. Tenemos pues, a un personaje autoritario que somete a poderes e instituciones para sacar adelante sus caprichos más pueriles mediante un remedo de democracia y con recursos demagógicos vulgares. La república del Peje en todo su esplendor. Dice defender la democracia comportándose como dictador. Lo primero es mentira, lo segundo no. Después de meses llamando a votar por el PT y Convergencia en 30 de las 32 entidades del país y después del numerito de Iztapalapa, López Obrador reclama impunidad, exige fuero, amenaza con escalar el 316
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conflicto si se le toca un pelo. Quiere gozar de las prerrogativas de lo que él llama “la mafia”, emularse con Ulises Ruiz, Mario Marín, Eduardo Bours, Gustavo Díaz Ordaz, Luís Echeverría, Carlos Romero Deschamps, Carlos Salinas de Gortari y otros tantos “potentados” a los que la ley no los toca, sin preocuparse por su calidad moral para después cuestionarlos. Es el tartufo que se autoasigna una santidad que lo hace intocable porque no permite que se le juzgue. Basado en esa pretendida santidad sostiene que debe tener privilegios por encima de los demás militantes y que tiene licencia para hacer lo que le venga en gana así lastime los intereses del proyecto partidario al que dice pertenecer. Es evidente que se sobrepasaron los límites de lo admisible. Hoy mismo la candidata del PRD en Iztapalapa se enfrenta a la anticampaña abierta del excandidato presidencial y al boicot descarado de la burocracia del partido en el Distrito Federal. Se ha llegado a un punto en el que ya no hay regreso posible y nadie se debe llamar a engaño, pues es la consecuencia lógica y natural del discurso sectario que identifica a los que discrepan como traidores. Yo acuso a Andrés Manuel López Obrador de ser el divisor de la izquierda. Por elemental sanidad López Obrador debe irse del PRD después del 5 de julio mediante acuerdo de separación o a través de un proceso jurídico de expulsión. Es preferible renunciar a la fuerza que todavía conserva Andrés Manuel que mantener este nivel de confrontación, de autodestrucción, de esquizofrenia, de sectarismo. Además, es un error seguir cobijando una estrategia política que lleva al desastre y que parte del despropósito de propiciar y agudizar la descomposición del país. Lo mejor que puede hacer, lo más constructivo, es conformar un partido con su secta, con Porfirio Muñoz Ledo, René Bejarano, Armando Quintero, Adolfo Orive, Alberto Anaya, Martí Batres, Dante Delgado y los que quieran acompañarlo. Que López Obrador diga que se queda y –vaya originalidad– culpe a la mafia de quererlo sacar, es señal de que primero quiere dejar en ruinas al partido y pelear 317
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hasta el último peso de las prerrogativas. No se da cuenta del daño profundo que le está haciendo a la izquierda y a sí mismo que sueña con la gloria, pues se equivoca si cree que va a engañar a la historia. De cualquier forma y pagando los costos que ocasione, el PRD debe construir su futuro sin la secta AMLO. De paso… Impunidad. Se cumplió un año del New’s Divine y todavía no hay responsables aunque sí un chivo expiatorio. Como se recordará la tragedia en ese antro se ocasionó por la implementación de un operativo que, en el contexto de una política que criminalizaba a los jóvenes, buscaba exhibir a cientos de ellos ante las cámaras de televisión sin haber cometido delito alguno. No es novedad la impunidad; por desgracia más bien es la regla en nuestro país. Hemos sido testigo de casos grotescos como los de Ulises Ruiz en Oaxaca o Mario Marín en Puebla y ahora estupefactos vemos como la tragedia de 46 niños muertos en Sonora no alcanzará más que a unos cuantos funcionarios de medio pelo. El problema de fondo es que la transición democrática no llegó a los estados y hay 32 señores feudales que al concentrar el poder reproducen la triada nefasta del sistema político mexicano: autoritarismo, corrupción e impunidad… Por si hubiera alguna duda del transfondo electoral del caso Michoacán, la PGR filtró un expediente al Reforma en el que sin mayor base que los testimonios de supuestos testigos protegidos –clásico– inculpan al gobernador Leonel Godoy. Calderón irresponsablemente está partidizando la justicia… Andrés Manuel López Obrador se robo las pastillas de chiquitolina del Chapulín Colorado y se acabó el frasco. Sólo así se puede explicar que de estar en la antesala de la presidencia de la república haya caído hasta ser el coordinador de campaña de “Juanito” y su grupo de expertos… Por la puerta trasera y de manera casi clandestina se introdujo un personaje siniestro a las listas plurinominales 318
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del PT a la Asamblea Legislativa. Prototipo de los caludicantes de izquierda, Adolfo Orive, mentor de la Raúl y Carlos Salinas, después de ser gurú de los grupos maoístas naufragó en el salinismo y terminó haciendo labores policiacas en la Secretaría de Gobernación para diezmar a las bases zapatistas en Chiapas. Esa es la nueva y flamante adquisición del obradorismo… Ahora resulta que lady Ahumada, perdón, Brugada es el prototipo de la pureza. Ya se olvidó las trampas que usó en la elección interna, algunas de las cuales fueron incluso captadas por la televisión como fue el reparto despensas en el DIF y la compra de voto. Por si eso fuera poco, Carlos Ahumada afirma en su libro (p. 95) que los spots del programa El Mañanero en el 2003 donde aparecieron Imaz, Quintero y Brugada fueron pagados por él… Marcelo Ebrard dejó pasar una oportunidad de oro para distinguirse de AMLO y todo indica que en lugar de aceptar el fallo del TEPJF y cerrar filas con su partido le está siguiendo el juego delirante a su antecesor en Iztapalapa. Muestra de ello es el fallido intento de detener el registro de Silvia Oliva en el IEDF y la presencia de funcionarios de su gabinete en la campaña del PT. No sé, a lo mejor a cambio de la candidatura a la Jefatura de Gobierno Marcelo y Andrés firmaron un convenio con cierta claúsula que decía “unidos hasta el manicomio”… Es un alivio que los principales líderes del Frente Popular Francisco Villa y de otros grupos de choque que apoyan a Clara Brugada estén en la nómina del GDF. Gracias a esto, Marcelo Ebrard puede garantizar que no habrá violencia en Iztapalapa…
Los dilemas del 5 de julio 29 de junio de 2009 Los ciudadanos nos sacarán de dudas el 5 de julio. Los que vayan a las urnas y los que no, los que voten una opción o los que anulen el voto 319
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con cualquiera de las modalidades que se promueven, no sólo definirán el mapa político con el que se caminará hacia la sucesión presidencial sino también la agenda que nos aguarda de cara a la peor crisis económica desde el fin de la Revolución Mexicana. Lo que está en juego son, dentro de un margen acotado pero en algunos casos significativo, diversas correlaciones de fuerza entre los actores, las cuales se empezarán a sentir en cuanto acabe la elección. Más que sorpresas –que puede haberlas aunque no alterarán de manera significativa el panorama general– cabe esperar que, una vez que cada quien tome su posición en un escenario por demás complejo y volátil de acuerdo a lo que obtengan en el tablero, se recrudecerá la lucha por el poder dentro y fuera de los partidos, pues el hecho de que el barco vaya a pique no parece que vaya contener a ninguno de los que quisieran verse como próximos capitanes y saben que el tiempo apremia, sobre todo para los que están conscientes que tienen que remontar. (Mientras se mantenga el régimen presidencialista seguirán siendo traumáticos los procesos de sucesión y las confrontaciones, primero fraticidas y luego entre partidos, serán inescrupulosas, costosas y degradantes, tal y como las conocemos. Pero ese es tema para otro artículo). En los próximos años el PRIAN sólo va a existir en los discursos de AMLO, pues el partido del viejo régimen, ahora que, según las encuestas, ve cercana la posibilidad de regresar a Los Pinos, va a buscar por un lado resaltar un perfil opositor ante los graves problemas del país y por el otro minar al principal activo electoral del PAN que es hoy Felipe Calderón. Esto significa que la relación entre poderes, Ejecutivo y Legislativo, será muy tirante y, por lo mismo, si ese partido en combinación con el Verde obtienen la mayoría absoluta del Congreso van a tratar de imponer condiciones y de tener en una mano al titular del Ejecutivo que seguirá en su papel de Rambo contra el narcotráfico. Y es que terminando la fiesta electoral vendrá la cruda económica y Calderón tendrá que intensificar –¿más?– el clima bélico que exige 320
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cerrar filas con el jefe de Estado y así tratar de que su incapacidad para enfrentar la crisis desmerezca ante el “valiente héroe” que por fin se enfrentó al crimen, según nos lo recetan mañana, tarde y noche. Será muy difícil, por no decir imposible, que pueda construir mayorías legislativas a favor de sus planes económicos, ni siquiera en lo referente a la indispensable reforma fiscal que se requiere. Nadie va a querer compartir los costos de la crisis con él, por lo que es previsible que a su vez Calderón culpe al Congreso de no apoyarlo. Si hay un alto voto nulo, el titular del Ejecutivo seguramente tratará de aprovechar esa situación para convertirla en debilidad de los legisladores y así tener mejores condiciones para defenderse y doblegarlos. En ese escenario, es muy posible que muchos de los promotores del voto nulo que planteaban esa medida como una sacudida al sistema para democratizarlo se den cuenta que resultó lo opuesto: el fortalecimiento del autoritarismo presidencial. Nada para extrañarse, pues el discurso antipolítico con que se alentó esa campaña suele legitimar la concentración del poder y su uso discrecional. El desprestigio de los políticos y fundamentalmente de los que conforman el Poder Legislativo es un germen de los regímenes autoritarios que descansan en la preeminencia de un solo líder y en la atmósfera de seguridad nacional que se ha creado por la mentada guerra que nadie descarte la implantación del Estado de excepción En el caso de las gubernaturas en disputa, la expectación se ha concentrado básicamente en Sonora para saber si la indignación ciudadana contra el gobierno de Eduardo Bours por la tragedia de la guardería ABC va a alcanzar para que el PRI pierda ese estado. Pero sólo si fuera derrotado en Nuevo León, lo cual se ve remoto, ese partido tendría una merma importante. La opción que puede romper el escenario bipartidista entre derechas en el 2012 es obviamente la izquierda, el PRD, que requiere de mantener su voto duro (entre el 16 y el 19%) para tener posibilidades 321
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de cumplir con la expectativa de construir un escenario favorable de aquí a tres años. Por supuesto, tiene el problema de sus divisiones internas que si bien no tardan en hacerse también notorias en el PRI y el PAN de cara al procesamiento de las candidaturas presidenciales, se vislumbra con mayor fuerza en el partido del sol azteca y no es para menos tras el anuncio obradorista de que vienen por la revancha una vez que pase la elección. En ese contexto será clave el resultado de Iztapalapa, pues por alguna extraña razón que más parece entripado, López Obrador estableció ahí el lugar en el que se juega el todo por el todo con la camisa del PT. Iztapalapa puede ser la tumba del Peje aunque, por supuesto, él está incapacitado genéticamente para aceptar cualquier derrota. Pero de cualquier manera quedará establecido el peso del PRD como partido y el de AMLO como personaje. En cualquier caso, López obrador trabajará con su fuerza para que en el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución se colapse el régimen y el pueblo lo vitoreé a él como salvador de México, tal como sucedía con Santa Anna. Faltando una semana, los partidos emergentes viven una situación diversa respecto a su registro. El Partido Verde contó con la bendición de las televisoras y no tiene mucho de qué preocuparse. El PT se montó sin recato sobre la figura de Andrés Manuel López Obrador y pudo aprovechar mejor la división interna perredista. El PANAL confía en las conocidas mañas de la estructura electoral del magisterio que controla su madrina, Elba Esther Gordillo. Al PSD le ha tocado remar a contracorriente después de su conocido conflicto interno, pero de manera valiente, colocando los puntos más controvertidos de su programa por delante y con el activismo intenso de sus dirigentes es posible que logren alcanzar el porcentaje deseado y eviten el exterminio al que personajes poderosos lo tienen condenado, lo cual enriquecería la democracia del país, pues son una izquierda con ideas que no se calla y que pudiera converger en el 2012 con la parte racional, 322
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razonable y mayoritaria del PRD. Y por último Convergencia que se encuentra en la tablita en virtud de que el desfonde tan anunciado del PRD no se produjo y sus socios del PT les comieron el mandado. El problema es que si ese partido pierde el registro capaz que Andrés Manuel López Obrador vuelve a cerrar Reforma demandando “voto por voto”, “casilla por casilla”. En la tragicomedia obradorista nada se puede dar por descontado. Y si no me creen, que se lo pregunten a “Juanito”. De paso… Golpe de Estado. Resulta inadmisible que sea derrocado un gobierno e impuesto otro por la acción del ejército. Por ello debe ser restituido inmediatamente en su cargo el presidente de Honduras, Manuel Zelaya. En América Latina no se puede abrir ni una rendija al regreso a la época en que gorilas armados asaltaban el poder con el respaldo de los Estados Unidos. Por eso hay que celebrar la inmediata y unánime condena de la OEA y, muy importante, de la administración de Barack Obama al golpe de Estado. El propio Obama ha confirmado que su país sólo reconoce al depuesto presidente, demostrando con ello que estamos efectivamente ante una nueva política hemisférica por parte de la superpotencia. Ahora bien, el regreso del presidente legítimo hondureño no significa que él esté en lo correcto al querer modificar la Constitución mediante un procedimiento no contemplado por ésta para poder reelegirse como gobernante. Me parece autoritario y contrario a la democracia que alguien desde el poder modifique las leyes para perpetuarse en el poder. Nadie puede legislar ni forzar que se legisle para su beneficio personal… El desplegado de Televisa sobre el libro de Genaro Villamil y la entrevista que Carmén Aristegui le concedió al autor es un hecho inédito que puede ser muy sano si sirve para promover un debate franco que aclare las cosas. Pero al margen de la corroboración de dichos y hechos que son importantes, es 323
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evidente que sí hay una cobertura televisiva desmedida de Enrique Peña Nieto que de ninguna manera puede ser fortuita, como tampoco lo es en el caso de otros gobernantes. En nuestra democracia existen numerosos factores que la distorsionan, pero uno de los más importantes sería que las televisoras se vuelven el gran elector del país. La promoción con artistas y los spots disfrazados de anuncios de revistas a favor del único Partido Verde en el mundo que defiende la pena de muerte y se opone a la despenalización del aborto es otra muestra de ello. Por supuesto que se tiene que aplicar la ley y refrendar el principio de equidad entre los contendientes, pero también se debe buscar una solución de fondo y eso pasa por acordar una buena Ley de Radio y Televisión que además de otorgar certeza jurídica a los actuales concesionarios para que tengan garantía de que no se les podrá sancionar por motivos políticos derivados del ejercicio de la libertad de expresión, asegure que la introducción de las nuevas tecnologías servirá para fomentar la competencia televisiva y se abra el paso a la participación de otras empresas en la televisión abierta, lo que es una necesidad apremiante de nuestra democracia… No cabe duda de que López Obrador revitalizó la picarezca política. Ahora ya es un secreto a voces el acuerdo Andrés-Marcelo para el 2012. Sí, Ebrard va como candidato y después de ganar va a renunciar para que la Cámara de Diputados nombre Presidente de la República a AMLO. Por eso es que andan diciendo: “no te la creas Marcelo”, “no es por ti”… Hay otras versiones que desmienten la anterior y que hablan de un tercero en discordia y que el que está aventajado para serlo es ni más ni menos que “Juanito” el de Iztapalapa, que por cierto anda muy contento porque dice que van a filmar una película de su vida. Lo que no dijo es si también la iba a dirigir Mandoki... Por cierto, la jihad pejista respondió muy agresiva a mi artículo anterior y me reclamaron que yo haya dicho que AMLO es uno de los capos de la mafia de la política. “¿Cómo que uno más?”, “Don Pejone, para que te lo sepas, es el Jefe 324
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de jefes (de Gobierno)”. De acuerdo, acepto la crítica constructiva… En lo que no me van a poder contradecir es en la confusión de héroes que tiene nuestro Presidente Legítimo. Se comparaba con Lázaro Cárdenas durante las discusiones de la reforma energética, pero eso de querer controlar tres partidos, obligar a un triste candidato a que renuncie si gana, comprometer al Jefe de Gobierno a hacer la propuesta que él dice e indicarle al parlamento como votar es propio del máximato y sería mejor que se viera com Plutarco Elías Calles. Por otro lado, presume su juarismo, pero eso de andar de “salvador de la patria” queda mejor con Antonio López de Santa Anna. Ilústralo Lorenzo… A Pablo Gómez ya se le olvidó que él impugnó en todas las instancias a Andrés Manuel López Obrador por no cumplir los requisitos de residencia en la Ciudad de México en el año 2000, a pesar de que en aquella ocasión la distancia en la elección interna entre los contendientes fue enorme y que no existieron las graves anomalías que se observaron en marzo de éste año en Iztapalapa. Ahora pide que de cualquier manera se le restituya la candidatura a Clara porque no está de acuerdo con que el TEPJF defina la candidatura, forma mañosa de decirlo porque lo único que hizo el órgano jurisdiccional fue quitar los votos tramposos de Brugada. Y después de que lleva más de una década cuestionando, en buena medida con razón, a las corrientes por su manejo corporativo de su miembros, ahora exige que Nueva Izquierda someta y obligue a una persona cuyo derecho político electoral es ser candidata a que renuncie y lo hace precisamente ahora que resultó perdedora alguien de su corriente. ¡Ah qué Pablo tan desmemoriado!… Felipe Calderón, además de aventarse sin pruebas a culpar a las drogas de la muerte de Michael Jackson, tuvo la puntada de decir que los jóvenes que no creen en Dios caen en la drogadicción. Después de decir tamaña barbaridad sólo le faltó santiguarse ante la efigie de Jesús Malverde. No les digo, en el 2009 comprendimos todos que el 2006 fue entre el malo, el más malo y el peor. El problema es 325
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identificar cuál es cuál… Se me fue el angelito que iluminó mi infancia. Descanse en paz Farraw Fawsett.
La cruda realidad 8 de julio de 2009 Los resultados electorales son tan contundentes que dejan muy poco espacio a la especulación. El PRI es el gran ganador de estas elecciones con escasa participación y menos entusiasmo. El PAN pagó el costo de la incapacidad gubernamental para afrontar con éxito los grandes problemas que sacuden al país y sólo el merecido voto de castigo para Eduardo Bours por el incendio de la guardería en Sonora le permitió salvar una gubernatura, la cual no le alcanza –como tampoco su avance en el DF– para salvarse del fracaso. La izquierda en su conjunto sufrió una debacle de enormes proporciones si la comparamos con lo que consiguió hace apenas tres años; sin embargo, en virtud de lo acontecido desde entonces nadie se extraña de que así haya ocurrido. El derrotero tomado tras el controvertido proceso del 2006 por el candidato presidencial derrotado y la división interna por él ocasionada e incentivada, incluso durante la misma campaña electoral, presagiaban el desastre. El PRI está en el mejor de los mundos. Lo peor de la crisis económica está por venir y el gobierno que es al que le llegará la factura por esa situación no podrá hacer nada sin acordarlo con ese partido. Felipe Calderón seguramente tendrá la tentación de aprovechar el desprestigio de los legisladores para presionar a favor de sus reformas, pero la reciente elección lo dejó en posición de debilidad y no parece que pueda lograr el respaldo popular suficiente como para arrinconar al Congreso. Por ello mismo es que optó por el llamado a la reconciliación con el priísmo y en prenda les obsequió la cabeza de Germán 326
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Martínez que en un intento desesperado por cambiar tendencias recurrió al ataque directo e infamante contra los que en breve serán la primera fuerza en la Cámara de Diputados. Si el partido del viejo régimen resuelve sin fracturas su candidato presidencial y si a éste la soberbia no le obnubila la razón como ocurrió con el que llegó como puntero en el 2006, entonces se ve difícil evitar el regreso del PRI a Los Pinos. A menos que surgiera otra opción que sea capaz de motivar y entusiasmar a los millones de electores que se quedaron el domingo pasado en sus casas o prefirieron manifestar su inconformidad anulando el voto. Ante el desgaste de la clase política en su conjunto, el surgimiento de una opción ciudadana al margen de los partidos existentes pudiera ser muy atractiva para amplios sectores sociales. El problema es que en la izquierda que pudiera irrumpir con ese tipo de propuesta está pasmada por sus conflictos internos. De hecho, el PRD y sobre todo su ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, debieron ser los que aprovecharan las fallas y limitaciones de la administración calderonista por haber sido la otra opción y de esa manera consolidar e incrementar la fuerza que se expresó a su favor en las pasadas elecciones presidenciales. La situación está para que el país estuviera aclamando a Andrés Manuel y éste simplemente esperara a que el poder le cayera en las manos como fruta madura. Por desgracia no sólo no se aprovechó la oportunidad sino que AMLO se autoanuló con su visceralidad y su probada falta de convicción democrática sino que revivió al PRI que se encontraba en la lona. Entre la incapacidad de uno (Calderón) y los desplantes irresponsables del otro (López Obrador), la gente optó por voltear al pasado corrupto y autoritario, pero que le transmite mayor certidumbre en estos tiempos aciagos. Ante esa lamentable situación, parece mentira que sin ningún atisbo de autocrítica, el que dividió a la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, envié a un batallón de “juanitos” a exigir la renuncia de Jesús 327
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Ortega por el mal resultado que él mismo provocó al llamar a votar por otros partidos. Le amputa con serrucho y sin anestesia la pierna al niño para luego mostrarse preocupadísimo por la salud del infante y lamentarse porque éste no ganó la carrera, y con descomunal cinismo responsabilizar al único que lo cuidó. Si alguien vio por la unidad durante este proceso fue Chucho, el cual aguantó todas las provocaciones, eludió confrontarse e hizo un sinfín de concesiones. Bueno, hasta le regaló la candidatura plurinominal a Alejandro Encinas. Pero para Andrés Manuel el 2009 fue una continuación de la contienda interna por la presidencia del PRD y quiso mostrar su músculo al margen del partido para después pelear por conseguir la hegemonía a su interior, luchando, además, por mantener las prerrogativas del PT y Convergencia. Nadie puede decir que no haya tenido algunos logros en ese sentido. Pero son tan pequeños esos fines y tan obtusa la visión que los prioriza que se le pasó de largo lo fundamental: la posibilidad de disputar con éxito el rumbo del país en el 2012 frente a otros proyectos. La votación mostró algo que se sabía de antemano: con la división pierden todos. Fuera del PRD (con PT y Convergencia), AMLO tuvo menos de 6% de los votos y la suma de lo obtenido por los tres partidos que se coaligaron para apoyarlo en la elección presidencial es de 18%, apenas la mitad de lo obtenido en la elección presidencial. En Tabasco y la Ciudad de México, donde sí apoyó a su partido, las cosas también fueron muy diferentes a lo ocurrido tres años antes. En su estado natal perdió todos los distritos que había ganado por amplísima mayoría, mientras que en la capital de la república se cayó la votación del 49% en el 2006 al 28% en el 2009 para diputados locales. Ahí el PAN no sólo mantuvo lo que tenía sino que se adjudicó la influyente delegación Cuajimalpa y pasó de ganar cuatro distritos locales a triunfar en nueve. El PRI creció al 18% y, por primera vez en doce años, triunfó en un distrito federal. Además, el PRD perdió su mayoría absoluta en la 328
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ALDF y si se da un 2012 polarizado entre el PRI y el PAN la izquierda puede perder la ciudad. Mientras Peña Nieto arrasó en el Estado de México, Marcelo Ebrard retrocedió en el DF. Eso sí, Andrés y Marcelo fueron muy eficientes en arrancarle espacios a su disidencia interna haciendo uso de su partido B y de los inagotables recursos del Gobierno del Distrito Federal. Ganaron para su grupo Iztapalapa… pero perdieron el país. No hay duda de que en plazas importantes y emblemáticas como Neza y otros municipios del Estado de México, por no decir distritos de Guerrero, Morelos, Oaxaca, Hidalgo y un largo etcétera, la división fomentada por el éxodo inducido de perredistas al PT y Convergencia, pero sobre todo el apoyo del excandidato presidencial a esos partidos, fueron determinantes para que se perdieran. Ahora bien, si estamos de acuerdo en que la predominancia de la visión de facción, la división descarnada e inescrupulosa que sufrió el PRD está en el centro de su electoral sería correcto preguntarse si es posible recomponer la convivencia interna entre los dos bloques que se han enfrentado en los últimos años y así evitar la ruptura. Pero para que esa posibilidad sea viable se requeriría que AMLO acepte participar en las discusiones de los órganos de dirección del partido y asuma sus resolutivos lo que resulta francamente utópico, como también lo es que cambie de estrategia política no obstante el probado fracaso que tuvo en las urnas el pasado domingo. Es más, como está inmerso en el pensamiento “centenarista” que sostiene que cada cien años se da una heroica lucha de liberación del pueblo mexicano y supone que ahora, en el 2010, ésta conseguirá que Calderón renuncie y él pueda resurgir de sus cenizas cual Ave Fénix, es de esperarse que siga apostando a la descomposición institucional de la república. Es evidente que aunque el PRI ya anunció que no aceptará nuevos impuestos, de cualquier manera AMLO encontrara alguna razón para tomar tribunas durante toda la legislatura y no hay duda de que va a 329
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privilegiar la lucha en las calles. La división es dolorosa, pero la unidad a toda costa que significa mantener las cosas como están y perpetuar la esquizofrenia destructiva generada por la coexistencia anárquica de dos líneas políticas que se excluyen sería mucho peor, no sólo por ir hacia una segura derrota sino porque se sacrificaría la posibilidad de ver al futuro y construir en esa perspectiva algo distinto y mejor. Por supuesto, mal haría el PRD en echarle toda la culpa a Andrés Manuel López Obrador y omitir la indispensable autocrítica a la que está obligado o eludir las responsabilidades que existen como institución, como corrientes o como dirigentes del partido no sólo por los resultados recientes sino por el partido que tenemos, que si bien es importante y valioso está lejos de ser lo que quisiéramos que fuera. Sin condescendencias de ningún tipo el perredismo debe, por fin, verse al espejo, sacrificar privilegios y refundar al principal partido que ha construido la izquierda mexicana. De nada van a servir cambios cosméticos. El PRD debe recuperar su ánimo reformador y volver a ser la principal fuerza democratizadora del país. Los programas sociales son necesarios para paliar los efectos de la pobreza extendida de nuestro país, pero como crean importantes clientelas que luego van a las urnas a votar por el partido que su “benfactor” les indica, gobiernos de todos los colores hacen uso prolijo de ellos. Por eso, tales programas no bastan para distinguir a un gobierno de izquierda. Políticas públicas diferentes y un modelo económico alternativo que termine con los monopolios y genere riqueza para distribuirla mejor debiera ponerse en el centro del discurso del PRD aunado al del reencauzar el proceso de transición democrática que se quedó trunco y que paso gran parte de las atribuciones metaconstitucionales del presidente omnipotenete a los gobernadores devenidos en señores feudales. Sigo sosteniendo que hoy, como desde hace muchos años, en México no hay nadie más radical que un demócrata. 330
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Para no ser una izquierda conformista asimilada al status quo, es preciso que el PRD ponga su programa por delante y haga de sus gobiernos promotores del mismo aunque eso signifique renunciar a muchos privilegios que éste régimen presidencialista y democrático a medias le otorga a quienes gobiernan. Sólo así podrá entusiasmar a la población y convencerla de que representa un cambio real y deseable para el país. La gente que puede darle el triunfo a la izquierda le dará su voto no por interés inmediato sino porque ésta representa un avance moral respecto a lo existente. El PRD necesita ir a un Congreso para replantearse a fondo y corregir el rumbo. Da pena que en momentos en que urgen ideas y tomar definiciones estratégicas, la preocupación de unos sea conseguir impunidad para un “gran líder” como si se tratara de una canonjía aceptable en un partido de izquierda. Quienes más obligados están a cumplir las normas son los dirigentes porque de lo contrario no tendrán autoridad moral para exigir su aplicación al resto de los mortales. En mi opinión, eso no debiera contaminar la discusión que debe girar en temas más trascendentes. El tema me parece además saldado. Andrés Manuel López Obrador no necesita ser expulsado. Él decidió irse desde el momento en que apoyó a otros partidos. Que regrese como si nada hubiera pasado lejos de solucionar el conflicto lo agudiza. El PRD debe empezar una nueva etapa dejando en claro que en la lucha por el poder no todo está permitido. De paso… Iztapalapa. Es indudable que Andrés Manuel López Obrador conserva una fuerza importante en las zonas populares de la Ciudad de México y, por lo mismo, en Iztapalapa como en ninguna otra. También es cierto que a pesar de que Clara Brugada ganó en primera instancia en una elección interna tramposa e inequitativa se quedó la impresión en amplios sectores de que su salida como candidata del PRD era una 331
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injusticia, un agravio al que era legítimo enfrentarse. Por otra parte a la candidata Silvia Oliva no se le apreció como se debía por los méritos y la capacidad que tiene y en cambio continuamente se le descalificó de manera fácil por su relación con el Senador René Arce. Y más importante que todo lo anterior, se utilizaron recursos ilimitados y las estructuras de los programas sociales del GDF para hacer ganar a “Juanito”, el cual asegura que va a renunciar. Después Marcelo Ebrard tendrá que presentar la propuesta de Clara Brugada porque de lo contrario lo van a acusar de traidor en la plaza pública y no va a abrir ese flanco aunque tenga que pagar un alto costo político por cumplir la instrucción de su antecesor. La única posibilidad que tiene de que esa propuesta pase en la ALDF es que algún “puro” negocie con el PRI o con el PAN su atingencia. Yo propongo a AMLO… Algunos orgullosos “liberales” de manera elíptica empiezan a justificar el Golpe de Estado en Honduras con el fantasma del chavismo y la Iglesia Católica se presta a jugar un papel similar al que tuvo en la caída de Salvador Allende. El fin no justifica los medios y Manuel Zelaya debe regresar a terminar su mandato. Y éste bien haría en dejar por la paz su pretensión autoritaria de reelegirse sin que esa figura esté hoy contemplada en la Constitución de aquel país…
El futuro del PRD 14 de julio de 2009 Los gobernadores y la cúpula del PRD ya decretaron la unidad de ese instituto político. Un buen deseo para conseguir un fin loable que sin embargo puede quedarse en eso, un simple propósito deseable, si es que no se solucionan los problemas de fondo que lo han alejado de sectores importantes de la población que en un momento dado le otorgaron la confianza de su voto. Porque no se trata de permanecer 332
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juntos como sea y proseguir una dinámica destructiva que no es otra cosa que un suicidio político colectivo. El punto es hacer que la izquierda política detenga su caída, logre colocarse en el ánimo de los electores para el 2012 y, lo más importante, vuelva a ser la opción de cambio democrático y de combate a la injusticia y la desigualdad en nuestro país como lo era en sus inicios. Y eso será imposible si uno de los ausentes de Morelia, Andrés Manuel López Obrador, no hace compromisos claros para aceptar reglas y mecanismos comunes para convivir, tomar definiciones y dirimir diferencias de manera colegiada, institucional y democrática que obliguen a todos por igual. Y es ahí donde el encomiable llamado a la unidad por parte del eje Ebrard-Amalia-Godoy se torna, para desgracia de la izquierda y del país, en utópico, pues AMLO ya estableció su forma de relacionarse con el PRD: “Si no se acuerda lo que yo quiero, lo apruebo en asamblea a mano alzada en el Hemiciclo a Juárez; si discrepan de mí les echo encima a la plaza pública y lastimo sus reputaciones; si no queda de presidente mi elegido hago campaña por otros partidos; si no es mi propuesta pongo candidato bajo otras siglas; si no me dan la coordinación saco a mis legisladores del grupo parlamentario; si no me parece lo que se discute en la Cámara de Diputados tomo la tribuna con independencia de lo que piense la mayoría de la fracción; si no me hacen candidato a la presidencia en el 2012 me postula el PT”. A eso es a lo que él llama “gobernar desde la oposición”, y sería un despropósito que con el fin de preservar la unidad a toda costa se acepte mantener ese juego perverso que tiene por objeto controlar al PRD desde fuera mediante el burdo e infame chantaje. Pero el problema no se agota en la falta de convicción democrática, la ausencia de compromiso partidario y la exultante soberbia del ex candidato presidencial. El PRD, con o sin López Obrador, deja mucho que desear. En la lucha por el poder se ha olvidado de que éste debía ser un instrumento para transformar lo que hay de injusto en 333
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nuestro país que, por cierto, es demasiado. Por eso es que mucho de lo que se demandaba estando en la oposición se olvidó cuando se llegó al gobierno. Ya no gustó desconcentrar el poder, instalar contrapesos y equilibrios e incluso ser ejemplo de transparencia. Se olvidó la lucha contra el régimen presidencialista llegando al absurdo de coincidir en la mesa para la reforma del Estado, por presiones de AMLO, con Felipe Calderón en la permanencia del presidencialismo a pesar de que es obvio no sólo su disfuncionalidad actual sino su perversidad al traer aparejado autoritarismo, corrupción e impunidad. Pero no sólo eso, también se hizo a un lado la lucha por convertir al DF en el estado 32, se ocultó vergonzosamente la información sobre la construcción de los segundos pisos y se reprodujeron políticas oprobiosas, propias de la derecha, como las razias contra los jóvenes, una de las cuales provocó la tragedia del News Divine. Por este tipo de cosas, aunado a que se ha perdido filo e impulso reformador de acuerdo a un programa de libertades, profundización de la democracia y alternativa viable al actual modelo económico es que ahora muchos ciudadanos no distinguieron las diferencias entre el proyecto perredista y el de las otras fuerzas políticas y percibieron la elección como una simple lucha del poder por el poder entre lo mismo. En el lugar dónde fue diferente, en la Asamblea Legislativa del DF, y se consiguieron importantes logros como la despenalización del aborto, la Ley de Sociedades en Convivencia, el divorcio express, entre otros emblemáticos y polémicos temas de la izquierda, se decidió castigar al grupo que promovió estos avances porque, según la cultura priísta que sigue predominando aún en las entidades que no gobierna, es intolerable la mínima independencia respecto al Poder Ejecutivo. Por desgracia, en la conocida dicotomía complementaria de continuidad y ruptura, el PRD hasta ahora ha sido más continuidad que ruptura cuando gobierna. Falta el sello de izquierda en las 334
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administraciones perredistas. Los programas sociales, si bien importantes, son insuficientes para darlo y prueba de ello que gobiernos de todos los partidos los retomaron de muy buena gana, en virtud de los altos réditos electorales que producen. Donde el PRD no gobierna ni tiene una amplia base social las cosas son peores. En algunos estados las direcciones han aceptado el papel de comparsa de gobernantes deleznables o negocian a cambio de ventajas particulares, y en algunos casos, personales, favores políticos, aprobaciones de leyes, iniciativas y cuentas públicas. Esta inaceptable corrupción es consecuencia, por una parte, de haber diluido el perfil de oposición que lucha por cambios profundos y, en su lugar, adoptar un rol que reproduce, más que cuestionar, el status quo; y por la otra de la utilización facciosa que se hace de las enormes facultades legales y metalegales que le fueron acotadas al presidente de la república con las reformas de la transición inconclusa y que ahora gozan a plenitud los gobernadores de 31 estados y el Jefe de Gobierno. En muchas entidades estos modernos señores feudales controlan a los tres poderes, a los órganos supuestamente autónomos, a no pocos medios de comunicación y hasta a algunos partidos de oposición. Mención especial merece la cultura política. Corrientes, liderazgos y gobernantes promueven el servilismo y la incondicionalidad más que el pensamiento crítico y la independencia de criterio. Se premia a los abyectos y se castiga a los que cuestionan. Si algo se valora es a los operadores que consiguen lo que se les pide sin importar cómo lo hacen. Muchas decisiones importantes se toman fuera de los órganos de dirección y las normas son burladas con frecuencia. La institucionalidad en consecuencia es débil y eso alienta la conculcación de derechos de militantes. En las elecciones internas se expresa con crudeza que en la lucha de tribus todo está permitido. Se prefiere promover y heredar cargos a los cercanos aunque limitados que permitir abrir espacios a los no asimilados al grupo propio. Sólo por 335
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excepción se consideran las trayectorias, capacidades y méritos. Se reproduce el vicio del palomeó y el veto por parte de las voluntades supremas, el conocido “dedazo” que se popularizo en los largos años del régimen de partido de Estado. Por supuesto, la crítica necesaria de los problemas del partido puede llevar al error de no valorar adecuadamente la importancia y lo valioso que ha sido el PRD en sus veinte años de existencia. Precisamente por eso es que lo correcto es preservar a esta opción política y la única forma de hacerlo es transformándola. El PRD ha sido clave para lograr los avances democráticos del país y conquistar libertades públicas, defender los recursos naturales, detener algunas políticas lesivas, salvaguardar y ensanchar derechos humanos, colectivos, laborales, de género, de las minorías etc. El futuro del PRD está ligado a su capacidad que tenga para afrontar estos problemas. Si el acuerdo de unidad de Morelia se va a traducir en sólo modificar aquello en lo que todos estén de acuerdo podemos adelantar el fracaso rotundo de la empresa, pues para preservar sus intereses las facciones pactarían el gatopardismo. La unidad no puede significar la renuncia de la mayoría a tomar decisiones. Eso sería tanto como aceptar la inmovilidad y el anquilosamiento. La minoría está obligada a aceptar esa facultad de la mayoría, así como ésta está obligada a incluir a la minoría. Así funciona la democracia. Claro, para eso se necesitan demócratas. De paso… Asterisco. Cuando Barry Bonds rompió el emblemático record de 755 cuadrangulares en grandes ligas que ostentaba Hank Aaron, también conocido como “El Martillo”, algunos analistas deportivos decían que había que ponerle un asterisco a tan histórico logro, el cual nos debería a llevar a una nota a pie de página: “conseguido gracias al consumo de esteroides”. Pues bien, en el triunfo de “Juanito” en Iztapaplapa que 336
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es prácticamente lo único que tiene López Obrador para presumir de los resultados electorales, sin querer con ello negar su presencia en esa zona popular del la Ciudad de México, también requiere de un asterisco: “el triunfo del PT se logró con el apoyo de los recursos y los programas sociales del GDF en la delegación en donde éstos no sólo son más numerosos sino también más concentrados”. Digo, si se quiere ser objetivo y riguroso… La solución al problema del narco pasa por la legalización de las drogas blandas. La llamada “guerra contra el narcotráfico” como está planteada es absurda por interminable y costosa en vidas humanas y recursos, así como por la descomposición del tejido social que genera. Es mezquino y absolutamente inmoral que por réditos de popularidad se condene al pueblo mexicano a seguir pagando por décadas altas cuotas de sangre y vivir en la zozobra de saber que todos estamos expuestos ante el inmenso poder que tienen los empresarios del negocio más rentable del mundo… El Vasco Aguirre perdió la cabeza de manera imperdonable al patear a un jugador de Panamá. Espero que se serene por el bien de todos, porque a pesar de que pasan tres directo y uno más va a repechaje, si México no mejora pudiera ser que quedara fuera del Mundial y si a eso le agregamos que lo peor de la crisis está por venir, entonces sí que ¡sálvese quien pueda!...
El llamado de Cuauhtémoc 19 de julio de 2009 El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas se dirigió a los militantes del PRD para hacerles un “último llamamiento”. Por venir de quien viene, pero también por su contenido, se trata de un documento de gran trascendencia y oportunidad, pues es evidente que éstos son tiempos difíciles y definitorios para el partido más importante que ha podido construir 337
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la izquierda mexicana. El primer fundador del PRD se expresó como acostumbra, con claridad y contundencia. Se puede coincidir o discrepar con algunos o con todos sus planteamientos, pero es imposible ignorarlo. Estamos hablando de un estadista con autoridad moral indiscutible. Bajo cualquier perspectiva histórica, Andrés Manuel López Obrador se ve chiquito junto a él. Pero darle su lugar al Ingeniero no significa hacer gala de devoción hacia su persona ni seguir a pie juntillas lo que dice. En suma, no es rendirle pleitesía ni darle trato de caudillo aunque muchos lo hayan hecho en el pasado –algunos de los cuales, por cierto, ahora se esmeran en exhibir su abyección y lambisconería con AMLO. Eso sería tanto como reproducir al pejismo que es incapaz de aceptar la más pequeña discrepancia, siendo que en múltiples ocasiones Cárdenas ha acreditado su disposición a la discusión y al debate, mostrado tolerancia frente a posiciones distintas a la suya y aceptado resoluciones adversas cuando éstas se han tomado de manera democrática. Recordemos que en el Congreso de Oaxtepec de 1995, después de la votación que no le favoreció, Cuauhtémoc pidió la palabra para retirar su propuesta y que todos cerraran filas con la línea política adoptada por mayoría. ¿Qué mayor contraste puede haber que el que existe entre dicha actitud y los pueriles berrinches tropicales a los que nos tiene acostumbrado López Obrador y que no expresan otra cosa que su resolución de hundir el barco en el que viaja si no le dejan el control absoluto del timón? Lo que procede es el análisis crítico de sus concepciones y propuestas sin asumirlas ni rechazarlas de antemano, tal y como debe hacerse con cualquier planteamiento independientemente de quien lo haga. No hay mejor manera de demostrar respeto y consideración por alguien que el de sopesar con rigor y objetividad su pensamiento. Podemos identificar cuatro temas fundamentales en el llamamiento de Cuauhtémoc: la aplicación del Estatuto, el diagnóstico de la crisis 338
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por la que atraviesa el PRD, la reforma del partido y la conformación de una nueva dirección. En todos ellos muestra una genuina preocupación por la situación que guarda el partido y un legítimo interés por que ésta se supere. La discusión no está pues en los propósitos sino en si éstos se consiguen de la manera en que él lo propone. La aplicación del Estatuto que debiera ser algo incuestionable se volvió polémica en virtud de la pretensión de que no sean sancionados los que compitieron o apoyaron a otros partidos por parte precisamente de los que promovieron la estrategia de enfrentar al PRD donde los candidatos no fueron de su grupo. Expulsar a los que cambian de camiseta es una norma por demás justa y elemental para cualquier partido político. Por ello Cuauhtémoc cuestiona la amnistía implícita que sin tener facultades para ello un grupo de tres gobernadores y algunos dirigentes dieron a conocer en la reciente reunión de Morelia. Ahí se decidió decretar la unidad sin contenidos ni compromisos, simulación destinada a fracasar. Además, ese buen deseo expresado en abstracto, pero aderezado con la fórmula de “no expulsiones ni destituciones” dio la impresión de responder a un acuerdo basado en lo que sería una transacción inaceptable: impunidad a cambio de permanencia. El ingeniero Cárdenas recordó que la gobernadora de Zacatecas, Amalia García, que fue la vocera del encuentro moreliano, había expresado tras los comicios locales de su estado en el 2007 que los que apoyaron al PT en esa ocasión se colocaron “automáticamente fuera del PRD”. Pero considero que la incongruencia imperdonable está en otro lugar. Si hay algún vicio perverso e insultante para los mexicanos que se mantiene del viejo régimen es precisamente el de la impunidad y combatir eso es una de las razones de ser del PRD. Por eso resulta vergonzoso e inadmisible que se exija que no haya consecuencias ni responsabilidades para los que cometieron la grave falta de enfrentar electoralmente a su propio partido. 339
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Es inobjetable el señalamiento de Cuauhtémoc Cárdenas en el sentido de que la dirección tiene el mandato de aplicar la norma interna y que la perniciosa costumbre de utilizar discrecionalmente al Estatuto está en el centro de la descomposición institucional del PRD. Pero también lo es que perdonar una falta tan grave en un momento tan delicado como el que vivimos sería funesto para el partido. Una dirección que no puede hacer cumplir la norma y sancionar a quienes la transgreden es una dirección débil y ninguneada que, por lo mismo, sería incapaz de llevar a cabo la reforma que necesita la organización política. Por eso no podía ser más afortunada la decisión de Jesús Ortega y de una mayoría en el Comité Político Nacional de suprimir la membresía de los más de seiscientos perredistas que fueron candidatos por otros partidos. Un avance notable aunque falte todavía el pez gordo que apuesta a ser intocable o victimizarse. La reacción del bejaranismo –corriente al servicio de AMLO– que volvió a exigir la renuncia del presidente del partido para tratar de que se dé marcha atrás a las expulsiones es la constatación de que ese grupo y su pastor apostaron a la debacle del PRD. No serán las componendas o la cínica complicidad entre corrientes como este partido podrá salir de la crisis. Su futuro depende en gran medida de que en su vida interna prive la legalidad. El diagnóstico sobre la situación del partido y la inaplazable necesidad de reformarlo son temas estrechamente vinculados. Cuauhtémoc Cárdenas hace notar que el PRD fue concebido como instrumento para transformar la sociedad hacia la democracia, la libertad, la justicia, la inclusión, la división de poderes, la honestidad en el servicio público, etc. Nada más alejado de sus principios y orígenes que la lucha del poder por el poder y menos aún de la reproducción del status quo. Como hace veinte años se sigue necesitando una izquierda que impulse los cambios sociales, políticos y económicos del país con una visión redistributiva, humanista, libertaria, participativa y solidaria. 340
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Por eso se requiere que el PRD sea congruente con su Programa donde gobierna, que estampe su sello de izquierda, que no reproduzca las formas de gobernar de la derecha y deje a un lado la cultura política priísta. Y en donde no gobierna que reafirme su carácter opositor, que no contestatario, que sepa blandir su propuesta y mostrar capacidad de interlocución con otras fuerzas y distintos sectores sociales; que se plantee construir mayorías. Un partido con iniciativa y posibilidad de incidir en la vida de la gente en concordancia con valores de una izquierda pluralista, democrática y tolerante. La transformación radical y consecuente del PRD no puede posponerse más. Por ello el Congreso Nacional Extraordinario que propone el ingeniero Cárdenas debe realizarse antes que termine el año. De ninguna manera puede aceptarse la trampa del llamado “Congreso pactado” en el que las corrientes les amarran las manos a los delegados y se les coarta la discusión sobre temas torales del partido que deben resolverse de una vez por todas. En realidad cuando se condiciona la realización del máximo órgano colegiado al acuerdo casi total entre las fuerzas organizadas se le está otorgando derecho de veto a las corrientes principales. Si el PRD necesita para cambiar del permiso de René Bejarano entonces no habrá ningún resolutivo trascendental en el Congreso y todo acabaría en una simulación más. Ahora bien, si en lo fundamental coincido con Cuauhtémoc Cárdenas en los tres primeros puntos (aplicación del Estatuto y que no prive la impunidad, diagnóstico sobre la crisis del partido e impostergable reforma profunda de éste) no así en el cuarto, en su propuesta sobre el cambio de dirección política. El Ingeniero propone nombrar a una comisión directiva provisional y disolver todos los órganos colegiados de tal manera que no exista nada más que dicha comisión. Con ello los dirigentes nombrados se vuelven omnímodos y plenipotenciarios, lo que no concuerda con un partido democrático que entiende el valor de los equilibrios, los contrapesos y la rendición de cuentas. Esa dirección 341
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sólo se respondería a sí misma y aunque sea transitoria me parece inaceptable. Lo que necesitamos en todos los ámbitos políticos del país es desconcentrar el poder, no lo inverso. Sin embargo, entiendo su preocupación. ¿Cómo se podrá cambiar el partido si eso implica afectar intereses de los que tienen mayoría en los órganos colegiados de dirección? En este aspecto me parece que tendría más viabilidad el involucramiento preponderante de alguien con la autoridad y la estatura de Cuauhtémoc Cárdenas en el Congreso Nacional Extraordinario y en la nueva época del PRD que la improbable –por no decir imposible– renuncia al poder compartido de todos los actores partidarios para dejárselo a una comisión todopoderosa. Estoy convencido de que los políticos deben ser evaluados permanentemente y dar cuenta de las responsabilidades que asumen. En ese sentido Jesús Ortega y la dirección que encabeza tendrán que presentar un informe de lo acontecido en la elección al Consejo Nacional. La permanencia o no de los actuales dirigentes debe surgir del análisis sereno y la discusión razonada y no de la presión de grupos de interés y menos de aquellos que violaron la norma para meterle el pie al actual presidente. En efecto, el juego perverso de trabajar a favor de otros partidos se dio para debilitar a la dirección por no ser pejista. Un principio universal del Derecho es que nadie puede beneficiarse de su propio delito. No es correcto que se salgan con la suya los que realizaron labor de zapa. Pero más allá de criterios legales o morales, lo que debe determinar lo conducente respecto a si debe haber continuidad en la dirección o cambiar ésta es la pertinencia política de ambas medidas. Lo que es a todas luces urgente es llevar a cabo las dos tareas apremiantes que se desprenden del llamamiento de Cuauhtémoc y con las cuales coincido plenamente: la sanción a los tránsfugas que compitieron o trabajaron contra el PRD y la transformación real y profunda de éste. Si Jesús Ortega acredita en el Consejo 342
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Nacional que puede cumplir con ambos objetivos entonces mi opinión es que debe permanecer como presidente. De paso… Dos crímenes. A Fernando Martí no lo secuestraron dos veces ni mucho menos lo asesinaron arteramente en dos ocasiones. Lo que asusta no es la falta de coordinación de los policías –ya estamos acostumbrados– sino la multiplicación de los responsables, pues alguna corporación tiene a chivos expiatorios detenidos. La moderna forma de gobernar para el gran público y ser rehén de la presión mediática puede llevar a la fabricación de culpables para calmar los ánimos sociales y mantener –o si se puede incrementar– la popularidad que presagia el siguiente cargo. Una de las policías miente y es indispensable que se aclare el caso, pues de lo contrario la práctica de fabricar culpables para no parecer inepto puede hacer escuela si es que no es ya práctica cotidiana… Calderón quiere hacerse de Michoacán en el 2011 a como dé lugar, pues en eso cifra sus esperanzas de llegar fortalecido e incidir en la sucesión presidencial tanto en la determinación del candidato de su partido como en la elección constitucional. Y su imaginación no le da para más que llevar un virtual Estado de sitio con desbordantes ríos de sangre a su estado natal… ¡Salud a Mandela por su cumpleaños 91!
Cuahutémoc y Andrés 26 de julio de 2009 Cuauhtémoc Cárdenas unificó a gran parte de las izquierdas mexicanas y propició la construcción de un partido plural y diverso en el que cupieran todas ellas. Andrés Manuel López Obrador hizo exactamente lo contrario. Hoy es difícil imaginar una izquierda más dividida y a un 343
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PRD con una crisis más profunda a tan sólo tres años de que acarició la presidencia de la república teniendo como líder indiscutible al político tabasqueño. Se dirá con razón que las responsabilidades por la situación son compartidas, pero es indudable que AMLO sobrepasó los límites de lo admisible al promover el voto por otros partidos. Esa confrontación contra su propia organización llevada a las pantallas de televisión explica en buena medida los malos resultados electorales –no tanto porque se haya llevado los votos a otra parte, que como pudo verse fueron pocos, sino porque la división en el PRD es una de las consecuencias del lamentable proceso de alejamiento de la sociedad que se inició con el cierre de Reforma. Ante un hecho tan grave, resulta de sentido común y buen juicio demandar que se aplique la legalidad interna, tal como lo hizo el ingeniero Cárdenas. Sin embargo, ese planteamiento fue respondido de manera por demás injusta, grosera y desproporcionada por parte, fundamentalmente, de voceros del Peje aparentemente oficiosos. Más que contrariar sus argumentos, los pejistas optaron por infamar a la persona, no obstante la indudable autoridad moral y estatura histórica que posee Cuauhtémoc Cárdenas. Fiel a su estilo, AMLO no da la cara pero manda a su gente a hacer el trabajo sucio de lastimar la reputación de todo aquel que se atreva a cuestionarlo. En medio de insultos y descalificaciones baratas que le hacen al Ingeniero sólo hay algo en lo que vale la pena detenerse: el papel del primer fundador del PRD en el 2006. Es indudable que el ingeniero Cárdenas hizo muy poco para ayudar a López Obrador a ganar la elección presidencial. Muchos le reprochamos su ausencia en la campaña y como el resultado fue muy estrecho no faltó quien cometiera el exceso de responsabilizarlo por la victoria de Felipe Calderón. Pero para ser honestos y equilibrados se debe también decir que a AMLO no le interesó contar con el apoyo 344
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del Ingeniero y no movió un dedo para que éste se diera. La soberbia que en el 2006 demostró ser el talón de Aquiles del tabasqueño se expresó también en el desdén hacia la figura de Cuauhtémoc. Algunas historias nos permiten contextualizar lo ocurrido en 2006. Cuando el primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal marchó para protestar contra la pretensión de desaforar a Andrés Manuel se le maltrató al grado de ya no llegar al templete en el que, casualidad o no, de manera sorpresiva se le dio el micrófono al foxista y saltimbanqui Porfirio Muñoz Ledo –quizás el más rabioso de sus detractores–; hecho que es recordado no por el discurso del brillante orador sino por la espontánea y estruendosa rechifla que recibió Porfirio desde que empezó hasta que terminó de hablar. Más grave aún fue la intransigencia que mostró AMLO en su decisión de imponer sucesor en el DF a la vieja usanza priísta y que el elegido haya sido un connotado salinista capitalino de muy reciente militancia. Cuauhtémoc mandó inequívocas señales de que no se consumara el dedazo, pero en eso no sólo fue ignorado sino que incluso López Obrador se permitió hacer campaña abierta a favor de su delfín. Recordemos que el ingeniero Cárdenas en el año 2000 se abstuvo de promover a cualquiera de los precandidatos a sucederlo y eso le abrió la puerta al tabasqueño para ser el candidato, incluso sin cumplir con los requisitos para serlo –por fortuna, Andrés negoció con personajes influyentes que hoy ubica en “la mafia” para que el incumplimiento en el tiempo de residencia no lo dejara sin registro. En fin, es evidente que AMLO no esperaba ni quería nada de Cuauhtémoc. Los reclamos posteriores nacieron de la derrota. Aunque Andrés Manuel López Obrador se mantuvo en el PRI durante las elecciones presidenciales de 1988 con la esperanza de ser candidato al gobierno de Tabasco por ese partido, desde que rompió para tener la candidatura del Frente Democrático Nacional y luego ser miembro fundador del PRD tuvo como principal promotor de su 345
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carrera política al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que lo llevó dos veces al Comité Ejecutivo Nacional y lo promovió como presidente del partido. Pero desde el momento que llegó a la jefatura de Gobierno, AMLO vio a Cuauhtémoc como rival y lo trató como tal, limpiando su administración de todo lo que oliera a su predecesor, sin que por ello dejara de repetir con evidente hipocresía: “mis respetos para el ingeniero Cárdenas”. Es verdad que tanto a Cuauhtémoc como a Andrés Manuel no les gustan los contrapesos y ambos son dados a tomar decisiones unipersonales e imponer sus criterios, razón por la cual ninguno de los dos fortaleció la vida institucional en el PRD. Pero hay de caudillos a caudillos. Cárdenas ha demostrado en reiteradas ocasiones que tiene un sentido claro de los límites y que sabe aceptar resoluciones adversas. Nunca ha hecho nada para debilitar al partido y asume a los candidatos elegidos por éste aunque hayan salido derrotados los que le son cercanos. Además de la experiencia del DF, lo vimos hacer campaña a favor de Leonel Godoy que no era el precandidato de su preferencia. Y a diferencia de Andrés Manuel no pasó por encima de la legalidad interna para después reclamar impunidad en razón de privilegios y canonjías que deben ser inaceptables en un partido de izquierda. Cuauhtémoc es dado a exponer razones y apostar al convencimiento en lugar de la obradorista técnica de repetir hasta el cansancio consignas y frases hechas. Me imagino que es por eso que el ingeniero Cárdenas se siente tan a gusto en recintos universitarios mientras que Andrés Manuel huye de ellos. Por eso mismo, El Ingeniero debate y sabe respetar las ideas contrarias. AMLO pontifica y adoctrina, y es absolutamente intolerante con quienes se atreven a discrepar. La sobriedad de estadista de Cuauhtémoc contrasta con los reiterados desfiguros tropicales de Andrés. No se puede negar que en tiempos de la hegemonía de Cuauhtémoc el PRD tuvo bajas sensibles como José Woldenberg, 346
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Gilberto Rincón Gallardo y Adolfo Sánchez Rebolledo; que para ellos no fue nada fácil mantener posiciones discordantes en el partido y que, al no encontrar posibilidad para incidir en las decisiones ni ser tomados en cuenta, se les orilló a irse. Pero nada comparado al ánimo de linchamiento y la intolerancia persecutoria de tufo estaliniano que el pejismo ha impuesto, permitiéndose utilizar calificativos que llaman al exterminio como el de “traidores” o “colaboracionistas” para golpear, acosar y doblar a compañeros de partido. Doloroso atraso en la cultura política de la izquierda que los intelectuales afines al Peje de manera vergonzosa fingen no percatarse. Nadie discute que Andrés Manuel López Obrador es un líder social con una inagotable disposición al trabajo. Sus recorridos por el país y la intensidad de sus giras expresan una vocación de acercarse a la gente a lo largo y ancho del país. Tampoco se discute que fue exitoso como presidente del PRD y como Jefe de Gobierno, si bien aplicando políticas diametralmente opuestas a las que lleva a cabo desde julio del 2006. El problema es el cauce que le ha dado al movimiento que encabeza. Cuauhtémoc dio una salida institucional al llamar a construir al PRD. En cambio, AMLO no ha salido del esquema de apostarlo todo a la movilización permanente, en la idea de ser un factor de descomposición política que, teniendo a la crisis económica como aliada, propicie la ruptura del régimen y abra un nuevo cauce institucional construido “desde abajo” que lo reposicione como opción presidencial. Un sueño mesiánico que pone en riesgo no sólo la fuerza de la izquierda política y la existencia y viabilidad del PRD como partido político sino incluso los avances democráticos conseguidos en las últimos tres lustros, pues en lugar de colocar a Andrés Manuel en la antesala del poder ese albur puede abrirle el camino a la regresión autoritaria. Cuauhtémoc Cárdenas es el luchador por la democracia más importante del México posrevolucionario. La alternancia y los avances democráticos del país serían impensables sin la dura batalla que 347
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encabezó no sólo en la apoteósica campaña electoral de 1988 sino también en los años subsiguientes –que alguien me diga un solo avance en materia de democracia y libertades políticas que se vislumbre de la lucha obradorista. En aquellos tiempos retar al sistema era otra cosa. ¡Cuánto hubiera dado la izquierda por tener aunque sea parte de las condiciones que tuvo en 2006 para competir! Hace 21 años no había acceso a los medios de comunicación, la guerra sucia mediática era permanente y total, la inequidad era absoluta, el órgano electoral estaba controlado por el gobierno, el PRI tenía mayoría de votos en esa instancia, se dio la represión e incluso hubo asesinatos políticos y la caída del sistema fue en los hechos un golpe de Estado técnico. No tengo dudas de que con el IFE del mediocre y gris Ugalde, Cuauhtémoc Cárdenas hubiera sido electo presidente en 1988. El ingeniero Cárdenas resistió el salvaje embate del gobierno salinista. Todo el peso del sistema se utilizo para aniquilarlo políticamente y la represión trajo como resultado más de 500 muertos perredistas. En comparación a lo ocurrido entonces, Andrés Manuel López Obrador ha vivido un picnic en su lucha contra Felipe Calderón que en lugar de acosar a su adversario simplemente lo ha dejado hacer y deshacer; optó por dejar al tabasqueño matarse solo. Y es que, dadas las condiciones del país y el fracaso manifiesto de la administración calderonista para enfrentar los graves problemas que padece la nación, lo único que tenía que cuidar AMLO para que la presidencia de la república en el 2012 le cayera en las manos como fruta madura –y fuera él y no el PRI el que capitalizara la crisis– era no volverse loco. Ni modo, fracasamos… De paso… Oaxaca. El carro completo que se llevo el PRI en Oaxaca reafirma la imperiosa necesidad que existe para que la oposición presente un solo candidato frente a la maquinaria ulisista y evitar la herencia de un 348
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gobernador cacique y déspota, beneficiario de la impunidad y del uso discrecional del erario. Doy por descontado que habrá dificultades. Los tentáculos de Ulises Ruíz tratarán de reventar toda posibilidad de acuerdo desde los mismos partidos y los ultras de derecha e izquierda buscarán impedir la alianza del PRD con el PAN. Pero sería una irresponsabilidad histórica que por pruritos y corruptelas se permita proseguir la historia de oprobio y arbitrariedad que sufren los oaxaqueños. En definitiva se debe formar el TUCUD (Todos Unidos Contra Ulises y su Delfín)… Todo acuerdo que signifique impunidad para un personaje poderoso es en sí pernicioso por entrañar una evidente injusticia, pero en aras de lograr un fin superior hay quienes defienden lo que parece indefendible. Un ejemplo claro de ello es la transición en Chile en el que se le dio impunidad a los militares, muchos de los cuales violaron derechos humanos, empezando por el mayor de los gorilas, Augusto Pinochet. Impunidad a la que no se resignaron muchos organismos civiles, así como víctimas de la dictadura y sus familiares. Por eso hasta el último suspiro del general golpista estuvo expuesto a la presión moral y legal para que respondiera por sus crímenes. Pero en ese caso el sanguinario y desalmado asesino, general Pinochet, se comprometió en los acuerdos de la transición a respetar el orden constitucional democrático que se gestó tras su salida del poder, de ahí que algunos se atrevieran a sostener públicamente que era correcto proporcionarle impunidad. Guardando las proporciones y añadiendo de manera categórica que no tengo la más mínima intención de comparar a AMLO con Pinochet –sería un absurdo demencial– sino únicamente señalar que el disvalor de otorgar impunidad a alguien que abusó de su poder sólo puede intentar justificarse si a cambio se recibe algo valioso; no hay duda de que la unidad lo es. Pero por lo mismo no resisto el hacerles algunas preguntas a los que dicen que ya lograron ese bien preciado en el PRD, razón por la cual han decidido perdonar la grave falta del ex candidato presidencial de apoyar a otros 349
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partidos distintos al suyo: ¿A qué se comprometió López Obrador en reciprocidad? ¿Existe garantía de que no hará lo mismo en las próximas elecciones locales? ¿Ofreció algo a cambio? ¿Respetará las decisiones de los órganos de dirección del PRD en las que por cierto siempre ha podido participar? Si las respuestas son negativas y no hay otro argumento que el pragmatismo vulgar que alega que la aplicación en este caso de la legalidad haría perder votos al PRD, entonces ¿de qué unidad se habla?, ¿dónde quedan los principios, por ejemplo aquel que dice que la ley debe tratar a todos por igual?, ¿y qué me dicen de ese postulado originario de la izquierda de acabar con los privilegios?, ¿y si mejor, para no simular, de una vez le piden perdón?... Con la alternancia se derrotó al PRI, pero no al priísmo. Prueba de ello es la forma descarada en que Felipe Calderón pretende imponer al presidente del PAN y cómo el origen de la crisis interna del PRD se dio por esa misma intención de Andrés Manuel López Obrador. Y para qué hablamos de los candidatos… El alcalde de Fort Myers, un condado de la Florida, despidió al administrador tras una reunión de regidores en la que por unanimidad se aprobó la medida. La “falta” del administrador, Scott Janke, fue haber contraído nupcias el año pasado con una actriz porno cuyo nombre artístico en Jazella Moore. Se trata de un acto de inadmisible discriminación, pues se acepta explícitamente que el señor Janke realizaba bien su trabajo. Es una pena que en el país que literalmente tiene esculpido en piedra Los Derechos del Hombre se permita castigar a un empleado en razón de su vida privada… Teniendo por pivotes a Giovani dos Santos y a Carlos Vela, campeones del mundo sub 17 en 2005, México aplastó en el segundo tiempo a Estados Unidos para un contundente 5-0 en la final de la Copa de Oro. Una pequeña revancha tras más de una década de no ganarle a los gringos en su país y haber sufrido dolorosas derrotas contra ellos, la más grave en el mundial de Corea-Japón. No es lo mismo, por supuesto, pero para Javier Aguirre y para la afición 350
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mexicana se trata de un trago muy dulce que esperemos sirva para ganar al mismo equipo en un partido de vida o muerte el próximo 12 de agosto en el Estadio Azteca. Ahora sí, ¡vámonos al Ángel!…
Al Consejo Nacional del PRD 2 de agosto de 2009 Las elecciones del 5 de julio fueron las más difíciles que haya enfrentado el PRD en su historia. Por una parte, pagó el costo de la implementación de una línea política desastrosa que comenzó con el plantón de Reforma y que continuó con discursos amenazadores, amagos de violencia, tomas de tribuna, expresiones de odio y resentimiento, ansias de de atrofiar las instituciones y descomponer la vida política del país, lo cual alejó a millones de ciudadanos que nos dieron su confianza en el 2006. Por la otra, un grupo de compañeros trabajó, desde dentro y desde fuera, para la derrota electoral del partido. De poco sirvió que los órganos de dirección hayan aprobado llevar a cabo una política distinta y que incluso el Congreso Nacional resolviera de manera unánime que se trabajara para llegar a los grandes acuerdos en el Poder Legislativo, cuando su principal figura y ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, llamaba a hacer exactamente lo contrario sin otra legitimidad que votaciones mitineras a mano alzada. Por eso es que los rechazos contra el partido y contra el ex candidato presidencial crecieron de la mano, según consta en todas las encuestas conocidas. No negamos las fallas que pudieron cometerse durante la campaña y que deberán analizarse con cuidado, ni tampoco los problemas estructurales y las prácticas viciadas que ocurren en el partido y que son reproducidas en mayor o menor medida por los distintos liderazgos y corrientes, pero resulta evidente que lo funda351
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mental de la derrota del PRD está en otra parte, en los excesos inadmisibles de un personaje que hace tres años impulsó a la izquierda hacia su crecimiento y ahora la llevó al despeñadero por no saber como manejar su derrota, aunque ésta fuera ciertamente controvertida y con dudosos resultados.. Nada puede exculpar la labor de zapa ni la desobediencia abierta y pública a los acuerdos mayoritarios del partido por parte de Andrés Manuel López Obrador y de sus incondicionales, mucho menos aún la deslealtad que tuvo hacia el PRD al llamar a votar por otros partidos y alentar la fuga de candidatos. El país desapareció por completo de sus preocupaciones y se avocó a tratar de demostrar que los votos de la izquierda eran fundamentalmente suyos. Más allá de la evidencia de que falló en sus cálculos y que sólo haya servido para constatar lo que ya se sabía –que el conflicto, la división y la confusión provocarían la derrota de todos– con esa actitud reveló su verdadero tamaño. En lugar de disputar la nación, se avocó a enfrentar a Nueva Izquierda en su guerrita particular. Tan grave como lo anterior fue la inoculación de odio entre compañeros. Para AMLO no puede haber otra posición distinta a la suya que sea legítima. Del pensamiento único brotan los autoritarismos y su “movimiento” no es la excepción. Según su humor, el que discrepa de él es “traidor”, “colaboracionista” o “mafioso”. Con ello hizo que se identificara al enemigo en casa y se diera paso a una lucha fraticida sin cuartel. El clima de linchamiento y persecución inquisitorial de tufo estalinista generado por él regresó a la izquierda a épocas sectarias que se creían ya superadas, al grado cometer el tremendo despropósito de hacer de las elecciones constitucionales recientes una continuación de la disputa interna por la dirección del partido. Por eso, AMLO decidió apoyar al PRD sólo en donde tiene hegemonía, en el DF y en Tabasco. En el resto de las entidades respaldó al PT y Convergencia. Con ello mostró no sólo que lo único 352
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que le interesó fue sacar adelante a los candidatos de su facción sino también que buscó perjudicar a los que no lo eran. Prefirió contribuir al triunfo del PRI y del PAN en los lugares en el que el partido postuló a alguien de una corriente distinta a la suya. De ahí que hasta en bastiones perredistas se haya atrevido a hacer mítines a favor de fuerzas pequeñas, pero que podían ser la diferencia, tal y como en muchos casos sucedió. El enemigo de Andrés Manuel en el 2009 no fue Calderón ni Peña Nieto, no fue ni el PAN ni el PRI, fue la izquierda que no se arrodilla ante el púlpito de la presidencia legítima. Pero López Obrador no sólo se derrumbó a sí mismo arrastrando a la izquierda que lo apoyó en el 2006. Con ello le abrió el camino al PRI para recuperarse después de su debacle en la elección presidencial. Nadie tenía mejores condiciones para fortalecerse como opción y capitalizar la crisis ante la manifiesta incapacidad de la administración calderonista para hacer frente a los graves problemas nacionales que Andrés Manuel López Obrador. Por desgracia, optó por implementar una política diametralmente opuesta a la que llevó a cabo al frente del PRD y en la jefatura de Gobierno. Los resultados están a la vista. En su bastión, el Distrito Federal, donde se aplicó a pie juntillas su política, el PRD perdió más del 40% de su votación. Es para reflexionar seriamente que tres años después de que estuvo a punto la izquierda de tener su primer triunfo presidencial, ahora más del 80% de la población haya votado por partidos de derecha no obstante la crisis que está pegando durísimo a las clases populares y medias y que el paradigma neoliberal está en bancarrota. ¿Por qué la gente no volteó a ver al principal opositor y adversario de Felipe Calderón ante los evidentes fracasos de éste, aún cuando Andrés Manuel haya sido el político con más spots de radio y televisión? ¿Por qué los ciudadanos están volteando hacia el pasado autoritario? ¿Por qué la izquierda que entusiasmo a tantos hace tres años ahora perdió la confianza de muchos de ellos? 353
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El PRD está obligado a transformarse para recuperar la credibilidad perdida. Pero eso no lo va a lograr si piensa construir lo nuevo encima de la impunidad y el cinismo. Hemos llegado al punto en el que estamos precisamente por la no aplicación de nuestras normas. Si queremos verdaderamente cambiar empecemos por aplicar el Estatuto sin distingos. La igualdad ante la ley y el fin de los privilegios son preceptos fundacionales de la izquierda, desde que ésta fue nombrada durante la celebración de Los Estados Generales en los albores de la Revolución Francesa. Esto tiene además una significación especial en México, pues este es el país de la impunidad y basta ver a Ulises Ruiz y Mario Marín tan quitados de la pena para tener una pequeña muestra de que para los poderosos no existe la ley. Andrés Manuel López Obrador violó con plena conciencia los Estatutos del PRD y debe ser sancionado, como se hizo con más de mil quinientos militantes. La excepción ofende a todos. Se habla de no cumplir la ley en pos de un acuerdo que le regresé al PRD la unidad perdida. Pero para que haya acuerdo se necesitan dos y hasta la fecha nadie sabe a qué se compromete Andrés Manuel López Obrador, el principal causante de la división en el PRD. ¿Qué garantía hay de que ahora si va a respetar las resoluciones de los órganos de dirección? ¿O de qué no va a apoyar a candidatos de otros partidos en las elecciones locales del próximo año? ¿O de perdida de que no va imponer por sobre las decisiones del Grupo Parlamentario la toma de tribunas? Se le ofrece la impunidad, que siempre es perversa, a cambio de nada. En lugar de engañarnos con una falsa unidad que no pasa de ser un buen deseo, el PRD debe construirla bajo el principio del cumplimiento de la legalidad y de compartir un programa, una línea política y una propuesta organizativa. Andrés Manuel debe ser sancionado con la cancelación de su afiliación, tal y como dice el Estatuto. Si de verdad quiere seguir en el PRD que pida su reafiliación como cualquier otro compañero y dé muestras de que no va a repetir la historia. 354
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Una cosa es segura: más vale renunciar a la fuerza que todavía conserva AMLO a seguir en la esquizofrenia y la convivencia salvaje que hoy priva en el partido. Con Andrés o sin Andrés el modelo organizativo ya está agotado. La diversidad de las izquierdas requiere de un nuevo modelo de partido que reconozca la necesidad de otorgar mayor autonomía a sus corrientes de pensamiento. Por eso consideramos que la única forma de darle viabilidad al PRD en estos momentos es que se transforme en un Partido-Frente, cuyas partes converjan en las elecciones, pero en donde cada una de ellas aplique su propia política. Es imperativo discutir la política de alianzas de cara a las elecciones del próximo año. Para vencer a gobernadores como Ulises Ruiz o Mario Marín y evitar que éstos hereden el cargo resulta evidente la necesidad de buscar alianzas con toda la oposición. Es decir, construir coaliciones con el PAN en esos estados. Aunque sean en una fecha posterior, ese mismo razonamiento se puede hacer para enfrentar al Yunque en los estados de Jalisco y Guanajuato. También habrá que valorar la pertinencia de mantener el desconocimiento al gobierno de Felipe Calderón cuando todos nuestros gobernadores se han reunido con él, los legisladores de todas las corrientes interactúan cotidianamente con el gabinete, y la Dirección Política Nacional del partido por acuerdo unánime se reunió con el Secretario de Gobernación en Bucareli. En lugar de simular, sería importante establecer reglas y criterios para que esa relación que en los hechos se da sea transparente, con agenda y objetivos claros y termine siendo productiva para los ciudadanos. Para volver a hacer empatía con la sociedad y ser una izquierda que entusiasme es indispensable que el PRD recupere su ímpetu reformador. Para ello debe cumplir con su programa donde gobierna y ser una oposición firme, crítica y propositiva que impulse los cambios en los demás lugares. Nuestros gobiernos son la mejor vitrina que 355
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tenemos y hechos lamentables e indefendibles como la razia contra los jóvenes que originó la tragedia del News Divine nos golpearon fuertemente en la credibilidad. El Congreso Nacional es la oportunidad que tenemos para revisarlo todo. Quizás, la última. ¡Democracia ya, Patria para todos! Nueva Izquierda Socialdemócrata
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BIBLIOGRAFÍA Aristegui, Carmen y Trabulsi, Ricardo. Transición. Grijalbo, 2009. Barros Sierra, Javier. Conversaciones con Gastón García Cantú. Siglo XXI, 1972. Belaunzarán Méndez, Fernando. Desde la Izquierda. Herejías políticas en momentos decisivos. PRD, 2008. _________________________. La Guerra de los herejes. PRD, 2008. _________________________. Tiempos turbulentos. Ensayos en el año del complot. PRD DF-Ítaca, 2005. _________________________. http://herejiapolitica.blogspot.com Foucault, Michel, Discurso y verdad en la antigua Grecia. Paidos, Trad de Fernando Fuentes Megías. 2004. Gramsci, Antonio. Cuadernos de la cárcel. 4 tomos. Era, 1986. Kant, Immanuel. Crítica de la Razón Pura. Gredos, 1969. Martínez González, Víctor Hugo. Fisiones y Fusiones, Divorcios y Reconciliaciones. La dirigencia del Partido de la Revolución Democrática. FCPS UNAMPlaza y Valdés, 2005. Moreno, Hortencia y Amador, Carlos. UNAM. La huelga del fin del mundo. Planeta, 1999. Rueda, Adrían. El Complot. Grijalbo, 2005. Sánchez Vázquez, Adolfo. A tiempo y destiempo. FCE, 2003. ____________________. Entre la realidad y la utopía. FCE-UNAM, 1999. ____________________. Ética y Política. FCE, 2007. ____________________. Filosofía de la praxis. Siglo XXI, 2003. ____________________. Filosofía y circunstancia. Anthropos-UNAM, 1997. ____________________. Una trayectoria intelectual comprometida. FFyL UNAM, 2006. Silva Herzog, Jesús. Una historia de la Universidad de México y sus problemas. Siglo XXI, 1974. Villoro, Luís. El poder y el valor. FCE-Colegio Nacional, 1997. Villoro, Luís. Los retos de la sociedad por venir. FCE, 2007.
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NOTAS 1 Antonio Gramsci Cuadernos de la cárcel vol.4, México, Ed. Era, 1986. p 360. 2 Ibid. 3 Adolfo Sánchez Vázquez. Primera y segunda conferencias, en Ética y política, México, FCE y UNAM, 2007. 4 Idem. Filosofía de la praxis, México, Grijalbo, 1967. 5 http://herejiapolitica.blogspot.com 6 Existe mucho material bibliográfico y hemerográfico sobre la historia del PRD. Tomo como base el libro de Víctor Hugo Martínez: Fisiones y fusiones, divorcios y reconciliaciones. La dirigencia del Partido de la Revolución Democrática, por la cantidad de información interna que maneja, pues, a pesar de imprecisiones menores y afirmaciones sesgadas, es de los más completos que se han escrito. Su visión crítica nada condescendiente, por momentos corrosiva, con el partido es un referente provocador y necesario para un análisis más mesurado. Lo utilizo para marcar afluentes, discusiones y acontecimientos, no porque comparta sus juicios sobre los mismos. 7 Víctor Hugo Martínez. Fisiones y fusiones, divorcios y reconciliaciones. La dirigencia del Partido de la Revolución Democrática. Plaza y Valdés, 2005, pp. 57-58. 8 Ibid, pp. 53-56. 9 Ibid, p. 78. 10 Luís Javier Garrido, La Ruptura, México, Grijalbo, 1990 11 Esta situación la trato y explico con amplitud en mi libro La guerra de los herejes. 12 Es verdad que en las plazas se pedía revisión “voto por voto y casilla por casilla”, pero en el recurso interpuesto se solicitó la apertura de aproximadamente 80 mil casillas de las más de 130 mil instaladas. Esto se puede constatar en los archivos del TEPJF. 13 Los documentos básicos son “Declaración de Principios”, “Programa” y “Estatutos”. 14 Esta tensión permanente entre el líder carismático o caudillo y corrientes o tribus en el marco de una institucionalidad frágil ha sido un hilo conductor en la historia del PRD. También se puede encontrar esta discusión en el libro citado de Víctor Hugo Martínez. 15 En el XII Congreso Nacional del PRD, diciembre de 2009, se acordó
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realizar un nuevo proceso de afiliación y reafiliación de militantes para depurar el padrón, proceso que aún, diciembre de 2010, no ha concluido. 16 Hay un gran consenso en reconocer los aportes del PRD en los cambios del país hasta conseguir la alternancia. Pueden consultarse diversas entrevistas en el libro de Carmen Aristegui y Ricardo Trabulsi, Transición, México, Grijalbo, 2009. 17 Gaceta especial, VI Consejo Nacional, “Documentos básicos”, diciembre de 2007, pp. 13-25. 18 Adolfo Sánchez Vázquez, Vida y filosofía, en A tiempo y destiempo, México, FCE, p. 39. 19 Ibid, Marxismo y praxis, p. 423. 20 Luís Villoro, La izquierda como postura moral, en Los retos de la sociedad por venir. México, FCE, 2007, p. 130. 21 Adolfo Sánchez Vázquez, El marxismo como filosofía de la praxis, en Una trayectoria intelectual comprometida, México, FFyL UNAM, 2006, pp. 77-78. 22 Idem, Filosofía de la praxis, México, Siglo XXI, 2003, p. 283. 23 Los presupuestos de egresos del gobierno federal para 2007 y 2008 se aprobaron por unanimidad, es decir, hasta los diputados más fieles y cercanos a AMLO votaron a favor de los mismos y eso se debió, en buena medida, a negociaciones discretas para la adjudicación de recursos hacia entidades gobernadas por el PRD. 24 Fernando Belaunzarán, Entre la corrupción y el complot, en Tiempos Turbulentos. Ensayos en el año del complot. México, PRD DFÍtaca, 2005, pp. 19-21. 25 Ibid. Las Manos de afuera, pp. 22. 26 Ibid. 27 Ibid. Golpe de Estado, pp. 106-110. 28 Idem, El enterrador del PRD, carta a AMLO, en La guerra de los herejes, 2008, pp. 382-386. También publicada en Milenio 9 de abril de 2008. 29 Idem. Tiempos turbulentos… op. cit. 30 Ibid. La marcha y los medios y Linchamiento, pp. 64-68 y 167-170. 31 Idem, Nubarrones, en Desde la izquierda… Herejías políticas en momentos decisivos. pp. 61-64. 32 Ibid. 33 Ibid, Jugar con fuego, pp. 111-114. 34 Ibid. Ajedrez Político, pp. 194-198
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35 Ibid. Gobierno legítimo, pp. 209-215 36 Ibid. Traición, pp. 227-230 37 Ibid. El valor de la autocrítica, pp. 241-244 38 Ibid. 39 Ibid. La izquierda de los herejes, pp. 254-257 y Milenio. 40 Ibid, AMLO contra la reforma electoral, pp. 393-396 y Reforma 41 Ibid, La declaración de AMLO pp. 88-93 42 Ibid, Puros y moderados, entre otros. 43 Ibid. Carta Abierta a Andrés Manuel López Obrador, p. 418. 44 Ibid. Carta a Alejandro Encinas, pp. 423-428. 45 Idem, La crisis del PRD, en La guerra de los herejes, pp. 163-167. 46 Ibid, Pero qué necesidad, pp 194-198. 47 Ibid, El enterrador del PRD, carta a AMLO, pp. 382-385. 48 Ibid, Obama, en La guerra de los herejes, pp 210-215. 49 Ibid, Sí a la reforma, pp. 304-308. 50 Ibid, Tragedia en el DF, pp. 220-224. 51 Ibid, Criminalización de los jóvenes, pp. 224-228. 52 Ibid, Los saldos del News Divine, pp. 233-235. 53 Accesibles por vía electrónica, en algunos periódicos digitales y en el blog que, desde febrero de 2008, están disponibles en: http:// herejiapolitica.blogspot.com 54 Adolfo Sánchez Vázquez, Primera Conferencia, en Ética y política, pp. 15-27. 55 Fernando Belaunzarán, 21 preguntas sobre Nueva Izquierda Socialdemócrata, en La guerra de los herejes, pp.33-34. 56 Ibid, pp. 35-36. 57 Adolfo Sánchez Vázquez, Segunda Conferencia, en Ética y política, p. 35. 58 Ibid, Primera Conferencia, p. 17. 59 Luís Villoro, De la idea de justicia, en Los retos de la sociedad por venir, p. 111. 60 Fernando Belaunzarán, 21 Preguntas… op. cit., p. 38. 61 Idem, Reflexiones sobre el aborto, en Desde la izquierda… op cit, pp. 267-270. 62 Adolfo Sánchez Vázquez. Cuestiones de principio y cuestiones concretas. Razones y sinrazones de la tolerancia, en Ética y Política. FCE. p. 109. 63 Fernando Belaunzarán, Manifiesto por la tolerancia, en Desde la izquierda… op cit.. pp.52-53.
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64 Adolfo Sánchez Vázquez. Segunda conferencia, en Ética y… op. cit., p. 33. 65 Ibid, p.34. 66 Fernando Belaunzarán, 21 preguntas sobre Nueva Izquierda, en La guerra… op cit. p. 35. 67 Idem, La crisis del PRD pp. 163-167. 68 Ibid, Primeras 17 tesis sobre línea política, pp.44-50. 69 Luís Villoro, El poder y el valor, FCE. 1997. 70 Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la Praxis, Siglo XXI, 2003. 71 Ibid, p. 301. 72 Idem, Ideal socialista y socialismo real, ¿Vale la pena el socialismo?, en A tiempo y destiempo, FCE, 2003. 73 Fernando Belaunzarán, 21 preguntas sobre Nueva Izquierda Socialdemócrata, en La guerra… op cit., p. 36. 74 Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, op cit, p. 59. 75 Adolfo Sánchez Vázquez, Radiografía del posmodernismo, en Filosofía y circunstancias, UNAM, p. 329. 76 Ibid, A modo de epílogo, balance de la Filosofía de la praxist p. 525 77 Fernando Belaunzarán, Adolfo Sánchez Vázquez, un gladiador con causa, en Desde la izquierda… op cit, pp.31-32. 78 Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, pp.277-278. 79 Idem. pp. 283-284. 80 Michel Foucault, Discurso y verdad en la antigua Grecia, en Pensamiento Contemporáneo No. 74, Paidos- ICE Universidad de Barcelona, 2004. 81 Ibid, pp. 35-37. 82 Ibid, pp. 37-38. 83 Ibid. p. 38. 84 Ibid, pp. 39-40. 85 Ibid. p. 40. 86 Ibid, pp. 41-42. 87 Ibid, pp. 42-43. 88 Ibid. pp. 43-44. 89 Ibid, pp. 55-56. 90 Ibid, pp. 45-46. 91 Ibid, p. 46. 92 Ibid, p. 49. 93 Ibid, pp. 49-50. 94 Ibid, p. 118
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95 Ibid, p. 112. 96 Ibid, pp. 106-107. 97 Ibid, p. 47. 98 Ibid, p. 132. 99 Ibid, pp. 136-138.
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Herejía, crítica y parresía 1 de Fernando Belaunzarán Méndez se terminó de imprimir en la ciudad de México en el mes de febrero de 2011, en los talleres de Estampa Artes Gráficas. Privada de Doctor Márquez 53, Col. Doctores, Tels. 5530 5289 / 5530 5526 Fax: 5530 9179 [email protected] Se tiraron 1000 ejemplares sobre papel bond de 75 g. en los interiores y cartulina couché de 200 g. en la portada. La composición tipográfica es de las familias Garamond y Times New Roman.
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