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Spanish Pages [58] Year 2010
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COMENTARIO A LA ÉTICA DE JOSÉ VASCONCELOS
Guillermo Arriaga García
Julio de 2009
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COMENTARIO SOBRE LA ÉTICA DE JOSÉ VASCONCELOS
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1
CONCLUSIONES ………………………………………………………
47
BIBLIOGRAFÍA
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ANEXO: “LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR”
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COMENTARIO SOBRE LA “ÉTICA” DE JOSÉ VASCONCELOS
COMENTARIO SOBRE LA “ÉTICA” DE JOSÉ VASCONCELOS
Buen día estimado lector, para comenzar este comentario señalo que me ha llamado mucho la atención la no reimpresión continua de la obra filosófica del ilustre mexicano José Vasconcelos. Leyendo el prólogo de su “Estética” y la “Ética” he encontrado observaciones filosóficas valiosas que no debieran obstaculizarse en su difusión. ¿Será la conducción a la revelación cristiana? ¿Será el vocabulario directo con el que hace ver los errores de varios personajes célebres? ¿Será la crítica abierta a los geómetras? ¿Será la misma genialidad fuera de tiempo? o ¿Cuál será el motivo de la no reimpresión de sus obras: Metafísica, Ética y Estética? Así pues, me llena de gusto el haber podido gozar de este manjar selecto y sustancioso. En un lenguaje cargado de emoción, éste prócer mexicano me ha compartido sus ideas radicales y totalitarias. Ahora trataré de comunicar lo que ha hecho eco en mi interior. José Vasconcelos formula un sistema filosófico pretendiendo la síntesis totalitaria del saber humano, de modo que se vaya puliendo conforme se ingresan más datos a la operación sintética del filósofo según en correr de su vida. La ciencia tiene que ver con análisis y la filosofía más bien con síntesis, sin exclusiones ni exclusividades. La decepción de la parcialidad en filosofía aqueja el ánimo del autodenominado “Ulises Criollo” cuando critica a los filósofos europeos, aun cuando le parece destacable el misticismo platónico. Civilizaciones como la judía y la hindú le parecen más acertadas en la totalidad que otras. Y en África es
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donde encuentra los diamantes que le brindan la solidez que busca para adquirir una visión completa del saber. Sí, de África ha provenido tanto talento que es difícil notarlo: campeones atléticos, excelentes cantantes, artistas sin igual, bailarines impresionantes, arquitectos sorprendentes, ascetas conmovedores y filósofos integrales, de entre ellos, estos dos diamantes vasconcelianos: Plotino y san Agustín.1 La filosofía, para José Vasconcelos, es el amor de saber general, total,2 universal, organizado y coherente, que busque un hilo de unidad cargado de emoción, descubriendo un sentido en el caos.3 Para lograr esto, el filósofo echa mano de todos los medios de conocimiento –sentidos, intelecto, emoción y revelación- y, así, avanzar en una síntesis4 de imaginación, sensibilidad, emotividad, ciencia y fantasía para ir penetrando en el sentido infinito, en un salto místico que adecúe todo al sistema único5 y en el júbilo de la Unidad.6 Indica que hay que diferenciar el pensar como filósofo, razonar como lógico, demostrar como científico, inventar como poeta y revelar como vidente.7 Así, el filósofo no se reduce al uso de la razón sino que incluye el dato científico y el dato revelado en la síntesis que su creativa y emotiva imaginación le favorezca sistematizar, sin 1
Además de Jesucristo, Moisés y el Buda Shakya Muni. Por esto, indica que: “África y Asia son las tierras creadoras del valor espiritual” en Vasconcelos, José: Ética. México, Ed. Botas, 2ª ed., 1939, p. 570.
2
Cfr. Vasconcelos, José: Estética. México, Ed. Botas, 3ª ed., 1945, p. 19 de 654: “Propiamente, filosofía es ciencia de totalidad”.
3
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 9-10.
4
Cfr. Ibid. p. 624: “La síntesis es posible gracias a que la conciencia posee la facultad de recorrer los diversos grados y maneras de la energía, estableciendo entre cada uno el enlace constructivo y sistemático indispensable”.
5
Cfr. Ibid. p. 13.
6
Cfr. Ibid. p. 11.
7
Cfr. Ibid. p. 9.
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contradicciones.8 Bueno, pues precisamente estos requisitos los reunieron Plotino y san Agustín, ambos neoplatónicos y místicos; y José ha vivido para reunirlos. Este egregio mexicano brinda a la humanidad un consejo valioso que reza así: “Para ser filósofo suelta tu imaginación y déjala que construya el más bello de todos los ensueños del mundo; pero antes, nútrela con el saber de todas las ciencias, enderézala con el rigor de las más severas normas, ilústrala en la verdad formal; después, pon todos estos instrumentos al servicio del misterio, que pugna en las profundidades de la conciencia”.9 “Recordad toda vuestra ciencia, estad alertas a la regla lógica y soltad el corazón: el moverá la fantasía”.10 “Abriréis los ojos, los oídos, las puertas de toda la conciencia, y llevaréis la personalidad por todas las rutas; iréis en alma empujando vigorosamente en ascenso triunfal. ¡Sentiréis el vértigo, así que ya no pueda proseguir la fantasía!”.11 “El filósofo creador
8
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 12.
9
Ibid. p.12.
10
Ibid. p. 14.
11
Ibid. p. 14.
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dedica una vida entera a formular su visión y se recrea en ella”.12 Así pues, es fácil apreciar que las exclusiones de los ingleses empiristas o de los alemanes idealistas provocaron la formación de ideologías que pretendían ajustar la realidad a su concepción intelectual, a postulados inflexibles, tanto económicos, políticos, sensuales y humanistas como sociales y religiosos.13 Para salir de la parcialidad de la ideologización de la realidad, cuando el todo se subordina a la parte, es preciso notar que estamos en la realidad, no ella en nosotros, que nuestro intelecto se ajusta ella y no ella a nuestro intelecto. Además, los imperialismos, avasallantes de la dignidad humana, se escudan en ideologías.14 Precisamente el cristianismo, que no es una ideología, urge la atención de sus seguidores al presente, a la realidad que no sólo es visible, para identificar los signos de los tiempos, detectar el buen uso de todo y llevarlo acabo, concientizar la manifestación de la Providencia divina y la bondad en realización junto con la demanda de colaboración en la extensión del Reino de Dios. El reino de la libertad, que es el divino y espiritual, encuentra un contraste recurrente en la historia humana: el reino de la opresión. Para san Agustín sería lo
12
Op. Cit. Ética: p. 40. El filósofo sabio nunca tiene la última palabra pues la vanguardia se avejenta al detenerse, la ciencia está avanzando, la mística sigue profundizando el misterio, el arte sigue creando. Y sin embargo, encuentra una base sólida sobre la cual jerarquizar los valores y sublimar sus propósitos en la gratuidad del amor. Cfr. Ibid. p. 565: “La cultura sucumbe cuando se abandona a la tradición, la rutina y al tiempo inicuo. Y todo porvenir será infecundo si no engendra presentes creadores”. Cfr. Ibid. p. 604: “Cultura que deja de expandirse empieza a decaer”. Cfr. Ibid. p. 41, ahí explica que la vanguardia se vuele vieja al abortar.
13
Cfr. Ibid. p. 23.
14
Cfr. Ibid. p. 24.
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mismo hablar de la ciudad terrestre y la ciudad de Dios.15 Vasconcelos indica que para liberarse del reino de la opresión se debe comenzar por rescatar el espíritu, así se niega el culto al imperio16 y a lo que el imperio rinde culto –ya sea el materialismo, el humanismo, el socialismo, el hedonismo, el egoísmo, la dicha temporal. Así, aunque el conquistador material se apodere inevitablemente de lo material, la ideología, que pretende conquistar lo inmaterial, no logra su acometido. La opresión no tiene poder en la independencia interior. Negando el culto al imperio es como se destruye, a la larga, al poder opresivo pues se hiere con desdén su doctrina y el imperialismo se aniquila a sí mismo17, por sus propios excesos incoherentes. Ya san Agustín veía que Roma no era destruida por sus invasores sino por las rotas costumbres que propagaba.18 Y la historia muestra como los dominadores materiales eran dominados artística y religiosamente –es decir, espiritualmente- por sus dominados. José Vasconcelos indica que la liberación comienza en el espíritu, que la ética del pueblo vencido “levanta su espíritu, en lo temporal y adverso, y formula pensamiento definitivo: concepto desnacionalizado que se resuelve en la universalidad de una metafísica, más allá del fracaso y éxito efímeros”.19 La liberación del pensamiento de prejuicios ajenos, nacionalistas y propios es necesaria para la liberación social,20 pues “el poderío violento y la
15
Para tener un mejor acercamiento al pensamiento de san Agustín, sugiero la lectura de su libro: “La Ciudad de Dios”.
16
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 28.
17
Cfr. Ibid. p. 28.
18
Cfr. San Agustín: La Ciudad de Dios; XXI, 24,5.
19
Op. Cit. Ética: p. 30.
20
Cfr. Ibid. p. 31.
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sabiduría son incompatibles”21. El espíritu es incansable y rompe límites, por lo que nunca es tarde para la concientización.22 Hacer filosofía derrota imperios23, incluido el imperio de la razón pues “la ética y la estética son las partes más avanzadas del saber”24 . “Toda verdadera filosofía busca la síntesis de los valores humanos, en vez de abstracciones que sólo sirven al entendimiento de la mente”.25 Y es aquí, en donde san Agustín encuentra que el cristianismo no causó la disolución del Imperio Romano, sino que al contrario, los cristianos fieles brindan cohesión a toda sociedad gracias a la jerarquía de los valores regida por el orden del amor, el “ordo amoris”26. Vasconcelos reconoce este punto al indicar que:
21
Op. Cit. Ética: p. 34.
22
Cfr. Ibid. p. 37.
23
Cfr. Ibid. p. 34.
24
Ibid. p. 38.
25
Ibid. p. 37.
26
Cfr. San Agustín: Del Orden; I, 9, 27: “El orden es el que, guardándolo, nos lleva a Dios; y si no lo guardamos en la vida, no lograremos elevarnos hasta Él”. Cfr. San Agustín: La Ciudad de Dios; XI, 22: “No tienen en cuenta (los herejes) qué bien encuentran cada uno en su lugar y naturaleza, y en qué hermoso orden están dispuestos, y qué ornamento proporcionalmente aportan cada uno al universo entero, como si se tratara de una sociedad política, y qué comodidad nos suministran a nosotros mismos, si sabemos usar de ellos oportunamente”. Cfr. San Agustín: Sermón 65 a; 8: “Ama ordenadamente para que seas ordenado. Distribuye a las cosas su peso e importancia. Ama al padre y a la madre, aunque tienes algo que has de amar más que al padre y a la madre. Si los amas más, serás condenado y si los amas menos, serás condenado. Ofrezcamos el honor a los padres, pero prefiramos a nuestro Creador, al que amamos más en el temor, amor, obediencia, honor, fe y deseo”. Cfr. San Agustín: Carta 118 a Dióscoro; 15: “Los seres decaen o pueden decaer, no por otro motivo sino porque fueron hechos de la nada. Lo que en ellos hay, lo que les da el ser y la permanencia y lo que los ordena en una organización universal con sus defectos, pertenece a la bondad y omnipotencia de aquel que es sumamente, y es el Creador, poderoso para hacer de la nada no sólo algo, sino algo muy grande”.
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“Sólo después del cristianismo, adquiere sentido pleno la historia; desde entonces ya no se debe hablar de historias parciales conclusas, sino de desviaciones lejos de la máxima revelación o de integraciones en su proceso”27, “el cristianismo desdeña la victoria temporal y, a veces, la contraría. La singularidad de su poder está en que prende y retoña en todos los campos. Anima el fluir de la historia, permeando de su Hálito razas y épocas,
engendrando
frutos,
con
amor
28
constructivo y trascendente” . Según Vasconcelos, cada época desempeña una tarea. Si no descubrimos el plan general del mundo es porque el plan no está subordinado al mundo. “En cambio, todo se nos hace comprensible y claro en el instante en que concebimos el planeta como parte de un todo que lo supera”.29 El universo sigue un ritmo30
Cfr. San Agustín: Comentario al salmo 127: Felicidad del justo; 13: “El fruto de la paz se encierra en la oliva. El óleo simboliza la paz, porque simboliza la caridad, y sin caridad no hay paz. Es evidente que quienes quebrantaron la paz no tenían caridad”. 27
Op. Cit. Ética: p. 599.
28
Cfr. Ibid. p. 559.
29
Ibid. p. 47. Y Cfr. Ibid. p. 46: “Cada parte obtiene sentido sólo cuando se articula en el todo y ocupa su sitio en la jerarquía divina”.
30
Cfr. Ibid. p. 44: “Hoy nos resulta casi imperceptible el paso de una física considerada como ritmo matemático a una estética sentida como ritmo de voluntad y, en seguida, a una estética sometida a ritmos regeneradores, libertadores. Así que un ritmo de existencia ha recorrido el ciclo trino: materia, moral, belleza, hácese fácil concebir el postrer tránsito: la transfiguración que convierte el material físico en material estético humano y después en material divino. Los valores del ser prepárense desde la física, para su ingreso a la filosofía y su revaloración, recreación en lo religioso, es decir, en Dios”. Sobre los ritmos de liberación, José Vasconcelos
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trazado por el orden del amor,31 “lo absoluto es suma y sublimación de ser, no abstracción ni geometría de ser. La filosofía es la espiral transmutadora, el ritmo en que se resuelve la creación al libertarse”.32 “Sólo de la filosofía, entendida como saber total, puede derivarse el plan de vida propia y de la organización colectiva”.33 Así pues, como Vasconcelos, al igual que el cristianismo, hacen la invitación a salir de ideologías y retornar a la realidad,34 tomemos, de la mano de Vasconcelos35, el dato científico y el dato revelado36 que nos brindan una visión de conjunto en su síntesis.37 Atendiendo la realidad se puede notar que ésta escapa a normas38 y cada cosa sigue su propia ley39, que la complejidad de relaciones e indica en Ibid. p. 34: “En vez de acomodarse a la práctica, procurar regirla por la norma que nos viene de arriba: eso significa liberación”. 31
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 62: “El orden que llamamos lógico sólo se aplica a las formas, a lo que tienen de apariencia formal los objetos y las vivencias. Y al lado del orden lógico se van manteniendo, desarrollando, otras maneras de relación y de ordenamiento; por ejemplo, el parentesco emotivo que se desenvuelve en orden de hermosura, en orden de apetencia, orden de amor”.
32
Cfr. Ibid. p. 39.
33
Ibid. p. 38.
34
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 15: “Nuestra hipótesis del mundo no es una ideología sino un fluir dinámico, cuya esencia supone un origen que no actúa pensando, sino deviniendo y ejercitando su poderío. Lo que no quiere decir que Dios sea irracional, sino que opera sobre la materia dinámicamente y no discursivamente”.
35
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 54: “Mi sistema es un esfuerzo de unión del saber de abajo, derivado de una experiencia metódica, y del saber superior y eterno de la poesía y la mística”.
36
Cfr. Ibid. p. 52: “El saber religioso constituye la técnica que orienta, interpreta y revive el mensaje contenido en la experiencia de las edades”.
37
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 11: “Sin conformarnos con el empirismo pluralista de la ciencia, aspiramos a una experiencia organizada y totalista, por un sistema que es el de los artistas y los místicos”. En p. 10: “Considero los hechos ligados a unidad de propósito y ordenados en un conjunto, este es el método del arte y la religión”.
38
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 44: “La vida engendra sus formas, no la inteligencia”.
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Cfr. Op. Cit. Estética: p. 12: “La realidad posee una interioridad que sólo es comparable al sentir de nuestra vida íntima y el fluir interno que la constituye. Aquí la inteligencia no crea ni construye: constata”. Cfr. Ibid. p. 13: “La sustancia escapa a sus formas, la vida a sus esquemas”. Cfr. Ibid. p. 28: “Lo que la realidad nos revela es una regularidad en función de cambio, un dinamismo siempre en proceso. La fijeza no está sino en nuestras hipótesis formales mentales. De parte del objeto sensible observamos un movimiento ajeno a nuestra voluntad y a nuestros conceptos formales”. Cfr. Ibid. p. 13: “La realidad no aspira a consumar arquetipos, sino a desarrollar una serie de cambios cuya finalidad es quizás la superación de un estado sobre otro, desde la nada de la materia original, hasta el absoluto divino. Amoldándose a impulso superativo en vez de procurar la eternidad en un estado, a lo Nietzsche, o a la perfección de su tipo, a lo Platón. Es decir, según plotinismo y no platonismo. La razón de tal negativa a perdurar en lo típico, así sea arquetipo, está en el reconocimiento de que sólo merece eternidad lo absoluto. Con Plotino o con los Padres de la Iglesia se logra una visión cabal de lo físico en ascensión hasta convertirse al espíritu y de allí a la naturaleza divina”. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 91 – 92: “Estamos esperando que la ciencia nos confirme, con la experiencia interna del hombre, la siguiente ley, tan vieja como el neoplatonismo: que la substancia, una en esencia, se transforma por degradaciones y dispersión cuando opera en el orden material. Y al revés, cuando colabora con la vida, cuando se propaga en espíritu, entonces la ley es de constante superación, incorporación a la energía divina”. Cfr. Ibid. 485: “El mismo san Agustín, en su tesis de la Trinidad, admite que el mundo puede ser un proceso; todo esto afecta a la cosa, no al alma. También en el plotinismo, que a mí me guía en la elaboración del presente sistema, se reconoce el proceso de lo inferior y decaído que busca levantarse desde el átomo y a través de lo humano, hasta la esencia divina”. Cfr. Ibid. p. 152, 181 – 183. Sobre san Agustín y Plotino. 39
Cfr. Ibid. p. 46: “El universo es una trama, y, sin embargo, cada suceso es un nuevo milagro. Y lleva en sí el germen de una ley particular. Las épocas históricas, los anhelos individuales, las especies vivas, la flora y el pensamiento: en todo hay novedad y unidad. Dios está en obra, pero sólo en lo que se refiere a su relación con la criatura”. Y continúa en Ibid. p. 49: “El mundo no es un mecanismo, ni un desarrollo, sino un estado latente de consumaciones. La trama de un tránsito que nos lleva de lo no logrado a lo logrado, de la muerte a la eterna vida. Su objeto no se consuma en alguno de los procesos parciales, pero sí opera como un haz de posibilidades múltiples, en cada partícula tiende a realizarse más allá de su propia ley (trascendencia)”. Agregando en Ibid. p. 51: “El sintetizador del mundo contemporáneo debería reconocer en todo una energía viviente, una animación a la que no escapa la cosa. Y en cada uno de nosotros, un destino que se cumple cuando se inserta en el ritmo que nos trasciende”.
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influencias de todo cuanto conforma el Universo y la espontaneidad de la Gracia40 vuelven tan alógico e irregular el cambio en la realidad que es necesario el dato revelado para tener una compresión adecuada.41 En cuanto al dato científico, los avances en física hasta la década de los 30’s del siglo XX42 dieron un salto revolucionario en la concepción de la materia, la energía, sus relaciones y sus comportamientos. La física cuántica, la teoría de la relatividad, la incertidumbre de Heisenberg y la entropía en termodinámica volcaron los principios de la física clásica, pues ésta ya no respondió a los efectos electromagnéticos, repercutiendo en la química, y, así, en la concepción moderna Junto con Op. Cit. Ética: p. 55: “El camino del orden final lo da el amor y, su intérprete, el poeta, no debe estar ausente de las elucubraciones definitivas”. Además, indica en Ibid. p. 581-582: “Un prolongado, tremendo drama, y no una sucesión de acontecimientos, ni ciclo, ni evolución, ni trama de los sucesos; algún destino lográndose, insertándose, integrándose en la potencialidad infinita, y en derredor, un caer como el de los pálidos fulgores que forman la cauda del cometa: eso es la historia incesante, perezosa y ávida de anhelos de náufragos”. Y en Ibid. p. 583: “Ni la época más despejada está libre, porque el drama nunca se interrumpe; vivo conflicto de fuerzas ordenadoras y desviaciones disolventes”. Para rematar con Ibid. p. 587: “Del acto moral no queda huella objetiva, aunque su influjo conforme las instituciones y el tipo de vida de cada época. El drama y proceso de la voluntad lo seguimos en la literatura, lo reconocemos consolidado en la doctrina. Y juzgamos de su efecto por lo que inspira de grande y extraordinario a las épocas”. Por esto, la clave acertada para interpretar la historia es la voluntad: el arte y la religión. La determinación de la voluntad que “es necesaria al orden estético, no se encuentra en el acontecer mismo, no aparece en la historia, porque está dentro y encima de ella, usándola, como se usa un ambiente, un ropaje, un instrumento”, concluye en Ibid. p. 587-588. 40
El acto gratuito y espontáneo del Creador. Cfr. ibid. p. 443: “La gracia resuelve todos los ritmos de la existencia hacia una condición liberatriz y supernatural”. Cfr. Ibid. p. 171: “El ritmo creador se hace libre, la reproducción ocurre por una indefinida renovación de milagros, mientras dura la Gracia”.
41
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 14: “En el orden del espíritu rige el amor y no el discurso. Por sus dos extremos, la realidad es alógica y nos queda para la función discursiva un mundo intermedio que es el del alma en contacto con el objeto material”.
42
Que es el tiempo en que José Vasconcelos escribe y publica su obra: “Estética”.
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del universo. La masa no es constante, el espacio y el tiempo varían según la velocidad, la materia es energía superconcentrada y la energía es materia superdiluida, hay vacio en la materia y las fuerzas, por su giro, aparentan esferas no huecas;43 es imposible calcular la posición y la velocidad de un electrón en algún instante, él puede estar en este o aquel lugar con la misma probabilidad, está en todas partes y en ninguna;44 el acomodo molecular tiende al nivel máximo de desorden buscando la homogeneidad, la materia tiende a la transformación.45 La materia y la energía están fijadas en un ciclo.46 En cuanto al dato revelado,47 el cristianismo48 indica que Dios es amor,49 que por amor creo todo cuanto existe a partir de la nada, que el ser humano es su
43
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 122: “No existe espacio propiamente dicho, puesto que la realidad física es un conjunto de fuerzas en diferente grado de concentración y capacidad radiatoria. Lo que existe es un continuo dinámico que llamamos objeto, en sus formas relativamente condensadas, y gas éter, o supuesto vacío, en las formas tenues”.
44
Como las hélices al girar, están en todo el plato que forman y en ningún lugar preciso entre más rápido sea su movimiento. La sustancia divina también está en todas partes y en ninguna (cfr. ibid. p. 120).
45
Cfr. Ibid. p. 78-81. Cfr. Op. Cit. Estética: p. 35: “El universo está en expansión y acabará por dispersarse, por dislocar los arreglos que hoy componen la materia. (…) La convicción de nuestro existir, nos afirma la permanencia de un soplo ascendente, dirigido en sentido inverso y que levanta al mundo de sus cenizas, renovando a cada instante el acto creador primitivo”.
46
José Vasconcelos considera la posibilidad de la extinción del ciclo; dada la creación, una vuelta a la necesidad de ella. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 168: “La física tiende a la desintegración de la materia por sus propias leyes, tiende a la nada.” Probablemente pensó esto por la disipación molecular que la termodinámica llama entropía, o probablemente me faltan más conocimientos de física. Vasconcelos indica en Ibid. p. 171: “Los físicos no han podido encontrar el sésamo para producir la inversa, la reintegración de la corriente dinámica, éste lo descubre el biólogo en la célula”.
47
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 45: “La revelación no es otra cosa que una forma superior de experiencia; un realismo que nos manifiesta el ser, libre de las circunstancias que lo rodean usualmente. Su presencia se hace innegable para quien contempla con los sentidos del alma”.
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imagen y semejanza, que el destino50 humano es amar a Dios51 y el resto de la creación es un medio para amar, que se ama a Dios amando a los seres humanos y haciendo buen uso de la creación. Jesucristo,52 el salvador, es el camino, el sostén y la meta del ser humano.53 Que Dios hace el bien gratuitamente.54 Que Dios actúa misericordiosamente,55 es decir, no le da a cada quien lo que merece durante esta vida mortal sino lo que necesita para ser más persona. El ser Cfr. Op. Cit. Ética: p. 205: “El fin supremo y la norma de la moral están contenidos en el Evangelio”. 48
Cfr. Ibid. p. 222: “La esencia del cristianismo es la disposición amante: la caridad, que aclara la fe y la comprueba”.
49
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 42: “Frente al vacío de la experiencia y ante la contradicción del logicismo, el poder unitivo de la doctrina cristiana del amor, conforme al Padre, nos reintegra a la confianza de la participación en lo Absoluto”. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 150: “El Sumo Bien se nos revela como ternura y júbilo supremo; desde que aparece, nos vemos en una senda nueva: el camino de la Belleza”.
50
Cfr. Ibid. p. 158: “El alma debe nacer a la vida del Espíritu”. Cfr. Ibid. p. 189: “En cada hombre tiene que cumplirse el drama de la redención de la vida. Es menester sufrir los padecimientos de la destrucción si queremos resucitar; para lo cual, no basta la fuerza propia. Se requiere la Gracia y para aprovecharla se requiere humildad, así la fuerza retorna a su fuente (palingenesia) y se acrecienta exaltando los valores. El esfuerzo propio casi se anula y se entrega; se llena de la dulzura poderoso de la misericordia”.
51
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 45: “De Dios, ser absoluto, independiente de la substancia ordinaria del Cosmos, procede el ser particular, sin rompimiento esencial de la substancia y atado con un liga que tiende a devolverlo a su fuente, por afán de totalidad y de divinidad, por amor y no por necesidad lógica. Por amor ha sido creado el mundo y por amor habrá de operarse la salvación que lo reintegre a su origen”.
52
Cfr. Ibid. p. 44: “Lo esencial está en la revelación mesiánica”.
53
Cfr. Ibid. p. 39: “En Cristo, culminación sobrenatural de la especie, el influjo divino se vuelve total y directo. Por su conducto se establece la comunicación plena con el Espíritu, nuestra individualidad se salva de la disgregación a que corren los elementos físicos, en cuyo seno se ha engendrado. (…) Cristo salva las almas”.
54
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 506: “La energía divina se da ilimitada”.
55
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 8: “Mis premisas podrán ser torpes, de mis soluciones estoy cierto. Y lo estoy porque ellas representan en esencia la fe de mi niñez, o sea la certidumbre de un Dios misericordioso que nos saca de las sombras a la claridad de la salvación”.
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humano tiene una inclinación al mal, producto de su caída, y que cuenta con la Gracia para poder estar venciendo su malévola inclinación y así hacer el bien gratis, dar a cada quien lo que necesita, ser agente de comunión y evitar toda división y exclusividad; así, el ser humano se va unificando con Dios.56 Y como Dios es amor, cuando el ser humano ama, entra en relación con Dios, en comunión con el Absoluto,57 y brinda la oportunidad de gozar de ésta relación plenificante al ser humano que esté amando. El que ama recibe más amor para dar, por lo que se acrecienta con el uso58 y, en gratitud al amor que recibe de Dios, ama en gratuidad libre de propósitos inmediatos o materiales. Otro dato revelado
56
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 43: “La novedad filosófica del Evangelio está en reconocer el amor y la gracia como caminos directos de los divino. La supremacía del conocimiento estético, sobre el racional, la proclamó el cristianismo diciendo desde el fondo de su corazón: ¡Hágase la voluntad del Padre celestial! La estética, en realidad, nace en el reconocimiento cristiano de un poder sobrenatural del amor, que se impone a las cosas, a la conducta de la tierra y al destino remoto del alma. La filosofía estética, implícita en el cristianismo, da un paso al establecerse en la voluntad, energía superior a la energía dialéctica, y por la que se alcanza el Amor, que es ya el elemento divino, Amor de Padre. (…) La belleza procede de la gracia; en las zonas de abajo descubrimos la belleza cuando hay ascensión hacia la gracia. Para determinar lo que es la gracia hay que acudir a la superciencia que es la mística. La gracia en su manifestación más alta sobrepasa la estética y requiere el instrumento sencillo de la conducta humana en los casos de santidad. La filosofía estética es una filosofía religiosa”.
57
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 64: “Nadie puede entender lo que es la unidad absoluta, ni género alguno de unidad, si no ha disfrutado la emoción precisa de una identidad no formal, sino esencial, de los seres, y las cosas en el ser”. Cfr. Ibid. p. 65: “Con las almas establezco identidades de amor o repulsiones de antipatía. El que ama no ve la apariencia del ser amado, como no ve el odio lo que apetece aniquilar. Si lo viésemos, la curiosidad y la simpatía hallarían motivos de tolerancia y de perdón. La simpatía se parece a la fuerza cósmica. Pero la ceguera del amor es de género sublime; desecha lo accesorio y se dirige al fin último, de infinita unicidad y redención. ¡No se ama porque se comprende, sino a pesar de que se comprende! Y porque más allá de la elemental comprensión está el fin común absoluto, que nos redime de la rivalidad. Los seres particulares enderezados hacia el ser absoluto: sólo eso es digno de amor. Sólo así se llega al conocimiento espiritual, franco, directo, de esencia a esencia, emotivamente y sin intermedios formales”.
58
Cfr. Ibid. p. 69: “La manera espiritual de la energía no se gasta, se acrecienta con el uso”.
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es que Dios está presente en cada acontecimiento, su Providencia permite hacer buen uso de cuanto acontezca, por lo que nadie es tentado más allá de sus fuerzas. La libertad consiste en la elección del bien.59 La adversidad fortalece si buen uso de ella se hace. La humanidad peregrina en un valle de lágrimas hasta que, al resucitar, pueda gozar de la Patria eterna. El gozo terreno se desea si se conoce, se desea más cuando menos se tiene y se desea menos entre más se tiene; el gozo divino no se desea voluntariamente mientras no se conoce, menos se desea cuanto menos se tiene y más se desea cuanto más se tiene, en él no hay embotamiento y entre más se conoce más se desea.60 El que ama conoce a Dios, el conocimiento es por la emoción61 y la voluntad, no por el intelecto.62 Por
59
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 204: “La verdadera libertad sólo se concibe en el ritmo divino”.
60
Cfr. Ibid. p. 528: “El nacimiento conforme al espíritu se funda en la negación de los valores instintivos a favor de realidades también vitales, pero superiores. El instinto se asquea de so botín sensual y la voluntad salta hacia otro propósito. Salta acrecentada, no disminuida; más vigorosa y lúcida que en los siervos de la libido”.
61
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 44: “La beatitud se alcanza mejor por la vía del artista que conduce a la creencia por deslumbramiento”.
62
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 62-63: “Se puede conocer el objeto aproximadamente, pero nunca es posible conocer el ser. Lo mismo mi pequeño ser que el ser absoluto, escapan al análisis por la buena y sencilla razón de que no les abarca conocer alguno: engendran conocimiento, pero no se dejan convertir a alguna de las modalidades del instrumento que han elaborado. En cambio, nuestro conocimiento se mantiene inseparable del ser que lo engendra. Hay un instante en que la inteligencia se anega en el ser; disponemos, por ejemplo, del medio de amor o unión con el ser. Esta manera mística, emotiva del conocimiento es la más profunda de todas. (…) En el conocimiento del amor, la inteligencia siente cumplido su objeto, se queda sin uso, anegada en la substancia de sus orígenes. (…) Porque el ser no es mero concepto sino realidad, la más positiva realidad”. Aunque el intelecto intervenga. La aproximación intelectual a Dios es por vía negativa, lo que Él que es no es. La nube del no-saber favorece la concientización de la voluntad liberada para amar por el Amor que nos ha amado primero. En este sentido, la negación budista: el pensamiento del no-pensamiento es una antesala favorable para vivir con plenitud de conciencia la compasión que se desborda desde el centro de nuestro ser y que sólo el egoísmo puede detener.
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último, registro la ley fundamental: Ama a Dios con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. Para José Vasconcelos la revelación moral63 indica “el amor a los hombres no por el hombre, sino por lo que tiene de divino el hombre. Ninguna verdad más alta ni más fecunda que esta sencilla verdad”64, termina diciendo. Además, encuentra algo fundamental en el comportamiento del ser humano: “La organización de la conducta depende del concepto que nos formamos de la divinidad. La confusión que en esta materia reina se agrava con la anarquía de los juicios personales”.65 Esto es un gran avance en la comprensión del ser humano, pues según el concepto supremo que éste tenga formulado, conciente o inconcientemente, será la jerarquía de sus valores, su obrar, su desear, su pensar, su relación con el ambiente y sus semejantes. Entre más pura sea la imagen de Dios, más persona humana se podrá ser, con inclinación al mal pero con libertad de voluntad para elegir el gozo del bien en realización. Si alguien cree que Dios se comporta como castigador de malos y premiador de buenos, entonces esa persona castigará a sus semejantes que mal se porten y premiará a aquellos cuyo comportamiento sea 63
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 148: “Es moral todo lo que nos lleve a trascender nuestra existencia; inmoral, a la inversa, lo que nos regresa al caos y a la animalidad”.
64
Ibid. p. 608.
65
Ibid. p. 449. Ahí mismo, indica que “cuando cesa la influencia de los grandes reveladores, la idea de Dios se corrompe, tanto en las pequeñas sociedades, que veneran el ‘tabú’ o el antepasado, como en los grandes imperios a la inglesa, con la idolatría de la bandera y el dios nacional. A falta de revelación extraordinaria, imaginamos la naturaleza divina según el aspecto que más nos seduce en nosotros mismos o en la vida exterior. Según el valor moral de los pueblos, así es la mitología”.
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bueno.66 En cambio, quien sepa que Dios no da a cada quien lo que se merece sino lo que necesita para ser más persona, es decir, cree en un Dios que obra misericordiosamente, entonces esa persona no se detendrá a juzgar el comportamiento sino a identificar las necesidades y obrará por su satisfacción, con tal de brindar la oportunidad de concientización en la persona que lo necesita y así cambie su conducta y viva. Alguien que crea que Dios ama a algunos y a otros no, amará a algunos y a otros los rechazará. El que crea que Dios ama sólo a los que cumplen las leyes naturales o civiles, entonces amará solamente a quienes esas leyes cumplen, a los otros los marginará y él procurará cumplir la ley y mientras no lo haga no saboreará el amor de Dios –y menos ganas de amar tendrá. El que crea que Dios ama sólo a los sabios, sólo amará a los sabios, excluirá a los no sabios y procurará ser sabio para saborear el amor de Dios. El que crea que Dios sólo ama a los serviciales, a los trabajadores, a los justos, a los cristianos, a los exitosos… bueno, la lista de divisiones crece casi sin cota, pues limitará su amor y lo condicionará, limitará la confianza y gozo de ser amado gratuitamente por Dios y su conducta será morbosa. Aquel que sepa que Dios ama incondicionalmente,67 así amará y nunca se sentirá sin el apoyo del amor divino.
66
El castigo y el premio son innecesarios en mi opinión, pues se premia el cumplir con lo que se debe cumplir como si fuera un extra y entonces la noción de responsabilidad disminuye. El castigo por lo general lo evitan los culpables y recae en los inocentes. Además, si el castigo fuera necesario para enderezar el rumbo, no habría reincidencias criminales; lo único necesario es la concientización, una vez alcanzada, el cambio no implica esfuerzo alguno. José Vasconcelos dice que la sanción está en la propia caída, que el castigo es absurdo (cfr. Op. Cit. Ética: 253 y 254).
67
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 45: “La filosofía patrística se distingue de la neoplatónica en que sabe evitar el intelectualismo que conduce al dios idea. La verdad es el Dios personal en el sentido de que se desenvuelve hacia los seres por amor”.
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Asimismo, aquel que crea que Dios ama tanto a los que obran conforme a su Voluntad, conforme a su Amor, como a los que no, no tiene porque no conformarse con la voluntad divina. Pues entre mayor sea su conformación, mayor es la apertura al aprovechamiento de la Gracia divina. De modo que quien no obra con amor no está poniendo de su parte en recibir y aprovechar los regalos divinos, pero no por esto deja de ser amado.
Ahora bien, ya que he desplegado un conjunto de datos científicos68 y revelados, sigue a continuación el planteamiento del sistema69 propuesto por Vasconcelos70 para lograr la unidad y la vibración rítmica de nuestro ser con el
68
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 598: “La visión de la ciencia llega a ser trascendente si enlaza con los polos máximos del mito y el dogma”.
69
Cfr. Ibid. p. 54: “El plan del saber necesita el complemento de las luces divinas como se manifiestan en el arte y en la religión. Mi sistema es un esfuerzo en tal sentido. Unión del saber de abajo, derivado de una experiencia metódica, y el saber superior y eterno de la poesía y la mística”. Cfr. Op. Cit. Estética: p. 22 – 23: “Mi sistema pretende construir una filosofía de base científica, pero de proyecciones sobrecientíficas y espirituales. (…) Partir del átomo para alcanzar, sin solución de continuidad, la cumbre del conocimiento divino, tal es la ruta que a todos nos traza aquel antecesor del pensamiento científico contemporáneo, el enorme Plotino”. Los supuestos de la teoría de Vasconcelos se encuentran en Ibid. 32 – 33: “El mundo exterior existe independientemente del sujeto y perdura cuando éste desaparece. Lo absoluto, Dios, existe independientemente del hombre y del mundo exterior al hombre; y seguiría existiendo aun cuando el hombre y su mundo se aniquilasen”.
70
Cfr. Ibid. p. 42 – 43: “Mi sistema, en realidad, no es sino una modernización del concepto que, desde la Patrística, enlazó con la fe del cristiano con la sabiduría antigua. A ella añado la excursión moderna por los territorios de la tradición indostánica y por la experiencia científica. Para la composición de tan extensos y múltiples datos, adopto una tesis dinamicista porque ella se adapta al leguaje de la ciencia positiva, que da su tono al saber contemporáneo. Y todavía más allá de toda experiencia mesurable, el concepto de energía engloba el querer del ánimo y el Amor del espíritu, sin otra alteración que la del ritmo que separa átomo, célula y alma. En la existencia de las almas humanas, veo otro caso de aparición de las especies sobre el planeta,
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ritmo universal.71 El punto de partida es la noción elemental y fundamental del ser. El ser es más que un concepto pues es la base de todos los conceptos.72 El ser es uno y lo mismo, tanto en los sujetos y en los objetos, pues son. El ser unifica lo múltiple, por ejemplo, el pensamiento y lo pensado se unifican en el ser.73 El ser no se conoce por vía intelectual pues el intelecto queda sin objeto ante la propia fuente del intelecto.74 Pero el conocimiento se mantiene inseparable del ser que lo engendra y hay un modo de entrar en unidad, en simpatía, con el ser: la simpatía emotiva,75 que se desenvuelve en orden de hermosura, en orden de amor. Así, el sólo que un caso trascendental, porque inicia un nuevo orden, el del amor, un nuevo espacio, el que ya no se mide porque es infinito, y un nuevo tiempo, el de la eternidad, que cobija cuanto ocurre en los dominios de la existencia”. 71
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 40: “Las conclusiones de mi filosofía desembocan en la revelación sin que las premisas supongan tal resultado. Sin buscarlo, se nos aparece en todas las rutas la presencia del divino Absoluto”.
72
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 59.
73
Cfr. Ibid. p. 60.
74
Cfr. Ibid. p. 61-62. Cfr. Ibid. p. 62 – 63: “Se puede conocer el objeto aproximadamente, pero nunca es posible conocer el ser. Lo mismo mi pequeño ser que el ser absoluto, escapan al análisis por la buena y sencilla razón de que no les abarca conocer alguno: engendran conocimiento, pero no se dejan convertir a alguna de las modalidades del instrumento que han elaborado. En cambio, nuestro conocimiento se mantiene inseparable del ser que lo engendra. Hay un instante en que la inteligencia se anega en el ser; disponemos, por ejemplo, del medio de amor o unión con el ser. Esta manera mística, emotiva del conocimiento es la más profunda de todas. (…) En el conocimiento del amor, la inteligencia siente cumplido su objeto, se queda sin uso, anegada en la substancia de sus orígenes. (…) Porque el ser no es mero concepto sino realidad, la más positiva realidad”.
75
Cfr. Ibid. p. 115 - 116: “El pensamiento participa del ser ajeno agrandando su existencia. Esto lo logra por la curiosidad, por la simpatía, por el Amor, raras veces por adecuación ideal. (…) La minúscula noción de la existencia primaria de mi yo se vuelve concreta porque hay objetos, se agiganta porque hay universos. Pero después de esta participación, se siente más vasta aún que los universos, más profunda que las dimensiones concretas; entonces rebasa lo concreto: se vuelve hacia el Amor, experimenta la alegría, se ilumina; se consuma en el mundo; después nos liberta. Conciencia lograda porque se ha insertado en el espíritu. (…) El poder fundamental del espíritu es fundir en la unidad.
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ser se siente idéntico a sí mismo por la vía mística de la emotividad.76 Entonces, “el ser aparece más bien como fuego que arde sin consumirse. Suele reflejarse en la cosa, pero su llama, la llama de ser, se alimenta de una esencia subida, semejante a la substancia de que está hecha la conciencia”.77 La experiencia nos da heterogéneos, la razón los disocia revistiéndolos de formas y captando el aspecto útil a nuestros propósitos y, por último, la emoción los reintegra vivos en la unidad. Sí, una síntesis que la razón no concibe: la reunión de los heterogéneos. La emoción, que es intuición de belleza, transporta lo irreconciliable para la razón a planos en los que trasciende su ritmo y se les siente ligados en un común propósito, en función de lo divino.78 Por esto, “conocer es poner todo lo que existe en estado de tránsito hacia una superior manera de existencia”.79 Así que yo soy y una piedra también es. Tomando la revelación, el ser absoluto es amor. Entonces, para ser idéntico a sí mismo hay que amar. Pero, ¿cómo puede amar una piedra? Puesto que ella no tiene voluntad, no puede amar por sí misma, pero sí puede participar en una manifestación mía de amor, pues yo tengo voluntad para hacerlo e intelecto para encontrar un buen uso para la piedra. Así, el amor que yo manifieste gracias a la interacción con ella redime su existencia –entra en el tránsito hacia una manera superior de existencia–, mientras se redime la mía al amar, por la redención del Amor que se da –acto puro de ser y gratuito de Dios, siendo sujeto, objeto y acción de Amor.80 De este modo, el ser 76
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 62-64.
77
Ibid. p. 63.
78
Cfr. Ibid. p. 66-67.
79
Ibid. p. 67.
80
Cfr. Ibid. p. 171: “El Absoluto es a un tiempo fuente, sostén y finalidad”.
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humano, creado para amar, encuentra en la creación el medio para amar, participando en la liberación de la esterilidad o del mal uso. La revelación continúa indicando que el que ama conoce a Dios, se conoce a sí y conoce el sentido de las demás creaturas. El tránsito regido por el orden del amor.81 Por la experiencia comprobamos que hay cosas diferentes de nuestra esencia82 y diferentes entre sí. En esta diferencia hay sorpresa y emoción.83 Y la emoción es la que interesa al sujeto a acercarse al objeto, promueve este acto volitivo84, para conocerlo estimando valor en él.85 De este modo, el conocimiento enriquece al compuesto sujeto y objeto gracia a la voluntad, le hace brotar energía inesperada y lo dota de un sentido y consecuencias que escapan de la causalidad física.86 Así, el objeto “adquiere una manera de existencia perdurable y límpida, se ennoblece y se traslada a la manera de ser conceptual, espiritual; renace en una manera más elevada de existencia”87. El sujeto experimenta dentro de sí el milagro y crece con el conocer, integrando los ámbitos circundantes a su destino. 81
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 118: “Para la emoción está el proceso que va desde el caos de los apetitos hasta el ‘ordo amoris’, que alcanza definiciones fundamentales en esa gran lógica de los sentimientos que es la doctrina del Evangelio”.
82
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 34: “La existencia es la categoría suprema. Se da en varios géneros de realidad. Estos géneros están constituidos por átomos, células y almas. (…) La esencia siempre se nos da como contenido inmortal diferenciado en estructura, átomo en física, organismo en biología, alma en la espiritualidad. La esencia, así, es origen de procesos. Cada esencia posee validez dinámica y es comienzo de ciclo, como en la célula, o transformación de sentido, como en la conciencia humana”. Cfr. Ibid. p. 37: “La esencia no aspira a algún arquetipo, sino que aspira a transformarse para progresar hacia lo Absoluto, su último, único, eterno fin”.
83
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 67.
84
El acto volitivo es germen de la disciplina moral de nuestra naturaleza. Cfr. Ibid. p. 67.
85
El juicio de valor es esencialmente ético. Cfr. Ibid. p. 67, 72-73.
86
Cfr. Ibid. p. 68.
87
Ibid. p. 68.
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Intimando lo antes ajeno en imágenes, que no son ideas estáticas y estériles,88 sino llenas de vida y significado. Hay un juego creativo en el que la fantasía transporta lo contemplado en el tránsito de la belleza en el espíritu, esto es ya el juicio estético, en el que la utilidad se ha trascendido.89 Hasta aquí, se ha indicado el punto de partida del sistema propuesto por José Vasconcelos: La energía cósmica que sustenta y orienta todos los procesos parciales de los seres.90 Esta energía se presenta en diferentes niveles, a saber: el físico, el biológico y el espiritual.91 La relación se encuentra en la doctrina general de las revulsiones de la energía cósmica, el tránsito en espiral ascendente.92 La revulsión es un medio curativo interno por medio de agentes físicos, químicos y orgánicos. Por lo que Vasconcelos indica con este término el paso de la energía de un grado inferior a uno superior93, por ejemplo: de la energía física a la vital o de la vital a la espiritual. 88
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 34: “El concepto es cristalización inerte, molde por donde pasa y se estaciona un instante la corriente, nunca vida y movimiento”.
89
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 69-70.
90
Cfr. Ibid. p. 73.
91
Cfr. Ibid. p. 78: “Todo fenómeno, todo aspecto particular de la naturaleza consiste en un vibrar, estado vibratorio más o menos perdurable, siempre variable; un arreglo de energía activa. El cuerpo, la cosa, el objeto, poseen un vibrar rítmico, mensurable. El proceso vital posee un ritmo vibratorio específico, orientado hacia fines precisos, y el estado de conciencia, pensamiento, emoción, posee también una realidad vibratoria dinámica, desinteresada de los fines concretos de la vitalidad, aunque interesada en sus fines específicos. La emoción de existencia, la intuición de belleza o de eternidad son vibrares dinámicos afines al ritmo de la cosa, pero irradian una substancia trascendida”.
92
Cfr. Ibid. p. 73-74.
93
Cfr. Ibid. p. 82: “El monismo estético resuelve el complejo dinámico de lo existente, mediante la tesis de las revulsiones y sucesiones, transfiguraciones, superaciones de la energía”, “trabajo cósmico que lleva la substancia por modificaciones complicadas, pero congruentes, hacia una constante superación de la cantidad a la calidad, y en seguida al fin uno común. Transfiguración de la energía desde los estados elementales hasta los estados incorruptibles”.
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El fluir de la energía, la esencia en acción, está limitada en la substancia.94 “La substancia es inmaterial y parecida a un plasma latente que pronto se organiza, brota y actúa; aparecen así las ondas de los cuantistas en la física, las células vitales y las imágenes”.95 Por lo que la materia, el organismo vivo y el alma reciben sustento.96 “La realidad está fecundada de sustancialidad. De esta sustancialidad emergen corrientes de ser: la corriente atómica, la corriente vital, la corriente esencialmente sustanciosa de lo espiritual”.97 La corriente atómica, vibración electromagnética, y la corriente vital, aptitud celular, tienden al ciclo cuando no a la extinción. En cambio, la corriente espiritual es incorruptible y consistente; por medio de la conciencia se mete a la zona de las anteriores
94
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 82. Cfr. Op. Cit. Estética: p. 16: “Mi mónada advierte un infinito de sustancia diversificada, (…) los seres son átomos, son células, son almas, o agregados de unos y otros y lo que en ellos importa es su relación con la Unidad que es fin y comienzo”. Cfr. Ibid. p. 18: “El universo contiene la totalidad, que el conjunto articulado de relaciones, y el todo, que no es la suma de partes sino una realidad orgánica más vasta que sus partes y que es conformada por la composición de sus partes”. Cfr. Ibid. p. 19: “El todo es la sustancia en el grado más alto de coherencia y de existencia. Y el todo es de índole espiritual, porque lo psíquico es la más alta forma de sustancia que conocemos”. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 417: “Nuestra tesis no es confusa: una substancia en distintos grados y maneras de actividad”.
95
Cfr. Ibid. p. 83. Los cuantos físicos son paquetes de energía que se integran en los elementos atómicos.
96
Cfr. Ibid. p. 506: “Los tres tipos de energía son el átomo, la célula y la conciencia. Cada uno de los tres tipos toma existencia según su manera. La energía divina se da ilimitada, permea como un océano cuando existe; es ella misma lo que existe; entra en el átomo y en las almas; crece en los seres, anima y engendra almas”. Cfr. Ibid. p. 507: “La revulsión creadora consuma el cambio, opera en cada brote, lo mismo en física que en biología o en ética. La causa de estas revulsiones nos escapa, como también el por qué de la expansión, la infinitud de la fuerza”.
97
Ibid. p. 83.
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corrientes, por la emoción convive con ellas y por la fantasía las lleva a planos inalcanzables en su correr.98 De modo que la substancia no es la misma en todo,
99
sino que se va
transformando de energía material a biológica y después a espiritual. En ésta última “ocurre la redención final, la redención de la Gracia. Y sólo después de esta regeneración se puede hablar con validez de la identificación de la energía con Dios”.100 La revulsión biológica se da cuando los átomos constituyen una célula y ésta realiza sus funciones de nutrición. La energía físico-química es convertida en energía vital. La célula tiende a la unidad por lo que va constituyendo un organismo. El organismo del ser humano es capaz de la revulsión de la energía vital en espiritual por la conciencia del alma.101 La sustancia espiritual es una emocionalidad indestructible que le permite al ser humano la captación emotiva y valorativa de su entorno y le vuelve capaz de desarrollo hacia lo absoluto.102
98
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 83-84. Además indica aquí que: “La sustancialidad del espíritu es un ser, el máximo volumen de ser que nos es dado advertir”.
99
Visión panteísta, cfr. ibid. p. 85. Cfr. Ibid. p. 167: “En el fondo de todo está la substancia, múltiple y una; el sustento”.
100
Ibid. p. 86.
101
Cfr. Ibid. p. 151: “El alma que nosotros concebimos, desde el punto de vista de la cosa, tiene una forma subsistente, intelectualizable; desde el punto de vista de la voluntad, es fuerza orientada o, por lo menos, orientable; desde el punto de vista divino, posee una capacidad de participación, un don de transubstanciación en la existencia divina, no como forma ni volición sino como consumación gozosa”.
102
Cfr. Ibid. p. 89. Además de Ibid. p 91: “El espíritu, helio del alma, no obra por ciclos, sino por espirales de liberación y de constante tránsito. No busca la eternidad de lo particular, ni siquiera la eternidad de la dicha, sino únicamente lo absoluto”.
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Aquí es donde encuentro la razón de José Vasconcelos para publicar su filosofía: concientizarnos de la posibilidad e importancia de llegar a la plenitud conciente. Así podremos apresurar tanto el tránsito ascendente y como el fin al cíclico o decadente, asimilando las cosas y los animales a la obra ética –al utilizarlos en provecho de la realización de nuestro destino–
y después a la
operación estética –al eternizarlos en la sublimación de la fantasía artística. Las cosas y los animales son integrados en la conciencia humana para la actividad ética y la contemplación estética, dándose la incorporación espiritual que los llena de significado.103 A todo esto pueden surgir preguntas como: ¿Apoco la decadencia es el sentido libertador de las criaturas con excepción de los humanos?, ¿Qué hay con las aspiraciones de la civilización para encontrar el bienestar en esta vida?, ¿Por qué el afán de justicia y dignidad de vida?, ¿Qué hay sobre el afán de progreso que inspira a muchas personas?, ¿Por qué habríamos de esforzarnos en satisfacer la miseria humana? Estas interrogantes las trataré después de exponer lo que Vasconcelos considera la ética y la estética. La ética es “ciencia de la energía encaminada a propósito”104. Juzga los medios para alcanzar los fines estéticos,105 las posibilidades de uso de todo106 –
103
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 92.
104
Cfr. Ibid. p. 455. Cfr. Ibid. p. 171: “Lo ético en acción es un impulso que contiene la degradación de la energía y reorienta la actividad, la dirige hacia el plan de la vida orgánica, hacia la voluntad en el hombre, hacia la estética en el espíritu”:
105
Cfr. Ibid. p. 178. La ética es el estudio de la norma indispensable para el logro de lo estético. Cfr. Ibid. p. 235: “La operación de las fuerzas mayores que auxilian a la persona conciente o la arrastran a abismos, constituye todo el asunto de la ética”.
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valora107 al objeto- y juzga el uso que hacemos –valora la acción108 del sujeto.109 Hacemos buen uso cuando la interacción nos sirve para avanzar en la realización de nuestro destino.110 Este propósito fundamental –la comunión con lo Absoluto111- sólo es direccionado por la estética,112 ésta le pone cabeza a los pies de la ética: la estética encauza los propósitos éticos al propósito espiritual, le libra de finalidades ajenas a lo Absoluto, la gratuidad de éste heroísmo es el culmen
106
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 108: “Veo la cosa y juzgo si es útil, inútil, buena o mala. El bien y el mal suponen un propósito. Desde ese instante, la cosa y su proceso ya no dependen de su acontecer propio, sino de la tendencia del acto a que van a incorporarse”.
107
El valor proviene de la utilidad para el amor. Cfr. Ibid. p. 276: “El valor está subordinado a los fines que lo trascienden. Abandonados a sí mismos, el valor ético y el valor estético degeneran hasta la esterilidad”.
108
Cfr. Ibid. p. 605. Ahí indica que la moral no es la costumbre, sino el conjunto de los preceptos invariables de las costumbres variables a voluntad. De modo que la ética juzga la conducta con respecto a la moral.
109
Cfr. Ibid. p. 522: “El ser humano engendra valores que no mueren”.
110
Cfr. Ibid. p. 314: “La virtud es la fuerza que consuma el bien”. p. 316: “La virtud es el acto preparatorio de la Gracia que nos unifica al Absoluto”.
111
Cfr. Ibid. p. 560: “La estética es un camino para la trasfiguración del valor humano en valor divino”.
112
Cfr. Ibid. p. 152 - 153: “La ética no puede prescindir de subordinación a los fines estéticos, a los fines sobrehumanos. De ahí que la teoría de los valores encuentra su fundamento en la estética o en la religión. Se puede hablar de leyes éticas en sí, fijas, pero sin olvidar que, aun así, son medios de realizaciones que los trascienden. La ética es un disciplina subordinada a superiores motivos. Igual que la geometría y las matemáticas son la condición del edificio, pero no su arquitectura. El plan se apoya en la forma geométrica y en las leyes de la gravedad, pero su propósito es cumplir el sueño de belleza del constructor o servir el fin social humano”. Cfr. Ibid. p. 160 - 161: “Ética es toda disciplina de vida, reglas para alcanzar determinados propósitos: el paso de potencia a acto; la trascendencia de la potencia es ética, la trascendencia del acto es estética. La ética se convierte en estética cuando el acto consumado siente la necesidad de su propio rebasamiento. El acto es finalidad particular, cuando la potencia no quiere repeticiones de actos trasciende por revulsión estética, en la cual ya no hay propiamente acto, puesto que no se persigue finalidad particular, sino sólo sentido de movimiento, hallazgo de rutas y triunfo sobre la obstrucción del movimiento redentor”.
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ético.113 La estética consiste en gozar114 de la contemplación de la belleza del bien que se realiza.115 Es un goce que no necesariamente deriva en la fruición física, es tan íntimo que hasta en la adversidad se puede experimentar, pues es espiritual. Se puede gozar al hacer buen uso de todo o, simplemente, al degustar de las realizaciones en las que no influimos por actividad física sino por creatividad fantástica espiritual. Así pues, la ética encamina la acción a propósitos y la estética evita que la finalidad de estos propósitos sea otra que la unión con lo absoluto.116 Por esto,
113
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 244: “La moral pura (gratuita), indiferente al resultado inmediato de la acción, se acerca a confundirse con la Belleza. La culminación de lo ético está en el heroísmo; impulso limpio de consideraciones ventajosas, se transporta a una esfera que se confunde con la calidad estética; penetra en lo estético”. Cfr. Ibid. p. 245: “El heroísmo es la entrega (de sí) a la fuerza divina que está reformando el mundo hasta llevarlo a la totalidad del Ser. La entrega del alma a lo Absoluto, la renuncia a la naturaleza podrida”. Cfr. Ibid. p. 174: “Se diferencia la emoción ética de la estética y de la religiosa en que la ética juzga la aptitud, decide los medios que auxilian a la voluntad en sus realizaciones; erige así normas, más bien que inventar o definir propósitos, a tal punto, que el error y el acierto no los define la ética, los determina en parte la estética, siempre que la estética no renuncia a su subordinación respecto al espíritu. (…) En la estética domina la tendencia a la renuncia de los propósitos particulares; a efecto de libertar el devenir que se realiza en lo religioso, donde ya no hay tendencia , sino logro de la unidad, conquista de la identificación con lo absoluto”:
114
Cfr. Ibid. p. 511: “El goce por excelencia es el que se deriva de la función amorosa”. Cfr. Ibid. p. 592: “El Reino (de Dios) se cumple en nosotros cuando, sobrepuestos al placer vivimos en goce”.
115
Cfr. Ibid. p. 109: “La conciencia es la que da el sentido (a la cosa). No me interesa ni el devenir propio del objeto ni la colaboración que pueda darme para realizar un propósito; únicamente abordo el objeto con ánimo de penetrar su identidad: me interesa su ser: me siento confundido con él: pero como el objeto apenas tiene un ser amenguado, entonces, en vez de contagiarme, se contagia de mi ritmo y de mi alegría: a esto se llama la representación estética del objeto”.
116
Cfr. Ibid. p. 623: “El problema privativo de la ética es el empleo del poder según las determinaciones de la finalidad. Moverse para alcanzar fines. Después, la estética, ya sólo se preocupa de alcanzar el fin absoluto”.
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José Vasconcelos encuentra la ética subordinada a la estética y, sólo así, la ética es verdaderamente sí misma.117 La ley moral, a la que la ética encamina los actos, es el amor cuando la estética no falta.118 Debido a que el propósito involucra cierta ética, se puede identificar una incipiente actividad ética en los átomos que procuran la consolidación de formas perfectas de organización en la cristalización, por ejemplo: el diamante. También cuando la organización atómica es oportuna para la vida celular.119 Otro modo insipiente de ética se puede apreciar en los seres vivos, pues estos se movilizan por el propósito de alimentarse y formar organizaciones superiores.120 La ética, en un modo más desarrollado, se da por la voluntad en el ser humano a través de la emotividad.
Cfr. Op Cit. Estética: 32: “La vida nos obliga a consumar actos, a inventar dispositivos y planes, mediante juicios de conducta cuyo propósito difiere del propósito de la realidad física y al transformarla engendra la realidad ética o el mundo del querer. (…) El alma realiza el proceso genuino del espíritu, nuestra actividad se desenvuelve, creando con la imaginación, arreglos poéticos sin equivalente en la realidad física, componiendo situaciones y previendo el estado sobrenatural y dichoso de la energía, cuando conquista la gracia o adviene a ella. (…) Abajo la física, en medio la conducta y en lo alto la belleza como anhelo de comunión con la naturaleza divina”. 117
Cfr. Op Cit. Ética: p. 508: “La acción obtiene carácter ético únicamente cuando se orienta hacia la estética y, por su conducto, a la existencia como espíritu y realidad divina”.
118
Cfr. Ibid. p. 608: “El mensaje está vivo: la ley moral no es sugerencia instintiva, ni mandato lógico, sino ley de vida y voluntad creadora, divina: el amor de los hombres no por el hombre, sino por lo que tiene de divino el hombre”.
119
Cfr. Ibid. p. 491: “Así como para el animal la ética es acercarse al fin humano, también podría decirse que la ética del mineral consiste en producir formas que se aproximen a la vida”.
120
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 34: “De un grado atómico puede salir protoplasma que, en seguida, engendra vida y permite al espíritu encarnar; del teorema geométrico no extraigo sino información”.
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La emoción121 en el ser humano brinda el paso a la estética al llenar de significado a todo lo que circunda al ser humano, así la conciencia va en aumento.122 El espíritu esta presente en la impregnación de significado y adecuación de los propósitos.123 Dada la creatividad del proceso estético, la imagen fluye en un avance gozoso124 que se realiza instante por instante.125
121
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 512: “El albedrío es, por esencia, rebelde y no quiere oír hablar de prohibiciones, sino de razones. La emoción no se conforma ni con razones: exige experiencias, convicción íntima y fe viva.” Cfr. Ibid. p. 306: “Todo valor se acompaña de una emoción, pero no toda emoción es un valor”. Cfr. Ibid. p. 292: “La emoción llena de significado a la existencia”. Cfr. Ibid. p. 288: “La emoción es esencialmente orientadora”. Cfr. Ibid. p. 162: “El juicio emotivo decide lo bueno y lo malo según el reflejo y el gozo de la belleza eterna”. Cfr. Ibid. p. 165: “La distinción de lo bueno y lo malo no es ‘en sí’ sino en relación con la Belleza trascendente. La ética sin juicio trascendente es amoral”.
122
Cfr. Ibid. p. 481: “Antes de nacer nosotros a la carne, los objetos existen, pero no nos tocan; así, antes de despertar a la conciencia, no tienen para nosotros algún sentido los símbolos, los fantasmas del poeta, los mitos del sabio”.
123
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 29: “El espíritu tiene la primacía en todo problema relacionado con el sentido, la significación de las cosas desde que entran a formar parte de un acto de conducta o un acto de pensamiento”. Cfr. Ibid. p. 30: “Todo el virtuosismo mental vale sólo cuando se aplica a la experiencia, ya sea la experiencia de lo externo o de lo interno en lo que llamamos el alma. Siempre en realismo, nunca en nebulosidades de cosas en sí o en esencia o eidos que luego resultan ser abstracción, idea, simple concepto: masturbación filosófica”. Cfr. Ibid. p. 30 – 31: “Nuestra conciencia, por vía de la representación, al incorporarse el mundo físico, al convertirlo a nuestras necesidades y propósitos, le transforma el ritmo, lo contagia de la aspiración de ascenso, lo revierte todo, proceso físico y conducta, hacia una afán de unidad constructiva”. Cfr. Ibid. p. 31: “El alma, estructura que opera por juicios lógico, ético y estético, es además, el átomo de la esfera espiritual. Su dinámica le impele a perfeccionar su integración en el ambiente inmaterial, de manera parecida a como el átomo físico busca equilibrio en la termodinámica y tal como la célula se diferencia en el seno del protoplasma. El átomo espiritual es el único elemento empeñado en la posesión del todo. Su aspiración tiende hacia una
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El ser humano crea imágenes126 de las cosas cuando capta su belleza. Y como “la belleza es la acción del Espíritu sobre la cosa”127, el esteta entra en la unión128 del Espíritu Santo.129 Como el esteta no tiene otro fin que el absoluto, las realizaciones intermedias son fecundadas por la gratuidad. La contemplación desinteresada y gozosa de la belleza inserta a lo contemplado en la redención
naturaleza parecida a la del ángel. Y su ambición es integrarse en un conjunto cuyas calidades y poderío nos sobrepasan”. 124
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 37: “El pensamiento intuitivo está organizado según el goce que llamamos estético. Es el camino de explicación de la irracionalidad de la realidad”. Cfr. Op. Cit. Ética: p.167: “La imagen, a diferencia de la idea, vive, se desarrolla, se combina, según las leyes de asociación, similitud y simpatía”.
125
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 33: “Creo que la estética es un proceso ultrabiológico, espiritual, cuyo propósito no es expresarse sino realizarse superativamente a cada instante, en un acto incremento. Una superdinámica y no una mecánica formal ni una dialéctica. Es decir, el mundo podría existir y cumplir su sino (destino), independientemente de la idea que lo conforma, porque no es el Logos (Hijo) su causa, sino la dinámica del Amor del Padre hacia el Hijo. En seguida, en vez del Logos lógico, veo el pensamiento del Espíritu Santo que por sobre el Logos dialéctico consuma la transfiguración de la substancia material impermanente, en la substancia espiritual eterna”.
126
Cfr. Ibid. p. 39: “El hombre, al crear imágenes, imita el estado que las apariencias fugitivas tomaron el día de la palingenesia (vuelta al origen): les descubre el arreglo armónico y les adivina la posibilidad de su hermosura celeste. La conciencia poética, captando visiones, ordena el equipaje de la eternidad que se salva o se pierde con el alma. (…) Mediante la operación estética extraemos de la materia tesoros de belleza y los incorporamos a la nueva vida del alma”.
127
Ibid. p. 42.
128
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 17: “La intuición de unidad, el imperativo de la norma, sólo pueden venir de una energía superior; por ejemplo, de aquel estado de conciencia que en ni “Metafísica” defino como valor estético”.
129
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 41: “La estética ocupa el instante en que la dinámica, o sea, el proceso de la sustancia, transpone el período físico para entrar en la participación en el Espíritu Santo”. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 149: “Sólo por la voluntad y su sublimación: el amor, llegamos a lo divino, que es cosa de esencia”. Cfr. Ibid. p. 181: “La verdadera unidad cósmica es la transmutación en el Espíritu Santo”.
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espiritual, así, por ejemplo, los animales cumplen su finalidad.130 Y de toda substancia se puede captar su significado estético, pues todas lo poseen.131 Esta captación se realiza en simpatía, ésta desborda el amor de nuestro interior.132 Este desbordamiento requiere de la pureza de nuestra alma.
La pureza133 se puede recibir gratuitamente134 –por gracia- o por el buen uso de la adversidad, por el dominio de las pasiones y por amar gratuitamente, es decir, sin importar lo que se reciba a cambio. La adversidad135 y el desastre son material valioso para la purificación del alma,136 pero no por eso se debe abusar
130
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 490: “Los animales se redimen por su don de asimilarse a nuestras construcciones ideales. (…) “La misión de los animales se cumple en su ciclo. Su importancia está en que nos revelan maneras insospechadas de enlace. Y nos hacen rica la propia posibilidad”.
131
Cfr. Ibid. p. 487: “Todas las substancias poseen un significado estético independientemente de su valor de aprovechamiento”.
132
Cfr. Ibid. p. 546: “La indulgencia nace de la comprensión y ésta de la simpatía, es decir, de sentir como otro, de padecer y gozar como la multitud”.
133
Cfr. Ibid. p. 190: “La más profunda intuición de una conciencia pura descubre el ritmo que rige la acción voluntaria. La voluntad toma el ritmo del Espíritu y se realiza en actividad moral perfecta”.
134
Cfr. Ibid. p. 122: “Para penetrar en Él (Dios, sustancia divina), se requiere pureza de ánimo, que sólo se obtiene en el sufrimiento o en la virtud, cuando no llega como dádiva misericordiosa”.
135
Cfr. Ibid. p. 451: “Para crear valores morales y para adquirir el criterio que reconoce sus calidades, se debe uno entregar a la disciplina del sufrimiento y la renuncia, si es que no se recibe por Gracia. Hay que salir de nuestra envoltura de prejuicios y apetitos como primera condición”.
136
Cfr. Ibid. p. 607 – 608: “El fermento de la recuperabilidad, potencialidad de nacimiento, está en la doctrina ética cristiana. Ella comunica un aliento, una permanencia del Espíritu Santo en ciertas almas a través de la adversidad y el desastre”.
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de ellos.137 Gracias a la pureza, el ser humano capta la belleza de todo y el bello modo de comportarse.138 La captación de la verdad permite descubrir las características de los objetos. Entre mayor sea el conocimiento de ellos mejor valoración para el ajuste para a los propósitos humanos se podrá hacer. Si el propósito se sublima a la belleza, se podrá avanzar hasta el Amor. De este modo, lo que Platón creía idénticos139 –a saber: la Verdad, el Bien y la Belleza–, se ve que colaboran juntos,140 que son medios unos de otros,141 hasta la finalidad del amor que 137
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 421: “La caridad alivia el padecimiento, a pesar de que lo sabe una expiación, y sería criminal prolongarlo con el pretexto de que cura”.
138
Cfr. Ibid. p. 581: “La verdad moral sólo se manifiesta al limpio de corazón, el dedo de la Providencia sólo pueden verlo los pueblos sencillos cuya conciencia se ha despejado de la adversidad. No olvidemos que un puro es quien logra las visiones del Apocalipsis. La renuncia de la complacencia sensual es el primer signo de videncia; nuestro poder limitado se agota según el cauce por donde corre. Los juicios minados por las solicitudes de la codicia, por los mirajes del interés nada advierten, pero la visión desinteresada descubre sendas, y el fondo del devenir, a pesar del caos en la historia”. Cfr. Op. Cit. Estética: p. 46: “La verdad moral exacta no se da sino en una conciencia preparada para recibirla por la mortificación y la meditación, conciencia del solitario y del santo”.
139
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 107: “Platón habla de la identidad del Bien, la Verdad, la Belleza. En rigor, no hay identidad, sino posibilidad de enlace, participación, colaboración en la escala (espiral transmutadora). El enlace sólo es eficaz cuando se pasa de una a otra condición: desde verdad, siempre objetiva, a bondad, siempre activa, y belleza, que es participación de lo divino. Sin esta concatenación de procesos, es imposible resolver los problemas parciales”.
140
Cfr. Ibid. p. 395: “El Bien, la Verdad, la Belleza no son valores coincidentes, idénticos, sino etapas, períodos, escalas de un proceso ascendente: desde la impotencia de la criatura hasta la omnipotencia del creador. Valen sólo como medios”.
141
Cfr. Ibid. p. 178: “El mismo valor absoluto ‘Bien’ no es un valor en sí, sino un valor mediato, dirigido hacia algo que lo trasciende: La Belleza. El bien sólo es bien cuando se expresa bellamente. Sólo hay bien y belleza cuando se va camino de Dios”. Cfr. Ibid. p. 192 – 193: “En la bondad hay un principio de goce, una compenetración con el ímpetu ascendente de la existencia, un derroche estético, un manar de dinamismo en acción de dádiva y esplendor. La belleza es fuego interior. La bondad es una porción del devenir íntimo, un rapto de voluntad que se dirige al fin superior de la caridad, convivencia en lo divino, y se
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plenifica y unifica en el Espíritu. La Verdad favorece la detección del bien,142 la realización del Bien favorece el goce de la Belleza, el goce de la Belleza favorece el Amor divino.143
Con este panorama clarificado sobre la ética y la estética, ahora se verá su influjo en las revulsiones de modo más desarrollado. La ética vuelve ascendente el flujo cíclico o decadente de la energía física,144 por medio del instinto dirige la energía biológica a la nutrición y crecimiento, por medio de la voluntad enriquece a la conciencia con propósito, sentido y significado, y, por medio de la subordinación consuma en la dicha. Una dicha derivada no del apetito satisfecho, sino de la fuerza cumplida, un poco, a la manera divina. La fuerza espontánea crece, supera la voluntad finalista y opera según el ‘ordo amoris’; he aquí una definición dinámica de la bondad. La fuerza del espíritu se consuma íntegramente y se reviste de hermosura en la máxima realización. La verdad ya no sólo es verdadera sino también hermosa, ya no sólo ‘acomodatio res intellectus’ sino ‘superatio res’, en la verdad trascendental”. 142
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 194: “El deber es el bien como norma. El bien es la ley superior de la conducta en sus relaciones con lo creado”. Cfr. Ibid. p. 195: “El bien es nuestra fuerza vital interna, acomodada al ‘ordo amoris’ (agustiniano)”. Cfr. Ibid. p. 237: “El bien y el mal son dos caminos y no poderes rivales. La vida se halla en tensión por los sentidos opuestos del poder moral: la idolatría del hombre y la vida en sí, o el germen de la semilla invisible”. Cfr. Ibid. p. 216. En p. 213 dice: “El mal es humano, no existe en la naturaleza”. Cfr. Ibid. p. 214: “El mal, en esencia, es alterar la jerarquía de los valores, subordinar lo noble a lo mezquino, lo temporal a lo eterno. Y libertar es jerarquizar (ordo amoris), adelantar hacia lo absoluto”.
143
Cfr. Ibid. p. 205: “Por encima de la Belleza, o como su esencia más legítima, encontramos el Amor divino”.
144
La ley física es causal, determinada por un orden fijo y recurrente. La ley ética transforma el acto repetición en acto con plan que brinda valor y significado. La energía de la materia inorgánica es constante y teóricamente reversible. (Cfr. Op. Cit. Ética p. 617) La energía de la materia orgánica es decadente. (Cfr, Ibid. p. 618) La energía del espíritu es ascendente (Cfr. Op. Cit. Estética: p. 35).
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ética, se libera de apetitos inferiores al Absoluto.145 De modo que la ética se presenta desde la búsqueda de alimento hasta la heroica trascendencia absoluta.146 La teoría de las revulsiones de la energía es constatable en la cotidianeidad pues las plantas se alimentan de minerales, así la energía física se transmuta a energía vital; el ser humano se alimenta de animales, plantas y minerales, de este modo transmuta la energía física y biológica en vital y mental.147 La energía mental crea imágenes, canaliza el obrar y recibe la influencia del Espíritu Santo al amar.
145
Cfr. Op. Cit. Ética p. 624: “El proceso de la acción ética se desenvuelve en tres órdenes claramente diferenciados, aunque unidos y confundidos en su entraña; el orden de la energía biológica, cuya ley superior es el instinto; el orden de la energía conciente, cuyo móvil es la voluntad, y el orden de la voluntad, obsedido de motivos éticos: un querer libertado de apetitos y deseoso de consumarse por mutación heroica en las formas superiores del ser. El heroísmo convierte así el valor ético en valor desobjetivado y se produce el tránsito a la estética”.
146
Cfr. Ibid. p. 625: “El ciclo ético comienza en el temblor de los ciliolos, que buscan alimento, y su término en la acción heroica, que renuncia a la conquista de los fines inmediatos y se sacrifica en vista de la finalidad estética trascendente, (…) pero goza la fruición mística. (…) El hombre, hecho héroe, entregado al sacrificio de su propia virtualidad recibe en seguida el bautizo de Gracia, la bendición del Conductor celeste”. Cfr. Ibid. p. 418: “Ningún triunfo en grande se consuma si no contribuye la Gracia”.
147
Cfr. Ibid. p. 462: “Lo que mi teoría muestra es la transmutación de la energía desde las formas físicas a las formas inmateriales”. Cfr. Ibid. p. 506: “La transmutación opera todos los días delante de nuestros ojos. Todos los días vemos en la naturaleza y especialmente en el hombre, el prodigio renovado de energías que son físicas y biológicas en el alimento, químicas en la respiración y, a través de nuestra fisiología, se transmutan en energías imponderables, energías volitivas, mentales. La fuerza, entonces, la substancia fuerza, está manando perennemente y se expresa en el ritmo atómico, en el ritmo celular, en el ritmo anímico”. Cfr. Ibid. p. 595: “Una molécula usa los componentes del ambiente, descomponiéndolos para asimilarlos, incorporándolos a una determinación superior. El crecimiento no se produce por acumulación sedimentaria, sino por aumento de la masa individualizada, a costa del ambiente, descomponiéndolos para asimilarlos, incorporándolos a una determinación superior”.
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En el alma se da la revulsión trascendental redentorista148 y emprende rutas nuevas, creativas.149
148
Cfr. Op. Cit. Estética: p. 35: “La vida es un largo y múltiple proceso de rebeldía contra el decaer físico, un devenir opuesto a la dispersión. Dentro de la vida, la conciencia humana inicia el más poderoso esfuerzo de revisión de la dinámica física. Nace nuestra personalidad como un injerto confuso, apegado a la fuerza biológica, lentamente diferenciado y finalmente libertado al incorporar su vida al espíritu. La total transformación de la energía del movimiento sólo ocurre en el alma. En ella toma impulso firme esa dinámica reversiva del orden natural, salvadora de la muerte y que el consenso de la tradición denomina espíritu. Su vigor desde que actúa, se aplica a restituir la existencia a una condición eterna. Esta característica redentorista de la vida, acentuada en su etapa psíquica, constituye el punto central de mi tesis filosófica. En la operación del espíritu veo un sistema que salva la sustancia misma de la onda de descenso que es la materia y la restituye a condición inmaterial, pero no abstracta (idea), sino viva y concreta (imagen). (…) La misión de la conciencia humana es, aparte de la función orientadora de la personalidad, la de transformar el sentido de los correres del universo y darles propósito. Mediante la conciencia humana, la energía pasa de negativa y física a positiva y espiritual, por virtud de un ‘fiat’ constantemente renovado en la atención consciente”. Cfr. Ibid. p. 36: “Los actos no son el fin último, ni la realización de la idea, sino esfuerzos volitivos o ideales de la sustancia en su lucha de consumar el tránsito del estado de sustancia torpe –física, biótica- al estado de sustancia como espíritu. No es una transformación (platónica) de la materia en forma sino el paso de substancia del estado físico al biológico y anímico. En lo anímico se avanza hacia lo absoluto ya no por ideas ni fórmula lógica (discurso) sino por incremento estético que es dinamismo salvador espiritualizante. Por gracia y amor se transporta así la substancia hecha alma al tránsito místico que conduce al ser Absoluto”.
149
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 595: “La vida espiritual, que se inicia con la voluntad, toma del ambiente determinados elementos, las tendencias orgánicas, los deseos, y los transforma de a cuerdo con su íntimo propósito y particularidad. La individuación voluntaria emprende así nuevas rutas”. Cfr. Op. Cit. p. 486-487: “Las especies zoológicas y los mismos objetos, incapaces de salir del círculo que les marcara la naturaleza, esperan el conjuro de la conciencia humana y, transformados por ella en representación, se ligan a los valores eternos, valores del espíritu. Transfiguran de esta suerte su misma esencia. El pájaro no necesita hacerse hombre (evolucionar) para llegar a la luz eterna, le basta con sus alas y su melodía. Pero este don estético del ave adquiere sentido en una conciencia y sólo en ella desenvuelve potencia motora de avatares. Ya se trate de la conciencia divina directa, cuyas operaciones no podemos imaginar, o ya se trate de su auxiliar, que es la conciencia del hombre, lo que hace falta es que la cosa o el acto llegue a la conciencia y se organice allí conforme al espíritu. (…) Todas las substancias poseen un significado estético independiente de su valor de aprovechamiento”.
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Un ejemplo de estas rutas creativas lo encontramos en la contemplación de la roca, que antes nos sirvió para hacer el bien, para amar. El color de la roca me lleva a la contemplación de un gran número de relaciones intuitivas y recuerdos como: el color preferido de mi papá, la pared del salón en que cursé el segundo año de preparatoria… la solidez de la roca me puede engendrar asociaciones variadas como la firmeza de la disciplina, la consolidación de los principios. La visión del Gran Cañón puede saltar dentro de la fantasía, incluso lo divertido que fue medir cerros.
Otro ejemplo lo encontramos en un señor que lleva a su niña de cinco años por primera vez a un bosque. De pronto, aparece ante la conciencia de la niña una cosa que le parece hermosa. El palpitar de su corazón se acelera y un impulso cargado de placer le recorre desde el pecho hasta el cuello. La niña, excitada por la contemplación le pregunta alegre a su papá “¿qué es eso?”. Cuando su padre escucha eso, deja de mirar a las hormigas que ambulaban cerca de su pie izquierdo y voltea intrigado a identificar lo que a su hija conmocionaba. Al instante le dijo a su hija: “Es una margarita, una flor muy bonita”, e inmediatamente regresó a su atención a las hormigas. “¡Margarita!, ¡Margarita!” la niña exclamaba mientras sus pies y manos una danza iniciaban. El gozo que esta niña alcanzó súbitamente por su pureza, a su padre no le fue privado más que por su adormecimiento antenal conciencial. Este adormecimiento, probablemente le vino de creer que saber su nombre o haber formulado un concepto, era todo lo que podía hacer con la realidad que le circundaba. La imagen que la niña generó vibro de dicha por la
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emotividad, no sedada por la intelección peligrosa que la revulsión estética supera.150 La atención en la emotividad es la base de la estética y la ética. Ya san Ignacio de Loyola indicó este modo de discernimiento espiritual.151 Su consejo consiste en imaginar nuestros sentimientos después de un acto que queramos juzgar, si nos trae dicha y paz entonces es bueno realizarlo, si nos trae tristeza y angustia no es conveniente realizarlo.152 San Agustín indicó que el que ama puede hacer lo que quiera pues del amor solo bien sale.153 José Vasconcelos aconseja seguir la belleza, hacer el bien bellamente y gozar de su belleza,154 y de esta belleza emana la dicha profunda y verdadera. Así, el bien no se hace por deber155 150
José Vasconcelos pone un ejemplo del conocimiento de una naranja por la vía de la intelección, de la voluntad y de la emotividad pura en Op. Cit. Ética: p. 109 – 111.
151
Cfr. Ibid. p. 204: “La moral es cosa de sentido, de ritmo, del orden impuesto por el amor. (…) La verdadera libertad sólo se concibe en el ritmo divino. (…) El amor, derivado de emoción divina, se torna en el ritmo y la ley superior del cosmos. Este amor, a la manera del Padre, camino de Gracia, se manifiesta adaptable al orden social en la sentencia que coloca por encima de la justicia a la Misericordia”. Cfr. Ibid. p. 206. La cita está de ésta nota está en la página 46.
152
Cfr. Ibid. p. 443: “Nuestras emociones son maneras del ritmo divino que anima nuestro espíritu. La moral es ritmo de la conducta amante. (…) La moral revelada es trascendente y sólo ella contiene el juicio emotivo que descubre un nuevo orden, según criterio de mayor dicha en el amor, inmortal, infinito”. Cfr. Ibid. p. 231: “Los problemas todos de la conducta se tornan clarísimos si los resolvemos de acuerdo con nuestro sentir espontáneo y sin consideración a los efectos de nuestro actuar y sin atender a los obstáculos que pudiera oponer la realidad. (…) El amor no conoce perplejidad nji en el caso en que se ve llevado a manifestarse como indignación y castigo (corrección, no tortura). Lo que ocurre cada vez que se ve amenazado el mismo amor”.
153
Cfr. Ibid. p. 334: “La pasión es fuerza ciega y peligrosa si le falta la doctrina: el Amor”.
154
Cfr. Ibid. p. 439: “La moral revelada no se asienta en el decoro, ni en un abstracto concepto del deber. San Francisco es dichoso en el bien: no lo razona ni lo mide; lo cumple con júbilo. En esta alegría se reconoce a los elegidos”.
155
Cfr. Ibid. p. 440: “El amor pone vida y goce, cumpla o no el deber”.
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pues el único propósito que persigue es la belleza156 y el goce espiritual, y ningún obstáculo frena la realización del bien porque el amor vence todas las barreras.157
La operación de las revulsiones es también perceptible en la historia. El afán por la materialidad de los pueblos primitivos es canalizado por la voluntad a una organización social por el bien común. Después, la apetencia artística y religiosa ennoblecen la cultura y favorecen la apreciación de la revelación.158 Con el saber místico-religioso, se aprovecha el valor de las edades anteriores de la humanidad.159
La voluntad sometida al deber no es libre, sometida al ritmo de la voluntad divina es libre, es usada en su máxima posibilidad; cfr. Op. Cit. Ética: p. 441. Ahí mismo señala que: “El deber se vuelve goce, se identifica con el amor y con el placer máximo, tan pronto como nos damos cuenta de que es la voluntad divina la que nos sirve de guía”. 156
Cfr. Ibid. p. 440: “El amor es bondad en función de belleza”.
157
Cfr. Ibid. p. 440. Por el amor el sacrificio es gozoso, se olvida la dureza de la regla, no hay obstáculo invencible.
158
Cfr. Ibid. p. 622 – 623: “En los pueblos cesa la voluntad para el logro del poderío más allá de la dominación de la materia. En el estado inferior, condición decaída y anárquica, la guerra, es el empleo destructivo, pero vagamente coherente de los impulsos voluntarios comunes. En seguida, en el período de la organización pacífica y técnica, la inteligencia se asocia estrechamente a la acción y se producen las culturas intelectualistas, sistemáticas pero poco fecundas. Por último, la voluntad llega a su apogeo constructor, a su visión sublime, y se produce el reformador, organizador de lo definitivo de todos los valores. Y es esto lo que comprendemos dentro del calificativo: período estético. No es que la se pase de la ambición de poder a la apetencia religioso-artística: la voluntad va corriendo sus pasos y grados cada vez con mejor propósito. (…) La categoría estética se inicia con el poeta, con el creador de mito, inclusive con el pintor, con tal de que no se sea realista y siempre que busque sentido superior en las cosas, y culmina en el vidente, que traspasa la belleza apolínea formal y la pasión dionisíaca, mediante la revelación religiosa”.
159
Cfr. Ibid. p. 52: “El saber religioso constituye la técnica que orienta, interpreta y revive el mensaje contenido en la experiencia de las edades”.
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Ahora bien, sobre las interrogantes antes indicadas160, es necesario declarar la visión de José Vasconcelos sobre la trascendencia del ser humano. Para comenzar, la dicha material no se ha logrado para todos los seres humanos. La miseria aparece como invencible en este valle de lágrimas.161 La sed de infinito del ser humano no logra, ni logrará, ser saciada con lo efímero que son las cosas,162 el ejercicio de los derechos humanos es poco probable en su realización a nivel humanidad y, aunque así fuere, la dicha alcanzada seguiría siendo insuficiente163 para las aspiraciones profundas del ser humano.164 La sed humana sólo la unión con lo absoluto la sacia y para canalizar toda la energía en revulsión libertadora es necesario trascender todos los límites que las finalidades parciales y bajas impongan. Así pues, la sociedad comúnmente exalta la consecución del paraíso terrenal.165 El estado vive gracias a la vida terrestre. El capitalismo y el socialismo 160
Las interrogantes están en la página 24.
161
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 419: “El saber tradicional, el saber religioso más bien, se ha inclinado a pensar que la miseria es irremediable en un valle de lágrimas, y la salvación, cosa individual”.
162
Cfr. Ibid. p. 241 - 243.
163
Cfr. Ibid. p. 420: “De todos modos seguirá siendo exacta la vieja tesis: Imposibilidad de la dicha en el mundo”.
164
Cfr. Ibid. p. 420: “Las almas que aspiran hurgar en lo trascendente insistirán en creer que no vale vida que no sea antecámara del cielo y senda del misterio”. Cfr. Ibid. p. 423: “Dos mil años de predicación cristiana, sin que la humanidad se transforme en masa, son prueba bastante de que no es posible pensar ni en la salvación colectiva, ni en soluciones que tengan aplicación sobre la tierra. Si no reconocemos que la salvación es obra individual y realizable fuera del plano terrestre, entonces la vida, en su conjunto, es tan absurda como la vida particular, sólo que más repugnante y monstruosa”. Cfr. Ibid. p. 419: “El cristianismo y el budismo, aun siendo eminentemente democráticos, fundamentalmente igualitarios, coinciden en la exigencia de que cada cual se labre la dicha eterna”.
165
Cfr. Ibid. p. 418: “Lo que anima de cierto místico impulso al racionalismo y al materialismo contemporáneo es la creencia de cierto incremento del valor humano a través del desarrollo
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procuran la dicha terrena. El consumismo se esfuerza en convencer sobre la divinización de los bienes terrenales. Sí, gran parte de los prejuicios sociales están encaminados al enraizamiento terreno: la sobrevaloración de la capacidad productiva, el desprecio por los improductivos, la promoción del matrimonio para aumentar el consumo gracias a los hijos –casa, alimento, vestido, educación-, desprecio por los solteros; aprecio por los ricos y “exitosos” y desprecio por los austeros e idealistas; aprecio por los que no critican la ideología materialista, hedonista y humanista, desprecio por la vida ascética, trascendente y mística. En fin, la sociedad no quiere reconocer en su raigambre el aspecto de inutilidad y estorbo para la elevación suprema del ser humano a la comunión divina. Suponiendo que se logrará el esfuerzo común y completo de la humanidad por el respeto de los derechos humanos, la vida digna, la necesidad saciada y sin obstrucción de saciamiento, el ser humano desarrollado en virtuosismo por la finalidad humana; aún así, la humanidad reconocería que su deseo de Absoluto no se ha saciado y, sin excepciones equivocas, reconocería que la trascendencia es el único afán viable. Entonces reconocería la inutilidad de mantener el supuesto paraíso terrenal, advertiría que el progreso no existe.166 De modo que para
histórico. Estas doctrinas patrocinan al nuevo mito, la diosa razón y la justicia proletaria, divinidades encargadas de asegurar un indefinido mejoramiento colectivo”. 166
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 460 – 461. No hay ni progreso ni evolución. El avance es de lo primitivo a lo especializado. Lo nuevo no proviene de lo viejo, ni lo superior de lo inferior. “Lo nuevo, lo más elevado, irrumpe y brota de un fondo profundo, no de la mera prosecución en la misma dirección”. Cfr. Ibid. p. 506: “No es creíble ni que lo inferior engendre lo superior, ni lo superior nuestro, tan limitado, sea la causa de lo inferior”. Cfr. Ibid. p. 359: “Detrás de la ilusión del progreso, nos ha llegado esta época de clarividencia, en que la realidad se presenta, sin engaños estúpidos, como el ‘valle de lágrimas’ que proclamaron los profetas hebreos”.
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acelerar el proceso de la realización humana,167 optaría por la continencia para que termine la condición peregrina humana, avanzando toda ella a lo trascendente. La tierra tendría una regeneración sin obstáculo y la humanidad, transmutada por el espíritu, estaría en su lugar de reposo. La energía vital encaminada a lo bajo, ya sea el materialismo168, el hedonismo169 o el propio humanismo170, comienza su retroceso171 y envilece172 al
167
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 421: “En mi fantasía del Prometeo vencedor, la corriente vital que se organiza en el hombre reconoce su equivocación: se contempla (en) vía desorientada de la energética universal, y decide que nada grande, definitivo, puede salir de su ímpetu si no reniega los motivos ordinarios para superarlos en la eternidad. Aspira de esta suerte a la destrucción propia, la anulación de la carne que se pudre y a reconcentrar la energía en la substancia incorruptible del espíritu”. Cfr. Ibid. p. 422: “La humanidad ilustrada de los tiempos finales no esperará a que los cataclismos cósmicos destruyan con el planeta su morada; aun cuando sólo sea para evitarse a la suerte de las ratas y las hormigas, el hombre se adelantará a la mecánica celeste mediante la propia y espontánea extinción de su descendencia. (…) La castidad como consecuencia de la repugnancia que a todo sujeto refinado inspiran los resultados del acto carnal. E en la escena postrera: el espectáculo de los últimos días de la tierra, limpia de hombres, desierta de animales y noblemente invadida otra vez de las selvas. Lista para el hielo del apagamiento solar o para el fuego del meteoro purificador. (…) La novedad de mi fantasía consiste en que, en ella, los hombres se dirigen voluntaria y gozosamente a su extinción, después de conquistar la máxima dicha terrestre. Y lo hacen animados de un pesimismo heroico y jubiloso. (…) El pesimismo heroico de mi tesis no se consuela con el éxito pleno. Lo obtiene todo, pero exige la superación. Cumpliendo el castigo de la curiosidad, y satisfecha la justicia retributiva, volvemos al paraíso terrenal, pero ya sin arrogancia y más sabios que la serpiente. Entonces, en un atardecer de la carne, nos entregamos a la llama del sol, para revivir en sustancia mejorada”. Cfr. Ibid. p. 423: “Adán y Eva, después de su inmersión en los procesos del cosmos, ricos de conocimiento y plenitud, renuncian a la dicha y aspiran a la integración en lo Absoluto. La vuelta al Padre eterno, después de las aventuras del hijo pródigo de la Creación”. Cfr. Ibid. p. 616: “Al final, cuanto quede de valioso y de firme en el mundo se integrará, por transubstanciación, en la substancia del espíritu; es decir, se verterá en el Espíritu Santo. (…) Y los que no sean reconstituidos en el Espíritu se dispersarán como el polvo de las nebulosas”.
168
Cfr. Ibid. p. 603: “Las civilizaciones materialistas concluyen con el masoquismo de la veneración de sus verdugos”.
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ser humano.173 Un místico radical174 encamina toda su energía a la finalidad absoluta175, por lo que no parece exagerado el elogio a la continencia de la 169
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 510: “Para el hedonista, y aun para el materialista, el goce erótico es el ‘oro patrón’ de todas las demás venturas”. Cfr. Ibid. p. 524: “Hay en nuestra fisiología todo un manojo de riesgos, desviaciones, enfermedades, originados en la sensualidad”.
170
Cfr. Ibid. p. 558: “La realización plena de lo humano es la meta de los materialistas y humanistas. La doctrina que intento renovar exige la superación de nuestra substancia, depurada por estadios y tránsitos que trascienden lo humano”. Cfr. Ibid. p. 583: “El fin último de la historia no está en el hombre, aunque con el hombre la historia termina. Porque tampoco el fin del hombre está en el hombre, ni su comienzo”. Cfr. Ibid. p. 413 – 414: “Al contrario, la moral que se funda en revelaciones trascendentales quiere que el individuo sea un medio de su propio destino, sacrificando aun el ‘sí mismo’ si es necesario. Y exige que la humanidad sea nada más un proceso de la superación. Sin la superación, sin la ruptura con los fines humanos, resulta lo mismo que la humanidad perezca o que sea feliz; lo importante es que se salve, que deje de ser lo que es”. Cfr. Ibid. p. 559: “Lo que siempre se confirma es que una cultura cualquiera al desembocar en el humanismo, cierra un ciclo, inicia una decadencia. El humanismo es la caída, no el término. (…) El período humanista coincide con la disolución del ciclo cultural”.
171
Cfr. Ibid. p. 509: “La función erótica impone desgaste al pensar”.
172
Cfr. Ibid. p. 592: “El poder transmutador del Espíritu Santo nos hace aptos para escapar al ciclo de las repeticiones sin esperanza”.
173
Cfr. Ibid. p. 523: “Las víctimas (del erotismo) se avergüenzan más tarde de sí mismas; pero en tanto no salimos del círculo de fuego, ¡qué tremenda sacudida, cuánto desperdicio de la esencia misma del alma!”. Cfr. Ibid. p. 529: “La sexualidad desbordada se asocia con un descenso en la capacidad media y en la eficiencia práctica. Debilita el carácter, la capacidad física, aumenta la materialidad y el hedonismo”.
174
Cfr. Ibid. p. 448: “Sólo quien se ha desligado de intereses temporales puede predicar moral”.
175
Cfr. Ibid. p. 529: “El mejor argumento a favor de la continencia es la economía de potencias susceptibles de mejor empleo, inclusive capaces de engendrar mayor goce”. Cfr. Ibid. p. 534: “Desandar la ruta biológica, negar la vida en su raíz, redimir el yerro de Adán, contestar a la Esfinge, iniciar la vida conforme al espíritu: todas estas resoluciones cósmicas sostienen el esfuerzo absurdo, suicida, sobrenatural del cenobita”. Cfr. Ibid p. 538: “¿Cómo atender los valores desinteresados, si nadie consuma el sacrificio del interés?”.
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castidad176 que Vasconcelos propone177. La transmutación178 de la energía sexual fecunda perennemente la actividad espiritual:179 artística180 y religiosa181, o, por lo
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 548: “No a todos es dada la capacidad del delirio libertador, pero sí basta con alguna experiencia para alimentar una suerte de rencor en contra de los estados pasionales que nos defraudan, robándonos el fuego digno de festín más espléndido”. Cfr. Ibid. p. 539. Ahí indica que no hay mediocridad en el continente y éste alcanza grandes alturas espirituales. 176
Cfr. Ibid. p. 510: “La castidad es condición de vida conciente”. Cfr. Ibid. p. 527: “La negación del apetito placentero constituye la prueba más evidente del actuar por influencias que no se manifiestan en los animales. Estas influencias son el material de la ética. Licenciar la libido es un retroceso y no un avance”. Cfr. Ibid. p. 528. El texto de la cita está en la nota 60. Cfr. Ibid. p. 540: “Aquel que ha dominado su deseo y goza el placer supremo de una conciencia despejada, aparece como anormal, y son los enfermos, los atormentados, los insaciables quienes ponen la regla”. Cfr. Ibid. p. 508 y 514.
177
Cfr. Ibid. p. 510: “O el amor erótico o el amor absoluto. O la vía según la familia y la sociedad o la vida conforme al Espíritu”, “la sensualidad es el cáncer del alma”. Cfr. Ibid. p. 517: “Mientras no abordemos el problema ético implícito en la fatalidad sexual, no llegaremos a cimentar la paz en nuestra propia conciencia, mucho menos en los ámbitos de la sociedad. Todo el panorama de nuestra acción en el mundo cambia según la ética sexual del contemplador”. Cfr. Ibid. p. 518. Ahí indica que el deleite erótico sólo se apacigua y reaparece, por lo que es mejor transmutarlo. Cfr. Ibid. p. 521. Ahí indica que el propio dese insaciable se va apagando.
178
Cfr. Ibid. p. 517: “La cultura es disciplina, encauzamiento y transmutación de apetitos y afectos”.
179
Cfr. Ibid. p. 543: “El líbido, disciplina impuesta por la parte superior de nuestra naturaleza, se reabsorbe y estimula acciones nobles”.
180
Cfr. Ibid. p. 544. El juego y la danza dan gusto al cuerpo y se equiparan al deporte. Cfr. Ibid. p. 329. El arte es el cauce verdadero de la pasión.
181
Cfr. Ibid. p. 547: “No suprimir la aventura, cambiarle el botín: he ahí una regla sabia. (…) El ejemplo lo dio san Francisco, transformando el deseo en júbilo y bendición. (…) Recreación del espíritu, dicha y arranques celestes. Vive así un ascetismo jubilante, que es como el premio de las horas de ascetismo triste. ¡Qué gran tesoro ha de contener el alma para ponerse en diapasón, en orden amante con el Creador!”.
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menos, encuentra un cauce benéfico en el deporte.182 Así no se participa en el ingreso a personas a los padecimientos de este valle de lágrimas183, a menos que se opte por la dedicación en su desarrollo espiritual para la comunión absoluta y salvífica.184 Todo esto proviene del desinteresado juicio estético de supera todo propósito relativo y anima a la transubstanciación de la vida.185 Sin embargo, si no andamos en el heroísmo no bajemos de la vía media al relajamiento alienante.186 No por esto pierde el ser humano el interés por saciar la miseria material humana187, pues despreciar que algo sea fin no implica que no se le aprecie como
182
Cfr. Op. Cit. Ética: p. 541: “El ejercicio físico es, sin duda, medio eficaz de aplacar, distraer, volver sano el apetito sexual”.
183
Cfr. Ibid. p. 509: “Los nuevos nacimientos son nuevos condenados a cadena perpetua”. Cfr. Ibid. p. 508: “Resulta incontrovertible que lo más opuesto y enemigo de la doctrina trascendentalista es la función destinada a perpetuar la triste condición humana”. Cfr. Ibid. p. 524: “El matrimonio es un paliativo, no un remedio. Y lo más desleal es andarlo pregonando como realización de la dicha”. “No es solución de dicha el matrimonio, ni es solución de libertad, porque no se trata de un acto inocente como el comer. El que come mata si se alimenta de carne; quien usa el sexo consuma un acto más grave que matar: dar vida”. Cfr. Ibid. p. 509: “(Quienes), ejercitando una especie de mayorazgo del espíritu, niegan su asentimiento al instinto, rehúsan la procreación y resisten la incitación carnal. Deliberadamente atraviesan la vida sin aumentar su pecado. Y esperan la otra existencia tranquilos, porque no forzaron la puerta de los destinos ajenos; no son causa de que el planeta siga enredado en absurdos”.
184
Cfr. Ibid. p. 517.
185
Cfr. Ibid. p. 560: “La estética es un camino para la trasfiguración del valor humano en valor divino”.
186
Cfr. Ibid. p. 549: “Con frecuencia seguimos a la vía media más por necesidad que por virtud; la aventura es patria del fuerte, y se da como excepción. Pero la fuerza se prueba en la manera del retorno a la serenidad. Y si ha de haber exceso, tiremos hacia el anormal (superación de lo normal), que exagera por apuntar más alto, lejos del relajamiento del subnormal. Y ya que no es posible, ni hace falta, escribir una moral para santos, recuerde el atormentado que la regla es: Continencia o pasión: nunca hábitos, menos vicios”.
187
Cfr. Ibid. p. 420 – 421: “A la religión le interesa que el problema económico se resuelva rápidamente, conforme a la más radical justicia, porque sólo eliminando la natural obsesión del
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sustento físico, se podrá ver claro en el problema del alma. Y tornaremos a advertir que, así ocurra lo mejor posible en el mejor de los mundos, ni la máxima ventura, cambia al planeta su carácter de sitio de probaciones y al hombre su destino de grano del espíritu que ha de aniquilarse para renacer. La moral cristiana no nos exime de proceder como si el progreso fuese indudable. La caridad alivia el padecimiento, a pesar de que lo sabe una expiación, y sería criminal prolongarlo con el pretexto de que cura; la tarea social debe seguirse adelante, aun cuando veamos el abismo abierto delante, pero lo esencial en la ética es hacer brotar las alas que volarán sobre el abismo”. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 34: “La regeneración de los hombres sólo puede asentarse en la tolerancia, el respeto de la existencia similar, la colaboración en los empeños del mundo, la soledad y la libertad para el logro de la tarea sobrehumana”. Cfr. Ibid. p. 421: “La tarea social debe seguirse adelante, aun cuando veamos el abismo abierto delante, pero lo esencial en la ética es hacer brotar las alas que volarán sobre el abismo”. Cfr. Ibid. p. 438: “La nueva revelación inclina a la actividad generosa, la ayuda fundada en el amor del semejante”. Cfr. Ibid. p. 438: “El cristianismo sabe a donde va. El budismo, cuyo propósito es desembarazarse de toda apariencia, cae fácilmente en nadismo estéril y pierde el sentido del esfuerzo libertador. La impulsión cristiana combate contra el mundo, el demonio y la carne, implica esa empresa grandísima, no terminada aún, no terminable: llevar la vida a expresiones ajenas al bruto, pero decisivas para la conciencia”. Cfr. Ibid. p. 448: “Los moralistas cristianos no se conforman como el reformador budista (alzarse de hombros e invocar el karma), sino que procuran poner manos a la obra, ya sea infundiendo un principio de rebelión en el sometido, ya inventando el aparato que facilita la substitución del servicio”. Cfr. Ibid. p. 196 – 197: “El hombre moral no acepta ley alguna que estorbe al compromiso adquirido con su conciencia. El hombre de dignidad no tiene otro deber que destruir imperios o régimenes si a ello le lleva el ser fiel consigo mismo.(…) Logra una posición firme dentro de sí cuando dice: ‘Temo a Dios y, si cumplo su ley, lo demás no me inquieta”. En Ibid. p. 198 dice que: “el deber es la encarnación de lo revelado en la conciencia humana”. Cfr. Ibid. p. 228. En p. 229: “La oposición a la injusticia que no mide los riesgos sino la justicia de la intención, es de esencia cristiana más pura seguramente que la no resistencia absoluta, en la que veo contagios de nihilismo, de abandono budista. El cristianismo repugna cruzarse de brazos, por lo mismo que su doctrina de salvación es activa; la misma renuncia monástica va acompañada de tarea. (…) La no resistencia al mal tiene como límite la no colaboración con el mal”. Cfr. Ibid. p. 232: “Perdona después del triunfo, perdona así que se ha vencido el mal y está garantizado el bien; antes de eso, pega, ya estés abajo, ya estés arriba, pega y ciégate de ira para que tu golpe hiera mejor, y no envilezcas tu rostro con una sola sonrisa de tolerancia de la iniquidad; pega y recuerda que la hora del perdón es la hora de la victoria, no la del combate; se
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medio, y si el ser humano atiende lo material con desprecio de lo temporal, realiza lo heroico y gratuito.188 Por lo que el ser humano obraría por una vida digna y libre de miseria material con la finalidad de favorecer la concientización de la importancia de la satisfacción de la miseria espiritual. Ya sea porque el que vea cumplidas sus aspiraciones materiales o humanas encuentre que esa no era la dicha que clama su interior, o porque saliendo de preocupaciones exageradas por lo perecedero en este peregrinar y atienda la revulsión espiritual con ahínco heroico.
Para finalizar, recibamos el mensaje directo de la mano de José Vasconcelos, sobre lo que realmente le da poder y trascendencia al ser humano: “Cuando la voluntad del hombre se organiza poderosa y se cumple en su expresión máxima, una expresión no precisamente universal, sino concretamente divina, se dice que el hombre se ha salvado. Un destino realiza plenamente, en tal caso, no su ciclo, sino su tránsito, en espiral perdona al débil; perdonar al fuerte es lo mismo que comenzar a transigir con él, eso es pusilanimidad y cobardía”. Cfr. Op. Cit. Ética: p. 228: “Si se trata de mi sola venganza, entonces no hay duda de que debo renunciar al derecho natural de devolver golpe por golpe, en cumplimiento del mandato superior que me ordena devolver bien por mal. Cuando no está de por medio el interés social ni el interés ajeno, si sólo hay de por medio intereses personales, la paciencia y la tolerancia deben prevalecer, por lo menos en tanto que la tolerancia no alcance las proporciones de laxitud moral y complicidad”. 188
Cfr. Ibid. p. 446: “Quienes no sepan desdeñar lo mismo que van a salvar, no acertarán a poner en práctica toda la devoción, toda la fuerza de heroísmo, que es necesaria a las grandes empresas”.
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libertadora. Cuando una sociedad acomoda sus anhelos, sus quereres, sus propósitos varios, al ritmo del querer divino, esa sociedad alcanza el máximo grado no del desarrollo, sino de la realización y el acierto”.189
“En el orden moral, todo depende del caudal de amor que nos impele. Y sólo el amor decide el sentido de la obra. Si llegamos a sentirnos secos, apáticos, esa será la señal de que la brújula vacila y pierde el rumbo. Si vemos las cosas envueltas en
‘pathos’ de
una
emoción
trascendental,
podemos confiar en que el yo divino es el que mira. Entonces el Espíritu penetra el cuerpo y lo anima. Y todo converge a comunión con lo esencial
y
sobrehumano
de
nuestra
naturaleza”.190
189
Op. Cit. Ética: p. 596.
190
Ibid. p. 206.
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CONCLUSIONES
El objetivo de comentar la visón de José Vasconcelos sobre la Ética y su sistema filosófico se ha concretado en la exposición del presente escrito. Después de degustar el pensamiento de éste ilustre filósofo, manifiesto las siguientes conclusiones: •
El ser humano tiene un destino, el modo de realización que se descubre, no se inventa a capricho, pero se efectúa de modo creativo.
•
La dicha espiritual revela el tránsito por el camino de realización.
•
El amor gratuito y sin exclusiones es el impulso efectivo para alcanzar este goce espiritual.
•
Las criaturas inertes tienen un ciclo repetitivo en el que se van transformando. No tiene mayor trascendencia su presencia por sí misma, excepto cuando su organización permite la formación de seres vivos.
•
Los seres vivos se encuentran dentro de un ciclo en el que avanzan a la organización pero la muerte finaliza su ciclo. Perpetúan la especie con la reproducción pero su existencia no tiene mayor trascendencia por sí misma.
•
Los seres humanos tenemos la posibilidad de desarrollar la vida espiritual. Podemos trascender y llevar con nosotros a trascendencia a las demás criaturas al incluirlas en nuestra espiritualidad por medio de las imágenes vivas por la fantasía. También podemos hacer buen uso de la creación para realizar el más alto propósito de la existencia de las demás criaturas y el seguimiento de nuestro destino: amar en comunión absoluta.
•
Dentro de la belleza espiritual, se da la apertura al aprovechamiento de la Gracia que lleva al ser humano a vivir la identificación universal y absoluta.
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CONCLUSIONES
•
El discernimiento emotivo es eficaz para valorar las acciones, pues las compara con el seguimiento del ritmo divino.
•
El amor es el móvil de la trascendencia y ordenamiento adecuado de los valores y los deseos.
•
La ética estudia los medios y los norma para la consecución eficaz de la finalidad estética y mística.
•
La percepción del ritmo divino es advertida con mayor facilidad entre más pura sea la conciencia humana. El buen uso de la adversidad y el sufrimiento, favorecen la purificación.
•
La vida plenamente conciente no canaliza la energía que posee en otra cosa que no sea la acción amante en unión con lo absoluto.
•
Sólo lo absoluto es eterno, lo demás es perecedero.
•
El intelecto favorece el conocimiento de la verdad, con ella se puede encontrar el buen uso de todo por la voluntad y la emoción, se encuentra el bien, con la realización del bien se encuentra la belleza por emotividad, con la contemplación de la belleza se accede a la dicha divina en comunión absoluta por simpatía.
•
El rechazar que la materialidad, el hedonismo y el humanismo sean un fin, no implica el rechazarlos como medios para la finalidad absoluta. De hecho, hay heroísmo cuando desinteresadamente obramos. La búsqueda de la dicha terrenal se debe procurar sin desatender la dicha celestial en la construcción de una civilización del amor.191
191
Recomiendo encarecidamente leer el anexo. Es la magistral conclusión de la Doctrina Social de la Iglesia Católica.
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BIBLIOGRAFÍA
A
VASCONCELOS, José: Ética. México, Ed. Botas, 2ª ed., 1939, p.p. 632.
VASCONCELOS, José: Estética. México, Ed. Botas, 3ª ed., 1945, p.p. 654.
OREAR, Jay: Física fundamental. México, Ed. Limusa, 2ª ed., 1980, p.p. 494.
Catecismo de la Iglesia Católica. México, Coeditores Católicos Unidos, 2004, p.p. 982.
Pontificio Consejo de ‘Justicia y Paz’: Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2005, p.p. 508.
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ANEXO: HACIA UNA CIVILIZACIÓN DEL AMOR
V͕͖͝
a) La ayuda de la Iglesia al hombre contemporáneo 575 La sociedad contemporánea advierte y vive profusamente una nueva necesidad de sentido: « Siempre deseará el hombre saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de su acción y de su muerte ».1206 Resultan arduos los intentos de satisfacer las exigencias de proyectar el futuro en el nuevo contexto de las relaciones internacionales, cada vez más complejas e interdependientes, y al mismo tiempo menos ordenadas y pacíficas. La vida y la muerte de las personas parecen estar confiadas únicamente al progreso científico y tecnológico, que avanza mucho más rápidamente que la capacidad humana de establecer sus fines y evaluar sus costos. Muchos fenómenos indican, por el contrario, que « en las Naciones más ricas, los hombres, insatisfechos cada vez más por la posesión de los bienes materiales, abandonan la utopía de un paraíso perdurable aquí en la tierra. Al mismo tiempo, la humanidad entera no solamente está adquiriendo una conciencia cada día más clara de los derechos inviolables y universales de la persona humana, sino que además se esfuerza con toda clase de recursos por establecer entre los hombres relaciones mutuas más justas y adecuadas a su propia dignidad ».1207 576 A las preguntas de fondo sobre el sentido y el fin de la aventura humana, la Iglesia responde con el anuncio del Evangelio de Cristo, que rescata la dignidad de la persona humana del vaivén de las opiniones, asegurando la libertad del hombre como ninguna ley humana puede hacerlo. El Concilio Vaticano II indica que la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo consiste en ayudar a cada ser humano a descubrir en Dios el significado último de su existencia: la Iglesia sabe bien que « sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solos los 192
Éste es el texto íntegro y directo de la conclusión del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Las referencias de las notas indicadas en este documento, desde el número 1206 hasta el 1232, se encuentran en las últimas dos páginas.
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ANEXO: HACIA UNA CIVILIZACIÓN DEL AMOR
alimentos terrenos ».1208 Sólo Dios, que ha creado el hombre a su imagen y lo ha redimido del pecado, puede ofrecer a los interrogantes humanos más radicales una respuesta plenamente adecuada por medio de la Revelación realizada en su Hijo hecho hombre: el Evangelio, en efecto, « anuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, que derivan en última instancia, del pecado; respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decisión; advierte sin cesar que todo talento humano debe redundar en servicio de Dios y bien de la humanidad; encomienda, finalmente, a todos a la caridad de todos ».1209
b) Recomenzar desde la fe en Cristo 577 La fe en Dios y en Jesucristo ilumina los principios morales que son « el único e insustituible fundamento de estable tranquilidad en que se apoya el orden interno y externo de la vida privada y pública, que es el único que puede engendrar y salvaguardar la prosperidad de los Estados ».1210 La vida social se debe ajustar al designio divino: « La dimensión teológica se hace necesaria para interpretar y resolver los actuales problemas de la convivencia humana ».1211 Ante las graves formas de explotación y de injusticia social « se difunde y agudiza cada vez más la necesidad de una radical renovación personal y social capaz de asegurar justicia, solidaridad, honestidad y transparencia. Ciertamente es largo y fatigoso el camino que hay que recorrer; muchos y grandes son los esfuerzos por realizar para que pueda darse semejante renovación, incluso por las causas múltiples y graves que generan y favorecen las situaciones de injusticia presentes hoy en el mundo. Pero, como enseñan la experiencia y la historia de cada uno, no es difícil encontrar, al origen de estas situaciones, causas propiamente “culturales”, relacionadas con una determinada visión del hombre, de la sociedad y del mundo. En realidad, en el centro de la cuestión cultural está el sentido moral, que a su vez se fundamenta y se realiza en el sentido religioso ».1212 También en lo que respecta a la « cuestión social » se debe evitar « la ingenua convicción de que haya una fórmula mágica para los grandes desafíos de nuestro tiempo. No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros! No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la
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Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste ».1213
c) Una esperanza sólida 578 La Iglesia enseña al hombre que Dios le ofrece la posibilidad real de superar el mal y de alcanzar el bien. El Señor ha redimido al hombre, lo ha rescatado a caro precio (cf. 1 Co 6,20). El sentido y el fundamento del compromiso cristiano en el mundo derivan de esta certeza, capaz de encender la esperanza, a pesar del pecado que marca profundamente la historia humana: la promesa divina garantiza que el mundo no permanece encerrado en sí mismo, sino abierto al Reino de Dios. La Iglesia conoce los efectos del « misterio de la impiedad » (2 Ts 2,7), pero sabe también que « hay en la persona humana suficientes cualidades y energías, y hay una “bondad” fundamental (cf. Gn 1,31), porque es imagen de su Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, “cercano a todo hombre”, y porque la acción eficaz del Espíritu Santo “llena la tierra” (Sb 1,7) ».1214 579 La esperanza cristiana confiere una fuerte determinación al compromiso en campo social, infundiendo confianza en la posibilidad de construir un mundo mejor, sabiendo bien que no puede existir un « paraíso perdurable aquí en la tierra ».1215 Los cristianos, especialmente los fieles laicos, deben comportarse de tal modo que « la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social. Se manifiestan como hijos de la promesa en la medida en que, fuertes en la fe y en la esperanza, aprovechan el tiempo presente (cf. Ef 5,16; Col 4,5) y esperan con paciencia la gloria futura (cf. Rm 8,25). Pero no escondan esta esperanza en el interior de su alma, antes bien manifiéstenla, incluso a través de las estructuras de la vida secular, en una constante renovación y en un forcejeo con los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos (Ef 6,12) ».1216 Las motivaciones religiosas de este compromiso pueden no ser compartidas, pero las convicciones morales que se derivan de ellas constituyen un punto de encuentro entre los cristianos y todos los hombres de buena voluntad.
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d) Construir la « civilización del amor » 580 La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre. Entre estos principios, el de la solidaridad en cierta medida comprende todos los demás: éste constituye « uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política ».1217 Este principio está iluminado por el primado de la caridad « que es signo distintivo de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35) ».1218 Jesús « nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor » 1219 (cf. Mt 22,40; Jn 15,12; Col 3,14; St 2,8). El comportamiento de la persona es plenamente humano cuando nace del amor, manifiesta el amor y está ordenado al amor. Esta verdad vale también en el ámbito social: es necesario que los cristianos sean testigos profundamente convencidos y sepan mostrar, con sus vidas, que el amor es la única fuerza (cf. 1 Co 12,31-14,1) que puede conducir a la perfección personal y social y mover la historia hacia el bien. 581 El amor debe estar presente y penetrar todas las relaciones sociales: 1220 especialmente aquellos que tienen el deber de proveer al bien de los pueblos « se afanen por conservar en sí mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha de esperar principalmente de la caridad, de la caridad cristiana entendemos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio, y que, dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo ».1221 Este amor puede ser llamado « caridad social » 1222 o « caridad política » 1223 y se debe extender a todo el género humano.1224 El « amor social » 1225 se sitúa en las antípodas del egoísmo y del individualismo: sin absolutizar la vida social, como sucede en las visiones horizontalistas que se quedan en una lectura exclusivamente sociológica, no se puede olvidar que el desarrollo integral de la persona y el crecimiento social se condicionan mutuamente. El egoísmo, por tanto, es el enemigo más deletéreo de una sociedad ordenada: la historia muestra la devastación que se produce en los corazones cuando el hombre no es capaz de reconocer otro valor y otra
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realidad efectiva que de los bienes materiales, cuya búsqueda obsesiva sofoca e impide su capacidad de entrega. 582 Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social —a nivel político, económico, cultural—, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción. Si la justicia « es de por sí apta para servir de “árbitro” entre los hombres en la recíproca repartición de los bienes objetivos según una medida adecuada, el amor en cambio, y solamente el amor (también ese amor benigno que llamamos “misericordia”), es capaz de restituir el hombre a sí mismo ».1226 No se pueden regular las relaciones humanas únicamente con la medida de la justicia: « El cristiano sabe que el amor es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre. Es también el amor lo que Él espera como respuesta del hombre. Por eso el amor es la forma más alta y más noble de relación de los seres humanos entre sí. El amor debe animar, pues, todos los ámbitos de la vida humana, extendiéndose igualmente al orden internacional. Sólo una humanidad en la que reine la “civilización del amor” podrá gozar de una paz auténtica y duradera ».1227 En este sentido, el Magisterio recomienda encarecidamente la solidaridad porque está en condiciones de garantizar el bien común, en cuanto favorece el desarrollo integral de las personas: la caridad « te hace ver en el prójimo a ti mismo ».1228 583 Sólo la caridad puede cambiar completamente al hombre.1229 Semejante cambio no significa anular la dimensión terrena en una espiritualidad desencarnada.1230 Quien piensa conformarse a la virtud sobrenatural del amor sin tener en cuenta su correspondiente fundamento natural, que incluye los deberes de la justicia, se engaña a sí mismo: « La caridad representa el mayor mandamiento social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la práctica de la justicia y es la única que nos hace capaces de ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo: “Quien intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará” (Lc 17,33) ».1231 Pero la caridad tampoco se puede agotar en la dimensión terrena de las relaciones humanas y sociales, porque toda su eficacia deriva de la referencia a Dios: « En la tarde de esta vida, compareceré delante ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo... ».1232
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_______________________________ Las notas que conlleva este documento, que van desde la 1206 hasta la 1232, son las siguientes:
1206
Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41: AAS 58 (1966) 1059.
1207
Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 451.
1208
Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41: AAS 58 (1966) 1059.
1209
Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 41: AAS 58 (1966) 1059- 1060.
1210
Pío XII, Carta enc. Summi Pontificatus: AAS 31 (1939) 425.
1211
Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 55: AAS 83 (1991) 860-861.
1212
Juan Pablo II, Carta enc. Veritatis splendor, 98: AAS 85 (1993) 1210; cf. Id., Carta enc. Centesimus annus, 24: AAS 83 (1991) 821-822.
1213
Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 29: AAS 93 (2001) 285.
1214
Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 47: AAS 80 (1988) 580.
1215
Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 451.
1216
Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 35: AAS 57 (1965) 40.
1217
Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 10: AAS 83 (1991) 805-806.
1218
Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 40: AAS 80 (1988) 568.
1219
Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 38: AAS 58 (1966) 1055- 1056; cf. Id., Const. dogm. Lumen gentium, 42: AAS 57 (1965) 47-48; Catecismo de la Iglesia Católica, 826.
1220
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1889.
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_______________________________ 1221
León XIII, Carta enc. Rerum novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 143; cf. Benedicto XV, Carta enc. Pacem Dei: AAS 12 (1920) 215.
1222
Cf. Sto. Tomás de Aquino, QD De caritate, a. 9, c; Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 206-207; Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 410; Pablo VI, Discurso en la sede de la FAO (16 de noviembre de 1970), 11: AAS 62 (1970) 837-838; Juan Pablo II, Discurso a los Miembros de la Pontificia Comisión « Iustitia et Pax » (9 de febrero de 1980), 7: AAS 72 (1980) 187.
1223
Cf. Pablo VI, Carta ap. Octogesima adveniens, 46: AAS 63 (1971) 433-435.
1224
Cf. Concilio Vaticano II, Decr. Apostolicam actuositatem, 8: AAS 58 (1966) 844-845; Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 44: AAS 59 (1967) 279; Juan Pablo II, Exh. ap. Christifideles laici, 42: AAS 81 (1989) 472-476; Catecismo de la Iglesia Católica, 1939.
1225
Juan Pablo II, Carta enc. Redemptor hominis,15: AAS 71 (1979) 288.
1226
Juan Pablo II, Carta enc. Dives in misericordia, 14: AAS 72 (1980) 1223.
1227
Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 10: AAS 96 (2004) 121; cf. Id., Carta enc. Dives in misericordia, 14: AAS 72 (1980) 1224; Catecismo de la Iglesia Católica, 2212.
1228
San Juan Crisóstomo, Homilia De perfecta caritate, I, 2: PG 56, 281-282.
1229
Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 49-51: AAS 93 (2001) 302-304.
1230
Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 5: AAS 83 (1991) 798-800.
1231
Catecismo de la Iglesia Católica, 1889.
1232
Sta. Teresa del Niño Jesús, Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios. Oraciones: Obras Completas, Editorial Monte Carmelo, Burgos 1998, p. 758, citado en: Catecismo de la Iglesia Católica, 2011.
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