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Spanish Pages [548]
Gaceta de Ciencias, Artes y Política 1620 – 1665
Carlos Maza Gómez
© Todos los derechos reservados Carlos Maza Gómez, 2008
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Yo, Galileo... abjuro, maldigo y aborrezco los mencionados errores y herejías, y en general cualquier otro error, y juro que en el futuro no oiré nunca más ni afirmaré, por escrito o de palabra, cosas por las cuales pueda ser objeto de semejantes sospechas. Galileo Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; me persuado de que nunca ha existido nada de lo que mi memoria llena de recuerdos me presenta; pienso no tener ningún sentido; creo que el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar no son más que ficciones de mi espíritu. ¿Qué podrá, pues, ser considerado verdadero? Quizá nada, salvo que nada hay en el mundo de verdadero. Descartes. “Meditaciones” En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay poder común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia. En la guerra, la fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales... Es natural también que en dicha condición no existan ni propiedad ni dominio, indistinción entre tuyo y mío; sólo pertenece a cada uno lo que puede tomar, y sólo en tanto que puede conservarlo. Todo ello puede afirmarse de esa miserable condición en que el hombre se encuentra por obra de la simple naturaleza, si bien tiene una cierta posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones, en parte por su razón. Hobbes. “Leviatán” 3
Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas sierpe de plata, entre las flores se quiebra, cuando músico celebra de las flores la piedad que le dan la majestad del campo abierto a su huída; ¿y teniendo yo más vida, tengo menos libertad? Calderón de la Barca. “La vida es sueño”
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Prólogo En el año 2000, durante la realización de una tesis doctoral tediosa e interminable, volví la vista a mis lecturas sobre Historia de la Ciencia durante los siglos XVII y XVIII. En el último de ellos encontraba cómo los hombres formaban un bello sueño basado en la Razón, la ilusión de que a través de ella las Luces del Conocimiento triunfaban sobre siglos de Oscuridad, cómo nacía un mundo nuevo y distinto que suponía el imperio del Hombre. Desde el punto de vista filosófico las aportaciones francesas en torno al Enciclopedismo de Diderot y D’Alembert suponían el ariete de este esplendor de la razón humana. Respecto de la ciencia, se levantaba sobre todas la gigantesca figura de Isaac Newton y la herramienta del Cálculo matemático, llave para la resolución de problemas hasta entonces imposibles de resolver. Para comprender mejor de dónde nacía esta firme creencia en el hombre, el científico y su razón, había sin embargo que retroceder hasta un siglo antes. En el XVII observamos cómo, a partir de un mundo de creencias religiosas y de un pensamiento aún aherrojado por ellas, van surgiendo las primeras discrepancias científicas con Galileo, una nueva forma de mirar el mundo por medio de la ciencia y los experimentos daba lugar a interesantes descubrimientos con Boyle, Pascal, Torricelli y tantos otros. Sin embargo, la figura intelectual de Descartes encarna a la perfección esta nueva forma de pensamiento que trata de asentar el conocimiento sobre nuevas bases, entre ellas la duda sobre la viabilidad de los sentidos, que da paso al apoyo en la razón humana. A través de esas lecturas concebí entonces, inicialmente como mera diversión propia, el proyecto de 5
hacer hablar a esos hombres que vivieron, pensaron, se equivocaron y construyeron una nueva ciencia. El segundo objetivo fue acercarlos al lector incluso con el medio anacrónico de un periodismo como el actual. De este modo escribí una Gaceta de las Ciencias, las Artes y la Política donde supuestos periodistas (¡incluso mujeres! algo inimaginable entonces) entrevistaban y hacían artículos cortos sobre los sucesos y personajes del siglo XVII en Europa. Naturalmente, eso suponía elegir los que consideraba más relevantes, algo siempre personal pero tamizado con lo que hoy en día consideramos importante, no tanto quizá en aquel tiempo. Por otro lado, no podía olvidarse el contexto general de un mundo político convulso, con innumerables guerras europeas (la de los Treinta Años) donde declinaba el poder imperial y español para dar paso a las nuevas naciones francesa e inglesa, de doloroso nacimiento en ocasiones. Tampoco se podía dejar a un lado la obra artística (arquitectura, pintura, literatura) donde brillaban con luz propia construcciones realizadas en Italia u obras pictóricas como las de Rembrandt o Velázquez, además de teatro y poesía que fueron espléndidos en aquel tiempo. El resultado de esta Gaceta, finalmente, es una obra que creo de especial utilidad para el curioso, el que desea un conocimiento general de la época y, sobre todo, para el profesor de Ciencias, que ha de acercar a sus estudiantes obras tan alejadas en principio de sus intereses más inmediatos. La cercanía de los autores de hace tanto tiempo, sus propias palabras, aunque ficticias, pueden permitir una mejor comprensión de los balbuceos y aciertos de aquellas formas de pensamiento de las que hoy en día seguimos siendo herederos. 6
Índice Gaceta nº 1. 1625 ........................................................ La revuelta de Bohemia ............................................... La elección de un rey de Bohemia y de un emperador La batalla de la Montaña Blanca .................................. El aplastamiento de Bohemia ....................................... Felipe IV, nuevo rey de España ................................... El viaje del príncipe Carlos a Madrid y la boda que no pudo ser ........................................................................ Los peregrinos del Mayflower fundan la colonia de Plymouth ...................................................................... Muerte de Francisco de Sales, obispo de Ginebra ....... Entrevista en profundidad: Francis Bacon ................... Jobs Bürgi perfecciona las tablas de Lord Neper ......... Debate abierto sobre la nueva obra de Galileo: El Ensayador .....................................................................
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Gaceta nº 2. 1630 ........................................................ La victoria española en Breda: Luces y sombras ......... La frustrada flota católica en el Báltico ....................... La campaña del rey Christian de Dinamarca ............... Stralsund: Los límites de la victoria de Wallenstein .... En la muerte de Francis Bacon .................................... William Harvey y la circulación de la sangre .............. Los últimos años de Johannes Kepler .......................... La muerte de Maderno y el nacimiento de una nueva arquitectura ................................................................... La década prodigiosa del pintor Rubens ...................... Muerte de un poeta español: Luis de Góngora ............
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Gaceta nº 3. 1635 ........................................................ Fuerzas suecas invaden territorios alemanes ............... El general Tilly: De las derrotas a la muerte ................ La batalla de Lützen y el final del rey Gustavo Adolfo Nördlingen y la paz de Praga ....................................... El doctor Harvey opina sobre la fecundación .............. El Teatro de Insectos .................................................... Jardín Real de plantas de París ..................................... El eminente sabio Galileo, condenado ........................ Ha muerto el primer poeta “metafísico”: John Donne . La lección de anatomía del profesor Tulp: Una obra maestra discutida .......................................................... Diego de Silva Velázquez, pintor en la corte del rey de España .....................................................................
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Gaceta Extraordinaria nº 1: Cosmología ................. La Tierra y el Cielo entre los antiguos hebreos ........... La especulación: Anaximandro .................................... La observación: Anaxímenes ....................................... El número y la armonía: Pitágoras ............................... La eclíptica y el extraño movimiento de los planetas .. Platón y la figura ideal perfecta ................................... La construcción de esferas: Eudoxio ........................... El Sistema del Mundo: Aristóteles ............................... Las primeras medidas astronómicas: Aristarco y Eratóstenes ................................................................... La explicación por deferentes y epiciclos: Ptolomeo ... Nuevos artificios: Los epiciclos menores y los ecuantes ........................................................................ La adaptación ptolemaica al sistema de esferas ........... El comienzo de la Trigonometría .................................
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La aplicación de la tabla de cuerdas ............................. El Cosmos desde Aristóteles a Copérnico ................... Copérnico y los tres movimientos terrestres ................ Tycho Brahe y el modelo cosmológico fallido ............ Kepler y el movimiento elíptico de los planetas .......... La segunda ley kepleriana ............................................
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Gaceta nº 4. 1640 ........................................................ El juicio contra Hampden cuestiona el impuesto real de la Armada ................................................................ La guerra de los obispos: Escocia invade Inglaterra .... Francia declara la guerra a España ............................... Arresto y encarcelamiento del poeta Quevedo en Madrid .......................................................................... El renacimiento de las fuerzas suecas, entre el éxito y el fracaso ...................................................................... El territorio imperial, asolado por una guerra interminable ................................................................. La geometría de los indivisibles, una reciente aportación de Cavalieri ................................................ El joven matemático Roberval comenta la utilidad de los indivisibles .............................................................. El Discurso del Método y los tres Tratados, la obra de Descartes ...................................................................... Muere en París Tommaso Campanella ........................ Girard Desargues presenta una confusa obra sobre Geometría ..................................................................... Calderón estrena “La vida es sueño” ...........................
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Gaceta nº 5. 1645 ........................................................ Una guerra civil entre el Parlamento y el rey de Inglaterra ...................................................................... Cataluña y Portugal se rebelan frente al gobierno español ......................................................................... Caída y muerte del Conde-duque de Olivares ............. Entrevista con Mazarino a la muerte de Richelieu ...... Los últimos años de Galileo ......................................... Utrecht resuelve la polémica Descartes Boetius .......... El experimento de Torricelli: ¿Existe el vacío? ........... La construcción de San Carlo alle Quattro Fontane .... La muerte repentina del retratista Anton Van Dyck .... Rembrandt: De la desgracia familiar a la obra maestra Gaceta nº 6. 1650 ........................................................ Europa, conmovida por la ejecución del rey inglés ..... El general Torstensson provoca en Jankov la huida del emperador ............................................................... Los tratados de Westfalia y el fin de la guerra ............. La Fronda parlamentaria, un ataque directo a Mazarino ...................................................................... El filósofo Descartes muere en la Corte de la reina Cristina de Suecia ......................................................... La polémica sobre el vacío: Pascal y el padre Noël ..... Pascal realiza un experimento decisivo en el Puy de Dôme ............................................................................ Van Helmont y la generación espontánea .................... El teatro francés y el triunfo de Corneille ....................
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Gaceta Extraordinaria nº 2: Descartes .................... Su educación en el colegio jesuita de La Flèche .......... La amistad con Isaac Beekman .................................... La caída de los graves: El primer error de Galileo ....... Los errores de Galileo y Descartes en la caída de los graves ........................................................................... La incorrecta interpretación de Beekman .................... Años de viajes y descubrimientos ................................ Las Reglas para la Dirección del Espíritu .................... Una entrevista con Descartes: El Tratado sobre el Mundo .......................................................................... La luz es como una pelota: Estudio sobre la reflexión . Nuevos resultados sobre la refracción de la luz ........... Sobre la forma de tallar los vidrios .............................. Sobre las figuras que deben tener las lentes ................. La naturaleza del arco iris ............................................ Construcción y representación de las curvas ............... El Álgebra en la resolución de problemas geométricos Las Meditaciones cartesianas, culminación de su filosofía ........................................................................ Gaceta nº 7. 1655 ........................................................ Cataluña vuelve a manos españolas ............................. La Fronda de los príncipes, nuevo desafío a la monarquía francesa ...................................................... El Instrumento de Cromwell como forma de gobierno en Inglaterra ................................................................. El “Leviatán”: Conversación con Thomas Hobbes ...... El juego interrumpido del caballero de Meré ............... Velázquez nos recibe a su vuelta de Italia ................... La construcción de la plaza de San Pedro por Bernini Juan de Ribera, La Tour y la influencia de Caravaggio Lemercier y la arquitectura francesa ............................ 11
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Gaceta nº 8. 1660 ........................................................ La muerte de Cromwell y la recuperación de la monarquía inglesa ........................................................ Las paces de Oliva y Roskilde terminan los conflictos del norte ........................................................................ Robert Boyle nos habla de la química de los elementos ..................................................................... Otto Von Guericke y la bomba de aire ........................ Lully triunfa con sus ballets cómicos en la Corte francesa ........................................................................ Los últimos años de Velázquez .................................... Misterio y triunfo en la obra de Vermeer, en Delft ......
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Gaceta nº 9. 1665 ........................................................ La monarquía francesa, una fuerza emergente ............. La muerte del rey de España, una incógnita futura ...... El jansenismo: ¿Amenaza o renovación de la Iglesia? Robert Boyle: Sobre la compresión y expansión del aire ................................................................................ Concluye la “Historia Natural” de Johnston ................ La “Micrografía” de Robert Hooke: Un retrato fascinante ...................................................................... Los métodos de Pierre de Fermat ................................. Resucita la poesía alemana: Gerhardt y Gryphius ....... Muere Nicolás Poussin, el pintor que triunfó en Italia .
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Cronología de personajes .............................................
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Gaceta de Ciencias, Artes y Política 1625 El ‘Mayflower’ llega a las costas de América Los peregrinos fundan la colonia de Plymouth
Escándalo en el Parlamento de Gran Bretaña Francis Bacon desterrado por soborno Su Señoría se muestra arrepentido de su acción y acepta una multa y el destierro por orden del Rey tras un corto período de cárcel.
Felipe IV Un rey de 15 años Aplastada la revuelta de Bohemia El general Tilly consigue una resonante victoria sobre los insurrectos bohemios en la Montaña Blanca. Un joven de 15 años encarna la nueva esperanza para España.
Nueva obra de Galileo El académico Galileo Galilei ha publicado un libro de título “El Ensayador” donde estudia los cometas y diserta sobre el razonamiento científico. La Gaceta reúne al filósofo con el padre Grassi para debatir conjuntamente la naturaleza, génesis y movimientos de los cometas.
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La revuelta de Bohemia. 1618 El 23 de mayo se encontraban reunidos los Defensores nombrados en 1609 para mantener el precario equilibrio religioso de Bohemia. Disueltos previamente por el emperador Matías recibieron, después de dos días de debates, una orden del Consejo de Regentes con sede en Hradschin que decretaba una nueva disolución de la Asamblea. “Esto es inconstitucional” declaraba uno de los participantes, “las concesiones reales de 1609 y 1611 nos amparan”. El ambiente entre los Defensores reunidos se caldeó peligrosamente ante lo que entendían arbitrariedad del Consejo. Como consecuencia se organizó rápidamente una marcha sobre el palacio de Regentes donde, tras entrar en tromba en la Cámara del Consejo, arrojaron por la ventana a dos de los regentes católicos más destacados y un secretario.
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Esta revuelta espontánea cogió de sorpresa a las Cortes de toda Europa, incluida la Unión protestante. El ambiente europeo, sin embargo, estaba crispado por diversos enfrentamientos previos habidos entre lo que podía entenderse la Unión protestante (fruto de la Reforma) y la Liga Católica (que pretendía conformar una Contrarreforma). Dos bloques antagónicos y, en ocasiones, difíciles de delimitar por cuanto la doctrina usual de que los súbditos de un feudo tuvieran la misma religión que su dirigente provoca que un cambio del mismo conlleve la variación de status de alguno de estos feudos.
La rivalidad entre ambos bloques es antigua, tanto en Bohemia y Hungría como en los feudos alemanes. El historiador Sturmwein sostiene que “el precedente más 16
inmediato es la revuelta de los calvinistas Bocksay y Bethlen Gabor en 1605 frente a la política del entonces emperador Rodolfo [hermano de Matías y depuesto después por él]. Su acción de confiscar las tierras de los nobles protestantes procesando a alguno de ellos por traición era un absoluto disparate. Tenga en cuenta que en esas fechas apenas había católicos en Hungría y Transilvania. De manera que cuando las tropas imperiales marcharon al sur a enfrentarse al ataque turco, la rebelión de Bocksay y Gabor tuvo un éxito inmediato. La destitución del emperador Rodolfo ante Matías, aliado a su vez a los protestantes, estaba plenamente justificada desde el punto de vista de éstos últimos”. El embajador español en Bohemia, el conde de Oñate, manifestaba que “La situación es muy preocupante porque no se puede ignorar el desafío protestante ante la máxima autoridad en representación del emperador. En este sentido, he escrito a Su Majestad el Rey de España para que considere qué le proporcionará mayor beneficio, si la pérdida de estas provincias o el envío de un ejército de quince o veinte mil hombres para solucionar la cuestión”. Preguntado sobre las posibilidades de tal envío de tropas con las que sofocar la insurrección bohemia, el embajador afirmó que se sentía seguro del apoyo de don Baltasar de Zúñiga, ministro español, como fiel entendedor que era de los asuntos europeos. “Comprendo que Su Majestad tenga en grave preocupación los ataques del reino pirata de Argel contra los barcos y asentamientos costeros, pero entiendo que la situación aquí en Bohemia es considerablemente más grave para el futuro del Imperio católico”. Al año siguiente, efectivamente, un ejército de 7.000 veteranos del ejército español de Flandes atravesaba el Imperio hacia Viena que, dos años después, llegarían a ser 40.000 soldados. Esta firme posición española indujo a los 17
católicos alemanes a superar sus viejas rivalidades reactivando la Liga católica poniendo a su frente a Maximiliano de Baviera.
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La elección de un rey de Bohemia y de un emperador. 1619 Una de las primeras decisiones del nuevo Consejo bohemio fue la de deponer al rey Fernando, de la casa Habsburgo. “Cuando le elegimos hace tres años” afirmaba uno de los directores, “ya teníamos que haber observado que no era lícito aceptar el reinado viviendo aún el viejo Matías de manera que este reinado no ha sido más que una usurpación desde el principio. Además, en la propia Estiria donde ha gobernado se ha constituido en un ferviente perseguidor de los protestantes”. Así pues, tres candidatos se perfilaron para dicho reino: El archiduque Carlos Manuel de Saboya que, pese al mérito de ser enemigo de los Habsburgo y donado grandes sumas a la rebelión, era mal visto por ser católico. El príncipe elector Johann Georg de Sajonia fue descartado muy pronto porque, tal como afirmó uno de los directores, “Será rico, vecino nuestro y jefe de los luteranos, pero es una mala bestia y un borracho”. De modo que la balanza se inclinó prontamente por el príncipe elector del Palatinado, Federico. “Es director de la Unión protestante, rico, de carácter decidido y simpático. Además, tiene extensos contactos con el rey Jacobo de Inglaterra, con Francia, los Países Bajos...” sostenía el mismo director. El 27 de agosto terminó la votación siendo elegido mayoritariamente frente a sólo siete votos del príncipe sajón. Un príncipe de la Iglesia desde Baviera, mostró su acuerdo con la preocupación del conde de Oñate: “Si es verdad que los bohemos están dispuestos a destituir a Fernando y a elegir a otro rey, entonces hay que prepararse 19
en seguida para una guerra de veinte, treinta o cuarenta años”. La preocupación en torno a la elección de Federico como nuevo rey de Bohemia era mayor por el hecho de que en marzo había muerto el emperador Matías y el único candidato a sucederle era precisamente Fernando, el rey depuesto. Con este motivo la Dieta se reunió en Frankfurt decidiéndose en primer lugar no recibir a una comisión bohema que había acudido a las inmediaciones para protestar contra la presencia y derecho de voto de su rey Fernando, al que ya no reconocían como tal.
Durante los debates el futuro emperador guardó un prudente silencio. Desde el principio se pudo observar que los sajones, tras un titubeo inicial, apoyaron a Fernando mientras que la única oposición a tal candidatura fue, lógicamente, la del Palatinado, que defendió alternativamente la de Maximiliano de Baviera, pese a la anunciada renuencia de este último. Cuando finalmente le llegó el turno a Fernando como elector de Bohemia afirmó que, dado que todos los electores le apoyaban con una sola excepción, no quería dar la nota discordante y se elegía a sí 20
mismo. Esto obligó a los palatinos a retractar su voto en aras de la deseada uniformidad en la elección. “Sin embargo”, manifestó un secretario del nuevo emperador, “no impugnaron el derecho de voto del elector Fernando en calidad de rey de Bohemia por lo que, de hecho, le han reconocido como tal rey. Si es así, ¿qué validez puede tener la elección precipitada del elector del Palatinado como rey de Bohemia? Ninguna, claro está. Ellos mismos lo han reconocido”. El propio emperador, instantes después de su elección, afirmó no sentirse preocupado por la elección previa de Federico. “Esa falsa elección de un nuevo rey de Bohemia es una acción propia de gente loca y extravagante. Estoy seguro de mi causa por tres motivos: Por la ayuda de Dios, por el orgullo de mi sangre, propia de la casa Habsburgo, y por las alianzas que tengo en Europa, que me confortan y de las que recibiré la ayuda necesaria si surge una crisis en un futuro inmediato”.
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La batalla de la Montaña Blanca. 1621 El año 1619 fue decisivo para la marcha de la insurrección bohemia. Cuando ya Lusacia, Silesia y la Alta Austria se habían unido a su causa, en el verano lo hicieron Moravia y la Baja Austria. Estas últimas adhesiones fueron favorecidas por el hecho de que en mayo las tropas confederadas en torno a Bohemia, al mando del conde de Thurn, avanzó sobre Viena sitiándola. Este hecho fue alarmante para los católicos por lo que, con el decisivo apoyo español y del Papado, Bucquoy derrotó a un regimiento confederado en Zablatí (sur de Bohemia) introduciendo a unos 30.000 soldados entre Praga (capital bohemia) y las fuerzas de Thurn que, en vista de lo precario de su posición en cuanto a futuros refuerzos y suministros, tuvo que levantar el cerco de Viena. La situación se crispaba por momentos. Dudley Carton, embajador inglés en La Haya, manifestaba por ejemplo que “este asunto de Bohemia es como poner en combustión a toda la cristiandad”. Como súbdito de un país no católico mostraba su preocupación por el hecho de que si Bohemia “era descuidada y, en consecuencia, sofocada, los príncipes de la religión contigua sufrirán la carga de un ejército victorioso... Qué sucederá, Dios lo sabe, ya que se verá acosada por los jesuítas y comandada por el nuevo emperador, que se jacta anunciando que extirpará la religión reformada y restablecerá la antigua grandeza de la Iglesia romana”. A finales de agosto Bethlen Gabor atacó la Hungría habsburguesa. El 5 de setiembre ocupó Kosiche, capital de la zona oriental del reino, y fue elegido protector de Hungría por la Dieta. “Es una gran noticia” afirmó Federico, “y creo 22
con ella llegado el momento de aceptar la corona bohemia. Mi único objetivo es servir a Dios y a la Iglesia”. Gabor ocupó finalmente la capital húngara, Bratislava, subiendo luego por el Danubio hasta unir sus fueras a las del conde de Thurn e iniciando de nuevo el cerco de la capital austríaca, Viena. Tras la urgente reunión del emperador Fernando, el embajador Oñate con Maximiliano de Baviera, se decidió la reconstitución de la Liga Católica. Don Baltasar de Zúñiga, desde Madrid, sostenía que “La situación exige que realicemos los esfuerzos supremos necesarios cuando uno se halla ante el desastre total, intentando conseguir todos los recursos posibles para dar al archiduque Maximiliano lo que necesita”. La suerte sonrió al bando católico en tal difícil situación porque la noticia de un posible avance polaco en la Alta Hungría decidió el levantamiento del sitio de Viena por segunda vez. En todo caso, la irrupción de las fuerzas españolas provenientes de los Países Bajos y a cuyo frente marchaba el general Spínola condujo a la división de las fuerzas protestantes: La Unión tuvo que hacerle frente dejando que las fuerzas habsburguesas al mando del conde Tilly y de Bucquoy se dirigieran a la Alta Austria. Su avance hacia Bohemia fue arrollador buscando al grueso de las fuerzas enemigas que, atrincheradas en la Montaña Blanca (junto a Praga), apenas pudo causar 250 bajas a un ejército de casi 30.000 soldados católicos.
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El aplastamiento de Bohemia. 1624 Johan Kopidno ocupó un cargo administrativo en la circulación de moneda dentro de Bohemia en los años de la ocupación. Nos recibe en su casa, por haber sido expulsado de su cargo hace unos meses. “Hablé demasiado” nos dice, “mostré mi desacuerdo en cómo se estaban haciendo las cosas. Había visitado a algunos parientes a los que no veía hacía tiempo. Les tuve que ayudar pero me rompieron el corazón. Lo habían perdido todo”. Le preguntamos de quién es la responsabilidad de todo lo que está pasando. “De la derrota. La casa Habsburgo no ha tenido piedad. El emperador envió como virrey al conde de Liechtenstein. Éste nombró a Albrecht Wallenstein gobernador de Praga y, por tanto, con amplios poderes militares sobre toda Bohemia. Fíjese bien, el mismo día en que se efectuaba este nombramiento se instituía el tribunal real de confiscaciones, encargado de confiscar los bienes de todos los rebeldes de esta tierra. Pero, además, el mismo día se concluía el contrato para la acuñación de la moneda”. De esto seguramente entiende usted más, le sugerimos. “Desde la guerra ya se había deteriorado la moneda por las necesidades de la misma pero, a partir de la ocupación, los marcos fueron perdiendo plata progresivamente. Al principio, con cada marco se acuñaban 19 florines pero en seguida se pasó a 27, luego 39 y, más tarde, 47 florines. Al mismo tiempo, las minas de plata de Kuttenberg se sobreexplotaron. Como consecuencia de todo ello el dinero circulante fue mucho mayor, los precios subieron, las gentes humildes se arruinaron. Hacía falta dinero para los préstamos al emperador, para proseguir la guerra en el Palatinado y, sobre todo, para que Wallenstein comprara media Bohemia”. 24
Le pedimos que nos explique lo que ha ganado este gobernador con la ocupación. “Es una operación limpia la suya. Se formó una alianza con el secretario Michna y el príncipe Liechtenstein que, junto a Wallenstein, representan el poder. El dinero lo ponen sobre todo Han de Witte, el más rico financiero bohemio y Bassevi, un gran negociante en plata. Forman un consorcio y se adjudican un contrato de acuñación de la nueva moneda”. ¿En qué lo invirtieron?, le preguntamos. “Casi todos sacaron sus ganancias monetarias cuando tras un año de especulación con la moneda devaluada hubo de volverse a la antigua. Pero Wallenstein ganó tierras. Casi la mitad de las tierras de Bohemia ha cambiado de manos en dos años y el gobernador se llevó la parte del león. Expropiando y pagando con moneda sin valor se hizo con los señoríos de Fridlandia y Reichenberg, con los bienes de los Smirický, Pecka, Arnau... Es incontable. El año pasado 25
contaba con cien millas cuadradas desde la frontera norte de Bohemia hasta cerca de Praga en el centro”. Le preguntamos su opinión sobre los sucesos del Palatinado. “Es difícil pensar que allí suceda lo mismo. Fíjese que cuando Tilly ocupó el alto Palatinado hace dos años, y sobre todo cuando el emperador se lo quiso dar a Maximiliano de Baviera como beneficio de la guerra y agradecimiento por su decisiva ayuda, el emperador le eligió sólo como elector imperial dejando el futuro del territorio sin determinar. Los gobiernos extranjeros estaban inquietos, Francia, la propia Inglaterra. Por eso se alzó en armas Federico, porque tenía ese apoyo detrás, aunque fuera tibio. Pero la derrota de Brunswick ante Tilly en Stadtlohn hace unos meses (me lo acaban de comunicar) va a echar por tierra cualquier posibilidad de negociación. No creo que Bethlen Gabor termine de atacar por el este como amenazaba antes”. Añade, pensativo, “Yo no sé si esta guerra finalmente ha acabado o no. Quedan demasiadas cicatrices en todas partes”.
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Felipe IV, nuevo rey de España. 1621 El 31 de marzo moría el Rey de España, Felipe III. El entonces príncipe y ahora rey Felipe IV se hallaba aún en la cama cuando su confesor, el dominico fray Antonio de Sotomayor, le comunicó la noticia. Ya fue muy comentado el hecho de que al entrar el duque de Uceda que, en su condición de sumiller de corps tenía la obligación de asistir al príncipe cuando se vestía, éste ordenara que en su cámara sólo entrasen un gentilhombre y un mozo para ayudarle a vestirse. Este gesto simbólico, que manifestaba la caída en desgracia del duque, daba paso a una profunda renovación de la influencia de distintos personajes en la Corte española.
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Don Baltasar de Zúñiga fue el encargado de hacerse cargo de los despachos del nuevo rey. Don Baltasar, nacido en Salamanca en 1561, es hijo del cuarto conde de Monterrey. Tras su paso como soldado por la Armada Invencible en 1588 y un aprendizaje diplomático en Roma fue embajador en diversos lugares de Europa (Bruselas, donde casó con una flamenca, París, Praga y nuevamente Roma). Desde 1617 ocupó una plaza en el Consejo de Estado, máximo órgano de asesoramiento colegiado del rey en su gobierno.
La segunda estrella emergente dentro de la Corte es la de don Baltasar de Guzmán, tercer conde de Olivares y sobrino de don Baltasar. Su juventud (ha nacido en 1587) y su posición como ayo del príncipe que ahora es rey, le 28
augura un brillante porvenir que desde el nombramiento de Felipe como nuevo rey, no ha hecho más que crecer. “El 10 de abril” nos informa una fuente cercana a palacio, “el predicador de la Corte, el padre Jerónimo de Florencia, pronunció un sermón ante el rey alabando, entre otras cosas, la nueva rapidez en la gestión de los despachos. Tras el sermón, el rey estaba comiendo en una gran sala del convento de los Jerónimos cuando apareció Olivares. Inopinadamente y al término de la comida, el rey pronunció con voz fuerte: ‘Conde de Olivares, cubríos’, la fórmula tradicional para otorgar la grandeza de España”. Preguntada esta misma fuente sobre los rumores que hacían de este Olivares una especie de alcahuete del rey en sus visitas nocturnas a Madrid y la posibilidad de que la reina hubiera perdido sus encantos, sostuvo que todo es mentira, “un bulo infundado por la envidia que suscita don Gaspar entre los grandes por su influencia creciente. El arzobispo de Granada que le criticaba acerbamente por fomentar cosas ilícitas en el rey estaba muy mal informado y peor aconsejado. Cuando Olivares acompaña al rey no pasa absolutamente nada indigno”. La muerte de don Baltasar de Zúñiga el 7 de octubre de 1622 con poco más de sesenta años, no ha significado el declive de don Gaspar sino todo lo contrario. No obstante, sorprendiendo a todos por su prudencia, Olivares ha auspiciado el nombramiento de un triunvirato formado por el marqués de Montesclaros, don Agustín Mexía y don Fernando Girón, para que asumiesen de manera colectiva los cargos desempeñados por Zúñiga. Sin embargo, su entrada en el Consejo de Estado, a pesar de su inexperiencia tanto administrativa como internacional, le permiten contemplar el futuro con la esperanza de ostentar una importancia aún superior cerca del rey Felipe IV. 29
Según declaraciones de sir Walter Aston, conde de Bristol y embajador británico por esas fechas, “Olivares es tan absoluto con este rey como lo era Lerma con su padre”. Desde Inglaterra se sigue con atención la marcha de la política española porque la ocupación del alto Palatinado por las tropas de Spínola hace que España se constituya en un partícipe fundamental de la política europea.
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El viaje del príncipe Carlos a Madrid y la boda imposible. 1623 La invasión española del alto Palatinado en 1620 había hecho más tortuosa la relación hispano-británica, dada la estrecha relación del exiliado príncipe Federico con el rey Jacobo. Sin embargo, el espíritu conciliador del rey de Inglaterra abría la posibilidad de una negociación de beneficio mutuo: Por un lado, al rey Jacobo le interesaba la colaboración de España en la restitución del príncipe Federico en el Alto Palatinado y, por el lado español, el buen entendimiento con la corona inglesa era fundamental para aislar a los Países Bajos en un tiempo en que expiraba la Tregua acordada en 1609 entre España y los comercialmente agresivos holandeses. En este contexto se trató de la posibilidad de ratificar futuros acuerdos mediante el establecimiento de lazos matrimoniales entre la infanta española y el príncipe heredero de Inglaterra. Pese a que no se habían hecho grandes avances en este terreno (la visita de Endymion Porter a Olivares en noviembre de 1622 no fue precisamente un éxito), el anglófilo conde Gondomar despertó de madrugada el 17 de marzo de 1623 a Olivares con una noticia sensacional. “A Olivares le gusta tomarme el pelo por la que llama mi anglofilia” recuerda sonriendo el conde, “y me dijo que qué me traía a esa hora y con aspecto tan placentero, que si había llegado quizá el rey de Inglaterra a Madrid. Yo le contesté que el rey no, pero a lo menos sí el príncipe de Gales acompañado por el duque de Buckingham”, añadiendo socarrón, “Olivares saltó de la cama y corrió hasta los aposentos del rey donde pasó el resto 31
de la noche preparando una recepción digna de tales huéspedes”. El primer error fácilmente comprensible fue suponer que un viaje tan descabellado e inusual, que como tal fue comentado en toda Europa, no se hacía si el príncipe no aceptaba de entrada la principal condición puesta por el Consejo de Estado a esta boda, su conversión al catolicismo. Sin embargo, no parecía ser ésa su intención inicial como declaró a los pocos días de su llegada: “Vengo a estrechar los lazos entre dos naciones hermanas y tan necesitadas la una de la otra. Vengo profundamente enamorado de la infanta y con el deseo de agilizar lo más posible las negociaciones matrimoniales”.
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Estas negociaciones han mostrado ser más complejas y difíciles de lo que el ingenuo príncipe parecía suponer. La llegada por aquellas fechas de las noticias del conde de Oñate en el sentido de que Maximiliano de Baviera había sido investido como príncipe elector del alto Palatinado parecían propiciar la entrada en guerra de Inglaterra del lado protestante. Por otro lado, una aprobación española a la propuesta matrimonial podía, colateralmente, echar a Baviera en brazos de Francia, con el peligro que ello suponía de cara al final de la Tregua con los Países Bajos. Esta incertidumbre propició los regateos, las dilaciones, aumentando la dificultad de las negociaciones. La esperanza de Olivares de un retraso en la llegada de la dispensa papal por la boda de una infanta católica con un príncipe hereje llegó a comienzos de abril si bien los términos eran muy severos al exigir la garantía del culto católico para la infanta, sus criados y sus vástagos y la ratificación en ese sentido del Consejo Privado y el Parlamento inglés. Una Junta de teólogos en Madrid ratificó estas exigencias añadiendo la condición de que la boda se retrasase un año para observar el respeto al culto católico en Inglaterra durante ese tiempo. Pese a un conato de aceptación por el príncipe de Gales de tan exigentes condiciones el 9 de setiembre el visitante real partía hacia su país creando una atmósfera de enconamiento entre las dos naciones.
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Los peregrinos del Mayflower fundan la colonia de Plymouth. 1621 Desde las costas nord-atlánticas de América llega la noticia de que el barco de peregrinos puritanos que zarpó el 16 de setiembre del año pasado del puerto de Plymouth, tras diversos errores de cálculo y sufrir el mal tiempo del invierno en alta mar, arribó a unas costas desconocidas el 21 de noviembre.
El capitán del navío, el puritano John Carver, de 44 años, hizo unas declaraciones en exclusiva antes de que el navío se hiciera a la mar. Tras confirmarnos que había obtenido trabajosamente licencia para su asentamiento en Virginia tras varias audiencias con el rey Jacobo, nos habló de los motivos de su viaje. “Vea usted” afirmó con pesar “cómo está la Iglesia de nuestro país desde que la reina Isabel restauró la Iglesia 34
nacional unificando la liturgia. Nuestros padres conocieron en el destierro el calvinismo auténtico del continente, el culto, austero y sencillo. Todas las nuevas ceremonias de las altas jerarquías, el canto, el órgano, el signo de la cruz, el mantenimiento de los días de fiesta, son restos del catolicismo. El ministerio episcopal que se presenta como una institución divina, el gobierno de la Iglesia por el Rey, todo eso es un señorío papista”. Preguntado por aquello a que aspiraba en la nueva tierra donde se iban a asentar, el señor Carver sostuvo que “pretendemos una Iglesia totalmente de acuerdo con la Escritura, una entidad puramente religiosa separada por completo del gobierno del hombre. Nuestro puritanismo, así nos llaman, corresponde a una actitud y un culto espirituales, una verdadera adhesión a la Escritura”. Le recordé las persecuciones que han tenido lugar y, preguntado sobre si era la verdadera causa de su viaje, contestó que “Ni siquiera las ejecuciones han podido parar este movimiento de autenticidad religiosa. No le puedo negar que esta emigración es como la de aquellos puritanos que marchan a Holanda. Queremos crear un mundo sujeto a la verdad contenida en las Escrituras, abrir las puertas para que otros hermanos hagan lo mismo más adelante”. Las noticias llegadas de América indican que el Mayflower, con unas 140 personas a bordo, se desvió considerablemente de su ruta inicial hacia Virginia terminando a unos 800 kilómetros al noreste. Tras un mes de discusiones y búsqueda de un buen lugar donde fondear, el 21 de diciembre desembarcaron fundando una colonia a la que han bautizado como Plymouth. Las discusiones continuaron en tierra dado que la licencia de asentamiento no era ya vinculante por distar tanto de su destino original y algunos pasajeros querían independizarse de los demás. 35
Parece que, para evitar esta disgregación, 41 adultos encabezados por John Carver se reunieron para redactar un pacto por el que se somete a los pasajeros a un cuerpo político civil que se considera capacitado para elaborar y promulgar leyes que rigen sobre todos los colonos. Elegido gobernador, el señor Carver ha conseguido firmar un tratado de alianza con el jefe Massasoit de la tribu wampanoag poco antes de que algunos pasajeros volvieran a Inglaterra anunciando estas nuevas. Con ello parece haberse evitado el mal que ha acechado a numerosos asentamientos de emigrantes que en el pasado fueron masacrados por las tribus indígenas. Puestos en contacto con un representante de la Compañía de Londres ésta ha informado que estos colonos consiguieron una licencia bajo unas determinadas condiciones reales por lo que, al no cumplirlas, se exponen a cualquier pena en caso de regresar. Es probable que otros puritanos sigan su camino. “En el fondo” afirma una fuente de la casa real, “nos quitamos un problema de encima”.
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Muerte de Francisco de Sales, obispo de Ginebra. 1622 El obispo de Ginebra ahora fallecido pertenece a la estela de religiosos que ha llevado a la práctica diversos postulados del concilio de Trento amén de vivificar los ideales católicos en un tiempo en que las luchas entre calvinistas, luteranos y católicos parecen agudizarse más. Precisamente, la labor de Francisco de Sales ha sido hasta la hora de su muerte más difícil si cabe por ser obispo de la ciudad cuna del calvinismo. El padre Francisco pertenece a una generación posterior a la de Felipe Neri y Teresa de Avila, muertos a finales del siglo pasado. Mientras el primero fue seguido sobre todo por Pedro de Berulle, fundador del Oratorio francés a semejanza del construido por Felipe Neri en Roma, Francisco de Sales puede destacar como continuador de la monja abulense. Como obispo, Francisco de Sales seguía el modelo de Carlos Borromeo y, como él, fundó un seminario de sacerdotes anejo al obispado. Su influencia fue grande por propagar sus ideales, antes que en los círculos clericales, en la alta sociedad. En ello vuelve a diferenciarse de Pedro de Berulle que ha hecho de la santidad de la Iglesia el instrumento de lucha adecuado ante la herejía protestante volcándose en transformar a los sacerdotes en la imagen del hijo de Dios. Francisco de Sales estaba convencido de que el amor de Dios es posible, no sólo en el sacerdocio, sino en la vida laica, por corresponder a la inclinación natural del ser humano. Como él mismo afirmaba: “No doy órdenes. Trato de convencer, de hacer penetrar en los hombres lo que de otra forma no sería sino una fría ley. La piedad tiene lugar en 37
la vida del cristiano individual, independientemente de su estado o condición”. En resumen, una vía de devoción en la que siempre quiso introducir a los laicos. Entre sus obras destaca su ‘Filotea’ de la que ya se conocen más de veinte ediciones sólo en Francia. Hablando en este libro para ginebrinos, muchos de ellos en contacto permanente con el calvinismo, afirmaba que “Si no puedo amar a Dios en la eternidad, quiero al menos amarle en la tierra con todas mis fuerzas”, lo que dio lugar a alguna controversia con Roma. Sin embargo, el obispo defendió siempre que el humanismo era un asunto cristiano, el que el mandamiento del amor y el imprescindible teocentrismo no podían quedar recortados en lo más mínimo. Su última obra fue titulada ‘Tratado del amor de Dios’ estando dedicada a su discípula espiritual, la viuda doña Francisca de Chantal. Esta pía señora, tras haber cuidado de sus cuatro hijos, fundó con el obispo la congregación de la Visitación de María. Las monjas de dicha congregación, llamadas salesas, quieren ejercitar el amor al prójimo siguiendo el modelo de la Madre de Dios. Deben visitar libremente y sin hábitos a los pobres y enfermos trabajando a la par en numerosos pensionados dedicados a muchachas de la alta sociedad que quieran retirarse de la vida mundana para vivir en la gracia de la madre de Dios. Así, el arzobispo de Lyon ha conseguido de Roma la introducción de la clausura, a la que se acogen estas muchachas que llegan a las salesas por extravío o devoción expresa, con lo que la congregación se ha transformado recientemente en una verdadera Orden regular. “Pedimos a Dios por el padre Francisco”, manifestaba una de las monjas salesas que no pertenece a clausura, “él nos indicó uno de los caminos más hermosos 38
para vivir en gracia como era ocuparnos del grave problema de la vejez, sobre todo en el caso de las viudas”. Se puede afirmar que con el obispo Francisco de Sales muere uno de los grandes continuadores de aquella monja ejemplar que era Teresa de Ávila.
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Entrevista en profundidad: Francis Bacon El vizconde de St Albans nos recibe en la biblioteca de su residencia familiar de Gorhambury, a la que se retiró en 1621, después del escándalo protagonizado en la Cámara de los Lores. El Alto Tribunal entonces, tras la aceptación del vizconde de su culpabilidad en el delito de soborno, decidió textualmente: “1) Que el lord vizconde de St. Albans, gran canciller de Inglaterra, sufrirá multa y fianza de cuarenta mil libras, 2) Que será recluido en la Torre por el tiempo que plazca al Rey, 3) Que quedará para siempre incapacitado para desempeñar cargo, puesto o empleo alguno al servicio del Estado o de la Comunidad, 4) Que nunca se sentará en el Parlamento ni atravesará los límites del Tribunal”. - Buenos días, Señoría, y gracias por recibirnos. - Es un placer, señorita. Me alegra observar que, después de la publicación de News por mi amigo Nathaniel Buttler, surgen otras revistas que ayuden a aumentar la cultura de nuestro país. - Disculpe que tratemos un tema doloroso para su Señoría, como es la condena por el Alto Tribunal, pero nos gustaría saber su valoración de la misma. - Bueno, ahora han pasado algunos años de aquello. No puedo negarle que me afectó profundamente, tuve muchos padecimientos morales, espirituales. Tal como reconocí ante Buckingham, encontré en mi propia vida materia suficiente y plena para moverme a abandonar mi defensa admitiendo, por tanto, la condena y censura de sus señorías. No supe administrar mi casa ni a los criados que admitían los regalos de los litigantes que tenía yo que juzgar. Lo cierto es que, 40
desde la muerte de mi padre en 1579, mi vida ha estado llena de deudas. Tenía entonces 18 años y me encontraba en París (mi único viaje fuera de este país). Pasé inesperadamente a ser pobre, deseaba finalizar mis estudios de Derecho y, para ello, pedí dinero prestado. Desde entonces... Ahora bien, debo decir en mi descargo que existen vitia temporis además de vitia hominis, es decir, vicios de los tiempos además de vicios de los hombres. Actualmente es una costumbre generalizada recibir obsequios de los litigantes que quizá yo haya llevado a un cierto extremo. No obstante, es digno de constatar que ninguna de las sentencias que dicté en su momento ha sido anulada después de mi alejamiento del Parlamento, lo que demuestra lo que entonces afirmé, que no había dictado sentencias injustas en ningún momento.
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- ¿Cómo se encuentra ahora? - He recobrado mi salud y mi capacidad de trabajo. De hecho, la separación de la vida pública me ha beneficiado en la faceta que creo principal en mi vida, que es mi obra filosófica. Estoy trabajando ahora febrilmente en una Enciclopedia del saber, una Historia experimental y natural, recopilando un ingente material con la sola ayuda de mi secretario Rawley. - Muchos lectores no conocerán las líneas generales de su obra. ¿Cómo comenzó y cuáles son sus ideas principales? Con una sonrisa se levanta pesadamente de su sillón y nos invita a pasar al comedor donde nos señala la presencia de un gran cuadro. Representa a la diosa Ceres mostrando la siembra del grano. - Fíjese en la leyenda que hay al pie del cuadro, ¿la ve? Dice: Moniti meliora, la instrucción trae el progreso. Muchas veces pienso que mis ideas comenzaron con este cuadro aunque fuerza es reconocer que fueron mis padres en realidad los que me ayudaron a abrir los ojos al conocimiento de mi época, sus errores y sus aciertos. - ¿Cómo eran sus padres? - Mi padre Nicholas era un administrador laico de las tierras monásticas que había distribuido Enrique VIII tras la reforma anticlerical y antipapal. Fue siempre un hombre organizado, emprendedor, es forzoso agradecerle que me enviase a Cambridge y me impulsara a estudiar Derecho. - ¿Y su madre? - Bueno, mi madre Ann era muy culta, sabía latín, griego, hebreo, éste último no muy bien. Tengo que reconocer su formación religiosa y el hábito del culto en familia. El hecho 42
de que fuera tan posesiva, con mi hermano Anthony sobre todo, hizo difícil sus últimos años, bastante deteriorada mentalmente. - ¿Qué representa para usted el cuadro de la diosa Ceres que me ha enseñado en el comedor? - Este cuadro presidía nuestras comidas y, de algún modo, nuestras vidas entonces. Sabíamos entonces del desarrollo del tráfico marítimo, de cómo se estudiaban problemas de hidrostática para garantizar la estabilidad y maniobrabilidad de los navíos, los problemas de la determinación de la longitud en alta mar, los progresos de la industria minera... Existía un cuerpo creciente de ‘verdades de hecho’ establecidas por los mecánicos, los artesanos, además de una conciencia cada vez más clara de que ninguna teoría era válida realmente si no estaba respaldada por los hechos. La obra de Agrícola, por ejemplo, representó mucho para mí. - ¿En qué sentido? - Los doce libros que publicó hace casi setenta años sobre la minería titulados De Re Metallica eran magníficos, sobre todo cuando describían los métodos de drenaje de las minas, de tanto desarrollo en Sajonia por entonces. Sin embargo, yo señalaría un párrafo de una obrita suya algo anterior que dice algo así como: “El conocimiento de las cosas, que es tan amplio que abarca todo cuanto se puede comprender con el sentimiento y el alma, yace aún en gran parte despreciado; pues sin mencionar muchas otras cosas, son ya bastantes las que, en las especies particulares de animales, en las plantas y en las otras cosas que la tierra genera dentro de sí, están aún completamente escondidas e ignoradas”. Fíjese usted, escondidas e ignoradas. Aquellos hechos, esos métodos artesanales, a veces mal guiados por la razón ciertamente, pero métodos efectivos, que producen cosas, están escondidos e ignorados. La lectura de libros como éste junto 43
a lo que veía a mi alrededor me fueron mostrando cuál sería uno de los grandes objetivos de mi vida: El ayudar a desvelar estos hechos escondidos e ignorados y permitir que la luz de la razón guiase su desarrollo. - Sin embargo, sus primeros escritos no eran tan positivos sino que mostraban una rebelión, diría que cercana al insulto, frente a la obra de los filósofos anteriores. - No todos, pero sí, efectivamente. Comprenda, señorita, que yo era joven y los jóvenes tienden, en primer lugar, a rebelarse frente al orden establecido antes de poder captar lo que hay en dicho orden de interesante para su propia vida y lo que no. Esa rebelión surgió en Cambridge. Ingresé allí en 1573, yo contaba sólo doce años. Desde muy pronto me empezó a desagradar la filosofía de Aristóteles... - Luego arremetió contra Platón, algún sabio del siglo pasado, como Cardano...
- En realidad, lo que yo les reprochaba era su inutilidad. El ambiente de Cambridge estaba envuelto en discusiones hueras y vanas bajo el principio de la autoridad tradicional. 44
Fíjese, si no, en las Ordenanzas de 1586, donde se disponía que se abandonasen las discusiones de manera que todas las cuestiones debían plantearse desde la autoridad de Aristóteles excluyendo, decían, “las cuestiones estériles e inútiles que estaban en desacuerdo con la filosofía antigua y verdadera”. ¿Y cuál era su interpretación de esta filosofía antigua y verdadera? Lo que encontré en Cambridge, discusiones sobre si fue o no creada la materia primera, si había materia en todas las cosas naturales, si la materia está desprovista de cualquier forma... todas, discusiones perfectamente inútiles mientras fuera de los muros de Cambridge se iba construyendo un mundo nuevo por los artesanos, los navegantes, los mineros, sin que la razón guiara ninguno de sus pasos. Así entendida, la Universidad no cumplía su verdadera función y Aristóteles, Platón y gran parte de la filosofía griega tenían que ser guardados en un cajón y empezar de nuevo observando los hechos que nos muestra la Naturaleza y registrando aquellos datos de la experiencia que nos guían en la actuación sobre esa Naturaleza. - Y la tradición mágica, la alquimia y su sueño de la piedra filosofal, ¿tienen algo que aportar a este nuevo conocimiento de las cosas? - Permítame, señorita, que le lea un párrafo de este libro de un tal Cornelius Agripa, detestable por muchas cosas, pero acertado en otras: “La magia natural es aquella que, habiendo contemplado la fuerza de todas las cosas naturales y celestes y considerando con curioso cuidado su orden, hace públicos los poderes secretos y ocultos de la naturaleza” o bien cuando añade: “Los magos, como diligentísimos exploradores de la naturaleza, guiando aquéllas cosas ya preparadas por ella, producen efectos que el vulgo considera como milagros pero que en realidad son obras naturales”. De 45
igual forma, la alquimia verdadera es la que intenta extraer y separar las partes heterogéneas que contienen los cuerpos naturales y que están como escondidas en ellos, depurar los cuerpos infectados, hacer que maduren los cuerpos inmaduros... Ahora bien, no son ni el arte de la alquimia ni el propio alquimista los que producen y generan el oro y cumplen las funciones que he dicho, sino la naturaleza preparada y ayudada por el arte y el alquimista. De manera que todo lleva a lo mismo, a conocer los hechos de la Naturaleza y a descubrir la manera de transformarlos. - Y la obra que está preparando ahora, ¿trata de estos temas? - Precisamente, lo que reprocho a las tres artes, magia, alquimia y astrología, no son sus objetivos sino sus métodos, llenos de errores y vanidad. Fíjese en Cardano, por ejemplo, afanoso constructor de telarañas, que proclama su trabajo individual, los orígenes ocultos de sus descubrimientos, la “cualidad maravillosa” que posee. Ése no es el método de la nueva gran instauración del conocimiento, ni el que proviene de la filosofía griega, encerrado en sí mismo, en la construcción y disección de los conceptos, en las habladurías platónicas. Es necesario un trabajo colectivo, como he propuesto al rey Jacobo con ocasión de su entronización, que los hombres de ciencia se unan en bibliotecas, examinando y guiando el trabajo de los artesanos, pero, en primer lugar, estableciendo una historia natural amplia y clara. Como le dije al rey Jacobo no tengo una opinión que sostener sino un trabajo a realizar, un trabajo para el que hace falta un hombre de mil manos y otros tantos ojos. Mi obra actual intenta adelantar ese camino. Su Señoría nos despide en la misma biblioteca donde nos recibió. “Estoy achacoso” sostiene con una sonrisa, “pero espero ver impreso el primer número de su gaceta”. 46
Jost Bürgi perfecciona las tablas de Lord Neper. 1620 El matemático suizo Jobst Bürgi ha publicado recientemente en Praga su obra ‘Tablas de progresiones aritméticas y geométricas’. Este libro, de difícil digestión para el profano en la materia, supone la culminación de unos cálculos comenzados, al decir de amigos del autor, a principios de siglo. Los orígenes del trabajo datarían de 1588 siendo anteriores a la construcción de unas tablas por Lord Neper cuya obra se publicó en 1614 siendo perfeccionada tres años después por Henry Briggs.
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Sin embargo, el matemático suizo no ha deseado entrar en polémicas sobre la autoría de este nuevo instrumento de cálculo lo que ha provocado una cierta irritación en Kepler que le acusa: “por ser un celoso de sus propios secretos ha dejado desamparado al hijo de su mente en lugar de educarle para la fama”. La publicación de estas Tablas en Praga en plena guerra de Bohemia no han facilitado su inicial difusión. Los resultados de Bürgi se apoyan en la comparación realizada por el predicador luterano Michael Stifel en su ‘Arithmetica integra’ (1544) entre una progresión aritmética (línea inferior) y otra geométrica (línea superior) que nosotros expresamos intercalando la notación de Nicolás Chuquet en la llamada ‘forma exponencial’: 1 2 4 8 16 20 21 22 23 24 0 1 2 3 4
32 25 5
64 26 6
128 ... 27 ... 7 ...
La gran virtud de esta comparación entre progresiones es el hecho de que la operación que es necesario efectuar entre elementos de la progresión geométrica se puede realizar más sencillamente con los elementos de la aritmética, en el sentido de que la operación es más simple. Así, en caso de querer multiplicar los números 8 y 16 basta sumar los elementos correspondientes de la progresión aritmética siguiendo el esquema: 8 x 16 = 23 x 24 = 23+4 = 27 = 128 Si se quiere dividir se restarán los elementos de la progresión aritmética, de modo que para dividir128 entre 16 48
se restan los elementos correspondientes 7 - 4 = 3 obteniéndose como resultado 8 = 23. Lo mismo sucede con la multiplicación de un número por sí mismo (traducible a una multiplicación simple) o las raíces cuadradas (traducible a una división entre elementos de la progresión aritmética). El inconveniente de estas progresiones es que los huecos entre los elementos es considerable haciendo imposible resolver muchas multiplicaciones como 13 x 164, por ejemplo. Es en este momento cuando las aportaciones del señor Bürgi se hacen importantes por cuanto observa que el problema reside en que la progresión geométrica se construye multiplicando 2 por sí mismo. El escoge un número muy cercano a la unidad (1,0001) elevándolo a las distintas potencias sucesivas. Como el resultado se llena de decimales, por mera conveniencia multiplica los resultados por 100 millones, consiguiendo de esta manera una progresión geométrica limpia de decimales. Algo semejante realizó lord Neper pero tomando como elemento básico 0,9999999 (menor que la unidad en vez de mayor como Bürgi) y multiplicando por 10 millones para evitar los decimales. “Las tablas son excelentes” confirma Kepler “y me van a ayudar considerablemente en el cálculo de las trigonométricas en las que trabajo desde hace años. Hay que tener en cuenta”, aclara el matemático y astrólogo del general Wallenstein, “que éstas últimas son imprescindibles para la navegación al permitir el cálculo de la declinación solar y situar el navío en su verdadera posición”.
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Debate abierto sobre la nueva obra de Galileo: El ensayador. 1623 Hace cinco años, en el comienzo de la revuelta protestante de Bohemia, aparecieron en el cielo tres cometas, dos de ellos de duración efímera y un tercero de vida más larga que pudo contemplarse a simple vista durante la noche. Ello ha traído a la población muchos temores respecto al futuro de esta guerra que, actualmente, aún continúa. Entre los estudiosos se ha desatado una verdadera fiebre en la búsqueda de la naturaleza y el movimiento de estos cometas, observables por primera vez a través de ese extraordinario instrumento que es el telescopio, de reciente invención. Los sabios jesuitas del Colegio Romano han sido los primeros que, a través del eminente padre Oratio Grassi han hecho públicas sus teorías, ciertamente avanzadas por inspirarse, no tanto en Aristóteles, como en el modelo de Tycho Brahe que perfecciona el primero modificándolo sustancialmente. Sin embargo, el cónsul de la Academia florentina, el señor Mario Guiducci, escribió una aguda y cuestionable réplica que fue contestada nuevamente por un tal Lotario Sarsi, identidad que parece esconder al propio padre Grassi. Al tiempo, el señor Guiducci es discípulo del filósofo Galileo Galilei que, finalmente, entra en liza varios años después con la publicación de ‘Il Saggiatore’ (El Ensayador). Dado que existe una aguda polémica entre ambas partes sobre las cuestiones planteadas en los distintos escritos, la redacción (R) de la Gaceta ha creído oportuno para el mejor conocimiento de sus lectores invitar al padre Grassi (GR) y al académico Galileo (GL) a un debate abierto donde puedan exponer sus distintas posturas. 50
R: Buenos días, señores. Desearía en esta ocasión que hablasen en su propio nombre y no por persona interpuesta. Y para empezar, señor Galileo, quisiera que explicase el por qué de esta nueva obra suya.
GL: Nunca he podido comprender por qué siempre que he creído oportuno publicar alguno de mis estudios con la intención de agradar y servir a los demás, he encontrado en muchos cierta animosidad para atacar, acusar y vilipendiar lo que hago. Cuando había decidido guardar silencio han surgido personas tan deseosas de molestarme que recurren a 51
adjudicarme escritos que no son míos, como la obra del señor Guiducci. GR: Perdone, con todos mis respetos es de público conocimiento que esa obra fue escrita a su dictado... GL: ¿Y usted que sabe? R: Cálmense, señores, y si les parece vamos a entrar a analizar algunas de las cuestiones de estas obras. Padre, usted defiende el modelo de Tycho Brahe... GR: Efectivamente. Creemos que el modelo de Aristóteles necesita una revisión que parta, naturalmente, de los postulados de la Iglesia en torno a la inmovilidad de la Tierra. Así Tycho, maestro de Kepler, amigo este último del señor académico, sostiene que el Sol y la Luna giran en torno a la Tierra, mientras que el resto de los planetas y las estrellas giran en torno al Sol. Para el señor académico al parecer debo sentirme culpable de esto. ¿A quién he de seguir entonces? ¿A Ptolomeo? ¿O a Copérnico, del que conviene alejarse ahora que su hipótesis ha sido condenada? El único con un modelo coherente que queda es Tycho ¿por qué le molesta al señor Galileo? GL: Me parece que el padre Grassi piensa que para filosofar es necesario acudir a algún autor célebre, de manera que si nuestra mente no se esposara con otra anterior, quedará estéril e infecunda. Quizá piensa que filosofar es como escribir una novela, donde no importa la realidad porque es fruto de la fantasía del hombre. Señor Grassi, las cosas no son así. La filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos, quiero decir, el universo, pero que no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a conocer los caracteres en que está escrito. Y está escrito en lenguaje matemático, sin los cuales no es posible comprender nada. No veo por qué elegir el modelo de Tycho que aún es más ineficaz para explicar la realidad que los de 52
Aristóteles o Ptolomeo. Lo que hay que hacer es observar y leer el libro de la Naturaleza con ojos nuevos y sin aferrarse a doctrinas anteriores cuya grandeza reside, precisamente, en que observaron la Naturaleza como si ésta fuera nueva para ellos. ¿Qué haría si no Aristóteles hoy en día si no mirar por el telescopio para descubrir lo que a simple vista no pudo conseguir en su tiempo? R: Y bien, señores ¿qué es por fin un cometa?
GR: En el Colegio Romano hemos observado que, visto desde lugares diferentes, el cometa varía muy poco de aspecto, de lo que deducimos que se encuentra alejado de nosotros, más allá de la órbita lunar. Naturalmente el señor académico se opone... 53
GL: No me opongo, padre. Gr: ... diciendo que primero hay que asegurarse que el cometa sea una cosa fija y real, y no de apariencia vaga. Nadie hasta ahora ha dicho semejante cosa. Anaxágoras defendía que era un conjunto de estrellas reales, los pitagóricos que una estrella errante que se aproxima lentamente a nosotros y luego huye rápidamente. Finalmente, Aristóteles sostenía que su cola sí podía ser objeto de refracción. Nadie, pues, ha afirmado que no sea un objeto real. GL: Y no discuto que lo sea. Lo que mi amigo Guiducci afirmaba es que no es descartable la hipótesis de que su naturaleza no sea sólida y, en todo caso, planteaba la cuestión de la verdadera esencia del cometa como algo no probado. GR: Perdone, pero su amigo dice que el cometa puede ser una vana reflexión de la luz, un puro y simple juego de luces como el arco iris o la aurora boreal. Esto es muy improbable si consideramos la opinión de Tycho de que el cometa por él observado igualaba en grandeza a Júpiter y Venus, brillando con luz viva y extraordinario resplandor, de forma que su sustancia se revelaba más pura que la de la materia elemental y muy semejante a los cuerpos celestes. GL: El padre Grassi confía enormemente en su vista, considerando que el señor Tycho no podía ser engañado por ella. Yo en cambio confieso que soy como esa mona que se mira en un espejo y cree ver a otra mona, porque me dejo engañar por los sentidos y es por ello que confío más en emplear un razonamiento recto y verdadero que en la capacidad de distinguirlo de lo falso simplemente mirando. GR: El señor Galileo defiende que los vapores fumosos se remontan desde cualquier parte de la Tierra hasta lugares más altos que la Luna y aún que el Sol y que, apenas superan 54
el cono de sombra de la Tierra, generan y engendran el cometa. No puedo admitir tal cosa teniendo en cuenta que, en el momento de surgir el cometa, soplaban fuertes vientos del Norte que hubieran dispersado esos tan peregrinos vapores fumosos. GL: El señor Guiducci lo que afirma es que es posible que tales vapores, más finos que los habituales, pudieran estar efectivamente en el origen de los cometas. No hay pruebas de que esta hipótesis no sea cierta. El argumento eólico es ingenioso pero el padre debería tener en cuenta que, en aquellos mismos días, no soplaba viento ni en Persia ni en China e incluso quizá los vapores se pusieron en viaje varios días antes de que se formara el cometa. R: La cuestión del movimiento del cometa parece haber dividido también la opinión de ambas partes. GR: Es indudable que nuestras observaciones indican que las posiciones del cometa cada día, al ser reflejadas en un plano, como en un meridiano, se muestran en línea recta. De ahí deducimos que ese movimiento debe tener lugar a lo largo de un círculo máximo. GL: Para poder sostener tal cosa es necesario hacer muchas demostraciones que ustedes no han hecho. No todo movimiento que se nos aparece recto debe seguir un círculo máximo. Si así fuese, un movimiento hecho realmente por una línea recta debería aparecer como hecho sobre una curva, y esto no es así. GR: Realmente notable su observación. El movimiento de los astros es, como resulta obvio, circular. El círculo es la figura más perfecta. De hecho, el único que ha introducido movimientos rectilíneos compuestos para justificar el movimiento de los astros es su amigo Kepler, conocido hereje. Dándose cuenta, sin embargo, de las dificultades con las que se encontraba, afirmó que el movimiento no era 55
perpendicular a la Tierra sino oblicuo, y no uniforme, sino más lento al principio y al final, ganando velocidad en la parte central. Incluso tuvo que recurrir a postular un movimiento circular de la Tierra, lo cual a nosotros, católicos, no nos está permitido de manera alguna. En consecuencia, yo ni siquiera había tomado en consideración esa opinión que, pía y santamente, no se puede mantener.
GL: Entiendo que la opinión de Kepler, proposición que pía y santamente no se puede mantener, no puede ser considerada como inexistente. Más bien, el padre Grassi 56
debería destruirla y manifestarla como imposible. Tal vez no estaría de más demostrar con razones naturales, siempre que fuera posible, la falsedad de aquellas proposiciones que son declaradas como contrarias a las Sagradas Escrituras. Respecto al posible movimiento yo le preguntaría qué es un círculo máximo en una esfera... GR: Los círculos máximos son aquellos que pasando por el centro de la esfera, es decir, el centro de la Tierra en este caso, la dividen en dos partes iguales. GL: Sin embargo, los círculos descritos por Venus o por Mercurio no son círculos máximos en el sistema de Tycho sino círculos pequeñísimos que tienen por centro al Sol. Sin embargo, nosotros observamos que sus movimientos están en línea recta. Si el movimiento aparece, por tanto, realizado en línea recta, no se puede concluir otra cosa sino que ha sido hecho, no por la circunferencia de un círculo máximo o por la de uno menor, sino solamente que ha sido hecho en el plano que pasa por la visual, es decir, en el plano de un círculo máximo. Quizá si el padre estudiara de nuevo a Euclides o El Tratado de la Esfera de Sacrobosco... GR: Me bastará con comprender sus teorías. Por ejemplo, resulta que si sostiene que el vapor que es el origen del cometa asciende recto y perpendicular a la Tierra se encuentra con el hecho de que no puede justificar la curvatura del cometa hacia septentrión. En su obra afirma que debe haber alguna otra razón de su aparente desviación. ¿Qué razón, señor académico? Usted, tan arriesgado para hacer hipótesis más que dudosas en tantas ocasiones, se detiene y no parece atreverse a formular ninguna ahora. ¿En qué razones está pensando? Una vocecita me susurra en voz baja y temerosamente al oído: el movimiento de la Tierra. ¡Lejos de mí esta idea falsa y detestable para los oídos píos! Si así fuese, la opinión del señor Galileo caería por apoyarse 57
en un fundamento falso, ya que si la Tierra no se mueve, este movimiento recto no concuerda con las observaciones del cometa. Pero supongo que todo esto no ha pasado nunca por la imaginación del señor académico, ya que siempre le he tenido por persona pía y religiosa. GL: En ningún caso el señor Guiducci ni yo mismo hemos escrito nunca que tal desviación se deba a otro movimiento, ni de la Tierra, ni de los cielos ni de ningún otro cuerpo. El padre Grassi lo introduce por capricho, de manera que sea él mismo el que se responda. De todas maneras, si el movimiento de la Tierra, que considero falso y nulo, se acomoda a dar explicaciones de tantas diferentes apariencias que se observan en los astros, no aseguraría que aún siendo falso, no pudiera incluso engañosamente responder a las apariencias del cometa.
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Gaceta de Ciencias, Artes y Política 1630 El general Spínola toma la ciudad de Breda
Crónica de la fracasada campaña en Alemania de Cristian de Dinamarca
El señor Justin de Nassau hubo de rendir la plaza ante las fuerzas españolas.
El ejército imperial, al mando del general Wallenstein, expulsa de territorio alemán a los daneses.
El doctor William Harvey publica una revolucionaria teoría sobre la circulación de la sangre por el cuerpo
Johannes Kepler de triste actualidad
“No me importan las opiniones ajenas y las burlas sobre mi libro. No deseo controversias pero serán inevitables”. Amplia entrevista con el médico inglés, autor de la obra ‘De motu cordis’.
Recién publicadas sus ‘Tablas Rudolfinas’ conocemos de su inesperada muerte en Ratisbona
Muere en Córdoba el controvertido poeta Luis de Góngora y Argote
Los esfuerzos negociadores de Rubens consiguen la paz
El conocido pintor culmina con éxito diez años de negociaciones políticas entre diversos gobiernos europeos
El conocido autor de la ‘Fábula de Polifemo y Galatea’ fallece en su ciudad natal, tras retirarse en ella desde la Corte de Madrid. Enfermo y cargado de deudas, don Luis de Góngora dio por concluida su vida en la Corte madrileña donde, al final de sus días, sólo ha conocido la angustia y el desdén de otros poetas, en particular Quevedo.
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La victoria española en Breda: Luces y sombras. 1625 Encontramos al señor Van Ooestende en la conocida taberna ‘Los tres ríos’, en Bruselas. Experto en cuestiones militares y económicas su asesoría ha sido solicitada repetidamente tanto por el margrave Mauricio de Nassau como por el propio general Spínola. - ¿Qué opina -le preguntamos en torno a una jarra de cerveza- del último éxito español en Breda el 5 de junio? ¿Puede ser decisivo para una nueva tregua negociada? - Mire, la guarnición holandesa sale derrotada de la ciudad y el señor Justin de Nassau entrega las llaves a Spínola. Muy bien. Olivares en Madrid salta de alegría y dice aquello de “¡Dios está con nosotros, Dios es español!” y demás zarandajas. Pero todo eso está construido sobre el barro. - ¿Podría ser un poco más explícito? No me negará que las fuerzas católicas triunfan en gran parte de Europa. Las propias fuerzas de Spínola invadieron el alto Palatinado, el rey Jacobo I de Inglaterra no parece muy dispuesto a entrar en liza... - Tiene usted razón, Dios es español y tío de Olivares para más señas, je, je. Disculpe usted que llevo ya dos pintas de cerveza por lo menos. Pero le sigo insistiendo, la victoria española está construida sobre el aire y no va a durar. ¿Se ha dado cuenta de que las fuerzas derrotadas de Nassau salían de Breda en mucho mejor estado que las tropas de Spínola? - ¿A qué cree usted que se debe eso? - Una conjunción de factores. Pero el primero, el caballero don dinero. Lo ha dicho Olivares en el Consejo de Estado, no yo. Cuando algunos consejeros insistían en declarar la guerra a Francia por el asunto de la Valtelina, ya sabe, el paso que 61
quieren cerrar los franceses a los españoles para que estos no puedan llevar las tropas hasta Flandes. Bueno, pues Olivares decía que no, que se debe encontrar una salida negociada al conflicto con Francia. A fin de cuentas el rey francés es tío de Felipe IV y Richelieu es un cardenal católico. Pero el argumento que terminó por convencer era el dinero. ¿Sabe usted cuánto es el gasto que calcula Olivares que va a hacer España el próximo año? - Mucho, indudablemente.
- Mucho, es cierto. Tómese otra cervecita, no sea tímido. Mucho, él presentó las cuentas: Más de 14 millones de ducados. De los cuales el ejército de Flandes se lleva casi cuatro millones, el de Milán tres millones, la paupérrima flota española uno y medio, la casa real y demás dos y medio. Bueno, pues resulta llamativo que tres millones y 62
medio de ducados se vayan en pagar los intereses a los banqueros genoveses. A Spínola se le va a premiar con la prestigiosa encomienda mayor de Castilla... pero sus rentas están hipotecadas ¡los próximos doce años! España está en bancarrota. Sé de buena tinta que Olivares está negociando con los marranos, ya sabe, los banqueros portugueses, porque los genoveses ya no fían nada más.
- Pero España tiene la plata de América... - La plata de América ya no basta. Los ejércitos tienen que ser cada vez más numerosos. Spínola debe tener unos ochenta mil hombres en Flandes. Desde la construcción de baluartes en las murallas y el empleo del ladrillo y cascotes en vez de la piedra los asedios no pueden ser como antes, ahora hay que cercar la ciudad y rendirla por hambre. Eso es largo, es costoso ¿y dónde está el dinero de España? La plata de América no basta y además los mares están controlados por los holandeses ¿no han creado la Compañía de Indias? ¿No impiden el traslado de hombres y dinero desde España 63
por mar? ¿No tienen que tardar casi dos meses los españoles en traer tropas desde Milán atravesando la incierta Valtelina? ¿Qué pasará el día en que los holandeses se lleven la plata de América? Ande, tómese otro trago. A su salud.
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La frustrada flota católica en el Báltico. 1628 En el otoño del año pasado se nos informó que se habían iniciado negociaciones entre el señor Gabriel Roy y el conde Sforza, enviados del gobierno español, y Wallenstein, general en jefe de las tropas imperiales. El objetivo de dichas conversaciones era la formación de una gran flota hispanohabsburguesa en el Báltico. “Desde el punto de vista español” nos informa el señor Roy, “las ventajas son evidentes como ha dejado claro el ministro Olivares. Mientras los holandeses tengan un acceso ilimitado al lucrativo comercio en el Báltico no van a entrar en razones dentro del proceso negociador que se ha empezado con ellos. Acuden a los puertos cerealistas de Pomerania y Polonia, recogen pertrechos navales, madera, alquitrán para la construcción y mantenimiento de su flota. El cierre de estos puertos les obligaría a negociar, indudablemente”. La postura del general Wallenstein era en principio favorable por su deseo de consolidar su posición en el norte frente a las flotas holandesas, danesas y suecas, amén de contar con los beneficios del patronazgo español con lo que ello supone de ingreso económico. Aunque el emperador también mostró su buena disposición lo cierto es que puso como condición el acuerdo de los puertos de la Liga Hanseática, para lo que envió al mariscal Schwarzenberg a Lübeck. Las cosas se empezaron a torcer cuando los hanseáticos no fueron convencidos por el mariscal. Un asistente nos explicó lo sucedido: “El mariscal habló con lengua de ángel. Nos ofreció el monopolio del comercio con España, la protección con galeras armadas con cañones, su construcción en un puerto alemán. Dada nuestra 65
actitud hacia los españoles el mariscal ha sido muy hábil en presentarlo como una iniciativa del emperador, que a fin de cuentas es alemán, señor de Bremen y Hamburgo entre otros títulos”, añadiendo, “pero no nos ha convencido. Entre nosotros, nuestra vinculación al emperador es puramente nominal. En nuestras ciudades hay muchos protestantes huidos, en los púlpitos predican pastores de Bohemia ¿es que vamos a ignorar lo que allí ha pasado? Son nuestros hermanos, a fin de cuentas. Y en cuanto al comercio, nuestra neutralidad nos va muy bien ¿por qué la vamos a cambiar?”. Efectivamente, la Liga adujo falta de instrucciones, pobreza, un pacifismo dictado por su debilidad y aplazaron cualquier otra discusión para más adelante. El mariscal se fue de Lübeck tal como había venido.
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Según los últimos comentarios escuchados cerca del general Wallenstein, existen pocas posibilidades de que este proyecto fructifique. Los españoles no envían los 24 barcos prometidos aduciendo dificultades económicas, el reciente robo de los holandeses de la flota con la plata de América (dos millones de ducados, se afirma) y la bancarrota declarada por el rey frente a los banqueros genoveses. Además, el asunto de Mantua ha terminado de envenenar la relación española con Wallenstein, partidario de los derechos de la casa de Nevers. El ambicioso e importante proyecto parece, por tanto, perdido.
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La campaña del rey Cristian de Dinamarca.1626 Después de la caída de Bohemia en manos de la Liga Católica, las fuerzas protestantes no encontraron en el rey Jacobo I de Inglaterra el adalid de la resistencia con el que conseguir recuperar el Alto Palatinado y el reino de Bohemia para Federico. Se volvieron entonces hacia Dinamarca cuyo rey, Cristian, tenía dos serios motivos para encabezar la contraofensiva protestante: En primer lugar, una solvencia económica contrastada así como una gran autoridad en su propio país. En segundo lugar, desconfiaba de los contactos entre el rey Carlos Gustavo de Suecia y los holandeses por cuanto los suecos son los tradicionales enemigos de Dinamarca en el mar Báltico. Su intervención podría justificarse además amparándose en el hecho de que Cristian era duque de Holstein, en terreno alemán, y como implicado directamente en el Círculo de la Baja Sajonia deseaba aumentar sus dominios en Alemania en beneficio de sus hijos. En la primavera de 1625 la situación política y militar parecía favorable a una intervención danesa: Las fuerzas imperiales del general Tilly se encontraban ocupadas en la defensa del ocupado Palatinado mientras se recibían mensajes favorables tanto del general palatino Mansfeld en los Países Bajos, como de Bethlen Gabor en Transilvania y hasta de Carlos Manuel de Saboya. En junio avanzó por tanto al frente de veinte mil mercenarios cruzando el Elba y yendo hacia el Sur. Pensaba enfrentarse al ejército de Tilly pero, de manera imprevista, empezaron a suceder una serie de hechos contrarios a la intervención de Cristian. En primer lugar, el emperador 68
había recurrido a Wallenstein quien, con los ingentes recursos obtenidos de Bohemia, fue capaz de poner en pie un segundo ejército imperial de unos treinta mil hombres. Ello obligó a cambiar los planes de manera que Mansfeld avanzara por el Elba hacia Silesia uniéndose en el este con el ejército de Bethlen Gabor y asolando los territorios habsburgueses hasta forzar la intervención de Wallenstein consiguiendo su derrota. Así, el rey Cristian confiaba en que sólo el ejército de Tilly (comparable al suyo en cantidad y potencia) se interponía entre Viena y él. Cuando el 16 de agosto se enfrentaron estos dos últimos ejércitos en Lutteram-Barenberg, el general Tilly infligió una severa derrota a las fuerzas mercenarias danesas. Al tiempo, Bethlen Gabor era presa de dos incertidumbres: Desde el punto de vista estratégico tuvo noticias de una derrota total de las fuerzas otomanas (sus aliados tradicionales en la frontera de Transilvania) frente a los persas por lo que su retaguardia podía verse comprometida. Por otro lado, su salud se veía seriamente resentida por una serie de achaques adjudicables a su edad. Con todo ello el ejército de Mansfeld se vió solo y perseguido por Wallenstein a lo largo de todo Hungría. Finalmente, el agotamiento de las fuerzas de este último y la cercanía de unas indecisas fuerzas de Gabor forzaron a ambas partes a sellar un acuerdo (la paz de Bratislava). Con las espaldas resguardadas, el ejército danés en plena desbandada hacia el norte y las fuerzas de Mansfeld y Gabor neutralizadas, la ambición de Wallenstein le impulsó a avanzar decididamente hacia el norte ocupando Mecklemburgo, Pomerania y Jutlandia. Los duques de Mecklenburgo, que habían apoyado a Cristian, fueron desposeídos de sus títulos recibiéndolos Wallenstein quien, no satisfecho con ello, forzó la entrega de Jutlandia al 69
emperador por parte de Cristian, comarca que revertió en su favor como pago de las deudas contraídas por el emperador con él. A finales de 1927, pues, la posición imperial aparecía muy sólida así como la invencibilidad de Wallenstein.
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Stralsund: Los límites de la victoria de Wallenstein. 1629
Stralsund es una ciudad costera de la Pomerania que da al mar por un lado, una serie de lagunas y pantanos al otro con unos arrecifes que lo unen al continente. En sí no debería haber tenido una importancia excesiva en el transcurso de la guerra. Cuando llegó allí Han Georg Von Arnim, coronel de Wallenstein, observó que el lugar era muy frecuentado por el comercio protestante (como toda ciudad del Hansa) lo que le indujo a cambiar el habitual pago en dinero por la ocupación militar. De manera que empezó exigiendo a Stralsund la cantidad de cien mil táleros. El Concejo de la ciudad, espantado por las exigencias de Von Arnim (a fin de cuentas seguía siendo una ciudad imperial aunque el emperador se 71
encontrase tradicionalmente lejos) ofreció treinta mil pero, mientras se negociaba, Von Arnim ocupó y fortificó parte de los arrecifes. De repente, Stralsund se convirtió en el centro de atención de toda Europa. Para los católicos era un signo de connivencia con las fuerzas herejes que había que aplastar, mientras que para los protestantes era un símbolo de su resistencia. Desde la Liga Hanseática se defendió la teoría del dominó: Si cae Stralsund, se perderían todas las ciudades del Hansa, y luego Dinamarca y Suecia y los Países Bajos, todo el comercio se colapsaría cayendo en manos hispanohabsburguesas. No en vano se anunciaba la irrupción española en el Báltico. Dinamarca y Suecia mostraron su apoyo económico y militar a la ciudad en términos categóricos: O colaboración o una inexorable enemistad que el Stralsund económico estaba lejos de desear. La ciudad pretendió dar largas al asunto quejándose de la envergadura de las fuerzas enemigas, la necesidad de tropas, dinero, cañones, mosquetes y todo muy pronto. El rey Cristian respondió enviando un regimiento de escoceses, daneses y alemanes, un total de mil hombres al mando de un ambicioso y brutal Heinrich Holk. Desde ese momento el Concejo de la ciudad no fue dueño de su destino. A principios de julio Wallenstein se vio forzado a ponerse al frente de las tropas que cercaban Stralsund. Comentó con cierta amargura que “esa ciudad debería hundirse aunque estuviera atada al cielo con cadenas”. Los de la ciudad le importunaron repetidas veces con promesas de lealtad y quejas hacia la actitud del ejército imperial. Él contestó con acritud pidiendo sumisión y que una representación de la ciudad viniera a ponerse a sus órdenes. Nadie lo hizo. Sus deseos sobre Stralsund corrieron de boca en boca arrancando comentarios desalentados: “Sólo quiere 72
nuestro fin” “Es un soberbio, un engreído que quiere enfrentarse al cielo con tal de hundirnos” se escuchaba por las calles. Wallenstein decidió terminar por la vía rápida irrumpiendo en la fortaleza. Durante dos días y dos noches se combatió sin cuartel, los bombardeos abrieron brechas sembrando el espanto en la población, los sitiados contraatacaron amparándose en su mejor posición, millares de tropas arremetiendo una y otra vez. Al tercer día la ciudad estaba a punto de caer pero Wallenstein se detuvo. En su campamento se rumoreaba que el general quería la sumisión de Stralsund pero no pasarla a cuchillo. La impresión en todo el norte de Alemania del arrasamiento de una ciudad imperial en principio hubiera sido tremenda. Se retiró por tanto y entró en negociaciones. La ciudad se avenía a entregar dinero pero no a mantener una guarnición imperial dentro de sus murallas.
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Wallenstein aceptó las condiciones con tal de salir de aquel atolladero. Se entablaron conversaciones de paz con el rey Cristian en las que éste renunciaba a la intervención en Alemania. Con eso le bastó. Wallenstein había llevado al límite sus victorias.
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En la muerte de Francis Bacon. 1626 El barón de Verulam, vizconde de St Albans, gran canciller del reino, su señoría Francis Bacon, ha muerto el 9 de abril de 1626. En un día de frío extremo a finales de marzo, con las calles cubiertas de nieve y cuando era conducido cerca de Highgate, descendió de su carruaje para comprarle una gallina a una granjera. Su señoría el vizconde estaba investigando el efecto del frío para retardar la putrefacción por lo que rellenó de nieve la gallina alojándose después en la mansión de lord Araundel. Posiblemente su estancia continuada en la calle y una cama fría y poco aireada le llevaron a contraer una bronquitis, fruto de la cual fallecía pocos días después. Con esta lamentable ocasión la Gaceta ha recabado dos opiniones sobre su señoría que amplíen lo narrado en la entrevista publicada en el primer número de nuestra revista.
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Debo reconocer en primer lugar el hecho de que me considero discípulo de Francis Bacon en la búsqueda de una filosofía de la Naturaleza ligada a los hechos útiles para el desarrollo del conocimiento humano. En ese sentido, los esfuerzos de mi maestro han sido encomiables, si bien su desaforada ambición por terminar una obra que, como él mismo defendía, debe ser colectiva, le llevó en algunas ocasiones a acumular datos antes que a construir ordenadamente una explicación de los mismos. Como investigador de la naturaleza social y política del conocimiento la obra de Francis Bacon es un germen, la semilla a partir de la cual debe crecer a lo largo de este siglo la planta del conocimiento. Ello no obsta para reconocer las contradicciones y errores que cometió y que abrieron las puertas para mejorar y perfeccionar la filosofía que acertó a diseñar con tanto acierto en su Novum Organum. Por ejemplo, la separación estricta que estableció entre el progreso del conocimiento natural y el divino podía servir a su propósito de desarrollar el primero sin entrar en conflicto con el segundo, pero no puede aceptarse sin crítica esta verdad divina, como él admitió. Por ello mi maestro no se atrevió a lo que yo propongo: Que el Estado establezca el credo de sus súbditos y les obligue a seguirlo. Con lo cual estaremos dando un paso más firme hacia la culminación de su obra. Thomas Hobbes
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En una audiencia que me concedió el rey Jacobo y hablando de su gran canciller me comentó que la filosofía de Bacon era “como la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” a lo que le respondí, siguiendo el sarcasmo, que “escribía filosofía como un gran canciller”. Quizá mi comentario no fuera oportuno desde un punto de vista diplomático pero es bueno saber la crítica que puede hacerse a la obra de Francis Bacon. No me voy a detener demasiado en su catadura moral. Recuérdese cómo defendió ardientemente la condena a muerte por traición de Robert Devereux, segundo conde de Essex, su íntimo amigo, en su calidad de fiscal privado de la reina Isabel. Según afirmaba, “todo hombre honrado abandonará al amigo antes que abandonar a su rey”, lo que no le impidió beneficiarse fraudulentamente de un soborno continuado en su oficio de canciller. Lo que sí quiero afirmar es que su labor fue equivocada, pretendiendo construir un Paraíso del conocimiento de la Naturaleza sin adentrarse en datos concretos, investigaciones anatómicas, fisiológicas, mecánicas... No será haciendo grandes planteamientos teóricos como se construya el gran edificio del saber en nuestro siglo sino atendiendo a la investigación concreta ante la cual él siempre retrocedió. William Harvey
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William Harvey y la circulación de la sangre. 1628 El doctor Harvey nació hace cincuenta años en Folkestone, un pequeño puerto del Canal de la Mancha, en el condado de Kent. Es desde hace diez años médico personal del rey Jacobo I pero le traemos ahora a estas páginas por la publicación en Frankfort de un librito de tan sólo 72 páginas que está empezando a levantar una verdadera polvareda en los ambientes médicos. El doctor Harvey nos recibe en una sala del hospital de San Bartolomé de Londres donde desarrolla su labor investigadora y docente desde hace veinte años.
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- Doctor Harvey, es usted un profesional muy conocido en los ambientes médicos londinenses y nacionales, pero en el momento de publicar su obra ‘Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus’ lo hace en Frankfort ¿Por qué tan lejos? - Tengo cincuenta años, soy persona que, como dice usted muy bien, resulto conocido y por tanto criticable. Disfruto de una posición consolidada y, por mi edad, conozco a las personas de mi profesión. Lo que planteo en esta obra encierra cosas inauditas por lo que he preferido moverme con cautela a la hora de publicar mis descubrimientos. - Para que el gran público le conozca algo más, ¿qué detalles de su vida han sido más importantes? - Bien, yo nací en una familia acomodada de la región. Mi padre llegó a ser alcalde en la época del naufragio de la Armada Invencible frente a nuestras costas. Tenía yo diez años pero aún le acuerdo en la playa recogiendo y apresando españoles que apenas podían tenerse en pie, otros que llegaban muertos. Un recuerdo imborrable. Estudié en Cambridge. Luego, con veinte años, marché a Padua, a estudiar Anatomía con el eminente físico Jerónimo Fabricio de Aquapendente. Cuando obtuve mi diploma de doctor, allá por 1602, volví a Inglaterra y me establecí en Londres, ingresé en el Colegio Real de Físicos, casé con la señora Harvey que era hija del doctor Browne, antiguo médico de la reina Isabel. Gracias a él ingresé en este hospital en 1608 y aquí vengo desarrollando mi labor desde entonces. - Las teorías que vierte en su libro ¿nacieron entonces o han sido un descubrimiento reciente? - No, en absoluto. Hacia 1615 obtuve el nombramiento de profesor de Anatomía en las Lecturas dedicadas a lord Lumley y tuve que explicar dos veces por semana lecciones de tal tema donde fui introduciendo los resultados de mis 80
investigaciones respecto al funcionamiento del corazón. Ya entonces tuve mis controversias, particularmente con el doctor Pimrose, un profesor en Oxford, un fanático de Galeno, que me interrumpió un día afirmando la idea peregrina de que, puesto que desde la antigüedad se curaban muchas personas sin la circulación de la sangre, ésta no servía para nada. En fin, me limité a pedirle que abandonara la conferencia que tan irrespetuosamente había interrumpido. - Efectivamente, usted atacaba a Galeno. - A Galeno nunca, señorita, fue un verdadero príncipe entre los médicos. Pero es indudable que él murió hace casi mil quinientos años y los médicos desde entonces nos hemos limitado a mirar libros antes que a mirar los cuerpos enfermos y examinar realmente los cadáveres. - Algunos todavía ven como un sacrilegio profanar así el cuerpo como templo del Señor que es. - Entre los médicos, cada vez menos. Desde la extraordinaria obra de Vesalio de 1543, ‘De humani corporis fabrica’, que mostró al mundo la verdadera naturaleza del ser humano y también, ¿por qué no decirlo? de algunas inexactitudes de Galeno, se ha abierto un tiempo nuevo en que el médico tiene por delante descubrir regiones amplísimas del conocimiento humano sobre la anatomía. Cada vez hay más oposición. Si hasta algunas personas han criticado la vivisección que practico con animales, fíjese a qué extremos llegan las ganas de criticar. En fin, hablando de Galeno sí tengo que reconocer que partí de una postura bastante alejada de la suya cuando afirma que los principios de la sangre son el corazón, el cerebro y el hígado. Consideré más acertada la postura aristotélica de que era únicamente el corazón el órgano importante, pero no como decía Aristóteles, que defendía que era la fuente de la sangre. Ni siquiera una 81
bomba sino un instrumento por cuyo medio la sangre venosa empobrecida recobra todo su calor y su capacidad nutritiva. - Quizá sea momento de que nos explique las aportaciones más importantes de su obra ‘De motu cordis’.
- Pues bien, son fundamentalmente dos: La primera relacionada con las teorías antiguas y equivocadas sobre la función y naturaleza del corazón, las arterias y las venas, en el sentido de demostrar sus errores. La segunda aportación, la más original y sorprendente, es el descubrimiento de la circularidad de la sangre a través del cuerpo humano. - Respecto de las teorías antiguas... - Por ejemplo, existía la opinión de que las funciones de la respiración y del pulso son idénticas y no es cierto. Las funciones tienen que ser distintas porque los movimientos de los pulmones en la respiración y de las arterias y venas en el pulso son completamente distintos. Se puede contener la 82
respiración largo rato y, sin embargo, el pulso sigue en su sístole y diástole. Una teoría relacionada es la de Erasístrato, por ejemplo, cuando sostiene que las arterias contienen aire que penetraría en la piel durante la diástole para refrigerar el cuerpo como lo hacen los pulmones y se expulsaría en la sístole para eliminar las fuliginosidades. Si esto es cierto, la inmersión completa de un cuerpo en un baño de aceite o agua que impidiera el paso del aire provocaría que el pulso se volviera más lento y ése no es el caso. Como puede ver, son teorías que han pervivido largo tiempo porque los médicos se limitaban a consultar sus libros sin hacer la menor experimentación, sin observar lo que la Naturaleza nos ofrece a quien quiera observarla. - En su obra usted niega validez a lo que defiende Galeno sobre la simultaneidad de la sístole y diástole de las arterias y del corazón. - En efecto, ¿cómo al distenderse simultáneamente dos cuerpos, naturalmente unidos, podrá atraer algo el uno del otro o al contraerse a la vez, recibir algo el uno del otro? Mire, señorita, las arterias se distienden porque se llenan como los sacos o los odres, pero no se llenan porque se distiendan como los fuelles. - Los partidarios de Galeno empiezan a discutirle que usted defienda la existencia de sólo dos movimientos en el corazón. - Yo también reconozco la existencia de cuatro movimientos, como los galénicos, pero defiendo que las dos aurículas (que son dilataciones de la vena cava) se mueven al mismo tiempo y los dos ventrículos también se mueven a la vez. Esto sólo he observado que se incumpla una vez. Cuando examinaba en los animales justamente el momento anterior a la muerte, el desfallecimiento cardíaco progresaba dejando de latir primero el ventrículo izquierdo siendo la última la 83
aurícula derecha. Y mientras el corazón muere poco a poco puede observarse, a veces, que tras dos o tres pulsaciones de las aurículas, el corazón, como despertándose, responde y lleva a cabo, trabajosa y penosamente, un solo latido. - Quizá sea el momento en que nos aclare de forma general cuál es el funcionamiento normal del corazón, según su teoría. - Y mis experiencias, señorita. - Y sus experiencias, naturalmente.
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- Pues bien, en primer lugar se contrae la aurícula expulsando su contenido al ventrículo el cual, al contraerse, produce el latido arrojando la sangre. Desde ahí toma dos caminos. Desde el ventrículo derecho la sangre va a los pulmones por medio de la vena arteriosa que, tanto por su constitución como por su función, no es una vena sino una arteria que llamaremos arteria pulmonar. Por otro lado, el ventrículo izquierdo lanza la sangre por la aorta a todo el cuerpo. Los dos movimientos (auricular, ventricular) se realizan sucesivamente con tal ritmo que parecen simultáneos. - ¿Cómo ha podido averiguar por dónde circula la sangre en cada sístole y diástole? - No es complicado. Basta hacer una ligadura en alguna de las venas o arterias que están en comunicación con el corazón y observar como yo hice las consecuencias para la circulación de la sangre en estos conductos. Todas estas son vías potentísimas como se pone en evidencia al hacer la vivisección en animales adultos. - Respecto a la circularidad de la sangre es donde parece haber más controversia. - Así es. Comencé a pensar si no podía tratarse de un movimiento, por decirlo así, en forma de círculo. Pues bien, posteriormente descubrí ser ésa la verdad. Lea usted el libro, donde se acumulan pruebas sobre el hecho de que en los pulmones entran en contacto a través de porosidades la sangre venosa y la arterial, cuál es la verdadera función de las válvulas venosas... Entendí que al movimiento que iba descubriendo se le podía llamar circular, del mismo modo en que Aristóteles afirma que el aire y la lluvia imitan el movimiento circular de los cuerpos celestes, por el hecho de que la tierra humedecida sufre evaporación al ser calentada 85
por el sol, los vapores se condensan en lo alto y descienden en forma de lluvia. - Y en este movimiento, el corazón... - El corazón constituye el principio de la vida, el sol del microcosmos, la fuente de toda actividad. - Gracias por sus declaraciones, doctor Harvey. Se lo digo de corazón.
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Los últimos años de Johannes Kepler. 1630 Cerrando la impresión de nuestra Gaceta nos llega la noticia de la muerte del gran astrónomo Johannes Kepler. Tras la publicación de las ‘Tablas Rudolfinas’ tres años atrás se había dedicado a vagar de una a otra ciudad buscando un trabajo adecuado tras perder el que tenía de astrólogo junto al general Wallenstein.
El 2 de noviembre de este año llegaba a Ratisbona, sede de la Dieta imperial, al objeto de seguir reclamando los 87
más de doce mil florines que le debía el emperador por su cargo de matemático imperial. El predicador luterano Jacob Fischer, que le atendió en sus últimos días, los narraba así: “Durante la reciente sesión de la Dieta, nuestro Kepler llegó a esta ciudad en un viejo jamelgo, que luego vendió por dos florines. Llevaba sólo tres días aquí cuando cayó enfermo con fiebre. Al principio pensó que sufría de pústulas febriles, y no le prestó atención. Cuando la fiebre empeoró, le sangraron sin resultado. Pronto dejó de hablar como alguien con posesión de sus facultades. Varios predicadores le visitaron aunque obligados a negarle los últimos sacramentos. Uno de ellos, pariente mío, le atendió hasta el final. Murió el 15 de noviembre y le enterramos cuatro días después en el cementerio de San Pedro, fuera de la ciudad. Su epitafio lo había dictado él varios días antes: ‘Medí los cielos, ahora mido las sombras. Del cielo era la mente, en la tierra descansa el cuerpo”.
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Una trágica coincidencia ha querido que en este número fuera a publicarse una entrevista que nos concedió en Ulm (Suabia) en 1627, a raíz de la publicación en dicha ciudad de las ‘Tablas Rudolfinas’. Por ser una interesante oportunidad de conocer datos sobre su vida y su obra, la Gaceta transcribe a continuación el texto de dicha entrevista. - Muchas gracias por recibirnos, señor Kepler. Queríamos que nos comentase, en primer lugar, la importancia que asigna a la publicación de esta última obra suya. - En realidad la obra es aún más de mi maestro Tycho que mía, por cuanto reúne las meticulosas observaciones realizadas por él a lo largo de muchos años. Mi trabajo ha sido el de comprobar, sistematizar y estructurar la obra. - Pero su maestro murió hace casi treinta años. ¿Por qué ha tardado tanto en publicar los resultados de sus observaciones? - En primer lugar, los herederos de Tycho han reclamado durante bastantes años los datos de su pariente y ello ha traído considerables problemas al trabajo cotidiano. En segundo lugar, debo confesar una cierta incapacidad para el trabajo meticuloso al que tan dado era mi maestro y protector. De todos modos, las Tablas estaban terminadas hace cuatro años. - ¿Cuál ha sido entonces el problema? ¿Económico? Porque nos consta que la demanda de estos datos es grande... - Sí, muy grande. Estamos necesitados de datos lo más exactos posibles tanto los astrónomos como los navegantes. Me han llegado quejas sobre la tardanza desde la India e incluso de misioneros jesuitas en la lejana China. Pero, efectivamente, nadie aportaba el dinero. He tenido que ir mendigando para el papel. La impresión ha corrido a mi cargo. Además, cuando la habíamos empezado en Linz fuimos sitiados por el campesinado luterano durante dos 89
meses y, aunque no consiguieron su propósito final, incendiaron parte de la ciudad quemándose casi todas las pruebas realizadas y salvándose mi manuscrito por un verdadero milagro. - Usted debe su fama, además de ésta, a otras muchas obras. Sin embargo, siempre ha sostenido que su infancia fue tal que le extraña haber llegado a donde lo ha hecho. Háblenos brevemente de esa infancia. - Mire, yo nací el 27 de diciembre del año 1571 a las 2.30 de la tarde en el pueblo de Weil-der-Stadt, en la Suabia. Mi abuelo era un viejo colérico casado con una mujer de ademanes furibundos y de maliciosa estampa. Mi padre fue su cuarto hijo pero heredó la casa y los bienes al morir sus hermanos mayores. Mi padre, Heinrich Kepler, era..., un hombre vicioso, inflexible, pendenciero, dejó la familia plagada de peleas. Venus y Marte incrementaban su malicia. Saturno, en séptima, le hizo un estudioso de las armas de fuego lo que le hizo marchar de casa a combatir junto a los españoles en los Países Bajos hasta que estuvo a punto de que le ahorcaran y regresó a casa. Mi madre Katherine era pequeña, delgada, morena, charlatana y pendenciera, con una mala disposición. A la tía que la educó la quemaron en la hoguera por bruja y con ella, de joven, estuvieron a punto de hacer lo mismo. - Fue una infancia ciertamente difícil... - ¿Difícil dice? ¿Puede imaginarse aquella casucha con ventanas a la plaza del mercado de Weil, aquellas peleas continuas, las bofetadas, los palos a los niños, escondiéndome junto a mi hermano Heinrich hasta que le daba un ataque y echaba espuma por la boca y volvían a encontrarnos? Yo, además, siempre fui enfermizo, tuve llagas en la piel durante años, la sarna, heridas crónicas purulentas en los pies... Cuando me admitieron en el 90
seminario teológico vi el cielo abierto para escapar de allí. Había por entonces un excelente sistema de educación patrocinado por los duques de Wurtemberg. Yo me portaba como un verdadero perro cuando ingresé allí, me peleaba con todos, imposible, vamos. Pero fui prosperando, me gradué en la facultad de Artes de Tubinga a los veinte años. Poco después me ofrecieron el puesto de profesor de matemáticas y astronomía en Gratz, la capital de Estiria. - Fue allí donde elaboró la obra que cimentó su fama, el ‘Misterio del cosmos’. - Sí, en efecto. Recuerdo el día incluso en que descubrí la idea fundamental, el 9 de julio de 1595. Yo daba unas clases terribles. Mi carácter no me permitía otra cosa. Encontraba una idea y la seguía desordenadamente, con abundantes disgresiones, una idea enlazaba con otra, a veces me perdía. Como comprenderá, al segundo año ya ni siquiera tenía alumnos. Pero durante el primero dibujé un triángulo equilátero entre dos círculos. Me quedé parado y me dí cuenta de que la relación entre ambos círculos era la misma que las de la órbita de Saturno y Júpiter. El resto llegó como un relámpago. Saturno y Júpiter eran los planetas más alejados y el triángulo es la primera figura geométrica. Inmediatamente intenté inscribir en el siguiente intervalo entre Júpiter y Marte un cuadrado, entre Marte y la Tierra un pentágono... Pero algo no funcionaba así que me dije ¿y por qué reducirse a formas de dos dimensiones? ¿Por qué no considerarlas tridimensionales? Así fui encajando entre las órbitas de los distintos planetas los cinco sólidos perfectos ¡y todo quedaba en su sitio! Era un prodigio de belleza numérica.
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- ¿Fue entonces cuando empezó a descubrir sus conocidas leyes? - No sé decirle. Ciertamente, dentro del estudio que hice para contrastar los datos observados con la forma de estos sólidos, empecé a buscar una relación matemática entre la distancia de un planeta al Sol y la longitud de su ‘año’, es decir, el tiempo que necesitaba para terminar una revolución. No pude encontrar dicha relación, eso lo hice más tarde, pero llegué a la conclusión de que tenía que existir una fuerza que 92
emana del Sol y que hace posible que los planetas se muevan en sus órbitas. - ¿Cómo es esa fuerza? - Observe que los planetas exteriores se mueven más lentamente debido a que esta fuerza conductora les llega disminuida en proporción a la distancia, del mismo modo que lo hace la fuerza de la luz. Éste fue el antecedente de lo que luego han conocido como la tercera ley, la de que los cuadrados de los períodos de revolución de dos planetas son proporcionales al cubo de sus distancias al Sol. Pero esto lo publiqué en 1618, en la ‘Armonía del mundo’. A fin de cuentas es la conclusión del camino que comencé con aquella primera obra. - En Gratz también se casó. - No me recuerde aquello. Mi primera esposa me la eligieron mis amigos. Me casé con ella en 1597, bajo un cielo calamitoso y malos augurios del horóscopo. Daba una excelente impresión a los desconocidos pero en casa era bien distinta. Se quejaba de mi baja posición, se entrometía en mi trabajo con sus cuitas domésticas, me irritaba, discutíamos interminablemente. Sólo leía su devocionario, despreciaba todo lo que yo hacía. Era estúpida, malhumorada, solitaria y melancólica. Afortunadamente, Dios se la llevó pronto. - Cuéntenos de su relación con Tycho Brahe. - Bueno, conseguí conocerle en 1600, tras su airada salida de Dinamarca enfrentándose al rey Cristian, con su arraigo en Benatek. Fue un observador meticuloso pero con poca imaginación, además de un carácter insoportable que provocó no pocas riñas conmigo. De todos modos murió cuando yo llevaba con él menos de dos años. Entonces heredé su puesto y seguí trabajando en el planeta que me había encargado: Marte. 93
- Marte siempre ha ejercido fascinación sobre los hombres. No en vano es el planeta exterior que más se aleja de la órbita circular. ¿Cómo llegó a la conclusión de que la órbita debía ser elíptica? 94
- La obra de Copérnico estaba plagada de errores. Eso no quita su genio, claro está. Pero él partía de que la órbita de Marte oscilaba, por ejemplo, ¡fíjese qué tontería! O que las órbitas eran circulares pero con el centro de giro fuera del Sol. Yo creía que el Sol debía estar en el centro pero no podía cuadrar este hecho con los datos que observaba. Poco a poco fui intuyendo la posibilidad de otro movimiento, uno ovoidal con más o menos aproximación. Hasta que un día la forma aproximada que construía se parecía tanto a una elipse que consideré oportuno probar con una ¡y los datos fueron encajando uno tras otro! - ¿Y aquél cálculo de las áreas? - En un momento determinado había probado que la velocidad de la Tierra dependía de su distancia al Sol, de forma que el tiempo necesario para cubrir una pequeña fracción de la órbita era proporcional a esa distancia. Así que dividí la órbita en 360 partes y se me ocurrió, ya que Arquímedes había hecho algo semejante, considerar que la suma de las distancias se hallaba contenida en el área de la órbita. De esta forma llegué a la conclusión de que, en dos casos, el área barrida por la línea que conecta el planeta con el Sol será igual si el tiempo de la órbita es igual en ambos casos. Lo publiqué en 1609, en la ‘Nueva astronomía’, cuando ya estaba en Praga como matemático imperial. - Estos últimos años ejerce de astrólogo en Bohemia con Wallenstein. - La astrología va camino de ser una ciencia experimental. Si la predestinación no es cierta, como ahora sostengo, es lógico que los avatares del hombre vengan determinados por los mismos movimientos celestes que determinan el clima, las estaciones, la fertilidad de las plantas y los animales. Con Wallenstein prefiero, sin embargo, ser prudente. El quiere 95
saber cuál debe ser el movimiento de tropas, qué táctica seguir... - ¿Y el futuro? - Lo creo esplendoroso, a pesar de la guerra. Mire a Galileo, su extraordinaria obra. Me ha sido grato conocer, antes de morir, su ‘Mensajero de las estrellas’. Es muy notable.
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La muerte de Maderno y el nacimiento de una nueva arquitectura. 1629 Nacido en 1556 en la ciudad de Capolago, el arquitecto ahora fallecido, Carlo Maderno, marchó a Roma con veinte años para trabajar con su tío Domenico Fontana, el arquitecto favorito de Sixto V. Sólo a los 38 años pudo establecerse independientemente. Maderno se vio afectado por el impacto que en toda la arquitectura de entre siglos supuso la gran iglesia de Il Gesú, construida entre 1568 y 1575 por Giacomo Barozzi da Vignola (muerto en 1573) al que sucedió el famoso discípulo de Miguel Ángel, Giacomo della Porta, autor de la fachada. En contraste con el período anterior (llamado por algunos manierismo), el final del siglo XVI marcó una preferencia en la arquitectura religiosa por la sobriedad y la conformidad con la ortodoxia, más que la creatividad dinámica que inaugura Maderno, entre otros. En efecto, en la iglesia de Santa Susana (terminada en 1603), Maderno empleó originalmente en orden clásico haciendo emerger las columnas de los muros en las que tanto tiempo habían estado aprisionadas para dotar a la fachada de una profundidad impensable en la arquitectura anterior. Sin embargo, la gran fama de Maderno se debe a sus aportaciones en la conclusión de la basílica de San Pedro, comenzada un siglo antes. La grandiosa idea original del arquitecto Bramante con una planificación centralizada fue continuada, entre otros, por los 18 años que dedicó Miguel Ángel a realizar una hermosa simplificación de la idea original. Tras el alzamiento de la grandiosa cúpula por Giacomo della Porta faltaba la construcción del brazo de entrada y la fachada. Con la elección de Pablo V en 1605 se 97
reactivaron los trabajos convocándose un concurso para la conclusión de la basílica en el que participaron ocho arquitectos. Diversos teólogos se decantaron por el esquema centralizado y simétrico de Bramante contra las ideas minoritarias que pretendían transformarlo en una nave longitudinal. Pablo V aprobó, por fin, en junio de 1608, el proyecto de Maderno que proponía añadir una nave de tres tramos modificándose irreversiblemente el concepto original.
Para la fachada Maderno tuvo que enfrentarse al esquema de Miguel Ángel que, consistente en un enorme desfile de pilastras gigantes, era prácticamente intocable. Introdujo en este proyecto la colocación de columnas bajas que complementaran las pilastras y, al igual que en las fachadas de los Palacios Capitolinos, ajustara la escala gigante de las pilastras a unas proporciones más humanas. Una de las características del trabajo de Maderno fue el hecho de concluir obras que tres grandes arquitectos 98
romanos anteriores habían comenzado (Fontana que marchó a Nápoles en 1594, Volterra muerto en 1595 y della Porta, fallecido en 1602) lo que limitó su creatividad pero fortaleció su papel como introductor de un estilo más dinámico, rupturista con el viejo modelo de ángulos rectos. Su última obra, el inconcluso palacio Barberini, propiedad de la familia del nuevo Papa Urbano VIII, habrá de ser concluida por sus discípulos Borromini y Bernini.
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La década prodigiosa del pintor Rubens. 1630 “Ha sido sin duda una década magnífica para mí” nos afirma Pedro Pablo Rubens, “tan sólo rota por la muerte de mi primera mujer Isabel Brandt. Espero que mi reciente matrimonio con Elena Forment, con su espléndida juventud, me haga olvidar las nostalgias que a veces me invaden. No en vano ya he rebasado los cincuenta”.
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Uno de los más apreciados pintores de la actualidad culmina en este año con éxito pleno las negociaciones que inició en 1628 para establecer una alianza entre la católica España y la protestante Inglaterra. “La cuestión se remonta más lejos porque, realmente, llevo toda una década como embajador extraordinario. Desde 1621, a la muerte del archiduque Alberto, la gobernadora española doña Isabel ya me hizo dos encargos: Uno, que marchara a París para tratar con la viuda del rey Enrique IV, doña María de Médicis, tanto de la ejecución de diversas telas como de las posibilidades de una alianza con Francia. Aquello no pasó de conversaciones exploratorias pero, al menos, me permitió conocer a George Villiers, duque de Buckingham, tan influyente en la corte inglesa. El segundo encargo fue el intento de abrir negociaciones de paz con los separatistas holandeses, en guerra entonces con España tras la conclusión de la Tregua de los doce años. No tuvieron éxito como tales negociaciones, sobre todo desde la rendición de Breda”. Le preguntamos por los españoles. “Eso sí ha tenido un magnífico éxito. Hablé con doña Isabel de la conveniencia de hacer una paz entre España e Inglaterra, teniendo en cuenta la guerra en Alemania, en los Países Bajos, las tensiones franco-españolas, siempre al borde de un enfrentamiento bélico, sobre todo en Italia. Así que fui a Madrid para hablar con Felipe IV y su ministro, Olivares, que mostraron una amplia simpatía por esta idea. De ahí data mi amistad con su pintor de cámara, don Diego de Silva, un magnífico pintor que dará mucho que hablar. Y también mi trabajo sobre los muchos Tizianos que allí tienen”. Preguntado por su pintura de estos años, Rubens manifiesta que hay de todo, desde cuadros hechos por encargo y “para quedar bien” hasta obras de las que se siente muy orgulloso, en particular, la ‘Adoración de los magos’, 101
‘La Virgen rodeada de santos’ de Amberes y lo realizado en París, una serie de lienzos sobre la vida de Enrique IV.
Dejamos al pintor en su estudio explicándonos con detalle las excelencias de doña Elena Fourment, su esposa, una jovencita de 16 años, por la que parece sentir una profunda pasión. “Deseo abrir una serie de retratos de la vida cotidiana con ella, Elena en el jardín de la casa, con los niños que tengamos. Deseo inmortalizarla antes de que la artritis me impida trabajar”.
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Muerte de un poeta español: Luis de Góngora. 1627 En su Córdoba natal, el 26 de mayo, moría Luis de Góngora y Argote. “Había vuelto de la Corte para morir” dice un allegado suyo, “El año pasado el obispo le dio licencia, debido a su enfermedad, para oír o decir misa en su propia casa”. Fue enterrado en la capilla de San Bartolomé, junto a sus padres.
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Luis de Góngora había nacido 66 años antes en el seno de una familia de rango pero pobre. Toda su vida se cernió sobre ellos el dudoso origen de su abuela materna Dª Ana. Su sobrino Luis de Saavedra afirma: “Para unos su madre la tuvo como fruto de sus relaciones con el racionero Falces aunque la familia siempre ha negado tal extremo puesto que su madre vivía con Falces por ser ambos hermanos y no por otra cosa. Para otros era hija de Don Alonso de Hermosa, pariente próximo de Eraso, secretario del rey Felipe II. Aún se afirmó que sus orígenes eran conversos pero lo cierto es que, pese a los chismorreos de la plebe, todos los tribunales de limpieza de sangre que mi tío tuvo que pasar dieron un informe favorable”. Góngora fue colocado por su tío D. Francisco como racionero en Córdoba cuando contaba 24 años. Unos años antes, ya como clérigo, empezó a componer letrillas, canciones y sonetos, como aquél tan conocido de: Amarrado al duro banco de una galera turquesca, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado de Dragut en la playa de Marbella se quejaba al ronco son del remo y de la cadena. A medida que demostraba una cierta seriedad en su cargo de racionero, fue encomendado por el obispado de la ciudad a realizar distintos viajes por la Península. En uno de ellos cantaba a Córdoba:
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¡Oh, excelso muro! ¡Oh, torres coronadas de honor, de majestad, de gallardía! ¡Oh, gran río, gran rey de Andalucía, de arenas nobles, ya que no doradas! ¡Oh, fértil llano, oh sierras levantadas que privilegia el cielo y dora el día! ¡Oh, siempre gloriosa patria mía tanto por plumas cuanto por espadas! En uno de dichos viajes, ya con 32 años, visita Valladolid, sede por entonces de la Corte. Allí sus versos, a veces atrevidos y populares, en otras ocasiones cultos dentro del clasicismo imperante, tuvieron un gran éxito datando de entonces la malquerencia que a lo largo de su vida le tuvo Quevedo. Góngora no se recató de cantar las suciedades que llevaba el río por Valladolid ¿Qué lleva el señor Esgueva? Yo os diré lo que lleva. continuando con las suciedades que portaba tal río. El joven Quevedo no pudo sufrir estas bromas y le llamó… albañal por do el Parnaso purga sus bascosidades. Esta enemistad se transformó en personal con el tiempo hasta el extremo de que el más joven comprara, en los últimos años de Góngora en la Corte de Madrid, la casa donde vivía el mayor lleno de deudas con el objetivo (cumplido) de desahuciarle. Su amigo Fray Hortensio Paravicino data en esos años el momento en que la poesía de Góngora alcanza un 105
zenit excepcional. “Me refiero a 1613, ya con cuarenta años. En Córdoba escribe esos dos monumentos literarios que son la ‘Fábula de Polifemo y Galatea’ y ‘Soledades’. Después arregla sus obligaciones en Córdoba cediendo en parte su cargo a su sobrino Luis y marcha a la Corte de Madrid. Llega allí en 1617, un período delicado. Son los últimos años de Felipe III, su favorito el duque de Lerma está dejando de serlo y, sin darse cuenta de ello, Góngora se acoge a su protección. Es cierto que logra una capellanía de Su Majestad, para lo que tuvo que ordenarse sacerdote definitivamente, pero se dejó llevar por el ritmo de la ciudad que él, me acuerdo, calificaba de ‘ventana de confusión y ruido’, y fue incurriendo en unas deudas crecientes que nunca pudo frenar. Las deudas y, sobre todo, el deseo de dar lustre a su casa le llevaron a buscar denodadamente distintas prebendas, como la chantría de Córdoba para él o un hábito para su sobrino. Pero también jugaba, debo reconocerlo a pesar de su amigo, y jugaba mucho. En fin, Dios lo tenga en su gloria”.
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Tras la subida al trono de Felipe IV, Góngora buscó el acercamiento al nuevo favorito el conde de Olivares y éste, efectivamente, le acogió ya que la cercanía de un poeta reconocido siempre es deseada por los poderosos, pero su relación no fue tan estrecha como lo había sido con el duque de Lerma. Sus últimos años fueron un calvario por las deudas y la persecución a que fue sometido por los acreedores. Tuvo que empezar a vender sus muebles por cantidades irrisorias para poder comer. Sus amigos le ayudaban pero los favores de palacio cada vez eran menos y las deudas crecían. Su poesía se volvió dura y sombría: En este occidental, en este, oh Licio, climatérico lustro de tu vida, todo mal afirmado pie es caída, toda fácil caída es precipicio. ¿Caduca el paso? Ilústrese el juicio. Desatándose va la tierra unida; ¿qué prudencia, del polvo prevenida, la ruina aguardó del edificio? Su relación con Lope de Vega fue ambivalente ya que Góngora le mostró siempre un cierto desprecio. Lope, sin embargo, nos comenta: “Siempre le admiré. Su poesía era ‘cultista’, es decir, trataba, como toda nuestra época, de imitar a los clásicos grecolatinos. Así, en la elección del tema de su Polifemo, tan cercano a Ovidio, en las voces empleadas... Pero la imitación de Góngora alcanza un nivel nuevo, es inquieta, atormentada, como en ese soneto de su Polifemo cuando, hablando de la sombra absoluta de las fuerzas del mal que representa por aves infaustas, dice 107
Guarnición tosca de este escollo duro troncos robustos son, a cuya greña menos luz debe, menos aire puro la caverna profunda, que a la peña; caliginoso lecho, el seno oscuro ser de la negra noche nos lo enseña infame turba de nocturnas aves, gimiendo tristes y volando graves. pero también puede ser apasionada, alegre, como al hablar del amor por Galatea: Arde la juventud, y los arados peinan las tierras que surcaron antes, mal conducidos, cuando no arrastrados, de tardos bueyes, cual su dueño errantes; sin pastor que los silbe, los ganados los crujidos ignoran resonantes, de las hondas, si, en vez del pastor pobre, el céfiro no silba, o cruje el roble. Realmente”, continua Lope, “la poesía de nuestro tiempo está bien representada en la de Góngora. Porque queremos expresar otras cosas y la rigidez de las formas poéticas clásicas nos lleva a desear una ruptura de esas formas, una ruptura que en él no se consumó pero que alcanzó un retorcimiento excelso”.
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Gaceta de Ciencias, Artes y Política 1635 El rey sueco invade territorio alemán encontrando la muerte
El asesinato de Wallenstein abre las puertas a la paz
El rey Gustavo Adolfo defiende la causa protestante venciendo a Tilly. El general católico es derrotado y muerto en Baviera. El ejército imperial, al mando de Wallenstein, entabla batalla en Lübeck resultando muerto el rey sueco
Galileo condenado por la Santa Inquisición Bajo la acusación de herejía, Galileo se ve obligado a abjurar de sus errores
La rebeldía del general imperial lleva a su asesinato. Muerte de John Donne El llamado primer ‘poeta metafísico’ muere en Londres Fue famoso en sus últimos años por sus devotos sermones religiosos
Rembrandt y su ‘Lección de anatomía’
Diego de Silva Velázquez nos enseña su cuadro ‘La rendición de Breda’
Hablamos con un nuevo pintor de 26 años, Rembrandt Van Rijn, de la obra concluida en Amsterdam por encargo del profesor Tulp, y que ha causado cierta polémica por la composición renovadora del cuadro
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Fuerzas suecas invaden territorios alemanes. 1631 Hace un año que un ejército sueco al mando de su rey Gustavo Adolfo permanece en Livonia y Prusia, a orillas del mar Báltico, en territorio imperial. En su declaración inicial el rey sueco hablaba de haber sufrido “muchos ultrajes e injurias sin poder recibir ninguna satisfacción por ellas” quejándose de la ayuda que Wallenstein, al frente de fuerzas imperiales, había prestado al rey de Polonia en sus diferencias bélicas con Suecia. No parecen unas razones tan contundentes que justifiquen una intervención armada. Un secretario del exiliado duque de Meklenburgo aclara los que entiende como verdaderos motivos: “Tras la derrota de Cristian IV y sus aliados, los ejércitos imperiales de Tilly y Wallenstein han ocupado el Báltico haciendo inestable el lucrativo comercio de Suecia. Además, la península de Jutlandia ha sido ocupada, mi duque depuesto instalándose Wallenstein en su lugar. La ayuda prestada por este último al cuñado del emperador, Segismundo de Polonia, en su guerra contra Suecia ha sido la gota que ha colmado la copa”. Durante un largo año Gustavo Adolfo y su mariscal Oxenstierna han estado negociando con los principales electores alemanes la posibilidad de una alianza. Parece contar con aquellos que han sido desposeídos, como el duque de Meklenburgo, u otros que se consideran amenazados (el obispado de Magdeburgo, el duque de Hesse-Kassel) pero nadie más. Algunos príncipes luteranos del norte de Alemania han manifestado con claridad que no desean una traición abierta frente al emperador y, según parece, 111
prefieren utilizar la amenaza sueca para conseguir distintas concesiones políticas y religiosas del mismo.
El momento es delicado desde el punto de vista político por cuanto en el mes de abril ha concluido la reunión protestante de Leipzig dentro de un contenido entusiasmo. La aprobación de un Manifiesto el día 12 creaba una asociación defensiva de hasta cuarenta mil hombres presidida por el elector luterano Juan Georg de Sajonia 112
secundado por Jorge Guillermo de Brandemburgo. Según declaraciones del segundo, “el Manifiesto es un esfuerzo al que nos vemos obligados para proteger los intereses religiosos y políticos de los gobernantes no católicos del Imperio. Queremos también”, añadió “que el rey Gustavo Adolfo comprenda que no somos aliados suyos sino fieles vasallos del emperador Fernando dentro de un clima de entendimiento y concesiones mutuas que esperamos fructífero para el futuro”. En esas mismas fechas el ejército de Tilly mostraba su peor cara frente a los acuerdos de Leipzig al penetrar en Brandemburgo, tomar y saquear las ciudades de Küstrin y Frankfurt del Oder. Este mes de mayo han llegado noticias del saqueo y aniquilación de la resistencia de Magdeburgo, una hermosa ciudad de veinte mil habitantes que, según ha manifestado un superviviente, el conocido inventor Otto von Guericke, “toda la ciudad fue saqueada por la soldadesca enfurecida, gran parte de la población resultó masacrada y el incendio que se declaró poco después terminó de destruir prácticamente la ciudad y sus habitantes. Sólo unos pocos hemos conseguido escapar confundidos entre el humo y el incendio”.
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El suceso de Magdeburgo, junto a la frontera de Brandemburgo, ha tenido de inmediato una gran repercusión y parece haber decidido al elector Jorge Guillermo a establecer una alianza con el rey sueco. Éste, mientras tanto, se rumorea que ha llegado a un acuerdo con el cardenal Richelieu por el cual respetaría el culto católico en las tierras alemanas conquistadas a cambio de recibir una cantidad que algunos cifran en cuatrocientos mil táleros. La situación de Sajonia continúa indecisa.
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El general Tilly: De las derrotas a la muerte. 1632
Puede afirmarse que en sólo un año y después de dos severas derrotas las fuerzas católicas están en claro retroceso. Tras la invasión de Sajonia por Tilly hace un año y la unión de las fuerzas del elector sajón Juan Georg con las de Gustavo Adolfo para hacer frente a la invasión, se entró en una fase decisiva que culminó entonces en la batalla en torno a Leipzig. Las fuerzas no eran desiguales pero sí la artillería en la que los sueco-sajones doblaban los efectivos de Tilly. La batalla se produjo el 17 de setiembre y duró poco más de cinco horas. La valentía de Pappenheim, el lugarteniente de Wallenstein, la fortaleza del ataque de Tilly sobre el ala izquierda del enemigo, no pudieron evitar que las más ligeras tropas suecas les cayeran sobre los flancos y fueran acabando con la resistencia de las fuerzas imperiales, más pesadas y limitadas en su movimiento. Al final de la tarde las dos terceras partes del ejército imperial, un ejército nunca 115
derrotado, se había perdido, junto a la artillería y 120 estandartes de los regimientos y compañías. Desde entonces la actitud del general Tilly no fue la misma que hasta entonces. Uno de sus consejeros bávaros afirma que “Tilly había perdido todo su vigor. Estaba siempre perplejo y deprimido, sin capacidad de decisión. No sabía cuidar de sí mismo, rechazaba una propuesta de acción tras otra, no decidía nada, sólo veía dificultades y peligros pero nadie le veía capacidad para superarlos. En suma, transmitía a sus subordinados miedo e inseguridad. Mientras tanto, Wallenstein jugaba sus cartas a distancia. Postergado por el emperador deseaba el desquite, que la fruta cayera sola como lo hizo poco después, en Baviera”.
En efecto, el general Tilly se refugió en Baviera buscando reclutar soldados de refuerzo para la nueva campaña. Cuando al fin se decidió a actuar a instancias de Maximiliano, que quería proteger su territorio de Baviera, atacó en Franconia. El rey sueco, que operaba entonces en el 116
Rin, marchó hacia el sur con todas sus fuerzas. Tras varios movimientos estratégicos, las fuerzas imperiales se apostaron en Lech cortando todos los puentes y fortificando la orilla derecha en una elevación de terreno. Cuando el rey sueco llegó hasta Lech ordenó un intenso fuego de artillería construyendo a su amparo un ligero puente de madera que permitiera a sus fuerzas enfrentarse a las tropas imperiales. Se han hecho públicos unos extractos de una carta enviada ese día por Maximiliano a Wallenstein: “Se le opuso resistencia con la artillería y la soldadesca pero llegó un momento en que ya no se pudo. En este momento que te escribo un disparo de espingarda acaba de partir en dos un muslo del conde Tilly; mucho me temo que no sea sin peligro fatal. Aldringen ha sido herido en la cabeza... Creo que no me queda ningún general. Baviera está perdida”.
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De resultas de esta gran derrota y el vacío de mando creado a la muerte de Tilly, se ha entrado en negociaciones con Wallenstein para que asuma de nuevo el mando de las tropas imperiales. Sin embargo, se rumorea que éste ha puesto unas fuertes condiciones para ello. No ha trascendido nada de la reunión de Göllersdorf, pero fuentes bien informadas aseguran que el general ha exigido que su sueldo se afiance sobre un feudo patrimonial habsburgués, estar dotado de un derecho de confiscación ilimitado incluso por encima de instancias judiciales y del propio emperador y que sus fuerzas puedan usar como refugio cualquier suelo imperial, con todo lo que ello comporta de ingentes gastos para la tierra que los acoja. Otros rumores más dudosos apuntan a ser nombrado generalísimo con plenos poderes para las negociaciones de paz. No parece que vaya a haber confirmación oficial de todo ello.
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La batalla de Lützen y el final del rey Gustavo Adolfo. 1632 Ehinger es un joven alto y robusto, trompetero a las órdenes de Pappenheim, de las fuerzas imperiales. A su lado se encuentra Truchsess, un paje del rey sueco. Aunque el primero se encuentre actualmente en el papel de prisionero de las fuerzas suecas, ambos discuten en torno a una mesa de una taberna de Naumburgo de igual a igual intentando reconstruir los movimientos habidos en la batalla recientemente terminada. Tras invitarme a la mesa les pido que me describan lo sucedido con los mayores detalles que puedan. “Algo raro sucedió” comienza Ehinger, “porque el día 14 el general Wallenstein ordenó al ejército que se dispersara a los cuarteles de invierno y al día siguiente dio contraorden. Todas las fuerzas estaban repartidas ya, fue un desastre, mi jefe Pappenheim tuvo que volver grupas inmediatamente”. “Fue una marcha dura” sostiene Truchsess, “pero nos plantamos en Lützen el día 17 y lo primero que nos sorprendió es que, aunque algo inferiores en número, las tropas imperiales no eran las de Tilly. El enemigo había optado por fuerzas ligeras y móviles, como las nuestras. Mi rey se mostró desconfiado en cuanto pudo observar esto. Wallenstein es peligroso, dijo a un general, siempre se mueve a la defensiva y es cauteloso. Además, con esta niebla es imposible atacar por ahora”. El trompetero se excita, “me contaron que hacia las once comenzó la batalla con una furia que nunca he visto ni oído”. “Hasta bien entrada la noche” tercia el paje, “choque tras choque, aniquilando regimientos enteros de los imperiales...” “Y miles de hombres de los vuestros, que yo vi 119
muchos oficiales suecos entre los primero.
muertos” discute el
“Mi rey Gustavo Adolfo atacó decidido el flanco izquierdo de Wallenstein llevándolo a una huida que se contagió al centro. Los hombres saltaban de las trincheras y escapaban”. “Fue entonces cuando llegamos las fuerzas de Pappenheim con la caballería sosteniendo las posiciones 120
imperiales. Hizo desplegar a los tres mil croatas a la izquierda atacando por la retaguardia a los suecos. Pero en una de ésas le alcanzó una descarga de plomo que le rajó el costado. Le saqué como pude de aquella confusión. Cuando vio que sus oficiales huían quiso levantarse y gritaba si nadie quería batirse fielmente por el emperador”. Ehinger arruga compungido la cara “Me dio su anillo para que se lo entregara a su esposa pero me lo han arrebatado. Descanse en paz”. “Hubo otra muerte importante, claro” tercia el paje, “nuestro flanco izquierdo peligraba y el rey avanzó para allá con su regimiento. Como todas nuestras tropas le dejaban pasar seguramente le identificaron con alguien importante. Yo estaba pocos pasos detrás de él cuando le alcanzó un disparo de mosquete. Cuando tropezamos con fuerzas imperiales tuve que huir pero aún alcancé a ver cómo le destrozaban la cara a espadazos. Luego le encontramos desnudo sobre el suelo pero ya su muerte nos era conocida por la aparición de su caballo blanco, sólo, entre el humo... Yo ya había comunicado al duque de Weimar mi certeza aunque en principio nadie me quiso creer”. “La batalla creo que duró varias horas más hasta que el general Wallenstein nos ordenó una retirada gradual. A mí me atraparon en plena marcha un regimiento de coraceros”. Les pregunto si saben de las represalias que tomó Wallenstein sobre algunas de sus tropas acusadas de haberle traicionado el día de la batalla, pero me afirman desconocerlo. “Eso es malo para el general” afirma lúgubre Ehinger, “sus tropas se batieron con denuedo, no merecían más que honores por su actuación. Al ejército no le gustará eso y el general va a seguir necesitando a su ejército mucho tiempo”. 121
Nördlingen y la paz de Praga. 1635 El asesinato de Wallenstein y de sus principales lugartenientes el año anterior parece haber conducido, paradójicamente, a un camino más seguro para la llegada de la paz. A estas alturas parece confirmado que el asesinato múltiple fue cometido por hombres del emperador tendiendo una encerrona a los posteriormente asesinados en el castillo de uno de ellos y bajo promesa de ayudarlos. Las relaciones de Wallenstein con el emperador Fernando se habían deteriorado considerablemente alcanzando su cumbre en el momento en que el general hizo jurar fidelidad a sus oficiales por encima del emperador. Al decir de uno de ellos “Wallenstein había acumulado un inmenso poder y estaba dotado de una enorme ambición. Quiso establecer su paz cuando y con quien quisiera. Hacía seis años que no veía al emperador y no se dignaba más que enviarle notas. No atacaba cuando el emperador quería, pernoctaba donde él deseaba pese a las órdenes expresas de Fernando II. Esta actitud y los enemigos de Wallenstein hicieron el resto y le condenó por traición”. Tras diversas escaramuzas entre las fuerzas de la Liga Heilbronn al mando de Oxenstierna y las tropas imperiales a las órdenes del hijo del emperador, Fernando, rey de Hungría, la batalla decisiva tuvo lugar durante el sitio de la ciudad protestante de Nördlingen. Allí el futuro emperador esperó la llegada de su primo, el cardenal-infante español Fernando, encabezando quince mil hombres procedentes de España y de sus posesiones en Italia. Éste llegó el 2 de setiembre de 1634 fortificando ambos a continuación las colinas al sur de la ciudad. 122
Así, cuando se produjo el enfrentamiento decisivo cuatro días después, las fuerzas habsburguesas contaban con 33.000 hombres por sólo 25.000 de los protestantes. De estos últimos perecieron en el enfrentamiento casi la mitad provocando la pérdida de la ciudad y, lo que es más grave, el resquebrajamiento de la Liga Heilbronn. Pocos días después sus miembros alemanes, sin conocimiento de su aliado sueco, enviaron una misión diplomática a París ofreciendo amplias concesiones en caso de una declaración de guerra de Francia contra España. El sueco Oxenstierna, desalentado por su derrota militar y viendo la postura alemana que tomó por traición, se retiró de la Liga Heilbronn que quedó disuelta de hecho.
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En febrero de este año el emperador Fernando ha presentado sus propuestas de paz a un grupo de teólogos. Entre ellos su confesor Lamormaini ha defendido que la victoria de Nördlingen ha sido un signo de Dios para que se rechazara cualquier acuerdo con los protestantes. “Los demás” admite uno de los teólogos, “veíamos a Nördlingen como un signo de lo contrario, una oportunidad de instaurar una paz necesaria en el terreno del Imperio Romano. El emperador nos escuchó a todos y mirando a su confesor sostuvo con voz firme su decisión de acordar un alto el fuego y la apertura de conversaciones con Sajonia y con Brandemburgo. La mayoría suspiró aliviado”. La paz se anunció el 30 de mayo en la ciudad de Praga con un amplio resonar de las campanas de la ciudad.
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El doctor Harvey opina sobre la fecundación. 1633 Entre la profesión médica es bien conocida la fama (a veces polémica) de la que goza el doctor William Harvey, tal como se reflejaba en nuestro número anterior de la Gaceta. Hemos querido entrevistarle brevemente en Edimburgo donde el rey pasa unas cortas vacaciones. El motivo son los comentarios de que estaba preparando una gran obra sobre anatomía animal. - Estoy preparándola, sí, pero aún llevará mucho tiempo componerla definitivamente. Lo que estoy haciendo actualmente es recogiendo material y realizando investigaciones sobre la fecundación y la formación del feto en animales. - ¿Podría describirnos esas investigaciones? - Con gusto. Trato de observar las primeras fases en la formación del feto de los vivíparos. Precisamente por consejo mío, su Majestad se dedica a la caza de gamos y ciervos para descansar de otros cuidados y mantener su salud. Como fruto de esta actividad me dedico tanto a la vivisección como a la disección de los cadáveres de hembras, tanto en la época en que están en celo como cuando reciben al macho o cuando conciben y llevan el feto aún recién formado en el útero. - ¿Ha observado el huevo que, según algunos, es la forma inicial del feto? - Mi profesor Acquapendente, el conocido alumno de Fallopio, descansó su fama en varias cosas, entre las que se incluye un estudio detallado del huevo de la gallina. Yo he repetido y ampliado esos estudios pero no se puede trasladar 125
sin más a los vivíparos. Considerando el huevo como lo hacía Aristóteles, es decir, como un primer esbozo cuya parte principal la constituye el animal y el resto forma el alimento del cuál aquél se engendra, entonces sí se puede hablar de huevo en el útero de la madre, pero no de la forma vulgar en que hay una cáscara y demás. - ¿Qué ha observado en los animales diseccionados? - La primera conclusión a la que llego es que los testículos de la hembra, lo que algunos llaman ovarios, no desempeñan ningún papel en la reproducción. No se hinchan ni cambian de aspecto, lo mismo antes del apareamiento que después. No hay indicio, pues, de que sean de utilidad alguna tanto para la aproximación de sexos como para la generación.
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- El doctor Acquapendente defendía que el papel del esperma interviene por el desprendimiento de una especie de vapor, el aura seminalis que comunica a la materia formadora del huevo una triple cualidad: alteradora, formadora y aumentadora. - Sí, su idea era que el feto estaba completamente formado en el huevo antes de la fecundación en un estado latente, una especie de somnolencia. El papel del esperma sería entonces suministrarle los jugos gracias a los cuales se desarrolla y crece o, por así decir, despabilarlo y comunicarle movimiento y actividad. En mis experiencias observando los úteros de animales vivíparos he observado que el útero, con la fecundación, se hace más carnoso y blando mientras que su cavidad se llena de una sustancia muy blanda y pulposa, como sesos. Luego se forma una especie de saco o alforja que se llena de una sustancia acuosa, viscosa, parecida a la clara de huevo. En ningún caso he encontrado huella alguna de esperma en el útero. - ¿Cuál es su papel entonces en la fecundación? - El esperma no penetra en el útero, eso es un hecho experimental. La fecundación se realiza por una impregnación de todo el cuerpo de la hembra, una especie de virtud contagiosa como la que el imán comunica al hierro. Así como las ideas del cerebro se parecen a los objetos exteriores, el feto, que es la idea de la matriz, se parece al padre.
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El Teatro de Insectos. 1634 Se ha publicado en Londres la obra enciclopédica ‘Insectorum sive minimorum animalium Theatrum’ del que es autor el doctor Thomas Mouffet, ya fallecido en 1599.
Como es conocido, en 1558 se publicó la monumental obra de Gesner sobre la Historia de los animales 128
que no incluía un tratamiento de los insectos. Los materiales de Gesner a este respecto llegaron a parar a manos de Thomas Penn que los reunió con los que le habían llegado de Ed Wottom trabajando sobre ellos durante quince años. A su muerte sin haber concluido su obra, el doctor Mouffet decidió, pese a la burla de no pocos de sus colegas, concluirla no pudiendo ser publicada hasta la fecha actual, muchos años después de su propio fallecimiento.
La única clasificación que registra el libro se basa en la presencia o ausencia de alas dentro de los insectos. Los primeros 29 capítulos se dedican a los primeros, empezando por la abejas por su utilidad para el hombre, del que exponemos sus aspectos principales como ejemplo del resto. Así, el doctor Mouffet sostiene que el rey de las abejas se impone a sus súbditos por su tamaño y por la suavidad de sus costumbres. Aunque obedientes, las abejas conservan su 129
libertad siendo muy adictas a su rey. Se muestra de acuerdo en la opinión tradicional de que las abejas nacen de la corrupción de cadáveres de animales nobles como el toro, el buey y la vaca. El pueblo de las abejas nace de sus carnes putrefactas mientras que los reyes nacen del cerebro, que es la sustancia más delicada. El grupo de los insectos sin alas comprende ante todo las orugas y las larvas, después los miriápodos (escolopendra, cardador), crustáceos como la cochinilla, el escorpión y las arañas, a las que le siguen los gusanos. La obra es muy completa aunque dista mucho de ser la clasificación que algunos doctores vienen demandando.
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Jardín Real de plantas de París. 1635 Se inauguró en París el Jardín Real de las Plantas medicinales que ha sido fundado por el médico del rey, el señor Guy de la Brosse. Los distinguidos visitantes de este nuevo Jardín Botánico pueden obtener así una relación de las virtudes de las plantas cultivadas en él. Dado el éxito inmediato que ha tenido en toda la villa parisiense y la expectación creada en otros lugares de Europa, el señor de la Brosse cuenta con el beneplácito real para la construcción de un invernadero con estufas para cultivar en un futuro próximo plantas de países cálidos.
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Los primeros jardines botánicos, tan populares actualmente, se crearon en Italia: el de Pisa en 1544, el de Padua dos años después. El jardín de Montpellier, el primero en suelo francés, fue fundado en 1597. Esta proliferación de tales jardines ha tenido como fruto, valga el símil, la aparición de estudios clasificatorios de plantas, obras entre las que destaca la que tiene por título ‘Physiognomia’ de Giambattista della Porta.
En ella el autor divide las plantas según sus semejanzas con objetos o sus propiedades, distinguiendo así las plantas parecidas a cabellos (capilarias), a pulmones (pulmonarias), a dientes, a corazones, etc. Otras se clasifican por sus semejanzas con animales: Raíces de cola de escorpión, flores parecidas a moscas o mariposas, tallos 132
serpentiformes. Otras se refieren a rasgos humanos: Frutos en forma de escamas, verrugas, raíces como varices, etc. Uno de sus descubrimientos más relevantes es la relación de las hojas con el mal que pueden aliviar, tal como sucede en las hepáticas, que se parecen al hígado y curan las enfermedades de este órgano. Hace unos años (1623) Bauhin ha descrito 6000 especies de plantas. Indudablemente, los jardines botánicos deben tener un gran papel en la necesaria clasificación de este material ingente.
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El eminente sabio Galileo, condenado por la Santa Inquisición. 1633 Ha causado una profunda impresión en los ambientes científicos italianos y europeos en general la condena que la Inquisición romana ha hecho caer sobre el autor de la polémica obra ‘Diálogo de Galileo Galilei sobre los dos sistemas máximos del mundo’, publicado en Florencia a principios de 1632 y secuestrado de las librerías seis meses después. Las razones de esta condena son extensas en el tiempo y se remontan al Concilio de Trento terminado unos meses antes del nacimiento del propio Galileo. Entre sus conclusiones se afirmaba, frente a las interpretaciones de Lutero sobre la Biblia, que “en adelante nadie que confiara en su propia prudencia debería atreverse, en cuestiones de fe y costumbres que atañen al contenido de la doctrina cristiana, a alterar o interpretar las Sagradas Escrituras según su propio criterio, contra el sentido que ha aceptado y acepta la Santa Madre Iglesia, que es a quien corresponde decidir sobre el sentido verdadero y la interpretación de las Sagradas Escrituras”. Precisamente, el académico recientemente condenado, confiado en la llegada de un nuevo tiempo, incurrió sistemáticamente en el error de querer interpretar el significado de lo escrito en la Biblia, y ello sin ser teólogo. El primer acto del drama con que ha culminado ahora su vida científica sucedió en 1616, hace ahora 17 años. Animado sobremanera por el éxito de su obra ‘El mensajero de los astros’ (1610) en la que aplicaba el nuevo instrumento del telescopio en el descubrimiento del carácter corruptible de la Luna y la existencia de los planetas mediceos que giran en torno a Júpiter, sus observaciones fueron extendiéndose a 134
las distintas fases de Venus que, en su opinión, demostraban que dicho planeta gira en torno al Sol. Su atrevimiento le llevó a realizar un viaje a Roma al año siguiente donde mostró su telescopio a algunos miembros de la Curia romana, tuvo una audiencia con el Papa Pablo V y sostuvo conversaciones con el cardenal Roberto Bellarmino.
Los informes en principio favorables sobre la obra galileana fueron matizados por sus intervenciones, siempre 135
llenas de fuego y convencimiento pero también de alocado entusiasmo e incluso desprecio a las personas que defendían otras teorías distintas de la suya. Ya entonces llegó a la corte florentina para la que trabajaba Galileo el comentario del cardenal Bellarmino en el sentido de que “Por grande que sea el respeto que debemos al gran duque, si Galileo va demasiado lejos nos veremos obligados a pedir cuenta de sus actos. Ciertas advertencias e indicaciones que le he dado no han sido de su gusto”. El detonante de la crisis se produjo tras una visita en 1613 al palacio ducal de Pisa de su amigo el benedictino Benedetto Castelli. En dicha jornada se abordaron las teorías copernicanas y la contradicción con diversos pasajes de la Biblia y, en concreto, con el libro de Josué: “Aquel día, el día en que el Señor entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué al Señor, y a la vista de Israel dijo: sol, detente sobre Gabaon; y tú luna, sobre el valle de Ayalón. Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. El sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a ponerse casi un día entero”. El padre Castelli defendió entonces que el mismo efecto se produciría si lo que se detuviese no fuese el sol sino el propio movimiento de la Tierra, por orden de Josué y con ayuda de Dios. Pero algunos de los presentes, escandalizados, señalaron que no es eso lo que afirma el texto sagrado interpretado literalmente. Cuando Castelli informó a Galileo de esta conversación éste le dirigió una carta el 13 de diciembre en la que vertía afirmaciones que resultaron altamente polémicas desde el momento en que se hizo público su contenido, tal como es costumbre habitual. En ella se afirmaba que “si bien la Escritura no puede errar, sí podrían no obstante equivocarse algunos de sus intérpretes 136
y comentaristas, y eso de varios modos; entre los cuales uno gravísimo y muy frecuente consistiría en querer atenerse siempre al significado literal de las palabras... En vista de esto, y siendo además manifiesto que dos verdades no suelen jamás contradecirse, es función de los sabios intérpretes esforzarse por encontrar los verdaderos sentidos de los pasajes sagrados, de forma que se revelen acordes con aquellas conclusiones naturales de las cuales la evidencia de los sentidos o las demostraciones necesarias nos hubiesen dado certeza y seguridad”. No contento con proclamar esta especie de teoría de las ‘dos verdades’ indicando a los teólogos la necesidad de compatibilizarlas, Galileo se entregaba entonces a realizar sus propias interpretaciones del párrafo de Josué: “Concedido por ahora al adversario que las palabras del texto sagrado deben tomarse al pie de la letra, esto es, que Dios, por las preces de Josué hizo parar el Sol... digo que este pasaje demuestra palpablemente la falsedad e imposibilidad del sistema aristotélico y ptolemaico, y por el contrario, se ajusta perfectamente al sistema copernicano”, añadiendo que, dados los dos movimientos solares (el diurno y el anual), “uno es propiamente suyo y particular, esto es el anual, y el otro no es en absoluto suyo, sino del cielo altísimo, o del primer motor, el cual atrae hacia sí al Sol y a todos los planetas y a la esfera de las estrellas fijas también obligándolas a completar una revolución en torno a la Tierra cada veinticuatro horas... Ahora bien, si el día depende no del movimiento del Sol, sino de aquel del primer motor, ¿quién no comprende que para alargar el día es necesario parar el primer motor y no el Sol?”. El texto de esta carta fue examinado con atención por un tribunal de la Inquisición romana tras las públicas denuncias del padre Tomasso Caccini desde el púlpito de 137
Santa María Novella el cual, con el objeto de realizar una “afectuosa amonestación” sobre las nuevas teorías, las calificaba de “incompatibles con las Sagradas Escrituras” y “heréticas”. Diversas otras intervenciones de Galileo (sus cartas al padre Dini o a la influyente gran duquesa Cristina de Toscana) no hicieron más que confirmar el carácter irreductible de sus opiniones. Afortunadamente para él se publicó en 1615 la obra ‘Sobre la opinión de los pitagóricos y de Copérnico’ del padre carmelita Antonio Foscarini, que se declaraba ferviente admirador de la obra copernicana, de Kepler y Galileo. Y fue afortunada porque la reunión de once teólogos que se celebró el 19 de febrero de 1616 a instancias del Papa descalificó las teorías copernicanas tal como las expresaba el padre Foscarini. El propio Galileo, personado en Roma, tuvo una entrevista privada con el cardenal Bellarmino el 26 de febrero. Aunque no fue hecho público el contenido de la misma se ha sostenido en el reciente juicio que el cardenal había reconvenido a Galileo sobre sus teorías exhortándole a abandonarlas, a lo que éste expresó su sometimiento al mandato del tribunal que fue hecho público el 5 de marzo, sin mención alguna a Galileo y condenando, sin embargo, la obra de Copérnico y la de Foscarini. El primer acto del drama se había consumado. Se ha comentado ya de la publicación y posterior secuestro del ‘Diálogo’ galileano. En esta obra se ofrece en forma de diálogo un contraste entre las teorías aristotélica y la copernicana con un énfasis evidente a favor de la segunda, apenas matizado por observaciones sobre su condición de hipótesis antes que modelo real y su acatamiento, para muchos fingido, del decreto de 1616.
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“Galileo estaba confiado en el nuevo Papa Urbano VIII” comenta su amigo el físico francés Pierre Gassendi, “no en vano Maffeo Barberini fue uno de los cardenales que mostró mayor entusiasmo cuando Galileo mostró su telescopio a la Curia romana. Cuando el cardenal Barberini fue elegido Papa, Galileo pensó llegado el momento de una aceptación del copernicanismo. De ahí la obra ‘En 139
Ensayador’ donde se atrevía apenas a desafiar el decreto sobre las teorías de Copérnico. Su atrevimiento ha sido mucho más explícito en este nuevo e inmenso libro donde el intérprete de Aristóteles, Simplicio, es un verdadero necio”. A principios de 1633 Galileo se traslada a Roma a requerimiento de la Santa Inquisición y tras una serie de amenazas ante sus reticencias a tal viaje. Allí se hospeda en la residencia del embajador florentino en una forma de arresto domiliario. Cuando se presenta al primer interrogatorio, el 12 de abril, es recluido en las habitaciones de la Inquisición. Cinco días después se emite un informe desfavorable por tres teólogos donde se destaca la fuerte sospecha de que Galileo es un decidido seguidor de las teorías copernicanas, contra el decreto de 1616. Ello origina un nuevo interrogatorio el 30 del mismo mes donde Galileo comienza a retractarse con las siguientes afirmaciones: “Me he aplicado con la mayor diligencia a la lectura y a una detenida consideración [del ‘Diálogo’]. Y después de transcurrido tanto tiempo me parece como si fuera otro libro escrito por otro autor. Libremente confieso que en varios pasajes me parece compuesto de tal forma que un lector ignorante de mis verdaderas intenciones podría haber tenido razón al suponer que los argumentos en favor de la falsa doctrina, que era mi intención refutar, estaban expresados de tal modo como si se hubiesen calculado más para forzar a la convicción por su fuerza que para ser fácilmente disueltos”. Terminaba proponiendo la peregrina idea de añadir dos jornadas más a su libro para refutar de forma más conveniente la teoría copernicana. Tras algún interrogatorio más donde se le amenazó con la tortura en varias ocasiones, Galileo recibe finalmente su condena el 22 de junio de 1633 adjurando de sus creencias. Sus discípulos Castelli y Torricelli defienden a su 140
maestro ante algunos que se consideran traicionados por la retractación de Galileo: “Recuerde que 33 años antes un fraile se arrodilló en el mismo lugar, el claustro dominico de Santa María sopra Minerva y, por no adjurar como ha hecho Galileo, fue condenado a la hoguera por el propio cardenal Bellarmino. El pobre Giordano Bruno”.
En la sentencia que leyeron los jueces (y que sólo fue firmada por siete de los diez) se decía: “Eres sospechoso de haber mantenido y creído que el Sol es el centro del mundo y que la Tierra se mueve y no es el centro del mundo, y que se puede considerar y sostener como probable una opinión tras haber sido declarada y definida contraria a las Sagradas Escrituras... Y para que tu grave y pernicioso error y transgresión no quede impune, ordenamos que por público edicto sea prohibido el libro ‘Diálogo de Galileo Galilei’. Te condenamos a reclusión formal en este Santo Oficio a nuestro arbitrio...”. 141
Aún resuena en las vetustas piedras de la sala del claustro la humilde contestación de un anciano arrodillado y vestido con el traje de sanbenito: “Yo, Galileo... abjuro, maldigo y aborrezco los mencionados errores y herejías, y en general cualquier otro error, y juro que en el futuro no oiré nunca más ni afirmaré, por escrito o de palabra, cosas por las cuales pueda ser objeto de semejantes sospechas”.
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Ha muerto el primer poeta ‘metafísico’: John Donne. 1631 Nacido en Londres hace 59 años, John Donne, autor de hermosos poemas y sermones de una gran hondura trágica, ha muerto después de una larga enfermedad. Había estudiado en Oxford y Cambridge renunciando a la iglesia católica en la que se había educado para unirse a la anglicana cuando contaba 22 años. De esa época datan sus primeros poemas donde ya comenzaba a romper la rigidez clásica, tan cultivada en el siglo anterior por Marlowe y Shakespeare, con rupturas y tonos coloquiales, que acercaba su poesía a una animada conversación, como en: Por Dios, callaos la lengua y dejadme amar, o burlaos de mi reuma, o de mi gota, mis cinco pelos blancos o mi arruinada fortuna escarneced, mejorad con riquezas vuestra situación, vuestra mente con artes, seguid una carrera, buscaos un puesto, atended a su Excelencia o Su Alteza, o el rostro, verdadero o acuñado, del rey contemplad: aprobad lo que queráis, con tal que me dejéis amar. En 1596 se enrola en la fracasada expedición naval contra Cádiz de Robert Devereux lo que, a su regreso, le permitió ser nombrado secretario privado de sir Thomas Eggerton, Custodio del Gran Sello. La vida parecía sonreírle, joven, poeta, soldado y favorecido funcionario, cuando el amor vino a llamar a su puerta abocándole a años desolados. Ese amor al que cantaba 143
Pregunto, por mi fe, ¿qué hacíamos tú y yo hasta que nos amamos? ¿Sin destetar seguíamos, chupando puerilmente placeres ignorantes? ¿O estábamos dormidos en una cueva mágica? Así fue, y los placeres sólo eran fantasías. Si vi alguna belleza que deseé y obtuve, era un sueño de ti.
le llevó a contraer una boda secreta con una sobrina de Eggerton, Anne Moore, provocando su despido e incluso una breve pena de prisión. Un primo de la familia de su ahora mujer les ofreció una casa en Pyrford, dentro de la región de Surrey. Privado de toda ayuda, John Donne malvivió los 144
siguientes años trabajando como abogado al servicio de un tal señor Morton, para el que su principal trabajo consistió en la escritura de panfletos anticatólicos. De este tiempo parece datar el nacimiento de una gran devoción religiosa. La reconciliación con su suegro en 1608 le permitió salir de la pobreza y ganar de nuevo el favor real de forma que, a la muerte de su esposa en 1617, el poeta fue nombrado por Jacobo I deán de la catedral de San Pablo. De esta época datan los distintos sermones que jalonaron su actividad pública, así como algunas de sus mejores reflexiones religiosas como aquella que dice: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. Hoy las campanas doblan por John Donne, poeta.
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La lección de anatomía del profesor Tulp: Una obra maestra discutida. 1632 En la ciudad de Amsterdam ha causado sensación la obra de un pintor llamado Rembrandt Harmenszoon van Rijn, un joven de apenas 26 años. En ella se describe una disección realizada por el eminente doctor Nicolaas Piertersz, conocido como Tulp. Otros ejemplos anteriores de este tipo de actividades médicas, todavía controvertidas para una parte de la población, colocan una serie de figuras en torno a un esqueleto o una calavera. El cuadro de Rembrandt, por el contrario, muestra a una serie de cirujanos en torno al profesor Tulp, que inicia su disertación diseccionando la mano izquierda, citando un libro que aparece a los pies del cadáver, probablemente de Vesalio. “Soy partidario de que la pintura se guíe por la Naturaleza. Está muy bien que se tomen motivos mitológicos y clásicos, como hace muchas veces mi maestro Rubens, pero la realidad que nos rodea, las emociones, los gestos naturales, deben tener prioridad hoy en día”. El pintor Rembrandt es original de Leiden y amigo del también pintor Jan Lievens, otro joven de extraordinario mérito que actualmente se halla en Inglaterra. “Hemos trabajado juntos durante muchos años, desarrollando nuestra técnica y aportándonos ideas. Sin embargo, llega un momento en que los años de aprendizaje empiezan a dar su fruto, a él en Londres y a mí en Amsterdam. De todos modos yo no estaría aquí sin la protección y la amistad que me ha dispensado Constantyn Huyghens, el secretario del príncipe de Orange. Un hombre destacado como diplomático y como cortesano y además como hombre culto, no en vano ha sido el introductor de la poesía de John Donne en Holanda. Él me 146
ha proporcionado diversos encargos de gran valor para mí, por lo que lo estoy agradecido”. Deseamos al nuevo pintor la mejor fortuna en su estancia en Amsterdam, sobre todo a raíz de su reciente boda con Saskia van Uylenburgh, joven prima hermana suya.
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Diego de Silva Velázquez, pintor en la Corte del rey de España. 1634 Hemos querido visitar en Palacio al actual pintor de cámara real en Madrid, el sevillano Diego de Silva Velázquez. Nos recibe con amabilidad en un descanso de su trabajo. Nos disculpamos por la interrupción. “No se preocupe” añade afablemente, “aquí entran Sus Majestades a cualquier hora del día, pero también las infantas, los bufones, en fin, todo el mundo. No me molesta mucho”. Le preguntamos a continuación por la obra en la que está ahora trabajando. “Me han encargado un cuadro grande sobre la rendición de la ciudad de Breda. Espero que esté terminado este año o, como mucho, el siguiente”. El cuadro, muy avanzado, representa la entrega de las llaves de la ciudad por Justin de Nassau al general Spínola quien se agacha con cortesía sobre el vencido para levantarlo. El pintor, 32 años recién cumplidos, nos dice que él nunca ha estado en Flandes. Le sugerimos que su composición recuerda mucho a una escena que aparece en una obra de Calderón sobre el mismo tema, de hace algunos años. El pintor se ríe y no dice nada. “El valor del cuadro, en todo caso, no es tanto el tema, guárdeme el secreto, sino en dar pocas pinceladas, alejarme de la afectación en las pinturas, recrear una atmósfera”. Le decimos que no a todo el mundo le gusta su pintura. “Sí, algunos afirman que las pinceladas están dispersas, que el cuadro no está acabado. A otros, sin embargo, les gusta así y además es mi forma de trabajar. Sus Majestades nunca han criticado ningún cuadro mío”. La conversación acabó hablando de otros proyectos pero ésa será materia para otros números de esta revista. 148
Gaceta de Ciencias, Artes y Política Extraordinario nº 1 ¿Cuántas esferas hacían falta para justificar los extraños movimientos de los planetas? ¿Las teorías de Ptolomeo tuvieron que durar 13 siglos?
¿Por qué Platón defendía la circularidad de las órbitas?
¿Era necesario elegir entre el modelo de Aristóteles y el de Ptolomeo?
Kepler derrumba el último baluarte aristotélico Las órbitas son elípticas
Copérnico, el hereje, y sus tres movimientos terrestres ¿Es verdad que la Tierra se mueve y gira alrededor del Sol?
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La Tierra y el cielo entre los antiguos hebreos El rabino Joachim ben Huda es una persona docta y prestigiosa, estudiosa de la Torah y de las nuevas ciencias al que hemos encargado que nos haga un resumen de las primeras teorías existentes entre los antiguos hebreos sobre el mundo que les rodeaba. Las ideas de los antiguos hebreos sobre estos temas son muy parecidas a las de los babilonios, con los que estaban en contacto y, en general, se asemejan a las ideas de los pueblos primitivos. La Tierra es una superficie más o menos llana, en cuyo centro está Jerusalén, destinada a albergar a los hombres y que divide al Universo en dos partes. Por encima está el cielo constituyendo una gran bóveda circular que es el reino de la luz y en cuya parte más alta se mueven los astros. Por debajo está la masa propia de la Tierra y las profundidades del mar. Es una parte oscura y desconocida, el abismo donde se ciernen las almas de aquellos que concluyen su vida y son condenados por Dios. La Tierra está rodeada por el mar tal como dice Job: “Dios fijó un círculo como término a las aguas, allí donde la luz linda con las tinieblas”. En los Proverbios 8.27 dice algo semejante a esto. Las distancias entre el cielo y la Tierra no se pueden medir. “¿Quién ha establecido las dimensiones de la Tierra, pregunta Dios a Job, o puso sobre ella el cordel para medirla?”. El abismo está en relación con el origen de las aguas subterráneas, los ríos y es el destino final de los mares. Hay que observar que el agua fluvial desemboca en el mar y este agua debe ir a alguna parte. Además, las aguas de 151
los pozos son perennes en muchos casos. De esta forma, bajo la superficie terrestre hay un gran hueco lleno de agua del que salió el diluvio universal. Sobre la Tierra se levanta el firmamento, una bóveda sólida y transparente que deja pasar la luz de los astros, situados más arriba. Este firmamento sirve sobre todo para contener las aguas superiores, tal como afirma el salmo 148, de manera que diversas compuertas reguladas por Jehová permiten que llegue lluvia, sin norma de tiempo ni lugar. Algunos autores bíblicos, no obstante, afirmaban que eran las nubes las que distribuían el agua sobre la tierra. Por ejemplo, el libro de Job 26.8.
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Debajo del firmamento giran los astros, en particular el Sol y la Luna, los luminares de los que habla el Génesis. Sobre su curso está el cielo de las estrellas que, al contrario que el firmamento, es una bóveda flexible y sutil. Isaías 40.22, por ejemplo, habla de que “[Jehová] extiende el cielo como un velo y lo desenvuelve como un pabellón para habitarlo”. Más adelante, el mismo profeta insiste en que dicho velo lleva pegadas, a modo de encaje, las estrellas. Ciertamente, estas creencias se ajustan a las apariencias de aquel tiempo y procuran ensalzar la gloria de Jehová, capaz de detener el curso del Sol y la Luna. El modelo es muy parecido al de los babilonios, contemporáneos de gran parte de los libros de la Biblia. Sin embargo, estos últimos no se sujetaban en su interpretación a los designios divinos del modo en que nosotros lo hicimos. Ellos partían de la vaga idea de un conjunto de dioses moradores del cielo cuyos designios eran inescrutables y que sólo se podían entrever interpretando los signos que concedían a los hombres, signos en forma de eclipses, meteoros, cometas y tormentas, vuelos de pájaros. Por ello los babilonios escrutaban el cielo, formaban tablas regulares de acontecimientos, de posición de las estrellas. En esta ciencia de la astronomía siempre ha habido la misma tensión entre los observadores de los cielos que pretenden describir lo que hay y los que intentan construir un modelo inteligible del universo alejado, en ocasiones, de lo observable.
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La especulación: Anaximandro Sobre la cosmología y astronomía griegas nos informará el padre jesuita don Pedro de Eizaguirre, conocido filósofo del Colegio Romano. Anaximandro de Mileto vivió aproximadamente en el siglo IV a.C. Sostenía que la superficie de la Tierra era como un disco que venía a ser la parte superior de un tronco de árbol, como el fuste de una columna, dice Plutarco. Pues bien, la forma de la Tierra era la de una superficie circular pero no plana sino cóncava. Era la única forma que justificaba que los mares se quedaran en su sitio y no rebosaran. Precisamente estaban rodeados de montañas de gran altura. La analogía con el árbol ya existía previamente permitiendo comprender a los griegos de la antigüedad la inmovilidad de la Tierra al considerarla enraizada a una infinita profundidad. Sin embargo, Anaximandro sostiene que su espesor es un tercio de su anchura, lo que le priva de esas raíces, y además tiene la osadía de sostener que está en reposo a causa de su equilibrio. Aristóteles decía que “Pues es propio de lo que está asentado en el centro no inclinarse en absoluto más hacia arriba o hacia abajo o hacia los lados; es imposible que se mueva a la vez en direcciones opuestas, de modo que está en reposo por necesidad”. En otras palabras, éste es el principio de razón suficiente que ya había empleado Demócrito: No hay una razón suficiente para que la tierra se mueva hacia un lado más que hacia otro. Luego no se mueve en modo alguno. Ciertamente, este razonamiento tan especulativo que indica, no obstante, el predominio que estaba alcanzando la 154
razón, tenía un objetivo: Derrumbar la idea de su maestro Thales, que había sostenido que la Tierra era comparable a un barco porque reposaba sobre el agua. Esto, naturalmente, le permitía a Thales explicar el origen de los terremotos como simples cabeceos del navío. Por ello Anaximandro se ve obligado a explicar los movimientos sísmicos de otra forma. Afirma que tienen lugar sobre todo en épocas muy secas o muy lluviosas. De esta conjunción deduce un nexo causal consistente en que dicha sequedad o humedad extremas lleva a que se formen grietas en la Tierra por las que entra un viento tempestuoso que la sacude con fuerza.
La Tierra está rodeada por la noche y en otro círculo más exterior están los anillos de las estrellas que llegan hasta nosotros a través de rasgaduras en la noche, “ciertos pasos en 155
forma de tubo” dice Hipólito, que cuando se obturan dan lugar a los eclipses. Otra de las aportaciones fundamentales de los filósofos griegos es la de la proporcionalidad matemática que llega a su cumbre posteriormente con Pitágoras. Pues bien, Anaximandro ya defiende que el círculo de las estrellas tiene un diámetro nueve veces mayor que el disco de la Tierra. El anillo de la Luna, que es más grande, tiene dos veces nueve el disco terrestre y, finalmente, el del Sol es tres veces nueve el diámetro de la Tierra. Naturalmente, estas medidas no se sostienen en datos observables. Tienen una naturaleza mítica, la misma que hace que Hesíodo afirme en su Teogonía que descendiendo nueve días y nueve noches desde la Tierra se llega al Tártaro. El nueve aparece otra vez para medir distancias cósmicas. Muchas de las imágenes que han dominado la imaginación humana, sin embargo, se van formando entonces. Así, cuando Anaximandro afirma del Sol que es “semejante a una rueda de carro que tuviera sus radios huecos y estuviera llena de fuego y que lo mostrara, por alguna parte, a través de una abertura como a través de la boquilla de un fuelle”, como afirma Aecio. La rueda del Sol, que tanto se ha comentado después.
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La observación: Anaxímenes En el pensamiento de Anaximandro hay razonamiento, consideraciones matemáticas basadas en la proporcionalidad, pero la mentalidad es meramente especulativa, no se basa en datos observables si no es en los más burdos. Anaxímenes, en cambio, tiene el decidido propósito de interpretar lo que se puede ver. Fue también natural de Mileto. De hecho, las pocas fuentes que nos han llegado afirman que fue compañero, aunque más joven, de Anaximandro.
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Pues bien, concibe la Tierra plana y delgada que nace a partir de la contracción del aire, para él fuente y principio de todas las cosas, y por tanto cabalga sobre el aire. Los cuerpos celestes nacen de la Tierra, debido a la humedad que surge de ésta. Cuando la exhalación se rarifica nace el fuego y cuando el fuego se eleva a lo alto se componen las estrellas. Esta idea de que la Tierra se sostiene en el aire se basa, según Aristóteles, en que la cubre como una tapadera de forma que el aire se encuentra encerrado. Hipólito, sin embargo, dice que la Tierra y todos los cuerpos celestes se sostienen por ser planos, no por otra causa. Algo así como las hojas de un árbol que, siendo más pesadas que el aire, son llevadas por él y se sostienen suspendidas.
Anaxímenes defiende que los astros giran en el cielo y luego circulan alrededor de la Tierra. Este movimiento justifica la salida del Sol y la Luna por los mismos puntos todos los días pero obliga a postular, como él hace, la 158
pertenencia de estos astros a órbitas que pertenecen exclusivamente a la semiesfera superior del cielo. En efecto, este movimiento astral sería imposible si el cielo fuera una bóveda soldada a la Tierra. Por otro lado, tiene que adherirse a la doctrina de Anaximandro de que la Tierra esté rodeada de altas montañas que impiden ver precisamente ese movimiento giratorio del Sol y la Luna en torno a su circunferencia. A partir de ahí sigue estableciendo datos basados en las observaciones. El orden de los astros es el que luego sería irrebatible: la Luna, el Sol y, finalmente, las estrellas. Anaxímenes es también el primero en creer que la Luna no tiene luz propia sino que la recibe del Sol. Las estrellas estarían fijadas a la bóveda exterior “como si fueran clavos”, lo que puede hacer suponer que este filósofo pudiera defender que recibían también su luz del Sol, pero esto es especulativo. Resulta muy difícil interpretar lo dicho por los antiguos sin testimonios directos y sólo contando con comentarios posteriores a su vida a veces en varios siglos.
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El número y la armonía: Pitágoras Según Apolodoro, Pitágoras vivió sus primeros años en la isla de Samos alcanzando su madurez hacia el 532 a.C., poco después de los filósofos que hemos examinado antes. Además, se encuentra en terreno itálico, al otro lado de Grecia respecto de Mileto, que fue una colonia del Asia Menor. Pitágoras defendió, como es harto conocido, que el número es el principio de todas las cosas. No vamos a detenernos en esa tradición tan comentada y que llega hasta nuestros días. Lo que sí es interesante aclarar es cómo aplica la noción del número y su proporcionalidad a un nuevo aspecto de los distintos astros: Sus distancias a la Tierra. En efecto, sostenía que de la Tierra a la Luna había 126 mil estadios. De la Luna al Sol los 5/2 de ese valor, o sea, 315 mil estadios. El triple a la distancia del Sol a las estrellas fijas. De esta forma, y he aquí lo más hermoso de la teoría pitagórica, si la distancia entre la Tierra y la Luna representa un tono entero, de la Luna a Mercurio y de éste a Venus es cada distancia un semitono. La distancia del Sol a Marte es de otro tono. De Marte a Júpiter y de éste a Saturno otro semitono cada vez y, por último, de Saturno a las estrellas fijas un tono y medio. Observando estas medidas se comprueba que Pitágoras concebía al Sol entre los distintos planetas por lo que se ha tenido la peregrina idea de deducir que consideraba también que los planetas giraban en torno al Sol lo cual es sabido que es falso y no se puede sostener. En fin, la escuela pitagórica tuvo otras ideas erróneas que hoy en día otros defienden, sobre todo ese hereje de 160
Kepler que también ha incorporado las ideas de la ‘armonía universal’ y la ‘música celestial’. El propio Aristóteles las comenta para refutarlas, naturalmente. Así, Pitágoras y sus discípulos defenderían el justificar el día y la noche por un supuesto movimiento de rotación de la propia Tierra. Eso recuerda Cicerón del pitagórico Hiketas de Siracusa, que “enseñaba que el cielo, las estrellas, etc. permanecen inmóviles, mientras que tan sólo la Tierra gira. Ésta, girando con rapidez sobre su eje, produce exactamente el mismo efecto que si la Tierra permaneciese inmóvil, siendo el cielo el que girase”. Las aberraciones de tan noble pensamiento llegaron hasta las teorías del pitagórico Filolao de Crotona, que negaba la posición central de la Tierra adjudicándosela a una especie de fuego central en torno al cual girarían todos los astros, incluida la Tierra. Algunos en tierra protestante han creído que con estas teorías Filolao defendía que la Tierra giraba en torno al Sol pero esto no es más que una interpretación torcida y que no tiene que ver con los testimonios que nos han llegado. El que defendía esta teoría era Aristarco de Samos pero éste vivió mucho después, sobre el año 250 a.C. Detenemos al padre Eizaguirre para que, antes de pasar adelante, ofrezca a los lectores una brevísima exposición de algunos de los datos astronómicos fundamentales sin los que sería imposible entender las siguientes teorías.
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La eclíptica y el extraño movimiento de los planetas - Padre, vamos a hablar de algunos datos observables. Por ejemplo, llega un momento en que se plantean los movimientos del Sol. ¿Cuáles son? - Bien, existe un movimiento diario, claro está. El Sol sale por el este y su ocaso tiene lugar por el oeste. Lo mismo le pasa a la Luna, los planetas y a la esfera de las estrellas fijas. Sin embargo, y he aquí lo inexplicable en aquellos tiempos, cuando el Sol sale por el este lo hace sobre el fondo de las estrellas fijas. Y esta relación ¡se mueve!
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- ¿Qué quiere decir? - La esfera de las estrellas fijas gira sobre sí misma cada día, ciertamente, pero siempre adopta la misma disposición. Los agrupamientos de estrellas conocidos son siempre los mismos durante muchas generaciones. Hoy en día sabemos que eso también varía pero cada muchos cientos de años. Entonces se las consideraba totalmente fijas. Las estrellas de Orión, la Osa mayor, el Arquero, etc., ya sabe. Pues bien, a lo largo del año, el Sol va saliendo sobre distinta configuración de las estrellas fijas. Es realmente interesante comprobar que esos resplandores tan brillantes con un movimiento tan considerable respecto a las estrellas fijas que hemos llamado planetas, también discurren en esa estrecha banda de estrellas sobre las que aparece moviéndose el Sol. A esa banda se le llama círculo zodiacal porque tradicionalmente se ha dividido en doce signos que usted ya conoce.
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- Tengo entendido que el Sol gira alrededor de la Tierra como usted dice pero de un modo peculiar. - En efecto, el giro está inclinado respecto de nuestro círculo equinoccial, que algunos se empeñan en llamar Ecuador. Pero es mejor llamarlo equinoccial porque equinoccio significa igualdad del día y de la noche y, en efecto, cuando el Sol llega a este círculo se igualan los arcos del día y de la noche. Cuando se aleja del equinoccio, dichos arcos van cambiando. A la proyección sobre nuestra superficie del verdadero giro del Sol en torno a la Tierra se le llama eclíptica. Se lo voy a dibujar (ver página anterior). - La línea gruesa es la eclíptica. El Sol se mueve por esta línea pasando por los doce signos. Comienza en el primer grado de Aries donde hace equinoccio (punto B o primaveral) de manera que, a partir de entonces, nos van creciendo los días y decreciendo las noches y entra en Tauro, luego en Géminis y demás. Cuando llega al punto D la inclinación del Sol (que en términos técnicos se llama declinación) es máxima y constituye el solsticio de verano. Cuando regresa por el punto A (u otoñal) discurre luego hasta su máxima declinación negativa, el punto C o solsticio de invierno. - Esto tiene que ver con la división de la esfera terrestre en climas ¿verdad? - Efectivamente. Ha habido una tradición de hacer esta división en siete climas (el día meroés, syene, alejandros, etc.) pero lo fundamental es el por qué de esta división. La más caliente es el clima del centro, la zona comprendida entre la máxima declinación del Sol positiva y negativa. Los antiguos pensaban que allí era imposible la vida. Recuerde los temores que padecieron los marineros portugueses que empezaron a bajar por la costa africana. Pensaban que, en algún punto, el agua entraba en ebullición y les abrasaría. 164
Por encima y por debajo de estos círculos paralelos al equinoccial los rayos solares inciden de forma muy oblicua y la vida es muy agradable de vivir allí. Estas zonas templadas se van haciendo cada vez más frías a medida que se asciende y se desciende. Ponga usted los climas que quiera en toda esta parte. - Y la Luna ¿se mueve, por tanto, también sobre el círculo zodiacal? - Así es, pero con un movimiento distinto del Sol. Se mueve de oeste a este pero cada noche cambiando unos trece grados en el círculo zodiacal, lo que da lugar a que después de una lunación (que corresponde a 27 días y 7 horas y 45 minutos y que nosotros ajustamos a un mes) la Luna vuelva a la posición de partida. Va, por tanto, más deprisa que el Sol por lo que le sigue, luego le alcanza y pasa adelante y se le opone en diámetro, todo ello respecto al círculo zodiacal. Hay pues conjunciones y oposiciones entre el Sol y la Luna, lo que da lugar a la aparición de eclipses.
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- De los planetas se ha hablado mucho porque se mueven de forma que al vulgo le puede parecer totalmente caprichosa. - Realmente, los antiguos estaban muy desorientados con estos movimientos. De hecho, como ahora veremos, el intentar explicar sus movimientos ha sido el origen de toda la cosmología desde Eudoxio a Ptolomeo pasando por el insigne Aristóteles. Porque fíjese bien: ¿Cómo explicaría usted un movimiento que va en un sentido, habitualmente de oeste a este, que en un momento determinado se detiene y ¡empieza a retroceder! Todas las teorías habituales de los tiempos pitagóricos se derrumbaban frente a este hecho. No podía haber una sola esfera rotando a nuestro alrededor. Era necesario defender la existencia de otras esferas y el camino fue ininterrumpido hasta las 55 esferas aristotélicas. Ptolomeo ofreció un modelo matemáticamente perfecto para justificar estos movimientos aparentemente errantes. Le voy a dibujar algunas trayectorias de Marte y Venus, por ejemplo, para que usted juzgue lo inexplicable que les debía parecer. Observe que hay hasta distintas trayectorias para un mismo planeta. Su movimiento en torno a la banda zodiacal es muy variable además. Actualmente sabemos que Venus, Mercurio y el Sol tardan un año. Marte completa su giro en dos años mientras que Júpiter lo hace en doce. Saturno tarda más porque gira en 30 años. El octavo cielo, que es el de las estrellas, cumple una revolución en siete mil años por lo que, como le dije antes, es prácticamente inapreciable para muchas generaciones. Mientras que el cielo noveno tarda 49 mil años el décimo cielo, el llamado primus mobile, se mueve de este a oeste y en veinticuatro horas, que es un día natural.
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- ¿No le parece extraño un movimiento tan rápido en un cielo tan alejado, teniendo en cuenta que cada vez son más lentos a medida que nos alejamos de la Tierra? - Algo así decía ese tal Galileo, ¿no será usted seguidor suyo? - En modo alguno, puede estar seguro. - Los jóvenes siempre tan precipitados... Pues fíjese que el primus mobile cumple una revolución y con el ímpetu y ligereza de su movimiento arrebata todos los otros cielos inferiores y les hace dar la misma vuelta en veinticuatro horas sin que ellos dejen de andar y hacer su camino. ¿No es admirable?
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Platón y la figura ideal perfecta En esa tensión tan propia de la Antigüedad entre lo que se observa y la construcción de un modelo inteligible, Platón vuelve a lo segundo buscando un principio universal que, explicando el mundo, permita dar justificación de todo. Sus teorías cosmológicas las expone muy claramente en su diálogo ‘Timeo’: “El Dios ha querido que todas las cosas fuesen buenas; ha dejado aparte, en la medida en que ello estaba en su mano, toda imperfección, y así ha tomado toda esa masa visible, desprovista de todo reposo e inquietud, sometida a un proceso de cambio sin medida y sin orden, y la ha llevado del desorden al orden...Advirtió que, partiendo de cosas por su naturaleza visibles, jamás podría surgir un Todo carente de inteligencia que fuera más bello que un Todo inteligente... Así pues, al final del razonamiento verosímil hay que decir que el Mundo es realmente un ser vivo, provisto de un Alma y de un Entendimiento”. Orden que surge del Caos inicial según la clásica tradición milenaria que tan bien refleja Hesíodo en su ‘Teogonía’. Y luego entendimiento y con él la vida. Esta idea de que la Tierra es un ser vivo se sigue incluso hoy. Recuerde al autor de la obra ‘De Magnete’, publicada a principios de siglo, William Gilbert, que sostenía exactamente lo mismo basándose en sus estudios sobre el magnetismo terrestre. Luego Platón defiende la figura esférica de la Tierra y del Cosmos: “En cuanto a su figura, le ha dado la que mejor le conviene y la que tiene afinidad con él. En efecto, el Viviente que debe envolver en sí mismo a todos los demás vivientes, la figura que le conviene es la figura que contiene 168
en sí todas las figuras posibles. Esta es la razón de que Dios haya formado el mundo en forma esférica y circular, siendo las distancias por todas partes iguales, desde el centro hasta los extremos. Ésa es la más perfecta de todas las figuras y la más completamente semejante a sí misma. Pues Dios pensó que lo semejante es mil veces más bello que lo desemejante”.
Y siguiendo con su símil del Cosmos (o Mundo) como ser viviente, afirma: “Le dio, en efecto, el movimiento corporal que le convenía, aquél de los siete movimientos [circular, de derecha a izquierda, etc.], que está principalmente relacionado con el entendimiento y la reflexión. Por esta razón, imprimiendo sobre él una revolución uniforme en el mismo lugar, hizo que se moviera con una rotación circular; 169
y lo privó de los otros seis movimientos y le impidió anduviera errante por ellos. Y puesto que, para esta revolución, el Mundo no tenía ninguna necesidad de pies, lo hizo nacer sin piernas y sin pies”. En el ‘Fedón’ ya había sostenido lo mismo, así como la inmovilidad de la Tierra por el mismo razonamiento suficiente que ya se ha comentado consistente en que, al no haber razón para inclinarse más hacia un lado que hacia el otro, debe quedar inmóvil. ¡Qué diferencia con Aristóteles! Para éste la Tierra permanece inmóvil, no por su relación con la esfera, sino porque cada una de las partes de la Tierra es de su misma esencia. Si se levantan o se separan caen, por su naturaleza, al centro de la Tierra. Además, aduce hechos observables para comprobar la esfericidad de la Tierra aludiendo, en concreto, a la sombra circular de los eclipses. Esto no lo hacía Platón. Del mismo modo, cuando niega todo movimiento terrestre lo hace argumentando que, en caso de tener los movimientos que afirma Filolao, “tendría que haber avances y retrocesos en las estrellas fijas, y nada de eso ocurre: las mismas estrellas salen y se ponen por los mismos sitios”. Una perfecta combinación del principio con lo observable.
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La construcción de esferas: Eudoxio Antes de la obra de Ptolomeo, la cumbre del razonamiento antiguo sobre el Cosmos es la construcción de esferas cristalinas en Aristóteles, heredera directa de las aportaciones de Eudoxio, el autor de uno de los libros de Euclides. Eudoxio se enfrentó a la llamada retrogradación de los planetas, es decir, al hecho de que parecen avanzar, detenerse y retroceder antes de avanzar de nuevo. Es imposible justificar este movimiento ni siquiera considerando la existencia de una esfera, concéntrica con la Tierra, donde girase el planeta. De modo que la idea que tiene Eudoxio es la de combinar el movimiento de distintas esferas concéntricas cuyos polos fueran distintos e incluso fueran diferentes los sentidos del giro. De esta manera consigue construir un artificio matemático de indudable ingeniosidad que consta de cuatro esferas para cada planeta y tres esferas para el Sol y otras tantas para la Luna. Consideremos cualquier planeta. Existiría una primera esfera ( a ), la más exterior, que tendría un movimiento diario con las estrellas fijas y que proporcionaría al planeta el mismo tipo de giro diario. La segunda esfera ( b ) justificaría su movimiento uniforme alrededor del zodíaco y su eje, esto es lo importante, se encontraría inclinado respecto de los ejes de la primera tanto como la eclíptica respecto a nuestro círculo equinoccial. La tercera y cuarta esferas habrán de justificar el movimiento errante en la banda del zodíaco. Para ello considera que la tercera ( c ) tiene sus polos en el ecuador de la anterior y su razón de giro es igual al tiempo transcurrido entre dos oposiciones o conjunciones sucesivas del planeta 171
con el Sol. A eso le une la cuarta esfera ( d ), en la que está situada el planeta, y cuyos polos se inclinan respecto de la tercera tanto como sea necesario para justificar los bucles que describe en el cielo. Gira a la misma velocidad que la tercera pero en sentido contrario. De esta manera el planeta presenta los siguientes movimientos: (1) (2) (3)
Uno diario hacia el oeste en torno a la Tierra (por la esfera a). Un movimiento anual hacia el este recorriendo el zodíaco (por la esfera b). Un movimiento de avance y retroceso según las conjunciones y oposiciones entre los movimientos de las esferas c y d.
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Eudoxio construyó un mecanismo de gran interés en el que lo importante era mostrar que no sólo debía haber un orden en la naturaleza sino que ese orden era posible geométricamente. Sin embargo, no debió suponer realidad alguna en sus esferas y eso se observa por el hecho de que no construyó la composición global de todas las esferas. Así, si cada planeta cuenta con una esfera exterior que le da el movimiento diurno ¿es de suponer que cada planeta la tiene independiente de los demás y coaxial con la esfera de las estrellas fijas? La labor más global fue la de Aristóteles.
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El sistema del mundo: Aristóteles “Si todas estas esferas juntas [de Eudoxio] deben dar razón suficiente de todo lo que aparece sensiblemente, es necesario que, para cada uno de los planetas, existan otras esferas, en el mismo número que las anteriores menos una, que giren en sentido contrario y mantengan siempre un punto dado de la primera esfera en la misma posición, con respecto a la esfera del astro que está colocado por debajo. Sólo de esta manera es posible, en efecto, explicar todas las cosas por el movimiento de traslación de los planetas”.
Así se expresa Aristóteles (384-322 a.C.) en su ‘Metafísica’ (XII, 8). El filósofo parte del hecho 174
incontrovertible de que, como afirma en su ‘Física’: “Todo ser que se mueve es necesariamente movido por alguna cosa” y este movimiento va de sujeto en sujeto por alguna forma de contacto. Partiendo, pues, de un Primer Motor que mueve la esfera de las estrellas fijas comunicando así el movimiento (por contacto) a otras esferas desde la periferia al centro, resulta necesario que entre la última esfera de un planeta (local a dicho planeta) y la primera del siguiente (que reproduce el giro de las estrellas fijas) deba haber varias esferas intermedias que compensen ambos movimientos para hacerlos posibles. La construcción es simple e ingeniosa. Contando con las esferas (a,b,c,d) que antes se han planteado, es necesario postular la existencia de las esferas (d’,c’,b’) a continuación actuando de la siguiente manera: La esfera d’, en contacto con la esfera d del planeta anterior, es ‘anti-giradora’ de modo que si d gira en un sentido y con una velocidad, d’ gira con la misma velocidad en sentido contrario. Así d’ consigue ‘anular’ la acción de la esfera d. Lo mismo sucede con las parejas (c,c’) y (b,b’) consiguiéndose así que la nueva esfera a del siguiente planeta gire como la esfera de las estrellas fijas comenzando de nuevo la construcción de esferas para el siguiente planeta. El filósofo sigue afirmando: “Por consiguiente, puesto que las esferas en que se mueven los astros son ocho por una parte [Sol y Luna, cuatro cada una después de las precisiones de Calipo, discípulo de Eudoxio] y veinticinco por la otra, y puesto que las únicas que no exigen movimientos en sentido inverso son aquellas en que se mueve el planeta que ocupa el último lugar en el orden de colocación de los planetas, el que está por debajo de todos, habrá entonces seis esferas, que girarán a la inversa de las esferas de los dos primeros astros; y las esferas 175
inversas de los otros cuatro serán dieciséis; y el número total de las esferas... serán de cincuenta y cinco”. Aún esto dejó insatisfechos a los filósofos posteriores, incluso al propio Aristóteles. Se salvaban todos los fenómenos menos dos importantes: El primero, la aparición de los cometas sobre cuya naturaleza no había general acuerdo pero que Aristóteles afirmaba que eran sublunares y no interferían, por tanto, con el transcurso de las esferas cristalinas. El otro, de más difícil explicación, era el brillo cambiante de los planetas, lo que sugería que a veces se encontraban lejos y a veces cerca de la Tierra, hecho inexplicable.
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Las primeras medidas astronómicas: Aristarco y Eratóstenes Aunque durante largo tiempo la astronomía fue cualitativa es cierto que ya empezaban los primeros intentos serios de realizar medidas entre los astros. Aristarco nació en Samos y vivió entre Euclides y Arquímedes, sobre los años 310 y 230 a.C. aproximadamente, y ha pasado a la historia entre burlas por considerar que el Sol está en el centro del universo. No obstante, empleó métodos matemáticos como la relación entre las distancias del Sol y la Luna hasta la Tierra a partir del siguiente esquema:
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Desde la Tierra se observa la Luna y el Sol cuando están en cuadrante (es decir, cuando sólo está iluminada la mitad exacta de la Luna) y se mide el ángulo LTS resultando de 87º. A partir de ahí y mediante un complicado cálculo geométrico (que excluía el uso de trigonometría, aún no construida) deducía que la distancia D era entre 18 y 20 veces la distancia d, valores bastante equivocados pero que denotan el uso de la geometría en los cálculos de distancias. Eratóstenes, hijo del sabio alejandrino Aglaos, vivió entre los 280 y 195 a.C. Fue llamado a Atenas como preceptor del futuro rey Ptolomeo IV Filopátor y conservador de la biblioteca. Se hizo famoso sobre todo por la medida que realizó de la Tierra, bastante exacta como luego se ha demostrado. En efecto, conocía que en el solsticio de verano el Sol se reflejaba en el fondo de un conocido pozo de Siena, lo que indica que el Sol está sobre la vertical.
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En el mismo día Eratóstenes situaba un gnomon en Alejandría que, según los agrimensores egipcios, se encontraba a 5.000 estadios de Siena y en el mismo meridiano. Midiendo el ángulo de incidencia del Sol encontraba que era 1/50 del círculo máximo siguiendo el esquema: El ángulo a es de 1/50 del círculo máximo. Como este ángulo corresponde a la longitud de 5000 estadios es inmediato deducir, por una proporcionalidad simple, que la longitud del arco máximo de la Tierra, correspondiente al círculo máximo completo, es de 50 veces más. En total, 250.000 estadios.
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La explicación por deferentes y epiciclos: Ptolomeo Decía Sosígenes que “Con todo, las teorías de Eudoxio y sus seguidores fracasaron a la hora de salvar los fenómenos... Me refiero al hecho de que los planetas a veces parecen estar más cerca de nosotros y a veces más lejos... También la Luna, incluso a simple vista, no está siempre a la misma distancia de nosotros”. Esta diferente distancia no era coherente con la pertenencia de cada planeta a una esfera rígida y concéntrica con la Tierra. El encargado de dar una solución matemática a este problema y a otros menores fue Claudio Ptolomeo, astrónomo que vivió en Alejandría entre los años 100 y 170 aproximadamente. Su ‘Sintaxis Matemática’ (o, como llamaron los árabes, ‘Almagesto’) ha sido la obra cumbre en astronomía desde entonces, por más que algunos (como ese tal Copérnico) hayan intentado corregirla radicalmente. Es verdad que es un libro de gran complejidad matemática pero intentaré exponer simplificadamente sus mecanismos más importantes. El elemento más sencillo que utiliza Ptolomeo en su libro es el conjunto de deferente y epiciclo. El deferente es un círculo que rota alrededor de la Tierra mientras que el epiciclo es otro círculo que rota teniendo por centro los distintos puntos del deferente. En la figura de la página siguiente se verá esta combinación con más facilidad. El epiciclo gira con velocidad uniforme alrededor del punto situado sobre el deferente que tiene por centro la Tierra. El planeta se encuentra sobre el epiciclo. Por supuesto, ambas figuras se encuentran en el plano de la 180
eclíptica de manera que la rotación diaria de la esfera estelar arrastra a todo el conjunto deferente-epiciclo. Con este sistema se pueden explicar los dos hechos más sobresalientes del movimiento de los planetas: sus retrogradaciones y las diferencias en sus distancias a la Tierra manifestadas por las variaciones en su brillo. En efecto, consideremos que el epiciclo da tres vueltas en el tiempo que el deferente da una. El movimiento del planeta tendrá la siguiente forma:
Al combinar ambos movimientos el planeta, observado desde la Tierra, parece avanzar en un sentido, detenerse y retroceder para volver a avanzar en el sentido inicial. En otras palabras, realizar una retrogradación. En ese proceso estará a veces más alejado y otras más cercano a la 181
Tierra. Aún más, su mayor cercanía (y por tanto, su mayor brillo) debe observarse en el momento de la aparente detención del planeta. ¡Y esto coincide con la realidad! Es así como Ptolomeo se enfrenta a sucesos tan difíciles de explicar con gran sencillez.
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Nuevos artificios: Los epiciclos menores y los ecuantes Para cada planeta habría que adaptar una velocidad específica tanto del deferente como del epiciclo al objeto de explicar sus retrogradaciones características. Asimismo, para el Sol y la Luna basta sostener la existencia de un deferente girando uniformemente puesto que no hace bucle ninguno en su transcurso. Sin embargo, ¿cómo explicar entonces su aparente distinta velocidad a lo largo de la eclíptica? Lo cierto es que el Sol emplea seis días más para pasar del equinoccio de primavera al de otoño que para hacer el recorrido de otoño a primavera. ¿Por qué el Sol es más rápido en invierno que en verano? La solución que ofrece Ptolomeo inicialmente es postular la existencia de un epiciclo menor en el que se encuentra el Sol y es menor porque su sentido de giro es distinto del deferente, de manera que ajustando las velocidades adecuadamente el recorrido solar podría ser:
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Es decir, un recorrido circular pero desplazado su centro respecto al original situado en la Tierra. En el transcurso de la parte superior el Sol sería más lento porque tiene que recorrer una mayor distancia que si se considera el recorrido de la parte inferior. Haciendo variar las velocidades de rotación relativa del deferente y del epiciclo menor se obtienen círculos achatados, casi elípticos. Estos epiciclos menores son equivalentes matemáticamente a considerar un deferente cuyo centro esté desplazado de la Tierra y que fue muy utilizado en tiempos pasados bajo el nombre de excéntrica.
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Pues bien, este círculo de centro desplazado o excéntrica fue seguramente el que dio a Ptolomeo la idea del ecuante, un verdadero artificio que algunos opinamos que fue innecesario y al que tanto se opuso ese Copérnico, todo sea dicho de paso. El centro del deferente vuelve a ser la Tierra pero su velocidad de rotación no será uniforme respecto de su centro geométrico T sino alrededor de un punto desplazado hacia el solsticio de verano, el ecuante E. Así, el ángulo a debe variar uniformemente con el tiempo.
Cuando el Sol recorre la parte superior de la eclíptica el ángulo correspondiente será algo superior a 180º mientras que será algo menor a dicha cantidad al recorrer la parte inferior. Por ello tardará más tiempo en la parte superior que 185
en la inferior. Con esta serie de recursos matemáticos Ptolomeo afrontó la confección de tablas y la construcción de un modelo cosmológico que alcanzó gran complejidad.
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La adaptación ptolemaica al sistema de esferas El conjunto de esferas del Sol y su unión a la excéntrica oportuna es bastante simple.
El círculo externo es la superficie interna de la capa esférica que produce la rotación diaria. CD es el eje de la eclíptica y AB delimita la doble capa esférica (punteada) donde se encuentra el Sol S y cuyo grosor viene determinado por el del astro. Esta capa esférica doble gira alrededor de AB con velocidad igual al movimiento en longitud del Sol. El círculo interno corresponde a la superficie externa de la 187
esfera que transmite al siguiente planeta (Venus) la rotación diaria. El sistema de los planetas exteriores, por ejemplo, es similar pero con dos esferas más para el epiciclo. En su caso el eje AB que pasa por el ecuante E está inclinado (en el Sol era paralelo) con el ángulo de inclinación entre el plano de la excéntrica y el de la eclíptica. El lugar que ocupaba el Sol por completo corresponde ahora a una esfera donde gira el epiciclo del planeta que corresponda con una velocidad uniforme respecto del ecuante E. Este epiciclo está compuesto por dos esferas, una exterior que está hueca y en cuyo interior gira una esfera sólida donde se encuentra el planeta.
La esfera sólida, que tiene por eje HI se encuentra dentro de la esfera de eje JK paralelo a AB. Pues bien, si esta última esfera gira en sentido contrario al de la esfera grande 188
de eje AB, se consigue eliminar el efecto de esta rotación sobre la esfera sólida interior en la que se encuentra el planeta que, a su vez, gira alrededor de un eje HI perpendicular a la eclíptica. Como se puede apreciar por estos dos ejemplos, la utilización de excéntricas y ecuantes supone el uso de artificios que permiten prever los distintos datos astronómicos detectados hasta entonces. Sin embargo, la consideración de un modelo global que tuviese en cuenta el conjunto de esferas aristotélicas creaba una extraordinaria complejidad en la construcción del modelo. Ello va en contra de los principios defendidos por los principales filósofos griegos en torno a la sencillez y a la belleza en la construcción. En total, el modelo ptolemaico necesitaba 47 esferas del tipo ya comentado para dar cuenta de los movimientos celestes con una perfección, hay que reconocer, sin igual antes y después en la historia de la astronomía. Esta complejidad obligaba a la construcción de tablas que pudiesen ser utilizadas por los marinos.
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El comienzo de la Trigonometría El filósofo Galileo nos recomienda como buen matemático al joven de 27 años Evangelista Torricelli, discípulo suyo. A él queremos preguntarle diversos resultados matemáticos incluidos en la construcción de tablas de la ‘Sintaxis matemática’ de Ptolomeo. En concreto, la que se refiere a las cuerdas correspondientes a determinados ángulos centrales. La división de la circunferencia en 360 partes llamadas grados se remonta a los babilonios que lo relacionaban con el giro del Sol a través de la eclíptica en un número semejante de días. Extendiendo estas medidas a las cuerdas, Hiparco y Ptolomeo hacen los siguientes pasos:
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1) Consideremos un ángulo central de 60º, ángulo central de uno de los triángulos en que se descompone el exágono inscrito en el círculo. Como es sabido, la cuerda correspondiente es igual al radio R. La circunferencia tendrá de longitud 2πR, y le corresponde 360º. ¿Cuánto le corresponderá a R? Se encuentra con facilidad que cuerda (60º) = 360º/2π = 57,18º = 3438' teniendo en cuenta el valor de π considerado por Hiparco, muy parecido al de Arquímedes. 2) El primer recurso a emplear sistemáticamente es que, por el teorema de Pitágoras, es
crd (180 − a ) = ( 2 R ) 2 − crd 2 ( a ) Dado que crd(180 - a) = 2R cos a/2 en términos actuales, este resultado equivale a sen2 a + cos2 a = 1.
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3) Después de los ángulos complementarios (con lo que basta hallar las cuerdas de ángulos inferiores a 90º) se dedica al ángulo mitad a partir de la figura en la página anterior. Supóngase que el ángulo a es el