Fenomenologia: Metafisica o Metodo?
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Traducción Mario Caimi Pensamiento Filosófico Monte Avila Editores

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NSAMIENTO FILOSOFICO 1 FENOMENOLOGik ¿METAFISICJI O METODO!

PENSAMIENTO FILOSOFICO Fenome~ología: ¿metafísica o método?

Gerhard Funke

Traducción Mario Caimi Revisión Roberto J. Walton

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Monte A vi/a Editores

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ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR

1•. edición en M.A., 1991

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Título original Phiinomeno/ogie Metaphysik oder Methode? ©Bouvier Verlag Herbert Grundmann - Bonn 1966

D.R. © MONTE AV/LA EDITORES, C.A., 1987 Apartado Postal 70712, Zona 1070, Caracas, Venezuela ISBN 980-01-0395-3 Diseño de colección y portada Claudia Leal Fotocomposición y Paginación La Galera de Artes Gráficas Impreso en Venezuela Printed in Venezuela

PRESENTE traducción se basa en el texto alemán editado por Bouvier Verlag Herbert Grundmann, 3a. ed., Bonn, 1979. La revisión del texto español fue realizada por el profesor Dr. Roberto J. Walton, de la Universidad de Buenos Aires. Para la traducción de términos husserlianos hemos tenido en cuenta la obra de Dorion Cairns: Guide for Translating Husserl, The Bague, 1973 (ed. Martinus Nijhofj, serie Phaenomenologica, Nro. 55),· y para la traducción de términos heideggerianos hemos consultado las obras de José Gaos: Introducción a El ser y el tiempo de Martín Heidegger, México, 2a. edición aumentada y revisada, 1971 (ed. Fondo de Cultura Económica), y de Manuel Olasagasti: Introducción a Heidegger, Madrid, 1967 (ed. Revista de Occidente).

A Ursula y Angela Funke

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A) INTRODUCCION: FUNDAMENTACION DEL SABER EN EL SIGLO XX j

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El siglo XX ha contemplado sucesivamente el presunto o definitivo derrumbe de los sistemas filosóficos que siguieron al kantianismo y al idealismo alemán, el auge de los irracionalismos de la vida y la llamada resurrección de la metafísica; ha vivido como vanguardismo la celebración de la crisis en todos los dominios; ha soportado la marcha triunfal de religiones encubiertas, saludadas con frenesí, la profesión de fe en ideologías totalitarias, revestida de las formas de una ciencia misteriosa, y la exigencia de compromiso absoluto por el compromiso mismo. Esta época, fértil en lo filosófico como casi ninguna otra, no ha sido favorable a la investigación crítica, universal, de los fundamentos, realizada de modo científico; esto es, nn ha sido favorable a una investigación filosófica de los fundamentos. La dedicación, libre de prejuicios, a la cosa, dedicación que en todas las

ci-;cias~í,-arlic~u:;:la~r::;es:.:e..:.s..:u:.:n~s..:.o:;;br:.:e..:;e..:.nt7-e:....n~d.::.id~o~ac::.:e:.:.p.;.ta:.:d;.o~si:.:n.:.d;i_:sc!:u:..:s:-:ió:..:n:...,;;.:n..:.o;.;;;e;o..s~lo'-

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Propio de los terribles simplijicateurs en cuestiones de cosmovisión y ik ideologla que se sUelen hacer pasar por filosofía..:. La confusión de profundidad de la cosmov1sión y agudeza partidario-doctrinaria, con la pretensión inalienable de la teoría estricta, de procurar claridad conceptual y distinción de los pasos del pensamiento, es una confusión general en el dominio de la filosofía (o de aquello que tienen por tal los consumidores de sistemas de pensamiento, quienes tienen en la vida una actitud práctica y buscan, en el mejor de los casos, satisfacer sus propias ambiciones de prestigio). El irracionalismo irresponsable y sus acompañantes, el decisionismo y el existencialismo, hacen sentir su grave peso sobre la filosofía; los sistemas pseudosoteriológicos de explicación del mundo, con sus pretensiones, a la vez Ingenuas y brutales, de erigirse en sistemas definitivos, ponen en g~ pehgro el proceso de esclarecimiento gradual de la realidad dada en cada cliso, articUlada s¡tuatjyamente El público, en la figura del a una filosofía ejercida como va, sólo en muy pocos casos dispuesto a hacerlo) aun de la

famoso hombre de la calle, no le es propicio ciencia, aunque éste, como autoridad decisiesté en condiciones de fundamentar, (y esté manera más modesta, las actitudes y las opi-

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niones a las que adhiere con firmeza. Ciertamente, es un lugar común de la época el no reconocer que si se pretende ejercer el derecho de ten;;:-rot ~ asunto. se deben cumplir siempre determinados requisitos;, En con-=traste con esto, la ciencia se alimenta del esfuerzo por una fundamentación Y una explicación de alcance cada vez mayor, de los objetos dados, que ocupan la conciencia como fenómenos. De resultas de ello, quienes, seguros de sí mismos, se sienten llamados a tomar, de manera carismática y sin crítica alguna, toda clase de decisiones, ofrecen un abierto contraste con aquellos que, por amor a la cosa, quieren ensanchar paso a paso el círculo cel conocimiento. El deseo de saber cómo es la realidad en su fundamento último es, al menos, tan legítimo como la autodispensa de todo esfuerzo científico fundamental, y también ésta puede apelar al deseo de tolerancia. De toda la realidad, aquello que llega a aparecer como fenómeno, aquello que llega a aparecer a la conciencia, esto es, lo que se vuelve fenómeno en el sentido más amplio de la palabra, será siempre lo que atraiga la atención. Una filosofía que se proponga colocar tales fenómenos en conexiones de fun amentac1 n escu 1ertas e manera 1 e re mc1os y que este dispuesta a someter estas conexiones al control de la crítica, uede llamarse ues o que tiene por meta la disolución de Jos prejuicios enomeno Y el esclarecimiento de los supuestos. iiliOSciá (aunque nunca esté libre de·-, rupuestos, y aunque esté libre de prejuicios siempre sólo de modo condicionado) !a ciencia que se ocupa, por principio, en las condiciones de posibiii~ ~ad d~ ~ como algo. Con ello puede adoptar el honorable titulo de feno-.../¡ meno o 1a transcendenTal, la cual está as en el dominio /f ógico-gnoseológico y resuelve odas las cuestiones del ser como problemas ~sentido,.. Las posiciones metafisicas, adoptadas con arrojo «existencial», no le son sacrosantas, sino problemáticas, tan problemáticas como todo lo demás. Esta filosofía fenomenológica no presenta sistema alguno de doctrinas; en regresos iterativos a las condiciones de posibilidad de un objeto sometido precisamente a discusión, regresos a los que una reflexión continuada les da un alcance cada vez mayor, esta filosofía fenomenológica desarrolla conexiones de fundamentación, con lo cual la filosofía se P~• como filosofar, es decir, como continuo proceso crítico-racional de fundamentación. Se propone por tema la conexión entre posiciones metafísicas, que son suposiciones, y el efclarecimiento metódico de las consecuencias propias de los sistemas. Frente al pensar crepuscular y al flamear de la cosmovisión; frente al poetizar y a la ensoñación en el ser; frente al sacrificio de la razón en ocasión de la exaltación de la categorla amigo-enemigo en la ideología; frente,

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dica4t. A partir de aquello que, en cualquier sentido, se imponga a sí mis'mo de manera conforme a la conciencia, es decir, a partir del fenómeno, ·-mediante el retroceso gradual de la fundamentación crítica, se pone al desc-;¡;ierto lo que es condici · d osibilidad de lo dado en cada caso particu- -~ ar; y en este procedimiento, en estas reflexiones regresivas, se realiza la filosofía4z. Es racionalismo.

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SABER DOGMÁTICO Y CIENCIA CRITICA DE LOS FUNDAMENTOS4l

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Aunque la llamada filosofía de la Edad Moderna desde Nicolás Cusano, Luis Vives, Giordano Bruno, Francis Bacon, René Descartes y Gottfried Wilhelm Leibniz, ha visto florecer juntas, en Europa, tendencias racionalistas e irracionalistas; aunque haya habido siempre corrientes sistemático-

dcntlficas y aforlstico-artlstícas, intereses teórico-lógicos y práctico-políticos; aunque, por fin, puntos de vista abstractos y concretos, religiosos y profanos, académicos y populares hayan compartido continuamente la preponderancia, a pesar de todo ello se ha vuelto un lugar común, al considerar la historia de las ideas en Europa en el período entre los siglos XVII y XX, señalar algo así como un desarrollo continuo. Se supone que una línea directa, partiendo del predominio del espíritu científico, y pasando por la irrupción de la vida inalterada, haya conducido al descubrimiento de la existencia en su autodeterminación no anticipable44. Espíritu-Vida-Existencia serían, entonces, los títulos de la historia de las ideas determinada filosóficamente, en los tres últimos siglos, en Occidente y en el pensar de los hombres orientado hacia Occidente. Se pretende, además, que este mismo desarrollo, del espíritu a la vida Y de ésta a la existencia, se haya manifestado también dentro del desarrollo de un cierto movimiento filosófico contemporáneo, a saber, en la escuela de la. fenomenología. En ella, Husserl defendería el primado del espíritu Y de la ciencia estricta, Scheler sería el descubridor de los estratos particulares de la vida, y Heidegger se presentaría como el hermeneuta del ser-ahí Y pensador del ser 45 • Este desarrollo es entendido como proceso histórico, como despliegue del pensar en el sentido de que la vieja filosofía científica, abstracta Y académica, que perdura en la forma de fenomenología transcendental, resulta desplazada progresivamente por una filosofía de la vida interesada por los problemas concretos de la realidad del hombre; y esta fenomenología de la vida y de la persona debe dejar a su vez su lugar a una hermenéutica de la facticidad y a una analítica de la existencia, esto es, a una ontología fenomenológica. Se pretende descubrir, en esta intercone-

xión, una concretización del planteo de los problemas 46. Ni un sujeto en general abstracto y universal, ni un ser personal ideal e irreal, sino sólo el ser-ahí condenado a la libertad puede servir de punto de partida para la discusión filosófica decisiva. Y decisiva se considera a la pregunta por el ser de la conciencia, por el ser del sujeto, de la persona, del centro yoico, o bien, finalmente, por el ser del ser-ahí como ser-ahí. Con ello, la filosofía se presentaría como interesada, en último término y enteramente, por la esencia de la existencia4 7 • Esta concepción da origen a numerosos problemas. No se puede dejar sin examen la posición dogmática que está en su base. A esta primera convicción, que casi es ya un lugar común, se añade una segunda. Y ésta no es menos problemática. Ya el último tercio del siglo .; XIX, con su actitud esencialmente positivista, había planteado, como una ;; ==:exigencia, que era tarea de la filosofía el obtener un concepto de mundo ,.: .E ~ que fuese realista, es decir, que estuviese libre de interpretaciones religiosas ;~ ~-~y metafisicas4H. Para los sucesores de los Turgot y de los Hume, de los 1 "Comte y de los Mili, de los Mach y de los Avenarius, se trataba de un concepto natural del mundo elaborado de manera libre de prejuicios. Sólo partes del mundo, es decir, cosas conocidas en datos empíricos, formarían parte del mundo positivamente experimentable49. El siglo XX oyó, desde la exigencia de Husserl, de una filosofía como ciencia estricta (1911), el llamado a ir a las cosas mismasso. Pero 1¿ diferencia entre la actitud positivista y la fenomenológica es muy clara. Franz Brentano había planteado · ya en 1862, en su escrito Von der mannigfachen Bedeutung des Seienden nach Aristoteles, la cuestión de la estratifi:ación de la realidad, y con ello había dirigido la atención de la investigación hacia el esclarecimiento de diferencias de significación en el interior de los conceptos ser y realidad. Alexius Meinong podía ofrecer desde 1899St una doctrina cuidadosamente elaborada, de las distintas clases de objetos, su teoría de los objetos. Aquí se opera ampliamente con el principio de la correlatividad, de tal modo, que con las especies particulares de objetos se enlazan constitutivamente las correspondientes maneras peculiares de llevarlos a la experiencia. Husserl, en su Ideen zu einer reinen Phiinomenologie und phiinomenologischen Philosophie (1913) formula el principio de todos los principiossz expresando que toda intuición que sea dadora originaria es una fuente legítima~ conocimiento. Con ello, empero, se pone en discusión el privilegio de una sola experiencia, a saber, de la experiencia sensible, CO.!!.lO cual se invalid~ el pnnc1p10 positivista y neopositivista del retorno a los solos sentí En ugar del monismo empirista aparece el pluralismo de las cogitationes y de las numerosas clases de las más diferentes cogitationes. Lo importante es

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1 que algo se presenta como algo. Y según esto, el llamado a dirigirse a fas c~sas ~ismas, proclamado por Husserl y retomado luego, a su modo, y difundido por HeideggerH, significa simplemente esto: todo debe tomarse en serio, Y todo lo que, mediante cualquier operación legitimadora espiritual aparezca en el horizonte de la conciencia puede ser objeto de una investigación posible. Con ello se sale de la órbita de una filosofía puramente realista Y positivista, es decir, de la filosofía «naturalista»: para adecuarse a los fenómenos tal como se muestran, y en la actitud que exactamente les corresponde, sin descuidar ningún dominio del sentido, se requiere una extraordinaria ampliación del campo de trabajo. _ Hay una esencial diferencia entre la cosa como unidad sensible perceptib e, Y la cosa como no sensible um a e senti o y e validez, Ahora bien, en el siglo XX, a aquella vuelta a las cosas mismas se le ha asociado con mucha frecuencia un giro hacia el objeto54, y más aún, se le ha asociado la concepción de que se trata de una resurrección de fa metajfsica55 . Pero es manifiesto que, como algo acerca de lo cual ha de existir un saber en el sentido más moderno y nuevo, también lo metafísico ha de pertenecer al dominio del fenómeno. Desde que Husserl amplió el concepto kantiano de fenómeno, es imposible la metafísica como ciencia de lo totalmente otro56 . La fenomenología, como ciencia de los fundamentos en el dominio fenoméiiiCO; se ocupa siempre en fenómenos de toda especie Y en las condiciones ~su fenomenalidad. En consecuencia, interrogará también a aquella metafísica ingenua originada en una actitud natural, y le preguntará por las condiciones y por los supuestos que operan en ella de manera impllcita. Dicho brevemente: nunca podrá ser otra cosa que la conciencia critica de toda posición metafísica asentada de modo dogmático, posición ésta siempre imprescindible como base; y la base de la cual parten, tanto las llamadas ciencias exactas, como las ciencias interpretativas, será siempre, en algún punto, una posición dogmática. Incluso para sí misma la fenomenología sigue siendo siempre tema de permanente y siempre renovada discusión critica". Esto se desprende del concepto mismo de fenómeno, que dice que todo algo, todo X, sólo en razón de correspondientes condiciones correlativas de legitimación puede ser aquello que es.~ entre una conci · al al o es evidente, y aquello que se ha vueltoevíclénte, no es al fenomenología deje· sin tocar, smo que a ana / t._ tambi~resultado es_, necesariamente, un a solullSmo u'e ia conc encflr.t.... Pííé'SCada~a de estas operaciones de volverse, primero directamente, lue- ....... .J~rgo~orefleiiVQ:s Juego de modo reflexivo potenciado, ha¡;i~ vb~ t pre:aado ~i. ~e si . . eración de la conciencia, de diente de las posibiiida de esta m1sma conciencia's. Pero hablar, en general, 24

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de manera anticipatoria, de todas las posibilidades de la conciencia, es ab-~ ·:~urdo:--pues surgen históilei.m~.u.ie:._y~.l!)E-nifj_e.sta'!_§_Q)Q_~_fa r~f!eXió:r2-~t~:c-;i

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rat~~~~~=l_a_~me~i_mo que la operación; o bien: el acto y lo constituido en él siguen siendo siempre diferentes, aunque se presenten juntos. Fenómeno significa, por tanto, .IM P ser una unidad de sentido; y esta unidad de sentido y de validez debe ser considerada como correlato de operaciones mediadoras correspondientes. T"a metafísicatradicional se propone hacer accesible lo transcendente en sentldo absoluto. Con ello sobre asaría los límites de los fenómenos en su fefiOmena 1dad, pretendería captar los fenómenos sin tener que atenerse a las ñ1odallifades de la captación. ~. pues, que examinar estos tres puntos de vista: si se puede estable-

cer razonablemente un desarrollo general, a partir de un predominio del espíritu y de la conciencia, pasando por la irrupción de la vida que busca afirmarse a sí misma, hasta la manifestación de la existencia decisionista 67 ; si la vuelta a las cosas mismas fundamenta acaso efectivamente un objetivismo que luego se enlaza con un realismo más o menos acrític0 68 ; Y finalmente, si el deseo de experiencia bien concreta, el hambre de rea/idad69 se puede interpretar como si, por el camino cuasi-necesario del despliegue del pensar, superadas las posiciones de Husserl y de Scheler, con la propuesta de Heidegger se diese la posibilidad de abandonar el pensar como filosofía de la conciencia, y de obtener una metafísica auténtica, una metafísica que no pudiese ser superada. Las reflexiones siguientes deben ponerse al comienzo de tal examen. La deseada destrucción de la filosofía7o revela un pensar ahistórico, o T al menos un pensar que se cree libre de deuda para con el curso real, concreto del pensar, y que tiene por posible un comienzo absoluto. En oposición a ello, una filosofía científica, tópica, ligada a su lugar, sostiene que J.Q_clQ__ pensar, junto con sus revelaciones renovadoras, es enteramente histórico~ Con ello se quiere decir lo siguiente: c_ada forma posterior del pensar puede expresar algo adicional sobre las formas anteriores del mismo pensar, algo que estas formas anteriores mismas nunca pueden hacer. Los descubrimientos realizados por el pensamiento presocrático, por ejemplo, se presentan al presocrático de manera diferente a como se le presentan a quien está en condiciones de comparar los logros de los presocráticos con los intentos del espíritu en otras épocas y lugares, contrastando aquéllos con éstos. Caracterizar por otra parte, la filosofía del saber, la filosofía del yo, la filosofía de la conciencia, o, dicho brevemente, la filosofía académica como filosofía del olvido de los problemas?I, equivale a hacer filosofía de la conciencia. La vida borbollan/e sólo puede reconocerse a sí misma; no ha olvi-

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dado nada, Y, consintiéndoselo todo a sí misma, no entiende ninguna otra cosa. La existencia en su existir no tiene noticia alguna de olvido del ser, ni de olvido de los problemas; tampoco se remonta a la comprensión de algo así como la estructura de la existencia, es decir, a los existenciarios. Sólo la re-flexión ofrece, frente a la intentio recta, algo nuevo. Por ello se debe hacer siempre de nuevo el intento de entender la filosofía enteramente comojilosojfa de la conciencia. Como filosofía, no se propone suministrar experiencias rapsódicas, sino conocimientos sistemáticos; y los obtiene históricamente, a partir del suelo de creencias metafísico y comprensible de suyo, que es el de ella en cada caso. Respecto de la comprobación de lo que se suele llamar lo transcendente, esta filosofía sólo puede ser philosophia transcendentalis, y esto significa que sólo puede pretender una veritas transcendentalis. Finalmente, permanecerá por completo limitada a los fenómenos y al sentido en el cual estos fenómenos se vuelven comprensibles. Y al intentar fundamentarlos, será ciencia de estos fenómenos. El intento de dilucidar la constitución de los fenómenos en la conciencia exige además, por supuesto, una manera peculiar de suministro de conocimientos, que aquí y sólo aquí tiene aplicación. A diferencia de toda descripción dedicada a registrar, a esta manera peculiar de suministro de conocimientos hay que buscarla en la reflexión simple y en la potenciada, que es garantía de un «idealismo universal» rectamente entendidon. En su esfuerzo por alcanzar un saber fundamental, la fenomenología no dispone de un camino regio, ni de una doctrina secreta reservada a iniciados73. Rechaza, por principio, toda gnosis y todo esoterismo. En el curso de sus esfuerzos está enteramente encerrada en lo que Hegel llamara despectivamente la mala infinitutf74. Se contenta con ella, porque la otra infinitud es utópica. Mientras el absoluto hegeliano, el espíritu, lleva en sí de manera simple la infinitud, siendo superadas en él mismo, de manera inmediata, las contradicciones7s y habiendo de ser deducidas de él las particularidades del desarrollo efectivo, que de él se siguen, la fenomenología no tiene nada que ver con tal absoluto. La fijación que hace Hegel, de lo absoluto en la autorreflexión debe, a fin de cuentas, dejar intocado a este absoluto carente de comienzo y de fin; pues como absoluto, no se lo puede apresar de modo alguno, ya que esto sería limitarlo; pero Hegel (como Fichte y como Schelling) vuelve a introducir un3. y otra vez limitaciones en este absoluto, para explicar la derivación de toda esta realidad presente concreta, a partir de éJ76. Precisamente con ello se pierde, ya desde el comienzo, lo absoluto, pues en toda autolimitación dentro de lo absoluto, como quiera que se la admita, acontece algo que ciertamente parece comprensible después,

a partir del mundo, una vez que éste ya ha llegado a ser, pero que no se explica a partir de lo absoluto como absoluto. La fenomenología consecuente conoce sólo la mala infinitud, es decir, aquella que Hegel llama infinitud empírica externa, que tiene lo otro de si siempre fuera de sí misma. La conciencia fenomenológica persigue a esto otro, en una reflexión regresiva continuamente renovada. De esta manera, ella es tópica; de esta manera está ligada a situaciones y a contextos; de esta manera es completamente histórica. En ella cada posición (cada legitimación) es ocasión para una disolución crítica en las condiciones constitutivas de la posibilidad. El proceso inacabado e interminable de este análisis crítico, que tiene lugar en un flujo de cogitationes no anticipable, es el absoluto fenomenológico: aquello más allá de lo cual no se puede ir de manera

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alguna, la vida de la conciencia, que suprime las posici on~~ de l~s que se .•,. '.. ha partido, puestas y admitidas de manera enteramente eg1t1ma e mgenuodogmática; las suprime mediante el tránsito a superposiciones, siendo, entonces, crítica, metacrítica, crítica de la metacrítica 77 •

El sentido y el ser de la conciencia, del ser pe~sonaf: ddel sler suje~o, ~e la existencia, es siempre un tema propio de la filoso 1a e a conc1enc1a en la medida er. que no se trata aquí de las vivencias como tales ni de temples ni disposiciones de ánimo, ni se trata tampoco de categorías ni de exis-

tenciarios como tales, sino eP. la medida en que todos estos momentos están legitimados como aquello que ellos mismos mentan y hacen. La filosofía es un esfuerzo por poner al descubierto las mediaciones que proporcionan conocimiento. El dejarse llevar por la vida, en ciertas actitudes de la vida cotidiana; el existir como existir, no dicen nada acerca de este existir, como vida y como existir. Pero en la medida en que aquí algo llega a ser enunciado, hay una mediación de la conciencia aprehensora. Esta mediación es lo que le interesa a la fenomenología, como filosofía científica. El vuelco que ella produce ha de atribuirse sólo a las consecuencias de la ejecución de esta aprehensión 7s. No hay lugar allí para una contraposición de sujeto y objeto. Pues a las maneras de la conciencia, maneras de llegar de un modo u otro a la apari- , ción, les corresponde siempre determinadas revelaciones de sentido. No hay un captar vacío, ni un comprender, ni un concebir vacíos; no hay un vacío tener = saber, carente de toda relación, (Rehmke79), así como no hay conciencia que no sea conciencia de algo o conciencia con un determinado quale. La muy mentada intencionalidad de la conciencia no puede presentar lagunas. Inclusive cuando se remite a vivencias no intencionales, por ejemplo a la angustia y a la cura, angustia y cura no son ellas mismas una nada, sino que revelan precisamente el quale correspondiente; y ante todo, angustia

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1 y cura no son ya ontología de la angustia y de la cura, sino que no pueden prescindir nunca de la captación, que es precisamente la que desarrollará esa ontología. Y para la elaboración de un sistema categorial de lo existente, así como para la exposición de la conexión de las estructuras existenciarías, se requiere la fijación objetivadora.

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La angustia y la cura tomadas verdaderamente sólo como angustja y cura, porqu:: están legitimadas sólo como angustia y cura, no dicen más que esto: angustia Y cura. No dicen nada acerca de la existenciariedad ni de la constitución de ser, no informan nada acerca del ser-ahí al que en su ser le va este ser mismo80 • O bien informan algo acerca de esto, pero entonces son intencionales en un sentido más abarcador que el que se aplicó por lo pronto. De aquí resulta, como precepto: hay que buscar las referencias intencionales realmente en las correspondientes actitudes de la conciencia. Si esto ocurre, se le manifiestan a la conciencia aquí momentos que las disposiciones o los estados, por sí mismos, no revelan. Si hien Nicolai Hartmann cararteri;a al pensar y al conocer en prin1cr lugar como una relación de ser81 , y a. partir de esta comprobación tiene por posible una ontología, o mejor aún, una Metafísica del conocimiento, sin embargo la comprobación de la relación de ser depende siempre de las posibilidades de un conocimiento que la eleve a la conciencia precisamente a ella. En esta concepción de la conciencia, en la que se toma al pensar Y al conocer por una relación de ser, y se les da el valor de tal, está ya planteada implícitamente toda la estructura a priori de esta constitución transcendental de la conciencia. Se puede decir con toda seguridad que en el siglo XX ha llegado a imponerse, por una parte, una extraordinaria confianza en la ciencia; pero por otra parte es igualmente innegable que al mismo tiempo aparecen una y otra vez dudas acerca de la imagen del mundo propuesta por la ciencia. Por una parte, uno está tentado de hablar de un nuevo Jluminismos2, por otra parte se fortalece la inclinación a retroceder más allá de la imagen del mundo preparada por la cienciaBJ_ Precisamente en ello se pone de manifiesto con la mayor nitidez el carácter iterativo del filosofar moderno fenomenológico, consecuentemente crítico. Nadie puede dejar de tener claro que aquí se presenta un problema atinente a los principios, Y no tan sólo un problema que fuese característico únicamente de una situación determinada, por ejemplo de la de Europa de mediados del siglo XX. Si la imagen científica del mundo no refleja el mundo en sí -como tampoco lo reflejaron otras imágenes del mundo anter_i~res-; si existe el deseo de retroceder más allá de la interpretación Cientifica del mundo, para alcanzar una visión natural del mundo, en ello

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s~ manifiesta, ya un rasgo utópico por principio, ya un rasgo histórico fundamental. Utópica es la opinión de que se lograría alcanzar una imagen natural del mundo sólo con dejar de lado las teorizaciones científicas, las substrucciones y las construcciones de la ciencia. Tampoco así se alcanza lo existente en sí previo a toda interpretación, el mundo natural. Sino que al abandonar la interpretación científica del mundo se llega quizá a una experiencia mftica o gnómica del mundo, o a algo semej~nte, pero ~on seguridad no se logra nunca omitir la interpretación como mterpretación, esto es omitir en la determinación realizada en cada caso, la estructura transce~dental. Lo absoluto no está en ninguna parte; es utópico. ;.: La discusión en la cual se encuentra la conciencia muestra por todas partes las huellas de la estructura interna de esta conciencia misma. Por tanto, ~ ,, puede ser que, por análisis de las relaciones de la realidad, se haga ver que la imagen cientlfica del mundo es una imagen del mundo preparada 84 - Pero la nueva imagen del mundo precientífica, puesta al descubierto entonces como estrato inferior, no es en modo alguno natural. No será científica, pero igualmente es el correlato constituido de las correspondie~tes (otras) operaciones de la conciencia, en las ::uales está como eso ah1. ~~ Q_,-~ ,o-"' Cuando se pretende que sería suficiente retirar las interpretaciones del ~ mundo arregladas por la ciencia, para encontrar el mundo natural, el prot. C....piamente tal (el mundo natural absoluto), se pone de manifiesto un pensar enteramente ahistórico. Fenomenológicamente no puede existir ese mundo ¡, propiamente tal. Pues todo fenómeno aparece sólo como correlato de mo~ 'h dos de la conciencia que lo hacen posible. Y el mundo fenoménico no deja nunca de ser contraparte de esta misma conciencia que lo aprehende. Con ello no es nunca un mundo natural, por mucho que se extienda el retroceso tras las interpretaciones que se presentan. Ningún detenerse en una fase cualquiera del despliegue de la conciencia garantiza el descubrimiento del muoe do natural; -;¡-~Gd~cribirse al sobreinterpretado Descartes 85 , ni el remitir,~ se a los Presocráticos, igualmente sobreexigidos 86 • Es utópico, por :: ~·~¡consiguiente, el poner com() absoluta cualquier fase del despliegue de ~a

absolut~s. ~a metafísica del mito tiene un aspecto diferente de la metafísica de la c1encw de la natura/eza89 ; pero sería ilegítimo deducir de aquí que ) r¡ una de ellas es más natural que la otra. Si se pretendiera sostener esto ha- C.. 2 bría que admitir el supuesto de que el mundo en sí pudiese volverse fen~me- l (}J ~ no, para que se pudiese comparar con él la interpretación provisorio y la '.,_._ otra, a la que habría que llamar menos p:-ovisoria. Sólo en razón de esa comparación se podría disponer de la calificación de más natural para una de ellas. Aquí se pone de manifiesto la entera crux del pensamiento ahistórico. . El retroceso, desde un proyecto de mundo, a otro que no es menos dependiente transcendentalmente, no suministra ningún mundo en sí, ningún mundo natural. El pensamiento histórico es enteramente consciente de que también la naturaleza, o lo que se entiende por ella, es un producto de la cultura esto es, algo aprehendido y entendido, que está enteramente determinad~ por las condiciones transcendentales precisamente de este aprehender y de es~e entender, Y que está determinado también por el trabajo, por el rendimiento, por las apetencias o por las necesidades, esto es, por la praxis de 3 f'l ~ la teoría. Y eso no vale solamente para el desmantelamiento de las estructu- ·. 1 11 !! raciones científicas, sino que vale igualmente para todo otro modelo pre- 3 científico de mundo, propuesto por un pensar presuntamente natural90. a_ ~ ~ El rous~eauisr:zo en la metaflsica y en la ontologfa es quizá seductor, pero o·-..Q ~ es do~m~t1co, SI se toma en cuenta la conformación transcendental de todo Q ').. co~oc~m1ento de fenómenos. Además, .cualquier posición absoluta, de cual- ~- 0 qu1er mdole, contradice al principio fenomenológico universal de preguntar por la fundamentación.

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La J!1ve~~gaci_?E, de la constitución debe analizar en razón de cuáles supuestos Y de cuáles condiciones algo se manifiesta como algo; cómo es quei" N algo llega ~ tener este o aquel sentido. No es, ciertamente, su propósito ) tomar part1do respecto de lo que se manifiesta, dando por últimas, sin más, 1 las conexiones que encuentra en cada caso y omitiendo llevar más allá e(' . retroceso mterrogativo. Pues si hiciera esto, se volvería metafísica, y una ' r metafísica de ingenuidad indescriptible. : 3 ~

No es correcto decir que el planteo cartesiano, con el cogito, haya coloca-,:::__ do de una vez por todas al ego, como sujeto empírico, en el punto central o en el comienzo absoluto; pues precisamente las Meditaciones cartesianas demuestran que este mismo sujeto no puede garantizarse a si mismo la duración de su propia existencia9•. Ni tampoco es cierto que al oír la palabra griega nos encontremos de inmediato ante la cosa misma y no ya, en primer

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término, ante el significado léxico92. Lo primero, el punto de partida subjetivo-dogmático, lo revisó Husserl. A lo segundo, al dogmatismo heideggeriano, debe disolverlo una fenomenología fundamentalmente crítica y que no sea ontológica, ni esté fijada etimológicamente. Hay también una etimologización gnoseológica. En resumen, se debe decir: puesto que todo lo que pueda ser objeto posible de una investigación razonable, se presenta como fenómeno, y esto significa que se da a conocer, con su sentido y con su significado; como c.orrelato de los actos correspondientes de la conciencia, entonces la metafísica es posible siempre sólo como filosofía transcendental. Pero la conéienciá, como denominación general de todas las operaciones transcendentalmente determinantes, puede esclarecerse repetidamente a sí misma sólo· gracias a que somete a una prueba siempre renovada también a todo aquello que se enuncia respecto del propio ser de esta conciencia misma9J. Todo lo que acerca del espíritu, de la vida, de la existencia, aparece como ya establecido, existe en diversos modos de dilucidación por esta conciencia. Según Kant, son las reflexiones transcendentales las que dan explicación acerca de la constitución categorial y sobre las formas a priofi. En la fenomenología de Husserl, en la cual el concepto kantiano de fenómeno se amplía tanto que abarca todas las unidades de sentido y de significación en general, podrá ser fenómeno cualquier forma de constitución transcendental, así como lo «naturalmente» constituido; sólo que nunca a la vez. La operación que ahora funciona como constitutiva, al cumplir esta función no es consciente de su carácter constitutivo; pero ello no significa que este rasgo de carácter haya de permanecer enteramente oculto. Puede ser llevado a la luz en la forma por Hegel tan mal reputada de una mala infinitud del retorno siempre repetido a los supuestos presentes precisamente hic et nunc. La ontología fundamental de Heidegger se presenta desde el comienzo como filosofía transcendental, sólo que rechaza la reflexión por no ser un instrumento adecuado de indagación94 • Pero aunque haga esto, pe~ma­ nece dentro del marco general de una filosofía de la conciencia, que parte, en principio, de correlaciones. Esta situación no se modifica aunque no se hable de conciencia, ni por mucho que se reproche expresamente a la filosofía de la conciencia el permanecer en la tradicional contraposición sujeto-objeto. También la existencia en su existir es lo que es siempre sólo correlativamente con lo que ella testifica; pero esto, a saber, que ella es precisamente eso, no lo sabe ella. En este punto la filosofía existencial va más allá de la existencia misma, al establecer los existenciarios que valen para el ser-ahí como ser-ahí, pero que por el momento permanecen enteramente ocultos para este ser-ahí mismo.

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>, «contextua!»), en el fundamento de npren- ~ las _cuales yacen convicciones originarias a las que les corresponde luego vez las Í el sistema de comprensión, de interpretación y de actitud manifestado histótdopta- "" ricamente. Todo esto ocurre ya con anterioridad a fa teoría, y su validez liCturas se extiende al dominio de la concepción científica del mundo; inclusive los a sistemás complejos procedimientos científicos se basan en supuestos admitidos IdO por como enteramente comprensibles de suyo, que son su único sustento y lo ;clarece único ~ue les presta eficacia. La metafísica de estas posiciones queda al •er, que descubierto cuando no sólo se adopta la posición, sino que además se la se prefundamenta (es decir, se la reduce a las relaciones constitutivas), o bien, . de peren cu~nto se emprende al menos el intento de hacer esto. Allí donde ya :nte por no esta presente la fe en la universalidad de determinadas convicciones, ni o puede se cree ya que sean comprensibles de suyo, la posición que se tenía por e: como ~- ,; natural será tan sólo P_Osición; Y esta posición, que pretendía ser simplementde que, ~te verdadera o que afirmaba ser verdadera, adquiere ahora, al ser considediciones : -·~·rada desde afuera, el carácter de una dogmática, esto es, de una posición tra Hus'.: que es raz~n~ble y comprensible si son comprensibles de suyo los supuestos -;!. Y las condicion.es. Precisamente este carácter de indiscutible es lo que se : pone. e~ ~u da Siempre de nuevo en la reducción fenomenológica a concien1 metafl·c.la hl~ton:amente particular, precisamente porque no existe la conciencia •sofía en · · 12 ¡ ' smo solo situaciones de : en cada e conciencia 3 con os correlatos que dogmáticamente les corresponden L · · . :iedad se . · a Ciencia se ocupa en relacwnes del tipo si-entonces o mismo " y con ma;~r razón lo hace la filosofía, como ciencia de los fundamento~ Medianque es cntica por principio. n pro-

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. Por todo -es~o se entiende cómo es que no puede haber absolutamente mnguna metajlslca material de la conciencia en el marco de las dilucidaciones _fenomenológicas. El método del regreso a las situaciones de conciencia ::pide exp_resam_ente que una particular de ellas se ponga de modo absolu' Y hace Imposible desde adentro toda metafísica doctrinal de la concien-

ciai24, Así como en el sentido más amplio se corresponde mutuamente la comprensión y lo comprendido, y tal como también la situación de conciencia y el horizonte de conciencia se corresponden siempre correlativamente y uno solo de ellos no tiene sentido alguno si falta el otro, así también, es cierto que, ante todo, ninguna de las partes puede jamás convertirse en la otra. Mediante el método de la reducción, la metafísica dogmática, que de ordinario simplemente reina en los sobreentendidos comprensibles de suyo de las conexiones de comprensión, puede ser comprendida como dogmática y como metafísica. E inversamente el método regresivo-reflexivo de la reducción puede ser lo que es sólo si se asienta sobre el suelo firme de una posición determinada y si investiga las relaciones de correspondencia a partir de lo que en este suelo vale de manera objetiva 12 S. Una conciencia fenomenológica en sí, de cualquier índole que sea, esto es, una conciencia que esté más allá de esta elevación crítico-metódica sobre las legalidades relacionales previamente dadas, es un concepto absurdo. No sería objetiva, estaría instalada fuera de una relación sin la cual son imposibles las mediaciones; pero la conciencia es precisamente el lugar de la mediación kat'exojén. La elevación crítica por sobre las posiciones adoptadas dogmáticamente es el método del acrecentamiento de esta misma conciencia 126 , Ocurre de manera histórica, en esfuerzos iterativos. Si existe un sistema de la razón, se manifiesta aquí. La filosofía de la conciencia entra en acción el algún sitio, «tópicamente»; pero nunca llega a lo plenamente absoluto, a lo que río está en ninguna parte, a lo utópico; al superar continuamente todas las posiciones, se manifiesta como atópica.

B) 3.

LA CONCIENCIA REFLEXIVA Y EL REGRESO ITERATIVO A CONDICIONES DE POSIBILIDAD

La fenomenología pura se propone, como filosofía transcendental universal, establecer cuáles son las condiciones de constitución de los fenómenos en sus respectivas peculiaridades, esto es, según las condiciones situativas y contextuales. Con ello, y sólo así, puede legitimarse como ciencia de los fundamentos, como filosofíam. Busca el fundamento y la condición que hacen que algo aparezca como algo y precisamente tal como se muestra . Con este planteo se afirma también desde el comienzo, que se trata de una conciencia cuya forma transcendental condiciona la estructura del fenómeno y, en último término, condiciona también la estructura de algo así como el mundo en generaJI2B. Ninguna filosofía puede ir más allá de esta

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1 relación originaria por la cual todo fenómeno que llegue a hacerse manifiesto, todo lo que en general, en cualquier sentido, es aprehendido, al poder ser aprehendido, debe corresponder a una determinada estructura formal. Podrá ser que la función constitutiva de la estructura transcendental de toda conciencia aprehensora quede oculta para esta misma conciencia mientras la está ejerciendo. En ese caso, estas operaciones de aprehensión se realizan de manera puramente tética, ingenua, o bien de manera metafísicodogmática Y comprensible de suyo. En tal caso son anónimas. Pero puesto que la ciencia tiene por única meta no admitir ni dejar estar nada como dado de manera comprensible de suyol29, la actitud científica en la filosofía se dedicará a los sobreentendidos comprensibles de suyo posicionales en cada una de las actitudes vitales originarias y naturales, allí donde se los pueda encontrar. Si la filosofía, en su conjunto, no es una ciencia particular junto a otras ciencias particulares, que tuviera por cometido el determinar y delimitar, como aquéllas, por ejemplo ya la fuerza, ya la vida, o el Derecho, 0 el lenguaje, o la materia; y puesto que tampoco reelabora, sumándolos, la totalidad de aquellos factores que son jurisdicción de cada caso, ni se propone, finalmente, por meta de sus investigaciones ningún objeto mundanal particular -ningún objeto que aquellas otras ciencias particulares simplemente hubiesen dejado de lado hasta entonces-, entonces se deberá poner en claro desde el comienzo, en qué se funda la pretensión de universalidad de la filosofía. Pues hay sin duda una pretensión de universalidad, cuando la filosofía se presenta como ciencia de los fundamentos. Para la actitud científica, todo lo que hasta entonces se había presentado a la conciencia como comprensible de suyo puede ser, en principio, fenómeno, es decir, puede ser objeto de un planteo problemático pleno de sentido. Eslos sobreenlendidos comprensibles de suyo son muchosu''· No se los pue-

de enumerar, pues para descubrirlos, para descubrir que son algo comprensible de suyo, se requiere una cierta conciencia que haya llegado a desarrollarse «hasta la critica>>; y tal conciencia no puede anticiparse; sólo al desplegarse llega a ser ella misma y determina toda la serie. Por consiguiente, si bien la filosofía posee siempre determinados problemas que dilucidar, no se puede decir de una vez por todas cuáles sean estos problemas. Lo que es comprensible de suyo suele ingresar en la conciencia precisamente sólo en el momento en que cesa de existir este carácter de comprensible de suyo. Cuándo, empero, algo deja de pasar desapercibido por ser comprensible de suyo, esto es un acontecimiento histórico en el despliegue de una razón dirigida a la elaboración de conexiones de fundamentación. 44

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Por ello, la filosofía, precisamendte como fl~dnodmdeno log~a, ~o ;~o~cuq~:r:~ paradójicamente, en una porción e 1a tota I a e os enom . ., le presentan al hombre ya en la actitud natural; sino que, en una vanaciOn histórica, volverá a tropezar siempre con lo que hasta entonces era comprensible de suyo, y que ella encuentra, de improviso, problemático. Así, la filosofía es la disciplina histórica fundamental por antonomasia 131 • La filosofía, que se dirige siempre a su fenómeno, primer~ para des.~ribi~lo, luego para fundamentarlo, no posee _ningún objeto estáticamente fiJO, smo que encuentra su objeto de manera mcesantemente nueva, en a~uello que es el resto comprensible de suyo en un mundo de la experiencia que las

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l prei ~ eso, ·~ de t sobi si em ._ busc -~ pren ·;· meta ciencias ya se han repartido. ~ Al Todas las ciencias particulares parten de experiencias pre-científicas, so- --~ 1 pues1 bre las que teorizan; pero quedan dependientes de ell~s. metafísi~amente en :_ _.· disue la medida en que simplemente suponen, como dommio de objetos, a un ·• prem dominio de objetos determinado, relevante para la actitud ingenua, Yproce- . sofí a den a investigarlo. Por consiguiente, todas las ciencias particulares contie- -~ tució1 nen siempre una metafísica, y la contienen en aquello que es, en ellas, indis~ las pe cutido, y que por tanto es, para ellas, objeto da~o de man~r~ quasi se sig comprensible de suyo. En el momento en que estos objetos, m_etafiSicamen- , pero te supuestos pero no investigados científicamente, -lo maten~!, la :uer_za, : , La lo numérico, la vida, etc.- que sirven de fundamento de la mvestigación ~ nada, especializada, dejan de ser trozos de mundo comprensibles de suyo; en c~a~to ;· y de); estos objetos dejan de ser datos que hayan de reconocerse y de admitirSe •• las ha sin discusión, aparece ya un nuevo problema. Se podría entonces determi- : de suy nar a la filosofía, de manera formal, como aquella disciplina científica a •: ser-ahí la que se le plantean Jos problemas recién descubiertos: aquellos que se salen il tendid, de los límites de las hasta allí bien fundadas ciencias particulares, Y que algo110 cm;ueulrau lugM eu ellas. La filosofla es, por 1:11110, en un scnlido dcsla- j fenóm< cado, ciencia de problemas132: la ciencia de los problemas que sólo ella encientfji cuentra y plantea. . ciencia Los fenómenos tratados en la filosofia son, de manera emmcntc, fenómeresultó nos históricos; pues se presenta un hecho histórico de índole peculiar, cuanes exce¡ do algo que hasta entonces era comprensible de suyo, pierde su ~arácter de los s de comprensible de suyo. No hay, por tanto, ninguna fenomenolog1a secto- espíritu ·al en el sentido de que se emprenda aquí la investigación de un trozo de especie n . 1 mundo hasta entonces olvidado, con lo cual se completase por fm e cosmos de suyo de las ciencias. La filosofía fenomenológica no es una ciencia compleme~ta­ ma inst: ria, asi como no era tampoco una ciencia que se limitase a la elaboración, control1 transcen ni a la suma. presenta hayan d¡

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Los objetos de la filosofía fenomenológica son los sobreentendidos comprensibles de suyo, en el momento en que se los descubre como tales. Por eso, la fenomenología llega a ser, desde el comienzo la ciencia del control de todas las posiciones metafísicas que puedan jamás presentarsem. Los sobreentendidos comprensibles de suyo son siempre posiciones metafísi.::as siempre contienen tales posiciones, y las defienden. Cuando Ja conciencia: buscando el saber de manera radical, tropieza con sobreentendidos comprensibles de suyo, descubre con ello también a la vez siempre una posición metafísica que está en juego. Ahora bien, la fenomenología, al intentar hallar las condiciones, Jos supuestos y los fundamentos de lo que se tiene por comprensible de suyo, d1suelve a la vez, con elfo y suprime lo comprens 1'ble de . ' suyo como comprensible de suyo. La fenomenologfa como filosofía transcendental es r·¡ _ . d 1 . . 1o so f .Ja. e a constitUción; pero la fenomenología • como f'l1 oso f'1a d e 1a const ... 1 tucwn, es tamb1en, de continuo crítica es dec1·r dl'sol uc1'ó n f un d ante de las pos1c1ones metafísicas que en cada caso lleguen a 1 · · D . a conciencia. e ello se Sigue: la fenomenología es posible sólo como control de la metafísica, pero no como esta metafísica misma.

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stigación ~ La pretensión de universalidad de esta misma fenomenología así determi•n cuanto ~l nada, se fu~ da. en q_ue las actitudes vitales de la cotidianeidad dogmática •adml'tirs_e . y de la teonzaclón Científica pueden ser todas ellas tema . • • , una vez que se determllas ha descuble:to como sobreentendidos «vigentes» como comprensibles entífica a . de su~o. :ero nmguna vida en tanto que vida, ningún ser-ahí en tanto que e se salen ~ ser-~hl, nmguna escuela como escuela, pueden prescindir de estos sobreenes, y que~ tendJdos comprensibles de suyo. Hacer que se vuelva fenómeno, en general ido desta-' algo -a saber, las convicciones naturales o quasi naturales- que no e , .o ella .:n- j f~nóm~no para la actitud ingenuo-natura/, o que no lo era para la actit:~ ~ c~enlf(tco-secundaria: en esto consiste el proceso de desarrollo de una con:, fenómc-J ClencJ~ que alcanza el esclarecimiento. y esta conciencia misma en la cual resulto s~~ problemático lo que antes había sido comprensible ~e suyo no liar, cuan-! es excepcwn alguna cu d , u carácter :A d 1 b . , an o se trata de llevar a cabo tales tareas de control l e os so reentend1dos comprensibl d L es e suyo. a conciencia, la razón, el Jgía secto-~ espíritu que todo lo n trozo del . . somete a prueba, son a su vez objeto; objeto de una • especJe particular Pues los sob d'd . el cosmos d · . reenten 1 os VIgentes como comprensibles · e suyo para la conc1encia para ¡ · zp/ementa· ma i t . . , a razon, para el espíritu, forman, en últiaboración, nsl an~la, Simplemente el primer caso en el que ha de aplicarse aquel contro umversal y de pri · · 134 E . t d nclplo. · sto Significa: tampoco las estructuras . ranscen entales, que están en juego de manera comprensible de suyo re. presentan dato h • h d s que ayan de ser sólo comprobados estáticamente y que 45~ ayan e ser respetados de manera ingenua. También ellas están sometidas

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al control de la conciencia, también ellas, llegado el caso, son fenomenalizadas y se vuelven problemáticas, también ellas sufren la reducción transcendenta/1Jl. No hay aquí crisis alguna de la conciencia, en la medida en que sólo esta conciencia misma podría comprobar y poner al descubierto lo que pudiera llamarse así, con lo cual precisamente la fuerza de esta conciencia alcanzaría un descubrimiento renovado. De ello resulta que la fenomenología no es tampoco metaffsica de la conciencia, sino que suministra el índice para el intento iterativo de disolver, fundándolo, lo comprensible de suyo. La posición dogmática, asumida en el control crítico, posición que ha de ser ocupada a su vez de manera muy concreta, es siempre, por tanto, la posición del momento. En una reiterada vuelta retrospectiva y regresiva también a ella se la podrá reconocer como posición, junto con la correspondiente metafísica. Con ello la fenomenología, así entendida, proscribe toda dogmática absolutista, ya sea dogmática del espíritu, del ser o del alma, al ponerla al descubierto como una metafísica, metafísica provisoriamente comprensible de suyo. Así, con el correr de las variaciones históricas, posiciones siempre nuevas van sieudo despojadas de su carácter de comprensibles de suyo. Y en ello, precisamente, se ha hecho notar la conciencia, que precisamente con ello alcanza el esclarecimiento. Todo el proceso es histórico. La conexión transcendental es una conexión de relaciones de la cual sólo se puede tomar conocimiento de manera histórica. Y el que se pueda hablar de vida, en lugar de hablar de Jo viviente, el que se pueda hablar del ser, en lugar de hablar del ente, y el que finalmente se pueda hablar de la conciencia en lugar de hablar del saber, es un resultado que ha tenido lugar históricamente. U na cosa es que la veritas transcendentalis esté vigente, y otra cosa es que sea consciente como veritas transcendentalis y que se la reconozca como tal. La fenomenología no desarrolla, pues, ninguna imagen universal del mundo ni de la historia mundana en el sentido de que ofrezca, o intente realizar, con un procedimiento histórico, una caracterización del espíritu, sobre la base de una descripción de esencias onmiabarcadora. No toma por punto de partida lo históricamente primero, o lo que recibe ese nombre, para progresar luego, por ejemplo por pasos dialécticos, hasta el enlace lógico de todos los fenómenos que se presentan. Su proceder es precisamente el inverso. Comienza por lo que es aún comprensible de suyo hic et nunc, comienza por lo que se vuelve, precisamente ahora, problemático, y por ello es siempre históricaJJ6. Pues el hecho de que aquí y ahora algo se presente como problemático, es algo que por el momento no se puede deducir, y forma precisamente el suelo (dogmático) de la investigación, válido por el momen-

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t~. D~ este modo, la fenomenología se manifiesta, en último término, como C/encta del presente en sentido eminente. Lo descubi.ert? ahora como comprensible de suyo, eso es su objeto; a eso, .por consJgu.•e.nte, lo interroga, y eso es lo que ella procura comprender ~ed1ant~ el ~náiJSJs de la constitución. Dicho de otro modo: la fenomenologJa es CJencJa del presente en la medida en que expresamente no admite con despreocu~ación aquellos sobreentendidos metafísicos comprensibles de suyo, que sost1cnen a las concepciones actuales; sino que los investiga. Pero el que ella tropiece con ello, esto, en el momento del descubrimiento del pro~lema, es algo más allá de lo cual no se puede, todavía, remontar, pero que mdudablemente indica posibles controles ulteriores de lo comprensible de suyo, controles que de ahora en más empalman aquí iterativamente. Por tanto, hay ~ue concluir aquí que el método con el cual debe trabajar, u~a fenomenologw transcendental y constitutiva al analizar los sobreentend~dos comprensibles de suyo, debe ser a fin de cuentas el método de la refleXIÓn Y de la regresión continua, pues sólo en la conciencia fenomenológica se m.uestf~an ~~uellos sobreentendidos comprensibles de suyo, y sólo en la conc1enc13 cnt1ca se disuelvenm. La universalidad del preguntar de la filosofía fenomenológica se fundamenta en el conocimiento de que naturalmente siempre sólo alguna posición adoptada dogmáticamente hace posible el comenzar, y que tales posiciones son, P?r consiguiente, la fuente de todo saber espiritual, articulado en su contemdo; sólo que una posición dogmática jamás se reconoce a sí misma como dogmática ni querrá reconocerse a sí misma como tal. La fenomenologí~, al disolver los sobreentendidos comprensibles de suyo, representa en conJunto la puesta en duda de toda metafísica que pueda hallarse en la conciencia, inclusive de la misma metafísica de la conciencia. No es otra cosa que .1~ disciplin~ que encuentra e inventa puntos de vista aptos, no para a.dm1t1r dogmáticamente lo que tiene vigencia como comprensible de suyo, smo. par~ demostrar que esto que vigencia como comprensible de suyo tiene sentido SI se lo considera desde los puntos de vista adecuados (que precisamente son lo que hay que hallar). . Con ello ha quedado clara una cosa: esta fenomenología no reconoce nmguna esfera nítidamente delimitada de objetos que le pertenezcan siempre sólo a ella; puesto que todo lo que puede aparecer fenoménicamente como objeto de ella depende de la conciencia que se legitima históricamente Y de las estructuras transcendentales que funcionan en ella. Por tanto, Ja fen?menología no es la ciencia que pudiese anticipar hoy qué haya de ser posible mañana para la conciencia. Es la conciencia de fenómenos misma, en la forma de la disolución de los sobreentendidos comprensibles de

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suyons. Por tanto, esta fenomenología no se reparte el mundo con otras ciencias: éstas más bien, conservan siempre vigentes, como necesarias para su trabajo, determinados sobreentendidos comprensibles de suyo; la fenomenología los toma a todos expresamente, por objeto suyo, como problemáticos, y al hacer esto ensancha continuamente la esfera de los fenómenos existl!ntesll9. En esa medida, y sólo en ella, es la fenomenología una ciencia de la totalidad (corno se suele presentar); no es que tenga por tema partícular a un objeto especial, llamado el todo, como la física tiene por objeto]·. la ley que rige lo material, o como la biología tiene por objeto la vida indescifrable, ni como las filol.ogías ~ las. ciencias del espíritu tienen por objeto ~' al espíritu que se corponza a s1 m1smo de modo creador. No hay, para la fenomenología, un objeto, el todo, que pueda concebirse como algo más , que una abreviatura. Tampoco ella puede apoderarse de tal absoluto, por ; lo que respecta a su contenido. No es, por consiguiente, ~n trozo privilegía~o. del ~un do de los objetos lo que atrae la atención del filósofo fenomenologJCo, smo lo pensable como ,~· pensable; lo que aparece, como tal; lo dotado de sentido, en tanto que dota- ,, do de sentido. La pregunta es, entonces: ¿cómo es que esto o aquello es . pensable, por qué es fenómeno, cómo es que está dotado de sentido? 140 . Esta pregunta es universal, pues se la puede formular acerca de todo lo que sea objeto de la observación, en cualquier ciencia particular. Para poder descubrir los sobreentendidos comprensibles de suyo, para descubrir supuestos de toda especie, es necesaria ciertamente una anticipación de la conciencia, anticipación que conduzca precisamente más allá de lo dado (de ; manera comprensible de suyo). Conciencia, subjetidad, es entonces el nom-: bre de la instancia que hace que se vuelva visible esto nuevo. La universali- ·. dad del pensamiento fenomenalizante no consiste, por cierto, en adelant~r, .,. mediante una anticipación que vaya más allá de los resultados de las b1en establecidas ciencias particulares, alguna especie de ima~en hipotética del ~ universo de lo pensable. O bien: la filosofía fenomenológica no se adelanta l al proceso -propio de las ciencias particulares- de una dominación del ~ mundo cuantitativamente incompleta aún, para realizar con una audaz acción lo que ésta deberá elaborar posteriormente, de manera lenta Y traba~osa. No hay filosofía que posea esta virtud. Pero la filosofía fenomenológica¡ tiene la posibilidad de investigar los fundamentos a partir de los cuales se·~ efectúan todas aquellas indagaciones objetivas, detalladas, cada vez más ~ sutiles, en el ámbito del mundo y de los objetos. j Es pues ciencia de los marcos de mundo abiertos por las estructuras ~ de la,conci;ncia, y ciencia de las posiciones (metafísicas) utilizadas positiva-~ mente en cada casol41. Dicho brevemente: la filosofía fenomenológica co·

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mo ciencia universal no es, en modo alguno, un conocimiento de objetos

extensivamente exhaustivo y completador en el ámbito mundano. Dondequiera que se presente una aspiración a conocimiento universal, la meta de esta aspiración sólo puede ser el dirigirse a las modalidades transcendental-constitutivas de la conciencia, presentes en todo conocimiento de objetos1 42. Ellas, con sus sobreentendidos comprensibles de suyo, son las que le dan a la estructura objetiva su carácter, la forma que ella toma para la conciencia aprehensora de fenómenos, tanto para la conciencia propia del mundo de la vida, como para la conciencia cientfjica. Este sería, entonces, el tema: que la conciencia, c11 esta o en tal otra fase de su despliegue; ha convalidado como comprensible de suyo a esto o a aquello. Siempre sigue siendo la conciencia aquello donde algo se legítima como algo. Por consiguiente, una filosofía fenomenalizante universal se remitirá siempre de vuelta a esta conciencia misma14J.

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El que esta o aquella posición metaffska haya sido precisamente una posición inventada, justificada, sostenida o defendida por una conciencia noreflexiva, y cómo es que esto ha sido as!; esto es lo que viene a ser objeto de una disciplina universal que se ocupa sucesivamente en algo previamente dado, que ha de ser disuelto. No hay que dar lugar a equivocación: no se afirma aquí en modo alguno la tesis de que es tarea de una filosofía de ia conciencia el disolver las metafísicas y hacerlas desaparecer. Es más bien al revés: un inmediato deseo de saber (comprensible de suyo, y como tal quizá no esclarecido filosóficamente) encuentra problemático, de modo fáctico, lo que anteriormente era comprensible de suyo. Con ello se pone en marcha un proceso, de manera real; pero en ninguna parte se afirma que en todos estos desarrollos se cumpla un teJos interno'44. Tal afirmación se pondría de manifiesto a su vez, más bien, como posición reducible, ingenua, metafísica, dogmática, si la conciencia crítica despertase en este punto. En esto, por tanto, consiste el proceso de una toma de conciencia progresivamente profundizada. Y la empresa de fundamentar y, por este medio, de entender algo meramente dado, despoja ciertamente a esto dado, de su pretensión de absolutez (es decir, de su pretensión de ser independiente), Y por tanto lo suprime en esta pretensión suya, le rebaja su valor metafísico.

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Aquí, en todo este esfuerzo filosófico, no se ensancha simplemente la

esfera de los objetos, sino que se hace visible una nueva dimensión de problemas. Se trata de las operaciones de la conciencia y de la subjetidadl45 que son responsables por esta o por aquella aprehensión del mundo. Y si en algún caso se las ha descubierto efectivamente, con ello no se ha hecho accesible ningún trozo nuevo del mundo, ni ningún otro sector del campo

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· b arca bl e,· sino que se ha establede los objetos, que se extiende hasta ser ma cid o Y se ha averiguado la condición para ver de tal modo un sector' la . . . condición de tal comprobación de objetos. Todo mundo de objetos al que se refieran las ctencws. parttcul~res con su proceder legítimamente dogmático de una manera determmada, exJge.stempre como contrapunto y como contrapar~ida la conciencia: una conCJe~c~~ a su vez tiene su objeto propio precisamente en esto, y ahora .pre~Jsa que, . mente sólo en' esto: en que ella misma se vue 1ve pr oblema para SI nmma en el modo de la fundamentación de objetos. . Asl como la disolución de los sobreentendidos que en cada c~so s~JbsJsy_ t 1,an como comprens1'bies de suyo se presenta como . .un hecho hJstónco, . . así como la fundamentación y la supresión de posJcJones metafJ~Jcas est~ blecidas y adoptadas se muestra como un proceso histórico, asJ tamblen la reflexión de la conciencia sobre si misma Ysobre sus operaciones es un acontecimiento enteramente histórico. La reflexión por tanto, no es en rr.o. de suyo, smo · q u e .es. algo, que se da de modo do alguno algo comprensible ._

histórico. La filosofía fenomenológica, que se dmge ast a los so~reente~d~l dos vigentes como comprensibles de suyo en el mun~o de la vida y e de la ciencia, haciéndolos problemáticos, será necesanamente, ~.e ahor2. en á filosofía de la reflexión. Debe ser filosofía de la reflex10n, porque m s, · ren aquellos sobreentendidos comprensibles de suyo que temat1za son comp sibles de suyo para la conciencia mismal46. . El pensar propio de las ciencias particulares, ligado a los ob)etos mundanales la conciencia natural y la conciencia histónca quasJ-natural, estan tan ;cupados en Jos fenómenos mundanos, y se agotan de tal mane.ra al abarcarlos, al describirlos, ordenarlos Y compararlos, que el p~nsam~ento mismo, y la conciencia misma, con su propia estructura de fun~10na~1ento transcendental, no se hacen visibles de ningún modo. El trabaJO se CJ.ecuta sobre el objeto, y no sobre la conciencia. La reflexión sobre la conc1enc1a de fenómenos representa, por eso, algo no-natural en grado extre~o, Y no significa nada que esté dado en sí de manera natural. Est~ reflexión es ~1 medio para Ja disolución de los más originarios sobreentendidos comprensibles de suyo. Llega a ser lo menos natural del mundo. , En el mismo dominio de las ciencias particulares, el hacer que un fenomeno se vuelva problema es posible sólo si al objeto mismo se le añaden, ~e­ diante una operación de la conciencia, otros puntos de vista nue~o.s Y diferentes, visto desde los cuales lo dado se manifiesta como problematJco. ~na nueva dimensión de problemas resulta en el momento en el que .el o.bJeto de la actividad cognoscitiva es la operación de esta misma conciencia: es la dimensión del pensamiento reflexionante vuelto sobre sí mismo. No son 51

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los objetos como tal 1 . posible, sino que lo e:n~:e;s:~ conlfiguran .la t?talidad de la contemplación es a conctencra que hace b' se presenten en determinadas d l'd d ' que 1os o jetos p m o a 1 a es de la aprehensión 147 or supuesto que todo p · mática se ocupa igualment;nsar que pfrocede legítimamente de manera dogd b' en una es era mayor o m son problema para él. Pero todo t enor, e o Jetos que s es os o Jetos, en el «cómo>> de su captación Y en el modo . · d como se vuelven problema ciencia en la cual todo est d ' remiten e vuelta a una cono suce e Así el pensar fl1 óf' universales sean las prete . · ' os 1co, cuanto más nsJOnes que ostente result · ·d · vuelta a este pensar mismo a 1 . . ' a rem!IJ o Siempre de ' a conciencia en la cual aconteceJ48 todo lo que pertenece al m d un o. También con respecto a sí misma le es ro . . . . aquel rasgo de r . ' p PJO a la conciencia cognoscente e Immar .os sobreentendido · verlos mediante la fundamentación C s compre~sibl~s de suyo y disolbién por esclarecerse . . . on ello, la conciencia se esfuerza tamreflexión ~ SI misma, Y ello hasta el fundamento mismo. La

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;: a.dentro, en la medida en que fuerzo esclarecedor se ase a s'1 . . pnmera meta de su esmismo segun su esencia · ' raciones y sus facultadesJ49, ' su ongen, sus apeLa reflexión es, pues en un r· . . el pensar ligado a obje;o b p Imer se~t~~o, mirada retrospectiva sobre En un segundo sentido s~ re.;us posJbihdades y sobre sus resultados. a este . ' re ex¡ n será el giro hacia adentro en dirección inmedi~~:sca:n~~~~i:· :stob~ignifica: el pensar. dirigido a objetos, como la e o jetos, no es, por Cierto lo único u filosófica ;obre las constitució:~· un:. Investigación fenomenológica de las posibilidades de la es al o . e o J~tos, no es algo comprensible de suyo, pero tampoco g mcomprensible; se deberá decir que está d' . 'd . « mg1 a a ObJetos» de una maner d'f o lingüístic:s.J erente que el pensar sobre fenómenos biológicos, jurídicos

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T b" de u:: ;:;,:x~~~s::~á tra.ns~arente algo en la conciencia, pero en el modo . . os mve es. El pensar sobre el pensar de obj'etos la Co ncJencJa de la conciencia d b. , cua El ensar d . e o Jetos, son pensar oblicuo, conciencia oblixió . p e o~;etos, la reflexión sobre el pensar de objetos y la reflen sobre la rejlextón representan, por tanto, las tres dimensiones de fenó . menos que pueden presentarse a la concienciaJso E 1 denominación d · n a pnmera t ' pe~sar e. objetos, se reúne todo lo que es evidente inmedian:~ente en cu;Jqmer cogi.tatio en general; la cogitatio puede ser algo racioen ¡ap:~d~due e abarcar Igualmente algo emocional, volitivo, o sensorial 1 a en que esto haya sido notado, haya sido captado (se hay~

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i~tre que . d.. . · s a orma es precisamente se IS!mgan formas de la h · do no se tiene en consideración sol 1 . apre ensión' cuand amente a VIvencia . concreta e cada caso, relevante por lo que respecta . . a su contemdo sino . v1venc1a para dirigirse a u . ' que se trasciende esta . na estructura umvers 1 · . XIÓn. Una cosa es vivir e . t' a , esta ya en JUego la refle, XIS Ir, pensar y otra ' cosa es saber que se vive, que se existe, que se piensa y · una tercera cosa a· · de la forma Y de la est t un, sena el saber acerca ruc ura general de e t . . . . en la meditación sobre 1 s e VIVIr, pensar' existir. Sólo 0 que en cada caso ocurre 1 .. Y en el pensar, se puede establecer lo u en e VIVIr, en el existir fenómeno. Mientras no sea f ó q e cada una de estas cosas es, como en meno no se la d · · . '. pue e m SIQUiera mencionar, Y mucho menos es e t L . ' n onces, Objeto filosófico . o comprensible de suyo no sabe de si mis .' . . . mo. Asi, una cogltatw inmediata, un poder utilizar co . . sas, pueden atestr · 1' · prensión, pero les falta 1 . ·1 . guar Imp Ieltamente cierta com. a go. e comprenderse · · drentes. Esto que aquí falta t', , 1 . a SI mismos como comprenlene ugar solo e 1 .~:z · p ero también es posibl .. . n a reJ'exión transcendental e una reflcxion sobre 1 11 . . y sobre aquello que ella d· . . . as re exwnes transcendentales 's ayu proble- :l!tcontJdnuamente con estructuras de índole quasi-natural, históricamente elaora as, a la naturaleza qu 1 h ·d d d 1 pensar, r .. e e a SI o a a concomitantemente, por tanto, o de una , . CCisamente esta naturaleza transformada en cultura es para él lo que él ,·10 om- Je~e Vigente como natural dentro de su horizonte históricoJ&o. Esto es lo • e ue d1ce Husserl cuand r . _ . ·· o a JTma, en 1a pnmera proposición de Ideen J· El mar:chados :flexión ir más : puede nás allá e vuelva . ir en su -~ 05

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La fenomenología, de la cual se ha aguardado siemp¡;e"Ú~a respuesta d~~-':.1 finitiva a la pregunta de si es método o metafísica!&( puede llegar a ser metafísica sólo en el momento en que, mientras por una parte abandona ciertos sobreentendidos momentáneamente comprensibles de suyo en la comprensión de la realidad, retrocede por otra parte de manera acrítica a lo

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que históricamente fue comprensible de suyo en un tiempo anterior. Descuida, y hasta traiciona su misión de control de lo que se tiene por comprensible de suyo, en el momento en que afirma posiciones cualesquiera como posiciones, e~tableciéndolas de manera absoluta o poniéndoles el acento de lo definitivo. Tal ocurre en el muy mentado retorno a las madres, así como, 7 en igual medida, en la anticipación especulativa. En uno y otro caso, aban- ' dona la actitud de la refle;¡ión regresiva, y renuncia al sano bathos de la experiencia. En ese caso, tanto una fenomenología especulativa como una ontología etimológica se volverían metafísicals6. Talts metafísicas llegaron efectivamente a existir, en razón del giro que Heidegger le dio al planteo de Husserl. Ante ellas, lo que hay que hacer es, contrariándolas y aplicando el planteo transcendental-reflexivo llevado a cabo de manera consecuente, poner al descubierto los supuestos dogmáticos secretos que precisamente también aquí están en juego. No cabe duda alguna de que la metafísica del ser (de Heidegger) y la fenomenologfa especulativa (como la que sostiene Fink) no tienen ya nada en común con el método de la fenomenología, ni con la meta del autoesclarecimiento que es, por principio, argumentativo, fundamentan/e y critico. Frente a ellas, las interpretaciones que siguen inmediatamente a Husserl y que toman por hilo conductor la idea de la fenomenología y no las ideas de una mística del ser -la cual es meramente posicional-, entienden la fenomenología enteramente como fenomenología crfticals1, Ella misma extrae de si los puntos de vista de control que la dirigen en su propósito; y no los encuentra ya dados en la conexión dada, ni en parte alguna. Por tanto, la fenomenología encuentra su objeto en la efectuación. Si la conciencia racional fenomenalizante, en la reflexión de segundo nivel, capta las estructuras transcendentales de las operaciones efectuadas originariamente de manera ingenua (y al hacer esto se contempla a sí misma), esto significa que, como lo ha expresado Theodor Litt, lo que hace la reflexión con toda esta estructura referencial de operaciones del pensar, no es tanto contemplarla, cuanto llevarla, en la efectuación misma, al saber acerca de sf misma ... 1ss El que esta actitud reflexiva no sea en modo alguno obvia, ni natural, ni tampoco comprensible de suyo, hace de ella la actitud fenomenológica imprescindible por excelencia: ella no es comprensible de suyo, tal como no admite que nada de lo que se efectúa y se descubre en la conciencia directa sea comprensible de suyo. El último impulso es en ella el de la autoinspección, que ella sólo puede efectuar cuando ya ha abandonado la ingenuidad y se ha vuelto completamente crítica y permanece así; para lo cual el

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único medio de indagación es, para ella, la reflexión que se remonta hacia atrás paso a paso, de manera siempre renovada. de COl

8) 4. EL DESPLIEGUE HISTÓRICO DE LOS SISTEMAS DE COMPRENSIÓN

Muchas veces se ha intentado subdividir la fenomenología, tal como H~s­ serlla ha configurado, enfenomenologías parciales con distintas tendenc1as y concepciones. y no se han ahorrado esfuerzos para disolver, de acuerdo con ello, el procedimiento fenomenológico, y para presentar fenomenologías particulares, que están ligadas a determinados nombres, Y que forman concepciones sistemáticas que entran en controversia 189 . Desde muy temprano se habló, en relación con Husserl, de una fenomenología de Gottingen y de una de Freiburg, la una con intenciones puramente descriptivas, la otra con intenciones transcendentales, como ~e suele decirl90, Como pertenecientes al círculo de Gottingen se ~ons1dera a Adolf Reinach, a Alexandre Koyré, a Hedwig Conrad-Martms, a Theodor Conrad y a Johannes Daibert, aJean Hering y a Herbert Leyen~ec­ ker, a Roman Ingarden y a Kurt Stavenhagen, a Ernst Hock~ng, a Wilhelm Schapp y a Moritz Geigerl91, La fenomenologia husserliana de Friburgo tendría por representantes a Edith Stein, a Frit~ Kau~mann, a Oskar Becker, a Marvin Farber, a Szilasi, a Landgrebe Y a Fmk, as1 como a Heidegger. Junto a estas se podrían haber dísting~ido ot.r~s tres escuelas fenomenológicas, a saber, aquellas que no siguen. mcondiciOnal~ente. las tendencias husserlianas. Aquí habría que contar el circulo de Mumch, onentado de manera psicológico-descriptiva, formado alrededor de Al~xand~r Pfanderln, a quien se unieron Aloys Fischer y Gerda Walth:r, Montz ?e•ger (en una fase de su desarrollo), August Gallinger, Dietnch von ~¡)debrand y Hcrbcrl Spicgclbcrg. También pertenece a la fenomenologia mdependiente de Husserl la llamada fenomenologia de Colonia, de Max Scheler, quien habla tenido contactos con el círculo de los fenomenól~gos en Munich y en Gottingen, y había transmitido su aporte a Hend~1k Ger~rdu~ Stokcr, a Heinrich Lützeler, a Paul Ludwig Landsb~rg y también a N¡colal Hartmann19l. Habría que nombrar, finalmente, el circulo de Marburgo •. de Heidegger, que casi siempre se pasa por alto, pero que ha ~ostrado precisamente post eventum en un desarrollo reciente ~u gran cap~cidad.conv~cad~ra de círculos. Mientras que la fenomenologia de Coloma, baJO el mfluJO de Scheler, fue esencialmente fenomenología de los valores, la fenomenología de Marburgo, de Heidegger, entre 1923 y ~928 es en gran p~rtefen~~enología hermenéutica, con una estrecha conexión con la teologJa evangehca

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sin embargo ya Oskar Becker analizó claramente, en su exposición de la filosofía de Edmund Husserl (1930) la oposición bimembre entre objetivismo de los fenómenos, por una parte, y constitución transcendental-idealista de estos fenómenos, por otra partei9B, Luego, Wilhelm Szilasi ofrece, en su Einführung in die Phiinomenologie Edmund Husserls (1959), una sucesión en tres etapas, de fenomeno/ogfa descriptiva, fenomenologfa transcendental y fenomenologfa transcendental-constituriva'Y e~a;::~i~a :a~~¡:~

sobre el mero vivir en sobreentendidos comprensibles de suyo. Lo hace, por tanto, cuando, en la reflexión que suprime Ió que hasta entonces era comprensible de suyo, se vuelve a determinar siempre de nuevo a sí misma. Para Heidegger en Sein und Zeit está firmemente establecida la estructura existenciaria, y sólo lo que en su temporación histórica ocurre a partir de ella,· admite una cierta amplitud de variación. Pero la forma del ser-ahí es, de una vez para siempre, la que la hermenéutica y la analítica del ser-ahí han puesto en descubierto. Allí no hay ya absolutamente ninguna historicidad; es decir, la historicidad, para Heidegger, permanece siempre en primer

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planoJ64. Pero para Husserl, por la conexión de correlación que en principio vincula al fenómeno y la revelación del fenómeno, se afecta siempre la estructura transcendental de la razón, tan pronto como aparece algo nuevo en el concepto de mundo. Esto quiere decir que la continuación del trabajo de Husserl, desde Ideen 1 hasta Krisis, demuestra implícitamente el endurecimiento de su tesis de la fenomenología como metodología, la cual no debe ser entendida como metafísica. En este sentidc, por consiguiente, se puede hablar aqui de un método de regresión verdaderamente universal. Ningún mundo, pero tampoco sujeto alguno, ni ningún yo empírico, ni ningún ser-ahí, ninguna conciencia en general, ninguna conciencia del mundo de la vida, quedará intacta como unidad absoluta de una determinada fijación de contenido; sino que, ante todo, se remitirá sencillamente a la función en conexión con lo allí revelado. La reflexión es absoluta sólo formalmente, puesto que no conoce ni reconoce límites ante los cuales hubiese de detener su actividad; pero la reflexión no es absoluta materialmente, pues no pone, ni dedu· ce, los mundos, sino que sólo reconoce a los mundos ya dados; los reconoce como estando allí y ejerce en ellos su negocio de análisis de constituciónJ6s.r_-En este contexto, ya desde temprano, habla Husserl de una epojé univer· . sal. El tomo segundo de Erste Philosophie (1923/4) se llama Theorie der. phiinomenologischen Reduktion y afiade expresamente, a la reducción feno· menológica y transcendental, una reducción apodícticaJ66. La epojé univer· sal se caracteriza porque tropieza, y debe tropezar, con una conciencia que en cada caso está determinada, y está siempre encerrada en horizontes de· terminados; conciencia que es, empero, siempre nueva y que puede tomar ' formas nuevas. Husserl explica: Esta epojé universal se torna posible por r• la peculiaridad esencial de mi vida, que consiste en que ella en cada jase ·• del presente tiene una conciencia de la forma -aunque sea una conciencia f;_: vacfa-. una conciencia de horizonte, y la genera siempre de nuevo en un constante fluir; propiedad que consiste además en que en esta conciencia,' está implícito de manera universal todo aquello que alguna vez fue objetivol'

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para mí, todo aquello que para mí es objetivo, o lo será; y está implicado como correlato intencional de toda mi vida, fa cual por consiguiente está implicada tambiénl61. Reducción universal a mi conciencia, a mi razón y a mi vida, significa, por tanto, abarcar todas las comprensiones del ser y todas las comprensiones del tiempo que se tornan posibles en razón de una determinada situación de conciencia de precisamente esta vida transcendental. De este modo, según usserl, obtengo la pura vida universal en el continuum de las regresiones reflexivas, y el universo mundanal se convierte en la objetividad intencional universal como tal, tal como ella le pertenece a la vida misma, como su correlato inseparablel68, De allí resulta la posibilidad de una fenomenologfa de la reducción fenomenológicaJ69, porque ninguna reflexión fenomenológica se detiene ante lo dado, ni tampoco ante aquella posición fenomenológica que consiste en efectuar, tal vez, un par de reducciones determinadas. Por todas partes busca la sintesis fundamentadora, para los correlatos de las situaciones de conciencia y de las situaciones de razón. Así se explica por qué, para las conexiones siempre nuevas que surgen en los pasos reductores regresivos, se emplean nombres nuevos, que parecen cada vez más originarios: estructuras primordiales, pro/oinstituciones, formaciones de sentido originarias, despliegue d,?l apriori universal ingénito en la esencia de una subjetividad transcendental, /ogos de todo ser pensable, subjetividad actuante-operante en última instancia, protoyo370, ego absolutamente único y operante en última instancia, etc.m Puesto que se trata siempre de conexiones de correlación, y puesto que toda instancia, por mucho que se la llame absoluta, por mucho que sea última-actuante (por tanto, el proto-ego, la subjetidad enteramente pura) se da a conocer solamente en y con sus conexiones de captación, a partir de las cuales Y en las cuales se comprende a sí misma; por tanto no hay aquí idealismo metafísico alguno, el cual pretendería deducir el sistema del mundo a partir de una instancia última definitivam. Es a la inversa: se abre un mundo que en cada caso está siempre aprehendido de algún modo, un mundo con estructuras subjetivas, con estructuras de ser y de valor, con horizontes de captación y de comprensión, y la pregunta es: qué estructura del yo, qué especie de constitución de la subjetidad corresponde a una aprehensión universal abierta así y precisamente así. Aquí no se deduce nada a partir de un absoluto, sino que se aplica universalmente el método del reconducir en conjunto: ¿cómo habrá de ser la ratio que pueda hacer surgir esto en cada caso tópicamente dado, y precisamente esto, ante sí? Esta es la pregunta del método crítico de la reflexión. Ya en Forma/e und transzendentale Logik Husserl había hecho notar que la subjetidad transcendental, con todas sus pretensiones universales, no ge-

nera posiciones, sino que las investiga. Pues cuando se ~ice qu~ todo ente está constituido en la subjetidad, ello significa que a partir de alb le ~s ~sig­ nado su sentido y el carácter de su ser; y ello no significa que esta sub]et¡dad haga realmente, o genere, a este entem. . Por cierto que tal subjetidad debe ser siempre, ante t~do, de~cubierta. Husserl pone énfasis en la palabra descubrirl74. Pues nadie ne:eslta desc~­ brir ante todo su yo natural emplrico, nadie r.ecesita descubnrse a si mismo ' como ser h, umano. -r ,,0 do ser humano maduro y lúcido se. halla ya. a

sf mismo, como ser humano, con un yo humano y con una v~da anfmlca humana, ejerce la experiencia natural de si mismo en la reflexiÓn natural. y prosigue diciendo: fa subjetidad transcendental debe se:, ante todo, descubierta· cada cual debe descubrirla alguna vez por si m1smo, Y debe ante todo de;cubrir fa suya propia. Y la descubre sólo mediante un r:zétodo ~ue ¡0 libere de fa ~oacción de la motivación, coacción que es prop1a de la VIda natura/m. Así se modifica lo que es natural, o lo que parece ser natu:al. Por ello, la reflexión llamada psicológica natural no deja de ser exper~en­ cia mundana, y de ello se sigue que las reducciones, tant~ ~enomenológ1cas como transcendentales, tienen el único sentido de hacer VISible e~ ca~a caso toda la estructura transcendental sobre la cual se asienta tal expenenc1~ mundana. Por tanto, ella es pre-mundana: sólo cuando nada más es «ahm para mf, en el sentido más estricto, cuando nada es realidad existente .para. mf, puedo captarme a mi mismo como sujeto transcendental, como la ¡rreahdad que presupone toda realidadl 16 · El mundo, todo mundo, es lo que es, cuando yo (como sujeto) lo capto transcendentalmente articulado. Pero esta intelección, por su parte: h~ .de obtenerse siempre de nuevo a partir de la conexión dada, y no sigmfica que se pueda separar de la conciencia concreta un ego t~anscendental _pur~, una subjetidad absoluta, que se pudiese dejar al descubierto. La conciencia constituye naturalmente (y por cierto, de manera cuasi comprensible de. suyo) siempre algún horizonte de captación. Esto quiere decir que la c~n~I:n­ cia concreta vive siempre en un mundo articulado, que para ella sigmfica el mundo377. Aquí todo está articulado de manera tópica, dóxica, metafísica Pero como ser reflexionante, la conciencia, que se ha vuelto concreta, ava~za sin cesar y en el progreso de las distinciones se trasciende a sí ~isma y trasciende al ente captado en su contenido. De este modo, conexiOnes de sentido se comprenden como conexiones de correlación. El comprender recién logrado tiene, por otra parte, siempre su propio suelo de lo que .para él es comprensible de suyo, y remite a supuestos que aquí tienen vahdez, y que hacen posible la comprensión de sentido; supuestos.que, en :enova~o intento, pueden ser puestos al descubierto de manera refleXIva. Aqm se aplica

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~l ~dealismo fenomenológico lo que ya debió aplicarse al idealismo metafísilO. El sentido no es una mstitución que un su)elo existente por sí otorgase al enle, :e~resentado como caos; ni se descifra en el ente el sentido, como algo ob!etivamente presente. Hay sentido sólo para un yo que reflexiona sobre SI mJsmo en su relación con el enle. El senlido es la determinación fundamen~al, que ya no se puede sobrepasar ni deducir, bajo fa cual debe pens~rse Siempre a sí mismo el yo en su referencia al ente -y sin es/a referencw e~ yo es tan sólo una X completamente vacía y nula-m

También la subjetidad transcendental (precisamente aquel yo qu~ se vuelve te~a con respecto al ente) se descubre históricamente en actos de la reflex~ónm. Pues está establecido apodícticamente, que la reflexión permanece IIg~d.a a la referencia transcendental interna de la subjetidad y el ente, r~ferencia q~e 1~ r~flexión considera en su conjunto, pero n