Esclavos rebeldes: conspiraciones y sublevaciones de esclavos en Puerto Rico (1795-1873) 0940238071


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Esclavos rebeldes: conspiraciones y sublevaciones de esclavos en Puerto Rico (1795-1873)
 0940238071

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esclavos rebeldes conspiraciones y sublevaciones de esclavos en puerto rico (1795-1873)

guillermo a. baralt

Colecci6n Semilla

esclavos rebeldes conspiraciones y sublevaciones de esclavos en puerto rico (1795-1873)

u coleccidn

mm semilla

guillermo a. baralt 1981

Primera edicidn: 1982

INDICE

bZV' . 11^

Reconocimientos 11

Portada y diseno grafico: Jos6 A. Pelaez

Capitulo I: Las semillas sediciosas de Haitiy la conspi­ racidn de esclavos en Aguadilla, 1795

13

Capitulo II: La gran confusidn en la capital de Puer­ to Rico, 1812

21

Capitulo III: Bayamdn, julio de 1821

31

Capitulo IV: Docoudray Holstein y la Noche de San Miguel

42

Capitulo V: Del Baile de Bomba al Nuevo Reglamento de Esclavos de Puerto Rico, 1826

59

Capitulo VI: Auge y crisis de la industria azucarera,

©Ediciones Hurac&n, Inc. Ave. Gonzalez 1002 Ri'o Piedras, Puerto Rico Impreso y hecho en Estados Unidos de America Printed and made in United States of America Numero de catalogo Biblioteca del Congreso/ Library of Congress Catalog Number: 81-70982 ISBN: 0-940238-07-1

1790-1850

73

Capitulo VII: Las conspiraciones del sur de la isla, 1830-1841 y la Conspiracidn del 1841 en Ponce

85

Capitulo VIII: La marcha de esclavos por el Capitu­ lo II, Articulo III del Reglamento de Esclavos de Puer­ to Rico, 1841 Capitulo IX: La captura del pueblo de Toa Baja, 1843

HI

Capitulo X: El Bando Contra la Raza Negray la cons­ piracidn de esclavos de Ponce, 1848

127

Capitulo XI: "El ultimo intento": la conspiracidn de

9 esclavos en Vega Baja, 1848

135

Capi'tulo XII: Homicidios perpetrados por escla­

vos: 1850-1870

RECONOCIMIENTOS

145

Capi'tulo XIII: Conclusiones. Conspiraciones y suble-

vaciones de esclavos en Puerto Rico, 1796-1848

155

Bibliograffa

,,Q

Este estudio ha sido posible gracias a la colaboracion de un nutrido grupo de historiadoresy amigos. Merece especial mencion el profesor John Coatsworth, principal lector de este trabajo en su versidn original, cuando se presentd como tesis doctoral en la Universidad de Chicago. Sobre todo, fue el Profesor Coatworth quien me alentd hacia el estudio de la historia social y econdmica. Los profesores Arturo Mo­ rales Carridn, Benjamin Nistal y Carmen Rafucci me encaminaron en la recopilacidn inicial de las fuentes primarias; el profesor Luis de la Rosa, del Archivo General de Puerto Rico, leyd el original de los Capitulos de Vega Bajay de Toa Baja y me ofrecid acertada orientacidn que me sirvid de guia en el hallazgo de incidentes desconocidos hasta ahora; el profesor Andres Ramos Mattel me sugirid cambios, e hizo importantes criticas al capitulo de la historia del azucar en Puerto Rico. Los profesores Gervasio Garcia Rodriguez, Humberto Garcia Munozy Francisco Moscoso leyeron partes del original y me brindaron excelentes criticas y observaciones. La Sra. Sybil Farrell de Lewis me ofrecid multiples y utiles consejos y la profesora Luce Ldpez-Baralt me fue de gran ayuda en la redaccidn final del manuscrito. A todos ellos les agradezco profundamente su desinteresada colaboracidn.

11 ABREVIATURAS:

INTRODUCCION

A.G.P.R. A.M.P. A.M M. A.M.V.B. A.M B. A.M.G. A.H.N. C.l.H.

Hasta fecha muy reciente, solamente se tenia conocimiento de un muy reducido numero de conspiraciones y sublevaciones de esclavos ocurridas durante el pasado siglo XIX. Sin embargo, esta investigacidn, basada principalmente en las fuentes primarias documentales de varios municipios de Puerto Rico, demuestra que, contrario a lo que siempre se habia creldo, los esclavos de la isla se rebela ron con frecuencia. El numero de conspiraciones conocidas para apoderarse de los pueblos y de la isla, mas los incidentes para asesinar a los blancos, y particularmente a los mayordomos, sobrepasa los cuarenta intentos. Mas, si tomamos en consideracidn la secretividad y el clandestinaje de estos movimientos, el numero resultarla, indiscutiblemente, muy superior. Anadanse a estos, ademds, los cientos de fugas individuales que diariamente ocurrian, y que tambien fueron otro tipo de manifestacidn de rebeldta contra la institucidn de la esclavitud. Es indudable que las causas principales de las conspira­ ciones fueron el exceso desmedido de trabajo y el maltrato sufrido por los esclavos, mas, los motivos inmediatos que explican por que ocurrid el incidente en un lugar y fecha determinados fueron muy diversos. A si, pues, el hallazgo de incidentes desconocidos ha sido importante, pero tam­ bien lo es el poder llegar a explicar el ambient e social, econdmico y politico prevaleciente en la sociedad que nutrid esas

Archivo General de Puerto Rico Archivo Municipal de Ponce Archivo Municipal de Manati Archivo Municipal de Vega Baja Archivo Municipal de Bayamdn Archivo Municipal de Guayama Archivo Historico Nacional, Espana Centra de Investigaciones Histdricas, U.P.R.

12

consptractones. Para explicarlo, hemos usado todos los do cumentos municipals disponibles. Estos incluyen libros de Actas de Ayuntamiento, Planillas de Riqueza Agrkola, Industrial, Pecuaria, y Comercial, Protocolos Notariales y muchos otros expediences de los partidos donde bubo cons­ ptractones y sublevaciones. Estos documentos nos ban permittdo conocer quienes fueron los esclavos rebeldes si eran bozales o criollos, si procedtan de la misma tribu, quienes eran sus amos, fecha de su compra y venta, quii nes fueron los esclavos delatores, que otras conspiraciones habtan ocurrido anteriormente en dicho partido, o en la Isla. Por las mismas fuentes conocemos cudl era la situacidn econdmica de la hacienda, del barrio y del pats. En fin, ccudles fueron las condiciones que explican estas conspiraciones y sublevaciones? Esta investigacidn es tan sdlo el principio, ya que todavia estan por estudiarse mas a fondo muchos de estos mismos incidentes a lo largo de tres siglos (XVI-XV1II) de historia de Puerto Rico, durante los cuales seguramente bubo otras conspiraciones, y tal vez subleva­ ciones, que desconocemos. Aun mas, debido a que la informacidn proveniente de la documentacidn asequible es, en muchas ocasiones, escasa, ambigua y esta frecuentemente plagada de exageraciones, este trabajo plantea, en muchos casos, casi igual numero de dudas que las que ayuda a esclarecer.

13 CAPITULO I:

Las semillas sediciosas de Haitiy la conspiracidn de esclavos de Aguadilla, 1795

Cuando los suenos de riqueza dorada de los primeros colonizadores de la isla de Puerto Rico se desvanecieron, los intereses econ6micos espanoles atravesaron una impor­ tance transformacidn. Hacia 1540, la industria azucarera sustituye a la minera como la industria principal de la colonia. Las esperanzas de enriquecimiento rapido de estos colonizadores toman nuevo auge y, ya para el 1550, el gobernador Vallejo anunciaba con alegria que "antes la isla estaba decaida porque andaban flacas las minas: ahora, con el trato del azucar esta propera".1 Desde la fundaci6n del primer ingenio azucarero en Anasco en 1517, hasta la abolicidn de la esclavitud en Puerto Rico en el 1873, el trabajo de las haciendas azucareras siempre estuvo vinculado a la esclavitud africana. La creacidn de nuevos ingenios habra de llevar consigo una y otra vez la peticidn para la compra de esclavos africanos o de sus descendientes americanos. Durante el siglo XVI, Puerto Rico, la menor de las Antilias Mayores, goza de tierras fertiles en el litoral, y de otras condiciones naturales, 6ptimas para el cultivo de la cana de azucar. En la primera mitad del siglo, la industria azuca rera se ve beneficiada, ademds, por favores imperiales, y

1 Salvador Perea. Historia de Puerto Rico (1537-1700). Instituto de Cultdra Duertorriquefta y Universidad Cat6l'ca de Puerto Rico (1972), p. 19.

14 15 Espana fomenta su desarrollo a craves de la concesidn de prestamos, exenciones contributivas a los futuros hacendados y permite el comercio de esdavos desde Africa.* Sin embargo, la industria azucarera de Puerto Rico, al igual que su inseparable modo de produccidn esclavista, experimen VvTvvmTm SUmamente Iento a lo ^rgo de los siglos XVI-XVIII.5 El azucar, pese a que crece en importancia despues del fracaso de las minas, siempre fue un rengl6n secundario de la economia colonial de la isla. La mddula de la economia fue la produccion de frutos de subsistencia, producto del trabajo libre o familiar, no del trabajo esclavo. El desarrollo de dstos se limitd a peque-

2 Eugemo Fernandez Mendez H,star,a Cultural de Puerto Rico, Edito­ rial Umversitaria (1975), p. 127. 3 Aunque la historia del azucar puertorriquefia es un tanto oscura (sobre todo durante estos primeros siglos), y pese a que es muy poco lo que se pnede afirmar de forma definitiva, si cabe senalar algunas razones que explican este lento crecimienro. PR1MERO: El desinterfs espafiol en la colon.zacifin de Puerto Rico y su concentracifin en los reinos de Nueva Espafia y Nueva Granada. EUxodo de los primeros colonizadores de la isla hacia America del Sur, movidos por la sed insaciable del oro y la plata. SEGUNDO: a ausencia de capital en la isla, indispensable para el establecimiento de ingemos azucareros. TERCERO: La ausencia de un desarrollo minero. La isla no sola men te carecia de oro y plata, sino tambien de otros metales como el cobre^ El cobre, por ejemplo, hubiese ayudado a construir los trapiches y otras herramientas indispensables para el establecimiento de haciendas e ingemos azucareros. CUARTO: El impedimento del monopolio mercantil espafiol, que hizo imposible el ensachamiento del mercado de azucar de la isla. Por ejemplo, en el 1746, se prohibi6 la exportation de aguardiente de Puerto Rico porque la misma competia con la produccidn del alcohol espanol. QUINTO: La exportacifin de azucar de Puerto Rico hacia el mer­ cado espanol siempre se vio limitada por la preeminencia de otras colonias azucareras en el mercado peninsular. En el siglo XVI, Granada y la Hispale supheron el azucar al mercado de la metrdpoli. A final de ese siglo, y de 1580 a 1640, Brasil hizo lo mismo. En el siglo XVIII, Cuba se convierte en el principal suplidor de aziicares a Espafia, SEXTO: La virtual ausencia de barcos que transportasen a los mercados extranjeros la produccifin azucarera de la isla. En el 1660, el gobernador Juan P6rez de Guzman se quejo de que hacia mis de once afios que no entraba un navio de registro, quedando los vecinos como consecuencia sin salida para sus frutos.

nos predios de terreno. Algunos campesinos suplementaban los frutos de subsistencia con el cultivo de frutos de contrabando, tales como el anil, el tabaco, el algoddn, el cacao y, especialmente, el jengibre. Diferente a la industria azucarera, el cultivo de estos frutos no requiere grandes sumas de capital inicial, ni grandes extensiones de terrenos desmontados, ni maquinarias extranjeras, ni barcos de gran calado, capaces de viajar hasta Europa, ni por supuesto, esclavos. A partir del 1790, la economia azucarera de la isla sufre un cambio radical. El numero de esclavos crecid a un ritmo mas acelerado que en anos anteriores, duplicandose entre el 1789 y el 1802, de 11,260 a 24,591, como lo ilustra la Tabla Num. 1. El aumento en el numero de esclavos y el auge azucarero se debi6 a varias razones, que resumimos brevemente. En primer lugar, a la abolicidn parcial del monopolio mercantil espanol; en segundo lugar, a la creaci6n de la compania Guipuzcoana; en tercer lugar, a la liberalizacidn del trafico de esclavos desde Africa; en cuarto lugar, al aumento en la demanda por el azucar de Puerto Rico por los Estados Unidos de Norte America durante el transcurso de su guerra de independencia, y mas tarde, duran­ te la fundaci6n de la Republica; y finalmente, a la virtual destruccion de la industria azucarera de la colonia azuca­ rera mas rica de America: el Saint Domingue Frances. La revolucidn de esclavos de Saint Domingue, entre los anos 1789 y 1804, paraliz6 la produccidn azucarera, creandose una escasez de azucar en el mercado mundial y una subita alza en los precios del azucar.4 Esto acelerd el ritmo de crecimiento que las haciendas azucareras de Puerto Rico venian experimentando desde finales del siglo XVIII.

4 Gerard, Pierre Charles. La economia haitiana en vias de desarrollo. Mexico, Cuadernos Americanos, 1965.

16

17 TABLA I POBLACION ESCLAVA DE PUERTO RICO (1779-1802)

Afio

Mulatos

Negros

Total de Esclavos

1779 1789 1799 1802

3,626 4,657 9,138 11,258

4,527 6,603 12,081 13,333

8,153 11,260 21,219 24,591

Las consecuencias de la Revoluci6n Haitiana en la isla no s61o se manifestaron en el aumento de canaverales azucareros, sino tambien en aquellos que trabajaban en ellos. En general, el impacto de la Revoluci6n Haitiana en la poblacidn esdava del Caribe fue devastador.

Las repercusiones sociales: la Revolucidn Haitiana en Puerto Rico (1795-1810) Durante el transcurso de la Revoluci6n Haitiana (17891804) y en particular durante el periodo de la reconstrucci6n bajo Toussaint Loverture (1793-1801), los esdavos de las colonias europeas del Caribe, ertardecidos por el ejemplo victorioso de la Revolucidn Haitiana, una y otra vez se rebelaron en Guadalupe (1794), Santa Lucia (1794), Cuba (1795), Venezuela (1795).5 En Puerto Rico, los esda­ vos del Partido de Aguadilla intentaron una insurrecci6n el 15 de octubre de 1795.6 El gobernador de la isla, Ramdn 5 Para Guadalupe y Santa Lucia, ver John E. Baur, International Re­ percussions of the Haitian Revolution. "The America" (April 1970), p. 405. Para Cuba, Philip Foner, Historia de Cuba y sus relaciones con Estados Umdos, p. 67. Para Venezuela, Oscariz, J.J., U Rebehdn de Esclavos en bucamgua. Anuario de Escritos Americanos" (Sevilla) 28, L19707, p- 558-59-

6 A G. I-Ultramar. Legajo 6375. Carta reservada Num. 7 . Ram6n de

de Castro, entendiendo que la insurrecci6n podria estar vinculada con lo que acaecia en Saint Domingue, mandd a tomar serias precauciones contra la propaganda de las miximas francesas libertarias.7 Aunque la insurreccion de Aguadilla fracasd, generd un estado de temor y de alerta en las autoridades espanolas de Puerto Rico, y se tomaron medidas preventivas, quizas innecesarias, pero segun el gobernador de Castro, justificadas, debido a la deplorable situacidn en que se encontraba el Gobierno de Puerto Rico.8 La manera mas directa en la influencia revolucionaria haitiana en Puerto Rico durante los anos subsiguientes, fue a travds de emisarios y agentes enviados a Puerto Rico para fomentar la anarquia y el desorden. Tenemos evidencia de un agente haitiano nombrado Chaulette, quidn arribd a Puerto Rico en noviembre de 1805.9 A1 conocerse la noticia, se enviaron circulares a todos los tenientes a guerra de los partidos de la isla. En dicha circular se anunciaba su llegada y se le describia como un mulato de 18 a 20 anos, poliglota —hablaba ingles, francos y espanol—, de estatura ordinaria y de pelo crespo. El gobernador Toribio Montes orden6 su pronta captura, antes de que el agente "derramase su maldita semilla en una isla que gozaba de lealtad y Castro a su Majestad, 22 de enero de 1795- Este incidente se describi6como una insurrecci6n. 7 Ibid. 8 Ibid. La documentaci6n disponible de esta insurreccidn es muy escasa. Aunque el propio Gobernador de Castro, como ya antes sefialamos, destaca la influencia de la propaganda francesa, no sabemos de qu6 forma las noticias de la abolici6n de la esclavitud en Haiti (1794) se difundieron entre la poblaci6n esclava de la Isla. Tampoco podemos indicar si hubootras causas m£s inmediatas que expliquen por qu£ la insurreccidn s61o ocurri6 en Aguadilla y no en otras partes de la isla. De otra parte, hay que tener en cuenta que quizes hubo otras revueltas y que debido a la ausencia de documentos municipales de esta £poca no las conocemos. 9 A.G.P.R. Fondo Documental: Manatl, Legajo 1812, Circular No. 37 Gobernador Toribio Montes, 3 de noviembre de 1805.

18 sosiego".10 Meses mas tarde, se descubri6 que la misidn de Chaulette trascendi'a las fronteras de las costas de Puerto Rico. Chau­ lette formaba parte de una conspiraci6n general de los esdavos de todas las colonias del Caribe, coordinadas desde Haiti por el entonces presidente haitiano, Dessalines.11 Tambidn meses mis tarde se dijo de un complot on la isla de Trinidad, y uno de los insurgentes, bajo suplicio, confes6 que habla personas de color que estaban trabajando en contra de la subordinacidn de la esclavitud y del orden. El gobierno de Puerto Rico, aunque consciente de que no habla sucedido nada grave, decidid tomar medidas de seguridad, no s61o contra la masa esclava, sino contra los 1'bres de color, los errantes, los vagabundos, los expresidiarios y otros caracteres indeseables.12 El Gobernador ordend que se hiciesen listas de los esclavos de cada partido, indicando d6nde se reunian. Tambidn pidi6 que se evaluase la conducta de los extranjeros y de los sospechosos y que se llevase cuenta del numero de armas en Puerto Rico. Nueve meses mas tarde se prohibid el desembarco de todo hombre de color que Uegase de Santo Domingo y se pidi6 que los que desembarcasen fuesen arrestados. A los jueces locales se les hizo responsables de arrestar a los extranjeros que entraran ilegalmente, y, de no hacerlo, se le formulaban cargos a ellos tambien. Finalmente, el gobernador ordend que no concedieran nuevas cedulas de vecindad para los exconvictos. Estas medidas preventivas no respondlan unicamente a la ya fracasada conspiraci6n de Chaulette, sino a la reciente intentona de los esclavos del partido de Humacao, donde los esclavos habian tratado de apoderarse de la casa

10 A M.M Toribio Monies. Registro Num. 1812, Num. 37, Legajo Num. 63. 3 de noviembre de 1805 11 Ibid. 12 A.M M. Toribio Montes. Numero 44. 23 de enero de 1806.

19 del Rey de dicho pueblo." Aunque no tenemos mas informaci6n sobre este levantamiento, entendemos que este incidente tuvo que haber tenido tanta importancia como la conspiraci6n de Dessalines. La Casa del Rey era el asiento administrative del gobierno de cada partido. En ese establecimiento, casi siempre localizado en las zonas urbanas de cada partido, era donde se encontraba la guarnicidn militar y, por lo tanto, donde se guardaban las armas de las milicias urbanas. Un ataque a la Casa del Rey no solamente desafiaba el poder politico, sino que era tambien el comienzo de un proceso en el cual, de triunfar el esclavo, se apoderaria de las armas de las milicias urbanas, dejando a dstas indefensas. La propia historia de las conspiraciones de escla­ vos de Puerto Rico confirmara que la captura inmediata de la Casa del Rey fue uno de los principals objetivos en los planes de levantamiento. Las "semillas malditas" de Dessalines nunca germinaron en ese ano de 1806 y Chaulette nunca fue capturado por las autoridades de Puerto Rico. Sin embargo, el gobierno superior sigui6 recibiendo noticias' de posibles invasiones haitianas durante los pr6ximos anos. Un ano mas tarde, el 13 de noviembre de 1807, el Rey de Espana le escribid al gobernador Salvador Melendez, alertandolo de nuevos planes subversivos de los emisarios haitianos.14 El Rey alegaba que habia recibido noticias sobre algunos emisarios de Dessalines que habian partido de Haiti para organizar una rebelion de esclavos en todos los establecimientos americanos de las provincias europeas." El gobernador Melen­ dez ordend el arresto de cualquier hombre negro procedente de Santo Domingo. Una vez mis, en el 1810, el gobernador de Santo Do13 Ibid. 14 El proceso abolicionista en Puerto Rico, Doc. Num. 38, 13 de no­ viembre de 1807 (MIC en C.I.H.). 15 Ibid.

20 mingo, Joaquin Garcia, en carta reservada al gobernador de Puerto Rico, le anunciaba que habia recibido noticias de planes haitianos para atacar todos los establecimientos espanoles. Ademas, apuntaba Garcia, la actividad de los negros ya se habia visto en Curazao y Jamaica.16 Doce anos mas tarde, en el 1822, el gobierno de Puerto Rico nuevamente alego tener noticias de que el Presidente Boyer de Haiti estaba envuelto en la conspiracidn que planeaba ese mismo ano Docoudray Holstein.17 Tres anos mas tarde se supo de otro emisario haitiano, de nombre Trisry, que se encontraba en Puerto Rico.18 Estos incidentes, al igual que muchisimos otros en los que las autoridades senalaron la participacidn de haitianos, resultaron ser falsos y sin fundamento, y s61o demostraron el miedo constante de los oficiales al fantasma de la Revolucidn de esclavos de Haiti. Aunque no podemos descartar la experiencia haitiana al discutir las conspiraciones puertorriquenas, las causas inmediatas de estas fueron el resultado de las condiciones sociales y econdmicas de los lugares donde ocurrieron.

16 A G.P R. Fondo Documental de los Gobernadores, Seguridad Piiblica, 10 de enero de 1810, Caja 175. 17 A.G.P.R. Fondo Documental de los Gobernadores. Angel Laborde al Excelenttsimo Capitan General de Puerto Rico. 17 de noviembre de 1822. En dicha carta Laborde desmiente la posible relacidn de Boyer y Flolstein. 18 A.G.P.R. Fondo Documental de los Gobernadores, Seguridad Pu­ blics, 25 de abril de 1825. El documento describe a Tristy como mulato ceniciento del consejo de Santo Domingo, caja 186.

21 CAP1TULO 11: La gran confusidn en la capital de Puerto Rico, 1812

Las semillas sediciosas, tema de las pesadillas del Go­ bernador Toribio Montes, germinaron cuando la primera conspiracion de esclavos se desatd durante las fiestas navidenas de 1812. Los esclavos de la capital de San Juan Bautista y los de los partidos circunvecinos —El Roble, Guaynabo, Puerto Nuevo, Bayamdn— reclamaron que las Cortes Extraordinarias Espanolas habian decretado su libertad y que el Gobierno de Puerto Rico se la tenia suprimida. Estas noticias tan halagiienas eran falsas. Las Cor­ tes Extraordinarias no habian decretado la abolicion de la institucion de la esclavitud. Uno de los origenes de la desdichada confusidn, fue el proyecto que anuncio el diputado mexicano, Manuel Guridi Alcocer, que habria de presentar ante dichas Cortes Extraordinarias, proponiendo la inmediata abolici6n de la trata de esclavos; libertad de todos los ninos nacidos de madres esclavas, salarios para esclavos, derecho al esclavo de comprar su libertad y un mejor trato para los esclavos que continuasen en la esclavitud.1 Dos meses mas tarde, el diputado espanol Agustin Argiielles, anuncio la presentacion de otro proyecto aun mas radical que el de Guridi y Alcocer, ya que no s61o proponia la abolicidn de la trata, sino tambien la de la institucidn de la 1 Philip S. Foner. Historia de Cubay sus relaciones con Estados Unidos. Vol. I, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973. Editorial de Ciencias Sociales, p. 96.

22 esclavitud.2 Aunque en ambas propuestas se acordd celebrar discusiones (bublicas sobre las mismas, dstas causaron gran alarma en Espana. Dichas proposiciones nunca fueron aprobadas, ni discutidas en el seno de las Cortes. El diputado puertorriqueno a las Cortes, Ram6n Power y Giralt, presente en dicha Corte, y conocedor de lo acontecido, le escribid una carta a su madre, dona Josefa Giralt, quien residia en el Barrio Puerto Nuevo de la Capital de Puerto Rico. En ella le pedla que fuese la primera en dar libertad a sus esclavos en el caso que fuese acordado por la Soberania.3 A1 leer la misiva, dona Josefa se echd a Horary procedid a romperla. Aparentemente, la madre de Power leyd la carta en voz alta, ya que dos de sus esclavos, Jacinto y Fermfn, presenciaron desde una ventana todo el espectaculo, e interpretaron que la carta lo que decia era que en Espana se habia abolido la esclavitud.4 Inmediatamente, Jacinto y Fermin se fugaron de la ha­ cienda y le comunicaron las noticias a otros esclavos, Romualdo y Margarita, que pertenecian a Francisco Ruiz. Estos a su vez le informaron a otro esclavo, Antonio, de las noticas. Antonio, esclavo de Pablo Catala, ya sabia de los supuestos acontecimientos porque Marcial, esclavo a su vez de Maria Gertrudis Lapuente, tambien de Puerto Nuevo, le habia comunicado que la citada senora tambien tenia un hijo en Espana que le habia insinuado la misma noticia. Coincidian con estas noticias otras difundidas por Beni­ to, carpintero del Bergantin "El Cazador", del correo de su majestad, quien, al arribar al puerto de la capital, tam2 Ibid. 3 A H.N. Documentos Espafloles. A. XLVIII, 8-d, Mic. en C.I.H. Fran­ cisco de Salazar. Proceso abolicionista en Puerto Rico: Documentos para su estudio. Vol. I, p. 125, Circular 75. 4 Ibid.

23 bien habia esparcido la falsa voz de que las "Cortes Generales y Extraordinarias de la Naci6n habian concedido la libertad a los esclavos negros".5 El propdsito del viaje de "El Cazador" habia sido —segun el bando que se publico el 7 de enero de 1812— recoger una contribucidn extraordinaria para subsidiar el alzamiento en contra de la dominacidn napolednica en Espana. Sin embargo, segun afirmaba Benito, El Cazador traia las noticias de la abolicidn de la esclavitud en Espana y el goj bierno de esta isla ocultaba tan importante gracia. Benito y los esclavos le dieron una siniestra interpretacidn a este bando. Arrastrados por las buenas noticias, un grupo de es­ clavos del pueblo de El Roble, al sur de la capital, se reunid en la plaza durante la tarde de las festividades de los Santos Reyes. Antonio Charboniel, esclavo de Lorenzo Kercad6, emigrante de Haiti, vociferd en dicha reunidn que ya los esclavos eran libres. Antonio de Castro, esclavo de Guzmdn de Castro, profirio con bastante aspereza y calor que "si ahora no le concedian la libertad, como cuando se la ofrecieron para el sitio los ingleses (1797) habria de correr mas sangre que en la Revolucidn de Guarico".6 Sin embargo, no todos los esclavos presentes aprobaron las declaraciones de los incitadores. La esclava Carolina, de Madame Morin, tambien de El Roble, inmediatamente le informd a su propietaria que los esclavos de la capital proyectaban un levantamiento general, acompanados con los de los campos. Morin advirtio inmediatamente de las noticias al Regidor Alguacil Mayor, don Manuel Hernaiz, y al Sargento Mayor de la Plaza, don Rafael Chico. En seguida se apresaron varios esclavos. A pesar de que las primeras dedaraciones de los acusados resultaron ser negativas, se acordd crear terror entre la 5 Ibid., p 125. 6 Ibid., p 124

24 poblaci6n esclava y desalentar y desenganar a los esdavos de su error para obligarlos a dejar sus perniciosas ideas, Para escarmentarlos, se castigd con azotes a ocho de ellos.' Es posible que la reaccidn extrema de las autoridades se debiera a la gran concentracidn de negros en el pueblo de El Roble y las areas circunvecinas. De acuerdo con el censo de 1812, mis de la mitad de los habitantes de El Roble eran negros. De un total de 1,282, 434 eran blancos, 362 eran mulatos libres y 257 eran agregados. Por lo tanto, una sublevacidn de negros podia tener funestos resultados para los habitantes de esta irea, y, en particular, para los de la capital. Ademis, El Roble se encontraba al sur del partido de Cangrejos, escondite de cimarrones y tierra de gente negra.8 La confabulacidn se extendio ripidamente por toda la zona noroeste de la Isla. En Guaynabo, al sur de la capital, un negro, Juan Agapito del Rosario, fue malamente herido por las milicias por haberse resistido con armas a la prision, Se le estim6 como sospechoso de revolver a los esdavos de la ribera de Guaynabo.9 Tambien se supone que en Guayna­ bo, el mulato Juan Luis, esclavo de Gregorio Sandoval, propagaba otra sediciosa especie. Inmediatamente se crearon 7 Ibid., p. 124. 8 En Cangrejos, la desproporci6n racial era aun m£s crltica que en Rio Piedras. La poblaci6n era de 460 negros libres, 127 mulatos libres, 99 es­ davos y solamente 123 blancos. Desproporciones raciales como £stas no hablan sido desapercibidas por las autoridades. Desde el primer momento en que se trajeron negros a America, las autoridades espafiolas siempre estuvieron conscientes de dicho problema, ya que £sta era la primera condici6n que facilitarla el comienzo de una revuelta de esclavos. La revoluci6n haitiana es el mejor ejemplo. Sin embargo,

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