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Spanish Pages 42 [48] Year 2021
RICHARD D. WOLFF
ENTENDIENDO AL MARXISMO
Entendiendo al marxismo Richard D. Wolff Publicado en 2019 Traducido y digitalizado en julio de 2021 Revisado en octubre de 2021 Segunda edición
Chemok, ¿editor?
CONTENIDO GRACIAS ............................................................................................................................................... 1 PREFACIO ............................................................................................................................................. 2 CAPÍTULO I .......................................................................................................................................... 4 CAPÍTULO II ......................................................................................................................................... 7 CAPÍTULO III ..................................................................................................................................... 14 CAPÍTULO IV ..................................................................................................................................... 22 CAPÍTULO V ...................................................................................................................................... 24 CAPÍTULO VI ..................................................................................................................................... 28 CAPÍTULO VII .................................................................................................................................... 32 CITAS DE KARL MARX ................................................................................................................... 38 LECTURAS RECOMENDADAS ....................................................................................................... 40
GRACIAS Quisiera agradecer a todos mis colegas de Democracy at Work que me ayudaron a producir este panfleto: Betsy Avila y Liz Phillips, las cuales dirigieron este proyecto de inicio a fin; Maria Carnemolla, la cual contribuyó de forma importante con consejos y correcciones en el camino; Luis de la Cruz, cuya ilustración le da gracia a la portada1; y a Jake Keyel y Andrea Iannone por las ediciones finales. Incontables conversaciones entre nosotros produjeron este ensayo, y tales conversaciones se relacionan con toda Democracy at Work, un proyecto corporativo sin fines de lucro.
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La portada original del libro (N. del T.).
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PREFACIO Brexit, Trump, el resurgimiento de la derecha y las olas antiinmigrante y antiextranjera solamente muestran cuántos problemas tiene el capitalismo luego de la crisis del 2008. Ellas replican lo que sucedió en varios lugares después de la crisis capitalista de 1929. Millones de personas están preocupadas por el declive económico. Ni la educación, ni los medios, ni su relacionamiento con movimientos políticos críticos los han preparado para otra crisis y la década perdida que le sigue. Muchos claman enojados y desesperados por un cambio que de alguna manera revierta esta espiral descendiente que nos amenaza. Dado el anterior medio siglo de Guerra Fría y sus efectos en la política, la cultura y la ideología, no fue sorpresivo que el surgimiento de la mayoría de protestas políticas tuvieran la forma de movimientos de derecha. Millones de personas se voltearon en contra de lo políticamente establecido que precedió a las fuerzas económicas que llevaron a la crisis, y que además de perdonar a los que la causaron, impusieron duras medidas de austeridad para las víctimas de la misma. Votar a los socialistas falló en gran medida debido a que la mayoría de partidos políticos socialistas se habían alineado con el neoliberalismo dominante. Ahora algunos identifican los errores que ellos cometieron, mientras otros los reproducen. Aquellos que están frustrados con el sistema capitalista buscan y encuentran mejores alternativas a simplemente dejarse llevar por lo políticamente establecido. Desean análisis más profundos y críticos acerca de qué fue lo que hizo que tanto la sociedad como la economía política contemporánea estén tan mal; ellos se atreven a pedir… un cambio de sistema. Entonces ellos se encuentran en su camino con la crítica del capitalismo que se remonta a la tradición marxista, y descubren 2
lo que ésta tiene para ofrecer. Todo aquello que se había retirado de los discursos políticos, académicos y mediáticos desde hacía mucho tiempo. Hay una creciente demanda por una introducción accesible al marxismo y a los cambios sociales que éste sugiere. Este ensayo responde a ese interés. Busca proveer las bases para soluciones reales en este momento que las fallas y fracasos del capitalismo contemporáneo están expuestas: bienes entregados de forma prioritaria al 1% mientras que el resto es humillado con una indignante inequidad, inestabilidad, y líderes políticos asquerosamente reaccionarios. El marxismo siempre fue la sombra crítica del capitalismo. Sus interacciones los cambiaron a ambos. Ahora el marxismo está nuevamente emergiendo hacia la luz mientras el capitalismo tambalea debido a sus propios excesos y se enfrenta a un declive. Espero que este ensayo pueda ayudar a la renovación del marxismo en nuestra era.
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CAPÍTULO I «La historia de toda sociedad hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases»2. – Karl Marx
Ofrecemos este ensayo hoy en día por el poder y la utilidad actual de la crítica de Marx al sistema económico capitalista. En el camino, ha cambiado de múltiples maneras. Pero en su núcleo ha permanecido un tipo particular de sistema económico, diferente al esclavo, al feudal y a otros sistemas en la historia humana. La forma en que el capitalismo produce y distribuye bienes y servicios sigue manteniendo la misma estructura básica, dinámica, fallos e injusticias que Marx acertadamente criticó. ¿Por qué deberíamos prestar atención a las grandes críticas sociales de Marx? Los críticos ven y entienden cualquier sociedad de una forma diferente a como lo hacen sus admiradores. Para entender algo, la gente inteligente considera a la sociedad directamente, pero también considera cómo otros la ven y la entienden. Entonces, ellos consideran (1) lo que creen las personas a las que les gusta, pero también (2) lo que creen las personas a las que no les gusta. Teniendo en cuenta todas estas consideraciones se puede llegar a mejores conclusiones. Por ejemplo, imaginemos que queremos entender a la familia que vive calle arriba (mamá, papá y sus dos hijos). Supongamos que conocemos a uno de los niños que cree que es la mejor familia que ha habido y habrá, y al otro, que cree que es un caso perdido de violencia intrafamiliar. Para estudiar a esta Marx, K. & Engels F. (1948). Manifiesto Comunista (Edición del Centenario). Pág. 3. Santiago de Chile: Babel. 2
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familia, sería extraño que escogiéramos conversar solamente con uno de los chicos. Un grado mínimo de honestidad requeriría que nosotros hablemos con ambos, preguntemos, escuchemos lo que cada uno tiene que decir, luego realicemos una entrevista y observemos a los padres y a la familia junta, etc. En base a todo eso sacamos nuestras propias conclusiones sobre la familia, haciendo lo mejor que podamos para entenderla. Es lo mismo al intentar entender al capitalismo. Esto requiere que consideremos al sistema directamente, pero también que consideremos las evaluaciones de sus críticos, admiradores y apologetas. Este proceso se vuelve más complicado cuando la mayor parte del contexto social es una confrontación extremadamente polarizada entre los críticos y los apologetas del capitalismo. Todos debemos reconocer que palabras como Marx, marxismo, socialismo, comunismo y todo eso han sido palabras con una carga terrorífica para mucha gente por muchos años. En los Estados Unidos, incluso antes del inicio de la Guerra Fría, los apologetas del capitalismo y sus admiradores con regularidad satanizaron a los críticos del capitalismo al presentarlos como peligrosos, desleales, extranjeros, y/o antiestadounidenses, anticristianos, etcétera. Desde 1945, los estadounidenses fueron enseñados, alentados o presionados a ver al socialismo, al comunismo, al marxismo, a la URSS, etc. con miedo, ansiedad y odio. Por lo tanto, la mayoría de estadounidenses prestaron poca o ninguna atención al trabajo de Karl Marx. Profesores en todos los niveles de alguna manera lo ignoraron o lo sometieron a tratamientos breves y degradantes. Empresarios, periodistas y académicos aprendieron (o, mejor dicho, no aprendieron) de aquellos profesores, y por lo tanto replicaron su ignorancia o su ridiculización de Marx y el marxismo. Fue necesaria la última crisis del capitalismo en 2008 para empujar a muchos a reconocer que el capitalismo sigue 5
siendo el mismo viejo e inestable sistema económico que siempre ha sido. De la misma manera, el capitalismo estadounidense precipitándose hacia una extrema inequidad deslegitimó la frase popular que dice que «el capitalismo entrega los bienes», o al menos expuso que lleva mucho más al 1% que al otro 99%. En los últimos años, por lo tanto, se ha visto una renovación mundial de actitudes críticas al capitalismo. Aquello evolucionó rápidamente hacia un interés renovado en estudiar qué es lo que tienen que decir los críticos del capitalismo, y qué ofrecen como un sistema alternativo. Este ensayo refleja y busca contribuir a dicha renovación. Durante los últimos 200 años, los críticos más importantes del capitalismo han sido Karl Marx y las diversas tendencias profundamente influenciadas por su trabajo. En otras palabras, el marxismo ha sido la principal tradición de pensamiento y práctica crítica al capitalismo. Representa las ideas y experiencias acumuladas a través de generaciones alrededor del mundo de quienes intentaron mover a la sociedad más allá del capitalismo utilizando las perspectivas críticas de Marx. Marx y el marxismo son tan importantes en el lado de la crítica al capitalismo, como lo son Adam Smith, David Ricardo y John Maynard Keynes por el lado de quienes lo celebran.
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CAPÍTULO II «El modo de producción de la vida material determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general»3. – Karl Marx
¿Qué fue lo que motivó a un joven Karl Marx creciendo a mitades de la Europa del siglo XIX para que se convirtiese en un crítico del capitalismo? La respuesta se encuentra en parte en las revoluciones francesa y estadounidense del siglo XVIII. Marx se adhirió sus demandas principales: de Francia, libertad, igualdad y fraternidad, y de los Estados Unidos, la democracia. Él deseaba que esas demandas tuvieran lugar en la sociedad moderna. Él creía que el capitalismo impulsado por las revoluciones francesa y estadounidense era un mejor sistema que el feudal, el esclavista y otros sistemas previos en la historia de la humanidad. Él creía, además —como mucha otra gente joven de su tiempo— que el capitalismo traería consigo la libertad, la igualdad, la fraternidad y la democracia que la Revolución Francesa y la Revolución Estadounidense habían prometido que traerían. Pero los 75 años que separaban su llegada a la adultez de aquellas revoluciones presentaron a Marx una desafiante y profunda contradicción. Las revoluciones habían triunfado en establecer el capitalismo. Éste palpitaba y crecía a su alrededor en la Europa occidental. Ya no existían (o estaban dejando de existir) los antiguos sistemas económicos de amos y esclavos, señores y siervos. En cada lugar eran relativamente «libres» tanto hombres como mujeres dentro del nuevo sistema capitalista de Marx, K. (2008). Contribución a la crítica de la economía política (Novena ed.). Págs. 4 - 5. México: Siglo XXI editores, S.A. 3
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empleados y empleadores. Pero el capitalismo en el que vivía Marx no había establecido ni la libertad, ni la igualdad, ni la fraternidad, ni siquiera una democracia verdadera. Mucho menos mostraba signos de moverse en dicha dirección. En cambio, cuando Karl Marx veía alrededor en la Europa de su tiempo, veía más o menos lo que había surgido, por ejemplo, en las novelas de Charles Dickens (o de Émile Zola, Máximo Gorky y Jack London). Él encontró una enorme brecha entre un grupo relativamente pequeño de la población que se encontraba bien: estaban bien educados, alfabetizados y cómodos; y una masa de trabajadores agrícolas, industriales y de servicios que estaba sufriendo: pobreza, falta de educación y en ocasiones analfabetismo. Marx sintió que el capitalismo había traicionado la promesa que impulsó a tanta gente que él admiraba a apoyar el fin del feudalismo, del esclavismo, etc., con las sangrientas revoluciones que fueron necesarias para conseguirlo. El capitalismo había fallado en traer libertad, igualdad, fraternidad y democracia. Y entonces él se planteó una meta. La gran pregunta para él era: «¿Qué había pasado?». ¿Por qué el capitalismo no cumplió su promesa? ¿Había intentado y había fallado? ¿Y si fue así, por qué? La investigación que llevó a cabo, la cual él y sus colaboradores cercanos entonces escribieron, se trata de la contribución de Marx, su entendimiento crítico del capitalismo. Él descubrió que la razón por la cual el capitalismo había fallado en traer libertad, igualdad, fraternidad y democracia era que su propia estructura y efectos sociales eran ellos mismos obstáculos para la realización de dichos objetivos. Al llegar a esta conclusión, Marx tomó esos objetivos como propios. Marx eventualmente llegó a la conclusión de que un progreso genuino para alcanzar la libertad, la igualdad, la fraternidad y la democracia requeriría un cambio de sistema económico desde el capitalismo hacia lo que él llamó socialismo. 8
La investigación que llevó a esta conclusión fue profundamente histórica. La historia de los sistemas económicos anteriores al capitalismo proveyó a Marx de pistas cruciales. Los dos sistemas en los cuales Marx centró su atención fueron el esclavismo y el feudalismo. Los sistemas económicos esclavistas dividen a los seres humanos inmersos en la producción y distribución de bienes y servicios en dos grupos: amos y esclavos. La riqueza, el poder y el dominio cultural reposaba exclusivamente en las manos de los amos. Los esclavos eran propiedad de los amos. En general, los esclavos hacían el trabajo de producción y distribución mientras los amos se dedicaban a supervisar a los esclavos. Sociedades esclavistas anteriores se habían formado, gobernado y ejecutado por los amos, los que reproducían el sistema en el tiempo. Los amos deseaban permanecer amos; sus hijos se convertían en amos como consecuencia. Si tú nacías en aquellas sociedades como un esclavo, lo más seguro es que permanecieras siendo esclavo, y que tus hijos fueran esclavos. En su relación con los amos, los esclavos tenían muy poca libertad, igualdad, fraternidad o democracia. En los sistemas económicos feudales las posiciones de amo y esclavo desaparecían y eran reemplazadas por las de señor y siervo. En el feudalismo europeo, los señores supervisaban y dominaban a los siervos, quienes eran los que hacían el trabajo, parecido a lo que los amos habían hecho en relación con los esclavos. Por otro lado, mientras los siervos no eran propiedad como lo fueron los esclavos, ellos nacían en una posición social ocupada por sus progenitores, tal y como sucedía con los esclavos. En relación a la esclavitud y al feudalismo como sistemas económicos, el capitalismo era a la vez diferente y similar. Era diferente porque los revolucionarios que tumbaron los sistemas anteriores para establecer el capitalismo por lo general insistían en liberar a los esclavos y siervos de su posición subordinada y 9
declarar a todos los hombres libres e iguales. Ninguno podía estar ligado a servidumbres tales como las del esclavo o el siervo; entonces, ellos podrían disfrutar la libertad de tales servidumbres. Finalmente, los defensores y apologetas del capitalismo generalmente apoyaban la democratización, extendiendo el unapersona-un-voto en política a una proporción mayor de las poblaciones adultas. El capitalismo era, por otro lado, similar a la esclavitud y al feudalismo en una dimensión central y crucial. Marx establece este punto crucial al principio del Volumen I de El Capital como parte de su explicación de la «explotación». En el esclavismo, los esclavos producen los bienes y servicios que se convierten completamente —100%— en propiedad inmediata de su amo (tal y como lo era el esclavo). El amo decidía cuándo, cómo y cuánto de la producción de ese esclavo debería regresar al mismo para su reproducción (comida, ropa, techo, etc.). Esto resulta de dividir la jornada de trabajo de los esclavos en dos porciones: una es la porción en la que los productos regresan a los esclavos para su consumo. Marx llamaba a este el «trabajo necesario» del esclavo. La segunda porción residía en los productos que eran apropiados y utilizados por el amo; Marx llamó a esto «trabajo excedente». Este era el trabajo realizado por los esclavos más allá del nivel necesario para su supervivencia permitido por los amos. El mismo tipo de razonamiento aplica para el feudalismo. Ahí el siervo era asignado a una tierra para cultivarla durante un período de tiempo con la condición de que los productos resultantes de esa actividad fuesen utilizados por el siervo para el consumo de su unidad familiar. Otra porción del tiempo de trabajo del siervo sería asignada para ser desarrollada en los dominios del señor, que también se apropiaba del producto de dicho trabajo. El trabajo necesario es entonces lo que el siervo producía en la tierra asignada para él/ella, mientras que el trabajo excedente es esa porción del tiempo de trabajo total empleado en 10
los dominios del señor. Marx se refería a los esclavos y a los siervos como trabajadores «explotados» precisamente porque (y en la medida que) una porción de su trabajo y sus productos eran apropiados por otras personas diferentes a los trabajadores como tales. El argumento de Marx entonces aterriza de la siguiente manera4: el capitalismo se parece a la esclavitud y al feudalismo porque (1) también divide a los participantes de la producción y la distribución de bienes y servicios en dos grupos (empleados y empleadores), y (2) también divide el día de trabajo del trabajador en porciones necesaria y excedente. Solamente son las formas de esta división las que difieren entre la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo; las divisiones como tales son sustancialmente las mismas. En el capitalismo, el empleado acepta trabajar, supongamos, por una semana, para recibir su paga el viernes en la tarde. Durante la semana el trabajo del empleado contribuye al producto total vendido por el empleador al final de la semana. Los ingresos totales de ese producto vendido se componen, por un lado, de una parte igual a los costos de los insumos necesarios para producir la totalidad de ese producto; esa parte es normalmente utilizada para reemplazar dichos insumos utilizados. El resto del producto del trabajador se divide en dos porciones: una es dada al empleado en la forma de salarios, mientras que la otra es retenida por el empleador para su uso o consumo. Los salarios son el producto del trabajo necesario del trabajador en su jornada de trabajo; las ganancias retenidas por el empleador son el resultado del trabajo excedente del trabajador durante su jornada. El trabajador «libre» del capitalismo —la persona que vende su fuerza de trabajo a cambio de salarios— es explotada de la misma manera que los esclavos y los siervos, trabajadores «no libres».
La palabra original es «hit home», que significa darse cuenta de algo terrible o desagradable (N. del T.). 4
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El capitalismo, dijo Marx, nunca fue más allá de aquellos modelos económicos donde unos pocos dominan a una mayoría. El capitalismo simplemente reemplazó las dicotomías amo/esclavo y señor/siervo por una nueva. Una minoría explotadora y dominante todavía estaba ahí, solamente que ahora tenía un nuevo nombre: empleadores. Una mayoría explotada y dominada todavía estaba ahí, pero con un nuevo nombre: empleados. Tal y como sucedió con la esclavitud y el feudalismo, la minoría dominante en el capitalismo jugó y juega un rol social dominante. Los empleadores controlan a los políticos y a la dirección de desarrollo social; ellos toman todas las decisiones importantes en el lugar de trabajo; ellos dirigen las cosas. Las masas de personas están subordinadas. Marx mostró que el fundamento principal para que el capitalismo fallara en traer libertad, igualdad, fraternidad y democracia era su propia organización interna. Ahí, un pequeño grupo de gente en la cima (grandes propietarios y ejecutivos importantes) tomaban todas las decisiones importantes referentes a qué, cómo y dónde producir, y qué hacer con el fruto del trabajo excedente de sus empleados. Los empleados estaban sistemáticamente excluidos de tomar esas decisiones, pero debían vivir con los resultados de las mismas. Eso no es democracia; es lo opuesto. Marx murió en 1883. En los 135 años que siguieron a su muerte sus ideas se han difundido a cada país sobre la Tierra. Gente en condiciones económicas, políticas y culturales diferentes encontraron un gran significando en lo que Marx, y luego los marxistas, escribieron, dijeron e hicieron. Cada país en el planeta tiene organizaciones marxistas, sindicatos marxistas, periódicos marxistas, sociedades marxistas, partidos políticos marxistas, y la lista sigue. Todos ellos encontraron sentido en el marxismo, y todavía lo hacen. 12
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CAPÍTULO III «El hombre es, en el sentido más literal, un ζῷον πoλίτικoν5, no solamente un animal social, sino un animal que solo puede individualizarse en la sociedad»6. – Karl Marx
Muchas de las contribuciones de Marx fueron en Economía. Él era un intelectual europeo comprometido y educado, en un tiempo en el que relativamente pocas personas eran educadas o siquiera sabían leer. Habiendo sido formalmente un filósofo, inició su vida profesional como profesor de filosofía. Sin embargo, su interés en el mundo que le rodeaba lo movió rápidamente a convertirse en lo que hoy en día llamamos un economista. Aquí presentamos el núcleo de sus estudios económicos, antes de continuar con el fascinante desarrollo de dicho núcleo. En cada sociedad humana, desde los primeros registros que conocemos hasta el presente, la gente produce y distribuye algo a lo que Marx llama excedente. Deberíamos comenzar explicando a qué se refiere Marx con esto. En cada sociedad, dice él, los seres humanos sobreviven gracias al trabajo: transforman a la naturaleza para satisfacer sus necesidades. Ellos convierten lana en ropajes para permanecer abrigados, árboles para construir refugios de la lluvia y la tormenta, tierra en comida, etcétera. Durante el trabajo, los seres humanos utilizan su mente y músculos para transformar la
Zoón politikon, que traducido al español sería «animal político» (N. del T.). Marx, K. (2007). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857~1858 (Vigésima ed.). Pág. 4. México: Siglo XXI editores, S.A. 5
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naturaleza en productos de consumo de los que la humanidad depende. Pero no toda la gente trabaja, no todos utilizan sus mentes y músculos para transformar a la naturaleza. Siempre hay grupos de gente en cada sociedad humana —tanto las grandes como las pequeñas— que no trabajan. Aquellas personas sobreviven si y solo si los miembros de la sociedad que sí trabajan producen más de lo que ellos mismos consumen. El resultado sobrante de lo que los trabajadores como tales consumen, es a lo que Marx llama excedente7. Dicho excedente, si es distribuido a otra gente, ajena a los trabajadores que la produjeron, permite que dicha gente sobreviva y tenga una función en la sociedad. Los bebés son un ejemplo de esa otra gente que no podría utilizar su mente y músculos para transformar la naturaleza, porque ni siquiera están en capacidad de caminar todavía. Algunos miembros de la sociedad deben producir plusvalor si los bebés van a sobrevivir tomando parte de ese excedente. En la mayorá de sociedades, los productores del excedente —Marx los llama trabajadores productivos, precisamente porque producen un excedente— lo distribuyen a más gente, no solamente a los bebés. Los niños, los enfermos y los ancianos son, por lo general, receptores de excedente. También lo es la gente en capacidad de producir excedente, pero que no lo hacen. Este excedente producido por algunos miembros de las sociedades humanas mantiene a los miembros que se aprovechan del excedente distribuido hacia ellos. Podríamos iniciar con un ejemplo ilustrativo de una sociedad esclavista. Cuando un esclavo trabaja en una plantación, todo lo que él o ella produzca le pertenece de forma inmediata y automática a su amo. Por lo general, el amo daba al esclavo una porción del producto de su trabajo (en la forma de comida, vestimenta, techo, etc.). El objetivo era facilitar que el 7
O plusvalor (N. del T.).
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esclavo volviese a trabajar al día siguiente. El amo utilizaba una porción del excedente del esclavo para reemplazar las herramientas, equipo y materias primas utilizadas durante la jornada de trabajo. Lo demás de lo que haya producido el esclavo es el excedente. Como cualquier porción del producto del esclavo, este excedente también pertenecía al amo. El amo se apropiaba de dicho excedente y lo utilizaba para financiar su consumo, a sus sirvientes y a sus colaboradores, y cualquier otra persona cuya actividad social él considerara necesaria. El amo utilizaba una porción del excedente del esclavo para sostener dichas actividades porque le facilitaban a reproducir el sistema esclavista del cual el amo depende. Por ejemplo, el amo debería pagar (distribuir o compartir parte del excedente producido por el esclavo) a un grupo de bandidos para que capture y regrese a los esclavos fugitivos. La gente cuyas vidas dependen del excedente distribuido hacia ellos por parte de los amos podrían estar involucrados en trabajos que necesitasen el uso de sus mentes y músculos. Pero ellos como tales no producen excedente. Por tal razón, para Marx ellos son trabajadores no productivos (o improductivos). Marx, crítico y teórico social, quería resaltar la diferencia entre aquellos trabajadores que producían excedente, y aquellos que vivían de la distribución del excedente producido por otros. Él identifica que esa diferencia tiene todo tipo de implicaciones en las actitudes de los dos grupos de trabajadores frente al sistema vigente, frente a los proyectos de ir más allá de ese sistema, etc. Él resaltó la disimilitud entre los trabajadores productivos y los no productivos para que aquello que tienen en común —por ejemplo, todos podrían ser esclavos— no oscureciera sus diferencias: una cuestión de vital importancia para cualquier proyecto político que uniera a todos los esclavos como una poderosa y única fuerza social.
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El amo se aprovecha del excedente. El amo no presta atención a los campos de algodón, ni cultiva las frutas y vegetales, el queso, la mantequilla o la carne. Son los esclavos productivos los que hacen todo eso. Ellos producen más algodón del que necesitan para vestirse a sí mismos, más comida y vestido de lo que necesitaban para ellos mismos, y todo ese «más» —en especie, o en dinero si es que se comercializó— es entregado al amo. El amo lo utiliza para mantener este tipo de sociedad funcionando. El amo se sienta a la cabeza; el amo tiene el poder, el amo depende del excedente de los esclavos. Prácticamente la misma lógica está en el análisis que Marx hace del feudalismo. Los trabajadores productivos eran los siervos, y el excedente que ellos producían era entregado al señor. En Europa, el nombre dado al excedente feudal era «renta». Los señores vivían de las rentas que obtenían de los siervos que explotaban; a veces utilizaban esa renta para mantener a sus sirvientes, etc., quienes por lo tanto vivían del excedente feudal como trabajadores no productivos del feudalismo. Ahora, vamos al punto principal de Marx: en el capitalismo, nos encontramos la misma explotación básica que estaba dentro de los sistemas esclavista y feudal. Se distingue debido a las formalidades del sistema empleador/empleado. En el primer volumen de El Capital, Marx penetra este disfraz para mostrar cómo la relación entre empleador y empleado incluye una forma particular de producir y distribuir excedente. Imagínate a ti mismo como una persona que solicita empleo a un empleador cuya empresa produce escaleras. Luego de ir por sobre los detalles del trabajo, llegan al problema del salario y aceptan que será 20 dólares por hora en un trabajo de 9 a 5, de lunes a viernes. El empleador cree que contratarte a ti —tal y como sucedió con todos los otros trabajadores productivos que ha contratado— incrementará la calidad y/o cantidad del producto de la empresa de escaleras, y por lo tanto produce más ventas también. 17
Marx entonces explica lo que la mayoría de trabajadores identifican, al menos de forma intuitiva: un empleador solamente pagará a un trabajador productivo 20 dólares la hora si durante esa hora se obtuviesen ingresos mayores a 20 dólares. En esto, dice Marx, está la forma capitalista del excedente. El valor añadido (al valor de las herramientas, equipos y materia prima utilizadas en la producción) por cada hora de trabajo de cada trabajador excede el valor pagado al trabajador por esa hora de trabajo. La diferencia entre valor añadido y el salario pagado es el excedente producido por el trabajador en una empresa capitalista. El empleador se apropia de este excedente contenido dentro de los ingresos cuando el producto de la empresa es vendido. El empleador divide esos ingresos en tres porciones: una es utilizada para reemplazar/reponer las herramientas, equipo y materia prima utilizada para producir el producto de la empresa; otra porción va dirigida a los trabajadores en la forma de salarios; y una tercera porción del excedente es retenida y por lo tanto apropiada por el empleador capitalista. Tal como el trabajo productivo de los esclavos y los siervos, aquello es explotado de los trabajadores: todos ellos producen excedente para otros. Solamente la forma del excedente capitalista y de las relaciones de explotación capitalistas distinguen al capitalismo del esclavismo y del feudalismo. En el núcleo productivo del capitalismo, en la relación entre empleador y empleado, éste último produce el excedente apropiado por el primero. En esta explotación, Marx identifica un obstáculo central que impide que el capitalismo logre sus promesas de libertad, igualdad, fraternidad y democracia. La ausencia de todo esto en el esclavismo y el feudalismo derivaba, de igual manera, de las relaciones de explotación que se encontraban en sus núcleos productivos. La conclusión a la que llega Marx es que: para conseguir la libertad, la igualdad, la fraternidad y la democracia en cualquier sociedad, toda relación de producción explotadora debía ser eliminada. 18
Los objetivos progresistas defendidos por la Revolución Francesa y la Revolución Estadounidense eran inconsistentes con una minoría que se apropiaba y distribuía el excedente producido por una mayoría, y desde entonces esto se ha resaltado en todo lugar. Los escritos marxistas en ocasiones llegaron a hablar de «esclavos asalariados». Ese no es un comentario sin más. Éste vincula la condición del asalariado a la del esclavo. Al mirar la libertad de los asalariados a través de los lentes de la teoría del excedente de Marx, es evidente que dicha libertad es una ilusión. En el capitalismo, la mayoría de los trabajadores están condicionados a ser o bien un trabajador asalariado productor de excedente para un empleador, o un trabajador asalariado al servicio de un empleador que vive de la distribución del excedente producido por un trabajador productivo. La libertad requiere un cambio de sistema, porque de no ser así, estarías atrapado eternamente en éste. Marx argumenta que las sociedades explotadoras por lo general utilizan sus excedentes para mantener dicha explotación. Los amos utilizaron el excedente arrebatado a los esclavos para mantener el esclavismo; los señores utilizaron el excedente de sus siervos para mantener al feudalismo. De igual manera, el capitalismo utiliza el excedente apropiado de los trabajadores productivos para reproducir las relaciones sociales del capitalismo, la sociedad de empleadores y empleados. Esto significa dar a los capitalistas —y a sus representantes delegados— posiciones de dominación no solo en la economía, sino también en la política y en la cultura. En el capitalismo —hace cien años, hace cincuenta años, ahora mismo— es la clase empleadora la que es socialmente dominante. La contribución de Marx fue identificar en la producción el mecanismo fundamental sobre el cual esta dominación está asegurada.
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En esta exposición de excedentes y explotación, Marx desarrolló un concepto único de clase, un concepto diferente al tradicional, a las concepciones pre-marxistas. Antes de Marx (de hecho, hace miles de años) mucha gente había clasificado a la población en subgrupos de acuerdo a cuán ricos eran, o cuánto poder sobre otros tenían. Aquellos que se centraron en la riqueza separaban a los propietarios de los desamparados, los ricos de los pobres, y, por supuesto, las clases medias de todo aquello que estaba por encima o debajo de ellos. Aquellos que se centraban en el poder identificaban al gobernador del gobernado, al poderoso del débil, etc. Para toda esta gente la clase era una categoría divisiva y por lo tanto describía a la gente de acuerdo a la cantidad de propiedades o poder que poseían. Marx hizo uso de aquellos viejos conceptos (categorías, definiciones) de clase para construir su crítica social. Haciendo esto, él siguió los pasos de muchos que lo habían hecho antes que él, y que lo estaban haciendo junto a él. Sin embargo, a diferencia de ellos, Marx inventó y utilizó otro concepto diferente de clase: uno basado en el análisis del excedente. Había la clase productora de excedente, y la clase apropiadora de excedente, y la clase que recibía parte del excedente distribuido hacia ellos por parte de los apropiadores. Los conflictos entre ellos con regularidad deslegitimaban la promesa capitalista de libertad, igualdad, fraternidad y democracia. En otras palabras, Marx inventó y utilizó sus conceptos de clase basados en el excedente para explicar por qué las viejas críticas sociales a esa grave distribución inequitativa de la riqueza y el poder no habían podido superar esas injusticias sociales. No habían entendido que cambiar la organización del excedente era un complemento necesario a cualquier programa que buscase reducir las inequidades en la distribución de poder y riqueza. No habían entendido que eliminar la explotación era necesario para lograr los objetivos de libertad, igualdad, fraternidad y democracia. Los conflictos de clase en los que Marx 20
había centrado su atención (por ejemplo, en los tres volúmenes de El Capital) eran principalmente aquellos referentes a la producción y distribución del excedente, y solo de manera secundaria acerca de la distribución de propiedad y poder.
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CAPÍTULO IV «Así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las figuraciones de los partidos y su organismo efectivo y sus intereses efectivos, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son»8. – Karl Marx
En la forma del capitalismo contemporáneo, los productos de las empresas capitalistas toman la forma de mercancías. Eso significa que ellas pasan del productor al consumidor por medio de un proceso intermedio, por ejemplo, los intercambios en el mercado. Las empresas capitalistas «compran» lo necesario para sus mercancías [input], contratan (o, en otras palabras, compran) la fuerza de trabajo de sus empleados, y venden la mercancía que es resultado de combinar los inputs y el trabajo de sus empleados. Una característica distintiva del capitalismo es que la habilidad para trabajar —la fuerza de trabajo— como tal se convierte en una mercancía que puede ser comprada o vendida. La fuerza de trabajo no era una mercancía en los sistemas económicos esclavista y feudal. Las empresas capitalistas obtienen ingresos, dinero que se ha ganado debido a la venta de sus mercancías [output]. Esos ingresos por lo generan superan a la suma de dinero gastada en comprar inputs (las herramientas, el equipo y la materia prima Marx, K. (2003). El 18 brumario de Luis Bonaparte (Primera ed.). Págs. 4243. Madrid: Fundación Federico Engels. 8
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utilizadas en la producción) y el dinero gastado en comprar fuerza de trabajo. En resumen, los ingresos superan a los costos de producción. Aquel sobrante es el excedente. Una implicación del análisis de Marx es que la clase empleadora siempre busca reducir los salarios pagados a quienes contrataron, los trabajadores productivos. De la misma manera, buscan extender el tiempo y la intensidad del trabajo. La razón por la cual existe esta presión radica en la simple aritmética de la explotación capitalista: cuanto mayor sea el valor añadido por los trabajadores y menor la porción que regresa a ellos, mayor será el excedente apropiado por el capitalista. Como habíamos visto anteriormente, cuanto mayor sea la cantidad de excedente que el capitalista se apropia de los trabajadores, mayores serán los recursos a su disposición para poder consumir, crecer, competir y asegurar el sistema que lo pone en la cima. Por otro lado, los trabajadores productivos probablemente buscarán mayores salarios, debido a que su estándar de vida (y el de su familia) depende con regularidad de dichos salarios. La lucha de clases es un resultado inevitable del capitalismo. Durante los últimos tres siglos, el capitalismo ha logrado reproducirse a sí mismo de manera exitosa, hasta el punto de convertirse en la organización productiva dominante en el mundo. Sin embargo, como Marx identificó, la operación y reproducción del capitalismo era igual de «eficiente» en la producción de riqueza como en la producción de pobreza. La pobreza ha demostrado ser un problema continuo para el capitalismo, el cual nunca logró erradicarla. Según Marx, para lograr erradicar la pobreza es necesario cambiar a un sistema económico alternativo al capitalismo. 23
CAPÍTULO V «Como capitalista, no es más que capital personificado. Su alma es el alma del capital. Pero el capital tiene un solo impulso vital, el impulso de valorizarse, de crear plusvalor, de absorber, con su parte constante, los medios de producción, la mayor masa posible de plustrabajo»9. – Karl Marx
Ahora nos volvemos hacia la distribución de los excedentes en el capitalismo. Dicha distribución nos muestra cómo la organización del excedente en el capitalismo influencia enormemente otros aspectos de la sociedad en la cual existe (y especialmente donde prevalece). Los capitalistas destinan importantes porciones del excedente apropiado hacia su propio consumo. Ellos lo hacen tanto por satisfacción personal como para resaltar las diferencias que tienen (en lo referente a vivienda, vestido, transporte, etc.) en relación a los asalariados. Las diferencias en el nivel de consumo —resultado de la desigualdad producida y mantenida por el capitalismo— puede entonces transformarse ideológicamente en signos de atributos inherentes a los individuos que los convierte en apropiadores de excedente y productores de excedente. Tal y como las sociedades tempranas atribuían las desigualdades resultantes de la esclavitud y el feudalismo a los designios de Dios o la naturaleza, existen poderosas tendencias ideológicas en el capitalismo que identifican dicha causa en la inherente variabilidad individual Marx, K. (2008). El Capital. Tomo I. Vol. I. Libro primero. El proceso de producción del capital (Primera ed.). Pág. 279. México: Siglo XXI editores, S.A. 9
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(la «naturaleza humana»). Esto no puede ser alterado por simples mortales, al igual que la naturaleza o Dios. El pasajero contrato social —construido y alterado por la sociedad— se convierte en algo inamovible, tallado sobre la piedra. Aquellos que tienen el poder sobre las sociedades necesitan desesperadamente creer y hacer que otros crean que sus posiciones son permanentes. Con igual importancia, los capitalistas distribuyen otras porciones del excedente del que se apropian a todo tipo de gerentes y supervisores para realizar tareas necesarias para la producción del excedente. Aquellas tareas no son en sí mismas productivas o excedentes, pero son cruciales para la producción de excedente por parte de otros. Esta distinción es importante. El personal gerencial en una corporación capitalista moderna no trabaja con máquinas para transformar materias primas en mercancías para su venta. Dichos gerentes controlan y dirigen a los trabajadores productivos, pero no son parte de ellos. El salario y los equipos que esos gerentes utilizan representan costos para el capitalista que son costeados del excedente. En el capitalismo, tal y como Marx deja en claro, el capitalista tiene que distribuir gran parte del excedente a otros con el objetivo de seguir obteniendo excedente. Sin personal gerencial, los trabajadores productores de excedente podrían producir menos o quizás nada. El gerente en este caso es un trabajador no productivo. Su trabajo provee una condición necesaria de existencia para la producción de excedente por otros, los trabajadores productivos. Éstos últimos son los que entregan [ejecutan] su plustrabajo; los gerentes son reguladores de su trabajo productivo. Para que el capitalismo pueda reproducirse a sí mismo, necesita de ejecutores y reguladores, trabajadores productivos y no productivos, pero eso no significa que sus diferencias no tengan importancia. Al contrario, en cada sistema económico explotador, los dos tipos diferentes de trabajadores han jugado varios roles en mantener y derrocar al sistema, en buscar alianzas políticas entre ellos o a lo mejor con los apropiadores de 25
excedente. En el esclavismo, por ejemplo, los esclavos del campo y del hogar mostraban diversas relaciones. Así mismo lo hicieron los siervos asignados a la agricultura frente a los artesanos. El capitalismo ha tenido sus trabajadores de cuello blanco y azul. Dando reconocimiento a Marx, su teoría del excedente —y el análisis de clase construido sobre ésta— puntualizó la importancia profunda y sistemática de estas diferencias. Los capitalistas distribuyen excedente a otro tipo de beneficiarios con otros propósitos. Por ejemplo, los capitalistas distribuyen excedente a gerentes encargados de comprar e instalar más y mejores maquinarias, herramientas, equipamiento, etc. Su objetivo podría ser incrementar la escala de la producción, o reemplazar la mano de obra (automatización), o ambas. Lo que empuja a dichas distribuciones de excedente es la competición entre capitalistas. Cada uno teme que sus competidores consigan máquinas, o que obtengan inputs que les permitan producir más productos a un menor costo; cada uno tiene la esperanza de ser el que lo logre. Con motivos similares, los capitalistas pueden direccionar distribuciones de excedente para cubrir los costos de cambiar el lugar de producción a áreas con salarios más bajos o reclutar trabajadores de otro lugar (por ejemplo, inmigrantes o mano de obra tercerizada) dispuesta a trabajar por menores salarios. Los capitalistas distribuyen porciones del excedente del que se apropian para facilitar cualquier condición de existencia que ellos creen necesitar. Por ejemplo, en lugares de producción amenazados por el crimen, el excedente podría utilizarse para pagar salarios al trabajo improductivo de los oficiales de seguridad. Donde los trabajadores productivos exhiben problemas relacionados al alcoholismo, los capitalistas podrían contratar el trabajo improductivo de personal de recursos humanos o asesores que los ayuden a resolver esos problemas. Si la legislación es un riesgo, los capitalistas utilizarán excedente para contratar 26
abogados. Porciones del excedente deben ser pagadas, además, a los gobiernos locales, federales o nacionales en la forma de impuestos, dividendos o permisos, intereses a los prestamistas, etc. Para Marx, el capitalista funciona en el centro de un complejo sistema. Por una parte, el capitalista busca obtener la mayor cantidad de excedente posible de los trabajadores productivos contratados, por otra, el mismo capitalista debe decidir cómo distribuir diferentes porciones del excedente apropiado a diferentes beneficiarios (reguladores, trabajadores improductivos) los cuales proveen las condiciones para la existencia del proyecto capitalista. No sorprende que el capitalismo se desarrolle de forma irregular —como Marx señaló. Cada capitalista competidor decide y funciona alrededor de suposiciones acerca de la realidad presente y futura. Cada capitalista supone de forma diferente, debido a que las circunstancias acerca de cómo debe lidiarse con cada eventualidad son juzgadas y entendidas de varias formas. Uno triunfa y otro fracasa, dando al capitalismo un camino de desarrollo irregular. Sospechas entre ellos y una sospecha incluso mayor a cualquier coordinación estatal impide que los capitalistas lidien con la desigualdad sistémica. De la misma manera, el capitalismo se desarrolla de forma irregular a nivel geográfico, dando lugar a la proliferación de áreas «desarrolladas» y «subdesarrolladas», las cuales en ocasiones se reemplazan unas a otras.
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CAPÍTULO VI «Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia, y la otra como [una] farsa»10. – Karl Marx
Otra característica relevante de los análisis de Marx y de muchos marxistas, aparte de consideraciones específicas que nacieron desde su análisis centrado en el excedente, es su atención a las contradicciones. Más allá de las tendencias que ellos descubrieron que daban forma a las sociedades, ellos usualmente buscaban y encontraban tendencias contradictorias y elementos parecidos dentro de todas las tendencias, que las empujaban a ellas y a la sociedad a direcciones diferentes y a veces opuestas. Esta sensibilidad e interés en las contradicciones deriva en parte del maestro de Marx, el filósofo alemán Hegel. En la visión de Hegel, todo era contradictorio. Incluso la vida (naturaleza, sociedad, etc.) es un cúmulo de necesidades en conflicto, fuerzas y presiones. Por supuesto, nuestros pensamientos y conocimiento sobre la vida son también inevitablemente contradictorios. Para Marx, el capitalismo también ejemplificaba contradicciones. Por ejemplo, Marx nos explica que cada capitalista intenta tener tanto excedente como sea posible de los trabajadores productivos. Mientras se apropia de más excedente, más de éste puede ser distribuido para mantener a los inversores Marx, K. (2003). El 18 brumario de Luis Bonaparte (Primera ed.). Pág. 13. Madrid: Fundación Federico Engels. 10
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felices, para pagar altos salarios con el objetivo de motivar a los gerentes, etc. La distribución de excedente mantiene al sistema capitalismo en funcionamiento, reforzando el dominio de los capitalistas. Mientras más excedente pueda obtenerse, para el capitalista, mejor. Los capitalistas siempre buscan más. La avaricia no es la causa del comportamiento de los capitalistas; es una característica que ellos adquieren al interiorizar y acomodarse a los requerimientos de la supervivencia competitiva dentro del sistema capitalista. Los capitalistas podrían apropiarse de más excedente si redujesen los salarios de los trabajadores mientras ellos producen lo mismo. Hay varias formas de lograr dichas reducciones. La inmigración de trabajadores que cobran un salario inferior es un fenómeno famoso en las sociedades capitalistas, pasadas y presentes. De la misma forma lo es cambiar una población [trabajadora] por otra (por ejemplo, de hombre a mujer, de adultos a niños, de una etnia a otra, etc.). Por supuesto, estos dos mecanismos de reducción de salarios traen consigo contradicciones en tanto que los asalariados desplazados se molestan y resisten. Eso podría colocar nuevas demandas sobre el excedente de los capitalistas (digamos, compensar el daño corporativo hecho a los trabajadores desplazados y molestos) que nulifiquen los beneficios de los bajos salarios, y así. Los trabajadores a los que se paga menos podrían mostrar menos lealtad a la empresa. La contradicción podría, dependiendo del contexto social, destruir el impulso inicial de los capitalistas a reducir los salarios. Además de reducir los salarios, los costos de producción pueden reducirse cuando los capitalistas reemplazan a los trabajadores productivos con máquinas. Automatizar, computarizar o robotizar podría ser más barato que —y por lo tanto un sustituto a— contratar trabajadores productivos. Sin embargo, una vez los capitalistas han logrado reducir los salarios y/o contratar menos trabajadores, se enfrentan a otra 29
contradicción. Los trabajadores ahora tendrían menos ingresos que antes debido a que los salarios cayeron o la automatización tuvo lugar. Por lo tanto, ellos serán menos capaces de comprar lo que los capitalistas necesiten vender. Al beneficiarse con la reducción de los salarios de sus trabajadores, los capitalistas han afectado de igual manera la demanda de sus productos. La tendencia casi universal de reducir los costos de mano de obra opera en contradicción con la tendencia paralela a vender todo lo que se ha producido. El sistema es una contradicción: la misma lógica impuesta sobre el capitalista afecta su éxito posterior. Para los marxistas ninguna ley, regla, regulación o patrón de comportamiento proveen un escape a esta contradicción; nunca lo han hecho. El capitalismo experimenta esta contradicción en la forma de recurrentes oscilaciones entre periodos de excesiva ganancia resultado de la reducción en los costos de mano de obra, y destrucción del beneficio debido a las insuficiencias de la demanda agregada para los productos capitalistas. Así es cómo funciona este sistema. Y, por supuesto, los trabajadores despedidos por la automatización por la demanda insuficiente podrían empeorar esa deficiencia y por lo tanto producir una espiral descendente hacia una recesión, o peor, una depresión. Eventualmente, las recesiones producen un abaratamiento de la fuerza de trabajo e inputs, lo suficiente para permitir a los capitalistas beneficiarse de la producción que vuelve a iniciarse. Entonces, le sigue un repunte y se repite el mismo patrón de inestabilidad cíclica de nuevo. Debido a esto y a otras contradicciones exploradas en los tres tomos de El Capital, el sistema capitalista es profundamente inestable. Cada cuatro o siete años en promedio, desde que ha existido, el capitalismo ha producido una crisis económica. Los trabajadores repentinamente pierden sus trabajos, los negocios colapsan y masas de personas se endeudan por meses o incluso años. Esta inestabilidad ha ocurrido junto a efectos 30
desestabilizadores producto de los desastres naturales (inundaciones, sequías, etc.) y otra variedad de desastres sociales (guerras). Un individuo que mostrase signos de inestabilidad emocional comparables a la inestabilidad económica y social del capitalismo hace tiempo que habría sido obligado a buscar ayuda profesional y a hacer algunos cambios en su vida. El punto básico de Marx es que el capitalismo produce y reproduce inequidad e inestabilidad. Solamente eso sugiere que deberíamos procurar enfrentarnos a cualquiera que acepte a un sistema que funciona de esta manera. A través del trabajo de Marx y de otros, ahora podemos reconocer las contradicciones del capitalismo además de las insuficiencias e injusticias que estas imponen sobre nosotros. Es precisamente cómo el sistema funciona —y en particular cómo éste produce, apropia y distribuye sus excedentes— lo que ha impedido al capitalismo de lograr libertad, igualdad, fraternidad y democracia. Y al centrarnos en la forma que toma la organización de los excedentes, Marx también nos proveyó el conocimiento de que el próximo sistema debe ser uno en el que la organización del excedente es democrática, donde aquellos que producen el excedente son idénticos a quienes se apropian de éste y donde los trabajadores productivos e improductivos, juntos y de manera democrática, deciden quién obtiene qué porciones del excedente para desarrollar qué servicios sociales.
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CAPÍTULO VII «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo»11. – Karl Marx
En las partes finales de este ensayo, revisaremos las sugerencias o soluciones que Marx y los marxistas presentan para los problemas y las insuficiencias del capitalismo. El mismo Marx dijo y escribió un poco acerca del futuro más allá del capitalismo. Él no creía en la predicción del futuro; nadie podría conocer cómo el mundo evolucionaría. Marx nos dio algunas ideas de qué podría pasar si estábamos dispuestos a ir más allá del capitalismo. Pero él no ofreció planos ni caminos. Más tarde, los marxistas no siempre compartieron estas dudas, especialmente luego de que los marxistas jugaran un rol protagónico en lo que ellos llamaron sociedades «socialistas». Marx nunca sugirió, contrario a lo que mucha gente ha dicho, que el Estado —el gobierno— tendría que tener alguna clase de protagonismo en este posible mundo post-capitalista. Más tarde, algunos marxistas interpretaron que él lo había sugerido, pero es difícil encontrar en los escritos de Marx alguna idea como esa. Él nunca escribió un libro acerca del Estado, porque ese no era el centro o la prioridad de su análisis. Su prioridad era, en cambio, las relaciones entre las personas a medida que producen su existencia: relaciones como amo/esclavo, señor/siervo, y empleador/empleado. En cada una de estas relaciones, una minoría tomaba todas las decisiones importantes de la Marx, K. & Engels, F. (1980). Obras escogidas. Tomo I (Primera ed.). Pág. 3. Moscú: Progreso. 11
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producción: amos, señores, empleadores. Ellos deciden qué se va a producir, cuándo se produce, dónde se produce y qué se hace con el excedente arrancado de los trabajadores productivos. Para lograr una sociedad que exhiba libertad, igualdad, fraternidad y democracia, el objeto que hay que cambiar primero es la producción. Es necesario un cambio fundamental en cómo la producción se lleva a cabo: en la oficina, la fábrica, la tienda o el hogar, cualquier trabajo que se realice. Para Marx, el objetivo de dichos cambios es para terminar con la dicotomía entre unos pocos apropiadores de excedente en la cima de la organización, que tomaban las principales decisiones relacionadas a la producción, y todos los demás vinculados a dicha organización. Que nunca más una masa de gente produjera o permitiera que un excedente fluyera a las manos de una minoría pequeña de apropiadores. El objetivo es un sistema económico diferente, uno en el cual el lugar de trabajo se convierta en algo fundamentalmente igualitario y democrático. Los productores de excedentes serían iguales a los apropiadores y los distribuidores de dicho excedente; la explotación, por lo tanto, deja de existir. Las decisiones en el lugar de trabajo —qué, cómo y dónde producir y de qué manera distribuir el excedente— deben ser tomadas de forma democrática por los trabajadores productivos e improductivos en conjunto, en la base de una persona, un voto. Desde esta perspectiva, la democratización del lugar de trabajo es lo que nosotros conceptualizamos como «ir más allá» del capitalismo. Si tú crees en la democracia, si tú crees que la libertad de los adultos requiere un entorno social democrático, entonces esa democracia debe incluir tu lugar de trabajo. Ahí es donde la mayoría de adultos pasan la mayor parte de su tiempo, o por lo menos períodos importantes del mismo. Entonces la solución a los problemas del capitalismo requiere transformar el lugar de 33
trabajo capitalista. Lo que debe eliminarse es la jerarquía dicotómica vertical que tiene al empleador en la cima, y a las masas de trabajadores en la base. En su lugar, los lugares de trabajo deberían convertirse en instituciones democráticas donde todo el mundo tiene la misma capacidad de decidir qué es lo que sucede ahí. Lo que le debe pasar a la economía es lo que los demócratas han solicitado por largo tiempo para la política. Después de todo, el librarnos a nosotros mismos de los reyes, los zares y los emperadores estableció el fundamento de que era inaceptable que estuviésemos sujetos a un pequeño grupo de gente tomando todas las decisiones políticas básicas para todos nosotros. La misma lógica puede aplicar a la economía; precisamente, esta es una forma de aferrarse al argumento de Marx. La democratización de la política ha sido un mantra, ha sido un eslogan, y ha sido un objetivo por largo tiempo. Marx pregunta: ¿por qué solamente la democratización de la política? ¿Por qué no la democratización de la economía? Para ir un paso más allá, Marx efectivamente argumenta que una democracia política genuina requiere una democracia económica como su base y compañera. Si permitimos que cualquier sistema económico enriquezca solo a unos pocos, esos ricos utilizarán esa riqueza para corromper el sistema político para asegurar su riqueza. La historia del feudalismo, el esclavismo y el capitalismo aterrizan a esta verdad repetidamente. El espectáculo contemporáneo de multimillonarios compitiendo por comprar votos está siendo experimentado por cada uno de los que leen este libro. Otra implicación del deseo de Marx de una forma diferente y democrática de organizar los lugares de trabajo es que nunca será suficiente para ir más allá del capitalismo si nosotros simplemente reemplazamos a los emprendedores privados o empleadores privados por burócratas estatales. La 34
Nacionalización o la socialización de los medios de producción no nos llevará más allá del capitalismo mientras mantenga la dicotomía empleador/empleado. Desde el último siglo, cuando el Capitalismo de Estado reemplazo al capitalismo privado, aquello llevó a algunos a referirse a dicho capitalismo de Estado como socialismo, o incluso comunismo. Por lo tanto, la gente se refiere a las oficinas postales, los sistemas ferroviarios o los bancos públicos como ejemplos de socialismo. Otra gente se ha reservado el término socialismo para aquellas sociedades que instituyeron un Capitalismo de Estado como su sistema económico predominante. Países tales como la URSS, la República Popular China, etc. Por supuesto, las definiciones pueden variar y de hecho lo hacen. El punto de estudiar a Marx es para tener la claridad de que en sus análisis reemplazar a los capitalistas, explotadores privados, por oficiales estatales en una relación similar con los trabajadores productivos e improductivos no es ir más allá del capitalismo ni lo que él tenía en mente cuando realizó su crítica al capitalismo. El capitalismo es superado en el momento en el que aquella relación en el puesto de trabajo designada con el término «explotación» deja de existir. Eso sucede cuando los trabajadores productivos no tienen que entregar el excedente de lo que ellos producen en las manos de otros que se lo apropian y lo distribuyen, y toman todas las decisiones importantes acerca de esa distribución. ¿Es la realización de la solución de Marx simplemente un sueño utópico? No lo creo. Precisamente, creo que los seres humanos hemos entendido y apoyado la forma de pensar de Marx. Esa es la causa de que ideas como la cooperativa, la comuna y otros tipos de organizaciones democráticas del lugar de trabajo han sigo discutidas e intentadas en repetidas ocasiones a lo largo de la historia, en todo lugar. La historia inicial de los Estados Unidos tenía cooperativas de trabajadores: 35
trabajadores en granjas, tiendas, pequeñas empresas artesanales, coordinándose de formas democráticas e igualitarias. Hoy en día, España tiene el famoso ejemplo de la Cooperativa Mondragon. Emilia-Romaña en Italia es un lugar donde cerca del 40% de los negocios funcionan como una cooperativa obrera, etc. Los postulados de Marx son una versión más formal y totalizadora de estas ideas. Él trabajó un poco más allá, en una formulación moderna. Marx la enseña de una forma sistemática y teóricamente sofisticada. Mientras lo hace, él nos recuerda los muchos esfuerzos históricos a través de los años, prácticamente en todas las culturas, que se movieron hacia una dirección: lograr una sociedad más justa. Marx era un crítico social para quien el capitalismo no era el fin de la historia humana. Era solamente una de las fases finales que necesitaba de manera urgente la transición a algo mejor. El trabajo de Marx nos recuerda que los que propusieron y defendieron al capitalismo por lo general cometen el mismo error de aquellos que defendieron al esclavismo y al feudalismo antes de ellos. Ellos imaginan con esperanza que su sistema es el fin de la historia, que su sistema preferido es tan bueno como puede ser, que la humanidad no puede ir a mejor. Se probó que cada una de esas personas estaba equivocada. ¿Por qué, entonces, deberíamos creer a la gente que nos dice hoy en día que no podemos hacer algo mejor que el capitalismo? Marx, como muchos otros historiadores, se había percatado que los sistemas económicos como el feudalismo, el esclavismo, y todos los otros tenían una historia: nacían, se desarrollaban en el tiempo y morían, dando lugar a un sistema mejor. Para 1850, a Marx le había parecido que el Capitalismo se había desarrollado lo suficiente como para buscar su reemplazo por algo mejor. Su análisis es el fruto de esa búsqueda.
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Los estadounidenses, particularmente, se enfrentan hoy en día a serias preguntas y evidencias que indican que nuestro sistema está en problemas. Claramente sirve al 1% mucho, muchísimo mejor de lo que sirve a la inmensa mayoría de personas. Durante un tiempo, una amargura generalizada, la decadencia y la ira podrían desviarnos de la crítica a este sistema económico disfuncional. Durante un tiempo, esta rabia podrá ser utilizada para presentar a los inmigrantes, a nuestros socios comerciales, a las minorías, entre otro triste grupo de candidatos similares como chivos expiatorios. Pero culpar a otros nunca ha resuelto ningún problema. Tampoco lo hará ahora. Más tarde que temprano, aquellos preocupados por esos problemas y en búsqueda de soluciones encontrarán, como siempre lo han hecho, su camino en dirección a Marx y la tradición marxista. El apoyar ese proceso es el propósito de este ensayo.
Los trabajadores no tienen nada que perder además de sus cadenas. Al contrario, tienen un mundo por ganar.
¡TRABAJADORES DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!
– Karl Marx
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CITAS DE KARL MARX «La historia de toda sociedad hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases». Marx, K. & Engels F. (1948). Manifiesto Comunista (Edición del Centenario). Pág. 3. Santiago de Chile: Babel.
«El modo de producción de la vida material determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general». Marx, K. (2008). Contribución a la crítica de la economía política (Novena ed.). Págs. 4 - 5. México: Siglo XXI editores, S.A.
«El hombre es, en el sentido más literal, un ζῷον πoλίτικoν , no solamente un animal social, sino un animal que solo puede individualizarse en la sociedad». Marx, K. (2007). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857~1858 (Vigésima ed.). Pág. 4. México: Siglo XXI editores, S.A.
«Así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las figuraciones de los partidos y su organismo efectivo y sus intereses efectivos, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son». Marx, K. (2003). El 18 brumario de Luis Bonaparte (Primera ed.). Págs. 42-43. Madrid: Fundación Federico Engels.
«Como capitalista, no es más que capital personificado. Su alma es el alma del capital. Pero el capital tiene un solo impulso vital, el impulso de valorizarse, de crear plusvalor, de absorber, con su parte constante, los medios de producción, la mayor masa posible de plustrabajo».
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Marx, K. (2008). El Capital. Tomo I. Vol. I. Libro primero. El proceso de producción del capital (Primera ed.). Pág. 279. México: Siglo XXI editores, S.A.
«Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia, y la otra como [una] farsa». Marx, K. (2003). El 18 brumario de Luis Bonaparte (Primera ed.). Pág. 13. Madrid: Fundación Federico Engels.
«Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Marx, K. & Engels, F. (1980). Obras escogidas. Tomo I (Primera ed.). Pág. 3. Moscú: Progreso.
«Los proletarios nada tienen que perder (…) sino sus cadenas. Tienen un mundo por ganar. ¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!». Marx, K. & Engels F. (1948). Manifiesto Comunista (Edición del Centenario). Pág. 77. Santiago de Chile: Babel.
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LECTURAS RECOMENDADAS David M. Brennan, David Kristjanson-Gural, Catherine P. Mulder and Eruk. K. Olsen, Editors. Routledge Handbook of Marxian Economics. London and New York: Routledge, 2017. Theodore Burczak, Robert Garnett, and Richard McIntyre, Editors. Knowledge, Class and Economics: Marxism Without Guarantees. London and New York: Routledge, 2018. Stephen Resnick and Richard Wolff. Knowledge and Class: A Marxian Critique of Political Economy. Chicago and London: University of Chicago Press, 1987. Stephen Resnick and Richard Wolff, Class Theory and History: Capitalism and Communism in the USSR, New York and London: Routledge Publishers, 2002. Stephen Resnick and Richard Wolff, Editors. New Departures in Marxian Theory. London and New York: Routledge, 2006. Richard D. Wolff and Stephen A. Resnick. Contending Economic Theories: Neoclassical, Keynesian and Marxian. Cambridge and London: MIT Press, 2012. Richard D. Wolff, Democracy at Work: A Cure for Capitalism. Chicago: Haymarket, 2016.
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ACERCA DE RICHARD D. WOLFF Richard D. Wolff es profesor emérito de Economía de la University of Massachusetts, lugar donde enseñó Economía desde 1973 hasta 2008. Anteriormente había enseñado Economía en la Yale University y en la City College of the City University of New York. Wolff fue, además, un profesor regular en el Brecht Forum en la Ciudad de Nueva York. El profesor Wolff también estuvo entre los fundadores de la Association of Economic and Social Analysis (AESA) en 1988 y participó en la revista trimestral Rethinking Marxism. Actualmente es profesor invitado en el Graduate Program in International Affairs de la New School University de la Ciudad de Nueva York. El profesor Wolff es, además, el presentador de Economic Update with Richard D. Wolff, la cual es producida por su organización, Democracy at Work. Lea más en: www.rdwolff.com
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ACERCA DE DEMOCRACY AT WORK Democracy at Work es una organización sin fines de lucro que aboga por cooperativas de trabajadores y lugares de trabajo democráticos como un punto fundamental para un sistema económico fuerte y democrático. Basados en el libro Democracia en el trabajo: una cura para el capitalismo, escrito por Richard D. Wolff, visionamos un futuro donde los trabajadores en cada nivel de sus oficinas, tiendas y fábricas tengan la misma capacidad de dirección de su empresa y el impacto que ésta tiene dentro de sus comunidades y en la sociedad en su conjunto. Democracy at Work produce el show Economic Update with Richard D. Wolff, así como los podcasts David Harvey’s AntiCapitalist Chronicles, Puerto Rico Forward with Andrew Mercado-Vázquez, y Capitalism Hits Home with Dr. Harriet Fraad. Lea más en: www.democracyatwork.info
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