El orden y los juegos. El positivismo lógico cuestionado
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Traducción: Julio Ardites Gray - Margarita N. Mizraji Director: Dr. Enrique Kozicki Consejo Editorial: Dr. Ricardo Entelman Dr. Enrique Eduardo Marí Dr. Jorge Fukelman Dr. Amoldo Siperman Título original francés: '.' L' ordre et les jeux" Dominique Lecourt

Diseño de tapa: Gustavo Valdés

© 1981 Editions Grasset et Fasquelle © 1984 by Ediciones de la Flor Anchoris 27, 1280 Buenos Aires Queda hecho el de�ósito que dispone la ley 11. 723 Impreso en la Argentina Printed in Arqentina ISBN 950 515 901 3

A la memoria de Robert Kahn

ADVERTENCIA

El presente texto es un análisis crítico de la constitución, las contradicciones, los cambios y los cuestíonamientos de una de las doctrinas filosóficas ("el positivismo lógico") dominante en nuestro tiempo. No presentar la masa de docu· mentos sobre los cuales se apoya este análisis hubiese debili­ truio singularmente la ai:gumentación, dado que muchos de ellos son de difícil acceso y varios siguen inéditos en nuestro idioma*. Pero para no entorpecer excesivamente la lectura de los no especialistas, esta documentación se expone por separadQ en las notas, que rnsultan por esta razón �uy numerosas y a veces muy largas, sobre todo en el pruner capítulo, de carácter esencialmente informativo. Al final de la obra se encuentran dichas notas y documen­ tos, clasificados por capítulo.

• N. del T.: Esta _..,ración castellana.

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también válida mspecl:o de la lengua

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo que prolonga, completa y rectifica en puntos esenciales UM cantidad de ensayos publicados en estos últi­ mos diez años, no se hubiera publicado, debo decirlo, sin la confianza y la amistad constantes de Georges Canguilhem. bajo cuya dirección dí mis primeros pasos no hace mucho tiempo, y de Fran¡¡¡ois Dogognet quien de inmediato acogió sin reservas mi tema de tesis y luego no cesó de alentarme para que la terminara. Sé también que tod(W(a seria un proyecto si no hubiese sido por el inestimable apoyo de Madeleine Barthélemy-Maudale y el cálido_ estímúlo de Ber­ nard Rousset Y. Víctor Goldschmidt, profesores en la Uni­ versidad de Picardía. Sin duda no hubiese adquirido ia forma que he creldo conveniente darle sin las frecuentes conversaciones que pude tener con Louis Althusser mientras lo redactaba. También debo agradecer a mí -amigo Allan Janik; cuyos lnagotablet< conocimientos acerca de Wittgen&­ tein me tomé la libertad de aprovechar. Agradezco también a Enrique Eduardo Marí, de la Universidad de Buenos Aires, por, ia abundante correspondencia que me dirigiera y que me aclaró mucho sobre la historia del positivismo lógica Las repetidas invitaciones del departamento de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México me permitieron tomar conocimiento de los trabajos sobre historia de ia mate­ mática y de la lógica que allí realizall Santiago Ramírez Ca&­ taneda y sus colaboradores. Tampoco he olvidado, al redactar este te:ctt>, las apasionantes discusiones que tuue el privilegio de sostener en la Univel'Sidad de Boston con Roóert S. Cohen, Marx W. Wartofsky y John Stache( así como en 9

Haroard con el equipo de Euerett Mendelsohn y luego, este mismo año, en el Departamento de Filosofía de la Universi­ dad de Helsink� en una sesión con la participacifm de G. H uon Wright y L Niiniluoto, en la cual intentamos hacer epis­ temología comparada. Agradezco a la señora Volaine y al señor Lambert por haberse encargado de la parte material del manuscrito. El señor Slubicki tuuo la gentileza de realizar una fastidiosa relectura. Expreso en fin mi gratitud a todos aquellos que han estado permanentemente a mi lado y que me apoyan desde hace años en mi trabajo. No tengo necesidad de nombrarlos para que sepan que les estoy agradecido.

D L.

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"Toute question philosophique est de la forme: je ne sais plus oü j'en suis" Ludwig Wittgenstein

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EL ORDEN Y LOS JUEGOS

PREFACIO l. En agosto de 197 4, es decir hace ya diez años, Dominique Lecourt publica en Grasset, Bachelard, Le jour et la nuit, donde integra, extiende y adecua en parte los análisis que sobre este científico y filósofo -1;ucesor de Abe! Rey en la cátedra de historia y filosofía de las ciencias de la Facultad de Letras de Sorbona- había hecho tiempo antes en Para una cr(tica de la epistemología. Otros precedentes del interés de Lecourt por Bachelard lo daban su memória universitaria editada en Vrin (1969) como Epistemologiá histórica de Gas­ ton Bachelard y la compilación de algunos de sus textos en Epistemolog(a (Presses Universitaires de France, 1971, guia­ da la selección por el criterio de marcar cada una de las etapas de estudio de Bachelard en relación directa con los progresos contemporáneos de la física y la química. Para un pensador .como Lecourt, formado en el clima de las reflexiones teóricas de la Escuela Normal Superior de la calle Ulm, la tarea de definir y precisar una lectura· materia­ li sta de la extensa obra de Bachelard, debió, sin duda, pa­ recerle urgente, apremiante. Se comprenden los motivos de ésta urgencia si se los visualiza desde la peculiar caracte­ rística que en la pasada década exhibía el pensamiento francés. Para entender mejor el sentido de las polémicas de ese momento, retrotraigamos brevemente la historia a co­ mienzos del siglo. Dos corrientes monopolizaban entonces el dominio. de la filosofía: el positivismo comteano con su 11,

cénit en .el XIX, y formas renovadas del espiritualismo. Por un lado, los herederos de Comte perseveraban en la defensa del núcleo esencial de las ideas cuyo carácter prioritario había sido expresamente reivindicado en el Curso de filosof(a posi­ tiva por su "Advertencia del Autor" (frente a Saint Simon; y quizá a Turgot o Burdin) dando el argumento y testimonio de haberlas adelantado en las dos ediciones de 1822 y 1824 del Opúsculo Fundamental. Comte vivía, en efecto, y sentía el producto de su extenso trabajo personal -para lo cual, caso único quizá en la historia, prescindió durante años de toda lectura que pudiera influenciarlo- como algo importan­ te, un novum, como si hubiese abierto al mundo la puerta a una verdad desconocida hasta entonces: la ley de los tres esta­ dios, cuadro de la historia del espíritu humano, fresco del desenvolvimiento de la civilización en una marcha del saber que se extiende continua desde las más primitivas formas religiosas a las ciencias positivas modernas, ya expurgada en el proceso intermedio la metafísica. Se trata de una ley de la evolución "natural", es decir de algo que . reemplaza la expli­ cación por. causas primeras o finales y principios inmateriales, con la explicación por leyes, en una operación que va más allá de la Enciclopedia y el prepositivismo de los Ideólogos con base en la mecánica de Laplace y de Lagrange y contando con un auditorio que nuclea figuras como Alexander von Humboldt, Binet, Poinsot y · Esquirol. Ley natural que, a su vez, se articula con una clasificación positiva y jerárquica de las ciencias que culminan con la "física social", descarta a Dios y al alma y conforme a la biología de Blainville, positi­ viza también la moral y la política, en la esfera dé las ciencias del hombre. El otro lado de la escena, la del adversario, se define con dos palabras: el bergsonismo no le bastaba a Francia. Así, como complemento opositor al positivismo, perpetuando en un siglo la querella de Royer-Collard contra el sensualismo de Condillac y reavivando en cierto sentido las diferencias de Comte con Meyerson, se erige con el nombre de "filosofía · · del espíritu" una metafísica que resguarda los valores, los . glorifica, pontifica sobre la libertad y la creación espiritual, gana espacio académico y adquiere casi ribetes de oficial con Louis Lavelle y su "dialéctica del eterno presente". i._ Filosofías de entre-guerras, polémicas de entre-guerras, ya que después de la segunda. conflagración mundial, positivis­ :11J mo y espiritualismo languidecían (por no mencionar su pro'' s:., 12 1

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pía extinción, conocido como es que "la muerte" de la filo. soía, o de sus tendencias, a pesar de la poca cautela de Popper, en su Autobiografía, suele ser más bien un fenóme· no clínico y coyuntural de catalepsia). Los nombres de Littré y de Pierre Lafitte se recordaban escasamente, casi nadie leía los libros del tardío Maine de Birán, Royer-Collard, Lavelle o René Le Serme. Entre los 60 y los 70, Francia parecía radicalmente revolu­ ,;� /,! 1n cionada en sus discursos. El eje de los debates, el orden de las polémicas -producida ya, por otro lado, la rompiente de la primera ola de Sartre- había rotado por completo hasta el punto de crearse úna atmósfera y un ambiente intelectual in· sospechados e irreconocibles a la luz de un cuarto de siglo atrás. Estructuralismo, marxismo, lingüística, psicoanálisis, proponen y proaucen diversos aiustes ae cuenta contra los mas vanaaos SÜJétos;· elsí.tjeto constituyente, el sujeto totali­ iaaor;--.iI Sujeto·s delleiigi,aje, ef cartesiano; en el foiido un . :,,·,,;·/ s - IlllS!llO y ún1co u}efo-;ersiijefo-Tíbre·.-¿Quí,-]a causalidad natural y la causalidad.por la libertad fuesen producidas por un mismo sujeto?, ¿que el entendimiento fuese el privilegio constitutivo de un sujeto racional cuyos actos resulten con­ formes a las leyes naturales determinantes de la conexión causal y legalidad de los fenómenos?, ¿que junto a ese sujeto exista otro sujeto insumiso a.las condiciones de sensibilidad y determinación de estos fenómenos, o sea de acciones morales, libre?, no son ya, como antaño, preguntas trascendentales que, en las playas de la filosofía, pudieran aguardar de esé sujeto la garantía y la cobertura para los fundamentos del conocimiento, en términos de la verdad. ! ¿Que la historia fuese ahora el producto de una totaliza­ / ción práctica? Se reconocerá el esfuerzo del último Sartre · (el de la Crítica de la Razón Dialéctica) en articular el pasaje de su filosofía existencial a una antropología de· la praxis, reunciando a las nociones subjetivas de proyecto, temporali- . dad, comprensión, situación, historicidad, etc., pero se con-\ denará como reposición su remisión a un agente totalizador,¡ sujeto no perteneciente a una estructura cualquiera por estar j · en el principio de todas. _; ¿Que el hombre piense y no sea pensado, que hable y no sea hablado? La misma candena. para un sujeto hablante-pen­ sado fuera del campo organizado de la palabra, para un sujeto ingeniero (y no bricoleur) capaz de construir la totalidad de su lenguaje, su vocabulario, y las reglas formales de la sintaxis. 13

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'¡ ¿ Que el hombre advenga a lo humano por entrar conciente, mente en la relación simbólica según el modelo transparente . 1 del cogito cartesiano?, pura ilusión que invierte el verdadero · primado de lo simbólico, correlato del inconsciente con su \"lógica de la falta" y del deseo que se convierte en lenguaje. De lo que se trata es de �!'�