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Spanish; Castilian Pages 487 Year 1983
El ocaso de la Comintern, 1930-19.35
Alianza Universidad
E. H. Carr
El ocaso de la Comintern, 1930-1935 Versión española de Fernando Santos Fontenla
Alianza Editorial
Título original: The Twilight of Comintern, 1930-1935
© The Executors of the Estate of E. H. Carr, 1983
©
Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1986 Calle Milán, 38; 28043 Madrid; teléf. 200·00 45 I.S.B.N.: 84-206-2455-1 Dep6sito legal: M. 5.206-1986 Compuesto en Fernández Ciudad, S. L. Impreso en Lavel, S. A. Políg. Los Llanos. Humanes (Madrid) Printed in Spain
INDICE
Prefacio ...
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Lista de siglas ..... . ........... . .. . PARTE
Cap. Cap. Cap. Cap. Cap. Cap. Cap . Cap.
l. La situación en Moscú
l. La crisis económica mundial .. . ... ... ... ... 2. El undécimo pleno del IKKI ... ... ... ... 3. El camino del desastre ... ... ... . .. ... ... 4. El duodécimo pleno del IKKI y sus secuelas 5. Hitler en el poder ... ... ... ... .. . ... ... . .. 6. El decimotercer pleno del IKKI ... ... . .. 7. División de opiniones ... ... . .. ... ... . .. 8. Hacia el Frente Popular ... ... ... ... ... . ..
PARTE
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II. Partidos
.. . ... .. . . ..
.. .
17
44 61 80
...
99
. ..
120 140 165
... ...
y frentes
Cap. 9. El Partido Comunista de Francia (PCF) ... . .. Cap. 10. El Partido Comunista de Gran Bretaña (PCGB) . . . Cap. 11. El Partido Comunista de Italia (PCI) .. . .. . ... ... 7
177 227 259
Indice
8
Cap. Cap. Cap. Cap. Cap. Cap.
12. 13. 14. 15. 16. 17.
PARTE
El Partido Comunista de Polonia (KPP) ... ...... El Partido Comunista de Austria (KPÓ) ...... El Partido Comunista de Suiza . . . . . . . . . . . . . .. El Partido Comunista de España (PCE) El Extremo Oriente ...... Fuentes y movimientos . . .
277 296 303 311 341 408
III
Cap. 18. El Séptimo Congreso . . . . .. .. . .. . .. . . .. .. . .. .
427
Nota A. La carta de Stalin a Proletarskaya Revolyutsiya . . . Nota B. Trotski y la ascensión de Hitler . . . . . . . . . . . . . . .
452 460
Indice analítico .. . . .. . .. . .. .. . .. . . . . . .. .. . .. . .. . .. .
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PREFACIO
El proyecto inicial de mi Historia de la Rusia Soviética, cuyo primer volumen (La revolución bolchevique, 1917-1923, vol. I) se publicó en 1950, y el último (Las bases de una economía planificada, 1926-1929, vol. 3) en 1978, no iba más allá del año 1929. Mi ambición, que ya era bastante grande, consistía en estudiar «el orden político, social y económico» que surgió de la Revolución. A fines de 19 29 Stalin había aplastado toda oposición a su dictadura. Estaba en marcha el primer plan quinquenal. Los sindicatos habían quedado total y perfectamente integrados en el aparato estatal. Se había adoptado la importante decisión de colectivizar al campesinado. Se habían establecido las principales estructuras del régimen. Otro motivo que me llevó a establecer esa limitación cronológica a mi obra fue la disponibilidad de material contemporáneo fidedigno. Durante el decenio de 1920 se habían sostenido polémicas sobre temas importantes en congresos y en comités, cuyas actas se publicaban en la prensa diaria y en una multitud de revistas. No era difícil descubrir los motivos de cualquier decisión importante, quién la había apoyado, quién se había opuesto y por qué razones . A fines de 1929 esa libertad se había erosionado lentamente. La ortodoxia llevaba al ascenso, la herejía era algo punible. La prensa estaba rígidamente controlada. Los congresos y los comités ya no se reunían para debatir decisiones, sino para registrarlas y popularizarlas. El historiador ya no disponía de asideros seguros. 9
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Ahora, al cabo de 30 años, es preciso matizar esos argumentos. La Historia no sabe de principios ni de finales, y lo que ocurrió en la URSS en el decenio de 1930 se derivó sin solución de continuidad de lo que había ocurrido en el decenio de 1920. El paisaje documental tampoco es hoy día tan sombrío como parecía en 1950. Sigue habiendo zonas en sombra, pero se han publicado muchos documentos, así como artículos críticos de autores que han gozado de acceso a los archivos soviéticos y estatales . En los quince años siguientes a las revelaciones de Jruschef de 1956 se reanimaron viejas polémicas, y a veces se atribuyó a Stalin la responsabilidad de decisiones erróneas. Uno de los resultados de los nuevos datos ha sido modificar la imagen tradicional de una dictadura férrea que tomaba unas decisiones y después se las imponía a una jerarquía subordinada de funcionarios del partido y del Estado. Lo que aparece es una plétora de debates y controversias inéditas a todos los niveles, y muchas veces se producía la confusión cuando Stalin, que iba tanteando cautelosamente el camino, tardaba en pronunciar un . veredicto imperioso. Mientras trabajaba en esta última parte de mi historia adquirí clara conciencia de la dificultad de mantener juntos, en una sola obra de la escala de la que yo deseaba escribir, tantos aspectos diferentes de la escena soviética. El profesor R. W. Davies, que colaboró conmigo en los capítulos económicos de Las bases de una economía planificada, 1926-1929, llegó a la misma conclusión e inició un estudio de las cuestiones económicas soviéticas en el decenio de 1930, del cual ya se han publicado dos volúmenes, titulados el uno T he Socialist Offensive: T he Collectivisation of Soviet Agriculture, 1929-1930. En el presente volumen investigo otro aspecto de la actividad soviética en el decenio de 19 30, la labor de la Internacional Comunista (la Comintern). Ello entraña un estudio de la interacción entre la Comintern y el Comisariado Soviético para las Relaciones Exteriores (Narkomindel), así como entre la Comintern y los partidos comunistas nacionales. Hasta ahora, en las obras sobre el tema no se ha tratado lo bastante de ninguno de esos aspectos. El séptimo congreso, celebrado en 19 3 5, señaló la culminación de un largo proceso que relegó a la Comintern a un lugar marginal en la política y la ideología soviéticas, y con él concluyo este volumen. Haría falta otro volumen para narrar el eclipse de la Comintern, desde los dramáticos episodios de la Guerra Civil española y la Crisis de Munich, hasta el pacto germano-soviético de agosto de 1939 y la muerte definitiva de la institución durante la segunda guerra mundial. He empezado a trabajar en ese volumen, pero no estoy seguro de hasta dónde podré avanzar en él.
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Al igual que en el último volumen de mi Historia, uno de los problemas ha sido el de organización. Narrar lo que ocurrió en Moscú y en los partidos afectados entrañaba una cierta duplicación, aunque raras veces daba una visión completa. Era frecuente que la Comintern acusara a los partidos de «remolonear», pero a veces eran los partidos los que ofrecían opiniones que Moscú adoptaba después. En el presente volumen, los asuntos de los órganos centrales de la Comintern estaban tan estrechamente imbricados con los del partido alemán que no he considerado necesario dedicar un capítulo independiente a ese partido. Mi elección de los partidos de los que ocuparme por separado (sobre un total de sesenta pertenecientes a la Comintern) se ha visto condicionada exclusivamente por su importancia en este período, y en parte quizá por la disponibilidad de material importante . Esta elección no es exactamente igual a la adoptada en el tercer volumen de Las bases de una economía planificada, 1926-1929. Siempre hay problemas de transliteración. He seguido escribiendo los nombres chinos en el estilo vigente cuando inicié mi Historia . Creo que la introducción en esta obra del nuevo estilo de adaptación al alfabeto latino habría creado confusiones tanto para el autor como para el lector. En los prefacios de los volúmenes sucesivos de mi Historia he dejado constancia de lo muchísimo que debo a tantas personas e instituciones de más de un país que me han ayudado a lo largo de diferentes etapas de este recorrido. Esa misma ayuda sin regateos es la que he recibido en muchos momentos de la redacción de este libro, y espero que quienes así se han ganado mi gratitud me perdonen si al expresarles mi más sentido agradecimiento no haga una lista general de nombres. Tengo plena conciencia de su amabilidad y cooperación . Pero, al recordar mis afanes mientras redactaba este volumen a lo largo de los tres años pasados, desearía mencionar particularmente a Piers Tyrrell, de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge; Trevor Kaye, de la Biblioteca del Trinity College de Cambridge, y Jonathan Haslam, de la Universidad de Birmingham, que trabajaron infatigablemente en la identificación y la búsqueda de las fuentes raras que me hacían falta, y que obtuvieron en préstamos de otras bibliotecas los libros que no se podían hallar en Cambridge. Por último, la inmensa consagración de Tamara Deutscher al trabajo de base necesario para la preparación de este volumen ha intensificado mi sentimiento de gratitud a ella, por un apoyo sin el cual el libro no se podría haber escrito.
E. H. 15 de mayo de 1982
CARR
LISTA DE SIGLAS
ADGB
BKP CEDA CGL CGT CGTU CIOS CNT Comintern FAI FChO IKKI ILP IRS KIM KPD KPD (0)
KPó
Allgemeiner Deutscher Gewerkschaftsbund (Federación General de Sindicatos Alemanes). Bulgarskaya Kommunisticheska Partía (Partido Comunista de Bulgaria). Confederación Española de Derechas Autónomas. Confederazione Generale del Lavoro. Confédération Générale du Travail. Confédération · Générale du Travail Unitaire. Confederación General del Trabajo Unitaria. Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales («Internacional de Amsterdam» ). Confederación Nacional del Trabajo (anarquista). Internacional Comunista. Federación Anarquista Ibérica . Ferrocarril de China Oriental. Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (Comintern) . Independent Labour Party (Partido Laborista Independiente). Internacional Sindical Roja (véase Profintern). Kommunisticheskii Internatsional Molodezhi (Internacional de las Juventudes Comunistas) . Kommunistische Parteí Deutschlands (Partido Comunista de Alemania). Kommunistische Partei Deutschlands, Opposition (Partido Comunista de Alemania, Oposición). Kommunistische Partei Ósterreichs (Partido Comunista de Austria).
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El ocaso de la Comintern, 1930-1935 KPP KPZB KPZU MMN MOPR
MRP Narkomindel NSDAP NUWCM OEO OMS ONR PCC PCE PCF PCGB PCI POP POUM POW
PPS Profintern PSI
PSOE RGO SA
SAP Segunda Internacional SFIO
SPD SPO
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Komunistyczna Partja Polski (Partido Comunista de Polonia). Komunistyczna Partja Zachodniej Bielorusi (Partido Comunista de la Rusia Blanca Occidental). Komunistichescka Partiya Zachidnei Ukraini (Partido Comunista de la Ucrania Occidental). Movimiento de las Minorías Nacionales. Mezhdunarodnaya Organizatsiya Pomoshchi Bor'tsam Revolyutsii (Asociación Internacional de Ayuda a los Combatientes Revolucionarios, Socorro Rojo Internacional). Mezhdunarodnaya Rabochaya Pomoshch' (Socorro Obrero Internacional. IAH) Narodnyi Komissariat Inostrannykh Del (Comisariado del Pueblo para las Relaciones Exteriores). Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes, los nazis). Movimiento Nacional de los Comités de Obreros en Paro. Oficina para Europa Occidental (de la Comintern). Otdel Mezhdunarodnoi Svyazi [ Sección de Comunicaciones Internacionales (Comintern)]. Obóz Narodowo-Radykalny (Centro Nacional-Radical). Partido Comunista de China. Partido Comunista de España. Parti Communiste Fram;ais. Partido Comunista de la Gran Bretaña. Partido Comunista Italiano. Parti Ouvrier Populaire. Partido Obrero de Unificación Marxista. Polska Organizacja Wojskowa (Organización Militar Polaca). Polska Partja Socjalistyczna (Partido Socialista Polaco). Xrasnyi Inernatsional Professional'nykh Soyuzov (Internacional Roja de Sindicatos, IRS). Partito Socialista Italiano. Partido Socialista Obrero Español. Revolutionare Gewerkschaftsopposition (Oposición Sindical Revolucionaria). Sturmabteilungen (Destacamentos de tropas de asalto). Sozialistische Arbeiterpartei (Partido Socialista Obrero). Internacional Laborista y Socialista. Section Fran~aise de l'Internationale Ouvriere (Partido Socialista Francés). Sozialdemokratische Partei Deutschlands (Partido Socialdemócrata Alemán). Sozialdemokratische Partei Osterreichs (Partido Socialdemócrata Austrfoco ).
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SS
Schutzstaffel (Cuerpo de Choque de Defensa). Tsentral'nyi Ispolnitel'nyi Komitet (Comité Ejecutivo Central de los Congresos de Soviets). Trade Union Congress (Congreso Sindical Británico). C'nión General de Trabajadores. Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
TsIK
TUC UGT URSS
Parte I LA SITUACION EN MOSCU
Capítulo l
LA CRISlS ECONOMICJ\ MI/NfJfJ\L
En el invierno de 1929 a 1930 coincidieron dos crisis cuvas repercusiones definitivas eran incalculables. Un derrumbamie¿to catastrófico de la Bolsa de Nueva York, ocurrido en octubre de 1929, anunciaba la liquidación de todo el orden económico y político establecido en Europa occidental tras la primera guerra mundial, y la URSS, que combatía frenéticamente los problemas de la industrialización y del primer plan quinquenal, se vio abrumada por una grave crisis en la recogida de cereales y se lanzó de cabeza a la ingente tarea de la colectivización del campesinado. El efecto inmediato de esos acontecimientos en Moscú fue doble. Por una parte, cabía celebrar la crisis económica mundial como confirmación del diagnóstico marxista de que el capitalismo estaba mortalmente enfermo y como heraldo de la prometida rebelión del proletariado. Resultaba agradable contemplar el desorden del sistema capitalista y compararlo con los progresos que iba realizando sistemáticamente el plan quinquenal. Desde hacía algún tiempo se venía reconociendo que la difícil búsqueda de una industrialización intensiva y rápida requería unos vínculos económicos estrechos con los países capitalistas avanzados, en forma tanto de comercio como de asistencia técnica. La crisis contrajo los mercados capitalistas para los productos soviéticos y limitó las posibilidades de conseguir las divisas necesarias para llevar a cabo los programas del plan quinquenal. Atizó las animosidades entre las Potencias imperialistas, y la hostilidad común contra la URSS, en la cual estaban todas unidas, 17
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y conjuró v1s1ones de futuras guerras imperíalistas que inevitablemente entrañarían la guerra contra la URSS. El dilema que así se le planteaba a la política soviética no era nada nuevo. Desde el tratado de Brest-Litovsk, en la actitud del régimen soviético hacia el mundo capitalista se combinaban dos motivos dispares: el fomento de la revolución en los países capitalistas y la necesidad, tanto económica como política, de mantener unas relaciones más o menos normales con esos mismos países. La política se basaba en una difícil componenda entre los dos objetivos, representados respectivamente por la Internacional Comunista (Comintern) y por el Comisariado del Pueblo para las Relaciones Exteriores (Narkomindel) . Pero, tras el grave fracaso del levantamiento alemán de octubre de 1923, los fracasos menores de Estonia y Bulgaria de 1924 y 1925, y tras la catástrofe de China de 1927, cuando la Comintern, después de haber apoyado rigurosamente a la revolución nacional burguesa se achicó ante la revolución social que debería haberla coronado y completado, el fomento de la revolución dejó de ocupar un lugar destacado en el programa de la URSS. La revolución mundial siguió figurando en las declaraciones retóricas que hacía la Comintern en todas las ocasiones solemnes; ya no se consideraba que fuera la condición primordial para la supervivencia del régimen soviético. Su lugar había quedado ocupado por el lema del «socialismo en un solo país». A principios del decenio de 1930 la contribución hipotética de la crisis económica mundial a la perspectiva remota y problemática de la revolución mundial tenía mucha menos importancia que sus consecuencias a corto plazo para la prosperidad y la seguridad soviéticas. El régimen soviético ya no esperaba ayuda ni apoyo del advenimiento inconcebible de una revolución mundial ni europea. Ni Stalin ni ninguno de los demás dirigentes esperaba que pudiera ocurrir tal cosa en un futuro previsible, ni siquiera lo deseaban. Ni siquiera la perspectiva menos improbable de levantamientos revolucionarios esporádicos en Alemania reprimidos por la fuerza armada -una repetición de 1923serviría más que para incrementar la hostilidad contra la URSS en el mundo capitalista, e intensificar el peligro de intervención extranjera. Esa evolución de los acontecimientos afectó a la Comintern de forma más directa que a ninguna otra institución, y fue el punto culminante de un proceso que llevaba desde hacía tiempo socavando su carácter y sus objetivos iniciales y explícitos. En el decenio de 1930 la Comintern siguió utilizando la fraseología tradicional de la revolución internacional. Sus debates se celebraban en términos marxistas. Su lenguaje era muy distinto del que utilizaba el Narko-
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mindel. Pero esa diferencia no se refería al objetivo final, idéntico para la Comintern y el Narkomindel; sólo se refería a los medios de promover la seguridad de la URS. Y, si se buscaba una justificación de esta actividad en la Comintern, podía hallarse en el argumento de que la URSS era el único bastión del comunismo en un mundo hostil, y en consecuencia su defensa era algo que tenía un interés primordial y supremo para los comunistas de todo el mundo. Y a en el artículo 14 de las « 21 condiciones» de 1920 se había exigido a los partidos comunistas el «apoyo incondicional a cada una de las repúblicas soviéticas en su lucha contra las fuerzas contra• revolucionarias» 1 . Las diferencias en torno a los medios entre la Comintern y el Narkomindel se veían complicadas por una polémica entre los dirigentes de la Comintern, que se fueron agudizando con la llegada de Hitler al poder. Los partidarios de la línea dura, firmemente atrincherados en la ortodoxia revolucionaria, aducían que la mejor forma de que los partidos comunistas sirvieran a la causa soviética era amenazar inexorablemente con la revolución contra los gobiernos de sus países, que así se verían imposibilitados o disuadidos de llevar a cabo actos de hostilidad contra la URSS. Aunque los más flexibles se encontraron al principio con que resultaba difícil poner abiertamente en tela de juicio estas ideas, fueron llegando lentamente a considerar que los partidos comunistas podían cooperar provechosamente con otros partidos de izquierda opuestos a sus gobiernos nacionales burgueses, especialmente contra los de carácter fascista, incluso con partidos que no aceptaban el programa revolucionario del comunismo. No había ninguna autoridad superior que interviniera para resolver la cuestión entre estas dos actitudes opuestas. Bujarin, que fue el último jefe efectivo de la Comintern, había sido depuesto en 1928. Manuilsky era el representante del comité central del partido ruso en la jerarquía de la Comintern, pero no se atrevía a ir muy lejos sin un mandato explícito, c;ue raras veces se le daba. Kuusinen, el finlandés, representaba la fachada internacional de la Comintern, pero no tenía ningún peso. Esos eran los dos «flexibles» más importantes. Los protagonistas de la línea dura eran Bela Kun, gue todavía gozaba de algún prestigio como jefe del efímero Gobierno soviético de Hungría en 1919; Knorin, ruso de origen letón muy activo 2, y Lozovsky, jefe de la Profintern, y al principio es probable que estos tres contaran con el apoyo de la mayoría en la burocracia variopinta de la Comintern. Molotov, que era el portavoz 1
Kommunisticheskii International v Dokumentakh (1933), p. 103. Véase Las ba,es de una economía planificada, 1926-1929, vol. 3. [Hay edición castellana en Alianza Editorial, 1980-1984.) 2
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de Stalin, se mantenía en silencio. Stalin, muy ocupado con otras cosas, no tenía ganas de dedicar tiempo a las peque11as controversias de una institución que siempre había despreciado. El lento proceso de «bolchevización» de los partidos comunistas extranjeros, iniciado con las 21 condiciones de 1920 y proclamado en el quinto congreso de la Comintern, celebrado en 1924, llegó a su conclusión lógica con la consolidación de la dictadura de Stalin. A finales de 1929 se había puesto fin a los prolongados y duros enfrentamientos en el seno de los partidos alemán, francés , polaco, checoslovaco, británico y estadounidense mediante decisiones firmes de la Comintern de dar su protección a una de las facciones en litigio y expulsar del partido, o eliminar de su dirección, a quienes ponían en tela de juicio esas decisiones. A partir de entonces, los cambios en las direcciones de los partidos se hicieron por decreto de Moscú. Los partidos estaban firmemente unidos por el deber supremo de defender a la URSS contra sus enemigos, que eran por definición los enemigos del comunismo. Pero, a pesar de esa subordinación aparentemente total, la persistencia de unas disensiones tercas en el seno de la jerarquía moscovita de la Comintern permitía e incluso fomentaba la proliferación de disensiones parecidas entre los partidos comunistas y en el seno de todo partido, y dejaba a éstos una cierta libertad condicional para expresar sus opiniones. No había una pauta uniforme . Los partidos francés, austríaco y -con más titubeos y mayor oposición interna- británico fueron pasándose gradualmente al grupo «flexible». El partido alemán estaba dividido, pero la animosidad mutua entre los dirigentes comunistas y los socialdemócratas y muchos de sus partidarios eta demasiado profunda y estaba demasiado enquistada para permitir la colaboración, cuando ambos grupos se vieron perseguidos por Hitler. Su larga experiencia de ilegalidad y persecución hacía que los partidos italiano y polaco fueran casos especiales . Hasta 1935 no se movilizaron plenamente las fuerzas combinadas de la Comintern, en la URSS y en el extranjero, en apoyo del frente popular unido y antifascista de resistencia a la agresión alemana y japonesa. Sería erróneo presentar a la Comintern y a los partidos que la formaban a principios del decenio de 19 30 como una estructura monolítica que respondía ciegamente a los dictados de una autoridad suprema y única. El aspecto de interés más directo para las relaciones exteriores soviéticas a fines de 1929 y principios de 1930 era, igual que había ocurrido tantas veces en el decenio anterior, el de las relaciones con Alemania. Acababa de negociarse con los Aliados occidentales el plan Y oung, que reducía considerablemente las obligaciones alemanas en materia de reparaciones, y su firma, en enero de 19 30, se había
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endulzado con la promesa de retirar el ejército de ocupac1on de Renania cinco años antes de la fecha fijada en el tratado de Versalles. En Moscú se interpretó esto como una continuación de la política de Locarno, con la cual se intentaba reintegrar a Alemania en la Europa occidental y aflojar los vínculos que la unían a la URSS. Lo más irritan te era que el plan Y oung lo había negociado un gobierno de coalición de centroizquierda, encabezado por un canciller socialdemócrata, Müller. La hostilidad entre el KPD y el SPD se había iniciado con la fundación del KPD en enero de 1919, cuando los socialdemócratas abandonaron primero y después ayudaron a aplastar la incipiente revolución alemana, y la rivalidad entre ellos continuaba, pues ambos trataban de obtener lealtad de los obreros alemanes. A mediados del decenio de 1920 surgió una nueva fuente de discordias. A lo largo de todo el período de Locarno el SPD se fue convirtiendo en el partidario más leal y firme de la orientación prooccidental de la política exterior de Alemania; salvo el KPD, los partidos de la derecha fueron los únicos que mostraron algún entusiasmo por la relación con el Este que simbolizaba el tratado de Rapallo. En 1926 fue el SPD el que reveló y denunció los acuerdos militares secretos germano-soviéticos. A fines del decenio, y especialmente tras la instalación del gobierno Müller, en 1928, la orientación occidentalista y el consiguiente enfriamiento de las relaciones germano-soviéticas constituía, a ojos de Moscú, el pecado capital del SPD, y era el principal motivo de indignación ofendida de la Comintern. En un discurso pronunciado en el Reichstag, Thalmann calificó al plan Young de «pacto militar contra la Unión Soviética» 3 • En consecuencia, se disponía de combustible abundante para la campaña prescrita por la Comintern en su sexto Congreso, celebrado en 1928, de vituperios sin cuartel contra la socialdemocracia. Aunque la campaña era de aplicación general, se dirigía primordialmente contra el SPD; el calificativo de socialfascista aplicado a la socialdemocracia se había acuñado en Alemania y estaba inspirado por las circunstancias alemanas 4. En ningún país existía una división tan honda entre los obreros comunistas y los socialdemócratas como en Alemania, con el aliento decidido y constante de los dirigentes de ambos bandos. Esos duros enfrentamientos se extendieron a los sindicatos. Aunque en Alemania el movimiento sindical no estaba dividido oficialmente, como ocurría en Francia y en Checoslovaquia, entre 3 Verhandlungen des Reichstags, CCCCXXVI (1930). 3939; el discurso fi. gura también en E. Thalmann, Reden und Aufsatze, ii (1956), 287-304. 4 Véase Las bases de una economía planificada, 1926-1929.
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federaciones rivales socialistas y comunistas afiliadas respectivamente a la Internacional de Amsterdam y a la Profintern , el KPD mantuvo una presión incesante para infiltrar y controlar los órganos sindicales socialdemócratas. A fines de 1929 estableció una organización IIamada Oposición Sindical Revolucionaria ( Rcvoiution,;rc Gcwerkschaftsopposition , o RGO) para reforzar y sistematizar la resistencia a la dominación socialdemócrata de los sindicatos y para crear en el seno de éstos un centro comunista de poder 5• Su presidente, Merker, que era además el jefe de la sección sindical del KPD, apoyaba sin matices la campaña de Lozovsky en pro de la existencia de fuertes organizaciones comunistas que actuaran bajo la égida de la Profintern, y trató de lograr toda la independencia posible para la RGO. A principios de 1930, en un artículo sobre «Lenin y la Huelga Política», pedía que se realizaran huelgas con fines económicos que pudieran transformarse rápidamente en luchas revolucionarias por el poder 6 • Al igual que Lozovsky, Merker habría deseado seguir adelante con la formación de sindicatos rojos en oposición a los sindicatos reformistas, pero se vio frenado por la renuencia oficial 7 • A principios de 1930 el estado de ánimo imperante en el KPD era al mismo tiempo de autosatisfacción y combatividad. En artículos sucesivos la Rote Fahne afirmaba que el KPD no «ha tenido desde 1923 unas perspectivas revolucionarias tan amplias como ahora», que el proletariado no se dejaría provocar por la burguesía, sino que elegiría por su cuenta «el momento para un combate a muerte decisivo», y que los obreros alemanes se estaban «preparando para una huelga política de masas» 8 • Pravda parecía hacer suyo ese optimismo, y declaraba que Alemania era uno de los «eslabones débiles» en los que existía «una amenaza directa e inmediata» de ruptura de la cadena imperialista 9 • Con esos alientos, el ambicioso 5 El discurso de Thalmann en el primer congreso nacional de la RGO , pronunciado el 30 de noviembre de 1929, figura en E. Thalmann, op. cit., 272 a 277. Planeada conforme al modelo del Movimiento de las Minorías Nacionales de Gran Bretaña (véase Las bases de una economía planificada, 1926-1929, vol. 3) estaba organizada de forma más complicada; en julio de 1930 se celebró en Berlín una conferencia de la RGO a la que asistieron 584 delegados. Había organizaciones parecidas en Checoslovaquia y en Austria [Protokoll des V Kongresses der Roten Gewerkschaftsinternationale (1930), ii, 258 y 259, 263]. 6 I nternationale Presse-Korrespondenz, núm. 5, 14 de enero de 1930, pp. 91 y 92. 7 Respecto de la campaña de Lozovski , véase Las bases de tina economía planificada, 1926-1929, vol. 3; respecto de la actitud más cautelosa de Stalin y Thiilmann, véase ibid., vol. 3. 8 Die Rote Fahne, 1 y 17 de enero, 1 de febrero de 1930. 9 Pravda 2 y 3 de enero de 1930.
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Merker fue más allá de su m1S1on sindical y se presentó como el exponente en un frente más amplio de la política de línea dura proclamada por la Comintern . En un artículo titulado «El Siguiente Eslabón de la Cadena», que ocupó el lugar de honor en el diario del KPD del 1 de febrero, afirmó abiertamente las consecuencias para Alemania de la crisis económica estadounidense. Alemania se enfrenta con las disensiones más violentas entre las clases, disensiones cuyo alcance y vigor van mucho más allá que los combates de los años 1921 y 1923, y con insistencia férrea reciben en el orden del día del proletariado revolucionario la lucha por el derrocamiento de la burguesía y el establecimiento de la dictadura del proletariado, si es que la vanguardia comunista logra movili zar y organizar a las masas para esos gigantescos combates revolucionarios. Las condiciones objetivas para esos combates van surgiendo a gran velocidad lJ _
Es posible que unos meses antes los pronosticos de Merker se hubieran recibido en Moscú con un cierto escepticismo en privado, pero con aplauso en público. Ahora, en un clima preñado de ansiedad, la perspectiva de una situación revolucionaria inminente en Alemania era motivo de alarma y las actividades de Merker exigían con urgencia que se les pusiera freno. Desde muy temprano, la Comintern había compartido la preocupación general ante el comienzo de la crisis económica 11 , y en seguida empezó a atacar el paro masivo como el principal de los males que causaba. El 16 de enero el IKKI aprobó una propuesta de designar un «día internacional» de manifestaciones contra el paro, que sería el 6 de marzo de 19 30 , propuesta en cuyos detalles trabajó una conferencia de partidos comunistas celebrada el 31 de enero en Berlín bajo los auspicios de la Oficina para Europa Occidental de la Comintern (OEO) 12; y el 2 de febrero de 1930 Pravda consideraba que los «millones de parados» constituían el «punto de partida de los combates de masas» . La primera vez que la Comintern se pronunció sobre la crisis fue en la reunión de un «presidium ampliado» del IKKI, que duró del 8 al 28 de febrero de 1930. Manuilsky presentó el informe general sobre «La Crisis Económica Mundial y el Movimiento Revolucionario». La crisis había estimu-
º
1
Die Internationale, núm . 3, 1 de febrero de 1930, p. 65. Kommunisticheskii Internatsional, 1930, en sus números 2 y 3 publicó una serie de artículos sobre la situación económica en varios países importantes, entre ellos Alemania, Francia y Estados Unidos. 12 Georgii Dimitrov: Vidayushchiisya Deyatel' Kommuniticheskogo Dvizheniya (1972), pp. 89 y 90 . con citas de archivos; respecto de la OEO, véase la p. 104, infra. 11
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lado la lucha de clases; «la radicalización de las masas no es ninguna leyenda». Manuilsky anunció la manifestación internacional de parados que iba a celebrarse el 6 de marzo: constituiría un a protesta de los obreros contra los intentos de la burguesía de «descargar sobre sus hombros todas las consecuencias de una crisis económica mundial en aumento». Pero en algunos pasajes ulteriores del informe adoptaba un tono más cauteloso, y el orador terminó con un comentario de la táctica del frente unido en el cual se extendió mucho sobre la importancia de apoyar las «reivindicaciones parciales» de los obreros 13 • En la resolución sobre el informe se consideraba que la crisis económica era ante todo un fenómeno estadounidense que «liquida la leyenda burguesa de la ' prosperidad permanente' de Estados Unidos (Hoover) y asesta un golpe mortal a las teorías socialdemócratas sobre el ' capitalismo organizado'», frase esta última dirigida contra Bujarin. Se volvía a calificar a los socialdemócratas de «socialfascistas». La «tarea fundamental» de los partidos comunistas era atraer a las masas. Existía un contraste total entre las «consecuencias ruinosas de la crisis económica del capitalismo» y el «resurgimiento económico» de la URSS, basado en la «iniciativa creadora del proletariado» y en «la transición del cultivo individual por campesinos aislados al cultivo colectivo en gran escala». Los partidos debían iniciar «una amplia campaña de explicación» de los grandiosos logros de la construcción socialista. Había que popularizar la consigna de «la huelga política de masas», y el peligro de que se proscribiera a más partidos inspiraba la exigencia de «la combinación en la práctica de métodos legales e ilegales de trabajo». Según la resolución, el número de parados en Estados Unidos (que seguía siendo el centro principal de la crisis) ascendía a seis millones; en Alem~nia («donde la crisis económica no ha hecho más que empezar») a 3,5 millones; en Gran Bretaña («que todavía no ha entrado en la fase de crisis») a dos millones; en todo el mundo capitalista había 17 13 El informe de Manuilski, junto con su respuesta al debate, se publicó con retraso y en varios números en Internationale Presse-Korrespondenz núm . 35. 23 de abril de 1930, pp. 799 a 803 ; núm. 36, 25 de abril de 1930, pr, . 821 a 824; núm. 37, 29 de abril de 1930, pp. 835 a 843; núm. 38, 2 de mayo de 1930, pp . 857 a 861; respecto del apoyo dado a la nota de cautela, véase su artículo sobre las «reivindicaciones parciales» (ibid, núm. 29. 28 de marzo de 1930, pp. 693 a 695). Las reivindicaciones « parciales» o «cotidianas» eran las reivindicaciones económicas de los obreros que no tenían carácter revolucionario . Véase un artículo de fondo de Merker sobre los preparativos para el «día internacional» en ibid., núm . 21 , 28 de febrero de 1930, pp. 481 y 482; en cuanto a los informes al respecto, ibid., núm. 23, 7 de marzo de 1930. pp. 543 a 545, núm . 24, 11 de marzo de 1930. pp. 577 a 581.
El ocaso de la Comintern, 1930-1935
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millones de parados y 60 millones de personas (ellos y sus familias) reducidas a la mendicidad. Pero el tono era objetivo y preocupado. La resolución estaba notablemente libre de llamamientos convencionales a la acción revolucionaria 14 • Molotov presentó un informe interminable sobre los logros de la URSS 15 , que se elogiaron en una resolución que terminaba con una exhortación a los partidos comunistas a acudir «en defensa de la dictadura del proletariado» 16 • Sin embargo, el debate más importante de la reunión fue el relativo a los asuntos del KPD. El informe de Thalmann no se desvió mucho de la ortodoxia vigente de la Comintern. Afirmaba _que «la burguesía alemana, igual que la burguesía de otros países, está tratando de utilizar dos métodos, el método del socialfascismo y el método del nacionalfascismo» 17 • Gusev, en un discurso militante, calificó a los intentos de conciliación con los socialdemócratas de «oportunismo en la práctica» 18 • La resolución sobre «las tareas del KPD» estaba revestida en su mayor parte de una fraseología convencional. En el pasaje sobre la «organización sindical revolucionaria» se le pedía que intensificara su influencia en las masas obreras y entre los parados, pero se mantuvo un notable silencio sobre la difícil cuestión de la formación de sindicatos rojos. En la resolución se pedía «una movilización de las masas en contra de la amenaza cada vez mayor de ilegalización del partido comunista y en pro de la lucha por su existencia legal». Pero también se prescribía la necesidad de «desarrollar la autocrítica general de arriba abajo», y terminaba con una nota imprevista sobre la necesidad de 14
Kommunisticheskii Internatsional v Dokumentakh (1933), pp. 915 a 925. Se publicó con retraso en varios fragmentos en Intemationale PresseKorrespondenz, núm. 30, 1 de abril de 1930, pp. 727 a 731; núm. 31, 4 de abril de 1930, ¡:;p. 739 y 740 ; núm. 33 , 11 de abril de 1930, pp. 759 a 762, n{1m. 34, 16 de abril de 1930, pp. 777 a 785. Una alusión hecha por Gusev (Kommtmisticheskii Internatsional, 1930, núm. 7, p. 34) a observaciones formuladas por Molotov «en una de las conversaciones privadas» sugiere que éste participó activamente entre bastidores en la formulación de la política evidentemente en un sentido moderador. 16 Ko111m1111isticheskii Internatsio11al v Dok1m1e11takb (1933), pp. 947 a 951; en 1930, el manifiesto habitual del IKKI para el 1 de mayo contenía el llamamiento a «proteger la primera república de los obreros, defender a la Unión Soviética, vuestra patria socialista» (111t ematio11ale Presse-Korrespondenz, número 36, 25 de abril de 1930, pp. 817 y 818) . 17 El discurso de Th,ilmann, junco con otro discurso pronunciado en la comisión de asuntos alemane, de la reunión, figura en Thalmann , op. cit., 305 a 331; se publicaron pasajes sustanciaks