El mundo. Una guía para principiantes 9786074007596


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El mundo. Una guía para principiantes
 9786074007596

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l lllll 11111 11111111 1 1111111 11 111 1111 745739 BIBLIOTECA CENTRAL

El mundo, Una guía para principiantes

Goran Therborn

OCEANO

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llJiATRI;

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NIJfv' ADU

Diseño de portada: lvonne Murillo

EL MUNDO Una guía para principiantes Título original: THE WORLD. A BEGINNER'S GUIDE Tradujo: Enrique Mercado

©

2011,

Goran T herborn

Esta edición es publicada según acuerdo con Polity Press Ltd., Cambridge. D.R. ©Editorial Océa110 de México, S.A. de

Blvd. Mannel Ávila ';imacho 76, 10° piso Col. Lomas de Chapulcepcc Miguel Hidalgo, C.P. 11000, México, D.F. Tel. (55) 9178 5100 [email protected]

C.V.



Primera edición: ISBN:

2012

978-607-400-759-6 B-21972-LV

Depósito legal:

Quedan rigurosam1.11Jc prolulmlm, ú11 /¡¡. 11utrwizaci6n escrita del editor, bajo lfl.S .m11rio11�s ertnli/trida.f en las leyes, la reproducci6n parcial o total de esta obra por cualquier rrwdio o procedimiento, comprendidos la reprografta y el tratamiento informático, y la distribuci6n de ejemplares de ella rrwdiante alquiler o préstamo público. Hecho en México / Impreso en España Made in Mexico / Printed in Spain

9003402010712

ÍNDICE

745739

Prólogo:

en

el princip io era. . . ,

11

Introducción: la humanidad y su mundo,

13

lo q ue somos: una geología sociocultw-al del mundo de hoy,

l. Por qué somos

17

La base de las civilizaciones, 18 'ist.emas de farnilia-sexo-género, 38 Sedimentos de seis olearias de globalización, 45 Los caminos a la modernidad y .m legado, 63 Herencias de la rutas a la modernidad> 77 El destino moderno de las religiones, 84 oportunidades, 87 2.

Dinámica mundial: la evolución humana y sus motivos,

91

el.

Medios de riida: los altibcgos del capitalismo, y resto, 94 l!.'cología di:mogr a y el fin de la emanc ipación ecológica moderna, 97 La dinám·ica a. y exual del reron.orfrnicnto y el re.spelo, l 00

4fic étnica, religio.

Política del p oder colect ivo: la apoteosis del fütadc, l 02 Oult1�ra.: rnodernismo globalizado, acelerado y af.eccionado, 1 07

Canal,es de operación, 111 Procesos gwbal.es, 111 Procesos nacionaks, 127 3.

La escena mundial actual,

133

Decorados: el esp acio mundial, Los grandes actores, 135

134

9

EL MUNDO

4. Nuestro tiempo en la tierra: cursos de vida, 151 Nacimiento y sobrrroiviencia, 152 Infancia y adolescencia, 156 Juventud: sexo y cultura, 162 Edad adulta, 174 Vfjez, 202 Un curso de vida ideal p ara el siglo XXI, 212 Muer te y desp ués, 212

Conclusión: cómo llegamos aquí y adónde vamos, 215 ¿Cómo llegamos aquí?, 216 ¿Adónde vamos?, 222 R.eferencias, 235 Lista de tablas y mapas, 251 Í ndice analítico, 253

10

PROLOGO:

EN F.I. PRINCIPIO �:RA...

L

a mayoría de nosotros somos pdncipian1cs en la esfera planetaria de la hu­ manidad. Sabemos muchp más de nuestro país, y eu oca.'liones de nuestra región continental -sea ésta Africa, Europa, América Latina, América del Norte o una parte de Asia-, aunque rara vez de toda ella. Y todos y cada uno somos principiantes en el siglo XXI, el cual promete al menos una cosa: que será muy clil'ercnte al siglo pasado. Por eso ésta es una guía para principiantes, dirigida a todos aquellos con cmiosidad por este mundo, quienes no sabemos aún todo lo que quisiéramos o debiéramos saber sobre lo malo y lo bueno de él y su salva­ ción. P.\ll \'SU MlJNUO

2009, también l11c t'n gran medida infruc111oso en términos de acrioncs, pern al menos se dio 1111 consenso casi univNsal ele que la humanidad enfrenta un p1 obkmjt t•rnlúgico planetario. Esta es una situación nueva en la histmia humana: la concic11da masiva de una humanidad rn1111ín1 directamtntc in1crconcctada por medios electro nicos, y un objetivo común de la comunicación vía satélite, en el marco dt· una C'conomra global en un entorno planetario. Entn· las elites intelectuales, la vision de la comunidad humana tiene una extensa historia. Tan st)lo en la tradición curnpea, estéÍ la "perspectiva del ciudadano del mundo" ( weltbiirgn lidtl' Sirhl) ele Immanucl Kant y la Ilustrnción, y antes incluso el universalismo medieval de Dante y la defensa de la humanidad ame1 india de Uattolomé de Las Casas en el siglo XVI (véase Bartelson 2009). Pero ésa lue sólo una visión in1elcctual individual, y a la esperanza r1. no necesariamente significa conlinuidad, y n i siquiera lazo relevante. Conüa los supremacistas blancos, o "civilizacionistas occidentales", sin duda hoy muchos de nosotros reclamaremos con rgull nuestra raíz africana. Pero ésta es una base de respeto humano, y lo que nos iuteresa aquí es, primordialmente, la diferenciación de la humanidad. La civilización africana subsahariana difiere en especie, y no sólo en rasgos caractetisticos, de las demás. Es una tradición o ral in Lext s canónicos, y una familia de culturas sin núcleo histórico sin una sola religión o lengua clásica. ¿Cómo puede estimár ·ele entonces una gran civilización, o incluso una mera civilización? Un historiador amateu r tiene que ser muy cui,dadoso en este caso, y lo que V. Y Mudimbe (1988) llamó "la invención de Africa" fue una tortuosa, complicada y pendenciera empresa colonial y nacionalista. Pero aun si deseamos mantener un número restringido de civilizaciones 51Clualmente per­ tinentes, es posible argumentar a favor de co,ntar entre ellas al Africa subsaharia­ na. La Unión Africana engloba también al Africa suprasahariana (o del norte) , pero esto es geopolítica moderna. No obstante, un especialista respeLado pero desoído, el senegalés Cheikh Anta Diop, ha alegado que la "antigü dad egipcia es para la cultura africana lo que la antigüedad grecorromana para la europea" (razonamiento que se expone en Diop 1 967/ 1 993) . in tomar posición sobre si. la an tigua cultw-a egipcia fue o no negra (negre) , para nuestros propósitos basta con q�e no parezca hab r víncul s continuos entre la edificación, visión del mundo y escritura farónicas y sus equivalentes (o su ausencia) al sur del Nilo y el gran desictto, pese al descubrimiento aquí de o�jetos de comercio (Braudel 1987, 194) . En la medida en que existe, la civilización africana omún de rele­ vancia contemporánea es la subsahariana. Los parámetros ecológicos siempre han sido diffciles en esta circunstan­ cia. Estaban claramente delimitados por dos grandes desiertos, el Sáhara en el ,

34

l . POR QUÉ SOMOS LO QUE SOMOS: UNA GEOLOGÍA SOCIOCULTURAL DEL MUNDO DE HOY

norte y el Kalahari en el sur, y por dos océanos, el Atlántico al oeste y el Índico al este. Ninguna de �stas fronteras era impenetrable en la antigüedad, pero juntas dejan fuera a Africa e las principales rutas eurasiáticas de intercambio. Quizá la escabrosa geografía deJ continente haya sid más im p rtant aún. El entro espacial no pudo convertirse nunca en social, compuesto coro estaba de densos bosques tropicales, infestado de insectos y parásitos y sin líneas natura­ les de irradiación. Ninguno de los grandes ríos era navegable hacia el interior, atravesado por rápidos y cataratas, siendo el caso más notorio el del río Congo, el más céntrico. Las grandes sedes culturales y políticas africanas, de Timbuctú y Djenné al Gran Zimbabue se ubicaron a la orilla de sabanas o cerca de la cosa occidental, como lié y Benín. No obstante, y para comenzar, existe una unidad lingüística en la diver­ sidad, que va de Gambia y Senegal en la costa noroccidental hasta el Cabo en el sureste: la familia lingüística nigerocongoleña (cuyo subgrupo básico bantú se esparció supuestamente desde la actual frontera entre Nigeria y Camerún) . Esta unidad deja fuera una vasta herradura lingüística al norte, oeste y este del Sáhara, poblada por hablantes afroasiáticos, de árabe, beréber, amhárico y somalí, y que alguna vez incluyó al egipcio fara , nico. También d�ja fuera a algunas comunidades de lenguas nilosaharianas al sur del desierto, como la hausa del norte de Nigeria y la masai y lu del norte de Kenia, y en el suroeste a las escasas sobrevivientes de la familia lingüística khoisan (Collins 2006, 1 1 ss.; Iliffe 2007, 1 1 ) . Entre las variaciones ecológicas más allá de los desiertos en el norte y suroeste, con bosques tropicales, praderas de sabana, las fértiles coli!1as de los Grandes Lagos y ríos de navegabilidad limitada, la mayor parte del Africa sub­ sahariana tenía una característica significativa. La tierra era abundante, pero la mano de obra escasa. Esto se complicaba por el hecho de que su agricultura se basaba en el azadón, no en el arado, salvo en Etiopía, y de que la tierra era trabajada principalmente por mujeres (Boserup 1970) . , Esta situación produjo un patrón de familia peculiar, aún característico del Africa subsahariana, con una muy alta valoración de la fertilidad, hoy afec­ tada por la planeación familiar moderna pero todavía elevada (de cuatro hijos según la norma oficial nigeriana) para los estándares globales. Con esto se rela­ ciona una práctica masiva de la poligamia, ahora única en el mundo (Therborn 2004) y recientemente celebrada por el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, al casarse por tercera ocasión, en enero de 2010. De acuerdo con las notas de prensa, Zuma tenía entonces veinte hijos. El gran antropólogo, africanista, Jack Goody, ha enfatizado en varios trabajos la diferencia entre Africa y las "civilizaciones [eurasiáticas] de la edad de bronce", y cómo la civilización africana, menos mecánica y rígidamente je35

EL MUNDO

Ma�al

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O CÉA NO

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Mapa 1

36

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1000 500

1500 1000

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2500

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1500 millas

Familias de lenguas africanas.

ÍNDICO ..

1 . POR QUÉ SOMOS LO QUE SOMOS: UNA GEOLOGÍA SOCIOCULTURAL DEL MUNDO DE HOY

rárquica, menos estratificada, se ha manifestado entre otras cosas en su cocina y no uso de Ocres (Go dy 1993, 1 998) . Hasta qué punlo existe u na filosofía o cosmología bantú común es una cuestión muy debatida (véase una descripción y referencias en M udimbe 1998 y Appiah 1992 ) , sobre la que no hay necesidad de pronunciarse aquí. Pero parece haber extendidos temas de creencias ele importancia contemporánea. Existe en esa área un mundo inmaterial rico y diversificado, de espíritus malignos y benignos, al que los humanos debemos respeto y sacrificio rimal. Están ademfü¡ los espfritus de los antepasados, lo mismo que lo de la naturaleza. La li leratura africana moderna ha vertido sus voces en palabras, con particular elocuencia quizás en las obras de Ben Okri, como The Famished Rnad ( 1991 ) . Pero los espí­ ritus y su manej también están presente en formas mucho más tangibles, entre ellas, el frecuente diagnóstico de enfermedades en términos mágicos, la creencia en brujas -incluidas brujas niñas en Nigeria- y rebeliones armadas protegidas por amuletos y ocasionalmente animadas, como en Uganda, por una imerpreta­ ción espiritualista del cristianismo, al modo del Lord's Resistance Anny (E;jército de Resistencia del Señor), encabezado por la saccrdotisa-espí1itu Alice Auma "Lakwena;' (la Mensajera) y su heredero, Joseph Kony. "Africa" es, como "Asia", un invento europeo, pero eso no resta valor heurístico a tomar nota de una civilización africana subsahariana. El cristianis­ mo y el islam se han vuelto las religiones dominantes del África moderna, pero ambas se ven forzadas a dar cabida a los tenaces patrones africanos de sexo­ género-familia, el cristianismo a causa de la poligamia y el islam de las mujeres en la esfera económica púb.li a, por ejemplo. Artísticamente, el generalizado uso ritual de máscaras y danza también es un rasgo notable de este continente. En ningún otro lado puede verse bailar en público a celebridades tradicionales (jefes), políticos y clérigos, solos o en grupo. Para cerrar este examen de civilizaciones, debe recordarse que lo anterior no pretende ser un Salón de la Fama de la Grandeza. Es simplemente una lista de lo mayor, tal como lo parece en el siglo XXI. En comparación con eso, la civili­ zación maya y otras culturas amerindias o del sureste asiático, por ejemplo, son menores, aunque no necesariamente menos importantes. Todas las civilizaciones han mostrado enorme interés en las relaciones de familia-sexo-género, y dejado en ellas una huella permanente. Pero en el curso de mis amplias investigaciones sobre la familia descubrí que, junto con los cinco de las civilizaciones, existen otros dos grandes sistemas contemporáneos de familia, de carácter híbrido, resultantes de posteriores oleadas de globalización y rutas a la modernidad: los sistemas del sureste asiático y americano criollo.

37

EL

MUNDO

Sistemas de familia-sexo-género Además de herederos, todos somos también, por regla general, participantes en lo que podría llamarse un sistema de familia-sexo-género, de ascendencia, parentesco y formación de pareja, prácticas sexuales y relaciones sociales de género. Los principales sistemas de familia-sexo-género del mundo se derivan de las cinco civilizaciones primordiales, y pueden verse incluso como uno de sus elementos centrales, a menudo el más persistente en siglos, y aun en milenios. Por eso aquí se les considerará bajo el encabezamiento general de la herencia de las civilizaciones. Sin embargo, el mundo contemporáneo incluye otros dos grandes sistemas, producto de la hibridación entre civilizaciones y oleadas de globalización, un sistema del sureste asiático y un patrón americano criollo, que merecen tratamiento aparte. Uno de los hallazgos fundamentales de mis investigaciones sobre la familia fue que estos siete sistemas están todavía en operación, con ciertas mutaciones, aunque no convergen entre sí (Therbom 2004; las secciones siguientes se basan en este libro) .

La familia confuciana esteasiática Ésta cubrió la enorme área históricamente marcada por la civilización sínica -Japón, Corea y Vietnam tanto como China- e incluyó desde luego variaciones regionales y nacionales. El patriarcado confuciano clásico se modificó en Japón y se suavizó en Vietnam, y en 1900 ya había sido refrendado, en su versión más ortodoxa, en Corea. La relación padre-hijo es en este sistema la más importante de las cin­ co relaciones en la vida humana, y la piedad filial la virtud cardinal, a la que se subordinan todas las demás normas familiares y sociales. El matrimonio es un contrato entre familias, que puede disolverse por mutuo acuerdo o por el esposo. Como en todas partes fuera de Europa occidental, el matrimonio era aquí prácticamente universal. En general lo sigue siendo, con excepción de metrópolis como Tokio y Singapur. La bigamia era ilegal, aunque las "concubi­ nas" tenían categoría formal como esposas de segundo rango, y sus hijos eran legítimos. La relación sexual siempre ha sido un placer masculino moralmente lícito. La familia conjunta patrilineal fue el ideal chino, y la troncal -de la que se esperaba que se desprendieran los hijos varones casados- el japonés. A los ancestros patrilineales se les debía veneración, tradicionalmente en un altar doméstico y en salas colectivas del linaje, prácticas que ahora han regresado a algunas partes de China. Los sepulcros ancestrales son centros familiares de gran importancia, y el Día de Barrer Tumbas sigue siendo un acontecimiento en el calendario chino. 38

l . POR QUÉ SOMOS LO QUE SOMOS: UNA GEOLOGÍA SOCIOCULTURAL DEL MUNDO DE HOY

El respeto y la obediencia a los padres son normas centrales en Ja fami­ confuciana. Los grandes cambios políticos y e ·onómi os en esta región ban lia desafiado y alterado, pero no abolido, las relaciones generacionales confucianas. La actual norma china de familias de un solo hijo ha reforzado en gran medida la posición del descendiente. Edad y género influyen mucho en las relaciones sociales dentro y fuera de la familia, pero no existe una norma de aislamiento femenino. El confucianismo se presta al paternalismo en los negocios y la política. así como se filtró incluso en el lenguaje comunista, en especial en Vietnam e Fu bajo el "Tío" o, má · formahnente, "Bisabuelo" Ho Chi Minh, y donde los prin­ cipales aliados eran el Hermano May r Unión Soviética y la Hermana Mayor China ( Man- 1 98 1 , 1 32n; Bayly 2007, 1 87) .

La familia surasiática hindú La llamo surasiática porque, en muchos sentidos, este sistema también rige so­ bre las familias no hindúes del subcontinente, entre ellas las musulmanas, pese a que sus normas específi as sean hindúes. El matrimonio es en este ' ·o una obligación sagrada, que l d d ben cumplir. Un matrimonio apropiado e n­ .siste en 1 obseq u io de una virgen p r una familia patrilin al a otra, lo que en el pasado quería decir que a ]as mujeres se les desposaba antes de la pu be rtad: en 1900, a la edad promedio de 10 u 1 1 años. Una viuda hindú no se puede volver a casar, aun si es una niña virgen, aunque el derecho secular de India independiente lo permite. La edad al matrimonio aumentó un poco en el siglo xx, espoleada por la legislación colonial, pero en el sw- rural de Asia la mitad de las mujeres todavía se casan antes de u mplir l s 1 8. En el nort de India el matrimonio se celebraba, y continúa celebrándose, fuera del terruño propio, lo cual es muy alienante para la mujer, separada de este modo de sus padres y amigas, tema frecuente de canciones tristes. El matrimonio es en principio indisoluble y, algunos brahmanes aparte, monógamo. Lo gobiernan reglas de endogamia de casta y exogamia de linaje. La casta heredada ha moldeado la interacción social, también entre musulma­ nes y cristianos, y conserva su importancia en los tiempos modernos, si bien no prevalece del todo. De la novia se espera que entregue una dote, la magnitud e implementación de la cual por su familia es recurrente manzana de la discordia. En el hinduismo conservador de castas superiores existe la norma del purdah, o aislamiento femenino. El ideal histórico de familia, aún vigente, es la familia pa,trilineal con­ . junta, que incluye hijos varones casados y propiedad en común. Este suele ser un enorme mundo familiar para el desarrollo de los hijos. A las niñas se les desatiende, pues se les destina pronto a dejar su familia de origen. El lazo madre39

EL MUNDO

hijo posee relevancia histórica, y hoy las madres tienden a ser las principales casamenteras de sus vástagos. En términos de género, el sur de Asia está impregnado de misoginia y maltrato a las mujeres, a lo que volveremos al examinar lo cursos de la vida humana. Pero como en el caso de las poder sas re in as de la Europa antigua -Isabel I, María Teresa, Catalina II-, la dinastía pued e triunfar sobre el géner . En las últimas tres o cuatro décadas, e · ta región ha sido gobernada por más mujeres que en cualquier otra parte del mundo, por in t.ermedio de los Bhutto en Pakistán, los Nehru-Gandhi en India, los Bandaranaike en Sii Lanka y l a hij a y la viuda que encabezan los dos partidos de Bangfadesh, rivales a muerte. En lo sexual, se ha vuelto muy mojigata en fechas recientes, como puede verse en las asexuales películas de Bollywood, lo que se ve reforzado por el hostigamiento policial de quienes se sientan muy cerca entre sí o se toman de la mano en pú­ blico, como se comprobó en Delhi a principios de la década de 2000 (gracias a la observación de primera mano del doctor Perveez Mo dy, colega antropólogo) .

La familia islámica oesteasiática/norafricana El islam, como el cristianismo, es una religión mundial, propagada a través de continentes. Pero fuera de sus centros históricos, la institución de la familia islámica recibió sustancial influencia de otras culturas y se vio sujeta a otros proc sos r gionales de cambio en el siglo XX. Aunque el rnat.rimoni is lám ico e· un con trato, y no un sacramento, to­ d os los ti pos d familia cuentan, y las relacione de género y sex u ales son amplia­ mente reguladas por la ley religiosa Importantes aun q ue pacíficas difer ncias, ahora atenuadas, dividen entre sí a cinco grand s escuelas de la 1 y i l