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Spanish; Castilian Pages [430] Year 1991
István Mészáros
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El Socialismo en el Siglo XXI
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áevastación igualmente trágica en el propio Japón. En lo tocante al papel de *avudante del sheriff de los Estados Unidos" proclamado en la "doctrina Howard", b única forma de describirlo es como la farsa adelantándosele afanosamente a la tragedia.
4.2.9 La historia del imperialismo muestra tres fases distintivas; 1. El imperialismo moderno constructor de imperios coloniales de los comienzos, originado por la expansión de algunos países europeos en las regiones de penetración relativamente fácil del mundo; 2. El imperialismo "redistribuidor", disputado antagónicamente por las grandes potencias a favor de sus corporaciones cuasimonopólicas, al que Lenin llamó "la etapa superior del capitalismo", que involucraba a sólo unos pocos contendientes reales y algunos sobrevivientes menores del pasado colgados de sus faldones, que llegó a su final en la secuela de la Segunda Guerra Mundial; 3. El imperialismo hegemónico global, con los Estados Unidos como fuerza todopoderosa, presagiado por la versión de Roosevelt de la "política de puertas abiertas", con sus pretensiones de equidad democrática, y — a u n q u e se c o n s o l i d ó p o c o d e s p u é s de la S e g u n d a G u e r r a Mundial—se hizo mucho más pronunciado con el inicio de la crisis estructural del capital en la década de los años 70, y con ello el imperativo de constituir la omniabarcante estructura de mando política del capital bajo un "gobierno global" presidido por el país dominante en el mundo entero. Quienes alimentaban la ilusión de que el "neocoionialismo" de ía posguerra iabía pasado a ser un sistema estable en el que la dominación política/militar había « d o reemplazada por una dominación económica directa, tendían a asignarle demasiado peso al continuado poder de los antiguos amos del imperialismo colonial ^ s p u é s de la disolución formal de sus imperios, menospreciando al mismo tiempo fas aspiraciones exclusivistas de la dominación hegemónica global de los Estados línidos, y las causas que las sostenían. Se imaginaban que al instituir "Institutos de Estudios del Desarrollo"—con el propósito de "educar más" a las élites políticas v administrativas poscoloniales de sus antiguas dependencias, induciéndolas a la adopción de las teorías y políticas de "modernización" y "desarrollo", de reciente p r o m o c i ó n — l o s antiguos g o b e r n a n t e s coloniales p o d r í a n g a r a n t i z a r una continuidad sustantiva con su viejo sistema. Lo que le puso fin a esas ilusiones fue mo soiamentc el p o d e r de p e n e t r a c i ó n a b r u m a d o r a m e n t e m a y o r de las curporaciones norteamericanas (respaldadas con toda la fuerza por el gobierno de ios Estados Unidos) sino, más aún, el d e r r u m b e total de la "política de Kiodernización" en todas partes, como ya lo mencionamos.
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Sin embargo, el hecho de que el imperialismo haya probado ser tan exitoso, y continúe prevaleciendo, no significa que pueda ser considerado estable, ni mucho m e n o s p e r m a n e n t e . El p r e v i s t o " g o b i e r n o g l o b a l " bajo a d m i n i s t r a c i ó n estadounidense sigue siendo una ilusión propagandística, igual que lo fueron la "Alianza para la Democracia" y la "Participación para la Paz", proyectadas — e n una época de choques militares y explosiones sociales que se multiplicaban— como la sólida base de la nueva versión del "Nuevo O r d e n Mundial". Ya hemos pasado por eso antes, cuando —luego del derrumbe del sistema soviético— esa visión encontró apoyo en unos Estados Unidos ansiosos de mantener en funcionamiento al dinamo capitalista a finales de la Guerra Fría, El compromiso selectivo con estados claves del "mercado emergente" le proporcionó una política exterior alternativa a la difunta estrategia de contención. La política preveía que los Estados Unidos fuesen el centro de un "Único Mundo" encaminado a la prosperidad compartida, la democracia y mejores condiciones de vida para todos. Las corporaciones occidentales dotarían de tecnologías a las regiones más pobres del mundo, cuya mano de obra era abundante, barata e ingeniosa. Los mercados financieros globales, que ya no estaban bajo el candado político, aportarían el capital. Dentro de un par de décadas surgiría allí un enorme mercado trasnacional para los consumidores."" La mayor parte del par de décadas previstas ha transcurrido va, v nos vemos en mucha peor condición que nunca antes, incluso en un país capitalistamente avanzado como Inglaterra, donde—según las últimas estadísticas—uno d e c a d a tres n i ñ o s vive por debajo de la línea de pobreza, y en los últimos años esos números se han m u l t i p l i c a d o p o r tres.Y nadie debería hacerse ilusiones acerca de cómo afecta la crisis estructural del capital incluso al país más rico, los Estados Unidos. Porque también ahí se han deteriorado grandemente las condiciones en las dos últimas décadas. Según un reporte reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso—y nadie podría acusar de "desviación izquierdista" a esa oficina—el 1% de la población más acomodada percibe lo mismo que los c i e n m i l l o n e s de los que están abajo (es decir, casi el 4 0 % ) . Y significativamente, esta cifra consternadora se ha d u p l i c a d o d e s d e 1977, cuando el ingreso del 1% de los que estaban en el tope equivalía al de "apenas" c u a r e n t a y n u e v e m i l l o n e s de los más pobres, es decir, menos del 2 0 % de la población.'" En cuanto al resto de las proyecciones optimistas antes citadas, va no se nos invita a soñar con un "inmenso mercado trasnacional" que traería "prosperidad para todos", incluidos los pueblos del Oriente. El primer ministro chino, Zhu Rongji, es alabado ahora por sus "audaces intentos de introducir la reforma en el s e c t o r e s t a t a l , lo que hoy día significa d e s e m p l e o p a r a m i l l o n e s d e
"" Jonatlian Story, op. cit., p. 33. '" Ver David Cay Jotinston, "Gap Between Rich and Poor Found Substantially Wider" New York Times, 5 de septiembre de 1999.
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t r a b a j a d o r e s chinos"."^ ¿Cuántos millones más de trabajadores—o en yerdad cientos de millones de ellos—habrá que convertir en desempleados antes de que finalmente China califique "para un puesto en el mundo del libre mercado"? Por lo pronto el editorial de T h e E c o n o m i s t no puede más que expresar su esperanza, V pronosticar su realización, de que el sistema chino será d e r r o c a d o desde a d e n t r o , " ' y prevé la solución militar externa en otros artículos, como ya hemos visto. Lo que resulta común para los dos enfoques es la completa ausencia de cualquier sentido de la realidad. Porque aun si el sistema chino pudiese ser derrocado hov o mañana, eso no solucionaría absolutamente nada en lo que tiene que ver con el fracaso total de las expectativas optimistas que alguna vez se le atribuyeron a los "estados de mercado emergentes" y su proyectado impacto para "mantener en funcionamiento el dinamo capitalista a finales de la guerra fría". Mientras tanto, las contradicciones y antagonismos, vinculados con causas inextirpables, se han seguido intensificando, Bajo el dominio del capital, que es e s t r u c t u r a l m e n t e incapaz de resolver sus contradicciones—y de ahí su manera de p o s p o n e r el "momento de la verdad", hasta que las presiones acumuladas terminen en algún tipo de explosión—existe la tendencia a tergiversar el tiempo histórico, tanto en dirección al pasado como al futuro, en el interés de eternizar el presente. La tendenciosa mala lectura del pasado surge del imperativo ideológico de tergiversar el presente como marco estructural necesario para todo posible cambio. Porque precisamente a causa de que el presente establecido tiene que ser eternamente proyectado hacia el futuro, al pasado también hay que ficcionalizarlo— en forma de una proyección hacia atrás—como el territorio de la presencia eterna del sistema en otra forma, a fin de eliminar las determinaciones históricas reales y las limitaciones sometidas al tiempo del presente. Como resultado de los intereses perversos que están en las raíces de la relación del capital con el tiempo, el capital no puede poseer ni una p e r s p e c t i v a a l a r g o p l a z o ni un sentido de la u r g e n c i a , incluso cuando está a punto de ocurrir una explosión. Las empresas son orientadas hacia, y su éxito está m e d i d o por, proyecciones concebidas en la escala de t i e m p o más m i o p e . Por eso a los intelectuales que adoptan el punto de vista del capital les gusta argumentar que lo que funcionó en el pasado—enclaustrado en el idealizado método de hacer "poco a poco"—funcionará también en el futuro. Eso construye una peligrosa falacia. Porque el tiempo no está de parte nuestra, dada la presión acumulativa de nuestras contradicciones. La proyección que hace T h e E c o n o m i s t acerca del feliz alineamiento de todos los países "nerviosos" y "preocupados" con las estrategias de los Estados Unidos es, en el mejor de los casos, una proyección arbitraria del presente en el futuro, si no una total tergiversación de las realidades del presente •'- "Worried in Beijing", The Economist, 7 de agosto de 1999, p. 14. •'•' Ibid. El necesario derrocamiento de China es pronosticado vehementemente varias veces en este breve editorial, que no llega a una página.
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a fin de amoldarlas al futuro ilusoriamente anticipado. Porque incluso las actuales contradicciones entre los Estados Unidos y Japón, al igual que las de Rusia con los Estados Unidos, son mucho mayores de lo que permite el esquema de cosas adoptado, por no mencionar su potencial desenvolvimiento en el futuro. Ni habría que ignorar los conflictos de intereses objetivos entre la India y los Estados Unidos para tran,sfigurarlos en una perfecta armonía a cuenta del supuesto "nerviosismo" en torno a China. Más aún, incluso no debe darse por descontado que la armonía aparentemente prevaleciente de los Estados Unidos con la "Unión Europea" en el marco de la OTAN se m a n t e n g a en el f u t u r o , dadas las claras señales de conflictos "interimperialistas" tanto en el interior de la Unión Europea como entre la Unión Europea y los Estados Unidos. "* A veces hasta T h e E c o n o m i s t revela su preocupación de que no todo marcha como debería en las relaciones de poder signadas por los conflictos en occidente, insistiendo en que a pesar de eso nadie debería ni siquiera soñar con desafiar la dominación de los Estados Unidos. Como lo plantea un editorial del periódico: Hasta los motivos para una política exterior común varían. Algunos europeos la quieren como una expresión de la voluntad política común de Europa; otros,para rivalizar con los Estados Unidos, o para ponerles un freno. Si se llega aconvertir en nada más que una forma de antinorteamericanismo, sería undesastre. En el futuro previsible, la OTAN, preferiblemente en sincronizacióncon las Naciones Unidas, será la pieza clave de la seguridad occidental.Norteamérica todavía tiene que llevar la batuta y ocuparse de la mavor parte délas zonas de peligro en el mundo. Pero en lugares al alcance de la mano, comolos Balcanes, Norteamérica afortunadamente delegará funciones en Europa. Eincluso en áreas como el Medio Oriente o Rusia, Europa debería ser capaz dejugar un papel complementario del de Norteamérica. Europa puede y debeejercer una influencia mavor en el mundo, pero todavía le faltan muchos añospara constituirse en superpotencia. " ' La frase vacía "Europa puede y debe ejercer una influencia mavor en el mundo" (¿como cuál? ¿y dónde?) está metida allí como mero "premio de consuelo", para legitimar a los ojos de los vacilantes la supremacía absoluta de los Estados Unidos, propagandizada por The E c o n o m i s t . En verdad, sin embargo, la pregunta no es en modo alguno ¿cuánto le llevará a Europa constituirse en una "superpotencia" que se pueda medir con el poderío militar de los Estados Unidos?, sino ¿en qué forma y con cuál intensidad aflorarán a la luz los antagonismos interimperialistas, que siguen cocinándose, en el futuro nada remoto? De hecho, la administración estadounidense ya está bastante preocupada por las expectativas de los desarrollos europeos.
' " Ver un estudio que llama a la reflexión acerca de esos problemas en el libro de Luigi Vinci citado en la nota 49, en particular las pp. 60-66. "^ "Superpower Europe", The Economist, 17 de julio de 1999, p. 14.
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Istvcín Mgszaros¿ E.I desafio y la carga del tiempo histdrico
StrobeTalbot, Secretario de Estado adjunto, dijo que la última cosa que querriaver Washington era una identidad de defensa europea que "comience dentro laOTAN, pero crezca por fuera de la OTAN, y luego se aleje de la OTAN". Elriesgo, dijo en un seminario en el Instituto Real de Asuntos Internacionales, esel de una estructura de defensa que "primero sea una réplica de la alianza ydespués compita con la alianza". Las palabras del señor Talbot... tocan también la ambivalencia fundamental norteamericana para con una mayor unidad europea: que es buena mientras n o a m e n a c e el p r e d o m i n i o globalde los Estados U n i d o s . " ' Así el Departamento de Estado Norteamericano no pierde oportunidad de remachar en casa la verdad desnuda acerca de su determinación de mantener al resto del m u n d o servil a las exigencias de su " p r e d o m i n i o g l o b a l " . Naturalmente, el más servil de todos los gobiernos occidentales, el inglés, se apresuró en acatarla y manifestar su aceptación incondicional en el mismo seminario del Instituto Real de Asuntos Internacionales. Tratando de apaciguar la ansiedad de los Estados Unidos, Lord Robertson, el Secretario de Estado para la Defensa saliente que la semana próxima recibirá de manos del señor Solana la conducción de la OTAN, declaró que el pacto del Atlántico sigue siendo la piedra angular de la política de defensa británica."^ Puede que así sea, porque hasta ahora el papel de su "caballo de Troya" en Europa asignado a Inglaterra por el gobierno estadounidense continúa sin ser cuestionado. Sin embargo, esas aceptaciones no pasan de ser "silbidos en la oscuridad" en lo referente a los conflictos de intereses objetivos existentes entre las potencias occidentales, que inevitablemente se intensificarán en el futuro, sin importar con cuánto empeño el D e p a r t a m e n t o de Estado norteamericano le recordará a la Unión Europea quién lleva en realidad la voz cantante, incluso cuando se niegue a pagar por ello. 4.3
DESAFÍOS HISTÓRICOS QUE ENCARAN AL MOVIMIENTO SOCIAL
4.3.1 Como hemos visto antes, el movimiento antiimperialista en los Estados Unidos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX fracasó a causa de la conciliación "del movimiento laboral con los trusts y el apoyo a su política exterior". La conclusión del antiguo allegado a Lincoln, George S. Boutwell, en 1902, de que •"El esfuerzo final para la salvación de la república ha de ser hecho por las clases que trabajan y producen" suena profético también hoy. Porque las condiciones para el éxito continúan siendo las mismas, y sólo las clases que trabajan y producen en América pueden ponerle fin a la tendencia destructiva del imperialismo -" Rupert CornwelL "Europe warned not to weaken NATO", The Independent, 8 de octubre de 1999, p. 18. •••'Ibid.
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hegemónico global. Ningún poder político/militar sobre la tierra puede lograr desde afuera lo que tendría que hacer desde adentro un movimiento que ofrezca una alternativa al orden existente en los Estados Unidos. Naturalmente, eso no significa que todos los demás puedan arrellanarse en sus sillas y esperar a que la acción requerida se haya realizado, porque ésta nunca podrá ser completada en aislamiento. Los problemas y contradicciones están también tan inextricablemente entrelazados que su solución necesita igualmente de profundos cambios en el resto del mundo. Es necesario abordar en todas partes las causas profundamente arraigadas de las contradicciones explosivas, a través de la participación de una empresa verdaderamente internacional cuyos c o n s t i t u y e n t e s específicos afronten su propia cuota de red de intrincadas contradicciones del capital, en solidaridad con "las clases que trabajan y producen" en Norteamérica y en cualquier lugar del orbe. La "conciliación" del movimiento laboral norteamericano "con los trusts y el apoyo a su política exterior" a finales del siglo XX"** se debió, por una parte, a la disponibilidad de salidas para la e x p a n s i ó n i m p e r i a l i s t a , y de ahí el d e s p l a z a m i e n t o p o s t e r g a d o r de las contradicciones del capital; y, del lado del movimiento laboral, a la ausencia de las condiciones objetivas y subjetivas"'de una a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a v i a b l e al modo de controlar la reproducción social que tiene el capital. Una alternativa que no es concebible sin una solidaridad internacional orientada a la creación de un orden de igualdad sustantiva.
"" Para una historia esclarecedora y actualizada del movimiento laboral norteamericano, ver Paul Buhle, Taking Care of Business: Samuel Gompers, George Meany, Lane Kirkland, and the Tragedy of American Labour, Monthly Review Press, Nueva York, 1999, en particular las pp. 17-90 y 204-263. Michael D. Yates escribió un libro muy perspicaz acerca del papel estratégico del movimiento laboral sindicalizado hoy día, Why Unions Matter?, Monthly Review Press, Nueva York, 1998. ' " Sin duda, el reconocimiento de la existencia de circunstancias objetivas desfavorables no puede proporcionar una justificación blindada de las contradicciones a menudo autoimpuestas del "lado subjetivo". Michael Yates destaca acertadamente el impacto y la responsabilidad históricos de los individuos que estaban en la posición de tomar decisiones como protagonistas del movimiento laboral norteamericano. En un artículo reciente escribe que "Gompers no debió delatar a la IWW y los cuadros socialistas militantes a la policía, pero tampoco los dirigentes socialistas debieron aliarse con Gompers y convertirse eventualmente en conservadores tan rabiosos como él. Gompers y su progenie no tenían que comprometerse con el imperialismo norteamericano y socava^ los movimientos progresistas de los trabajadores en todo el mundo, aceptando dinero dé la CÍA aunque esa agencia de la muerte estaba incitando al asesinato y encarcelamiento de dirigentes sindicales a todo lo ancho del globo. Los dirigentes de la CIO no debieron participar en esa cacería de brujas, haciendo que la CIO se convirtiese en algo prácticamente indiferenciable de la AFL para el momento de su fusión en 1955. Pero tampoco los comunistas debieron instar al gobierno a encerrar a los trotskistas y seguir servilmente las directrices de Stalin. Todo esto no es para decir que las acciones de algunos radicales y las de los Gompers y compañía están en el mismo plano, sino que los radicales también tienen su propia historia".
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No hace falta ser militante socialista para darse cuenta de los peligros que encaramos. Resulta pertinente recordar en este contexto que la alarma desatada en 1997 por el ganador del Premio Nobel Joseph Rotblat en lo tocante a las actividades investigativas con fines de lucro que se siguen en el campo de la biotecnología v la "clonación". Como sabemos, bajo el dominio del capital esas actividades—entrampadas por los imperativos expansionistas del sistema, sin importar las consecuencias humanas y ambientales—representan una nueva dimensión de la potencial autodestrucción de la humanidad. Esa nueva dimensión le está siendo agregada hoy al arsenal ya existente de armas nucleares, químicas y biológicas, cada una capaz de infligirnos por sí sola un holocausto universal. Del mismo modo como Joseph Rotblat, un distinguido científico liberal que tuvo gran prominencia en el movimiento de protesta que impidió la elección de Margaret Thatcher como rectora de la Universidad de Oxford, planteó el problema de la incontrolabilidad v la potencial autodestrucción humana como materia de suma urgencia, en relación con la manera como el conocimiento científico en general se produce y es utilizado en nuestro orden social. Escribió en un reciente trabajo acerca de la integridad académica: Las estructuras de la sociedad—social, política, religiosa—están rechinando fuertemente con nuestra incapacidad para absorber lo que sabemos dentrode sistemas éticos y sociales que puedan ser ampliamente aceptados. Elproblema es urgente ... Una salida posible es, por supuesto, el retroceso a lasvarias formas de fundamentalismo, que con certeza afectaría gravemente la integridad académica. La alternativa es reconocer que existe la obligaciónpor parte de los creadores de ese cúmulo de conocimientos de resolver elproblema de cómo desmontar su capacidad de destruirnos.''" La responsabilidad social de los científicos de dar la pelea contra esos peligros no se puede pasar por alto. Ciertamente, entre los científicos que participaron en esa empresa en eí siglo XX figuraban algunos de los más grandes. Einstein, por ejemplo, llevó adelante durante muchos años su lucha contra la militarización de la ciencia y por la vital causa del desarme nuclear. En un mensaje que preparó para un planificado—pero, significativamente, nunca llevado a cabo en la realidad por culpa de la más vulgar interferencia—Congreso Nacional de Científicos, Einstein escribió: Me complace sinceramente que la gran mayoría de los científicos estén plenamente concientes de sus responsabilidades como académicos v ciudadanos del mundo; y que no hayan sido víctimas de la histeria tan difundida que amenaza a nuestro futuro y al de nuestros hijos. Horroriza darse cuenta de que el veneno del militarismo y el imperialismo amenaza con generar cambios indeseables en la actitud política de los Estados Unidos... Lo que vemos actuar aquí no es expresión •-- Denis Noble, "Academic Integrity", en Alan Montefiore y David Vines (editors). Integrity in the Public and Private Domains, Routledge, Londres y Nueva Yorlc, 1999, p. 184.
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de los sentimientos del pueblo norteamericano; al contrario, refleja la voluntad de una minoría poderosa que utiliza su poder económico para controlar los órganos de la vida política. Si el gobierno sigue en esa trayectoria fatal, nosotros los científicos tendremos que negamos a someternos a sus exigencias inmorales, aunque éstas estén respaldadas por la maquinaría legal. Existe una ley no escrita, la de nuestra propia conciencia, que es mucho más obligante que cualquiera de las que puedan ser ideadas en Washington. Y por supuesto existen también, inclusopara nosotros, las armas de último recurso: laño cooperación y la huelga.''' La cancelación del vital encuentro planificado, que se programó para los días del 10 al 12 de enero de 1946, demostró de una vez que la creencia públicamente declarada de Einstein en la responsabilidad social aceptada a conciencia de la gran mayoría de los científicos iba a recibir un gran desengaño. No obstante, continuó su lucha hasta que murió, desafiando las amenazas y las denuncias públicas. Sabía muy bien que "los hombres nunca se han liberado de la servidumbre intolerable, congelada en la ley, si no es mediante la acción revolucionaria",'" e insistía en que Lo que se necesita es hechos, no palabras; las meras palabras no conducen a ninguna parte a los pacifistas. Tienen que iniciar la acción v comenzar con lo que se puede lograr ya.''' Pero a pesar de su inmenso prestigio v su acceso totalmente sin paralelo t a n t o a los jefes de g o b i e r n o como a los m e d i o s , al final Einstein se vio completamente aislado y derrotado por los apologistas políticos del creciente complejo militar/industrial. Éstos llegaron hasta a pedir su enjuiciamiento,'^* con miras a la expulsión de los Estados Unidos, vociferando en el Congreso que "Ese agitador extranjero nos va a precipitar en otra guerra europea a fin de fomentar la difusión del comunismo por todo el m u n d o " . ' ' ' Así, hasta la protesta del científico más socialmente preocupado y políticamente conciente del mundo tenía que quedarse como un "grito en el desierto". Porque no se vio amplificado por un movimiento de masas que pudiese enfrentarse y desarmara !as destructivas fuerzas del capital, profundamente afincadas, mediante su visión alternativa, viable en la práctica, de cómo poner en orden los asuntos humanos. Una alternativa prevista también por Boutwell cuando insistió en que "el esfuerzo final para la salvación de la república"—en contra de las grandes corporaciones aventureras constructoras de imperios, v sus estados—"ha de ser hecho por las clases que trabajan y producen". Boutwell pronunció esas palabras hace más de un siglo, y su verdad se ha venido intensificando cada vez más desde ^^' Otto Nathan y Heinz Norden, editores, Einstein on Peace, Schocken Books, Nueva York, 1960. p. 343. El mensaje de Einstein sólo pudo ser publicado postumamente, '^^bid., p. 107. '^3 Ibid., p. 116. ™ Ibid., p. 344. '^" Citado en Ronald W. Clark, Einstein: The Life and Times, Hodder and Stoughton, Londres, 1973, p. 552. El congresista ya citado que denunció violentamente a Einstein en la Cámara de Representantes era John Rankin, político del Mississippi.
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entonces. Porque los peligros han crecido inconmensurablemente para toda la humanidad, no sólo si comparamos con 1902, cuando Boutwell habló, sino incluso en comparación con los tiempos de Einstein. Los megatones en el arsenal nuclear, que preocupaban a Einstein, no sólo se han multiplicado desde el momento de su muerte, sino además han proliferado, a pesar de toda la habladuría autoengañadora acerca del "fin de la guerra fría". Muv recientemente se nos recordó el estado real de las cosas cuando el presidente Yeltsin trató de justificar el derecho soberano de su país a la guerra atroz contra Chechenia, advirtiéndole al resto del mundo que Rusia todavía estaba en posesión de un arsenal repleto de armas nucleares. Hoy, como añadido a la amenaza nuclear de la MAD ["Mutually Assured Destruction" literalmente "Destrucción Mutuamente Asegurada", organismo ficticio ideado para crear un juego de palabras que se pierde en la traducción: remite a "mad", d e m e n t e . N del T.), el conocimiento de cómo emplear el armamento químico v biológico al servicio del exterminio en masa está a la disposición de quienes no vacilarían en emplear esas armas si el dominio del capital se viese amenazado. Y eso no es todo, de ninguna manera. Porque por ahora la destrucción ambiental, en beneficio de los intereses ciegamente seguidos del capital, ha asumido proporciones tales—como lo ilustró dramáticamente la terrible calamidad desatada en las postrimerías del siglo XX sobre el pueblo de Venezuela, como resultado de la deforestación irresponsable y el "desarrollo" especulativo—que incluso si el proceso fuese revertido mañana mismo, tomaría décadas producir algún cambio significativo en este respecto neutralizando la articulación perniciosa, autopropulsada v autónoma del capital, que tiene que seguir su camino más fácil "racional" y, en términos inmediatos, "económico". Más aún, las implicaciones potencialmente letales de la manipulación de la naturaleza mediante la biotecnología empleada imprudentemente, la "clonación", y a través de la modificación genética incontrolada de productos alimenticios, bajo los dictados de las corporaciones gigantes que sólo buscan ganancias y sus gobiernos, representan la apertura de una nueva "caja de Pandora". Esos son los peligros claramente visibles en nuestro horizonte, tal y como están las cosas hoy día; ¡y quién sabe qué peligros adicionales para nuestros hijos irán a aparecer mañana gracias a la incontrolabilidad destructiva del capital! Sin embargo, lo que resulta absolutamente claro a la luz de nuestra experiencia histórica, es que solamente un genuino movimiento socialista de masas podría contrarrestar y derrotar a las fuerzas que hoy están empujando a la humanidad hacia el abismo de la autodestrucción.
4.3.2 La tan urgentemente necesitada constitución de la alternativa radical al modo de reproducción metabólica social del capital, no puede ser llevada a cabo sin una
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revision crítica del pasado. Es necesario examinar el fracaso de la izquierda histórica en hacer cumplir las expectativas formuladas optimistamente por Marx cuando postuló, ya en 1847, la "asociación" sindical y el consiguiente desarrollo político de la clase trabajadora en estrecho paralelo con el desarrollo industrial de varios países capitalistas. Como él lo expuso: el grado de desarrollo alcanzado por la asociación en determinado país señala claramente el rango que éste ocupa en la jerarquía del mercado mundial.Inglaterra, cuya industria ha alcanzado el más alto grado de desarrollo posee las asociaciones de mayor tamaño y mejor organizadas,En Inglaterra no se han detenido en las asociaciones parciales.,, han ido más allá, simultáneamente con las luchas políticas de los trabajadores,que actualmente constituyen un gran partido político, llamado Cartista.'^*' Y Marx esperaba que ese proceso continuase de manera tal que La clase trabajadora, en el transcurso de su desarrollo, sustituirá a la vieja sociedad civil por una asociación que excluirá a las clases y su antagonismo, y ya no existirá poder político propiamente dicho, puesto que el poder político constituye precisamente la expresión oficial del antagonismo en la sociedad civd.'"' Sin embargo, en el desarrollo histórico de la clase trabajadora la parcialidad y la sectorialidad no estaba limitada a las "asociaciones parciales" y a los varios sindicatos que surgieron de ellas. Inevitablemente, al comienzo la parcialidad afectó a cada uno de los aspectos del movimiento socialista, incluida la dimensión política. Tan es así, en efecto, que siglo y medio más tarde éste todavía presenta un inmenso problema, que ha de ser resuelto alguna vez en un futuro que esperamos no resulte muy remoto. El movimiento laboral no podía evitar ser sectorial y parcial en sus comienzos. No se trataba simplemente de la cuestión de haber adoptado subjetivamente la estrategia equivocada, como se p r e t e n d e a m e n u d o , sino de un asunto de determinaciones objetivas. Como ya lo mencionamos, ía "píuraíídad cíe capitaíes" ni podía ni puede ser superada dentro del marco del orden metabólico social del capital, a pesar de la irresistible tendencia hacia la concentración v centralización monopólicas—así como hacia lo trasnacional, pero precisamente ese carácter trasnacional (y no genuinamente multi-nacional) determina que su desarrollo resulte necesariamente parcial—del capital globalizador. Al mismo tiempo, la "pluralidad del trabajo" tampoco puede ser suprimida en el área de la reproducción metabólica social del capital, independientemente del esfuerzo que se invierta en tratar de hacer pasar al trabajo de antagonista estructuralmente inconciliable del capital a su sirviente uniformemente sumiso. Los intentos por lograrlo han ido desde la propaganda mistificadora y absurda del "capitalismo del pueblo" que lo convertiría
126 Marx, The Poverty of Philosophy, en Marx y Engels, Collected Works, vol. 6, p. 210. 12" Ibid., p, 212.
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en accionista, a la directa extracción política del plusvalor, que todo lo abarca, ejercida por las personificaciones poscapitalistas del capital, que trataban de legitimarse gracias a su pretensión espuria de ser la encarnación de los "verdaderos intereses" de la clase trabajadora. El carácter sectorial v parcial del movimiento laboral se combinó con su articulación d e f e n s i v a . El sindicalismo de los inicios—del que surgieron más t a r d e los p a r t i d o s p o l í t i c o s — r e p r e s e n t a b a la c e n t r a l i z a c i ó n d e la s e c t o r i a l i d a d , de tendencia autoritaria, v condujo a la transferencia del poder de tomar decisiones de las "asociaciones" locales a los centros sindicales, y de ellos a los partidos políticos. Así que ya desde un comienzo el movimiento sindical en su conjunto fue inevitablemente s e c t o r i a l y d e f e n s i v o . En verdad, dada la lógica interna del desarrollo de ese movimiento, la c e n t r a l i z a c i ó n d e la s e c t o r i a l i d a d trajo consigo el a f i a n z a m i e n t o d e la d e f e n s i v i d a d , comparado con los ataques esporádicos mediante los cuales las asociaciones locales pudieron ocasionarles daños de gravedad a sus antagonistas capitalistas locales. (Sus parientes lejanos luddistas t r a t a r o n de hacer lo mismo en una forma más generalizadamente destructiva, y que por io mismo terminó muv pronto por volverse totalmente inviable). El afincamiento de la defensividad representó así un paradójico adelanto histórico. Porque a través de sus primeros sindicatos el trabajo se convirtió también en i n t e r l o c u t o r del capital, sin dejar de ser objetivamente su antagonista estructural. Desde esa nueva posición de defensividad generalizada, el trabajo pudo, bajo c o n d i c i o n e s f a v o r a b l e s , obtener ciertas ventajas para algunos de sus sectores. Tal cosa fue posible en tanto que los correspondientes constituyentes del capital pudiesen ajustarse en escala nacional—en sintonía con la dinámica de la potencial expansión y acumulación del capital—a las peticiones que les hiciese el movimiento laboral articulado defensivamente. Un movimiento que actuaba dentro de las premisas estructurales del sistema del capital, como su i n t e r l o c u t o r legalmente constituido y reglamentado por el estado. El desarrollo del "Estado del bienestar" fue la manifestación definitiva de esa lógica, practicable en un número muy limitado de países. Era limitado tanto en lo referente a las c o n d i c i o n e s f a v o r a b l e s de una expansión del capital libre de problemas en los países involucrados, como a la precondición de la aparición del Estado del Bienestar, y en relación con su escala de tiempo, que al final terminó siendo demarcada en las últimas tres décadas por la presión de la "derecha radical" para la completa liquidación del Estado del Bienestar, como resultado de la crisis estructural del sistema del capital en su conjunto. Con la constitución de los partidos políticos del trabajo—bajo la forma de la separación del "brazo industrial" del trabajo (los sindicatos) y su "brazo político" (los partidos socialdemócratas y vanguardistas)—la defensividad del movimiento se afincó todavía más. Porque ambos tipos de partido se apropiaron para sí el derecho exclusivo a la toma de decisiones general, que ya se veía venir en la
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sectorialidad centralizada de los propios movimientos sindicales. Esa defensividad se hizo aún peor gracias al modo de operación adoptado por los partidos políticos, que obtuvieron algunos éxitos a costa de desencarrilar y desviar de sus objetivos originales ai movimiento socialista. Porque en el marco parlamentario capitalista, a cambio de la aceptación por parte del capital de la legitimidad de los partidos políticos del trabajo, se volvió absolutamente ilegal utilizar al "brazo industrial' para fines políticos. Eso representaba una condición fuertemente restrictiva que los partidos del trabajo aceptaron, condenando así a la impotencia total al inmenso potencial combativo del trabajo, arraigado en lo material y en potencia también muy efectivo en lo político. Actuar de esa manera resultaba sumamente problemático, ya que el capital, gracias a su supremacía estructuralmente garantizada, continuó siendo la fuerza e x t r a p a r l a m e n t a r i a p o r e x c e l e n c i a , que podía dominar al parlamento a su antojo desde afuera. Y tampoco en los países poscapitalistas era posible considerar que la situación estuviese mejor. Porque Stalin degradó a los sindicatos al estatus de ser lo que él llamó "las correas de transmisión" de Ja propaganda oficial, exceptuando a la misma vez a la forma política poscapitalista de la toma de decisiones autoritaria de cualquier posibilidad de control por parte de la base de la clase trabajadora. Comprensiblemente, entonces, en vista de nuestra infeliz experiencia histórica con ambos tipos de partidos políticos, va no cabe esperanza alguna de una rearticulación radical del movimiento socialista si no c o m b i n a m o s el "brazo i n d u s t r i a l " d e l trabajo c o n su " b r a z o p o l í t i c o " , confiriéndole el p o d e r significativamente político de la toma de decisiones a los sindicatos (alentándolos así a ser directamente políticos), por una parte, v por la otra haciendo que los propios partidos políticos se t o r n e n desafíantemente activos en los conflictos industriales como los antagonistas incondicionales del capital, asumiendo la responsabilidad por su lucha d e n t r o y fuera del parlamento. A lo largo de su prolongada historia el movimiento labora! continuó siendo sectorial y defensivo. En verdad, esas dos características definitorias constituyeron un auténtico círculo vicioso. En su pluralidad dividida y muchas veces internamente destrozada, el trabajo no pudo romper sus delimitaciones sectoriales paralizadoras, en dependencia de la pluralidad de los capitales, porque como movimiento general estaba articulado defensivamente; y viceversa, no pudo superar las profundas limitaciones de su obligada defensividad de cara al capital, porque hasta el momento presente ha seguido siendo sectorial en su articulación industrial y política organizada. Al mismo tiempo, para hacer aún más rígido el círculo vicioso, el papel defensivo asumido por el trabajo le confirió una extraña forma de legitimidad al modo de control metabólico social del capital. Porque, por defecto, la postura defensiva del trabajo aceptó explícita o tácitamente considerar que el orden socioeconómico y político establecido era el marco obligado, y el prerrequisito permanente de lo que se pudiese considerar "realjstamente factible" dentro de las demandas solicitadas, demarcando al mismo tiempo la única vía legítima de resolver
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los conflictos que pudiesen surgir de de las pretensiones encontradas de los interlocutores. Eso equivalía a una especie de a u t o c e n s u r a , para alta complacencia de las áridas personificaciones del capital. R e p r e s e n t a b a una a u t o c e n s u r a entumecedora, que resultó en una inactividad estratégica que continúa hoy día paralizando hasta a los remanentes más radicales de la izquierda histórica organizada, por no m e n c i o n a r a los e l e m e n t o s c o n s t i t u v e n t e s que alguna vez fueron genuinamente reformistas, pero ahora están totalmente domados e integrados. Mientras la postura defensiva del "interlocutor racional" del capital—cuya racionalidad quedaba definida a priori como una que pudiese ajustarse a las premisas v restricciones prácticas del orden dominante—pudo producirle ganancias relativas al trabajo, la autoproclamada l e g i t i m i d a d del marco regulador político general del capital permaneció sin verse desafiada en lo fundamental. Sin embargo, una vez que bajo la presión de su crisis estructural el capital va no pudo concederle nada significativo a su "interlocutor racional", sino por el contrario tuvo que echar atrás hasta sus concesiones del pasado, atacando sin dar cuartel a las bases mismas del Estado del Bienestar v también a las salvaguardas legales protectoras/defensivas del trabajo a través de un conjunto de leves antisindicales autoritarias "promulgadas democráticamente", el orden político establecido tenía que perder su legitimidad, poniendo al descubierto ai mismo tiempo la total insostenibilidad de la postura defensiva del trabajo. La "crisis d e la p o l í t i c a " , que ni los peores apologistas del sistema pueden negar h o v — a u n q u e por supuesto ellos t r a t a n de limitar a la esfera de la manipulación política v su consenso aberrante, en el espíritu de la "tercera vía" del Nuevo Laborismo—representa una profunda crisis d e l e g i t i m i d a d de! modo de reproducción metabólica social establecido y su marco general de control político. Eso fue lo que trajo consigo la a c t u a l i d a d h i s t ó r i c a d e la o f e n s i v a socialista,'-** incluso si el seguimiento de su propio "camino más fácil" por parte del trabajo sigue favoreciendo por lo pronto el mantenimiento del orden existente, a pesar de !a incapacidad cada vez más obvia de ese orden para "repartir los bienes"— incluso en los países capitalistamente más avanzados—como el basamento de su legitimidad alguna vez aceptada de manera abrumadora. Hov día el "Nuevo Laborismo", en todas sus variedades europeas, es el facilitador del "reparto de los bienes" únicamente para los intereses del capital atrincherados, bien sea en el campo del capital financiero—al que cínicamente defiende eí gobierno de Blair a capa v espada, incluso en conflicto con varios de sus socios europeos—o en algunos sectores comerciales cuasimonopóíícos de aquél. A¡ mismo tiempo, a fin de defender al sistema bajo las condiciones de márgenes de viabilidad reproductiva
128 Vgj. gj Capituio 18 de Más allá del Capital, pp. 775-849. Una versión anterior de ese capítuio estaba contenida en el estudio titulado "II rinnovamento del marxismo e l'attualitá storica dell'offensiva socialista", publicado en Problemi del socialismo (una publicación fundada por Lefio Basso), Año XIII, enero-abril de 1982, pp. 5-141.
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del capital, que se van reduciendo, se ignoran de un todo los intereses de la clase trabajadora, facilitando también en este respecto los intereses vitales del capital al mantener toda la legislación antilaboral autoritaria del pasado r e c i e n t e , ' " y apoyar con el poder del estado la presión para la i n e s t a b i l i d a d de la fuerza laboral, como una "solución" cínicamente engañosa del problema del desempleo. Es por eso que la necesidad de una ofensiva socialista no puede ser sacada de la agenda histórica por alguna variedad establecida o concebible del amoldamiento defensivo del trabajo. No debería ser sorpresa que bajo las presentes condiciones de crisis el canto de sirena del keynesianismo se escuche de nuevo como remedio ilusorio, apelando al espíritu del viejo "consenso expansionista" al servicio del "desarrollo". Sin embargo, hoy día ese canto sólo puede sonar muy tenuemente, pues emana a través de una larga cañería desde la honda sepultura del keynesianismo. Porque el tipo de consenso cultivado por las variedades existentes de movimiento laboral amoldado en realidad tiene que hacer digerible la i n c a p a c i d a d e s t r u c t u r a l de expansión y acumulación de los capitales, en abierto contraste con las condiciones qvie alguna vez hicieron posible que las políticas keynesianas prevalecieran por un período histórico muy limitado. Luigi Vinci, una figura prominente del movimiento italiano R i f o n d a z i o n e , remarcó acertadamente que hov día la autodefinición apropiada y la viabilidad organizacional autónoma de las fuerzas socialistas radicales se ve "a m e n u d o f u e r t e m e n t e obstaculizada p o r un impreciso y optimista keynesianismo de izquierda en el que la posición central la ocupa la palabra mágica 'desarrollo' ".'^" Una noción de desarrollo que aun en la cúspide de la expansión keynesiana no pudo hacer acercar siquiera un centímetro a la alternativa socialista. Porque siempre dio por descontadas las obligadas premisas prácticas del capital como el marco orientador de su propia estrategia, firmemente bajo las restricciones interiorizadas del "camino más fácil". Cabe destacar también que el keynesianismo es por naturaleza propia c o y u n t u r a l . Dado que opera dentro de los parámetros estructurales del capital, no puede evitar serlo, independientemente de que las circunstancias prevalecientes favorezcan a una coyuntura más prolongada o más breve. El kevnesianismo, incluso en su variante "de izquierda", inevitablemente está situado dentro de la l ó g i c a d e l " p a r e - s i g a " del capital, y restringido por ella. Aun en el mejor de los casos el keynesianismo no p u e d e r e p r e s e n t a r más que la fase de "siga" de un ciclo ' " En todo caso, no deberíamos olvidar que la legislación antilaboral en Inglaterra comenzó bajo el gobierno laborista de Harold Wilson, con la aventura legislativa que se llamó "En vez de enfrentarnos", en la fase inicial de la crisis estructural del capital, continuó bajo el gobierno de breve vida de Edward Heath, y luego otra vez bajo los gobiernos laboristas de Wilson y de Callaghan, diez años antes de recibir un sello abiertamente "neoliberal" bajo Margaret Thatcher. '"' Luigi Vinci, La socialdemocrazia e la sinistra antagonista in Europa, Edizioni Punto Rosso, Milán 1999.
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expansionista, a la que tarde o temprano la fase "pare" le pondrá su fin. En sus orígenes el keynesianismo trató de ofrecer una alternativa para la lógica del "paresiga" manejando ambas fases de una manera "balanceada". Pero no logró hacerlo, y en cambio se quedó atado a la fase unilateral "siga", debido a la naturaleza misma de su m a r c o r e g u l a d o r o r i e n t a d o por el estado capitalista. La expansión tan inusualmente prolongada de la expansión kevnesiana en la posguerra—aunque aun ahí limitada, significativamente, a unos pocos países capitalistas avanzados—se debió en gran medida a las condiciones favorables de la reconstrucción posbélica y a la posición dominante asumida en ella por el complejo militar/industrial abrumadoramente financiado por el estado. Por otra parte, el hecho de que la fase de "pare", correctiva y contrarrestadora, adquiriese la forma excepcionalmente severa y cruel del "neoliberalismo" (v el "monetarismo" como su racionalización ideológica seudo-objetiva)—ya bajo el gobierno laborista de Harold Wilson, presidido en lo f i n a n c i e r o / m o n e t a r i o p o r Denis Healv, como Ministro de Hacienda—se debió al inicio de la crisis d e l c a p i t a l , mas no la tradicionalmente cíclica sino esta vez e s t r u c t u r a l , que abarcaría toda una época de la historia. Es eso lo que explica la duración excepcional de la fase de "pare" neoliberal, hasta ahora mucho más prolongada que la fase de "siga" keynesiana de la posguerra, todavía sin un final a la vista y perpetuada bajo la atenta mirada de los gobiernos conservadores y laboristas por igual. En otras palabras, el rigor antilaboral y la alarmante duración de la fase de "pare" neoliberal, junto con el hecho de que el neoliberalismo sea practicado por gobiernos que supuestamente están situados en los bandos opuestos de la división política parlamentaria, en realidad sólo resultan comprensibles como manifestaciones de la crisis estructural del capital. La circunstancia de que la brutal longevidad de la fase neoliberal sea racionalizada ideológicamente por algunos teóricos del laborismo como el "ciclo descendiente prolongado" del desarrollo capitalista normal, que será seguido con certeza por otro "ciclo de expansión prolongado", no hace más que subrayar la completa incapacidad del "pensamiento estratégico reformista" para captar la naturaleza de las tendencias de desarrollo en marcha. Más aún porque el carácter salvaje del neoliberalismo continúa su curso, sin ningún desafío por parte del movimiento laboral amoldado, y ya están llegando a su fin los años que predijo incluso la fantasiosa noción del "ciclo positivo prolongado" por venir, como lo teorizaron los apologistas del capital laboristas. Así, dada la crisis estructural del sistema del capital, aun sí un viraje coyuntura! pudiese traer de regreso por un momento el intento de instituir alguna forma de administración financiera estatal keynesiana, ésta no podría tener sino una duración extremadamente limitada, debido a la ausencia de condiciones materiales que pudiesen favorecer su extensión por un período más prolongado, incluso en los países capitalistas dominantes. Más importante todavía, esa resurrección coyuntura! limitada no podría ofrecerle absolutamente nada a la realización de una alternativa socialista radical. Porque resultaría del todo imposible construir una alternativa
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estratégica viable al modo de control del metabolismo social con una manera coyuntural interna de dirigir el sistema; una manera que necesita de la floreciente expansión y acumulación del capital como la precondición necesaria de su propio modo de operación.
4.3.3 Como lo hemos visto en las últimas páginas, las limitaciones sectoriales y la defensividad del trabajo no pudieron ser superadas mediante la centralización sindical v política del movimiento. Ese fracaso histórico se ve hov subrayado con íuerza por la globalización trasnacional del capital, para la cual el trabajo no parece tener ninguna respuesta. Debemos recordar aquí que en el transcurso del último siglo v medio fueron fundadas nada menos que c u a t r o I n t e r n a c i o n a l e s en un intento por crear la requerida unidad internacional del trabajo. No obstante, ninguna de las cuatro logró aproximarse siquiera a los objetivos declarados, y mucho menos a su realización. Eso no puede ser explicado simplemente en términos de las traiciones personales que, aunque son correctos en esos términos personales, todavía le sacan el cuerpo a la cuestión, ignorando las determinaciones objetivas de peso que debemos tener en mente si queremos remediar la situación en el futuro. Porque seguimos sin explicar p o r q u é las circunstancias realmente favorecieron esas salidas del carril y esas traiciones a lo largo de un período histórico muv prolongado. El problema fundamental es que la pluralidad sectorial del trabajo está vinculada e s t r e c h a m e n t e con la pluralidad conflictual de los capitales e s t r u c t u r a d a jerárquicamente, tanto dentro de cada país en particular como en escala global. Si no fuese por ella, resultaría mucho más fácil concebir la exitosa constitución de la unidad internacional del trabajo en contra del capital unificado o unifícable. Sin embargo, dada la articulación necesariamente jerárquica/conflictual del sistema del capital, con su escalafón nacional e internacional incorregiblemente inicuo, la unidad global del capital—a la cual en principio podría contraponérsele sin dificultad la correspondiente unidad internacional del trabajo—no es factible. El tan deplorado hecho histórico de que en los conflictos internacionales de en\ergadura las clases trabajadoras de los varios países se hayan alineado con sus explotadores nacionales, en lugar de volver sus armas contra sus propias clases dominantes, como los invitaron a hacer los socialistas, tiene su base material de explicación en la relación de poder contradictoria a la que nos referimos aquí, y no puede ser reducido a la cuestión de la "claridad ideológica". Por la misma razón, quienes esperen un cambio radical en este respecto a partir de la unificación del capital g l o b a l i z a d o r v su " g o b i e r n o g l o b a l " — q u e sería c o n f r o n t a d o c o m b a t i v a m e n t e p o r el trabajo u n i d o internacionalmente y con plena conciencia de clase—están destinados también a verse decepcionados. El capital no va a complacerlos haciéndole ese "favor" al trabajo, por la simple razón de que no puede hacerlo.
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La articulación jerárquica/conflictual del capital continúa siendo el principio estructurador general del sistema, independientemente de cuan grandes, y hasta gigantescas, puedan ser sus unidades constitutivas. Ello se debe a la índole de los procesos de toma de decisiones del sistema. Dado el antagonismo estructural inconciliable entre el capital v el trabajo, éste último tiene que ser excluido categóricamente de cualquier toma de decisión importante. Ese tiene que ser el caso no solamente en el nivel más amplio, sino incluso en el de los "microcosmos" constituyentes, en las unidades productivas específicas. Porque al capital, como poder de toma de decisiones alienado, no le es posible funcionar sin tomar sus decisiones sin ningún cuestionamiento (por parte de la fuerza laboral) en los lugares de trabajo especíticos, o por los complejos de producción rivales en el nivel intermedio, en un país dado, o incluso en la escala más abarcadora (por el personal de mando a cargo de otras unidades que compiten internacionalmente). Por eso eí modo cíe tomar decisiones del capitaí—en todas ¡as variedades de] sistema del capital conocidas y factibles—tiene que ser la manera a u t o r i t a r i a de administrar de a r r i b a a a b a j o las distintas empresas. Comprensiblemente, entonces, todo cuanto se diga acerca de que el trabajo "comparte el poder" o "participa" en los procesos de toma de decisiones del capital pertenece al terreno de la pura ficción, si no al cínico camuflaje de la situación real de las cosas. Esa incapacidad e s t r u c t u r a l m e n t e d e t e r m i n a d a de c o m p a r t i r el p o d e r explica por qué los desarrollos m o n o p ó l i c o s de amplio alcance tenían que asumir la forma de t a k e - o v e r s ; "hostiles" o "no hostiles", pero invariablemente t a k e - o v e r s (que hoy se producen por todas partes en una escala alucinante), con una de las partes involucradas t e r m i n a n d o por sobre la otra, aunque la racionalización ideológica del proceso sea tergiversada como el "matrimonio feliz entre iguales". La misma incapacidad explica, más significativamente aún para nuestro tiempo, el importante hecho de que la globalización del capital en marcha produjo v sigue produciendo corporaciones gigantes t r a n s - n a c i o n a l e s , pero no genuinas multi-nacionales, a pesar de la muy necesitada conveniencia ideológica de las últimas. Sin duda, en el futuro habrá muchos intentos de rectificar esa situación mediante la creación y operación de compañías multinacionales apropiadas. Sin embargo, el problema subyacente está destinado a permanecer, incluso bajo esa circunstancia. Porque los íuturos "arreglos de dormitorios compartidos" de las multinacionales genuinas serán practicables tan sólo e n a u s e n c i a d e c o n f l i c t o s d e i n t e r é s i m p o r t a n t e s entre los constituyentes nacionales específicos de las multinacionales en cuestión. Una vez que surjan esos conflictos, los antiguos "arreglos de colaboración armoniosa" se volverán insostenibles, y el proceso de toma de decisiones general tendrá que revertirse a la acostumbrada variedad de arriba a abajo autoritaria, bajo el peso todopoderoso del miembro más fuerte. Porque ese problema es insepat-able de la relación de los capitales nacionales específicos con su p r o p i a f u e r z a l a b o r a l , que continuará siendo siempre
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estructuralmente antagónica/conñictiva. En consecuencia, en una situación de conflicto grave ningún capital nacional puede permitirse—y p e r m i t i r — q u e d a r en desventaja por decisiones que favorecerían a una fuerza laboral nacional rival, y por implicación su propio antagonista del capital nacional rival. El "gobierno mundial" ilusamente proyectado bajo el dominio del capital sólo se haría factible si se le pudiese hallar una solución practicable a ese problema. Pero ningún gobierno, y mucho menos un "gobierno mundial", será factible sin una base material bien establecida y en funcionamiento eficiente. La idea de un gobierno mundial viable implicaría como su necesaria base material la eliminación de todos los antagonismos materiales significativos de la constitución global del sistema del capital, y a partir de allí la administración armoniosa de la reproducción metabólica social por parte de u n Ú n i c o monopolio global indisputado, que abarque t o d a s las facetas de la reproducción social con la feliz cooperación de la fuerza laboral global—una auténtica incongruencia—o la dominación del mundo entero autoritaria y, cada vez que sea necesario, violenta al extremo, por parte de un país imperialista hegemónico sobre una base permanente: una manera igualmente absurda e insostenible de regir el orden mundial. Sólo un modo de reproducción metabólica social genuinamente socialista puede ofrecer una alternativa genuina a esas soluciones de pesadilla. Otra determinación objetiva que debemos enfrentar, con todo lo inquietante que pueda resultar, tiene que ver con la naturaleza de la esfera política y los partidos dentro de ella. Porque la centralización de la sectorialidad del trabajo—una sectorialidad que se esperaba que sus partidos políticos remediarían—se debió en gran parte al obligado modo de funcionar de los partidos políticos mismos, en su inevitable oposición a su adversario p o l í t i c o que dentro del estado capitalista representa la estructura de mando política general del capital. Así, todos los partidos políticos del trabajo, incluido el leninista, tuvieron que apropiarse de la dimensión política global, para así poder reflejar en su propio modo de articulación la estructura política subyacente (el estado capitalista burocratizado) a la que estaban sometidos. Lo que resultaba p r o b l e m á t i c o en t o d o esto era que el reflejo políticamente necesario y exitoso del principio de la estructuración política no podía traer consigo la visión practicable de una manera a l t e r n a t i v a de controlar al sistema. Los partidos políticos del trabajo no pudieron construir una alternativa viable porque estaban centrados en su función negadora exclusivamente de la d i m e n s i ó n p o l í t i c a del a d v e r s a r i o , y p o r consiguiente se m a n t u v i e r o n d e p e n d i e n t e s d e l o b j e t o d e su n e g a c i ó n . La dimensión vital faltante, que los partidos políticos como tales no pueden aportar, era el capital no como m a n d o p o l í t i c o (ese aspecto fue indudablemente abordado) sino como el r e g u l a d o r m e t a b ó l i c o s o c i a l d e l p r o c e s o d e la r e p r o d u c c i ó n m a t e r i a l , que en última instancia d e t e r m i n a t a m b i é n la dimensión política, y mucho más aparte de eso. Esa correlación singular en el sistema del capital entre la dimensión política y la reproductiva material es lo que
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explica por qué asistimos a cambios periódicos, en tiempos de crisis socioeconómicas y políticas importantes, de la articulación democrática parlamentaria de la política a sus variedades autoritarias e x t r e m a s , cuando los procesos de metabolismo t u m u l t u o s o s exigen y p e r m i t e n esos virajes, y en su debida o p o r t u n i d a d de v u e l t a al m a r c o p o l í t i c o r e g u l a d o p o r las r e g l a s d e a d v e r s a r i e d a d d e m o c r á t i c a s f o r m a l e s , sobre el basamento metabólico social del capital de nuevo reconstituido y consolidado. Puesto que el capital detenta r e a l m e n t e el control de todos los aspectos vitales del metabolismo social, puede permitirse definir la esfera de la legitimación política constituida por separado como un aspecto e s t r i c t a m e n t e f o r m a l , excluyendo así a priori la posibilidad de verse desafiado legítimamente en su esfera sustantiva de funcionamiento reproductivo socioeconómico. De conformidad con esas determinaciones, el trabajo como antagonista del sistema del capital realmente existente no puede sino condenarse a la impotencia permanente. La experiencia histórica poscapitalista nos cuenta un cuento admonitorio muy triste en este respecto, referido a su manera de diagnosticar erradamente y abordar los problemas fundamentales del orden social que se negaban. El sistema del capital está hecho de constituventes i n c o r r e g i b l e m e n t e c e n t r í f u g o s (conflictivos/adversariales), complementados no sólo por el poder descaradamente negador de la "mano invisible", sino además por las funciones legales y políticas del estado m o d e r n o , como su dimensión c o h e s i v a bajo el capitalismo. El fracaso de las sociedades poscapitalistas estuvo en que trataron de contrarrestar la determinación estructurante centrífuga del sistema heredado s u p e r p o n i é n d o l e s a sus constituyentes adversariales específicos la e s t r u c t u r a d e m a n d o c e n t r a l i z a d a al e x t r e m o de un estado político autoritario. Eso hicieron, en lugar de abordar el problema crucial de cómo r e m e d i a r — m e d i a n t e una reestructuración interna y la institución de un c o n t r o l d e m o c r á t i c o s u s t a n t i v o — e l carácter adversarial v el concomitante modo centrífugo de funcionar de las unidades reproductivas y distributivas específicas. Por consiguiente, la remoción de las personificaciones capitalistas privadas del capital no pudo cumplir su papel, ni siquiera como primer paso en el camino de la transformación socialista prometida. Porque la naturaleza adversarial v centrífuga del sistema que se negaba quedó retenida de hecho gracias a la imposición del control político centralizado a expensas del trabajo. Ciertamente, el sistema metabólico social se hizo más incontrolable que nunca, como resultado del fracaso en reemplazar productivamente a la "mano invisible" del viejo orden reproductivo por parte del autoritarismo voluntarista de las nuevas personificaciones "visibles" del capital poscapitalista. Al contrario del desarrollo del llamado "socialismo realmente existente", lo que se requiere como condición vital del éxito es la progresiva readquisición de los alienados poderes de toma de decisiones políticas—y no solamente políticas— por parte de los individuos en su transición hacia una sociedad socialista genuina.
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Sin la readquisición de esos poderes no es concebible el nuevo modo de control político de la sociedad en su conjunto por sus individuos, ni ciertamente tampoco la operación cotidiana, no a d v e r s a r i a l y por ende c o h e s i v o Aplanificable, de las unidades productivas y distributivas específicas por parte de los productores asociados autónomos. La reconstitución de la unidad de lo reproductivo material y la esfera política constituye la característica definitoria esencial del modo de control metabólico social socialista. La creación de las mediaciones necesarias para ese fin no puede ser dejada para un futuro en lontananza. Es aquí donde la articulación defensiva y la centralización sectorial del movimiento socialista en el siglo XX demuestra su autentico anacronismo e insustentabilidad. Constreñir a la esfera política la dimensión abarcadora de la alternativa hegemónica radical al modo de control metabólico social del capital, jamás podrá producir un resultado exitoso. Sin embarco, tal y como están las cosas hov día, el no saber abordar la vital dimensión metabólica social del sistema sigue siendo la característica de los entes políticos organizados del trabajo. Es eso lo que representa el mavor desafío histórico para el futuro,
4.3.4 La posibilidad de afrontar ese desafío con un m o v i m i e n t o socialista r e a r t i c u l a d o r a d i c a l m e n t e está c o n d i c i o n a d a p o r c u a t r o c o n s i d e r a c i o n e s importantes. • La primera es de índole negativa. Nace de las contradicciones constantemente agravadas de! orden existente que subrayan la \acuidad de las proyecciones apologéticas de su permanencia absoluta. Porque la destructividad puede ser llevada hasta muv lejos, c o m o sabemos demasiado bien p o r n u e s t r a s condiciones de existencia cada vez peores, pero no para siempre. Los defensores del sistema saludan a la globalización en marcha como la solución de sus problemas. Sin embargo, en la realidad ella activa fuerzas que ponen de relieve no sólo el hecho de que la planificación racional no puede controlar el sistema, sino simultáneamente el de su propia impotencia para cumplir sus funciones de control como condición de de su capacidad de viabilidad y sustentabilidad y de su legitimidad. •
La s e g u n d a c o n s i d e r a c i ó n indica la p o s i b i l i d a d — p e r o s o l a m e n t e la posibilidad—de un cambio en positivo de las cosas. Sin embargo, esa posibilidad resulta ser bien real porque la relación capital/trabajo no es s i m é t r i c a . En el aspecto más importante eso significa que mientras el capital depende del trabajo de una manera a b s o l u t a — y a que el capital no es absolutamente nada sin el trabajo al cual tiene que explotar permanentemente—el trabajo depende del capital de una manera r e l a t i v a , c r e a d a h i s t ó r i c a m e n t e e h i s t ó r i c a m e n t e s u p e r a b l e . En otras palabras, el trabajo no está condenado a permanecer encerrado permanentemente en el círculo vicioso del capital.
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La tercera consideración es igualmente importante.Tiene que ver con un cambio histórico significativo en la confrontación entre el capital y el trabajo, que acarrea la necesidad de buscar una manera muy distinta de hacer valer los intereses vitales de los "productores libremente asociados". Esto entra en franca contradicción con el pasado reformista que llevó al movimiento a un callejón sin salida, liquidando al mismo tiempo incluso a las concesiones más limitadas que se le arrancaron al capital en el pasado. Así, por primera vez en la historia, se ha vuelto totalmente insostenible mantener la brecha mistificadora entre las m e t a s i n m e d i a t a s v los o b j e t i v o s e s t r a t é g i c o s g e n e r a l e s , que hizo que el transitar la calle ciega del reformismo fuese tan dominante en el movimiento laboral. Como resultado, en la agenda histórica ha aparecido la cuestión del c o n t r o l real d e u n o r d e n m e t a b ó l i c o s o c i a l a l t e r n a t i v o , sin importar cuan desfavorables puedan ser las condiciones de su realización por los momentos.
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Y finalmente, como el corolario obligado del punto anterior, ha aflorado también la cuestión de la i g u a l d a d s u s t a n t i v a , en contraste con la igualdad formal, v la tan notoria d e s i g u a l d a d j e r á r q u i c a sustantiva de los procesos de toma de decisiones del capital, así como el de la manera como se reflejaron y reprodujeron en la fracasada experiencia histórica poscapitalista. Porque el modo alternativo socialista de controlar un orden metabólico social n o a d v e r s a r i a l y genuinamente p l a n i f i c a b l e — u n a necesidad imperiosa para el futuro—no se puede concebir en absoluto sin una igualdad sustantiva que constituya su principio estructurante y regulador. 4 . 4 . CONCLUSIÓN
Siguiendo los pasos de M a r x , Rosa L u x e m b u r g o e x p r e s ó de m a n e r a contundente los dilemas que tenemos que encarar: "socialismo o barbarie". Cuando Marx formuló por primera vez su versión inicial de esa idea, la situó dentro del horizonte histórico final de las contradicciones en desenvolvimiento. En su manera de ver las cosas, esas contradicciones estaban destinadas a confrontar alguna vez en el futuro indeterminado a los individuos con el imperativo de hacer las escogencias correctas en cuanto al orden social que se adoptaría, y salvar así su existencia misma. Para la época en la que Rosa Luxemburgo habló acerca de esa cruda alternativa, la segunda fase histórica del imperialismo estaba en su pleno ímpetu, y causaba en una escala muy vasta el tipo de destrucción que hubiese resultado inimaginable en una etapa anterior del desarrollo. Pero la escala de tiempo que indicaría hasta cuándo el sistema del capital podría continuar haciéndose valer en forma de su "destrucción productiva" y "producción destructiva" estaba aún por determinarse en el tiempo en que ella vivió. Porque ningún poder—ni siquiera todos los poderes juntos—podía por sí solo destruir a la humanidad de la época con sus conflictos devastadores.
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Hoy la situación es cualitativamente distinta, y por esa razón la frase de Rosa Luxemburgo ha adquirido una urgencia dramática. No hay rutas de escape para evasiones conciliadoras practicables. Pero, aunque es posible afirmar con certeza que la fase histórica del imperialismo hegemónico global tiene que fracasar, t a m b i é n , p o r q u e éste es incapaz de resolver o p o s p o n e r para siempre las contradicciones explosivas del sistema, eso no puede prometer ninguna solución para el futuro. Muchos de los problemas que tenemos que confrontar—desde el desempleo estructural crónico hasta los graves conflictos económicos y políticos/ militares internacionales que ya hemos señalado, así como la destrucción ecológica cada vez más expandida que se evidencia por todas partes—exigen una acción concertada en el futuro más inmediato. La escala de tiempo de esa acción podría ser medida quizás en términos de unas pocas décadas, pero ciertamente no en términos de siglos. Se nos acaba el tiempo. Por consiguiente, tan sólo una alternativa radical al modo de controlar la reproducción metabólica social establecida puede presentar una salida de la crisis estructural del capital. Quienes hablan acerca de una "tercera vía" como la solución para nuestro dilema, aseverando que ya no queda espacio para hacer revivir un movimiento de masas radical, o bien quieren engañarnos cínicamente llamando "tercera vía" a su aceptación servil del orden dominante, o bien son incapaces de darse cuenta de la gravedad de la situación, y depositan su fe en una salida positiva ilusamente no conflictual que ha venido siendo prometida durante casi un siglo, pero a la que no nos hemos acercado ni siquiera un centímetro. La inquietante verdad en todo esto es que si no existe futuro para un movimiento de masas radical en nuestro tiempo, como ellos dicen, entonces no puede haber futuro para la humanidad misma. Si hubiese que modificar las dramáticas palabras de Rosa Luxemburgo, en relación con los peligros que enfrentamos en la actualidad, vo le agregaría a "socialismo o barbarie": "barbarie... si es que tenemos suerte"—en el sentido de que el e x t e r m i n i o d e la h u m a n i d a d sería el resultado final del destructivo curso de desarrollo del capital. Y el mundo de esa tercera posibilidad, más allá de las alternativas de "socialismo o barbarie", solamente será apto para las cucarachas, de las cuales se dice que son capaces de soportar niveles de radiación nuclear letalmente altos. Es ése el único significado racional de la t e r c e r a vía d e l c a p i t a l . La tercera fase del imperialismo hegemónico global, hoy en funcionamiento v potencialmente letal, que se corresponde con la profunda crisis estructural del sistema del capital en su conjunto en el plano político y militar, no nos deja espacio para sentirnos cómodos ni causa para sentirnos seguros. Por el contrario, arroja las sombras más oscuras posibles sobre el futuro, en caso de que no logremos afrontar los desafíos históricos que encaran al movimiento socialista en el tiempo que todavía nos resta. Por eso el siglo que tenemos por delante está destinado a ser el siglo del "socialismo o barbarie". Rochester, julio-diciembre de 1999.
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El militarismo y las guerras por venir: Post scriptum a Socialismo o Barbarie
1. No es la primera vez en la historia, en nuestros días, que el militarismo pesa sobre la conciencia de los pueblos como una pesadilla. Entrar en detalles nos llevaría demasiado lejos. Sin embargo, bastaría aquí retroceder en la historia nada más que hasta el siglo XIX, cuando el militarismo como instrumento importante para hacer política hizo valer sus derechos, con el desarrollo del imperialismo moderno en escala global, en contraste con sus variedades anteriores, mucho más limitadas. Para eí úítimo tercio del siglo XIX no sólo el imperio inglés y el francés dominaban ostensiblemente sobre vastos territorios, sino igualmente los Estados Unidos marcaban también su pesada huella al apoderarse directa o indirectamente de las antiguas colonias del imperio español en Latinoamérica, agregando la sangrienta represión de una gran lucha de liberación en las Filipinas e instalándose como dominadores en esa zona, de una manera que persiste todavía hoy en una u otra forma. Tampoco deberíamos olvidar las calamidades causadas por las ambiciones imperialistas del "Canciller de Hierro" Bismarck, proseguidas por sus sucesores con mayor intensidad aún, hasta terminar en el estallido de la Primera Guerra Mundial y su secuela profundamente antagonistica, acarreadora del revanchismo nazi de Hitler, que presagió con mucha claridad a la propia Segunda Guerra Mundial. Los peligros y el inmenso sufrimiento causados por todos los intentos de resolver los problemas sociales hondamente arraigados mediante intervenciones militaristas, a cualquier escala, son bastante obvios. No obstante, si miramos más de cerca la tendencia histórica de las aventuras militaristas, queda aterradoramente en claro que ellas muestran una intensificación cada vez mayor y en creciente escala desde las confrontaciones locales hasta las dos horrorosas guerras mundiales en el siglo XX, y, una vez llegados a nuestro tiempo, al potencial aniquilamiento de la humanidad. Viene muv a cuento mencionar en este contexto al notable oficial militar nrusiano, V estratega tanto teórico como práctico, Karl Marie von Clausewitz (17801831) que murió el mismo año que Hegel, ambos víctimas del cólera. Fue von Clausewitz, director de la Escuela Militar de Berlín durante los últimos trece años de su vida, quien en su libro de publicación postuma—Vom K r i e g e ("Sobre la auerra" 1833)—presentó una definición clásica, que todavía hoy es citada con frecuencia, de la relación entre la política y la guerra: "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Esta famosa definición se pudo sostener hasta muy recientemente, pero en uestro tiempo se ha vuelto totalmente insostenible. Suponía una racionalidad de las
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acciones que conectan los dos campos de la política y la guerra según la cual una constituye la continuación de la otra. En ese sentido, la guerra en cuestión tiene que ser ganable, al menos en principio, aunque a nivel instrumental se pudiese contemplar la existencia de errores de cálculo que conduzcan a la derrota. La derrota en sí misma no podía destruir la racionalidad de la guerra como tal, puesto que después de la nueva—aunque desfavorable—consolidación de la política, el bando derrotado estaba en posibilidad de planificar otra ronda de guerra como continuación racional de su política por otros medios. Así, la condición absoluta que la fórmula de von Clausewitz debía satisfacer era la ganabilidad de la guerra en principio, para recrear así el "eterno ciclo" de la política que conduce a la guerra, v de vuelta a la política que conduce a otra guerra, v así hasta el infinito. Los actore.s involucrados en esas confrontaciones eran los estados nacionales. Sin importar lo monstruosos que pudiesen ser los daños que les infligiesen a sus adversarios, v hasta a sus propios pueblos (¡baste recordar a Hitlerj), la racionalidad del procedimiento militar quedaba garantizada si la guerra podía ser considerada ganable en principio. Hoy día la situación es cualitativamente diferente. Por dos razones principales. La primera, que el objetivo de la guerra factible en la presente fase del desarrollo histórico, en concordancia con los requerimientos objetivos del imperialismo— la dominación del mundo por el estado más poderoso del capital, en sintonía con su propio designio político de una "globalización" autoritaria implacable (disfrazada de "libre intercambio" en un mercado global dominado por los Estados Unidos)— resulta ser definitivamente inalcanzable, v en cambio presagia la destrucción de la humanidad. Por más que se esfuerce la imaginación, dicho objetivo no puede ser considerado racional, de acuerdo con el estipulado requerimiento racional de la "continuación de la política por otros medios" conducida por una sola nación, o por un grupo de ellas, una contra otra. La agresiva imposición de la voluntad de un estado nacional poderoso sobre todos los demás, aun si por cínicas razones tácticas la guerra propugnada es camuflada absurdamente como una "guerra puramente limitada", que conduce a otras "guerras limitadas pero sin final determinado", puede entonces ser calificada solamente de total irracionalidad. La segunda razón refuerza en gran medida a la primera. Porque las armas que ya están a la disposición para librar la guerra o las guerras del siglo XXI son capaces de exterminar no solamente al adversario sino a la humanidad entera, por primera vez en la historia. Y tampoco deberíamos hacernos la ilusión de que el armamento existente señala el final definitivo del camino. Mañana o pasado podrían aparecer otras, inclusive más instantáneamente letales. Más aún, la amenaza con el empleo de esas armas es considerada por ahora un recurso estratégico del estado permisible. Así, pongamos una al lado de la otra la primera y la segunda razón, v la conclusión es inescapable: ver la guerra como el mecanismo del gobierno global en el mundo actual pone en evidencia que nos encontramos frente al precipicio de la irracionalidad absoluta, desde la cual va no puede haber regreso si aceptamos el curso del desarrollo en marcha. Lo que le faltaba a la clásica deíinición de guerra de von Clausewitz como
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la "continuación de la política por otros medios" era la investigación de las causas subyacentes más profundas de la guerra y la posibilidad de evitarlas. El reto a darle frente a esas causas es más urgente hov que nunca antes. Porque la guerra del siglo XXI que se vislumbra en el camino no es sólo "no ganable en principio". Peor que eso, en principio es inganable. En consecuencia, visualizar la prosecución de la guerra, como lo hace el documento estratégico del gobierno norteamericano del 17 de septiembre de 2002 hace lucir a la irracionalidad de Hitler como un modelo de racionalidad. 2. Desde el 11 de septiembre de 2001 Washington le ha estado imponiendo sus políticas agresivas al resto del mundo con abierto cinismo. La justificación dada para el presunto cambio de curso de la "tolerancia liberal" a lo que hov es llamado "la resuelta defensa de la libertad y la democracia" es que el 1 1 de septiembre de 2001 los Estados Unidos se convirtieron en víctima del terrorismo mundial, en respuesta a lo cual su imperativo es librar una "guerra contra el terror" indefinida e indefinible (pero de hecha definida de manera que se amolde a la conveniencia de los círculos estadounidenses más agresivos). Admitieron que la aventura militar en Afganistán constituía apenas la primera en una serie ilimitada de "guerras preventivas" que se emprenderían en el futuro, v ciertamente en el futuro muy cercano con el propio Irak, hasta no hacía mucho un aliado al que había favorecido grandemente, a fin de adueñarse de los vastos—v estratégicamente cruciales para controlar a los potenciales rivales— recursos petroleros del Medio Oriente. Sin embargo, el orden cronológico en la actual doctrina militar norteamericana es presentado completamente a la inversa. En realidad no cabe duda de un "cambio de curso" posterior ai 11 S, del que se dijo que había sido posible gracias a la dudosa elección de G.W. Bush para la presidencia, en lugar de A] Gore. Pero el presidente demócrata Clinton estuvo siguiendo el mismo tipo de políticas que su sucesor republicano, si bien en una forma un poco más camuflada. En cuanto al antes candidato presidencial demócrata Al Gore, éste declaró en diciembre de 2002 que apoyaba plenamente la guerra con Irak, porque dicha guerra "no significaría un cambio de régimen", sino simplemente el "desarme de un régimen que posee armas de destrucción en masa". ¿Podría alguien superar tanto cinismo y tanta hipocresía? Desde hace mucho tiempo estoy convencido de que a partir del inicio de la crisis estructural del capital, a finales de la década de los años 60 o inicios de la del 70, vivimos en una fase cualitativamente nueva del imperialismo, con los Estados Unidos como su fuerza avasalladoramente dominante. La llamé "la nueva fase histórica del imperialismo hegemónico global" en mi libro S o c i a l i s m o o barbarie: d e l "siglo n o r t e a m e r i c a n o " a las e n c r u c i j a d a s . La crítica del imperialismo norteamericano—en contraste con las fantasías en boga acerca del "imperialismo desterritorializado", que se supone no acarrearía la ocupación militar de los territorios de otras naciones—constituye el tema central de mi libro. El largo capítulo titulado "La fase potencialmente más letal del
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imperialismo" fue escrito dos años antes del 11 S, y presentado como conferencia en Atenas el 19 de octubre de 1999. En él yo subrayaba con fuerza que "la forma definitiva de amenazar al adversario en el futuro—la nueva 'diplomacia de las cañoneras' [del imperialismo del pasado] ejercida desde el "aire patentado"—será el chantaje nuclear", (p. 39). Desde la época de publicación de esas líneas, primero en marzo de 2000 en un periódico griego, y luego el libro completo en italiano en septiembre del mismo año, el aterrorizador viraje militar estratégico a la amenaza nuclear definitiva—que podría iniciar una aventura militar que precipitaría la destrucción de la humanidad—que predije, ya dejó de ser camuflado y ahora lo reconoce abiertamente la política oficial norteamericana. Tampoco deberíamos imaginar que la abierta declaración de esa doctrina estratégica es una amenaza ociosa en contra de un "eje del mal" de propaganda retórica. Después de todo fue precisamente los Estados Unidos el que realmente empleó el arma atómica de destrucción en masa contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki. Cuando consideramos esos aspectos de extrema gravedad, no podemos darnos por satisfechos con sugerencias que apunten hacia una coyuntura política en particular y cambiante. Por el contrario, debemos ponerlas frente a su telón de fondo de arraigado desarrollo estructural, obligatorio tanto económica como políticamente. Esto es de suma importancia si queremos visualizar una estrategia viable para contrarrestar las fuerzas responsables de nuestro peligroso estado de cosas. La nueva fase histórica de imperialismo hegemónico mundial no constituye simplemente la expresión de las relaciones existentes de "política de gran potencia", con abrumadora ventaja de los Estados Unidos, en contra de la cual pudiese hacerse valer a plenitud una futura realineación entre los estados más poderosos, o acaso algunas m a n i f e s t a c i o n e s públicas bien o r g a n i z a d a s en la arena p o l í t i c a . Desafortunadamente, es mucho peor que eso. Porque tales eventualidades, si es que pudiesen darse, todavía dejarían intactas las causas subyacentes y las determinaciones estructurales. Sin d u d a , la n u e v a fase de i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o global está preponderantemente bajo el dominio de los Estados Unidos, mientras que las otras posibles potencias imperialistas en su conjunto parecen aceptar el papel de andar colgadas de los faldones norteamericanos, aunque por supuesto no por toda la eternidad. Se puede predecir sin lugar a dudas, sobre la base de las inestabilidades va visibles, la explosión de fuertes antagonismos entre las grandes potencias en el futuro. /Pero podría eso por sí solo presentar alguna respuesta a las contradicciones sistémicas sobre el tapete, sin abordar las determinaciones causales en la raíz de los desarrollos imperialistas? Sería muy ingenuo creer que sí. Lo único que quiero subrayar aquí es la preocupación central de que la lógica del capital resulta absolutamente inseparable del imperativo de ¡a dominación del más débil por el más fuerte. Porque cuando pensamos acerca de lo que por lo general es considerado como el constituyente más positivo de! sistema, la competencia que se traduce en expansión y avance, su acompañante obligado es la
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tendencia al monopolio y al sometimiento o el exterminio de los competidores que se atraviesen en el camino del monopolio que se hace valer. El imperialismo, a su vez, es el resultado obligatorio de la inexorable tendencia del capital al monopolio. Las fases cambiantes del imperialismo reflejan y a la vez afectan más o menos directamente los cambios del desarrollo histórico en marcha. En lo que respecta a la presente fase del imperialismo, hay dos aspectos estrechamente conectados que son de capital importancia. El primero es que la tendencia material/económica definitiva del capital es a una integración global que, sin embargo, no puede garantizar en el nivel político. Eso se debe en gran medida al hecho de que el sistema del capital global se desenvolvió en el transcurso de la historia bajo la forma de una multiplicidad de estados nacionales divididos y en verdad opuestos antagónicamente. Ni siquiera las colisiones imperialistas más violentas del pasado pudieron producir un resultado duradero en este particular. No lograron imponerles permanentemente a sus rivales la voluntad del más poderoso de los estados nacionales. El segundo aspecto de nuestro problema, que es la otra cara de la misma moneda, es que a pesar de todos los esfuerzos el capital no logró producir el estado del sistema del capital como tal. Esa sigue siendo la complicación más grave para el futuro independientemente de todo cuanto se diga acerca de la"globalización". El imperialismo hegemónico global dominado por los Estados Unidos constituye un intento definitivamente condenado a querer imponérsele a todos los demás estados nacionales, tarde o temprano reacios, como el estado (global) "internacional" del sistema del capital como tal.También aquí estamos frente a una enorme contradicción. Porque incluso los recientes documentos estratégicos de los Estados Unidos, sumamente agresivos y abiertamente amenazadores, tratan de justificar sus propugnadas políticas "universalmente válidas" en nombre de los "intereses nacionales norteamericanos", mientras le niegan esas consideraciones a los demás. 3. Aquí p o d e m o s ver la relación c o n t r a d i c t o r i a e n t r e una contingencia histórica—que el capital norteamericano se encuentre en posición de predominio en el tiempo presente—y la necesidad estructural del propio sistema del capital. Esta última se puede sintetizar como la irrefrenable tendencia natural del capital a la integración global monopólica a toda costa, aunque eso signifique p o n e r directamente en peligro a la supervivencia misma de la humanidad. Así, aun si se pudiese contrarrestar en el plano político la fuerza de la contingencia histórica n o r t e a m e r i c a n a hoy p r e v a l e c i e n t e — q u e e s t u v o p r e c e d i d a p o r o t r a s configuraciones imperialistas en el pasado y podría ser seguida de otras en el futuro (si es que podemos sobrevivir a los peligros explosivos del presente)—la necesidad estructural o sistémica que proviene de la lógica monopolística definitivamente global del capital continúa presionando igual que siempre. Porque sea cual sea la forma particular que pueda asumir una futura contingencia histórica, la necesidad sistémica subyacente está destinada a seguir siendo la tendencia a la dominación
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La cuestión no es, por consiguiente, simplemente las aventuras militaristas de algunos círculos políticos. Aventuras militaristas que podrían ser atajadas y superadas exitosamente en el nivel político/militar. Las causas están mucho más hondamente arraigadas y no pueden ser contrarrestadas sin introducir cambios definitivamente fundamentales en las determinaciones sistémicas más profundas del capital como modo de control metabólico social—de la reproducción en general—que abarca no solamente el campo económico y el político/militar sino también las interrelaciones culturales e ideológicas más mediadas. Hasta la expresión "complejo militar industrial"—introducida en sentido crítico por el presidente Eisenhower, que algo sabía de esas cosas—indica a las claras que lo que nos preocupa es algo mucho más firmemente afincado y resistente que algunas determinaciones (y manipulaciones) políticas/militares directas que en principio podrían ser revertidas en ese nivel. La guerra, como "continuación de la política por otros medios" siempre nos amenazará dentro del presente marco de la sociedad, y con la aniquilación total, por ahora. Nos amenazará mientras sigamos siendo incapaces de enfrentar las determinaciones sistémicas en la raíz de la toma de las decisiones políticas que en el pasado hicieron posibles la aventura de las guerras. Tales determinaciones fueron atrapando a los varios estados nacionales en el círculo vicioso de la política que conduce a las guerras, y las guerras trajeron consigo la intensificación de una política antagonística que tenía que explotar en más guerras, cada vez mayores. Saquemos de escena, en procura de una argumentación más optimista, la contingencia histórica actual del capital norteamericano, y todavía nos queda delante la necesidad sistémica del orden de la producción de capital, cada vez más destructivo, que pone en el primer plano las contingencias históricas específicas cambiantes pero de carácter crecientemente peligroso. La producción militarista, hoy día personificada primordialmente por el "complejo militar industrial", no constituye una entidad independiente, regulada por fuerzas militaristas autónomas que entonces son responsables también por las guerras. Rosa Luxemburgo fue la primera en poner esas relaciones en su perspectiva correcta, ya en 191 3, en su libro clásico sobre The A c c u m u l a t i o n o f Capital [La acumulación del capital] publicado en inglés cincuenta años más tarde. Ella destacó p r o f é t i c a m e n t e hace noventa años la c r e c i e n t e i m p o r t a n c i a de la producción militarista, señalando que El propio capital controla en última instancia ese movimiento automático yrítmico de la producción militarista, mediante la legislación y una prensa cuyafunción es moldear la llamada "opinión pública". Por eso esa esfera enparticular de la acumulación capitalista parece capaz de expansión infinita.'*' Nos preocupa, pues, el conjunto de interdeterminaciones que deben ser vistas como partes de un sistema orgánico. Si queremos hacer la guerra como un "' Rosa de Luxemburgo. The Accumulation of CapitaL (Routledge, Londres, 1963, p. 466).
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mecanismo del gobierno global, como deberíamos, a fin de salvaguardar nuestra existencia misma, tenemos que situar los cambios históricos que han tenido lugar en las últimas décadas en su marco causal apropiado. La concepción de un estado nacional todopoderoso que controle a todos los demás, siguiendo los imperativos que surgen de la lógica del capital, sólo puede conducir al suicidio de la humanidad. A! mismo tiempo hav que reconocer también que la contradicción aparentemente insoluble entre las aspiraciones nacionales—que estallan de tiempo en tempo en antagonismos devastadores—y el internacionalismo sólo se puede resolver si se la regula sobre una base plenamente equitativa, lo cual es totalmente inconcebible en el orden estructurado jerárquicamente del capital. En conclusión, entonces, si queremos crear una respuesta históricamente viable a los desafíos planteados por la presente fase de imperialismo hegemónico global, debemos combatir la necesidad sistémica que tiene el capital de someter globalmente al trabajo mediante cualquier instancia social en particular que pueda asumir el rol que le hava sido asignado bajo las circunstancias. Naturalmente que eso es factible sólo mediante una alternativa radicalmente diferente a la tendencia del capital a la globalización monopólica/imperialista, en el espíritu del provecto s o c i a l i s t a , p e r s o n i f i c a d o en un m o v i m i e n t o de masas en p r o g r e s i v o desenvolvimiento. Porque solamente cuando se convierta en una realidad irreversible lo de que "la patria es la humanidad", para decirlo con las hermosas palabras de José Marti, y sólo entonces, se podrá remitir de manera permanente al pasado la destructiva contradicción entre el desarrollo material y las relaciones políticas humanamente gratificadoras. Rochester, ¡O de diciembre de 2002-6 de enero de 2003.
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Capítulo 5 Desempleo e "inestabilidad flexible"
5.1
"GLOBALIZACIÓN" DEL DESEMPLEO
Los socialistas en varios países europeos —al igual que los de N o r t e y Suramérica— luchan por reducir la semana laboral a 35 horas sin que haya pérdida de salario. Dicho objetivo es una importante demanda estratégica que no está exenta de dificultades, ya que resalta el apremiante problema del desempleo mundial y Jas contradicciones del sistema socioeconómico que, como consecuencia de su propia perversa necesidad, impone a millones de personas las penurias y el sufrimiento que acompañan al desempleo. Por lo tanto, para que la lucha por una "semana de 35 horas" resulte exitosa no deberá ser una demanda sindical tradicional, restringida al mecanismo de las negociaciones salariales hace mucho tiempo establecido. En cambio, deberá tener plena conciencia no sólo de la magnitud de la tarea emprendida y de las implicaciones a largo plazo de los aspectos en juego, sino también de la resistencia inevitablemente tenaz de un orden socioeconómico que debe seguir sus propios imperativos a fin de anular cualquier concesión que se pudiere haber hecho en el ámbito político/ legal bajo condiciones t e m p o r a l m e n t e favorables a los sindicatos y a sus representantes políticos de la izquierda. Por ello es comprensible que, por ejemplo en Italia, cuando el partido de la R i f o n d a z i o n e formula los objetivos de su lucha señale s i m u l t á n e a m e n t e su p r e o c u p a c i ó n por el a u m e n t o del e m p l e o y el m e j o r a m i e n t o de las c o n d i c i o n e s de vida ( " p e r l ' o c c u p a z i o n e & p e r m i g l i o r a r e la vita") a la par de la necesidad de c a m b i a r la s o c i e d a d ("per c a m b i a r e la s o c i e t á " ) con el fin de garantizar el objetivo previsto de acortar la jornada laboral sobre una base social viable. Pues la continuidad en el tiempo en esta materia sólo será factible mediante un intercambio sostenido — una reciprocidad dialéctica — entre la lucha por el objetivo inmediato de reducir significativamente el tiempo de trabajo y la progresiva transformación del orden social establecido, que no puede evitar oponerse y anular todas esas demandas. Quienes niegan la legitimidad de estas demandas, alabando en cambio las virtudes de su adorado sistema, siguen idealizando el modelo estadounidense de resolver el problema del desempleo v todos los males sociales inseparablemente unidos al mismo. Sin embargo, un simple v rápido análisis del estado de cosas actual revela que esas palabras tranquilizadoras que idealizan a los Estados Unidos pertenecen al mundo de la fantasía. Ya que, como lo resalta un editorial de T h e
Nation;
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La tasa de pobreza del año pasado, 13.7%, fue superior a la de 1989, pese a siete años de crecimiento casi ininterrumpido. Alrededor de SO millones de estadounidenses —19% de la población— vive por debajo de la línea nacional de pobreza. Los que viven en condiciones de pobreza incluven uno de cada cuatro menores de 1 8 años, uno de cada cinco ciudadanos de la tercera edad y tres de cada cinco hogares con solo un progenitor. El ingreso medio semanal de los trabajadores, en dólares constantes, bajó de S315 en 1973 a S256 en 1996, una disminución del 19%. El año pasado, la quinta parte de las familias más pobres vio disminuir sus ingresos hasta cerca de S210, en tanto que el S% de las más ricas ganó un promedio de S6.440 (lo que no incluve sus ganancias de capital). (...) El número de estadounidenses sin seguro médico fue de 40.6 millones en 1995, un aumento del 4 1 % desde mediados de los setenta. En 199S, casi un 80% de los que no tenían seguro pertenecían a familias donde el jefe del hogar tenía un empleo.'*' Así de color de rosa se ve realmente el rostro del modelo estadounidense, una vez que estamos dispuestos a abrir los ojos. A eso le podríamos añadir una cifra a l t a m e n t e significativa p r o p o r c i o n a d a r e c i e n t e m e n t e p o r la Comisión de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos, inobjetable hasta para los más extremos apologistas del capital. Ella nos indica que el ingreso del u n o p o r c i e n t o más rico de la población es equivalente al ingreso del c u a r e n t a p o r c i e n t o más pobre. Y aún mas importante, del informe se deduce que esa cifra consternadora se ha d u p l i c a d o realmente en las últimas dos décadas, como consecuencia de la crisis e s t r u c t u r a l del capital. Así que no hav camuflaje cínico de las deterioradas condiciones del trabajo, no importa cuan vehementemente se pretenda hacerlas pasar por afortunada "flexibilidad", que pueda ocultar las graves implicaciones de esa tendencia para el futuro de la expansión y acumulación de capital. Naturalmente, las estadísticas de desempleo se pueden manipular v hasta definir v redefinir arbitrariamente, no solamente en Estados Unidos sino en cualquiera de los países del llamado "capitalismo avanzado". Por ejemplo, en Inglaterra hasta los apologistas profesionales del sistema del capital - los editores del E c o n o m i s t de Londres—tuvieron que admitir que el gobierno había "revisado" 3 3 veces las cifras del desempleo a l i n d e que no se vieran tan mal. Por no mencionar el hecho de que todo el que trabaje 16 horas a la semana en Inglaterra cuenta como si disfrutase de un e m p l e o a t i e m p o c o m p l e t o . Más impactante aún, en Japón — país aclamado hasta hace muy poco como caso paradigmático de "capitalismo avanzado dinámico" - "todo aquél que trabaje por un salario durante más de u n a hora en la ú l t i m a s e m a n a del mes queda fuera de las estadísticas de desempleo".'" Pero, ;a quién se pretende engañar con tales ardides de manipulación económica y política? Porque no importa cuan convenida v equívoca pueda resultar la falsa representación del estado de cosas existente, ya es imposible eludir el reto ''- "Underground Economy", The Nation, enero 12/19, 1998, p. 3. "' Japan Press Weekly, 16 de mayo de 1998.
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potencialmente muy grave del desempleo incluso en cualquiera de los países donde existe un capitalismo sumamente avanzado. En consecuencia, independientemente de lo que puedan sugerir esas cifras estadísticas apologéticas, ya no es posible imposible ocultar la alarma causada por ese constante crecimiento del mdice de desempleo en Japón y la recesión económica cada vez más profunda que io acompaña. En realidad, el dramático auge del desempleo en los países de capitalismo avanzado no es un fenómeno reciente. Apareció en el horizonte —tras dos décadas V media de expansión de capital relativamente libre de perturbaciones durante la posguerra— con el inicio de la crisis e s t r u c t u r a l d e l s i s t e m a d e l c a p i t a l como un todo. Se presentó como rasgo necesario v cada vez peor de dicha crisis estructural. Así, ya en 1971 yo argumentaba que conforme a las condiciones manifestadas por el desempleo el problema ya no es nada más la difícil situación de los trabajadores no calificados, sino también la gran cantidad de trabajadores altamente calificados que están hoy a la caza, sumados al anterior grupo de desempleados, de los trabajos disponibles deprimentemente escasos. También, la tendencia a "racionalizar" la poda ya no está restringida las "ramas periféricas de la industria que envejece", sino abarca algunos de los sectores más desarrollados v modernizados de la producción — desde la industria naval y la aviación hasta la electrónica, v desde la ingeniería mecánica hasta la tecnología espacial. Así, va no nos preocupan los subproductos "normales" V aceptados de buena gana de "el desarrollo y el crecimiento", sino que se les esté poniendo un alto; ni en verdad tampoco los problemas periféricos de los "bolsones de subdesarrollo"; sino una contradicción fundamental del modo de producción capitalista en su conjunto, que convierte en paralizadoras cargas de subdesarrollo crónico inclu.sive a los logros más recientes del "desarrollo", la "racionalización" y la "modernización". Y lo más importante, la agencia humana que paga las consecuencias ya no es la multitud socialmente impotente, indolente y fragmentada del pueblo "desamparado" sino todas las categorías del trabajo calificado y no calificado: es decir, objetivamente la fuerza laboral total de la sociedad.'" Desde la fecha de redacción de estas líneas, hemos sido testigos de un sorprendente aumento del desempleo en Inglaterra y otros sitios.Tal y como están las cosas hoy en día, aun con cifras oficiales — excesivamente rebajadas — existen más de 4 0 m i l l o n e s de d e s e m p l e a d o s en los países d e s a r r o l l a d o s más industrializados. De esa cifra, más de 20 m i l l o n e s son de Europa, y Alemania — aclamada en una época por haber producido el "milagro alemán"— ya ha superado la marca de los 5 m i l l o n e s . Como ya he dicho en otras oportunidades, con respecto a la India — país al que los órganos tradicionales de del saber económico han "-** István Mészaros, The Necessity of Social Control, conferencia dictada durante el Isaac Deutscher Memorial, en la London School of Economics and Political Science, el 26 de enero de 1971. Merlin Press, Londres, 1971, pp. 54-55. Reimpreso en Mészaros, Beyond Capital, Merlin Press, Londres 1995, y Monthly Review Press, Nueva York 1996. La cita está tomada de Más allá del Capital, Vadell Hermanos, Valencia-Caracas, 2001, pp. 1027.
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elogiado altamente por los logros alcanzados como nación en sano desarrollo — en su Censo de Desempleo figuran no menos de 336 m i l l o n e s de personas, y existen muchos millones carentes de trabajo apropiado que se deberían contabilizar pero no están registrados. Más aun, en fiel cumplimiento del mandato dictado a la organización por los Estados Unidos, la intervención del FMI en los países "en desarrollo" empeora el infortunio de los desempleados mientras aparenta mejorar las condiciones económicas de las naciones involucradas. Como lo plantea otro editorial de The N a t i o n : A muchos les puede parecer que la economía de México está boyante, pero la gente está sufriendo. Con la aplicación de los ajustes del FMI, la clase media quedó aplastada, se cerraron 25.000 pequeñas empresas y 2 millones de trabajadores perdieron sus empleos. Expresado en dólares, los salarios sufrieron una drástica reducción del 40%. En otras palabras, el FMI tenía que destruir la economía nacional para salvarla. '"• Al mismo tiempo, los países poscapitalistas que formaban parte del sistema del tipo soviético, desde Rusia hasta Hungría —que en el pasado no manifestaron problemas de desempleo, aunque sus economías funcionaban con altos niveles de subempleo — se tuvieron que adaptar, a menudo bajo la directa presión del FMI, a las inhumanas condiciones de un desempleo masivo. Hungría, por ejemplo, ha sido felicitada por el F M l " ' por "estabilizar" el desempleo en alrededor de SOO.OOO. "^ En este contexto se debe recordar que "Mientras el número total de personas desempleadas registradas en las oficinas de empleo fue de 336 millones en 1993, el número de personas empleadas paraese mismo año, según la Comisión de Planificación, sólo fue 307.6 millones, lo cual significa que el número de personas registradas como desempleadas supera al número de personas empleadas. Y el aumento porcentual de la tasa de empleo es prácticamente descartable". Sukomal Sen, Working Class of India: History of the Emergence and Movement 1830-1990. With an Overview up to 1995, K.P. Bagchi & Co., Calcuta 1997, p. 554. 136 "Waterloo in Asia?", The Nation, enero 12/19, 1998, p. 4. Cuando aparece una oportunidad, los intereses de los Estados Unidos se promueven y se imponen cínicamente. Así, "los funcionarios estadounidenses, que evitaron eficazmente la creación del Fondo Regional de Asia independiente del FMI, y por lo tanto de Washington, también han hecho conocer —más recientemente en el caso de Corea —que no habrá ayuda directa de los Estados Unidos a menos que los países en dificultades acepten las exigencias del FMI. Hasta ahora, las autoridades tailandesas han acordado la remoción de todas las limitaciones sobre la propiedad extranjera de empresas financieras y están impulsando la aprobación de una legislación que permitirá la tenencia de tierra en manos de extranjeros, prohibida desde hace mucho tiempo. Aun antes de solicitar la ayuda del FMI, Yakarta eliminó las restricciones a la propiedad extranjera de acciones cotizadas en la bolsa, medida seguida por Seúl al permitir el acceso a los inversionistas extranjeros al mercado corporativo de 64 millardos de dólares en bonos garantizados a largo plazo, acceso que tenían años solicitando". Walden Bello, "The End of the Asian Miracle", The Nation, 12/19 de enero de 1998, p.19. "•" No cabe duda de que aun utilizando sus propios términos de referencia, las felicitaciones del FMI significan muy poco. En actitud característica del organismo, "mientras la economía tailandesa iba derecho al desastre, el FMI seguía alabando 'el consistente historial de acertadas políticas administrativas macroeconómicas' del gobierno". Walderv
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En realidad, la cifra es significativamente mayor y sigue creciendo. Pero incluso 500.000, en términos de la relativamente pequeña población húngara, equivalen a unos 6.S millones de desempleados en Inglaterra o en Italia, y en Alemania a un número cercano no a los S sino a los 8 millones. La situación en la Federación Rusa es igualmente mala y sigue empeorando constantemente, incluyendo el desafuero de no pagar los salarios de mineros v otros trabajadores durante muchos meses. Vietnam ofrece un ejemplo particularmente trágico. Porque luego de la heroica victoria de su pueblo en la prolongada v devastadora guerra intervencionista del imperialismo norteamericano, la paz se está perdiendo bajo la presión de la restauración capitalista. '^'Y hasta China deja de ser una excepción a la regla general de un creciente desempleo, a pesar de la manera tan especial como se controla políticamente su economía. En un informe confidencial elaborado por el Ministerio delTrabajo, pero que se filtró al publico, se le advierte al gobierno chino que en el lapso de unos pocos años el desempleo del país alcanzará la abrumadora cifra de 268 m i l l o n e s - señalando al mismo tiempo el peligro de que pueda ir acompañado de grandes explosiones sociales — a menos que se adopten medidas apropiadas (que no se especifican) para contrarrestar la tendencia a c t u a l . ' " Es así como hemos llegado a un punto en el desarrollo histórico donde el desempleo es un rasgo dominante del sistema del capital como un todo. En su nueva m o d a l i d a d , c o n s t i t u v e una r e d c e r r a d a de i n t e r r e l a c i o n e s e interdeterminaciones que hacen que hoy resulte imposible hallarle remedios y soluciones parciales al problema del desempleo en áreas limitadas, en marcado contraste con las décadas posbélicas de desarrollo de unos pocos países privilegiados donde los políticos liberales podían hablar de p l e n o e m p l e o e n u n a s o c i e d a d
Ubre.'^o Mucho se ha dicho en los últimos años en propaganda de las virtudes universalmente beneficiosas de la "globalización", representando falseadamente la tendencia a la expansión e integración global del capital como un fenómeno radicalmente nuevo destinado a resolver todos nuestros problemas. La gran ironía de la tendencia real del desarrollo — inherente a la lógica del capital desde la constitución inicial del sistema ocurrida hace ya varios siglos, hasta llegar a la Bello, "The End of the Asian Miracle", loe. Cit., p. 16. Así mismo, en los pocos meses transcurridos desde que el FMI "recatara" la economía surcoreana en realidad se duplicó la tasa de desempleo en el país. Ver igualmente el perceptivo artículo de János Jemnitz, "A review of Hungarian Politics 1994-1997", Contemporary Politics, Vol. 3, N° 4, 1997, pp. 401-406. ^ Ver el excelente libro de Gabriel Kolko Vietnam: Anatomy of a Peace, Routledge, Londres y Nueva York, 1997. De igual manera, la apasionada réplica de Nhu T. Le en su reseña del libro de Kolko en The Nation, "Screamig Souls", 3 de noviembre de 1997. " Anthony Kunn, "en una década 268 millones de chinos quedarán desempleados", The Sunday Times, 21 de agosto de 1994. -"*' Ver el libro de Lord Beveridge con ese mismo título, donde se describe su importante participación en el establecimiento del "Estado de Bienestar Social" inglés.
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madurez en nuestra época, unido inextricablemente a la crisis estructural del sistema — es que el avance productivo de este modo antagonistico de controlar el metabolismo social sume en la categoría de trabajo s u p e r f l u o a una porción de la humanidad que no cesa de aumentar. Ya en 1848, Marx insistía en el M a n i f i e s t o C o m u n i s t a en que: Para oprimir a una clase, se le deben asegurar ciertas condiciones bajo las cuales pueda, al menos, seguir su esclavizada existencia. ... [Pero] la burguesía ya no está capacitada para ser la clase dominante de la sociedad e imponerle a dicha sociedad sus condiciones de vida como ley absoluta. No tiene capacidad para gobernar por su incompetencia para garantizarle al esclavo la existencia dentro de la esclavitud, pues no puede evitar dejarlo hundirse en ese estado, porque tiene que alimentarlo en lugar de ser alimentado por el. '*' Irónicamente, entonces, el desarrollo del que ha sido con mucho el sistema productivo más dinámico de la historia culmina convirtiendo a un número siempre creciente de seres humanos en superfinos para su maquinaria de p r o d u c c i ó n , quienes no obstante — en clara sintonía con el carácter i n c o r r e g i b l e m e n t e contradictorio del sistema - están lejos de ser superñuos como c o n s u m i d o r e s . La novedad histórica del tipo de desempleo en un sistema que se ha completado globalmente es que toda contradicción en cualquier parte especifica del sistema complica y agrava el problema en las otras partes y, por lo tanto, en el sistema como un todo. Porque la necesidad de poner en práctica unas medidas de "reducción de personal", u otras que son generadoras de desempleo, surge inevitablemente de los antagonísticos imperativos p r o d u c t i v o s que p r o c u r a n el lucro y la acumulación del capital, a los que éste no puede concebiblemente renunciar para a u t o r r e s t r i n g i r s e de a c u e r d o con p r i n c i p i o s r a c i o n a l e s y h u m a n a m e n t e satisfactorios. El capital o bien mantiene una marcha inexorable hacia su objetivo de a u t o e x p a n s i ó n , sin i m p o r t a r lo devastadoras que p u e d a n r e s u l t a r las consecuencias, o pierde la capacidad de controlar el metabolismo social de la r e p r o d u c c i ó n . N o hay cabida para m e d i a s t i n t a s ni para un m í n i m o de consideraciones humanas. Por eso por primera vez en la historia surge un sistema de control metabólico social autoexpansionista dinámico —y dinámicamente d e s t r u c t i v o en sus últimas implicaciones— q u e , de ser necesario, expulsa implacablemente del proceso del trabajo a una a b r u m a d o r a mayoría de la humanidad. Este es el significado profundamente inquietante que hoy tiene la "globalización". Cuando el capital llega a esa etapa de desarrollo, no tiene cómo enfrentar las causas de su crisis estructural; tan sólo puede perder el tiempo con efectos y manifestaciones superficiales. En consecuencia, visto que el capital "ya no puede "' Marx y Engels, Manifesto of the Communist Party, Progress Publishers, Moscú 1971, p.44. Ver el profundamente esclarecedor artículo de Marshall Brennan en ocasión del 150° Aniversario del Manifiesto, "Unchained Melody", The Nation, 11 de mayo de 1998, pp. 11-16.
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seguir alimentando a su esclavo", las "personificaciones" de su sistema (para usar la expresión de Marx) intentan solucionar el problema mediante la recuperación hasta de los limitados beneficios que se le concedieran al trabajo en la forma de *estado del bienestar" — durante el período de la postguerra de expansión del capital sin tropiezos — atacando y aboliendo el "estado del bienestar". Así, en los Estados Unidos, los desempleados se ven obligados a someterse al dictamen del * S v o r k - f a r e " si deseaban recibir algún beneficio social.Y, como era de esperar, el gobierno de un partido que en una época se consideró socialista intentó realizar en Inglaterra un cambio similar y pasar d e l " w e l f a r e " a l " w o r k - f a r e " . En consecuencia, cuando el titular a ocho columnas de un periódico liberal de Inglaterra (por cierto muy amigo del gobierno "neolaborista") anuncia: "Mensaje a los desempleados: Alístense en el Ejército o perderán sus beneficios",'*^ ese titular da una muestra de las medidas en reserva para la juventud desempleada. Esto, una vez más, al igual que los otros aspectos de nuestro problema ya mencionados, pone de relieve el hecho de que la globalización del desempleo y la inestabilidad hoy plenamente alcanzada no puede ser erradicada sin la supresión y reemplazo radical del propio sistema del capital. No son muchos los años transcurridos desde la época en que confiadamente se anticipaba que con la "modernización" universal, siguiendo el modelo estadounidense, se superarían todos los males sociales conocidos, aun en las áreas más "subdesarrolladas" del mundo. Sin embargo, característicamente, hoy nos enfrentamos una realidad diametralmente opuesta al cuadro color de rosa proyectado.Y es que las condiciones algunas veces confinadas, en los cuentos de la "teoría desarrollista" y la sabiduría gubernamental, a las dificultades supuestamente temporales del "subdesarrollo", se tornan hoy cada vez más visibles hasta en los países de mayor desarrollo capitalista. 5.2
EL MITO DE LA "FLEXIBILIDAD" Y LA REALIDAD DE LA PRECARIEDAD
El 19 de mayo de 1998, el parlamento francés aprobó una ley que reducía la semana laboral a 35 horas; legislación que también se instituyó en Italia. Ahora bien, creer que el cuento termina aquí sería una obvia expresión de candidez. Digo esto p o r q u e en París la medida fue i n m e d i a t a m e n t e "descrita p o r m u c h o s economistas y líderes empresariales como un s u i c i d i o e c o n ó i n i c o " ' ^ ^ y en Italia, '"work-fare". Juego de palabras intraducibie. Del "bienestar", welfare, al work-fare, programa gubernamental norteamericano de asistencia social para los desempleados. Como contraprestación los beneficiarios tenían que aceptar un empleo, generalmente mal renumerado, o recibir adiestramiento profesional. El cambio semántico es elocuente: "beneficio"(züe!-) por "trabajo" (work-). (N del T) '*^ "Jobless told: join Army or lose benefit", por Stephen Castle (Editor Politico), Independent on Sunday, 10 de mayo de 1998. Otro titular en la misma página: el "Union fury as Labour sets minimum wage at [£] 3.60" [Furia sindical ante el salario mínimo fijado por los laboristas en 3.60 libras] informa sobre las reacciones al mísero nivel de salario mínimo introducido por el gobierno "neolaborista" de Inglaterra. •*^ Susan Bell, "Paris pass law on 35-hour week". The Times, 20 de mayo de 1998.
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aun antes de aprobarse alguna medida legislativa al respecto, el directivo de la Confederación Industrial de Italia ( C o n f i n d u s t r i a ) , Giorgio Fossa, expresó claramente que su organización solicitaría la anulación de toda legislación al respecto.'"'^'^ Más aún, el presidente de Confindustria Fossa (un nombre que en italiano significa "tumba", sin duda apropiado para la situación) declaró con cínica desfachatez (como si no fuese obvio para cualquier persona familiarizada con su organización) que si el parlamento llegase a aprobar una ley con esas características, ellos anunciaban su intención de enterrarla con la ayuda de una "gran coalición" donde participarían hasta seguidores de los partidos de la extrema derecha.'*' Por su parte, fiel a su habitual cinismo, el E c o n o m i s t de Londres pontificó sobre la ley propuesta señalando: Veamos, ¿quién quiere realmente esa semana laboral de 35 horas propuesta por Lionel Jospin? Ciertamente, no los empleadores franceses, pues estos más bien señalan que los costos laborales aumentarán y se reducirá su competitividad. Mucho menos los contribuyentes, quienes por el contrario sospechan que tendrán que pagar unos impuestos más altos para financiar el plan. Y en cuanto a los sindicatos, el número de éstos que se opone aumenta día a día, porque temen que la medida acarreará una reducción de los salarios v una disminución de los derechos del trabajador. Ni siquiera los propios trabajadores, cuya mayoría estima que continuará trabajando tanto como antes, pero en turnos poco convenientes y horarios menos cómodos. Hasta los desempleados, quienes son los supuestos beneficiarios del plan, se preguntan cuántos nuevos empleos creará realmente, si es que lo hace, esa lev. .. .El señor Jospin está cargando con la responsabilidad por un esquema en el que ni siquiera él — así se rumora — cree. Aparentemente, la ley en cuestión constituía un total v verdadero enigma. Así lo aseveraba T h e E c o n o m i s t , con base en la autoridad de los murmuradores enigmáticamente bien informados. N a t u r a l m e n t e , el movimiento laboral se tendrá que enfrentar a graves dificultades en su lucha por lograr una real reducción de horas en la semana laboral sin que se traduzca en una pérdida salarial. Ahora bien, esas dificultades son de un orden diferente muy si se les compara con los aterradores relatos inventados por T h e E c o n o m i s t y demás voceros del orden dominante. Los obstáculos reales que debe superar el trabajo hoy en día y en el futuro inmediato se resumen en dos palabras: " f l e x i b i l i d a d " y " d e s r e g l a m e n t a c i ó n " . Dos de los eslóganes favoritos de las personificaciones actuales del capital tanto en los negocios como en la política. Ambos quieren sonar muv atrayentes y progresistas. En verdad, sin "^ "Ni resignado ni reblandecido en lo concerniente a la cuestión de las 35 horas, el presidente de los industriales está más decidido que nunca a promover la realización de un referendo derogatorio" (Né rassegnato, né ammorbidito sul tema delle 35 ore, il presidente degli industriali é piü deciso che mai a promuovere un referendum abrogativo"). Vittorio Sivo, "Referendum sulle 35 ore". La Repubblica, 22 de abril de 1998. '«Ibid. '*•* "The working week: Fewer hours, more jobs?". The Economist, 4 de abril de 1998, p. 50.
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embargo, encubren las aspiraciones y políticas antilaborales más agresivas del Beoliberalismo, y pretenden ser tan elogiadas y aceptadas por los individuos como fa maternidad y la comida hogareña. Porque la "flexibilidad", en lo que concierne a las prácticas laborales —que será facilitada e impuesta mediante diversas clases de *desreglamentación"— equivale en realidad a la despiadada i n e s t a b i l i d a d de la fuerza laboral. Con frecuencia aparece en compañía de una autoritaria legislación antilaboral —desde la destitución de los controladores de tráfico aéreo en los Estados Unidos, ordenada por Reagan, hasta la larga cadena de viciosas leyes antilaborales aprobadas durante el mandato de Margaret Thatcher y cuya vigencia mantuvo, característicamente, el gobierno "neolaborista" de Tony Blair.Y los mismos que califican de " f l e x i b i l i d a d " universalmente beneficiosa a la difusión de las altamente precarias condiciones laborales de la inestabilidad, tienen los bríos de llamar " d e m o c r a c i a " a la práctica de una legislación antilaboral autoritaria . Se espera que la "flexibilidad" se haga cargo de la concesión de las 35 horas, si por razones de contingencia política ésta se torna inevitable, como parece ser el caso en Francia e Italia. Así, en Francia "algunos ministros hablan de hacer más flexible el mercado laboral, notablemente permitiéndoles a los empleadores la variación de la semana de trabajo de acuerdo con la demanda estacional, de tal forma que el número de horas trabajadas a la semana se calcularían con base en el promedio anual."'"^^ Se espera que el mismo truco funcione igual de bien en Italia. Al momento de su introducción, el Primer Ministro Ministro italiano Prodi - quien luego fue recompensado con la presidencia de la Comisión Europea — les aseguró a sus críticos que una apropiada "flexibilidad" debería poder contrarrestar los efectos negativos
de la ley. El real interés de las personificaciones del capital es promover la "flexibilidad laboral" y luchar por todos los medios posibles contra los "mercados laborales rígidos". Así, un prominente artículo en el Financial T i m e s insiste en que "tanto en Japón como en Europa, las empresas se están preparando para eliminar empleos con mayor celeridad que la de los rígidos mercados laborales para crearlos", indicando aprobatoriamente que la " d e s r e g l a m e n t a c i ó n permitiría apretar el paso", y añadiendo para fines de la tranquilización propagandística que los "optimistas consideran que la desreglamentación eventualmente conducirá a la creación de un n ú m e r o de empleos en los nuevos mercados suficiente para absorber una gran parte del exceso de mano de obra. Pero para que esto ocurra, Japón necesitará el tipo de m o v i l i d a d l a b o r a l que opera en los Estados Unidos."''*'* (El cuento de la adquisición de Nissan por parte de Renault, que trajo consigo el despido de 30.000 trabajadores de Nissan, debe agradarles mucho a
'" Ibid., p. 51. !« Michiyo Nalcamoto, Revolution coming, ready or not", Financial Times, 24 de octubre de 1997. Ver en el mismo número del Financial Times un artículo de John Plender, "When capital collides with labour", escrito con igual ánimo.
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quienes abogan por esa clase de remedios, ya que muestra que Japón se está moviendo en la "dirección correcta".) Asimisrao, una ponencia ejecutiva del FMI - analizada con entusiasmo por The E c o n o m i s t — asevera que "los estudios sugieren que en Europa los salarios reales son sólo Is m i t a d d e flexibles que los de Estados Unidos, y que los trabajadores europeos tienen mucha menor probabilidad de m o v i l i z a r s e buscando empleo que los estadounidenses." Lo dicen mientras alegremente olvidan la queja de John Kenneth Galbraith, de hace ya muchos años, acerca de que los trabajadores en Estados Unid(3s sólo se pueden culpar a sí mismos por su desempleo, pues se rehusan a "movilizarse" debido a su "instinto hogareño", que los ata a su lugar de crianza. Con los años nada parece cambiar ni el diagnóstico ni la sabiduría curativa. Y para c o m p l e t a r tan invaluable y autogratificante razonamiento, los autores de la ponencia ejecutiva del FMI ofrecen una solución que, lejos de reflexiva es más bien un reflejo automático de Pavlov, en la forma de proyecciones del iluso "deber ser" del capital neoliberal: Por ejemplo, en el supuesto de que uii gobierno elimine los beneficios por desempleo, los trabajadores tendrán ahora un mayor incentivo para buscar trabajo y, por lo tanto, el desempleo d e b e r í a disminuir. Por otra parte, al aumentar el número de personas buscando trabajo también a u m e n t a r í a la presión para disminuir los salarios v a su vez, esos menores costos salariales deberían fortalecer el empleo.''" Naturalmente, viviremos felices de aquí en adelante como resultado de tan maravillosa reducción de la partida salarial. Y por otra parte, si — a pesar de los ciertamente reales sacrificios de los trabajadores (descritos en nuestra cita con las palabras "tendrán ahora " y "también aumentaría") las expectativas ficticias que denotan los "debería" no se materializan, eso en forma alguna podrá invalidar la teoría compartida por el FMI y T h e E c o n o m i s t . Tan sólo revelaría que los proverbiales cochinitos del bien conocido adagio inglés ["Si los cochinitos tuviesen alas, volarían, N.del E.j se rehusan tercamente a tener alas y lucir como abejorros gigantes para volar hacia ese "optimista" futuro que se proyecta con tanto anhelo. Entre tanto, el real salvajismo del sistema sigue haciendo de las suyas, no sólo con la expulsión del proceso laboral de un creciente número de personas sino también, en característica contradicción, con la e x t e n s i ó n del horario de trabajo cada vez que el capital logra salirse con la suva. Cabe la mención de un ejemplo muv importante: en Japón el gobierno introdujo en el parlamento un proyecto de lev "para elevar de 9 a 10 h o r a s el límite máximo de la jornada laboral y de 48 a
"' "Policy Complementation; The Case for Fundamental Labour Market Reform", pot David Coe y Dennis Snower. IMF Staff Paper Volume 44, N= 1, 1997. Reseñado en The Economist, 15 de noviembre de 1997, p, 118. RevsJladoramente, el título del artículo de reseña es "All or nothing: Piecemeal labour-market reforms will not cure Europe's unemployment problem. Governments need to go the whole way". [Todo o nada: las reformas parciales del mercado laboral no son la cura para el problema del desempleo en Europa. Los gobiernos deben ir hasta el fondo].
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52 h o r a s el de la semana laboral. Dicha disposición le permitirá a una compañía obligar a sus empleados a trabajar más horas cuando la compañía tenga algím apremio, siempre que el número total de horas laboradas en un año no exceda el límite estipulado";''" exactamente igual a lo propuesto en Francia, Italia y otros países por los "mercaderes de flexibilidad", Más aún, el mismo proyecto de ley pretende extender los llamados " h o r a r i o s d e trabajo d i s c r e c i o n a l " que "le permiten a una empresa pagar a sus e m p l e a d o s s ó l o 8 h o r a s de trabajo aun cuando su jornada laboral haya sido más prolongada".''' Se han reportado ejemplos aterradores de los inhumanos efectos destructivos de ese "trabajo discrecional", desde áreas en las que ya está siendo aplicado v ahora se va a ampliar. Por ejemplo, según el dictamen del Tribunal Distrital de Tokio, un joven programador falleció a consecuencia del pesado exceso de trabajo. En el dictamen se puede leer que "su tiempo promedio de trabajo anual fue superior a las 3.000 horas. En los tres meses anteriores a su muerte, trabajó 300 horas al mes. En esa época trabajaba en el desarrollo de un sistema de software para la banca."'" Otro joven que falleció de insuficiencia cardiaca debida a un brutal exceso de trabajo, "en las dos semanas previas a su muerte trabajó un promedio de 16 h o r a s y 19 m i n u t o s por día".'^' Según lo reportado en otro diario japonés, aún hoy los empleadores les imponen estrictas cuotas a los trabajadores, lo cual significa colocar sobre los hombros de los trabajadores un horario laboral prolongado y trabajo sin paga. ... Por ejemplo, un conductor de trenes de la East japan Railways Co., la empresa ferro\iaria más grande de japón, desempeñó su.s funciones durante 14 horas y 5 minutos pero tuvo que permanecer en el sitio de trabajo durante 24 horas y 1 3 minutos, y la empresa no le pagó esas 10 horas v 8 minutos restantes, aduciendo que ese lapso "no eran horas laboradas ni tampoco periodos de descanso". ''^ Significativamente, en la era de la crisis estructural del capital hasta ese nivel de explotación es insuficiente. Tendrá que extenderse hasta e! límite que acepte el movimiento laboral. El proyecto de ley que se presentó al parlamento en Japón " c o n s t i t u y e el m a y o r a t a q u e c o n t r a l o s d e r e c h o s d e l trabajador e n la e t a p a d e la p o s t g u e r r a . " ' " No debe asombrar, por lo tanto, que haya algunos sindicatos que visualicen desempeñar en el futuro un rol político mucho más directo en comparación con su tradicional desempeño en el pasado. Citando a Kanemichi: ™ ' Japan Press Weekly, 14 de febrero de 1998, p. 25. En otro número del Japan Press Weekly leemos: "Los principales objetivos de la ley son aumentar la aplicación de horarios de trabajo discrecionales, suavizar las restricciones sobre el existente sistema de horas de trabajo variable (flexible), y legalizar los contratos de empleo de corta duración", 18 de abril de 1998. '" Japan Press Weekly, 14 de febrero de 1998. = ' ^^ Japan Press Weekly, 28 de marzo de 1998. '53 Japan Press Weekly, 4 de abril de 1998. "* Akira Ikunai, "Attack against worker's rights". Dateline Tokyo, N° 58, abril de 1998, p. 3. 155 I d i d .
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Kumagai, secretario general de la Confederación Nacional de Sindicatos del Japón; "La lucha en la primavera de este año no sólo repetirá lo que hemos hecho en el pasado, sino que además intentará cambiar las tendencias en la política y en el movimiento laboral, incluyendo lo concerniente a cómo deberían serlas políticas y la economía de Japón. Por esa razón le asignamos una mayor importancia a lograr que los trabajadores y los sindicatos emprendan acciones destinadas a influenciar toda la sociedad".'"' Japón es un ejemplo particularmente importante, porque no hablamos de un país del llamado "tercer mundo" donde hasta las más insensibles y despiadadas prácticas de explotación laboral se dieron siempre por sentadas, como cosas de rutina. Por el contrario, Japón representa una economía poderosa que ocupa el segundo lugar del mundo: un paradigma de los avances capitalistas. Y ahora, hasta en un país como ése el d e s e m p l e o está a u m e n t a n d o p e l i g r o s a m e n t e v las condiciones laborales e m p e o r a r á n más que n u n c a , desde los t i e m p o s del prolongado período de desarrollo y expansión del capital en la postguerra, incluyendo no solamente la gran intensificación de horarios laborales explotadores a nombre de la "flexibilidad", sino también el imperativo - que para muchos sigue siendo incomprensible — de una semana de trabajo más extensa. En la raíz de esta desconcertante y en cierta forma contradictoria propugnación de la "flexibilidad", aunada a una legislación laboral r í g i d a m e n t e a u t o r i t a r i a , encontramos la vitalmente importante ley tendencial de la i g u a l a c i ó n h a c i a a b a j o d e la tasa d e e x p l o t a c i ó n d i f e r e n c i a l , que se hace cada vez más pronunciada gracias a la crecientemente destructiva globalización del capital en el período de la crisis estructural del sistema. Es la razón por la que escribí, en 1971, que las clases trabajadoras de algunas de las sociedades "posindustriales" más desarrolladas están degustando una muestra de la real perversidad del capital "liberal". (...) Así, la naturaleza real de las relaciones de producción capitalistas: la implacable dominación del trabajo por el capital, se va haciendo cada vez más evidente como un fenómeno global. (...) Resulta casi imposible entender el desarrollo y la autorreproducción del modo de producción del capital sin el concepto de capital social total. (...) Igualmente resulta casi imposible entender los múltiples y espinosos problemas del trabajo nacionalmente variable y socialmente estratificado, sin tener en mente todo el tiempo el necesario marco de una valoración apropiada: a saber, el antagonismo inconciliable entre el capital social total y la totalidad del trabajo. Este antagonismo fundamental se ve modificado inevitablemente de acuerdo con: (1) las circunstancias socioeconómicas locales; (2) las respectivas posiciones de los países particulares en el marco global de la producción del capital; v (3) la relativa madurez del desarrollo sociohistórico global. Por consiguiente, en diferentes períodos del tiempo el sistema como totalidad revela las operaciones de un complejo
''' Ibid.
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conjunto de diferencias de interés objetivas en a m b o s lados del antagonismo social. La realidad objetiva de las diferentes tasas de explotación —tanto dentro de un país dado como en el sistema del capital mundial—resulta ser tan incuestionable como las diferencias objetivas en las tasas d e ganancia en cualquier época en partícular(...) A pesar de todo, la realidad de las diferentes tasas de explotación y ganancia no altera en lo más mínimo la ley fundamental misma: es decir, la c r e c i e n t e igualación d e las tasas d e e x p l o t a c i ó n diferenciales como la tendencia global del desarrollo del capital mundial. De seguro, esta ley de igualación constituye una tendencia a largo plazo en lo que respecta al sistema del capital. (...) Baste por ahora destacar que no hay que confundir "capital social total" con "capital nacional total". Cuando éste último se ve afectado por un debilitamiento relativo de su posición dentro del sistema global, inevitablemente tratará de compensar sus pérdidas aumentando la tasa específica de la explotación que ejerce en contra de la fuerza laboral bajo su control directo — o si no su posición competitiva se verámás debilitada aim dentro del marco global del "capital social total". (...) no puede haber otra salida (...) que no sea la intensificación de las tareas espeaficas de explotación, que solamente pueden conducir, en términos tanto locales como globales, a una explosiva intensificación a largo plazo del antagonismo social fundamental. Quienes han estado hablando de la"integración" de la clase trabajadora—describiendo al "capitalismo organizado" como un sistema que logró de manera radical manejar exitosamente sus contradicciones sociales— han identificado irremediablemente mal el éxito manipulador de las tasas diferenciales de explotación (que prevalecieron en la fase histórica relativamente 'libre de perturbaciones" de la reconstrucción y expansión posbélica) como un r e m e d i o estructural básico.' '^ C o m o c o n c o m i t a n t e obligado d e la globalización en c u r s o de las r e l a c i o n e s p r o d u c t i v a s y d i s t r i b u t i v a s , la igualación hacia abajo de las tasa de e x p l o t a c i ó n diferencial afecta a cada u n o de los países c a p i t a l i s t a m e n t e a v a n z a d o s , hasta a los m á s ricos. Ya n o hav cabida p a r a el m a n e j o de las relaciones laborales p a t e r n a l i s t a m e n t e m a n i p u l a d a s , sin i m p o r t a r lo " t r a d i c i o n a l e s " y " p r o f u n d a m e n t e arraigadas" q u e se s u p o n e sean, y sin d u d a n o la hay para evitar p e r m a n e n t e m e n t e , p o r m e d i o de ventajas tecnológicas y c o m e r c i a l e s relativas, el s e v e r o i m p a c t o n e g a t i v o d e la o m n i p r e s e n t e crisis e s t r u c t u r a l . ( R e c o r d a r las r e v e l a d o r a s cifras p u b l i c a d a s en T h e
Nation
p r e v i a m e n t e citadas). N o cabe d u d a , c o m o lo señala el L l a m a d o de varios distinguidos i n t e l e c t u a l e s p u b l i c a d o en u n p e r i ó d i c o italiano, lo que agrava la situación es q u e la inestabilidad y la inseguridad ("la p r e c a r i e t á e I'insicurezza") c r e c e n a diestra y siniestra en el m u n d o laboral; "el trabajo sin p r o t e c c i ó n y subpagado se e x t i e n d e c o m o p e t r ó l e o d e r r a m a d o , en t a n t o q u e hasta el trabajo más estable e x p e r i m e n t a u n a p r e s i ó n sin p r e c e d e n t e s s o b r e su d e s e m p e ñ o , y hacia la total disposición al s o m e t i m i e n t o a h o r a r i o s de trabajo m u y diversificados."'^* •5' Beyond Capital, p. 890-2. '*" "il lavoro sttotutelato e sottopagato si allarga a macchia d'olio, mentre anche il lavoro piü stabile subiste la pressione verso una identificazione senza precedente della sua prestazione lavorativa e verso una piena disponibilita alia sottomissione ai piii diversificati tempi di lavoro". En: "Trentacinque ore Della nostra vita", u n Llamado de los intelectuales firmado por Mario Agostinelli, Pierpaolo Baretta, Heinz Birnbaum, Carla Casalini, Marcello
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Es decir, tenemos aquí que hacerle frente a una tendencia sumamente significativa y de largo alcance: el retorno del p l u s v a l o r a b s o l u t o , en grado cada vez mayor, en las sociedades der'capitalismo avanzado"durante las últimas décadas. En febrero de 1998, el profesor Augusto Graziani habló muy elocuentemente ante la Convención de Rifondazione en Milán dedicada al tema de la semana laboral de 35 horas, sobre las condiciones de trabajo en el "Mezzogiorno", en general, y en particular sobre la aterradora explotación de la mano de obra femenina en Calabria. Su intervención es muy pertinente en lo que concierne a la cuestión del "plusvalor absoluto" en un país de capitalismo avanzado, como Italia, ya que algunas de las prácticas laborales más explotadoras también ocurren en el norte del país, que tiene un mayor desarrollo industrial. Al mismo tiempo, en Inglaterra, un documental para TV mostraba la gran expansión del trabajo infantil pese a tratarse de una actividad que obviamente está c o n t r a la ley. Por supuesto, la ley no es aplicada en lo absoluto. Por el c o n t r a r i o , se p r o m u e v e n los alegatos más inverosímiles con el fin de justificar indirectamente dichas prácticas ilegales. Así, los intereses mercantiles conducen una vociferante campaña contra el salario mínimo en general, con la excusa de que su introducción empeoraría aún más las posibilidades de empleo de los más jóvenes. Otra forma de manipular el mismo aspecto, por parte de la Confederación de Industrias de Inglaterra, el Instituto de Directores y las distintas organizaciones empresariales de alta asesoría ["think t a n k " ] , es presionar por "la exención de los jóvenes" de la legislación sobre salario mínimo, o que se les conceda tan sólo un salario mínimo mucho más bajo. Más aún, aún, el empeoramiento de las condiciones laborales de personas de todas las edades en innumerables " s w e a t s h o p s " — p a r a los inmigrantes tanto legales como ilegales, pero también para una cantidad nada despreciable de mano de obra inglesa, escocesa, galesa e irlandesa— habla a gritos sobre la reaparición del impulso del plusvalor absoluto, como una de las tendencias más retrógradas en el desarrollo del capital del siglo XX, en uno de los más privilegiados países "capitalistas avanzados". Como es sabido, tanto la despiadada procura del plusvalor absoluto en general y su manifestación particularmente odiosa en la forma del trabajo infantil fueron s i e m p r e p r o m i n e n t e s (y, por supuesto, lo siguen siendo) en los países del "tercer m u n d o ' . Paradójicamente, la crisis global de la acumulación del capital en la era de la globalización avanzada crea algunas dificultades importantes de nuevo cuño, en lugar de resolver las ha tiempo cuestionadas injusticias del sistema, como nos quieren hacer creer los "optimistas" voceros de una "globalización" desprovista de problemas. Porque los m á r g e n e s de viabilidad productiva del capital están disminuyendo (de allí también el impulso del plusvalor absoluto), pese a todos
Cini, Giorgio Cremaschi, Pietro Ingrao, Oskar Negt, Paolo Nerozzi, Valentino Parlato, Marco Revelli, Rossana Roznada, Claudio Sabattini y Arno Teutsch; II Manifesto, 13 de febrero de 1998, p. 5.
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los esfuerzos de los estados capitalistas— individual o grupalmente, como en las cumbres de G 7 / G 8 — para aumentar o al menos mantener estables los márgenes productivos del sistema. En verdad, sólo puede haber una forma para intentar aumentar los d i s m i n u i d o s m á r g e n e s d e a c u m u l a c i ó n d e capital; a expensas del t r a b a j o . Esta es una estrategia promovida activamente por el estado — ciertamente, a causa de esa necesidad el p a p e l i n t e r v e n c i o n i s t a d e l e s t a d o n u n c a ha s i d o m a y o r , ' ' ' a pesar de toda la mitología neoliberal defendiendo lo contrario — y en nuestro tiempo esa estrategia está objetivamente apuntalada por la tendencia a la igualación hacia abajo de la tasa de explotación diferencial. Al final, sin embargo, la estrategia que ahora se sigue está destinada a fallar, siempre y cuando el movimiento laboral logre rearticular radicalmente sus propias estrategias V formas de organización, orientándolas hacia la formación de un genuino movimiento de masas con la finalidad de enfrentar el desafío histórico. Pues ni siquiera los teóricos más "optimistas" del FMI v demás órganos de apologistas del capital generosamente financiados han podido inventar a la fecha, ni hay indicios de que logren hacerlo en el futuro, un dispositivo que les permita exprimir el requerido, y siempre creciente, poder adquisitivo y su correspondiente acumulación de capital, de las condiciones económicas en continuo deterioro v de los "inestables paquetes salariales" de la fuerza laboral. 5.3
DE LA TIRANÍA DEL "TIEMPO DE TRABAJO NECESARIO" A LA EMANCIPACIÓN A TRAVÉS DEL " T Í E M P O DISPONIBLE*'
¿Cómo puede el trabajo — antagonista estructural del capital — enfrentar la inseparable tendencia al deterioro causada por la continua reducción del margen de viabilidad productiva del capital.' '^' El rol intervencionista del estado, tanto en lo político como en lo económico, ha quedado en evidencia. En el ámbito económico, los fondos que se entregaron generosamente a las grandes empresas capitalistas se miden en cientos de millones de libras. Así, por ejemplo, la British Aerospace recibió alrededor de 600 millones de por una de sus actuales empresas, sumados a los innumerables millones que le otorgara recientemente el estado de manera igualmente semifraudulenta, cuando en la compañía intentaba darle una sólida base económica a la empresa Rover, hoy de nuevo en bancarrota. Con respecto a esta última, se estima que será nuevamente el estado el que proporcione la inmensa cantidad de fondos requeridos para volver a rescatar a la Rover —al parecer nadie está dispuesto a alabar las virtudes milagrosas de la empresa privada —pero, sin duda alguna las ganancias que se obtengan ¡es serán entregadas a la parte capitalista de las llamadas "sociedades mixtas público-privadas" tan favorecidas por el Nuevo Laborismo. De igual o hasta mayor importancia es la intervención del estado en lo político, a favor del capital. Porque el sistema del capital requiere urgentemente de una legislación antilaboral autoritaria —introducida complacientemente por gobiernos tanto conservadores como socialdemócratas (y de hecho, como muestra de la gravedad de la crisis estructural del sistema, hasta por algunos gobiernos presididos por antiguos partidos comunistas, como en el caso de Italia)—para poder mantener su dominio "neoliberal" sobre la sociedad en el actual estadio del desarrollo histórico.
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La pregunta nos lleva de vuelta al t e r c e r e l e m e n t o en la campaña de R i f o n d a z i o n e para conquistar la semana laboral de 35 horas, que se cita al inicio de este capítulo: " c a m b i a r la s o c i e d a d " ( "per c a m b i a r e la s o c i e t a " ) . P o r q u e hoy d í a — d e b i d o a la n e c e s i d a d del capital de arrebatar""" sin contemplaciones hasta las concesiones hechas en el pasado, en lugar de permitir ninguna nueva—es prácticamente imposible alcanzar siquiera los objetivos más inmediatos y limitados del sindicalismo tradicional, sin tomar el camino que c o n d u c e a una t r a n s f o r m a c i ó n social f u n d a m e n t a l . En c o n s e c u e n c i a , la reconstitución radical del movimiento socialista es una parte vitalmente importante de este proceso."'' Algunos de los representantes más inteligentes del capital, como Dean Witter — economista jefe y director de economía global para Morgan Stanley — están dispuestos a confesar que las tendencias en curso son mucho más problemáticas que lo descrito comúnmente en los órganos de propaganda del neoliberalismo. En su artículo publicado en el S u n d a y N e w York T i m e s , titulado "El retroceso del trabajador", rechaza la explicación de que los éxitos recientes han sido el resultado de la "desreglamentación y la creciente productividad". Su propia explicación, más consciente del conflicto y menos tranquilizadora, es que ha habido una dramática redistribución de la torta económica de la nación, en la que al capital le toca una tajada mucho más grande y al trabajo una mucho más pequeña. Digamos que ha habido una vuelta a la política de reducir al trabajo, que se ha producido porque la Norteamérica corporativa le está poniendo una presión rigurosa a su fuerza laboral.""^ En verdad, la inflexible presión no sólo la aplica la Norteamérica corporativa sino que también lo hacen las personificaciones del capital e n c u a l q u i e r l u g a r . Porque la premisa sobre la que se sustentaban los logros reformistas del pasado era el continuo c r e c i m i e n t o d e la t o r t a — que bajo condiciones económicas favorables aparecía como concesiones del capital, aunque n u n c a se produciría una "redistribución de la torta a favor del trabajo", en vista que el capital siempre se tiene que apropiar para sí mismo de la porción del león. Ahora, debido a la crisis estructural del capital y al margen cada vez menor de la viabilidad productiva del
"° Como lo señala Marshall Breman en su artículo citado en la nota 10, "una burda crueldad que se autodenomina liberalismo (si te sacamos a la fuerza a ti y a tus hijos de la seguridad social a ti es por vuestro propio bien)" y a usted "lo sacan de nómina o se le despide - o sale por descalificación, tercerización, reducción de personal. (Es fascinante la cantidad de palabras demoledoras como éstas que son totalmente nuevas)". The Nation, 11 de mayo de 1998, p. 16. 161 Ver el impactante capítulo "Beyond Labour and Leisure", sobre los retos que enfrenta el movimiento laboral, en el libro de Daniel Singer Whose Millennium?, publicado por Monhtly Review Press, Nueva York, primavera de 1999. ""^ Dean Witter, "The Worker Backlash", Sunday New York Times, citado en una carta que los editores del Monthly Review enviaron a sus lectores y subscriptores en octubre de 1997.
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sistema, se hace absolutamente necesaria la " r e d i s t r i b u c i ó n d e la t o r t a e c o n ó m i c a d e la n a c i ó n " y más que nunca a favor del capital, para asegurar una " r e c u p e r a c i ó n p o r r e d u c c i ó n laboral", gracias a la pasividad y resignación de la fuerza laboral. ¿Pero qué ocurre cuando el trabajo se rehusa a aceptar esa redistribución despiadada de la torta económica, porque ya no puede darse el lujo de aceptarlo debido a las crecientes dificultades impuestas por las tradicionales o recién inventadas formas de "economía de reducción laboral"? Las posibilidades de "redistribuir" hasta una torta estacionaria, y ni qué decir de una en proceso de contracción, tienen sus límites claramente bien definibles. No se debe olvidar el hecho de que en ningún país se puede dar por sentada la inactividad resignada y permanente del movimiento laboral, como cosa de necesidad natural. Ni siquiera en los países capitalistamente más avanzados. No debe causar asombro, por lo tanto, que hoy en día hasta el economista jefe de Morgan Stanley tenga que hablar del " r e t r o c e s o del t r a b a j a d o r " en los Estados U n i d o s , e x p r e s a n d o sus preocupaciones con respecto a una posible "abierta lucha de poder entre el capital y el trabajo", añadiendo que "los días de una fuerza laboral dócil que aceptaba resignadamente una reestructuración corporativa tipo tala-v-quema, son parte del pasado".'" Naturalmente, desde el punto de vista del capital no puede haber respuestas a la pregunta ¿qué tipo de alternativa a la "economía de reducción laboral" habría que seguir para evitar la "abierta lucha de poder entre el capital y el trabajo"? Sean cuales fueren sus recelos y preocupaciones, el economista jefe de Morgan Stanley tiene que continuar asesorando a su empresa sobre la mejor forma de explotar las oportunidades que ofrece la especulación financiera "globalizada", pues de lo contrario con un vigoroso y dorado apretón de manos lo enviarían rápidamente hacia zonas más tranquilas. Desde el punto de vista del capital, ciertamente "no hay alternativa" a la "reducción laboral" hasta donde sea posible ~ y más aún en situaciones de emergencia —, aun si se perciben algunos de los peligros implícitos en el curso socioeconómico que se sigue. Porque al final siempre habrá la tentación de las s o l u c i o n e s a u t o r i t a r i a s , no sólo en el país del general Suharto, dependiente clientelar de los Estados Unidos, sino también en las "democracias capitalistas avanzadas" de Occidente que ayudaron primero a poner a Suharto en el poder, apoyándole de todas las formas posibles durante 32 años, incluyendo la salvaje represión militar del pueblo, e intentando salvar su despreciable régimen con la inyección masiva de fondos del FMI hasta los últimos minutos antes de su caída. La promesa general de resolver las clamorosas injusticias y contradicciones del sistema ha sido durante mucho tiempo — y en general sigue siéndolo hoy — de que a través de los beneficios de un "libre comercio" permanentemente creciente
' Ibid.
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y g l o b a l m e n t e i n t e g r a d o , m e j o r a r í a g r a n d e m e n t e la c o n d i c i ó n de los t r a b a j a d o r e s en t o d o el m u n d o , gracias al r e t o r n o d e la e c o n o m í a a u n a s i t u a c i ó n d e e x p a n s i ó n del capital sin p e r t u r b a c i o n e s y libre de los d e f e c t o s de las d é c a d a s de la p o s t g u e r r a , q u e t e r m i n a r o n en inflación y e s t a n c a m i e n t o . Sin e m b a r g o , los signos a c t u a l e s v los i n d i c a d o r e s e c o n ó m i c o s a p u n t a n e n d i r e c c i ó n o p u e s t a , h e c h o r e c o n o c i d o a veces hasta p o r los e c o n o m i s t a s de la " c o r r i e n t e d o m i n a n t e " q u e c o n s e r v a n todavía la fe en las v i r t u d e s i n s u p e r a b l e s del s i s t e m a del c a p i t a l . Así, p a r a citar u n a r t í c u l o q u e a p a r e c e en u n l i b r o r e c i e n t e de u n o de esos e c o n o m i s t a s : Rodrick alega que el comercio en general, y no sólo las importaciones de bajo costo, empeora la distribución del ingreso. La creciente competencia internacional, escribe, se traduce en una mayor "elasticidad" de la demanda nacional de mano de obra. Dicho en lenguaje común, eso significa que ahora un trabajador compite con una oferta mucho mayor de mano de obra. Como resultado, una pequeña variación en los salarios de trabajadores extranjeros o en la demanda global de un producto o un servicio puede ocasionar grandes variaciones en la demanda de trabajadores en el ámbito nacional. La mayor vulnerabilidad de la mano de obra a las fluctuaciones del m e r c a d o , socava su posición negociadora frente al capital. Por lo tanto, concluye Rodrick, "más que el aumento del excedente, parece que el efecto comercial de primer orden ha sido una redistribución del excedente de la empresa hacia los empleadores". Es decir, la evidencia muestra que los críticos del libre comercio no están equivocados, el comercio no está aumentando la riqueza sino redistribuyéndola hacia arriba. "•* N o o b s t a n t e , en lo q u e c o n c i e r n e a la c u e s t i ó n de las a l t e r n a t i v a s , R o d r i c k sólo ofrece u n a p i a d o s a p r é d i c a . Así, c o n t i n u a n d o c o n la cita: La p r é d i c a política de R o d r i c k es a lo sumo ingenua. Exige una mayor responsabilidad tanto a los trabajadores como al gobierno, pero no le dice nada a la empresa corporativa multinacional. ( . . . ) Rodrick escribe, "Los trabajadores deberían abogar por una economía global de rostro más humano", pero hace silencio respecto a los esfuerzos tenazmente organizados de las empresas y las finanzas multinacionales para evitar hasta una simple consideración de humanizar las políticas por parte del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y otros organismos que aprueban normas para el mercado global. .íVctitud que sugiere un punto de vista que, por decir lo menos, ha perdido el contacto con la realidad de la economía política global. ""* Sin d u d a , la a d o p c i ó n del p u n t o de vista del capital — n o s ó l o e n su f o r m a n e o l i b e r a l m á s c i e g a m e n t e i n c o n d i c i o n a l v agresiva, sino t a m b i é n en sus v a r i e d a d e s r e f o r m i s t a s i l u s a m e n t e l i b e r a l e s — ha significado d e s d e hace m u c h o t i e m p o q u e "se ha p e r d i d o el c o n t a c t o con las r e a l i d a d e s de la e c o n o m í a p o l í t i c a g l o b a l " .
' " Jeff Faux, "Hedging the neoliberal bet", (una reseña del libro de Dani Rodrick, Has Globalization Gone Too Far?, Institute for Internacional Economics, Washington D . C , 1997), en Dissent, otoño de 1997, p. 120. '"•'' Ibid.
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La radical novedad de nuestra época es que el sistema del capital ya no sigue estando en posición de concederle absolutamente nada ai trabajo, en contraste con las adquisiciones reformistas del pasado. El deprimente acomodo y hasta manifiesta capitulación de algunos viejos partidos de la clase trabajadora ante las exigencias de los intereses de la gran empresa — por ejemplo, en Inglaterra y varios países europeos, pero en modo alguno nada más en Europa—; una capitulación que llega al extremo no sólo de mantener la legislación antilaboral autoritaria de las décadas recientes, sino además les concede cargos ministeriales claves en el 'Nuevo Laborismo", en los gobiernos de la "Izquierda Democrática" en Italia, y en todas p a r t e s , a p r o m i n e n t e s r e p r e s e n t a n t e s del capital c o r p o r a t i v o , habla inequívocamente en tal sentido. (Lord Simon, Lord Sainsbury, Geoffrey Robinson, etc., en Inglaterra, y figuras similares en Alemania, Francia e Italia). Es la razón por la que en la actual etapa histórica hasta objetivos laborales l i m i t a d o s y modestos — como la semana laboral de 35 horas — sólo se pueden lograr "cambiando la sociedad", va que o b j e t i v a m e n t e cuestionan el orden político y socioeconómico instituido (en otras palabras: el sistema total de toma de decisiones) bajo el cual se produce v se distribuve "la torta económica del país". Bajo las condiciones de la crisis estructural del capital, esa es la naturaleza objetivamente inevitable de la controversia socioeconómica, aun si por el momento muchos representantes del trabajo no lo conceptualizan o articulan en esos términos.Y es también la razón por la que el reformismo liberal v socialdemócrata, que en el pasado contó con el dinamismo expansionista del capital como poderoso aliado, hov está condenado a la futilidad de la prédica piadosa — desde los sermones del profesor John Kenneth Galbraith sobre "la cultura de la satisfacción" (repetidos con presteza, sin el menor electo correctivo, por los obispos y arzobispos de la Iglesia de Inglaterra) hasta el concepto de "economía global de rostro humano que se inspira en el sector laboral v el gobierno" citado arriba. Una prédica a la que las personificaciones del capital es imposible que escuchen. La demanda de una reducción significativa de la semana laboral tiene una importancia estratégica fundamental. No sólo porque el aspecto subvacente afecta profundamente y, en consecuencia, interesa directamente a cada trabajador individual, tanto manual como intelectual v sin i m p o r t a r su estatus laboral específico. Sino igualmente porque la cuestión de enfrentar ese desafío no va a desaparecer. Por el contrario, día a día aumenta su importancia, y el imperativo de hacer algo significativo al respecto no puede ser decretado coino inexistente por las personificaciones parlamentarias del capital en los países de capitalismo avanzado, ni ciertamente tampoco ser reprimido abiertamente por la fuerza en la "periferia" del orden global del capital. En otras palabras, se trata de una demanda estratégica vital para el trabajo porque "no es negociable"; es decir., no se le puede integrar a las manipuladas seudoconcesiones del orden existente. Porque atañe directamente a la cuestión del c o n t r o l — un s i s t e m a a l t e r n a t i v o d e c o n t r o l m e t a b ó l i c o s o c i a l — al que el capital se opone v debe oponerse con hostilidad.
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Naturalmente, la semana laboral de 35 horas — aun si se pudiere genuinamente c o n c e d e r y no anular engañosamente de múltiples formas, como desde ya cínicamente se está planeando o ejecutando — no podría resolver el monumental, siempre creciente y socioeconómicamente grave problema del desempleo. Por tanto, la legítima pregunta es: ¿por qué 35 y no 25 ó 20 horas semanales, algo que sí impondría una diferencia significativa al respecto? Esa es la pregunta que nos lleva al corazón del problema. Las incompatibilidades radicales entre el orden social existente y uno en el que los seres humanos tengan el control sobre su actividad de vida, incluido su "tiempo liberado", que será puesto en libertad gracias a una significativa reducción de la semana laboral, fue gráfica y dolorosamente ilustrado en Inglaterra con la destrucción de la industria minera. En 1984, los mineros del carbón de Inglaterra protagonizaron una heroica lucha cuyo objetivo no fue el dinero sino la defensa del empleo: una huelga de un año derrotada mediante la combinación de esfuerzos del gobierno de la señora Thatcher — quien llamó a los mineros "el enemigo interno" — y el Partido Laborista de Neal Kinnock, que apuñaló a los mineros por la espalda. El resultado de ello fue que la fuerza laboral de los mineros, la cual llegó a tener más d e 150.000 miembros, quedó totalmente diezmada a una cifra actual inferior a los 10.000, y las ciudades y aldeas de muchas comunidades mineras terminaron convertidas en eriales de inhumano desempleo. Para la época de la huelga de los mineros, las minas de carbón todavía estaban "nacionalizadas", es decir, eran administradas — aplicando los más despiadados criterios capitalistas de "eficiencia" y un control autoritario — por el Consejo Nacional del Carbón, pero en cuanto fueron "privatizadas" devinieron en una mera fracción de su tamaño original. Lo que resultó muy característico de la forma como el Consejo Nacional del Carbón manejaba el problema de la "mayor eficiencia", mientras hablaba de la absoluta necesidad de "racionalizar" los requerimientos laborales de la industria del carbón, fue el hecho de que ese Consejo controlado por el Estado les impuso a los mineros un h o r a r i o d e trabajo d e s i e t e días casi totalmente demencial, a la par que reducía salvajemente la fuerza laboral bajo su control. Porque el capital es simplemente incapaz de tener consideraciones humanas. Sólo conoce una forma de administrar el horario de trabajo; e x p l o t a r al m á x i m o el " t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o " d e la f u e r z a l a b o r a l e n n ó m i n a , ignorando por completo el " t i e m p o d i s p o n i b l e " en la sociedad en general, porque a éste no le puede exprimir ganancias. Esto es lo que le fija al capital unos límites insuperables en lo que concierne a la manera de enfrentar el problema del desempleo. Al respecto, allí hay algo más bien paradójico y de hecho profundamente contradictorio. Ya que, d e f a c t o , el sistema productivo del capital crea en la sociedad como un todo un "tiempo s u p e r f l u o " a una escala que crece constantemente. Sin embargo, no puede reconocer la existencia d e j u r e (es decir, la legitimidad) de dicho excedente de tiempo que se produce socialmente, como t i e m p o d i s p o n i b l e potencialmente
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muy creativo que sea posesión de todos, y que se podría utilizar en nuestra sociedad para la satisfacción de una gran parte de las necesidades humanas que hoy nos niegan con malsana crueldad, desde los requerimientos de educación y salud hasta la eliminación del hambre y la desnutrición en todo el mundo. Por el contrario, el capital d e b e a s u m i r hacia él una a c t i t u d n e g a t i v a / d e s t r u c t i v a / d e s h u m a n i z a n t e . Ciertamente, el capital debe ignorar insensiblemente el hecho que la noción de "mano de obra superflua", con su "tiempo superfluo", en verdad se refiere a s e r e s h u m a n o s v i v i e n t e s y poseedores de capacidades productivas s o c i a l m e n t e útiles, a pesar que desde el punto de vista c a p i t a l i s t a se consideren innecesarias o inaplicables. El concepto de tiempo disponible, en su sentido positivo y liberador, como una aspiración de los socialistas, se hizo público mucho antes que Marx en un panfleto anónimo titulado La f u e n t e y el r e m e d i o d e las d i f i c u l t a d e s n a c i o n a l e s , publicado en Londres en 1821, casi SO años antes de la publicación del Capital de Marx. En algunos pasajes del panfleto citados por Marx se observa una maravillosa comprensión dialéctica t a n t o de la naturaleza del p r o c e s o p r o d u c t i v o capitalista— c e n t r a n d o la atención en las categorías vitalmente importantes de "tiempo disponible", "plustrabajo", y "reducción de la jornada laboral" — como de las posibilidades de escapar de sus contradicciones. Cito: La riqueza es tiempo disponible, v nada más (... ) Si la totalidad de la mano de obra de un país sólo alcanzase para producir el sustento de toda la población, no habría plustrabajo, v en consecuencia, no existiría nada que pudiese permitir su acumulación como capital. (...) Una nación rica en verdad será aquélla en la cual no exista el rédito o la jornada de trabajo dure 6 horas en lugar de ,2,166
Poco a poco nos vamos acercando a la demanda, que ya hicieron quienes nos precedieron en 1821, de una jornada de 6 horas, pero todavía nos falta mucho por andar en la organización de la sociedad sobre la base del potencial del t i e m p o libre como generador de riqueza inconmensurablemente mayor. Si no se cuenta con ese tiempo, es absurdo pensar en emancipar a los trabajadores individuales de la tiranía de las determinaciones fetichistas v las flagrantes iniquidades. Para realizar siquiera nuestros objetivos limitados, se requerirá de una m o v i l i z a c i ó n masiva'''^ tanto de quienes tengan empleo como de los d e s e m p l e a d o s , guiados por la s o l i d a r i d a d con los problemas que todos estamos obligados a compartir, sea ahora o en el futuro.
"•' Citado en Marx, Grundrisse, Penguin Books, Harmondsworth, 1973, p. 397. "•' El Llamado que se cita en la Nota 27 se refiere precisamente a la necesidad de "promover una movilización de masas a favor de la semana de 35 horas, cuyo impacto se sienta tanto en el mundo del trabajo como en el de la política, y tanto en el mundo de la cultura como en el de los gremios." ("promuovere una mobilizatione di massa a favore delle 35 ore che tocchi il mundo del lavoro cosi come quello della política, quello de la cultura como quello delle associazioni").
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La perspectiva estratégica a mayor plazo, que también hace factible el logro de las demandas inmediatas, es inseparable de nuestra conciencia de la viabilidad v en verdad de la necesidad última de adoptar el modo de controlar nuestra reproducción metabólica social sobre la base del t i e m p o d i s p o n i b l e . Ese es el objetivo hacia el que debemos dedicar nuestros recursos si nos interesa resolver el problema del desempleo.Tan sólo un radical movimiento de masas socialista podrá adoptar la alternativa estratégica de regular la reproducción metabólica social — ineludible imperativo para el futuro— sobre la base del tiempo disponible. Porque debido a las insuperables restricciones v contradicciones del sistema del capital, cualquier intento de introducir el tiempo disponible como el regulador de los intercambios económicos y sociales — l o que significaría poner a disposición de los individuos una enorme cantidad de t i e m p o libre, liberado gracias a la reducción de la jornada de trabajo mucho mas allá de incluso los limites de la semana de trabajo de 20 horas— actuaría como d i n a m i t a s o c i a l , haciendo volar por los aires al o r d e n r e p r o d u c t i v o establecido. P o r q u e el capital es t o t a l m e n t e incompatible con el tiempo libre utilizado con autonomía v significado por los individuos sociales libremente asociados.
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Capftulo 6 La teorfa económica y la polftica: más alia'del capital'^
6.1
ENFOQUES ECONÓMICOS ALTERNATIVOS
Desearía comenzar con dos casos contrastantes, que ilustran la suerte —no tan afortunada— de algunas teorías económicas influyentes. El primer caso se desprende de una cita tomada de un reciente editorial de T h e E c o n o m i s t de Londres. Reza como sigue: Resulta desalentador considerar precisamente cuánto gira en torno al asunto de la productividad en Estados Unidos. Las valoraciones de la bolsa, confusas ahora según criterios históricos; la estabilidad financiera mundial; las perspectivas para el nivel de vida no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo; la probabilidad de éxito a largo plazo de la combinación de baja tasa de inflación y alta tasa de empleo: todas estas cuestiones v otras más dependen de si la productividad en Estados Unidos realmente tomó un nuevo camino de crecimiento más rápido, como se supuso en general, afinalesde la década de 1990. Durante el año pasado, se puso en evidencia que muchasde las aseveraciones hechas por la nueva economía eranjalsas: la noción de que el ciclo económico estaba muerto; que el gasto en tecnología de la información era a prueba de recesión; que los métodos clásicos de valorar las acciones eran en lo sucesivo irrelevantes, etc. Ahora, sin embargo, el pilar más importante de la nueva economía ha sido, si no demolido, por lo menos gravemente golpeado.""' Y, como conclusión, el editorial de T h e E c o n o m i s t dice a los lectores que a su debido tiempo habrá de pagarse un precio por todos esos falsos supuestos. En consecuencia, los "fanáticos de la nueva economía (...) pueden tener que lamentar haber apostado tanto no a un avance sólido y plausible, sino a un m i l a g r o q u e ahora r e s u l t a n o h a b e r ocurrido".'™ Por ende, en este caso, podemos ver claramente la fragilidad de los supuestos formulados de manera precipitada, que ahora denuncia como indudablemente "•' Disertación presentada en la conferencia sobre "El pensamiento económico y su relevancia en el mundo de hoy", organizada por el Banco Central de Venezuela y el editor de su revista económica Asdrúbal Baptista, celebrada en Caracas entre e! 10 y el 12 de septiembre de 2001. Publicado en la Revista BCV, Foros 7 / 2002, Caracas. Traducción de Gladys Sanz. ' " "American Productivity: Measuring the New Economy". The Economist, 11-17 de agosto de 2001, p. 12. •™ Ibid., p. 13.
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falsos el mismo T h e E c o n o m i s t . Sin embargo, el problema es que todos estos supuestos están en pleno apogeo, proclamados con afán como los sólidos pilares de las estructuras teóricas más actualizadas. Como tales alaban las excelencias de nada menos que la n u e v a e c o n o m í a , la cual a su vez se supone que garantiza inversiones en gran escala en nuevas "burbujas de los mares del Sur". Como sabemos, las sumas comprometidas en la reciente implosión de "la nueva economía fueron tan inconcebibles, que en u n a ñ o las pérdidas del NASDAQ fueron d o s v e c e s y m e d i a la cantidad total de las reducciones fiscales anunciadas por el presidente George W. Bush, para toda la d é c a d a venidera, quedando estas últimas anuladas (y de i n m e d i a t o r e c o r t a d a s f u e r t e m e n t e p o r el C o n g r e s o ) . Por consiguiente, las pérdidas del NASDAQ en un año fueron treinta v e c e s superiores a los correspondientes ahorros fiscales anuales previstos. El hecho de que la sabiduría del reciente editorial de The E c o n o m i s t equivalga a "ser sabio después de ocurridos los hechos" no debe preocuparnos demasiado en el contexto actual. Después de todo, el arsenal teórico de la revista es muy parecido a los que sus escritores principales ahora critican tardíamente, siempre preparado a partir de una perspectiva de muy corto plazo. Ésta es la razón por la cual The E c o n o m i s t puede cambiar fácilmente su posición —por tomar como ejemplo algo que de ninguna manera tiene poca importancia— de la idealización por largo tiempo buscada de la e c o n o m í a d e e s c a l a a su opuesto diametral, denunciándola como la d e s e c o n o m í a d e e s c a l a cuando fracasa la panacea antes defendida, y defender n u e v a m e n t e la e c o n o m í a d e e s c a l a cuando esta última parece ser mas conveniente. El segundo caso que mencioné al comienzo de esta disertación me atañe mas de cerca que el primero, puesto que se refiere a una concepción de organización del sistema productivo, bajo los principios rectores de la e c o n o m í a p l a n i f i c a d a , orientada a proporcionar una opción viable frente al carácter propenso a los accidentesde la economía de mercado capitalista. El caso que deseo citar ocurrió en realidad, incluso si actualmente podría parecer bastante increíble que pudiera ocurrir tal acontecimiento. Sin embargo, ocurrió. Cuando me enteré de este caso, en el verano de 19S4 (no supe de él por la prensa, donde estos asuntos no podían mencionarse, sino en una sala de hospital, de boca de un individuo que fue víctima del caso: mi vecino involucrado directamente), expuse en público en la primera oportunidad que tuve el disparate de lo que denominé una "sátira de la vida real" en la cual en un pequeño condado en el suroeste de Hungría "algunos burócratas sin sentido común sumaron la fecha, 19S2, multiplicada por 100 kilos, a la remesa obligatoria de carne de cerdo que debía enviar el condado al estado".'^' Lo que fue especialmente absurdo en este '" I. Mészaros: Szatira és valóság (Sátira y realidad), Szépirodalmi Konyvkiadó, Budapest, 1955, p. 53. Terminé de escribir mi libro en el otoño de 1954 y fue publicado en enero de 1955.
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caso n o es que h u b i e r a p a s a d o , sino más bien el h e c h o de que r e s u l t ó completamente imposible corregir la situación —cancelando la adición astronómica a las obligaciones de una entidad económica relativamente pequeña— incluso después de que se revelara el error obvio y de que las autoridades competentes tuvieran que r e c o n o c e r que algo había ido t e r r i b l e m e n t e mal, con graves consecuencias para las ya precarias condiciones económicas de uno de los condados más pobres de Hungría, el condado de Zalá. Por el contrario, las autoridades decretaron arbitrariamente que no era admisible ninguna reducción, porque entretanto la obligación exagerada se había convertido en una parte legalmente sancionada del "Plan NacionaF'y, por consiguiente, debía cumplirse. Por esta razón, dadas las circunstancias, sostuve que: es evidente que detrás de estos accidentes se encuentra la inhumanidad de la burocracia. En efecto, éste sería el contenido social y la fuerza característica del evento, incluso si tal acción sorprendente no hubiera sido cometida por un burócrata nato, sino de manera bastante accidental por un simplón subjetivamente bien intencionado, puesto que la acción misma tiene su lógica interna objetiva, que apunta su dedo acusador en contra de la burocracia .''' Como era de esperar, el condado de Zalá tenía que entregar al Estado la cantidad de cerdos insensatamente inñada. Para ello, debía comprarlos donde pudiera para cumplir sus obligaciones "nacionalmente planificadas", puesto que el número total de cerdos que se criaban en Zalá no se equiparaba ni remotamente a la "cifra legal" que se le había impuesto. En consecuencia, para estar en capacidad de cumplir la ley, el condado de Zalá, una región montañosa donde se usaban los bueyes como fuerza de tracción agrícola, en lugar de caballos que eran mucho menos idóneos para el trabajo, tuvo que cambiar en los condados vecinos muchos de sus bueyes por cerdos, y encima de eso tomar dinero en préstamo, con lo cual enfrentaría más privaciones económicas en el futuro. No es s o r p r e n d e n t e que la arbitrariedad del proceso de planificación e c o n ó m i c a del cual fueron e x c l u i d a s las p e r s o n a s que debían sufrir las consecuencias haya generado resentimiento e incluso hostilidad en cada país que se encontraba bajo el sistema socioeconómico del tipo soviético. Para citar sólo un ejemplo: en un libro publicado en 196S, un autor ruso, O.I. Antónov, describió de esta manera la actitud prácticamente de negación de los trabajadores que tenían que someterse a las "normas" impuestas arbitrariamente y a la correspondiente disciplina laboral: Dos trabajadores que habían sido empleados para descargar ladrillos rápidamente de unos camiones, lo hacían lanzándolos al piso y, en consecuencia, rompían por lo general alrededor de 30 por ciento de los mismos. Ellos sabían que sus acciones iban tanto en contra de los intereses del país como en contra del simple sentido común, pero su trabajo era evaluado y pagado sobre la base de un indicador de tiempo. Por ende, se les sancionaría, en efecto no podrían ganarse la vida, si ordenaban los ladrillos cuidadosamente en el piso. Su manera de hacer el trabajo ''2 Ibid., p. 55.
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era inadecuada para el país, pero, a primera vista, buena para la planificación hecha. Entonces,actuaban en contra de su conciencia e inteligencia, pero con un profundo resentimiento hacia los encargados de la planificación: "No quieren que se haga de la manera como lo estipularía una buena administración, sino que presionan para que se haga cada vez más rápido. ¡Dale! ¡Dale!" En consecuencia. en todo el país, ciudadanos decentes y responsables, seres perfectamente racionales. actuaban de manera ruinosa, casi criminal.'^^ Por ende, la marcada y aparentemente irreconciliable contradicción entre el proceso de planificación y las necesidades de las personas al servicio de quienes debía encontrarse el "plan nacional" legalmente ejecutado tenía que terminar tarde o temprano con la implosión del sistema socioeconómico del tipo soviético, en vez de remediar, como se había prometido, los defectos del capitalismo. 6.2
LA NECESIDAD DE UNA PLANIFICACIÓN GLOBAL
Sin embargo, sería totalmente erróneo concluir, como lo hicieron muchos intelectuales, tanto en el Este como en Occidente después del derrumbamiento de la "perestroika" de Gorbachev, que la p l a n i f i c a c i ó n c o m o tal no podía tener futuro alguno y que, por lo tanto, no podía haber ninguna alternativa frente a la "economía de mercado". Durante un tiempo, con el nombre de economía de mercado algunas personas, inclusive los ideólogos de Gorbachev,'^* trataron de postular un sistema económico que no era solamente compatible con el socialismo, sino que también idealmente apropiado para él. Prometieron el establecimiento del "socialismo de mercado" y decían que su ventaja excepcional era que coexistía en plena armonía con la democracia; v, en efecto, más que eso, es decir, que desde su punto de vista era una "garantía de socialismo v democracia". Sin embargo, pronto se hizo evidente que toda la charla sobre las insuperables virtudes de la "sociedad de mercado" era en el mejor de los casos solamente una manera tímida de abogar por la absoluta permanencia del capitalismo.'"' "^ O.I. Antónov citado en Moshe Lewin: Stalinism and the Seeds of Soviet Reform: the Debates of the 1960s. Londres; Pluto Press, 1991, p. 148. "" Vadim Medvédev, presidente del Comité Ideológico del Partido Soviético y miembro del Politburo de Gorbachov, era oficialmente llamado "el jefe ideológico". Como taL proclamó que "Las sociedades anónimas no son en manera alguna contrarias a los principios económicos socialistas. Consideramos que la reorganización profunda de las relaciones de propiedad y la diversidad e igualdad de todas sus formas son una garantía de la renovación del socialismo" (Vadim A. Medvédev: "The Ideology of Perestroika". en Perestroika Annual, vol. 2, editado por Abel G. Aganbegyan. Londres: Futura Publications, Macdonald & Co. Ltd., 1990, p. 32.). También proclamó que la nueva dirección que había tomado la economía, con sus relaciones de propiedad capitalísticamente reorganizadas y sus sociedades anónimas, garantizará el progreso democrático social del país (Ibid., p. 27). Naturalmente, ninguna de las proyecciones esperanzadas que hicieran los ideólogos de Gorbachov pudo hacerse realidad. '•'"' En efecto, las teorías infundadas del "socialismo de mercado" y de "la economía de mercado social" dieron paso muy rápidamente a la defensa de, incluso, la versión más
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R e t o m a r e m o s la i m p o r t a n c i a d e la planificación p a r a la h u m a n i d a d e n su c o n j u n t o e n el f u t u r o , d e s p u é s de e x a m i n a r a l g u n o s a s u n t o s c o n e x o s i m p o r t a n t e s . P e r o ya al llegar a e s t e p u n t o , d e b e m o s s u b r a y a r q u e la ciega h o s t i l i d a d hacia la p l a n i f i c a c i ó n q u e n o s es f a m i l i a r a t o d o s h a c e caso o m i s o d e a l g u n o s h e c h o s h i s t ó r i c o s d e s c o n c e r t a n t e s p e r o i n n e g a b l e s . Es asi, p o r e j e m p l o , q u e i g n o r a premeditadamente
el c a r á c t e r i n e l u d i b l e d e la p l a n i f i c a c i ó n
en
ciertas
c i r c u n s t a n c i a s , i n c l u s o p a r a los países capitalistas m á s r i c o s y p o d e r o s o s . C i t e m o s el i n f o r m e d e p r i m e r a m a n o d e H a r r v Magdoff, q u i e n en su c a r á c t e r de f u n c i o n a r i o de planificación del g o b i e r n o fue p a r t i c i p a n t e d i s t i n g u i d o en tal e m p r e s a : La necesidad de la planificación central quedó evidenciada en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las prioridades nacionales eran obvias (por ejemplo, aviones militares vs. autos civiles, tanques vs. neveras domésticas, cuarteles rs. casas para civiles). La planificación central fue la única manera de lograr un milagro industrial. En seguida se proporcionaron los armamentos, los medios de transporte, los alimentos, la vestimenta v el alojamiento para las fuerzas militares que combatían en dos continentes. En efecto, las autoridades en Washington determinaban lo que debía v no debía producirse (no de manera detallada, pero con las instrucciones suficientes para garantizar que se satisficieran las prioridades más urgentes), qué tipo de nueva capacidad productiva debía construirse, y cómo distribuir la producción insuficiente de metales, suministros industriales, maquinaria metalmecánica, etc. Una de las ideas equivocadas más lamentables en la actualidad surge de equiparar el m é t o d o soviético con la planificación nacional. Las fallas de la planificación al estilo soviético se toman entonces para probar que la planificación nacional está destinada al fracaso. Pero no existe una buena razón para suponer que el modelo soviético sea el único
conservadora del capitalismo neoliberal. Como comentó con aprobación The Economist: "Una economía de mercado sin ningún adjetivo". Eso es lo que Vaclav Klaus insiste que se necesita en Checoslovaquia, donde ha sido ministro de Finanzas desde comienzos de diciembre. No es para él la "economía de mercado social", frase que se ha difundido en otras partes de Europa del Este. Este economista de 48 años de edad, de voz suave, pero sonrientemente seguro de sí mismo, cree que la mitad de las medidas serán menos que inútiles. Para reactivar el mercado rápidamente, Klaus y su ministerio están preparando un buen número de leyes nuevas para permitir el funcionamiento de mercados financieros al estilo occidental (...) Klaus y sus c o m p a ñ e r o s delegados checoslovacos en Davos estaban ansiosos por distanciarse de las reformas de 1968 [es decir, de la "Primavera de Praga", I. M.]. Pero se sentían felices de tratar de trabar amistad con la empresa occidental. No buscan ayuda, sino capital accionario, y parece no preocuparles si este capital llega a través de empresas mixtas, inversiones de tipo totalmente nuevo o compras directas de empresas checas. Como buen friedmanista, Klaus no muestra ningún interés en imponer el resultado de las fuerzas del mercado: su función es mantener los precios estables, al t i e m p o q u e el n e g o c i o h a c e su t r a b a j o . " F i n a n c i a l Reform in C z e c h o s l o v a k i a : A Conversation with Vaclav Klaus", The Economist, 10 de febrero de 1990. No fue ninguna sorpresa que el friedmanista Vaclav Klaus fuera p r o m o v i d o r á p i d a m e n t e a ocupar el cargo de p r i m e r m i n i s t r o de C h e c o s l o v a q u i a (luego República Checa). O c u p ó esa posición clave durante largo tiempo, para deleite de los grandes círculos empresariales de las "sociedades de m e r c a d o " occidentales.
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posible. Es un si.stema que evolucionó en circunstancias históricas determinadas. En todo caso, sus fallas deben estudiarse en profundidad para evitar repetir sus errores. (...)[ En] la Unión Soviética, la producción por el puro placer de producir, en lugar de la producción para el uso, reemplazó a la producción dirigida a la obtención de beneficios. Aunque la lógica de la acumulación en las sociedades postrevolucionarias difirió notablemente de la del capitalismo, la dirección de su actividad productiva, inclusive el deterioro del ambiente, se asemejó en gran medida a los patrones del desarropo capitalista.''^'' El tipo de imperativo que indujo a Estados Unidos a emprender la planificación c e n t r a l no está en m o d o a l g u n o l i m i t a d o a las c i r c u n s t a n c i a s b a s t a n t e e x t r a o r d i n a r i a s de una guerra mundial. Se aplica a todas las grandes emergencias h i s t ó r i c a s c o m o , p o r e j e m p l o , las c o n d i c i o n e s ecológicas p e l i g r o s a s de supervivencia ya presagiadas como un asunto de n o r m a l i d a d , para nuestro propio futuro. Esto se explica por la simple razón de que el modo de funcionamiento de un sistema formado por una multiplicidad de capitales —que resulta ser, por definición, s i e m p r e c a r a c t e r í s t i c o del sistema capitalista p r i v a d o , sin i m p o r t a r cuan subdesarrollado o avanzado— no puede evitar ser c e n t r í f u g o , halando los microcosmos que lo constituyen en diferentes direcciones, independientemente de si tal " c e n t r i f u g a l i d a d " p r o d u c e c o n s e c u e n c i a s positivas o negativas. Evidentemente, sin embargo, en las condiciones de una gran emergencia histórica, como la posible devastación ecológica a la que venimos de hacer referencia, la d e t e r m i n a c i ó n i n t e r n a c e n t r í f u g a del sistema, que tiende a la perturbación y a la intensificación de los peligros, debe ser contrarrestada con alguna forma de autoridad de cohesión-inducción, y de ser necesario enérgicamente i m p o s i t i v a , cuyo poder de intervención debe depender de la naturaleza y la magnitud de los problemas generados por el modo de operación necesariamente centrífugo del sistema capitalista. El tipo de planificación central que se puso en práctica en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial fue sólo un caso específico de la variedad de formas posibles que inevitablemente surgirán de los imperativos y las determinaciones generales de las grandes emergencias en circunstancias históricas muy diferentes. Por consiguiente, resulta útil tener en cuenta por lo menos estas consideraciones, cuando tratamos de poner en perspectiva el prejuicio ciego en contra de la planificación central en general que se ha puesto muy de moda, especialmente en la última década. 6.3
LA ESTRUCTURA DE ÍV\ANDO JERÁRQUICA DEL CAPITAL
Existen algunas excelentes razones para adoptar una posición más crítica frente al mensaje autocomplaciente de las teorías económicas neoliberales '"" Harry Magdoff: "Are these Lessons to be learned?". Monthly Review, febrero de 1991, pp. 13-17.
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dominantes de las últimas décadas, a fin de tener una visión más realista del futuro, capaz de imaginar una alternativa viable frente a los acontecimientos en curso. Puesto que, después de todo, incluso las palabras tranquilizadoras habituales de The E c o n o m i s t ahora parecen ser llevadas a un segundo plano por los principales teóricos del diario. En su lugar, nos invitan a pensar en el hecho nada tranquilizador de que "la producción industrial de Estados Unidos se redujo nuevamente en julio, por décimo mes consecutivo, el período de descenso más largo desde 1983. La producción se sitúa ahora más d e 4 p o r c i e n t o p o r d e b a j o d e su n i v e l m á x i m o . Sin embargo, Estados Unidos no es el único. La p r o d u c c i ó n i n d u s t r i a l está d e s c e n d i e n d o e n t o d o el mundo".'"" Lo que hace que este giro de los acontecimientos sea peor, según The E c o n o m i s t , es que la tendencia recesiva ya innegable en los países capitalistas avanzados —uniformemente mala en todos ellos, por primera vez desde la década de los noventa— no puede aliviarse en la actualidad con una tendencia compensadora en las llamadas "economías emergentes", por oposición a 1990 y su período posterior inmediato. "En 1990, el crecimiento fue relativamente activo en las economías emergentes, que mantuvieron a flote las exportaciones provenientes del mundo rico. Esta vez, sin embargo, el mundo emergente también está en problemas: la producción industrial cayó en 10 por ciento o más durante el año pasado en varias economías del Este asiático".''''* N a t u r a l m e n t e , incluso en estas circunstancias, cuando puede admitirse públicamente la existencia de problemas graves en todo el mundo, la posición estratégica teórica de The E c o n o m i s t desde la cual se buscan soluciones, sigue siendo cautiva de la perspectiva desesperadamente cortoplacista del diario. En consecuencia, la última oración del artículo en el cual se enumeran los problemas económicos que crecen por doquier, finaliza, de modo característico, con estas palabras: "Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos se reúna el 21 de agosto para fijar las tasas de interés, tendrá otros motivos de preocupación además de la debilidad de la economía de Estados Unidos".'^' Esta no es una línea muy convincente que seguir, en vista del pasado reciente. Puesto que esperar que los correctivos a los problemas cada vez más profundos de la tendencia recesiva mundial vengan de la s é p t i m a i n t e r v e n c i ó n de la Reserva Federal de Estados Unidos, después de su incapacidad dolorosamente obvia para producir mejoras significativas en la economía inactiva a través de las seis i n t e r v e n c i o n e s a n t e r i o r e s en Estados Unidos solamente, no es mucho mejor que creer en brujería. Después de todo, la estrategia de producir una solución positiva, postulada con anhelo, por medio de la reducción de la tasa de interés clave no había producido ninguna "'' "World Economy: Nowliere to Hide. Economies Almost Everywliere are Looking Sick". The Economist, 18-24 de agosto de 2001, p. 64. "* Ibid. Las cifras más actualizadas de la recesión industrial son: en Malasia 10 por ciento, en Taiwan 12 por ciento, y en Singapur -país que durante mucho tiempo fue considerado ejemplar- no menos de 17 por ciento. ""> Ibid.
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mejora en la segunda economía más poderosa del m u n d o , Japón, donde el Banco Central del país estableció la sorprendente tasa d e i n t e r é s c e r o , al tiempo que dejó a la economía estancarse a la peligrosamente elevada tasa d e r e c e s i ó n i n d u s t r i a l d e 8 p o r c i e n t o . Los graves problemas que estamos experimentando hoy día p r o v i e n e n de un nivel m u c h o más p r o f u n d o de d e t e r m i n a c i o n e s socioeconómicas y políticas que el que podría alcanzarse con los instrumentos de los ajustes monetarios y fiscales. La gran dificultad reside en que para p o d e r concebir una alternativa significativamente diferente y viable frente al convulsionado orden actual debemos adoptar una perspectiva de mucho más largo plazo. No es suficiente pensar en introducir ajustes parciales —en el espíritu del famoso consejo de hacerlo "poco a poco"— a las condiciones socioeconómicas dadas. En efecto, ni siquiera es suficiente pensar en términos de "derrocar el capitalismo" a favor de una sociedad que se ajuste a los parámetros estructurales del ahora difunto orden poscapitalista de tipo soviético. Esto se ha intentado, con gran sacrificio humano, y ha fracasado de manera concluyente, finalizando sus días con una gran implosión no sólo en la antigua Unión Soviética, sino también en toda Europa del Este. A fin de producir los cambios requeridos, es necesario pensar en una empresa muchísimo más difícil: la labor histórica de superar la lógica objetiva del c a p i t a l e n sí, mediante un intento sostenido de ir más allá d e l c a p i t a l mismo.'**" Puesto que el derrocamiento del Estado capitalista y de las personificaciones capitalistas privadas del capital no puede crear por sí mismo otra cosa que no sea un sistema fatídicamente i n e s t a b l e , que tarde o temprano debe volver al orden capitalista si no logra ir más allá del capital. El capital no es simplemente un conjunto de mecanismos económicos, como a m e n u d o se conceptualiza su naturaleza, sino un m o d o multifacético de reproducción metabólica social, que lo abarca todo v que afecta profundamente cada aspecto de la vida, desde lo directamente material y económico hasta las relaciones culturales más mediadas. En consecuencia, el c a m b i o e s t r u c t u r a l s ó l o es f a c t i b l e a través d e l c u e s t i o n a m i e n t o d e l s i s t e m a d e l c a p i t a l e n su t o t a l i d a d c o m o u n m o d o d e c o n t r o l m e t a b ó l i c o s o c i a l , en lugar de introducir ajustes parciales en su estructura.
"" Esto no está dicho en retrospectiva, tras el derrumbamiento del sistema soviético. Traté de analizar en gran detalle las razones por las cuales debe adoptarse el enfoque mucho más difícil -de ir más allá del capital- junto con las condiciones en las cuales puede llevarse a la práctica, en un libro titulado en inglés Beyond Capital: Towards a Theory of Transition (Merlin Press, Londres, y Monthly Revievi^ Press, Nueva York, 1995, xxvi+994 páginas. En español. Más allá del capital: hacia una teoría de la transición. Caracas: Vadell Hermanos Editores, 2001, xlvi+1154 páginas.). El libro tardó 25 años en ser escrito, y en él se previo a mediados de la década de los setenta el restablecimiento del capitalismo en el sistema de tipo soviético.
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Isjyan Mészáros: Ej cjesaffo ji^ljjM£^
Como nos indica la experiencia histórica del siglo veinte, ambos bandos del movimiento laboral —los reformistas/socialdemócratas v los posrevolucionarios estalinistas— establecieron el objetivo de la transformación socialista muy dentro de los confines estratégicos globales del orden establecido v, en consecuencia, no lograron poner a prueba las determinaciones sistémicas del capital y su lógica de autorreproducción. El reformismo socialdemócrata estaba condenado al fracaso, porque deseaba reformar el capitalismo, al tiempo que aceptaba sin reservas sus limitaciones estructurales. Por ende, de manera inherentemente contradictoria, deseaba instituir una transformación reformista del capitalismo —al principio incluso hasta el punto de convertirlo, a medida que transcurriese el tiempo, en socialismo (bajo el lema bernsteiniano de "socialismo evolutivo")- sin cambiar su sustancia capitalista. Del mismo modo, el sistema socioeconómico posrevolucionario siguió atrapado por las alienantes limitaciones estructurales del capital en sí, aun cuando estableció un modo poscapitalista de extraer el excedente del trabajo por medios políticos directos a un ritmo impuesto y, de este modo, dio origen a un nuevo tipo de medio de imposición del imperativo temporal del capital (en lugar del anterior, impuesto por el mercado), como conviene al sistema del capital en todas sus formas plausibles. Esta también es la razón por la cual todos los intentos de reforma postestalinistas debían fracasar, inclusive la "perestroika" programáticamente reestructuradora de Gorbachev. La contradicción inherente de estos intentos de reforma posrevolucionarios no fue menos aguda que la que caracterizó a sus contrapartes socialdemócratas en el Occidente, puesto que ellos trataron de "reestructurar" el orden existente sin cambiar en lo absoluto su estructura de mando jerárquica y explotadora."" Por ende, si el asunto crucial del poder de control metabólico social del capital no se aborda de manera sostenida, en forma de transformaciones estratégicas globales llevadas a cabo de manera sistemática (por oposición a medidas reactivas más o menos aisladas), en ese caso incluso la intervención política más radical en una situación de crisis de envergadura - q u e fuera tan trascendental como el derrocamiento del Estado capitalista ya experimentado históricamente en varios países- está destinada a permanecer "unidimensionaimente" inestable y en última instancia en peligro. Para poder producir la transformación socialista deseada de la sociedad, es necesario cambiar la e s t r u c t u r a d e m a n d o j e r á r q u i c a d e l c a p i t a l . Esto es necesario porque, sin hacerlo, no puede haber ninguna reorientación exitosa de la economía en el espíritu de la p r o d u c c i ó n para el u s o . Sin embargo, estamos hablando de un aspecto mucho más fundamental que la conquista de las palancas de control de los niveles altos del Estado político, puesto que cada componente, independientemente de cuan grande o pequeño, del modo de control metabólico "" Véase a este respecto !os capítulos 17 ("Las formas cambiantes del dominio del capital") y 20 ("La línea de menor resistencia y la alternativa socialista") de Más allá del Capital.
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social del capital t i e n e su p r o p i a e s t r u c t u r a de m a n d o que se e n c u e n t r a profundamente enraizada y que busca su propia ventaja, tradicionalmente orientada a asegurar la e x p a n s i ó n (sin preocupación por el uso ni la necesidad humana real) e impulsada por la a c u m u l a c i ó n (lo que favorece la adopción de sus modalidades más fácilmente alcanzables, incluso si es extremadamente perjudicial desde el punto de vista ambiental u otros sentidos). Éste es el circulo vicioso que debe romperse si se aspira de alguna manera al éxito de las metas socialistas proclamadas. Pero para poder hacerlo, la estructura de mando jerárquica heredada de, incluso, el más pequeño microcosmos metabólico social del capital debe reemplazarse con una alternativa productivamente viable. 6.4
D E LAS PREDICCIONES BASADAS EN "LEYES ECONÓMICAS QUE TRABAJAN A ESPALDAS DE LOS INDIVIDUOS" A LAS ANTICIPACIONES DE UN FUTURO CONTROLABLE
Estamos acostumbrados a pensar en e x p a n s i ó n y a c u m u l a c i ó n como i n s e p a r a b l e s y, por ello, aceptamos el círculo vicioso paralizante de nuestras condiciones históricamente creadas e históricamente alterables de la existencia socioeconómica como una determinación n a t u r a l . Sin embargo, al hacerlo, claramente se desprende que no puede haber n i n g u n a a l t e r n a t i v a distinta del sistema del capital, puesto que sería contraproducente renunciar a la idea de combinar la expansión de las necesidades humanas con un potencial de producción c o r r e s p o n d i e n t e para su satisfacción v, en efecto, t a m b i é n para ayudar al enriquecimiento de las necesidades humanas mediante el desarrollo productivo de la sociedad. Las concepciones utópicas del pasado se condenaron a ser fácilmente descartadas e, incluso ridiculizadas, al caer en la trampa de renunciar a la idea de instituir un sistema productivo en satisfactoria expansión que estuviera en plena armonía con las demandas planteadas por las necesidades humanas en extraordinaria expansión. Desafortunadamente, lo hicieron en lugar de poner en tela de juicio el círculo vicioso de la inseparabilidad que recién mencionamos. En realidad, sin embargo, la supuesta relación de la inseparabilidad "natural" sólo es válida en el sistema del capital, puesto que bajo el dominio del capital el imperativo de la a c u m u l a c i ó n se reduce, con arbitrariedad e irrevocabilidad históricas, a la a c u m u l a c i ó n d e c a p i t a l . Incluso la acumulación de largo plazo del c o n o c i m i e n t o h u m a n o debe c o n v e r t i r s e , de la manera más selectiva y restrictiva, en un atributo del capital, en el sentido de que para apropiarse de él y reconocerlo socialmente, así como utilizarlo productivamente, primero debe adquirir su legitimidad como a c t i v o d e c a p i t a l . Y la relación enviciante también funciona en sentido inverso, puesto que bajo el dominio del capital, el único tipo de expansión que puede considerarse expansión genuina (el " c r e c i m i e n t o " normalmente sin apelativos) es el que lleva consigo la acumulación de activos de
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capital. Ésta es la razón por la cual la opción frente a nuestro turbulento orden socioeconómico que debemos visualizar significa: romper el círculo vicioso en cuestión yendo más allá del capital mismo, y simultáneamente insistir en la necesaria separación de la expansión (definida adecuadamente) de las limitaciones y restricciones inevitables impuestas por la acumulación del capital. Naturalmente, la redefinición necesaria de la teoría económica y la política "más allá del capital" supone algunos cambios trascendentales, en comparación con sus formas tradicionales, puesto que no puede suponerse que persistirá en tales condiciones tan radicalmente diferentes la base material de las d e t e r m i n a c i o n e s c u a s i n a t u r a l e s sobre la que se han erigido desde el momento de su nacimiento. La teoría económica moderna se concibió originalmente, de manera bastante apropiada, como un enfoque teórico con sus propios principios rectores adecuados. Ya en el siglo XVIIÍ algunos economistas clásicos, v más explícitamente Adam Smith, expresaron una preocupación legítima encaminada a salvaguardar la nueva ciencia de la economía política de la interferencia de los políticos en particular e, incluso, de entidades políticas enteras, v se estipuló en relación con estas últimas que ningún cuerpo ni Senado debía tratar de manipular el marco objetivo del desarrollo económico espontáneamente beneficioso.'^' La caótica multiplicidad de interacciones económicas individuales se idealizó en esta concepción, con referencia a la célebre m a n o i n v i s i b l e como aljjo misteriosa, pero siempre benevolente guía de las decisiones individuales.'*^ Por consiguiente, Adam Smith reconoció, aunque de manera idealizada, que el carácter c e n t r í f u g o de la sociedad capitalista necesitaba algunos correctivos vitales, para que la caótica multiplicidad '*•' En los términos de Adam Smith: "El magistrado que intentase dirigir a los particulares sobre la forma de emplear sus respectivos capitales, tomaría a su cargo una empresa imposible a su atención, impracticable por sus fuerzas naturales, y se arrogaría una autoridad que no puede fiarse prudentemente ni a una sola persona, ni a un Senado, aunque sea el más sabio del mundo, de manera que en cualquiera que presumiese de bastarse por sí solo para tan inasequible empeño sería muy peligrosa tan indiscreta autoridad". A. Smith: An Inquiry into The Nature and Causes of The Wealth of Nations, editado por J.R. McCulloch, Adam y Charles Black, Edimburgo, 1863, p. 200. '*' "(...) y como cualquier individuo particularmente procura poner todo el empeño en emplear su capital para sostener la industria doméstica, así como en elegir y dirigir aquel ramo que ha de dejar productos de más valor, cada uno de por sí viene a esforzarse, sin intentarlo directamente, en conseguir el máximo de renta anual de la sociedad en común. Ninguno por lo general se propone originariamente promover el interés público, y acaso ni aun conoce cómo la fomenta cuando no abriga tal propósito. Cuando prefiere la industria doméstica a ¡a extranjera, sólo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera de forma que su producto sea del mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención. (...) porque, siguiendo cada particular por un camino justo y bien dirigido, las miras de su interés propio promueven el de común con más eficacia, a veces, que cuando de intento piensa fomentarlo directamente". Ibid., pp. 199-200.
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de las interacciones económicas que establecen los "individuos" —en su imagen limitados característicamente a los i n d i v i d u o s q u e p o s e e n el c a p i t a l , quienes en palabras de Smith emplean "su capital para sostener la industria doméstica"— no se hiciera pedazos como consecuencia de que sus c o m p o n e n t e s halaran en direcciones muy diferentes. En realidad, las determinaciones centrífugas del proceso de reproducción capitalista no surgen simplemente de las intenciones divergentes de los individuos, sino simultáneamente también de los intereses irreconciliables de las clases antagónicas conformadas por los individuos de la sociedad. Existen dos correctivos vitales a la"centrifugalidad"del sistema capitalista, de otra manera peligrosamente destructiva. El primero es el mercado, cuva importancia es casi universalmente reconocida. Sin embargo, esto no es así en el caso del segundo correctivo esencial: el papel más o menos importante de la intervención aplicada por el Estado capitalista. En este sentido, incluso los más vociferantes —v fervorosamente exagerados— defensores del "mercado", como Hayek y sus seguidores, asumen una posición completamente irrealista, al invitar a los partidarios conservadores neoliberales a "hacer retroceder las fronteras del Estado", cuando en realidad sin su opuesto diametral, es decir, el papel de apovo cada vez mayor que ejerce el Estado, el sistema capitalista no podría sobrevivir ni un solo día. Claro está, el reconocimiento del antagonismo básico entre el capital y el trabajo no podía ser parte integral del escenario de Adam Smith. En parte por esta razón, él pudo todavía ignorar más o menos la importante función correctiva del Estado; v pudo hacerlo en parte también porque el Estado capitalista en sus días desempeñaba un papel intervencionista considerablemente menos pronunciado que el que tiene en nuestros días. Sin embargo, de cierta manera, el papel que Smith asignó a la "mano invisible" desempeña ambas funciones correctivas, aun cuando no están claramente delimitadas. En efecto, la caracterización bastante misteriosa de la "mano invisible" fue consecuencia de la necesidad de fusionar en una las dos funciones correctivas percibidas bastante vagamente, al tiempo que también se deseaba proteger los procesos económicos capitalistas espontáneos de los políticos que "presumiesen de bastarse por sí solos" para intervenir. El papel del mercado como generador de cohesión pareció lo suficientemente obvio en la manera como se suponía que la "mano invisible" guiaba las intenciones de los individuos y promovía al mismo tiempo sus intereses particulares. Pero la naturaleza beneficiosa y eficaz de la "mano invisible" no se quedaba alli, puesto que también se decía que los individuos eran guiados para "emplear su capital para sostener la industria doméstica", que resulta ser una de las funciones correctivas más importantes del Estado capitalista. En el siglo XX, ya no fue posible dejar vagamente definido el papel correctivo y protector del Estado. Los economistas debían tomar una posición a favor o e n c o n t r a . El intento de Hayek de idealizar ahistóricamente la "mano invisible" de Adam Smith v, al mismo tiempo, satanizar la intervención del Estado como el
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c a m i n o a la s e r v i d u m b r e —como lo plantea el titulo de su famoso libro T h e R o a d t o Serfdom— sirvió a un propósito eminentemente conservador. Pero incluso tal hostilidad no pudo negar el carácter objetivo de la tendencia condenada misma. En contraposición, Keynes asumió una actitud completamente positiva en este sentido. Contrariamente a sus detractores neoliberales, quienes lo acusaron de tener intenciones a n t i l i b e r a l e s —aunque sólo denunció en electo la persistencia de las fantasias de! laissez-faire—, Keynes adoptó un punto de vista positivo en r e l a c i ó n con la p a r t i c i p a c i ó n del E s t a d o en la g e s t i ó n e c o n ó m i c a , incondicionalmente a favor de la supervivencia del capitalismo privado, aunque algunos de sus seguidores trataran de utilizar su enfoque para fines reformistas con orientación más izquierdista (en general no más exitosamente que algunos ministros conservadores de la posguerra en Gran Bretaña). Pero resultó claro para Keynes que los cambios en las determinaciones v condiciones objetivas del desarrollo económico y político del siglo XX hicieron necesario ajustar en consecuencia la política económica global, en contraposición a los tiempos pasados del capitalismo del laissez-faire.'*'^ Esta posición fue convincentemente expresada en un pasaje importante de su Teoría g e n e r a l : Por consiguiente, mientras e¡ ensanchamiento de ías funciones de gobierno, que supone la tarea de ajustar la propensión a consumir con el aliciente para invertir, parecería a un publicista del siglo XIX o a un financiero norteamericano contemporáneo una limitación espantosa al individualismo. Yo las defiendo, por el contrario, tanto porque son el único medio practicable de evitar la destrucción total de las formas económicas existentes, como por ser condición del funcionamiento afortunado de la iniciativa individual. (...) Los sistemas de los estados autoritarios de la actualidad parecen resolver el problema de la desocupación a expensas de la eficacia y la libertad. En verdad el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que, aparte de breves intervalos de excitación, va unida —y en mi opinión inevitablemente— al capitalismo individualista de estos tiempos; pero puede ser posible que la enfermedad se cure por medio de un análisis adecuado del problema,conservando al mismo tiempo la eficacia v la libertad. "*> Por consiguiente, los principales teóricos que adoptaron la posición estratégica de la economía capitalista formularon sus concepciones sobre la base de las determinaciones objetivas —de hecho casi naturales — del sistema que favorecían. Si al final se demostró que Keynes era del todo ingenuo en su pronóstico de que "el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que va unida al capitalismo individualista de estos tiempos" (idea que repitieron luego sin mucha convicción Walt Rostow v otros), ésa no fue simplemente su culpa como pensador. La p r o y e c c i ó n keynesiana e s p e r a n z a d o r a estaba dirigida g e n u i n a m e n t e a "* Véase página 320 de The General Theory of Employment, Interest and Money de John Maynard Keynes. Londres; MacMillan & Co., 1957 (primera edición 1934). "5 Ibid., pp. 380-381.
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contrarrestar un d e f e c t o estructural objetivo del sistema, un defecto que empezó a d e s t a c a r s e con creces —derrotando con e x t r e m a b r u t a l i d a d el tipo de intervenciones correctivas compatibles con la defensa explícita de las "formas económicas existentes" que hiciera el mismo Keynes— en una etapa de desarrollo posterior y que se impuso de manera irreprimible con el principio de la crisis estructural del sistema del capital en general. Las determinaciones casi naturales que se manifiestan bajo el dominio del capital son casi naturales precisamente p o r q u e "trabajan a espaldas de los individuos", incluidos entre ellos los responsables de tomar decisiones económicas y políticas. Esto se aplica también a la manera como pueden introducirse los correctivos mencionados arriba, independientemente de cuan "conscientes" puedan ser las intenciones de los encargados de tomar decisiones. La ceguera que se deriva de las determinaciones que trabajan a espaldas de los individuos afecta no sólo a los responsables de t o m a r decisiones d i r e c t a m e n t e involucrados —con sus anticipaciones, a menudo frustradas, en el ámbito del mercado— sino también a los gerentes de las diversas modalidades de intervención estatal. Por supuesto, esta circunstancia no disminuye el carácter objetivo de los procesos en curso. Fundamentalmente, tiende a intensificarlos en el sentido de que confiere a las determinaciones que los individuos deben enfrentar con su conciencia la objetividad más problemática de la r e i f í c a c i ó n . Esta es la razón por la cual los grandes pensadores que describen el mundo desde el punto de vista del capital, como Hegel, sueñan con el "sujeto/objeto idéntico" que en principio superaría los obstáculos que se elevan frente a la conciencia. Paradójicamente, las teorías económicas concebidas en el marco de tal objetividad, que se impone "a espaldas de los individuos", son ayudadas en sumo grado por las determinaciones casi naturales del funcionamiento del sistema. Aun si pensamos en esta objetividad relativamente útil solamente como "muletas", es sin embargo importante para permitir a los pensadores involucrados identificar —aunque a m e n u d o bastante p a r c i a l m e n t e — algunas t e n d e n c i a s objetivas importantes y fundamentar en ellas las políticas propugnadas, como base para la toma de decisiones. Sin embargo, una vez que prevemos las condiciones que surgen más allá d e l c a p i t a l , desaparecen de vista las muletas que existían antes, para el t i p o de t e o r i z a c i ó n e c o n ó m i c a que c o n o c e m o s . En c o n s e c u e n c i a , algo cualitativamente diferente debe reemplazar a las determinaciones casi naturales como marco orientador de la teoría económica \ de los procesos prácticos correspondientes de la formulación autónoma de políticas. La diferencia se vuelve clara cuando tenemos en cuenta el asunto de la p r e v i s i b i l i d a d . En las condiciones del capitalismo, las determinaciones objetivas del desarrollo se manifiestan como t e n d e n c i a s económicas identificables —y en ese sentido específico "leyes económicas" (por esta razón es necesario introducir la limitación resaltando el carácter casi natural de tales determinaciones), por
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oposición a las leyes mucho más firmes de las ciencias naturales, con su forma incomparablemente más precisa y confiable de previsibilidad— que pueden ser la base de las a n t i c i p a c i o n e s p r o b a b i l í s t i c a s de consecuencias futuras. Este activo, ^ue es simultáneamente también una limitación, circunscribe para bien o para mal fas posibilidades predictivas de las t e o r í a s c r í t i c a s también y no sólo de Jas producidas por los creyentes incondicionales de las virtudes del sistema establecido. En efecto, las conclusiones y recomendaciones de política de las teorías críticas y de las no críticas pueden ser muy diferentes. Pero ambas deben fundamentar sus evaluaciones en las determinaciones casi naturales de los acontecimientos en curso. Esta es la manera como pueden preverse las tendencias expansionistas o las recesiones, a fin de adoptar las medidas que se estimen apropiadas para hacerles frente. Todo esto resulta muy diferente cuando pensamos en las teorías económicas factibles más allá del capital. Una vez que se superan con éxito las limitaciones que surgen de las determinaciones casi naturales que se imponen "a espaldas de los individuos", se van con ellas las consecuencias deterministas que se derivan de ellas y constituven el marco de las anticipaciones probabilísticas anteriores. En consecuencia, en las nuevas teorías las anticipaciones del futuro no pueden c o n s i d e r a r s e p r e d i c c i o n e s en el s e n t i d o a n t e r i o r . Se c o n v i e r t e n en e s t i p u l a c i o n e s con respecto al futuro, que se desprenden de las decisiones de política tomadas en un contexto determinado, sobre la base de algunos objetivos conscientemente fijados por los individuos involucrados, en relación con el material y los recursos humanos disponibles. En otras palabras, este tipo de "predicción" es análogo al que ocurre cuando una organización deportiva como, por ejemplo, la asociación de fútbol estipula y anticipa que un juego dado deberá comenzar y comenzará el sábado a las 3 de la tarde, lo que en principio debe estar dentro de las posibilidades de los individuos involucrados. Por c o n s i g u i e n t e , el h e c h o de que en la sociedad el " d e t e r m i n í s m o económico" más allá d e l c a p i t a l se deje atrás conlleva la necesaria consecuencia de que en las nuevas circunstancias la teoría económica debe encontrar una manera muy diferente de relacionar el f u t u r o con el presente. La conceptualización de la inercia d e l p a s a d o como la fuerza c o n d i c i o n a n t e del p r e s e n t e y del f u t u r o va no puede desempeñar más su papel tradicional. En consecuencia, la redefinición práctica de las relaciones temporales de la interacción social significa que la toma de decisiones consciente con respecto al [uturo, personificada tangiblemente en los objetivos que se fijan los individuos para ellos mismos, se convierte en la fuerza o r i e n t a d o r a c o n t r o l a b l e del presente, en contraposición con el mismo papel que antes desempeñaba de manera descontrolada la inercia del pasado.
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6.5
P R E C O N D I C I O N E S OB|ETIVAS PARA LA CREACIÓN DE U N A TEORÍA
ECONÓMICA N O DETERMINISTA
Naturalmente, sin que se den algunas precondiciones objetivas, no hay manera de articular un nuevo tipo de teoría económica —no determinista—, junto con un marco correspondiente de toma de decisiones políticas consciente. La raíz del problema está en que la teoría económica no determinista, como guía para la toma de decisiones consciente, es concebible únicamente cuando las condiciones a las que se refiere, como la base de la evaluación de los objetivos que se persiguen, son t r a n s p a r e n t e s . Las teorías que conciben una solución a través de la "mano invisible" tratan de eliminar el problema en sí decretando una i m p o s i b i l i d a d d e t r a n s p a r e n c i a a priori. Estas teorías pueden adoptar formas extremadamente conservadoras, tratando de hacer una virtud moral de un papel que limita a los individuos a subordinarse incondicionalmente a los imperativos del sistema del capital. El celo de Hayek al promover su cruzada es un ejemplo destacado de esta manera de evaluar los asuntos. En un artículo programáticamente titulado "The Moral Imperative of the Market", Hayek escribe: Para permitir a las personas adaptarse a una estructura que no conocen (y cuyos determinantes tampoco conocen), debemos dejar que el mecanismo espontáneo del mercado les diga qué deben hacer. (...) Nuestro conocimiento moderno nosindica que los precios son señales que informan a las personas lo que deben hacer para ajustarse al resto del sistema. ""'(...) Las personas deben estar dispuestas a someterse a la disciplina que constituye la moralidad comercial.'*'' Por ende, Hayek desea que creamos que al conferir la condición de una "moralidad" ficticia al imperativo capitalista de someter a los individuos a las determinaciones estructurales de un sistema que en sus palabras ellos no conocen y que en principio no pueden conocer, y al usar engañosamente d e b e n h a c e r (como obligación moral), en lugar de t i e n e n q u e h a c e r , su mensaje autoritario (según el cual los individuos reacios'**^ deben "ajustarse al resto del sistema") se convierte en sinónimo de la defensa de la hbertad.Y Hayek continúa con esta línea de razonamiento e impone la imposibilidad de transparencia a priori en nombre del " m e c a n i s m o e s p o n t á n e o del m e r c a d o " ( q u e , al favorecer t e n d e n c i a s monopolistas y las correspondientes relaciones de poder más inicuas, no es ni un simple mecanismo ni es espontáneo), aun cuando tiene que admitir que los
'"' Hayek: "The Moral Imperative of the Market", en Martin J. Anderson, ed.. The UnfinishedAgenda: Essays on the Political Economy of Government Policy in Honour of Arthur Seldon. Londres: The Institute of Economic Affairs, 1986, p. 147. '"" Ibid., p. 149. "* En el mismo artículo, Hayek se queja en contra de "La imposibilidad de que un gran número de personas acepten los principios morales que forman la base del sistema capitalista (...) la gran mayoría de las personas (y no exagero) ya no cree en el mercado".
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principios por él defendidos n u n c a h a n s i d o j u s t i f i c a d o s racionalmente."*' Al mismo tiempo, sin la más mínima preocupación por la ausencia de justificación racional, Hayek nos advierte que la adopción incondicional de su "moralidad comercial" (que bruscamente descarta la idea de la j u s t i c i a s o c i a l como un e s p e j i s m o " " y convierte por decreto en una o b l i g a c i ó n m o r a l "aprender la r í g i d a d i s c i p l i n a d e l mercado") es un "asunto crucial para la preservación futura de la civilización que debe afrontarse antes de que los argumentos del socialismo nos lleven de vuelta a una moralidad primitiva".''" En realidad, la razón fundamental de la falta de transparencia en nuestra época no es el hecho i n a l t e r a b l e de que la sociedad esté formada por individuos, sino la condición r a d i c a l m e n t e a l t e r a b l e de que estén subsumidos en fuerzas jerárquicamente estructuradas y antagónicas. Las dificultades básicas que enfrentan la teoría económica y la toma de decisiones políticas no se derivan de las intenciones divergentes de los individuos particulares —por cuya razón deben invocarse los buenos servicios de la "mano invisible", al tiempo que se calla en relación con, o se distorsiona tendenciosamente, la muy "visible mano" del Estado— sino de la naturaleza antagónica de las relaciones sociales dominantes. El poder de los individuos c o m o i n d i v i d u o s p a r t i c u l a r e s —y no como personificaciones de fuerzas sociales que actúan de acuerdo con los imperativos de su "condición social en la vida"— se exagera enormemente, a fin de prejuzgar el asunto a favor de la 'mano invisible". Sin embargo, la razón principal por la que la toma de decisiones está incorregiblemente viciada por la opacidad de las determinaciones sociales puede precisarse exactamente en su carácter a d v e r s a r i o . Por consiguiente, si deseamos r e e m p l a z a r la o p a c i d a d d e la o b j e t i v i d a d r e i f i c a d a p o r la t r a n s p a r e n c i a d e las r e l a c i o n e s s o c i a l e s c o n t r o l a b l e s , debemos superar la inercia fatídica de la n a t u r a l e z a a d v e r s a r i a . La viabilidad de la toma consciente de decisiones políticas y económicas "más allá del capital" es factible únicamente sobre esta base. La sumisión a una d i s c i p l i n a e x t e r n a —ya sea en nombre de ¡a moralidad ficticia que propugna ¡a r í g i d a d i s c i p l i n a d e l m e r c a d o o la i m p o s i c i ó n de la e x t r a c c i ó n f o r z a d a p o l í t i c a m e n t e del excedente del trabajo— está condenada al fracaso en este sentido. La única disciplina compatible con la concepción de la que estamos hablando (es decir, un nuevo tipo de teoría económica —no determinista—, concebida junto con un marco correspondiente de toma consciente de decisiones políticas) es la d i s c i p l i n a i n t e r n a adoptada por los individuos sobre la base de los objetivos compartidos que ellos mismos hayan establecido, de manera no adversaria, sin la presión de determinaciones conflictivas irreconciliables. De lo contrario, la conciencia de los individuos se distorsiona incorregiblemente y se
Ibid., p, 148. Ibid., p. 146. Ibid., p. 148.
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transforma en variedades de falsa c o n c i e n c i a , puesto que se ven inducidos a racionalizar y a justificar las decisiones que les han sido impuestas como si fueran sus p r o p i a s decisiones autónomas, correctas y encomiables. La teoría económica no determinista presupone una relación cualitativamente diferente entre la economía y la política en dos sentidos. El primero guarda relación con la conexión directa entre los dos dominios, c^ue podría llamarse su relación i n t e r n a . Esto se desprende del hecho de que en tanto la preponderancia de las determinaciones y los imperativos materiales y económicos se deja atrás, los procesos tradicionales de toma de decisiones políticas p u e d e n redefinirse apreciablemente de manera mucho menos parcial. El segundo sentido, relacionado estrechamente con el primero, se refiere al asunto de superar la alienación, tanto en la economía como en la política. Puesto que la manera como funcionan los dos dominios bajo el gobierno del capital sólo puede caracterizarse como la alienación del poder de los individuos en relación con la toma de decisiones —de t o d o s los i n d i v i d u o s , que deben adaptarse al papel alienado que se les ha asignado como p e r s o n i f i c a c i o n e s d e l capital o p e r s o n i f i c a c i o n e s d e l trabajo. Es por ello que la noción relativa a los "individuos soberanos que imponen sus intenciones y se esfuerzan por lograr sus intereses particulares en la única sociedad que es sostenible, la sociedad de mercado" - e n armonía plena con el interés de la sociedad en su conjunto, gracias a la benevolente "mano invisible"— es tan indefectiblemente atípica de la situación real.'''^ La toma de decisiones, tanto en politica como en el dominio de la economía está en realidad terriblemente limitada y distorsionada, en correspondencia con los imperativos alienantes de la acumulación de capital y de la expansión a los que ambas deben someterse. Al mismo tiempo, a los individuos como tales se les niega el poder de tomar decisiones, en el sentido de que sus "decisiones" son predeterminadas por el "poder de las cosas", en concordancia con la alienación y la reificación. Por consiguiente, el cambio cualitativo en la relación entre la economía y la política en el segundo sentido significa la r e s t i t u c i ó n a los individuos del poder de tomar decisiones como i n d i v i d u o s s o c i a l e s que actúan conscientemente. Esta es la única manera posible de reconstituir la unidad de la política v la economía, junto con la armonización del individuo y de la toma de decisiones sociales en un sentido significativo del término. Todo e s t o t i e n e i m p l i c a c i o n e s de g r a n a l c a n c e p a r a el t i e m p o productivamente utilizable de la sociedad, no sólo en el sentido mencionado antes de que la redefinición práctica de la interacción social en relación con el fitturo se convierta en \a íuerza rectora del p r e s e n t e , en contraposición con el papel que "^ "La base esencial del desarrollo de la civilización moderna es permitir a las personas lograr sus propios fines sobre la base de su propio conocimiento y no estar limitadas por las metas de las demás personas". Hayek: Ibid., p. 146. Cualquiera que hable en serio en estos términos únicamente puede demostrar no sólo que no vive en la "civilización moderna" de la "sociedad moderna", sino que ni siquiera vive en el mismo planeta que el resto de nosotros.
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una vez desempeñara en este sentido la inercia del p a s a d o . Igualmente importante es el cambio que tiene lugar con respecto al tiempo directamente controlable por los individuos como individuos sociales. Como sabemos, bajo el dominio del capital el t i e m p o n e c e s a r i o que se r e q u i e r e para e x p a n d i r la p r o d u c c i ó n y la acumulación del capital es impuesto a los individuos externamente —a través de la "rígida disciplina del mercado" o mediante las modalidades poscapitalistas de extracción del excedente de trabajo— como el i m p e r a t i v o t e m p o r a l indisputable del sistema. Sin embargo, mientras más avanzado es el potencial productivo de una sociedad, más dispendioso resulta manejar de esta manera sus relaciones productivas. Puesto que mucho más allá de la extracción y la apropiación del excedente de trabajo estrictamente regulado v externamente controlado (bajo el capitalismo, equivalente de manera restrictiva a la plusvalía), en una sociedad productivamente avanzada también encontramos la vasta y positiva potencialidad del t i e m p o d i s p o n i b l e de los individuos, que no puede ser fácilmente utilizado por el modo de control metabolico social del capital con "eficiencia económica" externamente manejable. Naturalmente, no puede haber razón alguna por la que los individuos deban sentirse i n t e r n a m e n t e / p o s i t i v a m e n t e motivados -condición vital para activar esta dimensión de riqueza— a colocar su tiempo disponible en el fondo común de sus prácticas productivas v distributivas, si no se encuentran en pleno control de su actividad de vida como individuos sociales. Es por ello que, en las condiciones de naturaleza adversaria v su necesaria ausencia de transparencia, la riqueza potencialmente inmensa —aunque debido a su misma naturaleza, v para desagrado del capital, definible sólo c u a l i t a t i v a m e n t e — del tiempo utilizable de lo s individuos debe desperdiciarse en nuestras sociedades, donde la necesidad de utilizarlo de m a n e r a creativa está c r e c i e n d o en sumo grado día tras día. Lamentablemente, incluso cuando consideramos la prodigalidad insostenible de nuestro orden metabolico social, tendemos a concentrarnos en el asunto de la energía y los recursos materiales primordiales mal utilizados, y a olvidar por c o m p l e t o esta dimensión vita! del p r o b l e m a . En contraposición, la teoría económica no determinista v el marco correspondiente de la toma de decisiones políticas, basados en la participación activa de todos, no son factibles si no se desarrolla la gran potencialidad positiva del tiempo disponible de los individuos. 6.6
CONTABILIDAD SOCIALISTA Y POLÍTICA EMANCIPADORA
Retomando el asunto de la planificación como conclusión de esta disertación, debe resaltarse en primer lugar la importancia v la gran dificultad de instituir la planificación g l o b a l . Ya hemos visto que durante la Segunda Guerra Mundial, incluso el gobierno del país más poderoso en términos capitalistas, Estados Unidos, tuvo que adoptar la planificación central, a lin de garantizar las condiciones materiales necesarias
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para obtener la victoria sobre Hitler. Claro está, esto ocurrió en las condiciones extremas de un estado de emergencia. Sin él, las determinaciones históricas v sociales del sistema capitalista hacen más problemáticos todos los intentos de establecer la planificación global. Sin embargo, los promotores de la idolatría del mercado distorsionan este asunto como si la oposición entre la "planificación central" y la "elección individual" fuera una oposición metafísica eterna. Sin embargo, la "elección individual" —y la idea conexa de la "autonomía local"— no significa absolutamente nada si las elecciones "autónomas" que hagan los individuos o los grupos de individuos localmente quedan anuladas por los imperativos materiales del sistema económico v las directrices autoritarias de su estructura de mando general. Sin introducir las limitaciones históricas apropiadas, la muy favorecida oposición entre la "planificación y la elección individual" —así como la oposición entre "crecimiento v e r s u s no crecimiento"— sólo puede ser una o p o s i c i ó n falsa que busca su propia ventaja. En circunstancias normales, en la variedad capitalista de nuestro orden reproductivo social, no puede haber planificación g l o b a l . Éste debe seguir siendo el caso, incluso cuando las gigantes corporaciones casi monopolistas adoptan una forma problemática de planificación, necesariamente truncada. Su tipo de planificación debe ser truncada, p o r q u e ellos mismos sólo p u e d e n ser casi monopolistas, independientemente de cuan gigantes sean, puesto que nunca pueden acaparar el mercado mundial ni siquiera en su propio ramo relativamente restringido de actividad productiva, y mucho menos su totalidad. Por supuesto no sorprende el hecho de que la planificación corporativa incorregiblemente truncada a veces se idealice como planificación plenamente viable en todo sentido, como lo ha hecho John Kenneth Galbraith.'" Pero tal evaluación del problema no equivale a nada más que un pensamiento esperanzador. En efecto, en el caso de Galbraith, la noción extremadamente exagerada de la planificación de la gran corporación se encontraba incluso casada con la idea de que —debido al proceso de planificación supuestamente compartido por la economía soviética en su conjunto y las gigantes corporaciones de Estados Unidos— en las circunstancias dadas los dos sistemas ya estaban en efecto c o n v e r g i e n d o hacia algo cualitativamente diferente, tanto del capitalismo como del socialismo. Huelga decir que nada podría alejarse más de la realidad que la proyección ilusionada de la "convergencia" de las dos sociedades, como lo ha d e m o s t r a d o claramente la espectacular implosión del sistema soviético y la subsiguiente restauración del capitalismo en toda Europa del Este. La necesaria frustración de la planificación bajo el capitalismo"* empezó a destacarse en Gran Bretaña durante el gobierno de Harold Wilson que se formó " ' Véase su libro: The New Industrial State, edición revisada y actualizada, Nueva York, 1971. " ' Sería factible un cambio importante en este sentido sólo en circunstancias en las que -debido a algunas crisis económicas y políticas importantes- la presión de las masas populares, junto con la buena disposición de las fuerzas más progresistas del cuerpo
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después de la victoria electoral del Partido Laborista en 1964. En esa época, Wilson todavía estaba hablando de "conquistar las posiciones de poder de la economía" e inventó un nuevo ministerio de Economía para Lord George Browrn, el líder adjunto del Partido Laborista. Se suponía que este ministerio introduciría algunos cambios importantes en la gestión de la economía británica, en armonía con el defendido proceso de planificación. Sin embargo, resultó que este intento fue un completo fracaso, y la aventura hubo de llevarse a un final infeliz. En lugar de que el gobierno "conquistara las posiciones de poder de la economía", ocurrió lo diametralmente opuesto: las "posiciones de poder" de las grandes empresas conquistaron al gobierno y lo obligaron a abandonar c o m p l e t a m e n t e las viejas ideas de la reforma socialdemócrata. Se anunciaba con ello la transformación del Partido Laborista en el "amigo de la empresa", según las orgullosas palabras de su líder actual. En el transcurso del desarrollo histórico del capital, y especialmente en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el significado original de e c o n o m í a como e c o n o m i z a r ha sido eliminado completamente por el imperativo del proceso de autorreproducción en expansión incesante del sistema. Como se m e n c i o n ó antes, la expansión bajo el d o m i n i o del capital siempre estuvo subordinada al imperativo de la acumulación de capital para el que —desde el punto de vista del sistema— no podía haber ningún límite admisible. La incapacidad de lograr "crecimiento" en este sentido atrofiado, como la "expansión de activos de capital más expandibles", se considera con absoluta desolación la violación de la lógica interna del sistema. La idea de introducir conscientemente limitaciones normativas con respecto a la acumulación de capital, en el interés del desarrollo sostenible, era —y debe ser siempre— descartada como un absoluto fracaso. Las d e t e r m i n a c i o n e s sistémicas casi naturales del capital no lo t o l e r a r í a n . Por consiguiente, "economía" se convierte en sinónimo de "cualquier cosa que sea propicia para la expansión o acumulación constante", independientemente de las consecuencias humanas y ambientales, lo cual descarta el e c o n o m i z a r como un concepto inútil e incluso hostil. Ésta es la razón por la que debe rechazarse categóricamente la planificación global como correctivo necesario, incluso si tal rechazo a p r i o r í s t i c o se e m b e l l e c e i d e o l ó g i c a m e n t e —desde Ludwig von M i s e s " ' hasta Frederick von Havek y sus partidarios— como "sentido común" incontestable. Claramente, sin embargo, las consecuencias destructivas del proceso de reproducción del capital''"' no pueden corregirse sin redescubrir el significado legislativo estatal, pudiera contrarrestar con suficiente energía y por suficiente tiempo la obvia hostilidad de los círculos comerciales dominantes hacia la intervención normativa global. Pero, por supuesto, tal situación sería similar al estado de emergencia que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial, aunque de menor magnitud. "^ Véase su libro sobre socialismo titulado Socialism. New Haven: Yale University Press, 1951, "^ Idealizado por muchos, entre ellos Schumpeter, como "destrucción productiva", cuando en realidad la "producción destructiva" está volviéndose cada vez más dominante.
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original de la economía como el necesario economizar de la buena administración en un mundo de recursos finitos, y sin su única aplicación consciente y factible a través de la planificación global. El despilfarro extremo de nuestro modo existente de control metabólico social —con respecto tanto a la utilización de recursos materiales no renovables como al peligroso impacto en el ambiente mundial de los procesos de producción de capital, así como de sus productos terriblemente subutilizados— está empeorando a medida que transcurre el tiempo, sin evidencia alguna de que se reparen las determinaciones subyacentes en la escala requerida. Incluso los intentos más limitados de planificar algún mejoramiento, en un solo dominio, como, por ejemplo, la reducción de las emisiones nocivas hacia la atmósfera, a través de las "buenas intenciones" del protocolo de Kyoto, son rechazados sin miramientos por el país capitalista más poderoso. El problema consiste en que hablar sobre la necesidad de la planificación global no es simplemente un asunto de escala (parcial en su aplicación en ciertos ramos de la industria por p a r t e de algunas corporaciones, por ejemplo, en contraposición a su aplicación en todo el territorio nacional), v ni siquiera de d u r a c i ó n del proceso (necesariamente t e m p o r a l bajo el capitalismo, en el sentido de que debe restringirse a los estados de emergencia, por muv grandes que sean). Lo más importante es que el compromiso respecto a ia planificación giobaJ incluye inevitablemente en el temario el reto de concebir un modo a l t e r n o de reproducción metabólica social, al menos por implicación. Puesto que, dadas las condiciones en las cuales puede surgir el asunto en sí, incluso las medidas parciales positivas de la intervención normativa —que están destinadas a ser predominantemente y en primer lugar c o n t r a m e d i d a s a las determinaciones casi naturales del capital— permanecen constantemente en peligro, bajo la amenaza de un revés completo e incluso de la restauración capitalista a plena escala, a menos que se amplíen satisfactoriamente de manera tal que terminen siendo los ladrillos de una manera r a d i c a l m e n t e d i f e r e n t e de manejar el intercambio de los individuos entre sí y con la naturaleza. La implosión del sistema tipo soviético, con su proceso de planificación autoritario, refutado de maneras relativamente poco ortodoxas por los p r o d u c t o r e s , ofrece una prueba elocuente de la veracidad de esta proposición. N a t u r a l m e n t e , no puede haber economía en el sentido significativo de economizar sin una forma p r á c t i c a m e n t e viable de rendición de cuentas o contabilidad. Por oposición a la "contabilidad económica" del capital que se fundamenta en una cuantiticacion minuciosa —y que p r e t e n d e ser la única ''económicamente aceptable"- la c o n t a b i l i d a d socialista de la planificación global debe operar sobre la base de la restauración en la práctica social de la d i a l é c t i c a d e la c a n t i d a d y la c a l i d a d , que fue destruida a través del despliegue universal de la facilidad de venta, la alienación v la reificación. En este sentido, la contabilidad socialista debe estar o r i e n t a d a hacia la c a l i d a d , incluso cuando
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tenga que evaluar las cantidades disponibles para la distribución entre actividades alternas y propósitos legítimamente diferentes. No disponemos de suficiente tiempo para analizar de manera adecuada la gran variedad de asuntos bastante complicados y a menudo, por razones ideológicas, distorsionados"' de la orientación necesaria hacia la calidad de la contabilidad socialista. Sin embargo, se impone uha muy breve mención de por lo menos algunos de ellos. El primero guarda relación con el asunto de la p r o d u c c i ó n para c u b r i r las n e c e s i d a d e s , en clara contraposición al sometimiento ahora dominante y al rechazo ampliamente difundido de, incluso, las necesidades más elementales de la abrumadora mavoría de la humanidad, al servicio de los dictados interesados de la producción "económicamente viable". Por ende, la determinación del proceso de distribución v consumo está ocurriendo en la dirección incorrecta. En lugar de partir de la demanda real basada en las necesidades hacia la determinación de ías metas productivas, los objetivos fijados de manera capitalista presionan contra su lecho de Procusto las aspiraciones humanas frustradas. Las personas deben conformarse con lo que puedan obtener, si logran obtener algo. Y para colmo de males, todo esto se hace junto con la ideología risible de la "soberanía del consumidor". O t r o aspecto de nuestro problema puede describirse como la p r o d u c c i ó n d e v a l o r e s d e u s o frente al predominio de los v a l o r e s d e c a m b i o que pueden llevarse fácilmente a cuantificación mecánica v contabilización de beneficios. En este caso también deben prevalecer los surcos preestablecidos del sistema de producción, independientemente de cuan despilfarrador sea manejar de esta manera la administración de los recursos humanos y materiales. Asimismo, en las últimas décadas, la situación, en efecto, estaba empeorando en este sentido, con el desarrollo de la crisis estructural del capital. Ésta es la razón por la que hemos venido presenciando una tasa d e c r e c i e n t e d e u t i l i z a c i ó n de productos, servicios y maquinaria productiva, aunque es bastante innegable la necesidad de exactamente todo lo contrario, es decir, tasas Crecientes d e u t i l i z a c i ó n , para satisfacer la demanda proveniente de innumerables millones que tienen que sobrevivir con menos de u n d ó l a r diario. También es necesario mencionar en este contexto quizás el problema más inmediato y urgente, que amenaza en todas partes con la desestabilización social y posiblemente, incluso, la explosión social; el cáncer del d e s e m p l e o creciente. El enfoque de cuantificación estricta del capital ni siquiera puede percibir la naturaleza real del problema, y mucho menos resolverlo. En el mejor de los casos puede convertir una parte del desempleo en variedades de s u b e m p l e o , lo cual es " ' El lector interesado puede encontrar un análisis de los mismos, passim, en los capítulos 14 al 20 (pp. 522-870) de mi libro. Beyond Capital. (En español, pp. 605-1003 de Más allá del capital.)
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imposible que funcione en el largo plazo. Es por ello que todas las soluciones proyectadas terminaron siendo ilusorias e insostenibles como, por ejemplo, el programa de "Pleno empleo en una sociedad libre" ("Full E m p l o y m e n t i n a F r e e Society"),''"* p r o p u e s t o por el "padre del Estado benefactor". Lord Beveridge, v concebido en el espíritu keynesiano. En un mundo en el que el trabajo debe considerarse un "costo de producción" cuantificable, los correctivos sólo pueden ser temporales o coyunturales, sujetos a los imperativos de la acumulación de capital —por lo menos relativamente inalterada— como se experimentó durante las dos décadas y media de expansión de la posguerra. El intento reciente de resolver el problema del desempleo mediante la i n f o r m a l i d a d —que es realmente la precarización más insensible de los seres humanos— sólo puede camuflar un fracaso cuyo impacto está destinado a empeorar en el futuro cercano. Evidentemente, en todos estos sentidos, no puede lograrse nada acorde con la importancia de los asuntos mismos sin reorientar drásticamente la contabilidad social hacia la c a l i d a d , en el contexto de la planificación global de objetivos convenidos y manejados conscientemente, trabajando en armonía con el personal —los "productores libremente asociados"— que participen más activamente en la gestión de sus propios asuntos. En este caso, también debemos considerar el famoso principio marxista de la distribución, que sostiene que en una sociedad socialista avanzada los individuos trabajarán conforme a sus h a b i l i d a d e s v recibirán del producto social general d e a c u e r d o c o n sus n e c e s i d a d e s , " ' puesto que este principio a menudo se interpreta con parcialidad burocrática, ignorando el énfasis que puso Marx en la a u t o d e t e r m i n a c i ó n d e l o s i n d i v i d u o s , sin la cual "trabajar conforme a sus h a b i l i d a d e s " significa muy poco, si acaso significa algo. Por consiguiente, los dos términos principales de la definición marxista —es decir, la h a b i l i d a d y la n e c e s i d a d i n d i v i d u a l e s sólo pueden adquirir su verdadero significado en un contexto de c o n t a b i l i d a d c u a l i t a t i v a . Esto es lo que establece los parámetros de un proceso de planificación global prácticamente viable, factible solamente en una perspectiva de largo plazo. Naturalmente, subrayar la importancia de una perspectiva de largo plazo no significa que podamos ignorar "el aquí v el ahora". Por el contrario, la razón por la que debemos interesarnos en un horizonte mucho más amplio que el habitual es para poder conceptualizar de manera realista una transición^"" hacia un orden social diferente a partir de las determinaciones del presente. La perspectiva de largo plazo es necesaria, porque la meta real de la transformación sólo puede establecerse dentro de tales horizontes. Además, sin identificar la meta adecuada, con seguridad sería como viajar sin brújula y, por lo tanto, las personas involucradas
"" Título de un influyente libro escrito por Lord William Beveridge. ' " Véase Marx, Crítica del Programa de Gotha. ^"^ El subtítulo de mi libro, "Más allá del Capital", es con buena razón "Hacia una teoría de la transición".
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podrían desviarse fácilmente de sus objetivos vitales. Por otra parte, la comprensión de las determinaciones objetivas y subjetivas del "aquí v el ahora" es igualmente importante, ya que la tarea de instituir los cambios necesarios se define ya en el presente, en el sentido de que a menos que comience a realizarse en el "justamente aquí y ahora", aun cuando por el momento sea de manera modesta —con plena conciencia de las limitaciones existentes, así como de las dificultades para sustentar el viaje en su horizonte temporal más distante— no llegaremos a ninguna parte. Aunque nadie debe alentar una acción irresponsablemente precipitada y prematura, no puede excluirse el riesgo de que sea prematura, al estar dirigida a una empresa tan fundamental v difícil como instituir un cambio estructural trascendental, aun cuando los individuos interesados actúen de la manera más responsable posible. La verdad es que no p u e d e lograrse nada si nos quedamos e s p e r a n d o l a s c o n d i c i o n e s f a v o r a b l e s v el m o m e n t o a d e c u a d o . Las personas que abogan por un cambio estructural trascendental deben estar siempre conscientes de las limitaciones que habrán de enfrentar. Al mismo tiempo, deben estar atentas para evitar que el peso de tales limitaciones se congele y se transforme en la fuerza paralizante de alguna "lev objetiva" ficticia que pueda desviarlas de sus objetivos declarados. El proceso de planificación factible en "el aquí y el ahora" es un excelente ejemplo. Como correctamente lo destacó Harry Magdoff, tanto en relación con las dificultades objetivas ineludibles como con su transfiguración fetichista; Obviamente, la magnitud v las destrezas de la fuerza laboral, la cantidad v calidad de la tierra cultivable, la oferta potencial de materias primas, las herramientas y demás equipos disponibles, los medios de transporte v comunicación, todos establecen serias limitaciones en cuanto a lo que puede lograrse en un momento dado. Cada paso de la planificación, tanto nacional como localmente, debe tomar en cuenta las limitaciones prácticas. Una planta de aluminio sin una fuente adecuada de energía eléctrica sería inútil. Una planta química por lo general necesita grandes cantidades de agua. Una planta de acero debe disponer de fuentes accesibles de mineral de hierro y carbón de cocción. En los niveles más altos de la planificación, deben tomarse en consideración constantemente diversos balances y proporciones, como, por ejemplo, entre ¡a industria y la agricultura, los bienes de producción y de consumo, las industrias de extracción v de producción, las necesidades de, transporte y distribución, el ingreso de los consumidores v la oferta de bienes de consumo. Pero, ¿qué tienen que ver los límites objetivos con las "leyes económicas objetivas"del socialismo? Aquí llegamos al fondo del asunto. El efecto de confundir los límites y las limitaciones con las leyes obscurece, podríamos incluso decir oculta, ios problemas básicos y los asuntos de política de una transición socialista.'"'
™ Harry Magdoff: "China; New Theories for Old". Monthly Review, mayo de 1979, pp. 5-6.
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Claro está, las limitaciones y dificultades vinculadas al intento histórico de llevar una sociedad en gran medida subdesarrollada de 1.300 millones de habitantes (es decir, SS Venezuelas) al nivel de p r o d u c c i ó n alcanzado por los países industrialmente más avanzados deben ser bastante pasmosas desde cualquier punto de vista. Por ende, es comprensible que los registros históricos muestren avances interrumpidos por reveses y frustraciones importantes. Deben intentarse muchas cosas, en circunstancias de limitaciones serias y en medio de hostilidad externa, de las cuales es probable que haya posiblemente mayores en el futuro. Al observar estos acontecimientos de lejos, a veces pueden parecer bastante difíciles de resolver. Merece la pena recordar en este contexto un antiguo adagio, citado con la aprobación del fallecido líder chino Deng Hsiao Ping, según el cual "el c o l o r d e l o s g a t o s " no importa —es decir que no debemos preocuparnos si son capitalistas o socialistas— "siempre q u e a t r a p e n al ratón". A primera vista, esto puede considerarse bastante razonable. Sin embargo, podemos sentirnos tentados a preguntar: ¿Y qué pasaría si las políticas adoptadas desembocan en una plaga de ratas gigantes, en forma de d e s e m p l e o e s t r u c t u r a l m a s i v o , en lugar de la feliz captura del ratón? Llamar a las limitaciones y los peligros innegables en juego "las leyes objetivas del socialismo", como en el artículo criticado por Magdoff, no ofrece consuelo alguno en este sentido.^"^ Se requiere la lógica más peculiar de The E c o n o m i s t para admitir, por una parte, que la migración rural hacia las ciudades de China causaría "una crisis de desempleo con consecuencias sociales y políticas de gran alcance", y, por otra parte, propugnar en el mismo párrafo la adopción de tal política potencialmente explosiva, insistiendo en que "China necesita mantener bajos sus costos laborales dejando a su población rural trabajar libremente en las áreas urbanas".'"' Para nosotros, la búsqueda de la meta estratégica socialista de la planificación global, como manera de superar los peligros ecológicos, entre otros, que debe enfrentar la humanidad —no en un futuro r e m o t o , sino ya hoy día— sigue siendo más válida que nunca antes. Nadie puede negar que los cambios que se requieren para la muy necesaria transición hacia una sociedad más allá del capital son casi prohibitivamente difíciles de realizar. La teoría económica, respetuosa del peso de las limitaciones objetivas, pero rechazando someterse a sus determinaciones fetichistas y, por ende, trabajando de la mano con la política de emancipación, puede contribuir de manera vital al éxito de esta empresa.
™^ El economista chino Han Deqiang, en una conferencia que dictara en el taller del Grupo Verde del Parlamento Europeo sobre la "Admisión de China a la OMC", celebrado en julio de 2001, describe una imagen deprimente del impacto negativo del capital occidental en los acontecimientos económicos de China. Véase "The Advantages and Disadvantages of China's Accesión to the WTO", disponible en Internet. ™' "China's Economy: Persuading the Reluctant Spenders". The Economist, 25-31 de agosto de 2001, p. 54.
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Capitulo 7 El desafío del desarrollo sustentable y la cultura de la igualdad sustantiva^°*
A la memoria de Daniel Singer, con quien a menudo conversé acerca de la insostenibilidad de nuestro orden de desigualdad estructural. 7.1
ADIÓS A LA "LIBERTAD-FRATERNIDAD-IGUALDAD"
Hay dos proposiciones estrechamente conectadas que son centrales en esta intervención. La primera es que si el desarrollo en el futuro no es un desarrollo sustentable no habrá entonces ningún desarrollo significativo, sin que importe lo mucho que lo necesitemos; sino tan sólo se darán intentos frustrados de tratar de cuadrar el círculo, como ha venido ocurriendo en las décadas recientes marcadas por teorías y prácticas "modernizadoras" cada vez más elusivas, que los voceros de las antiguas potencias coloniales le recetan condescendientemente al llamado "tercer mundo". Y la segunda proposición, corolario de la anterior, es que la condición inseparable de la procura de un desarrollo sustentable es la realización progresiva de la igualdad sustantiva. En este contexto cabría subrayar también que los obstáculos que hay que vencer podrían resultar mucho más fuertes. Porque hasta el día de hoy la cultura de la desigualdad sustantiva sigue dominando, a pesar de los esfuerzos, en general bastante débiles, por contrarrestar el dañino impacto de la desigualdad social implementando en la esfera política algún mecanismo de igualdad estrictamente formal. Bien podríamos preguntarnos: ¿qué pasó en el transcurso del desarrollo histórico subsiguiente con las nobles ideas de l i b e r t a d — f r a t e r n i d a d — i g u a l d a d proclamadas en la época de la Revolución Francesa y en las que tantos siguieron creyendo genuinamente durante largo tiempo después? ¿Por qué había que descartar a la vez a la f r a t e r n i d a d y la i g u a l d a d , a menudo con ostensible desdén, y reducir a la l i b e r t a d al frágil esqueleto del "derecho democrático al voto", ejercido por un número de personas que disminuye escépticamente en los países que gustan de autodescribirse como "modelos de democracia"?^"'Y no son ^"^ Conferencia dictada en el Foro Cultural de los Parlamentos de América Latina "Cumbre sobre la deuda social y la integración latinoamericana" efectuada en Caracas, Venezuela, del 10 al 13 de julio de 2001. ^"^ Baste con pensar en dos ejemplos recientes: (1) la privación en la práctica de los derechos de incalculables millones de personas, debido a la apatía o a la manipulación, y la farsa electoral que presenciamos luego de la elección presidencial en los Estados
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éstas, ni r e m o t a m e n t e , las únicas malas noticias. Porque, como lo demuestra ampliamente la historia del siglo XX, hasta las escasas medidas de igualdad formal son consideradas muchas veces un lujo insostenible, y son anuladas descaradamente m e d i a n t e prácticas políticas c o r r u p t a s v a u t o r i t a r i a s , o c i e r t a m e n t e por intervenciones dictatoriales procuradas de manera abierta. Después de más de todo un siglo de promesas de eliminar—o por lo menos de reducir apreciablemente—la desigualdad, mediante la "tributación progresiva" y otras medidas legislativas estatales, asegurando así las condiciones del desarrollo socialmente viable a todo lo ancho del mundo, lo que vino a caracterizar la realidad fue la desigualdad cada vez mayor no solamente entre el "norte desarrollado" v el "sur subdesarrollado", sino incluso dentro de los países capitalistamente más avanzados. Un reporte reciente del Congreso de los Estados Unidos (que no podría ser acusado de "inclinación izquierdista") admitía que el ingreso del 1% de la capa más alta de la población americana excede hov día al del 4 0 % de la más baja;'"' una cifra que en las dos últimas décadas d u p l i c ó al "solamente" 20% anterior, con todo y lo escandalosa que ya era esa cifra más baja. Esos desarrollos regresivos marchaban de la mano con el planteamiento inicial de una falsa oposición entre "igualdad de resultados" e "igualdad de oportunidades", para entonces abandonar incluso las alabanzas hipócritas alguna vez rendidas a la idea (nunca realizada) de la "igualdad de oportunidades". Y no se trata de que ese tipo de resultados finales se pueda considerar sorprendente. Porque una vez que el "resultado" socialmente desafiante es sacado arbitrariamente del cuadro para oponerlo a la "oportunidad", esta última queda vaciada de todo contenido v, a cuenta del término "igualdad", carente de objeto y totalmente vacío (y para peor: n e g a d o r d e l r e s u l t a d o ) , se ve convertida en la justificación ideológica de la negación efectiva en la práctica de toda oportunidad real para quienes la necesitan. Hubo una vez en que los pensadores progresistas de la burguesía creciente predicaban optimistamente, como lo hizo una g^s.n figura de la escuela histórica de la Ilustración escocesa, Henry Home, que la dominación de un ser social por otro sería recordada en el futuro como un mal sueño, porque "la Razón, recobrando su autoridad soberana, proscribirá de un todo el hostigamiento, v dentro de un siglo ya se considerará extraño que el hostigamiento haya prevalecido alguna vez entre
Unidos, y (2) la participación más baja que nunca de votantes en las elecciones generales de junio de 2001 en Inglaterra, que produjo una mayoría parlamentaria grotescamente inflada de 169 representantes para el partido de gobierno con los votos de menos del 25 % del electorado. Los voceros del partido vencedor alardearon, negándose a escuchar el claro mensaje de advertencia del electorado, de que el " Nuevo Laborismo" había conseguido una "victoria arrasadora". Shirley Williams comentó sagazmente, haciendo un juego de palabras con la expresión en inglés para "arrasadora" (land-slide, literalmente "alud de tierra") que la votación había sido más bien un mud-slide ("alud de lodo"). ^* Ver David Cay Johnston, "Gap Between Rich and Poor Found Substantially Wider", New York Times, 5 de septiembre de 1999.
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los seres sociales. Quizá hasta se ponga en duda que hava sido puesto en práctica seriamente".'"^Irónicamente, sin e;mbargo, a la luz de la manera como han venido resultando realmente las cosas, lo que hov nos parece bien difícil de creer es que los representantes intelectuales de la burguesía en ascenso pudieran haber razonado alguna vez en semejantes términos. Porque un gigante de la Ilustración francesa del siglo XVIII, Denis Diderot, no vaciló en aseverar con gran radicalismo social que "si el j o r n a l e r o está e n la m i s e r i a la n a c i ó n m i s m a es miserable".'"* Igualmente Rousseau, con extremo radicalismo v mordiente sarcasmo, describía al orden de dominación y subordinación social prevaleciente de esta manera: Los términos del pacto social entre esos dos estados de los hombres se pueden resumir en pocas palabras: "Tú me necesitas, porque yo soy rico y tú eres pobre. Por lo tanto llegaremos a un acuerdo. Yo te permitiré tener el honor de servirme, con la condición de que tú me concedas lo poco que te queda, en retribución del esfuerzo que me costará e] mandarte",'"'' En el mismo espíritu, el gran filósofo italiano Giambattista Vico insistía en que la culminación del desarrollo histórico será "la era de la humanidad en la cual todos los hombres se reconozcan como i g u a l e s e n la n a t u r a l e z a humana".^'" Y con mucha anterioridad Thomas Münzer, el líder anabaptista de la revolución campesina alemana, precisó en su panfleto contra Lutero la causa fundamental del avance del mal social en términos muy tangibles, diagnosticándolo como el culto a la vendibilidad y la alienación universales, para concluir su discurso diciendo lo i n t o l e r a b l e que era "que t o d a c r i a t u r a haya de ser t r a n s f o r m a d a e n p r o p i e d a d — l o s peces del agua, las aves del aire, las plantas de la tierra".^" Era esa una identificación visionaria de lo que iba a desenvolverse con una fuerza voraz en el transcurso de los tres siglos siguientes. En cuanto a los paradójicos logros de las expectativas utópicas prematuras, ella presentaba, desde la perspectiva de las estructuras mucho menos firmes de los primeros desarrollos capitalistas, una visión mucho más clara de los peligros por venir de la que pudieron tener los participantes directamente involucrados en las vicisitudes de las fases más avanzadas. Porque una vez que triunfó la tendencia de la vendibilidad universal, en sintonía con los requerimientos internos de la formación social del capital, lo que a Münzer
^"^ Henry Home (Lord Kames), Loose Hints upon Education, chiefly concerning the Culture of the Heart, Edimburgo y Londres, 1781, p. 284 208 Articulo de Diderot sobre Journalier en la Encyclopedic. ™ Rousseau, A Discourse on Political Economy, Everyman edition, Londres, s.d., p. 264. Rousseau también afirmó categóricamente que "la libertad no puede existir sin la igualdad", The Social Contract, Everyman edition, p. 42. ™ Vico, The New Science, traducido de la 3- edición (1774), Doubleday & Co., Nueva York, 1961, p. 3. 2" Thomas Münzer, Hochverursachte Schutzrede und Antwort wider das geistlose, sanftlebende Fleisch zu Wittenberg, welches mit verkehrter Weise durch den Dtebstahl der heiligen Schrift die erbarmliche Christenheit also ganz jammerlich besudelt hat (1524), citado por Marx en su ensayo acerca de La cuestión judía.
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ya le parecía una crasa violación del orden natural (y que, como sabemos, con el c o r r e r del t i e m p o t e r m i n ó p o n i e n d o en peligro la existencia misma de la humanidad), a los pensadores que se identificaban incondicionalmente con las restricciones creadas históricamente (y en principio igualmente eliminables) del orden social plenamente desarrollado del capital les parece obviamente natural inalterable y aceptable. Así, los cambios en la perspectiva histórica hacen que muchas cosas se vuelvan opacas y borrosas. Hasta el crucial término "libertad" se ve reducido a su esencia alienada, y se le saluda como la conquista del "poder de venderse libremente" a través de los presuntos "contratos entre iguales", en oposición a las restricciones políticas del orden feudal, pero ignorando, e incluso idealizando, las fuertes restricciones materiales y sociales del nuevo orden. En consecuencia, el significado original de "libertad" e "igualdad" es cambiado a determinaciones abstractas que se autosostienen de manera circular,^'' y convierten así a la idea de "fraternidad"—el tercer miembro de las nobles aspiraciones alguna vez solemnemente proclamadas—en algo de hecho totalmente redundante. 7.2
EL FI^CASO DE " L A MODERNIZACIÓN Y EL DESARROLLO"
Es éste el tipo de espíritu que tenemos que enfrentar en la actualidad, a menos que estemos dispuestos a resignarnos a aceptar el e s t a t u s q u o , y con él la expectativa de continuar con la parálisis social y la definitiva autodestrucción humana. Porque quienes resultan ser los beneficiarios del sistema de flagrante desigualdad hoy prevaleciente entre las zonas "desarrolladas" y "subdesarrolladas" del mundo, no vacilan en imponer, con sumo cinismo, el impacto de su irresponsabilidad interesada—como lo han hecho muy recientemente en el arbitrario abandono de los protocolos de Kyoto y otros imperativos ambientales—insistiendo en que los países "del Sur" deberían permanecer estancados en su nivel de desarrollo presente, o de lo contrario estarían autoasignándose un tratamiento "injustamente preferencial". ¡Y tienen el brío de hablar en nombre de la igualdad! Al mismo tiempo se niegan también a ver que la "línea divisoria entre el Norte y el Sur" constituye un grave defecto estructural del sistema en su conjunto, que afecta a cada país en particular, incluido el propio, aunque por los momentos lo haga en mucho menor grado que con respecto al llamado "tercer mundo". Sin embargo, la tendencia en cuestión está lejos de resultar tranquilizadora ni siquiera para los países capitalistamente más avanzados. Como ilustración podríamos agregarles aquí a las cifras según las cuales en los Estados Unidos el ingreso del 1% de la población
^" En otras palabras, terminamos en una doble circularidad, producida por el desarrollo histórico real más inicuo: la "libertad" queda definida como "igualdad contractual" (postulada así en abstracto, pero en su sustancia real definitivamente ficticia), y la "igualdad" es vaciada hasta el impreciso desiderátum de una "libertad" de aspirar a que le sea concedida nada más que la "igualdad de oportunidades", proclamada formalmente, pero socialmente anulada.
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sobrepasa el del 4 0 % de la restante, las que hablan del alarmante aumento de la pobreza infantil en Inglaterra: en las dos últimas décadas, según las estadísticas más recientes, el número de niños que viven por debajo de la línea de la pobreza se ha multiplicado p o r tres en el Reino Unido, y continúa creciendo cada año. La dificultad para nosotros es que el ver esos aspectos desde una perspectiva a c o r t o p l a z o , como los órganos culturales y políticos dominantes necesariamente los retratan, trae consigo la tentación de seguir "el camino más fácil", que no conduce a ningún cambio significativo. El argumento asociado con esta manera de evaluar lo que está en juego es que "los problemas se resolvieron por sí solos en el pasado; harán lo mismo también en el futuro". No podría existir mayor falacia que la de esa línea de razonamiento, aunque les convenga muchísimo a los beneficiarios del e s t a t u s q u o que no pueden híicerles frente a las explosivas contradicciones de nuestra difícil situación en el largo plazo. Pero, como nos lo siguen recordando las preocupados científicos de) movimiento ecoJógico; "el largo plazo" ya no es, de ninguna manera, tan largo ahora, pues las nubes de una catástrofe ambiental se van oscureciendo en nuestro horizonte. Cerrar los ojos no ofrece ninguna solución. Ni tampoco deberíamos dejarnos engañar por la ilusión de que el peligro de las colisiones militares devastadoras ya le pertenece irremisiblemente al pasado, gradas a los buenos oficios del "nuevo orden mundial". Los peligros en este respecto son tan grandes como siempre, si no mayores, puesto que el derrumbe del sistema soviético no ha resuelto ni una sola de las contradicciones y antagonismos subyacentes. El reciente anuncio del abandono de hasta los frágiles y limitados acuerdos sobre el armamento del pasado, v la prosecución aventurera del proyecto de pesadilla de "el hijo de la guerj-a de las galaxias", con la más precaria de las explicaciones posibles para instalar ese armamento "contra los estados malvados", representan una firme advertencia al respecto. Durante mucho tiempo se esperaba que creyésemos que todos nuestros problemas se solucionarían felizmente mediante el "desarrollo" y la "modernización" socialmente neutrales. Se suponía que la tecnología superaría por sí sola todos los obstáculos y dificultades concebibles. En el mejor de los casos se trataba de una ilusión impuesta sobre todos aquellos que, a falta de alguna salida para su propio papel activo en la toma de decisiones, procedieron a la esperanza de que se van a dar importantes mejoras en sus condiciones de existencia, tal y como se les prometió.Tuvieron que descubrir, gracias a la amarga experiencia, que la panacea tecnológica no era sino una interesada evasión de las contradicciones por parte de quienes llevaban las riendas del control social. Se suponía que la "revolución verde" en la agricultura resolvería de una vez por todas el problema mundial de la hambruna y la desnutrición. En cambio, creó corporaciones monstruo, como "Monsanto", que afincaron su poder a todo lo largo del mundo de manera tal que ahora haría falta una acción radical de envergadura para erradicarlas. Pero hasta el presente se le sigue haciendo propaganda a la ideología de los correctivos estrictamente tecnológicos, a pesar de todos los fracasos. Recientemente algunos
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jefes de gobierno, incluido el inglés, comenzaron a predicar sermones acerca de la " r e v o l u c i ó n i n d u s t r i a l v e r d e " a punto de llegar, vaya usted a saber con qué significado. Lo que sí está claro, sin embargo, es que esa novedosa panacea tecnológica trata de constituir, otra vez, una vía de escape de la inextirpable dimensión social y política de los peligros ambientales cada vez mayores. Así que no es exageración decir que en nuestro tiempo los intereses de los que no pueden ni siquiera imaginar una alternativa para la perspectiva a corto plazo del orden establecido, v a la provección fantasiosa de correctivos estrictamente tecnológicos compatibles con él, chocan directamente con el interés de la propia supervivencia humana. En el pasado el término mágico para juzgar la salud de nuestro sistema social era " c r e c i m i e n t o " , v todavía éste sigue siendo el marco dentro del cual hay que prever las soluciones. Lo que el elogio incondicional del "crecimiento" elude son precisamente las preguntas ¿qué t i p o d e c r e c i m i e n t o ? y ¿con cuál fin? Especialmente porque la realidad del crecimiento incondicional bajo nuestras condiciones de reproducción metabólica social resulta ser la de un despilfarro al e x t r e m o y el a m o n t o n a m i e n t o de los problemas para que los encaren las generaciones futuras, que algún día tendrán que vérselas con las consecuencias del poder nuclear—tanto pacífico como militar—por ejemplo. Pariente cercano del "crecimiento", el concepto de "desarrollo" debe ser sometido al mismo tipo de examen crítico. Hubo una vez en que virtualmente todo el mundo lo abrazaba sin vacilar, y se movilizaban grandes recursos institucionales a fin de difundir la buena nueva de "la modernización v el desarrollo" del tipo norteamericano en el llamado "mundo subdesarrollado". Nos tomó algo de tiempo poder darnos cuenta de que en el modelo recomendado había algo fatalmente defectuoso. Porque si el modelo norteamericano—en el que el 4 % de la población mundial despilfarra el 2 5 % de la energía v los recursos materiales estratégicos del mundo, y lo contamina en un igual 25%—es seguido en todas partes, en un abrir y cerrar de ojos pronto todos estaremos asfixiados. Es por eso que se nos hizo necesario ponerle a todo desarrollo futuro la condición de ser s u s t e n t a b l e , a fin de llenar el concepto de contenido realmente factible y socialmente deseable. 7.3
L A DOMINACIÓN ESTRUCTURAL Y LA CULTURA DE LA DESIGUALDAD SUSTANTIVA
El gran desafío del desarrollo sustentable que debemos encarar ahora no puede ser abordado sin eliminar las restricciones paralizadoras del carácter a d v e r s a r i a l de nuestro proceso de reproducción social. Por eso la cuestión de la i g u a l d a d s u s t a n t i v a no puede ser eludida en nuestro tiempo, en contraste con el pasado. Porque s u s t e n t a b i l i d a d significa estar realmente en control de los vitales procesos sociales, económicos y culturales mediante los cuales los seres humanos no meramente sobreviven, sino pueden también encontrar la satisfacción, en concordancia con los planes que ellos mismos establecen, en lugar de verse a
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merced de fuerzas naturales impredecibles v determinaciones socioeconómicas seminaturales. Nuestro orden social existente está edificado sobre el antagonismo estructural entre el capital y el trabajo, y por consiguiente necesita ejercer un c o n t r o l e x t e r n o sobre todas las fuerzas reacias. La a d v e r s a r i e d a d es la consecuencia obligada de un sistema de esa naturaleza, sin i m p o r t a r cuánto despilfarro de recursos humanos y económicos se ocasione en pago de su sostenimiento. Sin embargo, el imperativo de eliminar el despilfarro va se asoma claramente en el horizonte, como una fuerte exigencia de desarrollo s u s t e n t a b l e . Porque a la larga la "economía" tiene que ir de la mano con la e c o n o m i z a c i ó n racional y humanamente significativa, como lo dicta la esencia de su concepto. Pero la manera significativamente economizadora de regular nuestro proceso de reproducción metabólica social, sobre la base de un control i n t e r n o / a u t o d i r i g i d o , al contrario del control e x t e r n o / d e arriba abajo hov prevaleciente, resulta ser radicalmente incompatible con la d e s i g u a l d a d y a d v e r s a r i e d a d e s t r u c t u r a l e s . El sistema de tipo soviético poseía su propia forma de adversariedad, que finalmente terminó derrumbándolo. Pero nadie debe alimentar la ilusión de que nuestro tipo de sistema del capital es inmune a esas contradicciones, sólo porque hasta ios momentos ha podido manejar el despilfarro v la desigualdad de un modo más efectivo. En nuestras sociedades las determinaciones estructuralmente atrincheradas y salvaguardadas de la desigualdad material se ven reforzadas en gran medida por la c u l t u r a d e la d e s i g u a l d a d dominante, va mencionada, a través de la cual los individuos i n t e r i o r i z a n su "posición en la sociedad", resignándose más o menos de buen grado a su situación de subordinación ante quienes toman las decisiones sobre su actividad vital. Esa cultura fue constituida en paralelo con la formación de las nuevas estructuras de desigualdad del capital, sobre los basamentos inicuos heredados del pasado. Se dio una i n t e r a c c i ó n r e c í p r o c a entre las estructuras reproductivas materiales y la dimensión cultural, que creó un círculo vicioso que confinó a la inmensa mayoría de los individuos dentro de su esfera de acción estrictamente restringida. Si hoy prevemos un cambio cualitativo para el futuro, como debemos, no podemos negar el papel vital de los procesos culturales. Porque no podrá haber ruptura del círculo vicioso si no logramos poner en marcha el mismo tipo de interacción—pero esta vez en una dirección emancipadora positiva— que caracterizó al desarrollo social en el pasado. No se puede prever un viraje instantáneo del presente modo de reproducción social, a la larga absolutamente insostenible, a un modo de reproducción social que ya no esté cargado de las tendencias destructivas de las confrontaciones adversariales de nuestro tiempo. El éxito dependerá de la constitución de una c u l t u r a d e la i g u a l d a d s u s t a n t i v a , con la participación activa de todos, y del estar c o n c i e n t e s de nuestra propia cuota de r e s p o n s a b i l i d a d implícita en el funcionamiento de ese m o d o — n o adversarial—de tomar decisiones.
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Es comprensible, entonces, que en la creación de la cultura de la desigualdad sustantiva por tan largo tiempo establecida, se viesen involucrados hasta los más grandes e ilustres pensadores de la burguesía en ascenso, como hijos de su tiempo y de su posición social. Permítaseme ilustrar este punto con la lucha de toda la vida de Goethe con el significado de la leyenda de Fausto, que quería representar la búsqueda de la realización de su destino de la humanidad. Como sabemos, de acuerdo con el pacto del conturbado Fausto con el demonio, él está condenado a perder su apuesta (y su alma) en el m o m e n t o en que halle la realización y la satisfacción de su vida. Y es así como Fausto acoge el fatídico momento: Quisiera ver esas masas laboriosas estar sobre tierra libre como pueblo libre. Y al momento entonces yo diré: ¡que así permanezcan, tan hermosos! Ni el paso de los siglos borraría esa visión de un día de mi vida; ya lo veo venir, y me llena de dicha vivir en regocijo mi mejor momento.^'* Sin embargo, con suprema ironía Goethe muestra que la gran excitación de Fausto está fuera de lugar. Porque lo que él saluda (cegado por Sorge) como la magna obra para conquistar la tierra de los pantanos, en cumplimiento de su propio plan, es en realidad el ruido que hacen los lémures que excavan su sepultura. Y sólo la intervención celestial puede, al final, salvar a Fausto, rescatando su alma de las garras del diablo. La grandeza de Goethe queda en evidencia en la manera como indica también por qué la búsqueda de Fausto debe terminar en ironía v en insoluble ambigüedad, aunque Goethe no puede distanciarse de la visión del mundo de su h é r o e , atrapado por la concepción de la "desigualdad ilustrada". He aquí la consumación de la visión faustiana: .Sólo la voz del amo hará real la acción V que se cumpla lo que tengo en mente. ¡Pueblo mío, sal de tu descanso, que el mundo vea el fruto del audaz mandato! Toma las herramientas, la azada y la pala, es tu deber, hay que llevar a cabo el trabajo que se pide. Con presta diligencia y firme disciplina ganaremos las cumbres más altas. Para acabar la magna obra que se planifica hacen falta mil manos v una sola mente.
^" Tomado de la Segunda Parte, Acto V, del Fausto de Goetlie. El autor cita de la traducción al inglés por Philip Wayne, Penguin Class, Harmondsworth, Middlesex, 1959, pp. 267-270. [N. del T. Nuestra traducción al español es una versión utilitaria, que elimina la rima y la métrica, y sólo pretende conservar el sentido].
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Claramente, destinar a la inmensa mayoría de la humanidad al papel de "manos" a las que se les pide "tomar las h e r r a m i e n t a s " al servicio de "una sola m e n t e " v obedecer "la v o z d e l a m o " con "presta d i l i g e n c i a " y "firme disciplina", no resultará nada sostenible a la larga, independientemente de cuánto pueda parecerse al estado de cosas actualmente dominante. ;Cómo podríamos considerar que los seres humanos confinados a ese papel están "sobre tierra libre c o m o p u e b l o libre"? Las instrucciones que le da Fausto al S u p e r v i s o r acerca del modo de controlar a los trabajadores, si bien fielmente realistas hasta para nuestra situación actual, reflejan el mismo espíritu insostenible: Emplea todos los medios, v procura poner a más trabajadores, turno a turno, estimúlalos con suavidad v buen control. Págales, halágalos, ponlos en patrullas, v pásame un reporte cada día, que me muestre como avanzan mis esclusas v mis diques. ¿Y qué significado podemos darle al "gran plan en pro de la humanidad" de Fausto, cuando el orden social del capital es radicalmente incompatible con la p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l sin la cual no es posible asegurar la supervivencia misma de la humanidad? Como el Mefistófeles de Goethe describe las expectativas que nos aguardan con gran realismo: ,• Y de qué vale tanto afán por crear si al final todo concluve en el olvido? "Mil manos" al servicio de "una sola mente" obviamente no nos pueden ofrecer ninguna solución. Ni tampoco puede el místico Coro de Angeles de la última escena del Fausto de Goethe contrarrestar la amenaza del o l v i d o que aguarda al final del camino. En una época algo más desgarrada por los conílictos, Balzac, en una de sus grandes novelas, M e l m o t h r e c o n c i l i a d o , retoma el tema de Fausto, pero rescata de una manera muv diferente a Melmoth/Fausto, quien, gracias a su pacto con el diablo, disfruta de ilimitada riqueza a lo largo de su vida. No hay necesidad de intervención divina en este caso. Por el contrario, la solución es presentada con ironía y sarcasmo extremos. Porque Melmoth salva ingeniosamente su propia alma—cuando siente que la muerte se aproxima v quiere salirse de su pacto con el diablo—haciendo un trato con otro hombre, Castanier, en problemas por un desfalco, con el que intercambia su alma en peligro, y que no vacila en participar en un trato que le confiere ilimitada riqueza. Y las palabras de Castanier, cuando le toca su turno y a su vez da con la idea de cómo salir del problema final consiguiendo otra alma a cambio de la suya empeñada al diablo, condensan de manera impactante el sarcasmo de Balzac, que actualiza el profético diagnóstico de Thomas Münzer acerca de la alienación que todo lo invade. Castanier va a la bolsa de valores, absolutamente convencido de que logrará encontrar a alguien cuya alma poder obtener a cambio de \a suva, diciendo que en la bolsa de valores "hasta el Espíritu
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S a n t o t i e n e su c o t i z a c i ó n " (II B a n c o di S a n t o S p i r i t u del Vaticano) en la lista de los grandes bancos.^'* Sin embargo, bastaría con seguir aunque fuese por unos pocos días las amenazadoras perturbaciones de nuestras bolsas de valores para darnos cuenta de que la solución de Melmoth no es más realista hoy día que la intervención celestial de Goethe. Nuestro desafío histórico de garantizar las condiciones de un desarrollo sustentable tiene que ser resuelto de una manera muy distinta. Desembarazarnos de la cultura de la desigualdad sustantiva, y reemplazarla progresivamente por una alternativa viable es el camino que necesitamos tomar.
^" La inspiración directa para la novela de Balzac fue un cuento largo de un sacerdote anglicano irlandés, descendiente de un padre hugonote francés que huyó de Francia luego de la revocación del Edicto de Nantes. Esa obra, escrita por Charles Robert Maturin, cura de la iglesia de St. Peter en Dublin, y titulada Melmoth the Wanderer [Melmoth el errante] fue publicada por primera vez en Dublin, en 1820, e inmediatamente traducida al francés. (Hay una edición reciente por The Folio Society, Londres, 1993, pp. Xvii. + 506, con introducción de Virendra P. Varma). La gran diferencia está en que mientras el errante Melmoth de Maturin no puede al final escapar del infierno, la manera muy distinta que tiene Balzac de enfocar la leyenda de Fausto, con ironía y sarcasmo devastadores, traslada la historia a un plano radicalmente diferente, y pone de relieve una determinación vital de nuestro orden social.
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Capítulo 8 La educación más alia del capital*
El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez, en verdad hasta el borde la muerte; nadie vive durante diez horas sin aprender. Paracelso Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes prehecbos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (...) Las redenciones han venido siendoformales; es necesario que sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual(...) La escuela v el hogar son las dosformidahles cárceles del hombre. José Martí La teoría materialista de que los hombres son producto de ¡as circunstancias j de la educación, v de que, por tanto, los hombres modijicados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias, v que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues,Jorzosamente, a la di visión de la sociedad en dos partes, una de las cuales [los educadores] está por encima de la sociedad (asi, por ej., en Roberto Owen...) La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como p r á c t i c a r e v o l u c i o n a r i a . Marx
Escogí esos tres epígrafes a fin de anticipar algunos de los puntos principales de esta conferencia. El p r i m e r o , del gran pensador del siglo XVI Paracelso; el segundo de José M a r t í y el t e r c e r o de M a r x . El p r i m e r o d i c e , en a b i e r t a contradicción con la concepción actualmente en boga p e r o tendenciosamente estrecha, que "El a p r e n d i z a j e e s n u e s t r a v i d a m i s m a , d e s d e la j u v e n t u d hasta la v e j e z , e n v e r d a d hasta e l b o r d e la m u e r t e ; n a d i e v i v e d u r a n t e d i e z h o r a s s i n aprender".^''En cuanto a José Martí, él escribe, sin duda, en el mismo espíritu de ParaceJso cuando insiste en que "La educación
empieza con
"Conferencia de Apertura en el Fórum Mundial de Educa^ao, Porto Alegre, Brasil, 28 de julio de 2004. ^" Paracelso, Selected Writings, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1951. p. 181.
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la v i d a , y n o acaba s i n o c o n la m u e r t e " . Pero agrega algunas especificaciones cruciales, criticando fuertemente los correctivos intentados en nuestras sociedades V también resumiendo la inmensa tarea que tenemos por delante. Es así como pone en su debida perspectiva a nuestro problema: Se viene a la tierra como cera, y el azar nos vacía en moldes prehechos.Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera (. •.) Las redenciones han venido siendo formales; es necesario que sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual (...) La escuela y el hogar son las dos formidables cárceles del hombre.'"" Y el tercer epígrafe, escogido entre las "Tesis sobre Feuerbach" de Marx, pone de relieve la línea divisoria que separa a los socialistas utópicos, como Robert Owen, de los que en nuestro tiempo tienen que superar los graves antagonismos estructurales de nuestra sociedad. Porque esos antagonismos le cierran el camino al cambio absolutamente necesario sin el cual no puede haber esperanza para la supervivencia misma de la h u m a n i d a d , ni m u c h o menos para m e j o r a r las condiciones de la existencia. Esas fueron las palabras de Marx: La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias v de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas/ de una educación distinta, olvida que son precisamente los hombres los que cambian las circunstancias, y que el educador mismo necesita ser educado. Conduce, pues,forzosamente, a la division de la sociedad en dos partes, una de las cuales [los educadores] está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen...) La coincidencia de la modificación de las circunstanciasy de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como p r a c t i c a
revolucionaria.'' El punto que quiero destacar es que no sólo la tercera cita, sino las tres cada cual a su modo, cubriendo un período de casi cinco siglos, subrayan el imperativo de instituir—v al mismo tiempo hacer irreversible—un cambio estructural radical. Un cambio que nos lleve m á s a l l á d e l c a p i t a l en el sentido genuino y educacionalmente viable del término. 8.1
LA LÓGICA INCORREGIBLE DEL CAPITAL Y SU IMPACTO SOBRE LA EDUCACIÓN
No muchas personas querrían negar hov que los procesos educativos y los procesos sociales más amplios están e s t r e c h a m e n t e i n t e r r e l a c i o n a d o s . En concordancia no es concebible una reformulación significativa de la educación sin la correspondiente transformación del marco social en el que las prácticas educativas de una sociedad deben desempeñar sus funciones vitalmente im portante s e históricamente cambiantes. Pero más allá del acuerdo en torno a este simple hecho '"• José Martí, "Libros", en Obras completas, vol. 18, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1991, pp. 290-1. -'•' Karl Marx, "Tesis sobre Fevierbach", en Carlos Marx v Federico Engels, Obras escogidas. Tomo II, Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1952. pp. 376-77.
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los caminos se dividen abiertamente. Porque, si el caso es que el propio modo de reproducción social establecido se da por válido como el obligado marco del cambio social, entonces en nombre de la reforma tan sólo los ajustes menores resultarían admisibles en todos los campos, la educación incluida. Bajo tales restricciones de prejuicio aprion'stico los cambios serían admisibles con el único propósito legítimo de c o r r e g i r algún detalle defectuoso del orden establecido, para así conservar intactas en su totalidad a las determinaciones estructurales fundamentales de la sociedad, en conformidad con los requerimientos inalterables de la l ó g i c a g e n e r a l del sistema reproductivo establecido. Se permitirá ajustar las maneras como se supone que los intereses particulares en conflicto se adaptarán a la r e g l a m e n t a c i ó n general de la reproducción social preestablecida, pero en modo alguno se permitirá cambiar la p r o p i a r e g l a m e n t a c i ó n g e n e r a l . Esa lógica excluye, con categórica irreversibilidad, la posibilidad de legitimar el conflicto entre las f u e r z a s h e g e m ó n i c a s r i v a l e s f u n d a m e n t a l e s como mutuas a l t e r n a t i v a s v i a b l e s , trátese tanto del terreno de la producción material como del campo cultural/educativo. Hubiese resultado por demás absurdo, entonces, esperar la formulación de un ideal educativo desde el punto de vista del orden dominante feudal que concibiera la dominación de los siervos, como clase social, sobre los señores de la clase dominante bien atrincherada. Naturalmente, lo mismo vale para la a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a entre el c a p i t a l y el trabajo. Como era de esperar, entonces, hasta las utopías educativas más nobles, formuladas en el pasado desde el punto de vista del capital, tenían que mantenerse estrictamente dentro de los límites de la perpetua dominación del capital como modo de reproducción metabólica social. Los intereses de clase objetivos tenían que prevalecer, incluso cuando los autores subjetivamente bien intencionados de esas utopías y discursos críticos percibían nítidamente y ponían en la picota las manifestaciones inhumanas de los intereses materiales dominantes. Su postura crítica no podía ir más allá de querer que se utilizasen las r e f o r m a s e d u c a t i v a s propuestas por ellos con la finalidad de remediar los peores e f e c t o s del orden reproductivo capitalista establecido sin eliminar, no obstante, sus b a s a m e n t o s c a u s a l e s antagonísticos hondamente arraigados. La razón por la cual todos los esfuerzos hechos en el pasado con la intención de instituir cambios importantes en la sociedad mediante reformas educativas iluminadoras, conciliadas con el punto de vista del capital, tenían que terminar en el fracaso fue—y lo sigue siendo hoy día—el hecho de que las determinaciones fundamentales del sistema del capital son i r r e f o r m a b l e s . Como aprendimos demasiado bien de la triste historia de más de cien años de estrategia reformista, desde Edward Bernstein^'* y sus colaboradores—quienes hace muchos años "" Para un estudio en detalle de la estrategia reformista de Bernstein, ver el capítulo titulado "Bernstein's representative blind alley" en mi libro The Power of Ideology, Harvester/Whetsheaf, Londres, 1989; en portugués O Poder da Ideología, edición ampliada, Boitempo Editorial, Sao Paulo, 2004.
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prometieron la transformación gradual del orden capitalista en uno cualitativamente diferente, socialista—el capital es irreformable porque por naturaleza propia, como totalidad reguladora sistémica, es absolutamente i n c o r r e g i b l e . Si no logra i m p o n e r l e s a los m i e m b r o s de la sociedad, incluidas las personificaciones "cuidadosas" del capital, los imperativos estructurales del sistema en su totalidad, entonces pierde su viabilidad como el regulador históricamente dominante del modo de reproducción metabólica social omniabarcante bien establecido. En consecuencia, en sus parámetros estructurales fundamentales el capital tiene que seguir siendo siempre i n d e s a f i a b l e , aun cuando haya toda clase de correctivos estrictamente marginales que resulten no sólo compatibles con su dominio, sino además beneficiosos y en verdad necesarios para él, en pro de la supervivencia permanente del sistema. Restringir el cambio educativo radical a los márgenes correctivos del capital al servicio de sí mismo, significa abandonar del todo, a sabiendas o no, el objetivo de la transformación social cualitativa. Por eso mismo, sin embargo, procurar márgenes de r e f o r m a s i s t é m i c a dentro del marco del propio sistema del capital constituye una i n c o n g r u e n c i a . Por eso es necesario r o m p e r c o n la l ó g i c a d e l c a p i t a l si queremos considerar la creación de una alternativa educativa significativamente diferente. Por razones del tiempo limitado no me puedo referir aquí más que a dos figuras importantes de la burguesía ilustrada, para explicar los límites objetivos insuperables aunque estén aunados a las mejores intenciones subjetivas. El primero de ellos es uno de los más grandes economistas políticos de todos los tiempos, Adam Smith, y el segundo el destacado reformador social y educativo utópico— que también trató de llevar a la práctica lo que predicaba, hasta que llegó a la quiebra económica—Robert Owen. Adam Smith, a pesar de su profundo compromiso con la manera capitalista de organizar la reproducción económica v social, condenó de manera inequívoca el impacto negativo del sistema sobre el pueblo trabajador. Hablando del "espíritu comercial" como causa del problema, insistió en que éste limita la visión de los hombres. Allí donde se lleva a la perfección la división del trabajo, cada quien tiene una única operación que ejecutar; a ella se limita toda su atención, y por su mente pasan muy pocas ideas que no tengan una c o n e x i ó n i n m e d i a t a con ella. Cuando utilizamos la mente en una variedad de aspectos, ésta en cierta forma se amplía y se agranda, y por tal razón reconocemos que el alcance de las ideas de un artesano del campo supera al de uno de la ciudad. El primero quizá sea a la vez ebanista, carpintero y constructor de armarios, y por supuesto que debe aplicar su atención a una cantidad de objetos de muy distintos tipos. El último quizá sea solamente constructor de armarios; le dedicará todo su pensamiento a ese tipo de trabajo en particular, y no tendrá oportunidad de comparar una cantidad de objetos, así que su visión de las cosas más allá de su propio oficio no podrá ser de ninguna manera tan amplia como la del otro. Y eso se acentuará aún más cuando t o d a la a t e n c i ó n d e u n a p e r s o n a le esté dedicada a un diecisieteavo d e u n alfiler o un octogésimo de u n botón,
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que así de divididas están esas manufacturas. (...) Estas son las desventajas de un espíritu comercial. Se contrae la mente de los individuos, y ya no son capaces de elevarse. Se desprecia a la educación, o al menos se le descuida, y el espíritu heroico se extingue casi por entero. Ponerle un correctivo a esos defectos debería ser asunto digno de una seria atención.^" Sin embargo, la "seria atención" propugnada por Adam Smith significa realmente muy poco, si es que algo significa. Porque este agudo observador de las condiciones de Inglaterra bajo el "espíritu comercial" en triunfal avance no pudo hallar otro correctivo que la denuncia moralizadora de los e f e c t o s degradantes de las fuerzas que subyacen, echándoles la culpa a los propios trabajadores individuales V no al sistema que les impone esa infeliz situación. En ese espíritu Smith escribe que Cuando el muchacho llega a adulto no tiene idea de cómo poder divertirse.Por eso cuando sale del trabajo tiene que entregarse a la bebida y al exceso. En consecuencia tenemos que en las zonas comerciales de Inglaterra los asalariados están en su mavoría en esa despreciable condición; el trabajo de media semana les da para mantenerse, y por su carencia de educación no tienen otra diversión que el exceso y el libertinaje."" Así, la explotación capitalista del "tiempo libre" ¡levada a la perfección hoy día, bajo el régimen del "espíritu comercial" mucho más actualizado, parece ser la solución, sin alterar en lo más mínimo la esencia alienante del sistema. La consideración de que a Adam Smith le hubiese gustado haber instituido algo mucho más elevante que la explotación implacable e insensible del "tiempo libre" de los jóvenes, no altera el hecho de que incluso el discurso de esa gran figura de la Ilustración escocesa es del todo incapaz de abordar las causas y tiene que quedar atrapado dentro del círculo vicioso de los e f e c t o s que condena. Los límites objetivos de la lógica del capital prevalecen, incluso al hablar de las grandes figuras que conceptuaron el mundo desde el punto de vista del capital, hasta cuando ellas tratan subjetivamente de expresar, con espíritu ilustrado, una preocupación humanitaria genuinamente sostenida. Nuestro segundo ejemplo, Robert O w e n , medio siglo después de Adam Smith, no anda con rodeos para denunciar la procura de ganancias y el poder del dinero, e insiste en que "El empleador considera a los empleados como m e r o s i n s t r u m e n t o s para la ganancia".^^' No obstante, en su experimento educativo práctico espera que la cura provenga del impacto de la "razón" y la "ilustración", y les predica no a "los conversos" sino a los "inconvertibles" que no pueden pensar
^" Adam Smith, Lectures on Justice, Police, Revenue, and Arms (1763). En A. Smith's Moral and Political Philosophy, ed. por Herbert W. Schneider, Haffner Pubhshing Co., Nueva York, pp. 318-21. ™ Ibid., pp. 319-20. ^^' Robert Owen, A New View of Society and Other Writings, Everyman, Londres, 1927, p. 124.
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acerca del trabajo en términos distintos a "mero instrumento para la ganancia". Es así como Owen argumenta su tesis: ¿Continuaremos entonces negándoles la instrucción nacional a nuestros semejantes a quienes, como se ha visto, se les puede adiestrar fácilmente para que sean miembros del Estado industriosos, inteligentes, virtuosos y valiosos? Es cierto, en verdad, que todas las medidas que hov proponemos son apenasuna transacción con los errores del sistema actual; pero por cuanto esoserrores existen en el presente de manera casi universal, y no pueden sersuperados más que por la fuerza de la razón; y puesto que la razón, siquiere alcanzar los propósitos más beneficiosos, avanza paso a paso y vaverificando progresivamente una verdad de alta significación tras otra, a lasmentalidades de pensamiento amplio y acertado les resulta evidente que cabeesperar que tan sólo ésas y otras transacciones similares podrían teneréxito en la práctica. Porque tales transacciones le presentan al píiblico tantoel error como la verdad; y puesto que ambos serán exhibidos juntos demanera razonable en definitiva la verdad tendrá que prevalecer. (...) Cabeesperar confiadamente que estamos a punto de llegar al momento en que losseres humanos dejen de infligirles innecesario sufrimiento a otros sereshumanos por culpa de la ignorancia; porque la inmensa mayoría de la humanidad se volverá ilustrada, y discernirá con claridad que al actuar de talmodo generará inevitablemente el sufrimiento para sí misma."' Lo que convierte a este discurso en extremadamente problemático, no obstante las mejores intenciones del autor, es que tiene que conformarse a los límites lesivos del capital. Por eso el noble experimento utópico práctico de Owen en Lanark está condenado al fracaso. Porque trata de lograr lo imposible: la conciliación de una c o n c e p c i ó n del u t o p i s m o l i b e r a l / r e f o r m i s t a con los implacables dictados del orden estructuralmente incorregible del capital. El discurso de Owen revela la estrecha relación entre el utopismo liberal y la propugnación de procedimientos "paso a paso", "sólo a base de transacciones", y en el deseo de superar los problemas existentes "únicamente por la fuerza de la razón". Sin embargo, puesto que los problemas sobre el tapete son a b a r c a n t e s , y se c o r r e s p o n d e n con los r e q u e r i m i e n t o s inalterables de la d o m i n a c i ó n y subordinación estructural, la contradicción entre el carácter g l o b a l omniabarcante de los fenómenos sociales criticados y la p a r c i a l i d a d y g r a d u a l i s m o de los correctivos propuestos—que sólo resultan compatibles con el punto de vista del capital—tiene que ser suprimida de manera ficticia gracias a la arrolladura generalidad de algún "deber ser" utópico. Así, en la caracterización que hace Owen del "¿qué hacer?" vemos un viraje desde los fenómenos sociales específicos originalmente bien demarcados—por ejemplo la deplorable condición de que "el empleador considera a los empleados como m e r o s i n s t r u m e n t o s para la ganancia"—a la vaga y atemporal generalidad del "error" y la "ignorancia", para concluir de manera circular que el problema de "la verdad enfrentada al error y la ™ Ibid., pp. 88-89.
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ignorancia" (del cual se dice que es cuestión de "la razón y la ilustración") no puede ser resuelto "más que por la fuerza de la razón". Y, por supuesto, la garantía que se nos da del éxito del correctivo educativo owenista es, de nuevo, de tipo circular: la aseveración de que "en definitiva la verdad tendrá que prevalecer, porque la humanidad en masa se volverá ilustrada". En las raíces de la vaga generalidad de la concepción remedial de Owen hallamos que su gradualismo utópico está motivado, reveladoramente, por el temor a, y la angustia por, la emergente alternativa social e histórica hegemónica del trabajo. En ese espíritu insiste en que, bajo las condiciones en las que los trabajadores están condenados a vivir, ellos adquieren una ruda ferocidad de carácter, que, si no se toman las adecuadas medidas legislativas que impidan su acrecentamiento y se mejoran sus condiciones de clase, tarde o temprano precipitará al país a un estado de peligro formidable y quizás irresoluble. El objetivo directo de estas observaciones es procurar una mejoría y prevenir el peligro.'" Cuando los pensadores reprueban "el error y la ignorancia" deberían indicar también el suelo del que nacen los pecados intelectuales criticados, en vez de suponer que ambos constituyen su propio basamento final irreductible, al cual ni se le puede ni se le debe formular la pregunta "¿por qué?". De la misma manera, también la apelación a la autoridad de "la razón v la ilustración" como la infalible solución a futuro de los problemas analizados elude falazmente la pregunta "¿por qué la razón y la ilustración no funcionaron en el pasado?", y ya que no lo hicieron "¿qué garantía hay de que sí lo harán en el futuro?". Sin duda, Robert Owen no es de ninguna manera el único pensador que propone que "el error y la ignorancia" son el basamento final explicatorio de los fenómenos denunciados, que se verán felizmente rectificados por el poder omnipotente de "la razón y la ilustración". Comparte esa característica, y la fe positiva asociada a ella —sin ninguna base de sustentación firme— con toda la tradición de la ilustración liberal. Eso hace que la contradicción subyacente sea de tanta significación v tan difícil de superar. En consecuencia, cuando objetamos la circularidad de tales diagnósticos finales y declaraciones de fe, que insisten en que no es posible ir más allá del punto supuestamente explicatorio, no nos podemos dar por satisfechos con la idea, con tanta frecuencia presente en las argumentaciones filosóficas, de que esas respuestas dudosas nacen del "error" de los pensadores que criticamos y que debe ser corregido a su vez mediante el "razonamiento apropiado". Hacerlo significaría cometer el mismo pecado de nuestro adversario. El discurso crítico de Robert Owen v su correctivo educativo nada tienen que ver con un "error de lógica". La dilución de su diagnóstico social en un punto crucial, y la circularidad de las vagas v atemporales soluciones presentadas por Owen, constituyen o b l i g a d o s d e s c a r r i l a m i e n t o s p r á c t i c o s , debido no al ™ Ibid., p. 124.
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carácter defectuoso de la lógica formal del autor, sino a la i n c o r r e g i b i l i d a d de la l ó g i c a p e r v e r t i d a d e l c a p i t a l . Es ésta la que le niega categóricamente la posibilidad de hallar respuestas en una genuina asociación comunitaria con el sujeto social cuya "ferocidad de carácter" potencialmente ruda él teme. Así que termina por caer en la contradicción—no lógica sino fundamentalmente práctica—de querer cambiar las relaciones deshumanizadas establecidas mientras se rechaza, como tan sólo un agudo peligro, la única alternativa social hegemónica para ellas. La contradicción insoluble reside en la concepción de Owen de un c a m b i o s i g n i f i c a t i v o que constituya la p e r p e t u a c i ó n d e l o e x i s t e n t e . La circularidad que hemos visto en su razonamiento es la consecuencia obligada de a c e p t a r un "resultado": el triunfo de la "razón" (procediendo sin correr riesgos, "paso a paso ), q u e p r e s c r i b e que "el e r r o r y la i g n o r a n c i a " c o n s t i t u y e n el p r o b l e m a adecuadamente decantado, y que la razón está en plena capacidad de resolver. De esa manera, aunque inconscientemente, se r e v i e r t e la relación entre el problema y su solución, y con ello se redefine ahistóricamente el problema a fin de que se amolde a la solución conceptualmente preconcebida v capitalistamente permisible. Es eso lo que ocurre cuando hasta un reformador social y educativo ilustrado, que trata honestamente de remediar los e f e c t o s alienantes v deshumanizadores del "poder del dinero" y la "búsqueda del lucro" que él deplora, no puede zafarse de la chaqueta de fuerza de las autoimpuestas d e t e r m i n a c i o n e s causales del capital. El impacto de la lógica incorregible del capital sobre la educación ha resultado muy grande a lo largo del desarrollo del sistema. Desde los primeros días sangrientos de la "acumulación primitiva" hasta el presente, en el campo de la educación únicamente han cambiado las m o d a l i d a d e s de los imperativos estructurales del capital que se iba imponiendo, en sintonía con las circunstancias históricas alteradas, como veremos en la siguiente sección. Es por eso que el significado del cambio educativo radical hoy día no puede ser otro que hacer jirones la chaqueta de tuerza de la lógica incorregible del sistema: diseñando y siguiendo consistentemente la estrategia de r o m p e r el d o m i n i o d e l c a p i t a l por todos los medios a la disposición, y también con aquellos dentro del mismo espíritu que no han sido inventados todavía. 8.2
L o s CORRECTIVOS NO PUEDEN SER ÚNICAMENTE FORMALES: TIENEN QUE SER ESENCIALES
Parafraseando el epígrafe tomado de José Martí, podemos decir con él que "los c o r r e c t i v o s n o p u e d e n ser ú n i c a m e n t e f o r m a l e s : t i e n e n que ser esenciales","* La educación institucionalizada, en especial en el último siglo y medio, estuvo al servicio—en su conjunto—de no sólo la aportación del k n o w - h o w y eí personal que necesitaba la maquinaria productiva del sistema del capital en Ver Nota 2.
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expansión, sino también de generar y t r a n s m i t i r un marco de valores que l e g i t i m a s e n los intereses dominantes, como si no pudiese existir ninguna otra alternativa a la conducción de la sociedad en forma de dominación y subordinación estructural jerarquizada, o bien "interiorizada" (es decir, aceptada por los individuos 'educados" adecuadamente), o bien impuesta de manera implacable por la fuerza. La historia misma tenía que ser tergiversada a fondo, y en verdad falsificada descaradamente, para ese propósito. Fidel Castro, hablando acerca de la falsificación de la historia cubana en la secuela de la guerra de independencia del colonialismo español, nos da un ejemplo desconcertante: ¿Qué nos dijeron en la escuela? ¿Qué nos decían aquello.? inescrupulosos libros de historia sobre los hechos? Nos decían que la potencia imperialista no era la potencia imperialista, sino que, lleno de generosidad, el gobierno de Estados Unidos, deseoso de darnos la libertad, había intervenido en aquella guerra v que, como consecuencia de eso, éramos libres. Pero no éramos libres por los cientos de miles de cubanos que murieron durante 30 años en los combates, no éramos libres por el gesto heroico de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que inició aquella lucha, que incluso prefirió que le fusilaran al hijo antes de hacer una sola concesión; no éramos libres por el esfuerzo heroico de tantos cubanos, no éramos libres por la prédica de Marti, no éramos libres por el esfuerzo heroico de Máximo Gómez, Calixto García y tantos de aquellos proceres ilustres; no éramos libres por la sangre derramada por las veinte v tantas heridas de .Antonio Maceo y su caída heroica en Punta Brava; éramos libres sencillamente porque Teodoro Roosevelt desembarcó con unos cuantos rangers en Santiago de Cuba para combatir contra un ejército agotado y prácticamente vencido, o porque los acorazados americanos hundieron a los "cacharros" de Cervera frente a la bahía de Santiago de Cuba. Y esas monstruosas mentiras, esas increíbles falsedades eran las que se enseñaban en nuestras escuelas."' Tergiversaciones de este tipo son lo normal cuando los intereses en juego son r e a l m e n t e altos, y p a r t i c u l a r m e n t e c u a n d o atañen d i r e c t a m e n t e a la racionalización y legitimación del orden social establecido como el "orden natural" presuntamente inalterable. Entonces la historia debe ser reescrita y propagandizada de la forma más distorsionada, no sólo en los órganos de formación de la opinión pública de amplia diíusión, desde los periódicos de circulación masiva hasta los canales de radio y televisión, sino también en las teorías académicas supuestamente objetivas. Marx nos ofrece una desoladora caracterización de cómo la ciencia de la Economía Política trata una cuestión vital de la historia capitalista, conocida como la a c u m u l a c i ó n p r i m i t i v a u o r i g i n a l d e l c a p i t a l . En un vigoroso capítulo de El c a p i t a l escribe: La acumulación primitiva desempeña en Economía Política el mismo papel que el pecado original en teología. Adán mordió la manzana, y con ello cayó el pecado
^^^ Fidel Castro, José Martí: El autor intelectual. Editora Política, La Llábana, 1983, p. 162. Ver también la p. 150 del mismo libro. [En español en el original],
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sobre la raza humana. Se supone que su origen queda exphcado cuando se le narra como una anécdota acerca del pasado. En épocas ya muy remotas había dos clases de personas: una, la é l i t e laboriosa, inteligente y sobre todo e c o n o m i z a d o r a ; la otra, sinvergüenzas holgazanes, que dilapidaban sus bienes, y hasta más que eso, en una vida disoluta. (...) Aconteció así que los primeros acumularon riqueza y a los últimos ya no les quedó nada que vender aparte de sus propios pellejos. (...) Semejante t r i v i a l i d a d infantil se nos predica a diario en defensa de la propiedad. (...) En la historia real, es un hecho notorio que la c o n q u i s t a , la e s c l a v i z a c i ó n , d d e s p o j o , el a s e s i n a t o , en resumen la f u e r z a , jugaron el papel principal. En los condescendientes anales de la economía política, reina lo idílico desde tiempos inmemoriales. (...) De hecho, los métodos de la acumulación primitiva tienen de todo menos de idílicos. (...) El proletariado se creó gracias a la disolución de las bandas de subditos feudales y a la e x p r o p i a c i ó n p o r la f u e r z a del suelo del pueblo; a las nacientes manufacturas les era imposible absorber ese proletariado "libre" [ v o g e l f r e i , es decir"libre como los pájaros", N.A] con la misma velocidad a la que iba siendo arrojado al mundo. Por otra parte, esos hombres, arrancados repentinamente de su modo de vida acostumbrado, tampoco podían adaptarse con igual celeridad a la disciplina de su nueva condición. Fueron convertidos en m a s s e en mendigos, ladrones y vagabundos, en parte por propia inclinación personal, y en muchos otros casos por el peso de las circunstancias. De aquí que a finales del siglo XV y durante la totalidad del XVI, a todo lo ancho de la Europa Occidental [se instituyó] una sanguinaria legislación en contra del vagabundaje. Los padres de la clase trabajadora actual fueron castigados por su t r a n s f o r m a c i ó n f o r z o s a en vagabundos e indigentes. La legislación los trataba como c r i m i n a l e s " v o l u n t a r i o s " , y asumía que d e p e n d í a d e la b u e n a v o l u n t a d p r o p i a c o n t i n u a r t r a b a j a n d o bajo las viejas condiciones que de hecho h a b í a n d e j a d o d e e x i s t i r . (...) De esos pobres fugitivos, de quienes Tomás Moro dice que se vieron forzados a robar, 72.000 p e q u e ñ o s y g r a n d e s l a d r o n e s f u e r o n e j e c u t a d o s durante el reinado de EnriqueVIII."'' N a t u r a l m e n t e , ni s i q u i e r a los p e n s a d o r e s a l t a m e n t e r e s p e t a d o s d e la clase d o m i n a n t e p o d í a n a d o p t a r u n a p o s i c i ó n q u e d i s i n t i e s e d e la f o r m a s u m a m e n t e c r u e l d e s o m e t e r a a q u e l l o s q u e había q u e m a n t e n e r bajo la f o r m a d e c o n t r o l más e s t r i c t a , e n i n t e r é s del o r d e n e s t a b l e c i d o . Al m e n o s , n o hasta q u e las c o n d i c i o n e s c a m b i a n t e s de la p r o p i a p r o d u c c i ó n c r e a r o n la n e c e s i d a d d e u n a fuerza l a b o r a l — m u y a m p l i a d a — b a j o las c o n d i c i o n e s e x p a n s i o n i s t a s de la r e v o l u c i ó n i n d u s t r i a l . En los t i e m p o s en q u e J o h n L o c k e e s c r i b i ó , había u n a d e m a n d a d e p e r s o n a l para empleos
l u c r a t i v o s m a y o r q u e la q u e h u b o en la é p o c a d e E n r i q u e VIII,
a u n q u e todavía m u y lejos d e la q u e se alcanzó d u r a n t e la r e v o l u c i ó n i n d u s t r i a l . Por lo t a n t o , el " e x c e d e n t e de p o b l a c i ó n " en significativa d i s m i n u c i ó n ya n o t e n í a que ser e x t e r m i n a d o f í s i c a m e n t e c o m o a n t e s . Sin e m b a r g o sí t e n í a q u e ser t r a t a d o del m o d o m á s a u t o r i t a r i o , r a c i o n a l i z a n d o al m i s m o t i e m p o la b r u t a l i d a d e i n h u m a n i d a d
Marx, CapitaL vol. 1, pp. 713-14 y 734-36.
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recomendadas en nombre de la moralidad altisonante. De igual manera, en las últimas décadas del siglo XVII, en conformidad con el punto de vista de la economía política del capital en ese tiempo, el gran ídolo del liberalismo moderno, John Locke—un terrateniente que vivía fuera de sus tierras en Somersetshire, y a la vez funcionario gubernamental con un sueldo sumamente generoso—predicaba la misma "trivialidad infantil" descrita por Marx. Locke insistía en que la causa de El aumento de! número de pobres (...) no puede significar otra cosa que el relajamiento de la disciplina y la corrupción de las costumbres; la virtud y la laboriosidad andan siempre juntas por su lado, en tanto que el vicio y la ociosidad lo hacen por el suyo. Por lo tanto, el primer paso para poner a trabajar a los pobres (...) debería ser la restricción de su libertinaje mediante la estricta puesta en práctica de las leyes dictadas contra éste [por Enrique VIII yotros]."' Como percibía anualmente la renumeración casi astronómica de alrededor de mil quinientas libras por sus servicios al gobierno (como Comisionado de la Junta de Comercio: uno de sus varios cargos), Locke no vacilaba en elogiar la perspectiva de que los pobres ganasen "un penique al día'V^" es decir, una suma aproximadamente 1.000 v e c e s más baja que sus propios ingresos por cuenta de uno solo de sus cargos en el gobierno. No causa sorpresa, entonces, que "El valor de sus propiedades para el momento de su muerte—cerca de 20.000 libras, de las cuales 12.000 eran en efectivo—resultase comparable con el de un próspero comerciante londinense".^" ¡Todo un éxito para alguien cuya fuente de ingresos principal era exprimir—y confesamente de muy buen grado—al Estado! Más aún, siendo un auténtico señor, con muy altos intereses económicos que proteger, quería también reglamentar los movimientos de los pobres mediante la draconiana medida de los pases, y propuso: Que todos los hombres que mendiguen sin pases en comarcas marítimas,estando baldados o que sobrepasen los cincuenta años de edad, y todos aquellos de cualquier edad que mendiguen también sin pases en comarcas del interior sin ningún litoral marino, sean enviados al correccional más cercano, para ser tenidos allí a trabajos forzados durante tres años.''" Y mientras las brutales leyes de Enrique VIII y Eduardo VI querían que se les cortase nada más "la mitad de la oreja" a los transgresores reincidentes, nuestro gran filósofo liberal y funcionario gubernamental—una de las figuras prominentes en el preludio de la Ilustración inglesa—sugería una mejora de esas leyes recomendando solemnemente la pérdida de las dos orejas, aplicable de una vez a los transgresores primerizos.^^' " ' Locke, "Memorandum on the Reform of the Poor Law", en H.R. Fox Bourne, The Life of John Locke, King, Londres, 1876, Vol. 2, p. 378. "* Ibid., p. 383. " ' Neal Wood, The Politics of Locke's Philosophy, University of California Press, Berkeley, 1983, p. 26. '"' Locke, "Memorandum on the Reform of the Poor Law", op.cit., p. 380. 2" Ibid.
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Al mismo tiempo, en su "Memorando sobre la reforma de la ley de los pobres" Locke proponía también la institución de escuelas talleres para los hijos de éstos desde una edad muy temprana, argumentando que: Los hijos de la gente trabajadora suelen constituir una carga para el municipio, y por lo general se les mantiene en la holgazanería, por lo que sutrabajo generalmente se pierde para la colectividad hasta los doce o catorce años de edad. El correctivo mi» efectivo que podemos concebir para eso, y que humildemente proponemos, es que en la antes mencionada nueva ley que se va a promulgar se estipule definitivamente que en cada municipio se funden escuelas talleres, a las que se les obligará a entrar a los hijos de todos los que dependen de la ayuda del municipio, entre los tres v los catorce años de edad, (..,)'" Sin ser él mismo un hombre religioso, la principal preocupación de Locke era cómo combinar la severa disciplina de trabajo y el adoctrinamiento religioso con un máximo de economización financiera estatal y municipal. Argumentaba que Otra ventaja adicional de hacer ir a los niños a una escuela taller es que por ese medio se les podría obligar a asistir regularmente a la iglesia cada domingo, junto con sus maestros y maestras, con lo cual se les podría inculcaralgo de religión; mientras que en la actualidad, dado que por lo general están siendo criados en la holgazanería y el relajo, ellos permanecen totalmente ajenos tanto a la religión y la m o r a l i d a d como a la l a b o r i o s i d a d . " Obviamente, entonces, las medidas que había que aplicarles a los "trabajadores pobres" eran radicalmente distintas de las que los "hombres de ilustración' consideraban adecuadas para sí mismos. A fin de cuentas todo se reducía a meras relaciones de poder, impuestas con suma brutalidad y violencia en el transcurso de los d e s a r r o l l o s capitalistas iniciales, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de c ó m o eran racionalizados en los "condescendientes anales de economía política", en palabras de Marx. Como es natural, las instituciones educativas tuvieron que ser adaptadas con el paso del tiempo, de acuerdo con las cambiantes determinaciones productivas del sistema del capital. De esa manera, la suma brutalidad y la violencia impuesta por la vía legal como medios educativos—una vez que las figuras de los inicios de la Ilustración, como el propio Locke, no sólo las aceptaban incondicionalmente sino hasta las promovían activamente, como hemos visto—tuvieron que ser dejadas atrás. Fueron abandonadas no por causa de consideraciones humanitarias, aunque con frecuencia se les racionalizó en esos términos, sino porque se comprobó que mantener la maquinaria de la imposición estricta resultaba económicamente despilfarradora, o por lo menos superflua.Y eso era cierto no sólo en cuanto a las instituciones educativas formales sino también en algunos campos conectados indirectamente con las ideas educativas. Para tomar un solo ejemplo significativo, "^ Loclce, "Memorandum on the Reform of the Poor Law", op.cit., p. 383. ^^' Ibid., pp. 384-85.
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el éxito inicial del experimento de Robert Owen no se debió al humanitarianismo paternalista de su capitalista ilustrado, sino a la relativa ventaja productiva que al principio disfrutó la empresa industrial de su comunidad utópica. Porque gracias a la reducción del día de trabajo absurdamente largo que prevalecía como regla general para ese m o m e n t o , el enfoque owenista del trabajo resultó en una i n t e n s i d a d mucho mayor de realización productiva durante el horario reducido. Sin embargo, una vez que las prácticas similares tuvieron una difusión más amplia, como tenía que ser bajo las reglas de la competencia capitalista, su empresa se vio condenada al fracaso y entró en bancarrota, a pesar de las opiniones indudablemente avanzadas de Owen en materia educativa. Las determinaciones generales del capital afectan profundamente a c a d a una de las áreas que tienen algo que ver con la educación, y no nada más a las instituciones educativas formales. Estas últimas están estrechamente integradas a la totalidad de los procesos sociales. No pueden funcionar apropiadamente si no están en sintonía con las d e t e r m i n a c i o n e s e d u c a t i v a s a b a r c a n t e s d e la s o c i e d a d en su conjunto. Bajo el dominio del capital la cuestión crucial es asegurar que los individuos en particular adopten las metas reproductivas objetivamente factibles del sistema como "sus propios fines". En otras palabras, en un sentido verdaderamente amplio del término e d u c a c i ó n , se trata de que los individuos " i n t e r i o r i c e n " — c o m o se indicó en el segundo párrafo de esta sección—la legitimidad de la posición que se les asigne en la jerarquía social, junto con sus expectaciones "apropiadas" y las formas de conducta "correctas" más o menos explícitamente estipuladas en ese terreno. A medida que la i n t e r i o r i z a c i ó n pueda ir ejerciendo sus buenos oficios en la afirmación de los parámetros reproductivos generales del sistema del capital, la brutalidad y la violencia podrán ser pasadas a un segundo plano (aunque en modo alguno abandonadas permanentemente), como modalidades despilfarradoras de la imposición de valores, como ciertamente ha ocurrido en el transcurso de los desarrollos capitalistas modernos. Sólo en períodos de crisis a g u d a se regresa a su posición prominente el arsenal de brutalidad y violencia a fin de imponer valores, como en tiempos recientes lo demostró la tragedia de los miles de d e s a p a r e c i d o s en Chile y Argentina. Sin duda, las instituciones educativas formales constituyen una p a r t e importante del sistema de interiorización general. Pero nada más una parte. Estén participando o no los individuos—durante una cantidad de años mayor o menor, pero siempre muy limitada—dentro de las instituciones de la educación formal, tienen que ser inducidos a la aceptación activa (o más o menos resignada) de los principios orientadores reproductivos dominantes de la sociedad en sí misma, como le convenga a su posición en el orden social, y en concordancia con las tareas reproductivas que les sean asignadas. Bajo condiciones de esclavitud o servidumbre feudal este problema resulta ser muy diferente de lo que tiene que prevalecer bajo el capitalismo, incluso si los individuos trabajadores individuales no están educados
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formalmente, o lo están en pequeña medida, en el sentido formal del término. Sin embargo, al interiorizar las ubicuas presiones externas, tienen que adoptar las p e r s p e c t i v a s g e n e r a l e s de la s o c i e d a d m e r c a n t i l i z a d a c o m o los l í m i t e s individualistamente incuestionables de sus propias aspiraciones. Únicamente la a c c i ó n c o l e c t i v a p l e n a m e n t e c o n c i e n t e puede sacarlos de esa situación paralizadora. Visto desde esa perspectiva, queda muy claro que la educación formal no constituye la fuerza cimentadora ideológica p r i m o r d i a l del sistema del capital; y que tampoco es capaz de proporcionar, p o r sí misma, una alternativa emancipadora radical para el mismo. Una de las funciones principales de la educación formal en nuestras sociedades es producir toda la conformidad o el "consenso" que pueda, dentro y a través de sus propios límites institucionalizados y legalmente sancionados. Sería un milagro descomunal esperar de la sociedad mercantilizada que ella promulgue activamente—o aunque sea t o l e r e — u n mandato que incite a sus instituciones educativas formales a abrazar a plenitud la gran tarea histórica de nuestro tiempo: es decir, la tarea de r o m p e r la l ó g i c a d e l c a p i t a l e n p r o d e la s u p e r v i v e n c i a d e la h u m a n i d a d . Es por eso que también en el campo de la educación los correctivos "no pueden ser forinales; tienen que ser esenciales". En otras palabras, tienen que abrazar la totalidad de las prácticas educativas de la sociedad establecida. Las soluciones educativas formales, incluso algunas de las más importantes, y hasta cuando estén protegidas por la ley, podrán ser r e v e r t i d a s del todo mientras la lógica del capital se mantenga intacta como el marco orientador de la sociedad. En Inglaterra, por ejemplo, los principales debates acerca de la educación, durante varias décadas, se centraron en la cuestión de las " c o m p r e h e n s i v e schools"* que se instituirían en sustitución del sistema escolar elitesco establecido largo tiempo atrás. En el transcurso de esos debates el Partido Laborista inglés no sólo adoptó como punto clave de su programa electoral la estrategia de reemplazar el anterior sistema de aprendizaje privilegiado por las "comprehensive schools", sino además le dio forma legal a esa política cuando logró llegar al gobierno, aunque ni siquiera entonces se atrevió a tocar al sector rnás privilegiado de la educación, las llamadas "public schools"." En la actualidad, sin embargo, el gobierno inglés del " n u e v o l a b o r i s m o " está e m p e ñ a d o en d e s m a n t e l a r el s i s t e m a de las "comprehensive schools", no sólo mediante la restauración de las viejas instituciones educativas elitescas sino además instituyendo una nueva variedad de "academias" que favorecen a la clase media y se le suman a aquéllas, a pesar de todas las criticas, incluso dentro de sus propios partidarios, por el establecimiento de un "sistema
* [Escuelas de secundaria de ingreso no selectivo, a diferencia de las "Grammar Schools", N.del T.] " En Inglaterra las "Public Schools" no son "escuelas públicas", como cabría esperar, sino "escuelas privadas" que cobran anualidades exorbitantes.
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dual" en ese campo, igual al sistema dual en vías de ser establecido y fortalecido por el gobierno en el Servicio de Salud Nacional. Por consiguiente, no es posible escapar siquiera de la "formidable cárcel" del sistema escolar establecido (condensado en esas palabras p o r José M a r t í ) simplemente reformándolo. Porque lo que había antes de tales reformas con toda seguridad será restaurado tarde o temprano, pues ningún cambio institucional aislado logrará desafiar la lógica general autoafirmadora del capital en sí mismo. Lo que necesitamos confrontar y alterar en lo fundamental es el sistema e n t e r o de la i n t e r i o r i z a c i ó n , en todas sus dimensiones visibles y ocultas. Romper la lógica del capital en el campo de la educación es, por consiguiente, sinónimo de reemplazar las formas ubicuas y profundamente afincadas de la interiorización mistificadora por una alternativa p o s i t i v a abarcante. Ese es el punto al que le pondremos atención ahora. 8.3
" E L APRENDIZAJE ES NUESTRA VIDA MISMA, DESDE LA JUVENTUD
HASTA LA VEJEZ" Paracelso tenía absolutamente toda la razón en su época, y la sigue teniendo en la actualidad: "El aprendizaje es nuestra vida misma, desde la juventud hasta la vejez, en verdad hasta el borde la m u e r t e ; nadie vive durante diez horas sin aprender".La gran pregunta es: ¿qué es lo que aprendemos, de una u otra manera? ¿Todo conduce a la autorrealización de los individuos como h u m a n a m e n t e "individuos sociales ricos" (en palabras de M a r x ) , o está al servicio de la perpetuación, a sabiendas o no, del orden social alienante y definitivamente incontrolable del capital? ¿Es el conocimiento lo que se requiere para convertir en realidad el ideal de la emancipación humana, junto con la firme determinación y dedicación para llegar a la autoemancipación de la humanidad y completarla exitosamente, a pesar de todas las adversidades? ; O es, por el contrario, la adopción de modos de comportamiento por los individuos en particular lo que favorece únicamente la realización de los fines cosificados del capital? En ese significado tan amplio y tan profundo de educación, que incluye de forma prominente todos los momentos de nuestra vida activa, podemos estar de acuerdo con Paracelso en que hay tantas cosas que se deciden (casi que todo), para bien o para mal—no sólo para n o s o t r o s mismos como individuos, sino s i m u l t á n e a m e n t e también para la humanidad—en todas esas horas inevitables que no podemos pasar "sin aprender". Ello es así porque en verdad "el aprendizaje es nuestra vida misma". Y puesto que hay tanto que se decide de esa manera para mejor o para peor, el éxito dependerá de que convirtamos a ese proceso de aprendizaje, en el sentido amplísimo que le da Paracelso, en un proceso c o n c i e n t e , a fin de maximizar lo m e j o r y minimizar lo p e o r . Tan sólo la más amplia concepción de la educación nos puede ayudar a procurar la meta del verdadero cambio radical proporcionando las palancas
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mediante las cuales se pueda romper la lógica mistificadora del capital, esa manera de abordar las cosas constituye, en verdad, la esperanza y la garantía del éxito factible. Por el c o n t r a r i o , caer en la t e n t a c i ó n de las meras reparaciones institucionales formales—el "poco a poco" de la conseja reformista desde tiempo inmemorial—significa seguir atrapados dentro del círculo vicioso de la lógica al servicio de sí misma del capital, institucionalmente articulada y salvaguardada. Esta última manera de ver tanto los problemas mismos como sus soluciones "realistas" es cultivada y propagandizada cuidadosamente en nuestras sociedades, en tanto que la alternativa real genuina y de largo alcance es descalificada a priori y descartada altisonantemente como "política de la gesticulación". Esa clase de enfoque es incurablemente e l i t e s c a aunque pretenda ser democrática. Porque define a la educación y a la actividad intelectual de la manera más estrecha posible, como la única forma correcta y apropiada de preservar los "patrones civilizados" por parte de quienes están destinados a "educar" v gobernar, en contra de "la anarquía y la subversión". Al mismo tiempo excluye a la inmensa mayoría de la humanidad del terreno de la actuación como s u j e t o s , v los condena a ser considerados para siempre como o b j e t o s (y m a n i p u l a d o s en tal sentido), en nombre de la presunta superioridad déla élite: "meritocrática", "tecnocrática", "empresarial" o algo por el estilo. En contra de la concepción tendenciosamente estrecha de la educación y de la vida intelectual, que por supuesto tiene la intención de mantener al trabajo "en su lugar adecuado", Gramsci argumentaba enfáticamente hace ya largo tiempo que No existe actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual: el homo faber no puede ser separado del homo sapiens. Y todo hombre, aparte de su propio trabajo, desarrolla alguna actividad intelectual; es, en otras palabras, un "filósofo", un artista, un hombre con sensibilidad, comparte una concepción del mundo, sigue una línea conciente de conducta moral, y así contribuye a mantener o cambiar una concepción del mundo, es decir, a estimular nuevas formas de pensar."* Como podemos ver, la posición de Gramsci es profundamente democrática. Es la única sostenible.Y tiene una doble conclusión. Primero, insiste en que t o d o s los seres h u m a n o s c o n t r i b u v e n de uno u o t r o m o d o a la formación de la concepción del mundo prevaleciente. Y segundo, subraya que esa contribución puede caer en las categorías contrapuestas de "mantener" y "cambiar". No puede ser simplemente la una o la otra, sino también ambas a la vez. Cuál de las dos resulta estar más acentuada, y hasta qué grado, dependerá obviamente de la manera como las fuerzas sociales en conflicto chocan entre sí y hacen valer sus intereses alternativos de importancia. En otras palabras, la dinámica de la historia no es
^^* Antonio Gramsci, "The Formation of Intellectuals", en The Modern Prince and Other Writings, Lawrence and VVishart, Londres, 1957, p. 121.
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alguna misteriosa fuerza externa sino la intervención de la gran multiplicidad de seres humanos en el proceso histórico real, dentro de la línea de "mantener y / o cambiar"—en un período relativamente estático en el que se "mantiene" mucho más de lo que se "cambia", o viceversa en tiempos de un importante repunte de la intensidad de las confrontaciones hegemónicas antagonísticas—la concepción del mundo establecida, y de esa forma demorar o acelerar la llegada de un cambio social significativo. Eso pone en su debida perspectiva las pretensiones elitescas de los políticos y educadores autodesignados. Porque ellos no pueden cambiar a voluntad la "concepción del mundo" de su época, sin importar cuánto les gustaría hacerlo, y sin importar tampoco lo inmenso que pueda ser el aparato propagandístico a su disposición. Un p r o c e s o ineludiblemente c o l e c t i v o de proporciones vitales no puede ser expropiado para siempre ni siquiera por los agentes políticos e intelectuales más diestros y más generosamente financiados. Si no fuese por ese inconveniente "hecho brutal" puesto en evidencia con tanto énfasis por Gramsci, la dominación de la estrecha educación formal institucional podría reinar eternamente a favor del capital. No existe m a n i p u l a c i ó n d e s d e arriba tal que pueda convertir al proceso inmensamente complejo de conformar la visión de mundo general de nuestros tiempos—hecha de las incontables concepciones particulares constituidas sobre la base de intereses hegemónicos alternativos objetivamente inconciliables, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de lo c o n c i e n t e s de los a n t a g o n i s m o s e s t r u c t u r a l e s subyacentes que puedan estar los individuos involucrados—en un dispositivo u n i f o r m e y h o m o g é n e o , que funcione como el promotor p e r m a n e n t e de la lógica del capital. Ni siquiera el aspecto de "mantener" puede ser considerado constituyente p a s i v o de la concepción del mundo prevaleciente de los individuos. Si bien de una manera muy diferente a la del aspecto de "cambiar" la visión de mundo de la época, resulta sin embargo a c t i v o y beneficioso para el capital, pero sólo en tanto se mantenga activo. Eso significa que el " m a n t e n e r " tiene (y debe tenerla) su propia base de racionalidad, sin importar cuan problemática resulte en lo que atañe a la alternativa hegemónica del trabajo. Es decir, no sólo tienen que p r o d u c i r l o en algún p u n t o en el t i e m p o las clases de los i n d i v i d u o s e s t r u c t u r a l m e n t e d o m i n a d a s , sino que a d e m á s ellas t a m b i é n t i e n e n que r e p r o d u c i r l o c o n s t a n t e m e n t e , sujeto a la permanencia (o no) de su base de racionalidad original. Cuando una mayoría significativa de la población—algo que se aproxima al 7 0 % en muchos países—le da la espalda con desdén al "proceso democrático" del ritual electoral, habiendo luchado por el derecho al voto durante décadas en el pasado, ello muestra un viraje real en la actitud hacia el orden dominante; podríamos decir que se trata de una grieta en las gruesas capas de friso cuidadosamente aplicadas sobre la fachada "democrática" del sistema. Sin embargo, de ninguna manera se podría o debería interpretar eso como una retirada radical del m a n t e n e r la concepción del mundo hoy dominante.
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Naturalmente, en medio de una crisis revolucionaria las condiciones son mucho más favorables para la actitud de "cambiar" y para el surgimiento de una concepción del mundo alternativa, lo que Lenin describió como el tiempo "en que las clases dominantes no p u e d e n dominar a la manera antigua, y las clases subordinadas no quieren vivir a la manera antigua". Se trata de momentos históricos absolutamente extraordinarios, y no pueden ser prolongados como uno quisiera, como lo demostró el fracaso de las estrategias voluntaristas en el pasado."^ Así, respecto a "mantener" y "cambiar" la concepción del mundo establecida, el punto fundamental es la necesidad de modificar, de manera p e r d u r a b l e , el modo de i n t e r i o r i z a c i ó n que prevalece históricamente. Sin eso resultaría totalmente inconcebible romper la lógica del capital en el campo de la educación. Y, más importante todavía, esa relación puede y tiene que ser expresada también de una manera p o s i t i v a . Porque el dominio del capital puede ser roto, y lo será, gracias a un cambio radical en el hoy preponderante modo de interiorización, que le brinda sostén a la concepción del mundo dominante. Hay que insistir hasta el cansancio en la importancia estratégica de la concepción más amplia de la educación, expresada en la frase: "el a p r e n d i z a j e es n u e s t r a v i d a misma". Porque mucho de nuestro proceso de aprendizaje continuo reside, afortunadamente, fuera de las instituciones educativas formales. Afortunadamente porque esos procesos no puede ser manipulados y controlados fácilmente por el marco educativo formal legalmente salvaguardado y sancionado. Lo abarcan todo, desde nuestras respuestas críticas incipientes v i s - a - v i s el entorno material más o menos desprovisto de nuestra primera niñez, y luego el primer encuentro con la poesía y el arte, hasta llegar a las múltiples experiencias de ^^^ "La dificultad estriba en que el 'momento' de la política radical está limitado estrictamente por la naturaleza de las crisis en cuestión y las determinaciones temporales de su desenvolvimiento. La brecha abierta en tiempo de crisis no se puede dejar abierta para siempre, y las medidas adoptadas para cerrarla, desde los primeros pasos en adelante tienen su propia lógica y su impacto acumulativo en las intervenciones subsiguientes. Más aún, tanto las estructuras socioeconómicas existentes como su correspondiente marco de instituciones políticas tienden a actuar en contra de las iniciativas radicales por su misma inercia en cuanto el peor momento de la crisis es superado y con ello se hace posible sopesar de nuevo "el camino más fácil". (...) Por paradójico que pueda sonar, lo único que puede prolongar el momento de la política radical es una autodeterminación radical de la política. Si se quiere que ese 'momento' no se vea disipado bajo el peso de las presiones económicas inmediatas, habrá que encontrar la manera de extender su influencia bastante más allá del punto culminante de la crisis misma (el punto culminante, o sea cuando por lo general la política radical tiende a hacer valer su efectividad). Y dado que la duración temporal de la crisis en sí no puede ser prolongada a voluntad —ni debería serlo, ya que la política voluntarista, con su 'estado de emergencia' manipulado artificialmente, sólo puede intentarlo a su propio riesgo, alienando con ello a las masas populares en lugar de asegurarles su sostén—la solución sólo puede surgir de la exitosa conversión del "tiempo efímero" en espacio perdurable mediante la reestructuración de los poderes y las instituciones de la toma de decisiones". 1. Mézsáros, Más allá del Capital, pp. 1096-1097. [Con ligera modificación, N.del T.]
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trabajo, sometidos al escrutinio razonado que nosotros mismos nos hacemos y nos hace también la gente con las que las compartimos, y, por supuesto hasta nuestra participación de muy distintas maneras en conflictos y confrontaciones a lo largo de nuestras vidas, incluidas las disputas sociales, políticas y morales del presente. Sólo una pequeña parte de todo esto tiene conexión directa con la educación formal. Pero es de gran importancia no solamente en nuestros primeros años de formación sino d u r a n t e toda la vida, cuando hay tanto que ir reevaluando constantemente y verterlo en una unidad funcional coherente y orgánica, sin la cual en lugar de p o s e e r una personalidad nos haríamos añicos: inútiles e incapacitados, incluso para servir a fines sociopoliticos autoritarios. La pesadilla de 1984 de Orwell es irrealizable precisamente porque la inmensa mayoría de nuestras experiencias constitutivas siguen estando—y seguirán estando siempre— fuera del campo del control y la imposición institucional formal. Sin duda, muchas escuelas pueden causar un gran daño, y merecen por ello que Martí las haya criticado severamente como "formidables cárceles". Pero ni siquiera el peor de sus cercos está en capacidad de prevalecer de manera uniforme. Los jóvenes pueden hallar alimento intelectual, moral y artístico en cualquier otra parte. En lo personal tuve la gran fortuna de encontrar, a la edad de ocho años, un maestro muy grande. No en la escuela, sino casi por casualidad. Ha sido mi compañero desde entonces, todos los días. Su nombre es Attila József; un gigante de la literatura mundial. Los que han leído el epígrafe de mi libro, M á s allá d e l Capital, ya conocen su nombre. Pero permítanme citar unos cuantos versos de otro de sus grandes poemas, que escogí para epígrafe del presente libro: JV¡ Dios ni la mente,
sino
el carbón, el hierro y el petróleo, la materia real nos ha creado, echándonos hirvientesj
violentos,
en los moldes de esta sociedad
terrible,
para afincamos,
por la
humanidad,
en el eterno suelo. Tras los sacerdotes, los soldados y los burgueses aljin nos hemos
vueltojieles
oidores de las leyes: por eso el sentido de toda obra
humana
zumba en nosotros como el violón
profundo."''
Esos versos fueron escritos hace setenta y un años, en 1933, cuando Hitler llegó al poder en Alemania. Pero nos hablan hoy día a todos nosotros con mayor intensidad que nunca. Nos invitan a escuchar las leyes con atención y fidelidad, y a ' Attila József, Al borde de la ciudad (A varos peremén). Traducción de Fayad Jamís.
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proclamarlas por todas partes con clara y viva voz. Porque lo que está en juego en la actualidad es nada menos que la supervivencia misma de la humanidad. Ninguna práctica educativa formal pervertidora podrá extinguir la perdurable validez y fuerza de esas inñuencias. Sí, "el aprendizaje es nuestra vida misma", como lo expuso Paracelso hace casi cinco siglos, y tras sus huellas también muchos otros que quizá ni siquiera escucharon hablar de ese nombre. Para hacer que esa verdad sea patente, como tiene que serlo, tenemos que hacer la reclamación del territorio entero de la educación de toda la vida, a fin de poder poner en su debida perspectiva su parte formal, en pro de la institución de una reforma radical también allí. Tal cosa no puede hacerse sin desafiar a las formas de i n t e r i o r i z a c i ó n hoy dominantes, fortalecidas en gran medida y puestas a favor del capital por el propio sistema educativo formal. De hecho, tal y como están las cosas hov día, la función principal de la educación formal es actuar como perro guardián a u t o r i t a r i o e x o f f i c i o , inductor de un c o n f o r m i s m o generalizado en los modos de interiorización establecidos para subordinarlos a los requerimientos del orden establecido. Que la educación formal no pueda lograr la creación de la c o n f o r m i d a d u n i v e r s a l no altera el hecho de que en su conjunto está orientada hacia ese fin. Los maestros y alumnos que se rebelan contra ese designio lo hacen con las municiones que adquieren de sus colegas rebeldes dentro del campo formal, v del terreno más amplio de la experiencia educativa "de la juventud a la vejez". Lo q u e n e c e s i t a m o s con u r g e n c i a e s , e n t o n c e s , una a c t i v i d a d de " c o n t r a i n t e r i o r i z a c i ó n " c o h e r e n t e y sostenida que no se agote en la n e g a c i ó n — p o r necesaria que ella sea como una fase de esta empresa—sino que defina sus objetivos fundamentales como la creación de una abarcadora alternativa a lo existente que resulte s u s t e n t a b l e d e jnanera p o s i t i v a . Hace casi treinta años yo estaba editando y presentando un volumen de ensavos del destacado historiador y pensador político filipino Renato Constantino. En ese tiempo el régimen clientelar de los Estados Unidos del "General" Marcos lo mantenía bajo las restricciones autoritarias más severas. En algún momento logró hacerme llegar el mensaje de que a él le gustaría que el libro se titulase I d e n t i d a d n e o c o l o n i a l y c o n t r a c o n c i e n c i a , ' " que de hecho fue la forma como apareció. Plenamente conciente del impacto esclavizador de la interiorización de la conciencia colonial en su país, Constantino trataba de poner el acento sobre la tarea histórica de producir un sistema de educación alternativo y perdurable, con todos los medios a disposición del p u e b l o , mucho más allá del campo educativo formal. La "contraconciencia" adquiría así un significado positivo. En relación con el pasado, Constantino señalaba que "' Renato Constantino, Neo-Colonial Identity and Counter-Consciousness: Essays on Cultural Decolonization, The Merlin Press, Londres, 1978, 307 páginas. Publicado en los Estados Unidos por M.E. Sharpe Inc., White Plains, N.Y., 1978.
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Desde sus comienzos, la colonización española operó más a través de la religión que a través de la fuerza, afectando así profundamente a la conciencia. (...) El amoldamiento de la conciencia en el interés de! control colonial sería repetido en otro plano por los norteamericanos que, después de una década de represión masiva, operaron igualmente a través de la conciencia, esta vez empleando la educación y otras instituciones culturales.''* Y dejó claro que la c o n s t i t u c i ó n de una c o n c i e n c i a c o n t r a c o l o n i a l descolonizada involucraba directamente a las masas populares en la empresa crítica. Definía así el significado de una "filosofía de la liberación" que él propugnaba: En sí es algo que se desarrolla dependiendo del crecimiento de la conciencia. (...) No es contemplativa; es activa v dinámica v envuelve tanto a la situación objetiva como a la reacción subjetiva del grupo involucrado. No puede ser la obra de un grupo selecto, aunque ese grupo se considere motivado por losmejores intereses del pueblo. Necesita de la participación de la columna vertebral de la nación."' En otras palabras, el enfoque educativo propugnado tenía que abrazar la totalidad de las prácticas c u l t u r a l e s / e d u c a t i v a s / p o l í t i c a s en la más amplia c o n c e p c i ó n de las t r a n s f o r m a c i o n e s e m a n c i p a d o r a s . Es así c o m o u n a contraconciencia concebida estratégicamente podría cumplir su gran misión educativa, como la alternativa necesaria a la interiorización dominada colonialmente. Ciertamente, e! papel y la correspondiente responsabilidad de la educación no podría ser mayor. Porque, como lo dejó claro José Martí, la búsqueda de la cultura, en el sentido apropiado del término, implica el eíevadísimo riesgo de que ella es inseparable del objetivo fundamental de la liberación. Él insistía en que "ser cultos es el único modo de ser libres". Y condensó de una manera muv hermosa la j
r a i s o n d ' e t r e de la educación misma: "Educar es d e p o s i t a r e n c a d a h o m b r e t o d a la o b r a h u m a n a q u e l e ha a n t e c e d i d o : es h a c e r a c a d a h o m b r e el r e s u m e n d e l m u n d o v i v i e n t e hasta el día e n q u e vive".'^''Ello resulta del todo imposible dentro de los estrechos límites de la educación formal tal y como ella está constituida, bajo toda clase de fuertes restricciones, en nuestro tiempo. El propio Martí sentía que había que rehacer la totalidad del proceso educativo en todos sus aspectos, desde su comienzo mismo hasta un final a b i e r t o , para transformar la "formidable cárcel" en un lugar de emancipación y genuina realización. Por eso en 1889 escribió también v publicó por cuenta propia una publicación mensual para los jóvenes. La Edad d e Oro.'*' 23» Ibid., pp. 20-21. 2'' Ibid, p, 23. 2'"' Citado en Jorge Lezcano Pérez, "Introducción" a José Martí: 150 Aniversario, Casa Editora de la Embajada de Cuba en Brasil, Brasilia, 2003, p. 8. 2'" Marti tenía la intención de que fuese un proyecto progresivo, y no fue su culpa que solamente se pudiesen publicar cuatro números por falta de apoyo financiero. Hoy los cuatro números están reproducidos en el volumen 18 de las Obras completas de José Marti, pp. 299-503. No es posible leer hoy la preocupación expresada en esas páginas sin quedar hondamente conmovido.
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En ese espíritu se podrían juntar todas las dimensiones de la educación. Los principios orientadores de la educación formal tienen que ser desvestidos de esa forma del ropaje de la lógica impositora de la conformidad del capital, y moverse en cambio en dirección a un intercambio activo y positivo con las prácticas educativas más amplias. Los principios y las prácticas se necesitan mucho mutuamente. Sin un intercambio progresivo conciente con los procesos omniabarcantes de la educación como "nuestra vida misma", la educación formal no puede satisfacer sus tan necesitadas a s p i r a c i o n e s e m a n c i p a d o r a s . Sin embargo, si los elementos progresistas de la educación formal logran redefinir su tarea en un espíritu orientado hacia la perspectiva de una alternativa hegemónica al orden existente, podrán hacer una contribución vital para la ruptura de la lógica del capital no solamente en su propio campo más limitado sino en la sociedad en su conjunto. 8.4
LA EDUCACIÓN COMO LA "SUPERACIÓN POSITIVA DE LA AUTOALIENACIÓN DEL TRABAJO"
Vivimos bajo condiciones de alienación deshumanizadora y de trastrocamiento fetichista del verdadero estado de las cosas en la conciencia (caracterizado muchas veces también como "cosificación"), porque el capital no puede ejercer sus funciones metabólicas sociales de reproducción ampliada de ninguna otra forma. Para cambiar esas condiciones se requiere de una intervención conciente en todos los terrenos de nuestra existencia individual y social. Es por eso que, según Marx, los seres humanos deben "cambiar de arriba abajo las condiciones de su existencia industrial y política, y en consecuencia t o d a su m a n e r a d e ser".^*" Marx afirmaba también que—si andamos en busca del punto de Arquímedes a partir del cual las contradicciones mistificadoras de nuestro orden social se pueden volver inteligibles y superables—en las raíces de todas las variedades de la alienación hallaremos la a l i e n a c i ó n d e l trabajo desenvolviéndose en la historia: un proceso de a u t o a l i e n a c i ó n esclavizadora. Pero precisamente porque estamos inmersos en un proceso h i s t ó r i c o , impuesto no por un agente mítico externo de predestinación metafísica (caracterizado como la ineludible "suerte humana"^**^) ni ciertamente por una "naturaleza humana" incambiable—la manera como a menudo es representado tendenciosamente ese problema—sino por el trabajo mismo, es posible s u p e r a r la a l i e n a c i ó n mediante la r e e s t r u c t u r a c i ó n r a d i c a l de nuestras condiciones de existencia establecidas desde hace largo tiempo, y con ello "toda nuestra manera de ser". En consecuencia, la necesaria intervención conciente en el proceso histórico, orientada por la tarea adoptada de superar la alienación a través del nuevo
^*^ Marx, The Poverty of Philosophy, Lawrence and Wishart, Londres (sin fecha), p. 123. ^••^ "Estamos condenados a un valle de lágrimas" en una versión y "estamos condenados a la angustia de la libertad" en otra.
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metabolismo reproductivo social de los "productores libremente asociados", constituye un tipo de acción sostenida estratégicamente que no puede ser nada más cuestión de una n e g a c i ó n , no importa cuan radical. Porque en opinión de Marx todas las formas de negación siguen sendo c o n d i c i o n a d a s p o r el o b j e t o d e su n e g a c i ó n . Y en verdad es peor que eso. Como la amarga experiencia histórica nos lo ha d e m o s t r a d o a m p l i a m e n t e en el p a s a d o r e c i e n t e , la i n e r c i a c o n d i c i o n a d o r a del objeto negado tiende a hacerse más poderosa con el paso del tiempo, e impone al comienzo el seguimiento del "camino más fácil" y luego— con intensidad cada vez mayor—la "racionalidad" de retroceder hasta las "prácticas ya aprobadas" del status q u o a n t e , destinadas a sobrevivir en las dimensiones sin reestructurar del orden anterior. Es aquí donde la educación—en el sentido del término más abarcante, como acabamos de considerar— pasa al primer plano. Inevitablemente, los primeros pasos de una transformación social de envergadura en nuestra época implican la necesidad de poner bajo control la política estatal hostil que se opone, y por naturaleza propia tiene que oponerse, a toda idea de reestructuración social que lo abarque todo. En ese sentido la n e g a c i ó n r a d i c a l de la estructura de mando política general del sistema establecido debe hacerse valer, en su inevitable negatividad predominante, en la fase i n i c i a l de la transformación que se pretende. Pero incluso en esa fase, y ciertamente antes de la conquista del poder político, la necesaria negación resultará apropiada para el papel asumido sólo si ha sido conformada de manera positiva según el o b j e t i v o g e n e r a l de la transformación social prevista, como la b r ú j u l a para todo el viaje. Por consiguiente, el papel de la educación tiene una importancia vital, desde el propio comienzo, para la ruptura de la interiorización predominante de las escogencias políticas restringidas a la interesada "legitimación constitucional democrática" del estado capitalista. Porque t a m b i é n esa " c o n t r a i n t e r i o r i z a c i ó n " (o "contraconciencia") r e q u i e r e de la anticipación de los amplios principios generales positivos de la manera radicalmente diferente de administrar las funciones generales de la toma de decisiones de la sociedad, mucho más allá de la expropiación de larga data, por parte de la política, del poder de tomar todas las decisiones fundamentales, que además les son impuestas sin contemplaciones a los individuos, como la forma de alienación par e x c e l l e n c e bajo el orden existente. Sin embargo, la tarea histórica que debemos encarar sobrepasa en enorme medida a la mera negación del capitalismo. El concepto de ir más allá d e l c a p i t a l tiene un carácter inherentemente p o s i t i v o . Prevé la realización de un orden metabólico social que se s o s t i e n e a sí m i s m o d e m a n e r a p o s i t i v a , sin ninguna referencia autojustificadora a los males del capitalismo. Tiene que ser así, porque la negación directa de las variadas manifestaciones de la alienación sigue estando condicionada por aquello que ella niega, v por consiguiente continiia siendo vulnerable en virtud de ese condicionamiento.
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La estrategia reformista de defender el capitalismo está basada de hecho en la tentativa de pretender un cambio gradual en la sociedad, mediante el cual los d e f e c t o s p a r t i c u l a r e s sean removidos para así socavar la base sobre la que se puedan articular las exigencias de un s i s t e m a a l t e r n a t i v o . Ello es factible tan sólo en la teoría tendenciosamente ficticia, pues en la práctica las "reformas" remedíales pretendidas resultan estructuralmente irrealizables dentro del marco establecido de la sociedad. Así queda claro que el objeto real del reformismo no es en modo alguno el que él pretende para sí: el correctivo real de los innegables defectos particulares, aunque deliberadamente se minimice su magnitud, y aun si se admite autoabsolvedoramente que la manera proyectada de ocuparse de ellos será muy lenta. El único término dentro de ese discurso que tiene un referente intencionadamente real es " g r a d u a l " , y hasta éste resulta estar abusivamente inflado para volverlo estrategia general, que no podría serlo. Porque los defectos particulares del capitalismo no pueden ser examinados ni siquiera superficialmente, y mucho menos aún genuinamente remediados, sin referirlos al s i s t e m a c o m o t o t a l i d a d , que los produce obligadamente v los reproduce constantemente. La negativa reformista a abordar las contradicciones del s i s t e m a existente, en n o m b r e de la s u p u e s t a l e g i t i m i d a d de o c u p a r s e s o l a m e n t e d e las m a n i f e s t a c i o n e s p a r t i c u l a r e s — o , en sus variedades "posmodernas", el rechazo a priori de las llamadas " g r a n d e s n a r r a t i v e s " a favor de los " p e t i t s récits" arbitrariamente idealizados—en la realidad no constituye sino una forma peculiar de rechazar sin un análisis apropiado la posibilidad de algún sistema rival, y una manera igualmente apriorística de e t e r n i z a r el sistema capitalista establecido. El objeto real de la argumentación reformista es, muy mistificadoramente, el sistema d o m i n a n t e e n sí, v no las p a r t e s del sistema rechazado o del defendido, a pesar del fervor alegadamente reformista que los proponentes del "cambio gradual" afirman de manera explícita profesar.'^^ El obligado fracaso en sacar a la luz el interés real del reformismo nace de su incapacidad de sostener la v a l i d e z eterna del orden socioeconómico y político establecido. En realidad resulta totalmente inconcebible que se sostenga la validez y la permanencia eternas de algo c r e a d o h i s t ó r i c a m e n t e . Es eso lo que convierte en inevitable, en todas las variedades de reformismo sociopolítico, que se intente desviar la atención de las determinaciones "* La polémica de Bernstein contra Marx es definitivamente caricaturesca. En lugar de enzarzarse con él en una discusión teórica adecuada, prefiere seguir el camino del lanzamiento de insultos gratuitos y condena, sin ninguna clase de argumento, "el armatoste dialéctico" de Marx (y de Hegel). Como si transformar los graves problemas del razonamiento dialéctico en un exabrupto descalificador pudiese por sí solo zanjar los importantes aspectos políticos y sociales en disputa. El lector interesado puede encontrar un análisis bastante detallado de esa controversia en el Capítulo 8 de The Power of Ideology ya mencionado en la Nota 4. El término "grandes narratives" es utilizado en la posmodernidad de manera análoga al insulto descalificador de Bernstein en contra del "armatoste dialéctico" que él condena.
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s i s t é m i c a s — q u e en definitiva definen el carácter de todos los aspectos vitales— hacia disputas más o menos caprichosas acerca de e f e c t o s particulares, mientras se deja que su incorregible b a s e c a u s a l continúe siendo indesafiablemente permanente y encima ni siquiera se le mencione. Todo eso permanece oculto tras la naturaleza misma del discurso reformista. Y precisamente por el carácter mistificador de ese discurso, cuyos constituyentes fundamentales a menudo se mantienen ocultos hasta para sus ideólogos más destacados, nada les importa a los creyentes de esa doctrina el que en determinado punto de la historia—como en el caso de la llegada del "Nuevo Laborismo" a Inglaterra v de sus partidos hermanos a Alemania, Francia, Italia y demás países— la idea misma de cualquier reforma social significativa se vea abandonada por completo, V no obstante se reafirmen solapadamente las pretensiones de un presunto "avance" (que no conduce en lo absoluto a ninguna parte que resulte r e a l m e n t e diferente). Así, hasta las antiguas diferencias entre los p a r t i d o s principales quedaron borradas en el estilo norteamericano hoy dominante del sistema m o n o p a r t i d i s t a con "dos partidos", sin que tampoco importe cuántos "subpartidos" podamos encontrar todavía en los países en particular. Lo que se mantiene constante es la defensa más o menos escondida de las d e t e r m i n a c i o n e s s i s t é m i c a s reales del orden existente. El axioma pernicioso que afirma que " n o h a y a l t e r n a t i v a " — h a b l a n d o no s o l a m e n t e de las instituciones políticas establecidas sino además acerca del orden social establecido en general—lo aceptan por igual el Partido Conservador inglés de la antigua Primera Ministra Margaret Thatcher (que abogó por él v lo popularizó) v el llamado "Nuevo Laborismo" del actual Primer Ministro Tony Blair, v también muchos otros dentro del espectro político parlamentario del mundo entero. En vista del hecho de que el proceso de la reestructuración radical tenga que estar orientado por la estrategia de una remodelación p o s i t i v a abarcante del sistema completo, en la cual los individuos se encontrarán a sí mismos, el desafío que debemos afrontar no tiene paralelo en la historia. Porque el cumplimento de esa tarea histórica novedosa implica simultáneamente el cambio cualitativo de las condiciones objetivas de la reproducción social, en el sentido de volverle a quitar el control al propio capital—v no simplemente a un tipo en particular de personificaciones del capital que hacen valer los imperativos del sistema como capitalistas consecuentes—y la p r o g r e s i v a t r a n s f o r m a c i ó n d e la c o n c i e n c i a en respuesta a las condiciones necesariamente cambiantes. Así el papel de la educación es capital, tanto para la elaboración de las estrategias apropiadas para el cambio de las condiciones objetivas de la reproducción, como para el a u t o c a m b i o c o n c i e n t e de los individuos llamados a realizar la creación de un orden metabólico social radicalmente diferente. Es eso lo que significa la prevista " s o c i e d a d d e p r o d u c t o r e s l i b r e m e n t e a s o c i a d o s " . No es sorpresa, entonces, que en la concepción marxiana "la s u p e r a c i ó n p o s i t i v a d e la a u t o a l i e n a c i ó n d e l trabajo" esté catalogada de tarea ineludiblemente educativa.
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En este respecto debemos mantener en el primer plano de nuestra atención dos c o n c e p t o s c l a v e s : la u n i v e r s a l i z a c i ó n d e la e d u c a c i ó n y la u n i v e r s a l i z a c i ó n d e l trabajo c o m o a c t i v i d a d h u m a n a a u t o r r e a l i z a d o r a . De hecho la una no es viable sin la otra. Ni es posible pensar que su estrecha interrelación vaya a constituir un problema en un futuro muy remoto. Ella surge "aquí y ahora", y es r e l e v a n t e en cualquier nivel y grado del d e s a r r o l l o socioeconómico. Podemos encontrar un ejemplo prominente en un discurso que dio Fidel Castro en 1983, respecto a los problemas que había tenido que encarar Cuba al aceptar el imperativo de u n l v e r s a l i z a r la e d u c a c i ó n , a pesar de las dificultades prohibitivas no sólo en términos económicos sino también en la consecución de los maestros requeridos. He aquí cómo condensó el problema: A la vez habíamos llegado ya a una situación en que el estudio se univefsalizaba. Y para unlversalizar el estudio en un país subdesarrollado y no petrolero— digamos—desde el punto de vista económico era necesario unlversalizar el trabajo. Pero aunque fuésemos petroleros, habría sido altamente conveniente unlversalizar el trabajo, altamente formativo en todos los sentidos, y altamente revolucionario. Que por algo estas ideas fueron planteadas hace mucho tiempo por Marx y por Martí.^*' Los notables logros educativos en Cuba, desde la pronta y total eliminación del analfabetismo hasta los elevadísimos niveles de la investigación científica creadora^**"—en un país que ha tenido que luchar no solamente contra las enormes restricciones económicas del "subdesarrollo" sino además contra el grave impacto de cuarenta y cinco años de cerco hostil—sólo resultan comprensibles dentro de ese cuadro. Ese logro demuestra también que no puede haber justificación alguna para aguardar hasta que en el futuro infinito se presente un "tiempo favorable". Hay que emprender "aquí y ahora" el camino del enfoque de la educación y el aprendizaje de una manera cualitativamente diferente, como ya lo indicamos, si queremos que se den los cambios necesarios en el momento debido. Sin la promoción conciente de la universalización conjunta del trabajo y la educación no podrá haber ninguna solución positiva para la autoalienación del trabajo. Sin embargo, en el pasado no podía existir una verdadera oportunidad para ello, debido a la subordinación y dominación jerárquica estructural del trabajo. Ni siquiera cuando algunos grandes pensadores trataron de conceptualizar esos problemas en un espíritu sumamente progresista. Así, Paracelso, uno de los 2« Fidel Castro, José Marti: El autor intelectual. Editora Política, La Habana, 1983, p.224. "'• Hasta el gobierno hostil norteamericano tuvo que reconocer ese logro de manera indirecta: en 2004 le concedió a una empresa farmacéutica norteamericana de California el derecho a cerrar un acuerdo comercial importante —multimillonario en dólares —con Cuba, para la distribución de una medicina anticancerosa salvadora de vidas, suspendiendo con ello una de sus regulaciones de bloqueo salvaje. Por supuesto, aún así el gobierno estadounidense mantuvo su hostilidad negando el derecho a transferir a " moneda firme" los fondos involucrados y obligando a su propia empresa a negociar a cambio algún tipo de arreglo en "trueque", aportando productos agrícolas o industriales norteamericanos en intercambio por la medicina cubana pionera.
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modelos para el Fausto de Goethe, trató de unlversalizar el trabajo y el aprendizaje de esta forma; aunque todo cuanto atañe al cuerpo del hombre fue creado, nada de lo que tiene que ver con su "arte" lo fue. Todas las artes le fueron dadas, pero no de forma reconocible de inmediato; tuvo que descubrirlas gracias al aprendizaje.(...) La manera adecuada reside en el trabajo y la acción, en el hacer y elproducir; los perversos nada hacen, pero mucho hablan. No juzguemos a unhombre por sus palabras, sino por su corazón. El corazón habla con palabrassólo cuando los hechos las confirman. (...) Nadie ve lo que dentro de él estáoculto, sino sólo lo que sus obras revelan. Por ello el hombre debe trabajar continuamente para descubrir lo que Dios le ha concedido.^" Ciertamente, Paracelso insistía en que el trabajo (Arbeit) debería ser el principio o r d e n a d o r de la sociedad. Llegó hasta a p r o p u g n a r r e a l m e n t e la expropiación de las riquezas de los ricos ociosos, a fon de obligarlos a llevar una vida productiva.^'^'* Como podemos ver, la idea de la universalización del trabajo y de la educación, inseparables una de la otra, se remonta hasta muy atrás en nuestra historia. Por consiguiente resulta por demás significativo que tal idea haya tenido que continuar siendo total y solamente frustrada, porque su realización presupone obligadamente la i g u a l d a d s u s t a n t i v a de todos los seres humanos. El grave hecho de que el t i e m p o d e trabajo deshumanizador de los individuos constituye también la mayor parte de su t i e m p o d e v i d a , tenía que verse despiadadamente ignorado. Las funciones c o n t r o l a d o r a s de la reproducción metabólica social tenían que ser separadas de, y contrapuestas a, la inmensa mayoría de la humanidad, y designadas a la implementación de tareas subordinadas en el sistema socioeconómico y político establecido. En el mismo espíritu, no sólo el control del trabajo estructuralmente subordinado, sino también la dimensión controladora de la educación, tenían que ser m a n t e n i d o s en c o m p a r t i m i e n t o s por separado, bajo el dominio de las personificaciones del capital en nuestro tiempo. Es imposible cambiar esa relación de dominación y subordinación estructural sin la realización de la verdadera i g u a l d a d s u s t a n t i v a , puesto que la mera i g u a l d a d f o r m a l siempre se vería afectada profundamente, si no anulada por completo, por la dimensión sustantiva realmente existente. Por eso el desafío de la universalización del trabajo y de la educación, inseparables el uno de la otra, puede aparecer en la agenda histórica solamente dentro de la perspectiva de ir más allá d e l c a p i t a l . En la concepción de la educación desde hace mucho tiempo dominante, los dirigentes y los dirigidos políticos, así como los privilegiados educativamente (trátese de los individuos empleados como educadores o de los administradores que ™ Paracelsus, Selected Writings, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1951, pp. 176-77, 189, 183. 248 Ver Paracelsus, Leben und Lebensweisheit in Selbstzeugnissen, Reclam Verlag, Leipzig, 1956, p. 134.
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detentan el control ele las instituciones educativas) v quienes tienen que ser educados, aparecen en compartimientos por separado, casi estancos. Un buen ejemplo de esa visión está expresado en el artículo sobre "Educación" de la reputada E n c i c l o p e d i a B r i t á n i c a . Dice así: La acción del estado moderno no se puede detener en la educación elemental. El principio de "la carrera abierta a! talento" ha dejado de ser materia de teoría humanitaria abstracta, la aspiración fantástica de los soñadores revolucionarios; para las grandes comunidades industriales del mundo moderno constituve una convincente necesidad práctica, impuesta por la ardua competencia internacional que prevalece en las artes y en las labores de vida. La nación que no quiera fracasar en la lucha por el éxito comercial, con todo lo que ello implica para la vida nacional y para la civilización, tiene que cuidar de que sus industrias reciban un suministro constante de trabajadores adecuadamente dotados tanto de inteligencia en general como de entrenamiento técnico.Tam.bién en el campo de la política la creciente democratización de las instituciones convierte en necesaria precaución de los estadistas prudentes que haya una amplia difusión de conocimientos, y que se cultiven elevados niveles de inteligencia, en especial para los grandes estados imperiales que le confían los asuntos más trascendentales de la política mundial al arbitrio de la voz del pueblo.'*' Aun en sus propios términos de referencia, este artículo erudito—y sin duda de impactante investigación histórica—es sumamente deficiente a causa de razones ideológicas claramente identificables. Porque exagera en m u c h o los efectos beneficiosos de la "ardua competencia internacional" de los capitales nacionales sobre la educación del pueblo trabajador. El penetrante libro de Harry Braverman sobre "la d e g r a d a c i ó n d e l trabajo e n el s i g l o XX"^^''nos da una valoración incomparablemente mejor de las fuerzas alienantes v brutales que actúan en la empresa capitalista moderna. Ellas arrojan una penetrante luz negativa sobre la ilusa tergiversación de la "lucha por el éxito comercial" acerca de la cual el autor de ese artículo pretende un impacto "civilizador", cuando en la realidad muchas veces el resultado obligado es diametralmente opuesto. E incluso en lo que respecta a las empresas industriales en particular, la llamada "administración científica" de Frederic Winslow Taylor revela el secreto de cuan elevados se supone que deben ser los requerimientos educativos/intelectuales de las empresas capitalistas, para conducir una operación competitivamente exitosa. Como lo escribe con abierto cinismo F.W.Taylor, el fundador de ese sistema de control gerencial autoritario:
-* Ver el artículo sobre "Educación" en la 13' edición (1926) de la Encyclopaedia Británica. 250 Ver Harry Braverman, Labour and Monopoly Capital: The Degradation of Work in the Twentieth Century, Monthly Review Press, Nueva York, 1974. Un documental de televisión acerca de la línea de montaje de los obreros de la industria automotriz de Detroit, entrevistó a un grupo de ellos y les preguntó cuánto tiempo les llevó aprender su oficio. Se miraron entre ellos, y entre risas respondieron con franco desdén: "¡ocho minutos nada más!"
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Uno de los primeros requisitos para que un hombre sea apto para manipular lingotes de hierro como oficio permanente, es ser lo bastante estúpido y cachazudo como para parecerse en su esquema mental más a un buey que a cualquier otra cosa. (...) El operario más capacitado para manipular lingotes de hierro es incapaz de entender la verdadera ciencia de ese trabajo. Es tan estúpido que la palabra "porcentaje" no significa nada para él."' ¡Muy científico, vaya! En cuanto a la proposición según la cual "una amplia difusión de conocimientos, y que secultiven elevados niveles de inteligencia" constituye la meta felizmente adoptada del estado capitalista m o d e r n o — " e n e s p e c i a l para l o s g r a n d e s e s t a d o s i m p e r i a l e s q u e l e c o n f í a n l o s a s u n t o s más t r a s c e n d e n t a l e s d e l a p o l í t i c a m u n d i a l al a r b i t r i o d e la v o z d e l p u e b l o " — r e s u l t a demasiado risible v de carácter demasiado o b v i a m e n t e apologético, como para considerarla siquiera por un momento un argumento serio a favor de las pretendidas causas del mejoramiento de inspiración democrática e ilustración política de la educación, bajo las condiciones del dominio del capital sobre la sociedad. La educación más allá d e l c a p i t a l prevé un orden social cualitativamente diferente. En la actualidad no sólo resulta factible emprender el camino que conduce a ese orden, sino también necesario y urgente. Porque las determinaciones destructivas incorregibles del orden existente convierten en imperativo que se le contraponga a los antagonismos estructurales irreconciliables del sistema una a l t e r n a t i v a p o s i t i v a sustentable para regular la reproducción metabólica social, si es que queremos garantizar las condiciones fundamentales de la supervivencia humana. El papel de la educación, orientada por la única perspectiva positivamente viable de ir más allá del capital, resulta absolutamente crucial en este respecto. La s o s t e n i b i l i d a d equivale al c o n t r o l c o n c i e n t e del proceso metabólico social de la reproducción por parte de los productores libremente asociados, al contrario de la insostenible a d v e r s a r i e d a d estructuralmente atrincherada y la definitiva destructividad del orden reproductivo del capital. No es concebible que se produzca ese control conciente de los procesos sociales—una forma de control que también resulta ser la única forma de a u t o c o n t r o l : el requerimiento necesario para convertirse en p r o d u c t o r e s l i b r e m e n t e a s o c i a d o s — sin activar a plenitud los recursos de la educación en el sentido más amplio del término. El defecto más grave e insuperable del sistema del capital consiste en que las m e d i a c i o n e s d e s e g u n d o o r d e n a l i e n a n t e s tienen que imponerse por sobre todos los seres humanos, incluidas las personificaciones del capital. De hecho el sistema del capital no podría sobrevivir más de una semana sin sus mediaciones de segundo orden: principalmente el estado, la relación del intercambio orientada hacia el mercado, y el trabajo en su subordinación estructural al capital. Se ^'' F. W. Taylor, Scientific Management, Harper and Row, Nueva York, 1947, p. 29. Ver los Capítulos 2 y 3 de The Power oí Ideology, especialmente las secciones 2.1: "PostWar Expansion and 'Post-Ideology' ", y 3.1: "Managerial Ideology and the State".
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interponen obligadamente entre un individuo y otro, y también entre los individuos en particular y sus aspiraciones, poniéndolas "cabeza abajo" y "vueltas de revés" a fin de poder subordinarlas a los imperativos fetichistas del sistema del capital. En otras palabras, dichas mediaciones de segundo orden le imponen una f o r m a d e m e d i a c i ó n ajena a la humanidad. La a l t e r n a t i v a p o s i t i v a a esa manera de c o n t r o l a r la r e p r o d u c c i ó n m e t a b ó l i c a social n o p u e d e ser o t r a que la a u t o m e d i a c i ó n , en su inseparabilidad del a u t o c o n t r o l y la a u t o r r e a l i z a c i ó n m e d i a n t e la l i b e r t a d y la i g u a l d a d s u s t a n t i v a s , en un o r d e n sociorreproductivo regulado concientemente por los individuos asociados. Es inseparable también de los v a l o r e s escogidos por los propios individuos sociales, de acuerdo con sus necesidades reales, en vez de que les sean impuestos, en forma de a p e t e n c i a s completamente a r t i f i c i a l e s por los imperativos cosificados de la acumulación lucrativa del capital, como resulta ser el caso hoy día. N i n g u n o de esos objetivos emancipadores es concebible sin la intervención más activa de la educación, tal y como la concebimos en su orientación positiva hacia un orden social más allá del capital. Vivimos en un orden social en el que hasta los mínimos requerimientos de la satisfacción humana le son negados insensiblemente a la inmensa mayoría de la humanidad, en tanto que la producción de desperdicio ha adquirido proporciones prohibitivas, en concordancia con el viraje de la pretendida " d e s t r u c c i ó n p r o d u c t i v a " capitalista del pasado a la realidad cada vez más dominante de la p r o d u c c i ó n d e s t r u c t i v a actual. Las cifras que expondremos a continuación ilustran muy bien las ñagrantes desigualdades sociales hoy en evidencia, y cada vez más pronunciadas en su desarrollo ya en marcha: Según el Reporte sobre el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, el 1 % más rico del mundo percibe iguales ingresos que el 57% más pobre. La diferencia de ingresos entre el 20% más rico y el 20% más pobre en el mundo aumentó de 30 a 1 en 1960, a 60 a 1 en 1990 y a 74 a 1 en 1999, y la proyección es que llegue a 100 a 1 en 2015. En 1999-2000, 2.8 millardos de personas vivían con menos de 2 dólares diarios, 840 millones estaban subalimentados, 2.4 millardos no tenían acceso a ninguna clase de servicios sanitarios mejorados, y uno de cada seis niños del mundo en edad de asistir a la escuela primaria no iba a la escuela. Se estima que cerca del 50% de la fuerza de trabajo global no agrícola esté desempleada o subempleada.^'^ Lo que está sobre el tapete aquí no es simplemente la d e f i c i e n c i a o c a s i o n a l de recursos económicos disponibles, que tarde o temprano será superada, como se prometió en vano, sino la o b l i g a d a d e f i c i e n c i a e s t r u c t u r a l de un sistema que funciona a través de su c í r c u l o v i c i o s o d e d e s p i l f a r o y e s c a s e z . Es imposible romper ese círculo vicioso sin la intervención positiva de la educación, capaz de e s t a b l e c e r p r i o r i d a d e s y definir n e c e s i d a d e s r e a l e s con las ^^^ Minqi Li, "After Neoüberalism: Empire, Social Democracy, or Socialism?", Monthly Review, enero 2004, p. 21.
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deliberación plena y libre de los individuos involucrados. Si no es así, la escasez puede ser reproducida, y lo será, en una escala cada vez mayor, en conjunción con la generación más despilfarradora de necesidades artificiales, como se hace hoy, al s e r v i c i o de la a u t o e x p a n s i ó n i n s a n a m e n t e o r i e n t a d a y la a c u m u l a c i ó n contraproducente del capital. Una concepción opuesta y articulada de manera positiva de la educación m á s allá d e l c a p i t a l no puede verse restringida a un número limitado de años de la vida de los individuos, sino que debido a sus funciones radicalmente cambiadas, los abarca a todos. La "autoeducación de iguales" y la "autogestión del orden sociorreproductivo" no pueden separarse. La autogestión—por p a r t e de los individuos libremente asociados—de las funciones vitales del proceso metabólico social constituye una empresa p r o g r e s i v a e inevitablemente c a m b i a n t e . Igual vale para las prácticas educativas que les permiten a los individuos cumplir esas funciones que se redefinen por sí mismas, de acuerdo con los carnbiantes requerimientos de los que ellos son los agentes activos. La educación, en ese sentido, es verdaderamente " e d u c a c i ó n c o n t i n u a " . No puede ser ni"vocacional" (que en nuestras sociedades significa el confinamiento de la gente involucrada a funciones utilitarias estrechamente predeterminadas, desprovistas de todo poder para tomar decisiones), ni "general" (que se supone les enseña a los individuos, de manera paternalista, la "habilidad para pensar"). Tales nociones constituyen las arrogantes presunciones de una concepción basada en la separación totalmente insostenible entre las dimensiones prácticas y las estratégicas. Por consiguiente la "educación continua", como constituyente obligatorio de los principios reguladores de una sociedad más allá del capital, es inseparable de la significativa práctica de la a u t o g e s t i ó n . Es parte integral de ésta, porque representa al principio la fase formativa en ia vida de los individuos y, por otra parte lo es en el sentido de que permite una r e t r o a l i m e n t a c i ó n p o s i t i v a desde los individuos educativamente enriquecidos, con sus necesidades apropiadamente cambiantes y equitativamente redefinidas, hacia la determinación general de los principios y los objetivos orientadores de la sociedad. A nuestra difícil situación histórica la define la crisis e s t r u c t u r a l d e l s i s t e m a g l o b a l d e l capital. Está de moda hablar, con toda autosuficiencia, acerca del gran éxito de la globalización capitalista. Un libro de publicación reciente al que se la ha hecho fervorosa propaganda lleva por título Por q u é f u n c i o n a la g l o b a l i z a c i ó n . ^ ' ' Sin embargo, el autor, quien es el principal comentarista económico del F i n a n c i a l T i m e s de Londres, olvida formular la p r e g u n t a realmente importante: ¿para q u i é n f u n c i o n a ? (si es que funciona). Bueno, es cierto que funciona, por lo momentos y no muy bien que se diga, para quienes toman las decisiones en el capital transnacional, pero no para la inmensa mayoría de la humanidad, que debe sufrir las consecuencias. Y ninguna " i n t e g r a c i ó n Ver Martin Wolf, Why Globalization Works, Yale University Press, 2004.
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j u r i s d i c c i o n a l " como la propugnada por el autor—es decir, hablando claro, el control directo más estricto de los deplorados "demasiados estados" por unas pocas potencias imperialistas, en especial la más grande de todas—va a remediar la situación. En realidad la globalización capitalista no funciona, y no puede funcionar. Porque no puede superar las contradicciones y los antagonismos inconciliables manifiestos a través de la crisis estructural global del sistema. La globalización capitalista en sí misma constituye la manifestación contradictoria de esa crisis, y trata de trastrocar la relación c a u s a / e f e c t o en un vano intento por remediar algunos efectos negativos mediante otros e f e c t o s p r o y e c t a d o s i l u s a m e n t e , porque es incapaz estructuralmente de abordar sus c a u s a s . Nuestra época de crisis e s t r u c t u r a l g l o b a l es también la época histórica de la t r a n s i c i ó n del orden social existente a otro cualitativamente diferente. Son ésas las dos características definitorias fundamentales del espacio social e histórico dentro del cual hay que afrontar los grandes desafíos de r o m p e r la l ó g i c a d e l c a p i t a l , y al mismo tiempo elaborar también los perfiles estratégicos de la e d u c a c i ó n m á s allá d e l c a p i t a l . Nuestra tarea educativa es por consiguiente s i m u l t á n e a m e n t e t a m b i é n la t a r e a de una amplia t r a n s f o r m a c i ó n social emancipadora. Ninguna de las dos puede ser colocada frente a la otra. Son inseparables. La transformación social emancipadora radical que se requiere no es concebible sin la contribución positiva más activa de la educación en su sentido omniabarcante, como la hemos caracterizado en esta conferencia. Y viceversa: la educación no puede funcionar suspendida en el aire. Puede y tiene que estar debidamente articulada v ser constantemente reconformada en su interrelación dialéctica con las cambiantes condiciones v necesidades de la transformación social emancipadora en marcha. Las dos tendrán éxito o fracasarán, se mantendrán en pie o c a e r á n , j u n t a s . D e p e n d e de t o d o s n o s o t r o s — t o d o s , p o r q u e sabemos p e r f e c t a m e n t e que "los educadores también tienen que e d u c a r s e " — q u e se mantengan en pie y no caigan. Hay demasiado en juego como para contemplar la posibilidad de un fracaso. En esta empresa no podemos separar las tareas i n m e d i a t a s de su m a r c o e s t r a t é g i c o general, ni tampoco oponérselas. El éxito estratégico es impensable si no cumplimos las tareas inmediatas. De hecho el marco estratégico mismo constituye la síntesis general de las tareas y desafíos i n m e d i a t o s , que son innumerables y siempre renovados y expandidos. Pero la solución de los desafíos sólo resulta factible si es el marco estratégico sintetizador el que le da forma al abordaje de lo inmediato. Los pasos mediadores en dirección al futuro—en el sentido de la única forma viable de a u t o m e d i a c i ó n — s ó l o pueden arrancar de lo i n m e d i a t o , pero iluminados por el espacio que ella puede ocupar legítimamente en la estrategia general orientada por el futuro previsto.
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Capitulo 9 El socialismo en el siglo XXI
La cuestión del socialismo se presenta en el siglo XXI como la necesidad de una evaluación crítica del pasado y como e] desafío ineludible de identificar los requerimientos fundamentales que hav que incorporar a las estrategias de cambio radical previstas. Esto debe ser hecho bajo condiciones en que la urgencia de contrarrestar las destructivas tendencias de desarrollo en marcha nada más la pueden negar los peores apologistas del orden metabólico social establecido. En el presente capítulo sólo podemos indicar brevemente los principales objetivos y características de la transformación socialista necesaria, c o m o p r i n c i p i o s o r i e n t a d o r e s para la elaboración de las estrategias viables para nuestro futuro tanto cercano como distante. El orden en que los puntos específicos son presentados aquí no significa que ello constituya un ordenamiento según su importancia, ni que los subsiguientes estén subordinados a los primeros. Por la naturaleza misma de los temas sobre el tapete resultaría artificial y distorsionador jerarquizarlos según ese criterio. Porque las características definitorias de una transformación socialista genuina constituyen una totalidad e s t r e c h a m e n t e integrada.Todos son, en algún sentido, p u n t o s d e A r q u í m e d e s que se sostienen a sí mismos y entre sí mediante sus determinaciones recíprocas y sus implicaciones de toda índole. En otras palabras, t o d o s ellos son de igual importancia, en el sentido de que n i n g u n o es ignorable u omitible en la larga trayectoria de la estrategia general, independientemente de su relevancia i n m e d i a t a en el punto de partida del viaje. Sin embargo, existe una doble razón para presentarlos como puntos por separado. Primero, porque para los propósitos a n a l í t i c o s es útil agrupar juntos los elementos relativamente homogéneos bajo un mismo encabezado, cuando las complejas interconexiones del todo sólo pueden ser establecidas si se ponen en juego una serie de mediaciones más distantes y en cierto modo contrastantes, con sus propios contextos específicos. Y segundo, porque no se puede suponer que la dimensión t e m p o r a l de la realización de las características y requerimientos específicos de una transformación socialista verdaderamente perdurable resulte ser la misma. Naturalmente, algunos de los cambios propugnados serán factibles considerablemente antes que otros. Sin embargo, hasta los objetivos de mayor dificultad, cuya realización resultará inevitablemente más remota en el tiempo, deben ser reconocidos desde el comienzo mismo como vitales para el éxito de la transformación necesariamente radical en su totalidad, o de lo contrario la empresa en su conjunto está destinada a verse desencaminada o socavada. Porque sin la
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identificación de la d e s t i n a c i ó n g e n e r a l del viaje, junto con la d i r e c c i ó n e s t r a t é g i c a y la necesaria b r ú j u l a adoptada para alcanzarla, no puede haber esperanza de éxito. El desastroso fracaso de la socialdemocracia en todo el mundo, gracias también a su falsa panacea de "el o b j e t i v o n o es n a d a , el m o v i m i e n t o l o es t o d o " — q u e contribuyó en mucho a transformar su programa reformista, otrora genuinamente propugnado, en la defensa reaccionaria de inclusive los aspectos más indefendibles del orden d o m i n a n t e — n o s brinda un poderoso recordatorio y advertencia a este respecto. Sin duda, la n e g a c i ó n radical del destructivo sistema de control metabólico social constituye apenas un solo lado de lo que se tiene que hacer. Porque la negación incuestionablemente necesaria del sistema del capital sólo puede tener éxito si se le complementa con el l a d o p o s i t i v o de la empresa en su totalidad. Es decir, la progresiva creación de un orden socíorreproductivo a l t e r n a t i v o , desde un comienzo humanamente aprobable y v i a b l e , y también verdaderamente s u s t e n t a b l e incluso desde la perspectiva histórica más p r o l o n g a d a . Este planteamiento indica un p r o c e s o social inevitablemente complejo e intrincado que define a todo objetivo y requerimiento específicos de la transformación socialista como partes integrantes de una empresa histórica a b i e r t a , por el contrario de las acusaciones interesadas esgrimidas en contra del socialismo como "sistema cerrado utópico", y como tal destinado al fracaso porque sólo le puede ser impuesto temporalmente a la realidad mediante medidas dictatoriales indefendibles. En verdad, por el contrario, la determinación inherentemente p r o c e s a l de los objetivos y requerimientos socialistas significa que los objetivos específicos en cualquier momento que se enfoque estarán referidos simultáneamente, de manera explícita o no, a una concepción general, y se verán fortalecidos, al igual que profundizados/enriquecidos, gracias a sus interdeterminaciones entre sí en desarrollo, y por consiguiente en referencia orgánica con la totalidad en evolución. Con estas consideraciones, los principales objetivos y requerimientos de la transformación socialista en el siglo XXI se pueden caracterizar como hacemos a continuación.
9.1
IRREVERSIBILIDAD: EL IMPERATIVO DE UN ORDEN ALTERNATIVO HISTÓRICAMENTE SUSTENTABLE
9.1.1 La historia del pasado presenció numerosos ejemplos no sólo de nobles esfuerzos dedicados a la introducción de cambios sociales significativos a fin de superar algunas contradicciones importantes, sino también de algunos éxitos parciales en la dirección originalmente prevista. Demasiado a m e n u d o , sin embargo, tarde o temprano la subsiguiente restauración de las relaciones de dependencia del antiguo s t a t u s q u o ha logrado echar atrás los éxitos. La razón
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primordial para tales desarrollos fue la ineluctable inercia de la d e s i g u a l d a d e s t r u c t u r a l reproducida de una u otra forma a través de la historia, a pesar de algunos cambios de personal ocasionales en la cúspide de la sociedad. Porque la desigualdad estructural actuó como una pesada ancla imposible de levar, con cadenas largas o cortas atadas a ella, que invariablemente arrastraban al barco de vuelta a una posición desde la cual no parecía haber ninguna posibilidad de proseguir hacia adelante en el viaje, sin importar lo bienintencionados que hayan podido estar algunos miembros de la tripulación del propio barco durante alguna f u e r t e t e m p e s t a d h i s t ó r i c a . Y p a r a e m p e o r a r las c o s a s , esta c o n d i c i ó n históricamente determinada y humanamente alterable del pueblo dominado por el orden existente estaba por lo general conceptuada e ideológicamente explicada como una f a t a l i d a d d e la n a t u r a l e z a , aun cuando había que aceptar que la desigualdad estructural prevaleciente estaba muy lejos de resultar beneficiosa para todos. El corolario obligado de este tipo de explicación—y de justificación de lo injustificable—era que la desigualdad social, como una determinación de la naturaleza presuntamente inalterable (y que se decía estaba en sintonía con la "naturaleza humana" misma) es permanente y defendible sin problemas. ¿Pero qué si la noción de permanencia en sí misma se ve cuestionada por la evidencia de un cambio histórico claramente identificable y amenazante? Porque tan pronto haya que admitir que el tiempo histórico humano no es medible en términos de la permanencia de la naturaleza, por no mencionar el hecho de que la perdurable temporalidad de la naturaleza misma en nuestro planeta está siendo socavada catastróficamente por la destructiva intervención en marcha dentro de ella por parte de fuerzas socioeconómicas lesivas, se derrumbará todo el razonamiento de la justificación antihistórica. En este punto se vuelve imperativo orientarnos bien adentro de las posibilidades y limitaciones del tiempo histórico real, con intenciones de superar radicalmente los peligrosos antagonismos sociales que apuntan en dirección a ponerle un final a la propia historia humana. En ese punto del tiempo, exactamente donde nos encontramos hoy, la elaboración de los correctivos requeridos en forma de un orden social alternativo sustentable, junto con los apropiados dispositivos de seguridad para hacer que ese orden resulte irreversible, se torna en desafío histórico ineludible. Porque si no afronta con éxito ese desafío, dada la urgencia de un tiempo histórico inédito, en el que está en juego la supervivencia de la humanidad—bajo la sombra tanto de la acumulación y el despliegue aparentemente incontrolables de las armas de destrucción en masa reales (y no cínica e interesadamente ficcionalizadas), como de la devastadora invasión de la naturaleza por parte del capital—la humanidad no puede correr el riesgo de caer en un orden social incluso más destructivo, como sí tuviésemos la infinitud del tiempo a nuestra disposición antes de e m p r e n d e r alguna acción correctiva.
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9.1.2 Dada la grave crisis estructural del sistema del capital, la cruda alternativa es hov s o c i a l i s m o o b a r b a r i e , si no la completa aniquilación de la humanidad. Este hecho histórico avasallante demanda la prosecución de un conjunto de estrategias coherentes que no puedan ser revertidas a la primera oportunidad, a diferencia de los pasados fracasos debidos a la aceptación del " c a m i n o más fácil" y la resultante d e f e n s i v i d a d del movimiento socialista. Al mismo tiempo, el o b j e t i v o de la transformación socialista sustentable debe ser firmemente r e o r i e n t a d o del " d e r r o c a m i e n t o d e l c a p i t a l i s m o " — m a n e j a b l e sólo s o b r e una base estrictamente temporal—hacia la t o t a l e r r a d i c a c i ó n d e l c a p i t a l del proceso metabólico social. Si no es así las viejas estructuras del sistema heredado inevitablemente se re vitalizarán, como lo hemos presenciado en las sociedades de tipo soviético en el siglo XX. Y dicha revitalización trae consigo consecuencias p o t e n c i a l m e n t e d e v a s t a d o r a s , no sólo para las s o c i e d a d e s d i r e c t a m e n t e involucradas, donde el capitalismo ha sido restaurado en la actualidad, sino para la h u m a n i d a d e n t e r a . C i e r t a m e n t e , a c a r r e a esas c o n s e c u e n c i a s que incuestionablemente afectan a toda la humanidad, porque las fuerzas socialistas se ven frenadas por la parálisis ideológica causada por la asimilación desproporcionada del éxito relativo de la restauración capitalista en algunas áreas, mientras ignoran las condiciones mucho más fundamentales de la crisis estructural del sistema del capital que se profundiza. Marx nos advirtió acerca de la capacidad que tiene el capital de surgir con mayor fuerza que antes a partir de sus derrotas parciales, y caracterizó — e n contraste con ese poder restaurador— la necesaria orientación de las revoluciones proletarias diciendo que ellas se autocrítican constantemente, se interrumpen continuamente en su propio devenir, regresan a lo aparentemente va cumplido a fin de comenzarlo de nuevo, se burlan concienzudamente de las indecisiones, las debilidades v las mezquindades de sus primeros intentos, parecen derribar a su adversario sólo para que éste pueda cobrar nuevas fuerzas de la tierra v levantarse otra vez, más agigantado, frente a ellas, y reculan una y otra vez ante la vaga enormidad de sus propios objetivos, hasta que se crea una situación que hace imposible todo retroceso, y las condiciones mismas gritan:Hic Rhodus, hic salta. Esto es Rodas, salta aquíl "* Naturalmente, Marx no podía anticipar en 18S 1, cuando escribió estas líneas, que el ineludible imperativo de " ¡ Esto es Rodas, salta aquí i" se presentaría bajo las condiciones de una grave emergencia social e histórica, cuando la amenaza de * Sacado de una fábula de Esopo, que cuenta acerca de un fanfarrón que proclamaba que una vez había dado en Rodas un salto descomunal, e invocaba testigos que lo respaldaban. Su auditorio le respondió: "¿Para qué testigos? ¡ Esto es Rodas, salta aquí ¡". Es decir, demuestra con hechos lo que eres capaz de hacer. (N. del T.) ^"^ Marx, "The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte", Marx y Engels, Collected Works, vol. 11, Londres, 1979, pp. 106-107.
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una potencial autodestrucción de la humanidad está claramente en el horizonte. Sin embargo, logró identificar las dos consideraciones principales que deben tenerse en m e n t e al evaluar la perspectiva viable de una transformación socialista irreversible. Primero, el reconocimiento de la capacidad definitivamente más amenazadora para "cobrar nuevas fuerzas de la tierra v levantarse otra vez", como lo hizo Anteo en la mitología griega, de suerte que habría que elaborar medidas estratégicas apropiadas a fin de vencer sobre una base p e r m a n e n t e el poder del adversario histórico, cada vez más destructivo. Especialmente cuando los estados capitalistas dominantes emprenden guerras genocidas para comprobar la "viabilidad productiva" de su sistema. Y segundo, la comprensión de que en el transcurso del desarrollo histórico llega un momento en que el seguimiento lógicamente mucho más fácil del " c a m i n o m á s fácil" deja de ser defendible, y se torna inevitable intentar un salto. La emergencia histórica de nuestro tiempo modifica la segunda consideración de Marx sólo en el sentido de que seguir hoy día el "camino más fácil" simplemente "ya no es defendible", sino que además hay que ponerlo en el primer plano de la conciencia social como s u i c i d a . 9.2
PARTICIPACIÓN: LA PROGRESIVA TRANSFERENCIA DE LA TOMA DE DECISIONES A LOS PRODUCTORES ASOCIADOS
9.2.1 Es inconcebible que se logre hacer irreversible el orden social alternativo sin la plena participación de los productores asociados en la toma de decisiones en todos los niveles del control político, cultural v económico. Porque es la única manera como las grandes masas del pueblo pueden adquirir una posición firme perdurable en su sociedad, e identificarse así verdaderamente con los objetivos y las modalidades de la reproducción de las condiciones de su existencia social, decidido no solamente a defenderlas de todos los intentos restauradores sino también a ampliar sus potencialidades positivas. Hasta el momento presente muy pocas ideas han sido utilizadas con mayor efectividad para el propósito de la mistificación ideológica que la pretendida oferta de "participación" en la toma de decisiones. Hasta algunas empresas capitalistas de tamaño considerable proclaman haber abierto de par en par las puertas a la "participación democrática" de su fuerza de trabajo en los asuntos de esas empresas, cuando en realidad están manteniendo más apartados que nunca—por el estilo de los accionistas "soberanos" que no tienen voto—de toda materia de verdadera importancia, en el espíritu de la "práctica de la buena administración". La mentalidad ilusa del reformismo democrático adoptó la misma línea de enfoque, y desarmó las oleadas de inconformidad de la base sindical izquierdista mediante "concesiones"
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a fin de cuentas insignificantes presuntamente obtenidas de los "líderes industriales" de las empresas específicas, para así poder atarle las manos a la fuerza de trabajo con mucha mayor fuerza, y por lo general a sus espaldas. A veces, en los debates políticos, la sabiduría popular expresaba un rechazo amargamente irónico de esta práctica conjugando el verbo "participar" de forma tal de finalizar la conjugación no con "nosotros participamos, ustedes participan, ellos participan", sino "ellos a p r o v e c h a n " , o, en otra versión: "nosotros participamos, ustedes participan... ellos deciden". Era ésa, en verdad, la esencia mistificadora de tal estrategia reformista tan aplaudida. Porque, independientemente de todas las presunciones de lo contrario, nada tenía que ver con avanzar en dirección a una progresiva transformación de los productores asociados en s u j e t o d e l p o d e r . Ni siquiera a través del más pequeño de los idealizados "pequeños grados". Lo que había que mantener como tabú absoluto era, en efecto, la d i r e c c i ó n del viaje transformador, rumbo a un cambio cualitativo. Un asunto cínicamente tergiversado como si se tratase de una cuestión del t a m a ñ o de los pasos específicos que había que dar: "graduales" o "por cuentagotas", y no estratégicamente abarcadores. Sin embargo, el "método por cuentagotas" idealizado andaba bien lejos de carecer de su propia dirección estratégica. Porque en la realidad su orientación ideológica bien escondida era conducir hacia n i n g u n a p a r t e por fuera del laberinto de las contradicciones que se agudizaban, "prudentemente" encerrados dentro del círculo vicioso del orden establecido. Y precisamente esa manera apologética "sensible" de ir dando vueltas en círculos preestablecidos era—y lo sigue siendo—su función principal. Sin la estrategia general de transferir p r o g r e s i v a m e n t e l o s p o d e r e s de la t o m a d e d e c i s i o n e s a l o s p r o d u c t o r e s a s o c i a d o s (es decir: transferirlos a todos los niveles, incluido el más elevado de éstos), el concepto de participación carece de lógica valedera. Esto significa que las falsas dicotomías que contraponen la escala "pequeña" a la "grande", o lo "local" a lo "global", no tienen cabida en una estrategia socialista viable, cualesquiera puedan ser las buenas intenciones con las que se pavimente el camino a la preservación del infierno del sistema del capital. Los poderes que se han de transferir a los productores asociados no pueden ser restringidos a lo l o c a l , ni siquiera cuando la pildora amarga de la carencia de poder continuada se recubra con el azúcar de consignas como "lo pequeño es bello" y "pensar globalmente, actuar ¡ocalmente". Constituye una ilusión paralizante de la legalidad burguesa el que los poderes de toma de decisiones se puedan d i v i d i r y r e p a r t i r a conveniencia, de una manera beneficiosa para todos, entre alternativas h e g e m ó n i c a s . En verdad, sin embargo, en el orden social del capital no se reparte ningún poder de toma de decisiones entre las c l a s e s s o c i a l e s competidoras, a pesar de la ideología de la "división de los poderes" bajo una pretendida "constitucionalidad democrática". Porque todos los poderes importantes—en contraste con los estrictamente marginales—están
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en posesión del capital mismo. Del capital, que es, por naturaleza propia, una fuerza e x t r a p a r l a m e n t a r i a que lo abarca todo y tiene t a m b i é n que dominar al parlamento, dejándole a las fuerzas establecidas de la oposición parlamentaria un margen de acción restringido al extremo. Hay que insistir hasta el cansancio: para concebir una relación de los poderes de toma de decisiones completamente distinta es necesario desafiar radicalmente al capital, como c o n t r o l a d o r t o t a l de la reproducción metabólica social. El hecho de q u e , en el t r a n s c u r s o de la t r a n s f o r m a c i ó n radical, los requeridos cambios en todos los planos en la transferencia de poderes efectivos prevista no puedan realizarse d e u n a s o l a v e z , sino que deban ser practicados p r o g r e s i v a m e n t e , sobre la base de la continuidad, no significa que se deba o se pueda abandonar la idea de asegurar el control del proceso metabólico social en su totalidad, y a todos los niveles, por parte de los productores asociados. Si no es así e s t a r í a m o s de vuelta a las ilusiones ya criticadas del p a s a d o — democráticas en lo formal pero autoritarias en lo sustantivo—incluso si se dan en una nueva versión de su división de poderes, en definitiva impracticable. Las limitaciones iniciales a los poderes de los productores asociados, debidas a las restricciones de las determinaciones estructurales heredadas, desde el propio comienzo, resultan admisibles tan sólo durante un limitado período histórico de t r a n s i c i ó n , e incluso e n t o n c e s sólo si la d i r e c c i ó n del viaje, c o m o lo subrayamos antes, apunta sin ambigüedades hacia la plena transferencia de poderes a la primera oportunidad histórica sustentable. De otro modo el emergente metabolismo reproductivo del orden social alternativo no podría tener éxito en su aspiración hegemónica sobre una base perdurable. El aspecto crucial a este respecto tiene que ver con la manera como las p a r t e s del n u e v o o r d e n r e p r o d u c t i v o social en d e s e n v o l v i m i e n t o — s u s m i c r o c o s m o s — s o n coordinadas en un m a c r o c o s m o cualitativamente diferente. El orden reproductivo ahora establecido estará caracterizado por las estructuras incurablemente a d v e r s a r i a l e s de sus microcosmos sociales que, en consecuencia, deben ser s u b s u m i d o s bajo un modo estrictamente j e r á r q u i c o de determinación general, a fin de hacer factible la única forma posible para el capital de una coordinación que lo abarque todo. Es por eso que el orden reproductivo establecido es a u t o r i t a r i o hasta la médula, bajo todas las circunstancias. Incluso a nivel político algún tipo de "constitucionalidad democrática formal" podría complementar las inalterables estructuras explotadoras materiales, en aras de asegurar mejor la estabilidad del sistema cuando las ciscunstancias históricas lo permiten, pero sólo para terminar siendo descartada en períodos de crisis graves. El orden reproductivo social alternativo, por el contrario, es inconcebible si no se vencen las autoritarias y a d v e r s a r i a l e s d e t e r m i n a c i o n e s m á s p r o f u n d a s de los microcosmos heredados del capital. Esto será posible sólo instituvendo un modo de intercambio reproductivo cualitativamente nuevo, basado en los intereses vitales, compartidos a plenitud, de los miembros de los reestructurados microcosmos sociales n o
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a d v e r s a r i a l e s . Sólo de esta manera pueden ser c o o r d i n a d o s apropiadamente en una forma correspondiente de m a c r o c o s m o n o adversarial. Es por eso que la participación resulta significativa solamente si los poderes de toma de decisiones les son transferidos realmente a los productores asociados a t o d o s los niveles y en t o d o s los t e r r e n o s . Ejercer el c o n t r o l nada más l o c a l m e n t e —maquillado por el premio de consuelo de "lo pequeño es bello" Y cosas por el e s t i l o — resulta una incongruencia si las decisiones locales son sometidas a la a p r o b a c i ó n o el rechazo en un n i v e l s u p e r i o r afianzado estructuralmente, y por consiguiente necesariamente adversarial. En tal caso no se trataría ya de decisiones sino, en el mejor de los casos, de algún tipo de r e c o m e n d a c i o n e s quizá p e r m i s i b l e s (o n o ) , p u e s t o q u e las d e c i s i o n e s propiamente dichas sólo podrán ser tomadas por "una autoridad superior". Los nuevos microcosmos concebidos no pueden ser verdaderamente democráticos — y por supuesto tampoco socialistas no-adversariales— si las contradicciones p u e d e n entrar a escena por la "puerta de atrás" de una autoridad superior establecida de manera p e r m a n e n t e . Y viceversa. El macrocosmo de semejante orden social no puede ser socialista no-adversarial si el nivel estructuralmente superior retiene para sí los poderes de decisión y negación.
9.2.2 Lo que está sobre el tapete aquí es la relación vitalmente importante de c o o r d i n a c i ó n n o - j e r á r q u i c a g e n u i n a , en contraposición con todas las formas
conocidas y factibles de d o m i n a c i ó n y s u b o r d i n a c i ó n i m p u e s t a s estructuralmente. Constituye uno de los recursos favoritos de los adversarios del socialismo decretar la imposibilidad de tomar d e c i s i o n e s s u s t a n t i v a s — lo contrario de p a r t i c i p a r en e v e n t o s f o r m a l i z a d o s , c o m o elecciones p a r l a m e n t a r i a s o referendos— independientemente de que las cantidades de personas involucradas sean m u y g r a n d e s y los a s u n t o s m i s m o s m u y v a r i a d o s . Este r e c u r s o p r e c o n c e b i d a m e n t e descalificador opera de la misma forma que el antes mencionado rechazo de la posibilidad de un c a m b i o c u a l i t a t i v o q u e l o a b a r q u e t o d o , declarado como inadmisible, en contraste con el único planteamiento aceptable de la "reforma c o n c u e n t a g o t a s " . En ambas ocasiones se invoca el f e t i c h i s m o d e la c a n t i d a d , con la finalidad de otorgarle razonabilidad a la eternización del orden existente. En el primer caso, la d i r e c c i ó n del viaje emancipador que conduzca a un cambio cualitativo es sacada fuera del cuadro, a fin de poder convertir el asunto real en una caricatura mecánica de cantidades en contienda, adjudicándoles la victoria—por definición, y nada más—a los idealizados "pequeños grados". De igual modo, en el segundo caso, nuestros "mercaderes de la complejidad" utilizan el fetiche de la cantidad para declarar que "más allá de cierto tamaño de una comunidad" (sin definir jamás cuan grande o pequeña
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realmente) la toma de decisiones sustantivas no puede ser llevada a cabo por sus miembros, porque hay demasiado de ellos. Y se supone que eso invalida por completo el concepto de participación en cualquier sentido significativo del término. Este tipo de razonamiento resulta ser una falacia, no sólo porque desde el comienzo mismo a s u m e la conclusión que p r e t e n d e d e m o s t r a r sino, más importante aún, porque desvía la atención del problema real de cuáles son las condiciones necesarias de la coordinación de los microcosmos de la toma de decisiones participativa en un macrocosmo social históricamente sustentable. No es cuestión de "tamaño grande o pequeño". Porque hasta la "comunidad más pequeña" de dos pueblos en querella irreconciliable resulta "demasiado grande" para ser realmente sustentable. Por el contrario, la única solución factible del problema requiere que se suprima la a d v e r s a r i a l / c o n f l i c t u a l determinación interior de los microcosmos sociales específicos a fin de combinarlos en una totalidad social en desarrollo positivo. Así, el establecimiento de una genuina coordinación no jerárquica, y en consecuencia no adversarial, es el desafío que se nos enfrenta en nuestros intentos por asegurar el futuro. Porque es el único modo en que la participación efectiva en todos los niveles de la toma de decisiones puede prevalecer en el transcurso del desarrollo socialista: a través de la actividad autónoma, que lo abarque todo, de los productores asociados como el real s u j e t o d e l p o d e r . 9.3
IGUALDAD SUSTANTIVA: LA CONDICIÓN ABSOLUTA DE LA SUSTENTABILIDAD
9.3.1 La igualdad sustantiva constituye, sin duda, el corolario obligado del punto anterior. Porque resultaría por demás absurdo dejar fuera de consideración la cuestión de la i g u a l d a d s u s t a n t i v a — y no meramente formal—cuando se evalúa el éxito o el fracaso en nuestra estrategia de participación genuina como la condición necesaria para la creación de un orden social alternativo. En un mundo como el nuestro, en el cual un tercio de toda la población tiene que sobrevivir apenas por encima, y hasta muy por debajo, de un dólar diario de ingreso, mientras los "capitanes de la industria y los negocios" del capital se autogratifican obscenamente con salarios de cientos de millones de dólares al año, resulta nada menos que una atrocidad moral hablar de "democracia y libertad", v continuar validando las prácticas explotadoras del orden dominante con cualquier medio a disposición del sistema, incluidos los medios militares más violentos de emprender guerras genocidas de ser necesario. No se p u e d e c o n c e b i r la r e m o c i ó n de las d e t e r m i n a c i o n e s i n t e r n a s adversariales de nuestros microcosmos sociales existentes sin enfrentar a conciencia el problema de vieja data de la desigualdad sustantiva. El orden social del capital
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está estructurado de una manera profundamente injusta y no es concebible que pueda funcionar de otro modo. Por su naturaleza misma el capital tiene siempre que retener para sí todo poder significativo de toma de decisiones, partiendo de las células constituyentes más pequeñas del sistema hasta llegar a los niveles más altos de control social general. Ello es verdad no sólo en las llamadas "sociedades subdesarrolladas"—es decir, en las partes totalmente integradas y estructuralmente subordinadas de la jerarquía global del capital—sino también en los países capitalistamente más privilegiados del sistema de reproducción metabólica social hoy dominante. Lo que hace tan difícil la tarea histórica de alterar r a d i c a l m e n t e las desigualdades estructurales del sistema del capital, es el hecho de que ese orden social resulta ser inseparable de una c u l t u r a d e la d e s i g u a l d a d s u s t a n t i v a establecida hace mucho tiempo, en cuya constitución estuvieron profundamente involucradas incluso las más grandes y más progresistas figuras de la burguesía en ascenso."' Naturalmente, no hay nada sorprendente en ello. Porque hasta las figuras más perspicaces v esclarecidas de la burguesía—incluidos intelectuales de talla gigantesca como Adam Smith, Goethe y Hegel—vieron el mundo y sus problemas desde el p u n t o d e vista d e l c a p i t a l . Formularon tanto sus diagnósticos de lo que había que enmendar como sus soluciones para los desafíos y contradicciones detectadas, totalmente dentro de los parámetros y las hipótesis estructuralmente restrictivos de la perspectiva del capital. Resultaba inconcebible que la noción de una i g u a l d a d real, que abarcara plenamente a los miembros de todas las clases sociales, formase parte de esas consideraciones. En la gran tempestad de la Revolución Francesa de 1789 surgió el desafío f u n d a m e n t a l de e s t a b l e c e r un o r d e n social de " l i b e r t a d , i g u a l d a d y f r a t e r n i d a d " , y se proclamaron sus características definitorias principales al nivel de la ideología política. Sin embargo, en la realidad éstas fueron violadas desde el comienzo m i s m o , como tenía que ser bajo la presión de las incorregibles determinaciones internas del capital. El concepto de Ilustración no pudo extenderse lo bastante como para tolerar la "libertad" de aquellos que trataron de luchar por la institución de una i g u a l d a d sustantiva. No fue sorpresa, entonces, que cuando Francois Babeuf criticó en su T r i b u n e d u P e u p l e el curso que estaba tomando la revolución, y trató de organizar su " S o c i e d a d d e l o s I g u a l e s " , hubiese que arrastrarlo sin contemplaciones al cadalso y guillotinarlo en 1797 por su crimen imperdonable. Es comprensible, entonces, que en el transcurso del subsiguiente desarrollo histórico del sistema del capital dos de las tres consignas de la Revolución Francesa—"igualdad y fraternidad"—hayan desaparecido discretamente del 255 Ygj gi Capítulo 6 de este libro; "El desafío del desarrollo sustentable y la cultura de la igualdad sustantiva", conferencia dictada en el Foro Cultural del Parlamentos Latinoamericanos: Cumbre sobre la deuda social y la integración latinoamericana, llevada a cabo en Caracas, Venezuela, en 10-13 de julio de 2001.
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horizonte. Y hasta la "libertad" tuvo que convertirse en un recurso preferido de la retórica política vacía, para así irla haciendo no sólo compatible con las violaciones más violentas de su esencia, sino además pretendida l e g i t i m a d o r a de ellas. A la larga, el orden social alternativo no es sustentable sin la plena realización de la igualdad, en lugar de las relaciones sociales existentes en las cuales la igualdad existe en el mejor de los casos sólo como un requerimiento f o r m a l / l e g a l , y nada más que un requerimiento formal que se reitera de manera ritual. Porque en la realidad incluso la solemnemente proclamada "igualdad ante la ley" se ve, por lo general, retorcida a favor de quienes pueden permitirse fácilmente pagar por convertir a las altisonantes reglas f o r m a l e s en burla g r o s e r a . En su época, Rousseau no dudó en formular algunas interrogantes pertinentes a este respecto, si bien no pudo ofrecer una solución viable a las contradicciones detectadas. Formuló así su crítica: ¿Acaso no son todas las ventajas de la sociedad para los ricos y los poderosos? ¿No están en sus manos todos los puestos lucrativos? ¿No les están reservados a ellos solos todos los privilegios y exenciones? (...) ¡ Qué diferente resulta ser el caso para los pobres ¡ M i e n t r a s más les d e b e la h u m a n i d a d , más los niega la s o c i e d a d . ( . . . ) Los términos del pacto social entre estos dos estados del hombre se pueden resumir en unas cuantas palabras: "Tú tienes necesidad de mí, porque yo soy rico y tú eres pobre. Por lo tanto tenemos que llegar a un acuerdo. Yo te permitiré tener el honor de servirme, a condición de que tú me otorgues lo poco que te quede, en retribución de los esfuerzos que haré al mandarte ''' Cuando la ascensión histórica de la burguesía llegó a su culminación, hacer preguntas embarazosas acerca de la desigualdad social se fue haciendo totalmente incompatible con la perspectiva del capital. El discurso dominante acerca de la igualdad tuvo que restringirse a ocuparse nada más de algunos aspectos limitados del requerimiento de igualdad estrictamente formal, e incluso en ese caso, tan sólo porque les importaba a las reglas de los contratos capitalistamente cumplibles, en interés de los sectores específicos del capital contratantes. Pero la función principal del discurso sobre la igualdad—en su sentido tan aplastantemente formalizado—era la apologética y la mistificación social. Nada ilustra mejor esto que el cínico discurso tan repetido hoy día dedicado a decretar fuera de orden la " i g u a l d a d d e resultados". Porque permitir que se presione por un cambio significativo en los "resultados" implicaría cierta interferencia inconveniente con las relaciones de poder establecidas, mejorando la capacidad de los individuos sociales para intervenir efectivamente en los procesos sustantivos de la toma de decisiones social. Por eso la idea misma de propugnar la "igualdad de resultados" debe ser descartada categóricamente a favor de la fórmula vacía que promete la incumplible condición de la " i g u a l d a d d e o p o r t u n i d a d e s " . Una condición totalmente incumplible puesto que de la manera como queda definido el
^^^ Rousseau, A Discourse on Political Economy, edición Everyman, pp. 262-264.
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asunto mismo, la proclamada "igualdad de oportunidades" no puede significar más que una c o n c h a f o r m a l v a c í a . Porque la propia fórmula tiene explícita la premisa del rechazo insensible y cínico a la " i g u a l d a d d e r e s u l t a d o s " . Y, por supuesto, no existe "oportunidad" que pueda tener algún sentido si por definición se excluvic de partida el "resultado".
9.3.2 La plena realización de la igualdad sustantiva constituye, sin duda, una tarea histórica sumamente difícil. Ciertamente, quizás sea la más difícil de todas, e implica la transformación del orden social en su totalidad. Porque la creación de una sociedad verdaderamente equitativa exige el derrocamiento radical de las jerarquía» estructurales explotadoras establecidas durante miles de años, y no solamente sa variedad capitalista. Como sabemos todos, en lo que atañe a muchos siglos de historia humana las desigualdades con arraigo estructural se justificaban, con cierta legitimidad, sobre la base de que las condiciones primordiales de la reproducción expandida podía» ser afianzadas al máximo mediante la estructura de mando de las sociedades clasistas. Porque ellas estaban en capacidad de poner a un lado, v acumularlos en grado significativo—aun del modo más inicuo—los frutos del plustrabajo para el potencial avance productivo, en lugar de consumirlo todo de una sola vez, "viviendo el día a día". Tal justificación carece, claro está, de toda validez bajo las inmensas fuerzas y potencialidades productivas de nuestro propio tiempo. Naturalmente, el tipo de transformación producida alcanzada históricamente por la humanidad—para mejorar, i n c o m p a r a b l e m e n t e — e n las c o n d i c i o n e s de r e p r o d u c c i ó n social expandida indicaría, en principio, la p o s i b i l i d a d de establecer una manera cualitativamente distinta de ordenar nuestro modo de control metabólico social, sobre la base de la igualdad sustantiva de todos. Pero el cuento no termina aquí. El hecho de que en nuestro tiempo esté • abierta una gran p o s i b i l i d a d h i s t ó r i c a no significa en modo alguno que ésta se convertirá en r e a l i d a d en un futuro cercano, y ni siquiera en el futuro remoto. En especial, porque bajo las condiciones del control metabólico social del capital, \ en su etapa de desarrollo presente, todo p o t e n c i a l p r o d u c t i v o constitUTC: simultáneamente también un amenazador p o t e n c i a l d e s t r u c t i v o . En nuestro» i días este último ha sido puesto en su peligroso funcionamiento con creciente : frecuencia y a una escala cada vez mayor, poniendo en peligro no solamente la vida humana sino además la totalidad de la naturaleza viviente en nuestro planeta de vida limitada. Es éste el verdadero sentido desilusionador de la tan cacaread» g l o b a l i z a c i ó n c a p i t a l i s t a en nuestro tiempo. Inevitablemente un trance histórico como éste, insospechado en el pasado, invita a una redefinición radical de muchos de nuestros problemas, incluyendo la cuestión de la igualdad real como uno de los primeros desafíos en la lista. Porque
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el único orden reproductivo socialista viable no es simplemente la negación del modo de control metabólico social del capital, cada vez más destructivo. No puede ser sostenido por largo tiempo a menos que se pueda articular al mismo tiempo como una a l t e r n a t i v a p o s i t i v a para las condiciones que hoy prevalecen. La igualdad sustantiva constituye en este respecto un integrante n e c e s a r i o de la definición en positivo del orden reproductivo social alternativo. Porque resulta imposible eliminar la determinación interior a d v e r s a r i a l / c o n f l i c t u a l de las células constitutivas de nuestro macrocosmo social existente sin reestructurarlas sobre la base de la igualdad sustantiva.
Una sociedad de j e r a r q u í a e s t r u c t u r a l m e n t e
arraigada—la
característica definitoria fundamental del sistema del capital—por naturaleza propia tiene que m a n t e n e r s e siempre siendo adversarial/conflictual, tanto en sus m i c r o c o s m o s c o n s t i t u y e n t e s c o m o en su totalidad c o m b i n a d a de m a n e r a antagon/stica. A medida que se profundiza la crisis estructural del sistema del capital, las d e t e r m i n a c i o n e s i n t e r i o r e s antagonísticas no p u e d e n más que intensificarse, y terminar alcanzando el punto de explosión. Es por eso que hoy presenciamos un giro hacia la institución de medidas legislativas propias de un estado cada vez más a u t o r i t a r i o , incluso en los países capitalistas más desarrollados,^" y su activo involucramiento—achacándole sus pretensiones precisamente a la "democracia v libertad"—en guerras devastadoras. Sin embargo, la tendencia autoritaria, ahora claramente observable, a tratar de controlar las contradicciones explosivas que se van acumulando, con maneras y métodos cada vez más violentos está destinada a volverse no sólo ininanejable sino además contraproducente. La expectativa final de tales desarrollos es la destrucción de la humanidad. A la larga la única alternativa defendible en este particular es una sociedad en la cual los productores asociados puedan identificarse sin reservas con los objetivos y los requerimientos humanamente gratificadores para la reproducción de sus condiciones de existencia. Y eso sólo se puede concebir sobre la base de la igualdad sustantiva.
^^' Ver, por ejemplo, Jean-Claude Paye, "The End of Habeas Corpus in Great Britain" , Monthly Review, noviembre 2005. Como el autor caracteriza los perniciosos desarrollos legales recientes en el parlamento británico: "La ley ataca la separación de poderes formal al darle prerrogativas judiciales al secretario de estado para los asuntos internos. Más aún, reduce prácticamente a nada los derechos de la defensa. También establece la primacía de la sospecha por sobre el hecho, puesto que es posible imponerles medidas que restringen las libertades, y potencialmente conducen a su arresto domiciliario, a individuos, no por lo que hayan hecho, sino de acuerdo con lo que el secretario del interior piense que pudieron o no haber hecho. Asi que esta ley deliberadamente le da la espalda al mandato de la ley y establece una forma de régimen político nueva" (p.34). Al respecto, ver también el Capítulo 10 del presente libro, especialmente el análisis de "La crisis estructural de la política".
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En otras palabras, la solución para los antagonismos explosivos, que no pueden ser reprimidos indefinidamente, es factible sólo en una sociedad en la que, por una parte, el trabajo mismo esté u n i v e r s a l i z a d o , ' ' " involucrando a cada individuo en particular, y, por otra, los frutos potencialmente más abundantes de la dedicación absoluta de los individuos a sus objetivos productivos, sean c o m p a r t i d o s e q u i t a t i v a m e n t e ente todos ellos. No podría existir ninguna razón para que los productores no se comportasen de forma muy distinta a la de la "fuerza de trabajo renuente" (tan conocida en las sociedades de tipo soviético que se desplomaron) si se cubriesen estas dos inseparables dimensiones de la igualdad sustantiva. Por eso la realización de la igualdad sustantiva que lo incluya t o d o , independientemente de cuánto pueda tardar, constituye una c o n d i c i ó n a b s o l u t a para la creación de un orden alternativo históricamente sustentable.Y precisamente porque constituye una condición absoluta para la institución v sustentación de un orden reproductivo no antagonístico, el objetivo de su realización debe formar parte integral de la estrategia general de la transformación social desde el comienzo mismo. Si no es adoptado a conciencia como el o b j e t i v o n e c e s a r i o de la transformación—un objetivo que proporcione simultáneamente la b r ú j u l a para el viaje y la m e d i d a tangible del éxito en el camino de llegar a la meta escogida— todo cuanto se diga acerca de la construcción del socialismo está condenado a seguir siendo un sueño político inalcanzable. Hablar acerca de la necesaria relación entre s o c i a l i s m o y d e m o c r a c i a es dejar de lado este problema vital. Porque abogar por la democracia en este particular constituye o bien una reducción formal del concepto de democracia, como se vio en un puñado de países "capitalistas avanzados" en el pasado (que no equivale a más que el r e q u e r i m i e n t o m í n i m o bajo condiciones socialistas), o bien una e v a s i ó n mistificadora, tratando de restringir toda búsqueda de soluciones a la esfera p o l í t i c a , v por consiguiente implica necesariamente andar describiendo círculos. Así, el llamado a construir el socialismo pasa a ser una condición incumplible y un sueño político irrealizable, puesto que la presunta "democracia" carece de c o n t e n i d o social. Porque la política, como fue constituida en el pasado capitalista y como la heredamos, es, de hecho, uno de los mavores obstáculos para la emancipación de la humanidad. Por eso Marx fue explícito en su defensa inflexible del d e s g a s t a m i e n t o g r a d u a l d e l e s t a d o , con todas sus resultantes. Sólo el tenaz impulso a la realización de una sociedad de i g u a l d a d s u s t a n t i v a puede darle el c o n t e n i d o s o c i a l que requiere el concepto de d e m o c r a c i a s o c i a l i s t a . Un concepto que
•^^^ Este requerimiento de universalización socialmente equitativa del trabajo aparecía hace ya varios siglos, en los escritos de algunos grandes pensadores visionarios, pero sin ningún efecto, dada la dinámica del avasallador desarrollo socioeconómico en marcha en su época. Ver a este respecto el análisis sobre Paracelso en el antecedente capítulo 8: "La educación más allá del capital".
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no se puede definir nada más en términos políticos, porque tiene que ir m á s allá d e la p o l í t i c a m i s m a tal como la heredamos del pasado. Esta i g u a l d a d s u s t a n t i v a constituye también el principio guía fundamental de la p o l í t i c a d e t r a n s i c i ó n hacia el orden social alternativo. Se le reconozca explícitamente o no, la acción principal de la política de transición es irse poniendo fuera de acción transfiriéndole progresivamente los poderes de toma de decisiones a los productores asociados, permitiéndoles de ese modo que se conviertan en productores l i b r e m e n t e asociados. Pero la política no puede hacer tal cosa sin hallar un principio guía apropiado más allá de ella misma, en el orden social alternativo de la igualdad sustantiva en desarrollo. Esta dedicación a la vital tarea histórica de realizar la igual sustantiva es la única vía para que la política socialista pueda cumplir su mandato de redefinirse y reestructurarse al servicio de la gran transformación emancipadora. 9.4
PLANIFICACIÓN: L A NECESIDAD DE SOBREPONERSE AL ATROPELLO DEL TIEMPO DEL CAPITAL
9.4.1 El socialismo, el nombre para el necesario modo alternativo de reproducir nuestras condiciones de existencia en este planeta de vida limitada bajo las circunstancias históricas del presente, resulta inconcebible si no se adopta una forma de control metabólico social que sea racional y humanamente gratificante, en sustitución de la manera antagonística y cada vez más destructiva como el capital administra el p a t r i m o n i o p l a n e t a r i o . La p l a n i f i c a c i ó n , en el sentido más pleno del t é r m i n o , constituye un integrante esencial del modo socialista de control metabólico social. Porque nuestro modo de control tiene que ser viable, no sólo en lo tocante al impacto inmediato de la actividad productiva sobre las condiciones de la reproducción social e individual, sino también i n d e f i n i d a m e n t e , todo lo adelante en el futuro que se pueda y se deba prever a fin de instituir y mantener con vida las garantías apropiadas. En este respecto hallamos una flagrante contradicción en el orden metabólico social del capital. Porque, por una parte, ningún modo de reproducción social anterior tuvo jamás un impacto siquiera r e m o t a m e n t e comparable sobre las condiciones vitales de la existencia—incluido el s u s t r a t o natural mismo de la vida humana—y no nada más en lo i n m e d i a t o , sino incluso a l a r g o p l a z o . Al mismo t i e m p o , por otra p a r t e , la d i m e n s i ó n h i s t ó r i c a a l a r g o p l a z o se desaparece por completo de la visión del modo de control metabólico social de! capital, lo que lo convierte en una forma de mando i r r a c i o n a l y totalmente
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i r r e s p o n s a b l e . El requerimiento de una racionalidad al nivel de los d e t a l l e s m á s m e n u d o s no sólo es compatible con el capital, a la escala temporal de la i n m e d i a t e z , sino además él la necesita, coino la condición fundamental para toda su validez, y encuentra en el mercado capitalista su marco operativo apropiado. El problema está, no obstante, en que la dirpensión vitalmente importante de la r a c i o n a l i d a d g e n e r a l está obligatoriamente ausente de ese modo de control r e p r o d u c t i v o social. La creciente participación del estado capitalista como correctivo parcializado constituye un sustituto muy pobre—y en definitiva sin validez—de ella. Este defecto estructural incorregible del sistema anula la posibilidad de una c o n c i e n c i a h i s t ó r i c a precisamente en una época en que se ha vuelto mayor la necesidad de ella: en nuestro propio período histórico de g l o b a l i z a c i ó n . Porque el impacto a largo plazo del desarrollo del sistema, imprevisto, y en lo tocante a las personificaciones del capital imprevisible en principio, ya ha invadido a la totalidad del planeta. Por consiguiente, si hubo una vez en que relativamente se justificaba caracterizar al orden capitalista como un sistema de "destrucción p r o d u c t i v a " , tal lo describen algunos i m p o r t a n t e s economistas políticos liberales como Schumpeter, seguir exaltándolo en esos términos hoy día se convierte en una fantasía sumamente peligrosa. Es decir, falsearlo de ese modo en una época en la que—bajo el impacto del d e s a r r o l l o h i s t ó r i c o de finales del siglo XX, que ha devenido en la crisis e s t r u c t u r a l del sistema del capital en su totalidad tan tenazmente persistente—se torna absolutamente ineludible afrontar el impacto devastador y la fatal potencialidad de la producción d e s t r u c t i v a : lo diametralmente opuesto a la idealizada "destrucción p r o d u c t i v a " . Solamente un sistema de r e p r o d u c c i ó n metabólica social planificado racionalmente podría mostrar una salida de las contradicciones y peligros de este trance producto de la historia que ahora se r>os está escapando de las manos. Para remediarlo será necesaria una forma de g e n u i n a p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l que pueda—a fin de calificar para el desempeño de un papel que en la actualidad es absolutamente necesario pero en el pasado jamás fue factible en la práctica—ser capaz de manejar en nuestro propio tiempo los múltiples problemas y t o d a s las dimensiones de un desarrollo socioeconómico, político y cultural verdaderamente g l o b a l , y no nada más las dificultades de coordinar y e incrementar en positivo los poderes productivos de los p a í s e s e n p a r t i c u l a r . Naturalmente, bajo los intereses profundamente arraigados y las circunstancias mitificadas de la "economía de mercado" capitalista dominante, a la idea misma de una forma de economía alternativa exitosamente planificada se le declara fuera de orden a priori. En su poderosa defensa del socialismo de reciente publicación, los Magdoff caracterizan ese enfoque miope en los términos siguientes: El escepticismo que siente la gente acerca de la eficacia, e incluso la posibilidad, de una planificación central admite wn sólo las fallas y niega los logros. En la planificación central no existe nada que exija el mandatarismo y le atribuya todos
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los aspectos de la planificación a las autoridades centrales. Eso sucede a causa de la influencia de los intereses burocráticos especiales y el omnipotente poder del estado. La planificación para el pueblo tiene que incorporar al pueblo. Los planes para las regiones, las ciudades y los pueblos necesitan de la incorporación activa de las poblaciones, fábricas y tiendas locales en los consejos de los trabajadores y los consejos comunales. El programa general—que decide en especial la distribución de los recursos entre los bienes de consumo y la inversión—exige la participación del pueblo. Y para ello el pueblo debe disponer de información factual, de una manera clara de alimentar su pensamiento, y contribuir a las decisiones fundamentales. '' En periodos de gran emergencia histórica, como por ejemplo la Segunda Guerra Mundial, hasta quienes toman las decisiones capitalistas están deseosos de incorporar a sus estrategias productivas algunos elementos de economía planificada, si bien de tipo más bien limitado y orientados del todo hacia la obtención de ganancias. Sin embargo, una vez que la emergencia ha sido superada, todas esas prácticas se ven prontamente borradas de la memoria histórica, y el mito del mercado—del que se proclama está idealmente en capacidad de solucionar todos los problemas concebibles—es promovido con mayor fuerza que nunca. Sería un milagro descomunal si la n o r m a l i d a d del m o d o de control metabólico social del capital, en contraste con sus concesiones causadas por las e m e r g e n c i a s , pudiese diferir en mucho de esto. Porque la idea de la planificación no puede ser separada de la fundamental d e t e r m i n a c i ó n d e l t i e m p o adecuada para el sistema sociorreproductivo establecido. A este respecto, los bien conocidos prejuicios en contra de la planificación nacen del o b l i g a d o a t r o p e l l o d e l t i e m p o p o r p a r t e d e l c a p i t a l . La única m o d a l i d a d del t i e m p o que le r e s u l t a directamente significativa al capital es el t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o y sus corolarios operacionales, como lo requieren la seguridad y el resguardo de las condiciones de la c o n t a b i l i d a d d e l t i e m p o o r i e n t a d a h a c i a las g a n a n c i a s y con ello la realización del capital en escala ampliada. Como lo mencionamos antes, la racionalidad miope de atenerse (y en sentido e s p u r i o "planificar") a los detalles m e n u d o s en las empresas específicas, necesariamente desprovista de un plan general en la economía como totalidad— una práctica que halla su complementaridad en el mercado adversarialmente/ c o n f l i c t u a l m e n t e c o m b i n a d o — e s c o m p a t i b l e tan sólo con un t i e m p o d e c a p i t a d o y e n c o r t o c i r c u i t o . Cuando se introdujeron algunos elementos de una racionalidad más abarcadora, con la finalidad de hacerle frente a un grave desafío militar, se hizo bajo la clara comprensión de que las medidas concedidas tenían que ser e s t r i c t a m e n t e t e m p o r a l e s y habría que eliminarlas en la primera oportunidad posible.
^^' Harry Magdoff, Fred Magdoff, "Approaching Socialism", Monthly Review, julio-agosto 2005, pp. 53-54.
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En total contraste con el estado de cosas existente, si, como debemos, reconocemos el hecho de que las prácticas reproductoras de un mundo i n t e g r a d o g l o b a l m e n t e exigen la introducción y la r e t e n c i ó n de la efectiva fuerza guiadora de la r a c i o n a l i d a d g e n e r a l , a fin de contrarrestar los crecientes peligros de la incontrolabilidad y las consiguientes explosiones, en ese caso es preciso reexaminar y alterar radicalmente la perversa relación del capital con el tiempo. En este r e s p e c t o , el r e q u e r i m i e n t o obvio es el de una p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l , v e r d a d e r a m e n t e participativa, de la r e p r o d u c c i ó n metabólica social de las condiciones de la h u m a n i d a d , que abarque t o d o s sus diversos e l e m e n t o s constituyentes, incluidos los culturales y los morales, v no sólo la dimensión estrictamente económica. Sin embargo, para hacer que esa planificación amplia sea del todo posible es necesario superar la condición fatalmente alienante y paralizadora, gracias a la cual el t i e m p o , orientado hacia las ganancias y miopemente decapitado, "lo es t o d o , [en t a n t o q u e ] el h o m b r e n o es nada; él es, c u a n d o m á s , u n d e s p o j o d e l tiempo".^''"
9.4.2 La razón principal por la que la normalidad del capital resulta incompatible con la planificación global es que el requerimiento vital de una orientación socioeconómica sustentable surge de los aspectos c u a l i t a t i v o s del manejo de un orden reproductivo h u m a n a m e n t e v i a b l e . Si se tratase simplemente de una cuestión de e x t e n d e r el tiempo implicado en las operaciones económicas del capital, en principio ello sería factible desde la perspectiva del sistema dominante. Lo que interviene en este particular como una condición p r o h i b i t i v a para la solución del problema aparentemente intratable es la total ausencia de una m e d i d a apropiada. Una medida que sirva para valorar adecuadamente el i m p a c t o h u m a n o c u a l i t a t i v o de las prácticas p r o d u c t i v a s a d o p t a d a s , incluso sobre bases relativamente de corto plazo, y no solamente a largo plazo. La forma altamente irresponsable en que los países capitalistas dominantes han manejado incluso los requerimientos mínimos del P r o t o c o l o d e K y o t o , sobre todo los Estados Unidos,^^' constituye una buena ilustración de este punto.
^^ Marx, The Poverty of Philosophy, p. 47. ^" La nada feliz saga de Kyoto constituye tan sólo la última fase de estos desarrollos. Hace más de una década yo argumentaba que "Cualquier intento de ocuparse de los problemas reconocidos a regañadientes debe ser conducido bajo el peso prohibitivo de las leyes fundamentales y los antagonismos estructurales del sistema. Así, las 'medidas correctivas' previstas dentro del marco de los grandes encuentros internacionalescomo la reunión de Río de Janeiro en 1992 —no significan absolutamente nada, ya que deben subordinarse a la perpetuación de las relaciones de poder y los intereses creados establecidos de manera global. La causalidad y el tiempo tienen que ser tratados como un juguete de los intereses capitalistas dominantes, sin importar cuan agudos puedan ser ios peligros. De manera que el tiempo futuro se ve insensible e irresponsablemente confinado
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El capital no tiene dificultades con la c u a n t i f í c a c i ó n a gran escala, e inclusive con la m u l t i p l i c a c i ó n a u t o e x p a n s i v a , dado que su expansión productiva proyectada se puede definir sin recurrir a consideraciones cualitativas, o bien en el plano de los r e c u r s o s materiales y humanos o si no respecto al t i e m p o . En este sentido, el c r e c i m i e n t o , como concepto de importancia particular tanto en el presente como en el futuro, tiene que ser manejado por el capital dentro de los confines paralizantes de la c u a n t i f í c a c i ó n f e t i c h i s t a , aunque en realidad no haya forma alguna de sostenerlo como una forma de estrategia productivamente viable sin aplicarle consideraciones profundamente c u a l i t a t i v a s , como veremos en la p r ó x i m a sección. De igual m a n e r a , la p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l — a diferencia de las intervenciones s e l e c t i v a s seguras (en cuanto a los objetivos productivos específicos que se pueden perseguir) y l i m i t a d a s e n el t i e m p o — r e s u l t a inadmisible porque ni el a l c a n c e ni la e s c a l a d e t i e m p o de ía racíonaíio'aa' generaí h u m a n a m e n t e válidíi son propensas a la cuantifícación fetichista. El concepto clave aquí no es la racionalidad en v para sí misma, sino la necesaria determinación de la r a c i o n a l i d a d s u s t e n t a b l e por p a r t e de la h u m a n i d a d i n t r í n s e c a de la medida general que se adopte. La r a c i o n a l i d a d p a r c i a l fácilmente cuantificable puede estar en plena sintonía con los imperativos operacionales del capital dentro de sus microcosmos productivos. Pero no así la r a c i o n a l i d a d g e n e r a l h u m a n a m e n t e v á l i d a , como el marco guía y apropiada m e d i d a del sistema en su totalidad. Porque lo único que puede definir a un sistema productivo viable y sustentable respecto a su racionalidad general guiadora es la propia n e c e s i d a d h u m a n a : u n a d e t e r m i n a c i ó n i n t r í n s e c a m e n t e cualitativa. Tal determinación general cualitativa sólo puede nacer de la realidad de la necesidad humana, que es irrefrenable aun cuando hoy se vea capitalistamente frustrada. Es esto lo que necesariamente les falta a la incorregible autodefinición v la insuperable determinación general del sistema del capital. Precisamente por esta razón el capital tiene que s u b o r d i n a r el v a l o r d e u s o — q u e carece por completo de sentido sin su relación c u a l i t a t i v a con la n e c e s i d a d h u m a n a claramente identificable—al v a l o r d e c a m b i o fácilmente cuantificable. Este último nada tiene que ver con la necesidad humana; solamente con la necesidad de autorreproducción ampliada del capital. En verdad es perfectamente compatible con el triunfo del c o n t r a - v a l o r d e s t r u c t i v o , como la cruda realidad del al horizonte más estrecho de las expectativas de ganancias inmediatas" (Más allá del capital, p.l48). "E>e manera característica, incluso las tímidas resoluciones de la Conferencia de Río de Janeiro en 1992 —suavizadas casi hasta el punto de la insignificancia bajo la presión de los poderes capitalistas dominantes, principalmente los Estados Unidos, cuya delegación estuvo encabezada por el presidente Bush [el padre del actual presidente] —son utilizadas tan sólo como una coartada para continuar como antes, sin hacer nada para afrontar el reto mientras se simula "cumplir con las obligaciones acordadas" (Ibid., p. 270)
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complejo militar-industrial y su lucrativo involucramiento "realizador del capital" en las prácticas directamente a n t i h u m a n a s de las guerras genocidas lo demuestran claramente en nuestro tiempo.
9.4.3 La planificación, en el s e n t i d o más p r o f u n d o del t é r m i n o , r e s u l t a absolutamente vital para la corrección de estos problemas y contradicciones. Pero la planificación en cuestión no se puede concebir sin su correspondiente dimensión del t i e m p o h i s t ó r i c o . En este respecto, el concepto de tiempo requerido para darle sentido a la planificación en su significado cabal—contrario al limitadamente técnico—no es el de un tiempo c ó s m i c o abstracto y genérico, sino el de un t i e m p o c o n s i g n i f i c a d o h u m a n o . Porque en el transcurso de la historia, y especialmente a través del desenvolvimiento de la historia humana, el concepto de tiempo se ha visto profundamente alterado en el sentido de que con el desarrollo de los seres humanos—v la resultante "humanización de la propia naturaleza" ( M a r x ) — e n t r a en el cuadro una dimensión del t i e m p o radicalmente nueva. El hecho de que la humanidad, en contraste con el mundo animal, haya sido construida con i n d i v i d u o s creados históricamente, y que, bajo las condiciones cambiantes, están en desarrollo histórico, no se puede divorciar de la circunstancia de que los individuos humanos, en contraposición a su especie, tienen un t i e m p o d e v i d a estrictamente l i m i t a d o . En consecuencia, gracias a un prolongado desarrollo histórico el problema del tiempo se presenta en el contexto humano no simplemente como la necesidad de sobrevivir desde el primer día hasta la hora final de la duración de la vida de los individuos en particular, sino simultáneamente también como el desafío para la creación de una v i d a c o n s i g n i f i c a d o , en el grado mas elevado posible, que los confronta directamente, como sujetos reales d e su p r o p i a Actiyidad vital. En otras palabras, e) desafío de d a r l e s e n t i d o a sus propias vidas como los "autores" reales de sus propios actos, en estrecha conjunción con las potencialidades colectivas, cada vez más incrementadas, de su sociedad (de la cual ellos mismos constituyen una parte integrante v activamente contribuyente). Es asi como los individuos y la conciencia social pueden unirse realmente en pro del avance humano positivo. Naturalmente, bajo el dominio del capital todo esto resulta imposible. El requerimiento vital de la planificación se ve anulado tanto al nivel social abarcador como en la vida de los individuos en particular. En el nivel social más amplio, a la planificación global, en su orientación positiva por la necesidad humana, se le d e s c a l i f i c a en i n t e r é s de una c o n t a b i l i d a d d e l t i e m p o de o r i e n t a c i ó n absolutamente m i o p e , que trae consigo crecientes peligros de producción destructiva en la coyuntura histórica presente. Al mismo tiempo, al nivel de la conciencia individual el requerimiento de "darle sentido a nuestra propia vida
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sólo puede entrar en las formas más inefectivas del discurso religioso, interesado solamente en "el m u n d o del más allá". El obligatorio atropello del tiempo por el capital debe prevalecer a toda costa en todos los terrenos. Por consiguiente, si se quiere concebir un orden reproductivo como alternativa al existente que sea hegemónico v viable, hay que mantener la cuestión de la planificación en el primer plano de nuestra atención, en el sentido en que la hemos venido considerando en estas últimas páginas. Porque no puede haber éxito perdurable sin combinar la dimensión social amplia de la reproducción social con la búsqueda de una vida con sentido por parte de los individuos. Estas dos dimensiones fundamentales de lo que significa ser un s u j e t o real, en el sentido del término propiamente dicho, o se sostienen en pie juntas o caen juntas. ¿Porque cómo podría ser el s u j e t o d e l p o d e r soberano en el mundo social el conjunto de productores libremente asociados, como fuerza c o l e c t i v a conscientemente vigorosa, que planifica y administra de manera autónoma sus intercambios productivos con la naturaleza v entre los miembros de la sociedad, si los i n d i v i d u o s s o c i a l e s e n p a r t i c u l a r que constituven esa fuerza colectiva no son capaces de emanciparse hasta el punto de convertirse en "sujetos conscientes de sus propias acciones", asumiendo plenamente la responsabilidad de su actividad de vida significativa? Y viceversa: ¿cómo podrían los i n d i v i d u o s tener vidas significativas propias si las c o n d i c i o n e s g e n e r a l e s de la reproducción metabólica social están dominadas por una f u e r z a ajena que frustra sus planes y del modo más autoritario anula los objetivos y los valores autorrealizables que los individuos intentan fijar por sí mismos? Las v i o l a c i o n e s b u r o c r á t i c a s de la p l a n i f i c a c i ó n en las s o c i e d a d e s poscapitalistas de tipo soviético fueron una manifestación de la misma contradicción. La influencia paralizadora "de los intereses burocráticos especiales y el omnipotente poder del estado" en la economía—que acertadamente critican los Magdoff— tenía que fracasar. P o r q u e los m i e m b r o s del P o l i t b u r o se autoasignaban arbitrariamente el papel exclusivo de sujetos todopoderosos de la toma de decisiones al dirigir su decretada "economía planificada", y menospreciaban al mismo tiempo, con descarado sentido de superioridad, hasta a los máximos funcionarios de planificación del estado como "nada más que un hatajo de contadores", como lo dejó suficientemente claro Kruschev en su conversación con el Che Guevara, Una entrevista reveladora reporta una conversación que sostuvieron Harry Magdoff y el Che Guevara: Yo le dije al Che, "lo importante es que cuando se hagan los planes los planificadores, los que presentan las directrices y los números, se pongan a pensar sobre las alternativas reales de la política económica a la luz de las condiciones prácticas". Y entonces él se rió y dijo que cuando estuvo en Moscú, su anfitrión Kruschev, que en ese entonces estaba a la cabeza del Partido y el gobierno, lo llevó a ver lugares, como turista político. Recorriendo la ciudad, el Che le dijo a Kruschev que le
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gustaría reunirse con la comisión de planificación. A lo que respondió Kruschev. "¿Para qué quieres hacer eso? No son más que un hatajo de contadores"*^ Más aún, en lo que concernía a los individuos en particular de la sociedad en su conjunto, a ellos se les consideraba mucho menos en la planificación general que al "hatajo de contadores" tan arrogantemente caracterizado. Las autoridades estatales restringían sin contemplaciones su papel, como sujetos individuales, a llevar a cabo las órdenes que les llegaban desde lo alto. Las consecuencias fueron totalmente devastadoras, y ello es comprensible. Porque bajo las circunstancias prevalecientes el s u j e t o c o l e c t i v o c o n s c i e n t e de los necesarios intercambios globales no podía constituirse de ninguna manera c o m o un sujeto c o l e c t i v o g e n u i n o , para que pudiese e j e r c e r un c o n t r o l verdaderamente firme sobre los procesos vitales de la reproducción social. Tal cosa resultaba imposible porque las dos dimensiones fundamentales de lo que significa ser un s u j e t o real, ya mencionadas—o sea: la necesidad de combinar la d i m e n s i ó n social amplia de la racionalidad p r o d u c t i v a con los objetivos individuales—fueron quebrantadas y puestas a oponerse entre sí, de manera voluntarista. De ese modo—bajo la modalidad establecida de la toma de decisiones de arriba a abajo—a los potenciales miembros de la sociedad constituyentes del sujeto colectivo válido, los i n d i v i d u o s e n p a r t i c u l a r , se les negaba el control autónomo de su propia actividad de vida significativa, y por lo tanto también el control de la reproducción metabólica social en su totalidad. El resto de la triste historia se ha vuelto bien conocido gracias al derrumbe del sistema de tipo soviético. Así, por todas las razones estudiadas en esta sección, para la creación de un orden social alternativo resulta vital que se venza radicalmente el obligatorio atropello del tiempo por parte del capital, que degrada a los seres humanos a la condición de "despojo del tiempo", y les niega el poder de la autodeterminación como sujetos reales. A la decapitación y cortocircuitación del tiempo no se le puede poder correctivo solamente al nivel social general. Las condiciones de la emancipación social e individual no pueden ser separadas, ni mucho menos puestas a oponerse entre sí. O prevalecen o fracasan juntas, en el plano temporal de la s i m u l t a n e i d a d . Porque la una necesita e n t e r a m e n t e de la otra para poder realizarse. No es posible esperar que la emancipación de los individuos se produzca sin que se hayan cumplido con éxito los objetivos generales fundamentales de la transformación social. ¿Porque quién en este mundo podría dar siquiera los primeros pasos de una transformación social que lo abarque todo, sino los individuos que pueden—y lo hacen—identificarse con sus objetivos y valores sociales elegidos? Pero para hacer eso, los individuos sociales en particular tienen que liberarse de la camisa de fuerza del tiempo decapitado que se les ha impuesto estrechamente. Sólo pueden hacerlo adquiriendo el poder de la toma de decisiones autónoma, ^" Harry Magdoff, entrevistado por Huck Gutman, "Creating a Just Society: Lessons from Planning in the U.S.S.R. & the U.S.", Monthly Review, octubre de 2002.
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consciente y responsable, con su justa—y no adversarialmente expandida— perspectiva de una actividad de vida significativa. Es así como se hace posible un o r d e n metabólico social alternativo en una escala t e m p o r a l históricamente sustentable. Y es eso lo que le confiere su verdadero sentido a la p l a n i f i c a c i ó n como principio vital de la empresa socialista. 9.5
CRECIMIENTO CUALITATIVO EN LA UTILIZACIÓN: LA ÜNICA ECONOMÍA VIABLE
9.5.1 Hubo una vez en que el modo de producción capitalista representó un gran adelanto por sobre todos los precedentes, independientemente de lo problemático y en verdad destructivo que al final resultó — y tenía que resultar— ese adelanto histórico. Al r o m p e r el vínculo directo, prevaleciente durante largo tiempo pero a la vez constreñidor, entre el uso y la producción humanos, y reemplazarlo por la r e l a c i ó n d e m e r c a n c í a , el capital abrió las posibilidades, dinámicamente en desarrollo, de una e x p a n s i ó n aparentemente irresistible para la cual no podía haber límites concebibles, desde la perspectiva del sistema del capital y sus personificaciones interesadas. Porque la d e t e r m i n a c i ó n interna del sistema productivo del capital, paradójica y en definitiva bien poco sustentable, es que sus productos convertidos en mercancía "son v a l o r e s sin u s o para q u i e n e s l o s p o s e e n y v a l o r e s d e u s o para q u i e n e s n o l o s p o s e e n . En c o n s e c u e n c i a , t o d o s d e b e n c a m b i a r d e m a n o s ( . . . ) De aquí que las mercancías deban realizarse como valores a n t e s d e q u e p u e d a n r e a l i z a r s e c o m o v a l o r e s d e uso".'" Esta determinación interna del sistema, contradictoria en sí misma, que impone el implacable sometimiento de la necesidad humana a la alienante necesidad de expansión del capital, es lo que elimina la posibilidad de un control racional general desde este o r d e n p r o d u c t i v o dinámico. Acarrea consecuencias peligrosas y potencialmente catastróficas a largo plazo, transformando con el tiempo el gran p o d e r p o s i t i v o del casi inimaginable desarrollo económico inicial en una n e g a t i v i d a d d e v a s t a d o r a , ante la ausencia total de una necesaria restricción reproductiva. Lo que resulta sistemáticamente ignorado—y que, dados los inalterables imperativos fetichistas e intereses creados del capital mismo, tiene que ser ignorado—es el hecho de que, inexorablemente, vivimos en un m u n d o finito, con sus l í m i t e s o b j e t i v o s literalmente vitales. Durante largo tiempo en la historia humana, incluidos varios siglos de desarrollos capitalistas, fue posible ignorar—
Marx, Capital, vol. 1, p. 85.
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como en verdad ocurrió—esos límites con relativa seguridad. Sin embargo, una vez que ellos se hacen firmes, como categóricamente tienen que hacerlo en nuestra irreversible época histórica, no existe sistema productivo irracional v despilfarrador, sin importar cuan dinámico sea (de hecho, mientras más dinámico peor), que pueda escapar de las consecuencias. Tan sólo podría ignorarlas por algún tiempo, mediante una reorientación hacia la despiadada justificación del imperativo más o menos abiertamente destructivo de la autopreservación del sistema a toda costa: predicando la conseja de "no hay ninguna alternativa", y, ya en ese espíritu, dejando a un lado o, cuando hava necesidad, eliminando brutalmente incluso las señales de alarma más obvias que presagian el insustentable futuro. La falsa teorización es la consecuencia obligada de esta desequilibrada determinación estructural objetiva y esta dominación del valor de uso por el valor de cambio, no sólo bajo las condiciones más absurda y ciegamente apologéticas del capitalismo contemporáneo, sino también en el período clásico de la economía política burguesa, en la época de la ascensión histórica del sistema del capital. Es así porque bajo el dominio del capital se tiene que procurar a toda costa una producción ficticiamente i l i m i t a d a , a la vez que teóricamente justificada como la única admisible.Tal procura es imperativa, incluso sin ninguna clase de garantías de que ( I ) el requerido y sustentable "cambio de manos" de las mercancías producidas t e n d r á lugar en el m e r c a d o idealizado (gracias a la misteriosa benevolencia de la más misteriosa aún "mano invisible" de Adam Smith); y (2) que las condiciones materiales objetivas para producir la provectada provisión de mercancías ilimitada—y humanamente ilimitable, puesto que en su determinación primordial está divorciada de la necesidad y el uso—puedan quedar a s e g u r a d a s p a r a s i e m p r e , i n d e p e n d i e n t e m e n t e del impacto destructivo del modo de reproducción metabólica social del capital sobre la naturaleza, v por consiguiente sobre las condiciones fundamentales de la propia existencia humana. La ideaJ adaptabilidad dei mercado para rectificar el defecto estructural inalterable indicado antes en el punto (1) constituve una i n v e n c i ó n p o s t e r i o r sin b a s a m e n t o real, que genera muchas presunciones arbitrarias y proyecciones regulativas incumplibles por la misma tónica. La realidad desengañadora oculta tras el mercado como invención remedial tardía es un conjunto de relaciones de poder insuperablemente adversariales, que tienden a la dominación monopólica y a la intensificación de los antagonismos del sistema. De igual modo, el grave defecto estructural de la prosecución de una expansión del capital ilimitada—idealizando al superimportante "crecimiento" como un fin en sí mismo—como ya se puso de relieve en el punto (2), se ve complementado por otra i n v e n c i ó n t a r d í a , igualmente sin b a s a m e n t o real, cuando hav que admitir que debería entrar en funciones algún correctivo. Y el correctivo así provectado—como una alternativa para el desplomarse del sistema en la negatividad insalvable del fatal " e s t a d o e s t a c i o n a r i o " que teorizó la economía política burguesa en el siglo XIX—
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constituye simplemente la ilusoria pretensión de hacer "más equitativa" (y por ende menos desmembrada por los conflictos) a la d i s t r i b u c i ó n , mientras se deja tal como está al sistema de producción. Este postulado, aun si se implementase, cosa que por supuesto resulta imposible, dadas las determinaciones estructurales jerárquicas fundamentales del propio orden social del capital, no podría ser capaz de resolver ninguno de los problemas graves de la p r o d u c c i ó n , sobre los cuales se e r i g e n t a m b i é n las i n s u p e r a b l e s c o n t r a d i c c i o n e s de la i r r e m e d i a b l e d i s t r i b u c i ó n del sistema del capital. Uno de los principales representantes del pensamiento liberal, John Stuart Mill, es tan genuino en su preocupación por el "estado estacionario" del futuro como insalvablemente irreal en el correctivo que propone para éste. Porque tan sólo es capaz de ofrecer una vacua esperanza en su análisis de este problema, que resulta ser absolutamente inabordable desde la perspectiva del capital. Escribe que "Espero sinceramente, por el bien de la posteridad, que estarán c o n t e n t o s d e ser e s t a c i o n a r i o s , mucho antes de que la necesidad se los imponga".^""^ De esta manera el discurso de Mili no pasa de constituir una prédica paternalista, porque solamente puede reconocer, en sintonía con su aceptación del diagnóstico de Malthus, las dificultades que surgen del crecimiento de la población, pero no n i n g u n a de las c o n t r a d i c c i o n e s del o r d e n r e p r o d u c t i v o del c a p i t a l . Su autocomplacencia burguesa es claramente visible, v despoja de toda sustancia a su análisis y su intento de reforma paternalista. Mili asevera perentoriamente que "Es tan sólo en los p a í s e s a t r a s a d o s d e l m u n d o donde el i n c r e m e n t o de la producción continúa siendo un objetivo importante; en los más avanzados, lo que se necesita en economía es una m e j o r d i s t r i b u c i ó n , para la cual uno de los medios indispensables es una r e s t r i c c i ó n más e s t r i c t a d e la población".^""^ Incluso su idea de "mejor distribución" es insalvablemente irreal. Porque lo que no es posiblemente capaz de aceptar (o reconocer) Mili, es que el aspecto de la distribución que resulta ser a b r u m a d o r a m e n t e i m p o r t a n t e es la intocable distribución exclusiva de los medios de producción para la clase capitalista. Naturalmente, entonces, en una premisa operacional del orden social tan interesada va a prevalecer siempre un sentido de superioridad paternalista, al grado de que no cabe esperar ninguna solución "hasta que las m e j o r e s m e n t e s logren educar a los demás"^^^para que éstos acepten que se restrinja la población v de esa restricción supuestamente surja una "mejor distribución". Así que el pueblo debería olvidarse por completo de estar cambiando las destructivas determinaciones estructurales del orden metabólico social establecido, que inexorablemente conducen a la sociedad hacia un estado estacionario estancador. En el discurso de Mili la utopía del milenio capitalista, con su e s t a d o e s t a c i o n a r i o s u s t e n t a b l e , vendrá al mundo ^" John Stuart Mill, Principles of Political Economy, p. 751. '•^= Ibid., p. 749. ''•'• I b i d .
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gracias a los buenos servicios de las iluminadas "mejores mentes" liberales. Y e n t o n c e s , en lo que atañe a las d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s del o r d e n reproductivo social establecido, todo podrá seguir por siempre igual que antes. Todo esto tenía algún sentido desde la perspectiva del capital, por muy problemático y en definitiva insustentable que a fin de cuentas habría de resultar ese sentido, debido al dramático inicio y la inexorable profundización de la crisis e s t r u c t u r a l del sistema. Pero ni siquiera ese sentido parcial de las mismas proposiciones ilusorias se le podría atribuir al movimiento político reformista que pretendía representar los intereses estratégicos del trabajo. No obstante, el reformismo socialdemocrata en su inicio se inspiró en esas invenciones posteriores de la e c o n o m í a política l i b e r a l , ingenuas si bien al c o m i e n z o sostenidas honestamente. Así, debido a la lógica interna de las premisas sociales adoptadas, que p r o v i e n e n de la perspectiva del capital y sus intereses creados como controlador indiscutido del metabolismo reproductor, no podía resultar para nada s o r p r e n d e n t e que el reformismo socialdemocrata finalizara el curso de su desarrollo de la manera como lo hizo: transformándose en el "Nuevo Laborismo" (en Gran Bretaña, y sus equivalentes en otros países) y abandonando por completo cualquier interés por incluso la más limitada reforma del orden social establecido. Al mismo tiempo, en lugar de un liberalismo genuino aparecieron en el escenario histórico las variedades más salvajes e inhumanas de n e o l i b e r a l i s m o , borrando el recuerdo de los correctivos sociales alguna vez propugnados—incluidas las soluciones ilusorias paternalistas—en el pasado progresista del credo liberal. Y, como amarga ironía del desarrollo histórico c o n t e m p o r á n e o , los antiguos movimientos reformistas democráticos, por el estilo del "Nuevo Laborismo", instalados en el gobierno—no sólo en Gran Bretaña sino en todas partes en el mundo capitalista "avanzado" y no tan avanzado—no vacilaron en identificarse sin reservas con la agresiva fase neoliberal de la apologética del capital. Esta transformación entreguista marcó claramente el final del camino reformista, que era de partida un callejón sin salida.
9.5.2 Si queremos crear un orden reproductivo social económicamente viable y también históricamente sustentable a largo plazo, es necesario alterar radicalmente las determinaciones internas autocontradictorias del orden establecido, que imponen el implacable sometimiento de la necesidad y el uso humanos a la alienante n e c e s i d a d de e x p a n s i ó n del c a p i t a l . Ello significa q u e hay que r e l e g a r p e r m a n e n t e m e n t e al pasado la absurda precondición del sistema productivo dominante, según la cual los valores de uso, por determinaciones del propietario preordenadas v totalmente inicuas, deben ser separados de quienes los crearon, y opuestos a éstos, a fin de propiciar, y legitimar circularmente/arbitrariamente la autorrealización ampliada del capital. De lo contrario, el único significado viable
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de e c o n o m í a como una e c o n o m i z a c i ó n racional de los recursos disponibles, necesariamente finitos, no puede ser instituido y respetado como principio orientador vital. En cambio, el d e s p i l f a r r o irresponsable domina en el orden socioeconómico—y en el correspondiente orden político—que invariablemente se reafirma como i r r e s p o n s a b i l i d a d i n s t i t u c i o n a l i z a d a , con todo y el mito, que él mismo ha creado, de la "eficiencia" absolutamente insuperable. (Sin duda, el tipo d e "eficiencia" glorificado de esa m a n e r a es, de h e c h o , la eficiencia definitivamente autosocavadora del capital para llevar ciegamente adelante las p a r t e s adversariales/conñictuales incorregiblemente a expensas del t o d o ) . Comprensiblemente entonces, las fantasías de un "socialismo de mercado", bien promocionadas desde el gobierno, tendrían que desinflarse en la forma de un c o l a p s o h u m i l l a n t e , d e b i d o a la a c e p t a c i ó n de tales p r e s u p o s i c i o n e s y determinaciones estructurales capitalistamente insuperables. La concepción hoy dominante de la "economía", que resulta ser totalmente incapaz de ponerle límites incluso al despilfarro más deplorable, v en nuestro t i e m p o v e r d a d e r a m e n t e en e s c a l a p l a n e t a r i a , sólo puede funcionar con t a u t o l o g í a s interesadas y falsas o p o s i c i o n e s y s e u d o a l t e r n a t i v a s , arbitrariamente prefabricadas y simultáneamente descartadas, ideadas para el mismo propósito de autojustificación injustificable. Como una tautología flagrante y p e l i g r o s a m e n t e i n f e c c i o s a , se nos ofrece la a r b i t r a r i a definición de la p r o d u c t i v i d a d c o m o c r e c i m i e n t o , y el c r e c i m i e n t o c o m o p r o d u c t i v i d a d , aunque ambos términos requerirían ellos mismos de una evaluación históricamente calificada y objetivamente sustentable. Naturalmente, la razón por la cual la obvia falacia tautológica resulta muy preferible a la requerida evaluación teórica y práctica adecuada, es que, al decretarse arbitrariamente la i d e n t i d a d de esos dos términos de referencia claves del sistema del capital, la o b v i a v a l i d e z y e t e r n a s u p e r i o r i d a d de un o r d e n r e p r o d u c t i v o social e x t r e m a d a m e n t e problemático—y en definitiva hasta destructivo—luciría no sólo verosímil sino a d e m á s a b s o l u t a m e n t e i n c u e s t i o n a b l e . A! m i s m o t i e m p o , la i d e n t i d a d t a u t o l ó g i c a del crecimiento y la productividad decretada arbitrariamente se ve apuntalada por la falsa alternativa, igualmente arbitraria e interesada, e n t r e " c r e c i m i e n t o o n o c r e c i m i e n t o " . Más aún, esta última es prejuzgada automáticamente a favor del " c r e c i m i e n t o " supuesto y definido desde el punto de vista capitalista. Es proyectado y definido con cuantificación fetichista, como c o n v i e n e a la m a n e r a — a b s u r d a m e n t e e t e r n a en sus p r e t e n s i o n e s , p e r o estrictamente histórica en la realidad—de p r e s u p o n e r para s i e m p r e , como s i n ó n i m o d e l c r e c i m i e n t o m i s m o , nada más específico y h u m a n a m e n t e significativo que la genericidad abstracta de la e x p a n s i ó n d e l capital a m p l i a d a , como la p r e c o n d i c i ó n primordial para la satisfacción de la necesidad y el uso humanos. Es aquí donde el irreparable divorcio del crecimiento capitalista y la necesidad y el uso h u m a n o s — e n verdad su c o n t r a p o s i c i ó n a la necesidad humana
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potencialmente devastadora y destructiva en grado sumo—se delata a sí mismo. Una vez que quedan al desnudo las mistificaciones fetichistas v los postulados arbitrarios en la raíz de la falsa identidad c r e c i m i e n t o y p r o d u c t i v i d a d , decretada de manera categórica, se torna suficientemente claro que el tipo de crecimiento supuesto, y al mismo tiempo eximido automáticamente de todo examen crítico, carece de toda conexión intrínseca con los objetivos sustentables correspondientes a la necesidad humana. La única conexión que debe ser hecha valer y defendida a toda costa en el universo metabólico social del capital es la f a l s a i d e n t i d a d e x p a n s i ó n d e l c a p i t a l — p r e s u p u e s t a a p r i o r i — y el " c r e c i m i e n t o " c i r c u l a r m e n t e c o r r e s p o n d i e n t e (mas en verdad también presupuesto a priori), cualesquiera puedan ser las consecuencias que les imponga a la naturaleza y la humanidad, incluido el tipo de crecimiento más destructivo. Porque el interés real del capital sólo puede ser su propia e x p a n s i ó n c a d a v e z mayor, aunque ello acarree la destrucción de la humanidad. Bajo esta visión, hasta el c r e c i m i e n t o c a n c e r o s o más letal tiene que preservar su primacía conceptual por encima de la necesidad v el uso humanos, si es que por alguna casualidad se llega a mencionar la necesidad humana. Y cuando los apologistas del sistema del capital están dispuestos a considerar Los Límites p a r a el C r e c i m i e n t o , " ' como lo hizo el "Club de Roma" en su iniciativa apologética del capital vastamente propagandizada de comienzos de la década de los 70, el objetivo continúa siendo inevitablemente la e t e r n i z a c i ó n d e las p r o f u n d a s d e s i g u a l d a d e s e x i s t e n t e s " * congelando de manera ficticia (y quimérica) la producción capitalista global en un nivel totalmente insustentable, y echándole la culpa por los problemas existentes en primer lugar al "crecimiento poblacional" (como es la sempiterna costumbre en la economía política burguesa desde Malthus). Comparada con semejante "intento remedial" insensible e hipócrita, que simula retóricamente estar interesado nada menos que en "la difícil situación de la humanidad", la prédica paternalista de John Stuart Mill antes citada, con su genuina propugnación de una distribución un tanto más equitativa de la que él conocía, era el paradigma de la ilustración radical. La falsedad de la alternativa de "crecimiento o no crecimiento", típicamente interesada, es evidente incluso si nada más consideramos cuál sería el inevitable impacto del "no crecimiento" postulado sobre las graves condiciones de desigualdad V sufrimiento en el orden social del capital. Significaría la c o n d e n a p e r m a n e n t e de la inmensa mayoría de los seres humanos a las condiciones inhumanas que ^""^ Para citar este libro con todo su título, por demás pretencioso: The Limits to Growth: A Report for the Club of Rome Project on the Predicament of Mankind, A Potomac Associates Book, Earth Island Limited, Londres, 1972. ^^ Elocuentemente, la principal figura teórica tras esta iniciativa de "limitación del crecimiento", el profesor Jay Forrester, del Instituto de Tecnología de Massachussets, rechazaba despectivamente toda preocupación por la igualdad como mera "consigna de la igualdad". Ver su entrevista en Le Monde, 1° de agosto de 1972.
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ahora se ven obligados a soportar. Porque hov miles de millones de ellos están en sentido literal obligados a soportarlas, cuando bien podría c r e a r s e una alternativa real para ello. Bajo ciertas condiciones, es decir, cuando sería sumamente factible rectificar al menos los peores efectos de la privación global: poniendo en uso humanamente aprobable y gratificante el p o t e n c i a l de productividad alcanzado, en un mundo cuyos recursos materiales y humanos se ven hoy criminalmente despilfarrados.
9.5.3 No cabe duda, tan sólo podemos hablar del p o t e n c i a l d e p r o d u c t i v i d a d positivo, y no de su realidad existente, como lo pregonan a menudo, con muy buenas intenciones pero sin pasar de meras ilusiones infundadas, los reformadores monotemáticos chapados a la antigua que afirman ilusamente que podríamos hacerlo "en este mismo momento", con los poderes productivos a nuestra disposición en la actualidad, si realmente nos decidiésemos a hacerlo. Desafortunadamente, sin embargo, este concepto ignora por completo la forma en que nuestro sistema productivo está articulado en el presente, que requiere de una rearticulación radical en el futuro. Porque la productividad atada al crecimiento capitalista, en la forma de la realidad actualmente dominante de p r o d u c c i ó n d e s t r u c t i v a , constituye un adversario formidable. Para convertir la potencialidad positiva del desarrollo productivo en la tan necesitada realidad, así como para poder rectificar muchas de las flagrantes desigualdades e injusticias de nuestra sociedad existente, haría falta adoptar los p r i n c i p i o s r e g u l a d o r e s de un orden social c u a l i t a t i v a m e n t e d i f e r e n t e . En otras palabras, el p o t e n c i a l d e p r o d u c t i v i d a d de ía humanidad, hoy destructivamente negado, tendría que ser liberado de su envoltura capitalista a fin de convertirse en p o d e r p r o d u c t i v o socialmente viable. La quimérica propugnación de la congelación de la producción al nivel alcanzado a comienzos de la década de lo 70 trataba de disfrazar, con el vacuo y seudocientífico tráfico de modelos promovido en el Instituto de Tecnología de Massachussets, las reales relaciones de poder del imperialismo de la posguerra dominado por los Estados Unidos, impuestas sin misericordia. Esa variedad de imperialismo era, por supuesto, muy distinta de la forma primitiva que conoció Lenin. Porque en vida de Lenin al menos media docena de potencias imperialistas de peso competían por la recompensa de sus conquistas, reales y / o deseadas. E incluso en los años 30 Hitler todavía tenía la intención de compartir con el Japón y la Italia de Mussolini los frutos del imperialismo redefinido violentamente. En nuestros días, por el contrario, tenemos que encarar la realidad—y los peligros letales—que surgen del i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o global,^''''con los Estados
269 Ygj. g[ capítulo 4 de este libro, especialmente la Sección 2: "La fase potencialmente más letal del imperialismo".
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Unidos como su potencia avasalladoramente dominante. En contraste incluso con Hitler, los Estados Unidos como ú n i c o h e g e m ó n muy poca intención tienen de compartir la dominación global con ningún rival. Y no simplemente por causa de contingencias políticas/militares. Los problemas son mucho más profundos. Se afincan a través de las contradicciones cada vez más graves de la crisis e s t r u c t u r a l del sistema del capital, que a su vez se ahonda. El imperialismo hegemónico global dominado por los Estados Unidos constituye un intento—decididamente inútil— de idear una solución de dicha crisis mediante el dominio más brutal v violento sobre el resto del mundo, impuesto con o sin la ayuda de "aliados voluntarios" serviles, ahora a través de una sucesión de guerras genocidas. A partir de la década de los 70 los Estados Unidos se han venido hundiendo cada vez más en un e n d e u d a m i e n t o c a t a s t r ó f i c o . La fantasiosa solución proclamada públicamente por varios presidentes norteamericanos era " c r e c e r para surgir". Y el resultado: todo lo contrario, en forma de un endeudamiento astronómico que continúa creciendo. En consecuencia, los Estados Unidos tienen que atrapar para ellos, por todos los medios a su disposición, incluida la agresión militar más violenta cada vez que sus propósitos lo requieran, todo cuanto puedan, mediante la transferencia de los frutos del crecimiento capitalista—gracias a la dominación socioeconómica y política/militar global de los Estados Unidos como el actual único hegemón exitosamente prevaleciente—desde todas partes del mundo. ¿Puede entonces cualquier persona en su sano juicio imaginar, sin importar cuan bien escudado esté tras su endurecido menosprecio por la mera "consigna de la igualdad", que el imperialismo hegemónico global dominado por los Estados Unidos tomaría en serio, siquiera por un instante, la panacea del "no crecimiento"? Tan sólo la peor clase de mala fe podría sugerir ideas como ésas, no importa cuan adornadamente envueltas en la hipócrita preocupación sobre "el difícil trance de la humanidad". Por una variedad de razones, no cabe ninguna duda acerca de la importancia del crecimiento tanto en el presente como en el futuro. Pero para decir eso hay que adentrarse en un examen adecuado del concepto de crecimiento, no sólo como lo hemos conocido hasta el presente, sino también como podemos concebir su sustentabilidad en el futuro. El que nos pongamos de parte de la necesidad de crecimiento no puede ponernos a favor del c r e c i m i e n t o i n d i s c r i m i n a d o . La verdadera interrogante tendenciosamente eludida es-, ¿qué t i p o d e c r e c i m i e n t o es tanto deseable como factible hoy día, en contraste con el crecimiento capitalista peligrosamente despilfarrador y hasta paralizante? Porque el crecimiento tiene que ser también p o s i t i v a m e n t e s u s t e n t a b l e en el futuro, sobre una base a largo plazo. Como ya hemos mencionado, el crecimiento capitalista está dominado fatalmente por los límites inescapables de la c u a n t i f i c a c i ó n f e t i c h i s t a . El d e s p i l f a r r o cada vez más grave constituye un corolario obligado de ese fetichismo, puesto que no puede haber criterios—ni m e d i c i o n e s viables—gracias a cuya observancia se pueda corregir tal despilfarro. La c u a n t i f i c a c i ó n más o menos
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arbitraria fija el contexto y crea al mismo tiempo la ilusión de que una vez que las cantidades requeridas le han sido aseguradas al más poderoso, ya no podrán presentarse otros problemas de importancia. Pero la verdad del asunto es que la c u a n t i f í c a c i ó n centrada en sí misma en realidad no puede ser sustentada como una forma de estrategia productivamente viable, ni siquiera a corto plazo. Porque ella es parcial y miope (si no ciega del todo), e interesada solamente en las cantidades correspondientes a los o b s t á c u l o s i n m e d i a t o s que estorban el cumplimiento de una t a r e a p r o d u c t i v a dada, p e r o no en los l í m i t e s e s t r u c t u r a l e s que obligatoriamente se aunan a la empresa socioeconómica misma que—sépase o n o — en última instancia lo decide todo. La obligada confusión capitalista entre límites e s t r u c t u r a l e s y o b s t á c u l o s (que pueden ser superados cuantitativamente) a fin de ignorar los límites (puesto que éstos se corresponden con las determinaciones insuperables del orden metabólico social del capital) vicia la orientación del crecimiento de todo el sistema productivo. Hacer que el crecimiento sea viable r e q u e r i r í a aplicarle consideraciones p r o f u n d a m e n t e c u a l i t a t i v a s . Pero la t e n d e n c i a a u t o e x p a n s i v a a toda costa del capital, incompatible con la c o n s i d e r a c i ó n r e s t r i c t i v a de la c u a l i d a d y los l í m i t e s , evita tal cosa definitivamente. La gran innovación del sistema del capital es que él puede operar de manera n o d i a l é c t i c a — m e d i a n t e la a v a s a l l a n t e d o m i n a c i ó n de la c a n t i d a d : subsumiéndolo t o d o , incluido el trabajo humano viviente (inseparable de las c u a l i d a d e s del uso y la n e c e s i d a d h u m a n a ) bajo d e t e r m i n a c i o n e s c u a n t i t a t i v a s a b s t r a c t a s , en forma de valor v valor de cambio. Así, todo se vuelve medible y manejable desde el punto de vista de la ganancia durante un período determinado. Ese es el secreto del triunfo sociohistórico del capital, durante largo tiempo irresistible. Pero es también el heraldo de su definitiva insustentabilidad y obligado d e r r u m b e , una vez que los l í m i t e s a b s o l u t o s del sistema (al contrario de sus límites r e l a t i v o s , que se corresponden con los o b s t á c u l o s q u e d i f i c u l t a n la e x p a n s i ó n y son productivamente superables) se activan a plenitud, como lo están haciendo de manera creciente en nuestra época histórica. Ese es el m o m e n t o en que la dominación no dialéctica de la calidad p o r la cantidad se t o r n a peligrosa e insustentable. Porque resulta inconcebible que ignoremos en nuestro tiempo la conexión intrínseca, que es fundamental pero se ve obligatoriamente puesta de lado bajo el capitalismo (y que hoy tenemos que adoptar concientemente como orientación normativa vital) entre la e c o n o m í a y la e c o n o m i z a c i ó n (que equivale a la a d m i n i s t r a c i ó n r e s p o n s a b l e ) . En un p u n t o c r í t i c o del t i e m p o h i s t ó r i c o , c u a n d o las personificaciones interesadas del sistema productivo dominante emplean todo su poder en borrar toda conciencia de esa vital conexión objetiva, y optan por la d e s t r u c t i v i d a d e v i d e n t e , no sólo en el ejercicio de prácticas p r o d u c t i v a s extremadamente despilfarradoras, sino además glorificando su involucramiento letalmente destructivo en "guerras preventivas y disuasivas" ilimitadas.
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La c a l i d a d , por naturaleza propia, es inseparable de las e s p e c i f i c i d a d e s . En consecuencia, un sistema metabólico social respetuoso de la calidad—sobre t o d o de las necesidades de los seres h u m a n o s vivientes como sus sujetos productores—no puede estar regimentado jerárquicamente. Se requiere de una administración socioeconómica y cultural radicalmente diferente para una sociedad manejada sobre la base de un metabolismo reproductivo tan cualitativamente distinto, formulado en una sola palabra como a u t o g e s t i ó n . Para el orden metabólico social del capital la regimentación era factible v necesaria. En efecto, la estructura de mando del capital no podría funcionar de ninguna otra manera. Las características definitorias de la estructura de mando del capital son la jerarquía estructuralmente asegurada y la regimentación autoritaria. El orden alternativo resulta incompatible con la regimentación y con el tipo de contabilidad—incluida la operación del t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o , estrictamente cuantitativa— que debe p r e v a l e c e r en el sistema del capital. De m o d o que el t i p o d e c r e c i m i e n t o necesario y factible en el orden metabólico social alternativo sólo puede estar basado en una c a l i d a d que se corresponda directamente con las n e c e s i d a d e s h u m a n a s : las necesidades reales y en desarrollo histórico tanto de la sociedad en su conjunto como de los individuos en particular. Al mismo tiempo, la alternativa a la contabilidad restrictiva y fetichista del t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o sólo puede ser el t i e m p o d i s p o n i b l e liberador y emancipador ofrecido y administrado conscientemente por los propios individuos sociales. Ese tipo de control metabólico social de los recursos humanos y materiales disponibles debería respetar—y realmente podría hacerlo—los límites en conjunto que surgen del principio guía de la economía como economización, y a la vez los iría expandiendo también conscientemente, a medida que las condiciones en desarrollo histórico lo permitiesen sin correr riesgos. Después de todo, no deberíamos olvidar que "el primer acto histórico fue la creación de una nueva necesidad" (Marx). Lo único que p e r v i e r t e t o t a l n i e n t e este proceso histórico es la manera temeraria como el capital trata la economía—no como una economización racional sino como la más irresponsable legitimación del despilfaro ilimitado—sustituyendo la necesidad humana por la necesidad alienante del capital, v a toda costa la ímica necesidad real por la autorreproducción ampliada, amenazando así con ponerle fin a la historia humana misma.
9.5.4 Dentro el marco operacional del capital no se pueden introducir ni siquiera c o r r e c t i v o s p a r c i a l e s si éstos están orientados genuinamente hacia la calidad. P o r q u e las únicas cualidades p e r t i n e n t e s a este r e s p e c t o no son algunas características físicas abstractas, sino las c u a l i d a d e s c o n s i g n i f i c a d o h u m a n o i n s e p a r a b l e s d e la n e c e s i d a d . Es verdad, por supuesto, como va lo destacamos, que dichas cualidades son siempre específicas, y se corresponden con necesidades
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específicas humanas claramente identificables, tanto de los propios individuos c o m o de sus r e l a c i o n e s sociales h i s t ó r i c a m e n t e dadas y c a m b i a n t e s . En consecuencia, en su multifacética especificidad ellas constituyen un c o n j u n t o c o h e r e n t e y b i e n d e f i n i d o de determinaciones sistémicas inviolables, con sus propios l í m i t e s s i s t é m i c o s . Es precisamente la existencia de esos límites sistémicos—que nada tienen de abstractos—lo que imposibilita transferir algunas determinaciones operativas significativas y principios orientadores del orden metabólico social previsto al sistema del capital. Los dos sistemas son radicalmente excluyentes entre sí. Porque las cualidades específicas correspondientes a la necesidad humana, en el orden alternativo, portan las marcas indelebles de sus determinaciones sistémicas de conjunto, como partes integrantes de un sistema de control reproductor social humanamente válido. En el sistema del capital, por el contrario, las determinaciones de conjunto tienen que ser inalterablemente a b s t r a c t a s , porque la r e l a c i ó n d e l v a l o r del capital tiene que reducir todas las cualidades (correspondientes a la necesidad y el uso) a cantidades genéricas mensurables, a fin de hacer valer su dominación histórica alienante por sobre todas las cosas, en aras de la expansión del capital, haciendo caso omiso de las consecuencias. Las incompatibilidades de los dos sistemas se vuelven ostensibles cuando consideramos su relación con la cuestión del l í m i t e e n sí m i s m o . El único c r e c i m i e n t o sustentable promovido en positivo bajo el control metabólico social alternativo está basado en la a c e p t a c i ó n c o n c i e n t e d e l o s l í m i t e s , cuya violación pondría en peligro la realización de los objetivos reproductivos escogidos y humanamente válidos. De aquí que el d e s p i l f a r r o y la d e s t r u c t i v i d a d (en tanto que conceptos limitadores claramente identificados) resulten a b s o l u t a m e n t e e x c l u i d o s por las propias determinaciones sistémicas concientemente aceptadas, adoptadas por los individuos sociales como sus principios orientadores vitales. Como contraste, el sistema del capital se caracteriza, y está guiado fatalmente, por el r e c h a z o — c o n c i e n t e o inconciente—de t o d o s l o s l í m i t e s , i n c l u i d o s sus p r o p i o s l í m i t e s s i s t é m i c o s . Hasta estos últimos resultan tratados arbitraria y p e l i g r o s a m e n t e como si se tratase de nada más que m e r o s o b s t á c u l o s a c c i d e n t a l e s s i e m p r e s u p e r a b l e s . Por eso t o d o cabe en e s t e s i s t e m a sociorreproductivo, incluida la posibilidad—y a estas alturas ya hemos alcanzado también en nuestra propia época histórica la probabilidad abrumadoramente grave— de la d e s t r u c c i ó n t o t a l . Como es natural, esta relación mutuamente exclusiva con la cuestión de los límites prevalece también a la inversa. Por consiguiente, no pueden existir "correctivos parciales" tomados del sistema del capital a la hora de crear y fortalecer el orden metabólico social alternativo. Las incompatibilidades parciales—por no mencionar las generales—de los dos sistemas surgen de la i n c o m p a t i b i l i d a d r a d i c a l d e su d i m e n s i ó n d e l v a l o r . Como mencionamos antes, es por esto que las determinaciones y relaciones del valor del orden alternativo no podrían
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transferirse al marco metabólico social del capital con el propósito de mejorarlo, como lo postulaba algún proyecto reformista absolutamente irreal, emparentado con la vacua metodología del "poco a poco". Porque hasta las relaciones parciales del sistema alternativo más pequeñas están p r o f u n d a m e n t e i n c r u s t a d a s e n las d e t e r m i n a c i o n e s g e n e r a l e s d e l v a l o r de un marco que incluye las necesidades humanas, cuyo axioma fundamental inviolable es la exclusión radical del d e s p i l f a r r o y la d e s t r u c c i ó n , atendiendo a su n a t u r a l e z a m á s p r o f u n d a . Al mismo tiempo, por otra parte, no es posible transferir ningún "correctivo" parcial desde el marco operacional del capital hacia un orden genuinamente socialista, como el desastroso fracaso del invento del "mercado socialista" de Gorbachov lo d e m o s t r ó dolorosa y conclusivamente. Porque también a ese respecto nos veremos siempre confrontados por la radical incompatibilidad de las determinaciones del valor, incluso el caso de que el valor involucrado sea el destructivo c o n t r a v a l o r , que se corresponde con los últimos—y necesariamente olvidados—límites del propio sistema del capital. Los límites sistémicos del capital son enteramente compatibles con el despilfarro y la destrucción. Porque al capital tales consideraciones normativas sólo pueden resultarle s e c u n d a r i a s . Hav determinaciones más fundamentales que deben tener precedencia por sobre esas preocupaciones. Por eso la i n d i f e r e n c i a o r i g i n a l a n t e el d e s p i l f a r r o y la d e s t r u c c i ó n (y nunca una postura más positiva que la indiferencia) se convierte en su promoción más activa cuando las condiciones exigen ese viraje. De hecho este sistema debe procurar inexorablemente el despilfarro y la destrucción, en subordinación directa al i m p e r a t i v o d e e x p a n s i ó n d e l capital, el determinante avasallador del sistema. Mientras más lo haga más atrás iremos dejando la fase históricamente ascendente del desarrollo del sistema del capital. Y nadie debería dejarse engañar por el hecho de que frecuentemente la afirmación preponderante del c o n t r a v a l o r sea presentada falsamente y racionalizada como " n e u t r a l i d a d d e l v a l o r " por los célebres ideólogos del capital. Resultaba entonces increíble que en la época de la infausta "perestroika" de Gorbachov su "jefe de ideología" (llamado oficialmente con ese nombre) pudiese asegurar seriamente que el mercado capitalista v sus relaciones de mercancía eran las representaciones instrumentales de los "valores humanos universales" y "un logro fundamental de la civilización humana", y se le agregase a esas aseveraciones grotescamente capituladoras que el mercado capitalista era incluso "la garantía d e la r e n o v a c i ó n d e l socialismo".''" Tales teóricos se la pasaban hablando acerca de la adopción del "mecanismo del mercado", cuando el mercado capitalista era c u a l q u i e r c o s a m e n o s un " m e c a n i s m o " neutral adaptable. Era, de hecho, i n c u r a b l e m e n t e d e v a l o r c a p i t a l i s t a y tenía que permanecer así siempre. En este tipo de concepción—curiosamente compartida por el "jefe de Ideología "° Vadim Medvedev, "The Ideology of Perestroika", en Perestroika Annual, Vol.2, editado por Abel Aganbegyan, Futura/Macdonald, Londres, 1989, pp. 31-32.
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Socialista" de Gorbachov (y otros) con los Augusto von Hayek de este mundo, que denunciaban violentamente cualquier idea de socialismo como "el c a m i n o a la s e r v i d u m b r e " " ' — e l i n t e r c a m b i o en general era ahistórica y antihistóricamente equiparado con el i n t e r c a m b i o capitalista, y la realidad cada vez más destructiva del m e r c a d o c a p i t a l i s t a con un ficticio " m e r c a d o " general benevolente. Se dieran cuenta o no, de esa forma capitulaban para idealizar los imperativos del implacable sistema de obligatoria d o m i n a c i ó n d e l m e r c a d o (definitivamente inseparable de los estragos del imperialismo) requerido por las determinaciones internas del orden metabólico social del capital. La adopción de esa posición entreguista fue promulgada igualmente, pero de manera aún más dañina, en el documento de la reforma de Gorbachov. Porque éste insistía en que No hay n i n g u n a alternativa para el m e r c a d o . T a n sólo el mercado puede garantizar la satisfacción de las n e c e s i d a d e s d e l p u e b l o , la justa d i s t r i b u c i ó n de la riqueza, los d e r e c h o s s o c i a l e s y el fortalecimiento de la l i b e r t a d y la d e m o c r a c i a . El mercado le permitiría a la economía soviética vincularse o r g á n i c a m e n t e con la del mundo, y brindarles acceso a nuestros ciudadanos a todos los alcances de la c i v i l i z a c i ó n m u n d i a l . '"' Naturalmente, dada la total irrealidad de las ideas ilusas de Gorbachov acerca de que "no hay ninguna alternativa", a la espera de que el mercado capitalista global proveyera generosamente "al pueblo" de todos esos maravillosos logros y beneficios posibles, en todos los terrenos, esta aventura sólo podía terminar del modo más humillante: en el desastroso derrumbe del sistema de tipo soviético.
9.5.5 No resulta ni accidental ni sorprendente que la propuesta de " n o hay a l t e r n a t i v a " para el mercado ocupe un lugar tan prominente en las concepciones socioeconómicas y políticas formuladas desde la perspectiva del capital. Ni siquiera los grandes pensadores de la burguesía—como Adam Smith y Hegel—podían ser las excepciones en este particular. Porque es absolutamente cierto que el orden burgués o logra hacerse valer bajo la forma de la e x p a n s i ó n d e l c a p i t a l dinámica o se ve condenado al fracaso definitivo. Realmente, desde la perspectiva del capital no puede haber n i n g u n a a l t e r n a t i v a c o n c e b i b l e para la ilimitada expansión del capital, lo que determina la visión de todos los que la adoptan. Pero la adopción de esta perspectiva también significa que la cuestión del " p r e c i o q u e hay q u e p a g a r " p o r la i n c o n t r o l a b l e e x p a n s i ó n del capital c u a n d o se sobrepasa determinado punto del tiempo—una vez que se deja atrás la fase ascendente del desarrollo del sistema—ya no puede tener cabida en ninguna consideración. La violación del t i e m p o h i s t ó r i c o es, por consiguiente, la consecuencia obligada de ^'' El título del más famoso libro de campaña antisocialista de Hayek. "^ Gorbachov citado en John Rettie, "Only market can save Soviet economy", The Guardian, 17 de ocubre de 1990.
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la adopción de la perspectiva del capital, pues su determinante más fundamental y absolutamente inalterable resulta ser la interiorización del imperativo expansionista del sistema. Esa posición debe prevalecer hasta en las concepciones de los más grandes pensadores burgueses. No puede existir ningún orden social alternativo futuro cuyas características definitorias sean significativamente diferentes del ya establecido. Por eso Hegel, que formula lo que constituye en mucho la concepción histórica más profunda hasta su propia época, tiene también que p o n e r l e arbitrariamente un final a la historia en el presente inalterable del capital, idealizando al Estado Nación capitalista^" como el climax insuperable de todo desarrollo histórico concebible, a pesar de su aguda p e r c e p c i ó n de las implicaciones destructivas de todo el sistema de naciones estado. Así, en el pensamiento burgués no puede haber ninguna alternativa diferente a decretar el pernicioso dogma de que no existe n i n g u n a a l t e r n a t i v a . Pero resulta totalmente absurdo que los socialistas adopten la posición de que la expansión del capital es infinita (y por naturaleza propia incontrolable). Porque la resultante idealización de la "consunción"—de nuevo típicamente incondicional— i g n o r a la v e r d a d e l e m e n t a l de q u e d e s d e la p e r s p e c t i v a d e l c a p i t a l , autoexpansionista sin reservas, no puede haber n i n g u n a d i f e r e n c i a e n t r e d e s t r u c c i ó n y c o n s u m o . Para el propósito requerido, una es tan buena como la otra. Y es así porque la transacción comercial en la relación del capital— incluso la del tipo más destructivo, representada por el bagaje del complejo militar/industrial y el empleo que se le da en sus guerras inhumanas—completa exitosamente el ciclo de la autorreproducción ampliada del capital, para así poder abrir un nuevo ciclo. Es esto lo único que le interesa realmente al capital, sin i m p o r t a r lo i n d e f e n d i b l e s q u e p u e d a n r e s u l t a r las c o n s e c u e n c i a s . Por consiguiente, cuando los socialistas interiorizan el imperativo de la expansión del capital como la base obligatoria del crecimiento propugnado, no solamente están aceptando un principio aislado, sino adquiriendo todo el "paquete". A sabiendas o no, están aceptando al mismo tiempo la totalidad de las falsas a l t e r n a t i v a s — c o m o "crecimiento o no crecimiento"—que se puedan derivar de la propugnación sin reservas de la necesaria expansión del capital. Debemos rechazar la falsa alternativa del n o c r e c i m i e n t o no sólo porque su adopción perpetuaría la miseria y la desigualdad tan horrendas que dominan hoy el m u n d o , con la lucha y la destructividad que les son inseparables. La negación radical de ese enfoque sólo puede constituir el p u n t o de partida obligatorio. La dimensión intrínsecamente p o s i t i v a de nuestra visión implica la redefinición fundamental de la r i q u e z a misma tal y como la conocemos. Bajo el orden metabólico social del capital nos vemos confrontados por el d o m i n i o ^'•' Para citar uno de los postulados idealizantes de Hegel: "La nación como Estado es el espíritu en su racionalidad sustantiva y en su realidad inmediata y constituye por consiguiente el poder absoluto sobre la tierra". Hegel, The Philosophy of Right, p.212.
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a l i e n a n t e d e la r i q u e z a s o b r e la s o c i e d a d , que afecta directamente todos los aspectos de la vida, desde lo estrictamente económico hasta el terreno de lo cultural V lo espiritual. En consecuencia, no podemos salimos del círculo vicioso del capital, con todas sus determinaciones definitivamente destructivas y sus falsas alternativas, sin darle vuelta a esa relación vital. Es decir, sin h a c e r q u e la s o c i e d a d — l a s o c i e d a d d e l o s i n d i v i d u o s l i b r e m e n t e a s o c i a d o s — d o m i n e a la r i q u e z a , redefiniendo al mismo tiempo también su relación con el t i e m p o y con el tipo de uso que se le dé a los productos del trabajo humano. Como ya lo había escrito Marx en una de sus obras iniciales: En una sociedad futura, en la que habrá cesado el antagonismo de clases y en la que va no habrá clase alguna, el uso ya no será determinado por el tiempo mínimo de producción, sino que el tiempo de producción dedicado a un artículo será determinado por su grado de utilidad social. ^''* Eso significa una ruptura irreconciliable con la visión de la riqueza como una entidad material fetichista que debe ignorar a los i n d i v i d u o s reales, los creadores de riqueza. Naturalmente, el capital—en su falsa pretensión de ser idéntico a la riqueza, como el "creador y representación de la riqueza"—tiene que ignorar a los individuos, en beneficio de la autolegitimación de su propio control metabólico social. De esa manera, al usurpar el papel de la riqueza real y subvertir el uso potencial que se le podría dar, el capital resulta ser el e n e m i g o d e l t i e m p o h i s t ó r i c o . Es esto lo que hay que rectificar por el bien de la supervivencia humana misma. Así, todos los constituyentes de las relaciones en marcha entre los individuos reales históricamente autónomos, junto con la riqueza que ellos crean y distribuyen en su totalidad mediante la aplicación conciente de la única modalidad del tiempo viable—el t i e m p o d i s p o n i b l e — d e b e n ser unificados en un marco metabólico social cualitativamente diferente. Para repetirlo con Marx: la riqueza real constituye el poder productivo desarrollado de todos los individuos. La medida de la riqueza ya no es, en modo alguno, el tiempo de trabajo, sino más bien el tiempo disponible. El tiempo de trabajo como medida del valor hace que la riqueza misma se fundamente en la miseria, y que el tiempo disponible exista en y a causa de ser la antítesis del tiempo del plustrabajo; o bien, hace que el tiempo completo de un individuo se vuelva tiempo de trabajo, y se vea así degradado a mero trabajador, subsumido bajo el trabajo. "^ El t i e m p o d i s p o n i b l e es el t i e m p o h i s t ó r i c o real d e l o s i n d i v i d u o s . Por el contrario, el tiempo de trabajo necesario requerido para el funcionamiento ™ Marx, The Poverty of Philosophy, MECW, vol.6, p. 134. Citado en István Mészaros, "The Communitarian System and the Law of Value in Marx and Lukács" ("El sistema comunitario y la ley del valor en Marx y Lukács", Capitulo 19 de Más allá del Capital), Critique, N» 23, 1991, p.36. Ver también el Capítulo 15, "La tasa de utilización decreciente durante el capitalismo", y el Capítulo 16, "La tasa de utilización decreciente y el estado capitalista" de Más allá del Capital, que se ocupan de algunos temas importantes relacionados. ^''^ Marx, Grundrisse, p. 708.
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del modo de control metabólico social del capital es a n t i h i s t ó r i c o , y les niega a los individuos la única vía que les permitiría hacerse valer y desempeñarse como s u j e t o s h i s t ó r i c o s r e a l e s , con el control de su propia actividad de vida. Bajo la forma del tiempo de trabajo necesario del capital, los individuos están sometidos al tiempo ejercido como j u e z t i r á n i c o y m e d i c i ó n d e g r a d a n t e , sin derecho a apelar, en lugar de verse j u z g a d o s y m e d i d o s en relación con criterios humanos cualitativos, "según las n e c e s i d a d e s de los individuos sociales"."'' El tiempo antihistórico que se absolutiza perversamente se impone así por sobre la vida humana como d e t e r m i n a n t e fetichista que reduce el trabajo viviente a "despojo del tiempo", como ya hemos visto. El desafío histórico es, entonces, pasar en el orden metabólico social alternativo desde el tiempo congelado del dominio del capital, como d e t e r m i n a n t e a l i e n a n t e , a ser d e t e r m i n a d o s libremente por los propios individuos sociales que le dedican concientemente a la realización de sus p r o p i o s o b j e t i v o s e s c o g i d o s sus r e c u r s o s de t i e m p o d i s p o n i b l e , incomparablemente más abundantes de lo que les podía ser extraído mediante la tiranía del tiempo de trabajo necesario. Esta es una diferencia absolutamente vital. Porque tan sólo los individuos sociales pueden determinar realmente su propio t i e m p o d i s p o n i b l e , en abierto contraste con el tiempo de trabajo necesario, que los domina. La adopción del tiempo disponible es la única vía concebible y l e g í t i m a para poder hacer cambiar el tiempo de d e t e r m i n a n t e t i r á n i c o a elemento constituyente, autónoma y creativamente d e t e r m i n a d o , del proceso de reproducción.
9.5.6 Este desafío implica por necesidad la supresión de la división social jerárquica del trabajo, impuesta estructuralmente. Porque durante todo el tiempo de duración del dominio del tiempo sobre la sociedad, bajo la forma del imperativo de extraerle el tiempo de plustrabajo a su inmensa mayoría, el personal a cargo de este proceso tenía que llevar una forma de existencia sustantivamente diferente, en conformidad con su función como i m p o s i t o r e s i n t e n c i o n a l e s d e l a l i e n a n t e i m p e r a t i v o d e l t i e m p o . Al mismo t i e m p o , la inmensa mavoría de los individuos son " d e g r a d a d o s a m e r o s t r a b a j a d o r e s , s u b s u m i d o s bajo el trabajo". En esas condiciones, el proceso de reproducción social tiene que hundirse cada vez más hondo en su crisis e s t r u c t u r a l , con las peligrosas últimas implicaciones de la ausencia de cualquier camino de regreso posible. La pesadilla del "estado estacionario" continúa siendo pesadilla incluso si tratamos de mitigarla, como proponía John Stuart Mill, mediante el ilusorio correctivo de la "mejor distribución" tomada de manera aislada. No puede existir ninguna "mejor distribución" si no se da una reestructuración radical del propio 2^' Ibid.
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p r o c e s o d e p r o d u c c i ó n . La alternativa hegemónica socialista al dominio del capital requiere fundamentalmente que se supere la d i a l é c t i c a t r u n c a d a en la vital interrelación de la p r o d u c c i ó n , la d i s t r i b u c i ó n y el c o n s u m o . Porque sin eso el objetivo socialista de convertir al trabajo en "la primera necesidad vital" resulta inconcebible. Para citar a Marx: En la fase superior de la sociedad comunista, después de que haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella también la antítesis entre trabajo físico y mental; después de que se haya convertido no sólo en un medio de vida, sino en la primera necesidad vital; después de que las fuerzas productivas se hayan incrementado también con el desarrollo de los individuos en todos los planos, y todos los torrentes de la riqueza colectiva corran en abundancia; sólo entonces se podrá cruzar del todo el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades! " ' Son estos los o b j e t i v o s g e n e r a l e s de la transformación socialista, que proporcionan la b r ú j u l a del viaje y simultáneamente también la m e d i d a de los logros alcanzados (o los que se dejaron de alcanzar) en el camino. Dentro de tal visión de la alternativa hegemónica al orden reproductivo social del capital no puede haber espacio para nada que se parezca al "estado estacionario", ni para ninguna de las falsas alternativas asociadas con él o derivadas de él. "El d e s a r r o l l o de los individuos e n t o d o s l o s planos", ejerciendo a conciencia la totalidad de los recursos de su t i e m p o d i s p o n i b l e , dentro del marco del nuevo control metabólico social orientado hacia la producción de " r i q u e z a c o l e c t i v a " , tiene la intención de proporcionar el basamento de una contabilidad c u a l i t a t i v a m e n t e diferente: la obligada c o n t a b i l i d a d s o c i a l i s t a , definida por la necesidad humana y diametralmente opuesta a la cuantifícación fetichista v al concomitante despilfarro inevitable. Es por eso que se puede reconocer y administrar exitosamente la importancia vital de un c r e c i m i e n t o d e t i p o s u s t e n t a b l e en el marco metabólico social alternativo. En un orden de control metabólico social, es decir, en el que la antítesis entre trabajo mental y trabajo físico—siempre vital para el mantenimiento de la dominación absoluta del trabajo por parte del capital, como el usurpador del papel de sujeto histórico que d e t e n t a el c o n t r o l , según se lo garantiza la expropiación de los medios de producción preestablecida estructuralmente— tiene que desaparecer para siempre. En consecuencia, la propia productividad procurada a conciencia puede ser elevada a un n i v e l c u a l i t a t i v a m e n t e m á s a l t o , sin ningún peligro de despilfarro incontrolable, y producir r i q u e z a genuina —V no material, estrictamente guiada por la ganancia—sobre la cual los "individuos sociales ricos" (Marx), como sujetos históricos autónomos (y ricos precisamente " ' Marx, Critique of the Gotha Program, en Marx y Engels, Selected Works, Vol.2. p. 23.
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en ese sentido) ejercen pleno control. En el "estado estacionario", por el contrario, los individuos no pueden ser sujetos históricos genuinos. Porque no pueden controlar la vida por sí mismos, en vista de que están a merced del peor tipo de d e t e r m i n a c i o n e s m a t e r i a l e s d i r e c t a m e n t e bajo el d o m i n i o de la e s c a s e z incurable. El despilfarro siempre en crecimiento—y, dadas sus implicaciones últimas, catastrófico—en el sistema del capital resulta inseparable de la forma tan irresponsable en que son utilizados los bienes producidos y los servicios, en pro de la expansión lucrativa del capital. Retorcidamente, mientras más baja la tasa de utilización más elevada la cobertura de la reposición rentable, en el espíritu de la ya m e n c i o n a d a e q u i p a r a c i ó n a b s u r d a , y en el f u t u r o t o t a l m e n t e insustentable, según la cual desde la perspectiva del capital no puede haber una diferenciación significativa entre el c o n s u m o y la d e s t r u c c i ó n . Porque la d e s t r u c c i ó n totalmente despilfarradora satisface adecuadamente la demanda exigida por el capital autoexpansionista para un nuevo ciclo de producción rentable, exactamente igual a como sería capaz de hacerlo un consumo genuino que se correspondiese con la utilización. Sin embargo, en el transcurso del desarrollo histórico llega el m o m e n t o de la verdad, y es cuando la economía criminalmente irresponsable del capital tiene que pagar un alto precio. Es el punto en el que el imperativo de adoptar una tasa d e u t i l i z a c i ó n de los bienes producidos y los servicios—y en verdad producidos concientemente con ese objetivo en m e n t e , en relación con la necesidad y el uso cualitativamente h u m a n o s — c a d a vez mejor e incomparablemente más responsable, se torna absolutamente vital. Porque la ú n i c a e c o n o m í a v i a b l e — u n a que resulte s i g n i f i c a t i v a m e n t e e c o n o m i z a d o r a v por consiguiente sustentable en el fututo c e r c a n o v en el más l e j a n o — s ó l o p u e d e ser el tipo de economía administrada de manera racional, orientada hacia la ó p t i m a u t i l i z a c i ó n de los bienes producidos y los servicios. No puede haber ningún c r e c i m i e n t o d e t i p o s u s t e n t a b l e fuera de estos parámetros de economía racional guiada por la necesidad humana genuina. Para tener un ejemplo de importancia crucial de lo que es incurablemente erróneo a este respecto bajo el dominio del capital, deberíamos pensar en la manera como nuestras sociedades utilizan una cantidad cada vez mayor de automóviles. Los recursos malbaratados en la producción y el llenado de los tanques de los automóviles resultan inmensos en el "capitalismo avanzado", v representan el segundo mayor gasto—detrás de las obligaciones hipotecarias— en las economías hogareñas en particular. Absurdamente, sin embargo, la tasa de utilización de los automóviles es menor del u n o p o r c i e n t o , espúreamente justificado p o r los d e r e c h o s d e p o s e s i ó n e x c l u s i v a o t o r g a d o s a sus compradores. Al mismo tiempo la alternativa real perfectamente practicable no sólo se ve simplemente ignorada, sino además activamente saboteada por los enormes intereses creados de las corporaciones cuasimonopólicas. Porque la
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mera verdad es que lo que los individuos n e c e s i t a n (y no obtienen, a pesar de la pesada carga financiera que se les impone) son s e r v i c i o s d e t r a n s p o r t e adecuados, y no el bien de propiedad privada, despilfarrador en lo económico y sumamente dañino en lo ambiental, que además los hace perder incontables horas de su vida en e m b o t e l l a m i e n t o s d e t r á n s i t o enfermantes. Evidentemente, la
a l t e r n a t i v a real sería desarrollar el t r a n s p o r t e p ú b l i c o al nivel cualitativamente más elevado, que satisfaga los necesarios criterios económicos, ambientales y de salud personal al pleno alcance de ese proyecto llevado a cabo de manera racional, y restringiendo al mismo tiempo el uso de los automóviles—de propiedad colectiva y distribuidos apropiadamente, y no de posesión exclusiva/ despilfarradora—a funciones específicas. Entonces la necesidad en sí de los individuos—en este caso su necesidad genuina de s e r v i c i o s d e t r a n s p o r t e a p r o p i a d o s — d e t e r m i n a r í a los "targets" de los vehículos y los medios de comunicación (como ferrocarriles, redes ferroviarias v sistemas de navegación) que habría que producir y mantener, de acuerdo con el principio de utilización óptima, en lugar de que los individuos continíien siendo completamente dominados por la necesidad establecida fetichista del sistema, de la expansión del capital que es rentable pero en última instancia destructiva. La cuestión de la e c o n o m í a r e a l , ineludible p e r o hasta el p r e s e n t e tendenciosamente eludida, correspondiente a las consideraciones que presentamos en esta sección, tiene que ser afrontada en el futuro muy cercano. Porque en los llamados "países del tercer mundo" resulta inconcebible seguir el esquema de "desarrollo" despilfarrador del pasado, que de hecho los condenaba a su precaria condición de hoy, bajo el dominio del modo de reproducción metabólica social del c a p i t a l . El e s t r u e n d o s o fracaso de las tan p r e g o n a d a s " t e o r í a s de la m o d e r n i z a c i ó n " y sus c o r r e s p o n d i e n t e s r e p r e s e n t a c i o n e s i n s t i t u c i o n a l e s demostraron claramente la irremediabilidad de ese enfoque,
9.5.7 En un respecto, a! menos, hemos escuchado sonar las alarmas—típicamente afincándose al mismo tiempo en la afirmación y la absoluta preservación de los privilegios de los países capitalistas dominantes—en el pasado reciente. Concernía a la necesidad internacionalmente creciente de r e c u r s o s e n e r g é t i c o s y la intervención competitiva de algunas potencias económicas que ya se perfilan como inmensas, ante t o d o China, en el proceso en desenvolvimiento. Hoy día la preocupación recae fundamentalmente sobre China, pero a su debido tiempo habrá que agregar también a la India, por supuesto, a la lista de grandes países que presionarán inevitablemente por recursos energéticos vitales. Y cuando le agreguemos a China la población del subcontinente indio estaremos hablando de más de d o s b i l l o n e s y m e d i o d e p e r s o n a s . Naturalmente, si ellas en realidad
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siguen la receta alguna vez grotescamente propagandizada de las e t a p a s d e l c r e c i m i e n t o e c o n ó m i c o , " ' * con su ingenua propugnación del "despegue e impulso a la m a d u r e z capitalista" que nos acarrearía a todos devastadoras consecuencias. Porque la sociedad completamente automovilizada de dos y medio de billones de personas, sobre el modelo estadounidense de "desarrollo capitalista avanzado", con más de 700 automóviles por cada 1000 personas, significaría que todos nosotros estaríamos muertos en no mucho tiempo gracias a los beneficie» "modernizadores" globales de la contaminación venenosa, para no mencionar el rapidísimo agotamiento total de las reservas de petróleo del planeta. Pero por la misma razón, y en sentido opuesto, nadie puede concebir seriamente que los países en cuestión permanecerían indefinidamente en el mismo sitio que ocupan hov. Imaginar que los dos billones y medio de personas de China y el subcontinente indio podrían quedar condenados permanentemente a su situación existente, todavía en fuerte dependencia de las regiones capitalistamente avanzadas del mundo de una u otra manera, desafía toda credulidad. La única interrogante es si la humanidad podrá hallarle una solución racionalmente viable y verdaderamente equitativa a la legítima demanda de desarrollo social y económico de los países involucrados, o la competencia antagonística v la lucha destructiva por los recursos son el camino del futuro, como lo señalan el marco orientador y los principios operacionales del modo de control reproductor social del capital. O t r o respecto en el que el imperativo absoluto de adoptar una manera diferente de organizar la vida económica y social apareció en el horizonte de nuestra época, tiene que ver con la e c o l o g í a . Pero, de nuevo, el único modo viable de abordar los problemas cada vez más graves de nuestra ecología global—si queremos encarar de manera responsable los problemas y las contradicciones del hogar planetario que se agravan, desde su impacto directo sobre cuestiones tan vitales como el calentamiento global hasta la elemental demanda de fuentes de agua limpia y aire sanamente respirable—es cambiar de la economía despilfarradora de 1a cuantificación fetichista que tiene el orden existente, a un orden genuinamente o r i e n t a d o h a c i a la c u a l i d a d . En este respecto, la ecología constituye un aspecto importante pero subordinado de la necesaria r e d e f í n i c i ó n c u a l i t a t i v a de la utilización de los bienes producidos v los servicios sin los cuales la propugnación de una ecología permanentemente sustentable de la humanidad— de nuevo una obligación absoluta—no puede pasar de ser vana esperanza. El punto final por destacar en este contexto es que la urgencia de hacerles frente a estos problemas no puede ser subvaluada, ni mucho menos minimizada, como lo continúan haciendo los intereses creados del capital, sostenidos por sus formaciones de estados imperialistas dominantes, en su insuperable rivalidad entre -™ Ver The Stages of Economic Growth: A Non-Communist Manifesto, por Walt Rostov, miembro prominente del Trust de Cerebros del presidente Kennedy, publicado por Cambridge University Press en 1960.
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sí mismos. Irónicamente, a pesar de tanto discurso propagandístico acerca de la "globalización", los requerimientos objetivos de la construcción de un orden reproductivo de intercambios sociales racionalmente sustentable y globalmente coordinado se ven violados constantemente. Y no obstante, dada la etapa presente del desarrollo histórico, la verdad irrefrenable sigue siendo que, con respecto a todos los temas de importancia estudiados en esta sección, el que nos preocupa realmente es el de los d e s a f í o s g l o b a l e s cada vez más graves y que requieren de s o l u c i o n e s g l o b a l e s . Sin embargo, nuestra preocupación más honda es que el m o d o de r e p r o d u c c i ó n m e t a b ó l i c a social del c a p i t a l — e n vista de sus determinaciones estructurales inherentemente antagonísticas y sus manifestaciones destructivas—no está dispuesto en modo alguno a las soluciones globales viables. El capital, dada su naturaleza inalterable, resulta no ser nada a menos que pueda prevalecer en forma de d o m i n a c i ó n e s t r u c t u r a l . Pero la otra dimensión inseparable de ía dominación estructural es Ja subordinación estructural. Esa es la forma como el modo de reproducción metabólica social del capital ha funcionado y tratará de funcionar siempre, acarreando incluso las guerras más devastadoras, de las cuales hemos tenido mucho más que un mero anticipo en nuestro tiempo. La imposición violenta de los imperativos destructivos del imperialismo h e g e m ó n i c o m u n d i a l , m e d i a n t e el p o d e r í o destructivo antes inimaginable de los Estados Unidos como el hegemón global, no puede traerles s o l u c i o n e s g l o b a l e s a nuestros problemas cada vez más graves, sino tan sólo d e s a s t r e g l o b a l . Así, la ineludible obligatoriedad de abordar estos problemas globales de una manera históricamente sustentable coloca el desafío del socialismo en el siglo XXI — l a única alternativa hegemónica viable al modo de control metabólico social del capital— en la agenda del día.
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L o NACIONAL Y LO INTERNACIONAL: S u
COMPLEMENTARIDAD
DIALÉCTICA EN NUESTRO TIEMPO
9.6.1 Uno de los mayores impedimentos para el desarrollo socialista ha sido, y lo continúa siendo, la persistente desatención de la cuestión nacional. Las razones para esta desatención han surgido tanto de algunas determinaciones históricas, eventuales pero de largo alcance, como del complejo legado teórico del pasado. Además, dada la naturaleza de los aspectos involucrados, ambas cosas resultan estar estrechamente entretejidas. En lo tocante a las determinaciones prácticas/históricas, debemos recordar primero que nada que la formación de las naciones modernas se cumplió bajo el liderazgo de clase de la burguesía. Este desarrollo tuvo lugar de acuerdo con los imperativos socioeconómicos inherentes a la tendencia autoexpansionista de la
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multiplicidad de capitales, desde sus escenarios locales originalmente muy limitados hacia un control territorial cada vez mayor, con conflictos entre ellos mismos de creciente intensidad, para culminar en dos guerras mundiales devastadoras en el siglo XX y la potencial destrucción de la humanidad en nuestros propios días. El sistema de las relaciones entre los estados constituido bajo los imperativos autoexpansionistas del capital no podía más que resultar irremediablemente injusto. Tenía que fortalecer y reforzar constantemente la posición altamente privilegiada del puñado de naciones imperialistamente al mismo nivel, y por el contrario, tenía que imponerles al mismo tiempo, con todos los medios a la disposición, incluidos los más violentos, una situación de subordinación estructural a todas las demás naciones. Esta manera de articular el orden internacional prevaleció no sólo en contra de las naciones más pequeñas, sino incluso cuando los países involucrados tenían poblaciones incomparablemente mavores que las de sus opresores foráneos, como por ejemplo la India bajo el Imperio Británico. En lo que atañe a las naciones c o l o n i z a d a s , las p o t e n c i a s i m p e r i a l i s t a s d o m i n a n t e s les i m p u s i e r o n implacablemente sus condiciones de dependencia económica y política, gracias también a la complicidad servil de sus clases dominantes locales. De manera característica, entonces, los cambios "poscoloniales" no tuvieron dificultad alguna para reproducir, en todas las relaciones sustantivas, los antiguos modos de dominación, si bien de manera un tanto modificada en lo formal, perpetuando así hasta el presente el sistema de dominación v dependencia estructurales durante tanto tiempo establecido. Sólo gracias a la fuerza de un milagro descomunal podrían las relaciones de dominación y subordinación estructurales entre los estados capitalistas hacerse significativamente diferentes de lo que realmente resultaron ser en el transcurso del desarrollo histórico. Porque el capital, como la fuerza controladora del proceso de reproducción económica y social, no puede más que resultar estrictamente jerárquico y autoritario en sus determinaciones más profundas, incluso en los países imperialistas más privilegiados. ; C ó m o podría entonces un sistema social v político—caracterizado en su variedad capitalista por el "autoritarismo de la fábrica y la tiranía del mercado" (Marx)—ser equitativo en el plano internacional? La absoluta necesidad que tiene el capital de dominar interijamente a su propia fuerza de trabajo bien podría resultar compatible con la concesión de algunos privilegios limitados a su población trabajadora local, con propósitos de mistificación chauvinista, a partir del margen extra de ganancia explotadora derivado de la dominación imperialista. Pero tales prácticas no introducen siquiera el menor grado de igualdad en la relación capital/trabajo del país imperialista privilegiado en el que el capital retiene, y debe retener para siempre por entero, el poder de toma de decisiones en todos los aspectos sustantivos. Sugerir, entonces, que a pesar de estas inalterables determinaciones estructurales internas, las relaciones externas— interestatales—del sistema pudiesen ser otra cosa que absolutamente injustas,
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resultaría de lo más absurdo. Porque equivaldría a pretender que lo que es por naturaleza propia profundamente injusto produzca una igualdad genuina bajo las condiciones todavía más agravantes de la dominación extranjera obligatoriamente impuesta. Es fácil comprender, entonces, que la respuesta socialista a un sistema como éste tenga que ser formulada en términos de una negación absolutamente radical, subrayando la necesidad de una relación cualitativamente diferente entre la gran variedad de naciones, grandes y pequeñas, sobre la base de la supresión de los antagonismos p r e d o m i n a n t e s d e n t r o del m a r c o de un orden internacional genuinamente cooperativo. Sin embargo, las cosas se complicaron sobremanera en el siglo XX por la trágica circunstancia de que la primera revolución exitosa que proyectó la transformación socialista de la sociedad estalló en la Rusia zarista. Porque ese país resultaba ser en ese tiempo un imperio multinacional opresor: un hecho que contribuyó significativamente a que Lenin lo caracterizara como "el eslabón más débil de la cadena del imperialismo", y como tal un punto a favor del potencial estallido de la revolución: una evaluación en la que demostró estar completamente acertado. Pero la otra cara de la moneda no era solamente el grave atraso socioeconómico sino también el terrible legado del imperio multinacional opresivo, que representaban problemas inmensos para el futuro. La controversia sobre el "socialismo en un solo país" se mantuvo encendida durante muchas décadas después de que Stalin consolidó su poder. Sin embargo, la simple pero vital consideración omitida casi siempre en esas discusiones fue que la Unión Soviética no era para nada u n s o l o p a í s , sino una multiplicidad de nacionalidades divididas por las graves injusticias y los antagonismos internos que les legara el imperio zarista. El fracaso en abordar apropiadamente las contradicciones potencialmente explosivas de la desigualdad nacional luego de la muerte de Lenin trajo consigo devastadoras consecuencias para el futuro, que en definitiva desembocaron en la ruptura de la Unión Soviética. El contraste entre el enfoque de Lenin y el de Stalin sobre estos problemas no pudo haber sido mayor. Lenin siempre propugnó el derecho de las varias minorías nacionales a la autonomía plena, "hasta el punto de la secesión", en tanto que Stalin las degradó a nada más que "regiones fronterizas", que había que controlar a toda costa, en estricta subordinación a los intereses de Rusia, Por eso Lenin lo condenó en términos bien precisos, insistiendo en que si las opiniones de Stalin prevalecían, como más tarde en efecto lo hicieron, en ese caso "la ' l i b e r t a d para s e p a r a r s e d e la u n i ó n ' , por la cual nos justificamos, no será más que un pedazo de papel, incapaz de defender a los que no son rusos de las embestidas de ese que sí es en verdad un ruso, el chauvinista de la Gran Rusia"."' Recalcó la gravedad del daño causado por las políticas seguidas y n o m b r ó
Lenin, Collected Works, vol. 36, p. 606.
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claramente a los culpables: "La responsabilidad política de toda esta campaña nacionalista que es en verdad de la Gran Rusia debe recaer, por supuesto, en Stalin y Dzerzhinsky".'*'" Después de la muerte de Lenin en enero de 1924, que siguió a su larga enfermedad discapacitadora, todas sus recomendaciones sobre la cuestión nacional fueron ignoradas y las políticas de "la Gran Rusia" de Stalin—que trataba a las otras nacionalidades como "regiones fronterizas"—se implementaron en su totalidad, lo que contribuyó grandemente al d e s a r r o l l o b l o q u e a d o que en adelante caracterizó a la sociedad soviética. Hasta el enfoque de Gorbachev y sus seguidores estuvo caracterizado por el mismo sentido de tendenciosa irrealidad de las otras teorizaciones y prácticas del posleninismo, como traté de señalar mucho antes del d e r r u m b e de la Unión Soviética.'*' Ellos mantuvieron la ficción de la "nación soviética", con su presunta " c o n c i e n c i a u n i f i c a d a " , ignorando ingenua o d e s c a r a d a m e n t e los explosivos problemas i n t e r n o s de la "nación soviética unificada", no obstante las claras señales de la tormenta que se cernía y que pronto resultó en la ruptura de la tan poco unificada Unión Soviética. Al mismo tiempo trataban de justificar la reducción de varias comunidades nacionales, incluidas la báltica, la bielorrusa y la ucraniana, al estatus de "grupos étnicos". Bajo el mandato de Stalin, la aceptación de esa descarada irrealidad pudo ser impuesta con la ayuda de medidas represivas autoritarias, e ir tan lejos como la deportación de minorías nacionales enteras. Sin embargo, una vez que fue menester abandonar ese camino, ya no quedó nada que pudiese hacer prevalecer el terrible legado del opresivo imperio multinacional zarista y la consiguiente preservación de sus antagonismos. Era, por lo tanto, mera cuestión de tiempo cuándo y en qué forma particular el estado soviético posrevolucionario—bien lejos de ser de "un solo país"—se d e s i n t e g r a r í a bajo el peso i n s o p o r t a b l e de sus m ú l t i p l e s contradicciones.
9.6.2 La persistente desatención de la cuestión nacional no estaba confinada, sin duda, a las vicisitudes de la incapacidad de encarar sus dilemas de los soviéticos. La tendencia en el movimiento socialista de la Europa Occidental a marchar en dirección a un callejón sin salida, en lo tocante a la cuestión nacional y al tema estrechamente relacionado del internacionalismo, surgió mucho antes de la revolución rusa. De hecho Engels se quejaba amargamente cuarenta y dos años
^x" Ibid., p. 610 '" Ver mi consideración de esos problemas en "The dramatic reappearance of the national question", parte de un artículo titulado "Socialismo hoy día", escrito en diciembre de 1989-enero de 1990, a solicitud de la publicación trimestral El Ojo del Huracán y publicado en su edición de febrero/marzo/abril de 1990. Publicado de nuevo en la Parte Cuatro de Más allá del Capital, pp. 1115-1128.
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antes, para la época de la discusión sobre el programa de Gotha en Alemania, de que en el d o c u m e n t o preparatorio de la unificación "el principio de que el movimiento obrero es un m o v i m i e n t o i n t e r n a c i o n a l está, para toda intención V propósito, c o m p l e t a m e n t e ignorado".'*^ La necesaria negación radical del orden del capital existente desde un punto de vista socialista era inconcebible sin la adopción de una posición internacional consistente y completamente sustentable en la realidad. Sin embargo, la maniobra oportunista cuvo objetivo era asegurar la unificación de las fuerzas políticas implicadas en la aprobación del Programa de Gotha ocasionó serias concesiones nacionalistas por las que hubo que pagar un precio muy alto en el futuro. La capitulación total de la socialdemocracia alemana ante las fuerzas del agresivo chauvinismo burgués en el estallido de la Primera Guerra Mundial no fue más que la culminación lógica de ese peligroso giro en el desarrollo político alemán, y con ella selló también el destino de la propia Segunda Internacional. Es importante recordar aquí que ninguna de las cuatro Internacionales— fundadas con la expectativa de hacer que el poder de la solidaridad internacional prevaleciera sobre la dominación estructural jerárquica del capital sobre el t r a b a j o — l o g r ó c u m p l i r las e s p e r a n z a s d e p o s i t a d a s en ellas. La P r i m e r a Internacional fue fundada ya en vida de Marx, como resultado de la pérdida de carril del movimiento obrero como movimiento obrero hacia finales de los años 70 del siglo XIX, fuertemente criticada por Engels, como acabamos de ver. La Segunda Internacional trajo consigo las semillas de esa contradicción y las convirtió en plantas que crecieron inexorablemente, esperando tan sólo por la oportunidad histórica—que fue proporcionada por la Primera Guerra Mundial—para que los miembros de la Internacional se alinearan con los bandos rivales en guerra, desacreditando fatalmente así a la organización entera. La muy desacreditada "Internacional Obrera", cuyos miembros constituyentes nacionales a lo largo de la guerra continuaron identificándose con su propia burguesía y por consiguiente dejaron de tener algo que ver con los requerimientos vitales del internacionalismo socialista, fue restablecida más tarde como un órgano de amoldamiento socioeconómico e institucionalización de la negación de la lucha de clases. El veredicto de Rosa Luxemburgo condensó con gran claridad el significado de esos desarrollos al afirmar que "al refutar la existencia de la lucha de clases, la socialdemocracia ha negado la base misma de su propia existencia".'**' Era, así, nada más cuestión de tiempo para que los partidos socialdemócratas en todo el mundo pasaran a adoptar una posición abiertamente en deíensa del orden establecido. Contra la experiencia del ignominioso fracaso de la Segunda Internacional, la Tercera Internacional fue fundada en la secuela de la Revolución de Octubre. Sin ^"^ Engels, Carta a August BebeL 18-28 de marzo de 1875. ^*' Rosa Luxemburgo, Junius Pamphlet,, A Young Socialist Publication, Colombo, 1967, p.54.
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enabargo, conao resultado de la progresiva imposición de las políticas autoritarias de Stalin, que trataba la materia internacional, incluida la relación con los partidos de la propia Tercera Internacional, en estricta subordinación a los intereses del estado soviético, tampoco esa organización logró cumplir la tarea de desarrollar el genuino internacionalismo socialista. Su disolución como Internacional Comunista (el Komintern) v su metamorfosis en Cominform—es decir, una organización internacional de la información—no resolvió nada. Porque incluso el Cominform era una calle de una sola vía.Y lo era porque cualquier crítica del sistema soviético fue mantenida como absoluto tabú mientras duró vivo Stalin. Y aun después de m u e r t o , la severa crítica de Kruschev a su "culto de la personalidad" y sus consecuencias negativas no logró abordar los aspectos fundamentales de la sociedad de tipo soviético como modo de reproducción metabólica social, a pesar de sus contradicciones y síntomas de crisis cada vez más intensos. Para el momento en que se reconoció la gravedad de la crisis como tal, bajo el "glasnost y la perestroika" de Gorbachov, los esfuerzos correctivos diseñados estaban concebidos de manera tal que resultaban inseparables de la toma del camino hacia la restauración del capitalismo, como ya vimos en la Sección 9.5.4. En cuanto a la Cuarta Internacional, nunca p u d o alcanzar el estatus de organización internacional con influencia de m a s a s , a pesar de las intenciones de su fundador. Puesto que si la visión estratégica concebida no puede "captar a las masas", en palabras de Marx, en ese caso no se podrá cumplir la tarea de desarrollar el necesario internacionalismo socialista. La cuestión nacional asumió inevitablemente la forma de una polarización entre el puñado de estados opresores y la inmensa mayoría de naciones oprimidas i m p e r i a l i s t a m e n t e : una relación absolutamente injusta en la que las clases trabajadoras de los países imperialistas se vio profundamente involucrada. Y tampoco esta relación quedó restringida a la dominación militar directa. El propósito de esta última—independientemente de que fuese puesta en juego a través de algunas operaciones militares de envergadura o mediante el ejercicio de la "diplomacia de las cañoneras"—era asegurar sobre la base de la continuidad la máxima explotación del trabajo factible en los países conquistados, e imponer asi el modo de control metabólico social característico del capital de manera definitiva en el mundo entero. Es por eso que en el transcurso de la "descolonización" en la segunda posguerra mundial, se hizo bien posible abandonar el control militar/ político directo de los antiguos imperios sin cambiar la esencia de la relación establecida de dominación y subordinación estructurales, como conviene al sistema del capital. Los Estados Unidos fueron los pioneros en este respecto. Ejercieron la dominación colonial directa del tipo militar en algunos países, cada vez que eso le convino a sus designios, como en las Filipinas, por ejemplo, aunada a la supremacía socioeconómica sobre las poblaciones involucradas. Al mismo tiempo se aseguraban la dominación absoluta de la totalidad de la América Latina, imponiéndoles a los
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países del continente la dependencia estructural sin intervenir necesariamente de manera militar. Pero, por supuesto, apelaron sin vacilación alguna a las intervenciones militares abiertas o encubiertas en su declarado "patio trasero" cada vez que se cuestionó la permanencia de su dominación explotadora. Una de sus maneras preferidas de imponer su dominio fue el derrocamiento militar "interno" de gobiernos elegidos y el establecimiento de dictaduras "amistosas", en numerosas ocasiones justificando esos actos del modo más cínico e hipócrita, desde la dictadura militar en Brasil al Chile de Pinochet. Sin embargo, durante largo tiempo su principal estrategia para hacer valer sus intereses explotadores en el período de la segunda posguerra mundial fue ejercer la dominación económica, aunada a la falaz consigna de "democracia y libertad". Esto estaba en perfecta sintonía con una fase determinada del desarrollo histórico del capital, cuando se comprobó que los grilletes militares/políticos de los viejos imperios ya resultaban demasiado anacrónicos para llevar a cabo las potencialidades de expansión del capital, mejor adaptada en el mundo de la posguerra a las prácticas neocoloniales. Los Estados Unidos estaban en una posición casi ideal en este respecto, tanto por ser el constituyente más dinámico del capital global en su tendencia a la expansión productiva, como por tratarse de un país que podía pretender que no tenía ninguna necesidad de dominio militar/político directo sobre colonias, a diferencia de los imperios inglés y francés. Resulta por tanto altamente significativo—y sumamente peligroso, en sus implicaciones para la supervivencia de la h u m a n i d a d — q u e en n u e s t r o t i e m p o esa superpotencia "democrática" tenga que regresar a la forma más despilfarradora v brutal de las intervenciones y ocupaciones militares, en respuesta a la crisis estructural del capital, en un vano intento por resolver esa crisis imponiéndose sobre el resto del mundo como el amo y señor del imperialismo hegemónico global. Esta versión más novedosa del imperialismo era (y lo sigue siendo) una forma de dominación no menos injusta para las grandes masas del pueblo trabajador que su predecesora. En consecuencia, resulta inconcebible poner en práctica el verdadero internacionalismo sin la emancipación radical de las muchas naciones oprimidas, y no nada más en Latinoamérica, de su prolongada dominación por las naciones opresoras. Es ése el sentido del legítimo nacionalismo defensivo en la actualidad, como desde el comienzo mismo lo aseveró Lenin. Un nacionalismo d e f e n s i v o que para poder triunfar tiene que verse complementado por la dimensión p o s i t i v a de! internacionalismo.
9.6.3 La solidaridad internacional constituye un p o t e n c i a l p o s i t i v o tan sólo para el antagonista estructural del capital. Está en armonía con el p a t r i o t i s m o , que en las discusiones teóricas suele ser confundido, incluso por la izquierda, con el c h a u v i n i s m o burgués. Esta confusión resulta ser demasiado a menudo una excusa
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más o menos conciente para la necesidad de romper las cadenas de la dependencia estructural explotadora, de la cual hasta los trabajadores del "capitalismo avanzado" innegablemente se benefician, si bien lo hacen en un grado mucho más limitado que sus antagonistas de clase. Pero el patriotismo no significa identificarnos exclusivamente con los intereses nacionales legítimos de n u e s t r o p r o p i o país, cuando se ve amenazado por una potencia extranjera, o c i e r t a m e n t e por el comportamiento entreguista de nuestra propia clase dominante, ante el cual Lenin y Rosa Luxemburgo propusieron con razón voltear las armas de la guerra contra los explotadores de clase internos. Significa también s o l i d a r i d a d p l e n a con el patriotismo genuino de los p u e b l o s o p r i m i d o s . La condición para el ejercicio de ese patriotismo no es simplemente un cambio en las relaciones predominantes entre los estados, contraviniendo así en cierto grado los dictámenes foráneos de la dependencia política, o militar/política, establecida. Muy lejos de ello. Porque la condición para el éxito permanente sólo puede ser una lucha sostenida en contra de la dominación estructural jerárquica del capital, por larga que ella pueda resultar, y a lo ancho y largo del mundo. Sin eso, el ocasional derrocamiento exitoso de la antigua supremacía político/militar de la potencia extranjera podría verse revertido, en la vieja forma o en una nueva, a la próxima ronda de acontecimientos. La solidaridad internacional de los oprimidos exige, por lo tanto, la plena conciencia y la constante observación práctica de esos principios orientadores estratégicos. El internacionalismo socialista es inconcebible sin un respeto total por las aspiraciones del pueblo trabajador de las demás naciones. Sólo ese respeto puede crear la posibilidad objetiva de intercambios cooperativos positivos. Incluso desde su primera formulación, la teoría marxista insistía en que una nación que domina a otras naciones se priva a sí misma de su propia libertad: una máxima que Lenin nunca dejó de repetir. No es difícil ver por qué tiene que ser así. Porque toda forma de d o m i n a c i ó n e n t r e estados p r e s u p o n e u n m a r c o de i n t e r c a m b i o social estrictamente regulado, en el cual el ejercicio del control es expropiado por apenas unos cuantos. Un estado nacional constituido de manera tal que pueda dominar a otras nacionalidades, o las llamadas "regiones fronterizas" o "periféricas", presupone la complicidad de su ciudadanía políticamente activa en el ejercicio de la dominación, mistificando v debilitando así a las masas trabajadoras en su aspiración de emanciparse. De manera que la negación radical del sistema de relaciones sumamente injustas entre ios estados, que ha prevalecido por tanto tiempo, constituye un requerimiento absolutamente ineludible de la teoría socialista. Ella proporciona la base conceptual del nacionalismo d e f e n s i v o . Sin embargo, la necesaria alternativa positiva al orden social del capital no puede ser defensiva. Porque todas las posiciones defensivas adolecen de ser definitivamente inestables, ya que hasta las mejores defensas pueden ser abatidas bajo fuego concentrado, si la relación de
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fuerzas cambia convenientemente a favor del adversario. Lo que se necesita en este respecto, en respuesta a la dañina globalización del capital, es la articulación de una alternativa positiva viable. Es decir: un orden reproductivo social internacional instituido y manejado sobre la base de la igualdad genuina de sus míiltiples constituyentes, definida no en términos sustantivos formales sino material y culturalmente identificables. Así, la estrategia del i n t e r n a c i o n a l i s m o p o s i t i v o significa reemplazar el absolutamente injusto—e irremediablemente conflictual— principio e s t r u c t u r a n t e de los "microcosmos" reproductivos del capital (las empresas productoras y distribuidoras específicas que constituyen el "macrocosmo" abarcador del sistema), por una a l t e r n a t i v a c o m p l e t a m e n t e c o o p e r a t i v a . La tendencia destructiva del capital trasnacional no puede ser ni siquiera atemperada, y mucho menos absolutamente superada, nada más en el nivel internacional, mediante la acción de gobiernos nacionales en particular. Porque la continuada existencia de los "microcosmos" antagonísticos, y su subsumisión bajo estructuras cada vez mayores del mismo tipo conflictual (como las corporaciones trasnacionales gigantes, que surgen a través de la concentración y centralización del capital actual), obligadamente reproduce tarde o temprano los conñictos aplacados temporalmente. Así, el internacionalismo positivo se autodefine como la estrategia de ir más allá del capital como un modo de control metabólico social, ayudando a articular y coordinar globalmente una forma d e t o m a d e d e c i s i o n e s n o jerarquica^^"^ tanto en el plano reproductivo material como en el cultural/ político. En otras palabras, por una forma de toma de decisiones cualitativamente diferente en la cual las funciones controladoras vitales de la reproducción social les puedan ser absolutamente transferidas a los miembros de los microcosmos y, al mismo tiempo, las actividades de estos últimos puedan ser coordinadas apropiadamente hasta llegar a abarcar los niveles más amplios, porque no se ven desgarrados por los antagonismos irreconciliables.
9.6.4 Dichos antagonismos demostraron ser insuperables incluso cuando Simón Bolívar realizó heroicos intentos por crear una alternativa viable. Porque lo que se requería necesariamente para poder tener éxito era la transformación de todo el entramado de la sociedad, mucho más allá incluso de medidas como la emancipación legal de los esclavos. Así, en sus esfuerzos por hallar una solución permanente, para la cual el momento histórico no había llegado todavía, Bolívar se enfrentó a una gran hostilidad incluso en los países latinoamericanos a los que les había prestado enormes servicios, reconocidos con el título sin par de El L i b e r t a d o r con el que se le había honrado en ese tiempo. Como resultado, tuvo que pasar el final de sus días en un trágico aislamiento. Ver la Sección 2 del presente capítulo, acerca de la Participación.
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En cuanto a sus adversarios en los Estados Unidos, que se sintieron amenazados por la difusión de su luminosa concepción de la igualdad^*' — t a n t o internamente (como propietarios de esclavos directamente desafiados por la emancipación de los esclavos de Bolívar) como por su propugnación de unas relaciones armoniosas entre los estados a todo lo ancho del m u n d o — n o vacilaron en condenarlo v descalificarlo como " t h e d a n g e r o u s m a d m a n o f t h e South''.^*"" El impedimento principal era el fuerte contraste entre la unidad política de las naciones latinoamericanas propugnada p o r Bolívar y los constituyentes profundamente adversariales/conflictuales de sus microcosmos sociales. En consecuencia, hasta los llamados más nobles y más elocuentes a la unidad política podían funcionar sólo mientras la amenaza presentada por el adversario colonial español era aguda. Pero esa amenaza no podía remediar por sí sola los antagonismos internos. Ni la identificación visionaria que hizo Bolívar del nuevo peligro podía alterar la situación. A saber, que "los Estados Unidos parecen destinados por Dios y la providencia para plagar de hambre y miseria a los pueblos de América Latina en nombre de la Libertad". Un peligro que subrayó con mayor fuerza aún, en el mismo espíritu, José Martí sesenta años más tarde.''*' Ambos fueron tan realistas en sus diagnósticos de los nuevos peligros como generosos en la propugnación de una solución ideal para los graves problemas de la humanidad. Bolívar, cuando propuso una vía para poner armoniosamente juntas a todas las naciones de la humanidad en el istmo de Panamá, y la convirtió en la capital del mundo,^** v Martí cuando insistió en que "la patria es la humanidad". Cuando se formularon esos ideales el tiempo histórico todavía apuntaba en la dirección opuesta: hacia la terrible intensificación de los antagonismos sociales y el h o r r e n d o d e r r a m a m i e n t o de sangre de las dos guerras mundiales que se desprenderían de ellos. Hacia el final de su vida Bolívar se vio forzado a aceptar que, trágicamente, el día de América, como él lo había anticipado antes, no había llegado aún. Hoy la situación es muy distinta. El "día de América" de Bolívar ha llegado en el sentido de que las antiguas condiciones de la dominación cuasicolonial de Latinoamérica por los Estados Unidos ya no se pueden seguir manteniendo. En este respecto los intereses de la soberanía nacional efectiva de los países de Latinoamérica coincide del todo con la necesaria tendencia a sobreponerse a los resentimientos nacionales en todas partes, puesto que la dominación nacional de muchos países por unas cuantas potencias imperialistas durante tanto tiempo prevaleciente se ha vuelto un anacronismo histórico irreversible. ^^' Bolívar llamaba a la igualdad "la ley de leyes", añadiendo que "sin ella perecen todas las Ubertades. A ella debemos hacer los sacrificios". ^'"' "El peligroso loco del Sur". '*" Ver José Martí, "Discurso", pronunciado en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de octubre de 1890, y "La verdad sobre los Estados Unidos", Patria, 17 de abril de 1884. ^'"' "Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra, como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio".
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El cambio de la condición histórica no puede ser anulado por el hecho de que las antiguas potencias imperialistas, y sobre todo y con mucho la más poderosa de ellas, los Estados Unidos de Norteamérica, estén tratando de poner en reversa las ruedas de la historia y r e c o l o n i z a r el mundo. Su intención de lograr ese fin ya resulta visible en la manera como han emprendido recientemente algunas aventuras militares devastadoras, bajo el pretexto de la llamada "guerra contra el terrorismo". Ciertamente, la nueva panacea—es decir, meterse en lo que de hecho representaría una flagrante aventura recolonizadora—es declarado por las potencias más agresivas como la condición esencial para el éxito de su cínicamente justa "guerra contra el terrorismo internacional" en el "nuevo orden mundial". Pero están destinadas a fracasar en esta empresa. En el pasado, muchos intentos que tenían como meta rectificar los justificados resentimientos nacionales se vieron desviados de su camino por seguir estrategias c h a u v i n i s t a s . Porque, dada la naturaleza de los problemas sobre el tapete, los intereses nacionales impuestos de los países dominantes no podían prevalecer por siempre a expensas de los justificables objetivos sociales de algunas otras naciones, violando las requeridas c o n d i c i o n e s i n t e r n a c i o n a l e s p l e n a m e n t e e q u i t a t i v a s de las relaciones entre estados. Así, no podía ser más clara la visionaria validez histórica del proyecto bolivariano, que presionaba por la unidad estratégica y la igualdad de los países latinoamericanos, no simplemente en contra de los Estados Unidos sino d e n t r o del marco más amplio de la prevista asociación internacional armoniosa de todos. Ciertamente, si llevan a cabo su unidad social y política basada en la mutua solidaridad, los países de la América Latina podrían desempeñar un papel pionero en la actualidad, en beneficio de la humanidad entera. Ninguno de ellos puede tener éxito aisladamente, aunque sea enfrentándose en negativo a su p o d e r o s o antagonista en N o r t e a m é r i c a , p e r o juntos p u e d e n mostrarnos a todos nosotros un camino hacia delante si instituyen en positivo una solución confederativa. Están, como nadie y como nunca antes, en posición de poder hacerlo, en el espíritu del i n t e r n a c i o n a l i s m o g e n u i n o , porque no tienen la carga del pasado de muchas tradiciones imperialistas o cuasimperialistas europeas. Los graves problemas de las contradicciones nacionales los comparten y los padecen muchas partes del mundo. Al respecto basta pensar en el Medio Oriente constantemente destrozado por la guerra, la ruptura violenta de la antigua Yugoslavia, la desintegración de la Unión Soviética y su secuela de problemas profundos (hasta explosivos en lugares como Chechenia), los conflictos abiertos o latentes en la Europa Central, los fuertes antagonismos internos que hacen erupción en el subcontinente indio, los resentimientos nacionales en Canadá, todavía lejos de resolverse, y las varias confrontaciones armadas en Africa del Norte y Central. No es concebible encontrar soluciones permanentes para los problemas subyacentes sin encarar con todos los hierros el asunto siempre preterido de las relaciones equitativas entre los estados, que hay que establecer respetando la complemen-
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taridad dialéctica de lo nacional y lo internacional, como conviene a nuestro propio tiempo histórico. Dadas las determinaciones estructurales antagom'sticas del modo de control metabólico social del capital, que culminan en la dominación imperialista de los muchos por unos cuantos, tan sólo un planteamiento socialista consistente puede tener éxito al respecto. Pero la otra cara de la moneda debe quedar igualmente clara. Es decir, que la transformación socialista de nuestro modo de reproducción metabólica social, vitalmente necesaria, no es en modo alguno factible si no instituimos soluciones verdaderamente viables para los legítimos resentimientos nacionales de los países dominados, durante mucho tiempo pasados por alto, dentro del marco de un internacionalismo sustantivamente equitativo. Porque sólo el seguimiento históricamente apropiado de la estrategia—capaz de llevar en todas partes las dimensiones nacionales e internacionales del intercambio social a su común denominador positivo —puede solucionar la grave crisis estructural de nuestro orden social.
9.6.5 Sin duda, el capitalismo no inventó la explotación v la opresión. Las revueltas de esclavos brutalmente reprimidas se dieron en la historia hace miles de años, v los grandes levantamientos campesinos —reprimidos con la misma brutalidad— estallaron cientos de años antes del d e s a r r o l l o y estabilización del orden reproductivo del capital. La innovación del capital fue intentar y lograr su propia variedad de explotación socioeconómica y política universalmente aceptable y permanente. Lo mismo vale para la discriminación y la opresión nacional y étnica. Éstas también tienen raíces históricas mucho más hondas que los últimos trescientos o cuatrocientos años, si bien las relaciones de dominación y subordinación entre estados más injustas —las imperialistas— prevalecieron solamente bajo el dominio del "capital avanzado". Según esto, los problemas de la discriminación nacional y étnica no pueden ser superados de un todo sin atender a sus raíces históricas más profundas. Al igual que las viejas cuestiones de la explotación y la opresión, los resentimientos nacionales apuntan hacia un cuadro mucho más amplio. Considerar la larga historia de la dominación y la explotación jerárquicas y atacar la variedad capitalista sólo puede ser p a r t e de la respuesta, i n d e p e n d i e n t e m e n t e del hecho de que eso constituya el desafío y el punto de partida más obvios en nuestro tiempo. Lo mismo vale para las contradicciones y resentimientos nacionales más obvios. En consecuencia, con respecto a ambos conjuntos de problemas fundamentales por resolver, la a l t e r n a t i v a s o c i a l i s t a exige que haya que enfrentarlos en t o d a su p e r s p e c t i v a h i s t ó r i c a , descendiendo hasta sus bases más profundas en busca de un correctivo t r a s c e n d e n t e que perdure. Deben ser asidos en sus raíces históricas más hondas, de las cuales la variedad capitalista es apenas u n brote, no importa
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cuan dominante, y ahora globalmente dominante. Si no se hace esto, en algún momento del futuro puede germinar un nuevo retoño antagonístico. En lo que concierne a la alternativa socialista, fue precisamente esta carga de determinaciones clasistas en la historia en su totalidad, y no solamente en sus siglos más recientes, lo que hizo que Marx contrastara abiertamente lo que él llamó "la prehistoria de la humanidad" con la historia real d e la h u m a n i d a d . Una concepción de la historia como modo de control productivo y distributivo cualitativamente diferente y manejado a conciencia — d e acuerdo con sus objetivos escogidos— por los individuos sociales como los s u j e t o s genuinos de la historia. La lucha: por esas preocupaciones vitales caracterizó a la historia humana durante milenios, aunque estuviese condenada a asumir formas nuevas con los cambios de circunstancias y el correspondiente cambio en los seres humanos. En un poema magnífico, titulado A orillas d e l D a n u b i o ("A Dunánál") Attila József describe ese proceso de dramáticos conflictos nacionales y sociales en toda su intensidad histórica. Puede hacerlo con espléndida imaginación poética dirigiéndose al río para interrogarlo — a "quien es pasado, presente y futuro", como parte inseparable y testigo personificado de la historia humana— y poder así ofrecer sus propias respuestas. Al representar creativamente su visión en forma de una interacción muy inspirada entre los puntos de vista del poeta y el viejo y poderoso río, József está en capacidad de poner ante nuestros ojos, con gran humanidad y poder evocador todas las dimensiones del tiempo histórico, junto con la carga profundamente sentida de la responsabilidad histórica. De esa manera puede darle vida a la lucha de los grandes antagonismos del pasado y el presente, "librada con fiereza" entre las "muchas nacionalidades", con emotiva propugnación de sus soluciones requeridas. Así nos habla Attila József en las dos últimas estrofas de su gran poema: Yo soy el mundo, todo cuanto está y estuvo, ¡as tnuchas nacionalidades empeñadas en fatal conflicto. Los conquistadores vencen conmigo en su muerte, y me tortura la agonía de los conquistados. Arpad y Zalán.Werboczyy Dózsa,"^ e/ turco ^ el tártaro, el eslovaco, el rumano se arremolinan en este corazón, en deuda grande con el pasado, con unjuturo amable, ¡oh húngaros de hoy! Yo quiero trahajar.Ya es bastante duro tener que confesar el pasado. Del Danubio poderoso—quien es pasado, presente yJuturo—
^*" Cada pareja de nombres indica conquistadores y conquistados. Arpad fue el jefe de las tribus húngaras que en el siglo XIX derrotaron a Zalán en la depresión de los Cárpatos, y Werboczy fue el gobernante húngaro de comienzos del siglo XVI que castigó brutalmente el levantamiento campesino dirigido por Gyórgy Dózsa en 1514
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las ondas suavesjlujen en sereno abrazo. La lucha librada con fiereza por nuestros antepasados se disuelve en paz en el recuerdo. Atender a las tareas compartidas, ponerlas aljin en orden, ése es nuestro trabajo... ¡y no es pequeño!
En la presente coyuntura de la historia estamos, todos sin excepción, "en deuda grande con el pasado, con un futuro amable". En verdad estamos en dicha d e u d a con un pasado muy, p e r o m u y lejano y t a m b i é n con el p r e s e n t e peligrosamente amenazador. En deuda con un "futuro amable" permanentemente sustentable, que hay que asegurar en el orden social alternativo de la h i s t o r i a real de la humanidad, mucho más allá de "las luchas libradas con fiereza", no sólo las de nuestros antepasados sino también las que todavía hay que librar en contra de las potencias destructivas de hoy. Nunca ha habido tanto en juego, y no es posible ganar sin superar los persistentes antagonismos y los peligrosos conflictos que surgen de los resentimientos nacionales y étnicos, con sus raíces extendidas y profundas reproduciendo en nuestro tiempo la planta venenosa de las relaciones entre los estados del capital, cada vez más destructivas. Reventaron en dos guerras mundiales devastadoras en el transcurso del siglo XX, y ahora amenazan directamente a la supervivencia misma de la humanidad. La solución de los viejos conflictos y antagonismos heredados del pasado e intensificados en el presente debió haberse dado hace mucho tiempo. Pero la tarea de superar los resentimientos nacionales no puede completarse sin arrancar las propias raíces extendidas, al igual que las contradicciones del sistema del capital no se pueden resolver con reformas sin e r r a d i c a r , esa es la palabra, al c a p i t a l m i s m o del entramado social. No basta con nada más "abolir la esclavitud del salario" cuando debemos tener en la mira las determinaciones estructurales de la e x p l o t a c i ó n y la o p r e s i ó n en su prolongada continuidad v cambio históricos. Para poder tener éxito hav que erradicar con firmeza todas las formas v variedades factibles de explotación v opresión, incluyendo los resentimientos nacionales y étnicos latentes o explosivos que se remontan muy atrás en la historia. Su recuerdo persiste durante largo tiempo, v contribuye a menudo al surgimiento de nuevos antagonismos. Ese recuerdo no puede ser reparado simplemente pensando de manera distinta acerca del pasado. Resulta profundamente cierto que " / a lucha librada con fiereza por nuestros antepasados se disuelve en paz en el recuerdo''"'. Pero sólo cuando la memoria histórica se ve realmente moldeada de n u e v o gracias a una i n t e r v e n c i ó n p r á c t i c a que rectifica los p r o p i o s resentimientos nacionales y étnicos sobre una base permanente. Estos son aspectos f u n d a m e n t a l e s de i n t e r é s c o m p a r t i d o q u e no p u e d e n ser p o s p u e s t o s indefinidamente. Para decirlo en palabras de Józset: ''''Atender a las tareas compartidas, ponerlas al fin en orden, ése es nuestro trabajo. ..¡ y no es pequeño!"
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9.6.6 José Martí tenía toda la razón cuando realzó e! significado real de p a t r i o t i s m o al insistir en que "la patria e s la h u m a n i d a d " . Porque este tipo de patria — caracterizada por la identificación conciente de los individuos con los valores positivos de su c o m u n i d a d — es el único o r d e n social p e r m a n e n t e m e n t e sustentable que no puede ser desgarrado por antagonismos devastadores. En sí, no constituye un ideal remoto sino el n e c e s a r i o o b j e t i v o , b r ú j u l a y m e d i d a del éxito de la estrategia de la transformación socialista, que visualiza la institución del modo de control sociorreproducti^'0 alternativo en el que no puede haber cabida para la discriminación nacional v los resentimientos concomitantes. Es el único orden i n t e r n a c i o n a l viable, en el sentido más profundo del término, en contraste con todos los intentos de imponer uno desde afuera v desde arriba: fracasaron en el pasado y están destinados a fracasar también en el futuro. Lo que lo convierte en viable y sustentable es que la patria de Martí, definida en relación directa con la humanidad, surge de las d e t e r m i n a c i o n e s i n t e r n a s p o s i t i v a s de sus partes c o n s t i t u y e n t e s que armonizan las muchas manifestaciones específicas del patriotismo genuino con sus condiciones globales de realización progresiva. Estas dos dimensiones resultan inseparables en la estrategia socialista, con su necesario objetivo general y brújula guiadora. No puede existir ningún intercambio global/ internacional sustentable—y éste, también, constituve una necesidad esencial en nuestro tiempo—sin la coalición positiva de la gran variedad de la identificación patriótica del pueblo con las condiciones de vida reales de su comunidad. Y viceversa. No puede existir ningún patriotismo merecedor de ese nombre sin la institución exitosa y el fortalecimiento de la patria global/internacional de la humanidad, recíprocamente adaptadora y cooperativamente armonizadora, que por sí sola pueda conferirle las características definitorias positivas al propio patriotismo. En este sentido la complementaridad dialéctica de lo nacional y lo internacional continúa siendo un principio orientador \ital de los intercambios humanos en el futuro previsible. Naturalmente, la dimensión organizacional de estos problemas no puede ser menospreciada. Por el contrario, a la luz de las recientes tendencias de los desarrollos socioeconómicos y políticos adquiere una importancia cada vez mayor. Porque las acciones internacionales del imperialismo hegeniónico global, que asumen por ahora la forma de aventuras militares incluso de gran magnitud, representan un peligro enorme para el futuro. Por consiguiente exigen con urgencia el desarrollo de un marco de acción internacional socialista viable. Sin eso, no podrá prevalecer la tan necesitada alternativa hegemónica al destructivo modo de control sociorreproductivo y político. En términos de las necesarias p r i o r i d a d e s e s t r a t é g i c a s que se deben llevar a cabo, la articulación y fortalecimiento de dicho marco de acción internacional socialista ocupa un lugar de primerísima importancia. No puede ser concebida
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s i m p l e m e n t e c o m o la r e s p u e s t a o c a s i o n a l / p e r i ó d i c a a los d e s a r r o l l o s internacionales más amenazadores del capital en el plano económico (por ejemplo lo ambiental) y en el político, sino como una a l t e r n a t i v a e n d e s e n v o l v i m i e n t o c o h e r e n t e , que debe ser sustentada en todos los terrenos por formas de acción internacional apropiadas. En otras palabras, lo que nos preocupa es la r e a l i d a d (y necesidad) h i s t ó r i c a de tales logros organizacionales, que hay que seguir de manera consistente en sus propios términos de referencia estratégicos y sostener no sólo cuando surjan desafíos extremos—como, por ejemplo, en alguna ocasión explosiva en la que participen en p r o t e s t a s d e masa, generadas de manera más o menos espontánea, en contra de alguna operación militar imperialista—sino en una sucesión temporal continuada. Inevitablemente, una de las principales condiciones requeridas en nuestro tiempo para la articulación y fortalecimiento exitosos de un modo de acción internacional viable, sería el examen crítico serio de los fracasos del pasado en este respecto. Porque, como lo mencionamos antes, las cuatro Internacionales quedaron muy lejos de cumplir sus objetivos declarados. Si en el pasado las condiciones históricas desfavorables d i f i c u l t a r o n — o , peor aún, i m p i d i e r o n — e l exitoso desarrollo internacional de la alternativa organizacional socialista, ¿son más favorables esas condiciones hoy día? La necesidad de un avance significativo de las fuerzas socialistas radicales, como protagonistas de la alternativa hegemónica al orden reproductivo del capital, es indudablemente muy grande hoy, en vista de la destructividad en ascenso del orden dominante. Pero esa necesidad no basta por sí sola, no importa cuan fuerte o promisoria sea. Porque no podemos soslayar la pesada carga de fracturas i n t e r n a s en el ala r a d i c a l del movimiento socialista mismo (que se le suma a la desviación revisionista que hace mucho prevalece en la otra ala), que se generaron en el pasado y continúan ejerciendo su influencia dolorosamente divisoria y negativa también en la actualidad. Los fracasos internacionales del pasado no se pueden remediar sin encarar ese problema, aunque las condiciones históricas para el desarrollo y sustentación de un modo de acción internacional radical organizacionalmente viable sean más favorables en la actualidad que nunca antes. La diferencia principal en este respecto es que hemos llegado a la etapa histórica de la crisis e s t r u c t u r a l del sistema del capital. En términos sociales y políticos tangibles eso significa que ahora algunas rutas—que en el pasado le permitían al capital manejar sus contradicciones y antagonismos con relativa facilidad bajo sus crisis coyunturales periódicas—han sido bloqueadas, lo que produce graves complicaciones para el futuro. Entre las rutas bloqueadas más importantes, hay dos que descuellan como directamente relevantes. La primera tiene que ver con la manera como el capital podía en el pasado inducir al laborismo reformista a i n t e r i o r i z a r y promover activamente la promesa jamás cumplible del " s o c i a l i s m o e v o l u t i v o " — y sus hermanos gemelos: el " s o c i a l i s m o p a r l a m e n t a r i o " , en diferentes partes de
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Europa, y el establecimiento ficticio del socialismo " c o n q u i s t a n d o l o s p u e s t o s d e m a n d o d e la e c o n o m í a " , en la Inglaterra de Harold Wilson—mistificando así y desarmando exitosamente a su adversario potencial. Sin embargo, bajo el fuerte impacto de la crisis estructural del capital las estrategias pretendidamente socialistas—mas en verdad totalmente entreguistas—finalmente tuvieron que ser abandonadas por los partidos reformistas, para así convertirse desvergonzadamente en abiertos defensores del orden dominante, como el "Nuevo Laborismo" en Inglaterra. Inevitablemente, ese desarrollo reabrió la interrogante acerca de cuál era el camino de acción a tomar en el futuro a fin de oponerse a las condiciones de vida cada vez peores de los trabajadores, incluso en los países capitalistamente más avanzados, sin importar el tiempo que pudiese tomar la rectificación del pasado derrotista. La segunda ruta bloqueada es más importante todavía. Tiene que ver con la anulación de la posibilidad de solucionar los problemas cada vez más graves del sistema mediante una g u e r r a t o t a l , como se intentó por dos veces en las dos guerras mundiales del siglo XX.^'"Yo escribí para el momento en que arrancaba la crisis estructural del capital, hacia el final de la guerra de Viet Nam que el sistema ha sido decapitado a) anulársele su última sanción: una guerra total contra sus adversarios potenciales o reales (... )Ya no es posible exportar la violencia a la escala masiva requerida. Los intentos por hacerlo a escala limitada — como la guerra de Viet Nam " — no sólo no son substitutos del viejo mecanismo, sino incluso aceleran las inevitables explosiones internas del sistema. Tampoco resulta posible recurrir indefinidamente a la mistificación ideológica que representaba el desafío interno del socialismo: la única solución posible a la crisis actual, como confrontación externa: una "subversión" dirigida desde afuera por un enemigo "monolítico". Por primera vez en la historia el capitalismo se ve confrontado globalmente con sus propios problemas que ya no pueden seguir siendo "pospuestos", ni ciertamente tampoco pueden ser transferidos al plano militara fin de ser exportados en forma de una guerra total."' En una nota a la última frase agregué que "por supuesto que puede o c u r r i r una guerra así, pero su planificación y preparación activa reales al descubierto no pueden funcionar como el estabilizador interno vital"."^ Y es así incluso aunque los "tipos visionarios" neoconservadores del Pentágono—cuyas "teorías" rozan la locura^^^—tengan toda la intención de "pensar lo impensable". Pero incluso esas formas extremas de irracionalidad no pueden deshacer las implicaciones de largo alcance de esta r u t a bloqueada. Porque el asunto subyacente es el de una contradicción insoluble en el interior del marco reproductivo del sistema del
^'^ Podríamos agregar aquí las guerras del Medio Oriente. ^•^ István Mészáros, Matx's Theory of Alineation, Merlin Press, Londres, 1970, p. 310. ^'^ Ibid., p. 342 ^'^ Ver mi artículo: "The Structural Crisis of Politics", Monthly Review, septiembre de 2006, pp.34-53.
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capital. Una contradicción que se manifiesta, por una parte, a través de la inexorable concentración v centralización del capital que prosigue en una escala global, y por la otra mediante la incapacidad estructuralmente impuesta del sistema del capital p a r a p r o d u c i r la r e q u e r i d a e s t a b i l i z a c i ó n p o l í t i c a en una escala correspondientemente global. Hasta las intervenciones militares más agresivas del imperialismo hegemónico global—en el presente el de los Estados Unidos de Norteamérica—en diferentes partes del planeta están condenadas al fracaso en este respecto. La destructividad de no importa cuántas guerras limitadas está muy lejos de ser suficiente para imponer, en todas partes v sobre una base permanente, el dominio indesafiable del único hegemón imperialista v su "gobierno global": la única cosa que le convendría a la lógica del capital. Sólo la alternativa hegemónica socialista puede mostrar una salida de esta contradicción destructiva. Una alternativa organizacionalmente viable que respete plenamente la complementaridad dialéctica de lo nacional v lo internacional en nuestro tiempo. 9.7
ALTERNATIVA AL PARLAMENTARISMO: LA UNIFICACIÓN DE LA REPRODUCCIÓN MATERIAL
Y LA ESFERA POLÍTICA
9.7.1 La necesaria alternativa al parlamentarismo está estrechamente vinculada con la cuestión de la p a r t i c i p a c i ó n real considerada en la Sección 9.2. A primera vista, la diferencia principal es que, ya que la participación plena constituye un p r i n c i p i o r e g u l a d o r a b s o l u t a m e n t e f u n d a m e n t a l v p e r m a n e n t e d e las interrelaciones socialistas—independientemente de lo avanzada v de lo distante que esté la forma de la sociedad socialista—la necesidad de producir una alternativa estratégicamente sustentable al parlamentarismo es inmediata e ineludible y nos está afrontando con urgencia. Sin embargo, este es tan sólo el aspecto más obvio del importante problema de cómo liberar al movimiento socialista de la camisa de fuerza del parlamentarismo burgués. Tiene además otra dimensión, relacionada con el desafío mucho más amplio v en definitiva no menos ineludible al que la literatura socialista se refiere como el " d e b i l i t a m i e n t o g r a d u a l d e l Estado". Las dificultades aparentemente prohibitivas de ese vital proyecto marxiano encajan con igual importancia y peso tanto en la p a r t i c i p a c i ó n — e n cuanto autogestión plenamente autónoma de su sociedad por parte de los productores libremente asociados en cada terreno, mucho más allá de las limitantes mediadoras (durante algún tiempo necesarias) del estado político m o d e r n o — c o m o en la manera permanente de unificar la esfera reproductiva material v la esfera política, como la p r e v i s t a a l t e r n a t i v a radical al p a r l a m e n t a r i s m o . C i e r t a m e n t e , c u a n d o consideramos la tarea histórica de hacer realidad el "debilitamiento gradual del
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estado", la autogestión a través de la participación plena y la superación permanentemente sustentable del parlamentarismo por una forma de toma de decisiones sustantivas—en contraposición a la f o r m a l / l e g a l p o l í t i c a m e n t e limitada—resultan inseparables. Como planteamiento, la necesidad de instituir una alternativa válida al parlamentarismo nace de las instituciones políticas históricamente específicas de nuestro tiempo, pues éstas han sido transformadas—en gran medida para peor, hasta el punto de convertirse en una fuerza paralizante, y no de potencial avance— en el transcurso del siglo XX, decepcionando amargamente todas las esperanzas v las expectativas alguna vez sostenidas por el movimiento socialista radical. Porque la resultante irónica y en más de un modo trágica de largas décadas de lucha política dentro de los confines de las instituciones políticas al servicio de! propio capital—marcadas por la total conformidad de los varios representantes de la clase trabajadora organizada con las "reglas del juego parlamentario", groseramente aplicadas a su propio favor por las relaciones de poder del dominio del capital sobre el orden social en su totalidad, sumamente efectivo en lo material y lo ideológico, y que fueron establecidas desde hace mucho y son renovadas, constantemente—terminó siendo que bajo las condiciones hoy prevalecientes la clase trabajadora se ha visto t o t a l m e n t e p r i v a d a d e sus d e r e c h o s en todos los países c a p i t a l i s t a m e n t e a v a n z a d o s . De este m o d o , la c l a u d i c a c i ó n de la socialdemocracia, mientras pretendía representar "los intereses reales de la clase obrera", completó de hecho el círculo vicioso de ese proceso de total privación de los derechos del cual no puede haber escapatoria sin superar radicalmente—de un m o d o v e r d a d e r a m e n t e s u s t e n t a b l e — a l p r o p i o sistema p a r l a m e n t a r i o históricamente anacrónico. El contraste entre las condiciones realmente existentes de nuestro tiempo y las promesas del pasado no podría ser mayor. Particularmente cuando hacemos memoria de los desarrollos políticos del último tercio del siglo XIX y las esperanzas que el trabajo depositó en ellos. Como todos sabemos, mucho antes de ese momento apareció en el escenario histórico el movimiento de la clase trabajadora y dio sus primeros pasos como un m o v i m i e n t o e x t r a p a r l a m e n t a r i o . Sin embargo, el último tercio del siglo XIX produjo un cambio significativo en ese respecto, con la formación y el fortalecimiento de partidos de m a s a s de la clase trabajadora que comenzaron a orientarse, en su mayoría, hacia la conquista gradual del t e r r e n o político por medios electorales a fin de introducir—mediante la intervención legislativa consensual—las requeridas reformas estructurales de largo alcance y permanentes en la sociedad en su conjunto. De hecho, con el paso del tiempo los partidos de masas de la clase trabajadora estuvieron en capacidad de exhibir algunos logros espectaculares en términos estrictamente electorales, y como resultado adoptaron y alimentaron la esperanza sumamente problemática de obtener, a s u d e b i d o t i e m p o , un éxito parecido en las relaciones de poder materiales de la sociedad. Fue así como el reformismo socialdemócrata pasó a
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dominar a los partidos de la clase trabajadora en los países capitalistamente más poderosos, marginando al mismo tiempo al ala radical del movimiento del trabajo durante varias décadas. Pero el "a su debido tiempo" nunca llegó, y era imposible que llegara. Instituir un orden social radicalmente diferente dentro de los parámetros de los intereses creados del control metabólico social del capital no podía ser, desde el comienzo m i s m o , más una i n c o n g r u e n c i a . Así Bernstein y sus seguidores llamasen " s o c i a l i s m o e v o l u t i v o " , o Harold Wilson y otros " c o n q u i s t a r l o s p u e s t o s d e m a n d o d e la e c o n o m í a " , a la propugnada estrategia política y social, la tierra prometida tantas veces y durante mucho tiempo proclamada por esas estrategias no podía pasar de emprender pausadamente el camino hacia la tierra d e l n u n c a j a m á s de un futuro de ficción, que al final fue d e j a d o atrás estruendosa v enteramente por el "Nuevo Laborismo" inglés—al igual que por muchos otros partidos socialdemócratas del mundo, incluido el alemán—sin habérsele acercado ni un centímetro. Encima, lo que agrava mucho más este problema es que algunos de los partidos más importantes y también electoralmente más exitosos de la izquierda radical, constituidos dentro del marco de la Tercera Internacional, en su enérgica condena explícita del irreparable fracaso histórico de la Segunda Internacional Socialdemócrata, siguieron —esta vez realmente a su d e b i d o t i e m p o — l a misma senda del desastre de los partidos que ellos tanto criticaron y rechazaron. Baste pensar a este respecto en el "camino parlamentario al socialismo" seguido por el Partido Comunista italiano y por el francés. Ciertamente, el Partido Comunista Italiano (alguna vez nada menos que el partido de una figura tan revolucionaria como Antonio Gramsci)—luego de permitirse aquella otra estrategia de la fantasía del "Gran Acomodo Histórico", pasando por alto, o quizás verdaderamente olvidando, que para establecer un compromiso real se necesita que en él participen al menos dos, o de lo contrario el único en comprometerse es uno m i s m o — rebautizado como "demócratas de izquierda", para amoldarse a las exigencias del o r d e n social " d e m o c r á t i c o " del capital. Y cuando r e c o r d a m o s que Mikhail Gorbachov, el Secretario General del Partido Soviético—alguna vez el partido del propio Lenin—se confirió a sí mismo el poder y el derecho de d i s o l v e r el p a r t i d o p o r d e c r e t o , y pudo ejecutar realmente esa jugada autoritaria en nombre del "glasnost" y la democracia, eso podría ser un claro indicativo de que hay algo fundamentalmente erróneo que rectificar en estas materias. La nostalgia del pasado no va a ofrecer ninguna solución para los aspectos subyacentes. Nada de esto está dicho "con mirada retrospectiva": una expresión que se suele emplear para desviar las críticas y justificar las estrategias fallidas del pasado, junto con el papel asumido por quienes fueron responsables de haberlas impuesto, como si no hubiese podido existir alguna alternativa a seguir ese curso de acción hasta que la "mirada retrospectiva"—incluso hoy puesta a un lado y descalificada con sarcasmo autojustificativo—hizo acto de presencia en el horizonte. El estado
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de cosas real que documenta la historia no podía ser más distinto. Porque los propugnadores más visionarios y más profundamente c o m p r o m e t i d o s de la alternativa socialista en actividad en el momento en que se comenzaba a producir el fatal descarrilamiento del movimiento socialista organizado—Lenin y Rosa Luxemburgo—diagnosticaron clararnente los peligros que se desarrollaban, y demostraron no en visión retrospectiva sino justo en el m o m e n t o la vaciedad teórica y política de las incumplibles prescripciones "evolucionarías". Y cuando en una etapa aún más anterior de este proceso de integración capituladora dentro del sistema parlamentario burgués, Marx formuló su inequívoca advertencia en su Crítica d e l p r o g r a m a d e G o t h a , su insistencia en que no se debía hacer compromisos con los principios no pudo pasar de ser una voz clamando en el desierto. Las fuerzas del trabajo organizado tuvieron que tener su propia experiencia, aunque aJ final esa experiencia resultó ser bien amarga. Por un largo período en adelante pareció que no había ninguna alternativa a ceñirse a la elusiva promesa del "camino más fácil", por parte de la gran mayoría del movimiento laboral. Las promesas y tentaciones de resolver los problemas altamente complejos de la sociedad mediante los procesos relativamente simples de la legislación parlamentaria resultaban demasiado grandes como para ser ignoradas o soslayadas, hasta que la propia amarga experiencia pudiese revelar que la desigualdad estructuralmente atrincherada y fortalecida de las relaciones de poder a favor del capital, tenía que prevalecer también en el escenario político institucionalizado, a pesar de la ideología de la "escogencia democrática"—en realidad estrictamente f o r m a l y nunca s u s t a n t i v a — y la "igualdad" salvaguardada e l e c t o r a l m e n t e . De h e c h o el entrampamiento institucional del trabajo objetivamente asegurado se vio todavía más complicado gracias al impacto c o r r u p t o r de ia maquinaria electora] y la ideología apologética de la "búsqueda de una mayoría" asociada con ella. Como hace mucho tiempo caracterizara Rosa Luxemburgo estos aspectos del problema: el parlamentarismo es el criadem de todas las tendencias oportunistas hoy existentes en la social democracia occidental (...) sirve de abono a las ilusiones del oportunismo en curso, como la sobrevaloración de las reformas sociales, la colaboración de clase y de partido, la esperanza del desarrollo pacífico hacia el socialismo, etc. (...) Con el crecimiento del movimiento laboral, el parlamentarismo se convierte en un trampolín para los políticos de carrera. Por eso afluyen tantos ambiciosos fracasados de la burguesía hacia las banderas de los partidos socialistas (...) [El objetivo es] disolver al sector activo y con conciencia de clase del proletariado en la masa amorfa d e u n " e l e c t o r a d o " . "* Naturalmente, la ideología perversamente autojustificadora del pretendido respeto democrático por el mítico "electorado" podía ser utilizada a conveniencia 2'^ Rosa Luxemburgo, "Organizational Questions of the Russian Social Democracy", en el volumen The Russian Revolution and Leninism or Marxism, The University of Michigan Press, Ann Arbor, 1970, p. 98.
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para los fines de la arbitrariedad y el control, a menudo de manera corrupta, de los partidos mismos, y la anulación de la posibilidad de instituir incluso "reformas graduales" menores, como le demostró claramente el deprimente registro histórico del siglo XX, que resultó en la completa privación de los derechos de la clase trabajadora. Por consiguiente nada tenía de accidental que los intentos de introducir cambios sociales de envergadura—en los últimos quince años en Latinoamérica, por ejemplo, y notoriamente en Venezuela y ahora en Bolivia—se acoplasen con una fuerte crítica del sistema parlamentario v al establecimiento de asambleas constitucionales como primer paso para la transformaciones de largo alcance propugnadas.
9.7.2 Muy significativamente, la crítica del sistema parlamentario es casi tan vieja como el parlamento mismo. La revelación de sus incurables limitaciones desde una perspectiva radical no comienza con Marx. La hallamos expresada con toda fuerza ya en los escritos de Rousseau. Partiendo de la posición de que la soberanía le pertenece al pueblo y por lo tanto no puede ser alienada legítimamente, Rousseau argumentaba que por la misma razón no podía ser convertida legítimamente en ninguna forma de abdicación representacional: Los diputados del pueblo, por consiguiente, ni son ni pueden ser sus representantes: son nada más que sus servidores, v no pueden llevar a cabo actos definitivos.Toda ley que no hava sido ratificada por el pueblo en persona es nula e írrita-, no es, de hecho, una ley. El pueblo de Inglaterra se considera libre, pero está muv equivocado; es libre tan sólo durante la elección de los miembros del parlamento. Una vez elegidos éstos, la esclavitud lo alcanza, v él se convierte en nada. El uso que hace de los breves momentos de libertad de que goza muestra en verdad que merece perderlos.'"' Al mismo tiempo Rousseau fijaba el importante punto de que aunque el poder de legislar no podía ser disociado del pueblo, ni siquiera mediante la representación parlamentaria, las funciones administrativas o "ejecutivas" debían ser consideradas bajo una luz muy diferente. Como lo expresó él: en el ejercicio del poder legislativo el pueblo no puede ser representado, pero en el poder ejecutivo, que es solamente la fuerza que se aplica para darle efecto a la ley, puede y debería ser representado.^"^ De esta manera Rousseau p r o p o n í a un ejercicio del p o d e r político y administrativo mucho más practicable de lo que usualmente se le reconoce, o ciertamente se le acusa, por sus detractores hasta de la propia izquierda. En la tendenciosa tergiversación de la posición de Rousseau ambos principios vitalmente importantes de su teoría, utilizables en una forma convenientemente adaptada ^'^ Rousseau, The Social Contract, edición Everyman, p. 78. ^"' Rousseau, Ibid., p. 79.
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también por los socialistas, han sido descalificados y echados por la borda. Pero la verdad del asunto es que, p o r una p a r t e , el p o d e r de toma de decisiones fundamentales no debería ser disociado jamás de las masas populares. Al mismo tiempo, por otra parte, el cumplimiento de las funciones administrativas y ejecutivas en todas las áreas del proceso sociorreproductivo puede en verdad ser d e l e g a d o durante un período determinado en miembros de la comunidad dada, siempre y cuando ello se haga bajo reglas establecidas autónomamente y controladas de manera apropiada en todas las etapas del proceso de toma de decisiones sustantivas por parte de los productores asociados. Así, las dificultades no radican en los dos principios básicos en sí mismos como los formuló Rousseau, sino en la manera como hay que relacionarlos con el control material y político del proceso metabólico social. Porque el establecimiento de una forma de toma de decisiones socialista, de acuerdo con los principios tanto del inalienable poder determinador de las reglas (es d e c i r , la " s o b e r a n í a " d e l trabajo n o c o m o una clase e n particular s i n o c o m o la c o n d i c i ó n universal d e la c o m u n i d a d ) como la delegación de papeles v funciones específicas bajo reglas bien definidas, flexiblemente distribuidas y apropiadamente supervisadas, r e q u e r i r í a i n t r o d u c i r s e en el t e r r e n o material antagonístíco del capital y reestructurarlo radicalmente. Un proceso que ciertamente tendría que ir bastante más allá de lo que podría ser regulado exitosamente según las consideraciones derivadas del principio de Rousseau de la soberanía popular inalienable y su corolario delegatorio. En otras palabras, en un orden socialista el p r o c e s o "legislativo" debería ser fusionado con el proceso de producción mismo, de manera tal que la necesaria d i v i s i ó n h o r i z o n t a l d e l t r a b a j o ' " se viese apropiadamente complementada por un sistema de c o o r d i n a c i ó n del trabajo autodeterminado, desde los niveles locales hasta los globales. Esa relación está en abierto contraste con la perniciosa d i v i s i ó n v e r t i c a l d e l t r a b a j o del capital,^''* que es complementada por la "separación de los p o d e r e s " en un "sistema político d e m o c r á t i c o " alienado e inalterablemente impuesto a las masas trabajadoras. Porque la división vertical del trabajo bajo el dominio dei capita) afecta obligatoriamente e infecta incurablemente también a cada faceta de la división horizontal del trabajo, desde las funciones productivas más simples hasta los procesos de balance más complicados de la jungla legislativa. Esta última se vuelve una jungla legislativa cada vez más espesa no sólo porque sus normas y sus constituyentes institucionales, que se multiplican hasta el infinito, deben jugar su papel en el firme mantenimiento bajo control del comportamiento verdadera o potencialmente desafiante del trabajo, vigilantes por igual tanto de las disputas laborales limitadas como del resguardo del dominio general del capital sobre la sociedad en su conjunto. También, de algún modo deben conciliar en cada ^" Estudiado en algún detalle en el Capítulo 14 de Más allá del Capital. »8 Ibid.
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segmento temporal del proceso histórico—en la medida en que tal conciliación resulte factible de alguna manera—los intereses separados de la pluralidad de capitales con la dinámica incontrolable de la totalidad del capital social que tiende a su definitivo hacerse valer como entidad global. N a t u r a l m e n t e , los cambios fundamentales r e q u e r i d o s para asegurar v salvaguardar la transformación socialista de la sociedad no se pueden cumplir d e n t r o del terreno político tal y como fue constituido y osificado durante los últimos cuatrocientos años de desarrollo capitalista. Porque el inevitable desafío en e s t e r e s p e c t o n e c e s i t a de la s o l u c i ó n de un p r o b l e m a s u m a m e n t e desconcertante: a saber, que el capital constituye la fuerza e x t r a p a r l a m e n t a r i a p o r e x c e l e n c i a de nuestro orden social, y, más aún, al mismo tiempo d o m i n a c o m p l e t a m e n t e al p a r l a m e n t o desde afuera, mientras simula ser simplemente p a r t e d e l él y aparenta operar en relación con las fuerzas políticas alternativas del movimiento de la clase trabajadora sobre una base p l e n a m e n t e e q u i t a t i v a . A u n q u e en su i m p a c t o este e s t a d o de cosas r e s u l t a p r o f u n d a m e n t e confundidor, nuestra preocupación no es simplemente cuestión de la engañosa apariencia de la que han sido víctimas los representantes políticos del trabajo. En otras palabras, no se trata de una condición de la cual el pueblo hoy engañado pueda en principio ser sacado mediante la aclaratoria ideológica/política, sin ninguna necesidad de cambiar radicalmente el orden sociorreproductivo bien atrincherado. Lamentablemente, es mucho más grave que eso. Porque la falsa apariencia misma surge de d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s o b j e t i v a s , y se ve reforzada constantemente por la dinámica del sistema del capital en todas sus transformaciones.
9.7.3 En un sentido el problema subyacente se puede caracterizar en pocas palabras como la s e p a r a c i ó n d e la p o l í t i c a establecida históricamente—perseguida en el parlamento y en sus varios corolarios institucionales—de la d i m e n s i ó n r e p r o d u c t i v a m a t e r i a l de la sociedad, en tanto que ésta se ve representada y prácticamente renovada en la multiplicidad de empresas productivas. Como aspecto de la d i m e n s i ó n r e p r o d u c t i v a m a t e r i a l de la sociedad, el capitalismo en tanto que orden sociorreproductivo tenía que desenvolverse y hacerse valer en contra de las limitantes reproductivas políticas y materiales feudales que entonces prevalecían. Al principio no asumió la forma de una fuerza política unificada que desafiaba frontalmente el orden político feudal—eso ocurrió relativamente tarde, en la etapa de las revoluciones burguesas victoriosas en algunos países importantes, momento en el cual el basamento material favorable a los procesos capitalistas había avanzado m u c h o en sus s o c i e d a d e s — s i n o a través de la e m e r g e n t e multiplicidad de empresas productivas, libres de las restricciones políticas de la servidumbre feudal, a medida que iban conquistando literalmente una cuota cada
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vez más importante del proceso de reproducción social general que cambiaba dinámicamente. Sin embargo, el avance exitoso de las unidades reproductivas materiales por sí mismas estaba muy lejos de constituir el fin de la historia, a pesar de sus concepciones teóricas parcializadas. Esto resultaba inevitable porque la dimensión política estaba siempre presente en alguna forma, y de hecho tenía que desempeñar un papel cada vez mayor, a pesar de su peculiar articulación, a medida que el sistema capitalista se fuese d e s a r r o l l a n d o a p l e n i t u d . P o r q u e la gran multiplicidad de unidades reproductivas materiales centrífugas tenía que ser reunida de alguna manera bajo la estructura de mando política del estado capitalista que lo abarca todo, de modo que el nuevo orden metabólico social no se desmoronara en ausencia de una dimensión cohesiva. La ilusa presunción de una todopoderosa " m a n o i n v i s i b l e " reguladora aparentaba ser una conveniente explicación alternativa del papel en realidad muy importante de la política. Las ilusiones necesariamente asociadas con los desarrollos capitalistas en desenvolvimiento quedan bien ilustradas por el hecho de que para el tiempo en que en Inglaterra el sistema se iba haciendo cada vez más consolidado y también políticamente salvaguardado por el Estado capitalista, después de la exitosa derrota del adversario feudal un siglo antes de la guerra civil y la "revolución gloriosa", una prominente figura de la economía política clásica, Adam Smith, quisiera prohibir que "cualquier clase de gobernante, consejo o senado" tuviese participación importante en los asuntos económicos, rechazando la idea misma de esa participación como "disparate y atrevimiento peligrosos".^" El h e c h o de que Adam Smith a d o p t a s e esa p o s i c i ó n r e s u l t a b a m u y comprensible, ya que él era de la opinión de que el orden reproductivo capitalista representaba "el s i s t e m a n a t u r a l d e p e r f e c t a l i b e r t a d y justicia".'"" De acuerdo con ello, en una concepción similar del orden reproductivo no podían caber ni la n e c e s i d a d , ni el e s p a c i o conceptual admisible de una intervención reguladora de la poh'tica. Porque, en la visión de Smith, la política tan sólo podía interferir con ese "sistema natural"—que se decía estaba en perfecta sintonía con los requerimientos de la libertad y la justicia—de una manera adversa y perjudicial, puesto que el sistema ya estaba idealmente preordenado en bien de todos por la propia naturaleza'"' y perfectamente administrado por la "mano invisible".
^'^ Adam Smith, The Wealth of Nations, editado por J.R.McCuUoch, Adam y Charles Black, Edimburgo, 1863, p. 200. »'' Ibid., p. 273. 301 Vale la pena recordar aquí la gran indignación moral con la que Thomas Münzer, el anabaptista que lideró la revolución campesina alemana, denunciaba dos siglos y medio antes el sistema en desenvolvimiento del culto nada natural a la vendibilidad y la alienación universal, y concluía su discurso diciendo lo intolerable que era "que toda criatura haya de ser convertida en propiedad: los peces en el agua, las aves en el aire, las plantas en la tierra". Citado en el Capitulo 7.1 de este libro.
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Lo que faltaba por completo en el cuadro de Adam Smith era la cuestión siempre vital de las r e l a c i o n e s d e p o d e r i n h e r e n t e m e n t e c o n f l i c t u a l e s — sin las cuales resulta t o t a l m e n t e imposible hacer e n t e n d e r la dinámica del d e s a r r o l l o capitalista—cuyo r e c o n o c i m i e n t o , sin e m b a r g o , hubiese hecho absolutamente esencial ofrecer también una forma apropiada de explicación p o l í t i c a . En la teoría de Smith el lugar de las relaciones de p o d e r social conflictuales lo ocupaba el concepto míticamente inflado de la " s i t u a c i ó n local", aunado a la noción de las correspondientes empresas en particular de posesión local por los individuos puramente personalistas que de manera inconciente—y no obstante idealmente en beneficio de la sociedad entera—administraban su capital productivo bajo la misteriosa guía de la "mano invisible". Esta concepción individualista y de orientación hacia lo local—pero armoniosamente global v universalmente beneficiosa— de las relaciones de p o d e r insuperablemente conflictuales del capital estaba muy lejos de ser extraída de la realidad incluso en la época del propio Adam Smith, por no hablar de la variante "globalizada" de la actualidad. El gran defecto de la variedad de concepciones como ésa, de las que hubo muchas, incluso en el siglo XX, era su incapacidad para reconocer v explicar en el plano teórico la c o n e x i ó n o b j e t i v a i n m a n e n t e — q u e siempre tenía que prevalecer a pesar de la engañosa apariencia de separación inalterable—entre la reproducción material del sistema del capital y la dimensión política. De hecho, sin la relación inmanente de las dos dimensiones al orden metabólico social establecido no le sería posible funcionar y sobrevivir por ninguna cantidad de tiempo. Sin embargo, resulta igualmente necesario subrayar en el mismo contexto que la interrelación paradójica de las dos dimensiones vitales del sistema del c a p i t a l — e n g a ñ o s a s en su a p a r i e n c i a p e r o p r o f u n d a m e n t e a r r a i g a d a s en determinaciones estructurales objetivas—tiene implicaciones de largo alcance para la institución exitosa de la alternativa socialista. Porque resulta inconcebible superar sustantivamente el orden establecido mediante el derrocamiento del Estado capitalista,^"^ y m u c h o menos o b t e n e r una victoria sobre las fuerzas de la
'"^ Lenin dejó bien claro que "las revoluciones políticas no pueden bajo ninguna circunstancia oscurecer o debilitar la consigna de una revolución socialista (...) que no debe ser considerada como un acto aislado, sino un período de trastornos políticos y económicos violentos, lucha de clases más intensa, guerra civil, revoluciones y contrarrevoluciones". Lenin, "On the Slogan for a United Status of Europe", Collected Works, Vol. 21, p. 340. Si bien Lenin mantuvo siempre puesta la atención sobre la diferencia fundamental entre la política y la revolución social en marcha, incluso cuando se vio forzado a defender la mera supervivencia de la revolución política como tal luego del reflujo de la ola revolucionaria en Europa, Stalin borró esa vital distinción, y pretendió que el primer paso ineludible en dirección a la transformación socialista representaba al propio socialismo, para ser seguido simplemente por el paso de ascenso a la "etapa superior del comunismo" en un estado sometido a sitio.
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explotación dentro del marco de la legislación parlamentaria establecido. Intentar hacerlo no podría abordar sobre una base perdurable la conexión necesaria pero mistificadoramente compartamentalizada entre la dimensión reproductiva material del sistema del capital heredada y la dimensión política. Por eso el requerimiento esencial del modo de control metabólico social socialista es, y lo seguirá .siendo, la reconstitución radical históricamente viable y sobre una base permanente de la unidad indisoluble entre la esfera reproductiva material y la esfera política.
9.7.4 Ignorar o hacer caso omiso de la cruda realidad de las conflictuales relaciones de poder de! capital, desde la etapa inicial del surgimiento del sistema hasta el presente " d e m o c r á t i c o " , y sobre todo transustanciar el sometimiento autoritario y la dominación implacable del trabajo dentro de esas relaciones de poder en la pretendida " i g u a l d a d " de todos los individuos, resultaba ser una consecuencia ineludible de la visualización del mundo desde la perspectiva del capital, incluso en los escritos de las más grandes y más progresistas figuras intelectuales de la burguesía. Lo que debía ser eliminado con la adopción de la perspectiva del capital, desde el comienzo mismo, era la historia tinta en sangre de la " a c u m u l a c i ó n primitiva"^**^ en la que la nueva clase dominante emergente continuaba las prácticas explotadoras bien aseguradas de la precedente—la propiedad feudal de la tierra—aunque en una forma nueva, poniendo así de relieve, una vez más, la significativa continuidad histórica de las viejas variantes de opresión y explotación. Sobre la base común de esa afinidad, apropiadamente redefinida de acuerdo con la n a t u r a l e z a del c a p i t a l , había que p e r p e t u a r la p r e s u p o s i c i ó n p e r m a n e n t e m e n t e n e c e s a r i a del nuevo orden productivo del "trabajo libre": la p r o p i e d a d e x c l u s i v a del i m p o r t a n t í s i m o c o n t r o l de los m e d i o s de producción por parte de una nninúscula minoría, del cual simultáneamente quedaba excluida—en última instancia por el estado r e s g u a r d a d o p o l í t i c a m e n t e — l a inmensa mayoría de la sociedad, a pesar de la pretendida doctrina de "libertad e igualdad". Al mismo tiempo, la brutal realidad de la exclusión de los poderes de control del orden social, impuesta tanto materialmente / reproductivamiente como políticamente / ideológicamente sobre la inmensa mayoría del pueblo—lo cual no podría ser más remotamente distante de, y en verdad diametralmente opuesto a, cualquier "estado ético" genuino—tenía que ser mantenida bajo el sello del profundo silencio en las imágenes que de sí mismo emitía el nuevo modo de control metabólico social. Incluso en las mejores imágenes de sí mismo concebidas desde la perspectiva al servicio del propio capital. Es así como la mistificadora separación de la política de la dimensión reproductiva material pudo cumplir su ™ Como lo expuso Marx, en el transcurso de la llamada acumulación primitiva el capital emerge "goteando de pies a cabeza, y por cada poro, sangre y sucio". Ver la Parte VIII de El capital de Marx, Vol. 1: "La llamada acumulación primitiva".
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función ideológica/cultural conservadora y al mismo tiempo también verse celebrada como algo que jamás sería superable, Así, Hegel, por ejemplo, presentó en su sistema la separación más ingeniosa y filosóficamente absolutizada de la realidad material al servicio de sí misma entre la "sociedad civil" y el "estado ético" político, postulado como el correctivo ideal para los inevitables defectos de la "sociedad civil". I n v i r t i e n d o e l o r d e n c a u s a l r e a l , Hegel r e p r e s e n t ó mistificadoramente la determinación vital de estar al s e r v i c i o d e sí m i s m o s como si emanase directamente de los propios individuos, cuando en realidad ella era inmanente al insuperable basamento ontológico del capital, que le era impuesto a los individuos imposibilitados de optar por una opción distinta a la de operar dentro del marco del orden metabólico social establecido. En consecuencia, los individuos tenían que i n t e r i o r i z a r el i m p e r a t i v o a u t o e x p a n s i o n i s t a o b j e t i v o del sistema (es decir, su determinación inalterablemente al servicio de sí mismo de dominar de esa manera cada aspecto de la sociedad)—sin lo cual al sistema del capital como tal no le seria posible sobrevivir—como si brotase v creciese de lo más hondo de sus objetivos y propósitos personales determinados de su propia naturaleza, como se supone que Palas Atenea nació de la cabeza de Zeus ya armada de pies a cabeza. De esa manera Hegel pudo producir no sólo un dualismo del orden social del capital filosóficamente absolutizado, sino también de glorificar al mismo tiempo el desarrollo histórico correspondiente a la pretendida "realización de la libertad" en él como "la verdadera t e o d i c e a : la justificación de Dios en la historia",^"'* La crítica de esas concepciones, en todas sus variantes, resulta altamente pertinente hoy día. Porque mantener la concepción dualista de la relación entre la sociedad civil y el estado político sólo podría acarrear estrategias desorientadoras, independientemente del lado de la visión dualista al que se le de precedencia por sobre el otro en el curso de acción previsto. La irrealidad de las proyecciones parlamentarias hace juego en este respecto con la extrema fragilidad de las expectaciones adjuntas a la idea de resolver n u e s t r o s problemas de mayor i m p o r t a n c i a m e d i a n t e la c o n t r a p a r t i d a i n s t i t u c i o n a l de la sociedad civil ingenuamente postulada. La adopción de una posición como esa sólo puede terminar viéndose atrapada por una concepción muy ingenua de la naturaleza de la propia "sociedad civil" y por una actitud totalmente incondicional para con una gran multiplicidad de ONGs que, desmintiendo su autodefinición como "Organizaciones No Gubernamentales", resultan ser muy capaces de coexistir felizmente con las retrógradas instituciones estatales dominantes de las que dependen para su existencia financiera. Y hasta cuando pensamos en algunas organizaciones de mucha mayor importancia que las ONGs específicas, como los sindicatos, la situación no es mucho mejor en este
Hegel, The Philosophy of History, Harper Torchbooks edition, p. 457.
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particular. En consecuencia, tratar a los sindicatos como si fuesen, al contrario de los partidos políticos, algo que sólo le pertenece a la "sociedad civil", en virtud de lo cual pueden ser utilizados en contra del estado político para una transformación socialista profunda, no pasa de ser romántica mentalidad ilusa. Porque en realidad el círculo institucional del capital está construido con las t o t a l i z a c i o n e s r e c í p r o c a s del estado de la s o c i e d a d / p o l í t i c a civil que se i n t e r p e n e t r a n profundamente y se apoyan poderosamente unas con otras. No puede existir una estrategia realista de la transformación socialista sin procurar firmemente la realización de la unidad de las dimensiones políticas y reproductivas materiales también en el terreno organizacional. De hecho el gran potencial emancipador de los sindicatos consiste precisamente en su capacidad de asumir (al menos en principio) un papel político radical—mucho más allá del papel político tan conservador que ellos, en su conjunto, tienden a cumplir hoy día—en un intento conciente por superar la fatídica separación del " b r a z o i n d u s t r i a l " del trabajo (ellos mismos) y su " b r a z o p o l í t i c o " (los partidos parlamentarios), escindidos en dos trozos bajo el arropamiento capitalista de ambos mediante la aceptación de la dominación parlamentaria por parte de la mayoría del movimiento laboral en el transcurso de los últimos ciento treinta años.'"^ La aparición de la clase trabajadora en el escenario histórico sólo le resultó una i n v e n c i ó n tardía i n c o n v e n i e n t e al sistema parlamentario, que ya estaba bien constituido antes de que las primeras fuerzas organizadas del trabajo intentaran hacer públicos sus intereses de clase. Desde la perspectiva del capital la respuesta inmediata a ese inconveniente p e r o creciente "estorbo" era el rechazo y la exclusión, por demás insustentables, de los grupos políticos involucrados. Luego, sin embargo, fue seguida por la idea mucho más adaptable de d o m e ñ a r de alguna manera a las fuerzas del trabajo—al principio a través del padrinazgo parlamentario paternalista de algunas demandas de la clase trabajadora por parte de partidos políticos burgueses relativamente progresistas, y más tarde aún por la aceptación de la legitimidad de la presencia de algunos partidos de la clase t r a b a j a d o r a en el p a r l a m e n t o m i s m o , a u n q u e p o r s u p u e s t o en f o r m a e s t r i c t a m e n t e r e s t r i n g i d a , obligándolos a amoldarse a "las reglas democráticas del juego parlamentario". Inevitablemente, para esos partidos esto significaba nada menos que "aceptar libremente" su propio a m o l d a m i e n t o efectivo, aunque pudiesen mantener por un tiempo bastante largo la ilusión de que en el tiempo definitivo podrían ser capaces de revertir radicalmente la situación mediante una acción parlamentaria en su propio favor. Fue así como la f u e r z a d e l t r a b a j o e x t r a p a r l a m e n t a r i a , original, y potencialmente alternativa, quedó convertida en una organización parlamentaria
'°5 Sobre este asunto ver la Sección 3 ("Desafíos históricos que encaran al movimiento socialista") del anterior Capitulo 4. También el Capítulo 18 de Más allá del capital
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e n d e s v e n t a j a p e r m a n e n t e . Aunque este curso de los acontecimientos se podría explicar p o r la obvia debilidad del trabajo organizado en su c o m i e n z o , argumentando v justificando de ese modo que lo que ha ocurrido en realidad simplemente inclina la balanza a favor del callejón sin salida parlamentario de la socialdemocracia. Porque la a l t e r n a t i v a r a d i c a l d e c o b r a r f o r t a l e z a por parte de las fuerzas de la clase trabajadora mediante la organización v el hacerse valer p o r fuera d e l p a r l a m e n t o — e n contraste con la estrategia seguida durante muchas décadas, hasta llegar a la p é r d i d a t o t a l d e l o s d e r e c h o s d e la clase trabajadora en nombre del "ir cobrando fuerzas"—no puede ser descartada tan a la ligera, como si cualquier alternativa verdaderamente radical constituyese una imposibilidad a priori. Especialmente puesto que la necesidad de una acción extraparlamentaria sustentable resulta ser absolutamente vital para el futuro de un movimiento socialista radicalmente rearticulado.
9.7.5 La irrealidad de la postulación de la solución sustentable de los graves p r o b l e m a s de n u e s t r o o r d e n social d e n t r o del m a r c o f o r m a l / l e g a l y las correspondientes restricciones de la política parlamentaria surge de la mala interpretación fundamental de las determinaciones estructurales del dominio del capital, representadas en todas las variedades que se hacen valer en el dualismo de la sociedad civil y el estado político. La dificultad, insuperable dentro del marco parlamentario, es que puesto que el capital tiene r e a l m e n t e el control de todos los aspectos vitales del metabolismo social, p u e d e p e r m i t i r s e definir por separado la esfera de la legitimación política como un asunto estrictamente f o r m a l / l e g a l , e x c l u y e n d o así n e c e s a r i a m e n t e la posibilidad de verse desafiado legítimamente en su esfera sustantiva de operación reproductiva socioeconómica. Directa o indirectamente, el capital lo controla t o d o , incluido el proceso legislativo parlamentario, aunque muchas teorías que hipostatizan ficticiamente la "igualdad democrática" de todas las fuerzas participantes en el proceso legislativo suponen que éste es plenamente independiente del capital. Para concebir una relación muv diferente entre los poderes de toma de decisiones en nuestras sociedades, hov dominadas completamente por las fuerzas del capital en todos los campos, se hace necesario desafiar radicalmente al capital mismo como c o n t r o l a d o r g e n e r a l de la reproducción metabólica social. Lo que hace que este problema empeore para todos los que buscan un cambio significativo de los márgenes del sistema político establecido, es que éste puede reclamar para sí la legitimidad constitucional genuina en su modo de funcionar actual, basado en la i n v e r s i ó n del estado real de los asuntos referentes a la reproducción material. Porque en la medida en que el capitalista no sea solamente la "personificación del capital", sino simultáneamente funcione también "como la personificación del carácter s o c i a l del trabajo, del l u g a r d e l trabajo t o t a l como
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tal",""" el sistema puede pretender la representación del poder productivo de la sociedad, vitalmente necesario, de cara a los individuos como la base de su existencia continuada, incorporando los intereses de todos. De esta manera el capital se hace valer como el poder no sólo d e f a c t o sino también d e j u r e de la sociedad, en su aptitud como la necesaria condición de la r e p r o d u c c i ó n social establecida objetivamente, y por consiguiente el basamento constitucional para su propio orden político. El hecho es que la legitimidad constitucional del capital está basada h i s t ó r i c a m e n t e sobre la implacable e x p r o p i a c i ó n de las condiciones de la reproducción metabólica social—los medios y el material del trabajo—de los productores, y por ende la pretendida "constitucionalidad" del capital (como el origen de casi todas las constituciones) resulta ser inconstitucional, y esta verdad desagradable se desvanece en la bruma de un pasado r e m o t o . Los " p o d e r e s p r o d u c t i v o s s o c i a l e s del trabajo, o p o d e r e s p r o d u c t i v o s d e l trabajo social, se desarrollan primero con el modo de producción específicamente capitalista y de aquí que aparezcan como algo i n m a n e n t e a la relación del capital e inseparable
de él".»' Es así como el modo de reproducción metabólica social del capital se e t e r n i z a y l e g i t i m a como un sistema legalmente indesafiable. La disputa legítima es admisible sólo en relación con algunos a s p e c t o s m e n o r e s de la estructura general inalterable. El estado de cosas real en el plano de la reproducción socioeconómica—es decir, el poder productivo del trabajo realmente ejercido y su absoluta necesidad de garantizar la propia reproducción del capital—desaparece de la vista. En parte a causa de la ignorancia del origen, que nada de legítimo tiene, de la "acumulación primitiva" del capital, y la expropiación de la propiedad resultante, frecuentemente violenta, como la precondición del modo actual de funcionar el sistema; y en parte a causa de la naturaleza mistificadora de las relaciones productivas y distributivas establecidas. Porque las c o n d i c i o n e s d e trabajo o b j e t i v a s no aparecen como subsumidas bajo el obrero; antes bien él aparece como subsumido bajo ellas. El capital e m p l e a al trabajo. Incluso esta relación tan simple constituve u n a p e r s o n i f i c a c i ó n d e las c o s a s y u n a c o s i f í c a c i ó n d e las p e r s o n a s . ""*
'* Marx, Economic Manuscripts of 1861-63, en Marx y Engels Collected Works, Vo!. 34, p.457. Otra importante consideración que hay que agregar aquí es que "El trabajo productivo —como productor de valor —se enfrenta siempre al capital como el trabajo de los obreros aislados, sean cuales sean las combinaciones sociales que esos trabajadores puedan introducir en el proceso de la producción. Así, mientras el capital representa el poder productivo social del trabajo ante los trabajadores, el trabajo productivo siempre representa para ante capital tan sólo el trabajo del obrero aislado". Ibid., p. 460. Las negritas son de Marx. 3"' Ibid p. 456. 3™ Ibid. p. 457.
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Nada de esto puede ser desafiado y remediado dentro del marco de la reforma política parlamentaria. Resultaría por demás absurdo esperar que la abolición de la " p e r s o n i f i c a c i ó n d e las c o s a s y la c o s i f í c a c i ó n d e las p e r s o n a s " llegue por decreto político, e igual de absurdo esperar la proclamación de una reforma con tal intención dentro del marco de las instituciones políticas del capital. Porque el sistema del capital no puede funcionar sin el lesivo trastrocamiento de la relación entre las personas y las cosas: los poderes alineados y cosificados del capital que dominan a las masas del pueblo. De m o d o similar, sería un milagro que los trabajadores que se enfrentan al capital en el proceso del trabajo como "obreros aislados" pudiesen readquirir el poder sobre las fuerzas productivas sociales de su trabajo mediante algún decreto político, o siquiera mediante una serie de reformas parlamentarias promulgadas bajo el orden del control metabólico social del capital. Porque en esta materia no hav forma de evitar el inconciliable conflicto en torno a los intereses materiales del "o u n a c o s a o l í otra". El capital no puede abdicar sus—usurpados—poderes productivos sociales a favor del trabajo, ni tampoco c o m p a r t i r l o s con él. Porque ellos constituyen el poder controlador general de la reproducción social en forma del " d o m i n i o de la r i q u e z a s o b r e la s o c i e d a d " . Por consiguiente es imposible escapar a la estricta lógica del "o u n a c o s a o la o t r a " en el terteno metabólico social fundamental. Porque o bien la riqueza, en forma de capital, continúa dominando la sociedad humana, y la lleva al borde de la autodestrucción, o la sociedad de los productores asociados aprende a dominar la riqueza alienada y cosificada, con fuerzas productivas que surjan del trabajo s o c i a l a u t o d e t e r m i n a d o de sus miembros individuales (pero ya no a i s l a d o s ) . El capital es la fuerza e x t r a p a r l a m e n t a r i a p o r e x c e l e n c i a que no puede ser restringida políticamente en su poder de control metabólico social. Por eso el único modo de representación política compatible con el modo de funcionamiento del capital seria uno que n i e g u e e f e c t i v a m e n t e la posibilidad de contender con su p o d e r m a t e r i a l . Y precisamente porque el capital es la fuerza extraparlamentaria por excelencia, no tiene nada que tenrer de las reformas que se puedan promulgar dentro de su marco político parlamentario. Puesto que el aspecto vital del que depende todo lo demás es que "las c o n d i c i o n e s d e t r a b a j o o b j e t i v a s no aparezcan como subsumidas bajo ei obrero", sino por el contrario, "él aparezca como subsumido bajo ellas", no hay cambio significativo factible sin abordar ese aspecto, tanto en una forma de política capaz de c o n t r a r r e s t a r l o s p o d e r e s e x t r a p a r l a m e n t a r i o s y los modos de acción del capital, como en el terreno de la r e p r o d u c c i ó n m a t e r i a l . Así, el único desafío que podría afectar sustentablemente al poder del capital sería uno que simultáneamente apuntase a asumir las funciones productivas claves del sistema, y a adquirir el control sobre los correspondientes procesos de toma de decisiones políticas en todas las esferas, en vez de estar irremisiblemente constreñido por ei
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confinamiento circular a la legislación parlamentaria de la acción política institucionalmente legitimada. ^°^ En los debates políticos de las últimas décadas existe gran cantidad de crítica— bien justificada—de figuras políticas anteriormente de izquierda y de sus partidos hoy totalmente amoldados. Sin embargo, lo que resulta problemático acerca de esos debates es que al exagerar el papel de la ambición y el fracaso personales, a menudo siguen concibiendo el correctivo de la situación dentro del mismo marco institucional político que de hecho favorece en gran medida las "traiciones personales" criticadas y las dolorosas "desviaciones de los partidos". Desafortunadamente, entonces, los cambios de personal y de gobiernos propugnados y anhelados tienden a reproducir los mismos resultados deplorables. Nada de esto debería resultar demasiado sorprendente. La razón por la que las instituciones políticas hoy establecidas se resisten exitosamente a los cambios significativos es porque ellas mismas son parte del p r o b l e m a y no su s o l u c i ó n . P o r q u e en su n a t u r a l e z a i n m a n e n t e c o n s t i t u y e n la personificación de las determinaciones y contradicciones estructurales subyacentes a través de las cuales el estado moderno capitalista—con su ubicua red de constituventes burocráticos— ha sido articulado y estabilizado en el curso de los últimos cuatrocientos años. Naturalmente, el estado no se formó como una r e s u l t a n t e mecánica unilateral sino mediante su n e c e s a r i a i n t e r r e l a c i ó n r e c í p r o c a con el fundamento natural del desenvolvimiento histórico del capital, que no solamente le dio forma sino que además lo fue modelando activamente para que fuese lo bastante históricamente factible bajo las circunstancias prevalecientes, y precisamente a través de esa interrelación también cambiante. Dada la determinación insuperablemente centrífuga de los microcosmos productivos del capital, incluso al nivel de las corporaciones trasnacionales gigantes casi monopólicas, sólo el estado moderno podía asumir y llevar a cabo la requerida función de constituirse en la estructura de mando general del sistema del capital. Inevitablemente, eso implicaba alienarles completamente el poder de toma de decisiones general a los productores. Hasta a las "personificaciones en paticular del capital" se les dio la orden estricta de actuar de acuerdo con los imperativos estructurales de su sistema. C i e r t a m e n t e el estado m o d e r n o , en tanto que constituido sobre el basamento material del sistema del capital, es el p a r a d i g m a d e la a l i e n a c i ó n en lo que respecta a los poderes de toma de decisiones globales/ totalizantes. Resultaría entonces extremadamente ingenuo imaginar que el estado capitalista podría entregarle voluntariamente los poderes de toma de decisión del sistema a cualquier actor rival que o p e r e d e n t r o del m a r c o legislativo del parlamento.
"" Tomado de "La necesidad de oponerse a la fuerza extraparlamentaria del capital" Sección 18.4 de Más allá del Capital, pp.734-5.
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Así, si se quiere concebir un cambio social significativo e históricamente sustentable, es necesario someter a una crítica radical tanto las interdeterminaciones reproductivas materiales como las políticas del sistema en su totalidad, y no simplemente algunas de las prácticas políticas eventuales y limitadas. La totalidad combinada de las determinaciones reproductivas materiales junto con la abarcadura estructura de mando política del estado constituyen la opresiva realidad del sistema del capital. En ese sentido, en vista de la ineludible cuestión que surge del desafío de las determinaciones s i s t é m i c a s , con relación a la reproducción socioeconómica V al estado, la necesidad de una transformación política que lo incluya todo—en estrecha conjunción con el ejercicio significativo de las funciones productivas vitales de la sociedad, sin las cuales resulta inconcebible un cambio político perdurable y de largo alcance—se torna inseparable del problema caracterizado como el d e b i l i t a m i e n t o g r a d u a l d e l e s t a d o . De acuerdo con ello, en la tarea histórica de llevar a cabo "el debilitamiento gradual del estado", la autogestión a través de la plena participación y la superación permanentemente sustentable del parlamentarismo por una forma de toma de decisiones sustantiva v positiva son inseparables, como se indicaba en el inicio de la sección 9 . 7 . 1 . Constituye esto una preocupación vital y no una "romántica fidelidad al sueño irrealizable de Marx", como algunos tratan de desacreditarla v negarla. En verdad el "debilitamiento gradual del estado" no se refiere a nada misterioso o remoto, sino a un proceso perfectamente tangible que debe ser iniciado de una vez en nuestro propio t i e m p o histórico. Significa, en pocas palabras, la progresiva readquisición por parte de los individuos de los poderes de toma de decisiones alienados, en su empresa de avanzar hacia una sociedad socialista genuina. Sin la readquisición de esos poderes—a lo cual se oponen fundamentalmente no nada más el estado capitalista sino también la inercia paralizante de las prácticas reproductivas materiales e s t r u c t u r a l m e n t e bien a t r i n c h e r a d a s — n o resultan concebibles ni el nuevo modo de control político de la sociedad en su conjunto por parte de sus individuos, ni ciertamente tampoco la operación diaria n o a d v e r s a r i a l , y por ende c o h e r e n t e / p l a n i f i c a b l e , de las unidades productivas y distributivas específicas por parte de los productores libremente asociados que se autogestionan. Suprimir radicalmente la a d v e r s a r i a l i d a d , y con ello asegurar el basamento material y político de la p l a n i f i c a c i ó n g l o b a l m e n t e v i a b l e — una obligación absolutamente vital para la supervivencia misma de la humanidad, por no mencionar la autorrealizacion potencialmente enriquecida de sus miembros individuales—son sinónimos del d e b i l i t a m i e n t o g r a d u a l d e l e s t a d o como empresa histórica en marcha.
9.7.6 Obviamente, una transformación de tal magnitud no puede ser lograda sin la d e d i c a c i ó n c o n c i e n t e de un movimiento revolucionario a la tarea histórica más
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desafiante de todas, capaz de ser sostenida contra todas las adversidades, puesto que participar en ella obligatoriamente despertará la feroz hostilidad de todas las fuerzas importantes del sistema del capital. Por esa razón el movimiento en cuestión no puede ser simplemente un partido político orientado a asegurarse concesiones parlamentarias, que por regla resultan verse anuladas tarde o temprano por los intereses creados extraparlamentarios del orden establecido que prevalece también en el parlamento. El movimiento socialista no puede tener éxito de cara a la hostilidad de dichas fuerzas a menos que sea rearticulado como un movimiento d e masas revolucionario, concientemente activo en t o d a s las formas de lucha política y social; local, nacional y global/internacional, que utilice a fondo las oportunidades parlamentarias que se le presenten, con todo lo limitadas que ellas puedan ser, y sobre todo que no recule en su afirmación de las exigencias obligadas de la acción extraparlamentaria desafiante. El desarrollo de ese movimiento es muy importante para el futuro de la h u m a n i d a d en la p r e s e n t e c o y u n t u r a h i s t ó r i c a . P o r q u e sin un desafío extraparlamentario orientado y sostenido estratégicamente los partidos que se alternan en el gobierno p u e d e n continuar funcionando como convenientes c o a r t a d a s recíprocas para la obligada incapacidad estructural del sistema respecto al trabajo, confinando así efectivamente el papel de la oposición de clase a su posición en el presente como una o c u r r e n c i a inconveniente pero m a r g i n a b l e en el sistema parlamentario del capital. Así, en relación con e¡ campo tanto de la reproducción material como de lo político, la constitución de un movimiento de masas extraparlamentario socialista estratégicamente viable—en conjunción con las formas tradicionales de las organizaciones políticas del trabajo, en el presente descarriladas sin remisión, que r e q u i e r e n c o n u r g e n c i a la p r e s i ó n y el a p o y o r a d i c a l i z a d o r e s de tales fuerzas e x t r a p a r l a m e n t a r i a s — c o n s t i t u y e una precondición vital para enfrentarse al enorme poder extraparlamentario del capital. El papel de un movimiento revolucionario extraparlamentario es doble. Por una parte, tiene que formular y defender organizadamente los intereses estratégicos del trabajo como una alternativa metabólica social global. El éxito de ese papel es factible sólo si las fuerzas organizadas del trabajo confrontan y niegan enérgicamente en t é r m i n o s p r á c t i c o s las d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s del o r d e n d e r e p r o d u c c i ó n m a t e r i a l establecido, como se manifiestan en la relación del capital y en la consiguiente subordinación del trabajo en el proceso socioeconómico, en vez de ayudar con mayor o menor complicidad a que el capital en crisis se r e s t a b l e z c a , como sucedió invariablemente en importantes coyunturas del pasado reformista. Al mismo tiempo, por otra parte, el poder p o l í t i c o abierto o disimulado del capital que hoy prevalece en el parlamento necesita, v puede, ser desafiado— aunque sea en grado limitado—mediante la presión que las formas de acción extraparlamentarias puedan ejercer en el plano legislativo y ejecutivo. La acción extraparlamentaria sólo puede ser efectiva si aborda concientemente los aspectos centrales y las determinaciones sistémicas del capital, cortando por
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lo sano el enredijo de apariencias fetichistas mediante las cuales éstas dominan a la sociedad. Porque el orden establecido hace valer materialmente su poder, en principio, en y a través de la r e l a c i ó n d e l c a p i t a l , perpetuada sobre la base de la i n v e r s i ó n mistificadora de la relación productiva real de las clases hegemónicas alternativas en la sociedad capitalista. Como ya dijimos, esa inversión le permite al capital usurpar el papel del " p r o d u c t o r " que, en palabras de Marx, " e m p l e a al t r a b a j o " , gracias a la d e s c o n c e r t a n t e " p e r s o n i f i c a c i ó n d e las c o s a s v c o s i f i c a c i ó n d e las p e r s o n a s " , y se legitima así como precondición inalterable para realizar "el interés de todos". Puesto que el concepto de "interés de todos" importa realmente, aun si hoy se le emplea fraudulentamente para camuflarle la negativa total de su esencia a la inmensa mayoría del pueblo gracias a la simulación f o r m a l / l e g a l de "justicia e igualdad", no puede existir ninguna alternativa significativa e históricamente sustentable al orden social establecido, sin superar radicalmente toda la relación misma del capital, que todo lo abarca. Esta constituye una exigencia sistémica impostergable. Los socialistas pueden y deben propugnar e x i g e n c i a s p a r c i a l e s si ellas tienen algún peso directo o indirecto en la exigencia absolutamente fundamental de superar la relación del capital, que es lo que apunta directamente al corazón del asunto. Esta exigencia entra en abierto contraste con lo que hoy les está permitido a las fuerzas de la oposición por los fieles ideólogos y figuras políticas del capital. Su principal criterio para descartar la posibilidad hasta de las exigencias parciales importantes del trabajo es precisamente porque éstas tienen el potencial de afectar negativamente la estabilidad del sistema. Así por ejemplo, incluso la "acción industrial con motivaciones políticas" es excluida (v hasta declarada ilegal) de manera categórica "en una sociedad democrática", porque su ejecución podría tener implicaciones negativas para el funcionamiento normal del sistema. Se saluda el papel de los partidos reformistas, por el contrario, porque sus exigencias o bien ayudan a restablecer al sistema en épocas difíciles—gracias a la intervención industrial para la restricción de los salarios (con la consigna de la "necesidad de apretarse el cinturón") y los acuerdos políticos/legislativos que frenan a los sindicatos—contribuyendo así con la dinámica de la renovada expansión del capital, o resultan al menos neutrales en el sentido de que en algún momento del futuro, aunque no sea el de su primera formulación, ellos se puedan integrar al marco de "normalidad" estipulado. La negación revolucionaria del sistema del capital es concebible sólo mediante una intervención sostenida estratégicamente y organizada c o n c i e n t e m e n t e . Mientras el rechazo tendenciosamente parcializado de la "espontaneidad" por parte de las presuposiciones sectarias debe ser tratado con la crítica que merece, resulta no menos dañino menospreciar la importancia de la conciencia revolucionaria y las exigencias organizacionales de su éxito. El fracaso histórico de algunos partidos importantes de la Tercera Internacional que alguna vez profesaron objetivos leninistas y revolucionarios, como el Partido Comunista Italiano v el Francés ya
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comentados, no debería distraer nuestra atención de la importancia de recrear sobre una base mucho más segura las organizaciones políticas a través de las cuales se puede alcanzar en el futuro la vital transformación socialista de nuestras sociedades. Evidentemente, una valoración crítica a fondo de lo que fueron equivocaciones constituye una parte importante de ese proceso de renovación. Lo que queda ampliamente en claro en este m o m e n t o es que el deslizamiento desintegrador de esos partidos por las resbalosas laderas del entrampamiento parlamentario nos brinda una importante lección para el futuro. Hoy resultan factibles tan sólo dos modos de control metabólico social globales: el orden reproductivo explotador y clasista del capital—impuesto a toda costa por las "personificaciones del capital"—que le falló miserablemente a la humanidad en nuestro tiempo y la ha llevado al borde de la autodestrucción; y el otro orden, diametralmente opuesto al establecido: la a l t e r n a t i v a m e t a b ó l i c a s o c i a l h e g e m ó n i c a del trabajo, no como una clase en particular sino como la c o n d i c i ó n d e e x i s t e n c i a u n i v e r s a l de cada individuo en la sociedad. Una sociedad administrada por ellos sobre la base de la i g u a l d a d s u s t a n t i v a que les p e r m i t a desarrollar a p l e n i t u d sus potencialidades productivas humanas e intelectuales, en armonía con los requerimientos del metabolismo del orden natural, en lugar de estar destinados a la destrucción de la naturaleza y por consiguiente de sí mismos, como está empeñado en hacerlo en este momento el incontrolable modo de control metabólico social del capital. Es por eso que bajo las presentes condiciones de crisis estructural del capital tan sólo la a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a g l o b a l al dominio del capital—expresada como la complementaridad dialéctica de las e x i g e n c i a s i n m e d i a t a s específicas p e r o n o m a r g i n a b l e s y los o b j e t i v o s g l o b a l e s d e la t r a n s f o r m a c i ó n d e l s i s t e m a — puede constituir el programa válido del movimiento revolucionario organizado y conciente en todo el mundo. Sin duda, el movimiento revolucionario organizado v conciente no puede ser contenido dentro del marco político restrictivo del parlamento dominado por el p o d e r extraparlamentario del capital. Ni puede alcanzar el éxito como una organización sectaria orientada hacia sí misma. Se puede autodefinir exitosamente mediante dos principios o r i e n t a d o r e s vitales. P r i m e r o , como acabamos de mencionar, la elaboración de su propio programa extraparlamentario orientado hacia los objetivos alternativos h e g e m ó n i c o s globales para garantizar una transformación sistémica fundamental. Y segundo, igualmente importante en términos organizacionales estratégicos, su participación activa en la constitución del necesario m o v i m i e n t o d e masas extraparlamentario, como el portador de la alternativa revolucionaria capaz de cambiar también el proceso legislativo de manera cualitativa, como paso importante en dirección al debilitamiento gradual del estado. Sólo mediante esos desarrollos organizacionales que involucran directamente también a las grandes masas del pueblo es posible concebir la
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István Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
realización de la tarea histórica de instituir la alternativa hegemónica del trabajo, en el interés de una emancipación socialista que lo abarque todo. 9.8
LA EDUCACIÓN: EL DESARROLLO PROGRESIVO
DE LA CONCIENCIA
SOCIALISTA
9.8.1 El papel de la educación en el aseguramiento de una transformación socialista plenamente sustentable no podría ser mayor. La concepción de educación a la que aquí hacemos referencia—vista no como un período de la vida de los individuos estrictamente limitado sino como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista en la sociedad en su conjunto—marca una ruptura radical con las prácticas educativas dominantes bajo el capitalismo avanzado. Se le entiende como 1a extensión y la transformación históricamente válidas de las grandes ideas educativas promulgadas en el pasado más remoto. Porque esas ideas educativas no sólo tenían que ser desgastadas con el paso del tiempo sino al final verse extinguidas por completo bajo el impacto de la alienación en avance constante v el sometimiento del desarrollo cultural en su totalidad a los intereses cada vez más constreñidores de la expansión del capital v la maximización del las ganancias. No solamente Paracelso en el siglo XVI, sino incluso Goethe y Schiller^'" tan tarde como a finales del XVIII v primeras décadas del XIX, creían todavía en un ideal educativo que pudiese guiar v enriquecer desde el punto de vista humano a los individuos a lo largo de sus vidas. Por el contrario, la segunda mitad del siglo XIX ya estuvo marcada por el triunfo del U t i l i t a r i s m o , v el XX capituló de manera incondicional en el campo educativo ante las concepciones más estrechas de la " r a c i o n a l i d a d i n s t r u m e n t a l " . Mientras más "avanzada" se ha vuelto la sociedad capitalista, más se ha centrado parcializadamente en la producción de la riqueza cosificada como un fin en sí misma v en la explotación de las instituciones educativas en todos los niveles, desde las escuelas preparatorias a las universidades—también bajo la forma de la "privatización" promovida con elocuente celo ideológico por el estado—para la perpetuación de la sociedad mercantil. No para sorpresa, este desarrollo marchó de acuerdo con el adoctrinamiento de la inmensa mavoría del pueblo con los valores del orden social del capital como el " o r d e n n a t u r a l " inalterable, racionalizado y justificado por los ideólogos más sofisticados del sistema a nombre de la "objetividad científica" y la "neutralidad del valor". Las condiciones actuales de la vida cotidiana fueron completamente dominadas por el e t h o s capitalista, que sometió a los individuos—como asunto
310 Ygj. g[ Capítulo 8 del presente estudio, y el Capítulo 10 ("Alienation and the Crisis of Education") de mi libro Marx's Theory of Alineation.
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de determinación e s t r u c t u r a l m e n t e asegurada—al imperativo de ajustar sus aspiraciones de acuerdo con él, aunque no pudiesen escapar de la grave condición de esclavos del salario. Así el "capitalismo avanzado" pudo ordenar sus cosas sin contratiempos de modo tal de restringir el período de la educación institucionalizada a unos pocos años económicamente ventajosos de la vida de los individuos, y hasta eso hecho de manera discriminatoria/elitesca. Las determinaciones estructurales objetivas de la "normalidad" de la vida cotidiana completaban e x i t o s a m e n t e el r e s t o , " e d u c a n d o " al pueblo sobre una b a s e p r o g r e s i v a en el espíritu de dar por sentado el e t h o s social dominante, e interiorizando así "consensualmente" la proclamada inalterabilidad del " o r d e n n a t u r a l " establecido. Es por eso que hasta los mejores ideales de la "educación moral" de Kant y la " e d u c a c i ó n e s t é t i c a " de Schiller—entendidas por sus autores como los antídotos necesarios y factibles contra la tendencia en avance a la alienación deshumanizadora, a la que hacían oposición crítica los individuos moralmente concientes en sus vidas personales—estaban condenados a permanecer por siempre en el terreno de las u t o p í a s e d u c a t i v a s irrealizables. No podían adaptarse de ninguna manera a la cruda realidad de las fuerzas que imponían exitosamente y a toda costa los imperativos autoexpansionistas en definitiva destructivos del capital. Porque la tendencia socioeconómica de la alienación que todo lo engulle era lo bastante poderosa como para extinguir hasta el último vestigio incluso a los ideales más nobles del Siglo de las Luces. En este s e n t i d o , p o d e m o s ver que a u n q u e el p e r í o d o de educación institucionalizada está limitado bajo el capitalismo a un período relativamente breve en la vida de los individuos, la dominación ideológica de la sociedad prevalece sobre su vida entera, si bien en muchos contextos esa dominación no tiene que asumir preferencias de valor doctrinario abiertas. Y eso hace más pernicioso aún el problema del dominio ideológico del capital sobre la sociedad en su conjunto, y por supuesto simultáneamente sobre los individuos convenientemente aislados. Estén o no concientes de ello los individuos en particular, no pueden hallar ni la más mínima porción de "territorio de valor neutral" en su sociedad, aunque el adoctrinamiento ideológico explícito les asegure engañosamente lo contrario, pretendiendo—e invitando a los individuos a identificarse "autónomamente" con esa pretensión—que son plenamente s o b e r a n o s en su escogencia de valores en general, mientras se les dice que son " c o n s u m i d o r e s s o b e r a n o s " de las mercancías producidas capitalistamente, adquiridas sobre la base de " e s c o g e n c i a s s o b e r a n a s " en los supermercados más monopóUcamente controlados. Todo esto como parte integral de la educación capitalista mediante la cual los individuos en particular son e m b e b i d o s d e los v a l o r e s d e la s o c i e d a d m e r c a n t i l en todas partes y sobre una base diaria, desde luego. Así la sociedad capitalista posee su sistema firmemente arraigado de no sólo una educación progresiva, sino además simultáneamente de un a d o c t r i n a m i e n t o p e r m a n e n t e , aunque el adoctrinamiento que todo lo penetra no lo haga parecer
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así en absoluto, porque la ideología dominante "interiorizada por consenso" lo trata como el sistema de creencia positiva legítimamente compartida y totalmente incuestionable en la "sociedad libre" establecida,. Más aún, lo que termina de empeorar las cosas es que el nudo central de la educación progresiva del sistema del capital es la afirmación de que el propio orden establecido no necesita de n i n g ú n c a m b i o s i g n i f i c a t i v o . Necesita nada más de "afinación" en los márgenes, que debe ser lograda mediante la idealizada metodología del "poco a poco". Consecuentemente, el significado más profundo de la e d u c a c i ó n p r o g r e s i v a del orden establecido es la imposición arbitraria de la creencia en la a b s o l u t a i n a l t e r a b i l i d a d de sus determinaciones estructurales fundamentales. Puesto que el significado real de una educación digna de su cometido es hacer que los individuos afronten positivamente los desafíos de las condiciones sociales históricamente cambiantes—de las cuales ellos son también los causantes aun bajo las circunstancias más difíciles—todo sistema de educación orientado hacia la p r e s e r v a c i ó n i n c o n d i c i o n a l a toda costa del orden establecido sólo puede ser compatible con los i d e a l e s y v a l o r e s e d u c a t i v o s m á s p e r v e r t i d o s . Es por eso que, a diferencia del Siglo de las Luces, en la fase ascendente de las transformaciones capitalistas, cuando todavía se podían p r o d u c i r u t o p í a s e d u c a t i v a s nobles, como las concepciones de Kant y Schiller a que hacíamos referencia antes, la fase descendiente de la historia del capital, que culmina con la apología de la destrucción sin limites originada por el desarrollo monopolista e imperialista en el siglo XX y su extensión hasta el XXI, tenía que traer consigo el más agresivo y cínico culto a los a n t i v a l o r e s . Este último incluye en nuestros días las pretensiones de s u p r e m a c í a r a c i s t a , la h o r r e n d a presunción del " d e r e c h o m o r a l a la u t i l i z a c i ó n d e a r m a s n u c l e a r e s p r e v e n t i v a y a n t i c i p a d a m e n t e " , incluso contra países que nunca habían poseído armas nucleares, y la más hipócrita justificación de un " i m p e r i a l i s m o l i b e r a l ' presuntamente más "humano", si bien ineludiblemente destructivo. Se dice que este nuevo imperialismo es justo y apropiado para nuestras " c o n d i c i o n e s p o s m o d e r n a s " : una teoría que en busca de respetabilidad intelectual se cubre con el ropaje del grotesco esquematismo de la " p r e m o d e r n i d a d - m o d e r n i d a d p o s m o d e r n i d a d " , después del d e r r u m b e i g n o m i n i o s o del imperialismo tradicional. Esto es lo que hoy día vemos propugnar, con toda seriedad, a los mandarines y a los políticos hacedores de política autodesignados, proyectado como la estrategia necesaria que hay que imponerles a los " e s t a d o s fracasados", perentoriamente decretados asi, y al llamado " e j e del mal". Se suponía que esas ideas constituían los principios v valores orientadores estratégicos apropiados para nuestras propias condiciones históricas. Tenían la intención de establecer los parámetros generales dentro de los cuales los individuos deberían ser educados ahora, para posibilitarles a los estados capitalistas dominantes ganar la "lucha ideológica"—un concepto al que de repente se le comenzó a hacer propaganda con frecuencia en términos positivos, en abierto contraste con los
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mitos del "final de la ideología", y el feliz "final de la historia" liberal predicados y generosamente promovidos no hace mucho tiempo—sinónimo de la idea de la "guerra contra el t e r r o r i s m o " . Asi que se hace difícil incluso imaginar una degradación más completa de las ideas educativas, comparado con el pasado más remoto del capital, que la que nos estamos viendo confrontados activamente hoy día. Y todo esto es promocionado en nuestro tiempo, con todos los medios a disposición del sistema, en nombre de "la democracia v la libertad": palabras que tanto afloran en los discursos de presidentes y primeros ministros. Nada podría exponer con mayor claridad la naturaleza pervertida de la falsa c o n c i e n c i a capitalista, plenamente complementada por el adoctrinamiento omnipresente ejercido con mayor o menor espontaneidad sobre los individuos por la sociedad mercantil en su vida diaria.
9.8.2 La concepción socialista de la educación es cualitativamente diferente incluso de los ideales educativos más nobles de la burguesía ilustrada, formulados en la fase ascendente del desarrollo capitalista. Porque esas concepciones inevitablemente padecieron de las limitaciones que les fueron impuestas a sus creadores por el hecho de que se identificaban con "la p e r s p e c t i v a d e l c a p i t a l " , aunque asumiesen una postura crítica para con los excesos del nuevo orden emergente y para con el impacto negativo de algunas tendencias ya visibles sobre el desarrollo personal de los individuos. Lo hicieron en abierta contradicción con los ideólogos más recientes del capital que se niegan a ver que haya algo malo en su preciada sociedad. Las figuras principales de la Ilustración burguesa estaban a favor del desarrollo total, humanamente satisfactorio, de los individuos en particular. Pero querían verlo logrado dentro del marco de la sociedad capitalista liberada de sus amenazadores rasgos "prosaicos" y sus corolarios humanamente empobrecedores, incluido el "libertinaje moral" en contra del cual Adam Smith levantó su elocuente voz. Sin embargo, al mirar el mundo desde la perspectiva del capital no podían visualizar el c a m b i o r a d i c a l requerido en el orden social en su conjunto para hacer prevalecer sus propios ideales. Porque la perspectiva del capital que ellos adoptaron les imposibilitaba ver la i n c o m p a t i b i l i d a d e s t r u c t u r a l entre sus propios ideales educativos—aplicados a los proyectados individuos moral y estéticamente loables de sus contraimágenes utópicas—y el orden social que emergía triunfalmente, Nunca podremos enfatizar con la intensidad necesaria lo vital que resulta el concepto de c a m b i o en la teoría educativa. Porque está destinado a establecer el horizonte general y la definitiva viabilidad (o no viabilidad) de cualquier sistema de educación. En este respecto, bajo las circunstancias históricas prevalecientes el cambio previsto por las grandes figuras de la Ilustración burguesa tenía que
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permanecer característicamente desnivelado. Porque si bien era lo suficientemente radical en relación con el denunciado o r d e n f e u d a l de la sociedad que dominaba al a n c i e n t r e g i m e , respecto al futuro su concepción del cambio propugnado sólo podía extenderse al desarrollo educativo personal de los individuos en particular, como una manera ilusa de contrarrestar las tendencias socio-históricas negativas. Abordar críticamente las d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s d e l o r d e n s o c i a l d e l c a p i t a l — q u e necesariamente afectaban, y deben afectar siempre, de manera significativa el desarrollo de los individuos—tenía que permanecer mucho más allá de su alcance. Los c o r r e c t i v o s para las tendencias del desarrollo denunciadas sólo podían concebirlos en términos individualistas. Es decir, de manera que en última instancia dejasen en su lugar el marco estructural y los crecientes antagonismos del orden capitalista que emergía victorioso. Es por eso que los "antídotos" propuestos, incluso en la variante de la e d u c a c i ó n e s t é t i c a d e l o s i n d i v i d u o s , elaborada con la mayor consistencia, tenían que continuar siendo c o n t r a i m á g e n e s u t ó p i c a s irrealizables. Porque resulta del todo imposible darle la voz de alto a los e f e c t o s n e g a t i v o s de una tendencia social poderosa en la formación de los i n d i v i d u o s sin identificar—y contrarrestar de manera efectiva en los términos s o c i a l e s apropiados—sus d e t e r m i n a c i o n e s c a u s a l e s que los producen y los seguirán reproduciendo inexorablemente. Así, la adopción de la perspectiva del capital como la p r e m i s a s o c i a l i n s u p e r a b l e de su horizonte crítico limitó incluso a las más grandes figuras de la burguesía en ascenso a la proyección de la lucha de los individuos en particular, y totalmente aislados, en contra de los e s f u e r z o s y c o n s e c u e n c i a s n e g a t i v o s de las fuerzas sociales que los representantes de la Ilustración querían reformar mediante la educación personal de los individuos idealmente adecuada. Una lucha que jamás podrá ser conducida hasta un final exitoso, primero porque una fuerza s o c i a l p o d e r o s a no p u e d e ser sometida p o r la acción fragmentada de los i n d i v i d u o s a i s l a d o s , y segundo porque las d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s c a u s a l e s del orden criticado deben ser afrontadas y contrarrestadas en el t e r r e n o causal, en sus propios términos de referencia: es decir, por la fuerza históricamente sustentable de una a l t e r n a t i v a e s t r u c t u r a l coherente. Pero eso requeriría, por supuesto, de la adopción de un punto de vista social radicalmente diferente por parte de los pensadores en cuestión. Una perspectiva social capaz de evaluar realistamente las inescapables limitaciones de la potencialidad reformadora del capital en contra de sus propias determinaciones causales estructurales. No sorprende, entonces, que la aceptación de la perspectiva del capital como el horizonte general de su propia visión haya restringido las medidas remedíales factibles de los grandes pensadores de la Ilustración a la p r o p u g n a c i ó n de contramedidas que no podían pasar de utópicas, aun en la fase ascendente relativamente flexible del desenvolvimiento histórico del sistema del capital. Antes de época, es decir, cuando todavía las determinaciones de clase antagonísticas de la
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sociedad mercantil plenamente desarrollada no se habían petrificado en una irreformable estructura social enteramente cosificada y alienante. Es allí donde podemos ver claramente el contraste entre los ideales y las prácticas educativas del pasado y las concepciones apropiadas para los desafíos históricos que debemos encarar en el transcurso de una transformación socialista sustentable. El mandato de la educación socialista no puede nunca ser formulado en términos de algunos i d e a l e s u t ó p i c o s puestos por delante de los individuos a los cuales se supone ellos se amoldarán, con la esperanza bastante ingenua de contrarrestar y superar los problemas de su vida social—como individuos más o menos aislados pero"moralmente concientes"—mediante la fuerza de un abstracto " d e b e r ser" moral ilusamente estipulado. Tal cosa nunca funcionó en el pasado y jamás podría hacerlo en el futuro, independientemente de la obvia necesidad de enfrentar los desafíos bien reales que surgen constantemente de las condiciones históricas alteradas v de las restricciones objetivas de la situación de las personas i n v o l u c r a d a s , c o m o m i e m b r o s de su s o c i e d a d . R e s u l t a r í a en e x t r e m o contraproducente concebir la educación socialista como un antídoto individualista contra los defectos de la vida social, por muy deseable y recomendable que pueda parecer a primera vista el d e b e r ser moral abstracto. El total fracaso de las "exhortaciones estajanovistas" para la transformación de la ética del trabajo en la sociedad soviética constituye una buena ilustración de lo que estamos hablando. Un fracaso debido a la ignorancia supina de las d e t e r m i n a c i o n e s c a u s a l e s en las raíces de la ética del trabajo prevaleciente de la fuerza l a b o r a l r e n u e n t e bajo las condiciones establecidas, que surgían de la exclusión autoritaria de los trabajadores de los procesos de toma de decisiones. El éxito de la educación socialista es factible porque su punto de vista valorativo—a diferencia de las limitaciones estructurales inherentes a la adopción de la perspectiva del capital en el pasado—no tiene que desviarla de los problemas reales de la sociedad causalmente determinados (que piden correctivos sociales apropiados) hacia una apelación moral abstracta/individualista que solamente puede producir proyecciones utópicas irrealizables. Las causas sociales deben y pueden ser encaradas en el marco educacional socialista en su nivel apropiado: como causas que surgen históricamente y son claramente identificables también como determinaciones estructurales cambiables. Y precisamente porque el desafío de darles cara a las no i m p o r t a cuan dolorosas exigencias del c a m b o s o c i a l s i g n i f i c a t i v o no constituye una concepción inhibidora en este enfoque, sino, por el contrario, una idea p o s i t i v a inseparable de una v i s i ó n a b i e r t a del futuro conformado a conciencia, las fuerzas educativas requeridas pueden ser activadas exitosamente para la realización de los objetivos y valores adoptados por el previsto desarrollo socialista de la sociedad por sus miembros. Por consiguiente, el mandato ideal y el papel práctico de la educación en el t r a n s c u r s o de la t r a n s f o r m a c i ó n socialista c o n s i s t e en su c o n t i n u a d a intervención efectiva en el proceso social en desenvolvimiento, mediante la
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actividad de los individuos s o c i a l e s que están concientes de los desafíos que deben afrontar c o m o i n d i v i d u o s s o c i a l e s , en concordancia con los valores requeridos y elaborados por ellos para enfrentar sus desafíos. Tal cosa resulta inconcebible sin el desarrollo de su conciencia moral. Pero la moralidad en cuestión no constituye una imposición sobre los individuos en particular desde afuera, y mucho menos desde arriba, en nombre de un discurso moral del " d e b e r s e r " completamente abstracto y por separado, como la inscripción tallada en mármol en muchas iglesias inglesas: "jTeme a t u D i o s y o b e d e c e a t u Rey!". Ni tampoco es el equivalente laico de esos mandatos externos cuasirreligiosos que se les imponen a los individuos en todas las sociedades regidas por los imperativos del capital. Por el contrario, a la moralidad de la educación socialista le interesa el c a m b i o s o c i a l de largo alcance concebido y e n c o m e n d a d o racionalmente. Sus principios son articulados sobre la base de la evaluación concreta de las tareas escogidas y de la repartición requerida por parte de los individuos en su decisión conciente de cumplirlas. Es así como la educación socialista se puede definir como el d e s a r r o l l o p r o g r e s i v o d e la c o n c i e n c i a s o c i a l i s t a , inseparable de y en estrecha interacción con la transformación histórica general en progreso en cualquier tiempo dado. En otras palabras, las características definitorias de la educación socialista surgen de, e interactúan profundamente con, todos los principios orientadores relevantes del desarrollo socialista que estudiamos en este capítulo.
9.8.3 En vista de su actitud hacia el c a m b i o radicalmente diferente, aplicada no sólo al desarrollo personal de los individuos sino simultáneamente también a las determinaciones estructurales vitales de su sociedad, solamente dentro de una perspectiva socialista podría culminar el significado pleno de la educación. Pero poner de relieve esta circunstancia está lejos de bastar por sí mismo. Porque la otra cara de la moneda es que—a causa del papel primordial de la educación en el cambio general de la sociedad—resulta imposible alcanzar las metas vitales de un desarrollo histórico sustentable sin la c o n t r i b u c i ó n p e r m a n e n t e de la educación al proceso transformador c o n c e b i d o a c o n c i e n c i a . La línea de demarcación, que contrapone el desarrollo socialista propugnado a las restricciones y contradicciones del pasado, está trazada por la necesaria crítica de la falsa c o n c i e n c i a que se desmanda en una variedad de formas bajo el dominio que ejerce el capital sobre el metabolismo social. Un metabolismo dominado por la mistificadora inversión de las relaciones reales del intercambio sociorreproductivo bajo el fetiche usurpador de la hegemonía "productiva" del capital, supuestamente legítima, y la dependencia total del trabajo capitalistamente "empleado", imponiéndole así exitosamente a la conciencia de la sociedad en su conjunto y de sus individuos realmente trabajadores y productores la falsa conciencia
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de la " p e r s o n i f i c a c i ó n d e las c o s a s y la c o s i f í c a c i ó n d e las p e r s o n a s " , " ' como ya hemos visto. Naturalmente, el poder de la falsa conciencia no puede ser derrotado por la (no importa cuan bienintencionada) ilustración educacional de los individuos por sí sola. Los individuos en particular como individuos aislados están a merced de la falsa conciencia cosificadora p o r q u e las r e l a c i o n e s r e p r o d u c t i v a s r e a l e s históricamente establecidas en las que están insertados sólo pueden funcionar sobre la base de la "personificación de las cosas v la cosifícación de las personas". En consecuencia, para alterar la inversión mistificadora y en definitiva destructiva de la relación reproductiva sustentable de los seres humanos, contrarrestando a la vez la dominación de la falsa conciencia cosificadora sobre los individuos en particular, se requiere de un cambio social que lo abarque todo. Nada que resulte menos incluyente que eso podrá prevalecer sobre una base permanente. Contentarse con una "reforma gradual" y sus correspondientes cambios parciales es autoderrotarse. El asunto no está en si los cambios son introducidos d e u n a v e z o en un lapso más prolongado, sino en el m a r c o e s t r a t é g i c o g e n e r a l de la transformación e s t r u c t u r a l f u n d a m e n t a l que se procura con firmeza, independientemente de cuánto tiempo pueda tomar su realización exitosa. Las opciones "ésta o ésa" entre las formas de control metabólico social mutuamente excluyentes—las hoy establecidas y las futuras—son g l o b a l e s tanto en el espacio como en el tiempo. Por eso el proyecto socialista sólo puede tener éxito si es a r t i c u l a d o y afincado f i r m e m e n t e c o m o la a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a al metabolismo social estructuralmente atrincherado y alienante del capital. O sea, si el orden alternativo socialista abarca en el transcurso de su desarrollo productivo a c a d a s o c i e d a d , y lo hace en el espíritu de garantizar la i r r e v e r s i b i l i d a d h i s t ó r i c a de la alternativa hegemónica del trabajo para el control metabólico social del capital establecido. En el proyecto socialista, dada la crítica inevitable y abiertamente profesada de la falsa conciencia estructuralmente dominante del sistema del capital, las medidas de transformación material adoptadas resultan i n s e p a r a b l e s de los objetivos educativos propugnados. Es así porque los principios orientadores de la transformación socialista de la sociedad son irrealizables sin el involucramiento a fondo de la educación como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista. Todos los principios orientadores que hemos estudiado ya—desde la participación genuina en todos los niveles de la toma de decisiones hasta la planificación global (concebida en el sentido de una planificación que incluya el "darle sentido a nuestra vida" autónomamente, como individuos, como se indicaba en la Sección 9.4.3), y desde la realización progresiva de la igualdad sustantiva en la sociedad en su conjunto, hasta las condiciones globalmente sustentables de la única economía '" Marx, Economic Manuscripts of 1861-63 [Manuscritos económicos de 1861-63], en Marx y Engels Collected Works, Vol.34, p. 457.
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históricamente viable en un orden internacional que se desenvuelva en positivo— sólo pueden llevados a la realidad si se activa plenamente el poder de la educación con ese propósito. Las medidas adoptadas en cualquier momento dado son históricas también en el sentido de que están, y permanecen siempre, sujetas al cambio. No es preciso decirlo, bajo condiciones favorables los logros obtenidos pueden ser mejorados y profundizados en sentido positivo. Pero, por supuesto, igualmente está claro que, en el lado negativo, nunca se pueden excluir a priori las marchas atrás. Todo dependerá siempre de la efectiva intervención de la educación socialista en el proceso de transformación progresiva. Es eso lo que decide en el análisis final si prevalecerán las potencialidades positivas o las negativas, y hasta qué grado.
9.8.4 Se habla mucho hoy día en las sociedades capitalistamente avanzadas acerca de la " a g e n d a d e l r e s p e t o " . Ésta consiste en el iluso proyecto de resolver la crisis d e v a l o r e s cada vez más profunda—que se manifiesta en forma de creciente criminalidad y delincuencia, junto con la empeorante alienación de los jóvenes respecto a su sociedad—mediante un llamado directo completamente retórico a la conciencia de los individuos, postulando, en vano, el conveniente "respeto a los valores de la ciudadanía democrática responsable". Y cuando toda esa prédica vacía fracasa, puesto que está condenada a fracasar, va que le huye como a la peste a las causas sociales de los síntomas negativos denunciados, las personificaciones políticas del capital que ocupan altos cargos, incluidos los de mayor jerarquía, comienzan a hablar acerca de cómo pueden identificar la futura delincuencia ya "en el útero materno" e indican las "necesarias" medidas legislativas de estado autoritario para ocuparse con la potencial criminalidad futura en una etapa lo más inicial posible. Esa línea de enfoque no es más racional ni menos autoritaria que la propugnación del "proseguimiento de la lucha sin cuartel ideológica" a fin de ganar la va mencionada "guerra contra el terrorismo". Al mismo tiempo, la que queda a b s o l u t a m e n t e excluida es la posibilidad de cambiar las d e t e r m i n a c i o n e s estructurales del orden social establecido que producen y reproducen los efectos y consecuencias destructivos. Hay que negar categóricamente que pueda existir algo gravemente erróneo en la sociedad tal y como ella es. Tan sólo los individuos tendenciosamente singularizados para censurarlos pueden estar en la necesidad de una acción remedial. Una acción correctiva que se espera sea realizada por un grupo privilegiado de individuos autodesignados —las voluntariosas personificaciones y guardianes del orden socioeconómico y político del capital—que pretenden saberlo todo e x o f f i c i o . De manera que no podría haber nada más justificado que la institución del o r d e n a l t e r n a t i v o h e g e m ó n i c o . El m a r c o e d u c a c i o n a l de ese o r d e n es i n s e p a r a b l e m e n t e individual y social. El d e s t i n a t a r i o de la educación socialista
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no puede ser simplemente el individuo por separado, sobre el modelo de los ideales educativos tradicionales. Porque, como ya hemos indicado, en el pasado las normas y principios eran formulados por lo general en forma de l l a m a d o s d i r e c t o s a la c o n c i e n c i a d e l o s i n d i v i d u o s e n p a r t i c u l a r , y por lo común concebidos en términos de exhortaciones morales. Por el contrario, la educación socialista se dirige a los individuos s o c i a l e s , y no a los individuos aislados. En otras palabras, le interesan los individuos cuva autodefinición como individuo.s—en contraste con el discurso genérico abstracto de la filosofía tradicional acerca de individualidad aislada autorreferencial—no podría ni siquiera ser imaginada sin su más estrecha relación con su escenario social real v con la situación histórica específica claramente identificable, en la que ineludiblemente surgen sus desafíos humanos. Porque es precisamente su situación social e histórica concreta la que los invita a formular los valores a través de los cuales su participación activa en la determinación de las formas de acción puede üevar a cabo ¡a realización de su cuota apropiada concientemente a d o p t a d a — q u e por consiguiente los define como individuos sociales autónomos v r e s p o n s a b l e s — e n la transformación fundamental en marcha. Es así como la educación efectiva en la práctica de los individuos sociales se convierte en sinónimo del más hondo significado de educación como a u t o e d u c a c i ó n . Las referencias de Marx al " i n d i v i d u o s o c i a l r i c o " llevaban la intención de indicar ese tipo de a t o d e f i n i c i ó n como el marco viable de la educación. Asumir la responsabilidad social no como el " d e b e r s e r " abstracto y moralista del discurso filosófico tradicional, que propugna algún ideal externo "al cual se espera se adecúen los individuos", sino como una fuerza real i n t e g r a d a a la situación histórica y social real, resulta posible sólo sobre la base de que se conciba a la educación misma como un ó r g a n o s o c i a l estratégicamente vital, es decir, como la práctica social inseparable del d e s a r r o l l o p r o g r e s i v o d e la c o n c i e n c i a socialista. Y eso, a su vez, sólo es factible a causa de la a c t i t u d h a c í a el c a m b i o r a d i c a l m e n t e d i f e r e n t e dentro del marco del orden alternativo hegemónico. En el nuevo orden nada podrá estar a priori exento de cambio, todo lo contrario del marco metabólico social del capital, en el que toda crítica de las determinaciones estructurales de la sociedad significativas es declarada ilegítima, y en consecuencia a éstas se les protege por todos los medios a la disposición del sistema, incluso los más violentos. La alteración de las condiciones establecidas históricamente, de acuerdo con la dinámica del desarrollo social en desenvolvimiento, no sólo será aceptable sino además vitalmente importante en el orden alternativo hegemónico. Si deja de ser así no solamente será ir en contra del e t h o s socialista profesado, sino también privaría a la sociedad de su potencial positivo para el desarrollo, como lo d e m o s t r ó trágicamente la historia del siglo XX.
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El papel de la educación socialista es muy importante en este respecto. Su determinación interna simultáneamente social e individual le confiere también un papel histórico singular, sobre la base de la r e c i p r o c i d a d a través de la cual puede ejercer su influencia y producir un impacto de peso en la totalidad del desarrollo social. La educación socialista puede cumplir su cometido tan sólo si es a r t i c u l a d a c o m o una i n t e r v e n c i ó n c o n c i e n t e y efectiva en el p r o c e s o de transformación social. La r e c i p r o c i d a d que acabamos de mencionar resulta altamente relevante en este particular porque los individuos sociales pueden, por una parte, contribuir activamente a la realización de las tareas y desafíos dados, y por consiguiente a la transformación significativa de su sociedad, y al mismo tiempo, por otra parte, son formados de una manera significativamente interiorizable con el curso de los cambios alcanzados. En verdad ellos mismos son formados también de manera legítima por su propia c o n c i e n c i a p o s i t i v a de la importancia de los desarrollos en marcha, al percibir debidamente su cuota de participación activa en ello. Este tipo de i n t e r i o r i z a c i ó n c o n s e n s u a l g e n u i n a de los desarrollos en marcha por p a r t e de los individuos sociales marca una separación radical de la creencia absolutamente apologética en el " a c u e r d o t á c i t o " , que prevaleció en la teoría política del orden establecido a partir de John Locke, su creador. La participación activa de los individuos en los cambios sociales puede ser identificada como i n t e r a c c i ó n s o c i a l en el mejor sentido del término. Una i n t e r a c c i ó n social significativa, sobre la base de una r e c i p r o c i d a d m u t u a m e n t e b e n e f i c i o s a entre los individuos sociales y su sociedad. El surgimiento y fortalecimiento de esa reciprocidad mutuamente beneficiosa resultaría totalmente imposible si alguna autoridad decidiese mantener fuera del alcance de los individuos sociales los varios aspectos del orden alternativo hegemónico, incluidas sus d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s más importantes. En ese caso su "autonomía" ya no tendría significado alguno, como resulta ser el caso de las presuntas "escogencias soberanas" que hacen los individuos en la sociedad mercantil. Así, la significación de la educación socialista, como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista—en su vital sentido de r e c i p r o c i d a d , que define a los individuos particulares como i n d i v i d u o s s o c i a l e s (y aclara al mismo tiempo el significado del propio término definitorio)—no podría resultar mayor. Porque los requerimientos de un desarrollo históricamente viable, en el espíritu de los importantes principios orientadores de la transformación socialista, se vuelven reales mediante la contribución altamente activa de la educación para el proceso. N i n g u n o de ellos podría cumplir su función social requerida sin ello.
9.8.5 Como caso representativo, podemos ver muy claramente la importancia primordial de la educación—evidenciada en forma de la reciprocidad mutuamente
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beneficiosa entre los individuos particulares y su sociedad—en relación con el cambio fundamental requerido para transformar las prácticas económicas hoy dominantes en algo cualitativamente diferente. La diferencia tiene que ver directamente con el vital campo de la reproducción material cuya prosperidad es esencial para la viabilidad de incluso las prácticas culturales más mediadas. Porque el i m p e r a t i v o t e m p o r a l del capital que p r e v a l e c e en el p r o c e s o de la reproducción material afecta directamente no sólo a las relaciones estructurales explotadoras de la sociedad de clase en su conjunto, sino al mismo tiempo les impone sus efectos negativos y humanamente depauperantes a todos los aspectos de la actividad material e intelectual en el t i e m p o d e v i d a de los individuos particulares. Consecuentemente, la necesidad de la e m a n c i p a c i ó n humana, en la cual la educación socialista juega un papel crucial, representa un reto fundamental en este respecto. Las prácticas reproductivas de la sociedad capitalista se caracterizan por la deshumanizadora contabilidad del t i e m p o que o b l i g a a los individuos que trabajan—al contrario de las "personificaciones del capital", que son los más v o l u n t a r i o s o s i m p o s i t o r e s del alienante imperativo temporal del sistema—a someterse a la tiranía del t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o . De esta manera, como r e c l a m a b a M a r x , los i n d i v i d u o s que t r a b a j a n — l o s " i n d i v i d u o s sociales" potencialmente "ricos", en sus propias palabras—padecen las consecuencias alienantes a todo lo largo de sus vidas porque están "degradados a meros trabajadores, subsumidos bajo el trabajo".^'^ Más aún, esa dependencia e s t r u c t u r a l y la correspondiente degradación no significa en modo alguno el final del cuento. Bajo d e t e r m i n a d a s circunstancias, e s p e c i a l m e n t e bajo las condiciones de crisis socioeconómicas de envergadura, los trabajadores deben sufrir también la depravación del desempleo, la penuria de la "flexibilidad de trabajo" cínicamente camuflada e hipócritamente justificada, y la brutalidad de la p r e c a r i z a c i ó n difundida por doquiera.Todas estas condiciones surgen de la misma determinación operacional del p r o c e s o del trabajo capitalista. Se deben a la i r r e d i m i b l e inhumanidad de la c o n t a b i l i d a d d e l t i e m p o del capital y a la imposición estructural del i n a l t e r a b l e i m p e r a t i v o t e m p o r a l del sistema.^'^ C o m o hemos visto antes en las Secciones 9.S.S y 9 . 5 . 6 , la alternativa hegemónica del trabajo es la institución de una c o n t a b i l i d a d d e l t i e m p o r a d i c a l m e n t e d i f e r e n t e , s i n ó n i m a de los r e q u e r i m i e n t o s h u m a n a m e n t e enriquecedores de la c o n t a b i l i d a d socialista. Sólo sobre esa base resulta posible concebir las prácticas productivas en pleno desenvolvimiento de los " i n d i v i d u o s s o c i a l e s r i c o s " . Ello es factible nada más mediante un viraje radical desde la tiranía históricamente prevaleciente del t i e m p o d e t r a b a j o n e c e s a r i o a la ''^ Marx, Grundrisse, p. 708. 313 Ver las consideraciones hechas acerca de algunos temas importantes relacionados en el Capítulo 5.
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adopción conciente y el empleo creativo del t i e m p o d i s p o n i b l e como el principio orientador de la reproducción social. O b v i a m e n t e , la ida de un viraje de semejante magnitud trae consigo implicaciones de largo alcance. Porque en el momento mismo en que centramos la atención sobre la necesidad del cambio cualitativo involucrado en la adopción del tiempo disponible como la contabilidad del tiempo efectiva en la práctica, capaz de reemplazar al tiempo de trabajo necesario, queda lo bastante claro que es inconcebible instituir en la sociedad ese viraje fundamental sin activar a fondo el poder de la educación socialista. Por dos razones principales. Primero, porque la institución del t i e m p o d i s p o n i b l e como el nuevo principio orientador y operativo de la reproducción social requiere de una adhesión c o n c i e n t e . Esto entra en total contradicción con la tiranía del t i e m p o d e trabajo n e c e s a r i o que domina a la sociedad en forma de c o m p u l s i ó n e c o n ó m i c a g e n e r a l , regulada no por un d i s c e r n i m i e n t o c o n c i e n t e — n i siquiera por la "planificación" e s t r i c t a m e n t e p a r c i a l aplicable a las unidades económicas específicas introducidas e n r e t r o a c t i v o por las personificaciones del capital dentro del proceso del trabajo—sino por la contradicción antagónica entre el capital y el trabajo y por la fuerza p o s t f e s t u m del mercado. Los trabajadores no tienen que ser educados para la tarea de entrar en el marco operacional del tiempo de trabajo necesario. Simplemente no pueden escapar de sus imperativos, puesto que esos imperativos les son i m p u e s t o s directamente, con el carácter absoluto de un "destino social", que se corresponde con su s u b o r d i n a c i ó n e s t r u c t u r a l m e n t e a s e g u r a d a en el orden social establecido. Por eso Marx llama con propiedad a ese marco "la condición del ser humano inconciente". En sí, la i n c o n c i e n c i a que prevalece por doquiera en el proceso del trabajo capitalista, a cuenta de su ciega— no o b s t a n t e cuan i d e a l i z a d a — c o n t a b i l i d a d del t i e m p o significa t a m b i é n i n c o n t r o l a b i l i d a d , con sus implicaciones definitivamente destructivas. La segunda, pero no menos importante, razón es que el s u j e t o s o c i a l capaz de regular el proceso del trabajo sobre la base del t i e m p o d i s p o n i b l e no puede ser sino la f u e r z a c o n c i e n t e m e n t e c o m b i n a d a d e la m u l t i p l i c i d a d d e los i n d i v i d u o s s o c i a l e s : los " p r o d u c t o r e s l i b r e m e n t e a s o c i a d o s " , como suele llamárseles. De nuevo, podemos ver acá un agudo contraste con el "sujeto" que regula el proceso de la reproducción social sobre la base del tiempo de trabajo necesario. Porque el tiempo de trabajo necesario no sólo es estrechamente d e t e r m i n i s t a sino además c o m p l e t a m e n t e i m p e r s o n a l , ya que la fuerza reguladora de la producción y la reproducción social no es para nada un sujeto propiamente dicho, sino los i m p e r a t i v o s e s t r u c t u r a l e s d e l s i s t e m a d e l c a p i t a l e n g e n e r a l . Hasta los impositores más voluntariosos del i m p e r a t i v o t e m p o r a l del sistema establecido no tienen otra opción que o b e d e c e r l o s , con mayor o menor éxito. Si no logran la requerida c o n f o r m i d a d con los imperativos fetichistas, bien pronto se verán expulsados del marco del sistema gracias a la quiebra de sus empresas. En vista del hecho de que, independientemente de las
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mistificaciones fetichistas del sistema del capital, el sujeto productor real dentro de él es el trabajador, y el capitalista, como presunto sujeto controlador—que de hecho está firmemente controlado a través de los imperativos estructurales o b l i g a d a m e n t e p r e v a l e c i e n t e s del o r d e n e s t a b l e c i d o — n o pasa de ser u n p s e u d o s u j e t o u s u r p a d o r . En consecuencia, tan sólo el sujeto realmente productor, el trabajo como tal, puede adquirir la única conciencia reguladora factible y productivamente viable bajo las condiciones históricas de nuestro tiempo. Obviamente, no estamos hablando aquí de la categoría sociológica empirista de los trabajadores particulares como trabajadores aislados, que afrontan la fuerza social del capital en no importa cuan gran número como trabajadores aislados, sino acerca del t r a b a j o d e l o s i n d i v i d u o s s o c i a l e s c o n c i e n t e m e n t e c o m b i n a d o s c o m o la c o n d i c i ó n universal d e la v i d a e n e l o r d e n a l t e r n a t i v o h e g e m ó n i c o . Es ése el único sujeto social factible que puede regular el proceso de reproducción social sobre la base del t i e m p o d i s p o n i b l e . O, para poner la misma correlación dialéctica de otra manera, sólo mediante la adopción conciente del t i e m p o disponible como el principio operacional orientador y prácticamente efectivo de nuestra vida es posible concebir el desarrollo de un sujeto social capaz de controlar apropiadamente la producción y la reproducción social en el orden alternativo hegemónico. El sujeto en cuestión es, como ya lo mencionamos antes, simultáneamente social e individual. No podemos concebir a este individuo social sin los procesos educativos—y autoeducativos—a través de los cuales se pueden satisfacer los requerimientos del nuevo orden metabólico social. Tal y como está la sociedad hoy día, la adopción del t i e m p o d i s p o n i b l e en todas partes como un principio operativo vital de la producción constituye nada más una p o t e n c i a l i d a d a b s t r a c t a . El futuro depende de nuestra habilidad (o fracaso) para convertir esa p o t e n c i a l i d a d a b s t r a c t a en una r e a l i d a d c o n c r e t a y c r e a t i v a . No hace falta decirlo, la tiranía del tiempo de trabajo necesario constituye una imposición sobre los trabajadores que tienen que permanecer siempre como una f u e r z a d e trabajo r e n u e n t e dentro del marco del sistema del capital. Más aún, la imposición del tiempo de trabajo necesario también resulta despilfarradora en sus propios términos de referencia, va que su operación presupone el establecimiento de una estructura de mando estrictamente jerárquica, de la cual algunas partes son extremadamente problemáticas, o en verdad completamente parasitarias, incluso respecto a sus pretendidas funciones económicas. Comparado con eso, son innegables las ventajas de llevar a cabo la producción y la reproducción social sobre la base del tiempo disponible, dedicado a la realización de los objetivos escogidos concientemente por los individuos sociales que así se autorregulan. Porque los productores libremente asociados tienen a su disposición recursos incomparablemente más ricos que los que jamás podrían exprimírsele a la fuerza de trabajo renuente bajo la imposición de los imperativos estructurales del tiempo de trabajo necesario del capital.
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También hay que hacer énfasis aquí en que la educación—como el desarrollo en desenvolvimiento de la conciencia socialista esencial para la vida de los individuos sociales, en su e s t r e c h a i n t e r r e l a c i ó n con su e s c e n a r i o social históricamente cambiante—constituye una fuerza vital identificable también a través del potente impacto de la educación sobre el cambio de la reproducción material. Ese impacto proviene directamente del viraje operacional del tiempo de trabajo necesario al tiempo disponible autónomamente determinado a la disposición de su sociedad por los individuos que trabajan. Obviamente, sólo los individuos sociales como individuos pueden determinar concientemente, por y para sí mismos, la naturaleza (es decir, la dimensión cualitativa) y la cantidad de su p r o p i o t i e m p o d i s p o n i b l e , del cual pueden surgir exitosamente los logros creativos de su sociedad. Todo ello concierne tanto al número de horas como a la intensidad del trabajo que ellos le dedicarán a la tarea productiva pertinente. Ninguna autoridad por separado puede decidir o imponerles esos requerimientos, al contrario de la dominación anteriormente inescapable del tiempo de trabajo necesario. La única fuerza capaz de contribuir positivamente con el nuevo proceso transformador es la e d u c a c i ó n misma, que cumple así su papel como el antes mencionado ó r g a n o s o c i a l mediante el cual la r e c i p r o c i d a d m u t u a m e n t e b e n e f i c i o s a entre los individuos y su sociedad se hace real. Acá no se puede imponer nada, ni p o r a d e l a n t a d o (como una norma preestablecida) ni con finalidad restrictiva. Vemos en el proceso reproductivo positivamente abierto del orden alternativo hegemónico la manifestación de una i n t e r a c c i ó n genuina. Mediante la intermediación de la educación socialista el poder productivo de los individuos se ve ampliado y realzado, y simultáneamente también se amplia y se hace más emancipador el poder reproductivo general de su sociedad en su conjunto. Es éste el único significado históricamente sustentable que tiene el i n c r e m e n t o d e la r i q u e z a s o c i a l , en contraste con el culto fetichista de la e x p a n s i ó n d e l c a p i t a l en definitiva destructivo en nuestro mundo finito, que es inseparable del fatal despilfarro del sistema del capital. La dominación del valor de uso por el valor de cambio, y por consiguiente la despiadada negación de la necesidad humana en nuestro orden global sólo puede ser erradicada sobre la base del viraje radical al principio orientador socialista del tiempo disponible concientemente adoptado y ejercido por los propios individuos sociales. Su educación como a u t o e d u c a c i ó n o r i e n t a d a h a c i a l o s v a l o r e s , inseparable del desarrollo progresivo de su conciencia socialista en su reciprocidad dialéctica con las tareas y desafíos históricos que deben encarar, los hace crecer en sus poderes productivos y también en su humanidad. Es eso lo que les proporciona el basamento necesario para la autorrealización creadora como sujetos autónomos que pueden extraerle sentido (y al mismo tiempo dárselo) a su propia vida como individuos sociales particulares, plenamente concientes de su papel e n — y su responsabilidad para con—el aseguramiento del desarrollo positivo históricamente
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sustentable de su sociedad. Y, por supuesto, es eso lo que le confiere su significado verdadero a la expresión " i n d i v i d u o s o c i a l r i c o " .
9.8.6 Las mismas consideraciones son aplicables a todos los principios orientadores vitales del orden social alternativo hegemónico en el vínculo crucial con la educación socialista de sus requerimientos de reproducción. Porque sólo a través de la p a r t i c i p a c i ó n más activa )' c o n s t a n t e de la educación en el p r o c e s o transformador social—cumplida gracias a su capacidad para activar la reciprocidad dialéctica cada vez más conciente entre los individuos y su sociedad—resulta posible convertirla en una fuerza o p e r a t i v a c o n c r e t a efectiva e históricamente en desenvolvimiento que en un comienzo puede ser nada más que p r i n c i p i o s y valores orientadores generales. De la manera como los individuos determinen concientemente la naturaleza cada vez mejor y la cantidad de su tiempo disponible libremente dedicado a la realización de sus objetivos sociales escogidos, que solamente ellos mismos pueden determinar autónomamente sobre una base permanente, de esa misma manera sólo ellos pueden definir el significado de la p a r t i c i p a c i ó n real en todos los niveles de la toma de decisiones. Porque la participación creativamente liberadora y productiva es concebible sólo si se comprende apropiadamente la naturaleza de las tareas involucradas, incluida su r a i s o n d ' e t r e histórica, y al mismo tiempo se ve la necesidad de la aceptación conciente de la gran r e s p o n s a b i l i d a d inseparable de una manera totalmente participativa de regular su orden social sobre una base sustentable. De igual modo, el significado de i g u a l d a d s u s t a n t i v a puede cambiarse de p r i n c i p i o o r i e n t a d o r general válido a r e a l i d a d s o c i a l c r e a t i v a m e n t e sustentable y humanamente enriquecedora—y a la correspondiente identificación positiva y sin reservas de los individuos de la sociedad con las d e t e r m i n a c i o n e s d e v a l o r s u b y a c e n t e s y su j u s t i f i c a c i ó n g e n u i n a — s ó l o a t r a v é s de la autotransformación de la educación como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista. Una forma de educación que debe ser capaz no solamente de enfrentar y erradicar las relaciones reproductivas sociales de d e s i g u a l d a d m a t e r i a l y s o c i a l / p o l í t i c a heredadas del pasado, e s t r u c t u r a l m e n t e a t r i n c h e r a d a s y fatalmente lesivas, sino además y simultáneamente también de derrotar a la fuerza mistificadora profundamente incrustada de la vieja c u l t u r a d e la d e s i g u a l d a d s u s t a n t i v a , de la cual todavía está impregnada la conciencia social. En o t r o c o n t e x t o , como ya h e m o s visto, el deplorable fracaso de la p l a n i f i c a c i ó n económica en los sistemas sociales de tipo soviético se debió al intento burocrático de imponérsela a la sociedad de la manera más autoritaria, d e s d e arriba, haciendo caso omiso de la necesidad de asegurar la cooperación voluntaria de los individuos sociales con el plan anunciado por el estado. La
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cooperación positiva conciente constituía un requerimiento esencial imposible de alcanzar sin la intervención positiva de una educación efectiva en la práctica como autoeducación—en la forma y el espíritu de la ya mencionada reciprocidad entre los individuos que trabajan y sus compromisos sociales más amplios—con el propósito de obtener la identificación conciente de los individuos particulares con el cumplimiento de sus objetivos productivos escogidos. Sin eso los individuos no podían interactuar creativamente con el plan general mismo a fin de contribuir autónomamente con el proceso transformador en un campo críticamente importante. Y para tomar un ejemplo más, cuando pensamos en la complementaridad dialéctica de las dimensiones nacionales e internacionales de la sociedad en nuestro tiempo, inmediatamente se desprende que el papel de la educación como una educación consensual p r o c u r a d a a conciencia resulta de una i m p o r t a n c i a abrumadora. Para citar a Fidel Castro-. En la medida en que tengamos éxito en educar profundamente a nuestro pueblo en el espíritu del internacionalismo y la solidaridad, haciéndolo conciente de los problemas de nuestro mundo actual, en esa misma medida podremos confiar en que nuestro pueblo cumplirá sus obligaciones internacionales. Es imposible hablar de solidaridad entre los miembros de un pueblo si la solidaridad no es creada simultáneamente también entre los pueblos. Si no lo logramos corremos el riesgo de caer en e¡ egoísmo nacional. "* En este respecto el legado altamente negativo y divisor del pasado ejerce todavía un gran peso sobre la conciencia de los pueblos, y contribuve activamente al constante brote de conflictos y confrontaciones destructivas en diferentes partes del mundo actual. Es inconcebible zafarnos de esas contradicciones y antagonismos sin el poder creador de una educación ejercida autónomamente por los individuos sociales como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista. Porque sólo una educación como ésa podría permitirles tener una percepción clara de la naturaleza y la significación de lo que está en juego, e inspirarlos al mismo tiempo a asumir plena responsabilidad por su propia cuota positiva en la tarea de poner bajo control las tendencias negativas en nuestro orden social globalmente entrelazado, y en nuestro tiempo histórico ineludiblemente nacional e internacional. En todas estos asuntos nos p r e o c u p a la necesidad vital de u n cambio estructural radical v omniabarcador de nuestro orden sociorreproductivo social, que no se podría cumplir a través de las ciegas determinaciones materiales que tenían que prevalecer en el desarrollo histórico del pasado. Más aún, los grandes problemas y dificultades de nuestras propias condiciones históricas se han visto todavía más intensificados y agravados por la evidente u r g e n c i a d e l t i e m p o jamás experimentada en épocas históricas anteriores.
-'" Fidel Castro Ruz, Discurso en Katowice, Polonia, 7 de junio de 1972. Citado en Carlos Tablada Pérez, Economia, etica e política nel pensiero di Che Guevara, II Papiro, Milán, 1996, p. 165.
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Basta con puntualizar en este respecto dos diferencias literalmente vitales que ponen muy en relieve la urgencia del tiempo en nuestra época. Primero, el antes inimaginable p o d e r d e d e s t r u c c i ó n hoy a la disposición de la humanidad, con lo que la completa destrucción del ser humano resulta ahora fácilmente accesible mediante una variedad de recursos militares. Esto se ve fuertemente subrayado por el hecho de que en el último siglo hemos sido testigos de la escala creciente y la intensidad cada vez mayor de conflagraciones militares reales, incluyendo dos Guerras Mundiales extremadamente destructivas. Más aún, en los años finales del caótico "Nuevo Orden Mundial", las pretensiones más absurdas v cínicas fueron—y lo siguen siendo—empleadas para lanzarse a guerras genocidas, amenazándonos al mismo tiempo con el uso de armas nucleares "moralmente justificado" en proyectadas guerras "preventivas y disuasivas" futuras. Y la segunda condición gravemente amenazante es que la naturaleza destructiva del control metabólico social del capital en n u e s t r o tiempo—manifiesta a través de la preponderancia cada vez mayor de la p r o d u c c i ó n d e s t r u c t i v a en contraste con el m i t o c a p i t a l i s t a de la d e s t r u c c i ó n p r o d u c t i v a , tradicionalmente autojustificativo del capital—está en proceso de devastar el medio ambiente natural, poniendo así en peligro directo las condiciones elementales de la propia existencia humana en el planeta. Por si fuera poco, esas condiciones subrayan con gran fuerza la dramática urgencia del tiempo en nuestra propia época histórica y la imposibilidad de hallar soluciones viables para los graves problemas involucrados sin hacerles frente c o n c i e n t e m e n t e a los peligros y c o m p r o m e t e r n o s a la única b ú s q u e d a r a c i o n a l m e n t e f a c t i b l e — y , en el más p r o f u n d o s e n t i d o del t é r m i n o , c o o p e r a t i v a — d e correctivos. Así, debido a la magnitud sin precedentes de las tareas por delante, y a la urgencia, única en la historia, de nuestro tiempo que presiona por su solución p e r m a n e n t e , el papel que se le asigna al desarrollo progresivo de la conciencia socialista resulta absolutamente fundamental. La necesidad de un cambio estructural radical y amplio en el orden metabólico social establecido acarrea la necesidad de la r e d e f i n i c i ó n c u a l i t a t i v a de las d e t e r m i n a c i o n e s s i s t é m i c a s de la sociedad como la perspectiva de transformación general. Ni los ajustes parciales ni las mejoras marginales al orden sociorreproductivo existente son suficientes para responder al desafío. Porque sólo podrían reproducir a una mayor escala—y ciertamente agravada también por el paso de nuestro tiempo histórico fuertemente c o n s t r e ñ i d o — l o s peligros claramente identiíicables tanto en el campo de la destrucción militar y económica como en la del plano ecológico. Por eso solamente la institución de la a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a al control metabólico social del capital puede ofrecer una salida para las contradicciones y los antagonismos de nuestro tiempo. Como ya hemos visto, lo que distingue más nítidamente a las alternativas hegemónicas enfrentadas es su actitud hacia el cambio radicalmente diferente. El
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control metabólico social del capital es absolutamente incompatible con cualquier idea de cambio estructuralmente significativo, a pesar de toda la evidencia de su urgencia. Por el contrario, el orden alternativo hegemónico del trabajo societal no puede funcionar en modo alguno sin abarcar p o s i t i v a y c o n c i e n t e m e n t e t o d a s las fuerzas dinámicas del cambio en todos los niveles de la vida individual y social, incluyendo las determinaciones estructuralmente vitales de la reproducción material y cultural de la sociedad. Esto es realizable, sobre una base social continuada y global, tan sólo mediante el necesario seguimiento de una p l a n i f i c a c i ó n m e r e c e d o r a d e su n o m b r e , proyectada concientemente y llevada a cabo autónomamente por los propios individuos sociales. En este sentido el cambio es factible en el orden hegemónico alternativo no como un paso o pasos en particular adoptados con pretensión de finalidad y conclusión (hay siempre algún desafío nuevo generado y en verdad bien venido en el transcurso de la transformación socialista) sino solamente a través del desarrollo progresivo—jamás c o m p l e t a d o d e f i n i t i v a m e n t e — d e la conciencia socialista. Así el modo alternativo hegemónico de control metabólico social se autodefine no menos en términos del impacto perdurable de sus principios orientadores adoptados libremente y operacionalmente i m p o r t a n t e s — q u e convierten en realidad el poder de la conciencia individual y social—que mediante la capacidad efectiva de producción material y reproducción social que lo abarque todo. De hecho esto último no podría darse de ninguna manera sin su constante interacción con los provectos y los planes formulados concientemente por los seres humanos en su c a m b i a n t e situación s o c i o h i s t ó r i c a , en e s t r e c h a c o n e x i ó n con sus determinaciones de valor v el compromiso conciente de responder a los desafíos que se presenten v mejorar las condiciones de su existencia.Y las mejoras a las que aquí nos referimos se harán no sólo en términos materiales sino según el pleno significado va estudiado de "individuos sociales ricos en autodesarrollo". La conciencia de los individuos sociales que opera en esas relaciones de pretensiones encontradas entre el orden metabólico social establecido y su alternativa hegemónica es en primer lugar su conciencia de la necesidad de instituir exitosamente una alternativa sustentable históricamente a la creciente destructividad del modo de control reproductivo social del capital. Al mismo tiempo, respecto a la autoconciencia y a la autodefinición históricamente apropiada del pueblo involucrado, la requerida conciencia de los individuos sociales comprometidos en el proceso transformador constituye su absoluta conciencia de estar comprometidos activamente en la institución del único orden alternativo hegemónico factible bajo las circunstancias prevalecientes. Nada que deje de cumplir con ese tipo de autodefinición—hecha valer con determinación y consistencia incondicionales—podrá tener éxito. Porque estamos acá ante un mandato inédito para una transformación cualitativa que lo abarque todo en una coyuntura crítica de la historia de la humanidad. En una coyuntura antes inconcebible, es decir, cuando está en juego nada menos que la supervivencia misma de la especie humana,
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El único órgano social capaz de cumplir con el mandato histórico vital en cuestión es la educación firmemente orientada hacia el desarrollo progresivo de la conciencia socialista.
9.8.7 Puesto que la idea del cambio estructural se excluye a priori cuando se mira al mundo desde la perspectiva del capital, en vista de los parámetros conceptuales necesariamente restrictivos del sistema, la dimensión del f u t u r o sufre las consecuencias de tener que quedar reducida en la visión de absolutamente todos aquellos cuyo horizonte histórico esté fijado por la perspectiva del capital. Por consiguiente, hasta un genio de la filosofía, como Hegel, no podía más que presentar una d i a l é c t i c a d e l t i e m p o t r u n c a d a cuando le tocó llegar al presente en su monumental concepción de la Historia Universal. Elocuentemente, le cerró el camino a la posibilidad de cualquier cambio futuro estructuralmente significativo al insistir de manera apologética—que a fin de cuentas tenía que resultar antihistórica también en su espíritu— en que "La historia del mundo viaja de Oriente a Occidente, porque Europa es a b s o l u t a m e n t e el fin d e la Historia""' Y agregó, para completar, que ese proceso de desarrollo hacia su culminación y consumación ideal es "la verdadera t e o d i c e a , la justificación de Dios en la Historia".'"^ Desde la p e r s p e c t i v a en definitiva c o n t r a p r o d u c e n t e del capital, las expectativas de desarrollo deben ajustarse de modo tal que la preocupación por la i n m e d i a t e z domine el horizonte del tiempo. Cualquier cambio previsto es admisible y legítimo sólo si las condiciones potencialmente alteradas pueden encajar con facilidad en el marco estructural establecido del sistema del capital y de sus correspondientes determinaciones de valor. La orientación educativa de los individuos—incluidas sus aspiraciones materiales y sus valores sociales—es guiada de la misma manera, dominada directamente por los problemas de la inmediatez capitalista. Su conciencia del t i e m p o , en cuanto atañe al "futuro", está restringida al t i e m p o p r e s e n t e constantemente renovado de su lucha con el poder fetichistamente constreñidor de la inmediatez en su vida diaria: una lucha que no les es posible ganar bajo el tiempo de trabajo necesario del dominio del capital. El l o c a l i s m o y la i n m e d i a t e z deben, por consiguiente, prevalecer por doquiera. El concepto de c a m b i o e s t r u c t u r a l g e n e r a l material y socialmente factible, por no mencionar su c o n v e n i e n c i a y l e g i t i m i d a d , debe mantenerse en términos de los t a b ú e s absolutos del sistema educativo dominante. El culto capitalistamente conveniente de lo l o c a l y lo i n m e d i a t o prevalece, y ambos marchan inseparablemente unidos. Así, en las concepciones que se
="5 Hegel, The Philosophy of History, p. 103. " ' Ibid., p. 457.
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amoldan al "orden natural" automitificador y pretendidamente permanente del capital, la faltante dinámica de los objetivos e ideales transformadores g l o b a l e s , que tendrían que prever en alguna coyuntura futura la necesidad—o al menos la posibilidad—de un cambio sociohistórico fundamental, no puede ser explicada sin tener en mente el inevitable h o r i z o n t e d e l t i e m p o t r u n c a d o de los individuos controlados fetichistamente en su vida diaria. Aquí se da una reciprocidad lesiva, que construye un círculo vicioso en la relación entre lo local y lo inmediato. El horizonte del tiempo truncado de los individuos excluye la posibilidad de fijarse objetivos transformadores amplios, y viceversa, la ausencia de determinaciones transformadoras amplias desde su visión condena a su conciencia del tiempo a permanecer encerrada en el muy estrecho horizonte del tiempo de la inmediatez. La educación socialista, en contraste, no puede cumplir su mandato histórico sin concederles su debido peso a los objetivos transformadores abarcadores vitalmente importantes vinculados a su horizonte del tiempo apropiado. Sin duda, eso no significa que los objetivos más fundamentales del cambio estructural deban o puedan ser dejados para un futuro lejano, a cuenta de que la perspectiva de su realización plena sea inevitablemente a nnás largo plazo. Por el contrario, esa constituye una característica sobresaliente de los aspectos que hav que afrontar en el transcurso de la transformación socialista de la cual las tareas inmediatas no pueden ser separadas ni aisladas a conveniencia, ni mucho menos olvidadas de manera opuesta autojustificadora—como se hizo en el pasado—de los desafíos a mayor plazo y más abarcadores. Los aspectos mismos están tan estrechamente entrelazados, a causa del carácter histórico inédito del cambio estructural omniabarcador requerido, que la acción que concierne incluso a los objetivos transformadores p l e n a m e n t e realizables más distantes—como, por ejemplo, la institución de una i g u a l d a d sustativa en todas partes, en el significado genuino del t é r m i n o — n o puede quedar postergada para alguna fecha en el futuro lejano. El camino que conduce a la realización global de la igualdad sustantiva debe ser emprendido hoy día si estamos tomando con la debida seriedad la culminación exitosa de la actividad incondicional requerida para la institución v consolidación de un cambio material v cultural radical como éste. Constituye un rasgo histórico inédito de la propugnación socialista de un cambio estructural cualitativo que la conciencia—v la autoconciencia—de los individuos tenga que centrarse en la naturaleza g l o b a l / o m n i a b a r c a d o r a de la transformación social requerida y de su propia cuota dentro de ella como e s e n c i a l para l o s o b j e t i v o s g e n e r a l e s en cuestión, y no puedan ser que compartimentalizadas en el terreno privado de alguna individualidad aislada más o menos ficticia. De esta manera también el horizonte del tiempo de los individuos sociales particulares resulta ser inseparable del tiempo histórico abarcador—sin importar lo largo del plazo—de su sociedad entera en desarrollo dinámico. Así, por primera vez en la vida en el transcurso de la historia humana se espera que los individuos tomen c o n c i e n c i a real de la parte que les corresponde en el desarrollo humano,
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tanto en lo que respecta a sus o b j e t i v o s t r a n s f o r m a d o r e s a b a r c a d o r e s absolutamente factibles como a la e s c a l a t e m p o r a l de su propia participación y contribución específica reales en el cambio en desenvolvimiento de sus sociedades. En este sentido la conciencia y la autoconciencia de los individuos particulares de su papel como individuos sociales responsables—la clara conciencia de su c o n t r i b u c i ó n e s p e c í f i c a , i n m e d i a t a pero escogida autónomamente, con la transformación o m n i a b a r c a d o r a progresiva—constituye una parte i n t e g r a l y e s e n c i a l de todo éxito factible. Porque no pueden cumplir apropiadamente ni siquiera sus objetivos relativamente limitados sin visualizar y evaluar autoconcientemente la relevancia de su actividad específica en el marco transformador más amplio—que de ese m o d o ellos mismos constituyen y le dan forma autónom a m e n t e — c o m o parte integrante del tiempo histórico que todo lo abarca creado sobre la base de la progresión por una sucesión de generaciones, ellos incluidos. Sólo d e n t r o de esta perspectiva pueden cobrar plena conciencia de la vital significación de su propio t i e m p o d i s p o n i b l e como "productores libremente asociados". Es la única forma en que pueden dedicarle autónomamente su tiempo disponible—que es simultáneamente su t i e m p o h i s t ó r i c o real como individuos sociales particulares que pueden encontrarle sentido, y dárselo, a su propia vida— a la creación de un o r d e n m e t a b ó l i c o social c u a l i t a t i v a m e n t e diferente e históricamente sustentable. En esta transformación radical está en juego nada menos que la necesidad literalmente vital de la creación de una nueva sociedad viable. Una transformación cuyo éxito no es concebible sin asegurar concientemente el históricamente ineludible t r a z a d o r a c i o n a l d e l o s p a r á m e t r o s g e n e r a l e s d e l n u e v o o r d e n , sobre la base de la continuidad, y sin la autoconciencia de los individuos sociales como creadores y recreadores de ese trazado general a través de generaciones. Y por supuesto está claro que la creación y la apropiada renovación del trazado general resulta inconcebible sin las determinaciones de valor autoconcientes y autónomas de los individuos sociales que pueden y quieren identificarse con la transformación históricamente en desenvolvimiento de su sociedad. El papel de la educación, definida apropiadamente como el desarrollo progresivo de la conciencia socialista, es obviamente un constituyente crucial de ese gran proceso transformador.
9.8.8 Dada la urgencia sin precedentes de nuestro tiempo histórico, el socialismo en el siglo XXI no puede evitar encarar los dramáticos desafíos que surgen de esos imperativos. En sentido general ellos aparecieron ya en vida de Marx, aunque en esos días la destrucción total de la humanidad—en ausencia de los medios y modalidades militares que pudiesen cumplir con facilidad esa destrucción, en estrecha conexión
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con la inescapable crisis estructural del capital, como lo presenciamos por todas partes en nuestro tiempo—no era todavía una realidad globalmente amenazadora. El propio Marx trataba apasionadamente de explorar las vías de la realización de los cambios t r a n s f o r m a d o r e s o m n i a b a r c a d o r e s que son necesarios para c o n t r a r r e s t a r sobre una base h i s t ó r i c a m e n t e sustentable la tendencia a la destrucción en avance del sistema del capital. Estaba plenamente conciente del hecho de que sin la dedicación conciente del pueblo a la realización de la monumental tarea histórica de instituir un orden de reproducción metabólica social radicalmente diferente y viable no podría haber éxito. El poder de persuasión intelectual del discernimiento teórico, independientemente de lo bien fundado, no bastaba por sí mismo. La manera de formular ese problema, con gran sentido de la realidad, fue reconocer que " N o basta con que el pensamiento se esfuerce en realizarse, la realidad misma debe luchar por convertirse en pensamiento".^'^ Él sabia perfectamente que la fuerza material cada vez más destructiva del capital, en la fase descendente del desarrollo del sistema, tenía que ser enfrentada y t o t a l m e n t e derrotada por la fuerza material de la alternativa hegemónica históricamente viable. Así, al subrayar la manera como el trabajo teórico podría aspirar a tener significación le agregaba a la frase recién citada que "la teoría también se convierte en una fuerza material tan pronto como logra comprender a las masas".^'* Naturalmente, no cualquier teoría podría hacer eso. Puesto que era asunto de constituir una relación apropiada entre la teoría comprometida con la idea de un cambio social fundamental y la fuerza material que podría marcar la diferencia, había que satisfacer algunas condiciones de importancia vital sin las cuales la idea propugnada de "la teoría comprendiendo a las masas" no equivaldría más que a una consigna moralista vacía, como ha sido frecuentemente el caso en el discurso político sectario/elitesco. Así, Marx concluyó sus reflexiones sobre el tema aseverando con firmeza que "la teoría se puede realizar en un pueblo s ó l o en la m e d i d a e n q u e c o n s t i t u y a la r e a l i z a c i ó n d e las n e c e s i d a d e s d e ese
pueblo".'" No hace falta decirlo, la teoría no puede llegar hasta el pueblo en cuestión nada más gracias a los libros, ni en verdad dirigiéndose simplemente, aunque sea con la mejor de las intenciones, a una multitud ocasional de individuos. El pensamiento radical no puede tener éxito en su mandato de cambiar la conciencia social sin una a r t i c u l a c i ó n o r g a n i z a c i o n a l adecuada. Para el éxito de la empresa transformadora es esencial que haya una organización coherente, que proporcione el marco históricamente en desarrollo del intercambio entre las necesidades del pueblo y las ideas estratégicas de su realización. De manera que no resultó en nada sorprendente que Marx y su cercano compañero Engels, se unieran como jóvenes ^" Marx y Engels, Collected Works, vol, 3, p. 184. ^'0 Ibid. ™ Ibid,
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intelectuales revolucionarios al movimiento social más radical de su tiempo y fuesen responsables de la escritura del M a n i f i e s t o C o m u n i s t a que propugnaba la requerida intervención organizada incondicional en el proceso histórico global en desenvolvimiento. Era esencial también tener una idea clara de la orientación estratégica de la conciencia en desarrollo, es decir, su enfoque necesario sin el cual ella se podría desviar de la realización de su tarea histórica. Por eso Marx dio un paso más para afirmar que la " c o n c i e n c i a c o m u n i s t a " propugnada sólo sería capaz de cumplir su mandato histórico si se constituía en "la conciencia de la n e c e s i d a d d e u n a r e v o l u c i ó n fundamental".^^" Más aún, una consideración igualmente importante concernía al aspecto de la a m p l i t u d con la que esa conciencia comunista debía ser difundida en la sociedad, a fin de establecer la oportunidad de someter a su adversario, junto con el tema colateral de las c o n d i c i o n e s d e su d i f u s i ó n , aún faltantes bajo las circunstancias prevalecientes, dado el prolongado acondicionamiento histórico del pueblo involucrado, que actuaba en contra de la adopción a gran escala de la conciencia c o m u n i s t a . Porque las tentaciones en última instancia a u t o d e r r o t i s t a s del v a n g u a r d i s m o e l i t e s c o no tuvieron su origen en tiempos recientes. Ya eran prominentes mucho antes de los días de Marx. Esto se aplicaba no sólo a la ignorancia de la i n t e r r o g a n t e de " ¿ c ó m o e s t á n e d u c a d o s l o s p r o p i o s e d u c a d o r e s ? " — q u e supone cierto tipo de "derecho de cuna" o superioridad e x o f f i c i o de los "educadores" autodesignados—sino en términos más generales: al aspecto vital de la t o m a d e d e c i s i o n e s , que excluye a las grandes masas del pueblo. Además, dichas concepciones elitescas estaban siempre condenadas a la futilidad y el fracaso porque sin la movilización de las grandes masas del pueblo no había esperanza de éxito contra la abrumadora ventaja del capital bajo las condiciones históricas prevalecientes. En oposición a todas las tergiversaciones elitescas concebibles del desafío, de las cuales hemos visto varias representaciones dañinas en el pasado, Marx enfatizaba de la manera más clara posible que En cuanto a la producción en escala de masas de esa conciencia comunista, y en cuanto al éxito de la causa misma, es necesario cambiar a los seres humanos en escala de masas, un cambio que sólo puede darse en un movimiento práctico, una revolución; la revolución es necesaria, por consiguiente, no solamente porque la clase dominante no puede ser derrocada de ninguna otra manera, sino además porque la clase que la derroque sólo en una revolución podría sacudirse de toda la basura del pasado y volverse apta para fundar una sociedad
Marx y Engeis, Collected Works, vol. 5, p. 52. Ibid., pp. 52-53.
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Esas consideraciones continúan siendo válidas también para el presente y el futuro. El vanguardismo sectario jamás podría dar la talla ante la magnitud de la tarea histórica que implica no sólo la constitución de un movimiento de masas revolucionario capaz de superar con éxito a su adversario, sino además y al mismo tiempo "sacudirse" de la basura paralizante del pasado, y volverse así a p t o para f u n d a r u n a s o c i e d a d n u e v a . Por eso Marx contrastaba la necesidad de una c o n c i e n c i a d e masas c o m u n i s t a con el "ideal a b s t r a c t o al cual supuestamente el pueblo debe amoldarse". Estuviesen o no concientes de ello los propugnadores de esos enfoques, el v a n g u a r d i s m o s e c t a r i o fue siempre—y jamás podrá ser alguna otra cosa—precisamente el intento de imponerles a las grandes masas del pueblo el ideal abstracto que Marx criticaba, mientras descartaban arrogantemente, o al menos ingenuamente, la alternativa válida de la c o n c i e n c i a d e masas c o m u n i s t a como "populismo" o algo por el estilo. Y el "ideal abstracto" del sectarismo vanguardista impuesto desde afuera no podría ser considerado menos dañino sólo porque algunos de sus solícitos propugnadores tuviesen la intención personal de adecuarse a él. Paradójicamente, en algunos períodos del siglo XX "la r e a l i d a d m i s m a l u c h a b a p o r c o n v e r t i r s e e n p e n s a m i e n t o " , para emplear la expresión de Marx, pero el "pensamiento"—que debía estar incorporado en las estrategias sociales y políticas viables de la transformación radical requerida, junto con sus articulaciones organizacionales correspondientes—no estaba listo para el desafío. A fin de contrarrestar la posibilidad de dejar de aprovechar las condiciones favorables que aparecían en medio de la crisis estructural del capital cada vez más profunda, hay que recordar dos aspectos de primordial importancia. Respecto a ambas resulta de máxima importancia el papel de la educación, como el tan necesitado desarrollo de la conciencia socialista sin el cual incluso la grave crisis estructural del orden metabólico social del capital dista mucho de ser suficiente para activar el proceso de "fundar una sociedad nueva". El primero atañe a la necesaria t r a n s i c i ó n del orden dominante hacia la sociedad históricamente sustentable del futuro. Como va hemos visto, el orden metabólico social del capital hoy firmemente atrincherado se caracteriza por la d o m i n a c i ó n del c o n t r a v a l o r — e s decir, por la c o n n o t a c i ó n positiva que perniciosamente se les da a el despiltarro v la d e s t r u c c i ó n — q u e acarrea la degradación de la "educación" a un condicionamiento conformista del pueblo, que debe "interiorizar" los requerimientos suicidamente destructivos del sistema del capital, en un espíritu amoldado al mantenimiento y expansión del contravalor. En este sentido, encaminarse hacia el nuevo orden metabólico social, en la sociedad t r a n s i c i o n a l , resulta inseparable de la necesidad de vencer el e t h o s s o c i a l h e r e d a d o del orden reproductivo del capital. Solamente a través de la educación concebida como la a u t o e d u c a c i ó n radical de los individuos sociales, en el transcurso de su "cambio que sólo puede darse en un m o v i m i e n t o p r á c t i c o , u n a r e v o l u c i ó n " , tan sólo en ese proceso pueden los individuos sociales
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convertirse simultáneamente en educadores v educados. Es esa la única manera concebible de superar la dicotomía conservadora de todas las concepciones elitescas que dividen a la sociedad en los muy selectos "educadores" misteriosamente superiores y el resto de la sociedad resignada a su posición permanentemente subordinada de "los educados", como lo realzó Marx. Al respecto debemos tener siempre en mente que el propugnado "cambiar al pueblo para que se vuelva a p t o para f u n d a r u n a s o c i e d a d n u e v a " sólo resulta factible a través del desarrollo de una " c o n c i e n c i a d e masas c o m u n i s t a " que abarque a la inmensa mayoría de la sociedad. Ese d e s a r r o l l o t i e n e lugar en una s o c i e d a d t r a n s i c i o n a l con sus características dadas que no se pueden borrar del mapa a fin de amoldarse a algún supuesto futuro idealizado. Las palancas para la mediación realmente a la m a n o — las m e d i a c i o n e s ' ^ ^ prácticas identificables e n t r e el p r e s e n t e y el futuro sustentable—son las únicas maneras y medios gracias a los cuales los p r i n c i p i o s o r i e n t a d o r e s g e n e r a l e s de la transformación socialista pueden ser convertidos en fuerzas o p e r a t i v a s , reforzando cada vez más las potencialidades positivas percibidas y reduciendo el poder de los constituyentes negativos heredados. Porque el éxito de ese proceso tiene que depender obligatoriamente de la dialéctica práctica del cambio y la c o n t i n u i d a d , mediante la consolidación de las potencialidades y logros positivos como el basamento necesario sobre el cual resulte posible construir en adelante. Naturalmente, la manera apropiada de echar mano de las palancas mediadoras a la disposición en una sociedad transicional incluye la adaptación a nuestro propio plan de las aspiraciones progresistas del pasado más lejano—como vimos antes con referencia a los ideales educativos irrealizados de los grandes pensadores de la Ilustración—y recrear así una prolongada c o n t i n u i d a d histórica de la cual el capital es enemigo absoluto en la presente etapa de su crisis sistémica. La t r a n s i c i ó n exitosa constituye un proceso histórico vital, que se desenvuelve dentro de la dialéctica permanente de la continuidad v el cambio. Si se abandona cualquiera de los dos constituyentes dialécticos de dicho proceso, por no hablar de la supresión de ambos, no podemos más que d e s t r u i r la h i s t o r i a , como se empeña en hacerlo el capital hoy día. El papel a u t ó n o m o de la educación autoeducadora para asir y adaptar adecuadamente las palancas mediadoras de la sociedad transicional es el necesario constructor de la continuidad positiva. Es h i s t o r i a v i v i e n t e , en desenvolvimiento hacia el futuro escogido, y al mismo tiempo la manera conciente de los individuos sociales de vivir su propia historia en el difícil período de transición. El segundo punto de importancia primordial antes indicado concierne al d e s a f í o i n t e r n a c i o n a l que tenemos por delante. Porque nadie puede negar con '^^ En términos filosóficos la categoría de mediación adquiere una importancia particularmente grande en el período histórico de la transición hacia el nuevo orden social.
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seriedad que el culto del localismo—desde el ingenuo romanticismo de "lo p e q u e ñ o e s b e l l o " hasta la consigna autoderrotista y parcializada, si bien retóricamente atractiva, de "pensar globalmente, a c t u a r localmente"—resulta ser totalmente impotente contra los recursos globales de dominación y destrucción del capital. Al mismo tiempo, es también muy difícil negar que los intentos del pasado de contrarrestar organizacionalmente el poder global del capital con la fuerza del internacionalismo socialista no estuvo a la altura de sus objetivos declarados. Una de las razones principales del fracaso de las Internacionales radicales fue su tan irrealista—aunque históricamente condicionada—presuposición de la u n i d a d d o c t r i n a r i a como punto de partida y necesario modo de operación, v su intento de a p l i c a c i ó n en una variedad de modalidades autoderrotistas, que conducían a los d e s c a r r i l a m i e n t o s y el derrumbe final. Rectificar a conciencia ese problema, de acuerdo con los requerimientos y las potencialidades de nuestro tiempo histórico, representa un desafío de primera magnitud para el futuro. Por otra p a r t e , la d o m i n a c i ó n ideológica del capital en el escenario internacional se vio sólidamente apoyada por la c u l t u r a d e la d e s i g u a l d a d s u s t a n t i v a . Ésta promovió el mito al servicio de sí mismo de las " n a c i o n e s d e la h i s t o r i a u n i v e r s a l " — u n puñado de países capitalistamente poderosos que llegaron a la dominación bajo determinadas circunstancias históricas—a expensas de las naciones más pequeñas presuntamente destinadas a estar subordinadas para siempre a los países "de la historia universal". Esta visión elevó, en ejercicio de filosofía abstracta, una obvia c o n t i n g e n c i a h i s t ó r i c a al encumbrado estatus de n e c e s i d a d o n t o l ó g i c a a p r i o r í s t i c a , para culminar en la ya citada conseja según la cual las "naciones de la historia universal" de Europa representaban "absolutamente el fin de la historia". De esa manera el totalmente injustificable sistema de dominación y subordinación estructural quedaba justificado a través del acto de travestismo especulativo de la relación de fuerzas, contingentemente establecida pero históricamente cambiable, en la supuesta permanencia de la desigualdad sustantiva. El papel de la educación es crucial en este respecto. Porque, por una parte, es necesario poner a la luz—mediante el poder demistificador de la educación socialista—el carácter apologético de la cultura por tanto tiempo establecida de la d e s i g u a l d a d s u s t a n t i v a , en todas sus formas, a fin de poner más cercana la realización de la única relación humana p e r m a n e n t e m e n t e sustentable de la i g u a l d a d s u s t a n t i v a en el orden global históricamente cambiante. Y, por otra parte, la intervención positiva de la educación en la construcción de las vías para c o n t r a r r e s t a r e x i t o s a m e n t e la d o m i n a c i ó n global del capital, m e d i a n t e el e s t a b l e c i m i e n t o de las f o r m a s d e s o l i d a r i d a d s o c i a l i s t a o r g a n i z a c i o n a l m e n t e viables, es vital para darle respuesta al gran desafío i n t e r n a c i o n a l de nuestro tiempo histórico.
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Capítulo 10 ¿Por qué socialismo?
EL TIEMPO HISTÓRICO Y LA ACTUALIDAD DEL CAMBIO RADICAL En su contribución al primer número de M o n t h l y R e v i e w , allá por 1949, Einstein formuló la pregunta ¿por q u é s o c i a l i s m o ? , y subrayó enérgicamente en su respuesta que "la sociedad humana está pasando por una c r i s i s , su estabilidad se ha visto s e r i a m e n t e q u e b r a n t a d a " . Insistió en que los riesgos por enfrentar eran en verdad muy altos en nuestro orden social globalmente entrelazado porque "no es nada exagerado decir que la humanidad constituye hoy una c o m u n i d a d p l a n e t a r i a de producción y consumo". Tampoco quería él menospreciar los problemas que había que encarar en el futuro. Por el contrario, señaló con lúcido sentido de la responsabilidad que "la realización del socialismo requiere de la solución de algunos problemas sociopolíticos e x t r e m a d a m e n t e difíciles". Y concluyó su razonamiento con estas palabras: "La claridad acerca de las metas y los p r o b l e m a s del socialismo es de suma i m p o r t a n c i a en n u e s t r a é p o c a d e transición"."^ Desde el tiempo en que esas palabras fueron escritas, hace casi sesenta años, la crisis a la que se refería Einstein se ha vuelto mucho mayor: una auténtica crisis e s t r u c t u r a l de todo nuestro sistema de reproducción social. Además, nadie querría negar en nuestros días que tenemos que preocuparnos por la compleja situación comprometida de un orden p l a n e t a r i o , aunque el término de moda para las tendencias de desarrollo actuales de ese o r d e n — e m p l e a d o a m e n u d o como subterfugio en provecho propio—sea " g l o b a l i z a c i ó n " . Más aún, con el derrumbe del sistema de tipo soviético a mediado de la década de los SO, con penosas r e p e r c u s i o n e s para incontables millones, la opinión de Einstein de que "la realización del socialismo r e q u i e r e de la solución de algunos p r o b l e m a s sociopolíticos extremadamente difíciles" ha adquirido un dramático realce. Así, más que nunca antes, n u e s t r a é p o c a d e t r a n s i c i ó n necesita hallarles una solución históricamente viable a sus contradicciones y sus confrontaciones devastadoras, a fin de remediar su estabilidad gravemente quebrantada por los antagonismos que originaron dos asoladoras guerras mundiales en el siglo XX y presagian la total destrucción de la humanidad si se llega a dar una tercera.Tan sólo los defensores del orden establecido más incondicionales podrían sostener que todo puede seguir marchando indefinidamente como hemos visto hasta ahora. Por '^^ A\beít EinsteÍTi, "FOT q-aé sociafemo", MoTktWy Revievj, mayo de 1949.
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lo tanto, ante la crisis estructural cada vez más honda del orden metabólico social del capital, la pregunta de "¿por qué socialismo?" puede—y debe—ser formulada de nuevo. ¿Por qué socialismo, entonces? En primer lugar porque el capital es por naturaleza propia incapaz de abordar los peligrosos problemas de su crisis estructural. El sistema del capital tiene un carácter eminentemente—e incluso ú n i c a m e n t e — h i s t ó r i c o . Sin embargo, sus personificaciones se niegan a admitirlo, con la i n t e n c i ó n de e t e r n i z a r el d o m i n i o de de su m o d o de c o n t r o l sociorreproductivo, a pesar de los peligros va demasiado obvios incluso respecto a la destrucción de la naturaleza, y las innegables implicaciones de esa destrucción para la propia supervivencia humana. La dificultad insuperable en este particular es que el sistema del capital, como modo de control sociorreproductivo, tiene que seguir a toda costa su propia lógica, que se corresponde con sus determinaciones estructurales objetivas. La tendencia autoexpansionista del capital no puede refrenarse en virtud de ninguna consideración humana nada más p o r q u e ésta pueda p a r e c e r más digerible moralmente, como nos quieren hacer creer los mitos autocreados del "capitalismo caritativo" y el "capitalismo del pueblo". Por el contrario, la lógica del capital se caracteriza por su destructividad al servicio de sí mismo, ya que todo lo que se atraviese en el camino de la implacable tendencia expansionista del sistema tiene que ser echado a un lado, y hasta aplastado de ser necesario, como siempre ha sido. De otro modo el capital se dirigiría rápidamente a un alto en su avance autoexpansionista, y pronto se derrumbaría también como modo de control metabólico social. Que se haga valer apenas bajo las circunstancias históricas actuales de la crisis estructural del sistema no constituye ninguna novedad. Más bien todo lo contrario. Nos enfrentamos a las peligrosas condiciones de la crisis estructural del capital porque esa forma de control metabólico social ya no está en posición de d e s p l a z a r c o n é x i t o sus contradicciones y antagonismos inherentes sin activar al mismo tiempo los límites intraspasables del propio sistema. Esta situación comprometida está en abierta contradicción con la capacidad que tenía el capital en el pasado, en la fase de ascenso del desarrollo del sistema, para invadirlo todo y vencer con relativa facilidad los obstáculos que se le presentasen en el camino Dadas las limitaciones objetivas de nuestro hogar planetario y las fuerzas en competencia antagónica por sus recursos, la manera acostumbrada del capital de someterlo todo sin misericordia tenía que convertirse de hecho en un intento cada vez más problemático de desplazar las contradicciones que se generan constantemente y en creciente escala. En el siglo XX el desplazamiento en definitiva insostenible de las contradicciones incluyó la extrema destructividad de las dos guerras mundiales ya mencionadas, con las implicaciones fatalmente prohibitivas de una potencial Tercera Guerra Mundial. Es obvio, sin embargo, que una vez que la posibilidad de ese desplazamiento destructivo en una escala global apropiada
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haya sido anulada, las contradicciones y antagonismos sistémicos tendrán que intensificarse, acarreando la crisis estructural insuperable de! sistema en su totalidad. Sin duda, la ausencia de consideraciones humanas por parte de la implacable tendencia autoexpansionista del capital quedó en evidencia incluso desde la época de los primeros desarrollos capitalistas, como lo demostró abundantemente la sangrienta historia de la llamada "acumulación primitiva". En Inglaterra, por ejemplo, nada más bajo el reinado de Enrique VIII fueron exterminados 7 2 . 0 0 0 seres h u m a n o s c o n s i d e r a d o s "vagos" y " v a g a b u n d o s " — c o m o " e x c e d e n t e s de la d e m a n d a " — d e s p u é s de haber sido privados de su antiguo m e d i o de vida dependiente de las tierras comunales expropiadas para fines de la lucrativa cría de ovejas. Por esa razón sir Tomás Moro expuso con mordaz ironía las condiciones inhumanas bajo las que "las ovejas se están comiendo a los hombres""''^ al rentable servicio de la producción de lana. Nadie debería hacerse la ilusión de que, bajo las condiciones agravantes de la crisis estructural del orden establecido, el capital pudiese asumir una actitud diferente respecto al impacto humano de su implacable autoafirmación. El hecho lamentable es que, sin importar todas las promesas autojustificativas, hasta el presente el capital no ha podido satisfacer ni siquiera los requerimientos más elementales de la inmensa mayoría de la humanidad. Por consiguiente, el gran desafío para el futuro es cómo superar de una manera positiva las determinaciones sistémicas del capital, que s i e m p r e le han impuesto a la sociedad su tendencia autoexpansionista aáversaria\, sin consideración a\guna p o r \as consecMenóas humanas. Es por eso que el socialismo está en la agenda histórica como la alternativa radical al dominio del capital sobre la sociedad. 10.1.
LAS DETERMINACIONES CONFLICTIVAS DEL TIEMPO
10.1.1 Cuando enfocamos la cuestión del tiempo en la presente coyuntura de la historia, la principal consideración respecto a los requerimientos de un orden social sustentable históricamente no puede ser otra que I» superación radical de la adversariedad destructiva del capital. Ésta fue descrita p o r Kant como "el antagonismo de los h o m b r e s en la sociedad", surgido s u p u e s t a m e n t e de la incorregible "sociabilidad asocial" de su naturaleza humana, como lo vimos en el Capítulo 1. Nuestro obligado rechazo de la cláusula de contingencia circular de la "naturaleza humana"—porque ella no explica absolutamente nada por sí sola y, en cambio, nos condena a no hacer algo acerca de la situación que se critica—no
Ver Utopía, de sir Tomás Moro, publicada en 1516.
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puede ser más que el punto de partida. Además, la lucha contra la adversariedad destructiva del capital no puede constituir por sí misma más que el lado negativo de la tarea histórica. La verdad del asunto es que la ineludible negación de la adversariedad del capital no podría tener éxito si no está complementada por el lado positivo de la misma empresa.Y eso implica la creativa armonización del tiempo de los individuos sociales con el tiempo histórico i l i m i t a d o de la humanidad. Porque a menos que sea genuinamente ilimitado el "tiempo histórico" no tendrá nada de histórico. Esta visión contrasta abiertamente con la temporalidad arbitrariamente cerrada del " e t e r n o p r e s e n t e " que se supone caracteriza a la " a c t u a l i d a d r a c i o n a l " del orden establecido, como lo postulara Hegel. Nada podría justificar la racionalización especulativa del presente eternizado del capital. Cualquier intento en ese sentido no equivaldría a otra cosa que un apoyo incondicional a la perpetuación de la actualidad irracional de un orden social insustentable—estructuralmente de suma injusticia e incorregiblemente antagonístico— aunque el fin d e l t i e m p o h i s t ó r i c o hegeliano sea presentado por el gran filósofo alemán con un tono de resignación anuente. La necesaria armonización del tiempo histórico a la que nos referimos aquí significa en p r i m e r lugar la adopción de las p o t e n c i a l i d a d e s p o s i t i v a s objetivamente factibles de la humanidad, por parte de los individuos sociales como los principios y valores orientadores de su propia actividad de vida, en oposición a los c o n t r a v a l o r e s impuestos de modo determinista del capital. Naturalmente, eso resulta concebible sólo sobre la base de estrategias sociales y objetivos sociales escogidos a conciencia, que surjan de los desafíos históricamente determinados de los grupos sociales a los que pertenecen los individuos en particular. Pero su estar c o n c i e n t e s de la h u m a n i d a d a m e n a z a d a c o n s t i t u y e un r e q u e r i m i e n t o obligatorio de su autodefinición en nuestro tiempo. Sin ello al horizonte general de su difícil trance histórico percibido—que atañe de manera directa precisamente a sus acciones como individuos sociales concientes—le estaría faltando una dimensión sumamente vital. Como lo planteó Attila József en su gran poema que escogimos como epígrafe de este libro: la materia real nos ha creado, echándonos hirvientesy violentos, en los moldes de esta sociedad terrible, para afincamos,
por la
humanidad,
en el eterno suelo,' '
'^' Attila József, "A varos peremén" (En las márgenes de la ciudad), 1933. Traducción de Fayad Jamís.
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Más aún, como József lo puso de relieve en el mismo poema, los individuos sociales llamados hoy día a plantar posición en pro de la humanidad deben hacerlo en plena conciencia de la necesidad de observar las leyes objetivamente obligatorias que pueden garantizar el continuado desarrollo histórico de la especie humana. Porque sólo como "fieles o i d o r e s d e las leyes""* podrán ellos prevalecer en contra de las tendencias en peligroso avance de la actual autofirmación del capital, que presagian la degradación y la destrucción de la naturaleza. Es por eso que—en un poema escrito ya en 1933 con gran capacidad de anticipación—los dos versos finales de la estrofa vinculan directamente " a f i n c a m o s , p o r la h u m a n i d a d " con el respeto vital por el piso natural irremplazable de la propia existencia humana, indicado por las palabras "en el e t e r n o s u e l o " , donde tendremos que afincar la humanidad. La exigencia es inseparable, además, de la necesidad de tener un profundo respeto por los que constituyen ¡os raJores positivos deJ progreso histórico de la humanidad. Porque éstos deben ser observados en el espíritu de la relación dialéctica entre c o n t i n u i d a d y c a m b i o . En otras palabras, la exigencia en cuestión significa la comprensión, y la defensa, de la c o n t i n u i d a d e n el c a m b i o socialmente viable y significativa, y el c a m b i o e n la c o n t i n u i d a d históricamente apropiado y sustentable. Para citar los versos que siguen inmediatamente a "en el eterno suelo" en el poema de József: Tras ¡os sacerdotes, los soldados y ¡os burgueses, aljin nos hemos vue¡toJieles oidores de ¡as ¡ejes: por eso el sentido de toda ohra humana zumba en nosotros como el violón
profundo.'"
Es así como el tiempo de los individuos sociales que actúan a conciencia y el tiempo de la humanidad pueden ser reunidos bajo nuestra difícil situación histórica en peligro. Pero, por supuesto, tal armonización del tiempo de vida de los individuos y el t i e m p o histórico de la h u m a n i d a d — e n c o n t r a s t e con las dicotomías ontológicamente insuperables proyectadas por la filosofía clásica alemana a través de su "sociabilidad asocial" supuesta a conveniencia, que se dice surgida directamente de su "naturaleza humana" fijada—no se puede dar por garantizada. Resulta factible sólo si las determinaciones conflictuales del tiempo, bien reales y no postuladas de manera especulativa, que afectan profundamente el destino de la humanidad— y con ello inevitablemente también la vida de la totalidad de los individuos—son resueltas a favor de un orden social históricamente sustentable al superar exitosamente las tendencias tan obviamente destructivas del capital en nuestro tiempo. Por Fayad Jamís Attila József, "Szocialisták" (Socialistas), 1931.
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10.1.2 Sin duda, las determinaciones objetivamente conflictuales del tiempo son inseparables de la naturaleza de las fuerzas sociales que compiten en el escenario histórico, oponiéndose entre sí sobre la base de sus intereses y antagonismos socialmente constituidos. József no se hacía ilusiones de que un llamado directo a la conciencia individual pudiese aportar la solución requerida para sus conflictos. Se daba perfecta cuenta de que la percepción del tiempo histórico que tienen los individuos surge de la posición que ellos ocupan—no simplemente por nacimiento, sino a través de su autodefinición más o menos concientemente renovada—en relación con las alternativas h e g e m ó n i c a s fundamentales del o r d e n social establecido. Por lo tanto no es posible concebir una solución verdaderamente factible sin las confrontaciones que involucran a las principales fuerzas sociales como portadoras de las alternativas históricas de la época efectivamente disponibles, o bien ya del todo articuladas y afincadas, o todavía en proceso de emerger v potencialmente prevalecer.Y esa determinación ocasiona una diferencia significativa en términos de la actitud de los individuos para con el tiempo histórico, junto con su autodefinición contrastante en t é r m i n o s de las acciones orientadas a la transformación emancipadora de la sociedad o, de lo contrario, hacia la preservación del orden establecido. Como lo expone József en un poema anterior: El tiempo está levantando la niebla, j podemos divisar mejor nuestra cima. El tiempo está levantando la niebla, lo hemos puesto de nuestra parte, lo hemos puesto de nuestro lado en la lucha, con nuestras reservas de miseria."'
Los defensores del orden establecido, armados también con poderosos g e n e r a d o r e s d e n i e b l a , hacen todo lo que pueden para mistificar a su adversario histórico negando las determinaciones conflictuales del tiempo. Sin embargo, "el t i e m p o está levantando la niebla", gracias a la irreprimible lucha contra la desigualdad y la miseria estructuralmente impuestas, sin importar cuan cínicamente mientan los ideólogos del orden dominante acerca de la pretendida eliminación exitosa de los intereses y antagonismos sociales fundamentales en su "mundo moderno" típicamente indefinido. Han estado predicando desvergonzadamente por mucho más de un siglo que "las clases se están f u s i o n a n d o unas con otras" y que "todos nos estamos volviendo de c l a s e media". Pero—en medio del crecimiento cada vez más obvio de la desigualdad y la explotación que afectan directamente a la inmensa mayoría de la h u m a n i d a d — e l l o s evadían y continúan evadiendo calculadamente responder a la pregunta ¿la m e d i a d e qué? Para ellos la historia ya ha sido conducida hasta su feliz conclusión, y por consiguiente no puede quedar
Attila József, "Szocialisták" (Socialistas), 1931.
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ninguna disputa significativa, ni m u c h o menos confrontación objetiva con fundamento social, acerca del tiempo histórico. La línea de demarcación básica en relación con el tiempo está trazada entre quienes quieren eternizar el modo de reproducción metabólica social establecido, a pesar de su creciente destructividad y los que tendrán que instituir y convertir en humanamente gratificadora a su necesaria alternativa radical en una escala históricamente sustentable. Por lo tanto los riesgos son verdaderamente epocales/históricos, y excluyen la posibilidad de resolver los antagonismos estructurales del sistema del capital remendando por aquí y por allá el orden existente. Eso ya fue intentado y totalmente fracasado a lo largo de más de un siglo de promesas "reformistas". La actitud de los apologistas del dominio del capital sobre la sociedad es la de negar la pertinencia del tiempo histórico en sí—es decir, como un conjunto de determinaciones temporales claramente identificables y objetivamente enfrentables—respecto a nuestros problemas. Tratan de hacerlo en una cantidad de maneras diferentes, y no sólo proyectando de vuelta al pasado las relaciones de intercambio de la sociedad mercantil, para así poder prever con mucha mayor facilidad su eterna persistencia en un futuro inalterable. Quizá su enfoque más revelador en este respecto sea el intento de convertir a las d e t e r m i n a c i o n e s t e m p o r a l e s h i s t ó r i c a s — y los c o r r e s p o n d i e n t e s desarrollos sociales—en d e t e r m i n a c i o n e s n a t u r a l e s ficticias. Parecen estar convencidos de que al argumentar de esa manera se puede proclamar con seguridad que las j e r a r q u í a s e s t r u c t u r a l e s de la sociedad, históricamente creadas—e históricamente cambiables—son obra predeterminada v positiva y legítimamente inalterable de la naturaleza misma. Gracias a ese tipo de treta del razonamiento los intereses sociales más reaccionarios pueden ser defendidos, y hasta ensalzados retorcidamente, exonerándolos de todo escrutinio h i s t ó r i c o a cuenta de haber sido sancionados para siempre por la n a t u r a l e z a . Para poner un ejemplo elocuente, el hecho de la d i v e r s i d a d (o d i f e r e n c i a ) en la naturaleza—incluida la diversidad socialmente discriminatoria, obvia pero en m o d o alguno a u t o m á t i c a , e n t r e los seres h u m a n o s — e s utilizado c o m o la justificación eterna falsamente decretada de la d e s i g u a l d a d e s t r u c t u r a l m e n t e a r r a i g a d a del o r d e n social prevaleciente. Así, los apologistas del sistema reproductivo dominante no vacilan en hacer equivaler, con intención cínicamente c o n s e r v a d o r a , al concepto neutral de d i v e r s i d a d con las condiciones de d o m i n a c i ó n y s u b o r d i n a c i ó n e s t r u c t u r a l e s , creadas socialmente y totalmente injustificables. Al mismo tiempo, y por la misma razón, condenan desdeñosamente cualquier intento dirigido a desafiar y cambiar las condiciones establecidas de desigualdad y discriminación atroces, como nada más que una vulgar " c o n s e j a s o b r e la i g u a l d a d " , ' " como si esos intentos representasen alguna afrenta ^-'' Acerca de esto ver la observación del profesor Jay Forrester —la figura principal tras los esfuerzos propagandísticos del "Club de Roma" tan promocionados por la red de intereses creados —citada en el Capítulo 9.5.2.
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imperdonable contra la naturaleza. Es así como justifican lo injustificable con su violación de la lógica de inspiración conservadora. N a t u r a l m e n t e , las fuerzas c o n s e r v a d o r a s aquí m e n c i o n a d a s n o son simplemente las organizaciones formales que—en aras de un rótulo político a la mano—convenientemente se dan a sí mismas ese nombre. Las autodenominaciones de ese tipo pueden cambiar con facilidad según la dirección en que sople el viento político, camino al ajuste de las respectivas posiciones de los partidos establecidos en sus esfuerzos p o r sacarle p r o v e c h o a las c a m b i a n t e s o p o r t u n i d a d e s p a r l a m e n t a r i a s , p o r e j e m p l o . Esa m a n e r a de p r o c e d e r de los p a r t i d o s c o n s e r v a d o r e s tradicionales la p o d e m o s presenciar p o r igual en el bando pretendidamente "progresista" de las transformaciones políticas parlamentarias. A través de esos cambios hemos llegado a una situación en la que algunos partidos de la izquierda, antiguamente de orientación reformista, se vuelven indistinguibles de los partidos conservadores de vieja data de la derecha, o se atrincheran cada vez más en posiciones irremisiblemente conservadoras, abandonando más o menos abiertamente incluso sus pretensiones de la posguerra de reformar el sistema social. La metamorfosis del Partido Laborista inglés en el "Nuevo Laborismo" de Tony Blair constituye un buen ejemplo de ese tipo de desarrollo. Sin embargo, esos cambios políticos coyunturales revelan muy poco, si acaso, de las determinaciones conflictuales del tiempo histórico, porque no tienen nada que ver con las alternativas hegemónicas fundamentales de nuestra difícil trance histórico actual. En efecto, los programas políticos que se anunció que iban a cambiar el orden social mediante ajustes reformistas—desde la propugnación por parte de Edward Bernstein del "socialismo evolutivo" hasta sus imitaciones cada vez más dudosas por todas partes—jamás fueron articulados teóricamente, ni mucho menos intentados en la práctica, como la necesaria alternativa hegemonica al modo de reproducción metabólica social establecido. Por el contrario, todos ellos adoptaron como su principio inspirador fundamental la creencia—al principio ingenua pero luego cada vez más vacía—de que el único tipo de cambio factible tenía que ser e s t r i c t a m e n t e g r a d u a l ( "por cuentagotas", "poco a poco", etc.), y había de ser instituido bien adentro de los límites del marco estructural del capital establecido. Cualquier cosa más radical que eso sería condenada y rechazada categóricamente como "cadalso dialéctico" marxista, en los notorios términos de Bernstein. No es de extrañar, entonces, que el laborismo socialdemócrata haya terminado en todas partes por abandonar incluso su tímido programa reformista, y se encuentre del mismo lado—y en algunos casos notorios hasta considerablemente a la derecha—de su otrora adversario político conservador. En realidad el sentido de c o n s e r v a d o r en verdad pertinente para el tiempo histórico está e s t r e c h a m e n t e vinculado con la cuestión de las alternativas hegemónicas actualmente existentes, independientemente de los cambios políticos coyunturales. Ese significado está definido objetivamente por el hecho histórico
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de que una vez que el sistema del capital queda firmemente establecido (en el sentido de c o n v e r t i r s e en el m o d o o m n i a b a r c a n t e de r e p r o d u c c i ó n social dominante), el capital no puede evitar ser c o n s e r v a d o r en el sentido fundamental del término, y oponerse y combatir categóricamente a cualquier intento dirigido a la introducción de cambios importantes en la sociedad. A partir de ese punto sólo son admisibles los ajustes m a r g i n a l e s , y eso sólo si sirven para fortalecer al sistema del capital. El eslogan tan promocionado y sostenido de que " n o hay a l t e r n a t i v a " resulta fácilmente entendible sobre esa base. Del mismo modo como resulta bien entendible, pero por supuesto nada justificable, el que según los "políticos por convicción" conservadores de nuestro t i e m p o , incluida la Primera Ministra Margaret Thatcher, la propugnación de un c a m b i o e s t r u c t u r a l deba ser combatida con todo el poder del estado capitalista como "el e n e m i g o i n t e r n o " (expresión que ella empleó durante su cruzada con conciencia de clase en contra de los mineros del carbón ingleses). Constituyó entonces una demostración muy elocuente del consenso perverso de las fuerzas políticas que se suponía estarían ubicadas en el bando progresista de la barricada parlamentaria, el que los mineros de carbón ingleses que llevaban ya un año de acción huelgaria al final fueran derrotados gracias a la activa contribución del Partido Laborista a favor de la acción estatal represiva de Margaret Thatcher en contra de ellos. Y nadie debería sorprenderse ante eso. Porque cada vez que presenciamos incluso una remota posibilidad de confrontación hegemónica, los partidos políticos tradicionales— sean ellos conservadores o laboristas—siempre se ubican en eJ mismo lado de la divisoria social, en contra de las fuerzas orientadas a la institución de la alternativa radical históricamente requerida. Pero a pesar de todas esas circunstancias negativas y amoldamientos políticos c o y u n t u r a l e s , las determinaciones del tiempo histórico actualmente conflictuales no pueden ser eliminadas por la fuerza, ni, con toda certeza, .se pueden convertir en la solución p e r m a n e n t e ilusoriamente indisputable de los antagonismos sociales hondamente arraigados y estructuralmente inconciliables. Porque así como las destructivas contradicciones de nuestro orden social establecido continúan intensificando—y ahora hasta el punto de amenazar directamente a la supervivencia misma de la propia especie humana—la necesidad de instituir una alternativa hegemónica sustentable al modo de reproducción inetabólica social del capital está destinada a permanecer en la agenda histórica.
10.1.3 El intento de confinar el tiempo histórico al territorio de lo "gradual" y el "por cuentagotas", para ajustarse a la prescripción apologética del capital deF'poco a poco", y esperar que tal proceder arroje los resultados perdurables del progreso social, constituyó siempre un absurdo teórico y una imposibilidad práctica. Porque
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la institución "gradual" y "por cuentagotas" del "poco a poco", vaciada de un apropiado marco de referencia a m p l i o , carece de todo sentido.Y es así porque tal cosa resulta una total insensatez si no se concibe un m a r c o e s t r a t é g i c o , adecuadamente modificable a la luz de los desarrollos en marcha. Un marco estratégico firmemente orientado desde un comienzo hacia una transformación socialista radical. Sabemos, por la amarga experiencia del movimiento laboral, que los añadidos graduales al resultado de algunas medidas parciales iniciales podrían acarrear fácilmente el d e s a s t r e y la a u t o d e r r o t a , en vez de un grado mínimo de mejoramiento siquiera táctico, ya que con toda seguridad nunca estratégico. La propaganda de la "reforma paso a paso" tan promocionada en todas partes por el reformismo del siglo XX no podía de hecho más que equivaler a la p r e s e r v a c i ó n , y hasta el fortalecimiento, del orden establecido. La intención real tras esas estrategias "evolucionarías"—desde los inicios bernsteinianos a sus trasmutaciones más recientes—fue siempre la de desatar una c a m p a ñ a h o s t i l en contra del "holismo". O sea, en contra de todo intento que apuntase a la radical institución y consolidación de algunos muy necesitados cambios abarcantes en la sociedad. Característicamente, el resultado real de todo el enfoque que alguna vez prometió la realización gradual del socialismo fue la ñagrante derrota y la pérdida efectiva de los derechos civiles del movimiento de la clase trabajadora, a través de la capitulación sin condiciones de su r e p r e s e n t a c i ó n política parlamentaria ante su adversario de clase. Dado el hecho de que el control metabólico del orden social no puede ser fragmentado y dividido entre las fuerzas que tiran en d i r e c c i o n e s d i a m e t r a l m e n t e o p u e s t a s , no es concebible que el capital—estructuralmente vinculado al trabajo pero a la vez confrontado por éste, como el sujeto de la transformación emancipadora y a raíz de ella el único m o d o alternativo de control social omniabarcante que será históricamente factible—vaya a entregarle "poco a poco" su p o d e r h e g e m ó n i c o de r e p r o d u c c i ó n autoexpansionista a su antagonista estructural. Especialmente en nuestro t i e m p o , cuando los riesgos históricos vitales—en vista de los intereses creados del sistema del capital, profundamente arraigados y cada vez más destructivos—son mavores que nunca. Es por eso que las determinaciones conflictuales del tiempo histórico están planteadas de manera tal que el antagonismo entre las a l t e r n a t i v a s h e g e m ó n i c a s m u t u a m e n t e excluyentes del capital y el trabajo tiene que ser resuelto en forma de o u n o o el o t r o . Y ya tenemos una clara visión de las fatales implicaciones de su posible resolución a favor del insustentable orden metabólico social del capital. No existe fantasía reformista o engaño deliberado que pueda alterar o anular esas poderosas determinaciones estructurales e históricas. Por lo tanto, la única alternativa histórica viable a los intereses incurablemente c o n s e r v a d o r e s que emanan directamente del modo de control metabólico social del capital, es la reestructuración r e v o l u c i o n a r i a del orden social en su totalidad.
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Las cambiantes autodefiniciones políticas de "conservador" y "liberal" resultan completamente irrelevantes en este respecto. Hubo una vez en que el "liberalismo" y el "utilitarismo" fueron cambios sociales promisorios, mediante la "ilustración" de la mente del pueblo al que le estaba dirigido ese discurso. En su origen remoto el propio liberalismo formaba parte del movimiento de la Ilustración. Sin embargo, el intento de reforma social de la Ilustración no pudo ser llevado adelante luego de que los antagonismos latentes en la heterogénea formación del "tercer estado" salieron a la luz al terminar la Revolución Francesa. Y en verdad tenían que salir a la luz a causa, p r e c i s a m e n t e , del no c u m p l i m i e n t o de las e x p e c t a c i o n e s prerrevolucionarias de los constituyentes más radicales del "tercer estado". Inevitablemente, entonces, ei discurso libera! dirigido directamente a la mente del "pueblo ilustrado" tenía que irse volviendo cada vez más problemático. Porque estaba sostenido sobre la premisa—y tenía que estarlo por razón de la pertenencia de clase de los destinatarios—de la p r e s e r v a c i ó n de las relaciones estructurales jerárquicas establecidas del orden social del capital. En verdad, a medida que los antagonismos continuaron agudizándose, esperar que se solucionasen gracias a la ilustración individual se tornó en algo totalmente irreal. Tan es así en efecto, que en la segunda mitad del siglo XX pudimos ser testigos de la transformación del liberalismo en n e o l i b e r a l i s m o agresivo, v peor. Hoy resultaría sumamente difícil, si no imposible, distinguir entre los autodeclarados "neoliberales" y " n e o c o n s e r v a d o r e s " . Especialmente en los Estados Unidos, Ambas obtusas orientaciones ideológicas están perfectamente felices de acompañar la temeraria estrategia aventurera del gobierno norteamericano que amenaza con el e m p l e o p r e v e n t i v o d e las armas n u c l e a r e s en contra incluso de potencias no nucleares. Y de algún modo también en Europa, como lo veremos en la sección final de este capítulo, nos ha sido presentada recientemente, con toda seriedad, la influyente idea de imponerle al m u n d o un presunto " i m p e r i a l i s m o l i b e r a l " , justificando grotescamente semejante proyecto sobre la base de que solamente ese tipo de relación interestatal global podría satisfacer adecuadamente los requerimientos de las condiciones "posmodernas". No deberíamos olvidar que el horizonte del tiempo del i m p e r i a l i s m o — a c t u a l m e n t e la defensa abierta de un "imperialismo liberal" v e r b a l m e n t e digerible—fue siempre regresivo, retrógrado y violentamente reaccionario. Lo caracterizó el intento definitivamente insostenible de i n t e r f e r i r d e m a n e r a p e r m a n e n t e c o n el t i e m p o h i s t ó r i c o . Tan sólo los sujetos dominantes del imperialismo de las grandes potencias alternaban entre ellos, de acuerdo con la relación de fuerzas cambiante periódicamente—debido a la dinámica interna del desarrollo comparativo de los actores principales y al resultado de las enormes confrontaciones militares en las que se involucraban de manera periódica—pero no con su orientación. A través de sus confrontaciones militares trataban no sólo de obtener ventajas relativas para sí mismos, sino intentaban simultáneamente también r e v e r t i r las tendencias objetivas del desarrollo histórico que apuntaban
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a una creciente intensificación de los antagonismos internos e internacionales y al desenvolvimiento de la insuperable crisis estructural del sistema del capital. A lo largo de la historia del imperialismo moderno, que duró casi un siglo y medio, los actores principales se caracterizaron siempre por la aplicación implacable del c o n t r a v a l o r d e s t r u c t i v o . I g n o r a r o n o desafiaron d e l i b e r a d a m e n t e las consecuencias más p e l i g r o s a s , h a c i e n d o caso omiso de las implicaciones generadoras de antagonismos de las dos horrorosas guerras mundiales que sufrimos en el siglo XX. Todo eso casaba muy bien con el más profundo interés clasista del capital en imposibilitar que se autoafirmase una alternativa hegemónica al orden metabólico social establecido. Y el indudable éxito obtenido por el capital en ese particular no se hubiese podido dar en modo alguno sin la reveladora complicidad de las fuerzas reformistas del laborismo, que adoptaron "el camino más fácil" en lugar de dedicarse a la tarea histórica mucho más difícil de reestructurar radicalmente el sistema social establecido. En ese sentido no hubo nada de accidental en el hecho de que las fuerzas organizadas del reformismo socialdemócrata alemán capitulasen de manera humillante ante su adversario de clase al comienzo mismo de la Primera Guerra Mundial, poco después de haber prometido la realización del "socialismo evolutivo". Y hoy día los riesgos históricos son incomparablemente mayores incluso que en las dos guerras mundiales. La crisis estructural del sistema del capital se va haciendo más profunda, y exige una solución históricamente viable. Pero la estrategia que espera su solución, y el establecimiento de un "nuevo orden mundial" estable, propugnando en serio, y ciertamente pretendiendo su justificación moral, el empleo de armas nucleares en contra de potencias no nucleares, como lo hacen actualmente los voceros del imperialismo hegemónico global, es la culminación de la insania, incluso si lo comparamos con Hitler. Es así como hemos llegado a una etapa crítica en el desarrollo humano, cuando la cuestión ya no es la paradójica y especulativa clausura filosófica de la historia, como lo vimos con referencia a Hegel. Porque ahora nos enfrentamos al agudo peligro de la finalización de toda la historia humana; por medios militares o mediante la destrucción ecológica global, o ciertamente gracias a una combinación de ambas cosas. Es ésa la única manera como el capital puede realmente ponerle fin al tiempo histórico, temerariamente en sintonía con su negación de la historia a partir del final de la fase ascendente de su desarrollo sistémico.
10.1.4 El trabajo, como el único sujeto social factible de la transformación emancipadora, no puede cumplir su deber sin mantenerse siempre profundamente comprometido con una concepción a b i e r t a de la historia. En ese respecto no pueden existir acomodos ni excusas, en abierto contraste con lo que hasta ahora
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hemos experin\entado—aunado a una variedad de justificaciones igualmente insostenibles—en el pasado; desde el antiguo reformismo socialdemócrata al dogmático voluntarismo estalinista, y desde el "gran compromiso histórico", decididamente derrotista, del Partido Comunista Italiano a la capitulación de Gorbachov ante el cierre de la historia capitalista. Estar comprometido con la a p e r t u r a r a d i c a l d e la h i s t o r i a no significa, por supuesto, que el proyecto socialista de i n t e r v e n c i ó n c o n c i e n t e en el proceso histórico en marcha pueda ser puesto "a fuego muy bajo", hasta que "surjan condiciones más favorables" y se solucionen n u e s t r o s p r o b l e m a s . Dada la destructividad siempre en ascenso del sistema del capital en nuestro tiempo, esas condiciones ilusamente suouestas que favorecerían a la alternativa socialista no podrán jamás simplemente "surgir". El trabajo, como antagonista hegemónico del capital, tiene que c o n q u i s t a r l a s y defenderlas de las fuerzas retrógradas, bajo las condiciones indudablemente difíciles existentes, no importa cuan desfavorables puedan parecer por el momento. Lo que resulta absolutamente cierto es que el capital, como el controlador inflexible de todo el proceso de la reproducción social, no puede ser propenso a cumplir por las buenas ni siquiera los compromisos tácticos forzados por las coyunturas y que, según la evidencia histórica, siempre romperá a la primera oportunidad que se le presente. Naturalmente, el capital sería menos propenso aún a cumplir con su propia cuota de cualquier compromiso h i s t ó r i c o adquirido: creer otra cosa resultaría absolutamente iluso. Por consiguiente, los representantes de la izquierda que piensan y actúan así se comprometen ellos solos. Porque nos las vemos aquí con un p r i n c i p i o m u t u a m e n t e e x c l u y e n t e de importancia vital, y no con una c o n v e n i e n c i a m u t u a marginal sobre cuya base se logren compromisos factibles y legítimos. Como Marx lo subrayó enérgicamente ya en los tiempos de su Crítica d e l P r o g r a m a d e G o t h a , "los p r i n c i p i o s n o se negocian". El lúcido reconocimiento de las restricciones objetivas no tiene por qué significar una rendición incondicional, al contrario de la manera como Gorbachov y sus apoyantes accedieron a ella bajo la excusa autojustificativa de la"perestroika", sin ningún plan estratégico para instituir y consolidar el tan necesario orden social alternativo. No hace falta decirlo, la reestructuración radical de nuestro modo de reproducción social constituye una condición esencial. Pero dicha reestructuración sólo puede tener éxito si se le procura sobre la base de principios mantenidos con firmeza. De lo contrario, como ocurrió con Gorbachov, el deplorable resultado será quedar atrapados en el callejón sin salida de la restauración capitalista, legitimado por el decreto arbitrario de "la igualdad de todos los tipos de propiedad"; es decir, en español claro y directo, la r e s t a u r a c i ó n j u r í d i c a d e l o s d e r e c h o s d e la p r o p i e d a d privada capitalista. En un epígrafe de la Parte Dos de M á s allá d e l Capital—titulada "Ruptura radical y t r a n s i c i ó n en la h e r e n c i a m a r x i a n a " — c i t é un pasaje de la o b r a
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autobiográfica de Goethe, D i c h t u n g u n d W a h r h e i t , a fin de ilustrar una constricción histórica inescapable de nuestro tiempo. El pasaje en cuestión rezaba así: En Frankfurt, como en la mayoría de las ciudades viejas, la práctica ha sido ganar espacio en los edificios de madera, haciendo que no solamente el primer piso, sino también los superiores, se proyecten sobre la calle, lo que incidentalmente hace a las calles más estrechas y, en particular, sombrías y deprimentes. Finalmente, se aprobó una lev que sólo permitía proyectar el primer piso de una casa nueva por sobre la planta baja, mientras los pisos superiores se debían mantener dentro de los límites de la planta baja. A fin de evitar que se perdiera el espacio en proyección del segundo piso, mi padre le buscó la vuelta a esa ley, como lo habían hecho otros antes que él, apuntalando las partes superiores de la casa, y sacando afuera piso tras otro de abajo hacia arriba, como si se estuviera injertando la nueva estructura, así que aunque al final nada que daba de la vieja casa, toda la nueva edificación se podía considerar como mera renovación."" El punto de este epígrafe era destacar que el proceso de la transformación socialista—puesto que debe abarcar todos los aspectos de la compleja interrelación basada en lo material entre el capital, el trabajo v el e s t a d o — s ó l o es concebible como una forma de transicional r e e s t r u c t u r a c i ó n a p o y a d a e n la p a l a n c a d e las m e d i a c i o n e s m a t e r i a l e s , q u e es h e r e d a d a y p r o g r e s i v a m e n t e a l t e r a b l e . C o m o en el caso del p a d r e de G o e t h e , a u n q u e p o r r a z o n e s fundamentalmente diferentes, no es posible echar abajo el edificio en el que vivimos y levantar uno c o m p l e t a m e n t e nuevo en su lugar, c o n s t r u i d o sobre bases igualmente nuevas. La vida tiene que continuar en la casa apuntalada mientras dure el trabajo de la reconstrucción, "sacando afuera piso tras otro de abajo hacia arriba, como si estuviésemos injertando la nueva estructura, así que al final n a d a q u e d e d e la vieja casa". Ciertamente, la tarea es incluso más difícil que eso. Porque la armazón de madera deteriorada del editicio también debe ser reemplazada en el proceso de sacar a la humanidad del peligroso marco estructural del sistema del capital. Por lo tanto, no puede haber "negociación" acerca de la meta prevista de la r e e s t r u c t u r a c i ó n r a d i c a l , sin la cual ni siquiera se pueden garantizar las condiciones elementales de la supervivencia de la humanidad. Las propias determinaciones conflictuales del tiempo han trazado la línea de demarcación de esa manera inflexible, bajo las presentes circunstancias históricas. Ellas han hecho imperativo que se siga el tipo de reestructuración radical capaz de constituir tanto el p u n t o d e d e s t i n o del viaje como la necesaria b r ú j u l a que conduzca hacia el destino escogido, proporcionando al mismo tiempo la m e d i c i ó n d e l o a l c a n z a d o en la a p r o x i m a c i ó n a — o la desviación d e — l o s f u n d a m e n t a l e s objetivos transformadores socialistas que se decidieron.
Citado en la p. 485 de Más allá del capital.
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La condición vital del éxito respecto a la concepción socialista abierta de la historia es la adopción conciente de una orientación estratégica plenamente a b a r c a n t e . Seguir el consejo pretendidamente prudente del "poco a poco", vaciado de toda idea de cómo los esfuerzos parciales se irían sumando con el correr del tiempo, o de si en verdad se le sumarían a algo que gozase de cierta sustentabilidad, resultaría insensato y autoderrotista, en vez de p r u d e n t e . Porque surge de la naturaleza del p r o p i o desafío histórico o b j e t i v o — o c u p a d o en las grandes dificultades de una t r a n s f o r m a c i ó n h i s t ó r i c a o m n i a b a r c a n t e — el que en cualquier punto en particular en el tiempo se haga necesario evaluar lo que ya ha sido alcanzado y cuáles obstáculos sigue siendo necesario superar, en el camino hacia el objetivo genera! de instituir la alternativa hegemónica necesaria, y también sustentable a largo plazo, al modo de reproducción metabólica social establecido. Por eso resulta tan vital en todas Jas fases del desarrollo socialista una p l a n i f i c a c i ó n en el pleno sentido del término: es decir, no simplemente dirigida a algunos aspectos parciales de la vida e c o n ó m i c a , sino a las exigencias abarcantes de la transformación social, v que incluva las aspiraciones de la totalidad de los individuos sociales v les permita fijarse a sí mismos metas significativas, como s u j e t o s r e a l e s d e s u p r o p i a a c t i v i d a d d e v i d a . El p r o y e c t o g l o b a l seguido a conciencia, y la p l a n i f i c a c i ó n de los objetivos sociales realizables, surgidos de las d e t e r m i n a c i o n e s d e l o s i n d i v i d u o s s o c i a l e s e n p a r t i c u l a r y no impuestos a ellos por alguna autoridad externa, son inseparables el uno del otro. La falsificación y el fracaso de la planificación, obligados en todas las formas del sistema del capital, se deben a la ausencia de esas dos condiciones vitales. Una vez que la importante condición de una planificación sustentable haya sido eliminada objetivamente en el transcurso del desarrollo social actual, la posibilidad de r e s o l v e r las dificultades i n h e r e n t e s a la relación e n t r e las determinaciones del tiempo i n m e d i a t a s y las a l a r g o p l a z o se verá también profundamente afectada. El "cortoplacismo" del capital constituye una característica bien conocida de ese m o d o de reproducción social. Desafortunadamente, las presiones del corto plazo continuarán ejerciendo una influencia desproporcionada en el período de la transición hacia el orden sociorreproductivo alternativo. Sin duda, lo inmediato también tiene su validez relativa y su pretensión a la acción comprometida relativamente justificable. Obviamente, ignoramos esa circunstancia a nuestro propio riesgo. Pero no podemos olvidar—o ignorar, o mucho menos descartar deliberadamente, en pro de la autojustificación, como resulta ser el caso con demasiada frecuencia—la escala de tiempo de inevitable l a r g o p l a z o de las transformaciones, incluso cuando actúan bajo la presión de determinaciones a c o r t o p l a z o . Porque la validez relativa de los intereses inmediatos en cuestión sólo puede ser valorada apropiadamente dentro del marco t r a n s f o r m a d o r más a m p l i o . I n c l u s o si la t e n t a c i ó n a r e n d i r s e a n t e las determinaciones inmediatas fuese considerable, produciría una desviación si los
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intereses inmediatos prevaleciesen a e x p e n s a s de las aspiraciones a largo plazo más vitales. Ello iría en detrimento del objetivo de reestructuración radical escogido y por ende de las oportunidades de éxito de la empresa en su totalidad.También en este particular, por lo tanto, tan sólo el seguimiento consistente de una estrategia global puede mostrar una salida a este dilema bien real. O t r a i m p o r t a n t e cuestión acerca del tiempo atañe d i r e c t a m e n t e a los p r i n c i p i o s o r i e n t a d o r e s d e l s o c i a l i s m o originarios. Como ya se mencionó al comienzo del Capítulo 9, esos principios orientadores incluyen inevitablemente escalas d e t i e m p o d i f e r e n t e s en cuanto a las condiciones de su realización. P o r q u e , c o m p r e n s i b l e m e n t e , algunos de los cambios propugnados resultan factibles considerablemente más temprano que otros. Sin embargo, es bastante obvio que es absolutamente vital estar concientes de t o d o s e l l o s , desde el comienzo mismo, como factor imprescindible para el éxito de la empresa socialista en su totalidad, y mantenerse concientes de su definitiva inseparabilidad a través del proceso de reestructuración radical. El edificio en el que vivimos no puede ser echado abajo. Naturalmente, sabemos muy bien que las "personificaciones del capital"—sean n e o c o n s e r v a d o r a s o n e o l i b e r a l e s — están afanosamente empeñadas en tratar de destruirlo. Cuál será el bando de las determinaciones inevitablemente conflictuales del tiempo histórico que prevalezca dependerá del éxito o el fracaso en la reestructuración. Cualquier intento de ceder ante el bando peligrosamente r e t r ó g r a d o de las personificaciones del capital en forma de otro "compromiso histórico" ficticio, resultaría tan dañino como su propia participación activa en el intento de echar abajo el edificio. Porque tan sólo sobre una base firmemente socialista se podría concebir una solución históricamente viable, que aborde plenamente tanto los antagonismos existentes como los intereses a más l a r g o p l a z o de la supervivencia de la humanidad, sobre la base del compromiso de los individuos con los valores creativamente sustentables. En contraste con los acomodamientos irresponsablemente cortos de vista, tan sólo la apropiada comprensión de la amplia perspectiva histórica, bajo las graves condiciones de la crisis e s t r u c t u r a l del sistema del capital que se hace cada vez más profunda, puede proporcionar el marco de la c o o p e r a c i ó n p r i n c i p i s t a con las fuerzas s o c i a l e s — i n c l u i d a s las fuerzas religiosas p r o g r e s i s t a s — genuinamente interesadas en hallar una salida de la mayor crisis jamás experimentada por la humanidad. Aun cuando haya reveses, como probablemente ocurra, nuestro compromiso con los valores positivos del desarrollo humano está destinado a prevalecer a su debido tiempo por sobre los contravalores destructivos del capital. Lo que imposibilita la solución sustentable de los problemas estrechamente entrelazados de nuestro tiempo d e n t r o del horizonte del orden alternativo hegemónico requerido, no es nuestra fidelidad a los principios socialistas sino toda desviación oportunista de ellos. Para citar a un teólogo de la liberación y
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también gran poeta, Ernesto Cardenal: "Yo pertenezco a ese tipo de sandinismo
que mantiene su c o m p r o m i s o con los principios y los ideales de la r e v o l u c i ó n " . " ' Es ésa la única vía para un futuro sustentable. Es, y lo seguirá siendo, la condición necesaria del éxito, no solamente para los objetivos más fundamentales, sino también de los logros más limitados pero perdurables. 10.2
¿POR QUÉ LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA NO PUEDE FUNCIONAR?
Por lo general la cuestión de la globalización es enfocada en los medios dominantes del orden establecido con típica autocomplacencia. Se proclama simplemente que el glorificado "mercado mundial" p u e d e p r o p o r c i o n a r las respuestas permanentes a nuestros problemas globales fundamentales tanto en el plano económico como en el político. Así el presidente del Banco de Inglaterra, Mervyn King, escribe con comprensible solidaridad de conciencia de clase, en elogio de un libro escrito por el editor asociado del F i n a n c i a l T i m e s de Londres,"^: "Wolf aporta no sólo una devastadora crítica intelectual de los opositores a la globalización, sino además una visión civilizada, sabia y optimista de nuestro futuro político y económico. Es vital que este mensaje sea ampliamente leído y comprendido". Y el juicio laudatorio sobre el mismo libro emitido por Lawrence H. Summers, rector de la Universidad de Harvard, está escrito en el mismo espíritu, aseverando que "El libro de Wolf será la demostración conclusiva de la globalización basada en el mercado". De ese modo el verdadero aspecto de la globalización capitalista es falseado descaradamente como "globalización" pura, o, con parecida tergiversación, como pura "globalización basada en el mercado". Muy por el estilo de los años de ejercicio en el cargo de Gorbachev, cuando el problema real de la capitulación soviética ante la restauración capitalista era camuflado como simplemente la introducción del "mecanismo del mercado" y la feliz adopción de la "eficiencia del mercado", de la misma manera como se supone que haremos caso hoy de los cantos de sirenas para creernos que "el m e r c a d o " , una vez que se haya " g l o b a l i z a d o " del todo, eliminará para siempre los antagonismos hondamente arraigados y las desigualdades definitivamente explosivas del orden establecido del capital. Aunque no haya sido capaz en modo alguno de hacer algo parecido—más bien lo contrario—en sus
''' Ernesto Cardenal, entrevista en Carta Mayor, 25 de enero de 2007. Ver también un libro de otro teólogo de la liberación, Francois Houtart, Délégítimer le capítalisme: Reconstruiré l'espérance, prefacio de Samir Amin, Colophon Editions, Bruselas, 2005. Ver especialmente el Capítulo 4: "La place du croyant dans les luttes sociales", pp. 165194. ^'= Martin Wolf, Why Globalization Works? The Case for the Global Market Economy, Yale University Press, New Haven y Londres, 2004. Las citas de King y Summers fueron tomadas de la contraportada promocional del libro de Martin Wolf.
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trasrmitaciones anteriores. Por consiguiente, es necesario considerar primero la naturaleza y las posibilidades reales del sistema del capital, antes de darle un vistazo más de cerca al tipo de transfiguración "civilizada, sabia y optimista" de los desarrollos actuales que encontramos en el "mensaje vital" y la "demostración conclusiva" altamente publicitadas de Wolf. En verdad la cuestión no es "globalización o no globalización", al igual que nuestro problema no es de la misma clase de la falsa dicotomía "crecimiento o no crecimiento" que se nos presenta con regularidad en la prensa financiera burguesa. Por el contrario, nuestra preocupación real es cuáles t i p o s , dentro de las alternativas que se plantean respecto al desarrollo y el crecimiento integradores globales, son procurados de una manera históricamente sustentable. Porque, de hecho, más de un siglo antes de que los propagandistas de la globalización capitalista hubieran nacido siquiera, ya Marx estaba anticipando la t e n d e n c i a i n e x o r a b l e del desarrollo del capital a la i n t e g r a c i ó n g l o b a l del sistema. Pero él lo estaba haciendo no sólo mucho antes que nadie, sino además c r í t i c a m e n t e , como en verdad había que hacerlo en relación con un tema de esa magnitud y de un impacto tan potencialmente catastrófico. Marx enfocó el punto en abierto contraste con los apologistas contemporáneos de la "globalización" capitalista que siguen la moda de postular el feliz desenlace global sin siquiera evaluar, y mucho menos indicar, una salida del cada vez peor laberinto de antagonismos y contradicciones de nuestro orden existente. La globalización capitalista, tal y como la experimentamos, decididamente ni está trabajando ni p u e d e trabajar para la inmensa mavoría de la humanidad, mas sí favorece en mucho a las fuerzas económicas y políticas dominantes, intensificando así las contradicciones subyacentes. Es ése el verdadero punto que tenemos que abordar de manera tangible tarde o temprano.
10.2.1 La ideología dominante mantiene su control sobre la conciencia popular predicando exitosamente la eterna validez del orden establecido. Según su manera de ver las cosas, el sistema sólo necesita de pequeños cambios secundarios, que encuadrarían perfectamente dentro de su marco estructural de reproducción social ahistórico y eternamente adecuado. En ese discurso todo está completamente al revés. No sólo se distorsiona la verdad, sino que se presenta, para el consumo general, exactamente lo contrario a ella. Porque independientemente de toda la mistificación autojustificadora que intenta representar al capital como un sistema n a t u r a l y e t e r n o , en realidad estamos hablando de un modo de reproducción metabólica social h i s t ó r i c a m e n t e l i m i t a d o y e x c l u s i v a m e n t e a t a d o al t i e m p o . Ése resulta ser el caso por tres razones principales: 1. El imperativo del c r e c i m i e n t o como a u t o e x p a n s i ó n d e l c a p i t a l , sean cuales sean las consecuencias. En otras palabras, la procura irrestricta de la
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2.
3.
acumulación del capital, sin que importe lo dañinas, y hasta definitivamente destructivas, que puedan resultar las obligadas consecuencias. La tendencia del capital a la i n t e g r a c i ó n g l o b a l en el p l a n o e c o n ó m i c o , en abierta contradicción con las obligadas implicaciones de esa tendencia en el p l a n o p o l í t i c o , debido al modus operandi permanente del sistema en forma de d o m i n a c i ó n y s u b o r d i n a c i ó n en todos los respectos, incluido el necesario sometimiento de los e s t a d o s n a c i o n e s más débiles por parte de los más fuertes bajo el dominio del imperialismo moderno. La lógica final— y definitivamente desquiciada—de ese desarrollo es que una "superpotencia" someta para si a t o d a s las demás, con la vana esperanza de hacer valer su propia dominación indisputable como el e s t a d o d e l s i s t e m a d e l capital en general. El círculo vicioso de la c o m p e t e n c i a y el m o n o p o l i o , que prevalece en el s e n t i d o , en ú l t i m a instancia i n s o s t e n i b l e , de convpetencia cjue genera m o n o p o l i o , y al mismo t i e m p o el monopolio (generado de esa manera incontrolable) trae consigo una competencia cada vez más feroz y cada vez más destructiva, en un proceso de determinaciones recíprocas indetenible.
En los tres respectos estamos ante las insuperables d e t e r m i n a c i o n e s internas c o n t r a d i c t o r i a s e n sí mismas del sistema del capital, que se activaron e i n t e n s i f i c a r o n d e u n t o d o en nuestro propio tiempo. Es eso lo que le confiere una e x t r e m a u r g e n c i a a tales t e m a s , que piden el i m p e r a t i v o d e l a s i n t e r v e n c i o n e s r a d i c a l e s a fin de superar las tendencias destructivas. Es importante destacar aquí que la viabilidad histórica del capital se ve seriamente afectada, en sentido negativo, no sólo por los l í m i t e s a b s o l u t o s d e l s i s t e m a sino además por su total incapacidad para admitir la existencia de c u a l q u i e r l í m i t e . Los límites absolutos quedan en evidencia respecto a las siguientes consideraciones: 1.
2.
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El h o r i z o n t e d e l t i e m p o del sistema es necesariamente de c o r t o p l a z o . No puede ser sino de ese modo en vista de las presiones desviadoras de la c o m p e t e n c i a y el m o n o p o l i o v las r e s u l t a n t e s maneras de i m p o n e r la dominación y la subordinación, en pro de la ganancia i n m e d i a t a . Ese horizonte del tiempo es, además, de carácter p o s t festum, capaz de adoptar medidas correctivas solamente después de que el daño ha sido hecho; y aun así dichas medidas correctivas sólo p u e d e n ser introducidas de una forma sumamente limitada. C o m o r e s u l t a d o de las dos d e t e r m i n a c i o n e s a n t e r i o r e s , el sistema es incompatible con toda p l a n i f i c a c i ó n que no se ajuste al sentido miope del t é r m i n o . Ello es así hasta cuando consideramos las empresas gigantes trasnacionales, casi monopólicas. Incluso las corporaciones de mayor tamaño sólo pueden instituir alguna planificación l i m i t a d a p o s t f e s t u m en sus empresas e n p a r t i c u l a r , y eso si acaso, pero no pueden controlar por su cuenta el m e r c a d o g l o b a l de su o p e r a c i ó n , e x c e p t o de una manera
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extremadamente limitada y conflictual/adversarial. La importancia de esa limitación sistémica no puede ser menospreciada, especialmente bajo las circunstancias históricas de la tendencia hoy observable hacia la integración económica global, aunado a sus contradicciones fatales, cuando resultana absolutamente vital la necesidad de una forma practicable de p l a n i f i c a c i ó n global. 4.
La relación entre c a u s a y e f e c t o está estructuralmente viciada en el sistema del capital. Es así porque a las determinaciones causales más profundas del capital no se les permite ser sometidas a un serio examen crítico. En otras palabras, este sistema se impulsa inexorablemente hacia adelante, de manera i n c o n d i c i o n a l y a b s o l u t a m e n t e i n c u e s t i o n a b l e , c o m o c a u s a s u i . En consecuencia, el capital es estructuralmente incapaz de abordar c o m o causas las causas que surgen históricamente.Tiene que funcionar, aun en sus intentos más serios p o r i n t r o d u c i r algunas medidas c o r r e c t i v a s p o s t f e s t u m , respondiendo a los e f e c t o s (buenos o malos) con el amontonamiento de e f e c t o s s o b r e e f e c t o s , p o r lo general en forma de c o n t r a e f e c t o s generadores repetitivos de problemas, en sintonía con las constricciones del horizonte del tiempo extremadamente co^toplacista del orden establecido. En consecuencia, lo que frecuentemente es descrito de manera errónea como " m a n i p u l a c i ó n " reparable, no constituye en la realidad un rasgo f o r t u i t o del sistema del capital más o menos fácilmente corregible. Es una de sus determinaciones f u n d a m e n t a l e s , que sólo puede ser remediada con la adopción de una manera radicalmente diferente de relacionarse con las causas c o m o c a u s a s e s t r u c t u r a l m e n t e s i g n i f i c a t i v a s , en lugar de ocuparse de ellas como e f e c t o s más o menos t r a t a b l e s a r b i t r a r i a m e n t e . Sin embargo, para esa solución alternativa se necesitaría superar las constricciones estructurales del propio capital elevándolas a un orden de producción y reproducción metabólica social más alto. Después de todo, el significado de los i m p e r a t i v o s e s t r u c t u r a l e s es precisamente el de que resulta imposible alterarlos significativamente sin concebir uri m a r c o e s t r u c t u r a l c u a l i t a t i v a m e n t e d i f e r e n t e . En nuestro caso, un marco estructural libre de las obligadas constricciones destructivas del orden establecido. Por el contrario, formarse un concepto del mundo desde la perspectiva del capital continúa siendo una dificultad insalvable, incluso para los grandes pensadores que se identifican con el punto de vista del capital.
5.
El último punto por mencionar es la e t e r n i z a c i ó n arbitraria de un orden de control metabólico social históricamente específico, único en verdad, no sólo sometido a d e t e r m i n a c i o n e s t e m p o r a l e s perfectamente identificables, sino él mismo situado p o r e n c i m a d e la h i s t o r i a y capaz de jugar el papel de último arbitro s o b r e la h i s t o r i a . En el transcurso de los desarrollos capitalistas, hasta el reconocimiento parcial ele la dimensión histórica por parte de los grandes pensadores que se formaron una concepción del mundo desde
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el punto de vista del capital, había de ser abandonado a favor de liquidación irrestricta de la conciencia de} tiempo histórico, como lo hemos visto antes. La singularidad del sistema del capital queda de manifiesto en el imperativo estructural de " c r e c e r i n e x o r a b l e m e n t e o p e r e c e r " . Ningún otro sistema de reproducción metabólica social en toda la historia de la humanidad se ha parecido siquiera remotamente a esa determinación interna —definitivamente problemática— del capital. Una determinación estructural que revela también toda la falacia socialmente interesada de presentar al orden reproductivo del capital como si fuese la r e g l a u n i v e r s a l insuperable, proyectada arbitrariamente hacia atrás en un largo pasado histórico y hacia delante en un futuro capitalista eternizado. Una regla universal decretada arbitrariamente para la que, según el conocido lema de los apologistas del sistema, " n o p u e d e h a b e r n i n g u n a a l t e r n a t i v a " , por supuesto. Lo que convierte en extremadamente problemático a todo ese desarrollo es el hecho de que las determinaciones primordiales del sistema del capital están orientadas, de una manera perversamente invertida, hacia la e x p a n s i ó n d e l c a p i t a l e n sí m i s m o , y sólo coincidencialmente hacia el crecimiento de valores de uso que se correspondan con las necesidades humanas genuinas. Por eso una característica dinámica que representó un avance p o s i t i v o en una fase inicial del desenvolvimiento histórico del capital, por cuanto en ese momento iba de la mano con la satisfacción de la legítima necesidad humana, en nuestros propios tiempos se convierte en una determinación potencialmente muy destructiva. Porque el contradictorio interés de la tendencia autoexpansionista del capital tiene que prevalecer a toda costa y bajo todas las circunstancias, incluso si los valores de uso lucrativos producidos por esa tendencia resultan ser el infernal material bélico del complejo militar-industrial (cuyo único "valor de uso" es la destrucción), capaz de exterminar a toda la humanidad con el armamento de destrucción en masa real del imperialismo hegemónico global. La misma inversión de una característica otrora positiva queda en evidencia en el transcurso de los desarrollos capitalistas también en lo que atañe a la c o m p e t e n c i a , marcada por el papel cada vez más dominante asumido por el m o n o p o l i o , como resultado de las interdeterminaciones crecientemente negativas de un sistema históricamente único. Puesto que no es posible romper el círculo vicioso de la competencia que conduce al monopolio, y el monopolio que termina en competencia aun más feroz, el resultado obligado es la creciente concentración y centralización del capital, y la constitución de empresas cada vez más poderosas— las corporaciones trasnacionales gigantes—que dominan el escenario, sin la menor disminución de su apetito por engullirse a los competidores. Así, el crecimiento, como autoexpansión del capital, se torna en el todopoderoso fin e n sí m i s m o , excluyendo toda consideración del valor inherente a las metas adoptadas en relación con los objetivos humanos genuinos. Muv por el contrario. La ausencia total de una medición apropiadamente humana en la evaluación de la viabilidad a largo
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plazo del proceso de producción y reproducción, y su sustitución por la sola v única consideración de la acumulación del capital como el fin en sí mismo que todo lo domina, le abre la puerta peligrosamente de par en par al avance inexorable del c r e c i m i e n t o c a n c e r o s o , proseguido en el interés de la expansión lucrativa V la promesa de mayores ventajas en la contienda por la dominación cuasimonopólica. Las consecuencias destructivas de esa lógica perversa son de dos clases. P r i m e r o , en el plano económico el imperativo del crecimiento, que tiene que ser seguido aunque asuma la forma de c r e c i m i e n t o c a n c e r o s o , conduce a que se descuide p o r completo la observación de las condiciones elementales de la existencia humana. Eso queda de manifiesto en las prácticas productivas vastamente difundidas que ponen en peligro directo incluso al s u s t r a t o n a t u r a l de la vida humana en el largo plazo: una grave preocupación generalmente expresada con referencia a la d e s t r u c c i ó n a m b i e n t a l . " ' No debería haber ninguna duda al respecto: ésta constituye una c o n d i c i ó n a b s o l u t a de la reproducción social sustentable, aunque el hecho de que se le ignore insensiblemente, en total sintonía con el h o r i z o n t e d e l t i e m p o i n c u r a b l e m e n t e c o r t o p l a c i s t a del capital, lo n i e g u e con los a r g u m e n t o s d e c i d i d a m e n t e g r o t e s c o s de la evasión y la racionalización aunadas a las correspondientes medidas prácticas peligrosas."'* El s e g u n d o aspecto vital del c r e c i m i e n t o canceroso s u b o r d i n a d o al imperativo definitivamente destructivo de la incontrolable expansión del capital, v el concomitante círculo vicioso del monopolio y la competencia, queda en evidencia en el plano político/militar. Porque la tendencia a la dominación monopólica no puede nunca ver colmadas sus aspiraciones globales. Incluso las corporaciones trasnacionales más poderosas no logran alcanzar más que una posición cuasi-monopólica, v no omniabarcamentemente monopólica, en el orden
global. Por supuesto, esto no constituve razón para la confianza y el regocijo. La peligrosa dimensión destructiva de la tendencia misma no se ve disminuida por una limitación de esa naturaleza. Lejos de ello. La limitación en cuestión sólo significa que hay que intensificar la lucha por la dominación global, en conformidad con el éxito relativo de las empresas trasnacionales gigantes en su propio país v en el e s c e n a r i o i n t e r n a c i o n a l . En c o n s e c u e n c i a los e s t a d o s de los países -"^^ Vengo estudiando esos problemas desde 1971. Ver la sección "Capitalismo y destrucción ecológica", en mi conferencia del Isaac Deutscher Memorial La necesidad del control social, dictada en la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de Londres en enero de 1971, publicada por primera vez en volumen por separado por The Merlin Press en Londres, 1971 y reimpresa en la Parte Cuatro de mi libro Más allá del capital, pp. 1007-1035. 334 Ygj g¡ penetrante estudio de John Bellamy Foster, Marx's Ecology, Monthly Review Press, 2000. Ver también el impactante libro de Joel Novel, The Enemy of Nature: The End of Capitalism or the End of the World?, Fenwood Publisihing Ltd., Nova Scotia, y ZED Books Ltd., Londres y Nueva York, 2002.
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ímperialistamente dominantes tienen que entrar a escena d i r e c t a m e n t e , apoyando con todos los medios a su disposición a sus empresas nacionales/trasnacionales gigantes en sus confrontaciones con sus rivales. Así que la cuestión del "complejo militar-industrial" no queda restringida a las determinaciones inmensamente despilfarradoras de la p r o d u c c i ó n militarista. Asume también una forma m i l i t a r / p o l í t i c a directa, como lo demuestran las vicisitudes del imperialismo en el siglo XX (y, de acuerdo con la tendencia hoy prevaleciente, más peligrosamente aún en el siglo XXI). La nueva fase de i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o g l o b a l , con los Estados Unidos como su fuerza avasalladoramente d o m i n a n t e , " ' indica una atemorizante intensificación de los peligros. No simplemente como asunto de "política de una gran potencia" ocasional y alterable sino, lo que resulta mucho más i m p o r t a n t e , como la manifestación de una d e t e r m i n a c i ó n s i s t é m i c a fundamental en la presente fase del desarrollo histórico del capital, que exige ser atendida urgentemente en su piano adecuado. Naturalmente, todas esas tendencias están estrechamente entrelazadas en las determinaciones más profundas de un sistema históricamente único. La conveniente negación de su carácter histórico tiene su explicación en el deseo de perpetuar los todopoderosos intereses explotadores del orden dominante a los que se puede dar fácilmente su explicación racional gracias a los postulados de la "sola y única" e t e r n i z a c i ó n viable del sistema reproductivo. Sin embargo la incómoda verdad es que el capital es absolutamente incapaz de reconocer sus propios límites, incluso si la interrogante que hay que formular es la de cómo remediar de una manera humanamente sustentable las fatales contradicciones y peligros de su crecimiento incontrolable. Tal consideración resulta del todo inadmisible porque la relación con el crecimiento constituye el círculo vicioso definitivo del sistema. Y es que el capital conduce al c r e c i m i e n t o , de una manera absolutizada/incontrolable, y al mismo tiempo es c o n d u c i d o a toda costa por el crecimiento, como condición de su propia supervivencia en última instancia insustentable. Hoy los apologistas del sistema o bien niegan descaradamente que haya algún problema serio debido a la modalidad de crecimiento prevaleciente, que exigiría restricciones racionales, o bien participan de las fantasías conservadoras de los "límites del crecimiento" que analizamos en el Capítulo 9. En este último caso dan por descontadas las perniciosas determinaciones del capital y presentan
'•" Sin duda, esa dominación —sin importar cuan implacablemente impuesta en la actualidad —no puede ser mantenida de manera indefinida. Es necesario subrayar no sólo el peligroso carácter de la dominación norteamericana, sino también su inestabilidad histórica y su fracaso final. En su debida oportunidad, los complejos problemas alojados en ¡as raíces de esas determinaciones tienen que ser resueltos a fin de eliminar dicha inestabilidad, o si no la tendencia hacia una afirmación cada vez más agresiva de los dictados de los Estados Unidos podría conducir a la destrucción de la humanidad.
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quiméricamente la imposición de un orden social aun más inicuo que el presente como si se tratase de un "correctivo". Es imposible hallarle soluciones viables a ninguno de los problemas a los que nos enfrentamos en el terreno del capital, si no estamos plenamente concientes de las determinaciones históricas y las correspondientes constricciones históricas del sistema, en contraste con todas las teorías que apuntan a la eternización de hasta sus rasgos más problemáticos y ciertamente destructivos. Es importante también tener en mente que la determinacionalidad de ese modo de reproducción metabólica social es simultáneamente e p o c a l — e n el sentido de que abarca en su totalidad su tiempo de vida de siglos de duración—y característico de una fase e s p e c í f i c a de su desarrollo. Las dos cosas pueden ser totalmente distintas, no en sentido absoluto sino precisamente en su significación por el tipo de acción que se tiene que emprender a fin de afrontar, con alguna oportunidad de éxito, los propios problemas identificados. Para p o n e r un ejemplo crucial, la p r o s e c u c i ó n de un c r e c i m i e n t o ultimadamente incontrolable fue s i e m p r e una característica fundamental del capital como asunto de profunda determinación sistémica. Sin este modo de control metabólico social único no podría haber conquistado el escenario histórico como realmente hizo. Más aún, el carácter intensamente p r o b l e m á t i c o del crecimiento orientado hacia la acumulación del capital no fue un agregado tardío más o menos accidental. Fue, desde el inicio mismo del sistema, inseparable de la naturaleza del capital como la vía más dinámica de controlar el orden de la reproducción metabólica social conocida por los seres humanos en la historia hasta alcanzar la madurez del sistema, para culminar en el punto del tiempo en que llegó al final de su fase de desarrollo ascendente, Y es aquí donde la segunda dimensión más específica de la temporalidad histórica del capital se vuelve decididamente relevante. Porque la m i s m a c a r a c t e r í s t i c a s i s t é m i c a del crecimiento inexorable, hondamente arraigada en la propia naturaleza del capital desde el momento de su constitución, a través de la alienación y la expropiación del trabajo, como un sistema de control que es cada vez más omniabarcante, se convierte en determinada fase del desarrollo histórico del capital en una determinación potencialmente muy devastadora. Es la especificidad histórica de esa amenazadora fase histórica del presente la que nos impone la tarea de la revaluación radical de la cuestión del crecimiento. N o en el sentido de la seudoalternativa ineteresada de " c r e c i m i e n t o o no crecimiento", que dejaría intactas las monstruosas iniquidades de nuestro mundo social, o las haría peores que nunca. El crecimiento tiene que ser revaluado movilizando exitosamente los recursos materiales v humanos de un movimiento de masas radical que reoriente en la práctica nuestras prácticas de producción para la realización de los tan necesitados objetivos socialmente legitimados. Eso resultaría inconcebible sin poner bajo control racional las fuerzas destructivas inseparables de las modalidades hoy prevalecientes del crecimiento como expansión del capital.
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10.2.2 La exitosa conquista del planeta por el capital fue debida p r i m o r d i a l m e n t e a su d i n á m i c a i n t e r n a , aunque la ventaja militar de algunos países dominantes— en especial Inglaterra y Francia—jugó un papel adicional significativo durante la primera etapa del imperialismo: la c o n s t r u c c i ó n i n i c i a l d e u n i m p e r i o c o l o n i a l m o d e r n o . Lo que aseguró la penetración global del capital y su impacto de largo alcance sobre los territorios conquistados con una base permanente fue precisamente la incomparable dinámica transformadora del sistema. Porque era transferible a las áreas conquistadas colonialmente de una forma alterada en sus características pero todavía dinámica: como corolarios económicos e s t r u c t u r a l m e n t e s u b o r d i n a d o s pero i n t e r n a m e n t e e x p a n s i b l e s de los países "madre patria" o "metropolitanos". Ese tipo de dinámica como fuente primordial del éxito permanente del capital estaba en abierto contraste con las conquistas militares anteriores, que tarde o temprano "se quedaban sin gasolina" en ausencia de ese poder. Significó también que el costo despilfarrador del control militar de los territorios coloniales pudiese ser incomparablemente menor en términos relativos bajo el dominio del capital que en los antiguos imperios coloniales, ya que durante un tiempo muy prolongado algunas de las funciones de control fundamentales las cumplía con suma efectividad la "mano invisible" del sistema del capital apropiadamente trasplantada. La fuente principal del avance global del capital fue la gran diferencia entre la estructura d e m a n d o material del capital y su estructura d e m a n d o p o l í t i c a , con la forzosa p r i m a c í a d e la primera a todo lo largo de la fase a s c e n d e n t e del desarrollo del sistema. Por eso podía insistir elocuentemente Adam Smith en la necesidad de mantener a los políticos (v al estado) fuera de los asuntos del desarrollo económico. Sin embargo, luego de concluida la fase ascendente las cosas se tornaron mucho más complicadas y problemáticas, y necesitaron de una participación cada vez más directa del estado capitalista en el fomento de las aspiraciones imperialistas de los países dominantes, la segunda etapa del imperialismo, la redistributiva,"*" en la que contendieron de manera antagónica una cantidad de grandes potencias en pro de sus corporaciones cuasimonopólicas, incluso bajo la forma de guerras mundiales masivamente d e s t r u c t i v a s . N a t u r a l m e n t e , ¡la t e r c e r a etapa del imperialismo, característica de nuestro propio tiempo—a saber, el i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o g l o b a l , con los Estados Unidos como su fuerza avasalladoramente d o m i n a n t e — n o sólo es s u m a m e n t e p r o b l e m á t i c a sino además t o t a l m e n t e insustentable, en vista de los peligros suicidas que la abruman.'"
™ Bautizada por Lenin como "la etapa superior del capitalismo". 337 Ver el estudio de esos problemas en el Capítulo 4, en especial la Sección 4.2, "La fase potencialmente más letal del imperialismo"
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La estructura de mando dual por separado pero con estrecha interconexión r e p r e s e n t ó durante largo tiempo una gran ventaja en el desenvolvimiento y consolidación global del sistema del capital. Porque la adopción interiorizada de la estructura de mando material del capital en los territorios coloniales trajo consigo la condición, propicia para una mayor expansión a escala global, de que algunas de las funciones más importantes del control metabólico social no tuviesen que ser impuestas por la fuerza de las armas de un p o d e r p o l í t i c o y m i l i t a r f o r á n e o h o s t i l , sino que pudiesen nacer (con el estímulo de alguna intervención política/ militar, por supuesto) del suelo material local. Naturalmente, esa clase de desarrollo fue posible porque las clases dominantes locales desempeñaron un papel muy activo en pro de sus intereses en el proceso de transformación metabólico social interno. Sin embargo, el fin de la ascensión histórica del capital hizo necesario que la estructura de mando política omniabarcante del sistema asumiera un papel todavía mayor. Al mismo tiempo, el estado capitalista ya no podía cumplir realmente ese papel sin recurrir a un empleo de la violencia cada vez más despilfarrador. También, en los países dominados colonialmente esa determinación regresiva terminó en la articulación de movimientos políticos anticoloniales y, muv significativamente, entre ellos uno enormemente poblado, la India. Y aunque las clases dominantes locales—incluidas las de la India—estaban muy lejos de querer instituir un c a m b i o d e s i s t e m a en el p e r í o d o p o s b é l i c o del " n e o i m p e r i a l i s m o " , no obstante i n t r o d u j e r o n algunas complicaciones en última instancia insolubles en el funcionamiento global del sistema del capital. El hecho de que las fuerzas capitalistas más reaccionarias en nuestro tiempo estén presionando, más o menos abiertamente, por la r e c o l o n i z a c i ó n d e l m u n d o — v o c i f e r a n d o hipócritamente en contra del "pandemonio étnico", el "eje del mal", los "estados fracasados","* y demás, cuando entonan sus alabanzas a la futura variedad pretendidamente "comprensiva" del i m p e r i a l i s m o l i b e r a l — n o hace más que subrayar el punto. I n e v i t a b l e m e n t e , con el fin de la ascensión histórica del capital las contradicciones y los antagonismos del sistema en su conjunto—tanto en los países dominantes "metropolitanos" como en los territorios coloniales—se agudizan, y exigen la r e v e r s i ó n del patrón original del desarrollo expansionista. Porque en la fase ascendente—desde el tiempo de Enrique VIII a los comienzos del siglo XIX— el papel de la intervención política directa muestra una t e n d e n c i a a d i s m i n u i r , en tanto que después del final de la fase ascendiente muestra una t e n d e n c i a a ''* Martin Wolf no constituye ninguna excepción en la sustancia reaccionaria, aunque su lenguaje es más diplomático. Adoptando con gazmoño servilismo el concepto presuntamente autojustificativo de "la comunidad global" —en cuyo nombre los Estados Unidos y sus "solícitos aliados" cometen constantemente las más brutales violaciones de los derechos humanos elementales —Wolf insiste, previsiblemente, en que "la comunidad global también necesita de la capacidad y la voluntad de intervenir allí donde los estados hayan fracasado por completo". Martin Wolf, Why Globalization Works? The Case for the Global Market Economy, p. 320.
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c r e c e r c a d a v e z m á s . Ese tipo de desarrollo alcanza el punto del más agresivo manejo de las g u e r r a s i m p e r i a l i s t a s g l o b a l e s , en el plano i n t e r n a c i o n a l , y el c o n t r o l b u r o c r á t i c o estatal de los asuntos cada vez más extremado, en el plano i n t e r n o . Así, a la "mano invisible" se le jubila sin contemplaciones, y tan sólo su mito utilizado cínicamente es perpetuado por la ideología dominante con propósito mistificador, en contraste con Adam Smith, quien realmente creía en el poder insuperable de la "mano invisible". Bajo las nuevas circunstancias, la estructura de mando material por separado del capital ya no podía seguirle ofreciendo el alcance suficiente a las clases dominantes de los países dominados coloniálmente para prolongar su desarrollo e c o n ó m i c o y su c o n t r o l relativamente a u t ó n o m o . Fue así p o r q u e la nueva competencia internacional salvaje por la conquista militar exclusivista y el control directo de los territorios coloniales la descartó decididamente durante la segunda etapa del imperialismo, la redistributiva. De esa forma los a n t a g o n i s m o s e n t r e e s t a d o s siempre latentes en el sistema del capital se vieron plenamente activados e intensificados, y se volvieron claramente insolubles, a pesar de la participación absolutamente irresponsable de los estados dominantes en aventuras militares extremas, como las dos guerras mundiales del siglo XX. N a t u r a l m e n t e , esa contradicción se agudizó aim más bajo las condiciones del imperialismo hegemónico global, cuando apareció en la agenda la r e c o l o n i z a c i ó n d e s n u d a del mundo, con la complicación añadida de que ese plan no le podía ser impuesto al resto del mundo simplemente por los medios militares a la mano, en vista de la naturaleza decididamente suicida de una potencial tercera guerra global. Es aquí donde la incapacidad del capital para crear el e s t a d o d e l s i s t e m a d e l c a p i t a l e n s í afirma su límite insuperable. Ciento cincuenta años de imperialismo m o d e r n o no p u d i e r o n lograr nada que significara tan sólo la disminución de los antagonismos entre los estados del sistema del capital, por no mencionar su eliminación ilusoria y apologéticamente propagandizada. Por el contrario, no consiguieron más que intensificarlos, hasta el punto de que para poder apaciguarlos se hizo realmente necesario apelar a confrontaciones militares cada vez mayores. Una típica tergiversación propagandística de ese problema se da en el libro de Martin Wolf, puesto por las nubes por quienes comparten los intereses creados del autor de ¿Por q u é f u n c i o n a la g l o b a l i z a c i ó n ? Lo elogian no sólo como "una visión civilizada, sabia y optimista de nuestro futuro económico y político", sino hasta como "un análisis definitivo".'^' Porque Wolf presenta este tipo de explicación "optimista" de los desarrollos en marcha: ''' Kenneth Rogoff, principal economista del FMI y profesor de la Universidad de Harvard, utiliza la frase en la contraportada promocional del libro de Wolf. Certificó sus impecables credenciales del establishment como duro adversario incluso de John Stiglitz. Ver el recuento que hace Stiglitz de su enconada confrontación en el post scriptum a la edición de Penguin de su libro Globalization and its Discontents.
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todas las grandes potencias han abandonado la idea atávica de que la prosperidad proviene de las ganancias y pillajes territoriales y no del desarrollo económico interno y el intercambio pacifico. Uno de los rasgos más sorprendentes de la actual guerra contra el terrorismo es c^ue todas las grandes potencias del inundo están del mismo lado."° Así que se espera que creamos que el imperialismo existió porque algunas grandes potencias se dejaron cautivar una vez por una " i d e a a t á v i c a " que felizmente hoy ha sido remitida para siempre al pasado, porque se han convertido a la idea del "desarrollo económico interno y el intercambio pacífico". Y la prueba de ese "análisis definitivo civilizado, sabio y optimista constituye el ridículo n o n s e q u i t u r de que las grandes potencias del mundo se encuentren en el mismo bando en la "guerra contra el terrorismo". Un n o n - s e q u i t u r conclusivo merecedor de la hipótesis de la "idea atávica". Gracias a tal "análisis definitivo", de ahora en adelante podemos vivir felices para siempre, sin que nos perturbe siquiera la sombra de un pensamiento sobre la rivalidad imperialista y la dominación explotadora de los países más débiles. ¿Pero y qué acerca de estos últimos? ¡Porque la leyenda imperialistamente servil de Wolf no habla sino de "las grandes potencias del mundo"! La incómoda verdad del asunto es que a la globalización capitalista no le es posible funcionar si no logra c r e a r e l e s t a d o d e l s i s t e m a d e l c a p i t a l e n sí. Pero para poder hacerlo sería necesario superar radicalmente las contradicciones y antagonismos arraigados en la destructiva historia del desarrollo imperialista. Sin embargo, las contradicciones internas s i s t é m i c a s — y los inevitables antagonismos entre los estados que son su resultado—se afirman por la fuerza incluso del modo en que están las cosas actualmente. Más aún, se ven gravemente complicadas por la circunstancia de que la insuperable limitación material respecto al c a r á c t e r finito de nuestros r e c u r s o s p l a n e t a r i o s — q u e en el pasado más remoto era solamente l a t e n t e — s e está haciendo hoy no sólo flagrantemente obvia, aunque los estados más poderosos, sobre t o d o los Estados Unidos, la nieguen y \a ignoren irresponsablemente, sino cada vez más a g u d a . En consecuencia, ahora tenemos que habérnoslas realistamente con una i n t e n s i f i c a c i ó n potencial antes jamás imaginable de los antagonismos imperialistas, en lugar de remitirlos ilusamente al pasado. Porque esta vez el asunto no está solamente en la rivalidad concerniente a la dominación colonial de algunos países más débiles, sino simultáneamente también en la competencia c a p i t a l i s t a m e n t e i n s o l u b l e y potencialmente catastrófica en torno a nuestros recursos plantarios finitos. A fin de persuadirnos de cerremos los ojos ante las perturbadoras tendencias del desarrollo c o n t e m p o r á n e o , los apologistas del imperialismo nos ofrecen diagnósticos errados y soluciones totalmente irreales. No constituye ninguna sorpresa, por lo tanto, que Wolf argumente de esta manera: Wolf, op. cit., p. 309.
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Consideremos el mayor obstáculo para una distribución más pareja de la prosperidad global y la provisión de bienes públicos globales esenciales. Ese obstáculo no lo constituye ni la integración económica global ni las compañías trasnacionales, como alega la crítica, sino la multiplicidad de soberanías independientes."' Y agrega, por añadidura, que "decididamente la fuente más importante de la desigualdad y la pobreza persistente la constituye el hecho de que la humanidad está e n c e r r a d a e n a l r e d e d o r d e d o s c i e n t o s países distintos". ^*^ Wolf insiste obsesivamente en que "la principal explicación" de nuestros problemas "es la f r a g m e n t a c i ó n p o l í t i c a d e l mundo".'*' Por lo tanto, como era de esperar, se pronuncia en contra de la única posibilidad positiva de la Organización Mundial del C o m e r c i o , m a n i f e s t a d a en C a n c ú n , d i c i e n d o q u e " i n t r o d u c e en las negociaciones u n gran n ú m e r o d e p e q u e ñ o s países, con insignificante impacto en el mundo del comercio y les concede un p o d e r d e s p r o p o r c i o n a d o " . " * Naturalmente, Wolf está a favor de la concentración de la toma de decisiones real en las "grandes potencias mundiales", como ya hemos visto. Para justificar esa opinión no vacila en negar incluso lo obvio—es decir, que las grandes corporaciones trasnacionales, predominantemente bajo el control de los Estados Unidos de N o r t e a m é r i c a , son compañías n a c i o n a l e s — " d e m o s t r a n d o " su ofuscadora declaración propagandista con la ayuda de otro n o n - s e q u i t u r absurdo: "En la mayoría de las industrias modernas—incluidas las de servicios—las compañías más grandes n o s o n n a c i o n a l e s . ¿Acaso una fábrica Toyota en los Estados Unidos es más o menos norteamericana que una fábrica General Motors en China?"'** La respuesta real es, por supuesto, que la pregunta carece por completo de sentido p o r q u e las fábricas Toyota son en todas p a r t e s n a c i o n a l e s / t r a s n a c i o n a l e s j a p o n e s a s , al igual que las fábricas General Motors son nacionales/trasnacionales n o r t e a m e r i c a n a s , donde quiera que puedan estar ubicadas, China incluida. La culminación del razonamiento propagandista de Wolf a favor de "las grandes potencias mundiales que no volverán a ser atávicas" resulta igualmente revelador. Y dice así: Si nos preguntamos además cuál sería el mecanismo más poderoso para asegurarnos de que las fuerzas de la convergencia económica aplasten a las de la divergencia, la respuesta tiene que ser la integración jurisdiccional (... ) si el compromiso de proteger la prosperidad y permitir que el capital se mueva libremente fuese creíble en todas partes, el movimiento de capital hacia los países pobres se incrementaría muchísimo,Y de nuevo, si la gente se pudiese trasladar libremente de los países pobres y fracasantes a los más ricos, la desigualdad global y la pobreza extrema con certeza decaerían sustancialmente."'' '« Ibid. p. 313. ^^ rbíd. p. 316. ^«Ibid. p. 317. '" Ibid. p. 319. «= Ibid. p. 311. ""• Ibid. p. 315.
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Así, la "integración jurisdiccional"—es decir, el firme control estatal imperialista del mundo entero por un puñado de grandes potencias—constituye la solución decretada para nuestros problemas y antagonismos cada vez más graves. Y los remedios milagrosos ni siquiera terminan allí. Porque el pasaje citado prosigue: Podemos hasta ir más lejos. Imaginémosnos la integración jurisdiccional no sólo en el sentido de la Unidad Europea contemporánea, sino en el sentido de un estado federal contemporáneo, digamos los Estados Unidos. Imaginemos que los Estados Unidos no fuese uno de los países del mundo, sino se hubiese convertido en una federación global que ofrece derechos de igualdad en las votaciones para todos. Entonces fluirían recursos mucho mayores a las regiones más pobres de ese mundo imaginario que incluiría a los Estados Unidos, para financiar la infraestructura, la educación, la salud y la maquinaria de la ley y el orden. Eso no sería sorprendente. Sabemos muy bien que un país gasta el dinero en quienes tienen voz política. ¿Pero p o r qué no imaginarnos t a m b i é n , p o r sobre t o d o s esos logros imaginarios, que generosamente n o s c a e maná d e l cielo? Porque eso quizá solucionaría hasta el último problema faltante. A saber, que a pesar de la aseveración totalmente infundada de Wolf, los "derechos de igualdad en las votaciones" actualmente existentes están muy lejos de poderles garantizar una "voz política" apropiada a los votantes en nuestras democracias liberales, incluso si suponemos que ellas reparten los beneficios de libre flujo señalados por el autor. Muchos millones de pensionados ingleses, por ejemplo, que tienen los mismos derechos de votación política que otros ciudadanos ingleses, han estado tratando por décadas de obtener la paridad en los aumentos de su pensión anual, de acuerdo con lo que se concede a los sueldos promedio. Pero se han tropezado con el más firme rechazo de su demanda por parte de los gobiernos capitalistas del país, sean conservadores o laboristas (y no sólo del "Nuevo Laborismo"). En el mundo de Wolf se espera que todas las dificultades serán superadas gracias a la virtudes de un m e r c a d o m u n d i a l ficticiamente equitativo—en la realidad dominado por el imperio—desoyendo por completo a las críticas. Así, se nos dice que "Las críticas les permiten a los proteccionistas pretender que ellos benefician a los pobres del mundo cuando en verdad los están privando de la oportunidad de ganarse la vida en los m e r c a d o s mundiales".'*^ No importa el hecho de que la inmensa mayoría de la humanidad no pudo durante siglos ganarse la vida decentemente en el mercado mundial realmente existente. Lo único que sí importa es que estemos de acuerdo con la "visión civilizada, sabia v optimista" de Martin Wolf, jurisdiccionalmente mejorada y que según la cual el proceso de globalizacion capitalista en marcha opera en beneficio de todos. En caso de que algunas personas sigan teniendo dudas en sentido contrario, Wolf las vuelve trizas
'*' Ibid. p. 319.
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con el argumento definitivo, aparentemente irrefutable, de! último párrafo del libro, donde vocifera en contra del "retorno de todos los clichés anticapitalistas, c o m o si n o h u b i e s e o c u r r i d o n u n c a el d e r r u m b e d e l c o m u n i s m o soviético".^*^ Porque, obviamente, Martin Wolf nunca en su vida pudo prestarle la menor atención a la sostenida y profundamente comprometida crítica socialista al tipo soviético de desarrollo. En realidad el "mensaje vital" y el "análisis definitivo" de Wolf constituye un transparente ejercicio de propaganda en plena sintonía con los intereses creados más retrógrados. El respaldo total que Kenneth Rogoff le da a su libro en la contraportada ilustra también el contraste con Joseph Stiglitz, ex Director del Consejo de Asesores Económicos del presidente Clinton v antiguo economista principal del Banco Mundial. ¿Pero hasta dónde podemos estar de acuerdo con la visión de la globalización que tiene Stiglitz, indudablemente menos inocentona, como lo indica el titulo de su libro? Sin duda, en G l o b a l i z a t i o n a n d its D i s c o n t e n t s (La globalización y sus disconformes) hay varias críticas parciales, que podemos compartir con el autor, sobre los mecanismos de control económicos y políticos de la globalización actual que interfieren negativamente, en especial su relación del papel del Fondo Monetario Internacional. De manera similar, en si siguiente libro, T h e R o a r i n g N i n e t i e s (Los locos años noventa), su crítica del comportamiento fraudulento de algunas corporaciones trasnacionales gigantes es firme y clara. Sin embargo, como es propio de quien fuese el principal asesor económico de Bill Clinton, su enfoque se mantiene siempre atado a las presuposiciones y conclusiones de la globalización capitalista, si bien a él le hubiese gustado ver al proceso implementado con un "rostro más humano". Así, al final su crítica culmina en retórica—quizá bien i n t e n c i o n a d a — e n lugar de en p r o p u e s t a s tangibles para un cambio significativo material y estructuralmente garantizado. Podemos apreciar la retórica bien intencionada y las obvias limitaciones del enfoque de Stiglitz en un pasaje típico de su libro, en el que invoca la "globalización democrática": Pero globalización democrática significa que esas decisiones deben ser tomadas con la plena participación de todos los pueblos del mundo. Nuestro sistema de gobemanza global sin gobierno global sólo puede funcionar si existe una aceptación de la multilateralidad. Desafortunadamente, el año pasado ha sido testigo de un aumento en la unilateralidad por parte del gobierno del país más rico y más poderoso del mundo. Si la globalización va a funcionar, eso también debe cambiar. **' Como podemos ver, lo que Stiglitz propugna está lleno de "si" y "debe", pero en cambio no hay ninguna indicación de " c ó m o " se pueden alcanzar los objetivos deseados. No tiene caso hablar de " g l o b a l i z a c i ó n d e m o c r á t i c a " a menos que se analice sustantivamente cómo se puede alcanzar realmente esa alternativa al Ibid. p. 320. Joseph Stiglitz, Globalization and Its Discontents, p. 274.
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proceso de globalización en marcha, autoritario y dominado por el imperialismo. Desafortunada, pero en modo alguno sorpresivamente, en el recuento de Stiglitz se supone que la palabra "democrática" va a ser capaz de resolver el problema, eliminando la necesidad de explicar el penosamente difícil "¿cómo?". Encontramos la misma retórica bien intencionada v al mismo tiempo la evasión de temas sustantivos difíciles en T h e R o a r i n g N i n e t i e s , cuyo subtítulo es "Why We're Paying the Price for the Greediest Decade in History" (Por qué estamos pagando el precio de la década más codiciosa de la historia). De nuevo hay abundancia de buenas intenciones. Pero he aquí hasta donde éstas alcanzan: Tal vez la próxima administración norteamericana evite las trampas en las que han caído los Estados Unidos. Tal vez la próxima administración tendrá más éxito en el procesamiento de las necesidades a largo plazo de Norteamérica y el mundo. Al menos, tal vez los ciudadanos del resto del mundo sean menos propensos a dejarse llevar por los mitos que tanto han guiado a las ideas acerca de la economía política a lo largo de los años recientes. Tal vez Norteamérica v Europa, juntas, v el mundo desarrollado v el subdesarroUado, puedan forjar una forma de democracia global nueva, y un nuevo conjunto de políticas económicas: que garanticen una prosperidad recién encontrada que será compartida por t o d o s los ciudadanos del mundo.*'" Así que se nos brinda la esperanza infundada del "tal vez" no una sino cuatro veces. Pero absolutamente sin nada que la respalde. Por eso la proyección de una "forma de democracia global nueva" (¿acaso hemos tenido alguna vez una forma de democracia global vieja?) que se supone garantizará "una prosperidad recién encontrada" para "todos los ciudadanos del mundo", sigue siendo nada más un desiderátum piadoso, en carencia total de algún análisis acerca de qué es lo que podría convertirlo en realidad. Porque Stiglitz n u n c a tiene la intención de considerar, ni mucho menos afrontar combativamente, los e n o r m e s i m p e d i m e n t o s e s t r u c t u r a l e s que militan en contra de la realización de las alternativas necesarias e h i s t ó r i c a m e n t e viables. Las d e t e r m i n a c i o n e s e s t r u c t u r a l e s de importancia fundamental del orden dominante son s i s t e m á t i c a m e n t e e l u d i d a s . Stiglitz jamás critica la n a t u r a l e z a y el m a r c o c a p i t a l i s t a s de la globalización en marcha. Sólo le preocupa su " a d m i n i s t r a c i ó n " , y espera que el correctivo para rectificar la "mala a d m i n i s t r a c i ó n " que se critica provenga de una forma de administración capitalista más comprensiva y menos "codiciosa", de su propio tipo, sin ninguna clase de necesidad de algún c a m b i o e s t r u c t u r a l en el orden social establecido. Resulta comprensible, entonces, que las recomendaciones de políticas de Stiglitz sean totalmente anémicas, por decirlo con suavidad. En su evaluación general de T h e R o a r i n g N i n e t i e s escribe: Si tuviese que precisar un sólo v único mensaje en este libro sería: se necesita que haya un equilibrio entre el papel del gobierno v el del mercado. Un país Joseph Stiglitz, The Roaring Nineties, Penguin Boolcs, 2004, p. 346.
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puede padecer tanto por sub-regulación como por sobre-regulación, y tanto por inversión pública demasiado pequeña como por excesivo gasto público; el gobierno puede ayudar a estabilizar la economía—pero las políticas maldiseñadas pueden hacer que empeoren las fluctuaciones, (...) Esta comprensión más amplia significa que los países d e b e r í a n sentir una m a y o r l i b e r t a d en su escogencia d e políticas e c o n ó m i c a s . " ' A menudo escuchamos decir que se debe establecer un e q u i l i b r i o apropiado entre el papel del gobierno y el del mercado, pero es en vano. Porque por lo general se pasan por alto las d e t e r m i n a c i o n e s c a u s a l e s subyacentes y los fuertes i m p e d i m e n t o s e s t r u c t u r a l e s que tienden a actuar en contra de ello. Sin embargo, aunque los ítems enumerados en la lista de Stiglitz están "equilibrados", como él dice que habría que equilibrarlos, ¿de qué manera resolvería eso en lo más mínimo cualquiera de los graves problemas estructurales de nuestro mundo, por no mencionar ia creación de "una p r o s p e r i d a d r e c i é n e n c o n t r a d a que será compartida por t o d o s l o s c i u d a d a n o s d e l mundo"? ¿Y qué haríamos con la recomendación política final de que "los p a í s e s d e b e r í a n s e n t i r u n a m a y o r l i b e r t a d e n su e s c o g e n c i a d e p o l í t i c a s e c o n ó m i c a s " ? ¿Qué pasa si ellos lo hacen pero fracasan s i s t e m á t i c a m e n t e en convertir ese sentimiento en realidad, debido a los enormes i m p e d i m e n t o s e s t r u c t u r a l e s del sistema del capital que simplemente no existen en los libros de Stiglitz? Con frecuencia se le elogia como el " s u p r e m o c o n o c e d o r desde a d e n t r o " , que ciertamente es. El problema está, no obstante, en que a pesar de sus buenas intenciones su posición de conocedor desde adentro lo convierte en cautivo de la perspectiva—en última instancia sumamente dudosa—del "adentro" estructuralmente atrincherado pero históricamente insustentable. En conclusión, nuestro problema no está en la necesidad de una globalización, la cual es innegable, sino en el fracaso sistemático de la globalización capitalista debido a los antagonismos destructivos generados e intensificados bajo el orden existente. Porque aun en el punto más favorable del ascenso histórico del capital ese modo de reproducción metabólica social—como resultado de sus determinaciones estructurales adversariales más profundas, que ninguna "administración capitalista comprensiva" podría alterar-—necesariamente sería incapaz de introducir en términos globales un nivel de igualdad mínimamente tolerable. Ahora bien, hasta el apologista Wolf tiene que aceptar que, en caso de que las tendencias actuales se mantengan, tanto la diferencia absoluta como las brechas relativas en los niveles de vida de los países más ricos y los más pobres del mundo continuarán haciéndose mayores. Hoy esa relación es aproximadamente de setenta y cinco a u n o . Hace un siglo era como de diez a u n o . Dentro de cincuenta años podría llegar fácilmente a
Joseph Stiglitz, ibid., p. XIV. Martin Wolf, op., cit. p. 314.
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Por lo tanto el problema real es la e m a n c i p a c i ó n humana y las condiciones necesarias para su realización, y no la"globalización basada en el mercado". Esperar que la solución de n u e s t r o s asuntos más candentes de la explotación y la dominación de clases estructuralmente atrincheradas nos venga de un m e r c a d o m u n d i a l supuestamente beneficioso fue siempre absurdo, si no un descarado embuste cínico. Nunca hubo una realidad que se correspondiese con eso, p o r q u e — lejos de ser imparcial—el mercado mundial estuvo d o m i n a d o i m p e r i a l i s t a m e n t e desde sus inicios y lo ha seguido estando a partir de allí. Desde el comienzo m i s m o e s t u v o c o n s t i t u i d o p o r un c o n j u n t o de r e l a c i o n e s d e p o d e r absolutamente inicuas, que siempre trabajaron a favor del más fuerte y del control implacable—de ser necesario incluso bajo la represión militar más brutal—de los participantes más débiles. En el pasado fue posible posponer muchos problemas gracias a la productiva a c u m u l a c i ó n d e l c a p i t a l relativamente libre de problemas, si bien característicamente inflada por la ideología dominante y su promesa de "un pastel cada vez más grande para todos" en el futuro. En nuestro tiempo, sin embargo, bajo las condiciones de crisis e s t r u c t u r a l del sistema del capital, tenemos que enfrentar también la profunda crisis de la acumulación del capital. Ésta afecta profundamente hasta al país capitalista más poderoso, los Estados Unidos, con implicaciones de largo alcance para el resto del mundo. La crisis de la acumulación del capital acarrea por todas partes la dominación aventurera de la forma más parasitaria del c a p i t a l financiero, dedicado afanosamente a la construcción de castillos de arena a orillas del mar, con sus pretensiones de una sólida globalización. Ni tampoco d e b e m o s olvidar la necesidad f u n d a m e n t a l de una e c o n o m í a g e n u i n a administrada racionalmente que nazca de las limitaciones de nuestro planeta finito, y de frente contra el irresponsable despilfarro de la administración del capital establecida durante tan largo tiempo. Además, las destructivas determinaciones internas del imperialismo hegemónico global agravan en mucho esos problemas, y le presentan al hegemón único avasalladoramente dominante la "solución última", no sólo en términos de la acumulación sin fin del capital, sino también llevándose la parte del león de los recursos planetarios rnediante el empleo de la violencia militar extrema, aunque hacerlo presagie la total destrucción de la humanidad. Tener en mente todos esos problemas, como deberíamos, nos permitirá hacernos una buena idea de la magnitud de la tarea histórica. La globalización capitalista nunca funcionó de una manera sustentable v jamás podrá hacerlo. La única a l t e r n a t i v a h e g e m ó n i c a v i a b l e tendría que ser un orden socioeconómico y político radicalmente distinto. Ese orden tendría que estar basado en una relación muy diferente con la naturaleza misma, con demandas de energía y recursos de materia prima, al igual que de necesidades agrícolas, cualitativamente diferentes; una relación respetuosa de los requerimientos objetivos del proceso de la reproducción históricamente sustentable en nuestro hogar
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planetario. Un orden que solamente podría prevalecer si se le instituye y se le mantiene sobre la base de relaciones s u s t a n t i v a m e n t e e q u i t a t i v a s , tanto e n l o interno—poniéndole fin a la adversariedad de clases v con ello liberando inmensos recursos humanos, hoy completamente desperdiciados—como e n l o i n t e r n a c i o n a l , con respecto a la adopción de r e l a c i o n e s d e g e n u i n a c o o p e r a c i ó n e n t r e l o s e s t a d o s . Pero la institución de cualquiera de las características definitorias de un orden de esa naturaleza resulta inconcebible dentro del marco irreparablemente explotador de la globalización capitalista, aunque se le libere imaginariamente de sus "perturbaciones administrativas". 10.3
LA CRISIS ESTRUCTURAL DE LA POLITICA^^^
10.3.1
SÍNTOMAS DE UNA CRISIS FUNDAMENTAL
Es necesario subrayar aquí los desarrollos sumamente inquietantes—y que ciertamente amenazan al mundo entero—en el campo de la política y la justicia. Quiero mencionar al respecto que hace nada menos veintitrés años que me enteré personalmente en Paraiba de las dolorosas circunstancias de los explosivos disturbios por la comida. Veinte años después, para la época de la campaña electoral del presidente Lula, leí que él había anunciado que la parte más importante de su estrategia futura era su determinación de ponerle fin en el país al grave mal social del hambre. Era obvio que las dos décadas transcurridas desde aquellos disturbios dramáticos en Paraiba no bastaron para solucionar ese problema crónico. Todavía hoy, se me ha dicho, las mejoras son muy modestas en Brasil. Más aún, las sombrías estadísticas de las Naciones Unidas constantemente ponen de relieve que el mismo problema persiste, con consecuencias devastadoras, en muchas partes del mundo. Y es así a pesar del hecho de que las fuerzas productivas a la disposición de la humanidad en la actualidad podrían relegar para siempre al pasado el fracaso social hov totalmente inexcusable del hambre v la desnutrición. Sería tentador atribuirle esas dificultades, como sucede con frecuencia en el discurso político tradicional, a las contingencias políticas más o menos fácilmente corregibles, y proponer a partir de ello el correctivo, mediante cambios de personal en la próxima oportunidad electoral adecuada y estrictamente bien disciplinada. Pero esa constituiría la acostumbrada evasión y no una explicación plausible. Porque la persistencia pertinaz de los problemas sobre el tapete, con todas sus penosas consecuencias humanas, apuntan hacia conexiones m u c h o más h o n d a m e n t e arraigadas. Indican alguna fuerza de inercia aparentemente incontrolable que parece ser capaz de convertir, con deprimente frecuencia, hasta a las "buenas intenciones" •'^•' Las Secciones 10.3.1 y 10.3.2 fueron leídas en Maceió, Brasil, el 4 de mayo de 2006, en la conferencia de apertura del 13° Congreso Nacional de los Magistrados de Justicia del Trabajo y 30° Aniversario de su Asociación. La conferencia se publicó por primera vez en inglés en Monthly Review, septiembre de 2006, pp. 34-53.
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de los manifiestos políticos prometedores en el pavimento del camino al infierno, en palabras del inmortal Dante. Por lo tanto el desafío es encarar las causas y las determinaciones estructurales subyacentes que tienden a descarrilar por la fuerza de la inercia muchos programas políticos ideados para intervenir con correctivos, si bien los autores de esos programas admiten desde el principio que el estado de cosas existente resulta insostenible. Consideremos unos cuantos ejemplos impactantes que demuestran con claridad no sólo que hay algo que afecta peligrosamente la manera como regulamos nuestros intercambios sociales sino, peor que eso, también la circunstancia agravante de que la tendencia observable es a la intensificación de los peligros hasta el punto del no retorno. Hace seis años ya escribí, para una conferencia pública que dicté en Atenas en octubre de 1999, que Con toda probabilidad la forma final de amenazar al adversario en el futuro—la nueva "diplomacia de las cañoneras" ejercida desde el "aire patentado"—será el chantaje nuclear. Pero su objetivo seria similar a los del pasado, puesto que su modalidad prevista no podría más que subrayar la absurda insostenibilidad del intento de imponerles de esa manera la racionalidad última del capital a las partes reacias del mundo.'"* En estos seis años esas prácticas de hacer política potencialmente letales del imperialismo hegemónico global se habían convertido no sólo en una posibilidad general, sino en parte integrante de la "concepción estratégica" del gobierno norteamericano, abiertamente admitida como neoconservadora.Y la situación hasta ha empeorado hoy día. En las recientes semanas, en relación con Irán,^" hemos entrado en la verdadera etapa de planificación de un curso de acción que podría amenazar no sólo al propio Irán, sino también a la humanidad entera, con un desastre nuclear. El recurso cínico de costumbre empleado al hacer públicas esas amenazas es "ni lo confirmamos ni lo negamos". Pero nadie debería dejarse engañar por semejante clase de tretas. De hecho, ese peligro bien real recientemente materializado del desastre nuclear fue lo que indujo a un grupo de distinguidos físicos norteamericanos, entre ellos cinco laureados con el Premio Nobel, a escribir una carta abierta en protesta contra el presidente Bush en la que afirmaban que Resulta gravemente irresponsable por parte de los Estados Unidos, como la mayor superpotencia, considerar cursos de acción que eventualmente podrían conducir a la destrucción general de la vida en el planeta. Instamos a la administración a anunciar públicamente que está retirando de las opciones puestas sobre la mesa la opción nuclear, para el caso de todos los adversarios no nucleares, presentes o '^^ The Alternative to Capital's Social Order: Socialism or Barbarism, Bagchi & Co., Kolkata 2001, p. 39; en la edición de Monthly Review Press, p. 40. ''' "Seymour Hersh reporta que una opción implicaría el empleo de un arma nuclear táctica antibunker, como la B61-11, para garantizar la destrucción de la principal planta centrífuga de Irán, en Natanz". Sarah Baxter, "Gunning for Iran", The Sunday Times, 9 de abril de 2006.
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futuros, e instamos al pueblo norteamericano a hacer oír sus voces en esta materia.'"" ¿Están las instituciones políticas legítimas de nuestras sociedades en posición de corregir incluso las posiciones más peligrosas interviniendo democráticamente en los procesos de toma de decisiones actuales, como el discurso político tradicional insiste en asegurarnos, a pesar de toda la evidencia de lo contrario?Tan sólo los más optimistas—y rematadamente ingenuos—podrían afirmar y creer sinceramente que en verdad vivimos en semejante situación feliz. Porque en los años recientes las principales potencias occidentales se han lanzado, sin impedimento alguno, a guerras devastadoras empleando artilugios autoritarios—como la "prerrogativa ejecutiva" y la "Prerrogativa Real"^^^—sin consultar a sus pueblos acerca de esa importantísima materia, apartando a un lado sin contemplaciones el marco del derecho internacional y los órganos de toma de decisiones apropiados en las Naciones Unidas. Los Estados Unidos se atribuyen el derecho moral de actuar como les venga en gana, cada vez que les venga en gana, incluso hasta el punto de emplear armamento nuclear—no sólo preventivamente sino también disuasiv a m e n t e — contra cualquier país que les plazca, en la oportunidad en que así lo decreten sus pregonados "intereses estratégicos". Y todo ello lo hacen los Estados Unidos como los presuntos adalides y guardianes de "la democracia v la libertad", servilmente acompañados y apoyados en sus acciones ilegales por nuestras "grandes democracias". Hubo una vez en que el acronimo MAD—"Mutually Assured Destruction" fue utilizado para describir el estado de confrontación nuclear existente. Ahora que los "neo-conservadores" no pueden continuar pretendiendo que los Estados Unidos (y Occidente en general) están amenazados por la aniquilación nuclear, el acronimo se ha convertido en literal MADNESS [demencia], como la "legítima
'*• Esa carta, fechada 17 de abril de 2006, junto con las direcciones de correo electrónico de los prominentes firmantes, se puede leer en htpp;//www.globalresearch.ca. La iniciativa del 17 de abril de 2006 estuvo precedida en el otoño de 2005 de una petición firmada por más de 1800 físicos, que repudiaban las nuevas políticas de armamento nuclear de los Estados Unidos que incluyen el uso preventivo de armas nucleares en contra de adversarios no nucleares. ^'' John Pilger fustigó con razón al Primer Ministro Tony Blair a ese respecto. Escribió que "Blair ha demostrado su apetencia de poder absoluto con su abuso de la Prerrogativa Real, que utilizó para pasar por sobre el Parlamento e ir a la guerra". E! artículo de Pilger del cual se cita este pasaje fue publicado en el New Statesman del 17 de abril de 2006. Cabría agregar también que artilugios como la "Prerrogativa Real", y los de sus equivalentes igualmente problemáticos en otras constituciones, han sido inventados todos precisamente con el propósito de abusar de ellos, como cláusulas de escape autoritarias y autolegitimadoras que arbitrariamente puedan declarar sin lugar las demandas democráticas bajo circunstancias difíciles, en lugar de ampliar los poderes de la toma de decisiones democrática, como sería el caso en situaciones de crisis importantes. N. del T. literalmente "Destrucción Mutuamente Asegurada", organismo ficticio ideado para crear un juego de palabras que se pierde en la traducción: remite a "mad", demente.
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o r i e n t a c i ó n p o l í t i c a " d e la insania m i l i t a r / p o l í t i c a i n s t i t u c i o n a l i z a d a . Ello es e n p a r t e la c o n s e c u e n c i a d e las d e c e p c i o n e s n e o c o n s e r v a d o r a s c o n la g u e r r a en Irak. Porque los neoconservadores norteamericanos tenían la esperanza de que la invasión a Irak desencadenaría un efecto dominó a todo lo ancho de la región, con el pueblo de Irán y otros estados ricos en petróleo levantándose para exigir libertades y democracia al estilo occidental. Desafortunadamente, todo salió al revés, al menos en Irán.*'* P e r o i n c l u s o el a s u n t o
es m u c h o p e o r , p o r q u e t o d o u n s i s t e m a
de
"pensamiento estratégico" atrincherado y afirmado institucionalmente, con centro en el p r o p i o P e n t á g o n o , a c e c h a t r a s b a s t i d o r e s . Es e s o lo q u e h a c e a la n u e v a M A D N E S S t a n p e l i g r o s a p a r a el r e s t o del m u n d o , i n c l u i d o s los E s t a d o s U n i d o s , c u v o s p e o r e s e n e m i g o s son p r e c i s a m e n t e esos " p e n s a d o r e s e s t r a t é g i c o s " . Lo p o d e m o s v e r c o n m u c h a c l a r i d a d e n u n l i b r o p u b l i c a d o en 2 0 0 4 p o r T h o m a s P. B a r n e t t , ^ ' ' r e s e ñ a d o e n M o n t h l y R e v i e w p o r R i c h a r d P e e t . P a r a citar a Peet: El 11 de septiembre de 2001 fue un regalo maravilloso, dice Barnett, por retorcido y cruel que pueda sonar. La historia in\ itó a los Estados Unidos a despertar de la década soñada de los 90 e i m p o n e r l e reglas nuevas al m u n d o . El enemigo no es ni la religión (el Islam) ni algún lugar, sino la condición de d e s c o n e x i ó n . En este mundo estar desconectado es estar aislado, desposeído, reprimido e inculto. Para Barnett esos síntomas de desconexión definen al peligro. Para decirlo en términos sencillos, si un país no participase de la g l o b a l i z a c i ó n , o rechazase la mayor parte de su caudal de contenido cultural, lo más probable es que los Estados Unidos terminara enviando sus tropas allá, (...) La visión estratégica de los Estados Unidos necesitaba enfocarse en "hacer crecer el número de estados que reconocen un conjunto estable de reglas respecto a la guerra y la paz"—es decir, las condiciones bajo las cuales resulta razonable librar una guerra contra enemigos de " n u e s t r o o r d e n c o l e c t i v o " identificables. Para lograr que esa comunidad crezca basta simplemente con identificar la diferencia entre regímenes buenos v malos v animar a los malos a cambiar el rumbo. Los Estados Unidos, piensa, tienen la responsabilidad de emplear su t r e m e n d o p o d e r para convertir a la g l o b a l i z a c i ó n en v e r d a d e r a m e n t e g l o b a l . De no ser así partes de la humanidad quedarán condenadas al estatus de outsiders, que eventualmente las definiría c o m o e n e m i g a s . Y una vez que los Estados Unidos haya i d e n t i f i c a d o a esos e n e m i g o s , invariablemente les hará la guerra, desatando la m u e r t e y la d e s t r u c c i ó n . Eso no es asimilación forzosa, alega Barnett, ni ampliación del imperio; es por el contrario e x p a n s i ó n d e la libertad.^"" [Las negritas son mías, N. del A.) E v i d e n t e m e n t e , esa "visión" está al b o r d e de la insania. Sus i m p l i c a c i o n e s b r u t a l e s están e x p l i c a d a s en una e n t r e v i s t a q u e B a r n e t t le c o n c e d i ó a la r e v i s t a
358 Qgi artículo de Sarah Baxter en el Sunday Times antes citado. " ' Thomas P.M. Barnett, autor de The Pentagon's N e w Map: War and Peace in the Twenty-First Century (Nueva York: G.P. Puttnam's Sons, 2004, 320 páginas). ''•'' Richard Peer, "Perpetual War for a Lasting Peace", Monthly Review, enero de 2005, p p . 55-56.
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István ^Aészaros: E.[ desafío y la carga del tiempo histórico
Esquire: "¿Qué significa a la larga este enfoque para nuestra nación y para el mundo? Voy a ser muy claro: los muchachos nunca van a volver a casa. Norteamérica no va a salir del Medio Oriente hasta que el Medio Oriente no se una al resto del mundo. Es asi de sencillo. Sin salida significa sin estrategia de salida". En verdad, difícilmente se puede ser más claro de lo que fue Barnett aquí y en su libro. De esa manera podemos ver la gratuita idealización de las presunciones absurdas del " t r e m e n d o poder" de los Estados Unidos y la c o r r e s p o n d i e n t e proyección de la "globalización" como descarada dominación norteamericana, reconociendo abiertamente que sus medios son "la muerte y la destrucción". Y si alguien pudiese pensar que Barnett es un chupatintas insignificante se alarmaría muchísimo al enterarse de la realidad. Porque Barnett es investigador estratégico de elevado rango académico de la U.S. Naval War College en Newport, Rhodes Island, y un "hombre de visión" en la Oficina de Transformación de Fuerzas adjunta a la Secretaría de la Defensa, Está catalogado de "hombre de visión" al que además se le escucha v se le hace caso, con toda seriedad. Lamentablemente, los estrados más altos del "pensamiento estratégico" en los Estados Unidos están poblados de "hombres de visión" semejantes, decididos a poner ellos también sus adoquines, no de buenas sino de las más agresivas malas intenciones, para pavimentar el camino al infierno de Dante. Porque el gran poeta italiano jamás sugirió que el camino al infierno del que habló estuviese pavimentado exclusivamente de buenas intenciones. Según uno de esos peligrosos "hombres de visión", Max Boot, quien es destacado miembro del plantel del prestigioso Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos Toda nación que se decida a ejercer una política imperial experimentará unos cuantos reveses. El ejército inglés sufrió a lo largo de las guerritas de la reina Victoria varias derrotas importantes con miles de bajas, en la primera guerra afgana (1842) y en la guerra contra los zulúes (1879). Eso no amortiguó apreciablemente la determinación de los ingleses de defender y expandir el imperio; les desató la sed de venganza. Si los norteamericanos no son capaces de adoptar una actitud igualmente sanguinaria, entonces no tienen nada que buscar asumiendo una política imperial. "•' En esa clase de "visión estratégica" agresiva se nos presenta la abierta idealización de la construcción del imperio británico, incluidos sus aspectos más brutales. Se recomienda cínicamente, en nombre de la difusión de "la democracia y la libertad", la adopción sin reservas de la violencia colonial del pasado como modelo para construir hoy el imperio estadounidense.
^" Max Boot, Savage Wars of Peace ("Las guerras salvajes de la paz", título tomado de La carga del hombre blanco, de Rudyard Kipling), citado en "The Failure of Empire", reseña del mes de los editores de Monthly Review, enero de 2005, p. 7.
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Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
Lo que vuelve particularmente perturbador a todo esto es que, en todo cuanto tiene que ver con los aspectos de mayor importancia—algunos de los cuales pueden resultar en la destrucción de la humanidad—nos encontramos, en los niveles más altos de la toma de decisiones políticas de los Estados Unidos, con un consenso decididamente maligno, a pesar de los periódicos rituales electorales para la presidencia, y también para el congreso y el senado, que se supone ofrecen alternativas reales. Sin embargo, las pretendidas diferencias en esos aspectos vitales, son, por lo general, eso: tan sólo presuntas diferencias. Como lo comenté en diciembre de 2002, mucho antes de la invasión a Irak El presidente demócrata Clinton adoptó las mismas políticas de su sucesor republicano, aunque de una forma más camuflada. En cuanto al candidato presidencia] demócrata, Al Gore, acaba de declarar que él apoyaba sin reservas la planeada guerra contra Irak, porque dicha guerra no significaba un "cambio de régimen" sino apenas "desarmar a un régimen que posee armas de destrucción en masa"."' Además, no deberíamos olvidar que el primer presidente de los Estados Unidos que bombardeó Afganistán no fue otro que el tantas veces absurdamente idealizado Bill Clinton. Nada tiene de sorprendente, entonces, que el sucesor de Al Gore como candidato presidencial demócrata, el senador John Kerry, se apresurase a declarar en la última campaña electoral, haciéndose eco de las palabras de su oponente republicano George W. Bush, que "los norteamericanos difieren acerca de si debimos y cómo debimos haber ido a la guerra. Pero ahora resultaría impensable una retirada en desorden dejando atrás una sociedad sumida en conflictos y dominada por los radicales". Resulta comprensible, entonces, que el distinguido escritor y crítico norteamericano Gore Vidal describiese la política estadounidense, con acre ironía, como un s i s t e m a d e un s o l o p a r t i d o c o n d o s alas d e r e c h a s . Desafortunadamente, los Estados Unidos no es de ninguna manera el único país que habría que caracterizar en esos términos. Existen muchos otros en los que también las funciones de la toma de decisiones políticas están monopolizadas por disposiciones institucionales conceptuales autolegimitadoras muv similares, con una diferencia entre ellas insignificantemente pequeña (si acaso la hay), a pesar de los cambios ocasionales de personal en el nivel más alto. Por limitaciones de tiempo, me limitaré en este particular a la consideración de un caso notorio, el Reino Unido, o Inglaterra. Ese país en p a r t i c u l a r — q u e se autopromociona tradicionalmente como la "madre patria de la democracia" en virtud del documento histórico de la "Carta Magna"—bajo el gobierno de Tony Blair califica sin duda para la dudosa distinción de "sistema de un solo partido con dos alas derechas", al igual que el poderoso estado norteamericano. La guerra de Irak recibió el visto bueno en el Parlamento inglés tanto de parte del Partido Conservador como del "Nuevo Edición en Boitempo (Sao Paulo) de O seculo XXI, socialismo ou barbarie, p. 10.
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Istváh Mészáros: El desafio yja car¿á del tiempo histórico
Laborismo", con la ayuda de manipulaciones y violaciones legales más o menos obvias. Así, hoy podemos leer que Las transcripciones de evidencias que el procurador general, lord Goldsmith, le proporcionó en privado a una investigación oficial, sugieren que la opiniónjurídica crucial sobre la legalidad de la guerra que le fue presentada alParlamento en su nombre, la escribieron para él dos de los aliados máscercanos deTony Blair. (...) El anterior secretario de asuntos exteriores Robín Cook dijo anoche que aunque él había renunciado la víspera del inicio de la guerra, nunca escuchó a Lord Goldsmith hacer la defensa lega! en el gabinete."Ahora pienso que él nunca escribió formalmente una segunda opinión", le dijo a The Guardian"."'* Naturalmente, las subsiguientes revelación v condena públicas de esas prácticas por destacados expertos legales, en relación con "la guerra ilegal de Bush y Blair"^'* no establece ninguna diferencia. Porque los intereses creados del imperialismo hegemónico global—al que el sistema consensual político de una potencia imperialista antiguamente de envergadura sirve sin titubeos y humillantemente— tiene que prevalecer a toda costa. Las consecuencias de esa manera de regular los intercambios sociales y políticos son de largo alcance. En verdad, pueden tener implicaciones devastadoras para las pretendidas credenciales democráticas de todo el sistema del derecho. Tres casos importantes bastarán para ilustrar el punto. El primero tiene que ver con la alarma generada por un escritor famoso, John Mortimer, que en el pasado fue un partidario apasionado del Partido Laborista inglés, y en modo alguno una figura socialmente radical. Sin embargo, a la luz de los recientes desarrollos legales y políticos, y en particular a causa de la abolición de la salvaguarda legal crucialmente importante del h a b e a s c o r p u s , sintió la necesidad de protestar con igual pasión v escribió en un artículo de prensa que ahora ha surgido el horrible hecho de que la idea de "modernización" del Nuevo Laborismo es forzarnos a regresar a antes de la Carta Magna y la Declaración de los Derechos, aquellos días oscuros de cuando no habíamos logrado la presunción de la inocencia. (.,.)Tonv Blair parece estar a favor de las condenas sumarias aplicadas por la policía sin necesidad de juicio en un gran número de casos. De ese modo se echan por la borda siglos de la constitución de la que nos sentimos tan orgullosos."* El segundo caso muestra cómo les responde el gobierno inglés a las severas críticas que le hacen incluso los órganos de mayor altura del sistema judicial; con
"^ "Trancripts show N° 10 hand in war legal advice". The Guardian, 24 de febrero de 2005. Cabe mencionar aquí a título de aclaratoria que la primera opinión de lord Goldmith fue muy escéptica en torno a la legalidad de ia guerra prevista. 364 Ygj. Philippe Sands, Lawless World: America and the Making and Breaking of Global Rules, Allen Lane, Penguin Books, Londres 2005, 324 páginas. ''^ John Mortimer, "I cannot believe that a Labour Government would be so ready to destroy our law, our freedom of speech and our civil liberties", The Mail on Sunday, 2 de octubre de 2005.
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István Mésza'ros: El desafío y la car^a del tiempo histórico
el rechazo autoritario. Como fue puesto en claro recientemente: "un juez del tribunal superior tildó ayer de 'afrenta a la justicia' al sistema de órdenes de control contra los sospechosos de terrorismo que tiene el gobierno, y dictamino que violaba la ley de derechos humanos. (...) El Ministerio del Interior rechazó el dictamen del tribunal"."*' En cuanto al tercer caso, éste apunta a un tema de suma importancia legislativa: la autoridad del propio parlamento, bajo la amenaza de la "Lev de Reforma" del gobierno neolaborista. Para citar a John Pilger: La Ley de Reforma de Leyes y Reglamentos va pasó su segunda revisión parlamentaria sin despertar el interés de la mayoría de los parlamentarios laboristas y los periodistas que cubren el área jurídica; sin embargo su intención es definitivamente totalitaria. (...) Implica que el gobierno podrá cambiar en secreto el Acta Parlamentaria y la constitución y las leves podrán ser abolidas por decreto desde Downing Street. La nueva ley marca el fin de la verdadera democracia parlamentaria; en su efecto resulta tan significativa como el abandono por parte del congreso estadounidense de la Declaración de los Derechos, ocurrido el año pasado. *'" Asi, la manipulación y la violación del derecho interno e internacional, en pro de justificar lo injustificable, acarrea peligros considerables incluso para los requerimientos constitucionales elementales. Los cambios negativos—que sacan parte de la revisión y salvaguardas legales vitales fuera del marco legal y político de sus "aliados"—no pueden ser limitados al contexto internacional (impuesto por los Estados Unidos). Tienden a socavar la constitucionalidad en general, con consecuencias incontrolables para la operación del sistema legal interno de los "aliados v o l u n t a r i o s " , s u b v i r t i e n d o sus t r a d i c i o n e s legales y políticas. La arbitrariedad v el autoritarismo se pueden salir de control como resultado de esos cambios altamente irresponsables que no tienen reparos en causar estragos incluso en la constitución establecida. El debate actual en Japón nos brinda un caso notorio en este particular: Se ha suscitado una grave situación en la que las fuerzas políticas adversas a la revisión constitucional están realmente contendiendo entre ellas para redactar una nueva constitución. El "provecto de la nueva constitución" del PDL [el Partido Democrático Liberal, por largo tiempo en el poder] (...) elimina el segundo párrafo del Artículo 9 de la constitución v agrega una provisión que le permite a Japón "mantener una autodefensa militar" que tendría la tarea de realizar "actividades coordinadas internacionalmente que garanticen la paz y la seguridad de la comunidad internacional", abriendo así la vía que le permita al Japón utilizar la fuerza militar fuera de sus fronteras. Contiene también una cláusula para restringir derechos humanos fundamentales en nombre del "interés público y el orden púbhco", lo que equivale a negar la constitucionalidad.También resulta grave que.
"Terror Law an affront to justice". The Guardian, 13 de abril de 2006. "John Pilger sees freedom die quietly". New Statesman, 17 de abril de 2006.
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Istyan^Mészáros^l^esafjb y la carga^eTtjgrnpo^ histórico
además, el proyecto de constitución del PDL facilite que se le hagan nuevas enmiendas a la constitución, al reducir el requerimiento para la introducción de enmiendas por parte de la Asamblea Legislativa, de la presente mayoría de dos tercios a apenas una mayoría simple de la totalidad de los miembros de cada cámara."* El propósito inmediato de esos cambios es, obviamente, hacer que el pueblo japonés se convierta voluntariamente en carne de cañón de las guerras actuales y futuras del imperialismo norteamericano. ¿Pero puede alguien ofrecer seguridades y garantías—dejando de lado la dolorosa evidencia de las aventuras imperialistas del Japón en el pasado, junto a su historia sumamente represiva en lo interno—de que no habrá otras consecuencias a la larga?"' Mientras tanto, hay tantos problemas clamando por soluciones genuinas que bien podrían estar a nuestro alcance. Algunos de ellos han estado con nosotros por varias décadas, imponiéndoles penurias y sacrificios terribles a millones de personas. Colombia constituye un ejemplo ostensible. Durante cuarenta años las fuerzas opresoras—internas y externas, dominadas por los Estados Unidos—han tratado sin éxito de sofocar la lucha del pueblo colombiano. Los intentos de lograr un arreglo negociado—"con la participación de todos los g r u p o s sociales, sin excepción, a fin de reconciliar la familia colombiana",""en palabras del líder de las PARC—se han visto frustrados sistemáticamente. Como lo escribió Manuel Marulanda Vélez en una carta abierta dirigida recientemente a un candidato presidencial: Ningíin gobierno, liberal o conservador, le ha dado una solución política efectiva al conflicto social armado. Las negociaciones han sido utilizadas con el propósito de no cambiar nada, de manera que todo siga igual. Todos los planes políticos de los gobiernos emplearon la constitución v las leyes como una barrera, para asegurarse de que todo continuase como siempre."' Así, cuando los intereses sociales dominantes lo deciden, la "constitucionalidad" y las reglas del "consenso democrático" son utilizadas en Colombia (y en todas partes) cómo cínicas artimañas para evadir y posponer para siempre la
** Japan Press Weekly, Número Especial, marzo de 2006, p. 26. '">' Como lo advirtió Kazuo Siiii recientemente: "¿Cómo fue que el Japón tomó la senda equivocada del expansionismo territorial? Para las naciones víctimas, esa fue la historia de la pérdida de su tierra natal en la humillación y la devastación. Reconocer ese hecho no tiene nada de masoquista. Si el Japón tiene el valor suficiente para darle cara a su pasado histórico con honestidad y reconocer su mal proceder, se puede ganar la confianza de las demás naciones del Asia, y el pueblo japonés podrá afrontar el futuro con confianza. De lo contrario, hacerse de la vista gorda con las fechorías del pasado lo llevará a cometer los mismos errores otra vez". Japan Press Weekly, 2 de septiembre de 2006, pp. 9-10. ™ ' Manuel Marulanda Vélez, "Carta enviada pelo lider histórico das FARC da Colombia a Alvaro Leyva, candidato as EleiCoes Presidénciais marcadas para 24 de Maio de 2006", abril de 2006. 3"! Ibid.
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Istva'n Mészáros: El desafio y la carga del tiempo histórico
solución incluso de los asuntos más candentes, sin i m p o r t a r lo inmensa que pueda ser la escala de los sufrimientos que se le impongan al pueblo como resultado. Y, dentro de la misma tónica, en un contexto social diferente pero bajo el mismo tipo de determinaciones estructurales profundamente encajadas, se ignoran hasta las violaciones de la constitucionalidad establecida más flagrantes y abiertamente admitidas, a pesar de la periódica mera retórica ritual consagrada a la necesidad de respetar los requerimientos constitucionales. En ese sentido, cuando el Comité del Congreso de los Estados Unidos investigó el "escándalo del Irangate de los c o n t r a s " y concluyó que la administración Reagan era r e s p o n s a b l e de " s u b v e r t i r la ley y socavar la c o n s t i t u c i ó n " , no se hizo absolutamente nada para condenar, y mucho menos destituir, al presidente culpable. Y aun cuando se trate de otro tipo de caso—como lo vimos en la determinación gubernamental del PDL en el poder de subvertir la constitución japonesa—cada vez que las cláusulas constitucionales originales parezcan ser obstáculos para lanzarse a nuevas aventuras militares peligrosas, los intereses sociales y políticos del pais impondrán un nuevo marco legal cuya función principal sea liquidar las salvaguardas democráticas alguna vez proclamadas, y c o n v e r t i r lo que a n t e r i o r m e n t e se d e c r e t a b a c o m o ilegal en "legalidad constitucional" arbitrariamente institucionalizada. Y tampoco deberíamos olvidar lo que ha venido sucediendo en un sentido muy adverso, v en su tendencia peligrosamente autoritario, con la constitucionalidad de Inglaterra y los Estados Unidos durante estos últimos años. Como ya lo indiqué al comienzo, no le podemos atribuir los problemas crónicos de nuestros intercambios sociales a contingencias políticas más o menos fácilmente corregibles. Hay demasiado en juego, y disponemos de muy escaso tiempo histórico para corregir de manera sustentable en lo social los sufrimientos tan obvios de las clases sociales estructuralmente subordinadas. La interrogante del ¿ p o r q u é ? — r e f e r i d a a los aspectos sustantivos v no simplemente a ¡os eventuales fracasos de tipo personal (aunque estos puedan resultar muy graves, como lo son los casos frecuentemente puestos a la luz de la corrupción política ampliamente difundida)—no puede ser eludida indefinidamente. Es necesario investigar las causas sociales y las determinaciones estructurales hondamente plantadas en la raíz de las tendencias negativas que perturban la política y el derecho, si queremos explicar su tenaz persistencia v su empeoramiento en el tiempo presente. Quiero ahora abordar esa interrogante del porqué.
10.3.2
LA NATURALEZA DE LA CRISIS ESTRUCTURAL DEL CAPITAL
En este respecto es necesario aclarar las diferencias relevantes entre los t i p o s o m o d a l i d a d e s de la crisis. Tiene mucha importancia determinar si una crisis en la esfera social puede ser considerada como crisis p e r i ó d i c a / c o y u n t u r a l , o si se trata de algo mucho más fundamental. Porque, es obvio, la manera de manejarse
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Istvan Mésza'ros: El desafio y la carga del tiempo histórico
ante una crisis fundamental .no se puede idear en términos de las categorías de las crisis periódicas o covunturales. Para adelantar uno de los puntos principales de esta conferencia, en lo que atañe a la política la diferencia crucial entre los dos tipos de crisis abiertamente c o n t r a s t a n t e s en c u e s t i ó n es que las crisis p e r i ó d i c a s o c o v u n t u r a l e s en desenvolvimiento se resuelven con mavor o menor éxito dentro de un marco político dado, en tanto que la crisis fundamental afecta al propio marco en su totalidad. En otras palabras, en relación con sistema socioeconómico y político dado estamos hablando de la diferencia vital entre las crisis más o menos frecuentes e n la política, en contraposición con la crisis d e la modalidad establecida de la propia política, con requerimientos cualitativamente diferentes para su posible solución. Es esa segunda modalidad la que nos preocupa hoy día. En términos generales, esa distinción no es cuestión simplemente de la aparente gravedad de los tipos de crisis contrastantes. Porque una crisis periódica o covuntural puede ser dramáticamente grave—como resultó ser la "gran crisis económica mundial de 1929-1933"—pero a la vez capaz de admitir una solución dentro de los parámetros del sistema establecido. Malinterpretar la gravedad de una crisis covuntural dada como si se tratase de una crisis sistémica fundamental, como lo hicieron Stalin y sus asesores en medio de la "gran crisis económica m u n d i a l de 1 9 2 9 - 1 9 3 3 " c o n d u c e i n d e f e c t i b l e m e n t e a a d o p t a r estrategias equivocadas y en verdad voluntaristas, como la de declarar que la "socialdemocracia" era el enemigo principal a comienzos de la década de los 30, que no podía más que fortalecer, como trágicamente hizo, el poder de Hitler. Y igual m a n e r a , p e r o en sentido o p u e s t o , el carácter "no explosivo" de una crisis estructural prolongada, en contraste con las "tempestades" (Marx) mediante las cuales las crisis covunturales periódicas pueden descargarse y resolverse, también puede conducir a estrategias mal concebidas en lo fundamental, como resultado de la interpretación errónea de la ausencia de "tempestades", como si esa ausencia fuese la abrumadora evidencia de la estabilidad indefinida del "capitalismo organizado" y la "integración de la clase trabajadora". Ese tipo de interpretación errada, sin duda alguna fuertemente promocionada por los intereses ideológicos dominantes bajo las apariencias de "objetividad científica", tiende a reforzar la posición de los que representan la aceptación autojustificadora de los enfoques acomodaticios reforraistas en los partidos de la clase trabajadora y sindicatos i n s t i t u c i o n a l i z a d o s — a l g u n a vez g e n u i n a m e n t e o p o s i t o r e s — ( q u e hoy, n o obstante, constituyen la "oposición oficial a Su Majestad la Reina", como suele decirse). Pero hasta dentro de los críticos más hondamente comprometidos del sistema del capital, la misma concepción equivocada respecto al panorama indefinidamente libre de crisis del orden establecido puede resultar en la adopción de una postura defensiva autoparalizante, como lo hemos presenciado en el movimiento socialista en estas últimas décadas.
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Istvan Mészaros: El desafio y la carga del tiempo histcSrico
Es i m p r e s c i n d i b l e s e g u i r i n s i s t i e n d o en q u e n o es p o s i b l e e n t e n d e r
la crisis
d e la política en n u e s t r o t i e m p o sin h a c e r r e f e r e n c i a al a m p l i o m a r g e n social general del q u e la p o l í t i c a f o r m a p a r t e i n t e g r a n t e . Eso significa q u e si q u e r e m o s aclarar la n a t u r a l e z a d e la p e r s i s t e n t e crisis de la p o l í t i c a , q u e h o y se p r o f u n d i z a cada vez m á s en t o d o el m u n d o , d e b e m o s c e n t r a r la a t e n c i ó n en la p r o p i a crisis del s i s t e m a del c a p i t a l . P o r q u e la crisis del capital q u e e s t a m o s e x p e r i m e n t a n d o — p o r l o m e n o s d e s d e el c o m i e n z o m i s m o d e la d é c a d a de los 7 0 " ^ — e s u n a crisis e s t r u c t u r a l omniabarcante. V e a m o s , h a c i e n d o u n r e s u m e n l o m á s b r e v e p o s i b l e , las c a r a c t e r í s t i c a s d e f i n i t o r i a s d e la crisis e s t r u c t u r a l q u e n o s o c u p a . La novedad h i s t ó r i c a de la crisis actual se pone de manifiesto bajo cuatroaspectos principales: 1. su c a r á c t e r es u n i v e r s a l , en lugar de restringido a una esfera en particular (por ejemplo, la financiera, o comercial, o que afecte ésta o aquella rama de la producción en particular, con su gama específica de habilidades y grados de productividad, etc.); 2. su c o b e r t u r a es verdaderamente g l o b a l (en el sentido más amenazadoramente literal del t é r m i n o ) , en lugar de verse circunscrita a un conjunto de países en particular (como lo estuvieron todas las crisis de envergadura del pasado); 3. la e s c a l a t e m p o r a l es extensa, continua—si se quiere p e r m a n e n t e — e n lugar de limitada y c í c l i c a , como lo fueron todas las crisis del capital anteriores. 4. su modo de desenvolvimiento se podría calificar de r e p t a n t e — e n contraste con las erupciones v derrumbes del pasado, más espectaculares v dramáticos— con el añadido de la salvedad de que, en lo que respecta al futuro, no se puede excluir que haya incluso las convulsiones más vehementes o violentas: por ejemplo, cuando se le acabe la gasolina a la compleja maquinaria que hov participa activamente en la "crisis administrativa" v en el "desplazamiento" más o menos temporal de las crecientes contradicciones. (...) [Aquí] se hace necesario establecer algunos puntos generales en torno alos criterios de una crisis estructural, asi como las formas como se podría concebir una solución. Para ponerlo en los términos más simples y generales, una crisis estructural afecta a la totalidad de un complejo social, en todas sus relaciones con sus partes o subcomplejos constituyentes, al igual que con otros complejos con los cuales está vinculado. Por el contrario, una crisis no estructural afecta tan sólo a algunas partes del complejo en cuestión, v por consiguiente, independientemente de lo grave que pueda ser con respecto a las partes afectadas, no puede poner en peligro la continuación de la supervivencia de la estructura general. En consecuencia, el desplazamiento de las contradicciones sólo resulta factible cuando la crisis es parcial, relativa e internamente manejable por el sistema, y no requiere sino de cambios—aunque podrían ser de importancia—dentro del propio
^'^ Escribí en noviembre de 1971, en el prefacio a la tercera edición de Marx's Theory of A l i e n a t i o n , q u e los e v e n t o s y d e s a r r o l l o s en d e s e n v o l v i m i e n t o " s u b r a y a b a n dramáticamente la intensificación de la crisis estructural global del capital".
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sistema relativamente autónomo. En ese mismo orden de ideas, una crisis estructural pone en cuestionamiento la existencia misma del complejo general involucrado, y plantea su perentoriedad y su reemplazo por parte de algún complejo alternativo. El mismo contraste se puede expresar en términos de los límites que todo complejo social resuita tener en su inmediatez, en cualquier tiempo dado, comparado con aquellos que no puede traspasar concebiblemente. Así, una crisis estructural no tiene que ver con los límites inmediatos sino con los últimos límites de una estructura global..."' Por consiguiente, en un sentido bastante obvio no podría existir nada más grave que la crisis estructural del modo de reproducción metabólica social del capital, que define los últimos límites del orden establecido. Pero a pesar de su profunda gravedad en sus importantísimos parámetros generales, a primera vista la crisis estructural podría no parecer tener una importancia tan definitiva, si se le compara con las dramáticas vicisitudes de una crisis coyuntura! de envergadura. Porque las "tempestades" a través de las cuales se descargan las crisis coyunturales resultan muy paradójicas, en el sentido de que en su modo de desenvolverse no sólo se descargan (y se imponen) sino además se resuelven, en la medida en que ello sea posible bajo las circunstancias. Y lo pueden hacer precisamente a causa de su carácter parcial que no pone bajo cuestionamiento los últimos límites de la estructura global establecida. Al mismo tiempo, sin embargo, y por la misma razón, sólo pueden "resolver" los problemas estructurales subyacentes hondamente arraigados—que necesariamente tienen que hacerse valer una y otra vez en forma de las crisis coyunturales específicas—de una manera estrictamente parcial y, en lo temporal, también sumamente limitada. Es decir, hasta que sobre el horizonte de la sociedad se aparezca la siguiente crisis coyuntura!. Por el contrario, en vista de la naturaleza inescapablemente compleja y prolongada de la crisis estructural, que se desenvuelve en el tiempo histórico en un sentido e p o c a l y no episódico/instantáneo, lo que decide el punto es la interrelación acumulativa de la totalidad, aun bajo la falsa apariencia de "normalidad". Es así porque en la crisis estructural todo está en juego, incluidos los últimos límites omniabarcantes del orden establecido, del cual ya no es posible que exista una instancia en particular "simbólica/paradigmática". Si no comprendemos las conexiones e implicaciones sistémicas generales de los eventos y desarrollos específicos, p e r d e r e m o s de vista los cambios r e a l m e n t e significativos y las correspondientes palancas para una potencial intervención estratégica que los afecte de manera positiva, en pro de la necesaria transformación sistémica. Nuestra responsabilidad social, por consiguiente, exige tener una conciencia incondicionalmente crítica de la interrelación acumulativa que va surgiendo, en lugar de andar buscando garantías reconfortantes en el mundo de la normalidad ilusoria hasta que la casa se nos derrumbe sobre la cabeza.
''' La cita está tomada de la Sección 18.2.1 de Más allá del capital, 783-784 [con ligeras modificaciones de estilo, N. del T.].
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Dada la crisis estructural del capital en nuestro tiempo, sería un verdadero milagro que ella no se manifestase—y ciertamente en un sentido profundo y de largo alcance—en el campo de la política. Porque la política, j u n t o con su correspondiente marco jurídico, ocupa una posición vitalmente importante en el sistema del capital. Ello es debido al hecho de que el estado moderno constituye la estructura de mando política totalizadora del capital, requerida (mientras sobreviva el orden reproductivo ahora establecido) para introducir algún tipo de cohesión (o una unidad que efectivamente funcione)—aunque sea sumamente problemática y periódicamente rota—en la multiplicidad de los constituventes centrífugos (los "microcosmos" productivos y distributivos) del sistema del capital. Ese tipo de cohesión no puede ser sino inestable, porque depende de la relación de fuerzas siempre prevaleciente, pero por naturaleza propia cambiante. Una vez que la cohesión se ha roto, debido a un cambio significativo en la relación de fuerzas, tiene que ser reconstituida de algún modo, para compatibilizarse con la nueva r e l a c i ó n de fuerzas. Es decir, hasta que se vuelva a r o m p e r . Y así sucesivamente, como un hecho natural consumado. Tal tipo de dinámica que se autorrenueva problemáticamente se aplica tanto a lo interno, entre las fuerzas dominantes de los países en particular, como a lo internacional, donde requiere de reajustes periódicos de acuerdo con las cambiantes relaciones de poder de la multiplicidad de estados en el orden global del capital. Fue así como el capital de los Estados Unidos pudo obtener su dominación global en el siglo XX, en parte mediante la dinámica interna de su propio desarrollo, y en parte mediante la afirmación progresiva de su superioridad imperialista sobre las antiguas potencias imperialistas muy debilitadas—sobre todo Inglaterra y Francia—durante y después de la Segunda Guerra Mundial. La gran pregunta en este particular es ¿durante cuánto tiempo puede este tipo de cohesión, que opera efectivamente quebrando al sistema establecido para luego reconstituirlo, ser llevada adelante sin activar la crisis estructural del capital? El reajuste obligado de la relación de fuerzas interestatales no parece constituir un límite último en este respecto. Después de t o d o , debemos recordar que la humanidad tenía que padecer, y lo hizo, los horrores de dos guerras mundiales sin interrogarse acerca de la adaptabilidad del capital para continuar siendo el controlador sistémico de nuestra reproducción metabólica social. Esto se podría considerar no sólo comprensible, sino, peor que eso, también aceptable, porque siempre ha pertenecido a la normalidad del capital estipular que "si no puedes someter al enemigo de alguna otra manera, entonces tendrá que ser por la guerra". El problema está, sin embargo, en que ese "razonamiento"—que nunca ha tenido mayores "razones" que la categórica aseveración de "la fuerza tiene la razón, independientemente de las consecuencias"—se ha vuelto ahora totalmente absurdo. Porque una Tercera Guerra Mundial no se detendría justo en el momento en que
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se someta al adversario proclamado. Destruiría a toda la humanidad. Cuando a Albert Einstein se le preguntó con qué clase de armas se pelearía la Tercera Guerra Mundial, su respuesta fue que él no sabría decirlo, pero que sí podía garantizar que las guerras siguientes se librarían con hachas de piedra. El papel de la política en la reconstitución de la requerida cohesión fue siempre grande en el sistema del capital. Es bastante sencillo: un sistema como ése no se podría mantener sin ella. Porque tendería a hacerse pedazos bajo la fuerza centrífuga de sus partes constituyentes. Lo que bajo la normalidad del capital aparenta ser en general una crisis política de envergadura es debido, en un sentido más profundo, a la necesidad de producir una nueva cohesión en el nivel social general, de acuerdo con la relación de fuerzas materialmente cambiada, o cambiante. Así, por ejemplo, las tendencias monopolísticas del desarrollo no pueden ser dejadas de su cuenta sin causar enormes problemas por todas partes. De alguna forma tendrán que ser metidas por la política dentro de un marco relativamente cohesivo: la estructura de mando totalizadora del capital. Eso tiene que hacerse, aunque los pasos reguladores adoptados demostrativamente con frecuencia no signifiquen otra cosa que una racionalización y justificación flagrantemente ideológica de la nueva relación de fuerzas, que más tarde se verá reblandecida a favor de las corporaciones monopólicas o cuasimonopólicas como lo manda la tendencia subyacente. N a t u r a l m e n t e , los desarrollos internacionales m o n o polísticos tienen lugar sobre la base de ese mismo tipo de determinaciones. Pero todos esos procesos resultan en principio compatibles con la normalidad del capital, sin que necesariamente terminen en la crisis estructural del sistema. Ni en verdad tampoco en la crisis estructural de la política. Porque, en lo que atañe a la cuestión de la crisis, seguimos hablando de las crisis que se dan e n la política—es decir, crisis particulares que se desenvuelven y se resuelven dentro de los parámetros manejables del sistema político establecido—pero no acerca de la crisis d e la política. Las instituciones políticas establecidas tienen la importante función de manejar, y en un sentido hasta de rutinizar, la manera más conveniente y durable de reconstituir la requerida cohesión social, en sintonía con los desarrollos materiales en marcha y la relación de fuerzas correspondientemente cambiante, activando al mismo tiempo también el arsenal cultura! e ideológico disponible al servicio de esa finalidad. En las sociedades democráticas capitalistas, ese proceso en el c a m p o p o l í t i c o p o r lo general es manejado en forma de elecciones parlamentarias periódicas más o menos honestamente disputadas. Incluso cuando la necesidad de los obligados reajustes reconstituyentes no cabe dentro de esos parámetros propios del orden establecido, debido a algunos cambios importantes en la relación de fuerzas subyacente, trayendo consigo tipos de intervención política/militar dictatoriales, todavía podemos hablar de crisis en la política que el capital puede contener, siempre y cuando veamos tarde o temprano un retorno a
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la"constitucionalidad democrática"característica de la normalidad del capital. Más aún, esos desarrollos con frecuencia son controlados en gran medida desde afuera, como lo atestiguan los numerosos ejemplos de dominio autoritario en América Latina inspirados y manejados por los Estados Unidos. Por supuesto, las cosas resultan muy distintas cuando los que comienzan a prevalecer son procesos y tendencias de desarrollo profundamente autoritarios, no en regiones subordinadas sino en el núcleo mismo—las partes estructuralmente dominantes—del sistema del capital global. En el caso del viejo patrón de la "doble contabilidad", que consiste en dominar implacablemente (y hasta militar e imperialistamente) a los demás países, mientras en casa nos amoldamos a las "reglas de juego democrático", incluyendo la observancia plena de la constitucionalidad, dicha doble contabilidad se vuelve ahora inmanejable. El desplazamiento de las contradicciones constituye una aspiración sistémica del capital, mientras pueda ser practicable. Dadas las jerarquías estructurales que prevalecen y tienen que prevalecer en un t i e m p o dado también en las relaciones entre los estados, constituye parte de la normalidad del sistema que los países dominantes intenten e x p o r t a r — e n forma de i n t e r v e n c i o n e s v i o l e n t a s , g u e r r a s i n c l u i d a s — s u s contradicciones internas a otras partes menos poderosas del sistema. Lo hacen con la esperanza de asegurar internamente la cohesión social requerida, y cuando se está en medio de colisiones de envergadura intensificándola incluso."* Sin embargo, eso se dificulta—a pesar del mito interesado acerca de la "globalización universalmente beneficiosa"—a medida que el sistema del capital se va volviendo más globalmente entrelazado. C o m o resultado, tienen que producirse cambios significativos, con graves con secuencias en todas partes. Porque la preocupación primordial del país avasalladoramente dominante, en el presente los Estados Unidos de Norteamérica, la potencia suprema del imperialismo hegemónico global, es asegurar y retener el control sobre el sistema del capital global. Pero en vista de los prohibitivos costos materiales y humanos involucrados, por los que habrá que pagar de una nianera u otra, ese plan de dominación global acarrea inevitablemente peligros inmensos y también una resistencia implícita, no sólo en el plano internacional sino también en el interno. Por esa razón, a fin de mantener el control autoritario sobre el sistema del capital en su conjunto, bajo las condiciones de una crisis estructural que se profundiza, inseparable de la globalización capitalista en nuestros días, las inconfundibles tendencias autoritarias deben intensificarse no solamente en el plano internacional sino también en el ''*' Kant sugirió una solución ideal para el problema de los antagonismos entre los estados cuando planteó la realización de la "paz perpetua" en el futuro mediante los buenos oficios de la "política moral". Hegel, por el contrario, consideraba el conflicto interestatal como un hecho positivo. Descartó sumariamente la ilusa alternativa de Kant con un sentido del realismo rayano en el cinismo, diciendo que "las naciones se corromperían como producto de la paz prolongada, por no hablar de una paz 'perpetua'". Hegel, Filosofía del derecho, parágrafo 324.
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interior de los países imperialistas dominantes, para someter cualquier posible resistencia. Las graves violaciones de la constitucionalidad que ya hemos visto en los Estados Unidos y en el marco legal/político de sus aliados más cercanos, y que muy probablemente veremos también en el futuro, como lo presagian las medidas y las cláusulas legales compiladas hasta la fecha, o incluso bajo la "consideración" definitivamente unilateral en los canales legislativos cínicamente manipulados, constituyen claras indicaciones de esa peligrosa tendencia, bajo el impacto de la crisis estructural del capital. Un ejemplo revelador de la tendenciosa manipulación legislativa lo es la manera como la rama ejecutiva del gobierno elabora los proyectos de leyes importantes. No es sorpresa, entonces, que un juez del tribunal superior en Inglaterra haya tenido que quejarse acerca de un aspecto vital de los derechos humanos diciendo que las leyes que se aprobaron fueron proyectadas de manera tal que les impidiesen a los jueces contravenir las órdenes de control (...) El juez dijo que Charles Clarke [el Ministro del Interior en ese momento] había tomado la decisión de dictar la orden basado en información unilateral, y fue incapaz de prever las circunstancias que le permitían al tribunal revocar la decisión del Ministro del Interior. Como resultado, dijo el juez, él tendría que acatar la orden aunque dictaminaba que ella contravenía la ley de los derechos humanos."' En el p e r í o d o de la segunda posguerra mundial se celebró "el fin del imperialismo", un tanto apresurada e ingenuamente. Porque en la realidad lo único que vimos fue un reajuste muy tardío de la relación de fuerzas internacional, acorde con la manera como las relaciones de poder socioeconómicas y políticas habían sido objetivamente reconformadas antes y durante la Segunda Guerra Mundial, como ya se proyectaba en un pasaje clave del Primer Discurso Inaugural del presidente Roosevelt, en el que propugnaba la política de "puertas abiertas" en todas partes, incluidos los territorios por ese entonces coloniales. El reajuste de la posguerra trajo consigo, p o r supuesto, el descenso de las antiguas potencias coloniales a la segunda o t e r c e r a división, como fuerzas subordinadas del imperialismo norteamericano. No obstante, durante una considerable cantidad de años—en el período de la reconstrucción y la expansión económica relativamente sin p r o b l e m a s de la p o s g u e r r a , q u e ayudó al e x i t o s o e s t a b l e c i m i e n t o y fínanciamiento del "estado del bienestar"—el importante cambio pregonado por la "política de puertas abiertas" (es decir, abiertas para los Estados Unidos) instituida
^'^ Terror Law an affront to justice". The Guardian, 13 de abril de 2006. En otro artículo en el mismo número de The Guardian, Tania Branigan, corresponsal política del diario reportaba que "los críticos reclamaban que la Ley de Reforma Legislativa y Regulatoria le permitiría al gobierno cambiar casi cualquier ley que se le antojase —incluso introducir nuevos delitos criminales o alterar la constitución —sin revisión judicial (...) Los conservadores y los liberales demócratas la llamaron 'la ley de abolición de la revisión parlamentaria'".
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por la fuerza estaba aunado a la ilusión de que el propio imperialismo había quedado relegado para siempre al pasado. Más aún, estaba aunado también a la ideología vastamente difundida, y que contagió no sólo a los intelectuales sino también a algunos importantes movimientos organizados de la izquierda tradicional, según la cual las crisis de] orden socioeconómico y político establecido (admitidas como tales apenas poco antes de la guerra) le pertenecían irremisiblemente al pasado. Esa ideología fue promovida—junto con su hermana gemela ideológica que predicaba "el fin de la ideología"—bajo la gratuita suposición de que ahora vivíamos en el mundo del "capitalismo organizado" que había tenido éxito en el manejo de sus contradicciones sobre una base permanente. Pero tuvo que producirse un brusco despertar, en lo político y en lo económico, en cuanto la crisis estructural del sistema del capital, generalizada y cada vez más profunda, se hizo valer. En 1987, cuando se produjo una gran crisis en las bolsas de valores internacionales, algunos representantes de la banca comercial europea argumentaban en una discusión pública televisada, que la razón de esa crisis era que los Estados Unidos se negaban a hacer algo respecto a su astronómica deuda. El banquero norteamericano replicó agresivamente en la discusión que esperasen a que los Estados Unidos comenzaran a hacer algo respecto a su deuda, y entonces verían la enorme crisis que les iba a explotar en la cara.Y en un sentido tenía razón. Porque resultaba extremadamente ingenuo imaginar que Europa podría aislarse convenientemente del brutal impacto universal de la crisis estructural global, crónicamente sin resolver, de la que la deuda norteamericana constituye apenas un aspecto, e implica por completo la complicidad interesada de los países acreedores. En las últimas dos décadas hemos contemplado el retorno con creces del imperialismo palpablemente flagrante, luego de ser camuflado exitosamente por largo tiempo como el mundo poscolonial de "la democracia v la libertad". Y bajo las circunstancias hoy prevalecientes ha asumido una forma p a r t i c u l a r m e n t e destructiva. Ahora domina el escenario histórico, combinado con la abierta afirmación de la necesidad de comprometerse, en el presente y en el futuro, en "guerras ilimitadas". Más aún, como lo mencionamos antes, no tiene empacho alguno en decretar hasta la "legitimidad moral" del empleo de las armas nucleares— de manera "preventiva" y "disuasiva"—también en contra de países que no poseen ese armamento. Desde el inicio de la crisis estructural del capital a comienzos de la década del 70, los graves problemas del sistema se han venido acumulando y empeorando en todos los terrenos, sobre todo en el campo de la política. A pesar de todas las evidencias de lo contrario, a la ilusa idea de la "globalización universalmente beneficiosa" se le sigue haciendo propagada generalizada, v no disponemos de órganos políticos internacionales viables que puedan corregir las consecuencias negativas claramente visibles de las tendencias del desarrollo en marcha. Hasta el limitado potencial de las Naciones Unidas se ve anulado por la determinación
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norteamericana de imponerle al mundo las políticas agresivas de Washington, como ocurrió con la entrada en la guerra de Irak bajo pretextos falsos. Al actuar de ese modo el gobierno norteamericano se arrogaba el papel indiscutible de ser el gobierno global del sistema del capital en su totalidad, sin dejarse perturbar siquiera por la idea del inevitable fracaso final de semejante plan. Porque no basta con darle rienda suelta a la "fuerza avasalladora", como lo prescribe la doctrina militar dominante, destruir al ejército del otro bando e infligirle inmensos "daños colaterales" (como se le llama obscenamente) a la población entera durante el curso de las aventuras militares emprendidas. La ocupación y dominación permanente y sustentable—y también la explotación económica sin perturbaciones v provechosa—de los países atacados de esa forma es otra cosa muy distinta. Imaginar que incluso la mayor de las superpotencias militares pudiese hacer eso, como cosa de la "normalidad forzada" impuesta al mundo entero, y estipulada en ese sentido como la situación inalterable de un "nuevo orden mundial", no constituye más que una proposición totalmente absurda. Desafortunadamente, los sucesos y los desarrollos han estado apuntando en esa dirección durante mucho tiempo. Porque no fue el presidente George W. Bush sino el presidente Bill Clinton el que declaró arrogantemente que "sólo existe una nación n e c e s a r i a , los Estados U n i d o s de N o r t e a m é r i c a " . Los "neoconservadores" sólo quieren hacer cumplir y reforzar ese dictamen. Pero ni siquiera los llamados liberales podrían predicar algo más positivo que semejante creencia perniciosa, del todo dentro del mismo espíritu. Se han venido quejando de que en el m u n d o actual tenemos "demasiados estados", y propugnan una p r e t e n d i d a "integración jurisdiccionar'"*" c o m o la solución viable para ese problema. Es decir, una "integración jurisdiccional" grotescamente bautizada, que significaría realmente la seudolegitimación de un control directo autoritario de los deplorados "demasiados estados", por parte de apenas un puñado de potencias imperialistas, sobre todo los Estados Unidos de Norteamérica. Ese concepto, a pesar de su terminología ofuscadora, no difiere en mucho de la teorización de Thomas P. M. Barnett acerca de cómo manejar la deplorada "condición de desconexión" antes citada. Si hoy día existen "demasiados estados" no podemos desear que desaparezcan. Ni tampoco es posible destruirlos mediante la devastación militar para establecer sobre esa base la felicidad globalizada de la "nueva normalidad". Los intereses nacionales legítimos no pueden ser reprimidos indefinidamente. De todos los l u g a r e s del m u n d o , los p u e b l o s de la A m é r i c a Latina p u e d e n testificar elocuentemente esa verdad tan simple.
37 Ver Martin Wolf, Why Globalization Works? The Case f oi the Global Market Economy, Yale University Press, New Haven, 2004.
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La crisis estructural de la política constituye una parte integral de la crisis estructural del sistema del capital que ha venido supurando por largo tiempo. Es omnipresente, y en consecuencia no puede ser resuelta manipulando de manera autoperpetuadora/apologética ninguno de sus aspectos políticos aislados.Y menos aún ser resuelta manipulando la constítucionalidad misma, de lo cual hemos podido ver muchos alarmantes ejemplos. Ni siquiera subvirtiendo y aboliendo de un todo la constítucionalidad. Sí los tribunales superiores ingleses y los magistrados italianos pueden protestar contra esos intentos, sin importar cuan agresivamente los vayan a denunciar los Berlusconis del mundo tres días antes de una elección general,"^ entonces todos podemos hacer lo mismo, con conciencia crítica de lo que está en juego. Nuestro modo de control metabólico social establecido está en profunda crisis, y ésta sólo puede ser remediada instituyendo uno que sea totalmente diferente, basado en la igualdad sustantiva que en nuestro tiempo se torna realmente factible, por primera vez en la historia. Mucha gente critica con razón los fracasos dolorosamente obvios de la política parlamentaria. Pero también en ese respecto, el necesario repensar el pasado y el p r e s e n t e del p a r l a m e n t a r i s m o no puede conducir a resultados sustentables si no se inserta en su escenario amplio, como parte integral del nuevo orden metabólico social previsto, inseparable de su igualdad sustantiva. No resulta demasiado difícil reconocer hoy que—a causa de su destructividad en escalada, incluso en el plano ambiental, al igual que en la esfera de la producción y la acumulación despilfarradora del capital, por no mencionar las crecientes manifestaciones directas de la destrucción militar decididamente irresponsable— nuestro orden metabólico social no resulta viable a largo plazo. Sin embargo, lo que debemos llevar al primer plano de nuestra conciencia crítica de las tendencias del desarrollo en marcha y de su impacto acumulativo, es el hecho de que el largo plazo se está acortando cada vez más en nuestro tiempo. Nuestra responsabilidad es hacer algo al respecto antes de que se nos termine el tiempo. 10.4
L o s NUEVOS DESAFÍOS EN NUESTRO HORIZONTE Y LA URGENCIA DEL TIEMPO
10.4.1 Han trascurrido cinco años de guerra en Afganistán, y cuatro en Irak, causando inmensa destrucción y sufrimiento humano. Pero no hay ningún final a la vista, a pesar de lo que se escucha decir hipócritamente—o muy brutalmente"**—acerca de alguna "salida estratégica". Y aun si en el futuro resultase posible diseñar con el ^" Ver el número del 7 de abril de 2006 de La República, y en particular el artículo de Giorgio Ruffolo: "Un paese danneggiato". ^™ Como lo ejemplificó el discurso de P. M, Barnett ya citado.
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tiempo alguna solución salvadora de las apariencias, que permita una "salida apropiada" para cualquiera de los conflictos militares en desarrollo, en razón de alguna conveniencia política coyunturalmente urgente y bien calculada (como por ejemplo una futura elección presidencial norteamericana), ello no podría ser causa de regocijo. P o r q u e las graves d e t e r m i n a c i o n e s causales subyacentes del imperialismo hegemónico global producirán en el futuro no muy lejano otras intervenciones militares genocidas por parte de nuestras "grandes democracias" (sobre todo la norteamericana), no solamente en el Medio Oriente sino también en otras partes del mundo. Y esas agresiones se verán acompañadas, por supuesto, de la cínica invención de toda clase de f a l s e d a d e s para justificar lo injustificable, como ocurrió en más de una ocasión en el pasado, desde el "incidente de Tonkin" durante la guerra de Vietnam bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson a las inexistentes "armas d e d e s t r u c c i ó n e n masa", que supuestamente estarían listas para ser lanzadas "en 4S minutos", según el discurso totalmente distorsionador con el que el primer ministro Blair legitimó la guerra en el parlamento inglés. Dado el total monopolio de los medios por la ideología dominante, sus más altos representantes pueden distorsionarlo todo del modo que les plazca con el fin de hacer que prevalezca el interés del orden dominante, presentando falsamente h a s t a a las f o r m a s más f l a g r a n t e s de a g r e s i ó n m i l i t a r c o m o d e f e n s a autojustificativa. Así, por difícil que sea de creer, uno de los inspiradores de Blair describe a la propia guerra de Afganistán como " i m p e r i a l i s m o d e f e n s i v o " , sin el menor temor de que se abra el infierno bajo sus pies para tragárselo, como se tragó a Don Juan al final de la ópera de Mozart por su pecado incomparablemente mucho menos grave de haberse negado a arrepentirse de sus fechorías sexuales. En la opinión de Cooper, si estados como Afganistán "se vuelven demasiado peligrosos c o m o para que los t o l e r e n los estados r e c o n o c i d o s , es posible imaginarnos un i m p e r i a l i s m o d e f e n s i v o . No es llevar las cosas demasiado lejos ver la r e s p u e s t a d e O c c i d e n t e a A f g a n i s t á n desde esta óptica"."' De nuevo no estamos hablando de un chupatintas intrascendente. Porque es así como The O b s e r v e r hace la introducción del recién citado artículo altamente influyente y abiertamente imperialista de Robert Cooper; El diplomático de alto rango inglés Robert Cooper ayudó a darle forma a los llamados del primer ministro inglésTony Blair a un nuevo internacionalismo y una nueva doctrina de intervención humanitaria que le pongan límites a la soberanía d e los estados (...) El llamado de Cooper a un imperialismo liberal nuevo y a admitir la necesidad de dobles criterios en la política exterior ha despertado la ira de laizquierda, pero el ensayo nos ofrece una percepción no oficial diferente y franca de la mentalidad tras la estrategia en Afganistán, Irak y demás.
''' Robert Cooper, 'Tne New Liberal Imperialism", Observer Worldview Extra, domingo 7 de abril de 2002. Todas las citas de Cooper están tomadas del mismo artículo.
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Naturalmente, no habría que exagerar la importancia personal de Cooper. El resulta relevante tan sólo como franco representante de la "línea d e l p a r t i d o " característica del imperialismo hegemónico global. El mismo tipo de enfoque que hace acerca de Afganistán lo vimos en la denuncia que hizo Barnett de la presunta "desconexión" de las áreas bajo dominio imperialista, y en el llamado de Wolf a la "integración jurisdiccional" de los "demasiados países" de nuestro " m u n d o fragmentado", tan limitadora de la soberanía. El esquematismo " p r e m o d e r n o / posmoderno" intelectualmente pasado de grotesco de Cooper está de más. Ni le agrega ni le quita a la sustancia agresiva de su celebrado artículo. Simplemente se le utiliza como justificación "académica" de la desnuda orientación imperialista de su enfoque. Las peculiares referencias de Cooper a la p o s m o d e r n i d a d tienen exactamente la misma finalidad del esquema de " c o n e x i ó n / d e s c o n e x i ó n " de Barnett, y en ambas "teorías" se concibe como solución final de los problemas identificados el empleo de la fuerza por las potencias imperialmente dominantes, aunque el razonamiento del diplomático inglés es mucho más rebuscado que el de su alma gemela norteamericana. Vale la p e n a c i t a r un l a r g o pasaje del a r t í c u l o de C o o p e r , c o m o racionalización característica no solamente de la "mentalidad tras la estrategia en Afganistán e Irak", sino también tras la m e n t a l i d a d i l u s a del imperialismo hegemónico global que juega i m p r u d e n t e m e n t e con fuego—potencialmente hasta con fuego nuclear—y se cree capaz de hacerlo impunemente. Así dice el pasaje en cuestión: mientras los miembros del mundo posmoderno puede que no representen un problema los unos para con los otros, tanto las zonas modernas como las premodernas plantean amenazas (...) El desafío para el mundo posmoderno es acostumbrarse a la idea del doble criterio. Entre nosotros mismos operamos sobre la base de leyes y de abierta seguridad cooperativa. Pero cuando lidiamos con estados de tipo más anticuado fuera del continente posmoderno europeo, necesitamos dev'o]vernos a los métodos más rudos de pasadas épocas: la fuerza, el ataque disuasivo, la trampa, lo que sea necesario para vérnoslas con los que viven todavía en el mundo del siglo XIX de cada estado por su cuenta. Entre nosotros mismos respetamos la ley, pero cuando actuamos en la selva debemos emplear la ley de la selva también (...) El desafío planteado por el mundo premoderno es nuevo. El mundo premoderno es un mundo de estados fracasados (...) Es precisamente a causa de la muerte del imperialismo que estamos asistiendo al surgimiento del mundo premoderno. Imperio e imperialismo son palabras que se han convertido en una especie de insulto en el mundo posmoderno. En la actualidad no hay potencias coloniales que quieran asumir la tarea, aunque las oportunidades, v quizás hasta la necesidad de colonización, son tan grandes como lo eran en el siglo XIX (.. .)Todas las condiciones para el imperialismo están ahí, pero tanto la oferta como la demanda de imperialismo se han agotado. Pero los débiles todavía necesitan de los fuertes, v los fuertes todavía necesitan un mundo en orden. Un mundo en el que los gobernados
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adecuadamente y con eficiencia exporten estabilidad y libertad, y que esté abierto a la inversión y al crecimiento: todo eso luce eminentemente deseable. Lo que se necesita entonces es un nuevo tipo de imperialismo, que resulte aceptable para un mundo de derechos humanos y valores cosmopolitas. Podemos desde ya discernir su perfil: un imperialismo que, como todos los imperialismos, tiene como objetivo traer orden y organización, pero que hoy se basa en el principio de la voluntariedad. En caso de que algunos ingenuos se hubiesen tomado en serio la noción del "principio de la voluntariedad", los habría vuelto prontamente a la realidad el apoyo entusiasta de Cooper al "imperialismo voluntario de la economía global", bajo el férreo dominio del FMI y el Banco Mundial, y la dominación ejercida a nombre de la ayuda internacional. En ese respecto deja en claro que "si los estados quieren ser benefactores, entonces deben abrirse a la i n t e r f e r e n c i a d e las o r g a n i z a c i o n e s i n t e r n a c i o n a l e s y los e s t a d o s extranjeros". (Naturalmente, la interferencia de los estados grandes y "eficientes" que p u e d e n " e x p o r t a r estabilidad y libertad"). Se muestra también muy a favor de lo que él llama "el i m p e r i a l i s m o d e l o s v e c i n o s " , y pone como ejemplo a los Estados Unidos y la intervención militar norteamericana en los Balcanes, justificándola sobre la base de que si no se hubiese procedido así ello "le habría planteado una amenaza a Europa". Sin embargo dictamina también, sorprendentemente, que la necesidad de un nuevo imperialismo ha nacido "a causa de la m u e r t e d e l i m p e r i a l i s m o " . Resulta evidente que Cooper jamás oyó hablar del imperialismo norteamericano y acerca de la manera como hizo descender a la segunda y tercera división al imperialismo inglés y al francés—por no hablar de las variantes holandesa y portuguesa—durante e inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, en este respecto el esquema del alto diplomático inglés es completamente fantasioso. No satisfecho con las prebendas que es capaz de obtener el servilismo militar inglés colgado de los faldones del ejército norteamericano. Cooper intenta abrirle un espacio algo más holgado al estado inglés en el territorio del futuro "imperialismo liberal" con la ayuda de su visión—"la v i s i ó n " como modestamente la llama el autor al final de su artículo. Como si la actual relación de fuerzas del i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o g l o b a l , con los Estados Unidos de Norteamérica como su potencia avasalladoramente dominante, no existiese y no ejerciese hoy en el mundo la estrategia imperial más p o t e n c i a l m e n t e mortífera de toda la historia de la humanidad. Sin duda, el fantasioso alegato de Cooper por un "nuevo tipo de imperialismo", en el que le sería asignado un lugar prominente al viejo y noble poder imperial inglés, "que se ofrece como voluntario para ese papel", explica su ya reportada influencia en los círculos gubernamentales ingleses, incluido el primer ministro Tony Blair, d e q u i e n se dice e s t a b a d e s e o s o de un " l e g a d o h i s t ó r i c o " . Reveladoramente al r e s p e c t o , en t o d o el artículo sólo se hacen referencias
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esporádicas a Jos Estados unidos,^*"a pesar del papel de absoluta preponderancia, y muchas veces cuasidictatorial, que ese país ejerce decididamente en los asuntos internacionales. En consecuencia, en sus aventuras militares los Estados Unidos p u e d e n dar p o r d e s c o n t a d o el s o m e t i m i e n t o , n o sólo de los " a l i a d o s v o l u n t a r i o s " , sino también de muchos estados "involuntarios", como lo demostró la guerra de Irak y la participación de incluso los países constitucionalmente impedidos y reacios—como Alemania—en la guerra de Afganistán. La verdad del asunto es que el imperialismo jamás m u r i ó . Tan sólo asumió una forma más agresiva y cada vez más peligrosa, c o m o el i m p e r i a l i s m o hegemonico global de nuestro tiempo, con los Estados Unidos de Norteamérica ejerciendo el papel del único hegemón durante todo el tiempo que pueda (mas no para siempre, con toda certeza). El desenvolvimiento de la guerra de Irak y el humillante papel jugado por Inglaterra en las Naciones Unidas d u r a n t e el hipócrita proceso preparatorio, con sus pretensiones de asegurarle la legalidad i n t e r n a c i o n a l a la aventura m i l i t a r n o r t e a m e r i c a n a que ha t e r m i n a d o en absolutamente nada, subrayó con toda fuerza la vaciedad total del "imperialismo voluntario p o s m o d e r n o " . El principio operacional impuesto descaradamente por los Estados Unidos no podía ser otro que la fuerza bruta del imperialismo t r a d i c i o n a l , c o m o d e s d e el c o m i e n z o m i s m o lo d e j a r o n bien claro Jos "neoconservadores", sin que la hoja de parra legalista de los ingleses sirviese de nada porque ellos ya estaban preparados para tratar con total desprecio a las N a c i o n e s U n i d a s . El i n t e n t o de a p l i c a r l e el p r e t e n c i o s o e s q u e m a t i s m o "posmoderno" de Cooper al imperialismo—hegemonico global—existente en la actualidad es por demás absurdo. Por más que trata de hacer vestir a los Estados Unidos su fantasioso traje posmoderno, Cooper no puede llegar a nada mejor que este pobre resultado; Los Estados Unidos construyen el caso más dudoso, pues no está claro que el gobierno o el congreso norteamericano acepten la necesidad o la deseabilidad de la interdependencia, o sus corolarios de apertura, mutua supervisión y mutua interferencia, en la misma medida en que hoy lo hacen la mayoría de los gobiernos europeos. Las especificaciones "no está claro" y "no en la misma medida que la mayoría de los gobiernos europeos" distorsionan por completo—puesto que lo retocan forzosamente—el retrato. Porque lo que de hecho queda m u y e n c l a r o es lo contrario. A saber, que el gobierno y el congreso norteamericanos se n i e g a n c a t e g ó r i c a m e n t e a aceptar las restricciones postuladas e n n i n g u n a d e sus •"*" Si bien oivida la historia real del "final del juego" de ¡a guerra cíe ios Baícanes bajo las decisiones tomadas y las órdenes militares dictadas por el presidente Bill Clinton, y al mismo tiempo asevera ilusoriamente la supremacía "posmoderna" de la Unión Europea en la región, no obstante Cooper tiene que conceder en una de sus raras referencias a los Estados Unidos que "la presencia norteamericana constituye un factor estabilizador indispensable".
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p a r t e s , háblese del T r i b u n a l P e n a l I n t e r n a c i o n a l " * ' o del t r a t a m i e n t o escandaloso que se le dio tanto al protocolo de Kyoto como a otros igualmente internacionales. Pero aun si lo hiciesen, ¿cuál sería el valor explicativo de "la visión" de la cual habría que dejar casi completamente por fuera al país más poderoso del m u n d o de hoy, p o r q u e no encaja bien en el r e t r a t o del "nuevo tipo de imperialismo", con sus postulados de "apertura y m u t u a interferencia", y sus " d e r e c h o s h u m a n o s y v a l o r e s c o s m o p o l i t a s " ? Es obvio que ninguno. Por eso hay que hacer especificaciones engañosas por el estilo de "no está claro" y "no en la misma medida", con intención de acomodar a los Estados Unidos dentro de la visión del autor, aunque la realidad del imperialismo hegemónico global norteamericano contradiga cada uno de los criterios definitorios de la variedad posmoderna de imperialismo proyectada. En el esquema norteamericano de la dominación global no puede haber ningún papel preferencial asignado al "imperialismo p o s m o d e r n o " inglés. La posición de estricta subordinación del ejército inglés en las guerras afgana e iraquí, y el sufrimiento y sacrificio impuestos también a sus tropas, al igual que a los otros "aliados voluntarios", testifican elocuentemente esa sencilla verdad. Las condiciones reales del desarrollo político y militar son de hecho extremadamente graves hoy día, dada la crisis estructural del sistema del capital que se profundiza cada vez más. Agreguemos a las guerras en el Medio Oriente que los Estados Unidos le han impuesto al mundo, y a los otros tratamientos deplorables del derecho internacional por parte del gobierno norteamericano que han salido a la luz recientemente, también la vergonzosa capitulación de todas las democracias occidentales— traicionando sus orgullosas proclamas en contra de los regímenes que t o r t u r a n — con la degradante práctica de la llamada "entrega" de personas a la CÍA por cuenta de la administración estadounidense.^'*^ Si hacemos la suma veremos con toda claridad que tan sólo los defensores más incondicionales del orden establecido podrían negar quién es el que dicta las condiciones del imperialismo actualmente existente y quiénes las obedecen casi sin chistar.
10.4.2 Sin duda, desde la perspectiva del imperialismo parece obvio que la mejor manera de gobernar a los países más pequeños—llámense "estados fracasados" o "demasiados estados jurisdiccionalmente fragmentados", o también "los débiles
'" El Tribunal Penal Internacional es uno de los ejemplos idealizados de instituciones posmodernas que propone Cooper. Pero a su esquematismo no lo perturba el hecho de que los Estados Unidos se nieguen a aceptar para sí la autoridad del Tribunal. "^ En Italia se les abrió juicio a 23 agentes de la CÍA acusados del secuestro y la "entrega" personas que incomodaban políticamente al gobierno norteamericano. Sin embargo ese gobierno, convencido de su derecho a pasar por encima de las leyes internacionales, ya ha declarado que se negará a extraditar a ninguno de ellos.
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que necesitan del fuerte" y los que se dice p e r t e n e c e n al "eje del mal"—es imponerles de manera totalmente autoritaria todas las decisiones significativas, sin derecho a apelación. El hecho de que en el pasado esa manera de reglamentar y regir el orden internacional por parte de un mero puñado de estados imperialistas, generase no solamente resentimiento sino también resistencia activa, aparentemente no amerita ni un minuto de la consideración de los "neoconservadores" más agresivos. Suponen arrogantemente que en la era del imperialismo hegemónico global los Estados Unidos, como único hegemón, pueden vencer fácilmente mediante el empleo más brutal—y abiertamente declarado como ilimitado—de la fuerza militar, los problemas que demostraron ser insuperables para las grandes potencias que competían entre ellas por el predominio en una etapa anterior del imperialismo. Sin embargo, la creencia abiertamente decretada y celosamente cumplida en la preponderancia de los Estados Unidos^"^eleva todavía más los riesgos militares, hasta el punto de invocar el espectro de la aniquilación total de la humanidad. Y el hecho de que se declare que la "guerra fría" se terminó no marca ninguna diferencia al respecto. El general Musharraf reportó en una entrevista por televisión concedida en el 2006 en Washington, que el subsecretario de estado n o r t e a m e r i c a n o , Armitage, lo había amenazado con que Pakistán "sería d e v u e l t o a la e d a d d e p i e d r a a p u n t a d e b o m b a s " si su gobierno no obedecía las órdenes de los Estados Unidos. ¿Podría alguien imaginarse a un país del tamaño de Pakistán devuelto a la edad de piedra a punta de bombas sin el empleo masivo de armas nucleares? De igual modo, el conocido "neoconservador" norteamericano Richard Perle pontificaba, en apoyo al antiguo Secretario de la Defensa Ronald Rumsfeld, que su estrategia militar en Irak era perfectamente adecuada. Sólo hacía falta la "voluntad política" necesaria y el tipo de decisión política correcta para "ocuparse de Irán y Siria", pues eso era lo que causaba las "dificultades en Irak". A lo mejor sería factible "ocuparse de Siria" mediante el empleo de armamento militar masivo pero no nuclear, aunque eso crease graves problemas adicionales en la guerra iraquí. Pero someter militarmente a Irán mediante el empleo únicamente de armamento tradicional—cosa que el Irak de Saddam Hussein estuvo tratando de lograr durante ocho años, con apoyo norteamericano y de otros países de Occidente—supera 383 Ygj. gj^ ]g Sección 4.2.9 del presente libro el análisis de ese problema, con referencia a la cortante advertencia del antiguo Subsecretario de Estado Strobe Talbot acerca de la necesidad de respetar la "preponderancia global de los Estados Unidos", en una importante reunión del Instituto Real de Asuntos Internacionales en Londres. Strobe Talbot fue miembro de la administración del presidente Clinton. Así que el interés por imponer la preponderancia global norteamericana no está restringida de ningún modo al ala derecha neoconservadora extremista del Partido Republicano. El espeluznante comentario del presidente demócrata Bill Clinton de que "sólo existe una nación necesaria, los Estados Unidos" pone de relieve la misma creencia en la indiscutible legitimidad de la dominación global de Norteamérica.
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cualquier credulidad. De hecho la idea de emplear "armas nucleares tácticas" contra Irán se escucha con frecuencia en círculos norteamericanos y pronorteamericanos. ¿Pero quién podría brindar alguna garantía acerca del "efecto adecuadamente limitado" de una temeraria intervención militar como esa, con consecuencias potencialmente catastróficas no solamente en el plano militar sino también en el campo económico? Los planes estratégicos en pro de la dominación global están perfectamente acoplados con la producción de equipo militar, incluidas las muy publicitadas "armas nucleares tácticas antibunkers" de las que con harta frecuencia se dice que serán empleadas contra Irán. Pero mucho más allá de eso, está la fijación activa hasta en los rincones más recónditos del mundo de potenciales objetivos bélicos de los Estados Unidos, al alcance de la mano y sin restricciones, tanto con propósitos de chantaje—incluido el chantaje nuclear—como de desatar realmente alguna acción WiiUtar devastadora. El "Proyecto Guerra de las Galaxias" del pasado podía todavía pretender ser un "escudo defensivo", aunque en realidad nada tenía de eso. En cambio a su sucesor potentemente actualizado, de nombre en acróstico "Falcon (Force Application and Launch from the Continental US: Fuerza de Aplicación y Lanzamiento desde el C o n t i n e n t e N o r t e a m e r i c a n o ) , ni el mayor esfuerzo imaginativo p o d r í a considerarlo otra cosa que un sistema de a r m a m e n t o s flagrantemente ofensivo, para ser desplegado frente al mundo entero. La primera fase operacional de ese sistema se completó en 2006, pero las pruebas iniciales ya habían tenido lugar en 2004. Se reporta que los vehículos de lanzamiento no tripulados ya completamente desarrollados son capaces de "alcanzar objetivos a una distancia de 9 0 0 0 millas náuticas en m e n o s de dos h o r a s " . A d e m á s , "trasportarán una ojiva nuclear de hasta 6 toneladas y en última instancia podrían volar a velocidades de hasta 10 veces la del sonido". El propósito de esta máquina de guerra infernal es permitirle a los Estados Unidos ir s o l o en contra de cualquier país al que le venga en gana someter o destruir, dentro de su plan de obtener el dominio sobre el mundo como el rector indesafiado e indesafiable del imperialismo hegemónico global. Como comentó John Pike, director del t h i n k t a n k de Washington"GlobalSecurity.org", respecto al nuevo sistema de armamentos: "Tiene que ver con hacer volar en pedazos a gente del otro lado del planeta a u n q u e n i n g ú n p a í s s o b r e la faz d e la tierra n o s p e r m i t a u t i l i z a r su territorio".'*** Así, nos enfrentamos a la u r g e n c i a d e l t i e m p o a causa de las p r á c t i c a s guerreras agresivas, tanto planificadas como en marcha, surgidas de las peligrosas c o n d i c i o n e s y c o n t r a d i c c i o n e s de n u e s t r o t i e m p o . Lo que c o n v i e r t e en particularmente graves a estos aspectos es que las peligrosas acciones emprendidas por el imperialismo hegemónico global ni pueden ser llevadas a una conclusión '** Julian Borges, "US-based missiles to have global reach". The Guardian, 1" de Julio de 2003,
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permanente n i es factible que puedan ser abandonadas a favor de un curso de d e s a r r o l l o más s u s t e n t a b l e y a u n q u e sea m í n i m a m e n t e r a c i o n a l . P o r q u e independientemente de la arrogancia sin límites del poder estatal con respaldo militar, lo preocupante en Irak sigue siendo que la destrucción, por parte de la "fuerza avasalladora" (en palabras de su credo estratégico favorito), de la posición militar central del enemigo decretado arbitrariamente está muy lejos de resultar suficiente para garantizar un resultado históricamente sustentable, como los norteamericanos se ven ahora forzados a reconocer, si no a aceptar, en Irak. Ocupar un país sobre una base permanente, y generar los recursos requeridos para que la ocupación resulte además rentable, es algo extremadamente complicado, por no mencionar el total absurdo de extender la dominación imperial directa—con las armas de destrucción en masa que los Estados Unidos de Norteamérica poseen en abundancia—a áreas mayores de nuestro planeta. Sin duda, las agresivas aventuras guerreras del imperialismo hegemónico global son muy capaces de destruir la civilización humana, y ciertamente podrían lograrlo. Pero resultan absolutamente incapaces de ofrecer una solución sustentable para los graves problemas de nuestro tiempo. Hay que seguir insistiendo hasta el cansancio en la gravedad del hecho de que ni siquiera la creciente agresividad podría producir los resultados ilusamente anticipados sobre una base perdurable, independientemente de lo inmensos que pudiesen ser los recursos que invierta en ello el estado imperialista dominante. Y el p r o b l e m a se c o m p l i c a todavía más p o r el h e c h o de que los r e c u r s o s pródigamente invertidos provienen, en gran medida, del endeudamiento cada vez mavor de los Estados Unidos, a expensas del resto del mundo, incluyendo ahora, irónicamente, en lugar prominente a China. Pero no importa cuánto se despilfarre, ni cuan agresiva y destructiva para la humanidad pueda ser la estrategia militar que se siga, aun al punto de asumir formas genocidas: el resultado real quedará por debajo de las expectaciones imperialistas proyectadas. La crisis estructural del sistema del capital en su conjunto se ahonda también en ese respecto. Sin e m b a r g o , hasta el p r e s e n t e el i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o global norteamericano ha podido dominar con relativa facilidad a sus rivales potenciales. ¿Pero es de suponer que esa situación dure para siempre? La relación de fuerzas interestatal nunca fue permanente en el pasado v de ninguna manera podría hacerse permanente en el futuro. Inevitablemente, los costos necesarios para asegurar la dominación de un estado por otro son siempre significativos, y por lo tanto ella tiene que ser siempre estrictamente transitoria, por no mencionar las implicaciones que tiene la postulada dominación del resto del mundo por parte de un solo estado, de a c u e r d o con la a r r o g a n t e visión n e o c o n s e r v a d o r a del "milenio norteamericano". El relativo poder productivo material de los rivales potenciales constituye un factor de suma importancia en este respecto, y habría que ser imbécil para dar por garantizada la permanencia de una existente proporcionalidad entre los países de mayor tamaño, con ventaja inalterable a favor de un país mucho más
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pequeño, como los Estados Unidos, de cara a China, por ejemplo. No es ningún secreto que, como ya lo estudiamos en el Capítulo 4, en los círculos más agresivos de Washington se invierte constantemente un considerable esfuerzo de propaganda en propugnar "una manera apropiada de manejar la amenaza china" a favor de la supremacía n o r t e a m e r i c a n a en el futuro, incluido el previsto empleo de la destrucción militar en gran escala. Cualquiera que pueda ser el éxito que obtenga en ese plan en el futuro cercano el viejo, pero no tanto, "lobby chino", el problema en sí ciertamente no va a desparecer. Porque el poderío económico de China está destinado a hacerse mucho mayor que el de los Estados Unidos de Norteamérica dentro de un espacio de tiempo relativamente breve. Ya hoy China está decidida a retirar de los Estados Unidos la casi astronómica magnitud de sus activos financieros, lo que causaría un pavoroso sismo económico no sólo en ese país sino en el mundo entero. Ese probiema, con todos sus coroiarios políticos y potencialmente hasta militares, tendrá que ser encarado algún día en el futuro no muy distante de una manera r a c i o n a l y sustentable, si queremos evitar el impacto destructivo de las estrategias propiciadas por el lobby chino y sus aliados irremisiblemente más osados en Washington. Más aún, en lo que atañe a un futuro algo más distante, también el creciente— y potencialmente también muy grande—crecimiento que promete tener la India debe ser reconsiderado de acuerdo con su verdadera significación. No basta considerar a China y la India nada más para el propósito transparentemente egoísta de los países capitalistas occidentales, que ya comienzan a culparlas de las empeorantes condiciones ecológicas de nuestro planeta. Porque lo que sí resulta absolutamente cierto es que la relación de fuerzas existente en nuestro orden global es totalmente insostenible a largo plazo. No es posible atribuirle el menor grado de racionalidad a los planes norteamericanos de desplegar un nuevo sistema antimisiles en Polonia, con el transparente p r e t e x t o de que la colocación de semejante armamento en la puerta de al lado de Rusia tiene la intención de formar un "escudo defensivo" de los Estados Unidos "contra Al Qaeda". Las protestas que los rusos han levantado contra ese plan dejan bien en claro que no se tomaron en serio ni por un m o m e n t o la justificación presentada. ¿Acaso alguien pudiese considerar que ese tipo de medida militar norteamericana, llevada a cabo con complicidad plena de P o l o n i a , " ' n o constituye sino un ejemplo más del temerario jugar con fuego?
^"^ Según fuentes bien informadas, Polonia y Rumania también están facilitando la "entrega" de personas para que sean sometidas a tortura y permiten en sus países el funcionamiento de campos de concentración ilegales por parte de los Estados Unidos. Para el momento de la discusión sobre la guerra con Irak en las Naciones Unidas, Ronald Rumsfeld ensalzaba a esos dos países como representantes de la "Europa Nueva" y condenaba arrogantemente a la "Europa Vieja" que a su vez rechazó la pretendida legalidad de la guerra,
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Las estrategias agresivas, no solamente perceptibles sino ahora ya en seguimiento, del imperialismo hegemónico global, no pueden más que empeorar las cosas de todas las maneras posibles, porque el imperialismo, como el enemigo anacrónicamente jurado del tiempo histórico, no puede funcionar sin imponerles a sus dependencias implacablemente controladas las formas de dominación más inicuas. Por el contrario, sólo la propugnación genuina de un enfrentamiento responsable con los graves problemas de la crisis estructural del capital cada vez más profunda, en el espíritu de la i g u a l d a d s u s t a n t i v a — q u e pudiese volver a los Estados Unidos de Norteamérica, como país paradójicamente "pequeño", el indiscutido i g u a l de los países grandes India y China—constituye un requerimiento absoluto para el futuro. Porque tan sólo el espíritu de la igualdad sustantiva adoptado de manera general puede ofrecer una solución históricamente sustentable a la relación de fuerzas interestatal potencialmente muy destructiva que hoy prevalece.
10.4.3 Los peligros militares potencialmente catastróficos no son, ni de casualidad, los únicos desafíos presentes en nuestro horizonte. El incontrolable atropello del capital en contra de la naturaleza representa un peligro igual de grande para el f u t u r o de la h u m a n i d a d , a p e s a r de los r e c i e n t e s i n t e n t o s de e x p l o r a r capitalistamente cada posible aspecto del deterioro de las condiciones ecológicas i d e n t i f i c a b l e , a p a r e n t a n d o ofrecer " s o l u c i o n e s v e r d e s " p o r s u p u e s t o comercialmente rentables. Al mismo tiempo vemos, por una parte, la constante negativa del que es con m u c h o el p e o r a g r e s o r — l o s Estados U n i d o s de Norteamérica—a hacerle frente a su responsabilidad en esa materia. Por otra, a la hora de aportar su dudosa contribución para con esos problemas aparentemente inmanejables, también los países que declaran públicamente su aceptación de las restricciones y protocolos internacionales necesarios en la realidad fracasan en el cumplimiento de sus metas anunciadas. Fracasan hasta en relación con ei simple caso del calentamiento global, y dejan arbitrariamente por fuera de sus estimaciones a algunas de las manifestaciones reales más dañinas, como el peligro enorme, y encima creciente, causado por la aviación devoradora de gasolina. Ninguno de ellos tiene la intención de considerar—y mucho menos de reconocer y comenzar a comportarse en consecuencia—que se requeriría de un cambio fundamental en el orden de producción y distribución si realmente se quiere garantizar las necesarias salvaguardas en este particular para el futuro de la humanidad. Sin duda, las amenazas a la vital relación de la humanidad con la naturaleza r e s u l t a n i n c o m p a r a b l e m e n t e m a y o r e s y más c o m p l e j a s de lo q u e q u e d a unilateralmente destacado bajo los titulares de moda dedicados al calentamiento global. Aun en términos del calentamiento global el punto fundamental no es la "emisión de gas carbónico" por parte de los individuos—a la que los gobiernos capitalistas tanta difusión le dan con el fin de ganarse buenos titulares de prensa,
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mientras encubren el hecho de que como gobiernos no han hecho virtualmente nada en cuanto a la enorme cuota negativa de la gran industria en ia producción de daños en escala creciente—sino la necesidad de adoptar una p o l í t i c a e n e r g é t i c a r e s p o n s a b l e y a l a r g o p l a z o , con el máximo desarrollo posible de los r e c u r s o s d e e n e r g í a r e n o v a b l e s que hoy se ven activamente trabados por los intereses creados capitalistas. Naturalmente, ese problema se complica todavía más por el insuperable horizonte del tiempo cortoplacista del capital, como lo estudiamos en el Capitulo 1. Esto lo hace tangible el hecho de que ya nadie puede seguir negando los síntomas negativos insustentables a largo plazo, que hoy día indican a las claras el daño potencialmente irreversible y la necesidad de una acción correctiva de largo alcance mientras aún quede tiempo. Pero las personificaciones del capital son incapaces de producir respuestas que no sean la del aire caliente, tal y como aparece dentro de los reportes patrocinados por los gobiernos que hablan con total vaciedad acerca de las metas requeridas que se alcanzarán en 20S0. Pero mucho más allá de la genuina preocupación que abarca todas las dimensiones de las necesidades energéticas a largo plazo, junto con los pasos obligados que hay que tomar en contra del agotamiento capitalista irreversiblemente rapaz de los vitales recursos estratégicos materiales de nuestro planeta, el asunto más difícil es cómo asegurarnos de que a las incursiones científicas reales y factibles dentro de las determinaciones objetivas de la naturaleza, que han de ocurrir inevitablemente, se le dará el mejor de los usos. Es decir, cómo asegurarnos de que esas incursiones se hacen para incentivar las potencialidades positivas de la humanidad, y no para promover los contravalores destructivos hoy exitosamente e x p l o r a d o s , a una escala m o n u m e n t a l , con d e s p i l f a r r o y d e s t r u c t i v i d a d i r r e s p o n s a b l e s , p o r el complejo m i l i t a r - i n d u s t i r a l y demás variedades de personificaciones "productivas" de las alienantes mediaciones de segundo orden del sistema del capital, estrictamente orientadas hacia el lucro e históricamente retrógradas a ultranza.Tan sólo un profundo compromiso con una manera inspirada de m o d o positivo de manejar los resultados de los potenciales desarrollos científicos y tecnológicos puede estar a la altura de la tarea. El Estado capitalista es el facilitador esencial de lo desarrollos monopolísticos, incluso cuando simula legislar en su contra, pero en realidad siempre lo hace de manera estrictamente marginal. En el mismo sentido, el estado es el facilitador de no sólo las formas relativamente inofensivas sino también de las más problemáticas y dañinas de la expansión del capital—incluido, por supuesto, el complejo militarindustrial—incluso cuando el p r e d o m i n i o del contravalor en las aventuras facilitadas o activamente patrocinadas es obviamente innegable. Resultaría asombroso de no ser así. Porque el estado moderno constituye la estructura de mando política omniabarcante del sistema del capital, y por ende no puede ejercer sus funciones políticas sustantivas (que no m a r g i n a l e s ) en c o n t r a de las determinaciones materiales vitales, para asegurarle su expansión autorrealizadora, sin importar cuan extremadamente estrecha de mente (en verdad hasta ciegamente
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dañina) pueda ser la esperada acumulación lucrativa a corto plazo. Es por eso que las consideraciones ecológicas históricamente sustentables tienen que verse rigurosamente expulsadas—con la ayuda de toda clase de falsos pretextos—de las políticas adoptadas por los gobiernos capitalistas retóricamente proecológicos. Esa relación incestuosa entre los intereses materiales creados del capital y su estructura de mando política autolegitimadora subraya con fuerza la inescapable necesidad de un c a m b i o s i s t é m i c o genuino, si estamos decididos a contrarrestar los peligros ecológicos hoy día hasta oficialmente reconocidos. Naturalmente, lo mismo es válido también respecto a los peligros militares demasiado obvios de nuestro tiempo. Sin un cambio sistémico fundamental no puede haber esperanza de dejar atrás históricamente la fase potencialmente letal del imperialismo hegemónico global. No deberíamos olvidar jamás que las diversas fases del imperialismo estuvieron estrechamente conectadas con las fases del desarrollo capitalista correspondientes. Todas las variedades de imperialismo son, por supuesto, arbitrarias y autoritarias en la manera como tratan a sus dependencias, pero su modo de operación general es ininteligible si no se toman totalmente en cuenta las raíces y las determinaciones sociales de las propias "madres patrias" imperiales. Si no se superan radicalmente esas determinaciones sociales internas todo cuanto se diga acerca de la "muerte del imperialismo" pertenecerá al reino de la p u r a — o , más bien, definitivamente interesada—fantasía. Tampoco resulta concebible superar dichas determinaciones hondamente arraigadas en la presente fase del desarrollo histórico del capital sin un profundo c a m b i o s i s t é m i c o . Es decir, reemplazando el modo de reproducción metabólica social hoy dominante e incurablemente antagonístico por la alternativa hegemónica socialista. Porque el sistema de dominación—y cuando es necesario hasta de dominación genocidamente destructiva— interestatal inevitablemente imperialista es incomprensible sin el fundamento material de donde surge. A saber, el único modo concebible de funcionamiento productivo (y reproductivo) del sistema del capital, bajo la forma de la dominación y la subordinación. En la era del imperialismo hegemónico global, el concepto de "imperialismo liberal" en el que Inglaterra desempeñaría el papel de igual no es pura ficción, aunque tenga mucho de ello. Es ficción en el sentido de que su socio, los avasalladoramente dominantes Estados Unidos, tiene la intención de asignarle solamente el papel de "caballo de Troya" (y hasta más bien el papel de asno de Troya) a su subordinado inglés, necesitado para legitimar, como "el aliado más voluntarioso", las medidas y las aventuras militares internacionales norteamericanas. Pero la propuesta del "imperialismo liberal" resulta sintomática también en dos sentidos. Primero, como \ma a s p i r a c i ó n en p r o de revivir de alguna forma el antiguo papel imperial de Inglaterra. Y segundo, como una p l e n a c o m p l i c i d a d abiertamente reconocida con la manera imperialista de regular las relaciones interestatales, haciendo que la mera relación de fuerzas prevalezca implacablemente por sobre los países menos poderosos. En ese respecto sería muy ingenuo imaginar
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que el mismo tipo de aspiración, tanto en lo que respecta a la disposición para la manera imperialista de regular las relaciones interestatales como al hacer valer los presuntos intereses nacionales del país, tengan que ser ideas ajenas a los antiguos círculos coloniales franceses. Al mismo tiempo resultaría igualmente ingenuo ignorar las implicaciones potenciales de tales aspiraciones imperialistas que aún persisten en las antiguas grandes potencias coloniales para futuros conflictos con la dominación imperial norteamericana. Comprensiblemente, en la era del imperialismo hegemónico global dominado masivamente por los Estados Unidos í;n términos militares, las formas tradicionales de la rivalidad entre los imperios tenía que volverse totalmente l a t e n t e , pero en modo alguno extinguirse. Resulta nada más cuestión de tiempo y circunstancia que los antagonismos latentes, radicados en los intereses creados rivales—reales y potenciales—terminen por salir a la palestra de una manera más abiertamente adversarfaJ. P o r q u e ¡as determinaciones sociales subyacentes en el o r d e n m e t a b ó l i c o social del capital i m p o n e n la realidad de la d o m i n a c i ó n y la subordinación en todos los campos e s t r u c t u r a l m e n t e a s e g u r a d a , por supuesto incluida la esfera p o l í t i c a . Eso significa que en términos de las relaciones interestatales los estados más fuertes tratan siempre de imponer sus intereses dominando a los países más débiles. Resultaría inconcebible que los países grandes pudiesen actuar de otra forma dentro del marco del sistema del capital. Lo mismo vale también para formaciones interestatales del siglo XX como la Unión Europea. Quienes imaginan que los países pequeños de la Unión Europea están en igualdad plena en sus poderes de toma de decisiones que los tres países g r a n d e s — A l e m a n i a , I n g l a t e r r a y F r a n c i a — c o m o lo d e c l a r a la ideología mistificadora de la "unión", no pueden más que autoengañarse. La igualdad sustantiva en las relaciones interestatales será inconcebible hasta tanto prevalezca el modo de control metabólico social del capital. Y puesto que la estructura interna de la Unión Europea, igual que la de sus formaciones de estados potencialmente rivales, está articulada en forma de dominación y subordinación jerárquica, resulta imposible t r a z a r una línea de d e m a r c a c i ó n más allá de la cual la a d v e r s a r i e d a d e s t r u c t u r a l m e n t e a s e g u r a d a y s a l v a g u a r d a d a se convertiría convenientemente en a c u e r d o s i n t e r e s t a t a l e s a r m o n i o s o s en aras de la regulación de las r e l a c i o n e s i n t e r e s t a t a l e s g l o b a l e s de las grandes potencias y de los bloques de países entre sí. Un sistema de interrelaciones estatales históricamente sustentable requiere por lo tanto de la supresión de la adversariedad del propio sistema del capital estructuralmente asegurada. Es ésa la única manera concebible de superar la lógica destructiva de la dominación y la consiguiente rivalidad imperialista en el futuro. Sin ella no puede haber esperanza de remitir para siempre al pasado a la fase potencialmente letal del imperialismo hegemónico global. Bajo las circunstancias presentes las grandes potencias imperialistas están perfectamente dispuestas a apoyar tácita o explícitamente las crasas violaciones del derecho internacional por parte de los Estados Unidos, no sólo en la Bahía de
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Guantánamo sino dondequiera que la CÍA practique el infame proceso de la "entrega", con los cientos de vuelos ilegales transportando pasajeros prisioneros por sobre los territorios de las principales democracias occidentales, reportados por las Naciones Unidas pero servilmente tolerados y cínicamente negados por los respectivos g o b i e r n o s . De esa manera nuestras "democracias liberales" pueden—y lo hacen—demostrar a las claras su disposición cómplice a dar por buena la manera autoritaria de regular las relaciones interestatales, sometiéndose a la supremacía de la práctica aplicada p o r abordaje " n e o c o n s e r v a d o r " más reaccionario de los asuntos internacionales. Ya hemos visto antes, en el análisis de "la crisis estructural de la política", que hasta las violaciones de la constitucionalidad graves resultan ser más que aceptables en ese respecto. Los ejemplos de dichas v i o l a c i o n e s de " p r i n c i p i o s y salvaguardas d e m o c r á t i c o s " a n t e r i o r m e n t e idealizados se siguen multiplicando, a pesar de la protesta de quienes (incluidos abogados y jueces de alto r a n g o ) t r a t a n de d e f e n d e r las formas una vez establecidas de libertad civil. En verdad el manejo estatal de esos aspectos no vacila en involucrarse en la violación de los principios de la democracia y las l i b e r t a d e s civiles, m i e n t r a s c í n i c a m e n t e p r e t e n d e que toda esa acción es proseguida "en aras de la democracia y la libertad". Nadie debería subestimar la gravedad de esos desarrollos como manifestaciones de la crisis estructural del sistema del capital que se profundiza.
10.4.4 El desafío y la carga del tiempo histórico no podrían ser mayores de lo que lo son bajo las circunstancias del presente. Porque los propios riesgos tampoco podrían serlo, ya que el modo de reproducción metabólica social establecido—al que sus propias determinaciones estructurales fundamentales le impiden funcionar de manera distinta—amenaza hoy directamente a la supervivencia misma de la humanidad. Dos décadas atrás, en la secuela de la aventura de la"perestroika"de Gorbachov tan celebrada internacionalmente, escuchábamos el canto de alabanza del " n u e v o o r d e n m u n d i a l " y sus promesas de un futuro estable y mucho más productivo, que incluía los beneficios que se derivarían del " d i v i d e n d o d e la p a z " que supuestamente fluiría con gran abundancia a partir del "fin d e la g u e r r a fría". La realidad resultó ser muy distinta. No hubo ningún dividendo (antes bien todo lo contrario), ni nada que se pareciese siquiera remotamente a un orden aceptable en el llamado "nuevo orden mundial". En su lugar, sí la denuncia más agresiva de un gran número de estados—como "estados fracasados" y constituyentes del "eje del m a l " — p o r q u e la p o t e n c i a i m p e r i a l i s t a h e g e m ó n i c a global los halló cuestionables, seguida de la erupción de un conflicto tras otro. Debido a la lógica de esos desarrollos, la estrategia insensata de manejar las cosas mediante el despliegue militar de una "fuerza avasalladora" asumió bien pronto la forma de
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aventuras genocidas en Afganistán y en el Medio O r i e n t e . Y ni siquiera pudo detenerse allí. La siguió la perspectiva abiertamente anunciada del empleo de armas n u c l e a r e s por los Estados Unidos, que abusivamente pretendían al mismo tiempo para sí incluso la j u s t i f i c a c i ó n m o r a l en caso de tener que hacer efectiva su amenaza .Y puesto que en el futuro nos aguarda una estrategia militarista sumamente agresiva, que propugna acciones destructivas sin límites, sin tomar en consideración las consecuencias, es perfectamente legítimo formularnos las interrogantes: ¿En
qué terminará todo esto? ¿Dónde están los límites que no se puedan traspasar? ¿Los hay? ¿Existe alguna garantía de que la humanidad pueda s o b r e v i v i r a la i r r e s p o n s a b l e d e s t r u c t i v i d a d del i m p e r i a l i s m o h e g e m ó n i c o g l o b a l , q u e p u e d e d e c r e t a r — s i n t e m o r de q u e se produzcan críticas significativas—que él está por encima del derecho internacional y por sobre toda responsabilidad? Las expectaciones despertadas por el "nuevo orden mundial" sonoramente proclamado fueron totalmente gratuitas desde el comienzo mismo. Porque se suponía que surgirían d e n t r o del marco del p r o p i o orden de reproducción metabólica social—sin cambiar en lo más mínimo sus basamentos y determinaciones estructurales—que n e c e s a r i a m e n t e g e n e r a b a (y continúa generando) las contradicciones y antagonismos que fueron declarados en desaparición con el final de la guerra fría. El sistema del capital es absolutamente incapaz de aceptar c a m b i o s c a u s a l e s de su marco estructural.Todos los ajustes tienen que limitarse a la esfera de los e f e c t o s manipulables y reversibles. Por eso la creencia proverbial frecuentemente expresada por las personificaciones del capital de que "no puede haber ninguna alternativa". Naturalmente, la crisis estructural del sistema del capital que cada vez se profundiza más no puede hacer otra cosa que agravar la situación y hacer menos factible cualquier intervención correctiva, aun en el nivel de los efectos marginales, como claramente lo demostró el desastroso derrumbe de los movimientos reformistas socialdemócratas en todo el mundo. Así, no podría caber sorpresa alguna ante la actual intensificación de los antagonismos sistémicos y ante la participación del estado imperialista en guerras genocidas, con el apovo servil de sus "aliados voluntarios", en lugar de las prometidas bendiciones del "nuevo orden mundial" y su "dividendo de la paz". El desafío y la carga del tiempo histórico son inseparables de nuestra necesaria conciencia de la h u m a n i d a d a m e n a z a d a . Porque no resulta demasiado difícil ver las graves implicaciones de un fracaso en c o n t r a r r e s t a r las destructivas tendencias de desarrollo en marcha, que imponen su poder no sólo en el campo militar, sino también en la producción económica y en la relación de la humanidad con la naturaleza. Así la carga de la que estamos hablando indica tanto las grandes d i f i c u l t a d e s que surgen del desafío histórico claramente identificable, subrayado por la innegable u r g e n c i a d e l t i e m p o para emprender la acción correctiva necesaria, y también la r e s p o n s a b i l i d a d de cada individuo en contribuir para un resultado exitoso.
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En vista de las incorregibles restricciones y contradicciones sistémicas del capital, tan sólo la alternativa socialista puede ofrecer una salida históricamente sustentable de nuestra situación amenazada. Hacerla factible requiere de un examen crítico del pasado, así como también de la reevaluación de algunas estrategias que todavía hoy son seguidas por el movimiento laboral. Como sabemos, hubo una vez en que el "socialismo evolutivo" prometió la reforma de la sociedad por la vía de sus exigencias parciales, sin cuestionar el marco estructural general del propio sistema del capital. También conocemos del fracaso total de ese plan y sus consecuencias desorientadoras. Sin embargo varios constituyentes del marco tradicional de los sindicatos y los partidos políticos continúan siendo organizativamente iguales que antes, y en verdad se ven debilitados por la pérdida de muchos miembros a causa de su incapacidad de tener éxitos incluso hasta para sus exigencias limitadas. Esa circunstancia subraya una dolorosa verdad: no puede haber éxito significativo sin la reorientación radical del movimiento socialista en términos de hacer valer su objetivo estratégico íundamental como la a l t e r n a t i v a e s t r a t é g i c a estructuralmente asegurada al orden tnetabólico social del capital. El cumplimiento de las demandas sindicales tradicionales se ve hoy completamente frustrado y anulado por ia aceptación de las p r e s u p o s i c i o n e s económicas v políticas del sistema reproductivo que prescribe la regla general de hacer solamente "demandas realistas", y por las "ganancias permisibles" (si las hay), dejando así como antes al capita! en el control del orden socioeconómico y político. Así, la única estrategia alternativa viable del movimiento laboral resultó ser la exactamente o p u e s t a del enfoque reformista alguna vez propuesto (pero más tarde humillantemente abandonado). Porque a la luz de las constantes derrotas y retrocesos sufridos por el movimiento laboral organizado queda claro que la p r e c o n d i c i ó n necesaria de incluso los logros p a r c i a l e s es la de una articulación plenamente conciente de la alternativa hegemónica socialista al modo de control del capital. Inevitablemente, la necesaria rearticulación del movimiento laboral i m p l i c a u n r e e x a m e n r a d i c a l de la p r o m e s a fallida del " s o c i a l i s m o p a r l a m e n t a r i o " y la elaboración de estrategias viables organizacionalmente— tanto en el terreno de la acción política directa como en el modo redefinido de las formas de potencial actividad socioeconómica transformadora antes sindicalmente restringidas—a fin de instituir el cambio históricamente requerido y sustentable. Dada la urgencia de nuestro tiempo histórico sólo la redefinición más consistentemente radical de los objetivos transformadores puede ofrecer alguna esperanza de éxito. La alternativa hegemónica al dominio del capital implica la necesidad de una transformación revolucionaria irreversible. Naturalmente, los "realistas" pontifican siempre que tal estrategia resulta " p r e m a t u r a " y debería ser pospuesta hasta la llegada de "condiciones más favorables". ¿Pero, de hecho, qué p o d r í a ser m e n o s p r e m a t u r o que una i n t e r v e n c i ó n radical o p u e s t a a las
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conciliaciones en el proceso histórico bajo las condiciones de los peligros más grandes posibles que tenemos que encarar hoy? ¿O, por ponerlo de otro modo, cuándo, si no es bajo la urgencia de nuestro propio tiempo histórico, se podría considerar que esa intervención no es prematura? Las objeciones espurias levantadas contra las formas de acción "prematuras" son llevadas por lo general hasta el punto de condenarlas como "aventurerismo". Hasta al Che Guevara lo castigaron de esa manera algunos "marxistas" y "comunistas". Fidel Castro les respondió en términos inconfundibles cuando afirmó, en la ocasión de la primera publicación de los diarios de Bolivia del Che, que Entre los que pudiesen estar interesados en la no publicación del diario están los seudorrevolucionarios, los oportunistas y los charlatanes de toda calaña. Esa gente se autodenominan marxistas, comunistas y otros títulos por el estilo. Sin embargo no han dudado en llamar al Che aventurero equivocado o, cuando hablan con más benignidad, un idealista cuya muerte señaló el canto del cisne de la lucha armada revolucionaria en América Latina.(...) Después de la muerte del Che, Zamora'*'' se volvió uno de sus críticos"marxista-leninistas" más venenosos.''*^ N a t u r a l m e n t e , la verdad es que toda intervención revolucionaria en el p r o c e s o h i s t ó r i c o es y seguirá s i e n d o en c i e r t o s e n t i d o n e c e s a r i a m e n t e "prematura", hasta que haya un cambio radical en la relación de fuerzas general a favor de la alternativa hegemónica del trabajo en contra del capital. Ese tipo de cambio no significa simplemente un viraje temporal en la relación de fuerzas prevaleciente—que puede ser socavada y revertida por fuerzas y tendencias r e s t a u r a d o r a s — s i n o una t r a n s f o r m a c i ó n de largo alcance y f o r t a l e c i d a / consolidada, sustentable (al menos como principio) sobre una base p e r m a n e n t e . Lograrlo implica una estrategia coherente que vava más allá del capital, en contraste con la insuficiencia de la "negación del capitalismo" o el "derrocamiento del estado capitalista". En ausencia de dicha estrategia sostenida cuyo objetivo sea erradicar al capital del proceso metabólico social con carácter irreversible, la restauración capitalista, con sus consecuencias desastrosas—como lo dejó muy en claro la era de Gorbachov—tan sólo es mera cuestión de tiempo. La conclusión es ineludible: tan sólo una perspectiva internacional de transformación revolucionaria consistentemente procurada puede ser sustentada históricamente. Fidel Castro, en su artículo que acabamos de citar, subrayó con toda la fuerza las implicaciones de largo alcance de esa línea de enfoque, no s o l a m e n t e para A m é r i c a Latina sino s i m u l t á n e a m e n t e t a m b i é n p a r a las expectaciones del desarrollo global diciendo que Solamente la transformación revolucionaria de América Latina puede permitirle al pueblo de los Estados Unidos ajustar sus propias cuentas con el imperialismo. Al mismo tiempo, y de igual forma, la creciente lucha del pueblo de los Estados
'* Uno de los dirigentes del Partido Comunista de Bolivia. *'" Ibid., p. 116.
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Unidos en contra de la política imperialista se puede convertir en aliada decisiva del movimiento revolucionario en América Latina. "** Así, el desafío y la carga de nuestro tiempo histórico es hacer que prevalezca la r e c i p r o c i d a d d i a l é c t i c a del internacionalismo socialista. La casa en la que t o d o s vivimos no p u e d e ser echada abajo, p e r o n e c e s i t a una a u t é n t i c a reestructuración radical. Los requerimientos de la transformación revolucionaria están profundamente interrelacionados en el mundo entero. Sólo sobre esa base podría trabajar la globalización en beneficio de la humanidad. Sin la adopción de una perspectiva internacional socialista viable, el movimiento laboral no puede recuperar su fortaleza. En ese respecto la reevaluación crítica de la historia de las Internacionales pasadas no es menos importante que la crítica radical de la "vía parlamentaria al socialismo". En efecto, las promesas sin cumplir de esos dos enfoques estratégicos están estrechamente conectadas. El no haber podido darse cuenta de las condiciones del éxito en una afectó profundamente las expectativas de la otra, y viceversa. Por una parte, sin un movimiento socialista internacional fuerte y decidido no había ninguna oportunidad de hacer que la perspectiva socialista prevaleciera en los parlamentos nacionales. Al mismo tiempo, por otra parte, la abrumadora dominación del capital en el escenario nacional, y el consiguiente amoldamiento del trabajo internacionalmente muy mal organizado a las restricciones parlamentarias establecidas y a las tentaciones nacionalistas (como lo puso en flagrante evidencia la capitulación de los partidos socialdemócratas ante sus burguesías nacionales al inicio de la Primera Guerra Mundial), impidió cualquier posibilidad de convertir a las Internacionales radicales en una fuerza organizada cohesiva y estratégicamente efectiva. Así que el fracaso de las Internacionales radicales no fue de ninguna manera accidental. Estaba conectado con su irrealista presunción de la necesidad de una u n i d a d d o c t r i n a r i a — y los intentos de p o n e r l a e n p r á c t i c a — m i e n t r a s se actuaba dentro de un marco político que le imponía la necesidad del amoldamiento parlamentario a la abrumadora mayoría del movimiento laboral. Ciertamente no constituye una impropiedad decir que el seguimiento en paralelo de las dos líneas de aproximación fue mutuamente excluyante y por lo tanto c o n t r a d i c t o r i o e n sí m i s m o . Como conclusión, el cambio necesario en el futuro no será factible si no se abordan críticamente los problemas de ambas. Marx escribió en una de sus primeros libros'*'que "el primer acto histórico fue la creación de una nueva necesidad". En ese sentido en la actualidad se necesitan algunos actos históricos i m p o r t a n t e s , p o r q u e resulta imposible r e s p o n d e r exitosamente al desafío y la carga de nuestro tiempo histórico sin la creación y
388 pidgi Castro Ruz, "A Necessary Introduction (1968) en Che: A Memoir by Fidel Castro, editado por David Deutschmann, Ocean Press, Melbourne & Nueva York, pp. 105-110. '*' Karl Marx y Federico Engels. La ideología alemana.
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c o n s o l i d a c i ó n de las n e c e s i d a d e s capaces de g a r a n t i z a r no s o l a m e n t e la supervivencia de la humanidad sino también su desarrollo positivo en el futuro. Así, como conclusión, bastaría con señalar los nuevos actos históricos absolutamente necesarios bajo la urgencia de nuestro tiempo para la creación de dos necesidades vitales de las que las demás se derivan de manera natural. La p r i m e r a es la necesidad de adoptar una e c o n o m í a r e s p o n s a b l e significativamente economizadora en nuestro sistema productivo, que sólo la puede proporcionar la alternativa hegemónica socialista al modo de control metabolico social del capital. Y la segunda es la determinación seguida a conciencia de superar—sobre una base históricamente sustentable—la a d v e r s a r i e d a d antagonística, endémica del sistema del capital, productora de destrucción en definitiva incontrolable en escala potencialmente catastrófica. Obviamente, el papel de la educación socialista es inmenso en este respecto. Pero el punto propiamente dicho no puede ser eludido. Porque solamente mediante la adopción de esas necesidades vitales como realmente propias por parte de los individuos sociales puede la conciencia individual aunarse a la social en pro del desarrollo humano positivo.
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Este libro se terminó de imprimir en junio de 2007 en los talleres gráficos de Editorial Arle, S.A Caracas - Venezuela
István Mészaros es u n iluminador de caminos. Él ubica el centro del debate q u e debemos entablar p a r a salir de la actitud defensiva en la que se encuentran los movimientos revolucionarios y los pueblos, e iniciar en el m u n d o entero una gran ofensiva r u m b o al socialismo. Hugo Chavez, Presidente de Venezuela
En El desafío y la carga del tiempo histórico, István Mészaros nos muestra que el sistema del capital manifiesta una profunda aversión p o r la planificación. El resultado es u n m á x i m o de despilfarro y d e s t r u c c i ó n , reforzados p o r la d e g r a d a c i ó n incesante del trabajo h u m a n o , una tasa de utilización decreciente, parasitismo financiero, amenaza creciente de aniquilación nuclear, aumento de la barbarie y aceleración de la catástrofe ecológica planetaria. El socialismo sólo se alcanza a través de una planificación social a b a r c a n t e . Una revolución q u e se mueva en forma decisiva en esa dirección se convertirá en "liistóricamenté irreversible". Es eso lo que representa el desafío y la carga del tiempo histórico: el surgimiento de u n a nueva fuerza material a medida tpie la teoría se apodere de las masas. John Bellamy Foster, Sociólogo norteamericano. Editor de Monthlv Review
ISBN 978-98C-212-465-7
vadell hermanos ED TORES