El Cristianismo Y El Problema Del Comunismo

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NICOLÁS

BERDIAEFF

EL C R I S T I A N I S M O Y EL P R O B L E M A D E L C O M U N I S M O

ESPASA-CALPE A R G E N T IN A , S. A. - Bs. As.

EL CRISTIA N ISM O Y

EL

PROBLEMA DEL COMUNISMO

Edición digital de @elteologo Septiembre de 2015

Para la fecha en que fue editado este e-Book, el libro en form ato físico se encuentra agotado. Al encontrarse en un estado de difícil acceso para estudiantes y académicos, hem os optado p o r hacer una edición digital libre, para un uso responsable y educativo. En caso de una futura reim presión en papel, p o r favor colabore con la Editorial Espasa-Calpe, com prándolo, o al m enos pidiendo a su Biblioteca la adquisición de una copia. Gracias.

NICOLÁS BERDIAEFF

EL CRISTIANISMO Y EL PROBLEMA DEL COMUNISMO

E SP A SA -C A L P E A R G E N T IN A , S. A. B U E N O S A IR E S

EL M A R X I S M O

Los jóvenes emigrados rusos no conocen más que u n a cosa del marxismo, y es la sig u ien te: que éste engendró las atrocidades de la revolución comunista, la propaganda antirreligiosa y la persecución de la Iglesia. La ju v en tu d que se quedó en Rusia desco­ noce igualm ente el marxismo, porque es imposible conocer lo que se impone a la fuerza. A ntaño cono­ cíamos mal la ortodoxia porque nos la im ponían “ des­ de a rrib a ” , como pasa ahora con la teoría m arxista. Hemos empezado a conocerla ta n sólo desde que es pérseguida. Pero es indispensable profundizar el marxismo, com prender por qué inspira a las masas y por qué engendró el odio a la religión y a la Iglesia, No h ay jam ás que rep resentar al adversario bajo u n prism a demasiado ingenuo y elemental. Esto nos empequeñece en la lucha. E l marxismo es un fenó­ meno m uy serio en el curso de la historia de la hum a­ nidad, y el comunismo ruso tiene sus razones p ro fu n ­ das. Los m arxistas son a menudo groseros y obtusos, pero Carlos M arx era u n pensador genial y fino del tipo clásico. E l marxismo originario está ya anticua­ do y no corresponde ni a la realidad social contem­ poránea ni al nivel de los conocimientos científicos

y filosóficos. E l m anifiesto com unista fué redactado por M arx y Bngels en 1847. Max funda sus opinio­ nes sobre el p rim er desarrollo del capitalism o en I n ­ glaterra, pero desde su m uerte el desarrollo económi­ co de E u ro p a alcanzó un grado que éste no pudo p re­ ver ni sospechar. La “ socialdemocracia” tuvo que hacer a la teoría de M arx toda suerte de rectificacio­ nes. E n cuanto al com unista ruso, surge en u n me­ dio histórico diferente desconocido p ara M arx: en un nuevo mundo de O rien te; y por consiguiente trocó el marxismo en algo completamente distinto, no respe­ tando más que su espíritu esencialmente an tirre li­ gioso. E l marxismo pretende ser u n a concepción un i­ versal, integral, que responde a todas las cuestiones prim ordiales y da u n sentido a la vida. E s a la vez una política, una moral, u n a ciencia y u n a filosofía. Es una nueva religión que pretende reem plazar al cristianismo. Los verdaderos m arxistas son, según ellos, fervientes dogmáticos; no son ni escépticos ni críticos, tienen u n a confesión y un sistema dogmático. E l dogmatismo que niega la libertad del espíri­ tu es el más terrible, el más extrem ista, el más faná­ tico. E l cristianism o no cree que se pueda alcanzar el reino de Dios sin el concurso de la libertad hum ana, sin el asentim iento del hombre, sin un renacim iento interior y espiritual. E l marxismo cree que el orden social perfecto, “ el reino de Dios sobre la tie r r a ” , puede obtenerse no sólo sin Dios, pero sin la libertad hum ana, por la aplicación del dogma m arxista a la vida. Su dogmatismo tiene dos fuentes: la una, de vida: la realidad social de E uropa de mediados del siglo X IX ; la otra, teórica: la filosofía idealista ale­ mana. M arx, nacido de Fichte y de Hégel, era un

liegeliano de izquierda; él y su principal discípulo, Engels, pretendieron realizar prácticam ente lo que los idealistas alemanes afirm aban en teoría. Fichte ense­ ñaba que el sujeto, el “ y o ” , crea al mundo. Pero eso no era más que u n a abstracción teórica. M arx y E n ­ gels exigen efectivam ente que el sujeto cree al m un­ do, que someta a la naturaleza, pero ese sujeto lo p er­ sonificaron en el “ p ro letariad o ” . Hégel enseña que lo real es racional, y entiende que en el origen de la realidad se encuentra la razón, que el pensamiento es el ser. M arx transform ó su idea: p ara él, la realidad debe volverse racional, pero hay que poseerla, hay que volverla a crear. Según Hégel, el ser no se reduce a la idea que se desarrolla según la ley dialéctica procediendo por la tesis, la antítesis y la síntesis. La vida universal no es más que la demostración, el desarrollo de la idea, del pen­ samiento. La dialéctica es una expresión griega que significaba prim itivam ente el arte del diálogo, de la controversia. E sta palabra se puede aplicar a la ló­ gica, al proceso del pensamiento. Hégel entendía por dialéctica la evolución del pensamiento desarrollán­ dose a través de las contradicciones cjue van surgien­ do, y si Hégel enseñó el desarrollo dialéctico del m un­ do es únicam ente porque le atrib u ía como origen la idea y el pensamiento. La dialéctica se aplica tan sólo al pensamiento, a la idea, al espíritu. Pero M arx afirm ó que en la base de la realidad del ser no resi­ dían ni el pensamiento ni la idea, pero sí la m ateria, el proceso m aterial. Y quiso ad ap tar a él la dialéc­ tica y obtuvo, en definitiva, el materialism o dialéc­ tico. M arx y Engels enseñaban que la realidad m ate­ rial y racional e insensata se desarrolla según la ley dialéctica por la contradicción. De modo que lo que

ne es propiedad más que de la lógica del pensam ien­ to, del movimiento de ideas, lo aplicaron a la m ateria, al proceso m aterial. E l materialism o dialéctico, inep­ to e inadm isible conjunto de palabras, significa la revelación del pensamiento de la razón y del sentido en la m ateria inerte resultantes de u n choque de áto­ mos accidental e irracional. M arx permaneció fiel a la idea de Hégel relativ a a lo racional de lo real, pero la invirtió. Consideraba que en la m ateria despro­ vista del pensamiento de la razón, de sentido y espí­ ritu , se m anifiestan la razón, el pensamiento y el sentido. E l desarrollo dialéctico constituye siempre u n a de­ m ostración del sentido y de la razón. Pero ¿cómo de­ m ostrarlos en la m ateria inerte? M arx quería d errib ar el idealismo de Hégel y creía, gracias a su m aterialismo, alcanzar m ayor a ltu ra cien­ tífica y filosófica. Pero no lo conseguía definitiva­ mente más que haciendo p enetrar el idealismo o el panlogismo de Hégel hasta lo más hondo de la m a­ teria. Creía ingenuam ente en la razón de la m ateria y del proceso m aterial en el sentido en que éste se des­ envuelve. Pero el materialism o, considerando la m a­ teria cual choque de átomos, no puede adaptarse a la dialéctica. E n este choque no pueden revelarse jamás ni el sentido ni la razón. La m ateria, por su n a­ turaleza, es pasiva, inerte, incapaz de desarrollo crea­ dor; sólo el espíritu es activo. De modo que los marxistas unieron ingenuam ente la actividad a la m ateria, y la pasividad al espíritu. M arx p restaba poco interés a las cuestiones filosó­ ficas generales; no se interesaba sino en la realidad soeial, y he ahí que en esa realidad, en cuya base