El alma japonesa


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El alma japonesa

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El

Alma Japonesa

\

GÓMEZ CARRILLO

E.

EL

Alma Japonesa LOS JÜRDiríES



LnS CORTESRÍl/lS

LK irniGlIiKClÓn POPULAR LH.

MISERIH.



Lfl.

POESm —

LflS

RELIGIOHES

EL EMPERADOR Lfl

VOLUPTUOSIDAD DE MORIR Lñ.

MUJER, ETC.

PARÍS CASA EDITORIAL GARNIER HERMANOS 6,

RUÉ DES SAINTS-PÉRES, 6

/

^ isee rv.

re

^^>

_

AL PRESIDENTE ESTRADA CABRERA que ha sabido hacer lar

una

religión

de. culto de la eixseñanza

moderna

DEDICA ESTE LIBRO SU amigo y admirador, E. GÓMEZ Carrillo.

popu-

"

EL

ALMA JAPONESA

M

JUZGADA POR LA CRÍTICA FRANCESA

De El Liberal de Madrid, de 25 de Julio de este

tomamos las páginas siguientes que se)'virán de introducción á esta obra de Góme:!:> Carrillo : año,

íjí

mismo tiempo que

Al

«

publica

De Marsella á

parte de esa obra con

un les

Hermanos

casa Garnier

Tokio, y anuncia

el título

escritor parisiense,

tomo, traducidos

la

de El

la

Alma

segunda

Japonesa,

M. Ch. Barthez, reúne en un

al francés, los capítulos

principa-

de los dos volúmenes castellanos. La crítica de

París recibe la obra de francés, con

Gómez

Carrillo, traducida al

un entusiasmo que antes sólo Galdós

y Blasco Ibáñez habían logrado despertar. Desde Fígaro hasta prensa elogia

el

las revistas del Barrio Latino, toda la al

gran

artista

;

pero nosotros sólo

queremos, de este concierto de alabanzas, recordar en resumen las que están firmadas por críticos egregios »

y

literatos

universalmente conocidos.

Jean l^íoreas consagra á

Gómez

Cari'illo.

un

VAme

folletín entero

en

Japovaise, de

La

Gazelte de

1

1

:

Gómez

E.

CarrilEo

Frunce, y en él dice, entre mil otras cosas, que su obra es una de las más « preciosas y pintorescas, rica en documentos y llena de detalles importantes».

Después del glorioso autor de Ifigenie viene otro

Gómez

poeta, Henri de Reguler, y dice que «

como

evoca,

poeta, ese país del

tan distante,

tan curioso,

tico,

Carrillo

Yamato, tan poé-

y á

par

la

tan

cercano, gracias á quien con tal arte hace sentir su

encanto

».

Y

después de Regnier aún hay un tercer

— Henry Bataille —

poeta que habla

L'Ame

Japonaise es

para decir que un monumento de verdad y

«

de intensidad artística descriptiva

Pero como

»

la

opinión

de

».

poetas

los

puede

menos severa que la de los críticos profesionales, vamos á citar algunas líneas de los arparecer

que éstos han

tículos

Gómez

Carrillo

Emile Faguet,

«

como

dera

el

consagrado á

obra

la

de

:

el

primer

académico que hoy se consicrítico

un tomamos

francés, consagra

largo artículo en Los Anales, del cual sólo esto » ...

No

lo sé,

porque

me

faltan

entre otras, la de haber estado en creo que

Gómez

porque ha leído

que sin

él

Carrillo

muy

han tratado

y no

Japón. Pero

Y

lo creo,

bien á los autores que antes

del Japón, á los cuales cita y son,

y Hearn. Ha

los señores

estudiado, pues,

se ha contentado con recibir

lo creo,

el

ha visto justo.

remontarnos á Petit-Jean,

Bellessort

muchas cosas:

Bousquet,

la

cuestión

impresiones.

porque no se cuida de ocultar

lo

que

le

Y

des-

agrada en punto á costumbres y errores de los japo2

Alma Japonesa

El neses

;

diganlo

casi esclavitud

páginas que dedica á

sino las

en que viven

mujeres y

las

cripción de que son victimas los etas

— suerte

la

la

pros-

— especie de

negros de los Estados

muy Unidos. Y

que su libro no

en manera alguna, una obra

parias

;

subjetiva

;

la

suya

es,

parecida á la de los lo creo,

en

fin,

por-

respira por todas partes no sólo since-

ridad, sino

también

Es, en suma,

un

mentado que suelen

más concienzuda. y más docucon frecuencia, los más

reflexión

la

libro

más

serlo,

substancial

gruesos volúmenes. »

Y

para que acabéis por desear saborearlo, os

probaré que

el libro,

además de

la

seriedad y la en-

señanza que encierra, es una encantadora amenidad,

procurándoos una anécdota y un retrato. » La anécdota es muy preciosa, toda llena de hu-

mor

á lo Franklin, con

onenlal que

la

un

destello de

imaginación

embellece.

En cuanto al retrato, donde puede ser que haya un poco de imaginación, ó de cristalización, como decía Stendhal, muéstrase como un gran maestro, y 1)

creedme que Loti no « M. Ibels, cuyos

lo

hubiera hecho mejor.

editoriales del

»

Matin, llaman

tanto la atención, dice, entre otras mil cosas, en

un extenso artículo sobre L Ame Japonaise » Es para España Gómez Carrillo lo que Heine un artista incansable un fué para Alemania precursor. Y si ahondamos un poco, hallaremos en :

:

él al

discípulo de los Goncourt y observaremos las

diversas influencias de la literatura actual. Pero no se tenga esto por imitación, 3

pues en lenguaje



Gómez Carriüo

E.

excelentemente traducido por M. Barthez

modo

tal

personal, tan elegante

y



es de

tantos

tlúido,

y

tan ricos matices ofrece, que, leyéndolo, inevita-

blemente hemos de soñar con aquellas admirables joyas, aquellos ricos tesoros que los cortesanos de

Bizancio se repartían gozosamente, en tanto que los feroces

gritos de

bárbaros ascendían hasta

los

el

palacio imperial, »

Otro crítico notable escribe en

«

publicación

la

y universalmente conocida, la Reviie des que sigue « Después de leer el libro de Gómez Carrillo (traducido por Barthez), se comprende que en el Japón los paisajes son más bien

más

seria

Revues,

lo

:

poemas que cuadros.

En

«

un

el

artículo

más «

»

Gil Blas es B. Delaunay quien á

la

obra,

y

dice,

consagra

entre mil

cosas

:

Este observador artista, este enamorado de las

del color y de la poesía, es tamy lo es sobre todo, un enamorado de la forma. Escoge la palabra con cuidado, y la coloca en la como se traza una pincelada frase admirablemente

cosas concretas, bién,



maestra en un cuadro, para expresar con ella intenal mismo tiempo que aquilata el samente la vida



valor de los

inmediatos

vocablos.

Su

estilo,

tan

personal y tan maravillosamente fluido, envuelve y vacia de modo admirable su pensamiento, al cual presta

siempre

el

inesperado epíteto

encanto de exquisita gracia. « Bello elogio es también

Ks

líneas siguientes

un

nuevo

»

el

que

el crítico del

le

consagra en

Evenemeni

:

El «

muy

suceder

Podría

Alma Japonesa

bien que

el

más

libro

completo que se haya escrito acerca del Japón, sea ese que el literato español, E. Gómez Carrillo, acaba

El Alma Japonesa. al público francés Por mi cuenta he de deciros que no conozco nada más deliciosamente escrito, más lindamente presen-

de ofrecer

tado ni «

:

más

interesante. »

Para M.

de

Gómez

un observador que

es á la

Claretie,

Jules

Carrillo es « la obra de

libro

el

vez un pintor y un poeta ». Armand Dayot, el más eminente crítico de arte actual, dice en la revista VArt et les Ariisles « Ese libro encantador, cada :

una de cuyas páginas flor lejana, fué escrito la

primera hasta

la

tiene

como un perfume de

en Tokio. Debe leerse desde

última línea, y

la

lectura

una

vez terminada, cuan penetrante es la sensación de nostalgia.

H. d'Almeras, en su último artículo del

»

Intransigeant, dice que

de los libros

más

VAme

literarios

Japón

Japonaise es

«

uno

y más imaginativos que

En

Saint George de

existen sobre

el

Boühelier,

joven maestro de estética, escribe

«

el

Leyendo ese

lindas

como

libro

las

».

fin,

:

he visto pasar imágenes tan

de un álbum japonés, álbum de

estampas de maestros. » « En el grave y académico Journal des De'bats, docto Albalat consagra parte de un folletín crítico á la obra de Gómez Carrillo y dice, entre cosas mil el

:

«

Leer este libro es aprender con

bellas cosas sobre aquel país, cuyos

hoy de galantes robes de chambre sienses

».

deleite muchas kimonos sirven

á nuestras pari-

Gómez

E. «

tico »

Carrillo

En un artículo de La Presse, Rene Benoist dice

conocido cri-

el

:

En Tokio

el

año pasado, Gómez

Carrillo,

un

español artista y poeta, ha escrito El Alma Japonesa, libro extraordinariamente curioso del cual ha he-

cho á la

editor Sansot una excelente traducción, debida pluma de Carlos Barthez. Esta obra ha llegado

el

oportunamente. Nacida en su verdadera atmósfera, á terminación de una guerra que nos revela un Japón ignorado, explica, sin enseñar, afirmándolo la

solamentes, todo

lo

que tanto nos ha sorprendido en

esta lucha sin precedente, cuya terminación ha sido

una paz sin precedentes también, pular y

magnánima

á la vez,

impo-

decir,

es

ya que

vencido pa-

el

recía dictar sus leyes al vencedor. »

Con una extraordinaria

lucidez,

Gómez

Carrillo,

permite que penetremos por nosotros mismos

á tra-

vés de sus cuadros graves ó anecdóticos, todos cautivadores por igual, mostrándonos cuáles han sido las

profundas causas de

la victoria

Japonesa.

sola de ellas, en rigor de verdad, bastaría

:

Una

es la fe

nacional. « Somos seres el himno humanos cuya vida no tiene importancia y nuestra felicidad más grande es morir por nuestros soberanos ». Los acontecimientos han probado que este himno no es solamente literatura, sino un conjunto

que vibra en

de fuerzas morales que exaltan

En primer

lugar,

sagrado en

el

la

lleva

;

el

el

Japón, sea cual fuere

luego

el

alma popular.

culto á la espada, el

el

cual es

hombre que

carácter caballeresco de la raza 6

:

El que

al

Alma Japonesa

Quijote pondría peros, digámoslo

mismo Don

sin exagerar. »

egregio teórico

El

«

simbolismo,

del

Kahn, entre otras cosas, en un largo sagrado á

en

personalidad literaria de

la

El

Alma Japonesa

de Ruidard Kipling,

más

toresco y de

En

«

con-

Carrillo

lo

con las Cartas del Japón que se ha escrito en Europa

es,

de mejor informado, de

escribe

Gómez

dice

el Siécle, »

Gustave

artículo

llevue

la

lo

más hermosamente

intuitivo sobre

el

pin-

país del

Nipón.»

Jules

Bertaut

Hebdomaclaire,

:

El Alma Japonesa de Gómez Carrillo constituye una visión de ese país admirable y nos propor»

ciona

en verdad de

japonesa,

la

sensaciones de Tokio, de corte, etc.,

el

la calle

análisis fino

del guerrero, el del orgullo japonés

mujer y

de

la

del

y

sentimiento poético completan este interesante volu-

men

de viaje, que merece

que se «

pena de ser

por-

leído,

y verdadero. Henry Chalgrin consagra un japonistas modernos y dice de Gómez

siente franco

le

En Les

»

Lettres,

artículo á los

Carrillo

la

:

Ese singularísimo Japón que á todos se nos ofrece pintado como un mundo de fingidas muñecas ha »

enseñado á leza, acaso

los literatos

un

una

cierta divertida genti-

tanto pueril, delicada,

como un

fino

juguete de arte antiguo, que es por excelencia

manera

celeste inipona,

jársele,

muy

nipono

celeste.

la

Pudo anto-

rara á Fierre Loti, que la ha innovado,

pero nosotros

la

hallamos en todas las relaciones

Gómez

E.

Carrillo

en las correspondencias y en las novelas de Carlos Pettit, á través de las traducciones de Lefcadio Hearn, y hela ahí todavía en

déla

esta

Extrema Asia

«

»,

nueva traducción del

libro

de Gómez Carrillo.

El estilo y los nobles adjetivos son empleados con noble ironía, y ciertas palabras y algunas cláusulas se repiten

manera

como en

cuentos de antaño

los

•,

es !a

Añadid también el epíteto « adorable », en todo lugar donde su empleo no pueda pareceros demasiado frecuente y abusivo y estad seguros, que si visitáis el Japón habréis de «

Extrema Asia

escribir á vuestra así es

como

».

familia con este

mismo

nosotros, gentes de Europa,

expresar todo

lo

que quiere revelarnos

tono.

Y

podemos imperio

el

del Sol Naciente. »

Sin embargo,

Gómez

Carrillo

no se ha limitado

á estos alardes de escritura. Su exquisito libro, real,

muy

admirablemente traducido por M. Barthez, nos informes acerca de todos los puntos á que se

facilita

encaminan nuestras curiosidades y ha sabido conservar al moderno Japón sus bellas guirnaldas de y sus ka'ikai de arabescos y matices que durante largo tiempo aplacarán nuestras nos-

flores de cerezo

talgias ». «

»

El crítico de la Revue Fran^aise dice Para conocer bien un pueblo es preciso experi-

mentar

:

las

sensaciones en

él

mismo y

penetrar

el

plrna de sus habitantes. Tal es el fin de esta obra de

Gómez

Carrillo

las escenas

de

que traza con un vivo interés alegre la

vida íntima de los japoneses. El

carácter caballeresco de estos, su cortesía y su or8

El ASrrea

Japonesa

güilo de samurai, corren parejas con las leyendas

consagradas á los templos de Nikko y á la corte, á la mujer y al espíritu poético que reina en este país. » « »

En Le Penseur, Vannau da este consejo Leed ese libro que Barthez ha traducido del es:

pañol el

;

os iniciará perfectamente en la mentalidad,

carácter

y

las

costumbres de los nipones. El autor

habitó en Tokio, y su obra lleva el sello de la más exquisita verdad. Señalemos particularmente las

páginas dedicadas

al

que consagra á

sentimiento poético en los tres apóstoles del

Japón

el

alma mo-

y derna de aquel pais, Mabuchi, Motoori é Hirala. » « De un extenso estudio de M, Gustave Brocher las

publicado en\d.Revue de Critique, no las líneas siguientes

le

tomamos sino

:

» El título y el texto de la obra de Gómez Carrillo, aseguran indudablemente los plácemes de los lec-

y estamos seguros de que cada uno hallará en él algo nuevo que admirar. No es en verdad una obra científica, no es un tratado en tres puntos; es tores,

sencillamente una agradable causerie durante el

cual

la

autor nos pasea á través de la vida japonesa,

vándonos ligeramente sobre sus asuntos dizarlos, pero sin molestarnos jamás.

muchas descripciones más estos capítulos que titula

La La

cortesía,

La

:

lle-

sin profun-

Hemos

leído

amplias de Tokio, pero

El carácter caballeresco,

Risa, El orgullo de los samurayes,

miseria, El espíritu de tolerancia, etc., etc., son verdaderamente cautivadores. Paréceme muy dudoso que un viajero que no conozca á fondo el idioma di-

1.

Gómez CarriHo

E.

del Japón,

fícil

pueda hablarnos con conocimiento

de causa de los contadores de cuentos, de

las

mu-

la literatura y del sentimiento poético. Se uno muy pronto á generalizar cuando no conoce una cosa completamente. » « De un artículo que en el Radical consagra el genial novelista Paul Brulat á la obra de Gómez Carrillo tomamos algunos párrafos » Gómez Carrillo, que nos trae de su viaje al Japón un bello libro, muy curioso, lleno de enseñanzas, ¿ no habrá tal vez exagerado un poco al con-

en

jeres

halla

:

ceder á los nipones todas esas cualidades que

en alto grado? Si

le

hemos de

él

creer, estos

posee

reúnen

todas las gracias, todos los dones, todas las virtudes.

Son

corteses, caballerescos, artistas, heroicos

;

mue-

ren y con gesto bello, y ningún pueblo guarda un culto tal al honor. Es un país de ensueño y de teatro que desfila ante nuestra imaginación maravillada. »

Pero

volvamos

á

El Alna Japonesa,

libro

amable, sonriente, hasta instructivo, porque Gómez Carrillo sabe ver

cuando quiere y penetrar

los carac-

teres á través de los trajes, disfraces y preciosos decorados. Libro lleno de anécdotas también, de le-

yendas sabrosas, de poesía, de pensamientos, descripciones maravillosas. «

un

En

el

Mois Littéraire, Jean Dumasset publica

artículo del »

Si el

de

»

que tomamos estas líneas

poder de adaptación,

el

:

valor y la inteli-

gencia de los japoneses constituye después de su triunfo

el

objeto de merecidos elogios, no io

menos su

El

Alma Japonesa

alma en su conjunto, en sus costumbres, en su sodándonos á conocer mejor á los

ciedad. Cada día,

japoneses, se nos revela en ellos, efectivamente, las miserias visibles ó latentes, su práctica del btuff, su



corrupción, su irreligiosidad clases instruidas

mujer, etc., »



lo será

trata de

las la

Carrillo, traducida

con exquisita elegancia por Barthez, es

bajo este punto de vista,

y

se

etc.

El Alma Japonesa de Gómez

al francés

si

condición miserable de

la

un

libro

indudablemente, porque

De Ernesto Lajeunesse,

que debe ser leído lo

merece.

»

el

celebrado autor deSe-

renissime y de tantos libros

admirables y admi-

«

rados »

llo,

:

Todo el mundo conoce en París á Gómez Carrihombre de espada y de corazón, hombre de es-

y gentilhombre, todo fantasía y razón, todo y nubes. Ese caballero de los Níbelungos^ humorista y soñador, escéptico y entusiasta, inpíritu

sonrisa

quieto de ideal y de perfección, seguro en la amis-

ha hecho diplomático para ser caballero errante y vagabundo de Estado pone su ideal en pasear su eterna y voluptuosa nostalgia. En todas partes está en su casa, encantado y encantador, enterado inmediatamente de los buenos lugares, de los rincones maravillosos, de las minas de alegría y de los viveros tad, se

;

de fresca ambrosia, y en todas partes

cretamente! —



¡

oh, dis-

es extranjero. Este es el secreto de su

talento y de su arte.

Ve y juzga de

lo alto

y de

to-

das partes. La música de sus palabras, para ser precisa, es lejana

y de un desconocido ritmo en su exceJi

Gómez CarriKo

E.

lencia

y superioridad. Cuando

encantadora de París

», lo

Carrillo canta el

alma, más vaga y más íntima á

mensa; cuando

«

alma

hace en nombre de otra la vez, secreta é in-

almas y los cey en otras

se inclina sobre las

rebros, lo hace soñando en otros cerebros

almas; «

él

está distante. »

Del poeta Saint-Pol

proclaman justamente de

la

Vie Cosmopolite

Roux,á quien

los simbolistas

en un artículo

el magnífico, :

¡Vuestra bella alma, libre y sabrosa, mi querido Carrillo! Habría mucho que decir de ella. ¿Des» ...

pués de haberla definido por su anverso sería preciso

aún por su reverso? Vos me parecéis el lugar de un conflicto múltiuna liza, si lo preferís, al centro de la cual des-

deilnirla »

ple,

cienden los espasmos, las dudas, los deseos de destrozar

una muñeca como

muieres del universo,

las

todas

las

ingenuas piedades,

las

fuera

si

ambiciones, las violencias, todo sidido por

sobre

el

una adorable sonrisa

más



un abanico de

porque también hay soberbia. «

ello felizmente prela

vuestra

— que

granado muestra su fruto entre-

alto

abierto detrás de

ella

cola de pavo real,

»

Pero como sería imposible citar un párrafo de

cada uno de los que han escrito artículos críticos sobre

la

obra de Gómez Carrillo, traducida

terminaremos citando algunas

muy

al

justas

francés,

y delica-

das líneas del ilustre Jean de Mitty, extractadas de

un

de París, y que rezan Fué preciso que Stendhal viviera largas tempo-

artículo del Crí »

radas en Milán, en

:

Roma y

Civita-Vecchia, para ha-

ASma Japonesa

El un alma

cerse

italiana.

Y

eso que

el

La

autor de

Chartreuse había franqueado ya los Alpes en pos de Napoleón. A Gómez Carrillo han bastado unos cuantos meses de estancia en el Japón para volver á nos-

un alma enteramente japonesa. Y

otros con

en mi en

sentir, el

él la

una

gran encanto de su

un

relación de

libro.

este es,

No

veáis

viajero, sino las etapas de

sensibilidad. Esta exquisita sensibilidad os

ravillará

:

es rica en las

más

bellas fiebres,

ma-

ha vi-

vido allá minutos inolvidables, no ha sido fatigada por el exceso de recuerdos. Nada ha debido á Fierre Loti.

Los países nuevos ofrecen

al artista

que pasea

por ellos sus delirios, una atracción inestimable

:

y

todo y sobre todo, porque la literatura no ha explotado aún. Porque en Roma es eso precisamente lo que fatiga el pesado bagaje de recuerdos los

es, ante

:

que se arrastra en pos de

A

sí.

caída de la tarde,

la

cuando el Ángelus resuena tristemente de iglesia en iglesia, es cosa segura que entre la balumba de los mil ruidos que se extinguen en el horizonte, escucharéis

cómo pasan en el crepúsculo, murmurando las mismas melancolías, las voces

en vuestros oídos

confusas de Byron, de Corinna, de Rene. »

Si queréis

libro de

Gómez

emprender un Carrillo.

tomad el todo de una

bello viaje,

Pero no

lo leáis

vez; imponeos algún descanso, pues cada página es un paisaje á la manera de Lamiel y sin esto pare;

cerá

el viaje

demasiado rápido, demasiado corto.

»

Después de citar estos fragmentos, El Liberal, de Madrid, termina diciendo « En resumen, la obra de Gómez Carrillo, en fran:

E. cés,

Gómez

Carrilio

ha tenido un éxito tan grande como

el

que al-

canza en español De Marsella á Tokio, ya publicada,

y como el que sin duda alcanzará el Alma Japonesa que la casa Garnier publica en la actualidad. » Los Editores.

14

LOS JARDINES

El

amor de

como una

naturaleza es

la

nacional de este pueblo. Desde

muy

religiórí

temprano, los

niños aprenden á amar á las plantas, á las piedras, á los insectos.

Y

notad que digo amar empleando

la

en su más castizo sentido. Es amor, en amor y no simpatía, amor y no afición, amor

palabra efecto,

verdadero, tierno y voluptuoso, sienten por sus

con

hermanos

la savia espiritual

el

que

los

nipones

los vegetales. Nutridos

de las leyendas búdicas, saben

ramas tienen melancolías, que las hierbas sufren ó gozan, que las hojas, al murmurar, dicen sus íntimos pensamientos y que en los troncos rugosos se esconde un alma que llora cuando el ha-

que

cha de

las

la hiere.

Todo

esto constituye para la educación infantil

En

la sensibilidad

sus jardines,

una lección admirable.

lejos del ruido

quillos viven en verdadera

de

la calle, los chi-

comunión con

los seres

vegetales que son sus primeros amigos. Luego, llegar á la edad en definitiva,

que

carácter

al

toma una forma

sus padres los llevan á contemplar los

paisajes célebres, lo á

el

los adolescentes á

mismo que en Europa se lleva visitar los museos. Un punto

de vista bello, es un lugar de romerías. Apenas sale uno de Tokio, empieza á notarlo. Ante cada rincon15

:

Gómez Carrito

E.

ante cada curva armoniosa del

florido,

cilio

río,

ante cada colina de lineas puras, álzanse los mira-

dores rústicos de una casa de

más

dores, ó

te.

Y como

esos mira-

bien dicho pabellones, están siempre

llenos de gente silenciosa que parece extasiarse en

una contemplación mística, uno no puede menos de preguntar



¿Qué hace allí esa multitud absorta?... ¿Es acaso éste un lugar de peregrinaciones religiosas? ¿Hay aquí algún Buda milagroso? Ningún Buda contesta el guía,

— — — —



Alguna fuente de esas que calman dolores Tampoco.

¿

?

Algo debe sin embargo suceder, puesto que

esa multitud se reúne así, en medio de un camino

una casa de

una hora determinada. Todos el guía. Nada de especial los días de todo el año pasa lo mismo. Esa multitud que á usted le parece en éxtasis y que sólo está en desierto en



contemplación

te,

á

— termina

estética,



ha venido de cien pueblos

distintos á admirar el paisaje.

Y

en efecto

ir

á ver

una llanura cubierta de

ó un lago en cuya superficie nadan dos

;

subir á una

montaña

azul ó contemplar

puesta de sol tras un bosque de criptomerias siarse ante

un riachuelo que canta entre

ó ver un torrente plateado bañando jardín;

el

pasearse bajo ramas floridas

zarse bajo

un

flores

los lotos sagra-

;

una

exta-

las peñas,

césped de un ó

inmovili-

árbol solitario, acudir, en una palabra,

á cualquier sitio famoso por su hermosura natural

con

la

voluptuosidad con que se acude á una cita de 16

El

ASma Japonesa

amor, constituye para los japoneses el mayor de los placeres. Los más humildes como los más ricos, organizan partidas de contemplacióii lo mismo que

organizamos

nosotros

galantes.

partidas

¡

os

Pero figu-

En la propia qué digo ráis que son los dos más grandes, los dos más imperiales días de fiesta? ¿El santo de su macorte

!

jestad la emperatriz que

de su majestad Terasu Kami, rio

de

la

¿ cuáles

se llama Primavera,

y

el

emperador, descendiente de Ama diosa del sol? No. ¿El aniversael

jornada gloriosa en que

el

último sogún

samurayes de Kioto restauradores del poder verdadero del soberano? Tampoco. Las dos mayores festividades pala-

Tokuwawa

fué derrotado por

los leales

ciegas están consagradas, en este imperio extraño, donde todo parece que lo reglamentan las hadas, á

en que los príncipes y los samurayes han visto el símbolo de sus virtudes. En efecto, la primera fiesta, que se verifica en abril, la religión

de

las

flores

es la de los cerezos fioridos. La segunda, en octubre, la

de

de los crisantemos. Los magnates, los príncipes la iglesia, los representantes de los reyes extran-

jeros, todos los

acuden

á

la

que forman

la alta

templar como simples poetas,

en

el

sociedad de Tokio,

invitación de su majestad,

parque imperial.

las

— ¡Nada

japoneses, con justicia, exclaman;

— ¿Y qué

raás?...

17

flores

para connacionales

más!... Pero los

E.

Gómez

CarríSlo

v^ Sólo

pueblo tiene más.

el

Después del florecimiento

inverosímil

de estos

cerezos cuyas ramas se cubren de nieve sonrosada, tiene,

en mayo, los racimos de wistarias tan frágiles

en su purpúrea suntuosidad decorativa. Tiene, luego, las magníficas alfombras de peonias que, con sus ricos colores, con sus luminosas carnaciones, ocul-

tan

hierba de los campos. Tiene,

la

rano principia, iris

los iris

que crecen, en

cuando

el

ve-

de mil matices, los esbeltos

los jardines lo

mismo que en

montañas, con aristocrática elegancia. Tiene, en

mes de

los

grandes calores,

Buda, que se baña

el loto

el

místico, la flor de

orgullosaraente

en los estan-

ques de los parques y que convierte en floridos

las

senderos

los fosos de los castillos feudales.

Tiene,

después de los crisantemos, las flores del ciruelo cuya blancura rivaliza con la nieve. Tiene, en fin, la eclosión

vierno.



Pero

más

pasa, Sí

:

camelias en pleno in-

suntuosa de

las



¿acaso en todas partes no

diréis



ó menos, lo

mismo

?

en todas partes hay flores para cada estación.

Mas no como

aquí,

no con esta

belleza extraordi-

naria que metamorfosea de un simple cerezo florido en el más armonioso, en el más delicado espectáculo.

No con

esta

abundancia que cubre

mediaciones do Tokio de

y que

iris

las in-

durante un mes entero

hace, en los parques, verdaderos bosques de 18

ASma Japoraesa

El las plantacioHcs de camelias.

Qué digo Los árboles !

¡

que en Europa^ tiernos en tonos con reverdecen cuando y sus hojas, maticesde tifien se otoño, primavera ó cuando, en quien para rubios, constituyen fiestas verdaderas

mismos son aquí mucho más

las

bellos

Entre las romerías populares, una

contempla.

de las que rivaliza con la de los cerezos floridos, es la de los arces en el momento en que sus hojas toman

un

color y

un

lustre metálicos.

He dicho romerías porque el pueblo no se concomo los magnates que forman la sociedad imperial, con reunirse un día fijo en un parque determinado para contemplar las más simbólicas, las más nobles llores en su más grande esplendor, sino

tenta,

que organiza ardientes peregrinaciones con objeto de honrar de una manera religiosa á todas las bellas plantas, por humildes que parezcan y por poco emblemáticas de grandeza que sean. En el mismo Yosiwara, donde

las

mujeres galantes viven encerra-

das en claustros de amor, se forman, para celebrar los tres mayores florecimientos del año, cortejos dig-

nos de épocas más suntuosas. flores aparecen



dice

hacen regias visitas empleada. Con sus

».

«

Norman

Cuando



las

las

nuevas

cortesanas las

La palabra regias, está bien recamados de oro y sus

trajes

con sus lencon la movimientos tos pasos y sus hieráticos majestad de sus ojos fijos y la gracia austera de sus

cabelleras erizadas de alfileres áureos

;

;

Vi

E.

Gómez

Carrillo

labios herméticos; con la magnificencia del séquito

que

las sigue

y

las contempla,

parecen,

el

recogimiento de

las

esos días,

la

multitud que

pobres vendedoras de sonrisas princesas de leyendas en un

místico desfile.

va

La cortesana Komurasaki, en una de sus cartas « Contemplo estas al ronin Gupachi, dice

de amor flores

que

:

me

habéis enviado, cual

si

contemplara

vuestro rostro. La religión nos enseña que un dios vive en cada corola. Ante los dioses de este ramillete,

os juro un

amor eterno

»

.

51:

Buscando

las

bases históricas del ardiente patrio-

tismo japonés, algunos filósofos se preguntan cómo

un pueblo que ha aceptado con

facilidad extraor-

dinaria la influencia china antaño y ogaño la europea, puede adorar con

tal

fanatismo su suelo natal.

La verdad es que el patriotismo de los nipones es puramente poético y social. Tienen orgullo en ser descendientes de los fieros samurayes de las grandes épocas están satisfechos de pertenecer á una raza ;

que jamás

se

ha mezclado con hordas conquistado-

y más que todo eso, sienten un amor exclusivo por sus campos, por sus montañas, por sus mares, por sus ríos. Las ideas extranjeras, las creencias ras

;

20

:

Alma Japonesa

El

extranjeras, los métodos extranjeros, pueden aceptarlos sin creer

que

al

obrar así renuncien á

En

gridad de su carácter nacional.

lo

la inte-

que no con-

sienten, es pensar que los extranjeros logren

adueñarse de sagradas.

Las tierras japonesas

«

un

día

parte de sus tierras



tución

neses

más mínima

la



dice la consti-

no pueden pertenecer sino á los japoY esto no obedece é un ideal de propiedad

».

amor

material, sino al

tan santo del Yamato,

poético del suelo tan bello y

No hay más que

an-

leer los

tiguos libros, para notar esta adoración.

En cuanto

hablan de sus campos, los japoneses lloran de entusiasmo.

manera El

((

Una obra de Tchikafusa, termina de

esta

:

Yamato

es

una región divina, donde todo

está hecho por los dioses

».

Otra obra que se titula

El

traje

de

Plumas,.

dice

Se habla de los goces celestiales. El cielo no

desaparecido, ni desapaesenciales

los principios

del código de la cahallerosidad nacional, el

más bello

que no dignihonor y y dad, sino también espíritu de sacrificio y de desinterés. Los que se suicidan, en efecto, suelen hacerlo con altruismo admirable. Dos ejemplos sublimes datan apenas de quince años. El primero es el de

y

el

más

todos quizás, puesto

estricto de

sólo demuestra heroísmo

orgullo,

una mujer, Yoko Hata Keyama, que en 1891, después del atentado contra cidó en el sitio jero había

sido

el zarevitz

mismo en que

abrió

el

es

el

criminal.

acto

Takeyosi,

capitán

del

vientre después de escribir el

rrer á la independencia

nipona

Y

estos

la

é

la

otro

que

se

carta

hacía

expansión

En

al

corusa

mohombres y

todos los

historia nipona,

sacrificios

igualmente divinos.

país

el

El

no son casos raros ni

manifestaciones extraordinarias.

mentos graves de mujeres han hecho

una

peligro que

emperador, señalándole en Extremo Oriente,

que

para probar

herido,

no era cómplice de aquel suicidio

Nicolás, se sui-

príncipe extran-

el

igualmente ingenuos

Porque dígase

quiera y créase en lo que se crea,

lo

que se

un civismo

igual,

tan sencillo y tan excelso, no se encuentra en nin-

guna otra

historia del

mundo.

80

Alma Japonesa

El

-^

En el Japón los dioses mismos aman el suicidio. Cuando Suzanoo, dios de las tempestades, supo que su madre vivía en los infiernos, pidió á Izanagi que le

permitiera

abrazar á

muerte

llegar hasta la

«

que

la

le

había dado

»

el ser.

para poder

Izanami se

contentó con desterrarlo del cielo condenándolo á

ondas amargas.

vivir sobre las

cluye diciendo

Por eso

«

:

Y

las olas,

la

leyenda con-

por eso los aqui-

lones dicen eternamente los lamentos del huérfano

que desea morir. cipes.

»

Después de

En tiempos

los dioses

fabulosos,

la

son

los prín-

esposa de Yamato,

heredero del emperador Keiko, se precipita

para calmar

la furia

de

las

que las puedan salir

sacrificio de su vida

batir á los ainos

al

mar

aguas y lograr con el naves que van á comdel puerto. Otro sui-

emperador Antoku que comenzó á reinar en brazos de su nodriza en 1181. El Heiké Monogatari refiere este suicidio en una página admirable. El monarca tiene ocho ó nueve años. Sus tropas acaban de ser derrotadas. Su consejera le « Es necesario morir, señor, dice puesto que la cidio regio

fué

del

el

:

victoria favorece el

á vuestros enemigos.

»

Entonces

niño arregla sus cabellos sueltos sobre su traje

paloma de la montaña », y derramando abundantes lágrimas, cruza sus brazos menudos. Primero vuelve la vista al Este y dice imperial

adiós

«

color de

al altar

de Ise y

seguida tórnase hacia

al el

altar de

Hatchiman. En

Oeste é invoca

el

santo

5.

E.

Gómez Carriüo

nombre de Buda. Cuando termina, su fiel Niidono toma en brazos y avanzando hacia el borde del « Hay una ciudad muy bella en el mar, le dice fondo del golfo, señor. » Al mismo tiempo preci-

lo

:

pítase en así

:

de

la

«

el

El libro milenario concluye

espacio.

¡Ay!; qué desgracia

!

los vientos caprichosos

primavera se apresuraron á dispersar sus gra-

cias augustas

y soberanas,

pesantes cubrieron en

¡

ay

acto el

el

!

;

qué dolor

las olas

!

tesoro de su cuerpo

!

»

Pero estas lamentaciones no son frecuentes en los

poemas que relatan los suicidios famosos y casi puede decirse que sólo se explican por tratarse de un niño. A los héroes, á los guerreros vencidos que en

el

último

momento vuelven

sus armas para esquivar

el

contra

mismos musa po-



cautiverio, la

pular los corona de guirnaldas de flores de cerezo. el

rquero invencible que ha

inspirado tantos dramas,

us compañeros han caído

He aquí

á

Tametomo,

todos muertos. Sólo

él

sigue de pie, lanzando sus

flechas contra los enemigos. Pero por

sobrehumanos

que sus esfuerzos sean, no pueden contener eternamente al ejército entero que lo rodea. No importa !

\

le quede un soplo de energía, continuará luchando. Su sable ha sembrado cien cabezas. Al fin sus adversarios lo tienen entre las manos. « Rín-

Mientras

dete,

Tametomo

el vientre.

!

»



Otro caso

¡

le gritan.

muy

Él sonríe

popular en

y

se abre

la literatura

japonesa es el de los servidores de Minamoto Yoshinaka. Este príncipe, menos estoico que sus con-

temporáneos, sabe, en medio de las fatigas de la guerra, pedir al amor algún alivio. Una noche se 82

lEl

Alma Japonesa

queda dormido en casa de su querida, en

mismo en que dos

ayudantes, no atreviéndose á despertarlo, se

suicidan en la puerta de su alcoba. el

momento

el

enemigo. Sus

es necesario atacar al

Yosliinaka oye

ruido de los cuerpos que se desploman

tase

;

;

leván-

corre al combate. Pero es tarde. Su carcax

sólo contiene ocho flechas.

última,

saca

el

Después de lanzar

la

sable y se atraviesa el cuerpo. El

héroe más popular de

la

edad media,

del Japón, también se suicida.

Su

el

Siegfriedo

historia tiene

una

grandeza de leyenda. Su padre lo hace educar en un convento de Kurama-Yama. Un día el sacerdote que le viste le

eso



espada.

espada

entrega un hábito negro.

exclama Yoshitsuné El

»



«

Yo no quiero

que quiere es una contesta riendo; « ¡Una

Pero

;

lo

monje le si no sabrías

» El servirte de ella niño calla y medita. No saber servirse de una espada, le parece humillante. Es necesario que sepa. Y para !

!

aprender, se escapa del monasterio y se dirige á la montaña en donde vive el rey de los enanos, ogro voraz que se alimenta de carne numana. Bajo el hábito negro

el

niño lleva una espada.

«

Luchando

contra ese monstruo

— piensa — podré aprender.

En

lo ataca

efecto,

el

sale vencido.

enano

Y

Yoshitsuné

con

»

furia, pero al fin

corta la cabeza

y la que ya sabe servirse de una espada. Como la vida del convento no conviene á sus aficiones guerreras, se escapa de nuevo le

lleva al sacerdote para probarle

y recorre

la provincia, batiéndose cada vez que encuentra oportunidad de hacerlo. Sus adversarios se

declaran venoidos.

Una

tarde C3

un

fraile

guerrero

le

E.

Gómez

Carrillo

apuesta todo

que tiene á que en un torneo le seguidas. « Era un aventurero

lo

diez veces

herirá

famoso, enorme y hercúleo, dice la leyenda, que había hecho prodigios en las guerras civiles ». Yoshitsuné acepta. Al cabo de dos horas, recibido nueve heridas. ti

»

— exclama

niño para

el

«

el fraile

ambos han

La décima es sólo para yéndose á fondo pero el ;

golpe con una elegancia cortesana y en

respuesta alcanza á su contrario en el hombro. La escena que sigue es digna de una novela de Alejanla

dro Dumas. militar



«

¡

Por mi vida,

de hoy

á todas partes

!

»



exclama

el

más soy tu escudero y « En ese caso, un abrazo

monje te sigo

!

»

con-

i

Y

juntos los dos esforzados

caballeros, continúan su

camino en busca de aven-

testa el hijo de Tokiva.

turas, de guerras, de prodigios.

En

todas partes se

distinguen por su arrojo. El pueblo, entusiasmado,

aplaude cuando los ve pasar. Las mujeres tejen coronas de llores para sus cascos. Esta popularidad irrita al poderoso Yorimoto que decide hacer asesilos

nar á Yoshitsuné y á su escudero. Cien ronins sorprenden á la heroica pareja. Después de una larga

joven héroe y el viejo se suicidan ante sus enemigos, cantando una

lucha, viéndose perdidos, fraile

el

canción antigua.

Los suicidios son tan frecuentes en

la literatura

japonesa, que no hay necesidad de recurrir á libros

de caballería ó á historias guerreras para encontraros. He aquí, por ejemplo, una especie de Decamerón 84

Alma Japonesa

El

mikado Kuazan y Yamato Monogatari. El más popular de

que

los historiadores atribuyen al

que

se titula

los cuentos

que contiene, es

aventura de

la

niña

la



dice el que tiene dos pretendientes. « Los dos son tan parecidos de rostro y imperial narrador de cuerpo, que la bella se propone escoger al que



mayor amor

le

demuestre.

Pero en este punto

»

la

también es bastante grande para hacer

igualdad

imposible una preferencia.

Los meses y

un espectáculo que da lástima nos de méritos y de amor que esperando tu sentencia.

Ambos

el

se

años

los

«

Es

de esos jóvenes

lle-

pasan. Al fin los padres de la niña

dicen

le

mueren de

:

tristeza

están de acuerdo para

resignarse ante tu voluntad. Si tú escoges á uno, otro se alejará en silencio.

»

La noche es

muy

el

clara.

La ventana en que

la familia hállase reunida, da La niña hace llamar á sus pretendientes y « En Dios y en mi ánimo os juro que les dice vuestro amor me emociona profundamente. Si uno

al río.

:

de vosotros fuera superior cidiría

;

pero en todo sois

al otro,

el

uno y

me de-

por ese el

otro perfectos.

Para decidirme, pues, no encuentro más medio que recurrir al azar y así os ruego que apuntéis á aquel

pájaro que vuela sobre el agua.

Mi mano pertene-

cerá al que logre alcanzarlo con su flecha.

galanes toman sus arcos y tiran.

Un

busca del pájaro que ha caído herido. la

sorpresa de todos,

penetrado en

el

al

mismo

sufrir.



Los

Cuál no será

¡

ver que las dos flechas han sitio

!

Entonces

turada joven canta una copla que reza

de ver

»

servidor va en

¡Cuan cruel eres! b5

:

la «



desven-

Cansancio

yo ya no

E.

Gómez

Carrillo

— me voy

quiero soportarte y los

que

Luego

rae

aman no

sigan

dice adiós á sus padres

dichosa

— para que

en sus tormentos.

y

á sus

»

amantes y se

precipita al fondo del rio. Los pretendientes piden

en seguida permiso para suicidarse, á

los padres

de

niña; y éstos, llenos de emoción, no pueden menos que otorgárselo. Esto último que hace sonreír á

la

los europeos, es para los japoneses

sima distinción. El

y su

etiqueta.

bellaco.

Antes

ritos

un

suicidio,

Un

en

un rasgo de

efecto,

tiene sus

caballero no se mata

de hacerlo,

lo

altí-

como

comunica á sus

amigos é invita á los mejores de entre ellos para que asistan á la suprema ceremonia. Los niños mismos, cuando son de buena cuna, saben ir á la muerte con la sonrisa con que irían á una fiesta.

La

y popular del hijo del filósofa Este niño, que tiene

historia verídica

Kyuso, merece ser

referida.

catorce años, mata á

un

sablazo.

castigue á «

un compañero de

colegio de

En el acto su padre le ordena que se sí mismo haciendo el clásico harakiri.

Te doy veinticuatro horas para eumplír con

deber



»

le dice



Kyuso.

«

Está bien

tu

— contesta

mañana por la mañana todo estará concluido, pero hoy permíteme que invite á cenar á mis amigos. » Durante la cena, la mayor animación reina Kujoso

A

entre los jóvenes.

«

eso de media noche,

y Debo descansar un poco

muy

indigno llegar

chado. tirse,

»

A

la

al

mañana

de bañarse,

el

anfi-

pide permiso para retirarse.

trión se pone de pie



les dice

— pues

sería

harakiri con cara de trasnosiguiente, después de ves-

de perfumarse, so

el

niño se abre

Alma Japonesa

El vientre con

el

bello

y

un puñal que

mismo ha

él

escogido,

luciente. Otras veces el suicidio es

como un

favor,

como una marca de

acordado

simpatía. El

daimio que va á morir, escoge entre sus servidores á los que deben

acompañarle en

éstos agradecen la distinción

prema. En

la

mune llamó dijo

agonía



á sus veinte

efecto, así lo

y

;

fieles

v

les

con lágrimas de

ellos

dijeron que estaban preparados,

probaron un día después en la

y

— Teru-

dice la historia

de Sendai, donde se dieron

de su

viaje eterno,

samurayes más

que debían seguirle

gratitud, le

el

como una honra su-

muerte junto

el

y en

templo

al féretro-

jefe.

En un

que tuviera, como

pueblos musulmuerte y del otra mundo, esta voluptuosidad, este entusiasmo, se comprendería. Cambiar la vida del desierto áspera y país

manes, una idea encantadora de

los

la

sin placeres, sin dulzura, sin alegría, por una existencia eterna de amor, de belleza, de lujo, de molicie, es una operación ventajosa. También escomprensible que los cristianos de la edad media, que no veían este mundo sino como un valle de lá-

difícil,

grimas, se lanzasen hacia

un

júbilo delirante. Pero

puerta del paraíso con

la el

caso de los japoneses

distinto, casi es contrario, puesto

vida no es un fardo

que para

es-

ellos la

difícil de llevarse, sino un plaun constante favor de los dioses. El budismo con su enervante perfume de opio, apenas La embriagado estas almas. Su inlluencia, más que

cer perpetuo,

87

Gómez

E.

esencial,

Carrillo

ha sido

Ha

artística.

y esmaltes

traído oros

para los templos que antes eran de maderas sin pintar

;

ha hecho vestiduras de brocados para los sacer-

dotes que forman las procesiones; ha poblado las

montañas santas de

altas

pagodas

rojas.

Por eso

los delicados habitantes de esta tierra lo aceptaron.

Pero

el

fondo ascético apenas

es poco mística por

lo

han

La raza

visto.

temperamento. Sus dioses na-

cionales, los de la antigua religión sinto,

héroes, los sabios, los poetas. « ses que no Amaterasu



los

En

los

son los

demás paí-

buena un poema traducido por Berard

se hallan bajo la protección de la



dice

espíritus del

mal,

habiendo

encontrado

el

campo libre, pudieron poblarlo de supersticiones. » Y más adelante « Nosotros somos desdeñosos de :

vanas teorías y de las mentiras que otros pueblos adoran. » El único sentido religioso de los nipones, las

en

efecto, es el

de

la

vida, el de la poesía.

poema



criaturas

hombres,

naturaleza, es decir, «

La

tierra

— canta

el

de

la

mismo

el

es la madre, es el gran todo de ella las han recibido el ser y la fuerza árboles y ;

;

y pájaros, todo es lo mismo y todos somos los mismos «.Ningún misticismo en las letras y en las artes. Fuera de la realidad, el mundo está flores

poblado de quimeras, de trasgos, de gigantes y de dragones que sirven para los poemas, para las leyendas, para los adornos, pero que no angustian las

almas como los diablos católicos. Un soplo pagano que parece venir de la Grecia antigua, familiariza al pueblo con sus dioses. Los ritos no espantan el misterio divino no hace temblar. En los conventos se ;

88

Alma Japonesa

El

Kake-

goza, se trabaja, se vive. Los monjes pintan

monos en

los cuales,

deseando simbolizar

las deli-

cias del paraíso, reproducen los jardines de Kioto,



escribe de Nara, de Kamakura. «Esos jardines Hearn á pesar de sus lotos divinos y de los te-



chos celestes de sus arquitecturas, hacen pensar en las casas de te de la ciudad. » siste

Es

cierto.

Y

esto con-

en que para seres ardientemente enamorados

de sus

flores,

de sus pueblos, de sus placeres ordi-

ensueño y en el ideal puede ser Los cantos religiosos, están llenos de entusiasmo por la vida. A los que mueren

narios, nada en

el

superior á

la realidad.

temprano,

el

les dice

«

:

prendéis

¡

Saino Kuara Kuchi Zouzami no-den

Oh

desdichados que tan pronto

!

camino de

el triste

del Meido! »

la

eternidad,

ama

mo

hace más heroico, más sublime,

el

pue-

vida en este imperio delicioso. Esto misel

sentimiento

caballeresco que preside al harakiri. El que se sacrifica

em-

camino

Desdichados, en efecto. Porque

blo

la

el

un

tesoro precioso en aras del

honor

mata

!

stí

Ninguna idea

ningún sentimiento de del que debe suicipríncipe Audo, vencido por los

religiosa,

familia puede detener la darse.

Cuando

el

mano

Nita, dispónese á hacer harakiri,

corte se presenta con la

y

mujer le

un servidor de

la

una carta en que su sobrina, ruega que no se mate

del jefe victorioso, le

ofrece grandes honores

envuelve su puñal en

y

riquezas. El vencido

la carta

8^

y gritando

:

«

¡no

Gómez

E.

Carrillo

pareces de mi familia, puesto que se clava en el vientre la hoja

y

me propones eso, En

papel.

el

^

el tea-

pueblo aplaude esta escena como una de las

tro, el

que mejor encarnan

Ando hubiera

el

siquiera

alma heroica de

la raza.

Si

dudado un instante antes de

Un

responder á su sobrina, se habría deshonrado.

minuto de debilidad hace perder la nobleza. En cambio un acto sereno y heroico la procura. El poeta Saikaku, después de contar

Kiuroku,

exclama

la

extraña aventura de

entusiasmo

de

lleno

:

«

¡

Este

simple pescador tiene un alma de señor feudal

Ahora bien

:

¿

Sabéis en qué ve eso

el

!

»

popular lite-

En el modo de morir. Kiuroku sale una mañana en su barca, como de costumbre, pero luego, por la noche, no vuelve. Su mujer le espera días y días, meses y meses, « Ni un momento dicen las rato?

crónicas

— aquella mujer desdichada

deseando perder

Todo

la vida. »

el



deja de llorar,

vecindario ad-

mira su amor y su constancia. En las tardes la ven sentarse en la playa, en el sitio en donde antes soasí la

Y

desembarcar su marido.

lía

pasa

el

otoño

y

;

así

pasa

así pasa el el

cir á

la

nuevo

;

viuda

:



tú eres la

«Es

pescador á de-

necesario que te cases de

más guapa de

dad nos entristece á todos.

»

la

aldea y tu sole-

Ella al principio jura

por todos los dioses que no se quitará luto

el

mundo comienza

el

y

;

invierno. Al llegar

primavera, nadie tiene ya duda de que

ha muerto. Entonces todo

verano

el

traje

de

y que jamás renunciará á su soledad. Pero in-

terviene la familia y también, probablemente, inter-

viene

la

primavera, gran aconsejadora de amores. 90

El

Alma Japonesa

Un buen mozo

se presenta. Justamente es un amigo, un compañero del muerto. Las bodas se bacen. Los novios van á acostarse. Apenas se han metido entre las mantas, cuando el primer marido entra, lleno de júbilo á la idea de que va á encontrar á su mujer, á su linda mujercita que lo espera desde hace un año. Enciende una lámpara. El espectáculo que sus ojos ven le llena de tristeza. Ella le explica lo que ha

pasado, se disculpa.



Está bien

«



murmura Kiu-

comprendo perfectamente.... ¡un año! ¡Y tan joven, tan bonita !.... Por mi parte, he pa-

roku

lo

sado mil tormentos

«.

Se sienta; cuenta

la

historia

de su navegación azarosa, sonríe, da detalles,

cuando termina, con sin violencia,

á su rival, y por

lo

kugawa,

el

locura,

como quien

mata á su mujer, mata se mata á sí mismo.

ineludible, fin

que se llama

el

período de Yedo, es

suicidio llega á convertirse en

tan frecuente el

como

el

duelo.

un

acto-

Cualquier motivo hace-

puñal del harakiri. Una etiqueta solemne

supremo instante. El que se mata, busca pael que se bate. En una sala amplia, en mejor de la casa, ó en un restaurant, prepárase

rodea

el

drinos la

sin

y

sencillez, sin gestos,

en los gobiernos de los primeros Sogun To-

decir,

sacar

mayor

sin gritos,

cumple un deber

Durante

la

como

todo lo necesario. A veces se llaman bailadoras y tocadoras de samisen para que amenicen los preparativos. El

una

fiesta

;

que va á desaparecer, recibe como para sonríe; acepta las felicitaciones. Porque

!

Gómez

E.

Carrillo

son felicitaciones, son plácemes y no pésames, lo le llevan sus amigos. Durante algunas horas,

que

se habla de la moda, de

de las novedades

la corte,

poéticas. Las cajas de laca de alto precio tos de marfil

pido escenas libertinas, pasan de las risas, la

muy

le

guitarra de tres cuerdas. Al fin

la

el

obje-

mano

mano en mano, y el

primer padrino

hora solemne. Los demás

la

del amigo,

se inclinan

sonríen^ reciben sus sonrisas. ¡Y es

Cuando

los

mezclan con los acordes de

finas, se

anuncia que ha llegado estrechan

y

en que algún artista picaresco ha escul-

suicida se ha abierto

no, con su sable

le

el

el

ante

él,

harakiri

vientre, el padri-

corta la cabeza.

¿Por qué motivo todo esto? Sin motivo ninguno en

Dos chambelanes se encuentran del Sogún. Uno de ellos, que va de prisa, no saluda al otro, lo que significa que no lo estima como su igual en rango y abolengo. Entonces el ofendido clama « ¡Mi nobleza está en ciertos casos.

cierto día

en

la escalera

:

mi sangre y ella me hace superior á ese hombre Voy á matarme « Al salir de ver al príncipe los cortesanos repiten estas palabras al Chambelán ofensor, « ¿ Mi sangre inferior? grita éste Ya lo veremos yo también voy amatarme «Y ahí tenemos dos harakiris. Ya lo veis no es necesario un motivo. La muerte es un deber social ; suicidarse es un rito de cortesía mundana. Los ancianos, las mujeres, todos recurren al supremo argumento en cuanto !

i



;

!

¡

:

encuentran pretexto para la

sangre

embriaga

como santos

al

ello.

La voluptuosidad de

pueblo entero, que adora

á los cuarenta 92

y

siete ronin.

El

Alma Japonesa

ns

Y

estas

costumbres no han desaparecido.

mismo año uno de

los

japoneses

Este

más eminentes,

el

barón Suyamatzu, ha publicado, no diré un elogio, pero sí una defensa del Hara-kiri tradicional, a En los casos graves



dice

— todo

lo

que

el

samuray

puede pedir á su orgullo es morir sin mancillar su caballeresco origen.

Y como

el

espíritu caballeresco

aun cosa corriente en mi tierra, cual se ha visto durante nuestras guerras, hay casos en que la muerte á la antigua es la más bella de las muertes. » El mismo marqués Ito que es el más modernista

es

con entusiasmo de su antiguo Kuruhara Rizo que supo suicidarse para demos-

político nipón, habla jefe

trar su poca simpatía por los europeos

zaban á llenar



los puertos.

«

que comen-

Más de una vez



dice

marqués me ha expresado su admila bella muerte de aquel héroe. » Y en seguida nos explica lo que á su entender constituye la bella muerte. Oigámosle con respeto describir la ceremonia. « Los casos más notables escribe son aquellos en que se trataba del suicidio de un gran señor, de un alto funcionario ó de un guerrero ilustre. » Para tales ceremonias el Bakufú ó gobierno sogunal, nombraba un testigo, y el suicida esco-

Suyematsu ración por

el



gía entre sus parientes, otro.

En

siempre una estancia destinada á nia. «

un

Era necesario

traje especial

los palacios la



había

trágica ceremo-

— continúa Suyematsu —

llevar

que sólo entonces servía. El puñal ó 93

E.

Gómez

Carrillo

espada corta, se colocaba invariablemente, delante del sitio del que iba á morir, en una fuente nítida y blanca que, á manera de tablero, quedaba en alto sostenida por tres pies de marfil. Esto se llamaba sauíbo, palabra que significa

mesa en que se guar-

las ofrendas á los dioses de la religión sinto.

dan

necesario abrirse enteramente el vientre. Primero se hacían una incisión pequeña en línea horizontal. También solían hacerla en forma de cruz, pero esto era raro. La herida más superficial, era la de

No

era

mejor gusto, pues probaba habilidad y ligereza de mano. Como regla general, después de haberse practicado la incisión en

una

el

abdomen,

ligera señal al kai-shatunin

la



víctima hacía ó padrino



para indicarle que había llegado el momento de ejercer su ministerio. Éste tenía su espada lista é ins-

tantáneamente

cortaba

le

la

En

cabeza á su amigo.

el Japón no hay necesidad de pronunciar la palabra hara-kiri ó seppuku, pues la que se usa con más fre-

cuencia es

decir nueve

ku-sum-go-bu que quiere

pulgadas y media, medida exacta de los puñales que se usaban en esas ocasiones. El arma estaba por lo general envuelta en varias hojas de papel blanco y sólo la punta quedaba descubierta.

hacer

la incisión, era

recha y no por

el

coger

el

puño, sino por

cubierta con el papel. La

Lo correcto para

puñal con la

la

mano

mitad de

la

de-

hoja

manera de sentarse y de

saludar á los espectadores, en el momento de principiar la ceremonia, la de quitarse con pudor los vestidos de el

la

parte superior del cuerpo

arma y hacer

el

signo convenido 94

al

;

la

de cubrir

kai-shatunin,

El

Alma Japonesa

eran actos páralos cuales recomendábase la mayor delicadeza y que formaban parte de la instrucción que todo samuray tenia

el

deber de recibir del maestro de

ceremonias militares. El harakiri, en suma, era para los samurayes una ceremonia casi religiosa.

La importancia del ritual sólo puede comprenderse cuando á través de la historia heroica del Ya mato se ven los sacrificios hechos en su honor. He aquí, por ejemplo, al señor de

Choazemon que ha-

biendo sido vencido por su rival, se decide á suicidarse para no tener que rendirse. Entre sus amigos nadie trata de convencerlo de que aún puede vivir.

Lo único que les preocupa á todos, es que la ceremonia se verifique con la solemnidad y corrección propias de un gran noble. « El ceremonial es muy dicen complicado y nuestro pobre amigo no lo ha visto nunca. » Entonces uno de los capitanes





ile

Choazemon

jefe, solo

suicidarse antes que su

se ofrece á

manera más elegante de una estancia y el harakiri prepacabo ante el guerrero, que observa

para indicarle

la

hacerlo. Se adorna ratorio se lleva á

cada actitud, cada gesto, cada sonrisa, para poder liacer lo

mismo. Al

final,

cuando su servidor expira,

"No

me

olvidará nada".

el

noble capitán dice:

Y

tranquilo va á acostarse. Al día siguiente leván-

tase tan

se

temprano cual de costumbre. Se viste con trajes. Se perfuma. Escoge sus armas

sus más ricos

preferidas. Luego, sin despedirse de nadie, adelán-

tase

acompañado de dos padrinos hacia

en donde debe practicar

manda

el

hara-kiri.

á su encuentro varios capitanes 95

el

pabellón

Su vencedor con encargo

E.

Gómez

Carrillo

de invitarlo á almorzar. cer í exclama charla,

el

«

Acepto con con gran

pla-

vencido. Durante dos ó tres horas

come, bebe y se muestra tranquilo como

si

estuviese en Kioto en época de paz y de placeres.

Al final del almuerzo despídese cortésmente de sus felices adversarios

drinos

le

y sube

al

estrado en que sus pa-

esperan para ayudarle á morir en belleza.

Los poetas que cuentan esta aventura, no pueden menos que extasiarse ante tanta corrección, ante dicen fué sutanta serenidad. « Aquel acto blime. Que nuestros hijos lo aprendan de memoria





para imitarlo ral,

llega el caso

si

».

Y

esto,

como

es natu-

llena de indignación á los comentadores ingleses

de los libros japoneses. Pero digan

lo

que quieran

entusiasmo ante la muerte continúa y continuará durante muchos siglos en el Japón. Guando se trata de describir un hara-kiri célebre ó los europeos, el

de explicar los ritos del acto sangriento, en efecto, casi todos aplauden y todos se enternecen. En los relatos populares de la

muerte voluntaria de samu-

rayes y cortesanos, hay verdadera voluptuosidad. Con un orgullo en que se transpa renta toda el alma

de la raza,

el

más humilde contador de cuentos,

á

hora en que los trabajadores del río le rodean, ronin que los bellas historias de las refiere la

sucumben sin hacer el menor gesto de dolor, que sucumben risueños y en su palabra se nota que él como se nota necesario si fuere haría lo mismo





en los rostros de los que escuchan, que todos envidian la suerte de aquellos que supieron morir con elegancia por

un motivo

fútil.

96

;

El

Alma Japonesa

^ Uno de

los

más

característicos ejemplos de Ilara-

kiri es la historia del batallón

mento decisivo de fieles

muy

la

servidores del

de Aizu.

En un mo-

guerra de restauración, los

Shogun habían

earas sus vidas. Diez

resuelto vender

y nueve mozos que ape-

nas tenían diez y siete años de edad formaron un batallón para luchar contra un ejército de más de mil hombres. Bien sabían que nada podrían hacer.

Pero decididos á morir por su señor, se despidieron de sus familias, festejaron su partida y juraron no separarse cualquiera que fuese la suerte que el destino les reservara.

Adoraron

nales prosternándose

pués,

al grito

de

«

los cuatro

puntos cardi-

veinte y siete veces, y des-

Viva

el

Shogun

»,

partieron

conducidos por sus jefes Hirata Naiki y Harada Katsuyoshi. No contaban con ningún socorro. Sin em-

bargo nada podía hacerles retroceder. « No se pueden contener las lágrimas, dice un japonés, al recordar los actos de bravura que realizó ese joven

que quedó enteramente destruido lo componían sufrieron el hambre, la sed y mil otros tormentos. El enemigo rodeó al fin, el bello castillo de Wakamatsu, en donde se encontraban y muy pronto no se vio sino la torre. El ruido de los cañones hacía temblar las montañas y batallón

hasta

los soldados

que

Con las fuerzas agotadas por el combate y por los sufrimientos que habían soportado durante los ries.

varios días, cuando ya no tenían

más municiones,

97

8

Gómez

E.

Carrillo no podían continuar

los héroes del batallón

Nuestra misión ha terminado

tencia.

todos á una voz; pero antes que sufrir

vergüenza de caer vivos entre enemigos, juremos abrirnos

la

suprema

manos de nuestros

las

vientre

el

la resis-

exclamaron,

y ofrecer

el

de nuestras vidas á nuestro señor y padre ». Luego, hablando sin rencor de la inestabilidad de las sacrificio

cosas de este

mundo, sacaron sus

sables

y

se suici-

daron.

El miedo á la muerte, ese miedo que occidente, no ha invadido aún rio!

en

el

el

Japón.

Hay un libro célebre que se cual un aventurero cuenta su

tástico del No-Morir, «

En

titula

domina \

al

Al contraVasobíoiié,

viaje al país fan-

aquel país

había muerto aun nadie, pero como



dice

— no de

las biblias

la

China y de la India que han llevado algunos viajeros les han hecho saber que la muerte existe, se

«mpeñan en dos estudian

conocerla y

al

fin

van lográndolo. To-

arte de morir

el

japoneses estudiamos

la

como nosotros

los

magia. Para llegar á su

fin,

se privan de alimentos, se encierran, se hieren. las

mesas

nos

muy

de los ricos

el

mos de

más que vene-

les

causan efecto sino

muy

de

ciertos elíxires, logran llegar á

conocimiento como cuando nosotros abusa-

las

copas de saké, y entonces exclaman « Así debe de ser la muerte

rando de placer bailan

se sirven

famosos, llevados de países lejanos, pero

que según creo no tarde en tarde. Con perder

no

En

:

¡

llenos de ventura.

deli!

»

y

La oeupación nacional,

El

Alma Japonesa

La página es bella. Yo si no es un símbolo del Japón; me lo pregunto cuando evoco los cortejos de samurayes que buscaban antaño la ocasión de morir sonriendo; rae lo pregunto al recordar es correr tras la leo á

la

muerte

».

menudo y me pregunto





á aquellos soldaditos

que ayer aún, iban á

cantado coplas de júbilo.

'J9

la batalla

1

EL ESPÍRITU DE SACRIFICIO EN EL TEATRO POPULAR

En más

de una ocasión leyendo las páginas ar-

dientes que sacrificio

los moralistas

consagran

al espíritu

de

de los japoneses, habíaseme ocurrido pre-

guntarme « ¿ Pero en qué puede consistir tal espíritu en un pueblo que no ve sino un placer en el peligro, y que en la muerte misma encuentra vo:

luptuosidad?

Hoy,

al fin,

».

he encontrado

la

respuesta á

tal

pro-

blema y he visto que aun aquellos que gozan muriendo, pueden disponer de medios heroicos para sacrificarse.

En

efecto, el acto tan raro

en

la literatura

europea

de aquel bravo Renier señor de Vantemise que, en un poema francés de la edad media mata á su propio hijo por salvar al hijo de su soberano, es, en el

Japón una acción corriente. Los cuentos y las historias celebran más de un ejemplo de heroísmo idéntico llevado á

los

cabo con

la

sonrisa en los labios por

más humildes samurayes.

Entre los dramas japoneses que yo conozco, hay tres

que de maneras distintas, presentan una acción

análoga. 101 6.

E.

Gómez

Carrilío

El primero es

el

Cerezo de

Suma

de un poeta de

Osaka llamado Namiki.

Nos encontramos en víspera de una gran

batalla.

Las tropas sogunales de los Ghengi, van á luchar contra las fuerzas de los Heike.

que todos

los caballeros se

En

momento en

el

arman, Tsumenori,

jefe

de los Heike llama á su hijo Asumori y á sus más nobles servidores, se pone de pie y solamente, dice

:



la ley, mas una de las favoritas del emperador, apercibióse un día de que estaba encinta, y como el monarca la amaba apasio-

«

no por

Señores, Atsumori es mi hijo por la

naturaleza.

nadamente,

La

tal noticia

bella, Fuji,

provocó los celos de sus com-

pañeras. El mikado siguiendo

la

tradición del em-

perador Sirakawa, que había dado á mi padre porj

esposa á una de sus favoritas, casóme con Fuji y poco tiempo después de nuestro matrimonio mi

mujer dio á luz un niño; Atsumori, educado como á nuestro propio

al

que hemos

y el que hasta ahora no había dudado de que fuese yo su verdadero

padre. Cada vez que

exeraperador

me

me

hijo,

presento en

la corte,

el

pide indirectamente noticias de At-

sumori, por quien siente verdadera afección, y al que no ha querido dar títulos nobiliarios con objeto de

que un día pueda hacer valer sus derechos al trono, si quedara vacante. Así, se ha limitado á nombrarle príncipe honorario.

»

Atsumori continúa Cuando los últimos disturbios estallaron en Kioto, el emperador ocultóse en un paraje descono-



Luego,

volviéndose

hacia

«

102

:

Aima Japonesa

El cido de todos.

Hubo un momento en que pensé

deja-

ros en la capital para que pudierais buscar á vuestro

padre y protegerlo; mas reflexioné y juzgué más conveniente alejaros, librándoos así de los furores

de los Ghengis. Esta es aquí.

Además,

si

la

razón por

próxima

la

la

batalla,

cual os traje

que debe ser

decisiva, nos fuera contraria, nadie podrá conduciros

ma-

á Kioto. Partid, pues, á esa ciudad con vuestra

mas como

dre y vuestra esposa,

aún

está

restablecida, os aconsejo

la

tranquilidad no

que os

ocultéis

cualquier pueblo de las cercanías y cuando

impere

partiréis definitivamente á la corte.

en

la calmil

Seguid,

os lo ruego, este consejo.

Atsumori contesta



No esperaba

:

recibir de vos tales órdenes. Sois

mi padre desde antes de mi nacimiento, aunque

me

hayáis adoptado no engendrado.

hijo desde

que vine

al

sólo

Soy vuestro

mundo; he obedecido siemmas permitidme

pre fielmente á vuestra voluntad,

que hoy no obre

ma

así.

Deseo tomar parte en

batalla para pagaros cuanto habéis



próxi-

— Cuanto acabáis exclama Ttsumenori — conmueve pro-

protegiéndoos con

de decir

la

hecho por mí,

mi cuerpo.

fundamente mi alma, mas nuestra

fidelidad al

narca se sobrepone á todos los deberes

mo-

filiales.

desobedeciendo mis consejos, permanecierais en

Si, el

campo de batalla y sucumbiarais, no podría excusarme de vuestra muerte ante el exemperador y eso me obligaría á matarme inmediatemente. Los Ghensi, aun luchando contra las tropas imperiales,

conservan

por 103

la

familia

imperial

la

Gómez

E.

veneración ses han

Ama

Carrillo que

supersticiosa

tenido

siempre por

todos los

japone-

los

descendientes de

Terasu Kami, diosa del Sol y fundadora de

la

dinastía. Así el jefe rebelde, Yohitsune, enterado de

van á tomar llama á Kumagae, que es el ge-

que algunos miembros de parte en la batalla,

neral en que



más

regia casa

la

confianza tiene y

Atacaréis las

posiciones

le

dice

:

cuya defensa está

encargada á Tsumenori; después acamparéis donde está plantado aquel cerezo, en cuyo

€ste cartel

:

«

La

flor

la reina de las flores. cie tan maravillosa.

tronco fijaréis

que brota de este árbol es

En parte

alguna existe espe-

Quien se permitiere desgajar

una rama, será condenado á cortarse un dedo de la mano. » A vos os incumbe, mi fiel Kumagae, de

él

hacer respetar este bando.



Sí,

mi

¿Me

habéis comprendido?

general... Adiós.

Kumagae se aleja haciendo grandes reverencias y campo de batalla en donde ya su hijo Kojiro

•corre al

ha comenzado á distinguirse por sus proezas. Apenas llega, ve á un caballero enemigo que pasa, y,

hablándole como los guerreros de Garlomagno ha-

blaban á sus adversarios,



le

dice

:

He señor mío, ¿Por qué vais tan de prisa? Si sois, como me lo figuro, uno de los nobles capitanes de los Ghengi, hacedme la bondad de deteneros y medir conmigo vuestras armas... Pero no, no ¡

!

os molestéis en venir. Yo corro hacia

el

sitio

en

que os encontráis.

La pelea es

terrible.

En uno y

heroicas hazañas ilustran

el

104

otro bando, las

nombre de

los

más

guerre-

Alma Japonesa

El

campo

ros. Al anochecer, el

y

se tiñe de rojo.

el río

Kumagae vuelve gunta

está lleno de cadáveres

Su mujer

á su hogar.

le

pre-

:

— ¿Y

nuestro hijo?...

¿Y nuestro

Kojiro ado-

rado?... Decidme cuáles han sido sus proezas para

que mi alma se sienta llena de orgullo. conRivalizando con el heroico Hirayama nuestro chico penetró primero que testa el padre







el palacio de Suma. Fué herido... sí... será un timbre eterno de gloria conducta Pero su

los

demás en

para nuestra familia.

— ¿Es grave esa herida? — Supongamos que

¿Vais á llorar por

lo sea...

eso?

— No.

Lo que quiero

es saber si

puedo enorgu-

llecerme de su valor.

En

momento

ese

las fuerzas

preséntase

Yoshitsune, y dice

jefe

el

al

supremo de

guerrero

— Me aseguran que habéis matado

:

á Atsumori...

¿Es verdad?... Yo mismo vengo hasta aquí para saber si es cierto... ¡Vamos! ¡enseñadme ese trofeo sangriento

!

— ¡A vuestras órdenes, general. Pero permitidme

que os

diga... Si...

Antes de mandarme que corriese

me disteis vuestras instrucciones En cumplimiento de esas órdenes, ataqué el

á la pelea

claras. ala de-

recha del Palacio de Suma. Al comenzar la pelea

encontré

al

príncipe Atsumori y

Esta cabeza que aquí

como

veis...

trofeo?... Está bien... 105

Os

le

corté la cabeza...

¿Queréis llevárosla lo llevaréis

dentro

E.

Gómez

Carrillo

me

de un momento. Antes os recordaré que

mi campo un

nasteis que plantara en dice

La

«

:

flor

de este árbol es

orde-

letrero

que

reina de las flores,

la

en parte alguna existe una especie tan maravillosa, su nobleza no tiene igual en el mundo. Quien se permitiere desgajar una rama de este árbol será con-

denado á cortarse un dedo de

la

mano.

Con

»

esto,

es indudable que habéis querido decir que no debe

ofenderse, ni aun en la fiebre del combate,

empe-

al

rador ó á los príncipes imperiales que se encuentran

Suma. Habéis com-

entre los Heikes en el palacio de

parado

cerezo con la familia imperial. ¿Queréis

el

cómo be

saber

interpretado

sentido de vuestras

el

palabras frase por frase ? De este

que brota de este árbol.

Es

»

modo

:

decir, el jefe

«

La

de

flor

la fa-

milia imperial, « es la reina de las flores ». Es

soberano absoluto del Japón entero.

guna que

existe flor tan maravillosa. » «

raza imperial es

la

pues es de origen divino igual en el «

desde

mundo

»

lo

;

creación del

la

».

la

«

En

Lo que

el

parte alsignifica

más noble de

todas,

Su nobleza no tiene

«

que equivale á decir que,

mundo,

ha reinado sin interrupción en

dinastía imperial

la el

país del sol levanta

y que ninguna casa soberana pueda rivalizar con « Quien se permitiera desgajar una rama de este árbol será condenado á cortarse un dedo de la ella ».

mano.

»

O

muerte es tad, sino

bro de

la

lo el

que

que es

lo

mismo

:

«

No solamente

la

castigo de todo crimen de lesa majesel

atentar á la vida de cualquier miem-

familia imperial es condenarse á matar á

su propio hijo.

»

He

ahí lo que he comprendido, 106

mi

El general.

Yo mismo me he

ADma Japonesa

aplicado

el

verdadero sen-

tido de vuestras palabras, pues sabiendo que Atsu-

me

mori era príncipe de sangre imperial, prohibido matarle sin incurrir en

mas como me

viera obligado á

matar á ese noble

mismo un

descendiente, preferi cortarme yo

antes que destruir una es el sentido

¿He

palabras.

miento



que

creí

estaba

pena indicada,

la

rama de tan

brazo

alta nobleza. Tal

poder desentrañar en vuestras

interpretado

bien

vuestro

pensa-

?

Sí,

habéis comprendido perfectamente mi in-

tención de proteger esa

flor,

Pero no dudo que esa

cabeza que está ante mis ojos sea

la

de Atsumori...

La mujer de Kumagae se acerca curiosa de ver la cabeza cortada por su marido y exclama ¡Grandes dioses !... ¡Es nuestro hijo!... Mis :



manos

tiemblan... Esta cabeza adorada parece que

quiere hablarme...

¡Cómo me acuerdo

del

momento

en que partió, sonriéndome y diciéndome adiós!... ¡Hijo mío!... ¡Hijo mío!... ¿Quién lo ha matado?...

— Yo — Y luego explica — Atsumori le

!

¡

dice su marido.

le

:

es hijo del emperador y de la bella que matarlo porque se puso ante mí, y porque mis compañeros, viéndome luchar contra él, me exigieron que guardase su cabeza como troFuji...

Yo

tenía

feo. Era, pues, necesario presentar

Ella se echa á llorar y,

madre de Atsumori,



una cabeza jo-

¿comprendes?

ven...

i

Señora

i

dice

como

si

hablara con

la

:

¡Señora!... 107

Ya

veis que no

somos

!

E.

Gómez

Carrillo

ingratos. Nuestro sacrificio es

muy grande...

Vuestro

favor también lo fué.

En

efecto,

cuando Fuji era concubina

Kumagae y su mujer, que

del

empera-

amaban, habían sido condenados á muerte. La madre de Atsumeri

dor,

los

se

había salvado, y ellos habíanla jurado eterna

gratitud.

— Hemos cumplido — echándose en sus brazos Y — Esposo mío! — exclama. — dice

él.

ella,

:



¡

Así termina

¡

Esposo mío

algo obscura y algo larga,

la historia

pero llena de heroísmo y de emoción de Kojiro, hijo de Kumagae. Otro de los dramas en que encontramos un caso

análogo de

sacrificio paternal es el

de Tshikamatisu. Pero ella

KokuseayaKasen

análisis detallado

el

que de

hace Aston, bastará á darnos una idea de su ar-

gumento.

En

el

acto primero nos

Nankin, ante

el

encontramos en

último emperador de

la corte la

de

dinastía

Ming, que se halla rodeado de sus ministros. Un enviado del Kan de Tartaria acaba de pedir al sobe-

nombre de su señor, la mano de la favorita demanda no puede menos que espantar al monarca chino, que espera justamente en aquellos mismos días, un retoño de su bella concubina. rano, en

Ruaseis. Tal

Entre los consejeros imperiales, uno, Ki Token, cree

que por penoso que sea

el

sacrificio,

es necesario

hacerlo en interés de la paz; pero otro, Go-Sankei, dice que es imposible

tomar en consideración seme-

jante solicitud. El emperador despide de mala 108

manera

:

Alma Japonesa

El al

emisario de su gran vecino.

Poco después,

las

trompetas hacen saber que las tropas del Kan ofendido han puesto

sitio al palacio.

un general

Al cabo de una hora, cedor,

La defensa es vana. tártaro entra

ven-

dice á Go-Sankei

y

— Mi monarca no pedía á

la favorita del Hijo del

Cielo sino para matarla y destruir así al heredero

que de

ella

va á nacer. El ministro Ki Token es nues-

tro aliado secreto.

Ahora que hemos vencido, lleva-

remos al emperador y á su concubina para que sirvan en las cocinas del palacio real de Tartaria. Al llegar á este punto,

el

análisis de

Aston

parece tan complicado, que prefiero traducirlo

de

la letra.

Dice así

:

«

al

me pie

Riuka, mujer de Go-Sankei,

aparece con un niño en los brazos, y dispóneseá huir con la princesa por una poterna, dejando allí á su hijo.

Go-Sankei hace una salida con sus cien guerreros

y derrota

al

numeroso

ejército

enemigo.

Durante su ausencia, y mientras dura el combate, Ki Kaiho, hermano de Ki Token, mata al emperador, le corta la cabeza y maniata á Kuasei... Vuelve Go-Sankei

al palacio, encuéntrase con Ki de un tajo, le divide en dos luego libra de y, sus ligaduras á Kuasei, y respetuosamente coloca en sitio seguro el cuerpo decapitado del emperador y lo

Kaiho

;

reviste de las insignias reales. Mientras vacila, entre

salvar los restos del emperador ó á cinta, el

enemigo renueva

el

ataque.

la

concubina en

Mas como ya los

había derrotado una vez, se decide á abandonar el al heredero del trono. En ese mo-

cadáver y salvar

109

E.

Gómez

Carrillo

raento su hijo empieza á llorar. cia! »



«

¡

Qué desgra-

— exclama Go Sankei, reflexionando que aquel

niño es su heredero y que debe también salvarlo. le coge, le ata al palo de su lanza y perse-

Entonces

enemigo se retira con Kuasei hacia el rio. Kuasei cae en el camino muerta de un balazo, y Go Sankei, por medio de una operación cesárea improvisada, salva al hijo del emperador y lo envuelve guido por

el

en los vestidos de

la

madre.

se apercibe de que

el

niño ha sido salvado

Go Sankei todos los



Pero

«

si

el

enemigo

— dicese

tratará de descubrir su paradero por

medios imaginables.

Entonces descuelga

»

á su hijo de la lanza y lo mata, sustituyendo con principe recién nacido.

al

Y Go

Los actos siguientes de esta obra no á pesar de que en ellos admiro prodigiosas.

me

interesan,

muchas aventuras

Lo que yo deseaba era hacer ver

roísmo con que un guerrero

él

Sankei huye.

leal sacrifica

el

he-

á su pro-

pio hijo para salvar al de su emperador.

Y del

es

ahora quiero hablar de

mismo la más

la tercera

obra que trata

A mi entender Es grave y tierna. No

asunto. Se titula Terakoia. bella de las tres.

tiene ni fabulosas hazañas de guerreros invencibles, ni inútiles lujos

de crueldades. La acción es de una

sencillez impecable.

Chirato, servidor leal del príncipe Mitchisane, te-

nía tres hijos, á los cuales les dio los

sus tres árboles preferidos

:

nombres de

Uneo, que quiere decir

Sakuramaru, que significa ciruelo, y Matsuo, que es pino. Los dos primeros siguen las huellas del padre y entran al servicio del mismo Mitchisane, en cerezo

,

uo

;

El

Alma Japonesa

cuanto se hallan en estado de blandir un sable de

Samuray. El tercero se hizo paje del canciller Tokihira, personaje ambicioso, que ha conspirado contra el

emperador, y que en

último instante, sintién-

el

dose á punto de ser descubierto, ha atribuido sus propios crímenes

al

príncipe Mitchisane. Éste es con-

denado á muerte y su familia exterminada, con excepción de un niño de ocho años que un leal vasallo^ Hanso, logró salvar de la matanza y ocultar en una aldea, haciéndole pasar por hijo suyo. Para vivir,

para que nadie

le

y

conociera, Hanso fundó una es-

cuela.

De

los tres hijos de Chirato, el

defendiendo á su rrado;

amo

segundo ha sido deste-

el

;

primero ha muerto-

tercero continúa al servicio del cruel ene-

el

migo del amo de su padre. Así, éste no puedj menos que componer una canción que termina diciendo «

»

:

El ciruelo está lejos

sólo el pino

Un

me

el

;

ha traicionado.

Tokahira

día, alguien dice á

— Tus enemigos no han pleto.

Uno de

cerezo se secó llorando » :

desaparecido por

com-

los hijos de Mitchisane vive aún.

Se

llama Chusai y está escondido en la escuela de una aldea, al cuidado de un hombre leal.

En el acto Matsuo es llamado por amo que le habló así Tú eres entre mis servidores

su vengativo

:



conoce

al

último vastago de mi

naciste y te educaste en

padre.

el

rival,

su palacio

al

único

que

puesto que lado de tu

Hoy tengo necesidad de que me des una 111

Gómez

E.

Carrillo

prueba de tu

fidelidad,

yendo con algunos soldados

míos que tienen orden de decapitarlo, para cerciorarte de que no se equivocan. Matsuo, el pensó en que

quien todos

pino, á el

creen traidor,

momento de hacer un gran

sacrificio

matar á su propio hijo de aquel príncipe que fuera

llegado, y decide dejar

ha

con objeto de salvar al tan bueno para con su familia.

Guando una

se levanta el telón,

escuela. Allí está Ghusai

niños. El maestro ha salido y

Tuani. De pronto llaman á la

mujer de Matsuo, que

— He

la

le

vemos una

clase en

entre otros

muchos

reemplaza su mujer

puerta. Es

una señora,

trae á su hijo.



oído hablar de esta escuela

deseo que mi hijo se eduque aquí. Es

muy

dice

—y

aplicado y

estoy seguradequeaprenderá mucho. Se llamaKataro. Después de arreglar las condiciones de la educación de su hijo la señora se va llorando amargamente. Es extraño tanto dolor... sí, es muy extraño...



Yo nunca he

visto cosa parecida... se diría,

dad, que lo ha traído al

— murmura Tuani. En

ese

cementerio y no

mismo momento su esposo

puesto, lívido, tembloroso y

la

al

en vercolegio

entra descom-

llama aparte.



Todo está descubierto... El canciller sabe que tenemos escondido á Ghusai y ha mandado soldados para matarlo. El traidor Matono los conduce. Dentro de un minuto entrarán aquí... E nuevo discípulo le llama la atención. Su rostro se ilumina.

Una

idea terrible acaba de atravesar su

cerebro. 112

!

Alma Japonesa

El

— Ese

niño nuevo



murmura



se parece al

joven príncipe.

— —

¿Crees? Sí, sí... los

niños se parecen como dos her-

manos, y si hubiera alguna diferencia entre ellos la muerte la borrará... Pero temo la llegada de la madre... Tal vez venga en momento inoportuno... Gritará, querrá impedirlo... ¡En ese caso también ella

morirá!



Mas

¡

inocente;

es horrible

la

derramar

la

sangre de un

sangre de un niño!... Sí;

sí,

tienes

razón... Pero al propio tiempo piensa que tampoco hay nada más sagrado sobre la tierra que la fidelidad á nuestro señor. sacrificar al

mundo

¡

En

aras de ella

debemos

entero!... ¡Ah! la suerte quiere

que seamos dos monstruos!... ¡Oh! ¡madre desgraciada! En mal hora tu desventura te encaminó aquí, para confiarnos tu único tesoro... ¡Los que debíamos servirle de padres vamos á ser-

hacia nosotros,

virle de verdugos!...

Grandes gritos resuenan en

la calle.

del primer canciller entra en la escuela él

aparece Matsuo.



Quiero verlos

á

todos



Un enviado y detrás de

dice éste.



Yo

al que buscamos entre los niños. Los chiquillos van pasando ante los soldados. De

conozco pronto

— Y

¡

el

traidor Pino exclama

:

Este es

señala á su propio hijo que los soldados pren-

den y decapitan ante el maestro de escuela y su mujer, en una habitación vecina. 113

C

Gómez

Por

la

Carrillo madre

tarde la

escuela y dice

muerto llega á

del niño

la

:

— ¡Oh, señor, decidme, decidme verdad! ¿Mi ha sido por su amo Kvan Chusai? — ¿Decís sacrificado? ¿Vuestro habráis acaso traído aquí? ¿Intencionalmente — ¡Oh, querido! Sí; ha sida la

sacrificado

hijo

hijo

sacrificado?... lo

sacrificado

hijo

voluntariamente para salvar

la

vida de su señor...

.¿Por qué sino esa mortaja, esas oraciones,

esa

y

bandera de luto que puse en su baúl?...

Matsuo se presenta y exclama Siempre sólo el pino será un traidor ?. resonarán en mis oídos esas palabras que me persi:

— ¿Es que

guen por todas

me

. .

Parecíame que hasta

partes.

acusaba diciéndome

:

«

¡

el aire

Eres un traidor, eres

Lo que ha sufrido mi alma no tengo frases para expresarlo. Si no hubiera tenido un hijo que sacrificar para lavar mis pecados, hubiera sido

un

traidor!

»

una vergüenza eterna para el universo. ¡Oh, querido tú has salvado mi gloria!... « SalY la madre del hijo inmolado exclama vador de nuestra gloria Ese nombre irá desde ahora unido á la memoria del niño por quien has sido ihijo,

:



¡

!

sacrificado... ¡Ah,

dejarlo yo

cuánto sufrí

misma en

los

abandonarlo,

al

al

brazos de la muerte!...

¡Desgraciada de mí!... ¡Oh dejadme por última vez estrechar contra

mi corazón

Tuani cuenta

los detalles

á

mi

de

hijo adorado!...

la

muerte del des-

graciado niño...

— Cuando recuerdo

hijo á su maestro,

la

despedida de vuestro difunto

mi alma 114

se hiela

:

«Saludo á mi

El



maestro



Alma Japonesa

fiel y obediente. un cruel martirio. no habrá sufrido su madre?

dijo

soy extraña para

os seré

él

sufro

Ilenso, interrumpiéndola cuenta



«

»

Y

¿

Cuánto

si

yo

:

En el momento que murmuré á su oído Ahora mismo vas á morir aquí » sumiso y tran«

:

;

con

quilo,

la

sonrisa en

los

labios,

presentó

su

cuello para el golpe mortal.

El

príncipe

Chusai,

motivo

de

este



sacrificio

« ¿Por qué mí? ¿Por qué no me habéis dicho verdugos me buscaban? Nunca habría yo en

exclama entrando de improviso

:

tanto dolor por

que tal

los

caso consentido en que mi vida fuese rescatada

déla muerte... ¡Qué dolor!... ¡Qué vergüenza!... Señor dícele Matsuo os traigo un precioso





presente...

Y

le

¡



Mirad!...

presentan un palanquín cerrado del que des-

ciende su propia madre. Matsuo explica

salvado

fraile, fué

cómo ha

princesa y cómo, disfrazado de

aquella

á

á buscarla para conducirla al lado de su

hijo.

— Pero, tiempo,

más menor retraso puNosotros vamos á cumplir los úl-

agrega, no podéis permanecer aquí

preparaos á partir

diera perderos...

;

el

timos deberes para con nuestro hijo inmolado.

— Ha llegado momento de enterrar cuerpo — dice Henso. — Yo quiero encargarme el

el

del sacrificado

de esta

triste

ceremonia.

Matsuo contesta

— No, final...

:

no dejadme cumplir mi deber hasta e Los dolores deben ser completos... ;

115

E.

Gómez

Carrillo

Luego, mientras

exclama para que



¡Vamos

le

el

lelón

comienza á cerrarse,

oigan desde fuera

:

á enterrar al príncipe!

Así termina Terakoia,

y de gravedad. Y ahora, decidme

si

la bella

hay en

obra de sacrificio

la literatura

de algún

pueblo del mundo, lecciones más fuertes de honradez

moral y de dominio de



mismo.

116

LA MUJER Desde hace algunos meses no puedo abrir una mujer

revista sin encontrar algunas páginas sobre la

japonesa.

El tema es de actualidad En Inglaterra, en Francia, en todas partes, se habla de la esclavitud femenina en el imperio del sol naciente, Pero quizás nadie .

hasta hoy haya estudiado

tal

asunto con

la

misma

dureza que un japonés, Naomi Tamura, en un libro

que

las

Desde el

mujeres de Tokio leen como un evangelio.

las

primeras líneas se nota

primer párrafo

«

:

En

la

franqueza.

Ved

Japón nadie se casa por

el

amor. Cuando sabemos que un hombre se separa de esta regla, le consideramos falto

de moralidad

zarán de

él,

pues

como un

ser despreciable,

sus mismos padres se avergon-

;

la

opinión coloca

muy

bajo, en la

escala moral, el amor de la mujer ». Esta idea se encuentra en germen en el budismo, que asegura que la mujer es impura como el lodo, frase que se lee en los libros

sagrados y que los niños aprenden

desde que comienzan á saber hablar. Según Naomi, verdadero origen del antifeminis-

en

efecto, tal es el

mo

japonés. Pero en este punto no todos piensan lo

mismo. Uno de

los

más doctos comentadores de

biblias búdicas, el francés Pery, dice

las

con razón que

117 7.

;

E.

Gómez

Carrillo

budismo no hay ni más ni menos odio por las mujeres que en cualquiera otra religión de esencia

en

el

ascética. Sin

duda, los bonzos fanáticos las llaman

servidoras del infierno, demonios de tentación, pozos

de pecado; mas ¿acaso los místicos del catolicismo no emplean las mismas frases y aun otras un poco decirse con justicia,

más duras? Lo único que puede es que la

como

iglesia de Sakia Muni,

€S poco galante.

Y

en cuanto

al

la

de Cristo,

desprecio délos ni-

pones actuales, preciso será basarlo en otro origen. En todo caso el hecho de que para un japonés no el amor como acto amor como sentimiento, es evidentísimo. Una misma palabra designa el acto brutal de la posesión y el anhelo casto é ideal. Más aún. « La (amar) aplicada á dice Naomi palabra horreru •una mujer, se toma invariablemente en mal sentido. Es deplorable que no podamos establecer una diferencia entre el amor y la pasión. Nosotros no logramos comprender las dulzuras del amor conyugal

hay diferencia ninguna entre material y

el





y

ese vacío en nuestros

corazones y en nuestras

ideas, permite comprender por qué

terrado del matrimonio

neses sólo ven en

importante

¿En qué

tal vez,

el

el

amor

está des-

otra parte, los japo-

». Por matrimonio una ceremonia,

pero sin ningún carácter sagrado.

principio

reposa,

Antes de explicárnoslo,

el

pues,

el

matrimonio?

autor japonés cree nece-

un elemento del pensamiento papel importante en la vida desempeña que nipón La vida de un hombre tiene raza. social la idea de la menos importancia que la vida de una familia. Du-

sario hacernos conocer

:

118

El rante

la

época feudal,

el

extinción de una familia.

castigo

En

más

terrible era la

nuestros días mismos,

todo japonés instruido cree que estirpe, es la

Alma Japonesa

la

paralización de su

calamidad más terrible que puede pesar

sobre un ser humano. El japonés procura conservar su sangre en toda su pureza, huyendo

como de un

pecado contra natura, de esas mezclas tan comunes

en los países europeos, y en América, no sólo comunes sino universales. « Antes de concertar un matri-





monio dice Naomi examinamos cuidadosamente la genealogía de la futura esposa; y la mujer que no puede probar su sangre pura, tiene pocas probabilidades de buen casamiento. Los israelitas se muestran orgullosos cuando pueden demostrar que descienden de Abrahán. El japonés lo está cuando en su familia hubo un antepasado célebre un hombre puede ser pobre, y, sin embargo, vivir orgulloso de su sangre ». Con estos principios precisos que debemos necesariamente aceptar, puesto que todos los filósofos japoneses los proclaman, tenemos ya las bases indispensables para establecer un edificio social. ;

¿Cómo no

ver, en efecto, desde luego, lo

que de

tal

sistema tiene que deducirse? El orgullo del hombre, la mujer esclava. El hogar no es un nido; una incubadora. Los hijos he allí el fin de la unión!; pero los hijos del macho, los hijos que

hace á

es



¡

deben perpetuar

la raza

cuales ella no tiene sino

Las reglas que

de su madre, 1.*

la

Cuando

de él y en

la

creación Je los

un empleo mecánico y pasivo.

la perfecta

casada aprende de labios

víspera déla boda, son las siguientes

estéis casada, legalmente

no

seréis

:

ya

E.

Gómez

mi

hija

Carrillo

asi, debéis

y

como habéis obedecido

obedecer á vuestros suegros á vuestros padres.

Después de casada, vuestro marido será vuestro solo amo. Sed humilde y cariñosa, que la estricta '¿.^

obediencia

esposo es en

al

3.^ Seréis

la

mujer una noble virtud.

siempre respetuosa

cojí

vuestros suegros

y cuñados.

No

4.*

seréis celosa, pues con los celos

no con-

quistaréis la afección de vuestro marido. 5.*

Aunque

sed sufrida

mado, 6.^

y

tengáis razón, no os mostréis colérica; sólo

cuando vuestro marido

esté cal-

le haréis objeciones.

No

mucho,

habléis

y, sobre todo,

ni lo hagáis

mal

del vecino,

no mintáis jamás.

Os levantaréis temprano y os acostaréis tarde siesta. Bebed poco vino, y hasta pasados cincuenta años no os mezclaréis con la mul1.^

y no dormiréis

titud.

8.*

No

permitiréis que os digan

la

buenaventura.

Sed económica y mujer casera. 10. Aunque recién casada, no os reunáis con

9.*

la

gente moza. 11. Vuestras

No

«

toilettes »

no serán

claras.

mostréis orgullosa de las riquezas y posición de vuestros padres, ni alardéis de ellas 12.

delante de

os

la

madre y hermanas de vuestro marido; y

13. Tratad bien á vuestros servidores.

Entre los trece mandamientos, el

único importante

tal

el

más importante,

vez, es el que establece la

humilde obediencia. Toda

la

vida de familia está

fundada en esas dos horribles virtudes: 120

la

humildad y

El

Alma Japonesa

la

sumisión. La mujer habla á su marido de rodillas

la

mujer no tiene derecho á quejarse

debe ver

que su marido hace;

lo

suma, sino

la

la

la

;

mujer no

criada preferida. Desde

;

mujer no es,

en

primer día,

el

Nada de languideces amorosas en la luna de miel. ¡Luna de miel! He aquí cómo la pinta Naomi Tamura « En el Japón se la disciplina es estricta.

:

ignora por completo esa frase dichosa

meros meses no son

muy

;

y

los pri-

risueños para una recién

casada. Esta debe levantarse con el día,

aunque

se

hubiera acostado tarde; después debe visitar á

la

familia del marido, para enterarse de la

cómo pasaron

noche. Durante los primeros días del matrimonio,

las

mujeres hablan poco con sus maridos, respon-

diendo solamente con monosílabos,

« sí »

ó

«

no

»^

á las preguntas de estos. El quinto día, la recién

casada muestra su habilidad en las labores de aguja,

confeccionando algunos presentes que hace á suegra.

Y una semana al

á visitarla provisto de regalos para toda la familia

con

tal

motivo se celebra una gran

del yerno.

no

la

hogar de sus padres, donde pasa ó cuatro días. En este intervalo, el marido viene

esposa vuelve tres

su

después del matrimonio,

Sucede alguna vez que

fiesta la

y

en honor

recién casada

quiere volver á vivir con el marido. El caso es

raro; sin embargo, ocurre. lie ahí

japonesa

la

luna de miel

».

Para llegar á este estado de dulce pasividad, es necesario que una preparación á la niña en

En

muy

larga convierta

manso instrumento.

efecto, todos los tratados de 121

moral femenina,

!

E.

Gómez

indican

Carrillo

como primer deber

sumisión. El célebre

la

Ekiken, que floreció á fines del siglo xvn,

filósofo

•expresa en cinco artículos de

un código moral,

virturdes femeninas. Helas aquí 1.^

Las primeras cualidades de

nina cuando es buena, son

naturaleza feme-

la

modestia y

la

las

:

la

sumi-

sión. 2.^ Del lenguaje

la mujer debe escoger con cuidado sus palabras para que sean decentes. No debe hablar sino cuando es necesario. En general ha de

callar

y

oir

con respeto á los otros.

3.* Del traje

narse ante

:

el

:

evitar los adornos inútiles é incli-

buen gusto y

la elegancia.

De las artes femeninas

4.*

:

éstas

bordado y la cocina. Es preciso que los oídos de

comprenden,

la

•costura, el 5.*

las

niñas no oigan

«ada.

Con una educación basada en estos principios, nada de extraño tiene que la mujer llegue al hogar como un mueble modesto y que su luna de miel sea la

más ¡

de las iniciaciones.

La luna de miel

¿No •de

triste

os parece triste, de una tristeza sin grandeza,

una

tristeza

vergonzosa,

la

pintura de lo que

entre nosotros es paradisíaco? Al despertarse mujer, !a japonesa se siente esclava.

de su marido

!

Allí está

dueñas castellanas de rilla.

((

política

cuida á

la

¡Y

si

no fuera más que

también, más dura que las

edad media,



la

Naomi

suegra ama-



la madre Con una solicitud insoportable su nuera como á un niño le enseña las in-

Entre nosotros

no es tierna

dice

».

;

122

;

Alma Japonesa

El

buena manera de comer, de saludifícil para una mujer japonesa dar, etc., y es agradar á su suegra que á su marido. Su vida no es finitas reglas

de

la

más

ociosa

;

se levanta la primera

trabaja todo

el

día

;

y se acuesta

la

última

vigila la cocina, hace todos los

menesteres del hogar y cuida del aseo de su marido, al que por todos los medios debe procurar ser agradable, siempre bajo la

madre

las

política.

¡

Y

ay de

causas de divorcio

su suegra.

inmediata inspección de

la

la

que se rebela

la

primera es

«

!

Entre

desobedecer á

»

Uno de los capítulos más pintorescos del libro de Naomi Tamura, es el que describe la manera de buscar novio. Todo se hace por medio de un agente que conoce á

en principio, la

Una vez

se prepara la entrevista ó miíjai

al

pretendiente

visitar á sus padres.

casa, de visita,

conduce

la

domicilio de la joven para

doméstica

sale á su

salón situado á cierta distan-

una cigarrera,

te

si

y

;

las

la

casa.

si

es

en

es en verano, co-

Termidueño de

pasteles.

nados todos esos preparativos, aparece casa

una

Los huéspedes se sientan sobre

invierno, preséntales un /i/^ac/i/, y

la

á

encuentro y

tatamis y esperan la llegada del dueño de Entretanto, la criada les hace los honores;

loca ante ellos

que es

El intermediario

«

Cuando un japonés va

al visitante al

cia de la puerta.

al

las

noviazgo aceptado,

el

ceremonia más importante.

conduce

y que entra en

las familias del barrio

casas sin dificultad.

el

se inclina y saluda finamente á sus visi-

tantes. Se

hacen

las presentaciones. Si el

desea una segunda taza de 123

te,

Hama

presentado

á la doméstica

Gómez

E.

Carrillo

que se encuentra siempre en la sala vecina. Pero cuando el intermediario ha organizado de un modo clásico el miyai y su acompañante pide segunda taza de te, la hija del dueño de la casa reemplaza á la doméstica. Este es

único

el

momento en que el preMomento crítico y

tendiente puede ver á su futura.

embarazoso

!

El padre

sostener animada

y

el

¡

intermediario tratan de

conversación, pero la atención

la

del pretendiente está en otra parte... Las miradas del

novio van directas á

la

joven que aparece ruborosa

y tímida, avanzando lentamente hasta presentar su

y que después se inclina, saluda y desSu presencia no dura más de tres minutos y durante ellos no habla ni una sola palabra. Después taza de te

aparece.

de esta corta aparición, casa ó no.

»

permite. Los padres se Si

el

pretendiente decide

si

se

Otras veces ni aun esta entrevista se arreglan todo y les novios no

lo

ven sino en la ceremonia misma del matrimonio. no simpatizan, ¡peor para la mujer! En su hu-

mildad de origen y de condición, no tiene derecho á quejarse. Su cuerpo, su alma, su voluntad, sus pen-

samientos, nada es de para

ella,

todo es de

él,

todo es

él.

Pero no digáis que son desgraciadas. El autor japonés os lo prohibe. « Son tan felices como las demás

mujeres del fin

y

al

mundo

»

;

asegura.

Y

sus razones,

cabo, no son malas. Oidlas

:

«

al

Entre nos-

otros las madres se dedican á enseñar á las niñas

que son inferiores á

los niños. El

hermana por su simple nombre

;

niño llamA

pero

ella

emplear esta familiaridad con su hermano, 124

n

su

no puede al

que

Alma Japonesa

El debe decir

comen honor

:

ani san

la



hermano mío.

Si

varón toma asiento en el sitio de generalmente los niños comen con sus pa-

juntos, ;

el

dres, servidos por la

que

— señor madre y

las

mujer japonesa, desde

hermanas. De aquí

la infancia,

tenga

el

sentimiento de su inferioridad. Las niñas á la edad

de diez años, ya no pueden jugar con sus hermanos. Sin tratarse precisamente de una prohibición,

gar á esa edad los mismos niños se separan ese

momento

mura,

el

muro

el

divisor existe. »

al lle;

desde

Según Ta-

culpable de esta costumbre, es Confucio,

pues enseña

«

que

los niños á los siete

años no deben

mismas habitaciones que ocupan las La simple designación de mujer se considera como deshonrosa y se aplica á los hombres estúpidos. A la mujer japonesa, no se la juzga digna ni aun de ejercer influencia en su casa. Con tales vivir en las

niñas

».

¡deas, se

comprende bien porqué

los

niños viven

separados y porqué la amistad entre varones y hembras no puede existir. « Vuestros jóvenes pueden verse, escribirse

— termina diciendo

Tamura



lo

que les permite conocerse antes de toda proposición ó promesa de matrimonio. Los padres japoneses no tienen esa confianza en sus hijos y no pueden concederles esas libertades. En Tokio, cuando se visita á una señorita, sus padres ejercen una vigilancia extremada. Imposible hablarla. birla

más imposible aún.

¿

En cuanto

á escri-

Queréis probar? Sus

padres recibirán las misivas. Así, pues, hay que aban-

donar

la

partida.

Eso de hacer

la corte á

no entrará nunca en nuestras costumbres 125

una mujer sociales. »

C

Gómez

Así habla

diado

la

Carrillo el

japonés que con más libertad ha estu-

situación de la mujer en su tierra.

repitiendo lo que antes dijo, termina asi

de todo, no son

estas mujeres nuestras,

ciadas que las del resto del

mundo

:

«

Y

luego,

Después

más desgra-

»,

Puede

ser.

Pero hay que confesar que ya principian, por lo menos, á notar que podrían vivir de otro modo. La costura

y

la

cocina,

queEkiken

las señalara

como úni-

cas ocupaciones, no bastan á su actividad. Sus oídos •no son ya sordos á toda palabra. Así, tanto como en

Europa y en América, aquí florecen las utopías femiNo hay más que leer una novela célebre de Sudo Nansui, para comprenderlo. Se titula Las

nistas.

Damas

del nuevo género. La heroína es una lechera

•que estudia las obras de Hebert Spencer,

que forma

un club de mujeres, que juega al tenis y que discute con los más doctos profesores en cuanto se parte de

ofrece la oportunidad.

126

LAS GRANDES ESCRITORAS



explica usted — me pregunta una es— que habiendo siempre sido mujeres tan

¿Cómo

critora

las

despreciadas en el Japón, hayan producido tan bellas obras?... ¿Ó nos engañan los que nos dicen que la literatura japonesa ha sido en ciertas épocas una labor femenina?...

¿Ó nos engaña usted?

No; nadie os engaña. El desprecio que los japoneses tienen hoy por la mujer, no es un sentimiento originario de la nación. Galantes y caballerescos, los

antiguos nipones demostraban, al contrario, por sus compañeras, un respeto tal vez mayor que el de los

En el Palacio imperial, la favorita era todopoderosa. En la familia, la madre tenía más influencia que el padre. En las letras, en el estudio, en las

europeos.

ciencias,

en

fin,

el

mujer.

primer puesto correspondía Es un hecho digno de men-

siempre á

la

ción y

vez sin ejemplo

tal

«



dice M. Aston

— que

una parte muy importante de las mejores obras literarias que el Japón ha producido, esté escrita por mujeres. La poesía Naraes, en gran parte, femenina, y en el período Ileian, la mujer desempeñó un papel

aún más

saliente en el

nacional. Las dos obras

desarrollo de la literatura

más notables que han

lle-

gado hasta nosotros de esa época, se deben igual127

E.

Gómez

mente

Carrillo

á mujeres. Esto obedece, sin duda, á

inteligencias

masculinas

hallábanse

en

que

las

aquellos

tiempos absortas en los estudios chinos y á que el como ocupación frivola componer novelas y poemas. También existía otra causa sexo fuerte consideraba

más

efectiva

tonces

muy

:

la

situación de las mujeres era en-

hombres de abundaban en las ideas comunes á la mayoría de las naciones de Extremo Oriente, en las cuales considerábase como una necesidad la sujeción de la mujer, yá ser posible, su reclusión. » Tan verdad es esto, que muchos libros chinos del siglo duodécimo hablan del Japón como de un país afeminado diferente á la de hoy. Los

aquella época no

y

le

llaman

fatal á la

el pueblo de las reinas. Esta frase fué mujer nipona.

modo inYamato sintié-

Orgullosos locamente y sensibles de un creíble al ridiculo, los guerreros del

ronse heridos en su dignidad de hombres, de señores absolutos,

y comenzaron,

á principios del siglo xni,

á practicar el antifeminismo á la la literatura, esta

manera china. En

reacción se marca de un

modo

vi-

Antes del año 1300, casi todas las obras grandes y bellas, son escritas por mujeres. Después de 1300 las mujeres ilustres abundan menos. sible.

íí?

La obra más célebre del siglo x, el Ghenú Monoaún leen los japoneses con religiosa admiración, fué escrita por una dama de la corte de

gatari, que

Kioto, llamado JMurasaki Sikibri. Hija de 128

un

erudito,

El

Alma Japonesa

pudo desde un principio consagrarse á los estudios literarios. Sin embargo, durante su juventud no escribió nunca una línea. Casó con un esta escritora

noble del clan Fusivara y vivió en los cincuenta años, retiróse á

la corte.

Viuda á

un convento y

se con-

sagró á escribir su novela. El personaje principal del famoso libro, es cipe Ghenzi, que vive feliz al lado de dulces tiles

las letras

momento

discurso sobre

la

más que por

el

y

la filosofía

le

entusiasman.

Á

autora pone en sus labios discretos

humana. Hablando de Algunas no tienen estimación talento que ellas poseen, y consideran naturalaza

la

las mujeres, dice

el

prin-

y su-

amigas. El amor es su ocupación favorita. Pero

también cada

el

:

«

de los demás con desdén provocativo. Otras pue-

den causar honda impresión en el corazón de los hombres que no han tenido ocasión de conocerlas bien. Si son jóvenes dales comedidos, sus

y tienen atractivos físicos y moamigos pondrán gran empeño

en disimular sus defectos morales, presentándonos sólo sus buenas cualidades. ¿Quién se atreverá á condenarlas sin pruebas y á decir todo eso es :

falso?

mente

Pero después de

conocerlas bien, segura-

á pesar de ser bellas, no siendo buenas, per-

derán mucho nuestra estimación razonamientos no impiden

al

».

Mas

estos bellos

príncipe enamorarse

con suma facilidad de todas las bellas damas que pasan. Su ardor no conoce límites ni respetos sociales.

Las mujeres casadas, las niñas apenas púberes,

las maritornes, las

Su última aventura,

mismas religiosas, le seducen. la más bella de todas, comenzó 129

E.

Gómez

Carrillo

en un convento. Ghenzi, curioso, se había acercado al muro del santo monasterio y ocultándose entre los árboles veía lo

jugaban. Entre

que pasaba dentro. Muchas niñas

una que todo lo más una linda y noble musmé, ata-

ellas hallábase

tendría diez años,

un vestido blanco

viada con

Su gracia era divina

;

bordado de amarillo.

sus cabellos caían en espe-

hombres y sus hermosos ojos habíalos enrojecido el llanto. La religiosa que sas ondulaciones sobre los

guardaba dijo

:

convento, volvió

el

la vista

hacia ella y

le

— ¿Qué tenéis? ¿Habéis disputado con alguna

compañera?...



Entretanto Ghenzi, que las estaba

plando, observó que entre existía

una gran semejanza,

— pensó. —

«

Imiki ha abierto

«

contem-

niña y la religiosa Tal vez sea hija suya »

la

la

puerta de



la jaula

de mi pajarito y éste se ha escapado » respondió la niña tristemente. « Ah siempre Imiki comete !

¡

y atormenta á esta pobre niña exclamó una sirvienta. Todo porque no se le reprende nunca. ¿Dónde estará el pajarito? Tal travesuras de esa índole





vez los cuervos

lo

habrán cogido ya...

ciendo esto, alejóse. La cabellera de

»

—Y

di-

la religiosa caía

y abundante sobre sus hombros y su figura era En el convento la llamaban eí ama Sonagon », y parecía tener por principal mi-

libre

risueña y agradable. «

sión

el

cuidado de aquella niña.





«

¡Varaos,

vamos, consolaos y sed buena! díjole la religiosa. olvidéis que mañana podemos morir, y olvidad No vuestro pajarito. Ya os he dicho que es pecado tener encerrados

á

los

pajaritos. 130

¡

Venid,

venid

á

mi

Alma Japonesa

El

La niña, con expresión de

infinita

pena y

con los ojos llenos de lágrimas, acercóse á

la reli-

lado!...

giosa.



«

i

sea mujer

Qué divina será



!

esta criatura cuando-

pensaba Ghenzi

contemplar sus

al

lindos cabellos peinados hacia atrás rojecidos por

En

el llanto.

efecto,

y sus ojos en-

la

niña á quien

tanto admiraba, parecíase grandemente á una mujer

que en otros tiempos habíale entregado todo su corazón.

Y

la religiosa

entretanto acariciaba aquella

preciosa cabeza y decía

:

«

Hermosa

cabellera tenéis,

niña mía; lástima que os apene tanto tener que peinarla. ¡Cuánto

Á

vuestra

me entristece que

edad,

otras

niñas

seáis tan frivola!

son

ya



diferentes.

Cuando vuestra difunta madre se casó, tenía doce años, y tampoco era muy juiciosa. Si me perdierais ahora ¿qué sería de vos?... La religiosa lloraba al pronunciar esas

palabras. Aquel espectáculo

emo-

cionó profundamente á Ghenzi... Poco después

la

niña y el príncipe se casaron para vivir muchos años perfectamente felices. Y asi termina el delicioso

cuento azul.

Otra figura de primer orden en

la galería

jeres de letras japonesas, es la de Sei

tora de

un

libro titulado

Makura No

de

mu-

Sonagon, auSoci, lo qií¿

aproximadamente « notas de mi almohada ». Cuando uno lee estas notas tan ligeras, tan risueñas, no puede menos que envidiar á los nipones del año 1000 que, mientras los europeos se morían de miedo pensando en el fin del mundo, sólo pensaban significa

131

Gómez

E. en

Carrillo

en gozar, en amar. La existencia del pa-

vivir,

lacio imperial,

pintada por esta poetisa, que era

al

mismo tiempo dama de su majestad, tiene encantos dice en el instante en que de leyenda. « Un día





charlábamos de

flores

y de placeres en

del palacio, su Excelencia el Daínagon, la

la

terraza

hermano de

Emperatriz, entró. Llevaba una túnica color de ce-

y pantalones de púrpura obscura. Su vestido y ostentaba bordado en el cuello

reza,

interior era blanco

un precioso dibujo de tonos

escarlatas.

Como

el

Mi-

kado estaba con la Emperatriz, se sentó en la terraza para leer un informe sobre asunto de Estado. Las

damas de honor vestidas con

telas

de púrpura, de oro,

de plata, de malva y de otros colores encantadores, resaltaban admirablemente sobre la suntuosa decoración del jardín. Después se sirvió la comida en las

Por todas partes oíase

habitaciones imperiales.

el

y venir de los criados. El aspecto del cielo era admirable. Cuando todo estuvo dispuesto, ruido del

ir

un mayordomo vino palabras « La cena :

netró por lencia

está servida.

Daínagon

;

El Mikado pe-

ambos fueron

entre las flores. Entonces tarse á su lado y el

observar

»

puerta del centro seguido de su exce-

la

el

á pronunciar las sacramentales

á

colocarse

Emperatriz vino á sen-

Emperador

la belleza del

estos versos

la

la

recibió haciéndola

espectáculo y terminó citando

:

Los días y los meses desaparecen Pero el Monte Miraoro permanece siempre. »

»

Yo me

hallaba profundamente impresionada y 132

El

Alma Japonesa

el fondo de mi alma rogaba á los dioses porque todo aquello continuara asi durante miles de años ». El voto de la poetisa no fué oído. Poco después la Emperatriz murió y con ella murieron

desde

también luchas

de su corte. Las guerras de conquista, los grandes

las frivolidades deliciosas

civiles, las

cambios de régimen, dieron á

menos suave. Sobre

carácter

mano

matices, la

del destino

nocturnas.

de aves

la corte

de Kioto un

las túnicas

de claros bordó vuelos obscuros

Pero Sei

Sonagon

no quiso

nunca, ni aun en los últimos años de su vida, pasados en unconvento, quejarse de sus amarguras. La

mayor concesión que hizo á la adversa suerte, fué de confesar un día que en la vida no todo es color dijo. Y luego, de rosa « Hay cosas detestables » como una marquesita Luis XVI, de las que oyendo rugir al pueblo que tenía hambre le ofrecían bom« Sí hay cosas detestables y bones, explica El visitante que os cuenta una historia helas aquí la



:

:

;

:

interminable cuando estáis de prisa.

Si se trata

de

alguien con quien tenéis intimidad, podéis despedirlo prometiéndole escucharlo otra trata de gente á quien

no podéis

perdidos;

fianza, estáis

el

día

tratar

;

pero

si

se

con esa con-

que enviáis á

exorcista

buscar en un caso de enfermedad repentina y os recita los encantos ^n tono soñoliento los niños que ;

lloran y los perros que ladran

chando

quien tratáis

cruje.

;

estáis escu-

ronquidos de un hombre á de ocultar y se queda dormido en el

á alguien

escondrijo

cuando

las

;

los

gentes que viajan en un carruaje que

Esas gentes son detestables, y

si

somos nos-

133

8

;

E.

Gómez Gárrulo

otros los que

vamos en

el

vehículo, entonces el detes-

Los que interrumpen vuestra

table es el propietario.

conversación para hacer gala de su inteligencia. Todos

que interrumpen, jóvenes ó viejos, son detestables. Los que cuando estáis refiriendo un suceso os interrumpen con un « oh, ya lo sé » y os dan una versión completamente diferente á la vuestra los

!

¡

para recibir un visi-

estar obligado á levantarse

el

tante importuno, cuando precisamente os quedabais

cama para no recibirlo, el estar en buenos términos con un hombre y oirle las alabanzas de una mujer que conoció hace muchos años; los que murmuran una oración cuando estornudan, y, por último,

en

la

las pulgas

y

cuando se meten entre vuestros vestidos un lado á otro ».

saltan de ¡

Oh

deliciosa,

y suave ironía Leyendo vida de la corte en que

tierna,

y

!

estas páginas ligeras, toda

la

pasó su juventud la poetisa, resucita. Se ve que lo solemne era para fuera y que por dentro, entre las puertas erizadas de dragones, una frivolidad invencible reinaba. Las

armas de

los

daimios podían

lle-

narse de sangre en los siros cercanos. No importaba. Las

damas de

Pero en cambio cualquiera

camareras

¡

heri-a

de

de las páginas

y de los claustros reían. cuánta emoción cuando un detalle

la

la corte

coqueta

honor

más

!

En

de

las

Socí,

una

susceptibilidad el

Makura no

vibrantes, es la que refiere

desventurada visita de

la corte al

la

Palacio del Daicin

Narimasa. La carroza de su majestad penetró por

la

puerta del Este. Las damas nobles de servicio dieron

un rodeo para entrar por

los jardines,

134

con objeto

de-

El no pasar ante

Alma Japonesa

los oficiales de la guardia.



dice la poetisa

estábamos

«



Porque

todas despeinadas y

queríamos que no nos viera nadie. Pero ay, de nosotras !... Los coches cubiertos de palmas se encontraron de pronto detenidos en su marcha, por ¡

estrechez del portal. Entonces colocaron á el clásico camino de alfombras y nos invitaron apearnos á pesar de nuestro enojo y grande indigna-

culpa de

la

ción, y no

cómo

hubo otro remedio; y era

irritante ver

los cortesanos y los servidores, reunidos en

la

sala de la guardia, nos miraban pasar. Cuando nos presentamos ante Su Majestad y le contamos lo.

ocurrido,

se

nosotras, dicicndonos

burló de

:

¿

Y

ahora no os mira acaso nadie? ¿ Por qué os prerepliqué yo sentáis ante mí en tal estado...? Aquí vernos, y á acostumbrado está mundo el todo adornado hubiéramos que nos llamaría la atención





más de

lo regular.

Y

además, ¿quién podía pensar

que en un palacio como

éste no pudieran entrar los

coches por las puertas?... al

Daicin

me voy

¡

Ah

!

Cuando encuentre

á burlar lindamente de

él.

»

¿No

hay algo de Yersalles, algo de Trianón, algo de coquetería florida y de tierno mal humor parisiense, en esta escena tan lejana en el tiempo y tan lejana en

el

espacio?

Algunos lustros más tarde florecieron dos poetisas que tuvieron tanta fama como Sei Sonagon. La primera, Daini no Sami, escribió en el año 1040 una larga historia amorosa titulada Gagoromo Monogatari. La segunda fué una hija del noble Suguroano Takasuye. Su única obra conocida, es una melancólica 135

E.

Gómez

Carrillo

narración de viaje de

Ninguna de

Limosa á Kioto en 1046. ha sido traducida en

estas dos obras

lenguas europeas.

Pero no sólo poetisas, ni contadoras de galantes

Japón antiguo. El historiador

aventuras produjo

el

más

época clásica, es una mujer. De

notable de

la

Yemon y

su vida, se sabe poco. Llamóse Akazomé floreció á fines del siglo xi.

Su obra

Monogalari (Relato glorioso), es

la

titulada \eigiia

crónica del rei-

nado de Kuazan y de sus predecesores. Yo no conozco sino la última parte de esta obra y la encuentro tan bella,

emoción,

que siento no poder

anteriores.

libros

los

Con una

la historiógrafa

leer en. el texto

llena de

sencillez

imperial refiere las hazañas

mikado que hace pensar, reina muerta y con su locura de España. Cuando Kuazan

religiosas de aquel pobre

con sus amores por mística,

en Carlos

hubo enterrado

la II

á su augusta esposa, echóse á llorar

y llorando pasó días y días. Al fin se dijo « Ay de mí!... Cuan grandes debieron ser los pecados de Kokiden!... ¡Cuan grandes sus faltas en una existencia pasada!... ¿Por qué murió tan joven?... Ah, si yo encontrara algún medio de olvidar todo :

i

¡

eso

!

»

La

historiadora, después de reproducir tales

lo que pasaba en el alma del sentíase dice Su augusto corazón con frecuencia turbado por extraños pensamientos religiosos. El primer ministro y el Tchiounagon

lamentaciones, explica

monarca:



«



veían con pena esas manifestaciones que fatalmente 13u

Atma Japonesa

El encaminaban

al

monarca

Gonkiou, superior del

á

un alarmante misticismo.

monasterio de Kuazan, era

diariamente llamado para explicarle las escrituras.

Abandonar

mundo y

el

abrazar

el

estado religioso,

decíase en la Corte, es cosa fácil para dicha ¿ pero qué ocurriría después? Y el monarca continuaba

manoseando sus negros pensamientos. Ya no cabía admitir duda; esa influencia del espíritu tétrico era hereditaria; su

Y la

padre Reízeí-in había muerto loco.

conducta insólita, inconsciente, del Mikado, era

vigilada atentamente

cimo día

del

sexto

;

pero en

la

noche

mes de aquel año,

del el

duodé-

monarca

desapareció repentinamente. La alarma fué grande, y lodos, sin excepción, nobles, servidores, guardias y hasta domésticos humildes, provistos de antorchas, buscáronle por mil partes. Pero inútilmente. El primer ministro y sus colegas, con los nobles,

pasaron

la

noche reunidos en asamblea;

la conster-

nación era general. ElTchiunagon prosternado ante el altar

de

los dioses

protectores del Palacio, supli-

cábales con lágrimas en los ojos tos,

que descubrieran

el

y grandes lamen-

lugar en que hallábase

oculto su magnífico señor... Algunas tropas fueron

enviadas

también á todos

pero sin resultado reales esposas del

alguno.

los

Al

templos

budistas;

mismo tiempo

las

monarca lloraban atribuladas sin

saber qué terrible acontecimiento había ocurrido. Apareció

el

alba.

Todas

las

pesquisas habían resul-

tado infructuosas. Porfin.el Tchiunagon y Satchiuben-Korenari decidieron ir al monasterio de Kuazan,

y

allí

encontráronle

vestido ya de fraile. Al verlo, 137 8.

E.

Gómez

Carrillo

los dos se prosternaron ante él

lanzando exclamaciones

y lamentos y gritos de inquietud. El ejemplo cundió y los dos se hicieron religiosos ». Pocas páginas hay para mi, no sólo en la literatua japonesa sino en los anales del

mundo entero,

tan intensas

como

ésta.

SJÍ

gran historiadora, he aquí á la gran viajera literaria. Se llama Abutzu y es de estirpe imperial. De su vida no se sabe sino muy poca Después de

cosa.

Como

la

todas las

damas nobles

del

siglo xni,

vivió encerrada en su palacio al lado de su esposo.

Al enviudar, hizo un viaje ú Kamakura, en donde vivía

un

hijo

relato poético

suyo. Su célebre hayot no ki es

de este

viaje,

en

el cual,

el

más que

aventuras, hay paisajes, cielos, puestas de sol, espectáculos de belleza.

Después de Abutzu, ninguna escritora nipona ha como sus abuelas de siglos lejanos, digna de

sido,

que

los

hombres conserven su nombre con

entusiasmo. Al matar influencia china secó la

el

religioso

respeto por la mujer, la

más pura fuente de

rario japonés.

138

arte liie-

EL PROBLEMA RELIGIOSO (DOCUMENTOS JAPONESES)

¿Es

cierto

muy

ocupan Si

lo

i

cuestiones

las

preguntamos á

contestarán



que

Muy

religiosas

pre-

poco á los japoneses? los viajeros europeos,

nos

:

poco

!

Y, sin embargo,

tal

vez no existe hoy en todo

el

imperio del sol naciente, un problema que interese tanto á los sabios, á los filósofos,

como con

el

el

problema

progreso,

declara así en

un

religioso.

la fe crece.

á los estadistas,

En vez de disminuir Un escritor popular lo

artículo del Jiji

Shhnpo.

Y como mi

intención es reunir documentos originales sobreesté el ilustre Unamuno los comente, comenzaré por traducir algunos párrafos de tal artículo, y así podremos desde luego darnos cuenta del cambio que se opera y de sus causas. « La guerra

asunto, para que





dice atrajo hacia la religión, no sólo á las almas de aquellos que en los campos de batalla sentían la

necesidad de los consuelos del cielo, sino también á la multitud de gentes que contaban entre los solda-

dos seres queridos.

En

todas partes las madres y las

esposas hacían votos y dedicaban ofrendas para que 139

Gómez

E.

Carrillo

sus hijos y sus esposos volvieran sanos y salvos. Desde esa guerra, en que se contaron por docenas los

encuentros terribles,

la fe religiosa del

pueblo ha

tenido una excitación intensa. Terminada

la

cam-

paña, las acciones de gracias por la vuelta de los que se habían librado de una muerte inminente, die-

ron á los templos budistas y sintoistas una animación extraordinaria. La ocasión se presentaba única para los ministros de la religión de sostener á las al-

mas en ese estado de fe. Y á decir verdad, grande es el campo que se ofrecía á su celo. Sin hablar de las atrocidades que hemos mencionado, hubo después de la guerra otros desórdenes más temibles. Entre los soldados vueltos á sus hogares, muchos habían perdido la afición al trabajo, muchos se vieron alentados á la ociosidad por las pensiones que les fueron otorgadas... La experiencia de otros países nos de-

muestra que las consecuencias de racterizan por un relajamiento de

la

guerra se ca-

las

Japón no podría sustraerse á una

costumbres,

crisis

análoga.

y

el

A

los ministros de la religión incumbía, pues, el de-

ber de contener el mal. Estos, que mostraron su abnegación y su celo durante la campaña, siguiendo á los soldados, participando con ellos délos peligros,

dándoles consuelos y reconfortando sus almas con la oración, ¿ se contentarían ahora con regocijarse

viendo

la

animación de

los

templos y las numerosas

ofrendas que en ellos se amontonan ? Su mismo interés parecía guiarlos á sostener ese movimiento religioso, y,

por otra parte,

sociedad solicitaba

el

interés general de

más que nunca de su 140

celo. »

la

— El Asi, pues, la fe

otros sería dificultad,

Alma Japonesa

aumenta. Pero esto que entre nos-

un fenómeno que no presentaría ninguna en el Japón se convierte en un problema

intrincado. Los que se creen con derecho á dirigir la

conciencia popular, pregúntanse, en efecto, hacia

qué

iglesia

deben llevar á

los

rebaños de creyentes.

Cuatro religiones se encuentran en presencia. La más antigua,

apoyo de

la corte.

El

budismo, con sus templos soberbios, ha sido en

si-

el

sintoismo, tiene

el

glos pasados la fe del pueblo. El confucionismo, con

su prestigio intelectual, tiene gran partido entre que estudian. El cristianismo, en

fin,

ios

gana cada día

terreno.

Busquemos, en

los libros

poneses recientes,

la

y en

los periódicos ja-

explicación de las religiones

nacionales.

Hace poco más de un año todos los periódicos de Tokio publicaron y comentaron una conferencia del ilustre Ono Tohuzán, sobre la gran religión del Ja-

En

pón.

su preámbulo,

el

conferencista asegura que

gracias al culto de los antepasados gloriosos,

Yamato poseen un alma

hijos del

nera,

ó

sea inocente,

religiosa á su

suave, serena

y

los

ma-

caritativa.

mismo que todo buen patriota, habla del sintoismo como de una fuente inagotable de enseLuego,

lo

ñanzas admirables. «Por ser dice



el

sintoismo es

la

el

culto de los héroes

escuela de nuestra energía

y de nuestra actividad. Corresponde maravillosamente al sentimiento humano. Por esto el culto de los héroes se

encuentra con diversas

humanidad, en

el

mundo

formas en

literario, militar 141

y

la

político,

Gómez

E. lo

Carrillo

mismo que en

mundo

el

religioso. Mientras ese

una nación,

culto subsista en el seno de

nativa perdurará

pueblo

ría al

de

la

mas

;

si se

regresión y

la

la

energía

extinguiese, ocasiona-

decadencia. El culto

la

naturaleza que produce sobre

el

alma humana,

por no sé qué influencia misteriosa, una impresión de fuerza y de luz moral análoga á la que ejerce el culto á los antepasados y á los héroes, ha llegado á

confundirse con este último.

Y

es que,

en efecto, los

dos cultos impelidos hasta su término supremo y absoluto, llegan al gran principio del Universo.

Por esto vez

el

la

gran divinidad Amaterasu, que es á

antepasado de

la

casa

la

imperial y del pueblo

japonés, nos parece un personaje superior, tipo de

y de eminente virtud y la manifestación

alta sabiduría

ilumina

del Universo. Esa transformación de

encuentra igualmente en

cristianismo.

Una

es el sol

del

que

gran alma

una individua-

no es particular

lidad en lo absoluto, se la

:

la tierra,

al

sintoismo,

budismo y en

el

individualidad manifiesta

el

el

ideal

de una manera relativamente perfecta, su transfor-

mación en un ser superior á

la

humanidad, ó más

bien, el hecho de ver á través de su individualidad la

manifestación de

lógico, universal,

lo absoluto, es

un hecho psico-

más aún, una necesidad de

la

con-

ciencia religiosa. Así, pues, las divinidades del cielo

son personalidades humanas transformadas en lo absoluto, y convertidas por esto en superiores á

humanidad



chojinkakii



y

la

la

conformidad á

esta ley de la transformación en lo absoluto, es la «

vía de los dioses

»,

ó

el

sintoismo. Al despojarnos

142

El de nuestro yo,

lo

conformarnos á

la

gran ley de

absoluto, y esto es lo que se llama isliin ó

voluntad de los dioses. La vía del Ishin ó gara,

la

comulgamos de una manera misteriosa

naturaleza,

en

al

AEma Japonesa

como también

llaman,

la

mente en descubrir en

sí la

Kanna-

consiste práctica-

vía del gran

alma

del

universo, en tener conciencia de esta vida y obrar

según esa conciencia. Este es religión

y

la

el

centro

fuente de la moral. Así,

mismo tiempo que

el

una religión de

es

mismo de

la

sintoismo

al

raza,

una

reli-

gión nacional, es también una religión universal, religión de la

humanidad.

veamos ahora

lo

»

que es para

la

Si ese es el sintoismo,

los japoneses actuales

otra religión nacional.

En un

estudio titulado

Waga

Shinen,

el

bonio

Shaku Soen, célebre por sus predicaciones, explica lo que es el budismo tal cual lo practican y comprenden sus compatriotas. Ante todo, el místico japonés nos declara que una persona culta y honrada, no tiene necesidad de creer en un Buda todo misericordioso, pues sólo la conciencia de sus debilidades

y de sus vicios

hombre

lleva al

á invocar socorros

divinos. El sentido profundo de la religión, á su en-

tender, consiste en la unión del ser humano con la Gran Realidad del Universo. Esto los fieles lo explican por medio dó la frase ritual de « El Espíritu y Buda son una misma substancia. » Luego dice literal« La Realidad absoluta y sin límites que la mente :

filosofía

descubre por

trabajo de la razón, es bien

el

diferente del Dios y del

sabríamos aplicarle

el

Buda de

las religiones. iNo

carácter que la limita; por 143

Gómez

E.

ejemplo,

de

el

que

tido

Carrillo la

personalidad

la religión

;

pero siendo admi-

proviene de las aspiraciones dej

corazón y del sentimiento, es necesario que el objeto de su adoración revista una personalidad cualquiera. Esta es la teoría, en doble principio, creada

para

el

uso de aquéllos que no están aún libres de

ilusión de los deseos

la

— bo7ino

teki meishin.



budismo es único fuera de la Verdadera Esencia no existe nada. Y el Buda que tiende una mano bondadosa á todos los seres, y el Dios viviente que abre su seno amoroso Pero

el

principio del verdadero

:

á todos sus bijos, todo eso entra en los medios de salvación,

la

categoría de

— Saido no hoben —

á los

grandes santos y los hombres eminentemente religiosos han recurrido en todos los tiempos, mas

que

sólo

los

como

puros expedientes. Para

á

ideas de Dios y de Buda son

las

se pregunta, con justo motivo,

ceros están en

el

de haber hablado « ¿

Cómo

y

éste

»

Pero después

una inquietud invade su alma.

— exclama — explicarse

fenómenos

iniciado,

los creyentes sin-

si

goce de su razón. así,

el

ideas pueriles,

relativos é infinitos ? »

el

mundo

Una

de los

larga res-

Según los libros budismo contiene una triple doctrina:

puesta tranquiliza su conciencia. sagrados,

el

la del espíritu

único

;

la

de las dos enseñanzas y

de los tres grandes principios. isshin, ni mo7i,

mera ha espíritu

existe nada.



vulgo para llegar á

la

:

La segunda,

enseñanzas, halla su origen en el

la

Bukkyo vi wa,

La prisan dai no Kjori ga aru. que fuera del á saber

sido ya expuesta,

no



la

de las dos

la dificultad

que tiene

iluminación perfecta. Shaka 144

El Muni, en sus

Alma Japonesa

años de retiro contemplativo,

seis

descubrir la Verdadera Esencia, exclamó

cosa maravillosa tienen en

Todos

!

mismos



la

:

«

¡

al

Oh,

los seres, sin excepción,

naturaleza de Buda

tino único es entrar en la nirvana.

»

Para

gra llegar á esa inspiración perfecta,

;

el

mi desque lo-

no existe

el

bien ni el mal, lo fasto ni lo nefasto, ni vejez ni en-

fermedad, ni muerte ni calamidad

más que este

el

mundo

;

todo eso no es

sueño de los sueños. Pero si se considera lleno de perturbación y de desorden, es

muy fácil comprobar cuan pocos son los hombres que logran esta plena conciencia. Para encaminarlos hacia esa verdad que los pudiera libertar, es necesacon sus debilidades, educarlos poco á poco contra esos apetitos que obscurecen sus espíritus. Así, al lado de esa doctrina de los iniciados, el rio transigir

daijo,

shojo

ha debido crear una doctrina apropiada al según la cual pudiera apoyarse al vulgo





— — é invocar — hongwan no Nyorai —

en una fuerza extraña apoyo del Buda encarnado

tariki

el

que se adora. La doctrina de los tres grandes principios comprende lo que los budistas llaman dai



yo. Tai, es la Realidad absoluta

misma

;

so,

Esencia en

es

el

dos los seres

;

la

y sin

manifestación de

tai so } límites, en ella la

Verdadera

mundo fenomenal que comprende toyo, es en ese mundo de los fenóme-

nos, la actividad que se revela. Esos tres

principios son

— San-

análogos á

la

grandes

Trinidad del Cristia-

nismo y no constituyendo más que una substancia son con tres formas diferentes,

la

manifestación de

145

9

Gómez

E.

Carrillo

Verdadera Esencia, en su trabajo y en su vida. Esta verdadera Esencia tomando cuerpo en el espíritu que la exalta, y unida á ella, nos hace penetrar

la

conciencia de lo absoluto y de lo infinito, conciencia que rechaza la distinción de los seres. Por

en

la

moviéndonos en el mundo de lo fenomerecurrir, en el uso práctico, á la idea debemos nal de la distinción de los seres, fenomenal puramente

otra parte,

á fin de procurar su liberación por medios apropiados á su vulgaridad. Tal es, explicada por la

nueva concepción

del

un japonés,

budismo.

El confucionismo no está

considerado por todos

como una religión. Entre sus adeptos, sobre todo, la mayoría desea que se diga la moral y no la fe de Gonfucio. Pero uno de los que mejor han estudiado el

asunto contesta

:

«

Si el

confucionismo no fuera

religión, no sería nada. » Y luego explica lo que á su entender debe entenderse por confucionismo.

una

aquí sus palabras esenciales En el confucionismo, se encuentra además del :

lie

«

temor reverencial

para

las

órdenes

del



cielo

Supremo — veneración hacia temmei — sentido encierra — confucionismo joten y — — jitsuzai gran Realidad y de profundo de — Enseña primeramente Absoluto — administrar corazón — jishin — bien — — bien gobernar en seika hogar y — jikoku. — Dirigiendo bien corazón el Cielo

la

;

el

así el

lo

la

á diri-

zeltai.

gir

á

el

el

el

fin, á

el

país

se llega á

un estado de paz profunda exento de turbación y pesar, á un desinterés y á una moderación suprema que obligan á obedecer inconscientemente 146

al

soberano

Alma «Japonesa

El

y que, hasta siguiendo los impulsos del corazón, no pasa jamás de los límites de la ley. En otros términos, se llega

estado de bienaventuranza del

al

gran yo despojado de todo

lazo, á la

gran actividad

inconsciente, al bien absoluto que supera las distin-

ciones del bien y del mal, de

lo

puro. Es necesario llegar hasta

tal

tener

el

limite

si

lo

im-

se quiere

Y

sentido completo del confucionismo.

ese límite se encuentra la esencia gión.

puro y de

misma de

en

la reli-

»

Pero estas tres religiones tradicionales ya no bastan

Japón.

al

No creyendo en ninguna de

una manera absoluta, busca en paz de renovar

lo

antiguo.

el

ellas

de

universo algo ca-

Durante estos últimos

años, éste ha sido uno de los temas

más

discutidos

por los sabios y los sacerdotes. Según el profesor Motora Yujira, déla Universidad imperial de Tokio necesidad de encontrar algo, es urgente.

la

reforma se impone

que

le

Ni

ni la

Y

modo de pensar en

los

«

Una

contestando á los

preguntan en qué consistirá

plica su «

— dice. —

»

tal

reforma, ex-

lérminos siguiente

:

caridad cristiana, ni la misericordia budista,

la

bondad confucionista pueden cambiar. Esas deben subsistir, tal como los tres gran-

tres virtudes

des sabios las han explicado. Lo que hace novar, es

falta re-

de esas virtudes. Esto no es una reforma como la hecha por Lutero en el cristianismo, en que el Cristo del judaismo se impone la práctica

hoy. El espíritu religioso bajo cualquier nombre que se

le

designe, caridad, bondad ó misericordia, está

como muerto en

estos

tiempos. Los tres grandes 117

E.

Gómez de

sabios

la

Carrillo antigüedad, Buda, Cristo y Confucio los demás hombres. Estos no han

vieron más allá que

comprendido suficientemente sus doctrinas. Así

bondad de Confucio

la

— jín, — etimológicamente ha-

blando, es susceptible de muchas interpretaciones; pero su verdadero sentido no es ni conocido ni practicado por la sociedad en general. Creo igualmente el punto de vista de los dogmas, es neceuna reforma, pues consideradas á la luz de la

que, desde saria

y de

ciencia

la filosofía, las

explicaciones dogmáti-

cas de otros tiempos, son inadmisibles.

Las

reli-

giones no se diferencian más que por los dogmas,

pues en moral, caridad, misericordia ó bondad, son solamente los nombres de una misma virtud vista

en sus diferentes aspectos. Así la caridad, la miseen ricordia, la bondad, la idea venida de la India

que

la

división de castas es

cierra

misma

un

sentido de

muy

— — acentuada en-

desigualdad.

En Judea

griega, se convirtió en la caridad, ó igualdad.

soy ni

esta

idea, gracias á la influencia de la filosofía

teísta, ni ateo, ni panteísta; la

mejor

Yo no

filosofía

mi opinión el positivismo de Augusto Comte. michi Creo que la humanidad, en cuanto virtud como lo explica muy bien Inoue Tetsujiro, no

es en





proviene ni de Dios, ni de teístas.

Cada hombre trae

las la

explicaciones panfuente en su

propio

humanidad ha progresado desde Augusto Comte^ y hoy constituye el fondo de todas las cuestiones sociales, lo mismo que un árbol ó un planeta que al principio no es más que un germen, y después se desarrolla, crece, esparce sus

corazón. Esta idea de

la

148

Alma Japonesa

El flores,

y,

por último, llega á producir frutos. Esta

es la evolución de una idea que no tenía

ningún sen-

y que poco á poco se punto de ocupar el lugar de

tido en las épocas de barbarie

ha desarrollado hasta

el

Sin embargo, la idea de

toda otra idea religiosa.

que

virtud de

la

la

humanidad

Dios ha podido germinar en

— michi — viene de

la

inteligencia poética

de las edades modernas. ¿ Cuál es el valor del lado poético de la religión? Aun no he estudiado bien esta cuestión

y no puedo

decir ahora cuál será

opinión después de ese estudio.

»

hombre

Otro

mi

ilus-

diputado Shimada Saburo, cree también en una fusión futura de los elementos de las religiones « El cristianismo, el budismo, el que ya existen dice han pasado por variaciones confucionismo en diferentes épocas. Ahora bien, como yo creo que, en definitiva, el camino del cielo debe ser único, no existe para mí duda que esas tres religiones llegarán á armonizarse. Hoy día no estamos tan apegados á

tre, el

:



las creencias



como en

otros tiempos, en los que, an-

haber estudiado

tes de

las ciencias

Europa que bueno fuera del cristianismo. El que se consideraba como un perverso, extranjera como una herejía; hoy orientales, se creía en

pensar cerse

así,

la

y más pronto

unión en

pón me parece

el

el

ó

más

y

las religiones

no

existía

nada

no era cristiano, y toda doctrina se está lejos de

tarde

veremos ha-

terreno de las creencias. El Ja-

país

más

á propósito para realizar

ese acuerdo, por no ser los japoneses ni tan exclusivos

como

como

los confucionistas chinos. *

los

cristianos de Europa, ni tan tercos

149

Pero hay, para que

E.

Gómez

Carrillo

las doctrinas cristianas

puedan generalizarse, una

barrera infranqueable que no es ni budista, ni con-

En

sino sintoísta.

fucista,

Emperador,

la religión

efecto,

Kiyomaru

con clara energía en

lo explica, «

:

En qué

¿

se

opone

creemos obligados á decirlo

cielo







Koso Amalevasu

nidad transformable



página

la

cristianismo á

el

primer antepagado

divinidad que alumbra

la

onii

el

nuestra constitución

:

nacional tiene por fundamento

reli-

— Kokntai. — Nos

nuestra constitución nacional?

imperial

religión del

El popular Kaiwai

gión anticristiana por esencia. siguiente

la

de los samurayes, es una



el

Esta es una diviKami. okwa no Kami sama.



Después de su nacimiento, sus padres Izanagi Iza-

namr no mi Koto, en su alegría exclamaron « Tenemos muchos hijos, mas ninguno es tan extraordinario como éste. No podrá vivir mucho sobre la :

tierra,

llamarlo

preciso es

al cielo. »

divinidades que han tomado

más

esta es la

templos de

visible

las



adorable. Su espíritu se adora en los

Uno de

Ise.

sus descendientes de

cera generación llamado Niniyi no bleció

De todas

un cuerpo

á su hijo en

trono,

el

mi Koto

la ter,

esta-

prometiéndole una

gloria

y un reinado eternos; y su posteridad divina

reina

sin

interrupción gloriosamente

millares de generaciones.



desde

hace

Después de colocar en

el

trono á su hijo, Ninigi no mi Koto, dirigiéndose

al

pueblo, dijo

mi

hijo.

»

He

:

«

ahí

Este es

cómo

el

pueblo que yo doy á

fué fundada nuestra cons-

titución nacional y la religión japonesa,

nen más orígenes que

que no

tie-

los de nuestros divinos ante150

Alma Japonesa

El pasados imperiales.

Quién no verá que todo aquello

¿

que pueda lastimar, por poco que ción, es

un peligro para

del cristianismo

no existen

sea, á esta tradi-

país? Ahora bien,

el

viene á decirmos

otros dioses

:

Dios

el

Fuera de mí

«

no adoréis jamás á otro

;

No es éste más estrecho de los exclusivismos, un exclusivismo que todo lo quiere subyuDios. » ¿

el

gar? Pues

si

tiende á destruir nuestra constitución

nacional tenemos que rechazarlo.

»

Debemos, empero, confesar que entre los que escriben en el Japón sobre el problema religioso, son pocos los que hablan, como Kaw^aai Kiyomaru, en nombre de las leyes del imperio. La mayoría se coloca en un punto de vista abstracto y no se inclina sino ante las leyes del pensamiento y del alma. Así

más de un entrar en

sabio cree que la

el

formación de

El profesor Ukito

cristianismo tendrá que

la

nueva

patria en la universidad de Tokio, dice

gión del siglo XX será una fusión de des religiones del mundo,

nismo y

el

cristianismo.

el

la :

historia

La

«

las tres

budismo,

el

reli-

gran-

confucio-

Esta armoniosa unión de

considerada desde

las tres religiones,

Yamato.

fe del

Wamin, que enseña

el

punto de

vista budista, será el resultado, el término de la evo-

lución budista; desde

un progreso

el

punto de vista cristiano, será

del cristianismo;

y por último,

los

con

fucionistas encontrarán en ella la perfección de las

doctrinas de su maestro. Entre las tres religiones

dejarán de existir las rivalidades, los celos por averiguar á cuál de ellas debe pertenecer

unión se hará por

la selección

y

la

el

mundo. Esta

adaptación de

Gómez

E.

Carrillo

Y

todo lo bueno que cada una de ellas tiene.

que decir que esto es una cosa imposible significaría

un

no hay tal idea

:

resto de las viejas creencias.

Todo

Lo mismo que en otros tiempos el budismo y el confucionismo se compenetraron mutuamente, á su vez, el cristianismo tiende hoy á impregnarse del confuciotiende hoy á la unión.

en China y en

nismo; y

el

el

Japón,

budismo, en

en muchos puntos.

ha cristianizado ya

fin, se

»

Pero es necesario saber que para los japoneses

como para nosotros, una docdogmas indiscutibles. Aun los que

cristianismo no es,

el

trina basada en

se convierten, discuten lo que se llama

el

fondo ab-

surdo de la fe occidental. Los japoneses según el profesor Tsubuchi de la Universidad libre de To-



kio

se

asemejan mucho á

los

antiguos sofistas

griegos. Sócrates dijo que en sus tiempos la ciencia

y

la

moral eran una misma cosa. Hoy no se puede

admitir esa aserción

más que

simplemente. Sin embargo,

si

tal

cual es

pura y

;

se considera que esas

palabras designan las relaciones de la moral con las

necesidades de una época, no carecen de razón. Ac-

tualmente en

el

Japón es imposible abandonar

punto de vista intelectual de sas,

pues en tanto que

las

el

cuestiones religio-

la religión

tiene por objeto

trabajar para la salvación general en las explicacio-

nes de los dogmas, hay que tener en cuenta los progresos científicos de nuestra época. Es inadmisible,

en

efecto,

que pueda explicarse

misma manera en los

la religión

todas las épocas.

que hablan de religión nos 152

lo

Y

de una

esto

todos

prueban. El mismo

El

Alma Japonesa

Ebina, pastor según creo, y en todo caso gran propagandista del protestantismo, confiesa sus dudas en la

página siguiente

:

«

Apenas convertido

car la doctrina de los ángeles. Hojeé

oí expli-

muchos

libros

antiguos y acabé por dudar de si realmente existirían seres que sirvieran de intermediarios entre Dios

y

el

hombre. Este fué

el

primer artículo que

me

pareció inverosímil, y que abandoné. Después perdí la fe en un Redentor, pues, á mi entender, decir

que Cristo, por su muerte redimió del pecado á los hombres, me pareció un ultraje á Dios. Todo lo más que se pudiera decir es que Cristo por salvar á los hombres del pecado trabajó y llegó hasta afrontar la muerte, y que su muerte redimió los pecados del hombre. Tal es la nueva opinión sobre la Reden-

Más tarde abandoné también las opiniones San Anselmo y de Grotuis, y, por último, dejé á un lado las discusiones bíblicas, y en fin, perdí la fe en los milagros. ¿ No es, en efecto, pueril el creer que las relaciones de Dios con el hombre no se manifiestan más que por milagros ? Podrán, tal vez, acusarme de aferrado á mis ideas parción.

teológicas de

ticulares, pero estoy

persuadido de que

lo

que creo

es lo mejor. Entre los misioneros extranjeros, se en-

número los que son obstinados; un fervor desesperante para el sentido común. Por ejemplo, unos quieren que el día de descanso sea el domingo; otros pretenden que sea el sábado; estos esperan la nueva venida del Cristo; y los de más allá creían que la guerra Chino-japonesa era el signo precursor. Algunos sostienen que al cuentran en gran otros son de

153

Gómez

E.

Carrillo

administrar

el

bautizado en

el

puede salvarse,

bautismo es preciso sumergir al agua hasta la cabeza, sin lo cual no

Y

enfrente de todas esas fábulas, los

japoneses algo racionales ó se convierten en absolu-

tamente escépticos, ó se esfuerzan en combatir

tales

ideas. »

Así, pues, no hay que figurarnos que el Japón puede más ó menos tarde, ser evangelizado como lo

fué América. La raza es sutil ojos cerrados, creer porque

zones de las

el

país

siderado

fe.

Creer á

y sin discutir las radoctrinas, no es posible en un japonés.

mismo budismo, que

El

en

aun en su

y que antes de

como

la



lleva

ya muchos siglos

restauración estaba con-

la fe oficial,

no podría reconquistar

su antiguo esplendor sin sufrir antes importantes reformas. Los intelectuales tienen por Sakia

un

Muni

ningún otro dios les inspira. « Con un esfuerzo enérgico que regenere su iglesia dicen algunos el budismo conquistará de nuevo el alma culto que





del pueblo ».

Entre los que así piensan, existe un apóstol ardiente,

Takayama, catedrático en

perial de Tokio. Este profesor

la

muy

Facultad im-

proclama con energía

sus creencias en un articulo de revista que hizo sensación en todo

aquí «

el

país

y que

me

Nosotros no estamos

— dice — en

en que

la

que

útil

traducir

los

tiempos

bonzo predicaba esto 6

tal

superstición reinaba, en que bastada decir

quistara una solo

parece

:

lo otro

para que con-

que han hecho sus estudios secundarios, no deben fe ciega.

Hoy, hasta

1:4

los jóvenes

Alma Japonesa

El creer

su

más que

fe ni es

aquello que comprenden, sin lo cual

racional ni es científica.

Yo

quisiera tam-

bién ver á los bonzos ocuparse de obras sociales, unir la

práctica á la teoría

y no dejarse superar en este

punto por nadie. El cristianismo ha comprendido

que era necesario en estos momentos lanzarse por ese camino por eso ha dejado á un lado las cuestio;

nes espinosas del

dogma y de

para dedi-

la filosofía

carse á las obras de beneficencia. Nuestros bonzos

temen tal vez que siguiendo ese ejemplo las limossucederá nas disminuyan pero que no se alarmen donantes los cuando lo contrario; entonces será abundarán. Por lo que se refiere á los funerales, mi :

;

deseo es ver suprimidas todas esas largas y fastidiosas ceremonias y reemplazadas por la ejecución de

Ah, nada hermosos trozos de música europea. hay como la música para emocionar! Cuando me ¡

encontraba en Europa visitaba todos los días las iglesias católicas,

no impulsado por

la

devoción, sino

por oir una hermosa música. Muchas veces las representaciones de la

porqué experimentaba un

Todo

el

asistí á

Opera y no puedo explicar bienestar tan

mundo conoce hoy

preocupa á nuestros budistas

la :

indecible.

gran cuestión que ¿ los

bonzos deben

contraer matrimonio? He aquí lo que yo propondría

para saber en qué sentido se debe zanjar tión

:

la

cues-

Hacer una estadística exacta de todos los

bonzos casados públicamente ó en secreto, y si el número de los que tienen esposa pasa de los que

permanecen

célibes, se sacará

en consecuencia que

es urgente permitir á todos los bonzos 153

que se casen.

E.

Gómez

Carrillo

Tanto más cuanto que

la

mano

de

la

mujer

es indis-

pensable para que trabajen con provecho en

las

obras de beneficencia social. También quisiera que se disminuyera

el



número de templos budistas preferible que éstos fueran menos

y de bonzos. Sería numerosos y más instruidos. Todos ellos debieran tener por lo menos el diploma de una escuela superior y además hacer estudios especiales sobre reliLos sacerdotes

gión.

punto á nuestros

europeos

aventajan en este

padres budistas

:

aquéllos han

hecho sus estudios secundarios y han seguido un curso completo de teología. Por eso no caen en ridiculo» y

muy

su influencia es

En verdad

grande.

budismo, como religión, supera en mucho nismo, pero

dismo

al

los

Me

cristianos.

bonzos son inferiores

á los sacerdotes

preguntaréis ¿en qué supera

el buque no Dios délos cristianos nó

En verdad

cristianismo ?

podría precisarlo; pero

me

el

al cristia-

el

os digo

el mundo en seis mono y para el hombre carneros. Yo no puedo creer

agrada. Ese Dios, dicen, creó

días; él creó el

hombre y

creó los bueyes y los

el

nada de eso además yo siempre he sido ateo. La fe de Buda es igualmente otro error ese Buda designa solamente lo verdadero, el bien y lo hermoso perfecto, eso no es más que un ideal al que el hombre debe ;

:

esforzarse en llegar. tal

¿Cómo

atreverse á decir que

doctrina está en contradicción con

Al contrario, yo creo que

el

dera religión científica. Todo

seme que puro

;

budismo lo

el

ciencia?

más, podría decír-

está en contradicción con

pero

la

es la verda-

el

materialismo

materialismo puro no es una ciencia. 156

El

Alma Japonesa

budismo no teme los progresos de la ciencia; la como un agua clara y pura que lo pu-

El

ciencia será

de sus imperfecciones, y

rificará

El enemigo del

decer más.

de

él; está

dentro, en

la

lo

hará resplan-

budismo no

está fuera

persona de sus bonzos. Si

como dice Kato Hiroyuki, la lucha está empeñada hoy entre los fuertes y los débiles, la victoria la tienen asegurada los fuertes en

el

mundo

material,

y

mismo sucede en el mundo de la inteligencia como el budismo domina al cristianismo, desde el

lo

:

punto de vista intelectual, su victoria no puede ser dudosa.

»

Estos documentos, aunque breves, pueden servir á quien tales cuestiones interesen, no

cuenta exacta de el

lo

Japón actual, pero

que

el

para darse

problema religioso en para comprender lo mucho

que es sí

el

asunto preocupa álos hombres más eminentes

del país.

En cuanto

á la solución del conflicto entre

las iglesias, es probable

que ni

los japoneses actuales

ni sus hijos, ni sus nietos lo verán.

En

siglos ante-

budismo y el sintoísmo pudieron llegar á fundirse en los mismos templos. Hoy la fusión de riores el

las cuatro creencias, fusión

como Shimada y lizable.

los

Cada

en que sueñan hombres

Yujiro, no es sino

iglesia

japoneses tienen

una utopía

conservará sus

muy

arraigado

fieles.

el

irrea-

Y como

sentimiente

del respeto por las creencias ajenas, es probable

jamás

el

que

múltiple imperio de dioses rivales provocará

guerras civiles.

157

EL SENTIMIENTO POÉTICO

Un

Yokohama

editor de

se propone publicar en

francés las dos antologías clásicas de poetas japoneses. Si se tratara de dos tomos, la

empresa nos

parecería digna de elogio. Pero cuando se piensa que

Manyociu tiene más de cien volúmenes y que el Kokinciu es casi tan importante, no se puede menos

el

como una de

de considerar

el

más enormes

locuras de nuestro siglo. ¡Doscientos

libros de versos!

proyecto editorial

Los tesoros de

la

las

musa europea

ocuparía menos espacio...

Lo que el

debiera alguien traducir y publicar, es prólogo admirable y adorable que Ki-No-Tsusí

rayuki escribió á mediados del siglo

de su soberano, para

páginas

como

la

que

los

el

primer

x,

por encargo

florilegio oficial.

Esas

japoneses consideran justamente

más pura joya de su lengua, contienen toda

alma poética del antiguo Yamato y también algo del alma eterna del mundo. « Oyendo al ruiseñor el

que trina entre el

las flores, ó á la

rana que charla en

agua, nos convencemos de esta verdad, que entre

no hay una sola que no cante. » La resume las enseñanzas del viejo buen maestro amarillo. Todo canta, todo ama, todo palpita. El las cosas vivas

frase

arte, es la vida.

Entre

el

aullido de la fiera Vo'J

que sufre

»

Gómez

E. y

el

Carrillo

gorjeo del ave que goza, no hay, desde

de vista de teoría de

la

Taine de que

vicio

« el

y

la

el

punto

ninguna. La

naturaleza, diferencia

virtud son dos

como el vitriolo y el azúcar », está en germen, como canon literario, en el prólogo célebre. Con tal que el grito salga de un pecho sincero, lo mismo da que sea bello que horrible. De lo que se trata, es de encarnar un sentimiento, una productos naturales

pasión, una verdad. «

La poesía

creada, para



dice

animar

La poesía

el cielo

versos fueron trazados en

metales por

Susa-no-vo.

y

ennoblece todo.

la tierra.

la

En

tierra

la

vida fué

Los primeros

que da

el cielo

y en

por Site-tera-hime,

lo

— comenzó cuando

las estrellas

productora de

aquellos divinos

mo-

mentos iniciales, la poesía era poco artística. Pero no importa, puesto que expresaba fuertemente el amor de las llores, de los pájaros, de las aguas cla-

emoción ante las brumas; la tristeza de sude amar. » La única gran virtud poética, en suma, para aquel retórico del año mil, es la emoción, la sincera y fuerte emoción. Los artifi-

ras; la frir;

la gloria

cios le parecen despreciables.

placeres, les dice

Y

luego agrega

:

:

«

A

los

Vuestro no es «

En

una existencia de valor

el

el

que viven entre reino del arte.

huerto de los que llevan

intenso, la Poesía es

un

ár-

bol que tiene raíces profundas, mientras en el jardín

de los frivolos sólo es un ligero césped.

»

Pero en

medio de todo este ardor, hay un momento en que el

gramático de oriente,

Es cuando se mas. « Desde

sutil

y meticuloso, aparece.

trata de la factura el

misma de

los poe-

primer día en que los dioses y los IGÜ

Alma Japonesa

El

— exclama —

hombres escribieron ron de treinia y una

sílabas.

los

poemas

fue-

Estas líneas que

x>

chocan con su aspecto escolar entre tantos ardientea consejos de vida, de energía, de gravedad, son la

marca de la raza y de la especie. Ki-No-Tsurai era un apóstol. Era un poeta. Era un hombre. Pero al

mismo tiempo

era japonés y era erudito.

5$:

Como

todos los pueblos de Extremo Oriente,

el

Japón tiene una retórica tiránica y complicada. Las figuras poéticas y las licencias gramaticales son invulnerables. Pero lo que constituye la base

de

perspectiva nipona, es

la

empleo de

el

misma

las pala-

bras que Aston y Chamberlain llaman almohadas y ejes.

Las palabras almohadas son

al

mismo tiempo

y ripios. Los poetas se sirven de ellas para llenar y para adornar, para dar distinción á la frase clisés

grosería de ciertos nombres. Los

y para ocultar

la

aristocráticos

cantores de

han servido de

más de una

almohadas como

las

bolistas franceses de las imágenes.

sado en

la

lengua del Yamato,

hacer un glosario igual á aquel

Uemy

época, se

los poetas

Un

sim-

crítico ver-

podría, en efecto,

muy

célebre en que

de Gourmont nos explica algunos clisés mis-

« seno de cristal », una copa; á saber «amapola sonora», un gallo; «verdes charladoras», las ranas; «gusano vestido de bailarina », la mariposa; « romanza olfativa », un ramillete de flores;

teriosos,

«

:

cangrejo afectuoso

», la

mano

161

abierta...

La única

E.

Gómez

Carrillo

que hay entre

diferencia

frases

frases análogas niponas, es

cada poeta inventa

mundo debe una regla

las

invariable. Así

éstas

y

las

que mientras en París en Tokio todo

suyas,

servirse de las

como

el

mismas. La rutina es

como nadie

se atreve á

atentar contra la majestad del Mikado, nadie toca á

formas sagradas del verso. Los tankas, los haikais, los nagautas de nuestros días, son idénticos, las

matemáticamente idénticos,

á los que,

en

las

épocas

fabulosas de los primeros emperadores hijos del sol,

compusieron tanka, hoy

las

como

damas de la corte. Un mañana como siempre, será

grandes ayer, y

un poema de cinco versos alternados de cinco y siete sílabas, de manera que, en total, tenga treinta y una sílabas de un modo exacto é invariable. El haikai, más breve aún, se compone de un verso de cinco, uno de siete y otro de cinco. En cuanto al nagauta ó gran poema, es una composición de dimensiones indeterminadas, pero de forma

de cinco y nar.

En

prende

siete,

fija.

Sus versos son

con uno adicional de

siete al termi-

estas condiciones de rigorismo, se la

com-

necesidad que los poetas tienen de esas

palabras almohadas y ejes que se alargan y se en-

cogen y que sirven para todo. Las almohadas, ya lo hemos visto, adornan, llenan y afinan. Los ejes dividen y sostienen el conjunto. En la estrofa casteque « Yo conozco un avestruz llana que reza



:

á pesar de su ignorancia — está regentado unjuz — palabra juzgado da

Gado de primera instancia una idea de lo que es, en

», la

poética nipona. Otras veces

el eje es

162

un eje en una palabra de

cisrtos casos,

El

Alma Japonesa

doble sentido, ó una palabra que, unida á

la frase,

no tiene más objeto que el de completar un número determinado de sílabas, como si en español dijéra« Tu musa siempre (azul) nos deleitaba. » mos Azul no es nada más que una cuña para el ritmo y con que su sentido sea vago y poético basta. Esta manera de servirse de ripios con arte, hace que, por :

general los poetas japoneses sean intraducibies.

lo

En su Tratado de blos asiáticos,

el

la

Escritura que usan los pue-

profesor Rosny, dice

«

:

La mayor

parte de los utas japoneses son imposibles de traducir

porque reposan en juegos de palabras

muy

apre-

ciados por los indígenas, pero que desaparecen en

cuanto se trasladan á otra lengua».

En

efecto, los

Yamato consideran la complicación retóun mérito. El lector debe trabajar tanto autor. Lo que no está envuelto en un mis-

poetas del rica cual

como

el

terio,

por ligero que sea, no es digno de ser admi-

rado.

Un tanka

célebre reza

:

En otoño durante la coseha El techo de paja de mi cabana Está en mal estado. Mis trajes mojados Por el rocío matinal.

¿Y

sabéis lo que esto quiere decir?

pesino

necesita

el

Que

el

cam-

apoyo del emperador, cuando

trabaja. 163

E.

Gómez

Carrillo

Otro ejemplo ¡

Oh

!

:

brisa celeste

Cierra con tu soplo las Aberturas de las nubes

Para que

No

la belleza

de las muchachas

se escape de la tierra.

Esto quiere decir que es necesaria

la

intervención

divina para que los hombres gocen siempre de la protección de los dioses.

Un

bandolero escribe

:

En

la cima de Taka-no-yama pesar de la tempestad Amenazadora, mis versos

A

Perpetuarán mi memoria.

Aquí ya

el

misterio no es producto de

Taka

significa al

un juego

una combinación de palabras.

ideológico, sino de

mismo tiempo nido de

aves de

presa y altura. ¿

Cómo

traducir, pues,

tales estrofas

en versos

occidentales? Los que han tratado de hacerlo,

han

se

visto en la obligación de parafrasear ó de in-

ventar, y han hecho á veces cosas curiosas, á veces

cosas raras, á veces cosas bellas, pero

nunca.

El

poeta italiano

fieles

cosas,

Mario Chinti acaba

de

publicar en una revista de Milán una antología de

Tankas, entre los cuales escojo algunas UNA NOTTE SOLA

E m'é dunque una

bastata

notte, alternata 164

:

El

Alma Japonesa

sonni e gioia, per farmi innamorata ín fino á che non muoia? di brevi

CRUDELTA d'aMORE

Mi sonó addormentato pensando t'lio

Sognato

a te.

forse per cotesto.

Stanotte ero beato, stamani, ahimé!... son desto. AVANTI GIORNO

Non

era l'alba ch'io al cinguettio

ho pianto

E l'aurora, amor mió,

degli uccelli. e tu invece,

felice ancora.

dormi

COMPARAZIONE

Se

la notte é

le stelle

se son

maggiore,

han piü splendore;

meno

le

paci

tumulti d'amore, han piü dolcezza i baci.

che

i

PREGHIERA

Fu

l'esperienza d'una

notte.

Non

dirne alcuna

cosa, origlier, su cui

posai la testa bruna dandomi tutti á luí.

FRAMMENTO In ciel la luna, intanto,

splendea ch'era un incanto. 165

£.

Gómez

Carrillo

quella primavera ho sospirato tanto

Da

!

Ma

stasera...

La labor ]

cuan

retórica

Oh! es

stasera...

ingeniosa sin

desde un

estéril

poesía japonesa no ha tenido

Pero

duda.

La nunca esa suavidad

punto de vista real

!

y esa música. La rima no existe en ella y su ritmo mismo es muy ligero. Los teóricos exigen, ante todo, ideas nuevas expresadas en forma vigorosa.

Hablando le

acusa

del poeta Henjo, el

de

dar á

sus

gran

poemas

crítico «

Surayuki

molicies

que

hacen pensar en músicas suaves ». Otros poetas, á quienes también Surayuki detesta, quisieron en lejanas épocas imitar el verso chino que tiene ri-

mas

;

pero pronto tuvieron que confesar la inuti-

lidad de sus esfuerzos, ante la pobreza fonética de

su lengua. En japonés, en efecto, todas las palabras terminan en vocal, y como las vocales son cinco, las rimas tendrían que ser casi siempre las mismas. En cuanto al ritmo, tampoco es muy pues

perceptible,

las

voces son

idénticas

como

acentuación prosódica. Así, lo único que distingue el

verso déla prosa, según

Aston,

es

la

la

justa observación de

alternancia de frases de cinco

y de

siete sílabas.

un modo general puede decirse que un poema japonés es siempre un epigrama en el senDe

tido helénico de la palabra. El poeta trabaja, sobre

todo, ideológicamente, y desdeña, ó 1G6

más biendesco-

El

Alma Japonesa

noce, lo que es labor de artífice, esfuerzo de artista, cultura de orfebre. Lo que

ó evocar las

mucho con

cinco

líneas

le

interesa, es sugerir

pocas palabras, haciendo con

de

un tanka,

que

lo

aquellos

niaravillosos paisajistas del siglo xvni, hacían con la

esbelta ondulación

un

de

solo

rasgo.

una de las numerosas antologías publicadas

Hojead oficial-

mente por el gobierno del Mikado y lo notaréis en Cada estrofa es un cuadro ó un drama. Desde la época casi fabulosa en que el emperador

el acto.

Ozin cantaba las gracias de

la

muchacha de

largos

cabellos, hasta

cuales

Toyama Masakasu y sus de

tratado

europeizar

nipona

poesía

ha

sido

discípulos

retórica,

la

los

últimos años en los

estos

sintética

y

siempre

han la

tendenciosa.

Nada de cantar por cantar. Las palabras solas no tienen valor ninguno. Es necesario que haya imágenes, símbolos, enseñanzas, recuerdos, enigmas, pinturas.

Oíd

:

La casa de Mioua Famosa por su sabroso sakó! Desde por la mañana Hagamos abrir su puerta. Olí la puerta de Mioua 1

¡

Oid

Yo he pensado viendo Las hojas caídas Las pobres hojas caídas Vuelven á sus ramas :

i

Ay, no son sino mariposas 167

1

E.

Gómez

Carrillo

Entre estas dos estrofas, hay veinte distancia.

La primera es

del siglo

siglos

de

de nuestra era

i

;

segunda es de ayer. Y, sin embargo, ambas pare-

la

mismo poeta, ambas tienen el mismo corte, misma gracia obscura, el mismo prestigio sugestivo, la misma intención trascendentalista y hasta la misma factura. « Desde épocas remotas hasta dice Rosny la poesía japonesa no ha sido hoy cen del

la





sino un grito del alma ó idea

el

el

eco de una idea.

Esta

poeta debe provocarla y no expresarla, ó

dicho en otros términos, su misión es hacer entrever

un pensamiento disimulado entre pocas palabras». ¿

No

descubrís en estas líneas algo de las teorías

malarmeanas? La doctrina de

la

sugestión

partía

de un principio análogo. Pero en París las escuelas literarias

efecto,

aun

duran menos que en Tokio. Aquí, en mundo el Manyocíu que data

lee todo el

siglo IX y el Kokinciu que se publicó cien años más tarde. La menor variación en el gusto,

del

indigna á los sabios. «

En

mil —

este el

tiempo

amor ha

— escribía

Suryanki en

desarrollado en

el

el

año

corazón de los

hombres el gusto de los adornos en eso consiste que ya no producen sino una poesía frivola sin profundidad de pensamientos ». Y muchos siglos más :

tarde, celebrando

el

renacimiento

clásicos, Motoori escribe

«

de los estudios

gracias á la enseñanza

de nuestros maestros, hemos recobrado

la

antigua

lengua y podemos componer poemas como los » del Manyocíu. Hoy el espíritu clásico, lejos

de

sentirse

abatido

por 168

la

modernización

ad-

;

El

Alma Japonesa

y militar del país, cobra nuevas fuery nuevo orgullo en los triunfos nacionales.

minislrativa zas

i^

como la idea que se Europa y en América de la occidentalización de este pueblo. Sin duda hubo un momento en que, no satisfechos con hacerse un ejército, un gobierno, Nada

es tan falso, en efecto,

tiene en

una ciencia y una industria á

la

manera de Alemania,

de Francia y de Inglaterra, estos hombres inquietos quisieron también modificar sus costumbres, su traje, su gusto, su arte. Pero de aquello

lo único que queda es una serie de sombreros de copa pasados de moda y de levitas desteñidas, unos cuantos cuadros

pintados por imitadores de Bonnat tivas

y algunas tentaque no vivirán tantos siglos como

literarias

un tanka cualquiera del El gran paladín de catedrático de Yedo,

siglo vni



el siglo

de oro.

reforma poética fué un

la

Toyama Masakasu, cuyas

pri-

meras obras aparecieron en 1882, con el título de Poesías de Corte Novísimo Absináonüináo las formas .

tradicionales del clasicismo,

el

innovador comenzó

por traducir algunos poemas ingleses y franceses para hacer ver á sus compatriotas lo que, según la

un crítico amarillo, « corresponde que en ciencia representa la máquina

gráfica frase de

en estética á de vapor

».

lo

Estas traducciones, que figuran á

modo

tomo revolucionario, no resultan, empero, en sus originales, muy nuevas. Algunas de de proemio en

ellas

el

son de Carlos de Orleáns y de Shakespeare 169 10

E.

Gómez

Carrillo

más

otras de Gray; la

que de

la

retórica

rutinaria.

«

¡



exclama Toyama

Tennyson. De lo y de sacudir el yugo

reciente de

se trataba era de progresar



La lengua antigua

no puede servir para expresar » Con objeto de rejuvenecerla, la vida moderna comenzó por introducir en ella infinidad de pala!

bras nuevas que hasta entonces habían estado excluidas de la literatura.

Luego buscó en

el

tesoro

olvidado de las voces de otras épocas, todas aquellas

que, á pesar de ser expresivas y armoniosas, permanecían fuera del vocabulario poético á causa de su origen chino. El principio era excelente, pero su aplicación no dio sino un resultado cómico. « Los

poemas de Toyama

mismo



Atons

dice



efecto de grotesca pedantería

producen

el

que un verso

y griegas. » Por lo muchos imitadores, entre

inglés lleno de palabras latinas

mismo,

sin duda, tuvieron

más notables fueron Sivoi Uko, autor de HanaMomitzi; Cibata Ziro, autor de Matzu-musisuzu-muci; Usada, autor de Kuré Bmjesiú, y Simaki Fuzimura, autor do Watana-siu.QxOW un entusiasmo los cuales los

al de los innovadores europeos, estos poetas ensayaron todos los métodos de modernización. Quisieron introducir la rima ; trataron de emplear

igual

adoptaron las metáforas más extraordinarias. Pero de aquello que tentaron no quedó, al cabo de diez años, sino la costumbre de una liber-

metros variados

tad relativa en

;

el

uso de

la

lengua popular, y

hábito de dividir en cortas estrofas los gos. Por lo demás, ahora lo

poemas

mismo que antaño,

el

lar-

los

versos siguen siendo de cinco y siete sílabas alter-

no

|

Alma Japonesa

Ei nadas. Esto en

En

forma.

la

el

fondo nada cambió

en que Tsurayuki pintó nunca, y en el siglo x, siguen allá el alma de los poetas, siendo actuales. Hoy como siempre, los cantores las bellas páginas

cantan cuando

cuando

el

vuelven

el

la

rebosa

alegría

en

sus pechos,

amor los envuelve como las nubes enmonte Fusi, cuando hay en sus corazones

languideces que suspiran; cantan cuando el perfume de las flores los embriaga, cuando los cerezos simbólicos se cubren de flores de nieve rosada,

cuando

en los estanques de los jardines se abren las corocantan el amor, el goce, la belleza, las de los lotos ;

la

melancolía,

rai

el

no vuelve de

muere de celos, llenas.

Y

lo

heroísmo

cuando

demás de

hoy como siempre,

;

cantan cuando

guerra, cuando

la

las

la

el

samu-

musmé

se

copas de saké están

hoy como ayer, indifecompletamente deja

la existencia,

los

rentes.

En

el

Japón donde prosódicamente

la

poesía y la

prosa llegan á veces á confundirse, los literatos han establecido una infranqueable frontera entre los asun-

La prosa comprende todo lo que es ideas, relatos, ficciones, leyes, rituales. Es el instrumento de la vida. Para la poesía, queda el

tos prosaicos.

alma con sus vaguedades, con sus ángeles, con sus penas, con sus amores, con sus enigmas, con sus goces. Un poema es un suspiro ó una exclamación, una alegoría ó una imagen. Chamberlain ha hecho observar que

ni los

grandes espectáculos de

171

la

Gómez Carriüo

E.

existencia, ni las grandes acciones de los hombres,

parecen á los japoneses asuntos versificables. Otro autor inglés, Aston, ha compuesto un catálogo de

mas

poéticos nipones.

amor,

la

«

nostalgia del hogar,

cias de seres queridos, la

alegría de beber saké la existencia.

En

pena ante

las quejas

y

muerte,

la

lo incierto

de

la

por

naturaleza lo que interesa son

la

musgosas,

las

flores,

los

árboles,

monte Fusi,

las nieves del

revientan en la playa, las algas en

de

les, el

de

la

las aves, los insectos, el canto

salto de las truchas

en

el

de los arces,

Y

el viento.

si

murmullo

las

piedras

las olas

que

arena, el trino

de las ranas,

el

agua, las hierbas primavera-

bramido de los ciervos enotoño,

las hojas

el

de las ausen-

la tristeza

los aspectos variados de las estaciones, el

de los arroyos,

te-

Tenemos primero — dice —

los tonos rojizos

la

luna, las flores, lalluvia,

agregamos

á esto algunas efusiones

galantes ó patrióticas, una

enorme cantidad de juegos

de palabras y algunas imágenes religiosas, nuestra enumeración queda completa.» Todo lo que no figura

en este inventario, en de versos

;

y

así

efecto,

no es materia corriente

vemos que, adelantándose

á los

que

creen que en un porvenir lejano las grandes hazañas se cantarán en prosa,

los

japoneses han escrito

sus Ilíadas y sus Odiseas en lenguaje sin ritmo. los

mismos dramas, que antiguamente no

En

se recita-

ban sino que se cantaban, apenas hay algunos frag-

mentos en verso.

172

!

El

Alma Japonesa

ííí

En

numerosos

los

están divididos del

florilegios oficiales, los

modo

siguiente

i.°

:

géneros

versos de las

cuatro estaciones; 2.° versos de afectos; 3.° versos elegiacos

4.° versos

;

b.° versos ligeros.

alegóricos

simbólicos, y

ó

He aquí algunos tankas que per-

tenecen á la primera de estas categorías

:

Mis días están llenos de deseos Y mi corazón lleno de languidez, Como la nieve que se Derrite entre flores

Cuando

llega la Primavera.

i

Cae suavemente,

¡

Oh

Y

!

De

las

!

los cerezos floridos,

Antes de que yo

Es

Primavera ramas

tú lluvia de

no rompas

las

vea

la aurora.

No duermo pensando en Ah cuándo terminará

ella.

!

i

La estación ardiente De los amores 1

Dos tankas nos harán ver de afectos i

Ah

!

si

Fueran ¡

que son los versos

las olas blancas,

Del lejano mar de

Y

lo

:

Isé,

flores

yo pudiera recogerlas, ramillete para mi amada

Qué

1

173 10.

,

;

E.

Gómez Si tu

Carrillo mano

Estrechara la mía, Qué me importaría

i I

i

Que

mundo

las palabras del

Fueran abundantes y

Como

que

maro,

En

1

!

de poesía elegiaca,

ejemplo

un tanka sino un nagauta riquisima

hostiles

ó

poema

no escogeré

largo, de Hito-

aprecian cual una joya

los japoneses

;

su rostro había palideces de otoño

;

Sus formas eran gráciles como el bambú Esperábamos para ella una vida larga Una vida larga como un cable, Y no breve como el rocío. Si hasta nosotros que apenas La conocíamos de fama Estamos así apenados y tristes, Cuál no será el dolor de su esposo Desolado debe estar cuando se acuesta, Cuando no siente la caricia de sus brazos. ;

!

¡

¡

Ah

!

era breve

Para hacer ver ó simbólicos, siguientes

me

como lo

el

rocío

!

que se llama versos alegóricos

contentaré con citar las dos estrofas

:

En los cuatro mares Tranquilas están las ondas, Soplan vientos fuertes, Vientos de todas partes Y las ramas no tiemblan! El alba se aproxima La nieve cae Sobre los pinos esbeltos 174

i

!

El La nieve

Y

cae, cae,

las hojas

En cuanto

Alma Japonesa

no blanquean

á la última categoría, los

comprenden en

ella

japoneses

todo lo que es cómico ó báquico.

Los ejemplos siguientes son característicos

:

Odioso á mis ojos el fatuo sentencioso Que no quiere beber saké. Cuando veo á un tal, Lo comparo con un mono.

Es

Mientras en este mundo Yo encuentre placeres Qué me importa convertirme ;

¡

En una existencia futura En insecto ó comadreja 1

5{í

Todas

las estrofas

que acabo de

citar,

figuran en

grandes antologías imperiales y están consideradas como obras admirables. El gusto occidental,

las

sin embargo, no encuentra en ellas nada que logre ni siquiera agradarle. Y uno no puede menos de preguntarse ¿cómo un pueblo de grandes

seducirlo,

leyendas, de grandes aventuras,

de gran pintura,

de gran arquitectura, no ba producido, á través de

una poética tan pequeña?... ¿Cómo y de Kano, de Motoori y de Bakin, no lia tenido aún un poeta digno de ella y de ellos? Los que conocen á fondo la lengua nipona nos los siglos, sino

de Hokusai

la patria

dicen

:



¡Sí que los ha tenido en todas las épocas! 175

!

E