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Spanish Pages [284] Year 2008
El
Alma Japonesa
\
GÓMEZ CARRILLO
E.
EL
Alma Japonesa LOS JÜRDiríES
—
LnS CORTESRÍl/lS
LK irniGlIiKClÓn POPULAR LH.
MISERIH.
—
Lfl.
POESm —
LflS
RELIGIOHES
EL EMPERADOR Lfl
VOLUPTUOSIDAD DE MORIR Lñ.
MUJER, ETC.
PARÍS CASA EDITORIAL GARNIER HERMANOS 6,
RUÉ DES SAINTS-PÉRES, 6
/
^ isee rv.
re
^^>
_
AL PRESIDENTE ESTRADA CABRERA que ha sabido hacer lar
una
religión
de. culto de la eixseñanza
moderna
DEDICA ESTE LIBRO SU amigo y admirador, E. GÓMEZ Carrillo.
popu-
"
EL
ALMA JAPONESA
M
JUZGADA POR LA CRÍTICA FRANCESA
De El Liberal de Madrid, de 25 de Julio de este
tomamos las páginas siguientes que se)'virán de introducción á esta obra de Góme:!:> Carrillo : año,
íjí
mismo tiempo que
Al
«
publica
De Marsella á
parte de esa obra con
un les
Hermanos
casa Garnier
Tokio, y anuncia
el título
escritor parisiense,
tomo, traducidos
la
de El
la
Alma
segunda
Japonesa,
M. Ch. Barthez, reúne en un
al francés, los capítulos
principa-
de los dos volúmenes castellanos. La crítica de
París recibe la obra de francés, con
Gómez
Carrillo, traducida al
un entusiasmo que antes sólo Galdós
y Blasco Ibáñez habían logrado despertar. Desde Fígaro hasta prensa elogia
el
las revistas del Barrio Latino, toda la al
gran
artista
;
pero nosotros sólo
queremos, de este concierto de alabanzas, recordar en resumen las que están firmadas por críticos egregios »
y
literatos
universalmente conocidos.
Jean l^íoreas consagra á
Gómez
Cari'illo.
un
VAme
folletín entero
en
Japovaise, de
La
Gazelte de
1
1
:
Gómez
E.
CarrilEo
Frunce, y en él dice, entre mil otras cosas, que su obra es una de las más « preciosas y pintorescas, rica en documentos y llena de detalles importantes».
Después del glorioso autor de Ifigenie viene otro
Gómez
poeta, Henri de Reguler, y dice que «
como
evoca,
poeta, ese país del
tan distante,
tan curioso,
tico,
Carrillo
Yamato, tan poé-
y á
par
la
tan
cercano, gracias á quien con tal arte hace sentir su
encanto
».
Y
después de Regnier aún hay un tercer
— Henry Bataille —
poeta que habla
L'Ame
Japonaise es
para decir que un monumento de verdad y
«
de intensidad artística descriptiva
Pero como
»
la
opinión
de
».
poetas
los
puede
menos severa que la de los críticos profesionales, vamos á citar algunas líneas de los arparecer
que éstos han
tículos
Gómez
Carrillo
Emile Faguet,
«
como
dera
el
consagrado á
obra
la
de
:
el
primer
académico que hoy se consicrítico
un tomamos
francés, consagra
largo artículo en Los Anales, del cual sólo esto » ...
No
lo sé,
porque
me
faltan
entre otras, la de haber estado en creo que
Gómez
porque ha leído
que sin
él
Carrillo
muy
han tratado
y no
Japón. Pero
Y
lo creo,
bien á los autores que antes
del Japón, á los cuales cita y son,
y Hearn. Ha
los señores
estudiado, pues,
se ha contentado con recibir
lo creo,
el
ha visto justo.
remontarnos á Petit-Jean,
Bellessort
muchas cosas:
Bousquet,
la
cuestión
impresiones.
porque no se cuida de ocultar
lo
que
le
Y
des-
agrada en punto á costumbres y errores de los japo2
Alma Japonesa
El neses
;
diganlo
casi esclavitud
páginas que dedica á
sino las
en que viven
mujeres y
las
cripción de que son victimas los etas
— suerte
la
la
pros-
— especie de
negros de los Estados
muy Unidos. Y
que su libro no
en manera alguna, una obra
parias
;
subjetiva
;
la
suya
es,
parecida á la de los lo creo,
en
fin,
por-
respira por todas partes no sólo since-
ridad, sino
también
Es, en suma,
un
mentado que suelen
más concienzuda. y más docucon frecuencia, los más
reflexión
la
libro
más
serlo,
substancial
gruesos volúmenes. »
Y
para que acabéis por desear saborearlo, os
probaré que
el libro,
además de
la
seriedad y la en-
señanza que encierra, es una encantadora amenidad,
procurándoos una anécdota y un retrato. » La anécdota es muy preciosa, toda llena de hu-
mor
á lo Franklin, con
onenlal que
la
un
destello de
imaginación
embellece.
En cuanto al retrato, donde puede ser que haya un poco de imaginación, ó de cristalización, como decía Stendhal, muéstrase como un gran maestro, y 1)
creedme que Loti no « M. Ibels, cuyos
lo
hubiera hecho mejor.
editoriales del
»
Matin, llaman
tanto la atención, dice, entre otras mil cosas, en
un extenso artículo sobre L Ame Japonaise » Es para España Gómez Carrillo lo que Heine un artista incansable un fué para Alemania precursor. Y si ahondamos un poco, hallaremos en :
:
él al
discípulo de los Goncourt y observaremos las
diversas influencias de la literatura actual. Pero no se tenga esto por imitación, 3
pues en lenguaje
—
Gómez Carriüo
E.
excelentemente traducido por M. Barthez
modo
tal
personal, tan elegante
y
—
es de
tantos
tlúido,
y
tan ricos matices ofrece, que, leyéndolo, inevita-
blemente hemos de soñar con aquellas admirables joyas, aquellos ricos tesoros que los cortesanos de
Bizancio se repartían gozosamente, en tanto que los feroces
gritos de
bárbaros ascendían hasta
los
el
palacio imperial, »
Otro crítico notable escribe en
«
publicación
la
y universalmente conocida, la Reviie des que sigue « Después de leer el libro de Gómez Carrillo (traducido por Barthez), se comprende que en el Japón los paisajes son más bien
más
seria
Revues,
lo
:
poemas que cuadros.
En
«
un
el
artículo
más «
»
Gil Blas es B. Delaunay quien á
la
obra,
y
dice,
consagra
entre mil
cosas
:
Este observador artista, este enamorado de las
del color y de la poesía, es tamy lo es sobre todo, un enamorado de la forma. Escoge la palabra con cuidado, y la coloca en la como se traza una pincelada frase admirablemente
cosas concretas, bién,
—
maestra en un cuadro, para expresar con ella intenal mismo tiempo que aquilata el samente la vida
—
valor de los
inmediatos
vocablos.
Su
estilo,
tan
personal y tan maravillosamente fluido, envuelve y vacia de modo admirable su pensamiento, al cual presta
siempre
el
inesperado epíteto
encanto de exquisita gracia. « Bello elogio es también
Ks
líneas siguientes
un
nuevo
»
el
que
el crítico del
le
consagra en
Evenemeni
:
El «
muy
suceder
Podría
Alma Japonesa
bien que
el
más
libro
completo que se haya escrito acerca del Japón, sea ese que el literato español, E. Gómez Carrillo, acaba
El Alma Japonesa. al público francés Por mi cuenta he de deciros que no conozco nada más deliciosamente escrito, más lindamente presen-
de ofrecer
tado ni «
:
más
interesante. »
Para M.
de
Gómez
un observador que
es á la
Claretie,
Jules
Carrillo es « la obra de
libro
el
vez un pintor y un poeta ». Armand Dayot, el más eminente crítico de arte actual, dice en la revista VArt et les Ariisles « Ese libro encantador, cada :
una de cuyas páginas flor lejana, fué escrito la
primera hasta
la
tiene
como un perfume de
en Tokio. Debe leerse desde
última línea, y
la
lectura
una
vez terminada, cuan penetrante es la sensación de nostalgia.
H. d'Almeras, en su último artículo del
»
Intransigeant, dice que
de los libros
más
VAme
literarios
Japón
Japonaise es
«
uno
y más imaginativos que
En
Saint George de
existen sobre
el
Boühelier,
joven maestro de estética, escribe
«
el
Leyendo ese
lindas
como
libro
las
».
fin,
:
he visto pasar imágenes tan
de un álbum japonés, álbum de
estampas de maestros. » « En el grave y académico Journal des De'bats, docto Albalat consagra parte de un folletín crítico á la obra de Gómez Carrillo y dice, entre cosas mil el
:
«
Leer este libro es aprender con
bellas cosas sobre aquel país, cuyos
hoy de galantes robes de chambre sienses
».
deleite muchas kimonos sirven
á nuestras pari-
Gómez
E. «
tico »
Carrillo
En un artículo de La Presse, Rene Benoist dice
conocido cri-
el
:
En Tokio
el
año pasado, Gómez
Carrillo,
un
español artista y poeta, ha escrito El Alma Japonesa, libro extraordinariamente curioso del cual ha he-
cho á la
editor Sansot una excelente traducción, debida pluma de Carlos Barthez. Esta obra ha llegado
el
oportunamente. Nacida en su verdadera atmósfera, á terminación de una guerra que nos revela un Japón ignorado, explica, sin enseñar, afirmándolo la
solamentes, todo
lo
que tanto nos ha sorprendido en
esta lucha sin precedente, cuya terminación ha sido
una paz sin precedentes también, pular y
magnánima
á la vez,
impo-
decir,
es
ya que
vencido pa-
el
recía dictar sus leyes al vencedor. »
Con una extraordinaria
lucidez,
Gómez
Carrillo,
permite que penetremos por nosotros mismos
á tra-
vés de sus cuadros graves ó anecdóticos, todos cautivadores por igual, mostrándonos cuáles han sido las
profundas causas de
la victoria
Japonesa.
sola de ellas, en rigor de verdad, bastaría
:
Una
es la fe
nacional. « Somos seres el himno humanos cuya vida no tiene importancia y nuestra felicidad más grande es morir por nuestros soberanos ». Los acontecimientos han probado que este himno no es solamente literatura, sino un conjunto
que vibra en
de fuerzas morales que exaltan
En primer
lugar,
sagrado en
el
la
lleva
;
el
el
Japón, sea cual fuere
luego
el
alma popular.
culto á la espada, el
el
cual es
hombre que
carácter caballeresco de la raza 6
:
El que
al
Alma Japonesa
Quijote pondría peros, digámoslo
mismo Don
sin exagerar. »
egregio teórico
El
«
simbolismo,
del
Kahn, entre otras cosas, en un largo sagrado á
en
personalidad literaria de
la
El
Alma Japonesa
de Ruidard Kipling,
más
toresco y de
En
«
con-
Carrillo
lo
con las Cartas del Japón que se ha escrito en Europa
es,
de mejor informado, de
escribe
Gómez
dice
el Siécle, »
Gustave
artículo
llevue
la
lo
más hermosamente
intuitivo sobre
el
pin-
país del
Nipón.»
Jules
Bertaut
Hebdomaclaire,
:
El Alma Japonesa de Gómez Carrillo constituye una visión de ese país admirable y nos propor»
ciona
en verdad de
japonesa,
la
sensaciones de Tokio, de corte, etc.,
el
la calle
análisis fino
del guerrero, el del orgullo japonés
mujer y
de
la
del
y
sentimiento poético completan este interesante volu-
men
de viaje, que merece
que se «
pena de ser
por-
leído,
y verdadero. Henry Chalgrin consagra un japonistas modernos y dice de Gómez
siente franco
le
En Les
»
Lettres,
artículo á los
Carrillo
la
:
Ese singularísimo Japón que á todos se nos ofrece pintado como un mundo de fingidas muñecas ha »
enseñado á leza, acaso
los literatos
un
una
cierta divertida genti-
tanto pueril, delicada,
como un
fino
juguete de arte antiguo, que es por excelencia
manera
celeste inipona,
jársele,
muy
nipono
celeste.
la
Pudo anto-
rara á Fierre Loti, que la ha innovado,
pero nosotros
la
hallamos en todas las relaciones
Gómez
E.
Carrillo
en las correspondencias y en las novelas de Carlos Pettit, á través de las traducciones de Lefcadio Hearn, y hela ahí todavía en
déla
esta
Extrema Asia
«
»,
nueva traducción del
libro
de Gómez Carrillo.
El estilo y los nobles adjetivos son empleados con noble ironía, y ciertas palabras y algunas cláusulas se repiten
manera
como en
cuentos de antaño
los
•,
es !a
Añadid también el epíteto « adorable », en todo lugar donde su empleo no pueda pareceros demasiado frecuente y abusivo y estad seguros, que si visitáis el Japón habréis de «
Extrema Asia
escribir á vuestra así es
como
».
familia con este
mismo
nosotros, gentes de Europa,
expresar todo
lo
que quiere revelarnos
tono.
Y
podemos imperio
el
del Sol Naciente. »
Sin embargo,
Gómez
Carrillo
no se ha limitado
á estos alardes de escritura. Su exquisito libro, real,
muy
admirablemente traducido por M. Barthez, nos informes acerca de todos los puntos á que se
facilita
encaminan nuestras curiosidades y ha sabido conservar al moderno Japón sus bellas guirnaldas de y sus ka'ikai de arabescos y matices que durante largo tiempo aplacarán nuestras nos-
flores de cerezo
talgias ». «
»
El crítico de la Revue Fran^aise dice Para conocer bien un pueblo es preciso experi-
mentar
:
las
sensaciones en
él
mismo y
penetrar
el
plrna de sus habitantes. Tal es el fin de esta obra de
Gómez
Carrillo
las escenas
de
que traza con un vivo interés alegre la
vida íntima de los japoneses. El
carácter caballeresco de estos, su cortesía y su or8
El ASrrea
Japonesa
güilo de samurai, corren parejas con las leyendas
consagradas á los templos de Nikko y á la corte, á la mujer y al espíritu poético que reina en este país. » « »
En Le Penseur, Vannau da este consejo Leed ese libro que Barthez ha traducido del es:
pañol el
;
os iniciará perfectamente en la mentalidad,
carácter
y
las
costumbres de los nipones. El autor
habitó en Tokio, y su obra lleva el sello de la más exquisita verdad. Señalemos particularmente las
páginas dedicadas
al
que consagra á
sentimiento poético en los tres apóstoles del
Japón
el
alma mo-
y derna de aquel pais, Mabuchi, Motoori é Hirala. » « De un extenso estudio de M, Gustave Brocher las
publicado en\d.Revue de Critique, no las líneas siguientes
le
tomamos sino
:
» El título y el texto de la obra de Gómez Carrillo, aseguran indudablemente los plácemes de los lec-
y estamos seguros de que cada uno hallará en él algo nuevo que admirar. No es en verdad una obra científica, no es un tratado en tres puntos; es tores,
sencillamente una agradable causerie durante el
cual
la
autor nos pasea á través de la vida japonesa,
vándonos ligeramente sobre sus asuntos dizarlos, pero sin molestarnos jamás.
muchas descripciones más estos capítulos que titula
La La
cortesía,
La
:
lle-
sin profun-
Hemos
leído
amplias de Tokio, pero
El carácter caballeresco,
Risa, El orgullo de los samurayes,
miseria, El espíritu de tolerancia, etc., etc., son verdaderamente cautivadores. Paréceme muy dudoso que un viajero que no conozca á fondo el idioma di-
1.
Gómez CarriHo
E.
del Japón,
fícil
pueda hablarnos con conocimiento
de causa de los contadores de cuentos, de
las
mu-
la literatura y del sentimiento poético. Se uno muy pronto á generalizar cuando no conoce una cosa completamente. » « De un artículo que en el Radical consagra el genial novelista Paul Brulat á la obra de Gómez Carrillo tomamos algunos párrafos » Gómez Carrillo, que nos trae de su viaje al Japón un bello libro, muy curioso, lleno de enseñanzas, ¿ no habrá tal vez exagerado un poco al con-
en
jeres
halla
:
ceder á los nipones todas esas cualidades que
en alto grado? Si
le
hemos de
él
creer, estos
posee
reúnen
todas las gracias, todos los dones, todas las virtudes.
Son
corteses, caballerescos, artistas, heroicos
;
mue-
ren y con gesto bello, y ningún pueblo guarda un culto tal al honor. Es un país de ensueño y de teatro que desfila ante nuestra imaginación maravillada. »
Pero
volvamos
á
El Alna Japonesa,
libro
amable, sonriente, hasta instructivo, porque Gómez Carrillo sabe ver
cuando quiere y penetrar
los carac-
teres á través de los trajes, disfraces y preciosos decorados. Libro lleno de anécdotas también, de le-
yendas sabrosas, de poesía, de pensamientos, descripciones maravillosas. «
un
En
el
Mois Littéraire, Jean Dumasset publica
artículo del »
Si el
de
»
que tomamos estas líneas
poder de adaptación,
el
:
valor y la inteli-
gencia de los japoneses constituye después de su triunfo
el
objeto de merecidos elogios, no io
menos su
El
Alma Japonesa
alma en su conjunto, en sus costumbres, en su sodándonos á conocer mejor á los
ciedad. Cada día,
japoneses, se nos revela en ellos, efectivamente, las miserias visibles ó latentes, su práctica del btuff, su
—
corrupción, su irreligiosidad clases instruidas
mujer, etc., »
—
lo será
trata de
las la
Carrillo, traducida
con exquisita elegancia por Barthez, es
bajo este punto de vista,
y
se
etc.
El Alma Japonesa de Gómez
al francés
si
condición miserable de
la
un
libro
indudablemente, porque
De Ernesto Lajeunesse,
que debe ser leído lo
merece.
»
el
celebrado autor deSe-
renissime y de tantos libros
admirables y admi-
«
rados »
llo,
:
Todo el mundo conoce en París á Gómez Carrihombre de espada y de corazón, hombre de es-
y gentilhombre, todo fantasía y razón, todo y nubes. Ese caballero de los Níbelungos^ humorista y soñador, escéptico y entusiasta, inpíritu
sonrisa
quieto de ideal y de perfección, seguro en la amis-
ha hecho diplomático para ser caballero errante y vagabundo de Estado pone su ideal en pasear su eterna y voluptuosa nostalgia. En todas partes está en su casa, encantado y encantador, enterado inmediatamente de los buenos lugares, de los rincones maravillosos, de las minas de alegría y de los viveros tad, se
;
de fresca ambrosia, y en todas partes
cretamente! —
—
¡
oh, dis-
es extranjero. Este es el secreto de su
talento y de su arte.
Ve y juzga de
lo alto
y de
to-
das partes. La música de sus palabras, para ser precisa, es lejana
y de un desconocido ritmo en su exceJi
Gómez CarriKo
E.
lencia
y superioridad. Cuando
encantadora de París
», lo
Carrillo canta el
alma, más vaga y más íntima á
mensa; cuando
«
alma
hace en nombre de otra la vez, secreta é in-
almas y los cey en otras
se inclina sobre las
rebros, lo hace soñando en otros cerebros
almas; «
él
está distante. »
Del poeta Saint-Pol
proclaman justamente de
la
Vie Cosmopolite
Roux,á quien
los simbolistas
en un artículo
el magnífico, :
¡Vuestra bella alma, libre y sabrosa, mi querido Carrillo! Habría mucho que decir de ella. ¿Des» ...
pués de haberla definido por su anverso sería preciso
aún por su reverso? Vos me parecéis el lugar de un conflicto múltiuna liza, si lo preferís, al centro de la cual des-
deilnirla »
ple,
cienden los espasmos, las dudas, los deseos de destrozar
una muñeca como
muieres del universo,
las
todas
las
ingenuas piedades,
las
fuera
si
ambiciones, las violencias, todo sidido por
sobre
el
una adorable sonrisa
más
—
un abanico de
porque también hay soberbia. «
ello felizmente prela
vuestra
— que
granado muestra su fruto entre-
alto
abierto detrás de
ella
cola de pavo real,
»
Pero como sería imposible citar un párrafo de
cada uno de los que han escrito artículos críticos sobre
la
obra de Gómez Carrillo, traducida
terminaremos citando algunas
muy
al
justas
francés,
y delica-
das líneas del ilustre Jean de Mitty, extractadas de
un
de París, y que rezan Fué preciso que Stendhal viviera largas tempo-
artículo del Crí »
radas en Milán, en
:
Roma y
Civita-Vecchia, para ha-
ASma Japonesa
El un alma
cerse
italiana.
Y
eso que
el
La
autor de
Chartreuse había franqueado ya los Alpes en pos de Napoleón. A Gómez Carrillo han bastado unos cuantos meses de estancia en el Japón para volver á nos-
un alma enteramente japonesa. Y
otros con
en mi en
sentir, el
él la
una
gran encanto de su
un
relación de
libro.
este es,
No
veáis
viajero, sino las etapas de
sensibilidad. Esta exquisita sensibilidad os
ravillará
:
es rica en las
más
bellas fiebres,
ma-
ha vi-
vido allá minutos inolvidables, no ha sido fatigada por el exceso de recuerdos. Nada ha debido á Fierre Loti.
Los países nuevos ofrecen
al artista
que pasea
por ellos sus delirios, una atracción inestimable
:
y
todo y sobre todo, porque la literatura no ha explotado aún. Porque en Roma es eso precisamente lo que fatiga el pesado bagaje de recuerdos los
es, ante
:
que se arrastra en pos de
A
sí.
caída de la tarde,
la
cuando el Ángelus resuena tristemente de iglesia en iglesia, es cosa segura que entre la balumba de los mil ruidos que se extinguen en el horizonte, escucharéis
cómo pasan en el crepúsculo, murmurando las mismas melancolías, las voces
en vuestros oídos
confusas de Byron, de Corinna, de Rene. »
Si queréis
libro de
Gómez
emprender un Carrillo.
tomad el todo de una
bello viaje,
Pero no
lo leáis
vez; imponeos algún descanso, pues cada página es un paisaje á la manera de Lamiel y sin esto pare;
cerá
el viaje
demasiado rápido, demasiado corto.
»
Después de citar estos fragmentos, El Liberal, de Madrid, termina diciendo « En resumen, la obra de Gómez Carrillo, en fran:
E. cés,
Gómez
Carrilio
ha tenido un éxito tan grande como
el
que al-
canza en español De Marsella á Tokio, ya publicada,
y como el que sin duda alcanzará el Alma Japonesa que la casa Garnier publica en la actualidad. » Los Editores.
14
LOS JARDINES
El
amor de
como una
naturaleza es
la
nacional de este pueblo. Desde
muy
religiórí
temprano, los
niños aprenden á amar á las plantas, á las piedras, á los insectos.
Y
notad que digo amar empleando
la
en su más castizo sentido. Es amor, en amor y no simpatía, amor y no afición, amor
palabra efecto,
verdadero, tierno y voluptuoso, sienten por sus
con
hermanos
la savia espiritual
el
que
los
nipones
los vegetales. Nutridos
de las leyendas búdicas, saben
ramas tienen melancolías, que las hierbas sufren ó gozan, que las hojas, al murmurar, dicen sus íntimos pensamientos y que en los troncos rugosos se esconde un alma que llora cuando el ha-
que
cha de
las
la hiere.
Todo
esto constituye para la educación infantil
En
la sensibilidad
sus jardines,
una lección admirable.
lejos del ruido
quillos viven en verdadera
de
la calle, los chi-
comunión con
los seres
vegetales que son sus primeros amigos. Luego, llegar á la edad en definitiva,
que
carácter
al
toma una forma
sus padres los llevan á contemplar los
paisajes célebres, lo á
el
los adolescentes á
mismo que en Europa se lleva visitar los museos. Un punto
de vista bello, es un lugar de romerías. Apenas sale uno de Tokio, empieza á notarlo. Ante cada rincon15
:
Gómez Carrito
E.
ante cada curva armoniosa del
florido,
cilio
río,
ante cada colina de lineas puras, álzanse los mira-
dores rústicos de una casa de
más
dores, ó
te.
Y como
esos mira-
bien dicho pabellones, están siempre
llenos de gente silenciosa que parece extasiarse en
una contemplación mística, uno no puede menos de preguntar
—
¿Qué hace allí esa multitud absorta?... ¿Es acaso éste un lugar de peregrinaciones religiosas? ¿Hay aquí algún Buda milagroso? Ningún Buda contesta el guía,
— — — —
—
Alguna fuente de esas que calman dolores Tampoco.
¿
?
Algo debe sin embargo suceder, puesto que
esa multitud se reúne así, en medio de un camino
una casa de
una hora determinada. Todos el guía. Nada de especial los días de todo el año pasa lo mismo. Esa multitud que á usted le parece en éxtasis y que sólo está en desierto en
—
contemplación
te,
á
— termina
estética,
—
ha venido de cien pueblos
distintos á admirar el paisaje.
Y
en efecto
ir
á ver
una llanura cubierta de
ó un lago en cuya superficie nadan dos
;
subir á una
montaña
azul ó contemplar
puesta de sol tras un bosque de criptomerias siarse ante
un riachuelo que canta entre
ó ver un torrente plateado bañando jardín;
el
pasearse bajo ramas floridas
zarse bajo
un
flores
los lotos sagra-
;
una
exta-
las peñas,
césped de un ó
inmovili-
árbol solitario, acudir, en una palabra,
á cualquier sitio famoso por su hermosura natural
con
la
voluptuosidad con que se acude á una cita de 16
El
ASma Japonesa
amor, constituye para los japoneses el mayor de los placeres. Los más humildes como los más ricos, organizan partidas de contemplacióii lo mismo que
organizamos
nosotros
galantes.
partidas
¡
os
Pero figu-
En la propia qué digo ráis que son los dos más grandes, los dos más imperiales días de fiesta? ¿El santo de su macorte
!
jestad la emperatriz que
de su majestad Terasu Kami, rio
de
la
¿ cuáles
se llama Primavera,
y
el
emperador, descendiente de Ama diosa del sol? No. ¿El aniversael
jornada gloriosa en que
el
último sogún
samurayes de Kioto restauradores del poder verdadero del soberano? Tampoco. Las dos mayores festividades pala-
Tokuwawa
fué derrotado por
los leales
ciegas están consagradas, en este imperio extraño, donde todo parece que lo reglamentan las hadas, á
en que los príncipes y los samurayes han visto el símbolo de sus virtudes. En efecto, la primera fiesta, que se verifica en abril, la religión
de
las
flores
es la de los cerezos fioridos. La segunda, en octubre, la
de
de los crisantemos. Los magnates, los príncipes la iglesia, los representantes de los reyes extran-
jeros, todos los
acuden
á
la
que forman
la alta
templar como simples poetas,
en
el
sociedad de Tokio,
invitación de su majestad,
parque imperial.
las
— ¡Nada
japoneses, con justicia, exclaman;
— ¿Y qué
raás?...
17
flores
para connacionales
más!... Pero los
E.
Gómez
CarríSlo
v^ Sólo
pueblo tiene más.
el
Después del florecimiento
inverosímil
de estos
cerezos cuyas ramas se cubren de nieve sonrosada, tiene,
en mayo, los racimos de wistarias tan frágiles
en su purpúrea suntuosidad decorativa. Tiene, luego, las magníficas alfombras de peonias que, con sus ricos colores, con sus luminosas carnaciones, ocul-
tan
hierba de los campos. Tiene,
la
rano principia, iris
los iris
que crecen, en
cuando
el
ve-
de mil matices, los esbeltos
los jardines lo
mismo que en
montañas, con aristocrática elegancia. Tiene, en
mes de
los
grandes calores,
Buda, que se baña
el loto
el
místico, la flor de
orgullosaraente
en los estan-
ques de los parques y que convierte en floridos
las
senderos
los fosos de los castillos feudales.
Tiene,
después de los crisantemos, las flores del ciruelo cuya blancura rivaliza con la nieve. Tiene, en fin, la eclosión
vierno.
—
Pero
más
pasa, Sí
:
camelias en pleno in-
suntuosa de
las
—
¿acaso en todas partes no
diréis
—
ó menos, lo
mismo
?
en todas partes hay flores para cada estación.
Mas no como
aquí,
no con esta
belleza extraordi-
naria que metamorfosea de un simple cerezo florido en el más armonioso, en el más delicado espectáculo.
No con
esta
abundancia que cubre
mediaciones do Tokio de
y que
iris
las in-
durante un mes entero
hace, en los parques, verdaderos bosques de 18
ASma Japoraesa
El las plantacioHcs de camelias.
Qué digo Los árboles !
¡
que en Europa^ tiernos en tonos con reverdecen cuando y sus hojas, maticesde tifien se otoño, primavera ó cuando, en quien para rubios, constituyen fiestas verdaderas
mismos son aquí mucho más
las
bellos
Entre las romerías populares, una
contempla.
de las que rivaliza con la de los cerezos floridos, es la de los arces en el momento en que sus hojas toman
un
color y
un
lustre metálicos.
He dicho romerías porque el pueblo no se concomo los magnates que forman la sociedad imperial, con reunirse un día fijo en un parque determinado para contemplar las más simbólicas, las más nobles llores en su más grande esplendor, sino
tenta,
que organiza ardientes peregrinaciones con objeto de honrar de una manera religiosa á todas las bellas plantas, por humildes que parezcan y por poco emblemáticas de grandeza que sean. En el mismo Yosiwara, donde
las
mujeres galantes viven encerra-
das en claustros de amor, se forman, para celebrar los tres mayores florecimientos del año, cortejos dig-
nos de épocas más suntuosas. flores aparecen
—
dice
hacen regias visitas empleada. Con sus
».
«
Norman
Cuando
—
las
las
nuevas
cortesanas las
La palabra regias, está bien recamados de oro y sus
trajes
con sus lencon la movimientos tos pasos y sus hieráticos majestad de sus ojos fijos y la gracia austera de sus
cabelleras erizadas de alfileres áureos
;
;
Vi
E.
Gómez
Carrillo
labios herméticos; con la magnificencia del séquito
que
las sigue
y
las contempla,
parecen,
el
recogimiento de
las
esos días,
la
multitud que
pobres vendedoras de sonrisas princesas de leyendas en un
místico desfile.
va
La cortesana Komurasaki, en una de sus cartas « Contemplo estas al ronin Gupachi, dice
de amor flores
que
:
me
habéis enviado, cual
si
contemplara
vuestro rostro. La religión nos enseña que un dios vive en cada corola. Ante los dioses de este ramillete,
os juro un
amor eterno
»
.
51:
Buscando
las
bases históricas del ardiente patrio-
tismo japonés, algunos filósofos se preguntan cómo
un pueblo que ha aceptado con
facilidad extraor-
dinaria la influencia china antaño y ogaño la europea, puede adorar con
tal
fanatismo su suelo natal.
La verdad es que el patriotismo de los nipones es puramente poético y social. Tienen orgullo en ser descendientes de los fieros samurayes de las grandes épocas están satisfechos de pertenecer á una raza ;
que jamás
se
ha mezclado con hordas conquistado-
y más que todo eso, sienten un amor exclusivo por sus campos, por sus montañas, por sus mares, por sus ríos. Las ideas extranjeras, las creencias ras
;
20
:
Alma Japonesa
El
extranjeras, los métodos extranjeros, pueden aceptarlos sin creer
que
al
obrar así renuncien á
En
gridad de su carácter nacional.
lo
la inte-
que no con-
sienten, es pensar que los extranjeros logren
adueñarse de sagradas.
Las tierras japonesas
«
un
día
parte de sus tierras
—
tución
neses
más mínima
la
—
dice la consti-
no pueden pertenecer sino á los japoY esto no obedece é un ideal de propiedad
».
amor
material, sino al
tan santo del Yamato,
poético del suelo tan bello y
No hay más que
an-
leer los
tiguos libros, para notar esta adoración.
En cuanto
hablan de sus campos, los japoneses lloran de entusiasmo.
manera El
((
Una obra de Tchikafusa, termina de
esta
:
Yamato
es
una región divina, donde todo
está hecho por los dioses
».
Otra obra que se titula
El
traje
de
Plumas,.
dice
Se habla de los goces celestiales. El cielo no
desaparecido, ni desapaesenciales
los principios
del código de la cahallerosidad nacional, el
más bello
que no dignihonor y y dad, sino también espíritu de sacrificio y de desinterés. Los que se suicidan, en efecto, suelen hacerlo con altruismo admirable. Dos ejemplos sublimes datan apenas de quince años. El primero es el de
y
el
más
todos quizás, puesto
estricto de
sólo demuestra heroísmo
orgullo,
una mujer, Yoko Hata Keyama, que en 1891, después del atentado contra cidó en el sitio jero había
sido
el zarevitz
mismo en que
abrió
el
es
el
criminal.
acto
Takeyosi,
capitán
del
vientre después de escribir el
rrer á la independencia
nipona
Y
estos
la
é
la
otro
que
se
carta
hacía
expansión
En
al
corusa
mohombres y
todos los
historia nipona,
sacrificios
igualmente divinos.
país
el
El
no son casos raros ni
manifestaciones extraordinarias.
mentos graves de mujeres han hecho
una
peligro que
emperador, señalándole en Extremo Oriente,
que
para probar
herido,
no era cómplice de aquel suicidio
Nicolás, se sui-
príncipe extran-
el
igualmente ingenuos
Porque dígase
quiera y créase en lo que se crea,
lo
que se
un civismo
igual,
tan sencillo y tan excelso, no se encuentra en nin-
guna otra
historia del
mundo.
80
Alma Japonesa
El
-^
En el Japón los dioses mismos aman el suicidio. Cuando Suzanoo, dios de las tempestades, supo que su madre vivía en los infiernos, pidió á Izanagi que le
permitiera
abrazar á
muerte
llegar hasta la
«
que
la
le
había dado
»
el ser.
para poder
Izanami se
contentó con desterrarlo del cielo condenándolo á
ondas amargas.
vivir sobre las
cluye diciendo
Por eso
«
:
Y
las olas,
la
leyenda con-
por eso los aqui-
lones dicen eternamente los lamentos del huérfano
que desea morir. cipes.
»
Después de
En tiempos
los dioses
fabulosos,
la
son
los prín-
esposa de Yamato,
heredero del emperador Keiko, se precipita
para calmar
la furia
de
las
que las puedan salir
sacrificio de su vida
batir á los ainos
al
mar
aguas y lograr con el naves que van á comdel puerto. Otro sui-
emperador Antoku que comenzó á reinar en brazos de su nodriza en 1181. El Heiké Monogatari refiere este suicidio en una página admirable. El monarca tiene ocho ó nueve años. Sus tropas acaban de ser derrotadas. Su consejera le « Es necesario morir, señor, dice puesto que la cidio regio
fué
del
el
:
victoria favorece el
á vuestros enemigos.
»
Entonces
niño arregla sus cabellos sueltos sobre su traje
paloma de la montaña », y derramando abundantes lágrimas, cruza sus brazos menudos. Primero vuelve la vista al Este y dice imperial
adiós
«
color de
al altar
de Ise y
seguida tórnase hacia
al el
altar de
Hatchiman. En
Oeste é invoca
el
santo
5.
E.
Gómez Carriüo
nombre de Buda. Cuando termina, su fiel Niidono toma en brazos y avanzando hacia el borde del « Hay una ciudad muy bella en el mar, le dice fondo del golfo, señor. » Al mismo tiempo preci-
lo
:
pítase en así
:
de
la
«
el
El libro milenario concluye
espacio.
¡Ay!; qué desgracia
!
los vientos caprichosos
primavera se apresuraron á dispersar sus gra-
cias augustas
y soberanas,
pesantes cubrieron en
¡
ay
acto el
el
!
;
qué dolor
las olas
!
tesoro de su cuerpo
!
»
Pero estas lamentaciones no son frecuentes en los
poemas que relatan los suicidios famosos y casi puede decirse que sólo se explican por tratarse de un niño. A los héroes, á los guerreros vencidos que en
el
último
momento vuelven
sus armas para esquivar
el
contra
mismos musa po-
sí
cautiverio, la
pular los corona de guirnaldas de flores de cerezo. el
rquero invencible que ha
inspirado tantos dramas,
us compañeros han caído
He aquí
á
Tametomo,
todos muertos. Sólo
él
sigue de pie, lanzando sus
flechas contra los enemigos. Pero por
sobrehumanos
que sus esfuerzos sean, no pueden contener eternamente al ejército entero que lo rodea. No importa !
\
le quede un soplo de energía, continuará luchando. Su sable ha sembrado cien cabezas. Al fin sus adversarios lo tienen entre las manos. « Rín-
Mientras
dete,
Tametomo
el vientre.
!
»
—
Otro caso
¡
le gritan.
muy
Él sonríe
popular en
y
se abre
la literatura
japonesa es el de los servidores de Minamoto Yoshinaka. Este príncipe, menos estoico que sus con-
temporáneos, sabe, en medio de las fatigas de la guerra, pedir al amor algún alivio. Una noche se 82
lEl
Alma Japonesa
queda dormido en casa de su querida, en
mismo en que dos
ayudantes, no atreviéndose á despertarlo, se
suicidan en la puerta de su alcoba. el
momento
el
enemigo. Sus
es necesario atacar al
Yosliinaka oye
ruido de los cuerpos que se desploman
tase
;
;
leván-
corre al combate. Pero es tarde. Su carcax
sólo contiene ocho flechas.
última,
saca
el
Después de lanzar
la
sable y se atraviesa el cuerpo. El
héroe más popular de
la
edad media,
del Japón, también se suicida.
Su
el
Siegfriedo
historia tiene
una
grandeza de leyenda. Su padre lo hace educar en un convento de Kurama-Yama. Un día el sacerdote que le viste le
eso
—
espada.
espada
entrega un hábito negro.
exclama Yoshitsuné El
»
—
«
Yo no quiero
que quiere es una contesta riendo; « ¡Una
Pero
;
lo
monje le si no sabrías
» El servirte de ella niño calla y medita. No saber servirse de una espada, le parece humillante. Es necesario que sepa. Y para !
!
aprender, se escapa del monasterio y se dirige á la montaña en donde vive el rey de los enanos, ogro voraz que se alimenta de carne numana. Bajo el hábito negro
el
niño lleva una espada.
«
Luchando
contra ese monstruo
— piensa — podré aprender.
En
lo ataca
efecto,
el
sale vencido.
enano
Y
Yoshitsuné
con
»
furia, pero al fin
corta la cabeza
y la que ya sabe servirse de una espada. Como la vida del convento no conviene á sus aficiones guerreras, se escapa de nuevo le
lleva al sacerdote para probarle
y recorre
la provincia, batiéndose cada vez que encuentra oportunidad de hacerlo. Sus adversarios se
declaran venoidos.
Una
tarde C3
un
fraile
guerrero
le
E.
Gómez
Carrillo
apuesta todo
que tiene á que en un torneo le seguidas. « Era un aventurero
lo
diez veces
herirá
famoso, enorme y hercúleo, dice la leyenda, que había hecho prodigios en las guerras civiles ». Yoshitsuné acepta. Al cabo de dos horas, recibido nueve heridas. ti
»
— exclama
niño para
el
«
el fraile
ambos han
La décima es sólo para yéndose á fondo pero el ;
golpe con una elegancia cortesana y en
respuesta alcanza á su contrario en el hombro. La escena que sigue es digna de una novela de Alejanla
dro Dumas. militar
—
«
¡
Por mi vida,
de hoy
á todas partes
!
»
—
exclama
el
más soy tu escudero y « En ese caso, un abrazo
monje te sigo
!
»
con-
i
Y
juntos los dos esforzados
caballeros, continúan su
camino en busca de aven-
testa el hijo de Tokiva.
turas, de guerras, de prodigios.
En
todas partes se
distinguen por su arrojo. El pueblo, entusiasmado,
aplaude cuando los ve pasar. Las mujeres tejen coronas de llores para sus cascos. Esta popularidad irrita al poderoso Yorimoto que decide hacer asesilos
nar á Yoshitsuné y á su escudero. Cien ronins sorprenden á la heroica pareja. Después de una larga
joven héroe y el viejo se suicidan ante sus enemigos, cantando una
lucha, viéndose perdidos, fraile
el
canción antigua.
Los suicidios son tan frecuentes en
la literatura
japonesa, que no hay necesidad de recurrir á libros
de caballería ó á historias guerreras para encontraros. He aquí, por ejemplo, una especie de Decamerón 84
Alma Japonesa
El
mikado Kuazan y Yamato Monogatari. El más popular de
que
los historiadores atribuyen al
que
se titula
los cuentos
que contiene, es
aventura de
la
niña
la
—
dice el que tiene dos pretendientes. « Los dos son tan parecidos de rostro y imperial narrador de cuerpo, que la bella se propone escoger al que
—
mayor amor
le
demuestre.
Pero en este punto
»
la
también es bastante grande para hacer
igualdad
imposible una preferencia.
Los meses y
un espectáculo que da lástima nos de méritos y de amor que esperando tu sentencia.
Ambos
el
se
años
los
«
Es
de esos jóvenes
lle-
pasan. Al fin los padres de la niña
dicen
le
mueren de
:
tristeza
están de acuerdo para
resignarse ante tu voluntad. Si tú escoges á uno, otro se alejará en silencio.
»
La noche es
muy
el
clara.
La ventana en que
la familia hállase reunida, da La niña hace llamar á sus pretendientes y « En Dios y en mi ánimo os juro que les dice vuestro amor me emociona profundamente. Si uno
al río.
:
de vosotros fuera superior cidiría
;
pero en todo sois
al otro,
el
uno y
me de-
por ese el
otro perfectos.
Para decidirme, pues, no encuentro más medio que recurrir al azar y así os ruego que apuntéis á aquel
pájaro que vuela sobre el agua.
Mi mano pertene-
cerá al que logre alcanzarlo con su flecha.
galanes toman sus arcos y tiran.
Un
busca del pájaro que ha caído herido. la
sorpresa de todos,
penetrado en
el
al
mismo
sufrir.
—
Los
Cuál no será
¡
ver que las dos flechas han sitio
!
Entonces
turada joven canta una copla que reza
de ver
»
servidor va en
¡Cuan cruel eres! b5
:
la «
—
desven-
Cansancio
yo ya no
E.
Gómez
Carrillo
— me voy
quiero soportarte y los
que
Luego
rae
aman no
sigan
dice adiós á sus padres
dichosa
— para que
en sus tormentos.
y
á sus
»
amantes y se
precipita al fondo del rio. Los pretendientes piden
en seguida permiso para suicidarse, á
los padres
de
niña; y éstos, llenos de emoción, no pueden menos que otorgárselo. Esto último que hace sonreír á
la
los europeos, es para los japoneses
sima distinción. El
y su
etiqueta.
bellaco.
Antes
ritos
un
suicidio,
Un
en
un rasgo de
efecto,
tiene sus
caballero no se mata
de hacerlo,
lo
altí-
como
comunica á sus
amigos é invita á los mejores de entre ellos para que asistan á la suprema ceremonia. Los niños mismos, cuando son de buena cuna, saben ir á la muerte con la sonrisa con que irían á una fiesta.
La
y popular del hijo del filósofa Este niño, que tiene
historia verídica
Kyuso, merece ser
referida.
catorce años, mata á
un
sablazo.
castigue á «
un compañero de
colegio de
En el acto su padre le ordena que se sí mismo haciendo el clásico harakiri.
Te doy veinticuatro horas para eumplír con
deber
—
»
le dice
—
Kyuso.
«
Está bien
tu
— contesta
mañana por la mañana todo estará concluido, pero hoy permíteme que invite á cenar á mis amigos. » Durante la cena, la mayor animación reina Kujoso
A
entre los jóvenes.
«
eso de media noche,
y Debo descansar un poco
muy
indigno llegar
chado. tirse,
»
A
la
al
mañana
de bañarse,
el
anfi-
pide permiso para retirarse.
trión se pone de pie
—
les dice
— pues
sería
harakiri con cara de trasnosiguiente, después de ves-
de perfumarse, so
el
niño se abre
Alma Japonesa
El vientre con
el
bello
y
un puñal que
mismo ha
él
escogido,
luciente. Otras veces el suicidio es
como un
favor,
como una marca de
acordado
simpatía. El
daimio que va á morir, escoge entre sus servidores á los que deben
acompañarle en
éstos agradecen la distinción
prema. En
la
mune llamó dijo
agonía
—
á sus veinte
efecto, así lo
y
;
fieles
v
les
con lágrimas de
ellos
dijeron que estaban preparados,
probaron un día después en la
y
— Teru-
dice la historia
de Sendai, donde se dieron
de su
viaje eterno,
samurayes más
que debían seguirle
gratitud, le
el
como una honra su-
muerte junto
el
y en
templo
al féretro-
jefe.
En un
que tuviera, como
pueblos musulmuerte y del otra mundo, esta voluptuosidad, este entusiasmo, se comprendería. Cambiar la vida del desierto áspera y país
manes, una idea encantadora de
los
la
sin placeres, sin dulzura, sin alegría, por una existencia eterna de amor, de belleza, de lujo, de molicie, es una operación ventajosa. También escomprensible que los cristianos de la edad media, que no veían este mundo sino como un valle de lá-
difícil,
grimas, se lanzasen hacia
un
júbilo delirante. Pero
puerta del paraíso con
la el
caso de los japoneses
distinto, casi es contrario, puesto
vida no es un fardo
que para
es-
ellos la
difícil de llevarse, sino un plaun constante favor de los dioses. El budismo con su enervante perfume de opio, apenas La embriagado estas almas. Su inlluencia, más que
cer perpetuo,
87
Gómez
E.
esencial,
Carrillo
ha sido
Ha
artística.
y esmaltes
traído oros
para los templos que antes eran de maderas sin pintar
;
ha hecho vestiduras de brocados para los sacer-
dotes que forman las procesiones; ha poblado las
montañas santas de
altas
pagodas
rojas.
Por eso
los delicados habitantes de esta tierra lo aceptaron.
Pero
el
fondo ascético apenas
es poco mística por
lo
han
La raza
visto.
temperamento. Sus dioses na-
cionales, los de la antigua religión sinto,
héroes, los sabios, los poetas. « ses que no Amaterasu
—
los
En
los
son los
demás paí-
buena un poema traducido por Berard
se hallan bajo la protección de la
—
dice
espíritus del
mal,
habiendo
encontrado
el
campo libre, pudieron poblarlo de supersticiones. » Y más adelante « Nosotros somos desdeñosos de :
vanas teorías y de las mentiras que otros pueblos adoran. » El único sentido religioso de los nipones, las
en
efecto, es el
de
la
vida, el de la poesía.
poema
—
criaturas
hombres,
naturaleza, es decir, «
La
tierra
— canta
el
de
la
mismo
el
es la madre, es el gran todo de ella las han recibido el ser y la fuerza árboles y ;
;
y pájaros, todo es lo mismo y todos somos los mismos «.Ningún misticismo en las letras y en las artes. Fuera de la realidad, el mundo está flores
poblado de quimeras, de trasgos, de gigantes y de dragones que sirven para los poemas, para las leyendas, para los adornos, pero que no angustian las
almas como los diablos católicos. Un soplo pagano que parece venir de la Grecia antigua, familiariza al pueblo con sus dioses. Los ritos no espantan el misterio divino no hace temblar. En los conventos se ;
88
Alma Japonesa
El
Kake-
goza, se trabaja, se vive. Los monjes pintan
monos en
los cuales,
deseando simbolizar
las deli-
cias del paraíso, reproducen los jardines de Kioto,
—
escribe de Nara, de Kamakura. «Esos jardines Hearn á pesar de sus lotos divinos y de los te-
—
chos celestes de sus arquitecturas, hacen pensar en las casas de te de la ciudad. » siste
Es
cierto.
Y
esto con-
en que para seres ardientemente enamorados
de sus
flores,
de sus pueblos, de sus placeres ordi-
ensueño y en el ideal puede ser Los cantos religiosos, están llenos de entusiasmo por la vida. A los que mueren
narios, nada en
el
superior á
la realidad.
temprano,
el
les dice
«
:
prendéis
¡
Saino Kuara Kuchi Zouzami no-den
Oh
desdichados que tan pronto
!
camino de
el triste
del Meido! »
la
eternidad,
ama
mo
hace más heroico, más sublime,
el
pue-
vida en este imperio delicioso. Esto misel
sentimiento
caballeresco que preside al harakiri. El que se sacrifica
em-
camino
Desdichados, en efecto. Porque
blo
la
el
un
tesoro precioso en aras del
honor
mata
!
stí
Ninguna idea
ningún sentimiento de del que debe suicipríncipe Audo, vencido por los
religiosa,
familia puede detener la darse.
Cuando
el
mano
Nita, dispónese á hacer harakiri,
corte se presenta con la
y
mujer le
un servidor de
la
una carta en que su sobrina, ruega que no se mate
del jefe victorioso, le
ofrece grandes honores
envuelve su puñal en
y
riquezas. El vencido
la carta
8^
y gritando
:
«
¡no
Gómez
E.
Carrillo
pareces de mi familia, puesto que se clava en el vientre la hoja
y
me propones eso, En
papel.
el
^
el tea-
pueblo aplaude esta escena como una de las
tro, el
que mejor encarnan
Ando hubiera
el
siquiera
alma heroica de
la raza.
Si
dudado un instante antes de
Un
responder á su sobrina, se habría deshonrado.
minuto de debilidad hace perder la nobleza. En cambio un acto sereno y heroico la procura. El poeta Saikaku, después de contar
Kiuroku,
exclama
la
extraña aventura de
entusiasmo
de
lleno
:
«
¡
Este
simple pescador tiene un alma de señor feudal
Ahora bien
:
¿
Sabéis en qué ve eso
el
!
»
popular lite-
En el modo de morir. Kiuroku sale una mañana en su barca, como de costumbre, pero luego, por la noche, no vuelve. Su mujer le espera días y días, meses y meses, « Ni un momento dicen las rato?
crónicas
— aquella mujer desdichada
deseando perder
Todo
la vida. »
el
—
deja de llorar,
vecindario ad-
mira su amor y su constancia. En las tardes la ven sentarse en la playa, en el sitio en donde antes soasí la
Y
desembarcar su marido.
lía
pasa
el
otoño
y
;
así
pasa
así pasa el el
cir á
la
nuevo
;
viuda
:
—
tú eres la
«Es
pescador á de-
necesario que te cases de
más guapa de
dad nos entristece á todos.
»
la
aldea y tu sole-
Ella al principio jura
por todos los dioses que no se quitará luto
el
mundo comienza
el
y
;
invierno. Al llegar
primavera, nadie tiene ya duda de que
ha muerto. Entonces todo
verano
el
traje
de
y que jamás renunciará á su soledad. Pero in-
terviene la familia y también, probablemente, inter-
viene
la
primavera, gran aconsejadora de amores. 90
El
Alma Japonesa
Un buen mozo
se presenta. Justamente es un amigo, un compañero del muerto. Las bodas se bacen. Los novios van á acostarse. Apenas se han metido entre las mantas, cuando el primer marido entra, lleno de júbilo á la idea de que va á encontrar á su mujer, á su linda mujercita que lo espera desde hace un año. Enciende una lámpara. El espectáculo que sus ojos ven le llena de tristeza. Ella le explica lo que ha
pasado, se disculpa.
—
Está bien
«
—
murmura Kiu-
comprendo perfectamente.... ¡un año! ¡Y tan joven, tan bonita !.... Por mi parte, he pa-
roku
lo
sado mil tormentos
«.
Se sienta; cuenta
la
historia
de su navegación azarosa, sonríe, da detalles,
cuando termina, con sin violencia,
á su rival, y por
lo
kugawa,
el
locura,
como quien
mata á su mujer, mata se mata á sí mismo.
ineludible, fin
que se llama
el
período de Yedo, es
suicidio llega á convertirse en
tan frecuente el
como
el
duelo.
un
acto-
Cualquier motivo hace-
puñal del harakiri. Una etiqueta solemne
supremo instante. El que se mata, busca pael que se bate. En una sala amplia, en mejor de la casa, ó en un restaurant, prepárase
rodea
el
drinos la
sin
y
sencillez, sin gestos,
en los gobiernos de los primeros Sogun To-
decir,
sacar
mayor
sin gritos,
cumple un deber
Durante
la
como
todo lo necesario. A veces se llaman bailadoras y tocadoras de samisen para que amenicen los preparativos. El
una
fiesta
;
que va á desaparecer, recibe como para sonríe; acepta las felicitaciones. Porque
!
Gómez
E.
Carrillo
son felicitaciones, son plácemes y no pésames, lo le llevan sus amigos. Durante algunas horas,
que
se habla de la moda, de
de las novedades
la corte,
poéticas. Las cajas de laca de alto precio tos de marfil
pido escenas libertinas, pasan de las risas, la
muy
le
guitarra de tres cuerdas. Al fin
la
el
obje-
mano
mano en mano, y el
primer padrino
hora solemne. Los demás
la
del amigo,
se inclinan
sonríen^ reciben sus sonrisas. ¡Y es
Cuando
los
mezclan con los acordes de
finas, se
anuncia que ha llegado estrechan
y
en que algún artista picaresco ha escul-
suicida se ha abierto
no, con su sable
le
el
el
ante
él,
harakiri
vientre, el padri-
corta la cabeza.
¿Por qué motivo todo esto? Sin motivo ninguno en
Dos chambelanes se encuentran del Sogún. Uno de ellos, que va de prisa, no saluda al otro, lo que significa que no lo estima como su igual en rango y abolengo. Entonces el ofendido clama « ¡Mi nobleza está en ciertos casos.
cierto día
en
la escalera
:
mi sangre y ella me hace superior á ese hombre Voy á matarme « Al salir de ver al príncipe los cortesanos repiten estas palabras al Chambelán ofensor, « ¿ Mi sangre inferior? grita éste Ya lo veremos yo también voy amatarme «Y ahí tenemos dos harakiris. Ya lo veis no es necesario un motivo. La muerte es un deber social ; suicidarse es un rito de cortesía mundana. Los ancianos, las mujeres, todos recurren al supremo argumento en cuanto !
i
—
;
!
¡
:
encuentran pretexto para la
sangre
embriaga
como santos
al
ello.
La voluptuosidad de
pueblo entero, que adora
á los cuarenta 92
y
siete ronin.
El
Alma Japonesa
ns
Y
estas
costumbres no han desaparecido.
mismo año uno de
los
japoneses
Este
más eminentes,
el
barón Suyamatzu, ha publicado, no diré un elogio, pero sí una defensa del Hara-kiri tradicional, a En los casos graves
—
dice
— todo
lo
que
el
samuray
puede pedir á su orgullo es morir sin mancillar su caballeresco origen.
Y como
el
espíritu caballeresco
aun cosa corriente en mi tierra, cual se ha visto durante nuestras guerras, hay casos en que la muerte á la antigua es la más bella de las muertes. » El mismo marqués Ito que es el más modernista
es
con entusiasmo de su antiguo Kuruhara Rizo que supo suicidarse para demos-
político nipón, habla jefe
trar su poca simpatía por los europeos
zaban á llenar
—
los puertos.
«
que comen-
Más de una vez
—
dice
marqués me ha expresado su admila bella muerte de aquel héroe. » Y en seguida nos explica lo que á su entender constituye la bella muerte. Oigámosle con respeto describir la ceremonia. « Los casos más notables escribe son aquellos en que se trataba del suicidio de un gran señor, de un alto funcionario ó de un guerrero ilustre. » Para tales ceremonias el Bakufú ó gobierno sogunal, nombraba un testigo, y el suicida esco-
Suyematsu ración por
el
—
gía entre sus parientes, otro.
En
siempre una estancia destinada á nia. «
un
Era necesario
traje especial
los palacios la
—
había
trágica ceremo-
— continúa Suyematsu —
llevar
que sólo entonces servía. El puñal ó 93
E.
Gómez
Carrillo
espada corta, se colocaba invariablemente, delante del sitio del que iba á morir, en una fuente nítida y blanca que, á manera de tablero, quedaba en alto sostenida por tres pies de marfil. Esto se llamaba sauíbo, palabra que significa
mesa en que se guar-
las ofrendas á los dioses de la religión sinto.
dan
necesario abrirse enteramente el vientre. Primero se hacían una incisión pequeña en línea horizontal. También solían hacerla en forma de cruz, pero esto era raro. La herida más superficial, era la de
No
era
mejor gusto, pues probaba habilidad y ligereza de mano. Como regla general, después de haberse practicado la incisión en
una
el
abdomen,
ligera señal al kai-shatunin
la
—
víctima hacía ó padrino
—
para indicarle que había llegado el momento de ejercer su ministerio. Éste tenía su espada lista é ins-
tantáneamente
cortaba
le
la
En
cabeza á su amigo.
el Japón no hay necesidad de pronunciar la palabra hara-kiri ó seppuku, pues la que se usa con más fre-
cuencia es
decir nueve
ku-sum-go-bu que quiere
pulgadas y media, medida exacta de los puñales que se usaban en esas ocasiones. El arma estaba por lo general envuelta en varias hojas de papel blanco y sólo la punta quedaba descubierta.
hacer
la incisión, era
recha y no por
el
coger
el
puño, sino por
cubierta con el papel. La
Lo correcto para
puñal con la
la
mano
mitad de
la
de-
hoja
manera de sentarse y de
saludar á los espectadores, en el momento de principiar la ceremonia, la de quitarse con pudor los vestidos de el
la
parte superior del cuerpo
arma y hacer
el
signo convenido 94
al
;
la
de cubrir
kai-shatunin,
El
Alma Japonesa
eran actos páralos cuales recomendábase la mayor delicadeza y que formaban parte de la instrucción que todo samuray tenia
el
deber de recibir del maestro de
ceremonias militares. El harakiri, en suma, era para los samurayes una ceremonia casi religiosa.
La importancia del ritual sólo puede comprenderse cuando á través de la historia heroica del Ya mato se ven los sacrificios hechos en su honor. He aquí, por ejemplo, al señor de
Choazemon que ha-
biendo sido vencido por su rival, se decide á suicidarse para no tener que rendirse. Entre sus amigos nadie trata de convencerlo de que aún puede vivir.
Lo único que les preocupa á todos, es que la ceremonia se verifique con la solemnidad y corrección propias de un gran noble. « El ceremonial es muy dicen complicado y nuestro pobre amigo no lo ha visto nunca. » Entonces uno de los capitanes
—
—
ile
Choazemon
jefe, solo
suicidarse antes que su
se ofrece á
manera más elegante de una estancia y el harakiri prepacabo ante el guerrero, que observa
para indicarle
la
hacerlo. Se adorna ratorio se lleva á
cada actitud, cada gesto, cada sonrisa, para poder liacer lo
mismo. Al
final,
cuando su servidor expira,
"No
me
olvidará nada".
el
noble capitán dice:
Y
tranquilo va á acostarse. Al día siguiente leván-
tase tan
se
temprano cual de costumbre. Se viste con trajes. Se perfuma. Escoge sus armas
sus más ricos
preferidas. Luego, sin despedirse de nadie, adelán-
tase
acompañado de dos padrinos hacia
en donde debe practicar
manda
el
hara-kiri.
á su encuentro varios capitanes 95
el
pabellón
Su vencedor con encargo
E.
Gómez
Carrillo
de invitarlo á almorzar. cer í exclama charla,
el
«
Acepto con con gran
pla-
vencido. Durante dos ó tres horas
come, bebe y se muestra tranquilo como
si
estuviese en Kioto en época de paz y de placeres.
Al final del almuerzo despídese cortésmente de sus felices adversarios
drinos
le
y sube
al
estrado en que sus pa-
esperan para ayudarle á morir en belleza.
Los poetas que cuentan esta aventura, no pueden menos que extasiarse ante tanta corrección, ante dicen fué sutanta serenidad. « Aquel acto blime. Que nuestros hijos lo aprendan de memoria
—
—
para imitarlo ral,
llega el caso
si
».
Y
esto,
como
es natu-
llena de indignación á los comentadores ingleses
de los libros japoneses. Pero digan
lo
que quieran
entusiasmo ante la muerte continúa y continuará durante muchos siglos en el Japón. Guando se trata de describir un hara-kiri célebre ó los europeos, el
de explicar los ritos del acto sangriento, en efecto, casi todos aplauden y todos se enternecen. En los relatos populares de la
muerte voluntaria de samu-
rayes y cortesanos, hay verdadera voluptuosidad. Con un orgullo en que se transpa renta toda el alma
de la raza,
el
más humilde contador de cuentos,
á
hora en que los trabajadores del río le rodean, ronin que los bellas historias de las refiere la
sucumben sin hacer el menor gesto de dolor, que sucumben risueños y en su palabra se nota que él como se nota necesario si fuere haría lo mismo
—
—
en los rostros de los que escuchan, que todos envidian la suerte de aquellos que supieron morir con elegancia por
un motivo
fútil.
96
;
El
Alma Japonesa
^ Uno de
los
más
característicos ejemplos de Ilara-
kiri es la historia del batallón
mento decisivo de fieles
muy
la
servidores del
de Aizu.
En un mo-
guerra de restauración, los
Shogun habían
earas sus vidas. Diez
resuelto vender
y nueve mozos que ape-
nas tenían diez y siete años de edad formaron un batallón para luchar contra un ejército de más de mil hombres. Bien sabían que nada podrían hacer.
Pero decididos á morir por su señor, se despidieron de sus familias, festejaron su partida y juraron no separarse cualquiera que fuese la suerte que el destino les reservara.
Adoraron
nales prosternándose
pués,
al grito
de
«
los cuatro
puntos cardi-
veinte y siete veces, y des-
Viva
el
Shogun
»,
partieron
conducidos por sus jefes Hirata Naiki y Harada Katsuyoshi. No contaban con ningún socorro. Sin em-
bargo nada podía hacerles retroceder. « No se pueden contener las lágrimas, dice un japonés, al recordar los actos de bravura que realizó ese joven
que quedó enteramente destruido lo componían sufrieron el hambre, la sed y mil otros tormentos. El enemigo rodeó al fin, el bello castillo de Wakamatsu, en donde se encontraban y muy pronto no se vio sino la torre. El ruido de los cañones hacía temblar las montañas y batallón
hasta
los soldados
que
Con las fuerzas agotadas por el combate y por los sufrimientos que habían soportado durante los ries.
varios días, cuando ya no tenían
más municiones,
97
8
Gómez
E.
Carrillo no podían continuar
los héroes del batallón
Nuestra misión ha terminado
tencia.
todos á una voz; pero antes que sufrir
vergüenza de caer vivos entre enemigos, juremos abrirnos
la
suprema
manos de nuestros
las
vientre
el
la resis-
exclamaron,
y ofrecer
el
de nuestras vidas á nuestro señor y padre ». Luego, hablando sin rencor de la inestabilidad de las sacrificio
cosas de este
mundo, sacaron sus
sables
y
se suici-
daron.
El miedo á la muerte, ese miedo que occidente, no ha invadido aún rio!
en
el
el
Japón.
Hay un libro célebre que se cual un aventurero cuenta su
tástico del No-Morir, «
En
titula
domina \
al
Al contraVasobíoiié,
viaje al país fan-
aquel país
había muerto aun nadie, pero como
—
dice
— no de
las biblias
la
China y de la India que han llevado algunos viajeros les han hecho saber que la muerte existe, se
«mpeñan en dos estudian
conocerla y
al
fin
van lográndolo. To-
arte de morir
el
japoneses estudiamos
la
como nosotros
los
magia. Para llegar á su
fin,
se privan de alimentos, se encierran, se hieren. las
mesas
nos
muy
de los ricos
el
mos de
más que vene-
les
causan efecto sino
muy
de
ciertos elíxires, logran llegar á
conocimiento como cuando nosotros abusa-
las
copas de saké, y entonces exclaman « Así debe de ser la muerte
rando de placer bailan
se sirven
famosos, llevados de países lejanos, pero
que según creo no tarde en tarde. Con perder
no
En
:
¡
llenos de ventura.
deli!
»
y
La oeupación nacional,
El
Alma Japonesa
La página es bella. Yo si no es un símbolo del Japón; me lo pregunto cuando evoco los cortejos de samurayes que buscaban antaño la ocasión de morir sonriendo; rae lo pregunto al recordar es correr tras la leo á
la
muerte
».
menudo y me pregunto
—
—
á aquellos soldaditos
que ayer aún, iban á
cantado coplas de júbilo.
'J9
la batalla
1
EL ESPÍRITU DE SACRIFICIO EN EL TEATRO POPULAR
En más
de una ocasión leyendo las páginas ar-
dientes que sacrificio
los moralistas
consagran
al espíritu
de
de los japoneses, habíaseme ocurrido pre-
guntarme « ¿ Pero en qué puede consistir tal espíritu en un pueblo que no ve sino un placer en el peligro, y que en la muerte misma encuentra vo:
luptuosidad?
Hoy,
al fin,
».
he encontrado
la
respuesta á
tal
pro-
blema y he visto que aun aquellos que gozan muriendo, pueden disponer de medios heroicos para sacrificarse.
En
efecto, el acto tan raro
en
la literatura
europea
de aquel bravo Renier señor de Vantemise que, en un poema francés de la edad media mata á su propio hijo por salvar al hijo de su soberano, es, en el
Japón una acción corriente. Los cuentos y las historias celebran más de un ejemplo de heroísmo idéntico llevado á
los
cabo con
la
sonrisa en los labios por
más humildes samurayes.
Entre los dramas japoneses que yo conozco, hay tres
que de maneras distintas, presentan una acción
análoga. 101 6.
E.
Gómez
Carrilío
El primero es
el
Cerezo de
Suma
de un poeta de
Osaka llamado Namiki.
Nos encontramos en víspera de una gran
batalla.
Las tropas sogunales de los Ghengi, van á luchar contra las fuerzas de los Heike.
que todos
los caballeros se
En
momento en
el
arman, Tsumenori,
jefe
de los Heike llama á su hijo Asumori y á sus más nobles servidores, se pone de pie y solamente, dice
:
—
la ley, mas una de las favoritas del emperador, apercibióse un día de que estaba encinta, y como el monarca la amaba apasio-
«
no por
Señores, Atsumori es mi hijo por la
naturaleza.
nadamente,
La
tal noticia
bella, Fuji,
provocó los celos de sus com-
pañeras. El mikado siguiendo
la
tradición del em-
perador Sirakawa, que había dado á mi padre porj
esposa á una de sus favoritas, casóme con Fuji y poco tiempo después de nuestro matrimonio mi
mujer dio á luz un niño; Atsumori, educado como á nuestro propio
al
que hemos
y el que hasta ahora no había dudado de que fuese yo su verdadero
padre. Cada vez que
exeraperador
me
me
hijo,
presento en
la corte,
el
pide indirectamente noticias de At-
sumori, por quien siente verdadera afección, y al que no ha querido dar títulos nobiliarios con objeto de
que un día pueda hacer valer sus derechos al trono, si quedara vacante. Así, se ha limitado á nombrarle príncipe honorario.
»
Atsumori continúa Cuando los últimos disturbios estallaron en Kioto, el emperador ocultóse en un paraje descono-
—
Luego,
volviéndose
hacia
«
102
:
Aima Japonesa
El cido de todos.
Hubo un momento en que pensé
deja-
ros en la capital para que pudierais buscar á vuestro
padre y protegerlo; mas reflexioné y juzgué más conveniente alejaros, librándoos así de los furores
de los Ghengis. Esta es aquí.
Además,
si
la
razón por
próxima
la
la
batalla,
cual os traje
que debe ser
decisiva, nos fuera contraria, nadie podrá conduciros
ma-
á Kioto. Partid, pues, á esa ciudad con vuestra
mas como
dre y vuestra esposa,
aún
está
restablecida, os aconsejo
la
tranquilidad no
que os
ocultéis
cualquier pueblo de las cercanías y cuando
impere
partiréis definitivamente á la corte.
en
la calmil
Seguid,
os lo ruego, este consejo.
Atsumori contesta
—
No esperaba
:
recibir de vos tales órdenes. Sois
mi padre desde antes de mi nacimiento, aunque
me
hayáis adoptado no engendrado.
hijo desde
que vine
al
sólo
Soy vuestro
mundo; he obedecido siemmas permitidme
pre fielmente á vuestra voluntad,
que hoy no obre
ma
así.
Deseo tomar parte en
batalla para pagaros cuanto habéis
—
próxi-
— Cuanto acabáis exclama Ttsumenori — conmueve pro-
protegiéndoos con
de decir
la
hecho por mí,
mi cuerpo.
fundamente mi alma, mas nuestra
fidelidad al
narca se sobrepone á todos los deberes
mo-
filiales.
desobedeciendo mis consejos, permanecierais en
Si, el
campo de batalla y sucumbiarais, no podría excusarme de vuestra muerte ante el exemperador y eso me obligaría á matarme inmediatemente. Los Ghensi, aun luchando contra las tropas imperiales,
conservan
por 103
la
familia
imperial
la
Gómez
E.
veneración ses han
Ama
Carrillo que
supersticiosa
tenido
siempre por
todos los
japone-
los
descendientes de
Terasu Kami, diosa del Sol y fundadora de
la
dinastía. Así el jefe rebelde, Yohitsune, enterado de
van á tomar llama á Kumagae, que es el ge-
que algunos miembros de parte en la batalla,
neral en que
—
más
regia casa
la
confianza tiene y
Atacaréis las
posiciones
le
dice
:
cuya defensa está
encargada á Tsumenori; después acamparéis donde está plantado aquel cerezo, en cuyo
€ste cartel
:
«
La
flor
la reina de las flores. cie tan maravillosa.
tronco fijaréis
que brota de este árbol es
En parte
alguna existe espe-
Quien se permitiere desgajar
una rama, será condenado á cortarse un dedo de la mano. » A vos os incumbe, mi fiel Kumagae, de
él
hacer respetar este bando.
—
Sí,
mi
¿Me
habéis comprendido?
general... Adiós.
Kumagae se aleja haciendo grandes reverencias y campo de batalla en donde ya su hijo Kojiro
•corre al
ha comenzado á distinguirse por sus proezas. Apenas llega, ve á un caballero enemigo que pasa, y,
hablándole como los guerreros de Garlomagno ha-
blaban á sus adversarios,
—
le
dice
:
He señor mío, ¿Por qué vais tan de prisa? Si sois, como me lo figuro, uno de los nobles capitanes de los Ghengi, hacedme la bondad de deteneros y medir conmigo vuestras armas... Pero no, no ¡
!
os molestéis en venir. Yo corro hacia
el
sitio
en
que os encontráis.
La pelea es
terrible.
En uno y
heroicas hazañas ilustran
el
104
otro bando, las
nombre de
los
más
guerre-
Alma Japonesa
El
campo
ros. Al anochecer, el
y
se tiñe de rojo.
el río
Kumagae vuelve gunta
está lleno de cadáveres
Su mujer
á su hogar.
le
pre-
:
— ¿Y
nuestro hijo?...
¿Y nuestro
Kojiro ado-
rado?... Decidme cuáles han sido sus proezas para
que mi alma se sienta llena de orgullo. conRivalizando con el heroico Hirayama nuestro chico penetró primero que testa el padre
—
—
—
el palacio de Suma. Fué herido... sí... será un timbre eterno de gloria conducta Pero su
los
demás en
para nuestra familia.
— ¿Es grave esa herida? — Supongamos que
¿Vais á llorar por
lo sea...
eso?
— No.
Lo que quiero
es saber si
puedo enorgu-
llecerme de su valor.
En
momento
ese
las fuerzas
preséntase
Yoshitsune, y dice
jefe
el
al
supremo de
guerrero
— Me aseguran que habéis matado
:
á Atsumori...
¿Es verdad?... Yo mismo vengo hasta aquí para saber si es cierto... ¡Vamos! ¡enseñadme ese trofeo sangriento
!
— ¡A vuestras órdenes, general. Pero permitidme
que os
diga... Si...
Antes de mandarme que corriese
me disteis vuestras instrucciones En cumplimiento de esas órdenes, ataqué el
á la pelea
claras. ala de-
recha del Palacio de Suma. Al comenzar la pelea
encontré
al
príncipe Atsumori y
Esta cabeza que aquí
como
veis...
trofeo?... Está bien... 105
Os
le
corté la cabeza...
¿Queréis llevárosla lo llevaréis
dentro
E.
Gómez
Carrillo
me
de un momento. Antes os recordaré que
mi campo un
nasteis que plantara en dice
La
«
:
flor
de este árbol es
orde-
letrero
que
reina de las flores,
la
en parte alguna existe una especie tan maravillosa, su nobleza no tiene igual en el mundo. Quien se permitiere desgajar una rama de este árbol será con-
denado á cortarse un dedo de
la
mano.
Con
»
esto,
es indudable que habéis querido decir que no debe
ofenderse, ni aun en la fiebre del combate,
empe-
al
rador ó á los príncipes imperiales que se encuentran
Suma. Habéis com-
entre los Heikes en el palacio de
parado
cerezo con la familia imperial. ¿Queréis
el
cómo be
saber
interpretado
sentido de vuestras
el
palabras frase por frase ? De este
que brota de este árbol.
Es
»
modo
:
decir, el jefe
«
La
de
flor
la fa-
milia imperial, « es la reina de las flores ». Es
soberano absoluto del Japón entero.
guna que
existe flor tan maravillosa. » «
raza imperial es
la
pues es de origen divino igual en el «
desde
mundo
»
lo
;
creación del
la
».
la
«
En
Lo que
el
parte alsignifica
más noble de
todas,
Su nobleza no tiene
«
que equivale á decir que,
mundo,
ha reinado sin interrupción en
dinastía imperial
la el
país del sol levanta
y que ninguna casa soberana pueda rivalizar con « Quien se permitiera desgajar una rama de este árbol será condenado á cortarse un dedo de la ella ».
mano.
»
O
muerte es tad, sino
bro de
la
lo el
que
que es
lo
mismo
:
«
No solamente
la
castigo de todo crimen de lesa majesel
atentar á la vida de cualquier miem-
familia imperial es condenarse á matar á
su propio hijo.
»
He
ahí lo que he comprendido, 106
mi
El general.
Yo mismo me he
ADma Japonesa
aplicado
el
verdadero sen-
tido de vuestras palabras, pues sabiendo que Atsu-
me
mori era príncipe de sangre imperial, prohibido matarle sin incurrir en
mas como me
viera obligado á
matar á ese noble
mismo un
descendiente, preferi cortarme yo
antes que destruir una es el sentido
¿He
palabras.
miento
—
que
creí
estaba
pena indicada,
la
rama de tan
brazo
alta nobleza. Tal
poder desentrañar en vuestras
interpretado
bien
vuestro
pensa-
?
Sí,
habéis comprendido perfectamente mi in-
tención de proteger esa
flor,
Pero no dudo que esa
cabeza que está ante mis ojos sea
la
de Atsumori...
La mujer de Kumagae se acerca curiosa de ver la cabeza cortada por su marido y exclama ¡Grandes dioses !... ¡Es nuestro hijo!... Mis :
—
manos
tiemblan... Esta cabeza adorada parece que
quiere hablarme...
¡Cómo me acuerdo
del
momento
en que partió, sonriéndome y diciéndome adiós!... ¡Hijo mío!... ¡Hijo mío!... ¿Quién lo ha matado?...
— Yo — Y luego explica — Atsumori le
!
¡
dice su marido.
le
:
es hijo del emperador y de la bella que matarlo porque se puso ante mí, y porque mis compañeros, viéndome luchar contra él, me exigieron que guardase su cabeza como troFuji...
Yo
tenía
feo. Era, pues, necesario presentar
Ella se echa á llorar y,
madre de Atsumori,
—
una cabeza jo-
¿comprendes?
ven...
i
Señora
i
dice
como
si
hablara con
la
:
¡Señora!... 107
Ya
veis que no
somos
!
E.
Gómez
Carrillo
ingratos. Nuestro sacrificio es
muy grande...
Vuestro
favor también lo fué.
En
efecto,
cuando Fuji era concubina
Kumagae y su mujer, que
del
empera-
amaban, habían sido condenados á muerte. La madre de Atsumeri
dor,
los
se
había salvado, y ellos habíanla jurado eterna
gratitud.
— Hemos cumplido — echándose en sus brazos Y — Esposo mío! — exclama. — dice
él.
ella,
:
•
¡
Así termina
¡
Esposo mío
algo obscura y algo larga,
la historia
pero llena de heroísmo y de emoción de Kojiro, hijo de Kumagae. Otro de los dramas en que encontramos un caso
análogo de
sacrificio paternal es el
de Tshikamatisu. Pero ella
KokuseayaKasen
análisis detallado
el
que de
hace Aston, bastará á darnos una idea de su ar-
gumento.
En
el
acto primero nos
Nankin, ante
el
encontramos en
último emperador de
la corte la
de
dinastía
Ming, que se halla rodeado de sus ministros. Un enviado del Kan de Tartaria acaba de pedir al sobe-
nombre de su señor, la mano de la favorita demanda no puede menos que espantar al monarca chino, que espera justamente en aquellos mismos días, un retoño de su bella concubina. rano, en
Ruaseis. Tal
Entre los consejeros imperiales, uno, Ki Token, cree
que por penoso que sea
el
sacrificio,
es necesario
hacerlo en interés de la paz; pero otro, Go-Sankei, dice que es imposible
tomar en consideración seme-
jante solicitud. El emperador despide de mala 108
manera
:
Alma Japonesa
El al
emisario de su gran vecino.
Poco después,
las
trompetas hacen saber que las tropas del Kan ofendido han puesto
sitio al palacio.
un general
Al cabo de una hora, cedor,
La defensa es vana. tártaro entra
ven-
dice á Go-Sankei
y
— Mi monarca no pedía á
la favorita del Hijo del
Cielo sino para matarla y destruir así al heredero
que de
ella
va á nacer. El ministro Ki Token es nues-
tro aliado secreto.
Ahora que hemos vencido, lleva-
remos al emperador y á su concubina para que sirvan en las cocinas del palacio real de Tartaria. Al llegar á este punto,
el
análisis de
Aston
parece tan complicado, que prefiero traducirlo
de
la letra.
Dice así
:
«
al
me pie
Riuka, mujer de Go-Sankei,
aparece con un niño en los brazos, y dispóneseá huir con la princesa por una poterna, dejando allí á su hijo.
Go-Sankei hace una salida con sus cien guerreros
y derrota
al
numeroso
ejército
enemigo.
Durante su ausencia, y mientras dura el combate, Ki Kaiho, hermano de Ki Token, mata al emperador, le corta la cabeza y maniata á Kuasei... Vuelve Go-Sankei
al palacio, encuéntrase con Ki de un tajo, le divide en dos luego libra de y, sus ligaduras á Kuasei, y respetuosamente coloca en sitio seguro el cuerpo decapitado del emperador y lo
Kaiho
;
reviste de las insignias reales. Mientras vacila, entre
salvar los restos del emperador ó á cinta, el
enemigo renueva
el
ataque.
la
concubina en
Mas como ya los
había derrotado una vez, se decide á abandonar el al heredero del trono. En ese mo-
cadáver y salvar
109
E.
Gómez
Carrillo
raento su hijo empieza á llorar. cia! »
—
«
¡
Qué desgra-
— exclama Go Sankei, reflexionando que aquel
niño es su heredero y que debe también salvarlo. le coge, le ata al palo de su lanza y perse-
Entonces
enemigo se retira con Kuasei hacia el rio. Kuasei cae en el camino muerta de un balazo, y Go Sankei, por medio de una operación cesárea improvisada, salva al hijo del emperador y lo envuelve guido por
el
en los vestidos de
la
madre.
se apercibe de que
el
niño ha sido salvado
Go Sankei todos los
—
Pero
«
si
el
enemigo
— dicese
tratará de descubrir su paradero por
medios imaginables.
Entonces descuelga
»
á su hijo de la lanza y lo mata, sustituyendo con principe recién nacido.
al
Y Go
Los actos siguientes de esta obra no á pesar de que en ellos admiro prodigiosas.
me
interesan,
muchas aventuras
Lo que yo deseaba era hacer ver
roísmo con que un guerrero
él
Sankei huye.
leal sacrifica
el
he-
á su pro-
pio hijo para salvar al de su emperador.
Y del
es
ahora quiero hablar de
mismo la más
la tercera
obra que trata
A mi entender Es grave y tierna. No
asunto. Se titula Terakoia. bella de las tres.
tiene ni fabulosas hazañas de guerreros invencibles, ni inútiles lujos
de crueldades. La acción es de una
sencillez impecable.
Chirato, servidor leal del príncipe Mitchisane, te-
nía tres hijos, á los cuales les dio los
sus tres árboles preferidos
:
nombres de
Uneo, que quiere decir
Sakuramaru, que significa ciruelo, y Matsuo, que es pino. Los dos primeros siguen las huellas del padre y entran al servicio del mismo Mitchisane, en cerezo
,
uo
;
El
Alma Japonesa
cuanto se hallan en estado de blandir un sable de
Samuray. El tercero se hizo paje del canciller Tokihira, personaje ambicioso, que ha conspirado contra el
emperador, y que en
último instante, sintién-
el
dose á punto de ser descubierto, ha atribuido sus propios crímenes
al
príncipe Mitchisane. Éste es con-
denado á muerte y su familia exterminada, con excepción de un niño de ocho años que un leal vasallo^ Hanso, logró salvar de la matanza y ocultar en una aldea, haciéndole pasar por hijo suyo. Para vivir,
para que nadie
le
y
conociera, Hanso fundó una es-
cuela.
De
los tres hijos de Chirato, el
defendiendo á su rrado;
amo
segundo ha sido deste-
el
;
primero ha muerto-
tercero continúa al servicio del cruel ene-
el
migo del amo de su padre. Así, éste no puedj menos que componer una canción que termina diciendo «
»
:
El ciruelo está lejos
sólo el pino
Un
me
el
;
ha traicionado.
Tokahira
día, alguien dice á
— Tus enemigos no han pleto.
Uno de
cerezo se secó llorando » :
desaparecido por
com-
los hijos de Mitchisane vive aún.
Se
llama Chusai y está escondido en la escuela de una aldea, al cuidado de un hombre leal.
En el acto Matsuo es llamado por amo que le habló así Tú eres entre mis servidores
su vengativo
:
—
conoce
al
último vastago de mi
naciste y te educaste en
padre.
el
rival,
su palacio
al
único
que
puesto que lado de tu
Hoy tengo necesidad de que me des una 111
Gómez
E.
Carrillo
prueba de tu
fidelidad,
yendo con algunos soldados
míos que tienen orden de decapitarlo, para cerciorarte de que no se equivocan. Matsuo, el pensó en que
quien todos
pino, á el
creen traidor,
momento de hacer un gran
sacrificio
matar á su propio hijo de aquel príncipe que fuera
llegado, y decide dejar
ha
con objeto de salvar al tan bueno para con su familia.
Guando una
se levanta el telón,
escuela. Allí está Ghusai
niños. El maestro ha salido y
Tuani. De pronto llaman á la
mujer de Matsuo, que
— He
la
le
vemos una
clase en
entre otros
muchos
reemplaza su mujer
puerta. Es
una señora,
trae á su hijo.
—
oído hablar de esta escuela
deseo que mi hijo se eduque aquí. Es
muy
dice
—y
aplicado y
estoy seguradequeaprenderá mucho. Se llamaKataro. Después de arreglar las condiciones de la educación de su hijo la señora se va llorando amargamente. Es extraño tanto dolor... sí, es muy extraño...
—
Yo nunca he
visto cosa parecida... se diría,
dad, que lo ha traído al
— murmura Tuani. En
ese
cementerio y no
mismo momento su esposo
puesto, lívido, tembloroso y
la
al
en vercolegio
entra descom-
llama aparte.
—
Todo está descubierto... El canciller sabe que tenemos escondido á Ghusai y ha mandado soldados para matarlo. El traidor Matono los conduce. Dentro de un minuto entrarán aquí... E nuevo discípulo le llama la atención. Su rostro se ilumina.
Una
idea terrible acaba de atravesar su
cerebro. 112
!
Alma Japonesa
El
— Ese
niño nuevo
—
murmura
—
se parece al
joven príncipe.
— —
¿Crees? Sí, sí... los
niños se parecen como dos her-
manos, y si hubiera alguna diferencia entre ellos la muerte la borrará... Pero temo la llegada de la madre... Tal vez venga en momento inoportuno... Gritará, querrá impedirlo... ¡En ese caso también ella
morirá!
—
Mas
¡
inocente;
es horrible
la
derramar
la
sangre de un
sangre de un niño!... Sí;
sí,
tienes
razón... Pero al propio tiempo piensa que tampoco hay nada más sagrado sobre la tierra que la fidelidad á nuestro señor. sacrificar al
mundo
¡
En
aras de ella
debemos
entero!... ¡Ah! la suerte quiere
que seamos dos monstruos!... ¡Oh! ¡madre desgraciada! En mal hora tu desventura te encaminó aquí, para confiarnos tu único tesoro... ¡Los que debíamos servirle de padres vamos á ser-
hacia nosotros,
virle de verdugos!...
Grandes gritos resuenan en
la calle.
del primer canciller entra en la escuela él
aparece Matsuo.
—
Quiero verlos
á
todos
—
Un enviado y detrás de
dice éste.
—
Yo
al que buscamos entre los niños. Los chiquillos van pasando ante los soldados. De
conozco pronto
— Y
¡
el
traidor Pino exclama
:
Este es
señala á su propio hijo que los soldados pren-
den y decapitan ante el maestro de escuela y su mujer, en una habitación vecina. 113
C
Gómez
Por
la
Carrillo madre
tarde la
escuela y dice
muerto llega á
del niño
la
:
— ¡Oh, señor, decidme, decidme verdad! ¿Mi ha sido por su amo Kvan Chusai? — ¿Decís sacrificado? ¿Vuestro habráis acaso traído aquí? ¿Intencionalmente — ¡Oh, querido! Sí; ha sida la
sacrificado
hijo
hijo
sacrificado?... lo
sacrificado
hijo
voluntariamente para salvar
la
vida de su señor...
.¿Por qué sino esa mortaja, esas oraciones,
esa
y
bandera de luto que puse en su baúl?...
Matsuo se presenta y exclama Siempre sólo el pino será un traidor ?. resonarán en mis oídos esas palabras que me persi:
— ¿Es que
guen por todas
me
. .
Parecíame que hasta
partes.
acusaba diciéndome
:
«
¡
el aire
Eres un traidor, eres
Lo que ha sufrido mi alma no tengo frases para expresarlo. Si no hubiera tenido un hijo que sacrificar para lavar mis pecados, hubiera sido
un
traidor!
»
una vergüenza eterna para el universo. ¡Oh, querido tú has salvado mi gloria!... « SalY la madre del hijo inmolado exclama vador de nuestra gloria Ese nombre irá desde ahora unido á la memoria del niño por quien has sido ihijo,
:
—
¡
!
sacrificado... ¡Ah,
dejarlo yo
cuánto sufrí
misma en
los
abandonarlo,
al
al
brazos de la muerte!...
¡Desgraciada de mí!... ¡Oh dejadme por última vez estrechar contra
mi corazón
Tuani cuenta
los detalles
á
mi
de
hijo adorado!...
la
muerte del des-
graciado niño...
— Cuando recuerdo
hijo á su maestro,
la
despedida de vuestro difunto
mi alma 114
se hiela
:
«Saludo á mi
El
—
maestro
—
Alma Japonesa
fiel y obediente. un cruel martirio. no habrá sufrido su madre?
dijo
soy extraña para
os seré
él
sufro
Ilenso, interrumpiéndola cuenta
—
«
»
Y
¿
Cuánto
si
yo
:
En el momento que murmuré á su oído Ahora mismo vas á morir aquí » sumiso y tran«
:
;
con
quilo,
la
sonrisa en
los
labios,
presentó
su
cuello para el golpe mortal.
El
príncipe
Chusai,
motivo
de
este
—
sacrificio
« ¿Por qué mí? ¿Por qué no me habéis dicho verdugos me buscaban? Nunca habría yo en
exclama entrando de improviso
:
tanto dolor por
que tal
los
caso consentido en que mi vida fuese rescatada
déla muerte... ¡Qué dolor!... ¡Qué vergüenza!... Señor dícele Matsuo os traigo un precioso
—
—
presente...
Y
le
¡
—
Mirad!...
presentan un palanquín cerrado del que des-
ciende su propia madre. Matsuo explica
salvado
fraile, fué
cómo ha
princesa y cómo, disfrazado de
aquella
á
á buscarla para conducirla al lado de su
hijo.
— Pero, tiempo,
más menor retraso puNosotros vamos á cumplir los úl-
agrega, no podéis permanecer aquí
preparaos á partir
diera perderos...
;
el
timos deberes para con nuestro hijo inmolado.
— Ha llegado momento de enterrar cuerpo — dice Henso. — Yo quiero encargarme el
el
del sacrificado
de esta
triste
ceremonia.
Matsuo contesta
— No, final...
:
no dejadme cumplir mi deber hasta e Los dolores deben ser completos... ;
115
E.
Gómez
Carrillo
Luego, mientras
exclama para que
—
¡Vamos
le
el
lelón
comienza á cerrarse,
oigan desde fuera
:
á enterrar al príncipe!
Así termina Terakoia,
y de gravedad. Y ahora, decidme
si
la bella
hay en
obra de sacrificio
la literatura
de algún
pueblo del mundo, lecciones más fuertes de honradez
moral y de dominio de
sí
mismo.
116
LA MUJER Desde hace algunos meses no puedo abrir una mujer
revista sin encontrar algunas páginas sobre la
japonesa.
El tema es de actualidad En Inglaterra, en Francia, en todas partes, se habla de la esclavitud femenina en el imperio del sol naciente, Pero quizás nadie .
hasta hoy haya estudiado
tal
asunto con
la
misma
dureza que un japonés, Naomi Tamura, en un libro
que
las
Desde el
mujeres de Tokio leen como un evangelio.
las
primeras líneas se nota
primer párrafo
«
:
En
la
franqueza.
Ved
Japón nadie se casa por
el
amor. Cuando sabemos que un hombre se separa de esta regla, le consideramos falto
de moralidad
zarán de
él,
pues
como un
ser despreciable,
sus mismos padres se avergon-
;
la
opinión coloca
muy
bajo, en la
escala moral, el amor de la mujer ». Esta idea se encuentra en germen en el budismo, que asegura que la mujer es impura como el lodo, frase que se lee en los libros
sagrados y que los niños aprenden
desde que comienzan á saber hablar. Según Naomi, verdadero origen del antifeminis-
en
efecto, tal es el
mo
japonés. Pero en este punto no todos piensan lo
mismo. Uno de
los
más doctos comentadores de
biblias búdicas, el francés Pery, dice
las
con razón que
117 7.
;
E.
Gómez
Carrillo
budismo no hay ni más ni menos odio por las mujeres que en cualquiera otra religión de esencia
en
el
ascética. Sin
duda, los bonzos fanáticos las llaman
servidoras del infierno, demonios de tentación, pozos
de pecado; mas ¿acaso los místicos del catolicismo no emplean las mismas frases y aun otras un poco decirse con justicia,
más duras? Lo único que puede es que la
como
iglesia de Sakia Muni,
€S poco galante.
Y
en cuanto
al
la
de Cristo,
desprecio délos ni-
pones actuales, preciso será basarlo en otro origen. En todo caso el hecho de que para un japonés no el amor como acto amor como sentimiento, es evidentísimo. Una misma palabra designa el acto brutal de la posesión y el anhelo casto é ideal. Más aún. « La (amar) aplicada á dice Naomi palabra horreru •una mujer, se toma invariablemente en mal sentido. Es deplorable que no podamos establecer una diferencia entre el amor y la pasión. Nosotros no logramos comprender las dulzuras del amor conyugal
hay diferencia ninguna entre material y
el
—
—
y
ese vacío en nuestros
corazones y en nuestras
ideas, permite comprender por qué
terrado del matrimonio
neses sólo ven en
importante
¿En qué
tal vez,
el
el
amor
está des-
otra parte, los japo-
». Por matrimonio una ceremonia,
pero sin ningún carácter sagrado.
principio
reposa,
Antes de explicárnoslo,
el
pues,
el
matrimonio?
autor japonés cree nece-
un elemento del pensamiento papel importante en la vida desempeña que nipón La vida de un hombre tiene raza. social la idea de la menos importancia que la vida de una familia. Du-
sario hacernos conocer
:
118
El rante
la
época feudal,
el
extinción de una familia.
castigo
En
más
terrible era la
nuestros días mismos,
todo japonés instruido cree que estirpe, es la
Alma Japonesa
la
paralización de su
calamidad más terrible que puede pesar
sobre un ser humano. El japonés procura conservar su sangre en toda su pureza, huyendo
como de un
pecado contra natura, de esas mezclas tan comunes
en los países europeos, y en América, no sólo comunes sino universales. « Antes de concertar un matri-
—
—
monio dice Naomi examinamos cuidadosamente la genealogía de la futura esposa; y la mujer que no puede probar su sangre pura, tiene pocas probabilidades de buen casamiento. Los israelitas se muestran orgullosos cuando pueden demostrar que descienden de Abrahán. El japonés lo está cuando en su familia hubo un antepasado célebre un hombre puede ser pobre, y, sin embargo, vivir orgulloso de su sangre ». Con estos principios precisos que debemos necesariamente aceptar, puesto que todos los filósofos japoneses los proclaman, tenemos ya las bases indispensables para establecer un edificio social. ;
¿Cómo no
ver, en efecto, desde luego, lo
que de
tal
sistema tiene que deducirse? El orgullo del hombre, la mujer esclava. El hogar no es un nido; una incubadora. Los hijos he allí el fin de la unión!; pero los hijos del macho, los hijos que
hace á
es
—
¡
deben perpetuar
la raza
cuales ella no tiene sino
Las reglas que
de su madre, 1.*
la
Cuando
de él y en
la
creación Je los
un empleo mecánico y pasivo.
la perfecta
casada aprende de labios
víspera déla boda, son las siguientes
estéis casada, legalmente
no
seréis
:
ya
E.
Gómez
mi
hija
Carrillo
asi, debéis
y
como habéis obedecido
obedecer á vuestros suegros á vuestros padres.
Después de casada, vuestro marido será vuestro solo amo. Sed humilde y cariñosa, que la estricta '¿.^
obediencia
esposo es en
al
3.^ Seréis
la
mujer una noble virtud.
siempre respetuosa
cojí
vuestros suegros
y cuñados.
No
4.*
seréis celosa, pues con los celos
no con-
quistaréis la afección de vuestro marido. 5.*
Aunque
sed sufrida
mado, 6.^
y
tengáis razón, no os mostréis colérica; sólo
cuando vuestro marido
esté cal-
le haréis objeciones.
No
mucho,
habléis
y, sobre todo,
ni lo hagáis
mal
del vecino,
no mintáis jamás.
Os levantaréis temprano y os acostaréis tarde siesta. Bebed poco vino, y hasta pasados cincuenta años no os mezclaréis con la mul1.^
y no dormiréis
titud.
8.*
No
permitiréis que os digan
la
buenaventura.
Sed económica y mujer casera. 10. Aunque recién casada, no os reunáis con
9.*
la
gente moza. 11. Vuestras
No
«
toilettes »
no serán
claras.
mostréis orgullosa de las riquezas y posición de vuestros padres, ni alardéis de ellas 12.
delante de
os
la
madre y hermanas de vuestro marido; y
13. Tratad bien á vuestros servidores.
Entre los trece mandamientos, el
único importante
tal
el
más importante,
vez, es el que establece la
humilde obediencia. Toda
la
vida de familia está
fundada en esas dos horribles virtudes: 120
la
humildad y
El
Alma Japonesa
la
sumisión. La mujer habla á su marido de rodillas
la
mujer no tiene derecho á quejarse
debe ver
que su marido hace;
lo
suma, sino
la
la
la
;
mujer no
criada preferida. Desde
;
mujer no es,
en
primer día,
el
Nada de languideces amorosas en la luna de miel. ¡Luna de miel! He aquí cómo la pinta Naomi Tamura « En el Japón se la disciplina es estricta.
:
ignora por completo esa frase dichosa
meros meses no son
muy
;
y
los pri-
risueños para una recién
casada. Esta debe levantarse con el día,
aunque
se
hubiera acostado tarde; después debe visitar á
la
familia del marido, para enterarse de la
cómo pasaron
noche. Durante los primeros días del matrimonio,
las
mujeres hablan poco con sus maridos, respon-
diendo solamente con monosílabos,
« sí »
ó
«
no
»^
á las preguntas de estos. El quinto día, la recién
casada muestra su habilidad en las labores de aguja,
confeccionando algunos presentes que hace á suegra.
Y una semana al
á visitarla provisto de regalos para toda la familia
con
tal
motivo se celebra una gran
del yerno.
no
la
hogar de sus padres, donde pasa ó cuatro días. En este intervalo, el marido viene
esposa vuelve tres
su
después del matrimonio,
Sucede alguna vez que
fiesta la
y
en honor
recién casada
quiere volver á vivir con el marido. El caso es
raro; sin embargo, ocurre. lie ahí
japonesa
la
luna de miel
».
Para llegar á este estado de dulce pasividad, es necesario que una preparación á la niña en
En
muy
larga convierta
manso instrumento.
efecto, todos los tratados de 121
moral femenina,
!
E.
Gómez
indican
Carrillo
como primer deber
sumisión. El célebre
la
Ekiken, que floreció á fines del siglo xvn,
filósofo
•expresa en cinco artículos de
un código moral,
virturdes femeninas. Helas aquí 1.^
Las primeras cualidades de
nina cuando es buena, son
naturaleza feme-
la
modestia y
la
las
:
la
sumi-
sión. 2.^ Del lenguaje
la mujer debe escoger con cuidado sus palabras para que sean decentes. No debe hablar sino cuando es necesario. En general ha de
callar
y
oir
con respeto á los otros.
3.* Del traje
narse ante
:
el
:
evitar los adornos inútiles é incli-
buen gusto y
la elegancia.
De las artes femeninas
4.*
:
éstas
bordado y la cocina. Es preciso que los oídos de
comprenden,
la
•costura, el 5.*
las
niñas no oigan
«ada.
Con una educación basada en estos principios, nada de extraño tiene que la mujer llegue al hogar como un mueble modesto y que su luna de miel sea la
más ¡
de las iniciaciones.
La luna de miel
¿No •de
triste
os parece triste, de una tristeza sin grandeza,
una
tristeza
vergonzosa,
la
pintura de lo que
entre nosotros es paradisíaco? Al despertarse mujer, !a japonesa se siente esclava.
de su marido
!
Allí está
dueñas castellanas de rilla.
((
política
cuida á
la
¡Y
si
no fuera más que
también, más dura que las
edad media,
—
la
Naomi
suegra ama-
—
la madre Con una solicitud insoportable su nuera como á un niño le enseña las in-
Entre nosotros
no es tierna
dice
».
;
122
;
Alma Japonesa
El
buena manera de comer, de saludifícil para una mujer japonesa dar, etc., y es agradar á su suegra que á su marido. Su vida no es finitas reglas
de
la
más
ociosa
;
se levanta la primera
trabaja todo
el
día
;
y se acuesta
la
última
vigila la cocina, hace todos los
menesteres del hogar y cuida del aseo de su marido, al que por todos los medios debe procurar ser agradable, siempre bajo la
madre
las
política.
¡
Y
ay de
causas de divorcio
su suegra.
inmediata inspección de
la
la
que se rebela
la
primera es
«
!
Entre
desobedecer á
»
Uno de los capítulos más pintorescos del libro de Naomi Tamura, es el que describe la manera de buscar novio. Todo se hace por medio de un agente que conoce á
en principio, la
Una vez
se prepara la entrevista ó miíjai
al
pretendiente
visitar á sus padres.
casa, de visita,
conduce
la
domicilio de la joven para
doméstica
sale á su
salón situado á cierta distan-
una cigarrera,
te
si
y
;
las
la
casa.
si
es
en
es en verano, co-
Termidueño de
pasteles.
nados todos esos preparativos, aparece casa
una
Los huéspedes se sientan sobre
invierno, preséntales un /i/^ac/i/, y
la
á
encuentro y
tatamis y esperan la llegada del dueño de Entretanto, la criada les hace los honores;
loca ante ellos
que es
El intermediario
«
Cuando un japonés va
al visitante al
cia de la puerta.
al
las
noviazgo aceptado,
el
ceremonia más importante.
conduce
y que entra en
las familias del barrio
casas sin dificultad.
el
se inclina y saluda finamente á sus visi-
tantes. Se
hacen
las presentaciones. Si el
desea una segunda taza de 123
te,
Hama
presentado
á la doméstica
Gómez
E.
Carrillo
que se encuentra siempre en la sala vecina. Pero cuando el intermediario ha organizado de un modo clásico el miyai y su acompañante pide segunda taza de te, la hija del dueño de la casa reemplaza á la doméstica. Este es
único
el
momento en que el preMomento crítico y
tendiente puede ver á su futura.
embarazoso
!
El padre
sostener animada
y
el
¡
intermediario tratan de
conversación, pero la atención
la
del pretendiente está en otra parte... Las miradas del
novio van directas á
la
joven que aparece ruborosa
y tímida, avanzando lentamente hasta presentar su
y que después se inclina, saluda y desSu presencia no dura más de tres minutos y durante ellos no habla ni una sola palabra. Después taza de te
aparece.
de esta corta aparición, casa ó no.
»
permite. Los padres se Si
el
pretendiente decide
si
se
Otras veces ni aun esta entrevista se arreglan todo y les novios no
lo
ven sino en la ceremonia misma del matrimonio. no simpatizan, ¡peor para la mujer! En su hu-
mildad de origen y de condición, no tiene derecho á quejarse. Su cuerpo, su alma, su voluntad, sus pen-
samientos, nada es de para
ella,
todo es de
él,
todo es
él.
Pero no digáis que son desgraciadas. El autor japonés os lo prohibe. « Son tan felices como las demás
mujeres del fin
y
al
mundo
»
;
asegura.
Y
sus razones,
cabo, no son malas. Oidlas
:
«
al
Entre nos-
otros las madres se dedican á enseñar á las niñas
que son inferiores á
los niños. El
hermana por su simple nombre
;
niño llamA
pero
ella
emplear esta familiaridad con su hermano, 124
n
su
no puede al
que
Alma Japonesa
El debe decir
comen honor
:
ani san
la
—
hermano mío.
Si
varón toma asiento en el sitio de generalmente los niños comen con sus pa-
juntos, ;
el
dres, servidos por la
que
— señor madre y
las
mujer japonesa, desde
hermanas. De aquí
la infancia,
tenga
el
sentimiento de su inferioridad. Las niñas á la edad
de diez años, ya no pueden jugar con sus hermanos. Sin tratarse precisamente de una prohibición,
gar á esa edad los mismos niños se separan ese
momento
mura,
el
muro
el
divisor existe. »
al lle;
desde
Según Ta-
culpable de esta costumbre, es Confucio,
pues enseña
«
que
los niños á los siete
años no deben
mismas habitaciones que ocupan las La simple designación de mujer se considera como deshonrosa y se aplica á los hombres estúpidos. A la mujer japonesa, no se la juzga digna ni aun de ejercer influencia en su casa. Con tales vivir en las
niñas
».
¡deas, se
comprende bien porqué
los
niños viven
separados y porqué la amistad entre varones y hembras no puede existir. « Vuestros jóvenes pueden verse, escribirse
— termina diciendo
Tamura
—
lo
que les permite conocerse antes de toda proposición ó promesa de matrimonio. Los padres japoneses no tienen esa confianza en sus hijos y no pueden concederles esas libertades. En Tokio, cuando se visita á una señorita, sus padres ejercen una vigilancia extremada. Imposible hablarla. birla
más imposible aún.
¿
En cuanto
á escri-
Queréis probar? Sus
padres recibirán las misivas. Así, pues, hay que aban-
donar
la
partida.
Eso de hacer
la corte á
no entrará nunca en nuestras costumbres 125
una mujer sociales. »
C
Gómez
Así habla
diado
la
Carrillo el
japonés que con más libertad ha estu-
situación de la mujer en su tierra.
repitiendo lo que antes dijo, termina asi
de todo, no son
estas mujeres nuestras,
ciadas que las del resto del
mundo
:
«
Y
luego,
Después
más desgra-
»,
Puede
ser.
Pero hay que confesar que ya principian, por lo menos, á notar que podrían vivir de otro modo. La costura
y
la
cocina,
queEkiken
las señalara
como úni-
cas ocupaciones, no bastan á su actividad. Sus oídos •no son ya sordos á toda palabra. Así, tanto como en
Europa y en América, aquí florecen las utopías femiNo hay más que leer una novela célebre de Sudo Nansui, para comprenderlo. Se titula Las
nistas.
Damas
del nuevo género. La heroína es una lechera
•que estudia las obras de Hebert Spencer,
que forma
un club de mujeres, que juega al tenis y que discute con los más doctos profesores en cuanto se parte de
ofrece la oportunidad.
126
LAS GRANDES ESCRITORAS
—
explica usted — me pregunta una es— que habiendo siempre sido mujeres tan
¿Cómo
critora
las
despreciadas en el Japón, hayan producido tan bellas obras?... ¿Ó nos engañan los que nos dicen que la literatura japonesa ha sido en ciertas épocas una labor femenina?...
¿Ó nos engaña usted?
No; nadie os engaña. El desprecio que los japoneses tienen hoy por la mujer, no es un sentimiento originario de la nación. Galantes y caballerescos, los
antiguos nipones demostraban, al contrario, por sus compañeras, un respeto tal vez mayor que el de los
En el Palacio imperial, la favorita era todopoderosa. En la familia, la madre tenía más influencia que el padre. En las letras, en el estudio, en las
europeos.
ciencias,
en
fin,
el
mujer.
primer puesto correspondía Es un hecho digno de men-
siempre á
la
ción y
vez sin ejemplo
tal
«
—
dice M. Aston
— que
una parte muy importante de las mejores obras literarias que el Japón ha producido, esté escrita por mujeres. La poesía Naraes, en gran parte, femenina, y en el período Ileian, la mujer desempeñó un papel
aún más
saliente en el
nacional. Las dos obras
desarrollo de la literatura
más notables que han
lle-
gado hasta nosotros de esa época, se deben igual127
E.
Gómez
mente
Carrillo
á mujeres. Esto obedece, sin duda, á
inteligencias
masculinas
hallábanse
en
que
las
aquellos
tiempos absortas en los estudios chinos y á que el como ocupación frivola componer novelas y poemas. También existía otra causa sexo fuerte consideraba
más
efectiva
tonces
muy
:
la
situación de las mujeres era en-
hombres de abundaban en las ideas comunes á la mayoría de las naciones de Extremo Oriente, en las cuales considerábase como una necesidad la sujeción de la mujer, yá ser posible, su reclusión. » Tan verdad es esto, que muchos libros chinos del siglo duodécimo hablan del Japón como de un país afeminado diferente á la de hoy. Los
aquella época no
y
le
llaman
fatal á la
el pueblo de las reinas. Esta frase fué mujer nipona.
modo inYamato sintié-
Orgullosos locamente y sensibles de un creíble al ridiculo, los guerreros del
ronse heridos en su dignidad de hombres, de señores absolutos,
y comenzaron,
á principios del siglo xni,
á practicar el antifeminismo á la la literatura, esta
manera china. En
reacción se marca de un
modo
vi-
Antes del año 1300, casi todas las obras grandes y bellas, son escritas por mujeres. Después de 1300 las mujeres ilustres abundan menos. sible.
íí?
La obra más célebre del siglo x, el Ghenú Monoaún leen los japoneses con religiosa admiración, fué escrita por una dama de la corte de
gatari, que
Kioto, llamado JMurasaki Sikibri. Hija de 128
un
erudito,
El
Alma Japonesa
pudo desde un principio consagrarse á los estudios literarios. Sin embargo, durante su juventud no escribió nunca una línea. Casó con un esta escritora
noble del clan Fusivara y vivió en los cincuenta años, retiróse á
la corte.
Viuda á
un convento y
se con-
sagró á escribir su novela. El personaje principal del famoso libro, es cipe Ghenzi, que vive feliz al lado de dulces tiles
las letras
momento
discurso sobre
la
más que por
el
y
la filosofía
le
entusiasman.
Á
autora pone en sus labios discretos
humana. Hablando de Algunas no tienen estimación talento que ellas poseen, y consideran naturalaza
la
las mujeres, dice
el
prin-
y su-
amigas. El amor es su ocupación favorita. Pero
también cada
el
:
«
de los demás con desdén provocativo. Otras pue-
den causar honda impresión en el corazón de los hombres que no han tenido ocasión de conocerlas bien. Si son jóvenes dales comedidos, sus
y tienen atractivos físicos y moamigos pondrán gran empeño
en disimular sus defectos morales, presentándonos sólo sus buenas cualidades. ¿Quién se atreverá á condenarlas sin pruebas y á decir todo eso es :
falso?
mente
Pero después de
conocerlas bien, segura-
á pesar de ser bellas, no siendo buenas, per-
derán mucho nuestra estimación razonamientos no impiden
al
».
Mas
estos bellos
príncipe enamorarse
con suma facilidad de todas las bellas damas que pasan. Su ardor no conoce límites ni respetos sociales.
Las mujeres casadas, las niñas apenas púberes,
las maritornes, las
Su última aventura,
mismas religiosas, le seducen. la más bella de todas, comenzó 129
E.
Gómez
Carrillo
en un convento. Ghenzi, curioso, se había acercado al muro del santo monasterio y ocultándose entre los árboles veía lo
jugaban. Entre
que pasaba dentro. Muchas niñas
una que todo lo más una linda y noble musmé, ata-
ellas hallábase
tendría diez años,
un vestido blanco
viada con
Su gracia era divina
;
bordado de amarillo.
sus cabellos caían en espe-
hombres y sus hermosos ojos habíalos enrojecido el llanto. La religiosa que sas ondulaciones sobre los
guardaba dijo
:
convento, volvió
el
la vista
hacia ella y
le
— ¿Qué tenéis? ¿Habéis disputado con alguna
compañera?...
—
Entretanto Ghenzi, que las estaba
plando, observó que entre existía
una gran semejanza,
— pensó. —
«
Imiki ha abierto
«
contem-
niña y la religiosa Tal vez sea hija suya »
la
la
puerta de
—
la jaula
de mi pajarito y éste se ha escapado » respondió la niña tristemente. « Ah siempre Imiki comete !
¡
y atormenta á esta pobre niña exclamó una sirvienta. Todo porque no se le reprende nunca. ¿Dónde estará el pajarito? Tal travesuras de esa índole
—
—
vez los cuervos
lo
habrán cogido ya...
ciendo esto, alejóse. La cabellera de
»
—Y
di-
la religiosa caía
y abundante sobre sus hombros y su figura era En el convento la llamaban eí ama Sonagon », y parecía tener por principal mi-
libre
risueña y agradable. «
sión
el
cuidado de aquella niña.
—
—
«
¡Varaos,
vamos, consolaos y sed buena! díjole la religiosa. olvidéis que mañana podemos morir, y olvidad No vuestro pajarito. Ya os he dicho que es pecado tener encerrados
á
los
pajaritos. 130
¡
Venid,
venid
á
mi
Alma Japonesa
El
La niña, con expresión de
infinita
pena y
con los ojos llenos de lágrimas, acercóse á
la reli-
lado!...
giosa.
—
«
i
sea mujer
Qué divina será
—
!
esta criatura cuando-
pensaba Ghenzi
contemplar sus
al
lindos cabellos peinados hacia atrás rojecidos por
En
el llanto.
efecto,
y sus ojos en-
la
niña á quien
tanto admiraba, parecíase grandemente á una mujer
que en otros tiempos habíale entregado todo su corazón.
Y
la religiosa
entretanto acariciaba aquella
preciosa cabeza y decía
:
«
Hermosa
cabellera tenéis,
niña mía; lástima que os apene tanto tener que peinarla. ¡Cuánto
Á
vuestra
me entristece que
edad,
otras
niñas
seáis tan frivola!
son
ya
—
diferentes.
Cuando vuestra difunta madre se casó, tenía doce años, y tampoco era muy juiciosa. Si me perdierais ahora ¿qué sería de vos?... La religiosa lloraba al pronunciar esas
palabras. Aquel espectáculo
emo-
cionó profundamente á Ghenzi... Poco después
la
niña y el príncipe se casaron para vivir muchos años perfectamente felices. Y asi termina el delicioso
cuento azul.
Otra figura de primer orden en
la galería
jeres de letras japonesas, es la de Sei
tora de
un
libro titulado
Makura No
de
mu-
Sonagon, auSoci, lo qií¿
aproximadamente « notas de mi almohada ». Cuando uno lee estas notas tan ligeras, tan risueñas, no puede menos que envidiar á los nipones del año 1000 que, mientras los europeos se morían de miedo pensando en el fin del mundo, sólo pensaban significa
131
Gómez
E. en
Carrillo
en gozar, en amar. La existencia del pa-
vivir,
lacio imperial,
pintada por esta poetisa, que era
al
mismo tiempo dama de su majestad, tiene encantos dice en el instante en que de leyenda. « Un día
—
—
charlábamos de
flores
y de placeres en
del palacio, su Excelencia el Daínagon, la
la
terraza
hermano de
Emperatriz, entró. Llevaba una túnica color de ce-
y pantalones de púrpura obscura. Su vestido y ostentaba bordado en el cuello
reza,
interior era blanco
un precioso dibujo de tonos
escarlatas.
Como
el
Mi-
kado estaba con la Emperatriz, se sentó en la terraza para leer un informe sobre asunto de Estado. Las
damas de honor vestidas con
telas
de púrpura, de oro,
de plata, de malva y de otros colores encantadores, resaltaban admirablemente sobre la suntuosa decoración del jardín. Después se sirvió la comida en las
Por todas partes oíase
habitaciones imperiales.
el
y venir de los criados. El aspecto del cielo era admirable. Cuando todo estuvo dispuesto, ruido del
ir
un mayordomo vino palabras « La cena :
netró por lencia
está servida.
Daínagon
;
El Mikado pe-
ambos fueron
entre las flores. Entonces tarse á su lado y el
observar
»
puerta del centro seguido de su exce-
la
el
á pronunciar las sacramentales
á
colocarse
Emperatriz vino á sen-
Emperador
la belleza del
estos versos
la
la
recibió haciéndola
espectáculo y terminó citando
:
Los días y los meses desaparecen Pero el Monte Miraoro permanece siempre. »
»
Yo me
hallaba profundamente impresionada y 132
El
Alma Japonesa
el fondo de mi alma rogaba á los dioses porque todo aquello continuara asi durante miles de años ». El voto de la poetisa no fué oído. Poco después la Emperatriz murió y con ella murieron
desde
también luchas
de su corte. Las guerras de conquista, los grandes
las frivolidades deliciosas
civiles, las
cambios de régimen, dieron á
menos suave. Sobre
carácter
mano
matices, la
del destino
nocturnas.
de aves
la corte
de Kioto un
las túnicas
de claros bordó vuelos obscuros
Pero Sei
Sonagon
no quiso
nunca, ni aun en los últimos años de su vida, pasados en unconvento, quejarse de sus amarguras. La
mayor concesión que hizo á la adversa suerte, fué de confesar un día que en la vida no todo es color dijo. Y luego, de rosa « Hay cosas detestables » como una marquesita Luis XVI, de las que oyendo rugir al pueblo que tenía hambre le ofrecían bom« Sí hay cosas detestables y bones, explica El visitante que os cuenta una historia helas aquí la
—
:
:
;
:
interminable cuando estáis de prisa.
Si se trata
de
alguien con quien tenéis intimidad, podéis despedirlo prometiéndole escucharlo otra trata de gente á quien
no podéis
perdidos;
fianza, estáis
el
día
tratar
;
pero
si
se
con esa con-
que enviáis á
exorcista
buscar en un caso de enfermedad repentina y os recita los encantos ^n tono soñoliento los niños que ;
lloran y los perros que ladran
chando
quien tratáis
cruje.
;
estáis escu-
ronquidos de un hombre á de ocultar y se queda dormido en el
á alguien
escondrijo
cuando
las
;
los
gentes que viajan en un carruaje que
Esas gentes son detestables, y
si
somos nos-
133
8
;
E.
Gómez Gárrulo
otros los que
vamos en
el
vehículo, entonces el detes-
Los que interrumpen vuestra
table es el propietario.
conversación para hacer gala de su inteligencia. Todos
que interrumpen, jóvenes ó viejos, son detestables. Los que cuando estáis refiriendo un suceso os interrumpen con un « oh, ya lo sé » y os dan una versión completamente diferente á la vuestra los
!
¡
para recibir un visi-
estar obligado á levantarse
el
tante importuno, cuando precisamente os quedabais
cama para no recibirlo, el estar en buenos términos con un hombre y oirle las alabanzas de una mujer que conoció hace muchos años; los que murmuran una oración cuando estornudan, y, por último,
en
la
las pulgas
y
cuando se meten entre vuestros vestidos un lado á otro ».
saltan de ¡
Oh
deliciosa,
y suave ironía Leyendo vida de la corte en que
tierna,
y
!
estas páginas ligeras, toda
la
pasó su juventud la poetisa, resucita. Se ve que lo solemne era para fuera y que por dentro, entre las puertas erizadas de dragones, una frivolidad invencible reinaba. Las
armas de
los
daimios podían
lle-
narse de sangre en los siros cercanos. No importaba. Las
damas de
Pero en cambio cualquiera
camareras
¡
heri-a
de
de las páginas
y de los claustros reían. cuánta emoción cuando un detalle
la
la corte
coqueta
honor
más
!
En
de
las
Socí,
una
susceptibilidad el
Makura no
vibrantes, es la que refiere
desventurada visita de
la corte al
la
Palacio del Daicin
Narimasa. La carroza de su majestad penetró por
la
puerta del Este. Las damas nobles de servicio dieron
un rodeo para entrar por
los jardines,
134
con objeto
de-
El no pasar ante
Alma Japonesa
los oficiales de la guardia.
—
dice la poetisa
estábamos
«
—
Porque
todas despeinadas y
queríamos que no nos viera nadie. Pero ay, de nosotras !... Los coches cubiertos de palmas se encontraron de pronto detenidos en su marcha, por ¡
estrechez del portal. Entonces colocaron á el clásico camino de alfombras y nos invitaron apearnos á pesar de nuestro enojo y grande indigna-
culpa de
la
ción, y no
cómo
hubo otro remedio; y era
irritante ver
los cortesanos y los servidores, reunidos en
la
sala de la guardia, nos miraban pasar. Cuando nos presentamos ante Su Majestad y le contamos lo.
ocurrido,
se
nosotras, dicicndonos
burló de
:
¿
Y
ahora no os mira acaso nadie? ¿ Por qué os prerepliqué yo sentáis ante mí en tal estado...? Aquí vernos, y á acostumbrado está mundo el todo adornado hubiéramos que nos llamaría la atención
—
—
más de
lo regular.
Y
además, ¿quién podía pensar
que en un palacio como
éste no pudieran entrar los
coches por las puertas?... al
Daicin
me voy
¡
Ah
!
Cuando encuentre
á burlar lindamente de
él.
»
¿No
hay algo de Yersalles, algo de Trianón, algo de coquetería florida y de tierno mal humor parisiense, en esta escena tan lejana en el tiempo y tan lejana en
el
espacio?
Algunos lustros más tarde florecieron dos poetisas que tuvieron tanta fama como Sei Sonagon. La primera, Daini no Sami, escribió en el año 1040 una larga historia amorosa titulada Gagoromo Monogatari. La segunda fué una hija del noble Suguroano Takasuye. Su única obra conocida, es una melancólica 135
E.
Gómez
Carrillo
narración de viaje de
Ninguna de
Limosa á Kioto en 1046. ha sido traducida en
estas dos obras
lenguas europeas.
Pero no sólo poetisas, ni contadoras de galantes
Japón antiguo. El historiador
aventuras produjo
el
más
época clásica, es una mujer. De
notable de
la
Yemon y
su vida, se sabe poco. Llamóse Akazomé floreció á fines del siglo xi.
Su obra
Monogalari (Relato glorioso), es
la
titulada \eigiia
crónica del rei-
nado de Kuazan y de sus predecesores. Yo no conozco sino la última parte de esta obra y la encuentro tan bella,
emoción,
que siento no poder
anteriores.
libros
los
Con una
la historiógrafa
leer en. el texto
llena de
sencillez
imperial refiere las hazañas
mikado que hace pensar, reina muerta y con su locura de España. Cuando Kuazan
religiosas de aquel pobre
con sus amores por mística,
en Carlos
hubo enterrado
la II
á su augusta esposa, echóse á llorar
y llorando pasó días y días. Al fin se dijo « Ay de mí!... Cuan grandes debieron ser los pecados de Kokiden!... ¡Cuan grandes sus faltas en una existencia pasada!... ¿Por qué murió tan joven?... Ah, si yo encontrara algún medio de olvidar todo :
i
¡
eso
!
»
La
historiadora, después de reproducir tales
lo que pasaba en el alma del sentíase dice Su augusto corazón con frecuencia turbado por extraños pensamientos religiosos. El primer ministro y el Tchiounagon
lamentaciones, explica
monarca:
—
«
—
veían con pena esas manifestaciones que fatalmente 13u
Atma Japonesa
El encaminaban
al
monarca
Gonkiou, superior del
á
un alarmante misticismo.
monasterio de Kuazan, era
diariamente llamado para explicarle las escrituras.
Abandonar
mundo y
el
abrazar
el
estado religioso,
decíase en la Corte, es cosa fácil para dicha ¿ pero qué ocurriría después? Y el monarca continuaba
manoseando sus negros pensamientos. Ya no cabía admitir duda; esa influencia del espíritu tétrico era hereditaria; su
Y la
padre Reízeí-in había muerto loco.
conducta insólita, inconsciente, del Mikado, era
vigilada atentamente
cimo día
del
sexto
;
pero en
la
noche
mes de aquel año,
del el
duodé-
monarca
desapareció repentinamente. La alarma fué grande, y lodos, sin excepción, nobles, servidores, guardias y hasta domésticos humildes, provistos de antorchas, buscáronle por mil partes. Pero inútilmente. El primer ministro y sus colegas, con los nobles,
pasaron
la
noche reunidos en asamblea;
la conster-
nación era general. ElTchiunagon prosternado ante el altar
de
los dioses
protectores del Palacio, supli-
cábales con lágrimas en los ojos tos,
que descubrieran
el
y grandes lamen-
lugar en que hallábase
oculto su magnífico señor... Algunas tropas fueron
enviadas
también á todos
pero sin resultado reales esposas del
alguno.
los
Al
templos
budistas;
mismo tiempo
las
monarca lloraban atribuladas sin
saber qué terrible acontecimiento había ocurrido. Apareció
el
alba.
Todas
las
pesquisas habían resul-
tado infructuosas. Porfin.el Tchiunagon y Satchiuben-Korenari decidieron ir al monasterio de Kuazan,
y
allí
encontráronle
vestido ya de fraile. Al verlo, 137 8.
E.
Gómez
Carrillo
los dos se prosternaron ante él
lanzando exclamaciones
y lamentos y gritos de inquietud. El ejemplo cundió y los dos se hicieron religiosos ». Pocas páginas hay para mi, no sólo en la literatua japonesa sino en los anales del
mundo entero,
tan intensas
como
ésta.
SJÍ
gran historiadora, he aquí á la gran viajera literaria. Se llama Abutzu y es de estirpe imperial. De su vida no se sabe sino muy poca Después de
cosa.
Como
la
todas las
damas nobles
del
siglo xni,
vivió encerrada en su palacio al lado de su esposo.
Al enviudar, hizo un viaje ú Kamakura, en donde vivía
un
hijo
relato poético
suyo. Su célebre hayot no ki es
de este
viaje,
en
el cual,
el
más que
aventuras, hay paisajes, cielos, puestas de sol, espectáculos de belleza.
Después de Abutzu, ninguna escritora nipona ha como sus abuelas de siglos lejanos, digna de
sido,
que
los
hombres conserven su nombre con
entusiasmo. Al matar influencia china secó la
el
religioso
respeto por la mujer, la
más pura fuente de
rario japonés.
138
arte liie-
EL PROBLEMA RELIGIOSO (DOCUMENTOS JAPONESES)
¿Es
cierto
muy
ocupan Si
lo
i
cuestiones
las
preguntamos á
contestarán
—
que
Muy
religiosas
pre-
poco á los japoneses? los viajeros europeos,
nos
:
poco
!
Y, sin embargo,
tal
vez no existe hoy en todo
el
imperio del sol naciente, un problema que interese tanto á los sabios, á los filósofos,
como con
el
el
problema
progreso,
declara así en
un
religioso.
la fe crece.
á los estadistas,
En vez de disminuir Un escritor popular lo
artículo del Jiji
Shhnpo.
Y como mi
intención es reunir documentos originales sobreesté el ilustre Unamuno los comente, comenzaré por traducir algunos párrafos de tal artículo, y así podremos desde luego darnos cuenta del cambio que se opera y de sus causas. « La guerra
asunto, para que
—
—
dice atrajo hacia la religión, no sólo á las almas de aquellos que en los campos de batalla sentían la
necesidad de los consuelos del cielo, sino también á la multitud de gentes que contaban entre los solda-
dos seres queridos.
En
todas partes las madres y las
esposas hacían votos y dedicaban ofrendas para que 139
Gómez
E.
Carrillo
sus hijos y sus esposos volvieran sanos y salvos. Desde esa guerra, en que se contaron por docenas los
encuentros terribles,
la fe religiosa del
pueblo ha
tenido una excitación intensa. Terminada
la
cam-
paña, las acciones de gracias por la vuelta de los que se habían librado de una muerte inminente, die-
ron á los templos budistas y sintoistas una animación extraordinaria. La ocasión se presentaba única para los ministros de la religión de sostener á las al-
mas en ese estado de fe. Y á decir verdad, grande es el campo que se ofrecía á su celo. Sin hablar de las atrocidades que hemos mencionado, hubo después de la guerra otros desórdenes más temibles. Entre los soldados vueltos á sus hogares, muchos habían perdido la afición al trabajo, muchos se vieron alentados á la ociosidad por las pensiones que les fueron otorgadas... La experiencia de otros países nos de-
muestra que las consecuencias de racterizan por un relajamiento de
la
guerra se ca-
las
Japón no podría sustraerse á una
costumbres,
crisis
análoga.
y
el
A
los ministros de la religión incumbía, pues, el de-
ber de contener el mal. Estos, que mostraron su abnegación y su celo durante la campaña, siguiendo á los soldados, participando con ellos délos peligros,
dándoles consuelos y reconfortando sus almas con la oración, ¿ se contentarían ahora con regocijarse
viendo
la
animación de
los
templos y las numerosas
ofrendas que en ellos se amontonan ? Su mismo interés parecía guiarlos á sostener ese movimiento religioso, y,
por otra parte,
sociedad solicitaba
el
interés general de
más que nunca de su 140
celo. »
la
— El Asi, pues, la fe
otros sería dificultad,
Alma Japonesa
aumenta. Pero esto que entre nos-
un fenómeno que no presentaría ninguna en el Japón se convierte en un problema
intrincado. Los que se creen con derecho á dirigir la
conciencia popular, pregúntanse, en efecto, hacia
qué
iglesia
deben llevar á
los
rebaños de creyentes.
Cuatro religiones se encuentran en presencia. La más antigua,
apoyo de
la corte.
El
budismo, con sus templos soberbios, ha sido en
si-
el
sintoismo, tiene
el
glos pasados la fe del pueblo. El confucionismo, con
su prestigio intelectual, tiene gran partido entre que estudian. El cristianismo, en
fin,
ios
gana cada día
terreno.
Busquemos, en
los libros
poneses recientes,
la
y en
los periódicos ja-
explicación de las religiones
nacionales.
Hace poco más de un año todos los periódicos de Tokio publicaron y comentaron una conferencia del ilustre Ono Tohuzán, sobre la gran religión del Ja-
En
pón.
su preámbulo,
el
conferencista asegura que
gracias al culto de los antepasados gloriosos,
Yamato poseen un alma
hijos del
nera,
ó
sea inocente,
religiosa á su
suave, serena
y
los
ma-
caritativa.
mismo que todo buen patriota, habla del sintoismo como de una fuente inagotable de enseLuego,
lo
ñanzas admirables. «Por ser dice
—
el
sintoismo es
la
el
culto de los héroes
escuela de nuestra energía
y de nuestra actividad. Corresponde maravillosamente al sentimiento humano. Por esto el culto de los héroes se
encuentra con diversas
humanidad, en
el
mundo
formas en
literario, militar 141
y
la
político,
Gómez
E. lo
Carrillo
mismo que en
mundo
el
religioso. Mientras ese
una nación,
culto subsista en el seno de
nativa perdurará
pueblo
ría al
de
la
mas
;
si se
regresión y
la
la
energía
extinguiese, ocasiona-
decadencia. El culto
la
naturaleza que produce sobre
el
alma humana,
por no sé qué influencia misteriosa, una impresión de fuerza y de luz moral análoga á la que ejerce el culto á los antepasados y á los héroes, ha llegado á
confundirse con este último.
Y
es que,
en efecto, los
dos cultos impelidos hasta su término supremo y absoluto, llegan al gran principio del Universo.
Por esto vez
el
la
gran divinidad Amaterasu, que es á
antepasado de
la
casa
la
imperial y del pueblo
japonés, nos parece un personaje superior, tipo de
y de eminente virtud y la manifestación
alta sabiduría
ilumina
del Universo. Esa transformación de
encuentra igualmente en
cristianismo.
Una
es el sol
del
que
gran alma
una individua-
no es particular
lidad en lo absoluto, se la
:
la tierra,
al
sintoismo,
budismo y en
el
individualidad manifiesta
el
el
ideal
de una manera relativamente perfecta, su transfor-
mación en un ser superior á
la
humanidad, ó más
bien, el hecho de ver á través de su individualidad la
manifestación de
lógico, universal,
lo absoluto, es
un hecho psico-
más aún, una necesidad de
la
con-
ciencia religiosa. Así, pues, las divinidades del cielo
son personalidades humanas transformadas en lo absoluto, y convertidas por esto en superiores á
humanidad
—
chojinkakii
—
y
la
la
conformidad á
esta ley de la transformación en lo absoluto, es la «
vía de los dioses
»,
ó
el
sintoismo. Al despojarnos
142
El de nuestro yo,
lo
conformarnos á
la
gran ley de
absoluto, y esto es lo que se llama isliin ó
voluntad de los dioses. La vía del Ishin ó gara,
la
comulgamos de una manera misteriosa
naturaleza,
en
al
AEma Japonesa
como también
llaman,
la
mente en descubrir en
sí la
Kanna-
consiste práctica-
vía del gran
alma
del
universo, en tener conciencia de esta vida y obrar
según esa conciencia. Este es religión
y
la
el
centro
fuente de la moral. Así,
mismo tiempo que
el
una religión de
es
mismo de
la
sintoismo
al
raza,
una
reli-
gión nacional, es también una religión universal, religión de la
humanidad.
veamos ahora
lo
»
que es para
la
Si ese es el sintoismo,
los japoneses actuales
otra religión nacional.
En un
estudio titulado
Waga
Shinen,
el
bonio
Shaku Soen, célebre por sus predicaciones, explica lo que es el budismo tal cual lo practican y comprenden sus compatriotas. Ante todo, el místico japonés nos declara que una persona culta y honrada, no tiene necesidad de creer en un Buda todo misericordioso, pues sólo la conciencia de sus debilidades
y de sus vicios
hombre
lleva al
á invocar socorros
divinos. El sentido profundo de la religión, á su en-
tender, consiste en la unión del ser humano con la Gran Realidad del Universo. Esto los fieles lo explican por medio dó la frase ritual de « El Espíritu y Buda son una misma substancia. » Luego dice literal« La Realidad absoluta y sin límites que la mente :
filosofía
descubre por
trabajo de la razón, es bien
el
diferente del Dios y del
sabríamos aplicarle
el
Buda de
las religiones. iNo
carácter que la limita; por 143
Gómez
E.
ejemplo,
de
el
que
tido
Carrillo la
personalidad
la religión
;
pero siendo admi-
proviene de las aspiraciones dej
corazón y del sentimiento, es necesario que el objeto de su adoración revista una personalidad cualquiera. Esta es la teoría, en doble principio, creada
para
el
uso de aquéllos que no están aún libres de
ilusión de los deseos
la
— bo7ino
teki meishin.
—
budismo es único fuera de la Verdadera Esencia no existe nada. Y el Buda que tiende una mano bondadosa á todos los seres, y el Dios viviente que abre su seno amoroso Pero
el
principio del verdadero
:
á todos sus bijos, todo eso entra en los medios de salvación,
la
categoría de
— Saido no hoben —
á los
grandes santos y los hombres eminentemente religiosos han recurrido en todos los tiempos, mas
que
sólo
los
como
puros expedientes. Para
á
ideas de Dios y de Buda son
las
se pregunta, con justo motivo,
ceros están en
el
de haber hablado « ¿
Cómo
y
éste
»
Pero después
una inquietud invade su alma.
— exclama — explicarse
fenómenos
iniciado,
los creyentes sin-
si
goce de su razón. así,
el
ideas pueriles,
relativos é infinitos ? »
el
mundo
Una
de los
larga res-
Según los libros budismo contiene una triple doctrina:
puesta tranquiliza su conciencia. sagrados,
el
la del espíritu
único
;
la
de las dos enseñanzas y
de los tres grandes principios. isshin, ni mo7i,
mera ha espíritu
existe nada.
—
vulgo para llegar á
la
:
La segunda,
enseñanzas, halla su origen en el
la
Bukkyo vi wa,
La prisan dai no Kjori ga aru. que fuera del á saber
sido ya expuesta,
no
—
la
de las dos
la dificultad
que tiene
iluminación perfecta. Shaka 144
El Muni, en sus
Alma Japonesa
años de retiro contemplativo,
seis
descubrir la Verdadera Esencia, exclamó
cosa maravillosa tienen en
Todos
!
mismos
sí
la
:
«
¡
al
Oh,
los seres, sin excepción,
naturaleza de Buda
tino único es entrar en la nirvana.
»
Para
gra llegar á esa inspiración perfecta,
;
el
mi desque lo-
no existe
el
bien ni el mal, lo fasto ni lo nefasto, ni vejez ni en-
fermedad, ni muerte ni calamidad
más que este
el
mundo
;
todo eso no es
sueño de los sueños. Pero si se considera lleno de perturbación y de desorden, es
muy fácil comprobar cuan pocos son los hombres que logran esta plena conciencia. Para encaminarlos hacia esa verdad que los pudiera libertar, es necesacon sus debilidades, educarlos poco á poco contra esos apetitos que obscurecen sus espíritus. Así, al lado de esa doctrina de los iniciados, el rio transigir
daijo,
shojo
ha debido crear una doctrina apropiada al según la cual pudiera apoyarse al vulgo
—
—
— — é invocar — hongwan no Nyorai —
en una fuerza extraña apoyo del Buda encarnado
tariki
el
que se adora. La doctrina de los tres grandes principios comprende lo que los budistas llaman dai
—
yo. Tai, es la Realidad absoluta
misma
;
so,
Esencia en
es
el
dos los seres
;
la
y sin
manifestación de
tai so } límites, en ella la
Verdadera
mundo fenomenal que comprende toyo, es en ese mundo de los fenóme-
nos, la actividad que se revela. Esos tres
principios son
— San-
análogos á
la
grandes
Trinidad del Cristia-
nismo y no constituyendo más que una substancia son con tres formas diferentes,
la
manifestación de
145
9
Gómez
E.
Carrillo
Verdadera Esencia, en su trabajo y en su vida. Esta verdadera Esencia tomando cuerpo en el espíritu que la exalta, y unida á ella, nos hace penetrar
la
conciencia de lo absoluto y de lo infinito, conciencia que rechaza la distinción de los seres. Por
en
la
moviéndonos en el mundo de lo fenomerecurrir, en el uso práctico, á la idea debemos nal de la distinción de los seres, fenomenal puramente
otra parte,
á fin de procurar su liberación por medios apropiados á su vulgaridad. Tal es, explicada por la
nueva concepción
del
un japonés,
budismo.
El confucionismo no está
considerado por todos
como una religión. Entre sus adeptos, sobre todo, la mayoría desea que se diga la moral y no la fe de Gonfucio. Pero uno de los que mejor han estudiado el
asunto contesta
:
«
Si el
confucionismo no fuera
religión, no sería nada. » Y luego explica lo que á su entender debe entenderse por confucionismo.
una
aquí sus palabras esenciales En el confucionismo, se encuentra además del :
lie
«
temor reverencial
para
las
órdenes
del
—
cielo
Supremo — veneración hacia temmei — sentido encierra — confucionismo joten y — — jitsuzai gran Realidad y de profundo de — Enseña primeramente Absoluto — administrar corazón — jishin — bien — — bien gobernar en seika hogar y — jikoku. — Dirigiendo bien corazón el Cielo
la
;
el
así el
lo
la
á diri-
zeltai.
gir
á
el
el
el
fin, á
el
país
se llega á
un estado de paz profunda exento de turbación y pesar, á un desinterés y á una moderación suprema que obligan á obedecer inconscientemente 146
al
soberano
Alma «Japonesa
El
y que, hasta siguiendo los impulsos del corazón, no pasa jamás de los límites de la ley. En otros términos, se llega
estado de bienaventuranza del
al
gran yo despojado de todo
lazo, á la
gran actividad
inconsciente, al bien absoluto que supera las distin-
ciones del bien y del mal, de
lo
puro. Es necesario llegar hasta
tal
tener
el
limite
si
lo
im-
se quiere
Y
sentido completo del confucionismo.
ese límite se encuentra la esencia gión.
puro y de
misma de
en
la reli-
»
Pero estas tres religiones tradicionales ya no bastan
Japón.
al
No creyendo en ninguna de
una manera absoluta, busca en paz de renovar
lo
antiguo.
el
ellas
de
universo algo ca-
Durante estos últimos
años, éste ha sido uno de los temas
más
discutidos
por los sabios y los sacerdotes. Según el profesor Motora Yujira, déla Universidad imperial de Tokio necesidad de encontrar algo, es urgente.
la
reforma se impone
que
le
Ni
ni la
Y
modo de pensar en
los
«
Una
contestando á los
preguntan en qué consistirá
plica su «
— dice. —
»
tal
reforma, ex-
lérminos siguiente
:
caridad cristiana, ni la misericordia budista,
la
bondad confucionista pueden cambiar. Esas deben subsistir, tal como los tres gran-
tres virtudes
des sabios las han explicado. Lo que hace novar, es
falta re-
de esas virtudes. Esto no es una reforma como la hecha por Lutero en el cristianismo, en que el Cristo del judaismo se impone la práctica
hoy. El espíritu religioso bajo cualquier nombre que se
le
designe, caridad, bondad ó misericordia, está
como muerto en
estos
tiempos. Los tres grandes 117
E.
Gómez de
sabios
la
Carrillo antigüedad, Buda, Cristo y Confucio los demás hombres. Estos no han
vieron más allá que
comprendido suficientemente sus doctrinas. Así
bondad de Confucio
la
— jín, — etimológicamente ha-
blando, es susceptible de muchas interpretaciones; pero su verdadero sentido no es ni conocido ni practicado por la sociedad en general. Creo igualmente el punto de vista de los dogmas, es neceuna reforma, pues consideradas á la luz de la
que, desde saria
y de
ciencia
la filosofía, las
explicaciones dogmáti-
cas de otros tiempos, son inadmisibles.
Las
reli-
giones no se diferencian más que por los dogmas,
pues en moral, caridad, misericordia ó bondad, son solamente los nombres de una misma virtud vista
en sus diferentes aspectos. Así la caridad, la miseen ricordia, la bondad, la idea venida de la India
que
la
división de castas es
cierra
misma
un
sentido de
muy
— — acentuada en-
desigualdad.
En Judea
griega, se convirtió en la caridad, ó igualdad.
soy ni
esta
idea, gracias á la influencia de la filosofía
teísta, ni ateo, ni panteísta; la
mejor
Yo no
filosofía
mi opinión el positivismo de Augusto Comte. michi Creo que la humanidad, en cuanto virtud como lo explica muy bien Inoue Tetsujiro, no
es en
—
—
proviene ni de Dios, ni de teístas.
Cada hombre trae
las la
explicaciones panfuente en su
propio
humanidad ha progresado desde Augusto Comte^ y hoy constituye el fondo de todas las cuestiones sociales, lo mismo que un árbol ó un planeta que al principio no es más que un germen, y después se desarrolla, crece, esparce sus
corazón. Esta idea de
la
148
Alma Japonesa
El flores,
y,
por último, llega á producir frutos. Esta
es la evolución de una idea que no tenía
ningún sen-
y que poco á poco se punto de ocupar el lugar de
tido en las épocas de barbarie
ha desarrollado hasta
el
Sin embargo, la idea de
toda otra idea religiosa.
que
virtud de
la
la
humanidad
Dios ha podido germinar en
— michi — viene de
la
inteligencia poética
de las edades modernas. ¿ Cuál es el valor del lado poético de la religión? Aun no he estudiado bien esta cuestión
y no puedo
decir ahora cuál será
opinión después de ese estudio.
»
hombre
Otro
mi
ilus-
diputado Shimada Saburo, cree también en una fusión futura de los elementos de las religiones « El cristianismo, el budismo, el que ya existen dice han pasado por variaciones confucionismo en diferentes épocas. Ahora bien, como yo creo que, en definitiva, el camino del cielo debe ser único, no existe para mí duda que esas tres religiones llegarán á armonizarse. Hoy día no estamos tan apegados á
tre, el
:
—
las creencias
—
como en
otros tiempos, en los que, an-
haber estudiado
tes de
las ciencias
Europa que bueno fuera del cristianismo. El que se consideraba como un perverso, extranjera como una herejía; hoy orientales, se creía en
pensar cerse
así,
la
y más pronto
unión en
pón me parece
el
el
ó
más
y
las religiones
no
existía
nada
no era cristiano, y toda doctrina se está lejos de
tarde
veremos ha-
terreno de las creencias. El Ja-
país
más
á propósito para realizar
ese acuerdo, por no ser los japoneses ni tan exclusivos
como
como
los confucionistas chinos. *
los
cristianos de Europa, ni tan tercos
149
Pero hay, para que
E.
Gómez
Carrillo
las doctrinas cristianas
puedan generalizarse, una
barrera infranqueable que no es ni budista, ni con-
En
sino sintoísta.
fucista,
Emperador,
la religión
efecto,
Kiyomaru
con clara energía en
lo explica, «
:
En qué
¿
se
opone
creemos obligados á decirlo
cielo
—
—
—
Koso Amalevasu
nidad transformable
—
página
la
cristianismo á
el
primer antepagado
divinidad que alumbra
la
onii
el
nuestra constitución
:
nacional tiene por fundamento
reli-
— Kokntai. — Nos
nuestra constitución nacional?
imperial
religión del
El popular Kaiwai
gión anticristiana por esencia. siguiente
la
de los samurayes, es una
—
el
Esta es una diviKami. okwa no Kami sama.
—
Después de su nacimiento, sus padres Izanagi Iza-
namr no mi Koto, en su alegría exclamaron « Tenemos muchos hijos, mas ninguno es tan extraordinario como éste. No podrá vivir mucho sobre la :
tierra,
llamarlo
preciso es
al cielo. »
divinidades que han tomado
más
esta es la
templos de
visible
las
—
adorable. Su espíritu se adora en los
Uno de
Ise.
sus descendientes de
cera generación llamado Niniyi no bleció
De todas
un cuerpo
á su hijo en
trono,
el
mi Koto
la ter,
esta-
prometiéndole una
gloria
y un reinado eternos; y su posteridad divina
reina
sin
interrupción gloriosamente
millares de generaciones.
—
desde
hace
Después de colocar en
el
trono á su hijo, Ninigi no mi Koto, dirigiéndose
al
pueblo, dijo
mi
hijo.
»
He
:
«
ahí
Este es
cómo
el
pueblo que yo doy á
fué fundada nuestra cons-
titución nacional y la religión japonesa,
nen más orígenes que
que no
tie-
los de nuestros divinos ante150
Alma Japonesa
El pasados imperiales.
Quién no verá que todo aquello
¿
que pueda lastimar, por poco que ción, es
un peligro para
del cristianismo
no existen
sea, á esta tradi-
país? Ahora bien,
el
viene á decirmos
otros dioses
:
Dios
el
Fuera de mí
«
no adoréis jamás á otro
;
No es éste más estrecho de los exclusivismos, un exclusivismo que todo lo quiere subyuDios. » ¿
el
gar? Pues
si
tiende á destruir nuestra constitución
nacional tenemos que rechazarlo.
»
Debemos, empero, confesar que entre los que escriben en el Japón sobre el problema religioso, son pocos los que hablan, como Kaw^aai Kiyomaru, en nombre de las leyes del imperio. La mayoría se coloca en un punto de vista abstracto y no se inclina sino ante las leyes del pensamiento y del alma. Así
más de un entrar en
sabio cree que la
el
formación de
El profesor Ukito
cristianismo tendrá que
la
nueva
patria en la universidad de Tokio, dice
gión del siglo XX será una fusión de des religiones del mundo,
nismo y
el
cristianismo.
el
la :
historia
La
«
las tres
budismo,
el
reli-
gran-
confucio-
Esta armoniosa unión de
considerada desde
las tres religiones,
Yamato.
fe del
Wamin, que enseña
el
punto de
vista budista, será el resultado, el término de la evo-
lución budista; desde
un progreso
el
punto de vista cristiano, será
del cristianismo;
y por último,
los
con
fucionistas encontrarán en ella la perfección de las
doctrinas de su maestro. Entre las tres religiones
dejarán de existir las rivalidades, los celos por averiguar á cuál de ellas debe pertenecer
unión se hará por
la selección
y
la
el
mundo. Esta
adaptación de
Gómez
E.
Carrillo
Y
todo lo bueno que cada una de ellas tiene.
que decir que esto es una cosa imposible significaría
un
no hay tal idea
:
resto de las viejas creencias.
Todo
Lo mismo que en otros tiempos el budismo y el confucionismo se compenetraron mutuamente, á su vez, el cristianismo tiende hoy á impregnarse del confuciotiende hoy á la unión.
en China y en
nismo; y
el
el
Japón,
budismo, en
en muchos puntos.
ha cristianizado ya
fin, se
»
Pero es necesario saber que para los japoneses
como para nosotros, una docdogmas indiscutibles. Aun los que
cristianismo no es,
el
trina basada en
se convierten, discuten lo que se llama
el
fondo ab-
surdo de la fe occidental. Los japoneses según el profesor Tsubuchi de la Universidad libre de To-
—
kio
se
asemejan mucho á
los
antiguos sofistas
griegos. Sócrates dijo que en sus tiempos la ciencia
y
la
moral eran una misma cosa. Hoy no se puede
admitir esa aserción
más que
simplemente. Sin embargo,
si
tal
cual es
pura y
;
se considera que esas
palabras designan las relaciones de la moral con las
necesidades de una época, no carecen de razón. Ac-
tualmente en
el
Japón es imposible abandonar
punto de vista intelectual de sas,
pues en tanto que
las
el
cuestiones religio-
la religión
tiene por objeto
trabajar para la salvación general en las explicacio-
nes de los dogmas, hay que tener en cuenta los progresos científicos de nuestra época. Es inadmisible,
en
efecto,
que pueda explicarse
misma manera en los
la religión
todas las épocas.
que hablan de religión nos 152
lo
Y
de una
esto
todos
prueban. El mismo
El
Alma Japonesa
Ebina, pastor según creo, y en todo caso gran propagandista del protestantismo, confiesa sus dudas en la
página siguiente
:
«
Apenas convertido
car la doctrina de los ángeles. Hojeé
oí expli-
muchos
libros
antiguos y acabé por dudar de si realmente existirían seres que sirvieran de intermediarios entre Dios
y
el
hombre. Este fué
el
primer artículo que
me
pareció inverosímil, y que abandoné. Después perdí la fe en un Redentor, pues, á mi entender, decir
que Cristo, por su muerte redimió del pecado á los hombres, me pareció un ultraje á Dios. Todo lo más que se pudiera decir es que Cristo por salvar á los hombres del pecado trabajó y llegó hasta afrontar la muerte, y que su muerte redimió los pecados del hombre. Tal es la nueva opinión sobre la Reden-
Más tarde abandoné también las opiniones San Anselmo y de Grotuis, y, por último, dejé á un lado las discusiones bíblicas, y en fin, perdí la fe en los milagros. ¿ No es, en efecto, pueril el creer que las relaciones de Dios con el hombre no se manifiestan más que por milagros ? Podrán, tal vez, acusarme de aferrado á mis ideas parción.
teológicas de
ticulares, pero estoy
persuadido de que
lo
que creo
es lo mejor. Entre los misioneros extranjeros, se en-
número los que son obstinados; un fervor desesperante para el sentido común. Por ejemplo, unos quieren que el día de descanso sea el domingo; otros pretenden que sea el sábado; estos esperan la nueva venida del Cristo; y los de más allá creían que la guerra Chino-japonesa era el signo precursor. Algunos sostienen que al cuentran en gran otros son de
153
Gómez
E.
Carrillo
administrar
el
bautizado en
el
puede salvarse,
bautismo es preciso sumergir al agua hasta la cabeza, sin lo cual no
Y
enfrente de todas esas fábulas, los
japoneses algo racionales ó se convierten en absolu-
tamente escépticos, ó se esfuerzan en combatir
tales
ideas. »
Así, pues, no hay que figurarnos que el Japón puede más ó menos tarde, ser evangelizado como lo
fué América. La raza es sutil ojos cerrados, creer porque
zones de las
el
país
siderado
fe.
Creer á
y sin discutir las radoctrinas, no es posible en un japonés.
mismo budismo, que
El
en
aun en su
y que antes de
como
la
sí
lleva
ya muchos siglos
restauración estaba con-
la fe oficial,
no podría reconquistar
su antiguo esplendor sin sufrir antes importantes reformas. Los intelectuales tienen por Sakia
un
Muni
ningún otro dios les inspira. « Con un esfuerzo enérgico que regenere su iglesia dicen algunos el budismo conquistará de nuevo el alma culto que
—
—
del pueblo ».
Entre los que así piensan, existe un apóstol ardiente,
Takayama, catedrático en
perial de Tokio. Este profesor
la
muy
Facultad im-
proclama con energía
sus creencias en un articulo de revista que hizo sensación en todo
aquí «
el
país
y que
me
Nosotros no estamos
— dice — en
en que
la
que
útil
traducir
los
tiempos
bonzo predicaba esto 6
tal
superstición reinaba, en que bastada decir
quistara una solo
parece
:
lo otro
para que con-
que han hecho sus estudios secundarios, no deben fe ciega.
Hoy, hasta
1:4
los jóvenes
Alma Japonesa
El creer
su
más que
fe ni es
aquello que comprenden, sin lo cual
racional ni es científica.
Yo
quisiera tam-
bién ver á los bonzos ocuparse de obras sociales, unir la
práctica á la teoría
y no dejarse superar en este
punto por nadie. El cristianismo ha comprendido
que era necesario en estos momentos lanzarse por ese camino por eso ha dejado á un lado las cuestio;
nes espinosas del
dogma y de
para dedi-
la filosofía
carse á las obras de beneficencia. Nuestros bonzos
temen tal vez que siguiendo ese ejemplo las limossucederá nas disminuyan pero que no se alarmen donantes los cuando lo contrario; entonces será abundarán. Por lo que se refiere á los funerales, mi :
;
deseo es ver suprimidas todas esas largas y fastidiosas ceremonias y reemplazadas por la ejecución de
Ah, nada hermosos trozos de música europea. hay como la música para emocionar! Cuando me ¡
encontraba en Europa visitaba todos los días las iglesias católicas,
no impulsado por
la
devoción, sino
por oir una hermosa música. Muchas veces las representaciones de la
porqué experimentaba un
Todo
el
asistí á
Opera y no puedo explicar bienestar tan
mundo conoce hoy
preocupa á nuestros budistas
la :
indecible.
gran cuestión que ¿ los
bonzos deben
contraer matrimonio? He aquí lo que yo propondría
para saber en qué sentido se debe zanjar tión
:
la
cues-
Hacer una estadística exacta de todos los
bonzos casados públicamente ó en secreto, y si el número de los que tienen esposa pasa de los que
permanecen
célibes, se sacará
en consecuencia que
es urgente permitir á todos los bonzos 153
que se casen.
E.
Gómez
Carrillo
Tanto más cuanto que
la
mano
de
la
mujer
es indis-
pensable para que trabajen con provecho en
las
obras de beneficencia social. También quisiera que se disminuyera
el
—
número de templos budistas preferible que éstos fueran menos
y de bonzos. Sería numerosos y más instruidos. Todos ellos debieran tener por lo menos el diploma de una escuela superior y además hacer estudios especiales sobre reliLos sacerdotes
gión.
punto á nuestros
europeos
aventajan en este
padres budistas
:
aquéllos han
hecho sus estudios secundarios y han seguido un curso completo de teología. Por eso no caen en ridiculo» y
muy
su influencia es
En verdad
grande.
budismo, como religión, supera en mucho nismo, pero
dismo
al
los
Me
cristianos.
bonzos son inferiores
á los sacerdotes
preguntaréis ¿en qué supera
el buque no Dios délos cristianos nó
En verdad
cristianismo ?
podría precisarlo; pero
me
el
al cristia-
el
os digo
el mundo en seis mono y para el hombre carneros. Yo no puedo creer
agrada. Ese Dios, dicen, creó
días; él creó el
hombre y
creó los bueyes y los
el
nada de eso además yo siempre he sido ateo. La fe de Buda es igualmente otro error ese Buda designa solamente lo verdadero, el bien y lo hermoso perfecto, eso no es más que un ideal al que el hombre debe ;
:
esforzarse en llegar. tal
¿Cómo
atreverse á decir que
doctrina está en contradicción con
Al contrario, yo creo que
el
dera religión científica. Todo
seme que puro
;
budismo lo
el
ciencia?
más, podría decír-
está en contradicción con
pero
la
es la verda-
el
materialismo
materialismo puro no es una ciencia. 156
El
Alma Japonesa
budismo no teme los progresos de la ciencia; la como un agua clara y pura que lo pu-
El
ciencia será
de sus imperfecciones, y
rificará
El enemigo del
decer más.
de
él; está
dentro, en
la
lo
hará resplan-
budismo no
está fuera
persona de sus bonzos. Si
como dice Kato Hiroyuki, la lucha está empeñada hoy entre los fuertes y los débiles, la victoria la tienen asegurada los fuertes en
el
mundo
material,
y
mismo sucede en el mundo de la inteligencia como el budismo domina al cristianismo, desde el
lo
:
punto de vista intelectual, su victoria no puede ser dudosa.
»
Estos documentos, aunque breves, pueden servir á quien tales cuestiones interesen, no
cuenta exacta de el
lo
Japón actual, pero
que
el
para darse
problema religioso en para comprender lo mucho
que es sí
el
asunto preocupa álos hombres más eminentes
del país.
En cuanto
á la solución del conflicto entre
las iglesias, es probable
que ni
los japoneses actuales
ni sus hijos, ni sus nietos lo verán.
En
siglos ante-
budismo y el sintoísmo pudieron llegar á fundirse en los mismos templos. Hoy la fusión de riores el
las cuatro creencias, fusión
como Shimada y lizable.
los
Cada
en que sueñan hombres
Yujiro, no es sino
iglesia
japoneses tienen
una utopía
conservará sus
muy
arraigado
fieles.
el
irrea-
Y como
sentimiente
del respeto por las creencias ajenas, es probable
jamás
el
que
múltiple imperio de dioses rivales provocará
guerras civiles.
157
EL SENTIMIENTO POÉTICO
Un
Yokohama
editor de
se propone publicar en
francés las dos antologías clásicas de poetas japoneses. Si se tratara de dos tomos, la
empresa nos
parecería digna de elogio. Pero cuando se piensa que
Manyociu tiene más de cien volúmenes y que el Kokinciu es casi tan importante, no se puede menos
el
como una de
de considerar
el
más enormes
locuras de nuestro siglo. ¡Doscientos
libros de versos!
proyecto editorial
Los tesoros de
la
las
musa europea
ocuparía menos espacio...
Lo que el
debiera alguien traducir y publicar, es prólogo admirable y adorable que Ki-No-Tsusí
rayuki escribió á mediados del siglo
de su soberano, para
páginas
como
la
que
los
el
primer
x,
por encargo
florilegio oficial.
Esas
japoneses consideran justamente
más pura joya de su lengua, contienen toda
alma poética del antiguo Yamato y también algo del alma eterna del mundo. « Oyendo al ruiseñor el
que trina entre el
las flores, ó á la
rana que charla en
agua, nos convencemos de esta verdad, que entre
no hay una sola que no cante. » La resume las enseñanzas del viejo buen maestro amarillo. Todo canta, todo ama, todo palpita. El las cosas vivas
frase
arte, es la vida.
Entre
el
aullido de la fiera Vo'J
que sufre
»
Gómez
E. y
el
Carrillo
gorjeo del ave que goza, no hay, desde
de vista de teoría de
la
Taine de que
vicio
« el
y
la
el
punto
ninguna. La
naturaleza, diferencia
virtud son dos
como el vitriolo y el azúcar », está en germen, como canon literario, en el prólogo célebre. Con tal que el grito salga de un pecho sincero, lo mismo da que sea bello que horrible. De lo que se trata, es de encarnar un sentimiento, una productos naturales
pasión, una verdad. «
La poesía
creada, para
—
dice
animar
La poesía
el cielo
versos fueron trazados en
metales por
Susa-no-vo.
y
ennoblece todo.
la tierra.
la
En
tierra
la
vida fué
Los primeros
que da
el cielo
y en
por Site-tera-hime,
lo
— comenzó cuando
las estrellas
productora de
aquellos divinos
mo-
mentos iniciales, la poesía era poco artística. Pero no importa, puesto que expresaba fuertemente el amor de las llores, de los pájaros, de las aguas cla-
emoción ante las brumas; la tristeza de sude amar. » La única gran virtud poética, en suma, para aquel retórico del año mil, es la emoción, la sincera y fuerte emoción. Los artifi-
ras; la frir;
la gloria
cios le parecen despreciables.
placeres, les dice
Y
luego agrega
:
:
«
A
los
Vuestro no es «
En
una existencia de valor
el
el
que viven entre reino del arte.
huerto de los que llevan
intenso, la Poesía es
un
ár-
bol que tiene raíces profundas, mientras en el jardín
de los frivolos sólo es un ligero césped.
»
Pero en
medio de todo este ardor, hay un momento en que el
gramático de oriente,
Es cuando se mas. « Desde
sutil
y meticuloso, aparece.
trata de la factura el
misma de
los poe-
primer día en que los dioses y los IGÜ
Alma Japonesa
El
— exclama —
hombres escribieron ron de treinia y una
sílabas.
los
poemas
fue-
Estas líneas que
x>
chocan con su aspecto escolar entre tantos ardientea consejos de vida, de energía, de gravedad, son la
marca de la raza y de la especie. Ki-No-Tsurai era un apóstol. Era un poeta. Era un hombre. Pero al
mismo tiempo
era japonés y era erudito.
5$:
Como
todos los pueblos de Extremo Oriente,
el
Japón tiene una retórica tiránica y complicada. Las figuras poéticas y las licencias gramaticales son invulnerables. Pero lo que constituye la base
de
perspectiva nipona, es
la
empleo de
el
misma
las pala-
bras que Aston y Chamberlain llaman almohadas y ejes.
Las palabras almohadas son
al
mismo tiempo
y ripios. Los poetas se sirven de ellas para llenar y para adornar, para dar distinción á la frase clisés
grosería de ciertos nombres. Los
y para ocultar
la
aristocráticos
cantores de
han servido de
más de una
almohadas como
las
bolistas franceses de las imágenes.
sado en
la
lengua del Yamato,
hacer un glosario igual á aquel
Uemy
época, se
los poetas
Un
sim-
crítico ver-
podría, en efecto,
muy
célebre en que
de Gourmont nos explica algunos clisés mis-
« seno de cristal », una copa; á saber «amapola sonora», un gallo; «verdes charladoras», las ranas; «gusano vestido de bailarina », la mariposa; « romanza olfativa », un ramillete de flores;
teriosos,
«
:
cangrejo afectuoso
», la
mano
161
abierta...
La única
E.
Gómez
Carrillo
que hay entre
diferencia
frases
frases análogas niponas, es
cada poeta inventa
mundo debe una regla
las
invariable. Así
éstas
y
las
que mientras en París en Tokio todo
suyas,
servirse de las
como
el
mismas. La rutina es
como nadie
se atreve á
atentar contra la majestad del Mikado, nadie toca á
formas sagradas del verso. Los tankas, los haikais, los nagautas de nuestros días, son idénticos, las
matemáticamente idénticos,
á los que,
en
las
épocas
fabulosas de los primeros emperadores hijos del sol,
compusieron tanka, hoy
las
como
damas de la corte. Un mañana como siempre, será
grandes ayer, y
un poema de cinco versos alternados de cinco y siete sílabas, de manera que, en total, tenga treinta y una sílabas de un modo exacto é invariable. El haikai, más breve aún, se compone de un verso de cinco, uno de siete y otro de cinco. En cuanto al nagauta ó gran poema, es una composición de dimensiones indeterminadas, pero de forma
de cinco y nar.
En
prende
siete,
fija.
Sus versos son
con uno adicional de
siete al termi-
estas condiciones de rigorismo, se la
com-
necesidad que los poetas tienen de esas
palabras almohadas y ejes que se alargan y se en-
cogen y que sirven para todo. Las almohadas, ya lo hemos visto, adornan, llenan y afinan. Los ejes dividen y sostienen el conjunto. En la estrofa casteque « Yo conozco un avestruz llana que reza
—
:
á pesar de su ignorancia — está regentado unjuz — palabra juzgado da
Gado de primera instancia una idea de lo que es, en
», la
poética nipona. Otras veces
el eje es
162
un eje en una palabra de
cisrtos casos,
El
Alma Japonesa
doble sentido, ó una palabra que, unida á
la frase,
no tiene más objeto que el de completar un número determinado de sílabas, como si en español dijéra« Tu musa siempre (azul) nos deleitaba. » mos Azul no es nada más que una cuña para el ritmo y con que su sentido sea vago y poético basta. Esta manera de servirse de ripios con arte, hace que, por :
general los poetas japoneses sean intraducibies.
lo
En su Tratado de blos asiáticos,
el
la
Escritura que usan los pue-
profesor Rosny, dice
«
:
La mayor
parte de los utas japoneses son imposibles de traducir
porque reposan en juegos de palabras
muy
apre-
ciados por los indígenas, pero que desaparecen en
cuanto se trasladan á otra lengua».
En
efecto, los
Yamato consideran la complicación retóun mérito. El lector debe trabajar tanto autor. Lo que no está envuelto en un mis-
poetas del rica cual
como
el
terio,
por ligero que sea, no es digno de ser admi-
rado.
Un tanka
célebre reza
:
En otoño durante la coseha El techo de paja de mi cabana Está en mal estado. Mis trajes mojados Por el rocío matinal.
¿Y
sabéis lo que esto quiere decir?
pesino
necesita
el
Que
el
cam-
apoyo del emperador, cuando
trabaja. 163
E.
Gómez
Carrillo
Otro ejemplo ¡
Oh
!
:
brisa celeste
Cierra con tu soplo las Aberturas de las nubes
Para que
No
la belleza
de las muchachas
se escape de la tierra.
Esto quiere decir que es necesaria
la
intervención
divina para que los hombres gocen siempre de la protección de los dioses.
Un
bandolero escribe
:
En
la cima de Taka-no-yama pesar de la tempestad Amenazadora, mis versos
A
Perpetuarán mi memoria.
Aquí ya
el
misterio no es producto de
Taka
significa al
un juego
una combinación de palabras.
ideológico, sino de
mismo tiempo nido de
aves de
presa y altura. ¿
Cómo
traducir, pues,
tales estrofas
en versos
occidentales? Los que han tratado de hacerlo,
han
se
visto en la obligación de parafrasear ó de in-
ventar, y han hecho á veces cosas curiosas, á veces
cosas raras, á veces cosas bellas, pero
nunca.
El
poeta italiano
fieles
cosas,
Mario Chinti acaba
de
publicar en una revista de Milán una antología de
Tankas, entre los cuales escojo algunas UNA NOTTE SOLA
E m'é dunque una
bastata
notte, alternata 164
:
El
Alma Japonesa
sonni e gioia, per farmi innamorata ín fino á che non muoia? di brevi
CRUDELTA d'aMORE
Mi sonó addormentato pensando t'lio
Sognato
a te.
forse per cotesto.
Stanotte ero beato, stamani, ahimé!... son desto. AVANTI GIORNO
Non
era l'alba ch'io al cinguettio
ho pianto
E l'aurora, amor mió,
degli uccelli. e tu invece,
felice ancora.
dormi
COMPARAZIONE
Se
la notte é
le stelle
se son
maggiore,
han piü splendore;
meno
le
paci
tumulti d'amore, han piü dolcezza i baci.
che
i
PREGHIERA
Fu
l'esperienza d'una
notte.
Non
dirne alcuna
cosa, origlier, su cui
posai la testa bruna dandomi tutti á luí.
FRAMMENTO In ciel la luna, intanto,
splendea ch'era un incanto. 165
£.
Gómez
Carrillo
quella primavera ho sospirato tanto
Da
!
Ma
stasera...
La labor ]
cuan
retórica
Oh! es
stasera...
ingeniosa sin
desde un
estéril
poesía japonesa no ha tenido
Pero
duda.
La nunca esa suavidad
punto de vista real
!
y esa música. La rima no existe en ella y su ritmo mismo es muy ligero. Los teóricos exigen, ante todo, ideas nuevas expresadas en forma vigorosa.
Hablando le
acusa
del poeta Henjo, el
de
dar á
sus
gran
poemas
crítico «
Surayuki
molicies
que
hacen pensar en músicas suaves ». Otros poetas, á quienes también Surayuki detesta, quisieron en lejanas épocas imitar el verso chino que tiene ri-
mas
;
pero pronto tuvieron que confesar la inuti-
lidad de sus esfuerzos, ante la pobreza fonética de
su lengua. En japonés, en efecto, todas las palabras terminan en vocal, y como las vocales son cinco, las rimas tendrían que ser casi siempre las mismas. En cuanto al ritmo, tampoco es muy pues
perceptible,
las
voces son
idénticas
como
acentuación prosódica. Así, lo único que distingue el
verso déla prosa, según
Aston,
es
la
la
justa observación de
alternancia de frases de cinco
y de
siete sílabas.
un modo general puede decirse que un poema japonés es siempre un epigrama en el senDe
tido helénico de la palabra. El poeta trabaja, sobre
todo, ideológicamente, y desdeña, ó 1G6
más biendesco-
El
Alma Japonesa
noce, lo que es labor de artífice, esfuerzo de artista, cultura de orfebre. Lo que
ó evocar las
mucho con
cinco
líneas
le
interesa, es sugerir
pocas palabras, haciendo con
de
un tanka,
que
lo
aquellos
niaravillosos paisajistas del siglo xvni, hacían con la
esbelta ondulación
un
de
solo
rasgo.
una de las numerosas antologías publicadas
Hojead oficial-
mente por el gobierno del Mikado y lo notaréis en Cada estrofa es un cuadro ó un drama. Desde la época casi fabulosa en que el emperador
el acto.
Ozin cantaba las gracias de
la
muchacha de
largos
cabellos, hasta
cuales
Toyama Masakasu y sus de
tratado
europeizar
nipona
poesía
ha
sido
discípulos
retórica,
la
los
últimos años en los
estos
sintética
y
siempre
han la
tendenciosa.
Nada de cantar por cantar. Las palabras solas no tienen valor ninguno. Es necesario que haya imágenes, símbolos, enseñanzas, recuerdos, enigmas, pinturas.
Oíd
:
La casa de Mioua Famosa por su sabroso sakó! Desde por la mañana Hagamos abrir su puerta. Olí la puerta de Mioua 1
¡
Oid
Yo he pensado viendo Las hojas caídas Las pobres hojas caídas Vuelven á sus ramas :
i
Ay, no son sino mariposas 167
1
E.
Gómez
Carrillo
Entre estas dos estrofas, hay veinte distancia.
La primera es
del siglo
siglos
de
de nuestra era
i
;
segunda es de ayer. Y, sin embargo, ambas pare-
la
mismo poeta, ambas tienen el mismo corte, misma gracia obscura, el mismo prestigio sugestivo, la misma intención trascendentalista y hasta la misma factura. « Desde épocas remotas hasta dice Rosny la poesía japonesa no ha sido hoy cen del
la
—
—
sino un grito del alma ó idea
el
el
eco de una idea.
Esta
poeta debe provocarla y no expresarla, ó
dicho en otros términos, su misión es hacer entrever
un pensamiento disimulado entre pocas palabras». ¿
No
descubrís en estas líneas algo de las teorías
malarmeanas? La doctrina de
la
sugestión
partía
de un principio análogo. Pero en París las escuelas literarias
efecto,
aun
duran menos que en Tokio. Aquí, en mundo el Manyocíu que data
lee todo el
siglo IX y el Kokinciu que se publicó cien años más tarde. La menor variación en el gusto,
del
indigna á los sabios. «
En
mil —
este el
tiempo
amor ha
— escribía
Suryanki en
desarrollado en
el
el
año
corazón de los
hombres el gusto de los adornos en eso consiste que ya no producen sino una poesía frivola sin profundidad de pensamientos ». Y muchos siglos más :
tarde, celebrando
el
renacimiento
clásicos, Motoori escribe
«
de los estudios
gracias á la enseñanza
de nuestros maestros, hemos recobrado
la
antigua
lengua y podemos componer poemas como los » del Manyocíu. Hoy el espíritu clásico, lejos
de
sentirse
abatido
por 168
la
modernización
ad-
;
El
Alma Japonesa
y militar del país, cobra nuevas fuery nuevo orgullo en los triunfos nacionales.
minislrativa zas
i^
como la idea que se Europa y en América de la occidentalización de este pueblo. Sin duda hubo un momento en que, no satisfechos con hacerse un ejército, un gobierno, Nada
es tan falso, en efecto,
tiene en
una ciencia y una industria á
la
manera de Alemania,
de Francia y de Inglaterra, estos hombres inquietos quisieron también modificar sus costumbres, su traje, su gusto, su arte. Pero de aquello
lo único que queda es una serie de sombreros de copa pasados de moda y de levitas desteñidas, unos cuantos cuadros
pintados por imitadores de Bonnat tivas
y algunas tentaque no vivirán tantos siglos como
literarias
un tanka cualquiera del El gran paladín de catedrático de Yedo,
siglo vni
—
el siglo
de oro.
reforma poética fué un
la
Toyama Masakasu, cuyas
pri-
meras obras aparecieron en 1882, con el título de Poesías de Corte Novísimo Absináonüináo las formas .
tradicionales del clasicismo,
el
innovador comenzó
por traducir algunos poemas ingleses y franceses para hacer ver á sus compatriotas lo que, según la
un crítico amarillo, « corresponde que en ciencia representa la máquina
gráfica frase de
en estética á de vapor
».
lo
Estas traducciones, que figuran á
modo
tomo revolucionario, no resultan, empero, en sus originales, muy nuevas. Algunas de de proemio en
ellas
el
son de Carlos de Orleáns y de Shakespeare 169 10
E.
Gómez
Carrillo
más
otras de Gray; la
que de
la
retórica
rutinaria.
«
¡
—
exclama Toyama
Tennyson. De lo y de sacudir el yugo
reciente de
se trataba era de progresar
—
La lengua antigua
no puede servir para expresar » Con objeto de rejuvenecerla, la vida moderna comenzó por introducir en ella infinidad de pala!
bras nuevas que hasta entonces habían estado excluidas de la literatura.
Luego buscó en
el
tesoro
olvidado de las voces de otras épocas, todas aquellas
que, á pesar de ser expresivas y armoniosas, permanecían fuera del vocabulario poético á causa de su origen chino. El principio era excelente, pero su aplicación no dio sino un resultado cómico. « Los
poemas de Toyama
mismo
—
Atons
dice
—
efecto de grotesca pedantería
producen
el
que un verso
y griegas. » Por lo muchos imitadores, entre
inglés lleno de palabras latinas
mismo,
sin duda, tuvieron
más notables fueron Sivoi Uko, autor de HanaMomitzi; Cibata Ziro, autor de Matzu-musisuzu-muci; Usada, autor de Kuré Bmjesiú, y Simaki Fuzimura, autor do Watana-siu.QxOW un entusiasmo los cuales los
al de los innovadores europeos, estos poetas ensayaron todos los métodos de modernización. Quisieron introducir la rima ; trataron de emplear
igual
adoptaron las metáforas más extraordinarias. Pero de aquello que tentaron no quedó, al cabo de diez años, sino la costumbre de una liber-
metros variados
tad relativa en
;
el
uso de
la
lengua popular, y
hábito de dividir en cortas estrofas los gos. Por lo demás, ahora lo
poemas
mismo que antaño,
el
lar-
los
versos siguen siendo de cinco y siete sílabas alter-
no
|
Alma Japonesa
Ei nadas. Esto en
En
forma.
la
el
fondo nada cambió
en que Tsurayuki pintó nunca, y en el siglo x, siguen allá el alma de los poetas, siendo actuales. Hoy como siempre, los cantores las bellas páginas
cantan cuando
cuando
el
vuelven
el
la
rebosa
alegría
en
sus pechos,
amor los envuelve como las nubes enmonte Fusi, cuando hay en sus corazones
languideces que suspiran; cantan cuando el perfume de las flores los embriaga, cuando los cerezos simbólicos se cubren de flores de nieve rosada,
cuando
en los estanques de los jardines se abren las corocantan el amor, el goce, la belleza, las de los lotos ;
la
melancolía,
rai
el
no vuelve de
muere de celos, llenas.
Y
lo
heroísmo
cuando
demás de
hoy como siempre,
;
cantan cuando
guerra, cuando
la
las
la
el
samu-
musmé
se
copas de saké están
hoy como ayer, indifecompletamente deja
la existencia,
los
rentes.
En
el
Japón donde prosódicamente
la
poesía y la
prosa llegan á veces á confundirse, los literatos han establecido una infranqueable frontera entre los asun-
La prosa comprende todo lo que es ideas, relatos, ficciones, leyes, rituales. Es el instrumento de la vida. Para la poesía, queda el
tos prosaicos.
alma con sus vaguedades, con sus ángeles, con sus penas, con sus amores, con sus enigmas, con sus goces. Un poema es un suspiro ó una exclamación, una alegoría ó una imagen. Chamberlain ha hecho observar que
ni los
grandes espectáculos de
171
la
Gómez Carriüo
E.
existencia, ni las grandes acciones de los hombres,
parecen á los japoneses asuntos versificables. Otro autor inglés, Aston, ha compuesto un catálogo de
mas
poéticos nipones.
amor,
la
«
nostalgia del hogar,
cias de seres queridos, la
alegría de beber saké la existencia.
En
pena ante
las quejas
y
muerte,
la
lo incierto
de
la
por
naturaleza lo que interesa son
la
musgosas,
las
flores,
los
árboles,
monte Fusi,
las nieves del
revientan en la playa, las algas en
de
les, el
de
la
las aves, los insectos, el canto
salto de las truchas
en
el
de los arces,
Y
el viento.
si
murmullo
las
piedras
las olas
que
arena, el trino
de las ranas,
el
agua, las hierbas primavera-
bramido de los ciervos enotoño,
las hojas
el
de las ausen-
la tristeza
los aspectos variados de las estaciones, el
de los arroyos,
te-
Tenemos primero — dice —
los tonos rojizos
la
luna, las flores, lalluvia,
agregamos
á esto algunas efusiones
galantes ó patrióticas, una
enorme cantidad de juegos
de palabras y algunas imágenes religiosas, nuestra enumeración queda completa.» Todo lo que no figura
en este inventario, en de versos
;
y
así
efecto,
no es materia corriente
vemos que, adelantándose
á los
que
creen que en un porvenir lejano las grandes hazañas se cantarán en prosa,
los
japoneses han escrito
sus Ilíadas y sus Odiseas en lenguaje sin ritmo. los
mismos dramas, que antiguamente no
En
se recita-
ban sino que se cantaban, apenas hay algunos frag-
mentos en verso.
172
!
El
Alma Japonesa
ííí
En
numerosos
los
están divididos del
florilegios oficiales, los
modo
siguiente
i.°
:
géneros
versos de las
cuatro estaciones; 2.° versos de afectos; 3.° versos elegiacos
4.° versos
;
b.° versos ligeros.
alegóricos
simbólicos, y
ó
He aquí algunos tankas que per-
tenecen á la primera de estas categorías
:
Mis días están llenos de deseos Y mi corazón lleno de languidez, Como la nieve que se Derrite entre flores
Cuando
llega la Primavera.
i
Cae suavemente,
¡
Oh
Y
!
De
las
!
los cerezos floridos,
Antes de que yo
Es
Primavera ramas
tú lluvia de
no rompas
las
vea
la aurora.
No duermo pensando en Ah cuándo terminará
ella.
!
i
La estación ardiente De los amores 1
Dos tankas nos harán ver de afectos i
Ah
!
si
Fueran ¡
que son los versos
las olas blancas,
Del lejano mar de
Y
lo
:
Isé,
flores
yo pudiera recogerlas, ramillete para mi amada
Qué
1
173 10.
,
;
E.
Gómez Si tu
Carrillo mano
Estrechara la mía, Qué me importaría
i I
i
Que
mundo
las palabras del
Fueran abundantes y
Como
que
maro,
En
1
!
de poesía elegiaca,
ejemplo
un tanka sino un nagauta riquisima
hostiles
ó
poema
no escogeré
largo, de Hito-
aprecian cual una joya
los japoneses
;
su rostro había palideces de otoño
;
Sus formas eran gráciles como el bambú Esperábamos para ella una vida larga Una vida larga como un cable, Y no breve como el rocío. Si hasta nosotros que apenas La conocíamos de fama Estamos así apenados y tristes, Cuál no será el dolor de su esposo Desolado debe estar cuando se acuesta, Cuando no siente la caricia de sus brazos. ;
!
¡
¡
Ah
!
era breve
Para hacer ver ó simbólicos, siguientes
me
como lo
el
rocío
!
que se llama versos alegóricos
contentaré con citar las dos estrofas
:
En los cuatro mares Tranquilas están las ondas, Soplan vientos fuertes, Vientos de todas partes Y las ramas no tiemblan! El alba se aproxima La nieve cae Sobre los pinos esbeltos 174
i
!
El La nieve
Y
cae, cae,
las hojas
En cuanto
Alma Japonesa
no blanquean
á la última categoría, los
comprenden en
ella
japoneses
todo lo que es cómico ó báquico.
Los ejemplos siguientes son característicos
:
Odioso á mis ojos el fatuo sentencioso Que no quiere beber saké. Cuando veo á un tal, Lo comparo con un mono.
Es
Mientras en este mundo Yo encuentre placeres Qué me importa convertirme ;
¡
En una existencia futura En insecto ó comadreja 1
5{í
Todas
las estrofas
que acabo de
citar,
figuran en
grandes antologías imperiales y están consideradas como obras admirables. El gusto occidental,
las
sin embargo, no encuentra en ellas nada que logre ni siquiera agradarle. Y uno no puede menos de preguntarse ¿cómo un pueblo de grandes
seducirlo,
leyendas, de grandes aventuras,
de gran pintura,
de gran arquitectura, no ba producido, á través de
una poética tan pequeña?... ¿Cómo y de Kano, de Motoori y de Bakin, no lia tenido aún un poeta digno de ella y de ellos? Los que conocen á fondo la lengua nipona nos los siglos, sino
de Hokusai
la patria
dicen
:
—
¡Sí que los ha tenido en todas las épocas! 175
!
E