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Spanish Pages 696 [699] Year 2017
Vida de Julio Agrícola. Del origen y situación de los germanos. Diálogo sobre los oradores
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TÁCITO
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
ALMA MATER
Director de Honor Francisco Rodríguez Adrados (Real Academia Española – Real Academia de la Historia)
Director Luis Alberto de Cuenca (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)
Secretaria Helena Rodríguez Somolinos (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)
Comité Editorial Inés Calero (Universidad de Málaga) Vicente Cristóbal (Universidad Complutense de Madrid) Antonio Ramírez de Verger (Universidad de Huelva)
Consejo Asesor José Luis Calvo Martínez (Universidad de Granada) Matilde Conde Salazar (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) Emilio Fernández-Galiano (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) Rosario López Gregoris (Universidad Autónoma de Madrid) Aurelio Pérez Jiménez (Universidad de Málaga)
Ha revistado este volumen Francisco Socas
TÁCITO
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
PRÓLOGOS, TEXTO REVISADO, TRADUCCIONES, NOTAS E ÍNDICES DE
JOSÉ LUIS MORALEJO CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS M A D R I D
2017
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
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© Consejo Superior de Investigaciones Científicas © José Luis Moralejo ISBN: 978-84-00-10219-7 e-ISBN: 978-84-00-10220-3 NIPO: 059-17-114-9 e-NIPO: 059-17-115-4 Depósito Legal: M-16225-2017 Maquetación, impresión y encuadernación: IMPRENTA KADMOS IMPRESO EN ESPAÑA. PRINTED IN SPAIN
In piam memoriam magistrorvm: Abæl. Moralejo, Ant. Fontán, Seb. Mariner , Io. Bapt. Pighi
ÍNDICE
PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
XI
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TEXTO Y TRADUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
XVII 1
DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . TEXTO Y TRADUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CXV 50
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CCXXV TEXTO Y TRADUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 INDEX NOMINVM . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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PREFACIO
Casi quince años —los que Tácito llamó grande mortalis aeui spatium— han pasado desde que el autor de estas páginas contrajo el compromiso de editar los Opera minora del historiador para la colección Alma Mater. Por ello le cumple iniciarlas agradeciendo a los responsables de la misma, y en particular a su entonces director, el profesor Francisco Rodríguez Adrados, la confianza que le demostraron en su día al suscribirlo y no menos la paciencia que han tenido hasta verlo cumplido. Las llamadas Obras menores de Tácito lo son, ciertamente, por sus dimensiones, y sobre todo comparadas con lo que en su momento fueron sus Historias y sus Anales. Sin embargo, y aunque por conceptos diversos, las tres tienen un cierto carácter de únicas. Así, el Agrícola parece ser la sola muestra conservada de un género literario romano en su día novedoso, el de la biografía histórica, que debió de tener más nutrida representación en su tiempo, pero que, al parecer, acabó ahogado por la censura y la represión reinantes en buena parte del primer siglo del Imperio. También tiene lo suyo de singular la Germania, en cuanto que único testimonio latino conocido de monografía etnográfica, al parecer también más prolífica en sus días de lo que los azares de la tradición nos permiten ver (por no hablar ahora del inevitable interés que presenta su ominoso Fortleben en la primera mitad del siglo XX). En fin, la unicidad del Diálogo sobre los oradores se deja ver, cuando menos, en lo singular de su asunto y de su estilo, que ha mantenido abierta hasta nuestros propios días la cuestión de su paternidad. Las tres obras se publican aquí en el orden consagrado [XI]
PREFACIO
por la práctica editorial, lo que, como se verá, no significa que el editor comparta la opinión más o menos tradicional que da a ese orden un valor cronológico. Quede claro, por lo que respecta a los textos latinos y a los aparatos que los acompañan, que este volumen no pretende ofrecer una edición crítica en los términos estrictos que al efecto establecen las normas de esta colección, sino que se acoge a la más modesta categoría del «texto revisado». Y así el lector se percatará de inmediato de que en ellos no se proponen lecturas que no hayan sido ya adoptadas por los auténticos editores críticos que en cada caso se citan, procurando, eso sí, suum cuique tribuere. Sale, al fin, «hacia la luz y hacia la vida», este libellus, cuyo autor se ha sentido a veces tentado de compartir la inquietud que Horacio (Ep. I 20) manifestaba al primero de sus Epístolas, al cual veía ansioso por emprender el azaroso camino de las librerías; pero en este caso mediaba un compromiso de honor, con cuyo cumplimiento el autor también ha querido coronar, de la modesta manera que podía, medio siglo de dedicación a la Filología Latina, y buena parte de él al estudio y a la traducción de Tácito; tarea esta última que sí viene a completarse con este extremus labor. En el capítulo de otros agradecimientos exigen un primer lugar los que el autor debe a sus amigos alemanes de la Kommission für Alte Geschichte und Epigraphik de Múnich (a su director, el profesor Christof Schüler, a su secretaria la doctora Ursula Vedder, a su bibliotecaria Fr. Regina Gruber y a su joven Mitarbeiter el doctor Andreas Eder), así como a los de la Alexander von Humboldt-Stiftung, sin cuya generosa hospitalidad y ayuda no hubieran podido escribirse muchas de estas páginas, en los edita doctrina sapientum templa serena que la capital de Baviera tiene siempre abiertos a todos los estudiosos de la Antigüedad. Asimismo, el autor está en especial deuda con el Real Colegio Complutense en Harvard University, con su director el profesor José Manuel Martínez Sierra y con el Department of the Classics de dicha Universidad (en particular, con su viejo amigo y sponsor el profesor [XII]
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
Jan Ziolkowski, así como con Teresa Wu y Alyson Lynch, de su servicial staff), que lo acogieron como visiting scholar en el pasado otoño, cuando los árboles de Nueva Inglaterra se teñían de amarillo, de naranja y grana. En esos meses, acompañado por Beatriz y por el recuerdo allí presente de su hermano Serafín, pudo dar el postrer labor limae a este volumen. En fin, también demanda un recuerdo nuestra cordial pandilla de Cambridge —Teresa Márquez, Mary Gaylord, Luis Girón, el ya citado José Manuel Martínez, Victoria Alsina, Francisco Prado, Zoa Alonso y Carlos Domínguez—, que en aquellos días nos arropó con su amistad inolvidable. Como es sabido, esta colección exige que sus originales sean revisados por un experto reconocido. Al profesor Francisco Socas, que en este caso ha llevado a cabo ese in arto et inglorius labor, deben estas páginas muchas mejoras dignas de agradecimiento. J. L. MORALEJO Cortegada, Pascua de 2016
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
MAPA DE BRITANIA
PRÓLOGO 1. FECHA
Y TÍTULO DE LA OBRA
La biografía de su suegro, el ilustre magistrado y militar Gneo Julio Agrícola (40-93 d. C.), ha sido tenida tradicionalmente como la primera en el tiempo de las llamadas Obras menores de Cornelio Tácito y de cuantas el historiador llegó a publicar. Sin embargo, hace ya unos años, un importante artículo de CH. MURGIA (1980) ha aducido razones de peso para considerar como la opera prima de Tácito su Diálogo de los oradores, que habría sido escrito hacia los años 96/97 d. C.; asunto del que nos ocuparemos con el debido detalle en nuestro Prólogo a dicha obra.1 El Agricola —algo que, como veremos, tiene su importancia—, es la única biografía conservada de las no pocas que se escribieron en latín en el siglo I d. C., buena parte de las cuales debieron de perderse por las adversas circunstancias políticas en que aparecieron. La fecha de la obra puede deducirse con bastante precisión de su propio texto: en 3, 1 habla de Nerva, que sucedió al asesinado déspota Domiciano el 18 de setiembre del año 96 d. C., como de Nerua Caesar, y no del diuus Nerua que ya sería tras su muerte en enero del 98; y en 44, 5 se nombra a Trajano como princeps. De ahí se concluye 1 Véanse infra pp. CDXXV ss. Ya BORZSÁK, 1968: 399, 60 ss. aludía a antiguas hipótesis, que estimaba superadas, según las cuales Tácito habría publicado anteriormente el Dialogus. PETERSMANN, 1991: 1786, lo considera «casi imposible». En todo caso, el citado MURGIA (1980) no discute las cronologías tradicionalmente admitidas para el Agricola y la Germania. Por lo demás, no hará falta justificar que en este volumen nos atengamos al orden editorial que cabe considerar como tradicional.
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PRÓLOGO
con obvia lógica (cf. OGILVIE-RICHMOND, 1967: 10) que el primero de esos pasajes hubo de escribirse antes de la muerte de Nerva y después de la adopción y asociación al poder de Trajano, en octubre del 97 d. C.; y el segundo, cuando ya se había producido la sucesión, en el 98. BECK, 1998 (63 ss., 72, 91) estima que la obra debió de publicarse entre finales de ese año y comienzos del siguiente. Así pues, de pocas obras literarias de la Antigüedad tenemos tan ajustados anclajes cronológicos. Dicho esto, tampoco cabe ignorar la propuesta que al respecto de la génesis y cronología de los Opera minora ha planteado hace pocos años el filólogo ruso A. TSCHERNIAK (2005: 88 ss.), propuesta innovadora y hasta revolucionaria a la altura de nuestros días, pero que en realidad supone la reivindicación de una interesante hipótesis formulada ya por ANDRESEN (1874: 302 ss.).2 Según este estudioso, el Agricola (como luego veremos que también la Germania) habría nacido como parte de una historia de la época flavia en la que Tácito vendría trabajando ya desde en torno al año 85, en tiempos de Domiciano, y solo a posteriori habría parado en la biografía que nosotros conocemos. A este respecto distingue TSCHERNIAK (2005: 106) tres grupos de textos dentro del Agricola: 1. los procedentes de la época de Domiciano y destinados a formar parte de la proyectada historia ya aludida: los excursos etnográfico e histórico, el episodio de los usipos, los discursos de Calgaco y Agrícola y la batalla del Monte Graupio (es decir, caps. 10-12, 13-17, 28, 30-34 y 35-38); 2. los «capítulos marco», escritos en 97/98 (1-9, 39-46); 3. el material reelaborado en 97/98 (1827, 39-46). Verdad es que la propuesta de ANDRESEN-TSCHERNIAK no afecta a la fecha tradicionalmente admitida para la publicación del Agricola, aunque sí a la cronología de algunas de sus partes, por lo que no podíamos pasarla por alto en este lugar. La Vida de Julio Agrícola aparece denominada, simplemente, como De uita Iulii Agricolae en la inscriptio del manuscrito Esinate e, 2 Tomamos la referencia de TSCHERNIAK, 2005: 88 y n. 10, que en su nota precedente señala a K. HIRZEL, 1871, Über die Tendenz des Agricola von Tacitus. Tübingen (non uidimus) como precedente de la idea.
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
así como en la subscriptio del Esinate E, el fundamental en su caso, que en su día fue borrada pero aún resulta legible (su inscriptio no se conserva). Uno y otro testimonio parecen provenir del manuscrito Hersfeldense, del cual uno y otro códice proceden, de la manera singular de la que trataremos luego. En cambio, en la subscriptio de e el título aparece amplificado en la forma De uita et moribus Iulii Agricolae, al igual que en la inscriptio de los códices Vaticanos 3429 (A) y 4498 (B), derivados del Esinate. R. TILL (1943: 24), seguido, entre otros, por HEUBNER (1984: 143), sospecha, y de manera muy plausible, que el sintagma et moribus es un añadido del copista de e, Stefano Guarnieri, «para caracterizar el concepto de ‘biografía’ de manera más cercana al uso humanístico». La fuente inmediata de esa interpolación podría haber sido el Clarorum uirorum facta moresque… con que el Agricola se inicia. Una alteración pareja del título original cabe observarla en el incipit y el explicit de la Germania, en los cuales e trae el título De origine et moribus Germanorum en lugar del correcto De origine et situ Germanorum; pero ahí, como se ve, coinciden, y precisamente en el error, inscriptio y subscriptio, seguramente porque en su caso no había resto de la forma en que las daba el perdido Hersfeldensis.
2. LA
FIGURA DE JULIO
AGRÍCOLA3
Es esta obra de Tácito la fuente principal (en realidad casi la única)4 que tenemos sobre ese notable personaje de la Roma de la 3 Sobre su vida véase ante todo SYME, 1958: 19 ss.; además, OGILVIE-RICHMOND, 1967: 11 ss.; DOBSON 1981: 1-13 y HANSON, 1991: 1750 ss., que analiza su carrera con especial detalle. También tiene su interés la semblanza de GRYGIEL, 2014. 4 En cuanto a fuentes literarias sobre él, aparte del Agricola solo tenemos un par de pasajes del historiador CASIO DIÓN (XXXIX 50, 4 y LXVI 20, 1-3), que escribió en griego a principios del siglo III y que probablemente depende de Tácito. LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 254 s. los reproduce y traduce. Naturalmente, es de suponer que Tácito tratara de Agrícola en los libros de las Historiae dedicados al reinado de Domiciano, todos ellos perdidos. Los dos testimonios arqueológicos conservados, ambos datados en el 79 d. C., son los fragmentos de una inscripción de Verulamium (St. Albans), y la que aparece en
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PRÓLOGO
segunda mitad del siglo I d. C., que restableció y extendió, aunque no para mucho tiempo,5 el dominio romano en la isla de Britania. Nacido en la colonia de Forum Iulii, hoy Fréjus, en la Galia Narbonense y actual Provenza, en el año 40 d. C., Gneo Julio Agrícola pertenecía por familia a la nueva aristocracia provincial que por entonces se había ido generando, sobre todo a partir del ordo de los caballeros romanos y que alcanzaría especial prominencia en tiempos de Vespasiano y de Trajano.6 Tácito, en Agr. 4, 1, nos habla de su nobilitas equestris; pues, según se sabe, de la clase de los caballeros solían proceder los procuratores que velaban por los intereses del César en sus provincias; y tales habían sido los dos abuelos de Agrícola.7 Ateniéndose a los hitos fundamentales de su vida y carrera, y siempre según la propia Vita, cabe reseñar que nuestro personaje recibió una buena educación en Massilia (Marsella), colonia griega favorecida por Roma desde antiguo con una especie de estatuto autonómico que hacía de ella una ciuitas foederata. Aunque muy por detrás de Atenas, Marsella mantenía también un sólido prestigio de metrópoli cultural, especialmente atractiva para los romanos de la Galia. Agrícola inició su carrera militar en el año 59, en tiempos de Nerón, sirviendo precisamente en el ejército de Britania como tribunus militum, un puesto de oficial superior habitualmente desempeñado
una cañería de plomo de Deva (Chester). Pueden verse sus fotografías en OGILVIERICHMOND, 1967: Plate I. 5 Tácito, en Hist. I 2, 1, habla de Britannia perdomita et statim missa, al parecer con cierta exageración, para referirse al repliegue romano hasta la línea Forth-Clyde producido algo después del retorno de Agrícola, por la necesidad de trasladar efectivos a la frontera del Danubio. Más tarde, el repliegue llegó hasta la línea Solway-Tyne, sobre la que Adriano construyó su famoso muro, abandonando toda Escocia. Sin embargo, en torno al año 142, Antonino Pío volvió a la línea Forth-Clyde, en la que levantó un muro mucho menos consistente; ese limes relativamente avanzado debió de quedar abandonado al cabo de no mucho tiempo. 6 Véase al respecto SYME, 1958: 585 ss.. 7 Su padre, el pretor Julio Grecino, hombre de notable ilustración, había escrito un tratado de viticultura, y de ahí sospecha SAINT-DENIS, 1942: iv, n. 4, que pudo provenir el cognomen de Agricola.
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
por jóvenes de familias distinguidas en los que se presuponía, al menos, el rango ecuestre, pero no la experiencia militar. En el 61, vuelto a Roma, se casó con Decidia, hija de un senador de su provincia Narbonense. Su cursus honorum continuó con la cuestura en la provincia de Asia en el 64, el tribunado de la plebe en el 66 y la pretura en el 68. En el 70, tras decantarse por el partido de Vespasiano y trabajar en el reclutamiento de tropas para él, obtuvo el mando de una legión, de nuevo en Britania. Vuelto a Roma, se le otorgó la condición de patricio —una clase que desde tiempo atrás venía menguando—, y en los años 74-76 desempeñó el cargo de legado en Aquitania. En el 77, siendo cónsul sustituto (suffectus),8 desposó a su hija con el joven Tácito, que tendría entonces entre 20 y 22 años. También entonces, o tal vez ya en el año 78, con el título de Legatus Augusti pro praetore, Agrícola asumió el mando supremo en la provincia de Britania.9 Al llegar a la isla, que, como veíamos, ya conocía de tiempo atrás, Agrícola tenía ante sí la misión de restablecer el dominio romano en algunas regiones levantiscas y de extenderlo a otras a las que aún no había llegado. Llevó adelante su empresa en seis campañas estivales (años 78-83), coronadas en el 84 con la expedición y victoria del Mons Graupius, con la que prácticamente dio por terminada la conquista del territorio que andando el tiempo sería el de Inglaterra 8 Sobre el consulado de Agrícola y su fecha trata en detalle el reciente SMITH, 2015: 179 ss. 9 La cronología exacta de la carrera de Agrícola, y en particular la de su mando en Britania, han sido objeto de debate. Ha venido siendo doctrina recepta, también compartida por nosotros, la sentada por OGILVIE-RICHMOND, 1967 en su Introducción y en su Comentario, que lo sitúa en el período 78-84 d. C. Sin embargo, algunas investigaciones posteriores, como la de BIRLEY (1981: 73 ss.), han propuesto adelantarla a los años 77-83 (véanse KEPPIE, 1991: 1738 y HANSON, 1991: 1751). Pero la cuestión está imbricada con la de la fecha del consulado de Agrícola (como suffectus). En efecto, si lo desempeñó en el 77, no parece verosímil que marchara a Britania hasta el verano siguiente. Sin embargo también se ha sostenido que pudo asumirlo en el otoño del 76, tras su retorno de Aquitania, con lo que hubiera tenido tiempo bastante para marchar a Britania en el verano del 77. KEPPIE, reconociendo que los datos disponibles no permiten una mayor precisión, parece inclinarse por el 78 y por el 85 para el regreso a Roma; HANSON, con similar prudencia, por la cronología más temprana.
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PRÓLOGO
y Gales. En el de la futura Escocia (entonces Caledonia), por el que Roma nunca mostró especial interés, hizo también enérgicas incursiones, acompañadas de exploraciones a cargo de la flota, que por entonces también circunnavegó la isla por vez primera, comprobando su condición de tal. En el invierno del 84-85 Domiciano lo hizo volver a la urbe, donde le dispensó una fría acogida, si bien —¡qué menos!— le otorgó los ornamenta triumphalia y el homenaje de una estatua; honores que a muchos no les parecieron suficientes para ocultar la profunda envidia y desconfianza que, en su opinión, aquel déspota sentía por Agrícola. Ello, y seguramente su propio concepto del tirano, lo llevaron a vivir sus últimos años en un discreto retiro y a declinar la tentadora pero engañosa oportunidad del proconsulado de las provincias de África o de Asia (42, 1-2). Murió en plena madurez, en agosto del año 93, cuando Tácito y su esposa se hallaban lejos de Roma. El historiador se hace eco de los rumores de envenenamiento que corrieron por entonces; pero no culpa a Domiciano de su muerte, algo que sí haría, mucho más tarde, el maledicente CASIO DIÓN (LXVI 20).10 En fin, «a Agrícola [la muerte] le ahorró la contemplación de muchas tribulaciones. Solo en una ilusión se vio frustrado: la del advenimiento de Trajano. Por ella rogaba él, y la había profetizado» (SYME, 1958: 29). 3. TÁCITO
Y
AGRÍCOLA
EN SU TIEMPO
Como veíamos, la vida de Agrícola y la de su biógrafo se entrelazaron por el matrimonio de este, entonces un iuuenis (Agr. 9, 6), con la hija de aquel —es de suponer que una Julia—, en el año 77. Esa alianza debió de ser un hito importante en la carrera de Tácito, de 10 Al respecto de Agr. 43, BEWS, 1987: 210 estima que en él Tácito «ejercita su habilidad para el innuendo»; es decir, para lo que en español castizo se denomina «dejarlas caer», sin comprometer la opinión propia. Sobre ese recurso véase HANSON, 1991: 48, que remite a MARTIN, 1981: 46 s.
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
la que, por lo demás, tampoco conocemos muchos detalles.11 El matrimonio se habría formalizado al término de ese año en el que Agrícola había llegado al consulado, y justo antes de que fuera designado por Domiciano para el gobierno de Britania.12 Sabiendo, como sabemos, que Agrícola era originario de la Galia Narbonense, ese matrimonio parece abonar la tesis de que de allí procedía también la familia del historiador, asimismo perteneciente al ordo equester.13 Además sabemos que los clanes provinciales mantenían una cierta solidaridad interna en la Roma de aquel tiempo, y así se ha hablado también de un «lobby hispano»14 en la urbe, agrupado en torno a la familia de los Anneos, la de los dos Sénecas y de Lucano. Cuando Tácito se casó, seguramente ya estaba situado en la línea de partida del cursus honorum. Ascendió en él bajo los tres emperadores Flavios y en particular bajo su luego denostado Domiciano, según reconoce en Hist. I 1, 3: cuestor en el año 81 u 82 y poco después tribuno de la plebe, alcanzó la pretura en el 88, ocasión en la que Domiciano celebró unos Juegos Seculares en cuya organización intervino Tácito como miembro del colegio sacerdotal de los quindecimuiri sacris faciundis, como nos recuerda en Ann. XI 11, 1. Desempeñado ese cargo, parece que hubo de ausentarse de Roma para ejercer alguna magistratura o mando militar en las provincias; y fuera de Roma, como veíamos, se encontraban él y su esposa por un quadriennium cuando murió el venerado suegro (véase Agr. 45, 5). Así, Agrícola no alcanzó a ver a su yerno en la cumbre de su carrera, 11 Más abajo, en el Prólogo al Diálogo (p. CDLXI), me he permitido hablar de un clan ecuestre de la Narbonense, en el que es posible que se fraguara el matrimonio de Tácito. 12 Téngase en cuenta lo dicho en la n. 7 sobre las dudas subsistentes en la cronología de la carrera de Agrícola. 13 También se ha supuesto que la familia fuera originaria de la Galia Cisalpina e incluso de Hispania. Syme considera posible que Tácito hubiera nacido en Tréveris (Augusta Treverorum), en los años 56 o 57 d. C., mientras su padre desempeñaba allí el cargo de procurador de la Gallia Belgica (si realmente se trata del mismo personaje citado como tal por PLIN., NH. VII 76); véase al respecto SYME, 1958: 611 ss., 623. 14 Tomo esas palabras de la excelente biografía de F. SOCAS, Séneca, Cortesano y hombre de letras, Sevilla, 2008: 65 s.
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PRÓLOGO
el consulado, que le llegaría en el año 97, ya en el principado de Nerva. En ese año también le cupo el honor de pronunciar la laudatio funebris del venerable y venerado Verginio Rufo, el hombre «che fece il gran rifiutto» en la crisis constitucional de los años 69-70 cuando le ofrecieron el imperio. También fue por entonces cuando Tácito, finalizados los quince años —grande mortalis aeui spatium, Agr. 3, 2— de la tiranía de Domiciano, decidió iniciar la publicación de sus obras, tal vez comenzando, como decíamos, por el Dialogus de oratoribus, quizá del propio año 97, seguido al año siguiente por el Agricola y la Germania, ya bajo Trajano, para pasar, ya a principios del siglo II, a sus Opera maiora: las Historiae y los Annales. Alguno de esos años —no sabemos cuál— debió de estar ocupado por su proconsulado en la provincia de Asia. Por unas cartas de su amigo Plinio (VI 16 y 20) sabemos que ya en el 106 estaba enfrascado en la redacción de las Historiae, pero no conocemos más fechas de su carrera ni de su vida, que posiblemente se prolongó hasta más allá de la sucesión de Trajano por Adriano en el 117 d. C.15 El tono de sentida pietas con el que Tácito evoca la figura de Agrícola induce a pensar que entre ellos mediara una relación verdaderamente paterno-filial.16 En varios lugares de la Vita (4, 3; 24, 3; 44, 5) el historiador se remite al personal testimonio de su suegro y cabe suponer que también se sirviera de memorias por él dejadas sobre sus campañas británicas. Si bien, como decíamos, Tácito no culpó de su muerte a Domiciano, en sus elogios equiparó a su suegro con los mártires de la libertad caídos en los duros tiempos de su tiranía y citados al inicio de la obra.17 En la peripecia vital de Agrícola tomó pie para sus duros alegatos políticos y morales contra el último de los 15 Hace ya unos años, G. ALFÖLDY (1995), identificó en una inscripción romana ya conocida (CIL VI 1547), un posible fragmento de un epitafio o cenotafio del historiador. 16 DOBSON, 1981: 12, siguiendo a E. Birley, afirma que «Agrícola fue a un tiempo afortunado y desafortunado en cuanto a biógrafos. Afortunado en cuanto que lo fue Tácito, desafortunado en cuanto que no tenemos de él ninguna valoración independiente». 17 Tal vez de ahí derive el error de Casio Dión al presentarlo como asesinado por Domiciano.
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
emperadores Flavios, preludio de los que cabe suponer que haría en los correspondientes libros de las Historiae, hoy perdidos, y de la implacable crítica del poder absoluto que desplegaría en los Annales. Por otra parte, y como de inmediato veremos, Tácito se mostró tan identificado con Agrícola como para que se haya pensado que buena parte de lo sobre él dice, especialmente en cuanto a su relación con el poder, lo dice también sobre sí mismo; en particular, su apología del que SYME (1970 b: 12 s.) llamó el «middle path», la vía media entre el servilismo abyecto y la inútil rebeldía frente al tirano: «order without enslavement, liberty but not license». 4. EL
GÉNERO LITERARIO Y EL OBJETIVO DEL
AGRICOLA
Se suele tratar de la clasificación del Agricola dentro de los géneros literarios antiguos en estrecha relación con el «propósito de la obra» (OGILVIE-RICHMOND, 1967: 11), la intención u objetivo que movió a Tácito a escribirla; y eso mismo haremos aquí.18 En cuanto a la estricta cuestión del género, puede considerarse como communis opinio la de que el Agricola es un unicum polifacético que, según se lo mire, responde a los rasgos de uno u otro, o de más de uno, de los géneros consagrados en la Antigüedad (biografía, encomio, monografía histórica, consolatio…); y que, además, no tiene exacto paralelo en ninguna otra obra que desde ella nos haya llegado. Por ello no es extraño que la discusión al respecto haya llegado a cansar a algunos estudiosos. Así FORNI (1962: 13), que la denomina «una questione così oziosa», recoge hasta una docena de definiciones del Agricola,19 no sin recordar la opinión de C. MARCHESI 18 A este respecto afirma STEINMETZ, 1971, «Die literarische Form des Agricola’ des Tacitus», en G. RADKE (ed.), 1971: 129: «…gilt es zu bedenken, dass ein Autor in aller Regel mit der Wahl der Gattung einen guten Teil seiner Absichten verrät…». GUDEMAN (1928) prefirió tratar esos temas de manera separada. 19 «una laudatio funebris scritta in ritardo (Hübner); un pamphlet político (Boissier); un saggio storico (Martha ed altri); una biografia encomiastica (Leo) o laudativa (Anderson); un panegirico mescolato di storia (Giarratano); un encomio in
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PRÓLOGO
(19443: 57) de que esa polémica ya había parado en «vaniloquio filologico».20 También BORZSÁK (1968) hablaba de la Mannigfaltigkeit, la «diversidad» de los pareceres formulados sobre este particular.21 Conscientes de ello, nosotros mismos hemos escrito en otro lugar (MORALEJO, 1997: 607) que el Agricola es una obra situada en la encrucijada de varios géneros, en la cual la tradición literaria de la biografía pura y simple se solapa con la de la historiografía (en particular con la de la monografía, consagrada por Salustio, modelo notorio de Tácito)22 y con la del «estrato más viejo y autóctono de la oratoria romana, el de las laudationes fúnebres».23 Al hacerlo, no poníamos en duda que la prosa condotto secondo le norme codifícate posteriormente nel corso del II-III secolo (Gudeman, seguito da Hardinghaus); una biografia idealistica e moderatamente panegirica (Stuart); un monumentum pietatis di carattere biográfico (Hosius); una laudatio condotta secondo il canone dettato da Quintiliano (Cousin); una laudatio composta per una lettura publica, tale da giustificare la mescolanza di generi letterari diversi (de Saint-Denis); una biografia panegirica composta per dovere filiale (FabiaWuilleumier); una biografia elogiativa (Bardon) di intonazione libertaria (Paratore)». 20 En parecido sentido se expresaron TILL (1961, 5) y SYME (1958: 125), entre otros, según nos recuerda STEINMETZ, loc. cit. También STEIDLE (1951: 131), calificaba la del género literario como una «völlig unfruchtbare Streitfrage». 21 En el mismo artículo (PAULY-WISSOWA, RE, Suppl. XI, 1968: 400, 10 ss.), BORZSÁK recuerda el abanico de opiniones que recogía el manual de literatura latina de SCHANZ 2 (1913 ): «a) según Andressen y otros, el Agricola, a partir de una exposición histórica, sólo posteriormente habría sido transformado en una biografía (necrología); b) el Agrícola sería un encomio biográfico conforme a la teoría antigua (A. Gudeman, H. L. Hendrickson); c) el Agrícola sería una biografía, pero que en muchas partes toma los caminos de la historia»; tesis esta última que considera como communis opinio, en la línea de Fr. Leo y en la idea de que por entonces Tácito ya estaba entregado a su obra de historiador. Luego, recogiendo el parecer de Hosius, que en 1935 reeditó el manual de Schanz, añade que la obra sería «una biografía elaborada a la manera de las monografías de Salustio» (traducimos corrigiendo el lapsus que advertimos en el texto de BORZSÁK, que escribe «in der Art der Sallustischen Biographien verfasste Monographie», en lugar del esperable «in der Art der Sallustischen Monographien verfasste Biographie»). 22 Aparte, naturalmente, de las evidentes huellas de la historia propiamente dicha de Tito Livio, que procuraremos señalar en su lugar. En cuanto a la deuda del Agricola con Salustio, de la que también trataremos, véase en particular PETERSMANN, 1991: 1794 ss. 23 Como de inmediato se verá, reconocemos que también hubiéramos debido mencionar ahí, al menos, la tradición retórica del encomio griego. RAMÍREZ DE VERGER, 1992: 8, recuerda que una de las más antiguas laudationes conocidas es la pronunciada
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obra fuera, ante y sobre todo, una uita, género ya consolidado en Roma desde el final de la República por la obra de Cornelio Nepote —por lo demás, de mucho menor aliento literario—, prolongado en el siglo I por varias aportaciones perdidas24 y representado a principios del II por las Vitae Caesarum de Suetonio,25 unos veinte años más joven que Tácito. Más bien tratábamos de hacernos eco de la discusión suscitada por algunos estudiosos a propósito de las singularidades del Agricola que ellos estimaban relevantes para su encuadramiento en la taxonomía de los géneros antiguos. Tales singularidades, que H. HEUBNER (1984: 139 s.) llamó «desviaciones del esquema puramente biográfico», parecen derivar de la atracción ejercida, de una parte, por el género histórico propiamente dicho, que cabe sospechar, al menos, que por entonces Tácito tuviera in mente,26 si no ya entre manos; y de otra, por la preceptiva y práctica retóricas, tanto de la griega de los encomios, como de la romana de las ya aludidas laudationes o elogia por Valerio Publícola en honor de Bruto, transmitida, en griego, por DION. HALIC. V 17, 3. Además, pone en relación ese género tradicional romano con el de los carmina conuiualia citados por CIC., Tusc. IV 2, 3. 24 Salvo, naturalmente, el propio Agricola. Sobre ellas, véanse STUART, 1928: 234 s. y OGILVIE-RICHMOND, 1967: 12. En ese capítulo habría que recordar ante todo las biografías de los mártires estoicos, desde Nerón hasta Domiciano, todas ellas perdidas. 25 La tradición griega del género estaba representada por obras como el Agesilao de Jenofonte, el Evágoras de Isócrates y el perdido Filopemén de Polibio (cf. POLIB. X 21, con importantes observaciones sobre las diferencias entre historia y biografía); véanse al respecto STUART, 1928: 237 s.; OGILVIE-RICHMOND, 1967: 12. Aclaremos, sin embargo, que las de Suetonio son biografías históricas en el sentido de «biografía como forma de la historiografía» que emplea DIHLE, 1987, género del que Suetonio sería el arquegeta destinado a ser imitado en la posteridad, en tanto que «el intento de literariamente mucho más logrado de conectar biografía e historia que Tácito acometió en el Agrícola quedó, en cambio, sin influencia posterior» (DIHLE, 1987: 80). 26 De esa opinión se hace eco STUART, 1928: 235 s. El propio HEUBNER (loc. cit.) entiende que tales «desviaciones» en el fondo sólo serían «añadidos» exigidos por el objetivo biográfico. Por su parte, OGILVIE-RICHMOND (1967: 14 ss.) valoran en sus justos términos los rasgos históricos que el Agricola presenta y que eventualmente parecen dejar en la sombra los biográficos: «Agrícola fue el hombre que con sus personales esfuerzos logró el éxito romano. Por ello, solo se hacen notar las acciones de Agrícola, los hechos de los demás se dejan en silencio». Para SYME, 1958: 125, en el Agrícola la laudatio ha evolucionado hacia la biografía, dando lugar a un manifiesto en favor del emperador Trajano y de la nueva aristocracia imperial.
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fúnebres. A esta última se atenía especialmente el juicio, quizá excesivamente sumario, de R. SYME (1958: 125) de que «con el Agricola, el elogio fúnebre se ha convertido en biografía», si bien añade que su género «it is best to be defined in its own terms», lo que tampoco parece contribuir mucho a la deseable definición. La discusión sobre este asunto ya era vieja cuando, en 1928, D. R. STUART publicó su monografía Epochs of Greek and Roman Biography, aún muy digna de consideración y en especial al respecto del Agricola. Recuerda STUART (1928: 235) que mucho antes se había pronunciado sobre el particular, y en términos bastante tajantes, E. HÜBNER (1866), el pionero de la epigrafía romana de Hispania, sosteniendo que el Agricola era «una versión para publicación de un discurso fúnebre realmente pronunciado y la única muestra conservada completa [de ese género]».27 Bastantes años después, le llevó la contraria A. GUDEMAN (1902, 1928: 311-322), en su edición de la obra, que para él sería, como tantas otras de la literatura latina, un producto de origen griego;28 en su caso, derivado del subgénero oratorio del λόγος βασι27 Cito la tesis de HÜBNER según la recoge STUART, loc. cit. Por el contrario, OGILVIE-R ICHMOND , 1967: 13, afirman que «el Agricola bien puede deber algo al espíritu del elogio fúnebre, pero ciertamente no es un espécimen del mismo»; y añaden que «las laudationes en auténticos funerales tenían que ser breves, dado que usualmente eran pronunciadas por los hijos del difunto, y está claro por C IC. (De orat. 2. 341) que en Roma no existió una tradición literaria de laudationes distintas de las ocasionales». Ya el estudioso español M ARÍN Y PEÑA (1958: 13), sumándose a pronunciamientos anteriores, argumentaba contra la clasificación del Agricola como elogio fúnebre, alegando que lo extenso de su «elemento narrativo», la inclusión de la arenga de Calgaco y las digresiones geográficas, admisibles en una biografía, no eran de recibo en una verdadera laudatio. Con todo, y siguiendo a SAINT-DENIS, acaba por admitir que «la obra puede ser una laudatio funebris, pero no para ser pronunciada en las exequias, sino para ser leída en una recitatio o lectura pública, de las que tan en boga estaban en la época de su redacción» (MARÍN Y PEÑA, 1958: 18). 28 A decir verdad, la biografía griega tuvo diversas estirpes y especies, de las que da cuenta la breve síntesis de RAMÍREZ DE VERGER, 1992: 8-12. Distingue entre la «encomiástica», de raíz retórica, representada por el Evágoras de Isócrates y el Agesilao de Jenofonte y continuada en Roma por el Agricola; la «peripatética», de origen filosófico, ejemplificada por los Bíoi Andrôn de Aristóxeno y otras obras también perdidas, de la que serían derivación romana las Vitae de Nepote; y, en fin, la «cien-
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λικός o panegírico regio tipificado en los manuales de retórica de esa procedencia.29 Y en su posición —digamos— radicalmente retoricista, GUDEMAN también se enfrentaba a FR. LEO (1901: 224 ss.), que en su estudio sobre la biografía antigua, había subrayado la importancia de los componentes historiográficos del Agricola, el cual, en su opinión, habría sido escrito cuando Tácito ya estaba ocupado en su obra propiamente histórica, según veíamos más arriba que más adelante también opinaría, entre otros, HEUBNER (1984). Ya desde antes del importante comentario del último autor citado habían pululado en la bibliografía pronunciamientos varios sobre el particular. Así, el entonces ya clásico comentario de OGILVIE-RICHMOND (1967: 11; 19), tras definir el Agricola como una biografía, sin más, concluía que «no es ni un panfleto político ni una apología personal». Bastantes años después, en su contribución póstuma, OGILVIE (1991: 1715 ss.), matizó un poco sus posiciones anteriores, tanto en el asunto del género como en el de las intenciones de la obra, del que luego nos ocuparemos. Por su parte, tras subrayar la relativamente escasa atención que se había dedicado al Agricola, el filólogo húngaro I. BORZSÁK (1968, cf. PETERSMANN, 1991: 1786 s.) sostuvo acertadamente que el mismo presenta el aspecto de un mixtum compositum de dudosa clasificación (biografía, monografía histórica, encomio o laudatio funebris…), con lo cual la tarea de su interpretación literaria «parecía cansada de asignar el texto ora a este, ora a aquel género literario».30 tífica», originada en el helenismo filológico de Alejandría, origen de los Grammatici et Rhetorici de Suetonio, aunque antes había escrito Varrón sus perdidas Hebdomades o Imagines. 29 En su «Appendix I: The Literary Character of the Agricola», GUDEMAN, 1928 (311-322) argumenta profusamente en favor de su interpretación retoricista de la obra, e incluso llega a distinguir en su seno las diversas partes que la preceptiva del tiempo establecía para los encomios. Admite la posibilidad de que el encomio biográfico derive del fúnebre (ἐπιτάφιος), pero no parece que se refiera al tradicional romano de la laudatio en el que pensaba HÜBNER. 30 Véase también su larga nota 7 sobre el propio concepto de biografía, aunque más centrada en la preceptiva moderna que en la antigua. O GILVIE-RICHMOND, 1967: 14 s. tratan de hacer ver que la «heterogeneidad del Agricola no es tan pronunciada
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DIHLE (1987: 27 ss.) entendió que el Agricola es el primer espécimen conocido de un género nuevo: el de la biografía histórica,31 en el cual, y a diferencia de las biografías tradicionales, el autor echa mano de los recursos propios del historiador —en este caso, del relato de las campañas británicas del protagonista— y de la tópica de la literatura consolatoria. El resultado es una obra «en la que en la vida de un hombre destacado se presenta la fisionomía de una época y, a la inversa, una vida humana teniendo presentes sus presuposiciones y condiciones circundantes».32 Y es que Tácito no habría estimado apropiadas para encomiar debidamente a su suegro las convenciones filosófico-retóricas tradicionales en la biografía, sino que consideraba necesario resaltar sus méritos de orden político y militar, lo que lo obligaba a meterse en el terreno propio de la historia.33
como los estudiosos han sostenido». Por su parte, ya KLINGNER, 1932 (19652: 512 ss.) había afirmado que la obra de Tácito, desde el propio inicio del Agrícola, más que un ajuste de cuentas con el pasado, fue una historia de la uirtus romana, y que de ahí la propia componente historiográfica del mismo; la diferencia de géneros sería secundaria. 31 F. R. D. GOODYEAR, en su capítulo sobre Tácito en KENNEY-CLAUSEN (eds.), 1989: 702, había escrito que en el Agricola Tácito «reúne (amalgamates) la biografía y la monografía histórica»; y añade un juicio poco entusiasta sobre esa opera prima, al que responde BEWS, 1987: 201 ss., en el artículo sobre el que más adelante volveremos. En realidad, la denominación biografía histórica ya estaba implícita en la definición de REITZENSTEIN (1915: 187), que frente al retoricismo de GUDEMAN negaba el carácter de laudatio o ἐγκώμιον de la obra, y la define simplemente como ἱστορία κατὰ πρόσωπον; en su página precedente había afirmado que el βίος adopta la forma de historia cuando la vida del biografiado es parte de la historia del Imperio. 32 La cita, que tomo de PETERSMANN, 1991: 1792, no procede del libro citado de DIHLE, 1988, sino de su artículo «‘Agricola’ und das Problem der historischen Biographie» de 1987: 47, que no he podido ver. Sobre esa obra de Dihle también se pronuncian KEPPIE-SADDINGTON, 1991: 1733. 33 Así es, al menos, como yo entiendo lo que dice DIHLE, 1987: 29-31. En la primera de las páginas citadas, comentando el artículo de MURRAY (1965) sobre las intenciones del Agricola, casi parece rozar el escarnio cuando, al respecto de las biografías de los mártires estoicos, escribe: «Parece que en tales escritos se haya tratado de demostrar que el hombre justo que como senador y estoico había tenido que vivir bajo la tiranía de Nerón o Domiciano, solo como mártir de la libertad podía permanecer fiel a su filosofía y a su condición». Naturalmente, ni Agrícola ni Tácito habían llegaron al martirio.
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Por su parte, ya STEINMETZ (1971: 140) había hecho un juicio que para PETERSMANN (1991) serviría como balance de toda una época de la investigación: Tácito concibe el Agricola como una biografía encomiástica, cuyo fin es ponderar en la exposición de su vida los méritos específicos del héroe. Ahora bien, dado que se trata de la ponderación de un hombre que ha sido políticamente activo, la obra es también, en todo el sentido de la tradición romana de este género, un escrito político. En cuanto tal, puede contener crítica, justificación y confesión. En la medida en que la ponderación trasmite a la posteridad un gran mérito, en la medida en que pretende adaptarse a la exigencia de verdad de la historiografía, es al propio tiempo también una monografía histórica.34
A nuestro entender, esa caracterización bien podría servir como conclusión de este apartado, en cuanto que recoge casi todas las facetas de la obra poliédrica que los estudiosos han visto en el Agricola. Y nos parece un acierto que su autor, ya desde el título de su contribución, prefiera hablar de la «forma literaria» que del «género literario» de la obra. Puestos a añadirle algo, solamente subrayaríamos el claro carácter de consolatio que tiene su epílogo (43-46), que varios otros autores, como REITZENSTEIN (1915), HEUBNER (1968) y PETERSMANN (1991: 1789), dan como derivado del pasaje del De oratore (III 7 ss.) en el que Cicerón pondera las públicas calamidades cuya contemplación le había ahorrado a Lucio Craso su inesperada muerte. Pero bien puede darse por entendido que el de la consolatio era de por sí un tópico inherente a la biografía encomiástica. Cicerón habría sido «el arquegeta de esa forma literaria romana» (STEINMETZ, 1971: 138) con su perdido Cato, dedicado a enaltecer al último héroe de la República, fenecido en Útica, que vino a convertirse en precursor de los ya aludidos mártires de la libertad del primer siglo del Imperio, a los que se dedicaron las varias biografías perdidas en cuya tradición parece que Tácito quiso incardinarse con la de su suegro, pero marcando sus distancias. 34
Citado por PETERSMANN, 1991: 1788.
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Decíamos que el problema del encuadramiento genérico del Agricola aparece en la bibliografía estrechamente imbricado con el de las intenciones que llevaron a Tácito a escribirlo.35 Partiendo de que se trata ante y sobre todo de la biografía de un deudo muy cercano del autor, parece razonable suponer que entre sus motivaciones estuvo la de un natural sentimiento de pietas (cf. Agr. 3, 3: hic interim liber…, professione pietatis aut laudatus erit aut excusatus): el deseo de reivindicar y enaltecer la uirtus y la memoria de un personaje querido, cuyos méritos entendía que no habían sido debidamente reconocidos en sus últimos tiempos ni tras su muerte, al parecer a causa de los celos que Domiciano tenía de su justa fama. Esa tesis que podríamos llamar general, en cuanto que más o menos compartida o presupuesta por buena parte de los exegetas, ha sido complementada o desarrollada por algunos de ellos en ciertos sentidos particulares. Así, ya es antigua la sospecha de que el Agricola contiene una carga apologética, una defensa de cuantos, como su protagonista, el propio Tácito y hasta el emperador Trajano, habían vivido los tiempos de Domiciano —aquel grande mortalis aeui spatium (Agr. 3, 2)— sin especiales sobresaltos y que incluso habían prosperado en ellos.36 A tal respecto el locus classicus es el pasaje de 42, 4 en el que el historiador afirma: Sepan los que tienen por costumbre admirar lo ilícito que también bajo malos príncipes puede haber grandes hombres, y que la disciplina 35 Según ya adelantábamos, GUDEMAN (1928: 322-326) prefirió tratar aparte este asunto, en su «Appendix II: The Purpose of the Agricola». Tras descartar que se trate de «un panfleto político» y de una apologia pro uita sua dirigida a Trajano, parece inclinarse por buscar la clave en el posse etiam sub malis principibus uiros esse de 42, 4. 36 Hipótesis ya formulada por el editor Furneaux, pero refutada por su continuador Anderson (FURNEAUX-ANDERSON-HAVERFIELD, 1922: xxviii), con el argumento de que cuando se publicó el Agricola el afán de ajustar cuentas de los tiempos pasados se centraba exclusivamente en los delatores, según posteriormente han afirmado otros estudiosos; véase también MARÍN Y PEÑA, 1958: 14 ss. Más recientemente SAILOR, 2004: 160 y n. 160, escribe: «Algunos han visto en el Agrícola una defensa de la prosperidad de Agrícola y de Tácito bajo Domiciano; si bien algunos han negado que Tácito tuviera algo de lo que disculparse, su énfasis en el sufrimiento y la vergüenza colectivos, parece pretender acallar la división y la crítica anticipada».
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y la moderación, si las acompañan el esfuerzo y la energía, alcanzan la misma gloria que muchos que, eligiendo el camino de los peligros, pero sin ninguna utilidad para la república, se hicieron famosos con una muerte ostentosa.
Lo que de apologético tiene ese texto salta a la vista; pero no menos claro parece —y esta es la primera de las variantes exegéticas a considerar— lo que tiene de censura de las actitudes de oposición radical a la tiranía, que habían llevado a algunos a inmolarse para nada; y hay que entender que la misma mira especialmente a los llamados «mártires estoicos» como Aruleno Rústico y Herennio Seneción, citados en Agr. 2,1 e incluso a sus biografiados. Así, pues, el Tácito apologista pro uita sua también habría pasado al ataque en algunos momentos contra los eventuales detractores de la vía media bajo la tiranía de Domiciano.37 Esa interpretación presupone que tras el asesinato del tirano, en el 96 d. C., se habría planteado una especie de ajuste de cuentas o, por decirlo en términos más actuales, de revisión de la memoria histórica, que habría colocado a los posibilistas como Agrícola y como el propio Tácito en una situación incómoda —la de meros oportunistas— en contraste con los exitus clarorum uirorum, con aquellos «mártires», que, ya desde los tiempos de Nerón, se habían empecinado, y para su perdición, en la defensa de la libertad.38 A este respecto escribía SYME (1958: 25): «Al atacar a los que admiraban a los mártires indebidamente, Tácito defiende a su suegro y salvaguarda su propia conducta bajo la tiranía de Domicia-
37 El Agricola vendría a ser, pues, «a political statement», según SADDINGTONKEPPIE, 1991: 1732, con bibliografía. PETERSMANN, 1991: 1792, cita como promotor de esa tesis a O. MURRAY, 1965: 41 ss. El Agricola estaría concebido «como una respuesta a la oposición senatorial estoica y a las víctimas, enaltecidas por ella, de la monarquía hereditaria de los Flavios degenerada en dictadura y en terror de estado». Y añade: «Tácito opone a los espectaculares y tan alabados suicidios de cuño estoico una ética individual necesariamente derivada de las circunstancias históricas y políticamente llena de sentido». 38 Sobre este punto véase también PETERSMANN, 1991: 1794. En cambio, OGILVIERICHMOND, 1967: 17, estiman que «con toda probabilidad Tácito no tuvo ninguna necesidad extrínseca de defender su propia carrera y la de su suegro».
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no»; pero el más claro pronunciamiento —y, por cierto, bastante original— del gran estudioso neozelandés sobre las intenciones del Agricola es el de que «es un documento de la literatura política romana, un manifiesto a favor del emperador Trajano y de la nueva aristocracia imperial» (SYME, 1958: 125). HEUBNER (1984: 140 s.), amplía la cuestión a la luz de las campañas militares que Domiciano, por los mismos años en que Agrícola combatía en Britania, había llevado a cabo en Germania; campañas coronadas de cara a la galería en el año 83 u 84 con la celebración de un falso triunfo sobre los catos, en el cual hizo desfilar a esclavos comprados al efecto con disfraces de enemigos cautivos (Agr. 39, 1).39 Por entonces, aceptó también el sobrenombre de Germánico ofrecido por el senado y ordenó una acuñación de monedas en las que podemos leer: GERMANIA CAPTA.40 Más aún: también asumió el título de Britannicus, lo que era un claro agravio a los méritos de Agrícola. Los supuestos éxitos guerreros de Domiciano resultaron menos lucidos de lo que en principio parecía, pues las acuñaciones que se siguieron haciendo para celebrarlos «sólo sirvieron a la postre para encubrir que la denominada victoria final sobre Germania sólo era la renuncia a un sometimiento real de esa inhóspita tierra». Y así —prosigue Heubner— «con la biografía de su suegro Tácito quiere desenmascarar la mentira forjada por la propaganda imperial, en contraste con el mando británico de Agrícola, al igual que en la Germania opone a la falsa imagen de los pueblos de los germanos trazada por la misma propaganda su verdadera imagen» (HEUBNER, 1984: 141). Un lúcido juicio de intenciones sobre el Agricola —y compatible con varios de los ya reseñados— es el que formula RUTLEDGE, 2000: 75 ss. Para él, el Agricola tiene mucho de manifiesto del imperialismo
39 FORNI, 1962: 30, hace notar la semejanza de ese pasaje con el de SUET., Cal. 47 en que se cuenta el no menos ridículo triunfo celebrado en su día por Gayo César; pero comparándolo también con SUET., Dom. 6,2; PLIN., Paneg. 16, 3 y CASIO DIÓN, LVII 4, deduce que Tácito se valió de un tópos ya consagrado en la opinión hostil al emperador. 40 De los datos epigráficos de ese supuesto triunfo trata SMITH, 2015: 163 ss.
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romano, destinado a justificar, en este caso, la dominación de Britania, «a perpetuar la ulterior expansión y difusión de la Romanitas que Agrícola impone en Britania». Las «estrategias retóricas» empleadas por Tácito a ese respecto serían dos. En primer lugar, la de «la negación», que nosotros podríamos llamar del ninguneo: Britania sería una especie de tierra de la nada, con unos habitantes sin ninguna clase de historia, civilización ni orden; además, la de «la apropiación», patente en las noticias que Tácito da sobre la creciente aculturación de los britanos, noticias que en ocasiones están teñidas de un claro desdén.41 Todo ello no es obstáculo para la empatía por los bárbaros que a veces muestra Tácito, especialmente en el famoso discurso que en los caps. 30-32 pone en boca del caudillo Calgaco. Pero no le han faltado al Tácito del Agricola intérpretes, e incluso adivinos, más críticos de sus intenciones, los cuales han estimado que el principio inspirador de la obra, aunque oculto, fue menos inocente. Tal vez el más severo a este respecto fue E. PARATORE (19622: 54 ss.; 59 ss.),42 en su célebre Tacito, que junto con la homónima monografía de R. SYME (1958), constituye la máxima contribución del siglo XX al estudio de nuestro autor. Como gráficamente afirma MARÍN Y PEÑA (1958: 17),43 «la tesis de Paratore se apoya en supuestos psicológicos, filtrados por el vidrio ahumado de una visión pesimista». En efecto, el estudioso italiano sostiene que el Agricola fue escrito al dictado de dos distintos resentimientos convergentes en la figura de Domiciano. Así, por una parte, Tácito, por la mala conciencia de haber sido en su día un favorito del déspota, habría llegado a sentir hacia él, y por el temor de que ello se le echara en cara, el rencor patente en el preámbulo y el epílogo del Agricola; pero además, siempre según Paratore, ese rencor era cosa de familia: el propio Agrícola, tal vez azuzado por su esposa, estaría dolido 41 Recuérdese que en 22, 2 llama a algunas de esas muestras de aculturación pars seruitutis. 42 PARATORE, 1962: 35-71, dedica un amplio apartado a la cuestión de los resentimientos de Tácito y del propio Agrícola contra Domiciano del que, a decir verdad, la figura moral del segundo no sale muy bien parada. 43 Naturalmente, en su fecha se remitía a la primera edición de PARATORE (1951: 61 ss.).
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con Domiciano por la lentitud que este habría impuesto a su cursus honorum y por la postergación a la que lo habría sometido en sus últimos años, estando como estaba en la plenitud de su vida (véase PARATORE, 19622: 66, 70). En términos parecidos, aunque algo más suaves, se pronuncia FORNI (1962: 24-42), en su capítulo sobre «Attendibilità e tendenziosità nell’Agricola», que concluye afirmando que «en el aspecto político se dejaba guiar por la oportunidad, cuando no simplemente por el oportunismo»; y que tal vez «no pudiera perdonar a Domiciano la ‘culpa’ de no haberlo apoyado ulteriormente en sus aspiraciones, tal vez demasiado presuntuosas». No muy distinta es la posición mantenida más tarde por A. STÄDELE (1988),44 quien sostiene que la clave del problema reside en la insatisfacción de las ambiciones que Agrícola abrigaba tras su regreso de Britania: en el resentimiento por no haber obtenido los proconsulados de Siria, Asia y África (cf. Agr. 40, 2; 42,1); y esa decepción lo habría llevado, a él y al propio Tácito, a desarrollar un injustificado complejo persecutorio. Por nuestra parte, consideramos tales variantes hipercríticas de la exegesis del Agricola como hipótesis «no falsables», en los famosos términos de K. Popper, habida cuenta del carácter psicológico y marcadamente subjetivo de sus presupuestos, y por ello mismo de difícil comprobación y apreciación. 5. FUENTES
LITERARIAS, LENGUA Y ESTILO DEL
AGRICOLA
El vario carácter del ‘Agrícola’, así como la propia inmadurez literaria de Tácito (3.3 incondita ac rudis uox), explica la mezcla de estilos que cabe encontrar en la obra. Tácito emplea cualquier estilo que sea apropiado a la materia a tratar, ya sea etnográfica, histórica o retórica, 44 Ya bastantes años antes H. Nesselhauf, basándose en parte en Birley, había acusado a Tácito de ciertas deformaciones históricas provocadas por su afán de reivindicar las aportaciones de Agrícola frente a una versión flaviana de la conquista de Britania tendente a ningunearlas; todo ello según OGILVIE-RICHMOND, 1967: 18 s., que concluyen: «De hecho, sin embargo, la arqueología ha demostrado que la narración que Tácito da es sustancialmente exacta» (téngase en cuenta la ya lejana fecha de publicación de ese comentario). También se hacen eco de esa hipótesis SADDINGTONKEPPIE, 1991: 1733.
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y, aunque ya hay un general carácter ‘tacíteo’ que resulta distintivo y original, la condición literaria del ‘Agricola’ debe mucho a sus fuentes.
Así inicia OGILVIE (1991: 1718) el apartado «Style» de su contribución póstuma al estudio del Agricola, que es una cierta puesta al día del publicado muchos años atrás en el excelente comentario de OGILVIERICHMOND (1967).45 Nosotros no vemos tan claro que haya de tomarse en serio lo de la incondita ac rudis uox (Agr. 3, 3) que Tácito confiesa o profesa al inicio de la obra, pues en boca de un autor que a aquellas alturas ya era un orador conocido y reconocido suena a lugar común de la captatio beneuolentiae. Sin embargo, sí compartimos el parecer de que para analizar la lengua y estilo del Agricola hay que partir de sus fuentes (y aquí hablamos de las literarias, pues por ahora no trataremos del otro gran capítulo de la tradicional Quellenforschung, el de las documentales). SYME, 1958: 198, tras recordar la estirpe mixta del Agricola, nos dice que «en general se encuentra a medio camino entre historia y oratoria. Modelado sobre Livio y Salustio en lo narrativo, tira con intensidad de Cicerón en la peroración elocuente». El de la evolución del estilo de Tácito es un tema clásico y viejo en el estudio de su obra, inaugurado en la época moderna por los trabajos, reconocidos como bahnbrechende del filólogo suizo EDUARD WÖLFFLIN (1866 SS.), continuados por los de E. LÖFSTEDT (1948, 1958), R. SYME, 1958: y otros que comparecerán aquí en su momento. Sin embargo, al abordar por vez primera en estas páginas la cuestión de «La lengua y el estilo» de uno de los Opera minora, nos parece conveniente recordar ciertas ideas de J. PERRET (1954: 90-120) que a ese respecto se refieren a los tres. El estudioso francés trata en esa contribución más que de la evolución —pues se supone que hay que moverse en un trecho muy 45 Ese trabajo de Ogilvie fue complementado para su publicación por L. J. F. Keppie, según consta en SADDINGTON-KEPPIE, 1991: 1731, n. En términos similares a los de Ogilvie se había pronunciado BEWS, 1987: 201, con referencia a toda la obra de Tácito y no solo al Agricola. SYME (1958: 340) atribuía a la obra «a blend of styles (yet not a farrago)», y estimaba que junto con la Germania nos muestra «an author in search of a style»; ambas monografías constituirían el «starting-point» del característico estilo maduro del historiador.
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corto de tiempo—, de las elecciones de estilo que Tácito adoptó ya en el curso de sus primeras obras. Presupuesto que el Diálogo, por su género y su contenido, tenía marcada de antemano la tradición ciceroniana a la que se atiene, Perret entiende, siguiendo a Fr. Leo, que la Germania mira al pasado: a la tradición de lengua y estilo de Séneca (y seguramente de su perdida etnografía de Egipto),46 en tanto que en el Agricola se abre paso una notoria imitación de Salustio,47 autor que por entonces no estaba precisamente de moda. En este sentido, y siempre según PERRET (1954: 101), mientras que la Germania todavía es propia del siglo I, el Agricola ya lo es del II: preludia el estilo maduro de las Historias y los Anales y el arcaísmo que tiende a imponerse a comienzos de esa centuria. En fin, PERRET (1954: 118), aunque evita pronunciarse sobre la cuestión de la cronología relativa de los Opera minora, no deja de considerar como dato curioso el que el orden de los mismos en el codex Hersfeldensis fuera, como parece que era, Germania, Agricola, Diálogo.48 Dicho esto, no cabe duda de que en el estudio de la lengua y estilo del Agricola son dos son las tradiciones principales a las que hay que remontarse: la retórica (y oratoria) y la historiográfica; representadas principalmente la primera por Cicerón y la segunda por Salustio, cuya obra principal, las Historias, solo se nos ha conservado en fragmentos, y por Tito Livio;49 todo ello sin olvidar los no pocos 46 Señala a ese respecto la préciosité y la abundancia de sententiae visibles en la Germania. Además, la fragmentación de la frase, los paralelismos, anáforas, antítesis, interrogaciones retóricas, aliteraciones y el poeticus color; «un cierto espíritu de conferenciante mundano», «con gracias amaneradas y a veces extravagancias». 47 El rasgo más notable de esa imitación sería la abundancia de infinitivos históricos. 48 Aunque, como veremos al tratar de este último, es posible que fuera la primera de las obras del autor. Un orden Diálogo, Germania, Agrícola —exactamente contrario al tradicionalmente admitido— se ajustaría mejor incluso al que PERRET, aunque no lo diga, parece tener in mente. Puede verse la descripción del Hersfeldensis del humanista Nicolò de Nicolis, por ejemplo, en ROBINSON, 1935: 6 s. 49 Sobre la lengua y el estilo de Tácito proporciona una panorámica muy completa BORZSÁK, 1968: 496 ss., pero basada sobre todo en los Opera maiora. Al respecto de los del Agricola, aparte los trabajos citados de OGILVIE, es de imprescindible consulta el ya citado de BEWS 1987. También es estimable, aunque breve, el apartado corres-
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puntos en que «Tácito imita a Tácito», según hizo ver cumplidamente MURGIA, 1980.50 Las deudas del Agricola con Cicerón,51 que al cabo de un siglo ya era modelo indiscutido en materia retórica y oratoria —y, desde luego, para Tácito, si damos por buena la atribución del Diálogo de los oradores a su cálamo—, se han identificado sobre todo en su preámbulo (1-3) y en su epílogo (43-46), cuyo talante retórico todos reconocen. El primero, dedicado a justificar su intención de escribir una biografía, sería «una disquisición retórica» que «recuerda las discusiones literarias en el Brutus y el Orator de Cicerón o en la Institutio de Quintiliano» (OGILVIE-RICHMOND, 1967: 22); el epílogo, con su tópica consolatoria, la ponderación de las miserias que Agrícola se había librado de ver gracias a su oportuna muerte y el apóstrofe a él dirigido, dependen claramente de la ya citada parentatio de Cicerón (De orat. III 7 ss.) por el orador Craso,52 según el ya citado REITZENSTEIN (1915: 187 ss.)53 había dejado claro. pondiente de MARÍN Y PEÑA, 1958: 32 ss. Son excelentes los capítulos «Modelos, fuentes, intertextualidad» y «Lengua y estilo» del más reciente LÓPEZ-CAÑETE, 2013 (26-30 y 3142, respectivamente). GUDEMAN, 1928: 326-337, ya había publicado un minucioso inventario de los rasgos lingüísticos, estilísticos y retóricos del Agrícola. 50 SYME, 1958: 125, tras afirmar que el género de la obra está a medio camino entre la oratoria y la historia, añade que su estilo está de acuerdo con ello: unas veces fluido, adornado y elocuente; otras, «y especialmente donde hay narrativa, etnografía o geografía, muestra los rasgos tradicionales de la dicción histórica romana a la manera de Salustio y Livio». 51 De ellas trató en su día REITZENSTEIN (1915: 186 ss.), y en especial de las patentes en la consolatio de Agr. 45 y s., sin negar, naturalmente, la dependencia de Salustio; y a ese respecto ya hablaba de un «Stilwechsel». 52 Baste con recordar algunas muestras ejemplares: Finis uitae eius nobis luctuosus, amicis tristis, extraneis etiam ignotisque non sine cura fuit (Agr. 43, 1); cf. Fuit hoc [mors Crassi] luctuosum suis, acerbum patriae, graue bonis omnibus (De orat. III 8). Non uidit Agricola obsessam curiam et clausum armis senatum et eadem strage tot consularium caedes….; cf. Non uidit [Crassus] flagrantem Italiam bello, non ardentem inuidia senatum, non sceleris nefarii principles ciuitatis reos, non luctum filiae, non exilium generi… (De orat. III 8; cf. III 11). Tu uero felix, Agricola, non uitae tantum claritate, sed etiam opportunitate mortis (Agr. 45, 3); cf. Ego uero te, Crasse, cum uitae flore tum mortis opportunitate diuino consilio et ornatum et extinctum ese arbitror (De orat. III 12). 53 Véase también OGILVIE, 1991: 1716, n. 5; 1718 s. BORZSÁK, 1968: 414, 37 ss., da cuenta de las posteriores aportaciones de K. Büchner sobre las huellas de Cicerón en el Agrícola.
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También se considera como un tributo del Tácito orador, antes que historiador, a la prosa ciceroniana su frecuente «acumulación de sinónimos virtuales» (OGILVIE-RICHMOND, 1967, 22 s.), que otros llaman «bimembración»54 (LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 33). Ese recurso puede verse como la forma más elemental de la que Quintiliano (I. O. VIII 4, 26) denominó congeries… uerborum ac sententiarum idem significantium, considerándola como una especie de la amplificatio (cf. LAUSBERG, 1966 I: 344; II: 134). Valgan algunos ejemplos de los muchos que OGILVIE-RICHMOND anotan en el Agricola: uicit ac supergressa est (1, 1), comitio ac foro (2, 1), fiduciam ac robur (3, 1), incensum ac flagrantem (4, 3), sublime et erectum, pulchritudinem ac speciem, magnae excelsaeque (4, 3), uulgus et populus (43, 1)….55 Tampoco escasea en el Agricola el recurso oratorio de la anáfora (nunc uestra decora recensete, uestros oculos interrogate; hi sunt, quos proximo anno… clamore debellastis; hi ceterorum Britannorum fugacissimi… 34, 1; nos Maurici Rusticique uisus , nos innocenti sanguine Senecio perfudit, 45, 1); ni el bien antiguo de la aliteración (inglorios et ignobiles obliuio obruet 46, 4), ni el del apóstrofe, ya comentado, a propósito del dirigido al propio Agrícola en 45, 3, calcado, como veíamos, de Cicerón (cf. OGILVIE-RICHMOND, 1967: 23). De la misma estirpe parece ser el empleo del llamado tricolon auctum, ya en coordinación, como en uocem populi Romani et libertatem senatus et conscientiam humani generis, 2, 2; ya en asíndeton, como en adsidere 54 Así LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 33, que la describe como un caso de coexistencia de la «parsimonia verbal» típica de Tácito con la ubertas de Cicerón y de Livio. Ya REITZENSTEIN (1915: 191) se había ocupado de las que llama «tautologische Verbindungen» y más abajo «Zerlegung des einen Begriffs in zwei Synonimen». 55 No son pocos los pasajes o sintagmas de inspiración ciceroniana que señala ad loc. el comentario de HEUBNER, 1984. Baste también en este caso con algunas muestras, aparte de las ya señaladas: clarorum uirorum, 1, 1, cf. CIC., Tusc. 4, 3, con referencia a Catón el Viejo, que tal vez abría con esas palabras sus Origines; 31, 2 nata seruituti, cf. CIC., Prov. Cons. 19; 40, 3 prouinciam quietam tutamque, cf. prouinciam tacitam et quietam, CIC., Mur. 18; 41, 4 suis uirtutibus… uitiis aliorum, cf. CIC., Manil. 67 cum suis uirtutibis, tum etiam alienis uitiis; 44, 4 opibus nimiis non gaudebat, cf. opum nimiarum… cupiditates, CIC., Off. III 36; ibid. incolumi dignitate, cf. CIC., Lig. 19; ut sapientibus placet…, cf. ut sapientissimi hominess putauerunt, CIC., Arch. 30.
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ualetudini, fouere deficientem, satiari uultu complexuque, 45, 4 (cf. OGILVIE-RICHMOND, 1967: 22).56 Como es sabido, el del numerus, constituido por las llamadas cláusulas métricas,57 era un recurso de estilo fundamental en la prosa oratoria griega y en la romana y, según era de esperar, también en la histórica, opus oratorium maxime, al parecer de Cicerón. Sin embargo, según E. NORDEN (19153: 939 ss.), estudioso pionero en ese campo, ni los historiadores contemporáneos de Cicerón —César y Salustio— ni el propio Tácito —hay que entender que el de los opera maiora— se cuidaron de aplicarlo. Así, MARCHESI (según BORZSÁK, 1968, 504) definía a Tácito «uno scrittore senza clausole».58 Ahora bien, si persistimos en seguir a OGILVIE-RICHMOND (1967: 23), vemos que en el Agricola sí procuró revestir su prosa del ornato de las cláusulas y precisamente del de las favoritas de Cicerón: obtrec-tationi fuit, 1,3; audien-dique comercio, 2, 3, dicréticos;59 uererentur, 2,1; quam tacere, 2,3, ditroqueos….60 Y baste con lo dicho al respecto de los rasgos retóricos, y en particular ciceronianos, de la prosa del Agricola. 56 En los ejemplos seleccionados cabe observar la que Behagel llamó «ley de los miembros crecientes», tal vez fenómeno de raíz indoeuropea, en el que reside en última instancia la clave del recurso retórico en cuestión. Para el latín esa ley parece ya formulada por CIC., De orat. III 186: aut paria debent ese posteriora superioribus et extrema primis aut, quod etiam est melius et iucundius, longiora; sobre este punto véanse HOFMANN-SZANTYR, 19722: 722 ss.; LAUSBERG, 1967 II: 374 y 323, que remite a QUINT., I. O. IX 4, 23. BEWS, 1987: 202, hace notar que el tricolon auctum del citado Agr. 43, 1 (finis uitae eius…), se encuentra ya en CIC., De or. III 8 (Fuit hoc luctuosum…), pasaje que Tácito imita ahí literalmente. 57 Bastantes estudiosos las llaman “rítmicas”, denominación que nos parece menos adecuada, dado que por rítmica, en sentido estricto, también se entiende la versificación tardoantigua y medieval que ya ignora las antiguas cantidades; al igual que en esos tiempos hace en la prosa el llamado cursus rítmico. 58 Sin embargo, y aunque el dato no concierna al Agricola, añadamos que BORZSÁK (1968: 504), reseña el empleo de cláusulas en algunos discursos de los Opera maiora, como el de Otón en Hist. I 37 ss. y el del agitador Vibuleno en An. I 22. En uno y otro caso estima que no se trata de un fenómeno casual. 59 También tomamos estas muestras y las que siguen de OGILVIE-RICHMOND (1967: 23), que, no sabemos por qué, dividen las secuencias dicréticas en la forma obtrectationi fuit y audiend-ique commercio, sin considerar, al parecer, que las cláusulas métricas se atienen a la cantidad silábica y no simplemente a la vocálica. 60 Véase también LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 34 y n. 329, con más bibliografía.
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La otra vena literaria a considerar en el asunto que nos ocupa es, como decíamos, la de la prosa histórica, a falta de testimonios suficientes de la biográfica de los mismos tiempos. Dos son —también decíamos— los autores a tener en cuenta con particular atención: Salustio —para Tácito (Ann. III 30, 2) rerum Romanarum florentissimus auctor—, pese a lo mucho que de su obra principal, las Historias, se nos ha perdido, y Tito Livio, por entonces ya consagrado como el máximo historiador de Roma. Según puede suponerse, la huella del uno y del otro en el Agricola se puede identificar sobre todo en su sección central, la parte histórica, formada por los capítulos 4 a 42. Como se sabe, Salustio61 había acuñado un estilo propio, que en cierto modo parece ir en contra del ya citado precepto ciceroniano al respecto del género histórico: opus oratorium maxime. Y es que optó por uno bien distinto del postulado por el Arpinate: frente a su característica concinnitas, la búsqueda de la asimetría, en alas de la uariatio y de la breuitas; los arcaísmos y poetismos, y —como ya hemos dicho— el desdén del numerus retórico, aunque habrá que tener en cuenta que también en la oratoria había estilos y estilos. En efecto, es posible que la ya aludida pérdida casi completa de sus Historiae nos impida hacernos debida cuenta del verdadero impacto que el particular estilo de Salustio tuvo en la posteridad; pero lo conservado de su obra parece bastarse para dar una idea de lo que la prosa del Agricola le debe. A este respecto SYME 1958: 728, hace notar que «la influencia del estilo de Salustio [en Tácito] está de lo más claro en las dos monografías con su alcance limitado, y especialmente en las partes militares y geográficas del Agricola». Con igual acierto advierten OGILVIE-RICHMOND (1967: 24), que la evidente opción de Tácito por tal modelo de estilo en esta obra suponía una vuelta a 61 Aunque, como es lógico, se refiera sobre todo a su influencia en las Historiae y los Annales, vale la pena consultar el «Appendix 53: Sallustian Language» de SYME, 1958: 728 ss., que subraya especialmente la que se percibe en las partes militares y geográficas del Agrícola. Para el estilo del propio Salustio siguen siendo ejemplares las páginas de NORDEN, 19153: 200 ss.
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tiempos pasados, a contrapelo de la moda de los suyos, en los que Livio ya estaba enshrined como modelo de la prosa histórica. Sin embargo, Salustio había dejado su estela: por de pronto, parece que de él tomó Tácito la idea de dar nueva vida al infinitivo histórico, un uso ya decadente en sus tiempos. OGILVIE-RICHMOND (1967: 25) subrayan al respecto la larga serie de los mismos (nada menos que diez) de Agr. 38, 1: trahere…, uocare…, deserere…, incendere…, eligere…, relinquere…, miscere…, separare…, frangi…, concitari…; una secuencia que en términos musicales parece un auténtico ostinato. BEWS (1987: 208) describe acertadamente ese recurso como característico de un «impresionistic writing» típico de Tácito y ya patente en su primera obra. El pasaje citado nos habla del patético desconcierto de los caledonios (los escoceses de entonces) vencidos en el Mons Graupius, y a esa serie verbal la sigue una de nominativos descriptivos, el equivalente nominal del infinitivo histórico, que con solo unas pinceladas también nos ponen ante los ojos esa «escena de desolación» subsiguiente a la derrota: uastum ubique silentium, secreti colles, fumantia procul tecta, nemo exploratoribus obuius… El capítulo resulta ser así, en efecto, un cuadro impresionista de aquella ocasión dramática; y ello, sobre todo, por el empleo que Tácito sabe hacer de esos recursos verbales y nominales que podríamos llamar de mínima resolución. BEWS (1987: 209) subraya asimismo las series de infinitivos históricos de 5, 1 (siete), de 19 (nueve) y de 20 (seis). Asímismo, serían de raíz salustiana, siempre según OGILVIERICHMOND (loc. cit.), otros recursos estilísticos y literarios de Tácito presentes en el Agricola, como la inserción de digresiones, también practicada por Livio, destinada a separar los episodios narrativos (tal las concernientes a la etnografía de Britania y al motín de los usipos, en Agr. 10-12 y 28, respectivamente). Además, en el estilo epigramático de Salustio estaría el origen de las lapidarias sententiae, sobre las que luego volveremos, tan típicas de Tácito, con las que ya en el Agricola se cierran bastantes periodos: [Britanni] iam domiti ut pareant, nondum ut seruiant, 13, 1; idque apud imperitos humanitas uocabatur, cum pars seruitutis esset. 21, 2). [XLIII]
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La huella de Salustio62 parece percibirse también en el elaborado discurso que Tácito pone en boca del caudillo britano Calgaco (30-32) —todo un bárbaro63—, que es una buena muestra de la tópica antirromana ya patente en la Carta de Mitridates al rey Ársaces que nos ha llegado en uno de los fragmentos mayores de las Historias salustianas (fr. IV Kurfess). Por su parte, la paralela arenga de Agrícola (33-34) ante la misma circunstancia decisiva —el encuentro del Mons Graupius— parece acusar la influencia de los discursos que Tito Livio (XXI 40-44) atribuye a Escipión y a Aníbal en los momentos críticos de la Segunda Guerra Púnica; todo ello según OGILVIE (1991, 1720), que da exacta cuenta de sus fuentes.64 Y con ello pasamos a otras huellas que en el Agricola 65 dejó Livio, que, como decíamos, por entones ya era el modelo indiscutible para los historiadores romanos. Su vocabulario y expresiones, según SYME (1968, 733), «had become the common stock of the Latin historical style». Esa influencia es perceptible, según OGILVIE-RICHMOND (1967: 62 63
65 s.
Sobre tales reminiscencias da amplia noticia BORZSÁK 1968: 501 s. Aunque «un bárbaro elocuente», en los términos que emplea BALLESTEROS, 2013:
64 También el comentario de HEUBNER, 1984 señala ad loc. bastantes salustianismos del Agricola, de los que escogemos una muestra representativa: 1, 1 facta moresque cf. dignum moribus factisque suis exitum, SAL., Cat. 55, 6 (aunque facta moresque ya en PLAUT., Amph. 267); 5, 3 militaris gloriae Cupido, cf. tanta Cupido gloriae incesserat, SAL., Cat. 7,3; 15, 1 remoto metu, cf. remoto metu Punico, SAL., Hist. I 12; 16, 2 egregius cetera, cf. imperii prolatandi percupidus… cetera egregium, SAL., Hist. IV 70; 18, 1 alam in finibus suis agentem, cf. alam Silianam circa Padum agentem, SAL., Hist. I 70, 1; 18, 2 ipse ante agmen… cf. quo militibus exaequato periculo animus amplior esset, ipse pedes exercitum pro loco atque copiis instruxit, SAL., Cat. 59, 1; 18, 5 clarus ac magnus haberi Agricola, cf. Cato clarus atque magnus habetur, Sal., Cat. 53, 1; 20, 2 multus in agmine (cf. 37, 4 frequens ubique), cf. in operibus, in agmine atque ad uigilias multus adesse, SAL., Iug. 96, 3; ibid. nihil interim apud hostes quietum pati, cf. prorsus nihil intactum neque quietum pati, SAL., Iug. 66, 1: nihil apud se remissum meque apud illos tutum pati, ibid. 88, 2; 30, 4 raptores orbis, cf. latrones gentium, SAL., Ep. Mithr. 22; 31, 2 ludibrio est, cf. ubi alienae superbiae ludibrio fueris, SAL., Cat. 20, 9; 32, 2 omnia circumspectantes, cf. circumspectare omnia, SAL., Iug.72, 2; 40, 4 militare nomen, cf. per militare nomen aerarium… occupauere, SAL., Or. Macri 6. 65 Aunque concerniente sobre todo, como el referido a Salustio, a los Opera maiora de Tácito, es de interés en este punto el «Appendix 54: Livian Style» de SYME, 1958: 733 s.
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25 s.), en mayor medida en el Agricola que en los Opera maiora, y especialmente en el léxico militar que en él emplea Tácito. De Livio también parece haber tomado, entre otras cosas, el recurso de introducir en su texto cuidados discursos, algo que también había hecho Salustio.66 Asimismo, se han identificado en el Agricola la influencia de otros autores, como Nepote, Quinto Curcio, Séneca, Valerio Máximo y Veleyo Patérculo, si bien OGILVIE-RICHMOND (1967: 27) consideran esta «slight and disputable».67 Dicho esto, en la obra se aprecian también otros rasgos de estilo que no pueden despacharse con una mera referencia a pasajes de los auctores antes citados, por más que nos recuerden su manera de escribir; rasgos que luego pasarían a ser propios de ese estilo tacíteo que cualquier estudioso reconoce a primera vista; un estilo que ha gozado de la predilección de grandes maestros de nuestro oficio como E. WÖLFFLIN, E. LÖFSTEDT y R. SYME.68 Está caracterizado por su «brevity, variety, and poetic colouring» (BEWS, 1987: 205), y si bien siempre propio, parece haber experimentado una evolución gráficamente representable por medio de una 66 Al igual que ya hicimos con las de Cicerón y Salustio, recogemos a continuación unas cuantas de las reminiscencias de Livio que HEUBNER, 1968, ad loc., anota en su comentario: 6, 1 ad capessendos magistratus, cf. ne ad plebeios quidem magistratus capessendos, LIV. VI 34, 4; 18, 3 potius uidebatur, cf. potius uisum est Amphilochis… ferre open, LIV., XXXIX 47, 4; 26, 2 in ipsis portarum angustiis, cf. haerent fugientes in angustiis portarum, LIV. XXX 5, 10; ibid. debellatum… foret, «wiederum livianisch (II 26, 6; XXXI 48, 11; XXXIV 17, 4; XXXVII 58, 7, etc.); 32, 3 ne terreat uanus adspectus…, cf. multa de praesenti hostium apparatu, uana magis specie quam efficaci ad euentum, LIV. X 39, 11; 36, 1 (Britannorum gladii) sine mucrone, cf. Gallis praelongi ac sine mucronibus, LIV. XXII 46, 5; 37, 2 prout cuique ingenium erat, cf. prout cuiusque ingenium erat, LIV. VIII 21, 1; 38, 1; 38, 1 mixto (uirorum mulierumque) ploratu, cf. mixto mulierum ac puerorum ploratu, LIV. V 21, 11; 45, 4 satiari uultu complexuque, cf. satiatus… complex filii, LIV. XXXVII 37, 8. 67 Véase también el ya citado MARÍN Y PEÑA, 1958: 32 ss., con bibliografía, y LÓPEZCAÑETE, 2013: 27 ss., que da amplia noticia sobre el asunto. 68 En este campo abrieron camino los artículos de E. WÖLFFLIN, 1867 ss., que, según NORDEN, 19153: 322, n. 1, «pertenecen… a lo mejor de cuanto hay sobre Tácito y sobre la estilística antigua (en el estricto sentido del término)». Para la historia de la cuestión, véanse BORZSÁK, 1968: 496 ss. y OGILVIE, 1991: 1720, n. Proporciona una breve pero clara síntesis al respecto PALMER, 1974: 148 s.
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parábola que, arrancando de su nivel mínimo en los Opera minora (excluido el Dialogus, por razones de género), toma altura en las Historiae, para alcanzar su cima de singularidad en la primera héxada de los Annales y retornar en la última parte de los mismos a magnitudes más conformes con sus inicios; todo ello según la versión que nos parece más aceptada de ese proceso evolutivo, la sostenida por LÖFSTEDT, 1958: 157 ss., y ya en otros de sus escritos anteriores.69 Volviendo al Agricola, cuya importancia en el proceso que acabamos de describir es menor, y siguiendo de nuevo a OGILVIE-RICHMOND, 1967 y a OGILVIE, 1991, cabe reseñar también el empleo de «muchas palabras y formas nuevas que habían accedido a la circulación literaria [después de Cicerón]» (OGILVIE-RICHMOND, 1967: 27 ss.). Asimismo, hay que considerar el importante contingente de poetismos, que más adelante serían tan característicos del estilo maduro de Tácito.70 En este punto cumple recordar el juicio de E. LÖFSTEDT (1958: 153) que lo definía como «un poeta trágico»; y, desde luego, en su obra a nadie se le escapan sus tintes trágicos y épicos. En el Agricola son patentes las huellas de Virgilio, como la expresión cruda ac uiridis senectus de 29, 4, y otras. Tampoco faltan, como ya apuntábamos, las de la que llamaríamos épica verista, por histórica, de Lucano;71 ni, en fin, bastantes otros poetismos de estirpe menos definida.72 69 WÖLFFLIN había concluido que el estilo tacíteo «se había desarrollado de manera clara y rectilínea, y habría alcanzado su punto más alto al final de los Annales». H. C. NUTTING, 1923: 209 ss., propugnó una inflexion de ese estilo hacia uno más normal ya en la parte final de la obra. Le hacen justicia, aparte del ya citado LÖFSTEDT, SYME (1958: 738 ss.), PALMER (1974: 148 s.) y BORZSÁK (1968: 498). 70 OGILVIE-RICHMOND, 1967: 28, citan muy oportunamente a este respecto un pasaje del Dialogus de oratoribus (20, 5): exigitur enim ab oratore poeticus decor, non Accii aut Pacuuii ueterno inquinatus sed ex Horatii et Vergilii et Lucani sacrario prolatus. 71 OGILVIE-RICHMOND, 1967: 28, a los que sigue BEWS, 1987, identifican el incerta fugae uestigia de 38, 2 como una reminiscencia literal de LUCAN, VIII 4. 72 HEUBNER, 1984, ad loc., reseña también algunos poetismos del Agricola: 5, 3 stimulos addidere, cf. LUCAN. I 263; SEN., Med. 833; STAT., Theb. X 628 s. (aparte apariciones en la prosa postclásica); 19, 3 poena… contentus esse, cf. SEN., Herc. Oe. 295; fugam exprobraturi sunt, cf. trepido… fugam exprobrauit amico, OU., Met. XIII 69; 37, 5 (longinqua atque) auia petiere, cf. auia cursu dum sequor…, VERG., Aen. II 736 s.; 42, 3 famamque fatumque, cf. VERG., Aen. VII 79; VIII 731.
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Al respecto de todos esos rasgos poéticos, OGILVIE-RICHMOND (1967: 29) señalan que en su mayor parte aparecen en «pasajes altamente emocionales como las consecuencias del Mons Graupius o las últimas horas de Agrícola». Sin embargo, también nos encontramos con casos como el de litore terrarum uelut in cuneum tenuatur (10, 3), donde vemos todo un hexámetro aplicado a un contenido que no parecía reclamar atavíos poéticos (cf. LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 33). Frente a la lactea ubertas que Quintiliano (I. O. X 1, 32) atribuía a la prosa de Livio, en gran medida derivada de la concinnitas de Cicerón, la de Tácito, como en general ya la de Salustio, es más bien abrupta: evita la simetría, lo que el lector podría esperar a partir del contexto precedente; se trata, en fin, de su característica uariatio; la que LÓPEZ-CAÑETE (2013: 33) considera como la búsqueda de lo ἀπρoσδόκητον, «lo inesperado». Tácito la aplica especialmente en las antítesis y en las ya citadas expresiones bimembres, tanto en el plano gramatical como en el léxico; valgan unos pocos ejemplos del Agricola que tomamos, una vez más, de OGILVIE-RICHMOND (1967: 29): ostentanda uirtute aut per artem (9, 4); neque ambitiose neque per lamenta (29, 1); per abrupta sed in nullum usum (42, 4); ruere… pellebantur (34, 2); ingens uictoriae decus citra Romanum sanguinem bellandi et auxilium si pellerentur (35, 2). Por su parte BEWS (1987: 205, s.), que dedica particular atención al fenómeno en el Agricola, señala, aparte de los ya citados, pasajes como 37, 5: finis sequendi nox et satietas fuit, con nombres de tipos diferentes, y la tendencia a la yuxtaposición antes que a la coordinación y la subordinación. Y reseña luego un tipo particular de uariatio consistente en el empleo de una construcción de ablativo absoluto, susceptible de ulterior complementación, donde podría esperarse una subordinada propiamente dicha; así, en 9, 5 encontramos …reuocatus est, comitante opinione….; y en 9, 6 …Britanniae praepositus est, adiecto pontificatus sacerdotio. Además, al inventario de poetismos antes reseñados, añade BEWS (1987: 206) algún otro digno de consideración, como el de 37, 3: et aliquando etiam uictis ira uirtusque…, que recuerda el quondam etiam uictis redit in praecordia uirtus de VERG., Aen. II 367. [XLVII]
PRÓLOGO
Ya apuntábamos más arriba al carácter epigramático de la prosa de Salustio. Ese rasgo se acentúa en los autores de la Edad de Plata y en particular en el llamado nuevo estilo de Séneca. Tácito lleva a más ese que VOSS (1963) llamó «pointierter Stil»,73 el cual busca hacer saltar la chispa del ingenio y un cierto efecto sorpresa (el ya dicho ἀπροσδόκητον), sobre todo haciendo chocar entre sí los términos de una antítesis; y de ahí la gran cantidad de sententiae que rematan los periodos de Tácito, algunas de las cuales se han convertido en proverbiales en el habla de las gentes cultas. Baste lo ya dicho más arriba sobre las que cabe observar en el Agricola. Algo hay que decir también sobre la concisión, la famosa breuitas, a la que responden las elipsis y zeugmas74 característicos del estilo de Tácito, que lo llevan a prescindir de cuanto estima superfluo (en particular de las formas del verbo sum), incluso comprometiendo a veces la transparencia del texto y haciendo «del Agricola una obra tan difícil de traducir» (OGILVIE-RICHMOND, 1967: 31). Hemos venido considerando una serie de casos en los que la lengua, el estilo y también ciertos conceptos del Agricola parecen deber no poco a las probables fuentes literarias reseñadas (Cicerón, Salustio, Livio, Quintiliano…). Sin embargo, como decíamos, también procede considerar otros en los que cabe pensar que Tácito imita a Tácito. Nos referimos a los pasajes examinados en el importante artículo en que MURGIA (1980: 104 ss.) postula —a nuestro entender de manera bastante convincente— la datación en el año 97 y, consecuentemente, la condición de primera obra de Tácito para el Diálogo de los oradores; y ello respetando la tradicionalmente admitida del 97/98 para el Agricola. El filólogo americano, buscando para el Diálogo un más preciso terminus ante quem (y al tiempo que repasa unos cuantos lugares más o menos consabidos del mismo en que se reconoce la huella de Cicerón, Quintiliano y otros), fija su atención en Tomo la cita de OGILVIE-RICHMOND, 1967: 30 y n. 1. Es decir, la aplicación a un verbo de dos complementos de los que solo uno le correspondería en propiedad; por ejemplo, 3, 1: spem modo… adsumpserit (cf. LÓPEZCAÑETE, 2013: 32). 73 74
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
alguno del Agricola al que los vestigios de las fuentes aludidas parecen haber llegado precisamente por vía del Diálogo. Así, en Agr. 4, 2 el «énfasis en la castidad de la madre de Agrícola – elogio convencional en algunas circunstancias, pero, en cuanto yo sé, no un topos biográfico antes de Tácito» (MURGIA, 1980: 106). Más concretamente, el mater Iulia Procilla fuit, rarae castitatis. in huius sinu indulgentiaque educatus … del Agricola (loc. cit.) sería «reminiscencia» de Dial. 28, 4: gremio ac sinu matris educabatur, que a su vez lo sería de CIC., Brut. 211: non tam gremio educatos.75 En fin, MURGIA (1980: 108) concluye: Hasta aquí hemos visto unas cuantas semejanzas de pensamiento y de dicción entre el Diálogo y el Agrígola y la Germania en partes en las que el Diálogo está en amplia deuda con Cicerón y Quintiliano y probablemente también con obras perdidas sobre educación. La dirección más razonable del movimiento es desde Cicerón y Quintiliano hacia el Diálogo y desde él hacia el Agricola y la Germania. Entoces, el Diálogo tendría que haber sido escrito en el 97, después de la publicación de la Institutio y de la muerte de Domiciano (96), pero antes de la publicación del Agricola y la Germania. Se puede objetar que muchas de las semejanzas son lugares comunes. Pero parecen ser lugares comunes del género del Diálogo.
Antes de concluir este apartado, haremos una referencia singular a las ideas de un estudioso que en el asunto que nos ha venido ocupando —y por así decirlo— ha nadado contra corriente. Hablamos de G. FORNI (1962: 56-65) y en particular del capítulo «Composizione e reminiscenze letterarie» de la Introducción a su ya citada edición comentada de la obra. Como se ve, Forni no anuncia ese apartado como referente a la lengua y estilo de la obra, a diferencia del que nosotros hemos venido desarrollando, y centrándonos sobre todo en las que se podrían considerar como huellas o reminiscencias de otros autores en la misma. Sin embargo, dado que ese mismo es en general 75 MURGIA (1980, loc. cit.) añade que el mismo pasaje también dejó su huella en Germ. 20, 1: sua quemque mater uberibus alit, nec ancillis aut nutricibus delegantur. A decir verdad, son más los pasajes de la Germania que los del Agricola que aduce en su argumentación.
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PRÓLOGO
el material sobre el que Forni se centra, aunque con una orientación más literaria que lingüística y estilística, y que al respecto del mismo el estudioso italiano mantiene un criterio bastante personal, se hace inevitable, como decíamos, esta referencia. Forni, con una notable erudición propia y muy al tanto de la ajena, nos muestra una copiosa relación de los loci similes —entre ellos bastantes de los recogidos en las páginas precedentes— que se han venido considerando como «reminiscencias literarias» de autores precedentes en la prosa del Agricola. En primer término, claro está, las de Salustio, y luego las de Nepote, César, Curcio Rufo, Cicerón, Livio…). Ahora bien, advierte Forni, «Una cosa es admitir la presencia de lugares comunes en el Agricola, documentables mediante la confrontación, y otra muy distinta definirlos como reminiscencias literarias…». En suma, según ese autor, parece que no cabe rastrear en el Agricola muchas «reminiscencias literarias» propiamente dichas; y da a entender que sí hubiera cabido hacerlo de no haberse producido «el naufragio de toda la literatura biográfica más cercana en el tiempo y en el enfoque [entiéndase que en ‘el libertario’] al Agrícola…». En todo caso, quede claro que las «reminiscencias» o «lugares comunes» aquí reseñados por nosotros lo han sido a los ya dichos efectos de lengua y estilo. Para finalizar este apartado, echaremos mano de un par de ejemplos de estilo representativos que en su reciente edición propone y comenta WOODMAN (2014: 30 s.). En primer lugar, uno del estilo periódico consagrado por Cicerón en la prosa la oratoria y aplicado por Livio en la histórica: Tum Agricola superante hostium multitudine ueritus ne simul in frontem, simul in latera suorum pugnaretur, diductis ordinibus, quamquam porrectior acies futura erat et arcessendas plerique legiones admonebant, promptior in spem et firmus aduersis, dimisso equo pedes ante uexilla constitit (Agr. 35, 4).
Anota el citado editor que «la frase está enmarcada por el nombre del sujeto al inicio y el verbo que denota su acción final al término». Dentro de este marco se describe una serie de acciones subordinadas en una sucesión de frases participiales o adjetivas (alternando con [L]
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ablativos absolutos), variadas por una oración subordinada, y cada elemento representa una réplica al precedente. Ahora bien, «rather different» es la descripción que encontramos en 20, 2: Sed, ubi aestas aduenit, contracto exercitu multus in agmine, laudare modestiam, disiectos coercere; loca castris ipse capere, aestuaria ac siluas ipse praetemptare; et nihil interim apud hostis quietum pati quominus subitis excursibus popularentur. Atque, ubi satis terruerat, parcendo rursus inuitamenta pacis ostentare.
Ahí, siempre según el estudioso citado, «la mera sucesión de infinitivos históricos es un manierismo imitado de Salustio, al que de hecho Tácito alude directamente a lo largo de todo el pasaje (cf. Iug. 96, 3 ‘in agmine… multus adesse’, 66, 1 ‘nihil… quietum pati’, 88,2 ‘nihil… apud illos tutum pati’)». En suma, dos estilos, los de Cicerón y Salustio, el segundo de los cuales se impondría en la prosa madura del Tácito historiador. 6. LAS
FUENTES DOCUMENTALES DEL AGRICOLA
Y pasemos a las que antes llamábamos fuentes documentales o materiales de la Vida de Agrícola, las que proporcionaron a su autor la amplia y varia información que en ella despliega, asunto al que ya dedicó GUDEMAN (1928: 324 s.) el «Appendix III» de su edición. En este punto hay que ir por partes: para las secciones propiamente biográficas hay general acuerdo en que Tácito debió de valerse sobre todo de noticias directamente facilitadas por su suegro (¿quién no ha pasado una velada familiar escuchando los recuerdos militares de algún senior de la casa?). Como FORNI (1962: 51 s.) señala, son varios los pasajes del Agricola en los que Tácito se remite expresamente al testimonio de su héroe, valiéndose de fórmulas como memoria teneo solitum ipsum narrare… (4, 3); quod augurio uotisque apud nostras aures ominabatur (44, 5); o bien saepe ex eo audiui… (24, 3).76 Sin 76 FORNI (loc. cit.) incluye entre las noticias probablemente provenientes del propio Agrícola las que conciernen a los sucesos anteriores a su mando en Britania,
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PRÓLOGO
embargo, puede darse por seguro que no pocas otras noticias recogidas en las partes histórica, geográfica y etnográfica de la obra también proceden del propio Agrícola (incluso de memorias que él hubiera dejado). No es fácil identificar esas informaciones,77 pero ocasionalmente puede intentarse recurriendo al criterio de lo verosímil; es decir, considerando que el grado, al menos aparente, de inmediatez y concreción con el que Tácito transmite algunas de ellas hace menos probable la existencia de una fuente distinta. Así, para FORNI (1962: 52) ese mismo sería el origen de las que tratan sobre los antecedentes del mando supremo de Agrícola en Britania, don de –recuérdese– ya había servido a las órdenes de Suetonio Paulino (Agr. 5, 1); y también el de las concernientes a sus predecesores en dicho mando. Por su parte, OGILVIE-RICHMOND (1967: 32, 35, 45, 65, 165…) también hacen unas cuantas sugerencias sobre datos que Tácito pudo conocer por noticias directas de su suegro.78 Con mayor cautela se pronuncia a este respecto HANSON (1991: 1742): tras observar que la obra se escribió varios años después de la muerte de su protagonista, al que, además, Tácito hacía cuatro que no veía, advierte que «por ello sería un error el suponer que el ‘Agrícola’ es necesariamente un relato basado solamente en información de primera mano en el que se puede confiar de manera incuestionada y sin reparos». Por lo demás, y como ya apuntaba GUDEMAN (1928, loc. cit.), es verosímil que bastantes noticias Tácito las recabara de compañeros de las campañas británicas de su suegro; y las de los años 83-94, en los que estuvo ausente de Roma, de testimonios recibidos a su vuelta. donde ya había estado como subalterno, y a la conducta allí seguida por sus predecesores. Sobre esas fuentes orales trata también TSCHERNIAK, 2005: 90. 77 WOODMAN, 2014: 24 ss., se muestra escéptico sobre la posibilidad de identificar claramente esa clase de noticias, salvo las expresamente indicadas como tales Por lo demás, al respecto de ciertos pasajes narrativos subraya lo que los mismos deben a las reminiscencias de autores precedentes y a tópicos propios de la historiografía. 78 En el último de los lugares anteriormente citados esos comentaristas dan como procedentes «de primera mano» del propio Agrícola o de miembros de su staff las noticias concernientes a la forma de los Highlands de Escocia (10, 3), la comprobación de la insularidad de Britania (10, 4) y la descripción del Firth de Pentland (10, 5) y de los lochs occidentales de la isla (10, 6).
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
La otra parte de la cuestión a considerar aquí es la de las fuentes escritas, históricas, geográficas y etnográficas, especialmente las referentes a Britania, de las que Tácito pudo servirse para escribir la Vita. A este respecto, y citando el Britanniae situm populosque multis scriptoribus memoratos de 10, 1, TSCHERNIAK, 2005, 90, presupone en Tácito una «gedehnte Belesenheit». Aunque siempre lejana y poco hospitalaria para las gentes meridionales, en los tiempos de Agrícola y de Tácito Britania ya no tenía mucho de terra incognita. El recessus ipse et sinus famae, el «propio apartamiento, en un rincón a resguardo de la fama», del que hablaría el caudillo Calgaco (Agr. 30, 3), había ido menguando de manera dramática para sus pobladores; y, naturalmente, de ese proceso habría noticias escritas. Al narrar la historia de la conquista romana de la isla, Tácito hace la esperable justicia a su pionero, Julio César (Agr. 13, 1; 15, 4), aunque sin mencionar como fuentes los pasajes de los Commentarii (BG V 11-23)79 en los que contaba su aventura británica y algunas noticias geográficas y etnográficas sobre aquella tierra. Del diuus Iulius afirma Tácito que potest uideri [Britanniam] ostendisse posteris, non tradidisse (13, 1); y más adelante (15, 4), recoge entre los comentarios de los britanos levantiscos de los tiempos de Suetonio Paulino el de que [Romanos] recessuros, ut diuus Iulius recessisset, modo uirtutem maiorum suorum aemularentur. No puede, pues, decirse que Tácito rinda en esos pasajes un especial tributo a la memoria de César; es más: se ha llegado a sospechar que en ellos esté latente una σύγκρισις, una «comparación» (tópico retórico frecuente en el género biográfico) entre las gestas de César y las de Agrícola en el sojuzgamiento de Britania.80 Sin embargo, 79 FORNI, 1962: 52, formula la sospecha de que los capítulos 12-14 de la misma podrían ser obra de un interpolador. GUDEMAN, 1928, loc. cit. Afirma que la mención de César no significa que consultara su obra. 80 Véanse al respecto PETERSMANN, 1991: 1790, con amplia bibliografía, y SADDINGTON-KEPPIE, 1991: 1732, con referencia al más general estudio de MCGING (1982) sobre la σύγκρισις en Tácito, que la habría aplicado a Agrícola no solo en relación con sus predecesores, sino, y sobre todo, en relación con Domiciano. El propio Tácito, al recoger los comentarios de las gentes a raíz de la muerte y funerales de Germánico (Ann. II 73), practicó ese procedimiento de manera explícita, comparando la figura de su héroe con la de Alejandro Magno.
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PRÓLOGO
por el testimonio indirecto de la Germania (28, 1), donde César sí es expresamente citado como fuente, es seguro que la observación de Tácito sobre las pasadas glorias militares de los galos (Agr. 11, 4) procede de él; según FORNI (1962: 52), sería «l’unica notizia di sicura estrazione cesariana che si trovi nell’Agricola». Las dos únicas fuentes históricas a las que Tácito se remite nominalmente en el Agricola (10, 3) —y solo a propósito de la forma de la isla— son Liuius ueterum, Fabius Rusticus recentium eloquentissimi auctores. No nos dice demasiado esa mención, dado que la de Livio corresponde a la parte perdida de su obra, al parecer al libro 105, en que se narraba la incursión británica de César, según la correspondiente periocha; y en cuanto al hispano Fabio Rústico,81 algo mayor que Tácito, sabido es que toda su obra naufragó en los azares de la tradición. Así, pues, para rastrear otras fuentes escritas del Agricola se hace preciso recurrir a la razonable conjetura. A este respecto FORNI (1962: 52), siguiendo a C. Questa, menciona como una de las posibles la inscripción, hoy perdida, del arco triunfal en honor de Claudio, erigido, y no sin cierta justicia, a raíz de sus campañas británicas del año 43 y siguientes, que le valieron a Roma el dominio de buena parte de la isla y a su desdichado hijo el apellido de «Británico». Hay que considerar también otra posible fuente de carácter no literario: los Acta senatus, en los que posiblemente piensa Tácito en su legimus… de 2, 1, al respecto de la trágica suerte de Aruleno Rústico y Herennio Seneción (cf. FORNI, 1962: 54; OGILVIERICHMOND, 1967: 131 s.). En cuanto a posibles fuentes literarias no citadas —la mayoría— formarían un grupo particular las de carácter geográfico y etnográfico. Pero en este punto parece necesario un cierto paso atrás, pues en él se ha atribuido una especie de papel fundacional a la obra Perì Okeanoû, escrita por el griego Píteas de Marsella a finales del siglo IV a. C., tras haber realizado un admirable periplo que desde su patria, atravesando Gibraltar y tocando en Gadeira (Cádiz); costeando el 81 Tácito lo cita como fuente en varios episodios del reinado de Nerón (Ann. XIII 20, 2; XIV 2, 2; XV 61, 3).
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
actual Portugal y el norte de Hispania, así como la Galia, Germania y la propia Britania, lo habría llevado (algo en que ya no todos están de acuerdo)82 hasta la verdadera Thule (Islandia, no la Thule de Agr. 10, 4, que sin duda es el archipiélago de las Shetland).83 Buena parte de las noticias que daba Píteas, solo son conocidas por fragmentos que de su obra conservaron geógrafos e historiadores posteriores como Timeo, Eratóstenes, Crates, Hiparco y Posidonio de Apamea; y también en la de algunos otros que, como Dicearco, Polibio, Artemidoro y Estrabón lo tacharon de «embustero».84 Y, naturalmente, tanto la tradición favorable como la adversa a Píteas debieron de pasar a los autores romanos que escribieron sobre las latitudes extremas de Europa. Volviendo al Agricola, la huella del ya citado Estrabón (III 11, 3; IV 5, 1) parece revelarse en la errónea noticia sobre la posición de Hispania con respecto a Britania (Agr. 10, 2; 11, 2; 24, 1), si bien FORNI (1962: 52) también estima posible que Tácito la tomara de Plinio el Viejo (IV 16, 102). De la Chorographia de Pomponio Mela (III 6, 54) o del propio Plinio el Viejo (IV 30, 103), y en última instancia de Píteas, podría proceder la noticia sobre las islas Órcades de Agr. 10, 5 y, naturalmente, la referente a Tule; y de la misma fuente, por unas y otras vías, provendrían varias otras sobre el mar, las mareas y el clima de aquellas regiones. Las informaciones sobre minerías y perlas, siempre según FORNI (loc. cit.) procederían de Estrabón, Plinio el Viejo y Mela. Conste en todo caso el reconocimiento debido a los probables 82 Véase WOLFSON, 2008: 16 ss., que sostiene frente a OGILVIE-RICHMOND 1967 y otros, que la idea de que la Tule de Píteas era Islandia es inverosímil, considerando que, según STRAB. I 4, 2 y PLIN., NH II 187, afirmaba haber llegado a ella en solo seis días de navegación desde el N de Britania. Para él se trataría también de las islas Shetland. Sobre la noticia de Píteas acerca de Tule véase STRAB. I 4, 2; II 4, 1; 5, 8; IV 5, 5 y FORNI, 1962: 52. 83 Véase OGILVIE-RICHMOND, 1967: 172, con bibliografía. 84 Sigo aquí el artículo de F. LASSERRE, «Pytheas», en Der Kleine Pauly, vol. 4. En relación con el Agricola se ocupan del personaje OGILVIE-RICHMOND, 1967: 40, 165, 172 s. Para cuanto concierne al conocimiento geográfico de Britania que Tácito exhibe en el Agricola, es fundamental el capítulo de OGILVIE-RICHMOND, 1967 (31-46), «Tacitus and the Geography of Britain».
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PRÓLOGO
méritos de Píteas en la exploración de aquellas aguas y tierras del Septentrión. En fin, centrándose en las noticias referentes a la actual Escocia, OGILVIE, en el «Envoi» que escribió para el volumen colectivo editado por KENWORTHY (1981: 114), afirmaba al respecto de la información que el Agricola proporciona: «hay muchas dudas y muchas incertidumbres cronológicas. Sin embargo, Tácito sabía mucho más y en detalle sobre las campañas escocesas de Agrícola de lo que escribió, ya sea para beneficio de sus lectores romanos, ya para el nuestro». 7. LA
TRADICIÓN MANUSCRITA DEL AGRICOLA
Puede decirse que la transmisión de toda la obra conservada de Tácito estuvo por mucho tiempo pendiente de un hilo: para sus Obras mayores fueron manuscritos únicos durante gran parte del Medievo los Mediceos I (Annales I-VI) y II (Annales XI-XVI e Historias I-V); para las menores, parece haberlo sido el llamado Codex Hersfeldensis por el nombre del monasterio de Hersfeld, en la región alemana de Hessen, en el que durmió el sueño de los justos desde la época carolingia hasta su descubrimiento hacia 1425, durante la afanosa búsqueda de manuscritos clásicos de los albores del Renacimiento.85 En efecto, predomina la opinión de que el Agricola, y con él la Germania y el Dialogus, llegaron a los tiempos del Humanismo solo por vía de ese códice de azarosa historia.86 Había sido copiado en
85 Sobre el descubrimiento del Hersfeldensis y los personajes con él relacionados véase KREBS, 2011: 64 ss. Más propiamente filológicas son las contribuciones de RÖMER, 1991, 2324 ss. y MERKLIN, 1991: 2255-2283. 86 Esta casi communis doctrina no la comparten algunos de los estudiosos que no ven en los folios carolingios del ms. Aesinas, del que a continuación trataremos, un resto del Hersfeldensis. PRALLE, 1952, llegó a postular como arquetipo de los mss. conocidos de los opera minora no el códice de Hersfeld, sino un Fuldensis que ya estaría en Roma antes de 1427. MENDELL, 19702: 252, sostiene que fueron dos los códices de los opera minora que en el siglo XV llegaron a Italia: uno completo, antes de 1455, y el que más tarde llevó consigo Enoch de Ascoli (se entiende que el Hersfeldensis), al
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
letra minúscula carolina, tal vez en la abadía alemana de Fulda,87 en la propia región de Hessen, entre los años 830 y 850. Ahora bien, el Hersfeldensis, pese a haber llegado al puerto seguro que el Renacimiento Carolingio representó para tantos otros códices, se perdió después de su descubrimiento y de ser llevado a Roma, al parecer en 1455, por un tal Enoch de Ascoli, «ojeador de manuscritos» (KREBS, 2011: 77) del papa Nicolás V; pero no sin haber sido examinado por algunos humanistas ni, por suerte, sin haber sido copiado en manuscritos que directa o indirectamente nos conservan su texto.88 Como ahora se verá, el códice fue desguazado, tal vez con vistas a una mejor venta.89 cual le faltaría el Agricola, como falta en el codex Perizonianus (b), copiado por Pontano en 1460, y en algún otro. Pero en ibid., 280 s., Mendell añade aún un tercer manuscrito pre-humanístico: el que H. BLOCH, 1941: 185 ss., estimaba que había existido en Montecassino, en razón de que la huella del Agricola se percibe en la Vita sancti Severi de Pedro Diácono; para él, ahí estaría el origen de los folios carolingios del Aesinas. SCHAPS, 1979, tras admitir que la tradición conocida de la Germania y del Diálogo deriva del Hersfeldensis, estima que el Agricola del mismo desapareció sin dejar huellas, y que tampoco las hay del origen de los citados folios carolingios del ms. de Jesi. Hemos intentado condensar lo que sobre este complejo asunto escriben los antes citados RÖMER, 1991: 2326 ss. y MERKLIN, 1991 (véase especialmente su apartado «IV. Das Schicksal des Hersfeldensis», en 2265 ss.); véase también PERL, 1990 (edición de la Germania): 54; a los cuales hay que añadir el importante PÖHLMANN, 2003, que defiende la identidad Aesinas y Hersfeldensis, y SCHAMA, 1995: 195 ss., que incluye algunas curiosidades sobre la familia Balleani. Sobre la génesis de la edición de TILL, 1943, véase CANFORA, 1979: 77-82. De la azarosa historia ulterior del códice trataremos en nuestro Prólogo a la Germania. El reciente MARTIN (apud WOODMANN, 2009: 245 ss.), aunque considera como «majority opinion» la de la identidad Hersfeldensis y Aesinas, deja claro que aun en caso contrario derivaría del Hersfeldensis nuestra tradición de la Germania y del Dialogus. 87 Si, como se cree, la parte en letra carolingia del Aesinas es un resto del perdido Hersfeldensis, hay que tener en cuenta la prudente cuanto autorizada opinión de B. BISCHOFF (1981: 181) de que su letra más bien apunta a un origen francés, «vielleicht an der Loire». La atribución a Fulda se debía al no menos autorizado parecer de P. Lehmann, del que en su día se había fiado R. TILL, 1943: 11 ss. 88 ROBINSON, 1935: 351 ss. duda de que el Hersfeldensis fuera llevado a Roma por Enoch. Muerto este en 1457, el códice llegó a manos del humanista E. S. Piccolomini, papa Pío II desde 1458. 89 Ello debió de ocurrir entre el otoño de 1455 y marzo de 1460, según HÄUSSLER, 1986: 94.
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PRÓLOGO
Estando así las cosas, en 1902, M. Vatasso90 dio cuenta de la aparición, en la biblioteca del conde A. Guglielmi Balleani de Jesi, en la provincia italiana de Ancona, de un códice (lat. 8) con la que parecía ser una copia del Agricola y de la Germania más antigua que las hasta entonces conocidas. Poco más tarde, C. ANNIBALDI (1907)91 sacó de ese descubrimiento su más brillante fruto: en la parte correspondiente al Agricola identificó un cuaternión (ff. 56r-63v = Agr. 13, 1-40, 2) escrito en minúscula carolina del siglo IX, además de un unión del mismo origen, borrado y reutilizado, que postuló que eran parte del perdido Hersfeldensis. El manuscrito Aesinas (o Esinate), que así fue llamado por el antiguo nombre de Jesi (Aesis), contiene, en primer lugar el Bellum Troianum del llamado Dictys Cretensis, también en letra carolingia. Las partes inicial y final del Agricola (ff. 52-55 y 64-66), así como la Germania entera, que lo sigue (ff. 66-75), están copiadas en letra humanística del siglo XV, cuyo autor, según anota TILL (1943: 111) procuró visiblemente imitar la del fascículo más antiguo. Ese copista ya había sido identificado por Annibaldi como el humanista Stefano Guarnieri di Osimo, cuyos bienes pasarían mucho después por herencia a la familia Balleani.92 El asunto de «La suerte del Hersfeldensis» (MERKLIN, 1991: 2265) —su formación, su ulterior desguace (o desguaces) y, en fin, su desaparición, sobre la cual apenas sabemos nada seguro— ha dado lugar a una extensa bibliografía que aquí solo recogeremos de manera sumaria. Por de pronto, algunas de las primeras noticias 90 En el Bolletino di Filologia Classica 9, 107, según la referencia de NIUTTA, 1996: 178. 91 Sin embargo, ANNIBALDI ya publicó en el propio 1902 un anticipo de su libro de 1907: «Di un nuovo codice dell Agricola e della Germania di Tacito», Atene & Roma 5: 737-738. 92 ROBINSON, 1935: 14-78, que suscribe la identificación propuesta por Annibaldi, dedica un minucioso estudio al Aesinas y especialmente a su Agricola. De su estructura codicológica también trata NIUTTA, 1996, así como de su historia tras su descubrimiento, aunque sin mencionar las aventuras que corrió en los tiempos de la II Guerra Mundial, de las que hablaremos en nuestro Prólogo a la Germania. Sí recordaremos que, gravemente dañado en la caja de seguridad en la que estaba guardado en Florencia por la riada del Arno de 1966, se restauró en cuanto se pudo en el monasterio benedictino
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VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
humanísticas sobre el códice93 dejan claro que contenía, y en este orden, la Ger mania, el Agricola y el Diálogo de los oradores, seguido de los fragmentos conservados del De grammaticis et rhetoribus de Suetonio. Permitiéndonos un cierto hysteron proteron, recordemos que en una fecha incierta, aunque parece que poco posterior al ya citado inventario de Niccolò de Nicolis, el Agricola fue desgajado del códice, pues ya no figura en la anotación de Pontano en el codex Perizonianus (b), de 1460, ni en la carta de 1475/76 en la que J. Poggio, hijo del humanista famoso, sí menciona las otras tres obras contenidas en el manuscrito.94 Como motivos de esa amputación se ha pensado en que o bien surgió un comprador particularmente interesado en el Agricola, o bien que por estimárselo de menor importancia, se lo hubiera dejado aparte en Ascoli, a donde lo habría llevado el «ojeador» Enoch;95 y como nos recuerda MERKLIN (1991: 2266), no fue lejos de Ascoli, en Jesi, donde reaparecería una buena parte de él en el códice Aesinas, unido al Bellum Troianum de Dictis Cretensis, «ciertamente carente de interés para los humanistas del siglo XV» (además, naturalmente, de la citada copia humanística de la Ger mania). Queda por ver la aún más importante cuestión de la propia constitución del Hersfeldensis. En un estudio codicológico menos difundido en su día de lo que merecía y reivindicado más tarde por G. BRUGNOLI
de Grottaferrata, cercano a Roma, pero quedó en gran parte inservible. Por suerte, se disponía de buenas copias fotostáticas, como la del texto del Agricola y la Germania publicada por R. TILL, 1943. Al fin, el códice, pasó a la Biblioteca Nacional Central de Roma en 1992, donde al fin reposa con la signatura Fondo Vittorio Emmanuele 1638; véase también KREBS, 2011: 255 ss. 93 Las cataloga MERKLIN, 1991: 2259. Especialmente detallado es el inventario o «Suchinstruktion» de N. Niccoli (1431), del que la parte concerniente a Hersfeld puede verse en el ya citado ROBINSON, 1935: 6 s.; pero lo esencial del contenido ya está en la carta del Panormita a Guarino de 1426 (MERKLIN, 1991: 2257, T. 2; su texto, en RÖMER, 1991: 2324). 94 Los textos aludidos son los T. 14 y T. 15 de los censados por MERKLIN, 1991: 2259. 95 También aquí seguimos a MERKLIN, 1991: 2225, que recoge los pareceres de HÄUSSLER, 1986 y KRAPF, 1979, respectivamente.
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PRÓLOGO
(1989).96 C. GALLAVOTTI (1952-1953).97 había postulado la condición de codex compositus del Hersfeldensis desde sus mismos orígenes; y dando por sentado que los folios carolingios del Agricola del Aesinas habían sido parte del mismo, hizo notar que el unio aislado y palimpsesto en el que aún se podía leer el final del Agricola, y al que debía seguir, en el orden primitivo, el comienzo del Diálogo, presentaba adornos típicos de un final de códice. Esto significaba que en el Hersfeldensis se habrían juntado dos partes diferentes: la que contenía la Germania y el Agricola, y la que contenía el Diálogo y los fragmentos de Suetonio que ya lo acompañaban en su tradición98 Sin embargo, esa tesis dejaba sin resolver otro problema al que tampoco aquí vamos a dar respuesta por el momento: la de que, sumados los folios que los humanistas nos dicen que contenían las partes luego unidas en el Hersfeldensis (26 entre Germania y Agricola más 25 entre Diálogo y Suetonio), no daban de sí para un verdadero codex, según deja claro MERKLIN (1991: 2267). Y el mismo estudioso hace notar acto seguido que, dado que las hipótesis contempladas hasta la fecha descansaban sobre la base de que los folios carolingios del Agricola del Aesinas eran un resto del Hersfeldensis, acabó por ponerse en tela de juicio tal identificación. Esa tendencia negacionista tomó pie en el hecho ya aludido de que en el códice de Jesi al Agricola y a la Germania las precede (ff. 3-51) el Bellum Troianum del llamado Dictis Cretense,99 que en su mayor parte está copiado con la misma letra carolina que los folios del Agricola tenidos por resto del manuscrito de Hersfeld. Y como, además, ninguna de las noticias humanísticas que describen el códice 96 «La vicenda del codice Hersfeldense», en Rivista di Cultura Classica e Medioevale 3: 68-90. 97 Introduzione al Dialogo degli oratori (Dispense di Grammatica Greca e Latina per l’anno accademico 1952-1953). Roma, 1953. MERKLIN, 1991: 2266, subraya el escaso eco que alcanzó ese estudio, algo lógico considerando que se publicó en el seno de unos apuntes universitarios. 98 Sobre este punto véase en especial MERKLIN, 1991: 2263. 99 Proporciona una minuciosa descripción codicológica, paleográfica y del contenido del manuscrito ROBINSON, 1935: 14-30.
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hace mención alguna de ese texto, no es de extrañar que el ya citado C. W. MENDELL (1935: 113-130)100 sostuviera que los folios de Dictis estaban unidos desde el principio a los del Agricola, y no a causa de una reencuadernación sobrevenida, y que en consecuencia esos últimos no serían un resto del Hersfeldensis. En fin, en 1979 el también ya citado D. SCHAPS101 publicó un riguroso estudio codicológico en el que comparaba el Agricola y el Bellum Troianum carolingios del manuscrito de Jesi, con especial atención a las punctiones que marcaban el pautado de las páginas, y observó una insólita homogeneidad entre uno y otro texto, con lo que parecía quedar clara la originaria vinculación entre los mismos y, consecuentemente, que ni uno ni otro habían sido parte del códice de Hersfeld. Al comentar esa contribución, que levantó cierto revuelo, no le faltaba razón a MERKLIN (1991: 2268) al afirmar que algunas de las críticas a SCHAPS no hicieron mella en la credibilidad de sus tesis ni, por ende, lograron sacar del atolladero en que parecía hallarse la hasta entonces communis doctrina que identificaba el Agricola Aesinas con el Agricola Hersfeldensis. Y es que no parecía verosímil que dos textos originariamente tan emparentados como SCHAPS había demostrado que eran ese Agricola y el Dictys que lo acompaña en el Aesinas se hubieran separado luego, como invitan a pensar las descripciones humanísticas del manuscrito de Hersfeld, para más tarde reaparecer nuevamente unidos en aquel. Ahora bien, el propio MERKLIN (1991: 2268), tras afirmar que «según todas las apariencias el ‘Bellum Troianum’ de Dictis y el ‘Agrícola’ de Tácito estuvieron juntos desde el principio en aquel manuscrito carolingio cuyos restos ha conservado el Aesinas», se pregunta, con notable agudeza si en realidad la aludida hipótesis del común origen, la ulterior separación y la nueva reunión de los dos textos, en principio tan inverosímil, está irremediablemente alejada de la por tanto tiempo y por muchos aceptada de que 100 En parecido sentido, aunque no de manera tajante se pronunció más tarde ULLMAN, 1959: 309 ss.; véase también MERKLIN, 1991: 2262, 2267, que se hace eco de las cautelosas posturas de los paleógrafos a ese respecto. 101 Téngase en cuenta que en su valiosa edición fotostática y estudio del Aesinas, TILL, 1943 no se había ocupado del texto de Dictis; cf. MERKLIN, 1991: 2262.
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«surgidos en la misma época y en el mismo scriptorium, siglos después y muy lejos de su lugar de origen, fueran reunidos en un códice»; y añade que «el punto de partida del ulterior proceso tras tal separación era en lo fundamental el mismo que en el caso de textos anteriormente separados, pero de origen estrechamente cercano» (MERKLIN, 1991: 2269). Con esa pregunta el estudioso nos enfrenta de nuevo a una cuestión o más bien hipótesis que antes hemos dejado sin la debida respuesta o corolario: la de que el Hersfeldensis era un codex compositus, en el cual la pareja Agricola-Germania,102 con el fin de alcanzar el deseable volumen editorial, tendría que complementarse con algún otro texto, al modo en que se había hecho en bastantes otros manuscritos carolingios. Así, pues, tal podría haber sido también el caso del Hersfeldensis en sus orígenes, en los que se habría añadido el Dictys a la pareja GermaniaAgrícola. Más adelante, ese ya codex compositus debió de coincidir en alguna biblioteca con uno que contuviera el Diálogo y los fragmentos suetonianos; y a partir de ahí, y apoyándose en la reconocida autoridad de K. BÜCHNER (1955, 1985), MERKLIN (1991: 2269) conjetura que debió de ser por entonces cuando, en razón de la comunidad de autor, el Diálogo se unió a los otros dos Opera minora, arrastrando consigo, por cierta afinidad de título (De grammaticis et rhetoribus), los fragmentos de Suetonio. Siempre según MERKLIN (1991, loc. cit.), esa hipótesis no solo tendría el apoyo de la ya comentada separación originaria perceptible en el unio final del Agricola del Aesinas, sino también el de la subscriptio del códice V(indobonensis) del Diálogo que, como veremos al tratar del mismo,103 es un indicio fundamental de que ya el Hersfeldensis lo atribuía a Tácito. En fin, la constitución del codex, tal como lo conocieron los primeros humanistas, —y siempre según el tantas veces citado capítulo de MERKLIN (1991: 2269 s.)—, todavía incluyó más pasos: es posible 102 Naturalmente, como subraya MERKLIN, 1991: 2269, en ese magro codex que contendría la Germania y el Agricola, no estarían ni el Diálogo ni el De grammaticis et rhetoribus de Suetonio, que por su parte se hallarían en pareja situación. 103 En nuestro Prólogo al mismo, § 2: «La cuestión de la autoría», pp. CDXXXIV ss.
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que el arquetipo del Diálogo y de los fragmentos suetonianos fuera un manuscrito tardoantiguo en mayúsculas, cuya copia en un formato similar al que contenía la Germania y el Agricola habría propiciado que se uniera a él. En esa operación se habría dejado aparte el Dictys, el elemento más heterogéneo del conjunto; pero este habría viajado a Italia junto con el códice de Tácito-Suetonio, «donde los ‘fata libelli’ pronto lo reunirían de nuevo con el ‘Agricola’ y con la ‘Germania’, esta, naturalmente, copiada de nuevo» (MERKLIN, 1991: 2270). El descubrimiento del Aesinas y su identificación como resto parcial del Hersfeldensis tuvo gran resonancia, mayoritariamente favorable,104 aunque con el tiempo, según hemos visto, no faltaron quienes la impugnaran, y por las razones también ya vistas.105 Ya hemos hablado también del desguace que eliminó de él el texto del Agricola. En cuanto al hecho de que solo una parte del mismo aparezca en el Aesinas, podría deberse a que, dado que algunos cuaterniones del Hersfeldensis se habían cortado por la mitad al desgajarlos, los folios que quedaron sueltos por tal motivo, correspondientes al principio y al final de la obra, no resultaran fáciles de encuadernar, por lo que fueron recopiados en piezas nuevas y regulares (cf. TILL, 1943, loc. cit.; HEUBNER, 1984: 143). Aparte de haberse conservado parcialmente en el manuscrito E (suplementado con el e en época humanística), el Hersfeldensis fue copiado antes de su pérdida y de él proceden los otros tres manuscritos actualmente disponibles del Agricola, aunque es cuestión discutida la del grado exacto de parentesco que guardan con él o entre sí.106 En cuanto al Toletanus (T, Biblioteca Capitular de Toledo 49.2),107 Es de subrayar la muy cualificada adhesión de ROBINSON, 1935: 14 ss. Se trata de las objeciones ya comentadas de MENDELL, 1935; SCHAPPS, 1979 y otros a la identificación del Aesinas como parte y copia del Hersfeldensis y consecuentemente de la condición de arquetipo único del segundo. Incluso WINTERBOTTOM, apud REYNOLDS, 1983: 411, reconoce que «their content indeed seems incompatible». A favor de la identificación, entre muchos otros, están MURGIA-RODGERS, 1984; HÄUSSLER, 1986; RÖMER, 1991: 2324 y el ya citado MERKLIN, 1991: 2265 ss. 106 Sobre esta debatida cuestión véanse WINTERBOTTOM, apud REYNOLDS, 1983: 410; RÖMER, 1991, 2330: DELZ vii, s. 107 Sobre el mismo puede verse el amplio estudio de LEUZE, 1899-1901: 514-555. 104 105
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consta que fue copiado en 1474 por Angelo Crullo de Todi, y parece que directamente del Aesinas. Menos claro en sus detalles es el caso de los otros dos códices humanísticos disponibles, Vaticanos latinos A (3429) y B (4498), ambos también del siglo XV y desde luego también procedentes del Aesinas, circunstancia que facilita la labor del crítico; pues tiene razón WINTERBOTTOM (1975, vii) cuando afirma que «vanus labor si quis lectiones recentiorum codicum adnotat ubi adest vetus ille noster [scil. Aesinatis uetus pars]».108 Ese estudioso, frente a la opinión de OGILVIE, sostiene que A y B no derivan de un arquetipo común (para OGILVIE el propio Hersfeldensis), sino que el segundo proviene del primero, tesis a la que se adhiere MURGIA 1977, 324, con detallada argumentación.109 8. PERVIVENCIA
DEL
AGRICOLA
La influencia de Tácito fue, como se sabe, amplia y profunda desde el inicio de la Edad Moderna (no así en la Antigüedad tardía110 ni, sobre todo, en el Medievo); hasta el punto de que resulta casi inabarcable la bibliografía sobre el tacitismo (o, si se prefiere, tacitismos) de los siglos XVI y XVII. Bajo esa etiqueta, al parecer acuñada por el estudioso italiano G. Toffanin en 1921,111 suelen
108 Reitera ese parecer en REYNOLDS, 1983: 411. En el mismo sentido se pronuncia MURGIA, 1977: 338, en su crítica a las ediciones de OGILVIE, TILL y otros, cuyos aparatos considera innecesariamente recargados de lecturas de los mss. A, B e incluso T. 109 Ya en su introducción a WINTERBOTTOM-OGILVIE, 1975; véase también RÖMER, 1991: 2330 s. 110 Convendrá recordar con MAYER, 2001: 18, que en ningún autor antiguo hay referencia alguna a los Opera minora de Tácito. 111 Reseñaremos las contribuciones sobre el tacitismo que estimamos más importantes por su trascendencia o su grado de actualidad. Ante todo, la del citado G. TOFFANIN 1921, que al parecer acuñó el término (aunque hay quien lo adjudica a Benedetto Croce, como nosotros mismos hicimos en MORALEJO, 2015: 910, n. 7). Son relativamente recientes las síntesis de MUHLACK, 2003; KROVOZA, 2002; GAJDA, 2009 y KAPUST, 2012. Véanse también los diversos trabajos de A. MOMIGLIANO, especialmente su «Tacitus and the Tacitist tradition», en The Classical Foundations of Modern
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agruparse las corrientes de pensamiento político que vieron en la obra de Tácito un sucedáneo más o menos lícito de los preceptos de gobierno, pragmáticos y moralmente indiferentes, que N. Maquiavelo había formulado en su Il Principe (escrito en 1513, pero publicado en 1531), preceptos que acabarían dando origen al vidrioso principio de la ragion di stato,112 condenado en el Index del Santo Oficio romano de 1559. Por entonces, Tácito deviene en un pater prudentiae e incluso en una especie de Tántalo, que había revelado, para bien y para mal, los arcana imperii.113 El propio Toffanin distinguió dentro del tacitismo tendencias diversas y hasta encontradas, desde las de signo que hoy llamaríamos progresista o republicano hasta las que veían en Tácito un arsenal de recursos al servicio del rampante absolutismo; pasando, naturalmente, por los celadores de la ortodoxia católica —especialmente jesuitas—, que se consideraban obligados a salirles al paso a los recelosamente llamados «políticos», los que trataban de construir una ciencia de gobierno autónoma, no condicionada por principios éticos o morales, sino solo por el de la eficacia. Ahora bien, la recepción política de cuanto Tácito narra —y de las moralejas que de vez en cuando extrae de su relato, o que los tacitistas le atribuían en sus aforismos— estaba condicionada por una congénita ambigüedad que, mejor que ningún otro, había formulado un precursor, bien temprano, del tacitismo propiamente dicho: el diplomático e historiador Francesco Guicciardini, florentino como el famoso secretario y, por si algo le faltara, embajador ante Fernando el Católico, el rey tenido por muchos como prototipo del Príncipe maquiavélico. Escribía GUICCIARDINI (1994 [1530]: Historiography. Berkeley-Oxford, 1990: 109-131 (reed. en R. Ash, Tacitus. Oxford, Oxford U. P., 2012: 411-453). Para España: E. TIERNO GALVÁN, 1947-48; J. A. MARAVALL, 1984; J. A. FERNÁNDEZ-SANTAMARÍA, 1986; B. ANTÓN MARTÍNEZ, 1991 y T. CID VÁZQUEZ, 2002. 112 Según LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 47, la primera obra en cuyo título aparece tal expresión es el Della ragione di stato (1589) de G. Botero, animoso debelador de Maquiavelo, en la línea del P. Ribadeneyra y otros jesuitas. Sin embargo, añade que la misma ya era «moneda corriente» desde tiempo atrás. Así, en la n. 431 a su Introducción reseña que Giovanni della Casa, en 1547, ya había hablado de «ragione degli stati». 113 Véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 45, con bibliografía.
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60), que «enseña muy bien Cornelio Tácito a quien vive bajo tiranos el modo de vivir y gobernarse, así como enseña a los tiranos el modo de asentar la tiranía». De ahí, pues, la diversidad de las corrientes del tacitismo, rojo o negro y hasta rosa (cf. MELLOR, 1993: 145; BURKE, 1969: 149 ss.), según a quien hubiera de servir. Naturalmente, el Agricola no tuvo en el seno del tacitismo más importancia que la que correspondía a su condición de opus minus. De ahí que, como ahora veremos, los estudiosos hayan tenido que espigar pacientemente en ese caudal ideológico y fuera de él sus huellas particulares en la posteridad. Paradójicamente, podría considerarse como la más perenne de ellas una que deriva del mal entendimiento de uno de sus pasajes: la denominación de Grampian Mountains que se viene aplicando desde hace siglos a la cordillera que separa los Highlands de los Lowlands de Escocia. En efecto, procede de una lectura errada (montem Grampium) del correcto montem Graupium de los manuscritos en Agr. 29, 2, debida a Puteolanus, el editor princeps de la obra (ca. 1475-80); y de ella, tal orónimo, por lo demás de incierta localización, pasó a los consabidos eruditos locales, responsables de la fijación definitiva de la etiqueta,114 la cual, por cierto, acabó viajando hasta los antípodas para dar nombre a las Grampian Mountains de Australia. Sin embargo, si tienen razón SYME (1958: 121 y n. 2) y otros estudioses ya citados, se pueden observar huellas del Agricola en su propio tiempo, concretamente en Plinio el Joven, el gran amigo de Tácito, quien en su elogio póstumo de Verginio Rufo (Ep. II 1, 10 s.) parece haber imitado la peroratio sobre la fama y la muerte de Agricola 46, aparte otras posibles reminiscencias menores.
114 Véase al respecto OGILVIE-RICHMOND, 1967: 251 s., que recogen la hipótesis de W. J. Watson de que ese topónimo, al parecer céltico, más bien fuera Craupius; pero ni siquiera tal origen está claro. Según la noticia que tomo de Wikipedia (s. u. Grampian Mountains, con bibliografía), su implantación podría deberse la Historia gentis Scotorum (1527) del humanista Hector Boece (Boethius).
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Por su parte, LÓPEZ-CAÑETE (2013: 42 ss.), nos ha ofrecido una nutrida cosecha de reminiscencias del Agricola en la literatura occidental, procedentes de un minucioso escrutinio de la bibliografía disponible y en no menor medida de su personal y curiosa lectura de textos de muy varia condición. De ahí que hayamos echado mano de sus páginas en bastantes de las de este apartado, aunque procurando, al menos, reconocer cada una de nuestras deudas con ellas. Recordemos de nuevo que Tácito fue en su propio tiempo un orador y escritor de prestigio. Parece dejarlo claro otro muy citado pasaje de Plinio el Joven (Ep. IX 23, 2) en el que relata una anécdota que el mismo Tácito le había referido: Sin embargo, nunca he sentido mayor placer que el que he sentido hace poco por un comentario de Cornelio Tácito. Me contaba que en los pasados juegos circenses se había sentado a su lado un caballero romano115; y que este, tras una charla variada y erudita, le preguntó: «¿Eres itálico o provincial?»; y que él le había contestado: «Me conoces, y precisamente por mis escritos». A esto le contestó el otro: «¿Eres Tácito o Plinio?».
La admiración de Plinio por su amigo se percibe también en su Panegírico de Trajano, de hacia el año 100 d. C., el primer discurso latino enteramente conservado posterior a los de Cicerón, que datan de siglo y medio atrás, y uno de los pocos pertenecientes al género epideíctico, el de la oratoria de encomio o vituperio. En efecto, LÓPEZCAÑETE (2013: 42) adivina en la figura del optimus princeps que traza Plinio huellas del «programa político-moral» expuesto por su amigo en el Agricola, especialmente en el punto clave y tan delicado de la coexistencia de libertas y principatus (cf. Agr. 3,1). Y aún añade otro testimonio pliniano de la máxima importancia, el de Ep. II 1, 6, sobre la muerte de Verginio Rufo, que en sus exequias había contado con un laudator eloquentissimus, precisamente el entonces cónsul Cornelio Tácito. 115 Naturalmente, lo habría identificado como tal por el simple hecho de que hubiera tomado asiento en las filas reservadas a los equites Romani.
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Por lo demás, y como ya hemos escrito en alguna otra ocasión, hay que reconocer con GOODYEAR (1989: 702) que «Tácito nunca llegó a ser un clásico o un libro de texto en la Antigüedad porque llegó demasiado tarde para entrar en un repertorio limitado». Tal repertorio es sin duda el de la famosa quadriga escolar, formada por Virgilio, Terencio, Salustio y Cicerón.116 A principios del siglo III escribió el cónsul Casio Dión, en griego, su Historia Romana, a la que ya hemos aludido más arriba porque afirma que Agrícola fue asesinado por Domiciano, cosa a la que Tácito no se había atrevido. Dión da más noticias sobre nuestro personaje, que solo de Tácito pueden proceder y que LÓPEZ-CAÑETE (2013: 254 s.) recoge y traduce en su «Apéndice II», al que remitimos. No menos conocida es la noticia que Flavio Vopisco nos da en la Historia Augusta (Tac. 10, 3) de que el fugaz emperador Claudio Tácito (275-276), que se tenía por descendiente del historiador y al parecer era hombre ilustrado y generoso, ordenó que sus obras —y es de suponer que entre ellas el Agricola — se copiaran y distribuyeran por las bibliotecas públicas de Roma. De cosecha propia de LÓPEZCAÑETE (2013: 43) parece ser la nota de lectura en la que identifica una huella de nuestra obra en uno de los Panegyrici Latini (VI 9, 3), anónimo, escrito en el año 310 en honor de Constantino. La noticia concierne a la corta duración de las noches de verano en Britania y a sus presuntas causas, y deriva sin duda del excurso geográfico de Agricola 12, 4. Al historiador Amiano Marcelino se lo considera como un epígono de Tácito, cuando menos porque sus Historias se iniciaban justo donde aquel había concluido las suyas (en el año 96 d. C.): con la narración de la felicitas temporum y el beatissimum saeculum (Agr. 3, 1; 44, 5) que Nerva y Trajano habían traído consigo; precisamente con aquella uberior securiorque materia que Tácito (Hist. I 1, 4) había dicho que se reservaba para su vejez y que al fin nunca trató; pues,
116 La expresión parece haber sido acuñada por el gramático Arusiano Mesio, según MARROU, 1965: 341, que también comenta otras exclusiones significativas.
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como se sabe, concluidas las Historiae, en los Annales prefirió volverse hacia el pasado, al ya lejano excessus diui Augusti en el 14 d. C. No sabemos cómo narraba Amiano esos tiempos de la libertad recobrada, pues se nos han perdido los trece primeros libros de su obra; pero parece que su incardinación en la tradición tacítea va más allá de su papel de continuador cronológico; así, NORDEN (19153: 646 ss.), tras reconocer que a Amiano no se lo puede comparar con Tácito o Salustio, aunque sí con los pobres compiladores históricos de su propio tiempo (la segunda mitad del siglo IV), estima que describe brillantemente las personalidades de Constancio II y de Juliano el Apóstata a la luz de las caracterizaciones que Tácito había hecho de Tiberio y de Germánico. Tampoco faltan en Amiano huellas reconocibles del Agricola.117 No hará falta recordar la escasa simpatía que mostraron hacia Tácito los primeros apologistas cristianos y en particular Tertuliano;118 y no sin razón, en vista de los poco piadosos juicios que sobre su religión había vertido en Annales XV 44. Ya en el siglo IV, debemos a san Jerónimo la importante aunque poco clara noticia de que el conjunto de las Obras mayores del historiador llegaba hasta los treinta libros. Además, LÓPEZ-CAÑETE (2013: 43) señala en una de sus traducciones de la Vulgata una probable y, según veremos, duradera huella del Agricola: Tot et tam magna mala pacem apellant (Sap. 14, 22); cf. Agricola 30,5: ubi solitudinem faciunt pacem apellant; y otra había identificado poco antes en el maestro de san Jerónimo, el gramático Elio Donato, que en su Comentario a Terencio (Hec. 582) escribe: in dissuadendo miscuit et honestatem et utilitatem; cf. Agricola 8, 1: eruditusque utilia honestis miscere. El otro gran autor cristiano del tránsito del siglo IV al V, san Agustín, tal vez arroja cierta luz en sus textos sobre un par de pasajes dudosos del Agricola (cf. LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit.). Algo más tarde, su discípulo el historiador hispano 117 Véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 43 y su n. 401, en la que recoge varias, con bibliografía. 118 En Ad nat. I 11 y en Apolog. XVI 12, donde lo llama mendaciorum loquacissimus; véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit.
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Paulo Orosio, en su Historia aduersus paganos, en la que, como se sabe, nos transmitió algunos fragmentos de la parte perdida de las Historiae (ed. HEUBNER, 1978: 227 ss.), emplea en varios lugares la expresión pars miseriarum, que recuerda el miseriarum pars de Agr. 45, 2, y que, según LÓPEZ-CAÑETE (2013, loc. cit.), solo aparece en esa obra del historiador. Ya en el siglo VI, le llega el turno a Jordanes, el primer historiador de los bárbaros, a falta de la obra perdida de Casiodoro. En su De origine actibusque Getarum (II 10 ss.; III 21) identifica LÓPEZ-CAÑETE (2013, loc. cit.) reminiscencias del Agricola (10 y 13) en la descripción de Britania y, una vez más, del anómalo curso del sol sobre o bajo su horizonte. Como antes apuntábamos, desde el final de la Antigüedad la obra de Tácito conoce una suerte comparable a la de ese sol invernal de las extremas latitudes de Britania: no se deja ver con claridad en la memoria literaria, pero a veces se adivina en el horizonte la estima de la que siguió disfrutando en las penumbras medievales. Testimonio de ello es la labor de copia de sus manuscritos en algunos centros culturales del Renacimiento Carolingio, de la que ya hemos tratado, y dentro de ella la que dio lugar al codex Hersfeldensis, seguramente el único119 que, como decíamos, hizo posible la llegada de los Opera minora hasta el Renacimiento propiamente dicho. Es entonces cuando comienza la verdadera fortuna de la obra de Tácito. En cuanto al Agricola, en cuyo Fortleben particular nos centraremos ahora, fue explotado en primer lugar como «fuente de la historia nacional» (BIRLEY, 1999: xxxviii); ante todo, por el ya citado escocés Hector Boethius, en su Historia gentis Scotorum de 1527; medio siglo más tarde, por Ralph Holinshed, uno de los autores de las Chronicles of England, Scotland and Ireland (1577), de las que parece que sacó Shakespeare los argumentos de Macbeth, de El rey Lear y de 119 LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 44, recoge también la noticia, que ya hemos comentado, de que hacia 1135 el bibliotecario de Montecassino Pedro el Diácono, en su Vita Sancti Severi episcopi et confessoris cita el Agricola, tal vez valiéndose del propio Hersfeldensis o de una copia del mismo.
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Cimbelino. No mucho después, en 1582 se sirvieron de él el humanista George Buchanan en su Rerum Scoticarum Historia, y en 158 el anticuario William Camden en su Britannia.120 Andando el tiempo, el Agricola también se convertiría en referencia obligada del patriotismo escocés,121 anclado en el recuerdo de William Wallace122 y luego humillado por la expulsión de los Estuardo en la «Gloriosa» de 1688 y, a la postre, por el Acta de Unión de 1707, cuya revocación, por cierto, se ha replanteado recientemente. Entretanto, en alas del ya rampante tacitismo, también el Agricola trascendió la condición de mera fuente histórica para aportar su modesto pero enérgico mensaje a la gran cuestión política que entonces ya estaba en el candelero: la de la dialéctica entre lo utile y lo honestum en la gobernación de los estados. Ese movimiento, por cierto, marchó de la mano con el del llamado «neoestoicismo», que reivindicaba como modelo de estilo al filósofo Séneca frente a la ortodoxia ciceroniana del primer Renacimiento. M. de Montaigne (1533-1592), padre del ensayo, conoció y citó elogiosamente, aparte del resto de la obra de Tácito, el propio Agricola, del cual también se valió su amigo el escéptico Pierre Charron (1541-1603) en su tratado De la sagesse.123 Naturalmente, en esta crónica no puede faltar el nombre del humanista, y también neoestoico, Justo Lipsio, cuya edición de Tácito (1574), con sus correspondientes comentarios, y cuyos Politicorum sive civilis doctrinae libri sex (1589), corolario ideológico de su tarea filológica, fueron columnas maestras del ulterior tacitismo, aunque en una línea más bien moderada y a veces oportunista. Sobre la huella Tomamos esas noticias de BIRLEY, 1999, loc. cit. Véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 49. Véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 50, que, naturalmente también se refiere a la excelente película Braveheart. 123 Véanse BIRLEY, 1999: xxxviii y, sobre todo, LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 47 y n. 434, que cita pasajes de uno y otro autor en los que es clara la influencia del Agricola. Al parecer, cierta manga ancha, de signo marcadamente tacitista, que Charron mostraba en el delicado asunto del utilia honestis miscere (Agr. 8, 1) motivó la condena de su obra por el Santo Oficio. 120 121
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específica del Agricola en los preceptos políticos (como se decía por entonces) de Lipsio ha vuelto no hace mucho entre nosotros un artículo ya aludido de J. R. BALLESTEROS (2013: 65 ss.),124 que nos presenta al britano Calgaco como ejemplo del «bárbaro elocuente» en su discurso antirromano y antiimperialista de Agr. 31 s. Lipsio había comentado un pasaje precedente del historiador (Agr. 29, 3), que recoge la fallida intención de los britanos de unirse frente al invasor —la unión hace la fuerza— con un escolio que se inicia con un O verba aurea!, y que prosigue y concluye (seguramente pensando en Flandes, aquel Vietnam de los españoles) con una glosa de las palabras de Hermógenes de Siracusa recogidas por Tucídides (IV 64, 4) y que el humanista traduce por estas: Extraneos advenientes, si sapimus, iuncti repellemus, quoniam singuli etiam si laedimur, universo periclitamur (apud BALLESTEROS, 2013: 66 y n. 29). Obviamente, Lipsio pensaba también en el ita singuli pugnant, uniuersi uincuntur con que Tácito (Agr. 12, 2) describe la dispersa estrategia defensiva de los britanos frente a Roma.125 Claro es que venimos hablando del Lipsio de Leyden; pues tras su reconversión y su vuelta a la católica Lovaina en 1591, en sus Admirabilia alabó el imperialismo romano como único sistema capaz de salvaguardar «la paz, el orden, la prosperidad o la concordia», según también nos recuerda BALLESTEROS (2013: 67). Podría decirse que en torno al Agricola surgió, especialmente en el ámbito anglosajón, un cierto riuulus, secundario pero bien definido, del tacitismo en sentido amplio; más o menos, la que KROVOZA (2002: 455), llamó «particular reception»; y es que en él se planteaba de manera especialmente clara la dialéctica entre el imperium (que, naturalmente, no podía ser otro que el romano) y la libertas; no la que Tácito daba por garantizada en Roma gracias a Nerva y a Trajano 124 Con bibliografía actualizada sobre el tacitismo. También son de interés sus consideraciones sobre las ideas y obras del humanista y patriota holandés Janus Dousa, corifeo del círculo antiespañol de la Universidad de Leyden. 125 Sobre la explotación política del Agricola por Justo Lipsio también da noticias de interés LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 47.
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(Agr. 3, 1), sino aquella otra por la que habían luchado los britanos y al final solo Calgaco y sus caledonios. Tal dialéctica o antítesis ya la tenía presente, como hemos visto, Justo Lipsio; pero al cabo del tiempo y por esa vía, también el Agricola llegó a ser una herramienta, e incluso un arma ideológica de doble uso: así, sería invocado por los propagandistas del naciente y pronto triunfante imperialismo británico, pero también por sus críticos. El propio Tácito, según veíamos en su momento, no había tenido empacho en hacerse eco de una retórica antirromana126 que en su tiempo ya debía de ser moneda corriente. En 1605 sir Francis Bacon, maître à penser de varias generaciones de ingleses y distinguido tacitista, en su ensayo «Of simulation and dissimulation», que sigue la línea de la prudentia mixta de Lipsio, quiso brindar sus consejos políticos al rey Jacobo I. Entre ellos, según BIRLEY (1999: xxxviii), MALCOLM (2007: 102), KAPUST (2012: 512) y LÓPEZCAÑETE (2013: 47), y en tono un tanto cortesano, el de que imitara a Nerva en su combinación de monarquía y libertad; pero Bacon citó de memoria,127 y en lugar del correcto principatum ac libertatem de Agr. 3, 1, dijo y escribió imperium et libertatem, error destinado a hacer fortuna: así reaparece, casi siglo y medio después, en la Idea of a Patriot King, publicada en 1738 por Henry St John, Vizconde de Bolingbroke, que flirteó a un tiempo con orangistas y jacobitas (cf. BIRLEY, 1999, loc. cit.). Pero ya antes otro consejero de príncipes,128 Robert Dallington (1561-1637), en sus Aphorismes Civill and Millitarie…,129 de 1613, oponiendo a moralists y politicks, había recomendado al futuro Carlos I Estuardo que siguiera a middle way 126 Recuérdense las ya reseñadas concomitancias con la Epistula Mithridatis de las Historiae de Salustio (fr. IV Kurfess, 162 ss.); y ya en el propio Agricola, las reflexiones sobre la conveniencia de dejarles reyes a los britanos sometidos (14, 1) o la presunta humanitas hacia ellos (21, 2); a fin de cuentas, todo instrumenta seruitutis; y, naturalmente, el propio discurso de Calgaco. 127 ¿O bien aposta?, posibilidad que admite LÓPEZ CAÑETE, 2013, loc. cit. 128 Una línea ideológica que recuerda un tanto a la de los arbitristas españoles de aquel tiempo. 129 El título de la obra, cuyo inicio es típico del tacitismo, es bastante más largo, según la costumbre de la época, pues incluía una referencia a los capítulos de Guicciardini censurados por la Inquisición, que también reproducía.
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entre lo profitable y lo honest (cf. MALCOLM, 207: 101; LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 47). Entre los notables de la Inglaterra republicana de Cromwell hay al menos dos que son dignos de memoria en la historia de la pervivencia del Agricola: ante todo, el gran John Milton, que lo invocó en su Areopagiticus para defender la libertad de expresión (cf. KAPUST, 2012: 512); además, el polémico parlamentario Algernon Sidney, que pagaría con su vida, ya bajo Carlos II, la franqueza de sus ideas republicanas, no muy bienvenidas tras la Restauración. Sidney citó varias veces en sus Discourses Concerning Government un pasaje del Agricola (14, 1) por el que, según el ya citado KAPUST (2012: 513) sentía predilección: «That amongst other instruments of enslaving nations, they [i. e. Romans] imposed kings upon them». Por los mismos tiempos, el filósofo Th. Hobbes, cuyo Leviathan (1651) negaba la existencia de leyes morales de origen divino, algo que no había osado el propio Maquiavelo, comentó los Annales, tradujo el Agricola, y citó el celebre dictum de que proprium humani ingenii est odisse quem laeseris (Agr. 42, 3; cf. KAPUST, 2012: 514). De Hobbes procedía en buena medida la teoría política profesada por el filósofo sefardí B. Spinoza en su Tractatus politicus (1675-1677), en el cual se hace eco de la amarga definición de la pax Romana que había dado el caudillo Calgaco antes de la batalla del Mons Graupius (Agr. 30, 4). Escribe en efecto, que los estados cuya paz depende de la inacción de unos súbditos semejantes a las ovejas, rectius solitudo quam ciuitas dici potest, y que «si la servidumbre, la barbarie y la soledad han de llamarse paz, nada hay para los hombres más desdichado que la paz».130 Y a Spinoza siguió en muchos puntos J. J. Rousseau, que en su Discours sur l‘origine et les fondementes de l’inégalité parmi les hommes (1755), y en el propio Contrato social también incluyó reminiscencias mixtas del Agricola y las Historiae, que él mismo había traducido (LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 48). Más adelante, según nos cuenta BIRLEY (1999: xxxviii), la huella del Agricola cruzó el Atlántico para aparecer en un llamamiento a la 130
Tomo una y otra cita de LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 48.
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unidad de los patriotas americanos que Benjamin Franklin dirigió en 1776 a J. Hancock. En él acuñó una paráfrasis tan brillante como intraducible del pasaje en el que Tácito habla de la dispersión de esfuerzos de los britanos ante el imperium de sus días (Agr. 12, 2): «We must indeed all hang together, or, most assuredly, we shall all hang separately».131 En la Inglaterra victoriana el mensaje del Agricola siguió vivo. Por de pronto, la errada o manipulada lectura de F. Bacon de 3, 1, imperium et libertas, reaparece como lema en la insignia de la Primrose League, la asociación patriótica fundada en 1883 por los epígonos políticos de B. Disraeli, muerto dos años antes, y consagrada a la defensa de los valores británicos, tal como los tories los entendían (al parecer, la Liga se disolvió en 2004, de pura inanición). Pues bien, es posible que esos epígonos supieran de qué hablaban y de qué escribían, pues el propio Disraeli, en una intervención en los Comunes en 1851, había reivindicado semejante ideal, habida cuenta de que a un emperador romano le había valido nada menos que la apoteosis.132 Sin embargo, parece ser que cuando en 1879 reiteró la cita glosándola ampliamente, le salió al paso su rival Gladstone, con un comentario digno del propio Calgaco: Disraeli quería «libertad para nosotros, imperio para el resto de la humanidad». En fin, en la ocasión, moralmente vidriosa, de la Guerra de los Bóers —la «segunda», 1899-1902—, en la que parece que Lord Kitchener inventó los campos de concentración, no faltó una voz en su contra y precisamente procedente de las filas del ejército: la del mariscal de campo sir N. Chamberlain, todo un ejemplo de decencia, el cual le recordó a su compañero de armas la sarcástica definición de la pax Romana que había dado Calgaco en Agr. 30, 5. Verdad es que el viejo soldado erró al atribuir la sententia a Lord Byron, lo que nada Texto citado por MELLOR, 1993: 159. Cito por LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 48, que, a su vez, se remite a J. STRAUB, «Imperium et libertas. Eine Tacitus-Reminiszenz im politischen Program Disraelis», en K. REPGEN S. SKALWEIT (eds.), Spiegel der Geschichte. Festschr. F. Max Braubach. Münster, 1964: 5268, que no he podido consultar. También refiere la anéctoda y su epílogo BIRLEY, 1999: xxxviii. 131 132
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resta a su mérito moral. Y, en efecto, Byron, autor sin duda más accesible para el buen Chamberlain,133 se había valido de ella en su poema The Bride of Abydos (1813, II 431; cf. BIRLEY, 1999: xxxix; LÓPEZCAÑETE, 2013: 48). Años después, el renegado Houston Stewart Chamberlain, sobrino del mariscal, yerno de Richard Wagner y difusor de las ideas racistas precursoras del III Reich, insistiría en ese ataque al imperialismo británico.134 Sir Walter Scott, padre de la novela histórica, fue un entusiasta reivindicador, aunque más sentimental que político, de las señas de identidad de Escocia (hasta se ha dicho que fue él quien recuperó el uso de los kilts y de los tartans característicos de los diversos clanes). También fue autor de una novela gótica, aunque llena de ironía y buen humor, The Antiquary (1816), en la que el Agricola comparece y más de una vez. Así, para empezar, nos encontramos con que Mr. Oldbuck, el anticuario, excavando en un predio suyo ha encontrado «a sacificial vessel», con una inscripción «A. D. L. L.», que se atreve a interpretar por medio del retruécano Agricola Dicavit Libens Lubens.135 Pero más adelante,136 el joven Lovel, indeciso al respecto del género y objeto de sus ansias poéticas, recibe un claro consejo de Olbuck, ya convertido en su mentor: «Yo le voy a proporcionar un asunto: la batalla entre los caledonios y los romanos, la ‘Caledoniada’; o bien, ‘La invasión repelida’; que sea ese el título. Se acomodará al gusto actual y Vd. puede colocar algún toque de actualidad».— «Pero la invasión de Agrícola no fue repelida»— objeta Lovel. «No; pero Vd. es un poeta al margen del gremio, y tan poco obligado a la verdad o la probabilidad como el propio Virgilio. Vd. puede derrotar a los romanos a pesar de Tácito». 133 Como ya advierte LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit., el mariscal no debe ser confundido con su casi homónimo sir Arthur Neville Chamberlain, el premier británico al que sucedió W. Churchill al inicio de la Segunda Guerra Mundial, con el que, al parecer, no tenía relación de parentesco. 134 H. S. Chamberlain vivió y murió en la Wahnfried de Bayreuth en 1927. BIRLEY (1999: xxxix) da más detalles a su respecto. 135 En la página 38 de la edición digital de la obra, que he consultado a través de www.gutenberg.org; pero conste que mi primera noticia procede, como tantas otras de este apartado, de LÓPEZ-CAÑETE (2013: 49 y n. 466). 136 En la página 106 de la edición citada.
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No ha lugar a sospechar devociones escocesas en el gran vate del imperialismo británico, Rudyard Kipling; pero la sombra de los caledonios sometidos y el eco de la arenga de Calgaco parecen asomar en su poema A Pict Song (1913): «Roma nunca mira dónde pisa…»; más o menos, lo mismo que desde siempre venían haciendo los soldados de S. M. B., y con el beneplácito del poeta.137 También la Introducción a la otra edición del Agricola recientemente aparecida en España, la de J. L. CONDE (2013: 32 ss.),138 ofrece datos de interés sobre su pervivencia. Tras advertir, con toda razón, que «la huella intelectual de la Vida de Agrícola se funde en la corriente general del tacitismo», recoge algunas noticias sobre su Fortleben específico, que lógicamente, coinciden en parte con las ya reseñadas anteriormente. No así algunas otras, procedentes de la novelística inglesa de los dos últimos siglos, cuyas bases históricas vienen preferentemente de las Obras mayores del historiador.139 Tal nos parece el caso de las que aparecen en la novela histórica Beric el britano (1893) de G. A. Henty (1832-1902), pionero entre los corresponsales de guerra, prolífico escritor y propagandista entusiasta del imperio victoriano. La obra, que literariamente no va muy allá, no puede dejar de interesarnos, al menos, por su subtítulo: A Story of the Roman Invasion. Sin embargo, Henty tomó pie para su intrincado y complejísimo relato, más que en el Agricola, en lo que el propio Tácito narra en Annales XIV sobre la revuelta de Boudicca y los icenos en tiempos de Nerón. Pero en todo caso, Beric es un britano, primero rehén, y después cautivo de los romanos, y a la postre debidamente aculturado con el Imperio y con el naciente cristianismo; el perfecto ideal de un jingo victoriano. Años más tarde, el personaje de Beric fue rescatado por la longeva y prolífica escri 137 Sigo una vez más a LÓPEZ-CAÑETE, 2013, 49: que habla al respecto de «una epifanía curiosa». He leído el poema en T. S. ELIOT, 1941, A Choice of Kipling’s Verse… with an essay on Rudyard Kipling. London, Faber & Faber: 264 s. 138 También vale la pena leer su excelente novela El largo aliento (Barcelona, Destino, 1993), centrada en la figura de Tácito. 139 Conste, sin embargo, que también LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 92, n. 450, hace una breve referencia a los autores en cuestión, con bibliografía.
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tora Naomi Mitchison (1897-1999) en su La sangre de los mártires, también encuadrada en los tiempos de Nerón y de su persecución de los cristianos. Mitchison, que fue siempre una mujer de izquierdas, compartió los ideales del escotismo, en cuya génesis algo tuvo que ver el Agricola.140 Al respecto de las huellas particulares del Agricola en las letras españolas, también nos ofrece LÓPEZ-CAÑETE (2013: 50 ss.) una breve pero densa recopilación. Entre las reminiscencias literarias, reseña las que aprecia en El libro áureo de Marco Aurelio (XXXI s.), de 1528, de Fray Antonio de Guevara, el cual hace comparecer ante el emperador y el senado a otro «bárbaro elocuente»: «un villano del Danubio» que pronuncia una larga y razonada diatriba contra el imperialismo romano. Naturalmente, habla en nombre de los germanos, pero su discurso recuerda mucho al de Calgaco en el Agricola (30 ss.); y el caso es que el sabio emperador, impresionado, acaba por conceder al rústico germano la ciudadanía romana y por asentarlo en la Urbe, mantenido a cargo del estado141 (quizá Tácito hubiera dicho, en uno de sus característicos innuendos, que tal vez en la idea de evitar que su palabra y ejemplo cundieran entre sus compatriotas). Solo marginal parece la reminiscencia que se registra en la Silva de varia lección de Pedro Mexía (1540-1550), a propósito de la guerra que «los godos» (por entonces aún un poco lejos) «se desvergonzaron a hacer» a Roma en tiempo de Domiciano.142 También el historiador tacitista Juan de Verzosa tiene en cuenta el Agricola en sus Annales.143 El jerónimo de El Escorial fray José de Sigüenza, al que Unamuno reivindicó en su día como maestro de la prosa castellana, en su semblanza del superior fray Pedro de Guadalajara, parafraseó claramente
140 Sobre Mitchson y otros novelistas ingleses que compartieron la recreación romántica de la antigua Britania como una tierra de libertad, véase el capítulo de M. MALAMUD en WOODMAN (ed.), 2009, especialmente 304 ss. 141 LÓPEZ-CAÑETE, 2013, n. 452 advierte que la diatriba del rústico germano también aparece en el más conocido Relox de príncipes, de 1529. 142 Véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit. 143 Véase LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit., que remite a la edición de J. M. Maestre.
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el encomio de las dotes de gobierno que Agrícola había demostrado en Aquitania (Agr. 9, 3).144 También a las Indias, y antes a las nuestras que a las norteamericanas de Franklin, llegó la huella del Agricola. LÓPEZ-CAÑETE (2013: 50 s.) cita al respecto la Crónica Agustina (Lima, 1657) de Bernardo de Torres, que compara a su provincial del Perú fray Alonso de Pacheco con el propio Julio Agrícola en cuanto a sus modos de gobierno, aunque «haciéndose al final un lío de nombres y provincias»; y también la Política Indiana de Juan de Solórzano (1648), que se remite a Agr. 11,1, al respecto de los siempre inciertos orígenes de los pueblos bárbaros, en su caso de los indios americanos. Dedica luego LÓPEZ-CAÑETE (2013: 51) cierto espacio a la «ripiosa paráfrasis» en verso que de los ejemplos político-morales de la obra hizo Melchor Jufré del Águila, en su Compendio historial del descubrimiento, conquista y guerra del reino de Chile, publicado en Lima en 1630. Mucho más tarde, en 1841, el gramático venezolanochileno don Andrés Bello, que tanto hizo por enseñarnos a los españoles a hablar nuestra lengua,145 recurrió a un pasaje del Agricola (12, 6: ego facilius crediderim…) al estudiar el subjuntivo potencial (LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit.). Volviendo a España, el P. Feijóo se había sumado a la opinión de los tacitistas moderados, según cuadraba a su templada personalidad, para defender «una combinación de lo útil y lo honesto» (LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit.). También el doceañista A. Alcalá Galiano, tan famoso por su elocuencia como por su fealdad, rindió homenaje al Agricola en sus Memorias (XIX, 1886), citando la sententia de 42, 3 sobre el odio que los hombres injustos acaban concibiendo hacia sus víctimas (cf. LÓPEZ-CAÑETE, 2013: loc. cit.). Ya en nuestro siglo XX, Ortega y Gasset no anduvo muy afortunado recurriendo al Agricola (11, 2) al comentar que «de pura cepa aria, los iberos poseían la agricultura y fundían el bronce: eran buenos mozos, de
144 LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 51, se refiere a su Segunda Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo (1600) y reproduce una muestra de la semblanza dicha. 145 Aunque su Gramática estuviera «destinada al uso de los americanos».
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cabellos rizados, ‘torti crines’, dice Tácito»146; y es que los iberos, aunque sobrados de buenas partes, no eran precisamente arios —por lo demás, ominosa etiqueta—, al menos en el sentido de «indoeuropeos» (algo que Ortega bien hubiera podido aprender de su admirado Brugmann en sus tiempos de Leipzig). También el más notorio discípulo de Ortega, Julián Marías, pagó un pequeño tributo al Agricola (3,2) al citar ocasionalmente su per quindecim annos, grande mortalis aeui spatium.147 Y, en fin, también reseña LÓPEZ-CAÑETE el recuerdo de su lectura que guardaba P. Laín Entralgo, junto con una advertencia de uno de sus profesores: «El latín de Tácito es una cosa seria».148 En fin, el trágico siglo XX, con su sucesión de regímenes autoritarios y tiránicos, y de terribles guerras por ellos provocadas, dio no poco que pensar a los estudiosos de Tácito y de su precoz disección de la tiranía. De ahí que uno de los más grandes de ellos, A. MOMIGLIANO (1990 = 2012: 433), que además había experimentado en propia carne la intolerancia de aquellos tiempos, considerara al historiador como «nuestro maestro en el estudio del despotismo». Sin embargo, y dado que este capítulo estaba dedicado al particular Fortleben del Agricola, no estará mal concluirlo evocando una vez más la nux de su mensaje a la posteridad, «la única frase de él que todo el mundo conoce» (TRILLING, 2012: 438), el patético alegato de Calgaco contra el imperialismo: … ubi solitudinem faciunt pacem appellant (Agr. 30, 5); pues, como nos recuerda KROVOZA (2002, loc. cit.) ese alegato también compareció muchos años después en las protestas frente al imperio de turno, esta vez el americano, con motivo de la guerra del Vietnam,149 demostrando una vez más la potencia intelectual de un verdadero clásico. 146 En Personas, obras, cosas. Madrid, Revista de Occidente 1993, 498; sigo a LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit. y n. 463. 147 En una «Tercera» del ABC (19.06.97), citada por LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit. y n. 465. 148 Citado por LÓPEZ-CAÑETE, 2013, loc. cit., que aún añade otras huellas menos significativas. 149 Cita al respecto a H. W. BENARIO, «Tacitus in America», en R. BEDON - M. POLFER (eds.), 2007, Être romain. Hommages in memoriam Ch. M. Ternes. Remshalden: 56-67.
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9. SOBRE
EDICIONES Y TRADUCCIONES DEL
AGRICOLA
En la historia editorial del Agricola, y de manera más clara que en la de la mayoría de las obras antiguas, existen un antes y un después, delimitados por el descubrimiento, a principios del siglo XX, del manuscrito Esinate, que supuso un salto atrás, pero en el mejor de los sentidos y de varios siglos, en el conocimiento del texto de la obra, al ofrecernos gran parte del arquetipo carolingio de todos los manuscritos hasta entonces conocidos. Se considera como editio princeps del Agricola la primera del humanista italiano Francesco dal Pozzo —para el gremio, Puteolanus —, aparecida, sine anno, en Milán entre 1475 y 1480 y reeditada en Venecia en 1497.150 En cambio, en la princeps de Annales XI-XVI, Historiae, Germania y Dialogus de Vindelino de Spira (Venecia, ca. 1472-73) no figuraba el Agricola (como tampoco Annales I-VI). Por supuesto, la edición de Justo Lipsio (Amberes, 1574), que situó a toda la obra de Tácito en la primera línea de la vida intelectual europea, también fue fundamental para la difusión y pervivencia del Agricola. SAINT-DENIS (1942: XXI), censa más de una veintena de ediciones anteriores al hallazgo del Aesinas y, a la altura de su ya lejana fecha, casi otras tantas posteriores al mismo.151 Acercándonos ya a nuestros días, entendemos que las observaciones que más abajo hacemos sobre la elaboración de nuestro texto latino y sobre las ediciones tenidas en cuenta en ella, así como la noticia que de las mismas ofrecemos en nuestra BIBLIOGRAFÍA, nos eximen de entrar aquí en muchos detalles al respecto. En cambio, sí parece conveniente decir algo más más al respecto de ediciones y traducciones del Agricola a nuestra lengua. Para ser realistas, conviene 150 DELZ2: ix n.6, xii, fecha la primera en 1475 y da cuenta de tres consultadas por él. La edición de Puteolanus está disponible en www.digitalcollections.de. Sobre las primeras ediciones de Tácito da cumplida cuenta R. H. MARTIN en WOODMAN (ed.), 2009: 248 ss. 151 Habida cuenta de que la primera noticia detallada del Aesinas es la de ANNIBALDI (1907), es obvio que las ediciones de GUDEMAN (1902) y DRAEGER-HERAEUS (1905) todavía no se beneficiaron de su testimonio.
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partir de la observación de SANMARTÍ, 1951: 28, de que «Los autores españoles no se dedicaron a comentarios gramaticales a fin de mejorar la lectura de Tácito y facilitar su interpretación. Falta todo intento original de fijación de texto [cursiva nuestra]; los comentaristas se perdieron en insulsas consideraciones políticas, abrumando a Tácito con aforismos, consejas y comentarios a veces inútiles, cuando no disparatados». La primera edición del Agricola en España es la incluida en la completa –y hasta la fecha, única– de las obras de Tácito de C. Sixto y J. Ezquerra (2.a, Madrid, Imprenta Real, 1794; cf. SANMARTÍ, 1951: 29).152 No es una edición crítica, como puede suponerse; pero según la noticia que sobre su contenido nos da SANMARTÍ (1951: 41 ss.), sus autores estaban bastante al tanto de las aparecidas en Europa hasta sus propios días, de entre las cuales señalan como la mejor la Bipontina.153 Como traducción reproducen la de C. Coloma. No muy posterior (1798), aunque parcial (Germania, Agricola y fragmentos del propio Tácito y de Salustio) es la de J. Mor de Fuentes y D. Clemencín, también con traducción (cf. SANMARTÍ, 1951: 47 ss.).154 Bastante anteriores son las primeras traducciones a nuestra lengua, que se suceden a escasos intervalos en los primeros años del XVII, ya en pleno tacitismo. La primera fue la de Emmanuel Sueyro155 (Amberes, 1613, 1614, 1619…), pronto seguida por la de Baltasar Álamos de Barrientos (Madrid, 1614), repetidamente reproducida por editores 152 Las traducciones que también edita son las de Carlos Coloma para Anales e Historias (Douai, 1629) y la de B. Álamos de Barrientos para el Agrícola y la Germania, de las que luego hablaremos. La ficha de la BN de Madrid incluye el Diálogo, pero sin indicación de traductor. 153 Es decir, la aparecida por obra de la famosa imprenta ducal de Zweibrücken (Renania-Palatinado) en 1780, sin nombre de editor. En la de 1782 figura como tal G. Ch. Croll. 154 También es de justicia reseñar la edición bilingüe latino-catalana publicada por la Fundaciò Bernat Metge (Corneli Tàcit, Obres menors, Barcelona, 1926), con texto de F. Martorell (revisado por J. Balcells) y traducción de M. Ferrà y Ll. Riber. 155 Era miembro de una influyente familia de origen judeo-portugués; actuó en Flandes como agente de España y encabezó un importante lobby comercial; a su respecto da algunas noticias J. H. ELLIOTT, 1990: 253.
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posteriores.156 Ya en tiempos mucho más recientes, mayor gálibo filológico exhibe la edición bilingüe (latín-catalán) de las Obras menores de la veterana Fundación Bernat Metge, con texto latino revisado y aparato crítico de F. Martorell y traducciones de M. Ferrà y Ll. Riber (Barcelona, 1926, con sucesivas reediciones).157 Aunque confiese su «fin vulgarizador», es de estimar la traducción incluida en las Obras completas publicadas bajo la dirección de V. Blanco García, con la colaboración de sus alumnos de la Universidad de Zaragoza (Madrid, 1946).158 Es de justicia mencionar la edición de M. MARÍN Y PEÑA (1958), que en 1950 había publicado su traducción del Agricola, la Germania y el Diálogo en la Biblioteca Clásica. No ofrece un texto propio, sino que se basa en el de la teubneriana de KOESTERMANN (1949); pero incorpora en bastantes lugares aportaciones de ANDERSON, GUDEMAN, SAINT-DENIS, LENCHANTIN DE GUBERNATIS y otros. Sí es propio, en cambio, su muy detallado y útil comentario. Ha habido que esperar hasta el año 2013 para ver en el foro filológico una edición del Agricola elaborada en España que pueda llamarse crítica: la de D. LÓPEZ-CAÑETE, ya tan citada en estas páginas. El editor confiesa su deuda con la de DELZ, pero en su selectivo aparato crítico toma posición propia sobre la mayoría de los loci disputati del texto y examina con mayor detalle los más importantes en su «Apéndice III» (pp. 256-267), acreditando además un buen conocimiento de ediciones más recientes como las de SOVERINI y ONIGA. La traducción es brillante, y las notas e Introducción extensas y eruditas en el mejor de los sentidos. En el mismo año ha visto la luz la edición bilingüe de J. L. CONDE, que se atiene al texto latino de OGILVIE (1975), salvo en unos cuantos 156 Así, entre otras, en la firmada por Cayetano Sixto y Joaquín Ezquerra, Madrid, Imprenta Real, 1794, que también contiene texto latino, aunque no original, y va acompañada de abundantes noticias sobre ediciones de Tácito. También repite la traducción de Álamos el Ensayo de traducciones… de J. Mor de Fuentes y D. Clemencín (Madrid, 1798); véase SANMARTÍ, 1951: 41 ss.; 47 ss. 157 Sobre ella véase SANMARTÍ, 1951: 54 s. 158 Sobre ella véase SANMARTÍ, 1951: 57 s.
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PRÓLOGO
lugares debidamente reseñados. Sus notas son de carácter más escolar, pero siempre útiles y acertadas. Nos quedan por reseñar, en fin, otras dos buenas traducciones, algo anteriores, del Agricola: la de J. M. REQUEJO (1981) para la Biblioteca Clásica Gredos, y la de B. ANTÓN MARTÍNEZ (1999) en la colección AKAL/CLÁSICA. Las más importantes traducciones a otras lenguas, así como las castellanas publicadas fuera de España, se reseñan más abajo en nuestra BIBLIOGRAFÍA. 11. SOBRE
ESTA EDICIÓN
Las Normas de esta Colección Hispánica de Autores Griegos y Latinos, más conocida como Alma Mater, al respecto del texto original de la obra de la que se trate ofrecen al editor dos distintas posibilidades: la de presentar un «texto revisado», o bien una «edición crítica». Es obvio que la segunda supone un más grave compromiso, que nosotros hemos preferido no asumir; nuestro texto latino, pues, ha de considerarse simplemente como «revisado», según ya consta en el frontispicio de este volumen, y no como «crítico», en los términos que establecen las Normas aludidas. Dicho esto, añadamos que, partiendo del texto de KOESTERMANN (1970) como primera base de trabajo, lo hemos contrastado con una autopsia completa del códice Aesinas, valiéndonos de la fotocopia del mismo publicada por TILL (1943), a la que puede decirse que debemos en gran medida nuestras posibilidades actuales de acceso al mismo. Hemos colacionado posteriormente las ediciones de SAINT-DENIS (1042), LENCHANTIN DE GUBERNATIS (1949), del propio TILL (1961), las oxonienses de OGILVIE-RICHMOND (1967) y de OGILVIE (1975), las dos teubnerianas, más recientes, de DELZ,159 las de FORNI (1962), SOVERINI 159 La segunda y póstuma de ellas, preparada por J. VON UNGER-STERNBERG, padeció en su proceso de producción no pocos daños, al parecer debidos al empleo poco cuidadoso de ciertas nuevas tecnologías; así, por ejemplo, la letra I y a veces la t del
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(2004), LÓPEZ-CAÑETE (2013) y WOODMAN (2014) y la mayoría e las abajo citadas, así como el reciente comentario del último de los mencionados editores y el de HEUBNER 1984. De ahí proceden tanto las lecturas que recogemos de los manuscritos A, B y T —que hemos restringido mucho, por ser en general superfluas en la parte de la obra en que se conserva su arquetipo, el códice E160—, así como las debidas a los editores y estudiosos antiquiores. Al respecto de las varias otras contribuciones modernas citadas en nuestro aparato crítico —y aunque algunos lo estimarán, no sin razón demasiado extenso—, también hemos optado por un método selectivo, limitándonos a la confrontación de los pasajes que OGILVIE (1991, 1720-1724) y SADDINGTON (1991, 1734-1736) habían incluido en sus repertorios de loci disputati del texto del Agricola, así como de los ya señalados antes en las importantes recensiones de WELLESLEY, 1969, MURGIA, 1977 Y MARTIN, 1977. Como se verá en su lugar, en nuestra edición nos hemos atenido a la tradición oxoniense de aplicar a la parte del codex Aesinas proveniente del Hersfeldensis la sigla E y a la recopiada en el siglo XV por Guarnieri la sigla e, frente a la práctica alemana y teubneriana que emplea para tales testimonios las siglas H y E, respectivamente.
original aparecen como l. Sobre tales «gazapos y lapsos» véase la excelente recensión de A. SÁNCHEZ OSTIZ, 2011: 427. 160 Es decir, hemos procurado ajustarnos a los ya citados preceptos de WINTERBOTTOM, 1975 y 1983, seguidos en buena medida por OGILVIE, 1975, y teniendo muy en cuenta los severos criterios propuestos por MURGIA, 1977: 323, al respecto de la aducción innecesaria de lecturas de los mss. recentiores en el aparato crítico. Bien distinto es el criterio teubneriano aplicado por DELZ (cf. su p. viii), que prefirió «lectionum illorum codicum sedulo nota[re]», no por estimarlas de interés en sí mismas, sino para dar cuenta de la «depravación del texto» que subyacía a la editio princeps de Puteolano (ca. 1475); criterio que, desde luego, merece respeto.
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[XCIX]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA163 A. Editiones Andresen: Cornelii Taciti de vita et moribus Iulii Agricolae liber. Ad fidem codicum Vaticanorum recensuit atque interpretatus est Georgius Andresen. Berolini, 1880. Andresen: P. Cornelii Taciti libri qui supersunt recognovit Carolus Halm. Ed. V. curavit Georgius Andresen. Tom. II, fasc. 2: Germania, Agricola, Dialogus de oratoribus. Lipsiae, 1914. Bach: Cornelii Taciti operum quae supersunt. Emmendavit et… illustravit Nicolaus Bachius. Lipsiae, 1834/35. Becker : C. Cornelii Taciti. De vita et moribus Cn. Juliis Agricolae libellus. Textum recensuit et ad fidem codicis Vat. Emendavit, notasque adsperxit U. J. H. Becker. Hamburgi, 1826. Bekker : Cornelius Tacitus… ab Immanuele Bekkero… recognitus. Lipsiae, 1831. Beroaldus: P. Cornelii Taciti libri quinque noviter inventi atque cum reliquis eius operibus editi. Romae, 1515. Bosius: Taciti Agricola cum notis I. Andr. Bosii. Ienae, 1656, 1664. Brotier : C. Cornelii Taciti opera; recognovit, emendavit, supplementis explevit, notis, dissertationibus, tabulis geographicis illustravit G. Brotier. Parisiis, 1771. Buchner : Cn. Iulii Agricola vita scriptores C. Cornel. Tacito cum notis Augusti Buchneri primum editis cura Georgii Schubart. Lipsiae, 1683. Büchner : Publius Cornelius Tacitus. Die historischen Versuche… ubers. u. hrsg. von K. Büchner (neue Aufl. von R. Häussler). Stuttgart, 19853. 163
Praeter semel uel raro adhibita, quae in ipso apparatu explicantur.
[CI]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Croll : C. Cornelii Taciti opera ex recensione Georg. Chr. Crollii, ed. II auctior et emendatior curante Frid. Christ. Exter. Biponti, 1792 (ed. prior 1780, sine editoris nomine). Delz: P. Cornelii Taciti libri qui supersunt, tom. II, fasc. 3: Agricola, ed. Iosephus Delz. Lipsiae, 1983. Delz2: P. Cornelii Taciti libri qui supersunt, tom. II, fasc. 3: Agricola, ed. Iosephus Delz. Editionem alteram curavit J. von UngernSternberg, Berlín - Nueva York, 2010. Doederlein: C. Cornelii Taciti opera. Emendavit et commentariis instruxit Ludovicus Doederlein. Halis, 1841-47. Dronke: C. Corn. Taciti Agricola… ed. Ernestus Dronke. Confluentibus, 1824. Ernesti: C. Cornelii Taciti opera ex recensiones Io. Augusti Ernesti… Lipsiae, 17722. Forni: Taciti de Vita Iulii Agricolae librum ed., commentariolo instruxit et illustravit I. Forni. Romae, in Aedibus Athenaei, 1962. Gesner : Johannes Mathias Gesner, Enchiridion. Gottingae, 1745. Gronovius: C. Cornelii Taciti opera… Jo. Fred. Gronovius recensuit. Amstelodami, 1685. Grotius: C. Corn. Tacitus ex I. Lipsii editione cum notis et emendationibus H. Grotii. Lugduni Bat., 1640. Gudeman: P. Cornelii Taciti de vita et moribus Cn. Jul. Agricolae. Erklärt von Alfred Gudeman. Berlín, 1902. Gudeman: Tacitus de vita Iulii Agricolae and de Germania with introd.., notes…. Boston - Nueva York - Chicago, 1928 (rev. edit., Boston 1950). Haase : Cornelii Taciti opera edidit Fridericus Haase. Lipsiae, 1855. Halm: Cornelii Taciti opera quae supersunt. Ex recognitione Car. Halmii. Lipsiae, 1853-54. Halm: Cornelii Taciti libri qui supersunt. Iterum recognovit Carolus Halm. Lipsiae, 1863-64; 1885-864. Henrichsen: Des Cornelius Tacitus Agricola. Lateinisch u. Deutsche mit kritischen u. erklärenden Anmerkungen von A. J. F. Henrichsen. Altona 1857-71.
[CII]
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
Heraeus (W.) : Das Leben des Agricola von Tacitus. Schulausg. Von A. Draeger. 6., umgearb. Aufl. Besorgt von W. Heraeus. Leipzig & Berlín, 1905. Koestermann: P. Cornelii Taciti libri qui supersunt. Tertium edidit Erich Koestermann, tom. II, fasc. 2, Germania, Agricola, Dialogus de oratoribus. Lipsiae, 1970. Lenchantin: De vita Iulii Agricolae, rec. M. Lenchantin de Gubernatis. Torino, 1949. Lipsius : C. Cornelii Taciti Historiarum et Annalium libri qui extant, Iusti Lipsii studio emendati et illustrati… eiusdem Taciti… Iulii Agricolae vita… Antverpiae, 1574 (… denuo castigavit Antverpiae, 1581). López-Cañete : Tácito, Vida de Agricola, edición, traducción, notas y apéndices de D. López-Cañete Quiles. Sevilla, 2013. Lund: P. Corneli Taciti De Vita Agricolae liber, ed. A. A. Lund. Odense, 1981. Nipperdey : Cornelius Tacitus a Carolo Nipperdeio recognitus. Berolini, 1871-76. Ogilvie : Cornelii Taciti opera minora recognoverunt brevique adnotatione instruxerunt M. Winterbottom et R. M. Ogilvie. Oxonii, 1975 (Agricolae textus, ab Ogilvie constitutus, idem est, praeter pauca correcta, qui in sequenti editione editus erat). Ogilvie-Richmond: Cornelii Taciti de vita Agricolae edited by R. M. Ogilvie and the Late Sir Ian Richmond. Oxford, 1967. Oniga: Tacito, Opera omnia 1; ed. con testo a fronte a cura di R. ONIGA (Introd., trad. e coment. de R. Oniga et al.). Torino. Peerlkamp: C. Cornelii Taciti Agricola recensuit P. Hofman Peerlkamp. Ed. II emendata et aucta. Leidae, 1864. Prammer : Taciti Agricola, ed. I. Prammer, Wien, 1880. Puteolanus: Cornelij Taciti Historiae Au/gustae [fol. 1r: Franciscus Puteolanus Iacobo Antiquario Ducali Secretario….; Vita Agricolae fol. 217r-239r; Venetiis, 1497]. (Editio in praesto est apud http://www.digitalcollections.de; de prioribus eiusdem Puteolani editionibus vide Delz, VI, adn. 6, X).
[CIII]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Rhenanus: P. Cornelii Taciti equitis Romani annalium… libri sedecim… recogniti… per Beatum Rhenanum… denique Vita Julii Agricola… Basileae, 1533. Ritter : C. Cornelii Taciti Vita Iulii Agricolae, iterum recognovit brevique annotatione instruxit Franciscus Ritter. Bonnae ad Rhenum, 1836. Ritter : P. Cornelii Taciti opera, ex vetustissimis codicibus a se denuo collatis… recensuit Franciscus Ritter. Lipsiae, 1864. Saint-Denis: Tacite, Vie d’Agricole, Texte établi et traduit par… París, Les Belles Lettres, 1942 (19854). Soverini: Agricola. Cornelio Tacito, Agricola. Introd., testo critico, trad. e comm. di P. Soverini. Alessandria 2004. Till: Tacitus. Das Leben des Iulius Agricola. Lateinisch und Deutsch von Rudolf Till. Berlín, 1961 (2. Aufl. Darmstadt 1975). Urlichs: Cornelii Taciti de vita et moribus Iulii Agricolae liber ad codices Vaticanos… edidit et recensuis Carolus Ludovicus Urlichs. Wirceburgi, 1875. Walch: Tacitus’ Agrikola. Urschrift, Uebersetzung, Anmerkungen… durch Georg Ludw. Walch. Berlín, 1828. Walther : C. Cornelii Taciti opera. Recensuit et comentarios suis adiecit Henricus Walther. Halis Saxonum, 1831-33. Wex : C. Cornelii Taciti de vita et moribus Cn. Iulii Agricolae liber. Ad fidem codicum denuo collatorum recensuit et commentariis enarravit Fr. Carolus Wex. Brunsvigae, 1852. Woodman: Tacitus. Agricola. Ed. by A. J. Woodman with contributions from C. S. Kraus. Cambridge, 2014.
B. Commentationes Acidalius: Valentis Acidali, intercurrentibus et M. Ant. Mureti, notae in C. Cornelii Taciti opera, quae extant. Collecta a Christiano Acidalio fratre. Hanoviae, 1607. Bezzenberger : Georg Bezzenberger, Emendationum delectus. Dresdae, 1844.
[CIV]
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
Birley, A. R. 1999, Tacitus, Agricola and Germania. A New translation… Oxford, 1999. Classen: Ioannes Classen, Symbolae criticae Partic. III. Hamburg, 1866. Dahl: Jo. Chr. Guil, Dahl, Animadversiones criticae in Taciti Agricolam. Rostock, 1802. Delz: J. Delz, Der ‘Namensatz’ und weitere korrupte Stellen in den kleinen Schriften des Tacitus, Museum Helveticum 27: 224-241. Fröhlich: Johann von Gott Fröhlich, Verbesserungsvorschläge zu einigen Stellen aus Horatius, Tacitus und Theokritos. München, 1827 [cf. Delz Praef. XII: «vide etiam Halm ed. 1854 praef. XIII: «Eius emendationes ineditas a. 1846 conscriptas Thomas mihi impertivit»]. Heraeus: C. Heraeus, Zur Textkritik und Erklärung des Tacitus. Osterprogramm von Hamm 1859. 4. Heinsius: Nicolaus Heinsius, Animadversa in editione secunda ab J. A. Ernesti curata. Lipsiae, 1772 (vol. 2: 681 sqq.). Heubner : Heinz Heubner, Kommentar zum Agricola des Tacitus. Göttingen, 1984. Heumann: Christoph August Heumann, Parerga critica sive hebdomadum criticarum hebdomas et glossematum decas… Ienae, 1712. Jacob : Friedrich Jacob, Bemerkungen zu Tacitus Agricola. Lübeck, 1850. Karlsson (M.), A Note on Tacitus’ Agricola 31, 4. Eranos 103, 2005: 3134. Klingner : v. supra KLINGNER, 1932. La Penna: A. La Penna, I pascoli della Britannia (nota a Tacito, Agr. 12, 5), Maia 27, 1975: 113 ss. Leuze : Oscar Leuze, Die Agricola-Handschrift in Toledo, Philologus Suppl. 8, 1899-1901: 513-556. Lund: A. Lund, Three Conjectures in Tacitus’ Agricola, The Classical Quarterly 32, 1982: 178-180. Lundström: Litet texkritik till Agricola, Eranos 36, 1938: 108-125. Madvig: Ioannes Nicolaus Madvig, Adversaria critica II. Hauniae, 1873. Maehly : Jakob Maehly, Zur Kritik lateinischer Texte. Basel, 1886.
[CV]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Muretus: Marcus Antonius Muretus, notae in Tacitum, in: M. Antonii Mureti opera omnia… cum brevi annotatione D. Ruhnkenii (tom. IV: 155 sqq.) Lugduni Bat., 1789. Murgia, 1977: Ch. E. Murgia, «The Minor Works of Tacitus. A Study in Textual Criticism», Class. Philol. 72: 323-343. —, 1979a: Ch. E. Murgia, «Loci Conclamati in the Minor works of Tacitus», California Stud. in Class. Ant. 11: 159-178. Nipperdey : Karl Nipperdey, Vorläufige Bemerkungen zu den kleinen Schriften des Tacitus, Rheinisches Museum 16, 1863: 359-365; 19, 1864: 97-113 (= Caroli Nipperdeii Opuscula: 234-274. Berlín, 1877). Ogilvie : R. M. Ogilvie †, «An Interim Report on Tacitus’ ‘Agricola’», ANRW II 33, 1, 1991: 1714-1730. Reitzenstein: Richard Reitzenstein, Bemerkungen zu den kleinen Schriften des Tacitus, Nachrichten von der Königlichen Gesellschaft der Wissenschaften zu Göttingen, phil-hist. Klasse 1914: 173-276 (=Aufsätze zu Tacitus, Darmstadt, 1967: 17-120). Scheffer : J. Scheffer, Miscellaneae observaciones criticae in auctores veteres et recentiores (ed. a P. Burmanno et J. P. d’Orville). Amstelodami, 1732-39. Schömann: Georg. Frid. Schömann, Disputatio de locis quibusdam Taciti vitae Agricolae. Index scholarum in Universitate Litteraria Gryphiswaldensi per semestre hibernum anni MDCCCLIX… habendarum (= Opuscula academica IV. Berolini, 1871: 203-220). Schulz: Bernhard Schulz, Zu Tacitus Agricola (cap. X), Jahrb. Class. Philol. 11, 1865: 555 sq. Schütz: Hermann Schütz, Zu Tacitus Agricola, Jahrb. Class. Philol 27, 1881: 269-280. Selling: Christian Friedrich Georg Christoph Selling, Observationes criticae in C. Cornelii Taciti Agricolam. Curiae Regnitiorum (Hof), 1826. Shaw-Smith: R. Shaw-Smith, Three Notes on Tacitus, The Classical Quarterly 29, 1979: 224 s. Till: Rudolf Till, handschriftliche Untersuchungen zu Tacitus Agricola und Germania. Berlín - Dahlem, 1943.
[CVI]
VIDA DE JULIO AGRÍCOLA
Triller : Daniel Wilhelm Triller, Observationum criticarum in varios Graecos et Latinos auctores libri quattuor. Francoforti ad Moenum, 1742. Ursinus: Fulvius Ursinus, Notae ad Tacitum, in: Fragmenta Historicorum collecta ab Antonio Augustino, emendata a Fulvio Ursino… Antverpiae, 1595: 423-463. Walter : Fritz Walter, Zu Tacitus, Cicero, Livius, Velleius, Florus u. a. Rh. M. 91, 1942: 367 s. Weissenborn: Wilhelm Weissenborn, Neue Jahrbücher f. Philologie u. Pädagogik 58, 1850: 25-50 (de editionibus Baiter-Orelli vol. II 1884 et F. Ritter 1848). Wellesley: Kenneth Wellesley, rev. de ed. Ogilvie-Richmond 1967, The Journal of Roman Studies 59, 1969: 266-269. Wölfflin: Eduard Wölfflin, Jahresberichte: Tacitus, Philologus 25, 1867: 92-134; 26, 1867: 92-166; 27, 1968: 113-149 (= Wölfflin, Ausgewählte Schriften. Lepzig, 1933: 22-102). Wolfson: St. Wolfson, Tacitus, Thule and Caledonia. The Achievements of Agricola’s Navy in Their True Perspective. Oxford, 2008 (British Archaelogical Reports, British Series 458).
[CVII]
SIGLA CODICVM E
i. e. deperditi cod. Hersfeldensis pars Aesinatis latini 8 ff. 5663 (necnon 69, 73, partim rescriptis) seruata, saec. IX inc. E2 corrector eiusdem aetatis E2m uariae lectiones eadem manu in margine adscriptae E2 s. lin. uariae lectiones eadem manu super lineam adscriptae
e
codicis Aesinatis recentior pars a St. Guarneri rescripta c. a. 1462-74 em uariae lectiones ab eodem in margine adscriptae ec uariae lectiones ab aliquo eiusdem temporis adscriptae
A
Vaticanus latinus 3429, saec. XV ex. Am uariae lectiones prima manu, ut uidetur, in margine adscriptae Ac uariae lectiones incerti correctoris manu adscriptae
B
Vaticanus latinus 4498, sec. XV ex.
T
Toletanus, Bibl. Capit. 49,2, a.1474, cuius perpaucae lectiones adhibentur
[CIX]
SINOPSIS Prefacio.- Importancia de la tarea de transmitir a la posteridad la vida de los hombres ejemplares. Trágica suerte de quienes lo habían hecho bajo la tiranía de Domiciano. Nueva situación tras el advenimiento de Nerva y de Trajano. Piadosa intención de la Vita (1-3). Primeros años de Agrícola.- Su nacimiento en Fréjus y sus antecedentes familiares. Los años de formación en Marsella. Inicios de su carrera militar en Britania (4-9). Geografía y etnografía de Britania (10-12). Los romanos en Britania.- La expedición de Julio César. La expedición de Claudio. Los primeros legados consulares y la rebelión de Boudicca (13-17). Agrícola gobernador de Britania.- El primer año (78 d. C.; 18-19). El segundo año (79 d. C.; 20-21). El tercer año (80 d. C.; 22-24). El cuarto año (81 d. C.; 23). El quinto año año (82 d. C.; 24). El sexto año (83 d. C.; 25-27). La aventura de los usipos (28). La campaña del Monte Graupio (84 d. C.; 29-38): discurso de Calgaco; discurso de Agrícola; la batalla. El retorno y los últimos años de Agrícola (84-93 d. C.; 39-42). Epílogo, invocación y consolatio (43-46).
[CXI]
CORNELII TACITI DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER Clarorum uirorum facta moresque posteris tradere, antiquitus usitatum, ne nostris quidem temporibus quamquam incuriosa suorum aetas omisit, quotiens magna aliqua et nobilis uirtus uicit ac supregressa est uitium paruis magnisque ciuitatibus commune, ignorantiam recti et 2 inuidiam. sed apud priores, ut agere digna memoratu pronum magisque in aperto erat, ita celeberrimus quisque ingenio ad prodendam uirtutis memoriam sine gratia et ambitione, bonae tantum conscientiae 3 pretio ducebatur. ac plerique suam ipsi uitam narrare fiduciam potius
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CORNELII TACITI DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER INCIPIT e : CORNELII TACITI DE VITA ET MORIBVS IVLII AGRICOLAE A : CAI CORNELII TACITI DE VITA ET MORIBVS IVLII AGRICOLAE PROHEMIVM B
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CORNELIO TÁCITO LIBRO
DE LA VIDA DE JULIO
AGRÍCOLA
Prefacio Transmitir a la posteridad los hechos y personalidad de los hom- 1 bres ilustres,1 algo usual desde la antigüedad, ni siquiera en nuestros tiempos ha dejado de hacerlo la presente generación, aunque poco cuidadosa de sus propias cosas, cuantas veces una virtud grande y notable ha vencido y superado un vicio que es común a las sociedades pequeñas y grandes: la ignorancia y la envidia ante la rectitud.2 Sin 2 embargo, entre los antiguos, al igual que era fácil y más accesible hacer cosas dignas de recordarse, así también los hombres más célebres por su talento se sentían llevados a dejar memoria de sus méritos sin parcialidad ni ambición, sólo por la conciencia de haber obrado bien. Muchos estimaron que el contar ellos mismos su vida 3 más suponía confianza en su propia conducta que arrogancia, y ello
1 Tácito abre la obra con las mismas palabras (clarorum uirorum facta…) con las que abría sus Origines Catón el Viejo (fr. 2 Peter = CIC., Planc. 66). Además, el mismo cliché aparece atribuido al propio Catón en CIC., Tusc. IV 3 (= fr. 18 Peter): dixit Cato morem apud maiores hunc epularum fuisse, ut… canerent… clarorum uirorum facta moresque. 2 Estamos, al parecer, ante un lugar común, presente, entre otros autores, en NEP., Chabr. 3, 3: est enim hoc commune uitium magnis liberisque ciuitatibus ut inuidia gloriae comes sit; y con precedentes griegos en DEMOSTH., Ol. 3, 24 y otros.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
morum quam arrogantiam arbitrati sunt, nec id Rutilio et Scauro citra fidem aut obtrectationi fuit; adeo uirtutes iisdem temporibus optime 4 aestimantur quibus facillime gignuntur. at nunc narraturo mihi uitam defuncti hominis uenia opus fuit, quam non petissem incusaturus: tam saeua et infesta uirtutibus tempora.
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4 post incusaturus distinxit Wex : incusaturus tam saeua Lipsius infaelicia B
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saeuia et
TÁCITO
ni a Rutilio ni a Escauro3 les restó crédito ni les valió reproches; hasta tal punto las virtudes se estiman más en los mismos tiempos en que más fácilmente brotan. En cambio ahora, al ponerme a narrar la vida 4 de un hombre ya muerto, he necesitado de una venia4 que no hubiera pedido puesto a acusarlo; tan aviesos y contrarios a las virtudes son los tiempos.
3 P. Rutilio Rufo, cónsul en el 105 a. C., escribió unas memorias. También lo hizo M. Emilio Escauro, cónsul en 115 a. C. Las unas y las otras se consideran como precedentes de la autobiografía en Roma. 4 Según OGILVIE-RICHMOND, 1967, el perfecto fuit del texto da a entender que Tácito había consultado en su día a Domiciano sobre la oportunidad de escribir la biografía de su suegro y que éste le había dado una respuesta poco favorable. Semejante es la interpretación de LÓPEZ-CAÑETE, ad loc. Sin embargo, SOVERINI, 2004: 106 ss., interpreta narraturo… opus fuit como equivalente a si narraturus fuissem… opus fuit (fueisset), con una prótasis implícita cuya irrealidad quedaría confirmada por el non petissem… si incusaturus fuissem; y así traduce: «se avesse avuto l’intenzione di narrare la vita di un personaggio defunto, mi sarebbe stato necessario ottenere il permesso…». Como puede verse, no compartimos tal exegesis, aunque parezca apoyada por la de KLINGNER 1932 (= 1979: 510): «aber jetzt hätte ich, willens, das Leben eines hingeschiedenen Mannes zu erzählen, Duldung nötig gehabt…». PAGÁN, 2014: 73, vuelve marginalmente sobre la cuestión: que los tempora aludidos fueran los de Domiciano, sería lógico, pues este no pondría obstáculos a un vituperio de la virtud; pero si se admite que el verbo a sobreentender es un sunt —y no erant—, Tácito todavía temería elogiar a Agrícola en tiempos de Nerva y Trajano; se trataría, pues, de «una ambigüedad deliberada», que da entrada a la idea de que «cualquier época es hostil a la virtud». Puede verse un breve status quaestionis en SAILOR, 2004: 146 y n. 20, que se decanta por la interpretación aquí seguida.
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Legimus, cum Aruleno Rustico Paetus Thrasea, Herennio Senecioni Priscus Heluidius laudati essent, capitale fuisse, neque in ipsos modo auctores, sed in libros quoque eorum saeuitum, delegato triumuiris ministerio ut monumenta clarissimorum ingeniorum in Comitio ac Foro 2 urerentur. scilicet illo igne uocem populi Romani et libertatem senatus et conscientiam generis humani aboleri arbitrabantur, expulsis
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1 legimus codd., edd. plerique : uidimus Lipsius (recte ut opinatur Delz in app. et Mus. Helv.27, 1970, 236) • Senecioni Rhenanus: Senetioni codd • monimenta B • 2 uocem om. B
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TÁCITO
Leemos5 que el que Aruleno Rústico6 hubiera elogiado a Peto 2 Trásea7 y Herennio Seneción a Prisco Helvidio8 les valió la pena capital y que hubo ensañamiento no solo contra esos autores sino también contra sus libros, pues se dio a los triúnviros9 el encargo de que los testimonios escritos de aquellos esclarecidos talentos se quemaran en el Comicio y en el Foro.10 Por lo visto, pensaban que en aquel fuego 2 se acababa con la voz del pueblo romano y con la libertad del senado 5 Siguiendo a HEUBNER, 1968, ad loc., preferimos entender legimus como presente, cercano al llamado literario. El texto aludido serían los acta senatus o los acta diurna respectivos, aunque quizá no exclusivamente. En el mismo sentido, SOVERINI, 2004: 111 s. Se han propuesto frente a esta lectura correcciones variadas que estimamos innecesarias; véanse WOODMAN (aparato) y TURNER, 1997: 583 ss., que las discute en detalle. 6 Q. Junio Aruleno Rústico, consul suffectus en el año 92 d. C. y hermano del Maurico mencionado en 45, 1, tenía inclinaciones estoicas y había estado muy ligado a Trásea Peto, luego nombrado. Parece que escribió un relato de la muerte de su amigo, que sería un típico ejemplo del subgénero de los exitus clarorum uirorum. Ello le valió ser condenado y ejecutado por orden de Domiciano en el año 93. 7 P. Clodio Trásea Peto, cónsul en el 56 d. C., había sido en tiempos de Nerón la encarnación de la oposición moral y política de signo estoico y republicano. Asqueado de los excesos del tirano, se retiró a la vida privada en el año 59 (TAC., An. 16, 22), lo que no le garantizó la seguridad, pues los delatores Cosuciano Capitón y Eprio Marcelo lograron su condena por alta traición en el senado. La escena del suicidio de Trásea, en el año 66, está relatada, aunque incompleta, en el último capítulo conservado de los Annales de Tácito (XVI 35). 8 El segundo de los personajes aquí nombrados, G. Helvidio Prisco, era yerno y discípulo de Trásea, y fue desterrado a raíz de la condena de aquel en el año 66 (TAC., An. XVI 35, 1). Vuelto a Roma bajo Vespasiano, denunció al delator Eprio Marcelo; pero este, que había logrado volver a ser cónsul en el año 74, logró hacer recaer la condena sobre el propio Helvidio, que fue ejecutado. Tácito también se hace eco del suceso en Dial. 5, 7; véase nuestra nota ad loc. En cuanto a Herennio Seneción, al parecer hispano de la Bética, había relatado el exitus de Helvidio, lo que le valió la perdición bajo Domiciano. 9 Los tresuiri capitales, los magistrados subalternos encargados de la ejecución de las sentencias de muerte. 10 El lugar del Foro, cercano a la curia senatorial, donde desde antiguo se celebraban ciertas asambleas electorales (de donde nuestros ‘comicios’). KEITEL, 2014: 61, recuerda que la primera quema documentada de libros en Roma fue la de los llamados Libros de Numa, en el 181, según LIU. XL 29, 14; pero que en aquella ocasión se trataba de intimidar a la plebe, no al orden senatorial, como Tácito cuenta aquí. La autora lo considera como uno de los pocos casos en que el autor entra en detalles, para dar dramatismo a su relato.
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insuper sapientiae professoribus atque omni bona arte in exilium acta, 3 ne quid usquam honestum occurreret. dedimus profecto grande
patientiae documentum, et sicut uetus aetas uidit quid ultimum in libertate esset, ita nos quid in seruitute, adempto per inquisitiones etiam loquendi audiendique commercio. memoriam quoque ipsam cum uoce perdidissemus, si tam in nostra potestate esset obliuisci quam tacere. Nunc demum redit animus; et quamquam primo statim beatissimi 3 saeculi ortu Nerua Caesar res olim dissociabiles miscuerit, principatum ac libertatem, augeatque cotidie felicitatem temporum Nerua Traianus, nec spem modo ac uotum securitas publica, sed ipsius uoti fiduciam ac robur assumpserit, natura tamen infirmitatis humanae tardiora sunt remedia quam mala; et ut corpora nostra lente augescunt, cito extinguuntur, sic ingenia studiaque oppresseris facilius quam reuocaueris: subit quippe etiam ipsius inertiae dulcedo, et inuisa primo 2 desidia postremo amatur. quid, si per quindecim annos, grande mortalis aeui spatium, multi fortuitis casibus, promptissimus quisque
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occurrê B • 3 grande om. B 1 rediit Spengel • et1 codd., Gudeman, Koestermann, Till, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Lund (1981), Städele, Oniga, Woodman. : set ed. Bipont. (1780): sed Croll, Halm, Saint-Denis, Delz, Soverini, al. • dissociabilis A: dissotiabiles e : dissolubiles B • 2 multi Lips. : multis codd.
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TÁCITO
y con la conciencia del género humano; y encima se expulsó a los maestros de filosofía11 y se empujó al exilio a todos los saberes de provecho, para que por ninguna parte se pusiera por medio ninguna cosa honesta. Cierto es que dimos un gran ejemplo de sumisión y, al 3 igual que la edad antigua vio cuál era el extremo de la libertad, así nosotros hemos visto cuál era el de la servidumbre, tras quitársenos por medio de inquisiciones incluso la facultad de hablar y de escuchar. La propia memoria la hubiéramos perdido junto con la voz si estuviera tan en nuestras manos el olvidar como el callar.12 Al fin ahora volvemos a respirar; y aunque desde el propio inicio 3 de esta época tan bienaventurada Nerva César13 ha combinado dos cosas antaño inconciliables, principado y libertad; y día a día aumenta la felicidad de estos tiempos Nerva Trajano,14 y la seguridad pública no solo ha concebido esperanzas y deseos, sino también adquirido confianza firme en los propios deseos, por naturaleza los remedios de la humana debilidad son más tardos que sus males; y al igual que nuestros cuerpos se desarrollan lentamente y se extinguen en un momento, así el talento y el estudio es más fácil reprimirlos que restaurarlos; y es que además sobreviene el propio atractivo del no hacer nada, y la desidia, aborrecida al principio, al final acaba por apetecerse. ¿Qué decir de que a lo largo de quince años,15 trecho 2 grande de una vida humana, cayeron por el camino muchos por
11 Tácito, evitando el helenismo philosophi, nos habla de los sapientiae professores, que fueron expulsados de Roma por Domiciano en el año 93, a raíz de la ejecución de Aruleno Rústico. Otras noticias sobre la misma pueden verse en SUET., Dom. 10; DIO CASS., LXVII 13, 3 y PLIN., Ep. III 11, 2. 12 SOVERINI, 2004: 115, anota que se trata de un lugar común ya atribuido a Temístocles en CIC., Acad. II 2 y Flacc. 61. 13 El Emperador Cocceyo Nerva (96-98 d. C.), sucesor de Domiciano tras su asesinato. Todavía viviría en el momento en que Tácito escribió esta parte de la obra. 14 Así llamado tras su adopción por Nerva, al que sucedería poco después. Reinó hasta el año 118. 15 Los de la tiranía de Domiciano, del 81 al 96 d. C.
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saeuitia principis interciderunt, pauci et, ut ita dixerim, non modo aliorum sed etiam nostri superstites sumus, exemptis e media uita tot annis, quibus iuuenes ad senectutem, senes prope ad ipsos exactae 3 aetatis terminos per silentium uenimus? non tamen pigebit, uel incondita ac rudi uoce, memoriam prioris seruitutis ac testimonium prasentium bonorum composuisse. hic interim liber, honori Agricolae soceri mei destinatus, professione pietatis aut laudatus erit aut excusatus. Gnaeus Iulius Agricola, uetere et illustri Foroiuliensium colonia ortus, utrumque auum procuratorem Caesarum habuit, quae equestris nobilitas est. pater illi Iulius Graecinus, senatorii ordinis, studio eloquentiae sapientiaeque notus iisque ipsis uirtutibus iram Gai Caesaris meritus; namque Marcum Silanum accusare iussus et, quia abnuerat, 2 interfectus est. mater Iulia Procilla fuit, rarae castitatis. in huius sinu indulgentiaque educatus, per omnem honestarum artium cultum
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interciderunt?... uenimus Oniga • et, ut ita Urlichs post Rhenanum, Koestermann, Till, Lund (1981), Delz, Heubner : et ut sic Wölfflin (1867) : et uti AB (in e locus post & partim erasus est, ita ut uelut i: i legi uideatur) • 3 seruitutis e (Ursinus) : senectutis AB 1 CNeus Tulius e : Iulius AB • Caesaris B • pater illi Iulius Wölfflin, al. : pater Iulius Lipsius, Lenchantin Iuli eB : Iulii A : del. Lips., ‘recte ut uidetur’ (Koestermann) • Silanum Lips. : Sillanum eA : Sullanum B • 2 honestatis B
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TÁCITO
azares fortuitos y los más dispuestos por la saña del príncipe?16 Hemos sobrevivido unos pocos y, por así decirlo, no solo a los otros sino también a nosotros mismos, después de que se nos han quitado del medio de nuestra vida tantos años, en los que hemos llegado, gracias al silencio, los jóvenes a la vejez y los viejos casi al término de toda su vida. Sin embargo, no me pesará, aunque sea con una voz poco 3 cuidada y ruda, componer una historia de nuestra anterior servidumbre y testimonio de los bienes presentes. Entretanto este libro, dedicado a honrar a mi suegro Agrícola, por la piedad que deja ver será elogiado o, al menos, excusado. Primeros años de Agrícola Gneo Julio Agrícola,17 nacido en la vieja e ilustre colonia de Foro 4 de Julio,18 tuvo como abuelo por ambos costados a un procurador de los Césares, lo que significa nobleza ecuestre.19 Fue su padre Julio Grecino, del orden senatorial, conocido por su dedicación a la elocuencia y a la filosofía y que por esas mismas virtudes se ganó los odios de Gayo César;20 en efecto, se le ordenó acusar a Marco Silano21 y por negarse fue asesinado. Su madre fue Julia Procila, mujer de rara 2 honestidad. Criado entre sus bondadosos cariños, pasó su infancia y 16 No recogemos en el aparato las divergencias entre los editores sobre el lugar en que ha de cerrarse esta oración interrogativa. Si se entiende como meramente yuxtapuesta la que comienza en pauci, el signo podría retrasarse hasta uenimus, como algunos propugnan. 17 OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., anotan que este es el único lugar de toda su obra en el que Tácito da los tria nomina de un personaje, al parecer para subrayar su condición de protagonista del libro. 18 Actual Fréjus, en la Provenza. 19 Como se sabe, era un cargo típico de los caballeros romanos más distinguidos el de procurador, que venía a ser un gobernador de las provincias directamente dependientes del emperador y el jefe de la hacienda en las demás. El propio Tácito denomina a los que tenían tales antecedentes equites romani inlustres o insignes. 20 El emperador Calígula (37-41 d. C.). 21 M. Junio Silano, consul suffectus en el año 15 d. C. y padre de la primera mujer de Calígula, que lo hizo asesinar en el año 38.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
pueritiam adulescentiamque transegit. arcebant eum ab illecebris peccantium, praeter ipsius bonam integramque naturam, quod statim paruulus sedem ac magistram studiorum Massiliam habuit, locum Graeca comitate et prouinciali parsimonia mixtum et bene com3 positum. memoria teneo solitum ipsum narrare se prima in iuuenta studium philosophiae acrius, ultra quam concessum Romano ac senatorio, hausisse, ni prudentia matris incensum ac flagrantem animum coercuisset. scilicet sublime et erectum ingenium pulchritudinem ac speciem magnae excelsaeque gloriae uehementius quam caute appetebat. mox mitigauit ratio et aetas retinuitque, quod est difficillimum, ex sapientia modum. Prima castrorum rudimenta in Britannia Suetonio Paulino, diligenti 5 ac moderato duci, approbauit, electus quem contubernio aestimaret. nec Agricola licenter, more iuuenum qui militiam in lasciuiam uertunt,
eum eA : tamen B • 3 acrius codd. : ac iuris Pichena • ultra codd. : ultraque quam Lipsius • in om. B • senatorio C. Heraeus ac : senatori codd., Lenchantin, Woodman, al. : del. Gudeman • retinuit B • cautius Nipperdey
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TÁCITO
adolescencia en el cultivo integral de las artes liberales. Lo apartaba de las seducciones de los descarriados, aparte su natural bueno y honrado, el que ya desde niño tuvo como morada y maestra de sus estudios a Marsella,22 un lugar que combina el refinamiento griego y la austeridad provincial y muy tranquilo. Guardo en la memoria algo 3 que él mismo solía contar: que en su primera juventud se había embebido en el estudio de la filosofía con más empeño de lo que se permite a un romano y de familia senatorial,23 si no fuera que la prudencia de su madre controló su espíritu encendido y ardiente. Es decir, su natural sublime y elevado apetecía la belleza y el brillo de una gloria grande y excelsa con más vehemencia que cautela. Luego, lo serenaron la razón y la edad y, lo que es más difícil, de la filosofía conservó el sentido de la medida. Las primeras enseñanzas de la vida castrense las siguió con apro- 5 vechamiento en Britania bajo el mando de Suetonio Paulino,24 general diligente y moderado, que lo eligió para valorar sus cualidades en su propia tienda. Y Agrícola sin permitirse libertades, a diferencia de los jóvenes que convierten la milicia en una diversión,25 ni se valió indo22 La colonia griega de Massalía había sido fundada por foceos hacia el año 600 a. C. Los romanos otorgaron y mantuvieron a su res publica un estatuto de notable autonomía, en la condición de ciuitas foederata. Fue lugar de asilo de notables desterrados romanos, como los ciceronianos Verres y Milón. César la sometió a duro castigo en la Guerra Civil. Como metrópoli cultural del Mediterráneo occidental rivalizaba con la propia Atenas. 23 Tácito deja ver aquí la tradicional suspicacia de los viejos romanos ante la filosofía, griega al fin y al cabo. Por lo demás, como se ve, aceptamos, frente a la generalidad de los editores, la conjetura senatori de C. Heraeus, pues Agrícola no era propiamente un senador, aunque perteneciera a una familia senatorial. No nos convence la argumentación en sentido contrario de OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 24 G. Suetonio Paulino tuvo una brillante carrera militar, primero en África, donde parece que fue el primer romano en cruzar la cordillera del Atlas (v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., y PLIN., N.H. V 14, por ellos citado). Bajo Nerón llevó adelante importantes campañas en Britania. En la guerra civil del 69 tomó el partido de Otón. Se cree que escribió memorias que Tácito pudo utilizar. 25 Cabe pensar que esos jóvenes tribunos, que accedían a su grado militar por su condición social, al menos de caballeros, y sin experiencia alguna, se dieran a veces a la vida alegre, al modo en que antaño hacían los jóvenes oficiales de alta cuna en los regimientos británicos.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
neque segniter ad uoluptates et commeatus titulum tribunatus et inscitiam rettulit; sed noscere prouinciam, nosci exercitui, discere a peritis, sequi optimos, nihil appetere in iactationem, nihil ob formidi2 nem recusare, simulque et anxius et intentus agere. non sane alias exercitatior magisque in ambiguo Britannia fuit: trucidati ueterani, incensae coloniae, intersaepti exercitus; tum de salute, mox de uictoria 3 certauere. quae cuncta, etsi consilio ductuque alterius agebantur ac summa rerum et recuperatae prouinciae gloria in ducem cessit, artem et usum et stimulos addidere iuueni, intrauitque animum militaris gloriae cupido, ingrata temporibus quibus sinistra erga eminentes interpretatio nec minus periculum ex magna fama quam ex mala. Hinc ad capessendos magistratus in urbem degressus, Domitiam 6 Decidianam, splendidis natalibus ortam, sibi iunxit; idque matrimonium ad maiora nitenti decus ac robur fuit. uixeruntque mira concordia, per mutuam caritatem et in uicem se anteponendo, nisi quod in bona uxore tanto maior laus quanto in mala plus culpae est. 2 sors quaesturae prouinciam Asiam, proconsulem Saluium Titianum
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1 neque eA : nec B • iustitiam B • 2 excitatior AB, Buchner • intersaepti Lenchantin, Ogilvie-Richmond (coll. Hist.III 21, 2; 53, 1), Ogilvie, Till, Lund, Oniga: intersepti codd., Saint-Denis, Forni, Soverini : intercepti Puteolanus, Halm, Koestermann, Delz, Heubner, López-Cañete, Städele 1 degressus eA : digressus B • appetendo B
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TÁCITO
lentemente de su título de tribuno ni de su falta de experiencia para darse gustos ni para conseguir permisos, sino que procuraba conocer la provincia, hacerse conocer del ejército, aprender de los expertos, seguir a los mejores, no pretender nada por jactancia, no rehusar nada por miedo,26 y actuaba a un tiempo con meticulosidad y presteza. 2 Desde luego, Britania no estuvo nunca más agitada ni más insegura: veteranos degollados, colonias incendiadas, ejércitos rodeados; entonces lucharon por su salvación, luego por la victoria. Todo ello, 3 aunque se hacía según los planes y el mando de otro y la máxima responsabilidad y la gloria de la recuperación de la provincia recaían sobre el general, a aquel joven le aportó habilidad, experiencia y estímulo, y se apoderó de su ánimo el afán de gloria militar, poco grata en unos tiempos en que hay una interpretación desfavorable para los que destacan y no es menor el peligro que deriva de la fama grande que de la mala. De allí volvió a la urbe para desempeñar magistraturas y se unió 6 a Domicia Decidiana,27 nacida en una ilustre familia; y este matrimonio le proporcionó honor e influencia cuando se esforzaba por llegar a mayores cosas. Vivieron en admirable concordia, con su mutuo amor y anteponiendo cada uno al otro;28 pero hay tanto más mérito en una buena esposa cuanta más culpa hay en una mala. El sorteo de la 2 cuestura le adjudicó la provincia de Asia y a Salvio Ticiano29 como
26 La expresión recuerda un tanto ciertos versos muy citados de la comedia Para vencer a amor, querer vencerle, de P. Calderón de la Barca, acerca de la vida militar: «Aquí la más principal / hazaña es obedecer / y el modo cómo ha de ser / es ni pedir ni rehusar». 27 Al parecer, en el año 62. Ella pertenecería también al que hemos llamado el clan ecuestre de la Narbonense, como el propio Tácito; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 28 WOODMAN, 2014, ad loc., aduce varios testimonios de esta idea en los filósofos antiguos. OGILVIE-RICHMOND, 1967 la rastrean también en san Pablo, Rom. 12, 10, aunque no referida a la vida matrimonial. 29 Salvio Ticiano, cónsul en el 52, era hermano del fugaz emperador Otón. Su proconsulado en Asia cayó en los años 63-64. La provincia, desde siempre próspera, ocupaba el NO de Anatolia. De los cuestores elegidos cada año, se adjudicaba uno a cada procónsul de una provincia senatorial.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
dedit, quorum neutro corruptus est, quamquam et prouincia diues ac parata peccantibus, et proconsul, in omnem auiditatem pronus, quantalibet facilitate redempturus esset mutuam dissimulationem mali. auctus est ibi filia, in subsidium simul ac solacium, nam filium ante 3 sublatum breui amisit. mox inter quaesturam ac tribunatum plebis, atque ipsum etiam tribunatus annum, quiete et otio transiit, gnarus 4 sub Nerone temporum, quibus inertia pro sapientia fuit. idem praeturae tenor et silentium, nec enim iurisdictio obuenerat. ludos et inania honoris medio rationis atque abundantiae duxit, uti longe a 5 luxuria ita famae propior. tum electus a Galba ad dona templorum recognoscenda, diligentissima conquisitione fecit ne cuius alterius sacrilegium res publica quam Neronis sensisset. Sequens annus graui uulnere animum domumque eius afflixit. 7 nam classis Othoniana, licenter uaga, dum Intimilios (Liguriae pars
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2 et parata B (‘fort. uelut ante paratam supplendum’ López-Cañete) • auctus... filia emAB : nactus... filiam e • ac e : et AB • 3 inter Koestermann • transiit B : transit eA • 4 tenor Rhenanus, Ogilvie (dubitat Ogilvie 1991, 1723), SaintDenis, al. : certior codd., †certior Gudeman : tenuit uel potius praetor tenuit con. Lund : sortitione silentium con. Wellesley : praetor exercuit Städele : secretum Bezzenberger, Lenchantin, alii alia • rationis eA : luxuriae B : moderationis Gudeman • 5 dona codd. : bona Griffiths (Class. Quart. 27, 1977, 437) [sed v. Liv 25, 7, 5 Delz2]) • fecit codd., edd. plerique : fecit N. Heinsius, al. 1 Intimilios Gudeman, Richmond-Ogilvie, Koestermann (1970) : Intemelios Lipsius, Lenchantin : Intimilium Mommsen, Saint-Denis : in templo e (cum signo + in marg.) AB
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TÁCITO
procónsul, y no se dejó corromper ni por la una ni por el otro, aunque la provincia es rica e idónea para los prevaricadores, y el procónsul, proclive a toda suerte de avaricia, hubiera comprado el mutuo disimulo de un delito a cualquier precio. Allí se vio enriquecido con una hija, a modo tanto de ayuda como de consuelo,30 pues a un hijo que había tenido antes lo perdió enseguida. Luego, el tiempo entre la 3 cuestura y el tribunado de la plebe, y también el propio año del tribunado, lo pasó descansado y tranquilo, conociendo bien los tiempos de Nerón, en los cuales el no hacer nada significaba sabiduría.31 La misma actitud y silencio mantuvo durante la pretura,32 pues 4 además no le había tocado ejercer jurisdicción.33 Los juegos34 y demás vanidades del cargo los llevó a medio camino entre el cálculo y el exceso, dando una mejor imagen cuanto más se alejó del despilfarro. Entonces, elegido por Galba para hacer recuento de las ofrendas de 5 los templos, con una investigación muy diligente hizo que la república no padeciera ningún otro un sacrilegio como el que había padecido de Nerón.35 El año siguiente castigó su ánimo y su casa con un duro golpe. En 7 efecto, la flota de Otón, que iba de un lado para otro sin disciplina
30 La que andando el tiempo sería esposa de Tácito, probablemente llamada Julia. Su nacimiento también suponía una ayuda, en cuanto que, de acuerdo con la Ley Papia Popea, cada vástago reportaba al padre el descuento de un año de los requeridos para el acceso a las magistraturas. 31 WOODMAN, 2014, ad loc., recuerda al respecto la similar actitud del futuro emperador Galba bajo Nerón: solía decir que «nadie estaba obligado a dar cuentas de su no hacer nada» (SUET. Galb. 9, 1). 32 Al parecer, en el 68 d. C., el último de Nerón, cuando aún le faltaba uno para la edad reglamentaria de 30 años, lo que lleva a pensar que se benefició de la ventaja aludida en la nota 30. 33 Aunque un pretor era ante todo un juez, parece ser que con el tiempo se elegía a tal cantidad de ellos que algunos podían dedicarse a tareas distintas de las judiciales. 34 La organización de los mismos era por entonces cometido de los pretores. 35 Los saqueos que, arruinada su hacienda, había hecho en muchos templos con el pretexto de subvenir a los daños del famoso incendio del año 64 d. C; véase Ann. XV 45 y SUET., Ner. 32.
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est) hostiliter populatur, matrem Agricolae in praediis suis interfecit praediaque ipsa et magnam patrimonii partem diripuit, quae causa 2 caedis fuerat. igitur ad sollemnia pietatis profectus Agricola nuntio affectati a Vespasiano imperii deprehensus ac statim in partes transgressus est. initia principatus ac statum urbis Mucianus regebat, iuuene admodum Domitiano et ex paterna fortuna tantum licentiam 3 usurpante. is missum ad dilectus agendos Agricolam integreque ac strenue uersatum uicesimae legioni, tarde ad sacramentum transgressae, praeposuit, ubi decessor seditiose agere narrabatur. quippe legatis quoque consularibus nimia ac formidolosa erat nec legatus praetorius ad cohibendum potens, incertum suo an militum ingenio. ita successor simul et ultor electus, rarissima moderatione maluit uideri inuenisse bonos quam fecisse. Praeerat tum Britanniae Vettius Bolanus, placidius quam feroci 8 prouincia dignum est. temperauit Agricola uim suam ardoremque compescuit ne incresceret, peritus obsequi eruditusque utilia honestis
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matrem ecAB : nam matrem eT • 2 affectati AB : affecti e : tati e supra lineam • deprehensus est ac..... transgressus B • 3 dilectus Lipsius. : delectus codd. • ubi decessor AB : ubi cum decessor e (punctis quattuor sub cum scriptis) : ubi... narrabatur secl. Wex et Nipperdey • donos B 1 Bolanus B : Volanus eA • ne incresceret codd., Delz, qui tamen incresceret coni., fortasse recte (Mus. Helv. 27, 1970, 234); Städele, al.: ne incresceret Prammer (cf. Heubner, Rhein. Mus. 116, 1973, 362) : ne ni [in]cresceret Oniga, Soverini • obsequi ecem AB, Ritter : obsequii e
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TÁCITO
alguna, al devastar la comarca de los intimilios36 (una parte de Liguria) como lo harían unos enemigos, mató a la madre de Agrícola en sus tierras y saqueó las propias tierras y gran parte de su patrimonio, que había sido el motivo del asesinato. Y fue el caso que, cuando 2 marchaba a rendirle los honores que exigía la piedad, Agrícola se vio sorprendido por la noticia de que Vespasiano37 pretendía el imperio y al momento se pasó a su partido. Los primeros pasos de aquel principado y el gobierno de Urbe estaban bajo el control de Muciano,38 pues Domiciano39 aún era muy joven y de la fortuna de su padre solo aprovechaba las libertades que le permitía. Muciano, tras 3 enviar a Agrícola a reclutar tropas y una vez que en la misión se comportó con honradez y diligencia, lo puso al frente de la XX legión, que se había avenido con retraso a prestar juramento de fidelidad y en la que se decía que su antecesor procedía de manera sediciosa.40 De hecho, también a los legados consulares aquella legión les parecía algo excesivo y temible, y el legado pretorio no era capaz de meterla en cintura, no se sabe si por su propia manera de ser o por la de los soldados. Elegido así a un tiempo como sucesor y como encargado de castigarla, con una moderación muy poco habitual prefirió que pareciera que había encontrado buenos soldados y no que él los había hecho tales. Estaba entonces al frente de Britania Vetio Bolano,41 con más 8 complacencias de las que cumplen a una provincia indómita. Agrícola templó su propia energía y su ardor para que no fuera a más, por su experiencia en asuntos de disciplina y porque sabía combinar la 36 Seguimos la lectura Intimilios de OGILVIE-RICHMOND, 1967 (y ya antes de GUDEMAN), que entienden que Tácito empleó metonímicamente el gentilicio para referirse a la comarca en torno a la ciudad de Intimilium, actual Ventimiglia, en el confín de Italia con Francia. KOESTERMANN aceptó esa misma lectura en su 3.ª ed. (1979). 37 Su pronunciamiento tuvo lugar en Alejandría, el 1 de julio del 69 d. C. 38 G. Licinio Muciano, que gobernaba Siria, ocupó Roma a finales del 69 en nombre de Vespasiano. 39 T. Flavio Domiciano, el hijo menor de Vespasiano, que reinó tiránicamente desde el 81 al 96. 40 Había sido Roscio Celio, según OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 41 Gobernó Britania en los años 69-71. Había sido consul suffectus en el 66.
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2 miscere. breui deinde Britannia consularem Petilium Cerialem accepit.
habuerunt uirtutes spatium exemplorum, sed primo Cerialis labores modo et discrimina, mox et gloriam communicabat: saepe parti exercitus in experimentum, aliquando maioribus copiis ex euentu 3 praefecit. nec Agricola umquam in suam famam gestis exultauit; ad auctorem ac ducem ut minister fortunam referebat. ita uirtute in obsequendo, uerecundia in praedicando extra inuidiam nec extra gloriam erat. Reuertentem ab legatione legionis diuus Vespasianus inter patricios 9 adsciuit; ac deinde prouinciae Aquitaniae praeposuit, splendidae inprimis dignitatis administratione ac spe consulatus, cui destinarat. credunt plerique militaribus ingeniis subtilitatem deesse, quia castren2 sis iurisdictio secura et obtusior ac plura manu agens calliditatem fori non exerceat; Agricola naturali prudentia, quamuis inter togatos, facile 3 iusteque agebat. iam uero tempora curarum remissionumque diuisa: ubi conuentus ac iudicia poscerent, grauis intentus, seuerus et saepius misericors; ubi officium satis factum, nulla ultra potestatis persona. tristitiam et arrogantiam et auaritiam exuerat. nec illi, quod est
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2 Petillum em • habuit uirtutis exemplar em : habuerunt uirtutes spatium exemplorum susp. Delz (coll. An. 13, 8, 1) • 3 in exsequendo Vossius 1 legionis del. Koestermann • proposuit B • 2 adesse B • fori non eA : foreñ. B • 3 tempora eA : temporis et B • diuisa e, edd. : diuersa Lund • nulla Rhenanus : nullam codd. • persona. tristitiam dist. Wellesley : persona cc, Rhenanus : personam eAB • tristitiam et adrogantiam et auaritiam exuerat codd., Koestermann, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, Oniga : †exuerat† Städele : effugerat C. Wolff : tristitiam... exuerat secl. Peerlkamp, Wex, Andresen, Till, Heubner, Woodman : et auaritiam secl. Acidalius, C. Heraeus, : et adrogantiam et auaritiam secl. Büchner (v. Ogilvie-Richmond, 160 s.) : crucibus inseruit López-Cañete, …auaritiam exuerat Soverini
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eficacia con la rectitud. Poco después Britania recibió al excónsul Petilio Cerial.42 Las virtudes encontraron espacio para dar ejemplo, pero en el primer momento Cerial solo compartía las fatigas y los peligros, luego también la gloria: a menudo lo puso al frente de una parte del ejército a título de prueba y algunas veces, vistos los resultados, de mayores tropas. Pero Agrícola nunca se excedió en sus hazañas buscando su propia fama; atribuía su fortuna a su patrono y jefe, como si él fuera un mero servidor. Así, con su disciplina ejemplar y su modestia ante la vanagloria, ni se atraía envidias ni dejaba de ganarse gloria. Cuando volvió de su puesto de comandante de legión, el divino Vespasiano lo incorporó a los patricios;43 luego lo puso al frente de la provincia de Aquitania,44 un cargo de los más prestigiosos por su importancia administrativa y porque le abría las esperanzas del consulado, para el cual aquél lo tenía destinado. Muchos piensan que a los talentos militares les falta sutileza, porque la jurisdicción castrense es irresponsable, es más tosca y, como la mayor parte de las cosas las resuelve por las bravas, no practica las astucias propias del foro; Agrícola, con su natural prudencia, aunque se encontraba entre civiles, se desenvolvía con desenvoltura y con tino. Además, tenía separados el tiempo de sus deberes y el de sus descansos: cuando lo reclamaban las asambleas y los juicios, se mostraba grave en su expresión, severo y con más frecuencia compasivo; cuando había cumplido debidamente con su obligación, ya no daba en absoluto la apariencia de su autoridad; se había deshecho de adustez, de arrogancia y de avaricia.
42 Q. Petilio Cerial Cesio Rufo, consul suffectus en el 74 y parece que ya antes, en el 70. Participó activamente en la guerra civil del 69 y luchó, no siempre con fortuna, contra la rebelión de Civil y los batavos. Gobernó Britania en los años 71-74. Tal vez fue yerno de Vespasiano, según OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 43 El regreso debió de ocurrir en el año 74. La distinción mencionada era, al parecer, a título individual. Según OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., Vespasiano la otorgó hasta llevar hasta el de unos mil el número de los patricios, muy menguado desde tiempo atrás. 44 En el SO de la Galia, pero de una extensión bastante superior a la de la región francesa que conserva su nombre. Su capital era Burdigala, actual Burdeos.
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rarissimum, aut facilitas auctoritatem aut seueritas amorem deminuit. 4 integritatem atque abstinentiam in tanto uiro referre iniuria uirtutum
fuerit. ne famam quidem, cui saepe etiam boni indulgent, ostentanda uirtute aut per artem quaesiuit: procul ab aemulatione aduersus collegas, procul a contentione aduersus procuratores, et uincere inglorium et atteri sordidum arbitrabatur. minus triennio in ea legatione 5 detentus ac statim ad spem consulatus reuocatus est, comitante opinione Britaniam ei prouinciam dari, nullis in hoc ipsius sermonibus, sed quia par uidebatur. haud semper errat fama: aliquando et eligit. 6 consul egregiae tum spei filiam iuueni mihi despondit ac post consulatum collocauit, et statim Britanniae praepositus est, adiecto pontificatus sacerdotio.
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Britanniae situm populosque, multis scriptoribus memoratos, non in comparationem curae ingeniiue referam, sed quia tum primum perdomita est. ita quae priores nondum comperta eloquentia percolu2 ere, rerum fide tradentur. Britannia, insularum quas Romana notitia complectitur maxima, spatio ac caelo in orientem Germaniae, in occidentem Hispaniae obtenditur, Gallis in meridiem etiam inspicitur; septentrionalia eius, nullis contra terris, uasto atque aperto mari pul-
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facultas B • deminuit e, Lipsius : diminuit AB • 4 fuerit AB : fieret fuerit e (qui fieret subscriptis punctis expunxisse uidetur) • saepe etiam e : etiam saepe B, edd. uett. • ostentanda Rhenanus : ostentandam codd. (etsi em subscriptis punctis delesse uidetur) • uirtutem e (m tamen eraso) • quaesiit e • 5 ipsius e : suis AB • aut semper erat B • 6 eligit e, Rhenanus : elegit AB • 6 consul egregiae Puteolanus : consul* (eras.) graeciae e : consul grate B : consul graeciae A : consul gratae Am • 6 ac eA : et B 1 ita quae AcB : itaque e : itaque quae edd. uett. • fide eAB : fides emAc (sed deleto m) • 2 etiam e (Put.) : et AB
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TÁCITO
Además, cosa muy rara, ni su buena disposición le menguó autoridad ni su severidad el afecto. Hablar de integridad y de desinterés en un 4 hombre tan grande sería una ofensa a sus virtudes. Ni siquiera buscó la fama, por la que a menudo también los hombres buenos se dejan llevar, haciendo ostentación de sus virtudes o valiéndose de maquinaciones: alejado de la emulación frente a los colegas, alejado de contiendas con los procuradores, estimaba que vencerlos no comportaba gloria alguna y también que dejarse pisar por ellos era algo sórdido. En aquella legación se vio retenido por menos de tres años 5 y de inmediato se le abrió de nuevo la esperanza del consulado, acompañándola el rumor de que se le daría la provincia de Britania, no por comentario alguno suyo al respecto, sino porque parecía estar a la altura del cargo. No siempre yerra la fama; algunas veces también sabe elegir. Siendo cónsul,45 comprometió conmigo, que aún era muy 6 joven, a su hija, que ya entonces dejaba ver grandes esperanzas, y la casó tras su consulado; e inmediatamente después fue puesto al mando de Britania, con el añadido del sacerdocio del pontificado. Geografía y etnografía de Britania La situación de Britania y sus pueblos, cosas ya tratadas por 10 muchos autores, no voy a describirlos para compararme con ellos en exactitud o en talento, sino porque fue entonces la primera vez que fue enteramente sometida. Así, los datos aún no averiguados que los que me precedieron han embellecido con su elocuencia se transmitirán aquí ateniéndose a los hechos comprobados. Britania, la isla 2 más grande de la que tienen noticia los romanos, en cuanto a su lugar y orientación, se extiende por levante hacia Germania, por poniente hacia Hispania,46 y por el mediodía también está a la vista de los galos;
En el año 77 d. C., cuando Tácito tendría unos 22 años. Sobre este error, entonces común, en cuanto a la orientación de Hispania véase OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., con abundantes testimonios antiguos. 45 46
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3 santur. formam totius Britanniae Liuius ueterum, Fabius Rusticus
recentium eloquentissimi auctores, oblongae scutulae uel bipenni assimulauere. Et ea est facies citra Caledoniam, unde et in uniuersum fama est; sed transgressis inmensum et enorme spatium procurrentium 4 extremo iam litore terrarum uelut in cuneum tenuatur. hanc oram nouissimi maris tunc primum Romana classis uircumuecta insulam esse Britanniam affirmauit, ac simul incognitas ad id tempus insulas quas Orcadas uocant inuenit domuitque. dispecta est et Thule, quia 5 hactenus iussum, et hiems appetebat. Sed mare pigrum et graue remigantibus perhibent ne uentis quidem perinde attolli, credo quod
3 oblongae scutulae eA, Ogilvie, Ogilvie 1991, 1723, al. : oblongae scupulae B : oblongae scapulae Ogilvie-Richmond: oblongo scutulo Lacey, Woodman • Caledoniam AB : calydoniam e : Calidoniam T, Lenchantin • in om. A • unde et in uniuersum fama est transgressis unde et uniuersis fama sed e, ubi uerba ab altero unde usque ad sed linea diuerso atramento subscripta seclusa uidentur; super utrumque unde signum //o legitur necnon super alterum compendium ałc (Delz) aut al(ia)s (Till 1942, 85; Till, Ogilvie), quibus notis „librarius... se uariam lectionem a margine exemplaris perperan se textui inseruisse“ significauerit (Delz) : fama est transgressa sed Rhenanus : fama; sed transgressis Peerlkamp (post Doederlein, Feilitzsch), Woodman : fama; (:) sed transgressis Peerlkamp, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Soverini : fama. sed transgressis et Gudeman post Purser : fama est transgressis AB : fama est. transgressis Delz, Oniga : est secl. Schömannn, Anderson, Koestermann, alii : unde et uniuersis fama add. Am : unde... fama. sed transgressis Städele, alii alia • enorme T, Rhenanus : inorme eB, norme A • 4 Orcadas AB : orchadas e • dispecta B • Thule edd. : thyle eA, tyle B • 5 perinde Grotius, proinde eAB
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sus partes septentrionales, que no tienen frente a sí tierra alguna, están batidas por un mar vasto y abierto. La forma de Britania en su conjunto, Livio y Fabio Rústico,47 el uno el autor más elocuente de los antiguos y el otro de los modernos, la han asemejado a un rombo oblongo o a un hacha.48 Tal es su apariencia más acá de Caledonia,49 3 y de ahí también proviene lo que en general se cuenta; pero yendo más allá, el inmenso e irregular trecho de tierras que sobresalen de la costa, ya en su parte extrema, se estrecha como en una cuña. Una 4 flota romana que entonces circunnavegó esa orilla del mar más remoto demostró por vez primera que Britania es una isla,50 y al mismo tiempo descubrió y sometió otras hasta entonces desconocidas a las que llaman Órcades;51 incluso se llegó a divisar Tule,52 porque solo hasta ahí llegaban las órdenes recibidas y el invierno se echaba encima. Ahora bien, cuentan que el mar, encalmado y pesado53 para los 5 Tito Livio, naturalmente, y Fabio Rústico, historiador del s. I originario de Hispania. Pasaje discutido; véase el comentario de OGILVIE-RICHMOND, 1967, aunque el primero de ellos cambió de lectura en su edición de 1967 y OGILVIE, 1991: 1723. Por oblonga scutula entendemos una forma romboidal («an elongated rhomboid», OGILVIE, 1991: 1723). Siguiendo a Lacey, esos autores creen que aquí bipennis significa un hacha común y no una de dos filos, lo que supone una figura más ajustada a la realidad. El más reciente WILSON, 2014, discute ampliamente el problema y considerando, entre otros motivos, que la forma romboidal de una scutula poco se parecería a una bipennis, se decanta por leer scutulo, un escudo alargado y con escotaduras en su parte central. Hay que reconocer que a la luz de las ilustraciones iconográficas que el autor ofrece, tal clase de escudo se asemeja bastante a una bipennis, pero propiamente dicha. 49 Nombre antiguo de Escocia. Como se sabe, el moderno lo adquirió en la Edad Media por estar intensamente poblada por verdaderos Scoti venidos de Irlanda. 50 Sin embargo, los usipos amotinados (véase cap. 28), habían hecho antes buena parte de ese periplo. Sobre la significación de ese descubrimiento en la vida romana véase CLARKE, 2001: 94-112. 51 Actuales Orkneys. Anota SOVERINI, 2004, ad loc., que ya eran conocidas, al menos de nombre. 52 Parece claro que Tácito se refiere a islas Shetland. El nombre de Thule aparecía ya en el perdido periplo del masaliota Píteas (ca. 330 a. C., cf. STRAB. Geogr. I 4, 2 y PLIN., NH II 187), se cree que referido a Islandia (véase OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc.). WOLFSON, 2008: 14 ss., sostiene que Thule designaba a las islas Shetland en todos los autores de la Antigüedad. 53 Tácito, aunque de manera poco clara, parece aludir a la dificultad que a la navegación por esas aguas ponían las corrientes marinas que discurren hacia el S, entre las islas Färoe y las Shetland; véanse FORNI, 1962, 54 y OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 47
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rariores terrae montesque, causa ac materia tempestatum, et profunda 6 moles continui maris tardius impellitur. naturam Oceani atque aestus
neque quaerere huius operis est, ac multi rettulere; unum tantum addiderim: nusquam latius dominari mare, multum fluminum huc atque illuc ferre, nec litore tenus accrescere aut resorberi, sed influere penitus atque ambire, et iugis etiam ac montibus inseri uelut in suo. Ceterum Britanniam qui mortales initio coluerint, indigenae an 11 aduecti, ut inter barbaros, parum compertum. habitus corporum uarii, 2 atque ex eo argumenta. namque rutilae Caledoniam habitantium comae, magni artus Germanicam originem asseuerant; Silurum colorati uultus, torti plerumque crines et posita contra Hispania Hiberos ueteres traiecisse easque sedes occupasse fidem faciunt; proximi Gallis et similes sunt, seu durante originis ui, seu procurrentibus in diuersa 3 terris positio caeli corporibus habitum dedit. in uniuersum tamen aestimanti Gallos uicinam insulam occupasse credibile est. eorum sacra deprehendas superstitionum persuasione; sermo haud multum diuersus, in deposcendis periculis eadem audacia et, ubi 4 aduenere, in detrectandis eadem formido. plus tamen ferociae Britanni praeferunt, ut quos nondum longa pax emollierit. nam Gallos
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6 dominari (dnâri eAm) : damnari AB 2 Caledoniam AcB : Calydoniam eA : Calidoniam Lenchantin • germanam B • Hispania Muretus : Hispaniam eAB : hiberia em • hiberos eA : hiberas Ac : Iberas B • occupasse eAmB : habitasse A • ui Rhenanus : usu codd. • 3 aestimanti eB : aestimati B • uicinam eAB : uacuam em • ac add. Glück (teste Ruperti 1832), Schömannn • … persuasione Glück (qui et persuassionem prop.), Ritter, Gudeman, Delz, Heubner, Soverini, López-Cañete : persuasione codd., Persson, Lenchantin, Forni (v. Ogilvie-Richmond, p. 177), Koestermannn, Heubner, Till, Städele, Oniga: persuassionem Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Woodman • detractandis ea formido B : 4 in AB, om. e
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remeros, ni siquiera se encrespa por el viento como los otros; según creo, porque son más escasas las tierras y las montañas, causa y origen de las tempestades, y la profunda mole de un mar sin fin resulta más difícil de mover. La naturaleza y mareas del Océano no es propio de esta obra el investigarlas, y además ya muchos han tratado de ellas; solo añadiría una cosa: que en ningún otro lugar domina más a sus anchas el mar, que impulsa muchas corrientes hacia aquí y hacia allá, y que no crece o decrece hasta el nivel de la costa, sino que entra profundamente en ella y la envuelve, y se mete incluso en las cimas y montañas como si fueran cosa suya. Por lo demás, qué hombres poblaron al principio Britania —si indígenas54 o inmigrantes—, como es normal entre bárbaros, es cosa que no está bien averiguada. Su apariencia física es variada y de ahí las diversas teorías. En efecto, el cabello rubio de los habitantes de Caledonia y su gran talla hacen pensar en un origen germánico; los rostros atezados de los sílures, su pelo, por lo general rizado, y la posición de Hispania frente a ellos llevan a creer que los antiguos iberos55 pasaron allá y ocuparon aquellos territorios; los que están más cerca de los galos también se parecen a ellos, ya sea que se ha mantenido la influencia de tal origen, ya que, pese a extenderse aquellas tierras en direcciones opuestas,56 el clima les ha dado un mismo aspecto.57 Ahora bien, para quienes observen las cosas en su conjunto, resulta verosímil que los galos hayan ocupado la isla vecina. Se pueden reconocer sus mismos cultos las mismas creencias supersticiosas; su lengua no es muy distinta, tienen la misma audacia para buscar los peligros y, cuando éstos llegan, el mismo miedo para evitarlos. Sin embargo, los britanos muestras mayor bravura, algo lógico en quienes aún no se han ablandado por una larga paz. En El autor paga tributo al viejo tópico/mito historiográfico de la autochtonía. La lectura Hiberos de los manuscritos, probablemente debida al propio Tácito, más bien correspondería a los Hiberi del Cáucaso que a nuestros Iberi; pero tal confusión es frecuente. 56 Es decir, Britania y la Galia, y aproximándose la una a la otra. 57 Como se sabe, la influencia del clima en la fisionomía humana es un tópico de la etnografía antigua; véase SOVERINI, 2004, ad loc., con bibliografía. 54 45
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quoque in bellis floruisse accepimus; mox segnitia cum otio intrauit, amissa uirtute pariter ac libertate. quod Britannorum olim uictis euenit; ceteri manent quales Galli fuerunt. In pedite robur; quaedam nationes et curru proeliantur. honestior 12 auriga, clientes propugnant. olim regibus parebant, nunc per principes 2 factionibus et studiis trahuntur. nec aliud aduersus ualidissimas gentes pro nobis utilius quam quod in commune non consulunt. rarus duabus tribusue ciuitatibus ad propulsandum commune periculum conuentus; ita singuli pugnant, uniuersi uincuntur. Caelum crebris imbribus ac nebulis foedum; asperitas frigorum 3 abest. dierum spatia ultra nostri orbis mensuram; nox clara et extrema parte Britanniae breuis, ut finem atque initium lucis exiguo discrimine 4 internoscas. quod si nubes non officiant, aspici per noctem solis fulgorem, nec occidere et exsurgere, sed transire affirmant. scilicet
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1-2 ‘fort. in caput prius post 11, 4 fuerunt transponenda’ López-Cañete, alii de eodem alia • 1 in pedite Ac : impedite eAB • nationes quaedam T, Gudeman • trahuntur codd., Koestermann, Ogilvie, Till, Städele, Oniga : trahuntur N. Heinsius, Ogilvie-Richmond, Delz, Lund, Heubner, Woodman : • 2 tribusue B : tribusque eA • 3 caelum usque ad 13, 1 seruiant in finem c. 10 transp. Reifferscheidt, Nipperdey, Wex : caelum usque ad 12, 6 auaritiam in finem c. 11 transp. Baehrens, Schütz • abest. dierum eA : est. dierum B • < aestate> dierum Peerlkamp • Britanniae parte eA : parte Britanniae B • 4 et eA : nec B
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efecto, también hemos oído que los galos sobresalieron en la guerra; más tarde les entró la cobardía junto con la inacción, perdidos a un tiempo el valor y la libertad. Esto les ocurrió a los britanos vencidos tiempo atrás;58 los demás siguen siendo como fueron los galos. Su fuerza está en la infantería; algunas tribus luchan también con 12 carros. El de mayor distinción es el auriga y sus clientes lo apoyan en la lucha.59 Antaño obedecían a reyes, ahora están divididos en facciones y partidos por obra de sus caudillos. Frente a pueblos tan 2 fuertes, nada es más útil para nosotros que el que no se pongan de acuerdo entre ellos. Rara es una alianza de tres o cuatro tribus para repeler un peligro común, y así luchan separados y todos acaban vencidos.60 El clima61 es ingrato por las constantes lluvias y nieblas; pero no 3 hace un frío riguroso. La duración de los días62 sobrepasa la medida de nuestro mundo; la noche es clara y en la parte extrema de Britania corta, hasta el punto de que su final y su inicio solo se distinguen por una pequeña diferencia de luminosidad. Y si las nubes no lo ocultan, 4 afirman que se ve por la noche el resplandor del sol, y que no se pone para luego salir, sino que pasa sobre el horizonte. Cabe pensar
En tiempos de Claudio (41-54 d. C.). Algunos han entendido que los clientes iban a pie por delante del carro, lo que rechazan OGILVIE-RICHMOND, 1967; FORNI, 1962, ad loc., interpreta que «sus clientes combaten por él desde el carro», cosa poco verosímil considerando el probable tamaño del mismo. Aunque se refiera a galos y no a britanos, sobre el uso del carro en el combate véase también J. MORALEJO ORDAX, 2012: 174 ss. 60 La propuesta de LÓPEZ-CAÑETE, 2013, que recogemos en el aparato, de considerar estos dos primeros párrafos del c. 12 como final originario del 11 tendría la ventaja de hacer concluir este con una epigramática sententia. 61 Algunos estudiosos creen que este excurso sobre el clima, ajeno al contexto, está aquí fuera de lugar. Véanse en nuestro aparato las transposiciones propuestas y sobre toda la cuestión OGILVIE-RICHMOND, 1967: 181 y HEUBNER, ad loc. 62 Como hacen notar OGILVIE-RICHMOND, 1967, Tácito se refiere a los días estivales, los únicos en que se realizaban campañas. Por ello consideran innecesaria la adición aestate propuesta por Peerlkamp, que DELZ y LÓPEZ-CAÑETE, 2013, entre otros, sospechan acertada. 58 59
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extrema et plana terrarum humili umbra non erigunt tenebras, infraque caelum et sidera nox cadit. Solum, praeter oleam uitemque et cetera calidioribus terris oriri 5 sueta, patiens frugum, [pecudumque] fecundum; tarde mitescunt, cito proueniunt, eademque utriusque rei causa: multus umor terrarum 6 caelique. fert Britannia aurum et argentum et alia metalla, pretium uictoriae. gignit et Oceanus margarita, sed subfusca ac liuentia. quidam artem abesse legentibus arbitrantur, nam in Rubro Mari uiua ac spirantia saxis auelli, in Britannia, prout expulsa sint, colligi; ego facilius crediderim naturam margaritis deesse quam nobis auaritiam.
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Ipsi Britanni dilectum ac tributa et iniuncta imperii munia impigre obeunt, si iniuriae absint; has aegre tolerant, iam domiti ut pareant, nondum ut seruiant. igitur primus omnium Romanorum diuus Iulius cum exercitu Britanniam ingressus, quamquam prospera pugna
5 frugum patiens Gudeman • fecundum emAB, Koestermann,Till, Delz, alii : pecudumque e : pecudumque fecundum Leuze, Lundström, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Oniga : fecundum Hedicke, Gudeman, Städele, Woodman : pecorum fecundum La Penna (Maia 27, 1975, 113 sqq.) : fecundum del. Scheffer, Wex : pecudumque del. Till, Lund, Delz, Heubner, Städele • terrarumque B • 6 subfusca eA : subfusa em : suffusa B, Lenchantin • liuenta B 1 dilectum ec, Lipsius : delectum eAB • munia eE (sed expunxit e) : munera AB : hinc incipit E (i. e. pars codicis Hersfeldensis in Aesinati seruata) • igitur del. Baehrens • primus E2 : primum E
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TÁCITO
que aquellas tierras extremas y llanas, con su escasa sombra, no hacen surgir las tinieblas, y que la noche cae por debajo del cielo y de las estrellas.63 Salvo el olivo, la vid y demás especies que suelen crecer en las 5 regiones más cálidas, la tierra permite los cultivos, es fecunda [en ganados];64 las sementeras maduran tarde pero brotan pronto y una misma es la causa de lo uno y de lo otro: la mucha humedad de las tierras y del clima. Britania produce oro y plata y otros metales, pre- 6 mio de la victoria. El Océano también cría perlas, pero tirando a oscuras y cárdenas. Algunos estiman que es porque a los que las cogen les falta habilidad, pues en el Mar Rojo65 las arrancan de las rocas cuando están vivas y respirando, mientras que en Britania se recogen según el mar las arroja; yo creería más fácil el que a las perlas les falte calidad que el que a nosotros nos falte avaricia.
Los romanos en Britania 66 Volviendo a los britanos, cumplen prontamente con las levas, los tributos y las demás obligaciones que impone el Imperio si no hay por medio agravios; éstos los llevan a mal, pues ya están sometidos hasta el punto de obedecer, aún no hasta el de ser esclavos. Pues bien, el primero de todos los romanos que desembarcó en Britania con un 63 OGILVIE-RICHMOND, 1967 anotan que a esa teoría subyace la curiosa idea de que la noche se debe a las sombras de las elevaciones terrestres, inexistentes en aquellas latitudes ocupadas en su mayor parte por el mar. FORNI, 1962, ad loc., sospecha que en ella hay un resto de la imagen de la tierra como un disco de márgenes planos. 64 Como se ve, seguimos a quienes prescinden de la anotación marginal pecudumque del ms. e, que OGILVIE-RICHMOND, 1967 (y luego OGILVIE) incluyen antes de fecundum, considerándola como «true reading», si bien reconociendo que el contexto siguiente no cuadra bien a los ganados, como ya anotaba, entre otros, FORNI, 1962, ad loc.; véase también SADDINGTON-KEPPIE, 1991: 1734. 65 Según OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., aquí, como en otras ocasiones, la denominación se refiere al Océano Índico en su conjunto. 66 Sobre este punto véase el cap. V, ‘Britain before Agricola’, de HANSON, 1991: 1754-1757.
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terruerit incolas ac litore potitus sit, potest uideri ostendisse posteris, 2 non tradidisse. mox bella ciuilia et in rem publicam uersa principum
arma, ac longa obliuio Britanniae etiam in pace; consilium id diuus Augustus uocabat, Tiberius praeceptum. agitasse Gaium Caesarem de intranda Britannia satis constat, ni uelox ingenio mobili paenitentiae, 3 et ingentes aduersus Germaniam conatus frustra fuissent. diuus Claudius auctor iterati operis, transuectis legionibus auxiliisque et adsumpto in partem rerum Vespasiano, quod initium uenturae mox fortunae fuit; domitae gentes, capti reges et monstratus fatis Vespasianus. Consularium primus Aulus Plautius praepositus ac subinde Osto14 rius Scapula, uterque bello egregius; redactaque paulatim in formam prouinciae proxima pars Britanniae, addita insuper ueteranorum colonia. quaedam ciuitates Togidumno regi donatae (is ad nostram
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potitussit E : potitus sit E2 • 2 agustus E • praeceptum E 2m : praecipue E • brittannia E2 s. l. : brittania E • 3 iterati Wex, Gudeman, Koestermann, Forni,Till, Heubner, Delz,Oniga, Soverini : tanti Bezzenberger, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Lund, López-Cañete, Woodman : auctoritate E : †auctoritate operis† Städele : auctor T (non Put., cf. Murgia 1977, 324) : auctor iterandi Madvig • domitae gentes T2 (non Puteolanus, cf. Murgia loc. cit) : domitiae gentis E (gentes Ec) 1 Togidumno edd. pler. post Murgia (1977, 339) : cogidumno E, edd. priores : togid no E2m
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TÁCITO
ejército, el divino Julio, aunque en una lucha exitosa atemorizó a sus habitantes y se apoderó de su costa, puede parecer que se la mostró a la posteridad, no que se la entregara. Luego vinieron las guerras 2 civiles y las armas de los principales vueltas contra la república y un largo olvido de Britania, incluso en la paz; eso el divino Augusto lo llamaba prudencia; Tiberio, mandato.67 Se sabe bien que Gayo César tuvo proyectos de entrar en Britania, si no fuera que por su carácter inconstante era pronto al arrepentimiento, y también sus grandes intentos contra Germania quedaron en nada. El divino Claudio fue 3 quien promovió la reanudación de la empresa, transportando allí legiones y tropas auxiliares y tomando como partícipe en la tarea a Vespasiano, lo que para éste fue el comienzo de la fortuna que le sobrevendría luego; se sometieron pueblos, se apresaron reyes y Vespasiano quedó señalado por los hados. El primero de los gobernadores consulares68 fue Aulo Plaucio y 14 tras él Ostorio Escápula,69 uno y otro sobresalientes en la guerra; y así se redujo poco a poco a la condición de provincia la parte más cercana de Britania y además se añadió una colonia de veteranos.70 Algunos pueblos se le dieron en donación al rey Togidumno71 (éste ha
67 El propio Tácito habla en otros lugares, como An. I 11, 4; IV 37, 4, de la firme actitud de Tiberio de no tratar de ampliar el Imperio más allá de los límites alcanzados por Augusto. 68 Es decir, excónsules que actuaban como legati, prácticamente equiparados a los procónsules de la generalidad de las provincias imperiales. 69 Aulo Plaucio, cónsul en el año 29, había mandado en el 43 la expedición enviada por Claudio, que había sometido a una buena parte del territorio de Britania. P. Ostorio Escápula, tal vez consul suffectus en el 44 (cf. OGILVIE-RICHMOND, ad loc.), fue legado entre los años 47 y 52. 70 La de Camulodunum, actual Colchester. 71 Adoptamos, con DELZ, la corrección Togidumno de MURGIA, 1977: 339, frente al Cogidumno o formas similares de E (aunque Togidu¯no en E2m) y demás códices y de la mayoría de los editores. El nombre aparece en un par de inscripciones, pero ambas mutiladas en la parte que nos interesa. Murgia advierte que el primer elemento del nombre transmitido, un supuesto *cog(i)-, no está acreditado en la onomástica céltica, y que en cambio sí lo está tog(i)-: en CASS. DIO LX 20, 1 y 21 aparece un Τογόδουμνος, probable lectio facilior por * Τογίδουμνος. Por razones de cronología, no puede tratarse del mismo personaje, pero seguramente sí del mismo nombre e incluso familia.
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usque memoriam fidissimum mansit), uetere ac iam pridem recepta populi Romani consuetudine ut haberet instrumenta seruitutis et reges. mox Didius Gallus parta a prioribus continuit, paucis admodum castellis in ulteriora promotis, per quae fama aucti officii quaereretur. Didium Veranius excepit, isque intra annum extinctus est. Suetonius hinc Paulinus biennio prosperas res habuit, subactis nationibus firmatisque praesidiis; quorum fiducia Monam insulam ut uires rebellibus ministrantem adgressus, terga occasioni patefecit. Namque absentia legati remoto metu, Britanni agitare inter se mala seruitutis, conferre iniurias et interpretando accendere: nihil profici patientia, nisi ut grauiora, tamquam ex facili tolerantibus, imperentur; singulos sibi olim reges fuisse, nunc binos imponi, e quibus legatus in sanguinem, procurator in bona saeuiret; aeque discordiam praepositorum, aeque concordiam subiectis exitiosam: alterius manum centuriones, alterius seruos uim et contumelias miscere; nihil iam cupiditati, nihil libidini exceptum. in proelio fortiorem esse qui spoliet; nunc ab ignauis plerumque et imbellibus eripi domos, abstrahi liberos,
uetere.... ut haberet Rhenanus : ut uetere.... haberet E (litteris -sit ut ue- in rasura scriptis), Dronke • reges Rhenanus : regis E • 2 parta priore E2m 2 e quibus E2 : et quibus E • saeuirent Gudeman • manum E, secundum Delz (qui ita codicis compendium soluit; quaerit tamen an nomine coniciendum sit), AB, Soverini, López-Cañete : manus Lenchantin, Ogilvie, al. : in manu Watt : mandatis (manis scriptum) con. Wellesley • centuriones Rhenanus : centurionis E • miscere E : ciere E2m • 3 eripi E : diripi N. Heinsius
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TÁCITO
permanecido entre los más fieles a nosotros en cuanto podemos recordar), según la vieja y ya aceptada costumbre del pueblo romano de tener también a los reyes como instrumentos de servidumbre. Luego Didio Galo72 mantuvo los logros de sus predecesores, estableciendo unos pocos puestos avanzados en las tierras de más adentro, con los que buscaba la reputación de que había llevado a más la empresa. A Didio le sucedió Veranio,73 que murió antes de un año. Después, Suetonio Paulino74 tuvo un gobierno próspero durante dos años, en los que sometió tribus y reforzó guarniciones; y cuando fiado en ello atacó la isla de Mona,75 convencido de que la misma suministraba fuerzas a los rebeldes, dejó su espalda expuesta a las ocasiones. En efecto, alejados sus temores por la ausencia del legado, los britanos empezaron a dar vueltas entre ellos a los males de su servidumbre, a comparar sus respectivos agravios y a exponerlos en tono incendiario: nada se ganaba con la paciencia, sino que se les impusieran cosas más graves, como a quienes las toleraban con facilidad; ellos habían tenido antaño un rey por cada pueblo, ahora se les imponían dos, de los cuales el legado se cebaba con su sangre y el procurador con sus bienes.76 La discordia y la concordia de los que mandaban era igual de dañina para los sometidos: el instrumento del uno, los centuriones, y el del otro, sus esclavos, mezclaban la violencia y los insultos; ya nada quedaba a salvo de la codicia, nada a salvo del capricho. En el combate —decían— es el más fuerte el que despoja; ahora, casi siempre eran hombres cobardes e incapaces para la guerra 72 A. Didio Galo, consul suffectus en el 36, que tal vez ya había participado en la campaña de Claudio. Fue legado del 52 al 58. 73 Q. Veranio, era hijo de un legado y fiel amigo de Germánico, el sobrino de Tiberio, que al volver a Roma en el año 19 había presentado la acusación contra Pisón, sospechoso de haberlo envenenado (cf. TAC., An. II 74). El hijo tras una brillante carrera política y varios éxitos militares en Asia Menor, había alcanzado el consulado y la condición de patricio en el año 49. Su efímera legación en Britania tuvo lugar en el año 57; véase OGILVIE-RICHMOND, ad loc. 74 Ya citado supra, en 5, 1; véase la correspondiente nota. 75 Actual Anglesey, al NO de Gales. Sobre esa campaña trata el reciente SMITH, 2015: 181 ss. 76 El legado ejercía, ante todo, el mando militar; los procuradores la gestión fiscal.
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iniungi dilectus, tamquam mori tantum pro patria nescientibus; quantulum enim transisse militum, si sese Britanni numerent? sic Germanias 4 excussisse iugum; et flumine, non Oceano defendi. sibi patriam, coniuges, parentes; illis auaritiam et luxuriam causas belli esse; recessuros, ut diuus Iulius recesserat, modo uirtutem maiorum aemularentur; neue proelii unius aut alterius euentu pauescerent: plus 5 impetus felicibus, maiorem constantiam penes miseros esse. iam Britannorum etiam deos misereri, qui Romanum ducem absentem, qui relegatum in alia insula exercitum detinerent; iam ipsos, quod difficilimum fuerit, deliberare. porro in eius modi consiliis periculosius ese deprehendi quam audere.
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His atque talibus in uicem instincti, Boudicca generis regii femina duce (neque enim sexum in imperiis discernunt), sumpsere uniuersi bellum; ac sparsos per castella milites consectati, expugnatis praesidiis, ipsam coloniam inuasere ut sedem seruitutis, nec ullum in barbaris
delectus E, ubi perperam dilectus edd. legunt • sese E2, Koestermann, Forni, Murgia (1977, 341): et se E, Lenchantin, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Heubner, Till, Lund, Delz, Städele, Woodman • exercitum in alia insula transp. Woodman • 4 felicibus Gudeman 1 Boudicca Haase (coll. Ann. 14, 37, 2) : uo adicca E : bouid|icta E2m
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TÁCITO
los que saqueaban sus casas, secuestraban a sus hijos, imponían levas, como si morir por su patria fuera la única cosa que ellos no sabían hacer; pues ¡qué poquitos eran los soldados que habían cruzado a la isla si los britanos también se contaban a sí mismos! Así —añadían— se habían sacudido el yugo las Germanias, y eso que estaban defendidas por un río,77 no por el Océano. Para ellos las causas de la guerra eran su patria, sus esposas, sus padres; para los romanos su 4 avaricia y su desenfreno; se retirarían, como el divino Julio se había retirado, solo con que ellos emularan el valor de sus antepasados; y no debían arredrarse ante el resultado de uno o dos combates: los afortunados tienen más empuje, en los desdichados hay más firmeza. De los britanos –decían también– ya se apiadaban incluso los dioses, que mantenían ausente al general romano y apartado en otra isla78 a 5 su ejército; ellos ya se disponían a tomar acuerdos, que había sido lo más difícil; y, desde luego, en esa clase de planes es más peligroso verse sorprendido que mostrarse audaz. La rebelión de Boudicca Tras animarse unos a otros con estas y semejantes consideraciones, todos se decidieron por la guerra bajo el mando de Boudicca,79 una mujer de estirpe real, pues en cuestión de mandos ellos no distinguen entre sexos; y después de ir a por los soldados esparcidos por los fortines y tomar al asalto los puestos avanzados, invadieron la propia colonia80 como sede de su servidumbre, y en aquellas gentes 77 Obviamente, el Rin. La referencia a la rebelión de los germanos ha de entenderse, sobre todo, concerniente a la de Arminio en el año 9 d. C., que había llevado a Augusto a suspender sus planes de ulterior penetración en aquel territorio. 78 En la de Mona (Anglesey), según se ha relatado más arriba. 79 Era la viuda de Prasutago, rey de los icenos. Adoptamos la forma más comúnmente aceptada de entre las varias con que aparece este nombre en los textos y la que parece corresponder más aproximadamente a su antigua pronunciación; véase WOODMAN, 2014, ad loc. 80 La ya aludida de Camuloduno (Colchester).
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2 ingeniis saeuitiae genus omisit ira et uictoria. quod nisi Paulinus,
cognito prouinciae motu, propere subuenisset, amissa Britannia foret; quam unius proelii fortuna ueteri patientiae restituit, tenentibus arma plerisque, quos conscientia defectionis et proprius ex legato timor agitabat, ne, quamquam egregius cetera, adroganter in deditos et, ut 3 suae cuiusque iniuriae ultor, durius consuleret. missus igitur Petronius Turpilianus, tamquam exorabilior et delictis hostium nouus eoque paenitentiae mitior, compositis prioribus nihil ultra ausus, Trebellio Maximo prouinciam tradidit. Trebellius, segnior et nullis castrorum experimentis, comitate quadam curandi prouinciam tenuit. didicere iam barbari quoque ignoscere uitiis blandientibus, et interuentus ciuilium armorum praebuit iustam segnitiae excusationem; sed discordia 4 laboratum, cum adsuetus expeditionibus miles otio lasciuiret. Trebellius, fuga ac latebris uitata exercitus ira, indecorus atque humilis, precario mox praefuit ac, uelut pacta exercitus licentia ducis 5 salute, [et] seditio sine sanguine stetit. nec Vettius Bolanus, manentibus adhuc ciuilibus bellis, agitauit Britanniam disciplina: eadem inertia erga hostes, similis petulantia castrorum, nisi quod innocens Bolanus et nullis delictis inuisus caritatem parauerat loco auctoritatis.
2 tenentibus E : tenentibus tamen Ritter • ne, quamquam secundum Ogilvie, ab amico quodam Georgio L. Walch recte, ut uidetur, propositum; edd. : nequaquam E : nequam E2m • cuiusque Wex : eiusque E : quisque Nipperdey • durius E : dubius E2m • 3 nouus eoque E2 s. l. : nouusque E • lasciuiret E2 : lasciui sed E : lasciueret A • 4 praefuit E2 : praebuit E • pacta Halm, Nipperdey, edd. plerique : facta E : exercitus licentia ducis salute E, Koestermann, Till, Lund, Delz, Heubner : ducis Woodman • licentia, ducis Gudeman, Ogilvie : pacti exercitus licentiam dux salutem E2m, SaintDenis • et E : secl. John, Gudeman, Lenchantin, al. • essent Ritter, Urlichss, Saint-Denis : esset Halm, Andresen • 5 Bolanus B : uolanus EA
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TÁCITO
bárbaras ninguna clase de ensañamiento fue omitido por su resentimiento y su victoria. Y si Paulino, al saber de la revuelta de la provincia, no le hubiera acudido de inmediato, se hubiera perdido Britania; y con un solo combate afortunado la devolvió a su antigua sumisión, si bien conservaron sus armas muchos a los que preocupaban la conciencia de su defección y el miedo a la mayor cercanía del legado, no fuera que, aunque hombre excelente en lo demás, contra los que se entregaran procediera con arrogancia y, vengando todos los agravios como propios, tomara medidas más duras. Así, pues, Petronio Turpiliano,81 que fue enviado allí como persona más accesible, que no tenía experiencia de los delitos de los enemigos y que por ello era más comprensivo con los arrepentidos, tras solventar los problemas precedentes y sin atreverse a más, entregó a Trebelio Máximo82 la provincia. Trebelio, que era más bien perezoso y carecía de experiencia en campaña, gobernó la provincia con una cierta benevolencia en el mando. También los bárbaros han aprendido ya a perdonar los vicios que resultan gratos, y el intermedio de las guerras civiles proporcionó una excusa justa para la pereza; pero los motines dieron mucho que hacer, pues la tropa acostumbrada a las expediciones perdía la disciplina por no hacer nada. Trebelio, tras evitar, huyendo y metiéndose en escondrijos, la ira del ejército, de manera deshonrosa y humillante, tuvo luego el mando de manera precaria, y como si se hubiera pactado con la indisciplina del ejército la seguridad de su general, la sedición se detuvo sin sangre. Tampoco Vetio Bolano,83 cuando aún duraban las guerras civiles,84 inquietó a Britania con la disciplina: la misma indolencia frente a los enemigos, la misma indisciplina en los campamentos; a no ser que Bolano, buena persona y no aborrecido por delito alguno, se había ganado el afecto en lugar de la autoridad. P. Petronio Turpiliano, cónsul en el año 61. M. Trebelio Máximo, consul suffectus en el 56, junto con Séneca. Gobernó Britania en los años 63-69. 83 Ya nombrado supra, en 8, 1. 84 Las del año 69 d. C., secuela de la caída de Nerón. 81
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Sed ubi cum cetero orbe Vespasianus et Britanniam recuperauit, magni duces, egregii exercitus, minutae hostium spes. et terrorem statim intulit Petilius Cerialis, Brigantum ciuitatem, quae numerosissima prouinciae totius perhibetur, adgressus. multa proelia et aliquando non incruenta, magnamque Brigantum partem aut uictoria amplexus est 2 aut bello. et Cerialis quidem alterius successoris curam famamque obruisset; subiit sustinuitque molem Iulius Frontinus, uir magnus quantum licebat, ualidamque et pugnacem Silurum gentem armis subegit, super uirtutem hostium locorum quoque difficultatem eluctatus.
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Hunc Britanniae statum, has bellorum uices media iam aestate transgressus Agricola inuenit, cum et milites, uelut omissa expeditione, ad securitatem et hostes ad occasionem uerterentur. Ordouicum ciuitas haud multo ante aduentum eius alam in finibus suis agentem prope
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1 minuta E2 : minutae E : minutae Gudeman • [et] terrorem • Cerialis Lipsius : caerealis E • Brigantum Puteolanus : bregantum E • Brigantum Puteolanus : bregantum E • 2 subiit E2 s. l. (ut Weissenborn coniecerat), edd. : om. E • quantum licebat transp. Gudeman post molem • gentem armis E2m : armis gentem E 1 aestate E2 s. l. : atate E • uerterentur B : uterentur EA • haud E2 : aut E
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Ahora bien, cuando Vespasiano recuperó con el resto del orbe85 17 también Britania, hubo grandes generales, egregios ejércitos y menguaron las esperanzas de los enemigos. Además, de manera inmediata Petilio Cerial sembró el terror atacando a la tribu de los brigantes,86 de la que se dice que es la más numerosa de toda la provincia. Muchos fueron los combates y a veces no incruentos, y sujetó a gran parte de los brigantes o con la victoria o con la guerra. Y cierto es que Cerial 2 hubiera dejado en nada el gobierno y la fama de cualquier sucesor; vino tras él y sostuvo aquella gran carga Julio Frontino,87 un gran hombre en la medida en que estaba permitido, y sometió por las armas al fuerte y muy guerrero pueblo de los sílures, tras superar, además del valor de sus enemigos, también las dificultades del terreno. Agrícola en Britania: el primer año (78 d. C.) 88 Esta situación de Britania y estas vicisitudes de sus guerras se encontró Agrícola al pasar allá mediado ya el verano, cuando los soldados, como si se hubiera prescindido de las expediciones, estaban pendientes de la seguridad y los enemigos de la ocasión. No mucho antes de su llegada, la tribu de los ordóvices89 había aniquilado casi A finales del 69 d. C. En la región de Yorkshire. 87 Sexto Julio Frontino, hombre notable en varios aspectos. Oriundo de la Narbonense como Agrícola y quizá el propio Tácito, probablemente consul suffectus en el 73, se distinguió como magistrado y como militar, y gobernó Britania del 74 al 78, siendo sucedido por Agrícola. Dejó además algunas estimables muestras de literatura técnica: el De aquae ductibus Vrbis Romae (asunto que conocía bien por haber sido curator aquarum) y unos Strategemata, manual de táctica militar; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., y KÖNIG, 2013: 361-376. 88 Para todas las campañas de Agrícola en Britania es de referencia la monografía de HANSON, 1987, sustancialmente coincidente con HANSON, 1991. También OGILVIERICHMOND, 1967: 46-76. Que el mandato de Agrícola se inició en el 78 es también la conclusión del reciente SMITH, 2015: 179. 89 Se ha discutido el exacto emplazamiento de esta tribu de Gales. Para las campañas de Agrícola en ese territorio véase el cap. VI, ‘Agricola and de Conquest of Wales’ de HANSON, 1991: 1757-1759. 85 86
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2 uniuersam obtriuerat, eoque initio erecta prouincia. et quibus bellum
uolentibus erat, probare exemplum ac recentis legati animum opperiri, cum Agricola, quamquam transuecta aestas, sparsi per prouinciam numeri, praesumpta apud militem illius anni quies, tarda et contraria bellum inchoaturo, et plerisque custodiri suspecta potius uidebatur, ire obviam discrimini statuit; contractisque legionum uexillis et modica auxiliorum manu, quia in aequum degredi Ordouices non audebant, ipse ante agmen, quo ceteris par animus simili periculo esset, erexit 3 aciem. caesaque prope uniuersa gente, non ignarus instandum famae ac, prout prima cessissent, terrorem ceteris fore, Monam insulam, cuius possessione reuocatum Paulinum rebellione totius Britanniae supra 4 memoraui, redigere in potestatem animo intendit. sed, ut in subitis consiliis, naues deerant; ratio et constantia ducis transuexit: depositis omnibus sarcinis lectissimos auxiliarium, quibus nota uada et patrius nandi usus, quo simul seque et arma et equos regunt, ita repente immisit, ut obspetupefacti hostes, qui classem, qui nauis, qui mare exspectabant, nihil arduum aut inuictum crediderint sic ad bellum 5 uenientibus. ita petita pace ac dedita insula clarus ac magnus haberi
2 animus E2 : animo E • 3 cuius E2, Ogilvie : cumius E • cuius Croll (ed. Bipontina 1780), Anderson, Delz, Soverini, López-Cañete, alii • 4 transuexit E : tranuexit E2
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por completo a un regimiento de caballería que operaba en sus confines y este arranque puso en pie a la provincia. Los que querían la guerra aprobaban el ejemplo y esperaban a averiguar la voluntad del nuevo legado, cuando Agrícola, aunque el verano había pasado, los contingentes estaban dispersos por la provincia y los soldados daban por supuesto el descanso para aquel año —todo ello motivo de retrasos y circunstancias poco favorables para iniciar una guerra—, y además a la mayoría le parecía mejor vigilar las zonas sospechosas, decidió afrontar el riesgo; y tras reunir unos destacamentos de las legiones y una tropa pequeña de auxiliares, y puesto que los ordóvices no se atrevían a bajar a terreno llano, poniéndose él a la cabeza de la columna, para que los demás tuvieran el mismo ánimo al verlo en igual peligro, llevó a su tropa monte arriba. Y tras acabar con casi toda la tribu, no ignorando que hay que aprovecharse de la fama y que, tal como habían ido antes las cosas, el terror se apoderaría de los demás, se propuso hacer volver a nuestro poder la isla de Mona,90 de cuya ocupación ya he contado más arriba que había desistido Paulino por la rebelión de toda Britania. Ahora bien —algo usual en los planes improvisados— faltaban naves; la inteligencia y la firmeza del general hicieron posible el transporte: lanzó a unos soldados muy escogidos de las tropas auxiliares desprovistos de todo bagaje, que conocían los vados y que sabían nadar, como todos los de su pueblo, con lo que a un tiempo se conducen a sí mismos, las armas y los caballos; y tan por sorpresa que, estupefactos los enemigos, que tenían los ojos puestos en una flota, en unas naves y en el mar, acabaron por no creer que hubiera nada arduo o insuperable91 para quienes de tal manera venían a la guerra. Así, pedida la paz y rendida la isla,92
La ya nombrada en 14, 3, actual Anglesey. Se ha señalado que esta expresión reaparece en forma muy semejante en Ann. XII 3, 2: sed nihil arduum uidebatur…, con referencia a la influencia de Agripina sobre Claudio. BORZSÁK (1968: 499) compara estas repeticiones, frecuentes en Tácito, con las que Mozart practicó en sus melodías. 92 La ya nombrada de Mona (Anglesey) al NO de la costa de Gales. 90 91
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Agricola, quippe cui ingredienti prouinciam, quod tempus alii per ostentationem et officiorum ambitum transigunt, labor et periculum placuisset. nec Agricola prosperitate rerum in uanitatem usus, expeditionem aut uictoriam uocabat uictos continuisse; ne laureatis quidem gesta prosecutus est, sed ipsa dissimulatione famae famam auxit, aestimantibus quanta futuri spe tan magna tacuisset. Ceterum, animorum prouinciae prudens simulque doctus per aliena experimenta parum profici armis si iniuriae sequerentur, causas bellorum statuit excidere. a se suisque orsus, primam domum suam coercuit, quod plerisque haut minus arduum est quam prouinciam regere. nihil per libertos seruosque publicae rei, non studiis priuatis nec ex commendatione aut precibus centurionem militesue scire, sed optimum quemque fidissimum putare. omnia scire, non omnia exsequi: paruis peccatis ueniam, magnis seueritatem commodare; nec poena semper, sed saepius paenitentia contentus esse; officiis et administrationibus potius non peccaturos praeponere quam damnare cum pecassent. frumenti et tributorum exactiones aequalitate munerum mollire, circumcisis quae in questum reperta ipso tributo grauius tolerabantur. namque per ludibrium adsidere clausis horreis et emere
proprius nandi Wex, Gudeman • inuium Weidner • 6 prosperitate E2 : speritate E • continuisse ne E2 : continuit sine E 2 primam EA, Lenchantin, Murgia (1977, 341), Delz : primum B, Koestermann, Till, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Lund, Städele • haut E, Lenchantin : haud AB, edd. pler. • priuatis E : priuatus E2m • scire Goelzer (1920), edd. pler. : ascire Wex, Gudeman, Lenchantin • centurionum milites ascire iam Puteolanus, Gudeman : centurionem militesue Wex : milites scire E : milites nescire E2 (ne s. l. addito) • 4 exactionem E2m : auctionêmae qualitate, expuncto m E • circumcisis quae Rhenanus : circumcisisque E • adsidere E2 : adsedere E
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TÁCITO
Agrícola era tenido por un hombre esclarecido y grande, puesto que al hacerse cargo de la provincia, en el tiempo que otros pasan entre baladronadas y ambiciosos favores, él había optado por las fatigas y peligros. Mas Agrícola, ni aprovechaba la bondad de la situación para vanagloriarse, ni llamaba ‘expedición’ o ‘victoria’ el mantener controlados a los vencidos; ni siquiera ensalzó sus gestas con laureles en sus cartas,93 sino que con el propio disimulo de su fama aumentó su fama, a juicio de quienes consideraban qué gran porvenir le aguardaba tras haber callado tan grandes hechos. Por lo demás, conocedor del estado de ánimo de la provincia y aleccionado por experiencia ajena de que poco se aprovechaba con las armas si las seguían los agravios, decidió acabar con las causas de la guerra. Empezando por sí mismo y por los suyos, lo primero que puso en orden fue su casa, lo que para la mayoría no es menos arduo que gobernar una provincia. Nada hacía por medio de libertos o de esclavos públicos,94 ni colocaba a su lado a centuriones o a soldados por intereses personales ni por recomendaciones ni por ruegos; antes bien, consideraba a los mejores como los más dignos de confianza. Se enteraba de todo, pero no todo lo investigaba: a las faltas leves les aplicaba la benevolencia, a las grandes la severidad; y no siempre se conformaba con la pena, sino más a menudo con el arrepentimiento. Al frente de los cargos administrativos prefería poner a los que no iban a prevaricar que castigarlos si prevaricaban. Las exacciones de trigo y de tributos las suavizaba ajustando las cargas y cortando con los procedimientos inventados para las requisas, que se toleraban peor que el tributo mismo. Y es que, en una verdadera burla, se obligaba a la gente a esperar ante los graneros cerrados y a hacer que
93 Era costumbre de los generales el adornar con laureles las cartas, despachos o partes en que anunciaban victorias; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., que remiten a PLIN., HN. XV 133. 94 Sobre el régimen servil britano y romano trata ampliamente LAVAN, 2011: 294305.
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ultro frumenta ac luere pretio cogebantur; diuortia itinerum et longinquitas regionum indicebatur, ut ciuitates proximis hibernis in remota et auia deferrent, donec quod omnibus in promptu erat paucis lucrosum fieret. Haec primo statim anno comprimendo egregiam famam paci circumdedit, quae uel incuria uel intolerantia priorum haud minus 2 quam bellum timebatur. sed ubi aestas aduenit, contracto exercitu multus in agmine, laudare modestiam, disiectos coercere; loca castris ipse capere, aestuaria et siluas ipse praetemptare; et nihil interim apud hostes quietum pati quo minus subitis excursibus popularetur; atque ubi satis terruerat, parcendo rursus inuitamenta pacis ostentare. 3 quibus rebus multae ciuitates quae in illum diem ex aequo egerant, datis obsidibus, iram posuere, et praesidiis castellisque circumdatae, tanta ratione curaque, ut nulla ante Britanniae noua pars inlacessita transierit.
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luere E (iam Wex) : ludere AB : recludere Hutter • pro proximis Bezzenberger • 1 incuria E2 : sine curia E • 2 popularêt : popularentur Dahl • inuitamenta Acidalius, post ignotum quendam, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, Städele, Oniga, López-Cañete, Woodman : inritamenta E, Soverini : irritamenta E2 AB (irr-), Lenchantin • incitamenta Ac, Koestermann, Till, Lund • 3 tanta E ( Rhenanus) : et tanta E2 : sunt, tanta Dronke (‘recte ut opinor’, Delz, qui tamen tanta ed.), Saint-Denis • ut Murgia (1979ª, 159 sq.) : inlacessita add. Frölich, Weissenborn, plerique edd. : Ritter : Ernesti : Murgia 1977, 342, ut uidetur : †ante… pars† Woodman : minus lacessita Wellesley (Liverp. Class. Month. 12, 3, 1987: 40) al. alia
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TÁCITO
fuera ella quien comprara el trigo95 y que lo pagara al contado; se les señalaban para la entrega caminos descarriados y regiones alejadas, de manera que tribus con cuarteles de invierno cercanos tenían que llevar el grano a lugares remotos e intransitables, con tal de que algo que todos tenían al alcance de la mano se convirtiera en ocasión de ganancia para unos pocos. El segundo año (79 d. C.) 96 Poniendo coto a todo esto de manera inmediata en su primer año, 20 rodeó de un gran prestigio la idea de una paz que, ya por la incuria ya por la intolerancia de sus antecesores, no era menos temible que la guerra. Pero cuando llegó el verano y concentró el ejército, se 2 multiplicaba en las marchas, ensalzaba la disciplina, metía en cintura a los que andaban a su aire; él mismo escogía el emplazamiento de los campamentos, los estuarios y los bosques era el primero en explorarlos; y entretanto no dejaba que en territorio enemigo hubiera un momento de tranquilidad en que no lo asolara en correrías repentinas; y cuando les había infundido bastante miedo, mostrándose indulgente les hacía ver de nuevo sus invitaciones a la paz. A conse- 3 cuencia de esto, muchas tribus que hasta entonces habían vivido independientes entregaron rehenes y depusieron su encono; y fueron rodeadas de fortines y puestos avanzados, con tanta cuenta y cuidado que ninguna nueva parte de Britania pasó antes a nuestro poder tan libre de daños como esta.
95 Según OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., la situación de abuso que se planteaba era la siguiente: los britanos que no tenían bastante trigo para satisfacer el tributo se veían en la necesidad de comprarlo en los graneros imperiales y a un precio superior al que ellos recibían por la entrega; si disponían del suficiente, se los obligaba a entregarlo en lugares alejados, por lo que preferían pagar el tributo en dinero y a un precio desfavorable para ellos. 96 Véase sobre esta campaña el cap. VII, ‘Agricola and the Conquest of Northern England’, de HANSON 1991: 1759 s.
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Sequens hiems saluberrimis consiliis adsumpta. namque ut homines dispersi ac rudes eoque in bella faciles quieti et otio per uoluptates adsuescerent, hortari priuatim, adiuuare publice, ut templa, fora, domos extruerent, laudando promptos, castigando segnes; ita honoris 2 aemulatio pro necessitate erat. iam uero principum filios liberalibus artibus erudire, et ingenia Britannorum studiis Gallorum anteferre, ut qui modo linguam Romanam abnuebant eloquentiam concupiscerent. inde etiam habitus nostri honor et frequens toga; paulatimque discessum ad delenimenta uitiorum, porticus et balineas et conuiuiorum elegantiam. idque apud imperitos humanitas uocabatur, cum pars seruitutis esset.
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Tertius expeditionum annus nouas gentes aperuit, uastatis usque ad Taum (aestuario nomen est) nationibus. qua formidine territi hostes, quamquam conflictatum saeuis tempestatibus, exercitum lacessere non 2 ausi, ponendisque insuper castellis spatium fuit. adnotabant periti non alium ducem opportunitates locorum sapientius legisse: nullum
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1 adsumpta codd., Koestermann, Till, Delz, Lund, Städele, al. : absumpta Puteolanus, Rhenanus,Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Heubner, Soverini, Woodman, al. • bella Bosius : bello E : bellum Rhenanus • et otio E2m : inotio E • honoris aemulatio E2 : honor et aemulatio E, Lenchantin, Woodman • 2 discessum E : descensum Pichena • balineas Ritter (v. Ogilvie-Richmond) : balinea E : balnea E2m 1 Taum E2mAmTm, Lenchantin, Ogilvie-Richmond (cf. p. 57 n. 2), Ogilvie, Delz, Heubner, Städele, Soverini, Woodman: Tanaum EABT, Furneaux-Anderson, SaintDenis, Koestermann, Till, Lund : Itunam Neilson (1896), López-Cañete • ausi E2 : auxi E : • castellis E : telis E2m
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TÁCITO
El invierno siguiente se empleó en planes muy provechosos. En 21 efecto, a fin de que aquellos hombres dispersos y rudos, y por ello prontos a la guerra, se acostumbraran por propia inclinación a la tranquilidad y a la paz, exhortaba a los particulares y ayudaba a las comunidades a que levantaran templos, foros y casas, elogiando a los bien dispuestos y reprendiendo a los remolones; así, la emulación por distinguirse sustituía a la coacción. Además, a los hijos de los caudi- 2 llos los hacía educar en las artes liberales y ponía el talento natural de los britanos por delante del afán de estudio de los galos, de modo que quienes poco antes rechazaban la lengua romana ansiaban aprender elocuencia. A partir de entonces incluso se consideraba como un honor vestir a nuestra manera y se hizo frecuente la toga; y poco a poco se dejaron llevar a los encantos de los vicios: pórticos, baños y banquetes refinados. Eso, entre aquella gente ignorante, se llamaba civilización, cuando era parte de su servidumbre.
El tercer año (80 d. C.) 97 El tercer año de expediciones dejó al descubierto nuevos pueblos, 22 tras haberse devastado las tierras de las tribus que hay hasta el Tavo,98 que es el nombre de un estuario. Aterrorizados por ello, los enemigos no se atrevieron a hostigar al ejército, aunque este se vio afectado por muy duras tempestades; y además también hubo tiempo para establecer algunos fortines. Anotaban los expertos que ningún otro 2 general había escogido emplazamientos más adecuados: ningún fuerte 97 Véase el amplio y documentado cap. VIII, ‘Agricola and the Conquest of Scotland: 1. The Third, Fourth and Fifth Campaigns’, de HANSON, 1991: 1760-1767. 98 Adoptamos la transcripción del nombre antiguo del estuario del Tay, Taus por Tauus, que proponen OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. y p. 57, n. 2, de donde el corrupto Tanaum de los mss. La lectura Itunam (nombre del estuario del Solway, en la costa opuesta) es la que adopta LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 261 s., siguiendo a Neilson (1896), al parecer citado en FURNEAUX-ANDERSON, sería la forma originaria de la que habría derivado por corrupción el Tanaum de los mss.; véase también WOODMAN, 2014, ad loc., con la posición aquí adoptada.
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ab Agricola positum castellum aut ui hostium expugnatum aut pactione aut fuga desertum, [crebrae eruptiones] nam aduersus moras 3 obsidionis annuis copiis firmabantur. ita intrepida ibi hiems, et sibi quisque praesidio, inritis hostibus eoque desperantibus, quia soliti plerumque damna aestatis hibernis euentibus 4 pensare, tum aestate atque hieme iuxta pellebantur. nec Agricola umquam per alios gesta auidus intercepit: seu centurio seu praefectus incorruptum facti testem habebat. apud quosdam acerbior in conuiciis narrabatur, et erat ut comis bonis, ita aduersus malos iniucundus. ceterum, ex iracundia nihil supererat secretum, ut silentium eius non timeres: honestius putabat offendere quam odisse.
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Quarta aestas obtinendis quae percucurrerat insumpta; ac si uirtus exercitus et Romani nominis gloria pateretur, inuentus in ipsa Britanniae terminus. namque Clota et Bodotria diuersi maris aestibus per immensum reuectae, angusto terrarum spatio dirimuntur; quod tum praesidiis firmabatur atque omnis propior sinus tenebatur, summotis uelut in aliam insulam hostibus.
2 ab Agricola E2m: ab om. E • ac E, edd. : aut E2m : et fuga López-Cañete (‘an uel fuga?’) • crebrae eruptiones post hiems transp. Schömann (1859), Halm (1860), Furneaux-Anderson, Koestermann,Till, Lund, Delz, Heubner, López-Cañete : post ita Perret : tradita edunt Lenchantin, Ogilvie-Richmond, Ogilvie : crebrae eruptiones Städele • 4 conuiciis E2m : conuitiis E • et erat ut Henrichsen : ut erat E, Lenchatin, Ogilvie : et ut erat Peerlkamp, Gudeman post Purser • supererat E2 : erat E • ut E : ac Wölfflin percucurrerat E : percurrerat B • exercitus E : exercituum E2 • Britanniae ShawSmith, Woodman : Britannia codd., edd. • propior A proprior E(B?)
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TÁCITO
establecido por Agrícola fue tomado por la fuerza del enemigo ni abandonado por capitulación o retirada; [las salidas eran frecuentes] pues, para que los asedios no les impidieran la acción, se los aseguraba con provisiones para un año. Así, allí nada había que temer en 3 el invierno: y cada cual se protegía a sí mismo, ante la frustración y desesperación de los enemigos porque, acostumbrados por lo general a compensar sus pérdidas veraniegas con los éxitos invernales, entonces se veían rechazados de la misma manera en verano y en invierno. Además, Agrícola nunca se atribuyó 4 por ambición las hazañas que realizaba por medio de otros: ya fuera un centurión, ya un prefecto, tenían en él un testigo fiel de sus respectivas gestas. Entre algunos se comentaba que era demasiado duro en sus reprensiones; y así como era benévolo con los buenos, era poco amable con los malos. Por lo demás, de sus enfados nada quedaba en secreto, de manera que sus silencios no eran de temer: estimaba más honrado ofender que odiar. El cuarto año (80 d. C.) El cuarto verano se empleó en asegurar el dominio de las tierras que había recorrido; y si el valor del ejército y el honor del nombre romano lo permitieran, ya se hubiera llegado en él al final de la propia Britania. En efecto, los ríos Clota y Bodotria, cuando son empujados muy hacia atrás por las mareas de los dos mares opuestos, quedan separados por un trozo muy estrecho de tierra,99 que entonces se estaba asegurando con puestos avanzados;100 y toda la costa cercana estaba dominada, como si a los enemigos se los hubiera echado a otra isla. 99 El estrecho istmo que media entre los firths del Clyde (Clota) y del Forth (Bodotria) casi hace de Caledonia (Escocia) una isla. Véase HANSON, 1981: 55-68. 100 El trazado de las líneas fortificadas romanas al N de Britania es discutido, pues andando el tiempo hubo más de una, aunque la más clásica se considere la de la línea Forth-Clyde, sobre la cual véase FRERE, 1981, con mapa en su p. 90.
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Quinto expeditionum anno, Anauam transgressus, ignotas ad id tempus gentes crebris simul ac prosperis proeliis domuit, eamque partem Britanniae quae Hiberniam aspicit copiis instruxit, in spem magis quam ob formidinem, si quidem Hibernia, medio inter Britaniam et Hispaniam sita et Gallico quoque mari opportuna, ualen2 tissimam imperii partem magnis in uicem usibus miscuerit. spatium eius, si Britanniae comparetur, angustius, nostri maris insulas superat. solum caelumque et ingenia cultusque hominum haud multum a Britannia differunt; in melius aditus portusque, per commercia et 3 negotiatores cogniti. Agricola expulsum seditione domestica unum ex regulis gentis exceperat ac specie amicitiae in occasionem retinebat. saepe ex eo audiui legione una et modicis auxiliis debellari obtine-
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1 Anauam Murgia (1977, 341; 1979ª, 160 sqq.) : Anauam naue prima Richmond : Anauam primum transgressus uel Anauam transgressus con. Wellesley : naue prima codd., Gudeman, Lenchantin, Koestermann, Till, Forni, Lacey, Ogilvie; locus plerisque edd. aut mutilus aut corruptus, quem crucibus inser. Delz, Städele : naue primus Lund (Gnomon 59, 1987, 357) : naue primum Boot, Soverini, Woodman : Itunam (pro naue prima) con. P. E. Postgate : Nouium primum Oniga, al. alia • valentissimam E : uolentissimam E2m • 2 et ingenia cultusque hominum secl. Binder, quod probat Borzsák (Gnomon 58, 1986, 25) • differunt Rhenanus, edd. pler. : differt in melius codd., Borzsák, Binder (Gymnasium 88, 1981, 430 ss). : differunt; in melius Städele : , in melius aditus portusque, distinxit Delz (in melius sc. differunt), Murgia (1979a, 162 sqq.), López-Cañete : †in melius†Woodman : differunt. in melius Lund : in melius secl. Wex, Gudeman, Koesterman,Till, Ogilvie-Richmond, Heubner, Oniga, Soverini, e glossemate ortum susp. Wellesley : in secl. Rhenanus, Lenchantin, Saint-Denis, Ogilvie : in melius Halm • gente E2m
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TÁCITO
El quinto año (82 d. C.) En el quinto año de expediciones, tras cruzar el río Ánava,101 24 sometió a pueblos hasta entonces desconocidos, en combates tan prósperos como repetidos, y la parte de Britania que mira a Hibernia la dotó de guarniciones, más por previsión que por temor; y es que Hibernia, situada a mitad de la distancia entre Britania e Hispania, y abierta también al mar de la Galia, podría unirla con la parte más poderosa del imperio con grandes ventajas mutuas. Su extensión, que 2 es menor comparada con la de Britania, supera a la de las islas de nuestro mar.102 Su suelo y su clima, así como el carácter y modo de vida de su gente, no difieren mucho de los de Britania; sí, y para mejor,103 sus accesos y puertos, que se conocen104 gracias al comercio y a los mercaderes. Agrícola había acogido a uno de los reyezuelos de 3 aquel pueblo expulsado por una revuelta interna, y con la apariencia de su amistad lo retenía para cuando llegara la ocasión. Varias veces le oí decir que con una legión y unas pocas tropas auxiliares se podía vencer y dominar a Hibernia; y que también ayudaría frente a Britania, 101 Adoptamos en nuestro texto la conjetura que defiende MURGIA (1977: 341; y, sobre todo, 1979a: 160 ss.) con los precedentes de RICHMOND y WELLESLEY (1969: 267), el cual había dejado claro que aquí no se trata de una operación naval, operación que el acceso al SO de Escocia no exigía. El río en cuestión sería el actual Annan; véase también HANSON, 1991: 1745; OGILVIE, 1991: 1723, entre otros, duda de la integridad del texto. Más información en SADDINGTON-KEPPIE, 1991: 1734 s. WOODMAN, 2014 no acepta la conjetura aquí adoptada, pero tampoco propone una propia. 102 Es decir, del Mediterráneo. 103 Cuando menos por ingeniosa, merece una cita la anotación en que GUDEMAN, 2 1928 : 397, expresa su convicción de que en el texto transmitido —differunt in melius— in melius es una «glosa de algún escriba irlandés y patriota», tipo, al parecer, abundante en los scriptoria continentales. 104 La puntuación propuesta por Delz: …differunt, in melius [scil. differunt] aditus portusque…, y concurrente con la forma e interpretación de MURGIA (1979a: 162 ss.), permitiría dar por bueno el texto transmitido, interpolado según OGILVIE-RICHMOND, 1967 y otros anteriores; pero OGILVIE, 1991: 1724 argumenta que «in melius es un empleo inaceptable para melius». Con todo, parece lógico que in melius no determine a cogniti, sino a differunt. En efecto, no tendría sentido que se consideraran como «mejor conocidos» los puertos de Irlanda, y sí, en cambio que, se diga que difieren para mejor de los de Britania, aclarando luego que se conocen por los comerciantes.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
rique Hiberniam posse; idque etiam aduersus Britanniam profuturum, si Romana ubique arma et uelut e conspectu libertas tolleretur. Ceterum aestate qua sextum officii annum incohabat, amplexus ciuitates trans Bodotriam sitas, quia motus uniuersarum ultra gentium et infesta hostilis exercitus itinera timebantur, portus classe explorauit. quae, ab Agricola primum in partes uirium adsumpta, sequebatur egregia specie, cum simul terra simul mari bellum impelleretur, ac saepe isdem castris pedes equesque et nauticus miles, mixti copiis et laetitia, sua quisque facta, suos casus attollerent, ac modo siluarum ac montium profunda, modo tempestatum ac fluctuum aduersa, hinc terra et hostis, hinc uictus Oceanus militari iactantia 2 compararentur. Britannosque, ut ex captituis audiebatur, uisa classis obstupefaciebat, tamquam aperto maris sui secreto ultimum uictis 3 perfugium clauderetur. ad manus et arma conuersi, Caledoniam incolentes populi magno paratu, maiore fama, uti mos est de ignotis, oppugnare ultro castellum adorti, metum ut prouocantes addiderant; regrediendumque citra Bodotriam et cedendum potius quam pellerentur ignaui specie prudentium admonebant, cum interim cognoscit 4 hostis pluribus agminibus inrupturos. ac ne superante numero et peritia locorum circumiretur, diuiso et ipse in tres partes exercitu incessit.
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1 bodotriam E2m : uodotriam E • add. Walther : hostilis exercitus E, Furneaux-Anderson, Gudeman, Lenchantin, alii : hostili exercitu E2m, Rhenanus, Koestermann, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Lund, Heubner, López-Cañete, Woodman : hostibus exercitus Becker (coll. Suet. Aug. 8, 1 per infestas hostibus uias), Delz, alii alia : • explorauit E2: explorabit E • uirium E : uinum E2m • impelleretur Rhenanus : impellitur E, Woodman • ut saepe Woodman • mixti E : mixto E2m • adtollerent E2 : adtollerant E • siluarum ac montium E2: ac om. E • fluctuum E2 : fluctum E • 2 Britannosque Gudeman : Britannos quoque E • 3 paratu magno AB, Gudeman • Caledoniam Rhenanus : calidoniam E, Lenchantin • incolentes E2 : incolentis E • oppugnare E (Rhenanus), ‘littera r forma peculiari fere ut in scriptura Beneuentana scripta, unde oppugnasse TAB’ (Delz); quo et fieri uidetur ut Ogilvie oppugnase E, oppugnare E2 tribuat • castellum E, Gudeman (coll. Liu. xxxv 58, 8), Lenchantin, López-Cañete, Woodman : castella E2m, edd. plerique • Bodotriam E2 : Bodotria E • et cedendum E2m : excedendum E
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TÁCITO
si por todas partes había tropas romanas y, por así decirlo, se le hacía perder de vista la libertad. El sexto año (83 d. C.)105 Por lo demás, en el verano con el que comenzaba el sexto año de 25 su misión, rodeando a las tribus situadas al otro lado del Bodotria,106 porque se temían levantamientos de todos los pueblos de más allá y que los caminos estuvieran amenazados del ejército enemigo, exploró los puertos con la flota. Esta, de la que por primera vez echó mano Agrícola como parte de sus fuerzas, lo seguía, dando una imagen magnífica, pues la guerra se llevaba adelante a un tiempo por mar y por tierra, y a menudo en los mismos campamentos los soldados de a pie, los de a caballo y los de marina, compartiendo raciones y alegrías, ensalzaban cada cual sus propias acciones, y se comparaban ya las honduras de bosques y montes, ya las adversidades de las tempestades y las olas; de una parte la tierra y los enemigos, de otra la victoria sobre el Océano, con la jactancia propia de los militares; y también los britanos, según se sabía por los prisioneros, se quedaban 2 atónitos al ver la flota, como si al franquearse el reducto de su mar se les cerrara a los vencidos el último refugio. Pasando a la acción y a las 3 armas, los pueblos que habitan Caledonia,107 tras grandes preparativos y con mayor notoriedad, como suele ocurrir con las cosas desconocidas, se lanzaron a atacar un fortín, y al ser ellos los que llevaban la ofensiva habían causado alarma; y ya los cobardes, afectando prudencia, sostenían que era mejor volverse a este lado del Bodotria y ceder antes que verse repelidos; cuando entretanto Agrícola se entera de que los enemigos iban a irrumpir en varias columnas. Y para que no lo rodearan por ser superior su número y por su conocimiento del 4 terreno, también él avanzó con su ejército dividido en tres partes. 105 Véase al respecto el cap. VIII, 2, ‘The Sixth and Seventh Campaigns’, de HANSON, 1991: 1767-1772. 106 Recuérdese que es el firth del Forth. 107 Recuérdese que se trata de Escocia.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
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Quod ubi cognitum hosti, mutato repente consilio uniuersi nonam legionem ut maxime inualidam nocte adgressi, inter somnum et trepidationem caesis uigilibus inrupere. iamque in ipsis castris pugnabatur, cum Agricola iter hostium ab exploratoribus edoctus et uestigiis insecutus, uelocissimos equitum peditumque adsultare tergis pugnantium iubet, mox ab uniuersis adici clamorem; et propinqua luce fulsere 2 signa. ita ancipiti malo territi Britanni et nonanis rediit animus, ac securi pro salute de gloria certabant. ultro quin etiam erupere, et fuit atrox in ipsis portarum angustiis proelium, donec pulsi hostes, utroque exercitu certante, his ut tulisse opem, illis ne eguisse auxilio uideretur. quod nisi paludes el siluae fugientes texissent, debellatum illa uictoria foret. 27 Cuius conscientia ac fama ferox exercitus, nihil uirtuti suae inuium et penetrandam Caledoniam inueniendumque tandem terminum Britanniae continuo proeliorum cursu fremebant, atque illi modo cauti ac sapientes prompti post euentum ac magniloqui erant. iniquissima haec bellorum condicio est: prospera omnes sibi uindicant, aduersa 2 uni imputantur. at Britanni, non uirtute se uictos, sed occasione et arte ducis rati, nihil ex adrogantia remittere, quo minus iuuentutem armarent, coniuges ac liberos in loca tuta transferrent, coetibus et sacrificiis conspirationem ciuitatum sancirent. atque ita irritatis utrimque animis discessum.
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1 cognitum E2 : incognitum E • peditumque E2 : peditum E • 2 nonanis E : romanis Guarnieri, ut uidetur • rediit Wex : redit codd. • portarum angustiis E2 : partarum angustis E • hostes E2m : hostis E • 1 conscientia E2 : conscientiae E • penetrandum B • Caledoniam Puteolanus : calydoniam E : Calidoniam Lenchantin • proeliorum Rhenanus : proelium E • omnes E2 s. lin.: omnis E • 2 se uictos E (Frölich, Halm : post ducis supleuerat. Brotier), om. AB • loca tuta E2, ut uidetur : locatura E
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TÁCITO
Cuando ello llegó al conocimiento del enemigo, cambiando súbita- 26 mente su plan, todos a una atacaron durante la noche a la IX legión, como a la más débil, y cayeron sobre ella tras matar a los centinelas en medio del sueño y el pánico.108 Y ya se luchaba en el propio campamento, cuando Agrícola, informado por los exploradores del itinerario del enemigo y después de seguir de cerca sus huellas, ordena a los más veloces de a caballo y de a pie que se lancen sobre la espalda de los atacantes y luego que todos se pongan a gritar; y al acercarse el alba brillaron las enseñas. Ante una amenaza tan incierta los britanos 2 se atemorizaron, y los de la IX legión recobraron ánimos; y tranquilos ya por su seguridad, luchaban por la gloria. Más aún, fueron ellos los que salieron al ataque y hubo un combate encarnizado en las propias angosturas de las puertas, hasta que los enemigos fueron rechazados, rivalizando uno y otro ejército: los unos para que se viera que habían prestado ayuda, los otros para que pareciera que no la habían necesitado. Y si los pantanos y bosques no hubieran protegido a los que huían, la guerra se hubiera decidido con aquella victoria Enardecido por la conciencia y la fama de la misma, el ejército 27 clamaba que nada había inaccesible para su valor, que había que entrar en Caledonia y que, al fin, había que dar con el límite extremo de Britania en una carrera ininterrumpida de combates, y los que poco antes parecían cautos y prudentes, tras el éxito se mostraban decididos y fanfarrones. La más injusta condición de las guerras es ésta: los éxitos los reivindican todos, las adversidades se imputan a uno solo.109 Ahora 2 bien, los britanos, en la idea de que no habían sido vencidos por el valor sino por la oportunidad y la astucia del general, no deponían nada de su arrogancia, por lo que no dejaban de armar a sus jóvenes, de trasladar a sus esposas e hijos a lugares seguros, de sancionar con asambleas y sacrificios la conspiración de las tribus. Y enconados así los ánimos por una y otra parte, se separaron los ejércitos. Sobre ese grave revés de los romanos véase SMITH, 2015: 189 ss. Lejano pero claro precedente de la sentencia de que las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son huérfanas, atribuida a Bonaparte, buen conocedor aunque poco simpatizante de Tácito. 108
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
Eadem aestate cohors Vsiporum per Germanias conscripta et in Britanniam transmissa magnum ac memorabile facinus ausa est. occiso centurione ac militibus qui ad tradendam disciplinam immixti manipulis exemplum et rectores habebantur, tres liburnicas, adactis per uim gubernatoribus, ascendere; et uno remigante, suspectis duobus eoque interfectis, nondum uulgato rumore ut 2 miraculum praeuehebantur. mox, ad aquam atque utilia rapissent, cum plerisque Britannorum sua defensantium proelio congressi ac saepe uictores, aliquando pulsi, eo ad extremum inopiae uenere ut infirmissimos suorum, mox sorte ductos uesceren3 tur. atque ita circumuecti Britanniam, amissis per inscitiam regendi nauibus, pro praedonibus habiti, primum a Suebis, mox a Frisiis intercepti sunt. ac fuere quos, per commercia uenumdatos et in nostram usque ripam mutatione ementium adductos, indicium tanti casus illustrauit.
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1 britanniam AB : brittanias E : britannias E2 • militibus Lund • inmixti E : inmixtis E2 : immixtis E2m • uno remiante Woodman • uno remigante E, Ogilvie-Richmond (cf. p. 246), Ogilvie, Ogilvie 1991, 1724, Lenchantin, Till, Lund : uno remigrante Puteolanus, Saint-Denis, Lenchantin : remigante Gudeman : †remigante† Anderson, Koestermann, Delz (qui uno eorum vel horum negante con., Mus. Helv. 27, 1970, 236, sed ‘fortasse uno recusante’ in app., coll. Liu. 32, 3, 3); Städele : uno recusante López-Cañete : et uno remigante, suspectis duobus eoque interfectis Heubner : uno regente , ante suspectis… Wellesley (Liverp. Class. Month. 12, 1987, 40), alii alia • praeuehebantur E : praebebantur E2 • 2 Heraeus : adquam (a suprascr. E2) adq. utillaraptis secum E : ad aquandum Halm : aquam atque utlia Selling Koestermann, Ogilvie 1975, Ogilvie 1991, 1721 post Wellesley 1996, Delz, Heubner, Soverini, Woodman (utilia Furneaux-Anderson, Gudeman, Forni, Till, Ogilvie-Richmond,Oniga, López-Cañete) • (mox ubi…) raptum exissent, cum Till (rapissent, cum Delz, rapt iss Eussner, Heraeus) : raptum issent, cum Anderson : raptum exientes Gudeman : rapissent Woodman : (ad aquam atque utilia raptum) egressi, et cum Saint-Denis : (ad aquam atque utilia raptim) Lenchantin : †adque utilia raptis se† cum Lund, alii alia • 3 amissis E , edd. : missis López-Cañete (cf. p. 263) B
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TÁCITO
El motín de los usipos En el mismo verano, una cohorte de usipos110 reclutada en las 28 Germanias y trasladada a Britania se atrevió a una fechoría tan grande como digna de recuerdo. Tras matar al centurión y a los soldados que, mezclados con los manípulos para inculcarles la disciplina, les servían de ejemplo y de guía, se embarcaron en tres liburnas111 llevándose por la fuerza a los pilotos; y en tanto que uno daba órdenes a los remeros,112 de otros dos concibieron sospechas y por ello los asesinaron; y antes de que se divulgara la noticia ya navegaban frente a la costa dando un espectáculo increíble. Luego, desem- 2 barcaron para llevarse por las malas agua y provisiones,113 tras entablar combate con muchos de los britanos, que defendían lo suyo, saliendo a menudo vencedores y alguna que otra vez derrotados, llegaron a tal grado de necesidad, que se comieron a los más débiles de los suyos y luego a los que sacaron a suertes. Tras circunnavegar así Britania y 3 perder las naves por su incapacidad para gobernarlas,114 fueron tratados como piratas y detenidos primero por los suevos y luego por los frisios. Y hubo algunos a los que, vendidos como esclavos y llevados hasta nuestra ribera por los intercambios entre mercaderes, hizo famosos su testimonio sobre tamaña aventura. 110 Sobre este episodio véanse el Appendix 2 de OGILVIE-RICHMOND, 1967: 321 s. y SMITH, 2015: 191 ss. LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 16, subraya con acierto que este capítulo es una «paradoxografía» o relato de un suceso admirable, componente característico de la historiografía antigua. En otras ocasiones a ese pueblo se le llama los usipetes. 111 Naves ligeras de guerra. 112 Pasaje que algunos han considerado corrupto. Para los numerosos intentos de subsanarlo véase, aparte de nuestro aparato crítico, el amplio comentario de OGILVIERICHMOND, 1967, ad loc., que, aunque con reservas, entienden que uno de los pilotos secuestrados fue obligado a unirse a los remeros y los otros dos asesinados sin más. En parecido sentido va la conjetura de WOODMAN, que hemos adoptado, que tiene la ventaja de despejar la poco lógica idea de que solo uno de los prisioneros se aplicara al remo. 113 Aunque el sentido general del texto parece claro, no lo está la forma en que nos ha llegado, probablemente corrompida. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc., tratan con detalle del proceso de deturpación que cabe conjeturar, si bien, como se ve en nuestro aparato, OGILVIE acabó corrigiendo su primera opinión. 114 Como hace notar TSCHERNIAK, 2005: 94, no está claro en qué lugar perdieron sus naves los usipos, si en las costas del Báltico o en las de Frisia.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
Initio aestatis Agricola, domestico uulnere ictus, anno ante natum filium amisit. quem casum neque, ut plerique fortium uirorum, ambitiose, neque per lamenta rursus ac maerorem muliebriter tulit; et in 2 luctu bellum inter remedia erat. igitur, praemissa classe, quae pluribus locis praedata magnum et incertum terrorem faceret, expedito exercitu, cui ex Britannis fortissimos et longa pace exploratos addiderat, ad 3 montem Graupium peruenit, quem iam hostis insederat. nam Britanni, nihil fracti pugnae prioris euentu et ultionem aut seruitutem exspectantes, tandemque docti commune periculum concordia propulsandum, legationibus et foederibus omnium ciuitatum uires 4 exciuerant. iamque super triginta milia armatorum aspiciebantur, et adhuc adfluebant omnis iuuentus et quibus cruda ac uiridis senectus, clari bello et sua quisque decora gestantes, cum inter plures duces uirtute et genere praestans, nomine Calgacus, apud contractam multitudinem proelium poscentem in hunc modum locutus fertur:
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1 ante initio add. septimae (VII) Brotier, Till, Lund, Oniga : post initio add. sequentis Ernesti, insequentis Koestermann, Delz, Heubner, Städele, Soverini • in luctu E : inlustrans E2m • 2 praedata E2 : praedatum E • graupium E : Grampium Puteolanus., edd. uett. • 3 ciuitatum A, Delz • 4 adfluebant E1 : adfluebat E2AB • uiridis Guarnieri : uiris E : uirens E2mAm (‘fortasse recte’, Ogilvie) •
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TÁCITO
La campaña del Monte Graupio (año 84 d. C.) Al inicio del verano115 Agrícola, golpeado por la desgracia en su 29 familia, perdió al hijo nacido un año antes. Esta pena no la sobrellevó ni con afán de mostrarse entero, como tantos hombres valerosos, ni tampoco con lamentos y duelos al modo de las mujeres; y en su luto, también la guerra estaba entre los remedios. Así, pues, enviando por 2 delante a la flota, para que saqueando unos cuantos lugares provocara un terror grande y difuso, con un ejército ligero de bagajes, al que había añadido a los más valerosos de los britanos y de lealtad probada en la larga paz, llegó al monte Graupio,116 en el que ya había tomado posiciones el enemigo. En efecto, los britanos, en modo alguno 3 quebrantados por el resultado de la lucha anterior y esperando o la venganza o la esclavitud, y habiendo aprendido al fin que el peligro común hay que conjurarlo con los acuerdos, por medio de embajadas y pactos habían puesto en pie de guerra las fuerzas de todas sus tribus. Y ya se veía a más de treinta mil hombres armados, y todavía afluían 4 todos los jóvenes y los que disfrutaban una vejez vigorosa y lozana117 —los que se habían distinguido en la guerra y exhibiendo cada cual sus condecoraciones118—, cuando, según se cuenta, uno llamado Calgaco,119 que sobresalía entre los demás jefes por su valor y su linaje, ante la multitud reunida y que pedía la guerra habló de esta manera:
115 Como puede verse en el aparato crítico, se ha echado en falta una indicación de que aquí se abre el relato de una nueva campaña (la 7.ª, del año 83 d. C.), pues Agrícola, en su discurso (34, 1), habla del combate narrado en 26 como de cosa del año anterior (próximo anno); véanse las notas de OGILVIE-RICHMOND, 1967 y LÓPEZ-CAÑETE, 2013, ad loc. 116 De incierta localización, probablemente en el NE de Escocia; véase al respecto HANSON 1991: 1768. La denominación de los actuales Montes Grampianos es relativamente reciente y procede de una mala lectura del texto de la obra. 117 Evidente reminiscencia de VERG., Aen. VI 304: cruda… uiridisque senectus. 118 Seguramente los típicos torques célticos; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 119 El personaje es desconocido por otras fuentes. Para la transcripción de su nombre hemos tenido en cuenta la advertencia de OGILVIE-RICHMOND, 1967: 253 de que la a de su sufijo es larga. Significaría «hombre de espada».
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
«Quotiens causas belli et necessitatem nostram intueor, magnus mihi animus est hodiernum diem consensusque uestrum initium libertatis toti Britanniae fore; nam et uniuersi cotis et seruitutis expertes, et nullae ultra terrae ac ne mare quidem securum, imminente nobis classe Romana. ita proelium atque arma, quae forti2 bus honesta, eadem etiam ignauis tutissima sunt. priores pugnae, quibus aduersus Romanos uaria fortuna certatum est, spem ac subsidium in nostris manibus habebant, quia nobilissimi totius Britanniae, eoque in ipsis penetralibus siti nec ulla seruientium litora aspicientes, 3 oculos quoque a contactu dominationis inuiolatos habebamus. nos, terrarum ac libertatis extremos, recessus ipse ac sinus famae in hunc diem defendit, nunc terminus Britanniae patet; atque omne ignotum pro magnifico est; sed nulla iam ultra gens, nihil nisi fluctus ac saxa, et infestiores Romani, quorum superbiam frustra per obsequium ac 4 modestiam effugias. raptores orbis, posquam cuncta uastantibus defuere terrae, mare scrutantur; si locuples hostis est, auari, si pauper, ambitiosi, quos non Oriens, non Occidens satiauerit; soli omnium opes
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1 hodiernum diem consensumque uestrum E2 : consensumque uestrum hodiernum diem E • coistis et edd. plerique : om. AB : et, i. e. adhuc, in app. quaerit an scribendum sit Delz (coll. 37, 1 et ann. 14, 31, 2), qui tamen †coistis et† ed., quod in E rasura aut macula lectioni officiat (co/ /tis et): colitis et T, Leuze : coaluistis et Hedicke, Lund : et del. Gudeman, al. alia • 2 ac E : ad E2m (cf. hist 3, 18, 2) • contactu E : compactu E2m • 3 sinus famae E : sinus fama (abl.) Rhenanus, Gudeman : sinus (gen.) fama (nom.) Boxhorn : sinus a fama Constans • nunc E2 s. lin.: tum E • patet E2 s. lin. : paret E • atque... sed post defendit transp. Bosius, Brueys (apud Brotier, ‘recte ut opinor’ Delz, in app.) : omne… sed Soverini • 4 terrae mare E : terram et mare E2 (terrae et mare Rhenanus) •
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TÁCITO
El discurso de Calgaco 120 «Cuantas veces miro a las causas de la guerra y a nuestra apurada 30 situación, concibo grandes esperanzas de que el día de hoy y vuestro acuerdo sean el inicio de la libertad para toda Britania; pues os habéis juntado todos los que aún121 estáis libres de la esclavitud, y más allá no hay tierras y ni siquiera mar que nos ofrezcan seguridad, una vez que se nos viene encima la flota romana. Así, los combates y la guerra, que para los valientes son motivo de honra, también para los cobardes son la opción más segura. Las luchas anteriores, en las que se com- 2 batió contra los romanos con varia fortuna, cifraron la esperanza y los recursos en nuestras manos, porque siendo los más nobles de toda Britania, y por ello asentados en sus propios santuarios y sin ver las costas de los sometidos a la esclavitud,122 también conservábamos nuestros ojos incontaminados del contagio de la dominación. A 3 nosotros, que somos el extremo de las tierras y de la libertad, nuestro propio apartamiento, en un rincón a resguardo de la fama, nos han defendido hasta este día; ahora está al descubierto el confín de Britania, y todo lo desconocido se considera como algo magnífico; pero más allá no hay pueblo alguno, nada que no sean olas y peñas, y aún más hostiles son los romanos, de cuya soberbia vano es intentar librarse con la obediencia y la moderación. Esos saqueadores del orbe, 4 una vez que, tras devastarlo todo ya no les queda tierra alguna, escrutan el mar; avarientos si su enemigo es rico, desdeñosos si pobre, sin que puedan saciarlos ni el Oriente ni el Occidente: son los únicos
120 A propósito del par de discursos que siguen, REITZENSTEN, 1915: 211 ss., afirmaba que el de Calgaco, aparte de más largo, es más schulmässig, muestra un uso más intenso de los recursos retóricos y, sobre todo, un mayor apego a su modelo, Salustio; ahora bien, el de Agrícola es en apariencia menos artístico pero más elevado. Por lo demás, la arenga del britano nos presenta «la paradoja del bárbaro elocuente» (O’GORMAN, 2014: 175), que la autora citada analiza desde una perspectiva marcadamente freudiana. De esa figura también se ocupa el ya citado BALLESTEROS, 2013. 121 Como puede verse, adoptamos la conjetura et, en el sentido de adhuc, que DELZ sugiere en su aparato. 122 Parece ser que se refiere a los galos.
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atque inopiam pari adfectu concupiscunt. auferre, trucidare, rapere falsis nominibus imperium, atque ubi solitudinem faciunt, pacem appellant. «Liberos cuique ac propinquos suos natura carissimos esse uoluit: 31 hi per dilectus alibi seruituri auferuntur; coniuges sororesque, etiam si hostilem libidinem effugerunt, nomine amicorum et hospitum polluuntur. bona fortunaeque in tributum, ager atque annus in frumentum, corpora ipsa ac manus siluis ac paludibus emuniendis inter uerbera et 2 contumelias conteruntur. nata seruituti mancipia semel ueneunt, atque ultro a dominis aluntur; Britannia seruitutem suam cotidie emit, cotidie pascit. ac sicut in familia recentissimus quisque seruorum etiam conseruis ludibrio est, sic in hoc orbis terrarum uetere famulatu noui nos et uiles in excidium petimur; neque enim arua nobis aut metalla 3 aut portus sunt, quibus exercendis reseruemur. uirtus porro ac ferocia subiectorum ingrata imperantibus; el longinquitas ac secretum ipsum quo tutius, eo suspectius. ita sublata spe ueniae, tandem sumite ani4 mum, tam quibus salus quam quibus gloria carissima est. Brigantes
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1 dilectus E : delectus Guarnieri, ut uidetur • fortunaeque E : fortunae quae E2 conteruntur Frölich, Jacob, edd. : conterunt E • 3 brigantes E : trinobantes Camden
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TÁCITO
de todos los hombres que con igual afán ambicionan la riquezas y la miseria. Al robar, al degollar, al saquear, con falsos nombres lo llaman imperio, y una vez que dejan un desierto, lo llaman paz.123 «La naturaleza ha querido que para cada cual lo más querido sean 31 sus hijos y parientes: a estos nos los quitan con las levas para que sean esclavos en otro lugar; a las esposas y hermanas, incluso si han logrado librarse de la concupiscencia del enemigo, se las mancilla con el pretexto de la amistad y la hospitalidad. Los bienes y fortunas se consumen en el tributo, el campo y la cosecha en las entregas de grano, los propios cuerpos y manos en hacer caminos por bosques y pantanos, entre azotes e insultos. Los esclavos, nacidos para la servidumbre se 2 venden una sola vez, y son sus dueños quienes los alimentan; Britania compra cada día su propia servidumbre, día a día la alimenta. Y al igual que entre los siervos de una casa el recién llegado también sirve de escarnio a sus compañeros de esclavitud, así, en esta vieja servidumbre del orbe de la tierra nosotros, bisoños y despreciables, estamos destinados al exterminio; pues no tenemos campos ni minas ni puertos para cuya explotación se nos reserve. Desde luego, el valor y fiereza 3 de los sometidos es poco grata para quienes los dominan; y la lejanía y el propio apartamiento, cuanto más seguros, más sospechosos son. Así, pues, dejando la esperanza de perdón, cobrad ánimo de una vez, tanto los que tenéis la vida como los que tenéis la gloria como la cosa más querida. A las órdenes de una mujer124 los brigantes pudieron 4 123 Formulación ejemplar de la capacidad de empatía de Tácito al respecto de la actitud de los pueblos bárbaros frente Roma. Como se verá, en la Germania incluso sienta los principios del tópico del buen salvaje. Para sus precedentes, tanto referentes a los romanos como a Alejandro Magno, véanse los pasajes aducidos por OGILVIERICHMOND, 1967, ad loc. 124 Se ha señalado aquí más de un error de Tácito. Parece claro que Calgaco alude a la rebelión de Boudicca del año 61 d. C., cuando Agrícola ejercía en Britania como tribuno, narrada en 16 y en Ann. XIV 31 ss., y a la destrucción de la colonia de Camulodunum (Colchester). Ahora bien, Boudicca no era reina de los brigantes, sino de los icenos. Sí lo era Cartimandua, pero esta se había puesto del lado de los romanos cuando la revuelta de Carataco (Ann. XII 36, 40). Parece, pues, que Tácito ha confundido a las dos reinas. Además, en los Annales no habla de ningún asalto a un campamento romano. Véanse OGILVIE-RICHMOND 1967, ad loc., y HANSON, 1991: 1747.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
femina duce exurere coloniam, expugnare castra, ac nisi felicitas in socordiam uertisset, exuere iugum potuere; nos, integri et indomiti et in libertatem, non in paenitentiam parati, primo statim congressu ostendamus quos sibi Caledonia uiros seposuerit. «An eandem Romanis in bello uirtutem quam in pace lasciuiam 32 adesse creditis? nostris illi dissensionibus ac discordiis clari, uitia hostium in gloriam exercitus sui uertunt; quem contractum ex diuersissimis gentibus ut secundae res tenent, ita aduersae dissoluent, nisi si Gallos et Germanos et (pudet dictu) Britannorum plerosque, licet dominationi alienae sanguinem commodent, diutius tamen hostes 2 quam seruos, fide et adfectu teneri putatis. metus ac terror sunt infirma uincla caritatis; quae ubi remoueris, qui timere desierint odisse incipient. omnia uictoriae incitamenta pro nobis sunt: nullae Romanos coniuges accendunt, nulli parentes fugam exprobraturi sunt; aut nulla plerisque patria aut alia est. paucos numero, trepidos ignorantia, caelum ipsum ac mare et siluas, ignota omnia circumspectantes, clau3 sos quodam modo ac uinctos di uobis tradiderunt. ne terreat uanus aspectus et auri fulgor et argenti, quod neque tegit neque uulnerat. in ipsa hostium acie inueniemus nostras manus: agnoscent Britanni suam causam, recordabuntur Galli priorem libertatem, tam deserent illos ceteri Germani quam nuper Vsipi reliquerunt. nec quicquam ultra
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4 in patientiam Wölfflin • parati con. Murgia 1977, 342; 1979ª, 164) : laturi E, Lenchantin, Forni, al. : bellaturi Koch, Weinkauff, Wölfflin, Soverini, López Cañete : locus edd. compluribus aut mutilus aut corruptus: laturi Mohr, Wex, Gudeman : laturi Woodman : laturi Meister : Tucker (ab OgilvieRichmond laudati) : periclitaturi Gronovius : pugnaturi Oniga : et libertatem non paenitentiam allaturi Andresen, Saint-Denis : nati Muretus, alii alia (v. OgilvieRichmond, qui et educati con.) : in praedam certaturi Brotier : in poenam certaturi Wellesley (ab Ogilvie 1991, 1722 laudatus) : iurati con. Delz (Mus. Helv. 27, 1970, 237), qui †laturi† ed. : parati Lund (post Murgia 1977, 342) : laturi Heubner post Wex: in libertatem, non in paenitentiam eam laturi Karlsson • calydonia E : Calidonia Lenchantin 1 dictu E2 : dicto E • commodent Puteolanus, plerique edd. : commendent E, Lenchantin • 2 sunt infirma Puteolanus, Beroaldus, edd. plerique : est infirma E, Lund : distinxerunt est, infirma Wex, Reitzenstein, Lenchantin, Delz, Städele, LópezCañete • exprobraturi Ac : exprobaturi E • trepidos E : circum trepidos E2m • 3 itam (tam Ec) deserent... quam E : deserent.... tamquam E2m • necquicquam E2 : nequiquam E
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TÁCITO
incendiar una colonia, asaltar un campamento, y si su éxito no hubiera parado en inacción, sacudirse el yugo; nosotros, enteros e indómitos y dispuestos a luchar125 por la libertad, no por el arrepentimiento, mostremos ya en el primer encuentro qué hombres se ha reservado para sí Caledonia. «¿Acaso creéis que los romanos tienen tanto valor en la guerra 32 como desenfreno en la paz? Ellos, haciéndose famosos por nuestras disensiones y discordias, convierten los vicios de sus enemigos en gloria para su ejército; y a éste, que está formado de los más diversos pueblos, así como el éxito lo mantiene unido, las adversidades lo debilitarán; a no ser que penséis que galos y germanos y —vergüenza da decirlo— muchos britanos, aunque pongan su sangre al servicio de una dominación extranjera, y pese a haber sido por más tiempo sus enemigos que sus siervos, están atados a ellos por un sentimiento de lealtad. El miedo y el terror son flacos vínculos del afecto; y si se 2 suprimen, los que han dejado de temer empezarán a odiar. Todos los alicientes de la victoria están de nuestra parte: los romanos no tienen esposas que los inflamen, no tienen padres que les vayan a reprochar su huída; la mayoría no tienen patria, o tienen otra. Pocos en número, temblando por su ignorancia, mientras miran en derredor al propio cielo, al mar y a los bosques, todas cosas desconocidas para ellos, encerrados y, en cierto modo, maniatados, os los han entregado los dioses. No os asusten su vana apariencia ni el fulgor del oro y de la 3 plata, que ni protegen ni hieren. En la propia formación enemiga encontraremos tropas nuestras: reconocerán los britanos su causa, recordarán los galos su antigua libertad, los demás germanos los abandonarán, como recientemente los dejaron los usipos. Y no habrá nada
125 Pasaje «certainly corrupt» (OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc.); OGILVIE, 1991: 1722, considera la conjetura de Wellesley citada en el aparato como «a great improvement». FORNI, 1962, ad loc., cree que el texto está sano (con laturi en «uso absoluto»). Traducimos según la conjetura que nos parece más probable, la bien razonada de MURGIA citada en el aparato. Puede verse que las soluciones propuestas o bien intentan salvar laturi proporcionándole un complemento directo, o bien sustituirlo por una forma sintácticamente equivalente, o bien una y otra cosa.
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formidinis: uacua castella, senum coloniae, inter male parentes et 4 iniuste imperantes aegra municipia et discordantia. hic dux, hic exercitus; ibi tributa et metalla et ceterae seruientium poenae, quas in aeternum perferre aut statim ulcisci in hoc campo est. proinde ituri in aciem et maiores uestros et posteros cogitate.» Excepere orationem alacres, ut barbaris moris, fremitu cantuque et clamoribus dissonis. iamque agmina et armorum fulgores audentissimi cuiusque procursu, simul instruebatur acies, cum Agricola, quamquam laetum et uix munimentis coercitum, militem accendendum adhuc 2 ratus, ita disseruit: «septimus annus est, commilitones, ex quo uirtute et auspiciis imperii Romani, fide et opera nostra Britanniam uicistis. tot expeditionibus, tot proeliis, seu fortitudine aduersus hostes seu patientia ac labore paene aduersus ipsam rerum naturam opus
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aegra municipia E : taetra mancipia E2m 1 ut Walther, Gudeman • procursu E2 : procursus E • instruebatur E : instituebatur E2m • munimentis E2m : monitis E • 2 septimus Acidalius, edd. : octauus E, Lenchantin • uirtute et Reitzenstein, Koestermann, Till, Delz, Heubner, Städele, Oniga : uirtute Nipperdey, Lenchantin, Andresen : uirtute et E, Lenchantin, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Lund, Soverini, López-Cañete • nostra E : uestra Puteolanus.
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TÁCITO
más que temer: son fortines vacíos, colonias de viejos, municipios en decadencia y mal avenidos, entre los que no quieren obedecer y los que mandan sin justicia. Aquí hay un jefe, aquí un ejército; allí tributos 4 y minas y demás castigos de esclavos; y soportarlos por siempre o vengarlos de inmediato depende de este campo. En consecuencia, al marchar al combate pensad en vuestros mayores y en vuestra descendencia».126 El discurso de Agrícola Acogieron el discurso con alborozo, según es costumbre de los 33 bárbaros, y con alaridos, cantos y un griterío disonante. Y ya se veían columnas en marcha y el fulgor de las armas al adelantarse los más osados, al tiempo que se disponía la formación de combate, cuando Agrícola, aunque sus soldados estaban animados y apenas se podía contenerlos en las fortificaciones, pensando que aún había que enardecerlos, les habló de esta manera: «Hace siete127 años, camaradas, 2 que con valor y con los auspicios del imperio romano, con nuestra lealtad y con nuestra ayuda vencisteis a Britania. En tantas expediciones, en tantos combates, han sido necesarias ya la fortaleza frente a los enemigos, ya la resistencia y el esfuerzo casi frente a la propia naturaleza;128 y ni a mí me ha pesado de mis soldados, ni a 126 Según se ha dicho, el discurso que Tácito pone en boca de Calgaco evidencia su capacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro, por más que no abrigue dudas al respecto de la legitimidad de las conquistas romanas como muestra de la uirtus innata de su pueblo, según hace ver KLINGNER, 1932 (19655: 524), quien admite que Tácito muestra a este respecto una cierta «Zwiespalt im Denken». 127 Los manuscritos dan viii, pero es evidente la necesidad de corrección. OGILVIERICHMOND, 1967 hacen notar el error similar de 44, 1. LENCHANTIN, 1949: ad loc., mantiene la lectura transmitida alegando que Agrícola, llegado en el verano del 77, ya había completado su séptimo año en la isla. 128 Con estas palabras titula BORCA, 1996 la interesante nota en la que subraya la importancia que Tácito da a las adversidades que clima y paisaje plantearon a los romanos en su campaña británica, y evoca al respecto las ideas de Estrabón, «portavos de la ideología augústea», sobre la necesidad de los conocimientos geográficos.
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3 fuit, neque me militum neque uos ducis paenituit. ergo egressi, ego
ueterum legatorum, uos priorum exercituum terminos, finem Britanniae non fama nec rumore, sed castris et armis tenemus: inuenta 4 Britania et subacta. equidem saepe in agmine, cum uos paludes montesue et flumina fatigarent, fortissimi cuiusque uoces audiebam: ‘quando dabitur hostis, quando †animus†?’ ueniunt e latebris suis extrusi et uota uirtusque in aperto, omniaque prona uictoribus atque 5 eadem uictis aduersa. nam ut superasse tantum itineris, euasisse siluas, transisse aestuaria pulchrum ac decorum in frontem, ita fugientibus periculosissima quae hodie prosperrima sunt; neque enim nobis aut locorum eadem notitia au commeatuum eadem abundantia, sed 6 manus et arma et in his omnia. quod ad me attinet, iam pridem mihi decretum est neque exercitus neque ducis terga tuta esse. proinde et honesta mors turpi uita potior, et incolumitas ac decus eodem loco sita sunt; nec inglorium fuerit in ipso terrarum ac naturae fine cecidisse. «Si nouae gentes atque ignota acies constitisset, aliorum exerci34 tuum exemplis uos hortarer; nunc uestra decora recensete, uestros oculos interrogate: hi sunt quos proximo anno nonam legionem furto noctis adgressos clamore debellastis; hi ceterorum Britannorum fuga-
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3 exercituum E2 : exercitum E• 4 montesue E : montesque Urlichs, Gudeman • quando animus E, Lund : quando animus Woodman : †quando animus† Delz (qui agimus con.) : quando acies Rhenanus : quando dabitur hostis Koestermann : quando adimus Saint-Denis : quando animus Heubner: quando manus Soverini : quando in manus Walther, Furneaux-Anderson (ueniet Anderson), LópezCañete : quando ad manus Till : quando in manibus uenient Colaclides (Hermes 100, 1972, 125 : quando in manus (uenient) Shackleton Bailey (Class. Journ. 77, 1981-82, 257, quod F. Walter coniecerat, Phil. Woch. 24, 1922, 382; cf. SaddingtonKeppie 1991, 1735,) : cominus Anderson, Lenchantin : cominus ueniunt? ueniunt Gudeman,alii alia : pugnabimus Oniga, quod scribendum Ogilvie suspicatur in app. • omniaque E2 : omnia quae E • 5 euasisse siluas E • in frontem ShawSmith • ita Rhenanus : item E periculosissima E2 : riculosissima E • 6 et…. et…. E : ut… ita… Woodman 1 exercituum E2 : exercitum E • nonam E. Hübner (v. Mus. Helv. 27, 1970: 237), Lund, Delz : unam E , Koestermann, Till, Lenchantin,Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Oniga., al.
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TÁCITO
vosotros de vuestro general. Así, pues, habiendo superado yo los límites de los antiguos legados, vosotros los de los primeros ejércitos, hemos alcanzado el extremo de Britania, no según lo que se cuenta ni meramente de palabra, sino con campamentos y con armas: Britania ha sido descubierta y vencida. Cierto que a menudo, en la columna de marcha, cuando os fatigaban los pantanos o los montes y los ríos, yo oía los gritos de los más valerosos de vosotros: ‘¿Cuándo se nos presentará un enemigo, cuándo †…. †?’129. Ahí vienen, sacados de sus escondrijos, y los votos y el valor tienen el camino libre, y todo está a favor de los vencedores y en contra de los vencidos. Pues en la misma medida en que ha sido hermoso y motivo de honra el haber superado tan grandes caminatas, haber salido con bien de los bosques, haber cruzado estuarios marchando hacia adelante, así para los que huyan será de lo más peligroso lo que hoy se muestra de lo más favorable; pues no tenemos el mismo conocimiento del terreno ni la misma abundancia de suministros, sino nuestras manos y nuestras armas y en ellas está todo. Por lo que a mí me toca, ya hace tiempo que estoy convencido que ni las espaldas de un ejército ni las de un general están seguras. En consecuencia, incluso una muerte honrosa es mejor que una vida infame, y la salvación y el honor están en el mismo sitio;130 además, no carecería de gloria el haber caído en el propio extremo de la tierra y de la naturaleza. «Si fueran pueblos nuevos y una formación desconocida los que se han plantado ante nosotros, os arengaría con los ejemplos de otros ejércitos; pero ahora repasad vuestras propias glorias, preguntad a vuestros ojos: estos son aquellos a los que el año pasado, cuando atacaron a la IX legión valiéndose de los engaños de la noche, los derrotasteis con vuestros gritos; estos son los más dados a la fuga de 129 «The most perplexing crux in the ‘Agricola’»…, «no progress has been made with this passage» (OGILVIE, 1991, 1724). El animus de los mss. está sin duda corrupto. Preferimos no traducir ninguna de las muchas conjeturas propuestas. 130 WOODMAN, 2014, ad loc., advierte una cierta incoherencia, en cuanto que entiende que el contenido de la primera oración de et debería seguir al de la segunda. Sin embargo, lo discutible del texto no nos parece argumento suficiente para adoptar la corrección que propone, sustituyendo et… et… por ut… ita…
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2 cissimi ideoque tam diu superstites. quomodo siluas saltusque pene-
trantibus fortissimum quodque animal contra ruere, pauida et inertia ipso agminis sono pelli , sic acerrimi Britannorum iam pridem ceciderunt, reliquus est numerus ignauorum et timentium. 3 quos quod tandem inuenistis, non restiterunt, sed deprehensi sunt: nouissimae res et extremo metu torpor defixere aciem in his uestigiis, in quibus pulchram et spectabilem uictoriam ederetis. transigite cum expeditionibus, imponite quadraginta annis magnum diem, adprobate rei publicae numquam exercitui imputari potuisse au moras belli aut causas rebellandi”. Et adloquente adhuc Agricola militum ardor eminebat, et finem orationis ingens alacritas consecuta est, statimque ad arma discursum. 2 instinctos ruentesque ita disposuit ut peditum auxilia, quae octo
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2 quodque Laetus : quoque E • ruere E, edd. pler. : ruebant E2m : ruebat Andresen : ruere Reitzenstein • pelli Woodman : pellebantur E, Lenchantin : pelluntur Puteolanus : pelli solent Wex : (ruere...) pellebantur susp. Delz • reliquus E2 : reliquis E • et timentium Till, plerique edd.: ignauorum dementium (demtium, lineola super primam m scripta) E : ignauorum et metuentium E2m, Furneaux-Anderson, Lenchantin, Saint-Denis • 3 extremo metu torpor Ritter, Madvig, edd. pler. : extremus metus torpore Schömannn, Furneaux-Anderson, Gudeman, López-Cañete : extremo metu corpora E, Lenchantin, Ogilvie, al. • quadraginta Heraeus : quinquaginta E, edd. pler. • rebellandi E : bellandi E2m 1 ardor eminebat E2 : ardorem inebat E
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TÁCITO
entre los demás britanos y por ello supervivientes por tanto tiempo. Al igual que es sabido que cuando se penetra en bosques y sotos 2 salen corriendo al encuentro los animales más valientes, y los timoratos y cobardes escapan131 ante el mero ruido de la columna, así los más recios de los britanos ya hace tiempo que cayeron; los que quedan son un montón de cobardes y miedosos. Y si al fin los habéis 3 encontrado, no es porque hayan resistido, es porque han sido sorprendidos: la situación límite en que están y la parálisis provocada por el miedo extremo han dejado clavada a la formación en sus propias huellas, para que sobre ellas consiguierais una hermosa y espectacular victoria. Acabad de una vez con las expediciones, coronad cuarenta132 años con un gran día, demostrad a la república que al ejército nunca se le han podido achacar ni tardanzas para hacer la guerra ni causas para la rebelión».
La batalla del Monte Graupio133 Ya cuando Agrícola todavía estaba hablando crecía el ardor de los soldados, y al final de su discurso lo siguió un entusiasmo enorme, y al momento corrieron a las armas. Así enardecidos y dispuestos para 131 Texto poco claro: el pellebantur de la tradición parece limitar la comparación propuesta a la experiencia recién vivida por los romanos en sus enfrentamiento con los britanos. Otros intérpretes, con especial atención al pasaje homérico (Il. XXI 573 ss.) del que este parece hacerse eco, creen necesario pensar en un símil de alcance general, y por ello han propuesto correcciones al texto como las que recogemos en nuestro aparato y que lógicamente tratan de enmendar el tiempo pretérito que limita el ámbito de la comparación. De entre ellas nos parece que la que hace menos violencia a la forma transmitida es la de WOODMAN: pelli (véase su amplia nota ad loc.), a la que hemos dado cabida en nuestro texto. 132 La corrección de Heraeus al quinquaginta transmitido parece razonable si se piensa que el año 83 habían transcurrido cuarenta desde la invasión de Claudio. 133 La localización de este campo de batalla sigue siendo incierta. KEPPIE, 1981: 84, acaba concluyendo que «El Mons Graupius podría estar en casi cualquier colina de Escocia». SMITH 2015: 173 y n. 134 recoge varias de las propuestas formuladas sobre su localización: Bennachie, en el Aberdeenshire, (St. Joseph), Craig Rossie, en Strathearn, junto al Tay (Smith). La batalla debió de tener lugar en agosto del año 84 (SMITH, 2015: 170 ss.).
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milium erant, mediam aciem firmarent, equitum tria milia cornibus affunderentur. legiones pro uallo stetere, ingens uictoriae decus citra 3 Romanum sanguinem bellandi, et auxilium, si pellerentur. Britannorum acies in speciem simul ac terrorem editioribus locis constiterat, ut primum agmen in aequo, ceteri per accliue iugum conexi uelut insurgerent; media campi couinnarius eques strepitu ac discursu complebat. 4 tum Agricola, superante multitudine ueritus ne [simul] in frontem simul et latera suorum pugnaretur, diductis ordinibus, quamquam porrectior acies futura erat et arcessendas plerique legiones admonebant, promptior in spem et firmus aduersis, dimisso equo pedes ante uexilla constitit. Ac primo congressu eminus certabatur, simulque constantia, simul 36 arte Britanni ingentibus gladiis et breuibus caetris missilia nostrorum uitare uel excutere, atque ipsi magnam uim telorum superfundere, donec Agricola quattuor Batauorum cohortes ac Tungrorum duas cohortatus est ut rem ad mucrones ac manus adducerent; quod et ipsis uetustate militiae exercitatum et hostibus inhabile [parua scuta et enormes gladios gerentibus]; nam Britannorum gladii sine mucrone
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3 agmen in aequo ceteri Bekker, cf. 36, 2 : agminae quoceteri E : quo steteri E2m (‘fort. in exemplari erat steterunt per compendium scriptum’, Delz) • conexi (connexi) Puteolanus : conuexi E • uelut insurgerent Tucker • couinnarius B, cf. 36, 3 : conuinnarius A : couinnarus E • eques E2 : eque E : eques Rhenanus • 4 simul in frontem simul et E : simul1 secl. Fröhlich, Wex, edd. praeter Lenchantin • in latera Cartault : et latera E, Frölich • arcessendas E : accersendas E2m 1 simulque E : simul Ac, Puteolanus, edd. uett. • batauorum E2mAcB : uatauorum E2 : uataeuorum E • uetustate militiae AB : uetustatenniliae E • inhabile E2 : inabitabile E (‘it ex praeced. miliae inrepserat’, Ogilvie) • [parua... gerentibus] secl. Wex, edd. pler. def. Gudeman
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TÁCITO
la carga, los organizó134 de manera que los auxiliares de a pie, que eran ocho mil, aseguraran el centro de la formación y los tres mil de a caballo se desplegaran en las alas. Las legiones se situaron delante de la empalizada; un especial honor en la victoria supondría el de luchar sin que llegara a derramarse sangre romana,135 y podrían prestar su ayuda si los otros eran rechazados. La formación de los britanos se 3 había emplazado, a un tiempo para aparentar y para infundir miedo, en lugares más altos, de manera que la primera fila estaba al mismo nivel y los demás agrupados en una ladera inclinada, como si estuvieran unos encima de otros; la parte llana que había en medio la ocupaban los que manejaban los carros de guerra136 con su estruendo y sus carreras. Entonces Agrícola, como la masa de enemigos era más 4 numerosa, temiendo que atacaran a un tiempo por el frente y los costados de los suyos, tras alargar las filas, aunque la formación iba a quedar menos espesa y muchos aconsejaban hacer venir a las legiones, con su disposición al optimismo y su firmeza ante la adversidad dejó el caballo y se quedó a pie firme delante de las enseñas. Al principio del encuentro se luchaba de lejos y los britanos, a un 36 tiempo con firmeza y con habilidad, valiéndose de sus enormes espadas y de sus pequeñas rodelas, evitaban o desviaban las armas arrojadizas de los nuestros, y les lanzaban encima una gran masa de venablos, hasta que Agrícola animó a cuatro cohortes de batavos y dos de tungros a que pasaran al combate a espada y cuerpo a cuerpo, algo de lo que tenían larga experiencia en su ejército y era impracticable para los enemigos [que llevaban escudos pequeños y enormes espadas]; en efecto, las espadas sin punta de los britanos no permitían 134 CHARLES, 2004: 127-138, estudia detalladamente el dispositivo táctico de Agrícola, con especial atención a las diferencias entre la infantería auxiliar y la legionaria. Concluye que la batalla del Monte Graupio representó una etapa importante en el desarrollo del ejército romano, hacia una situación, entre los siglos II y III en la que la diferencia táctica entre legionarios y auxiliares había desaparecido. 135 En efecto, las tropas auxiliares antes mencionadas solo estaban formadas por germanos y britanos. 136 Se trata de los llamados couinnarii.
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2 complexum armorum et in arto pugnam non tolerabant. igitur ut
Bataui miscere ictus, ferire umbonibus, ora fodere et, stratis qui in aequo adstiterant, erigere in colles aciem coepere, ceterae cohortes aemulatione et impetu conisae proximos quosque caedere; ac plerique 3 semineces au integri festinatione uictoriae relinquebantur. interim equitum turmae, fugere covinnarii, peditum se proelio miscuere, et quamquam recentem terrorem intulerant, densis tamen hostium agminibus et inaequabilibus locis inhaerebant; minimeque equestris ea pugnae facies erat, cum aegre in gradu stantes simul equorum corporibus impellerentur; ac saepe vagi currus, exterriti sine rectoribus equi, ut quemque formido tulerat, transuersos aut obuios incursabant. Et Britanni qui adhuc pugna expertes summa collium insederant 37 et paucitatem nostrorum uacui spernebant, degredi paulatim et circumire terga uincentium coeperant, ni id ipsum ueritus Agricola quattuor equitum alas, ad subita belli retentas, uenientibus opposuisset, quantoque ferocius accucurrerant, tanto acrius pulsos in fuga 2 disiecisset. ita consilium Britannorum in ipsos uersum, transuectaeque praecepto ducis a fronte pugnantium alae auersam hostium aciem
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arto Fr. de Medicis, apud Lipsium : aperto E • 2 uatabi E • fodere post Gesner, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, Heubner, Städele : foedare E, Lenchantin, Till, Forni, Koestermann, Borzsák, Lund, Oniga • stratis Ernesti : tratis E : tractis Puteolanus, edd. uett., Till : foede recti trates uel traces E2m • 3 equitum turmae edd. pler. : eques codd. : equorum Gudeman • fugere couinnarii E, Persson, Lenchantin, Lund, Borzsák, crucibus inser. Woodman : fugere add. post Doederlein, Gudeman, SaintDenis,Till, Delz, Städele, Oniga, Soverini, alii : fugere Wex, Ogilvie-Richmond, Ogilvie • equestris ea pugnae facies Rhenanus, Lenchantin, Ogilvie, Ogilvie 1991, 1722 : equestres (equestris E2) ea (ei E2m Ac) enim pugnae facies E : enim equestris Mackay, Woodman : equestris iam pugnae Halm, Haase, Delz, López-Cañete : equestris ei iam pugnae Saint-Denis : aequa nostris iam pugnae Anquetil : ei [enim] pugnae Andresen (cf. Delz2), alii alia • aegre in gradu stantes Ogilvie-Richmond, Ogilvie : aegradiu autstante E : in gradu stantes Rhenanus, Lipsius : aegre cliuo adstantes Halm (stantes Triller, Woodman, instantes Schömannnn, Gudeman, Saint-Denis, Triller), Koestermann, Till, Lenchantin Delz, Heubner, López-Cañete : aegre a cliuo aut stantes Wellesley (non probante Ogilvie 1991, 1722): degredient Städele • impellerentur codd., edd. : impedirentur Schulz, Gudeman 1 expertes B : expertis EA : paucitatem E2 : paucitate E • uacui secl. Gudeman • spernebant E2AB : spernabant E • digredi B • accucurrerant E : accurrerant Puteolanus (‘fortasse recte’, Ogilvie) • pulsos E2 : pulso E
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TÁCITO
el combate arma con arma y en poco espacio. Así, pues, una vez 2 que los batavos empezaron a repartir estocadas a mansalva, a golpear con el saliente del escudo,137 a clavar sus espadas en las caras y, abatidos los que se habían colocado en el llano, a llevar colinas arriba el frente, las demás cohortes, esforzándose por emulación y con el mismo empuje, mataban a cuantos tenían a mano; y muchos quedaban medio muertos o ilesos por la precipitación de la victoria. Entretanto, los escuadrones de caballería, huyeron los de 3 los carros, se mezclaron en el combate de la infantería; y aunque acababan de provocar el pánico, se veían detenidos por densas formaciones de enemigos y por lo quebrado del lugar; y en modo alguno era aquella la imagen de un combate de caballería, pues, cuando a duras penas se mantenían a pie firme,138 al tiempo se veían empujados por los cuerpos de los caballos; y a menudo les salían al paso carros extraviados y caballos en espantada y sin jinete, de través o de frente, según el pánico arrastrara a cada cual. También los britanos que sin haber entrado todavía en combate 37 estaban apostados en la cima de las colinas y que sin hacer nada miraban con desprecio el escaso número de los nuestros, habían empezado a bajar y a rodear la retaguardia de los que iban venciendo, si no fuera que Agrícola, que temía precisamente eso, opuso a los que llegaban cuatro batallones de caballería que se había reservado para las sorpresas del combate, y con cuanto más ímpetu se habían lanzado sobre ellos, con tanta más dureza los desbarató y los puso en fuga. Así el plan de los britanos se volvió contra ellos, y los batallones que 2 por orden del general fueron desplazados de la parte frontal del combate se echaron sobre las espaldas del enemigo. Y entonces, ya en
El «ombligo» del escudo, llamado umbo. «A very muddled text» (OGILVIE, 1991: 1722, con bibliografía). Traducimos según el que el autor citado propone en OGILVIE-RICHMOND, 1967 y en OGILVIE. 137
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inuasere. tum uero patentibus locis grande et atrox spectaculum: sequi, uulnerare, capere, atque eosdem oblatis aliis trucidare. iam hostium, prout cuique ingenium erat, cateruae armatorum paucioribus terga praestare, quidam inermes ultro ruere ac se morti offerre. passim arma et corpora et laceri artus et cruenta humus; et aliquando etiam uictis ira uirtusque, postquam siluis appropinquauerunt, nam primos sequentium incautos collecti et locorum gnari circumueniebant. quod ni frequens ubique Agricola ualidas et expeditas cohortes indaginis modo, et sicubi artiora erant, partem equitum dimissis equis, simul rariores siluas equitem persultare iussisset, acceptum aliquod uulnus per nimiam fiduciam foret. ceterum, ubi compositos firmis ordinibus sequi rursus uidere, in fugam uersi, non agminibus, ut prius, nec alius alium respectantes, rari et uitabundi in uicem longinqua atque auia petiere. finis sequendi nox et satietas fuit. caesa hostium ad decem milia; nostrorum trecenti sexaginta cecidere, in quis Aulus Atticus praefectus cohortis, iuuenili ardore et ferocia equi hostibus inlatus. Et nox quidem gaudio praedaque laeta uictoribus; Britanni palantes, mixto uirorum mulierumque ploratu, trahere uulneratos, uocare integros, deserere domos ac per iram ultro incendere, eligere latebras et statim deserere; miscere in uicem consilia [aliqua], dein separare; aliquando frangi aspectu pignorum suorum, saepius concitari. satisque
3 praestare E : praebere E2m • 4 postquam… appropinquauerunt nam E : postquam… appropinquauerunt. nam Ogilvie, Woodman : iam Städele : nam postquam… appropinquauerunt post Andresen, Koestermann, Till, Lenchantin, Ogilvie-Richmond, Lund, Delz • gnari Peerlkamp, Dronke : ignaros Putoeolanus : ignari E • indaginis E2 : indagines E • dimissis equis simul E : dimissis qui simulati E2m • equitem persultare Rhenanus : equite persultari E • 5 sequi E2 : seque E • uersi E (Puteolanus) • 6 decemilia E • iuuenili Guarnieri A : iuuenali E 1 aliqua secl. Classen, Wölfflin, Delz
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TÁCITO
lugar despejado, se dio un espectáculo grande y tremendo: los perseguían, los herían, los apresaban y seguían acuchillando a los mismos cuando otros se les ponían por delante. Ya los grupos de soldados enemigos, según el carácter de cada cual, daban la espalda a los que eran menos, y algunos, inermes, se echaban a correr contra ellos y se ofrecían a la muerte. Por todas partes armas y cuerpos y miembros desgarrados, y la tierra empapada de sangre;139 y algunas veces también los vencidos mostraban furia y valor. En efecto, cuando se acercaron a los bosques, tras haberse reagrupado y gracias a su conocimiento del terreno, rodeaban a los primeros de los que los seguían cogiéndolos desprevenidos. Y si Agrícola, que se prodigaba en todas partes, no hubiera ordenado que unas cohortes fuertes y con equipo ligero, a modo de batida, y, donde el terreno era menos practicable, una parte de la caballería, dejando los caballos, así como la propia caballería donde eran menos espesos, registraran los bosques, se hubiera sufrido alguna que otra herida por exceso de confianza. Por lo demás, cuando vieron que los perseguían de nuevo en formación cerrada, se dieron a la fuga, ya no en columnas, como antes, y sin volverse los unos a mirar a los otros; dispersos y evitándose entre sí se dirigieron hacia lugares alejados y extraviados. La noche y la saciedad pusieron fin a la persecución. Se mató a cerca de diez mil enemigos y de los nuestros cayeron trescientos sesenta, entre ellos el prefecto de cohorte Aulo Ático, que llevado de su ardor juvenil y del ímpetu de su caballo se metió en medio de los enemigos. Ciertamente, aquella noche resultó grata para los vencedores por la alegría y el botín que les reportó; los britanos, dispersos, mezclándose en el llanto hombres y mujeres, arrastraban a los heridos, llamaban a los ilesos, abandonaban sus casas y en su furia las incendiaban ellos mismos; buscaban escondrijos y al momento los abandonaban; tomaban [algunas] decisiones en común y luego cada cual actuaba por su cuenta; de vez en cuando se venían abajo al contemplar a sus seres queridos, más a menudo se enfurecían. Se sabía con certeza que 139
Se ha señalado en este pasaje una clara reminiscencia de SALL., Iug. 101, 11.
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constabat saeuisse quosdam in coniuges ac liberos tamquam misere2 rentur. proximus dies faciem uictoriae latius aperuit: uastum ubique
silentium, deserti colles, fumantia procul tecta, nemo exploratoribus obuius. quibus in omnem partem dimissis, ubi incerta fugae uestigia neque usquam conglobari hostes compertum et exacta iam aestate spargi bellum nequibat, in fines bore totum exercitum deducit. 3 ibi acceptis obsidibus, praefecto classis circumuehi Britanniam praecipit; datae ad id uires et praecesserat terror. ipse peditem atque equites lento itinere, quo nouarum gentium animi ipsa transitus mora 4 terrerentur, in hibernis locauit. et simul classis secunda tempestate ac fama Rutupiensem portum tenuit, unde proximo Britanniae latere praelecto omnis redierat.
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Hunc rerum cursum, quamquam nulla uerborum iactantia epistulis Agricolae auctum, ut erat Domitiano moris, fronte laetus, pectore an-
2 ubique E2 : ibique E • deserti Ernesti (recte, ut Delz opinatur) : secreti E, plerique edd. • dimissis E2 : demissis E • et exacta E2 : exacta E • bores totum Wolfson : borestorum E, edd. • deducit E : reducit E2m: equitem Gudeman • 4 Rutupiensem Murgia 1977, 339 post Lipsium et Rhenanum (Rutupensem), Heubner (probat Städele) : trucculensem E, plerique edd., a quibusdam crucibus insertum : trutulensem E2m : tru Thulensem Wolfson : Tunocelensem Hind (ab Ogilvie in app. laud., cf. Saddington-Keppie 1991, 1736) • unde E : [un]de Wolfson • proximo Madvig • prelecto AcmT : prelecta E : lecto E2m, Gudeman, Saint-Denis : praeuecta Wolfson • omnis E, plerique edd. : omni E2, Furneaux-Anderson, Koestermann : incolumis con. López-Cañete • redierat codd. : redierat Wolfson, Birley 1 nulla E2 : ulla E • auctum Lipsius : actum E • ut erat domitiano moris E2m, edd. plerique : ut erat domitianus E, Lenchantin, Lund
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TÁCITO
algunos se habían ensañado con sus mujeres e hijos, como si fuera un gesto de conmiseración. El siguiente día dejó ver con más claridad la 2 faz de la victoria: por doquier un vasto silencio, colinas desiertas, a lo lejos casas humeantes, nadie le salía al paso a los exploradores. Cuando tras enviarlos por todas partes se averiguó que el rastro de la huida era incierto y que los enemigos no estaban agrupados en lugar alguno, y dado que acabado ya el verano no podía extenderse la guerra, Agrícola se lleva todo el ejército a los confines septentrionales.140 Allí, después de tomar rehenes, ordena al prefecto de la flota 3 que circunnavegue Britania;141 para ello se le dieron fuerzas y además el terror lo había precedido. Él, en una marcha lenta, a fin de que los ánimos de aquellos pueblos nuevos se asustaran con la propia duración de su paso, instaló en los campamentos de invierno a la infantería y la caballería. Al propio tiempo la flota, con tiempo y fama 4 favorable, alcanzó el puerto de Rutupias,142 del que había salido y al que volvió toda ella tras bordear la costa próxima de Britania. Agrícola vuelve a Roma; sus últimos años (84-93 d. C.) Esta marcha de las cosas, aunque en modo alguno exagerada por expresiones jactanciosas en las cartas de Agrícola, la acogió, según Domiciano acostumbraba, con expresión alegre pero intranquilo por 140 Naturalmente, al aceptar la conjetura de WOLFSON, 2008 bores totum, en lugar del borestorum de los mss. y de la generalidad de los editores, prescindimos del nombre del supuesto pueblo de los «borestos», que no está acreditado por ninguna otra fuente. 141 Algo que, a su manera, ya habían hecho los usipos amotinados del cap. 28. 142 El Trucculensem portum de los manuscritos no aparece en ninguna otra fuente y es muy probable que el texto esté corrompido. Adoptamos la conjetura Rutupiensem de Lipsio, anticipada por B. Renano (Rutupensem) y razonablemente apoyada por MURGIA, 1977: 339, y HEUBNER, 1984, ad loc. Se trataría del actual puerto de Richborough, en la costa de Kent, base habitual de la flota. WOLFSON, 2008: 35, propone leer Thulensem (con referencia a un puerto de las islas Shetland), mediante una drástica corrección de todo el pasaje. HANSON (1991: 1743) conjetura que el supuesto Trucculensis portus estaría en la costa N de Escocia. Véase la discusión de WOODMAN, 2014, ad loc.
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xius excepit. inerat conscientia derisui fuisse nuper falsum e Germania triumphum, emptis per commercia quorum habitus et crines in captiuorum speciem formarentur; at nunc ueram magnamque uictoriam tot 2 milibus hostium caesis ingenti fama celebrari. id sibi maxime formidulosum, priuati hominis nomen supra principem attolli: frustra studia fori et ciuilium artium decus in silentium acta, si militarem gloriam alius occupasset; cetera utcumque facilius dissimulari, ducis boni 3 imperatoriam uirtutem esse. talibus curis exercitus, quodque saeuae cogitationis indicium erat, secreto suo satiatus, optimum in praesentia statuit reponere odium, donec impetus famae et fauor exercitus languesceret; nam etiam tum Agricola Britanniam obtinebat. Igitur triumphalia ornamenta et illustris statuae honorem et quid40 quid pro triumpho datur, multo uerborum honore cumulata, decerni in senatu iubet, addique insuper opinionem Syriam prouinciam Agricolae destinari, uacuam tum morte Atili Rufi consularis et maioribus 2 reseruatam. credidere plerique libertum ex secretioribus ministeriis missum ad Agricolam codicillos quibus ei Syria dabatur tulisse, cum eo
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excepit Puteolanus : excipit E • quorum E2 : quarum E • crines Puteolanus : crinis E • formarentur E2 : formarent E • at E2 : ad E • 2 utcumque E2 : autcumque E • 3 quodque E2 : quoque E • saeuae E2 : saeuire E • praesentia E, plerique edd. : praesens E2m, Lenchantin (‘secundum Taciti scribendi usum’), Ogilvie-Richmond, Ogilvie 1 additque Muretus : addique E • atili E2 : atilli E • 2 post missum desinit una cum f. 63v pars seruata codicis E, ‘sed adnotationes E2m, quamuis erasae, necnon pauca textus ipsius frustula in foliis 69 et 76… legi possunt (Delz) • eo e, om. AB
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TÁCITO
dentro. Tenía conciencia de que había parado en motivo de risa su reciente y falso triunfo sobre la Germania,143 para el que había comprado por los mercados de esclavos a unos a los que ponerles unos atuendos y cabelleras que aparentaran que eran cautivos; y de que, en cambio, ahora una verdadera y gran victoria, con tantos enemigos muertos, se celebraba con una fama sin límites. Una cosa le producía 2 especial temor, que el nombre de un ciudadano privado se ensalzara por encima del príncipe: en vano había reducido al silencio los afanes del foro y los honores de la actividad política si otro se hacía con la gloria militar; lo demás se disimulaba más fácilmente de una u otra manera, el valor de un buen general era propio de un emperador. Inquieto por estas preocupaciones y, lo que ya era indicio de crueles 3 pensamientos, llegando hasta la saciedad en su reserva, decidió que lo mejor por el momento era guardarse sus odios hasta que languidecieran el empuje de la fama y el favor del ejército; pues Agrícola todavía gobernaba Britania. Así, pues, ordena que en el senado se le otorguen los honores 40 triunfales, la distinción de una estatua honorífica y cuanto se concede en lugar de un triunfo144, todo ello recargado de muchas expresiones honrosas; y que además se esparza el rumor de que a Agrícola le estaba destinada la provincia de Siria, entonces vacante por la muerte del excónsul Atilio Rufo145 y reservada para hombres de cierta edad. Creían muchos que un liberto de los encargados de los servicios más 2 secretos que le fue enviado a Agrícola le llevó el codicilo por el que 143 Domiciano, en el 83 d. C., había emprendido un par de campañas en Germania, contra los catos, que varios historiadores (DIO CASS. LXVII 4, 1; PLIN., Paneg. 16, 3) consideraron como un mero bluff, lo que no le impidió adjudicarse el sobrenombre de Germanicus; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc.; sobre esa celebración trata también el reciente SMITH, 2015: 166 ss. 144 La distinción del triunfo al viejo estilo de la República había quedado reservada por disposición de Augusto a los miembros de la familia imperial. Como sucedáneo, se concedían los ornamenta o insignia aludidos: la toga picta, de púrpura y bordada en oro, la palmata, adornada con palmas y la corona de laurel, en general acompañadas de una estatua en el foro de Augusto; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 145 T. Atilio Rufo, personaje poco conocido, probablemente cónsul antes del 75, según OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
praecepto ut, si in Britannia foret, traderentur; eumque libertum in ipso freto Oceani obuium Agricolae, ne appellato quidem eo ad Domitianum remeasse, siue uerum istud, siue ex ingenio principis 3 fictum ac compositum est. tradiderat interim Agricola successori suo prouinciam quietam tutamque. ac ne notabilis celebritate et frequentia occurrentium introitus esset, uitato amicorum officio noctu in urbem, noctu in Palatium, ita ut praeceptum erat, uenit; exceptusque breui 4 osculo et nullo sermone turbae seruientium immixtus est. ceterum, uti militare nomen, graue inter otiosos, aliis uirtutibus temperaret, tranquillitatem atque otium penitus hausit, cultu modicus, sermone facilis, uno aut altero amicorum comitatus, adeo ut plerique quibus magnos uiros per ambitionem aestimare mos est, uiso aspectoque Agricola quaererent famam, pauci interpretarentur. Crebro per eos dies apud Domitianum absens accusatus, absens 41 absolutus est. causa periculi non crimen ullum aut querella laesi cuiusquam, sed infensus uirtutibus princeps et gloria uiri ac pessimum 2 inimicorum genus, laudantes. et ea insecuta sunt rei publicae tempora quae sileri Agricolam non sinerent: tot exercitus in Moesia Daciaque et Germania et Pannonia temeritate aut per ignauiam ducum amissi,
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Britannia Puteolanus, Halm : Britanniam codd. 2 Moesia e (Lipsius) : Misia AB
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4 hausit Wex : auxit codd.
TÁCITO
se le confiaba Siria, con el mandato de que se lo entregase si estaba en Britania; y que el liberto, que se encontró a Agrícola en la propia travesía del Océano, sin hablarle siquiera se volvió junto a Domiciano, ya sea eso verdad, ya algo inventado y amañado conforme al carácter del príncipe. Entretanto Agrícola había entregado a su sucesor la 3 provincia tranquila y segura; y para que su llegada no se hiciera notar por su popularidad y por la cantidad de los que salieran a recibirlo, evitando las deferencias de sus amigos llegó de noche a la urbe, de noche al Palacio,146 según se le había ordenado; y recibido con un beso apresurado y sin palabra alguna, quedó mezclado entre la turba de los cortesanos. Por lo demás, para atemperar su renombre militar, 4 algo poco llevadero para los ociosos, con otras virtudes, se entregó de lleno al descanso y al ocio, mostrándose moderado en su atuendo, afable en su conversación, y haciéndose acompañar sólo por uno o dos amigos, de manera que muchos que tienen la costumbre de valorar a los grandes hombres por su afán de aparentar, al ver y al observar a Agrícola se preguntaban sobre su fama, pocos la comprendían. Por aquellos días fue acusado repetidamente en ausencia ante 41 Domiciano, en ausencia fue absuelto. La causa de este trance no fue ninguna imputación o queja de alguien al que hubiera perjudicado, sino un príncipe enemigo de las virtudes y el prestigio de aquel hombre y la peor especie de enemigos: los que te alaban. Siguieron 2 para la república unos tiempos que no permitían que Agrícola quedara en silencio: tantos ejércitos, en Mesia y Dacia147 y en Germania y Panonia,148 perdidos por la temeridad o por la cobardía de sus generales; 146 El Palatium era el lugar que dio nombre al mons Palatinus. Allí estaba la residencia romana de los emperadores desde Augusto, por lo que de él tomaron nombre todos los palacios. 147 La Mesia era una provincia romana, en la margen derecha del bajo Danubio. La Dacia era un territorio bárbaro, también en las orillas del bajo Danubio, que sería sometido y convertido en provincia por Trajano. 148 Las derrotas militares aludidas son, en primer lugar, las realmente desastrosas sobrevenidas en la Mesia cuando la invasión dacia del 85 d. C. Luego, en el 88, ocurrió la revuelta de Antonio Saturnino en Germania. En el 89, el propio Domiciano fue
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tot militares uiri cum tot cohortibus expugnati aut capti; nec iam de limite imperii et ripa, sed de hibernis legionum et possessione 3 dubitatum. ita cum damna damnis continuarentur atque omnis annus funeribus et cladibus insigniretur, poscebatur ore uulgi dux Agricola, comparantibus cunctis uigorem, constantiam et expertum bellis 4 animum cum inertia et formidine aliorum. quibus sermonibus satis constat Domitiani quoque aures uerberatas, dum optimus quisque libertorum amore et fide, pessimi malignitate et liuore, pronum deterioribus principem exstimulabant. sic Agricola simul suis uirtutibus, simul uitiis aliorum in ipsam gloriam praeceps agebatur. 42 Aderat iam annus quo proconsulatum Africae et Asiae sortiretur, et occiso Ciuica nuper nec Agricolae consilium deerat nec Domitiano exemplum. accesere quidam cogitationum principis periti, qui iturusne esset in prouinciam ultro Agricolam interrogarent. ac primo occultius quietem et otium laudare, mox operam suam in approbanda excusatione offerre, postremo non iam obscuri suadentes simul terrentesque 2 pertraxere ad Domitianum. qui paratus simulationi, in arrogantiam
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tot emAB : totis e Gudeman • 3 cum inertia et formidine eAB : inertiae et formidini E2mem • aliorum Croll (ed. Bipont.), Furneaux-Anderson,Koestermann, alii : eorum codd., Lenchantin, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, Städele (crucibus insertum), Oniga, Soverini : ceterorum Grotius : illorum Schütz, Heubner : post eorum ‘lacunam statuit Bach, quam sic expleuit Halm: quibus exercitus committi solerent’ (Delz, , Oniga in textu ) • possessione Shaw-Smith • 4 ex(s)timulabant e : existimulabant E2m e2m • in ipsam gloriam codd. : aliorum ipsa gloria Madvig : in ipsa gloria Courtney, Woodman 1 Africae (Aphricae A) et asiae eA : Asiae et Africae B (Aph-), Puteolanus : Asiae aut Africae Lipsius • iam Rhenanus : tam codd. • obscuri ecAB : obscuris e • 2 simulationi ed. Bipont., Woodman : simulatione eAB, Koestermann, Lenchantin, Winterbottom : simulationis E2mA2m : parata simulatione Ernesti • excusantis Gudeman
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TÁCITO
tantos hombres de armas con tantas cohortes que sufrieron asedios o cayeron prisioneros; y estuvieron en cuestión ya no el límite del imperio y la orilla de un río,149 sino los campamentos de invierno de las legiones y nuestras posesiones. Así, como a unas pérdidas seguían 3 otras pérdidas y cada año quedaba señalado por funerales y desastres, por boca del vulgo se reclamaba a Agrícola como general, pues todos comparaban su vigor, su firmeza y su ánimo experto en la guerra con la ineptitud y la cobardía de los otros.150 Consta que tales comentarios 4 también fustigaron los oídos de Domiciano, cuando los mejores de sus libertos por afecto y lealtad, los peores por maldad y por envidia, azuzaban a aquel príncipe inclinado hacia lo peor. Así Agrícola, a un tiempo por sus virtudes y por los vicios de otros, se veía empujado precisamente151 hacia la gloria como hacia un precipicio. Ya había llegado el año en que había que sortear los procon- 42 sulados de África y de Asia y, ejecutado recientemente Cívica,152 no le faltaba a Agrícola un consejo ni a Domiciano un ejemplo. Lo abordaron algunos expertos en los pensamientos del príncipe153 para adelantarse a preguntarle a Agrícola si estaba dispuesto a marchar a una provincia. Y primero con más disimulo, elogiaban su vida retirada y tranquila, luego le ofrecían su cooperación para que se aprobara su excusa, y al fin, ya sin ambages, a un tiempo persuadiéndolo y metiéndole miedo, lo arrastraron ante Domiciano. Éste, que estaba bien 2 derrotado por los germanos contra los que había hecho una expedición desde Panonia, la provincia que lindaba con ellos, Danubio por medio; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 149 La del Danubio, tradicional frontera del Imperio en esa región. 150 Texto dudoso. Aceptamos como mal menor la propuesta de la editio Bipontina. 151 Precisamente hacia lo que él había pretendido evitar, como bien explican OGILVIE-RICHMOND, 1967 y LÓPEZ-CAÑETE, 2013, ad loc. 152 C. Vetuleno Cerial Cívica, procónsul de Asia al que Domiciano hizo matar mientras desempeñaba su cargo (v. SUET., Dom. 10). 153 Frente a quienes en este punto ponían en duda la fiabilidad de Tácito, el muy importante VON FRITZ 1957: 74 ss. (= 1976: 540 ss.), afirma que «Agrícola no quiso participar en la comedia de declinar, como si actuara por razones personales, lo que el Emperador le ofrecía tan graciosamente, mientras en realidad actuaba bajo la influencia de las amenazas directas o indirectas del propio Emperador». Por cierto, en VON FRITZ, 1957: 74, cabe señalar la errata «91 b. C.» por el correcto «91 a. D.».
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compositus, et audiit preces excusantis et, cum annuisset, agi sibi gratias passus est, nec erubuit beneficii inuidia. salarium tamen proconsulare, solitum offerri et quibusdam a se ipso concessum, Agricolae non dedit, siue offensus non petitum, siue ex conscientia ne quod 3 uetuerat uideretur emisse. proprium humani ingenii est odisse quem laeseris; Domitiani uero natura praeceps in iram, et quo obscurior, eo irreuocabilior, moderatione tamen prudentiaque Agricolae leniebatur, quia non contumacia neque inani iactatione libertatis famam fatumque 4 prouocabat. sciant quibus moris est illicita mirari, posse etiam sub malis principibus magnos uiros esse, obsequiumque ac modestiam, si industria ac uigor adsint, eo laudis excedere quo plerique per abrupta, sed in nullum rei publicae usum, ambitiosa morte inclaruerunt.
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Finis uitae eius nobis luctuosus, amicis tristis, extraneis etiam ignotisque non sine cura fuit. uulgus quoque et hic aliud agens
annuisset AB : amnuisset e • proconsulare e : proconsulari ecAB • 3 laeseris ecAB : laeserit e • 4 excedere codd. : escendere Lipsius, Gudeman • plerique Maehly, J. Müller, al. • nullum E2memAm : ullum eAB • rei publicae Muretus : rei post eAB : re p E2memAm • abrupta Heraeus, Heumann : usum Furneaux-Anderson : usum Schömannnn : pro sed substituit C. Heraeus (ab Ogilvie laudatus) : plerique per abrupta Maehly, Soverini : ‘an per abrupta, nisi quod hi in… usum inclaruerunt?’ López-Cañete in app.
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TÁCITO
preparado para fingir, adoptando una actitud de arrogancia, no solo escuchó los ruegos de Agrícola cuando se excusaba, sino que, una vez que los aceptó, soportó que le diera las gracias y no se sonrojó por lo odioso de su concesión. Sin embargo, el salario proconsular que en tales casos se solía ofrecer y que a algunos le había sido concedido por él mismo, no se lo dio a Agrícola, ya ofendido porque no se lo pidiera, ya por que no pareciera que había comprado lo que había prohibido. Es propio de la condición humana odiar a aquel al 3 que se ha hecho daño;154 pero el natural de Domiciano, propenso al resentimiento, y cuanto más oscuro más implacable, se veía suavizado por la moderación y prudencia de Agrícola, porque no provocaba a la fama ni al destino con la contumacia ni con los vanos gestos de libertad. Sepan los que tienen por costumbre admirar lo ilícito que 4 también bajo malos príncipes puede haber grandes hombres, y que la disciplina y la moderación, si las acompañan el esfuerzo y la energía, alcanzan la misma gloria que muchos que,155 eligiendo el camino de los peligros, pero sin ninguna utilidad para la república, se hicieron famosos con una muerte ostentosa. Epílogo: invocación y consolatio El final de su vida fue luctuoso para nosotros, triste para los amigos y no dejó de ser motivo de preocupación incluso para extraños y desconocidos. También el vulgo y la gente que anda en otras cosas 154 Una bien conocida sententia, que se tiene por derivada de SEN., De ira 3, 29 2 y, sobre todo, 2, 33, 1: Hoc habent pessimum animi magna fortuna insolentes: quos laeserunt et oderunt. LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 30, vuelve sobre el asunto con la habitual agudeza. 155 Según, entre otros, OGILVIE-RICHMOND, 1967: 297 y HEUBNER, 1984, ad loc., hay que sobreentender con per abrupta un excedunt o excesserunt que dejaría clara la simetría de la correlación eo… quo. LÓPEZ-CAÑETE, 2013, ad loc. y pp. 264 s., razona muy eruditamente esa tesis. Nosotros no vemos clara la necesidad de tal sobreentedido, aunque hemos optado por una traducción que tampoco lo niega expresamente. En todo caso entendemos que sed coordina nullo in rei publicae usum con per abrupta y que, por tanto, no va con el verbo inclaruerunt, como parece exigir la tesis comentada.
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populus et uentitauere ad domum et per fora et circulos locuti sunt; nec quisquam audita morte Agricolae aut laetatus est aut statim oblitus [est]. et augebat miserationem constans rumor ueneno interceptum; nobis nihil comperti adfirmare ausim. ceterum per omnem ualetudinem eius crebrius quam ex more principatus per nuntios uisentis et libertorum primi et medicorum intimi uenere, siue cura illud siue inquisitio erat. supremo quidem die momenta ipsa deficientis per dispositos cursores nuntiata constabat, nullo credente sic accelerari quae tristis audiret. speciem tamen doloris animo uultuque prae se tulit, securus iam odii et qui facilius dissimularet gaudium quam metum. satis constabat lecto testamento Agricolae, quo coheredem optimae uxori et piissimae filiae Domitianum scripsit, laetatum eum uelut honore iudicioque. tam caeca et corrupta mens adsiduis adulationibus erat, ut nesciret a bono patre non scribi heredem nisi malum principem. Natus erat Agricola Gaio Caesare ter consule idibus Iuniis; excessit quarto et quiquagesimo anno, decimum kalendas Septembris Collega Priscoque consulibus. quodsi habitum quoque eius posteri noscere uelint, decentior quam sublimior fuit; nihil impetus in uultu, gratia oris supererat. bonum uirum facile crederes, magnum libenter.
1 [est] post Muretum del. Furneaux-Anderson, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, alii : oblitus. et Wex • 2 ante nobis lacunam statuit Delz (Mus. Helv. 27, 1970, 234) • nobis… ausim codd. : crucibus inserit López-Cañete, qui interceptum nobis: nihil comperi quod (uel ut) adfirmare possim in app.con. : adfirmare add. Acidalius, quodue (uel aut quod) Ritter : quod firmare Hendrichsen, Gudeman : nec Ernesti, ut Wex : quo Heubner (Rh. Mus. 116, 1973, 362) : Städele • uisentis E2m ecA : uisentes e : uiseritis B • 3 constabat e : constabant AB • habitu Ernesti, Delz, Heubner, Städele, López-Cañete,Oniga, Soverini : animo codd., Koestermann (1970), Ogilvie-Richmond, Ogilvie, alii alia • 4 constabat e : constabantAB : constat E2m 1 Gaio e : Caio A : C. B • tertium Ursinus, edd. : ter codd. : ter Nipperdey • quarto Petavius : sexto codd. • Priscinoque Hirschfeld (coll. Dessau, ILS 9059) : Priscoque eA • 2 impetus eA, edd. pler. : metus E2memAm : metus et impetus B : impetus et metus Gudeman : nihil immotum Lund, alii alia
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TÁCITO
acudieron a su casa y hablaron en los foros y en los corrillos; y al saber de la muerte de Agrícola nadie se alegró ni la olvidó de inmediato. Además aumentaba la pena el insistente rumor de que se había acabado con él por medio de un veneno;156 yo no me atrevería a afirmar que tengamos averiguada cosa alguna al respecto. Por lo demás, a lo largo de toda su enfermedad, con más frecuencia de la habitual en los príncipes, que se informan por medio de mensajeros, fueron allí los principales de sus libertos y sus médicos personales, ya se tratara de preocupación por él, ya de informarse. Verdad es que su último día constaba que de las propias variaciones del estado del moribundo se daba cuenta por medio de recaderos dispuestos al efecto, sin que nadie creyera que así se aceleraba lo que con tristeza oía. Pese a todo, él dejó ver su dolor en su expresión y ánimo, al estar ya a seguro de los odios y por ser hombre que con más facilidad disimulaba la alegría que el miedo. Se sabía con certeza que al leerse el testamento de Agrícola, en el que al lado de su excelente esposa y su piadosísima hija, puso el nombre de Domiciano como coheredero, éste se alegró como si se tratara de un honor y de una muestra de estima. Tan ciega y corrompida estaba su mente por las continuas adulaciones, que no sabía que un buen padre no designa heredero sino a un mal príncipe. Agrícola había nacido en el tercer consulado de Gayo César,157 el 13 de junio; falleció, cumplidos los cincuenta y tres años,158 el 23 de agosto, en el consulado de Colega y Priscino.159 Y por si la posteridad quiere también conocer su aspecto, fue bien parecido más que alto; en su expresión no había nada de violento, se imponía lo afable de su semblante. Era fácil tenerlo por un hombre bueno, y de buena gana
156 Mucho tiempo después, CASIO DIÓN (LXVI 20, 3) se haría eco de esos rumores, atribuyendo la muerte de Agrícola a la envidia de Domiciano. Reproduce, traduce y anota ese texto LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 254 s. 157 El año 40 d. C., reinando el citado Calígula. 158 El texto, según el tradicional cómputo romano, dice que murió en su quincuagésimo cuarto año. 159 El año 93 d. C.
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3 et ipse quidem, quamquam medio in spatio integrae aetatis ereptus,
quantum ad gloriam longissimum aeuum peregit. quippe et uera bona, quae in uirtutibus sita sunt, impleuerat, et consulari ac triumphalibus 4 ornamentis praedito quid aliud adstruere fortuna poterat? opibus nimiis non gaudebat, speciosa contigerant. filia atque uxore superstitibus potest uideri etiam beatus incolumi dignitate, florente fama, saluis 5 affinitatibus et amicitiis futura effugisse. nam sicut i durare in hanc beatissimi saeculi lucem ac principem Traianum uidere, quod augurio uotisque apud nostras aures ominabatur, ita festinatae mortis graue solacium tulit euasisse postremum illud tempus quo Domitianus, non iam per interualla ac spiramenta temporum, sed continuo et uelut uno ictu rem publicam exhausit. Non uidit Agricola obsessam curiam et clausum armis senatum et 45 eadem strage tot consularium caedes, tot nobilissimarum feminarum exilia et fugas. una adhuc uictoria Carus Mettius censebatur, et intra Albanam arcem sententia Messalini strepebat, et Massa Baebius etiam tum reus erat; mox nostrae duxere Heluidium in carcerem manus, nos
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4 opibus... contigerant post peregit transp. Gudeman : speciosae contigerant. Rhenanus, qui primus ita distinxit, post superstitibus AB, sine distinctione e : spetiosae contigerant E2mem : spetiose non contigerant e (non del. Guarnieri) AB : contigerant emEmAm : non contigerant (contingerant B) eAB • filia... superstitibus post fama posuit Doederlein, post amicitiis Urlichss, glossema esse susp. Delz : uxore eAB : uxoris E2mem : superstitibus Watt (AJPh 108, 1987, 466) : Wellesley, (Liverp.Class. Month. 17, 1992, 42, 50, (fortasse recte, Delz2), alii alia • 5 sicut ei non licuit Dahl, plerique edd. : sicuti durare codd. : sicut iuuaret Müller : sicut ei non datum durari Soverini, López-Cañete : sicuti Lenchantin, alii alia • hanc... lucem Acidalius : hac... luce codd. • graue EemAm , plerique edd.: grande E2meAB, Furneaux-Anderson, alii • uelut eAB : uel em • exhausit eAB : hausit E2mem 1 clausum B : clusum eA, Lenchantin • carus e : charus A : clarus B • Mettius E2memAc : Mitius eAB • arcem eAB : uillam E2memAm • etiam tum e : iam tum A : tum B: tantum Gudeman
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TÁCITO
se lo tendría por grande. Cierto es que, aunque arrebatado en mitad 3 de una vida, en cuanto a la gloria tuvo una vida muy larga. Y es que había logrado los verdaderos bienes, que residen en las virtudes, y condecorado con las insignias del consulado y del triunfo, ¿qué más 4 podía aportarle la fortuna? No le gustaban las muchas riquezas, le habían tocado unas muy lucidas. Puede parecer incluso afortunado porque, habiéndole sobrevivido su esposa y su hija, con su dignidad incólume, con su fama floreciente, conservando sus parentescos y 5 amistades, se libró de lo que estaba por venir. Pues al igual que a él llegar hasta la luz de esta época llena de felicidad y ver a Trajano como príncipe, algo que ante mis propios oídos pronosticaba con augurios y votos, así también el duro consuelo de su temprana muerte le valió escapar de aquellos últimos tiempos en los que Domiciano, no ya a intervalos y dejando momentos de respiro, sino de manera continuada y como de un solo golpe dejó exhausta a la república. No vio Agrícola la Curia asediada ni el senado clausurado por las 45 armas, ni la muerte de tantos excónsules en una sola matanza, ni las expulsiones y destierros de tantas mujeres ilustres.160 Todavía se le contaba a Caro Metio161 una sola victoria y la opinión de Mesalino solo resonaba dentro de la ciudadela albana162 y Masa Bebio163 todavía era un acusado; luego, nuestras propias manos llevaron a la cárcel a
160 Se ha señalado, y recientemente ha vuelto a hacerlo KLEIBER, 2014: 63, que esta variante de la tópica consolatoria está modelada sobre CIC., De or. III 8, a propósito de la prematura cuanto oportuna muerte de L. Licinio Craso. Las numerosas huellas de esa obra y del Brutus en estos capítulos finales del Agrícola ya fueron recopiladas y analizadas por REITZENSTEIN, 1915: 31 ss. 161 Como delator que era. Había sido el acusador de Herennio Seneción y de otras víctimas de la tiranía. 162 Es decir, las acusaciones del infame delator que era L. Valerio Catulo Mesalino, colega de Domiciano en el consulado del 73, aún no habían trascendido de los muros del arx Albana, el palacio que Domiciano se había construido donde actualmente está Castelgandolfo. 163 Bebio Masa había sido procesado por corrupción en su gobierno de la Bética. Más tarde, se ensañó en la acusación contra Herennio Seneción.
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Maurici Rusticique uisus , nos innocenti sanguine Senecio perfudit. Nero tamen subtraxit oculos suos iussitque scelera, non spectauit; praecipua sub Domitiano miseriarum pars erat uidere et aspici, cum suspiria nostra subscriberentur, cum denotandis tot hominum palloribus sufficeret saeuus ille uultus et rubor [a] quo se contra pudorem muniebat. Tu uero felix, Agricola, non uitae tantum claritate, sed etiam opportunitate mortis. ut perhibent qui interfuere nouissimis sermonibus tuis, constans et libens fatum excepisti, tamquam pro uirili portione innocentiam principi donares. sed mihi filiaeque eius, praeter acerbitatem parentis erepti, auget maestitiam quod assidere ualetudini, fouere deficientiam, satiari uultu complexuque non contigit. excepissemus certe mandata uocesque, quas penitus animo figeremus. noster hic dolor, nostrum uulnus, nobis tam longae absentiae condicione ante quadriennium amissus est. omnia sine dubio, optime parentum, assidente amantissima uxore superfuere honori tuo; paucioribus tamen lacrimis compositus es, et nouissima in luce desiderauere aliquid oculi tui.
Maurici Rusticique uisus eAB, Koestermann, Heubner, Soverini : nos Mauricum Rusticumque diuisimus emEmAm (Mauricium A) Saint-Denis: < adflixit> post. R. Reitzenstein suppl. Ogilvie-Richmond, Ogilvie : foedauit Furneaux-Anderson : dehonestauit Andersen : perculit Meister : rubore Lund : post Gudeman lacunam indicat Delz, qui notauit temptauerat (Mus. Helv. 27, 1970, 23443), alii alia • 2 [a] del. Lipsius, edd. • 3 perhibent Puteolanus, edd.: perhiberent codd. • interfuere e : interfuerunt AB • 4 excepissemus Acidalius, edd. : excepissem codd., Lenchantin • figeremus EeAB : pingeremus E2memAm • 5 nobis eAc : om. AB • tam E2mAB, Guarnieri : tum eAm • longe eAc : longa ecA : nostrae B • amissus est codd. : amissus es Rhenanus • compositus emAm, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, Soverini, alii : comploratus E2meAB, Furneaux-Anderson, Saint-Denis, alii
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TÁCITO
Helvidio,164 a nosotros nos hirió165 el ver a Maurico y a Rústico,166 a nosotros nos salpicó Seneción167 con su sangre inocente. Al menos Nerón apartó sus ojos y ordenó los crímenes, no se puso a mirarlos; la parte principal de las miserias bajo Domiciano era el ver y ser visto, cuando se tomaba nota de nuestros suspiros, cuando para dejar en evidencia la palidez de tantos hombres se bastaban aquel rostro cruel y aquel rubor168 con el que se protegía de la vergüenza. Pero feliz tú, Agrícola, no solo por lo esclarecido de tu vida, sino también por lo oportuno de tu muerte. Según cuentan los que asistieron a tus últimas conversaciones, recibiste al destino con fortaleza y de buena gana, como si en la medida de tus fuerzas le regalaras al príncipe la inocencia. Mas para mí y para su hija, aparte la amargura de un padre arrebatado, aumenta la tristeza el hecho de que no nos tocó en suerte asistirlo en su enfermedad, mimarlo cuando desfallecía, saciarnos con la contemplación de su rostro y con sus abrazos. Y, desde luego, hubiéramos recogido sus últimos mandatos y palabras para grabarlas profundamente en nuestra alma. Este es nuestro dolor, esta nuestra herida: nosotros lo perdimos cuatro años antes a causa de una ausencia tan larga.169 Sin duda, padre egregio, a tus honras le sobró de todo, al estar a tu lado tu amantísima esposa; sin embargo, se te amortajó con menos lágrimas y en su postrera luz algo echaron de menos tus ojos.
164 No es el citado en 2, 1, sino un hijo suyo. Fue condenado a muerte por una supuesta alusión a Domiciano en una obra dramática; v. OGILVIE-RICHMOND, 1967, ad loc. 165 Como se ve, adoptamos con Ogilvie la suplencia conjetural adflixit de Reitzenstein. OGILVIE, 1991: 1723 reitera que en el texto falta un verbo, «but there is no self-evident candidate». 166 Junio Maurico, hermano de Aruleno Rústico, senador, desterrado por Domiciano. Rústico ya aparecía en 2, 1. 167 Herennio Seneción, ya citado en 2, 1. 168 Por varias otras fuentes (SUET., Dom. 18; PLIN., Paneg. 48) sabemos que un cierto rubor era una seña física de Domiciano. 169 Tácito y su esposa habrían estado ausentes de Roma entre los años 90 y 93, al parecer por el desempeño de algún cargo en una provincia.
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DE VITA IVLII AGRICOLAE LIBER
Si quis piorum manibus locus, si, ut sapientibus placet, non cum corpore exstinguuntur magnae animae, placide quiescas, nosque domum tuam ab infirmo desiderio et muliebribus lamentis ad contemplationem uirtutum tuarum uoces, quas neque lugeri neque plangi fas 2 est. admiratione te potius [temporalibus] et laudibus et, si natura suppeditet, similitudine decoremus: is uerus honos, ea coniunctissimi 3 cuiusque pietas. id filiae quoque uxorique praeceperim: sic patris, sic mariti memoriam uenerari, ut omnia facta dictaque eius secum reuoluant, formamque ac figuram animi magis quam corporis complectantur, non quia intercedendum putem imaginibus quae marmore aut aere finguntur, sed, ut uultus hominum, ita simulacra uultus imbecilla ac mortalia sunt, forma mentis aeterna, quam tenere et exprimere non per alienam materiam et artem, sed tuis ipse moribus 4 possis. quicquid ex Agricola amauimus, quicquid mirati sumus, manet mansurumque est in animis hominum, in aeternitate temporum, fama rerum; nam multos ueterum uelut inglorios et ignobilis obliuio obruit; Agricola, posteritatis narratus et traditus, superstes erit.
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1 nosque codd. : nosque < et> Urlichs, edd. • 2 te potius E2mAB : te om. E, add. Guarnieri s. l. : exp. Gudeman • temporalibus et Ee : temporalibus AB, Brotier, Verdière (Latomus 19, 1960, 792 seqq.), †temporalibus† Lund : temporibus E2mem : et immortalibus (Lipsius) Acidalius, Furneaux-Anderson, Koestermann, Till : del. Muretus ut ex te potius ortum, post quem Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, Städele, Soverini, alii.: temporibus et Lenchantin, Forni • et laudibus e : laudibus AB • similitudine Grotius, plerique edd. : militum EeA : multum B : aemulatu Heinsius, Peter : imitando Puteolanus, Pichena, López-Cañete • colamus Muretus, plerique edd. : decoramus codd., Verdière : decoremus Ursinus, Koestermann, alii : decoremus Till, Lund • honos AB : honor e • 3 formamque T, Muretus : famamque eAB • imbecillia B • 4 fama Halm • ueterum secl. Gudeman • obruet codd., Decembrius, Gudeman,Lenchantin, Ogilvie-Richmond, Ogilvie, Delz, (at obruit Delz2 in app. post Heubner), Städele : obruit Haupt, Rh. Mus. 3, 1845, 152, Koestermann, Till, Lund, Heubner : • CORNELII TACITI DE VITA ET MORIBVS IVLII AGRICOLAE LIBER EXPLICIT E : τελος B
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TÁCITO
Si hay algún lugar para los manes de los hombres de bien; si, 46 como opinan los filósofos, no se extinguen con sus cuerpos las almas grandes, descansa en paz y a nosotros, los de tu casa, haznos volver de la débil añoranza y de los lamentos mujeriles a la contemplación de tus virtudes, por las que sería sacrilegio hacer duelo o derramar llanto. Más bien hemos de honrarte con la admiración y las alabanzas 2 y, si la naturaleza lo permite, asemejándonos a ti: esos son los verdaderos honores, esa la piedad de tus más allegados. Y una cosa 3 aconsejaría también a la hija y a la esposa: que veneren la memoria de su padre y de su marido de modo que repasen consigo mismas todos sus hechos y dichos, que se abracen más a la estampa y figura de su alma que a la de su cuerpo; no porque crea que hay que oponerse a las imágenes que se hacen de mármol o de bronce, sino porque, al igual que los rostros de los hombres, así también sus representaciones son frágiles y perecederas; pero la estampa de un alma es eterna y puede mantenerse y expresarse no con una materia y arte ajenos a ella, sino con la propia conducta. Cuanto hemos amado 4 en Agrícola, cuando hemos admirado en él permanece y ha de permanecer en las almas de los hombres y en la eternidad de los tiempos por la fama de sus hazañas; pues a muchos de los antiguos, como privados de gloria y no merecedores de recuerdo, los ha sepultado el olvido; Agrícola, encomendado por la historia a la posteridad, sobrevivirá.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS (GERMANIA)
MAPA DE GERMANIA
PRÓLOGO Ipse eorum opinionibus accedo qui Germaniae populos, nullis aliarum nationum conubiis infectos, propriam et sinceram et tantum sui similem gentem extitisse arbitrantur. (Germ. 4) En razón de esas y similares palabras de la también llamada Germania, el historiador ARNALDO MOMIGLIANO (1966: 112 s.) le adjudicó en su día un puesto entre «los cien libros más peligrosos que jamás se hayan escrito». El gran sabio italiano, que con su estirpe judía a cuestas logró sobrevivir a los siniestros años treinta y cuarenta de la Europa del siglo XX, era un experto en materia de razas y racismo. Sin embargo, parece que su juicio sobre el segundo de los Opera minora de Tácito aún se quedó corto; al menos si uno lee la obra, mucho más reciente, del profesor de Harvard y luego de Stanford, CH. B. KREBS (2011) El libro más peligroso; pues para él tal libro resulta ser precisamente la Germania. Antes de corroborar o rebatir la supuesta maldad de esta obra antigua tendremos que examinar todo lo concerniente a su génesis, naturaleza, condiciones históricas, intención de su autor, etc.
1. FECHA
Y TÍTULO DE LA OBRA
En el propio texto de la Germania introdujo su autor una precisa noticia sobre el tiempo en que estaba dedicado a su redacción: en 37, 2 s., al tratar del longum aeui spatium —unos 210 años— que Roma ya había empleado en su lucha contra los germanos, pone como [CXV]
PRÓLOGO
referencia final —que no como término— el segundo consulado del emperador Trajano, acaecido en el año 98 d. C. Nada impide suponer que la Germania, obra por lo demás tan breve, viera la luz dentro de ese mismo año o no mucho después (BORZSÁK, 1968: 416); pero también se ha alegado que la mención de ese consulado podría ser, más que una datación, un respetuoso homenaje a la persona del príncipe, lo que conllevaría retrasar un tanto la aparición de la obra.1 Por lo demás, y como acto seguido advierte el autor citado, son bastantes las concomitancias de forma y contenido que se observan entre las que se han venido considerando como las dos primeras obras2 de Tácito, por lo que cabe pensar que la Germania se publicara muy poco después del Agricola, generalmente fechado en ese año 98 d. C. Ahora bien, hace pocos años, un importante artículo de SCHUHMANN (2004) ha invitado a retrasar un poco esa datación al proporcionarle un probable terminus post quem: el de los años 103106. En efecto, en esas fechas la provincia de la Panonia se habría dividido en las dos de las que el historiador habla en Germania 1, 1, según la novedosa reinterpretación que el mismo estudioso hace de ese pasaje.3 Además, y al igual que en el caso del Agrícola, demanda aquí mención la que hemos llamado hipótesis de ANDRESENTSCHERNIAK.4 El segundo de los autores citados, tras recoger las opiniones de quienes consideraban un tanto apretada la datación de la Germania en el 98, inmediatamente después del Agrícola, sostiene que la misma tuvo que elaborarse, al menos parcialmente, en la época de Domiciano y como parte de una historia de Roma bajo los Flavios que había postulado ANDRESEN, a la que ya nos referíamos al tratar del Agrícola (como veremos, otros la consideraron como parte de ensayos previos para las Historias). Siempre según TSCHERNIAK (2005: 99), esa
1 KOESTERMANN, 1963: 16 s. (su comentario a Annales I). STÄDELE, 1991: 199, se pronuncia por una amplia horquilla: entre 98 y 111 d. C. 2 Sin embargo, véase infra nuestro Prólogo al Diálogo (pp. CDXXI ss.), sobre la hipótesis, bastante probable, de que el mismo fuera la primera obra de Tácito, 3 Véase nuestra nota a la traducción del mismo. 4 Véase supra nuestro Prólogo al Agrícola, pp. XVIII ss.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
anticipación de la cronología de, al menos, ciertas partes de la Germania podría explicar algunos datos que serían anacronismos a la altura del año 98: así, la situación privilegiada de los hermúnduros (41, 1) o las preferencias por ciertas monedas (5, 3); y no menos significativas serían las omisiones, que inducen a pensar que Tácito «habla de tiempos anteriores a Domiciano». En fin, de manera paralela a lo que piensa que ocurrió con el Agrícola, el autor citado supone que Tácito habría reelaborado materiales anteriores para su monografía etnográfica. En cuanto al título que Tácito puso a la obra, ya adelantábamos al tratar del Agricola 5 que también el de la Germania nos es conocido con la deseable exactitud: era De origine et situ Germanorum, según las inscriptiones de los códices más relevantes,6 aunque aparezca en alguno que otro con añadidos parasitarios fáciles de detectar.7 Las inscriptiones acreditan también la autoría de Tácito, alguna de ellas atribuyéndole el dudoso praenomen de C(aius).8 2. LA GERMANIA EN
LA TRADICIÓN ETNOGRÁFICA ANTIGUA
«La Germania es única pero no original», escribe SYME, 1958: 125; pero bien cabría darle la vuelta a la frase y decir que «no es original, pero sí única», en cuanto que único testimonio latino conservado de monografía etnográfica. En ese ámbito literario de la etnografía —por cierto, palabra griega que no existía en el griego antiguo (RIVES, 1999: 12)— parece conveniente hablar de una tradición más que de un Véase supra pp. XVIII s. Véase nuestro aparato crítico, ad loc. Nos referimos a la inscriptio del ms. Aesinas (E), que reza De origine et moribus Germanorum, para la cual véase supra, pp. XVIII s. 8 Con todo, no le ha faltado a la autoría tacítea de la Germania su Eróstrato: A. N. SHERWIN-WHITE, 19702: 34, la puso en cuestión, basándose en el distinto trato que, a su parecer, reciben los germanos en la Germania y en las obras históricas de Tácito. Ese autor (loc. cit.) escribe «if its author is in truth Tacitus»; y algo más abajo «Tacitus and the author of the Germania». 5 6 7
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PRÓLOGO
género.9 En efecto, esa variedad literaria se había desarrollado sobre todo en la forma de excursus en el seno de mayores obras históricas, geográficas, paradoxográficas o enciclopédicas, y solo en ocasiones parece haber alcanzado el formato de monografía exenta con el que nos la encontramos en la Germania, y del que, al parecer, solo se conserva otro espécimen antiguo: los Ἰνδικά del griego Arriano, escritos un siglo y medio más tarde.10 Es característica de la tradición etnográfica, como señala SYME, 1958: 126, la tendencia a acentuar los contrastes entre los pueblos bárbaros y los civilizados y a idealizar las virtudes que en aquellos veía. En este punto es de justicia empezar aludiendo al «bahnbrechende Arbeit» (LUND, 1991b: 2191) del estudioso suizo K. TRÜDINGER (1918), que situó la Germania dentro de esa tradición etnográfica a la que se debía y trazó puntualmente las etapas de la misma desde sus principios hasta el propio Tácito.11 Así, por de pronto, hacía notar que el asunto de la origo,12 presente en el propio título de nuestra obra, ya era un topos consagrado en esa tradición. No mucho después, en 1920, apareció la monografía ya clásica de E. NORDEN, que en la misma línea, aunque de manera autónoma y con mayor erudición, profundizó en 9 Pese a la autorizada opinión, entre otros, de R. TILL, 1977, que, por lo demás, ofrece una buena presentación de la tradición etnográfica romana. Para la etnografía antigua es obra de referencia la amplia monografía de L. MÜLLER, 1978-80. 10 RIVES, 1999: 13, con bibliografía, reseña un par de monografías etnográficas griegas perdidas: unos Αἰγυπτιακά y Περσικά de Helanico de Lesbos, de la segunda mitad del siglo V a. C., y unos Λυδιακά de Janto el Lidio, del mismo siglo. D. FLACH, 1989: 2758, subraya la dificultad que para adjudicar la Germania a un género literario supone el hecho de que de la Antigüedad no nos haya llegado ninguna obra comparable, en lo cual no le falta razón, si exceptuamos la ya citada de Arriano. Ese autor, en sus pp. 36 ss., hace acertadas observaciones sobre topoi etnográficos visibles en la Germania y sostiene que su dependencia de Heródoto y de Posidonio (pp. 49 ss.) es más bien laxa. Con todo, LUND, 1991b: 2215, acota que «En conjunto, el historiador Flach se inclina a ver en la ‘Germania’ más un ensayo histórico que una obra etnográfica». 11 Se refiere a pasajes de la Germania en sus pp. 146 ss., 157, 164 ss., entre otras. A este respecto también merece mención el mucho más reciente estudio de K. E. MÜLLER, 1980: 80-106; pese a los reparos que le pone LUND, 1991b: 2203 s., en cuanto al empleo de la bibliografía entonces reciente. 12 Sobre el mismo véase TRÜDINGER, 1918: 128 ss. Trata de topoi en 74 ss., 157 ss., 175, entre otros lugares.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
la caracterización de la Germania como eslabón de la ya larga cadena literaria de la etnografía a partir de los creadores jonios de la prosa griega. Al hacerlo, Norden acuñó el término y concepto de Wandermotive («motivos ambulantes» o «recurrentes»)13 para referirse a los topoi que una y otra vez aparecen en esa tradición, incluso aplicados a personas, objetos y situaciones muy distintas y distantes.14 Puede decirse que Norden rescató para la filología clásica una obra que hasta la fecha había sido predio casi exclusivo de historiadores y germanistas.15 Especial atención dedicó al famoso y ominoso pasaje que ya hemos citado en el que Tácito define a los germanos como tantum sui similem gentem (cap. 4), haciendo ver que semejante expresión ya había sido aplicada mucho antes por un tratado hipocrático16 a la descripción de los escitas. Como luego veremos, los trabajos de Trüdinger y de Norden —este pronto secundado por una 13 Véase NORDEN, 19594: 58: «Die germanische Ethnographie hat zeitlich fast am Ende einer sehr langen Reihe gestanden: daher ist sie von völkerkundlichen Wandermotive wie übersät» (la cursiva es nuestra). 14 En honor a la verdad, Norden no habló de topoi como había hecho Trüdinger, y daba a sus Wandermotive un sentido —digamos— objetivo, equivalente a tema: cualidades físicas de un pueblo, armamento y costumbres guerreras, religión etc. Sin embargo, a la larga, y en buena medida por influencia del famoso libro de E. R. CURTIUS (1948) sobre la literatura mediolatina y las modernas, el concepto de tópica, convertido ya en esencial en la historia literaria, experimentó un cambio de significado, hasta alcanzar el de conjunto de clichés que sí puede englobar los que Norden llamó Wandermotive. Seguimos aquí el artículo de K. BRINGMANN, 1989: 60 ss., que presenta una visión moderna de la cuestión y referida a la Germania. 15 A este respecto todavía afirmaba PARATORE, 19622: 228, que «la filologia germanica saluta tuttora nella Germania la sua carta di fondazione»; y exagerando un tanto —algunos pensarán que no demasiado—, que «era per giunta inevitabile che lo sciovinismo dei Tedeschi sopravvalutasse tutti i lati simpatici della raffigurazione dei Germani offertaci da Tacito, e ne traesse mezzi per alimentare il mito della superiorità dell’ homo Germanicus, della razza pura sull’infrolita razza latina, che si era lasciata pervertire dai contatti colla civiltà d’Oriente»; toda una toma de posición al respecto de un asunto que, como veremos, llegaría a convertirse en espinoso. 16 El Περì ἀέρων, ὑδάτων, τόπων, de ca. 400 a. C., que en su cap. 18 dice: «Sobre la figura de los demás escitas, en lo referente a que se parecen a sí mismos (αὐτοì αὐτοῖσιν) y en absoluto a ningunos otros…» (en esa traducción disentimos ligeramente de la, por lo demás excelente, de J. A. LÓPEZ FÉREZ - E. GARCÍA NOVO, Tratados Hipocráticos II. Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 1986: 75; en efecto, la nux de la frase reside en la que NORDEN, 19594: 55, n. 1, llamaba comparatio reflexiva: no es que los
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PRÓLOGO
favorable recensión de WISSOWA (1921)— también tuvieron repercusiones en la cuestión de la fiabilidad de la Germania como documento histórico.17 El caso es, pues, que cuando Tácito puso mano a su monografía tenía a sus espaldas varios siglos de tradición etnográfica en la literatura.18 Así, ya hacia el año 500 a. C. el jonio Hecateo de Mileto había escrito una Περίοδος γῆς, un periplo hoy perdido, en el que incluía noticias y curiosidades sobre pueblos extranjeros. Parece que fue por entonces cuando los griegos —y en primer lugar aquella avanzada suya que eran los jonios del Asia Menor—, a consecuencia de su contacto y choque con los persas, se hicieron una imagen precisa del bárbaro, al tiempo que perfilaban la suya propia en cuanto pueblo (cf. RIVES, 1999, loc. cit.). En la otra gran vertiente a considerar dentro de la tradición etnográfica además de la periegética, la historiográfica, reclama mención singular el llamado «padre de la historia», Heródoto, abundante en excursos sobre pueblos y costumbres exóticas. Ya en el siglo IV a. C., las expediciones de Alejandro y su encuentro con nuevos pueblos debieron de dar otro impulso a esa tradición, que podría decirse que culmina en las perdidas obras del estoico y sabio escitas «solo se parezcan unos a otros», sino que en conjunto «solo se parecen a sí mismos»). De esa obra, importante en la historia de la medicina meteorológica y de los condicionamientos climáticos de los fenotipos humanos, habría tomado Posidonio el cliché para describir a los cimbros, germanos vecinos de los escitas, y Tácito lo habría aplicado a todos los germanos. Véanse también NORDEN, 19594: 54, 55 y n. 1; LUND, 1991b: 2031 s.; RIVES, 1999: 56 s. 17 La cuestión, más adelante muy discutida, como luego veremos, ya aparece planteada en el citado WISSSOWA, 1921. No deja de ser una ominosa coincidencia que fuera Norden el que pusiera el dedo en la llaga de la supuesta unicidad de una raza germánica; pues, como se sabe, él era de estirpe judía y en los años del nazismo, desposeído de todos sus cargos y honores y de su cátedra en la Universidad de Berlín, de la cual había sido rector, y hasta de su biblioteca, acabó sus días en un desastrado exilio en Suiza. 18 Seguimos también aquí a RIVES, 1999: 11 ss., aunque véase también NORDEN, 19594: 8 ss. Más recientemente, FUHRMAN, 1989: 185 s., tras reafirmar la vigencia de los trabajos de TRÜDINGER, NORDEN y WISSSOWA, afirma que con base en los Wandermotive como los que Tácito maneja «se podrían establecer los rudimentos de una dogmática etnográfica».
[CXX]
DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
polifacético Posidonio de Apamea (ca. 135 - ca. 50 a. C.), las cuales se da por seguro que influyeron de manera notable en cuantos en lo sucesivo escribieron sobre historia, geografía y etnografía.19 Pasando a Roma, allí escribió en la primera mitad del siglo I a. C. el enciclopédico Alejandro Polihístor, griego prisionero en la guerra de Mitridates y luego esclavo, a la postre manumitido. Entre sus numerosas obras, de las que solo se conservan fragmentos, parece que se contaban bastantes excerpta de contenido histórico-periegético. Su tratado Περì Ιουδαίων, seguramente una monografía etnográfica más a reseñar, parece haber sido fundamental en la transmisión de las antigüedades orientales al Occidente.20 Y, en fin, no cabe omitir al hablar de etnografía antigua a dos griegos rezagados, los geógrafos Estrabón (siglo I a. C. - I d. C.) y Ptolomeo (siglo II d. C.). Ya dentro de las letras latinas, hay que recordar el naufragio de la mayor parte de la prosa de la República anterior a Cicerón y a César, por lo que poco parece que se pueda rastrear en ella en cuanto a la tradición etnográfica. Es posible que Catón el Viejo, en la parte perdida de sus Origines —la mayor— incluyera algún excurso de esa índole. Y así llegamos a César, el summus auctorum en materia de germanos que Tácito cita en Germ. 28, 1. Aparte de que se lo pueda considerar como el inuentor Germanorum, al menos para el mundo romano, es el primer historiador latino de obra conservada que incorpora a ella excursos etnográficos.21 Tales son los concernientes a galos y germanos en BG VI 11-28, a los que fue el primero en distinguir. Unos años más tarde, Salustio también se distraería de su curso narrativo
19 Valga una pequeña muestra, que aquí presentamos indocumentada: cuantos han estado al tanto de la reciente y aún viva polémica sobre el llamado «papiro de Artemidoro», recordarán el papel central que Posidonio desempeñó en el presunto origen de los textos que el mismo contiene. Para lo que sabemos sobre las ideas etnográficas de Posidonio véase MÜLLER, 1978: 310-347; para la etnografía romana anterior a Tácito, MÜLLER, 1980: 80-106, y su amplio análisis de textos de la Germania. 20 Me remito al artículo de W. SONTHEIMER en el Kleine Pauly, s. u. Alexandros: col. 252. 21 FLACH, 1989: 46, afirma que «Tácito se sitúa conscientemente en la tradición romana que César fundó con sus excursos sobre los suevos y los germanos».
[CXXI]
PRÓLOGO
en el Bellum Iugurthinum (17-19) para dar algunas noticias sobre Numidia y sus habitantes. En cuanto a Livio, nos faltan los libros de mayor interés en este punto.22 Pompeyo Trogo incluyó excursos etnográficos en sus perdidas Historiae Philippicae, según se ve por su tardío epitomador Justino (2, 1; 41, 1; 44, 1). De las obras perdidas de Séneca hay dos cuyos títulos apuntan a la tradición etnográfica: el De situ et sacris Aegyptiorum y el De situ Indiae; pero no es posible precisar si se trataba de monografías del formato y reducidas dimensiones que vemos en la Germania. En fin, también cabe suponer que hubiera excursos etnográficos, y precisamente sobre los germanos, en los perdidos Bella Germaniae, de Plinio el Viejo, seguramente conocidos y utilizados por Tácito,23 y sin duda más que su Naturalis Historia. Y así llegamos a los tiempos del propio Tácito, que tampoco se privó de hacer en sus obras históricas excursos como el de Agricola 10-12 sobre los britanos o el de Historiae V 2-8 sobre los judíos;24 y siglos más tarde los haría su epígono Amiano Marcelino. Añadamos que al respecto de la Germania el pater Mommsen, aunque sin ignorar su carácter etnográfico, y tras afirmar que «toda la obra produce la impresión de ser un ensayo puramente geográfico», dictaminó que se trata de un «Vorarbeit» con vistas a la redacción de las Historiae.25 En el mismo sentido se pronunció más tarde WISSOWA (1921: 14 s.), aunque insistiendo en su condición de monografía
22 23
fuente».
Véase, con todo, lo dicho en NORDEN, 19594: 167, al respecto de Germ. 3, 3. A este respecto comenta SYME, 1958: 127, que «no podía imaginarse mejor
24 Como se sabe, es característico del Tácito historiador su psicologismo, que lo lleva a hurgar en las conciencias en busca de pensamientos y motivos ocultos. Pues bien, pese al carácter más objetivo de la etnografía, también se pueden rastrear en la Germania indicios de esa tendencia, según hace ver FLACH, 1989, 41 ss., con ejemplos significativos. 25 Así, MOMMSEN, 1886: 44; cf. LUND, 1991b: 2189, al que debemos la referencia. Tras afirmar que la Germania tiene todo el aspecto de una obra geográfica, en su p. 125 s. subraya la cercanía de la geografía a la historia; y ahí se pregunta «sino se despliega el puente entre [la] obra propiamente histórica y la Germania». Tácito habría preferido publicar su Chorographia como una obra distinta, previa a las Historias. WISSOWA, 1921 suscribe esa idea, ya formulada por Riese según LUND, 1991b: 2192.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
etnográfica. SYME (1958: 125 ss.) recuerda sumariamente los antecedentes latinos de la tradición etnográfica: los excursos de Salustio y Livio y las perdidas monografías de Séneca sobre la India y Egipto. Para el maestro oxoniense, la Germania solo era «a sort of preliminary exercise» con vistas a mayores empresas; y similar opinión mantuvo otro de los grandes tacitistas modernos, el profesor romano E. PARATORE (19622: 202, 205) en su Tacito, en el que sostiene que el opúsculo estaba destinado a ser un mero excursus de las Historias, alineándose con la postura de MOMMSEN (1886). RIVES (1999: 49; 2012: 53) considera poco verosímil esa clasificación de la Germania a la vista del bien diverso trato que el autor da a los germanos en ella y en las Historiae, diferencia que, según veíamos, llevó a alguno a poner en cuestión la autoría de la obra. En fin, parece generalmente aceptado que la Germania queda bien definida como monografía etnográfica. 3. ESTRUCTURA
Y CONTENIDO DE LA
GERMANIA
La Germania empieza abordando sin preámbulos su objeto:26 carece de una praefatio como la del Agricola, que toca cuestiones políticas y morales de actualidad.27 Y no es que le faltaran a Tácito ideas o materiales para iniciarla de semejante manera: sin salir de la propia obra, cabría pensar, por ejemplo, en las consideraciones que 26 Entre los varios estudios que se ocupan de la estructura de la obra merece mención singular E. WOLF, 1934, «Das geschichtliche Verstehen in Tacitus Germania», Hermes, 69: 121-164 (reed. en PÖSCHL, 1969: 241-297), trabajo repetidamente citado y elogiado hasta nuestros días, y especialmente su capítulo «Aufbau» (261-284); también R. URBAN, 1989: 80-105. Entre las ideas de interés que expone está la de que Tácito parece haber trabajado con un esquema bipartito, al parecer tomado de Heródoto, y no solo en el conjunto de la obra, sino también en el seno de los capítulos. Así, por ejemplo, en el cap. 1 cabría distinguir «fronteras-descripción de los ríos fronterizos». 27 FLACH, 1989, loc. cit., opina que en ese punto Tácito imitó el similar inicio del Bellum Gallicum de César; como veíamos, el único auctor al que cita nominalmente (28, 1). KREBS, 2005: 31, parece considerar la ausencia de un proemio como uno de los factores que han contribuido a hacer de la Germania una magna quaestio; tanto como el hecho ya aludido de que sea el único espécimen de etnografía latina llegado a nosotros.
[CXXIII]
PRÓLOGO
en el cap. 38 hace sobre los peligros que los germanos habían supuesto para Roma hasta la fecha y los que podrían suponer en el porvenir. Que no hubiera echado mano de las mismas para escribir un lapidario preámbulo a la obra, parece dar a entender que, frente a lo que algunos han pensado,28 la Germania no es una llamada de atención a una Roma poco atenta a los riesgos que acechaban sus fronteras. La obra se abre, pues, con una escueta descripción geográfica (fronteras, y ríos y montes que las trazan, cap. 1), que da inicio a la llamada Parte general: la concerniente a los pueblos de Germania in commune. La forman los capítulos 2 a 27, 1, y en ella Tácito empieza tratando de los orígenes de los germanos, de su autoctonía y de sus posibles relaciones anteriores con las sagas heroicas de prestigio, la de Hércules y la troyana, centrándose en cuanto a la segunda en el νóστος y el improbable ἐξωκεανισμóς de Ulises29 (caps. 2-3). Sigue el que podría considerarse como el pasaje más peligroso del «peligroso libro» que, como veíamos y volveremos a ver, acabó siendo la Germania: el que encarece la pureza racial de aquella tantum sui similis gens. Acto seguido se describen su apariencia externa (el que modernamente se llama «fenotipo») y ciertos rasgos característicos de conducta (cap. 4). En los caps. 5-15 Tácito examina «el lado público de la cultura germánica» (RIVES, 1999: 130). Tras una breve noticia sobre el clima, la agricultura, la ganadería y los recursos de la tierra, trata de la indiferencia de sus habitantes ante los metales preciosos y de su apreciación y empleo de la moneda romana (cap. 5). La alusión a la escasez del hierro da paso a varias informaciones sobre el armamento y las tácticas guerreras, sobre la elección de reyes y caudillos, y sobre el importante papel de la mujer como apoyo para los combatientes (caps. 6-8). Siguen observaciones sobre religión, culto y prácticas adivinatorias (caps. 9-10). De la «organización tribal» (RIVES, 1999: 168), del sistema asambleario de gobierno vigente entre los germanos y de la jurisdicción penal que en el mismo se ejercía tratan los caps. 11-12. 28 29
Véanse nuestras notas al cap. 38. Véase nuestra nota a 13, 2.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
Van luego las noticias sobre el rito de paso que para los jóvenes llegados a la mayoría de edad representaba la investidura de las armas y sobre el comitatus —para algunos una «Gefolgschaft» tradicional30— de jóvenes guerreros que seguía a los caudillos, de su escala de valores en la lucha y de su inclinación a buscar la guerra fuera de casa cuando no la tenían en ella, estimando «que es propio de perezosos y cobardes ganarse con el sudor lo que se puede ganar con la sangre» (caps. 1314). En contraste con su ardor guerrero, subraya luego Tácito la tendencia a la inacción y al embotamiento que se apodera de los germanos cuando están en paz; y también su afición a recibir regalos, con el añadido, crítico tanto para bárbaros como para civilizados, de que los romanos ya los han acostumbrado a recibir también dineros (cap. 15). Siguen luego las noticias concernientes a costumbres privadas (cf. RIVES, 1999: 191), que ocupan los caps. 16 a 27. Vienen primero las que tratan de la vivienda y el vestido (16-17), y luego las referentes a la laudable y severa moralidad que entre los germanos rige la vida matrimonial y a los duros castigos que amenazan a la mujer infiel (18-19). Van después las informaciones sobre la crianza de los hijos, siempre a pecho de su madre, y la organización y costumbres de la familia, incluida la obligada de suscribir las enemistades contraídas por otros miembros de la misma (caps. 20-21, 1), para pasar luego al fuerte sentido de la hospitalidad que los germanos tenían (cap. 21, 2). Después, describe el régimen habitual de vida del germano: tras dormir a pierna suelta, un cierto aseo personal y el desayuno, que cada cual tomaba por separado, para luego marchar a sus asuntos y con mayor frecuencia a compartir con los amigos la bebida hasta altas horas de la noche; y como en tales reuniones se trataba de asuntos importantes con la espontaneidad que unas copas de más suelen propiciar, al día siguiente se volvía sobre ellos, ya con la lucidez propia de quien está sobrio. Ello le da ocasión al autor para hablar de la especie de tosca 30 D. TIMPE, 1988, «Zum politischen Charakter der Germanen in der Germania des Tacitus», en P. KNEISSL, P. - LOSEMANN, V. (eds.), 1988: 519 ss., estima que los comitatus de Germ. 13 no son una institución, sino una descripción del «carácter y lógica interna del estilo militar de vida bárbaro», y critica la que al respecto da César.
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PRÓLOGO
cerveza que los germanos consumían con avidez (caps. 22-23). El capítulo 24 está dedicado a los espectáculos y a la pasión de los germanos por los juegos de azar, que los llevaba incluso a convertirse en siervos del ganador (cap. 24); y de ahí es fácil el tránsito a la descripción del régimen de la esclavitud en Germania, francamente laxo en comparación con el romano; y para cerrar la referencia, Tácito subraya la escasa importancia que allí tienen los libertos, en contraste no expreso, pero sí evidente, con la que habían alcanzado en la Roma imperial (caps. 24-25). Da cuenta después de la inexistencia del préstamo con interés y de la usura, así como de la «Agrarverfassung»31 comunitaria y no del todo clara de los germanos, insistiendo en su escasa afición por el trabajo agrícola (caps. 26). Y, en fin —cosa que parece apropiada—, la descripción de la Germania y los germanos in commune concluye con la de sus sobrios ritos funerarios (27, 1). Tras una breve transición en 27, 2 inicia Tácito la segunda parte de su obra: el censo de las tribus germánicas y el examen de las características singulares de cada una,32 comenzando por las fronterizas del sur y el oeste. Ante todo, evoca la autoridad de César (BG VI 24, 1) acerca de la superioridad de fuerzas que antaño habrían tenido los galos sobre los germanos,33 lo que les habría permitido asentarse más allá del Rin a parte de ellos, como los helvecios y los boyos. Tras considerar algunos casos de dudosa filiación, se ocupa de tribus situadas en la ribera del Danubio (araviscos y osos) y en la margen izquierda del Rin, ya dominada por Roma (vangiones, tribocos, németes, ubios, cap. 28). Un lugar de honor se atribuye a los batavos, habitantes de una de las hoy inciertas islas del delta del gran río y 31 Desde un punto de vista arqueológico se ocupa del cultivo de esos que llama «Celtic fields» DONAT, 1992. Estudia sobre todo tierras situadas en la costa del Mar del Norte y en Jutlandia. 32 Al respecto de esta sección, y al igual que otros autores, RIVES, 1999: 227, insiste en la precaución con que hay que leerla: el trazar a partir de ella un mapa de tribus y tratar de superponerlo al de los hallazgos arqueológicos es «a very problematic procedure». Se ha hecho notar que van por delante que en la descripción las tribus guerreras y luego las pacíficas. 33 Sobre este punto RIVES, 1999: 62, evoca el pasaje de STRAB. IV 4, 2 en el que se dice que los germanos de su tiempo eran como los galos de antaño.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
fieles aliados de los romanos, a los que siguen los matiacos; y saltando de allí al gran recodo del alto Rin, Tácito excluye de entre los germanos a los pobladores de los que llama Campos Decumates, que según él serían galos marginados y desplazados (cap. 29). En los caps. 30-37 viene la relación de los germanos transrenanos del oeste y el norte, es decir, de la Germania Magna o Libera: un tanto al interior, a lo largo de la Selva Hercinia, el importante pueblo de los catos, fieros guerreros que se organizan bien para el combate, y que se dejaban crecer pelo y barba hasta haber matado a un enemigo (caps. 30-31). Volviendo a ribera del Rin, nos encontramos con los usipos y los téncteros, hábiles jinetes (cap. 32). Más al norte estaban los camavos y angrivarios, en el territorio antiguamente ocupado por los brúcteros, que acabaron aniquilados por ellos (cap. 33). Tácito enumera luego a los dulgubnos (o dulgubinos), casuarios y otros pueblos situados más al norte, así como a los frisios, que río abajo llegaban hasta el mar y hasta los lagos litorales que allí había por entonces (cap. 34). Así concluye la reseña de la Germania occidental, y pasa a la de los pueblos cercanos a Jutlandia, que arranca una vez pasados los caucos, populus inter Germanos nobilissimus, amigo de la paz y la justicia, sin dejar atrás a los decadentes queruscos, situados más al S (cap. 35-36). Ya en la propia Jutlandia, naturalmente, se nos aparecen los cimbros, los primeros enemigos germanos de los romanos, que los habían combatido en la propia Italia; y Tácito hace entonces un pequeño excurso sobre los «muchos y mutuos daños» que germanos y romanos se habían causado desde entonces, concluyendo con el ya aludido aviso de que la libertas de los primeros era el mayor riesgo que amenazaba a Roma, más que el de los partos (cap. 37). A partir del cap. 38, y hasta el 45, tenemos la gran crónica de los suevos, hiperónimo34 de un vario conjunto de tribus mayoritariamente asentadas por entonces en la Germania oriental; y describe el moño lateral distintivo de los guerreros de ese pueblo (cap. 38). Los sem-
34 Que Tácito emplea en un sentido mucho más amplio que otros autores grecoromanos, según RIVES, 1999: 282.
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PRÓLOGO
nones, en la ribera del Elba, mantenían el bárbaro rito de los sacrificios humanos y se tenían por Sueborum caput por lo numeroso de su pueblo (cap. 39). Por el contrario, los langobardos, algo más al N, eran pocos, pero bien preparados para defenderse. Sigue el inventario de las tribus suevas, con particular atención a la comunidad de culto de Nerto, la Terra Mater, cuyo carro velado recorría los pueblos en una fiesta que concluía con el sacrificio de los esclavos encargados de darle el baño lustral (c. 40). Como los suevos se extendían por esa parte hasta la Germania profunda, Tácito cambia de punto de vista y pasa a hablar de las tribus de esa estirpe que se asomaban a su fachada meridional sobre el Danubio, y en primer lugar de los leales hermúnduros (cap. 41); luego, de los naristos, los cuados y marcómanos (o marcomanos), pueblos de reyes viejos amigos de Roma (cap. 42). La descripción se aleja luego hacia el norte, para toparse con tribus de inseguro linaje suevo e incluso germánico. Sí lo tenían los lugios, que dentro de los suevos, siempre según Tácito, formaban una comunidad intermedia constituida por varias tribus (cap. 43). La descripción llega así nuevamente al mar, pero esta vez ya al Báltico, hasta alcanzar las costas meridionales de Escandinavia, quizá tenidas entonces por las de una isla, y según parece, incluso las occidentales de la actual Finlandia tierra de los Fenni (caps. 44-45). En fin, hasta ahí los suevos —hic Suebiae finis—; y Tácito pasa a ocuparse de tribus de incierta adscripción entre los germanos y los orientales sármatas, de manera paralela a como había iniciado su relación ocupándose de las de dudosa pertenencia a los germanos o los occidentales galos (cf. RIVES, 1999: 322), con especial atención al mísero primitivismo de los fenos (cap. 46). Cetera iam fabulosa: seres solo semihumanos, de los que el historiador no quiere ocuparse; pues al tiempo que ha llegado al extremo confín de la Germania, también ha alcanzado el límite que separa la etnografía de los mirabilia propios de la paradoxografía, relato de hechos, cosas y seres fantásticos o inverosímiles;35 y así concluye también la obra. 35
Véase a este respecto E. O’GORMAN, 2012, en ASH, 2012: 118.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
4. LAS
FUENTES DE LA
GERMANIA
«La Germania es incomparablemente el más exhaustivo y valioso tratado que sobre su tema o cualquier otro similar se ha conservado de la Antigüedad». Así inicia GUDEMAN (1928: 346) las páginas de su Appendix III, dedicado al asunto de las fuentes. Acto seguido, reconoce que de las muchas que Tácito pudo emplear «casi ninguna» ha llegado hasta nosotros. Y a continuación da un posible inventario de las mismas, que, como luego veremos, no puede pasar del ámbito de la razonable conjetura. Casi parece una perogrullada el aserto de LUND (1989: 262) de que «en general podemos partir de que los datos de Tácito en última instancia proceden de informantes nativos». Y es que el problema capital estribaría en precisar las instancias intermedias por las cuales esos datos llegaron a la Germania; y a ese respecto señala Lund más abajo, como indicios de la escasa inmediatez de esa información el prácticamente nulo empleo de la 1.a persona y la parca comparecencia de germanismos indudables. Por su parte SYME, 1958: 126 ss., da por seguro que «La Germania deriva de información escrita copiada muy de cerca, no solamente en la descripción general del país, raza y costumbres, sino también en el catálogo detallado de las tribus». Lo ya dicho de la Germania dentro de la tradición etnográfica antigua nos ha obligado también, al menos en sentido lato, a algunos pronunciamientos sobre las fuentes de las que Tácito se valió para escribirla.36 Cuando GUDEMAN (1916, 1928)37 llevó a cabo su primera Quellenforschung de la obra, especialmente estimable considerando que aún estaban por llegar las aportaciones de TRÜDINGER (1918) y 36 Como advierte FLACH (1989: 43), «Al igual que en sus obras históricas, [Tácito] prefiere por lo general silenciar los nombres de sus garantes. Nominalmente cita solo a uno en toda la obra, César, mientras que a Livio y a Plinio el Viejo no les dedica una palabra. En lugar de reconocer sus fuentes, se limita por principio a referencias generales como ‘algunos aseguran’, ‘se dice’, ‘muchos piensan’ o ‘se cuenta’». 37 «The Sources of the Germania of Tacitus», Transactions and Proceedings of the American Philological Association 31: 93-111. Además, en el citado Apéndice III a su edición revisada (Boston, 1928), ofrece un inventario detallado de las mismas.
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PRÓLOGO
NORDEN (1920), partía de que las fuentes podrían ser «primarias» (noticias recabadas por el autor en la propia Germania38) o «secundarias» (informaciones facilitadas por textos literarios o por informes de viajeros). Las primarias GUDEMAN (1900: 94) las excluye por entero, y las secundarias verosímiles las reduce casi a las literarias, aunque sin descartar que Tácito pudiera disponer de relatos de personas que hubieran estado en aquellas lejanas tierras. Así, pues, parece que cuanto en la Germania se cuenta dista de ser información de primera mano. En cuanto a fuentes literarias conservadas, GUDEMAN es bastante restrictivo: da por sentado que Tácito se valió de César, sin atribuir papel alguno a las obras de Veleyo Patérculo, Mela, Plinio, Estrabón y Diodoro, ni a Salustio ni a Livio. En cuanto a posibles fuentes perdidas, sí menciona los Bella Germaniae de Plinio39 y al ya citado Posidonio, sin excluir a Varrón, Aufidio Baso ni a Marino de Tiro.40 Por su parte, NORDEN (19594, 111 ss.) adujo también a Vitruvio como fuente sobre los condicionamientos medioambientales de los fenotipos humanos (un típico Wandermotiv), conjeturando que en tal asunto Tácito dependería de Posidonio por vía de Varrón, y Posidonio y, a su vez, de Aristóteles. Señalaba asimismo la huella de Séneca (De ira II 15) en la caracterización de los bárbaros germanos como gentes iratissimae. Por lo demás, (en NORDEN (19594, 433 ss.), admite la posibilidad de que Tácito empleara igualmente «unliterarisches Quellenmaterial», «teils mündliche, teils halbliterarische Quellen», pero que resultarían «unbekannte und unbekennenbare». Aventura que se tratara (y cf. también NORDEN, 19594, 200 ss.) de relatos de 38 Apunta LUND, 1998: 264, que algunas noticias sobre la Germania nórdica pudo obtenerlas Tácito de su suegro Agrícola, que en los años 83/84 había mandado una expedición a aquellas regiones. 39 Obviamente, no es fácil apreciar la relevancia de una obra perdida, pero algo se puede conjeturar. Desde luego, es opinión general que Tácito se valió de los Bella Germaniae. Ahora bien, como señala RIVES, 1999: 59, al ocuparse de las tribus germanas, Tácito difiere bastante de los datos de la Naturalis Historia (véase nuestra nota a 2, 2), que no parece razonable suponer que fueran muy distintos de los consignados en los Bella, escritos pocos años antes. 40 Geógrafo griego cuya obra solo nos es conocida a través de la de Ptolomeo, que en ella bebió ampliamente.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
militares y comerciantes (en el caso de romanos, también de funcionarios) que hubieran estado en Germania y a los que también alude Estrabón; y evoca al respecto cierto pasaje de PLIN., NH (XXVI 19): Romani duces primam semper in bellis commerciorum habuere curam. Tácito, pues, habría empleado también esas fuentes primarias ignotas, al igual que habría hecho en el Agricola y, según el testimonio de las Cartas de Plinio el Joven, en sus obras mayores. El nuper cognitis… gentibus ac regibus de Germ. 1, 1 también favorecería esa tesis. Y, en fin, NORDEN (19594: 447) hace notar también que en su enumeración de las tribus germanas orientales del cap. 43 procede de sur a norte, con un itinerario que parece plegarse al de vías comerciales ya establecidas. Con todo —insistimos—, parece predominar la opinión de que en la Germania Tácito trabajó sobre todo con fuentes literarias (cf. WISSOWA, 1921) o, al menos, la de que de esa naturaleza son las que cabe identificar con cierto grado de probabilidad. Según decíamos, de entre ellas solo cita a César, summus auctorum (28, 1). Y, en efecto, aunque las acciones militares del dictador y sus correspondientes Commentarii se hubieran centrado en la Galia, puede decirse que él fue, como decíamos, el descubridor romano de los pueblos germánicos, tanto cisrenanos como transrenanos, con los que también trató y en ocasiones combatió en sus campañas de los años 50 y siguientes a. C., cruzando el Rin en más de una ocasión. Los Germani figuran ya en el primer capítulo del Bellum Gallicum, en la que se ha venido teniendo como la primera aparición escrita de ese gentilicio, si se prescinde de los Γερμανοί de un fragmento de Posidonio carente de mayor interés por su contexto meramente anecdótico.41 Pero, además, 41 Conservado en ATHEN. IV 153. Sobre él y otros testimonios trata RIVES, 1999: 22 s., que también somete a crítica la tesis de G. ZECCHINI, 1979, «La più antica testimonianza del nome dei Germani nel mondo classico», en M. SORDI (ed.), 1979: 65-78. El estudioso italiano, basándose en un tratado pseudo-aristotélico, anticipaba el conocimiento de los germanos por los griegos, al menos, al siglo III a. C. La primera mención latina de los germanos, según KREBS, 2005: 58 y n. 76, es la de la inscripción triunfal de M. Claudio Marcelo en los Fasti del 222 a. C.: de Galleis Insubribus et Germ[an(eis)] CIL I p. 341.
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PRÓLOGO
parece que, si César no fue quien impuso a aquellos pueblos el apelativo común con el que pronto serían conocidos en la posteridad, sí desempeñó un papel importante en la generalización del mismo como «objektive Benennung», que luego pasaría a Livio (libro CIV, sobre Germania; cf. NORDEN, 19594: 406 ss.), y de él a Plinio y al propio Tácito, para luego devenir en «subjektive»;42 es decir, en denominación asumida por aquel pueblo frente al adversario romano. Por lo demás, hay unos cuantos pasajes de la Germania en los que cabe detectar huellas directas del Bellum Gallicum,43 pero no suficientes como para que se lo considere como fuente capital de la obra. Parece ser bastante más lo que debe a Plinio el Viejo; por una parte, como decíamos, a su perdido De bellis Germaniae —asunto, pues, incierto— y en menor medida a la Naturalis Historia. Con todo, como se verá, por ejemplo, en nuestra nota a 2, 2, resulta claro que Tácito no siguió pedisequo modo los datos proporcionados por Plinio sobre los germanos en IV 96 ss. RIVES (1999: 59), en vista de algunos helenismos morfológicos y gráficos44 que Tácito emplea en la descripción de tribus lejanas (Helueconas, Helysios, 43, 2; Suionas, 45, 1), cree posible que ahí se valiera de algún texto griego. No parece, pues, que Tácito dispusiera de la fuente primaria de un conocimiento directo de Germania resultante de alguna estancia en ella, en algún mando militar o algún cargo administrativo, caso este último que sí parece haber sido el de su propio padre, según la hipótesis de SYME (1958: 611 ss.; cf. PLIN., NH VII 76), que incluso cree posible que el historiador hubiera nacido en Tréveris, la antigua Augusta Truerorum, en el confín de la Galia con la Germania. Admitido, pues, que no conociera por autopsia aquellas tierras,45 sí 42 En los términos que emplea LUND, 1991a: 1986 s., que llega comparar el caso con la manera en que los indios de América llegaron a llamarse a sí mismos ‘indios’. 43 Reseñaremos alguno que otro en las notas a nuestra traducción. 44 A decir verdad, en la Germania solo tenemos en caracteres griegos el Ἀσκιπύργιον de 3,2, que no está acreditado en todos los códices; véase nuestro aparato crítico ad loc. 45 K. BRINGMANN, 1989: 59-78, parece suponer, en la descripción física de germanos y otros nórdicos y en otros puntos, la observación más que la tradición
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parece claro que puso cierto cuidado en hacerse con informaciones y documentos sobre ellas, entre los que cabe pensar que pudo estar algún mapa. También, como decíamos, se estima posible que Tácito dispusiera de noticias de carácter no literario, en forma de relatos orales o escritos de mercaderes y viajeros, o de militares y funcionarios que hubieran desempeñado empleos en Germania; pero eso no pasa de la mera posibilidad.46 En fin, en este apartado no podemos pasar por alto el parecer de SYME (1958: 127 s.), que al respecto de las fuentes de la Germania, la cual sería «información escrita copiada muy de cerca», emite «a strongly negative veredict», tal vez en una «perhaps too harsh opinion» (RIVES, 1999: 58). El estudioso oxoniense achacaba al Tácito de la Germania una irreflexiva dependencia de los Bella Germaniae plinianos, sin preocuparse de contrastar sus datos con sus propios tiempos —veinte años posteriores—47 y limitándose «aguzar y embellecer el estilo, con el añadido de unos pocos epigramas y unos pocos detalles para poner al día el tratado». Syme dixit, y nosotros no nos sentimos con fuerzas para discutir su parecer. 5. LAS
INTENCIONES DE LA
GERMANIA
Los juicios de intenciones ya son un número obligado en la moderna investigación en filología clásica; y en este caso, como en bastantes otros, se trata más bien de un juicio de segundas intenciones: de las no confesadas por el autor, pero que, pese a ello —o quizá literaria, una de sus ideas que LUND (1991b: 2211) considera «más problemáticas» que otras. Con todo, ese autor no parece pensar en una autopsia del propio Tácito, sino, de manera más general, en la imagen que «el observador mediterráneo» podía hacerse del fenotipo germánico; imagen opuesta al «autoestereotipo» de griegos y romanos, que acabaría reducido a condicionamientos climáticos por la tradición etnográfica, de la que sí dependería Tácito. 46 Véase RIVES, 1999: 59. 47 Sobre la falta de actualidad de las fuentes de la Germania tratan SYME, 1958: 127, y el ya citado TSCHERNIAK, 2005: 99.
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PRÓLOGO
precisamente por ello— plantean al estudioso un desafío más atrayente. A este respecto dice TIMPE (1989: 106) que «los historiadores antiguos hacen que su propia persona quede por detrás de su obra, pero no por ello ocultan sus personales impulsos e intenciones prácticas».48 Ya hgemos apuntado que MOMMSEN (1886), secundado luego por GUDEMAN (1928: 363-365),49 WISSOWA (1921) y PARATORE (1962: 202 ss.), entre otros, propuso ver la Germania como un ensayo previo con vistas a la redacción de las Historiae, idea que implica, desde luego, un juicio de intenciones, inmanente a la propia obra de Tácito.50 Por su parte, SYME, 1958: 128, entiende que tal idea es «prematura y engañosa»: la Germania, que no menciona ninguno de los campamentos romanos del Rin, escenario de la revuelta de Julio Civil, carecería de utilidad en las Historias, en cuyo inicio se narra ese suceso. Algo después de publicar, en 1968, su monumental artículo destinado a renovar la información del Pauly-Wissowa sobre Tácito,51 I. BORZSÁK dio a la luz uno mucho más breve,52 escrito en el excelente latín desde siempre propio de los húngaros ilustrados,53 en el que se 48 Ya centrado en la Germania, es muy importante en este punto M. FUHRMAN, 1989: 180-197, que también recoge opiniones a las que no podemos dar cabida en estas páginas. La suya, ya anticipada en el «Nachwort» de su traducción (FUHRMANN, 1971: 70), tras afirmar que en este asunto actualmente las divergencias residen en «Nuancen», es, en lo sustancial, que «los germanos le sirven [a Tácito]… como contraste frente a su medio romano, frente a un ambiente corrupto, sin libertad y ya incapaz de éxitos militares» (p. 185). 49 En su edición dedicó al «purpose» de la obra un apéndice particular (pp. 339345). Tras suscribir la tesis citada, trata de la búsqueda de «some hidden and ulterior purpose» intentada por algunos. Rechaza de manera expresa, en la línea que más tarde seguiría SYME, 1958: 48 y n., que la Germania fuera «un panfleto político» dirigido a animar a Trajano a reemprender las campañas de conquista. Cree, en fin, que la obra y sus propósitos quedan bien acotados por la etiqueta de monografía geográfica y etnográfica. 50 Contra esa tesis argumenta de modo tajante y bastante convincente TIMPE, 1989: 112 s. 51 Recordemos que en la RE, Suppl. XI, 1968: cols. 373-512, 416-428 para la Germania. 52 S. BORZSÁK, 1981: 87-90. G. PERL, 1983: 79-89, sostiene esa misma opinión. 53 Aunque LUND, 1991b: 2204, anota que «articulus Latine scriptus erratis typographicis non caret».
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
pronunciaba en particular sobre las motivaciones del autor en su Germania: en ella pretendería dejar claro que, frente a lo que había afirmado la propaganda oficial de Domiciano, aquella tierra aún no estaba sometida ni mucho menos, a diferencia de la Britania efectivamente dominada por Agrícola. Como veremos, este juicio de intenciones, claramente político, reaparece en otros estudiosos.54 TIMPE (1989: 113), siempre en cuanto al mismo asunto, descarta las interpretaciones precedentes, reconociendo a todas «la relativa razón» que les ha valido «una vida indestructible»; pero las considera solo como «Akzentuierungen» que resultan inútiles para una interpretación, en cuanto que esta debe «explicar la totalidad» (p. 113). Concretando más, y por medio de una comparación de la Germania con la Naturalis Historia de Plinio, Timpe rechaza la idea de que Tácito haya querido hacer una «exposición sistemática de hechos», pues más bien se ocupa de «juicios de valor». En fin, descarta también el papel clave atribuido por algunos al discutido cap. 33 en la indagación del objetivo de la Germania como aviso de futuros peligros. Y así llega a la nux de su interpretación: al «Grundproblem» de su tiempo que la obra plantea: el de la Germanorum libertas (37, 3) puesta en implícito pero neto contraste con la situación política de Roma; y así, «ahora, en la medida de lo posible, los bárbaros eran ‘libres’, pero no lo eran los romanos bajo los emperadores, de manera que la dilatación del dominio romano no solo les quitaba la libertad a los vencidos, sino que hacía aún mayor la falta de libertad de los vencedores» (TIMPE, 1989: 125). Poco posterior es la extensa contribución en uno de cuyos capítulos A. LUND (1991a: 1954 ss.) se pregunta: Wozu und warum schrieb Tacitus die ‘Germania’? El estudioso danés, excelente conocedor de la bibliografía entonces disponible, después de recordar y someter a crítica las aportaciones anteriores, también pone el acento en la nota que estima más característica de la descripción de los 54 Ya, al menos, H. NESSELHAUF 1952, «Tacitus und Domitian», Hermes 80: 222-245 (reed. en PÖSCHL, 1969: 208-240) había llevado anteriormente por ese camino la interpretación de la obra.
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PRÓLOGO
germanos que hace Tácito: su libertas. Ahí estaba la clave de su larga resistencia frente a una Roma en la que tal valor ya era algo —digamos— gone with the wind.55 Por el contrario, los germanos no habrían nacido para esclavos, y de ahí la dificultad —aunque no la incapacidad— de Roma para domeñarlos, pese a los eslóganess oficiales, como los ya citados de la GERMANIA CAPTA de las monedas de Domiciano56 y otros por el estilo. A este respecto vale la pena recordar el artículo de H. NESSELHAUF (1952),57 ya mencionado a cuento de las intenciones del Agricola, que para ese autor, como para algunos otros, eran poner en evidencia las supuestas victorias germánicas y el ilusorio triumphus de Domiciano del año 83 sugiriendo su comparación con las exitosas campañas de Agrícola en Britania; y es que, según Nesselhauf, en el caso de la Germania el propósito del historiador sería muy parecido: poner en contraste el cacareado GERMANIA CAPTA con la realidad a la que él alude con su tam diu Germania uincitur de 37, 2, «de manera que establecía ante sus contemporáneos la verdadera imagen de Germania» (NESSELHAUF 1952: 243); un propósito, pues, netamente político.58 55 A este respecto LUND, cuyo pensamiento tiene bastante en común con el antes citado de TIMPE, 1989, parece dar por supuesto que la libertas también había sobrevivido entre los partos, y cita al respecto a LUCAN. VII 433 (libertas ultra Tigrim Rhenumque recessit); pero me temo que el poeta no pretendía ahí caracterizar el régimen de los Arsácidas, sino, simplemente, dar una idea de lo lejos que se había ido la vieja libertas de los romanos, poco menos que como la Iustitia se había ido al cielo. 56 Véase lo dicho en nuestro Prólogo al Agricola, p. XXXIV. Precisamente en las inscripciones monetales de Domiciano se basa la breve pero interesante monografía de WOLTERS, 1989, que en sus pp. 58 s. reproduce una pieza con la leyenda mencionada, acompañada de un trofeo, una ‘Germania’ llorando y un germano encadenado. 57 «Tacitus und Domitian», Hermes 80: 222-245 [= V. PÖSCHL (ed.), 1969, Tacitus. Darmstadt: 208-240]. En su p. 235, escribe: [La Germania] se dirigía a gente que había vivido el triunfo de Domiciano sobre los germanos, que en formulaciones estereotipadas llegó a oír una y otra vez que Germania había sido vencida y sometida, que a diario tenía ante los ojos las imágenes que representaban ya al vencedor Domiciano Germánico ya a la nación por él vencida». 58 Anotemos que ya WOLF (1934 = 1969: 286) había afirmado que «Tacitus Ziel war die Warheit über die Germanen zu finden». Su interés por la obra se debería también al hecho de que en ella veía un retrato de las costumbres de la antigua Roma. En la misma línea véase BORZSÁK, 1968: 422 ss., que también piensa en un contraste con las campañas de Agrícola en Britania.
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El capítulo que RIVES (1999: 48-56) dedica al «Purpose of the Germania» es notable por su erudito contenido y por la claridad y sistematismo con que lo desarrolla. Su conclusión, teñida de escéptica cautela, es: «no hay mayor razón para atribuir de manera general una única motivación a la Germania que a las Historiae o a los Annales». A ese resultado llega el autor tras una detallada historia quaestionis en cuyo inicio remite a TIMPE (1989) y a LUND (1991a) como testimonios de la falta de una communis opinio. Importante es su observación de que el problema resulta mayor por la ausencia en la Germania de una praefatio como la del Agricola en la que el autor, según el uso tradicional, dijera algo sobre sus motivaciones; y a ese respecto trae de nuevo a colación el parecer de cuantos, en la estela de Mommsen, habían opinado que la monografía solo sería un «estudio preliminar» con vistas a las Historiae, al igual que el Agricola. En tal caso, «el formato de Tácito» en la Germania sería, al menos, una muestra de su espíritu innovador.59 Un segundo ámbito en el que cabría rastrear intenciones de la obra lo sitúa RIVES (1999: 51) en el hecho de que la etnografía «había servido tradicionalmente como foro para discutir el tipo de temas morales y sociales en los que Tácito tenía tan señalado interés»; y entre ellos el de la corrupción de sus tiempos. De ahí que algunos hayan postulado que su intención era enfrentar a sus conciudadanos con la sociedad incorrupta de los germanos, algo que parece olvidar que a los germanos Tácito no solo les dedica elogios. Ya en un plano más cercano y práctico nos recuerda RIVES (1999: 52) la vieja tesis de R. REITZENSTEIN60 (1914: 252 ss.) de que la Germania era «un panfleto político» encaminado a animar a Trajano a reanudar la conquista de
59 En este punto RIVES (1999: 51) se remite a la autoridad de A. MOMIGLIANO, 1990, The Classical Foundations of Classical Historiography. BERKELEY: 113-115. 60 Reimpresión en sus Aufsätze zu Tacitus. DARMSTADT, 1967: 70-120. Citando por esta última, recordaremos que escribe: «Sin embargo, un fin (no el fin) de la Germania es indudable: el de señalar la guerra contra los bárbaros como necesaria». En su n. 1 parafrasea el cap. 37, 2 s., en el que ve una crítica a la política exterior de Tiberio, el princeps proferendi imperii incuriosus (Ann. IV 32).
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los territorios germanos no sometidos y especialmente de los abandonados en el año 9 d. C. tras el desastre de Teutoburgo, proporcionándole además información suplementaria. Esa interpretación no ha tenido mayor éxito y RIVES (1999: 52) cita el severo juicio que sobre ella hizo SYME (1958: 47): «no era el consular Cornelio Tácito el indicado para desempeñar el papel de mentor de un emperador militar». Ese rechazo no ha disuadido a J.-W. BECK 1998 de volver sobre la misma tesis. Rives recoge luego las que han visto en la Germania, como en el Agricola, el afán del autor de poner en su sitio la verdad histórica y la realidad del momento, deformadas por la propaganda de Domiciano, y quizá como un encomio indirecto de Trajano. Pero —en la línea de LUND, 1991a— RIVES (1999: 55) también cree que Tácito tenía empeño en mostrar a los romanos las claves de la resistencia de los germanos a la dominación. Al cabo de unos años volvió RIVES (2012: 53)61 sobre el asunto, de manera más sumaria pero sin mayores cambios de enfoque. Clasifica las interpretaciones sobre los objetivos de la Germania, en esencia los ya comentados, en «historiográficas» y «políticas».62 En fin, el lector habrá comprobado que en esta materia no le faltan opciones entre las que escoger. Entre ellas, creemos que no debe faltar la más llana y sencilla que suponga que entonces, como ahora, la literatura sobre pueblos extraños y lejanos tuviera un público curioso propio, a cuyas demandas trataran de responder Tácito y otros autores con obras como la Germania.
En su contribución al volumen colectivo de V. E. PAGÁN (ed.), 2012. En una línea que ya hemos tratado más arriba, y siguiendo a PERL, 1990: 21; KREBS, 2005: 78, afirma que Tácito, «tendenziös», quiere hacer ver que las tierras de Germania son limitadas y sus habitantes susceptibles de sometimiento; la obra sería, pues, un «Plädoyer» en favor de una campaña de conquista; y concluye: «la imagen de Tácito, como la de César 150 años atrás, es un argumento en el discurso político de la cuestión de los germanos; un argumento, a diferencia del de César, a favor de la continuidad del imperialismo romano» (KREBS, 2005: 81). 61 62
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
6. LA GERMANIA COMO
DOCUMENTO HISTÓRICO63
La monografía de Tácito nos transmite ante y sobre todo, conforme a la tradición etnográfica, una cierta imagen del bárbaro y, en este caso,64 de la sociedad primitiva en la que este vive; y, como ya decíamos, lo hace valiéndose en gran medida de un arsenal de topoi —más o menos los ya comentados Wandermotive de Norden—, acuñados por varios siglos de tradición etnográfica para describir a «los otros» por excelencia.65 Tras dejar sentado que la tópica etnográfica que Tácito aduce en la primera parte de la Germania no tiene nada de «específico para los germanos», sino que es aplicable a la generalidad de los bárbaros, LUND (1999a: 1953 s.), pasa revista a un grupo especial de motivos que comparecen en la obra y que considera cercanos a los ideales de la — digamos— eudemonía social estoica: la escasa avaricia y la poca necesidad de la moneda (cap. 5), el atuendo igual para hombres y mujeres (cap. 17), la condición de la esposa como socia de su marido (cap. 18), la severidad ante el adulterio (cap. 18), la amistosa hospitalidad (cap. 21), la carencia de templos (cap. 9); «en cierto modo», su carencia de leyes (caps. 19 y 26), y de propiedad privada de la tierra (cap. 26) y, en general, la simplicitas que preside toda la vida de aquel pueblo.66 63 Aparte los trabajos de LUND que citaremos, dentro de sus límites cronológicos siguen siendo de utilidad los capítulos que el excelente Bericht de DREXLER, 1929: 343 dedicó a las cuestiones de contenido y de orden histórico que la Germania plantea. Al respecto de la posición afectiva del autor, PARATORE, 1962: 231, afirma con razón que «non si può neanche disconoscere che nella Germania esiste un largo filone di simpatia per la fresca semplicità e virirità di quei popoli». 64 Naturalmente, y como veremos más abajo, no es tal el de las descripciones que los etnógrafos hacen sobre sociedades avanzadas como la egipcia o la persa. 65 Véanse al respecto LUND, 1991a: 1953 s., con referencia a la Germania, al que aquí seguiré especialmente; y LUND, 1986: 53-87. Para este punto también es de gran interés el breve pero muy completo opúsculo de LUND, 1990, que no se ciñe al ámbito de los germanos. De los τόποι y de su estirpe literaria trata también K. VON SEE, 1981: 42-72. Después de analizar la imagen general del bárbaro en la tradición etnográfica, se ocupa, en las pp. 55-63, de la particular de los germanos; véase también BRINGMANN, 1989: 59-78. 66 Se ha señalado que la actitud de Tácito ante los germanos se caracteriza no solo por una evidente curiosidad, sino también por una clara simpatía, según ya dábamos a
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PRÓLOGO
Pero, naturalmente, cabe hacer un inventario de topoi más amplio y de mayor alcance histórico. Nos parece interesante el de los que RIVES (1999: 61 s.) denomina «estereotipos», derivados de la tradición etnográfica del «hard primitivism», a partir, al menos, de los aplicados por el historiador Éforo a la caracterización de los escitas. Así, volviendo a la Germania, la ya citada ausencia de la codicia y el lujo, y la escasa estima por los metales preciosos (cap. 5); de costumbres tan romanas como la captación de herencias y el préstamo con interés (caps. 20, 26), la austeridad en la mesa (cap. 23) o sus funerales, «tan sencillos como sus vidas»; además, la moralidad sexual y el amor y adecuada crianza de los hijos (caps. 19, 20). Anota de paso RIVES (1999: 62) que en muchos de esos casos Tácito atribuye a los germanos virtudes propias de los antiguos romanos, con lo que —añadimos por nuestra parte— los convertiría en sus primitivos actuales; y, como veíamos, ese hecho ha sido muy tenido en cuenta al tratar de las intenciones de la obra.67 En fin, una relación más completa de los Wandermotive o de los «estereotipos» —incluso de los que Rives censa— en la Germania requeriría más espacio que el aquí disponible; pero hay, al menos, uno que no podemos dejar sin mención: el ya aludido de la congénita iracundia que los germanos comparten con otros bárbaros y que en el caso de Tácito parece derivar de Séneca.68 entender antes recogiendo los términos de PARATORE, 1962 y de WOLF, 1934, con ciertos matices de BÜCHNER, 1943; véase también TIMPE, 1989: 110. 67 Se trata de la llamada «Sittenspiegeltheorie», cuya formulación más explícita atribuye KREBS (2005: 82 y n. 151) a SYME (1958: 126). Los rasgos cardinales —por así decirlo— de esa imagen serían la simplicitas, la libertas y la uirtus, sin más, de los germanos. 68 Desde NORDEN, 19594: 114, se admite que la descripción que Tácito da de todos los germanos como salvajes responde al estereotipo acuñado por SEN., De ira II 15, donde junto con los escitas, bárbaros por antonomasia, son calificados de iracundissimae… gentes. Como se sabe, el filósofo polemiza en esa obra con Aristóteles, que veía en la ira un aspecto positivo, como acicate del valor militar (I 9, 2); pero él sostiene que un vicio no puede ser fundamento de una virtud y emite sobre los bárbaros un juicio negativo, aunque les reconoce su fiereza en el combate. Que Tácito tenía también una «Germanenbild» condicionada por su medio ambiente, lo da por supuesto, con toda su autoridad, LUND, 1986: 53-87.
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Como acertadamente escribe PERL (1988: 25), «En el principio de la etnografía antigua —y no solo de la antigua— está la comparación. En la observación de un pueblo extraño y de sus costumbres, como puede comprenderse, las condiciones propias constituían el punto de partida, y en esa medida saltaban a la vista, ante todo, las desviaciones de esa norma». Veamos, pues, algunas de las estrategias de comparación practicadas por Tácito en la Germania.69 A título más bien previo tenemos que referirnos a la llamada interpretatio Romana 70 (cf. Germ. 43, 3) que el autor aplica con frecuencia a divinidades, instituciones o costumbres de los germanos; aunque la interpretación puede estar tan apegada a lo interpretado que, como afirmaba E. WOLF (1934: 123; cf. LUND, 1991b), «en ocasiones el crítico incurre en la duda de hasta qué punto puede tomar en consideración las cosas descritas también para los germanos».71 En ese 69 RIVES, 1999: 60 ss. habla de «estrategias interpretativas», pero las que aquí vamos a tratar solo coinciden en parte con las que él entiende por tales. FLACH, 1989: 36-39, hace notar la ya aludida simpatía de Tácito por los germanos: en la comparación de sus usos y costumbres con las romanas de su tiempo, casi siempre se pronuncia a favor de las primeras; y añade una relación de ejemplos de tales preferencias. KREBS (2005: 41 ss. y n. 28), siguiendo, entre otros, a PERL, 1988 y LUND, 1993, trata de la técnica de la σύγκρισις /comparatio en la Germania, y hace notar que lo propio está «verzeitlicht», de manera que las costumbres germanas se correspondan con las de la antigua Roma. Los germanos serían así, como decíamos, unos primitivos actuales; y cita al respecto a ARIST., Pol. 1256b y THUC. T 6, 6, que ya veían en los bárbaros de su tiempo la imagen de los más antiguos griegos. Véanse también SANTINI, 2010: 111-135 y LUND, 2007. 70 Remontándose a WOLF, 1934; B. PATZEK, 1988: 27-51, estima que sus interpretaciones descansan sobre un principio de la moderna teoría del conocimiento (cabe suponer que de la hermenéutica) según el cual «no puede haber una comprensión del extraño. Todo investigador, con todas sus capacidades para comprender otra realidad cultural, está vinculado a las estructuras de su propia cultura» (p. 28), que parecer que LUND, 1991b: 2208, da por generalmente aceptado. KREBS, 2005; 37 ss., 52 ss. se vale también del concepto de la interpretatio Tacitea, mecanismo de carácter semántico: el que «para un fenómeno germánico emplea un concepto romano que designa más o menos lo mismo que el germánico, pero ya no significa lo mismo» (las cursivas son nuestras). En cambio, reserva el de interpretatio Romana para la que tiene carácter terminológico: «el concepto romano y el germano designan y significan lo mismo». 71 A este respecto también procede citar a PERL, 1983: 188: «Seine Germania enthält implicite zugleich sozusagen auch eine Romania», citado a su vez por LUND, 1991b: 2205, quien añade que él prescindiría del “auch”. Sin embargo, acto seguido disiente de la «tesis principal» de Perl, compartida por otros estudiosos, que veía en los
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PRÓLOGO
capítulo habría que contemplar ante todo la equiparación —que no hay por qué dar por original— de algunas divinidades indígenas, que por lo general Tácito no nombra, con algunas otras del panteón grecorromano: Mercurio, Marte, Hércules, Isis (caps. 9); o bien la Tierra Madre (Nerto, cap. 40) o los Dioscuros (los Alcos o Alcas de 43).72 Pareja interpretatio se da en el empleo de denominaciones latinas como ciuitas, principes, reges, sacerdos y otras.73 En bastantes casos Tácito establece analogías o contrastes explícitos entre instituciones germanas y romanas. Así, por ejemplo, la investidura de las armas es para el joven germano el rito de paso equivalente a lo que para el romano es la de la toga (cap. 13); la dote no la entrega la novia al marido, sino a la inversa (cap. 18), y ahí ya tenemos una muestra de la que llama RIVES (1999: 61) «comparación negativa», recurrente en 6,2, a propósito de las maniobras de la caballería, o en su cómputo de las noches, y no de los días (cap. 11). Sin embargo —y siempre según Rives— es mucho más frecuente el procedimiento en el que la cultura romana es «el término implícito de comparación» que se supone que el lector sobreentiende: las armas de los germanos son sencillas y pocos tienen lorigas o protección para sus cabezas (cap. 6); los reyes no tienen poder absoluto (cap. 7) y, en fin, el propio ganado vacuno no tiene los cuernos que le son propios (cap. 5). A veces, en especial en cuestione morales, la comparación implica valoración, que a su vez puede ser favorable a una o a otra de las dos germanos «potenciales romanos y por ello aemuli imperii», entendiendo que la misma pasa por alto la fuerte diferencia existente entre una y otra cultura; pues la ratio y la disciplina solo son virtudes romanas que, según el «etnocentrismo romano», que justamente subraya, no son compatibles con el concepto romano de los bárbaros. 72 Para la forma de ese teónimo véase nuestra nota a la traducción, ad loc. 73 G. PERL, 1982: 56-66, analiza el vocabulario social latino (gens, natio, populus, ciuitas…) que Tácito aplica a los germanos y previene frente al uso de «germanenkundliche Termini» al traducirlos al alemán, sin tener en cuenta la interpretatio Romana. Por su parte LUND, 1985a, estudia el empleo de los términos rex/princeps, proceres/nobiles, ingenui/plebs, liberti/libertini, serui, concluyendo que Tácito atribuye a la sociedad germana cinco estratos; sin embargo, al mediar el criterio dicho de la interpretatio Romana, no cree que tal clasificación sirva para esclarecer la estructura interna de esa sociedad. RAMONDETTI, 2010: 23-100 aborda el tema de la alteridad desde una perspectiva lingüística.
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culturas confrontadas. Así, como ya veíamos antes comentando a LUND (1999a: 1953 s.), una serie de carencias típicas de una sociedad primitiva se presentan más o menos expresamente como indicios de una corrupción menor que la de la sociedad urbana y desarrollada; digamos que, en última instancia, estamos el mito rousseauniano del «buen salvaje»;74 pero, según el mismo estudioso advierte, aunque algunos de los consabidos rasgos de primitivismo se correspondieran con los de la «sociedad ideal» de los estoicos, otros, desde ese mismo punto de vista, reclaman una valoración negativa: así, la ausencia de ciudades, que no fomenta la societas hominum, la falta de ratio y de disciplina, tan caras a los romanos, y, en fin, la ya citada iracundia congénita que veíamos que a los bárbaros atribuía Séneca (De ira II 15). La tradición etnográfica, como decíamos, había ido trazando una cierta imagen del bárbaro, aunque, como asimismo advertíamos, conviene recordar con RIVES (1999: 15) que también hubo monografías sobre «pueblos con una forma compleja de gobierno y una tradición escrita, como los egipcios, persas o indios», que no eran precisamente salvajes como los escitas o los germanos. A estos últimos, desde luego, Tácito los ve como tales y especialmente a los más alejados, como los fenos (cap. 46), si es que estos eran realmente germanos. Los etnógrafos antiguos también se ocuparon a veces de los factores que causaban la barbarie o, al menos, las diferencias llamativas en los pueblos extraños. Y a este respecto, citan con frecuencia la del condicionamiento climático o medioambiental, una idea que remonta, al menos, a Heródoto (IX 122), quien había puesto en boca de Ciro el dictum de que «de las regiones apacibles nacen hombres apacibles, pues no es posible que de una misma tierra crezcan un fruto extraordinario y hombres buenos para la guerra». Esta idea, luego elaborada por los escritores médicos, pasó a considerarse como clave de los caracteres nacionales en Platón, Aristóteles, Séneca y Plinio el Viejo, y se integró también en la tradición etnográfica, dentro de la
74 Como gran parte de los estudiosos, también el maestro SYME (1958: 126) habla de la idealización del salvaje, recordando el nemo illic uitia ridet de 19, 3.
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cual, en cierto modo, se puede decir que había nacido.75 Sin embargo, no todo era cuestión de clima: habría un tipo de barbarie que respondería a «estadios previos de la civilización ligados a la historia del desarrollo»; si bien ese factor a veces se solapa con el climático, como ocurre en Tácito, parece que había una línea de separación entre «ciudad» y «no-ciudad»; todo lo dicho, según el ya citado VON SEE (1981: 42 ss.). El de la fiabilidad (la «Zuverlässigkeit» o «Glaubwürdigkeit») de la Germania es otro de los asuntos recurrentes en su investigación como documento histórico.76 En general, las reservas que a su respecto se han formulado guardan relación con la calidad de las fuentes empleadas por Tácito, con su manera de manejarlas77 y, sobre todo, con las libertades que parece haberse tomado en la aplicación de topoi propios de la tradición etnográfica a su descripción de la Germania y de sus pueblos. El clásico libro de NORDEN (19594) había sido pionero en la investigación de los Wandermotive perceptibles en la obra, que cabría considerar como parte del patrimonio etnográfico heredado; pero 75 En cuanto que, como antes decíamos, la etnografía surge en gran medida en los excursus englobados en obras mayores, sobre todo históricas. Sigo aquí a RIVES, 1999: 16, que también cita la astrología como factor determinante de los caracteres colectivos. Por cierto, a la idea del condicionamiento medioambiental de los mismos le esperaba una larga vida, pues también puede rastrearse, en el siglo XVI, en el curioso Examen de ingenios de nuestro Huarte de San Juan. 76 Cumple citar aquí, ante todo, el Appendix III que GUDEMAN (1928: 363-365) dedicó al asunto. Opina que en genral la información que da Tácito puede considerarse fidedigna, sin excluir fallos o noticias inexactas. Cosa distinta son las reflexiones sobre los hechos atribuidos a los germanos, que, sin embargo, están formuladas en un estilo que no induce a la confusión. Para el siglo anterior a su fecha es muy completo el Forschungsbericht de LUND, 1991b: 2215-2222, que, como se verá, seguiremos aquí de cerca. Por su parte KREBS, 2005: 69 ss. subraya que una cierta «imaginäre Geographie» que exhibe Tácito lo llevó a presentar la unidad de los germanos como «geográfica, étnica e incluso política», lo que influiría decisivamente en la recepción humanística de la Germania y en su expeditiva identificación Germani/Deutsche : «ein Land, ein Volk, eine Kultur». 77 Recuérdese lo dicho en el apartado 4 sobre el escaso y pobre uso de las fuentes disponibles que, a juicio de SYME (1958: 127), hizo Tácito en la Germania, juicio, como decíamos, quizá demasiado severo.
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Norden, que nosotros sepamos, no había hecho de la fiabilidad de la Germania un —digamos— Schwerpunkt de su investigación, aunque de la misma podían extraerse algunas conclusiones a ese respecto. En efecto, en los puntos en que se acreditara el carácter tradicional de los temas tratados por Tácito y de las noticias aducidas al respecto de cada uno, parece que cabría inferir juicios de fiabilidad, en cuanto que el autor podría estar aplicando a los germanos datos o conceptos tópicos y, por tanto, poco ajustadas a la realidad particular que él pretendía describir. El caso es que, como nos recuerda RIVES (1999: 57), las conclusiones a las que Norden había llegado produjeron inquietud en los círculos de la «ortodoxia en boga», que consideraba la Germania como documento histórico indubitable, lo que lo llevó a aclarar en el prefacio a la segunda edición de su obra, aparecida al cabo de un año, que «en la buena literatura etnográfica de la Antigüedad, la transferencia de Wandermotive etnográficos nunca se hace mecánicamente»,78 aclaración que no parece haber tranquilizado las opiniones. Es posible —aunque no nos consta que así fuera— que las inquietudes aludidas estuvieran entre las motivaciones que llevaron a E. FEHRLE (1926) a escribir un artículo cuyo propio título,79 y en esas fechas, podía anticipar recelos que andando el tiempo resultarían obvios. Fehrle se centraba en los topoi identificados por Norden en la Germania (raza, culto sin templos, ausencia de ídolos y de moneda….), y les aplica un curioso análisis comparativo: recaba en otros autores antiguos como Jenofonte, Mela, Virgilio y Plinio el Viejo, 78 Véase NORDEN, 19594: XII: «En esta ocasión séame permitido manifestarme sobre una cuestión fundamental. En reuniones de las que se me ha dado noticia, pero también en reseñas de la prensa diaria, se ha instalado la opinión de que con la identificación de numerosos motivos de la literatura etnográfica del mundo helénico en la Germania se ha reducido el valor de esta obra de Tácito como fuente para el conocimiento de lo específicamente germánico, y de que en cierta medida este resultado se sitúa como uno de los más esenciales de mis investigaciones. Sería lamentable, realmente lastimoso, que esa interpretación ganara terreno…»; y siguen las palabras arriba citadas. 79 «Die Germania des Tacitus als Quelle für die deutsche Volkskunde». Hemos consultado personalmente ese trabajo, pero aquí nos atenemos a la reseña del mismo que hace LUND, 1991b: 2216 s.
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noticias semejantes; pero no a título de testimonios propios de la tradición literaria, la etnográfica, en la que la Germania se inscribe, sino de pruebas objetivas de que tales eran los caracteres propios de la generalidad de los pueblos bárbaros. Y de ahí concluía que la credibilidad de la obra quedaba garantizada. Por lo demás, el hecho de que Fehrle adujera testimonios arqueológicos que alcanzan hasta el Medievo mueve a LUND (1991b: 2217) a apuntar que sus tesis «tienen como presupuesto un determinado concepto de los germanos». Con pareja convicción en favor de la fiabilidad de la Germania se expresó por entonces O. PETERKA (1929: 25)80 cuya contribución se centra en ella como fuente de la historia del derecho y en particular en la figura del rex, institución en cuanto a la que afirma que Tácito «ve el asunto correctamente, pero lo construye en términos romanos»; sería, pues, un caso más de interpretatio Romana. A propósito de este trabajo, de acusada orientación pangermanista, LUND (1991b: 2217) hace notar, entre otras cosas, que su autor «está dispuesto a sacar de lo no mencionado conclusiones e silentio». En cambio, F. FRAHM (1927: 150, 154 ss.),81 descalifica a la Germania como «fuente primaria» y achaca a la interpretatio Romana 82 la deficiente terminología social y política que Tácito aplica a los germanos (cf. LUND, 1991b: 2217). De la credibilidad de la Germania en materia de cultos, en especial del de Nerto, y del Namensatz se ocupó E. BICKEL (1934). Revisaba los topoi que encuentra en la obra, con especial atención a los que parecen de estirpe romana; considera infundado el del culto sin templos (p. 4), y matiza el de la ausencia de ídolos a la luz de la historia comparada de las religiones (pp. 6-13); pero todo ello no lo Non repperimus, por lo que dependemos de LUND, 1991b. Bastaría con esta muestra: «La manera en que Tácito ‘se aventura en sus palabras’ [cita de NORDEN] mengua su valor como fuente histórica, porque enmascara y difumina el contenido objetivo de su exposición, de cuyo valor como fuente duradera estamos convencidos» (FRAHM, 1927: 50). 82 El autor estructura su artículo en una serie de epígrafes encabezados por los términos latinos que Tácito emplea para instituciones o entidades germánicas (p. ej., pagus, rex, princeps, dux, concilium, etc.). 80
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lleva a poner mayores objeciones a la credibilidad de la obra. Ahora bien, aquella ya era la época turbulenta de la recepción e interpretación de la Germania, y de ahí que LUND (1991b: 2218), anote que Bickel se expresaba en «en la jerga de los años treinta» (no hará falta decir cuál) y que trabajaba con «un concepto muy amplio de los germanos, que se basa en las ‘Rassentheorien’ de aquel tiempo».83 En el mismo número de esa revista, publicó H. NAUMANN (1933-34) un artículo que bien podría verse como un ajuste de cuentas con TRÜDINGER (1918), NORDEN (19594) y WISSOWA (1921), en el cual sostiene que el empleo de fórmulas heredadas no compromete la veracidad de un documento histórico. Y en el caso de la Germania insiste una y otra vez en que los datos de las sagas nórdicas y de las excavaciones abonan su veracidad. Sin embargo, el trabajo acaba desembocando en una «Glaubensbekenntnis» (LUND, 1991b: 2218) germanista y hasta racista84 que lo descalifica. Realmente chirría a cualquier mente ilustrada y moderna la beatería con que Naumann baraja conceptos tan vidriosos como los de Sippe, Stamm, Gefolgschaft y, para coronar su cuadro, el bien ominoso de Staat.85 Frente a esos delirios también se alzaron voces sensatas, como la del danés J. BRØNDSTEDT (1935),86 cuyo mérito principal estaría en su crítica de los materiales arqueológicos aducidos por ciertos germanizantes radicales, materiales que iban desde la Edad del Bronce a la 83 Añadamos que mucho más tarde BICKEL, en su Lehrbuch der Geschichte der römischen Literatur (Heidelberg, 19602), traducido como Historia de la Literatura Romana. Madrid, 1982: 441, trató de la Germania en un capítulo breve, pero erudito y ya políticamente correcto. 84 Baste recordar que a propósito del famoso c. 4, sobre la pureza racial y el fenotipo germánico, NAUMANN, 1933-34:37, escribe: «Wir sind also überzeugt von der Wahrheit des klassisch-schönen Stelle,…». 85 Por cierto, NAUMANN, 1933-34: 32, no omite un brindis al ideólogo Walther Darré y a su proyecto de restauración de una sociedad germana «bauerlich» antes que «kriegerisch», que algunos, dentro del propio partido nacionalsocialista, consideraban reaccionario. Años más tarde Darré intentaría ponerlo en práctica en los territorios ocupados del Este. Sobre los ensueños rústico-políticos de ese personaje trata CHAPOUTOT, 2014: 285-292. 86 «En oldtildsforfatter under arkæologist control. Tacitus: Germania», Tilskueren 1: 173-203. Non uidimus; nos servimos del resumen y reseña de LUND, 1991b: 2219.
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época vikinga y sin respetar las debidas fronteras, siguiendo los pasos del famoso cuanto discutible y discutido prehistoriador G. Kosinna (1838-1931).87 El tema de la «Zuverlässigkeit» rebrotó en la bibliografía de posguerra en fecha relativamente tardía, lo que no es de extrañar en el caso de la alemana, habida cuenta de los excesos anteriores. En una revisión arqueológica de la Germania, K. TACKENBERG (1962), señala algunas incoherencias en su seno, de las que concluye que la obra no puede seguir manteniendo el carácter de fuente fundamental para los primitivos germanos del que antes había disfrutado.88 También se basa en los datos arqueológicos el artículo de H. JANKUHN (1966),89 que por de pronto se replantea (p. 412) el viejo problema de la medida en que los topoi presentes en ella afectan a la credibilidad de la obra, consciente de que las limitaciones objetivas de la arqueología no ofrecen respuesta para todos los casos a considerar. Examina los pasajes concernientes a asentamientos, clima, monedas romanas, vestido, culto, víctimas humanas y derecho penal; y concluye que «hay relativamente pocas discrepancias entre la tradición literaria y los hallazgos arqueológicos». En fin, el ya citado MÜLLER (1980: 93) llega a afirmar que «Tácito intenta, más que representar la realidad, crear un cuadro ideal, sobre cuyo luminoso fondo debía
87 La autoridad de Gustaf Kosinna, catedrático de la Universidad de Berlín, dominó el panorama académico de la Prehistoria en Alemania en el primer tercio del siglo XX. Sus ideas sobre la indoeuropeización, que señalaban al Norte como Urheimat, contribuyeron a crear la idea de la superioridad de ua raza germánica (véase KREBS, 2011a: 212). No le faltaron seguidores en España, donde, al fin y al cabo, los visigodos, digamos que «germanos de la diáspora», habían dejado su huella. 88 Pese a los años transcurridos, se trata de un artículo fundamental, sobre todo por sus planteamientos de método. Es importante su observación de que «la historia y la lingüística apenas van a aportar algo nuevo a la interpretación de la Germania… Distinto es el caso de la prehistoria. Solo se encuentra al inicio de su tarea» (p. 69 s.). En cuanto al valor documental de la Germania, no es que lo descarte, pero sí estima que «en un tiempo razonable la especialidad de la prehistoria podrá informar de manera más correcta y completa sobre la situación en la Germania Libre que la obra del romano» (loc. cit.). 89 Sobre ese y similares trabajos trata BORZSÁK, 1968: 427 s.
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dibujarse tanto más sombríamente la depravación de la civilización romana».90 A la «Glaubwürdigkeit» de la Germania dedica LUND (1999a: 19511954) todo un capítulo de su importante «Gesammtinterpretation» de la obra, en el cual algún lector podría echar en falta una conclusión más explícita.91 El autor empieza precisando algunos conceptos propios de la moderna etnología o antropología cultural que procura aplicar en su valoración. Por de pronto, nos recuerda que la Germania es una obra etnográfica y que por tanto se diferencia en puntos importantes de otras fuentes de carácter literario. Y añade que «la ‘Germania’ no es como etnografía una fuente primaria en el sentido habitual de la palabra; puesto que es una fuente indirecta y esto independientemente de si Tácito estuvo o no en Germania. El etnógrafo es al mismo tiempo un intérprete de la sociedad foránea» (p. 1952). En cuanto a la primera parte, difícilmente se podría decir que se apoya en la observación real; y en cuanto a la segunda, no responde a la misma, cuando menos, lo que se cuenta de los fenos en el capítulo 46. Y es que en la etnografía juegan su papel el prejuicio y el cliché, hasta bordear la paradoxografía e incluso, como advierte Lund, los mirabilia. A este respecto recuerda con acierto lo que algunas etnografías medievales y modernas, especialmente las del descubrimiento de América, nos presentan en ocasiones: antropófagos, amazonas y otros antiguos prodigios por doquier.92 Por lo demás, 90 Tomo la cita de LUND, 1991b: 2204. A la bibliografía citada añádanse: TIMPE, 1988 y 1991. 91 RIVES, 1999: 57, le atribuye la de que «aunque la obra contiene unas cuantas observaciones verificables, está tan modelada por prejuicios etnográficos como para ser virtualmente inutilizable como fuente histórica». Aunque las ideas de Lund parecen ir por ese camino, esa atribución nos parece un poco abusiva. 92 Sí haremos una puntualización al lugar en que LUND (1991a: 1952 s.) escribe que «solo a los gigantes no pudo localizarlos [Colón]». Y es que, al menos, fray BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, en su Brevísima relación de la destruición de las Indias (ed. de J. M. MARTÍNEZ TORREJÓN, Madrid, 2013: 13), habla de las «islas de los Gigantes», de las que anota el editor que eran las de Sotavento, actuales Antillas Holandesas. Sobre este punto la obra de referencia obligada son los tres tomos de J. GIL FERNÁNDEZ, 1989, Mitos y utopías del Descubrimiento. Madrid. Los descubridores, que llevaban consigo su parva ración de cultura clásica, «veían lo que esperaban ver», como dice RIVES, 1999: 64, de los etnógrafos antiguos.
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Lund considera innegable que «en ambas partes de la Germania hay datos que mediata o inmediatamente pueden basarse en observaciones reales (del autor o de sus fuentes/informantes)» (p. 1953); así, la descripción del moño suevo (cap. 38), de los sacrificios humanos (cap. 39) o del castigo de la casada infiel (cap. 19). Ahora bien, «lo que, sin embargo, menoscaba ante todo el valor de la ‘Germania’ como fuente para la primitiva etno-historia de los germanos es la circunstancia de que Tácito —devaluándola— opone entre sí dos grados distintos del desarrollo social»; «en la general primera parte no se describe algo específico de los germanos, sino algo válido para los bárbaros en general». Además, como ya hemos visto, resultaría que en su descripción de los mores de los germanos Tácito parece acogerse en varios casos a los ideales sociales estoicos. En fin, aunque no lo diga expresamente, da la impresión de que Lund valora especialmente los rasgos etnográficos de la Germania, en detrimento de su «Glaubwürdigkeit» como documento histórico. El más reciente comentario de la Germania que conocemos, el ya citado de RIVES (1999: 56 ss.), dedica un interesante capítulo de su Introducción al asunto de la «reliability» de la obra. Tras constatar que en su propio tiempo los trabajos de TRÜDINGER (1918) y NORDEN (19594) no erosionaron de manera inmediata la imperante credibilidad de la Germania, en un movimiento pendular la crítica posterior, «enfatizando su naturaleza literaria», ha tendido a devaluarla en cuanto fuente histórica,93 como ya hemos ido viendo a lo largo de este apartado. Rives examina minuciosamente los factores, bastantes de ellos ya mencionados aquí, que parecen relevantes para emitir un juicio sobre la cuestión, y huye de posiciones maximalistas advirtiendo que «sería ir demasiado lejos el abandonar la Germania como fuente histórica capital» (p. 64); e incluso rompe una lanza en favor de los datos arqueológicos y de los procedentes de la tradición germánica posterior que en ocasiones muestran una llamativa coincidencia con los que la monografía proporciona (p. 66). «El usar la Germania como 93
RIVES, loc. cit., menciona más bibliografía reciente a este respecto.
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fuente histórica, pues —concluye el autor—, requiere cuidadosa evaluación y voluntad de reconocer la incertidumbre. Sin embargo, pese a todo esto, sigue siendo una fuente enormemente importante». En fin, KREBS 2005: 35, habla a este respecto del «problema etnográfico de la perspectividad», que no se hubiera planteado en el caso de la Germania si su autor «hubiera sido un científico a la manera de Posidonio. Pero Tácito era orador, historiador, políticoetnógrafo no lo era». 7. LA
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También al tratar este aspecto de la obra conviene recordar las ideas de PERRET (1954) sobre el estilo de Tácito y en particular sobre el de sus Opera minora. Según veíamos al tratar de la lengua y el estilo del Agrícola,94 ese estudioso, sin emitir opinión alguna sobre la cronología relativa de tales obras, veía la Germania como un tributo al pasado, al «nuevo estilo» que había promovido Séneca, mientras que en la biografía de su suegro Tácito habría tendido hacia uno fuertemente marcado por la influencia de Salustio, y que preludiaría el arcaizante y solemne de sus obras mayores y de las corrientes estilísticas que luego se impondrían en las letras latinas95 (SYME, 1958: 198, partiendo de que los precedentes de la obra estarían en los excursos de Salustio, estima que «the Sallustian manner is dominant»).96 Sin embargo, parte de lo ya dicho a este respecto a propósito del Agricola podría aplicarse a la Germania:97 también en ella se aprecian ya, camino de su madurez, la expresión característica y los recursos Véase nuestro Prólogo a esa obra, p. XXXVI ss. Repitiendo lo ya escrito más arriba, recordemos que PERRET (1954) señalaba a ese respecto la préciosité y la abundancia de sententiae visibles en la Germania. Además, la fragmentación de la frase, los paralelismos, anáforas, antítesis, interrogaciones retóricas, aliteraciones y el poeticus color; «un cierto espíritu de conferenciante mundano», «con gracias amaneradas y a veces extravagancias». 96 Se muestra más preciso en su p. 340, donde también admite influencias de Séneca. 97 Por ello también procede recordar aquí el importante capítulo Language and style de la introducción al Agricola de OGILVIE-RICHMOND, 1967: 21-31. 94 95
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estilísticos que hacen inconfundible la prosa del Tácito historiador; así, la breuitas, que lleva a la elipsis de elementos no imprescindibles y a su proverbial concisión; la inconcinnitas y sistemática uariatio (incluyendo su preferencia por la parataxis frente a la subordinación y la estructura periódica); la afición a la antítesis, el color arcaico y poetizante (el poeticus decor que también para los oradores aconsejaba en el Diálogo [20, 5]); y, por supuesto, la afición a las epigramáticas sententiae con las que veíamos que gustaba de coronar tantos de sus capítulos. En las dos obras nos encontramos con el «autor in search of a style» del que hablaba SYME (1958: 340), y que entretanto practica «a blend of styles (not a farrago)».98 El juicio del gran estudioso neozelandés se inscribía, con importantes matices propios, en la línea evolutiva del estilo de Tácito propuesta en su día por WÖLFFLIN y luego complementada por LÖFSTEDT, por él mismo99 y por otros, línea en la que la Germania ocupa su lugar al lado del Diálogo y del Agricola, en el arranque de la curva ascendente que, ya en las Historias alcanzaría los rasgos más típicos de la lengua y el estilo del autor. Ahora bien, todos esos rasgos pueden considerarse como constantes del estilo de Tácito, aunque en sus obras aparezcan diversamente dosificados.100 En este punto, y al igual que hacíamos en el caso del Agricola,101 nos parece importante tomar nota de las observaciones de MURGIA (1980: 104 ss.) en el artículo en el que propuso datar el Diálogo en el 98 PERL 1990, 47, sostiene que las raíces del estilo de la Germania —frente a lo que veíamos que estimaba Perret 1954— están no en el nuevo estilo de Séneca, sino en la retórica y oratoria contemporáneas; y basándose en SEN. RHET., Contr. II, pr. 3, recuerda que en los ejercicios de las escuelas de declamación también comparecían los temas etnográficos. También afirma que en la Germania se llevan a la práctica varios de los principios sostenidos en el Dialogus por Marco Apro. 99 Sobre la serie homogénea que constituyen los estudios de WÖLFFLIN (1866, 1867, 1868), LÖFSTEDT (1933, 1942, 1958) y SYME (1958) puede verse una clara síntesis en BORZSÁK, 1968: 496 s.). 100 Recuerda con razón PERL (1990: 45) que Tácito empezó a publicar cuando ya poseía una «fertig ausgebildete Sprech- und Schreibweise»; por lo cual, «los indicios de una evolución de su lengua personal saltan a la vista con menor frecuencia». 101 Véase supra el § 5 de nuestro Prólogo esa obra, pp. XXXVI ss.
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año 97 y, por tanto, como probable opera prima de Tácito, a la que habrían seguido en el 97/98 los dos otros Opera minora; pero de sus argumentos nos ocuparemos en otro lugar. GUDEMAN (1928: 365-374),102 en el Appendix IV, Styl and Rhetoric de su edición revisada de la Germania, publicada conjuntamente con la también revisada del Agrícola,103 advertía sobre algunos rasgos especialmente notorios de su lengua y estilo, que en ocasiones también marcan diferencias entre las dos obras.104 Así, por de pronto, «la apremiante brevedad (Kürze, brevity) de su su expresión y, condicionada por ella, una evitación de toda estructura periódica (Periodisierung)», rasgo que contribuye a lograr la σεμνότης —más o menos la «solemnidad» o «gravedad»— a la que ya su amigo Plinio el Joven (Epi. II 11, 17) aludía como distintiva de la oratoria del historiador y que lo alejaría de la «abundancia ciceroniana» propia de su primera obra (aunque, como veremos, tal obra quizá fue el propio Diálogo). En ese sentido, la Germania se aproximaría al «tipo asiánico de composición… representado por Séneca», juicio que coincide con el que hemos visto que mucho más tarde emitiría PERRET (1954). Añade GUDEMAN que las diferencias observables no parecen atribuibles a la diferencia de géneros literarios, si bien tras subrayar que «en correspondencia con el vario contenido [de la Germania], también su estilo es desigual», según se trate de «noticias objetivas o de reflexiones», con lo que oscila entre la «prosa llana» y «el impulso poético». 102 No abundan en la bibliografía más moderna los trabajos de conjunto sobre la lengua y estilo de la Germania. Aunque poco extenso, contiene interesantes observaciones el apartado correspondiente de la introducción de PERL (1990: 45-49). RIVES, 1999, más atento a los aspectos históricos de la obra, no se ocupa de tales cuestiones. El Apéndice de GUDEMAN, 1928 que vamos a comentar no difiere sustancialmente de las pp. 65 ss. de su edición berlinesa de 1916, que también citaremos ocasionalmente. 103 Esta, naturalmente, más revisada, pues ya tenía en cuenta el descubrimiento del codex Aesinas. 104 PERL, 1990: 46, afirma: «En el ‘Agricola’, en general, aparte numerosas dificultades, las cosas están claras y claramente presentadas; en la ‘Germania’, con la oscura brevedad de su expresión, solo unos pocos capítulos pueden traducirse llanamente sin dificultad». Por el contrario, GUDEMAN, 1928: 365, hablaba de la «crystalline clearness» de la Germania, si bien con referencia, sobre todo, a su estructura.
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Además, las citadas páginas de GUDEMAN contienen una, aunque breve, muy completa y sistemática semblanza del estilo y recursos retóricos de la Germania, que conserva toda su validez y que aquí seguiremos a grandes rasgos. En cuanto a la collocatio uerborum, GUDEMAN, 1928: 368 s., subraya, entre otros rasgos el de la tendencia a anticipar el predicado al inicio de la frase por afán de énfasis; la colocación de la palabra que se refiere simultáneamente a otras dos en medio de ellas (incohatur luna aut impletur, 11, 1); la posposición del adjetivo o del pronombre al substantivo al que determinan, frente a la posición habitual, que aparece en más de 300 casos.105 En el mismo apartado incluye GUDEMAN (1928: 370) los casos de abundantia dicendi o fullness of expression, tendencia opuesta a la breuitas también característica del autor. En ella parecen destacar los ejemplos de la que en otro lugar hemos llamado la «expresión dual»,106 consistente en el empleo de dos substantivos aproximadamente sinónimos para un mismo significado (igual o parecido al que algunos no dudarían en llamar hendiadys). En algunos casos podría tratarse de iuncturae tradicionales; en otros, del afán —contrario también a la inconcinnitas— «de señalar el equilibrio con un par de palabras precedente».107 Un caso particular de este rasgo es aquel en que de los dos términos coordinados el primero tiene un sentido más general que el segundo concreta.108 También de estirpe oratoria son otros recursos de los que Tácito se vale en la Germania no menos que en el Agricola: el de la anáfora109 y el de los ἰσόκωλα o miembros paralelos, este último 105 GUDEMAN (1928: 368), que entre los varios casos del orden anómalo cita el de 23: cibi simplices, agrestia poma, fera recens aut lac concretum, «con doble quiasmo». 106 En su edición del Agricola LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 33, habla al respecto de «bimembración». 107 GUDEMAN (1928: 370) cita al respecto ejemplos como memoriae et annalium, 2, 1; heredes successoresque, 20, 2. 108 Así, por ejemplo, 3, 13: monumentaque et tumulos; 15, 1: domus et penatium; 33, 1: oblectationi oculisque; y demás ejemplos que cita GUDEMAN, 1928: 370. 109 Como en 2, 2: pluris deo ortos pluresque gentis appellationes; unde feminarum ululatus…, unde uagitus infantium; tunc tantum nota, tunc tantum amata…; véase GUDEMAN, 1928: 369.
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contrario a su general tendencia a la inconcinnitas.110 En fin, en este apartado de «estilística de la palabra» también incluye GUDEMAN (1928: 370)111 las numerosas aliteraciones de las que Tácito se vale, añadiendo que «ningún prosista latino antes de los autores arcaizantes como Apuleyo y Frontón se sirve de ese recurso con tanta predilección; lo que también podría verse como un motivo para tratar de ella a cuento de la tendencia arcaizante que también es característica de nuestro autor». En el apartado «Braquilogía» se ocupa GUDEMAN (1916: 43 ss.; 1928: 370 ss.) de los recursos de estilo que propician la proverbial breuitas tacítea, el principal de los cuales es, naturalmente, la elipsis, ya sea de un substantivo,112 ya de un pronombre,113 ya de un verbo,114 ya de una partícula,115 y lo cierra con una relación de «Otros ejemplos de brevedad apremiante».116 110 Así en 1, 2: Rhenus, Raeticarum Alpium inacceso et praecipiti uertice ortus… Danuuius, molli et clementer edito montis Abnobae iugo effusus…; 14, 1: principes pro uictoria pugnant, comites pro principe; 18, 1: dotem non uxor marito sed uxori maritus offert…; véase GUDEMAN, 1928: 370. 111 Así, por ejemplo, 1, 1: mutuo metu… montibus; 3, 1: terrent enim trepidantue; 7, 2: plagas pauent; 10, 2: auium uoces uolatusque… 112 Se trata sobre todo de sujetos deducibles del contexto, como en 3, 1 memorant (sc. Germani); expetuntur (sc. principes); accipiunt (uirgines); véase GUDEMAN, 1928: 370. 113 Véanse 10, 3 auspiciorum (sc. aliorum); 19, 1 maritum (sc. alterum); 28, 3 institutis, moribus (sc. eisdem); 33, 1 inuidere (sc. nobis)…; ejemplos también tomados de GUDEMAN, 1928: 371. 114 Sobre todo, como advierte GUDEMAN, 1928: 371, se trata de las formas de indicativo e infinitivo de sum, omitidas más de 100 veces, frente a 40 en que se expresa el indicativo y una sola el infinitivo. 115 «Nada confiere a la exposición de Tácito en tal medida su carácter de acuciante brevedad y de estilo sin períodos como su renuncia a las partículas de unión de las frases… Este procedimiento se vio facilitado en parte por los abundantes cola antitéticos» (GUDEMAN, 1916: 44). Según los datos estadísticos referidos a la Germania que el mismo autor presenta, algunas partículas de lo más usual aparecen pocas veces en ella: autem (2), quamuis (3), uero (1), etsi (1), at (2), ita (4), igitur (3), inde (3), deinde (1), dum (3)….. 116 Así, entre otros, 28,4, arcerent (sc. Transrhenanos hostes a Romanis); harum gentium (sc. quae e Germania in Gallias commigrauerunt); 44, 2 differt (sc. a forma Romanarum nauium); todos ejemplos de GUDEMAN, 1916: 44 s. (cf. 1928: 371 s.).
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PRÓLOGO
La llamada inconcinnitas, que podríamos traducir por «falta de armonía», y que se plasma sobre todo en el recurso a la uariatio, es otro de los rasgos característicos del estilo de Tácito. GUDEMAN (1928: 372) la define como «la evitación de las junturas habituales y unifor mes» y la compara, mutatis mutandis, con las «disonancias en los compositores modernos»117 (es decir, un golpe de efecto que sorprende al lector al enfrentarlo con lo no esperado). Añade nuestro auctor que en el Agricola y la Germania ya aparecen claros sus mecanismos, aunque en menor medida que en las obras mayores. En la Germania distingue hasta 11 tipos de ese rasgo de estilo, de los que aquí daremos sumaria cuenta, también tomando de él los ejemplos correspondientes. En todos ellos, claro está, nos encontramos con un cierto quid pro quo. En primer lugar, el de que aparezca un término concreto donde era de esperar uno abstracto o viceversa; 118 pero la uariatio puede atañer también, al número gramatical, 119 al empleo de simples casos frente a sintagmas preposicionales o a otros casos,120 al uso de distintas preposiciones con el mismo valor,121 a la alternancia de substantivo o adjetivo con una construcción participial o con una subordinada,122 a la de las voces verbales,123 a los grados de com117 Aunque ya las empleara, entre otros, Mozart, no hará falta ponderar cuánto terreno ganarían las disonancias desde aquellos «compositores modernos» —cabe pensar que los de la Segunda escuela de Viena— hasta los de nuestros días. 118 1, 1: metu aut montibus; 32: inter familiam et penates et iura successionum… 119 2, 3: uictore… se ipsis; 37, 3: non Samnis, non Poeni…; 39, 2: prolapsus est… euoluuntur… 120 7, 1: in poenam… iussu; 15, 1: uenatibus… per otium; 16, 1: aduersus casus ignis… inscientia; 18, 1: libídine… ob nobilitatem; 32: apud Chattos… Tencteris; 33, 1: armis telisque (abl.)… oblectationi oculisque; 40, 1: per obsequium… proeliis; 46, 3: uictui herba, uestitui pelles, cubile humus; 121 13, 3: in sua gente… apud finitimas quoque ciuitates. 122 5, 3: nulla adfectione, sed quia…; 8, 1: constantia… monstrata… captiuitate; 8, 2: non adulatione, sed tamquam…; 27, 2: instituta ritusque quatenus differant quaeque… commigrauerint; 32, 1: certum… Rhenum quique…; 35, 1: populus… nobilissimus quique… tueri; 35, 2: si res poscat… et quiescentibus; 43, 1: lingua coarguit… et quod… patiuntur. 123 10, 1: si prohibuerunt… sin permissum…
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paración del adjetivo, 124 a las reglas de la concordancia, 125 a la infracción de la vieja norma que aconsejaba mantener un mismo sujeto,126 al intercambio de papeles de substantivo y verbo como predicados127 y, en fin, al de adverbio y substantivo.128 Concluye GUDEMAN (1928: 373 s.) su semblanza estilística de la Germania con un apartado dedicado al «Colorido poético», el poeticus decor que, como veíamos, Tácito recomendaba expresamente al orador (Dial. 20, 5). Advierte que por encima de cualquier otra se advierte en la Germania la huella de Virgilio, que ya reinaba desde tiempo atrás en la escuela, y reseña en primer lugar una serie de términos de la obra que parecen tomados de su vocabulario.129 Después recoge una amplia serie de «giros inhabituales, personificaciones e imágenes» que también pueden considerarse como poetismos.130 En fin, podemos cerrar este capítulo con una muestra personal y relativamente libre de las abundantes y epigramáticas sententiae —ornato introducido, como se sabe, por el nuevo estilo de Séneca en la prosa latina131— con las que Tácito corona unos cuantos de los capítulos de su monografía y con frecuencia en forma de antítesis:…frigora atque inediam caelo soloue adsueuerunt (4); …iners uidetur sudore adquirere quod possis sanguine parare (14, 3); iam et 29, 3: leuissimus quisque… audax; 32: maximus natu ferox bello et melior. 2, 2: carminibus antiquis quod (carmen); 8, 1: monstrata cominus captiuitate quam (captiuitatem); 24, 1: nudi iuuenes quibus (iuuenibus); 36, 1: nimiam… diu pacem… nutrierunt idque (diu etc.); 21, 1: inimicitias… amicitias… nec implacabiles (inimicitiae). 126 5, 1: terra… pecorum fecunda, sed plerumque improcera (pecora). 127 46, 3: huc redeunt iuuenes, hoc senum receptaculum. 128 31, 1: usurpatum raro et priuata cuiusque audentia. 129 Valga una sumaria selección de los ejemplos de GUDEMAN (1916: 47): 2, 2: originem gentis conditoremque; 3, 1: fractum murmur; 14, 1: fortia facta; 14, 2: bellatorem equum; 17, 1: uelamina spargunt maculis; 30, 1: limite acto; 30, 3: colles paulatim rarescunt; 33, 2: urgentibus fatis; 39, 1: siluam… primordia; 42, 4: feralis; 45, 1: cadentis solis… 130 Así, 1, 1: Oceanus ambit; 1, 2: Danuuius…adit; 14, 2: cruentam uictricemque frameam; 27, 1: sepulcrum caespes erigit; 30, 1: Chattos suos saltus Hercynius prosequitur ac simul deponit; 36, 1: marcentem… pacem… nutrierunt; 45, 4: luxuria nostra dedit nomen y muchos otros ejemplos. 131 Véase al respecto NORDEN, 19153: 270 ss. 124 125
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pecuniam accipere docuimus (15, 2); plusque ibi boni mores ualent quam alibi bonae leges (19, 2); deliberant dum fingere nesciunt, constituunt dum errare non possunt (22, 3); …sanctiusque ac reuerentius uisum de actis deorum credere quam scire (34, 2); nam primi in omnibus proeliis oculi uincuntur (43, 4); in tantum non modo a libertate sed etiam a seruitute degenerant (45, 6)…132 8. LA
TRASMISIÓN MANUSCRITA Y LAS EDICIONES DE LA
GERMANIA
Toda historia de una tradición manuscrita tiene bastante de historia editorial de la obra en cuestión, pues a los editores suelen deberse los pronunciamientos capitales sobre el valor y genealogía de los manuscritos; pero en el caso de la Germania, como ahora vamos a comprobar, ese solapamiento de historias es tan estrecho que, tras no poca deliberación, hemos decidido considerarlas de manera conjunta: hablar de ediciones cuando tratemos de manuscritos y viceversa.133 La Germania ha llegado hasta nosotros en una treintena de códices,134 ninguno de ellos anterior al Humanismo del siglo XV,135 Para las particularidades léxicas de la Germania véase SYME, 1958: 711 s. No plantea una mayor novedad a este respecto LUND (1981: 261) cuando afirma que la obra nos ha llegado en «copias de copias»; pero sí es oportuna su observación de que «die uns überlieferte Lesarten häufig richtig sind, ohne aber echt zu sein» —y añadamos que como suele ocurrir en las tradiciones humanísticas—. Por ello, prosigue ese autor, «derartige Überlieferungsfehler lassen sich nur schwer aufdecken». En efecto, son «faltas», pero no «errores» y por ello no suelen servirnos de guías. 134 Además, en unas cuantas ediciones tempranas que algunos editores han equiparado a manuscritos en cuanto que presuntos testimonios únicos de códices perdidos; sobre ellas puede verse ROBINSON, 1935: 327 SS. 135 Para la tradición de los Opera minora, además de los trabajos que a continuación examinaremos, es fundamental la parte correspondiente de RÖMER, 1991, «Forschungsbericht zur Überlieferung der Taciteischen Schriften», en ANRW II.33.3: 2322 ss., con una relación actualizada de los códices, en la que censa exactamente 30. Véase también la de ROBINSON, 1935: 79 ss. Entre los que este cita figuran dos hispanos: en sus pp. 87 s. el T(oletanus), Toledo, Biblioteca Capitular 49, 2 (ff. 16-36v), del año 1474, que ya mencionamos al tratar del Agricola y que se considera copia del Esinate (E); en pp. 89 s., el z de la B. N. de Madrid, BN 10037 (ff. 68-83), pero también 132
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bastantes de los cuales contienen también el Dialogus de oratoribus. La communis opinio estima que todos ellos descienden en diversos grados y por diversas vías del ya citado códice H(ersfeldensis), copiado hacia los años 830-850 en la abadía alemana de Fulda (o en algún scriptorium francés, según otros),136 descubierto y llevado a Roma a mediados del siglo XV, tal vez por Enoch de Ascoli, y después perdido, no sin antes haber sido copiado y desguazado, quizá con vistas a una mejor venta.137 La prole de la labor de copia fue amplia en cuanto a la Germania; y del desguace del códice, como ya decíamos al tratar de la tradición del Agricola, se cree que se nos ha salvado el precioso resto de los folios que, encuadernados en el codex Aesinas, nos han transmitido una buena parte de aquella obra de Tácito.138 Dejando de procedente de la Biblioteca Capitular de Toledo (legado del cardenal Zelada) y de origen italiano, del que también da cuenta el catálogo de L. RUBIO, 1984: 358. El códice, en clara y elegante letra humanística, puede leerse on line en el catálogo digitalizado de la BN. En el stemma que cierra su libro ROBINSON (1935) lo hace descender de su hiparquetipo [Y] a través de tres hiparquetipos intermedios. 136 Recordemos que BISCHOFF, 1981: 181, estimaba que los folios del códice de Jesi tenidos como resto del Hersfeldensis más bien serían de origen francés, quizá de la región del Loira. 137 Para la historia del hallazgo véanse KREBS, 2011a, 64-80; SCHAMA, 1995: 77 S., y el ya citado RÖMER, 1991: 2324 ss. 138 Nos parece conveniente repetir aquí la nota de nuestro Prólogo al Agrícola acerca del codex Hersfeldensis como arquetipo de toda la tradición de los Opera minora: «Esta casi communis doctrina no la comparten algunos de los estudiosos que no ven en los folios carolingios del ms. Aesinas, del que ahora trataremos, un resto del propio Hersfeldensis. PRALLE, 1952, llegó a postular como arquetipo de los mss. conocidos de los Opera minora no el Hersfeldensis, sino un Fuldensis que ya estaría en Roma antes de 1427. MENDELL, 19702: 252, sostiene que fueron dos los códices de los Opera minora que en el siglo XV llegaron a Italia: uno completo, antes de 1455, y el que más tarde llevó consigo Enoch de Ascoli (se entiende que el Hersfeldensis), al cual le faltaría el Agricola, como falta en el codex Perizonianus (b), copiado por Pontano, y en algún otro. Pero en ibid., 280 s., Mendell añade aún un tercer manuscrito pre-humanístico: el que H. BLOCH, 1941: 185 ss., sostuvo que había existido en Monte Cassino, en razón de que la huella del Agricola se percibe en la Vita sancti Severi de Pedro Diácono. Para Mendell, ahí estaría el origen de los folios carolingios del Aesinas. En fin, SCHAPS, 1979, tras admitir que la tradición conocida de la Germania y del Diálogo deriva del Hersfeldensis, estima que el Agricola del mismo desapareció sin dejar huellas, y que tampoco las hay del origen de los citados folios carolingios del ms. de Jesi, que no sería parte de H; pero en este punto parece más convincente PÖHLMANN, 2003, que argumenta frente a él a
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lado por el momento las cuestiones genealógicas,139 ya puede suponerse que los estudiosos no han dado la misma importancia a todos los manuscritos conocidos; antes bien han ido decantando —por así decirlo— un núcleo principal de entre seis y diez que parecen reclamar voz propia a la hora de establecer el texto del arquetipo de la Germania. Veamos cuáles son los principales, insistiendo en que al respecto de algunos de ellos se han emitido muy encontrados juicios: B Vaticanus Lat. 1862 (V ROBINSON 1935: 88), ff. 1-13, siglo XV. b Leidensis Perizonianus, Leyden, Bibli. Univ., XVIII Periz. Q 21 (L ROBINSON, 1935: 84), ff. 47-59v, al parecer, copiado en 1460 por el humanista Joviano Pontano. WINTERBOTTOM (1970: 1-7 y 1975b: viii) lo considera como mera copia de B, sin otro interés que el de las «egregias» conjeturas del copista y de otros estudiosos que lo manejaron. C Vaticanus Lat. 1518 (I ROBINSON 1935: 83), ff. 189 dupl.-198v, siglo XV. c Farnesianus siue Neapolitanus, Nápoles, Biblioteca Nazionale IV C 21 (N ROBINSON, 1935, 85), siglo XV. En su día considerado por Lipsio y otros como el mejor (cf. KOESTERMANN, 19703: XIX), fue desestimado por WINTERBOTTOM, 1975b: viii, que admite que puede ser «frater, pero no germanus» de C, al igual que su «gemelo» el Vat. Lat. 4498, en cuanto que contaminado por lecciones procedentes de un hiparquetipo diferente.
favor la identidad de Aesinas y Hersfeldensis». En esta larga nota hemos intentado condensar lo que sobre este complejo asunto escribe RÖMER, 1991, 2326 ss.; véase también la ed. de PERL, 1990: 54. El más reciente MARTIN (apud WOODMANN, 2009: 245 ss.), aunque considera como «majority opinión» la de la identidad Hersfeldensis y Aesinas, deja claro que aun en caso contrario, del Hersfeldensis deriva nuestra tradición de la Germania y del Dialogus. 139 Y, desde luego, los vínculos de la tradición de la Germania con la del Dialogus, más estrechos que los que la ligan con la del Agricola.
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E Aesinas (latinus 8; E ROBINSON, 1935: 14-30), ff. 66r-75v (nunc Romae, B.N., Vitt. Emm. 1631), siglo XV; redescubierto por ANNIBALDI (1902: 1907).140 El texto de la Germania se cree que fue copiado por el humanista Stefano Guarnieri de un modelo que no parece que fuera el propio Hersfeldensis. Su estado actual lo hace casi ilegible, pero conservamos de él, entre otras, las excelentes fotocopias de TILL, 1943.141 m Monacensis Latinus, Múnich, Staatsbibl., Lat. 5307 (m ROBINSON, 1935: 85), ff. 153-168, siglo XV. Muy mal valorado por WINTERBOTTOM, 1975: vii, «ut qui uariis lectionibus omnino careat erroribusque ineptissimis abundet». p Paris.inus, B. N., Nouv. Acq. 1180 (p ROBINSON, 1935: 86), ff. 33-40, deficit post 44, 3 regia utilitas. Q Marcianus Venetianus, Venecia, Biblioteca Marciana, Lat. Misc. Class. XIV, 1, 4266 (M ROBINSON, 1935: 85), ff. 186-193v, Bolonia, 1464. V Vindobonensis, Viena, Staatsarchiv., Ser. Nov. 2960 (ante ann. 1947: 711, W de ROBINSON, 1935: 89), ff. 200-211v, copiado en Roma en 1466 por Hugo Haemste. La de las relaciones de parentesco entre los códices es cuestión muy problemática, y en su discusión ni siquiera las contribuciones que nadie duda en calificar de importantes parecen haber llevado al esperable objetivo de toda stemmatica: la mejora del texto a editar; hasta el punto de que algún que otro editor ha preferido tirar por la
140 Según ya aclarábamos al tratar del Agricola, siguiendo a NIUTTA, 1996: 178, la primera noticia del códice de Jesi (Aesinas) fue la publicada por M. VATASSO en el Bollettino di Filologia Classica 9, 1902: 107. Del mismo año es ANNIBALDI, 1902, «Di un nuovo códice dell Agricola e la Germania di Tacito», Atene & Roma 5: 737 s. De 1907 data su primera edición del mismo. Véase también lo dicho en nuestro Prólogo al Agricola, pp. LVI ss. 141 Es importante en este punto el apartado «Hersfeldensis und Aesinas» de RÖMER, 1991: 2324 ss., ya citado, que concluye con la opinión de que la comparación de los argumentos disponibles parece hablar en favor de la tradicional identificación de uno y otro. En el mismo sentido, PÖHLMANN, 2003.
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PRÓLOGO
calle de en medio y prescindir del apoyo de esa técnica de la crítica textual, muy escaso cuando media cierto grado de contaminación. La más documentada relación de las ediciones de la Germania;142 que conocemos es, hasta su fecha, la de ROBINSON (1935: 327-350), que aquí intentaremos resumir. La editio princeps parece ser la publicada por Vindelino de Spira en Venecia hacia 1470. La siguió la de Francesco Puteolano (Milán, ca. 1475), que en su texto parece haberse limitado al de la princeps, aunque mejorándolo en algunos puntos, y que acabó convirtiéndose en vulgata. Valora muy positivamente ROBINSON (1935: 328) la de Fr. Creussner (Núremberg, ca. 1473), en la que ve el único testimonio de un hiparquetipo perdido. La tercera edición que presenta una recensio autónoma parece ser la impresa por J. Winterburg en Viena en 1500, que algunos han pensado que puede derivar de una preparada por el humanista Conrado Celtis (ROBINSON, 1935: 329). Pasando sobre algunas de menor gálibo, cabe reseñar la romana de Filippo Beroaldo (1515), princeps para la primera héxada de los Annales, pero que en lo demás parece seguir la de Puteolano. «La primera revisión realmente crítica del texto de la Germania fue la que hizo Beato Renano» (ROBINSON, 1935: 330). La edición debida a ese humanista benemérito de la obra salió a la luz entre incertidumbres: en 1519 apareció en Basilea una comentada pero anónima con el texto de Beroaldo, pero algunas de cuyas notas marginales apuntan a Renano. En el mismo año y también en Basilea, se publicó otra anotada por A. Alciato, cuyo su texto se debería también a Renano, según parece confirmar su comentario, aparecido en la propia Basilea en 1533 y 1544 (ROBINSON, 1935: 330). «Puede decirse que ningún editor ha rendido nunca personalmente a la Germania un servicio comparable al de Renano» (ROBINSON, 1935: 331). En efecto, partiendo de la edición de Creussner subsanó el texto en unos 50 pasajes y erró en muy pocos; y algunas de sus conjeturas 142 Para los años posteriores a ROBINSON, 1935 hay que remitirse al Bericht de LUND, 1991b: 2341-2344, que da una más escueta relación de las ediciones y comentarios publicados entre 1880 y 1989.
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obtuvieron luego el respaldo de manuscritos desconocidos hasta la fecha. De ahí que su edición pasara a ser la de referencia. Por el contrario, las sucesivas ediciones de Justo Lipsio (de 1574 a 1607) no parecen haber hecho al texto de la Germania aportaciones tan valiosas como hicieron al de los Opera maiora, al igual que la de C. Pichena, publicada en el mismo año que la última del gran erudito flamenco (ROBINSON, 1935: 334). A partir de los editores citados y durante siglo y medio, ROBINSON (1935, loc. cit.) advierte un período de estancamiento en la crítica textual de la obra, al que pondría fin la edición parisina de BROTIER (1771), que dio a conocer cuatro mss. Vaticanos. Dejando nuevamente de lado aportaciones menores, pasamos a la que llama ROBINSON (1935: 337 ss.) «Epoch of the Perizonianus», marcada por el descubrimiento del ms. Leidensis143 y por su entronización como el de mayor autoridad gracias a la edición de L. Tross (Hamm, 1841), cuyo peor defecto reside en que su autor tomó por tradición genuina las correcciones introducidas, al parecer, por Pontano y por otros humanistas italianos. En su recensión de la edición de Tross, aparecida el mismo año, H. F. Massmann apoyó esa supervaloración del Perizonianus, que consideraba como arquetipo de toda la tradición; en la suya propia (Quedlimburg y Leipzig, 1847) moderó su entusiasmo, si bien manteniendo su alto aprecio por dicho códice. A juicio de ROBINSON (1935: 338 s.), esa edición tenía virtudes que la harían estimable hasta época muy posterior y sobre todo la de que era la única que recogía las lecturas de muchos de los manuscritos, unos 20, de los que se había valido. En el propio año 1847 se publicó en Bratislava el estudio de R. Tagmann, que, sobre la base de los códices aducidos por Massmann, tuvo el mérito de ser el primer intento de organizarlos en familias (concretamente, en siete), y negando al Leidensis la condición de arquetipo (ROBINSON, 1935: 339 s.), lo que no impidió que siguiera siendo considerado como el testimonio fundamental por otros editores que aquí omitiremos.
143 Recordemos que es el de Leyden, Bibl. Univ. XVIII Periz. Q 21; al parecer, copiado hacia 1460 por el humanista Joviano Pontano; véase ROBINSON, 1935: 84.
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PRÓLOGO
Pero el destronamiento del Perizonianus fue, sobre todo, consecuencia de los estudios de A. Reifferscheid (1860, 1867), que también le achacó las «interpolaciones arbitrarias de Pontano», y atribuyó la máxima autoridad al V(aticanus 1862), nuestro B, que también ROBINSON (1935: 342) considera más fiable. En 1873 apareció en Berlín la Germania Antiqua del gran estudioso K. MÜLLENHOFF, que respaldó la doctrina de Reifferscheid sobre el conjunto de la tradición manuscrita, convirtiéndola casi en communis hasta principios del siglo XX y el descubrimiento del códice Esinate. Pero aún en el XIX aparecieron las dos de A. Holder (Leipzig, 1878, y Freiburg i. B.- Tübingen, 1882). Su aspecto positivo reside en que «la edición reposa sobre una base mucho más amplia que la que confiesa»; el negativo, en que trató de distinguir en la prole del Hersfeldensis entre una Germanische Tradition, representada por unos pocos códices, y la derivada de un segundo arquetipo, que sería la desfigurada por “la influencia ultramontana”, las interpolaciones de los humanistas italianos. No mucho después, la edición de R. Wünsch (Marburg, 1893) echaría por tierra la hipótesis de la Germanische Tradition (ROBINSON, 1935: 343). En el último año del siglo XIX se publicó como obra póstuma el vol. IV de la monumental Deutsche Altertumskunde del ya citado Müllenhoff, que, desde luego, suponía un progreso en relación con su Germania Antiqua, en cuanto que aduce «un examen más amplio de los manuscritos de la Germania que cualquiera de los presentados hasta la fecha». Sin embargo, «en su esencia está más alejado de los hechos que la tosca y expeditiva clasificación de Holder» (ROBINSON, 1935: 347 s.). Huelga recordar que también para la tradición textual de la Germania el siglo XX se abrió con el ya citado descubrimiento, en 1902, por obra de C. ANNIBALDI,144 del manuscrito de Jesi (Aesinas, E/e), y de que en su texto del Agricola incluía algo más de un cuaternión del perdido Hersfeldensis. Naturalmente, el nuevo códice
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Aunque véase lo ya dicho más arriba sobre la noticia anticipada que dio M.
Vatasso.
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suponía un acontecimiento en la historia de la tradición de esa obra; no tanto en la de la Germania, en la cual solo venía a ser un manuscrito humanístico más, aunque estimable. En cuanto al modelo del que procede su texto de la obra, todo él en letra humanística, Annibaldi pensaba que era el propio Hersfeldensis. Formuló sus conclusiones sobre él en las primeras ediciones de su hallazgo (ANNIBALDI, 1907, 1910); y luego en las que, con la colaboración de C. Pascal, publicó en el Corpus Paravianum (1916, 1929). Pero su opinión de que el manuscrito fuera apógrafo directo de H fue rechazada, ya en el propio año 1907, por sus recensores alemanes (Andresen, Ihm, Wissowa y Wünsch) y algo después por Schönemann (1910). Éste formó con él y algunos otros el grupo Z del stemma tripartito que más arriba hemos llamado tradicional, según reseña ROBINSON (1935: 350), que, como ahora veremos, tampoco considera el códice E como apógrafo de H, sino derivado de él por vía de tres hiparquetipos intermedios.145 Sin temor a simplificar demasiado las cosas, puede decirse que el status quaestionis a principios de los años 30 del pasado siglo, cristalizado tras la serie de ediciones y estudios que acabamos de censar y algún otro,146 daba por cierto lo ya dicho de que todos los manuscritos conocidos de la Germania derivaban del perdido códice H, punto este en el que las cosas no parecen haber variado mucho. De él se entendía que descendían en grados diversos los testimonios conservados a través de tres hiparquetipos perdidos, denominados X,
145 Más recientemente MURGIA, 2012: 18, ha reiterado que Guarnieri se valió de H para suplementar el Agrícola de E, pero no lo empleó como modelo inmediato de la Germania de ese códice. A diferencia de WINTERBOTTOM, que, como veremos, considera E como apógrafo de su hiparquetipo β, a su vez apógrafo de H, estima posible que hubiera por medio más de un arquetipo. 146 Recordemos que de las ediciones aparecidas entre 1880 y 1989 da escueta reseña LUND, 1991b: 2341 ss. En cuanto a GUDEMAN (1928: 383), tras sostener que la tradición es virtualmente idéntica a la del Diálogo, comparte la ya tradicional tripartita de la misma, aunque advierte una mayor cercanía entre las ramas X y Z. En su opinión, ningún ms. puede reclamar una autoridad suprema, por lo que se impone una recensión ecléctica.
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Y, Z, no sin algunos desacuerdos en su valoración y adscripción genética.147 Ahora bien, hace ya unos años —no tantos como para que desde entonces el panorama haya cambiado mucho o el episodio haya perdido actualidad— un gran tacitista de nuestros tiempos ya citado en estas páginas, H. HEUBNER (1989: 16 ss.), entonaba el que cabría llamar lamento por una tradición en ruinas. El estudioso alemán presentaba un erudito balance sobre la situación de la de la Germania, y en él hacía ver cómo en el medio siglo precedente se habían venido abajo o se habían puesto en cuestión algunos de los principios antes admitidos por la mayoría de la comunidad científica a su respecto.148 Al hacerlo, apuntaba especialmente a un acontecimiento del que bien cabía decir que había delimitado los tópicos antes y después en el asunto: la publicación, en 1935, de la ya citada edición crítica, ampliamente introducida y comentada de la Germania debida al estudioso norteamericano R. P. ROBINSON. Robinson era hasta la fecha el primer editor que había examinado personalmente todos los manuscritos conocidos de la Germania, circunstancia reforzada por la autoridad que tenía como paleógrafo (al parecer, no tanta como filólogo). A todos los códices les adjudicó un lugar en el amplio stemma que cierra su obra, con criterios en 147 En el stemma (más o menos) tradicional, que en lo sustancial viene a coincidir con el que ROBINSON (1935: 350) atribuye a Schönemann, se adjudicaban a la familia X los ms. B y b; a la Y, c y C; a la Z, E y algún otro de menor importancia (Toletanus, Ottobonianus lat. 1795, Ariminensis Gambal. IV D 112, Vaticanus lat. 2964…). A los códices Vindobonensis, Monacensis y al perdido Hummelianus (h), no muy valorados antes de ROBINSON, 1935, se los consideraba próximos a cC, y sobre todo al primero; véase KOESTERMANN, 19703: XX-XXIII, con su crítica a ROBINSON, 1935. 148 No volveremos ahora sobre las ya comentadas objeciones a la identificación de Aesinas y Hersfeldensis formuladas por estudiosos como Mendell, Perret, Pralle, Shaps, Merklin y otros, ni a su trascendencia en cuanto a la tradición de los Opera minora. Frente a ellas pueden verse MURGIA-RODGERS, 1984, el Zwischenbilanz de HÄUSSLER, 1986; PERL, 1990: 58 s., y RÖMER, 1991: 2324 ss., y PÖHLMANN, 2003, con detallada bibliografía. HEUBNER (1989: 19) se refiere en particular a los reparos de SCHAPS, 1979 («The Found and Lost Manuscript of Tacitus Agricola», Class. Philol. 74: 28-42), basados en el pautado de los folios carolingios del Aesinas, y que no considera concluyentes.
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general rigurosos aunque no indiscutibles ni indiscutidos. Lo fundamental y más novedoso149 era que el editor norteamericano, frente a las clases o familias X, Y, Z generalmente admitidas hasta la fecha, proponía un stemma en el que solo habría dos hiparquetipos derivados inmediatamente del Hersfeldensis, los que denominó [X] e [Y]. La prole del primero sería bastante limitada: directamente de él vendría el ms. W (V) (Vindobonensis 2690 [olim 711]), cuyo valor reivindica ROBINSON (1935: VII) ya en el prefacio de su edición, e indirectamente el m(onacensis) 5307 y el perdido h(ummelianus), propiedad en su día de B. Fr. Hummel, que había dado noticia de él y de algunas de sus lecturas en 1776 (cf. ROBINSON, 1935: 81 s.). Mucho más amplia sería la descendencia del arquetipo [Y] —tanta que HEUBNER (1989: 20) lo llama Massen-Apographon—, a través de cuatro hiparquetipos, [α], [β], [ϕ] y [s1], a los que Robinson adscribe el resto de los códices conocidos, por vía de varios hiparquetipos intermedios. Tras esa reorganización viene a resultar que los manuscritos asignados a las tradicionales familias X y Z tendrían un particular parentesco, en cuanto que todos ellos descendientes, en diversos grados, del citado Massen-Apographon, el [Y] (cf. HEUBNER, 1989, loc. cit.). Ya LENCHANTIN DE GUBERNATIS (1949: XVII) había planteado en su edición severas objeciones al esquema de ROBINSON. Para empezar, advertía que pese a la innegable importancia que el estudioso americano daba a los códices de su familia [X], se encuentran en ella muchos errores que no cabe pensar que ya tuviera el Hersfeldensis y que se deberían a descuidos de copistas intermedios. Y así, en esa familia no se encuentra ninguna lección que parezca ser la correcta frente a las de la familia [Y], con un par de excepciones y aun esas parciales y sospechosas de ser correcciones debidas a los copistas. Además, tras hacer notar las llamativas coincidencias que se dan entre códices de una y otra familia, que Robinson atribuía a contactos entre 149 Véase HEUBNER, 1989, loc. cit., que en su crítica sigue de cerca la recensión de ROBINSON, 1935 publicada poco después en Gnomon 13, 1937: 257-264 por R. GÜNGERICH y que incluye entre las «klassische Leistungen auf dem Gebiet der wissenschaftlichen Kritik».
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los dos arquetipos, añade que esa explicación no es verosímil, toda vez que si los códices c y C descienden de un mismo hiparquetipo de tercer grado dentro de la familia [Y], como quiere ROBINSON (1935, in fine), no se explica que solamente el primero de ellos muestre coincidencias con la familia [X]. En fin, el stemma bipartito de Robinson parece tener que afrontar otra grave dificultad: la de que el hiparquetipo [Z] del stemma tradicional, representado por el ms. E y los ya citados de menor cuantía, dondequiera que las viejas familias [X] e [Y] aparecen enfrentadas, coincide con una de ellas y con mayor frecuencia en la lectura genuina, cosa que no ocurriría si [Z] derivara de [X] o de [Y]. De ahí que LENCHANTIN (1949: XX) se desentendiera del esquema de Robinson, como luego haría KOESTERMANN, 1956 (1962, 1970: XX), en tanto que las también muy apreciables ediciones de ANDERSON (Oxford, 1938) y PERRET (París, 1949) parecen darlo por bueno. Volviendo a HEUBNER (1989: 20), vemos que sus censuras al novedoso esquema de ROBINSON (1935) van por caminos no muy distintos de los de LENCHANTIN (1949, loc. cit.) y KOESTERMANN (19703: XX ss.). Así, frente a la que llama su «primera tesis», la concerniente a su stemma en general, objeta que si W (V) y sus dos familiares de [X] merecen el importante lugar que el estudioso americano les atribuye, aparte de señalar los numerosos lapsus que presentan y que Robinson creía provenientes del propio Hersfeldensis, sería de esperar que, «al menos en un par de lugares ofrezcan algo de valor que no tenga el grupo del Massen-Apographon». Ahora bien, parece ser que lo que a ese respecto ofrece la tradición representada por el Vindobonensis viene a ser rein nichts (HEUBNER, 1989: 20). Siempre en la estela de GÜNGERICH, 1937, pasa luego HEUBNER (1989: 20 s.) al problema de las coincidencias observables entre las dos estirpes propuestas por ROBINSON (1935), el ya citado MassenApographon y el que llama Elite-Apographon. Ante tal problema, el editor americano había recurrido a la contaminación, ese fantasma que siempre planea sobre el trabajo del crítico textual y contra el cual, según la famosa sentencia de P. MAAS (19604: 30), «ist kein Kraut [CLXVIII]
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erwachsen». Pero tal explicación llevaba, según Güngerich, a «eine unglaubliche Konstruktion» (HEUBNER, 1989: 21). Pasa luego HEUBNER (1989, loc. cit.) al examen de la que llama zweite These de Robinson, la que reduce a un solo apógrafo las estirpes X y Z del stemma tradicional. Entiende que su razonamiento no logra desmontar el esquema tripartito, y para hacerlo ver trae a colación la muy posterior y muy importante edición oxoniense de M. WINTERBOTTOM (1975b), a la que ya no alcanzó la crítica de Güngerich, y en la cual entiende que, aunque modificadas, rebrotan algunas ideas del discutido editor americano. En efecto, Winterbottom vuelve a un stemma tripartito: propone los hiparquetipos que llama B, Γ y ζ, de entre los que da especial importancia al tercero, encabezado por el códice V (W) (Vindobonensis 2960), en una especie de homenaje a Robinson, y pese a que, según afirma Heubner, ya Güngerich había demostrado su escaso valor. Por otra parte, WINTERBOTTOM (1975b: VIII) resta importancia a los códices Leidensis Perizonianus, que considera mera copia del Vaticanus 1862, y Neapolitanus, que estima gravemente contaminado por su estirpe ζ, con lo que deja uno y otro en una posición marginal en su edición. Además, al Aesinas, lo destituye de la condición de cabeza de familia que, por así decirlo, había desempeñado en el antiguo esquema tripartito, para incluirlo en su rama β, junto con el Vaticanus 1862 (B). HEUBNER (1989: 22 ss.) se explaya luego en una crítica de la manera en que WINTERBOTTOM edita un par de pasajes ejemplares, uno de la Germania y otro del Dialogus, sumándose al parecer de algunos de sus críticos como MURGIA 1977 y MARTIN (1977: 193 s.),150 que pare150 Con toda modestia, confesamos no saber si hemos entendido bien a MARTIN, 1977: 194, cuando escribe que «This view [el stemma tripartito de Winterbottom] stands in opposition to the Halm-Andressen-Koestermann or Teubner view that the descent is essentially bipartite. W[interbottom] correctly rejects the Teubner view that for the Germania the codex Aesinas (E) is a third hyparchetype)». En efecto, tenga o no razón Winterbottom, de entre las ediciones teubnerianas que hemos manejado, al menos la de KOESTERMANN (1956, 1960, 1970) se atiene a la genealogía tripartita (XYZ). En cuanto a las anteriores de HALM-ANDRESEN (1850-51, 1883, 19165), la última de ellas alcanzó a tomar nota del descubrimiento del ms. E, cabeza y núcleo de la rama Z del esquema
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PRÓLOGO
cen inclinarse a considerar sus ramas Γ y ζ como descendientes de un mismo hiparquetipo.151 En fin, HEUBNER (1989: 25) vuelve al principio de su disertación para hacer un balance, más bien pesimista, de la revolución sobrevenida en medio siglo de crítica textual de la Germania; concretamente, en cuanto a la stemmatica de los códices, la verdadera naturaleza del Aesinas, y el origen y valor del discutido Perizonianus, en sus días una estrella de la tradición, como lo había sido para Lipsio el luego devaluado Neapolitanus. Concluye HEUBNER (1989: 25 s.) su artículo refiriéndose a la entonces última edición teubneriana de la Germania, la de ÖNNERFORS (1983) y empezando por su «renuncia de antemano a todo stemma», de manera paralela a como él había hecho en la suya del Dialogus; lógico resultado del escepticismo al que había llevado una larga y laboriosa actividad en el campo genealógico poco fructífera a la hora de la edición del texto.152 Adelantamos al lector que nuestra edición, amén de no presentarse como crítica, se aproxima más a la de ÖNNERFORS (1983: VI) que a ninguna de las precedentes, prescindiendo como él de tratar «de classibus vel catervis librorum manu scriptorum»153 y acomodándose por anticipado a la pesimista conclusión de HEUBNER (1989: 25) de que «cualquier stemma sutilmente discurrido al estilo Robinson o Wintertripartito tradicional, que se entiende que compartía (cf. ROBINSON, 1935: 350 y n. 2, y su Bibliografía en p. 360). 151 El editor oxoniense también expuso sus ideas al respecto en otras publicaciones como WINTERBOTTOM, 1975a, «The manuscript tradition of Tacitus, Germania», Classic Philology 70: 1-7 (ya antes en Philologus 116, 1972: 114-128); y «Tacitus. Minor Works», en REYNOLDS (ed.), 1983, Texts and Transmission: 410 s. En esta última, tras reconocer como mérito de ROBINSON, 1935 el haber otorgado valor independiente a los códices que él agrupa bajo la sigla ζ (Vindobonensis y Monacensis), haciéndose eco, y de manera ejemplar, de la crítica que le había formulado MURGIA, 1977: 323-343), admite que tal vez Robinson tuviera razón al postular un stemma de dos ramas (ζ/BΓ) en lugar de uno de tres, como el que él había propuesto. 152 En este sentido se pronuncia, entre otros, el ya citado RÖMER, 1991: 2331 s., subrayando que las novedades de ROBINSON, 1935 no habían comportado un mejor texto de la obra. 153 Recordemos a este respecto que el stemma de PERRET, 1949, que en gran medida sigue a ROBINSON, 1935, postulaba hasta cinco hiparquetipos derivados de H.
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bottom es ante todo, a causa de las variantes a fijar para los arquetipos no conservados y de la contaminación que de inmediato se desata de manera incontrolada, una ilusión»154. Saltando de momento sobre el orden cronológico de las ediciones para ceñirnos a las que abordan los problemas de la tradición, digamos que no mucho después volvió sobre el asunto, y bastante a fondo, G. PERL (1990); y —paradójicamente— en la introducción a una edición cuyo autor se adelanta a definir como no crítica, en cuanto que basada en una selección de cinco manuscritos.155 Su caso ilustra de manera ejemplar lo antes dicho de que en la Germania se solapan de manera inseparable historia de la tradición e historia editorial. PERL (1990: 59 s.) comienza recordando que, tras su fugaz reaparición en el siglo XV, no solo se perdió el Hersfeldensis, sino también sus copias directas que los editores postulan. Por ello, el resto del mismo conservado en el Aesinas con una parte del Agricola permite apreciar características de ese arquetipo que también son de interés para la tradición de la Germania. Así, por de pronto, la de ciertas faltas recurrentes; pero, sobre todo, la de que en él ya abundaban las correcciones sobre el propio texto o al margen del mismo «que derivaban de una mano poco posterior». De ahí las duplicidades patentes también en los códices humanísticos, que, según también deja ver el texto Hersfeldense del Agricola, los copistas manejaban según su saber y entender, intercambiando a veces variantes y lecturas transmitidas. Ahí está de nuevo el pecado original de esta tradición: «En el caso de las dobles lecturas en los manuscritos de la Germania no hay ningún criterio externo [para discernir] qué lectura estaba originariamente en el texto y cuál proviene del corrector» (PERL, 1990: 60). 154 En la misma línea, FUHRMANN, 1989: 184, señala lo problemático que resulta establecer un stemma en una tradición en la que las numerosas conjeturas de los humanistas no se dejan distinguir claramente de las lecturas realmente transmitidas. 155 PERL (1990: 61) aclara: «dado que en esta serie no se trata de hacer una edición crítica, en la que se aborden las características de la tradición y la reconstrucción de los hiparquetipos y del arquetipo, sino que se debe ofrecer un texto fundamentado, me he limitado a una selección de 5 manuscritos (BbCEW…)».
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PRÓLOGO
PERL (1990, loc. cit.) subraya luego como «asombroso» el hecho de que, perdido en gran parte el Hersfeldensis, tampoco tengamos mayor noticia de las supuestas copias directas del mismo (dejando aparte, el caso de los folios recientes del Agricola en el Aesinas,156 para cuya copia suele admitirse que Guarnieri se valió del propio arquetipo). Y a ese respecto propone una explicación digna de tenerse en cuenta: tales copias directas podrían haberse empleado como Druckvorlagen para las primeras ediciones impresas y haber sido desechadas luego como ya innecesarias, si bien es extraño que ello haya afectado a todos los arquetipos. Sin embargo —prosigue el editor alemán—, aunque los manuscritos utilizados como modelos para la imprenta se corrigieran a la luz de otros de distinta estirpe, dando lugar a un texto contaminado, sería de esperar que fuera posible reconocer el arquetipo perdido de una determinada clase en las ediciones tempranas, algo que no parecen haber logrado de manera convincente ni ROBINSON (1935) ni PERRET (1949: 1950), pese a la atención que habían dedicado a las mismas. Pasando al punto crítico de la cuestión, la de las relaciones entre códices, PERL (1990: 61) subraya «la curiosa imagen» que presenta la tradición de la Germania: de los 33 testimonios aducidos por ROBINSON (1935), seguido en lo esencial por PERRET (1949, 1950), solo 4 se dejan reconocer como copias de modelos conocidos, sobre todo de ediciones impresas. De ahí que para construir un stemma unitario haya que presuponer 5 clases de códices y 14 hiparquetipos perdidos; y añade: «Los editores que creen que pueden manejarse con 3 o 2 clases (Anderson, Koestermann. Lenchantin de Gubernatis, Winterbottom) no toman en consideración todos los manuscritos». Y se refiere luego, con implícita aprobación, a la ya comentada actitud escéptica de ÖNNERFORS (1983), con su renuncia a la clasificación genética de los manuscritos y a la reconstrucción del arquetipo.
156 Naturalmente, también esos folios humanísticos del Aesinas desempeñaron el papel de hiparquetipo de los mss. A, B y T para el Agrícola; véase WINTERBOTTOM, 1975b, vi s.
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
Por último, pasa PERL (1990, loc. cit.) a la reflexión, un tanto apologética, sobre su «texto fundamentado», en el que solo anota las variantes significativas para su establecimiento.157 Añade que, a grandes rasgos, se observa, por una parte, una estrecha cercanía entre los mss. BbE y, por otra, entre C y W (V); y excusa la omisión de otros testimonios de una misma clase158 con el argumento de que ello solo serviría para recargar el aparato con variantes adicionales. Dicho esto, PERL (1990: 62) reconoce que una «elección subjetiva» como la que él practica también tropieza con el problema congénito de la tradición de la Germania: todos y cada uno de los códices por él seleccionados tienen aproximadamente la misma cantidad de lecturas estimables frente al resto o a la mayoría de él; y —claro está— «es difícil distinguir si en esas lecciones particulares se trata de auténtica tradición o de conjeturas de los humanistas», con lo que queda de manifiesto «cuán problemática es una elección de manuscritos en la que queda fuera de consideración su valor en la transmisión de la tradición del arquetipo; por eso una edición crítica no se logra sin el método de la recensio». Como final de esta crónica de la tradición manuscrita de la Germania, recordaremos la aportación reciente y breve pero clara de CH. E. MURGIA (2012: 18), que ya había anticipado sus ideas al respecto en su densa recensión de la edición de WINTERBOTTOM (1975b) (MURGIA, 1977). Empieza insistiendo en la grave dificultad que suscita el hecho ya comentado de que ya el arquetipo (H/E) presenta correcciones y variantes marginales; e insiste luego en su crítica al esquema de WINTERBOTTOM (1975) y en su práctica de atenerse a la coincidencia de dos de sus tres familias frente a una tercera, algo que considera inviable en el caso de un arquetipo que, como veíamos contenía variantes.
157 Salvo en el caso de los nombres de pueblos, por las exigencias de la serie en que su edición se publicó, que es precisamente de Quellen. 158 Así, como aclara en su n. 187, además de C, c (como hace KOESTERMANN), o bien pQ, y además de W, m (como WINTERBOTTOM). De paso anota que OFFERMANNS (1983) no expresa criterio alguno sobre su elección de códices, y pone en la base los aducidos por KOESTERMANN y WINTERBOTTOM, pese a rechazar sus principios de elección.
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PRÓLOGO
Nuestra reseña editorial de la Germania no quedaría completa sin la mención de algunas ediciones relativamente recientes que, aun sin ofrecer un texto crítico propio, son importantes por otros conceptos, como sus introducciones, traducciones y comentarios. Así, la veterana Loeb Classical Library contaba en su catálogo desde 1914 con un volumen dedicado a los opera minora de Tácito. En él el texto de la Germania, con las ligeras anotaciones críticas habituales en esa colección y una traducción inglesa con útiles notas se debía a M. HUTTON; pero en 1970 el volumen se reeditó con sus textos latinos «revisados», el de la Germania por E. H. WARMINGTON. Pocos años después, el danés, A. A. LUND, incansable estudioso de la Germania, ya tan citado en estas páginas, publicó su edición bilingüe (latín-alemán) y ampliamente anotada (Heidelberg, 1988), en la que tomó como referencia el texto de KOESTERMANN (1970), del cual, sin embargo, se apartó en diverso grado en nada menos que 50 lugares, de los que da cuenta en su Appendix critica (pp. 243-246). En nuestro aparato hemos recogido unas cuantas de sus opciones. Algo distinto es, como veíamos, el caso de la ya comentada edición de G. PERL (Berlín, 1990), acompañada de un estudio prácticamente exhaustivo, de traducción alemana y de amplio comentario, que, a juicio de LUND (1992: 535 ss.),159 es «eine imponierende philologische Leistung», y que al propio tiempo demostró que era infundada la impresión de que con la edición de ÖNNERFORS (1983) (de la que, por cierto, el estudioso danés añade que «no trajo nada de nuevo»), el texto de la Germania hubiera hallado su forma definitiva. En años posteriores han aparecido, al menos, dos nuevas ediciones dignas de mención que prefieren tomar como referencia un texto crítico previamente establecido. La de A. STÄDELE (Múnich-Zúrich, 1991), con traducción alemana, introducción excelente y notas profusas y muy eruditas, parte para la Germania del texto de KOESTERMANN (1970), pero en un amplio y detallado «Aparato crítico» (pp. 216-222) da cuenta de sus divergencias con respecto al mismo y recoge también 159
Se trata de su recensión de la edición de PERL en Klio 74: 535-537.
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las opciones textuales de WINTERBOTTOM (1975b), ÖNNERFORS (1983), LUND (1988) y PERL (1990), con lo que se aproxima al rango de una verdadera edición crítica. Más recientemente, y en el vol. I de los Opera Omnia de Tácito por él coordinados, en la Biblioteca de la Pléyade de la Ed. Einaudi (Turín, 2003), R. ONIGA se ha encargado personalmente de la introducción general al volumen, así como de la edición bilingüe y del copioso y erudito comentario al Agricola y a la Germania. Para el texto de esta se sirve del de la teubneriana de ÖNNERFORS (1983), del que solo diverge en los doce pasajes indicados en su «Nota crítica» (p. XCIV). De otras ediciones daremos cuenta en nuestra BIBLIOGRAFÍA. 9. COMENTARIOS
DE LA
GERMANIA
En este capítulo procede remontarse un tanto atrás, para empezar recordando la obra que fue fruto de la investigación sobre la Germania a lo largo de gran parte del siglo XIX —desde las perspectivas de la filología clásica, la germanística y la arqueología—, y que con sus 751 páginas es la más monumental de las aparecidas hasta la fecha: la debida a K. MÜLLENHOFF, póstumamente publicada en Berlín en 1900 como vol. IV de su Deutsche Altertumskunde (Die Germania des Tacitus erl. von K.M.).160 Cierto es que ha acusado el paso de los años, pero sigue siendo una importante obra de referencia. Aunque no revista el formato de un commentarius perpetuus, también demanda un lugar en esta reseña la ya tantas veces citada Die germanische Urgeschichte in Tacitus Germania de E. NORDEN,161 que, como veíamos, entre otros méritos —y con el precedente de TRÜDINGER, 1918—, situó el opúsculo en la vieja tradición literaria a la que pertenecía, la de la etnografía. Sí reviste la forma de comentario 160 Sobre él véase BENARIO, 1990: 10. De la obra hay una reimpresión aparecida en Amsterdam en 1970, basada en la vermehrte Abdruck de M. ROEDIGER (Berlín, 1920). 161 Recuérdese que apareció en Berlín en 1920, pero que la hemos venido citando por su 4.a ed. (Stuttgart, 1959).
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PRÓLOGO
apegado al texto que incluye el del germanista austríaco R. MUCH (1937, Die Germania des Tacitus, erl. von… Heidelberg), que tras su 3.a ed. actualizada y aumentada por W. LANGE con la colaboración de H. JANKUHN (Heidelberg, 1967) todavía presta muy buenos servicios. Entre los comentarios más recientes de la Germania es de destacar el de J. B. RIVES (Oxford, 1999). No contiene texto latino, pues sigue el de WINTERBOTTOM-OGILVIE, 1975b,162 pero sí una buena introducción y una buena traducción, primer paso de un buen comentario, de orientación más histórica que filológica. Varias de las ediciones de las que antes hemos tratado contienen también comentarios de diversa extensión y calidad, que reseñaremos en nuestra BIBLIOGRAFÍA. 10. ALGO
SOBRE TRADUCCIONES
Varias de las ediciones antes comentadas contienen también traducciones a sus respectivas lenguas. Así, para la inglesa, la de HUTTON, 1914 y las más más actuales de H. W. BENARIO (Indianapolis - Nueva York - Kansas City, 1967; Warminster, 1999)163 y A. BIRLEY (1999). En alemán, puede considerarse canónica la versión de K. BÜCHNER (Stuttgart, 19853, rev. por R. Häussler); pero también son excelentes las ofrecidas por FUHRMANN (1981); LUND, 1988; PERL, 1990 y STÄDELE (1991), por ceñirnos a autores ya citados. En francés, tenemos la de J. PERRET, 1949 y de entre las italianas nos remitimos a la del también mencionado R. ONIGA, 2003 Pasando a nuestra lengua, procede subrayar ante todo la nula relevancia filológica de la recepción hispánica de Tácito, en la cual «Falta todo intento original de fijación de texto» y en la que «los 162 En realidad, para la Germania ese texto es solo de Winterbottom, pues Ogilvie se limitó a reeditar en ese volumen, con ligeras diferencias, el del Agricola que había publicado en OGILVIE-RICHMOND, 1976. RIVES lo sigue, salvo en las pocas ocasiones que reseña en su p. 76. 163 La segunda de las ediciones concierne solo a la Germania; la primera incluye la versión de las tres obras menores.
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comentaristas se perdieron en insulsas consideraciones políticas», según ya veíamos que escribía F. SANMARTÍ, 1951: 28 en su Tácito en España, del que también aquí nos serviremos ampliamente. La carencia señalada se ha mantenido sin mayores variaciones hasta nuestros días, por lo que a nadie extrañará la ausencia de nombres españoles en la crónica editorial de las páginas precedentes. Dicho esto, sí cabe reseñar una relativamente larga serie de traducciones españolas de la Germania, que arranca del siglo XVII y llega hasta la actualidad.164 Según puede suponerse, fue al amparo del tacitismo como surgieron las primeras versiones de nuestra monografía; pero la primera de ellas parece haber sido publicada en Amberes, en 1613 (y sucesivamente reeditada, en Madrid ya en 1614), por Emmanuel Sueyro.165 En el propio 1614, y también en Madrid, apareció el Tácito Español de Baltasar Álamos de Barrientos, familiar de Antonio Pérez, cuya persecución compartió. La traducción incluye la de «El libro del sitio, Costumbres y pueblos de Alemania».166 En 1794, pasados ya los fervores del tacitismo, apareció «la única edición completa de las obras de Tácito en nuestra lengua» (SANMARTÍ, 1951: 41): la de Cayetano Sixto y Joaquín Ezquerra (Madrid, Imprenta Real), acompañada de un texto latino cuya filiación no está clara (destaca como el mejor el de la Editio Bipontina, pero luego declara seguir a Lipsio y Renano, y la entonces bastante reciente de Ernesti). Además, tiene la virtud de que toma nota detallada de los numerosos progresos acaecidos en la Europa de los tres siglos precedentes en la edición y exegesis de Tácito. De Historias y Anales reproduce la traducción de Coloma, y del Agrícola y la Germania la de Álamos, y presenta una propia del Diálogo. Sigue en el tiempo el Ensayo de traducciones que comprende La Germania, Agrícola… de José Mor de Fuentes y Diego Clemencín (Madrid, 1798). Creemos que, saltando sobre las incontables reediciones de Coloma, 164 Véase lo ya dicho en nuestro Prólogo al Agricola (pp. LXXXI ss.), pues varias de las traducciones allí citadas contienen una y otra obra. 165 En el seno de su traducción completa del autor. 166 Ni la del cronista A. de Herrera (Madrid) ni la tan reeditada de don Carlos Coloma (Douai, 1629) incluyeron la Germania.
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PRÓLOGO
es preciso llegar a 1919 para encontrarnos con otra —que no una nueva— traducción de la Germania. En efecto, se trata una vez más de la de Álamos.167 Ya en tiempos modernos, se percibe mayor nivel filológico en la edición bilingüe (latín-catalán) de las Obras menores de la Fundaciò Bernat Metge, con texto latino revisado y aparato crítico a cargo de F. Martorell y traducciones de M. Ferrà y Ll. Riber (Barcelona, 1926, con sucesivas reediciones).168 En el orden del tiempo cabe reseñar la edición y traducción de L. García Vicente (Valladolid, 1941, 1945), de nivel meramente escolar. Algo superior, aunque su responsable no niega su «fin vulgarizador», es el de la traducción incluida en las Obras completas publicadas bajo la dirección de V. Blanco García, con la colaboración de sus alumnos de la Universidad de Zaragoza (Madrid, 1946).169 No hemos podido consultar la poco posterior de A. C. Castagnino (Buenos Aires, 1948). En la Biblioteca Clásica Hernando, publicó M. Marín y Peña su excelente traducción de la Germania (Madrid, 1950). En fin, ya de nuestros propios tiempos, nos quedan por reseñar dos muy estimables versiones de la Germania, ya citadas a propósito del Agrícola: las de J. M. Requejo en la Biblioteca Clásica Gredos (Madrid, 1981) y B. Antón en la colección Akal Clásica (Tres Cantos, 1999), una y otra con nutridas y eruditas introducciones y notas. La última traducción española de la Germania de la que tenemos noticia es la debida a J. L. Posadas (Cuenca, 2011).170 11. LA GERMANIA EN
LA POSTERIDAD
Ya decíamos al tratar del Agricola, citando a GOODYEAR (1989: 702), que «Tácito nunca llegó a ser un clásico o un libro de texto en la 167 En la Colección Universal de la ed. Calpe, Madrid-Barcelona, 1919; cf. SANMARTÍ, 1951: 54. 168 Sobre ella véase SANMARTÍ, 1951: 54 s. 169 Sobre ella véase SANMARTÍ, 1951: 57 s. Es la última de las que reseña ese autor. 170 Ed. Alderabán (sic); reproduce el texto latino de PERRET, 1949.
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Antigüedad porque llegó demasiado tarde para entrar en un repertorio limitado». Tal repertorio —añadíamos— es sin duda el de la famosa quadriga escolar, formada por Virgilio, Terencio, Salustio y Cicerón (y en la que también se echa de menos al gran Tito Livio). Por ello no es de extrañar que la pervivencia inmediata de sus obras, y sobre todo de las menores, alcanzara escaso brillo.171 La Germania, pues, vivió en los siglos tardoantiguos172 un letargo que se prolongó en los del Medievo, en los cuales cabe reseñar, sobre todo, el hecho importante y ya varias veces comentado de que a mediados del siglo IX se copiara el códice Hersfeldensis del que deriva nuestro conocimiento de la obra, y luego la huella que por los mismos tiempos dejó en la paráfrasis que Rodolfo de Fulda hizo de algunos de sus pasajes en su Translatio sancti Alexandri.173 Como era de esperar por su contenido, la recepción de la Germania tuvo un signo predominante aunque no exclusivamente alemán. Ya en la época humanística,174 nos encontramos ante todo con Conrado Celtis (1459-1508), que revistió las viejas glorias de Germania con el ornato del verso. Aparte de obras eruditas sobre su patria, escribió la Germania generalis (1501), un gran poema latino en el que venía a mostrar cómo las virtudes congénitas de su raza habían acabado concertándose con los progresos de la civilización. Así, «el poema de Celtis pinta un mundo ideal en el que la cultura y la moral Véase supra nuestro Prólogo al Agrícola, pp. LXIV ss. Recordemos con MAYER, 2001: 18, que ningún texto antiguo da noticia de los Opera minora. 173 Editada en Hannover en 1829 por H. Pertz, en los Monumenta Germania Historica, Scriptores II: 675 ss. Siguiendo a ÖNNERFORS, 1983, damos cuenta en nuestro aparato crítico de esas concomitancias, que corresponden a los caps. 4 y 9-11 de la Germania. FUHRMANN, 1989: 187, «Die Germania in der Forschung des klassischen Philologie und im gymnasialen Unterricht», en JANKUHN-TIMPE, 1989: 180-197, anota que el monje de Fulda se sirve de Tácito para poner en contraste las antiguas costumbres paganas y bárbaras de su pueblo, el de los sajones, con las aportadas por el cristianismo, que la llegada de las nuevas reliquias contribuiría a reforzar. 174 Para el Fortleben de la Germania a partir del Renacimiento es obra de referencia KREBS 2005. Desde una perspectiva cultural más amplia lo trata SCHAMA, 1995: 81 ss. Sobre la intervención de C. Celtis en la quaestio Germaniae también trata MELLOR, 1995: XXIII y 12, con un texto representativo. 171 172
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son igualmente elevadas. No solo viene a constituir un díptico con la Germania de Tácito, colocando —uno al lado del otro— el pasado y el presente, sino que en el invierno de 1501 servirá a nuestro archihumanista como fundamental materia con la que alimentar una serie de conferencias sobre el texto de Tácito».175 Ya en 1492 Celtis había impartido en la Universidad de Ingolstadt una lección inaugural basada en la Germania, en la cual se mostraba partidario del poder imperial frente al del papa, y años después dictó en la de Viena el que pasa por ser el más antiguo curso universitario dedicado a la obra.176 Pero parece haber sido un italiano, el humanista Eneas Silvio Piccolomini, luego papa con el nombre de Pío II, el primero que sacó a la Germania a la palestra cultural e ideológica con su De ritu, situ, moribus et condicione Germanorum (1458); y lo hizo en la línea que cabía esperar de un curial romano y futuro papa (aunque también fuera secretario de la Cancillería Imperial de Federico III). Piccolomini pretendía atajar el prejuicio, ya fuertemente arraigado en Alemania177 —y más adelante tan potente—, de que su sometimiento a la Iglesia Romana solo había reportado a aquella nación, antaño «señora del Orbe»,178 saqueo, esclavitud y pobreza; y así echa mano de la Germania para pintar la barbarie de sus primitivos pobladores en contraste con los bienes del cristianismo. En cierto modo, pues, se ponía la venda antes de la herida, siguiendo la estela de Rodolfo de KREBS, 2011: 110 Véase H. W. BENARIO, 1990, «Tacitus Germania and Modern Germany», en M. MARCOVICH (ed.), Illinois Classical Studies XVI: 163-175, con bibliografía relevante sobre el Nachleben de la obra en su nota 12. 177 BENARIO, 1990: 167, proporciona más noticias de interés en este punto: la causa inmediata del alegato de Piccolomini sería una carta que había recibido no mucho antes de Martin Mair, canciller del arzobispo de Maguncia, en la que este recogía buena parte de los agravios alemanes frente a la Sede Romana. Sobre Piccolomini y la Germania trata ampliamente KREBS, 2011a: 81 ss. Sobre Piccolomini y la quaestio Germaniae también trata MELLOR, 1995: XXII y 9, con un texto representativo. 178 FUHRMANN, 1989: 187 s., con bibliografía. Como se verá, tomaremos ese trabajo como columna vertebral de este apartado, aunque añadiendo o matizando cuanto nos parezca necesario de los otros muchos autores que han tratado este inabarcable asunto. 175 176
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
Fulda y anticipando la que siglos después trazaría el cardenal Faulhaber de Múnich en su polémica con el ideólogo nazi Alfred Rosenberg. También italiano era Giovanni A. Campano,179 que se mostraría más positivo al respecto de los valores de los antiguos germanos en su discurso ante la Dieta Imperial de Ratisbona de 1471, en el cual invocaba sus viejas virtudes guerreras con vistas a una nueva cruzada contra la amenaza turca, una vieja ilusión del propio Pío II.180 Entretanto, las cosas fueron cambiando; y así también saltó a la escena, en 1501, un problema fronterizo que ha estado latente hasta casi nuestros días en los plus quam ciuilia bella en que durante casi un siglo se han destrozado los europeos: el de la germanidad de Alsacia, defendida por otro humanista, J. Wimpfeling, reformista moderado y, como puede suponerse, alsaciano.181 En el mismo año, el profesor de Tubinga Heinrich Bebel, en su Oratio ad Maximilianum, ya en un tono claro de laudes Germaniae, hacía ver al emperador las pasadas grandezas de la patria alemana.182 También un famoso falsario, el dominico Annio de Viterbo (14321502), en sus Antiquitatum uariarum commentaria (1498),183 echó su cuarto a espadas en nuestra historia, hablando en la suya de los germanos como descendientes de un desconocido hijo de Noé —¡nada menos!— llamado «Tuisco».184 El nombre ya aparece en la forma correcta (Tuisto, «Tuistón») en las obras del llamado Aventino, Johannes Turmaier (1477-1534), historiador del Ducado de Baviera, Era sobrino de Piccolomini, según BENARIO, 1990: 167. Véanse FUHRMANN, 1989: 188 y BENARIO, 2004: 84. 181 Véanse FUHRMANN, 1989, loc. cit. y BENARIO, 2004: 85. 182 Véanse FUHRMANN, 1989, loc. cit.; KREBS, 2011a: 111 ss. 183 La obra suele citarse de maneras diversas; pero no es de recibo que el traductor español de KREBS, 2011a: 98, dé su título en inglés, cosa comprensible en el propio autor. Por lo demás, obsérvese que a la hora de buscar ancestros ilustres el prestigio de la saga diluvial superaba incluso al de la troyana. 184 Tal es la forma que aparece en la traducción española de KREBS, 2011a: 98, en lugar del «Tuiscón» que procedería transcribir, y que sin duda deriva de la variante Tuisconem del manuscrito E de la Germania (2, 1), frente al Tuistonem que los editores consideran correcto. Como se sabe, Tuistón era el dios ancestral del que los germanos procedían. Annio, además, pone en relación esas figuraciones con las de su pseudoBeroso. 179 180
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PRÓLOGO
que se metió de hoz y coz por la senda de la historia fantástica de Annio.185 El caudillo querusco Arminio no era un personaje de la Germania; pero como liberator haud dubie Germaniae (TAC., Ann. II 88) fue celebrado hacia 1520 en el diálogo Arminius del reformista Ulrico de Hutten186 y, como nos recuerda BENARIO (1990: 168), ese culto ha llegado hasta nuestros días, en los que se han cumplido dos milenios de su victoria sobre Varo en Teutoburgo. El diálogo de Hutten fue reeditado por Melanchton, uno de los grandes maestros de la Reforma, junto con una edición propia de la Germania (1538, 1557).187 Uno de sus discípulos, J. E. Berlin, había publicado en 1526 la primera traducción alemana de la obra (cf. KREBS, 2011a: 128). Con todo ello, la hoguera de la rebelión antirromana que atizaba Lutero no dejaba de crecer. Según el ya citado FUHRMANN (1989, loc. cit.), el único humanista alemán que se ocupó de la Germania en un plano «crítico y científico» y no «retórico-ideológico» fue el ya mencionado filólogo Beato Renano, que aparte de sus decisivas aportaciones a un mejor texto de la obra, en sus Rerum Germanicarum libri III (1535), llevó a cabo una tarea digna del mejor anticuario, destinada a recuperar la más justa imagen de los germanos antiguos.188 Hasta ahí —mediados del siglo XVI— alcanza la que FUHRMANN (1989: 189) llama «primera fase de la recepción alemana» de la Germania, la que es objeto de su trabajo citado. (De los personajes concernidos por el redescubrimiento del codex Hersfeldensis —entre los que hay que contar al propio Piccolomini ya convertido en Pío II— y de los varios episodios ligados al mismo, creemos que ya hemos dicho bastante en los respectivos lugares). Desde la fecha indicada hasta finales del siglo XVII vienen, como se sabe, los tiempos del Véase KREBS, 2011a: 114 s. Sobre él véase también KREBS, 2011a: 121 s. 187 Sobre Hutten véase también MELLOR, 1995: sentativo, y KELLEY, 1993. 188 Véase FUHRMANN, 1989: 189. 185 186
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y 13 ss., con texto repre-
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tacitismo político, derivado más bien de los Opera maiora del autor.189 Y aunque FUHRMANN (1989, loc. cit.) y otros saltan por encima de ellos hasta los del Romanticismo en busca de la «segunda fase» de la pervivencia de la Germania, también es posible aplicar a su observación, dentro y fuera de Alemania, un mayor grado de resolución, como hace, entre otros, el libro de KREBS (2011a). Así, también los humanistas rezagados de la Alemania del Barroco y de los tiempos de la Guerra de los Treinta Años hicieron aportaciones al proceso de recepción dignas de reseña. Así, de la dureza de esos tiempos se hizo eco J. G. Schottelius (1612-1676), autor de importantes obras eruditas sobre la lengua alemana, en un drama pacifista, La victoria de la paz, en el que reaparece el ya mitificado Arminio, aunque esta vez para denostar de las calamidades de la guerra (cf. KREBS, 2011a: 131 ss.). El bastante más joven, Ph. Cluverius (1580-1622) publicó una Germania antiqua, que él mismo definía como «en gran medida un amplio comentario al libro de Tácito» (KREBS, 2011a: 139). En fin, Martin Opitz (1597-1639), considerado por algunos como «padre de la poesía alemana», se empeñó, junto con su generación, «en que las musas debían aprender el alemán»; y dado que en la Germania no faltaban noticias de los carmina antiqua (2, 1) de sus viejos pobladores, en ellas se fundaron aquellos pioneros para promocionar a la Musa Theutonica.190 Los tiempos de la Ilustración no han tenido un eco importante entre los cronistas del Nachleben de la Germania; pero en ellos no faltan figuras que requieren mención. Por de pronto, parece que al famoso barón de Montesquieu (1689-1755) no le desagradaba la idea de descender de germanos; pues germanos eran, al fin y al cabo, los francos que habían cruzado el Rin para dar nombre a Francia, sin abandonar del todo su solar en Alemania (la Franconia, tierra de los 189 Entre la amplia bibliografía sobre el tacitismo, que no ha lugar a reiterar aquí, llama la atención que el breve pero interesante MELLOR, 1995, al llegar al siglo XX, reduzca sus observaciones al ámbito filológico, sin casi referirse al Missbrauch que los nacionalsocialistas hicieron de la Germania, al que solo alude de pasada en su p. LII. 190 Sobre Opitz y su círculo poético trata ampliamente KREBS, 2011a: 143 ss.
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Franken). Y es que el autor de El espíritu de las leyes (1734), al dar vueltas a la idea que lo haría famoso, la de la separación de poderes, y aunque tuviera presente, sobre todo, el particular sistema constitucional, por así llamarlo, de la Gran Bretaña, remontándose más en el tiempo recaló en la Germania, que conocía al dedillo. Y así, pensando en situaciones y costumbres como las que Tácito describe en su capítulo 11 (de minoribus rebus principes consultant, de maioribus omnes…), llegó a la conclusión de que «este hermoso sistema se concibió en los bosques» (KREBS, 2011a: 165; cf. MELLOR, 1995: XLII y 154). En fin, y ya para cerrar este apartado de nuestra crónica, podemos recordar a J. G. Herder (1744-1803), figura puente entre Ilustración y Romanticismo y padre del nebuloso concepto de Volksgeist. Buen conocedor de Tácito y de la Germania, Herder habló del Urbild de los germanos, que entendía formulado en el famoso pasaje del tantum sui similem gentem (4, 1; cf. KREBS, 2011a: 185).191 Y así llegamos al movimiento romántico, a la toma de conciencia de la nación alemana frente al invasor Bonaparte y a la «segunda etapa» de la recepción alemana de la Germania, la que culminaría en el Missbrauch (FUHRMANN, 1989: 182) que de ella hizo el III Reich con su ideología racista.192 Como se sabe, de aquella reacción romántica surgió el afán de unidad en la Alemania fragmentada en pequeños estados, y más desde que su casi milenario Reich había sido degradado por el aventurero corso a la subalterna condición de Imperio Austríaco. Era el tiempo en que los jóvenes patriotas e idealistas se alistaban en la Tugendbund con la idea de hacer resurgir a su patria (un anticipado «Deutschland, wache!»). Por entonces dio a conocer el filósofo G. Fichte sus Discursos a la Nación Alemana (1807-08), programa de aquel entusiasta movimiento regeneracionista, en cuyos fundamentos no podía faltar, naturalmente, la invocación a la Germania, como documento de la «eterna singularidad» de los alemanes, marcada por su religiosa gravedad, su afán de libertad, su lealtad, Sobre el tacitismo del siglo XVIII trata WEINBROT, 193. En este punto es esencial el libro de A. A. LUND, 1995, Germanenideologie im Nationalsozialismus. Heidelberg. 191 192
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su integridad y su sencillez; todo un «carácter nacional» que alcanzaba la categoría de «manifestación de la divinidad» (FUHRMANN, 1989: 190).193 En apoyo de toda esta ideología aún sentimental y retórica vendría más adelante la de raíz socio-biológica o pretendidamente tal, que ya entraría de lleno en el peligroso terreno de la raza. Pero también esta vez, fue un colaborador extranjero, el conde francés A. de Gobineau, el autor de la más influyente aportación: su descarnado Essai sur l’inégalité des races humaines (1853), que en el revoltijo racial de la Humanidad situaba a los germanos por encima de cualquier otra estirpe, en razón de un conjunto de virtudes bastante aproximado al proclamado por Fichte (cf. FUHRMANN, 1989, loc. cit.; KREBS, 2011a: 201 ss.). No había mucho trecho desde las ideas de Gobineau a las del peor Nietzsche y sus Herrenmenschen y a las de otro colaborador extranjero, el inglés germanizado Houston Stewart Chamberlain, yerno de Richard Wagner,194 que en 1899, en sus Fundamentos del siglo XIX, formularía sus radicales convicciones racistas, antisemitas y pangermanistas. Esta amalgama de filosofía irracionalista y darwinismo extraviado ayudaría a que el nacionalsocialismo se abriera camino hacia poder en la desvalida República de Weimar de los años 20 y 30 de la pasada centuria.195 En fin, entre los ideólogos racistas e intelectualmente responsables de la perversión moral del III Reich podríamos citar a varios otros, como el etnólogo Hans F. K. Günther (1891-1968), conocido como Rassen-Günther (cf. LUND, 1991: 21 s.; CHAPOUTOT, 2012: 38 s.), abanderado del nordicismo, en la estela del ya nombrado prehistoriador G. Kosinna. En su Herkunft und Rassengeschichte der Germanen (1935) Günther usó ampliamente de la Germania, y tras la hecatombe de 1945 salió mejor parado de lo que esperaba y tal vez merecía; y, claro está, cómo olvidar a su amigo el pseudofilósofo Sobre el papel de Fichte en esta historia véase también KREBS, 2011a: 189 ss. Veo en KREBS, 2011a: 207, que con Wagner ya había estado en contacto el citado Gobineau, cuyo pensamiento, como era de temer, lo sedujo de inmediato. KREBS, 2009: 295, recuerda que cuando Hitler visitó a Chamberlain en la Wahnfried de Bayreuth le besó las manos. 195 Sobre Chamberlain véanse LUND, 1995: 20 s.; KREBS, 2011a: 212 ss. 193
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Alfred Rosenberg, ideólogo de cámara de Adolf Hitler, que en Núremberg subiría los trece peldaños del cadalso sin haber cedido un ápice en el odio implacable a los hijos de Israel que había alimentado su vida. Fue precisamente Alfred Rosenberg, exhibiendo una arrogancia insólita —no tanto en él— uno de los protagonistas del que tal vez fue el episodio más sonado de la recepción nacionalsocialista de la Germania.196 Ya desde su Machtergreifung a principios de 1933 el propio Rosenberg, Himmler197 y otros personajes del ala más anticristiana del partido (R. W. Darré, M. Bormann, etc.)198 habían desarrollado una serie de iniciativas destinadas a establecer en el Reich un neopaganismo germánico, plasmado en mascaradas callejeras que, aunque de signo nada festivo, nada tenían que envidiar a las del tradicional Fasching de Baviera, amén de grotescos ritos solsticiales y equinocciales. Alarmado ante tal panorama, el cardenal arzobispo de Múnich y Freising M. von Faulhaber, en su sermón de Nochevieja en la iglesia jesuítica de San Miguel, abarrotada de muniqueses, pronunció un enérgico alegato en el que, como antaño había hecho Piccolomini, echó mano de la Germania, tan estimada por los nazis, para hacer ver a sus fieles el grado de primitivismo, crueldad y barbarie de aquellos antepasados bebedores, sacrificadores de sus semejantes, haraganes, pendencieros y dados al juego a los que se pretendía mostrar como modelo de las excelencias ancestrales del pueblo alemán; no sin reconocer las virtudes que Tácito atribuía a aquel pueblo, como la lealtad personal y la fidelidad a la palabra dada; su rechazo del infanticidio y del control de la natalidad. Y concluía el prelado afirmando que «según Tácito, no se puede hablar de una
Da cuenta de él LUND, 1995: 68 ss. Al parecer, el siniestro jefe de las SS había quedado tan impresionado por la lectura de la Germania en su juventud que se dijo a sí mismo, y luego a cuantos se prestaron a escucharlo: «Así era y así ha de volver a ser»; véase KREBS, 2009: 295 ss. 198 Es bien sabido que el propio Hitler profesaba una profunda aversión al cristianismo, que por razones de conveniencia política solo solía declarar en sus famosas Tischgespräche. 196 197
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verdadera cultura de la época precristiana germánica» (cf. LUND, 1995: 69).199 Las palabras del cardenal tuvieron pronto eco en alguno de los periódicos del régimen (que por entonces ya eran casi todos), y el propio Alfred Rosenberg le salió al paso en uno de los mítines del partido, celebrado en Hannover. Por de pronto, previno a sus oyentes contra los discursos que minusvaloraban y despreciaban «die deutsche Geschichte und die deutsche Vergangenheit». Además, distanciándose de Carlomagno y de su Imperio (tal vez por estimarlos ya patentados por los odiados vecinos franceses),200 tomaba partido por Widukindo y los sajones con los que Carlos había acabado en sus conquistas, y por «una nueva serie histórica… que lleva desde Arminio el querusco, a través de Widukindo y Enrique el León hasta Adolf Hitler. Y decimos que hoy Widukindo ha vencido a Carlomagno por medio de Adolf Hitler».201 Si algo estaba claro, era que se trataba de buscarle al III Reich unos ancestros lo menos cristianos posible. Como se sabe, el de Germania era el nombre que el Führer tenía destinado para la nueva capital de su tausendjähriges Reich en la que proyectaba convertir a Berlín una vez aplastado el adversario bolchevique. No era un nombre germánico, pero sí prestigiado por la cultura y la lengua de Roma, las del imperio que el delirante líder había tomado como modelo del que pretendía construir.
199 KREBS, 2011b: 2, ha vuelto sobre el suceso en tono de divulgación, pero de manera no menos amena. Faulhaber, junto con el arzobispo Graf von Galen («el león de Münster»), la filósofa judía conversa Edith Stein (hoy santa Teresa Benedicta de la Cruz) y otros, colaboró más tarde en la redacción de la encíclica Mit brennender Sorge de Pío XI (1937). Aparte cuestiones de principios, se comprende que la Iglesia se sintiera defraudada por las múltiples violaciones nazis del Reichskonkordat, precipitadamente suscrito ya en 1933 gracias a las intrigas del embajador del Reich en el Vaticano Fr. von Papen, católico oficial y turbio político, que ni merecía ni posiblemente esperaba salir absuelto del Juicio de Núremberg. Por cierto, el general Franco había prohibido la difusión de aquella encíclica en la «España Nacional». 200 A este respecto CANFORA, 1979: 74, recuerda que en 1935 un grupo de historiadores alemanes, enfrentándose a la pasión de Rosenberg por Widukindo, propuso reivindicar como héroe germánico a Karl der Grosse. 201 Citado por LUND, 1995, loc. cit.
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Mucho más podría contarse sobre el tragicómico Missbrauch que los nacionalsocialistas hicieron de la Germania;202 pero sería lástima concluir este apartado sin recordar cierta anécdota, verdaderamente rocambolesca, en la que, además, se vio muy directamente envuelta la obra. Según ya decíamos en nuestro prólogo al Agricola, la Alemania de Hitler mostró un inusitado interés por obtener de la Italia de Mussolini permiso de exportación para el manuscrito Aesinas (considerado como resto parcial del Hersfeldensis), cuando su propietaria, la familia Balleani, se mostraba dispuesta a enajenarlo.203 Como se sabe, el códice contenía, además del Agricola y el Dictys Cretensis, la propia Germania, aunque sus respectivos casos diferían no poco: la copia del Agricola, como ya hemos recordado, contenía algo más de un cuaternión copiado en época carolingia que fue reconocido como resto del perdido Codex Hersfeldensis, arquetipo de toda la tradición; por el contrario, la de la Germania, seguramente transcrita en el siglo XV por Stefano Guarnieri, solo era un códice humanístico 202 Los despropósitos de los que hablamos contaron con la complicidad de no pocos Akademiker alemanes del gremio clásico, bastantes de los cuales se aprovecharon de la persecución de los profesores judíos como Norden y Fraenkel, tal vez los dos mejores latinistas que Alemania tenía. De tales gentes puede obtenerse una cierta noticia en el Bericht de LUND, 1991b, poniendo especial atención a los trabajos sobre la Germania publicados en los años 1930 y casi hasta el final de la guerra, en bastantes de los cuales se percibe la jerga nazi de «Rasse, Blut und Boden». También dan informaciones de interés FUHRMANN, 1989: 192 s. y LUND, 1995 (así, en 32 s., sobre el caso Fehrle, miembro de las SS y editor de la Germania). Acerca de la Filología Clásica en la Alemania de Hitler proporcionan muchos datos los trabajos on line del profesor de Eichstätt J. MALITZ http://www.gnomon.ku-eichstaett.de/LAG/ Klassische_Philologie_ Freiburg.pdf; http://www. gnomon.ku-eichstaett.de/LAG/oppermann.html; y «Klassische Philologie», en E. WIRBELAUER (ed.). Die Freiburger Philosophische Fakultät 1920 - 1960. Mitglieder - Strukturen - Vernetzungen. (Freiburger Beiträge zur Wissenschafts- und Universitätsgeschichte. Neue Folge, Bd. 1.). Freiburg - München, 2006. 303-364. También su artículo «Römertum im ‘Dritten Reich’: Hans Oppermann», en KNEISSL - LOSEMANN, 1998: 519-543, que toca, entre otros asuntos, la expulsión de Fraenkel de su cátedra, su tortuosa sustitución por el citado Oppermann (promovida desde arriba por el filólogo Fehrle), y el no menos tortuoso nombramiento que dio a A. Bogner la cátedra dejada en Freiburg por W. Schadewaldt tras su traslado a Leipzig. CHAPOUTOT, 2014, passim, da amplia noticia sobre las ideas y trabajos de notables Althistoriker como Joseph Vogt. 203 Véase el ya citado NIUTTA, 1966. Además, el sustancioso relato de SCHAMA, 1995: 78, y KREBS, 2011a: 13 ss.
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más de la obra, importante, pero no más que otros conocidos. Por otra parte, en bibliotecas del Reich ya había manuscritos de la Germania, como el Monacensis (m) y, al menos desde el Anschluss de 1938, el Vindobonensis (V); por lo cual cabe pensar que el empeño de los alemanes en llevarse el Aesinas tuviera que ver con el simple hecho de que era el único que estaba a la venta; pero el Gobierno italiano, tras informe de sus expertos, lo declaró inexportable. Ello no movió a los jerarcas nazis a ceder en su tozudez; y aquí parece que hay que apuntar al círculo del siniestro Heinrich Himmler, que desde años atrás, por medio de su pseudocientífica fundación Das Ahnenerbe («La herencia de los mayores»), se dedicaba a localizar y recabar toda suerte de testimonios sobre los germanos, sus tribus perdidas y hasta sobre sus parientes que aún no hubieran perdido sus buenas cualidades de nórdicos.204 Y así fue como sobrevino la aventura que queríamos recordar: en el otoño de 1943, cuando en la Italia ya invadida se mataban a mansalva aliados y alemanes, partisanos y fascistas residuales, llegó a la ciudad de Jesi (provincia de Ancona), un comando de las SS de Himmler, que esta vez no buscaba a ningún resistente ni a ningún espía infiltrado. Llevaba severas instrucciones de registrar la Villa 204 En materia de germanismo, parece que Hitler, a diferencia de su treue Heinrich, no había perdido del todo el sentido del ridículo. Lo dan a entender, entre otros testimonios, las observaciones que le atribuye su arquitecto de cámara A. Speer y que recoge LUND, 1995: 103 s. Así, la que hizo al respecto de las incansables excavaciones que Himmler promovía: «¿Por qué llamamos la atención de todo el mundo sobre el hecho de que no tenemos pasado alguno? No era bastante que los romanos ya construyeran grandes edificios cuando nuestros antepasados todavía habitaban en chozas de barro, y ahora se pone Himmler a excavar esos poblados de barro y se deja llevar al entusiasmo con motivo de cada pedazo de cacharro y cada hacha de piedra que encuentra. Con ello solo demostramos que todavía golpeábamos con hachas de piedra y estábamos agachados en torno a hogueras al aire libre cuando Grecia y Roma ya estaban en los grados más altos de la civilización. En realidad, tendríamos todas las razones para estar callados al respecto de ese pasado». Y es que, pese a todo, los praecipua sidera que guiaban su megalomanía eran Grecia y Roma, que, al fin y al cabo, compartían con los germanos el archivalor del nordisches Blut; puede verse más información al respecto en CHAPOUTOT, 2014: 81 ss., que también reproduce y comenta el texto citado en su p. 86. Sobre las rivalidades entre la Ahnenerbe el llamado Amt Rosenberg, ejemplo típico de la caótica policracia nazi, trata CANFORA, 1979: 75 s.
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Fontedàmo, residencia familiar del conde Balleani, en la que se suponía que estaba el preciado códice Aesinas, y de llevárselo consigo a toda costa. Ni aquel registro, ni los de otras propiedades de la familia dieron el resultado apetecido, pues el manuscrito se salvó escondido bajo un leño en la bodega de otra de sus propiedades. Pero su azarosa historia no concluyó ahí, pues cuando estaba depositado en la Biblioteca Nacional de Florencia, sufrió los estragos de la riada del Arno de 1966, que lo dejó prácticamente ilegible. Ahora descansa, al fin, en la Biblioteca Nacional de Roma, y solo es accesible por medio de fotocopias como las que TILL publicó en 1943205 y otras conservadas en algunas universidades, entre ellas la de Harvard. Si bien se piensa, solo la fantasía del cine moderno ha logrado presentarnos historias como la narrada (pienso en las películas de Indiana Jones), cuya trama y acción versen tan estrechamente sobre un simple objeto cultural; y cabe esperar que el códice de Jesi tenga en su día el guión y el film que tan a mano tienen los profesionales.206 205 Véase también el epílogo de KREBS, 2011a: 255 ss. El estudio y facsímil de TILL, 1943 se publicaron bajo los auspicios de la Ahnenerbe, que le había facilitado el acceso al códice, cuando su autor se hallaba en el frente de guerra, con un expreso reconocimiento a su fundador y jefe H. Himmler. Según KREBS, 2011a: 254 s., la dedicatoria le fue impuesta a Till por el gerente de la Ahnenerbe Wolfram Sievers, el único directivo de la misma que pagó en la horca sus graves responsabilidades, que alcanzaban hasta los consabidos experimentos médicos con prisioneros de los campos de concentración. Sin embargo, CHAPOUTOT, 2014: 92, recuerda que Till fue en un tiempo director de una sección de Filología Clásica y Ciencias de la Antigüedad de la Ahnenerbe ; véase también LUND, 1995: 103. 206 El revival nazi de la Germania, no dejó de tener ecos en España. Así, el periodista, ensayista y académico EUGENIO MONTES, en su recopilación de crónicas desde Alemania El viajero y su sombra (Madrid, Cultura Española, 1940: 132-139), incluyó la titulada «Horst Wessel, el ‘nazi’ de las catacumbas», en la cual no disimula sus simpatías por el régimen nacionalsocialista y por el dudoso héroe mencionado, aunque en otros lugares formulara frente al racismo y antisemitismo las reservas que estimaba propias de un católico español. MONTES (1940: 135) escribe: «De cuantos reportajes conozco sobre la Alemania de Hitler, éste es el único coherente e inteligible: su título: Germania; su autor: Cornelio Tácito». Bastantes años más tarde, en 1950, el catedrático de Historia del Derecho A. LÓPEZ AMO, en muy diverso tono, pronunció y publicó en la Universidad de Santiago un discurso inaugural titulado «INSIGNIS NOBILITAS. Estudio sobre el valor social de la aristocracia», en el que se sirve ampliamente, y con conocimiento de causa, de textos de la Germania.
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12. NOTA
SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN
Como ya hemos dejado claro al respecto del Agricola, el texto que aquí ofrecemos debe considerarse simplemente como «revisado» y no como una «edición crítica», en los términos establecidos por las Normas de la colección Alma Mater; pues aunque hayamos tenido siempre a la vista el texto de la Germania del ms. E (en las fotocopias de TILL, 1943), también teníamos claro que ese solo era en este caso uno más de los códices a considerar. Las lecturas de otros las hemos tomado, pues, de los editores citados. En nuestro aparato hemos preferido aducir códices (y editores) y no familias, siguiendo en gran medida el modelo de ÖNNERFORS (1983), aunque también se verá que disentimos de su texto en no pocos lugares. Tal vez algún atento lector lo encuentre un tanto recargado, pero esa nos parece una servidumbre propia del editor que reconoce no tener la autoridad necesaria para discernir de manera tajante y con criterio propio entre las posibilidades que la tradición y la erudición le ponen delante. Al menos, pues, habremos proporcionado al lector un aceptable status quaestionis del texto. En cuanto a nuestra traducción, no estimamos necesario hacer mayores precisiones, salvo una referente a la transcripción de los numerosos nombres propios que aparecen en la obra. En la de los griegos —los menos— hemos seguido las normas propuestas por M. FERNÁNDEZ GALIANO, 19692. En la de los latinos, nos hemos atenido a las prácticas más generalmente aceptadas por los traductores españoles, con especial atención a la prosodia de las palabras de tres o más sílabas a los efectos de la colocación del acento en la lengua de origen. Para el resto de los casos, en su mayor parte gentilicios germánicos, siempre que de ellos se conozcan transcripciones griegas (como se sabe, en muchos casos prosódicamente más precisas que las latinas), nos hemos atenido a los mismos principios que para los nombres griegos. En este punto nos han sido de no poca utilidad las indicaciones del Register de la edición de PERL (1990: 273, ss.).
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BIBLIOGRAFÍA
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DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
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[CCVIII]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA212 A. EDITIONES Anderson: Cornelii Taciti de origine et situ Germanorum. Oxford, 1938 cum comment.). Andresen: P. Cornelii Taciti libri qui supersunt recognovit Carolus Halm. Ed... curavit Georgius Andresen. Tom. II, fasc. 2: Germania, Agricola, Dialogus de oratoribus. Lipsiae, 1914. Baumstark : A. Baumstark, Ausführliche Erläuterung des allgemeinen Theiles der Germania des Tacitus. Leipzig, 1875. —: Ausführliche Erläuterung des besonderen völkerschaftlichen Theiles der Germania des Tacitus. Leipzig, 1880. Beroaldus: P. Cornelii Taciti libri quinque noviter inventi atque cum reliquis eius operibus editi…. Ph. Beroaldus. Romae, 1515. Bipontina ed.: v. Croll. Bleterie : J. Ph. De La Bleterie, Traduction de la Vie d’Agricole, et des Moeurs des Germains. París, 1779. Borchardt: Tacitus, Deutschland. Deutsch von R. Borchardt. München, 1922. Brotier : C. Cornelii Taciti opera recognovit….. G. Brotier. Parisiis, 1771. Büchner : Publius Cornelius Tacitus, Die Historischen Versuche. Agricola, Germania, Dialogus, übers. und herausg. von K. Büchner; neue Aufl. von R. Häussler. Suttgart 19853. Croll: C. Cornelii Taciti opera ex rec. G. Ch. Crollii, ed sec. cur. Fr. Ch. Exter. Biponti, 1792 (prima ed. caret editoris nomine, ibid. 1779-80). Döderlein: C. Cornelii Taciti opera, em. et comm. instr. L. Döderlein (Bibliotheca scriptorium Latinorum… cons. God. Bernhardy instituta, Pars V). Halis 1841-1847. 212
Praeter semel uel raro adhibita, quae in ipso apparatu explicantur.
[CCIX]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Ernesti : C. Cornelii Taciti opera ex rec. Io. Augusti Ernesti…. Lipsiae, 1752. Fehrle-Hunnerkopf: Publius Cornelius Tacitus. Germania, herausg., übers. von E. Fehrle; überarb. ed…. von R. Hünnerkopf. Heidelberg, 19595. Furneaux-Anderson: Cornelii Taciti opera minora. Recogn…. H. Furneaux; iterum rec. J. G. C. Anderson. Oxford, 19624. Halm: v. supra. Andresen. Haupt: Cornelii Taciti Germania in usum scholarum recogn. a M. Hauptio. Berlín, 1855. Grotius: C. Corn. Tacitus ex I. Lipsii ed. cum notis et emend. H. Grotii. Lugduni Bat. 1640. Gruter : C. Cornelii Taciti opera quae exstant ex recogn. Iani Gruteri. Francoforti, 1607. Gudeman: P. Cornelii Taciti de Germania, erkl. von A. Gudeman. Berlín, 1916 (rev ed. Boston, 1928. Koestermann: Cornelius Tacitus, Germania, Agricola, Dialogus de oratoribus, ed. E. Koestermann. Lipsiae, 19703. Kritz: P. Cornelii Taciti Germania. Ex Hauptii recensione……. ill. Fr. Kritzius. Berolini, 19693. Lenchantin: Cornelii Taciti De origine et situ Germanorum, ed. M. Lenchantin de Gubernatis, Augusta Taurinorum, 19512. Lipsius: C. Cornelii Taciti opera quae exstant Iustus Lipsius rec. Antverpiae, 1607. Lund: P. Cornelus Tacitus. Germania. Interpr., herausg., übertr., komm., mit Bibliogr. von A. A. Lund. Heidelberg, 1988. Massmann: Germania des C. Cornelius Tacitus. Mit den Lesarten sämmtlicher Handschr. und geschichtl. Untersuchungen…. Quedlimburg & Leipzig, 1847. Müllenhoff: Deutsche Altertumskunde, IV, Die Germania des Tacitus erl. von K. Muellenhoff. Berlín, 1900 (neuer vermehrte Abdruck von M. Roediger. Berlín, 1920). Müller : P. Cornelii Taciti opera quae supersunt. Rec. J. Müller. Lipsiae &Vindobonae, 1902-19062.
[CCX]
DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
Oniga: Tacito, Opera omnia 1; ed. con testo a fronte a cura di R. ONIGA (Introd., trad. e coment. de R. Oniga et al.). Turín. Önnerfors: P. Cornelius Tacitus. Germania, ed. A. Önnerfors. Stuttgardiae, 1983. Passow : C. Cornelii Taciti…. Germania. rec…. Fr. Passow. Bratislaviae, 1817. Perl: Tacitus, Germania (in Griechische und lateinische Quellen für Frühgeschicte Mitteeuropas bis zur Mitte des 1. Jahrhtausend u. Z. herausg. von J. Hermann). Berlín, 1990. Perret: Tacite. La Germanie. Texte établi et traduit par J. Perret. París, 1949. Pichena: C. Cornelii Taciti opera quae exstant. Iuxta veterrimos manuscriptos emendata… per C. Pichena. Francofurti, 1607. Reeb : Tacitus Germania, mit Beitr. von A. Dopsch, H. Reis, K. Schumacher, H. Klenk, herausg. und erkl. von W. Reeb. Leipzig - Berlín, 1930, ed. altera 1939. Rhenanus: P. CORNELII TACITI, DE moribus & populis Germaniae, libellus… [ed. Beatus Rhenanus], Basileae, ap. I. Frobenium, anno M.D. XIX. Ritter : Corneliis Taciti opera…. ed. Fr. Ritter. Cantabrigiae, 1848; ed. altera, Lipsiae, 1864. Robinson: The Germania of Tacitus, a critical edition by R. P. Robinson. Middletown, 1935. Städele: Cornelius Tacitus. Agricola. Germania, Lat. und Deutsch. Herausg., ubers. Und erl. von A Städele. München, 1991. Tross: C. Cornelii Taciti de origine, situ, moribus ac populis Germanorum libellus…. ed. L. Tross. Hamm, 1841. Walch: Tacitus Germania…. Von G. L. Walch. Berolini, 1829. Walther : C. Cornelii Taciti opera, IV (Germania, Agricola, Dialogus). Rec. H. Walther, praef. F. A. Eckstein. Halis, 1833. Winterbottom: Cornelii Taciti Opera Minora, ed. M. Winterbottom et R. M. Ogilvie. Oxford, 1975. Wolff: Tacitus’ Germania…. erkl. von Ed. Wolf. Leipzig - Berlín, 19153.
[CCXI]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Zernial: Tacitus’ Germania erklärt von U. Zernial mit einer Karte von H. Kiepert. Berlín, 1890.
B. COMMENTATIONES Acidalius: Valentis Acidali, intercurrentibus et M. Ant. Mureti, notae in C. Cornelii Taciti opera, quae extant. Collecta a Christiano Acidalio fratre. Hanoviae, 1607. Baehrens: E. Baehrens, Studien zur Germania des Tacitus, Jahrbücher f. class. Philol. CXXI, 1880: 265-288. Bernhardy: v. supra ed. Döderlein. Bruun: N. W. Bruun, über eine schwierige Tacitusstelle (38, 2), Wiener Studien N. F. VIII, 1974: 154-155. —: Annotationes criticae in Taciti Germaniam, Symb. Osl. 51, 1976: 137-144. Cellarius, Ch., Notitia orbis antiqui. Cantabrigiae 1703-06. Cluverius: Ph. Cluverius, Germaniae antiquae libri tres… Lugduni Bat., 1616. Colerus: Ch. Colerus, Ad C. Cornelii Taciti scripta spicilegium. Hannoviae, 1603. Delz: J. Delz, Der Namensatz und weitere korrupte Stellen in den kleinen Schriften des Tacitus, Museum Helveticum 27, 1970: 224-241. Detschew : D. Detschew, Zu Tacitus Germania 45, Wochenschr. f. klass. Philol. XXXV, 1918: 326-237. Eriksson: Einige kritisch untersuchte Tacitusstelle, Rhein. Mus. 88, 1939: 18-27. Frahm: F. Frahm, Neue Wege zur Textkritik von Tacitus Germania, Hermes 69, 1934: 426-443. Goodyear: F. R. D. Goodyear, On the Leidensis of Tacitus, Class. Quart. 20, 1970: 365-370. Grimm: J. Grimm, Geschichte der deutschen Sprache (I p. 433: Tac. Germ. 34, 1). Leipzig, 18804.
[CCXII]
DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
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[CCXIII]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
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[CCXIV]
DEL ORIGEN Y SITUACIÓN DE LOS GERMANOS
Schuhmann, H. S.: Eine kritische Anmerkung zu Tacitus, Germania 1, 1 und ihre Bedeutung für die Datierung der Schrift, Glotta 80, 2004: 251-261. —: tamquam oder quamquam: Zu Tacitus Germania, c. 4 und zur Überlieferung der Germania im Mittelalter, Glotta 79, 2003: 205-223. Schütz: H. Schütz, Zu Tacitus Germania. Neue Jahrb. F. Philol. u. Pädag. CXIX, N. F. (1897-1898): 273-288. Sepp: B. Sepp, Bemerkungen zur Germania des Tacitus, Blätter f. d. Gymnasial-Schulwessen 28, 1892: 169-175. Tagmann: R. Tagmann, De Taciti Germaniae apparatu critico. Vratislaviae, 1847, Urlichs: Kritische Bemerkungen zu dem älteren Plinius und zu Tacitus, Rhein. Mus. XXXI, 1876: 493-529. Voss: P. Voss, Kritiske bemerkninger till Tacitus, Tidskrift for philologi og paedagogik VII, 1866-67: 101-113. Wackernagel: W. Wackernagel, Die germanische Personennamen, Schweizer. Museum f. hist. Wissensch. I, 1837: 109. Waitz: G. Waitz, Die Verfassung des deutschen Volkes in ältester Zeit. Berlín, 18803. Wellesley: K. Wellesley, Tacitus, Germania 36, 1, Class. Quart. N. S. 20, 1970: 371. Wölfflin: E. Wölfflin, Tacitus (Jahresberichte), Philologus 25, 1867: 92134; 26, 1867: 92-166; 27, 1868: 133-149.
[CCXV]
SIGLA CODICVM (omnium saec. XV scriptorum) B
Codex Vaticanus Lat. 1862 (V apud Robinson, 88), ff. 1-13
b
Codex Leidensis Perizonianus XVIII Q 21 (L apud Robinson, 84), ff. 47-59v
C
Codex Vaticanus Lat. 1518 (I apud Robinson, 83), ff. 189 dupl.198v
c
Codex Farnesianus siue Neapolitanus (N apud Robinson, 85)
E
Codex Aesinas (E apud Robinson, 14-30), ff. 66r-75v (nunc Roma, B.N., Vitt. Emm. 1631)
m Codex Monacensis Latinus 5307 (m apud Robinson, 85), ff. 153-168 p
Codex Parisinus Nouv. Acq. 1180 (p apud Robinson, 86), ff. 33-40, deficit post 44, 3 regia utilitas
Q
Codex Marcianus Venetianus Lat. Misc. Class. XIV, 1, 4266 (M apud Robinson, 85), ff. 186-193v
W Codex Vindobonensis Ser. Nov. 2960 (olim 711, W apud Robinson, 89), ff. 200-211v Laudantur etiam perpaucis locis alii eiusdem saeculi codices, iisdem siglis quibus apud Robinson notati: a
Codex Londiniensis Arundelianus 277 (apud Robinson, 79), ff. 68-82v
A
Codex Vaticanus Lat. 4498 (apud Robinson, 80 sq.), ff. 109v119v
[CXVII]
SIGLA CODICVM
s t u
Codex Stutgardiensis Hist. Q 152 (apud Robinson, 87), ff. 120134 Codex Turicensis Car. C 56, (a. D. 1502 exaratus, apud Robinson, 88), ff. 9-14v Codex Vaticanus Urbinas Latinus Lat. 412 (655) (apud Robinson, 88) ff. 204-214
Notae (unius codicis B exemplo explicatae; similiter et in ceteris codd.): Bu uaria lectio, siue s(upra) lin(eam) siue in marg(ine) addita B1 lectio codicis ante correctionem B2 lectio codicis eadem manu correcti
[CCXVIII]
SINOPSIS1
PARTE GENERAL: LA GERMANIA Y SUS PUEBLOS EN SU CONJUNTO (1-27) GEOGRAFÍA
Y ORÍGENES DE SUS POBLADORES
(1-5):
Confines de la Germania (1). - Genealogía y fenotipo de sus habitantes (2-4). - Características de su suelo: agricultura, ganadería; minería y moneda (5). USOS
Y COSTUMBRES
(6-27):
Vida pública (6-15) La guerra (6-8). - La religión (9). - Prácticas adivinatorias (10). - Las asambleas (11). - La administración de justicia 12). - Organización militar en la paz y en la guerra (13-15, 1). - Tributos a los caudillos (15, 2). Vida privada (16-27) La vivienda (16). - El vestido (17).- El matrimonio y su protección (1819). - La crianza de los hijos y las leyes de la herencia (20). Enemistades, venganza y hospitalidad (21). - Régimen de vida (22). - Alimentación y bebida (23). - Juegos (24). - La esclavitud (25). La agricultura (26). - Ritos funerarios (27, 1). - Transición a la Segunda Parte (27, 2). II. PARTE ESPECIAL: LOS PUEBLOS Y TRIBUS DE GERMANIA (28-46) PUEBLOS
DE LAS FRONTERAS OCCIDENTAL Y MERIDIONAL
(28-29):
Los galos transrenanos: helvecios y boyos. - Germanos ribereños del Danubio: araviscos y osos. - Germanos cisrenanos: vangiones,
1
Seguimos en lo fundamental la que ofrece GUDEMAN, 1916, 49.
[CCXIX]
SINOPSIS
tribocos, németes, ubios (28). - Los batavos y matiacos (29, 1-2). Los habitantes no germanos de los Agri Decumates (29, 3). PUEBLOS
DEL
O
Y EL
NO
DE
GERMANIA (30-37)
Los catos (30-31). - Los usipos y téncteros (32). - Los brúcteros, camavos y angrivarios. - Los dulgubnos, casuarios y frisios (34). - Los caucos (35). - Los queruscos y los fosos (36). - Los cimbros (37, 1). - Romanos y germanos en el pasado (37, 2-5). LOS
PUEBLOS SUEVOS
(38-45)
Los suevos en general (38). - Los semnones (39). - Los langobardos, reudignos, aviones, anglios, varinos, éudoses, suarones y nuitones (40, 1). - El culto de Nerto (40, 3). - Los hermúnduros (41). - Los naristos, marcómanos y cuados (42). - Los marsignos, buros, lugios, harios y otros (43). - Los gotones, rugios lemovios y suiones (44). - El Báltico; los estios y el ámbar; los sitones (45). PUEBLOS
DEL
E
Y DEL
NE
Los peucinos, vénetos y fenos; pueblos fabulosos: helusios y oxiones (46).
[CCXX]
CORNELII TACITI DE
1
ORIGINE ET SITV GERMANORVM
LIBER (GERMANIA)
Germania omnis a Gallis Raetiisque et Pannoniis Rheno et Danuuio fluminibus, a Sarmatis Dacisque mutuo metu aut montibus
CORNELII TACITI DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM LIBER INCIPIT B : C. Cornelii Taciti de origine et situ germanorum C : CORNELII TACITI DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM LIBER INCIPIT FOELICISSIME W : Cornelii Taciti de origine et Situ Germanorum m : CORNELII TACITI LIBER DE SITV ET ORIGINE GERMANORVM Q : INCIPIT EIUSDEM (Cornelii Taciti) DE ORIGINE ET MORIBVS GERMANORVM E : Cornelius tacitus de situ germaniae et moribus germanorum p : CORNELII TACITI DE ORIGINE SITV MORIBVS AC POPVLIS GERMANORVM LIBER INCIPIT b : ‘Cor. Tacitus de origine et situ germanorum’ Panormita (de codice Hersfeldensi) : ‘Cornelii taciti de origine et situ germanorum liber’ Nicolaus Nicolus (de eodem) : ‘Cornelii taciti liber… de Origine et situ Germanie’ Decembrius (de eodem)
1
1 r(h)(a)etiisque codd., unde Raetiisque Schuhmann : Raetisque Cellarius, ed. Vindob. 1515, uulgo • danuuio C : dan(n)ubio BbEmpQW (et saepe alibi)
[50]
CORNELIO TÁCITO SOBRE
EL
ORIGEN
Y
LIBRO
SITUACIÓN
(GERMANIA)
DE LOS
GERMANOS
La Germania: límites, origen de sus pobladores y características de su tierra Toda la Germania2 está separada de los galos y de las Recias y Panonias 3 por los ríos Rin y Danubio; 4 de los sármatas y los 2 Recuérdese el inicio de CAES., BG: Gallia omnis…, y PLIN., NH IV 105: Gallia omnis comata. 3 Seguimos en el texto la importante propuesta de SCHUHMANN (2004: 251-261), según la cual: 1) ha de mantenerse, en la forma Raetiis, la lectura unánime en lo esencial de los mss.: R(h)(a)etiis, frente al Raetis de los editores, al parecer introducido por la editio Vindobonensis de 1515 y por Cellarius. 2) La forma Pannoniis también se referiría a las provincias y no a sus pobladores. SCHUHMANN (2004: 255) aduce una similar combinación de nombres de regiones y nombres de pueblos en 37, 1. Los plurales estarían justificados porque en el primer caso la provincia se llamaba Raetia et Vindelicia y en el segundo porque en 103-106 d. C. la Pannonia (al S y al O del bajo Danubio) se dividió en dos (Superior e Inferior). La Raetia estricta no lindaba con Germania; sí la Vindelicia, Danubio por medio. Estos datos aconsejarían retrasar un poco la cronología del 98 d. C. asignada a la Germania. Tácito no cita la provincia del Nórico, situada entre esas dos y también separada de Germania por el Danubio, aunque sí lo hace más abajo. Esos territorios estaban poblados por pueblos de identidad no bien definida, aunque también por celtas. 4 Rin y Danubio eran, en efecto, las fronteras tradicionales de la Germania con la Galia (al O) y con la Recia, Nórico y Panonia (al S). Había dos provincias romanas llamadas Germaniae (la Superior al S y la Inferior al N), pero ambas estaban en su mayor parte al O del Rin, pese a que desde César el río se consideraba como confín con la Galia (cf. KREBS, 2005: 58 ss.). Sin embargo, aunque se hubiera abandonado, tras la derrota de Teutoburgo (9 d. C.), la idea de conquistar la Germania libera, en los siglos I y II d. C. la frontera de la Superior se desplazó hasta bastante más allá del alto
[50]
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
separatur; cetera Oceanus ambit, latos sinus et insularum inmensa spatia complectens, nuper cognitis quibusdam gentibus ac regibus 2 quos bellum aperuit. Rhenus, Raeticarum Alpium inaccesso ac praecipiti uertice ortus, modico flexu in occidentem uersus septentrionali Oceano miscetur. Danuuius, molli et clementer edito montis Abnobae iugo effusus, pluris populos adit, donec in Ponticum mare sex meatibus erumpat; septimum os paludibus hauritur. Ipsos Germanos indigenas crediderim minimeque aliarum gentium 2 aduentibus et hospitiis mixtos, quia nec terra olim, sed classibus
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Abnobae Rhenanus; at Robinson (app. et 331, n. 1) lectionem tribuit deperdito codici Hummeliano (h) teste H. Walther, qui eam Hermolai Barbari coniecturam putauit : arnob(a)e uel arbon(a)e codd.
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TÁCITO
dacios5 por el mutuo miedo o las montañas.6 El resto lo rodea el Océano, que ciñe amplios salientes e islas de enorme extensión;7 solo hace poco se ha sabido de algunos reyes y pueblos que ha puesto al descubierto la guerra. El Rin, que nace en una cumbre 2 inaccesible y abrupta de los Alpes Réticos, 8 tras torcer hacia el Occidente con una suave curva,9 desemboca en el Océano septentrional. El Danubio, que brota de un collado poco escarpado y de suave pendiente del monte Ábnoba,10 llega a varios otros pueblos antes de desaguar en el mar del Ponto por seis brazos; una séptima boca se pierde en los pantanos. A los germanos me inclinaría a creerlos autóctonos11 y en absoluto 2 mezclados por inmigraciones o por pactos de hospitalidad con otros y medio Rin y la de la Recia hasta bastante más allá del alto Danubio. Se fue estableciendo entonces el famoso limes terrestre, fortificado con empalizadas y muros, que partía al N de la actual Coblenza hacia el E y se volvía luego hacia el SSE hasta las cercanías de la actual Stuttgart, donde torcía de nuevo hacia el E, e iba paralelo al Danubio por el N hasta unirse a él cerca de la actual Regensburg. 5 Los sármatas eran un pueblo de lengua indoeuropea, de estirpe irania, asentado en el Asia anterior y S de Rusia. Parte de ellos fueron los alanos, que llegarían hasta Hispania. Los dacios (mejor sería dacos), asentados al N del bajo Danubio, eran indoeuropeos de estirpe tracia, aunque mezclados con escitas y celtas. 6 Se ha echado de menos la mención del río Vístula, que en la frontera oriental venía a ser una especie de pendant del Rin en la occidental. Recuérdese que las provincias romanas de Germania estaban en su mayor parte aquende el Rin. 7 Tácito debe de referirse en conjunto a las islas de Frisia, a la península de Jutlandia e islas adyacentes, y a la parte conocida de Escandinavia, seguramente considerada por entonces como una isla. 8 Tradicionalmente —pues cabrían otras interpretaciones de la realidad geográfica— se considera que el Rin nace en el Cantón suizo de los Grisones, efectivamente situado en territorio de la antigua Recia; y que tras pasar por territorio de Liechtenstein y Austria, desagua en el lago de Constanza, para salir de nuevo (que no nacer) de él en Basilea. 9 Puede referirse tanto a la orientación que el río toma al salir del lago de Constanza, como a la curva que hace a partir de Westfalia y antes de entrar en Holanda, opinión de RIVES, 1999, ad loc. 10 La actual Selva Negra. El nombre es citado también por PTOL. II 11, 5 s. y PLIN., NH IV 79, etc. 11 El tópico historiográfico de la autochthonía ya está presente en Heródoto y en Tucídides (aunque TRÜDINGER, 1918: 151, lo considera «muy raro» en una etnografía, no sabemos si por tratarse de pueblos bárbaros). Aquí ha de ser entendido en el sentido negativo de la ausencia de noticias sobre una inmigración de los pueblos germanos o
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aduehebantur qui mutare sedes quaerebant, et immensus ultra, utque sic dixerim, aduersus Oceanus raris ab orbe nostro nauibus aditur. quis porro, praeter periculum horridi et ignoti maris, Asia aut Africa aut Italia relicta Germaniam peteret, informem terris, asperam caelo, tristem cultu aspectuque, nisi si patria sit? 2 Celebrant carminibus antiquis, quod unum apud illos memoriae et annalium genus est, Tuistonem deum terra editum. ei filium Mannum, originem gentis conditoremque, Manno tris filios assignant, e quorum nominibus proximi Oceano Inguaeones, medii Herminones, ceteri
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plurimos Wolf, Gudeman 1 aduersus codd. : auersus p2. (ut coniecerat Acidalius) • 2 est BEWm : sit CpQ • tuistonem Cb2 Wu : tristonem Bb (tuisman Bu) : Tuisconem E : bistonem Wc : bisbonem m • ei BEmW : et bCcpQ • conditoremque W2 (ut coniecerat Rhenanus) : conditorisque (-oris C) cett. : conditoresque (Manno tres filios) Robinson, Anderson • tris codd. plerique : tres Cc • ingaeuones codd., Gudeman, Perret : Ingvaeuones Müllenhoff, Murgia (1977, 340), Ingvaeones Rives • herminones b1cmpW, Robinson, Önnerfors (qui Much 54 ss. laudat), ‘fortasse recte’ (Winterbottom), Rives : hermiones cett. codd., Gudeman, Lenchantin, Winterbottom • istaeuones codd. : Istuaones Müllenhoff : Istvaeones Rives
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TÁCITO
pueblos; porque ni antaño los que buscaban cambiar de asentamiento viajaban por tierra, sino en flotas,12 ni al Océano que hay más allá —inmenso y que, por así decirlo, es el otro extremo del orbe— llegan si no raramente naves de nuestro mundo. Además, aparte el peligro de un mar bravío y desconocido, ¿quién, abandonando Asia o África o Italia, se iría a Germania, con su paisaje tan desagradable, su clima tan áspero, su modo de vida y aspecto tan siniestros si no fuera aquella su patria? Celebran en antiguos cantos, que son la única forma de memoria y 2 de historia que hay entre ellos, a Tuistón,13 dios nacido de la tierra. Le atribuyen un hijo, Manno,14 ancestro y fundador de su pueblo; a Manno, tres hijos,15 de cuyos nombres tomarían los suyos los inguéones,16 los más cercanos al Océano, los hermínones, los del centro, y los istuéones, de que se mezclaran con otros de fuera; pero Tácito posiblemente también daba por bueno el «mito etiológico» del que luego habla, que además probaría la «monogénesis» de aquellos pueblos, seguramente siguiendo a informantes indígenas (cf. LUND, 1991ª: 1872 s.). 12 En esta ingenua explicación se adivina la huella de la Odisea, de la Eneida y de otros viajes legendarios. 13 Nada más se sabe de tal dios, que sería hijo de la diosa Nerto mencionada en 40, 2. Su nombre parece significar algo así como «doble», lo que podría denunciar un primitivo carácter hermafrodita (cf. RIVES, 1999, ad loc.; MUCH, 1967: 51). Sobre los nombres germánicos citados en este capítulo proporciona noticias etimológicas BATTAGLIA, 2010: 145 ss. 14 Parece corresponder, simplemente, al alemán Mann, «hombre»; sería una especie de Adán de los germanos, equiparable al Manu védico y al Mannes frigio; cf. RIVES, 1999, ad loc. 15 ROBINSON, ad loc., seguido por ANDERSON, prefiere puntuar ahí y leer conditoresque (Rhenanus) Manno tres filios, entendiendo que Manno sería el origo gentis y sus tres hijos sus conditores. Al respecto cita VERG., Aen. XII 166, donde Eneas es Romanae stirpis origo, y TAC., Hist. I 84 y Ann. XI, 24, donde Rómulo aparece como conditor (el segundo pasaje parece menos significativo, pues lo sigue el obvio urbis). Véase también D. TIMPE, 1991b: 69-125 (reed. en D. TIMPE, 1995: 1-59). 16 Partimos de la forma propuesta por MÜLLENHOFF (véase aparato), bien justificada por MURGIA (1977: 340), y adoptada también por RIVES, 1999, ad loc.; pero este incurre en un despropósito cuando escribe: «there is a very good chance that what Tacitus actually wrote was ‘Ingvaeones’» (sic!). En efecto, se pueden postular una pronunciaciones como [in-gwae-ones], [in-gwae-ones] o incluso [ing-v(a)e-ones], ya con betacismo, de lo que se escribía INGVAEONES; pero no cabe atribuir a Tácito una grafía con el alógrafo v, arbitrado por los humanistas para notar el carácter consonántico del correspondiente
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Istaeuones uocentur. quidam, ut in licentia uetustatis, pluris deo ortos plurisque gentis appellationes, Marsos, Gambriuios, Suebos, Vandilios, 3 affirmant, eaque uera et antiqua nomina. ceterum Germaniae uocabulum recens et nuper additum, quoniam qui primum Rhenum transgressi Gallos expulerint [ac nunc Tungri], tunc Germani uocati
Suebos Halm : sueuos BbCcEmW : suenos pQ • uandilios codd. plerique : uandalios bpQ • 3 auditum Gudeman : post expulerint lacunam susp. Robinson • [ac nunc Tungri] del. Gudeman, Delz, Lund, Murgia (1979a, 165) : †nunc Tungri† Städele : nunc Tungri Rives • nomen non gentis codd., edd. pler. : nomen nomen gentis Acidalius : nomen ingentis Städele
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TÁCITO
los demás.17 Algunos, con la licencia habitual en los asuntos de la antigüedad, afirman que fueron más los hijos del dios18 y más los nombres de pueblos: marsos, gambrivios, suevos, vandilios,19 y que esos son nombres auténticos y antiguos; que, por lo demás,20 el nombre de 3 Germania es reciente y se le puso hace poco, porque los primeros que cruzaron el Rin y expulsaron a los galos [y ahora se llaman tungros21] sonido. MÜLLENHOFF, en su Istvaeones usa ahí la v con ese mismo valor; pero ni a él ni a ninguno de cuantos siguen usando ese signo en textos latinos se les ocurriría atribuirlo a un autor antiguo. Algo no muy distinto cabe decir de la grafía Istvaeones, que esos autores postulan para la tercera estirpe mencionada. Según TACKENBERG, 1962: 69, esa partición de los germanos occidentales se acomoda a los datos arqueológicos. 17 División mítica que no parece ser de mucha utilidad, según A. AMENT, Lexikon des Mittelalters, s. u. Germanen, que, en cambio, habla de una cierta «división natural»: alamanes, suevos, marcómanos y francos en la Germania occidental; vándalos, godos, hérulos, warnos, rugios, burgundios, gépidas y langobardos en la oriental, además de los 40 nombres de tribus y/o los 69 que da Ptolomeo para los territorios del Elba, Mar del Norte y Germania septentrional. PLIN., NH IV 99 s. (texto lagunoso) habla de cinco estirpes germánicas: vandilios (burgundiones, varinnas, gutones, carinos); inguéones («ingévones» para PERL, 1990: 274) (cimbros, teutono/es y caucos); istuéones («istévones» para PERL, 1990: 274), junto al Rin; hermínones (o herminones, cf. PERL, 1990: 274, aparte la lectura facilior Hermiones de los mss., en el interior: suevos, hermúnduros, catos, queruscos); peucinos y bastarnas (Basternae), ya fronteros a los dacios; véanse también SOLIN. XX 1 y MELA III 32. A los inguéones pertenecerían también los anglos, warnos, sajones, frisios y ampsivarios, según H. KÜPPERS, Der Kleine Pauly, s. u. Ingaeuones). Como se ve, la descripción pliniana no casa bien con la de Tácito, unos veinte años posterior; véase también el ya citado RIVES 1999: 58 s. 18 Tácito recogería aquí las doctrinas poligenéticas, que no parece compartir, de algunos eruditos romanos, que distinguían en Germania (no entre los germanos) las cuatro estirpes nombradas; para ellos, Germania sería «una categoría puramente geográfica», no étnica; véase LUND, 1991a: 1873 s.; 1877; 1978 s. 19 La localización de marsos y gambrivios es incierta, aunque véase RIVES, 1999, ad loc.; sobre los suevos véanse 38 y ss. y las respectivas notas. Los vandilios, situados en el E de Germania, serían los antecesores de los vándalos y, al parecer, Tácito los iguala con los lugios (vd. 43, 2 ss.). Según otras fuentes incluían a los gutones (godos) y a los burgundiones, estos no mencionados por Tácito; véanse HUTTON, 1970, ad loc., y MUCH, 1967: 57 ss. 20 Siguen los argumentos poligenéticos de los eruditos aludidos (quidam): si el nombre de los germanos es reciente, no puede ser el originario de todo un pueblo. 21 Una de las tribus germánicas que había cruzado el Rin y se habían instalado en la Galia Bélgica, en los alrededores de la actual Lieja, ya antes de las campañas de Julio César, que, por cierto, no la nombra. Para la atetesis del pasaje, ya propuesta por GUDEMAN, 1899 y rechazada por MUCH, 1967: 63, seguimos las razones expuestas por
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sint: ita nationis nomen, non gentis, eualuisse paulatim, ut omnes primum a uictore ob metum, mox et a se ipsis inuento nomine Germani uocarentur. Fuisse apud eos et Herculem memorant, primumque omnium uirorum fortium ituri in proelia canunt. sunt illis haec quoque carmina,
a uictore ob metum codd., Lenchantin, Much, Winterbottom, Önnerfors : a uictore † ob metum Koestermann : crucibus inserit Städele : ab auctore Lund : uicto Leibnitz : uictis Cluverius : a uictore Rives • et CmQ1W : etiam Bb : om. EpQ2 1 et apud eos W, Gudeman, Anderson, Lund, Perl
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TÁCITO
entonces se llamaban22 germanos. Así, el nombre de una tribu, no de todo un pueblo, se habría impuesto poco a poco, de manera que todos, primero por el vencedor, a fin de infundir miedo, y luego, por propia iniciativa, una vez que dieron con ese nombre, se llamaron germanos.23 Cuentan que entre ellos también estuvo Hércules,24 y lo cantan como al primero de los varones esforzados cuando van a marchar LUND, 1991a: 1876 y 1975, con bibliografía. La conjetura de RIVES, 1999, ad loc., no parece un remedio. No es muy verosímil que un pueblo que ya se llamara germano acabara asumiendo otro. En el pasaje precedente parece haber una huella de CAES., BG II 4, 2. 22 Traducimos así el uocati sint siguiendo el parecer de PERL, 1989: 278 ss. 23 El famoso Namenstz de la Germania han suscitado una ingente bibliografía. La del siglo anterior a su aparición la recoge y evalúa LUND, 1991b: 1995-2026; para sus propias tesis, que implican intervenciones en el texto, véase LUND, 1991a: 1873-1878 y, sobre todo su Anhang, 1956-1988. Esa especie de sinécdoque que Tácito atribuye a los aludidos quidam y a su licentia y que no parece compartir, probablemente se acerca a la verdad (cf. LUND, 1991a: 1987), pues cuadra bien con otras experiencias históricas conocidas : los Héllenes homéricos solo eran una tribu de Tesalia y los Graikoí (> Graeci), una del Epiro; los alamanni (> alemanes) solo eran los germanos del SO; y, en fin, los españoles debemos nuestro nombre a los vecinos occitanos (véase A. CASTRO, 1970). El nombre Germani parece ser la misma palabra que en latín significa «genuino» (y «hermano de padre y madre», de donde nuestro «hermano»), aunque no esté claro cómo adquirió su otro significado. STRAB. VII 1, 2, que lo traduce por γνήσιοι, dice que los romanos acertaron al llamar así a los germanos, tras señalar que en casi todo eran iguales a los celtas, lo que ha llevado a pensar que los considerara como «los galos genuinos». Algunos creen que hubo una base o un intermedio celta en ese nombre, que fue aplicado por César primero a los germanos cisrenanos, partiendo de algunos del N de la Galia que tal vez se autodenominaban tales, y luego a los transrenanos de la Germania libera, los cuales solo por oposición a los romanos lo habrían adoptado. Tampoco han faltado defensores del origen germano del gentilicio. Por lo demás, parece que los habitantes de Germania no adoptaron hasta el siglo X un gentilicio común (diutisc del antiguo alto alemán diot, «pueblo»), que no abarcó a los germanos ya emigrados como godos, lombardos y anglosajones, ni a los periféricos, como los escandinavos; véase K. F. WERNER, Lexikon des Mittelalters, s. u. Deutschland. RIVES, 1999, ad loc. da cuenta de las dificultades de la etimología de Germani. Véase también D. TIMPE, 1993b (reed. en TIMPE, 1995: 61-92). 24 Según LUND, 1991a: 1879 (con bibliografía), Tácito extiende a los germanos un mito ya existente de Hércules como ancestro de los galos. RIVES, 1999, ad loc., piensa en una transposición al dios romano de sagas sobre héroes germanos. KRAUSE, 2010, s. u. Herkules, considera probable que estemos ante un caso más de interpretatio Romana, que identificó con el héroe clásico al dios germano Donar o Thor, que en otros casos más bien fue un equivalente de Júpiter, según muestra la denominación
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quorum relatu, quem barritum uocant, accendunt animos, futuraeque pugnae fortunam ipso cantu augurantur; terrent enim trepidantue prout sonuit acies, nec tam uocis ille quam uirtutis concentus uidetur. affectatur praecipue asperitas soni et fractum murmur, obiectis ad os 2 scutis quo plenior et grauior uox repercussu intumescat. ceterum et Vlixen quidam opinantur longo illo et fabuloso errore in hunc Oceanum delatum adisse Germaniae terras, Asciburgiumque, quod in
sunt Baehrens • barritum ‘nescioquis saec. xvii ineuntis’ (Winterbottom) : barditum codd. pler., edd. plerique : baritum EupuWu, codd. pauc., Massmann, Anderson, Städele, crucibus inserit Lund, qui barytonum scribendum susp. • uocis ille… uidetur Rhenanus, Anderson : uoces illae … uidentur Lenchantin, Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, Perl : uoces †illae†… uidentur Städele: uoces illae… audiuntur Lund • 2 Vlixen CcmW : Vlyxen uel Vlixem uel ulissem cett.
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TÁCITO
a los combates. Tienen asimismo los cantos con cuya repetición, que llaman barrito,25 inflaman sus ánimos; y conjeturan su fortuna en la futura lucha por el canto mismo. En efecto, infunden pavor o lo sienten según haya sonado su formación de combate; y aquel no les parece tanto un coro de voces como de valor. Se procuran sobre todo la aspereza del sonido y el murmullo entrecortado, poniendo los escudos ante la boca para que la voz, al rebotar en ellos, se haga más plena y más grave. Por lo demás, algunos creen que 2 también Ulises, en aquella su larga y fabulosa peregrinación, acabó traído a este Océano y llegó a las tierras de Germania,26 y que
Donnerstag para el (dies) Iouis, nuestro «jueves». NORDEN, 19594: 171, ya hacía notar que cualquier etnografía que se preciara no podía ignorar a los héroes helénicos; y en 172 ss. formula la hipótesis de que este Hércules germano fuera un «uralter Sigfriedtypus». 25 Pasaje muy discutido, en razón del barditum que dan la mayoría de los mss. y editores, frente al baritum de algunos códices (†baritum† en LUND, 1991a: 1879) y al barritum que edita WINTERBOTTOM, 1975. La palabra barditus sería un hápax, pero barritus está bien documentado; y salvo, en APUL., Flor. 17, 11, donde se refiere al «barrito» del elefante, aparece casi siempre con el mismo sentido que aquí tiene el presunto barditus: el de un canto guerrero en el que intervienen germanos, aunque sea como parte de los auxiliares romanos (véase AMM. MARC. XVI 12, 43, XXI 13, 15, XXVI 7, 17 y XXXI 7, 11; en parecido sentido, VEG., De re militari III 18). Siendo esto así, cabe dudar de que existieran como palabras distintas barditus y barritus (como ya sospechaba FISCHER, 1908, apud LUND, 1991b: 2029). Por lo demás, para el barditus de Tácito incluso se propuso en su día una etimología germánica a partir de bart, ya en el sentido de «escudo» (NORDEN, 1959: 115-124: «Schildgesang»), ya en el de «barba», ya en otros (cf. MUCH, 1967, 80); pero, como decíamos, bien pudiera ser que solo haya existido un barritus, cuyo significado de ‘canto guerrero’ sería una metáfora del «barrito» de los elefantes (así GALLETIER-FONTAINE, 1968: 282, n. 347 a AMM. MARC. XVI 12, 43), aunque no lo identifican con el barditus de Tácito). Al parecer, barrus, era palabra de origen indio, ya presente en. HOR., Epod. 12, 1. Tras lo dicho, naturalmente, habría que poner en cuestión las noticias que apuntan a un origen germánico de la costumbre y de su nombre; véase LUND, 1991b: 2028-2030 que también da cuenta de la restante bibliografía sobre el caso. RIVES, 1999, ad loc., defiende barditum, por mejor acreditado en los mss.; y lo entiende, más que como un canto, como «sus reverberaciones». 26 Puede verse en LUND, 1991b: 2028, la referencia a los trabajos en que Siebourg y Lillge se hacían eco de la polémica, ya antigua, sobre si los viajes de Ulises se habían ceñido al Mediterráneo o también habían llegado al Océano en un ἐξωκεανισμός. LUND, 1991a: 1880, sospecha que la noticia deriva de Posidonio. MUCH, 1967: 85, cita al respecto a SOLIN, XXII 1.
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ripa Rheni situm hodieque incolatur, ab illo constitutum nominatumque Ἀσκιπύργιον; aram quin etiam Vlixi consecratam, adiecto Laertae patris nomine, eodem loco olim repertam, monumentaque et tumulos quosdam Graecis litteris inscriptos in confinio Germaniae Raetiaeque 3 adhuc extare. quae neque confirmare argumentis neque refellere in animo est: ex ingenio suo quisque demat uel addat fidem. 4 Ipse eorum opinionibus accedo qui Germaniae populos nullis aliis aliarum nationum conubiis infectos propriam et sinceram et tantum sui similem gentem extitisse arbitrantur. Vnde habitus quoque corpo-
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hodieque BbEmW : hodie CcpQ • incolatur mW, Robinson : incolitur BbCpQ, Lenchantin : colitur E • ασκιπυργιον uel ΑCKIΠΥΡΓΙΟΝ aut tantidem spatii lacunam BCcEmpQW : om. sine lacuna b, ut Lipsius uoluerat : post La Bleterie secl. Wölfflin, Robinson, Perret, Winterbottom, Anderson, Perl, Städele, Oniga • Vlixi v. supra ad Vlixen Cf. Rudolphus Fuldensis († 865), Traslatio s. Alexandri, MGH, SS II, 675, cuius textum praebent Robinson, Önnerfors, ad loc. • opinionibus codd. : opinioni Meiser • aliis codd. : om. Rud. Fuld. : del. Lipsius (‘fortasse recte’, Winterbottom), Zernial, Anderson, Oniga, al.; at uide Robinson ad loc.
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TÁCITO
Asciburgio,27 situado en la ribera del Rin y que todavía está habitado,28 lo fundó él y le puso por nombre Ascipirgio; más aún: que antaño se encontró en dicho lugar un ara consagrada por Ulises,29 con el nombre añadido de su padre Laertes, y que algunos monumentos y túmulos inscritos con letras griegas30 todavía se conservan en el confín de Germania y Recia. Todo esto no tengo intención ni 3 de confirmarlo con argumentos ni de rechazarlo;31 que cada cual, según su gusto, le añada o le quite credibilidad. Yo me sumo a la opinión de quienes estiman que los pueblos de 4 Germania, al no haberse contaminado32 por matrimonios con ninguna otra nación, se han mantenido como una raza propia y pura y semejante solo a sí misma.33 De ahí también su aspecto físico, el mismo
27 Fortificación romana cerca de Asberg, en la Baja Baviera, en el lugar todavía llamado Burgfeld (MUCH, 1967: 87). La forma griega que sigue en el texto, paralela de la germánica (quizá en origen céltica), al menos, en el elemento -burg-/-pyrg-, solo aparece, como se ve, en parte de los mss., aunque varios de los que no la dan dejan en blanco el correspondiente espacio. La mayoría de los editores, con la excepción de LENCHANTIN DE GUBERNATIS, 1949 (prudentemente apoyado por Lundström), la consideran como una glosa marginal interpolada, según ya había sostenido LA BLETERIE, 1776; véase bibliografía al respecto en LUND, 1991b: 2028-2030. 28 Puede verse en el texto y aparato —ya que no en la traducción— que optamos por la lectura incolatur de mW, frente al incolitur de la mayoría de los mss. y editores. Seguimos a ROBINSON, que la adopta no sin dudas, considerándola difficilior, por ser bastante frecuente en Tácito el indicativo en relativas dentro de la oratio obliqua, caso presente. 29 En efecto, me inclino por entender este dativo como agente, con BIRLEY, RIVES, ONIGA y otros. El último de los citados considera ese sentido «más significativo» en cuanto que indicaría la presencia del propio héroe y no un culto importado. Prefieren interpretarlo como complemento indirecto, entre otros, ANTÓN, REQUEJO, MAUERSBERGER, FUHRMANN y el revisor de este volumen. 30 RIVES, 1999, ad loc., siguiendo a NORDEN, 1923: 207 ss., considera verosímil esta noticia: la escritura griega podría haberse difundido desde Massilia, fundada hacia el 600 a. C. 31 Parece haber aquí una reminiscencia de LIVIO, Praef. 6: … nec adfirmare nec refellere in animo est. 32 RIVES, 1999, ad loc., señala que la idea de que la mezcla de pueblos comportaba degeneración no era ajena a los romanos. 33 Esta frase, la más comentada de este vidrioso pasaje, sería un tópico antiguo, tal vez ya presente en Hecateo, luego en Posidonio y que puede leerse en el ya
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rum, quamquam in tanto hominum numero, idem omnibus: truces et caerulei oculi, rutilae comae, magna corpora et tantum ad impetum ualida. laboris atque operum non eadem patientia, minimeque sitim aestumque tolerare, frigora atque inediam caelo soloue assueuerunt. 5 Terra, etsi aliquanto specie differt, in uniuersum tamen aut siluis horrida aut paludibus foeda, umidior qua Galias, uentosior qua Noricum et Pannoniam aspicit; satis ferax, frugiferarum arborum patiens, pecorum fecunda, sed plerumque improcera. ne armentis quidem suus honor aut gloria frontis; numero gaudent, eaeque solae et 2 gratissimae opes sunt. argentum et aurum propitiine an irati dii negauerint dubito. nec tamen affirmauerim nullam Germaniae uenam
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quamquam (quan-) BbEpWu, Gudeman (prob. Robinson), Lenchantin : tamquam (tan-) B in marg. CcmpuQW, Rud. Fuld., Andresen, Persson, Koestermann, Anderson, Perret, Winterbottom, Önnerfors, Lund, Perl • c(a)erulei codd. plerique : c(a)eruli BEuW : crudeli Q1 • assueuerunt (ads-) CcEupQW : assuerunt Bb (-int Bu) : assueuerint Em • soloque Gudeman 1 aliquantum Ernesti • impatiens codd. Gudeman, Anderson, Lenchantin : patiens Tross, Murgia (1979ª, 166) • suppl. Murgia (loc. cit.) • pleraque Lipsius • 2 negauerint EpQWm : negauerant C : nauigauerint B
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TÁCITO
para todos y pese a ser34 un grupo humano tan numeroso: ojos torvos y azulencos,35 cabellos rubios, cuerpos grandes y fuertes solo para la acometida; para las fatigas y trabajos no es el mismo su aguante y no soportan la sed ni el calor. Al frío y al hambre están acostumbrados por su clima y por su suelo. La tierra, aunque deja ver algunas diferencias, en general está 5 erizada de bosques o echada a perder36 por los pantanos; es más húmeda por donde mira a las Galias y más ventosa por donde al Nórico37 y a la Panonia. Es bastante fértil y soporta los árboles frutales; es fecunda en rebaños aunque, en general, de talla menguada. Tampoco el ganado mayor tiene la presencia ni en su frente el ornato38 que le son propios: lo que les gusta es el número y tal es su única y más querida riqueza. La plata y el oro dudo de si los dioses se la han 2 negado por benevolencia o por aversión. Sin embargo, no me atrevería a afirmar que no haya ningún yacimiento de plata u oro en Germania: ¿pues quién lo ha investigado? Su posesión y disfrute no les comentado tratado hipocrático Περì ἀέρων, según NORDEN, 1923: 54 ss.; véanse también MUCH, 1967: 94, 98 y RIVES, 1999, ad loc. 34 Me he inclinado por la lectura quamquam (preferida ya por GUDEMAN, 1916) frente al tamquam de bastantes mss., seguido por varios editores, que parece difficilior y que es lo que copió Rodolfo de Fulda en el siglo IX. Y es que el valor comparativo propio del segundo llevaría hacia un matiz causal que no parece responder a la lógica del texto (pues poco tendría que ver la fisonomía típica de los germanos con la muchedumbre de su pueblo). Cierto que tamquam podría interpretarse también en el sentido restrictivo propuesto por algunos («en la medida en que es posible…»); pero entiendo que el inequívoco valor concesivo de quamquam es el que mejor cuadra con el omnibus que sigue en el texto: la fisonomía es una y la misma en todos, pese a tratarse de un pueblo tan numeroso, lo que acredita la pureza racial de la que se habla. LUND, 1991: 1881, prefiere tamquam; en LUND, 1991b: 2031 ss., censa y evalúa la bibliografía pertinente. El más reciente SCHUHMANN, 2003: 205-223, se pronuncia por quamquam. 35 Sobre la singularidad que para griegos y romanos representaban los ojos azules y el pelo rubio proporciona testimonios RIVES, 1999, ad loc. 36 Me valgo de esta acertada traducción del foeda del texto que da REQUEJO, 1981. 37 Provincia danubiana, entre Panonia y Recia, de población céltica. 38 Es decir, tendrían poca o ninguna cornamenta; según LUND, 1991a: 1884, un tópico carente de credibilidad. Ha habido algún estudioso que llevado de un cierto «Kontinuitätsbegriff», ha hecho notar al respecto que «todavía hoy» se encuentran en territorio de la antigua Germania vacas sin cuernos (sic!); cf. LUND, 1991b: 2219.
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CCCXXXIII
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3 argentum aurumue gignere: quis enim scrutatus est? possessione et
usu haud perinde afficiuntur: est uidere apud illos argentea uasa, legatis et principibus eorum muneri data, non in alia uilitate quam quae humo finguntur. quamquam proximi ob usum commerciorum aurum et argentum in pretio habent formasque quasdam nostrae pecuniae agnoscunt atque eligunt; interiores simplicius et antiquius permutatione mercium utuntur. Pecuniam probant ueterem ac diu notam, serratos bigatosque; argentum quoque magis quam aurum sequuntur, nulla affectione animi, sed quia numerus argenteorum facilior usui est promiscua ac uilia mercantibus.
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Ne ferrum quidem superest, sicut ex genere telorum colligitur. rari gladiis aut maioribus lanceis utuntur: hastas uel ipsorum uocabulo frameas gerunt, angusto et breui ferro, sed ita acri et ad usum habili
3 perinde BbEu : proinde BuCcEmQW • uilitate codd., Lenchantin, Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, Perl : utilitate Kritz (1864), Lund • argentumque Gudeman post Schütz • quoque om. E, Anderson • affectione CcmW : affectatione BbEpQ 1 in om. Bb1mp1W1
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TÁCITO
importan tanto.39 Se pueden ver entre ellos vasijas de plata, regaladas 3 a sus embajadores y principales, pero no las aprecian más que las que se moldean de barro. Aunque los más cercanos, en razón de su costumbre de comerciar, valoran el oro y la plata y dan por buenas y escogen como suyas algunas acuñaciones de nuestra moneda; los de más al interior, de manera más sencilla y a la antigua, se valen del intercambio de mercancías. Tienen por buena la moneda vieja y conocida de tiempo atrás: los denarios serrados y los que llevan la biga.40 También se procuran la plata más que el oro, no por una inclinación propia de su ánimo, sino porque el disponer de moneda de plata en cierta cantidad les es más práctico para comerciar con artículos varios y de poco precio.41 Los germanos en la guerra 42 Tampoco les sobra el hierro,43 según se colige de la naturaleza de sus armas ofensivas. Raramente usan de espadas o de lanzas largas; sí llevan jabalinas o, como se dice en su lengua, «frámeas»,44 con un hierro estrecho y corto, pero tan agudo y manejable que con una 39 Entiéndase «como a nosotros». RIVES, 1999, ad loc., señala con acierto lo que esta observación tiene de tópico de la «primitive simplicity» y da cuenta de los numerosos hallazgos de ricos objetos romanos de plata en varios yacimientos arqueológicos de la Germania. 40 Los serrati debían su nombre a su canto estriado; los bigati a la imagen del carro de dos caballos que llevaban. Eran por excelencia monedas republicanas. Pueden verse más detalles en RIVES, 1999, ad loc., con noticias de materiales arqueológicos, y bibliografía al respecto en LUND, 1991b: 2039 ss. 41 Es decir, a esos comerciantes les convenía tener cambio, lo que no era tan fácil negociando con moneda de oro. Para LUND, 1991a: 1887, la omisión de la moneda de uso más cotidiano, el as de bronce, se explica porque el pasaje no atañe tanto al tráfico dinerario como a la apreciación general de los metales preciosos. 42 Puede verse al respecto CONSOLI, 2010: 237 ss. 43 Noticia a contrastar con la de 43, 1 sobre la minería ferruginosa de los cotinos; véase RIVES 1999, ad loc. 44 Término indígena que no entrecomillaremos en los varios otros lugares en que Tácito lo emplea. Sobre su etimología, véanse MUCH, 1967: 135, y RIVES, 1999, ad loc.
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ut eodem telo, prout ratio poscit, uel comminus uel eminus pugnent. et eques quidem scuto frameaque contentus est; pedites et missilia spargunt, pluraque singuli atque in inmensum uibrant, nudi aut sagulo leues. nulla cultus iactatio; scuta tantum lectissimis coloribus distin2 guunt. paucis loricae, uix uni alteriue cassis aut galea. equi non forma, non uelocitate conspicui. sed nec uariare gyros in morem nostrum docentur: in rectum aut uno flexu dextros agunt, ita coniuncto 3 orbe, ut nemo posterior sit. in uniuersum aestimanti plus penes peditem roboris; eoque mixti proeliantur, apta et congruente ad equestrem pugnam uelocitate peditum, quos ex omni iuuentute delectos ante aciem locant. definitur et numerus: centeni ex singulis pagis sunt, idque ipsum inter suos uocantur, et quod primo numerus fuit, iam 4 nomen et honor est. acies per cuneos componitur. cedere loco,
laetissimis coloribus Lund • galea at, quod Rhenanus coniecerat, edd. pler. : galeae (galie m) cett. codd., Lenchantin, Perret : galea est Mützell, Robinson • 2 uariare BCcW : uarrare m : uarietate bEpQ • rectum et codd.: rect ****um et Lund • coniuncto BEpQ (cuncto in marg. add. BE) : cuncto bcmQuW (s. lin. add. coniuncto b, coniucto c) : concto C : iuncto Halm • 3 (a)estimanti BbEmQuW : existimanti Ccpq • primo BbEmpQ : primum EuQuW Robinson : primus Bubu (in b deletum) : centeni… numerus om. C •
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TÁCITO
misma arma, según la ocasión lo exija, luchan de cerca o de lejos. También los de a caballo, por supuesto, se contentan con el escudo y la frámea; los de a pie también arrojan venablos, y cada uno lanza varios y los hace llegar a enormes distancias, mientras van desnudos45 o ligeramente vestidos con un sayo. No hay jactancia alguna en su atuendo, solo decoran sus escudos con escogidos colores. Pocos llevan lorigas y apenas alguno que otro casco de cuero o yelmo. Los 2 caballos no llaman la atención por su estampa ni por su rapidez; pero tampoco se les enseña a caracolear según nuestra costumbre: los llevan hacia adelante o girando solo a la derecha, dando una curva tan conjuntada que ninguno se queda atrás.46 En una estima general, 3 tienen mayor fuerza en la infantería y por ello luchan mezclados, desarrollando una velocidad apta y apropiada para el combate ecuestre los de a pie, a los que, escogidos de entre todos los jóvenes, sitúan por delante de la formación. También está fijado su número: son cien de cada pago,47 y así también se les llama entre los suyos, y lo que en principio fue un número, ya es un título honorífico.48 Su 4 45 El de la desnudez guerrera de algunos bárbaros es otro discutido tópico de la historiografía antigua. Al respecto de los galos ha tratado el asunto J. MORALEJO ORDAX, 2012, 255 ss., que alude a la posible influencia de modelos iconográficos como los varios galos moribundos. Para los propios germanos, véase RIVES, 1999, ad loc., que cree posible interpretar nudi como «without the protection of armour». 46 Pasaje discutido. El giro a la derecha sería el más seguro para el jinete, que quedaría protegido por el escudo (véanse LUND, 1989: 268 y 1991b: 2050 ss. con bibliografía). Respecto a la maniobra luego descrita, ROBINSON, ad loc., recoge la hipótesis de que consistiera en que los jinetes, cabalgando en línea —que no en fila—, fueran capaces, al hacer una variación derecha, de mantener entre ellos su alineación, coincidente con el radio del giro a realizar; pero también hace observar que la misma, más que del combate, sería propia de la «riding school». MUCH, 1967: 147, considera descabellada la idea de que los caballos germanos solo evolucionaran hacia la derecha, y estima verosímil la conjetura de MÜLLENHOFF, de que el texto original fuera dextros . Para la equitación entre los germanos es de referencia SCHULZ, 2009: 218-249. 47 Recogemos literalmente el pagus del texto, en el sentido de distrito determinado de «tierras o heredades» (DRAE), aunque también podría decirse sencillamente ‘aldea’. 48 Ese nombre y título sería algo así como «los cien» (probablemente traducción del germano huntari, BIRLEY, 1999: 105) o, en latín, los centeni o centenarii, nombre que, según RIVES, 1999, ad loc., llevarían mucho más tarde una especie funcionarios
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dummodo rursus instes, consilii quam formidinis arbitrantur. corpora suorum etiam in dubiis proeliis referunt. scutum reliquisse praecipuum flagitium, nec aut sacris adesse aut concilium inire ignominioso fas, multique superstites bellorum infamiam laqueo finierunt. 7 Reges ex nobilitate, duces ex uirtute sumunt. nec regibus infinita aut libera potestas, et duces exemplo potius quam imperio, si prompti, si conspicui, si ante aciem agant, admiratione praesunt. ceterum neque animaduertere neque uincire, ne uerberare quidem nisi sacerdotibus permissum, non quasi in poenam nec ducis iussu, sed uelut deo 2 imperante, quem adesse bellantibus credunt. effigiesque et signa quaedam detracta lucis in proelium ferunt; quodque praecipuum fortitudinis incitamentum est, non casus nec fortuita conglobatio turmam aut cuneum facit, sed familiae et propinquitates; et in proximo pignora, unde feminarum ululatus audiri, unde uagitus infantium. hi
7
4 consilium BuCpuQu (ut infra 12, 1) 1 aut BbEmQ Koestermann, Önnerfors (coll. Löfstedt, Syntactica I 2, 347sq.) : ac CcpW Robinson, Anderson, Lenchantin, Winterbottom • ne BbCc : neque EmpQW • 2 ululatus f(o)eminarum CpQ • audiri codd., edd. pler. : ‘suspectum’ Winterbottom : est audire Mähly : auditur Kritz : possit post infantium suppl. Heraeus; cf. Robinson ad loc.
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TÁCITO
formación de combate se dispone en cuñas.49 El ceder terreno, con tal de que se contraataque, lo tienen más por prudencia que por miedo. Los cuerpos de los suyos los recogen incluso en los combates dudosos. El dejar atrás el escudo50 es la mayor de las infamias, y al tachado de tal ignominia no le está permitido asistir a los cultos ni acudir a la asamblea; y muchos que sobrevivieron a las guerras pusieron fin a su infamia ahorcándose. A los reyes los eligen por su nobleza, a los caudillos51 por su valor. 7 Mas los reyes no tienen un poder ilimitado y arbitrario, y los caudillos van por delante en la estimación por su ejemplo más que por su autoridad, según sean de dispuestos, según se distingan, si marchan al frente de la formación… Por lo demás, no está permitido, a no ser a los sacerdotes, ni condenar a muerte52 ni echar cadenas ni siquiera azotar, y ello no como castigo ni como por una orden del jefe, sino a título de mandato del dios53 que ellos creen que les asiste en los combates. Llevan a la batalla algunas imágenes y enseñas54 que sacan de 2 sus bosques sagrados; y —lo que es el principal acicate de su valor— no son la casualidad o el agrupamiento fortuito los que forman un escuadrón o una cuña, sino las familias y los parentescos; además, sus seres queridos están cerca, desde donde se oyen los alaridos de las locales del reino Merovingio. Ese tipo de denominaciones lo tenemos también, por ejemplo, en los XV uiri sacris faciundis romanos o en los «caballeros veinticuatro(s)» de los antiguos municipios españoles. 49 Típica formación romana de combate. 50 El del abandono del escudo es uno de los grandes tópicos guerreros de la Antigüedad, desde Arquíloco, Alceo y Anacreonte hasta Horacio, que huyó en Filipos relicta non bene parmula. RIVES, 1999, ad loc., opina que aquí comparece, simplemente, para subrayar el desprestigio social en que incurría el combatiente cobarde. 51 Los principes de los que habla el original. RIVES, 1999, ad loc., se pregunta si la distinción que hace Tácito entre los mismos («generals») y los reges refleja auténticas instituciones germánicas. 52 El término animaduertere, en principio «prestar atención», acabó siendo, como se sabe, un eufemismo por «condenar a muerte»; véase J. URÍA VARELA, 1997: 243 ss. 53 RIVES, 1999, ad loc., cree que se trata del conjeturable *Tîwaz, equiparado a Marte. 54 Juzgando por lo que se dice en 9, 2 sobre la ausencia de ídolos en Germania, RIVES, 1999, ad loc., estima que debía de tratarse de figuras de animales, tan frecuentes en la mitología nórdica.
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cuique sanctissimi testes, hi maximi laudatores. ad matres, ad coniuges uulnera ferunt; nec illae numerare aut exigere plagas pauent, cibosque et hortamina pugnantibus gestant. 8 Memoriae proditur quasdam acies inclinatas iam et labantes a feminis restitutas constantia precum et obiectu pectorum et monstrata comminus captiuitate, quam longe impatientius feminarum suarum nomine timent, adeo ut efficacius obligentur animi ciuitatum, quibus 2 inter obsides puellae quoque nobiles imperantur. inesse quin etiam sanctum aliquid et prouidum putant, nec aut consilia earum aspernantur aut responsa neglegunt. uidimus sub diuo Vespasiano Veledam diu apud plerosque numinis loco habitam; sed et olim Albrunam et compluris alias uenerati sunt, non adulatione nec tamquam facerent deas.
8
aut BEpu (nec p) Q Koestermann, Önnerfors (iterum Löfstedt l. l. coll.) : et CcmW Robinson, Anderson, Winterbottom 1 nubiles b1 • imperentur b2 • 2 concilia W1m • Veledam (ue-) codd. pler. : Valedam C : Voledam B • Albrunam W. Wackernagel (1837), Wolff, Much, Koestermann, Murgia 1977, 332, Städele : Auriniam (au-) BbCEm (ex auariniam) pQW, Gudeman. Robinson, Anderson, Fehrle-Hünnerkopf, Lenchantin, Winterbottom, Önnerfors, Lund : fluriniam c : Albriniam in marg. BE, s. lin. Bc, Perret, Perl, Oniga • complures Cc
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TÁCITO
mujeres y los lloros de los niños.55 Estos son para cada cual los testigos más sagrados, estos los que más los elogian. Van a sus madres y esposas con sus heridas, y ellas no se asustan de contar y reconocer sus llagas, y llevan alimentos y ánimos a los que combaten. Hay memoria de que a algunas formaciones de combate que ya 8 se doblegaban y se venían abajo fueron las mujeres las que las hicieron recuperarse con la firmeza de sus ruegos, plantando frente a ellas sus pechos y haciéndoles ver desde cerca la cautividad, a la que temen mucho más por sus mujeres, hasta el punto de que se someten más eficazmente los ánimos de las tribus a las que entre los rehenes se les exigen también doncellas nobles. Incluso creen que hay en ellas algo 2 de sagrado y profético, y ni desdeñan sus consejos ni pasan por alto sus respuestas a las consultas. En tiempos del divino Vespasiano vimos cómo Véleda56 fue tenida largo tiempo y entre muchos como una divinidad; pero también tiempo atrás veneraron a Albruna57 y a muchas otras, no por adulación ni como si las hicieran diosas.58
55 El audiri unánime de los mss., que solo cabe entender como infinitivo histórico, ha suscitado extrañezas; no tanto por su aparición en una subordinada cuanto por su carencia de valor de pasado; véase ROBINSON, ad loc. 56 Sobre esta profetisa (uirgo fatidica) germana, del pueblo de los brúcteros, que tuvo importante participación en el levantamiento de Civil y los batavos del 69 d. C., véase TÁC., Hist. IV 61; 65; V 22; 24. Acabó capturada y llevada a Roma en el 78 d. C. Más noticias en RIVES, 1999, ad loc. Acentuamos según la prosodia con que aparece en STAT., Silu. I 4, 90, citado por MUCH, 1967: 169. 57 Aceptamos la corrección Albrunam de W. WACKERNAGEL, 1837: 109, sobre la lectura albriniam de los manuscritos, que MURGIA, 1977: 332 da por acertada. MUCH, 1967, ad loc., postulaba una forma germánica *Alboruna. LUND y RIVES, 1999, ad loc., prefiere el Auriniam de la mayoría de los mss., que consideran de posible origen céltico. 58 No sin razón, se ha visto aquí una alusión oblicua a la rampante práctica romana de divinizar también a las consortes imperiales; véase RIVES, 1999, ad loc.
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Deorum maxime Mercurium colunt, cui certis diebus humanis quoque hostiis litare fas habent. Herculem ac Martem concessis animalibus placant. pars Sueborum et Isidi sacrificant; unde causa et origo peregrino sacro, parum comperi, nisi quod signum ipsum in modum
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Hunc quoque cap. breuiauit Rudolf. Fuld., Translatio S. Alexandri, MGH, SS II 675, cuius textum prabet Önnerfors, ad loc. 1 Herculem ac CcmpQW, Winterbottom, Önnerfors, Perl : secl. Ritter (1884), Norden, Gudeman, Koestermann, Oniga : Herculem et E, Lund : om. Bb • Martem concessis animalibus placant et Herculem Bb : consuetis Reifferscheid • Sueborum Halm: sueuorum codd., et alioquin • peregrinorum b
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TÁCITO
Prácticas religiosas y adivinatorias59 De entre los dioses veneran sobre todo a Mercurio,60 al que estiman que es lícito sacrificar en ciertos días incluso con víctimas humanas.61 A Hércules62 y a Marte63 los aplacan con animales permitidos. Una parte de los suevos sacrifica también a Isis; no he averiguado suficientemente de dónde vienen la causa y origen de ese culto extranjero, a no ser que su propia imagen, que representa una especie de nave liburna,64 da a entender que se trata de una religión importa-
59 Sobre los cultos germanos trata, entre otros, BATTAGLIA, 2010: 155 ss.; sobre la adivinación, en 168 ss. 60 Equiparado por la interpretatio Romana con el dios germánico Wotan u Odín (antes un *Wôðanaz), cuyo nombre sobrevive en el inglés Wednesday, paralelo de nuestro miércoles, «día de Mercurio». RIVES, 1999, ad loc., no ve clara la raíz de esta equiparación capital y en principio llamativa, aunque sospecha que la iconografía medieval de Odín, provisto de lanza y sombrero, puede responder a imágenes muy anteriores. Además, Odín tenía en su panteón, entre otras, la función de psicopompo de ultratumba que Hermes/Mercurio ejercía en el greco-romano, como recuerda MUCH, 1967: 175 s.; para las divinidades germánicas véanse también WOOLF, 2013: 139 ss. y KRAUSE, 2010. 61 Cabe dar por segura la veracidad de la noticia, coincidente con las de otros autores, por más que también correspondiera a la tópica de la descripción de los bárbaros. El propio Tácito cuenta que cuando Germánico llegó al escenario de Teutoburgo, halló altares en los que se había sacrificado a prisioneros romanos (Ann. I 61, 3). RIVES, 1999, ad loc., da amplia información al respecto. 62 Identificado con el germano Donar o Thor; pero más tarde este se superpuso con el propio Júpiter, lo que explica el paralelismo entre el alemán Donnerstag, inglés Thursday y nuestro jueves < (dies) Iouis; véase RIVES, 1999, ad loc. 63 Identificado con el germano Ziu o Tiu, el que dio nombre al Tuesday y al Dienstag; véase RIVES, 1999, ad loc. 64 Nave ligera, estrecha y alargada. Reaparece aquí el tópico de las migraciones por mar. Como es sabido, el culto de la diosa egipcia Isis ya estaba muy arraigado en la Roma del tiempo y de allí debió de afluir a Germania, donde parece que para entonces no está documentado (cf. LUND, 1991a: 1893, con bibliografía). Entre otros atributos, tenía el de protectora de los navegantes; véase RIVES, 1999, ad loc. También se ha supuesto que la interpretatio Romana pudo llevar a identificar con Isis a la diosa Nehalennia, cuyo culto aparece acreditado entre los frisios, o a la Nerthus del cap. 40, en razón de cierta semejanza de sus atributos; véase KRAUSE, 2010, s. u. Isis, Nehalennia.
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2 liburnae figuratum docet aduectam religionem. ceterum nec cohibere
parietibus deos neque in ullam humani oris speciem assimulare ex magnitudine caelestium arbitrantur: lucos ac nemora consecrant, deorumque nominibus appellant secretum illud quod sola reuerentia uident. 10 Auspicia sortesque ut qui maxime obseruant. sortium consuetudo simplex: uirgam frugiferae arbori decisam in surculos amputant eosque notis quibusdam discretos super candidam uestem temere ac fortuito spargunt. mox, si publice consulitur, sacerdos ciuitatis, sin priuatim, ipse pater familiae precatus deos caelumque suspiciens ter singulos tollit, sublatos secundum impressam ante notam interpretatur. si prohibuerunt, nulla de eadem re in eundem diem consultatio; sin 2 permissum, auspiciorum adhuc fides exigitur. et illud quidem etiam hic notum, auium uoces uolatusque interrogare; proprium gentis equorum quoque praesagia ac monitus experiri. publice aluntur iisdem nemoribus ac lucis, candidi et nullo mortali opere contacti; quos
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liburnicae Gudeman • 2 numinibus c Videas Rudolphi Fuldensis paraphrasin apud Önnerfors, ad loc. 1 conseruant C • es simplex c • consulitur Walch (1829), Robinson, Önnerfors, Perl, Städele : consuletur codd.: consulatur Rhenanus, Lenchantin : consultatur Muretus, Gudeman : consultetur Halm, Anderson, Koestermann, Winterbottom, Oniga : (consultatio fuit Rud. Fuld.) • 2 equorumque praesagia c • contactis Wu : contractis m
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TÁCITO
da. Por lo demás, el encerrar a los dioses entre muros65 y el repre- 2 sentarlos con figura alguna de forma humana66 no lo estiman propio de la grandeza celestial; les consagran bosques y sotos y denominan con los nombres de los dioses aquel misterio que solo ven con su devoción. Se dan como los que más a los auspicios y las suertes.67 Estas 10 acostumbran a sacarlas de una manera sencilla: tras cortar una rama de un árbol frutal, la dividen en pequeñas varillas, y marcadas con ciertas señales68 las esparcen de cualquier manera y al azar sobre un paño blanco. Luego, el sacerdote de la tribu, si se trata de una consulta oficial, y si es privada el propio padre de familia, tras invocar a los dioses y mirando al cielo, toma tres de una en una, y tras tomarlas las interpreta según las señales que se les han puesto antes. Si el resultado es adverso, no se hace consulta alguna sobre el mismo asunto en el mismo día; si es propicio, todavía se exige confirmación de los auspicios, y aquí también es cosa sabida lo de consultar las voces y vuelos de las aves. Asimismo es típico de aquel pueblo probar a 2 extraer presagios y oráculos de las caballerías: se crían a cargo del común en los mismos bosques y sotos ya dichos unos caballos de color blanco y preservados de toda tarea humana; y una vez uncidos 65 Según RIVES, 1999, ad loc., no hay constancia de la existencia de templos germánicos en época romana, si bien en 43, 2 el propio Tácito parece hablar de uno. 66 Como ya decíamos, la ausencia de ídolos antropomorfos parece ser un tópico en la descripción de cultos primitivos (cf. LUND, 1991a: 1893, con bibliografía; y TAC., Hist. V 5, 4, sobre el judaísmo). Según RIVES, 1999, Varrón afirma que tampoco los romanos los habían tenido en época arcaica, y que su introducción había disminuido el temor hacia los dioses. Tampoco los persas tenían imágenes. Sin embargo, también da cuenta del hallazgo de algunos rústicos ídolos de madera de los ss. I a. C. - I d. C., como ya había hecho MUCH, 1967: 182. En cuanto a los templos, el propio Tácito habla en Ann. I 51 de uno de Tanfana, según recuerda MUCH, 1967: 185. 67 RIVES, 1999, ad loc., evoca aquí el pasaje de CAES., BG I 50, 4 en que se cuenta cómo un emisario romano prisionero de los germanos de Ariovisto fue sometido hasta tres veces al rito de las suertes para ver si debía ser quemado de inmediato o dejado para otra ocasión. 68 Algunos han supuesto que serían runas, los signos de la primitiva escritura germánica, probablemente más tardía (cf. MUCH, 1967: 191 y LUND, 1991a: 1894, con bibliografía).
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pressos sacro curru sacerdos ac rex uel princeps ciuitatis comitantur hinnitusque ac fremitus obseruant. nec ulli auspicio maior fides, non solum apud plebem sed apud proceres, sacerdotes enim ministros 3 deorum, illos conscios putant. est et alia obseruatio auspiciorum, qua grauium bellorum euentus explorant: eius gentis cum qua bellum est captiuum quoquo modo interceptum cum electo popularium suorum, patriis quemque armis, committunt; uictoria huius uel illius pro praeiudicio accipitur.
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De minoribus rebus principes consultant, de maioribis omnes, ita tamen, ut ea quoque quorum penes plebem arbitrium est, apud principes praetractentur. coeunt, nisi quid fortuitum et subitum incidit, certis diebus, cum aut inchoatur luna aut impletur, nam agendis rebus hoc auspicatissimum initium credunt. nec dierum numerum, ut nos, sed noctium computant. sic constituunt, sic condicunt: nox ducere diem uidetur. illud ex libertate uitium, quod non simul nec ut iussi conueniunt, sed et alter et tertius dies cunctatione coeuntium
hinnitus CpQ • plebem apud BbcEmW Persson, Robinson, Eriksson, Önnerfors : plebem sed apud CpQ, supra lineam E, Anderson, Perret, Winterbottom, cui ‘totus locus suspectus’ est, Lund : plebem sed etiam Rud. Fuld. : proceres: sacerdotes enim Perizonius, Murgia (1979a, 166) • sacerdotes Heubner, Rhein. Mus. 126, 1973, 192 • 3 explorant ECc : explora(n)tur cett. • captiuom B • quo modo C • pro iudicio (per supra pro scripto) B • pro iudicio Rudolph. Videas Rudolph. Fuld. capituli huius breuiationem apud Önnerfors, ad loc. 1 praetractentur C2cW : pertractentur BbC1empQ, Wissowa, Annibaldi • nec iniussi E
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TÁCITO
a un carro sagrado, el sacerdote y el rey o un caudillo del pueblo los acompañan y observan sus bufidos y relinchos.69 No hay auspicio que tenga más crédito, y no solo entre el pueblo, sino también entre los notables, pues creen que los sacerdotes son servidores de los dioses y los caballos sus confidentes. Hay además otra manera de practicar 3 los auspicios con la que exploran los resultados de las guerras importantes: a un cautivo del pueblo con el que tienen la guerra, apresado de la manera que sea, lo enfrentan a uno elegido de entre los suyos, cada uno con sus armas patrias, y la victoria de este o de aquel se toma como un pronóstico. Instituciones: asambleas y administración de justicia Sobre los asuntos menores deliberan los principales, sobre los más importantes, todos; pero de manera que también sobre aquellos cuya decisión está en manos del pueblo se trate antes entre los principales.70 Se reúnen, a no ser que surja un impedimento fortuito e inesperado, en días establecidos, cuando empieza la luna o cuando está llena, pues creen que es el momento más propicio para emprender las cosas. No cuentan el número de los días, como nosotros, sino el de las noches; y así se organizan y así acuerdan las fechas: les parece que la noche precede al día. Hay una mala costumbre que tienen a causa de su libertad: que no se juntan todos de una vez y según se les ha mandado, sino que se pierden hasta dos y tres días por la tardanza de los que han de reunirse. Cuando a la masa le place, se reúnen arma69 De este rito adivinatorio trata especialmente TACKENBERG, 1962: 67 s., que aduce el testimonio arqueológico de cementerios francos merovingios, más tardíos pero, al fin y al cabo, germanos, algunas de cuyas tumbas están dedicadas a caballos, y se pregunta razonablemente si puede tratarse de los consagrados a los dioses de los que Tácito habla. 70 Fundándose en esta noticia, y rebautizando tales asambleas con el germanismo Thing, el III Reich creó una amplia red de Thingstätte, una especie de teatros al aire libre destinados a actos masivos de carácter político, festivo y cultural; véase CHAPOUTOT, 2014: 216.
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2 absumitur. ut turbae placuit, considunt armati. silentium per sacer-
dotes, quibus tum et coercendi ius est, imperatur. mox rex uel principes, prout aetas cuique, prout nobilitas, prout decus bellorum, prout facundia est, audiuntur auctoritate suadendi magis quam iubendi potestate. si displicuit sententia, fremitu aspernantur; sin placuit, frameas concutiunt: honoratissimum assensus genus est armis laudare. Licet apud concilium accusare quoque et discrimen capitis inten12 dere. distinctio poenarum ex delicto: proditores et transfugas arboribus supendunt, ignauos et imbelles et corpore infames caeno ac palude, iniecta insuper crate, mergunt. diuersitas supplicii illuc respicit, tamquam scelera ostendi oporteat dum puniuntur, flagitia abscondi. 2 sed et leuioribus delictis pro modo poena: equorum pecorumque numero conuicti multantur. pars multae regi uel ciuitati, pars ipsi qui uindicatur, uel propinquis eius exsoluitur. eliguntur in iisdem conciliis et principes, qui iura per pagos uicosque reddunt; centeni singulis ex plebe comites consilium simul et auctoritas adsunt.
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Nihil autem neque publicae neque priuatae rei nisi armati agunt; sed arma sumere non ante cuiquam moris quam ciuitas suffecturum
absumitur : adsumitur W1 : assumitur m • 2 turba Gronovius • tum cW : cum CpQ : tamen BbEm : tantum E in marg.• princeps codd. pler., Lenchantin, Winterbottom, Önnerfors (coll. Jankuhn 1971, 201 sq.), Lund, Städele : principes dett. aliquot (uid. Robinson, ad loc.), Perizonius, Gudeman, Koestermann, Much, Perl, Rives 1 consilium CpQ • 2 crate B (grate Bu)pQWu : et grate W, Robinson : create C : gratem m • 2 poena Acidalius, edd. pler. : poenarum codd. : poena: nam Robinson : poena : equorum Mützell • uindicatur b2 : uindicauit Bb1 • reddunt codd. : reddant Ernesti, Lund 1 tum b2Cc1mW : cum Bb1c2EpQ : tumeutu (lineola supra t scripta) m; cf. 14, 2
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dos. El silencio lo imponen los sacerdotes, que entonces también 2 tienen el derecho de castigar. Luego se escucha al rey o a los caudillos, según la edad, la nobleza, la gloria militar y la elocuencia que cada cual tiene, y más por su autoridad para aconsejar que por su poder para mandar. Si su parecer les desagrada, lo rechazan con su griterío; si le agrada, entrechocan sus frámeas; el asentimiento más estimado es el de elogiar con las armas. En la asamblea también está permitido acusar a uno y pedir una 12 condena capital. La tasación de las penas se hace según el delito: a los traidores y a los tránsfugas los cuelgan de un árbol; a los enclenques, a los carentes de espíritu guerrero y a los que deshonran su cuerpo los hunden en el cieno de los pantanos, echándoles encima un zarzo.71 La diversidad del suplicio mira a la idea de que conviene exhibir los crímenes cuando se castigan, pero ocultar la infamia. Sin embargo, 2 también hay una pena proporcionada para los delitos menores: a los convictos se les multa con una cierta cantidad de caballos y de ovejas. Una parte de la multa se le paga al rey o a la tribu, otra parte a aquel que reclama justicia o a sus familiares. En las mismas asambleas se eligen los caudillos que imparten justicia por los pagos y aldeas; a cada uno se le ponen cien acompañantes del pueblo, como consejeros y también para darle autoridad. Organización en la paz y en la guerra: caudillos y seguidores Ahora bien, no hacen cosa alguna ni de carácter público ni privado a no ser armados; pero es costumbre que nadie porte armas 71 De hecho se han encontrado numerosos cadáveres, y algunos bien conservados, los famosos «Moorleichen», en pantanos y turberas de Alemania y Dinamarca, que parecen proceder de esos procedimientos penales. Sin embargo, TACKENBERG, 1962: 66 s., hace ver que ahí se tendió a generalizar de manera exagerada, entendiendo que todos esos hallazgos correspondían a la noticia que da Tácito. Al parecer, por corpore infames hay que entender los homosexuales pasivos (RIVES, 1999, ad loc.). LUND, 1991b: 2060-2073 y 2088; 1991a: 1896 s., reúne y evalúa la amplia bibliografía sobre esos hallazgos.
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probauerit. tum in ipso concilio uel principum aliquis uel pater uel propinqui scuto frameaque iuuenem ornant; haec apud illos toga, hic primus iuuentae honos; ante hoc domus pars uidentur, mox rei 2 publicae. insignis nobilitas aut magna patrum merita principis dignationem etiam adulescentulis assignant; ceteri[s] robustioribus ac iam pridem probatis aggregantur, nec rubor inter comites aspici. gradus quin etiam ipse comitatus habet, iudicio eius quem sectantur; magnaque et comitum aemulatio, quibus primus apud principem 3 suum locus, et principum cui plurimi et acerrimi comites. haec dignitas, hae uires, magno semper et electorum iuuenum globo circumdari, in pace decus, in bello praesidium. nec solum in sua gente cuique, sed apud finitimas quoque ciuitates id nomen, ea gloria est, si numero ac uirtute comitatus emineat; expetuntur enim
cuique c • pater] ipsi E : ipse pater Annibaldi • propinqui BbEpuQuW : propinquus C2 (-quis C1)cmpQWu • 2 dignitatem Bb • ceteri Lipsius (‘fortasse recte’ Winterbottom), Sepp (apud Lund 1991b, 2074, probatus ; at †ceteris† apud 1991a, 1899, et Lund, ubi aetate scribendum susp.), Anderson, Koestermann (qui ceterum scribendum susp.),Oniga, Rives : †ceteris† Städele : ceteris codd., edd. pler. : ceterum Anderson : certis Gudeman • robur Wtm : rubori Ernesti • principum BEpQWu : principium CWm • 3 haec codd. pler. : h(a)e BEpQm h(a)ec : h(a)ec CW • semper et electorum E Koestermann, Lenchantin, Murgia (Cl. Ph. 76, 1981, 132sq.) : semper electorum cett. codd., Robinson, Winterbottom, Önnerfors • cuique om. E • enim Acidalius, Robinson
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hasta que la tribu haya estimado que sirve para ello. Entonces, en la propia asamblea, alguno de los caudillos o el padre o sus parientes invisten al joven con el escudo y la frámea; esa es su toga,72 es el primer honor que se concede a la juventud; antes se los considera parte de su casa, luego, parte de la comunidad. La nobleza insigne o 2 los grandes méritos de sus padres hacen que la dignidad de caudillo se confiera también a muchachos muy jóvenes; los demás73 se juntan con los más robustos y ya probados de tiempo atrás, y no les da vergüenza alguna el que se los vea entre los acompañantes. Es más, el propio séquito74 tiene sus grados, según el criterio de aquel al que acompaña; y también es grande la emulación entre los compañeros a propósito de quién tiene el primer lugar junto a su caudillo, y entre los caudillos a cuento de quién tiene más y más recios compañeros. Ahí está su dignidad, ahí sus fuerzas: en hallarse siempre rodeado por 3 un pelotón de jóvenes escogidos, su honra en la paz, su defensa en la guerra. Y cada cual, no solo entre su gente, sino también entre las tribus colindantes, disfruta de la misma gloria si sobresale por el número y el valor de sus acompañantes; y, en efecto, se los solicita por
72 Es decir, el equivalente del rito de paso romano de la investidura de la toga, por la que el joven se convertía en adulto. 73 Como se ve, preferimos la corrección de LIPSIO ceteri al ceteris de los mss., siguiendo especialmente el razonamiento de B. SEPP, 1892 (recogido y apoyado por LUND, 1991b: 2074): los nobles adolescentuli de los que se trata no pertenecen ni a los robustiores ni a los iam pridem probati. 74 En estos comitatus algunos han querido ver el testimonio de una verdadera institución germánica, la Gefolgschaft, término «hipócrita y sentimental», del que KLEMPERER, 2001: 183 y n. 26, trata en su análisis de la lingua Tertii Imperii, cuyo derecho laboral lo consagró como denominación oficial de los trabajadores de una empresa. NAUMANN, 1933-34, passim, en un artículo de clara orientación nazi hizo de ese y otros términos un uso impresentable. TIMPE, 1988: 514 ss. (cf. LUND, 1991b: 2210), parece haber dejado claro que entre los germanos no había tal institución. Se quedaría en lo que algunos historiadores modernos llaman una «warrior band»; véase también RIVES, 1999, ad loc. CANFORA, 1979: 50-57 trata con erudición y acumen crítico de la manipulación del comitatus para convertirlo en la «Führergefolgschaft» de Hitler, entidad a la que más bien le cuadraría el nombre de pandilla; véanse también sus páginas 64 y ss. SPEIDEL, 2006 (135-140) hace notar que los miembros de la guardia montada de Trajano eran llamados comites Augusti.
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legationibus et muneribus ornantur et ipsa plerumque fama bella profligant. 14 Cum uentum in aciem, turpe principi uirtute uinci, turpe comitatui uirtutem principis non adaequare. iam uero infame in omnem uitam ac probrosum superstitem principi suo ex acie recessisse: illum defendere, tueri, sua quoque fortia facta gloriae eius assignare praecipuum sacramentum est: principes pro uictoria pugnant, comites 2 pro principe. si ciuitas in qua orti sunt longa pace et otio torpeat, plerique nobilium adulescentium petunt ultro eas nationes quae tum bellum aliquod gerunt, quia et ingrata genti quies et facilius inter ancipitia clarescunt magnumque comitatum non nisi nisi ui belloque tueare. exigunt enim principis sui liberalitate illum bellatorem equum, illam cruentam uictricemque frameam; nam epulae, et quamquam 3 incompti, largi tamen apparatus pro stipendio cedunt. materia munificentiae per bella et raptus, nec arare terram aut exspectare annum tam facile persuaseris quam uocare hostem et uulnera mereri; pigrum quin immo et iners uidetur sudore acquirere quod possis sanguine parari. 15 Quotiens bella non ineunt, non multum uenatibus, plus per otium transigunt, dediti somno ciboque; fortissimus quisque ac bellicosissimus nihil agens, delegata domus et penatium et agrorum cura feminis senibusque et infirmissimo cuique ex familia, ipsi hebent, mira diuersitate naturae, cum iidem homines sic ament inertiam et oderint
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1 (a)equare Ccpq • 2 tum BbcmpQ : cum CEW; cf. 13, 1 • clarescant CpQ • tueare CcmpQW : tuentur Bb : tuere (lineola supra r scripta) E • exigunt enim Acidalius, Gudeman, Robinson (`fort. recte’ Winterbottom) • exigunt susp. Lund 1 non2 del. Lipsius, Acidalius, Norden, Gudeman, Koestermann • penatum E • hebent BEW2, edd. : habent CpQWm • miram diuersitatem b2 • iisdem expuncto sE
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TÁCITO
medio de embajadas y se los agasaja con regalos, y solo con su fama deciden muchas veces las guerras. Cuando se llega al combate, es deshonroso para el caudillo el ser 14 superado en valor, deshonroso para sus acompañantes no igualar el valor del caudillo. Pero ya es infamante para toda la vida y un deshonor el volver de un combate sobreviviendo al propio caudillo;75 defenderlo, protegerlo, hacer que los propios hechos valerosos redunden en gloria suya es su compromiso capital: los caudillos luchan por la victoria, sus compañeros por el caudillo. Si la tribu en 2 la que han nacido se embota en una paz y un ocio dilatados, la mayoría de los jóvenes nobles se adelanta a marchar a los pueblos que por entonces libran alguna guerra, porque no solo es ingrato para aquella gente el descanso, sino porque también se hacen notar con más facilidad en los peligros, y una gran compañía no puede mantenerse a no ser por la fuerza y en la guerra. En efecto, exigen de la liberalidad de su príncipe aquel famoso caballo de guerra, aquella frámea ensangrentada y victoriosa; y es que los banquetes y los lujos, aunque rudimentarios, abundantes, hacen el papel de la soldada. Los productos para su munificencia los obtienen de la guerra y el pillaje. 3 No sería tan fácil persuadirlos para arar la tierra y esperar a la cosecha, como para provocar a un enemigo y ganarse heridas; más aún: se les antoja que es propio de perezosos y de cobardes el ganarse con el sudor lo que se puede lograr con la sangre. Cuando no van a la guerra, pasan no mucho tiempo en cacerías 15 y más en el ocio, entregados al dormir y al comer. Los más valerosos y aguerridos, sin hacer cosa alguna, tras dejar el cuidado de la casa, de los penates76 y de los campos a las mujeres, a los viejos y a los más débiles de la familia, se quedan embotados, en una admirable contradicción de la naturaleza, pues hasta tal punto unos mismos hombres 75 Tópico, y probable realidad, recurrente en la descripción de pueblos primitivos. A este respecto recuérdese la llamada deuotio Iberica, a la que se refiere SALLUST., Hist. I 125 MAURENBRECHER; cf. RIVES, ad loc. 76 Los dioses familiares, aunque con un sentido semejante a «la casa», en una expresión dual por medio de sinónimos, típica de Tácito.
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2 quietem. mos est ciuitatibus ultro ac uiritim conferre principibus uel
armentorum uel frugum quod, pro honore acceptum, etiam necessitatibus subuenit. gaudent praecipue finitimarum gentium donis, quae non modo a singulis, sed et publice mittuntur: electi equi, magna arma, phalerae torquesque; iam et pecuniam accipere docuimus. Nullas Germanorum populis urbes habitari satis notum est, ne pati quidem inter se iunctas sedes. colunt discreti ac diuersi, ut fons, ut campus, ut nemus placuit. uicos locant non in nostrum morem conexis et cohaerentibus aedificiis: suam quisque domum spatio circumdat, 2 siue aduersus casus ignis remedium siue inscitia aedificandi. ne caementorum quidem apud illos aut tegularum usus: materia ad omnia utuntur informi et citra speciem aut delectationem. quaedam loca diligentius illinunt terra ita pura ac splendente, ut picturam ac liniamen3 ta colorum imitentur. solent et subterraneos specus aperire eosque multo insuper fimo onerant, suffugium hiemi et receptaculum frugibus, quia rigorem frigorum eius modi lacus molliunt, et si quando
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2 principibus Salinerius, ed. Vindob. 1515 • a om. Wm • et om. CpQ • magnifica Baehrens, Meiser, Koestermann, Anderson, Winterbottom, Önnerfors, Perl, Städele, Oniga : magna codd., Wolff, Robinson, Lenchantin, Fehrle-Hünnerkopf, Lund; cf 34, 2 1 nullis E • locant b (et in textu et in margine) B (s. lin. add.) EQ : longant B, in marg. add. EQ • et om. E, Gudeman • inscitia codd., Winterbottom, Önnerfors, Lund : inscientia cod. Hersfeldensis (teste Decembrio), Koestermann, Perret • 2 ne BbCEpQ : nec cmW • lineamenta EBC, Lenchantin • colorum secl. Lund : celorum c : locorum Nipperdey • imitetur BbCW, Winterbottom, Städele : imitentur Ec, Önnerfors, Lund • 3 hiemis Reifferscheid, Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, Lund : hiemi (hy-) codd., Gudeman, Robinson, Perret, Lenchantin : hieme Furneaux (1894), Perl • lacus Baehrens, Robinson, Önnerfors, Perl, Städele : loci Acidalius, Anderson, Lenchantin, Winterbottom (codice Baltimorensi coll.) : loca Lund, Oniga : locis codd., Perret
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aman la pereza y aborrecen la tranquilidad. Es costumbre de las tribus, 2 por propia iniciativa y según las posibilidades de cada cual, hacer a sus caudillos contribuciones sea de ganado, sea de grano, algo que, aceptado como un honor, también subviene a sus necesidades. Disfrutan especialmente con los obsequios de los pueblos colindantes, que no solo se les envían a título individual sino también oficial: caballos escogidos, armas magníficas, fáleras y torques;77 nosotros ya les hemos enseñado a aceptar también dinero. La vivienda y el vestido Es bien sabido que los pueblos germanos no habitan en ciudad 16 alguna, que ni siquiera soportan las viviendas que estén adosadas entre sí. Viven separados y dispersos, según les place una fuente, un llano o un bosque. Levantan sus aldeas no según nuestra costumbre, con edificios juntos y trabados unos con otros: cada cual rodea su casa de un cierto espacio, ya como remedio frente a posibles fuegos, ya por desconocimiento de la edificación. Ni siquiera se conoce entre 2 ellos el uso de la mampostería o de las tejas: emplean para todo una madera basta, sin cuidarse de su aspecto o de que resulte agradable a la vista. Algunas estancias las enlucen con algo más de cuidado, con una tierra tan pura y brillante que imita la pintura y la decoración de colores.78 También suelen abrir cuevas bajo tierra,79 y echan encima 3 mucho estiércol, como refugio para el invierno y como almacén para las cosechas, porque tales cavidades80 mitigan el rigor del frío, y si 77 Las fáleras eran una especie de medallones que en el ejército romano servían como recompensas. Se aplicaban a las armaduras y también a los arreos de los caballos. Los torques eran brazaletes. 78 PERL, 1993: 99 ss., hace notar que Tácito evoca aquí la decoración mural de las casas romanas. Por su parte, ya MUCH, 1967: 253 había hecho notar el origen predominantemente latino del vocabulario alemán de la construcción. 79 TACKENBERG, 1962: 62 s., proporciona abundante información arqueológica sobre esas construcciones, y matiza las informaciones de Tácito. 80 ROBINSON, ad loc., proporciona buenas razones en favor de la conjetura lacus de BAEHRENS.
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hostis aduenit, aperta populatur, abdita autem et defossa aut ignorantur aut eo ipso fallunt quod quaerenda sunt. 17 Tegumen omnibus sagum fibula aut, si desit, spina consertum; cetera intecti totos dies iuxta focum atque ignem agunt. locupletissimi ueste distinguuntur, non fluitante, sicut Sarmatae ac Parthi, sed stricta et singulos artus exprimente. gerunt et ferarum pelles, proximi ripae neglegenter, ulteriores exquisitius, ut quibus nullus per commercia cultus: eligunt feras et detracta uelamina spargunt maculis pellibusque 2 beluarum quas exterior Oceanus atque ignotum mare gignit. nec alius feminis quam uiris habitus, nisi quod feminae saepius lineis amictibus uelantur eosque purpura uariant, partemque uestitus superioris in manicas non extendunt, nuda bracchia ac lacertos; sed et proxima pars pectoris patet. 18 Quamquam seuera illic matrimonia, nec ullam morum partem magis laudaueris. nam prope soli barbarorum singulis uxoribus contenti sunt, exceptis admodum paucis qui non libidine, sed ob 2 nobilitatem plurimis nuptiis ambiuntur. dotem non uxor marito, sed
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1 tegmen c • cetera codd., edd. pler. : ceterum Much (1937), Perl • cultus: dist. Lund, qui aliquid excidisse susp. 2 partem… superiorem P.Voss (ap. Robinson) • nud(a)e BECpQ : unde Wm 1 pluribus Halm, Gudeman : pluris nuptiis ambiunt Weidner : ambiunt H(ummelianus) • 2 ex dotem initium cap. 18 stat. Halm, Andresen
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TÁCITO
alguna vez viene un enemigo, saquea lo que está al descubierto, pero lo que está escondido y enterrado o pasa desapercibido o no se encuentra, precisamente porque hay que buscarlo. Todos llevan para cubrirse un capote81 sujeto con una fíbula o, en 17 su defecto, por una espina; sin abrigarse más, pasan los días enteros junto al hogar y al fuego. Los más ricos se distinguen por una túnica, pero no de vuelo, como las de los sármatas y los partos, sino ceñida y que marca todos los miembros. Llevan también pieles de animales salvajes, los cercanos a la orilla82 más descuidadas, los del interior más elaboradas, como gente a la que el comercio no les proporciona ningún otro atavío;83 escogen a los animales y tras arrancarles las pieles las motean con manchas y con trozos de las de los monstruos que cría el Océano exterior y desconocido.84 El atuendo de las mujeres no 2 es distinto del de los hombres, a no ser que por lo general ellas se cubren con toquillas de lino y las colorean de púrpura, y las partes superiores del vestido no las alargan con mangas, dejando al desnudo los brazos y antebrazos; pero también queda al descubierto la parte del pecho próxima a ellos. Matrimonio y familia Ahora bien, allí los matrimonios son cosa seria y no hay parte de 18 sus costumbres más digna de alabanza; pues son casi los únicos bárbaros que se contentan con una sola mujer, exceptuando a muy pocos que no por pasión, sino por su nobleza, se ven solicitados para varios enlaces.85 La dote no se la presenta la esposa al marido, sino el 2 81 Al parecer, el sagum era una pieza rectangular de paño de lana, sin más confección, que se usaba doblada a modo de manto y que también servía como manta; véase RIVES, 1999, ad loc. 82 Del Rin o del Danubio. 83 Seguimos, una vez más, la acertada versión de REQUEJO. 84 Probablemente se refiere a pieles de foca (HUTTON, ad loc.). 85 En este punto no puede dejar de recordarse, con CANFORA, 1979, que Gerda Bormann, la mujer del sanguinario cuanto mujeriego lugarteniente de Hitler, propuso
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uxori maritus offert. intersunt parentes et propinqui ac munera probant, munera non ad delicias muliebres quaesita nec quibus noua nupta comatur, sed boues et frenatum equum et sctutum cum framea gladioque. in haec munera uxor accipitur, atque in uicem ipsa armorum aliquid uiro affert; hoc maximum uinculum, haec arcana 3 sacra, hos coniugales deos arbitrantur. ne se mulier extra uirtutum cogitationes extraque bellorum casus putet, ipsis incipientis matrimonii auspiciis admonetur uenire se laborum periculorumque sociam, idem in pace, idem in proelio passuram ausuramque: hoc iuncti boues, hoc paratus equus, hoc data arma denuntiant; sic uiuendum, sic pereundum: accipere se quae liberis inuiolata ac digna reddat, quae nurus accipiant rursusque ad nepotes referantur. 19 Ergo saepta pudicitia agunt, nullis spectaculorum illecebris, nullis conuiuiorum irritationibus corruptae. litterarum secreta uiri pariter ac feminae ignorant. paucissima in tam numerosa gente adulteria, quorum poena praesens et maritis permissa: accisis crinibus nudatam
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parentes aut Gudeman • munera1 del. Lachman, munera2 Bernhardy • hoc maximum Cc • 3 uiuentes E • h(a)ec… h(a)ec… h(a)ec Cpt.Qu • renuntiant E • pereundum bpQt, Lenchantin, Koestermann, Lund (cf. Lund 1991b, 2084), Önnerfors, Städele : periendum (an par- ?) C : pariendum BcmW, dett., Robinson, Anderson, Perret, Winterbottom, Kraggerud : parientes E • inuiolata reddat, ac digna Acidalius • referantur codd., edd. pler. : referant Rhenanus 1 saeptae Gudeman post Croll • accis(s)is B (adc-)bCcpQ, Robinson, Winterbottom, Önnerfors, Lund, Perl, Städele : abscisis EW, Anderson, Lenchantin, Perret, Koestermann • etiam Lipsius, Murgia (1979a, 167) : enim codd., edd. pler. : enimuero Madvig : del. Nipperdey
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marido a la esposa; intervienen los padres y los parientes y valoran los regalos, regalos no buscados para caprichos mujeriles ni para adornar a la recién casada, sino unos bueyes y un caballo con sus arreos y un escudo con una frámea y una espada. A cambio de estos regalos se recibe a la esposa, y ella a su vez aporta al marido algunas armas; estiman que ese es el mayor vínculo, ese el misterio de sus ritos, esos los dioses conyugales. A fin de que la mujer no se considere al margen 3 de los ideales del valor y de los azares de la guerra, en los propios auspicios del nuevo matrimonio se le advierte que viene como compañera de fatigas y peligros, que lo mismo ha de soportar y osar en la paz, lo mismo en la guerra —esto significan los bueyes uncidos, esto el caballo con sus arreos, esto las armas regaladas—; que así ha de vivir, así morir:86 recibe lo que ha de devolver a los hijos intacto y digno, para que lo reciban sus nueras y a su vez pase a los nietos. Así, pues, ellas viven en una castidad bien protegida, sin que las 19 corrompan los atractivos de espectáculo alguno ni las seducciones de ningún festín. Las cartas secretas las desconocen por igual los varones y las mujeres.87 Son poquísimos los adulterios en un pueblo tan numeroso, y su castigo, que es inmediato, se deja en manos del marido. Este echa de casa a la mujer, con la cabellera cortada88 y desnuda, en presencia de los parientes, y la lleva azotándola por toda la aldea. que se autorizara la poligamia (sic!) a los «más valiosos»; y su marido atestiguó que la misma era la opinión del Führer. 86 LUND, 1979: 119-123, impugna la variante pariendum con el argumento de que no hay testimonios del uso impersonal del gerundivo de ese verbo. KRAGGERUD, 1969: 81 ss., la apoya como lectio difficilior. Para nosotros pereundum está exigido por la polaridad que debe haber entre los términos enfrentados, cosa que no se da con pariendum 87 Algo obvio en un pueblo analfabeto, hasta el punto de que LUND, 1988, ad loc., piensa en una ironía de Tácito. 88 Entendemos que tal es sin más es el sentido del accisis (adc-) adoptado en nuestro texto, frente al cual la variante abscisis significaría más bien un rapado. Sin embargo, el lugar es discutido. Así WISSOWA, 1916: 318 (ap. LUND, 1991: 2084) entendía que Tácito se atiene a la imagen del típico castigo greco-romano de la hetera/amica infiel, a la que su amante podía dejar περικειρομένη, lo que parece ser «con la melena cortada alrededor». LUND, 1991a: 1907, cree ver un apoyo a la lectura accisis en el Moorleiche de una muchacha que presentaba su pelo cortado, pero no rapado; véase también RIVES, ad loc., con amplia documentación.
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coram propinquis expellit domo maritus ac per omnem uicum uerbere agit. publicatae etiam pudicitiae nulla uenia: non forma, non aetate, non opibus maritum inuenerit. nemo enim illic uitia ridet, nec corrumpere et corrumpi saeculum uocatur. melius quidem adhuc eae ciuitates in quibus tantum uirgines nubunt et cum spe uotoque uxoris semel transigitur. sic unum accipiunt maritum, quo modo unum corpus unamque uitam, ne ulla cogitatio ultra, ne longior cupiditas, ne tamquam maritum, sed tamquam matrimonium ament. numerum liberorum finire aut quemquam ex agnatis necare flagitium habetur, plusque ibi boni mores ualent quam alibi bonae leges. In omni domo, nudi ac sordidi, in hos artus, in haec corpora quae miramur excrescunt. sua quemque mater uberibus alit, nec ancillis aut nutricibus delegantur. dominum ac seruum nullis educationis deliciis dignoscas: inter eadem pecora, in eadem humo degunt, donec aetas separet ingenuos, uirtus agnoscat. sera iuuenum uenus, eoque inexhausta pubertas. nec uirgines festinantur; eadem iuuenta, similis
inuenerit BbEmW : inuenit CcpQ • 2 ne tamquam… ament, ‘nonnullis suspectum’ Winterbottom, at ‘iniuria’ Önnerfors : ne tam…quam Meiser • maritum… matrimonium Grotius : matrimonium… maritum Gudeman • ex natis Lipsius 1 mirantur CpQt • aut Bbm Koestermann, Önnerfors (coll. 7, 1 sq.) : ac CcEpQW, Robinson, Anderson, Winterbottom : atque E • educationibus C1
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TÁCITO
Tampoco para la castidad prostituida hay indulgencia alguna: no podrá encontrar un marido ni gracias a la belleza ni a la edad ni a las riquezas. En efecto, allí nadie ríe los vicios y no se llama «ir con los tiempos» al corromper y al dejarse corromper. Mejor hacen todavía las tribus en las que solo se casan las doncellas y solo una vez en la vida se realizan la esperanza y el deseo de ser esposa. Así, reciben solo un marido, al igual que un solo cuerpo y una sola vida, para que no piensen más en ello, para que sus deseos no vayan más lejos, para que lo amen no como a un marido, sino como al propio matrimonio. El limitar el número de hijos o matar a alguno de los agnados89 se ve como un delito infame, y allí valen más las buenas costumbres que en otros lugares las buenas leyes. En todas las casas se crían desnudos y sucios hasta alcanzar esa talla y esos cuerpos que admiramos.90 A cada cual lo cría su madre dándole pecho y no se lo confía a sirvientas y nodrizas. Al amo y al esclavo no se los puede distinguir por los refinamientos en su crianza: viven entre los mismos rebaños, sobre el mismo suelo, hasta que la edad separa a los libres y la valía91 los reconoce como suyos. Los jóvenes tardan en sentir el deseo sexual y por ello su pubertad se prolonga.92 89 En el derecho romano (una vez más la interpretatio Romana), los hijos nacidos después de que en la familia ya hubiera un heredero. Es decir, parece que no había lugar para la doctrina del hijo único, en contraste con las malas costumbres de la Roma de la época, que movieron a Augusto a dictar leyes de protección de la familia y la natalidad. 90 Acerca de la crianza y educación de los niños germanos véase la Dissertation de MOOG, 1992. 91 Tácito sigue anclado en la vieja idea de la uirtus innata de los ingenui, que ya parece estar presente en la de los esclavos por naturaleza de ARIST., Pol. 1252ª (cf. LUND, 1991a: 1909, con bibliografía). 92 RIVES 1999, ad loc., evoca el pasaje de CAES., BG VI 21, 4 s. en el que se dice que entre los germanos estaba mal visto que los jóvenes tuvieran relaciones con mujeres antes de los veinte años, y recuerda el tópico etnográfico de que el frío de los climas nórdicos modera los impulsos sexuales. Otros (véase HUTTON y REQUEJO), en una interpretación más literal y tal vez más acertada de inexhausta, parecen inclinarse por la idea, también tópica, de que la intensidad de las relaciones sexuales agotaba la capacidad generadora y hasta la propia salud del varón. Vale la pena recordar que en
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proceritas; pares ualidaeque miscentur, ac robora parentum liberi 3 referunt. sororum filiis idem apud auunculum qui apud patrem honor.
quidam sanctiorem arctioremque hunc nexum sanguinis arbitrantur et in accipiendis obsidibus magis exigunt, tamquam et animum firmius 4 et domum latius teneant. heredes tamen successoresque sui cuique liberi, et nullum testamentum. si liberi non sunt, proximus gradus in possessione fratres, patrui, auunculi. quanto maior affinium numerus, tanto gratiosior senectus; nec ulla orbitatis pretia. Suscipere tam inimicitias seu patris seu propinqui quam amicitias 21 necesse est; nec implacabiles durant, luitur enim etiam homicidium certo armentorum ac pecorum numero recipitque satisfactionem uniuersa domus, utiliter in publicum, quia periculosiores sunt inimicitiae iuxta libertatem.
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3 qui apud Rhenanus, Winterbottom, Önnerfors : qui ad BCcEmpQW, Robinson, Lenchantin • animum m, edd. pler. : in animum cett. codd. • quanto2 u(rbinas 412, ap. Robinson, ad loc.) in marg. (ut coni. Halm), Winterbottom, Önnerfors : quo b : tanto bCcEpQW : tam m • gratiosior BbCcEpuQuW : gratior mpQBucuEu 1 seu1… propinqui om. C • enim om. WA • implicabiles CQ
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TÁCITO
Tampoco las doncellas se dan prisa; tienen una juventud semejante y la misma buena talla; se unen a ellos con el mismo vigor, y los hijos reproducen la robustez de los padres. Los hijos de las hermanas 3 tienen la misma consideración ante su tío93 que ante su padre, y algunos estiman este vínculo de sangre como el más sagrado y más estrecho, y al tomar rehenes lo exigen especialmente, como si con él controlaran con mayor fuerza los ánimos y en mayor medida la familia. Sin embargo, los herederos y sucesores de cada cual son sus propios hijos y no hay testamento alguno. Si no hay hijos, el grado 4 más próximo en la sucesión lo tienen los hermanos, los tíos paternos y los tíos maternos.94 Cuantos más parientes hay, cuanto mayor el número de los afines, tanto más rodeada de consideración está la vejez; y no hay ventaja alguna para la carencia de hijos.95 Es obligado hacerse cargo tanto de las enemistades del padre o de 21 un pariente como de sus amistades; pero aquellas no se mantienen implacables, pues incluso un homicidio se salda con un cierto número de cabezas de ganado mayor y menor y acepta la satisfacción toda la casa, algo que es útil para el interés público, dado que las enemistades son más peligrosas en un ambiente de libertad. las famosas Instrucciones de Palamós que Carlos V entregó a su hijo Felipe antes de ausentarse de España en 1543, está la de que use con moderación del matrimonio, recordándole el caso de su propio tío el infante don Juan, al que se consideraba víctima del apasionamiento sexual de su esposa Margarita de Austria, y cuya prematura muerte haría recaer en el propio Carlos la corona de España. 93 Algunos han pensado que hay aquí un vestigio de la estructura familiar llamada avunculado (por auunculus, «tío materno» y etimológicamente «el abuelo pequeño»), primitivamente ligada a un sistema poliándrico (y probablemente matriarcal), en el que la paternidad era incierta, en tanto que era cierta la fraternidad uterina del auunculus con su hermana y, en consecuencia, su consanguinidad con los hijos de esta. Pervive entre algunos de los llamados «primitivos actuales». MUCH, 1967: 297, anota que en las tradiciones populares danesas e inglesas se ha mantenido esa relación especial entre sobrino y tío materno. Sin embargo, entre otros, LUND, 1988 y RIVES, 1999, ad loc. consideran muy dudosa esa interpretación. 94 Del derecho de familia de los germanos, tal como Tácito lo presenta (a la luz de la interpretatio Romana), se ocupa A. C. MURRAY, 1983: 51-65. 95 Alusión a los llamados «heredípetas», que en Roma cortejaban a los viejos sin hijos en la esperanza de hacerse con sus herencias. Horacio trató varias veces de esa costumbre y con especial gracia en su Sátira II 5.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Conuictibus et hospitiis non alia gens effusius indulget: quemcumque mortalium arcere tecto nefas habetur; pro fortuna quisque apparatis epulis excipit. cum defecere, qui modo hospes fuerat, monstrator hospitii et comes; proximam domum non inuitati adeunt. nec interest: pari humanitate accipiuntur. notum ignotumque quantum ad ius hospitis nemo discernit. abeunti, si quid poposcerit, concedere moris; et poscendi in uicem eadem facilitas. gaudent muneribus, sed nec data imputant nec acceptis obligantur. [uictus inter hospites communis]. Statim e somno, quem plerumque in diem extrahunt, lauantur, 22 saepius calida, ut apud quos plurimum hiems occupat. lauti cibum capiunt: separatae singulis sedes et sua cuique mensa. tum ad negotia nec minus saepe ad conuiuia procedunt armati. diem noctemque continuare potando nulli probrum. crebrae, ut inter uinolentos, rixae 2 raro conuiciis, saepius caede et uulneribus transiguntur. sed et de reconciliandis in uicem inimicis et iungendis affinitatibus et asciscendis principibus, de pace denique ac bello plerumque in conuiuiis consultant, tamquam nullo magis tempore aut ad simplices cogitationes 2
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2 [uictus… comis] (lineola super m scripta B) del. La Bletterie, edd. pler. : uictus…communis Perret, qui ea uerba post nefas habetur transp.: post discernit, transp. Lund 1 e CpQuWm : enim BEpuQ • hiemis Ec • occupet Prammer (apud Winterbottom) • 2 sed et BbEm : sed CcpQW • reconciliatis inimicitiis CpQ
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TÁCITO
No hay pueblo que se dé al banquete y a la hospitalidad con 2 mayor afán: se tiene por sacrilegio impedir a cualquier mortal la entrada en la propia casa; cada cual lo recibe tras prepararle la comida según sus posibilidades. Cuando estas fallan, el que había sido anfitrión le señala otra casa a la que acudir y lo acompaña a ella; van sin ser invitados a casa del vecino. Y no importa: se los recibe con la misma amabilidad. Nadie distingue entre el conocido y el desconocido en cuando a los derechos que tiene un huésped. Si al marcharse pide algo, es costumbre concedérselo y, a la inversa, se otorga la misma licencia para pedirle algo. Disfrutan con los regalos, pero ni echan cuenta de los que dan ni se sienten obligados por los que han recibido. [La comida entre huéspedes es común].96
Vida cotidiana: comida, bebida y juegos 97 Tan pronto se levantan del sueño, que por lo general alargan hasta 22 el día, se lavan, casi siempre con agua caliente, algo natural en un pueblo en el que el invierno dura mucho. Tras lavarse, toman alimento; cada cual tiene su asiento aparte y cada cual su mesa. Luego se van, armados, a sus asuntos y no con menos frecuencia a los banquetes. El empalmar día y noche bebiendo no es deshonra para nadie. Las frecuentes riñas, lógicas entre hombres tan dados a beber, se saldan raramente con insultos, y más a menudo con muertes y heridas. Sin embargo, por lo general también sobre la reconciliación de 2 enemigos, sobre el establecimiento de alianzas familiares, sobre la elección de caudillos y, en fin, sobre la paz y de la guerra deliberan en sus banquetes; y ello en la idea de que en ningún otro momento el ánimo está más abierto a los pensamientos francos ni se entrega 96 Interpolación, ya atetizada por J. PH. DE LA BLETTERIE en 1776, aunque no le ha faltado algún defensor, como LUNDSTRÖM, 1978: 98 ss. (apud LUND, 1991b: 2089), que siguiendo a SELLING resuelve en communis la abreviatura del texto, con un sentido menos chocante que el comis de otros. 97 Véase al respecto CAPARRINI, 2010: 283 ss.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
3 pateat animus aut ad magnas incalescat. gens non astuta nec callida
aperit adhuc secreta pectoris licentia ioci; ergo detecta et nuda omnium mens. postera die retractatur, et salua utriusque temporis ratio est: deliberant dum fingere nesciunt, constituunt dum errare non possunt. 23 Potui umor ex hordeo aut frumento, in quandam similitudiem uini corruptus; proximi ripae et uinum mercantur. cibi simplices: agrestia poma, recens fera aut lac concretum; sine apparatu, sine blandimentis expellunt famem. aduersus sitim non eadem temperantia: si indulseris ebrietati suggerendo quantum concupiscunt, haud minus facile uitiis quam armis uincentur. 24 Genus spectaculorum unum atque in omni coetu idem: nudi iuuenes, quibus id ludicrum est, inter gladios se atque infestas frameas saltu iaciunt. exercitatio artem parauit, ars decorem, non in quaestum tamen aut mercedem: quamuis audacis lasciuiae pretium est uoluptas 2 spectantium. aleam, quod mirere, sobrii inter seria exercent, tanta lucrandi perdendiue temeritate ut, cum omnia defecerunt, extremo ac nouissimo iactu de libertate ac de corpore contendant. uictus uoluntariam seruitutem adit: quamuis iuuenior, quamuis robustior alligari se ac uenire patitur. ea est in re praua pervicacia; ipsi fidem uocant.
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3 adhuc] adhec Bb • ioci BbCcEpQWu, Zernial, Wolff, Much, Perret, Lenchantin, Persson, Pekkanen, Lenchantin, Önnerfors, Lund, Städele : loci BubumW, Gudeman, Robinson, Anderson, Koestermann, Winterbottom, Perl, Oniga • mens. postera dist. Passow • retractatur Meiser • deliberant dum BECpQ : deliberandum Wm ex hordeo aut frumento, codd. : ex hordeo, fermento Lund (et 1991b, 2091) • si… uincentur del. Gudeman 1 excitatio Cc • parat CpuQu • expectantium BCcmpW • 2 deliberate Wm
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TÁCITO
con mayor ardor a los grandiosos. Gente nada astuta ni precavida, 3 deja ver aún más sus íntimos secretos al socaire de la licencia de la fiesta; en consecuencia, el pensamiento de cada cual queda al descubierto y al desnudo. Al día siguiente vuelven a tratar y se justifica el motivo de una y otra sesión: deliberan cuando no saben fingir, deciden cuando no pueden errar.98 Para beber tienen un brebaje hecho de cebada o de trigo, que al 23 fermentar adquiere cierta semejanza con el vino;99 los que están cerca de la ribera100 también compran vino. Sus comidas son sencillas: frutos silvestres, caza fresca o leche cuajada; y sin aparato ni finezas se quitan el hambre. Frente a la sed no tienen la misma templanza: si se favorece su afán de beber dándoles cuanto desean, se los vencerá no menos fácilmente por sus vicios que por las armas. Solo tienen una clase de espectáculo y el mismo en todas sus 24 reuniones: unos jóvenes desnudos, para los cuales eso es un juego, se lanzan de un salto entre espadas y frámeas de punta. El ejercicio les ha proporcionado la habilidad, y la habilidad la belleza, pero no a cambio de ganancias o recompensas: el premio de este juego, por osado que sea, es la satisfacción de los espectadores. Los juegos de 2 azar, cosa digna de admiración, los practican sobrios y como asunto serio, con tanta temeridad a la hora de ganar o perder que, cuando se han quedado sin nada, al final, y en una última jugada, se apuestan su propia libertad y persona. El vencido se enfrenta a una esclavitud voluntaria, y aunque sea más joven y más o menos robusto, deja que lo aten y lo vendan. En ese asunto hay una viciosa obstinación; ellos
98 Al respecto de esta sententia, ANDERSON, 1938 y RIVES, 1999, ad loc., anotan que en HEROD. I 133, 3 s. se cuenta exactamente lo mismo de los persas, y en otros autores de los escitas (véase también MUCH, 1967: 311). Al parecer, se trata de otro Wandermotiv de la etnografía antigua. 99 Sin duda la cerveza, entonces bien conocida con el nombre céltico de ceruisia. Sobre la arqueología del comer y el beber de los germanos recoge bibliografía LUND, 1991b: 2091 s. Su corrección del texto que recogemos en el aparato, al eliminar el frumento del texto, parece no haber tenido en cuenta que también existe una Weizenbier, hecha precisamente de trigo. 100 De la del Rin o de la del Danubio.
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seruos condicionis huius per commercia tradunt, ut se quoque pudore uictoriae exsoluant. Ceteris seruis non in nostrum morem descriptis per familiam ministeriis utuntur: suam quisque sedem, suos penates regit. frumenti modum dominus aut pecoris aut uestis ut colono iniungit et seruus hactenus paret; cetera domus officia uxor ac liberi exsequuntur. uerberare seruum ac uinculis et opere coercere rarum: occidere solent, non disciplina et seueritate, sed impetu et ira, ut inimicum, nisi quod 2 impune est. liberti non multum supra seruos sunt: raro aliquod momentum in domo, numquam in ciuitate, exceptis dumtaxat iis gentibus quae regnantur. ibi enim et super ingenuos nobiles ascendunt; apud ceteros impares libertini libertatis argumentum sunt.
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Faenus agitare et in usuras extendere ignotum; ideoque magis
2 seruatur quam si uetitum esset. agri pro numero cultorum ab
uniuersis in uicem occupantur, quos mox inter se secundum dignatio-
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1 ceteris codd., Anderson, Lenchantin, Winterbottom, Önnerfors, Perl : ceterum Wolff (‘fort. recte”, Winterbottom), Andresen, Gudeman, Koestermann, Lund, Städele, Oniga • discriptis Reifferscheid • ministris Bb1 • ut BECpQ : aut Wm • et b2 (s. lin.) CcmpQW : ut Bb1E • liberi] liberti Gudeman • 2 v. Önnerfors, in app. : ‘liberti – argumentum sunt post ignorantur cap. 26 extr. tradunt Bb (fol. 39v) sed b etiam in imo marg. fol. 39r eadem uerba (omissis et super ingenuos) signo ad impune est relato (“in hoc loco potius” add.) ponit’ • hi(i)s EWm • regnant Wm • ceteras Gudeman • sunt om. C : est c 1 ignominiosum Thiersch (apud Winterbottom) • seruatur Reeb, Önnerfors, Perl : seruatur codd., edd. pler. : id[eo]que magis seruatur Oniga : uitatur Ritter : aversantur Salmasius • 2 in uicem Önnerfors : inuicem b, Gudeman, Koestermann : inuices (in ui-) BEpQ : in uices Anderson, Lenchantin, Perl, Rives: in : uices CcmW, Winterbottom, Städele (qui crucibus inserunt) : [uices] Halm, Büchner : per uicos Pichena : uicis Lipsius (e cod. quodam Bambergensi),Waitz, Robinson : in usum Lund • inter se secl. Gudeman
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TÁCITO
la llaman lealtad. A los esclavos de esa condición les dan salida vendiéndolos, también por librarse de la vergüenza de tal victoria. La esclavitud De los demás esclavos se valen no según nuestra costumbre, 25 distribuyendo las tareas entre la servidumbre: cada uno gobierna su casa y su hogar. El amo le impone la entrega de una cierta porción de trigo o de ganado o de tela, como a un colono, y solo hasta ahí llega la sumisión del siervo: los demás trabajos de la casa los hacen la mujer y los hijos.101 Es raro que se azote a un esclavo y que se lo castigue a cadenas y a trabajos forzados; sí suelen matarlos, no por imponer la disciplina o por severidad, sino dejándose llevar de un acceso de ira, como a un enemigo, a no ser que aquí la diferencia es que no hay represalias. Los libertos no están muy por encima de los esclavos: 2 raramente tienen alguna influencia en la casa, ninguna en la tribu, salvo en los pueblos que tienen rey. En efecto, en ellos ascienden por encima de los hombres libres y de los nobles; entre los demás, la inferioridad de los libertos es una prueba de su libertad.102 Régimen económico y agrario Es desconocida la práctica del préstamo con interés y la de llevarla 26 hasta la usura, y por ello la gente se libra de ella mejor que si estuviera prohibida. Los campos los ocupan todos, según el número de culti- 2 vadores, por turno,103 y luego los reparten según la categoría de cada 101 Se entiende que los del amo. Sobre esclavos y libertos entre los germanos puede verse bibliografía en LUND, 1991b: 2093 ss. Por lo que Tácito dice, parece que no existía la categoría romana del esclavo doméstico. 102 Obvia alusión al poder desmedido que en Roma habían alcanzado los libertos imperiales. 103 El de la Agrarverfassung de los germanos es otro de los puntos de la obra que han suscitado especial interés en los estudiosos, lógico al socaire de las
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
3 nem partiuntur; facilitatem partiendi camporum spatia praestant. arua
per annos mutant et superest ager. nec enim cum ubertate et amplitudine soli labore contendunt, ut pomaria conserant et prata 4 separent et hortos rigent: sola terrae seges imperatur. unde annum quoque ipsum non in totidem digerunt species: hiems et uer et aestas intellectum ac uocabula habent, autumni perinde nomen ac bona ignorantur.
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Funerum nulla ambitio: id solum obseruatur ut corpora clarorum uirorum certis lignibus crementur. struem rogi nec uestibus nec odoribus cumulant: sua cuique arma, quorundam igni et equus adicitur. sepulcrum caespes erigit: monumentorum arduum et operosum honorem ut grauem defunctis aspernantur. lamenta ac lacrimas cito,
pr(a)estant BCEmpQW : pr(a)ebent bc et uar. lect. in BEpQW • 3 laborare Bub1c2EmpQW • et prata codd., Wolff, Koestermann, Önnerfors, Lund : ut prata Muetzell, Robinson, Anderson, Winterbottom • et hortos b2CpQ, Önnerfors, Lund : ut hortos Bb1cEm, Robinson, Anderson, Winterbottom • perinde] proinde Wm 1 obseruant b • coloribus E • equis E • sepulchrum E • promunt c
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TÁCITO
cual; la amplitud de las tierras hace más fácil el reparto. Cambian 3 anualmente de parcelas y aún sobra campo; en efecto, no compiten trabajando con la fertilidad y amplitud de su suelo hasta el punto de plantar pomaradas, de acotar prados, de regar huertas: a la tierra solo se le exige la cosecha. Por ello el propio año no lo dividen en tantas 4 estaciones: tienen un sentido y un nombre el invierno, la primavera y el verano; del otoño se ignoran por igual el nombre y los bienes.104 Ritos fúnebres En sus funerales no hay ostentación alguna: solo se procura que los cuerpos de los hombres esclarecidos se incineren con cierta clase de leña. En la pira no acumulan paños ni perfumes: a cada cual se le ponen sus armas105 y a la hoguera de algunos también se añade su caballo. El túmulo se levanta con cepellones de césped; el honor de elevados y trabajosos monumentos lo rechazan como si fuera un peso para los difuntos.106 Las lamentaciones y las lágrimas las abandonan
orientaciones historiográficas de signo más o menos marxista (el propio FR. ENGELS se pronunció al respecto en su Der Ursprung der Familie, des Privateigenthums und des Staats, de 1884; véase bibliografía en LUND, 1991b: 2095-2101, y en 1991a: 1916 s., su propia interpretación; asimismo CANFORA, 1979, 58-63, que se refiere a una carta de K. Marx sobre este pasaje). La cuestión de fondo es la de si los germanos practicaban el comunismo primitivo —como parecen dar a entender las noticias de César—, tópico en los autores antiguos al respecto de los bárbaros (cf. BRUGNOLI, 1983, que evoca a Posidonio). Por otra parte, parece que Tácito aplica a los germanos, pueblo sedentario, algunos rasgos propios de ganaderos nómadas. El discutido (in) uicem o uices del texto ha complicado la interpretación, para la que remitimos a MUCH, 1967: 333 y LUND, y a la amplia discusión de RIVES, 1999, ad loc. DONAT, 1992 estudia desde un punto de vista arqueológico la distribución y cultivo de los que llama «Celtic fields», en la costa del Mar del Norte y Jutlandia. 104 Se ha puesto en duda este aserto de Tácito, pues parece que los germanos sí tenían ya el término del que derivan el alemán Herbst y el inglés harvest. 105 TACKENBERG, 1962 hace notar que en la mayoría de las tumbas conocidas no suelen encontrarse armas. 106 MUCH, 1967: 346, hace ver aquí un contraste con los suntuosos mausoleos romanos, como el del propio Augusto.
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dolorem et tristitiam tarde ponunt. feminis lugere honestum est, uiris meminisse. 2 Haec in commune de omnium Germanorum origine ac moribus accepimus; nunc singularum gentium instituta ritusque, quatenus differant, quae nationes e Germania in Gallias commigrauerint, expediam. Validiores olim Gallorum res fuisse summus auctorum diuus Iulius tradit; eoque credibile est etiam Gallos in Germaniam transgressos. quantulum enim amnis obstabat quominus, ut quaeque gens eualuerat, occuparet permutaretque sedes promiscuas adhuc et nulla regnorum 2 potentia diuisas! igitur inter Hercyniam siluam Rhenumque et Moenum amnes Heluetii, ulteriora Boii, Gallica utraque gens, tenuere. manet adhuc Boihaemi nomen significatque loci ueterem memoriam
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2 quae suppl. Halm, edd. pler. • quae nationes… commigrauerint secl. Heimsoeth (apud Winterbottom), Reifferscheid 1 diuisas BbcEmW : diuersas buCpQ • 2 igitur codd., edd. pler. : igitur Wölfflin (1867) : igitur Lund, qui in lacuna forsitan supplendum putat : igitur Städele • hercyniam b2Emp2QW (ex -cu-) : hircyniam Bb1 : hercinam (-yn- c) Cc : herciniam p1, similiter 30, 1 • Boihaemi BEpQ : boiihaemi W : boiemi bC : bohemi cmWu (post nomen c) : Boijemionem B in marg.; cf. sequ. art. • nomen BECpQWu : onem BuW : bohemi nomen adhuc boiihemionem m • significatque BCEpQ (‘fort. recte’, Winterbottom), Lenchantin, Önnerfors, Perl : signatque bcm, Robinson, Anderson, Kraggerud , Winterbottom, Lund, Städele
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TÁCITO
pronto, el dolor y la tristeza tarde; en las mujeres lo adecuado es llorar, en los hombres el guardar el recuerdo. Esto es lo que hemos sabido del origen y costumbres de todos 2 los germanos en general; ahora trataré de las costumbres y ritos de cada pueblo en cuanto difieren unos de otros, y de qué pueblos emigraron de Germania a las Galias. Pueblos fronterizos del Rin y el Danubio De que antaño fue mayor el poder de los galos da cuenta el divino 28 Julio,107 cuya autoridad es la principal; y por ello también es de creer que hubo galos que pasaron a Germania. En efecto, ¡qué pequeño obstáculo representaba un río para que, según hubiera llegado a ser de fuerte cada pueblo, uno de ellos ocupara y cambiara sus asentamientos, todavía indefinidos y no divididos por el poder de reino alguno!108 Y 2 así, la parte entre la selva Hercinia109 y los ríos Rin y Meno la ocuparon los helvecios y la de más allá los boyos, uno y otro pueblos galos.110 Se conserva todavía el nombre de Bohemia111 y atestigua la antigua 107 Véase CAES., BG VI 24, 1: Ac fuit antea tempus, cum Germanos Galli uirtute superarent…Como ya decíamos en su lugar, César es el único auctor nominalmente citado en la Germania, que debió de tomar bastantes noticias del Bellum Gallicum. 108 Puede verse que por razones de mejor acomodo a la fraseología del español, preferimos dar a esta frase modalidad exclamativa, como hace, por ejemplo, RIVES 1999, en lugar de la interrogativa de otros editores. Ese autor, ad loc., hace notar que la idea romana de que los celtas de allende el Rin (los entonces habitantes de Baviera, Bohemia y Moravia, de la cultura de Halstatt) necesita de corrección, pues «en cierto sentido ‘siempre’ habían estado allí». 109 La denominación Hercynia silua se aplicaba de manera un tanto general al conjunto de las cadenas montañosas que discurren al N del Danubio, haciendo entonces frontera entre celtas y germanos: Schwabische Alb, Frankische Alb, Frankischer Jura, Bayerischer Wald, Böhmischer Wald… En este caso Tácito parece referirse a la región del actual Baden-Württemberg. 110 En época histórica los helvecios, sometidos por César, ya estaban situados en el N de la actual Suiza. Los boyos, desplazados por los germanos, se asentaron en el N de Italia y el O de la actual Austria. 111 Entendemos Boihaemi como genitivo de Boihaemum (cf. VELL. PAT. II 109: Boiohaemum, id regioni quam incolebat Maroboduus nomen est…), transcripción de un
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
3 quamuis mutatis cultoribus. sed utrum Arauisci in Pannoniam ab Osis,
[Germanorum natione], an Osi ab Arauiscis in Germaniam commigrauerint, cum eodem adhuc sermone, institutis, moribus utantur, incertum est, quia pari olim inopia ac libertate eadem utriusque ripae 4 bona malaque erant. Treueri et Neruii circa affectationem Germanicae originis ultro ambitiosi sunt, tamquam per hanc gloriam sanguinis a similitudine et inertia Gallorum separentur. ipsam Rheni ripam haud dubie Germanorum populi colunt: Vangiones, Triboci, Nemetes. ne
3 ab Osis, teste Robinson, ab2 (in marg.) tu2 (in marg.) : a Boiis Bb1CcpQ : a Bois EmW • Germanorum natione del. Passow (1817), Winterbottom, Städele, al., defend. Much • 4 Neruii Rhenanus : neruli BEQW : heruli p : ueruli m • germani(a)e CpQm : treboci CpQ • ne Vbii Gruter : nubii codd. (Vbij b2 in marg.)
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TÁCITO
historia de aquel lugar, aunque con distintos habitantes. Ahora bien, si 3 fueron los araviscos, quienes emigraron a Panonia desde la tierra de los osos, [pueblo de los germanos],112 o si los osos, desde la de los araviscos,113 emigraron a Germania, dado que hasta el día de hoy tienen la misma lengua, instituciones y costumbres, es cosa incierta, porque antaño, a causa de la misma miseria y la misma libertad, eran los mismos los bienes y males de una y otra orilla. Los tréveros114 y los 4 nervios115 no se recatan de hacer valer sus pretensiones de origen germánico, como si por esa gloria de su sangre se separaran de la semejanza y de la cobardía de los galos. La propia ribera116 del Rin no hay duda de que la habitan pueblos germanos: los vangiones, los tribocos, los németes.117 Ni siquiera los ubios, aunque hayan meregermánico Boihaim o forma parecida, «el hogar de los boyos» (HUTTON, ad loc.), que guardó la memoria de sus primitivos pobladores célticos hasta nuestros días. 112 La expunción de estas palabras parece justificada por la incoherencia que suponía el que en 43, 1 Tácito considere a los osos como panonios. Ya la había señalado, entre otros, TACKENBERG, 1962: 55. 113 Se ha sostenido que osos y araviscos eran ilirios asentados en Panonia; pero RIVES, 1999, ad loc., con bibliografía, se inclina a pensar que unos y otros eran celtoparlantes. MUCH, 1967: 357, cree que se puede salvar el Germanorum natione de los mss. suponiendo que se trata de una referencia meramente geográfica. 114 Asentados en el valle del Mosela. Dieron nombre a Tréveris (Trier), forma que parece acreditar la acentuación que adoptamos, también seguida por PERL, 1990, 275, pese al Τέβηροι de PTOLEM., Geogr. II 9, 12 (véase también MUCH, 1967: 362). Parece que eran un pueblo mixto de galos y germanos; pero en qué grado y proporción ha sido objeto de amplio debate, en el que no han faltado intervenciones teñidas de ideología nazi. Véase la bibliografía pertinente en LUND, 1991: 2104-2108, y RIVES, 1999, ad loc., que no ve razón para suponerlos venidos de allende el Rin. 115 Asentados en la Galia Bélgica, donde habían luchado contra Julio César. Parece que eran germanos, pero intensamente celtizados; véase la amplia nota de RIVES, 1999, ad loc. 116 Se entiende que la occidental, en el curso alto del río. 117 Situados, respectivamente, en la región de Worms, en la de Estrasburgo y en la de Espira (Speyer). PERL 1990: 274, sugiere la acentuación «németes», aunque también recuerda la cantidad larga de la penúltima sílaba en LUCAN. I 419 y PTOL. II 2, 9. En STRAB. IV 3, 4 los Triboci aparecen como Τρίβοκχοι, y adoptamos la acentuación llana (pese a MARIOTTI, 19852, ad loc. y a PERL, 1990: 275) porque esa grafía parece documentar la estructura cerrada y, por tanto, la cantidad longa positione de la penúltima sílaba, que la forma latina no acredita. Pueden verse detalladas noticias sobre esos pueblos en RIVES, 1999, ad loc., con bibliografía.
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Vbii quidem, quamquam Romana colonia esse meruerint ac libentius Agrippinenses conditoris sui nomine uocentur, origine erubescunt, transgressi olim et experimento fidei super ipsam Rheni ripam collocati, ut arcerent, non ut custodirentur. 29 Omnium harum gentium uirtute praecipui Bataui non multum ex ripa, sed insulam Rheni amnis colunt, Chattorum quondam populus et seditione domestica in eas sedes transgressus, in quibus pars Romani imperii fierent. manet honos et antiquae societatis insigne; nam nec tributis contemnuntur nec publicanus atterit: exempti oneribus et collationibus et tantum in usum proeliorum sepositi, uelut tela atque 2 arma bellis reseruantur. est in eodem obsequio et Mattiacorum gens, protulit enim magnitudo populi Romani ultra Rhenum ultraque ueteres
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1 praecipui om. E • bataui bW : batauii BECQ, Perret (sic!) : batami m : batanii p • Chattorum B2CcpQW : Cattorum B1b : Cathorum E ac sic alibi • populis Cc • collationibus BCpQum : collocationibus BuEuW
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TÁCITO
cido ser colonia romana, y más a gusto se denominen agripinenses por el nombre de su fundadora,118 se avergüenzan de su origen, tras haber cruzado el río y haber sido asentados en la propia ribera del Rin para probar su fidelidad, a fin de que la defendieran, no de vigilarlos a ellos. Los más destacados por su valor de todos estos pueblos, los 29 batavos,119 no ocupan mucho de la ribera, sino una isla del Rin. En otro tiempo eran parte del pueblo de los catos120 y a causa de una sedición interna pasaron a aquellos asentamientos, donde podían convertirse en parte del imperio romano.121 Se les mantiene la consideración debida y la distinción propia de una alianza antigua, pues ni se los hace de menos con tributos ni los esquilma el recaudador. Exentos de cargas y contribuciones y guardados en exclusiva para necesidades militares, como si fueran venablos y armas, están reservados para las guerras. En la misma obediencia está la tribu de 2 los matiacos,122 pues la grandeza del pueblo romano ha dilatado más
118 La antigua Ara Vbiorum pasó a ser la Colonia Agrippina, actual Köln, en el 50 d. C. Tomó sobrenombre de la esposa de Claudio y madre de Nerón, que allí había nacido y que había logrado la deductio coloniae (cf. TAC., An. XII 27). El término conditor aparece con género común, en lugar de conditrix, que no se registra hasta Apuleyo. Sobre los ubios trata RIVES, 1999, ad loc. 119 Ya en el delta del río, limitados al E por el brazo del mismo llamado Waal, en la región aún llamada Betuwe. Téngase en cuenta, sin embargo, que el perfil de aquella costa ha experimentado grandes variaciones en el curso de los siglos. Sobre estos viejos aliados de Roma puede verse, entre otros, RIVES, 1999, ad loc. De su nombre, y de su acentuación también da testimonio el de la ciudad alemana de Passau (< Bataua castra), donde hubo soldados auxiliares de esa procedencia. La acentuación que adoptamos parece la más fundada según los testimonios métricos que recoge MUCH, 1967: 366, aunque anotando que en germánico la penúltima sílaba sería breve. PERL, 1990: 273, registra un caso de escansión breve de la segunda a de la palabra en LUCAN. I 431, que implicaría una acentuación bátavos. 120 En el actual Hessen, al que dieron nombre. 121 Es decir, de la provincia de la Germania Inferior, que en esa parte del delta se adentraba bastante hacia el E. 122 En esa época estaban situados frente a Maguncia (Mainz), entre la margen derecha del Rin, el Main y los montes del Taunus; al parecer también estaban mezclados con celtas. La capital romana de la zona era Aquae Mattiacorum, actual Wiesbaden; véase el completo estudio arqueológico de F. FISCHER - J. HEILIGMANN, 1991: 2227.
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terminos imperii reuerentiam. ita sede finibusque in sua ripa, mente animoque nobiscum agunt, cetera similes Batauis, nisi quod ipso adhuc terrae suae solo et caelo acrius animantur. 3 Non numerauerim inter Germaniae populos, quamquam trans Rhenum Danuuiumque consederint, eos qui Decumates agros exercent: leuissimus quisque Gallorum et inopia audax dubiae possessionis solum occupauere; mox limite acto promotisque praesidiis sinus imperii et pars prouinciae habentur.
2 quod in ipso C • ipso Riese • 3 numerauerim BE : numerauimus C : nu(mer)amus pQ • decumates bCpQ, Lenchantin, Koestermann, Perl. : Decumates Winterbottom, Önnerfors : decumathes BcE Robinson : de(e)umathes mW : decumatos J. Schnetz : decumanos Hertlein : †decumates† Lund (qui desertos scribendum susp.), Städele
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TÁCITO
allá del Rin y de los antiguos confines el respeto a su imperio. Así, con su asentamiento y confines en su propia ribera, están con nosotros de pensamiento y de espíritu, y en lo demás son semejantes a los batavos, a no ser que por la propia naturaleza de su tierra y de su clima aún tienen un valor más encendido. No contaría yo entre los pueblos de Germania, aunque se hayan 3 asentado allende el Rin y el Danubio, a los que labran los Campos Decumates. Aquella tierra, siendo de dudosa propiedad, la ocuparon los desechos de los galos y los más osados por su miseria; luego, una vez trazada la frontera y establecidas guarniciones avanzadas, se ha pasado a considerarlos como un rincón del imperio y parte de una provincia.123
123 De la Germania Superior, que inicialmente solo se extendía por la margen izquierda del Rin, desde Coblenza hacia el S, por las actuales regiones del Sarre y Alsacia y gran parte de Suiza, y a la que luego se incorporó ese territorio transrenano. Los agri Decumates, denominación desconocida por otros testimonios, estaban limitados al S y al O por el Rin, al N y al E por el limes terrestre, el Main y el Neckar, mayoritariamente en territorio del actual Baden-Württenberg. Fueron ocupados por los romanos en tiempos de Vespasiano. Pero su propio nombre –¿«campos de diezmo», «¿de los diez pagos»?..., ¿«territorio… en el que ha tenido lugar un proceso de medición»? (SCHWEITZER, 1983: 78 s.)–, así como su historia y población han sido muy debatidos; véase la amplia de LUND, 1991b: 2109-2124, cuya propuesta (en 2121 s.) de corregir Decumates en desertos [ya en, 1985b: 337 ss., pero †decumates† en LUND, 1988] no nos parece convincente. Hay una detallada discusión en MUCH, 1967: 370 ss. y RIVES, 1999, ad loc., que escribe, simplemente, decumates. FISCHER-HEILIGMANN, 1991: 2229, mantienen el texto pero creen que ahí no hay un topónimo, sino un adjetivo o participio que significaría «sometidos a tributo», en contraste con los batavos y matiacos, sin duda germanos, antes nombrados. No nos decidimos a aceptar esa interpretación, aunque por nuestra parte añadiríamos que lo que se dice en 43, 1 de que los osos no son germanos ni por su lengua ni por el hecho de que acepten pagar tributos, podría apoyarla. BIRLEY, 1999: 117, afirma que Tácito niega la condición de germanos a los habitantes de aquel territorio porque este había sido anexionado por Domiciano en el 83 d. C., dando ocasión a su falso triunfo sobre la GERMANIA CAPTA. Por su parte SYME, 1958: 128, opina que este pasaje, poco acorde con el contexto, debe de ser un añadido.
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Vltra hos Chatti initium sedis ab Hercynio saltu incohant, non ita effusis ac palustribus locis ut ceterae ciuitates in quas Germania patescit; durant siquidem colles, paulatim rarescunt, et Chattos suos 2 saltus Hercynius prosequitur simul atque deponit. duriora genti corpora, stricti artus, minax uultus et maior animi uigor. multum, ut inter Germanos, rationis et sollertiae: praeponere electos, audire praepositos, nosse ordines, intellegere occassiones, differre impetus, disponere diem, uallare noctem, fortunam inter dubia, uirtutem inter certa numerare, quodque rarissimum nec nisi Romanae disciplinae 3 concessum, plus reponere in duce quam in exercitu. omne robur in pedite, quem super arma ferramentis quoque et copiis onerant: alios ad proelium ire uideas, Chattos ad bellum. rari excursus et fortuita pugna: equestrium sane uirium id proprium, cito parare uictoriam, cito cedere; uelocitas iuxta formidinem, cunctatio propior constantia est. 31 Et aliis Germanorum populis usurpatum raro et priuata cuiusque audentia apud Chattos in consensum uertit, ut primum adoleuerint, crinem barbamque submittere nec nisi hoste caeso exuere uotiuum
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30 1 Chatti Bc : catti bC : cathi E, et sic alibi
• hercinio Cc, al. alia • incohatur B durant siquidem dist. Rhenanus, qui et paulatimque scribit : durant. siquidem codd. pler. : durantur (scil. Chatti): si quidem Lund : at Chattos Lund • 2 animis W arctus E : arcus Cc : om. m • roman(a)e Bb1mW, edd. pler. : rõe CE : ratione disciplinae b2 (s. lin.)cpQ, Gudeman, Reeb : rationi et disciplinae Lund post Müller • 3 impedite W • quam W • raro CcWu • uelocitas suppl. Baehrens, Robinson, Anderson, Winterbottom • propiora constantiae Cc : propriora constantiae mW, unde propior constantia coni. Robinson, probat Murgia (1978, 247) : propior constantiae BbpQ : proprior constantiae E, edd. pler. 1 et secl. Reifferscheid • in aliis Lund, post Baehrens • rara B1(raro B2)c, var. lect. in EpQ • consensum] conuentum E • adoleuerit C •
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TÁCITO
Germanos del O, el NO y de Jutlandia Más allá de estos, a partir del bosque de Hercinia,124 empiezan los 30 catos125 sus asentamientos, en lugares no tan llanos ni empantanados como los de los demás pueblos por los que se extiende Germania; y es que las colinas continúan hasta hacerse poco a poco más escasas, y el bosque de Hercinia acompaña a los catos como a algo suyo y termina al mismo tiempo. Tiene esa gente un cuerpo más recio, de 2 miembros musculosos, rostro amenazador y ánimo más vigoroso. Para ser germanos, poseen mucho entendimiento y habilidad: ponen al mando a los más escogidos, escuchan a los que mandan, saben lo que son las formaciones, se percatan de las oportunidades, contienen sus impulsos, organizan su día, fortifican sus noches, cuentan la fortuna entre las cosas dudosas, el valor entre las seguras; y —cosa muy rara y solo concedida a la disciplina romana— ponen más confianza en el jefe que en el ejército. Toda su fuerza está en la 3 infantería, a la que, aparte las armas, también cargan de herramientas y suministros: a los otros se les ve que van al combate, a los catos que van a la guerra. Raramente hacen salidas ni luchas ocasionales: la misión propia de las fuerzas de caballería es, desde luego, asegurar rápidamente la victoria y retirarse rápidamente; la velocidad se asemeja al miedo, la lentitud a la firmeza. Algo que también se da entre otros pueblos germanos, aunque 31 raramente y según el atrevimiento de cada cual, entre los catos se ha convertido en algo practicado por todos: dejarse crecer la barba y el pelo tan pronto como se ha llegado a la adolescencia y, a no ser que hayan matado a un enemigo, no renunciar a llevar el rostro de esta guisa, algo que asumen como un voto y hacen depender de su valentía.126 Encima 124 Recuérdese lo ya dicho de la vaguedad con que Tácito emplea esta denominación; véase RIVES, 1999, ad loc. 125 Como decíamos, en el actual Hessen. Sobre ellos trata ampliamente RIVES, 1999, ad loc. 126 LUND, 1989: 267, sostiene que el uirtuti del texto ha de escribirse con mayúscula, entendiendo que se trata de una personificación/divinización del valor, un caso más, pues, de interpretatio Romana.
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obligatumque uirtuti oris habitum. super sanguinem et spolia reuelant frontem seque tum demum pretia nascendi rettulisse dignosque patria 2 ac parentibus ferunt. ignauis et imbellibus manet squalor. fortissimus quisque ferreum insuper anulum (ignominiosum id genti) uelut uinculum gestat, donec se caede hostis absoluat. plurimis Chattorum hic placet habitus, iamque canent insignes et hostibus simul suisque 3 monstrati. omnium penes hos initia pugnarum; haec prima semper acies, uisu noua. nam ne in pace quidem cultu mitiore mansuescunt: nulli domus aut ager aut aliqua cura; prout ad quemque uenere, aluntur, prodigi alieni, contemptores sui, donec exsanguis senectus tam durae uirtuti impares faciat. 32 Proximi Chattis certum iam alueo Rhenum quique terminus esse sufficiat Vsipi ac Tencteri colunt. Tencteri super solitum bellorum
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post habitum lacunam statuit Robinson • nascendi edd. pler.: noscendi bCpQBuEu: †nascendi† Lund. • 2 donec… absoluat secl. Ulrich (cf. Lund 1991b, 2126) • plurimisque eorum Weidner • 3 uisu torua Freinsheim • noua. Nam dist. Robinson • cultu CcmW, Robinson, Much, Winterbottom, Städele : uultu BbEpQ, Önnerfors • exsangues b accolunt Novák
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TÁCITO
mismo de los despojos ensangrentados del adversario vuelven a descubrir sus caras y dicen que entonces, al fin, han pagado el precio de haber nacido y son dignos de su patria y de sus padres; los cobardes y los poco aguerridos mantienen su desaseo. Los más valerosos llevan además 2 un anillo de hierro, lo que es ignominioso para ese pueblo,127 a modo de cadena, hasta librarse de él matando a un enemigo.128 A muchos de los catos les gusta semejante porte, y ya les salen canas mientras siguen llevando tal distintivo y los señalan tanto sus enemigos como los suyos.129 En manos de ellos está la iniciativa de todas las batallas; ellos forman 3 siempre la primera línea de combate, algo curioso de ver. Por lo demás,130 ni siquiera en la paz se amansan con una vida más placentera: ninguno tiene casa ni tierra ni cosa alguna de que cuidar; cuando llegan a casa de alguien, se les da de comer y se muestran pródigos de lo ajeno y despreciadores de lo suyo, hasta que la debilidad de la vejez hace que no estén a la altura de un valor tan duro. Próximos a los catos, los usipos y los téncteros131 habitan la zona 32 donde el Rin ya tiene un cauce definido y se basta para establecer Aclaración oportuna, pues en Roma tal era el distintivo de la clase ecuestre. No carece de fundamento la propuesta de O. ULRICH (1936: 131) de atetizar como interpolación la frase donec… absoluat, que estima contradictoria con el contexto siguiente, en el que se dice que esos guerreros veteranos llevaban el ornato de su anillo y su moño hasta el final de sus días; véase LUND, 1991b: 2126. 129 Según hace notar RIVES, 1999, ad loc., y frente al «general rito de paso» antes comentado, Tácito describe ahora «un tipo particular de guerrero», consagrado de por vida a su oficio, en una especie de orden militar. 130 Ya ROBINSON, 1935, ad loc. anotaba que el nam del texto no parece tener su habitual valor explicativo, sino más bien «señalar la transición a una nueva idea», uso tampoco infrecuente en Tácito (véase al respecto HOFMANN-SZANTYR, 1972: 505). En consecuencia, hemos puntuado en el texto y en la traducción de manera que quede claro ese sentido que cabe llamar ‘catafórico’ de la partícula. 131 Situados por entonces, respectivamente y tras no pocos desplazamientos, en las orillas del río Lahn, afluente del Rin por la derecha que desemboca en él un poco antes de Coblenza, y al S del río Ruhr. Sobre ellos véanse MUCH, 1967: 393 s. y RIVES, 1999, ad loc.; y recuérdese el motín de los usipos narrado en Agr. 28. En cuanto a la acentuación, PERL, 1990: 275, se pronuncia por la correspondiente a una penúltima breve de Vsipi, pero recoge el testimonio métrico de MART. VI 61, 3, en el que es larga y que aquí aceptamos. En cuanto a téncteros, sí seguimos a PERL, que también recoge la grafía griega con acento esdrújulo pero con penúltima larga en CASS. DIO XXXIX 47, 1. 127 128
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decus equestris disciplinae arte praecellunt, nec maior apud Chattos peditum laus quam Tencteris equitum. sic instituere maiores, posteri imitantur. hi lusus infantium, haec iuuenum aemulatio; perseuerant senes. inter familiam et penates et iura successionum equi traduntur: excipit filius, non ut cetera, maximus natu, sed prout ferox bello et melior. 33 Iuxta Tencteros Bructeri olim occurrebant; nunc Chamauos et Angriuarios immigrasse narratur, pulsis Bructeris ac penitus excisis uicinarum consensu nationum, seu superbiae odio seu praedae dulcedine seu fauore quodam erga nos deorum; nam ne spectaculo quidem proelii inuidere: super sexaginta milia non armis telisque Romanis, sed, quod magnificentius est, oblectationi oculisque ceciderunt. 2 maneat, quaeso, duretque gentibus, si non amor nostri, at certe odium sui, quando urgentibus imperii fatis nihil iam praestare fortuna maius potest quam hostium discordiam.
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iura successionum post cetera transponendum susp. Lund • natui E • et bello Muretus 1 chamanos b • Angriuarios Bb2cEQW : angrinarios b1 : anguiuarios C : angruuarios p : augrinaios m simil. 34, 1 • penitus] paene tum Gudeman • inuidere om. E • supra E • telisque] celsisque C • oculi C • 2 at BbEpQ : ac CcmW • urgentibus Rhenanus, uulgo : urgentibus iam BbE, dett. alii, quos Robinson affert, Perl : secl. Perret : in urgentibus Cc1pQ : in gentibus mW : ingentibus c2 s. lin. : in [gentibus] Robinson : ingruentibus Wölfflin, Baehrens • nihil [iam] Wolff, Perl
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TÁCITO
una frontera. Los téncteros, además del prestigio guerrero acostumbrado, sobresalen por su dominio del arte de la equitación, y no es mayor entre los catos el renombre de la infantería que el de la caballería entre los téncteros. Así lo establecieron sus mayores y sus sucesores los imitan. Estos son los juegos de sus niños, estas las competiciones de sus jóvenes, y de viejos perseveran. Los caballos se transmiten junto con los esclavos, los penates132 y los derechos de sucesión; los recibe no el hijo mayor, como las demás cosas, sino el que sea más valiente y mejor en la guerra. Junto a los téncteros se encontraban antes los brúcteros;133 se dice 33 que ahora han emigrado allí los camavos y los angrivarios,134 una vez expulsados los brúcteros y totalmente aniquilados135 por un acuerdo de los pueblos vecinos, ya por odio a su soberbia, ya por afán de botín, ya por un favor de los dioses136 para con nosotros; pues no nos escatimaron ni el espectáculo de una batalla: más de sesenta mil cayeron no por las armas y los proyectiles romanos, pero sí —algo que es más de enaltecerse— para dar gusto a nuestros ojos. Hago ruegos 2 para que les quede y les dure a esas gentes, si no el amor a nosotros, al menos el odio a sí mismos, puesto que a los apremiantes destinos del imperio137 la fortuna ya no puede hacerle mayor obsequio que la discordia de sus enemigos. El hogar familiar. Situados en la actual Westfalia. Sobre ellos remitimos a RIVES, 1999, ad loc. Seguimos la acentuación propuesta por PERL, 1990: 273. En STRAB. VII 290, el nombre aparece con penúltima breve, aunque acentuada. 134 Los camavos, tras varios desplazamientos, estaban asentados en el antiguo territorio de los usipos, en la actual Holanda. Seguimos la acentuación de PERL, 1990: 273, que parece coincidir con el testimonio de AUSON., Mos. 434 (Chamaues, con penúltima larga). Los angrivarios habitaban en las riberas del Weser, al S del actual Bremen; véase RIVES, 1999, ad loc. 135 Al parecer, en el propio año 98 d. C. 136 GUDEMAN, 1928, ad loc. hace notar la semejanza de este pasaje con FLOR. I 38, 20 ss., que atribuye a la común dependencia de Livio. 137 La intrigante ambigüedad de urgentibus imperii fatis (para BORZSÁK, 1968: 425, 16, «unübersetzbar»), que no remedian variantes ni conjeturas, ha dado lugar a una ingente bibliografía que no podemos sintetizar aquí (véase LUND, 1991b: 2127-2146; 1991a: 1928). La interpretación se mueve entre el polo optimista, que ve en ese apremio 132
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Angriuarios et Chamauos a tergo Dulgubni et Chasuarii cludunt aliaeque gentes haud perinde memoratae, a fronte Frisii excipiunt. maioribus minoribusque Frisiis uocabulum est ex modo uirium. utraeque nationes usque ad Oceanum Rheno praetexuntur ambiuntque 2 inmensos insuper lacus et Romanis classibus nauigatos. ipsum quin etiam Oceanum illa temptauimus: et superesse adhuc Herculis columnas fama uulgauit, siue adiit Hercules seu quicquid magnificum est in claritatem eius referre consensimus. nec defuit audentia Druso Germanico, sed obstitit Oceanus in se simul atque in Herculem inquiri. mox nemo temptauit, sanctiusque ac reuerentius uisum de actis deorum credere quam scire.
34
34
1 angrinarios b : anguiarios C • chamanos b :chammatos C • Dulgubnii J. Grimm : Dulgubini Tross : Dulgicubuni E : dulgibini BEuCcpQW : dulgicubini BuWu • chasuarii mW : chasuari pQ : Thasuarij BE : tasuarii b : chasudrii c : occasuarii C • Frisii BbEp : frisi cmW : frisci C : frasii Q : frisiis b : frisis BC2cEmpQW : friscis C1 simil. 35,1 • 2 temptauimus edd. pler. : tentauimus codd. • magnificum b2CcmpQW : magnum Bb1E, cf. 15, 2 • Drusi Germanico Borchardt, Gudeman : Germanico om. C • in ante Herculem om. C
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TÁCITO
A los angrivarios y los camavos los limitan por la espalda los 34 dulgubnos138 y los casuarios139 y otros pueblos no tan conocidos; por delante los siguen los frisios.140 La denominación de frisios mayores y menores responde a la medida de sus fuerzas. Uno y otro pueblo están bañados por el Rin hasta el Océano y además circundan enormes lagos en los que han navegado flotas romanas.141 Más aún: 2 por aquella parte incluso hemos tentado al Océano. Además, la fama ha divulgado que todavía subsisten unas columnas de Hércules, ya sea que Hércules llegó hasta allí, ya que nos hemos concertado para atribuir a su gloria todo cuanto de magnífico hay en cualquier lugar. Y no le faltó audacia a Druso Germánico,142 pero el Océano se opuso a que se inquiriera sobre él y sobre Hércules. Luego nadie lo ha intentado de nuevo y ha parecido más piadoso y reverente creer que saber sobre los hechos de los dioses. una exhortación al sometimiento de los germanos aún libres del Imperio (la mayoría), en la línea de REITZENSTEIN, 1915, 1926, y el pesimista, al parecer de menos éxito en los últimos años, formulado por ANDRESEN, 1915 (y ya en su día por Mommsen), que en su inmediata recensión a REITZENSTEIN, y evocando a Tito Livio, más bien creía que el mismo planteaba una duda sobre si se podría afrontar tamaña empresa; y sin duda teniendo presentes las lecciones (cf. infra 37, 3) que Roma ya había recibido en aquellas tierras. Como una tercera vía, más bien neutral, cabe señalar, entre otros, el trabajo póstumo de HEINZE, 1928 (que, además, analiza urgentibus fatis como ablativo absoluto, no dativo con praestare): Tácito no profetiza la ruina del imperio, pero sí advierte de que este se encuentra ante «un grave acoso»; véanse LUND, 1988, ad loc., el excelente status quaestionis de RIVES 1999, ad loc., y TIMPE, 1993a, «Die Germanen und die fata imperii», en K. DIETZ - D. HENNIG - H. KALETSCH, 1993: 223-245 (reed. en TIMPE, 1995: 203-228). SYME, 1958: 46: s., tras calificar como «ominous» la expresión, recuerda que Roma había logrado recuperarse de catástrofes tales como la invasión de los galos. Para más bibliografía véase FUHRMANN, 1989: 187, n. 24. 138 REITZENSTEIN, 1898: 314, apoyándose en Ptolomeo y en J. Grimm, da Dulgubnii como «forma correcta» —lo que no significa «transmitida»— de este etnónimo; véase nuestro aparato crítico. Vivían entre el Weser y el Elba. 139 Junto al río Hase afluente del Ems. 140 En la actual Frisia holandesa, entre el Rin y el Ems. 141 Se refiere a lagos cercanos a la costa de la actual Holanda que durante la Edad Media quedaron subsumidos en el Zuiderzee. Los romanos habían navegado en ellos en las campañas de Druso del 12 a. C., en las de Tiberio del 5 d. C. y en las de Germánico en el 15 y 16 d. C. 142 Druso «el Mayor», el hermano menor de Tiberio, del que se decía que en realidad era hijo de Augusto y no de Ti. Claudio Nerón, anterior marido de su madre
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Hactenus in occidentem Germaniam nouimus; in septentrionem ingenti flexu redit. ac primo statim Chaucorum gens, quamquam incipiat a Frisiis ac partem litoris occupet, omnium quas exposui gentium lateribus obtenditur, donec in Chattos usque sinuetur. tam immensum terrarum spatium non tenent tantum Chauci, sed et implent, populus inter Germanos nobilissimus quique magnitudinem 2 suam malit iustitia tueri. sine cupiditate, sine impotentia, quieti secretique nulla prouocant bella, nullis raptibus aut latrociniis populantur. id praecipuum uirtutis ac uirium argumentum est, quod, ut superiores agant, non per iniurias assequuntur; prompta tamen omnibus arma ac, si res poscat, exercitus, plurimum uirorum equorumque; et quiescentibus eadem fama. 36 In latere Chaucorum Chattorumque, Cherusci nimiam ac marcentem diu pacem illacessiti nutrierunt, idque iucundius quam tutius fuit, quia inter impotentis et ualidos falso quiescas: ubi manu agitur, modestia ac probitas nomina superioris sunt. ita qui olim boni aequique Cherusci, nunc inertes ac stulti uocantur; Chattis uictoribus 2 fortunam in sapientiam cessit. tracti ruina Cheruscorum et Fosi, contermina gens, aduersarum rerum ex aequo socii sunt, cum in secundis minores fuissent.
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1 recedit K. Heraeus, Robinson, Anderson, Winterbottom, Lund, Städele : redit codd., Gudeman, Lenchantin, Önnerfors coll. Löfstedt, Komm., 274 sq., Perl • obtendit m : obtendere Cc • sinatur Cc, uar. lect. EpQW • tam b2CcE : nam cett. codd. • terrarum om. C • 2 uirium BEWm : uirium praecipuum CpQ • exercitus del. Walch • plurimorum Gudeman 1 nomina Puteolanus,Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, Lund : nomine codd., Büchner, Pekkanen, †nomine† Städele : nominis Robinson : non Wellesley (cf. Lund 1991b, 2150) : nomine Delz : nomine Heubner (1974, nomine 1989) • 2 tracti c mW : tacti BbCEpQ, Lenchantin : fracti Gudeman • fosi buCcpQ2 : fossi W : fosci Q1 : fusi BbE • aduersarum BEpQW : -sariis BuEu : -sarium C : -sarios Wu : -sorum m
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TÁCITO
Hasta aquí lo que sabemos de la Germania por la parte de 35 occidente; hacia el septentrión se aleja con una gran curva.143 Y ante todo, el pueblo de los caucos,144 aunque empieza a partir de los frisios y ocupa una parte de la costa, se extiende por los lados de todos los pueblos de los que ya he hablado hasta que dobla hacia los catos. Tan inmenso territorio no solo lo dominan, sino que también lo llenan los caucos, el pueblo más noble entre los germanos y que prefiere mantener su grandeza con la justicia. Sin ambiciones, sin prepotencia, 2 tranquilos y apartados, no provocan guerra alguna, no saquean con pillajes y robos. La mayor prueba de su valor y de sus fuerzas es que no buscan ser más poderosos por medio de la injusticia; sin embargo, todos tienen prontas las armas y, si la situación lo requiere, un ejército muy nutrido de hombres y caballos; y cuando están en paz mantienen la misma fama. Al lado de caucos y catos, los queruscos145 cultivaron por largo 36 tiempo una paz excesiva y apática sin que nadie los atacara; y eso les resultó más grato que seguro, porque en medio de pueblos prepotentes y fuertes el descanso es engañoso: cuando se llega a las manos, moderación y honradez son palabras con las que se queda el que más puede. Así, a los que antaño se llamaba los buenos y justos queruscos, ahora se los llama cobardes y necios; a sus vencedores, los catos, la fortuna se les volvió sabiduría. Arrastrados también por la 2 ruina de los queruscos, los fosos,146 pueblo colindante, son sus compañeros por igual en la adversidad, aunque en la prosperidad habían sido inferiores a ellos.
Livia. Murió prematuramente en aquellas tierras en el año 9 a. C., a consecuencia de una caída de caballo. Gozó, como luego su hijo Germánico, de una gran popularidad por sus campañas en los Alpes y en Germania, donde también hizo incursiones marítimas. 143 La costa O de la península de Jutlandia. 144 Asentados sobre todo en la desembocadura del Weser, pero extendidos también río arriba, como a continuación se advierte; véase RIVES, 1999, ad loc. 145 Los queruscos fueron parte de las fuerzas que, mandadas por Arminio, habían infligido a Quintilio Varo la terrible derrota de Teutoburgo, noventa años antes. Habitaban en tierras de la actual Baja Sajonia; véase RIVES, 1999, ad loc. 146 No se conoce la exacta localización de esta tribu, desconocida por otras fuentes.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Eundem Germaniae sinum proximi Oceano Cimbri tenent, parua nunc ciuitas, sed gloria ingens, ueterisque famae lata uestigia manent, utraque ripa castra ac spatia, quorum ambitu nunc quoque metiaris 2 molem manusque gentis et tam magni exitus fidem. sescentesimum et quadragesimum annum urbs nostra agebat cum primum Cimbrorum audita sunt arma Caecilio Metello et Papirio Carbone consulibus. ex quo si ad alterum imperatoris Traiani consulatum computemus, ducenti ferme et decem anni colliguntur: tam diu Germania uincitur. 3 medio tam longi aeui spatio multa in uicem damna. non Samnis, non Poeni, non Hispaniae Galliaeue, ne Parthi quidem saepius admonuere: quippe regno Arsacis acrior est Germanorum libertas. quid enim aliud nobis quam caedem Crassi, amisso et ipse Pacoro, infra Ventidium
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1 sinum CcmpQW : situm BbEQu • ambitu abButv : ambitum cett. • 2 ac CcmpQW : et BbE • Sapirio BE : Sapyrio b1 (pa- b2) • Contum B : conuentum E • 3 et ipse mW : et ipso et ipse BbCcEpQ
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TÁCITO
El mismo saliente147 de Germania, y cercanos al Océano, lo habi- 37 tan los cimbros, ahora una tribu pequeña pero grande por su gloria.148 Quedan amplias huellas de su vieja fama: en una y otra ribera,149 campamentos y explanadas, por cuyo perímetro todavía ahora se pueden medir la grandeza y la fuerza de aquel pueblo y la veracidad de tan gran expedición. Estaba nuestra ciudad en su año 640150 cuando 2 por primera vez se oyó hablar de las armas de los cimbros, en el consulado de Cecilio Metelo y Papirio Carbón.151 Desde entonces, si contamos hasta el segundo consulado del emperador Trajano,152 resultan unos 210 años: ¡tanto hace que se está venciendo a Germania!153 Durante ese período tan largo mucho daño nos hemos hecho 3 unos a otros. Ni el samnita,154 ni los púnicos ni las Hispanias o las Galias,155 ni siquiera los partos nos han dado lecciones más veces; y es que más agresiva que el reino de Ársaces156 es la libertad de los germanos.157 En efecto, aparte de la muerte de Craso,158 ¿qué otra cosa Entendemos que el O de Jutlandia. Fue el primer pueblo germánico que, unido a los teutones (o téutones), y ambrones, inquietó a los romanos y dentro de la propia Italia, los autores anteriores a César los consideraron celtas. A su invasión se enfrentó Mario entre los años 113 y 101 a. C.; véanse RIVES, 1999, ad loc. y la bibliografía de LUND, 1991b: 2152-2157. 149 Noticia un tanto vaga. Algunos han pensado que se refiere al Elba; RIVES, 1999, ad loc., piensa más bien en el conjunto Rin-Danubio. 150 Naturalmente, según la tradicional cronología de Varrón que fijaba en 753 a. C. la fundación de la ciudad. 151 El año 113 a. C. 152 Lo desempeñó de enero a junio del año 98 d. C. Sobre la relevancia para la datación de la obra véase lo dicho en nuestro Prólogo. 153 De ahí toma título la breve pero interesante monografía de WOLTERS, 1989. 154 Los itálicos samnitas, entre los siglos IV y III, habían representado una grave amenaza para el aún naciente poder romano. 155 Se alude a la invasión de los galos que entorno al 390 a. C. saquearon la propia Roma. 156 Rey de los partos, prototipo del déspota y fundador de la dinastía de los Arsácidas, que por varios siglos fue el único poder capaz de enfrentarse a los romanos en el Oriente. Naturalmente, el término regnum está empleado en el sentido negativo habitual en latín. 157 Como ya hemos dicho en su lugar, en esa libertas ven algunos una clave fundamental para la comprensión de la Germania. 158 En la batalla de Carras, en el 53 a. C. 147
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
4 deiectus Oriens obiecerit? at Germani Carbone et Cassio et Scauro
Aurelio et Seruilio Caepione Maximoque Mallio fusis uel captis quinque simul consularis exercitus populo Romano, Varum trisque cum eo legiones etiam Caesari abstulerunt; nec impune C. Marius in Italia, diuus Iulius in Gallia, Drusus ac Nero et Germanicus in suis eos sedibus perculerunt; mox ingentes C. Caesaris minae in ludibrium 5 uersae. inde otium, donec occasione discordiae nostrae et ciuilium armorum expugnatis legionum hibernis etiam Gallias affectauere ac rursus pulsi. nam proximis temporibus triumphati magis quam uicti sunt.
obiecerit BbcmW : obiecerunt EpQ : obicitur C • 4 Cassio Gudeman post Ritter • Maximoque Baehrens, Frahm, edd. pler. : Marcoque BEmW, Perl : marco quoque b : mi quoque C : m. quoque pQ : Cn quoque Ernesti : Gnaeoque Halm • Mallio E : malio m : Manlio BbCpQW : Manilio c • populo ro. b2 : populi romani BbcE, Sörbom : po. ro. pQW : P.O.P.R. m • tresque Cc • legiones cum eo C • Caesari Ritter : Augusto Goodyear • pertulerunt mW : absperculerunt b • uersae om. E • 5 rursus] etiam C • pulsi nam BueEumW, (pulsi. nam) Robinson, Anderson, Winterbottom : pulsi inde BEpQ, Koestermann (qui pulsi inde etiam scribendum susp.), Lenchantin, Önnerfors : ac rursus inde pulsi Wolff, Gudeman : pulsi. inde Lund : inde pulsi in b, Perl : expulsi rursus inde C : ac rursus pulsi Robinson, Städele • in proximis Perl
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TÁCITO
puede echarnos en cara el Oriente, postrado también él a los pies de Ventidio tras perder a Pácoro? 159 En cambio los germanos, 4 derrotados o cautivos Carbón y Casio160 y Escauro Aurelio y Servilio Cepión y Máximo Malio,161 arrebataron a la vez cinco ejércitos consulares al pueblo romano; y al propio César,162 a Varo y con él tres legiones. Y no los golpearon impunemente Gayo Mario en Italia,163 el divino Julio en la Galia,164 Druso y Nerón y Germánico165 en sus propias tierras; luego pararon en el ridículo las enormes amenazas de Gayo César.166 Después paz, hasta que aprovechando la ocasión 5 de nuestras discordias y de las guerras civiles, tras tomar al asalto los campamentos de invierno de las legiones, incluso intentaron hacerse con las Galias167 y de nuevo fueron echados de allí; y en los últimos tiempos más han sido ocasión de triunfos que de victorias.168 159 En el 38 a. C. Publio Ventidio Baso, legado de Marco Antonio y Octaviano, fue el primer romano en celebrar un triunfo sobre los partos, a los que había derrotado en Siria. En la batalla perecieron Pácoro, hijo del rey parto Orodes, y el antes cesariano Labieno, aliado con él. 160 Según hace notar PERL, 2005: 170 ss., la derrota que en el año 107 a. C. sufrió el cónsul Lucio Casio Longino en el valle del Garona fue ante los tigurinos, que eran galos helvecios, no germanos. Entiende que Tácito la incluye en este contexto porque ese caso ya serviría en la enseñanza retórica para ilustrar, como otros de aquel tiempo, el comportamiento de los supervivientes tras la muerte del cónsul. 161 Aquí se recuerdan los varios fracasos romanos ante los cimbros invasores y sus aliados: el de Gn. Papirio Carbón en el 113 a. C., el de L. Casio Longino en el 107, el de M. Aurelio Escauro, Q. Servilio Cepión y Gn. Malio Máximo en el 105, casi todos en territorio de la Galia. 162 Augusto. Se refiere al desastre de Teutoburgo en el 9 d. C. 163 En la batalla de Vercelli, en el 101 a. C., que decidió la ya larga guerra. 164 César se había enfrentado no pocas veces a pueblos germanos, de una y otra orilla del Rin. Germano era el famoso caudillo Ariovisto. 165 Se alude, respectivamente, al ya citado Druso «el Mayor», hermano de Tiberio, al propio Tiberio, por su cognomen de Nerón, y a Germánico, hijo de Druso. 166 Calígula, que en el 39 d. C. hizo un amago de ofensiva en Germania que acabó en nada; véase SUET., Cal. 43-47. 167 Se refiere a la revuelta de Julio Civil y los batavos en el 69 d. C., aprovechando las guerras civiles del Imperio. 168 Sin duda se alude al falso triunfo de Domiciano tras su campaña contra los catos en el 83 d. C.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Nunc de Suebis dicendum est, quorum non una, ut Chattorum Tencterorumue gens; maiorem enim Germaniae partem obtinent, propriis adhuc nationibus nominibusque discreti, quamquam in 2 commune Suebi uocentur. insigne gentis obliquare crinem nodoque substringere; sic Suebi a ceteris Germanis, sic Sueborum ingenui a seruis separantur. in aliis gentibus, seu cognatione aliqua Sueborum seu, quod saepe accidit, imitatione, rarum et intra iuuentae spatium; apud Suebos, usque ad canitiem horrentem capillum retro †sequuntur† ac saepe in ipso uertice religant; principes et ornatiorem habent. ea cura formae, sed innoxia, neque enim ut ament amenturue: in altitudinem quandam et terrorem adituri bella comptius [ut] hostium oculis ornantur.
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1 Suebis Halm : sueuis codd. et idem alibi • quam BE : quamuis b, e quam correctum • communi E • 2 saepius Wm, Lund • imitationes, rarum codd., edd. pler. imitatione rarum Rives • apud Suebos… sequuntur, locus quibusdam editoribus suspectus, quem Winterbottom crucibus inserit et canitiem. hariolatur : post Suebos lacunam stat. Städele : retro sequuntur (sequentem C) codd., Önnerfors, Perl : †sequuntur Koestermann : †sequuntur†: Städele : retroagunt coni. Murgia (1997ª, 169) : partiuntur Lenchantin : retorquent Maehly, Madvig : retorquentur Much, Anderson : retrorsus pectunt H. Schütz : retrorsum agunt Haupt : horrentes capilli… religantur Gudeman • retro pectuntur Heubner : horrentes capilli retro pectuntur Bruun : canitiem horrentem capillum retro erigunt Lund, alii alia • ipso BubEum : solo BbuE : ipso solo CcpQ • religant m : rei ligant W : religatur BbE, Sörbom, Lenchantin : religantur Anderson : ligant CcpQ • ornatiorem BECpQ : ornatorem Wm • innoxia Muretus, edd. pler. : innoxi(a)e BbcEuQuW, Lenchantin : inopiae CpQ • ament amenturque Gudeman • comptius Lachmann, Gudeman Önnerfors : compti ut (et c) codd., Robinson, Perl : compti Halm, Anderson, Lenchantin, Koestermann : compositi hostium Städele • ornantur bCc, uar. lect. BEpQw : armantur BbucuEmpQw : †compti ut hostium oculis ornantur† Winterbottom : comptius hostium Rives • †adituri bella compti ut hostium oculis ornantur† Lund, qui locum desperatum existimat
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TÁCITO
Los pueblos suevos Ahora hay que hablar de los suevos, que no forman un solo 38 pueblo como el de los catos o los téncteros; en efecto, ocupan la mayor parte de Germania, divididos aún ahora en tribus separadas y con nombres propios, aunque todos se llamen suevos.169 Es distintivo 2 de aquel pueblo el echarse hacia un lado el pelo y atárselo por debajo con un nudo;170 así se distingue a los suevos de los demás germanos y a los suevos libres de los esclavos. Entre otros pueblos, ya por algún parentesco con los suevos, ya, como ocurre a menudo, por imitación, se da pocas veces y solo en los años de juventud; entre los suevos, y hasta que tienen canas, se cardan hacia atrás su hirsuto cabello y a veces se lo atan en la propia coronilla.171 Los caudillos también lo llevan más adornado; tal es el cuidado que dan a su imagen, pero es algo inocente, pues no lo hacen para enamorar o enamorarse: se adornan con más esmero al ir a la guerra para ganar un tanto en estatura e infundir miedo a los ojos de sus enemigos.
169 El asentamiento primitivo de los suevos parece haber estado en las riberas del Elba, hasta alcanzar el Báltico (el mare Suebicum); pero ya desde principios del siglo I a. C. varias tribus de esa estirpe pasaron a la orilla izquierda del Rin, donde las combatió Julio César. Posteriormente dieron nombre a la región de Suabia (Schwaben), entre las actuales Baviera y Baden-Württenberg. En el siglo V establecieron en el NO de Hispania un reino que acabó sometido al visigodo. En la interpretación de uocentur en sentido reflexivo seguimos a LUND, 1991a: 1932, que entiende que estamos ante una «subjektive Benennung» (amén de «objektive»); véase también RIVES, 1999, ad loc. 170 PERL 1993: 99 ss., estima que Tácito se valió aquí de representaciones de bárbaros en monumentos romanos. Tal peinado lo llevan también actualmente algunos jóvenes alemanes. TACKENBERG, 1962: 62, proporciona datos arqueológicos, procedentes de los Moorleichen, de estos peinados, y anota que no parece ser cierta la noticia de que a los suebos solo los imitaban los jóvenes de otros pueblos. 171 El pasaje ha sido considerado corrupto por algunos editores. Parece que se trata de un peinado (hacia arriba y hacia atrás), distinto del antes mencionado de los suevos, pero su sentido no acaba de cuadrar. Otros han intentado enmendar su verbo, para ellos desconcertante; véanse la nota de ROBINSON, ad loc. y la bibliografía que recogen LUND, 1991b: 2157-2163; 1991a: 1993 s.; MURGIA, 1979a: 168 s.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Vetustissimos se nobilissimosque Sueborum Semnones memorant; fides antiquitatis religione firmatur. Stato tempore in siluam auguriis patrum et prisca formidine sacram omnes eiusdem[que] sanguinis populi legationibus coeunt caesoque publice homine celebrant barbari 2 ritus horrenda primordia. est et alia luco reuerentia: nemo nisi uinculo ligatus ingreditur, ut minor et potestatem numinis prae se ferens. si forte prolapsus est, attoli et insurgere haud licitum: per humum euoluuntur. eoque omnis superstitio respicit, tamquam inde initia gentis, ibi regnator omnium deus, cetera subiecta atque parentia. 3 adicit auctoritatem fortuna Semnonum: centum pag is habitantur, magnoque corpore efficitur ut se Sueborum caput credant. 40 Contra Langobardos paucitas nobilitat: plurimis ac ualentissimis nationibus cincti, non per obsequium, sed proeliis et periclitando tuti 2 sunt. Reudigni deinde et Auiones et Anglii et Varini et Eudoses et
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1 se om. c : seu alii • Semnones pQ, uar. lect. in BcEW : Senones b : Semones BCcEmW, simil. 39, 3 • statuto EmpQ (in marg. stato E) • patrum astW : patrium BbCEmpQ : patruum c • sacram b2c2Wu : sacrum cett. • nominis Wu, dett. aliquot (cf. Robinson), s. lin. c : nominis l’ numinis B, in marg. E : nominis Robinson, Bruun (Symb. Osl. 51, 1976, 143), Lund (et 1991b, 2168) : nominis eiusdemque Perl : nominis Anderson, Winterbottom : omnis CcmpQW : omnes BbE Lenchantin, Koesterman, Önnerfors • eiusdemque BEmW Robinson, Anderson, Winterbottom, Bruun, Lund : eiusdem bCcpQ, Lenchantin, Koestermann, Önnerfors, Murgia (1979a, 170), Städele • 2 est BE : esta Wm : om. CpQ • 3 pag is habitantur Koestermann, Önnerfors : pagi s habitantur Brotier, Reeb, Much, Lund, Perl : pagi habitantur Lenchantin : pagis habitantur codd. : pagis habitant Ernesti, Robinson, Anderson, Winterbottom, Städele • corpore BbCcEuQuW : tempore pqWu, s. lin. Bb, in marg. E 1 Langobardos s2, Pichena Massmann, : Longobardos bCepQW : Largobardos (larga- m) BEm • paucitas om. CpQ • nobilitat c mW : nobilitas cett. • et1 CcpQW : ac BbEm • cuncti E • 2 Reudigni CcE : Veusdigni B : Veudigni Eu
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TÁCITO
Dicen los semnones172 que ellos son los más antiguos y nobles de 39 los suevos; lo verdadero de su antigüedad está confirmado por su religión. En un tiempo establecido, en un bosque consagrado por los augurios de sus padres y por un ancestral temor,173 se congregan los pueblos de la misma sangre, convocados por medio de embajadas; y matando a un hombre en nombre de la comunidad celebran los horrendos preliminares de su bárbaro rito.174 Hay también otra muestra 2 de la veneración por aquel bosque sagrado: nadie entra en él a no ser sujeto por una atadura, como dando a entender que es inferior y poniendo por delante el poder de la divinidad. Si por casualidad se cae, no es lícito levantarlo ni que él se yerga: los llevan rodando por tierra. Toda esta superstición mira a dejar claro que allí tuvo origen aquel pueblo, que allí está el dios que reina sobre todas las cosas, que todo lo demás le está sujeto y le obedece. Le da autoridad la fortuna 3 de los semnones: son cien las aldeas habitadas por ellos y de ese gran contingente deriva el que se crean la cabeza de los suevos. En cambio, a los langobardos175 los distingue su escaso número: 40 rodeados de muchas y muy poderosas tribus, se mantienen seguros no por medio de la sumisión, sino por el combate y afrontando los peligros. Luego, los reudignos y los aviones, y los anglios y varinos, 2
172 Situados entre el curso medio del Elba y el del Oder, eran, en efecto, los suevos por excelencia; sobre ellos véase RIVES, 1999, ad loc. En este capítulo podría haber un caso claro de interpretatio Romana, si tiene razón PERL, 1988: 27, en que la descripción de la asamblea de los semnones, y el empleo de los términos nomen y populi recuerdan a la de los pueblos de la Liga Latina en las Feriae Latinae de Roma. Seguimos la acentuación propuesta por PERL, 1990: 275, que cita el -ωνες de STRAB. VII 1, 3, no la sugerida por el texto de GUDEMAN, 1928, que señala la o como breve. 173 Se ha hecho notar que la frase auguriis…. sacram forma un verso hexámetro que recuerda el de VERG., Aen. VII 608, al parecer imitado a su vez de uno de Ennio. 174 Sobre la religión y cultos de los semnones proporciona bibliografía LUND, 1991b: 2166-2168. Los datos arqueológicos que ofrece TACKENBERG, 1962: 61 s., parecen confirmar la realidad de esos rituales sangrientos 175 Procedentes, al parecer, de Escandinavia, estaban asentados por entonces entre el Elba y el Weser. En la Antigüedad tardía marcharon hacia el S y en la segunda mitad del siglo VI establecieron en Italia el reino que dio nombre a la Lombardía y que duró hasta los tiempos de Carlomagno. Sobre ellos da amplia noticia RIVES, 1999, ad loc.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Suarines et Nuitones fluminibus aut siluis muniuntur. nec quicquam notabile in singulis, nisi quod in commune Nerthum, id est Terram Matrem, colunt eamque interuenire rebus hominum, inuehi populis 3 arbitrantur. est in insula Oceeani castum nemus, dicatumque in eo uehiculum, ueste contectum; attingere uni sacerdoti concessum. is adesse penetrali deam intellegit uectamque bubus feminis multa cum uenerationes prosequitur. laeti tunc dies, festa loca quaecumque aduentu hospitioque dignatur: non bella ineunt, non arma sumunt; clausum omne ferrum; pax et quies tunc tantum nota, tunc tantum amata, donec idem sacerdos satiatam conuersatione mortalium deam 4 templo reddat. mox uehiculum et uestis et, si credere uelis, numen ipsum secreto lacu abluitur. serui ministrant, quos statim idem lacus haurit. arcanus hinc terror sanctaque ignorantia quid sit illud quod tantum perituri uident.
Suarines Bb1CcEW Reeb, Anderson, Winterbottom, Önnerfors : smarines m : Suardones b2EupQWu Robinson, Much (in textu, etsi Suarinos melius traditum existimare uidetur), Koestermann, Lund, Perl • Nuit(h)ones Bb2CcEpQ : muthones m : nurchones W : Nurtones b1 • Nerthum CcQW : Nertum E : neithum Bb : necthum m : herthum p • 3 eo Rhenanus : ea codd. • clusum Gudeman • nota] inmota Freudenberg (apud Winterbottom) • satiata CpQ • 4 uestis Andresen, Zernial, Önnerfors, Lund, Perl, Städele : uestes codd., Koestermann, Lenchantin • illud BEWm : id CpQ • perituri BECpQ : petituri W : parituri m
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TÁCITO
los éudoses, los suarones y los nuitones176 están protegidos por los ríos o los bosques. Y nada hay de notable en cada uno de ellos, a no ser que en común veneran a Nerto,177 es decir, a la Madre Tierra, y creen que ella interviene en las cosas de los hombres y que va a visitar a los pueblos. Hay en una isla del Océano un bosque sagrado, 3 y allí está consagrado a ella un carro cubierto con un paño; solo se permite tocarlo a un sacerdote. Este se percata de que la diosa está en el santuario y la acompaña con gran veneración mientras la llevan unas vacas. Entonces son días alegres y están de fiesta todos los lugares que ella se digna honrar con su venida y estancia: no van a la guerra, no toman las armas; todas las cosas de hierro están encerradas; solo entonces se conocen la paz y el sosiego, solo entonces se los aprecia, hasta que el mismo sacerdote devuelve al templo a la diosa, saciada del trato con los mortales. A continuación el carro y los 4 paños y, si se quiere creerlo, la propia divinidad, son bañados en un lago apartado. Tal servicio lo hacen esclavos a los que de inmediato engulle el propio lago. De ahí un misterioso terror y una sagrada ignorancia ante lo que pueda ser aquello que solo ven los que van a perecer.
176 Salvo los aviones (avíones, GUDEMAN), al parecer asentados en las islas de Frisia, se trataría de tribus que habitaban en Jutlandia o en la costa del Báltico adyacente a ella. De todas ellas se sabe poco, según RIVES, 1999, ad loc. Los anglii o angli, se harían famosos por su invasión de Britania hacia el 450 d. C. PERL, 1990, 273, prefiere la acentuación éudoses (eudoses, GUDEMAN). MUCH, 1967: 447, GUDEMAN, 1928 (suárdones), PERL, 1990: 275 y LUND, 1988 parecen preferir la forma Suardones, peor documentada que el Suarines de otros editores; pero nos decantamos por el Suarones (¿suárones?) bien razonado por MURGIA, 1977: 340. 177 Divinidad de la naturaleza y de la fecundidad (LUND, 1991a: 1937) no conocida por otras fuentes; al parecer el nombre es céltico, pero con correspondencias germánicas.Véanse E. POLOMÉ 1954, «À propos de la déesse Nerthus», Latomus 13: 167200; y RIVES, 1999, ad loc., que apunta a los hallazgos arqueológicos de carros que podrían tener la función ritual comentada más abajo; y WOOLF, 2013: 143 s., que habla de una «anfictionía de Nerto». Parece que existía un ídolo de la diosa, más o menos antropomorfo, y un templo para el mismo, en contra de lo dicho en 9, 2.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Et haec quidem pars Sueborum in secretiora Germaniae porrigitur. propior, ut, quomodo paulo ante Rhenum, sic nunc Danuuium sequar, Hermundurorum ciuitas, fida Romanis; eoque solis Germanorum non in ripa commercium, sed penitus atque in splendidissima Raetiae prouinciae colonia. passim sine custode transeunt; et, cum ceteris gentibus arma modo castraque ostendamus, his domos uillasque 2 patefecimus non concupiscentibus. in Hermunduris Albis oritur, flumen inclutum et notum olim; nunc tantum auditur. 42 Iuxta Hermunduros Naristi et deinde Marcomani et Quadi agunt. praecipua Marcomanorum gloria uiresque, atque ipsa etiam sedes pulsis olim Bois uirtute parta. nec Naristi Quadiue degenerant. eaque 2 Germaniae uelut frons est, quatenus Danuuio praecingitur. Marco-
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1 Sueuorum u(rbinas) in marg., ed. Vindob. 1515, Rhenanus : uerborum codd. • propior BbCEpQ : proprior BucEumW • nunc om. b • passim BBbEmW : passim et CcpQ • et sine Cc 1 Naristi BbC : Narisci EmpQ : maristi C : noristi W : Varisti Müllenhoff; idem infra • Marcomannorum pQW : marcomorum m • boiis m Robinson, Koestermann, Lund, Perl : Bois ceteri codd., Koestermann • parata Bc • praecingitur Tagmann, Anderson, Önnerfors : peragitur codd., Gudeman, Robinson, Lenchantin, Koestermann, Winterbottom, Lund, Perl : praetexitur Rhenanus
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TÁCITO
Desde luego, esta parte de los suevos se extiende hacia las zonas 41 más apartadas de Germania. Más cerca está —por seguir ahora el Danubio, igual que antes el Rin— la tribu de los hermúnduros,178 leal a los romanos; y por ello son los únicos germanos que ejercen el comercio no solo en la ribera, sino más al interior y en la más brillante colonia de la provincia de la Recia.179 Transitan por todas partes sin vigilancia, y mientras que a los otros pueblos solo les mostramos nuestras armas y campamentos, a estos les hemos abierto nuestras casas y villas, que ellos no ambicionan. Entre los hermúnduros nace 2 el Elba, un río antaño famoso y bien conocido; ahora solo suena de oídas.180 Al lado de los hermúnduros viven los naristos y luego los 42 marcómanos y los cuados.181 La mayor gloria y fuerza es la de los marcómanos, y también su propio territorio se lo ganaron antaño expulsando con valentía a los boyos.182 Tampoco desmerecen los naristos o los cuados. Y aquella es como la fachada de Germania en la parte en que la ciñe el Danubio.183 Los marcómanos y cuados han 2 178 Junto al curso medio del Danubio, en las cercanías de Ratisbona (Regensburg). De ellos parece que descienden los actuales turingios; da amplia referencia sobre ellos RIVES, 1999, ad loc. MUCH, 1967: 462, duda de que fueran suevos. 179 Al parecer, Augusta Vindelicum, actual Augsburgo, fundada por Druso el Mayor en el 15 a. C. en el territorio céltico de la Recia. LUND, 1991a: 1939, n. 358, hace notar que, aunque capital de la provincia, no tenía el título de colonia. 180 Se cree que Tácito tomó como parte del Elba el curso alto de su afluente el Saale. La decadencia de la fama del Elba de la que habla podría deberse a la renuncia romana, tras el desastre de Teutoburgo en el 9 d. C. y el forzado regreso de Germánico en el 16 d. C., a los proyectos de llevar la frontera hasta ese río. De hecho, en tiempo de Augusto, Druso y Tiberio habían encabezado campañas en su curso medio y bajo; véanse MUCH, 1967: 466 y RIVES, ad loc. 181 Para la acentuación ‘hermúnduros’ seguimos a PERL, 1990: 274, que recoge la transcripción –ουροι de CASS. DIO LV 102, 2, seguramente más atenta al timbre y acento que a la cantidad. En Estrabón tenemos -δοροι. Los naristos, en la región hoy llamada Oberpfalz, sobre el Danubio; los marcómanos, en Franconia (para su acentuación seguimos a PERL, 1990: 274, que, sin embargo, no tiene en cuenta la grafía Marcomanni con la que el gentilicio aparece en ocasiones); los cuados en la Moravia hoy checa; véanse detalles en RIVES, 1999, ad loc. 182 El pueblo céltico ya mencionado en 28, 2. 183 Es decir, la fachada meridional de la Germania.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
manis Quadisque usque ad nostram memoriam reges mansere ex gente ipsorum, nobile Marobodui et Tudri genus; iam et externos patiuntur. sed uis et potentia regibus ex auctoritate Romana. raro armis nostris, saepe pecunia iuuantur, nec minus ualent. 43 Retro Marsigni, Cotini, Osi, Buri terga Marcomanorum Quadorumque claudunt. e quibus Marsigni et Buri sermone cultuque Suebos referunt; Cotinos Gallica, Osos Pannonica lingua coarguit non esse Germanos, et quod tributa patiuntur. partem tributorum Sarmatae, partem Quadi ut alienigenis imponunt; Cotini, quo magis pudeat, et 2 ferrum effodiunt. omnesque hi populi pauca campestrium, ceterum saltus et uertices montium [iugumque] insederunt. dirimit enim scinditque Suebiam continuum montium iugum, ultra quod plurimae gentes agunt, ex quibus latissime patet Lugiorum nomen in plures ciuitates diffusum. ualentissimas numerasse sufficiet: Harios, Helueco-
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2 Quadisue Wm • mansere BEmW : manserunt C cpQ : manser (lineola supra r scripta) • Marabodui B : marbodui c • ualent codd., edd. pler. : ualet Koestermann, Perl. 1 Cotini Muellenhoff : Got(h)ini codd. (et sic infra Got(h)inos, at postea Cotini Cc m) • Burii CpQ • cultu Wm • paucam CpQ • 2 montium iugumque codd., Lund : [iugumque] del. Acidalius, Lenchantin, Perret, Koestermann, Öffermanns, Perl, Städele : montium iugumque del. Reifferscheid : • Lugiorum Muellenhoff : lygiorum Lenchantin : leg-, leug-, leyg-, leig-, lyg-, uegiorum codd.
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TÁCITO
mantenido hasta nuestros tiempos reyes salidos de su propio pueblo, el famoso linaje de Maroboduo y de Tudro;184 ya soportan también a reyes extranjeros, pero el poder de los reyes deriva de la autoridad romana. Raramente reciben ayuda de nuestras armas, más frecuentemente de nuestro dinero; y no son menos fuertes. Por detrás,185 los marsignos, los cotinos, los osos y los buros186 les 43 cubren las espaldas a los marcómanos y cuados. De entre ellos, los marsignos y los buros recuerdan a los suevos por su lengua y modo de vida. De los cotinos su lengua gálica y de los osos la suya, panonia, demuestran que no son germanos, y también el hecho de que soportan tributos. Parte de esos tributos se los imponen los sármatas,187 parte los cuados, como a pueblos extraños. Los cotinos, para más vergüenza, también extraen hierro.188 Todos estos pueblos están 2 asentados en unos pocos terrenos llanos, pero sobre todo en los bosques y en las cimas de las montañas. Y es que cruza y divide la Suevia una cadena montañosa ininterrumpida,189 más allá de la cual viven muchos pueblos, de entre los cuales se extiende sobre todo el nombre de los lugios,190 que abarca a varias tribus. Bastará con nombrar las más poderosas: harios, helvécones, mánimos, helisios y
184 Maroboduo o Marbodo, rey de esas tribus suevas, es bien conocido por el propio Tácito (Ann. II 26; 44; 46; 62 s.). Amigo de los romanos, hubo de ceder el paso a la rebeldía de Catualda en el 19 d. C. Vivió refugiado en Ravenna hasta su muerte; de él da amplia noticia RIVES, 1999, ad loc. De Tudro no hay ninguna otra. 185 Parece que Tácito, que había venido contemplando la fachada de Germania hacia el Danubio, se vuelve ahora hacia el N y hacia el interior de la Germania Oriental. 186 De los marsignos nada más se sabe; los cotinos eran celtas asentados al N del Danubio; los buros habitaban en Moravia, cerca de las fuentes del Vístula y fronteros a la Dacia; sobre los osos y su lengua véanse las notas a 28, 3. Recordemos la observación de NORDEN, 1959: 447, de que en esta enumeración Tácito parece estar siguiendo, de S a N, una ruta comercial ya establecida. 187 Los llamados jáziges, al E del tramo en que el Danubio se vuelve hacia el S. 188 El de la minería se consideraba trabajo propio de esclavos. 189 Según RIVES, 1999, ad loc., se trata de los montes Sudetes y Jeseníky, en el N de Bohemia y Moravia y de su prolongación en los del Tatra, al N de Eslovaquia. 190 Conjunto «supratribal» de pueblos situados en Silesia. Su condición de germanos ha sido discutida por quienes prefieren considerarlos celtas o eslavos; véase al respecto el amplio comentario de RIVES, 1999, ad loc.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
3 nas, Manimos, Helysios, Nahanarvalos. apud Nahanarvalos antiquae
religionis lucus ostenditur. Praesidet sacerdos muliebri ornatu, sed deos interpretatione Romana Castorem Pollucemque memorant. ea uis numini, nomen Alcis. nulla simulacra, nullum peregrinae superstitionis 4 uestigium; ut fratres tamen, ut iuuenes uenerantur. ceterum Harii super uires, quibus enumeratos paulo ante populos antecedunt, truces insitae feritati arte ac tempore lenocinantur: nigra scuta, tincta corpora, atras ad proelia noctes legunt ipsaque formidine atque umbra feralis exercitus terrorem inferunt, nullo hostium sustinente nouun ac uelut infernum aspectum; nam primi in omnibus proeliis oculi uincuntur.
Heluaeonas Gudeman • halisionas s. lin. B, Murgia (1977, 340) : Helysios BBcpQW : (h)elisios Em(?), Gudeman • Nahanarvalos1 ] Winterbottom, alii : Naharualos BubEu, Anderson, Perret : naharavalos p • 3 Nahanarualos2 t : Na(c)harualos cett. • regionis CcEumW • 4 Harii, Acidalius, Anderson, Lenchantin, Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, Perl : arii Puteolanus, s(tutgardiensis), t in marg. : alii (-íis m) cett. : animi Frahm : animis Lund : Alces Perl post Rosenfeld : ali Städele • truces Beroaldus : trucis codd. • feralis] fertilis CpQ
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TÁCITO
nahanárvalos.191 Entre los nahanárvalos se enseña un bosque sagrado 3 objeto de un antiguo culto. Lo preside un sacerdote con atuendo femenino, pero según una interpretación romana192 conmemoran a los dioses Cástor y Pólux. Tal es el significado de esa divinidad y su nombre es el de Alcos.193 No hay imagen alguna, ningún vestigio de superstición extranjera; sin embargo, los veneran como si se tratara de dos hermanos y jóvenes. Por lo demás, los harios,194 aparte sus 4 fuerzas, por las que superan a los pueblos poco antes enumerados, son muy feroces y dan gusto a su innata fiereza valiéndose de las astucias y de las ocasiones: con sus escudos negros y sus cuerpos pintados, escogen para el ataque las noches sin luna, y con el miedo y la sombra de su siniestro ejército infunden el terror, sin que ninguno de sus enemigos soporte aquella visión insólita y como infernal; pues en todos los combates los primeros vencidos son los ojos.
191 Los harios y helvécones (así PERL, 1990: 274, pese al -ωνες de PTOL. II 11, 9) parece que habitaban entre el Oder y el Vístula, los segundos más al N, en territorio de la actual Polonia. Los mánimos (para su prosodia véase PERL, 1990: 274) se hallaban en la misma región, al S de los burgundios. Los helisios o halisiones (cf. MURGIA, 1977: 340), también en la actual Polonia, entre Breslau y Varsovia. Los nahanárvalos (para su prosodia véase PERL, loc. cit.; hay variantes de esa forma en los mss. y editores) estaban situados al NE del Oder; sobre todos ellos véase RIVES, 1999, ad loc. 192 Como ya hemos visto repetidas veces, el de la interpretatio Romana, aquí literalmente formulado, es ya un tópico en la exegesis de la Germania. 193 Algunos prefieren entender que el nombre era Alcae y no Alci, como aquí suponemos; cuestión irresoluble por ser esta la única fuente sobre ellos y aparecer el nombre en dativo, en la forma homónima para los nombres de la 1.ª y la 2.ª declinaciones. Parece que el término significaba simplemente «los dioses». RIVES, 1999, ad loc., recuerda otros casos de dioses gemelos entre los pueblos indoeuropeos. BATTAGLIA, 2010 habla de una «anfictionía de los Alcos». 194 Si se acepta la corrección animis de FRAHM, seguida por LUND (1991a: 1942), el pasaje se referiría a los antes citados nahanárvalos, sin mención alguna de los harios. Sobre estos, cuyo nombre podría significar «guerreros», véase RIVES, 1999, ad loc., menciona leyendas germánicas sobre jinetes fantasmales que cabalgan por los bosques durante las tormentas. MUCH, 1967: 479, los identifica con los Charini de PLIN., NH IV 99.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
Trans Lugios Gotones regnantur, paulo iam adductius quam ceterae Germanorum gentes, nondum tamen supra libertatem. protinus deinde ab Oceano Rugii et Lemouii; omnium harum gentium insigne 2 rotunda scuta, breues gladii et erga reges obsequium. Suionum hinc ciuitates, ipso in Oceano, praeter uiros armaque classibus ualent. forma nauium eo differt quod utrimque prora paratam semper appulsui frontem agit. nec uelis ministrant nec remos in ordinem lateribus adiungunt: solutum, ut in quibusdam fluminum, et mutabile, 3 hic uel illinc remigium. est apud illos et opibus honos, eoque unus imperitat, nullis iam exceptionibus, non precario iure parendi. nec
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1 Lugios Muellenhoff : Lygios (li-) codd., Lenchantin • Gothones codd., Robinson : Gotones Croll, Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, qui Much-Jankuhn, 486, laud. • regnantur c : regnant cett. • lemonii EpQm, Perret • 2 ipso Cc mW : ips(a)e cett. • oc(c)eano Cc pQ : oc(c)eanum BbEmW • nauis Wm • ministrant Lipsius, edd. pler. : ministrantur codd., Robinson, Lenchantin, Perret, Lund, alii • 3 in] neque CpQ
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TÁCITO
Más allá de los lugios están los gotones,195 que tienen reyes y que 44 ya son un poco más sumisos que los restantes pueblos de los germanos, aunque no pasando por alto su libertad.196 Luego, inmediatamente por la parte del Océano, los rugios y los lemovios;197 y el distintivo de todos estos pueblos son sus escudos redondos, sus espadas cortas198 y su sumisión a los reyes. A continuación,199 las tribus de los suíones, en el propio Océano,200 2 que aparte sus hombres y armas son poderosos por sus flotas. La forma de sus naves se distingue en que, al tener una proa por uno y otro extremo, siempre ofrece un frente listo para el abordaje.201 Ni les ponen velas ni les añaden filas de remos en sus costados: sus remada es libre, como en ciertos ríos, y cambiante; y según la circunstancia lo exija, puede ir hacia aquí o hacia allá. Entre ellos también se rinde 3 honor a la riqueza y por ello el poder lo tiene uno solo, ya sin limita195 Es probable, aunque no seguro, que sean los mejor conocidos como godos (cf. RIVES, 1999, ad loc.), que por entonces estaban asentados en actual territorio polaco, al E del curso inferior del Vístula, a donde se habían trasladado desde Escandinavia. PERL, 1990: 274, duda entre la acentuación llana y la esdrújula. La primera es la que aconsejan las transcripciones griegas. 196 Según RIVES, 1999, ad loc., en este capítulo y en el siguiente Tácito formula la teoría de que la proverbial libertas germana mengua según lo alejadas que estén las tribus. 197 Habitaban, respectivamente, en la margen izquierda del bajo Vístula, y entre este y el Oder, en la costa del Báltico. 198 RIVES, 1999, ad loc., advierte de lo dudoso de esta noticia, pues en la zona contemplada no había enterramientos con armas desde mucho antes, y en cambio se han hallado escudos circulares en los yacimientos de Jutlandia. 198 Algunos editores, como ANDERSON, sitúan aquí el inicio del cap. 44. 200 HUTTON, 1970, ad loc., sostiene que ese pueblo habitaba en torno al lago Mälar, donde surgiría el actual Estocolmo, y que entonces sería más extenso. Otros piensan más bien en las islas suecas del Báltico; pero seguramente la propia Escandinavia era considerada como una isla (LUND, 1991a: 1943). El nombre parece derivar de la raíz *swe- (la del posesivo-reflexivo latino suus), por lo que podría significar algo así como «los propios»; pervive en el de los actuales suecos (sweden) (cf. RIVES, 1999, ad loc.). En latín probablemente se pronunciaba [swí-o-nes], por lo que preferimos, siguiendo a PERL, 1990: 275, la transcripción que se ve, cercana a la de MUCH, 1967: 463 y LUND, 1991a: 1943, «Svionen», y no la de suyones preferida por otros traductores españoles. 201 PERL, 1993: 99, supone que Tácito describe naves representadas en la Columna Trajana; pero RIVES, 1999, ad loc., anota que la descripción de Tácito se ajusta a los modernos hallazgos arqueológicos de naves nórdicas.
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arma, ut apud ceteros Germanos, in promiscuo, sed clausa sub custode, et quidem seruo, quia subitos hostium incursus prohibet Oceanus, otiosae porro armatorum manus facile lasciuiunt: enimuero neque nobilem neque ingenuum, ne libertinum quidem armis praeponere regia utilitas est. Trans Suionas aliud mare, pigrum ac prope immotum, quo cingi claudique terrarum orben hinc fides quod extremus cadentis iam solis fulgor in ortus edurat adeo clarus, ut sidera hebetet; sonumque insuper emergentis audiri formasque equorum et radios capitis aspici persuasio
promisco c mW Robinson • causa E : clusa Gudeman : otiosae Colerus (apud Önnerfors), ‘nescioquis saec. xvii ineuntis’ (Winterbottom) : oc(c)iosa (oti- c) codd. • est] hic desinit cod. p • 1 suionos W : Suiones bm : Sitonas Meiser • cludique BbEW Koestermann, Lenchantin • emergentes om. CQ • formas CcQ • equorum u in marg., Colerus : deorum BbCcEQWu : eorum EumW
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TÁCITO
ciones y con la obligación inexcusable de obedecerle.202 Tampoco tienen las armas en común, como ocurre entre los otros germanos, sino encerradas y con un guardián, que por cierto es un esclavo; porque los ataques por sorpresa de un enemigo los impide el Océano y además una tropa ociosa y armada se entrega más fácilmente al desorden; a decir verdad, el no poner a un noble ni a un hombre libre, ni siquiera a un liberto, a cargo de las armas es algo conveniente para un rey. Más allá de los suíones hay otro mar, encalmado203 y casi inmóvil, y se cree que es el que ciñe y encierra el orbe de la tierra,204 deduciéndolo del hecho de que el último resplandor del sol, cuando ya se pone, dura hasta el alba,205 con tanto brillo que ensombrece las estrellas; además, la creencia popular añade que se oye su sonido cuando sale206 y que se ven las formas de sus caballos207 y de los rayos de su cabeza. Solo hasta allí, según lo que se cuenta, llega el mundo. 202 RIVES, 1999, ad loc., comenta ampliamente este pasaje y no deja de advertir que, en razón de la lejanía de los suíones, no es probable que se tuvieran sobre ellos noticias tan detalladas. 203 Véase Agr. 10,5, donde también se llama mare pigrum al que media entre el Mar del Norte y el Ártico, y nuestra nota a esa dudosa expresión, probablemente derivada del periplo del masaliota Píteas; véase también el comentario de RIVES, 1999, ad loc., que también señala la vaguedad con que Tácito sitúa este mar. 204 La creencia de que todos los continentes formaban una única masa rodeada por el Océano estaba consolidada en la Antigüedad, desde Hecateo a Eratóstenes y otros cosmólogos. RIVES, 1999, ad loc., evoca oportunamente un pasaje de SEN. RHET., Suas. I 1: Tua est, Alexander, rerum natura: post omnia Oceanus, post Oceanum nihil. Cuestión bien distinta es la de la forma de la Tierra. HUTTON, 1970, ad loc., advierte que no hace falta pensar que Tácito no creyera en su esfericidad, ya bien conocida desde mucho antes; cf. STEINMETZ, 1967, Philologus 111: 236 s., que subraya que en Tácito orbis terrarum no suele designar al planeta mismo, sino a la Oikúmene. Sin embargo, en el pasaje de Agr. 12, 3 s. en el que habla en términos parecidos, parece subyacer, al menos, un resto de la concepción de la imagen de la Tierra como un disco; véase nuestra nota al mismo. 205 Noticia similar a la de Agr.12, 3 s. 206 Para la muy divulgada creencia antigua de que el sol, al ponerse sobre el mar, hacía un ruido semejante al de un hierro candente que se mete en agua, véase RIVES, 1999, ad loc. 207 Es obvia la presencia de la imagen antigua del carro del sol, el que Faetón se atrevió imprudentemente a guiar.
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2 adicit. illuc usque, ut fama fert, tantum natura. ergo iam dextro Suebici
maris litore Aestiorum gentes adluuntur, quibus ritus habitusque Sueborum, lingua Britannicae propior. matrem deum uenerantur. insigne superstitionis formas aprorum gestant: id pro armis hominum3 que tutela securum deae cultorum etiam inter hostis praestat. rarus ferri, frequens fustium usus. frumenta ceterosque fructus patientius 4 quam pro solita Germanorum inertia laborant. sed et mare scrutantur, ac soli omnium sucinum, quod ipsi glesum uocant, inter uada atque in ipso litore legunt. nec quae natura quaeue ratio gignat, ut barbaris, quaesitum compertumue; diu quin etiam inter cetera eiectamenta maris iacebat, donec luxuria nostra dedit nomen. ipsis in nullo usu; 5 rude legitur, informe perfertur, pretiumque mirantes accipiunt. sucum tamen arborum esse intellegas, quia terrena quaedam atque etiam uolucria animalia plerumque interlucent, quae implicata umore mox
2 ut fama fert tantum natura coni. Murgia (1997, 172) : †illuc… natura† Winterbottom : si fama uera Grotius : usque tantum natura et fama uera Doederlein : et fam uera Gudeman : -et fama uera- Koestermann, Perret, Önnerfors : et fama uera Anderson, Lenchantin, Perl : illuc usque fama uera Städele : †et† fama uera Lund • s(a)euici (in marg. uel s. lin. sueuici) codd. • abluuntur BbE • hominumque Urlichs, Robinson, Anderson, Winterbottom (‘fort. recte’, Önnerfors’), Perl, : omnique mtW2 Lipsius : omniumque Gudeman, Koestermann, Lenchantin, Önnerfors, Städele : omnium: quae Lund • hostes Cc • 4 gignit CpQ
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TÁCITO
Pues bien, ya en la costa de la derecha del mar Suévico,208 este baña a los pueblos de los estios,209 que tienen la religión y las costumbres de los suevos y una lengua más parecida a la británica.210 Veneran a la madre de los dioses. Como enseña de su superstición llevan figuras de jabalíes; esto, en lugar de las armas y de la protección humana, le garantiza al devoto de la diosa la seguridad incluso en medio de sus enemigos. Es raro el uso del hierro, frecuente el de garrotes. El grano y los demás frutos de la tierra los trabajan con mucha paciencia para lo que es la habitual pereza de los germanos; pero también exploran el mar, y son los únicos de entre ellos que recogen el ámbar, que llaman gleso,211 entre los bajíos y en la misma orilla. Y no han averiguado ni descubierto, como bárbaros que son, cuál es su naturaleza ni cómo se produce; aún más: durante mucho tiempo incluso quedaba tirado entre otros despojos del mar, hasta que nuestro afán de lujo le puso nombre. Ellos no lo usan para nada:212 se recoge en bruto, se exporta sin labrar y reciben admirados su precio. Sin embargo, puede suponerse que es una secreción de algunos árboles, porque muchas veces relucen en su interior animales terrestres e incluso voladores, los cuales, envueltos en
El Báltico. Parece tratarse de un pueblo indoeuropeo, más bien de la rama báltica que de la germánica, asentado en las costas de la Prusia Oriental y antecesor de los antiguos prusianos (véase TACKENBERG, 1962: 57). Su nombre sobrevive en el de la actual Estonia (alemán: Estland); pero los actuales estonios no son de lengua indoeuropea sino finougria, como, al parecer, los fenos de los que luego se habla; véase el amplio comentario de RIVES, 1999, ad loc. 210 Observación errónea, pues la lengua de los britanos era céltica y la de los estios báltica. 211 Según hace observar RIVES, 1999, ad loc., se trata de la misma palabra que el alemán Glas y el inglés Glass. También hace un amplio comentario sobre el comercio de dicho producto en la Antigüedad. Asimismo trata ampliamente de este capítulo TACKENBERG, 1962: 57 ss., con importantes precisiones sobre la ruta comercial y el grado de elaboración del «oro del norte». 212 En época romana ya estaba establecida la llamada ruta del ámbar, desde el Báltico al Adriático; véanse HUTTON, 1970, loc. cit., y LUND, 1991a: 1945, que señala la dependencia directa de PLIN., NH XXXV 37-47. RIVES, 1999, ad loc., subraya que Tácito quiere aludir a la «extravagancia de los pueblos civilizados que pagan grandes sumas por una curiosidad sin valor». 208 209
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durescente materia cluduntur. fecundiora igitur nemora lucosque, sicut Orientis secretis, ubi tura balsamaque sudantur, ita Occidentis insulis terrisque inesse crediderim, quae uicini solis radiis expressa atque liquentia in proximum mare labuntur ac ui tempestatum in aduersa litora exundant. si sucini naturam admoto igne temptes, in modum taedae accenditur alitque flammam pinguem et olentem; mox ut in picem resinamue lentescit. 6 Suionibus Sithonum gentes continuantur. cetera similes uno differunt, quod femina dominatur; in tantum non modo a libertate, sed etiam a seruitute degenerant.
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Hic Suebiae finis. Peucinorum Venethorum et Fennorum nationes Germanis an Sarmatis ascribam dubito, quamquam Peucini, quos
5 clauduntur Anderson, Winterbottom, Perl • igitur] ergo E • sicut Maehly • terrisque… solis om. E • quae] qua Detschew : †quae† Winterbottom, al. alia • radiis c mWQ : radius BbCE • ex(s)udant CcE • igni BbE • differuntur CcmW • 6 sithonum b, Much, Winterbottom, Önnerfors, Lund : sitonum BCcEs, Lenchantin, Perl 1 Sueuiae codd. pler. • finis a, Puteolanus : fines cett. • hic… finis in finem cap. 44 transp. ed. Bipontina (1780) et al. in finem cap. 45 Baumstark (1880), Pekkanen • Peucurorum s. lin. Bbc • Venet(h)orumque codd. : Venedorumque Rhenanus
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TÁCITO
ese fluido, se quedan luego encerrados al endurecerse ese material.213 Así, pues, yo me inclino a creer que, al igual que en los lugares remotos del Oriente hay bosques y sotos especialmente fecundos que destilan el incienso y el bálsamo, así también en las islas y tierras del Occidente hay sustancias, que, exprimidas por los cercanos rayos del sol, fluyen hasta el mar próximo y por la fuerza de las tempestades son echadas a las costas de enfrente. Si se prueba la naturaleza del ámbar acercándole un fuego, se enciende como una tea y da una llama espesa y olorosa; luego se ablanda en una especie de pez o de resina. Al lado de los suíones están los pueblos de los sitones.214 En las 6 demás cosas son semejantes, pero difieren en una: que entre ellos manda la mujer;215 hasta tal punto degeneran no ya de la libertad, sino incluso de la esclavitud. Pueblos del E y del NE. Pueblos fabulosos Este es el final de la Suevia. Las tribus de los peucinos, vénetos y fenos216 dudo de si adscribirlas a los germanos o a los sárma-
Es bien conocido el caso de los insectos englobados en trozos de ámbar. Asentados en una zona incierta de Escandinavia. Otros los sitúan en el O de Finlandia; algunos han querido trasponer este pasaje al final de 44; véase RIVES, 1999, ad loc. 215 RIVES, 1999, ad loc., cita al respecto de esta noticia leyendas tardoantiguas y medievales sobre un reino nórdico de las amazonas; pero no cree que Tácito supiera de ellas. 216 Sobre los peucinos véase más abajo la nota sobre los bastarnas. Estos vénetos (Venedae en PLIN., NH IV, 97), que nada tienen que ver con sus homónimos de la ribera N del Adriático, serían antepasados de los eslavos y parece que estaban en la costa al E del Vístula. Los fenos en principio parecerían ser los actuales fineses, por entonces situados en el área de Moscú. Sin embargo, HUTTON, 1970, ad loc., piensa en los antepasados de los lapones, a los que los noruegos aún llaman finns. T. PEKKANEN, 1983: 49-60, hace notar que «Actualmente hay acuerdo general entre los estudiosos fineses en que el nombre Fenni, Finni (Scridfinni) de las fuentes antiguas y altomedievales se refieren a los lapones, no a los fineses, para los cuales se usa en las fuentes latinas conservadas solo desde 1171/72»; para otras identificaciones véase el comentario de RIVES, 1999, ad loc. 213 214
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
quidam Bastarnas uocant, sermone, cultu, sede ac domiciliis ut Germani agunt. sordes omnium ac torpor procerum. conubiis mixtis nonnihil 2 in Sarmatarum habitum foedantur. Venethi multum ex moribus traxerunt; nam quicquid inter Peucinos Fennosque siluarum ac montium erigitur latrociniis pererrant. hi tamen inter Germanos potius referuntur, quia et domos figunt et scuta gestant et pedum ui et pernicitate gaudent, quae omnia diuersa Sarmatis sunt in plaustro 3 equoque uiuentibus. Fennis mira feritas, foeda paupertas: non arma, non equi, non penates; uictui herba, uestitui pelles, cubile humus; sola in sagittis spes, quas inopia ferri ossibus asperant. idemque uenatus uiros pariter ac feminas alit; passim enim comitantur partemque praedae petunt. nec aliud infantibus ferarum imbriumque suffugium quam ut in aliquo ramorum nexu contegantur: huc redeunt iuuenes, hoc senum receptaculum. sed beatius arbitrantur quam ingemere agris, illaborare domibus, suas alienasque fortunas spe metuque uersare: securi aduersus homines, securi aduersus deos rem dificillimam assecuti sunt, ut illis ne uoto quidem opus esset.
quidem Wm • 46,1-2 ut Germani… Sarmatis om. C • sordes omnium Städele : sordes omnium codd., edd. pler. • ac torpor procerum codd., edd. pler. : at corpora procera Wormstall (1868, apud Städele), Lund, Städele : sordes… procerum post paupertas transp. Perret • mixtis (-st- W) tW : mixtos (-st-) cett. • 2 ex moribus Gudeman • figunt Bb : fingunt cett. • pedum Lipsius, Koestermann, Winterbottom, Önnerfors, Lund : pecudum Bb1 : peditum b2cEmQW Robinson, Lenchantin, Pekkanen, Perl, Städele • ui con. Lund : usu codd. edd. pler. • 3 sola E Murgia, Heubner : solae cett. codd. • spes] opes Meiser
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TÁCITO
tas,217 aunque los peucinos, a los que algunos llaman bastarnas,218 en su lengua, modo de vida, asentamientos y casas son como los germanos. La suciedad es típica de todos y el embotamiento de los notables. Por los matrimonios mixtos con ellos tienen un aspecto algo desagradable, al modo de los sármatas. Los vénetos han adoptado 2 muchas de sus costumbres, pues recorren ejerciendo el bandidaje todos los bosques y montes que se levantan entre los peucinos y los fenos. A estos, sin embargo, más bien se los cuenta entre los germanos, porque también tienen casas fijas, llevan escudos y se ufanan de su resistencia y rapidez corriendo a pie; en todo lo cual son distintos de los sármatas, que viven en carros y a caballo. Los fenos son de un 3 increíble salvajismo y de una repugnante miseria: no tienen armas, caballos ni hogares; se alimentan de hierba, se visten de pieles y se acuestan sobre la tierra; su sola esperanza está en sus flechas, a las que a falta de hierro les ponen punta de hueso. Una misma cacería alimenta a hombres y mujeres, pues ellas los acompañan por todas partes y reclaman su porción del botín. Los niños no tienen otra protección frente a los animales salvajes y las lluvias que meterse bajo unas ramas trenzadas: allí vuelven también los jóvenes, este es el refugio de los viejos. Pero todo eso lo estiman más agradable que resollar en los campos, que trabajar haciendo casas, que traficar entre la esperanza y el miedo con sus bienes y los ajenos; seguros frente a los hombres, seguros frente a los dioses, han logrado la más difícil de las cosas: que para ellos ni siquiera fuera necesario el deseo.
217 RIVES, 1999, ad loc., señala que Tácito concluye su relación de los pueblos germánicos de manera simétrica a como la había iniciado: había empezado tratando de tribus de las que cabía duda si pertenecían a sus vecinos occidentales, los galos; la concluye con las que quizá podrían adscribirse a sus vecinos orientales, los sármatas, pueblo indoeuropeo de estirpe irania. 218 Los peucinos eran parte de los bastarnas, pueblo germano asentado mucho más al S, al E de los Cárpatos. Según TACKENBERG, 1962: 65, eran germanos orientales que ya sobre el 200 a. C. habían abandonado sus asentamientos en el E de Germania y Polonia para desplazarse al S de Rusia.
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DE ORIGINE ET SITV GERMANORVM
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Cetera iam fabulosa: Hellusios et Oxionas ora hominum uultusque, corpora atque artus ferarum gerere, quod ego ut incompertum in medium relinquam.
4 Oxionas BbcEtW : oxianas m : exionas CQ : etionas var. lect. BbEW • uultusque et corpora CcEQ • medio Halm • CORNELII TACITI DE ORIGINE ET SITV (MORIBVS E) GERMANORVM LIBER EXPLICIT BEmW
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TÁCITO
Lo demás ya son cosas fabulosas: que los helusios y los oxiones219 4 tienen rostros y rasgos de hombres y cuerpos y miembros de fieras, cosa que yo, como no comprobada dejaré sin tocar.
219 Prácticamente nada se sabe de tales pueblos. PEKKANEN, 1983, estima que, dado que se los alude después de los fenos, tendrían que estar situados en algún lugar del E de Finlandia y de la Carelia, actualmente rusa.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
PRÓLOGO 1. TÍTULO
Y FECHA DE LA OBRA
La tradición manuscrita permite asegurar que el Dialogus de oratoribus llevó tal título desde su origen.1 En cuanto a su cronología es preciso distinguir entre la fecha histórica (la del momento en que se escribió y/o publicó) y la dramática (la de la ocasión, también supuestamente histórica, en el que su autor situó el debate que afirma reproducir). Esta segunda cuestión parecería más fácil de resolver si, con la opinión más común, entendiéramos que el pasaje ac sextam iam felicis huius principatus stationem qua Vespasianus rem publicam 1 No comparte ese parecer MAZZARINO, 1961: 165 s., que sospecha que la obra llegó anepígrafa a la época moderna y que el título que lleva —«strano o, per meglio dire, improprio», en cuando que «no responde al contenido y significado de la obra»— sería una adición medieval, bajo la influencia del De grammaticis et rhetoribus de Suetonio, que lo seguía en el ms. de Hersfeld; y al respecto subraya el título de Dialogus de oratoribus et poetis con que aparece en el ms. Ottobonianus (E), de 1455. En sentido contrario hablan sus varias inscriptiones (véanse al inicio de nuestro aparato crítico). Parece cuestión menor la de que en la temprana noticia del Panormita se lo llame dyalogus de oratore y en la de Jacopo Bracciolini simplemente De oratoribus, en tanto que la de N. Niccoli ya lo llamaba Dialogus de oratoribus; pueden verse esos textos, por ejemplo, en HÄUSSLER, 1986: 80. Otra cosa será, naturalmente, si se acepta la improbable hipótesis (HEUMANN, 1719; HERRMANN, 1955, 1965), que identifica el Diálogo con el perdido De causis corruptae eloquentiae de Quintiliano, del que nos ocuparemos en su lugar. No sabemos por qué, HEUBNER, en el encabezamiento de su texto latino, y solo ahí, escribe DE ORATORIBVS DIALOGVS. Preferimos traducir el título por Diálogo sobre (y no de) los oradores, más estrictamente fiel al sentido. La mejor introducción a los problemas de la obra es, hasta su fecha, SYME, 1958: 100 ss.
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PRÓLOGO
fouet (Dial.17, 3) se refiere precisamente al sexto año del primer emperador Flavio, es decir, según el cómputo romano, al año 75 d. C., cuando Tácito, admodum iuuenis, tal vez aún no tendría 20 años.2 Ahora bien, esa datación3 pasaba por alto una importante observación de E. NORDEN (19183: 325, n. 2), que a su vez se remitía a una personal de A. Kiessling. Norden hacía ver en primer lugar que la cuenta de los años pasados desde la muerte de Cicerón no cuadraba: para Apro eran 120, pero si se aceptaba la datación en el 75 se quedaría en 118; y acto seguido —y es lo más importante— negaba que la sexta statio del locus classicus fuera el sexto año del emperador citado, sosteniendo que ahí Tácito (o, si se quiere, Apro) había distinguido ya cinco stationes: I Augusto, II Tiberio, III Gayo Calígula, IV Claudio y Nerón,4 V Galba, Otón y Vitelio, tras las cuales vendría la sexta, la de Vespasiano, todavía en curso y sin indicación de año alguno. Y aunque él no se extendiera sobre el particular, de lo dicho por Norden se desprende que para él statio no era sinónimo de annus, sino una probable metáfora militar para referirse al mandato o reinado de un emperador o de varios tomados en conjunto, como aquí sería el caso (recuérdese que el propio término de imperator era de origen militar). Muchos años después, M. BECK (2001) sometió a una aguda crítica la communis doctrina y rescató y completó la vieja tesis de Norden. Por de pronto, revisando la ratio temporis que Apro formula en Dial. 17, 2-4, insiste en que los 120 años que dice transcurridos desde la muerte de Cicerón (43 a. C.) y que, por así decirlo, hay que tomarse al pie de la letra, sin recurrir a redondeos, no son tantos, sino solo 117 o 118 según se aplique o no el llamado cálculo inclusivo, a la altura del 75 d. C. BECK (2001: 164 s.), tras hacer ver que no hay paralelos
2 Es la fecha dramática que, entre otros, también dan por segura SYME, 1958: 670 s.; y MURGIA (1980: 101), citado más abajo. 3 SYME, 1958: 670 la prefiere, aunque con la sospecha de que pudo haber algún error en los cálculos implicados. 4 A decir verdad, el único punto de estas stationes que no está claro es el que se agrupe en una sola a Claudio y a Nerón. En cuanto a Galba, Otón y Vitelio, hay que reconocer que incluso agrupados apenas daban para una.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
de statio con el significado de «año», se adhiere a quienes habían visto en ese término la aludida metáfora militar (un eufemismo, si se quiere) para referirse al gobierno del Imperio concebido como «una guardia»,5 aunque del máximo nivel (idea que, por lo demás, ya era compartida por algunos que la estimaban compatible con traducir statio por «año»). Pero entonces, ¿qué quiere decir el sextam del pasaje? También para esto da BECK (2001: 167) una buena respuesta: el ordinal iría, por supuesto, con stationem, pero en función de predicativo, es decir, dando a entender, como Norden afirmaba, que por delante ya iban cinco stationes, los cinco «sumandos» o trechos temporales precedentes de la ratio temporis de Apro, en los términos que el propio Norden definía. De los ocho años transcurridos de la statio principatus Vespasiani nada diría el texto, tal vez por tratarse de un reinado en curso, mientras que en los precedentes podían darse cifras cerradas. Sin embargo, ni antes ni después faltaron intervenciones en esa que BECK llamaba «in Vergessenheit geratene Streitfrage». Así, la de L. KOENEN (1974) trataba de cuadrar la cuenta de Apro enmendando en el texto de 17, 3 sex et quiquaginta en octo et quinquaginta, lectura que, por cierto daban algunos mss. deteriores,6 con lo que Tácito contaría el reinado de Augusto a partir de la muerte de César, algo incompatible con el término inicial de la muerte de Cicerón mencionada por Apro.7 Por su parte C. LETTA (1985) trató de salvar la interpretación común de sexta statio con la interpretación de que el sexto año de Vespasiano se diera ya por pasado, con lo que
5 No pocos españoles recuerdan todavía que al general Franco sus periodistas áulicos lo llamaban «el centinela de Occidente», que velaba por los intereses de España alumbrado por aquella «lucecita» que era la última en apagarse en su palacio de El Pardo. 6 Recuérdese, por de pronto, que para ese pasaje está generalmente admitida la corrección sex et quinquaginta de Lipsio al nouem mayoritario de la tradición. MAYER (2001: 21) hace notar que ese cómputo, a partir de su primer consulado, de los 56 años de Augusto solo aparece aquí y en An. I 9, 1, lo que podrá contribuir a abonar la autenticidad del Diálogo, también discutida, según veremos. 7 Véase la crítica a KOENEN (1974) que hace E. BERTI, 2009: 425 y n. 4.
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PRÓLOGO
estaríamos ya en el séptimo, el 76 y, para mayor precisión, en el 7 de diciembre del mismo. En fin, mucho más reciente es el artículo de BERTI (2009), que proporciona un buen status quaestionis, pero trata de resolver la duda ante las dos posibles fechas dramáticas con un, digamos, criterio biográfico y sacado de la propia vida del autor: para él sería importante situar su aprendizaje oratorio en una época temprana, hacia el 74/75, cuando solo tendría unos 18 años; es decir, en los tiempos en que la formación de los oradores aún no había caído en los males que el Diálogo denuncia. Concluyendo ya con este apartado, preferimos quedarnos con la datación dramática en el 77/78 propuesta por NORDEN, 19183 y rescatada y complementada por BECK, 2001. Ahora bien, ya fuera la del 74/75, ya la del 77/78 la fecha en que su autor situó el debate que en el Diálogo dice reproducir, es bastante probable que el mismo no ocurriera ni en una ni en otra ocasión. En efecto, no parece que hayan sido invalidados los argumentos con los que, hace ya más de un siglo, A. GUDEMAN (19142: 81-85) sostuvo «el carácter ficticio del Diálogo». Tales argumentos en sustancia eran: 1) Lo artístico de la construcción de la obra, el claro plan preconcebido, la distribución de papeles, las ‘recapitulaciones’ a modo de perorationes y otros hechos similares, que «prohíben pensar en una conversación real e improvisada». 2) La notable erudición que sobre historia de la elocuencia exhiben los interlocutores, que más bien haría pensar en un escritor con sus fuentes a mano. 3) Hay pasajes en los que el autor parece estar pensando en futuros lectores, algo que, por lo demás, también se advierte en los diálogos de Platón y Cicerón. 4) Hay, al menos, una clara incoherencia en la construción del discurso de Mesala en los caps. 30, 32, 35. 5. Es verdad que las reminiscencias de Cicerón que muestra el Diálogo son tantas y tan claras, que resultan impropias de una verdadera conversación. En fin, al inicio de la obra el autor presenta a Apro y a Secundo como sus maestros, de manera paralela a lo que Cicerón hace en su De oratore con Craso y Antonio; y en él parece ser Hortensio un precedente de la figura de opositor que en el Diálogo asume Apro. Por lo demás, [CCXXVIII]
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
creemos que tampoco puede excluirse que Tácito recordara más o menos claramente alguna conversación mantenida en una u otra de las fechas vistas y por los mismos personajes sobre asuntos como el que el Diálogo presenta. Por lo que mira a la fecha histórica del Diálogo, su dedicatoria a Fabio Justo,8 por parecer relacionada con el acceso al consulado de ese amigo del autor y de Plinio el Joven (cf. Ep. I 5, 8; 11, 7) en el 102 d. C. (circunstancia que el Diálogo no menciona), se había venido tomando como referencia para su datación.9 Sin embargo, desde hace ya unos cuantos años, nuevas aportaciones, y sobre todo un extenso artículo de CH. MURGIA (1980), han invitado a reconsiderar a fondo el asunto. La tesis central del trabajo de Murgia es la de que el Dialogus fue la primera obra escrita y publicada por Tácito, probablemente en el año 97, todavía en el breve reinado de Nerva10 (setiembre del 96 a Sobre el personaje véase nuestra nota a 1, 1 e infra, § 4. SYME, 1958: 112 s., se muestra cauteloso al respecto, considerando que tan cerca de la publicación del Panegírico de Plinio, del 100 d. C., su «epitafio sobre la elocuencia contemporánea» no podría interpretarse como un cumplido a su amigo; pero admite la posibilidad de que una carta de Plinio de en torno al 107 se refiera al Diálogo, revisado para una publicación definitiva. En su p. 116 opina que el Diálogo podría ser poco anterior al 102 o de ese mismo año, pero que pudo publicarse hasta unos cinco años después. En su Apéndice 28 (SYME, 1958: 670 ss.), tras impugnar las cronologías más tempranas (tiempos de Domiciano e incluso de Tito), subraya que la obra muestra huellas de la Institutio Oratoria de Quintiliano y añade que podría datar, como los otros dos Opera minora de en torno al año 98. Sin embargo, parece que sigue pesando en su ánimo la dedicatoria a Fabio Justo y la preferencia por una fecha en torno al 101. Puede verse en MURGIA (1980: 99), que a continuación comentaremos, una detallada relación de las propuestas al respecto hechas hasta su fecha. Para el autor citado (117), «It is difficult to find a post-Domitianic date more inappropiate for the Dialogus than the commonly believed date of circa 102». Es muy completo el Bericht que ofrece BO, 1993: 125-16, que concluye ateniéndose a una datación tradicional: el año 101. REITZENSTEIN, 1915: 227 ss., sostenía que el claro sentido negativo del uenerabilis et patientissimus ueri no permitía datar la obra bajo ninguno de los Flavios; y más adelante (p. 252), basándose en la evolución política de Tácito, no veía «razón alguna para separar en el tiempo el Diálogo del Agrícola». KLINGNER, 1932 (19655: 521), por razones de contenido, prefería una fecha de inicios del siglo II a una de fines del I. 10 Vale la pena anotar que en la datación en tiempo de Nerva (si bien «frühestens») ya pensaba NORDEN, 19183: 324. 8 9
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PRÓLOGO
enero del 98 d. C.), antes, pues, que el Agricola y la Germania, cuyas dataciones tradicionales Murgia no discute.11 Abundante es la serie de loci similes que, según MURGIA (1980: 111 ss.), apuntan en la obra de Tácito a un proceso compositivo que no parece reversible, representable por el esquema [Dialogus >] Agricola > Germania > Historiae.12 A la cabeza de esa secuencia sitúa MURGIA (1980: 104 ss., 112) algunas que considera fuentes seguras del Dialogus y, consecuentemente, de los otros dos Opera minora: pasajes de Cicerón, de Quintiliano y de obras perdidas sobre educación recuperables a través del pseudo-Plutarco.13 Siguiendo a GÜNGERICH (1951, 1956), MURGIA (1980: 100 s.), fija a partir de ese conocimiento de Quintiliano, cuya Institutio se publicó ca. 95-96, un muy verosímil terminus post quem,14 un tanto apretado, del Dialogus, abonado también por la circunstancia de que en setiembre de ese último año 11 Ya PARATORE (19622: 157), admitía, aunque a título de «massima concessione» para el caso de que se sostuviera la autoría tacitiana del Diálogo, que su publicación hubiera ocurrido «inmediatamente después de la muerte de Domiciano, y antes del Agrícola, es decir al final del 96 o a principio del 97». 12 Es decir, que difícilente podría entenderse que en los casos examinados el Diálogo sea deudor de la Germania o del Agricola. Algunas de las reminiscencias que recoge MURGIA (1980: 105 ss.): en Dial. 28 s. y 34 (discurso de Mesala sobre la decadencia oratoria), la referencia a Cornelia, la madre de los Gracos, proviene de CIC., Brut. 104 y 211, llega al Dialogus por vía de QUINT., I. O. I 1, 6 y se refleja luego en Agr. 4, 2, en la ponderación de las virtudes de Julia Procila y de su contribución a la formación de Agrícola, y en Germ. 20, 1, a propósito de la crianza de los niños germanos. En la misma obra, en 13, 1 s., a propósito del rito de paso de la investidura de las armas (la toga de aquella gente), aparte otras posibles huellas, el sintagma pater uel propinqui parece una clara evocación del deducebatur a patre uel propinquis de Dial. 34, 1; pero además, en 34, 2, identifica Murgia huellas de Quintiliano y, en última instancia, de Cicerón, sobre todo del Lael. 1: ego autem a patre ita eram deductus ad Scaeuolam sumpta uirili toga…; es decir, deducere aparece en Cicerón, el Diálogo y la Germania. MURGIA (1980: 108) concluye que «the most reasonable direction of movement is from Cicero and Quintilian into Dialogus and thence into the Agricola and Germania». BARNES, 1986: 23, hace un balance netamente favorable de las argumentaciones de MURGIA. 13 De esas influencias nos ocuparemos más abajo, en el § 4: LAS FUENTES DEL DIÁLOGO. 14 De similar manera piensa CALBOLI, 2003: 67 y n. 4, aunque se atiene a la datación de 100/102, siguiendo a (GÜNGERICH-)HEUBNER, 1980: 195, y considerando que la aparición de la Institutio pudo ser incluso la motivación del Diálogo.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
fue asesinado Domiciano, bajo el cual no parece verosímil que Tácito publicara cosa alguna (cf. MURGIA, 1980: 103), aunque reconociera, en Hist. I 1, 3, que su carrera no había ido mal bajo el tirano, al cual posiblemente debía también su propuesta como consul suffectus para el año 97. Esto, naturalmente, lleva a Murgia a enfrentarse con la entonces communis opinio15 que tenía a como a primera obra del historiador al Agrícola, publicado hacia el 98 d. C. Frente a tal doctrina,16 decíamos, MURGIA (1980: 101 ss.) razona que si las huellas del Dialogus que él detecta en el Agricola y en la Germania son realmente tales, y segura, como parece, la datación de esas obras en los años 97-98, tal fecha ha de servir también como terminus ante quem del propio Dialogus. En consecuencia, este tendría que ser datado precisamente en el hueco del año 97, tras la publicación de la Institutio de Quintiliano y la muerte de Domiciano y antes de la aparición del Agricola y la Germania, en el 98 (MURGIA, 1980: 108). El estudioso norteamericano también ajusta cuentas con la ya aludida y no menos divulgada opinión que retrasaba la publicación del Diálogo incluso hasta el año 107, y precisamente basada en un texto que más abajo tendremos que examinar con más detalle: la Epístola IX 10 de Plinio, de la que LANGE (1814) sacó su conocido argumento a favor de la paternidad de Tácito. Sin embargo, parece ser otra obra de Plinio la que en este caso nos orienta hacia la fecha justa, pues MURGIA (1980: 104) da por buenas las pruebas aducidas en su día por BRUÈRE (1954) y GÜNGERICH (1951) de que su Panegyricus, del año
15 Véase la que el ya citado artículo de BORZSÁK (1968: 433) en el Pauly-Wissowa decantaba para su fecha: el Diálogo no habría sido escrito más o menos contemporáneamente a los otros dos Opera minora, sino algunos años después, tras la publicación de los primeros libros de las Historias. 16 BARNES, 1986: 230 ss., se ocupa con detalle de este punto y en particular de la cuestión de si el prólogo del Agricola (3, 1-3) da a entender que esa era la primera publicación del autor, como pensaba, entre tantos otros SYME, 1958: 671; y corrigiendo sutilmente a MURGIA, respalda lo fundamental de su tesis, sosteniendo que lo que el prólogo del Agricola dice es que Tácito no publicó el Diálogo bajo Domiciano, pero no que no lo hubiera publicado antes que el Agricola.
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PRÓLOGO
100-101, «tiene muchas imitaciones del Dialogus»; aparte de lo que parece sugerir cierta contradicción ideológica entre una y otra obra.17 En MURGIA 1985 el filólogo de Berkeley volvió sobre la datación del Diálogo. En su nueva aportación da por probada la autenticidad de la obra y su datación en el año 97, pero también aporta más indicios y hasta pruebas que las apuntalan. Por lo demás, aunque centrado en el Diálogo, este trabajo concierne de manera principal a la cronología y estructura del epistolario de Plinio el Joven, en el que el autor trata de encontrar un terminus ante quem que apoye su citada cronología del primero. Esta vez Murgia toma pie en el trabajo muy anterior y ya aludido de R. T. BRUÈRE (1954), que identificaba una presunta huella de Dial. 36, 1 (motibus excitatur) en PLIN., Ep. I 6, 2 (motuque corporis excitetur). Ese locus similis, ya advertido antes por algunos editores, había sido aducido por el autor citado y luego por otros en la cuestión de la paternidad, pero no en la de la cronología del Diálogo, en la cual podía tener su trascendencia. En efecto, si el libro I de las epístolas plinianas databa de los años 97/98, según también había conjeturado SYME (1958: 660), y en él había una huella del Diálogo, resultaba insostenible la cronología del mismo como no anterior al año 101 que el propio SYME (1958: 672) había propugnado.18 Tras un minucioso 17 MURGIA (1980: 121), tras citar a SYME (1958: 113, 670 ), principal promotor de la datación en el 101/ 102 (consulado de Fabio Justo, o poco después), y que afirmaba que el Dialogus, para él aparecido inmediatamente después del Panegyricus, en las palabras de Apro «pronunciaba el epitafio de la elocuencia contemporánea no puede haber sido tenido por un cumplido a Plinio», llevando las cosas a sus últimas consecuencias, afirma que en tales términos el Dialogus hasta podría contener «a pointed insult to Pliny», para el que Tácito no tenía razón alguna. En esa misma línea argumenta BARNES (1986: 225-244): si Tácito hubiera escrito el Diálogo después del año 100, cuando Plinio había ultimado su Panegírico, su proclamación inicial de la decadencia de la oratoria sería un grave desaire a su amigo; y por otra parte, está de acuerdo en que el Panegírico revela un previo conocimiento del Diálogo por parte de Plinio, según había demostrado BRUÈRE, 1954 y confirmaría GÜNGERICH, 1956: 145 ss. Plinio intentaría hacer ver que el juicio pesimista de Tácito no estaba justificado. 18 Al respecto de la cronología del Diálogo, en su Apéndice 28 (pp. 670 ss.), SYME, 1958 se inclina por una fecha dramática hacia los años 74/75, y data la composición en torno al consulado de Fabio Justo en el 102 o unos 4/5 años más tarde. En 118 se había inclinado por llevarla hasta el 105/106.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
análisis de uno y otro locus, MURGIA (1985: 175) concluye que, en efecto, ahí Plinio imita a Tácito;19 y tras lograr ese «modest argument» en su favor, se dispone a recabar «stronger evidence», partiendo de que la reminiscencia se produce precisamente en una carta dirigida a Tácito y, según parece, antes de que pasara un año tras la composición del Diálogo, según la cronología que él da por buena. Pero ahondando más en ese paralelo, MURGIA (1985, loc. cit.) examina y descarta por irrelevante e insegura la hipótesis de que la iunctura en cuestión provenga en última instancia de un topos amatorio (OU., Am. I 2, 11).20 En cambio, aduce un testimonio de presunta autocita de Tácito, que poco atrás había escrito motibus concitetur, al parecer en deuda con CIC., De or. I 12, 53, donde se lee (y entrecortamos el texto para citar solo los términos relevantes): iram… permotionibus… lenitatem misericordiamque… nisi qui ad naturas hominum uimque… incitantur; pasaje que estaría imitado en Dial. 31, 2-3: nisi qui… naturam humanam… iram… leniat… ira,… misericordia… quibus… motibus concitetur. MURGIA (1985: 177 s.) concluye una vez más que: «Es Plinio el que ha imitado a Tácito»; y pasa luego a un inventario y análisis pormenorizado de las presuntas huellas del Diálogo en las epístolas plinianas. No nos detendremos en el examen que hace Murgia de los nemora et lucos de Dial. 9, 6 y 12, 1, recurrentes en PLIN., Ep. IX 10 (y en estrecha relación temática con la ya citada I 6), que dieron lugar al argumento de Lange a propósito de la autoría, de la que luego hablaremos.21 En cuanto al resto de los similia, nos limitaremos a recoger algunos datos del balance que ofrece MURGIA (1985: 189): en el libro I hay 8/9 cartas que acusan imitaciones; en el II, 2; en el III 3/4; en el IV, 1; en el V, 3; en el VI, 3; en el VII, 2; en el VIII, 0/1; en 19 En cuanto que el pasaje de Plinio es «alusivo», es decir que no puede entenderse sin referencia a su fuente; cf. MURGIA, 1985: 179. 20 Vidi ego iactatas mota face crescere flammas; el autor cita otros pasajes similares del poeta. 21 Aunque, creemos que una vez más con razón, se remonta en ese punto a la fuente de QUINT., I. O. X 3, 22: non tamen protinus audiendi qui credunt aptissima in hoc nemora siluasque.
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PRÓLOGO
el IX, 2/3. Y muy significativamente, en el libro X, el muy singular de las cartas a Trajano, no parece apreciarse ninguna. Dentro del Diálogo, los similia se distribuyen de la siguiente manera: 17 en los primeros 10 capítulos, 8 en los siguientes 10, 4 en la decena siguiente, 6 en la siguiente y 2 en el cap. 41, lo que sería ilustrativo de una tendencia a sacar las imitaciones y citas del comienzo de la obra modelo. En cuanto a la distribución en el epistolario, Murgia subraya el predominio del libro I, cuyas cartas parecen datar de los años 96/97, que serían, pues, las más cercanas en el tiempo a la fecha en que el Diálogo se escribió. Tampoco nos detendremos en las, al parecer, abundantes huellas que el mismo dejó en el Panegírico del propio Plinio, pronunciado en el año 100 (cf. MURGIA, 1985: 190), ni en el detallado estudio de la composición, de las varias cronologías de las epístolas datables y de la estructuración de la colección que hace el estudioso americano (MURGIA, 1985: 191 ss.), que data la publicación de la misma a partir del año 98. En cuanto a la fecha en que Plinio pudo conocer el Diálogo, tal vez fuera en una de las recitationes de las que habla a menudo, no más tarde del verano del 97, e incluso aventura que quizá ya supo de él en la primavera del mismo (MURGIA, 1985: 206). El terminus ante quem que el estudioso buscaba parecía así razonablemente establecido. No era tal la opinión que C. O. BRINK (1994) dio a conocer en un artículo póstumo en el que sometió a severa crítica los argumentos y conclusiones de MURGIA (1980, 1985). En ese trabajo examinó hasta ocho distintas propuestas de cronología del Diálogo, no siempre excluyentes entre sí: 1) Una datación «pre-domicianea», es decir, en tiempos de Tito, por no decir de Vespasiano; 2) una bajo Domiciano (dataciones esas dos que descarta de antemano, la una en razón del iuuenis admodum que en 2, 1 dice Tácito que él era en la fecha dramática del debate, y la otra por la relevancia otorgada al delator Eprio Marcelo, que en el 79 se reveló como «un enemigo de la dinastía» al conspirar contra Vespasiano); 3) una bajo Nerva, la sostenida por Murgia, de la que hace la larga crítica que luego veremos; 4) la que excluye una datación precisamente en el 100 d. C. [CCXXXIV]
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
(KAPPELMACHER, 1932), que a su vez excluye él con claras razones; 5) la datación en tiempo de Trajano, antes del Panegírico de Plinio, que para BRINK (1994: 272) proporciona un término ante quem; 6) la que toma pie en el consulado de Fabio Justo, el dedicatario, en el año 102, que Brink parece estimar tan poco como Murgia; 7) una fecha después de Historias I-II (años 105/106), que remonta a BARWICK (1954),22 pero que también mereció las simpatías de SYME (1970: 118); 8) una fecha algo posterior (a 102 y «by implication 105-106») en razón de concomitancias con cartas de Plinio, también considerada por SYME (1958: 672), con razones que BRINK (1994: 273) no comparte. Pero, como decíamos, BRINK (1994: 253-264) dedica la mayor parte de su argumentación a analizar y criticar la aducida por MURGIA (1980, 1985) en defensa de su datación en el año 97, empezando por la «fraseológica» y concluyendo con la «histórica». En el primero de esos capítulos se centra en las afinidades entre el Diálogo y los otros dos Opera minora, distinguiendo lógicamente la cuestión de la verosimilitud de los presuntos similia y la del sentido de esos casos de intertextualidad (a saber, si se trata, como decíamos, de fenómenos metodológicamente irreversibles que acrediten al Agricola y a la Germania como deudores del Diálogo). Tres pasajes del Diálogo que MURGIA (1980) consideraba como autocitados en los otros Opera minora tienen, a su vez, claros precedentes, dos en Cicerón y uno en Quintiliano, por lo que BRINK (1994: 254) estima precipitado concluir que el itinerario de esas huellas sea precisamente el postulado por él, y los deja en simples «paralelos de estilo». Además, somete a crítica el criterio de la «alusividad» que Murgia aducía a efectos de establecer el sentido histórico de la presunta imitación: el pasaje aludido sería, por así decirlo, semánticamente autosuficiente, en tanto que su imitación precisaría de la asistencia del mismo para ser comprendido. Sin embargo, BRINK (1994: 255) estima, y bastante razonablemente, que «la alusividad es por definición difícil de captar, y que en consecuencia de dudoso valor para resolver problemas de datación». 22 El autor ya se había pronunciado sobre aspectos varios del Diálogo en BARWICK, 1913 y 1929.
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PRÓLOGO
Pasando ya a las presuntas huellas del Diálogo en las cartas de Plinio, especial objeto de MURGIA 1985, y en particular al caso ya antes considerado del motibus excitatur de 36, 1 (en relación con 31, 6) y PLIN., Ep. I 6, 1-2, una «corner stone» en la argumentación de MURGIA (1985), tras un detallada Quellenforschung BRINK (1994: 262 s.) también lo descarta como significativo.23 En cambio, saca a la luz, citando a CLARKE (1953: 187) un curioso «quasi-parallel» del citado 36, 1 en SEN. RHET., Controu. II 2, 8, donde se recuerda un dictum del rétor hispano Porcio Latrón, maestro de Ovidio: memini Latronem in praefatione quadam dicere quod scholastici quasi carmen didicerunt: ‘non uides ut immota fax torpeat, ut exagitata reddat ignes?’; pero tampoco lo considera relevante para el asunto principal a discutir. Y concluye: «En suma, pues, Murgia ha elaborado una detallada demostración para datar el Diálogo en tiempo de Nerva y, además, como la primera obra publicada de Tácito, es decir, antes del Agrícola (97-98) y de la Germania (98). Pero yo espero haber hecho ver que la demostración, aunque laboriosa y erudita, no tiene una base segura. Esto no es porque, a partir de datos como Agr. 3, 1, crea que es demostrable que Tácito no publicó nada antes del Agricola. Me refiero más bien a ciertos pasajes del Agricola y la Germania que MURGIA (1980) pretendía que estaban influenciados por el Diálogo, y en particular a la semejanza entre Dial. 36, 1 y PLIN., Ep. I 6, 2, que alegaba con similar propósito en 1985». No tenemos aquí espacio para exponer la crítica de BRINK (1994) a las otras propuestas de datación antes mencionadas; pero sí reseñaremos su buena acogida a las del ya citado BRUÈRE (1954) y de GÜNGERICH (1956) sobre las huellas del Diálogo en el Panegírico de Plinio, pronunciado en el año 100 y luego revisado para su publicación en el 102 o en el siguiente, huellas que sí estima de provecho para el establecimiento de un terminus ante quem en setiembre del 23 Conste, en cambio, que BRINK (1994: 262 y n. 25; 273) da por segura la huella de Dial. 9, 6 y 12, 1 en los nemora et lucos de PLIN. IX 10, 2, los del argumento de Lange, del que luego trataremos.
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primero de esos años (BRINK, 1994: 269).24 En fin, el autor acaba inclinándose por una datación entre los años 98 y 103, no sin lamentarse que la misma quede «incómodamente amplia» (BRINK, 1994: 275);25 pero no se olvide que el título de su artículo, al fin y al cabo, planteaba, y a secas, la mera posibilidad de una datación del Diálogo. En fin, tampoco podemos entretenernos aquí comentando las «Conclusiones para la Historia Política» con las que BRINK (1994: 275280) cierra su largo trabajo, pues ya es hora de que tomemos posiciones claras sobre el asunto capital que venimos tratando, el de la cronología del Diálogo. Y a su respecto, a nosotros nos siguen pareciendo convincentes los argumentos de MURGIA (1980, 1985), y por ello su datación en el año 97, en el efímero reinado de Nerva, y antes de que se publicara ninguna otra obra de Tácito.26 También aboga por una cronología temprana —bastante más— la innovadora hipótesis de TSCHERNIAK (2005: 100 ss.), muy original, además, en cuanto que considera que el Diálogo era «un discurso defensivo disimulado» para reivindicar ante Domiciano a Curiacio Materno, que había quedado en una posición dudosa por haber ofendido a los potentes en sus tragedias. Anticipándonos a cuestiones prosopográficas que más abajo abordaremos (véase infra nuestro § 5), nuestro Curiacio no sería el «declamador» ejecutado por el tirano del que habla CASIO DIÓN (LVII 12, 5); TSCHERNIAK (2005, loc. cit.) piensa más bien, como ya había supuesto, entre otros, SYME (1982-83), en el mencionado en MART. IV 60 y otros pasajes. Este personaje, al parecer, 24 Sin embargo, téngase también presente la opinión de E. WOYTEK, 2006: 115-156, que rechaza la datación más o menos tradicional en 100/101, en razón de sus «correspondencias» con el Diálogo y con los primeros libros de las Historias, y de las autocitas del epistolario del propio Plinio. Su terminus post quem sería la segunda mitad del año 107. 25 Ya en la última página de su artículo, BRINK (1994: 280) habla de «a comparatively early Trajanic date (99-10)». 26 Entre los pronunciamientos más recientes sobre el asunto citaremos en de SH. BARTSCH (1994), apud ASH 2012: 149 ss., que estima «irrefutablemente» probado por Murgia que las reminiscencias de Cicerón y Quintiliano detectadas en el Agricola y la Germania les llegaron por vía del Dialogus.
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PRÓLOGO
había muerto en Tíbur hacia en 88/89, fecha en la que TSCHERNIAK cree que el Diálogo pudo componerse.27 Pero esto no pasa de ser una hipótesis. 2. LA
CUESTIÓN DE LA AUTORÍA28
Recuerda oportunamente MAYER (2001: 18 s.) que no nos ha llegado de la Antigüedad noticia alguna sobre los Opera minora de Tácito, lo que, entre otras cosas, explica que el humanista Poggio Bracciolini, en la que parece ser la primera noticia de su descubrimiento —su carta a N. Niccoli de 1425—, diga sin más que en el manuscrito del monasterio de Hersfeld se conservaban aliqua opera Cornelii Taciti nobis ignota;29 es decir, a diferencia de tantas obras definitivamente perdidas de las que conocemos títulos, contenidos e incluso fragmentos, en la tradición clásica no había quedado hasta esa fecha noticia alguna del Agricola, la Germania y el Diálogo; los cuales, pues, de no ser por el codex Hersfeldensis, no hubieran encontrado un lugar ni siquiera en el seno de la littérature latine inconnue, que decía Bardon. En 1426, una epístola del Panormita a Guarino30 y, sucesivamente, varios otros testimonios de humanistas empezaron a dar más detalladas noticias sobre el contenido del manuscrito de Hersfeld, pronto llevado a Roma, facilitando el exacto conocimiento de los títulos y textos de las obras redescubiertas, salvo que, como ahora veremos, la autoría del Diálogo no parece haber quedado por entonces tan bien acreditada como la del Agricola y la Germania. 27 Sobre Curiacio Materno y los demás personajes del Diálogo trataremos infra, en nuestro § 5, Prosopografía del Diálogo. Adelantemos que TSCHERNIAK no parece tener noticia del Curiacio Materno acreditado por la inscripción de Liria a la que más abajo no referiremos. 28 Hasta su fecha, ofrece una buena historia quaestionis HASS-VON REITZENSTEIN, 1970: 7-9, que, sin embargo, como luego veremos, parece un tanto reacia a pronunciarse claramente sobre el fondo de la cuestión. 29 La noticia corresponde al T(exto) 1 de los que censa MERKLIN, 1991: 2257. El descubridor del códice parece haber sido el monje Heinrich von Grebenstein, que habría pasado la información a Poggio. 30 Es el T(exto) 2 de los censados por MERKLIN, 1991: 2257.
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Por ese y por otros motivos el Dialogus es la única de las obras atribuidas a Tácito que ha suscitado problemas de autenticidad, autoría o paternidad. Y en esa debatida cuestión es preciso distinguir dos partes: la previa de en qué condiciones de atribución llegó la obra a la época moderna y la sustancial de si realmente se trata de una obra de Tácito. En la primera de tales partes es clara la primacía que exigen los datos de la propia tradición manuscrita y de las noticias que los humanistas dejaron sobre el vehículo en el que la misma rebrotó en el Renacimiento tras, por así decirlo, su dilatado Guadiana medieval: el ya citado y nuevamente perdido codex Hersfeldensis, al que se sigue reconociendo como fons et origo de toda la tradición conocida de los Opera minora. Si, como bastantes autores creen,31 el Hersfeldensis no contenía indicación alguna del autor del Dialogus, esta sería la única de las tres Obras menores que habría llegado a la Edad Moderna al borde de la anonimidad. El testimonio, directo o verosímil, de la tradición manuscrita reclama en este punto —decíamos— el primer lugar. Y a este respecto parece haber adquirido especial importancia la reivindicación del códice V(indobonensis n. s. 2960, olim 711) promovida por el filólogo norteamericano R. P. ROBINSON (1922; 1935: 12; 89, donde se lo denomina W),32 que abrió camino a la idea de que ese manuscrito, 31 Dentro de esta posición ocupa un lugar destacado la crítica de REITZENSTEIN, 1915: 173 ss., a la edición de GUDEMAN (19142), que había dado por bien documentada la atribución del Diálogo a Tácito. Tras refutar los argumentos en que aquel la fundamentaba, Reitzenstein propuso como únicas salidas posibles del debate o bien la de que el nombre del autor se hubiera omitido por error en la fuente de la «Instruktion» del humanista N. Niccoli (de la que luego hablaremos), o bien la de que el nombre fuera añadido a posteriori al Hersfeldensis; cf. MERKLIN, 1991: 2260, el cual recuerda la muy posterior rehabilitación de esa segunda tesis por (GÜNGERICH-)HEUBNER, 1980: 186 ss., 191), quien subraya que el testimonio de Decembrio, que sí atribuye la obra a Tácito, es 25 años posterior al de Niccoli. Heubner sospecha que el nombre del autor fue introducido en el arquetipo por el propio Enoch de Ascoli, el que lo llevó a Roma, en la idea de dar un valor añadido a su hallazgo. 32 El primero de los estudios citados concernía a la tradición manuscrita de la cuarta obra que en el Hersfeldense acompañaba a los Opera minora: el fragmentario De grammaticis et rhetoribus de Suetonio. El segundo es su famosa y ya comentada
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PRÓLOGO
pese a sus abundantes faltas, es un descendiente bastante fiel (para algunos incluso directo)33 del Hersfeldensis.34 Y es que parece muy verosímil que V refleje precisamente lo que sobre la paternidad del Dialogus podía leerse en su perdido arquetipo: una inscriptio sin mención de autor y una subscriptio en la que Tácito figurara como tal.35 Esa disimetría tendría su explicación, siempre según Robinson: si en el arquetipo faltara toda referencia de autor y la que contiene la subscriptio de V fuera una aportación, fundada o no, de su copista (Hugo Haemste; Roma, 1466), sería de esperar que también la hubiera introducido en la inscriptio de su manuscrito; y si en la del arquetipo hubiera constado la autoría de Tácito, no es verosímil que la hubiera omitido (cf. MERKLIN, 1991: 2261). Nosotros no vemos razones para discrepar de ese sencillo razonamiento,36 que nos parece una muestra edición de la Germania. Precursor de esa reivindicación parece haber sido FR. SCHEUER, 1891, si bien su interés no se centraba en ese ms., sino en el E (Ottobonianus Latinus 1455). 33 Así, por ejemplo, para BO (1993: 98 ss., 184 ss.): «è chiaro [che V] deriva recta via [dal Hersfeldensis]… Esso è trascrizione fedele dell archetipo…». Lo mismo opina del ms. B. MERKLIN, 1991: 2270 ss y 2275 se muestra inclinado a considerar V (el W de ROBINSON y otros) como apógrafo directo del códice de Hersfeld. Sobre estas cuestiones volveremos infra, § 9, al tratar de la tradición manuscrita. 34 Al hablar de la tradición de la Germania, ya decíamos que ROBINSON 1935, en el amplio stemma que cierra su libro, adjudicaba a V (para él W) un lugar muy próximo al Hersfeldensis, al considerarlo como copia directa de su subarquetipo de primera generación [x]. 35 MERKLIN (1991: 2269) va más lejos, con su interesante hipótesis de que V «muestra, pues, la marca característica de un códice más antiguo que en su disposición todavía conserva la imagen del rollo de papiro, en el cual el título principal con indicación del autor se encontraba al final». El texto del Diálogo transmitido en el Hersfeldensis derivaría de un códice tardoantiguo en mayúscula, y ese rasgo que V presenta sería fundamental para la historia de la tradición. 36 BO 1993: 62, también decididamente contrario a la tesis de que en el Hersfeldensis el Dialogus apareciera adespoto, llega a afirmar, tal vez con cierto optimismo, que «il Haemste,… copiando meccanicamente tralasciò, per fortuna, il nome di Tacito nel incipit, dove non esisteva, dandoci la possibilità di spiegarci il mistero della paternità e aiutandoci a risolvere altre quetioni riguardanti il Dialogus». Sin embargo, WINTERBOTTOM, 1994: 57 s., en su recensión de BO 1993, considera como «an important thread the priority given by B[o] to the Vienna manuscript V»; pero sobre esto volveremos al tratar de la tradición manuscrita en sí misma. De entre las críticas negativas de que fue objeto ROBINSON, 1935; MERKLIN, 1991: 2261, subraya la de GUDEMAN,
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
de sentido común aplicado a la filología. Estimamos, pues, improbable que el codex Hersfeldensis no atribuyera a Tácito la autoría del Dialogus. Sin embargo, como con razón lamenta MERKLIN (1991, loc. cit.), la aportación de Robinson tardó mucho en encontrar entre los estudiosos el eco que «hubiera ahorrado a la investigación decenios de extravío».37 Esa contribución tenía obvia trascendencia en el no menos importante ámbito de los testimonios humanísticos38 sobre el descubrimiento del Hersfeldensis, pues resolvía de manera verosímil la contradicción entre el inventario del monje de Hersfeld, que no mencionaba autor alguno del Dialogus, y la «Instruktion»39 de N. Niccoli basada en él, de una parte, y de otra la noticia de Pier Candido Decembrio,40 que lo da por obra de Tácito. La explicación de ROBINSON, pues, aportó claridad a la cuestión de la autoría del Diálogo en lo concerniente tanto a la tradición manuscrita como a las noticias humanísticas sobre la misma; de manera que por esos conceptos no ha lugar a hablar de un anonimato de la obra ni, en consecuencia, razón para negar su atribución a Tácito. Esta cuestión de la atribución del Diálogo a la luz de los testimonios humanísticos sobre el Hersfeldensis ha sido también tratada bastantes años después por R. HÄUSSLER (1986) en un amplio y denso artículo. Ese conocido estudioso de Tácito quería poner en valor un descubrimiento hecho unos años antes por N. RUBINSTEIN (1958): el de una carta inédita 1937, en su recensión, en la que afirmaba que ese manuscrito tenía para el Dialogus «eine ganz untergeordnete Rolle». 37 El propio MERKLIN, 1991: 2276 s., da una amplia relación de «Forschungsberichte». Para los años posteriores bastará con remitir a la página web de la Gnomon Bibliographische Datenbank, s.u. «Tacitus, Dialogus». También RÖMER, 1991: 2332 apoya la tesis de ROBINSON, 1935. 38 Puede verse un documentado censo, ya citado, de los quince fundamentales en MERKLIN, 1991: 2257 ss. 39 La que en 1431, y basándose en el inventario conocido de Hersfeld, dio a los cardenales Cesarini y Albergati para su viaje a Alemania en procura de códices de ese y otros monasterios; es el T(exto) 9 de MERKLIN, 1991: 2258, que fue publicado por E. Jakobs en 1913. 40 Es el texto n.o 10 de MERKLIN, 1991: 2258, que fue publicado por SABBADINI, 1901: 262-264. Sobre el testimonio de este humanista véase también BO, 1993: 42 s.
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PRÓLOGO
escrita en torno a 1475/76 por un humanista de segunda generación, Jacopo di Poggio, hijo del bien conocido Poggio Bracciolini. Häussler hace un detallado cotejo de la relación de pretéritos hallazgos de clásicos, en especial en el Hersfeldensis, que da Jacopo con los testimonios del Panormita (1426), en los que solo a título de conjetura (ut coniectamus) se atribuye a Tácito el «dyalogus de oratore», y de Niccoli (1431), en el que no hay una atribución expresa, pero sí postulable si se supone en el autor un «momento de inercia» (HÄUSSLER, 1986: 81) que lo hubiera llevado a no reiterar por tercera vez el nombre de Tácito. El caso es que, al parecer, Jacopo elaboró su informe sobre la base de «väterlichen Papieren», en los que sí constaría la atribución del Diálogo a Tácito, a diferencia de otros testimonios suyos. Se confirmaría así algo que en la introducción a su edición ya conjeturaba KOESTERMANN: que el Panormita tenía sus razones para compartir la atribución dicha; pues incluso parecía sostenible que la misma no solo figurara en el explicit del códice carolingio, sino también en el propio incipit (HÄUSSLER, 1986: 82). Algo distinta es —decíamos— la cuestión de la propia paternidad del Diálogo, en la cual los datos y argumentaciones que acabamos de considerar no son los únicos a tener en cuenta. En efecto, ya en los tiempos del Humanismo hubo quienes pusieron en duda o simplemente negaron que el Dialogus fuera obra del historiador. Así, en 1519, lo hizo, no sin vacilaciones, Beato Renano,41 benemérito de la crítica textual de Tácito; años más tarde (1574, 1585), el mismísimo Justo Lipsio, máxima autoridad de su tiempo en el autor, se opuso frontalmente a la atribución42 y, ya en el siglo XVII lo hicieron C. Pichena (1607) y J. F. Gronovio (1672).43 Esa posición ha sido 41 Escribió: hunc dialogum vix crediderim esse Taciti, en su edición de Basilea de la fecha citada; tomamos la noticia de BO, 1993: 43 s. 42 Véase al respecto el apartado correspondiente de BO, 1993: 44 s., que considera a Lipsio como “punto di partenza e di riferimento della secolare tormentosa storia della paternità del Dialogus. 43 Sobre tesis e hipótesis de los siglos XVII y XVIII, que proponen a autores como Plinio el Joven, Suetonio o a algunos de los personajes del Dialogus, véanse (GÜNGERICH-) HEUBNER, 1980: 191; BO, 1993: 45.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
sostenida luego por autoridades como N. Madvig,44 y hasta casi nuestros propios días, entre otros, por E. PARATORE (19622:101-169),45 con lo que queda claro que no se trata de una cuestión menor. A este respecto nos parece digna de tenerse en cuenta cierta observación previa que hace MAYER (2001: 19 s.): el autor del Diálogo «obviamente, no intenta pasar por Tácito»; es decir, no estamos ante un fake o pseudepígrafo, como, por ejemplo, la invectiva pseudosalustiana contra Cicerón. En efecto, un falsario tenía bien a mano modelos de los que imitar el estilo característico del historiador, que evidentemente no imitó. Así, pues, «o bien el Dialogus es obra de un maestro desconocido que no tenía la intención de perpetrar un fraude, o es del propio Tácito, que para la ocasión ha adoptado un estilo diferente del que iba a usa en sus obras históricas».46 Y, en efecto, aunque el argumentario de los estudiosos contrarios a la autoría de Tácito ha variado con el tiempo y los pareceres, en su núcleo ha estado siempre la cuestión del estilo, pues cualquier lector medianamente avezado se percata sin tardar de cuánto difiere el del Dialogus del de las Obras mayores del autor, e incluso de las otras dos menores: es un estilo netamente ciceroniano, al modo del reivindicado en aquellos tiempos por Quintiliano47 —frente al nuevo estilo de Séneca y de los tiempos de Nerón48— y practicado también Según MAYER, 2001: 19. Puede verse un censo de las opiniones contrarias a la paternidad de Tácito en el ya citado BO, 1993: 43 ss.; (GÜNGERICH-)HEUBNER, 1980: 101 s.; 191, y BALLESTER, 2012: 201. Véase también el ya comentado status quaestionis de HASS-VON REITZENSTEIN, 1979: 7-9, que, aunque parece compartir la casi general unanimidad de los estudiosos modernos a favor de la autoría de Tácito, siguiendo a BARDON (1953: 166-187) afirma que el asunto no podrá zanjarse en tanto que no haya un códice independiente del Herfeldensis que la acredite, por lo que se enfrenta al Diálogo como a una obra anónima. 46 Por lo demás, y con todo acierto, MAYER (2001: 20) también reseña y documenta la aparición en el Diálogo de una cierta «Tacitean phraseology». 47 Por ejemplo, en I. O. III 1, 20. 48 Recordemos el juicio del propio Tácito (Ann. XIII 3, 1) sobre el discurso inaugural de Nerón, que da como obra de su maestro: quamquam oratio a Seneca composita multum cultus praeferret, ut fuit illi uiro ingenium amoenum et temporis eius auribus accommodatum. 44 45
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PRÓLOGO
por su discípulo Plinio el Joven, como hemos visto buen amigo y colega de Tácito. Es importante recordar en este punto que en los Prolegomena a su edición del Diálogo, A. GUDEMAN (19142: 20-29) dedicó unas cuantas páginas al estilo de la obra en relación con la cuestión de su paternidad; y que en ellas trazó una de las más completas semblanzas de ese estilo de las que disponemos hasta la fecha. A decir verdad, no le faltaba razón para afirmar, citando a Schanz, que, partiendo de que la autenticidad de la obra estaba bien acreditada en la tradición manuscrita, como él pensaba, lo metodológicamente indicado no era tratar de explicar las singularidades de estilo del Diálogo, sino las de las de las obras históricas del autor, canon del Tácito indubitado. El estudioso germano-americano,49 tras reafirmarse en su convicción de que la debatida Stilunterschied del Diálogo con respecto a las obras históricas de Tácito solo era una cuestión de diferencia de género, y debida por ende a la tradición en la que el mismo se inscribía —la que va de la Rhetorica ad Herennium y de Cicerón hasta Plinio el Joven, pasando por Séneca el Rétor y por Quintiliano—, denunciaba, entre otros, un claro error en la investigación anterior: el de que confrontaba directamente el Diálogo con las Historias y los Anales, dejando de lado los otros dos Opera minora. Empezando por reseñar diferencias, GUDEMAN (19142: 21) da cuenta de unos sesenta términos que, por propios de la lengua técnica de la retórica, en buena parte de estirpe griega más o menos directa, aparecen casi exclusivamente en el Diálogo. Señala luego otras muestras de la imitación del «creador del género», el Cicerón del De oratore, y entre ellas la inconfundible del empleo profuso de los pares de sinónimos o «conceptos tautológicos» (la que nosotros hemos 49 Alfred Gudeman había nacido en un pueblo cercano a Atlanta (Georgia, USA) en 1862, de una familia de judíos alemanes emigrados. Completó su formación en Berlín con Hermann Diels, al que dedicó su edición del Diálogo; y tras desempeñar puestos académicos de menor cuantía en su país, se instaló en Alemania como redactor del Thesaurus Linguae Latinae. Adoptó luego la nacionalidad alemana, gesto que mal le agradeció su nueva patria, pues, como judío que era, acabó internado en el campo de concentración de Theresienstadt —el Lager tolerable—, donde murió en 1942.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
llamado «expresión dual»),50 de los que registra en su Comentario en torno a cien, más de la mitad de ellos presentes en Cicerón. Por otra parte —decíamos—, denunciaba GUDEMAN (19142: 23) el error de perspectiva que veía en la comparación directa del estilo del Diálogo con el del Tácito historiador, sin tomar en consideración el Agricola y la Germania, que tanto en vocabulario como en estilo tienen en común con él no pocos rasgos ausentes en las Historias y Anales; y da un amplio inventario de términos que solo comparecen en esas obras menores. Además, los casos de expresión dual antes aludidos aparecen en cuantías similares en el Diálogo y el Agricola (63 y 64 casos), con menor frecuencia en la Germania (28), pero solo en unos 50 en el mucho mayor corpus que formas Historias y Anales, y aun en estas obras preferentemente en los discursos intercalados; y bastantes de los que aparecen en el Diálogo solo los encontramos también en el Agricola y en la Germania. Otros rasgos comunes a las tres obras serían «la relativa frecuencia de los abstractos en plural, del adjetivo neutro en singular y en plural y del participio perfecto pasivo como adjetivo; además, en el empleo de las partículas, la anástrofe de conjunciones y preposiciones, de et delante de negaciones y en uniones asindéticas, en el cambio o bien en la repetición de preposiciones….»; «en todos estos fenómenos sintácticos y estilísticos, … el Diálogo muestra un parentesco más cercano con el Agricola y la Germania que con las obras mayores»; y así concluye GUDEMAN (19142: 24) que «la singularidad estilística del Diálogo admite una motivación irrecusable y por ello no sirve como argumento contra la autoría de Tácito».51 En la misma línea, pero ya en época reciente, otros estudiosos como (GÜNGERICH-)HEUBNER, 1980: 191, apoyándose en criterios senta-
50 Recordemos que en su edición del Agricola, LÓPEZ-CAÑETE, 2013: 33, emplea el término «bimembración». 51 El autor todavía se extiende en las páginas siguientes en amplias alegaciones y copiosos testimonios de carácter léxico, fraseológico, sintáctico, estilístico y retórico característicos del estilo del conjunto de las obras de Tácito, que no vamos a recoger aquí.
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PRÓLOGO
dos por FR. LEO (1896), E. NORDEN, (19183)52 y otros estudiosos, ha insistido en la idea de que el estilo de cualquier autor antiguo está condicionado por el género literario en que en cada ocasión se inscriba. De ahí que en ese ámbito no sea fácil encontrar argumentos firmes en contra de la autoría de Tácito, si bien, como luego veremos, aún ha habido recientemente algunos interesantes intentos de hacerlo. Como en tantas otras polémicas filológicas, también en esta hay un locus classicus: el que dio lugar, hace ya dos siglos, al llamado «argumento de Lange», por el nombre del estudioso que lo propuso (LANGE, 1814).53 Lange reparó en un pasaje de una carta de Plinio el Joven (IX 9, 2), dirigida precisamente a Tácito, en la que da cuenta a su amigo de sus actividades en su retiro estival.54 El historiador le había advertido que debía honrar por igual a Diana y a Minerva; pero ante la escasez de jabalíes en sus tierras, Plinio había postergado sus proyectos de caza para dedicarse a tareas literarias. Ya en el viaje hacia su villa, y luego en ella, había escrito algunas cosas, pero al parecer de poca monta: seguramente prosa oratoria; pues acto seguido añade: «así, pues, están parados los poemas, que tú opinas que se hacen especialmente bien entre sotos y bosques». Nemora et lucos, escribe Plinio, y Lange se percató de que tales son palabras que el Diálogo 52 Acerca de la posición de LEO, 1896: 6, 9, y la teoría del género, véase también el pasaje que recoge BO, 1993: 49, de su recensión (1898: 169 ss.) a la primera edición de GUDEMAN: «El género exige su estilo, el que maneja diversos géneros tiene que escribir en estilos diversos». En cuanto a NORDEN, nos referimos obviamente a su Die Antike Kunstprosa (Leipzig - Berlín, 19153: 322 ss.). En la misma línea se inscribe el mucho más reciente MAYER (2001: 21 s.), reiterando el ilustrativo ejemplo del Apuleyo de los Florida frente al del Asinus, ya propuesto por NORDEN, loc. cit. 53 Sobre el argumento y sus contradictores y epígonos tratan, entre otros, (GÜNGERICH-)HEUBNER 1980: 192, y BO, 1993: 46-49 (véase en particular su reseña del evolucionismo estilístico de Tácito postulado por WÖLFFLIN (1866 ss.; cf. BORZSÁK, 1968: 496 ss.) en sus clásicos estudios sobre la lengua y el estilo del autor. MAYER (2001: 19) da por bueno el argumento de Lange, del que opina que «turned the tide», menguando las energías de los impugnadores de la paternidad. 54 La carta parece ser una continuación de I 6, en la que Plinio también habla a Tácito de la combinación de la caza de jabalíes y el cultivo de las letras. BORZSÁK, 1968, 431, con no poco ingenio, sospecha que Tácito hace un «Wortspiel» con el nombre latino del jabalí (aper) y el cognomen (en realidad la misma palabra) del Aper que interviene en el Diálogo.
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emplea en 9, 6 y en 12, 1, poniéndolas primero en boca de Apro y luego de Materno. Naturalmente, concluyó que ahí Plinio hacía un brindis al amigo, no solo recordando su precepto de combinar caza y escritura, sino también citando un pasaje de una obra suya. A Lange no le faltaron contradictores: así GUDEMAN (19142, ad loc.) hizo notar que la iunctura en cuestión se encuentra practicamente igual en tres pasajes de la Germania (9, 2; 10, 2; 45, 5), por lo que sería un poetismo más, sin mayor peso específico.55 Sin embargo, en años más recientes el argumento de Lange y lo que el mismo conlleva han recibido un notable respaldo gracias al trabajo de E. LEFÈVRE (1978), que, en opinión de HÄUSSLER (1986: 73), lo renovó y situó en su más relevante contexto. Para la historia quaestionis desde sus orígenes hasta 1990 disponemos de un instrumento bien afinado: el ya citado Bericht que ofrece BO (1993: 39-72) y al que aquí nos atendremos, reseñando solo los pronunciamientos más recientes y relevantes. No volveremos sobre los ya comentados acerca de la autoría del Dialogus ni sobre las también ya aludidas sospechas formuladas sobre ella por notables humanistas (cf. BO, 1993, 39-45). Tampoco consideramos necesitada de mayor complementación lo ya dicho sobre el argumento de Lange y sus contradictores.56 BO (1993: 50) proporciona una sumaria nómina de impugnadores de la paternidad en la primera mitadel siglo XX, en la que figuran nombres como los de Kinzle, Gallavotti, Valmaggi y otros. Y pasa 55 Argumento que bien pudiera volverse del revés, considerando la iunctura como un cliché, pero acuñado precisamente por Tácito. En parecido sentido se pronuncia E. LEFÈVRE, 1978, al que sigue Heubner (GÜNGERICH-HEUBNER, 1980: 192), aunque en tono más moderado: no puede ni excluirse ni afirmarse que Plinio cite a Tácito. Sin embargo, se muestra partidario decidido de la atribución al historiador. Véase BO, 1991: 46, sobre los opositores de Lange, alguno de los cuales llegó a negar la autenticidad de la carta de Plinio. 56 HÄUSSLER, 1986: 82, reseña a este respecto la intervención de W. ALY, 1913, y esgrime frente a ella el «herausrragenden Forschungsbericht» de H. DREXLER, 1929. Llama la atención la cautela con que REITZENSTEN (1915, passim) habla de «el autor del Diálogo», aunque parece aceptar el argumento de Lange. En todo caso, en su página 212 afirma que «La identidad del autor me parece casi segura».
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PRÓLOGO
luego a una más extensa de los que se les sumaron en la segunda mitad de la centuria. Entre ellos, naturalmente, descuella con su reconocida autoridad el ya citado PARATORE, sin duda el máximo adversario moderno de la autoría tacítea. Su posición ya estaba expuesta, y por extenso, en la primera edición de su famoso Tacito (1951, 145 ss. = 19622, 101-169). A su entender, el Dialogus no podía ser considerado como obra del historiador, sino tal vez —cosa que no era nueva— de un ciceroniano cualificado del tiempo, Gn. Octavio Titinio Capitón. Tomaba esa posición tras despachar el argumento de Lange y minusvalorar la «genus-Theorie» de Leo y las observaciones lingüísticas de E. WÖLFFLIN (1867, 1868) y otros, así como el testimonio de la tradición manuscrita; todo ello —hay que reconocerlo— por medio de una extensa y erudita argumentación, en cuyos pormenores no ha lugar a entrar aquí.57 Entre medias de las dos ediciones de PARATORE se publicó la otra gran contribución —tal vez la máxima— del siglo XX al estudio de nuestro autor, el Tacitus de sir R. SYME, (Oxford, 1958), que, al igual que bastantes otros estudiosos de esos años,58 no parece mostrarse favorable a la impugnación de la paternidad planteada por el prestigioso profesor romano.59 57 En su «Appendice II», PARATORE, 19622: 583-628, reedición de un artículo de 1954, se reafirma en su tesis y argumenta profusamente contra los dos principales críticos que hasta la fecha le habían surgido: V. Capocci, «Il Dialogus de oratoribus opera giovanile di Tacito», Annali della Facoltà di Lettere e Filosofia dell’Università di Napoli, 1952 (non uidimus); y H. BARDON, 1953. En los «Tacitea» del mismo volumen (pp. 729 ss.), también anteriormente publicados, (para el Diálogo especialmente pp. 736-755), y a veces con cierta dureza, se enfrenta a otras posiciones desfavorables a sus tesis, incluidas (pp. 749 ss.) las de SYME, 1958. En fin, en su «Prefazione» (pp. IX-XXIV) da cuenta del impacto que, lógicamente, había producido en él la publicación de SYME, 1958, al que no deja de poner reparos que dan a entender que lo considera más historiador que filólogo. 58 Véase la sumaria reseña de los mismos que da BO, 1993, 56. 59 SYME, 1958 trata ampliamente del Diálogo en 100-111, apartado en el que no manifiesta duda alguna sobre su autenticidad. Su desacuerdo con las tesis de PARATORE (1951) y con otras que propugnaban la atribución a autores distintos de Tácito está sumaria pero positivamente expresado en su p. 670: «no hay ninguna razón sólida en contra de la autoría de Tácito».
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Por su parte, el propio BO (1974) había publicado en el Corpus Parauianum una primera edición del Diálogo en cuya Praefatio, naturalmente, también abordaba la cuestión de la paternidad. Y a ese respecto negaba decididamente, apoyándose en el testimonio del ya reivindicado manuscrito V(indobonensis), que la obra figurara como adespota en el Hersfeldensis.60 En cambio, H. HEUBNER, en su Nachtrag al comentario de GÜNGERICH, de cuya edición póstuma cuidó (GÜNGERICH-HEUBNER, 1980: 191 ss.), opina lo contrario y además no da por concluyente el argumento de Lange, pues sostiene que: «la autoría de Tácito aún no ha sido estrictamente probada. Pese a ello, no puede subsistir duda alguna de que Tácito es el autor del Diálogo». No le falta razón a BO (1993: 63) cuando dice que el estudioso alemán defiende la autoría, «aunque haciendo afirmaciones más propias, en general, de un adversario que de un partidario de la misma». Por el contrario, HÄUSSLER (1986: 76), según decíamos, aunque no reconoce al argumento de Lange un valor absoluto, entiende que el nuevo enfoque dado al mismo por el ya citado LEFÈVRE, 1978 lo renovaba y aumentaba su contribución a la cuestión de la paternidad. En el apartado anterior hemos examinado el artículo de CH. E. MURGIA (1980), al que dábamos la razón en cuanto a la fecha del Diálogo (el año 97). Ese trabajo tiene que reaparecer forzosamente aquí porque, como veíamos, buena parte de los argumentos que esgrime en favor de la datación precoz de la obra se basan en las huellas que la misma parece haber dejado en la Germania y en el Agricola, opúsculos que en consecuencia ese autor considera posteriores (años 97/98); y también en rasgos que parecen anticipar al Tácito de los Opera maiora; es decir un caso más de la cuestión del estilo, pero que más bien parece hablar en favor de la autenticidad de la obra. Según decíamos, MURGIA (1980: 105 s.), se centra en pasajes del Dialogus que parecen ser deudores de Cicerón, de Quintiliano y de alguna otra obra didáctica.61 Pero dando un paso adelante, advierte Se reafirma en su postura en el ya citado BO, 1993: 62. MURGIA, 1980: 105, cita en particular a Crisipo, perdido pero reconstruible por la coincidencia entre Quintiliano, que lo nombra expresamente, y el PSEUDO-PLUTARCO, 60 61
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PRÓLOGO
que algunas de esas huellas, por vía del Diálogo, se dejan ver también en el Agricola62 y en la Germania;63 y ello lo lleva a concluir: «Hasta aquí hemos visto una serie de semejanzas de pensamiento y de dicción entre el Dialogus y el Agricola o la Germania en secciones en que el Dialogus depende masivamente de Cicerón y Quintiliano y probablemente también de obras perdidas sobre educación». Y, lógicamente, de ahí deducía la datación de la obra en el 97. Tal era el asunto principal del artículo de Murgia, que no dudaba de la autenticidad del Dialogus; pero a la vista está la relevancia que también para esta tienen sus observaciones, y así acaba concluyendo que. Y más abajo añade: «Una razón por la que algunos han sido llevados erróneamente a negar la autoría tacítea del Dialogus es la medida en que su estilo (aunque modelado como está por el intelecto de Tácito) refleja el estilo de sus modelos. El Agricola y la Germania también reflejan el estilo de sus modelos de género, pero reflejan también el estilo del Dialogus».64 En fin, también se han aportado a la polémica argumentos de carácter historiográfico, como el de MAYER (2001: 21) de que, al computar los años del principado de Augusto, el Diálogo (17, 3) se atiene, frente a varios otros cálculos, al de los 56, es decir, a contar De liberis educandis, primer opúsculo de los Moralia. Basándose en GUDEMAN (19142: 92 ss.), sobre el que luego volveremos, subraya especialmente en el Diálogo, entre otros, el pasaje de 28, 5 en que se habla de Cornelia, la madre de los Gracos, y de otras matronas preocupadas por la educación de sus hijos, que depende de CIC., Brut. 102 y 211 y de QUINT., I. O. I 1, 6. 62 En Agr. 4, 2 reaparece el tema de la castidad de la madre de Dial. 28, 4; y el in huius sinu indulgentiaque educatus parece ser una reminiscencia del gremio ac sinu matris educabatur de tal pasaje. 63 Así, por ejemplo, Germ. 20, 1: sua quemque mater uberibus alit, nec ancillis aut nutricibus delegantur, parece deriva de Dial. 28, 4: non in cella emptae nutricis, y 29, 1: delegatur Graeculae alicui ancillae. 64 También HÄUSSLER (1986: 93) valora positivamente las semejanzas de lengua y estilo del Diálogo con el conjunto de la obra de Tácito y en particular con sus Opera maiora señaladas por MURGIA (loc. cit.) como claro indicio de su autoría que, junto con los datos por él discutidos de la historia de la recepción, y la renovación del argumento de Lange por obra de LEFÈVRE, 1978, ya aludida, permiten «reivindicarlo para Tácito con la conciencia tranquila».
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desde su primer consulado en el año 43 a. C., cálculo que solo recurre precisamente en Annales I 9, 1. Entre los más recientes críticos de la atribución del Diálogo a Tácito se cuenta el profesor de la Universidad de Valencia X. BALLESTER, que en una serie de cuatro trabajos se ha ocupado con detalle del problema. Comienza por discutir los argumentos en que se ha venido cimentando tradicionalmente la autoría tacítea. En cuanto al argumento de Lange, se adhiere a la opinión de que se funda en «una expresión proverbial» y aventura su posible origen en Ennio, subrayando el son dactílico que muestra la discutida iunctura (BALLESTER, 2012a: 198 ss.). La aportación de Ballester contiene también una parte positiva y constructiva, encaminada a hacer ver que «son… muchísimos más… los argumentos… que relacionarían la misma [obra] o con Quintiliano o con su más directísimo entorno».65 Pasa entonces BALLESTER (2012a: 201 ss.), a una sistemática comparación lingüística del Dialogus y la Institutio oratoria, utilizando como piedra de toque (o de contraste) los dos Opera minora del Tácito indubitado. Y hay que reconocer que por ese concepto deja bastante clara la cercanía del Diálogo a la Institutio. La siguiente aportación a considerar (BALLESTER 2012b)66 concierne a «Los argumentos ideológicos y literarios» aducidos y aducibles en la cuestión de la autoría del Dialogus y exhibe la misma minuciosidad y buena documentación que el precedente. Su análisis, en el cual no ha lugar a entrar aquí a fondo, concluye: Diálogo sobre los oradores: muy poco Tácito y mucho de Quintiliano ¿Casualidad? En fin toda una serie de coincidencias ideológicas y literarias —y más si sumadas a las estilísticas, lingüísticas y de otros 65 BALLESTER, 2012a: 200. Como es sabido, se cree que Quintiliano escribió un hoy perdido De causis corruptae eloquentiae, del que trataremos más abajo, al que parece aludir, entre otros lugares, en I. O. proh. 3 y VIII 6, 76, título que recuerda a la incorrupta eloquentia de Dial. 34, 4. L. HERRMANN (1955, 1965), llegó a identificar esa obra con el propio Diálogo, hipótesis que, al parecer, ya había formulado Justo Lipsio. Ballester no va tan lejos. 66 X. BALLESTER, 2012b: 47-56.
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órdenes— que, como diría Quintiliano (inst. 5.12.25: «singula leuia sunt et communia, uniuersa uero nocent, etiam si non ut fulmine, tamen ut grandine»), si tomadas individualmente parecen como de poca monta y banales, tomadas en su conjunto verdaderamente van haciendo mella, si no ya como el rayo, sí como el granizo» (BALLESTER, 2012b: 56).
«Los argumentos prosopográficos» son el tema de la tercera entrega de BALLESTER (2013). En ella, tras señalar las divergencias que en ese ámbito parecen distanciar al Diálogo del Tácito indiscutido, refiere las «convergencias» que lo vinculan con la Institutio oratoria, las cuales a nosotros no nos parecen cosa de extrañar habida cuenta del ámbito personal y profesional, seguramente limitado y homogéneo, en el que el Dialogus se escribe, se centra y se desarrolla. La cuarta y última contribución de BALLESTER (2015) toca el núcleo clásico de la cuestión: el del estilo; y de hecho nuestro colega nos recuerda que «el problema del estilo es ‘la causa primera de casi todos los demás (BO, 1993: 246) problemas’ sobre la autoría del diálogo». Nos da luego su minuciosa relación comparativa de estilemas del Diálogo con los que ve como característicos de la Institutio oratoria. Ciertamente, de algunos de los que aduce también podría estimarse que no son ajenos al Tácito indubitado; así, por ejemplo, el de los «parasinónimos unidos por copulativa» (del tipo memoria et recordatione, Dial. 1, 3), que viene a corresponderse con la que más arriba, a propósito de los otros Opera minora, hemos llamado la tendencia a «la expresión dual» o «bimembración»; o bien «el hipérbaton con antropónimos», la anástrofe del tipo Pollio Asinius, ciertamente frecuente en Quintiliano, pero no menos en Tácito, incluido el de los Opera maiora, y que seguramente era un uso social de su tiempo más que un rasgo de estilo de cualquier autor.67 En todo caso, es innegable la cercanía estilística del Diálogo a la Institutio oratoria y muy probable lo que Ballester dice citando a Barnes, de
67 Véase infra § 8, donde al tratar de la lengua y estilo del Diálogo comentamos ese supuesto rasgo, también aducido por GUDEMAN, 19142: 106.
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que la misma «estaba claramente en la mente de Tácito al escribir su Dialogus». Dicho esto, no vemos claro que en el caso de un texto antiguo pueda aplicarse sin más la concepción buffoniana del estilo, como parece hacer nuestro colega cuando en el último de sus trabajos escribe: «Si el estilo es el hombre y no el género o la obra, las características estilísticas de esta obra bastarían para impugnar la autoría tacitea». Y es que, como antes apuntábamos citando a LEO (1896: 6, 9) y a NORDEN (19183: 322 ss.), no son pocos los estudiosos que más bien se inclinan por pensar que en la Antigüedad clásica más bien le style c’est du genre même;68 que el que cada autor adopta en cada caso procura atenerse a unas leges generis dictadas, más que por una determinada preferencia, por la tradición literaria a la que en cada caso el autor se adscribe.69 Hemos intentado proporcionar al lector un status quaestionis de la autoría del Dialogus objetivo y sustancialmente completo. No hemos ocultado nuestra preferencia por la atribución a Tácito, en la idea de que queda bien acomodado en la situación de opera prima de un autor que a la sazón era todavía, ante y sobre todo, un orator. En todo caso no hará falta justificar que la obra se publique en este volumen, cuando menos a beneficio de inventario. 68 Ya REITZENSTEIN, 1915: 184, opinaba que la sentencia le style c’est de l homme même aplicada a nuestro caso había provocado «más confusión que provecho». Más enérgico es el alegato de LÖFSTEDT, 1948: 3: «Hablando en general, this dictum [«le style c’est de l’homme même»] es sin duda verdadero, pero aplicado a la Antigüedad solo es válido con una importante precisión. Para los griegos, como para los romanos el estilo, especialmente a partir del surgir de la retórica, era, mucho más que para nosotros, una τέχνη, una técnica, un arte aprendido, limitado por la tradición y diferente para los diferentes tipos de literatura». 69 A este respecto baste con recordar unas palabras del ya citado NORDEN (19183: 323), que, por lo demás, no parecía dudar de la paternidad del Diálogo, pero sí quería explicar su «stilistiche Verschiedenheit»: «Ya al inicio de estas investigaciones (p. 11 s.) he apuntado a que las distintas clases de estilo han sido empleadas con frecuencia y una al lado de la otra por una y la misma personalidad, y que por ello la visión moderna de que el estilo se desarrolla con el hombre, en la Antigüedad no tiene una justificación incondicional». En la misma página rechaza la validez de los criterios de estilo para negar a un autor una obra o para situarla en un determinado período de su vida.
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PRÓLOGO
3. EL
GÉNERO Y SU TRADICIÓN70
… quizá no carece de interés general el mostrar con un ejemplo lo que el diálogo puede ser como forma de arte y cómo brinda temas que solo en esta forma pueden encontrar su exposición plena. El Dialogus de oratoribus es, según yo creo, una obra de arte dialógica en la que debate objetivo del tema y caracterización de las personas forman una unidad originaria e inseparable.
Pocas palabras nos parecen más adecuadas que estas de K. VON FRITZ, 1932 (= 1967: 513),71 para introducir lo que el Diálogo representa en la historia de la literatura occidental. El género literario de la obra está bien definido por su título. Como se recordará, había sido Cicerón el que, siguiendo el modelo de los bien conocidos diálogos de Platón y de los perdidos de Aristóteles72 70 Para la historia del diálogo y sus principales manifestaciones, además del ya clásico HIRZEL, 1885, es de interés el reciente FÖLLINGER-MÜLLER, 2013, en el que, por lo demás, solo MÜLLER (2013) está dedicado al nuestro. HASS-VON REITZENSTEIN (1970: 74) afirma con razón que «La historia del diálogo como forma artística está marcada por dos grandes figuras que definen la tradición: Platón y Aristóteles»; y a continuación pasa revista a las técnicas dialógicas del gran intermediario romano: Cicerón. Véase también LUCE, 1993, 26 ss., que considera la naturaleza de la argumentación del Diálogo como insólita en la tradición precedente: en él «no hay progreso dialéctico alguno». En la misma línea: MULLER, 2013: 342 y n. 57; DAMMER, 2005: 334 (imposibilidad de convencerse uno a otro); LUCE, 1993: 13 («discursos largos y más bien monolíticos»), 2006: 399 s. 71 Recordemos que Kurt von Fritz (1900-1985) fue, junto con el teólogo K. Barth, el único Akademiker alemán de alto rango que se negó a prestar el juramento de lealtad exigido por el III Reich. Ello le costó su cátedra y hubo de exiliarse en Oxford y luego en los USA. Vuelto a su patria tras la guerra, enseñó en la Universidad de Múnich hasta su jubilación en 1968. Algunos españoles aún recordamos su visita a Madrid en 1974, con motivo del Congreso Internacional de la FIEC, de la que era Vicepresidente. Un ejemplo especialmente digno de recuerdo cuando se está tratando de Tácito; véase lo ya dicho sobre el turbulento Fortleben de la Germania en el III Reich en pp. CCLXXIV ss. 72 La influencia de los diálogos platónicos es obvia. Sobre los de Aristóteles tratan ampliamente HIRZEL, 1895, I: 272-308, y el más moderno GUTHRIE, 1993: 68 ss., quien advierte que varios de ellos llevan los mismos títulos de algunos de los de Platón, pero que más que imitaciones serían «explicaciones o extensiones de las obras platónicas». Además —dato importante— atribuye a Aristóteles la innovación, luego seguida por Cicerón, de una estructura de discursos largos y confrontados, aunque no olvida que
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
—muy estimados en sus días, no menos por la elegancia de su estilo que por la hondura de su doctrina—, había transplantado a Roma tal género. Este se había convertido en Grecia, al lado del tratado y de la epístola, en el medio fundamental de difusión del pensamiento,73 función para la que puede decirse que había nacido. Andando el tiempo, también se haría un lugar al lado de ellos, por obra de los cínicos y también de los estoicos, el más popular y hasta callejero de la diatriba («charla», en latín sermo). Diatribas puede decirse que son en buena medida los mal llamados «Diálogos» de Séneca y a su manera lo habían sido las Sátiras de Lucilio y de Horacio. No puede excluirse, como advierte RUTLEDGE (2012: 67), que Tácito hubiera imitado directamente diálogos de Platón, el praestantissimus sapientiae al que alude en An. VI 6, 2.74 Sin embargo hay que tener presente que fue Cicerón el «foundig father» (RUTLEDGE, 2012: 68) que llevó el género a Roma.75 Echó mano de él ya en su madurez, en la época del forzoso apartamiento político a que lo llevó primero el también en algunos de los platónicos, como el Symposium, ya predominan los mismos. Entre los testimonios que cita sobre ellos hay bastantes de Cicerón, de los que nos parece especialmente interesante el de Ad fam. I 9, 23 (a Léntulo): scripsi igitur Aristotelico more, quemadmodum quidem volui, tres libros in disputatione ac dialogo «de oratore»… Por lo demás, y aunque el testimonio de Cicerón parezca sugerirlo, no está claro si Aristóteles utilizó el género para tratar asuntos retóricos, cosa que no sería de extrañar en el autor de la Retórica. Con todo, y según recuerda RUTLEDGE (2012: 67), algunos de los diálogos platónicos como el Gorgias y el Protágoras tratan de «la relación entre la retórica y el estado», al igual que nuestro Diálogo. Aristóteles no solo cultivó el diálogo, sino que teorizó sobre él: en Poet. 1447b afirma que imita solo con palabras (es decir, sin acción), al igual que los mimos de Sofrón o de Jenarco, y que no hay un término genérico bajo el que agrupar semejantes obras, interesante dato para la historia de la taxonomía literaria. 73 HIRZEL, 1895 I: 11, citando a Luciano, llama al diálogo «ein Sohn der Philosophie». 74 Véase RUTLEDGE, 2012, loc. cit., con bibliografía sobre posibles imitaciones directas; y recuérdese el juicio del propio Horacio sobre sus Sátiras: … nisi quod pede certo / differt sermoni, sermo merus (Sat. I 4, 47 s.). Que Tácito imitó, cuando menos, el Simposio, parece haberlo dejado claro el artículo de ALLISON, 1999. VAN DEN BERG, 2014: 39, traza una sumaria pero clara historia del género, desde los socráticos hasta el tardío Octavio de Minucio Féliz, en el que, como veremos en su lugar, se han detectado algunas de las escasas huellas dejadas por el Diálogo en la literatura antigua. 75 Del diálogo en Roma, incluido el de Tácito, trata HIRZEL, II 1895: 421-565.
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PRÓLOGO
entendimiento entre Pompeyo y César, y luego el aún más forzoso de los tiempos de la dictadura del segundo. Como se sabe, por una especie de reacción compensatoria, aquellos años suyos fueron de una febril actividad literaria. Se estrenó en la forma dialógica con el De oratore, del año 55 a. C., que algunos consideran como la más perfecta de sus obras; e hizo de él el formato literario preferido de su pensamiento filosófico, político y —lo que más nos importa ahora— de la honda y vasta doctrina retórica que por tantos años había practicado en su oratoria. Los tres libros del De oratore constituyen, pues, la summa de la ciencia retórica del Arpinate, lo más aproximado de cuanto escribió a un tratado sistemático como la Retórica de Aristóteles o como el que casi un siglo más tarde sería el primero de los escritos en latín, si se prescinde del magro precedente de la Rhetorica ad Herennium: la Institutio Oratoria de Quintiliano. También cumple tener aquí presente otro diálogo ciceroniano: el Brutus, en el que su autor traza una historia de la elocuencia romana, dejando —por no decir dando a— entender que tal historia había culminado en su propia figura; y es que, como el lector verá de inmediato, nuestro Dialogus también tiene mucho de crónica de la oratoria en Roma.76 Algunos opinan que los diálogos ciceronianos resultan ser a menudo secuencias de discursos ensamblados, en los que cada interlocutor expone largo y tendido sus pareceres, y a veces sin tomar pie de manera inmediata en el discurso precedente ni hacer detalladas alusiones a él.77 Así, pues, se echaría en falta en ellos la mayor agilidad 76 Tiene razón LUCE, 1993: 26, cuando frente a cierta opinión común afirma que la adopción del diálogo al tratar de oratoria, aunque fuera «obvia», no era «obligatoria», como demuestra el caso de Quintiliano (y, añadamos, ya antes el del propio Aristóteles); pero considera «congenial to the temperament and manner of Tacitus… the opportunity to create a dramatic scenario involving historical personnages at a particular moment in time», y cita al respecto el bien conocido diálogo de Séneca y Nerón en Ann. XIV 53-56. 77 Véase al respecto el ya citado RUTLEDGE, 2012: 67, para el que ese rasgo ya se percibía en el Symposium platónico. HASSE-VON REITZENSTEIN, 1970: 80, distingue tres tipos estructurales en los diálogos de Cicerón: 1) el del discurso repartido entre varias personas, con pares de discursos antitéticos o de discursos y complementaciones; 2) el que contiene numerosas intervenciones; 3) el filosófico, estructurado en pares de Rede
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
dialéctica de la casi generalidad de los socráticos, más o menos estructurados por la mayéutica que conduce el debate en una determinada dirección por medio de intervenciones en general más breves y alternadas, muchas de ellas interrogaciones; aunque, llegado el caso, no falten en ellos los discursos dilatados.78 También nuestro Diálogo, como luego veremos, tiene más de sucesión de discursos que de ágil intercambio de pareceres en el que haya el «progreso dialéctico» que veíamos que echaba en falta LUCE (1993: 68). 4. LAS
FUENTES DEL
DIÁLOGO
Aunque algo hemos tenido que decir ya sobre este asunto, lo trataremos ahora de manera más sistemática; y para ello nos serviremos en buena medida de la más clásica Quellenforschung del Diálogo que hemos manejado:79 la ya más que centenaria que A. GUDEMAN (19142: 85-98) publicó en los Prolegomena a su edición.80 El autor la inicia tomando pie en el asunto, tratado inmediatamente antes, del «Carácter fictivo del Diálogo»; y no sin razón, pues al no ser la y Gegenrede. Nuestro Diálogo se aproximaría al primero de los tipos reseñados. Sin embargo, REITZENSTEIN, 1915: 185, en su habitual línea de crítica a GUDEMAN, le reprocha su visión retoricista del diálogo, sin reparar en que al menos «el diálogo científico» era un género especial y no un mero ensamblaje de discursos. 78 Veíamos más arriba que esa característica quizá ya era propia de los diálogos aristotélicos. Sin embargo, también parece que uno y otro formato estaban previstos: en PLAT., Soph. 217 c, Sócrates pregunta al forastero eleata: «¿Es más cómodo para ti extenderte en un discurso largo, o prefieres proceder mediante preguntas, como solía hacer Parménides al desarrollar sus excelentes razonamientos…?» A este respecto RODRÍGUEZ ADRADOS, 1992: 39, afirma que «en los largos discursos de diálogos platónicos no hay huella alguna de origen socrático; el maestro, como es sabido, prefería atenerse al método de las preguntas y respuestas». 79 Dicho sea sin mengua para el «seminal study» de HASS-VON REITZENSTEIN 1970, «a good example of diligent Quellenforschung», según vAN DEN BERG, 2014: 39 y n. 69. 80 De entre los numerosos estudios posteriores se ocupa muy extensamente de la Quellenforschung HASS-VON REITZENSTEIN, 1970, cuyo mayor mérito es tal vez el haber reivindicado la importancia que en ella tiene el De natura deorum ciceroniano; más recientemente ha vuelto sobre el asunto MÜLLER, 2013: 347 y n. 70, con bibliografía., y 348 ss.
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PRÓLOGO
obra «una fiel reproducción de una conversación histórica», su autor, por así decirlo, tenía las manos libres para construirla conforme a su propia inspiración y al modelo genérico de rigor; en su caso, como veíamos, el de Cicerón y especialmente el del De oratore. Y ese diálogo fundacional del género en Roma resulta ser, en efecto, la fuente capital del nuestro: hasta nueve pasajes del Diálogo presenta GUDEMAN (19142: 86)81 afrontados con los del De oratore del que derivan; de entre ellos elegimos uno que nos parece especialmente ilustrativo: Dial. 31, 2 s.: de quibus copiose et uarie et ornate nemo dicere potest nisi qui cognouit naturam humanam et uim uirtutum prauitatemque uitiorum et intellectum eorum quae nec in uirtutibus neque in uitiis numerantur. [3] ex his fontibus etiam illa profluunt, ut facilius iram iudicis uel instiget uel leniat qui scit quid ira et promptius ad miserationem impellat, qui scit quid sit misericordia et quibus animi motibus concitetur,
donde se percibe la huella de: De or. I 53: Quis enim nescit maxime uim existere oratoris in hominum mentibus uel ad iram aut ad odium aut dolorem incitandis uel ab hisce eisdem permotionibus ad lenitatem misericordiamque reuocandis? quae nisi qui naturas hominum uimque omnem humanitatis causasque eas quibus mentes aut incitantur aut reflectuntur penitus perspexerit, dicendo quod uolet perficere non poterit.
Ya decíamos que no es el De oratore el único diálogo ciceroniano que deja su impronta en el de Tácito.82 Hay, otros dos expresamente citados en él: la parte final, que nos ha llegado mutilada, del Brutus, mencionada en 30, 3 a cuento de lo que Cicerón contaba sobre su propia formación oratoria; y luego el perdido Hortensius,83 citado en 16, 7 a propósito del magnus annus. No es fácil de calibrar la 81 En ibid. nota 1 da una relación de todos los textos de Cicerón mencionados o aludidos en el Diálogo. 82 Y recuérdese lo dicho en nuestra nota 78 sobre el De nat. deor. 83 GUDEMAN, 19142: 87 le aplica el discutible calificativo de ‘regina dialogorum’.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
influencia de este último, pues hay que moverse a tientas entre sus fragmentos conservados; pero GUDEMAN (loc. cit.) supone que fue grande y la rastrea minuciosamente, en primer lugar, a través de un texto griego conservado que, al igual que el propio Hortensius, tenía como fuente el perdido Προτρεπτικóς de Aristóteles: la obra homónima del filósofo neoplatónico Jámblico (muerto hacia el 330 d. C.). En ella (IAMBL., p. 134, cap. 8) localiza una clara derivación de la fuente común, también visible en Dial. 16, 6 s.: quod spatium temporis si ad infirmitatem corporum nostrorum referas, fortasse longum uideatur, si ad naturam saeculorum ac respectum inmensi huius aeui, perquam breue et in proximo est. [7] nam si, ut Cicero in Hortensio scribit…;
y es que en el lugar citado el neoplatónico escribe: «¿y qué hay de largo o de duradero en las cosas humanas? Antes bien, creo yo, a causa de nuestra debilidad y de la brevedad de la vida también esto se muestra en gran medida». Pero la aguda Quellenforschung de GUDEMAN (19142: 88) va más lejos: teniendo presente la decisiva influencia del Hortensius en la vocación filosófica —antes retórica— de san Agustín, localiza en la obra de este huellas de aquel diálogo también perceptibles en el de Tácito. Así, en 41, 3 y 7: quodsi inueniretur aliqua ciuitas in qua nemo peccaret, superuacuus esset inter innocentes orator….. quid uoluntariis accusationibus [opus est], cum tam raro et tam parce peccetur…. en conexión con 12, 3: felix illud … aureum saeculum, et oratorum et criminum inops… inter quos neminem causidicum…;
una secuencia de ideas y de palabras perceptible también en AUG., De Trin. IV 9 y 19 (= CIC., Hort., fr. 54): Si nobis, inquit [Cicero, in Hortensio], cum ex hac uita emigrauerimus in beatorum insulis immortale aeuum, ut fabulae ferunt, degere licet, quid opus esset eloquentia cum iudicia nulla fierent… nec iustitia, cum esset nihil quod appeteretur alieni nec intemperantia quae regeret eas quae nullae essent libidines, ne prudentia quidem egeremus, nullo delecto proposito bonorum et malorum.
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PRÓLOGO
Con lo dicho, parece quedar claro, por de pronto, el acierto de GOODYEAR (1989: 706), oportunamente recordado por CABRILLANA (2007: 33), cuando afirmaba del Tácito del Diálogo que «Cicerón no ha tenido jamás mejor imitador».84 En cuanto a Séneca, GUDEMAN (19142: 89),85 y a diferencia de lo que estima sobre los escritos históricos de Tácito, no ve razón para considerarlo fuente del Diálogo, en el cual no percibe rasgos del nuevo estilo que aquél había promovido, y sí muchas del neo-ciceronianismo que Quintiliano le opuso. En cambio, considera de notable interés las perdidas recopilaciones de Acta y Epistulae de Licinio Muciano de las que el Diálogo (37, 2) habla como en curso de publicación. En efecto, de ellas podrían proceder bastantes noticias sobre la historia de la elocuencia romana no transmitidas en el Brutus de Cicerón. Un punto especialmente interesante en la Quellenforschung del Diálogo86 es el ya aludido de los varios pasajes en que da noticias o preceptos sobre la educación infantil y juvenil (caps. 28 y 29), que presentan notables semejanzas con los que al mismo asunto dedica la Institutio Oratoria de Quintiliano (cf. GUDEMAN 19142: 93 s.). Según ya apuntábamos más arriba, el gran rétor hispano cita como autoridad en dos de esos lugares (I 1, 4 y 3 14) al filósofo estoico Crisipo, autor de un Περì παíδων ἀγωγῆς, perdido pero plagiado muy de cerca en el homónimo De liberis educandis del pseudo-Plutarco. Por ello, no solo en los pasajes citados, sino también en otros del mismo asunto en que no menciona a Crisipo se da por seguro que Quintiliano se valió de la misma fuente, y los textos del ps.-Plutarco así lo confirman. ¿Y qué cabe decir de los loci similes del Diálogo? GUDEMAN (19142: 96), que da por seguro que Quintiliano se valió del original griego, no ve razón 84 GUDEMAN, 19142: 88, apunta a otras posibles huellas del Hortensius en el Diálogo, en temas como el de la prestancia de la poesía frente a la oratoria, la lengua de los oráculos y otros. 85 En el lugar citado se enfrenta al parecer de Peter y de Kleiber; y añade que Séneca poco material podía proporcionar a una obra como el Diálogo, a no ser en sus Epist.100 y 114, que tratan de retórica. 86 Ya hemos aludido a él en nuestro § 1, TÍTULO Y FECHA DE LA OBRA, y especialmente en relación con el artículo de MURGIA, 1980.
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para negar que Tácito hubiera hecho lo mismo, y también en los pasajes que, aunque ajenos al tema de la crianza de los hijos, tienen clara correspondencia en el texto del ps.-Plutarco (caso de 23, 3; 31, 1 y 7; 33, 3 ss.; 37, 8, lugar este último en el que precisamente se ha intentado rellenar la breve laguna observable a partir del texto griego dicho); con todo, GUDEMAN (19142, loc. cit.) no excluye la posibilidad de que en uno y otro caso hubiera «una fuente latina intermedia», que habría que atribuir a Varrón. De las posibles deudas del Diálogo con Quintiliano87 ya hemos dicho algo, a propósito del terminus post quem a adjudicar a la obra y de sus supuestas relaciones con el perdido De causis corruptae eloquentiae. Que Tácito no nombre a Quintiliano, decíamos, es cosa lógica en la fecha dramática de su obra —sea esta el 74/75 o el 78/79—, dado que por entonces el maestro de Calahorra aún no había publicado cosa alguna. GUDEMAN (19142), que no dejó de percibir algunas de las concomitancias llamativas del Diálogo con la Institutio oratoria, no se decidió a contarla entre sus fuentes, al estar condicionado por su convicción de la fecha temprana del mismo. A este respecto, un artículo de GÜNGERICH (1951) contribuyó notablemente a esclarecer la situación. Ante todo, confirmó como innegables algunos —tampoco muchos— indicios de intertextualidad que se observan entre las dos obras; y además hizo ver claramente que la «Richtung der Abhängigkeit» va desde la Institutio al Dialogus. Especialmente ilustrativa es su comparación de Dialogus 20, 1 con Institutio Oratoria IV 1, 8. En el primero de esos pasajes, Apro desecha por anticuados los exordios que sacaban a colación el estado de salud del orador, al modo de Mesala Corvino.88 Ahora bien, en el segundo de ellos Quintiliano daba consejos con vistas —digamos— a la necesaria captatio beneuolentiae inicial: 87 VAN DEN BERG, 1914: 246, n. 13, señala como los más importantes trabajos sobre la relación del Diálogo con Quintiliano los de BARDON, 1941; BARWICK, 1929 y 1954; GÜNGERICH, 1951; BRINK, 1989 y DOMINIK, 1997b. Recuérdese la opinión de MURGIA, 1980 de que la aparición de la Institutio pudo mover a Tácito a escribir el Diálogo. 88 Quis nunc feret oratorem de infirmitate ualetudinis suae praefantem, qualia sunt fere principia Coruini?
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PRÓLOGO
Sed ut praecipua in hoc dicentis auctoritas, si omnis in subeundo negotio suspicio sordium aut odiorum aut ambitionis afuerit, ita quaedam in his quoque commendatio tacita, si nos infirmos, imparatos, impares agentium contra ingeniis dixerimus, qualia sunt pleraque Messallae proemia.
Pues bien, GÜNGERICH (1951: 160) pone en evidencia el muy distinto sentido del infirmos de Quintiliano y de la infirmitate ualetudinis de Tácito: el primero, como decíamos, no hace más que emplear un tópico recomendado, consistente en poner en duda las propias capacidades, sin referirse para nada a la salud; pero Tácito incurre ahí en lo que en términos de crítica textual pudiéramos llamar un error guía, que nos lleva a su fuente, error favorecido —es verdad— por el contexto y la referencia personal a Mesala Corvino. GÜNGERICH (1951, loc. cit.) acota con razón que «la expresión de Quintiliano ha dado pie claramente a esta caricatura» [que hace Apro]. Ahí, por lo demás, sí podríamos decir que se produce, aunque tal vez de manera forzosa, la «alusividad» de la que hablaba MURGIA (1980) a propósito de las relaciones intertextuales del Diálogo, y que ya hemos comentado a propósito del problema de su cronología.89 GÜNGERICH (1951: 161 ss.) examina luego varias otras presuntas huellas de Quintiliano en el Diálogo, implicadas a su vez con reminiscencias compartidas de Cicerón, lo que complica un tanto la cuestión de las relaciones intertextuales; y concluye que sin lugar a dudas «Tácito se valió de Quintiliano», aunque lo hizo restituyendo a algunas de las aludidas reminiscencias ciceronianas compartidas una mayor literalidad. En fin, retornando a GUDEMAN (19142: 96 ss.) para concluir con este apartado, señalemos que ese estudioso también cree poder identificar entre las fu0entes del Diálogo al retórico Teodoro de Gádara, rival del Apolodoro de Pérgamo, por el que muestra poca simpatía en 19, 3.
89
Véase supra nuestro § 1, pp. CDXXXV ss.
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5. PROSOPOGRAFÍA
DEL
DIÁLOGO
Desde sus orígenes en la Atenas clásica, el diálogo sacaba a la escena a personajes reales y en general actuales.90 Así, Platón hace comparecer y hablar en los suyos a buena parte de sus amigos y colegas del cenáculo de Sócrates y a veces invita —como se hace en los modernos foros de opinión— a figuras ajenas al mismo cuyos puntos de vista tenían un interés general, y en algunos casos, como parece ser en el de los sofistas Protágoras y Gorgias, porque a él le interesaría presentarlos personalmente y a su manera. Tampoco en el diálogo romano, en la forma que Cicerón le dio, comparecen interlocutores imaginarios o disfrazados (al modo en que más tarde lo harán en el renacentista,91 muchas veces bajo nombres o seudónimos parlantes). Cicerón prefiere en ocasiones, y empezando por el De oratore, remontarse a personajes de antaño como eran los grandes tribunos Licinio Craso, Marco Antonio (el abuelo del triúnviro), Lutacio Cátulo, el jurisconsulto Mucio Escévola, y otros que triunfaban en el foro o en la jusrisprudencia cuando él era todavía un niño, tal vez en la idea de «distanciarse temporalmente de la discusión», lo que daría lugar a una «presentación objetiva» (RUTLEDGE, 2012: 68). Sin embargo, en otros casos, como en De republica, se remonta aún más atrás, hasta los tiempos de Escipión Africano el Menor, distantes de los suyos unos 70 años. Cierto que también hay algunos otros en que saca a la escena a personajes contemporáneos, como él mismo, su hermano Quinto o a amigos como Ático y Bruto, el cesaricida.92 En el Diálogo Tácito también se deja llevar, si bien moderadamente, hacia los personajes pretéritos, aunque reales,93 todos ellos notables 90 Son excepciones a considerar, al menos, el Calicles del Gorgias, en el que algunos ven un oponente artificial, y personajes anónimos como el mencionado eleata del Sofista. 91 Véase J. GÓMEZ, 2000, El diálogo renacentista. Madrid. 92 Es bien conocida la excepción formal que dentro de los diálogos ciceronianos representan las Tusculanae disputationes, donde solo hay dos interlocutores señalados en la tradición por las siglas M(agister) y A(uditor). Una forma parecida asumen las Partitiones oratoriae. Para la elección de personas, ocasiones y lugares de los diálogos ciceronianos véase HASS-VON REITZENSTEIN, 1970: 35 s. 93 GOLDBERG, 2009: 75, como habían hecho GUDEMAN, 19142: 81 ss. y luego otros, da por supuesto que la conversación del Diálogo es una ficción.
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oradores94 en sus días; y afirma haber asistido como mero oyente, cuando era joven, al debate entre ellos que dice reproducir en el mismo.95 Pero él se queda entre bastidores, por más que, obviamente, sea la suya la principal voz que llega hasta nosotros.96 Y su relato lo hace a demanda de un amigo, Fabio Justo, que tampoco interviene en la discusión. Así, pues, como veíamos a la luz de la fecha dramática más verosímil de la obra, Tácito se remonta a algo más de veinte años atrás, a la generación de Quintiliano, maestro de muchos oradores de su tiempo, aunque, al parecer, no suyo; y al que, como hemos visto, no nombra en el Diálogo, pese a no ser poco lo que de él tomó.97 94 Al respecto del «standing» de los interlocutores, C. O. BRINK, 1993: 338, escribe «La posición pública y social de los interlocutores es alta en términos contemporáneos, aunque en los términos republicanos de los diálogos de Cicerón falta una fuerte representación aristocrática. En una sociedad marcadamente consciente de las categorías sociales, se habría notado, como el propio Tácito hace notar, que solo uno de los cuatro interlocutores activos, Vipstano Mesala, es romano de nacimiento y de una familia altamente aristocrática». 95 De la figura del propio autor como «Gesprächsübermittler» trata HASS-VON REITZENSTEIN, 1970: 96 ss. y también estudia los posibles antecedentes del tópos del «admodum iuuenis» de 1, 2, que estaría condicionado exclusivamente por la circunstancia cronológica del desfase entre tiempo dramático y tiempo histórico de la obra. 96 STRUNK, 2010: 264, subraya esa diferencia con Cicerón, que unas cuantas veces se incluye a sí mismo en sus diálogos como interlocutor; y comparte la opinión de quienes suponen que Tácito «no encontraba seguro el estar presente». Son muchos los que se han preguntado sobre qué personaje del Diálogo podría considerarse como portavoz de las ideas del propio Tácito. A este respecto nos adherimos a la opinión de BRINK, 1993: 337 s.: «Tácito sin duda tenía opiniones. Pero no pueden necesariamente, ni siquiera probablemente, ser identificadas con las palabras que permite decir a sus personajes dramáticos. En la medida en que son personajes dramáticos, pueden indentificarse con su creador en la misma escasa medida en que cualquier personaje dramático o de ficción puede ser identificado con su autor… Por ello sugiero que a Tácito no se lo puede identificar plenamente con los personajes de su ficción intelectual…». Añade en su n. 7 opiniones de otros estudiosos al respecto, remitiéndose a BORZSÁK, 1968: 439, que a su vez cita, entre otras y en sentido favorable, la de GÜNGERICH, 1955: 441, n. 1: «dass nicht eine Dialogperson dem Verfasser gleichzusetzen ist». En el mismo sentido alude Brink a las opiniones de G. W.WILLIAMS, 1978: 26-51); dicho lo cual, y como veremos, no se puede negar que el segundo discurso de Materno tiene todo el aspecto del recoger ideas del propio Tácito, según ya hizo ver, entre otros, CALBOLI, 2002 y 2003. 97 Como ya hemos dicho, que no lo nombrara era lógico en las fechas en que sitúa el Diálogo, en las que Quintiliano aún no habría publicado obra alguna, según
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
El maestro SYME (1958: 614 ss.; 798 ss.) pasó revista a la tertulia a la que Tácito convocó de nuevo tantos años después en el Diálogo. Todos sus miembros parecen proceder de los que SYME (1958: 585 ss.) llamaría «rising Provincials», encumbrados en la vida política y económica a partir de la Época Flavia y cuya importancia aumentaría en la de Trajano. Los dos primeros visitantes que llegan a casa del poeta Curiacio Materno, escenario del debate, son los oradores Marco Apro y Julio Secundo. De Apro, aunque no se cita su nomen,98 tenemos bastantes noticias, bien que todas ellas procedentes del propio Diálogo:99 era originario de la Galia, según él mismo da a entender en 10, 2 (de Gallis nostris, que parece confirmado por el uestra uobis notiora sunt de Mesala en 28, 3). No sabemos si en virtud de tal origen mantenía una especial relación con el que nos atreveríamos a llamar el clan ecuestre de la Narbonense,100 al que, como a su suegro Agrícola, nos inclinamos a adscribir al propio historiador,101 si bien SYME (loc. cit.) cree que Apro era galo, pero no narbonense. Tácito lo califica como un valor consagrado de la elocuencia del tiempo y uno de aquellos
recuerdan BARNES, 1986: 235 y BRINK, 1993: 342. Tácito, pues, se limitaría a exponer lo fundamental de su doctrina, seguramente por boca de Mesala, aunque sin suscribirla en cuanto al optimismo con que aquel proponía su neociceronianismo como programa de regeneración de la oratoria. 98 Según SYME, 1958: 614 s., 799 s., podría ser un Iulius, pero también un Flauius. Tal vez era el padre del consular citado en PLIN., Ep. V 13, 5 y abuelo del homónimo cónsul del 130 d. C. 99 Las reúne el art. Aper de W. SONTHEIMER en Der kleine Pauly, s. u. 100 Sobre ese verosímil origen de Tácito ha vuelto BALLESTER, 2014: 13-16, con argumentos lingüísticos menos verosímiles. 101 Discúlpese lo aventurado de la expresión, que solo nos hemos atrevido a emplear tras leer a SYME, 1958: 614, que al debatir la cuestión de los orígenes de Tácito, y tras dudar entre la Transpadania, la Narbonense e Hispania, añade: «Para estrechar la búsqueda pueden invocarse varios argumentos. Primero, la boda. El hijo del procurador [Tácito], al comenzar su cursus honorum, pudo haber buscado, al tomar esposa, el respaldo de senadores influyentes de su propia tierra; y Julio Agrícola, mirando al carácter, educación y futuro de un yerno, pudo haber preferido no mirar más allá de las fronteras de la Narbonense». Recuérdese, naturalmente, que ecuestre era el origen del propio Agrícola.
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a los que él seguía e imitaba.102 La anécdota que en 17, 4 narra Apro sobre el viejo britano que había alcanzado a ver las campañas de Julio César contra la isla, en los años 55 y 54 a. C., sugiere que él había participado en la expedición de Claudio del 43 d. C., la cual sometió buena parte de Britania. También habla él mismo de su desempeño del tribunado, la cuestura y la pretura, tras definirse como homo nouus et in ciuitate minime fauorabili natus (7, 1). HEUBNER(GÜNGERICH) (1980: 198), llama la atención sobre la circunstancia de que en razón de varias de sus intervenciones a Apro se le ha adjudicado el papel de advocatus diaboli,103 de gran contradictor o negacionista, y sobre todo por parte de Materno y de Mesala, punto en el que procede recordar la advertencia previa del autor de que neque enim defuit qui diuersam quoque partem susciperet; y esa pars era precisamente la de menospreciar la oratoria «antigua» frente a la del momento (1, 4), llevando la contraria a la tesis inicial y fundamental del Diálogo de la decadencia de la oratoria en los años precedentes. Pero en este caso no estamos ante un nuevo Calicles, sino, como veíamos, ante un personaje de carne y hueso. En todo caso, ha de apuntarse en el debe de Apro la admiración, y hasta casi afinidad, que muestra al respecto de los oradores del tiempo que Proporciona una excelente semblanza oratoria de Apro CALBOLI, 2002. Véase la relación que da el autor citado sobre los pasajes en cuestión. Para la historia de esta discutida etiqueta, al parecer acuñada por Deuse, también citado por HEUBNER, véanse HASS-VON REITZENSTEIN, 1970: 131 ss., y V. D. BERG 2014: 65 s. y n. 36, que no parece considerarla adecuada. C. CHAMPION, 1994: 152-163, estima que hay motivos para no sostener que Apro es la «all-black figure de la obra». REITZENSTEIN, 1915: 235, lo llama «der Neoteriker» y MÜLLER, 2013: 334, «Aufsteiger aus der Provinz». DAMMER, 2005: 331 hace notar que Apro no aclara si sus intervenciones responden o no a su propia convicción. En ese sentido explota y amplía el concepto DRESSLER, 2013: 20 ss., en un artículo cuyas categorías críticas, presentes ya en su título, nos resultan francamente abstrusas. A Apro se lo ha tenido por profeta de la moral del éxito, pero no puede negarse que se expresa con una retórica implacable, según dejan claro el citado estudio de CALBOLI, 2002 y MÜLLER, 2013: 337, 344 ss., que le atribuye cierta Brutalität, visible en su comparación de la oratoria con la milicia (5,5). Sería la eloquentia sanguinans de la que habla Materno (12,2). Sin embargo, algunos han pensado que son sus opiniones las que reflejan las del propio Tácito. 102 103
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años atrás se habían distinguido como delatores, y en particular de Eprio Marcelo y Vibio Crispo.104 Julio Secundo, como decíamos, también llega a casa de Materno en el primer momento; pero tras el breve coloquio inicial se queda de espectador o, como mucho, de árbitro del debate. De ahí que se haya pensado que alguna intervención suya de mayor cuantía naufragó en la laguna de los caps. 35-36, e incluso que los capítulos siguientes a la misma pertenecían a tal intervención, algo que, como veremos, no les parece probable a la mayoría de los estudiosos actuales.105 A diferencia de Apro, Secundo nos es conocido también por bastantes noticias ajenas al Diálogo,106 en el que Tácito lo presenta como el otro gran orador al que él seguía como maestro. También él procedía de la Galia, pero no de la Narbonense (cf. Dial. 10, 2; 28, 3; SYME, 1958: 614., 800), y era amigo de Quintiliano (cf. I. O. X 3, 12). Por Plutarco (Otho 9, 3) sabemos que en el longus et unus annus que había sido el 69 d. C. había ejercido como secretario del fugaz emperador Otón. Más adelante, consagrado ya en el foro, escribió una biografia del orador Julio Africano, otro galorromano distinguido (cf. 14, 4). Quintiliano se refiere a él en varios otros lugares de su Institutio: en XII 10, 11 alaba su elegantia; en X 3, 12 ss., lo evoca llamándolo aequalem meum atque a me, ut notum est, familiariter amatum, mirae facundiae virum;, y añade luego algunas anécdotas del aprendizaje oratorio de Secundo al lado de su tío Julio Floro. En fin, en X 1, 120 s. deja claro que su amigo murió joven: Iulio Secundo Punto, naturalmente, ya muy tratado, véase STRUNK, 2010: 252 ss. Adelantemos que en este punto parece haberse impuesto la opinión de K. BARWICK, 1913: 279-285; 225-244, reiterada en varios trabajos posteriores, que no ve lugar para una intervención de Julio Secundo. GUDEMAN, 19142, ad loc., que atribuía a Secundo el texto a partir de 36, 1, postulaba una laguna después de 40, 1, en la que se habría perdido su final y el inicio del de Materno que cierra el debate. De tales cuestiones trataremos más detenidamente en el § 7, pp. CDXCI ss. 106 Véanse el art. de P. L. SCHMIDT en Der kleine Pauly, Bd. 2: 1552, s.u. Iulius, B. Literarische Persönnlichkeiten no 17, y HEUBNER(-GÜNGERICH), 1980: 199. Del papel de Secundo se ocupa ampliamente HASS-VON REITZENSTEIN, 1970: 101 ss., y en 106 ss. de su relación con la gran laguna, en la que, como tantos otros, no cree que haya naufragado una intervención suya de cierta cuantía. 104
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PRÓLOGO
si longior contigisset aetas, clarissimum profecto nomen oratoris apud posteros fore; y lamenta que no fuera un orador pugnax, característica que BRINK (1993: 341) considera como posible causa de que en el Diálogo no se le atribuya ninguna intervención destacada. En el año anterior al de ese trabajo había aparecido un importante artículo de TH. KÖVES-ZULAUF (1992), que dedica su principal atención a la personalidad y actuación de Julio Secundo en el Diálogo. No cree, con la opinión más general, que se haya perdido una intervención suya en la laguna de 35-36 o tras ella; y, en primer lugar —argumento también esgrimido por algún otro autor— porque ello contravendría una «Genusgesetz»: la formulada para el drama por HOR., A.P. 191: … nec quarta loqui persona laboret: no hay lugar para un cuarto personaje principal, y parece que a esa vieja ley ya se habían atenido el creador del género, Platón, y también Cicerón, que lo había trasplantado a Roma (al fin y al cabo, aunque al diálogo le faltara un elemento esencial en el teatro —el del drama en sentido etimológico— su intercambio de discursos lo acercaba mucho a aquel). Además, el autor citado esgrime argumentos estructurales, pues una intervención de Secundo desequilibraría el esquema de la obra que parece general y razonablemente admitido. En fin, Secundo parecería ser «nur eine schweigende Figur im Schatten Messallas», aunque su papel sería, más que una «Nebenrolle», una «Rolle des Hintergrunds» (KÖVES-ZULAUF, 1992: 340). Al igual que de Apro, solo por el Diálogo sabemos del personaje de Curiacio Materno,107 anfitrión del debate y, según BARNES (1986: 238), «el más importante». En todo caso, es el que que más y más intrincados problemas prosopográficos ha planteado. Era, aparte de 107 Sobre él hay una completa referencia del propio WISSOWA en el PAULYWISSOWA, RE IV 2: 1832, 43-1833, 38, en la que estima inviable identificarlo con el Materno víctima de Domiciano en el 91 d. C. Véanse también SYME 614, 1958: 799 s., y HEUBNER(-GÜNGERICH), 1980: 199. Su nomen, obviamente, hunde sus raíces en la historia legendaria de Roma. Respecto a su cognomen, I. KAJANTO, 1965: 80, afirma que, como otros derivados de nombres de parentesco (Auitus, Fraternus, Paterculus…), es especialmente frecuente en Hispania y en países célticos, y da cuenta de 174 casos en las inscripciones del CIL (cf. Der Neue Pauly 7, s.u.).
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orador acreditado, un notable poeta trágico, autor tanto de praetextae como de tragoediae propiamente dichas (es decir, de asunto griego), género por entonces arriesgado,108 si bien parece que sus obras, como la generalidad de las dramáticas de la Edad de Plata, estaban destinadas más a las recitationes que a los teatros, por entonces degradados por espectáculos plebeyos y de ínfimo gálibo artístico (al modo de tantos de la moderna TV). Parece que llegó a senador (cf. 11, 4). Por cierto, la primera intervención de Materno (caps. 11-13), que se enfrenta a las laudes eloquentiae que acaba de pronunciar Apro, podría parecer la de un saboteador del debate,109 pues dejando de lado la cuestión inicial, y luego fundamental, de la decadencia oratoria, se convierte en una apología de la prestancia que frente a ella atribuía a la creación poética. De la carrera de Materno, decidido a abandonar la oratoria por las dulces Musae, se ocupó cumplidamente el importante artículo de J. STROUX, 1931. Cuestión aparte y discutida, es la de si nuestro Materno es el ya aludido «sofista» que en CASIO DIÓN, LXVI 12, 5 figura como ejecutado por Domiciano en el año 91 por sus manifestaciones subversivas en una declamación.110 De ser ello cierto, como cree MURGIA (1980: 102), la presentación del personaje que en el Diálogo hace 108 Sobre las complicaciones políticas de asuntos griegos como los de los Pelópidas, véase STRUNK, 2019: 244 y n. 8. Luego recordaremos la condena de Mamerco Escauro bajo Tiberio. 109 Véase DÖPP, 1995: 210: 210, bibliografía, que recuerda que a Materno se lo ha solido considerar como el Zerrissener («el rompedor» o «el destrozón») del debate. De su «boldness» y de sus reminiscencias virgilianas) trata JOSEPH, 2014: 131 ss. Sin embargo, entre otros, CALBOLI (2002: 20, cf. 2003: 68), sostiene que de los tres personajes principales es el que en mayor medida parece transmitir ideas de Tácito; por algo ya decía SYME (1958: 724; cf. JOSEPH, loc. cit.): «Curiatius Maternus discloses something about Cornelius Tacitus». 110 La identificación ya la había propuesto NORDEN en la primera edición de su Antike Kunsprosa (1898: 324 s.); pero se desdijo en la segunda (1909, Nachträge, pp. 18 s.), cediendo a los argumentos de GUDEMAN. La opinión negativa de WISSOWA ya la hemos recogido supra. La identificación le parece «unwahrscheinlich» a HEUBNER (-GÜNGERICH), 1980, loc. cit., con bibliografía. También contrario se muestra BARTSCH, 2012 (1994): 123 y n. 9, con más bibliografía. A favoror de la misma el mencionado MURGIA, 1980: 102 y otros que cita.
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Tácito lo aproximaría a la figura de Aruleno Rústico, adscribiéndolo a la tradición literaria de los exitus clarorum uirorum, de las vidas (o, mejor, muertes) de los mártires de la libertad, que hizo valer más claramente en el Agricola. CAMERON (1966) señaló que con frecuencia los diálogos antiguos se sitúan poco tiempo antes de la muerte de su anfitrión o de alguno de sus interlocutores principales.111 Luego (CAMERON, 1967) volvió sobre el tema centrándose en el Diálogo y en la figura de Materno. Cita al respecto precedentes bien conocidos como el del Sócrates platónico (Fedón, Critón, Apología). También Cicerón había situado el De oratore en el 91 a. C., en las vísperas de la muerte de Craso, y el De re publica en el 129 a. C., poco antes de la de Escipión Emiliano; y mucho más tarde harían lo mismo Ateneo con el Ulpiano de sus Deipnosofistas y Macrobio en sus Saturnales a cuento de la muerte de Vetio Agorio Pretextato en el 384.112 En este contexto Cameron aborda también los varios pasajes en que Materno alude, no sin ironía, a su propia muerte, y en vista de ellos y de los paralelos aducidos no considera temerario conjeturar que también él habría tenido un mal fin no mucho más tarde por su hostilidad a la tiranía, episodio que cabe suponer que Tácito narrara en la parte perdida de las Historias; pero Cameron no lo identifica con el declamador condenado por Domiciano, en razón del tiempo transcurrido y de que nuestro Materno era un claro adversario de los declamadores. Por el contrario, PARATORE, 19622: 157, da como hecho probado por las supuestas alusiones de los caps. 3 y 4 «el martirio de Materno bajo Domiciano», y ve ahí un 111 Sobre el tema del «Schwanengesang» o «Todesmotiv» que parece planear sobre la figura de Materno, véase HASS-VON REITZENSTEIN, 1970: 37, la cual compara la referencia de Escipión a su propia muerte en CIC., De Rep. VI 12 con las palabras de Materno sobre la suya en 13, 6. La autora cree que Cicerón, a su vez, tomó el motivo del Fedón platónico. 112 CAMERON, 1967: 260, llama la atención sobre una aguda observación de E. FRAENKEL (1957: 136 y n. 1): al igual que en el Diálogo se narra que el debate tiene lugar en casa de Materno al día siguiente de que recitara su Catón, en PLAT., Symp. 173a, se cuenta que el banquete tiene lugar en casa de Agatón para celebrar el éxito alcanzado la víspera por una de sus tragedias en las fiestas Leneas del 416 a. C. J. ALLISON, 1999: 479-492 ha tratado con detalle el asunto.
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argumento contrario a una datación del Diálogo antes de su reinado, algo que tampoco creen muchos. También BARNES (1986: 239 s.), tras subrayar asimismo las más o menos claras alusiones de Materno a su propia muerte en 11, 4 y 13, 6, estima que «aunque el Diálogo de hecho prefigura la muerte violenta de Materno, no es legítimo inferir que murió poco después de su fecha dramática», con lo que, naturalmente, el estudioso canadiense salva su conformidad con la cronología del año 97. Pero en la cuestión prosopográfica se reafirma en lo ya dicho en un artículo precedente,113 en el que, como en un tiempo NORDEN, sí había identificado al Materno del Diálogo con el sofista ejecutado por Domiciano.114 Entretanto habían concurrido a la escena otros dos candidatos: de una parte, y con especial aparato antroponímico, el M. Cornelius Nigrinus Curiatius Maternus al que sus conciudadanos de Liria (Valencia) habían dedicado una estatua honorífica115 en razón de su brillante curriculum de cónsul y procónsul de Mesia y de Siria (ca. 9497); una carrera que, al parecer, lo convirtió en candidato a la sucesión de Nerva en el año 98. Los editores principes del epígrafe conjeturaban que ese Cornelio Nigrino habría sido adoptado por el Curiacio Materno del Diálogo, aunque ambos tenían más o menos la misma edad. Pues bien, BARNES (1981; 1986: 241) no solo los identificó como un único BARNES, 1981. En una amable y docta comunicación personal, nuestro estimado colega y amigo el Prof. W. Eck, de la Universidad de Colonia, también nos hace notar que, refiriéndose Tácito a un «Curiacio Materno» y Casio Dión simplemente a un «Materno», parece poco probable la identidad de uno y otro. 115 La inscripción de su pedestal fue publicada por G. ALFÖLDY y H. HALFMANN en L’Année Épigraphique, 1973, 283, y estudiada por el primero en ALFÖLDY, 1973: 331373. Proporciona detallada documentación sobre el personaje, con bibliografía, CABALLOS, 1990: 103-106, n.o 52, que por razones de cronología excluye su identificación con el Materno ejecutado por Domiciano, pero cree que este era el orador del Diálogo. Pasados los años, en CABALLOS, 2013: 56-68, vuelve sobre el tema, ocupándose especialmente de la propuesta de identificación, aceptada por SYME, 1982-83, del Materno del Diálogo con el amigo de Marcial; además aún introduce en la escena a un Curiacio Materno más, de poliónimo especialmente largo: Lucio Estertinio Elio Estrabón Gayo Curiacio Materno Claudio Nummo, de familia napolitana. Agradecemos al profesor Caballos la amabilidad y prontitud con que ha puesto a nuestra disposición sus trabajos. 113
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personaje, sino también a uno y otro con el Materno ejecutado por Domiciano. Trata luego de responder a la escueta pero firme objeción que a esa identificación había puesto W. ECK (1982),116 y concluye sumariamente, como en cierto modo ya había hecho MURGIA (1980: 102): «Si mis propuestas son correctas, entonces Materno se convierte en un héroe y un mártir de la libertad de expresión, y consecuentemente sus palabras ganan peso y autoridad» (BARNES, 1986: 243); pero esas identificaciones no reposan sobre bases sólidas.117 Queda, en fin, por considerar un tercer personaje o nombre: el Curiacio y/o Materno, citado en MART. IV 60, 3 y otros lugares,118 al que más arriba veíamos que SYME, 1982-83, con toda su autoridad, apoyaba como candidato a la identificación con el personaje del Diálogo.119 A fin de cuentas y en medida variable, parece que dista de estar claro que los cuatro Maternos que se han traído a colación compartan identidad. El carácter del Materno del Diálogo ha sido a veces considerado como contradictorio: al principio de la obra, con sus tragedias de tiranos, aparece como un abierto disidente con respecto al régimen imperial;120 sin embargo, en su último parlamento parece que se expresa como un apologeta de la monarquía francamente absoluta, aunque no tiránica, de Vespasiano. Sobre ese problema En Chiron 12, 1982: 324, n. 172. En este punto descansamos sobre la amable y erudita información personal, ya aludida, con la que el profesor W. Eck ha evacuado nuestra consulta al respecto, reafirmándose en su conclusión de 1982 de que el Materno ejecutado por Domiciano no puede ser el Nigrino todavía procónsul de Siria en el 93 d. C. Consten las debidas gracias al generoso colega que, en un reciente artículo en Politica Antica VI, 2016, 99110, reitera que el Materno del Diálogo, el sofista y Nigrino son tres personas distintas. 118 Las referencias de Marcial son un tanto ambiguas: habla de un Curiacio en IV 60, 3, pero de un Materno en I 96, 2; II 74, 4 y X 37, 3; véase CABALLOS, 2013: 56. 119 Además, se hace eco de las propuestas de identificación de ese personaje con el Nigrino del que antes hemos hablado. Como puede verse, no falta en este punto variedad de opiniones. 120 De hecho, como señala STRUNK, 2010: 249, la circunstancia que da inicio al Diálogo es la del revuelo causado por las ideas expuestas por Materno en su tragedia. Recuérdese el caso de Mamerco Escauro, forzado al suicidio por una tragedia suya (un Atreo según CASS. DIO LVIII 24, 4) que se interpretó como dirigida contra Tiberio (TAC., An. VI 29, 3). 116 117
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volveremos más abajo, al tratar en nuestro § 7 de ese su segundo discurso (36-41). Solo muy avanzado el debate comparece e interviene en el coloquio «el único romano de nacimiento» [HEUBNER-(GÜNGERICH), 1980, loc. cit.] que en él participa: Vipstano Mesala,121 claris maioribus, que hará de defensor de la elocuencia antigua122 y que también asumirá la exposición de las causas de una decadencia que estima innegable.123 En el ámbito oratorio Mesala tenía lazos familiares de diverso signo: de una parte, su parentesco con el famoso M. Valerio Mesala Corvino, que había brillado como uno de los grandes oradores en la transición de la República al Principado; pero de otra, era medio hermano, por su madre, de un malfamado delator de la época neroniana, M. Aquilio Régulo, al que, sin embargo, había defendido en los ajustes de cuentas del año 70, siendo aún bastante joven y ganándose con ello «gran fama de piedad y de elocuencia» (TAC., H. IV 42, 1).124 Si tuviéramos que adelantar una caracterización personal de los interlocutores del Diálogo, en ella Mesala sería el hombre razonable, que sostiene la idea de la decadencia planteada como tema capital y da de ella un diagnóstico sereno, en la línea del neociceronianismo de Quintiliano; pero parece confinarlo a los tiempos de la República, sin el optimismo con que Quintiliano lo veía como un medio viable
121 Las noticias disponibles sobre él pueden verse en el art. de R. HANSLIK en el Kleine Pauly, s. u. Vipstanus, n.o 5. 122 Sobre su oratoria véase CALBOLI 2003, para el que Mesala ha asumido en el Diálogo «el papel de la tradición». 123 E. FANTHAM, 1996: 198, define a Mesala como un ‘Young fogey’, «un joven carroza», que diría un joven de nuestros días, expresión que celebra VAN DEN BERG, 2012: 200, del cual tomamos la cita. Para CALBOLI, 2003: 77 s., Mesala incorpora en el Diálogo, ante y sobre todo, la tradición, en una posición que en cierto modo se opone a la del propio Tácito, representada por Materno. 124 Llama la atención, por bordear lo políticamente incorrecto, la afirmación de GOLDBERG, 2009: 78, siguiendo a RUTLEDGE, 1999: 566-572, de que «el rudo y brutal estilo a menudo imputado a los delatores es en gran medida un montaje moderno que debe más a los prejuicios personales de Tácito y Plinio que a la documentación histórica». STRUNK, 2010: 253: señala precisamente que «Apro comparte con estos delatores una inclinación por las imágenes violentas y la expresión dura».
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de regeneración de la elocuencia.125 Por su parte, Apro, es el negacionista que antes decíamos, para el cual no ha habido decadencia alguna en la oratoria romana; y alguien ha pensado que tal vez el autor joue du mot, haciendo que lo enérgico y hasta bronco de sus dicursos evoque su cognomen de Aper, «jabalí»;126 pero, siempre a nuestro modesto parecer, quien realmente hace de jabalí en ciertas ocasiones es Materno, el que casi parece querer reventar el debate con su tesis de que si ha habido decadencia oratoria, es lógico, razonable y bueno para el estado y la sociedad;127 y como para concluir con un castizo: «Es lo que hay». A no ser que sus palabras hayan de leerse en la clave irónica que, como veremos, algunos han propuesto. Presentadas las dramatis personae, en un apartado que va bajo el epígrafe de prosopografía alguien podría esperar también una referencia a los muchos oradores, anciens et modernes, de los que en el Diálogo se habla; pero non erat his locus, que diría Horacio, y sobre esos personajes se darán en las notas a nuestra Traducción las noticias necesarias. Sí dejaremos claro que en ese sentido el Diálogo viene a ser un repaso y actualización de lo mucho que, como en el mismo se reconoce (cf. 30, 3), ya había hecho Cicerón al respecto de la historia de la elocuencia patria en la primera parte de su Bruto, otro de sus diálogos oratorios, pero, como antes decíamos, a cargo de 125 Ahí reside una importante diferencia entre el Mesala de Tácito y Quintiliano, según BRINK, 1989: 472 ss. En BRINK, 1993: 343, vuelve sobre el asunto y habla del «wide gulf» que media entre Quintiliano y el Mesala del Diálogo; más adelante (p. 345) anota: «Tácito parece argumentar contra el profesor [Quintiliano] como reformador en cuanto que el carácter de la época moderna presentaba la oratoria neo-ciceroniana como anacrónica; no actuaba en condiciones modernas». Por su parte, A. ALBERTE, 1993: 255 ss., tras una disección de los textos pertinentes, sostiene que Mesala no solo corrige la doctrina de Quintiliano, sino la versión distorsionada que él da de la de Cicerón en provecho de su propio magisterio; puede verse también SÁNCHEZ VEDRAMINI, 2009. 126 Al término del segundo discurso del Aper noster, Materno pondera su uis, ardor, torrens e impetus (24, 1). La hipótesis de ese posible juego de palabras, del que ya hablaba BORZSÁK, 1968: 431, la desarrolla R. EDWARDS, 2008: 35-58, cuya referencia tomo de RUTLEDGE, 2012: 67 y 537. Recuérdese lo antes dicho sobre el Zerrissener de DÖPP, 1995: 210. 127 En este punto resulta inevitable el recuerdo de unas palabras de J. Ortega y Gasset en las Cortes de la II República, más o menos estas: «Hay tres cosas que no se puede venir a hacer aquí: el payaso, el tenor y el jabalí».
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personajes de su tiempo, lo que le permitía ampliar su perspectiva histórica. 6. TEMA(S)
DEL DIÁLOGO
El Diálogo podría definirse, extrapolando categorías modernas a la Antigüedad, como un documento de historia de las mentalidades:128 gira en torno a la idea, recurrente en su época, de que desde los tiempos de Cicerón, Hortensio y César129 la oratoria romana había venido a menos; de que ya no había auténticos oradores, sino solo meros «abogados» o «causídicos» —digamos que «picapleitos»— formados en el ambiente viciado de las escuelas de los rétores, con procedimientos como las declamationes, ajenos a la realidad de la vida y al sano aire libre del Foro;130 y el autor declara de antemano que quiere responder a la pregunta que al respecto le había formulado su dedicatario, Fabio Justo. Hacia el año 89 —unos seis años antes de publicar la Institutio— el propio Quintiliano, el reivindicador de Cicerón frente al nuevo estilo 128 RUTLEDGE, 2012: 64 s., tras afirmar que en la Antigüedad escasean los testimonios de «historia social», propone considerar el Diálogo como uno de ellos. Contemplándolo en el más amplio marco de toda la obra de Tácito, MÜLLER, 2013: 332, lo encuadra en el «análisis de su tiempo» que en ella hizo el autor, tratando de «las consecuencias negativas»… que trajo consigo la pérdida «de una cultura de la libre expresión del pensamiento» en el s. I d. C. 129 En su magistral monografía sobre el asunto, HELDMAN, 1982 deja claro que la idea de la decadencia no era exclusiva de Roma ni de la época que contemplamos. En sus páginas 255-299 se ocupa de «La antinomia entre Principado y oratoria», y cierra el libro centrándose en «Tácito y la tradición antigua» (294 ss.). Para la historia de la idea de la decadencia véanse también BARWICK, 1954: 3; BRINGMANN, 1970: 164, con bibliografía; WILLIAMS, 1978: 26 ss.; MÜLLER, 2013: 329; LÉVY, 2003: 237-247; CYTERMANN, 2014: 115 ss; FANTHAM, 1978: 111 ss. 130 CH. S. VAN DEN BERG, 2014: 13 y n. 22, citando a C. D. N. Costa (1969), sostiene que «la relación de la retórica con la esfera pública es un tema más del Diálogo y se podría decir que es su tema real en la misma medida que el ‘tema ostensible’ de la decadencia. En 54 y n. 3, trata con amplitud y bibliografía reciente del grado de aceptación de la «nearly universal assumption» de que el Diálogo da por supuesta la decadencia. En su apartado ‘Decline’ (47-49) traza una sumaria historia de la idea, desde Séneca el Viejo hasta Persio y Juvenal.
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de Séneca,131 y maestro oratorio de la generación de Tácito y de su amigo Plinio el Joven, había escrito el ya citado y hoy perdido De causis corruptae eloquentiae,132 cuyo simple título parece bastante ilustrativo. Sin embargo, BARNES (1986: 234 s.) hace notar que en la Institutio Quintiliano no alude a un supuesto declive de la elocuencia en la Roma de Domiciano (81-96 d. C.) en la que escribe; al contrario, habla al respecto de los summa ingenia del tiempo (I. O. X 1, 122).133 El De causis, pues, sería «menos un lamento convencional por la decadencia literaria que una guía práctica para evitar la elocuencia corrupta, es decir, un manual para hablar bien». Con todo, fuera o no una trivialidad, como algunos piensan, el prejuicio del que hablamos venía de más atrás. Puede tomarse como referencia previa y externa de ese proceso de opinión el Bruto de Cicerón, que, como decíamos y recuerda el propio Diálogo (30, 3), dedica su primera parte a la historia de la oratoria en Roma; y desde luego la crónica que Cicerón traza de la misma es la de un paulatino progreso hasta sus propios días, y poco le falta para ponerse a sí mismo como culminación de tal ascenso (en su § 330, tras lamentar la muerte de su amigo y rival Hortensio, al que había puesto por las nubes, añade: orbae eloquentiae quasi tutores
131 Véase el ya citado BRINK, 1989: 472 s. En la p. 493 da como explicación de que el estilo de Séneca no aparezca criticado, ni siquiera mencionado por Mesala en el Diálogo, la de que «por el tiempo en que Tácito empezó a escribir, mucho de la locura senecana había pasado»; pero en p. 481 también da por supuesto que Quintiliano, en el De causis, había criticado tal estilo. Sobre la polémica entre Quintiliano y los senequistas proporciona datos e ideas interesantes SOCAS, 2008: 219-227. 132 En este punto es esencial el ya citado BRINK, 1989: 472-503; para las referencias al De causis, todas procedentes de la Institutio: pp. 473 s.; en p. 499 recoge los extracts de la misma procedentes del (o referentes al) De causis. En p. 473, aunque considera irrelevante la cuestión para el asunto de su trabajo, parece inclinarse por la cronología temprana del Diálogo propuesta por MURGIA, 1980 (el año 97), dado que lo sitúa en el tiempo más cercano a la obra perdida de Quintiliano. BARWICK (1954: 8 ss.) entiende, bastante razonablemente, que las ideas del De causis son las que Mesala expone en el Diálogo, no menos, naturalmente, que las de la propia Institutio. 133 Algo distinta parece la opinión de BRINK, 1993: 339. Al respecto de los modernos elogiados por Apro comenta que su oratoria era la que Quintiliano y sus discípulos y sucesores llamarían «‘decadent style’, corrupta eloquentia».
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relicti sumus). Hasta entonces, pues, no parece que hubiera mucho de qué quejarse. Es a principios del siglo I d. C., ya consolidado el Principado de Augusto, cuando se empiezan a ver testimonios claros de la idea de la decadencia oratoria.134 Así, Séneca el Retórico, en la Praefatio (6 s.) de sus Controversiae (y aquí ya nos metemos en las escuelas de los declamatores), al exponer a sus hijos las intenciones que lo han llevado a escribir para ellos ese tratado, incluye la de ut possitis aestimare, in quantum cotidie ingenia decrescant et nescio qua iniquitate naturae eloquentia se retro tulerit.
Y no deja de explicarse al respecto: quidquid Romana facundia habet, quod insolenti Graeciae aut opponat aut praeferat, circa Ciceronem effloruit; omnia ingenia, quae lucem studiis nostris attulerunt, tunc nata sunt. in deterius deinde cotidie data res est…
Ahora bien, su diagnóstico de las causas de la decadencia parece un tanto banal: alega sin más la luxuria (digamos que «el desmadre») reinante y, con algo más de sentido, la migración de las recompensas de la elocuencia hacia actividades menos honorables; y, eso sí, a una maligna ley del fatum, que hace decaer las cosas a una velocidad mayor que la que las había llevado a la cumbre. Por el mismo tiempo o poco 134 U V. WILAMOWITZ, 1932 (reimpr. 1973), II: 536 ss., hace consideraciones varias sobre la decadencia de la oratoria tanto griega (a partir de Demóstenes) como romana (tras el final de la República); pero en cuanto a testimonios antiguos, solo comenta con cierto detalle el del De lo sublime, del que luego hablaremos; véanse también G. WILLIAMS, 1978: 26-48; GOLDBERG, 2009: 73 y n. 1; y E. FANTHAM, 1978: 102-116. Actualmente la obra de referencia sobre el tema es la ya citada monografía de HELDMANN, 1982, que en 255299 se ocupa del Diálogo. En su opinión (p. 297), «El auténtico corte (Einschnitt) en la historia de la oratoria romana es para Tácito… el final de la República y el inicio del Principado»; y aduce al respecto el proemio de sus Historias (I 1, 1): … postquam apud Actium bellatum est… magna illa ingenia cessere, que acertadamente refiere no solo a la historia, sino también a la oratoria; y subrayemos que en este caso son palabras de Tácito, no de las de algún personaje del Diálogo del que no sabemos si expresa su parecer. También sigue siendo interesante CAPLAN, 1970: 160-195 (= 1944: 295-325), que proporciona un buen repertorio de testimonios del ya tópico tema.
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después, el historiador Veleyo Patérculo, que, aunque mediocre y marcado por la adulación, fue el primero de obra conservada135 que en Roma se interesó por la historia literaria, también se hizo eco de la idea que estamos rastreando, en un conocido pasaje (I 16 ss.) del que ya tratamos, aunque por encima, hace muchos años.136 En él Veleyo formula la teoría que podríamos llamar de la concentración temporal y espacial de los talentos, tanto en el ámbito de las artes como en el de las letras, y la ejemplifica con la Atenas de Pericles y, más o menos, con la Roma del Clasicismo entre República y Principado.137 Luego se plantea la cuestión de por qué se dan esos saecula ingeniorum tan brillantes y concentrados y no se atreve a dar una respuesta tajante; pero hace ver que la emulación y la envidia fomentan la imitación. Ahora bien, ¿por qué luego decaen esos siglos de oro? La respuesta recuerda un tanto la del viejo Séneca: naturaque quod summo studio petitum est, ascendit in summum difficilisque in perfecto mora est, naturaliterque quod procedere non potest, recedit.
Y añade la razón adicional de que la desesperanza de igualar a los más grandes hace desistir a sus seguidores. Parece que Séneca el filósofo, aunque poco tenía de clasicista, había tomado nota de la lección paterna, pues en su Epístola 114, 1 ss., se hace eco de la corrupti generis oratio138 de su tiempo, para la No está muy claro lo que en las suyas perdidas había hecho Varrón. En MORALEJO, 1983: 154. 137 No hemos visto que LEVENE, 2004, en su excelente artículo sobre el Diálogo como historia literaria se ocupe de ese precedente. No hemos podido consultar la monografía que cita de J. P. SCHWINDT 2000, Prolegomena zu einer «Phänomenogie» der römischen Literaturgeschichtsschreibung, Göttingen, que, al parecer, sí analiza sistemáticamente los textos latinos de historia literaria hasta finales del siglo I d. C. (cf. LEVENE, 2004: 159). 138 Lo mismo, por cierto, que a él le atribuiría Quintiliano. Cierto que este, en I. O. X 125 ss., repudia la opinión, al parecer extendida, de que él no apreciaba las obras de Séneca, y explica que su crítica estaba dirigida a combatir un estilo oratorio que le parecía corruptum et omnibus vitiis fractum. Luego dedica al filósofo algunos elogios, pero al cabo, en el § 129, reincide en su censura: sed in eloquendo corrupta pleraque, atque eo perniciosissima quod abundant dulcibus vitiis. BRINK, 1989: 481, cree que Qintiliano se refiere a tiempos de su magisterio ya lejanos, «cuando el senequismo 135 136
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que da una explicación moral, como era de esperar, valiéndose de un proverbio griego: talis hominibus fuit oratio qualis vita. Y bien conocidos, en fin, son los denuestos que a este respecto leemos en los Satyrica de Petronio (1 s.; 8, 8; 83, 9 ss.). Y así llegamos al ya citado De causis corruptae eloquentiae de Quintiliano, perdido pero, como decíamos, de título harto elocuente, pese a lo que a su respecto veíamos que opinaba BARNES (1986). GOLDBERG, 2009: 73, ha hecho notar que la generalidad de los testimonios de una decadencia de la oratoria romana elude dar de la misma razones políticas y, concretamente, la de la supresión de las libertades republicanas (o que si las da, es para ponerlas en solfa, como hace el autor del De lo sublime). Sí se alude, y no poco, a la política, en el propio Diálogo, pero, como veremos, de una manera un tanto singular y hasta desconcertante, en la invectiva anti-republicana que Materno pronuncia a partir del cap. 40.139 A este respecto merece subrayarse la importancia del artículo de RUDICH, 1985, que parte de que en el centro de la mentalidad predominante del siglo I d. C. estaba la idea de que el sistema político estaba corrupto, y recurre al concepto de disidencia, que estaba muy difundida por entonces. Tal le parece ser el caso de Apro, un colaboracionista y el ya dicho advocatus diaboli. El suyo sería un caso de acomodo —y bastante equilibrado— a la «realidad corrupta» imperante. No muy distinto sería el de Curiacio Materno, cuya supuesta y contradictoria «ironía» en la parte política de su último discurso también podría ser un ejemplo de «acomodo a la realidad»: «una busca de justificación de la personal inactividad moral, una manera de suprimir el ‘imperativo categórico’ que demanda una reacción inmediata y violenta contra la corrupción y la injusticia»; uno y otro habrían optado por el «compromiso utilitario» (RUDICH, 1985: 97).
estaba en boga» (es decir, unos cuarenta años atrás); pero también a alguna referencia negativa que más tarde, en el De causis, habría hecho sobre el estilo del filósofo. 139 Por cierto, en MORALEJO, 1983: 190, atribuíamos ese discurso a Secundo por haber fiado en la edición de GOELZER-BORNECQUE, errada en ese punto por seguir a GUDEMAN. Al respecto de la vertiente política de la idea de la decadencia, RUTLEDGE, 2012: 64, remite a RUDICH, 1985: 95-100; y véase también el ya citado DAVID, 2012.
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PRÓLOGO
Algo distinta sí será la posición de Mesala: comparte buena parte de los reparos morales de Materno a la situación vigente, pero «no lleva a cabo ninguna secessio». Participa normalmente en la actividad de los tribunales. Se acomoda a la situación por vía de una «conservative retrojection» (RUDICH, 1985: 98). Por su parte, el ya mencionado tratado griego De lo sublime (44, 2), que se fecha también en el siglo I d. C., alude a «aquella opinión tan extendida según la cual la democracia es una buena nodriza de los talentos y que prácticamente solo con ella han brillado los oradores elocuentes y con ella se han extinguido»;140 pero lo hace para descartarla de inmediato, apelando a «la paz del mundo».141 Y no hará falta recordar que los Satyrica de Petronio se abren precisamente con una invectiva contra el escaso cultivo de los estudios oratorios. Pues bien, como decíamos, ese es el asunto y presupuesto que nos encontramos en el mismo frontispicio del Diálogo; pero tarda un poco en imponerse, eclipsado por las nieblas de los primeros escarceos de Apro y Materno, que más bien derivan hacia la cuestión de la respectiva excelencia de la oratoria y de la poesía.142 También hemos tocado ese asunto en MORALEJO, 1983: 190. BRINK, 1993: 346, da por supuesto que en las conversaciones privadas se hablaría «de la inanición de la oratoria como consecuencia de la paz y el orden monárquicos», aunque no con la claridad con que lo hacía el pseudo-Longino. GOLDBERG, 2009: 73, anota al respecto: «el cliché tal como él lo conoció derivaba del canon ático de oradores, que implícitamente identificaba la gran oratoria con las luchas a muerte de la pólis independiente, pero el tratado revela su orientación romana al preferir una razón típicamente romana de la mala situación de la elocuencia, a saber, el amor desmedido a la riqueza y al placer». BARNES, 1986: 233, tras afirmar que la decadencia de la oratoria ya era «una mera trivialidad», aunque todavía no en la época en que Tácito escribió, se inclina, siguiendo a K. HELDMANN (1982: 286 ss.), por considerar el De lo sublime como posterior al Diálogo (del siglo II), pues parece contener una crítica del mismo. 142 Sobre este punto véase BARNES, 1986: 232 s., que, sin embargo, imprime a la cuestión un giro original cuando escribe: «El verdadero tema del Diálogo es más bien: ¿qué géneros literarios valen la pena en las condiciones de finales del siglo I?» Y añade que esta debía de ser una preocupación especial de Tácito, que «sentía que la oratoria no le aseguraría un lugar debidamente distinguido en la literatura romana. Quisiera sugerir que el Diálogo puede haber sido escrito por un hombre que estaba pensando seriamente si buscar el renombre literario como autor de tragedias». Es decir, Tácito se identificaría con la posición de Materno más de lo que se suele pensar. Mucho se ha escrito sobre la 140 141
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En torno a las ideas dichas, pues, organiza Tácito el Diálogo, presentando a su respecto, en palabras de CALBOLI, 2003: 67 s., «tres posibles posiciones»: «(1) la toma de posición de aquellos que, como Apro, no constatan retroceso alguno en comparación con la antigua elocuencia, (2) la de quienes, como Mesala y antes de él Quintiliano, afirmaban admitir la decadencia y como remedio apelaban al retorno a la retórica ciceroniana, (3) la de quienes, como Materno, ponían la decadencia de la oratoria en conexión con el nuevo gobierno del estado y pensaban que con la muerte de la libera res publica también la antigua oratoria se había vuelto obsoleta y ya no valía la pena el esfuerzo de dedicarse a tal actividad: Materno tenía planeado dedicarse a la poesía, como Tácito a la historiografía».143 7. DESARROLLO
Y ESTRUCTURA DEL
DIÁLOGO.
En una primera ojeada a la estructura del Diálogo,144 de la cual trataremos luego en detalle, parece seguir vigente145 la propuesta por BARWICK (1954: 4).146 singularidad que en el seno de la obra representan los dos primeros discursos; véanse, por de pronto, HASS-VON REITZENSTEIN, 145 ss.; GUGEL, 1969: 116, que luego comentaremos. 143 En su nota 6 al pasaje citado, el autor recuerda la posición que había adoptado en CALBOLI 2002: 20, en relación con las de SYME (1958: 108 ss.) y BRINK (1989: 338): «algo de Tácito hay en los tres [Apro, Materno y Mesala], aunque más evidentemente en Materno». 144 Lo que a continuación presentamos es una paráfrasis más o menos libre del texto de la obra. De entre las muchas sinopsis publicadas cabe destacar, por reciente y detallada, la de VAN DEN BERG 2014: 304-313, «Appendix. Detailed outline of Tacitus’ Dialogus de Oratoribus»; véase también su apartado «A summary of the Dialogus de oratoribus… (17-29)». En realidad, todo ese libro es una gran paráfrasis de la obra, de notable calado crítico y que, como es normal en estos casos, también da entrada a algunas intuiciones subjetivas y especulativas. Entre otros resúmenes del contenido destaca el de SYME 1958: 104 ss., que se muestra indeciso sobre la cuestión de si había una intervención de Julio Secundo, de la cual trataremos más abajo. Es otra excelente paráfrasis la de DAMMLER, 2005, aunque centrada especialmente en la figura de Apro. 145 Al menos lo estaba a la altura de la fecha de BRINK, 1989: 497. 146 Gráficamente, BARWICK (loc. cit.) dice que «Sein Kernstück bilden 3mal 2 Reden des Aper-Maternus, des Aper-Messala und Messala-Maternus»; pero tiene razón cuando
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PRÓLOGO
Tras excluir, como ya hemos visto, una más extensa intervención de Julio Secundo,147 el autor citado sostuvo que Tácito organiza el debate en tres pares de discursos: 1) Apro-Materno, 2) Apro-Mesala, 3) Mesala-Materno. Por delante van, naturalmente, la dedicatoria, con el planteamiento del problema principal a tratar, el compromiso del autor de recordar el debate sobre el mismo que había presenciado años atrás (cap. 1), y la presentación de los tres interlocutores iniciales: Curiacio Materno, Marco Apro y Julio Secundo (cap. 2). Las primeras intervenciones (cap. 3), entre las que aparecen algunas de las pocas y menguadas de Secundo, toman pie en el estreno de una tragedia de Materno en una recitatio celebrada la víspera,148 circunstancia de la que Apro se vale para reprocharle, en un cierto tono de broma, su creciente entrega a la poesía, con evidente abandono de su carrera oratoria. La respuesta de Materno contribuye a llevar la discusión hacia un segundo tema que de momento parece que va a eclipsar al primero y principal: el de la relativa prestancia de oratoria y poesía en el ámbito de las letras y en la sociedad en general (cap. 4, 1-2); y entonces arranca Apro («der Neoteriker» de REITZENSTEIN, 1915: 235), acrius, ut solebat, et intento ore (11, 1), con su primer discurso: unas extensas laudes eloquentiae, sazonadas con críticas a la falta de utilidad práctica de la poesía,149 actividad que solo le parece propia de quienes carezcan de talento oratorio (cap. 4, 3-10, 8).150 En ese discurso (9, 6) aparece por vez primera el famoso añade que solo los dos últimos discursos tratan el tema propiamente dicho: el de las causas de la decadencia. Más recientemente RUTLEDGE (2012: 70-70), en su paráfrasis del Diálogo, lo divide en tres «Rounds»: «Patronage and Prestige», «Education, Style and Culture» y «Historical Assessments». 147 Ya lo había hecho en BARWICK, 1929: 90 ss. 148 Ya hemos señalado más arriba el importante precedente, identificado por FRAENKEL (1957: 136 y n. 2), de que el Simposio de Platón (173a) tiene lugar en casa del tragediógrafo Agatón, para celebrar el premio otorgado la víspera a una de sus obras en las fiestas Leneas del año 416 a. C. 149 Sobre la oratoria de Apro véase el ya citado CALBOLI, 2002. 150 CH. S. VAN DEN BERG, 2012: 196, califica este discurso de Apro como «una pieza magistral de la [oratoria] deliberativa», y en las páginas siguientes hace de él un brillante análisis.
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sintagma in nemora et lucos, que dio lugar al ya comentado argumento de Lange a propósito de la paternidad del Diálogo. Hasta el momento, pues, no ha asomado en el debate el tema principal de la decadencia oratoria, y tampoco lo hace en la respuesta que da Materno, concitatus et uelut instinctus (14, 1), que viene a ser, simétricamente, una encendida laus poeseos (cap. 11-13). Esos dos primeros discursos, pues, parecen bien emparejados y bien enfrentados, aunque eludan el asunto inicialmente propuesto. En cuanto al de ese primer escarceo dialéctico, se ha dicho con razón que Tácito lo deja irresuelto y sin dar siquiera una posibilidad de intervención a Secundo, que se supone que debía actuar como árbitro. Sin embargo, BARWICK, 1954: 23 ss., —en la línea ya marcada por DREXLER, 1929: 256 ss., y seguida luego, entre otros, por GUGEL, 1969 y otros, según luego veremos— estimaba que la conclusión de ese primer debate se encuentra en el discurso final de Materno, que así establecería un vínculo claro entre el «Nebenthema» y el «Hauptthema» de la obra. En ese conjunto parece quedar clara la superioridad de la vocación poética sobre la oratoria, la vocación que Materno ha decidido seguir en su madurez, al igual que el propio Tácito depondría más tarde su toga de orador para dedicarse a la historia. El «Hauptthema», el de la decadencia, solo se abre camino en el Diálogo con la llegada de un nuevo tertuliano,151 Vipstano Mesala, en el cap. 14, 1. Solo en sus discursos se aborda realmente el asunto capital, según señala VON FRTIZ (1932, 1967: 527), y aún cabría añadir que lo más capital del mismo, las causas mismas de la decadencia, solo aparece en el segundo y mutilado por la laguna de 35/36. Julio Secundo sale de nuevo de su discreta posición marginal para hacerle el debido recibimiento al nuevo compareciente y ponerlo al corriente de la discusión en curso; y entonces, reaccionando a una 151 BARNES, 1986: 228 y n. 14, advierte que la llegada de un interlocutor inesperado es una convención frecuente en el diálogo antiguo, y cita la de Alcibíades en PLAT., Symp. 212d, aunque más bien se inclina por la influencia ciceroniana de Rep. I 17; De or. II 12, ss. y De nat. Deor. I 15.
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alusión que Mesala le hace en su primer y breve parlamento, el apasionado Apro aborda de manera abierta la cuestión candente, reprochando al recién llegado, cuya línea de pensamiento parece que ya conoce,152 su tendencia a uetera tantum et antiqua mirari, nostrorum autem temporum studia inridere atque contemnere (15, 1). Mesala no se arredra e insiste en que el declinar de la elocuencia es un hecho probado y reconocido, y no solo en Roma, sino también en Grecia. Tercia entonces de nuevo Secundo animándolo a exponer las causas del fenómeno, y lo mismo hace Materno, no sin advertir que a Apro le gusta jugar a la contra y especialmente en ese asunto, aunque sobre su fondo piense lo mismo que los demás. Y así, en 16, 4, inicia Apro su segundo alegato, ya orientado hacia el tema principal y francamente largo, pues abarca hasta el final del cap. 23. De entrada, Apro pone en cuestión el propio concepto de «antiguos»153 esgrimido por los que cabría llamar laudatores temporis acti: ni siquiera los grandes griegos como Demóstenes e Hiperides serían propiamente antiguos a la luz del especioso argumento de la duración multimileraria del magnus et uerus annus, el año cósmico platónico (16,7). Por lo demás, y pasando ya a los latinos, alega que solo 120 años solares habían pasado desde la muerte de Cicerón hasta la fecha del debate, para él —otro argumento especioso— unius hominis aetas (17, 3). Apro pasa luego revista a los oradores a los que, pese a lo antes dicho, reconoce que cabría llamar «antiguos», pues son horridi et inpoliti et rudes et informes (18, 1), y traza en el resto del capítulo una sumaria crónica del progreso de la elocuencia hasta la generación de Cicerón, advirtiendo que ni a él le faltaron detractores ni críticos, en el círculo de sus amistades.
152 De ahí que MÜLLER, 1970: 348, hable de una «antizipierter Gegenrede gegen Mesallas Standpunkt» por parte de Apro. De todos modos téngase en cuenta que era Mesala el que en, 15, 5, había tirado la primera piedra, al aludir a la preferencia de Apro por los noui rhetores frente a los oratores ueteres. 153 No le falta razón a BRINK, 1993: 339, cuando dice que para Apro «los antiguos se convierten en early moderns, pero naturalmente no tan buenos en modernidad como los modernos posteriores».
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Traspuesto ese terminus antiquitatis establecido por los antiquorum admiratores (19, 1), Apro hace una pequeña incursión en la que llamamos Edad de plata de las letras latinas y alega que por entonces los oradores como Casio Severo se percataron de que también la elocuencia tenía que cambiar con los tiempos, pues el pueblo asistente, ya de un mayor nivel cultural y al cabo de la calle, había dejado de apreciar cosas que antaño, por nuevas, merecían sus elogios. En el cap. 20 Apro entra a saco en la generación de Cicerón y sus inmediatos sucesores, sosteniendo que a la altura de su tiempo algunos de sus tics resultaban pueriles y no pocos de sus dicursos farragosos; pues el auditorio, y en particular los jóvenes que se estaban fogueando en el oficio, exigían algo inlustre et dignum memoria y desde luego un poeticus decor sacado de los grandes poetas del tiempo como Virgilio, Horacio y Lucano (20, 4-5). La invectiva se prolonga en el cap. 21, en el que Apro arremete en particular contra Licinio Calvo, también poeta, y contra Celio Rufo. A César y a Bruto, por así decirlo, les perdona la vida, considerando la actividad política del uno y la filosófica del otro. Critica con energía el arcaísmo de Asinio Polión, pero no se ensaña con Mesala Corvino, tal vez por hallarse presente su pariente Vipstano. En el cap. 22 le llega un turno individual a Cicerón, al que Apro le reconoce los méritos que lo habían alzado por encima de sus contemporáneos, pero le pone no pocos reparos; y concluye que es uelut in rudi aedificio firmus sane paries et duraturus, sed non satis expolitus et splendens (22, 3). El ajuste de cuentas con los antiguos finaliza en el cap. 23, sin nombrar ya individualmente a ninguno, pero comparándolos a los, al parecer, incipientes arcaístas llamados a triunfar al cabo de no muchos años,154 que en poesía preferían a Lucilio antes que a Horacio y a Lucrecio antes que a Virgilio, y en la prosa a Varrón y a Sisenna antes que a los modernos Aufidio Baso o Servilio Noniano; tales eran los que aborrecían los commentarii de los rétores modernos y admiraban los de Licinio Calvo (23, 2). En fin la invectiva concluye con una captatio 154 Aunque de pasada, BRINK, 1989: 493, toca este importante punto: «archaism was not far away».
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beneuolentiae a posteriori dirigida a Mesala, Materno y Secundo, dissertissimi uiri.155 En un breve intermezzo (cap. 24) habla Materno para elogiar el discurso de Apro, quizá no sin cierta ironía. Luego, dirigiéndose a Mesala, y tranquilizándolo de nuevo con la advertencia de que Apro parece haber asumido el papel de contradictor, acreditado desde antiguo en los debates filosóficos, lo anima no a que haga una apología de los antiguos, sino a que exponga las causas por las que en los solo 120 años transcurridos tras la muerte de Cicerón la elocuencia romana había venido tan a menos. Inicia entonces Mesala el discurso que se empareja con la apología de la modernidad que acaba de pronunciar Apro y que se extiende desde el cap. 25 al 35, a cuyo término queda cortado por la mayor laguna que el texto presenta. Mesala comienza su alegato,156 que es un único discurso en dos partes,157 en tono conciliador.158 Considera como mera nominis controuersia (25, 1) la discusión de Apro sobre el concepto de «antiguos», aunque —eso sí— exigiéndole que reconozca la superioridad oratoria de los tiempos pasados. Tampoco hace mayor cuestión de la variación y variedad de los estilos de elocuencia, tanto en Grecia como en Roma (25, 2), pero dejando claro que en la una y la otra había habido una generación de oradores de reconocida superioridad sobre los anteriores y los siguientes, y desarrolla el tema de la variedad enumerando las diferencias entre los grandes de la elocuencia romana (25, 4). Pasa luego al asunto de las rivalidades entre ellos, aplicando la sana excusa de que no eran oratoris uitium sed hominum (25, 6). Renuncia, en fin, a la defensa del estilo de oradores realmente arcaicos, como Galba y Lelio (25, 7), párrafo que más bien debiera adscribirse ya al capítulo 155 Según MÜLLER, 2013: 338 s., a los demás participantes en el Diálogo la actitud de Apro llega a parecerles «un peligro para la buena marcha de la conversación». 156 Entre la bibliografía sobre el mismo, que se tiene por una exposición del pensamiento de Quintiliano, es especialmente importante CALBOLI, 2003. 157 Aunque véanse más abajo la propuesta de GUGEL, 1968 y otros de que los discursos son tres. 158 Como luego veremos, GUGEL, 1969: 27 ss., caracteriza el estilo de Mesala como sintácticamente más complejo, pero también tendente a una mayor claridad.
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siguiente.159 Mesala, con notable sutileza, empieza por poner en contraste con los antiguos, concretamente con G. Graco, a un par de ejemplos intermedios de una oratoria claramente degenerada: Mecenas y Junio Galión, que habían convertido la elocuencia en un ejercicio propio de histriones (26, 1). Con no pocos reparos, salva a Casio Severo, ya de los tiempos de Tiberio, al que Apro había citado como un innovador consciente de que la oratoria precisaba de nuevas maneras; y lo hace considerando su superioridad sobre los que luego vinieron (25, 4). Ahora bien, Mesala echa de menos en la intervención de su oponente una relación nominal de tales oradores a los que se pudiera comparar uno a uno con Cicerón y César, pues nominalmente solo había citado a los antiguos, y para criticarlos. Y así se muestra dispuesto a hacer él esa relación, haciendo ver con ella las etapas de la degeneración producida (25, 8). Sin embargo, tercia de nuevo Materno para pedirle que en lugar de hacer eso exponga, con toda libertad160 y como había prometido, las causas de la decadencia oratoria (cap. 27). Con ello pone fin a la primera intervención de Mesala, que, como decíamos, se empareja con la precedente de Apro. Mesala retoma la palabra en el cap. 28 para la segunda parte de su discurso y nombra una primera causa del declinar de la elocuencia,161 aunque compleja: la desidia iuuentutis et neglegentia parentum et inscientia praecipientium et obliuio moris antiqui, claramente en la línea de Quintiliano;162 y para examinar esa causa estima necesario decir algo sobre los antiguos sistemas educativos (28, 1-3). En efecto, antaño era ante todo la madre la primera educadora de los niños, no una Graecula ancilla; y pone ejemplos de madres ejemplares a este respecto, como Cornelia, la de los Gracos, Aurelia, la de César, y Acia, la de Augusto. Así parece reconocerlo la acertada puntuación de WINTERBOTTOM. Una libertad —añade— en cuanto a la cual sus tiempos habían venido a menos, en no menor medida que en cuanto a la elocuencia; un pasaje en el que, según MÜLLER, 1970: 346, reside «la clave para la comprensión del Diálogo». 161 En total son tres, según BARWICK (1954: 14): las deficiencias de la educación infantil y de la enseñanza elemental; la falta de una formación científica, y el dañino influjo de las declamaciones. 162 Véase al respecto BRINK, 1090: 484 ss. 159
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Además, por entonces una severa matrona de la familia era puesta luego al frente de esa tarea, y el niño se imbuía desde el primer momento en los saberes honestos para los que mostrara vocación (26, 4-6). En cambio ahora los niños se criaban entre esclavos, de los que solo aprendían lasciuia y dicacitas (29, 1-2). Luego venía la desenfrenada afición a los espectáculos de histriones y gladiadores, así como a las carreras ecuestres (el fútbol de entonces), lo único de lo que se oía hablar en las escuelas, en las cuales los maestros no imponían seriedad ni disciplina (29, 4). Mesala pasa por alto la enseñanza elemental, no sin señalar que en ella se descuidaba el estudio de los autores, de las antigüedades y de la historia; y ello porque había prisa en llevar a los muchachos a la escuela de los rétores, de las que recuerda qué escaso prestigio tenían en la Roma de antaño; y de ahí pasa a los métodos de enseñanza de los buenos tiempos (30, 1-2). Para ello se remite a los capítulos del Bruto en que Cicerón contaba cómo él se había procurado la enciclopédica cultura que consideraba necesaria en todo orador: había estudiado derecho civil con Escévola, filosofía con el académico Filón y el estoico Diódoto y luego había peregrinado por las buenas escuelas de retórica de Grecia y Asia Menor. De ahí que en sus obras se perciba el dominio de toda clase de disciplinas que lo hizo famoso: música, gramática, dialéctica, ética, geometría…Y así Mesala se pronuncia por el ideal oratorio defendido por el Arpinate y reivindicado por Quintiliano, aunque en términos algo distintos:163 el orador ha de ser capaz de tratar de cualquier cuestión bella y persuasivamente (30, 3-5). A ese principio se atenían los buenos oradores de antaño, que no se encerraban a declamar en las escuelas de los rétores en controversias que eran meras logomaquias sobre asuntos ajenos a la realidad (31, 1); antes bien, procuraban conocer los vicios y virtudes e imponerse en el conocimiento psicológico de los humanos para saber cómo hablar en cada situación y ante cada auditorio (31, 2-4). 163 Sobre la inspiración marcadamente quintilianea y neociceroniana del discurso de Mesala trata detalladamente el ya citado BRINK, 1989: 484; sobre sus ya señaladas diferencias con el autor de la Institutio, en 488 ss., y más tarde en BRINK, 1993. Por supuesto, y como luego ya hemos visto, también abundan en el Diálogo las huellas directas de los escritos retóricos de Cicerón. BRINK, 1989: 489, también señala algún caso que muestra la independencia de Tácito frente a él.
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Pasa revista Mesala a las diversas clases de oyentes y da consejos sobre la manera de persuadirlos echando mano de las máximas de los filósofos griegos. Y remacha la idea de la amplia cultura de los oradores de los tiempos pretéritos (31, 5-8). A este respecto (32, 1) Mesala practica lo que los retóricos llamarían occupatio contrariorum uerborum: previene la objeción de que sobre ciertas materias o capacidades el orador pueda tomar prestados para la ocasión los conocimientos ajenos; y es que los oyentes se percatan de inmediato de si ha salido a la palestra provisto de armas propias o bien prestadas (32, 1-2). Esto último es lo que salta a la vista en el caso de oradores del tiempo, que ignoran las leyes, no dominan los senadocolsultos, se ríen del derecho y tienen alergia a la filosofía, de manera que practican una elocuencia circumcisa et amputata, y no aquella que antaño fuera omnium artium domina (32, 3-4). Ahí está una primera y capital causa del declive, y afirma que Demóstenes se había aplicado al magisterio de Platón, y que Cicerón recordaba que su elocuencia no procedía de los talleres de los rétores, sino de los paseos de la Academia (32, 56). En fin, Mesala apunta a otras causas, magnae et graues, pero las deja en manos de sus interlocutores, entendiendo que él ya ha ofendido a bastante gente y dando a entender que su intervención ha finalizado (32, 7). Sin embargo, una nueva intervención de Materno (33, 1-4) objeta a Mesala que aún no ha cumplido plenamente su promesa, pues se ha limitado a un diagnóstico a grandes rasgos. Él quiere saber también con qué ejercicios se preparaban antaño los jóvenes que pretendían acceder al foro; pues supone que, aparte los saberes, también la capacidad y la práctica jugaban un papel en su formación. Y Mesala, ante el asentimiento de Apro y de Secundo, quasi rursus incipiens (33, 4),164 emprende la tarea de exponer la ratio studiorum de los buenos tiempos que añora (33, 4-6). Y empieza por recordar una costumbre que vemos ejemplificada al inicio mismo del Diálogo, cuando Tácito habla de su personal seguimiento de Apro y de 164 Nadie duda de que ahí se inicia la segunda parte del último discurso de Mesala, aunque se discuta sobre si lo precedían una o dos; véase GUGEL, 1969: 115 s.
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Secundo. En efecto, antiguamente el aprendiz de orador, con la formación básica recibida en casa, era puesto bajo el magisterio de un notable del foro, al que cotidianamente escuchaba y procuraba imitar; y seguía desde primera línea sus discursos y debates, de manera que pugnare in proelio disceret (34, 3), a plena luz del día y atento a las censuras de jueces y letrados. Además, todos los oradores de nota venían a ser maestros comunes de todos los aprendices; y del propio auditorio que aquellos arrastraban consigo aprendían los jóvenes no poco. Así era como en plena juventud habían debutado como acusadores de éxito Craso, César, Polión y Calvo (34, 4-7). Muy distinto era el nuevo sistema vigente, en que a los muchachos se los dejaba en manos de los rétores y de su ludus impudentiae que decía Cicerón (35, 1). Allí, sin disciplina ni provecho alguno, se entregaban a prácticas contraproducentes (magna ex parte contrariae, 35, 3) en suasoriae y controversiae totalmente ajenas a la vida real, de las que da varios ejemplos ilustrativos; pero en esto, al final del cap. 35, nos encontramos con la más importante laguna que el texto del Diálogo presenta, y que continúa al inicio del cap. 36. El problema de «la gran laguna», que se solapa con el de si había, al menos, una secundaria después de 40, 1, como algunos piensan siguiendo a HEUMANN,165 es de suficiente entidad como para que aquí le dediquemos un aparte, procurando no romper el hilo de la paráfrasis que venimos haciendo de la obra.166 165 Fue GUDEMAN quien en su edición (19142) dio a la cuestión su formulación clásica: tras la evidente laguna de 35/36, sería Julio Secundo el que estaría en el uso de la palabra. Ahora bien, por otra parte estaba claro por el finierat Maternus de 42, 1 que el diálogo se cerraba con el segundo discurso de Materno (véase BRINGMANN, 1970: 165, para quien es evidente que el discurso de Materno es una antilogia del de Mesala). De ahí surgió la tesis de una laguna secundaria tras 40, 1, en la que se habría perdido el final del discurso de Secundo y el inicio del de Materno con que concluía la obra. Por su parte VON FRITZ (= 1967: 514 ss.) hizo importantes correcciones a ese planteamiento: admitía una laguna larga en 35/36, de los sex folia de Decembrio, y daba por seguro que en ella habían perecido el final del discurso de Mesala, el de Secundo entero, y el principio del de Materno (que no de Secundo) en que ya nos encontramos en 36, lo que haría superflua la hipótesis de la laguna secundaria. 166 Adelantemos que, según el balance que hace HÄUSSLER, 1968: 92, la cuestión puede darse por zanjada desde finales de los años 60 del siglo pasado, con la general
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Tres son las cuestiones que la laguna plantea: la de su extensión, la del contenido del texto en ella perdido y la del personaje al que hay que atribuir el discurso en el que nos hallamos a su término, en 36, 1. En cuanto a la primera,167 el debate ha girado en torno a la autoridad a conceder a las divergentes noticias humanísticas sobre la cantidad de texto que ya en su día se echó en falta y a las indicaciones que las didascalias de algunos manuscritos contienen al respecto. El humanista Pier Candido Decembrio168 anotó tras el final del cap. 35: ‘post hec deficiunt sex folia’, lo que podría suponer nada menos que 1/3 del total del texto de la obra. Además, para el conjunto de la misma daba la cifra de 14 folios antes de la laguna y 2½ después de ella; es decir un total de 16½ entonces conservados. Por el contrario, la «instrucción de búsqueda» de N. Niccoli169 habla de un total de 18 folios del Hersfeldensis. Las anotaciones de los manuscritos170 también son discordantes: ‘hic desunt sex pagelle’ (B); ‘hic deficiunt quattuor parve pagellae’ (Q); ‘hic deest multum: in exemplari dicunt171 deesse sex aceptación de una «laguna pequeña» y, naturalmente, sin dejar lugar para una intervención importante de Julio Secundo. 167 Es muy extensa, casi inabarcable, la bibliografía sobre la «nachgerade ermüdende und lustlos Lückendiskussion» (HÄUSLER, 1986: 73), y aún ha crecido desde esa fecha. Puede verse, por de pronto, la amplia nota previa de MURGIA, 1981: 236. De la publicada hasta 1990 da detallada cuenta BO, 1993: 135-188. Pueden verse otras síntesis, en algunos casos más modernas, en MERKLIN, 1991: 2271-2275; FLACH, 2005: 3032; TÁRREGA GARRIDO, 2004. 168 Es el T(exto 10) de los censados por MERKLIN, 1991: 2258, del año 1455, que da cuenta de la aparición en Roma del Hersfeldensis, del cual da una detallada descripción. 169 T(exto) 9 de MERKLIN, 1991: loc. cit., de 1431. Lo reproducen in extenso ROBINSON, 1935: 6 s., y MURGIA, 1981: 225 ss. 170 Las didascalias de los mss. pueden verse, por ejemplo, en HEUBNER(-GÜNGERICH), 1980: 193; HÄUSSLER, 1986: 77; STEINMETZ, 1988: 343, clasificadas según las familias tradicionales (X, Z, Y), designadas por WINTERBOTTOM como Β, ζ, Γ. 171 HÄUSSLER, 1986: 77; MERKLIN, 1991: 2273, HEUBNER(-GÜNGERICH): 193 y FLACH, 2005, ad loc., dan dicitur, frente al dicunt de ROBINSON (1935: 14), WINTERBOTTOM, BO (1993: 167) y otros. La cuestión no es banal, pues con la lectura (in exemplari) dicitur («en el original se dice») saldría reforzada la solución propuesta por ROBINSON (1922, 1935), que ahora consideraremos. Ahora bien, MURGIA, 1981: 223, hace la importante observación de que la lectura de BARWICK (1954) de la anotación del ms. E (hic est
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paginas’ (E); ‘hic est defectus unius codicis cum dimidio’ (V) etc. En esta situación, ha de reconocerse como un progreso la aportación de BARWICK (1913: 283 ss.),172 que, como también haría ROBINSON, 1935, coordinó de manera razonable los testimonios discordantes: pagella tendría el sentido de columna, con lo que faltarían 1 folio y medio; el error estaría en los sex folia de Decembrio, fruto de las sex pagellae que también tendría en su antígrafo. En 1922, cuando ya se había vertido mucha tinta a cuenta y cuento del asunto, el filólogo norteamericano R. P. ROBINSON,173 que, como hemos visto, ya había acreditado su acumen crítico en la cuestión de la atribución del Diálogo en la tradición manuscrita, propuso una solución al problema no menos brillante: tuvo la intuición de que la nota de Decembrio no concernía a una laguna que él identificara en el Hersfeldensis (que seguramente no tenía a la vista al redactarla), sino que provenía de otra del copista de ese códice que la habría advertido en su antígrafo, y para cuya eventual recuperación había dejado vacío en su copia el espacio de seis columnas, es decir, de tres páginas o 1½ folio. La anotación del ms. E sería a este respecto una luz en las tinieblas, que dejaría claro, además, que cada columna del Hersfeldensis correspondía a una página de su antígrafo. Tres páginas, pues; 1/12 y no 1/3, sería el total de texto perdido.174 defectus unius folii cum dimidio: in exemplari dicitur deesse sex paginas) no es de fiar, pues tomó el dicitur de GUDEMAN, 19142 y el párrafo «hic… dimidio» de una mala lectura de su aparato, en el que esas palabras más bien se atribuyen al ms. Δ (Vat. Lat. 4498). 172 Volvió sobre el tema en parecidos términos y con cálculos muy detallados en BARWICK, 1954: 33 ss., donde también evoca su contribución de 1929. 173 El ya citado ROBINSON, 1922, concerniente a la paralela tradición de los fragmentos suetonianos: 18 y n. 26. Luego matizó un tanto su posición en su edición de la Germania (ROBINSON, 1935: 12 ss.). De entre los estudios más recientes, el de MERKLIN, 1991: 2273 SS., apoya decididamente sus tesis, y también da cuenta de los partidarios de una laguna larga (VRETSKA, 1955, RICHTER, 1961 y GUGEL, 1969, entre otros). 174 Quien quiera tener una visión más gráfica de esa cuantía puede lograrla hojeando, por ejemplo en las fotocopias publicadas por TILL, 1943, los folios del códice E del Agricola, que, como se sabe, fueron parte del Hersfeldensis. FLACH, 2005: 32, calcula que, según esa hipótesis, lo perdido correspondería a unas 3½ páginas de una edición oxoniense.
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Ahora bien, la laguna aún podría ser algo menor, según el ya tan citado CH. MURGIA (1981). De antemano, este se inclina, como la generalidad de los estudiosos, por una extensión no muy grande, en ningún caso de los seis folios de algunas noticias humanísticas y de los mss. y de editores como GUDEMAN (19142, al parecer, siguiendo a SABBADINI). Y así (MURGIA, 1981: 221) sostiene con razones llanamente materiales, pero bastante convincentes, lo poco verosímil de una pérdida de precisamente página y media. Pasa luego revista a los testimonios de los manuscritos, insistiendo en su anterior tesis de que ninguno de los hiparquetipos postulados (no digamos ya de los propios códices) puede ser copia directa del Hersfeldensis, dado que en todos ellos hay faltas que solo pueden explicarse por malas lecturas de abreviaturas típicamente renacentistas y, por tanto, ya presentes en subarquetipos intermedios (tampoco cree, por cierto, que el propio Hersfeldensis fuera copia directa de un códice antiguo). Considera también Murgia ese mal congénito de la tradición de los Opera minora que es la contaminación, y acaba concluyendo, de manera sumaria y un tanto tajante, que «los datos de los mss… son básicamente débiles. No hay ni un ms. que se pueda probar que atestigüe el tamaño de la laguna en el Hersfeldensis, y no el espacio dejado libre en algún ejemplar intermedio» (MURGIA, 1981: 225). Y así se vuelve hacia los testimonios humanísticos de N. Niccoli y P. C. Decembrio como únicas fuentes fiables. Da por insuficientemente probada la tesis de ROBINSON (1922), pero más que en los famosos sex folia supuestamente perdidos, se fija en los cómputos de los que tenía el Hersfeldensis que los citados humanistas nos dan, no sin sostener que, habida cuenta de la probable distancia entre dicho códice y un antígrafo antiguo en mayúsculas, tampoco cabe hacer conjeturas sobre la proporción entre las páginas de un tal antígrafo y las columnas del Hersfeldensis; y que no es verosímil que en el mismo se recogiera una anotación sobre una laguna de su modelo, como ROBINSON sostenía, y sí que la misma se originara en el propio Hersfeldensis. Pasando ya a lo positivo, MURGIA (2001: 231) estima que lo más probable es que en el códice de Hersfeld hubiera una nota como desunt ui [scil. sex] o deficiunt ui [CCXCIII]
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(scil folia), de mano de Decembrio o de alguien anterior, que luego los copistas suplementaron con las pagellae o columnellae de otros mss.; pero «fuera quien fuera el que dio origen a la nota, estaba expresando un juicio, no informando de un hecho observable, dado que el texto había desaparecido» (MURGIA, 1981: 232). Comparando ya el inventario de Niccolò, que es anterior a 1427 (con lo que parece entenderse que el autor cree que ese humanista llegó a tener clara noticia del Hersfeldensis integer), con la nota de Decembrio, MURGIA (loc. cit.) entiende que solo difieren en un folio. En efecto, el primero habla de un total de 18, el segundo de 16½; ahora bien, cuando Decembrio dice que tras la laguna habia folia duo cum dimidio, parece que quiso indicar que el verso del folio final se había dejado en blanco, como es frecuente en los códices medievales. Entonces, el folio que quedaría de diferencia entre uno y otro cómputo sería precisamente el perdido en la laguna. Por lo demás, Murgia reconoce la dificultad de aclarar por qué Decembrio habló de sex folia, y considera como la explicación más fácil la de que la laguna ocupara las caras internas de un unio (de dos folios) y que al percatarse de ella se pensara que allí faltaba el resto de un cuaternión, la unidad codicológica más habitual, es decir, un total de seis folios. Sin embargo, y ya antes de hacer un minucioso repaso a lo que se sabe o puede suponerse sobre la estructura codicológica del Hersfeldensis, MURGIA (1981, 233) reconoce con ejemplar honradez que la misma no parece favorable a la hipótesis antedicha. En todo caso, como decíamos, concluye reafirmándose en su convicción de que la laguna no pasaba de un folio, es decir, dos páginas o poco más en una edición estándar.175 175 BO, 1993: 197-200, que cita a MURGIA, 1981 como «MURGIA, 1979», le dedica una nota (114) fuertemente crítica, acusándolo de «sconvolgere da capo a fondo tutto quanto fu tramandato a proposito della lacuna dopo 35, 5. Sorprende il gusto di distruggere per distruggere, di profanare per profanare, di fare partorire i monti per dare alla luce un misero topolino». Además de tales improperios, para los que non erat hic locus, BO hace bastantes consideraciones de orden propiamente filológico, que no tenemos espacio para recoger aquí. Un tono muy distinto, aunque enérgico, tiene la crítica al estudioso americano que hace MERKLIN, 1991: 2275, que habla de la «zwingende Evidenz» de HÄUSSLER, 1986: 77.
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Un importante artículo de HÄUSSLER (1986: 73 ss.) dedica un apartado al problema de la laguna. Estima que la tesis de ROBINSON (1935, 12 ss.), que era «de la mayor sencillez posible», quedó frustrada porque cuando «tenía ya ante sus ojos la solución correcta —‘sex pagellae (= six columns) would describe the condition of the Hersfeld codex itself’ [ROBINSON, 1935: 12]—, acobardado por tímidos escrúpulos sobre si los copistas de tal advertencia, si es que simplemente no habían confundido erroneamente folia con pagellae, pudieron emplear pagella o sin más pagina en el sentido de columnella, como ya BARWICK (1913) había propuesto, sin dar pruebas» (HÄUSSLER, 1986, 76). Por el contrario, el autor alemán se muestra bastante crítico con las tesis de MURGIA (1981), reprochándole que tras postular una laguna de solo un folio, no explicara satisfactoriamente los sex folia de las didascalias y de Decembrio (HÄUSSLER, 1986: 76). Cuestión distinta, decíamos, es la del contenido perdido en la laguna, que a su vez no es fácil abordar independientemente de la de la atribución del parlamento que nos encontramos tras ella. Es claro que se trataba, por de pronto, del final del segundo discurso de Mesala; y según la opinión hoy mayoritaria, del principio del de Materno y último de la serie, como puede verse en 42, 1, según ya advirtió BARWICK (1929: 90-102). Muy distinta —decíamos— era la opinión sostenida en su día por GUDEMAN (19142: 72-80 y ad loc.) y otros que lo siguieron, los cuales, dando la razón a C. A. HEUMANN (1712, 1719),176 ponían a hablar a Julio Secundo en el inicio del c. 36 y hasta el 40, 1 inclusive; y tras él postulaban otra laguna de cierta entidad, a la que antes aludíamos, en la que habría perecido el presunto final de ese dicurso y el inicio del de Materno que, innegablemente, cierra la serie total.177 176 Tomo la noticia bibliográfica que da BO, 1993: 409 de ese estudioso: Parerga critica, Jenae 1712, 74-88. Dial. Ed., Goettingae 1719. 177 Véase KÖVES-ZULAUF, 1992, ya citado supra, § 4, al tratar de la figura de Secundo. MURGIA, 1981: 221, opina que la tesis de un discurso de Secundo quedó terminantemente descartada tras los trabajos de BARWICK y el de U. HASS-VON REITZENSTEIN, 1970; y también cita al respecto a G. WILLIAMS, 1978: 42, y su observación de que «en general el modelo ciceroniano es de no más de tres interlocutores principales». Para
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Aparte de la cuestión de Secundo, no han faltado conjeturas sobre lo que pudiera decir la parte perdida del discurso de Mesala, seguramente en la línea de portavoz de las ideas de Quintiliano que venía exponiendo. BARWICK, 1954: 7 s., partiendo de la precedente crítica de lo antinatural de las declamationes que hasta ese momento había formulado, supone que insistía en sus efectos negativos, y en la pobreza argumental de la oratoria a ellas debida. También cabe mencionar la hipótesis de FLACH, 2005: 31, el cual parte, naturalmente, de que cuando los mal formados aprendices de las escuelas de los rétores comparecieran ante tribunales de verdad (cum ad ueros iudices uentum***, 36, 5), se encontrarían como «transportados a otro mundo». Supone que luego, al igual que había hecho en su polémica con Apro (15, 3), Mesala extendería sus observaciones al mundo griego y describiría en él una pareja decadencia, hasta dar pie a Materno para su también trunco discurso.178 En el incompleto inicio del cap. 36, pues —siempre según la communis opinio—, ya nos encontramos a Materno en el uso de la BRINK, 1989: 495, con más bibliografía en su n. 83, la tesis del discurso de Secundo es «a dead duck». Algo parecido estimaban BARNES, 1986: 227 y n. 27, y HÄUSSLER, 1986, también con bibliografía. Entre los defensores posteriores de esa intervención de Secundo está el, por lo demás, excelente GUGEL, 1969. STEINMETZ (1988) sostiene que incluso con una kleine Lücke como también él cree que era la del Diálogo, habría espacio para una antítesis de ese personaje, de unas 70 líneas tras el segundo discurso de Mesala. GILLIS, 1972: 512-518, reivindica de nuevo de manera convincente para Materno el discurso desde 36 en adelante. Hasta 1990 da una crónica muy completa BO, 1993: 163-202. 178 Ya BARWICK, 1954: 15, que insistía en que ahí no faltan más que uno o dos capítulos, suponía que Materno hacía una referencia a la situación en Grecia, Con respecto al discurso trunco de Mesala, LUCE, 1993: 20 s., señala —digamos— dos notables fallos. En primer lugar, describe la educación ciceroniana del orador en los términos en que el propio Cicerón lo había hecho en el De oratore y el Brutus; pero «lo que Cicerón describe en ellos es un ideal, no algo semejante a la educación de su tiempo». Además, el alegato de Mesala contra las declamationes sería incoherente con su elogio de Asinio Polión y Mesala Corvino, de los que Séneca el Retórico (Contr. III praef., 14; Suas. VI 27) dice que cultivaban asiduamente el género. Por su parte, DÖPP, 1995: hace observar que «a decir verdad, Mesala se limita a describir y valorar síntomas, no afronta, en contra de lo que había anunciado, las causas anticipadas»; es decir, las del cambio hacia peor. Y afirma que solo Materno abordará ese problema en su siguiente intervención.
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palabra, y sí parece que, como sospechaba el citado FLACH, 2005 (loc. cit.), a la luz de las palabras in nostra quoque ciuitate, está de vuelta de un excurso griego. Cerremos nosotros el nuestro y volvamos al texto conservado del Diálogo. El parlamento final de Materno y de la obra (36-41), como ya apuntábamos al tratar del personaje, ha planteado a los exegetas algunos quebraderos de cabeza. En efecto, su diagnóstico de la decadencia oratoria como una especie de mal necesario, impuesto por la transición de una República desordenada y demagógica a la establidad política del Principado, parece desdecir de la imagen del defensor de la libertad que al inicio de la obra ofrecía Materno, expuesto al peligro por la franqueza con que se había expresado en su Catón; hasta el punto de que uno podría preguntarse si es el mismo hombre el que habla en uno y otro discurso, como anota H. MERKLIN (1988: 185), en vista de la, al menos, aparente «Beziehungslosigkeit» («la falta de relación») que entre uno y otro cabe observar, y que culmina en la «Bekenntnis» del poder personal y absoluto del príncipe, el sapientissimus et unus de 41, 4. Se trata, en suma, de «el problema de ‘los dos Maternos’», en palabras de VAN DEN BERG, 2014: 155.179 El ya citado T. E. STRUNK (2010: 247 ss.), entre otros, ha tratado de resolver esa crux exegética aplicando el criterio del «doublespeak» acuñado por SH. BARTSCH (1994 = 2010, 119) sobre no pocos precedentes:180 el del «lenguaje figurado» que permitiría disimular la ironía 179 Según hemos visto, en el ámbito prosopográfico sabemos hasta de cuatro; pero ahora no se trata de eso. Hemos podido consultar este reciente e importante libro cuando la mayor parte de estas páginas ya estaban escritas, por lo que quizá no ha tenido en ellas la acogida que merecía. Al respecto de este asunto, parece que el autor trata de quitar hierro al problema, cuando escribe (loc. cit.) que el mismo «puede derivar tanto de los modernos presupuestos interpretativos como de los detalles proporcionados por el texto». Con amplia bibliografía y prolijo análisis, en el que incluye el del «doublespeak» de BARTSCH que citamos a continuación, arguye que no hay datos claros que permitan considerar a Materno como «anti-principate» o «antiVespasiano». Sin embargo, tal vez se excede cuando, glosando el homenaje popular a Virgilio reseñado en 13, 1, afirma (160) que «lejos de criticar el principado, Materno iguala el renombre del poeta con la clase de reconocimiento tributado al emperador». 180 Así, por ejemplo, los de A. KÖHNKEN, 1973: 32-50; HEUBNER(-GÜNGERICH), 1980: 208 s., que tras hablar del aparente «Zwiespalt» («incoherencia») de Materno, y citando
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y la crítica.181 En esa clave habría que entender el segundo discurso de Materno. Frente al sereno y optimista diagnóstico del declive oratorio que Mesala había hecho en la línea de Quintiliano, Materno, por cuya boca parece ser que habla el propio Tácito, se muestra mucho más pesimista: no es que la elocuencia haya decaído, sino que en la nueva situación de paz política ha perdido su sentido. Ya no vale la pena dedicarse a ella. El propio Diálogo sería, pues, como se ha dicho, la reacción del historiador a los ingenuos ideales de restauración clásica de Quintiliano.182 Materno se pone a describir la situación en que antaño los oradores estaban en la cima de su poder y prestigio, pero a costa de despedazar a la república con su demagogia y con la reiteración de acusaciones contra personas distinguidas; dominaban al pueblo y al senado y dejaban claro que en Roma nadie era nadie si no era capaz de hacer prevalecer su posición ingenio et eloquentia, pues las declaraciones ante los tribunales se hacían cara a cara y no por escrito (36, 7). El afán de conservar las propias clientelas era para ellos un constante acicate (37, 1). Citando la recopilación documental que estaba publicando por entoces Licinio Muciano, hace ver cómo los grandes líderes de la República eran todos ellos oradores de nota (37, 3). Por otra parte, en aquellos tiempos la categoría de algunos acusados y la importancia misma de las causas que se ventilaban, muchas de ellas sobre corrupción electoral o prevaricación de los gobernantes en las provincias, daban mayor resonancia al prestigio a H. DREXLER, 1929: 427 ss.) y a FR. KLINGNER, 19614: 490-513), concluye que el alegato de Materno debe verse como «blanke Ironie», según había sostenido KÖHNKEN. De entre los trabajos posteriores merece citarse G. MANUWALD, 2001. 181 En contra de tal interpretación, DÖPP, 1995: 218, aunque sin mayor argumentación. 182 Véase BARWICK, 1954: 17, que opone los pares Mesala-Quintiliano y MaternoTácito. CAZACU, 2011: 617, comentando las pesimistas conclusiones de Materno sobre el porvenir de la oratoria, afirma que «the orator had a less important part in leading the state, and the state needed other people having different training and skills». Cabe preguntarse si el autor rumano piensa que era llegada la hora de los tecnócratas, algo que no cuadraría mal con el propio título de la publicación en que apareció su artículo.
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oratorio (37, 4-5). No eran las causas privadas las que habían hecho famosos a Demóstenes o a Cicerón, sino las de dimensión pública; en el caso del segundo, su acusación contra Verres o sus invectivas contra Antonio. Ahora bien, todo ese auge de la elocuencia se producía facilius turbidis et inquietis temporibus, y ahí acentúa Materno la deriva política y antirrepublicana de su alegato (37, 5-7). Al fin y al cabo, la palestra oratoria, como la guerra misma, se nutría de ataques y defensas. En los dos capítulos siguientes Materno traza un contraste entre las normas procesales de antaño y las vigentes en sus días. Antiguamente, los oradores tenían que estar siempre preparados para actuar; había posibilidad de aplazamientos y la duración de las intervenciones no estaba tasada. Pompeyo, y también César, habían introducido restricciones, pero todo se hacía in foro,… legibus,… apud praetores. Aún no se habían impuesto los tribunales centunvirales,183 de manera que apenas había discursos de los grandes oradores pronunciados ante ellos, salvo los que lo fueron después de que con el Principado llegaran el continuum populi otium y la adsidua senatus tranquilitas (38, 1-2), con lo que vemos que se acentúa la deriva política. Tras criticar un detalle accidental —el ridículo uso de las paenulae que habían ido sustituyendo a las togas de los abogados—, Materno hace notar que la práctica de recluir los procesos en archivos y auditorios también les había restado brillantez, pues el orador, como los caballos de raza, precisa de espacios abiertos (39, 1-2). Además, ahora el juez marca de cerca al orador y le impone tiempos y temas, y apenas hay un auditorio ante el que pueda actuar uelut quodam theatro, como hacían los abogados en los viejos tiempos, en los sonados procesos de G. Cornelio y de Escauro, de Milón, de L. Bestia y de Vatinio, concursu totius ciuitatis et accusatos et defensos (39, 3-5).
183 Es cuestión discutida la del origen y antigüedad de estos tribunales, pero sí parece que cobraron mayor importancia en los años finales de la República. Les estaban atribuidos los procedimientos sobre cuestiones de propiedad y de derecho sucesorio de mayor cuantía; véase al respecto A. NEUMANN, s. u. Centumuiri en Der Kleine Pauly 1.
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En el cap. 40184 Materno pasa ya a un ataque frontal —tal vez con el irónico «doublespeak» ya aludido— contra las libertades republicanas, en las que tanto había medrado la elocuencia: no hacían falta tantas asambleas ni se debía haber levantado la veda de los hombres principales, ni permitir que los oradores adularan los oídos de la plebe como histriones (40, 1). En efecto, est magna illa et notabilis eloquentia alumna licentiae, quam stulti libertatem uocant (40, 2); todo un diagnóstico que hace bueno el ya citado parecer de ST. H. RUTLEDGE (2012: 64 ss.) que ve en el Diálogo un testimonio de «historia social». Y es que —añade Materno— no se sabía de oradores en Lacedemonia, ni en Creta, ni en Persia, ni en ninguna nación certo imperio contenta; solo en Atenas y Rodas,185 donde el pueblo ignorante todo lo podía, se habían dado alas a la oratoria (40, 3). La gran elocuencia romana había florecido en una República en la que reinaba la discordia crónica, y bien se la podría comparar a esas hierbas que brotan especialmente lozanas en los campos incultos; pero ni los Gracos habían logrado imponer sus leyes con su oratoria, ni Cicerón había tenido un fin digno de su fama en ese campo (40, 4). Cierto que que el foro había sobrevivido a todo aquello, pero la oratoria estaba herida de muerte porque ya no había necesidad de grandes procesos políticos, al igual que sobraban los médicos en las sociedades sanas (41, 1-2). Y así, minor oratorum honor obscuriorque gloria est inter bonos mores (41, 3). Ya no hacían falta largos debates senatoriales, pues pronto se lograba el consenso de los mejores; holgaban las asambleas del pueblo toda vez que las grandes decisiones las tomaba sapientissimus et unus (41, 4).186 En fin, Materno,
184 Véase nuestra nota a la traducción de ese pasaje, sobre la laguna que ahí creyó identificar SHACKLETON BAILEY, 1982, y que ya postulaba GUDEMAN, 19142 convencido de que en ella se había perdido el final de un discurso de Julio Secundo. 185 Precisamente en Rodas el joven Cicerón había perfeccionado su oratoria bajo la diección del rétor Molón. 186 Unas palabras por las que uno se siente tentado de recordar las que en THEOPHR., Charact. 26, 2, se ponen en boca del oligarca que acude a una deliberación: ἱκανὸς εἷς ἐστι.
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que también llama a sus interlocutores optimi et… dissertissimi uiri, les asegura que su gloria en los viejos tiempos habría llegado al máximo; pero que como fama y paz han venido a ser incompatibles, deben usar de los bienes de su tiempo sin menospreciar los de otros (41, 5). Y así se disuelve cordialmente la tertulia, con el compromiso de volver sobre algunos de los asuntos tratados (42). En fin, no parece que se le pueda negar la razón a BRINK (1993: 348) cuando escribe que «Tácito no presenta una solución clara y libre de ambigüedad a un problema que era intrínsecamente insoluble y que el Diálogo da a entender que su autor consideraba insoluble —me refiero al problema planteado al comienzo ‘¿Por qué ha decaído la oratoria?’».187 Hasta aquí nuestra paráfrasis del contenido del Diálogo. Nos queda por ver si sus parlamentos se atienen a una estructura, a un cierto Aufbau, que permita considerarlo como una obra unitaria.188 Problema importante en este punto es el de la relación temática —o de la falta de ella— del par inicial de discursos (los primeros de Materno y de Apro) con el resto. FR. LEO (1898: 170)189 creyó poder zanjarlo de una manera —digamos— pragmática: siendo un diálogo una μίμησις τοῦ βίου, no buscaría tener una unidad; en el caso que nos ocupa, y siempre según el gran maestro, «el tránsito de un asunto a otro es meramente externo: Apro echa mano con afán de una 187 A este respecto VAN DEN BERG, 2014: 62, escribe: «los intervinientes apenas han resuelto la cuestión central y Tácito no se adelanta en ningún punto a resolver la indecisión. El pasaje es un cercano paralelo de la manera aporética a la que Cicerón acude para la conclusión del De diuinatione. La única huella de la presencia de Tácito, el verbo discessimus, también recuerda al lector el final del De natura deorum (haec cum essent dicta, ita discessimus,…III 95)…». 188 De entre la amplísima bibliografía sobre el tema hay que destacar VON FRITZ, 1932 (= 1976: 513-534); y los ya citados BARWICK, 1954; BRINGMANN, 1970; HASS-VON REITZENSTEIN, 1970; y HÄUSSLER, 1986. No tenemos espacio para discutir en detalle las posiciones de todos ellos, algunas de las cuales sí examina el también citado GUGEL, 1969: 116. 189 Se trata de su recensión de la edición de GUDEMAN, 1898, publicada en las Göttingische Gelehrte Anzeigen del mismo año, páginas 169-188. La hemos consultado directamente, pero debemos la referencia, como tantas otras de este apartado a GUGEL, 1969: 117.
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observación general de Mesala [cap. 14] y pone en primer término el tema que en adelante domina la conversación. Así se desarrolla en la vida la discusión viva: por una causa externa, como la entrada de una persona nueva, un tema desplaza a otro». El debate previo se quedaría en un «präludierendes Thema».190 GUGEL (1969: 116 s.) censa minuciosamente las contribuciones a este respecto publicadas hasta 1967. De entre ellas destaca como «de lo más fructífero» la de DREXLER (1929),191 que mostraba conexiones «de contenidos y motivos» entre el «debate previo» y el discurso final de Materno, y en ese camino trata de profundizar. Así, hace ver que en el «Enkomion der Beredsamkeit» que es el primer discurso de Apro se encarecen unas presuntas excelencias y ventajas de la misma que Materno pone en cuestión o simplemente deja en nada en su última intervención: así, los togatorum comitatus et egressus, species, ueneratio de 6,4 ya no son gran cosa una vez que, como advierte en 39, los procedimientos judiciales han perdido casi toda su antigua publicidad; a la gloria, fama y notitia que Apro pondera en los caps. 7 y 8, Materno responde en 41, 5 con que nunc, quoniam nemo eodem tempore asequi potest magnam famam et magnam quietem…e.q.s.; y lo mismo —señala GUGEL (1969: 118 ss.)— ocurre con varias otras ventajas de la oratoria, con lo que vendría a resultar que, al menos al final de la obra, queda debidamente integrada en ella la singularidad que aparentaba ser el debate sobre su Nebenthema. En fin, tras una pormenorizada discusión de otras correspondencias relevantes, GUGEL (1969: 122) concluye que «la discusión introductoria 190 De «präludierendes Gespräch», habla HASS-VON REITZENSTEIN, citando a Leo y a Helm y sin compartir esa opinión. Ya REITZENSTEIN, 1915: 206 ss. se había ocupado de la heterogeneidad que representan esos dos, y creía encontrarle un modelo en el par de discursos de Lisias y Sócrates en el Fedro platónico. En cambio, BRINGMANN, 1970: 166 ss. veía en la singularidad de esos dos «discursos protrépticos» una huella del diálogo ciceroniano, y establece una conexión lógica entre el primer discurso de Apro y el tema central del Diálogo. Plantea el problema de manera bastante clara BARWICK, 1954: 22 ss., que, como veíamos, habla de «Haupthema» y «Nebenthema» del Diálogo. 191 Se ocupa de la unidad de la obra en sus páginas 265 ss.
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y el segundo discurso de Materno forman, con variadas relaciones de pensamiento, un Spannungsbogen [‘arco de tensión’] que establece la unidad entre ellos». Son unos cuantos los estudiosos que, yendo más a fondo, han buscado en el Diálogo trazas de un Aufbau susceptible de interpretarse como premeditado diseño de su autor. Así, el propio GUGEL (1969: 117), tras dar cuenta de las contribuciones publicadas hasta su fecha, plantea a este respecto observaciones dignas de interés. Por de pronto, apunta a una serie de «Klammern» («paréntesis»)192 por medio de los cuales, y de manera reiterada, Tácito parece dar a su obra como un formato unitario. Así, tras la interrogativa de cur en 1, 1 que introduce el tema principal, este es de inmediato aludido en 1, 2 (tam magnae quaestionis… hanc quaestionem) y en 1, 3 (causas afferrent); en 15, 2 lo retoma Mesala (causas…. differentiae) y en 16, 1 Secundo (quaestionem); luego, en 24, 3, Materno pregunta por las causas, cur in tantum…. recesserimus, repitiendo sus propias palabras de 24, 3; en 32, 7 Mesala alude a aliae causae, mientras que en 42, 1 se da un repaso a todo lo tratado. No puede negarse que con esas observaciones GUGEL (1969: 114) hace una estimable aportación al problema del Aufbau del Diálogo. Entrando ya en el cuerpo de la obra,193 analiza GUGEL (loc. cit.) los discursos previo y primer intermedio, en su opinión desatendidos en la anterior investigación. En la conversación introductoria (3, 1-5, 2) señala que el orden de intervenciones (Secundo-Materno-AproMaterno-Secundo) presenta una «Schalenkomposition» (nosotros diríamos «concéntrica»), en la que «Secundo y Materno toman la palabra dos veces y forman el marco para las de Apro, las cuales proporcionan el tema para la primera conversación entre Apro y Materno». Similar esquema compositivo advierte GUGEL en la que Nosotros hablaríamos de una serie de anáforas y catáforas. Anotemos que el autor hace también detallados análisis de los diversos discursos, que aquí no ha lugar a recoger. Remitimos a sus minuciosas Tafeln de las páginas 125-131. El que a continuación comentamos lo recogemos por el carácter prioritario que el autor mismo le da. 192
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llama «primera conversación intermedia» (14, 1-16, 3),194 e ilustra su análisis con un esquema numérico que parece abonarlo claramente. Al Gesamtaufbau del Diálogo dedica GUGEL (1969: 115-124) unas cuantas páginas, coronadas por su TAFEL VIII (p. 132), también con detalladas acotaciones numéricas. Ahora bien, al propio tiempo plantea otras cuestiones previas que son importantes a la hora de identificar una estructura general de la obra. En primer lugar la ya considerada de la gran laguna de 35/36, en la que para algunos pudo perderse hasta ¼ del texto),195 incluyendo el final del segundo discurso de Mesala y el inicio del segundo de Materno, aunque no una intervención relativamente extensa de Secundo, punto este en el que GUGEL (1969: 122) piensa lo contrario.196 Por otra parte, está la cuestión de si los parlamentos de Mesala forman dos discursos, como ya veíamos que sostenía, entre otros, BARWICK (1954 et iam antea), o bien uno solo —opinión de VON FRITZ (1932: 282)— o bien hasta tres, según KLAEHR (1927: 19) y el propio GUGEL (1969: 116)197 estiman; pero no nos parece que el desacuerdo a propósito de la misma invalide la tesis de que, en efecto, el Diálogo presenta un Aufbau, un diseño o estructura que permite considerarlo como una obra unitaria y bien trabada.
194 Es verdad —reconoce GUGEL, 1969: 115— que a esa serie de interlocutores (Mesala-Secundo-Mesala-Apro-Mesala-Secundo-Mesala) se añade al final Materno (16, 3); pero también parece serlo la razón que da, siguiendo a Vretska, de que se trata del amo de la casa, que lógicamente también debía tomar la palabra en ese punto. 195 Por semejante hipótesis de trabajo se decanta el propio GUGEL, 1969: 115. 196 Así, en su TAFEL VIII (p. 132), incluye, tras el cap. 35, una [Zwischengespräche], un turno de [Secundus] y otra [Zwischengespräche], a la que seguiría el comienzo, también perdido, naturalmente, del segundo discurso de Materno. 197 Según puede verse en el lugar citado y en su TAFELN III-V (pp. 127-129), atribuye a la «I. Messalarede» los caps. 25 y 26; la II abarcaría los caps. 28-32, y la III iría desde 33,4 hasta 35, 5. Como se recordará, los dos discursos del esquema de BARWICK abarcaban los caps. 25-26 y 28-35, respectivamente; pero GUGEL (1969, loc. cit.) atribuye al Messalla quasi rursus incipiens de 31, 4 un importante papel delimitador.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
8. LENGUA
Y ESTILO
Según ya dejaba claro NORDEN (19183: 322, n. 1), el estudio riguroso del estilo y la lengua de Tácito y de su evolución parte de los Jahresberichte («Tacitus») de E.WÖLFFLIN, verdaderamente bahnbrecher, publicados hace ya casi siglo y medio en la revista Philologus.198 De ellos ha dependido en diversa medida cuanto al respecto se ha escrito después, desde GUDEMAN (19142, para el Diálogo) hasta PERRET (1954), LÖFSTEDT (1958), SYME (1958)199 y otros estudiosos más recientes. Al igual que en el caso de la Germania, nos atendremos en cuanto a la lengua del Diálogo a la sobria pero muy completa panorámica al respecto publicada por el primero de esos autores en los Prolegomena de su edición (GUDEMAN, 19142: 99-111),200 a modo de guía y de cañamazo sobre el que trenzar también noticias y pareceres de otras procedencias,201 incluida la propia. En la lengua del Diálogo, una obra que, como ya decíamos, se atiene a los modelos consagrados de la doctrina retórica y de la práctica oratoria, no hay que esperar toparse con mayores desviaciones con respecto a la norma clásica acuñada por Cicerón; ni siquiera como las que sí marcan la del Tácito historiador. Por ello, este capítulo, aunque necesario, puede despacharse de manera bastante sumaria si nos limitamos a señalar algunos rasgos de particular interés, ya en cuanto supongan un cierto desvío de la referida norma, ya muestras relevantes de una positiva adhesión a la misma
198 En los números 25 (1867: 92-134), 26 (1867: 92-166) y 27 (1968: 133-149). El primero de ellos es el de mayor interés para nuestro asunto, pues trata de «Schriften über den taciteischen Stil und genetische Entwicklung desselben». 199 Varios de sus Appendices (711-745) se agrupan bajo la rúbrica «Style and Words» y versan especialmente sobre el léxico, aunque, como es natural, con menos atención al de los Opera minora. 200 Más detallado en muchos aspectos es su apartado «Der Stil des Dialogus», incluido en su examen de la autenticidad de la obra (GUDEMAN, 19142: 20-29), del que también nos valdremos aquí. 201 Según se verá, tomados sobre todo de los comentarios de (HEUBNER-) GÜNGERICH, 1980; MAYER, 2001; CABRILLANA, 2007 y otros.
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PRÓLOGO
En cuanto al vocabulario, y en particular a la selección de los nombres, señala GUDEMAN (19142: 99) cierta preferencia por los abstractos donde también —o más bien— cabría esperar un término concreto. Así, celeberrima… ingenia (2, 1), referido a Apro y Secundo; cura (3, 3), con el valor de opus o liber; o bien clientelae (39, 4) con el de clientes. Y lindando ya con la morfosintaxis, subraya la frecuencia de «plurales (de) abstractos» como amicitias (5, 3), uoluptates (6, 1), comitatus et egressus (6, 4; 11, 3), gaudia (6, 5), tribunatus et praeturas et consulatus (7, 2), educationibus (28, 5), prauitatibus (28, 6) y otros casos similares; así como el empleo del «plural retórico» o tipificador:202 Menenios et Appios (21, 7). Todavía en el ámbito del número gramatical, aunque con implicaciones de género, está el uso del plural neutro con valor de abstracto. Este puede aparecer por sí solo, como en summa (10, 5), sacra (13, 5), o uetera (15, 1);203 o bien determinado por un genitivo: arcana semotae dictionis (2, 1), studiorum sacra (11, 2) (cf. GUDEMAN 19142: 100). A ese rasgo también se refiere RUTLEDGE (2012: 69), aunque hablando simplemente de «abstract language», en su particular comentario a 2, 1, sobre el que luego volveremos. En cuanto al empleo de los casos, no registra GUDEMAN (loc. cit.) particularidades dignas de reseña; pero sí hace notar la frecuencia de las «expresiones adverbiales» introducidas por la preposición in: in quantum (2, 2; 41, 5), in tantum (24, 3; 32, 5), in futurum (4, 2), in contrarium (15, 2; 3), in commune (26, 6), in medium (18, 6; 28, 1) y bastantes otros ejemplos.204 En el ámbito verbal, y comenzando también por el léxico, toca GUDEMAN (19142: 101) el asunto clásico del ‘simplex pro composito’,205 202 Nos permitimos habilitar esta etiqueta a partir de una observación al respecto de HOFMANN-SZANTYR, 1972: 19: «Los nombres propios pueden aparecer en plural cuando están tipificados, es decir, cuando se los emplea como representantes del género». 203 GUDEMAN (19142: 100) cita en este punto el uetera de 37, 2, pasaje en el que hemos aceptado la adición uolumina de ANDRESEN. 204 Véase al comentario de CABRILLANA, 2007 a 2, 2. 205 Como se sabe, se trata de un uso arcaizante y también poético, dado que facilitaba posibilidades de cuadrar el verso, pese a que en bastantes casos parece tratarse
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
empleo que observa, por ejemplo, en seruato ordine (1, 4, por conseruato), dederunt (8, 11, por dediderunt), pellere (17, 4, por repellere), clauditur (30, 5, por includitur), parabantur (34, 1, por praeparabantur), etc.; pero registra asimismo el fenómeno contrario, el de ‘compositum pro simplici ’:206 consurgendi (6, 4), demonstrant (7, 4), consequuntur (9, 2) recurret (9, 3), prosequatur (9, 4), depacauerat (38, 7, al parecer un hápax), y bastantes más casos. En la gramática de los modos,207 reseña GUDEMAN (loc. cit.) la no rara comparecencia del indicativo en subordinadas de la oratio obliqua208 y especialmente en las introducidas por dum. En cuanto a los usos del subjuntivo subraya el del perfecto como «potencial aorístico»,209 es decir, sin valor alguno de anterioridad: timuerim (13, 1), uocauerimus (18, 1), negauerim (26, 4), dixerim (32, 4; 34, 2; 35, 2; 40, 3), cesserit (13, 3), que nada tienen de contrario a la norma clásica. En relación con el subjuntivo volitivo, cabe señalar empleos en que no sigue al habitual ne, sino a nec: nec insanum ultra et lubricum forum famamque pallentem trepidus experiar (13, 5), donde, justo a continuación, reaparece precedido de simple non en correlación, de nuevo, con nec: non me fremitus salutantium nec anhelans libertus excitet, nec incertus futuri testamentum pro pignore scribam, nec plus de verbos conservados solo o preferentemente en la lengua popular, como demuestra que acabaran pasando a las lenguas románicas; véase HOFMANN-SZANTYR, 1972: 298 s. 206 Pese a que, según HOFMANN-SZANTYR, 1972: 300, es un uso «in erster Linie volkstümlich». 207 Respecto a ella también aporta numerosas observaciones MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘mood’. 208 De entre los pasajes que GUDEMAN aduce bastará con citar 14, 4: itaque hercule non minus probari uideo in te, Secunde, quod Iuli Africani uitam componendo spem hominibus fecisti plurium eiusmodi librorum quam in Apro quod nondum ab scholasticis controuersiis recessit et otium suum mauult nouorum rhetorum more quam ueterum oratorum consumere; y 17, 4: nam ipse ego in Britannia uidi senem qui se fatebatur ei pugnae interfuisse qua Caesarem inferentem arma Britanni arcere litoribus et pellere adgressi sunt, lugar en el que ya en la subordinada de primer grado cabría esperar el subjuntivo fateretur que de hecho dan algunos mss. y prefieren ciertos editores. 209 HOFMANN-SZANTYR, 1972: 333 s., tratan ampliamente de ese empleo y consideran «poco afortunada» la denominación de «optativo aorístico», al parecer, debida a F. THOMAS, 1938, Recherches sur le subjonctif latin, histoire et valeur des formes. París: 90 ss.
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PRÓLOGO
habeam quam quod possim cui uelim relinquere (13, 6) (pasaje en el que un traductor poco avezado hasta podría inclinarse a entender el modo como potencial, si no prestara atención al contexto claramente volitivo). Sobre el melius fuisset de 41, 2, un claro irreal de pasado, que GUDEMAN (loc. cit.) da como sinónimo de melius erat, (HEUBNER-) GÜNGERICH, 1980 (ad loc.) comenta que en esa clase de expresiones el subjuntivo tiende a introducirse en época postclásica, y remite a HOFMANN-SZANTYR, 1972: 328, que explican cumplidamente esa variación.210 También se fija GUDEMAN (loc. cit.) en la «interrogación deliberativa en relación al pasado» expresada con imperfecto de subjuntivo: an ille Ciceroni inuideret qui mihi uidetur ne Caesari quidem inuidisse? (5, 6). Y, en efecto, tiene su interés el empleo del imperfecto como potencial de pasado, valor que, a nuestro entender, incluso podría ser más antiguo que el de praesens irrealis, aunque los textos no permiten verlo bien acreditado hasta la época clásica (cf. HOFMANN-SZANTYR, 1972: 334). En cuanto al período condicional, GUDEMAN (loc. cit.) reseña algunos rasgos que no suponen rareza alguna. Así, la aparición del presente de subjuntivo en la prótasis con el valor llamado «iterativo» (otros lo dejarían, simplemente en anterioridad) más propio del perfecto: si ita res familiaris exigat (9, 5), o bien si quis forte aures uestras perstringit (27, 2), pasaje en el que, como nosotros hemos optado por la corrección perstringet de Lipsio, frente a los igualmente posibles perstringit y perstringat de mss. y otros editores. En nuestra opinión, tales usos son casos claros de lo que en términos estructuralistas se denominan usos neutros del término no marcado (el presente) por el marcado (perfecto). El empleo del imperfecto de subjuntivo en la prótasis «para la designación de una repetición indeterminada», caso que GUDEMAN (loc. cit.) señala en quod si quis 210 Además del Handbuch citado, véase MAYER, 2001 (ad loc.): en esta clase de expresiones parece producirse una irradiación del valor modal de irrealidad, que deriva del resultado final fallido del proceso en cuestión, sobre el verbo, que tenía sobrados motivos para ir en pretérito del indicativo: tras el fracaso de la iniciativa de pedir justicia había lugar a la entrada del modus irrealis; digamos que ex euentu.
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odoratus philosophiam uideretur atque ex ea locum aliquem orationi suae insereret, in caelum laudibus ferebatur (19, 3), a nuestro parecer es otro ejemplo de su empleo como potencial de pasado, en contexto pretérito, que ya hemos comentado más arriba. En otro apartado, reseña GUDEMAN (19142: 103) un perfecto de subjuntivo en la prótasis de una condicional irreal: quibus uix suffeceris etiam si non nouum tibi ipse negotium importasses (3, 4), caso realmente notable y en el que hasta extraña que algún editor no haya propuesto corregir en sufficeres. (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., lo explica entendiendo que Apro no quiere cerrar la puerta a la posibilidad de que su amigo renuncie a su idea de abandonar la oratoria. En fin, siempre a propósito de los empleos del subjuntivo, señala GUDEMAN (19142: 101) un par de ellos que pueden denominarse con entera propiedad211 de atracción modal, en cuanto que presentan subjuntivos que solo cabe atribuir a la influencia de otro al que están subordinados; así, en cum singuli diuersas sed easdem probabiles causas afferrent, dum formam sui quisque et animi et ingenii redderent (1, 6), donde redderent ha de achacarse al influjo del precedente afferrent; y en 28, 6: ut sincera et integra et [in] nullis prauitatibus detorta unius cuiusque natura toto statim pectore arriperet artis honestas et, siue ad rem militarem siue ad iuris scientiam siue ad eloquentiae studium inclinasset, id solum ageret, id solum hauriret, donde al subjuntivo inclinasset hay que atribuirle el mismo origen. En el ámbito de las perífrasis verbales censa GUDEMAN (19142: 102) la de habere con gerundivo en lugar de la clásica con infinitivo, que, sin embargo, se impodrá en los futuros románicos: haec… spectanda haberemus (8, 2); nec spectandum habent oratorem (19, 5); siue… dicendum habuerit (31, 4), etc. Se ocupa luego del empleo de las 211 Siempre nos ha parecido inapropiado el empleo de la denominación «atracción modal» para el subjuntivo de oraciones con verbo personal subordinadas a una de infinitivo, incluso en casos en que este depende de un indicativo. En efecto, ¿de qué atracción puede hablarse donde no hay un elemento atrayente? A nuestro entender, la mayoría de tales subjuntivos pueden explicarse como casos de oratio obliqua más o menos expresa.
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PRÓLOGO
preposiciones, en las que no vemos particularidades dignas de reseñarse. Tampoco en el de las «partículas o conjunciones», salvo el uso de quatenus con el sentido de quoniam (5, 4; 19, 1) y, por tratarse de una cuestión ya lindante con el estilo, el abundante polisíndeton de et, que no hará falta ejemplificar. Merece también una referencia el empleo de los modos en las concesivas: en las de quamquam, el uso de Tácito arroja 20 indicativos frente a 60 subjuntivos, mientras que las de quamuis solo llevan subjuntivo (GUDEMAN, 19142: 103). Sobre otras subordinadas no señala Gudeman particularidades notables. Sí algunas en el ámbito de la concordancia;212 por ejemplo, la de un verbo en singular con dos substantivos en singular semánticamente emparentados que actúan como sujetos, pero en el Diálogo casi solo cuando los mismos son abstractos: uis et utilitas… intellegitur (5, 6), recta indoles est et bona spes sui (7, 3); uulgus quoque imperitum et tunicatus hic populus… uocat et digito demonstrat, etc. Fenómeno especialmente frecuente en Tácito es, al parecer, el de un predicado en plural con dos sujetos «en frases asindéticas y adversativas»: ego… te poetis, Messalla autem antiquariis criminabimur (42, 2). En períodos disyuntivos, y tanto en frases negativas como afirmativas, el verbo va en plural: non facile dixerim utrumne locus ipse an condiscipuli an genus studiorum plus mali ingeniis adferant (35, 2); nec Ciceronem magnum oratorem P. Quinctius defensus aut Licinius Archias faciunt (37, 6). El predicado concierta con el sujeto más próximo, que en general lo sigue: est quoddam… gaudii pondus et constantia (6,5), etc. El relativo concierta con el último antecedente: praesidium simul ac telum quo propugnare pariter et incessere… possis (5, 6); o bien con una parte del antecedente: … omnia apud praetores gererentur; apud quos quanto maiora negotia olim exerceri solita sint quod maius argumentum est quam quod causae centumuirales…, adeo splendore aliorum iudiciorum obruebantur… (caso en el que el quos es más bien coordinante, con lo que cabe pensar en una relación más laxa). 212
Véase también al respecto MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘concord’.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
Inicia GUDEMAN (19142: 106 ss.) su capítulo de «Stilistik und Rhetorik» con algunas cuestiones de collocatio uerborum.213 El primer epígrafe de ese apartado concierne a la «Umstellung», es decir, a la anástrofe del cognomen (Marcellum Eprium, Crispum Vibium, etc.), habitual en el Diálogo y también en las demás obras de Tácito.214 Sin embargo, nosotros ya nos hemos adherido a quienes más bien sospechan que ahí no tenemos un estilema propio de la obra o del autor, sino el testimonio de un uso social de la época.215 Más aspecto de asunto estilístico tiene la observación de que en la secuencia de dos nombres propios el praenomen se omite o se añade en uno y otro: M. Aper et Iulius Secundus (2, 1); Marcellum hunc Eprium, de quo modo locutus sum, et Crispum Vibium (8, 1); Seruio Galbae aut C. Carboni (18, 1), etc. Ya en otras cuestiones de orden de palabras, Gudeman hace un par de observaciones sobre algunas posiciones características del objeto directo, que puede aparecer situado entre dos predicados, como en intulerit ictus et exceperit (37, 8); o bien siguiendo al que le corresponde: ut pateretur et leges (40, 4). Por su parte, el genitivo con adjetivo pronominal precede al sustantivo: eiusdem aetatis oratores (22, 1); eorundem temporum disertos (25, 3); eiusdem familiae suboles (28, 4) eiusdem aetatis patronos (34, 4). En la colocación del adjetivo atributo, parece claro el carácter enfático de su posposición: quodam ardore iuuenili (2, 1); eloquentiam uirilem et oratoriam (5, 4); uoluptatem autem breuem, laudem inanem et infructuosam (9, 1). Cuando unus va unido con otro adjetivo, también se pospone: longum et unum annum (17, 3); sapientissimus et unus (41, 4). En fin, un adjetivo predicado nominal puede ir en la posición propia de un atributo: sed extemporalis audaciae atque ipsius 213 La del orden de palabras se ha convertido en los tiempos recientes en propia de la lingüística o, más exactamente, de la pragmática; pero no menos claro lo es que la estilística de los textos antiguos, aunque inevitablemente arraigada en la retórica, ha tendido a una mayor formalización precisamente al amparo de las nuevas corrientes lingüísticas. Sobre este punto véanse también las observaciones de MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘word order’. 214 También aparece en Quintiliano, según reseña BALLESTER 2015; cf. supra pp. CDXLVIII s. 215 Véase CABRILLANA 2007: ad loc., que cita varios ejemplos de interés.
[CCCXI]
PRÓLOGO
temeritatis uel praecipua iucunditas est (6, 6); nullum sit uerbum uel rubigine infectum (22, 5); nec tanti rei publicae Gracchorum eloquentia fuit (40, 4). A propósito de la posición de los verbos,216 GUDEMAN (19142: 107) vuelve sobre algunos casos ya considerados al tratar de su concordancia con el sujeto más próximo, por lo general pospuesto. Así, en est quoddam sicut ipsius dictionis ita gaudii pondus et constantia (6, 5); relinquenda conuersatio amicorum et iucunditas urbis, deserenda cetera officia (9, 6); sed sit in apparatu eius et aurum et gemmae (22, 4); unde oritur illa foeda et praepostera sed tamen frequens… exclamatio…(26, 3). Un verbo puede ir entre sus dos objetos directos: siue accusationem susceperat siue defensionem (34,6). Al respecto del verbo parentético inquit, como es natural muy frecuente en el Diálogo, y que, según nuestro cómputo, raramente se encuentra en el mismo a más de tres palabras de distancia del inicio del estilo directo en que se incardina, GUDEMAN (loc. cit.) subraya un caso de insólito distanciamiento: el de 42, 2: «At ego uos rhetoribus et scholasticis», inquit, al cual nos permitimos añadir el de 3, 4: «Adeo te tragoediae istae non satiant» inquit Aper. Pasando por alto también aquí cuestiones menores, cumple fijarse en la que GUDEMAN (loc. cit.) llama «anástrofe del adverbio»: nostra potissimum aetas (1, 1); excogitata subtiliter et dicta grauiter (1, 5); uenire plerumque (6, 2); o en posición intercalada entre los constituyentes a los que determina: parere simul et tueri (4, 4); plenam semper et frequentem domum suam (6, 2) y bastantes más ejemplos, con una excepción: el multum uexata et inrisa de 1, 4. Al respecto de las preposiciones escribe GUDEMAN (19142: 107): «Cuando una y la misma preposición puede regir dos sustantivos unidos por et, ac, atque, la preposición ni se repite —de 252 ejemplos 216 En este punto véase también MAYER, 2001: 29, que se refiere al ‘hipérbaton verbal’, tipificado por J. N. ADAMS, 1971: 9, en el que «el verbo separa al nombre de su modificador». El fenómeno es mucho más frecuente en el Diálogo que en los Anales, lo que apunta a su estirpe oratoria. En Indexes, s. u. hyperbaton señala el observable en 19, 2: uidit namque.
[CCCXII]
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
en Tácito solo se encuentran tres aparentes excepciones…— ni tampoco se sustituye por otra. Esta regla, por el contrario, no rige para las junturas disyuntivas o asindéticas. Compárese a Cicerone aut Asinio (15, 3); de furto aut formula (37, 4), con in Asicium aut in Drusum (21, 2), a patre uel a propinquis (34, 1)»; una regla digna de tenerse en cuenta. En cuanto a la anástrofe de preposición, GUDEMAN (loc. cit.) señala que, «aunque frecuente en las obras posteriores, en el Diálogo solo [aparece] en junturas fijas: eaque de re (2, 1).217 La complosio syllabarum (GUDEMANN, loc. cit.) viene a ser una especie de aliteración silábica: consiste en la acumulación de sílabas iguales en límite de palabra, y es relativamente frecuente en el Diálogo: ille leges (3, 3), ipse securus (5, 5), similior oratio (14, 2), illi libeat (19, 5) y bastantes casos más. En el apartado de figurae uerborum comienza tratando GUDEMAN (19142: 108) las basadas en la coordinación copulativa o disyuntiva, polisíndeton y asíndeton,218 ambos bien representados en Diálogo, con 10 y 30 casos respectivamente. En cuanto a la anáfora, también proporciona una amplia muestra de su presencia ordenada según la clase de palabra utilizada al efecto (nombres, adjetivos, adverbios, pronombres, partículas y preposiciones); y habida cuenta de lo elemental de ese recurso retórico, nos abstendremos de citar ejemplos,219 y lo mismo de los muchos casos de quiasmo que GUDEMAN (loc. cit.) recoge.220 Sí los daremos de la figura opuesta, que llama synchisis, una disposición seguramente no menos artificiosa de las secuencias de nombres y adjetivos: nullis contacta uitiis pectora (12,
217 Pareja observación hace MAYER, 2001: 29, que también subraya su mucho mayor frecuencia en el «alambicado estilo» de las obras históricas. 218 De uno y fenómeno proporciona ejemplos MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘asyndeton’, ‘polisyndeton’. Véase también ibid. s. u. ‘figures of speech or thoght’. 219 Pueden verse también los señalados por MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘anaphora’. 220 De los varios que señala (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., citaremos el de 11, 1: detrectaret poetas atque carminum studium prosterneret, cuya conformación, y con el verbo de mayor energía al final, según el autor citado, contribuye a dar unidad al conjunto; y leges adsiduae et populare nomen (36, 3); véanse también los casos censados por MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘chiasmus’.
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PRÓLOGO
2), communibus ducta sensibus oratio (31, 5).221 La figura de la ἀντιμεταβολή comparece en ejemplos como percipiendi quae proferas et proferendi quae perceperis (33, 5),222 o ridiculum fortasse uidetur quod dicturus sum, dicam tamen, uel ideo ut rideatur, que también puede servirnos como ejemplo de antítesis. Siempre según GUDEMAN (loc. cit.) también cabe observar en el Diálogo la figura del climax, ἐπιπλοκή o gradatio.223 Así, en 30, 5: multa… plurimis… omnium; en 33, 5: nec quisquam percipere tot tam reconditas tam uarias res potest nisi ut scientiae meditatio, meditationi facultas, facultati usus eloquentiae accedat; en 34, 3: magnus ex hoc usus, multum constantiae, plurimum iudicii iuuenibus statim contingebat, y en varios otros pasajes.224 En cuanto a la del hysteron proteron, se encuentra, por ejemplo, en probatis spectatisque (28, 4) y en confirmare et alere ingenia (33, 2). Nos encontramos la hipálage en eo tragoediae argumento (2, 1) y haec oratorum aetas (25, 3); y la de la epanalepsis en minime, minime (14, 1) y en ita est… ita (30, 5). Al artificio de la oratio bimembris o trimembris (dicolon o tricolon), fundamental en la llamada estructura periódica característica de la oratoria clásica, dedica GUDEMAN (19142: 27 s.) una amplia sección de sus Prolegomena, dentro del apartado en que argumenta a favor de la autenticidad del Diálogo también con datos estilísticoretóricos. Clasifica detalladamente los tipos que presenta este recurso según el elemento que introduzca el último miembro de la secuencia; entre ellos están: una expresión parentética, como en purus et pressus 221 GUDEMAN (loc. cit.) anota que «vielleicht» también ceteris aliarum studiis artium (10, 4); pero veo que los modernos editores se pronuncian por leer ceteris aliarum artium studiis; es decir, un quiasmo más. 222 Sobre tal figura véase (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., con bibliografía. 223 Sobre la misma puede verse H. LAUSBERG, 1967 II: 104 ss. Un buen ejemplo es el que señala y comenta CABRILLANA (2007) en 4, 4: uel ad utilitatem fructuosior uel ad dignitatem amplius uel ad urbis famam pulchrius uel ad totius imperii atque omnium gentium notitiam inlustrius excogitari potest. 224 MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘epiploce’, señala también: …stimulabantur, ne clientulorum loco potius quam patronorum numerarentur, ne traditae a maioribus necessitudines ad alios transirent, ne tamquam inertes et non suffecturi honoribus aut non impetrarent aut male tuerentur (37, 1); y 41, 2, con secuencia de interrogaciones.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
et, in quantum satis erat, profluens sermo (2, 2); una forma de nullus, como en in illa casta et nullis contacta uitiis pectora (12, 2); una forma de ceteri, como en aut Caesaris pro Decio Samnite aut Bruti pro Deiotaro rege ceterosque eiusdem lentitudinis ac teporis; un relativo: propiorem nobis quam Seruio Galbae aut C. Carboni quosque alios…(18, 1). En fin, el último miembro puede verse alargado de maneras diversas, conforme a la llamada «ley de los miembros crecientes»:225 ueteres et senes et totius orbis gratia subnixos (6, 3).226 Numerosos son los isocola227 que en el Diálogo registra GUDEMAN (19142: 108), de los que solo tomaremos algunas muestras: neque enim defuit qui diuersam quoque partem susciperet ac multum uexata et inrisa uetustate nostrorum temporum eloquentiam antiquorum ingeniis anteferret (1, 4); quos ego utrosque non modo in iudiciis studiose audiebam, sed domi quoque et in publico adsectabar mira studiorum cupiditate et quodam ardore iuuenili (2, 1); ceteros quidem amicos suos iis niti quae ab ipso acceperint quaeque ipsi[s] accumulare 225 Esto nos permitimoa añadirlo por nuestra parte. La dicha ley, como se sabe, fue formulada por Behagel, con un alcance que trasciende del latín; véase a su respecto HOFMANN-SZANTYR, 1972: 722 ss. y lo ya dicho a su respecto en nuestro Prólogo al Agricola (p. XLI y nota 56). Al ejemplo mencionado puede añadirse el tricolon auctum de 30, 5, citado y elogiado por (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc.: ex multa eruditione et plurimis artibus et omnium rerum scientia exundat et exuberat illa admirabilis eloquentia. Por su parte MAYER, 2001: 29, Indexes (s. u. tricolon crescendo) y ad loc., censa unas cuantas muestras de este artificio: coire populum et circumfundi coram et accipere adfectum quemcumque orator induerit (6, 4); aut reum prospere defendere aut apud centumviros causam aliquam feliciter orare aut apud principem ipsos illos libertos et procuratores principum tueri et defendere datur (7, 1), y bastantes más. 226 MAYER, 2001: 29, pone como ejemplos de la división periódica en cola el pasaje de 23, 3 en el que Apro enumera los defectos del estilo de Cicerón, «donde la frase se divide en tres secciones con un número descendente de cola (3-2-1)»; y su tour de force en 36, 4, con un doble tricolon, realzado por la anáfora. En 38, 2 reseña incluso un tetracolon: postquam longa temporum quies et continuum populi otium et adsidua senatus tranquillitas et maxima principis disciplina…, anotando la igualdad de construcción de los membra (adjetivo+genitivo+nombre sujeto) y la gradación ascendente de estos: populus, senatus, princeps. 227 Sobre ese recurso véase LAUSBERG, 1967, II: 719 ss. A los ejemplos citado puede añadirse el de 25, 4: astrictior Caluus, neruosior Asinius, splendidior Caesar, amarior Caelius, grauior Brutus, uehementior et plenior et ualentior Cicero, con un último miembro vistosamente crescens, aducido por CABRILLANA, 2007: ad loc.
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PRÓLOGO
et in alios congerere promptum est, Marcellum autem et Crispum attulisse ad amicitiam suam quod non a principe acceperint nec accipi possit. Del pleonasmo también se reseñan unos cuantos ejemplos: ceteris aliarum artium studiis (10, 4), ingredi… auspicatus sum 11, 2),228 ante praedixero…229 (18, 2) y algún otro.230 La que más arriba hemos llamado expresión dual o bimembración, consistente en la juntura coordinada de términos cuasi-sinónimos (digamos que una muestra de copia uerborum), tiene en el Diálogo una amplísima representación, de la que tampoco recogeremos más que algunas muestras representativas: sanctiorem illam et augustiorem eloquentiam (4, 2), probi et modesti iudices (5, 1), carmina et uersus (9, 1), opinio… et fama (10, 1) y, como decíamos, muchos otros casos (GUDEMAN 19142: 108 s., ‘synonymische Verbindungen’).231 Bajo la etiqueta de Satzerweiterung censa GUDEMAN 19142:109, construcciones como quos uocetis antiquos, quam oratorum aetatem significatione ista determinetis (16, 4); nemo intra paucissimas horas perorare cogebatur et liberae comperendinationes et modum dicendo sibi quisque sumebat (38, 1); donec errauit, donec se partibus et dissensionibus et discordiis confecit, donec nulla fuit in foro pax… (implicado con anáfora). En cuanto a casos de hendíadis anota: comitatus et egressus (6, 3), numen et caelestis uis (8, 2), robur ac uires (10, 5), gremio ac sinu (28, 6), cursus et spatia (39, 2) y alguno que 228 Tras registrar también este caso, (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., anota que el pleonasmo es especialmente frecuente en expresiones de «principio» y cita al respecto a LÖFSTEDT, 1933 (Syntactica II): 179 s. 229 A propósito del similar ante impetrauero de 16, 2, (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., señala otros casos parecidos con el futuro perfecto. 230 (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1989, ad loc., señala también el maturare… festino de 3, 3; y añade, a propósito del quoque de 4, 2, que el empleo de ese adverbio en el Diálogo es con mucha frecuencia pleonástico. Añádanse los casos señalados por MAYER 2001: Indexes, s. u. ‘pleonasm’. 231 De este recurso trata MAYER, 2001: 28, que lo considera como uno de los rasgos típicamente ciceronianos del Diálogo. En sus Indexes, s. u. ‘doublet expression’ da una amplísima lista de ese empleo.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
otro dudoso.232 Numerosos son los ejemplos de homeoteleuto y homeoptoto que señala: eloquentiam colam (4, 2); Saleium Bassum, cum optimum uirum tum absolutissimum poetam (5, 2); latus clauus oblatus (7, 1); minorem honorem (12, 5), propioribus temporibus (21, 7), etc. Muy amplia y detalladamente clasificada por los tipos de construcciones y por los fonemas que la provocan es la relación de casos de aliteración que señala GUDEMAN (19142: 109 s.). Bastantes de ellos se implican con las figuras de la hendíadis y la expresión dual. De ellos también bastarán aquí unas cuantas muestras: aduersarii et aemuli (34, 5); coniungere et copulare (17, 6); armis instructus,… artibus armatus (32, 2); iudicio et intellectu (19, 1); y en ocasiones, la aliteración resulta «ausgedehnt»: adsiduae… adsignatae… adsidua… adsignatae… adsidua… aduersus (36, 3).233 En el capítulo de la inconcinnitas recoge GUDEMAN (19142: 110) algunos casos de anacoluto.234 El apartado de la elipsis (ibid.) cita casos de comparatio compendiaria (offendere poetarum quam oratorium studium, 10, 5);235 de zeugma también menciona varios: quod non a principe acceperint nec accipi possit (8, 3, donde quod es a un tiempo objeto de acceperint y sujeto de accipi posit); uel captiuitas uel uoluntas uel fatum aliquod in urbem pertraxisset (17, 4: el verbo «corresponde logicamente solo a captiuitas y a fatum, y hace con respecto a uoluntas, como señala John, un ligero zeugma. Sobreentender algo así como duxisset», GUDEMAN 19142, «Kommen232 A los que podríamos añadir con (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., ingeniis gloriaque (1, 2, que considera destinado a evitar una «unschöne» acumulación de genitivos; institutione et litteris (2, 1), metum et terrorem (6, 5, con bibliografía); foro et eloquentiae (34, 1). Véase también MAYER, 2001: Indexes, ‘s. u. hendiadys’. 233 Véanse también los ejemplos reseñados por MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘alliteration’. 234 MAYER, 2001: ad loc., aunque calificándolo de ‘slight’, señala el de 32, 2: aliter nisi… eum qui, donde más bien cabría esperar un alium; y el de 32, 6: et Cicero…, donde tendría que seguir vigente et verbo nominabo y, en consecuencia, cabría esperar un et apud nos Ciceronem, qui… 235 Véase también MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘comparison, abreviated’ y, sobre todo, ‘ellipse’.
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PRÓLOGO
tar», ad loc.), etc. En este capítulo incluye también, lógicamente, las construcciones con ἀπò κοινοῦ,236 entre ellas la ya citada quod non a principe acceperint nec accipi possit (8, 3), pero esta vez por la omisión del esperable pronombre. El fenómeno parece ser frecuente con las preposiciones, como en non minus in diuersis subselliis parari quam suis, donde in se aplica también a suis; pero algunos otros ejemplos que cita GUDEMAN (19142: 110) parecen estar sub iudice por problemas textuales. Siempre en el marco de los empleos elípticos, cita GUDEMAN (loc. cit.) un caso de constructio ad sententiam (es decir, ad sensum): Caesarem inferentem arma Britanniae arcere litoribus et pellere adgressi sunt (17, 4); pero en ese pasaje, frente al Britanniae de los mss., nosotros hemos adoptado, con WINTERBOTTOM, la corrección Britanni de Ernersti. También anota elipsis de un verbo dicendi en 4, 1 y 25, 1, ambos casos claros, en el que el estilo directo subsiguiente demandaría un inquit. Otros casos, en los que, como GUDEMAN (loc. cit.), ponemos entre paréntesis angulares el verbo a suplir, serían: cui bono (9, 2); ut solebat (11, 1); si me interroges, omnes… y unos cuantos más. En cuanto a la silepsis, parece estar representada, al menos, por diem laetiorem egi…, quam eos quibus… (7, 1); nec comitatus istos et egressus aut frequentiam salutationum concupisco, non magis quam aera et imagines … (11, 3). En fin, GUDEMAN (19142: 110 s.) cierra el apartado de las elipsis con un censo de las que afectan al verbo copulativo, abundante ya en el Diálogo, de un participio o subordinada, de un sustantivo, de un pronombre o de una conjunción, casos de los que aquí no recogeremos detalles. Su capítulo sobre lengua, estilo y retórica de la obra lo concluye GUDEMAN (19142: 111) con un censo de las figurae sententiarum que en ella registra.237 Especial atención dedica a las metáforas, que
236 237
MAYER, 2001: Indexes, s. u. ἀπò κοινοῦ cita bastantes casos. Véase también MAYER, 2001; Indexes, s. u. ‘figures of speech or thought’.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
clasifica según el campo semántico de origen:238 agricultura (cum priora saecula tot eminentium oratorum ingeniia gloriaque floruerint, 1, 1; nam ingenio quoque, sicut in agro, quamquam alia diu serantur et elaborentur, gratiora tamen quae sponte nascuntur, 6, 6 (estrictamente, más comparación que metáfora); omnis illa laus intra unum et alterum diem, uelut in herba uel flore praecerpta, 9, 4; y añádase la misma observación); naturaleza (hi [uersus] enim Basso domi nascuntur, 9, 3; redolent antiquitatem, 21, 4; olentia, 22, 5); cuerpo humano (ingenium alunt,239 14, 3; exsanguem et attritum… solutum et eneruem,240 18, 5; tenebit uenas animorum 31, 4); vestido (adfectum quemcumque orator induerit 6, 4; orationem uel hirta toga induere quam fucatis et meretriciis uestibus insignire, 26, 1); ámbito militar (in contrarium accingi, 16, 3; ipsis etiam quibus utitur armis incompositus, 26, 4); y, en fin, uno menos amplio ámbito de uaria.241 GUDEMAN (loc. cit.) señala también ejemplos de personificatio o prosopopeya en notabilior paupertas et angustiae rerum nascentes eos circumsteterunt (8, 3); y en hoc primum habitu cultuque commoda mortalibus [eloquentia] in illa casta et nullis contacta uitiis pectora influxit (12, 2), etc.242 Y el capítulo concluye243 con la reseña de 238 Aunque más amplio y detallado todavía es el de MAYER, 2001: Indexes, s. u.’metaphor’. 239 Metáfora señalada también por (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., con abundantes noticias sobre su vieja estirpe. 240 Sobre estas metáforas médicas puede verse amplia documentación en (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., así como sobre las uenae, sanguis, toris y rubore de 21, 8 241 En él puede incluirse también el excudit de 9, 3, que señala (HEUBNER-) GÜNGERICH, 1980, ad loc., con fuentes y bibliografía. Para las metáforas y comparaciones véase también MAYER, 2001: Indexes, s. u. ’similes’. 242 Véase también MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘personification of eloquence’. CABRILLANA, 2007, ad loc. subraya otro ejemplo también referido a la oratoria: eloquentiam uelut expulsam regno suo, ut quae olim omnium artium domina pulcherrimo comitatu pectora implebat,… (32, 4). Anota que la figura remonta a EURIP., Hec. 816, verso luego citado en CIC., De or. I 75 y glosado en De nat. deor. II 148: iam uero domina rerum, ut uso soletis dicere, eloquendi uis, quam est praeclara quamque diuina. 243 No vemos en él mención de la paraleipsis o praeteritio, que, por ejemplo, CABRILLANA, 2007: ad loc., señala en 23, 1: nolo irridere…
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PRÓLOGO
muestras de metonimia: Cato, 2, 1 (por tragoedia);244 cura, 3, 3, por liber. Asunto de estilo por excelencia, aunque GUDEMAN no lo trata en la panorámica que hasta aquí hemos venido siguiendo, entendemos que es el del numerus de la prosa oratoria, de la práctica de las cláusulas métricas, como desde siglos atrás habían hecho oradores y preceptuaban las doctrinas retóricas, y que, lógicamente, habían de tener reflejo en un diálogo sobre la elocuencia. A ese respecto, y en particular relación con Tácito, algo hemos dicho ya, y especialmente en nuestro Prólogo al Agricola.245 Allí veíamos que, C. MARCHESI [19443], citado por BORZSÁK, 1968: 504) definía a Tácito como «uno scrittore senza clausole», tal vez por haberse tomado demasiado al pie de la letra las afirmaciones de NORDEN (19183: 942). En efecto, parece que su apreciación ha de entenderse, y aún con las precauciones que nosotros indicábamos, como referida a los Opera maiora; pero no al Diálogo, que, fiel a la tradición literaria en que se inscribe, pone la debida atención al numerus oratorio; uno de los puntos importantes en la teoría y práctica de Cicerón.246 En efecto, han sido varios los estudiosos que, atentos observadores,247 han señalado los muchos pasajes en los que el Tácito del Diálogo exhibe ese ornatus de la elocuencia, con el que, por así decirlo, se metrificaban los finales de períodos o de simples membra. Como tipos fundamentales de clausulae identificables en el Diálogo,248 MAYER (2001: loc. cit.) menciona en primer lugar la del llamado 244 Con ese valor también está el coturnum uestrum de 10, 4; cf. (HEUBNER-) GÜNGERICH, 1980, ad loc. El mismo autor califica de metonimia, no de metáfora como había hecho GUDEMANN (19142, ad loc.), el felix… saeculum, basándose en QUINT., I. O. VIII 6, 24, que lo da como ejemplo de tal. Para otras metonimias véase MAYER, 2001: Indexes, s. u. ‘metonymy’. 245 P. XLI. 246 A este respecto MAYER, 2001: 30, entiende que la observación de Apro en 22, 2 (primus… adhibuit… compositioni artem se refiere precisameente al cultivo del numerus introducido por Cicerón en sus discursos. 247 Entre ellos, MAYER, 2001: 30 (vid. Indexes, s. u. ‘clausulae’), al que aquí seguiremos en buena medida. 248 Aparte del más moderno L. P. WILKINSON, 1963: 64, 134, 162, etc., citado por MAYER (2001: 30, n. 83), sigue siendo referencia obligada en este punto NORDEN, 19183: 923 ss.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
dicrético (una doble secuencia de sílabas larga-breve-larga), en la que eventualmente una larga se resuelve en dos breves, como en inuidia tardauerit (23, 6).249 También se observa la de crético + troqueo (o espondeo equivalente) en 23, 5: genere dicendi, y 23, 6: exprimitis affectus (en ambos casos con resolución de la primera larga); y la misma cláusula, ya en su forma pura, cierra ese discurso de Apro: posteri nostri (23, 6).250 Igualmente se encuentra entre las cláusulas preferidas de la prosa oratoria la llamada ditroqueo, cuya práctica también señala MAYER (2001: loc. cit.): así planitas est y temperatis en 23, 6. Por nuestra parte, podríamos añadir: non habere (6, 3); concupiscunt (7, 4); consecutum (32, 6) y unos cuantos ejemplos más. Cabe hacer un breve addendum a ese repertorio de cláusulas métricas del Diálogo que Mayer presenta: el de la cláusula de crético+ditroqueo, también favorecida en la Antigüedad, según parece acreditar su resultado en el llamado cursus uelox de la prosa latina medieval.251 De él creemos poder identificar algunos ejemplos en el Diálogo, al menos en: fabulis aggregares (3, 4); eloquentia consecutum (37, 3); obsequium regentis paratus (41, 3). De entre los estudios más modernos sobre la lengua y el estilo del Diálogo, el del ya citado GUGEL (1969: 18-60)), tiene como mérito singular el de que analiza separadamente los rasgos de los parlamentos de cada uno de los intervinientes en el debate.252 Comenzando por 249 Por nuestra parte nos permitimos señalar algunos otros ejemplos de cláusulas dicréticas en: excogitari potest (5, 4); admissa defenderent (12, 3); laude concordiam (16, 3); placita cognouerant (19, 4, con resolución de la primera larga); ornatior extitit (20, 6); pauciores sciunt (21, 6); pauca praedixero (28, 3); proelio disceret (34, 2); causasque cognouerat (30, 4); admiratione legimus (34, 7, con resolución de la tercera larga); eminentem locum (36, 3). 250 A los ejemplos citados, que tomamos de MAYER (2001: 30 s.), podríamos añadir: potestate munitus (5, 5); principem possis (5, 6); lenocinatur uoluptati (6, 5); auctoritate dicturam (10, 5); penitus reformident (32, 3); corporibus utuntur (41, 3); sapientissimus et unus (41, 4 con resolución de la segunda larga); alterius utatur (41, 5), y unos cuantos más. 251 NORDEN, 19183: 924, no la incluye entre las más frecuentadas; pero véase NORBERG, 1968: 86 s., a propósito de los orígenes del cursus rítmico tardío y medieval. 252 De hecho, de entre sus deudas bibliográficas el autor destaca especialmente la que tiene con la Dissertation de C. KLAEHR, Quaestiones Tacitianae. De dialogi genere dicendi personis accommodato. Leipzig, 1927.
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PRÓLOGO
«el representante de la elocuencia moderna» —naturalmente Apro—, señala GUGEL (1969: 19) su preferencia por las construcciones paratácticas253 y su opción por una «Gedankenfolge» «más libre». También parece apuntar a una voluntad de «dicción sencilla» el escaso empleo que Apro hace del gerundio y el gerundivo, formas poco empleadas en la lengua popular. Apro, a la par de Materno, queda por debajo de Mesala en el número de verbos que emplea, pero en él se da un equilibrio entre los simples y los compuestos, frente al claro predominio de los segundos en Mesala,254 lo que indicaría que «el estilo de Apro es menos determinado y matizado, pone menos peso en la exacta delimitación y precisión del verbo» (GUGEL, 1969: 20). En cambio, Apro parece ir por delante en la adición a los substantivos de adjetivos atributivos, con lo que «su estilo se hace más florido, colorido y produce… un efecto retórico-patético». Apro se esfuerza también en dar color, variedad y versatilidad a su estilo por medio de sus abundantes metáforas, entre las que destacan las que «expresan movimiento (antecedere, ascendere, circumfundere; complecti, confugere, etc.); las que están llenas de fuerte pathos (arx, nitor, effervescere, effugere) o bien exageran lo que en sentido negativo se convierte en expresión de una escasa valoración (sordes, tepor, eludere, odoratus,, attritis, elumbis, eneruis, exsanguis, horridus, inflatus, sordidus). Entre los rasgos propios de un estilo «retórico-patético», señala GUGEL (1969: 22) la «Wortfülle, Abundanz des Ausdrucks [y las] Wiederholungen». En los discursos de Apro las vemos ampliamente representadas —como en los otros Opera minora — por las ya comentadas expresiones bimembres de cuasi-sinónimos de las varias clases de palabras: metum et terrorem; potentia ac potestate (5, 5); perfugio et tutela (5, 6); plenam semper et frequentem (6, 2); noua et incognita 253 Resulta así que en el conjunto de 100 líneas de las 171 del total de sus discursos solo emplea 38 subordinadas, frente a la proporción de 48/152 de Mesala y de 43/117 de Materno. Las diferencias se acentúan en el caso de las construcciones participiales e infinitivas, claramente más abundantes en Mesala y en Materno. 254 Véanse las estadísticas de GUGEL, 1969: 20 y n. 16.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
(19, 4): defenderé et tueri (7, 1); oblitterata et olentia (22, 5) y tantos otros casos similares. Apro, pues, hace «un esfuerzo para presentar su pensamiento con la mayor cantidad de palabras posible». Esa inclinación llega a su cima cuando se deja llevar a pleonasmos como ceteris aliarum artium studiis (10, 4) o si illud ante praedixero (18, 2). GUGEL (1996: 23) afirma también que su abundante empleo de plurales abstractos contribuye a «elevar el tono patético» en los discursos de Apro: amicitiae, uoluptates, comitatus, gaudia… Al mismo afán atribuye ese autor la tendencia del orador al empleo de la uariatio, un recurso del que se vale en una proporción ampliamente superior a la de sus interlocutores y emplea, valga la redundancia, en variantes diversas. Así, puede tratarse de «una repetición de la misma cosa con otras palabras»: nam quo sordidius et abiectius nati sunt quoque notabilior paupertas et angustiae rerum nascentes eos circumsteterunt (8, 4), donde los dos cola introducidos por quo expresan lo mismo, pero el segundo sobrepasa al primero por la personificación de la necesidad y la pobreza…» (GUGEL, 1969: 24). En otras ocasiones es patente en Apro el deseo de evitar la monotonía y dar variedad y colorido al enunciado: non hercule lorica et gladius in acie firmius munimentum quam reo et periclitanti eloquentia (5, 6). En fin, «el afán de variar lo más posible la expresión y hacerla rica en cambios se muestra así como lo característico del estilo de Apro» (GUGEL, 1969: 25). Pasando al vocabulario, y tras coincidir con GUDEMAN (19142) en que se trata de una cuestión de género y que por tanto tiene todo él una base ciceroniana, advierte GUGEL (1969: 26) que también en ese punto Tácito estableció diferencias entre los participantes; y da una relación de trece palabras inusuales que Apro emplea255 (attritus, elumbis, eneruis, excudo, impexus, odoror, scurrilitas, sordeo…), que «tienen un tono bajo y muy fuerte». Ello sería una muestra de falta de aprecio por el estilo oratorio de Cicerón, al que precisamente aplica los calificativos de elumbis y eneruis. 255 Entre ellas, el cortina de 19, 5, en lugar del cual parece que más bien hay que leer corona, con Ursinus, como nosotros hemos hecho.
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PRÓLOGO
Resumiendo los rasgos del estilo de Apro, GUGEL (1969: 27) señala los siguientes: predilección por la parataxis, empleo de los adjetivos atributivos para dar color a los verbos y matizarlos, tendencia a una abundantia que a menudo nada dice de nuevo. Además, destacan su tendencia a la uariatio y a las metáforas inusuales y las expresiones «fuertes». «Un estilo —concluye GUGEL (1969: 27)— que debe influir a toda costa y servir para la persuasión del oyente». El estilo de Mesala, el laudator temporis acti (GUGEL, 1969, loc. cit.), parece atenerse en mayor medida al substrato ciceroniano que se reconoce como propio del Diálogo. Muestra, por de pronto, una clara preferencia por la hipotaxis; es decir, por una más clara y racional ligazón de su Gedankengang: presenta una proporción de 43 subordinadas en 152 líneas, frente a la de 38/171 de Apro y la de 43/117 de Materno; y la diferencia se acentúa si se mira a las subordinadas compuestas, en las que la proporción llega al doble de las de Apro. Pareja diferencia observa GUGEL (1969: 27) en el empleo de construcciones participiales, de oraciones de infinitivo y de gerundio y gerundivo. Mesala deja ver también mayor inclinación al empleo de verbos y en particular de compuestos, lo que indicaría «un esfuerzo por presentar sus opiniones de manera más precisa y exacta» (GUGEL, 1969: 28). En el mismo sentido iría su menor empleo de adjetivos, con lo que «su modo de exposición adquiere una imagen de objetividad y ‘cientificidad’». La misma tendencia parece inspirar el más escaso empleo de metáforas que hace Mesala, que las aplica sobre todo a verbos, procurando evitar las que comportan «un desplazamiento drástico y una exageración enfática», con lo que resulta «no tan deslumbrante como Apro, sino más discreto», y «también evita todo pathos» en el empleo de comparativos y superlativos (GUGEL, 1969: 29 s.). En el recurso a las expresiones bimembres parece mostrar Mesala un deseo de no dar a entender que «quiere convencer a sus oyentes con la mayor cantidad posible de palabras», y por ello en este punto no se deja llevar a la abundantia, si bien se permite emplear algunas parejas puramente pleonásticas: similitudinem et cognationem (25, 4); [CCCXXIV]
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
inuidere et liuere (25, 6); propria et peculiaria (29, 3), etc. (GUGEL, 1969: 30). El mismo afán de sobriedad y claridad parece estar tras el escaso uso que Mesala hace de la uariatio; y cuando la practica, «pretende con ello menos un cambio de la expresión que una mayor exactitud y precisión»; tal sería el caso, por ejemplo, de nec in auctoribus cognoscendis nec in euoluenda antiquitate nec in notitia uel rerum uel hominum uel temporum (30, 1; cf. GUGEL. 1969, loc. cit.); en fin, un vocabulario notablemente conservador el de de Mesala. Resumiendo los rasgos de estilo del personaje, GUGEL (1969: 31) subraya su preferencia por la hipotaxis, por la sintaxis bien trabada y el orden de las ideas; la búsqueda de la claridad, el detalle y la objetividad, prescindiendo de la abundancia puramente ornamental y superflua. Su vocabulario sería en estos aspectos el «stilistischer Gegenteil» de Apro (GUGEL, 1969, loc. cit.). Al parecer de GUGEL (1969, loc. cit.), mientras que los estilos de Apro y de Mesala se definen relativamente bien como opuestos, el de Materno es mucho más difícil de describir, si bien parece que la generalidad de los datos lo sitúan en una «Mittelstellung» entre sus interlocutores en buena parte de los aspectos hasta ahora contemplados; así, por ejemplo, en el dilema parataxis/hipotaxis, en el empleo de subordinadas complejas, de construcciones participìales… En cambio, advierte GUGEL (1969: 33) una singularidad del estilo de Materno que parece ser un indicio de que Tácito quiso darle un cierto poeticus color: su predilección por los adjetivos predicativos, como en commoda… influxit (12, 2); surrexit uniuersus (13, 2); trepidus experiar (13, 5) y otros casos similares; pero el orador convertido a la poesía retorna a su posición intermedia en apartados como el empleo de metáforas, en general menos bruscas que las de Apro. Ahora bien, el afán de Tácito de poetizar el estilo de Materno parece reaparecer «de manera especialmente pronunciada en su empleo de personificaciones» (GUGEL, 1969: 34); así, por ejemplo, en 12, 1 la del animus del poeta; en el párrafo siguiente, la de la elocuencia; en 11, 3 (errata en el 13, 3 de GUGEL, 1969: 35) son los aera et imagines los que, como [CCCXXV]
PRÓLOGO
por su propio pie, irrumpen en casa de Materno; en fin, en 36, 5 las praeturae et consulatus se adelantan a llamar a sí a los oradores de fama. En fin, en cuanto a su vocabulario, Materno parece estar más próximo a Apro que a Mesala en el empleo de palabras inusuales. Pese a ello, GUGEL (1969: 36) concluye, según ya había adelantado, que el estilo de Materno… se muestra como un compromiso entre los extremos: «no es tan patético y desbordante como el de Apro, no tan abundante en palabras ni tan iridiscente, pero tampoco tan sistemático como el de Mesala».256 9. LA
TRADICIÓN MANUSCRITA DEL
DIÁLOGO
Todos los códices relevantes que nos han transmitido el Diálogo sobre los oradores son de época humanística y todos, según general acuerdo, descendientes del perdido Hersfeldensis carolingio.257 De entre ellos aduciremos en nuestro aparato los siguientes:258 B b C c
Δ Q
Vaticanus lat. 1862 Leidensis Perizonianus XVIII Q. 21 Vaticanus lat. 1518 Farnesianus uel Neapolitanus IV C 21 Vaticanus lat. 4498 Venetus Marcianus 4266
256 GUGEL, 1969: 37-81 para revista a los recursos retóricos del Diálogo; pero a ese respecto baste con lo ya hemos dicho siguiendo a GUDEMAN. 257 Sobre su probable historia, y en especial relación con el Diálogo, remitimos a lo ya dicho supra en pp. LVI ss., en nuestro Prólogo al Agrícola, § 7: «La tradición manuscrita»; y recuérdese la conjetura de MERKLIN (1991: 2269) de que el texto del Diálogo transmitido por el Hersfeldensis posiblemente provenía de un manuscrito tardoantiguo en mayúscula, a su vez descendiente de un rollo de papiro, del que quedaría una huella en la subscriptio del ms. V(indobonensis). 258 Todos ellos del siglo XV. Además, ocasionalmente mencionaremos los: Ambros. H 29 sup.; Baltimorensis (Walters Gallery 466); Paris. lat. 7773; Vat. lat. 4498; Vat. Borg. lat. 413; Vat. lat. 2964; Ven. Marc. Class. XIV 1. De ninguno de los códices hemos hecho autopsia.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
S H U V (W) E N
Neapolitanus IV B 4bis Harleianus 2639 Urbinas lat. 1194 Vindobonensis s. n. 2960 (olim 711) Vaticanus Ottobonianus lat. 1455 Bruxellensis 9145 (deficit in 5, 4).
Añadamos, en cuanto a los aspectos genealógicos y ateniéndonos a la clasificación y denominaciones de WINTERBOTTOM (1975), que de esos códices pertenecerían a su familia Β (la X de KOESTERMANN) el B y el b; a la familia Γ (la Y de KOESTERMANN) el C, el c, el Q, el Δ, el S, el H, el U, el Baltimorensis y el Vat. lat. 2964; y a la familia Ζ el V y el E; y aquí téngase en cuenta que para el Diálogo KOESTERMANN (1956: XXIV), siguiendo a LENCHANTIN DE GUBERNATIS (1949) y en contra de GUDEMAN (19142), solo admite dos clases de manuscritos, como luego veremos que ya había hecho ROBINSON (1935: 113, n. 6). Al Bruxellensis N, que solo llega hasta 5, 4, no parece que se le haya encontrado acomodo en ese stemma. Sin embargo no solo no hay acuerdo en torno a la clasificación genética de los manuscritos, sino siquiera respecto a la propia utilidad de una distinción de familias a la hora de obtener un mejor texto.259 Hace un siglo se había consolidado una más o menos communis opinio que postulaba para el Diálogo un stemma tripartito, apoyada en buena medida en la autoridad de GUDEMAN (19142 : 111-138).260 De esa propuesta no difiere sustancialmente la hecha por WINTERBOTTOM 259 RÖMER, 1991: 2331 s., hace observar el limitado fruto que los minuciosos estudios stemmáticos de ROBINSON (1935) parecen haberle rendido en su labor de editor. Además, subraya que, al igual que había ÖNNERFORS en su Germania (1983), HEUBNER prescindió de semejantes criterios en la suya del Diálogo, publicada el mismo año y en la propia Bibliotheca Teubneriana. 260 Tras someter a crítica los precedentes stémmata bipartitos de MICHAELIS (1868) y SCHEUER (1891), GUDEMAN (19142: 132) propuso el suyo, tripartito, en el que del subarquetipo X provendrían (ateniéndonos a las siglas adoptadas por nosotros) los mss. B y b; del subarquetipo Y, los mss. c, C y Δ, y por vía de un subarquetipo subordinado [y], el H(arleianus), un perdido P subyacente a la edición de Puteolano, el U y algunos otros; del subarquetipo Z, los códices E y V.
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PRÓLOGO
(1975) en su edición oxoniense del Diálogo y, seruatis seruandis, en la de la Germania.261 «Las relaciones entre los códices son más claras en el Diálogo [que en la Germania] en la misma medida en que la transmisión es inferior». Así inicia MURGIA (2012: 18) la que parece ser su más reciente contribución al estudio de la transmisión manuscrita del Diálogo, contribución breve, pero en la que se decantan los frutos de muchos años de estudio de la cuestión, iniciados, que nosotros sepamos, con su larga y densa recensión (MURGIA 1977: 323-343) de la edición oxoniense de los Opera minora, cuyo texto del Diálogo era obra de WINTERBOTTOM (1975). Por de pronto —señala MURGIA (2012: 19)—, cabe advertir que los códices del Diálogo no presentan la profusión de uaria lectio que ofrecen los de la Germania,262 pero sí casos de «apparent conflation» de variantes (es decir, de pasajes en que lectura más o menos genuina y varia lectio se han fundido en el texto). De ahí deduce el estudioso norteamericano (loc. cit.) que todos los manuscritos conocidos provienen de una copia renacentista del Hersfeldensis «which either suppresed or conflated inherited variants». Pero para él, la mediación de, al menos, dos apógrafos humanísticos sucesivos parece exigida por el hecho ya aludido de que unas cuantas faltas comunes a los testimonios conservados han de explicarse por la mala interpretación de abreviaturas características del siglo XV, introducidas a su vez por un subarquetipo anterior, pues no pueden achacarse a variantes marginales heredadas de época carolingia.263 261 Sus familias β, Γ y ζ. Véase el claro esquema que sobre el particular ofrece RÖMER, 1991: 2332. 262 Sobre este discutido asunto véase MERKLIN, 1991: 2262. TILL, 1943 había postulado, basándose en el Agricola del Aesinas, que el corrector carolingio había introducido la uaria lectio del Hersfeldensis por propia iniciativa; por el contrario, LENCHANTIN DE GUBERNATIS (1940-45), en su recensión a la obra (Athenaeum 22-23: 104111), sostuvo que ese corrector se valió de una colación con otro códice de los Opera minora, postura impugnada por PERRET (1950) en su recensión de la edición del estudioso italiano (REL 28: 372-377), con el argumento de que, de haber sido así, el copista hubiera restituido el texto de la laguna de 35-36. 263 Véanse los ejemplos ilustrativos que a ese respecto da MURGIA, 2012: 19, entre los que destacan los concernientes a los demostrativos. Parcialmente en contra, MERKLIN, 1988: 174, n. 10; 1991: 2271, que reivindica las lecturas correctas del ms. V (W).
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
En cuanto a la filiación de los códices, y reiterando una tesis por él ya mantenida muchos años atrás (en MURGIA, 1977: 337; 1979b: 245 ss.), MURGIA (2012: loc. cit.) vuelve a discutir y a descartar el stemma de las familias B, Γ, ζ de WINTERBOTTOM (1975: vii ss.), y fundándose en la estrecha cercanía de las dos primeras frente a la última, postula para ellas un hiparquetipo común.264 Recuerda además que tal esquema bipartito era el propuesto por ROBINSON (1935: 190-211) para la Germania, cuya tradición se solapa en buena medida con la del Diálogo;265 y ello, como veíamos, frente a la communis opinio precedente.266 Pasando a la posibilidad de establecer un stemma convincente, MURGIA (1977: 338) no se muestra optimista, e incluso el que propone en su página precedente lo da solo a título de «the most likely».267 Parecido escepticismo mostraría algo más tarde HEUBNER (1983: VI s.): «…stemma quod omnibus sit probatum, adhuc constitui non potuit, immo tanta est dissensio doctorum, quae inter quosque libros intercedat ratio vel quanti quique liber sit momenti, ut, si 264 En contra se muestra MERKLIN, 1988: loc. cit., 1991: loc. cit., también haciendo caso aparte del ms. V (W), para el que no se precisaría postular los intermedios renacentistas postulados para los demás. 265 Entiéndase lo dicho con referencia a la tradición derivada del Hersfeldensis, la única conservada; pero téngase presente también la opinión de quienes, como MERKLIN (1991: 2261 ss.; 2275), creen que solo en ese códice se unió el Diálogo a los otros dos Opera minora. Solo en una exigua nota se pronunció ROBINSON (1935: 113, n. 6) sobre la tradición del Diálogo, proponiendo también para él solo dos familias: X (formada por los códices V y E de nuestra nomenclatura) e Y (constituida por todos los demás); pero añadiendo que «este es un problema que necesita un tratamiento independiente». 266 WINTERBOTTOM (1983: 411, apud REYNOLDS 1983) acabó admitiendo como posible la genealogía bipartita propuesta por MURGIA 267 MURGIA, 1977: loc. cit., critica con agudeza la observación de WINTERBOTTOM, 1972: 119) de que «los stemmata trazados… han de ser utilizados con el cuidado debido. Y… debemos tener cuidado de hacer que una lectura única de Z (ζ), B o C luche por su vida más duramente que una en la que estén de acuerdo dos de los tres», algo que, por así decirlo, chirría un poco en términos de una mecánica lachmaniana (que Winterbottom tampoco pretende practicar). Pero la crítica del estudioso de Berkeley prosigue en un tono más bien práctico: «Aunque uno más bien podría argumentar que no se deben trazar stemmata, a la larga la sobriedad de su afirmación tiene que ser juzgada por el grado de cuidado aplicado para detectar lecturas únicas correctas. El lector no tendrá a estas alturas dificultad para aceptar mi juicio de que en la edición de Winterbottom ese cuidado ha sido inadecuado».
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PRÓLOGO
quando stemma omnino constitui possit, hoc quidem tempore longe ab eo abesse videamur»; y a continuación subraya el desacuerdo en torno a si debe postularse una tradición bipartita, como hacen KOESTERMANN (19703), LENCHANTIN DE GUBERNATIS (1949) y MARTIN (1977), o bien una tripartita, como sostienen, aunque en diferentes términos, el ya citado WINTERBOTTOM y BO (1993),268 y ya antes de ellos GUDEMAN (19142), GOELZER (1936), BARWICK (1954), BÜCHNER (19853) y MICHEL (1962: 14); por todo lo cual no es de extrañar que en el aparato de su edición teubneriana HEUBNER se atenga a códices y no a familias, al igual que otros editores y que nosotros mismos. Más lejos había ido todavía PERRET (1995), que en su edición de la Germania, postulaba la existencia de un subarquetipo copiado en 1458 por Piccolomini, del que derivarían, hasta cinco estirpes diversas.269 Pasando ya a los editores más recientes, FLACH (2005: 29 y n. 110), se adhiere a la tradición bipartita, en la que ninguno de los códices sería copia directa del arquetipo,270 en tanto que CABRILLANA (2007: 42-53),271 y siguiendo a BO, cree «posible volver a postular un esquema tripartito», con las matizaciones que anteriormente expone. Como se ve por las palabras antes citadas de HEUBNER (1983), la de la excelencia relativa de los manuscritos que la componen también ha sido y sigue siendo una cuestión pendiente de la tradición manuscrita del Diálogo, pues sobre ella también difieren las opiniones, de algunas de las cuales ya hemos dado cuenta. RÖMER (1991: 2331 s.), tratando de manera conjunta la del Diálogo y la de la Germania, subraya la alta estima de la que tradicionalmente han sido objeto los 268 Argumenta profusamente al respecto en sus páginas 73-124. Su nomenclatura demanda una cierta traducción. En sustancia, su posición puede resumirse en que no es posible que todos los códices conocidos deriven de un único ejemplar humanístico, salvo el V(indobonensis), que sería copia directa y fiel del Hersfeldensis. En cambio considera el E como «né independente, né incontaminato»; en cuanto a b, que tiene por copia auténtica de Pontano, entiende que «debe usarsi con prudenza». 269 Véase al respecto RÖMER, 1991: 2332. 270 Sin embargo, en su aparato también se atiene a manuscritos y no a familias. 271 A su status quaestionis tendríamos que hacerle el reparo de que atribuye a WINTERBOTTOM (1975) una «organización bipartita», algo que, como indicamos más arriba, ese editor solo admitió en 1983, al parecer en respuesta a la crítica de MURGIA.
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códices vaticanos B y C, frente a la varia fortuna del llamado Perizonianus (b) y del V(indobonensis). El primero de estos, anteriormente poco estimado, rozó la cima del prestigio después de que el editor L. TROSS (1841) lo declarara «la única base textual útil del Diálogo» (RÖMER 1991: 2331, n. 124). Sin embargo, ROBINSON (1935: 84), que lo sigla como L(eidensis), no muestra mayor aprecio por él. Y no parece que ayudara mucho a la apreciación del códice el que ULLMAN (1959) demostrara la autenticidad de la anotación que lo da como copiado en 1460 por el humanista G. Pontano.272 En efecto, en cuanto al texto, WINTERBOTTOM (1972; 1975) le atribuyó escaso valor, al igual que haría MURGIA (1977) en su ya citada recensión de la edición oxoniense de aquel. En cuanto al códice V, al tratar en nuestro § 2 de la cuestión de la autoría del Diálogo,273 algo hemos dicho ya sobre él como probable testigo de que ya el Hersfeldensis acreditaba la de Tácito, aceptando la reivindicación de ROBINSON (1922; 1935), que lo denomina W.274 Cierto es que se ha pretendido llevar más lejos tal reivindicación, sosteniendo que ese códice está especialmente cercano al arquetipo,275 opinión defendida con especial énfasis, entre otros, por BO (1993: 97 ss.),276 algo que no parece haber hallado el deseado eco y acerca lo cual nosotros carecemos de criterio propio. 272 ROBINSON (1935: 84) ponía en duda que fuera el original de Pontano. MICHEL (1962: 13 s.) todavía no toma nota del hallazgo de ULLMAN, 1959 y niega que el códice sea de la mano del humanista. Sin embargo, estima que el códice (para él B) es especialmente valioso porque en quince pasajes es el único que da la lectura correcta. En un segundo lugar sitúa al Neapolitanus (c, para él C), único acertante en diez ocasiones. 273 Véanse supra pp. CDXXXIV ss. 274 Como nos recuerda MERKLIN (1991: 2261); GUDEMAN, 1937, en su recensión de ROBINSON 1935, había adjudicado al V(indobonensis) «eine ganz untergeordnete Rolle» en la transmisión del Diálogo. 275 Remitimos de nuevo al ya citado MERKLIN, 1991: 2260 s., que se suma a la valoración positiva de V propuesta por BO. 276 Ya lo había hecho en sus anteriores ediciones (1974, 1986) y en D. BO, 197576: 89-116. En BO 1993: 191, escribe: «el códice V nos permite remover la pátina humanística y ver, si no el original tal cual era, al menos entrever mejor sus líneas, aunque sea con no pocos daños». Al propio tiempo, el filólogo italiano degrada al ms.
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PRÓLOGO
10. EL DIÁLOGO
EN SU TIEMPO Y EN LA POSTERIDAD
El Dialogus de oratoribus vio la luz a la sombra —y nunca mejor dicho— de un vasto corpus literario latino concerniente a los mismos asuntos por él tratados: de casi siglo y medio atrás databan las contribuciones capitales de Cicerón a la teoría y la práctica oratoria y, precisamente también en la forma del diálogo en su ya tan citado De oratore; de muy poco antes, el más sistemático tratado de retórica alumbrado por la literatura latina: la Institutio Oratoria de Quintiliano, publicada hacia el 95 d. C. y llamada a ser por varios siglos —primero parcial, luego integramente conocida— el manual de referencia para los oradores y para cuantos pretendieran serlo; una coyuntura, pues, no muy favorable para el éxito de un simple opúsculo sobre la materia. Por ello no es de extrañar que el impacto inmediato del Diálogo no fuera más allá de las ya comentadas huellas que parece que dejó en las Cartas del amigo Plinio el Joven, y en particular la que dio lugar al argumento de Lange, tan importante, como hemos visto, en la cuestión de la autoría.277 Naturalmente, cabe suponer que también al Diálogo le alcanzara la múltiple reedición de las obras de Tácito ordenada por el homónimo y fugaz emperador de los años 275-276, que por descendiente del historiador se tenía (Hist. Aug., Tac. X 3); pero tampoco en ese punto es posible ir más allá de la razonable conjetura. Por lo demás, y como ya recordábamos más arriba citando a MAYER (2001: 18 s.), en ningún texto antiguo tenemos referencias a las Obras menores de Tácito, lo que es un dato elocuente sobre la escasa importancia que se les dio. Sí se han señalado en algunos autores postclásicos o tardoantiguos posibles deudas inconfesas con el Diálogo. Así, según CARVER (1974: E a la condición de apógrafo de V, que quedaría como testimonio único de la familia ζ de WINTERBOTTOM, siempre dentro de una tradición tripartita, al cual se opondrían, renombradas con otras siglas, las antiguas familias X e Y. Al defender esas tesis BO polemiza directamente con WINTERBOTTOM y MURGIA, el primero de los cuales, a su vez, en su recensión en The The Classical Review (N. S.) 44, 1994: 57 s., responde a BO calificando de «important thread» la relevancia que el italiano atribuye a V. 277 Véanse al respecto MURGIA 1985, passim y lo dicho supra en nuestro § 2.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
101-106),278 que en este punto sigue precedentes sentados por LABRIOLLE (1924)279 y BÜCHNER (1954),280 el amable ciceroniano cristiano Minucio Félix, de la primera mitad del siglo III, en su diálogo Octauius, testimonio precoz de la aceptación del legado literario clásico y pagano por los seguidores ilustrados de la nueva religión, se valió en varios lugares del de Tácito. Avanzando con cautela por ese camino, CARVER (1974: 103) apunta a otra posible huella, de Dial. 24, 1, donde Materno encarece la habilidad de Apro para valerse de argumentos de sus contrarios, en Oct. 39, pasaje en que Minucio expone un pensamiento similar,281 el de «con sus propias armas». CARVER (1974: 104) señala también la semejanza entre el final del Diálogo (42, 1 s.) y el del Octavio, uno y otro coloreados por los mismos topoi: el del final del día que pone fin al debate, la propuesta de continuarlo más adelante, la necesidad de aclararlo más, la despedida en términos cordiales…Todavía anota CARVER (1974: 105) otra probable huella, a considerar a la luz de la común dependencia del De natura deorum y el De diuinatione de Cicerón: la de Dial.12, 5 (fabulosa nimis et composita uidentur) en Oct. 7, 5 (nimium fabulosa uideatur). CABRILLANA (2007: 40) nos brinda la referencia a los dos artículos en que A. MAZZARINO (1961-62) propuso la identificación de algunas otras posibles reminiscencias antiguas del Diálogo. Así, en FRONTÓN 278 Debo mi noticia de ese estudio a CABRILLANA, 2007: 39. Al inicio de su artículo el autor hace notar con razón que esa probable dependencia es relevante en la cuestión de la autenticidad del Diálogo, toda vez que los autores imitados «se consideraba que eran de la suficiente estatura como para conferir dignidad a la imitación». 279 El estudioso francés estimaba como vestigio del Diálogo en el Octavio la introducción de la figura del arbiter del debate; cita ese trabajo CARVER (1974: 100 y n. 2). 280 K. BÜCHNER (1954: 231-245 y tomo la referencia de CARVER (1974: 100 y n. 3) había llamado la atención sobre la semejanza entre Dial. 45, 1 (bono saeculi sui quisque… utatur) y Oct. 38, 7 (fruamur bono nostro), pasajes situados uno y otro al final de discursos y que comparten las ideas de la exhortación al disfrute de los bona temporis y de la lamentación por su injusto menosprecio. 281 Cito por el propio CARVER (1974: 103): … quod ea… et argumentis et exemplis et lectionum auctoritatibes adornasset et quod maleuolos isdem illis, quibus armantur philosophorum telis retudisset, ostendisset etiam ueritatem non tantummodo facilem sed et fauorabilem.
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PRÓLOGO
(Ad M. Imp. I 5, 2, 9) se lee in herba et in flore, tal vez huella del in herba uel flore de Dial. 9, 4, aunque en un contexto algo distinto. Además, el citado estudioso italiano advierte vestigios del Diálogo en EUMENIO, Paneg. Lat. IV, de los años finales del siglo III, texto en el que personalmente hemos creído percibir, al menos, el de Dial. 34, 5 (… nec aduersarii et aemuli ferro non rudibus dimicantes), en el hic plerumque uelut sudibus et saxis, illic semper telis splendentibus dimicatur de Paneg. Lat. IV, II 5.282 En fin, siempre según Mazzarino, también Sidonio Apolinar, ya en las postrimerías de la Antigüedad, imitó en su Ep. VIII 10 (medicus in desperatione, gubernator in tempestate cognoscitur) el pasaje de Dial. 41, 3: superuacuus esset inter innocentes orator sicut inter sanos medicus.283 Sin embargo, desde la tarda Antigüedad hasta la época carolingia, en la que sería copiada en el Hersfeldensis, la obra durmió en el silencio de las bibliotecas; y no parece que fuera muy distinta su suerte en el resto del Medievo, hasta el descubrimiento humanístico de dicho códice. Ahora bien, tampoco en la circunstancia histórica del Renacimiento había razones que propiciaran una especial estima del Diálogo: por una parte, la que por entonces —y más andando el tiempo— fue objeto de mayor aprecio fue la obra histórica de Tácito (en la que se incluían el Agricola y la Germania), en tanto que en el Diálogo, por su tema y por la tan trillada cuestión del estilo, se vio desde muy pronto un cuerpo extraño que encajaba mal en la imagen de la prosa tacítea que se desprendía del resto de su obra. Esta desconfianza se vio incrementada en algunos casos por la entonces considerada como insuficiente acreditación de la autoría; con lo cual, como ya hemos visto supra, en nuestro § 2, fueron bastantes los humanistas de nota 282 Este locus similis incluso podría plantear una duda en cuanto al texto del propio Diálogo: si el pasaje de Eumenio deriva en efecto de él, su lectura sudibus apoyaría el sudibus que también da toda la tradición manuscrita del mismo, frente a la corrección rudibus de Lipsio, generalmente aceptada. 283 En cambio, no alcanzamos a ver la semejanza que CABRILLANA (2007: 40, n. 87), al parecer siguiendo a MAZZARINO (loc. cit.), percibe entre Dial. 37, 8 (similis eloquentiae condicio) y la citada epístola de Sidonio.
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(y luego no menos los filólogos modernos) que negaron que se tratara de una obra de Tácito. Había además, un factor de ambiente literario, semejante al ya considerado de la propia Antigüedad, que no favorecía una brillante recepción del Diálogo: el Humanismo maduro, siguiendo las huellas del precoz ciceronianismo de Petrarca, ya había recuperado plenamente el legado retórico del Arpinate y el Quintilianus integer, con lo que parecía que en la materia no quedaban grandes cosas que decir. En consecuencia, el Fortleben del Diálogo apenas trascendió del ámbito filológico; y de sus dos aspectos principales —el de las circunstancias de su recuperación y el de los pronunciamientos sobre su autenticidad— bastante hemos dicho más arriba al tratar del problema de la autoría (§2). En fin, al respecto del Diálogo escribía BRINK (1993: 349): «‘Librito de oro’, aureus libellus, se lo llamó en Alemania, aunque también ahora el oro parece muy deslucido». Es claro que el filólogo germano exiliado en Cambridge contrastaba en esas palabras los buenos tiempos de la universidad humboldtiana que aún había tenido la suerte de vivir en su juventud y los harto menos lucidos que hubo de presenciar incluso en la Inglaterra de sus últimos años. 11. SOBRE
EDICIONES, COMENTARIOS Y TRADUCCIONES DEL
DIÁLOGO
Buena parte de lo dicho más arriba sobre su tradición manuscrita y las diversas clasificaciones y valoraciones de la misma puede ayudarnos a trazar una sumaria historia de las ediciones fundamentales del Diálogo,284 desde las renacentistas de Vindelino de Spira (Maguncia, ca. 1469), considerada como la princeps, de Puteolanus (Milán, ca. 1475), de F. Beroaldo (Roma, 1515) y de Beato Renano (Basilea, 1519),285 hasta las más modernas, sobre las que la presente, como es 284 De las citadas en nuestro aparato damos relación en el apartado Opera in apparatu critico laudata, que precede a nuestro texto; y véase también nuestra BIBLIOGRAFÍA. 285 En su censo de ediciones, ROBINSON (1935: 376 s.) cita con el n.o 18 una de Rhenanus (Basilea, mayo de 1519) que parece limitarse a la Germania; y con el n.o 19
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lógico, se apoya de manera especial. Al igual que hace MERKLIN (1991: 2257) en su ya citado Forschungsbericht, tomaremos aquí como punto de partida la segunda edición de GUDEMAN (Leipzig-Berlin, 19142),286 con su Kommentar verdaderamente «monumental» (MERKLIN, loc. cit.). Por más que a estas alturas haya importantes reparos que ponerle,287 sigue siendo un modelo de la mejor erudición y todavía imprescindible para el estudioso del Diálogo. De entonces a nuestros días no le han faltado a la obra ediciones críticas dignas de mención y en buena parte ya aludidas. De entre ellas procede destacar, en la canónica Bibliotheca Teubneriana, de la misma editorial que había publicada la de GUDEMAN, la de los tres Opera minora de E. KOESTERMANN (Leipzig, 19703), que en la colección había reemplazado en 1957 a la de HALM-ANDRESEN.288 Por su parte, la Teubneriana occidental publicó al cabo de unos años la del solo otra, de agosto del mismo año, en que atribuye a Renano un nuevo texto de la Germania, pero con el añadido: «the text of the other works is said to be a reimpression of an edition by Andreas Alciatus, Mediolani… 1517». Nos abstenemos de pronunciamientos personales. 286 El propio GUDEMAN (19142: 123 s.) hace justicia a sus predecesores cuando, al respecto de los ya vistos problemas de la tradición, escribe: «Los intentos de determinar la enmarañada relación de dependencia de los mss. derivados del Codex Herfeldensis empiezan con Michaelis, cuyo mérito duradero es el haber proporcionado para el Diálogo la primera recensio científica (1868). Pero sus resultados, como los de Binde, Steuding, Baehrens y Lallemant, ya no son para discutir hoy. Ya Scheuer [1891], que con el Codex Vindobonensis introdujo en la investigación un nuevo e importante testimonio, demostró esto de una vez por todas. Con la comprobación de los manuscritos de Andresen [1900, 1910] se nos proporcionó luego por entero, como ya se ha dicho, una base, en parte distinta y en todo caso más segura, para la solución de las cuestiones que aquí nos ocupan, lo que en todo caso también conlleva una no pequeña modificación de los resultados de Scheuer, según veremos, aunque el propio Andresen se mantiene firme en ellos, pero solo faute de mieux». 287 Sobre todo a su posición al respecto de las lagunas del texto y la atribución de discursos: recuérdese que tras la laguna grande, adjudica a Julio Secundo el texto conservado desde 35, 1 hasta 40, 1, donde establece otra, en la que se habrían perdido el final de tal parlamento y el principio del de Materno que indudablemente cierra el debate. En cuanto a su stemma tripartito, no merece más críticas que otros por el estilo, como el mucho más reciente de WINTERBOTTOM, 1975. 288 En 1936 KOESTERMANN ya se había encargado de la 6.a edición de la misma, que databa originariamente de 1850-51 y había sido actualizada por ANDRESEN (19163).
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Diálogo de H. HEUBNER (Stuttgart, 1983). Todavía dentro del ámbito germánico, es muy digna de atención la edición de D. FLACH (STUTTGART, 2005), con detallado aparato crítico y traducción copiosamente anotada. De entre las ediciones debidas a estudiosos italianos hay dos en el Corpus Paravianum de Turín: la de M. LENCHANTIN DE GUBERNATIS (1949), notable por sus sopesadas propuestas en cuanto a la crítica del texto, y la de D. BO (1974), luego subsumida en su monografía de 1993. En el ámbito de habla francesa sigue siendo la más notable la de A. MICHEL (1962), y en el anglosajón, tras la revisión de la benemérita edición bilingüe de la Loeb Classical Library (PETERSONWINTERBOTTOM, 1970), vino a constituirse como de referencia la de WINTERBOTTOM (1975), publicada en el volumen conjunto de los Opera minora de los Oxford Classical Texts.289 En fin, en el caso del Diálogo también contamos con una contribución de procedencia española que merece reseña en esta sección: la muy estimable edición crítica de C. CABRILLANA (Pamplona, 2007), con documentada introducción, traducción, notas y comentario.290 De otras ediciones daremos cuenta detallada infra, en nuestra BIBLIOGRAFÍA. En cuanto a comentarios, ya hemos dicho que merecen considerarse tales las notas de algunas de las ediciones citadas; y por excelencia, desde luego, las de GUDEMAN (19143). Como específico del Diálogo hay que mencionar el muy importante de GÜNGERICH-HEUBNER (Göttingen, 1980), completado y dispuesto para su edición por el segundo de dichos autores sobre el legado del primero. De las innumerables traducciones del Diálogo reseñaremos aquí solamente las principales de las españolas, remitiendo al lector para 289 En la serie Cambridge Greek and Latin Classics se publicó en 2001 la edición anotada de R. MAYER, que renuncia a presentar un aparato crítico y en su página 50 se remite a los de KOESTERMANN y WINTERBOTTOM. Sin embargo, en su Comentario aborda gran parte de los loci disputati de la obra. 290 Nos permitiremos señalar un leve lapsus de la misma: en su página 59, en su Conspectus siglorum de los códices, escribe «E: Vaticanus Ottobonianus lat. 1455 (Aesinas)», al parecer sin reparar en que el Aesinas, el E/e para el Agricola y la Germania, no contiene el Diálogo.
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el resto a nuestra BIBLIOGRAFÍA. En lo concerniente a las más antiguas versiones de Tácito al castellano, parte de las cuales omiten el Diálogo por no considerarlo auténtico,291 a remolque de los juicios escépticos de algunos humanistas. La primera completa parece ser la bilingüe de CAYETANO SIXTO y JOAQUÍN EZQUERRA (Madrid, 1794). Sobre este punto sigue siendo de obligada consulta SANMARTÍ (1951), cuya crónica alcanza hasta las aparecidas en la España de la primera mitad del siglo XX. Ya en esta centuria, la primera, prescindiendo de reediciones de otras anteriores,292 parece ser la catalana de M. FERRÁ (1926) en el volumen de Obres Menors de la Fundaciò Bernat Metge. Por su parte, la traducción de las obras completas dirigida por V. BLANCO GARCÍA (MADRID, 1946) tiene no poco de trabajo escolar, aunque meritorio, pues es obra de varios alumnos del director. En SANMARTÍ (1951: 96) se le atribuye «escaso interés», por reincidir en bastantes fallos propios de anteriores traductores. Pasando ya a los tiempos recientes, podemos decir que estamos bien servidos de versiones solventes y bien documentadas del Diálogo. En el orden cronológico va por delante la de J. M. REQUEJO en la Biblioteca Clásica Gredos, seguida por la de B. ANTÓN MARTÍNEZ en la colección Akal/Cásica (Tres Cantos, 1999). La más reciente, que sepamos, en la ya aludida que acompaña a la edición de C. CABRILLANA (PAMPLONA, 2007). 12. SOBRE
LA PRESENTE EDICIÓN
Al igual que el de las otras dos obras editadas en este volumen, nuestro texto del Diálogo, a tenor de las normas que rigen esta colección, no se presenta como «crítico», sino simplemente como 291 La primera del Diálogo sería, pues, la incluida en la edición completa y bilingüe de Cayetano Sixto y Joaquín Ezquerra (Madrid, Imprenta Real, 1794); véase SANMARTÍ, 1951: 41. 292 Así, la de la Germania y el Diálogo publicada en 1919 (Madrid-Barcelona, Ed. Calpe, Colección Universal), que del segundo reproduce la antes citada del Sixto y Ezquerra; véase SANMARTÍ, 1951: 54.
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«revisado». Por ello debe mucho al de las ediciones más o menos recientes, especialmente a las de WINTERBOTTOM, HEUBNER —de aparato muy austero—, FLACH —que ofrece uno muy minucioso— y MAYER, que renuncia a presentar uno propio, pero examina en su comentario muchos loci disputati del texto. Pero puestos a suum cuique tribuere, hemos de subrayar nuestras importantes deudas con la obra de un estudioso no hace mucho fallecido (2013), que no editó ninguno de los Opera minora de Tácito, pero que como pocos contribuyó a su mejor conocimiento con su muy notable acumen crítico: el profesor CH. E. MURGIA, de la Universidad de Berkeley, cuya memoria esperamos haber honrado debidamente en estas páginas.
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293 Recuérdese que en esa edición es de OGILVIE el texto del Agricola y de WINTERBOTTOM el de la Germania y el del Dialogus. 294 En las referencias anteponemos el nombre del autor de la parte citada o aludida.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
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Praeter semel uel raro adhibita, quae in ipso apparatu explicantur.
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OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Ernesti: C. Cornelii Taciti opera ex rec. Io. Augusti Ernesti…. Lipsiae, 1752. Flach: Cornelius Tacitus, Dialogus de oratoribus, Streitgespräch über die Redner, eingel., herausg., ubers. und erläut. von D. Flach. Stuttgart, 2005. Furneaux-Anderson: Cornelii Taciti opera minora. Recogn… H. Furneaux; iterum rec. J. G. C. Anderson. Oxford, 19624. Goelzer : Tacite, Dialogue des orateurs. Texte établ. par H. Goelzer et traduit par H. Bornecque. París, 1936. Gudeman: A. Gudeman, P. Cornelii Taciti Dialogus de oratoribus… Leipzig - Berlín, 19142. Gronovius: Cornelii Taciti opera quae exstant. Amstelodami, 1685. Haase: Cornelii Taciti opera ed. Fr. Haase. Lipsiae, 1855. Halm: v. Andresen. Heubner: P. Cornelii Taciti libri qui supersunt. Tom. II, fasc. 4, Dialogus de oratoribus. Ed. H. Heubner. Lipsiae, 1983. Heumann: Taciti Dialogus de oratoribus. Goettingae, 1719. John: P. Cornelius Tacitus, Dialogus de oratoribus, erkl. von C. John. Berlín, 1899. Koestermann: Cornelius Tacitus, Germania, Agricola, Dialogus de oratoribus, ed. E. Koestermann. Lipsiae, 19703. Lenchantin: Cornelii Taciti Dialogus de oratoribus…ed. M. Lenchantin de Gubernatis. Augustae Taurinorum, 1949. Lipsius: C. Cornelii Taciti opera quae exstant Iustus Lipsius rec. Antverpiae, 1607. Mayer: Tacitus, Dialogus de oratoribus, ed. by R. Mayer. Cambridge, 2001. Michaelis: Cornelii Taciti dialogus de oratoribus. Ad codices denuo con latus recogn. A. Michaelis. Lipsiae, 1898. Michel: Tacite, Dialogus de oratoribus (Dialogue des orateurs). Éd., introd. et comment. de A. Michel. París, 1962. Nipperdey: Taciti opera. Berolini, 1876-77. Novák: P. Cornelii Taciti Germania, Agricola, Dialogus de oratoribus. Scholarum in usum rec. R. Novák. Pragae, 1890, 1902.
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DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
Oniga: Tacito, Opera omnia 1; ed. con testo a fronte a cura di R. ONIGA (Introd., trad. e coment. de R. Oniga et al.). Turín. Orelli: P. Cornelii Taciti opera quae supersunt. Turici, 1830, 1859-873. Peter : Dialogus. Erklärende und kritische Schulausgabe. Jena, 1877. Peterson: Cornelii Taciti Dialogus de oratoribus. Rev. text with introductoruy essays and critical and explanatory notes by W. Peterson. Oxford, 1893. Pichena: C. Cornelii Taciti opera quae exstant. Iuxta veterrimos manuscriptos emendata… per C. Pichena. Francofurti, 1607. Pithoeus: Taciti, Dialogus de oratoribus ed. P. Pithoeus. Lutetiae, 1580. Puteolanus: Cornelii Taciti equitis romani dialogus an sui saeculi oratores antiquioribus et quare concedant… Ed. Fr. Puteolanus. Mediolani, 1475. Rhenanus: P. Cornelii Taciti opera ed. B. Rhenanus. Basileae, 1519, 1533. Ritter : Corneliis Taciti opera…. ed. Fr. Ritter. Cantabrigiae, 1848; ed. altera, Lipsiae, 1864. Seebode: Dial. Ed. Göttingen, 1813, 1815. Walther : C. Cornelii Taciti opera, IV (Germania, Agricola, Dialogus). Rec. H. Walther, praef. F. A. Eckstein. Halis, 1833. Winterbottom: Cornelii Taciti Opera minora recogn. breuique adnot. crit. instr. M. J. Winterbottom (et R. M. Otgilvie). Oxford, 1975. Wolff: Cornelii Taciti dialogus de oratoribus. Erkl. von Ed. Wolf. Gotha, 1890. B. COMMENTATIONES Acidalius: Valentis Acidali, intercurrentibus et M. Ant. Mureti, notae in C. Cornelii Taciti opera, quae extant. Collecta a Christiano Acidalio fratre. Hanoviae, 1607. Barnes: T. D. Barnes, The Significance of Tacitus’ Dialogus de oratoribus», Harvard Studies in Classical Philology 90, 1986: 225-244. Barwick: K. Barwick, Zur Erklärung und Komposition des Rednerdialogus des Tacitus, Festschr. Judeich. Weimar, 1929: 81-108.
[CCCLIX]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Borghesi: Oeuvres complètes de B. B. París 1862-1897, vol. V: 287 sqq. Bötticher : Lexicon Taciteum sive de stilo C. Cornelii praemissis de Taciti vita. Berlín, 1830. Christes: J. Christes, 1979, «Tacitus, Dialogus 5, 4. Ein Neuer Heilungsversuch», Hermes 107: 371-379. Crook : J. A. Crook 1995, Legal advocacy in the Roman world. Londres. Cuiacius: in marginibus apud ed. Aldinam (Venetiis, 1534); cf. ed. Orelli1, Dial. ed.: 11. Delz: J. Delz, Der Namensatz und weitere korrupte Stellen in den kleinen Schriften des Tacitus, Museum Helveticum 27, 1970: 224-241. Faber : v. apud ed. Orelli1: 74. Freinsheim: Expositio locorum Cornelianorum… I. Freinshemii, apud C. Cornelii Taciti opera omnia accurante M. Berneggero. Argentorati, 1638. Heinsius: N. Heinsii animadversa (ad Tacitum), apud ed. Ernesti, 17722. Kühner-Holzweissig: Ausfühliche Grammatik der lateinischen Sprache. Erster Teil: Elementar-, Formen und Wortlehre. Hannover, 19122. Latinius: v. ed. Walther IV 308. Madvig: J. N. Madvig, Adversaria critica ad scriptores Graecos et Latinos (vol. II). Hauniae, 1871-1884. Maehly: Observationes… de… Taciteo Dialogo criticae. Basileae, 1873. Meiser : K. Meiser, Kritische Studien zum Dialogus und zur Germania des Tacitus, Progr. Eichstätt, 1871. Merklin: H. Merklin, Probleme des “Dialogus de oratoribus”. Möglichkeiten und Grenzen ihrer methodichen Lösung, Antike und Abendland 34: 170-189. Muretus: M. Antonii Mureti opera omnia ex MSS. aucta et emendata, IV, 155-170 (Notae in Tacitum). Lugduni Bat., 1789. Murgia, 1977: Ch. Murgia, The Minor Works of Tacitus : A Study in Textual Criticism, Class. Philol. 72: 323-343. —, 1979a: Loci Conclamati in the Minor Works of Tacitus, California Stud. In Class. Ant. 11: 159-178. —, 1979b: Notes on the Dialogus of Tacitus, Classical Philology 74: 245-249.
[CCCLX]
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
Neue-Wagener : Formenlehre der lateinischen Sprache. Leipzig, 1902053. Niebuhr : B. G. Niebuhr, Kleine historische und philologische Schriften, II Samml., 1843. Nissen: Kritische und exegetische Bemerkungen zu Tacitus Dialogus de oratoribus, Zeitschrift f. Altertum, 1841-42: 505-516. Nolte: Kritische Beiträge zu einigen lateinische Schriftsteller, Neue Jahrbücher f. Philologie u. Pädagogik, Supplement band XIX, 1853: 459-471. Persson: P. Persson, Kritisch-exegetisch Bemerkungen zu den kleinen Schriften des Tacitus. Uppsala & Leipzig, 1927. Possanza: M. Possanza 1995, «A crux in Tacitus, Dialogus 5, 3-4», Phoenix 49: 131-149. Reitzenstein: Bemerkungen zu den kleinen Schriften des Tacitus, Nachrichten von der konigl. Gesellschaft d. Wissenschaften z. Göttingen, Phil.-hist. Kl. 1914-15: 173-276 (= Aufsätze zu Tacitus, Darmstadt, 1967: 17-120). Ritschl: Parerga I, Lipsiae, 1845. III ibid. 1866. Roth: C. Suetoni Tranquilli quae supersunt omnia… ed. C. L. Roth. Lipsiae, 1858. Sauppe: Zum Dialogus de oratoribus, Philologus 19, 1864: 256-263. Schele: v. ed. Gronovii. Schopen: Diorthotica in Taciti Dialogo. Programm. Bon, 1858. Schulting: apud Fabricius, Bibliotheca Latina II 325, et Gronovii ed. (ad Dial. 12, 2; 36, 2). Schurzfleisch: Elogium Taciti. Animadversiones in Taciti Dialogum de oratoribus, Acta Litteraria. Vitebergae, 1714: 115-192. Sörbom: G. Sörbom, Variatio sermonis Tacitei aliaeque apud eundem quaestiones selectae. Uppsalae, 1935. Spengel: L. Spengel, Specimen emendationum in Corn. Tacitum. Monachii, 1852. Steiner : J. W. Steiner, Über den Dialogus de oratoribus des Tacitus. Programm. Kreuznach, 1863.
[CCCLXI]
OPERA IN APPARATV CRITICO LAVDATA
Stroux: J. Stroux 1931, Vier Zeugnisse zur römischen Literaturgeschichte der Kaiserzeit. I. Maternus, Dichter und Redner, Philologus 86: 338349. Ursinus: apud Gronovii ed. Vahlen: J. Vahlen, «De Taciti dialogo disputatiuncula», Commentaria philologica in honorem Th. Momseni. Berolini, 1877: 663-670. Voss: P. Voss, Kritiske bemerkninger till Tacitus, Tidskrift for philologi og paedagogik VII, 1866-67: 101-113. Wagener : Les travaux de Monsieur G. Andresen sur le dialogue de oratoribus. Revue de l’instruction publique en Bergique 10, 1877: 257-284. Wagenvoort: H. Wagenvoort 1919, Obiter tacta, Mnemosyne 47: 360362. —, 1954, Ad Taciti Dialogum 8, 1; 21, 5, Mnemosyne 74: 214. Weissenborn: iudicia de edd. Baiter-Orelli et Ritter, Neue Jahrb. F. Philol. U. Pädagogik 58, 1850: 25-50. Winterbottom 1999: Tacitus, Dialogus 13, 4. The Classical Quarterly 49: 338. Wopkens: Adversaria critica in auctorem dialogi de oratoribus, v. II. Lipsiae, 1843. Zwierlein: O. Zwierlein 1997, Die chronische Unpässlichkeit des Messala Corvinus, Hermes 125: 89-91. —, 2003, Der Sturz des Vatinius durch den Redner Maternus (Tac., Dial. 11, 2). Göttinger Forum f. Altertumswissenschaft 6: 11-116.
[CCCLXII]
SIGLA CODICVM (OMNIVM SAEC. XV SCRIPTORVM) B b C c Δ Q S H U V E N
Vaticanus lat. 1862 Leidensis Perizonianus XVIII Q. 21 Vaticanus lat. 1518 Farnesianus uel Neapolitanus IV C 21 Vaticanus lat. 4498 Venetus Marcianus 4266 Neapolitanus IV B 4 Harleianus 2639 Urbinas lat. 1194 Vindobonensis s. n. 2960 (olim 711) Vaticanus Ottobonianus lat. 1455 Bruxellensis 9145 (deficit in 5, 4)
Aliquando laudantur et codices: Ambros. H 29 sup. Baltimorensis (Walters Gallery 466) París. lat. 7773 Vat. lat. 4498 Vat. Borg. lat. 413 Vat. lat. 2964 Ven. Marc. Class. XIV 1 N.B.- Numeris ad dexteram siglorum superpositis (e.g. B1, B2) indicantur lectiones ante et post correctionem cuiusque codicis.
[CCCLXIII]
SINOPSIS
PRÓLOGO (1, 1 - 1, 4).- Fabio Justo ha preguntado al autor por qué en su época apenas hay oradores dignos de ese nombre, y va a responderle recordando un debate mantenido al respecto por varios varones elocuentes al que había asistido siendo joven. OCASIÓN Y PERSONAJES DEL DEBATE (2).- Presentación y semblanza de Materno, Apro y Secundo. CONVERSACIÓN PREVIA (3, 1 - 5, 2).- Apro y Materno, con breves intervenciones de Secundo, empiezan a discutir sobre vocación por la poesía poesía y dedicación a la elocuencia. PRIMER DISCURSO DE APRO (5, 3 - 10, 8).- Excelencia de la oratoria frente a la poesía. Utilidad de la elocuencia: el reciente proceso de Helvidio Prisco y Eprio Marcelo. Ventajas de las que disfruta el orador, su experiencia propia, prestigio y riqueza de Eprio Marcelo y Vibio Crispo. La poesía no tiene tales compensaciones por su carencia de utilidad práctica, y los poetas tienen que retirarse del trato humano para hacer su obra. A los buenos los conocen unos pocos, a los mediocres nadie. La poesía puede permitirse, en todo caso, a quienes carezcan de talento oratorio; pero Materno lo tiene, pero lo desperdicia dedicándose a sus tragedias y ganándose con ellas resentimientos. PRIMER DISCURSO DE MATERNO (11, 1 - 13, 6).- Apología de la poesía: él también había tenido sus éxitos como orador (caso Vatinio), pero el poeta gana mayor fama. Él no ambiciona los corros de admiradores, y el retiro de la vida mundana lo cuenta como una ventaja. En la Edad de Oro había habido poetas: Lino, Orfeo y el propio Apolo; pero no abogados. La fama de los poetas en Grecia y en Roma no había sido inferior a la de los oradores; caso ejemplar: el de Virgilio. Esos oradores de fama —los Eprios y los Crispos— son poca cosa para él, que prefiere el trato de las Musas y alcanzar un plácido y alegre final de su vida. INTERMEDIO (14, 1 - 16, 3).- Llega Mesala, que de inmediato reconduce el debate a su asunto principal, afirmando la superioridad de los oradores
[CCCLXV]
SINOPSIS
antiguos. Materno lo anima a exponer y argumentar su posición, no sin aludir al espíritu de contradicción de Apro. SEGUNDO DISCURSO DE APRO (16, 4 - 23, 6).- Recogiendo el guante, Apro inicia su crítica de la idea de la decadencia contemporánea, empezando por la de la propia denominación de ‘antiguos’, un tanto sofística. Señala la variedad y variación de los estilos oratorios y hace una historia crítica de la oratoria romana. Pero ahora hay nuevas exigencias y perspectivas. Reivindica a Cicerón como precedente de su propia postura innovadora. INTERMEDIO (24).- Tercia Materno, que tras un elogio, tal vez irónico, de la impetuosa oratoria de Apro, invita a Mesala a explicar las causas de la decadencia. PRIMER DISCURSO DE MESALA (25,1 - 26, 8).- Elogio de la oratoria antigua y decadencia de la contemporánea: al igual que en Grecia la cima la había representado Demóstenes, así en Roma Cicerón; y todos los oradores de su generación, pese a sus diferencias, tenían una cierta sanitas eloquentiae. Se ofrece a dar nombres de ejemplos concretos. INTERMEDIO (27, 1 - 27, 3).- Materno lo interrumpe para pedirle que en lugar de hacerlo cumpla su promesa de exponer las causas del declive. SEGUNDO DISCURSO DE MESALA (28, 1 - 32, 7).- Las causas de la decadencia son claras: pereza de los aprendices, incuria de sus padres, ignorancia de sus maestros. Análisis particular de la situación en Roma. Ejemplo de la curiosidad intelectual y la formación enciclopédica de Cicerón. Conveniencia de conocer la psicología y la dialéctica y, sobre todo, la filosofía y el derecho. El oyente se percata de quién tiene esos saberes como propios y de quién es un orador hecho y derecho. Y da a entender que ha cumplido con su tarea. INTERLUDIO (33, 1 - 33, 3).- Materno alega que no es así, pues él quiere saber también cómo se formaban los oradores de antaño. SEGUNDO DISCURSO DE MESALA (continuación) (33, 4 - 35, 5).- Mesala, quasi rursus incipiens, acepta el envite y habla del antiguo aprendizaje de la oratoria en contacto directo con la realidad del foro y de los procesos, no en la sombra viciada de las escuelas de los rétores y según el absurdo método de las declamationes.
LA
GRAN LAGUNA…
SEGUNDO DISCURSO DE MATERNO (36, 1 - 41, 5).- Vieja y nueva oratoria. La antigua relevancia social de los oradores. Excelencia de la oratoria política:
[CCCLXVI]
DIÁLOGO SOBRE LOS ORADORES
ejemplos de Demóstenes y de Cicerón. Elocuencia y lucha política: la oratoria medraba con los conflictos. Las reformas procesales a partir de Pompeyo y sus inconvenientes. La elocuencia como fruto de la licentia, a la que algunos llamaban libertas. Las ciudades bien constituidas no precisan de oradores, al igual que las sociedades sanas no precisan de médicos. El nuevo régimen romano, el Principado, había hecho superflua la oratoria política. Así, pues, esto es lo que había y tocaba conformarse a ello. CONCLUSIÓN (42, 1 - 42, 2).- Al declinar el día, parece llegado el momento de dejar el debate (en realidad en tablas). Mesala hubiera querido volver sobre algunos asuntos, pero tras intercambiarse algunas bromas, los interlocutores se separan.
[CCCLXVII]
CORNELII TACITI DIALOGVS
DE ORATORIBVS
Saepe ex me requiris, Iuste Fabi, cur, cum priora saecula tot eminentium oratorum ingeniis gloriaque floruerint, nostra potissimum aetas deserta et laude eloquentiae orbata uix nomen ipsum oratoris retineat; neque enim ita appellamus nisi antiquos, horum autem temporum diserti causidici et aduocati et patroni et quiduis potius 2 quam oratores uocantur. cui percontationi tuae respondere et tam magnae quaestionis pondus excipere ut aut de ingeniis nostris male existimandum , si idem adsequi non possumus aut de iudiciis, si nolumus, uix hercule auderem, si mihi mea sententia proferenda ac
1
CORNELI TACITI INCIPIT DIALOGVS DE ORATORIBVS B : CORNELII TACITI DIALOGVS DE ORATORIBVS INCIPIT b : C. Cornelii taciti dialogus de oratoribus C : C. CORNELII TACITI DIALOGVS DE ORATORIBVS FOELICITER INCIPIT c : C. Cornelii Taciti Dialogus de Oratoribus Δ : INCIPIT DIALOGVS DE ORATORIBVS (eiusdem Cornelii Taciti in marg.) V : CORNELII TACITI DIALOGVS INCIPIT DE ORATORIBVS ET POETIS E : C. CORNLII (sic) TACITI EQVITIS ROMANI DE ORATORIBVS INCIPIT Q : Cor. Taciti dialogus de Oratoribus feliciter incipit N ; ‘Cornelii taciti dialogus de oratoribus incipit’, Decembrius de cod. Hersfeldensi
1
1 apellamus SE, Puteolanus, edd. : appellemus cett. codd. pler. edd.
[101]
•
2 add. Lipsius,
CORNELIO TÁCITO DIÁLOGO
SOBRE LOS ORADORES
Prólogo A menudo me preguntas, Justo Fabio,1 por qué, mientras los siglos 1 pasados florecieron con los talentos y la gloria de tantos oradores eminentes, nuestra época, especialmente estéril y carente de una elocuencia digna de alabanza, apenas conserva el propio nombre de orador; pues, en efecto, no llamamos así a no ser a los antiguos, y en cambio a los hombres elocuentes de estos tiempos se los denomina causídicos2 y abogados3 y defensores, y cualquier otra cosa antes que oradores. A responder a tu pregunta y a asumir la carga de tamaña 2 cuestión —de manera que o bien se saque un mal concepto de mis talentos si no logro estar a su altura, o de mi capacidad de juicio si no quiero hacerlo—, a duras penas me atrevería, vaya que sí, si hubiera 1 No hará falta comentar que, según el uso del propio Tácito, que parece ser el de la época, a este común amigo del historiador y de Plinio el Joven, que sería consul suffectus en el 102 d. C., se lo nombra en anástrofe, anteponiendo el cognomen al nomen (cf. CABRILLANA, 2007: ad loc.). Sobre el personaje remitimos al artículo de R(UDOLF) H(ANSLIK) en Der Kleine Pauly 2, 497: 8 ss., con bibliografía, entre la que cabe destacar SYME, 1958: 112 ss. 2 Nos valemos de este latinismo del español que recoge el DRAE. El término latino tenía una connotación más bien negativa, que lo acercaba al sentido de «picapleitos» o poco menos. Lo hace notar (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., citando a CIC., De or. I 202: non enim causidicum nescio quem neque clamatorem aut rabulam hoc sermone nostro conquirimus. 3 Los aduocati eran quienes ayudaban en una defensa, que era dirigida por el patronus.
[101]
DIALOGVS DE ORATORIBVS
non dissertissimorum, ut nostris temporibus, hominum sermo repetendus esset, quos eandem hanc quaestionem pertractantes iuuenis 3 admodum audiui. ita non ingenio sed memoria et recordatione opus est, ut quae a praestantissimis uiris et excogitata subtiliter et dicta grauiter accepi, cum singuli diuersas sed easdem probabiles causas afferrent, dum formam sui quisque et animi et ingenii redderent, isdem nunc numeris isdemque rationibus persequar, seruato ordine dispu4 tationis. neque enim defuit qui diuersam quoque partem susciperet ac multum uexata et inrisa uetustate nostrorum temporum eloquentiam antiquorum ingeniis anteferret.
2
Nam postero die quam Curiatius Maternus Catonem recitauerat, cum offendisse potentium animos diceretur, tamquam in eo tragoediae
3 sed easdem probabiles Acidalius, Roth, Andresen, Michel, Winterbottom 1970 : uel easdem codd. pler., Goelzer, quod post Muretum del. Lipsius, Koestermann, Heubner, crucibus inserit Winterbottom : dem (spatio relicto) E : quidem V (‘non ineleganter’, Winterbottom), Murgia (1979a, 172), Bo, Mayer : uel easdem Flach : eas quidem sed probabiles Baehrens : uel easdem sed probabilis Goelzer, Michel : easdem uel diuersas Lenchantin • afferrent BSUc : afferent CQ : om. E (spatio relicto), V • redderent B1Q b1 1 H1 : redderet CcUB2b2 2H2 : reddent E : reddênt V : reddunt N • persequar HUS, Puteolanus, Koestermann, Winterbottom : prosequar BCQEVN, Michel, Bo, Heubner, Flach, Cabrillana • 4 anteferret codd. pler. : anteferrent bC
[102]
TÁCITO
de emitir un parecer propio, y no repetir una conversación entre hombres de los más elocuentes para nuestros tiempos, a los cuales oí tratar ese mismo asunto cuando era muy joven.4 Así, pues, no nece- 3 sito talento, sino memoria y capacidad de recordar, para repetir ahora, punto por punto, con los mismos razonamientos y guardando el orden de la discusión, las sutiles ideas y las graves palabras que oí decir a aquellos varones tan egregios, cuando aducían causas diversas pero igual de aceptables5 al dar a conocer cada cual su manera de sentir y de pensar. Y es que tampoco faltó quien asumiera el partido con- 4 trario,6 y tras maltratar y reírse mucho de lo viejo, puso la elocuencia de nuestros tiempos por delante de la de los talentos antiguos. Ocasión y personajes del debate Pues bien, al día siguiente de que Curiacio Materno7 hubiera recitado su Catón,8 cuando se decía que había herido los ánimos de los
4 En la fecha dramática de los años 77/78 que con BECK, 2001 hemos aceptado para el Diálogo, Tácito tendría unos 20 o 22 años, datación ya propuesta por NORDEN, 19153: 325, n. 2. 5 En este discutido pasaje optamos por la lectura sed easdem, entendiendo que easdem, por así decirlo, determina también al subsiguiente probabiles. VAN DEN BERG, 2014: 58, se apoya en este pasaje (que cita erróneamente como ‘1.4’) para afirmar, y creemos que con razón, que Tácito no se adhiere personalmente a ninguna de las posiciones expresadas. 6 Es decir, el de quienes, como veremos que hará Apro, no compartían la idea de que la elocuencia hubiera venido a menos, que el autor comparte de antemano con el dedicatario. 7 Sobre el personaje, desconocido por otras fuentes, véase lo ya dicho en nuestro Prólogo, § 5 (pp. CDLXIII ss.). Allí ya nos hemos referido a la observación de FRAENKEL, 1957: 136, n. 1, de que también el Banquete platónico (173a) tuvo lugar en casa de un poeta trágico, Agatón, al día siguiente de que una de sus obras fuera premiada. 8 Sería una praetexta, es decir una tragedia de asunto romano, centrada en la figura de Catón el Joven o de Útica (95-46 a. C.), símbolo de la resistencia a Julio César. El signo republicano que sin duda tenía habría molestado a las altas instancias del poder imperial, que seguía siendo el de los Caesares. De hecho muchos creen que Materno
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2
DIALOGVS DE ORATORIBVS
argumento sui oblitus tantum Catonem cogitasset, eaque de re per urbem frequens sermo haberetur, uenerunt ad eum M. Aper et Iulius Secundus, celeberrima tum ingenia fori nostri, quos ego utrosque non modo in iudiciis studiose audiebam, sed domi quoque et in publico adsectabar mira studiorum cupiditate et quodam ardore iuuenili, ut fabulas quoque eorum et disputationes et arcana semotae dictionis penitus exciperem, quamuis maligne plerique opinarentur nec Secundo promptum esse sermonem et Aprum ingenio potius et ui naturae quam institutione et litteris famam eloquentiae consecutum. 2 nam et Secundo purus et pressus et, in quantum satis erat, profluens sermo non defuit, et Aper omni eruditione imbutus contemnebat potius litteras quam nesciebat, tamquam maiorem industriae et laboris gloriam habiturus si ingenium eius nullis alienarum artium adminiculis inniti uideretur.
2
1 utrosque non modo in iudiciis Gudeman, Winterbottom, Koestermann, Heubner : in iudiciis non utrosque (uerosque C) modo codd. pler., Michel, Bo, Flach, Cabrillana : utrosque non in iudiciis modo Schopen alii alia • semot(a)e dictionis BCQSU : ditionis EV1 (spatio relicto) eruditionis V2 • exciperem codd. pler. : acciperem EV • 2 omni EVN : cum BCQSU • gloriam codd. pler. : gratiam N • inniti BC, edd. : adniti Bv bvQSUEVN
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TÁCITO
poderosos9 —como si en aquel argumento de tragedia, olvidándose de sí mismo, hubiera pensado solo en Catón—, y mientras por la ciudad se hablaba continuamente del asunto, llegaron a su casa Marco Apro y Julio Secundo,10 por entonces los más célebres talentos de nuestro foro, al uno y otro de los cuales no sólo escuchaba yo con afán en los juicios, sino que también los frecuentaba en su casa y en público, con un increíble deseo de aprender y con un cierto ardor juvenil;11 hasta el punto de que también sus charlas y discusiones y los secretos más recónditos de su elocuencia los recogía con todo cuidado, aunque muchos, con mala intención, opinaban que Secundo no tenía facilidad de palabra y que Apro había conseguido la fama de elocuente más por su talento y sus dotes naturales que por la formación y las letras. Y es que a Secundo no le faltaba un estilo puro y conciso y fluido en 2 la medida suficiente, y Apro, que estaba embebido de toda clase de erudición, más despreciaba las letras que las ignoraba, en la idea de que tendría mayor gloria por su propia habilidad y esfuerzo, si hacía ver que su talento no se apoyaba en ayuda alguna de los saberes ajenos.12
pagaría con su vida por tales inclinaciones (véase Prólogo, § 4, pp. CDLXIV ss.). Las recitationes públicas eran por entonces la primera etapa de la divulgación de una nueva obra literaria, y sobre todo si era poética. Puede verse una amena descripción de esa costumbre, convertida en un acontecimiento mondain, en PLIN., Ep. I 13. Menos favorables a ella son las críticas que había hecho PERS., Sat. I y luego haría IUU., Sat. I, que la veían como banalizadora de la creación literaria. Sirvió en todo caso para mantener la que en algún otro lugar he llamado oralidad virtual de la literatura latina y especialmente de la poesía (oralidad congénita, como es obvio, en el caso de la poesía dramática y de la oratoria). 9 Sobre los potentes del tiempo y su potentia trata ampliamente GALLIA, 2009. 10 Acerca de los personajes del Diálogo remitimos a lo dicho en nuestro Prólogo, § 5 (pp. CDLIX ss.). 11 HASS - V. REITZENSTEIN, 1970: 38, n. 57, anota aquí la comparecencia del «motivo del alumno», ya presente en CIC., De nat. deor. I 97; De rep. II 1; De fin. I y V, etc. 12 HASS - V. REITZENSTEIN, 1970: 39, señala aquí una clara huella de CIC., De or. II 1, a propósito de la necesaria formación teórica del orador.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
Igitur ut intrauimus cubiculum Materni sedentem, ipsum quem pridie recitauerat librum inter manus habentem deprehendimus. Tum Secundus «nihilne te», inquit, «Materne, fabulae malignorum 2 terrent quo minus offensas Catonis tui ames? an ideo librum istum adprehendisti ut diligentius retractares et, sublatis si qua prauae interpretationi materiam dederunt, emitteres Catonem non quidem meliorem sed tamen securiorem?» Tum ille: «leges tu quid Maternus sibi debuerit, et agnosces quae 3 audisti. quod si qua omisit Cato, sequenti recitatione Thyestes dicet; hanc enim tragoediam disposui iam et intra me ipse formaui; atque ideo maturare libri huius editionem festino, ut dimissa priore cura nouae cogitationi toto pectore incumbam». «Adeo te tragoediae istae non satiant» inquit Aper «quo minus 4 omissis orationum et causarum studiis omne tempus modo circa
3
3
1 ipsum codd. pler. : ipsum E : ipsum Lipsius (e ‘Romano codice’) : ipsumque anon. quidam (ap. Michel, Heubner), Haupt, Mayer • inter Cuiacius, edd. : intra codd. pler. • 3 leges tu BbCE, edd. : leges c • quod C : quid cett., edd. : quid Halm, Goelzer • omisit B : emisit b (o supr. lin.) : misit c • meditationi C
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TÁCITO
Conversación previa Pues bien, cuando entramos en el cuarto de Materno, lo encontra- 3 mos sentado, teniendo entre las manos el propio libro que había recitado la víspera.13 Entonces le dijo Secundo: «¿No te espantan, Materno, las habla- 2 durías de los malintencionados para que dejen de gustarte ya las ofensas lanzadas por tu Catón? ¿O bien has vuelto a coger ese libro para enmendarlo con más cuidado y, quitando lo que pueda haber dado materia a una interpretación torcida, sacar un Catón no mejor, desde luego, pero sí menos arriesgado?» Entonces dijo él: «Lo que tú vas a leer es lo que Materno se debía 3 a sí mismo y reconocerás lo que has oído.14 Y si algo ha omitido Catón, en la próxima recitación lo dirá Tiestes;15 pues esta tragedia ya la tengo diseñada y le he dado forma para mis adentros. Y por eso tengo prisa en dejar lista la edición de este libro,16 para dar de lado a mi anterior ocupación y volcarme de todo corazón en la nueva idea». «Hasta tal punto no te hartan esas tragedias —dijo Apro—, que 4 dejando de lado los afanes de los discursos y las causas, gastas todo El ya citado Catón. Es decir, no piensa en cambiar nada en su texto. 15 Esta vez, una tragoedia en sentido estricto; es decir, de asunto griego. Tiestes y su hermano Atreo, hijos de Pélope, se enfrentaron por el trono de Micenas, con el que se quedó Atreo, que luego mató y despedazó a los hijos de Tiestes, se los sirvió a su padre en una comida y al final le descubrió su crimen. Tiestes huyó horrorizado y, sin saberlo, engendró a Egisto con su propia hija, la cual, también sin saberlo, acabó casada con su tío Atreo. Este encargó a Egisto que matara a Tiestes, pero el joven averiguó que él era su padre, acabó con Atreo y entregó a Tiestes el reino. Ya Vario Rufo, amigo y albacea de Virgilio, había escrito un Tiestes, citado más abajo en 12, 6 y hoy perdido, aunque de él se han conservado una didascalia y un incipit en un par de manuscritos (véase H. D. JOCELYN, 1980, «The Fate of Varius’ Thyestes», CQ 30: 387 ss.). Naturalmente, conservamos el de Séneca. Hemos tocado —y no más— el asunto en MORALEJO, 1983: 188 s., donde también aludíamos a los «Tyrannendramen» (Cancik) como género típico, cuanto peligroso, de los inicios del Imperio. Véase ahora MAYER, 2001, ad loc., con más bibliografía, incluida la concerniente a la condena de Mamerco Escauro, en el 34 d. C. (TAC., Ann. VI 29, 3), por haber escrito un Atreo (CASS. DIO LVIII 24, 4) que Tiberio interpretó como una crítica a su persona y gobierno. 16 Se entiende que el ya citado Catón. 13 14
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
Medeam, ecce nunc circa Thyesten consumas, cum te tot amicorum causae, tot coloniarum et municipiorum clientelae in forum uocent, quibus uix suffeceris etiam si non nouum tibi ipse negotium importasses, Domitium et Catonem, id est nostras quoque historias et Romana nomina Graeculorum fabulis aggregares». Et Maternus: «perturbarer hac tua seueritate nisi frequens et 4 adsidua nobis contentio iam prope in consuetudinem uertisset. nam nec tu agitare et insequi poetas intermittis et ego, cui desidiam aduocationum obicis, cotidianum hoc patrocinium defendendae aduersus 2 te poeticae exerceo. quo laetor magis oblatum nobis iudicem, qui me uel in futurum uetet uersus facere uel, quod iam pridem opto, sua quoque auctoritate compellat ut omissis forensium causarum angustiis, in quibus mihi satis superque sudatum est, sanctiorem illam et augustiorem eloquentiam colam». «Ego uero», inquit Secundus, «antequam me iudicem Aper recu5 set, faciam quod probi et modesti iudices solent, ut in iis cognitionibus excussent in quibus manifestum est alteram apud eos partem gratia 2 praeualere. quis enim nescit neminem mihi coniunctiorem esse et usu amicitiae et adsiduitate contubernii quam Saleium Bassum, cum
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4 imperitasses U • add. Niebuhr : John • aggregares BCQSU, Koestermann, Winterbottom (adg-) : aggregarem EV(adg-) : aggregare (sine ut) Muretus, Winterbottom 1970, Heubner, Bo, Flach, Cabrillana (qui omnes adg-) 1 aut insequi E • 2 illam EVN : istam BCQSU • angustiorem Cc 1 modesti CQSU : moderati Bb • iis N : hiis BQSUEV • cogitationibus SU • excusent Pithoeus, Goelzer, Koestermann
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TÁCITO
tu tiempo, hace poco con una Medea17 y ahora, según se ve, con un Tiestes, mientras tantas causas de los amigos, tantas clientelas de colonias y municipios te llaman al foro; causas a las que apenas te bastarías para atender incluso si no te hubieras echado encima una nueva ocupación: la de añadir a Domicio18 y a Catón, es decir, también historias nuestras y nombres romanos, a las fábulas de esos griegos de tres al cuarto»19. Y Materno respondió: «Me desconcertaría esta severidad tuya si nuestro frecuente y asiduo desacuerdo no la hubiera convertido ya 4 casi en una costumbre. Pues tú no dejas de fustigar y acosar a los poetas, y yo, a quien reprochas desidia ante el ejercicio de la abogacía, ejerzo a diario este patrocinio de defender de ti a la poesía. Por ello me alegro más de que se nos haya ofrecido un juez que o bien en el 2 futuro me prohíba hacer versos, o bien —cosa que ya hace tiempo deseo— también me obligue con su autoridad a que, dejando las estrecheces de las causas forenses, en las que ya he sudado bastante y de sobra, cultive aquella otra elocuencia20 más sagrada y venerable». «Pues yo —dijo Secundo—, antes de que Apro me recuse como 5 juez, haré lo que suelen hacer los jueces honrados y razonables: excusarse en los procedimientos en los que es manifiesto que una de las partes goza ante ellos de mayor simpatía. En efecto, ¿quién 2 ignora que no hay nadie más unido a mí, tanto por una vieja amistad como por un asiduo trato, que Saleyo Baso,21 al tiempo que hombre 17 Otro asunto griego predilecto de los tragediógrafos romanos. En 12, 6 se cita la de Ovidio. 18 Parece referirse a otra praetexta de Materno, centrada en la figura de Gn. Domicio Ahenobarbo, tatarabuelo del emperador Nerón, que, tras haber sido cómplice de los cesaricidas, fue rehabilitado gracias a Antonio, parte de cuya flota llegó a mandar. Cónsul en el 32 a. C., poco antes de la batalla de Accio se pasó a Octaviano y bajo su régimen vivió algunos años más. Véase H. G. GUNDEL, art. Domitius, n.º 10, en Der Kleine Pauly 2: 127 s. Sin embargo, KLAGERUD, 1987: 199 s. se inclina a pensar que ese Domitius es el mismo drama que algunos creen que Materno cita en 11, 2 con el nombre de Nero; véase nuestra nota ad loc. 19 La denominación despectiva Graeculi era moneda corriente entre los romanos. 20 Empleado aquí, como en algún otro lugar, como sinónimo de «literatura». Pueden verse paralelos en (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc. 21 Poeta épico de obra perdida, probablemente en la línea clasicista de Valerio Flaco, que, como se verá, fue protegido de Vespasiano.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
optimum uirum tum absolutissimum poetam? Porro si poetica accusatur, non alium reum uideo locupletiorem». «Securus sit» inquit Aper «et Saleius Bassus et quisquis alius 3 studium poeticae et carminum gloriam fouet, cum causas agere non 4 possit. [et] ego enim, quatenus arbitrum litis huius inuenero, non patiar Maternum societate pluri[m]um defendi, sed ipsum solum apud te arguam, quod natus ad eloquentiam uirilem et oratoriam, qua parere simul et tueri amicitias, adsciscere necessitudines, complecti prouincias possit, omittit studium quo non aliud in ciuitate nostra uel ad utilitatem fructuosior uel ad dignitatem amplius uel ad urbis famam pulchrius uel ad totius imperii atque omnium gentium notitiam inlustrius excogitari potest. «Nam si ad utilitatem uitae omnia consilia factaque nostra derigen5 da sunt, quid est tutius quam eam exercere artem qua semper armatus praesidium amicis, opem alienis, salutem periclitantibus, inuidis uero
3 alium CQ , dett. aliqu. • 4 [et] del. Pithoeus, pler. edd. • inuenero Christes (qui etiam inuenerit susp.) : inueniri, codd. (inuenire C), crucibus inser. Goelzer, Koestermann (qui locum corruptum putat, Winterbottom, Heubner (qui et inuenire temptauerat), al. : inueni Pithoeus, Winterbottom 1970, Murgia (1977, 343; 1979a, 173) : inuenire Andresen : inuenimus Wagener, Michel : inuenimus, Gudeman (mauult in app., at †inueniri in textu), Mayer (‘exempli gratia’, post Posanza, Phoenix 49, 1995, 131-139), Cabrillana, crucibus insert. : , arbitrum… inueniri , non patiar Sabbadini, Bo : inuenerimus Flach, al. alia • plurium Pithoeus : plurimum codd • te ‘fort.’, Winterbottom in app., laudato Mureto (te eo), Murgia (1977, 343; 1979a, 173), Christes : se Goelzer : eos codd. pler., Michel, Winterbottom (in textu, crucibus insert.), Bo, Cabrillana : ipsos C : uos Lipsius, Halm, Barwick : eum Spengel, Heubner, Flach • Christes • qua B : quae bc • necessitudines Cc QVE : necessitates BN : na(rra?)tiones SU • omittit Rhenanus, pler. edd. : amittit Puteolanus : amitti codd.• suppl. Ritter, iam suppl. Schulting • pulchrius, hinc deficit N • potest codd. pler., edd. : possit C • 5 factaque QE, dett. al. : fataque BCcV • nostra CSUbcEV2 : per nostra BQV1 • derigenda Baehrens (cf. 19, 1), Winterbottom : dirigenda codd., pler. edd.
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TÁCITO
excelente, un poeta sin tacha? Y desde luego, si se acusa a la poesía, no veo a otro reo con más recursos»22. Primer discurso de Apro «Que esté tranquilo —dijo Apro— tanto Saleyo Baso como cual- 3 quier otro que cultive su afición a la poesía y la gloria que dan los versos, si no es capaz de llevar procesos. Pues yo, en la medida en que encuentre23 un juez de este pleito, tampoco permitiré que Materno 4 sea defendido junto con varios otros, sino que lo acusaré a él solo ante ti24 , porque, nacido para una elocuencia varonil y propia de un orador, con la cual podría a un tiempo forjar y asegurarse amistades, atraerse relaciones, ganarse a provincias, deja de lado ese afán, que no es posible imaginar en nuestra sociedad otro más productivo en cuanto a rendimientos, ,25 ni más grande por su dignidad, ni más hermoso con vistas a la fama en la ciudad, ni más ilustre de cara a la notoriedad en todo el imperio y entre todos los pueblos. «Pues si todos nuestros designios y actos han de estar encami- 5 nados a su utilidad en la vida, ¿qué cosa hay más segura que ejercer un arte con el cual, siempre bien armado, puede uno adelantarse a prestar protección a los amigos, ayuda a los extraños, seguridad a los 22 Traducimos según WINTERBOTTOM, 1972 y MAYER, 2001; pero aquí puede haber una alusión a la liberalitas de Vespasiano para con Saleyo reseñada infra, en 9, 5, con lo que el término podría tener un sentido estrictamente dinerario. 23 Texto incierto y muy discutido, tal vez corrupto, en razón del extraño inueniri que la tradición presenta; véase la detallada discusión de HASS-V. REITZENSTEIN, 1970: 6975. Como se ve en nuestro aparato, seguimos la propuesta de CHRISTES, 1979: 371 ss. Para otras soluciones propuestas puede verse MAYER, 2001, ad loc. REITZENSTEIN, 1915: 213 s., argumentaba con energía contra quienes, como GUDEMAN, insertaban en el texto una expresión negativa: «El que interpola la negación hace la frase directamente carente de sentido»; para él, Apro acepta a Secundo como juez». 24 En este punto, también discutido, seguimos igualmente a MURGIA, loc. cit. 25 Otro lugar problemático, en el que no es posible decantar una communis opinio. HEUBNER(-GÜNGERICH), 1980, ad loc., da una amplia reseña de los divergentes pareceres hasta su fecha.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
et inimicis metum et terrorem ultro ferat, ipse securus et uelut quadam 6 perpetua potentia ac potestate munitus? cuius uis et utilitas rebus
prospere fluentibus aliorum perfugio et tutela intellegitur; sin proprium periculum increpuit, non hercule lorica et gladius in acie firmius munimentum quam reo et periclitanti eloquentia, praesidium simul ac telum quo propugnare pariter et incessere siue in iudicio siue in senatu 7 siue apud principem possis. quid aliud infestis patribus nuper Eprius Marcellus quam eloquentiam suam opposuit, qua accintus et minax disertam quidem sed inexercitatam et eius modi certaminum rudem Heluidi sapientiam elusit? plura de utilitate non dico, cui parti minime contra dicturum Maternum meum arbitror. 6 «Ad uoluptatem oratoriae eloquentiae transeo, cuius iucunditas non uno aliquo momento sed omnibus prope diebus ac prope 2 omnibus horis contingit. quid enim dulcius libero et ingenuo animo et ad uoluptates honestas nato quam uidere plenam semper et frequentem domum suam concursu splendidissimorum hominum, idque scire non pecuniae, non orbitati, non officii alicuius administrationi
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ferat codd., pler. edd. : feras Lipsius (‘fortasse recte’, Winterbottom), Goelzer • quadam uelut b • 6 profugio B • lorica et (aut Rhenanus) Seebode : loric(a)e codd. • siue1 Muretus, pler. edd. : uel codd., Flach • 7 eprius bv, Puteolanus : proprius b2: prius cett. codd. • qua Ursinus, Winterbottom, Heubner : qui codd., Michel, Koestermann, Bo, Flach, Cabrillana • parti bc : partim cett. codd. 1 iucunditas QSUEV : inconditas C : iocunditatis Bb • prope del. Andresen • 2 non2 Bb, Goelzer, Koestermann, Michel, Winterbottom : neque CQSUEV, Bo, Flach, Cabrillana • administrationi b2 : administrationis BbCcEV : administrandis QSU
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TÁCITO
encausados, y en cambio infundir miedo y terror a los envidiosos y enemigos, estando uno tranquilo y provisto de una especie de poder y potestad perpetuos? La fuerza y la utilidad de este arte se entiende 6 que consisten, cuando las cosas marchan favorablemente, en brindar a los demás refugio y protección; pero si suena la alarma de un peligro propio, vaya que sí, que ni la loriga ni la espada son en un combate armamento más seguro que para un reo y un encausado la elocuencia; a un tiempo arma defensiva y ofensiva, con la que por igual puede uno defenderse o lanzarse al ataque, ya en un juicio, ya en el senado, ya ante el emperador.26 ¿Qué otra cosa opuso recientemente a los 7 senadores que lo atacaban que no fuera su elocuencia Eprio Marcelo,27 el cual, bien armado y amenazante burló la filosofía de Helvidio, hábil, cierto, pero poco ejercitada e inexperta en semejantes combates? No digo más de la utilidad, capítulo en el que creo que mi querido Materno no me va a contradecir en absoluto. «Paso al atractivo de la elocuencia propia del orador, cuyo encanto 6 se manifiesta no en un momento determinado, sino casi todos los días y a todas las horas. En efecto, ¿qué cosa hay más agradable para un 2 espíritu libre y noble y nacido para los placeres honestos que ver siempre llena y frecuentada su casa por el concurso de los hombres más brillantes, y saber que eso no es un tributo a su dinero, a su carencia de hijos28 ni a su desempeño de cargo alguno, sino a él mismo; y 26 Referencia a los juicios que, al menos en recurso de apelación, los emperadores se reservaban para sí. 27 Elocuente y siniestro personaje de humildes orígenes que en los años de Nerón se había distinguido en la delación, y especialmente en la luego bien pagada del venerable Peto Trásea (cf. TAC., Ann. XVI 22, 28, 33). Logró abrirse camino bajo Vespasiano y cuando en el 69 d. C. Helvidio Prisco, yerno de Trásea y tan estoico y honrado como él (cf. TAC., Hist. IV 5), inició contra Eprio un proceso de ajuste de cuentas en el senado (Hist. IV 6; 43), Eprio salió absuelto. Más tarde —vueltas que da la vida— sería el propio Helvidio el condenado y ejecutado, en el segundo consulado que Eprio logró en el año 74 d. C. Véase a su respecto el art. «T. Clodius Eprius Marcellus» de W. ECK, 1998 en Der Neue Pauly. Enzyklopädie der Antike IV. Algunos de estos personajes comparecen en Agr. 2, 1; véanse nuestras notas ad loc. 28 En Roma los viejos sin hijos solían ser víctimas de los heredípetas o aduladores a la caza de herencias. De tales personajes y situaciones puede verse una divertida descripción en HOR., Sat. II 5. De ese mal generalizado en su tiempo se queja PLIN., N.H. XIV 1 Y XX 160.
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sed sibi ipsi dari, ipsos quin immo orbos et locupletes et potentes uenire plerumque ad iuuenem et pauperem ut aut sua aut amicorum discrimina commendent? ullane tanta ingentium opum ac magnae potentiae uoluptas quam spectare homines ueteres et senes et totius orbis gratia subnixos in summa rerum omnium abundantia confitentes id quod optimum sit se non habere? iam uero qui togatorum comitatus et egressus, quae in publico species, quae in iudiciis ueneratio, quod illud gaudium consurgendi adsistendique inter tacentes et in unum conuersos, coire populum et circumfundi coram et accipere adfectum quemcumque orator induerit! uulgata dicentium gaudia et imperitorum quoque oculis exposita percenseo; illa secretiora et tantum ipsis orantibus nota maiora sunt: siue accuratam meditatamque profert orationem, est quoddam sicut ipsius dictionis ita gaudii pondus et constantia; siue nouam et recentem curam non sine aliqua trepidatione animi attulerit, ipsa sollicitudo commendat euentum et lenocinatur uoluptati. Sed extemporalis audaciae atque ipsius temeritatis uel praecipua iucunditas est, nam ingenio quoque, sicut in agro, quamquam alia diu serantur et elaborentur, gratiora tamen quae sponte nascuntur. «Equidem, ut de me ipso fatear, non eum diem laetiorem egi quo mihi latus clauus oblatus est, uel quo homo nouus et in ciuitate
ipsos Haase, pler. edd. : illos Hc QSUEV : istos BC, Lenchantin • 3 ueteres codd., pler. edd. : del. Acidalius : diuites Heinsius • 4 illud QEV : id BbCc : ibi Ritter : del. Puteolanus, Peter, Goelzer : ibi Ritter : quid quod Andresen • assurgendi consistendique E • quemcumque Cc EV : quandocumque B : quacumque b2 in marg. • induerit codd. pler. : indueret Bb1: induxerit b2 : imbuerit coni. Halm • 5 maiora sunt del. Acidalius • profert B, edd. : proferre C : perfert EV : affert QSUH • animi Pithoeus, Acidalius, Pichena : animus codd. • 6 ingenio b2, Heubner, Mayer : non probant Koestermann coll. Sörbom (1935, 49, 81), Winterbottom • alia diu Bb : alia om. Cc : utiliora Goelzer : potiora Halm : grata sint quae Novák, al. alia 1 ipso Bc : ipse bH
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TÁCITO
más aún: que incluso los que no tienen hijos y los ricos y poderosos acuden tan a menudo a uno que es joven y pobre, para encomendarle los apuros en que se ven ellos o sus amigos? ¿Acaso hay en las riquezas ingentes y en un gran poder un placer como el de ver a hombres viejos y ancianos, y apoyados por las simpatías de todo el orbe, en medio de la mayor abundancia de todas las cosas, confesando que no tienen la que es la mejor de todas? Y luego, ¡qué acompañamiento de togados al salir!;29 ¡qué imagen la que se da en público!; ¡qué respeto en los juicios!; ¡qué gusto aquel de levantarse y permanecer en pie entre personas que están en silencio y pendientes de uno solo; de que el pueblo se agolpe y lo rodee a uno, y que comparta cualquier sentimiento que el orador haya adoptado! Estoy pasando revista a las satisfacciones consabidas de los oradores, que incluso están a la vista de los profanos; las más ocultas, y que sólo los que hablan conocen, son mayores. Si pronuncia un discurso trabajado y meditado, la satisfacción tiene un cierto peso y consistencia semejante a los de su propia manera de expresarse; si presenta una tarea nueva y recién hecha, no sin cierta inquietud en su ánimo, la propia preocupación encarece el resultado y favorece el placer. Sin embargo, el encanto de la improvisación osada y de la temeridad misma es incluso el más grande; en efecto, también en el talento, como en el campo, aunque otras cosas se siembren y cultiven largo tiempo, resultan más gratas las que nacen espontáneamente. «Desde luego —y por hacer una confesión personal—, yo no tuve por más feliz el día en que se me concedió el laticlavo,30 o aquel en que, siendo un hombre nuevo31 y nacido en una ciudad muy poco 29 MAYER, 2001, ad loc., recuerda que los clientes del orador solían acompañarlo vestidos de toga en los asuntos importantes del foro. 30 Literalmente, «la franja ancha» de púrpura que llevaba la túnica de los senadores. Con el tiempo se convirtió en una distinción personal que el emperador solía conceder a caballeros romanos destacados; v. WOODMAN, 2014, ad loc. (HEUBNER-) GÜNGERICH, 1980, ad loc., anota que aquí Tácito pretende dar aquí una idea de la carrera política de Apro, al igual que en 3, 3 la daba de la producción dramática de Materno. 31 Como Cicerón, pues, y como el propio Tácito, que también carecían de antepasados senadores.
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minime fauorabili natus, quaesturam aut tribunatum aut praeturam accepi, quam eos quibus mihi pro mediocritate huius quantulaecumque in dicendo facultatis aut reum prospere defendere aut apud centumuiros causam aliquam feliciter orare aut apud principem ipsos 2 illos libertos et procuratores principum tueri et defendere datur. tum mihi supra tribunatus et praeturas et consulatus ascendere uideor, tum habere quod, si non in alto oritur, nec codicillis datur nec cum gratia uenit. «Quid? fama et laus cuius artis cum oratorum gloria comparanda 3 est? qui non inlustres in urbe, non solum apud negotiosos et rebus intentos, sed etiam apud iuuenes et adulescentes, quibus modo 4 recta indoles est et bona spes sui? quorum nomina prius parentes liberis suis ingerunt? quos saepius uulgus quoque imperitum et tunicatus hic populus transeuntes nomine uocat et digito demonstrat? aduenae quoque et peregrini iam in municipiis et coloniis suis auditos, cum primum urbem attigerunt, requirunt ac uelut agnoscere concupiscunt.
aut reum Michaelis (coll. 5, 5), Goelzer : [aut] reum Flach : aut reum Delz (cf. 5, 6) • 2 [si] del. Michaelis, Andresen, Koestermann • habere pler. edd. : adire Lenchantin, Flach : abire codd. • in alto Flach post Reitzenstein : in alio codd. pler., Michel, quod crucibus inser. Furneaux, Gudeman, Goelzer, Winterbottom, al. : in albo V : in aluo Pithoeus, Bo, Cabrillana: in alieno Koestermann : in animo Freinsheim, Peterson, Heubner : (si) non in alio Nipperdey: in aliquo Ritter : ultro anon. apud Athenaeum 1894 a Winterbottom laud.• in codicillis b2 • 3 qui non codd., Flach, Bo : qui [non] Novák, Heubner, Murgia (1979a, 174), Cabrillana, Mayer : quin Winterbottom (‘dubitanter’): quinam (illustriores) Orelli : quidnam Steiner, Peter : qui? non Roth, Goelzer, Lenchantin, Michel, Koestermann : • inlustres codd., Lenchantin, Koestermann, Winterbottom, Bo, Cabrillana, al. : inlustriores Novák, Heubner, Mayer : illustris Flach : illustrius Steiner, Peter • Schopen, Steiner, Peter, Lenchantin, Michel, Koestermann,Winterbottom : [et] in codd., del. Puteolanus, Haase, Koestermann, Heubner, Cabrillana : in urbe et Bo : est Flach • iuuenes codd. pler. : uacuos b, Michel : iuuenes uacuos Gudeman, Flach : [iuuenes et] Mayer suadente Kenney • modo Bb1c : morum b2: indoles E : et indoles cett. • est om. EV (fort. recte, Murgia 1979a, 174) : sit Michaelis : recta est indoles Gudeman, Heubner • 4 nomina b2CcE : non Bb • uocat codd. : notat b2
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TÁCITO
favorable para ello, recibí la cuestura o el tribunado o la pretura, que los días en los que me es dado, dentro de esta mediana capacidad mía para hablar, por pequeña que sea, o bien defender con éxito un caso, o perorar con fortuna ante los centúnviros32 alguna causa, o ante el emperador33 patrocinar y defender a los propios libertos y procuradores de los emperadores.34 Entonces me parece que me remonto por 2 encima de tribunados y preturas y consulados; que entonces tengo lo que si no brota en lo hondo de uno,35 ni se otorga por unos codicilos36 ni llega con el favor. «¿Entonces qué? ¿Qué arte conlleva una fama y un prestigio com- 3 parables a la gloria de los oradores? ¿Cuáles no son famosos en la ciudad, no solo entre los hombres ocupados y pendientes de sus negocios, sino también entre los jóvenes y los adolescentes, solo con que tengan un carácter recto y permitan concebir esperanzas sobre ellos? ¿De quiénes les hacen aprender antes los nombres los padres a 4 sus hijos? ¿A quiénes llama con más frecuencia por su nombre cuando pasan por la calle y señala con su dedo este pueblo ignorante que anda de túnica?37 Incluso los recién llegados y los extranjeros, que ya han oído hablar de ellos en sus municipios y colonias, tan pronto ponen los pies en la ciudad, los buscan y les encanta hacer que los reconocen. 32 Durante el imperio los tribunales centunvirales eran los que juzgaban los pleitos civiles de mayor cuantía. Cobraron importancia en el Imperio Se dividía en cuatro consilia, equivalentes a nuestras «salas». 33 En ocasiones, los propios emperadores administraban justicia. 34 Como se sabe, los libertos imperiales llegaron a acumular gran poder, con lo que a veces se ganaban problemas con la justicia. Los procuratores, generalmente caballeros romanos, eran los administradores de las provincias imperiales. 35 Pasaje corrompido, según algunos editores. MICHEL, 1962 lo considera sano. A falta de mejor solución adoptamos con FLACH la corrección in alto, ya propuesta por REITZENSTEIN, 1915: 223, apoyándose en paralelos de Séneca. Parece claro que se refiere al carácter de la persona. De la cuestión de las cualidades innatas del orador (ingenium, natura…) trata amplia y doctamente SYSON, 2009; pero no hemos visto que toque este pasaje. 36 Despachos o concesiones imperiales. 37 El tunicatus popellus, que decía Horacio (Epi. I 7, 65) no llevaba toga, prenda que, por lo demás, sería poco cómoda para el trabajo manual.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
«Ausim contendere Marcellum hunc Eprium, de quo modo locutus sum, et Crispum Vibium (libentius enim nouis et recentibus quam remotis et oblitteratis exemplis utor) non minus esse in extremis partibus terrarum quam Capuae aut Vercellis, ubi nati 2 dicuntur. nec hoc illis , alterius ter milies sestertium praestat, quamquam ad has ipsas opes possunt uideri eloquentiae beneficio uenisse, ipsa eloquentia, cuius numen et caelestis uis multa quidem omnibus saeculis exempla edidit ad quam usque fortunam homines ingenii uiribus peruenerint; sed haec, ut supra dixi, proxima et quae non auditu cognoscenda sed oculis spectanda habe3 remus. nam quo sordidius et abiectius nati sunt quoque notabilior paupertas et angustiae rerum nascentes eos circumsteterunt, eo clariora et ad demonstrandam oratoriae eloquentiae utilitatem inlustriora exempla sunt, quod sine commendatione natalium, sine
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1 eprium b2 : eproprium cett. codd. • de supra lineam E : om. V • non minus add. Ursinus, Winterbottom, Heubner, Mayer, (‘exempli gratia’), non probat Flach : illustres Ribbeck : non minoris Koestermann post Wagenvoort : non minores Haase, Gudeman (con. in app., at †minus ed.), Goelzer, Cabrillana : non minus codd., Michel • 2 e schol. ad Iuuen. 4, 81 suppl. Pithoeus, Pichena : alterius ter codd., Michel • add. Lipsius • quam BC : quantam QSUH quantum EV • 3 quoque b : quosque BCcE • angustiae rerum (rerum iam Puteolanus) Lipsius : angustia ereptum codd.
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TÁCITO
«Me atrevería a sostener que este Marcelo Eprio del que he habla- 8 do hace un momento y Crispo Vibio38 —me valgo de ejemplos nuevos y recientes más a gusto que de remotos y olvidados— no tienen menos en los confines de la tierra que en Capua o en Vercelas,39 donde se dice que nacieron. Y esto no se lo proporcionan 2 los ni los trescientos del otro40 —aunque puede parecer que llegaron a estas mismas riquezas por los beneficios de su elocuencia—, la propia elocuencia, cuyo divino poder y celestial virtud han dado en todas las generaciones numerosos ejemplos de hasta qué afortunada condición han llegado los hombres con las fuerzas de su talento; pero esto, como dije antes, son cosas cercanas y que no había que saber de oídas, sino que las teníamos a la vista de nuestros propios ojos. En efecto, ellos, cuanto 3 más baja y despreciable fue su cuna y más notorias la pobreza y las estrecheces que rodearon su nacimiento, son ejemplos tanto más brillantes y más ilustres a efectos de demostrar la utilidad de la elocuencia del orador; porque sin un origen que los recomendara,41 sin
38 Vibio Crispo había sido otro temido delator bajo Nerón. MICHEL, 1962, ad loc. comenta agudamente que esos dos personajes parecen haber sido el Fouché y el Talleyrand («le crime et le vice», que decía Chateubriand) de aquella época. Sobrevivieron a los tiempos de sus peores infamias y lograron hacerse un lugar en la nueva situación. 39 En Capua, en la Campania, había nacido Eprio; en Vercellae, actual Vercelli, municipio de la Padania, Vibio. 40 Téngase en cuenta que, aparte ganancias legítimas, esos personajes probablemente habían acumulado riquezas con sus delaciones, pues al delator se entregaba al menos una parte de los bienes del condenado. Además, Nerón había premiado la canallada de Eprio contra Trásea con un desmesurado donativo (TAC., An. XVI 33, 4). Como indicio de lo que los citados capitales representaban, MAYER, 2001, ad loc., anota (citando a Duncan-Jones) que ocho millones de sestercios eran un capital apropiado para un senador. 41 CABRILLANA, 2007: ad loc., aduce muy oportunamente en este lugar un pasaje de CIC., Brut. 96 destinado a presentar a otro homo nouus: sine ulla commendatione maiorum.
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substantia facultatum, neuter moribus egregius, alter habitu quoque corporis contemptus, per multos iam annos potentissimi sunt ciuitatis ac, donec libuit, principes fori, nunc principes in Caesaris amicitia agunt feruntque cuncta atque ab ipso principe cum quadam reuerentia diliguntur, quia Vespasianus, uenerabilis senex et patientissimus ueri, bene intellegit [et] ceteros quidem amicos suos iis niti quae ab ipso acceperint quaeque ipsi[s] accumulare et in alios congerere promptum est, Marcellum autem et Crispum attulisse ad amicitiam suam quod 4 non a principe acceperint nec accipi possit. minimum inter tot ac tanta locum obtinent imagines ac tituli et statuae, quae neque ipsa tamen negleguntur, tam hercule quam diuitiae et opes, quas facilius inuenies qui uituperet quam qui fastidiat. his igitur et honoribus et ornamentis et facultatibus refertas domos eorum uidemus qui se ab ineunte adulescentia causis forensibus et oratorio studio dederunt.
[et] del. Puteolanus : et suppl. Flach • iis b2Cc : his BbEV • ipsi[s] Lipsius, Pithoeus, Winterbottom, Bo, Güngerich : ipsis codd., Goelzer, Michel, Cabrillana • promptum est codd., Koestermann, Winterbottom, Flach : promptum sit Halm, Michel, Heubner, Bo, Mayer, Cabrillana • possit BCQSUH : possint EV • 4 negliguntur codd. pler. : nec leguntur E : ne deguntur V • aetate adulescentia c
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TÁCITO
el apoyo de unos ciertos recursos, sin ser uno ni otro destacados por su moralidad, y siendo uno de ellos, además, despreciable por su aspecto físico,42 ya hace muchos años que son los más poderosos de los ciudadanos y, mientras les ha apetecido, los principales del foro; y ahora, como principales en la amistad del César, todo se lo llevan y se lo quedan;43 y el propio emperador les tiene un afecto no carente de respeto, porque Vespasiano, un anciano venerable y muy paciente con la verdad,44 entiende bien que sus demás amigos se apoyan en lo que han recibido de él y que él tiene la facultad de acumular para sí45 y de amontonar sobre otros; pero que Marcelo y Crispo han aportado a su amistad lo que no han recibido ni se puede recibir de emperador alguno. Muy pequeño es el lugar que entre tantos y tan grandes bienes ocupan 4 los retratos y las inscripciones y estatuas,46 que tampoco son cosa de despreciar tal como —vaya que sí— los bienes y riquezas, que más fácilmente encontrarás quien los vitupere que quien los aborrezca. Así, pues, de estos honores, ornatos y recursos vemos repletas las casas de quienes desde el comienzo de su adolescencia se entregaron a las causas del foro y al cultivo de la oratoria. 42 Al parecer, Eprio. MICHEL, 1962, ad loc., recuerda el ademán toruus ac minax (TAC., An. XVI 29) con que se había lanzado a acusar a Peto Trásea (a «Materno», MICHEL, 1962, por obvio lapsus). Con todo, sospechamos que ahí se alude a alguna deformidad física. 43 Anota (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980 que la expresión agunt feruntque (ferre et agere es frecuente en Livio) calca la griega ἄγειν καì φέρειν, propia de las descripciones de saqueos guerreros. 44 En la fecha dramática del Diálogo que, como decíamos, nosotros aceptamos con BECK, 2001, la de los años 77/78, tendría unos 67 años. Comentando este pasaje, BRINK, 1989: 495 y n. 85, escribe que «el realista y amoral Apro es el único interlocutor del Diálogo que defiende un papel plenamente moderno para la oratoria». Profesa «un modernismo, un realismo muy cercano a algo amoral y anticultural», toda vez que «sus modelos de oratoria moderna… eran Eprio Marcelo y Vibio Crispo» antaño temidos delatores (p. 496). STRUNK, 2010: 255, estima estas palabras como no menos irónicas que las del discurso final de Materno. Eprio Marcelo caería en desgracia y se suicidaría el año 79. Al respecto de patientissimus ueri, CABRILLANA, 2007 cita con acierto a SUET., Vesp. 13: amicorum libertatem, causidicorum figuras ac philosophorum contumaciam lenissime tulit. 45 Como se ve, preferimos la lectura ipsi de Lipsio, con el sentido de sibi ipsi, a favor de la cual argumenta detalladamente (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, frente al ipsis de la vulgata. 46 Honores tradicionalmente tributados a los grandes oradores.
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«Nam carmina et uersus, quibus totam uitam Maternus insumere optat (inde enim omnis fluxit oratio), neque dignitatem ullam auctoribus suis conciliant neque utilitates alunt, uoluptatem autem breuem, laudem inanem et infructuosam consequuntur. licet haec ipsa et quae deinde dicturus sum aures tuae, Materne, respuant, cui bono est si apud te Agamemnon aut Iason diserte loquitur? quis ideo domum defensus et tibi obligatus redit? quis Saleium nostrum, egregium poetam uel, si hoc honorificentius est, praeclarissimum uatem, deducit aut salutat aut prosequitur? nempe si amicus eius, si propinquus, si denique ipse in aliquod negotium inciderit, ad hunc Secundum recurret aut ad te, Materne, non quia poeta es neque ut pro eo uersus facias; hi enim Basso domi nascuntur, pulchri quidem et iucundi, quorum tamen hic exitus est, ut cum toto anno, per omnes dies, magna noctium parte unum librum excudit et elucubrauit, rogare ultro et ambire cogatur ut sint qui dignentur audire, et ne id quidem gratis: nam et domum mutuatur et auditorium extruit et subsellia conducit et libellos dispergit. et ut beatissimus recitationem eius euentus prosequatur, omnis illa laus intra unum et alterum diem, uelut in herba uel flore praecerpta, ad nullam solidam et certam peruenit frugem, nec aut amicitiam inde refert aut clientelam aut mansurum in animo cuiusquam beneficium, sed clamorem uagum et uoces inanes et gaudium uolucre. laudauimus nuper ut miram et eximiam Vespasiani
2 deinde Cc VE, Winterbottom, Heubner, Bo, Mayer : deinceps Bb, Nipperdey, Goelzer, Michel, Koestermann, Flach • saleium SUEV : saltium C : caeleium B • 3 eius CcQEV : est BbSUH • ut om. C • tamen codd. pler. : tam B • extudit B1E1V, Bo : ectudit B2V2 • extruxit V • 4 ista B, Michel • praecerpta Schele : praecepta Cc EV : percepta BbHE •
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TÁCITO
«En cuanto a los poemas y los versos, en los que Materno desea gastar toda su vida —pues de ahí ha surgido toda la conversación—, ni les ganan a sus autores consideración alguna ni les aumentan las ventajas prácticas, si bien les consiguen un placer breve y una gloria vana y estéril. Aunque ya esto mismo, y lo que a continuación he de decir, lo rechacen tus oídos, Materno, ¿de qué sirve que en tus escritos Agamenón o Jasón47 hablen con elocuencia?; ¿quién, en razón de ello, se vuelve a casa bien defendido y obligado contigo?; a nuestro querido Saleyo, egregio poeta48 o, si ello es más honroso, esclarecido vate, ¿quién lo acompaña a casa o va a saludarlo o lo va siguiendo? Por supuesto, si un amigo suyo, si un pariente, en fin, si él mismo se viere implicado en algún proceso, recurrirá aquí a Secundo o a ti, Materno, no porque seas poeta ni para que hagas versos en su favor; pues éstos a Baso le nacen en casa,49 y por cierto bellos y agradables, pero sin otro resultado que el de que, cuando en todo un año, trabajando día tras día, empleando gran parte de la noche, ha logrado forjar y elucubrar un solo libro, se ve obligado a ir a rogar y a intrigar para que haya quienes se dignen escucharlo, y ni aun eso gratis; pues no sólo pide prestada una casa, sino que monta un auditorio, y alquila sillas y reparte invitaciones.50 Y suponiendo que a su recital lo acompañe el mayor de los éxitos, al cabo de uno o dos días toda esa gloria, como si estuviera cosechada en la hierba o en las flores, no llega a ningún fruto cierto y palpable, ni trae consigo amistad o clientela o favor alguno que haya de durar en el ánimo de nadie, sino un vago clamor y voces vacuas y un regocijo volandero. Hemos elogiado recientemente como admirable y eximia la liberalidad de 47 No necesitan presentación el caudillo de los aqueos frente a Troya ni el que guió a los Argonautas a la Cólquide. 48 Saleyo Baso, nombrado por primera vez en 5, 2. 49 CABRILLANA, 2007: ad loc., señala el carácter proverbial de la expresión y cita a CIC., Fam. IX 3, 2: sed qui ego nunc haec ad te, cuius domi nascuntur, γλαῦκ’ εἰς Ἀθήνας…. 50 Apro enumera los trabajos que exige la organización de una recitatio; véase lo ya dicho en nuestra nota a 2, 1. En cuanto a los libelli, otros piensan que más bien serían «programas»; v. MAYER, 2001, ad loc. Tal vez fueran lo uno y lo otro.
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liberalitatem, quod quingenta sestertia Basso donasset. pulchrum id quidem, indulgentiam principis ingenio mereri; quanto tamen pulchrius, si ita res familiaris exigat, se ipsum colere, suum genium 6 propitiare, suam experiri liberalitatem! adice quod poetis, si modo dignum aliquid elaborare et efficere uelint, relinquenda conuersatio amicorum et iucunditas urbis, deserenda cetera officia, utque ipsi dicunt, in nemora et lucos, id est in solitudinem secedendum est. «Ne opinio quidem et fama, cui soli seruiunt et quod unum esse 10 pretium omnis laboris sui fatentur, aeque poetas quam oratores 2 sequitur, quoniam mediocris poetas nemo nouit, bonos pauci. quando enim rarissimarum recitationum fama in totam urbem penetrat, nedum ut per tot prouincias innotescat? quotus quisque, cum ex Hispania uel Asia, ne quid de Gallis nostris loquar, in urbem uenit, Saleium Bassum
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5 intelligentiam C • genium Lipsius : ingenium codd. • liberalitatem E1 (‘felici errore’, Winterbottom) : libertatem cett. codd. • 6 cetera om. C • deferenda c • utque BHE : ut quae c V : quae C : et ut b • secedendum (cf. 12, 1) Schele (‘fortasse recte’, Winterbottom), Koestermann, Heubner, Flach : recedendum codd., Winterbottom, Bo, Mayer, Cabrillana 1 omnis BEV : omnes CcU, cod. Vat. lat. 4498 : om. b • aeque Puteolanus : atque codd. • insequitur B1b • mediocris Koestermann, Winterbottom, Bo, Flach : mediocres Heubner, Mayer : incert. quid codd. • 2 rarissimarum codd. : praeclarissimarum Halm : ‘fort. beatissimarum’, Winterbottom • nedum b2 : medium cett. codd. metrum Puteolanus • gallis codd. : Galliis Schulting (non ‘Schultingh’), Meister, Mayer • saleium B : salerium b : saltim c
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TÁCITO
Vespasiano de donar a Baso quinientos mil sestercios.51 Cierto que es hermoso eso de ganarse con el propio talento la benevolencia del emperador; ¡pero cuánto más hermoso es, si así lo exige el interés de la familia, ocuparse de uno mismo, ganarse al propio genio,52 poner a prueba la propia liberalidad! Añade a esto que los poetas, si es que 6 quieren elaborar y lograr algo digno, tienen que dejar el trato con los amigos y los encantos de la urbe, abandonar los demás compromisos y, como ellos dicen, retirarse a los sotos y sagrados bosques,53 es decir, a la soledad. «Ni siquiera la notoriedad y la fama, lo único a lo que sirven y 10 declaran que es el único premio de todo su esfuerzo, acompañan en la misma medida a los poetas que a los oradores, puesto que a los poetas mediocres54 nadie los conoce; a los buenos, pocos. ¿Pues 2 cuándo se extiende por toda la urbe la noticia de los recitales menos frecuentes? (y no digamos ya que se llegue a saber en todas las provincias). ¿Cuántos son los que, cuando vienen de Hispania o de Asia, por no decir nada de nuestros galos,55 preguntan por Saleyo 51 Semejantes munificencias de los príncipes tenían lejanos precedentes, como el del millón de sestercios que Augusto había regalado a Vario por su Tiestes. A efectos de la valoración de esta, MAYER, 2001, ad loc., anota, basándose en Suetonio, que tal era el importe de la —digamos— pensión que anualmente se pagaba a los excónsules que pasaban necesidad. 52 El genius era una divinidad menor —mortal como el hombre— que acompañaba a las personas durante toda su vida, como una especie de ángel de la guarda. Se lo veneraba en el día del propio cumpleaños. La expresión aquí empleada y otras por el estilo acabaron significando, simplemente, algo así como «darse un gusto». Cosa más seria era el genio del emperador, por el que se llegó a prohibir que se jurara. Naturalmente, ahí está el origen nuestro buen o mal genio. 53 Según ya advertíamos en nuestro Prólogo (pp. CDXLII ss.), este pasaje es fundamental en la cuestión de la paternidad del Diálogo, pues dio lugar al argumento Lange: dado que se corresponde claramente con uno de una carta de Plinio el Joven (Ep. IX 9, 2) dirigida precisamente a Tácito, parece razonable pensar que en él Plinio hacía un brindis a este otro del Diálogo. Como también decíamos en el lugar citado, el argumento nos parece convincente, como a tantos otros estudiosos. 54 Ya Horacio decía que algo que a los poetas no se le podía permitir es que fueran mediocres (cf. HOR., A. P. 372). 55 Apro hace ver que procedía de la Galia. MAYER, 2001, ad loc., anota que también puede referirse al origen de algún otro interlocutor. Abundan las noticias sobre
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
requirit? —atque adeo si quis requirit, ut semel uidit, transit et contentus est, ut si picturam aliquam aut statuam uidisset. «Neque hunc meum sermonem sic accipi uolo tamquam eos 3 quibus natura sua oratorium ingenium denegauit deterream a carminibus, si modo in hac studiorum parte oblectare otium et nomen 4 inserere possunt famae. ego uero omnem eloquentiam omnesque eius partes sacras et uenerabiles puto, nec solum cothurnum uestrum aut heroici carminis sonum, sed lyricorum quoque iucunditatem et elegorum lasciuias et iamborum amaritudinem et epigrammatum lusus et quamcumque aliam speciem eloquentia habeat, anteponendam 5 ceteris aliarum artium studiis credo. sed tecum mihi, Materne, res est, quod, cum natura tua in ipsam arcem eloquentiae ferat, errare mauis et summa adeptus in leuioribus subsistis. ut si in Graecia natus esses, ubi ludicras quoque artis exercere honestum est, ac tibi Nicostrati robur ac uires di dedissent, non paterer immanes illos et ad pugnam natos lacertos leuitate iaculi aut iactu disci uanescere, sic nunc te ab auditoriis et theatris in forum et ad causas et ad uera proelia uoco, cum
ut semel Acidalius, : et semel codd. • 4 elegiorum B : elegarum V • et (epigrammatum) S, Acidalius, : om. cett. codd. • 5 mihi tecum E • arcem cHEV : artem BbC
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TÁCITO
Baso? Y además, si alguien pregunta, lo hace de manera que cuando lo ha visto una vez pasa de largo y se queda contento, como si hubiera visto alguna pintura o una estatua. «Y no quiero que estas palabras mías se tomen en el sentido de 3 que a los que su naturaleza les ha negado el talento oratorio, pretenda alejarlos de la poesía, si es que al menos en esta parcela de las letras pueden amenizar sus ocios e insertar su nombre entre los de los famosos. Es más bien que yo estimo que toda la elocuencia56 y todas 4 sus partes son sagradas y venerables; y creo que no sólo vuestro coturno57 o el sonar del poema heroico, sino también el encanto de los líricos y las travesuras de la elegía y el sarcasmo de los yambos y las bromas de los epigramas58 y cualquier otra forma que la elocuencia asuma han de anteponerse al cultivo de las restantes artes. Ahora 5 bien, Materno, la cuestión que yo tengo contigo es que, mientras tu natural lleva a la cima misma de la elocuencia, tú prefieres errar el camino y que pudiendo alcanzar las alturas te quedas en las cosas más livianas. Al igual que si hubieras nacido en Grecia, donde también es honorable practicar los ejercicios propios de los juegos,59 y los dioses te hubieran dado la robustez y las fuerzas de un Nicóstrato,60 yo no soportaría que aquellos brazos enormes y nacidos para la lucha se quedaran en nada con el lanzamiento de la jabalina o del disco, así la popularidad contemporánea de los escritores antiguos. Bien conocida es la del gaditano que viajó hasta Roma solo para ver a Tito Livio (PLIN., Ep. II 3, 8); y no menos la del espectador vecino en el circo que, cuando Tácito le dijo que era escritor, le preguntó si era Tácito o Plinio (ibid. IX 23). Pero por encima de todas destaca la de la fama de Virgilio en vida recogida infra, en 13, 2; véase nuestra nota ad loc. 56 Adviértase que eloquentia se emplea aquí en un sentido amplio, que abarca prácticamente toda la literatura; v. MICHEL, 1962, ad loc. 57 El calzado con alzas propio de los actores trágicos. 58 MAYER, 2001, ad loc. alude a similares inventarios del canon poético antiguo, como el de HOR., Epi. I 3, 6-14, el de MART., XII 95 o el de QUINT., I.O. X, que hablaba del sonum de la épica. Como se sabe, la elegía se consideraba como un género trivial, y más la de tema amoroso. Congénita era la amaritudo de la invectiva yámbica. La chispa del epigrama residía en su breve agudeza. 59 En Roma no se consideraba admisible que la gente decente compareciera en la escena, el circo o el estadio. Recuérdese el escándalo que a ese respecto provocaron las iniciativas de Nerón (TAC., An. XIV 15; XV 33; XVI 4).
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praesertim ne ad illud quidem confugere possis quod plerisque patrocinatur, tamquam minus obnoxium sit offendere poetarum quam 6 oratorium studium; efferuescit enim uis pulcherrimae naturae tuae, nec pro amico aliquo sed, quod periculosius est, pro Catone offendis. nec excusatur offensa necessitudine officii aut fide aduocationis aut fortuitae et subitae dictionis impetu: meditatus uideris [aut] elegisse personam 7 notabilem et cum auctoritate dicturam. sentio quid responderi possit hic: ingentis ex his adsensus, haec in ipsis auditoriis praecipue laudari et mox omnium sermonibus ferri. tolle igitur quietis et securitatis 8 excusationem, cum tibi sumas aduersarium superiorem. nobis satis sit priuatas et nostri saeculi controuersias tueri, in quibus [expressis] si quando necesse sit pro periclitante amico potentiorum aures offendere et probata sit fides el libertas excusata». Quae cum dixisset Aper acrius, ut solebat, et intento ore, remissus et subridens Maternus «parantem» inquit «me non minus diu accusare oratores quam Aper laudauerat (fore enim arbitrabar ut a laudatione eorum digressus detrectaret poetas atque carminum studium prosterneret) arte quadam mitigauit, concedendo iis qui causas agere non 2 possent ut uersus facerent. ego autem sicut in causis agendis efficere aliquid et eniti fortasse possum, ita recitatione tragoediarum. et ingredi
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natura add. Halm : ferat V2, Acidalius, post tua S : improbat Murgia 1977, 1985 coll. Cic., Fin. V 39; Tusc. I 46 • adepturus Acidalius, Winterbottom, Mayer, Flach : adeptus codd., Koestermann, Heubner, Bo • illos cQ EV : istos BbC, Michel • 6 efferuescit…. offendis b : efferuescet…. offendes cett. • uideris inser. Flach • [aut] del. Puteolanus, Halm : ultro Schopen : hanc Haase : Lenchantin • 7 hic BbCcE, Bo (possit hic:), Reitzenstein (ante responderi) : hinc b2H (possit: hinc) pler. edd. • ex his codd., Flach : crucibus inser. Winterbottom, Mayer : del. Gesner (‘recte’, Murgia 1977, 336; 1979a, 175), Goelzer, Michel : exis Muretus (‘incerta coniectura’, Koestermann), Andresen, Koestermann, Heubner : excitari Schele : exciri Wolf : esse his Bo : esse ex his Cabrillana • h(a)ec in cEV : hoc etiam in CQ : hic in BbU • omnium mox E • 8 expressis codd., Michel : post Heumann del. Koestermann, Winterbottom, Heubner, Murgia (1977, 337), Mayer 1 parantem inquit Walther : parant enim quid EV : parant quid enim BbCU • laudauerat Acidalius : laudauit codd. • detrectaret BQSU : detractare C : detractaret cV • h(i)is qui CQ
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TÁCITO
ahora te llamo de los auditorios y teatros al foro y a las causas y a los verdaderos combates, y sobre todo porque ni siquiera te puedes refugiar en un argumento del que muchos se valen: que el trabajo del poeta es menos propenso a ofender que el del orador. En efecto, la fuerza de 6 tu espléndido carácter hierve, y no ofendes por un amigo, sino, lo que es más peligroso, por Catón. Y no se excusa la ofensa por una exigencia del oficio ni por la lealtad propia del abogado o por el ímpetu casual y súbito del discurso: se ve que a conciencia [o] has elegido a un personaje notable y que iba a hablar con autoridad. Me doy cuenta de lo que 7 se puede responder aquí: que de estas cosas vienen las grandes adhesiones, que eso es precisamente lo que se elogia sobre todo en los auditorios y luego corre en boca de todos. Deja de lado, pues, la excusa de la tranquilidad cuando eliges un adversario superior. A nosotros bástenos con encargarnos de las controversias privadas y de nuestro 8 tiempo, en las cuales [al expresarlas], si alguna vez se hace necesario ofender los oídos de los más poderosos por un amigo encausado, queda probada nuestra lealtad y nuestra libertad excusada». Primer discurso de Materno Cuando Apro hubo dicho todo esto, con cierta acritud, según solía, 11 y con expresión muy seria, Materno, con gesto apacible y sonriendo dijo: «Cuando yo me disponía a acusar a los oradores durante no menos tiempo que el que Apro había empleado en alabarlos (pues pensaba que partiendo de su elogio hablaría mal de los poetas y dejaría por los suelos la afición a la poesía), con cierta habilidad ha logrado calmarme, permitiendo a quienes no pudieran llevar causas hacer versos. Sin embargo yo, así como tal vez soy capaz de hacer con 2 cierto esfuerzo alguna cosa en lo de llevar causas, lo mismo en la recitación de tragedias.61 Y desde luego, empecé a conocer la fama Famoso campeón olímpico de pugilato. Como puede verse, adoptamos la puntuación fuerte tras tragoediarum propuesta por STROUX (1931: 338 ss.) y seguida, entre otros, por LENCHANTIN, KOESTER60
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
famam auspicatus sum cum quidem in foro improbam et studiorum quoque sacra profanantem Vatini potentiam fregi; hodie si quid in 3 nobis notitiae ac nominis est, magis arbitror carminum quam orationum gloria partum. ac iam me deiungere a forensi labore constitui, nec comitatus istos et egressus aut frequentiam salutationum con4 cupisco, non magis quam aera et imagines quae etiam me nolente in domum meam inruperunt. nam statum cuiusque ac securitatem melius innocentia tuetur quam eloquentia; nec uereor ne mihi umquam uerba in senatu nisi pro alterius discrimine facienda sint.
tragoediarum. fortiter distinxit Stroux (Philol. 86, 1931, 338 sqq.), Lenchantin , Koestermann, Winterbottom, Güngerich, Heubner, Mayer : tragoediarum et…. fregi hodie Lipsius (‘tamquam e Romano codice’, Wint.) • in foro Zwierlein 2003 : im L. Müller, Haupt, Stroux, Güngerich, Mayer (‘exempli gratia’) : in Nerone CcEV, Koestermann, crucibus inser. Goelzer, Winterbottom, del. John, Heubner : in Neronem Bb, Michel, Bo : sub Nerone Novák • Vatini Gronovius : uaticinii codd. • hodie add. Lipsius, Koestermann, alii • nominis b2HU, Puteolanus : numinis BbCcE : mimis Q • 3 diiungere S : disiungere U • salutationum codd., Michel : salutantium Schele, pler. edd. : • irrumpunt b • 4 cuiusque ac Pichena : cuiusque ad codd. • tuetur Pichena post Lipsium, Winterbottom, Heubner : tueor codd., Flach
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TÁCITO
cuando en pleno Foro62 quebranté el infame poder de Vatinio,63 que también profanaba la santidad de las letras; hoy, si algo de notoriedad y renombre tengo yo, más lo creo producto de la fama de mis poemas que de la de mis discursos. Y así he decidido ya desuncirme64 de la 3 tarea del foro, y ya no ansío esos cortejos y salidas y multitud de saludos más que los bronces y las estatuas que incluso contra mi voluntad han irrumpido en mi casa.65 Pues la situación y seguridad de 4 cada cual la protege mejor la inocencia que la elocuencia; y no temo que en el senado66 haya de hablar nunca sino en defensa de otro que se vea acusado.
MANN,
(HEUBNER-)GÜNGERICH, WINTERBOTTOM (no en WINTERBOTTOM, 1970) y HEUBNER, la cual supuso una clara innovación respecto a la forma y exegesis tradicional del pasaje, que otros editores siguen suscribiendo. En contra de esa puntuación se muestra KRAGELUND, 1987: 199. 62 El in Nerone de los mss. ha sido remediado por algunos con la conjetura im Nerone de L. Müller; véase la amplia argumentación de (HEUBNERGÜNGERICH) 1980, ad loc. Sin embargo, creemos que O. ZWIERLEIN, 2003 («Der Sturtz des Vatinius durch den Redner Maternus», Göttinger Forum f. Altertumswissenschaft 6: 111116), ha puesto las cosas en su sitio. Toma pie en un trabajo de P. KRAGELUND, 1987 («Vatinius, Nero und Curiatius Maternus», The Classical Quarterly 37: 197-202), que elimina la conjetura im Nerone, pues Vatinio no cayó hasta tiempos de Galba (año 69). En cuanto a una lectura in Nerone, referido a un drama de Materno, Kragelund estima que puede ser el Domitius del propio Materno citado en 3, 4. Sin embargo, ZWIERLEIN (2003: 113) sostiene que su ataque a Vatinio fue un discurso in foro, en sus buenos tiempos de orador. Conjetura que nos parece convincente. ZWIERLEIN (2003: 114 s.) también da una buena explicación de la génesis de la corruptela in Nerone. Sin embargo, el más reciente JOSEPH, 2014: 137, entre otros, siguiendo a MAYER, 2001, se aferra a la conjetura ya tradicional. Parece inclinarse por una actuación oratoria de Materno, pero no excluye que fuera de naturaleza poética. 63 Sobre tal personaje de los tiempos de Nerón escribiría el propio Tácito (An. XV 34, 2): «Vatinio fue uno de los más vergonzosos espectáculos de aquella corte: criado en un taller de zapatero, físicamente contrahecho y dado a las gracias bufonescas, fue primero elegido como objeto de burla; más tarde, acusando a gente honrada, llegó a cobrar tal poder que con su influencia, su dinero y su capacidad para hacer daño superaba incluso a los malvados» (trad. de J. L. Moralejo). 64 JOSEPH, 2014: 135, siguiendo a SYME (1958: 724) y a MAYER (ad loc.) subraya la metáfora agrícola que implica el término deiungere. 65 Se trataría de regalos de clientes agradecidos.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
«Nemora uero et luci et secretum ipsum quod Aper increpabat, tantam mihi adferunt uoluptatem ut inter praecipuos carminum fructus numerem, quod non in strepitu nec sedente ante ostium litigatore nec inter sordes ac lacrimas reorum componuntur, sed secedit animus in 2 loca pura atque innocentia fruiturque sedibus sacris. haec eloquentiae primordia, haec penetralia; hoc primum habitu cultuque commoda mortalibus in illa casta et nullis contacta uitiis pectora influxit, sic oracula loquebantur. nam lucrosae huius et sanguinantis eloquentiae usus recens et ex malis moribus natus atque, ut tu dicebas, Aper, in 3 locum teli repertus. ceterum felix illud et, ut more nostro loquar, aureum saeculum, et oratorum et criminum inops, poetis et uatibus abundabat qui bene facta canerent, non qui male admissa defenderent. 4 nec ullis aut gloria maior aut augustior honor primum apud deos, quorum proferre responsa et interesse epulis ferebantur, deinde apud illos dis genitos sacrosque reges, inter quos neminem causidicum, sed
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1 increpat bU • strepitu Schopen • ostium b : hostium cett. • fruitur quod C • secedit B2bCc : sedit B1c2E2V • 2 penetralia om. c • hoc BbEV : haec C : om. c • in illa b2Cc EV : et ista Bb • ex om. BbC • 3 admissa BbEV : amissa Cc • 4 ullis CcEV : ullus BQ : illud SU : ne aut illius clamoris b2 in marg. • maior V2 in marg., Lipsius (‘incerta coniectura’, Koestermann) : more BcQEV (‘spatiis relictis’, Winterbottom) : in ore (‘spatio relicto’) CVBv : clamore SU : maior erat Ritter : in ore maior Flach • angustior Cc : angusti(a)e SU • praeferre bC • istos B • causidicum Heumann : causidicorum codd., Michel, Bo, Cabrillana
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TÁCITO
«Ahora bien, ‘los sotos y los bosques sagrados’67 y el propio apar- 12 tamiento que Apro criticaba, me aportan tanto placer que los cuento entre los frutos principales de mis poemas, porque estos no se componen en medio del estrépito, ni mientras un litigante está sentado a mi puerta,68 ni entre las miserias y lágrimas de los reos,69 sino que el alma se retira a lugares puros e inocentes y disfruta de esas sacras moradas. Este es el manantial de la elocuencia, este su recóndito santuario; con 2 este aspecto y atuendo, grato para los mortales,70 entró por vez primera en aquellos pechos puros y no contaminados por vicio alguno, así hablaban los oráculos.71 Efectivamente, la práctica de esta elocuencia logrera y sanguinolenta es reciente y ha nacido de las malas costumbres y, como tú decías, Apro, se inventó a modo de arma arrojadiza. Por lo demás —y por hablar a nuestra manera—,72 aquel 3 feliz Siglo de Oro, escaso de oradores y de acusaciones, abundaba en poetas y vates que cantaran las buenas obras y no defendieran las malas acciones. Además, nadie tenía mayor gloria o más altos hono- 4 res, en primer lugar ante los dioses, cuyas respuestas se decía que ellos manifestaban73 y a cuyos banquetes se decía que asistían;74 luego, entre aquellos hijos de dioses y sagrados reyes, entre los que no Tomamos nota de que Materno era senador. Retorna la famosa expresión poética de 9, 6; véase nuestra nota ad loc. 68 Naturalmente, esperando a ser recibido por su abogado. 69 El que los acusados comparecieran con una toga sucia y lloraran ante los tribunales era cosa habitual. MICHEL, 1962 cita al respecto CIC., Pro domo 59 ss. (HEUBNER-) GÜNGERICH, ad loc., cita al respecto CIC., Fam. XIV 2, 2: iacere in lacrimis et sordibus y Post red. ad Quir. 7: cotidianae lacrimae sordesque lugubres. 70 Nos inclinamos a ver aquí una hipálage: lo «grato para los mortales» serían, en efecto, el habitus y el cultus mencionados; pero el adjetivo commoda no se aplica a ellos, sino al sujeto principal, la eloquentia. 71 En efecto, en verso solían redactarse las respuestas de los oráculos. 72 Es decir, la de los poetas. 73 Se entiende que los poetas. Sin embargo, (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., anota que la imagen del poeta como profeta se limita en Grecia a profeta de las musas (no de los dioses); y cita a HOR., A. P. 391 s.: sacer interpretesque deorum… Orpheus. 74 Algo habitual en el caso de los héroes, pero no de los poetas, según anota (HEUBNER-)GÜNGERICH. VAN DEN BERG, 2014: 160, con bibliografía, señala la fuente de la frase: HOR., Carm. IV 8, 29 s., muestra ejemplar del poeticus decor que Apro reclamaba en 20, 5. 66 67
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Orphea et Linum ac, si introspicere altius uelis, ipsum Apollinem 5 accepimus. uel, si haec fabulosa nimis et composita uidentur, illud
certe mihi concedes, Aper, non minorem honorem Homero quam Demostheni apud posteros, nec angustioribus terminis famam Euripi6 dis aut Sophoclis quam Lysiae aut Hyperidis includi. plures hodie reperies qui Ciceronis gloriam quam Vergili detrectent, nec ullus Asini aut Messallae liber tam inlustris est quam Medea Ouidi aut Varii Thyestes. 13 «Ac ne fortunam quidem uatum et illud felix contubernium comparare timuerim cum inquieta et anxia oratorum uita. licet illos certamina et pericula sua ad consulatus euexerint, malo securum et
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et…. ac c UV : ac…. ac BbCE : ac… et si Gudeman (qui in app. con.) • uelis BQSU : uelis uel C : uel EV • 5 uidentur Bb2cE : uideantur bC • istud B • concedes cod. Vat. Borg. lat. 413 (ut coni. Acidalius), : concedis cett., Michel, Bo, Cabrillana • posteros Novák 1 illud…. illos: istud…. istos B • ad (consulatus) Lipsius : et (consulatus) codd. : ad con. Gudeman in app. : et coni. Vahlen • consulatus cEV : conuentus C : cent’ B : coetus b : contus Q : corruptius al.
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TÁCITO
hemos oído contar que estuviera ningún causídico, y sí Orfeo y Lino75 5 y, si quieres investigar más a fondo, el propio Apolo.76 Y si todo esto te parece demasiado fabuloso y amañado, al menos me concederás, Apro, que en la posteridad no tuvo menos honores Homero que Demóstenes, y que la fama de Eurípides o de Sófocles no tiene unos límites más angostos que la de Lisias o Hiperides.77 Hoy encontrarás 6 más detractores de la gloria de Cicerón78 que de la de Virgilio; y ningún libro de Asinio o de Mesala79 es tan famoso como la Medea de Ovidio o el Tiestes de Vario.80 «Y ni siquiera temería yo comparar la fortuna de los vates y aquel 13 feliz trato en el que viven81 con la vida inquieta y ansiosa de los oradores. Aunque a ellos sus combates y procesos los hayan elevado hasta los consulados, prefiero el seguro y tranquilo retiro de Virgilio,82 Prototipos de héroes que fueron cantores y poetas. El dios cantor y poeta por excelencia. 77 Los anteriormente citados Demóstenes, Homero, Eurípides y Sófocles no necesitan presentación. Lisias (ca. 458 - ca. 380 a. C.) e Hiperides (389-322 a. C.) eran los grandes modelos de la prosa oratoria ática. 78 De tales detractores habla QUINT., I. O. XII 10, 12 s.; v. (HEUBNER-)GÜNGERICH 1980, ad loc. 79 Los dos grandes oradores de la época de Augusto, cuyos discursos, por lo que se ve, ya estaban editados en forma de libri, de los que nada nos ha llegado. G. Asinio Polión había protegido al joven Virgilio y más tarde se distinguió por su prosa oratoria e histórica, por su poesía trágica, por ser el primero en abrir una biblioteca en Roma y como promotor de las recitationes, llamadas a tener tanto éxito. M. Valerio Mesala Corvino protegió al joven Ovidio y se distinguió como político, militar, orador y escritor en varios géneros. Colaboró con Augusto, pero sin mayor entusiasmo: poco después de que lo nombrara primer praefectus Vrbi, abandonó el cargo, quasi nescius exercendi (TAC., An. VI 11, 3). 80 Ni una ni otra tragedia han llegado hasta nosotros. Sabemos que la de Vario, amigo y albacea literario de Virgilio, le valió un donativo de Augusto de un millón de sestercios. 81 Anota con acierto MAYER, 2001, ad loc., que aquí Materno trata de responder al alegato de Apro en 9, 6 sobre la soledad que acompañaba a los poetas. Basta, pues, con entender que los poetas, lejos de estar solos, disfrutan de una grata convivencia con personas afines a sus gustos. No parece necesario entender con GUDEMAN un contubernium Musarum; en similar sentido, (HEUBNER-) GÜNGERICH, ad loc. y WINTERBOTTOM, 1972. 82 La Vita Suetoniana 13, cuenta que Virgilio gustaba de vivir retirado en el campo, sobre todo en Campania y Sicilia. VAN DEN BERG, 2014: 162 s., señala la huella de la secura quies (Ge. II 467) del propio poeta. 75 76
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quietum Vergili secessum, in quo tamen neque apud diuum Augustum 2 gratia caruit neque apud populum Romanum notitia. testes Augusti
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epistulae, testis ipse populus, qui auditis in theatro Vergili uersibus surrexit universus et forte praesentem spectantemque Vergilium ueneratus est sic quasi Augustum. ne nostris quidem temporibus Secundus Pomponius Afro Domitio uel dignitate uitae uel perpetuitate famae cesserit. nam Crispus iste et Marcellus, ad quorum exempla me uocas, quid habent in hac sua fortuna concupiscendum: quod timent an quod timentur? quod, cum cotidie aliquid rogentur, ii quibus praestant indignantur? quod alligati cum adulatione nec imperantibus umquam satis serui sunt nec nobis satis liberi? quae haec summa eorum potentia est? tantum posse liberti solent. «‘Me uero dulces’ (ut Vergilius ait) Musae’, remotum a sollicitudinibus et curis et necessitate cotidie aliquid contra animum faciendi, in illa sacra illosque fontis ferant, nec insanum ultra et lubricum forum famamque pallentem trepidus experiar. non me fremitus salutantium
2 Vergilium del. Ernesti • 4 aliquid C : aliqui BbE • ii BbcQ : hi EV : in C • quibus Lipsius (‘etsi abesse alterum membrum sentio periodo plenae’, ap. Winterbottom) : add. Heubner • ligati E • cum codd., Lenchantin, Koestermann, Michel ‘uix sanum’ Winterbottom ( in 1999, 338 coni. ‘exempli gratia’ cum adulatione uel aliquid simile), Flach : omni (adulatione) Walther, Goelzer, Heubner, Mayer (‘exempli gratia’) : communi Schneider : del. Andresen • 5 ‘me uero…’ Verg., Georg. II 475 • in codd. ad Baehrens • ista…. istosque Bb2 • pallentem b2HU, Winterbottom, Flach : palantem b1CEV, Lenchantin, Heubner : pallantem Bc : fallacem Bötticher, Mayer (‘exempli gratia’)
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TÁCITO
en el cual, sin embargo, ni careció de estima ante el divino Augusto ni de notoriedad entre el pueblo romano. Testigos son las cartas de Augusto,83 testigo el propio pueblo, que al oír en el teatro unos versos de Virgilio se puso todo él en pie y rindió homenaje al poeta, que casualmente estaba allí como espectador, tal como si se tratara de Augusto.84 Tampoco en nuestros tiempos Secundo Pomponio cedería a Afro Domicio85 ni en la dignidad de su vida ni en lo duradero de su fama. Pues esos Crispo y Marcelo que me pones de ejmplos a imitar ¿qué tienen de envidiable en su situación presente?: ¿el que temen o el que se les teme?; ¿el que, dado que a diario se les pide algo, aquellos a los que se lo dan se muestren resentidos?; ¿el que, atados con la adulación, a los que tienen el poder nunca les parecen suficientemente serviles ni a nosotros suficientemente libres?; ¿cuál es ese inmenso poder que tienen?; un poder tan grande como el que suelen tener los libertos.86 «Pero a mí, como dice Virgilio, que ‘las musas queridas’,87 apartándome de inquietudes y cuidados, y de la necesidad de hacer a diario algo contrario a lo que me apetece, me lleven a aquellos santuarios y a aquellas fuentes;88 y que ya no experimente más, lleno de temor, la locura y los peligros del foro ni su fama que palidece.89 Que no me inquiete ni el griterío de los saludadores90 ni el liberto 83 Seguramente bien conocidas por entonces, como muestran los fragmentos que Suetonio recogió en su Vita Horati. 84 La famosa anécdota solo es conocida por esta fuente. 85 P. Pomponio Secundo, de Bolonia, además de político y militar, fue un notable poeta trágico de aquel tiempo, de cuya obra nada se ha conservado. Gn. Domicio Afro fue uno de los mayores oradores de la época; v. (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc. 86 Despectiva alusión al poder desmedido que los libertos de los príncipes habían alcanzado en la gobernación del Imperio. 87 Cita de VERG., G. II 475. 88 La metáfora de las fuentes aplicada a la poesía no es rara. Recuérdese, por ejemplo, VERG., G. II 174 ss.: tibi res antiquae laudis artem/ ingredior sanctos ausus recludere fontis,/ Ascraeumque cano Romana per oppida carmen. 89 Como puede verse, optamos por la lectura pallentem frente al palantem («errabunda») o fallacem de otros editores. La fama del foro se volvería pálida ya por poco duradera, ya porque suscitara envidia. JOSEPH, 2014: 135, traduce: «that makes you pale». 90 Los partidarios que agasajaban y aclamaban a los oradores de fama.
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nec anhelans libertus excitet, nec incertus futuri testamentum pro pignore scribam, nec plus habeam quam quod possim cui uelim relinquere (quandoque enim fatalis et meus dies ueniet); statuarque tumulo non maestus et atrox sed hilaris et coronatus, et pro memoria mei nec consulat quisquam nec roget».
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Vixdum finierat Maternus, concitatus et uelut instinctus, cum Vipstanus Messalla cubiculum eius ingressus est, suspicatusque ex ipsa
6 ueniet b2HU : ueniat Bb1CcE : uersum trimetrum iambicum ipsius Materni putauit Heller • enim del. Puteolanus, Orelli, Mayer • statuar Orelli 1 stinctus EV • cum U : tum cett. • Vipstanus Ernesti, Ruperti : uibanius BCc EV : libanius b : urbanus b2 : urbanius H • messala QSU, Winterbottom : messalla B, Heubner, Flach : mesalla C (id. alibi)
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TÁCITO
anhelante,91 ni, incierto sobre el futuro, haya yo de escribir un testamento que valga como prenda;92 ni tenga yo más de lo que pueda dejar a quien quiera (pues alguna vez también llegará mi día fatal);93 y que en mi túmulo no me pongan94 triste y tenebroso, sino alegre y con una corona;95 y que nadie se preocupe ni haga peticiones para que se me recuerde».96 Intermedio: llegada de Mesala Apenas había concluido Materno, con pasión y como en éxtasis, cuando entró en el cuarto Vipstano Mesala,97 y sospechando por la propia atención de cada cual que había entre ellos una conversación
91 A parecer, algún liberto imperial que pudiera pedirle algún favor; v. (HEUBNER-) GÜNGERICH, 1980 y MAYER, 2001, ad loc. 92 Por entonces era frecuente el gesto de nombrar coheredero al emperador, parece que en la idea de garantizar la eficacia del testamento, aunque en casos como el de Horacio (véase Vita, p. 4*, 6 Klingner) más cabe pensar en razones de afecto o de gratitud. A este respecto el propio Tácito (Ann. II 48, 2), tan poco favorable a Tiberio, cuenta que «no aceptó la herencia de nadie, a no ser que se la hubiera ganado con su amistad». Hay quien ha intentado ver en esa costumbre un lejano precedente del actual impuesto de sucesiones, por el que, por así decirlo, el estado se erige por sí mismo en coheredero. 93 Se ha pensado en que se trate de un verso trímetro yámbico del propio Materno. 94 Naturalmente, se refiere al busto o relieve que se solía poner en los sepulcros. 95 Se suele entender que como atributo propio de los poetas, como ya observaba REITZENSTEIN, 1915: 219; pero no se olvide que las coronas también lo eran de quienes celebraban un festín, lo que cuadra bien con los otros deseos expresados por Materno. 96 Parece aludir a mociones senatoriales con vistas a erigirle un mausoleo llamativo. 97 De ilustre familia, fue un orador de fama en la época y, según el propio Tácito, un hombre decente. En H. IV habla de la magnam… pietatis elonquentiaeque famam que logró en el senado, siendo aún muy joven, al defender a su medio hermano Aquilio Régulo, infame delator en tiempos de Nerón. Como ya advertíamos en nuestro Prólogo, BARNES, 1986: 228 y n. 14, habla de la llegada de un interlocutor inesperado como de una convención del diálogo antiguo, y recuerda la de Alcibíades en PLAT., Symp. 212d, aunque más bien se inclina por la influencia ciceroniana de Rep. I 17; De or. II 12, ss. y De nat. Deor. I 15; puede verse también HASS-REITZENSTEIN, 1970: 45, que sigue a KOESTERMANN.
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intentione singulorum altiorem inter eos sermonem «num parum tempestiuus» inquit «interueni secretum consilium et causae alicuius meditationem tractantibus?» 2 «Minime, minime», inquit Secundus, «atque adeo uellem maturius interuenisses; delectasset enim te et Apri nostri accuratissimus sermo, cum Maternum ut omne ingenium ac studium suum ad causas agendas conuerteret exhortatus est, et Materni pro carminibus suis laeta, utque poetas defendi decebat audentior et poetarum quam oratorum similior oratio». 3 «Me uero» inquit «et sermo iste infinita uoluptate adfecisset, atque id ipsum delectat quod uos, uiri optimi et temporum nostrorum oratores, non forensibus tantum negotiis et declamatorio studio ingenia uestra exercetis, sed eius modi etiam disputationes adsumitis, quae et ingenium alunt et eruditionis ac litterarum iucundissimum oblectamentum cum uobis qui illa disputatis, tum etiam iis ad quorum 4 aures peruenerint. itaque hercule non minus probari uideo in te, Secunde, quod Iuli Africani uitam componendo spem hominibus fecisti plurium eiusmodi librorum quam in Apro quod nondum ab scholasticis controuersiis recessit et otium suum mauult nouorum rhetorum more quam ueterum oratorum consumere». 15 Tum Aper: «non desinis, Messalla, uetera tantum et antiqua mirari, nostrorum autem temporum studia inridere atque contemnere. nam
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2 minime E, Winterbottom : minime, minime BbCc, Michel, Heubner, Flach • exhortatus HU : ex ortatus b2 : et hortatus BCcE : et ortatus b1 • utque B2bcQEV : utrique B1C : uterque CSU • defendi B • decebat BbCcQ : docebat c2 HEV • 3 uero bQU : uere BCcE • et del. Halm, Mayer, defend. Reitzenstein • iste U : ipse cett. : ille Gudeman • atque id codd. : et id Güngerich • et temporum codd. : et temporum Muretus, Mayer : Halm • et sumitis C • eruditionis b, edd. : eruditiones cett. • cum om. c • illa b2EV, Winterbottom, Heubner : ista Bb1, Flach : iam Cc • his QEV • 4 hercle Bb • Africani Nipperdey : asiatici codd. • plurimum CQSU • suppl. Andresen, Koestermann, Winterbottom • ab Asinio BV : a cett. • consumere codd. pler. (etiam b2) : consuetudine b1 1 non bHU, Michel, Koestermann, Winterbottom, Heubner : num BCcQEV, Flach
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TÁCITO
de cierta profundidad, dijo: «¿Acaso os he interrumpido poco oportunamente cuando tratabais de algún plan oculto y de la preparación de alguna causa?» «En absoluto, en absoluto» —dijo Secundo—; y hasta quisiera que 2 hubieras venido antes, pues te hubieran agradado las muy elaboradas palabras de nuestro querido Apro, cuando ha exhortado a Materno a dedicar todo su talento y afán al desempeño de causas judiciales, tanto como el discurso de Materno a favor de sus poemas, florido y, como cuadraba a la defensa de los poetas, más osado y más cercano al tono de los poetas que al de los oradores». «Pues también a mí —dijo Mesala— esa conversación me hubie- 3 ra proporcionado un enorme placer; y me da gusto el propio hecho de que vosotros, hombres excelentes y oradores a la altura de nuestros tiempos, ejercitéis vuestro talento no solo en los asuntos forenses y en los estudios de declamación, sino que también entabléis discusiones de esa clase, que no sólo alimentan el ingenio, sino que también suponen un gratísimo aliciente del saber y de las letras, tanto para vosotros, que discutís sobre esos asuntos, como también para aquellos a cuyos oídos lleguen tales discusiones. Y así, vaya que sí, veo que 4 en tu caso, Secundo, no se alaba menos el que escribiendo la vida de Julio Africano98 hayas dado a la gente la esperanza de más libros de esa clase, que 99 en el de Apro el que todavía no se haya apartado de las controversias de escuela y prefiera emplear su ocio más a la manera de los nuevos rétores que a la de los antiguos oradores». Dijo entonces Apro: «Tú, Mesala, no dejas de admirar sólo las 15 cosas viejas y antiguas ni de burlarte, en cambio, y de despreciar las
98 «Julio Africano, procedente de la Galia, pasó junto con Domicio Afro (13, 3) por el más significado orador de la generación anterior a Quintiliano (QUINTIL., I. O. 10, 1, 118…)», (HEUBNER-)GÜNGERICH, ad loc. REITZENSTEIN, 1915: 73 s., sospecha que la mención de esa biografía, «traída por los pelos», contiene una alusión a la de Agrícola del propio Tácito, tal vez en proyecto, tal vez ya escrita. 99 Pasaje oscuro y discutido; véase MAYER, 2001, ad loc.
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hunc tuum sermonem saepe excepi, cum oblitus et tuae et fratris tui eloquentiam neminem hoc tempore oratorem esse contenderes antiquis, eo (credo) audacius quod malignitatis opinionem non uerebaris, cum eam gloriam quam tibi alii concedunt ipse tibi denegares». «Neque illius» inquit «sermonis mei paenitentiam ago, neque aut Secundum aut Maternum aut te ipsum, Aper, quamquam interdum in contrarium disputes, aliter sentire credo. ac uelim impetratum ab aliquo uestrum ut causas huius infinitae differentiae scrutetur ac reddat, quas mecum ipse plerumque conquiro. et quod quibusdam solacio est mihi auget quaestionem, quia uideo etiam Graiis accidisse ut longius absit Aeschine et Demosthene Sacerdos iste Nicetes et si quis alius Ephesum uel Mytilenas concentu scholasticorum et clamoribus quatit, quam Afer aut Africanus aut uos ipsi a Cicerone aut Asinio recessistis». «Magnam» inquit Secundus «et dignam tractatu quaestionem mouisti. sed quis eam iustius explicabit quam tu, ad cuius summam eruditionem et praestantissimum ingenium cura quoque et meditatio accessit?» Et Messalla «aperiam» inquit «cogitationes meas si illud a uobis ante impetrauero, ut uos quoque sermonem hunc nostrum adiuuetis». «Pro duobus» inquit Maternus «promitto; nam et ego et Secundus exequemur eas partes quas intellexerimus te non tam omisisse quam antiquis suppl. Lipsius, Heubner, Winterbottom 1970 : esse contenderes antiquis, Michel, Bo, Flach : oratorem Birt (‘probabiliter, sed praeferam oratorem , Koestermann) • antiquis del. Acidalius, Andresen, Koestermann, Winterbottom, Oniga, Mayer : atque id eo Goelzer • malignitatis Rhenanus, edd. : malignis iis Bb : maligni in iis c : maligne in hiis C : maligni in his QEV : malignius his b2 : malignis iudiciis Acidalius : maligni Lenchantin • ipse b : ipsi cett. ipsis tu Baehrens • 2 quam interdum C • conquiro B1b1Cc1EV : inquiro B2b2c2 • 3 Graiis Puteolanus, Koestermann, Bo, Mayer, Flach : Graecis Dronke, Michel, Winterbottom, Heubner : gratis BbcE : gratius C • absit Bbc1 : abiisset Cc • suppl. Wesenberg • Nicetes Lipsius : enitet codd. : et Nicetes Rohde • Mitylenas B • concentu Orelli, pler. edd. : concentus Bb1QE : contentus Ccb2V, Bo : contentionibus Baehrens • et del. Freinsheim, Bo • nos c • aut ab Cc 1 mouisti Lipsius : mouistis codd., Michel • 2 cognitiones QEV • si bE2 (supr. lin.) om. cett. • istud Bb • 3 nam ego E
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aficiones propias de nuestros tiempos. En efecto, muchas veces te he oído hablar así, cuando olvidándote de tu propia elocuencia y de la de tu hermano,100 sostenías que en esta época no hay ningún orador a los antiguos, y ello con tanto más atrevimiento cuanto que no temías que se te tomara por mal intencionado, toda vez que la gloria que a ti te conceden otros101 te la negabas tú mismo». «Ni me pesa de aquel discurso mío —dijo Mesala—, ni creo que Secundo o Materno o tú mismo, Apro, aunque de vez en cuando argumentes en sentido contrario, penséis de otro modo. Y quisiera conseguir de alguno de vosotros que averigüe y explique las causas de esta enorme diferencia, por las que yo muchas veces me pregunto a solas conmigo mismo. Y una cosa que a algunos les sirve de consuelo, para mí hace mayor el problema, porque veo que también a los griegos les ha ocurrido que están más lejos de Esquines y Demóstenes102 ese Sacerdote Nicetes103 y cualquier otro que haga estremecerse a Éfeso o a Mitilene104 con la ovación y el clamor unánime de sus alumnos, de cuanto Afro o Africano105 o vosotros mismos os habéis quedado por detrás de Cicerón o de Asinio». «Importante y digna de tratarse es la cuestión que has suscitado» —dijo Secundo. Pero ¿quién puede explicarla mejor que tú, a cuya gran erudición y destacado talento se unen también el rigor y la reflexión?» Y Mesala dijo: «Os declararé lo que pienso, si antes consigo de vosotros que también ayudéis a mi discurso». «Te lo prometo —dijo Materno— en nombre de los dos; pues tanto Secundo como yo desarrollaremos las partes que entendamos 100 Vidriosa alusión a Aquilio Régulo, medio hermano de Mesala, del que hemos tratado en nuestra nota a este, en 14, 1. 101 Es decir, siendo un orador de fama en su tiempo, encarecía la oratoria de los antiguos. 102 Los dos grandes oradores de la Atenas de la primera mitad del siglo IV a. C. 103 Era un declamador y orador asianista de la época, maestro de Plinio el Joven; v. (HEUBNER-)GÜNGERICH, ad loc. 104 Dos centros capitales de la retórica y oratoria asiánica. 105 Ya nombrados: Domicio Afro (13, 3) y Julio Africano (14, 4).
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nobis reliquisse; Aprum enim solere dissentire et tu paulo ante dixisti et ipse satis manifestus est iam dudum in contrarium accingi nec aequo animo perferre hanc nostram pro antiquorum laude concordiam». «Non enim» inquit Aper «inauditum et indefensum saeculum nostrum patiar hac uestra conspiratione damnari, sed hoc primum interrogabo quos uocetis antiquos, quam oratorum aetatem signifi5 catione ista determinetis. ego enim cum audio antiquos, quosdam ueteres et olim natos intellego, ac mihi uersantur ante oculos Vlixes et Nestor, quorum aetas mille fere et trecentis annis saeculum nostrum antecedit; uos autem Demosthenen et Hyperiden profertis, quos satis constat Philippi et Alexandri temporibus floruisse, ita tamen ut utrique 6 superstites essent. ex quo apparet non multo plures quam trecentos annos interesse inter nostram et Demosthenis aetatem. quod spatium temporis si ad infirmitatem corporum nostrorum referas, fortasse longum uideatur, si ad naturam saeculorum ac respectum inmensi 4
ipsum b2 • manifestum b2 • 5 ac mihi : et mihi B, Flach • ulisses b2 • ac nestor Bb • profertis CEV : proferitis B1 (proferatis B2), al. alia • 6 quadringentos Mercerus, Lipsius, Andresen • inferas D • uidetur BCQ : uideturque b2 : uester c, Flach : del. Halm, Winterbottom, Heubner, Mayer post Zwierlein (Hermes 89, 1997, n. 16) : respectu Spengel, Michaeilis, Nipperdey : atque spatium Maehly • Hort. fr. 80 Grilli
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que tú no tanto has omitido como dejado para nosotros. Pues que Apro suele disentir, también tú lo has dicho hace un momento, y él mismo ha dejado ver suficientemente que está dispuesto a llevar la contraria y que no acepta por las buenas esta concordia nuestra en la alabanza de los antiguos». Segundo discurso de Apro «En efecto —dijo Apro—, no voy a permitir que nuestra época 4 sea condenada sin ser oída y sin defensa por esta conspiración vuestra, sino que ante todo he de preguntaros a quiénes llamáis antiguos, a qué generación de oradores incluís en esa denominación. Y es que 5 cuando oigo hablar de antiguos, yo entiendo hombres viejos y nacidos en otro tiempo, y ante los ojos se me ponen Ulises y Néstor,106 cuya época antecede a la nuestra en unos mil trescientos años;107 en cambio vosotros sacáis a relucir a Demóstenes y a Hiperides, de los que consta que florecieron en los tiempos de Filipo y de Alejandro, aunque sobrevivieron al uno y al otro.108 De esto resulta claro que no 6 mucho más de trescientos años109 median entre nuestra época y la de Demóstenes. Si este trecho de tiempo lo comparas con lo efímero de nuestros cuerpos, quizá parece largo; si con la naturaleza de los siglos y con la cuenta del tiempo infinito, resulta muy breve y muy cercano. Personajes homéricos que no necesitan presentación. Se admite que el autor se basa en la cronología de Eratóstenes, que había fijado la caída de Troya en el año 1183 a. C. Por el contrario, el llamado Marmor Parium establece la fecha en el 1209, y precisamente a principios de junio, en notable coincidencia con lo que dice Flavio Josefo citando fuentes fenicias (véase YOUNGSTEINMANN, 2012: 223-248). Ni una ni otra fecha parecen muy alejadas de los hechos históricos que una parte de la actual investigación maneja sobre la posible base real de la epopeya homérica; véase al respecto J. LATACZ, 2001. Como se sabe, Eratóstenes también mostró su genio al calcular el perímetro terrestre; es decir, situó a sus contemporáneos en el espacio y en el tiempo. 108 En efecto, tanto Demóstenes como Hiperides, ambos muertos en el 322, sobrevivieron al uno y al otro; pero a Alejandro solo por un año. 109 Si se sitúa la akmé de Demóstenes ca. 335 a. C. y se supone que el Diálogo se figura como acaecido en el 75 d. C., el cómputo resulta inexacto, pero no descabellado. 106
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7 huius aeui, perquam breue et in proximo est. nam si, ut Cicero in
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Hortensio scribit, is est magnus et uerus annus quo eadem positio caeli siderumque quae cum maxime est rursum existet, isque annus horum quos nos uocamus annorum duodecim milia nongentos quiquaginta quattuor complectitur, incipit Demosthenes uester, quem uos ueterem et antiquum fingitis, non solum eodem anno quo nos sed etiam eodem mense extitisse. «Sed transeo ad Latinos oratores, in quibus non Menenium (ut puto) Agrippam, qui potest uideri antiquus, nostrorum temporum
7 nongentos N. van Loo, Ernesti : dccc CQSU : octingentos EV : VCCC B • uester SUEV, Flach, (Murgia 1979a, 175) : uidetur BCQ : uideturque b2 post fingitis : del. Halm, Koestermann, Winterbottom, Heubner, Mayer post Zwierlein (Hermes 125, 1997, 89 n. 16) • sed etiam Michaelis, Koestermann (‘incerta coniectura’) : (‘recte’ Murgia 1977, 336; 1979a, 176.), Heubner, Mayer : sed fama BCcQ († fama † Winterbottom) : et fama sed EV : sed fere b2H, Flach, Bo : plane Zwierlein (1997, 91) : paene Watts (Eikasmos 9, 1998, 263) 1 menenium bE2 in marg. : ne nimium cett. • antiquus ESU : antiquos BCcQV
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TÁCITO
En efecto, si, como Cicerón escribe en el Hortensio,110 el año grande 7 y verdadero es aquel con el que se producirá de nuevo la misma posición del cielo y de los astros que ahora hay,111 y ese año abarca doce mil novecientos cincuenta y cuatro de estos que nosotros llamamos años,112 ese vuestro Demóstenes, al que imagináis viejo y antiguo, aparece113 no solo en el mismo año que nosotros, sino incluso en el mismo mes. «Pero paso a los oradores latinos, de entre los cuales, supongo, a 17 Menenio Agripa,114 que puede parecer antiguo, no soléis ponerlo por delante de los hombres elocuentes de nuestros tiempos, pero sí a
110 Diálogo perdido, dedicado a su gran amigo y rival en el foro romano. Era un protréptico que, como se sabe, decidió la vocación filosófica de san Agustín. 111 La expresión cum maxime, que reaparece en 37, 2, es habitual en Tácito y casi siempre con referencia al presente, según (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc. 112 La idea del annus magnus parece haber sido propagada por Platón, y fue especialmente cultivada por pitagóricos y estoicos. La duración aquí establecida coincide con la que da SERU., ad Aen. I 269; véanse (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980; MICHEL, 1962, MAYER, 2001, ad loc., con bibliografía. Con respecto al posible sustrato real de esa noticia, el astrofísico doctor Abelardo Moralejo Olaizola, de la Universidad Autónoma de Barcelona, me hace notar que la cifra que da el texto viene a ser la mitad de los algo menos de 26 000 años en los que la prolongación del eje terrestre completa el trazado de la superficie cónica que describe en su balanceo y que se revela en la llamada «precesión de los equinoccios», fenómeno ya conocido por el gran Hiparco. En tal situación, obviamente, todos los astros volverían a estar en el punto de partida que se considerara. Además, el doctor Moralejo me llama la atención sobre el libro de VAN DEN BROEK, 1972: 98 ss., donde se trata de las raíces platónicas del enigmático número (Polit. VIII 3), que comparece varias veces en ese autor y que parece remontarse a bastante más atrás, incluso a Hesíodo. 113 Para la interpretación del incipit del texto, que algunos editores han considerado corrupto, véanse (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980 y MAYER, 2001, ad loc. 114 M. Menenio Agripa es aquí una figura traída por los pelos, de la más remota antigüedad romana, pues pasaba por cónsul del 502 a. C. MAYER, 2001, ad loc., estima improbable que se conservaran discursos suyos, pues Cicerón lo omite en la historia de la oratoria romana de su Brutus. Cuando la famosa retirada de la plebe al Monte Sacro, los patricios habían designado a Menenio, que era de origen plebeyo y acepto a la plebe, para que le hablara y la hiciera entrar en razón. Él, prisco illo et horrido modo, les propuso la famosa fábula del cuerpo humano en la que los demás órganos y miembros se negaron a seguir sirviendo al estómago, hasta que su rebeldía los llevó a todos ellos a la inanición (cf. LIU. II 32, 8).
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
disertis anteponere soletis, sed Ciceronem et Caesarem et Caelium et Caluum et Brutum et Asinium et Messallam; quos quid antiquis 2 temporibus potius adscribatis quam nostris non uideo. nam ut de Cicerone ipso loquar, Hirtio nempe et Pansa consulibus, ut Tiro libertus eius scripsit, VII idus occisus est, quo anno diuus Augustus in locum Pansae et Hirti se et Q. Pedium consules 3 suffecit. statue sex et quinquaginta annos quibus mox diuus Augustus rem publicam rexit; adice Tiberi tres et uiginti, et prope quadriennium Gai, ac bis quaternos denos Claudi et Neronis annos, atque illum Galbae et Othonis et Vitelli longum et unum annum, ac sextam iam felicis huius principatus stationem qua Vespasianus rem publicam fouet: centum et uiginti anni ab interitu Ciceronis in hunc 4 diem colliguntur, unius hominis aetas. nam ipse ego in Britannia uidi
celium cod. Baltimorensis (Walter Gallery 466) : coelium b : calium E : alium BCc • potius temporibus b • adscribitis Cc • 2 ipse Cc • Decembres suppl. Lipsius, lacunam indicant b2Cc • 3 sex Lipsius : VIII H : nouem cett. codd. : septem Steiner • illum EV : istum B : ipsum Cc : unum b2 • septimam Urlichs, al. alia • quo Steiner, Gudeman : qua codd. • uiginti CcH : decem BbEV (at cf. 24, 3)
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TÁCITO
Cicerón y César, y a Celio y a Calvo,115 y a Bruto, Asinio y Mesala.116 Y a su respecto, no veo por qué los adscribís a los tiempos antiguos y no a los nuestros. [2] En efecto, por hablar del propio Cicerón, es 2 sabido que fue asesinado en el consulado de Hircio y Pansa,117 según escribió su liberto Tirón,118 el 7 de , año en el que el divino Augusto se puso a sí mismo y a Q. Pedio como cónsules sustitutos119 en lugar de Hircio y Pansa. Pon los cincuenta y seis años120 en que el 3 divino Augusto gobernó la república; añade los veintitrés de Tiberio y los casi cuatro de Gayo y los veintiocho —catorce cada uno— de Claudio y Nerón,121 y además aquel año largo y único de Galba, Otón y Vitelio,122 y en sexto lugar el desempeño123 de este feliz principado en el que Vespasiano cuida de la república: suman ciento veinte años desde la muerte de Cicerón hasta el día de hoy, la vida de un hombre.124 En efecto yo mismo vi en Britania a un anciano que 4 115 M. Celio Rufo (82-48 a. C.) y G. Licinio Calvo (82-47 a. C.), además de orador, poeta neotérico. 116 M. Junio Bruto (85-42 a. C.), el cesaricida. Asinio Polión y Mesala Corvino ya han aparecido en 12, 6; véase nuestra nota ad loc. 117 El año 43 a. C. 118 Secretario del orador, al que se atribuyen las notae Tironianae, colección de signos taquigráficos. 119 Pedio, que también era sobrino de César, al parecer murió del shock que le produjo el encargo de dar a conocer la lista de los ciudadanos proscritos; v. MAYER, 2001, ad loc. 120 MAYER, 2001: 21, hace notar que este cómputo de los años del gobierno de Augusto (bien que con la enmienda sex de Lipsio por el nouem de los manuscritos, generalmente aceptada) solo aparece también en TAC., An. I 9, 1; y aunque no quepa excluir que se trate de una coincidencia, parece un indicio favorable a la paternidad tacítea del Diálogo. 121 Tiberio reinó del 14 al 37 d. C.; Gayo César, Calígula, del 37 al 41; Claudio, del 41 al 54, y Nerón, del 54 al 68. 122 Los fugaces emperadores del año 69 d. C. 123 Al parecer, el término statio, a partir de un sentido originario de «turno de guardia», se aplicó luego al cargo o puesto ocupado por alguna persona, pero referido a los emperadores más bien significaba los años de mandato por ellos ejercidos; v. MICHEL, 1962 y MAYER, 2001, ad loc. Ahora bien, como ya hacíamos en nuestro Prólogo § 1, siguiendo a BECK, 2001, no aceptamos que statio signifique «año», ni que la fecha dramática sea la comúnmente aceptada del año 75, sino la de 77/78. 124 Apro, obviamente, echa mano de supuestos excepcionales. 120, los de un saeculum naturale en una de las acepciones de ese término, son precisamente los años
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
senem qui se fatebatur ei pugnae interfuisse qua Caesarem inferentem arma Britanni arcere litoribus et pellere adgressi sunt. ita si eum, qui armatus C. Caesari restitit, uel captiuitas uel uoluntas uel fatum aliquod in urbem pertraxisset, aeque idem et Caesarem ipsum et Ciceronem 5 audire potuit et nostris quoque actionibus interesse. proximo quidem congiario ipsi uidistis plerosque senes qui se a diuo quoque Augusto 6 semel atque iterum accepissse congiarium narrabant; ex quo colligi potest et Coruinum ab illis et Asinium audiri potuisse —nam Coruinus in medium usque Augusti principatum, Asinius paene ad extremum durauit; ne diuidatis saeculum et antiquos ac ueteres uocetis oratores quos eorumdem hominum aures agnoscere ac uelut coniungere et copulare potuerunt. «Haec ideo praedixi ut si qua ex horum oratorum fama gloriaque 18 laus temporibus adquiritur, eam docerem in medio sitam et propiorem nobis quam Seruio Galbae aut C. Carboni quosque alios merito antiquos uocauerimus; sunt enim horridi et impoliti et rudes et informes et quos utinam nulla parte imitatus esset Caluus uester aut Caelius aut
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4 fatebatur c EV, Bo, Murgia (1979b, 246) : fateretur BCSU, edd. : fatentur Q • ei EV : et BbCc • britan(n)i(a)e codd., corr. Ernesti • aeque idem post Nissen, Koestermann, Winterbottom, Flach : idem Rhenanus, Heubner : equidem Bo, †equidem, Cabrillana : et quidem codd. • et Caesarem BCc : Caesarem b : et Caesarem quidem Lenchantin • 6 Coruinus…. Asinius transp. Borghesi, Heubner, Flach (‘sed ne quidem sic placet’, Winterbottom), Mayer (‘hesitantly’) • nam…. durauit secludendum susp. Gudeman • uocetis BbUEV, Winterbottom : uocitetis Cc , Koestermann, Heubner, Mayer, Flach • 1 haec BbcE : nec C • eam Halm, Goelzer, Andresen, Koestermann, Winterbottom, Heubner, Mayer : eandem codd., Michel, Bo, Flach • nulla BbCV : in nulla Δ : in ulla bE : in illa c ne in illa Muretus : ne illa Halm : non ulla parte Baehrens
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TÁCITO
contaba que había participado en la lucha en la que los britanos intentaron rechazar de sus costas y repeler a César cuando llevaba allí la guerra.125 Así, si a ese hombre que resistió arma en mano a Gayo César lo hubieran traído a la urbe el cautiverio o su voluntad o algún azar, también hubiera podido escuchar al propio César y a Cicerón y asimismo asistir a nuestros discursos. Y desde luego, 5 vosotros mismos habéis visto en el último reparto de víveres126 a muchos ancianos que contaban que también lo habían recibido del divino Augusto una vez y dos; de lo cual cabe colegir que aquellos 6 pudieron oír a Corvino127 y a Asinio, pues Asinio vivió hasta la mitad del principado de Augusto y Corvino casi hasta su final: así que no dividáis nuestra época ni llaméis antiguos y viejos oradores a los que los oídos de unos mismos hombres pudieron reconocer y, por así decirlo, unir y juntar. «He empezado por decir esto para hacer ver que, si de la fama y 18 gloria de estos oradores se saca un motivo de alabanza para sus tiempos, la misma se encuentra a mitad de camino y más cerca de nosotros que de Servio Galba o de Gayo Carbón128 y otros a los que con razón llamaríamos antiguos. En efecto, son bastos, ásperos, primitivos y amorfos, y ojalá no los hubieran imitado en ningún punto de vida que en CIC., De sen. 69, se atribuyen el mítico rey Argantonio de Tartessos, noticia que aparecía ya en HEROD., I 163 y también sería recogida por VAL. MAX. VIII 3, ext. 4. Véase también BERTI, 2009: 427 y n. 7. 125 Los desembarcos de César en Britania habían tenido lugar en los años 55 y 54 a. C. 126 Los congiaria, ya tradicionales, corrían por entonces a cargo del emperador. Al parecer, había habido uno en los años 71/72 d. C.; v. MAYER, 2001, ad loc. Recuérdese que Augusto había vivido hasta el 14 d. C. 127 Corvino murió el 13 d. C., un año antes que Augusto; Asinio hacia el 4/5 d. C. Por eso se ha aceptado invertir, siguiendo a Borghesi, el orden en que los dos nombres aparecen en los manuscritos. Aun así parece que el medium del texto no está justificado; pero (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc., propuso no interpretarlo en un sentido estricto, sino en el de «algo que —espacial o temporalmente— está alejado de los márgenes, del principio y el fin, etc.». 128 Servio Sulpicio Galba, cónsul en el 144 a. C., orador notable, luchó deslealmente con los lusitanos. G. Papirio Carbón, cónsul en 120, muy alabado por Cicerón.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
2 ipse Cicero. agere enim fortius iam et audentius uolo, si illud ante
praedixero, mutari cum temporibus formas quoque et genera dicendi. sic Catoni seni comparatus C. Gracchus plenior et uberior, sic Graccho politior et ornatior Crassus, sic utroque distinctior et urbanior et altior Cicero, Cicerone mitior Coruinus et dulcior et in uerbis magis elabora3 tus. nec quaero quis dissertissimus: hoc interim probasse contentus sum, non esse unum eloquentiae uultum, sed in illis quoque quos uocatis antiquos plures species deprehendi, nec statim deterius esse quod diuersum est, uitio autem malignitatis humanae uetera semper in 4 laude, praesentia in fastidio esse. num dubitamus inuentos qui pro Catone Appium Caecum magis mirarentur? satis constat ne Ciceroni quidem obtrectatores defuisse, quibus inflatus et tumens nec satis pressus sed supra modum exultans et supefluens et parum Atticus 5 uideretur. legistis utique et Calui et Bruti ad Ciceronem missas missas epistulas, ex quibus facile est deprehendere Caluum quidem Ciceroni
2 istud Bb, Michaelis • 3 b2 s. lin. : om. cett. • 4 pro codd., Gudeman, Halm : prae Groslotius, ed. Bipont., Goelzer • magis del. Schurzfleisch • Atticus Ursinus, Lipsius : antiqus V: antiquus cett. codd. : uidetur Cc U
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TÁCITO
vuestro admirado Calvo, o Celio o el propio Cicerón. Y es que ya quiero tratar el asunto con más valentía y atrevimiento, tras decir previamente que con los tiempos también cambian las formas y géneros de la oratoria. Así, comparado con Catón el Viejo, Gayo Graco129 es más pleno y más rico; así también Craso130 más pulido e ilustrado que Graco; así, más distinguido, más urbano y más elevado que uno y otro, Cicerón; más suave que Cicerón, Corvino, y también más grato y más trabajado en sus palabras. Y no me pregunto quién fue el más elocuente: por ahora me contento con haber demostrado que no es uno solo el rostro de la elocuencia, sino que también entre los que llamáis antiguos se observan varias especies, y que lo que es distinto no es, sin más, peor; y que, sin embargo, por vicio de la malevolencia humana, las cosas antiguas siempre son objeto de alabanza, las presentes son motivo de desdén.131 ¿Acaso dudamos de que se ha encontrado a algunos que en comparación con Catón admiraban más a Apio el Ciego?132 Consta que ni siquiera a Cicerón le faltaron detractores, a los que les parecía hinchado y ampuloso y no lo bastante conciso, antes bien exageradamente exultante y desbordado y poco ático.133 Habéis leído, sin duda, las cartas que Calvo y Bruto escribieron a Cicerón, de las cuales es fácil deducir que, desde luego, a Cicerón 129 M. Porcio Catón, el Censor o el Viejo (234-149 a. C.), símbolo de las viejas virtudes romanas, historiador y orador; y G. Sempronio Graco, el menor de los dos hermanos que encabezaron las reivindicaciones plebeyas, asesinado en el 121 a. C. Fue un orador brillante. 130 L. Licinio Craso, cónsul en el 95. Cicerón hizo de él su personaje predilecto del De oratore. 131 Sobre este tópico véase (HEUBNER-)GÜNGERICH, ad loc. 132 Censor en el 312, cónsul en 307 y 296 a. C., había pronunciado en el senado un famoso discurso contra las paces con Pirro, rey del Epiro. 133 El ideal oratorio del aticismo pretendía imitar el puro estilo de los oradores atenienses y del historiador Tucídides, puro, claro y conciso (pressus). Se lo tenía por contrario al más exuberante del asianismo; pero las diferencias entre uno y otro están menos claras de lo deseable. En cuanto a los detractores de Cicerón v. (HEUBNER-) GÜNGERICH, ad loc., con bibliografía, en la que destacan las relativamente encontradas intervenciones de dos grandes filólogos: NORDEN, 19156: 184 ss.; 361 ss. y WILAMOWITZ, 1900: 1-52. Sobre las críticas y diferencias entre los aticistas y Cicerón véase también QUINT., I.O. XX 1, 22 y X 113. Hemos tocado el asunto en MORALEJO, 1983: 191.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
uisum exsanguem et attritum, Brutum autem otiosum atque diiunctum, rursusque Ciceronem a Caluo quidem male audisse tamquam solutum et eneruem, a Bruto autem, ut ipsius uerbis utar, tamquam 6 ‘fractum et elumbem’. si me interroges, omnes mihi uidentur uerum dixisse. sed mox ad singulos ueniam; nunc mihi cum uniuersis negotium est. «Nam quatenus antiquorum admiratores hunc uelut terminum 19 antiquitatis constituere solent †qui usque ad Cassium†, quem reum faciunt, quem primum adfirmant flexisse ab illa uetere atque derecta dicendi uia, non infirmitate ingenii nec inscitia litterarum transtulisse 2 se ad illud dicendi genus contendo, sed iudicio et intellectu. uidit namque, ut paulo ante dicebam, cum condicione temporum et diuersitate aurium formam quoque ac speciem orationis esse mutandam. facile perferebat prior ille populus, ut imperitus et rudis, impeditissimarum orationum spatia, atque id ipsum laudabat si dicendo quis 3 diem eximeret. iam uero longa principiorum praeparatio et narrationis alte repetita series et multarum diuisionum ostentatio et mille argumentorum gradus et quidquid aliud aridissimis Hermagorae et Apollodori libris praecipitur in honore erat. quod si quis odoratus
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5 attritum codd., Nipperdey, John : aridum Schulting, Goelzer • deiunctum b : disiunctum : discinctum Rutgers, Lipsius • quidem autem Bb • et elumbem E : atque elumbem cett. • 6 interrogas Cc • uenias Bb 1 qui usque ad Cassium codd., Bo (‘sc. est, procedit, sim.’) : (‘lacunose’, Winterbottom, qui crucibus inser.) : an usque… b2, Michel : (solent) , (quem) Andresen, Koestermann Heubner : ad Cassium Flach : usque ad Cassium Mayer, qui locum corruptum putat : [qui usque ad] Cassium Oniga : qui del. Lenchantin, alii alia • illa b2cEV : ista Bb1c , Michel • derecta Baehrens (cf. 5,5), Winterbottom : directa codd., Michel Koestermann, Heubner, Flach • illud codd. pler. : id QSU : aliud Andresen, Goelzer • 2 cum et temporum om. CQSU • ille codd. pler. : iste Bb • impeditissimarum Muretus : imperitissimarum codd. : laudi dabatur c EV • 3 aliud om. C : odoratus b2HE2V2 : adoratus Bb1CcQE1V: adortus Baehrens
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TÁCITO
Calvo le parecía exangüe y consumido y Bruto ocioso y flojo; y a la inversa, por supuesto, que Cicerón hubo de oír críticas de Calvo por falto de ritmo y carente de nervio, y de Bruto —usando de sus propias palabras— por ‘lánguido y deslomado’. Si me preguntas, me parece 6 que todos dijeron la verdad; pero luego trataré de cada uno de ellos, pues ahora tengo que ocuparme de todos en conjunto. «Pues bien, en cuanto a lo de que los admiradores de los antiguos 19 suelen fijar esta especie de límite de la antigüedad, yo no sostengo que Casio ,134 al que convierten en culpable y del que afirman que fue el primero en apartarse del viejo y recto camino de la oratoria, se pasara a aquel tipo de elocuencia por falta de talento ni por ignorancia de las letras, sino a conciencia y entendiendo lo que hacía. En efecto, 2 el vio que, como hace un momento decía, con la condición de los tiempos y la diversidad de auditorios también la forma y manera de la oratoria tenía que cambiar. Aquel pueblo de antes soportaba fácilmente, como inexperto e inculto que era, la duración de aquellos discursos tan recargados e incluso alababa a quien fuera capaz de consumir hablando un día entero. Más aún: la larga preparación de los exordios, la conca- 3 tenación de la narración, que se remontaba a muy atrás, la exhibición de muchas divisiones,135 los mil grados de los argumentos y todas las demás cosas que se enseñan en los aridísimos libros de Hermágoras y Apolodoro,136 eran objeto de estima; y si a alguno le parecía haber
134 Según puede verse, damos el pasaje por corrupto como hacen varios otros editores. En todo caso, la forma Cassium sí puede considerarse como transmitida, y el cognomen Seuerum parece claro por 24, 1; v. (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc. Nuestra traducción es conjetural. Casio Severo fue un orador exitoso e innovador de los tiempos de Tiberio, al que Apro parece considerar como «el primer representante del estilo nuevo, moderno y también mejor» que él propugna; véase DÖPP, 1995: 215. HELDMANNN, 1982: 297; en opinión de Tácito, Casio sería el símbolo de un cambio de época. 135 Referencia a algunas de las partes canónicas del discurso, que según la Rhet. ad Heren. I 3, 4 eran: exordium, narratio, diuisio, confirmatio, confutatio y conclusio. 136 Hermágoras de Temnos, retórico del s. II a. C., caracterizado por su afición a la casuística; Apolodoro de Pérgamo, maestro de retórica del joven Octaviano. Sus obras no se conservan; v. (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
philosophiam uideretur atque ex ea locum aliquem orationi suae 4 insereret, in caelum laudibus ferebatur. nec mirum; erant enim haec
noua et incognita, et ipsorum quoque oratorum paucissimi praecepta 5 rhetorum aut philosophorum placita cognouerant. at hercule peruul-
gatis iam omnibus, cum uix in corona quisquam adsistat quin elementis studiorum, etsi non instructus, at certe imbutus sit, nouis et exquisitis eloquentiae itineribus opus est, per quae orator fastidium aurium effugiat, utique apud eos iudices qui ui et potestate, non iure et legibus cognoscunt, nec accipiunt tempora sed constituunt, nec spectandum habent oratorem dum illi libeat de ipso negotio dicere, sed saepe ultro admonent atque alio transgredientem reuocant et festinare se testantur. 20 «Quis nunc feret oratorem de infirmitate ualetudinis suae praefantem, qualia sunt fere principia Coruini? quis quinque in Verrem libros expectabit? quis de exceptione et formula perpetietur illa inmensa 2 uolumina quae pro M. Tullio aut Aulo Caecina legimus? praecurrit hoc tempore iudex dicentem et nisi aut cursu argumentorum aut colore sententiarum aut nitore et cultu descriptionum inuitatus et corruptus
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uideretur bE2 : uidetur BCcE1V • orationis Cc • inserere bV • ferebantur BQE • 4 erat BCcE • paucissima Cc • 5 corona Ursinus, Heubner (post Delz, Mus. Helv. 27, 1970, 239 sqq.), Mayer; cf. Sen., Ep.114, 12 : cortina codd., Goelzer, Michel, Koestermann (‘suspectum), Winterbottom, Bo, Flach, Cabrillana • quin Lipsius, Muretus : qui codd. • et certe c • itineribus Bb2CcE : generibus b1 • ui om. Bb1, sed superscripsit b2 • iure aut Bb • aut legibus Bb, Halm • nec accipiunt BbCQ : et accipiunt c EV • exspectandum c EV : exspectando C : exspectantem Bb 1 infinitate QSU : infinitae C • fabulantem (f`’antem C), Andresen •: de exceptione b2E: exceptione BbCc • ista B • perpetretur C • aut codd. : et b • 2 iudex dicentes Bb2
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TÁCITO
olfateado la filosofía e insertaba en su discurso algún tópico tomado de ella, las alabanzas lo elevaban hasta el cielo. Y no es de extrañar, pues 4 todo eso eran cosas nuevas y desconocidas, e incluso entre los propios oradores eran poquísimos los que conocían los preceptos de los rétores o de los filósofos. Mas, vaya que sí, divulgados ya todos ellos, y cuando 5 apenas se encuentra en el corro de oyentes nadie que, aunque no esté instruido, no haya tenido al menos un cierto barniz de estudios elementales, se hacen necesarios nuevos y escogidos caminos para la elocuencia, por los cuales el orador evite el hastío de los oyentes y, desde luego, ante los jueces que conocen de los asuntos en virtud de su potestad, no del derecho y de las leyes, y no admiten plazos de tiempo, sino que los fijan ellos, y no se paran a esperar a que el orador tenga a bien hablar del asunto mismo, sino que a menudo se adelantan a amonestarlo, y le advierten que vuelva al asunto cuando se pasa a otro y dejan claro que tienen prisa. «¿Quién soportará ahora a un orador que empiece hablando de su 20 mal estado de salud,137 como suelen ser los exordios de Corvino? ¿Quién podrá escuchar hasta el final los cinco libros contra Verres?138 ¿Quién sobrellevará aquellos interminables rollos sobre la excepción y la fórmula139 que leemos en la Defensa de Marco Tulio y en la de Aulo Cécina?140 En estos tiempos el juez va por delante del que 2 habla; y si este no lo atrae y seduce, ya por la marcha de los argumentos, ya por el colorido de las sentencias, ya por el brillo y ornato de 137 De semejante procedimiento de captatio beneuolentiae también trata QUINTIL., I. O. IV 1, 8, y precisamente con referencia a Mesala Corvino, al que, sin embargo, mira con simpatía. (HEUBNER-)GÜNGERICH, ad loc., hace ver que Apro aprovechó la imagen favorable que Quintiliano da del orador para hacer su «caricatura». Este es uno de los varios testimonios que impide datar el Diálogo antes del 95/ 96, fecha de la publicación de la Institutio Oratoria; véase también BARNES, 1986: 230 y su referencia a GÜNGERICH. 138 Las famosas Verrinas, que Cicerón no llegó a pronunciar enteras, pues el acusado desistió de su defensa antes de concluir el proceso. 139 En efecto, «rollos» eran los uolumina. Las formulae eran las cláusulas convenidas o dictadas por el pretor sobre las cuestiones a decidir en un procedimiento. Las exceptiones se establecían en beneficio de los acusados. 140 Dos discursos de Cicerón; el Pro M. Tullio solo se conoce de manera fragmentaria por un palimpsesto.
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DIALOGVS DE ORATORIBVS
3 est, auersatur [dicentem]. uulgus quoque adsistentium et adfluens et
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uagus auditor adsueuit iam exigere laetitiam et pulchritudinem orationis , nec magis perfert in iudiciis tristem et impexam antiquitatem quam si quis in scaena Rosci aut Turpionis [aut] Ambiui exprimere gestus uelit. iam uero iuuenes et in ipsa studiorum incude positi, qui profectus sui causa oratores sectantur, non solum audire sed etiam referre domum aliquid inlustre et dignum memoria uolunt, traduntque in uicem ac saepe in colonias ac prouincias suas scribunt, siue sensus aliquis arguta et breui sententia effulsit siue locus exquisito et poetico cultu enituit. exigitur enim iam ab oratore etiam poeticus decor, non Acci ac Pacuui ueterno inquinatus sed ex Horati et Vergili et Lucani sacrario prolatus. horum igitur auribus et iudiciis obtemperans nostrorum oratorum aetas pulchrior et ornatior extitit. neque ideo minus efficaces sunt orationes nostrae, quia ad aures iudicantium cum uoluptate perueniunt. quid enim si infirmiora horum temporum templa credas quia non rudi caemento et informibus tegulis extruuntur, sed marmore nitent et auro radiantur? «Equidem fatebor uobis simpliciter me in quibusdam antiquorum uix risum, in quibusdam autem uix somnum tenere. nec unum de populo †ganuti aut atti de furnio et coranio† quique alii in eodem ualetudinario haec ossa et hanc maciem probant: ipse mihi Caluus, aduersatur CcE • [dicentem] del. Schele, pler. edd. • 3 scaena edd. : scena HE : sc(a)enam BvCQ : caena V : c(o)enam BSU • [aut] Ambiui del. Lipsius, pler. edd. : aut Roscii aut Turpionis Ambiuii Bo • 4 nec solum Bb • adire Cc EV • ac prouincias bc • sensus Muretus : color Baehrens : in suis codd. • 5 exigitur Lipsius, pler. edd. : exigetur c , Michel : exercitur B1V1 : exercetur B2bCc2EV2 • enim om.Cc • paucubii b: pacubii b2 • 6 pr(a)eueniunt CV 1 nec unum , Michel • ganuti…. coranio crucibus inser. Winterbottom, Mayer : Canutium Gronovius, Koestermann, Heubner : (de populo) Canuti Puteolanus, Goelzer, Michel, Bo, Flach, Cabrillana (canuti b2 : ganuti BcEV2 : gannuti V1 : sanuti uel sed anuti b1C) : aut Attium Michaelis, Koestermann, Heubner : Arrium Gronovius (atti BC : ati QSU : acti E : arti V) : Attii Bo Flach, Cabrillana : Atti Goelzer, Michel : John, Koestermann, Heubner, Flach, al. alia : toranio bH, Goelzer, Heubner : coranio BCcE, Koestermann : de (sc. populo) Furnii et Toranii Bo, Cabrillana : de Furnio et Toranio, Michel, al. alia • quique alias, Michel : alii Lipsius, Acidalius, Koestermann, Winterbottom, Flach : quique alios Bb, †quique alios Goelzer : que alios EV : alios Cc : quosque alios Gronovius, Heubner : aliosque qui Bo, Cabrillana • haec macies Gronovius, Heubner
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TÁCITO
las descripciones, no hace caso [del que habla]. También la masa de los asistentes y los muchos que van de un lado para otro y se paran a escuchar están ya habituados a exigir gracia y belleza en el discurso, y en los juicios no toleran una severidad y un desaliño arcaicos en mayor medida que si alguno pretendiera reproducir en la escena los gestos de Roscio o de Turpión Ambivio.141 Y pasando ya a los jóvenes y a los que están en el propio yunque de los estudios, que siguen a un orador para hacer progresos, no sólo quieren oír, sino también llevarse a casa algo notable y digno de recuerdo; y así se pasan unos a otros, y a menudo mandan por escrito a sus colonias y provincias, los casos en que una idea ha resplandecido en una sentencia ingeniosa y breve, o un lugar común ha brillado por su ornato exquisito y poético. Y es que al orador ya se le exige también una belleza poética, no contaminada por el moho de Accio o de Pacuvio,142 sino sacada del santuario de Horacio y de Virgilio y de Lucano. Así, pues, acomodándose a los oídos y criterios de este público, la generación de nuestros oradores ha llegado a ser más vistosa y más elegante; y no por ello son menos eficaces nuestros discursos, porque llegan aportando placer a los oídos de los que juzgan. En efecto, ¿qué sería si creyeras que los templos de estos tiempos nuestros son menos firmes porque no se construyen con hormigón basto y ladrillos informes, sino que brillan con sus mármoles y relucen con sus oros? «A decir verdad, os confesaré sinceramente que en algunas obras de los antiguos apenas puedo contener la risa, y en algunas otras el sueño. Y no de uno del montón, como anuc o A de Furnio y Toranio143 y de los demás que en el mismo hospital dan por buenos estos huesos y esta consunción: 141 Dos famosos actores teatrales. L. Ambivio Turpión había brillado en la representación de las comedias de Terencio, en la primera mitad del siglo II a. C. Q. Roscio Galo fue amigo de Cicerón, que lo defendió en un pleito. 142 Los dos grandes poetas trágicos de la Roma arcaica. Cicerón, siendo joven, aún alcanzó a oír a Accio recitando sus obras. 143 «Hopelessly corrupt», según MAYER, 2001, ad loc., quien anota con mucha razón que «the chance of succesful emendation is diminished by the very nature of what Aper is saying: he is not going to denigrate small fry (unum de populo), of whom he gives representative exemples. Not surprisigly we have never heard of them». Pero
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cum unum et uiginti, ut puto, libros reliquerit, uix in una aut altera ora2 tiuncula satis facit. nec dissentire ceteros ab hoc meo iudicio uideo:
quotus enim quisque Calui in Asicium aut in Drusum legit? at hercule in omnium studiosorum manibus uersantur accusationes quae in Vatinium inscribuntur, ac praecipue secunda ex his oratio; est enim uerbis ornata et sententiis, auribus iudicum accommodata, ut scias ipsum quoque Caluum intellexisse quid melius esset, nec uoluntatem ei quo sublimius et cultius diceret, sed ingenium ac uires defuisse. 3 quid? ex Caelianis orationibus nempe eae placent, siue uniuersae partes earum in quibus nitorem et altitudinem horum temporum 4 agnoscimus. sordes autem illae uerborum et hians compositio et inconditi sensus redolent antiquitatem; nec quemquem adeo antiquarium puto ut Caelium ex ea parte laudet qua antiquus est. 5 «Concedamus sane C. Caesari ut propter magnitudinem cogitationum et occupationes rerum minus in eloquentia effecerit quam
aut altera Puteolanus : et altera codd. • 2 asicium EV : asitium BbCc • omnium Acidalius, Koestermann, Winterbottom, Heubner : hominum codd., Michel, Flach • inscribuntur Lipsius : scribuntur c : conscribuntur cett. codd., Bo • ex hiis b • quo suppl. Halm, pler. edd.: quo codd., Michel : quin Puteolanus • et uires E • 3 e(a)e BE : ea V : ex C : hae(c) QSU • uniuersae siue partes earum Pithoeus : uniuersa parte serum BbCcE : in uniuersa parte seu b2 • 4 ill(a)e c VE, Murgia (1977, 337) Heubner, Merklin (A&A 1988, 175 n. 10), Bo, Mayer : regulae Bb1CH, quod crucibus inser. Winterbottom, del. b2, Michel, Koestermann, probat Flach : re Q (‘relicto trium litterarum spatio’, Winterbottom) : del. b2 • reddent c ; reliquae Sorof • 5 minus om. c • eloquentia E : eloquentiam Cc V
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TÁCITO
el propio Calvo, aunque dejó veintiún libros, según creo, a mí apenas me satisface en uno o dos discursillos. Y no veo que los demás disientan de este juicio mío; en efecto, ¿cuántos leen los discursos de Calvo Contra Asicio o Contra Druso? En cambio, vaya que sí, corren por mano de todos los estudiosos las acusaciones tituladas Contra Vatinio144 y especialmente el segundo de esos discursos. En efecto, es elegante en sus palabras y contenidos, acomodado a los oídos145 de los jueces, de manera que puede verse que también el propio Calvo comprendió qué era lo mejor, y que no le faltó voluntad de hablar de manera más elevada y cuidada, sino el talento y las fuerzas. ¿Pues qué? Sabido es que de los discursos de Celio gustan, ya por entero, por partes, aquellos en los que reconocemos el brillo y la profundidad propios de estos tiempos. En cambio, aquellas impurezas de su vocabulario146 y su composición entrecortada y sus sentencias descuidadas huelen a antiguo; y a nadie lo considero tan amante de lo antiguo que alabe a Celio precisamente por la parte en que es antiguo. «Concedamos, por supuesto, a Gayo César,147 que fue por la magnitud de sus designios y ocupaciones políticas por lo que logró en la
pueden salvarse algunos restos del naufragio: hay un P. Canucio citado en CIC., Brut. 205, que Gronovius identificó en el ganuti del texto; al igual que en atti, al Q. Arrio de CIC., Brut. 242. Un G. Furnio es conocido por el mismo autor, del que parece haber sido amigo. Un Toranio aparece citado por F. MÜNZER en PAULY-WISSOWA, 6, 1725, n.º 2; v. (HEUBNER-)GÜNGERICH, 1980, ad loc. MICHEL, 1962, ad loc., recuerda a un Toranio que fue tutor de Octavio (SUET., D. Aug. 27). 144 Tanto estos discursos como los anteriormente citados de Calvo se han perdido. 145 Sobre auribus… accommodata (HEUBNER-)GÜNGERICH 1980, cita CIC., De or. II 159; oratio multitudinis est auribus accommodata; pero también podríamos recordar del propio Tácito (An. XIII 3): ingenium amoenum et temporis eius auribus accommodatum… (sobre Séneca). 146 Otro locus disputatus. Siguiendo a MURGIA, 1977, 337, eliminamos el regulae de los mss., como resto parásito de una abreviatura de illae. WINTERBOTTOM lo había dado por corrupto; por el contrario, FLACH, 2005 lo mantiene, y traduce «Die Unsauberkeiten aber in der Grammatik [der Wort- und Satzlehre als Regelwerk der Sprache»], y anota que «So verstanden braucht der Genitiv regulae in der Wortverbindung sordes regulae uerborum weder getilgt noch abgeändert zu werden…»; v. también MAYER, 2001, ad loc. 147 Julio César, obviamente.
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diuinum eius ingenium postulabat, tam hercule quam Brutum philosophiae suae relinquamus; nam in orationibus minorem esse fama sua etiam admiratores eius fatentur. nisi forte quisquam aut Caesaris pro Decio Samnite aut Bruti pro Deiotaro rege ceterosque eiusdem lentitudinis ac teporis libros legit, nisi qui et carmina eorundem miratur; fecerunt enim et carmina et in bibliothecas rettulerunt, non melius quam Cicero, sed felicius, quia illos fecisse pauciores sciunt. «Asinius quoque, quamquam propioribus temporibus natus sit, uidetur mihi inter Menenios et Appios studuisse: Pacuuium certe et Accium non solum tragoediis sed etiam orationibus suis expressit; adeo durus et siccus est. oratio autem, sicut corpus hominis, ea demum pulchra est in qua non eminent uenae nec ossa numerantur, sed temperatus ac bonus sanguis implet membra et exurgit toris ipsosque neruos rubor tegit et decor commendat. nolo Coruinum insequi, quia non per ipsum stetit quominus laetititiam nitoremque nostrorum temporum exprimeret; uidemus enim quam iudicio eius uis aut animi aut ingenii suffecerit. «Ad Ciceronem uenio, cui eadem pugna cum aequalibus suis fuit quae mihi uobiscum est; illi enim antiquos mirabantur, ipse suorum temporum eloquentiam anteponebat; nec ulla re magis eiusdem aetatis oratores praecurrit quam iudicio. primus enim excoluit orationem, primus et uerbis delectum adhibuit et compositioni artem; locos
quae c • hercle Bb • 6 Decidio John (coll. Cic., Cluent. 161) : decio codd. • teporis Lipsius : temporis codd. • mirantur b2 • bybliothecis b • quia illos b2CcEV : qui istos Bb1 • 8 rubor bQHU, Michel, Koestermann, Winterbottom, Flach : rubore BccEV, Lipsius, Heubner, Cabrillana : robur b • decore Lipsius, Goelzer, Heubner : decor codd., Michel, Koestermann Winterbottom, Bo, Flach, Mayer, Cabrillana • tegit codd., pler. edd. : tingit Schulting, Mayer • decore Lipsius, Heubner, 9 quia non CQSU, Winterbottom, Heubner : quia nec Bb, Flach • uidemus enim quam Baehrens, John, Winterbottom, Heubner (uidemus iam Acidalius, Schulting [non ‘Schultigh’], quam iam b2) : uiderimus inquam BbCc : in quantum EV, Acidalius, Goelzer, Michel : ins.Acidalius : et uiderimus, quam Flach • uis an E 1 oratores etatis eiusdem Bb, Halm • 2 dilectum EV, Halm
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TÁCITO
elocuencia menos de lo que su divino talento pedía; al igual, vaya que sí, que hemos de dejar a Bruto con su filosofía,148 pues incluso sus admiradores reconocen que fue inferior a su fama en sus discursos; a no ser que alguien lea o bien los libros de César En defensa de Deci Samnita o bien los de Bruto En defensa del rey Deyótaro149 y los demás de la misma languidez y tibieza; a no ser que admire también los poemas que dejaron. En efecto, también hicieron poemas y los hicieron llegar a las bibliotecas, no mejor que Cicerón,150 pero sí con más fortuna, porque son menos los que saben que los hicieron. «También Asinio, aunque naciera en tiempos más cercanos, me da la impresión de que hubiera estudiado entre los Menenios y los Apios. Desde luego, a Pacuvio y a Accio los imitó no sólo en sus tragedias, sino también en sus discursos; así es de duro y de seco. Mas a fin de cuentas, es hermoso el discurso en el que, como en el cuerpo humano, no se resaltan las venas ni se cuentan los huesos, sino que una sangre bien templada y sana llena los miembros y destaca en los músculos, y el color sonrosado cubre los nervios y realza la belleza. No quiero atacar a Corvino, porque tampoco dependió de él el que no expresara el encanto y el brillo propio de nuestros tiempos; pues vemos hasta qué punto la fuerza de su ánimo o de su talento estuvo a la altura de su buen criterio. Paso a Cicerón, que tuvo con sus coetáneos la misma lucha que yo con vosotros. Pues ellos admiraban a los antiguos, él ponía por delante la elocuencia de sus propios tiempos; y en ninguna cosa se adelantó más a los oradores de su generación que en su buen criterio. En efecto, fue el primero en pulir el discurso, también el primero en aplicar la selección de las palabras y el arte a la Como se sabe, Bruto, el cesaricida, era un devoto de la filosofía estoica. Unos y otros perdidos. Deyótaro era un reyezuelo de Galacia muy afín a los romanos. Fue defendido por Cicerón y por Bruto de sus responsabilidades por su adhesión a Pompeyo en la guerra civil. 150 Sabido es que Cicerón cultivó sin gran éxito la musa poética. Nos han llegado bastantes versos de sus Aratea, traducción de los Phaenomena de Arato, y algunos del De consulatu suo y del De temporibus suis, en los que se percibe la vanidad un tanto infantil que a veces aqueja a los grandes hombres. 148 149
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quoque laetiores adtemptauit et quasdam sententias inuenit, utique in iis orationibus quas senior iam et iuxta finem uitae composuit, id est, postquam magis profecerat usuque et experimentis didicerat quod 3 optimum dicendi genus esset. nam priores eius orationes non carent uitiis antiquitatis: lentus est in principiis, longus in narrationibus, otiosus circa excessus; tarde commouetur, raro incalescit; pauci sensus apte et cum quodam lumine terminantur. nihil excerpere, nihil referre possis, et uelut in rudi aedificio firmus sane paries et duraturus, sed 4 non satis expolitus et splendens. ego autem oratorem, sicut locupletem ac lautum patrem familiae, non eo tantum uolo tecto tegi quod imbrem ac uentum arceat, sed etiam quod uisum et oculos delectet; non ea solum instrui supellectili quae necessariis usibus sufficiat, sed sit in apparatu eius et aurum et gemmae, ut sumere in manus et aspicere 5 saepius liceat. quaedam uero procul arcentur ut iam obliterata et olentia; nullum sit uerbum uel rubigine infectum, nulli sensus tarda et inerti structura in morem annalium componantur; fugitet foedam et insulsam scurrilitatem, uariet compositionem, nec omnes clausulas uno et eodem modo determinet.
lectiores b2, latiores iterata correctione superscriptum • in hi(i)s CQSUEV • iam senior BbE, dub. Gudeman • gentes b, corr. b2 • esset E, Gudeman, Goelzer : est cett. codd., Michel • 3 apte et Acidalius, edd. : opt. et BQ : opt. … et b (spatio relicto) : optet cE (spatio relicto) V • possis : est uelut Baehrens • 4 lautum Lipsius : laudatum codd. • supellectile BbUEV, pler. edd. : supellectili Cc , Flach, cf. KühnerHolzweissig I 331 • et aspicere B : ut aspicere CcEV : aut aspicere QSU • liceat codd. : libeat Agricola, pler. edd. : • 5 arceantur Lipsius : arcentur codd. : uel Rhenanus : uel codd. : uel coni. Ritter • fugiet Cc : fugiat H : fugit et cett. • terminet U, Lipsius
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TÁCITO
composición, y también ensayó algunos motivos más gratos e inventó algunas sentencias; desde luego, en los discursos que compuso ya viejo y cerca del final de su vida, es decir, cuando más claro tenía por la costumbre y la experiencia cuál era la mejor clase de oratoria.151 En efecto, sus discursos precedentes no carecen de 3 defectos propios de la antigüedad: es flojo en los exordios, prolijo en las narraciones, ocioso en las digresiones; se conmueve a duras penas, raramente se inflama; pocos pensamientos se rematan bien y con cierto brillo. Nada se podría sacar ni repetir de ahí, al igual que en un edificio primitivo el muro es bien firme y duradero, pero no lo bastante pulido y brillante. Y es que yo quiero que el orador, 4 como un padre de familia rico y refinado, no sólo esté cubierto por un techo que ponga coto a la lluvia y al viento, sino también que deleite la mirada y los ojos; que no sólo esté provisto del ajuar que baste para las necesidades inmediatas, sino que también haya en su mobiliario oro y gemas, para que pueda152 tomarlas en sus manos y contemplarlas a menudo. Cierto que algunas cosas deben 5 desecharse como ya obsoletas y rancias: no ha de haber palabra alguna, por así decirlo manchada de herrumbre, no han de componerse frases de estructura tarda e inerte, a la manera de los anales;153 hay que huir de las gracias viles e insulsas, dar variedad a la narración y no terminar todas las cláusulas de uno y el mismo modo.
151 MICHEL, 1962, ad loc., anota que el propio Cicerón (Or. 107 ss.) se mostraba poco satisfecho de algunos discursos de su juventud. 152 Frente al liceat de los mss., que aquí adoptamos, la mayoría de editores prefiere la corrección libeat del humanista Agrícola. A nuestro entender, esta no está justificada, porque tratándose de una oración final que manifiesta una intención del hablante, es de esperar en ella un verbo que posea el rasgo semántico «+control» que libeat no tiene: el que al paterfamilias aquí figurado «le guste o no» tomar en sus manos las riquezas dichas no está bajo la potestad de quien formula la intención. 153 Las formas más primitivas y elementales de la historiografía romana.
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«Nolo inridere ‘rotam Fortunae’ et ‘ius Verrinum’ et illud tertio quoque sensu in omnibus orationibus pro sententia positum ‘esse uideatur’. nam et haec inuitus rettuli et plura omisi, quae tamen sola 2 mirantur atque exprimunt ii qui se antiquos oratores uocant. neminem nominabo, genus hominum significasse contentus; sed uobis utique uersantur ante oculos isti qui Lucilium pro Horatio et Lucretium pro Vergilio legunt, quibus eloquentia Aufidi Bassi et Seruili Noniani ex comparatione Sisennae aut Varrone sordet, qui rhetorum nostrorum 3 commentarios fastidiunt [oderunt], Calui mirantur. quos more prisco apud iudicem fabulantes non auditores sequuntur, non populus audit, uix denique litigator perpetitur; adeo maesti et inculti illam ipsam quam iactant sanitatem non firmitate sed ieiunio consequuntur. 4 porro ne in corpore quidem ualetudinem medici probant quae animi
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1 ‘rotam Fortunae’, Cic. Pis. 22; ‘ius uerrinum’ (uetrinum Bb), II Verr. 1, 121. • istud B • inuitus b2 : inuitatus Bb1CcE • uocant Lipsius, Koestermann, Winterbottom, Heubner : uocitant Schurzfleisch, Michel : uocabant codd., Flach • 2 isti del. b2 : om. HUV • aufidi E, Winterbottom, Heubner : aufidii V, Flach : tui fidi Bbc : cui fidi C • oderunt Bb1 CcE, Michel, al. : et oderunt b2 : uel oderunt Flach : del. Heumann, Koestermann, Winterbottom, Heubner • 3 illam Bb1CcE, Winterbottom, Heubner : istam Bb1, Flach : illam cett. codd.• non firmitate Acidalius : infirmitatem CcEV : infirmitatemque B • consequuntur BbQEV : consequentur c : consequenter C (perperam ‘consequentur’, Flach, in app.) : consequantur SU
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TÁCITO
«No quiero reírme de lo de «la rueda de la Fortuna»,154 ni de lo 23 del ius Verrinum,155 ni de aquello otro del esse uideatur, puesto cada tres frases a modo de sentencia156 en todos los discursos. Pues no sólo he recordado esto de mala gana, sino que además he omitido muchas otras cosas que, sin embargo, son las únicas que admiran e imitan los que se llamaban oradores antiguos. No nombraré a ninguno, con- 2 tentándome con haber indicado de qué clase de gente se trata; sin embargo, vosotros sí que tenéis ante los ojos a esos que leen a Lucilio antes que a Horacio y a Lucrecio157 antes que a Virgilio; a los que la elocuencia de Aufidio Baso o de Servilio Noniano, en comparación con la de Sisena o la de Varrón,158 les parece despreciable; que se aburren [aborrecen] con los comentarios159 de nuestros rétores y admiran los de Calvo. A éstos, cuando hablan a la manera antigua 3 ante el juez, no los siguen los oyentes, no los escucha el pueblo, en fin, apenas los soporta litigante alguno; hasta tal punto, tristes y desastrados, aquella misma salud de la que presumen la consiguen no por el vigor, sino por el ayuno. Desde luego, tampoco en el cuerpo 4 los médicos aprueban la salud que se produce por la ansiedad del alma; poca cosa es no estar enfermo, yo quiero a un hombre fuerte,
154 Figura ciceroniana (In Pis. 22) llamada a tener no poco éxito en la posteridad. Sobre esa ya tópica metáfora, a la que le esperaba un largo Fortleben medieval y moderno, véase ROBINSON, 1946. 155 Un chiste fácil que Cicerón (Verr. I 121) pone en boca de algunas de las víctimas de Verres: a primera vista significaba «el derecho de Verres»; pero también podía entenderse como «caldo de verraco». Se lo alude en QUINTIL, I. O. VI 3, 4. 156 Cláusula métrica de crético+troqueo, bastante usada por Cicerón; pero aquí se la alude como si la hubiera empleado «a modo de sententia», la manera entonces habitual de cerrar un período. 157 Indicio claro de que se estaba abriendo camino el movimiento arcaizante que se impondría en el siglo II. G. Lucilio había sido, en la segunda mitad del siglo II a. C., pasaba por ser el padre de la sátira; Horacio con las suyas lo relegaría al olvido. 158 Aufidio Baso y Servilio Noniano fueron dos notables historiadores del siglo I d. C. Frente a ellos, Cornelio Sisena y Varrón representaban la historiografía si no arcaica, sí arcaizante. 159 Según MAYER, 2001, ad loc., que sigue a Winterbottom y Reitzenstein, los commentarii eran ‘model speeches’.
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anxietate contingit. parum est aegrum non esse: fortem et laetum et alacrem uolo. prope est ab infirmitate in quo sola sanitas laudatur. 5 «Vos uero, dissertissimi, ut potestis, ut facitis, inlustrate 6 saeculum nostrum pulcherrimo genere dicendi. nam et te, Messalla, uideo laetissima quaeque antiquorum imitantem, et uos, Materne et Secunde, ita grauitati sensuum nitorem et cultum uerborum miscetis, ea electio inuentionis, is ordo rerum, ea quotiens causa poscit ubertas, ea quotiens permittitur breuitas, is compositionis decor, ea sententiarum planitas est, sic exprimitis adfectus, sic libertatem temperatis, ut etiam si nostra iudicia malignitas et inuidia tardauerit, uerum de uobis dicturi sint posteri nostri». Quae cum Aper dixisset, «agnoscitisne» inquit Maternus «uim et ardorem Apri nostri? quo torrente, quo impetu saeculum nostrum defendit! quam copiose ac uarie uexauit antiquos! quanto non solum ingenio ac spiritu sed etiam eruditione et arte ab ipsis mutuatus est per 2 quae mox ipsos incesseret! tuum tamen, Messalla, promissum inmutasse non debet. neque enim defensorem antiquorum exigimus nec quemquam nostrum, quamquam modo laudati sumus, iis quos insectatus est Aper comparamus. ac ne ipse quidem ita sentit, sed more uetere et a nostris philosophis saepe celebrato sumpsit sibi 3 contra dicendi partes. igitur exprome nobis non laudationem antiquorum (satis enim illos fama sua laudat), sed causas cur in tantum
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4 propie CQSU • est EV, Murgia (1979b, 247) : abest BCQSU, edd. : • 5 add. Acidalius, pler. edd., post dissertissimi Sörbom • illustrate BCQ2SU : illustre EVQ1 • 6 lectissima b2 • rerum, ea Wopkens : rerum et codd. • permittitur codd. pler., Michel, Goelzer, Winterbottom, Heubner : permittit E, Spengel, Flach, Cabrillana • plenitas b2C 2 nostrum Acidalius, , edd. : nostrorum BbcE : nostrum defensorum C • his EV, om. C • quos modo c • uetere corr. Ritter (cf. 19, 1; 28, 2), Bo, Mayer : ueteri codd., pler. edd. nostris Bb : uestris CcEV : ueteribus Nipperdey : del. Muretus, Andresesn • 3 illos b2CcEV istos Bb1 • in tantum codd. pler. : tantum B
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TÁCITO
alegre y lleno de ánimo. Poco dista de la enfermedad aquel en el que sólo se alaba su salud. «Más vosotros, de lo más elocuente, según podéis, 5 según hacéis, adornad a nuestra generación con el mejor género de oratoria. En efecto, por una parte te veo a ti, Mesala, imitando las cosas 6 más agradables de los antiguos; por otra, vosotros, Materno y Secundo, combináis con la gravedad de los contenidos tal brillo y cuidado en las palabras, tal elegancia en la invención,160 tal orden de los temas, tal amplitud de expresión siempre que la causa lo pide, tal brevedad, cuando está permitida, tal decoro en la composición, tal claridad161 en las sentencias hay en vosotros, y expresáis los sentimientos de tal manera, de tal manera atemperáis vuestra libertad, que incluso si la malevolencia y la envidia hacen tardar nuestro reconocimiento, nuestros descendientes han de decir la verdad sobre vosotros».
Intermedio Una vez que Apro hubo dicho todo esto, dijo Materno: «¿Recono- 24 céis la energía y el ardor de nuestro querido Apro? ¡Con qué torrente de palabras, con qué ímpetu ha defendido a nuestra generación! ¡Con qué abundancia y variedad ha maltratado a los antiguos! ¡Con qué talento y con qué espíritu, pero también con qué erudición y qué arte, ha tomado en préstamo de ellos mismos los medios para atacarlos acto seguido! Sin embargo, Mesala, no te debe hacer cambiar tu 2 promesa; pues tampoco exigimos un defensor de los antiguos, ni a ninguno de nosotros, aunque acabamos de ser elogiados, lo comparamos con aquellos a los que Apro ha hostigado. Y ni siquiera él piensa así, sino que según la vieja costumbre a menudo practicada por nuestros filósofos, ha asumido el papel de contradictor. Así, pues, 3 expónnos no un elogio de los antiguos (pues bastante los elogia su 160 La inuentio, como se sabe, era una fase previa del discurso, en la que se recababan los tópicos que procedía aducir. 161 El sustantivo planitas parece ser un caso de hapax.
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ab eloquentia eorum recesserimus, cum praesertim centum et uiginti annos ab interitu Ciceronis in hunc diem effici ratio temporum collegerit». Tum Messalla: «sequar praescriptam a te, Materne, formam; neque enim diu contra dicendum est Apro, qui primum, ut opinor, nominis controuersiam mouit, tamquam parum proprie antiqui uocarentur quos 2 satis constat ante centum annos fuisse. mihi autem de uocabulo pugna non est; siue illos antiquos siue maiores siue quo alio mauult nomine apellet, dummodo in confesso sit eminentiorem illorum temporum eloquentiam fuisse. «Ne illi quidem parti sermonis repugno †si cominus fatetur† plures 3 formas dicendi etiam isdem saeculis, nedum diuersas extitissse. sed quomodo inter Atticos oratores primae Demostheni tribuuntur, proximum [autem] locum Aeschines et Hyperides et Lysias et Lycurgus obtinent, omnium autem concessu haec oratorum aetas maxime probatur, sic apud nos Cicero quidem ceteros eorundem temporum disertos antecessit, Caluus autem et Asinius et Caesar et Caelius et 4 Brutus iure et prioribus et sequentibus anteponuntur. nec refert quod inter se specie differunt cum genere consentiant. adstrictior Caluus, neruosior Asinius, splendidior Caesar, amarior Caelius, grauior Brutus, uehementior et plenior et ualentior Cicero; omnes tamen eandem
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recesserimus c2EV : recessimus BbCc1 • et decem ( X) C • collegerit BSU : colligitur Cc : colligerit Q, del. Baehrens 1 praescriptam a te BbCQ2 : praescriptam et V : perscriptam et c : et prescriptam E • primus E • constat BCQSU : constaret c E : constare V • 2 istos Bb : alio quo c : istorum BbC • si com(m)inus fatetur BC, Michel, Bo, Flach, Cabrillana : crucibus inser. Gudeman, Goelzer, Winterbottom, Heubner : si quominus fatetur b2HV : si cominus fatear E : si quominus fatear V, John, Koestermann (deleto si) : qua fatetur Acidalius, Mayer (‘exempli gratia’) : [si] quominus †fatetur† Oniga, al. alia • 3 [autem] locum del. Ritter • consensu HUV • omnium autem UV, Winterbottom, Bo, Flach (qui uterque et praecedens autem seruat) : omnium tamen Gudeman, Koestermann, Heubner • sic b2, Halm, edd. : sic et Baehrens : sicut Bb1CcE • disertos om. c • iure b2 : si uere Bb1CcQE : si(c) iure SU : suo iure Lipsius • 4 differunt Halm : differant codd. • adstrictior Acidalius : at strctior BCQEV : aut strictior SU • neruosior Meiser, pler. edd. : nûosior Bb : numerosior CQSUEV • ualentior et plenior et uehementior E
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propia fama), sino las causas por las que nos hemos alejado hasta tal punto de su elocuencia, teniendo presente especialmente que el cálculo del tiempo cuenta como pasados ciento veinte años desde la muerte de Cicerón hasta el día de hoy». Primer discurso de Mesala Entonces dijo Mesala: «Seguiré el plan prescrito por ti, Materno; 25 pues además no hay por qué contradecir largo tiempo a Apro, que, según creo, fue el primero en suscitar la discusión sobre una sola palabra, en la idea de que se llamaba con poca propiedad «antiguos» a los que consta sin duda que vivieron hace cien años. Pero mi 2 discusión no versa sobre un vocablo: que los llame ya «antiguos», ya «antecesores», ya con cualquier otro nombre que quiera, con tal de que se reconozca que la elocuencia de aquellos tiempos fue superior. «Ni siquiera rechazo la otra parte de su discurso †si ciñéndose más al asunto reconoce†162 que también entre aquellas mismas generaciones existieron diversas formas de oratoria, no digamos ya en generaciones distintas. Sin embargo, al igual que entre los oradores áticos se atribuye 3 a Demóstenes el primer lugar y el siguiente lo ocupan Esquines e Hiperides y Lisias y Licurgo,163 pero por acuerdo de todos se estima por encima de todas a esta generación de oradores, así entre nosotros Cicerón superó sin duda a los demás hombres elocuentes de sus tiempos, y Calvo y Asinio y César y Celio y Bruto son antepuestos con razón a los anteriores y a los siguientes. No importa que entre sí 4 difieran en los detalles si coinciden en lo general. Calvo es más conciso, más enérgico Asinio, más brillante César, más sarcástico Celio, más grave Bruto, más vehemente, pleno y vigoroso Cicerón; pero todos 162 MICHEL, 1962, ad loc., que no considera corrupto el pasaje, siguiendo a GUDEMAN, propone para com(m)inus la traducción «en serrant la question de plus près», que aquí recogemos uerbi gratia. 163 Los oradores no solo áticos, sino también considerados como modelos de aticismo; véase nuestra nota a 18, 4.
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sanitatem eloquentiae ferunt, ut, si omnium pariter libros in manum sumpseris, scias quamuis in diuersis ingeniis esse quandam iudicii ac uoluntatis similitudinem et cognationem. «Nam quod in uicem se obtrectauerunt et sunt aliqua epistulis eorum inserta ex quibus mutua malignitas detegitur, non est oratorum uitium sed hominum. nam et Caluum et Asinium et ipsum Ciceronem credo solitos et inuidere et liuere et ceteris humanae infirmitatis uitiis adfici; solum inter hos arbitror Brutum non malignitate nec inuidia sed simpliciter et ingenue iudicium animi sui detexisse. an ille Ciceroni inuideret qui mihi uidetur ne Caesari quidem inuidisse? «Quod ad Seruium Galbam et C. Laelium attinet et si quos alios antiquorum agitare non destitit, non exigit defensorem, cum fatear quaedam eloquentiae eorum ut nascenti adhuc nec satis adultae defuisse. «Ceterum si omisso optimo illo et perfectissimo genere eloquentiae eligenda sit forma dicendi, malim hercule C. Gracchi impetum aut L. Crassi maturitatem quam calamistros Maecenatis au tinnitus Gallionis; adeo melius est orationem uel hirta toga induere quam fucatis et meretriciis uestibus insignire. neque enim oratorius iste, immo hercule ne uirilis quidem cultus est quo plerique temporum nostrorum actores ita utuntur ut lasciuia uerborum et leuitate sententiarum et licentia
sanitatem Rhenanus : san(c)titatem codd. (‘fortasse recte’, Winterbottom) • ferunt add. Andresen, Koestermann, Heubner : ferunt SU, Michel, Winterbottom (‘uix recte’), Flach, Cabrillana : serunt BbCcQEV : praeferunt Acidalius : seruant Baehrens, Mayer • scias b ; sciam BCcE : scientia V : etiam Q : om. SU • cognationem S, Beroaldus, edd. : cogitationem cett. codd. • 6 et inuidere et liuere Heubner, Flach, quod suspectum putat Winterbottom : [et inuidere] del. Mayer ut glossema • uitiis om. C • Brutum Puteolanus : utrum codd. : uerum B • 7 laelium c • antiquorum P. Voss, pler. edd. • agitare add. P. Voss (‘fortasse’ recte, Winterbottom), Koestermann, Mayer 1 optimo U, Koestermann, Winterbottom, Heubner, Mayer : opimo BEV, Flach : opino C : opinio Q • hercle BbCc • orationem Andresen, U1 edd. : oratorem BbCcEU2 • 2 actores b2CcHEV : auctores B U : autores b1 • utimur CQ
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TÁCITO
exhiben la misma sana elocuencia, de manera que si tomas en la mano a un tiempo los libros de todos, te darás cuenta de que, aunque en talentos diversos, hay en ellos una cierta semejanza y parentesco de criterio y de intención. «En cuanto a lo de que se criticaron unos a otros y en sus cartas hay algunas expresiones por las que se descubre su mutua ojeriza, no se trata de un vicio de los oradores, sino de los hombres. En efecto, creo que tanto Calvo como Asinio como el propio Cicerón solían sentir envidia y celos y verse afectados por los demás defectos de la debilidad humana; sólo en el caso de Bruto creo que descubrió su manera de pensar no por malevolencia ni por envidia, sino con toda sencillez e ingenuidad. ¿O es que iba a envidiar a Cicerón el que a mí me parece que no envidiaba ni siquiera a César?164 «Lo que atañe a Servio Galba y a Gayo Lelio,165 y a algunos otros de los más antiguos a los que no ha dejado de fustigar, no exige defensor, pues confieso que a su elocuencia, entonces naciente y no bastante desarrollada, le faltaban algunas cosas. «Por lo demás, si prescindiendo de aquella óptima y perfectísima clase de elocuencia, hay que elegir una manera de hablar, yo preferiría, vaya que sí, el empuje de Gayo Graco o la madurez de Lucio Craso,166 a los rizadores de Mecenas o a los retintines de Galión:167 tanto mejor es revestir el discurso con una toga, aunque sea basta, que ataviarla con vestiduras multicolores y propias de meretrices. Pues no es un atuendo propio de un orador, ni siquiera, vaya que sí, de un hombre, ese que muchos abogados de nuestro tiempo emplean, de tal modo que con lo desenfrenado de sus palabras y lo frívolo de 164 Parece haber aquí un velado homenaje a la reconocida integridad moral del gran cesaricida. 165 Galba ya ha sido nombrado en 18, 1; G. Lelio, el gran amigo de Escipión Africano, fue muy admirado por Cicerón, que puso su nombre a su diálogo De amicitia. 166 L. Licinio Craso, ya nombrado en 18, 2; véaso nuestra nota ad loc. 167 En efecto, el de calamistri es el apelativo que se habían ganado los rebuscamientos de G. Cilnio Mecenas, el mecenas por excelencia. Su propio amigo Augusto ponía en solfa sus ‘rizos perfumados’ (myrobrechis cincinnos), según SUET., Aug. 86, 2. L. Junio Galión era un conocido declamador, padre del Galión que adoptaría y daría su nombre a uno de los hermanos del filósofo Séneca.
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3 compositionis histrionales modos exprimant; quodque uix auditu fas
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esse debeat, laudis et gloriae et ingenii loco plerique iactant cantari saltarique commentarios suos; unde oritur illa foeda et praepostera sed tamen frequens [sicut his clam et] exclamatio, ut oratores nostri tenere dicere, histriones diserte saltare dicantur. «Equidem non negauerim Cassium Seuerum, quem solum Aper noster nominare ausus est, si iis comparetur qui postea fuerunt, posse oratorem uocari, quamquam in magna parte librorum suorum plus bis habeat quam sanguinis. primus enim contempto ordine rerum, omissa modestia ac pudore uerborum, ipsis etiam quibus utitur armis incompositus et studio feriendi plerumque deiectus, non pugnat, sed rixatur. ceterum, ut dixi, sequentibus comparatus et uarietate eruditionis et lepore urbanitatis et ipsarum uirium robore multum ceteros superat, quorum neminem Aper nominare et uelut in aciem educere sustinuit. «Ego autem expectabam ut incusato Asinio et Caelio et Caluo aliud nobis agmen produceret plurisque uel certe totidem nominaret, ex quibus alium Ciceroni, alium Caesari, singulis deinde singulos opponeremus. nunc detrectasse nominatim antiquos oratores contentus neminem sequentium laudare ausus est nisi in publicum et in commune, ueritus credo ne multos offenderet si paucos excerpsisset. quotus enim quisque scholasticorum non hac sua persuasione fruitur,
3 [sicut his clam] (cła C : dam EV) et codd. : ut e glossemate ortum del. John, Nipperdey, Koestermann, Winterbottom, Heubner, Murgia : scitis [clam et] Michel : †sicut his clam… Goelzer : crucibus inser. Mayer : sicut his clausula et Flach : sicut his (sc. commentariis) clausula est Bo ‘ex cod. D ( = C)’ • tenere codex Ambrosianus lat. H 29 (cf. Flach), Lipsius : temere codd. • 4 hi(i)s CEV • nominare Aper noster E • posse BCQSU : post se B • bi