Venezuela - El Mas Bello Pais Tropical

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EN LA REGION ZULIANA 































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 márgenes       

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accidentados           

 de  Maracaibo,           muestran       

y



 su

 gran   

           “ensenadas”

 penetran       

 de

 oquedales        

 la  parte    

 meridional         

 del  

 Lago   

Causan     

altamente        

 profundamente            

 Moporo,        mientras       

 en

otros    

 en

 esta   

 variedad       

pintorescas.            el

 numerosas        

 Algunas      

 veces    

como      sucede       en el por   ejemplo       en   las    bocas     del    río    Escalante,           la vegetación          es   notablemente             pobre.      

 puerto     

 los  

 rías   

de

 a simple        vista      sus    orillas        recortadas         

variación.          y

»

YN

»

lago,    

lugares,        como   

Mucho antes de vimos flotar sobre las flora circundante, que ramas y cantidad de llamando especialmente

remontar por la desembocadura del citado río, aguas del lago, muestras múltiples de su rica consistía en troncos de árboles, frutos, algunas plantas acuáticas que se mecían en las ondas nuestra atención. La corriente de muchos ríos

arrastra

fluctuantes,

estos

islotes

sobre

muchos

de

los

cuales

posan

aves acuáticas que regalan de vez en cuando a nuestra vista con algún especimen interesante. El Lago de Maracaibo es fuente inagotable para el hallazgo de toda clase de peces y demás animales acuáticos que, durante la travesía nos acompañan todo el tiempo. Un especialista tendría trabajo aquí para luengos años. Nosotros, empero, preferimos remontar el río Escalante, a seguir cualquier senda angosta del bosque ; nuestro objeto es describir la flora de la región y una corriente de agua de momento, nos brinda más facilidades, para poder contemplarla con entera libertad.

  

37

Nuestra      

que        mucho     menos             que   era de calado el suelen       tener      destinados          a cruzar      lagos pequeños.             los     barcos      y ríos    más    No

 bien   

 nos  

embarcación          

 encontramos          

 en

 el

centro     

de

 la

 desembocadura,             

 se

esta   

bleció     

absoluta            calma,        La  tripulación           tuvo    que        a  tra    la más   empezar bajar, pues el barco debía moverse y tratar de remontar la corriente                                                          por   medio     de pértigas,         por   lo que    tuve    suficiente          tiempo      para    contemplar                el          anchas a  mis   paisaje. Por ahora, aun se ven solamente juncales, entre los que sobresalen acá y allá grandes grupos de caña brava ( Gynerium saccharoides) con sus ramos de hojas dispuestos a modo de abanico y sus flores en panojas blancas. Los tallos de esta gigante hierba palustre, son de 30 a 40 pies de alto, leñosos, y solamente de 1 a 2 pulgadas de grueso, de modo que se mueven al menor soplo de viento, ofreciendo una visión encantadora. Esta planta, que también crece en comarcas más elevadas a orillas de ríos y lagunas, es para los criollos de suma importancia. Se utiliza para construir las paredes y los techos de los ranchos y para ello se aprovechan los tallos altos y esbeltos, unidos estrechamente y atados con delgadas lianas. Complementan el espesor de paredes y techo unos ramos de hojas sobrepuestos y vueltos a sujetar con bejucos. Delante de la impenetrable muralla que forman los cañaverales, nadan nenúfares grandes, que recrean la vista con cientos de sus flores blancas y radiantes. A medida que vamos avanzando, la presencia de árboles gigantes entre la espesura del monte bajo, se nota cada vez más. Estos precursores de la tupida región selvática nos anuncian que no tardará ésta en rodearnos estrechamente y nuestros ojos dejan de fijarse en el paisaje fluvial, para, a manera de despido, lanzar una mirada a lo alto, hacia los lejanos picos de la Cordillera. La naturaleza de esta región es muy parecida a la del delta del Orinoco. El oeste de la cordillera reúne todas las condiciones adecuadas para crear, particularmente en lo que a flora y fauna atañe, la más grandiosa y diversa riqueza natural que imaginarse puede. La dimensión de la gran llanura baja que rodea la parte sur del Lago de Maracaibo es poco más o menos como la de Sajonia y probablemente en el pasado remoto tenía una extensión más importante, pues se puede afirmar que llegaba hasta la ciudad de Cúcuta en Colombia. Esta tierra de formación cenagosa reciente, esta regada por numerosos ríos, la mayoría de los cuales vierten sus aguas en el lago, en tanto que otros muchos sólo llegan a alimentar lagunas y ciénagas situadas entre los mismos. Estos ríos nacen en la vecina cordillera y sirven de alimento renovado y cons-

 38 

 tante    

a  la llanura       

selvática.           Durante        la época     de lluvias        se   desbordan         e inundan        grandes       extensiones           forestales,           dando     lugar     a  la formación          de  nuevas       lagunas        y  pantanos.          Entre      las    primeras         las    hay    muy    vastas      y  están      pobladas         profusamente            por    plantas        acuáticas          y  de lodazal,        que    las    ocultan        en  su  mayor      parte,       dejando        entrever         sólo    de  vez    en  cuando,        pequeñas         superficies            de  agua.     El río más importante es el Catatumbo que vierte sus aguas más hacia el oeste del lago, mientras que la desembocadura del Escalante, segundo río en importancia, cuyo curso estamos remontando, se encuentra algo apartada hacia el este, y le llaman “ Boca Zulia ”. Ambos tienen

un

curso

muy

variable

y

cambian

constantemente

de

anchura,

por lo que a cada rato el aspecto del paisaje es diferente. Antes de alcanzar la floresta impenetrable, nos salieron al paso dos pescadores nativos, que en su ligera embarcación, construída con el tronco hueco de un árbol ( curiara ), bogaban junto a la orilla. A menudo tropezábamos en nuestra travesía con embarcaciones como ésta, mas si hago hincapié en estos encuentros, es porque frecuentemente brindan la oportunidad de ver y adquirir, preciados tesoros naturales, que de otro modo tardaríamos en hallar o quizás buscaríamos inútilmente. Como esta primera que vino a nuestro encuentro, iba ricamente cargada, dí una voz a sus ocupantes, los cuales no se acercaron a nuestro barco sin antes hacerse de rogar. Entre el variado cargamento llamó mi atención el notable pellejo de un animal llamado manatí ( Manatus

australis ),?

mamífero

sirenio

de

tres

a

cuatro

metros

de

largo. Más hacia el interior, este animal ya no se presenta, pero sí se encuentra rara vez en las desembocaduras de los ríos y en bahías poco o casi nada frecuentadas por el hombre. Su piel es muy resistente y se utiliza para hacer bastones, similares a los que se manufacturan con cuero de hipopótamo, cortando aquella en tiras delgadas y poniéndolas a secar. La embarcación además, estaba colmada de toda clase de pescado, muy abundante en estos ríos y cantidad de frutas tropicales yacían en ella amontonadas. En el centro de la misma, un cajón lleno de tierra

servía

de base

a unas

brasas

encendidas,

sobre

las que

se

asaba

pescado, a fe suculentísimo, como pudimos constatar. Como compañía viviente, había también en la barca un mono araguato muy joven, que mediante un módico estipendio pude adquirir. El animalito era sumamente gracioso y confiado y nos sirvió de distracción durante nuestra travesía fluvial.

 (1)  

 (Trichechus          

manatus).         - Roehl,       E.:  “Fauna      

 39 

descriptiva           venezolana”.           

 Matapalo.        

 Después      

 de

 varias     

 horas    

 de

 navegación,           durante      

mos  

las  

 cuales     

 debía    

 con    frecuencia           abrirnos         paso     arrancando          por    medio     de  grandes       garfios las plantas acuáticas que a manera de alfombra cubrían                                                       el  río,    alcanzamos          el   primer      caño     en   cuyos     márgenes         la   alta    vegetación          parecía        amurallarnos.             Aun   inexpertos,           era   para    nosotros        una   tarea     sumamente          difícil        y  casi     imposible         el acostumbranos             a esta      rica     flora     e  ir distin       guiendo        poco     a  poco     las    distintas          formas,        aun    cuando       muchas       de  ellas      correspondieran                a  árboles        grandes        como     en  cualquiera           de  nuestros         bos  

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de    muro”      constituye          característica               primordial,           una    pared      tupida       por    millares         de  matas      de  las    que    no  sobresale          ni  un  solo     árbol      gallardo,          limita       totalmente           la  mirada.        Bajo     una   espesa       capa     de  plantas        trepadoras           y  parásitas         se marañas,  ocultan        los    troncos        más    esbeltos.          Los    bejucos        con    sus    profusas                 los    árboles        forestales           secundarios           que   crecen      entre      sus    vecinos        gigantes,          y  el  matapalo         de  vez    en  cuando,        forman       en  unión      de  recios       troncos        de  árboles,         el  apoyo      o  armazón        donde      vegeta       una    importante           flora     parasi       taria.     

los  

 lugares      

donde    

a

 distancia        

 Visto    

 vegetal,       

una  

 la  expresión        

 no

 muy  

 “espesor       

 larga,     

 este   

 imponente        

 cuadro     

 se  nos    presenta         bajo     una    aparente         uniformidad;             incluso        su silueta superior recordaría la de nuestras frondas, si no fuera por una                                                              que    otra     copa     de  palmera        que    de  vez    en  cuando       asoma.     

Pero a medida que vamos avanzando, ¡ qué prodigalidad de formas y diversidad de colores regalan a nuestra vista, aun cuando el verdadero bosque se halla detrás de ese cortinaje vegetal !... Si bien en algunos claros donde la luz ha logrado abrirse paso, y en parajes en que el espeso tejido de plantas parásitas no es tan abundante, es posible discriminar las formas principales, seguiremos desconociendo la especie de muchos árboles cuyos recios troncos permanecen ocultos bajo una tupida capa de plantas trepadoras y parásitas que los reviste utilizándolos

como

soporte.

Por consiguiente

es más

especies, si al fin se logra atravesar tienen a la vista árboles libres. Por

lo

anteriormente

difícil que es en la tarea del de esta rica vegetación. Si unas con otras, a pesar de país, es únicamente debido nuestros

bosques,

aun

los

dicho

se

fácil distinguir estas

murallas

comprende

lo

las diferentes exteriores

y

se

extraordinario

y

pintor, captar material valioso directamente las diversas formas vegetales se confunden ser mucho más acusadas que las de nuestro a su sorprendente grandiosidad. Así como más

mezclados,

constan

relativamente

de

pocas especies características, que a menudo cubren superficies de muchas leguas cuadradas, en los bosques tropicales cientos de plantas distintas crecen apretujadas sobre unos pocos metros cuadrados. De primera impresión, la selva tropical ejerce sobre el observador novel un trastorno general de los sentidos, y debe pasar largo tiempo para que en esta magna naturaleza su actividad rinda y sea provechosa. Si bien son las palmeras las que imprimen la fisonomía externa del bosque tropical, hay en el interior del mismo, otros innumerables tipos de plantas altamente importantes desde el punto de vista artístico y científico. Entre la infinidad de plantas que forman el monte bajo, hay que mencionar especialmente a las hermosísimas heliconias; sus

 41 

 brillantes         

 hojas    

de

 planta     

musácea,       

se   elevan      por   encima      de   la cabeza       de un jinete      y su   profusa       y bella      florescencia            roja,      luce    maravillosamente                entre     el verde      suave      de sus     gigantes.              hojas

Sin embargo debemos tener presente ante todo, los tipos de plantas que a primera vista sorprenden más porque dan a la selva tropical un carácter sumamente exótico para nosotros y éstos son en primer lugar, los bejucos y el matapalo. El clima cálido los desarrolla al máximo esplendor, aunque también encontramos muchas de sus especies, particularmente de los primeros, representadas en regiones más elevadas. 

El “matapalo” como llaman los nativos al Ficus dentroica, merece tenerse en cuenta, porque causa la ruina y destrucción incluso de regiones y lugares cultivados. Entre todas las plantas del género Ficus, el matapalo es la más interesante. Cuando su semilla por cualquier incidencia, — pueden ser el viento o los pájaros — es transportada  a  una   palmera        u otro     árbol,      arraiga       fácilmente           y no  tardan       mucho     en brotar      ramitas       delgadas         que    se   cubren       con    hojas       de abundante          savia,       que recuerdan a nuestra flor de porcelana (Saxifraga umbrosa L.).                                                         Las   palmeras         tanto      las    de   hojas      perminervias             como     las   de   hojas      palmeadas,           ofrecen        terreno        propicio,          porque       el   parásito         se   asienta        de   manera       fácil      entre sus lacíneas y en su primer desarrollo forma un adorno muy bello.                                                            Tan      como     alcanzan         cierta        longitud,         supongamos              pronto     las    ramas          a inclinarse          hacia          hasta un pie,    tienen      tendencia      su   apoyo,       podríamos      decir que zalameramente y no importa en qué dirección. Cada                                                   vez   estrechamente alrededor árbol.  más,     se van   retorciendo                                 del    inocente               Cuando       dos         se           al    brotes       de   matapalo   encuentran   otro     lado     del    tronco,       se y entonces        así         comienzan          a propagarse             dan    por    decirlo    las    manos      sin medida. Ganando en intensidad van juntándose los retoños                                                     de   esta     guisa traidoramente      llegando         a aprisionar           fuerte       y              al   gallardo         árbol,       que    habiendo         desafiado          por    tanto      tiempo       toda     clase      de   embestidas,            va                       de           ahora esta forma a su perdición segura.      Una como red de mallas maravillosamente entretejidas, se desarrolla casi invisiblemente, y debido a su progresiva fuerza estranguladora, va interrumpiendo la circulación de la savia del tronco que le sirve de soporte. Pero el matapalo no se sacia con su primera víctima ; pronto dirige, por decir así, sus tentáculos hacia donde puede e invade otros ámbitos en busca de más árboles donde cebarse. Sin haberlo visto jamás, es imposible imaginar una armazón tal, compuesta por mallas, columnas y pilares maravillosamente formados, cruzados y enlazados miles de veces entre sí, Así no es raro encontrar

laberintos de matapalo de más de 30 pies de diámetro.  42 

          

t

q

e

Conuco a orillas del río Escalante.

f

E an or Po

El  matapalo        muestra        otra    fase     interesante,             cuando      sus    traicioneros            abrazos han acabado con su apoyo y los últimos restos de                                               éste,     caen    hasta que podridos        a pedazos.         Cual    esqueleto          gigantesco           queda     en  pie,             un  huracán        cualquiera           le  hace     perder       su  porte      y acaba      con    toda     su  poderosa         estructura          en el  suelo.       En  Valencia         vi  un  ejemplo        de  la  enorme      fuerza que caracteriza a esta planta parásita. Uno                                             de estos      ejemplares           había      montado       sus    pilares        sobre      un  muro     y  lo  había      hecho      saltar      a  trizas.        (véase       viñeta       ).

También

el matapalo

se convierte

en un

suicida.

vástagos no encuentran objeto firme alguno en donde enlazan en su propio tronco y ocasionan su muerte. Es

muy

abundante

en los

Llanos,

donde

acaba

Cuando

poder con

todo

asirse,

sus se

lo exis-

tente, debido a que la palmera moriche, constituye casi la única especie arbórea de bosques enteros, que una vez invadidos por el matapalo devienen completamente impenetrables. En bosques con mezcla de arbolado, hay también otras plantas parásitas, que a su vez utilizan al matapalo como soporte y a veces lo cubren por completo. Tales las orquídeas, bromelias, etc. que se asientan en los nudos que forman las raíces y trabazones, y las esbeltas lianas que envuelven el conjunto. Estas últimas pueblan efectivamente las selvas y tienen otra misión más inocente, cuya descripción detallada nos reservamos para más adelante, ya que volveremos a hallarlas numerosas veces. Como en estas cerradas aguas navegables, apenas tiene lugar el crepúsculo, la noche se nos vino encima súbitamente y tuvimos que interrumpir nuestro viaje. Casi en el mismo centro de la corriente echamos el ancla y nos acomodamos en la cubierta lo mejor que pudimos para pasar la noche. Se sacaron las hamacas, se buscaron los mosquiteros y no tardó en flamear un alegre fuego, a punto para disponer la cena. Un silencio inquietante se apoderó de todo, interrumpido solamente por algunas voces animales, entre las cuales, junto al grito del mono aullador, sobresalía el de la palamedácea, Palamedea Cornuta. En este concierto animal interviene también el pájaro vaco, hermosa garza de color castaño ( Tigrisoma Brasiliensis )'? con su voz de tonos parecidos al mugido de una res. Los criollos designan acertadamente con vocablos onomatopéyicos a los animales más curiosos, así por ejemplo,  “* pájaro vaco ” por su grito especie de mugido de toro, y a la palamedea           ”. la llaman “aruco” por el sonido sordo que emite de “aruc-aruc    (2)

 (Tigrisoma         

 lineatum).         

 -  Roehl,     

 E.: 

“Fauna     

 

 descriptiva          

 venezolana”.           

 Los  

molestaron que           enormemente,            tanto        no se podía      pensar       en  dormir,        aunque       a  decir      verdad,        no  intentaba          hacerlo,         puesto       que    mi  único      interés        era    el  cazar      unos     cuantos       insectos.          Diversidad           tan    grande      de ellos,       no   la había      encontrado           en ninguna       parte;      no    paraba      de abrir cajas y frascos de alcohol, en el afán de capturar nuevos                                                       ejem     plares,        que    por    otra     parte      atrapaba         fácil      sin    más    trabajo        que    el  de  extender         un  pañuelo        blanco.        Los    cocuyos,         luciérnagas            de  unos     tres     centímetros            de  largo,       que    en  número       de  a  miles      vuelan       en  derredor,          ofrecen        un  espectáculo            delicioso.           También        más    tarde      hallaremos          estos      insectos         tación     

 mosquitos        

 en

 los  

 nos  

 valles     

 de

 ubérrima,         suelen     

Al

reanudar

sorprendidos

 Cordillera,          

 encontrarse          

nuestro

al doblar

en ese desierto,

 la

un

rumbo

recodo

de un conuco'*

 porque     

 en

 los  

 por  

todo   

de

madrugada,

del bosque,

que asomaba

 lugares      

 de

 vege   

 el país.    

con

fuimos

gratamente

la aparición,

a la ribera.

inusitada

( v. acuarela ).

Arrimamos nuestra embarcación allí, a fin de comprar frutas, huevos y gallinas, que los propietarios nos cedieron gustosos. Con gran contento de

mi

parte,

el

patrón

del

barco,

me

manifestó

en

medio

de

muchas

excusas, que íbamos a permanecer allí algún tiempo, debido a unos negocios imprevistos que obligaban a detenernos. Esta inesperada holganza me proporcionó el tiempo necesario, para estudiar y coleccionar algunas riquezas naturales y sobre todo para tomar apuntes de los paisajes adyacentes. Creo no equivocarme si fiel a mi propósito inicial, voy describiendo directamente las particularidades y propiedades de la flora y fauna de este país en su lugar exacto y a medida que se van presentando en el curso de mi viaje, especialmente en donde su desarrollo se muestra con riqueza y en número más crecido ; porque aun cuando no pretendo escribir una obra científica, deseo que el lector se forme una idea, a ser posible

clara,

de

la

vida

y

el

movimiento

de

este

mundo

maravilloso

y en cierta manera que, en espíritu sea mi compañero de viaje. Aprovechando esta interrupción, ruego me sea permitido exponer algunos detalles, sobre el equipo especial que debe llevar un coleccionista y un pintor. Todo debe estar dispuesto de manera práctica y a ser posible sencilla, a fin de que se encuentre todo a mano y en cualquier momento esté el material a punto. El morral debe ser listo, sin red alguna e ideado de manera que tanto las municiones de caza como la botella de alcohol, tengan un espacio adecuado junto a la infinidad de cajitas y    (3)

       Pequeña

       parcela

      de  tierra

          cultivada.

  45

latas    

destinadas insectos,           a la conservación             de            nidos,       huevos       y otros      objetos. Además este saco, debe contener un recipiente hermético de                                                           hojalata,          para     jabón      arsenical          destinado          a la preparación            de   las    aves,      así    como     algodón        y papel      para     el   rellenado          de   las    pieles       de   animales         deso     llados.        Los    fondos       de   corcho       que    llevan       las    cajitas        destinadas           a contener         los    insectos         y en   donde      son    provisionalmente                 traspasados            por    una    aguja,       deben     

ser  

bañados      

asiduamente           

con   

 ácido    

fénico,        particularmente               

si   se

trata     de   hormigas,         ya que    es   el   mejor     medio      para     conservarlos             intactos.         

Pertrechado            en   esta     forma,       el   naturalista            viajero        obtendrá         resul       tados      óptimos,        pues    es   indispensable              que    los    animales         recogidos         durante        el   día,    en   particular           las    aves,     se   preparen         inmediatamente              en   el   próximo        el  calor e inutilice. descanso,         para    evitar      que         los    corrompa                   Después        de una jornada dura, no es tarea fácil ponerse todavía a preparar                                                       el   material         recogido        ;  pero    si   se   tiene     suerte       y se consiguen         ejemplares           bellos       y raros,      queda      largamente           recompensado            este      trabajo       y se   hace      entonces         con    gusto      y cariño.       En el clima grandemente húmedo de las florestas, hay que cuidar especialmente los utensilios de pintura. Si el costoso y buen papel inglés para acuarelas no se envolviera adecuadamente y guardara en cañutos de hojalata, se estropearía en seguida. Además es recomendable usar solamente pinturas inglesas de la mejor calidad, porque la mayoría de las otras suelen descomponerse con el calor. Si comparamos un conuco como el que ahora nos sirve de estacionamiento,

con

las haciendas

de grandes

plantaciones

de las zonas

culti-

vadas de Venezuela, resulta pequeño, pero no obstante se encuentran juntas y en la mayor prosperidad toda clase importante de plantas tropicales de cultivo, y como en nuestra lámina agrupadas estrechamente alrededor de un modesto rancho. El

fruto

dorado

de los naranjos,

deslumbra

en

tamaño

y belleza

poco común ; junto a él, las hojas gigantes de las musáceas, se inclinan cual alas poderosas. Entre éstas llama principalmente la atención el plátano ( Musa sapientum ); un sólo racimo del fruto de esta mata extraordinariamente útil, es tan pesado, que sólo puede cargarlo un hombre fuerte, y sus frutas de forma semejante a un pepino, tienen a menudo un pie de largo. Mientras los frutos de las especies más pequeñas, tienen en completa sazón un sabor excelente, los plátanos sólo sirven de alimento cuando se fríen o bien se asan al horno. No puede faltar en ninguna hacienda por pequeña que sea, si bien casi siempre como único ejemplar, el Crescentia cujete, que ofrece un aspecto encantador, principalmente cuando sus frutos globosos de

  46

     color      verde

olivo               alcanzar    suelen      que

      de diá   25 cms.      de unos un  tamaño metro, han llegado a su pleno desarro                                        llaman     le          del    país    naturales llo.    Los “totumo”, y por decirlo así,         este                            vaji   la          de   toda   el proveedor árbol     es                       posible       e imaginable.    y cacharrería lla          cáscara      de      frutos          estos Amarrando                              y leñosa, delgada con fuertes atadu                       al comienzo    ras de su desarrollo, adquieren               y se       caprichosas,          formas obtienen determinados,                       tamaños         de       dis     en    árbol           del     separarlas    sólo con                Una   crecimiento.   su      de       fases tintas

vez   

        partidos

   por

        se   mitad, la

     vacía

       su contenido, carece de valor                    que             en     macerado alguno        heno       y asemeja agua                 pequeñas    cáscaras          las     jabonosa;      hacen

      me         las   cucharas,      de    veces las

           y las    grandianas       como     vasos,       sirven

Tronco     

 bipartido        

 de

     des de fuentes, y otros                 jofainas               las   cortan recipientes.       se    pronto             Tan totumas       her       su       pierden    árbol,        del

         reem   éste     ser moso       para      verde,     color

 Bucare.      

       pardo    el        por plazado            secando. se van

a medida      

que   

Es admirable la destreza de los indígenas en grabar estas cáscaras que algunas veces tallan artísticamente con motivos florales, animales o simplemente con algunos epígrafes. Otras veces estos objetos muchas

testimonio

siendo

y dorados,

van pintados

veces

del alto sentido

artístico de su autor.  Las    apreciado          y  cuya   

fruto     

 granos     

 totumas      

 dan  

 instrumento          

manufactura          

una  

 de

vez  

 maíz   

hueco,     

 lugar    

 además     

 a  la  industria        

 musical,         que  

consiste        en

 o  algunas      

en

ocupa    

traspasar        

el   que    se  chinas.      

han  

el lugar    

 de

 las  

 de

las  



“maracas        ”,  castañuelas           

con  

un   mango      de madera,       el    introducido            previamente           unos   

En solemnidades y fiestas emplean también las totumas como ornamentación y en particular como linternas, para lo cual utilizan las más grandes practicando en ellas agujeros de medio centímetro. Sirve de

materia

luminosa,

un

producto

barato

47 

y

maravilloso ;

introducen

 cocuyos      

en

 las  

 anteriormente,             

 totumas,        insectos       

o sean   

 las  

 luciérnagas          

emparentados            

con   

grandes      

nuestro      

de

 que  

escarabajo          

 hablé    

elátero.        

Asistí       a  varias       fiestas       en el  interior        cerca       de Carúpano,          donde     más         farolillos          de éstos     viviente,         habían      sido         de  treinta     con     su fuego    suspenen medio de oscuridad.  didos      de  los   árboles        y  lucían      bellísimos                    las            

El más agra       Carica       presenta         un aspecto       aun   lechoso,       Papaya,             dable que el totumo, pero posee escaso valor ; aunque su fruto es sabroso,                                                              no   es   tan    apreciado          como     la naranja,         piña,      caña     de   azúcar       y otros.       Esta     última tampoco falta nunca, incluso en el conuco más pequeño, e imparte                                                             una    nota     de   variedad         en   el   cultivo        general.         Para     los    moradores          del    rancho       la caña de azúcar es de suma importancia, ya que triturada produce                                                        un   jugo    muy    refrescante,             que    se   guarda      en   vasijas        de   barro      en   las    que    no tarda en fermentar convirtiéndose en el estimado guarapo. Esta                                                         bebida,        es   lo   primero       que    piden      los   viajeros        cansados          y sedientos         al llegar a una hacienda después de una larga jornada. Las hojas de la                                                        caña    

de  

azúcar,        como    

también       

las   

del   

eternamente           

cultivado         

maíz,      son   

alimento         de   alto     valor      nutritivo          para     los    animales         domésticos.            Los    valles       Valencia, de Aragua,        que    se   extienden          alrededor          del    lago    de            son    los   campos de caña de azúcar más ricos y fértiles y su explotación se lleva                                                           a cabo    en  toda    forma,       como     corresponde            a la región       que    ostenta        hasta      el de este   máximo       exponente,           la representación                 la actividad         de      país.     Entre la fértil vegetación de cultivo, sobresalen por todas partes                                                           las   las humeantes         chimeneas                   de         adyacentes           de    destilerías   los   ingenios a  las   plantaciones.              No debo pasar por alto en nuestro conuco al árbol del pan, ya que se encuentra en todo huerto, e imprime un sello característico a la fisonomía pictórica del conjunto. Sus hojas grandes y brillantes profundamente recortadas casi en forma de mano y sus frutos esféricos, dan a este árbol un aspecto peculiar. Su semilla semejante a las castañas, parece ser menos apreciada en Venezuela que en la India, pues la comen solamente tostada y raras veces. Junto

al

árbol

del

pan

está

el

aguacate,

Persea

Gratissima,

muy interesante por su notable fruto, aun cuando su fronda llame poco la atención. Tiene la forma de una pera de seis a nueve centímetros de largo. Una capa de unos dos centímetros de espesor de pulpa mantecosa y blanda, rodea al hueso de este fruto, que va cubierto de una corteza o piel, verde y delgada. El aguacate tomado con sal y pan, sabe remotamente a mantequilla, razón por la cual es también llamado mantequilla vegetal.

 

LAMINA

IRA,

IV - CIENAGA

     

e

e

EN

          

EL ZULIA.

,

A.

TI

Ss

A

al

              

Digitized by Google

Detrás     

 del  

rancho,       como    

 se

aprecia        en   nuestra        lámina,        se    yergue      a manera      de cúpula       frondosa,          el   mango,       Mangífera          Indica;        sus    frutas       grande, ovoides        de color      anaranjado,            también        de   hueso      muy           tienen       la   pulpa      desproporcionadamente                     delgada,         y aunque       dulce,       domina       un   marcado        sabor      a trementina.            Por encima de todos estos géneros de plantas que constituyen el prototipo de las regiones cultivadas, el bucare, Erythrina, con su gallardo tronco y sus ramas delgadas y multipartitas, corona toda esta interesante pintura vegetal. Su espesa y perenne fronda, desaparece bajo su floración rojo fuego, cuando ésta está en su apogeo. Arbol de crecimiento rápido,

en las plantaciones

de café y cacao

hace las veces

de umbráculo.

Una impresión maravillosa, peculiar e indescriptible embarga al espectador que desde una altura, contempla una vasta extensión de plantaciones, como en el incomparable valle de San Esteban, junto a Puerto Cabello. En marzo los bucares están en plena floración y cuando el sol brilla en sus copas, parece que inmensas llanuras se hubieren cubierto con un manto rojo fuego. Debajo de éste, se desenvuelve la mayor bendición del país : el café y el cacao; expuestos ambos cultivos a los rayos del

sol

tropical

esto

es,

sin

la

sombra

benéfica

de

estos

árboles,

no

progresarían. La forma

del tronco del bucare es variada y frecuentemente

doble,

como puede verse en nuestro apunte del natural. El tronco propiamente dicho, especialmente en su parte inferior, está provisto de nudos y púas. Estas protuberancias de la corteza, que suelen tener de 6-8 cm. de largo y a menudo hasta 3 cm. de espesor, son de una masa corchosa entre amarilla y parda, muy apta para ejecutar tallas finas. Con ello pude llevar a cabo con facilidad y ejecutar hasta el más mínimo detalle, cabezas de animales y otros objetos. La época de los bucares en flor, proporciona otro gran deleite al amigo de la naturaleza. Aunque en las plantaciones, suele ser la fauna bastante abundante, atraídos algunos animales por la diversidad de flores y frutos, ésta se vuelve mucho más interesante cuando la floración de este árbol umbroso, alcanza su esplendor. En esta época, procedentes de los bosques vecinos, acuden huéspedes del reino de las aves y el de los insectos, invaden el ámbito pletórico de aire y sol que rodea las copas de los bucares. ¡Quién contar pudiera los múltiples pájaros de plumaje pintado y los rutilantes insectos, que golosos de néctar, van saboreando el alimento que extraen de las flores! Con frecuencia la actividad de estos animales revoloteantes y zumbadores, al parecer tranquila, es interrumpida por enemigos varios ; las aves de rapiña y las

 49 

insectívoras,             parecen       

conocer        a perfección          que    ha   llegado        el   momento        de con    un   rico     botín.       Lo   que   más   atrae     en   esta     época,      es   la    invasión        llamativo  de  innumerables            colibríes          de  tamaño      mediano       y color     verde               y  blanco,       que    pertenecen          a  la especie        Florisuga          Mellivora.           Durante       la  hacerse      

florescencia            

del   

bucare,        ninguna       

otra    

familia       

de  

colibríes,           se  

muestra       

en   tan    gran    número       ; a millares         pululan        entre      las    flores       y no   se cansa      uno nunca de observar el juego encantador de estos simpáticos animalitos.                                                                Toda una serie de pájaros vistosos se reúnen también allí, teniendo que mencionar entre ellos, a los de la especie Coereba que se distinguen de los demás por sus rápidos movimientos. Son del tamaño de nuestros colirrojos, poseen un pico largo y arqueado y la mayoría ostenta un color azul oscuro'* estos animalitos representan aquí a los melívoros de Africa y Asia. Acuden también otros colibríes más pequeños, como el Lophornis Reginae y otros muchos. En los troncos, martillean el pájaro carpintero y los papagayos ; entretanto el Cassicus Persicus'" procura suspender sus nidos en forma de bolsa, de los extremos

de las

ramas

va

del

bucare,

mientras

a

la

manera

de

nuestro

estornino,

sil-

bando en todos lo tonos. Este pájaro coloreado de amarillo vivo y negro, se destaca de todo lo que le rodea en forma encantadora.  Entre    

las  

plantas      

secundarias          

de   cultivo,        de momento      

sólo    

citaré      

 la  yuca,      imprescindible              en    la economía         doméstica         del   venezolano,           porque             “pan  con   sus   rizomas       se  prepara        el “cazabe        ”, llamado     de  los    indios       ”.  La

 yuca     se  reproduce          por    estaca,        o  sea,     procediendo            a  plantar        en  hilera,       grandes pedazos de su tronco, en surcos de un pie de profundidad,                                                        en  los    cuales       germinan         las    nuevas       matas.       Los    tubérculos           tiernos        de  yuca     son    venenosos,           por    lo  cual     se  machacan         hasta      convertirlos             en  fina     papilla        y  se  exprimen         hasta      extraerles           por    completo         el  jugo     nocivo.        Después        de  efectuar         cuidadosamente               esta     operación,          se  forma      una    torta      de  un  centí      metro      de  grueso       y  se  coloca       sobre      una    plancha        de  madera      o  metálica         a  secar      al  sol,     efectuado        

 lo  cual,      el  pan    de  los    indios       se  da  por    terminado.         

 El

a

 cazabe     

 agrada     

 poco   

 que    tomado,        sin    aderezo        ncado     ;

 en  cambio     

 de  pastel       y  untadas      

 (4)  

   (5)

 nosotros       

 alguno,        tiene    

 son  

 muy  

 confeccionado            

 con  

 en

 su

 parte    

 los  

 sabrosas         dos  

 interior       

 extranjeros            un

 dulce    

 tortas       de

 de

 podemos      

 sabor    

 las    apreciadas         

 delgadas         con  

 marcado      

y

 a  aserrín      

 hor  

 “tortillas           ”,  especie        cazabe     

 cambur     

 o  de

 sobrepuestas             otra   

 Probablemente             se   refiere       al Tucuso       azul     (Cyanerpes           cyaneus)          de la familia                   - Roehl, azucareros,       E.:  “Fauna       descriptiva            venezolana”.                                  venezolana”.       descriptiva       E.:   “Fauna      -  Roehl,         cela).         (Casicus  Arrendajo

50 

 afirmar      

 fruta.     

Cerébidos         

o

El  

conuco     

 donde    

nos   

 hemos    

estacionado,             ofrece     

un

aspecto      

 tan  

plácido,          que  

enemistosos apenas       se  presumen         los    múltiples         ataques                  y de  la  fauna      de  las    florestas          vecinas.        Los    ladrones         nocturnos         más    asiduos       y que    suelen      cebarse        en  los    animales         domésticos,           son:    el  jaguar,        puma     y  otros     felinos        menores,         así   como     también        zorros,       martas,        destructores           

 etc.;    

 en

 particular         

 los    ranchos      

 el  puma,    

 y  de  vez  

 en

 león   

 cuando     

 de

 deja   

 los  

 criollos,        

 oír    su

 breve    

se

aproxima       

mucho    

 “U,    U”. 

a

Grandes bandadas de papagayos caen sobre los maizales y acaban con las mazorcas a su antojo ; pero el peor enemigo de los cultivos es la hormiga,

en

todas

sus

variedades,

siendo

entre

éstas

la más

temida

y peligrosa la “Bachaco” de casi dos centímetros de largo, porque irrumpe repentinamente y en masas descomunales incluso en las comarcas más cultivadas, asolando jardines y plantaciones enteras. En el valle de San Esteban tuve ocasión de admirar un hermoso jardín magníficamente situado y cuyo propietario tenía especial interés en el cultivo de rosas, Una noche tropical de ensueño, a la que el plenilunio daba claridad de día, gozábamos juntos del aroma que exhalaba su vergel florido ; el jardín al día siguiente era un yermo, los bachacos habían pasado aquella misma noche por allí, sin dejar siquiera una hoja como

muestra.

están

representados

Culebras de todas especies y tamaños, en

abundancia,

entre

tortugas, ranas y lagartos

estos

últimos

sobresalen

las

grandes iguanas que trepan por los árboles. Tuve ocasión de disparar sobre un ejemplar de metro y pico de largo. Los criollos cuecen los huevos de estos animales y se los comen con gran apetito. Finalmente lo que abunda en los cultivos y es en gran manera molesto, son las garrapatas, minúsculos parásitos que anidan en las ramas y en las hojas ; se prenden de las ropas y se extienden por todo el cuerpo sin que nadie las advierta. La comezón se hace pronto insoportable y se manifiesta con fiebre de larga duración. Esta plaga solamente puede aliviarse algo, frotando el cuerpo con aguardiente y a ser posible tomando un baño bien caliente. Durante mi permanencia en el conuco, tuve la oportunidad de atrapar aves e insectos en abundancia, a cual más bello en forma y colorido, y por la noche me dedicaba a prepararlos, siguiendo fielmente la

observación

que

hice

con

anterioridad,

de

que

no

debe

demorarse

este trabajo si se desea conservar los animales recogidos. Nos habíamos agrupado alrededor de un fuego vivo que debía protegernos medianamente de los incontables

mosquitos.

Los

moradores

del rancho,

seguían

mi tra-

bajo asombrados y me acosaban a preguntas pesadas y sin sentido. Esta última apreciación no sea quizás del todo exacta, pues ¿cómo

 s1 

 esta   

 gente,      acostumbrada            a vivir      bajo    el   sol    tropical,         en   medio     de tanta      magnificencia, puede ser capaz de comprender el valor que para                                                      noso    La  tros    representan           todos      estos     tesoros       naturales         ?...       cosa     les   pareció        pronto      aburrida,         tanto      es   así    que    algunos        echaron        mano     de   la   guitarra         y las maracas y comenzaron a entonar una canción melancólica                                                   al   compás       de sus monótonos sonidos. Esta música nativa no puede calificarse                                                         propiamente            de   bella,       pero     posee     el   don    de   emocionar          a cualquiera            que   deba    oírla      en   medio      de   la   inmensa        y angustiosa           soledad        de   estas      selvas.        Como    refresco         se   sirvió       guarapo        en   el   cuenco       de   una    totuma       y cuando       el  patrón       de        barco      ofreció        una        de                nuestro    botella   ron,     que    especialmente los    hombres        aceptaron          ávidos,        se   enardeció          la   sangre       de   estos      habitantes           de   las    bajas      tierras        cálidas,         ya   de   por    sí   inclinados           a tertulias         animadas;          apoderóse de ellos un alegre desenfreno y un baile que no se podía                                                       calificar          precisamente             ni   de   gracioso         ni   recatado,          se   prolongó         hasta      bien     entrada        la noche.      Como en general sucede con todos los habitantes del Zulia, la sangre de nuestros hospitalarios moradores del conuco procedía a la vez de varias razas, pero la mayoría era mestiza (mezcla de blanco e

indio ). Entre

las mujeres

había

algunas

relativamente

bellas,

cosa

bas-

tante normal, sobre todo si no fluye por sus venas sangre negra. En

avanzadas

horas

de

la

noche,

subimos

a

bordo

de

nuestro

barquito y al romper el alba emprendimos de nuevo nuestro viaje, para alcanzar, a ser posible temprano, San Carlos. Durante este trecho de la travesía, se repiten los paisajes fluviales ya descritos, sólo que debido a las sinuosidades de la corriente, se presentan ahora en continuas cambiantes, formando ante nosotros nuevas y encantadoras perspectivas. Hay que señalar ahora la frecuente presencia de caimanes, que levantan curiosos sus desproporcionadas cabezas por encima del agua ; en la ribera vimos a unos hombres ocupados en la extracción de un

manatí

recién

capturado

y aproveché

la oportunidad

de un

pequeño

descanso, para sacar un apunte de este animal ya bastante raro aquí. Pronto aclaró el día y a primeras horas de la tarde llegamos a San Carlos, meta del presente viaje y punto de partida para mi nueva salida a través de la selva. En frente de San Carlos y también junto al río, está Santa Bárbara. Ambos lugares son pequeños y principalmente se componen de miserables chozas ; pero su significación para el comercio no puede desestimarse, porque aquí tiene lugar el cambio de los diversos productos y artículos de consumo de la región. Los productos de la Cordillera, en especial el café, llegan transportados en largas recuas, para ser cargados en los barcos, que ya esperan para conducirlos a Maracaibo y recíprocamente por el mismo procedimiento, las mercan-

52 

 cías   

 que    llegan       de  esta     ciudad,        son    expedidas          hacia     el  interior.          Por    esto    reina aquí en medio de las grandes florestas, una animación y un tráfico                                                              parecidos         a  los   de  Moporo       y  La  Ceiba,       puertos       en  el lago     de  Maracaibo         y  de  los cuales arranca un camino que conduce a la parte norte                                                de  la  Cordillera           ;  en  los    últimos        tiempos        se  ha construído           un  ferrocarril           que   partiendo de Moporo llega a Sabana de Mendoza, casi a las faldas                                                       de  la  montaña.        En San Carlos conseguí por corto tiempo un tolerable alojamiento y así pude hacer con tranquilidad los preparativos para el difícil itinerario proyectado. Una de las caravanas recién llegadas, ofrecía en cuanto a cabalgadura y animales de carga, material suficiente para escoger y no tardé en ponerme de acuerdo con un guía experto y algunos arrieros. Estos aprovechan gozosos cualquier oportunidad para salir cuanto antes de “la peste ”, como denominan los habitantes de la Cor-

ATAN A

  

 Manatí.      

dillera      

a la  región      forestal        zuliana,         y alcanzar         ligero       las   alturas       salu     dables. Ocurre muchas veces que algunos de ellos contraen fiebre                                                         la cual     llevan      en   estado       latente       hasta      las   altas      regiones        montañosas          en donde     se les    manifiesta.           Por    lo  mismo,      el   temor     de los    habitantes          de    la Cordillera          por   las   bajas      tierras       cenagosas          es   extraordinario              y al propio       tiempo fundado, porque el cambio de clima es demasiado brusco ; allí                                                          las  

53

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cumbres        Los    no

aireadas        y frescas,        aquí    el   eterno       y húmedo      calor       de invernadero.            comerciantes europeos que han vivido largo tiempo en                                               Maracaibo,         

 necesitan        

 temer    

 tanto    

este    

 clima    

 pantanoso        

de

 los  

bosques      

zulianos,        

pero    no  obstante         deben     abandonar          tan   pronto      como     puedan      esta     comarca        peligrosa.          Todo        investigador,              que     lo   dicho      no reza     para     el   viajero    pese    a ello, arrostrará cualquier peligro, estimulado y atraído por la inago                                                             table     fuente      de   riqueza       y belleza        naturales.          Personalmente              he   tenido       mucha      suerte,      

 opuestas       

 ya

que  

crucé    

 las  

selvas     

del   

Zulia     

cuatro      

veces    

en

direcciones           

enfermé  y solamente          me        en    la última,        porque       contrariando             los    consejos de mis acompañantes permanecí en ella demasiado tiempo.                                                         En esta    oportunidad            y en  atención        a mi   estado       de salud,       tuve    que    em   prender una vertiginosa y dura carrera a caballo, para llegar pronto                                                           a Moporo        ; afortunadamente                encontré         asilo     en   un   barco      que    no   tardó     en   hacer      rumbo     lago     adentro        donde      mi fiebre      empezó       a ceder.      En  Maracaibo          me  repuse       por    completo         en  poco     tiempo.      

 54 

at

YA

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     A  TRAVES 

       CAPITULO

lll

  

    DE LA  SELVA 

      ZULIANA



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     que        eran    conso    poco    interior       del     la gente    traía                    intransitables,      hecho            habían        persistentes    lluvias  ladoras.        Las          y más        caminos   llamados   mal      de los        puntos    mejores aun   los                 abandonar a su       que de     tenido     se había       de carga   bestia    una            más        animales          algunos         llevarnos     aconsejó suerte,     mi guía    lo cual     todo        por

de  

reserva,           de

noticias       

lo  

que   

en  

verdad     

no  

hube    

de  

arrepentirme.                En

     estas

      los       con      y luchar circunstancias   selva   la           en          internarse     halagador   poco               es numerosos inconvenientes previstos, pero el afán de investigación puede                                                                           tomado   haber        de    después más   que    es         ; así            sensatas    reflexiones    las    que                 emtodas las providencias y medidas del caso posibles e imaginables,                                                           desenlace.   feliz   su          en   optimismo      de prendí      lleno   viaje       mi

El trecho de impenetrable bosque que debíamos atravesar ahora, tenía solamente de 40-50 kms., cuando la extensión más grande y ancha del mismo,

duplicaba

esta

presentes,

significaba

para

cifra ;

no

nosotros

obstante

un largo

dadas

las

circunstancias

camino.

La floresta con toda su imponente majestad, se ciñe hasta las proximidades de la aldea, de modo que la recortada silueta de esa muralla vegetal, se distingue plenamente desde aquélla. Ante esta vegetación al parecer impenetrable, nos oprime un sentimiento extraño y ni el viajero más experto, se libra al comienzo de cierta pusilanimidad que le invade el ánimo. Los árboles que sobresalen de la masa vegetal, están

y 

 en

 parte      revestidos           de frondosas           y tupidas       enredaderas           que     le  dan    un remoto aspecto a antiguas fortalezas ; acá y allá yergue su copa                                                       una   solitaria, su  que   otra    palmera,         o alguna       despojada         rama              marca        línea             las           ( Barba        de ella en el cielo     mientras    tillandsias     de palo     ) que   penden     se  mecen      ligeramente            en  el  aire.    

Penetramos

en

la

floresta

avanzando

en

fila,

porque

el

sendero

era angosto, si bien cerca de la aldea no puede decirse malo. La “ tropilla ” caminaba silenciosa, solamente el hombre que encabezaba la hilera, emitía una voz nos detuviéramos en algún sitio ancho, con el fin de

que fuera del todo de vez en cuando de alerta para que dar paso a alguna

recua

donde

que

arrimar

nos

sus

venía

al encuentro,

animales

o a la recíproca,

al matorral,

para

dejarnos

pudiera

el camino

ésta

expedito.

Apenas nos alcanzaba un rayo de luz, pues nos cubría una tupida bóveda vegetal y tampoco tardamos en empaparnos de agua, debido al constante roce con ramajes, que por todas partes la regaban sobre nosotros. Son las primeras horas de la tarde y reina una absoluta tranquilidad, el bosque por decir así, está dormido... ¿Dónde están sus incontables moradores ; dónde están las voces de las innumerables aves, dónde la legión de insectos, que pueblan estas comarcas ?... Pronto se va a solucionar este enigma. A medida que la tarde avanza, empieza a notarse movimiento en nuestro derredor y en los amplios claros por donde penetra la luz, más de un morador plumado del bosque comienza a mostrarse. Entre tanto nos vamos acercando más a las dos grandes lagunas ubicadas en el sur, la Ciénaga del Chama y la Ciénaga de Onia. El camino se torna mojado y pantanoso, casi se ha hecho impracticable, porque el constante tránsito de acémilas ha ido formando terraplenes, entre los que se estanca el agua arrastrando residuos de matas y formando barro. Los pobres animales metidos en el fango, tienen que ser a menudo aligerados de su carga. Algunos parecen conocer el peligro y tratan de arrimarse todo lo que pueden a la espesura, pero a veces con poca fortuna, porque quedan enredados en la maleza sin poder pasar hacia adelante ni hacia atrás, siendo forzoso el desensillarlos.

Con frecuencia se atraviesan en el camino troncos o resistentes bejucos, obligando al jinete a apearse en medio del barro, para guiar su cabalgadura a través de los impedimentos, a menos que ésta se empeñe,

al menor

descuido,

en

quedar

prendida

entre

las

lianas,

como

me ha sucedido más de una vez. Accidentes como éstos se repiten a cada rato ; termina

uno

de descargar

con

sumo

de trasladarlos a terreno mejor en donde

  58

cuidado

se pueda,

a los animales,

después

a fin

de grandes

molestias,           volver     

a colocar         la carga    

en

sus  

lomos,        y a poco    

la situación         

 es  la misma.       Después        de tantas      fatigas,        saluda       el viajero       con    franca       ale         de       espaciosos           y secos         gría    los   trechos   caminos      y de buen     grado      se   dispone a  disfrutar         de   su   bien    ganado      descanso.         Esta    es   la razón      por    la que    notoriamente  también       nosotros         hicimos       un breve     alto,     en    un  paraje                  favorable.           Ahora      los    rayos      suaves       del    sol    de   la   tarde     han    logrado        fil   trarse      por    la espesura         y puede     apreciarse           el   género      de   vida     que    impera        aquí.      El  naturalista           se siente       de veras      en  medio      de  la  fauna      y  flora     más    grandiosas.            En los   bordes       de  los   charcos        y  especialmente              en  los    sitios      secos      donde      se  han    acumulado         excrementos            de  animales        de carga,        incontables            masas      de  mariposas,          preponderantemente                   rojas,      ora   se apo    sentan,        ora    aletean       por    el  aire.      Entre     éstas     llama      poderosamente             la su arcos, atención        mientras        va describiendo            en   vuelo      grandes              cierto      macrolepidóptero azul. Aunque al cruzar estos puntos espantábamos                                                            a  muchas       de  estas      mariposas,           otras      veces      nos    veíamos       envueltos          en  espesas        nubes      de  ellas.     

En las ramas imperaba grande animación ; las voces de los moradores alados del bosque, eran dominadas por el griterío de los papagayos. Es notable entre estos últimos el Aras rojo”? que en pequeños grupos se mece

en las ramas

más

altas, en tanto que de paso, bandadas

enteras

de verdes Amazonas? se posan en las copas frondosas y soleadas. De un tiro derribé dos ejemplares magníficos de guacamayos rojos, pero lamentablemente no pudimos conseguirlos porque fueron a dar en una maleza impenetrable. Los obstáculos nos habían robado mucho tiempo, pero no obstante estábamos satisfechos de haber logrado felizmente conducir nuestras acémilas a través de tantos peligros. Como ahora se había iniciado el buen tiempo y todo parecía garantizar su duración, abrigamos la esperanza de contar con mejores dias de viaje, porque los brillantes rayos del sol tropical poseen el don de convertir en maravilla los lugares en donde penetran. La circunstancia de que tanto nuestros animales como nosotros estuviéramos muy cansados, nos hizo temer que no llegaríamos antes de oscurecer al próximo caserío, de modo que después de maduras reflexiones determinamos permanecer en este lugar que juzgamos precisamente favorable para pernoctar. Es muy importante que uno mismo efectúe los preparativos indispensables para pasar la noche en la selva, porque así se inspira respeto a estas gentes de por sí miedosas y acrecienta su confianza en el patrón. Me vinieron muy (1)    (2)  

Guacamayo          rojo     Loros,      - N. del   

(Ara       T.

chloroptera).              - Roehl,      E.:  “Fauna      

  59

descriptiva           

venezolana”.           

 bien   

 ahora     las   experiencias             adquiridas           anteriormente,               durante        las    noches       que de antes en    pasé     en   los   bosques        montañosos             Caripe       y mucho             la provincia argentina de San Luis.                            

de

Comenzamos          primero        a  limpiar       el   sitio      con    ahinco.        Bajo     la   furia       los   machetes        —  cuchillos          de   montaña,         a manera       de   sables        — fueron     

cayendo      

árboles        delgados         y arbustos,         a fin    de    lograr      en    lo posible         un  espacio        suficientemente               ancho     donde     acampar.        Luego     desensillamos              las   cabalgaduras y el equipaje fue reunido y cubierto. Para su propia                                                         seguridad          amarramos         bien    nuestros         animales,         de    forma     que    no  pudiesen         llegar       a  los    charcos       cenagosos,          porque       el beber      estas      aguas      les   perjudica           grandemente.            Por   esta     razón      debían      contentarse           con    el jugo     de las   hojas       de caña de azúcar y el maíz, que por precaución habíamos traido con nosotros.                                                               No nos pusimos a descansar, sin antes haber abastecido largamente a nuestros animales. También recogimos suficiente madera lo más seca posible, para la hoguera que debíamos encender en breve y preparamos todo lo necesario provisiones que ramente con mi repartir todo lo

para pasar la noche. Reparamos nuestras fuerzas con llevábamos y una botella de vino que compartí sincegente, pues tengo como norma en esta clase de viajes, que llevo con mis acompañantes ; esto conforta y en

esta gente en general de carácter bondadoso, despierta apego y cariño. Nuestro modestísimo ágape hubo de ser enriquecido con un plato de entrada, como no puede darse mejor en la mesa más suntuosa de nuestra patria. Una bandada de crácidas se posó casualmente cerca de nosotros, pensando seguramente pasar la noche en las copas de los árboles, Conseguí derribar

una

de

estas

aves

de

un

galeata ), una de las más bellas y por toda la América tropical. La y extraordinariamente sabrosa, de lleva a cabo con asiduidad, si bien estas aves son muy precavidas y

certero

tiro;

era

un

paují

( Pauxi

mayores especies de hocos extendidas carne de estas gallináceas es tierna modo que la caza de las mismas se con mucha cautela y paciencia, porque recelosas.

Por prudencia encendimos dos hogueras más, a causa de la frecuente presencia de jaguares. —“* Hay muchos tigres aquí "— exclamaban mis acompañantes, tal como llaman en el país al jaguar. Los criollos temen mucho al “tigre cebado ” porque especialmente aguijoneado por el hambre o bien en propia defensa también ataca al hombre consiguiendo muchas veces su muerte. Al iniciarse el rápido y repentino crepúsculo tropical, que todavía nos ofrecía efectos magníficos tiñendo de rojo la cima de las copas arbóreas que el sol en ocaso iluminaba con sus últimos rayos, tendimos nuestras hamacas y tomamos todas las providencias necesarias para la

 60 

vela   

 nocturna,         a cuyo   

efecto      esta         turnos.        Si   durante       unos    día   el  panorama         circundante           el ofrece un aspecto pintoresco           y ex                 traño,      por     al resplandor             la noche          ad   llamas       de    hogueras,      las   las de quiere       proporciones             fabulosas.           Las    plantas         próximas        resaltan        de la negra      profundidad            del    bosque       por                   rojo     vivo     ; las    palmeras, su   brillo los hojas    bejucos           grandes             y las blecimos       

de            adquieren          formas        las    heliconias,

quiméricas           que    ayudan       a la   fan            hasta tasía     exaltada      el          máximo, a imaginar         toda     clase      de   figuras                   al   menor      movimiento           caprichosas   de

   los

        árboles,

        motivado

   por

el 

aire     o el   paso     de   cualquier          animal       trepador         noctámbulo.            El   más    mí         nuestra        atención             ruido      excita nimo y aun       nos           cuando    vence      el   cansan-

cio,             dormimos

por   

así   

decir,       en  

           con          el    y estado consciente,   ojo el  oído alerta a cualquier                fenó           meno     nuevo.      En  primer       lugar      el  centinela         nocturno debe extremar                      la  vigi                porque  lancia       de       las   caballerías,  éstas      se  ven    atacadas         por    los      mur ciélagos         y  sufren       mucho      cuando       estos      animales         hincan       los    dientes        en  su  piel     para     chuparles          la sangre.              de  los  La  familia        filósto   vampiros         mos    (Phyllostoma)              son    los    más    temidos        entre      los           y    hematófagos  están      extendidos           por    casi     toda     la

          Candelero.

 América        causan,        no  este   

 sé

 del    tan  

 de

 Sur.   

 prevalece        

 peligrosas         

 caso   

 motivo;      

 Hoy  

 como   

 ninguno,       

 pero   

 sí

 en

 la

 opinión      

 de

 se

 creía    

 en

 que  

 haya   

 muerto     

 acontece       

 que  

estos    

 61 

 un

 no

 ser  

 principio,           un

 animales,        

 mulo     si

 las  

 heridas      

 que  

o

 caballo      

 por  

 por  

 han  

 lo

 sido   

 menos    

 desan    

 grados     

por los la de  más    de  una   vez         vampiros,         a causa       de    pérdida         sangre se debilitan mucho, hasta el punto a veces de quedar inútiles,                                                           como    ocurrió        a uno    de mis    animales.          A  pesar     de    muchas      aseveraciones                             los           contradictorias,   filóstomos se

 dan  

          no  se arriesgan

      mas con    el    hombre,  

como   

en   aldeas       que   en ciudades,          penetran        en    las    habita      a veces a rozar con alas a los durmientes.            sus                    Sin    durante  embargo               mis    largos      años     de  residencia          en  Venezuela,          ni un   solo     caso     se  presentó         en que    efectivamente              un  hombre      fuera      atacado       por    los   vampiros.         En América        del   Sur   existen       gran    variedad        de géneros       y  especies de murciélagos autóctonos, entre los cuales Phyllostoma                                                          hasta      tum”      es el más   grande;       encontré         un ejemplar         de éstos     particularmente                 hermoso,        en   mi   habitación          de   San    Esteban        y  cuyas     alas     tenían       60  centí                 metros       de  envergadura. ciones     

 igualmente         

llegando       

 Entre    

los  

muchos     

sonidos        animales,         llama      poderosamente             la aten     ción    la voz    llorona        del   cercoleptes,             muy   abundante         aquí.     Acostumbran            a  deslizarse          quedamente          por   las   copas     de los   árboles       en  busca     de  pajarillos          dormidos se          y al parecer       cuando         disputan        el   botín,      dejan      oir    su  voz    lastimera.          El cercoleptes            ( Cercoleptes           caudivolvulus               )'*     tiene     el    tamaño       de un gato     grande,        su   cuerpo       es   de   una    longitud         de   40 cm.,     pero     parece       mayor     a causa      de   la   larga      cola,      que    por    sí   sola      tiene     unos     45 cms,     Su cuerpo      es   alargado         y de   constitución             algo     pesada,        su   piel     suave      es   de   color      gris     amarillento            y en   ejemplares           viejos       casi     amarillo         ocre      ; como     plan     tígrado       legítimo,          en   sus    movimientos            y aspecto        se   asemeja        mucho      a los   verdaderos           osos.      Los    criollos        en   general        le   llaman       '“* cuchi-cuchi            ”  y  es muy    estimado         por    su   viveza       y evidente         gracia;        como     es   muy    manso      y fácil      de   domesticar,            se   le   encuentra          en   muchas       casas      de   familia.         Por    mi   parte      llevé      en   mi   último       viaje      un   cuchicuchi           hasta      Maracaibo          y desde      allí     me   acompañó         también        hasta      Alemania         y quizás       todavía        se   aloja      en   el   Acua            El          se             tanto rium     de   Berlín.   animalito   había      acostumbrado      a mí,    que    com    prendía lado.        todas      mis    palabras         y constantemente               quería       estar      a mi        Durante        la   larga      travesía         del    océano,        nos    entretuvo          mucho      con    sus    gracias       

y habilidades,             en   tal    forma      que    no   tardó      en   ganarse        la   simpatía         de   todo     A eso    de   la   media      noche      estuvimos          un   gran     rato     envueltos          en   un por   silencio         sepulcral          y también        yo   fuí    pronto       dominado            el   sueño.       Pero     la   tranquilidad             no   debía      durar      mucho,       porque       súbitamente            hirió      el  pasaje.        (3)     (4)  

 El  falso     vampiro        de  lanza     (Phyllostomus              hastatus).           El vampiro       espectro         (Vampyrus          spectrum)         es el  más    grande       de los     filostómidos.             - Roehl,       E.:  “Fauna      descriptiva           venezolana”.             (Potos       flavus)       llamado        también       oso     melero.       -  Idem.    

 62 

mi oído    un ruido     peculiar        y simultáneamente                nuestro       centinela         irrumpió        hacia      mí en un  grito     ahogado:        “El    tigre”!...          Como     electrizados            nos   incorporamos            y tomando       nuestros        fusiles       nos    pusimos       en guardia       para      la embestida.           Al   principio         no lográbamos          verle     y sólo     un breve     gruñido       nos   indicaba        el camino      que   furtivo       tomaba      el   felino       hacia     nuestro       campa     mento. Sólo podíamos verle parcialmente, cuando pasaba por trechos                                                           que   el resplandor          del    fuego      iluminaba.           En   un   punto,       sus    ojos     centellearon              con   la  rapidez       del     rayo,     lamentablemente               de manera       tan   fugaz,      que    no   me   atreví       a disparar         por    no   estar      seguro       en   herirle       de   muerte,       circuns             siempre       presente,          porque       el jaguar      herido      sólo tancia      que   debe     tenerse      levemente,           favorecido          por    la oscuridad         se escabulle           fácil      y un segundo        ataque      por    parte      de  éste     es casi    seguro.        Después       de  rondar      varias      veces     el lugar donde estábamos acampados, desapareció de la misma forma                                                          que    había      venido.      

Pronto nos recuperamos del agitado incidente, pues aunque por lo que a mí respecta no entraba en consideración el miedo, el pánico de los animales de carga y la emoción de estar a punto de capturar uno de los ladrones sismo.

En

de la selva más

mis

numerosos

temidos,

viajes,

tan

era motivo sólo

recibí

de evidente otra

vez,

nervio-

la

visita

nocturna de un jaguar y fue al sur del lago de Valencia cuando nos extraviamos en el bosque del Cerro Azul, pero en esa ocasión sí pude disparar con éxito. El jaguar y el puma, los felinos más grandes de América

del

Sur,

incluso las más

están

distribuídos

altas regiones

por

todo

el continente

y

alcanzan

montañosas.

Nuestro descanso nocturno no se vió interrumpido más, hasta que después de un sueño corto pero profundo me despertó de madrugada la animación y el trajín incipiente de los animales diurnos, que a esas horas es mucho más vivo que durante el crepúsculo. —“*Los pájaros cantan todos” decían mis acompañantes, “todos los pájaros cantan y se alegran del nuevo día ”, pues el proverbio aquí reza : “Cuanto más animados cantan los pájaros, más seguro es el buen tiempo ”. Aun cuando no nos saludaba un canto tan melodioso como el que tiene lugar en los encinares

de nuestra

tierra,

este

concierto

del mundo

alado

era

tan

grandioso y peculiar, que excitó por completo nuestra atención. La

voz

del

gran

tucán,

sobresale

entre

las

demás

con

su

“ Dios

te de” que según la gente del país, cuando se deja oír de madrugada es buen augurio para el nuevo día. Una paloma grande cuyo silbido tiene tonos parecidos al del hombre, silba en las profundidades. Esto (5)  

En  

español       

el  original.         

63 



 significa        

 que  

 los  

 caserío      

 primer     

pienso       los  

es  

 más  

 próxima      

día  

de  

aprovechar          

 alrededores          

y

que  

El

comparada        

 alba,    

es

 se

descanso,        

 animales       

 bochornosa,          

ahora    

y

     muy    lejos     el peque     está que    albergarnos           en    debe  

tigar    

 y  trabajoso,          pero     avanzar        más.   

meta   

     no  en  efecto

cual   

 diversos.        

y

 nuestra      

 nuestro      

 de  bejucos      

 rápida     

 felizmente           ño

 Segmentos        

alcanzaremos           

para   

inves     coleccionar           

 me

 también      

el  

 presenten.          a

 la

aquí   

noche     

fresca        y agradable,          por    lo   tanto     nos    equi    pamos      temprano         para    la partida,        a  fin   de poder       dejar     tras     de nosotros        el  mayor      trecho      posible,         antes      de que   el sol     enviara       sus    ardientes         rayos.      El  camino       continúa        siendo       difícil        ancho,       algo    más    firme      y se    puede    

 Durante       esta    jornada        fuí   de   nuevo       víctima        de una    plaga     de   mos   quitos, los cuales haciendo caso omiso del pañuelo con que pretendía                                                            cubrir       mi  cabeza       y  mi  rostro,       se   introdujeron            por    todas     partes       inclusive          dentro       de los   orificios          de   mi nariz      y de mis    orejas.       Para     colmo      de   desdi       chas     tropecé       por   descuido       

con   un   bejuco      

poblado      

 residencia          favorita        de   cierta       clase       de hormigas         una  

solemne      

que  

desmontarme           

nueva    

 ducha    

plaga.      Mis  

de

estos    

y ayudado      

insectos       

de    orquídeas         y bromelias,           y

 la

 sacudida       

precipitó        

sobre      mí,    que    no tuve     otro    remedio      

por    mi   gente     ahuyentar          con    paciencia          esta    

aspavientos            produjeron          gran    hilaridad         entre     mis    acom   

pañantes          y en   efecto      pueden       reírse      con    ganas     ya que   a ellos      no   les    afectan        

LAMINA

      V - FLORA

         

SELVATICA.



         



 

tanto    

los   ataques        de   estas      plagas       tropicales,           porque       el   tiempo        les   curte      la piel y la hace menos sensible a las picaduras, mordeduras, etc.                                                       

Algo muy interesante es observar a las hormigas viajeras, cuando en columnas interminables van avanzando en busca de nuevo campo para sus actividades devastadoras. En una gira por las montañas de la Costa de Carúpano, tropecé inopinadamente con una de éstas. Iba yo tras la voz de un ave extraña, cuando vi de pronto una nube de pajarillos que volaban diligentes, remontándose y descendiendo con rapidez ; tuve la suerte de cazar uno de ellos. Cobrando la pieza me hallé de improviso en medio de una procesión de hormigas y dí con toda mi alma gracias

a Dios,

al salir ileso

de

ella. Es

imposible

dar

una

idea

exacta

de la enorme masa de estos insectos que forma uno de estos interminables desfiles, En algunos sitios si la disposición del suelo lo permitía tenían de 3 a 4 pies de ancho; si se presentaba algún obstáculo, la columna se dividía para reunirse otra vez y formar de nuevo la vía principal. Junto a ésta, se puede observar sin peligro el paso de estos insectos. Casi cada hormiga carga una hojita, quizás la provisión de viaje; a muchas de ellas se las ve retroceder para recoger la carga perdida, mientras que otras tratan de hurtar el botín a alguna propietaria feliz. Aunque la enorme caravana circulaba relativamente de prisa, no pude ver el final a pesar de una larga espera. Entre

los árboles gigantescos que a menudo

obstaculizan

la feliz

prosecución de nuestra marcha, hay que mencionar principalmente la Ceiba ( Bombax Ceiba) y el Candelero. El tronco del primero engrosa notablemente en el centro y sus ramas extendidas casi horizontalmente forman una espesa copa de fronda, la cual pierde la totalidad de sus hojas durante la época de sequía, circunstancia bastante rara en el trópico. Las raíces se levantan de la tierra en forma de pala y sobresalen por los caminos que encuentran libres. Ningún otro árbol empero, tiene la forma de las raíces tan notable como el Candelero, del cual adjunto un dibujo tomado del natural, que da una idea clara de su forma y tamaño, así como de las protuberancias de sus raíces, que se desarrollan a manera de muros en forma sagital. Dada la grandiosa espesura de la selva,

me

hubiera

sido

imposible

efectuar

este

dibujo,

si

no

hubiera

encontrado casualmente este solitario y hermoso ejemplar en una región forestal sometida a la tala y roza, para implantar un nuevo cultivo. El espacio existente, entre esta especie de muros sagitales de unos metros de alto, que forman las raíces al pie del árbol es tan grande, que más de una vez me serví de ellos para instalar mi albergue nocturno, pues

65 

  fácil      es lianas     

         construir

   una

verdadera        

      cabaña

   con

    sólo

formar     

  un

 techo    

con  

       y palmas.

Forzosamente debo mencionar ante todo, las múltiples especies de enredaderas, llamadas en el país bejucos, puesto que imparten a la selva tropical su verdadera fisonomía. La configuración de éstos es extraordinariamente variada y en consonancia con la grandiosidad de las demás formas de vegetación. Además del carácter pintoresco que imprimen al paisaje forestal por sus maravillosos entrelazados y tupidas urdimbres, despiertan también interés por la forma original de cada uno de ellos, muy difícil de observar dentro del enorme conjunto vegetal ; por eso doy en la adjunta viñeta una imagen de los principales tipos de bejuco, copiada del natural. Uno de splendens, Fig. entre el verde formando una y Cuando

los más interesantes es el bejuco en cadena ( Bauhinia 1) ; posee un color gris blancuzco que destaca vivamente oscuro de los árboles, que cubre la mayoría de las veces red. Existe en abundancia en todas las regiones calientes

no ha alcanzado

aún

el máximo

de su fuerza

tejedora,

debido

a su resistencia, los indígenas lo usan preferentemente como ligaduras, ya que en el interior, en la construcción de ranchitos o chozas, reemplaza a los clavos, de por sí propensos a la herrumbre. El bejuco señalado con el número 2 en la viñeta tiene forma de cable, adquiere un espesor de 3-5 cms, y su corte transversal parece un mosaico. Forma nudos a trechos de un pie de largo y cuando envejece, éstos se aflojan perdiendo entonces los palos que aprisionaba, así que permite mirar a través de ellos. La figura 3 muestra un bejuco de 2-3 cms. de grueso, que suele crecer muy derecho y es interesante porque a semejanza de un cilindro de caja de música, está provisto de innumerables espinas o púas. El n* 4 es una de las lianas más vigorosas y alcanza de 12-15 cms. de diámetro y a pesar de su grosor es el tipo que forma los entrelazados más estrechos, como puede constatarse en la figura 6. En

el n? 5 el corte transversal

es liso, las torsiones

de una soga y la corteza es gris amarillento con estrías de 7 se distingue por su forma característica de estrella y el guración parecida a un sarmiento, se emplea muchas veces Con los bejucos se manufacturan toda clase de jardineras,

sillas,

bancos,

etc.,

también

se

hacen

son

como

las

través. El n? n* 8 de conficomo bastón. objetos como

encantadoras

baldosas

de mosaico, empleando pedazos cortados de través y ensamblados. También representan un papel importante en la medicina; así parece ser que el bejuco en cadena, es un remedio recomendable para el reumatismo.

 66 

A la  par    que   hacen      al  hombre      casi    inaccesible            la selva,       sirven      de  vehículo         a  monos      y  demás     animales         trepadores,           facilitándoles              el  paso    de árbol      en  árbol,      e  incluso        les    transporta           por   encima       de  las    corrientes           de  agua.     en  Como     la  mayoría       de    las    trepadoras,           se   elevan       mucho       busca      de luz   y  por lo tanto sus hojas y flores se desarrollan sobre las copas de los                                                         árboles,         siendo      difícil         admirar       su  belleza.        Las    flores       más    hermosas         de entre las bignoniáceas, pasifloráceas  estas      especies,         se encuentran                                             y  aris     toloquiáceas,             las    cuales       no  remontándose             tan    alto,      se  esconden         menos      a  nuestras         miradas        y  nos    fascinan         por    la  magnificencia              de  su  forma      y  su  colorido.         A



            del   Padre      ”,    vamos      acercando          a “ Caño   lugarejo nos         por   unas     pocas     y  miserables          chozas,       el   camino        se ensancha        poblado permitiendo que aprovechamos,            acelerar        el   paso,      circunstancia                              tanto     más    cuanto      la ansiedad         por    alcanzar         el   claro      próximo        era    muy    grande       ; desde      allí     debían       divisarse          las    cumbres        de   la   ya   cercana        Cordillera,            en   toda su hermosura. Sentí no poder saciar mi anhelo de contemplar ese                                                          panorama         atractivo          y estupendo,           porque       caía     una    densa      e impenetrable            niebla sobre la selva que se extendía ante nosotros y detrás                                                   de   la   cual             la            La                    se        debía minúscula población hallaba      hallarse   Cordillera.   muy   animada con motivo de la reciente llegada de varias “'tropillas ”                                                       de cultivos acémilas        cargadas        de café,     procedentes             de  la Cordillera.            Los           son  

medida     

idénticos        

 difieren       

 en

que  

a los  

que  

extensión         ;

 vimos     pese   

 junto     a

 la

al   río  

selva    

más   son    aquí     notablemente             más    grandes.       

Escalante,         

 virgen     

 que  

sólo   

los  

 los  

ciñe   

 campos      cada   

 vez  

Este lugar se considera como muy malsano, quizás debido a la proximidad de dos grandes ciénagas ; sin embargo, no creo que en este aspecto sea peor que otro punto cualquiera de la gran región Zuliana, en donde las mismas condiciones básicas para un clima perjudicial existen por doquier. De todos modos el calor no se deja sentir tanto cuando se cruzan estas florestas en las cuales no falta nunca ni el aire húmedo ni la sombra. y el viajero no está tan expuesto a los rayos del sol, como en los parajes altos y pelados ; por lo menos cuando nosotros atravesamos

la floresta,

ratura

nunca

es bastante

más

marcó

el termómetro

elevada

en

la ciudad

más de

de

32?

R.

Maracaibo,

La esto

tempees,

en

la ¡parte norte del lago de su nombre y no obstante el clima no es tan malsano como en toda la región del Zulia. Esta es el centro principal llamada también por el vulgo circunscribía sólo a la parte del profundamente hacia el interior

de la temida malaria. La fiebre amarilla, vómito negro y que antiguamente se litoral, en la actualidad se ha extendido del país y ha alcanzado incluso puntos

 67 

elevados        que  

 hasta    

como    

Caracas,         Valencia        

 el  presente       

 siempre      

 se

y

Betijoque         

habían     

en  

 la

considerado          

Cordilera,           lugares       

 inmunes.        Un

azote    

más que distintas es disentería, aparece  temido               fiebres                  que               las     la    con mucha frecuencia y aunque a veces con lentitud, llega a ser                                                     mortal.        mejor medio para preservarse enfermedades tropicales, El                          de las                          es   el llevar una vida prudente y metódica.                                  Debemos volver de nuevo a la descripción de mi viaje... A la mañana siguiente fortalecidos por el descanso y el alimento, penetramos en el bosque con el propósito de hallar una laguna que se encuentra por allí cerca. Antes de romper el alba, ví en lo alto, describiendo círculos en el aire, una Harpya destructor, el águila más poderosa de América del Sur. Esta ave majestuosa que en tamaño sobrepasa a nuestra águila real, me pareció al principio que estaba oteando una presa ; mas luego se dejó caer, posando en la rama desnuda de un árbol gigante ; aproveché el momento propicio, para observar a mis anchas con mis anteojos de larga vista y como si la tuviera ante mí, su posición y sus movimientos. Al cabo del rato se elevó de nuevo y desapareció en la espesura. Entre las aves de rapiña, puede considerarse el harpía como la cazadora más audaz y arrojada. Se ceba preferentemente en mamíferos como monos y perezas, los cuales temblando rompen a aullar en cuanto advierten su proximidad. Tal como me han referido gentes del país, esta águila prefiere a la pereza por encima de otro botín, porque esta indolente criatura es mucho más fácil de atrapar, que cualquier miembro de la ágil familia de los simios. Entre éstos parece ser el mono aullador ( Mycetes ursinus ) (* de color castaño rojizo, el más extendido. Se encuentra en toda la zona selvática, hasta una altura de mil metros sobre el nivel del mar y también en los Llanos. Más adelante tuvimos oportunidad de observar a este camarada grande y barbudo que los naturales del país llaman *“ araguato” y seguir sus graciosos movimientos; resulta verdaderamente cómico, cuando se columpia en los cimbreantes bejucos. Acostumbran a vivir en grupos de 6 a 12 individuos y desde las copas de los árboles en estrecha compañía, irrumpen en un concierto de aullidos, que uno de ellos, con seguridad el jefe de la misma, hasta cierto punto dirige y entona. Este

emite

unos

breves

sonidos

de U,

U, U,

los cuales

se pierden

entre

el prolongado y tumultuoso clamoreo de los restantes. No resulta fácil observar con exactitud estos animales. La mejor manera de hacerlo, es esperar pacientemente quieto en un lugar y dejar que ellos se vayan (6)  

 (Alovatta        

ursúa).       -  Roehl,      E.:  

“Fauna      

descriptiva           

 68 

venezolana”.           

     acercando.          Hasta

     la fecha

se

              especies          como     veinte        en   Venezuela conocen   la de

          frecuentes

      son      más        entre   cuales      las          de   simios, distintas

                   anteriormente,   citada    la        que    pequeña variedad        más capuchinos ( Cebus capucinus ).t"                              

 y

         monos, los

la           monitos   los   de

Mucho más raro es el Ateles Beelzebuth, o sea el marimonda de los criollos. Este es un simio bastante grande y con brazos extremadamente largos, por lo que los ingleses significativamente le denominan “* Spider-monkey ”, esto es, mono araña. En efecto, por sus movimientos lentos en sobremanera extraños, tiene gran parecido a una araña gigantesca. En cautividad estos animales son muy tranquilos y se portan muy bien, como pude constatar con un ejemplar que conservé vivo mucho tiempo. Esta criatura ofrecía un espectáculo sumamente raro, cuando sentada y en postura erguida, levantaba por encima de su cabeza los brazos en alto como pretendiendo calentar sus manos, carentes de dedo

pulgar,

al sol. Cuando

estaba

sentado

a la sombra,

se levantaba

de inmediato en busca de un rinconcito soleado. Entre otros mamíferos hay que mencionar al pécari ( Dicotyles torquatus )'* que en Venezuela denominan “báquira”, Vive en manadas y llama principalmente la atención la atropellada huída que emprende cuando nota la proximidad del hombre. Un ejemplar crecido de esta especie me han asegurado llega a tener un metro de largo; a menudo es muy peligroso para el cazador, particularmente cuando se ve acorralado. Por otra parte se deja domesticar con facilidad y he visto báquiras que siguen a sus amos como canes. A medida conocemos

su

que

nos vamos

exuberante

adentrando

y magnífica

en la selva

naturaleza,

va

y cuanto

siendo

más

más tensa

nuestra atención ; podríamos decir que aprendemos a mirar con cuatro ojos. A este estado se llega, no sólo influídos por el amor a la naturaleza y por el celo de coleccionista, sino en gran parte por la precaución que

hay

que tener,

debido

a la presencia

de diferentes

clases

de

ofidios

peligrosos. Ha ocurrido más de una vez, que al intentar a duras penas abrir un camino entre la maraña de lianas, — intento que a veces resulta desesperado,

debido

a que

el suelo

húmedo

y elástico,

está

cubierto

de

una capa de mantillo de un metro de espesor, formado por la descomposición de residuos vegetales, palmas, ramas caídas y demás — hemos ahuyentado de su guarida a muchos de estos reptiles y otras sabandijas, tales como enormes ciempiés y escorpiones.  (7)   (8)

Mono    capuelino         o machango         (Cabus      apella).         - Idem.      Idem.      (Tagassu pecari). - Roehl, E.: “Fauna descriptiva venezolana”.

 69

También      

puede      acontecer          otras      veces,       que         con    uno    tropiece         algún un santiamén se desparrame un enjambre compuesto  avispero        oculto       y en                                             animales  por   miles      de sus   habitantes.           Estos              importunos          de unos     tres    “ pegones ”, vocablo que  centímetros           de  largo,       se  denominan          en el  país                         deriva      del    verbo      pegar.      En  verdad,       se adhieren         al cabello        y la  barba     por debajo de las ropas hasta llegar a la piel. No suelen  y  se  deslizan                                                     

 picar    

 como   

 como   

 acostumbran          

 nuestra      

 las    hormigas.        

 avispas,         más  

 bien   

 rascan     

 o  cosquillean          

Entre las innumerables especies de serpientes que hay aquí, son relativamente pocas las venenosas y puede decirse que, con algo más de atención, fácilmente podríamos protegernos de ellas mejor de lo que suele hacerse. Entre las más peligrosas se cuentan la cascabel ( Crotalus durissus )'* y la mapanare ( Lachesis mutus ),” mayor que la anterior. La primera, animal indolente, me sorprendió alguna vez en el bosque, mientras me hallaba interesado en algún pájaro raro o algo parecido, y me asustó con su cascabeleo. Si el espesor de la maleza lo permitía o no

presentaba

golpe de gracia tierras

bajas ;

un

obstáculo

con en

rapidez. las

insuperable,

La

montañas

cascabel, de

la

se

no

costa

le daba

naturalmente

se encuentra

sólo en

de

la

Caracas,

he

el

las

visto

más

de una vez en alturas de 1000 a 1500 metros. Una culebra muy linda aunque pequeña, es la coral ( Elaps coralinus ),0* que ostenta en el rayado de su piel, los colores nacionales — negro, blanco y rojo— de Alemania y que con frecuencia se desliza hasta las viviendas. Es también venenosa, pero no debería ser tan temida como es, porque se puede reconocer fácilmente por su colorido vistoso y llamativo. Como

indeseable

huésped,

muy venenosa Typhlops nombre       vernáculo.          Con  

presentarse

o

sea

la

también

culebra

a veces,

la

terciopelo,”

           grandes,             aunque no        más   ofidios venenosos, suelen                    la Boa       más,    constrictor,       dar       y asustan    ejemplo     por   más    trabajo            “traga-venado      cruza           veces             ”,* llamada       y que        popularmente    no pocas (9)   (10)    (11) (12)    (13)

frecuencia         

suele

lumbricalis,

 los  

           -  Roehl,  (Crotalus          terrificus).       E.:   “Fauna      descriptiva           venezolana”.            (Lachesis muta). - Idem. idem.  (Micrurus          corallinus).            - Idem.     idem.     Macagua o tigra terciopelo (Bothrops                                 atrox).       - Idem.      idem.       El  original         reza:      “die     nicht      giftige       Sammetschlange”,                 creemos        se  trata      de  una   errata.        Y en  lugar      de  “nicht”        debía      decir      “sehr”,        N  del    T..  Tragavenado o macaurel (Constrictor constrictor).  - Roehl,       E.:   “Fauna      descriptiva            venezolana.          

 70 

el

sendero      

del  

cazador        en   las     florestas,          particularmente                en   los    parajes        secos. excursión de       Durante        una             por    los    oquedales          de   Carúpano,          uno      mis acompañantes trataba de dar caza a una boa, que súbitamente                                                      había      comparecido            ante     él.    La   espesura         selvática,           debilitaba          los    golpes,        pero no obstante pudo atraparla por la nuca. Acto seguido el                                                   gran     ofidio,       mientras        con        con      y repug         la cola     se   asía     a un   tronco,    su   grueso nante      cuerpo       había      comenzado          a enroscarse           en el   del    hombre.        Como    afor     tunadamente           estábamos          a poca    distancia,          pudimos        percibir         los    gritos      del    pobre      hombre,       aunque      no sospechábamos             la causa.       Corrimos        hacia     el   el  infeliz su atadura, afortuna lugar     donde             se   debatía        con             llegando                  damente        a tiempo      de   salvarle,          cortando         la   cola     del    reptil      de   un   machetazo.                   unos     minutos        más    tarde      hubiéramos           encontrado           a este     hombre       Solamente tan   fuerte,        con    las    costillas          completamente              trituradas.           Entre

juca"*

las especies

pequeñas

hay

que

mencionar

la culebra

be-

una de las más ágiles, cuya presencia es muy difícil de notar.

Su nombre se origina en el gran parecido que tiene con las ramas delgadas de las lianas entre las cuales se esconde con sorprendente ligereza. Se puede contemplar un buen rato una maraña de estas plantas trepadoras y no acertar a ver que de ellas cuelga una culebra ; cuando uno se acerca, desaparece repentinamente y da la sensación de un pedazo de bejuco que se hubiera fundido. En una ocasión en que me hallaba dibujando un árbol, que una red de lianas había tumbado, dos colibríes

que

ora

en

una

dirección

ora

en

otra,

volaban

sin

moverse

del mismo sitio, llamaron poderosamente mi atención. Al principio no comprendí la causa y llegué a sospechar que entre las ramas se ocultaba algún pájaro con el que ambos pajarillos estarían jugando. Al cabo de largo rato que estuve mirando atentamente, dí con la cabeza erguida de una culebra bejuca, en la que los atacantes habían puesto sus miras. Cuando cautelosamente moví mi fusil, desapareció la serpiente con la velocidad del rayo y con ellos los rutilantes y bellos colibríes. Este fue realmente un valeroso episodio animal y he podido constatar con la repetición sucesiva de escenas semejantes, que el colibrí, pese a su pequeño tamaño, es una criatura llena de astucia y muy audaz. Estábamos bastante internados en la selva, pero todavía en plena oscuridad y ningún indicio luminoso señalaba el calvero donde debía encontrarse la laguna. Comenzaba a sospechar que había errado el camino, o bien que la región pantanosa de la selva virgen que me habían descrito aumentaba sin cesar. A pesar de ello azuzamos nuestra marcha todo lo (14)   

(Oxibelis        

acuminatus).             - Idem.      idem.    

 71 

  que

   nos

  fue

       posible

y

        nuestros

         esfuerzos

no

        tardaron

     mucho

 en

     verse

              recompensados.

Hacia

oeste

esclarecía

paulatinamente

y

por

algunos

claros

se

podía ver el cielo. —“* Ahí esta el caño ”— , exclamaron mis acompañantes.

Pronto percibimos algunas voces de aves, que nos llegaban desde allí. Era una escena nueva la que se ofrecía ante nosotros, el contraste de dos paisajes contiguos. Todavía las esbeltas hojas de las heliconias ocultaban en parte el panorama, pero no tardó la laguna en aparecer ante nosotros, aunque parcialmente debido a que la circundan frondosas y espesas florestas, detrás de las cuales emerge a lo lejos y hacia el suroeste,

el potente

muro

de la Cordillera

(véase

acuarela ).

                 tranquilamente   vista            paseé      la       de admiración, Asombrado          y lleno             mara    por los alrededores, con la emoción profunda de este panorama                                                      tropi   plantas   sus          de   hermosura   la     de   sol,                de villoso       y resplandeciente          cales,   apreciaba    se     lo cual        todo       término,   último        en      nevados    picos   los       de

más   

después       

de          la marcha

fatigosa        

a través     

de

 la

oscura      

y húmeda      

región     

        forestal. qué          magnifi    pintoresca     esta        toda    efímera                Mas  ¡ah!                                           sequía       es!...      cencia Cuando la es persistente y el agua se agota,           reemplaza   reluciente      el    cubre        que         vegetal       alfombra    gruesa     una          a ésta espejo     la          de      pantanoso   suelo   el         ; en     nosotros      ante        ahora    tenemos       que laguna         selva,    a la   une    se       que      bosque   nuevo        un    encanto     por     como       nace                entonces desaparece el horizonte y se convierte en uno de tantos lugares                                                     semioscuros   dejar.         de    acabamos    que     los       como   fango,       de            y llenos

Si nos acercamos quedamente a las riberas de la laguna, podemos comprobar asombrados, lo animada que es la vida de la fauna que puebla estas soledades. Las aves en particular son variadísimas y gran cantidad de ellas habitan este paraje. Sus continuas idas y venidas cambian el cuadro caleidoscópicamente ; casi parece que se citaran aquí. Son demasiadas y se presentan todas de golpe ante la vista del observador y éste no halla cómo darse cuenta exacta de todas ellas; si nos ceñimos únicamente al paso de aves acuáticas y zancudas; debemos sin duda citar primeramente las formas mayores, En primer lugar mencionaremos a las cucharetas ( Platalea ajaja )“** color rosado o rojo carmín, que cruzan el cielo en bandadas y con su largo pico en forma de espátula inspeccionan con gran habilidad las aguas cenagosas;

es

un

espectáculo

para

más

luego elevarse en el éter azul.

(151    

 Garza    

 paleta     

(Ajaia     

en

manera

 ajaja).       -  Roehl,       E.: 

72 

hermoso

 “Fauna     

verlas

 descriptiva          

dentro

 venezolana”.           

del

agua,

 

 LAMINA     

        VI

-





 SENDERO      

  EN

 LA

 CORDILLERA.          

 

 

 

 

 

 

 

Digitized by Google

Acostumbra         

a encontrarse aquí solitaria               siempre                 y abúlica        la  gigantesca           cigiieña       (  Mycteria         americana          )  “9%     y  la cigiieña       (Ciconia         ma   quari      ),  algo     parecida         a  las    nuestras,          forma     en   algunos       sitios       verdaderas           hileras.         Muy   pocas     veces       falta     en  esta    sociedad         de zancudas        el  gabán      (  Tantalus         loculator          ).07   Sería prolijo enumerar aquí todas las especies de garzas e ibis. La que llama más la atención entre ellas es la esbelta garceta de plumaje sedoso, que no solamente se entretiene en las ciénagas, sino que suele aposentarse también sobre troncos viejos y ramas caídas. Entre las muchas aves que se muestran con rareza y que acostumbran a ocultarse entre los juncales y otras plantas acuáticas y que solamente se hacen notar por su constante silbar y graznar, llama la atención por su natural vivaracho la Parra Jacana de color pardo amarillento, llamada popularmente “gallito”, Sus garras largas y rectas le permiten correr como una centella por sobre las hojas enormes de los nenúfares. En un constante y agitado vaivén, estas aves ora se posan en un grupo de plantas, ora se dejan caer con rapidez y cada vez que los rayos del sol las alcanzan, despiden destellos amarillo de oro, que transportan al paisaje

nunca

maravilloso

de

un

cuento

de

hadas,

el

cual

no

nos

cansamos

de contemplar.

Siempre me ha extrañado no hallar en estas ciénagas y lagunas de la selva, al flamenco y la ibis escarlata. Al parecer en Venezuela ésta última habita la región costanera, mientras que el flamenco,“” como ocurre en las pampas argentinas, se ha extendido principalmente en los Llanos venezolanos y agrupado en grandes bandadas, busca allí preferentemente las lagunas abiertas. Cuando cruzan los pantanos por lo regular poco profundos, asemejan una gran columna de soldados en perfecta formación, especialmente los días en que una ligera bruma cubre

la

contribuye

sabana,

la

no poco

cual

dada

la

magnitud

de

la

interesante

escena,

al engaño.

Como símbolo vivo de melancolía se muestra acá y allá la Ardea cocoi(?% parecida a nuestra garza gris, aunque bastante más grande.  (16)   

 (17)    (18) (19)    (20)

Garzón       (Mycteria         americana).           - Codazzi,         A.:    “Geografía           de Venezuela”.           Coincide         con               venezo           en  que   esta     ave    vive     solitaria,          - Roehl,       E.:   En su “Fauna       descriptiva el   autor  zolana,        le  llama     Garzón       soldado        (Jabiru        mycteria)         y no   dice     que     viva    sola,      sino     más     bien     lo contrario          en   grupos       de a cientos.              descriptiva            venezo            E.:  en  su  “Fauna  Codazzi,         A.:   Geografía          de  Venezuela.           -  Roehl,  lana,      da el  nombre      científico          de    Mycteria        americana         al   Gabán.       Gallito de laguna (Jacana spinosa). - Roehl, E.: “Fauna descriptiva venezolana”. Llamado también “pájaro soldado” (Phoenicopterus ruber). - Roehl, E.: Idem. Garza       -  Idem.      morena.          idem.

  

 73 

También       

 cuchara      

lleva      vida   

como    

 los    pájaros      

cochlearia         

 he

podido     

observar,          el notable      

)'?”,       aunque       de ningún      modo    se cuando       aparecen        diversidad           de   patos     y otras     aves,      especies         de chochas        y sisones,         las   últimas       de individuos. cuales      en   grupos         treinta       o cuarenta                   Su agudo     sobresale por encima de otras muchas voces de pájaros.                                              

entre    

 (  Cancroma       

solitaria         

raros.       De

vez   en

No está representado en menor escala Magníficas mariposas e incontables libélulas sus variados colores.

 pájaro     

cuenta     

fúlicas,        de

 las  

silbido      

el mundo de los insectos. columpian sobre el agua,

Esta región pantanosa perennemente húmeda, es también lugar de residencia del tapir?”. Quiso el azar que pudiéramos también contemplar uno junto a la laguna. De vez en cuando se deja oír un chapoteo en el agua. Son los llamados cerdos de agua o chigiiiros. ( Hydrochoeros capybara )'?% que al parecer huyen despavoridos del jaguar que los acosa; pero ignoran que corren hacia otro peligro nuevo, en el agua les acechan los voraces caimanes y su alternativa, como la gente del país observa fatalmente, es ser devorados en todas partes. Este animal es el mayor roedor que existe y está distribuido por toda la América del Sur, así como también el colpú, llamado “perro de agua” ( Myopotamus coypus )'** algo más pequeño que aquél. Resulta piezas

de

aves

aquí

muy

cazadas,

difícil, tanto

poco más,

menos cuanto

que no

imposible, disponemos

cobrar de

las

embar-

cación ninguna y de otra forma nos hundimos en la ciénaga a cada rato. Tenemos por lo tanto que ceñirnos a cazar en las riberas de la laguna, lo que es muy fatigoso. El efecto que causa un disparo entre la fauna que puebla estas soledades es muy distinto al de otras comarcas donde la escopeta del cazador se deja oír más a menudo. Muchas aves no se mueven de sitio, otras emprenden el vuelo, permanecen un rato dando vueltas como si indagaran las causas extrañas del estampido y luego regresan a su punto de partida. Observé muchas veces, cómo algunos pájaros que habían pasado de largo, regresaban cuando en el bosque que parecía desierto, sonaba un disparo.     (21)

 (Cochlearius           

(22)   

 (Tapirus         terrestris)   venezolana,          

    (23)

 El  autor      se  refiere       al  “chigúiro”          (Hydrochoerus              hydrochaeris)             (Roehl),        Conocido         tam          de “Capibara”           y  “Carpincho”           en otros  bién    con    los   nombres      países,       A. Codazzi. “Geografía de Venezuela.” -  “En    la  Fauna      descriptiva            venezolana”           de    Eduardo        Roehl,      aparece       con    el  nombre       de  “nutria”         (Pteronura          brasiliensis).              

(24)

cochlearius)           

- Roehl,       E. Idem.     

 llamada      

también      

Danta     

74 

o  Anta.    

-  Roehl,       E.: 

 “Fauna     

descriptiva          

 Nuestra      

 permanencia          

aquí,     brindaba       

 nuevo     e  interesante           y  de buen    tiempo prescrito para nuestro                            ¡ Una  

a

cada     rato     un  espectáculo            grado      la  hubiéramos           prolongado,           si el apremiante.  regreso       no  hubiera       sido              

sobre       la laguna,       sobre      la  Cordillera           de  picachos         nevados        al  fondo      y  otra     vez    la  oscuridad          de  la  selva      '!  Enriquecidos             con   un bagaje de impresiones nuevas, y renovados algunos recuerdos                                                        de  experiencias             pasadas,         buscamos         alojamiento            donde      pernoctar.          En choza

 última       mirada     

el

pequeño

contigua

nido

a la nuestra,

reinaba

una

actividad

se celebraba

un

inusitada.

En

“ velorio ”, al cual

una

fuimos

invitados amablemente, particularmente yo. Aunque muy fatigados, no podíamos de manera alguna excusarnos, porque lo toman a mal y lo consideran una injuriosa falta de interés. Priva la costumbre, de celebrar la muerte de un niño, con festejos y baile —, «se trata sólo de un “angelito”»!... Al llegar nosotros, la alegría se había desbordado ya. La choza techada con palmas y hojas de plátano, estaba formada en su mitad

anterior,

por

un

espacio

abierto

a todos

lados,

el fondo

del

cual

se hallaba claramente iluminado. En esta parte se mecían hombres y mujeres a los compases de una danza lenta, que acompañaba una monótona melodía de guitarras y maracas, mientras algunos cantores improvisaban canciones dedicadas al “angelito ”. La pared del fondo estaba adornada en su totalidad con plantas y en el centro sobre un pedestal a guisa de altar, yacía el pequeño cadáver cubierto de flores y alumbrado por un semicírculo de velas. El conjunto estaba aderezado con mucho gusto, cosa no muy difícil aquí por la abundancia de elementos vegetales decorativos. Las enormes hojas flabeliformes de la “* palma de vino” cubrían la pared del fondo. En la parte inferior, algo apartadas de la misma, se inclinaban otras palmas en forma de abanico, entre satinadas hojas de heliconias que lucían

su

maravillosa

floración

roja; guirnaldas

tejidas

con

bellísimas

orquídeas, cruzaban la parte superior de la estancia en todas direcciones y a su vez, pendían de éstas, otras formadas con plantas de hojas delicadas cuyos extremos inferiores estaban dispuestos a modo de lámparas. Completaban la belleza del conjunto, grupitos de palmas enanas (Bactris) atadas con bejucos a las guirnaldas. Por seguir la costumbre encargué unas velas y una botella de “ anisado ” (aguardiente de caña ); gesto que agradecieron inmediatamente con una canción en la que me deseaban toda clase de augurios para

mi

futuro.

Estos

eran

expresados

concretamente,

como

todo el país, y adecuados al concepto, no muy comprensible del objeto de mi profesión. Así decían : —«Que el blanco

-=] at

 

suelen

en

para ellos,  “curioso ”

 tenga    

 mucha    

        que      lo  que    pinte       bellos;       pájaros que     muchos    halle          ; etc».    la tiene    no   es que      si   novia,          su    encuentre    ; que     en gana  le  venga         se  cantaba.               más   escanciando, se  iba    Cuanto      más

El

salud    

término

;

“ Velorio ”

se

deriva

del

verbo

velar,

o

bien

de

la

palabra velas. Por otra parte parece ser que en los velorios se cometen muchos abusos. Por lo menos me han contado, que el pequeño cadáver es llevado de choza en choza y de esta manera tienen ocasion de celebrar cada noche un holgorio. Aunque procuramos retirarnos temprano a descansar en las hamacas, la música continuó por mucho más tiempo. Por

el

contrario,

las

manifestaciones

de

duelo

para

los

adultos,

son

muy desagradables. Cada uno quiere superar al otro, en cuanto a lloros y lamentos se refiere. En Carúpano tuvimos que abandonar una casa, porque eran insoportables las voces de las plañideras, que ordenadamente se turnaban en la casa mortuoria vecina. Pese a la belleza natural de la tierra baja y pantanosa, no cabía en mí de gozo, al pensar que el próximo día dejaríamos a nuestra espalda, el último tramo del camino penoso que debía conducirnos a alturas aireadas. A medida que nos acercábamos a la falda de la Cordillera y a poco de haber abandonado la región de las dos grandes lagunas, fuimos notando que el terreno paulatinamente se elevaba y al rato de cabalgar, vimos macizos cubiertos por completo de vegetación tupida y que conforme íbamos avanzando aportaban variaciones al relieve del suelo. Durante esta etapa cruzamos lugares en que el carácter de la selva nos pareció muy distinto, en especial en los lugares que aparece la palmera en masa. Toda la región del Zulia es pródiga en extensos palmares que se encuentran dentro de florestas mezcladas. Es indescriptible el panorama que ofrecen estas innumerables y gigantescas columnas vegetales, cuyas copas, penachos de grandes palmas, crecidas al parecer unas

dentro

de otras,

forman

una

como

bóveda

catedralicia,

por

la que

apenas se filtra un rayo de luz. Sin embargo un bosque de palmeras resultaría

monótono

si

en

medio

de

estos

esbeltos

y

altos

así,

troncos,

no existiera variación de arbustos y viejos árboles envueltos en enredaderas, o bien palmeras moribundas por los abrazos sádicos del matapalo. Las hojas inferiores marchitas, amortiguan con su color amarillento o rojo parduzco, el verde brillante de las copas y en algunos casos forman debajo de ellas, una especie de funda o abrigo de los troncos. Entre las muchas clases de palmeras, tres son las que mayormente llaman la atención del viajero. Primero la anteriormente citada palmera vinífera ( Attalea speciosa ) que causa una impresión majestuosa. Su

 76 

 tronco     

alto     y esbelto,         es    gris    blancuzco           y sus    palmas       flabeliformes,              alcan     zan   una    longitud        de   10  mts.    o más.    Sus   lacíneas        notablemente            largas       se mantienen          erguidas        sobre     los   pecíiolos        que   apuntan       hacia      lo alto,     y  están      irregularmente               doblegados           en sus   extremos,          detalle       que   contribuye                  la elegancia         pintoresca            del        a  realizar   copete. Junto a ésta hallamos la no menos bella “Palma mapora”?” muy parecida a la palmera real y tan pintoresca como aquélla, si bien su copa es de menor tamaño. Las plantas jóvenes de palma mapora, tienen el tronco más grueso en la base, casi en forma de botella ; pero cuando está desarrollado por completo, es relativamente esbelto y liso, de un grueso bastante regular y forma hasta la copa una columna de 20 a 25 mts. de altura. Está dotado de anillos claros, causados por la sucesiva caída de sus palmas. Sus hojas penninervias, son sumamente delicadas y al menor soplo de viento se mueven y juguetean unas con otras sin parar. El pecíolo tiene también la base en forma de botella y es verde, color que contrasta admirablemente con el gris blancuzco del tronco guarnecido de anillos.

El tercer tipo de palmera

de nuestro

interés,

es más

pequeña

y no se encuentra tan a menudo como las dos anteriores ; ésta es la hermosa palmera de hojas en forma de abanico Trubinax mauritiiformes. No

solamente

en las tierras bajas,

sino también

en alturas

considerables

encontramos palmares, Así en Cerro Azul junto al lago de Valencia y a una altura de 600 metros, existen unos formados principalmente por la “ palma de caucho ”.

(25)    

Chaguarama.          

  

 77 



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       CAPITULO

7



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JAVORECIDOS por   el  tiempo,       íbamos      adelantando            bastante       

         

] bien,      La vegetación          del    bosque       se   mostraba         de    nuevo      muy    mezclada.         Por    la   mañana       percibimos           un grito      lastimero          y peculiar         en   el   que    reconocimos            inmediatamente               la   voz    de  “la   pereza”,          Según      afirmaban          mis    acompañantes,              probablemente              este     animal       había      terminado         por    completo         de   despojar         un   yagrumo       devorando          sus    hojas      y  se sentía       perezoso         para     encaramarse            a un   segundo        árbol.       Después        de   breve      búsqueda,          dimos      por    fin    con    este     torpe     ser.     El   delgado        (Cecropia tronco      del    yagrumo                peltata)        fue   derribado         y sin    dificultad           al-    guna,      pudimos        apoderarnos            del    animal      que    nos    miraba       indiferente.             Para     cargar      

con    él,    lo   instalamos          

sobre     

un   mulo    

entre     

dos    bultos,        mas   

pronto      

debí     arrepentirme             de   ello,      por    las    malas      consecuencias              que    trajo.       No   ha   bíamos       tenido       aún    tiempo       de    regocijarnos            de   su   captura        y de   su   fácil      aco        cuando       al         el       la        que             la         reanudar   camino   acémila    transportaba   pereza modo se encabritó         de   repente        y arrancó        en   un   galope       desenfrenado,              quedando         enredada detuvo allí         en   un   bejuco       que    afortunadamente                      su   carrera        y     le dimos      alcance       mientras         trataba       de  desembarazarse              tirando       hacia     todos      lados.       había      hincado        sus       y puntiagudas            garras             La   pereza    largas en   el   cuello       de   la   pobre      “mula      ” y esto     le   causaba        tremendos          dolores.          (1)  

 Bradypus       

tridactylus.             - Roehl,       E.:  “Fauna     

descriptiva            venezolana.          

81 

 Procuramos         

ayudar     

al

espantado        

animal     

y

solamente        

       de mucho     después          de     también   como       así     lazos,         de sus       liberarlo       pudimos  trabajo        y  cuidado las agudas garras de su verdugo. Con la consabida pérdida de tiempo,                                                                        contratiempo    el     de que         en      y a fin   orden          el   equipaje pusimos       nuevamente

no           pereza,        deseando   libertad         a la   repitiera,           dí   se

se   primer         el   instalara          en

       no son          las       cálida   perezas árbol           a su       En   región   la   encontrara   gusto.      que           al     hojas   parecer         cuyas      yagrumos,         sobre       las    encontré y siempre         la selva.         en      alimento   único    su son raras    

Por la tarde llegamos a “Caño Negro”, cabaña solitaria que nos ofreció, así como a otros viajeros, un agradable lugar de descanso, a pesar de que su aspecto era muy miserable. Si disponía de tiempo, exploraba como de costumbre los alrededores, acompañado de alguno de mi gente y pertrechado de mi escopeta, los pinceles y una red. La ingeniosidad de mi zambo y el interés que tomó por mis trabajos, me indujeron a confiarle mi servicio personal, cuyo desempeño, no obstante su alto rango militar de “ teniente coronel ”, acogió con beneplácito. En Venezuela, así como en la mayoría de países sudamericanos, reinan circunstancias muy curiosas a este respecto. Carreteros y troperos, gentes que apenas han sido iniciados en los secretos del alfabeto y la escritura, no por eso dejan de ser “generales”. También el concepto del “honor militar” se concibe en términos muy extraños. En época de continuas revoluciones, conocí personas que hoy eran azules y mañana amarillas, para ser nuevamente

azules al día siguiente, esto es, cambiaban

de partido y de color conforme el éxito obtenido... Al efecto llevaban cintas de los colores respectivos en el bolsillo, para en caso de victoria de los contrarios, colocar el distintivo de inmediato en el sombrero y convertirse de manera tan fácil y rápida en militantes del otro bando. En estas florestas se empiezan a ver riachuelos de agua cristalina jugueteando entre las peñas. Después de tanto saciar la sed en aguas cenagosas y estancadas como era mi caso por largo tiempo, ¡con qué fruición esta bebida limpia y refrescante se va sorbiendo !... En parajes como éstos, la visión también se ensancha y hay suficiente luz en los alrededores para iluminar clara y exactamente todo, hasta el más mínimo detalle. Existen lugares verdaderamente apropiados para acampar y oportunidades de sobra para acrecentar las colecciones, ya que las aves, insectos y demás animales buscan las corrientes de agua, y flores maravillosas crecen a sus orillas. Mientras

yo

iba tomando

unos

apuntes

en mi

cuaderno

de notas,

mi acompañante se adentró por los matorrales siguiendo el curso del riachuelo, cuando a poca distancia no tardó en dar unas voces de:

 82 

 “*  tengo    

cachicamos          ”*”     (tengo       armadillos           ),   palabras         que    me   infundieron           una agradable esperanza, pensando ya en un sabroso asado                                                  para     la cena.      Efectivamente,               su   mirada       experta,         había      dado    con    la boca    de una    madriguera, donde suelen refugiarse durante el día estos animales                                                          y había      logrado       apoderarse          de un  par   de ejemplares            grandes        y  hermosos.         En otras ocasiones, especialmente cuando permanecí en las selvas                                                         monta     el  ñosas      de  Caripe,        junto      a  los    indios      chaimas,        con      fin    de  descubrir          otras      cuevas      de  guácharos,          me  había     mantenido         semanas       enteras        de  armadillos           y puedo      afirmar        que    su  carne      es  de sabor      parecida         a  la  del   cerdo. Hay en Venezuela algunas especies de estos animales y la mayoría                                                              de

 ellas    

 puebla     

 las  

 altas    

 montañas.        

 Además     

 del  

 armadillo,         

 el

 cazador      

 puede      hallar       también        otros      animales         de  carne      sabrosa        y  suculenta,           tales      como     diversas         clases       de  “'agutíes         ”!%     y  la  paca     (  Coelogenis           paca     )'"    mucho      mayor      que    los    anteriores           e  igualmente           roedor,        aunque       de  com    plexión        rechoncha          y  naturaleza           más    indolente          que    los    acures,        Suele      permanecer           ésta     durante        el  día    en  su  madriguera,            que    se  halla      gene     ralmente         entre      las    raíces       de  los    árboles        y  en  donde      es  fácil      capturarla.            En  Venezuela          se  la  llama      “lapa”       y  su  carne      es  apreciada          como     bocado       exquisito.           Entre      las    diversas         especies         de  gallináceas            y  palominas          que   pueden encontrarse aquí, la más notable es la del género Crypturus,”                                                             de  carne      delicada         y  sabrosísima.            Procuro en lo posible no servir de estorbo a log múltiples individuos de esta rica fauna, que inocentemente van mostrándose, ora el uno, ora el otro sin cesar. Aunque el afán primordial del coleccionista, es tratar de adquirir todo lo que todavía no tiene, en la mayoría de los casos sin embargo, completar sus experiencias con la tranquila obser-

vación

de

la

vida

animal

y

ordenar

sus

recuerdos,

le

es

mucho

más

útil que el incesante atravesar los bosques. De este modo va conociendo al propio tiempo la clase de flores que sirven de alimento básico a ciertos animales. Este rincón de selva junto 'al riachuelo (véase acuarela ) me recordaba

vivamente,

más

de

un

escenario

natural

del

bello

valle

de

San Esteban y del interior en Carúpano. Las formaciones vegetales que allí dominan, están representadas también aquí en hermosos grupos. De ninguna manera hemos querido indicar con la denominación de “ Flora selvática ”, que hayamos logrado representar integramente la magnífica flora de las selvas tropicales ; más bien hemos querido ofrecer

(5)

                      venezolana”.      descriptiva       E.:   “Fauna            -  Roehl,       novemcintus.  Dasypus          idem.        -  Idem.            rubrata)      (Dasyprocta      de  monte  Acure Lapa (Cuniculis paca) - Idem. idem. También es llamada guanta países. N, del T. La Poncha (Cryturellus soui). - Roehl, E.: Idem.

83

  

   (2)    (3) (4)

o

guatusa

en

otros

aquellas         formas       que,     creciendo         en   todas     partes      bajo    las   mismas      ciones, llegan a llamar la atención incluso del profano.                                                

condi     

La hermosísima “rosa de montaña” ( Brownia grandíssima) en profusión, regala a nuestra vista con sus flores alargadas y rojas, aglomeradas en ramilletes del tamaño de una cabeza infantil que asemejan fresas gigantescas. Aunque en las regiones montañosas crece sólo en las partes cálidas y bajas, la rosa de montaña está extendida por toda Venezuela y se da en diversas formas : en tallos solitarios y esbeltos como representamos

en nuestra lámina,

o bien, multilobuladas

formando

matas

grandes y espesas. Tales ejemplares están frecuentemente cubiertos con centenares de rosas de todos los tamaños, que al natural son de un efecto imponente; en la lámina resulta demasiado chillón. En su primer desarrollo las ramas son muy endebles y las hojas tiernas y delicadas, cuelgan apretujadas como hasta medio metro, para después separarse abajo contribuyendo a hacer el árbol mucho más pintoresco. Cuando están en su completo desarrollo las hojas se enderezan y adquieren un color amarillo rojizo que se convierte luego en un verde brillante. Al pie de la rosa de montaña arranca una planta ribereña, que crece entre los guijarros del riachuelo y debajo del grupo superior de hojas se ha asentado firmemente una enredadera. Vemos en nuestra lámina dos ejemplares de la esbelta Cecropia, uno en primer término junto a la heliconia bihai de grandes hojas, y otro detrás de la rosa de montaña. Aparece aquí como un árbol en completo desarrollo y contrasta con el grupo de palmeras Bactris que puede verse sobre la pequeña loma y cuyas hojas jóvenes cerradas todavía, cubren los delgados troncos casi en su totalidad, mientras arriba cada una de sus hojas penninervias se

van

distribuyendo

formando

de

manera,

para

una

vez

bien

desarrolladas,

ir

la copa.

Entre las numerosas clases de orquídeas que se dan en Venezuela, la conocida “flor de mayo” ( Cattleya Mossiae) es la que más se destaca y sus flores rosa pálido y en parte también blancas, suelen estar tan tupidas que apenas dejan ver las hojas. A veces cubren gran parte de los troncos y del ramaje de los árboles. En el valle de Caripe los umbrosos

árboles

de los cafetales,

tenían

sus

ramas

inferiores

com-

pletamente cubiertas con flores de mayo. Con preferencia en los ángulos que forma el ramaje, habían arraigado firmemente en grupos de más de un metro de diámetro y formaban junto a la floración rojo fuego de los bucares un cuadro de belleza sorprendente. En el curso de excursiones sucesivas, atención,

múltiple bien

sea

variedad por

sus

de

orquídeas

formas,

muchas

  84.

llamó

poderosamente

magníficas,

otras

nuestra grotescas

         Estoraque

y

 no

 a  veces    

parecidas        

a

 animales,         o

bien   

por  

            de  Tolú.    bálsamo      del  o  árbol

su

 perfume      

 exquisito,         

pero   

 vimos      ninguna        de  ellas      en  volumen        tan    considerable             como     la  flor     de mayo. Las flores blancas y amarillas de las esbeltas estrelitzias                                                          que    crecen       junto      al agua     debajo      de los    matorrales,            ofrecen        un  contraste          sorprendente             con   los    troncos       cubiertos          por    las    orquídeas         citadas.         Como     las    heliconias,           se  hallan      en  terreno        pantanoso          y  frecuentemente               en grandes cantidades. Entre diversos tejidos vegetales la popular vainilla                                                                         se  encarama         en  maravillosos            espirales          por   los    troncos        —.en    el  conjunto  general        de  la  lámina       pasa     inadvertida           —.   También        aquí     crecen       los    beju   

 85 

 cos  

derroche de con   orquídeas,          bromelias          y tillandsias.             ¡Qué              musgos,       hongos, licopodios, pequeños helechos, etc. podrían llenar nuestro                                                             her   bario,      si nos    sobrara        el  tiempo      para     poder      coleccionar            con    tranquilidad            !...  Con cal

ligeras excepciones,

ofrece,

conjunto

;

desde no

el

punto

obstante,

de

toda

la selva baja de la América

vista

el botánico

pictórico,

puede

la

misma

discriminar

tropi-

imagen

la flora

por

de lati-

tudes. Las selvas situadas al sur del ecuador, como por ejemplo las de Río de Janeiro, producen la misma impresión sobre poco más o menos, que las que se encuentran en las regiones septentrionales del continente, como las del delta del Orinoco, las de la orilla meridional del Lago de Maracaibo, o bien las de la parte oriental del istmo de Panamá. Las cecropias están representadas por doquier; contrariamente no ví en Brasil ni la magnífica musácea gigante, la heliconia bihai, ni la enorme filodendra, notable entre las plantas aéreas de hojas muy extendidas y profusamente perforadas, plantas ambas, que en el norte de América del Sur se desarrollan perfectamente. En algunos lugares de esta comarca hay a veces gran existencia de gramíneas arborescentes, grupos de distintas especies de bambúes, entre los cuales se destaca la enorme guadua, en representación del gran bambú de la India. La hallamos junto al Lago de Valencia así como también en la isla de Trinidad. En el jardín botánico de Trinidad, famoso por su importante colección de plantas tropicales, numerosos grupos de guaduas bordean ambos lados de un camino y sus tallos altos, espigados y flexibles, forman al inclinarse con el rico oropel verde de sus hojas, un maravilloso arco triunfal. También

el samán

es digno

de mención,

sin duda

la más

bella y mayor

de las mimosas, que con su abundante y dividido ramaje forma una frondosa cúpula; a veces podríamos pensar que nos hallamos ante una enorme seta. El samán de Giiere a corta distancia del Lago de Valencia y que fué ya descrito por Alejandro de Humboldt como el árbol más grande de Venezuela, posee una enorme copa a cuya sombra pueden cobijarse hasta mil hombres. Ultimamente empero, muchas de sus ramas se desgajan con demasiada frecuencia, debido al exceso de plantas parasitarias que las pueblan, de modo que las generaciones venideras, apenas podrán admirar más que los restos de lo que fue este árbol formidable. A su sombra han descansado muchos viajeros y más de una tropa guerrera de partidos facciosos tan frecuentes aquí, ha instalado debajo su campamento. Entre los numerosos y grandes árboles de fronda como el resinoso tacamahaca, el sereipo myrospernum frutescens, el roble, distintas especies

de

caobos,

etc.,

sobresale

preferentemente

Oñ  00

una

de

las

leguminosas

más    bellas,        el   árbol     del   bálsamo         de tolú     (Myroxylon            toluiferum)           llamado        en las montañas de la costa estoraque. Este árbol notable y aromático,                                                            parece       ser    que    en   las   montañas         no   se   extiende         a zonas      muy    altas,       pues     habitualmente              sólo     se   le   encuentra          en   altitudes          moderadas.           Su    forma,      hojas,       flores      y frutos,        pueden       reconocerse            claramente           en   la   figura       adjunta.         A una   

altura       de   unos    

20   mts.,      el   tronco      

recto,       liso     y de   color      gris     claro,      

se          ramas       una   divide       en   múltiples      que    forman    copa     clara      y ligera,        cuyas      hojas delicadas se estremecen al menor soplo de viento, como las                                                       de   nuestros         tilos      y álamos.        Todos      los    estoraques           que    tuve     ocasión        de   con    templar,         noté     que    estaban        exentos        de   bejucos        y otras      parásitas.           Su   resina       aromática          que           un        curativo,          ya         en    suministra   bálsamo   era    recogida   tiem     pos             junto           particularmente                en           inmemoriales      al   río    Magdalena,   Mompox. Se extraía de manera sencilla, por el mismo procedimiento que                                    en                    los    árboles gutíferos. Se practican en el tronco incisiones bastante profundas,                                                                    a las    que    se   aplican        unas     totumas.         Lentamente,            —en  el   Myroxylonm          muy     — mana la resina y va goteando en los cuencos. Un amigo poco a poco                                                     inglés,        me   había      rogado       le   informara          sobre      la   existencia           del    Myroxylon,           con    el   encargo        de   recoger        para     él,    flores       y frutos,        cosa     que    ya   me   fue    dado     cumplir obtener        en   el   valle      de   San    Esteban.         Para            esto     es   necesario          tumbarlos. podré           No        nunca         que             al        olvidar      la   impresión    experimenté,   caer     el   primero        de   estos      árboles        después        de   un   trabajo        duro     de   hacha      ; crujiendo          fue    inclinándose             majestuosamente,                 para     venirse        abajo      con    un   estruendo terrible. Un ámbito extenso del bosque quedó totalmente                                                          perfumado por             el   bálsamo.         Nuestros         afanes       se   vieron       premiados          con    largueza,          ya   que    el   árbol      cargaba        por    igual      flores       abundantes           y frutos       bien desarrollados, con lo que pude cosechar muchos ejemplares de                                                         herbario.          Como     consecuencia             de   la   poderosa         sacudida,          se   habían       despren        dido     con    profusión          las    semillas         que    recogimos          activamente.             Una    vez    en   casa me sirvieron para perfumar el ambiente, e incluso mis cartas que                                                           en   aquel      entonces         mandaba        a Inglaterra,            llamaron         la   atención         por    su   agradable olor.               Aunque

más

abundante

en

las

laderas

montañosas

de

la

costa,

pertenece también a esta región el llamado “indio desnudo ”, que se caracteriza por su color castaño rojizo y su copa casi exenta de hojas. Lo mismo puede decirse del jabillo, de tronco a menudo multipartido y cubierto de púas ; su presencia es frecuente junto a las corrientes de agua. Contrariamente al árbol balsámico al que se le atribuyen propiedades curativas, del jabillo se asegura que sus hojas y semillas contaminan las aguas donde caen, produciendo fiebres en el hombre que las bebe.

 87 



        Colibríes      natural).          (a mitad    tamaño      del

VI8d3iS

A VOIVIW

-

NA

       

           

"VOVAIN

VNIWV1



Negro,  En  las    tempranas         horas     del   día    abandonamos            Caño          y a poco empezamos a despedirnos de la tierra baja, porque                                               después        de  unas    horas     de   camino      lleno      de    asperezas,          se   inicia       el   ascenso.         Emprendi        mos la pedregosa cuesta monte arriba, en muy buena disposición                                                      de  ánimo      y  a  cada     paso     que    nos    alejaba        del    llano      selvático          y  húmedo,        tomábamos          aliento        con    alegría.         Pese    al  camino      empinado         y  pavorosamente             malo     que  

serpentea        

 hacia    

 lo

 alto,    

 aceleraron         

 los  

 animales       

 su

 marcha,      

 si  presintieran             la  proximidad           de  nuestra        meta.     A  corta      distancia          percibir         el  murmullo        del      el  cual        izquierda             río    Chama,    a  nuestra  suraba      a  alcanzar        el llano.       de Mucuchíes         y      Nace    en   el   Páramo Mérida,        punto  nuestro       través       de     final      de  viaje      y de  donde      traernos         saludos.       

 como   

 se  podía     se   apre    corre     a  parecía      

Monte arriba, monte abajo, de cresta en cresta y trepando por una senda cada vez peor y más pedregosa, alcanzamos finalmente la Mesa de las Culebras, donde hicimos un alto. A nuestros pies yacía el llano con sus enormes florestas, envueltas en la bruma que emana de ciénagas, ríos y lagos. En último término de la lejanía brillaba el Lago de Maracaibo y ante nosotros emergía imponente la masa montañosa de la cordillera con sus negros bosques, abismos y valles, y sus altas cumbres rozando las nubes. Después de infinitas penalidades debidas a la escabrosidad del camino, llegamos a la pequeña aldea de las Palmitas, sita en la Mesa de las Culebras, meseta de 800 a 850 mts. de altura. El clima caliente empieza a mezclarse bastante con el templado. —“ Tierra templada con tierra caliente ”. Habituados al calor por la larga permanencia en llanuras bajas

sentimos

como

aquí. Con sólo unos de

nuestras

mantas.

fría,

la temperatura

16-18? R. teníamos Mientras

considerablemente

que hechar

descansábamos

mano

fresca

de

por la noche

placenteramente,

fui

pa-

sando revista a los acontecimientos habidos en el camino recorrido. Me he referido en otro lugar a la disminución que experimentan la rica flora y fauna de las regiones cálidas a medida que se va ascendiendo y cómo van siendo sustituídas por otras, sus numerosísimas especies. Esto se nota de manera muy marcada entre los colibríes, aves netamente americanas. Apenas existe otro pájaro cuya vida y movimientos sean en extremo tan interesantes. La región que nos ocupa es residencia de numerosísimas clases de colibríes, razón por la cual he creído oportuno, hacer en este lugar una descripción detallada de su vida.

Hasta el presente se conocen más de 400 especies desde Canadá hasta Tierra de Fuego, de las cuales sólo un pequeño número pertenece a las regiones tropicales de América del Norte y del Sur. Su difu-

  89

sión   

 por    el  trópico,         lo  mismo      es en  dirección          vertical         que    horizontal.           Sólo pocas clases viven lindantes a las nieves perpetuas en                                                    los    picos     o menos a las que habitan  de  la Cordillera          y su número      corresponde             más                       en el  límite       de extensión          norte      y sur.    La  mayor      riqueza       pertenece          a  las    tierras        bajas      del    trópico.         Los   colibríes         sobrepasan           en  gracia       y colorido,         es  a  todos      los   demás       pájaros       y  la disposición           de   su  ornado      plumaje          extraordinariamente                   varia,      como     puede      verse     Sin    tener      en  cuenta       su  diminuto —         tamaño     

en

 la

 ilustración          

adjunta.       

existen         colibríes          tan    sólo    sus  de  4  cm.    de  longitud        —  la  mayoría        de     especies        por    su  colorido        vistoso, son más fáciles de reconocer en medio de una tupida selva,                                                          que    muchas      otras      aves     mayores.         El  movimiento           y  la  luz    cuando       hiere      el  brillante         plumaje        de estos        enanos,      pájaros       los     aparecer         en  un  cons   hacen      tante      y  renovado         cambio      de colores.        Los signos externos que más caracterizan a estos excelentes maestros en vuelo, son : el batir de las alas, sus pies, cola y pico. I:ste último presenta formas muy variadas ; unas veces como un punzón, ora muy corto, ora larguísimo, ora recto o encorvado, pero siempre apropiado para extraer del cáliz de las flores su alimento, insectos, para lo cual, su larguísima lengua filiforme les es indispensable. La estructura de ésta tiene una propiedad especial. Como en el pájaro carpintero, las dos astas del hueso hioides se extienden desde atrás y por la parte superior de la cabeza hasta la raíz del pico en la región frontal. Dichas astas, junto con un par de músculos en forma de cinta, constituyen todo el aparato de movimiento lingual y les permite disparar la lengua más allá del pico. Complementa este maravilloso dispositivo, una sustancia córnea que reviste la punta de aquélla, y sobre la cual se encuentran diminutas púas “apenas visibles para el ojo humano, que hacen posible la captura de minúsculos insectos. La configuración de las alas es por regla general muy resistente y su forma parecida a la de nuestros vencejos. Por lo regular en proporción al cuerpo son largas y muy abiertas durante el vuelo, muy estrechas, algo arqueadas y sus rémiges tienen por lo general el cañón muy duro; la sustancia córnea de éste en algunas especies, presenta un abultamiento pronunciado

en

su

parte

media

externa,

dando

al conjunto

del

ala

una

apariencia mucho más arqueada de la que tiene en realidad. En contradicción con la contextura de las alas y el cuerpo, las patas son notablemente pequeñas, cortas y delicadas. Por eso al colibrí no le es dado trepar por las ramas. Más bien se posa tranquilo, para lo cual apoya sobre la rama la parte inferior de su quilla, posición en la que parece el pájaro estar acurrucado. Las patas están cubiertas casi en su totalidad por las plumas del bajo vientre y de los muslos.

 90 

Cual   

galán    

trasnochador,            

 de  flor    en  flor,     hundiendo         y

como   

encantada        

se

fija   

este    

animado, susurrando         va             a intervalos          su pico    en   los    cálices,        Sorprendida            nuestra      

brillante         

 vista    

en

estos      laboriosos          animalitos.             De  pronto      desaparecen           con   la   rapidez        del     rayo     ; estupefactos              nos   queda     mos contemplando un lugar abandonado inesperada y velozmente.                                                       No obstante,          por    medio      de una    experiencia            agudizada         a costa      de observa       ciones más largas, con gran atención se puede ver muy bien al                                                   colibrí,        del se  aparentemente             invisible         en  su vuelo;         mismo     modo      aprende       a distinguir su zumbar y chirriar tan iguales y se llega a conocer que la                                                            diferencia          estriba       en el  tamaño       del    pájaro.        Frecuentemente               vuela      sólo     a  pequeños         tramos,golosineando                  de  flor     en  flor.     Otras      veces      se  eleva     algunos metros en línea vertical y permanece como suspendido en el                                                         aire    agitándose           y sacudiéndose            de  modo     que   su    vistoso        plumaje       parece       brillar       como     las    gemas      y centellear          como     chispas.        A   menudo,       hechizado         por este atrevido juego, no tarda en asociarse otro colibrí y                                                    entonces        pequeño sainete.  tiene     lugar      una   corta     lucha     o más   bien    un                   Durante       estas    

 escenas,         nos           lo        que         en   manteníamos   más   quietos   era   posible,   espera      de otras nuevas. En continuo acecho, paseábamos la mirada ávida sobre                                                            la  masa    olorosa        en floración.          He aquí    que   sobre      una    rama     delgada        y desnuda,        

posa entretenido     nuestro       favorito         resplandeciendo                a pleno      sol    y            en   su   tocado , mientras sus ojitos de mirada clara y perspicaz otean hacia                                                          todas    

partes. compañero        Un            le echa     acicalar         su     de          traje   plumas.

del    lugar     

y a su   vez   

comienza        

a

Más atrayente es quizás el espectáculo de una pareja, posados uno al lado del otro y prodigándose caricias sin fin jugando con el pico. ¡ Qué movimientos de cabeza y de alas más gráciles ejecutan ! ¡ Y ese gorgeo continuo y suave, como si interminables cosas se contaran!... Pero, ya han desaparecido de nuestra vista. Estos idilios se ven a veces interrumpidos por rivales envidiosos o bien por compañeros bromistas, que sin previo aviso irrumpen sobre la feliz pareja. Finalmente, estos pollitos, rrazas

tan

intrépidos

o galerías,

como

incluso

pequeños,

hasta

los

osan

salones

aventurarse de

las

hasta

viviendas,

las

te-

seducidos

por los ramilletes de flores que ostentan. Es posible que allí, representen escenas semejantes a las que hemos observado en el bosque y en los jardines. Nadie piensa jamás en molestar a estos queridos y diminutos visitantes, y aun los criollos que por regla general tan poco sentido tienen por la bella naturaleza

pador” nombre habla hispana.

que

que les rodea,

comunmente

se

 91 

da

al

miran

colibrí

complacidos

en

la

al “chu-

América

de

         

'oz3uedue”)

          Vergonzosa,

       empero,

es

 la

           explotación

   que

 de

    estos

          animalitos

     llevan

a cabo                plumaje,    de vistoso      aves     a otras             Junto    extranjeros.     los se sacrifican a miles de ellos para servir de adorno en los sombreros     de                                                        nuestras de            de    cercanías   las         en  he tropezado      me    vez   una          Más         damas. la costa con gente de color, asalariada, con el encargo de disparar sobre                                                                         he  intentado en           frecuencia          Con      colorido.      bello   posea        que    aquello todo vano de impedir de imperiosas amenazas.                                          valiéndome     carnicería        esta             si      por      causa,         a esta Nuestras     buena    eficacia    más          con      ayudarían         damas su parte renunciaran a lucir sobre sus sombreros, lindas avecillas que                                                                                        lamentables                  convierte una en caricaturas.       taxidermia    infame sucede en casi especies  Como                todas      las           ornitológicas,              entre los colibríes, luce el macho colores más vivos                                             que    la  y muchos      poseen       además,       adornos       especiales           en el  plumaje,        muestra nuestra ilustración. No escapará al observador                                                  atento,      

también        hembra,         tal   como    lo ufanos        

que    están     los   machos       de sus   ornatos         y  lo advertirá         mucho     más,    si   tiene    

 oportunidad           de seguirlos           en sus     galanteos.           Darwin       en  su  obra    “El    origen                                        : “Con de con siguientes palabras    las   Especies”  los    describe     las      el mayor esmero despliega un macho ante otro su maravilloso plumaje.                                                         se Ambos            dramáticamente              ante        a fin   exhiben     la   hembra,   de que    ésta     escoja al pretendiente más atractivo ”. Sus alas entre tanto se mantienen                                                               en anchas de    vibración,          despliegan            las   plumas       relativamente                      la cola     en     de        y el       ornamental          restante,          como     el        forma   abanico    plumaje   copete  y plumas      laterales         del     cuello      suben       y bajan     al   son    de  las   constantes          sacudidas         de       y demás            del        sus            la   cabeza      movimientos    cuerpo;    chirridos no si       fin,         tonos      bastantes          para        sus    tienen    como      no   hallaran    expresar    sentimientos.            

Conservar un colibrí en cautividad, presenta dificultades serias. Hay viajeros que han hecho lo imposible por llevar vivos a Europa estos maravillosos animalitos y muchos criollos han intentado la cría de pichones o bien han tratado de amansar los ya crecidos ; pero tanto unos como otros rara vez han podido contar con el éxito. El amansamiento

tropieza

con

las

dificultades

más

grandes,

aun

cuando

estos

pajarillos no son en manera alguna tímidos y tal como he observado anteriormente, se arriesgan como huéspedes alados en terrazas y habitaciones adornadas con flores. A la menor alteración buscan persistentemente la huída y sucede con ello a veces, que dan con sus cabecitas en la pared y al golpe caen sin sentido. Es conveniente cambiarles con frecuencia las plantas dejándolas en el mismo lugar, con el objeto de poder ofrecer a estos pajarillos una constante y renovada provisión de insectos ; se debe tener siempre presente que ellos son seres del aire

 93 

en no

 Si el

toda   

 la

extensión        

de

la

palabra,        y

por  

    lo  tanto

en

espacios          angostos        hallan      la libertad        de movimientos           necesaria         para    su   sistema        de vuelo.      se logra criar un pollo de nidada, con toda seguridad puede tener                                                       probalidades asunto       mayores                    de  éxito.     

Recuerdo ahora un episodio delicioso, que tuvo lugar en Caracas. Una joven y bonita criolla, halló todavía en el nido aunque plumados ya, a dos ejemplares de una especie azul-verde. Con paciencia poco común crió a los pajarillos hasta el completo desarrollo de sus cuerpecitos y su plumaje. Comenzó a alimentar los polluelos con miel y papelón ( azúcar de caña en bruto ) sustancias que les introducía en la boca valiéndose de una pluma finísima. Más tarde modificó la disposición del

nido,

colocando

a

su

vera

plantas

variadas,

cuyas

flores

se

incli-

naran hacia ellos. Con no poca alegría pudo comprobar la joven dama, cómo las flores llamaban la atención de sus pupilos ; éstos alargaban el cuello y pretendían alcanzar con sus picos los cálices de las flores. Esto era ya un éxito palpable. Cuando los polluelos debían aprender a volar, se apartaron las matas que fueron reemplazadas por flores frescas repartidas por los rincones de la estancia ; las ventanas exentas de cristales, fueron cubiertas con gasa muy fina. No tardaron los pollos en volar por el cuarto y golosinear por las flores ; sin embargo regresaban siempre a su nido. Se amansaron de tal manera, que no extrañaban en absoluto cuando alguien se acercaba a ellos. Dicho sea de paso,

también yo logré criar polluelos de nidada hasta su plumaje completo, sólo que mis ocupaciones impidieron les dedicara más atención. Opino que se podrían llevar vivos los colibríes a Europa, siempre que se procediera con la pericia y cuidados necesarios al caso. Para resultado

cazar

estos

es el llamado

vistosos de

pajarillos,

acecho,

esto

el

sistema

es, el cazador

que

espera

da

mejor

ante

unas

matas floridas a que el colibrí se presente revoloteando entre las flores o se aposente un ratito sobre una de las ramas; entonces se debe disparar instantáneamente. Sumamente

interesante

también

es

el

estudio

de

sus

nidos,

que

son verdaderamente dignos de la gracia de sus constructores. Son a veces tan diminutos, apenas más grandes que una cáscara común de nuez, que admira ciertamente el pensar cómo pueden cumplir su cometido. Acostumbran

a

presentar

la

forma

de

las condiciones de emplazamiento y el en modificaciones. Forman sus nidos virgen como en los cultivos e incluso en donde alguna vez se ha dado el caso de

 91 

una

minúscula

escudilla,

pero

material empleado, suelen influir por doquier, tanto en la selva galerías y habitaciones humanas, hallarlos adheridos a los ganchos

     

 que  

sujetan      

los  

chinchorros.           

Pero   

 ordinariamente             

 los  

 construyen         

sobre    

 ramas      delgadas         y ahorquilladas,               sobre      bejucos,         en el extremo      

 de diferentes         

 hojas    

 hierba.      

 veces    

 y  a  veces    

 cerca    

 del  

suelo     

sobre     

 tallos     

 enhiestos        

 de

 Hay  

 que    están      formados         integramente             con    algodón        y  solamente          los   bordes superiores por la parte externa ostentan adornos con pedacitos                                                              de  líquenes         o  musgo.      Además       de estas      materias,         emplean         también       otra     clase    

 de

 vegetales        

 delicados,           tales    

como   

 finos    

 exfoliaciones            

 de

 helechos,          tallos     

 de  hierba       y  fibras       leñosas       tenues      como    cabellos.          Los   colibríes         gustan de tejer sus nidos artísticamente y se diría que la parte externa                                                              del    nido,     está     como     trabajada         con    relieves         regulares          y  filigrana.          Al   gunas     especies         que    construyen           sus    nidos      en  la  extremidad           de  las    hojas,       los    revisten         de  musgo      de  modo     que    no  sobresalen           de  lo  que    les    cir    cunda      y  por    consiguiente             no  son    fáciles        de  descubrir.           El  interior         de

 95 

 los  

nidos      acostumbra          a  ser   orbicular          y en  algunos       el   círculo        está     des   crito     con   exactitud          geométrica.           En  las   bajas      tierras       del   trópico,         la  época     de cría    comprende          de octubre       a enero.       La hembra       pone    dos    huevos       blancos       y esféricos,          poco    más    o  menos     de un centímetro          de   diámetro        —  algo     más    en  las    especies         mayores,         algo     menos      en  las    más    pequeñas        —.  Después        de unos      quince       días,     los   polluelos          ciegos      y  desnudos,         rompen      su cáscara. No tardan en abrir los ojos y en cubrirse de plumón, el                                                        cual     por    regla      general        y  hasta      la  época      de  la  primera        volada,        acusa      el  colorido         del    plumaje        materno.        Existen otros muchos animales que en sumo grado despiertan nuestro interés, pero muchos de ellos por supuesto, sólo se pueden observar durante permanencias más prolongadas, ya que su presencia depende de la suerte que tengamos en verlos pasar en bandadas. Ante todo hay que citar el papagayo, que aparece en todas partes. De las 150 especies americanas conocidas hasta la fecha pertenecientes casi todas a la zona

tórrida,

la

mayoría

existe

en

Venezuela.

Así

podemos

admitir

como seguro, que más de 50 habitan en el tramo comprendido entre las bajas tierras cálidas y el límite forestal superior de la Cordillera; otras especies desconocidas es posible se encuentren en la comarca todavía poco explorada del sureste de Venezuela, cuya fauna es más parecida a la del Brasil. Cuando los papagayos, constantemente en comunidad, buscan su alimento en las copas de los árboles, da la impresión que están en amena tertulia ; el vocerío que sus refunfuños y arrullos origina, mezclado a los fuertes chillidos de los que pelean, no termina nunca.

Cuando

súbitamente

emprenden

el vuelo,

invade

el aire su estri-

dente griterío. Viven en severa monogamia y forman habitualmente en los huecos de los árboles, sus nidos en manera alguna artísticos. Las hembras ponen dos huevos blancos. Es notable que en Argentina, país lejano en el extrarradio de la zona tropical, y particularmente al sur de Mendoza donde la vegetación arbórea brilla por su ausencia, tenga su morada un auténtico troglodita. En los escarpados taludes marginales del río Tunuyán, existen millares de conuros (Conuros patagonicos) que en sociedad instalan su vivienda en las cavernas. La carne de papagayo es algo correosa, pero no obstante, suministra un caldo excelente que he tenido oportunidad de gustar repetidas veces. Además de los felinos citados en esta obra, —el jaguar y el puma — existen otras muchas especies menores : Felis mitis, F. tigrina,"   (6)

 El Cunaguaro        

(Margay      

tigrina).          - Roehl,      E.: 

96 

“Fauna     

descriptiva          

 venezolana”.           

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 VIII   

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 LAMINA     

A a

 F.

 yaguarundi,'”?              F.  Macrura        y  otros     que     sacian      su   rapacidad          en   las    oscuridades de la selva. El zorro indígena (Canis azarae)'* es como                                                          nuestro        “* Meister        Reineke”,         un   descarado          tunante.         En   las    regiones        culti      vadas, escoge los corrales de las plantaciones para sus fechorías y                                                          se le   puede mirando      ver   también       con     frecuencia          en    los   caminos              de hito    en hito     a  los   jinetes        que    pasan.       De   todos      estos      animales         carniceros,            el   que    al parecer        está     pertrechado            con    el   arma     más    peligrosa,          es   la   mofeta       o “*  mapurito         ” (Mephitis          suffocans),'”               el   cual     prefiere         parajes        más    abier     segregan expele  tos    y secos.      Sus   glándulas                  un  líquido       mefítico,         que           cuando      se   halla     irritado,          haciendo        la atmósfera         intolerable             y  todo     aquél      que    tiene      nariz      emprende         velozmente           la  huída.       Repetidas          veces      he observado cómo los perros que están amarrados en los corrales de las                                                           plantaciones,              yerguen       nerviosos         sus    cabezas        y  prorrumpen          en lastimeros           aullidos,          fetidez.       

 cuando     

 en

 Semejante        

 su a

 vecindad       

 nuestra      

algún    

 ardilla,       

 mapurite        la

 da

“ardita”       

 rienda     

(Sciurus        

 suelta     

a

 su

aestwans)“”           

 salta      graciosamente             de  árbol      en  árbol,       mientras        acá    y acullá       el “perrito         variegatus),''”  de  agua”     (Chironectes                            uno    de los   pocos      didelfos         que   existen en América, emerge prudentemente de las aguas del arroyo,                                                          para    desaparecer            pronto       de  nuevo.       Deslizándose             furtivamente             sale     a  la  caída      de  la  tarde      el  Procyon        cancrivorus““*                en busca     de  botín     ; aunque       parecido         al zorro,      pertenece          sin   embargo        a  la  familia       de    los   osos.      Si no  consigue         los    de  procedencia          

alimento          animal      alguno,        también       sacia     su    hambre      con  

cuando       podemos       también       observar        socialis)“*                   en  pequeños         grupos       trepando        al  “coati”        (Nasua  por    los   árboles. En este ejercicio muestra gran habilidad y como el cuchicuchi,                                                               utiliza       su     como      todo    su         cola     casi     tan   larga   cuerpo. Aunque

vegetal.        De

 vez  

en

me resistía a abandonar

un lugar tan fecundo

para mis

trabajos, no hubo más remedio que hacerlo!... Salí de Las Palmitas satisfecho y pese al espantoso camino que debíamos seguir, alegremente continuamos hacia adelante. El suelo fangoso dificultaba mucho la marcha. Los animales resbalan a cada momento y para colmo de desdichas

porque

 (7)   (8) (9) (10)  (11)    (12) (13)    

se desencadenó

cuando

con

una

atroces

fuerte

tormenta

fatigas,

habíamos

;

pero

eso

emprendido

no

fue

una

    montés  Gato       o cervantes         (Herpailurus             yaguarundi)           -  Idem.      idem.     Zorro común (Cerdocyon thous) - Idem. idem, Mapurite (Conepatus mapurito) - Idem. idem. Ardita común (Guerlinguetus aestuans). - Idem. idem.  (Chironectes             minimus)         - 1dem.      idem.     Zorro lava manos o cangrejero - Idem. idem. Zorro     guache      (Nasua      solitaria).           - Roehl,       E.:  “Fauna       descriptiva            venezolana”.            

 97 

todo,

cuesta

estrecha       

y pedregosa,          para    acabar      de aumentar         nuestro        terror,       nos   vino al encuentro un buey de carga. En el fragor de la lluvia y del                                                       trueno,       la  voz   de alerta       de  nuestro        guía     se  había      perdido.         Con    muchas      molestias         y cuidado        aliviamos          a nuestras        mulas      de su  carga     y después        de    poner     éstas     a salvo      entre     los     troncos       de  los    árboles,         tuvimos       que   llevar     

a

cabo   

 una  

 tarea    

más  

difícil      

todavía,       

o sea,    la de

arrastrar        

 las  

acémilas         por    la empinada        cuesta      a  la derecha       del   despeñadero,            con    lo que a cada instante estábamos expuestos a un tropiezo que ocasionara                                                           su  precipitación             al abismo      de la izquierda,          accidente         que    ya una    vez   en la provincia de Cumaná tuve que lamentar. Como conscientes del                                                        peligro,        nuestros        esforzados           animales        lo soportaban           todo    con   paciencia.           Después       de un trabajo       en verdad       muy   duro.      íntegramente            empapados          de    agua,      conseguimos           dejar     libre      el  camino,       por   lo que    el  buey    pudo    seguir           su       trote     hacia     Las         y  nosotros        volver       a cargar      de nuevo   lento    Palmitas  nuestras         mulas.      Post nubila Phoebus! Este pequeño proverbio venía al caso. Pronto brilló la claridad del sol; aunque el agua se había precipitado como un torrente por nuestra senda pedregosa, el fango y la humedad aún proporcionaron a nuestra marcha bastantes contratiempos, sin contar nuestras vestiduras caladas de agua y salpicadas una y otra vez de barro. Cuando los primeros rayos de sol rasgaron los cargados nubarrones, surgió el oquedal grandioso en toda su magnificencia; las copas multiformes de los árboles se movían animadamente al golpe fuerte del viento y entre ellos las cecropias ponían una nota de claridad sobre el verde oscuro y triste que las circundaba, con el brillo plateado del envés de sus grandes hojas que levantaba por momentos. No tardaron las aves en saludar la tranquilidad restablecida y los resplandores del sol que las extrajo de sus recónditos refugios. Cual claro son emitido   por un yunque, la voz del “herrero” (Chasmorhynchus veriegatus)** — como acertadamente le llaman los nativos— clamaba por el bosque, mientras el eco surgiendo de los lejanos abismos y valles devolvía de nuevo los tonos de su voz. Es más fuerte la impresión que nos causa con su grito sonoro el “campanero” (Chasmorhynchus niveus)'!* ave también venezolana. El tono de su voz es igualmente parecido al golpe del  martillo en el yunque, pero va seguido de un sostenido “ baum ” que se extingue lentamente y se asemeja mucho al sonido de una campana, que en la oscuridad del bosque puede bien hacernos creer, que una capilla

    (14) (15)    

         (Procnias  (Procnias        

      E.:  carnobarba).            -  Roehl,      idem.     alba).      -  Idem.

“Fauna     

 98 

descriptiva            venezolana”.           

 Puente       natural       sobre      el río        Capaz.

 recóndita        

pájaros       son               Ambos         a un oficio       divino.    creyentes invita      a los            en                                  similares. Su tamaño es el de un grajo, pero como puede apreciarse             completamente              blanco,        campanero         es       del    viñeta,       el  plumaje nuestra               y su      pardo       de color       cabeza     negras,      alas       posee    el  herrero mientras         que        se        Las  dos    especies           lóbulos.         de  pequeños  desnudo       cuello      provisto      está  encontrado              no  he         pero        y Caripe,   Catauro      de    selvas  encuentran           en  las  al

 campanero,         

 infinitas        

 más  

 allá   

 hacia    

 el

 oeste.     

Entre    

el

 concierto        

sonoro     

 de

 voces    

 repiqueteo         

 carpinteros,           

        y          martilleo      el  laborioso    sentir        se  deja      también  de  aves, de las diferentes clases de picos o picamaderos — pájaros                                                 como   

 gráficamente           

les  

llaman      

silbido familia           cicádeas        de        la numerosa        de               locomotora.   una      de estridente          silbo

en

que  

el   país    —, 

además     

a veces     

recuerdan         

 del  

el  

Nuestro optimismo sobre la salida del sol, no debía durar mucho. El cielo volvió a encapotarse y una lluvia silenciosa y persistente, comenzó a caer de nuevo limitando nuestra vista. En algunos trechos largos y empinados de nuestro camino, el suelo consistía sólo de barro y carecía de piedra alguna sobre la que nuestras acémilas pudieran pisar con firmeza, Por consiguiente resbalaban con frecuencia y el buen sentido nos aconsejaba llevarlas lo más distantes unas de otras. Un resbalón del animal de guía puede traer, cuando éste cae al abismo, consecuencias insospechadas para toda la recua. A pesar de las providencias adoptadas, no fue posible ahorrarnos un verdadero susto ; de repente repercutió la  voz del guía: ——“Se va la mula”. El pobre animal cargado en exceso no pudo dominar la pendiente fangosa y resbaló, deslizándose por el barranco a siniestra, aunque por suerte sin tropezar con el animal siguiente. Cuando corrí al lugar del suceso, ví la pobre criatura pendiendo entre dos troncos, a unos quince metros de profundidad. 'Vaya trabajo difícil, otra vez!... Afortunadamente el precipicio en ese lugar no era muy vertical, la tarea de salvamento tuvo éxito, y el animal sufrió sólo ligeras escoriaciones.  la pérdida       de tiempo      que   habían      originado         estos       trabajos,         asaltado         el      de pasar     otra     a la serena,        temor     que    temor     noche   resultó       infundado         porque       logramos        alcanzar        el   poblado       de   La   Tala,     en   donde      pudimos       descansar         de todas     nuestras         fatigas.         La Tala    se   encuentra          a unos    900   mts.    sobre      el nivel      del   mar    y todo    el   paso    de    la Cordillera          más cambio  no  es por    aquí    mucho         elevado.        En       esta    vía    se usa    menos     que    la que    cruza      los    altos      desfiladeros             de  los   “  Páramos       ” y que tendremos oportunidad de conocer más tarde, porque forma parte de las peores.  nos  

Con  

había    

A partir de aquí el camino se vuelve completamente circunstancia que se nota en seguida por la temperatura.

 100  

vertical, Pero en

Mucutíes,          cerrado      

entre    

 montañas,        

a unos   

500   

mts.   

de  

alto,    

vuelve      

a

sentirse         calor.      plantación           de este           con      En    una   grande     lugar,       tropezamos   el “camino       real     ” la carretera          principal          de   Venezuela          a Colombia.          También        aquí     la   vegetación           es   grandiosa          ; se   extiende         casi     hasta      Los    Estanques,           gran     plantación           de   cacao,        junto     al   río    Chama.      Estanques yace algo más bajo que Mucutíes, la temperatura es muy cálida y húmeda, de modo que reúne todas las condiciones necesarias para ese cultivo, En esta hacienda pude admirar de nuevo el exuberante crecimiento del cacao, que ya había tenido oportunidad de observar en el interior junto a Carúpano y Puerto Cabello. Como puede verse en la ilustración, las flores y el fruto no nacen solamente de las ramas, sino también directamente del tronco, del ramaje e incluso de las raíces externas. Quizás no haya otra planta que pueda igualar al cacao en cuanto a fertilidad. El cacao de Los Estanques es muy apreciado y se envía al extranjero vía Maracaibo. De buen grado tomamos aquí un día de descanso, tanto más cuanto una cordial hospitalidad y ciertas comodidades invitaban a ello. Sobre la mesa del almuerzo humeaba un “sancocho ” de gallina, plato en Venezuela estimado por todos, algo parecido al “Allerlei” de Leipzig, solamente que la verdura empleada consiste

en

cambures,

mazorcas

tiernas

de

maíz,

calabaza

ruta

del

y

diferen-

tes tubérculos.

camino

Hasta

Mucutíes

habíamos

seguido

real,

doblamos

hacia

sudoeste,

el

la

esto

es

sur,

pero

en

directamente

el

hacia

Mérida. A poco de haber abandonado a la mañana siguiente Los Estanques, cambió la escenografía del camino, que nos conducía a lo largo y a contracorriente del río Chama. Causa una gran sorpresa hallar en el corazón

mismo

del país,

en los valles

de

la Cordillera,

una

flora

seme-

jante a la que crece en la costa detrás de los manglares. En lugar de la vegetación montañosa que habíamos atravesado hasta aquí, vemos de nuevo zarzales de mimosas y cactus. También los alrededores mediatos se vuelven monótonos. Junto a las riberas del Chama, se encuentran acá y allá algunos pequeños cultivos, pero la parte montañosa es de empinadura cada vez más acentuada y en su mayor parte muy desnuda. Hasta ahora el camino era relativamente bueno, pero mi gente comenzaba

a hablar

medrosa,

de

las

famosas

“ Laderas

de

San

Pablo ”,

que

debíamos cruzar todavía en esta jornada. Ya en Los Estanques nos habían manifestado que Las Laderas estaban “muy malas”, porque el angosto sendero había sufrido con las lluvias deslizamientos y en algunos parajes estaba cubierto con derrumbes. Un arriero que nos salió

 101  

al encuentro,           también       las   describió          con    horror       ; acababa        un asno de carga, despeñado por el precipicio.                                       

vez,

de   perder       allí   

A unos cinco kilómetros de Los Estanques, cambia el paisaje otra ahora su carácter es totalmente yermo y está realzado por las

escarpadas masas montañosas que se elevan al sur del ancho río Chama. Confluye aquí el río San Pablo, que surge de una angosta cañada y en el vértice que forman ambos ríos, arranca la empinada cuesta hacia las temidas laderas, Contemplando el adjunto dibujo tomado del natural, huelgan todas las descripciones. El puente sobre el río San Pablo era impracticable y tuvimos que vadear las aguas bastante crecidas de la quebrada. Era una empresa de mucho riesgo, sin embargo cubrimos nuestro objetivo y nos fue dado alcanzar la orilla opuesta, sin tener que lamentar ningún accidente. Observado desde abajo, el sendero pedregoso parece elevarse verticalmente. A una altura respetable hay que pasar una angosta cresta, por la que a duras penas tiene espacio suficiente una cabalgadura. A ambos lados de la misma, los despeñaderos desnudos por la erosión, se hunden bruscamente en la profundidad, dando la impresión al pasar, de estar haciéndolo por un puente colgante. A la derecha brama en el abismo el río San Pablo y a la izquierda el Chama espumante e impetuoso rompe sus ondas en las peñas, todo lo cual ayuda a completar el cuadro despeluznante del camino. También conseguimos atravesar a pie este lugar peligroso. Desde aquí el camino conduce serpenteando hacia las alturas ; luego alterna depresiones y elevaciones de unos seis kilómetros de duración a lo largo del escarpado despeñadero, en lugares tan angostos que las bestias con dificultad podían tomar pie. Los cantos rodados que arrastran las quebradas, son también graves obstáculos, amén de que en estas alturas vertiginosas, se está expuesto al ardor del sol cuya fuerza duplica la reverberación de la desnuda pared montañosa. En mis viajes por distintos países de la América del Sur, he conocido infinidad de caminos detestables pero ninguno tan espantoso como el de las Laderas de San Pablo. Tengo

entendido

que

modernamente

se

han

llevado

a

cabo

voladuras,

que lo han mejorado mucho. Al comenzar la escalada, mis acompañantes se

habían encomendado a los santos de su devoción, pasado el peligro exclamaban sonrientes: “Las Santo olvidado”.

por lo que una vez Laderas pasado, el

Al final de las Laderas se encuentra un caserío y en su vecindad, en un lugar donde el Chama fluye por una angosta cañada, el “ Puente Nacional ”,

un

verdadero

puente

colgante,

cuya

resistencia

tuvimos

que

probar primero, haciendo pasar por él a una de nuestras acémilas. Parece

   102

 ser    que    hoy  

 ha sido    

 maravilloso          

 sobre    

senda     ondosa      

reemplazado          

por    uno  

de  hierro.        En

 la otra      orilla,       una   

     por   altura      desde      la cual    se         un  panorama        se   eleva    una    disfruta      Al  fondo      primera       el  valle     del    Chama.  ví  por    vez    indistintamente                el pico    principal         de  la Sierra       Nevada.         En derredor        todo     era yermo, inquietante y silencioso. Incluso la fauna era escasa; solamente                                                                   vimos      de vez   en    cuando      algún     pajarillo         gris    saltando         entre     la  ramas     de las  

mimosas       

zando    

nuestro       animales,           con   Lagunillas.          

o

desde    

lagarto       

coloreado,          

 de

 penoso     

 cabalgar,        

a

veces    

bastante       

 grande     

cru  

camino.        A          arreamos         nuestros         pesar     del   calor     oprimente el objeto de alcanzar pronto la próxima población                                            de

Después       elevada,       

algún     

 la

un

cual   

se

divisa      

 ya

 el

llegamos       

pueblo      

de

 por  

fin  

a

 una  

 Lagunillas,          

 un

sierra     

oasis      de    la mayor de la Sierra Nevada,  laguna       de Urao,     y en lontananza           asoma     el pico                           — a   nuestra  rematando         la belleza       del         La  laguna   cuadro.            manera      de ver    un estanque                    — poco profundo  encierra        en su fondo     un mineral        raro     llamado        trona     o urao,      un carbonato          sódico      que    antiguamente            extraían        sumergían en sus aguas. Ultimamente  los    indios      valiéndose          de    totumas       que                                   los   adelantos          modernos         han   llegado        hasta     aquí,      y este     trabajo        lo hace    nativos utilizan el urao en la fabricación  una    máquina        hidráulica.           Los                                        fresco       y  verde     en   medio     de esa   pobre     vegetación          montañosa.          Delante       —  fenómeno     existe      una  la aldea    laguna      raro             en  la  Cordillera          —

 de  cigarros,          aplicándolo           como     mordiente.           Cubren       éstos      además,       con    un  ungiiento         parduzco,          que    luego      al  fumarlos         destiñe        desagradablemente.                   Este     ungúento       

 cuando     

 tiene    

 el  espesor      

 de  un  jarabe       se  llama      “chimó”,         y  las   consigo en cajitas de asta o de hojalata                                   y  lo  usan     como     tabaco       de  mascar.        gentes       del    país     lo  llevan       siempre      

Hacia el pueblo la laguna está rodeada de prados, campos de caña de azúcar y maizales, sobre los cuales cimbrean sus copas las bellísimas palmas de vino, que forman artísticos grupos, particularmente cabe destacar la iglesia colonial cuyas torres se aprecian en nuestra ilustración. Por el lado opuesto y más lejano, el suelo es fangoso y cubierto de manchas brillantes y blanquecinas formadas por sal cristalizada que los animales domésticos buscan con avidez y lamen con gusto. La laguna está poblada por diversas aves acuáticas y zancudas. Periódicamente la visitan bandadas procedentes de la tierra baja del Zulia que cruzando la Cordillera van a los Llanos, o que desde éstos regresan simplemente al Lago de Maracaibo. Observé pequeñas y blancas garcetas, sisones, también el característico “gallito” y disparé sobre un

género

de

chochas,

que

también

nogo frenata.

 103  

se

encuentra

en

el

Brasil:

Galli-

En

dejé     reposar        a los    animales,          con    objeto      de   empren       der    una    excursión          a pie   hasta      Jají,      a unos     once     kilómetros           al   norte      y mucho más alto que la laguna de Urao (1.100 mts.). En su vecindad                                                     y cañadas, el  río   Capaz     riega      tumultuosamente               imponentes           gargantas                 pobladas algunas por guácharos, aves nocturnas que he citado con                                                        ante     rioridad.         Logré             especialmente              en      donde            localizarlas   un   paraje      un   puente natural       

morada      

Lagunillas         

ayuda     

a

cruzar      

el   río,    contribuyendo             

de        pájaro.          este     notable

así   

a  señalar      

una   

nueva    

Comenzamos trepando por el cerro alto y pelado a la izquierda de Lagunillas y pronto alcanzamos en su cumbre una magnífica floresta. La senda era bastante buena y así pude saciar mi celo de coleccionista, ya que me cupo en suerte cazar un gallito de roca (Rupicola peruviana) el ave más bella de estos parajes. Sus plumas son de un color rojo chillón, entre las que se destaca el color negro de sus alas; en cambio la hembra viste un modesto traje castaño. En Jají, miserable nido enclavado sobre el lomo de un enorme peñasco, la repentina aparición de un forastero causaba revuelo. No tardé mucho en verme rodeado por todos los habitantes de la aldehuela. Lo primero que interesó a las mujeres fué saber si yo cargaba carretes de hilo, espejos y abalorios. Me tomaban por un buhonero. Como todo habitante del interior, no podían concebir que un hombre cruzara el país con otras intenciones. Cuando manifesté que únicamente llevaba algunos objetos de regalo y que mi viaje sólo tenía por objeto cazar aves, coleccionar insectos y pintar, empezaron a sospechar que debían habérselas con un loco. No era la primera vez que me sucedía esto y por otra parte no hice esfuerzo alguno con miras a mejorar la opinión que se habían formado de mí. Ante todo me preocupé en hallar un guía que me

llevara

al

“puente

natural”

de

Capaz.

No

es

cosa

sencilla,

dada

la

absoluta indiferencia y la flojedad innata de estas pequeñas gentes. Después de muchos dimes y diretes un mozo moreno, que por otra parte se hallaba

completamente

no era precisamente quedó otro remedio Siguiendo

ebrio,

dió su conformidad.

Como

mi

intención

aguardar a que se le pasara la borrachera, no me que emprender el camino prescindiendo del guía.

las indicaciones de un anciano

indio, seguimos

monte

arriba

y

monte abajo, en parte por senderos propios para descalabrarse, pero siempre a la sombra de un maravilloso bosque. Llegamos al puente. Para tomar el boceto que originó el dibujo adjunto, tuve que encararme a una cuesta casi perpendicular, aunque afortunadamente cubierta de matas donde poder asirme. Desde uno de los profusos guijarros que yacen en el lecho del río, pude contemplar el panorama a través de la roca horadada.

 104  

           Guácharo.      del       y  Cueva Caripe

 Nuestra      

debiendo         sólo     terremoto         y demás, se desprendió de lo alto un enorme bloque de piedra, el cual,                                                         demasiado          voluminoso          para     precipitarse             al   fondo,       quedó      fijamente          encla      vado arriba, de modo que los criollos sólo tuvieron que colocar                                                      unos     cuantos        palos      encima       y cubrirlos          con    ramas      y tierra,        para     obtener        de   esta     forma     sobre      este     puente       natural        una    vía    lisa.      Debajo       del    mismo      y todavía        más    lejos      en   donde     la quebrada         se angosta,        mora    el guácharo,         ave   nocturna, que como tal no se muestra jamás de día.                                          añadir,      

 ilustración,           

 que  

 por  

 representa         

cualquier        

causa    

con  

exactitud        

original,        

el

 como   

 lugar,     

 erosión,       

En las cuevas de Caripe y Terezen ya había tenido la oportunidad de observar a este curioso animal. Viven allí a miles y sólo al anochecer salen de su escondrijo en busca de alimento, que contrariamente a lo que suelen la mayoría de otros pájaros de su familia, consiste en frutas.

   105

 Entonan      

sobresale un concierto         lúgubre       que            por    encima      de toda    otra    voz animal. Humboldt fue el primero que dió a conocer estas aves                                                       y  la  cueva      de Caripe      se  tuvo     por    mucho      tiempo      como    su    única      morada.        Más    tarde      se  descubrieron             también        en  una    quebrada         de  Colombia         y en  las    costas       septentrionales               de Trinidad.          En  compañía        de  los    indios       chaimas       de Caripe, en mis búsquedas por las montañas de Terezen al noreste                                                         de Venezuela,           también        descubrí         cavernas         grandes        habitadas          por   estos      ani   males. Más tarde me fue dado comprobar la existencia del guácharo                                                        en            del         junto         aunque       en  número       el  “  consumidero    río   Guaire”,      a  Caracas, mucho menos crecido que en los lugares citados anteriormente.                                                      Esta     ave    del    tamaño      de una    urraca      tiene     el plumaje       castaño        con   pintas      blan     cas    y negras.       La hembra      pone    dos   huevos       blancos        y formando         agrupacio          nes   numerosas          efectúan         la  incubación          en  las    grietas       rocosas        de cuevas      subterráneas y oscuras. Los nidos están formados burdamente con mate                                                             rias     vegetales          y  barro.      Puede     decirse       que   sus   polluelos         son    bolitas        de   grasa caldo      y suministran            un        excelente,           que    los    nativos        saborean        con    fruición.          Nuestra        viñeta       muestra        los        a  las            cuevas         accesos   principales y el  “cuarto        precioso         del    silencio”,           llamado        así    por    su   belleza        y su   quietud,         debida ésta a la total ausencia de guácharos que no han llegado                                                     a esta     parte de la cueva, la mayor de Caripe, por estar metida profundamente                                                           en   el   cerro.       Cuando       a la   luz   de   una    antorcha         se   penetra        en   el   espacio        donde moran estas aves, éstas se rebelan y cual visión quimérica                                                       revo     lotean de un lado para otro bajo la enorme bóveda, en medio de                                                   un   griterío         que     impide      hablar.        No bien había terminado el boceto del puente natural, cuando mi acompañante que desde arriba dominaba un extenso panorama irrumpió en un grito de alerta exclamando: “El río viene !...”. Comprendí en el acto el significado importantísimo de tan breves palabras y abandonando pincel y lápiz, me encaramé en un santiamén por la escarpada orilla poblada de matas. Unos minutos más tarde, imponentes masas de agua, pasaban arrolladoras inundando los peñascos hasta alcanzar un nivel de tres metros. Era evidente que una lluvia torrencial debía haberse desencadenado en el Páramo de los Conejos, lugar donde nace el río Capaz. Repetidas veces había observado, la rápida crecida de las aguas en las regiones montañosas, pero hasta entonces no la había presenciado en forma tan repentina. La fuerte avenida agolpándose debajo del puente, las espumantes y rugientes olas arrastrando troncos y piedras que con furia imponente se estrellaban en los escarpados y rocosos muros para ir a perderse en la oscuridad profunda del abismo, ofrecía un conjunto de belleza salvaje inolvidable. Cedió en breve el agua y un cuadro

   106

 



          Esteban.      de  San          en  el  Valle             indígenas  Pictografías

             completamente  la

        distinto

 se

       ofrecía

    ante

        nuestros

     ojos,

el

     cuadro

 de

            destrucción.

Junto al Capaz, hallamos un caserío, cuyos habitantes al divisarnos,

abandonaron precipitadamente sus chozas y huyeron despavoridos. Solamente después de nuestras repetidas voces de: “Somos amigos”, regresó un anciano indio, jefe de la familia y poco a poco fueron haciéndolo

los

demás.

Eran

indios

de

pura

sangre,

descendientes

directos

de

los aborígenes de esta comarca. El viejo explicó que en su aislamiento, no habían visto jamás el rostro de un blanco y al aproximarnos presumieron soldados enviados con la misión de reclutar mozos capaces de llevar armas. se

nos

En efecto los hijos de familia varones,

acercaron.

Considerados

en

su

raza,

estos

fueron los últimos indios

eran

que

bastante

bellos y las muchachas incluso tenían cierto donaire. No tardamos en hacernos amigos; fueron felices con unos pequeños obsequios que les hice, siendo de su mayor agrado los espejos. Al igual que los chaimas, eran también en su mayoría de corta estatura aunque bien proporcionados y su color algo moreno, como los que pueblan el valle de Caripe

 107  

 al

Venezuela. muchísimo sí nordeste        de           Se   parecen                entre        y se llega     incluso a confundirlos. Particularmente me fue difícil de primer momento                                                                distinguir          a  los   jóvenes       chaimas       de   sus    padres.        El trato con indios de habla española, es preferible al de otros habitantes con mezcla de sangre negra ; durante mi viaje, siempre procuré escoger mis peones entre los primeros. No obstante en el tórrido litoral es difícil hallar personas con la sangre pura ; allí dominan los negros como obreros, marineros, peones y mercaderes, pero es mucho más raro hallarlos en calidad de artesanos. Empero, cuanto más se penetra en el interior del país, van siendo más escasos y puede decirse que en la Cordillera son contados. Los chaimas, con los que conviví tres meses en el hermoso valle de Caripe, a pesar del largo tiempo que llevan convertidos al cristianismo, se conservan bastante puros y entre ellos hablan frecuentemente su lengua vernácula. Poco habituados a relacionarse con extraños — Caripe está bastante retirado de la carretera principal— se muestran algo retraídos. En los años transcurridos desde mi permanencia allí, parece ser que las circunstancias no han variado en este aspecto mucho, como he podido constatar por las manifestaciones de mi amigo el profesor Sievers, que hace poco estuvo en esa región. En el propio pueblo de Caripe, habitan relativamente pocas familias, ya que la mayoría viven dispersadas por la *“* montaña ”, donde en pequeños conucos, cultivan café, caraotas, yuca, etc. Un redoble de tambor, advierte cada sábado a los hombres, que es tiempo de

dedicarse

al aseo

de

los

caminos,

pero

hacia

mediodía

acostumbran

a estar todos ebrios, pues el ron fluye de manera increíble. En la época de Humboldt, Caripe era una misión Española. Las ruinas de la iglesia  y del convento —en donde Humboldt y Bonpland se hospedaron — recuerdan todavía cierto esplendor religioso que debía haber reinado allí. Junto a los restos del antiguo poderío, hace hoy las veces de iglesia, una simple choza, cabe la cual una armazón en forma de horca, es testimonio que en tiempos pasados los Padres españoles colgaron allí sus campanas. Por todo el país todavía se encuentran dispersos, cubiertos de vegetación y como hurtándose por completo a las miradas profanas, muchos signos memorables del antiguo dominio español. En la iglesia y en algunas chozas de Caripe, puede verse aún, una que otra imagen deteriorada de santos. Cuando     

los   Caripenses          

se    dieron      cuenta       de que    yo estaba       pintando         el  convento,          vino    el   juez    civil      Felipe      Caripe      hacia     mí y  me rogó     restau      rara las imágenes religiosas. Aprovechando la oportunidad que se                                                         me  ofrecía        de  captarme         la  confianza          de  la  gente,       condescendí            a  ello     y  al  108  

efecto      en un   borrico,         fue    despachado           un hombre       hacia     la   costa      a fin   de   que   en  Carúpano         procurara         el    material        necesario.          Al   cabo    de ocho    días    regresó       trayendo        

de   todo,      inclusive          el   indispensable              alcohol         ; éste,     empero,        lo había      apurado        por    el   camino.        Mis    gastos       fueron       cubiertos          por   suscrip        ción,     o sea,     cada     familia       se   comprometió           a contribuir          según     sus   medios,        aportación          que   se efectuó       en    productos         naturales          y cultivados,           así   que    no tardé en hacer acopio considerable de existencias que vendí a                                                        un  comerciante.            Por medio de pequeños favores como éste, la gente se vuelve fácilmente servicial; ya en el interior de Argentina y de Uruguay, conseguí de este modo algunas cosas y trabé con los habitantes lazos de amistad. En las enormes selvas de las montañas de Terezen al suroeste de Caripe, pasé muchas semanas entre los chaymas y únicamente con

su valiosa cooperación,

logré descubrir nuevas

cavernas,

la más

bella

de las cuales, la “Cueva pequeña ”, muestro al lector en la figura. A pesar de grandes molestias, acompañadas con frecuencia por chubascos, estas gentes eran pacientes y no refunfuñaban, cuando después de una jornada fatigosa, compartíamos en nuestra cabaña solitaria un plato demasiado frugal. Una y otra vez, tuve que admirar la habilidad que poseen estas gentes en echar a buena parte todas las asperezas de un terreno tan escabroso. Parecía que nos encontrábamos exactamente en los remotos tiempos del viejo cacique Morocoima. Cuando finalmente tuve que abandonar Caripe, no me fue posible conseguir cabalgadura alguna. Me ví pues obligado a emprender a pie, el angosto camino hacia la costa. Acompañado por un mozo fuerte que cargaba con lo más importante de mis colecciones (tuve que abandonar plantas y demás), después de cuatro días llegué a Carúpano, lleno de recuerdos de mi mansión entre las buenas y sencillas gentes de Caripe. En general los habitantes primitivos de Venezuela, poseen un grado de cultura ínfimo y nada atestigua que en la época anterior a la conquista española, hubiera sido mejor. Las escasas antigiiedades que se encuentran en el país, indican claramente que sus indios se encontraban muy por debajo de los incas en Perú y Bolivia, Ecuador y Colombia, aun

cuando

la naturaleza

en

esos

territorios

no

era,

en

modo

alguno,

progreso mayor. Las antigiiedades que yo descubrí, así como las grabaduras sobre bloques de piedra que he visto, denotan siempre el mismo carácter primitivo, puede decirse infantil (v. viñeta). Respecto a su habilidad en la cestería y la tejeduría no es lo mismo, muestra de lo

 109  

dicho    

 son  

Guajira.        verse    

 los  

Aún   

algunas      

chinchorros                     excelentes          ahora en   cercanías    las     

del   de

Orinoco       las  

y

     zonas

 de

 la

península        

                 pueden cultivadas,

tribus     

    de             como              rudimentaria     completamente   vida       en pocas una         Con   Trinidad.       de      millas         a    Orinoco,      del   delta   el      ojeada a sus enterramientos se deduce que los guaraúnos no han                                                sí  a lo algunos             más        y        cultura   cercana   la      de   ápice   un  lado    ni

      sucede       simple       asimi     sus de

            trato      corriente.   el        en           también   manifiesta      se          brusco     contraste          Este defectos.                    estableciAl   cualquier    en           ver   forastero,     al            poco   sorprenderá          no   principio

miento             indios

comercial         

de  

            semidesnudos

             elegantemente

Maracaibo                  efectuar

  o de    sus

      Ciudad

       compras

        a Bolívar,      junto

a

   una

   una     dama

      pareja

  de

       europea

        vestida.

Como todas las regiones tropicales de América, Venezuela ofrece un abigarrado muestrario de distintos tipos y mezclas etnográficas, que en general proviene de las tres vías de penetración principales, a saber : europeos, indios y negros. Los mestizos, mezcla de blanco e indio, no sólo causan en su aspecto externo mejor impresión que los zambos, descendientes de negro e indio, sino que sus cualidades y carácter son superiores. Los mulatos, descendientes de blanco y negro, tienden más hacia este último, lo que no obsta para que entre ellos se encuentren en gran número personas de buena índole. Entre las mulatitas las hay con figura de formas opulentas, muy lindas. En el curso de nuestro relato, más de una oportunidad se presentará, en que los trazos idiosincrásicos más importantes de esta población heterogénea entrarán en consideración. Después de la excursión al río Capaz —en donde hay que admitir una divisoria hidrográfica, ya que contrariamente a la mayoría de las quebradas de estos contornos, aquél no lleva su curso hacia valle alguno de la Cordillera, sino hacia la llanura del Zulia —, regresamos a Jají para salir cuanto antes para la ciudad de Mérida, lugar de promisión. En la quebrada González, a poca distancia de la plantación “La Chorrera ”, se encuentran algunos saltos de agua de unos cien pies de altura, que vienen a precipitarse al pie del Páramo de Los Conejos, desde un escarpado muro granítico. En parte una vegetación ubérrima los oculta a la vista. A sus lados, allí donde los muros de piedra son casi perpendiculares a menudo integrados por peñas colgantes, se muestra desnuda la formación rocosa y brinda la oportunidad de hallar interesantes petrificaciones en las distintas capas de hulla que han sido acumuladas en la pendiente desde tiempos remotos y sobre todo de observar hermosas concreciones dendríticas que atestiguan una rica fauna prehistórica. Esporádicamente Venezuela es muy rica en fósiles vegetales y animales. Por otra parte,

110  

no

es   mi   objeto       el   describir          detalladamente               los    este a quien     país.     Recomiendo                esté     interesado           trabajos         de un experto,         el    profesor        Sievers,          que   ciones      geológicas          en esta    región.       Sin    embargo,         el  por  

 todas    

 danzas     

 las   manifestaciones              

 de

aspectos         geológicos           de   en ello,     los   excelentes           ha  efectuado          investiga         vivo     interés        que    siento     

la   naturaleza,            me

llevó    

durante      

mis  

an  

coleccionar            tantos      fósiles       como     me  fue    posible       de la pasada      flora. este pude en Cúcuta,       De       modo                  Colombia,          desenterrar            una pereza gigante (Megatherium); partes       importantísimas                de                               según      el doctor      A, Ernst     de    Caracas,        también        se   han   encontrado          huesos      de   este     animal       junto      a Carora.      

 fauna    

y

a

En divisaban

inmumerables panoramas

curvas

a cual

serpenteaba

más

el camino

hermoso

sobre

las

y desde

ellas se

pendientes,

hasta

que por último remontando por el punto más elevado “El Alto” (1.625 mts.) llegamos pronto a “El Moral”, pequeña aldea con una hermosa vista sobre la simpática y pequeña ciudad de Ejido, situada a 1.215 mts. y rodeada de florecientes plantaciones. Algo más lejos asoma parte de la meseta merideña, en cuyo extremo inferior cerca de la confluencia del río Albarregas y del Chama, se precipita una cascada, hilo blanco de plata entre el exuberante verdor de las laderas. El fondo lo forma la Sierra Nevada, por el momento oculta tras un ligero velo de nubes, para mostrarse al cabo de pocas horas en todo su esplendor. Dejando Ejido a nuestra espalda y después de cruzar el Albarregas, comenzamos la ascensión de la meseta de Mérida. Una vez en lo alto de la mesa, atravesamos

rápidamente

detrás del rasgaban. A medida jirones de —“ El

sol

el

pueblecito

de

La

Punta,

en

tanto

el

sol

caía

Páramo de los Conejos y con ello las nubes de la sierra se Los picos aparecieron con todas las galas de su magnificencia. que iba poniéndose el sol, sus rayos abriéndose paso entre nubes azul oscuro, iluminaban los páramos y cimas nevadas. de

los

venados ”,

exclamaron

mis

acompañantes,

“señal

de

buen agiiero para tu llegada a Mérida ”. Con esta expresión quieren dar a entender que por esta claridad inusitada sobre la ciudad, podríamos ser columbrados por un ciervo desde los páramos. En medio de todo este derroche de color, emergía la Sierra majestuosa como si quisiera darnos la bienvenida, vestida con sus mejores galas. He procurado retener en mi

mente

estos

efectos

de

luz,

que

tanto

me

han

recordado

el brillo

de

nuestros Alpes y en lo posible, pretendo reproducirlos en la lámina adjunta. Nuestra entrada en Mérida al parecer causó sensación, pues las calles largas y hasta entonces desiertas, se llenaron de curiosos, que inquirían de mis acompañantes, informes sobre mi persona y el objeto

 111  

de

mi

a nuestra larga caminata, presentábamos                      no                un aseado,   aspecto       muy          pero     al   parecer         la gente     no   llegó      a percatarse           de ello, porque su atención se dirigió por completo a la carga                                                    viva     que    llevaban       

 visita.(1*%       

Debido     

mis    acémilas,          formada       

por    monos,       cuchicuchis           

y otros      animales,         

que    había      ido    capturando           en   el   curso       de mi   viaje.       Era    bastante         tarde      cuando ante del       nuestra        “tropilla          ” se   detuvo           la   única      posada          lugar,       ubicada        cerca      de   la   plaza      principal          y en   donde     fuímos       acogidos         amiga      blemente         por   su   dueño      el   coronel        Rangel:        —“*   Gracias        a Dios     que    estamos        en

(16)   

 Mérida,      

  La

Perla    

de

 N.  del    T. Literalmente           

 la

del  

 Cordillera           !”.  

original:          “quién      

era     yo

LOs

 112  

y que   

quería”.        

LAMINA

IX

-

LA

CONCHA,

SIERRA

NEVADA Y

QUEBRADA

DE

SAN

                

JACINTO.

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CAPITULO       

V

MERIDA 









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NE LA : e

7 MOR   lo que   atañe     a  su situación,          bien    puede     llamarse         a Mérida            de la “Perla             La   la Cordillera”.         ciudad

posee      ventajas        que    son    casi imposibles de encontrar reunidas una segunda vez                                               en    espacio        tan   reducido.         Situada        en   una    altura       de 1.630      mts.     sobre      el   nivel      del    mar    y dotada       de   un   clima      primaveral           perpetuo,          ni   por    frío ni calor hay motivo de queja. Además este lugar es realmente                                                       el   punto      crucial       de   la   Cordillera,            porque       desde     aquí      y en corto     espacio         de hacia tiempo       igualmente           se alcanzan        las   tierras       bajas     tropicales,            que         lo   alto,      de     el    límite       perpetuas.    las            nieves

Un marco de cielo puro y diáfano encuadraba

a Mérida

por el

norte, este y sur, cuando en las tempranas horas de la mañana siguiente descansando de las fatigas del viaje, salí a pasear y ávidamente pasé revista a mi alrededor. En lo alto de los páramos había nevado reciamente durante la noche, pero bajo los rayos del sol cada vez más ardientes se derritió pronto la nieve, conservando sólo los picos más altos su manto blanco. Dada la magnificencia del paisaje me era difícil

decidir por qué dirección encaminaría primeramente mis pasos. De pronto me

encontré

en

el extremo

oriental

Columna Bolívar, contemplando sus alturas, valles y abismos.

superior

a mis

  115

de

anchas

la ciudad,

toda

la

cerca

orografía

de

la

con

 Casi   

a mis   pies    yacía     el   valle     del   Chama     con    sus    plantíos        de café      y caña     de   azúcar,        por   entre       los   que     fluye      impetuo        samente        el río    de  donde      toma     el nombre;       éste    nace    en el   Páramo       de  Mucuchíes          y engrosa        su caudal      con    las   aguas     del   río   Mucujún,         el cual    poco   

 perpendicularmente                 

 antes    

confluencia se              precipita         por   una   angosta       quebrada        entre     la  mesa     y  las   montañas        de Escorial.         Al    sur    se eleva      la  cadena       de  la  Sierra      Nevada      en  cuyas     suaves      faldas       y  pequeñas        mesetas        se extienden campos de cereales y patatas, y entre la fresca nota de                                                       arriba  verdor       asoman      esparcidas           las    chozas       de  sus    habitantes.           Más         espesas        masas     selváticas           cubren       las    enormes        laderas        montañosas           y sobre      ellas emergen los páramos con sus cimas eternamente cubiertas                                                       de  nieve.     

cadenas      

la

 Mirando        del  

 paralelas        

 Mesa,    

de

 Páramo     

 a  la

 ambas    

 encuentra        

 hacia    

 de

Sierra     

se

 van  

 el

 este,    

 los  

 se

Conejos      

 muestra      

 y  el  de

Nevada.        Hacia    

 la  comarca      

 perdiendo        

que  

la

 el

 en

 la

 atravesamos          

 meseta     

cercada      

 la  Culata,        que  

Oeste,       esto    

es,   a

 para   

 hasta    

 profundidad.            llegar     

 De

 se

 lo

 por  

 las  

 extienden        

 largo    

 este   

 de

 lado   

la

 se

 aquí.    

Como una verdadera mesa — de ahí su nombre de Mesa de Mérida — esta terraza guijarrosa declina suavemente hacia el oeste y es una de las altiplanicies más pintorescas de toda la América del Sur. El norte está regado por el río Albarregas que en la parte superior de su curso absorbe al pequeño río Milla, de forma que la meseta aparece como una península, aun cuando el lecho de este río no es tan profundo como el del

Chama.

La

figura

adjunta

tomada

del

natural,

da

una

idea

del

paisaje más clara que cualquier relato descriptivo. En ella puede verse con detalle la situación y el estilo de las viviendas de Mérida. Como en todas

las ciudades

de Venezuela,

las calles

están

trazadas

a cordel;

las

casas asimismo ofrecen un aspecto monótono y a causa de los frecuentes terremotos rara vez poseen más de una planta. Hay en la ciudad nueve iglesias, entre las que sobresale la catedral, situada en la plaza más importante A

(ver pesar

viñeta). de

la

abundancia

de

recursos

naturales,

Mérida

está

muy atrasada y parece ser una de las ciudades más tranquilas del interior. Habitualmente muy pocas personas se ven circulando por la ciudad y a las ocho de la noche todo parece estar sumido en el sueño. El ganado pace libremente por las calles y plazas públicas cubiertas abundantemente

de

yerba.

Salvo

los

días

feriados,

solamente

los

lunes

reina algo de animación, motivada por el gran mercado que tiene lugar en la plaza de la catedral. Es el más interesante de Venezuela ya que se trafica con productos de los climas más diversos. Desde las altas comarcas de cultivo, se transportan para la venta: cereales, patatas,

116  

      

Mesa de Mérida.

mantequilla,             queso,        guisantes,          coles      diversas,         siendo       Mucuchíes,          pequeña        ciudad      —la  más   elevada       de Venezuela          —  a  unos     3.000      mts.     sobre     el nivel      del  

mar,   

el

 principal        

 proveedor.         

Todos      “aquellos         productos,          en   fin,    que    el  clima     puede       dar,    se   dan   cita    allí,      junto     a los    que   proceden        de la tierra       cálida,        entre      los    que     la caña     de   azúcar       no ocupa      precisamente             el último        lugar.      Esta     se consume        en grandes       cantidades,           pues     sus    derivados          son    la base de dulces y pasteles afamados en todo el país, y en cuya confec                                                                        descuellan          primor.            las      ción damas merideñas con Los días de mercado ofrecen asimismo la oportunidad de conocer las gentes circunvecinas, que trajinan sobre mulas, bueyes o asnos, sus mercancías desde montañas y valles hasta aquí. Las muchachas indias procedentes de las altas regiones montañosas, son de tez más clara y llevan trajes oscuros de lana, adecuados al rigor de su clima. Por el contrario los indios de los valles próximos son más morenos y se visten con trajes ligeros de colores claros que apenas cubren las formas del cuerpo. Entre la gente asidua al mercado hallé algunos mestizos que me recordaron vivamente a mi patria: hombres y mujeres de ojos garzos y cabello rubio claro, tal como se encuentran en los territorios del norte de Alemania. De hecho puede presumirse que por sus venas corre sangre germana, Se remonta a siglos, a la época en que fueron enviados soldados alemanes a Coro y desde allí no tardaron en extenderse por la Cordillera. Por entre el animado regateo y los tratos de compra y venta de ciudadanos y aldeanos, las plegarias de los “Padres” en la catedral se filtran a través de los portones de su fachada abiertos de par en par. La mayor parte de los campesinos, particularmente mujeres, aprovechan la oportunidad para asistir a la iglesia, En la esquina diagonalmente opuesta, hay todo lo necesario para refresco; helados de fruta preparados con hielo natural traído de la Sierra Nevada se ofrecen a la venta. Ya

en

horas

de

la

mañana

del

mismo

día

de

mercado,

comienzan

los

comercios de las calles principales a llenarse de campesinos, que vuelven a dejar aquí la mayor parte del dinero que han conseguido. Por lo tanto es también el lunes el día de mayor actividad y beneficios para los comerciantes. En cuanto se cierran las puertas de la iglesia, comparecen en la plaza numerosos “Padres” que entablan amistosas pláticas con los transeúntes y también con las damas jóvenes de la ciudad, que tras las rejas de las ventanas de sus casas observan el confuso trajín, puede decirse la única distracción que tienen en la tediosa vida social de la ciudad. Mérida es la sede de un obispo y cuenta con un numeroso clero que se muestra muy amable con los forasteros, aun cuando éstos perte-

 118  

nezcan     

a otra     religión.          Personalmente             he   hecho      dentro       de   este     círculo        amistades          muy   agradables          y también       entre      ellos      hallé     personas        que     se interesaron mucho y procuraron serme útiles en mis trabajos de                                                      colec     cionista.          Incluso                             llegué       a  familiarizarme  con   los    campesinos  y  luego     me resultó beneficioso en mis excursiones. Repartí frascos de alcohol,                                                              instrucciones  los   que   siguiendo         mis                llenaban        con    toda    suerte       de  esca     rabajos,         para     el  lunes      siguiente         entregármelos,              mediante        módico      esti    pendio.       Pronto       forma,     

 que  

de

 ayudantes        

de

Caripe,      

 me

 corrió       ví

el asunto     

obligado       

a

por  

 toda   

 rechazar       

 la  Cordillera           la

 de

 Mérida,        en

 desproporcionada               

tal  

 afluencia        

           Por              de naturalista.   otro    lado,     igual     que    sus    compatriotas ocurría        a veces          los        en      que    colocaban   insectos   agua     en vez    del    alcohol,         porque       éste     ejerce       sobre      ellos      una    fuerte      seducción.           Espero       por    lo  menos      no  lo  hayan      tomado       puro.     Entre     tanto     me fue   necesario         divulgar que, para mejor conservación de los insectos, había agregado                                                             veneno. acudieron al  alcohol       una    dosis     pequeña        de        Por    supuesto                 así   muchos       menos      coleccionistas!                Mi   baquiano         fijo,      también        de   los    alrede       dores de la ciudad, era un indio mestizo a quien llamaban Esteban;                                                        el primer      día   se   presentó         ante     mi   con    estas      palabras:          “¡Yo     también        soy    naturalista!” efecto,              En          con    anterioridad             había      ya   servido        de   guía     a coleccionistas de botánica, de modo que esta ocupación no le era                                                       del   todo    ajena.      Aprendió         fácil      a desollar         aves,      a recoger        insectos         y me   fue    de suma mi repetida permanencia en Mérida; utilidad        durante                y                          larga       conmigo        compartió          penas              y alegrías.

Para insistir de nuevo en la animación que reina en los días festivos en los distintos barrios de la ciudad, voy a describir brevemente algún festejo de la época de Pentecostés. Estos tienen casi siempre carácter religioso, pero ameno y alegre al propio tiempo. En las plazas ante las iglesias parroquiales respectivas, desde tempranas horas de la mañana tiene lugar inusitada agitación, especialmente el día de la procesión de Corpus Christi. Procedente de todas partes, se reúnen allí plantas bellas, frutos y todo lo que pueda servir de adorno. La plaza se convierte en un oloroso jardín ornamental, En sus cuatro esquinas se improvisan unos altares. De esto se encargan, a menudo con gusto artístico, las damas jóvenes de las mejores familias, que así nos ofrecen la oportunidad de conocerlas, De otro modo apenas se las ve por la calle y aún así suele ser cuando van a la iglesia a donde acuden vestidas con mucho recato y rebozadas. Entre ellas hay algunas muy bonitas y su tez rosada revela que moran bajo el suave clima de las alturas, mientras que en las bajas tierras cálidas sus compatriotas ostentan cierta palidez.

119  

Sobre     cada    altar      instalan         una   armazón        en   forma      de   arco    triunfal         el cual recubren con bejucos entretejidos de diversas maneras.                                                       Luego      los    adornan       con   toda    clase     de   plantas       y objetos        como    muestra       claramente            la adjunta         ilustración.            Me complació         mucho     que   las   amables       merideñas          de  uno    y otro     grupo     pidieran        mi parecer,         así   por   mi parte     supe     por   ellas     algunas cosas que me fueron útiles. Tuve oportunidad de observar                                                         las    solemnidades            en  la catedral.         Hacia      mediodía         los    trabajos        ornamentales              estaban        terminados.           Las    campanas          fueron      lanzadas        al vuelo      y su    vibrante        son    fue   escuchado         por   la gente     allí     congregada.            Se hizo    un gran    silencio.         Las puertas de la iglesia se abrieron, y una procesión presidida                                                        por    el  alto   

 clero,       salió    

 estación       

solemnemente           

 hacia    

 el

 primer     

 altar    

 donde    

 se

 hizo   

 una  

esperaba         al  pueblo  reverentemente                       de  a  fin    de  bendecir       que   hinojos. Desde aquí el cortejo fue siguiendo los demás altares                                                       hasta      regresar         de  nuevo     a  la  iglesia,        exactamente            igual      que    en  las    regiones         católicas          de  nuestra        patria.          la  procesión          y  cerradas               Una    vez    terminada alegre  las    puertas       de  la  iglesia,         tuvo     lugar     en  la  plaza     un       bullicio.                iban           de        Los    arcos      de  triunfo     a  ser    despojados  sus    adornos  para     ser   éstos    

 vendidos       

allí   

 mismo.     

Pude   

 conseguir        

 así  

 bellas     

 orquídeas,         

 otras    

 muchas       plantas        y  algunos       vistosos         pájaros        de las    montañas        de Sierra        Nevada.        Empezó       la  música      — casi         sólo          y  mara        producida    por    guitarras cas — y con ella cundió la alegría general. Pero también esto tuvo su                                                         fin.     La  plaza     quedó      desierta.          Los    resplandecientes                 picachos         de Sierra      Nevada       fueron       desapareciendo              en  la penumbra         que    siguió       al  breve      crepúsculo           y  pronto       dominó      en  todo    el  más    grande       silencio.         Mérida       yacía      como    siempre sosegada y tranquila.                          

Además las algo  también            la religiosas,           rompe                          festividades de “toros”.        en  los     lugar      tener         Suelen        de     la fiesta   vida   la monotonía         de                                          días nacionales y se efectúan en la plaza principal donde se congrega                  todo todo          y aún     ciudad   esta          de    moradores         los     hispano,            Como     Mérida. más sus moradoras, se parecen por este cruento espectáculo, que por otra                                                              parte        los        Bajo   Madre      Patria.   la    en           que    inofensivo      más   muestra        mucho      se estridentes acordes de una música que hiere a los oídos, es conducido                                                             el toro        de       ganas      muchas       tener   parece    no         que       inocente   animal   ruedo;       un     al lidiar.            que    consiente   la   plaza,       a lo     de     otro     para   un   lado       de   hace     correr   le        Se con               quedarse   ocurre   le       se   animal   al     si          Pero      voluntad.         buena    bastante parado o hacer frente a la persecución, para gozo de los espectadores,                                                            los una      que        en    ocasión         En   huída.          la          emprenden           campeones    esforzados estaba de       que   las      de    valla              una      espectáculos,   estos                uno       presenciando cerraba el paso a las calles adyacentes, bajo la presión del gentío se vino                                                                                   También    espectadores.   los            de abajo           instantánea   dispersión        la      y originó 120  

LAMINA

      X  - PARAMO









           

DE MUCUCHIES.



rep

A

 

 Preparativos             para     la  fiesta       del   Corpus.      

el  toro   

 aprovechó        

 la  oportunidad          

 providencial.              Huyó   

 hacia    

 de

 nuevo    

 por  

 terminado.         

 en

 fueron     

 el  campo    

 vano,    

 y  escapó     

 a  toda   

 libre      y  todos    

 teniendo       

 que  

 dar  

 carrera      

 los    intentos         ese  

 día  

 por  

 el

 la  brecha     

 para   

 traerlo      

 espectáculo          

Existe también mucha afición por las peleas de gallos; por lo que a mí atañe, jamás me presté a servir de espectador en tamaño martirio de animales.

 121  

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de   a

En Mérida hay Universidad,            también        una                si    bien    para      la vida    allí significa cosa. enviar sus     no             gran         Suelen                jóvenes       a estudiar         Caracas,       

Museo     

en  

donde    

un

Nacional,         tiene     

alemán,       

a su  

cargo     

el  

Dr.   

 la

A.  

Ernst,     

enseñanza         

actual      

íntegra      

de  

director        las  

del  

ciencias        

naturales.           Es un extraordinario               conocedor          de   Venezuela          y,  especialmente                 lo que    a  la flora     autóctona          se refiere,         es   la máxima                para autoridad. Más de en      un   valioso        consejo        debo     a sus    experiencias             acumuladas             el   transcurso sirvo           de diez       para               años     y me       de estas      páginas     expresarle mi agradecimiento. Aun cuando la instrucción pública en Mérida deja                                                           mucho      que    desear,        se   pueden       encontrar         personas         con    preparación            cien            incluso        han            largo      en       para tífica.       Algunas    permanecido      tiempo   Europa     ampliar        sus    conocimientos,               tal    como     el   Dr.    José     Gabaldón         al   que    igual      mente      desde      aquí     doy    mis    efusivas         gracias        por    sus    útiles       asesoramientos;                en  

muchas      

de  

Conjuntamente            

mis   

excursiones           

al  

monte,       fue   

también       

mi  

compañero.          

con Salvador de mí    Don            Briceño,         aprendieron            ambos          la taxidermia y desde entonces han remitido a Europa colecciones orni                                                            tológicas          más    de   una    vez.     Por    todos      los    lugares        que    he pasado,        ha   sido     siempre mi norma interesar a la gente en las bellezas naturales de                                                        su  

propio algunos       país.      En          sitios       especialmente              en   Mérida,        organicé         expo    

siciones         de   mis    bocetos,         animales         y plantas        colectados           y siempre        pude     constatar,           lo   sorprendida            que    quedaba        la   gente      al   ver    reunidos         en   un mismo      sitio      tantas       cosas      que    debían       serles       familiares           y de   las   que    una    desconocida. veces oí parte     considerable              les   era    totalmente                       ¡Cuántas               exclamar:          “¿Toda     esta      hermosura         de aves    ocultan         nuestras        florestas          ?”  Extranjeros           había     allí     muy    pocos      y entre     ellos     ningún      alemán,         aunque     

sí   se

encontraban          

 los  

inevitables          

 italianos        

de

costumbre,         

dedi   

                interesados           embargo,        un cados     al comercio  y  únicamente en  él.   Sin    corso, el señor Bourgoin, propietario de una botica, era una excepción                                                              y  como     activo      conocedor          de   las    plantas,          me fué    de  gran    utilidad.         Mérida posee de 5.000 a 6.000 habitantes, de los cuales la mayoría se ocupa en la agricultura y el comercio. Pero a pesar de su ventajosa situación, la ciudad se desenvuelve con suma lentitud y a la zaga respecto a San Cristóbal y Valera, poblaciones de las que hablaré más tarde.

   122

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A AA

AA





ON

el

fin  

de

proceder       

con    método,        elegí     las   inmediaciones              como     punto      de  mi  primera        excursión.           Para     mis    afanes       de  coleccionista,              la misma     ciudad      ofrecía       oportunidades             prove       chosas.       Los    múltiples         barrios        urbanos        constan        de un número       reducido         de casas;         entre      por   el contrario      ellas,       crece     a  cada    paso     vege     abundante          alberga        molestada          apenas       tación       que    una    rica     fauna      no  por    el  hombre.       Ante todo tuve que pensar en mudarme de casa, con el fin de poder trabajar con una iluminación mejor, pues Don Antonio Rangel sólo disponía para mí de una pieza oscura sin ventana, que recibía su única y mísera luz por la angosta puerta. En casa del general Balza, una de las pocas viviendas provistas de dos plantas sita en la plaza frente a la catedral, hallé un local apropiado; una pieza en el piso alto con tres balcones. Sus postigos ostentaban múltiples agujeros, impactos de revoluciones anteriores. Cuando de vez en cuando se dejaba sentir algún temblor de tierra que por fortuna no solía ser muy fuerte, bailaba todo el caserón. Sin embargo, alguna noche me pareció más prudente pasarla en el patio y dormir en la galería. La ciudad todavía muestra vestigios del gran terremoto que por el año 1812, asoló también a Caracas. en

Con mi sirviente San Esteban, nombre que recibió por casualidad recuerdo de aquella población y ahora todo el mundo incluso los

125  

 clérigos       

así,     me   dirigí      primeramente             a la “Otra      Banda”,       esto    es,               el         en     al otro    lado    al norte      del    río   Albarregas,   cual     precipita   el    Chama sus   excelentes           y claras        aguas.      Al   terminar        de subir       la altura      opuesta,        nos    hallamos        entre      cultivos        que   como    los   caminos        vecinales          están      rodea     setos      vivos     floración                  La mayoría               dos   de de  se variada. componen de  zarzas       y  en  algunos        trechos       de   cactus       y pitas.      Todo     enlazado        con    delicadas         enredaderas,             campanillas            y pasifloráceas             de   colores         brillantes.           Las zarzamoras se dan aquí en una abundancia y exuberancia como                                                      para       Sólo        la mano  no  he  visto      jamás     en Europa.     hay   que    alargar        con    seguir bayas del tamaño de una ciruela. Junto a ellas las rosas                                                     y belleza. con fucsias        compiten        en         Detrás       de  estos      setos     que   alternan           palmeras,         álamos        y  otros     árboles,        se   extienden          campos       bien    cultivados           de maíz, caña de azúcar — que dicho sea de paso no se desarrolla                                                   aquí      tanto     como    en la    tierra      baja     —,   patatas,         coles      y alubias,         y entremez         clados,      

le llaman     

cambures       

de

clases     

diversas.          A

 de

 nuestra      

 derecha      

hacia    

los   Angeles,        vimos     una   plantación          de café    sombreada         por   cuyas cosechas eran famosas (v. viñeta con frutos tropicales).                                                      

la

 Loma   

 bucares,       

Con calma, unas veces cazando mariposas, otras disparando sobre un pájaro desconocido por nosotros, atravesamos en una hora corta, la parte superior de la “Otra Banda”, quedándonos tiempo para subir a la Loma de Los Angeles, prolongación del Páramo de Los Conejos, con el fin de dar una ojeada a nuestro alrededor. Un panorama maravilloso!. .. tierra de labor excelente que reproduzco en la acuarela adjunta para que el lector pueda formarse una idea. En el centro de la lámina y al pie de la Sierra Nevada, se puede apreciar uno de los barrancos más importantes, la Quebrada de San Jacinto, que escogí al pronto como meta de mi próxima excursión. Por lo tanto al día siguiente tomamos el camino en dirección sur y al cuarto de hora llegábamos al margen de la meseta, desde donde se nos ofrecía una nueva perspectiva; a nuestros pies en una escarpada profundidad de vértigo, se extendía el valle del Chama. Por unas laderas completamente desnudas, serpenteaba en infinitas curvas un escabroso sendero cuesta abajo. Un puente oscilante de madera nos conducía al otro lado sobre la profunda grieta rocosa en la cual el río Chama torrentoso y rugiente empujaba sus ondas. Cuando el río va crecido, el bramar de las espumantes olas apaga la voz en grito del hombre. Al otro lado del río se extienden en fajas ondulantes los prados y los campos. A poco rato la montaña se escarpa y después de una corta caminata se llega a la citada quebrada, no sin haber cruzado antes una colina que nos ofrece la visión integra de la meseta.

 126  

La en su   Mesa     de Mérida       se mostraba           toda       grandeza        realzada         por    sus    escarpados          verticales           y sus    arroyadas.           Al   pie   de esa    bella      terraza       guijarrosa de formación aluvial, el mismo río que la riega ara profun                                                                     ¡Qué    surcos... dos    poderosa        fuerza       hidráulica          tiene     que    haber     entrado       en juego aquí, para formar un relieve orográfico semejante!... Al                                                         oeste      de la   ciudad,        estuvo       unido      en   otros      tiempos       El   Escorial        a la   meseta,       precisamente             en   el   punto     donde     el   río   Mucujún        corre      entre      ésta    y aquél,       porque       el   río    abrió      brecha      en ese    paraje      mucho     más    tarde.      En   los    cantos      rodados de las laderas hallé petrificaciones de algunas especies que                                                            sólo    volví     a  ver   en   alturas       de mil   metros.        La boca de la quebrada es bastante ancha y forma una superficie que va declinando suavemente hacia el Chama. Matas verdes y jugosas, mezcladas con las mismas plantas de cultivo que hallé en la “Otra Banda”, caracterizan también aquí la vecindad de algunos conucos, y rosales espesos y floridos embalsaman el aire con su aroma refrescante de mayo. Procedente de la sierra, entre rocas cubiertas de musgo, algunas en parte sombreadas por hermosos árboles de fronda, fluye en numerosas curvas el arroyo de San Jacinto afluente del Chama. Después

de

caminar

un

cuarto

de

hora,

la

quebrada

se

vuelve

más angosta y sobre nosotros se inicia la región de oquedal. Hasta la profundidad misma del cauce del arroyo se agrupa esta opulenta flora, cuya grandiosidad recuerda la de las selvas en la tierra baja cálida, pero únicamente en su grandiosidad, ya que se compone de especies muy

distintas,

si bien

algunas

de

ellas

se asemejan

a las de

la “tierra

caliente”. La angostura de la quebrada cada vez es más pronunciada. Ambos lados se elevan verticalmente. Sólo con sus rayos cenitales puede el sol penetrar en esta profundidad húmeda. Estimulados por el aire fresco de la mañana seguimos avanzando con lozanía, sin que nos molestara un mosquito y libres del temor constante de pisar alguna culebra. Los ojos gozaban particularmente con la vista de arbóreos helechos, desarrollados aquí en proporciones gigantes. Cuando el sol en el cenit iluminaba uno que otro grupo de estos árboles, el claro-oscuro ayudando a destacarlos del resto impartía al conjunto magnitud y belleza. Como a una altura de doce metros se yerguen sus esbeltos troncos, para entonces formar una copa con las hojas, la cual en belleza artística emula dignamente con la mayoría de las palmeras. Helechos trepadores, lianas revestidas de musgo y pobladas de bromelias, orquídeas olorosas y otras plantas, enlazan el conjunto de la fronda, mientras las fucsias de enredadera desarrollan los largos tallos de sus floraciones rojas por encima de los cimbreantes copetes. Aquí y allá, enormes gra-

127  

míneas espesas con sus herbáceas hojas        forman             techumbres                         y finas          parte  verde     claro,       mientras         las   de su        superior,          frágiles         y movedizas,           se   izan    por    encima      muchas      veces     de  las   gigantes          hojas     de los    helechos.             de  que   el   bosque      de   helechos        carece        totalmente          de otra     A pesar vegetación, obstante agradable.            ofrece      no           un    golpe     de   vista     muy              Las    plantas débiles        jóvenes        son    por    lo regular        bajas      y muy           en   su   parte      inferior,        

engrosado        

contrastando            

con   

 la

superior        

de

tronco     

estriado        

y

escamoso,        

decir      así    en   la cabeza,        a causa     del    crecimiento            de    los   pecíolos        de cada     una   de sus    hojas.       Estas     cuando       están     marchitas,           adquie      

 ren  

 un

 por  

color    

 castaño      

rojizo     

o bien   

rojo,     de  

 tono   

mucho    

más   

subido      

aún   

que    el   de   las   palmas.        También        se   encuentran           helechos         arborescentes             en   bajas, no en de había regiones        más          aunque           la   abundancia             aquí.      Los         admirado antes costaneras Caracas Puerto              en   las    montañas                   de          y de         Cabello.         El tronco     

como    

      en   llera,

  de

  la

tenido       construcción           

incorruptible,               se   emplea      

       molinos

de

en   toda     la   Cordi     

     agua.

San Jacinto fue uno de los lugares preferidos por mí para excursiones cortas. Pasé a menudo el día entero allí y tuve de este modo oportunidad para enriquecer mis colecciones con bastantes ejemplares. Ante todo elegí el valle que riega el río Mucujún por la parte izquierda de la montaña El Escorial, como excursión más importante para efectuar desde Mérida. Pero para emprender ésta, hacen falta más días. Su itinerario arranca

en dirección

bios

una

se

tardan

en

cruzar

media

norte de la ciudad, hora,

luego

el

cuyos

camino

subur-

pedregoso

y bastante duro desciende 'al valle en un zigzag de escalera, La composición panorámica de éste es completamente distinta a la de San Jacinto. Vastos prados con arboledas se extienden ante la vista del espectador; al fondo se ven diseminados algunos caseríos. Abundan también aquí las zarzas con gran profusión. Causa un efecto muy simpático, el contemplar estos campos poblados por ganado vacuno, caballar y mular. La visión de las reses paciendo, transporta el ánimo por unos momentos al paisaje de nuestros Alpes. Los animales se mantienen siempre al aire libre, siendo por tanto los establos del todo desconocidos; únicamente cuando se trata de seleccionarlos se conducen a los potreros. Junto al caserío de unos trigales a unos 2.000 mts. sobre el nivel del mar, establecimos nuestro campamento, para desde allí poder emprender excursiones hacia todas partes, porque el lugar se prestaba para ello. En general el bosque posee el mismo carácter que el de San Jacinto, pero a la primera mirada llamó poderosamente mi atención el tupido musgo verde-amarillento, que cubría todas las plantas grandes, como si éstas intentaran protegerse del fresco de la noche. También

 128  



 

       del        país. Frutos

nosotros          debíamos         cubrirnos          con    nuestros        abrigos        de  lana    para     no pesar  enfriarnos           durante       nuestra       nocturna        búsqueda        de insectos.          A      del   frío, obtuve rico botín en cuanto a especies ignoradas por mí todavía,                                                            consistente           en   aves     maravillosas             y lepidópteros              del   género      esfinge.        En   particular          las   primeras         no   me sorprendieron              poco.      Mientras        en   la   meseta        de  Mérdia      hallé      todavía       pájaros       conocidos          de  la  fauna     propia      de    las   tierras bajas, ví ejemplares aquí, que no se me habían presentado aún                                                           en plena     naturaleza,           por    lo  que   cada    mañana      salía       lleno      de  ilusión        y  me              situaba        paciente        a  la expectativa.  129  

(Nauclerus Merece      mencionarse,            que    el   gavilán        americano                     furca        ave blanca y negra que está extendida por casi toda la zona tus),                                                       tórrida       americana,          también        mora    en   estas      alturas       y su   presencia         enri     quece del que       el panorama           valle      del   Mucujún.         Es algo    más   pequeño          (Milvus  nuestro       milano      color     herrumbre                 regalis),          su   plumaje        es   blanco,        con    largas      alas     negras       y  cola     ahorquillada.             Se  posa    en    sociedad        sobre     altos  la cima     de los    árboles        más         o bien     describe         círculos         en   el   aire,       y  según      aseguran         los    criollos         únicamente          caza     insectos,         es    decir     no vuela en manera alguna tras la captura de pajarillos. Desde las tempranas                                                               horas      matutinas          resuena        por    el   valle      un   grito      sibilante          procedente           de   las    próximas alturas pobladas de bosques. En lengua vernácula suena como:                                                             a la correspondiente  “Seco     estoy”,        palabras         con    las    que    denominan                         ave que emite el grito. Manifestaba mi acompañante, que                                                cuando       esta     voz    es   dura     y persistente            presagia         lluvia;        en   efecto,        notoriamente             pude     constatarlo ( Grallaria            la   mayoría        de   las    veces.       El   seco     estoy               rufica       pilla)       '    pertenece          a la familia        formicárida            (Eriodoridae)              y es   bastante         parecido         en   forma      y color      a nuestro        tordo      de   agua,      aunque       sus    patas      son todos    mucho      más    largas.        Como          los    pájaros        de   esta     familia,         tiene      las    alas     y la   cola     cortas,        las    plumas       de   la   rabadilla          alargadas          y de   natu                        lanosas. raleza       característicamente         A pesar         no              de   su   volumen,   se   presenta

fácilmente           ante      menos      ante      de              la   vista      y mucho     el   cañón   una    escopeta, ya   que    suele      permanecer           en   las    espesuras          sobre      el   suelo      y es   de   una    agilidad cupo         y rapidez        de   movimientos            extraordinarios.                 Me       en   suerte       descubrir          una    especie        (Grallaria           griseonucha)             desconocida            hasta      enton      ces.     Entre      la   familia        de   los    colibríes          propios        de   las    altas      regiones         fores      tales, sólo citaré aquí a Heliangelus Spenci y Bourcieria Conradi.                                                          El   primero        tiene      el  lomo,      cabeza       y cola,      color      verde      cardenillo           ; el  pecho      ostenta        un   carmín       lúcido       y brillante          cruzado        por    bandas       blancas.         El   bour     cieria         y posee       comple             es   mayor,       de   color      verde      metálico      una    mancha tamente        blanca       en   el   pecho.       Construye          un   nido     relativamente              grande       con    musgo      verde      y con    preferencia            en   los    agudos       extremos         de   grandes        hojas      colgantes.           También        el   colibrí        de   pico     largo      (Docimaster            ensifer)         (2             casi           estas        ; con             busca           frecuentar     únicamente      alturas    predilección suele             de            Las                   trepadoras. la trogonidas,               constituyen   florescencia   las    fucsias un ornato especial del paisaje, como la “viuda de la montaña” (Pharo                                                          macrus       antisianus           ),'*       que         a un       color           nombre    dan    los    criollos   pájaro (1)    (2)   (3) (4)

Gavilán        tijereta        (Elanoides            forficatus).            - Roehl,       E.:  “Fauna       descriptiva            El  compadre.         - Idem.     idem.     (Ensifera ensifera). - Roehl, E.: “Fauna descriptiva venezolana”. O Airón (Pharomacrus auriceps). -  Idem.         idem

   130

venezolana”.            

 Oso    hormiguero           y gato     montés     

 verde    

 oro,     con  

 ñeras    

de

o cerval.      

la

parte      baja     del    abdomen       roja.      Es algo     mayor     que     una   paloma       y  todavía       parece       más    grande      debido       a la prolongación             de su   cola.       Como     todos     los    pájaros        de   esta     familia       es   poco     asustadizo.            casi     podría        decirse        que   es  bobo.     Apático,         permanece          tranquilamente              aposentado          en su lugar,      de modo    que    es    muy    fácil     acercarse         a  él.  Su piel    es  muy   deli    cada debido a su delgadez; un solo tiro de perdigones levanta una                                                        nube    de plumas       y en su caída      vuelan       éstas      al más   mínimo       roce     con   hojas o ramas. Muy distinto ocurre con una urraca azul ultramar                                                      en  (Cianocitta            armillata)'*             que      sociedad          de cuatro      a  seis    ejemplares           cruzan      el monte      silbando         recio.      Vivaracha          e incansable           vuela     de   árbol     en  árbol.      Si el   cazador       logra     derribar        a una,    tiene      grandes       posibilidades              de que pasen a formar parte de su botín las demás, porque                                               sus   compa     momento      

asustadas,         

no

 tardan     

en

camarada.         También       

regresar       

en

busca    

 de

su

han    descrito        por   primera        vez   Sclater       y Salvin       una   especie rara de pinzón, que ha sido denominada Chlorospingus Goeringi.                                                               (5)  

 Urraca     

azul   

(Cyanolica         

viridi-cyanea).             

- Idem.    

 131  

idem.    

 Paujies      

 atacados       

por  

 cuchicuchis.           

Casi   

 cargados         con    rico     botín     vez empero, nos vimos forzados                            a  pasar      la  noche      en  la selva      ;  nos    habíamos         alejado        demasiado          y  para     colmo      nos    sorprendió           una    tormenta.          Llevados         de  la  afición        fuímos       sin    darnos       cuenta       penetrando           cada     vez    más    en  la  espesura         del    bosque,       de regreso lleva el mismo tiempo  olvidando          fácilmente           que    el  camino                                  que    el  de  ida    y  que    la  visión       limitada         del    espacio        no  permite        juzgar       el  y  provistos        

 siempre        de

 regresábamos           

 numerosos        

 al

 bocetos.         Una  

 caserío      

 estado       de  la  atmosfera,           detalle        verdaderamente               importante           en  la  montaña,         donde    

 los  

 cambios      

 de

 se  producen         con    tanta      brusquedad.           del Pan de Azúcar, se dejaron                          sentir      de pronto unos lejanos truenos y no                               tardó      en  envolvernos            la  penumbra.         —“  El  Páramo       está     bravo”,        observó        San    Esteban,         y  explicó        a  conti     nuación que el Pan de Azúcar nos mandaría inmediatamente                                                  frío     y  agua.     vez más y la noche extendió pronto sobre nosotros  Oscurecía          cada                                              su negro manto,             siendo       imposible          avanzar        más.     Para     no  extraviarnos             unos     Al  atardecer,           del    lado   

 de  otros,       íbamos     

 temperatura          

 del    páramo     

 en  estrecho       

 grupo.       La  temperatura          

 bajó     verticalmente            

        tiritando  y  nos    hallamos          en  medio      del    bosque        por       azotado              la  tempestead.

 Una  

 lluvia       de  miedo    

 de  truenos      

 comenzó      

 que    retumbaban         

 aire     iluminaban         

 a  caer     de  manera     

 torrencial,            acompañada         

 en  las    montañas.          Las  

 centellas        

 rasgando       

 el

 a  intervalos           la  mágica       floresta.          Los    árboles        crujían       a

 nuestro        derredor,          heridos        por    el  temporal.          Mi   peón     se  iba    encomendando           

a  todos      los    santos,        plenamente           convencido           que    andábamos          a  la   perdi     como jamás había experimen ción     ;  en  efecto       era    un  tiempo       de  perros,                                tado     todavía        en   mis    múltiples          viajes       y  correrías.           Al   fin    cedió      la  tormenta        se fueron perdiendo. Por el contrario,  y  los    truenos        paulatinamente                                                en  la profunda oscuridad                     la   lluvia       se  dejaba       sentir       más,     porque       los    árboles        que    hasta      entonces         nos    habían       guarecido          en   cierta       manera,        movidos        ahora      por    el  viento,        escurrían          sobre      nosotros         el  agua     que    sus    hojas     habían acopiado. No obstante nos tranquilizaba tener tras de noso                                                         agua,  tros     relámpagos           y  truenos.         Integramente             empapados          de        aban    

 donados        a  la   ventura,         ambulamos          toda     la   noche,       que    se   nos    antojó       una  

 eternidad,           confortando            de   vez    en   cuando       nuestro        cuerpo       y  alma,      con    un   trago      de   aguardiente.           

 Por    fin    al   romper     

 el   alba,    

 sacando      

 fuerzas        de 

 flaquezas,           alcanzamos           gozosos        nuestro        punto      de   partida.         Los    moradores                nos  del    caserío          llenos    saludaban       de        al   júbilo;        se   parecer        habían  cupado     

 mucho    

 por    nosotros       

 preo   

e  incluso        habían       disparado          tiros      al   aire     para     indicarnos           el  camino,        pero     su   estampido          lamentablemente                se   había      perdido        entre      el   fragor       de   la   tormenta.         

Cuando reina buen tiempo, errar por los frescos bosques de la montaña, no sólo resulta mucho menos penoso que el caminar por las

   133

tierras        bajas           y tan    tanto,  precaverse         

cálidas,         sino    que    los   mosquitos          y demás      insectos         no  moles      raramente          se  tropieza         con            de  las   serpientes   que    hay   que  

Sólo      una    culebra       del   tamaño       de una    víbora,       aunque       no   venenosa,         se  me  presentó         aquí    con    frecuencia          ; otras especies no son conocidas tampoco por los naturales del país.                                                           Los    grandes       carniceros          son    también        escasos.         El  jaguar,        huellas        del    cual    hallé    

 mucho    

 a  una  

 altura     

en

 las  

zonas    

de  2.000    

bajas.     

 mts.     en

 las    montañas       

 costaneras         

 de

Caracas,       

 no

que        mentado       por      aunque      sí el puma     fue    siquiera    la  gente,    una    que   otra vez ataca pacíficos rebaños en pastoreo e incluso se acerca caute                                                             losamente         hasta     las    viviendas         para    robar      alguna       pieza      de   gallinero,           si   bien no es osado como el  jaguar. zorro (canis azarae          tan                   El                    ) es   un elemento embargo, estos asimismo        aquí              desvergonzado.              Sin            todos           ladrones,         se dejan     ver    en   estas      alturas       con   más    rareza      que   en   las   regiones          calientes.          En la   Cordillera          no   encontré         el tapir      y eso   que    en   el Cerro     Azul      junto      esto   

al Lago   

me

 hace   

de Valencia,          pude   

dudar    

han    afirmado,         aunque       No  

es    raro   

 hallar     

de

su

observarle         

 presencia        

en

una  

altura       de 1.500      mts.;   

aquí,      pese    a que   algunos       viajeros        de oídas,      que   este    animal       llega      a estas      altitudes.         

el    Cervus     

 Rufus'*,         venado      

delicado         y con    astas      cortas       nistró       un  excelente         asado.     

aunque      

de  

relativamente            

tamaño      

mediano,       

muy   

recias,        que   nos   sumi    

Procedente del Páramo del Pan de Azúcar, el río Mucujún riega todo el valle, precipitándose por masas de peñas, ostentando sus orillas los más grandiosos paisajes : ora bosques o grupos solitarios de vegetación, ora prados o trigales. Numerosos arroyos que nacen en el Páramo de La Culata, riegan el valle en sentido transversal para desembocar en el río, contribuyendo no poco al embellecimiento del panorama, y forman por decir así, un auténtico idilio rural en medio de la salvaje floresta

de

la

Cordillera.

Hacia

donde

se

mire,

invita

la

naturaleza

a

emprender excursiones y por todos lados se halla un sitio acogedor propicio para echar una siesta. Como en nuestros patrios robledales, con plena tranquilidad se puede tumbar cualquiera a descansar, sin ser molestado por el calor o por los impertinentes mosquitos. ¡ Quién pudiera en estos parajes abandonarse a una larga y perezosa holganza!... Otra excursión en las cercanías de Mérida también recomendable es la del Encanto ( quebrada encantada ), paraje en donde nace el río Milla,

el

cual

después

de

en el río Albarregas. Esta perpendiculares y desnudos  (6)  

 Venado     

matacán      

(Mazama      

un

breve

curso,

desemboca

cerca

de

Mérida

quebrada está formada a ambos lados por muros de roca, los cuales a medida que se

rufao).       - Roehl,       E.:  “Fauna      

 134  

descriptiva            venezolana”.           

 van  

 estrechando          

forman       a manera      de terrazas        por   las   cuales       se   preci      pita    el   arroyo.       Debajo       de   cada     cascada         se  han    formado       grandes       charcos,         cuyas     aguas      en   apariencia           azul     oscuro,        casi    negras,        imparten         al   paisaje        escarpado sólo prosombría.         Los            muros     rocosos               una   nota          permiten     gresar escasamente hasta poder echar una mirada sobre la “Quebrada                                                          Encantada”            y aun      un     muy        Luego      la       esto,      desde   lugar    poco    seguro.   masa de granito forma bruscamente un acantilado... en resumen una vista                                                          que   causa     vértigo        ! Un  lugar     como    éste,     es   altamente         apropiado          para     excitar la fantasía popular y da pie a innumerables leyendas que circulan                                                               San  de boca    en   boca.     El   mismo         Esteban,         cuya     relación         con    forasteros          y criollos cultos le hacía más despierto que los demás, no podía                                                    sustra       erse     a la fascinación            de   los    prejuicios           y supersticiones.                Con    insistencia            me   rogaba que desistiese de mi intento en avanzar más ; me suplicaba que                                                          no   disparara          sobre      ningún       ser    alado,       porque       en   esa    quebrada         toda     ave    que caía muerta, instantáneamente se convertía en un demonio que                                                        arrastraba           al   infeliz        hacia      el   fondo      de   la   sima.      A pesar      de   sus    advertencias             y agorerías         disparé        sobre      una    golondrina          que    cruzaba        en   ese    momento        la que de   quebrada         y    fué    a dar    con    su   cuerpo       en   uno      los    charcos.         San Esteban suspiró profundamente aliviado, cuando sanos y salvos                                                          abandonamos           El   Encanto.         El río Albarregas, entre sotos ricamente floridos, fluye tranquilo por la ciudad de Mérida, en su lecho amplio y guijarroso. Sin graves molestias pudimos seguir su curso hasta bastante lejos; luego giramos a la izquierda por las laderas un tanto empinadas de la Loma de Los Angeles, y subimos al bosque que corona la cima, en donde hicimos un alto cabe una laguna

totalmente

cubierta de plantas

acuáticas,

que

le

daban el aspecto de una alfombra de vistoso colorido extraviada en el bosque. En estos parajes reinan exactamente las mismas características forestales que en el valle y en San Jacinto; igualmente nos hallábamos por completo envueltos de selva y carecíamos de toda perspectiva, y aunque la sensación era de que ante nosotros se extendía una inmensa llanura, nos separaban muy pocos pasos de la brusca pendiente que asoma sobre la meseta de Mérida. Por lo menos después de una corta hora en que nos deslizamos por los surcos que labran las aguas, alcanzamos el borde del bosque; a la salida de éste yacía ante nuestra vista la ciudad, lugar de nuestra residencia y tras ella la hermosa Sierra Nevada. Mi intención era ahora atravesar cuesta arriba el valle del Chama, para empalmar desde allí otra excursión hacia Torondoy, cuya magnífica situación me habían ponderado. Desde la Columna Bolívar en la parte

oriental

más

elevada

de

la

meseta,

 135  

se

toma

un

ancho

camino

que     lleva     por   una    fuerte       pendiente,           cuesta      abajo      hacia      el   valle,       prime       ramente       a  la orilla       del   río    Mucujún,        sigue       por    un  largo     trecho      el   curso      de este río, para penetrar luego de lleno en el valle del Chama en direc                                                           ción    de   este     a norte.      Después        de   una   caminata         de cinco     a seis     kilómetros           alcanzamos la aldea de Tabay, que según Sievers, se encuentra                                                     a 1.760     aquí mts.    de “altura,        Hasta         se   extiende         el cultivo       del   café.      Cada    vez   más    se eleva     ahora      el   valle,      y el    Chama     cuya     corriente         nos   viene      ahora      al encuentro,          presenta         una   vertiente          muy    pronunciada.             Después        de otro               llegamos        al       lugar           ya  trecho      de   doce     kilómetros,   pequeño     Mucurubá, a 2.500     mts.       El Valle      va tomando        ahora     un carácter        yermo     y lóbrego,             altura. que que  solamente         atenuado        por    una      otra     nota     verde        proporciona           un trigal.        En algunos       parajes       apropiados           del   río,    pueden       verse     pequeños         molinos, muy primitivos y destartalados, cuyo monótono triquitraque                                                             me   resultaba         familiar.          Inmediatamente               dirigimos         nuestros        caballos         hacia      el primero       a fin    de   implorar         un   refrigerio,            pero     a nuestras         voces      y lla    madas no acudió ninguna bella una india rebo                         molinera,          sino        vieja               sando      suciedad         y cuya     visión       nos    hizo     olvidar        repentinamente               nuestro        deseo.      No    tardamos        en   alcanzar        la pequeña        ciudad       de   Mucuchíes,           distante        unos    diez    kilómetros           de   Mucurubá         y a 3.030     mts.     sobre      el   nivel      del    mar,     siendo la población más alta de Venezuela. Sus alrededores son de                                                         un doquier nos «agobiaban el aspecto        desolador.          Por                         ánimo      desgregadas           masas de granito y todo el valle estaba sembrado de bloques                                                  de   piedra       productos         de   erosión;        a ambos      lados      se   elevaban         poderosos          muros     pétreos,         cuyas coronadas por páramos y cimas nevadas,      alturas       estaban                                     que       comunican desolación rasgo grandiosidad.          a este    panorama         de           un        de              Acto seguido a mi llegada, ya en las últimas horas de la tarde,                                                    emprendí         un          por              a la         de           por   recorrido    las    inmediaciones   izquierda   la   población,    donde el terreno se empina bruscamente y de vez en cuando forma                                                     pequeñas mesetas. sorprendido agradablemente por la presencia                 Fuí                                           insospechada                  ; marco

  en

de   una        ella

ajaja      )'”     que   

  se

laguna,      

la   que    un   verde     

          pavoneaban

solícitas         

aves,      en   las    ciénagas        

 a

buscaban         de    la selva     

      cuatro

en  

       rosadas

el  cieno     

zuliana       

su  

césped       fresco       servía       de             cucharetas

alimento.        

se   destacaban          



        ( Platalea

Si   ya  

entre     

las  

estas      demás     

por    su   vistoso        plumaje        y resaltaban           en   el   colorido         de   la   exótica        flora,         la   desnuda        alta     montaña        se   acentuaba          esto     mucho      más.     Por    otro     lado     en eran     viajeras         como     nosotros         ; esta     laguna       les    servía       a ellas      como     lugar      de breve descanso en el vuelo que probablemente habían emprendido                                                         en   los    Llanos       a través       de   la alta     cordillera,            pensando         hallar       en   el   Zulia       (7)  

Garza     

paleta     

(Ajaia     

ajaja).        - Roehl,        E.: 

“Fauna     

136  

descriptiva          

 venezolana”.           

"eo

    



e7

una  

región     

con  

nuevas       ciénagas         y agua.     Durante       el período        de   sequía       en   que    la  mayoría       de las   aguas     de los   Llanos      se   agotan,        ya  había      observado         que rica    la fauna      aviar      en   el   Lago     de   Valencia         era   mucho     más       que    en   la sus   época     de   lluvias,          ya  que      orillas       eran     utilizadas          como    estación.         podía No      perder       la   oportunidad            de   disparar        sobre      una    cuchareta,           cosa    que    obligó       a las   demás     a emprender         el vuelo      ; desaparecieron              en   direc      ción    del   Zulia,       por   sobre      el   Páramo       del   Pan    de Azúcar.       

Al anochecer ya se dejaba sentir en Mucuchíes el frío, y debíamos abrigarnos bajo gruesas “cobijas”, aunque puertas y ventanas permanecían cerradas, a despecho de tal protección, apenas pudimos por la noche conciliar el sueño debido al frío. En las tempranas horas del día siguiente dejamos el lugar y envueltos en la niebla, cruzando una red

de

lluvia

finísima,

íbamos

contentos

cabalgando

en

dirección

norte

hacia el Páramo del Pan de Azúcar, junto al curso de un arroyuelo. Cabalgábamos a duro trote y no tardamos en alcanzar la altura. Dejando tras de nosotros algunas lagunas y rodeando la cima del páramo, por lo menos 4.000 mts. de alto, descendimos

nuevamente

hacia el lado del Zulia, a un

clima más benigno. A los 3.000 mts. de altura ya empezó a desgarrarse a intervalos el espeso velo de niebla y pudimos contemplar la grandiosa vista que abarcaba las estribaciones de la Cordillera, los abismos y valles a nuestros pies, la llanura del Zulia y el Lago de Maracaibo. En descensos sucesivos llegamos al límite superior del bosque, donde comenzaron las dificultades más serias del camino, ya que no creo pueda darse otra orografía más variada, que la de este trecho de cordillera. En muchos puntos de esta senda escalofriante y poco recorrida, nuestras cabalgaduras doblaban sus patas traseras, para salvar las dificultades deslizándose. Ora nos encontrábamos en un agobiante desfiladero, ora en

una

cañada,

ora

sobre

un

despeñadero

vertical

con

un

barranco

frecuentemente de 500 metros de profundidad a nuestros pies. En la primera tarde tocamos la pequeña aldea de Mucumpate, ubicada todavía a bastante altura. Columbramos desde aquí en todo su esplendor y magnificencia, el juego maravilloso de luces citado anteriormente de los “ Fuegos del Catatumbo ”. Estábamos ya envueltos en intensas penumbras y parecía allí abajo arder todo en llamas, el Lago de Maracaibo brillaba como un inmenso espejo de fuego. Los relámpagos serpenteaban en el espacio en todas direcciones, acompañados por el retumbo sordo y continuo de los truenos que imponentes llegaban hasta nosotros. El efecto grandioso de este cuadro de pirotecnia natural era ampliado largamente por las múltiples formas a contraluz de nuestro primero y segundo término; en especial, cuando nos hallábamos entre

 138  

ae

ARE *

San

         

Cristóbal.

 enormes      

 troncos      

de

formas     

distintas        

de  

árboles,       

no

nos   

hubiéramos         

 cansado       nunca      de admirar        esa     visión      dantesca,          siempre        variada        y sobre      manera imponente.                

Ya por la tarde a nuestra partida de Mucumpate, sado al fondo, enclavado entre montañas,

habíamos

el pueblo de Torondoy,

divi-

creyendo

que era cosa de poco tiempo alcanzar nuestra meta. Pero tan pronto aparecían a nuestra vista las chozas de la pequeña aldea, como desaparecían de nuevo y solamente llegamos al anochecer después de un fatigoso cabalgar. El punto desde donde fué tomada nuestra acuarela, poco más o menos en la última pendiente, muestra el paisaje tal como lo ví en pleno ocaso. La vista abarca la parte noroeste de la llanura zuliana, a cuya derecha — donde penetran dos lenguas de tierra en el Lago de Maracaibo — están sitos los dos puertos de La Ceiba y de Moporo. Aunque mi estada aquí duró pocos días tuve oportunidad de observar algunos animales, que hasta entonces no me había sido dado conocer, tal como el notable oso hormiguero ( Myrmecophaga jubata ).!* En mis correrías hallé en un claro del bosque, un hormiguero de casi dos metros (v, viñeta) y observé en un punto que los matorrales se movían de manera particular. Cuando las sacudidas fueron más fuertes me acerqué cautelosamente, cual gallo salvaje en celo, para ver al fin la escena tan deseada, a la que no tardé en poner punto final con un disparo. Además de la especie anteriormente citada, existe otra más    Tengo entendido pequeña de color blanco amarillento (M. tetradactyle) ("> que no son raros aquí el puerco espín ( Cercolabes prehensiles ),0" y una tortuga terrestre de tamaño bastante grande, así como un ciempiés negro gigante de unos 20 cms. de largo. También vi la gran araña avicular, cuando se disponía a atacar el nido de una pequeña familia de colibríes. Una vez más pude admirar el arrojo de los padres de ese

nido, que con denuedo proseguían defendiéndolo de la araña ; con todo ésta hubiera capturándola

salido vencedora en la lid, si yo no hubiera y sumergiéndola en un frasco de alcohol.

También      

de   pe  queño       felino      (  Feli     yaguarundi          ),?      que    se   distingue         de sus    congéneres          por ( comadrejas    su   forma     parecida        a los    mustélidos                   )  y el   color      uni    (8)   (9)

    (10) (11)    

Oso    hormiguero          venezolana”.           

encontré       

o palmero       

 en

Torondoy       

(Miyrmecophaga             

 un

ejemplar       

intervenido

interesante          

tridactyla).             - Roehl,       E.: 

“Fauna      

descriptiva           

Oso melero (Tamandua tetradactyla). - Idem. idem.  (Conedu       prehensilis).              - ledem.       idem.     Gato    montés      o  cervantes          (Herpailurus             yaguarondi).            - Roehl,      E.:  “Fauna      descriptiva            venezolana”.            Tiene     otros      nombres       como:      Eirá,      león     miquero,        etc.     N, del    T.

 140  

           

VIONIIVA

30 O9V1

-

IX

VNIWV1



forme    

de

su  

pelaje, le ““Gato-comadreja”.        por    lo cual     también          llaman                       La cabeza de este alargado y delicado animal 11 centímetros                                     tenía                  de   longitud         y el   color       de su   cuerpo       era    gris    amarillento            leonado.         Repro      duzco en la ilustración esta especie poco conocida.                                             Esta región reúne casi todas las clases de paujíes, especialmente donde limita la tierra caliente con la tierra templada, ya que los habitantes de la región me nombraron una serie. Personalmente, hallé repetidas veces grupos pequeños de estas aves y también tuve la ocasión de acechar un ataque nocturno de parte de su enemigo encarnizado el cuchicuchi que en esta región es todavía más abundante (v. ilustración). No es raro en las montañas de la sierra colindante a la región del Zulia, dar con algunas fuentes de petróleo ; al noroeste de Torondoy a orillas de un arroyo llamado río Caus, vi en medio del bosque entre troncos una masa espesa petrolífera color castaño oscuro y en distintos puntos manaba también

a flor de tierra, tanto es así que pude en un momento

llenar con

ello una botella. Durante la misma excursión, tuve la suerte de topar con una maravillosa clase de papagayos del tamaño de un estornino, denominados por Sclater y Salvin Urochroma dilectissima. Me

separé

de Torondoy

a desgana

y solamente

con el objeto

emprender desde Mérida, y antes de mi ascensión a la Sierra Nevada,

de una

larga salida hacia San Cristóbal y Cúcuta. Así regresamos por el mismo camino por donde habíamos venido, pero nos vimos precisados por el mal tiempo a pernoctar en un rancho, sito a unos 3.500 mts. de alto. Unas gentes que se dirigían a Torondoy, habían invadido la pequeña estancia a la que daba acceso una puerta protegida por un cuero de vaca, de modo que tuvimos que apretujarnos unos a otros con el fin de encender en el centro una pequeña hoguera. A causa del frío y de la lluvia nos vimos obligados a cerrar la puerta de entrada, por lo que la permanencia en esta habitación se hizo pronto intolerable a causa del humo e innumerables sabandijas. Por lo que a mí atañe, era evidente que no podía pensar en absoluto, en conciliar el sueño: así que me dediqué a observar las figuras que echadas o agazapadas se arrebujaban en gruesas mantas y entre las que se hallaban dos muchachas indias con los rostros enrojecidos por el frío. De nuevo en Mérida me dediqué a hacer los preparativos para mi gran excursión y me complació mucho poderla llevar a cabo en compañía de dos hamburgueses que también se disponían a ello, los señores Kirsten y Bock, los cuales por su natural alegre y su sentido artístico me proporcionaron un viaje muy agradable. Quizás fue la primera vez

   141

y

 quien     sabe    si  la  última       que    aparecieron            simultáneamente                tres     ale   manes cabalgando por la Cordillera. Junto con nuestros peones,                                                       —  entre       los    cuales     

 naturalmente           

 no  podía    

 faltar       mi

 incondicional            

 San  

 Esteban,        —

 y  las    acémilas         para     nuestro        equipaje,         formábamos           una    pequeña       caravana        partes revuelo.  cuya     inesperada           aparición          levantaba          en  todas                  

Hasta Estanques debíamos efectuar la ruta que ya hemos citado precedentemente. A partir de allá en la plantación de Mocotíes el camino sigue en dirección sudoeste, remontando el curso del mismo nombre. Primeramente

pelados río,

se

y más

atravesamos

llega

tarde el

a

Tovar,

población

a Bailadores. Portachuelo,

a

ubicada

entre

dos

montes

Luego

abandonamos

la cuenca

3.200

mts.

configuración

con

una

del

de cerrojo echado y descendimos cabalgando hacia la ciudad de La Grita a unos 1.450 mts. de altura, que se caracteriza por su clima benigno y su situación pintoresca sobre una meseta cruzada por una corriente de agua. Desde allí se divisan en todas direcciones los panoramas más maravillosos de la orografía: el Portachuelo al norte, el Páramo del Batallón al este, casi a 4.000 mts. y en el suroeste el erguido Zumbador a 2.763 mts. de altura. La Grita, que reproducimos en nuestra ilustración (las montañas del Portachuelo se aprecian al fondo ) contaba con unos 4.000 habitantes de figura bella y ágil, cualidades que también observó el profesor Sievers. La mejor oportunidad para conocer a la población femenina de esta linda ciudad y sus contornos, es cuando el tañido de las campanas que el eco de las montañas se encarga de multiplicar, invita al creyente con su repique a una función religiosa. Lamentándolo profundamente, no pudimos detenernos allí mucho tiempo, salimos en dirección sudoeste siguiendo a lo largo y corriente arriba del río Valle, afluente del Grita, y después de un acompasado cabalgar por un yermo desolador llegamos a la pequeña aldea El Cobre, situada en una de las laderas del Zumbador,

a 2.000 mts. de alto, la cual en todos los aspectos

discrepa de La Grita. Hallamos

albergue

en una

miserable

choza por

cierto entre gente muy poco amable y tuvimos que contentarnos con una cena muy frugal. Con gusto abandonamos este lugar, cuyos habitantes tienen fama de pendencieros, para cruzar El Zumbador, altura de 2.763 mts., hallándonos cada vez más cerca de San Cristóbal. Este páramo bajo toma su nombre de los fuertes vientos que lo azotan, ya que zumbar significa emitir un ruido constante, como el silbar del viento. En efecto nuestro paso no fue una excepción, porque el viento sopló en forma tan huracanada que casi no pudimos sostenernos sobre nuestra cabalgadura. En cuanto pisamos la comarca que en dirección suroeste riega

142  

         y  Fasma.  Fulgórido     

 el  Torbes,        río   que  

 nace    en El   Zumbador,          una   perspectiva            bellísima         sobre     se   ofrecía       de   nuevo     ante    nosotros         ; al  fondo     y en   el centro        del   panorama montañoso, a la vez vario y coordinado, asomaban entre                                                        el  el valle    

 verdor     

circundante,            las  

 bueno,     

 abandonamos          

tación     

más   

 situada        asimismo       

blancas      

casas    

de

la minúscula        

ciudad     

sobre     una   meseta.       Siguiendo          un camino       la

 región     

de

 los  

 vientos      

 fuertes,       

 de

Táriba,      

relativamente            

llegando       

 al

 río  

Torbes       el       que      repetidas         veces   cual    tuvimos   vadear     a causa      de su curso     sinuoso.         Se    dejaba       sentir      a cada     paso     el   clima      más   caliente         y la   vege   

grupos     

bella,       especialmente             

a orillas      

del   

río,   

donde     

los  

magníficos         

de  plantas        son    un nuevo      regalo       para     los    ojos.      Nos    detuvimos         un rato en Rancho Cordero para proporcionar a nuestros animales                                                        su  bien     ganado       descanso,          después        de  la  fatigosa         marcha       por    la montaña.        Luego tratamos de llegar a Táriba a casi 900 mts., situada ya                                                    en  zona     caliente         en  el  interior         de  la  Cordillera.            Nuestra        llegada        arrancó        a  la  población          de  sus    moradas,         pero     nosotros         seguimos         sin    detenernos           para     alcanzar       

 San  

 Cristóbal        

 por  

 la

 tarde,     

143  

 donde    

 fuimos     

 saludados        

 efusiva      

mente    

 por  

 un

 comerciante          

compatriota          

y

 nuestro,       

boticario.          

el    señor    

Thies,       radicado       

allí   

como    

La ciudad de San Cristóbal está situada del mismo modo sobre una terraza guijarrosa integrada por rocalla y arenisca roja, según Sievers a 845 mets. de altitud y cosa rara en el interior de la Cordillera, disfruta de una situación despejada y al propio tiempo pintoresca. Nuestra ilustración muestra la población vista por el suroeste, desde el camino que lleva a Rubio, ciudad pequeña y próspera a unos kilómetros de distancia. Este paraje me pareció el más apropiado para mi apunte, porque desde él se domina por completo el hermoso valle del Torbes,

casi

hasta

la

aparición

de

este

río

por

entre

las

montañas.

También desde este ángulo se aprecia la ciudad en su aspecto más favorable ; inmediatamente detrás de ella sobre la meseta se pueden observar las plantaciones de café mayores y más feraces de la comarca. El fondo de la panorámica lo forman a la izquierda las alturas del Páramo

del

Zumbador,

a la

derecha

el

Páramo

de

las

Agrias

que

se

eleva sobre 3.000 mts. También nos deslumbran a la izquierda de la ciudad en el mismo valle del Torbes, las albas casas de Táriba. La pri-

mera

impresión

que

de carácter mucho la Cordillera.

tenemos más

de

San

tranquilo

que

Cristóbal Mérida

es la de y

otras

una

ciudad

ciudades

de

La fuerte capacidad productora de las vastas inmediaciones de San Cristóbal, así como la fácil comunicación con Maracaibo por Cúcuta en Colombia, favorecen la agricultura y el comercio y a cuyo fortalecimiento con toda seguridad han contribuido no poco algunas casas comerciales alemanas allí establecidas, No tardamos a la salida de la ciudad en hallar una exuberante floresta montañosa, cuya fauna y flora casi sin excepción nos es ya conocida. Una de las excursiones más recomendables, es la que partiendo de San Cristóbal por el pequeño barrio

de

construcción

el valle del Torbes.

de otro.

Es

irregular

Se suceden

sorprendente

Madre

Juana,

sin interrupción

cuando

nos

un

en determinadas

lleva

abajo

idilio bucólico

épocas,

hacia

tras

las claras

aguas del río Torbes se dividen en islotes cubiertos de verdor y salpicados de encantadoras floraciones. En algunos lugares por entre enormes cantos rodados fluye silencioso y apacible el río por el valle; allí donde falta la alta vegetación muestra jugosas y verdes praderas. Para satisfacción mía, hallé aquí la notable Aristolochia rigens, que había casi entrelazado una mata de mimosa de hoja fina. Un derroche de floridas guirnaldas en blanco, azul y violeta aprisionaban la mayoría de los arbustos. No olvidaré jamás el paseo que dí con mis amigos,

 111  

a

las  

 haciendas        

de  

café,     

situadas        

sobre     

la  

meseta      

a

unas    

dos   

horas     

de

la veces admirar   ciudad.        Muchas            había      tenido      oportunidad            de        las    linternitas            de         pero        se me          los    cocuyos,     en   ninguna   había      presenen nuestro regreso en la de  tado       tamaña      profusión.          A                   oscuridad             la noche bochornosa y húmeda y hasta donde alcanzaba la vista, cente                                                        luciérnagas  lleaban       millones        de   éstas      y  otras                como     diminutos         puntos      de luz, espectáculo que todavía hacía más grandioso, la quema de                                                       sabanas        en          Estas       tienen   las   faldas        de  las   montañas.     quemas      por    objeto      en  el  consumir         la  hierba      seca,     para    que     su  lugar     brote      la  nueva.       Pudimos        contar       hasta      cuarenta         de estos     fuegos      enlazados         múltiplemente              y  que    como     corrientes           de  lava     ígnea      parecían         rodar      por    las    montañas.         vivientes        

 Pero   

 al

 día  

siguiente        

 iluminado          por    la  noche,       se  negras,        en  contraste          con    las    que  

 privilegiadamente                

 habían     

 toda   

 había      zonas    

esa  

belleza      

en  

llamas     

 que  

 convertido          en  franjas        forestales           limítrofes          o

 quedado      

 nos  

 había    

 y  manchas        las    sabanas      

 inmunes.       

Aunque San Cristóbal yace a sólo 845 mts. de altitud, no nos agobió el calor tanto como en otras poblaciones del interior de la Cordillera situadas a la misma altura. Su posición geográfica despejada y los vientos que soplan desde El Zumbador, parecen ser la causa de su temperatura suave. Pero en particular el límite superior del clima caliente nos recuerda con demasiada insistencia los inconvenientes de la tierra cálida con sus enjambres de torturadores insectos y demás parásitos molestos. Por encima de todo, las ya citadas garrapatas que aquí adquieren proporciones de plaga, además de las niguas cuya hembra se asienta con preferencia debajo de las uñas de los pies. Unicamente con mucha paciencia y constante cuido se consigue ahuyentar a este vejador que lamentablemente desde Sudamérica ha sido también trasladado a nuestra colonia de Africa Occidental. En las cercanías de la ciudad conseguí el notable fulgórido (Fulgora laternaria) así como el fasma ( Phasma gigas) cuyo dibujo adjunto. Resulta de todo punto imposible enumerar todas las clases de chinches de bosques, que a menudo presentan formas notabilísimas en los más vistosos colores y que alcanzan a veces hasta cinco centímetros. Encontré una especie que con la alas desplegadas tenía una envergadura de 20 cms. Lo confundí con un pajarillo cuando saliendo de un matorral cruzó volando el espacio; únicamente salí de mi error cuando al posarse el insecto en las ramas disparé sobre él. Irrumpe también de vez en cuando, procedente de América Central y del Norte, la langosta migratoria que asola plantaciones enteras. En el año 80 Venezuela sufrió mucho de esta plaga, en especial su parte noroeste.

   145

San   Cristóbal         es   también        una   región      propicia         para     el   coleccionista             de escarabajos; sería aquí demasiado prolija la enumeración                                                     de  todas      las   especies         de coleópteros,            aunque      sólo     fueran       los    más    importantes.                   de colorido         y  formas      peculiares,           no van         En  riqueza   a  la zaga     respecto             lepidópteros.                innumerables  a  los

En ninguna parte, como en los bosques montañosos de San Cristóbal, hallé con tanta frecuencia un lagarto verde semejante al camaleón; algunos ejemplares se dejaban caer y agarrar con facilidad al sacudir nosotros los arbustos; así me ofrecían la oportunidad de estudiar detenidamente sus lentos movimientos. También la iguana, gran lagarto arbóreo que he citado con anterioridad, parece ser más frecuente aquí que en otras comarcas de Venezuela. Con el fin de echar una ojeada por Colombia, vecino país, acompañé a mis camaradas hamburgueses hasta Cúcuta. Primeramente cabalgamos siguiendo el valle del río Torbes en dirección oeste, siempre rodeados de abundante vegetación y cuya parte más bella es la representada en la ilustración. Luego 'ascendimos unos (1.395) mts., pernoctando en Capacho, lugar renombrado por su saludable clima. A través de regiones montañosas muy variadas, desciende luego en breve tiempo el camino hacia el valle caluroso del río Táchira. Al fondo allí donde el río dobla de sur a norte, está la última ciudad fronteriza de San Antonio,

a unos 500 mts. sobre el nivel del mar, con un clima caluroso propicio al cultivo del cacao. Cual banda argéntea serpentea el río entre verdores ubérrimos, y su orilla izquierda traza la frontera de Colombia, Mis ojos divisaron en la lejanía la cordillera colombiana de que arranca como estribación la venezolana y me asaltó el deseo impetuoso de conocer también esa orografía. De San Antonio guía el camino hacia el norte; ya a la altura de Rosario, primer y amigable lugar fronterizo colombiano, penetramos de nuevo en una región poblada de cactus y mimosas. Continuamos a caballo por una senda pedregosa, llegando a Cúcuta ya entrada la noche, ciudad muy activa pese a su clima caluroso, en donde también existen casas comerciales alemanas ; más tarde esta población hubo de sufrir mucho bajo los efectos de un terremoto. Ahora está ligada por un ferrocarril al río Zulia por medio del cual es posible un tráfico bastante rápido con Maracaibo. Aun donde el aspecto externo del paisaje ofrecía cambios bastante pronunciados, no pude hallar nada que no hubiera ya visto en Venezuela, pues las condiciones para la fauna y flora son las mismas en ambos países.

 146  

 que  

Solamente        

mismo     

 restos     

excitó     

camino      

 fósiles      

mi

que   

nos   

de

 interés      

el

 ya

 megaterios.          

citado     

había     

 traído,      

Con  

cerro       junto    

sentimiento          

regresé       

a

con   

mi  

 tuve   

a

 Cúcuta     

esta    ciudad que separarme de mis compañeros de viaje. Celebramos el des                                                         pido    en   casa     de   un   alemán,        el   señor      Riedel,        en   donde      todos      los    presentes          éramos compatriotas. Canciones alemanas sonaron hasta avanzadas                                                          ho  ras   de   la noche     en   un   Cúcuta       sumido       hacía      horas     en   el   sueño.       Repasando         

el  

 abriga     

San   

 en

Esteban       

Mérida,       para    poder     emprender         allí    cuanto      antes      la ascensión          a  la Sierra Nevada, con lo cual debía dar por terminada mi residencia                                                          esa   ciudad.       en



147  

LAMINA

XII

          

VALLE DE CARACAS.

HA

A

   





       CAPITULO

Vil

  

LA ASCENSION A LA SIERRA NEVADA 

















































|

DARIA DIA DIA RARA

e

RARA

DA ==

Arras ror rr E TOA IAE DT ES IO OO TIO TI IA

toros      O IADIRRA PARO OO

IEMPRE he         tenido       por   norma      el   efectuar         las    excursiones            cortas       a pie,    porque       ahorran       los   constantes          cuidados          que   requieren las cabalgaduras. Fiel a este principio, me deter                                                    miné     a contratar          sólo     un   peón     más    que    de   costumbre           para         dificultosa           ascensión.          esta 

Mi empresa pareció a los salen nunca de la ciudad a pie.

criollos

descabellada,

porque

apenas

Mi intención era permanecer en la sierra, tanto tiempo como me fuera posible a fin de coleccionar y dibujar a mis anchas; para esto debía llevar conmigo una cantidad bastante grande de víveres: carne de res, pan blanco, maíz, café, azúcar, el doméstico licor de anís, y otras cosas más. Efectué mi salida en junio con un tiempo favorable. En

las

tempranas

horas

de

la mañana,

arrancó

de

Mérida

grupo de viaje compuesto de cuatro personas. Comenzamos

al valle del Chama,

atravesamos

mi

pequeño

descendiendo

el río por un puente oscilante y nos

encaminamos a la Hacienda Dávila, que según Sievers está situada a 1.725 mts. de altura. En las primeras horas de la tarde habíamos llegado ya a la hacienda y así tuvimos tiempo en esta casa hospitalaria de hacer los preparativos para la ascensión que pensábamos comenzar al día siguiente.

151  

                 por   escarpadas    las       nos    llevaba            curvas El       en   innumerables   camino

laderas       

cubiertas         

el        valle

del   

todas    

de  

hierba      

y

monte    

bajo,        de

modo    

que   

la

vista     

hacia     

alto                encontrábamos     nos   cuanto      más          y    despejada  direcciones           era más grandiosa se mostraba. Antes de penetrar en el bosque que co                                                      mienza           hacia    mirada       una         dirigí      la hacienda,       sobre   metros     500       a unos Chama     

con   

 lag  

montañas        

               detrás del    Escorial,

  de

las  

      cuales

se          Azúcar,    de    Pan       y del        de  la Culata   páramos   los      de      la cadena   eleva altos  lejos            Más          de  nieve.        cubiertos      estaban       más       y  picos cuyas      crestas a la izquierda, se divisa Mérida cual tablero de escaques sobre la verde                                                            meseta;   Páramo               el       mientras   Ejido,      de       casas    claras      las      lucen     el oeste        hacia

de          Conejos   los

cierra               el   panorama. 

Podíamos avanzar solamente yendo muy despacio, debido a que la senda era sumamente

resbaladiza. Los peones debían descansar a menudo;

al parecer se arrepentían de haber tomado, por decirlo así, el lugar de las acémilas ; solamente mi promesa de recompensarles con un salario elevado, los retuvo y evitó que me abandonaran. Al entrar en la floresta ví las mismas formas vegetales que en San Jacinto pero todavía desarrolladas con más exuberancia pues la humedad es aquí mayor; por doquier manaba agua. Todo el bosque brillaba de rocío y sus destellos aumentaban aún más la belleza general. A una altura de 2.500 mts. en un recodo del camino fuí sorprendido por la repentina presencia de un oso andino (Ursus ornatus);'" este animal negro con pintas blancas salió con gran estrépito de la espesura y cruzando rápidamente el sendero se precipitó en un barranco oscuro. Yo no estaba preparado para este encuentro largamente esperado y fuí negligente en disparar, cosa que por otra parte no me hubiera servido de mucho, ya que mi escopeta estaba cargada solamente con perdigones. El Ursus ornatus, es la única especie de oso grande existente en América del Sur y tanto en Venezuela como en Colombia sólo se encuentra en las grandes alturas de la Cordillera hasta los páramos. Por la tarde llegamos al límite superior del bosque ; los árboles se mostraban cada vez más achaparrados y más cubiertos de musgo. De los troncos y ramaje colgaban como colas de caballo hermosas licopodias verde claro ; algunos puntos de los árboles estaban cubiertos de líquenes y musgo blanco y gris plateado, que alternaban con orquídeas. Nos hallábamos en plena región del quino. A unos 3.000 metros hicimos un alto cerca de las llamadas *“*puertas”.

diseminadas    (1)

Estas,

construidas

con

troncos

de

árboles,

se

por todas las alturas de la Cordillera en donde

       o salvaje Oso            frontino

(Tremarctos          - Roehl,            ornatus),        E.:  “Fauna     

152  

encuentran

las sendas

descriptiva           venezolana”.            

 Límite      superior        del    bosque      en  la  Cordillera          de Mérida.       

 del  

 bosque     

llevan     

a páramos       inferiores           o a regiones         de   sabanas         y  tienen      por    objeto       impedir       que    el    ganado       mientras        pace,     penetre        en el   bosque.              ruinosa       utilizada         a veces  En  este    lugar      había     una   cabaña      por    los   pas    tores     o  los   buscadores          de hielo.      También        nosotros         la  aprovechamos            e hicimos de ella nuestro refugio nocturno. No pasó mucho tiempo para                                                          que    chisporrotearan               unas     encendidas           brasas      sobre      las   cuales       dispusimos             suculento          asado      de   cervato.         un    153

Desde     muy    temprano        por    el lado     de una    pequeña       laguna      rodeada        de matorrales bastante crecidos, penetramos en la zona de sabanas                                                         y         llegado        a los        Desde        de una con    ello    habíamos    páramos.     aquí    gozamos     admirable          vista     sobre      el   pico     nevado       de  La Concha       de  4.700      mts    de  altura,        ahora      bastante        cerca      y  brillando         bajo    los    rayos      del   sol   matutino.         El repecho por el que subíamos ocultaba ahora las cúspides                                                   nevadas       a

 la

 derecha      

 de

 La

 Concha.      

 Nuestra      

 lámina     

 en

 colores,       

 reproducción           

 de  un  estudio        a  la  acuarela         tomado       del    natural,         da  una    idea     exacta       de  la  configuración              de  esta     orografía.           Puede      verse      como    el  bosque      achapa      rrado y protegido a ambos lados por muros de roca arranca de la                                                     que   brada Quintero, para terminar en espeso monte bajo colindante con salto                                                               de  agua     que    se  origina       en  un  pequeño        ventisquero.             Por   el  lado     nor    este   

se

 encuentran         

      todos      y  otros,     el  sol    había

 por  

los   sobre    

descendido         

 para     descender        

 bras.      Masas    

 de

 Páramos      

 los  

 Perros,        de

 4.000      mts.         El camino

bastante       

al  angosto        nubes    

 de

 cuando     

 ahora    

 nosotros       

 los  

 Locos,       del  

 obligó     

 giramos      

           a  rezagarnos;

 a  su

valle     Quintero,           donde      ya señoreaban          

 blancas      

y

 grises     

 pasaban      

 Fraile     

 velozmente         

 izquierda        

 las   penum    

por  

 debajo     

 nuestro      

 hacia     las    alturas        de  los    páramos.        “El    espanto       de  la  Sierra       ”, exclamaron mis acompañantes. Nos encontrábamos exactamente                                                      entre     el

so]     y  la neblina       ascendente           de  modo    que   nuestras        sombras        de pro   nunciada        silueta        se   ampliaban         en   figuras       de unos     30  metros.        Todos      los   movimientos se reproducían fielmente, lo que causaba nuestro regocijo                                                               cuando      a  propósito          tomábamos         las    posturas        más    variadas.         Cuando      el sol se puso, desapareció el “espanto ”, el cual recuerda a su pariente                                                           el espectro        de Brocken.          Mi  gente     no  las    tenía     todas     consigo        y  opinaba       que no era cosa de tomar a broma “'el espanto” porque podía acaecer                                                        algún      contratiempo             serio      durante       el  viaje      o  simplemente            un  cambio      desfavorable y brusco de tiempo. Por lo visto nuestra actitud                                                      poco    respetuosa motívó su enojo, porque en llegando a Casa Quintero cayó                                                           sobre      nosotros         una    persistente            lluvia       mezclada         con    nieve.       La  puerta       de  la  casa     estaba       cerrada        con    un  candado        por    lo  que    tuvimos        que    resig      narnos     

 a  pasar    

 Bajo   

 el

 alero    

 rado,    

 instalamos         

 la

 noche    

 junto    

 izquierdo        

 de

 nuestro      

 la

 a  la  choza    

 fachada,       

 dormitorio,          

 por  

 taller     

 completamente              cierto     

y

 desabrigados.            

 profusamente           

 cocina,      

 para   

 lo

 perfo    

 cual   

 nos  

 fueron       de  mucha      utilidad         las    hojas      de  frailejón.           La  ilustración            muestra        la  vegetación           vecina       a  la  casa     y  a  su  derecha        en  primer       término        se advierte un frailejón desarrollado con los tallos de su floración.                                                         

La palabra páramo sirve para designar todos los desiertos montañosos de la Cordillera ; sin embargo marcan una diferencia entre “en

el”

(páramo)

y

sobre

la

“cumbre”

 154  

del

mismo.

También

se

ha

 Pico   

 formado      

 de

este   

 Nevado     

 vocablo      

 de

    el  verbo

 La

Concha     

y

Chivito       

            “emparamarse”

esto   

      es,   perecer

en

el

          montaña        de  alta   viajeros         a los       despedir        suelen     criollos páramo,        y los con el buen deseo de: “que no emparame ” con lo que quieren                     decir                                          en  Mérida       decir   estila       se       ”.   También   páramo   el       en     a  fenecer  “no    vaya         nevadas   las      de                  a causa    considerablemente           baja  cuando      la  temperatura                               '““es      frío)          en montañas: (el para emparamarse” -—como para      las    morirse      de  allí  dice     la  gente         como    malo”       está   “páramo      el        —.   Cuando         mañanas   las         de       despejado          el cielo    frecuencia            Con   atravesarlo. nadie     osa para    la con los picos nevados brillando al sol, seduce a los viandantes                                                      partida, lo en peligrosas                                 envueltos    súbitamente   ven      se   mejor     a         pero       los    en      — como tempestades        altos,             o puestos    desfiladeros       Los            de nieve.            de   reliquias          de    sembrados           — se ven      tiroleses    Alpes   los  “* Marterln          ” de          madera, viajeros       de            cruces          sosteniendo        hacinadas            piedras         malogrados,                          así como esqueletos de mulos despeñados, todo lo cual subraya todavía                                               para  algunos         Con      en    todo,      paisaje.        del    yermo         tétrico más   carácter    el       jes         y parti            elevadas    prominencias           por     defendidos      mts.      a 4.000   3.000    de

   155

cularmente         

de    agua    tropezamos          con    la flora     carac      en   estas     altitudes         del    trópico       desarrollan            una    belleza       sorprendente             gracias        a  la persistente            humedad.         Por    última       vez    se  deja     ver    la “palma       de  cera”,      palmera        que   medra     en    las   alturas       el el “arbusto en    límite      superior         del   bosque       donde        último              nudoso      se extravía        entre      la  flora      del   páramo.       Entre     los    arbustos        existentes           tengo     que mencionar especialmente y desde el punto de vista como artista                                                         pintor      por   su floración         rosada       y amarilla         a  la Befaria,         la rosa     alpina       de  la  Cordillera          además      de Rhexias,         Bauhinias,           Melastomatáceas,                Vac    cinioideas, los             etc.    En      lugares        húmedos       también        hallamos          frágiles        hele     chos    entre     líquenes         y  musgos       tan   estrechamente              adheridos         sobre      las   esta  piedras       que   éstas      parecen        como     pintadas.         Pero      entre      toda         flora           marcadamente            el          y entre          se destaca   género       Espeletia      ellas      la  Espeletia  argentea         el  “frailejón”           es  precisamente             la que    imparte        un  cuño    especial                Sus           sobre        que        a  los    páramos.   copas      se  desarrollan      unos     troncos    parecen  negros       a causa      de  las    hojas      marchitas          y secas      que    los    cubren,       “alcanzan         por sobre la altura de un hombre y llegan casi a un metro de                                                 espesor.         Las    hojas      lanceoladas            y  de color     verde      argénteo,         parecen        de  felpa     sedosa           más             crecen      espesamente            unas  y  tienen   de   25 centímetros;     junto     a otras     formando a distancia enormes bonetes         copetes       que            asemejan                      blancos.        La denominación de frailejón (monje anciano) está bien aplicada.                                                         Si   al   oscurecer          se   echa     una    mirada       sobre      un   páramo       cuya     superficie           esté     cu           de         parece      de bierta       con    millares   matas      de   frailejón       como     si   un gran    número   monjes      de diversos        tamaños       y posturas         estuviera          congregado           ante     noso     tros.     Algunos        ejemplares           viejos       y encorvados           perdieron          ya   su   albo     gorro;       otros yacen o bien se inclinan hacia su vecino, como suele la gente                                                        que    copa toma    una       de más.     Nuestra        acuarela        muestra       en   primer       término        algunos       ejemplares           viejos      con    sus    floraciones           distribuídas            en  tallos      a veces de un metro provistos de pequeñas hojas y flores amarillas,                                                        En la   época Lindens,      que    el   frailejón          florece,        invade       los    páramos        el   Oxwydon               el se elevados y que   colibrí       que      aventura        a lugares       más               los    criollos         llaman “chivito”. pronto como desaparece,                 Tan              la floración                     también        este     pajarillo          pintado        discretamente              de   un   verde      metálico         mate,      abandona         el páramo, Ni pájaros ni insectos lucen allí colores vistosos                                                     ; puede       terística        

de

 junto      los  

a

corrientes          

páramos,        que  

decirse        que    la   fauna      pretende         entonar        con    el   paisaje.         Entre      las    aves     voy    a mencionar          las    que    fui    coleccionando              como     sigue:       Anthus       bogo     tensis,      

Phygillus unicolor, Cyanea,                   Sepophaga                 Ochtoeca               gigas      — Tordus tordo      grande      casi     completamente              negro      —

andium      

— pato    

de  

páramo      

que   

se  

extiende        

a

mayor     

superciliosa,              querquedula           

altura.        A

una   

      de      mts..      todavía        una      especie        de          el   3.500      hallé    nueva   papagayo,   altura

 156  

 Conurus      

 rhodocephalus            

 clus   

 y con  

él  un

tordo    

de

 agua   

 negro    

 y blanco     

(Cin   

 leuconotus)           que    vive    exactamente            con    las    mismas      costumbres          que   el nuestro. En monte bajo se encuentra el Stegnolaema Montagnii, muy                                                            parecido         al  guaco      y proporciona            también        un  asado      excelente.         

Después de una permanencia de ocho días en los páramos, observé que había escampado el tiempo y me decidí a escalar el picacho de La Columna,'* el cual se yergue al oeste de La Concha. Salimos al amanecer dispuestos a pernoctar en el pico. Al principio todo iba muy bien, mas luego nos vimos forzados a abandonar el camino de herradura, para encaramarnos por un pésimo cantizal. La subida se acentuaba cada vez más para terminar en una cuesta empinada y escabrosa. A las ocho nos encontrábamos sobre 4.000 mts. de altura y después de cuatro

horas

de

fatigosa

ascensión

alcanzamos

el extremo

de

una

cresta lateral del pico, el cual se aprecia en la lámina que representa la Sierra Nevada con los efectos de luz del “sol de los venados”. Nos encontrábamos ahora a unos cientos de metros sobre la línea de las nieves perpetuas y contemplábamos a nuestros pies un campo de nieve en este momento particularmente crecido, pues fuertes nevadas habían tenido lugar en los últimos tiempos. La Concha acostumbra a tener más nieve que este picacho porque en las enriscadas laderas de éste no queda bien prendida. Ante nuestra vista se extendía todo un mundo y podíamos pasear la mirada por todas las zonas de vegetación. Dominábamos la mayor parte de la Cordillera de Mérida y la ciudad en lo profundo sobre maravillosa meseta ; el panorama abarcaba por sobre las cálidas regiones de Ejido, mucho más lejos aún. Sobre nosotros describía círculos el cóndor, rey de los aires, cuyo límite septentrional de expansión parece ser la Cordillera de Mérida. Regocijados por el panorama, reconfortados por la comida y la bebida, procedimos a instalar bajo un enorme bloque de piedra que montado sobre otros formaba como una caverna,

un

lecho

donde

pasar

la noche;

no

accedieron

a ello

gustosos

mis peones, sino al cabo de haberles prometido un aumento en su salario. Aunque ya me parecía imposible escalar el propio pico debido a su escarpadura, abrigaba la esperanza de tentar la suerte al día siguiente. Pronto salí de mis dudas, porque nos vimos envueltos en nubes y sobre nuestras cabezas empezó a rugir una ventisca que apenas si nos permitía mantenernos de pie. Mis acompañantes insistían en el descenso, cosa a la que finalmente tuve que acceder en contra de mi  (2)  

 Hoy  

 Pico    Bolívar      

(5.007     

  T.        - N. del   mts.).

157  

 voluntad.         Agitando                Columna

mi   sombrero         saludé       y me   despedí         del   Picacho        de   La   en la Sierra       Nevada       de   Mérida.       

Si bien no me fue dado escalar el pico de esta montaña, tuve por lo menos la satisfacción de haber ascendido tanto como para ver a mis pies el límite de las nieves eternas y gran parte de la distancia recorrida por mí hasta la baja tierra caliente. Durante el regreso pude todavía sacar un boceto del Picacho de La Concha con sus pequeñas lagunas y el cual reproduzco aquí por lo característico, como viñeta. También mis colecciones aumentaron con abundante material. La mayoría de las aves recogidas por mí en Venezuela proceden de la Cordillera,

mientras que a formar el resto han contribuido todas las demás

pro-

vincias desde la Costa de Paria hasta Maracaibo. De las colecciones y observaciones se desprende, que la flora y fauna del sur de Venezuela, es

idéntica

a la

del

norte

del

Brasil;

las Guayanas y la de las provincias la república vecina de Colombia.

la

del

noreste

es

la

misma

de la Cordillera es exacta

158  

de

a la de

0) | pp





MI 

       CAPITULO

     SALIDA 

DE

   

VII

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 había    

propuesto        

 grado    

a  Mérida,       a  la  que  

+

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O Y y

El ¿AO

LASA

alcanzar          de nuevo      la costa       no  por    Maracaibo         sino     por   el interior,          de modo     que    decidí       mi  partida        lo  antes      posible.         Así    en el  mes    de  septiembre           aban   



 vez  

RAS

 había    

 tomado     

 cariño.      

 Ante     la  casa     del    general        Balza,       con    cuya     familia        me había      hallado        como     en  mi  propio       hogar,       se  formó      una    cabalgata          para     acompañarme            en mi  despido        y  de  todas      las    calles       se  dejaba       oír    un  cordial        “adiós       ”  o  un  amistoso         “*  buen       algo           por          viaje      ”.  La  gente      estaba     preocupada    mí,    porque  ha  poco     un  feroz      criminal         se  había      fugado       de  su  reclusión,           a  fin    de  convertir        

 de

 nuevo    

 el

 Páramo     

 de

 Mucuchíes,         

 teatro     

 de

 sus  

 anteriores         

 asesinatos,            en  un  paraje       inseguro.          Por    tal    causa      algunos        viajeros         crio     llos     habían       aplazado         su  viaje      para     cruzar       en  grupo      conmigo        el  páramo.      

Seguimos el ya conocido camino que desde el valle del Chama, sube a Mucuchíes. Más arriba de esta pequeña ciudad alcanzamos la última población de Los Apartaderos, 3270 mts.; a la derecha de la misma se encuentra la bifurcación del camino que conduce a Barinas, límite superior de los cultivos de trigo. Aquí comienza la subida al propio páramo ; a veces el suelo era rocoso, otras veces enlodado o pantanoso, y Cada vez más empinado. El camino real para los jinetes es bueno, de forma que sin grandes dificultades efectuamos el paso del páramo cuya cumbre alcanza 4120 mts. sobre el mar. Cuando nos

 161  

hallábamos         

             claro      y sosegado      de un tiempo       en medio     máximo en    punto   su   brillaba         las        mientras    de mediodía   sol         el      nosotros              sobre         agradablemente       negruzcas y solitarias masas rocosas todavía cargaban bastante nieve.                                                       

En este lugar tomé un apunte que originó la adjunta acuarela. Otra vez dirigí una mirada llena de nostalgia hacia el lado de Mérida ; por sobre la presente altura del Páramo de Mucuchíes, asomaban al fondo por la parte derecha los picos más prominentes de la Sierra Nevada vestidos de blanco, mientras a la izquierda se veía la cadena también nevada del Páramo de Santo Domingo. No bien hubimos terminado de pasar dejando el páramo a nuestras espaldas, el tiempo cambió bruscamente ; gruesas nubes encapotaban el cielo y no tardó en caer una borrasca de lluvia y nieve, que no dificultó poco nuestro descenso, el cual algunas veces se efectuaba por senderos pendientes y tortuosos que conducen a la triste aldea de Chachopo, sita a 2620 mts. Anochecía cuando llegamos completamente empapados y nos costó mucho trabajo hallar hospedaje. Repetidas veces había oído mentar a Chachopo como el lugar de peor fama de la Cordillera. Al parecer tenía su residencia aquí el ladrón de marras. Pero nuestra patrona nos refirió que había sido detenido en Barinas y a golpes había sido reducido a trizas.  — El asesinato por robo es en términos generales raro en Venezuela ; es mucho más común cuando el móvil es la política, los celos, etc.  — se   puede      cruzar      con    tranquilidad             todo     el   país,       cosilla        se puede      perder       acá    y acullá      por   hurto,       y  éste    sólo     tiene     lugar     cuando      es fácil     cometerlo          y al delincuente           le   viene     bien el objeto en cuestión. Esta comodidad o despreocupación, es                                                        pro    porcionada          al sistema        penitenciario.               Algunas        poblaciones            carecen        total     mente     de locales       de reclusión          y frecuentemente              se   puede      ver   al    delincuente           al “cepo”,       de            en   aire     libre     bajo     la   sombra   un   árbol     aprisionado   un          o sean, de      los   bloques          madera      conocidos         también       por   nuestra       justicia         y  que   antiguamente            fueron       usados      con   el mismo     fin.     ya  que  

Por  

consiguiente           

 a  lo sumo   

alguna     

Las circunstancias son poco cómodas cuando estalla una de las revoluciones no raras aquí. Carentes de escrúpulos tanto las tropas del gobierno, como los facciosos requisan toda clase de caballerías desde el noble bruto hasta el pacífico asno, bien se trate de propietarios amigos o enemigos. También se ve forzada la población a tomar las armas; pues un servicio militar obligatorio no está establecido. Tuve un incidente desagradable a mi entrada en Chachopo con el jefe de la policía, cuya vista quedó prendada de mi escopeta de doble cañón. Mi amenaza

   162

con    el arma,     que   disparé        por    encima       del   digno      funcionario,             protegió         mi propiedad de su codicia. Despechado manifestó que sabría como                                                      conseguir         mi escopeta        al día   siguiente          ; pero     se le   brindó      muy    poca    oportunidad           para     ello,      porque       después        de una    pésima       noche      abandoné        este    mísero       lugar,      antes     de romper      el   alba.     Rodeados todavía por altas montañas, seguimos río abajo el curso del Motatán, notando en seguida que comenzábamos a hallarnos en “tierra templada ”. Al borde de la Mesa de Esnujaque, pequeña y linda meseta, dejamos el río para cabalgar sobre una alta cumbre hacia el valle vecino hasta que alcanzamos la ciudad de Mendoza situada a

1300 metros de altura, donde pasamos

la noche a fin de poder llegar

al siguiente día temprano a Valera. El valle un

clima

de Mendoza,

excelente,

el cual

está varía

relativamente

bien

mucho

se

cuando

cultivado desciende

y posee a Valera,

ubicada bastante más abajo junto al río Motatán. Esta ciudad está rodeada casi por todos lados de montañas, algunas de ellas muy altas ; sólo al norte existe una brecha amplia por donde el río corre a bañar los Llanos de Monay. Como consecuencia de este encierro, la temperatura es muy elevada, por lo menos yo no recuerdo si en Cúcuta o en otra parte, padecí más calor que aquí. A esto hube de añadir la cantidad de parásitos en que era rica nuestra posada en la plaza mayor. Sin embargo tengo que confesar que la situación de la ciudad es hermosa y hallé de nuevo una pródiga flora interior. Hacia el norte, en la cercanía inmediata a las casas se eleva una meseta, la “Sabana Larga”,

sobre una

la cual se encuentra panorámica

altas montañas

bellísima por donde

la aldea sobre vinimos.

el

de Carvajal, valle

del

Tomando

desde

Motatán, la dirección

donde la

se goza

ciudad

y

las

del este, alcan-

zamos por la tarde el río Jiménez, el cual nos fue imposible vadear, porque las recientes y fuertes lluvias en las montañas, habían engrosado notablemente su caudal. Tuvimos que recogernos en una choza cerca del río, De noche sufrimos el inútil intento de robo de una de nuestras acémilas, que en previsión la había hecho descansar cabe nuestro alojamiento nocturno. A la mañana siguiente, el río, que en circunstancias normales es fácil vadear, se hallaba todavía muy crecido. Tumultuosamente se precipitaban sus aguas turbias. Mis acompañantes no creían prudente el atravesarlo, pero por medio de palos sondeamos su profundidad, y sacamos la conclusión que a caballo sí era posible cruzarlo. Con grandes dificultades conseguimos que la recua que a costa de golpes habíamos logrado introducir en el agua, alcanzara felizmente

   163

la

otra llegó turno, caballo inesperadamente se     orilla.        Cuando            mi         mi                           metió en una hoya, cosa que me llevó a las proximidades de perecer                                                       ahogado; caballería         por     fortuna       mi           se   hizo     a un    lado,      momento       que   aproveché para hendirle con todas mis fuerzas las espuelas, consiguiendo                                                                de este    modo     llegar       a la   otra     orilla       con    felicidad.           A partir de aquí conducía el camino en dirección sureste hacia Trujillo, la primera parte a través de una depresión malsana y cenagosa, la segunda por una vega bien labrada. A últimas horas de la noche llegamos a la pequeña ciudad, situada entre laderas desnudas y tristes. De Trujillo seguimos hacia el noreste, pasamos una sierra y llegamos a Santa Ana, pequeña aldea situada en una altura desde la que se disfruta un panorama grandioso sobre las montañas vecinas. No es pequeño el número de picos que se alzan aquí a 3.000 mts. Al oeste divisamos los Llanos de Monay y una parte de la llanura baja del Zulia; en lontananza brillaba de nuevo el Lago de Maracaibo. El camino

descendente

de

Santa

Ana

al estrecho

valle

del

río

Carache,

es sobremanera escarpado y fangoso, de modo que nuestras acémilas, debían repetidas veces dejarse caer sobre sus patas traseras, para poder bajar la resbaladiza ladera, deslizándose. El río Carache serpentea sus nítidas aguas en infinitas curvas, lo que nos obligó a cruzarlo unas veinte veces, aunque a decir verdad sin consecuencias molestosas. Tengo que citar un disparo feliz que en este valle me valió el cobrar un águila (Spizaetus ornatus)'” que se había posado en el saliente de una roca. Por la tarde llegamos a la simpática aldea de Carache, desde donde me proponía estudiar una parte muy interesante de la Cordillera, el Páramo de Agua de Obispo, que se halla al norte a 2765 mts. y el cual parecía prometer mucho para mis colecciones.

Llevaba

la

idea

de

permanecer

ahí

por

lo

menos

un

mes,

antes de abandonar definitivamente la Cordillera y dirigirme a la cálida llanura de Quíbor y Barquisimeto. En Trujillo ya corrían rumores de una revolución que había estallado en El Tocuyo y que al parecer se extendía hasta Carache. No bien puse pie a tierra en el patio de la hostería,

y el patrón

se

informaba

de

los

motivos

de

mi

viaje,

me



rápidamente cuenta que mis deseos no iban a verse cumplidos, Opinaba éste que debía abandonar la idea de mi gira, si no quería perder a mis  peones y animales. —“A Ud. como extranjero, — manifestaba, — no le pasará nada y podrá seguir tranquilamente su camino. Pero le serán

(1)  

 Aguila     

 negra    

(Oroaetus        

 Isidori).         -  Roehl,       E.: 

   164

“Fauna     

 descriptiva          

 venezolana”.           

Lago

de

Valencia

E

de (Tacarigua) desde la serranía        término, el autor pintando.

a



la costa.

En

                 

primer

retenidos          con    toda     seguridad,           sus    peones      y sus    mulos”.       Bajo     estas      cir   cunstancias           tuve    que    pensar       en   continuar         mi viaje.      A la mañana       siguiente           la  aldea      ya amaneció        con   un sobresalto           ; por    el   Monte      Calvario         habían       llegado       corriendo         tres    hombres       armados.        Sólo      se trataba       de    unos    deser      tores,       por    cuyas     noticias        pudimos       colegir,        que   el camino       de El    Tocuyo      se seriamente interceptado.    hallaba                              De mal    talante       inicié      el    regreso,        teniendo        que   tomar     el mismo     sendero,         por    el cual     había      venido,        y  lleno     de despecho me despedí con una mirada de las alturas del Páramo                                                      de  Agua     de Obispo      del    que    tantas       cosas      buenas       me  había      prometido.          No me cupo otro remedio que efectuar el dilatado rodeo por                                                  el  Lago     de  Maracaibo,          esto    es,    atravesar          de  nuevo     la selva     Zuliana        y desde     el puerto       de Moporo       en  un velero      llegarme          hasta      Maracaibo.         

Esta vez el paso del río Jiménez no ofreció dificultad alguna ya que sus aguas corrían ahora claras y tranquilas ; no tardamos en llegar a Valera en donde mi inesperada aparición causó sorpresa, pues me creían de viaje hacia la costa. No nos detuvimos, empero, en lugar tan caluroso, sino que por el oeste seguimos hasta el pueblo de Ponemesa sito a 1.000 mts. En las cercanías de la pequeña ciudad de Betijoque cabalgamos a repecho por las laderas hacia la Sabana de Mendoza, punto en donde dí por terminada mi permanencia en la Cordillera. Otra vez me encontraba en las selvas de tierra baja y me apresuré a llegar a Los Añilas, pueblo que sólo dista siete horas de la orilla

del Lago.

Mi intención

era pasar algún tiempo

“aquí, pero como

dejé

dicho en otro lugar fuí víctima de una fiebre violenta. Restablecido hasta cierto punto, mi única preocupación era llegar a la costa cuanto antes. En los últimos días había llovido mucho y los caminos eran casi intransitables,

no

obstante,

la resistencia

de mi

mulo

dió

buena

cuenta

de ellos salvando por fortuna todos los obstáculos. Ya en Moporo me separé de mis acompañantes y pisé el puente de desembarque que para salvar la vasta playa cenagosa se adentra mucho en el Lago. Un bote me llevó a bordo del barco que debía conducirme a Maracaibo, en donde compatriotas míos me recibieron cordialmente. Efectuaban el tráfico marítimo pequeñas embarcaciones de cabotaje de muy poco calado, que cuando soplaba el viento favorable pasaban fácilmente la barra que forma la desembocadura del Lago, en el golfo de Maracaibo. Pero a mi partida la suerte no me fué benévola. Después de tres días de espera en el llamado “bajo seco” en la parte sur de la barra, se levantó por la mañana

una fuerte brisa la cual lamen-

tablemente cesó en el preciso momento en que íbamos a pasar el estrecho banco de arena. La corriente nos lanzó sobre éste y nuestro barco

   166

encalló      

 de

 tal  

 posible      

 sacarla      

manera     

 que  

ni

 a  flote.       Fué  

echando       

 izada    

 la

 parte    

de  

 la

carga    

 bandera      

 de

 socorro;       

al

agua    

 no

 tardó    

 fué    en

 acudir       un  cúter     piloto       procedente          de  un  velero      alemán       anclado       en Bajo     Seco     y  el  cual     comandaba          el  capitán        Becker.        Tengo      que   agradecer         a  éste     y  a  su  gente,      que    por    lo  menos      la  parte      valiosa        de  mis    colecciones            pudiera        salvarse;          muchas       cajas      con    orquídeas          y  animales         vivos      se fueron a pique. Por suerte nuestro barco estaba fuertemente construído                                                               y  resistió         los    vendavales,            de  forma      que    todo     el  pasaje       y  la  tripulación           pudieron ser llevados sanos y salvos a un banco de arena.                                                 El  cúter      piloto       nos    regresó        a  Maracaibo          donde      nuestra        llegada        a  medianoche           causó      una    sorpresa         mayúscula.           Estábamos          completamente              empapados          pues     nos    habíamos         apretujado           todos      sobre      la  cubierta         donde      golpeaban         incesantemente las olas. Al cabo de unos días partí en un velero                                                       más    chico      y  cuando      atravesamos            la  barra     esta     vez    con    éxito,       ya  no  se  veía     traza      ninguna        del    barco      embarrancado.            

Después de una travesía de diez días contra viento y marea divisé las bien conocidas montañas de Puerto Cabello, que emergiendo del azul oleaje parecían darme la bienvenida. No tardé en hallarme nuevamente en el Mirador de casa Blohm que fue llamado “la torre del pintor zoólogo” y desde donde pude expedir mis colecciones a Inglaterra. Como de costumbre el señor Blohm y su esposa me prodigaron una buena acogida y me rodearon de atenciones ; el vivo interés que ambos sienten por el arte y la naturaleza, tuvo repetidas veces su expresión en el apoyo que depararon a mis trabajos, de modo que me fué posible alargar mi permanencia allí dando lugar a que en excursiones sucesivas completara algunos conocimientos y repitiera visitas a los lugares que ya eran para mí queridos. Correspondo a tanta bondad con el sentir de mi profundo reconocimiento. Pude una vez más sumirme en el goce de las bellezas naturales del valle de San Esteban y disfrutar del generoso apoyo y hospitalidad, así como de la contemplación de la íntima vida familiar en casa del señor Roemer, a quien estoy muy agradecido, así como al señor Leseur y Sr, Ermen. Asimismo recuerdo a los señores Gruner, Schieremberg, Ruete, Becker, Baasch, Roehl, Valentiner, Gathmann, Brauer, Ludert, Nagel y a otros compatriotas. Tomando como punto de partida al pueblo de San Esteban, emprendí otras excursiones a través de las selvas montañosas hacia el Lago de Valencia y los Llanos, y pude esta vez favorecido por el tiempo dibujar desde

La

Cumbre,

puesto

de

2.600

mts.

la

costa,

distintos puntos de vista del Lago de Valencia que se extendía pies y uno de los cuales inserto en una lámina característica.

a mis

 167  

en

las

montañas

de

También        crito    

diante     

hallé    

  por    Humboldt        —

en

    esta

 que  

 gira   

  notable       el

contiene       

una  

resina     

“palo    

de

 vaca”   

 lechosa,        de  

    — des-

 la cual   

me  

una   incisión        en   su   tronco      recogí       en   corto     tiempo      el   contenido          de una botella. Vertida en el café en efecto hace pensar en un                                                 sustituto          de   a menudo instalado               mi        de la  leche.      Muy   he   taller      en   plenos      bosques Venezuela          ; adjunto       el   boceto      de   uno    de éstos      que    instalé       en las    monta       ñas    costaneras          en la mentada       cumbre      de   Valencia         donde     pasé    más    de una noche en la completa soledad de la selva. Si se pasa la cadena mon                                                         tañosa     

al

sur   

del   

lago,    

se  

columbran         

los  

Llanos      

con   

sus   

bosques       

de

palmeras,          sus    superficies            de   hierba       y sus    árboles        chaparros.           Cual    hilos      de   plata      serpentean           numerosos           ríos    por     la llanura       al   parecer        infinita,          mientras         lagunas       de   todos      tamaños        brillan        esparcidos           aquí     y allá.      En   sus    de aguas     habita       el   curioso        temblador         cuya    pesca      por    medio       caballos         dió   pie   a Humboldt        para    su   conocido         relato.        Al   parecer       en   Venezuela          nadie     sabe      dar   razón      de   esto,      pues      las   muchas      veces     que     he requerido         detalles sobre el particular sólo he recibido en respuesta movimientos                                                              de extrañeza.          Algo     parecido        le   ocurrió        al   Dr.   Sachs,       que   estuvo      en Los    Llanos      exprofesamente              para    estudiar         esta     anguila        eléctrica.          Un   animal      mucho más peligroso en estas aguas es el pez llamado Caribe de                                                     15 a 18 mordedura agudísima resulta gran para   cms.    cuya                              de     peligro           hombres y animales. En cuanto el más mínimo rastro de sangre se                                                     muestra y el que        en el agua,      acuden      estos      enemigos         en  masa      hombre          cerca del salvarse,                              está no  se  halle      lo suficientemente         margen para                       perdido. definitivamente         El habitante de Los Llanos es parecido en sus costumbres al gaucho de la Pampa argentina. Jinete excelente parece respecto a su caballo un centauro, por la forma en que a velocidades vertiginosas cruza los Llanos carentes de senda alguna. Plenamente consciente de su fuerza y audacia, canta:  Con  

no  

caballo mi  lanza     y mi          me importa la fortuna,                   

 alumbre        o no   alumbre       el   sol    brille       o  no  brille       la  luna.    

Pero       del           ya muy     lejanas       por    estepas       campea        el   gaucho     mientras     un      ni   árbol     un   medra    no   que   las           en            vastísimas   extensiones trópico,        en arbusto y regadas por escasos ríos pequeños, teniendo que protegerse                                                                     llanero        el      poncho,      de un grueso   abrigo    al        frío   intenso     del     veces  no pocas vive magníficamente en la región tropical en llanuras bajas y cálidas                                                             168  

         

Vista de Norte a Sur sobre el Valle de Caracas.

que    solamente          en algunos        parajes       poseen       el   verdadero          carácter         de   las    estepas. Porque como hemos dicho repetidas veces el agua es abundante                                                            y la  vegetación          es  ubérrima.         Pero regresemos al bello lago. Después de despedirme en Valencia de la hospitalaria familia Froehlke, encaminé mis pasos hacia Caracas por la orilla norte del lago, por uno de los paisajes más bellos de Venezuela. En Guacara los campos algodoneros estaban en plena floración y los ricos valles de Aragua, el vergel de Venezuela, incitaban a una larga permanencia. Todavía un breve alto bajo el samán de Giiere, gigante arbóreo al parecer concebido para la eternidad ; luego marchando hacia Caracas !... Una mirada más sobre el maravilloso valle que oculta en medio de ricos cultivos la capital del país. Desde un altozano entre Antímano y la ciudad, tomé el boceto que orginó la adjunta lámina en colores. Al fondo se eleva la famosa Silla de Caracas, a 2700 mts. de altura, mientras el pico de Naiguatá, algo más lejos, parece se eleva unos 180 mts, más. Escalé ambas cumbres y desde esas alturas me fué dado contemplar el mar Caribe, cuyo horizonte bajo el engaño de un velo de nubes parecía perderse en el infinito. Los barcos que surcaban las azules aguas del mar parecían flotar en el aire. Como se puede notar tanto en nuestra lámina en color, como en la ilustración en negro, los alrededores de Caracas presentan una configuración de terreno muy variada. La ilustración en negro está tomada desde el llamado “' antiguo camino español ” en el punto en que viniendo de La

Guaira

se ha

pasado

la cresta

la vista es de norte a sur. Muestra

de la montaña

costanera,

esto

es,

el alto valle casi en toda su longitud,

a la derecha La Vega, a la izquierda Petare ante el cual en segundo término se ve la falda de La Silla. Al fondo la lejana cadena de montañas, forma

la

línea

montañosa

limítrofe

de

los

Llanos,

y

en

el

interior

de

ella se extiende el vasto valle, rico en plantaciones, que riega el río Tuy. De ambas ilustraciones se desprende que la capital es un excelente punto de partida para emprender giras provechosas hacia todos lados. Desde todas las alturas adyacentes la impresión que causa el panorama es paz y belleza; cualidades basadas en una agricultura muy desarrolada y una laboriosidad bendecida por una eterna primavera. Pero lamentablemente, ¡cuántas veces la furia bélica ha desvastado este maravilloso valle y cuántas revoluciones han actuado en él de manera nefasta!... Está completamente fuera de duda que los venezolanos en verdad patriotas, son pacíficos, pero hay que lamentar que su número sea tan reducido y la mayoría de las veces su voz no es bastante fuerte para

 170  

      hacerse

       y poner oír

   coto

           tentativas a las

  zón

deseamos que pronto despeje               se            hermoso país. En más de una       ocasión                           ha       la que    cuales   las          de y enconadas, mi recuerdo, fue la que tuvo lugar en                              

        largos  tres

    días

                 Con revolucionarias.

    todo

    cora-

la

situación, bien este           de               para sido           largas        de  luchas     testigo quedado viva       en         más   manera        de       de     Después    1870.   año       el Caracas he

     de       Guzmán    general      el    la  ciudad           tomó        horribles   combates

      Blanco

que       serie       una           mantuvo            de Venezuela,     presidente     como    tarde    más de           abiga   hordas        por   invadida   vió         se     principal plaza       La     de paz.    años          que rradas,

       de acudían           anunciaban            poco silencio

Poco

                   ensordecedor    de un griterío al son

   y  bajo

un

animado       

tiroteo,        

por   que         salvas de  las            estruendo    el              excitados lados     todos     un el  tarde          Más   poder.       asumido        había    que jefe     el nuevo           Caracas.       de   calles    las          de   enseñoreó              se  tranquilizador después

de

las

terribles

luchas,

otro

cuadro

bélico

tuvo

lugar en la costa, cuadro bélico, empero, de paz. Un gran acontecimiento que a todos los alemanes residentes en Venezuela llenó de gozo y a los venezolanos de admiración. Cinco unidades imponentes de la escuadra alemana,

bajo

el

mando

del

almirante

Werner

izaron

la

bandera

de

Alemania en aguas venezolanas. No olvidaré nunca la impresión de poderío que estos gallardos barcos produjeron a su entrada en la bahía de Puerto Cabello. El estampido de ambas artillerías saludándose a la recíproca, retumbaba mil veces en el eco profundo de los valles y hondonadas de la cordillera de la costa. Cuando los oficiales y la tripulación circularon

por

las

calles

de

la

ciudad,

los

alemanes

residentes

desbor-

daron de júbilo, traducido en homenajes de bienvenida y estrechamiento de manos. A esto se sucedieron los festejos entre los cuales dejaron memoria, el baile que los comerciantes ofrecieron en la ciudad y el que se dió a bordo del “* Friedrich Karl”. En éste la sala como la cubierta del buque estaban adornadas con plantas tropicales, Casi toda la población culta estaba presente. Más de una ardiente mirada cayó de los negros ojos de las graciosas criollas sobre las frescas y bizarras figuras de nuestros marinos. Una amistad duradera surgió entre el comandante Werner y yo; su alto sentido para el arte y la naturaleza le atrajo más de una vez hacia

mí.

Pero

estos

hermosos

días transcurrieron

demasiado

de

una mañana la bahía de Puerto Cabello amaneció silenciosa como y las calles de la ciudad recobraron su fisonomía acostumbrada.

prisa ;

antes

Venezuela en los últimos tiempos ha cobrado gran impulso. Puede decirse sin ambages, que en cuanto a progreso anda a la cabeza de los países sudamericanos, a pesar de que continúan nuevas revoluciones entorpeciéndolo. La presente obra ceñida estrictamente a la descripción

  171

pintoresca           de su    naturaleza,           no           progreso.             naciente de  este

es   el   lugar     apropiado         para     darse      cuenta     

Venezuela para mí fue casi una segunda patria. Cuando llegó el momento de mi separación después de ocho años de larga permanencia y viajes en todas direcciones, al divisar desde la cubierta del barco las montañas costaneras de Puerto Cabello y la majestuosa Silla de Caracas , me embargó un sentimiento contradictorio de tristeza porque debía abandonar el país, de gozo porque finalmente volvía a ver a los míos. Luego se dió la señal de partida ; la hélice comenzó a trabajar y paulatinamente las principales alturas de la costa fueron desapareciendo en la lejanía brumosa del horizonte. bado

Este

cuadro

en mi

mente,

en realidad.

¿Podré

encantador junto

ha

quedado

al ardiente

deseo,

realizarlo alguna vez ?

172  

de

manera

de verlo

indeleble

gra-

otra vez convertido



 PROLOGO      

         ..  DEL   TRADUCTOR

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 CAPITULO        LL...  ..o

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 11 -  EN

 CAPITULO       

 !1I  -  Á  TRAVES       DE  LA SELVA    

CAPITULO       

        1V  - COMIENZA

       CAPITULO

 V +  MERIDA     

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        CAPITULO

           VI - EXCURSIONES

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CAPITULO       

      LA  REGION

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ZULIANA      

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ZULIANA       



 VIII    -  MI

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 35-54    

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55-78    

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79-112     

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 113-122      

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       123-148

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      LA SUBIDA

 CAPITULO         VII   - LA    ASCENSION         A LA   SIERRA       NEVADA      CAPITULO       

- 9

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7 

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     Págs.



 INTRODUCCION           

     INDICE

SALIDA       DE MERIDA     

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       149.158  159-172      

= 



ORDEN      DE  LAS    ILUSTRACIONES              EN  COLOR    

         Rio    ESCALANTE CosTa    

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 DE  CARUPANO       

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 LAMINA     

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 IV

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 LAMINA     

VI

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 EN  LA CORDILLERA         

            CAMINO  ParisaJE

 NEVADA     

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        DE  TORONDOY

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 VII  

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 VIH   

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 IX

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 LAMINA     

 XI

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      LAMINA

   XII

 DE SAN    JACINTO       ..

      PARAMO

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         DE  MUCUCHIES

 VALLE     DE   CARACAS       

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 La  Concua,        SIERRA       NEVADA      Y QUEBRADA        

 Laco     DE  VALENCIA       

1

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 Y  SIERRA     

 LAMINA     

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 EN  EL ZULIA    

 MERIDA     

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CIENAGA      

 SENDERO      

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 CABELLO      

SELVATICA        

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..

 PUERTO     

 FLORA    

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  BELLO     PAIS    TROPICAL”           “VENEZUELA,            EL MAS   | M£*!24 A. Goering. - Traducción de  M. Luisa     G.    de  Blay.      Edición       especial,           de 2.000     ejemplares,            totalmente          elaborada          en        Gráficos        Universitarios              -  Mérida,  los    Talleres        Venezuela,          -  del   3 de  febrero        al  29  de  marzo      de  MCMLXII,         CLIT    aniversario            de  la  Fundación          de  la  Universidad            de  Los    Andes,      -  En  su  realización            intervinieron:               R.A.         compaginación;                  Pabón,       texto;       Nicolás        Sánchez,         a  Evgueni        Krupij,        impresión          de  texto      y  láminas.        -  Grabados,  cargo      de  M.  César      Baena;       Encuadernación               a  cargo      de  R.  Omar     Calderón.          Coordinación             y delineación            gráfica:         Giuseppe         Scattolin.         

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