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Spanish Pages 120 [122] Year 2016
Un gabinete para una monarquía ilustrada
UNA COLECCIÓN, UN CRIOLLO ERUDITO, Y UN REY UNA COLECCIÓN, UN CRIOLLO ERUDITO, Y UN REY
Un gabinete para una monarquía ilustrada Javier Sánchez Almazán Cristina Cánovas Fernández
«… yo intento hacerles ver que estos Gabinetes se deben considerar Escuelas, en que se han de aprender los rudimentos para conocer la Naturaleza. Escuelas tan precisas, que sin ellas no pueden esperarse progresos en esta Ciencia.» José Clavijo y Fajardo
Una colección, un criollo erudito y un rey Un gabinete para una monarquía ilustrada
Javier Sánchez Almazán Comisario
Cristina Cánovas Fernández Directora del Proyecto Museográfico
Organiza Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
Diseño folleto Juan Díaz Goy
Director Santiago Merino Rodríguez
Instituciones que han cedido obras e imágenes para la exposición Museo de América Museo Naval de Madrid Museo Nacional de Artes Decorativas Museo del Traje Museo Nacional del Prado Museo Arqueológico Nacional Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Museo Thyssen-Bornemisza
Comisario Javier Ignacio Sánchez Almazán Dirección Proyecto Museográfico y Coordinación Técnica Cristina Cánovas Fernández Diseño Gráfico y Producción Alfonso Nombela Gómez Miguel Ángel Vela Casado Traducción Nicola Stapleton Arquitecto Alfonso Marra Tejada Montaje DobelArt S.L. Servicio de Mantenimiento MNCN Fotografías Jesús Muñoz Fernández Fernando Señor Martínez Restauración de documentos Celia Martínez Cabetas Victoria de las Heras Puñal Lourdes Rico Martínez Reproducciones facsimilares Jesús Muñoz Fernández Servicio de Audiovisuales – Mediateca MNCN María Soledad Alonso Domínguez Noelia Cejuela Villagraz Carmen Martínez López Maquetas, escenografía y atrezo Recreación Carlos III, niño - Elena Gazo Calzada y Vázquez Muebles Balsa de Guayaquil - Jesús Juez Antonio Barco - Kunst Deco Corpóreos - Boomerang Graphics S. L. Maqueta de Guayaquil 1730 - Carlos Alberto Bermúdez Marín Elefante indio - Anancus S.L. Bola del mundo y libro Dávila - Iniciativas y Exposiciones S.A. Vestuario de época - Sastrería Cornejo Fachada RABASF y mapa madera - Escenografía Artefacto S.L. Recreación Real Gabinete plastilina - Plastiart y Fundación Educa Maniquí Dávila – David González García Flores Carlos III – Viveros Peña Comunicación Pilar López García-Gallo Xiomara Cantera Arranz M.ª Ángeles Sacristán Martín Azucena López Márquez Programas Públicos Pilar López García-Gallo Luis Barrera Picón Rocío de Iriarte Rodríguez Colaboración: Jorge Fuente y Vestuario Carmen 17 Transporte Demetrio Baustista García
Colecciones MNCN Invertebrados, Artrópodos No Insectos, Malacología, Mamíferos, Aves, Herpetología, Ictiología, Geología y Bellas Artes e Instrumentos Científicos, Archivo y Biblioteca del MNCN Apoyo institucional Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación Vicepresidencia de Organización y Relaciones Institucionales del CSIC (VORI) Sociedad de Amigos del MNCN Embajada del Ecuador en España AGRADECIMIENTOS Javier Andrés Cobeta Leticia Azcue Brea Rafael Araujo Armero Josefina Barreiro Rodríguez Carlos Alberto Bermúdez Marín Enrique Barba Gómez Josefina Cabarga Gómez Ana Cabrera Lafuente Miguel Calahorrano Camino Marta Calvo Revuelta Luis Castelo Vicente Juan Carlos Coéllar Mideros Américo Cerqueira Valle Ascensión Ciruelos Gonzalo José Luis Díez García Laura Fernández Bastos Anunciada Fernández de Córdova Ángel Garvía Rodríguez Julio González Alcalde Elvira González Asenjo Miguel González Suela Rosa Hidalgo Checa Jesús Juez Antonio M.ª del Carmen López Calderón Carmen Mateo Toledo José María Moreno Martín Isabel Morón Merchante Raquel Muñoz Corrales Paloma Muñoz-Campos García Aurelio Nieto Codina Manuel Parejo Paulino Carmen Pérez Die Esther Pons Mellado Beatriz Robledo Sanz Isabel M.ª Rodríguez Marco Begoña Sánchez Chillón Gema Solís Fraile José Ramón Urquijo Goitia
Carmen Vela Olmo Mónica Vergés Alonso Francisco Yagüe Sánchez Un agradecimiento especial para M.a Ángeles Calatayud Arinero, Ana Mazo Pérez y Miguel Villena Sánchez-Valero (in memoriam). CATÁLOGO Autores Javier Ignacio Sánchez Almazán Cristina Cánovas Fernández Edición Editorial CSIC Diseño gráfico, maquetación e impresión Ediciones Doce Calles ISBN: 978-84-00-10144-2 e-ISBN: 978-84-00-10145-9 NIPO: 723-16-278-0 e-NIPO: 723-16-279-6 Depósito Legal: M-39501-2016 © de la edición, MNCN - CSIC © de los textos, sus autores © de las imágenes, los titulares de los derechos gráficos Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es EDITORIAL CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected]) En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Una colección, un criollo erudito y un rey Un gabinete para una monarquía ilustrada
PR ESE NTACION ES
S M Director del MNCN-CSIC
C C F Directora del Proyecto Museográfico
ÁM B ITOS
J S A Comisario de la Exposición
La creación del Real Gabinete de Historia Natural Javier Sánchez Almazán
El Real Gabinete y su impulso a la ciencia en España Javier Sánchez Almazán
Carlos III y el Real Gabinete Javier Sánchez Almazán
Paisajes de la Ilustración Javier Sánchez Almazán
De la teoría a la práctica: el diseño museográfico Cristina Cánovas Fernández
Catálogo de piezas
Base bibliográfica y documental
Santiago Merino Director del MNCN-CSIC
No hay muchas instituciones científicas en España que puedan presumir de cumplir 240 años. Ni mucho menos. La realidad es que dedicarse a la ciencia en nuestro país es algo bastante complicado y aun centros que basan parte de su actividad en la difusión científica al público, como lo es un Museo Nacional de Ciencias Naturales, no están libres de dificultades de todo tipo. La iniciativa de Su Majestad Carlos III en 1771 de abrir un Real Gabinete de Historia Natural estaba en consonancia con sus tiempos, pero no por ello dejaba de ser algo innovador. Podemos considerar que su apertura, que ahora conmemoramos, fue aún más novedosa puesto que permitía la visita a todo tipo de público. Desde un primer momento se utilizaron criterios científicos para la ordenación y presentación de aquellas colecciones, impulsados por los conocimientos de su creador y primer director, D. Pedro Franco Dávila. La España imperial era entonces una gran potencia mundial y el Gabinete pudo recibir los más sorprendentes especímenes de todos los rincones del planeta. Esto sin duda contribuyó a que pronto el espacio que se le había reservado compartiendo edificio con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la madrileña calle de Alcalá, se quedara pequeño. Para paliar este problema se inició la construcción de un gran edificio para albergar las crecientes colecciones del Gabinete en lo que hoy es el Paseo del Prado. Por avatares de la historia, lo que habría podido ser uno de los más grandes museos de ciencias naturales del mundo, colocando a España al frente de los países líderes en conocimientos científicos en Ciencias Naturales, fue finalmente destinado a albergar obras de arte y nos dotó de una de las pinacotecas más importantes del planeta, el Museo del Prado. Quedarse sin la sede que tan cuidadosamente se había planificado para albergar los tesoros de la naturaleza no impidió el desalojo del Gabinete de su ubicación, que pasó a ocupar los sótanos del edificio de la Biblioteca Nacional, donde durante años continuó realizando sus tareas de investigación y divulgación científica como buenamente pudo. Allí tampoco podía seguir eternamente, así que se le buscó otra ubicación, esta vez ocupando espacios en el ala norte del edificio que ahora ocupa, el Palacio de las Artes y la Industria, que comparte todavía hoy día con la Escuela de Ingenieros Industriales. Así la historia de España dejó a la ciencia de lado, arrinconada y maltratada, y una de las instituciones científicas más antiguas del país continúa sin disfrutar, tras más de 200 años de singladura, de una sede propia. El que podría ser uno de los más grandes museos de historia natural del mundo y un atractivo turístico de primera magnitud en el centro de la capital se ve obligado a almacenar sus millones de muestras de manera precaria y convive con dificultades de todo tipo para que sus visitantes puedan disfrutar de sus exposiciones. A la vista de nuestra historia resulta difícil pensar que la situación cambiará, al menos en breve plazo. Me gustaría pensar que, por fin, en algún
momento, los estamentos políticos implicados se darán cuenta del gran tesoro que tienen y del partido que le pueden sacar y dedicarán un pequeño esfuerzo a dotar a esta institución de la infraestructura mínima para desempeñar su cometido de investigación y difusión de conocimientos de una manera digna. Creo que ninguna de las grandes capitales europeas se permitiría el lujo de tener una de su instituciones científicas más antiguas en una situación tan precaria. No soy muy optimista al respecto, pero, al fin y al cabo, la ciencia en nuestro país nunca ha dispuesto de suficientes recursos y, sin embargo, seguimos empeñados en cumplir con nuestras obligaciones. La actividad que realizamos en el museo, tanto en investigación, con más de setenta científicos en plantilla, como en las colecciones, con varios millones de ejemplares y aumentando, al igual que en las exposiciones y programas públicos, con cientos de actividades realizadas cada año para nuestros visitantes, siguen desarrollándose con plena pujanza y mantenemos el compromiso de hace 240 años de divulgar conocimientos a todos los que nos visitan. No cejaremos en el empeño.
Cristina Cánovas Fernandez Directora del Proyecto Museográfico
El diseño y la coordinación de exposiciones es un trabajo apasionante donde confluyen conceptos tan variados como la creatividad, la estética, la didáctica, la planificación y gestión… una serie de estimulantes fases en las que al final es necesaria una ordenación del pensamiento y del espacio que convierta una exposición en «uno de los más importantes útiles de diálogo y concienciación con la comunidad» (Marc Maure, 1996); todo un sistema de conceptualización, interpretación y materialización de ideas y conocimiento que supone un reto para los que lo llevamos a cabo. Para una bióloga como yo, participar en la producción de exposiciones en el Museo Nacional de Ciencias Naturales es un trabajo muy gratificante que me permite estar en continua conexión con la labor científica de los investigadores, con las extraordinarias colecciones de ejemplares que atesora el Museo (más de ocho millones), con parte de la memoria escrita de la institución custodiada en sus interminables fondos de Archivo, con un patrimonio bibliográfico excepcional y con un largo etcétera de recursos que es necesario completar con el componente humano, un equipo multidisciplinar imprescindible para la consecución de todo proyecto expositivo. Y al mismo tiempo, es un trabajo de gran responsabilidad, porque al fin y al cabo nuestro objetivo principal es divulgar ciencia, hacer partícipe al público de la importancia de la conservación del medio ambiente y la biodiversidad y hacerlo captando la atención del espectador. Las exposiciones no son libros en la pared, son pequeños espacios del saber donde el visitante, caminando entre vitrinas, debería quedar atrapado emocional e intelectualmente. Al menos eso es lo que intentamos. Y lo mejor de todo: cada proyecto expositivo que nace es diferente y la rutina es un vocablo que apenas forma parte del trabajo de los que nos dedicamos a esto. Este libro recoge una de estas exposiciones, aunque, además de ser un catálogo, bien podría tratarse de un libro de historia. Se trata de Una colección, un criollo erudito y un rey. Un gabinete para una monarquía ilustrada, una exposición que se remonta al origen del Museo Nacional de Ciencias Naturales, una parte imprescindible de la historia de esta institución sin la que ahora no sería lo que es; una exposición que da visibilidad a la larga lista de personajes y acontecimientos que hicieron posible que abriéramos nuestras puertas al público hace casi 250 años y gracias a los cuales el Museo posee algunos de esos magníficos ejemplares y fondos documentales y bibliográficos mencionados anteriormente. El protagonista de esta historia es un guayaquileño, Pedro Franco Dávila, artífice del origen del Museo; un personaje muy importante para el avance de la ciencia en España y, sin embargo, al mismo tiempo un gran desconocido, tanto para el público general como para una gran parte del especializado. Su vida bien podría ser llevada a la gran pantalla: viajes,
naufragios, cautiverios… y sobre todo una gran pasión por el coleccionismo y la historia natural que le llevó a formar en París uno de los gabinetes de historia natural y curiosidades de arte más importantes de la época y que luego adquiriría el rey Carlos III para España. Nosotros somos la continuidad de ese Real Gabinete. Partiendo de estas premisas, del hecho de que el 4 de noviembre de 2016 se cumplen 240 años de la apertura al público del Real Gabinete (¿Por qué celebrar los 240 y no los 250? ¿Y por qué no?) y de que, además, este mismo año se celebre el tercer centenario del nacimiento de Carlos III, protector del mismo, el momento no podía ser más propicio para que esta exposición tuviera lugar. Desde el punto de vista expositivo, ha sido un proyecto tan emocionante como complejo, porque las exposiciones históricas suponen algunos retos añadidos: ¿cómo resumir casi medio siglo de acontecimientos históricos y sus personajes más emblemáticos y mostrarlo de una forma amena y atractiva para los visitantes? ¿Cómo conseguir que conozcan nuestra historia sin perderse en un maremágnum de nombres, fechas y lugares? ¿Cómo mantener su interés? Esperamos haber conseguido salvar estas dificultades, aunque sea en una pequeña parte y que disfruten de esta exposición y de este libro tanto como nosotros hemos disfrutado preparándolos. Están hechos con gran respeto y admiración: hacia todos aquellos que hicieron posible que el Real Gabinete abriera sus puertas; hacia los que continuaron con esa labor, impulsando la ciencia en España, y a los que lo siguen haciendo hoy en día. Y también a todos los que dedican parte de su vida y de su trabajo a sacar a la luz y posicionar en el lugar que les corresponde a tantos nombres olvidados en la trastienda de la historia. He tenido el privilegio de trabajar con uno de estos últimos, obstinado desde hace años en dar a conocer la figura de Pedro Franco Dávila y el importante papel que tuvo en el Museo. Es Javier Sánchez Almazán, comisario de esta exposición y al que agradezco enormemente haberme propuesto caminar juntos en este proyecto realizado bajo la dirección de Santiago Merino. Cuánto he aprendido.
Javier Sánchez Almazán Comisario de la Exposición
Las huellas desvanecidas del Real Gabinete de Historia Natural y la recuperación de una memoria Anotaciones a modo de introducción a propósito de un largo olvido Los años finales del Real Gabinete de Historia Natural, prácticamente desde que Clavijo dejó la institución en 1802, pasaron, como España entera, por la terrible prueba de la guerra contra Napoleón. La contienda, terriblemente violenta, arruinó el país, sembrando la destrucción y la muerte en buena parte del territorio nacional y truncando muchos de los proyectos e instituciones puestos en pie tan dificultosamente en el período postrero de la Ilustración. Ello explica en parte el olvido en que paulatinamente fue cayendo la labor realizada por el Real Gabinete. Una labor realmente meritoria, llevada a cabo a menudo con grandes limitaciones —de personal, de medios económicos, de espacio—, sobre todo tras la muerte en 1788 de Carlos III, rey que había sido el gran protector de la institución. Otra parte de esa pérdida de la memoria del legado de una institución que durante años estuvo —junto con el Real Jardín Botánico— a la vanguardia del desarrollo de la historia natural en España puede achacarse al desprecio con que los protagonistas del siglo xix —en nuestro país y fuera de él— trataron por lo general las realizaciones de la centuria anterior. Los acelerados progresos que se sucedieron en el nuevo siglo en todos los órdenes —verdaderamente deslumbrantes— relegaron pronto el trabajo hecho por los ilustrados, olvidando que en el siglo xviii se pusieron las bases no solo de los avances técnicos y científicos posteriores, sino de la propia concepción de la vida humana y los principios de la modernidad. En lo que se refiere a nuestro país, el alejamiento aún fue mayor debido a las convulsiones sociales y políticas en que España se vio inmersa, comenzando con la pérdida de la mayoría de los territorios americanos y el declive como potencia en el concierto internacional. El caso es que el Real Museo de Ciencias Naturales, nombre que adoptó el Real Gabinete a partir de 1815, atravesó también, en sintonía con el país, épocas muy duras. Una lucha denodada por sobrevivir contribuyó también al olvido y, en tales circunstancias, la memoria de Dávila, de Clavijo y de cuantos habían sostenido la vieja institución carolina se fue desvaneciendo, cuando no desvirtuando. Ya en el siglo xx, sobre todo en su segunda mitad, la multiplicación de las investigaciones sobre la Ilustración, que han ido esclareciendo los más diversos aspectos del iluminismo en nuestro país, en particular la época carolina, han dejado de lado tozuda e incomprensiblemente la historia del Real Gabinete. Los estudios académicos —hasta los que tienen como objeto específico la historia de la ciencia— se han desinteresado hasta tal punto del tema que las aportaciones que sobre él y sobre la figura de Dávila se han hecho han provenido en su mayor parte de personas cuyo campo profesional no era la historia o no formaban parte en sentido estricto del
ámbito académico. La primera obra que abordó la historia del Museo de Ciencias —incluido el período del Real Gabinete— fue la del padre Agustín J. Barreiro, El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). En ella, con un tesón encomiable, el autor, que era fundamentalmente un naturalista, realizó un registro cronológico de cuantos hechos destacables ocurrieron en la institución desde sus inicios hasta las puertas de la Guerra Civil, tal y como expresa su título. La proporción dedicada al Real Gabinete suponía menos de una quinta parte de la obra. Por esas fechas, un escritor, periodista e historiador ecuatoriano, Abel Romeo Castillo, llevaba a cabo su particular investigación sobre Pedro Franco Dávila, su histórico paisano. Su labor salvó una serie de valiosos documentos que explicaban la vida del Real Gabinete, su creación y su desarrollo. Documentos que, consultados en el Archivo General Central del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares años antes de que este sufriera la irremediable pérdida tras el incendio desencadenado en agosto de 1939, mecanografiados y luego donados al Archivo Histórico Nacional, pueden estudiarse, lo que permite reconstruir una parte vital de la historia de la institución. Eso es lo que hizo en 2004 Miguel Villena Sánchez-Valero, que, desde su puesto de conservador de la Colección de Invertebrados del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), abordó la empresa de esclarecer la figura de Franco Dávila, siguiendo la estela que había iniciado casi veinte años antes María de los Ángeles Calatayud Arinero. Calatayud Arinero dirigió durante casi cuatro décadas, hasta mediados de los noventa, el archivo del MNCN ordenando cronológicamente los fondos del Real Gabinete, cuya relación publicó, con un resumen explicativo de cada documento, en varios catálogos, una labor fundamental para quienes después nos hemos dedicado a investigar en el archivo rastreando los sucesos de esa época. Calatayud Arinero había escrito también en 1988 la primera biografía documentada de Dávila, Pedro Franco Dávila y el Real Gabinete de Historia Natural. Cabe citar algunos otros trabajos, como los del profesor Emiliano Aguirre —el brillante paleontólogo Premio Príncipe de Asturias 1997 a la Investigación Científica y Tecnológica por su trabajo en Atapuerca—, quien fue director en funciones del MNCN durante un año y publicó, en solitario y también con Adelaida Orbiso y María Soledad Vicente, algunos artículos sobre la iconografía zoológica en el Real Gabinete, o el de Ángel Montero, que en su tesis de 2003 sobre las colecciones de Paleontología del MNCN abordaba algunos aspectos del Catálogo de Dávila y de sus colecciones de fósiles. Todos estos precedentes fueron tenidos muy en cuenta por Miguel Villena y quien esto escribe cuando acometimos en 2004 la empresa de investigación que daría como resultado el libro El gabinete perdido. Pedro Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces —que tal es su título completo—, aparecido en 2009, por desgracia un año después del fallecimiento de Miguel. En esa obra Villena se ocupó, entre otras muchas cosas, de documentar la creación del Real Gabinete y la labor de Dávila como primer director de la institución mientras yo abordaba el estudio de una parte del Catálogo de Dávila —el correspondiente a las colecciones de Invertebrados, en las que yo trabajaba entonces de ayudante bajo la dirección de Miguel—, su traducción del francés y su análisis científico, además de seguir los contactos establecidos por Dávila con el mundo ilustrado en su estancia en París.
La obra tuvo su continuidad, por desgracia ya sin la inapreciable ayuda de mi amigo Miguel, tres años después con el libro De Guayaquil a la Royal Society. La época y la vida de un ilustrado criollo, trabajo coral de seis autores del que fui coordinador, para conmemorar el tercer centenario del nacimiento de Dávila, tratando aspectos nuevos de la obra y la vida del guayaquileño —desarrollado por el autor de estas líneas— y estudiando algunos apartados específicos, como la estrecha relación del rey Carlos III con la institución —capítulo debido a Ana Mazo Pérez—, la colección mineralógica de Dávila —a cargo de Begoña Sánchez Chillón—, el coleccionismo en el Real Gabinete de curiosidades del arte procedentes de Extremo Oriente —por Delia Sagaste Abadía—, la colección Van Berkheij —por Carmen Velasco Pérez— y el mobiliario y los instrumentos científicos de época que el MNCN conserva —por Julio González Alcalde—. Desde que un día de verano del año 2004 Miguel me propusiera participar en esta empresa de investigación, siguiendo los pasos olvidados de una figura verdaderamente excepcional en muchos aspectos, como fue Franco Dávila, han sido muchas las horas dedicadas al estudio de su obra y su figura, así como a la historia del Real Gabinete. Una labor que me ha llevado a publicar algunos artículos, además de los dos libros mencionados, dar varias conferencias en instituciones de primer relieve, como el Museo de América —en 2009—, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando —donde organizamos un ciclo conmemorativo del tercer centenario de Dávila en 2011— o el Museo del Prado —donde participé en 2013, gracias a la generosa invitación de Miguel Ángel Blanco, con motivo de su impactante exposición Historias Naturales—. El penúltimo acto al servicio de la memoria de Dávila y el Real Gabinete ha sido este verano, en el curso celebrado por la UNED en Aranjuez a principios de julio, con la ponencia «Naturalistas para un rey ilustrado. Carlos III y el Real Gabinete de Historia Natural», como parte de los actos que por todo el país se han venido sucediendo con motivo del tercer centenario del nacimiento de Carlos III. Y digo penúltimo acto porque todavía hay más por venir. Este catálogo es una prueba de ello. En él presentamos el contenido de la exposición Una colección, un criollo erudito y un rey. Un gabinete para una monarquía ilustrada, inaugurada el 4 de noviembre y en la que conmemoramos el 240 aniversario de la apertura al público del Real Gabinete de Historia Natural. Cuando hace aproximadamente un año me propusieron ser comisario de esta exposición, a pesar de que era algo que nunca antes había hecho y del trabajo adicional que suponía para mí, conservador de la Colección de Invertebrados en la que no faltan tareas que realizar, no pude negarme ya que me pareció una oportunidad magnífica para difundir lo que durante tanto tiempo ha sido uno de mis objetos de estudio. También pensé que a Miguel le habría agradado mucho ver este momento, culminación de lo que hace ya doce años iniciamos juntos. Si accedí a asumir este papel, fue también porque en la empresa estaba implicada Cristina Cánovas Fernández, coordinadora de exposiciones del MNCN, una persona excepcional en muchos aspectos. En ella se reúnen entusiasmo, inteligencia, creatividad, capacidad de trabajo y de gestión, amabilidad y un saber hacer que es resultado de su experiencia de varios años en este campo. Los dos, con el apoyo incondicional de nuestro director, Santiago Merino Rodríguez, y la ayuda de otros compañeros del mu-
seo, como Pilar López García-Gallo —directora del Departamento de Comunicación y Programas Públicos—, Alfonso Marra Tejada —arquitecto—, Alfonso Nombela Gómez y Miguel Vela Casado —expertos en grafismo—, Jesús Juez Antonio —encargado de restauración—, Jesús Muñoz Fernández y Fernando Señor Martínez —del Servicio de Fotografía del MNCN— y Josefina Cabarga Gómez, de la Sociedad de Amigos del Museo, hemos trabajado durante meses para que este proyecto saliera adelante. Desde aquí quiero también agradecer a todas las instituciones que nos han apoyado o escuchado, empezando por aquellas que nos han prestado piezas para la exposición: el Museo de América, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo Naval, el Museo del Traje, el Museo del Prado y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aquí se incluyen mis compañeros de las colecciones del MNCN que han colaborado en la exposición: Mamíferos, Aves, Herpetología, Ictiología, Malacología, Artrópodos No Insectos, Invertebrados, Geología, Bellas Artes e Instrumentos Científicos, así como quienes trabajan en el Archivo y la Biblioteca. El agradecimiento se hace extensivo a la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela Olmo; al vicepresidente de Organización y Relaciones Institucionales, José Ramón Urquijo Goitia; a la directora de la Oficina de Turismo y Cultura de la Comunidad de Madrid, Anunciada Fernández de Córdova; al responsable de la Subdirección General de Museos Estatales del Ministerio de Cultura, Miguel González Suela; al director de la Dirección de Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, José Luis Díez García; al director de Editorial CSIC, Ramón B. Rodríguez; al embajador de Ecuador, Miguel Calahorrano Camino, y al responsable de la Consejería Cultural de dicha embajada, Juan Carlos Coéllar Mideros. Nuestro reconocimiento a Editorial CSIC. Un agradecimiento muy especial va dedicado a don Carlos Alberto Bermúdez Marín, maquetista de Guayaquil, de la empresa MARDEZ, que generosamente ha donado la espléndida maqueta del convento de San Vicente de Guayaquil de 1730 que presentamos en la exposición. Una obra que ha venido a España con la desinteresada colaboración de la Embajada de Ecuador y de la Sociedad de Amigos del MNCN. Aún hoy, tras toda la divulgación que se viene haciendo de la figura de Dávila y de la historia del Real Gabinete, subsiste el desconocimiento en torno a ambos, mezclado con todo tipo de errores y tópicos. Una doble causa puede explicar las limitaciones a la hora de difundir las investigaciones sobre estos temas. Por un lado, los obstáculos para hacer llegar estos datos al gran público, algo que resulta hasta cierto punto bastante natural. Por otro, la dificultad de suscitar el interés del mundo académico, ámbito de por sí bastante cerrado a todas las aportaciones que no provengan de su seno, y más en un país como el nuestro. Algo que, si bien se mira, ya no parece tan natural ni tan lógico. Esperemos que con esta exposición y el ciclo de conferencias que tendrá lugar a finales de año en el MNCN, como complemento a aquella, se pueda paliar en parte tal desconocimiento.
Septiembre de 2016
La creación del Real Gabinete de Historia Natural
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Pedro Franco Dávila: un hombre para un proyecto ambicioso
El que fue uno de los grandes proyectos institucionales de la España ilustrada de Carlos III, la creación del Real Gabinete de Historia Natural (RGHN) en 1771, tuvo entre sus figuras más destacadas al guayaquileño de familia criolla Pedro Franco Dávila (1711-1786), quien fue su director hasta su muerte. Con su llegada a París en 1745, donde viviría 25 años, Dávila iniciaría la formación de uno de los gabinetes de historia natural y de «Curiosidades del Arte» más renombrados de la segunda mitad del siglo xviii. Y eso en una ciudad que contó a lo largo del siglo con más de 200 gabinetes ilustrados de primera magnitud. Además de formar su colección, en un esfuerzo económico que acabó arruinándole, Dávila se convirtió en uno de los mayores conocedores de historia natural de la época, en particular en disciplinas como la mineralogía, la malacología y el estudio de ciertas «producciones marinas» como «poliparios» —corales y esponjas, principalmente— y «zoófitos» —equinodermos—, así como de los fósiles —o «petrificaciones», como entonces se llamaban—. También alcanzó valiosos conocimientos sobre arte, pues su gabinete contaba con miles de grabados y con decenas de medallas, cuadros, piezas arqueológicas —egipcias, etruscas, griegas, romanas, hindúes, cerámicas chinas y bronces medievales— y otras de carácter etnológico procedentes de los pueblos más diversos —aborígenes americanos, turcos, mongoles, chinos, indostánicos—. En sus colecciones figuraban igualmente mapas e instrumentos científicos y una biblioteca de más de 1.230 volúmenes y 420 títulos diferentes. Casi la mitad de estos últimos correspondían a historia natural. Dávila estuvo relacionado con algunas de las figuras más importantes del momento, tanto del mundo científico como del arte y de la cultura en general, con algunos de los cuales le unió una gran amistad, como veremos más adelante. Esas relaciones fueron particularmente valiosas una vez que empezó a ejercer su responsabilidad como director del Real Gabinete, pues gracias a ellas se estableció una red de colaboración del RGHN con instituciones y particulares de toda Europa, muchos de los cuales hicieron envíos de todo tipo a Madrid. Tras publicar en 1767 en París su libro Catalogue Systématique et Raisonné des Curiosités de la Nature et de l’Art qui composent le cabinet de M. Dávila, compuesto de tres volúmenes en los que describía sus colecciones, Dávila fue admitido como miembro en algunas de las sociedades científicas más prestigiosas de Europa, entre ellas la Sociedad Imperial de Ciencias de Berlín y la de San Petersburgo y, más adelante, la Royal Society. En la parte de historia natural la obra, lejos de ser un simple catálogo, adquiría la envergadura de un tratado científico, citado por muchos naturalistas del momento, como ya veremos. En las siguientes páginas recorreremos algunos aspectos de la biografía de Pedro Franco Dávila: su primera juventud en tierras americanas (1711-1729), su viaje a España con su padre,
Retrato de Pedro Franco Dávila (1711-1786). Además de apasionado coleccionista, Dávila fue un gran conocedor de la historia natural, miembro de las más prestigiosas sociedades científicas de su tiempo, incluida la Royal Society. El retrato se obtuvo a partir de la máscara mortuoria. Archivo del MNCN
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su estancia en Andalucía y sus intentos de regresar a América tras la muerte de su progenitor (1730-1744), su vida en París (1745-1771) y su labor como director del RGHN (1771-1786).
Fragmentos de una vida Pedro Franco Dávila nació a finales de abril de 1711 en Guayaquil, que entonces formaba parte del Virreinato del Perú y en la actualidad es una de las ciudades más florecientes de la República del Ecuador, en el seno de una familia criolla. Su padre, el sevillano Fernando Franco Dávila, era un emprendedor comerciante, y su madre, Magdalena Ruiz de Eguino —o Aguiño—, una acomodada criolla de origen andaluz. Tuvo siete hermanos, cuatro mujeres: Elvira, Francisca, Josefa y Magdalena, y tres varones: Diego, Fernando y Francisco Xavier. La actual Guayaquil, varias veces refundada, se sitúa al sur del actual Ecuador, en la cuenca del río Guayas, alimentada por los ríos Daule y Babahoyo, al fondo del golfo de Guayaquil. El conjunto es la mayor cuenca hidrográfica de Suramérica en el Pacífico. La población creció al pie del cerro de Santa Ana, donde se constituyó la llamada Ciudad Vieja, formada por construcciones de madera de tipo palafito en una zona de esteros, con abundantes lluvias y sus consiguientes inundaciones en la primera parte del año. Más tarde fue extendiéndose hacia el sur, en la llamada Ciudad Nueva, construida con la forma de damero tradicional en la época. Los incendios han sido la plaga de Guayaquil a lo largo de su historia. Solo cuatro años antes de nacer Dávila, un devastador fuego había arrasado la población. La región de Guayaquil era un territorio de gran riqueza forestal donde crecían una gran variedad de árboles, lo que dio origen a un astillero en el que se construyeron a lo largo del siglo xviii varios navíos de guerra y mercantes. En 1774 el militar Francisco Requena escribió un libro magnífico sobre la región, Descripción Histórica y Geográfica de
José Cardero, Vista de Guayaquil, finales del siglo XVIII. Cardero fue uno de los principales pintores de la Expedición Malaspina (1789-1794). El paisaje está tomado desde una de las colinas donde se asentó la Ciudad Vieja. Museo de América
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Dionisio de Alsedo, Plano de la población de Guayaquil (actual república del Ecuador). Incluido en su Compendio histórico (1741). Se aprecian la Ciudad Vieja, en la parte superior izquierda (al pie del cerro de Santa Ana), y la Ciudad Nueva, a su derecha
Dibujo de Guayaquil en el año 1741. Basado en el plano de Paulus Minguet. Autor: Carlos Alberto Bermúdez Marín (Mardez)
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la Provincia de Guayaquil, en el que proporciona toda clase de datos sobre la zona y da su opinión, bien documentada, sobre los aspectos más diversos: clima, topografía, estado de los caminos, poblaciones, fuentes de riqueza, fauna, usos de los árboles, composición étnica, organización social, etc. En sus comentarios no ahorra críticas a cuanto le parecía que no se estaba haciendo correctamente, argumentando bien todas sus afirmaciones. Pronto un joven Dávila de apenas 15 años, que había cursado estudios en la Universidad de San Marcos de Lima, recorrerá la zona practicando la actividad comercial por mandato de su padre y así conocerá la región, en particular los pueblos de Portoviejo y Babahoyo —o Baba—. Poco más tarde será enviado por mar hasta Iscuandé, en la costa colombiana, con el objetivo de llegar a Panamá, pero aquí sufrirá un naufragio. Tras siete meses en el lugar, donde se casó con una muchacha, María Emerenciana de Reina —a la que, cuando abandone Iscuandé, no volverá a ver más—, regresó a su hogar, cuando todos le habían dado por muerto. Con su padre viajará un año más tarde con un cargamento de cacao con el que pensaban comerciar en España, dada la afición que se había desarrollado en nuestro país por este producto. Tras participar en la feria de Portobelo —pieza clave del comercio con América—, descendiendo el río Chagres desde las Cruces hasta San Lorenzo—donde hoy se halla el canal de Panamá—, viajaron a España y llegaron a Cádiz en 1732. Desde aquí fueron a Utrera, lugar de nacimiento del padre. Pese a los intentos de los Dávila por volver a América, sus deseos nunca se materializaron. En el primer viaje que hacen ambos, en 1735, no pueden pasar al puerto de El Realejo, en la costa pacífica de Nicaragua, por decisión del virrey, y deben regresar a España, adonde llegan tras haber sufrido un retraso de varios meses por una tempestad que les sorprende en el canal de las Bahamas. Tras la muerte del padre, Dávila intentará de nuevo la vuelta a su tierra en 1743, pero es apresado por los ingleses y retenido varios meses en Jamaica, hasta su liberación, tras lo cual regresa a España y determina fijar su residencia en París. Más adelante abordaremos esta etapa de la vida de Dávila. Ahora dejemos que sea nuestro personaje el que nos cuente a grandes rasgos los momentos más importantes de su vida (ver página siguiente), a través de una serie de frases extraídas de la carta que el 8 de noviembre de 1775, siendo ya director del RGHN, escribió a su hermano Diego para darle cuenta de lo acontecido hasta entonces, tras más de 45 años de separación de su familia, y sobre todo para explicar su actuación en lo relativo a la herencia del padre, que Dávila utilizó en su totalidad. A partir de ese año hará envíos periódicos de dinero a su familia y se preocupará por el porvenir de sus sobrinos, en parte acuciado sin duda por su mala conciencia por el asunto de la herencia. La carta a la que hemos aludido forma parte del archivo del MNCN.
Ernest Charton (1816-1877), Paisaje de Guayaquil, 1849. La pintura de este pintor francés forma parte de las colecciones del Museo Thyssen-Bornemisza (CTB.199.30), por cuya cortesía se publica en este catálogo
Mapa del Caribe a finales del siglo XVII. Por él viajó cinco veces Dávila, dos de ellas en su intento de regresar a su tierra. En su última tentativa fue capturado por los ingleses y sufrió cautiverio en Jamaica. El mapa procede de Description de l´Univers (1683), de Allain Manesson
Un amplio círculo de relaciones Dávila se establece en París en 1745, en la calle Richelieu, esquina a la de Montepensier, cerca de la Comédie Française. Allí comenzará a formar su célebre gabinete, a instruirse
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1711. Nacimiento de Dávila en Guayaquil
El 21 de mayo de 1711 puse óleo y chrismas a Pedro Pablo a los veinte y tres días de nacido… (Cedulario de Bautizos, Parroquia del Sagrario, Guayaquil) 1726. Viaje a Puerto Viejo y naufragio en Iscuandé
... fue tanta la satisfacción que tuvo Padre del buen éxito de mi viaje (a Puerto Viejo) que determinó enviarme a Panamá… … a los 20 días de navegación se perdió la embarcación a media noche… y nos salvamos en el bote como por milagro saliéndonos desnudos a las playas… … En Iscuandé estuve 7 meses viviendo con el cura de aquel lugar que me acogió y ahí me casé en este tiempo, que ya me creían muerto… 1727-1731. Participación en la feria de Portobelo, salida hacia España y tormenta en las Bahamas
… me fui a Chagras para recibir ahí los zurrones y sacos a medida de que padre los fuera enviando… en Chagres… volvió a darme el bómito prieto… … Salimos de Puertobelo y llegamos con felicidad a La Habana… apenas habíamos entrado en el Canal de Bahama cuando tuvimos una tormenta tan fuerte que 7 de nuestros navíos desarbolaron…
Trata de vender en tres ocasiones su gabinete a la Corona española. 1767. Publicación del Catalogue Systématique et Raisonné y reconocimiento en Europa
… empecé a trabajar esta obra empleando 3 años enteros en escribirla, arreglarla y darla a la prensa… Es nombrado miembro de la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo y de la homónima de Berlín. En 1768, de la Sociedad Bascongada de Amigos del País y en 1771, de la Real Academia de la Historia de España. 1771. Creación del Real Gabinete de Historia Natural en Madrid
Propúsele si admitida por S.M. la oferta se daría el por satisfecho con que se le nombrase Director con 50.000 reales de vellón anuales de sueldo y habitación, y aceptó muy gustoso esta proposición…, la qual recibió mayor realce… que se le asignase 60.000 reales en vez de 50.000 con que se contentaba… (Bernardo de Iriarte)
… pareciendo imposible seguir a España se determinó ir a la isla de Sto. Domingo… En este puerto estuvimos mientras se arbolaron y aprontaron los navíos 7 meses…
Dávila es nombrado director del Real Gabinete de Historia Natural, cargo que ocupa hasta su muerte.
1732-1740. Llegada a Cádiz y fallidos intentos de regreso a América
1776. Redacción de las Instrucciones para el envío de «producciones naturales»
Los derechos y fletes que se pagaron en Cádiz fueron considerables y no menos lo que nuestro Padre dio a sus parientes en Utrera… Así llovían los parientes de suerte que… ya era en algunos estafa… … no proporcionándose viaje en derechura por Puertovelo determinó [padre] embarcarse en un registro que salió para Honduras… (Primer intento de regreso a América) … habiendo llegado a Guatemala nos encontramos con la defensa y prohibiciones que… de orden del Exmo. Sr. Birey Marquez de Villa García y Monroy había para no poder pasar efectos de España por el Realejo al Perú… (Vuelta a España) … en 3 navíos diferentes repartí los efectos, pero fue Dios servido que todos los cogieran los Ingleses, y a mí también que me embarqué en uno de ellos, llevándome prisionero a la Jamayca… (Nuevo intento de regreso a América de Dávila tras la muerte de su padre) 1745. Dávila fija su residencia en París
… me fui por León [Lyon] a París. En esta capital empecé a estudiar algunas cosas que me parecieron me podrían ser útiles… Dávila forma uno de los mayores gabinetes de historia natural y «curiosidades del arte» de la época y establece amistad con renombradas personalidades de la ciencia y la cultura de toda Europa.
… empecé a formar un gabinete de historia Natural no sin conocimiento pues había adquirido el suficiente para no ser engañado… llegó
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mi Gabinete à el estado de una reputación grande tanto que muchos inteligentes lo juzgaron más completo que el del Rey de Francia en este estado…
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Aunque quisiéramos juntar en el Gabinete de quantos animales ay en el Mundo bien conocemos la dificultad de conseguirlo y solo podemos aspirar mediante el celo de los sres. Birreyes &c. á aquellos q. son naturales en las posesiones de S.M. y á algunos de los de los Países vecinos que comercian con los nuestros… (Instrucciones) Es nombrado miembro de la Royal Society. El 4 de noviembre se abre al público el Real Gabinete. 1785. Nombramiento como miembro de la Academia de Anticuarios de Cassel
La Societé des Antiquités de Cassel… déclare par les presentes, que Monsieur Dávila… a eté nommé par son Auguste Fondateur pour être un de ses Membres… Adquisición de la Colección Van Berkheij. 1786. Fallecimiento de Dávila
… ayer mañana di parte a VE del estado en que se hallaba don Pedro Franco Dávila y a las diez de la noche murió… (Nicolás de Vargas)
Plano de la Villa de París, 1805. Dávila tuvo su residencia en París por espacio de más de 26 años. Vivió en la calle Richelieu, esquina con la de Montpensier, cerca de la Comedie Française. En la parte inferior, cuadro de Nicolas-Jean-Baptiste Raguenet, Una vista de París desde el Puente Nuevo, 1763. Getty Museum
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Retrato de Hilaire Marie Rouelle, famoso por sus «cursos de demostración» de Química en el Jardín del Rey. Su hermano, Guilllaume François, fue también un profesor muy reputado. Eugenio Izquierdo, durante su período de aprendizaje como pensionado en París, asistió a estos cursos, asesorado por Dávila
Anicet Charles Gabriel Lemonnier, Lecture de la tragédie de «l’orphelin de la Chine» de Voltaire dans le salon de madame Geoffrin, 1755. Château de Malmasion, Rueil-Malmaison, France
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en historia natural y otras ciencias en algunos de los cursos que por entonces impartían allí personajes como los hermanos Rouelle —Guillaume François e Hilaire, profesores de Química— o Jacques Cristophe Valmont de Bomare —profesor de Historia Natural— y a relacionarse con importantes figuras científicas y de la cultura en general. De su formación es el propio Dávila el que habla en la carta a su hermano Diego. Así, se refiere a su instrucción en el conocimiento y análisis de los metales, el «estudio de las piedras» y la Historia Natural, además de dedicarse a frecuentar «los muchos gabinetes que hay en París». Más tarde mostrará su conocimiento de estos cursos al recomendárselos a algunos de los jóvenes pensionados que visitan la capital de Francia. Entre ellos estuvieron el hijo del conde Peñaflorida, Ramón María de Munibe (1751-1774), en viaje de formación por Europa entre 1770 y 1773, o Eugenio Izquierdo (c. 1745-1813), del que ya hablaremos. El investigador ecuatoriano Eduardo Martínez de la Vega Pozo, que estudió diversos archivos en Madrid, París y Suecia, proporciona datos muy precisos de esta formación, que comprendería materias como la Historia y la Geografía, las Matemáticas, el «diseño de Arquitectura Militar», la Química y la Física y las Ciencias Naturales. Otros documentos aluden a las experiencias de análisis de minerales que Dávila realizaba en un laboratorio de su casa de París. Así lo refiere el conde de Peñaflorida en una carta que dirige a Dávila en 1768. Dávila era un ferviente seguidor de la docimastia o docimasia, doctrina mineralógica desarrollada en Suecia que promovía el análisis de los minerales mediante los ensayos al fuego y la utilización de productos químicos. En cuanto a su gabinete, Dávila empezó muy pronto a formarlo. Utilizó para ello el dinero heredado de su padre y también el que en la herencia correspondía a su familia y del cual él era depositario. Tuvo además que servirse de otros recursos, pues gastó una
verdadera fortuna en crear sus colecciones, tanto que acabó arruinado. Probablemente obtuvo estos de la actividad comercial —después de su venida a España pasó un tiempo en Flandes negociando con tejidos— y quizás también del negocio de la compraventa de objetos de arte, en los que Dávila llegó a ser un experto. Sin embargo, poco es lo que se conoce de cierto en todo ello. El caso es que el gabinete comenzó muy tempranamente a crearse. El ritmo de crecimiento de sus colecciones lo conocemos, al menos en parte, por los listados o catálogos manuscritos que fue formando de ellas desde 1753, con el objeto de presentarlo para su venta a la Corona española. Fueron tres los catálogos de este tipo que realizó, antes de la publicación de su obra en 1767 (por lo que en el libro El gabinete perdido los denominamos precatálogos): el primero, de 1753; el segundo, un año después, y el último en 1759 o 1760. En el de 1753 —solo ocho después de asentarse en París— Dávila habla de que solamente la parte de las conchas ocupaba dos armarios con 40 cajones, «puestos metódicamente por clases y familia». Su herbario, constituido entonces por apenas 50 plantas pasa a ser de más de 4.000 un año después. Dávila había adquirido cuatro gabinetes enteros, dos puestos a la venta en Holanda y otros tantos en París. De la fama de su gabinete se hacen pronto eco naturalistas como D’Argenville, experto malacólogo, que en su tratado de Conquiliología de 1757 cita la colección de Dávila y dice: «Sería bastante difícil describir exactamente la bella y rica Colección del Sr. Dávila, que aumenta tan considerablemente todos los días». La actividad incesante de Dávila en París propició el establecimiento de numerosos contactos con personajes destacados del mundo de la ciencia y de la cultura en general, con muchos de los cuales hubo una relación de estrecha amistad. Señalaremos algunos de ellos.
Una de las sesiones impartidas por el abate Nollet (1700-1770) donde se realizaban diversas experiencias sobre electricidad. Sus clases, que gozaron de gran popularidad, reunían a miembros de la nobleza y a personajes del mundo de la ciencia y de la cultura. La escena procede del libro Leçons de Physique expérimentale (1767)
Lámina de moluscos bivalvos del libro Testacei Musei Caesari Vindobonensis (1780), de Ignaz, barón de Born, que dirigió el Gabinete de Historia Natural de la Casa Imperial en Viena y fue uno de los mayores admiradores de la obra de Dávila, al cual cita con frecuencia en sus libros
Lámina del libro Ensayo sobre la Historia Natural de los Coralinos y otras producciones marinas semejantes que se encuentran comúnmente en las costas de Gran Bretaña e Irlanda, publicada en 1756. Ellis fue uno de los primeros autores en afirmar que los corales eran formaciones de origen animal y no vegetal, como muchos habían supuesto hasta entonces
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Jean Baptiste Louis Romé de L´isle (1736-1790). Fue un renombrado mineralogista francés, pionero en el estudio de la cristalografía. Consideró que las formas regulares que presentaban los minerales eran resultado de leyes naturales y no se debían al mero azar, como muchos pensaban en la época. Trató de establecer las figuras cristalinas fundamentales y, dentro de cada una de ellas, los caracteres básicos que las definían midiendo los ángulos de los poliedros cristalinos y determinando su constancia. Colaboró con Dávila en la redacción del Catalogue. En su formación resultó decisivo el estrecho contacto que mantuvo con Dávila y su gabinete. En sus obras menciona repetidamente a Dávila y ejemplifica sus explicaciones con minerales y rocas de la colección del guayaquileño. Michel Adanson (1727-1806). Conocido botánico francés. Dio nombre al baobab (Adansonia digitata), que describió científicamente con motivo de su viaje a Senegal, experiencia recogida en su libro Historia del Senegal (1757). Gran amigo de Dávila, afirmó de sus colecciones: «Este Gabinete, verosímilmente el más rico que ningún particular haya formado, sobre todo en cuanto a la parte de Historia Natural, es tanto más apreciable cuanto que encierra series inmensas de producciones de tres Reinos de la Naturaleza». Ignaz, barón de Born (1742-1791). Mineralogista austríaco. Director del Gabinete de Historia Natural de la emperatriz María Teresa de Austria en Viena. Amigo de Dávila, al que estimaba como una de las personas más versadas en historia natural de su tiempo, sus citas a la obra del guayaquileño son constantes en sus libros. En su obra Testacea Musei Caesari Vindobonensis (1780) pone a Dávila a la altura de los más grandes naturalistas de la época. Antonio Nunes Ribeira Sanches (1699-1783). Médico y etnógrafo portugués. Estudió con el célebre médico Herman Boerhaave en Leyden. Sirvió luego como médico de la familia real rusa. Miembro de la Sociedad Imperial de Ciencias de San Petersburgo, fue pionero en el estudio de las enfermedades venéreas y también hizo aportaciones en el campo de la etnografía. Colaborador de L´Encyclopédie. Amigo de Buffon y de Diderot, también lo fue de Dávila. Se conserva una carta enviada por él a Dávila desde París el 5 de marzo de 1773 (Archivo del MNCN) que muestra el afecto y la confianza que le unían con el guayaquileño; en ella le da la receta de una tintura para tratar los sabañones, que tanto mortificaban a Dávila según él mismo contaba. Antoine Joseph Dezallier D´Argenville (1680-1765). Conquiliólogo francés. Publicó, entre otras obras, La Historia esclarecida en dos de sus partes principales, la Litología y la Conquiliología (1742), que tuvo una gran acogida. Alabó en una de sus obras, Conchyliologie (1757), la colección de moluscos de Dávila, de la cual dijo: «Sería bastante difícil describir exactamente la bella y rica Colección del Sr. Dávila, que aumenta tan considerablemente todos los días…». Jean André Deluc (1727-1817). Científico ginebrino. Destacó por sus aportaciones a la meteorología, entre ellas el perfeccionamiento de instrumentos como el termómetro, el higrómetro y el barómetro. Fue el primero en utilizar el término geología. Se opuso a las ideas químicas de Lavoisier. Mantuvo relación personal con Dávila. Hay una carta suya escrita a Dávila desde París el 21 de junio de 1765 en la que le anuncia el envío de una caja con corales y otras «producciones marinas». Johan Gottschalk Wallerius (1709-1785). Mineralogista sueco. Se basó en las propiedades químicas de los minerales para su clasificación.
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Sus obras obtuvieron un gran reconocimiento. Cita la obra de Dávila en alguno de sus tratados. Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788). Fue uno de los más célebres naturalistas de la Ilustración. Difundió los conocimientos de zoología y otras partes de la historia natural en su famosa obra Histoire Naturelle, en 44 tomos. Se opuso a la clasificación linneana. Presidió el comité que eligió a Dávila miembro de la Royal Society en 1776. Joseph Banks (1743-1820). Botánico ingles. Acompañó a James Cook en su primer viaje de exploración. Director de la Royal Society, creó uno de los herbarios más completos de la época. Fue uno de los firmantes del repositorio donde se nombraba miembro de la Royal Society a Dávila. Tuvo relación epistolar con Dávila siendo ya este director del Real Gabinete. Daniel Carlsson Solander (1733-1782). Botánico sueco. Discípulo de Linneo, cuyo sistema contribuyó a difundir en Inglaterra. Participó en la primera expedición del capitán Cook. Fue otro de los firmantes del repositorio de nombramiento de Dávila como miembro de la Royal Society. Conde de Caylus (1692-1765). Gran conocedor de arte y estudioso de la arqueología, a la que hizo algunas aportaciones metodológicas. Se relacionó directamente con Dávila, del que dijo en su obra Colección de antigüedades, a propósito de una pieza del gabinete de Dávila: «Esta pieza de la más perfecta conservación y del más bello trabajo griego… pertenece al Sr. Dávila, Gentilhombre del Perú, que, guiado por el amor al estudio, abandonó su patria para venir a estudiar en esta capital (París) las Lenguas Sabias de la antigüedad y las Lenguas de Europa…». Celestino Mutis (1732-1808). El mayor botánico español de la Ilustración. Establecido en Colombia, se dedicó al estudio de la flora americana e impulsó algunas de las expediciones botánicas más importantes que se han llevado nunca a cabo, las cuales han dejado una valiosa iconografía de cerca de 6.800 láminas, que se encuentran en el Real Jardín Botánico. Humboldt le llamó «el ilustre patriarca de los botánicos». Fue un difusor del sistema linneano en España y mantuvo relación epistolar con Dávila. Otras figuras Otros muchos personajes destacados de la vida científica y cultural tuvieron estrecha relación con Dávila durante su residencia en París. Entre ellos estuvieron: el matemático Jean Paul de Gua de Malves (17121786), propuesto en principio para dirigir la traducción de la Cyclopaedia de Chambers, aunque desavenencias personales con el editor hicieron que fuese Diderot quien acabara dirigiendo esa empresa, que daría como resultado la magna obra de L’Encyclopédie (Malves colaboró con Dávila en la redacción del Catálogo en la parte de los moluscos, a cuyo estudio era aficionado); el botánico Bernard de Jussieu (1699-1777), naturalista francés, miembro de una prestigiosa familia de científicos franceses; el políglota francés Jean Jacques Barthélemy, el abate Barthélemy (1716-1795), conocedor de diversas lenguas orientales, entre ellas el hebreo y el árabe, muy relacionado con Réaumur y el conde de Caylus, y madame Geoffrin (1699-1777), organizadora de uno de los salones más célebres de París, a la que Dávila escribió a Cracovia en junio de 1766 (donde se hallaba como invitada del rey Stanislaw Poniatowski, que había conocido a Geoffrin en París en su edad juvenil) prometiendo enviarle su Catálogo cuando se publicara (el documento está en el Archivo del MNCN).
Retrato de Johan Gottschalk Wallerius. Famoso mineralogista sueco, Wallerius realizó el estudio de los minerales atendiendo a su composición química. Fue uno de los autores de referencia de Dávila, citado con profusión en la parte de minerales de su Catalogue
Jean-André De Luc. Estudioso de la meteorología, publicó en 1772 Investigaciones sobre las modificaciones de la atmósfera
Bernard de Jussieu. Miembro de una prestigiosa familia de botánicos franceses, participó en la expedición de La Condamine
Retrato de José Celestino Mutis, el mayor botánico español del siglo xviii y uno de los máximos científicos de nuestro país de todos los tiempos. Admirado por Humboldt, que lo visitó durante su viaje por América, Mutis organizó algunas de las mayores expediciones científicas de todos los tiempos. Fue un gran William Parry, Sir Joseph Banks (centro), junto a Omai (izquierda) y defensor del sistema linneano. Real Jardín Daniel Solander (derecha), c. 1775-1776. National Portrait Gallery Botánico de Madrid-CSIC
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Retrato de Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, uno de los máximos divulgadores de la historia natural en la Ilustración. De su enciclopédica obra Histoire Naturelle se llegaron a publicar 44 tomos (32 en vida del naturalista). Fue uno de los firmantes del repositorio donde se nombraba a Dávila miembro de la Royal Society en 1776
Retrato del naturalista alemán Jacob Theodor Klein, el mayor estudioso de los erizos de mar de la época, que clasificó y estudió en su obra Ordre natural des oursins de mer et fossiles… (1754), una de las referencias de Dávila para la descripción de esa parte de sus colecciones
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Dávila, naturalista de gabinete y personaje ilustrado
Mi gavinete que pasa por ser uno de los primeros de Europa ha causado la admiración de muchos profesores y sabios, no pudiéndose persuadir algunos de ellos que yo lo formase sin particular orden del Rey Nº Sr. diciendo que un particular no podía juntar tantas riquezas sin el socorro de un soberano… (Carta de Dávila a Campomanes del 9 de septiembre de 1767)
… para ver bien su gavinete se necesita un mes… (Carta de Ramón María de Munibe, hijo del conde de Peñaflorida, en su viaje de estudios a París en 1770)
Franco Dávila fue un hombre interesado por todo tipo de saberes, como gran ilustrado que era. Además de estar versado en amplias áreas de la historia natural, era un gran conocedor de arte y un notable bibliófilo, como muestran las colecciones que formó, descritas en su Catálogo. Su biblioteca constaba de 421 títulos y 1.234 volúmenes. De ellos, 30 volúmenes eran del siglo xvi y 125 del xvii. Casi la mitad de los títulos y una tercera parte de los volúmenes trataban sobre historia natural. Entre los autores aparecen nombres como Plinio, Dioscórides, Teofrasto, Aldrovando, Cesalpini, Kircher, Rondelet, Ray, Malpighi, Tournefort o Gesner. También se cuentan las obras de muchas de las principales figuras de la historia natural del xviii, como Linneo, Buffon, Réaumur, Adanson, Trembley, Marsigli, Rumph, Linck, Ellis, Gualtieri, Klein, Peysonnel, Donati, Valmont de Bomare o D’Argenville. Había además casi tres docenas de libros de física, matemáticas y química (entre estos últimos, el curso de Rouelle). A ellos habría que añadir más de 100 volúmenes de la Historia y Memorias de la Academia de Ciencias y más de 70 del célebre Journal de Savants. Esta biblioteca se completaba con más de 250 volúmenes de historia y casi un centenar de lengua y literatura. Su gabinete reunía igualmente más de 300 piezas etnográficas (de los pueblos amerindios, indostánicos, de Extremo Oriente y Turquía), 250 arqueológicas (algunas egipcias, etruscas, romanas y orientales) y entre 12.000 y 13.000 objetos de arte (entre ellos, cuadros de Murillo, Velázquez, El Greco, Brueghel y Téniers). El gabinete se completaba con casi 50 instrumentos científicos y un número cercano a los 200 mapas, piezas que se consideraban indispensables en un gabinete ilustrado que se preciara. Dávila describió sus colecciones en su obra Catalogue Systématique et Raisonné des Curiosités de la Nature et de l’Art qui composent le cabinet de M. Dávila, publicada en París en 1767, que escribió con el propósito inmediato de que sirviera como guía para la subasta que se vio
Portada del Catalogue de Franco Dávila, publicado en 1767 en París. En esta obra, en tres tomos, Dávila describía sus colecciones y lo hacía en muchos casos con un rigor y precisión propios de un tratado de historia natural. Esta obra, citada por numerosos naturalistas de la época y posteriores, sirvió para que Dávila ingresara como miembro en las principales sociedades científicas del momento. Biblioteca MNCN
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Izquierda Lámina de la obra Index Testarum Conchyliorum quae adservantur in Museo Nicolai Gualtieri… (1742), del médico y naturalista italiano Niccolo Gualtieri, que alcanzó fama por sus estudios sobre los moluscos. Biblioteca MNCN Derecha Portada de la obra De Stellis marinis liber singularis (1733), de Johann Henrik Link, muy valorada en su época por tratar de animales muy poco conocidos entonces, a los que se asignaban también características vegetales, como indica el nombre, zoófito (‘animal-planta’), que se les aplicaba. Biblioteca MNCN
obligado a celebrar para poder pagar a sus acreedores y que tuvo lugar en diciembre de 1767 y enero de 1768. En esta subasta se vendieron principalmente piezas de las «Curiosidades del Arte», antes que objetos de historia natural. En 2014 tuvimos una comunicación de la conservadora Odile Cavalier, del Museo Calvet de Avignon, por la cual supimos que llegaron a esa institución algunos objetos de arte que figuran como procedentes del gabinete Dávila. El Catálogo constaba de tres volúmenes con casi 1.800 páginas. El primero de ellos estaba dedicado a los reinos animal y vegetal, el segundo describía su colección de minerales y rocas y el tercero se componía de dos partes: la primera, sobre fósiles o «petrificaciones» y la segunda, sobre «Curiosidades del Arte». En la parte dedicada a la historia natural y, más específicamente, a los invertebrados marinos estudiados en El gabinete perdido (los llamados poliparios, corales y esponjas, principalmente, descritos en la parte primera del volumen uno; los zoófitos, erizos y estrellas de mar y otros equinodermos, desarrollados en la parte tercera; y los crustáceos, de la parte cuarta), la obra era un tratado de historia natural donde Dávila evidenciaba su gran conocimiento de la materia. Este carácter de tratado viene dado por el acierto y la capacidad de síntesis que se observa en la descripción de las características generales de los distintos grupos al inicio de cada parte, especialmente en las esponjas, los balanos y las estrellas de mar. Las esponjas, por ejemplo, las define así (muchos naturalistas aún dudaban de su naturaleza animal): Poliparios de una sustancia blanda y elástica, compuestos de diversas fibras que se entrelazan unas con otras uniéndose y formando una especie de red perforada
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por tubos más o menos largos y profundos. Estos tubos parecen llenos de una sustancia blanda y blanquecina, y de sus diferentes inflexiones resulta un gran número de variedades de Esponjas. Las cavidades que forman son probablemente la obra y la morada de una cierta clase de animálculos todavía poco conocidos. Dávila describe con mucho detalle algunas de las piezas de su gabinete y ofrece sobre ellas tal profusión de datos que, en ciertos casos, alcanza la erudición. Gracias a los detalles aportados se han podido identificar algunos ejemplares conservados actualmente en la Colección de Invertebrados del MNCN. En la obra se describen unas 80 esponjas, 360 corales, 80 artrópodos y 220 equinodermos diferentes. La ordenación que hace de la mayoría de los principales grupos de corales, reuniéndolos por sus semejanzas morfológicas, es tan certera y precisa que en la actualidad muchos de esos grupos configuran familias sistemáticas. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando trata de las «madréporas» o de los «fungíporos». Dávila da múltiples referencias de las obras de los naturalistas más importantes del momento en cada grupo que va describiendo e indica la lámina donde aparecen dibujados. Entre los autores más citados estaban: el holandés Albertus Seba (creador de un famoso gabinete, que fue adquirido por el zar Pedro I el Grande), los alemanes Jacob Theodor Klein y Johann Heinrich Linck (expertos, respectivamente, en erizos y estrellas de mar), el inglés John Ellis (estudioso de los «coralinos»), el mineralogista sueco Johann Gottschalk Wallerius y, en menor medida, los italianos Niccolo Gualtieri (conquiliólogo) y el conde de Marsigli (uno de los primeros en investigar las propiedades físicas del mar) y el francés D’Argenville (conquiliólogo).
Jacob Theodor Klein, Erizo de mar. Ilustración de Ordre naturel des oursins de mer et fossiles, Paris, Cl. J.B. Bauche, 1754
Johann Heinrich Linck. Grabado de Martin Bernigeroth, 1685-1733
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Dezallier d’Argenville, La Conchyliologie ou Histoire Naturelle des Coquilles de Mer, d’Eau Douce, Terrestres et Fossiles, Paris, 1780
Ellis, John / Donati, Vitaliano. Essai sur l’histoire naturelle des corallines... La Haye: Chez Pierre de Hondt, 1756-1758
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Conchas exóticas y frontispicio. Niccolo Gualtieri, Index Testarum Conchyliorum, quae adservantur in Museo Nicolai Gualtieri, Florence, 1742
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Johann Gottschalk Wallerius, Mineralogie, oder mineralreich von ihm eingeteilt und beschrieben. Traducido al alemán por Johann Daniel Denso. Berlin, G. Nicolai, 1750
A su vez, el Catálogo fue obra de referencia para naturalistas como el barón de Born, Romé de L’Isle, Wallerius, Linneo o Lamarck, que citan con frecuencia piezas descritas por Dávila. La publicación del Catálogo difundió entre los naturalistas europeos la labor de Dávila, que fue pronto nombrado miembro de muchas de las instituciones científicas más importantes de la época: la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo y la de Berlín (ambas lo recibieron en 1767), la Sociedad Bascongada de Amigos del País (1768), la Real Academia de la Historia (1771), la Royal Society (1776) y la Academia de Anticuarios de Cassel (1786, pocos meses antes de su muerte). También lo admitieron como miembro la Academia de Ciencias y Buenas Letras de Madrid y la Academia de Buenas Letras de Sevilla. A continuación se muestra un fragmento del documento donde se admite como miembro de la Royal Society a Franco Dávila.
Don Pedro Dávila Custodio del Gabinete de Historia Natural de Su Católica Majestad en Madrid, y Correspondiente del Comité de la Sociedad Real para la parte de la Historia Natural, sabio por otra parte muy conocido en Europa por los cuidados a los que se ha dedicado durante muchos años de viaje con el fin de reunir una magnífica colección de Historia Natural, la cual ha detallado y publicado en una obra en tres volúmenes en octavo que lleva por título Catalogue Systématique et Raisonné des Curiosités de la Nature et de l´Art..., impreso en París en 1767, deseando tener el honor de ser admitido como miembro de
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la Sociedad Real, los firmantes le recomendamos a la Sociedad por el conocimiento personal que de él tenemos como un hombre que merece sobradamente el honor que ambiciona y apropiado para convertirse en un miembro útil y respetable. Firmantes de la propuesta: Daines Barrington; Jos Banks; Dan Solander; C Blagden; Mulgrave; Matthew Maty; el conde de Buffon; Le Roy.
Diploma de nombramiento de Franco Dávila como miembro de la Academia de Anticuarios de Cassel (1785). Esta sociedad, de gran prestigio en su época, fue la última de las muchas que acogieron a Dávila (al menos ocho documentadas, cuatro de ellas del máximo relieve en Europa) entre sus integrantes, a pocos meses de su muerte. Archivo MNCN
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Apoyos para la creación del Real Gabinete En 1752 el marqués de la Ensenada creó un gabinete, conocido como la Real Casa de la Geografía, en la madrileña calle de la Magdalena, en el que puso al frente a Antonio de Ulloa. Sin embargo, la caída en desgracia del político, que dejó su cargo dos años después, y la dimisión de Ulloa poco más tarde, perdida la protección de su valedor, redujeron la institución a una especie de almacén donde se acumularon todo tipo de instrumentos científicos y diversas «producciones naturales» llegados del otro lado del Atlántico, como quina, tabaco, cacao o vainilla, que aprovisionaron la Real Botica para su uso en Palacio.
Portada de la obra Observaciones astronómicas y físicas hechas por orden de S. Mag. en los Reynos del Perú (1748), de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, dos de nuestros grandes científicos de la Ilustración que gozaron de enorme reputación en toda Europa. Entre los dos cubrieron enormes campos de conocimiento, que iban desde la astronomía, la cartografía y la navegación hasta la historia natural
Retrato de Antonio de Ulloa. por Andrés Cortés y Aguilar, Museo Naval de Madrid
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La carencia de un gabinete de historia natural en la capital de uno de los reinos más poderosos de Europa fue puesta ya en evidencia por Celestino Mutis en su Representación de 1764. De esa necesidad eran bien conscientes algunas de las más descollantes personalidades de la España ilustrada que apoyaron y propiciaron la venida a nuestro país del gabinete creado en París por Pedro Franco Dávila. De hecho, puede hablarse de una verdadera red de influencias que hizo posible este objetivo. Uno de los personajes que primero abogaron por la adquisición del gabinete de Dávila fue Manuel de Junco y Pimentel, miembro de la Real Academia Histórico-Geográfica de Valladolid, quien mantuvo una nutrida correspondencia con Dávila entre los años 1752 y 1757 (se conservan en el Archivo del MNCN 40 cartas). Pimentel contribuyó a difundir el conocimiento del gabinete del guayaquileño en nuestro país y mantuvo informado a Dávila de algunos de los acontecimientos que sucedían en España y de noticias de la Corte. Muchos de los apoyos que recibió Dávila fueron institucionales, provenientes del mundo académico. Al frente estuvieron dos de las instituciones más prestigiosas de su tiempo: la Real Academia de la Historia, con su director Pedro Rodríguez, conde de Campomanes, a la cabeza, y la Sociedad Bascongada de Amigos del País, con el conde de Peñaflorida y el marqués de Montehermoso, amigos de Dávila, como principales valedores. De las dos instituciones era miembro Dávila. A Campomanes le escribió Dávila una larga e interesante carta el 26 de septiembre de 1767 (Archivo de la Fundación Campomanes) exponiéndole las dificultades de formar una colección de historia natural al tiempo que hablaba de las excelencias de la suya y el reconocimiento brindado en tal sentido por muchos de los personajes principales que la habían visitado. En la misiva daba otros detalles de gran interés, como los viajes que Dávila hacía por Centroeuropa visitando gabinetes y recogiendo las piezas estimables que encontraba, todo lo cual —decía— iba anotando en un diario (documento que no ha podido encontrarse). Con Francisco Xavier Munibe, conde de Peñaflorida, y José María de Aguirre, marqués de Montehermoso, primer y segundo director, respectivamente, de la Sociedad Bascongada de Amigos del País, mantuvo Dávila una relación de amistad, sustanciada en una fluida correspondencia, con varias decenas de cartas custodiadas en el Archivo del MNCN. Ambos apoyaron la venida a España del gabinete de Dávila desde su influyente posición en una de las instituciones ilustradas más reconocidas de la Ilustración española. Otros apoyos procedieron de los círculos diplomáticos y cortesanos: de Bernardo de Iriarte, tío del fabulista Tomás de Iriarte y personaje muy influyente en la Corte (llegó a ser miembro del Consejo de Estado), del embajador en París, el conde de Fuentes, que conocía de primera mano el gabinete del ilustrado criollo, y del propio conde de Aranda. Entre los eruditos ilustrados de mayor renombre que intervinieron en la creación del Real Gabinete estuvo Enrique Flórez de Setién y Huidobro, el padre Flórez, autor de La España Sagrada, y aficionado a formar colecciones de historia natural, como consta en una carta enviada a Dávila en febrero de 1766. Desde el gobierno se pidió opinión a Flórez sobre la importancia del gabinete de Dávila y he aquí el parecer del clérigo, en su
Eduardo Balaca, Retrato póstumo de Pedro Rodríguez de Campomanes, 1879. Museo del Prado
Antonio González, Retrato del marqués de Montehermoso, 1756. Museo de Navarra
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respuesta al primer ministro Grimaldi del 12 de octubre de 1771, que resultó decisivo para la adquisición de las colecciones de Dávila: … forman un Gabinete enriquecido de lo mas precioso y exquisito de la Naturaleza, superior en algunas clases á los mas celebrados, por ser colección formada con tenáz aplicación de muchos años, y no pocas expensas, para estudio y fines proprios, á diferencia de las que se hacen para otros... … será el Gabinete público en esta Corte uno de los medio mas útiles para el adelantamiento de las ciencias… Añádase la bellísima ocasión de poder tener Maestro, fiándole la dirección al mismo que ha formado la obra, pues hasta hoy no conocemos en España otro de tal instrucción, práctica y experiencia.
Retrato de Enrique Flórez de Setién y Huidobro, famoso ilustrado español que desempeñó un papel esencial en la llegada del gabinete de Dávila a España. Su dictamen al respecto fue decisivo para que la Corona lo adquiriera. También recomendó que Dávila dirigiera el Real Gabinete pues, como dijo, «hasta hoy no conocemos en España otro de tal instrucción, práctica y experiencia». Grabado de Manuel Salvador Carmona, 1776
El 17 de octubre de 1771 el marqués de Grimaldi escribió a Dávila anunciándole la creación del Real Gabinete de Historia Natural y su nombramiento como director por un sueldo de 60.000 reales de vellón al año. Hay que decir que, en contra de lo que todavía se lee en algunos textos, se trató de una adquisición y no de una compra. No consta que se hiciera en ningún momento una tasación ni una oferta en tal sentido a Dávila y si se eligió a este como director fue por el dictamen certero emitido por Flórez en las palabras que ya hemos leído anteriormente, cuando decía, refiriéndose al guayaquileño: «Hasta hoy no conocemos en España otro de tal instrucción, práctica y experiencia». La creación del Real Gabinete fue una apuesta ambiciosa y muy importante dentro de la política carolina de la divulgación de las luces en España, en este caso en un aspecto tan esencial como el científico. La historia natural era una de las ciencias más populares en la Ilustración, gracias a los avances producidos en su estudio a lo largo del siglo, en el que desempeñaron un papel destacado figuras como Linneo, Buffon, Réaumur, Wallerius, Tremblay, Spallanzani o Daubenton.
Retrato de Jerónimo Grimaldi, marqués de Grimaldi, (1720-86) ministro de Estado de Carlos III. Él fue quien comunicó a Dávila el 17 de octubre de 1771 la creación del Real Gabinete de Historia Natural y su nombramiento como director, lo que culminaba el apoyo que mútiples instituciones y personajes de la Ilustración española habían brindado al proyecto, desde la Real Academia de la Historia hasta la Sociedad Bascongada de Amigos del País. Grabado siglo XVIII de Guismondi Aloysius, Coleccion Biblioteca Nacional, Madrid
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Creación del Real Gabinete de Historia Natural. Comienzo de la carta del marqués de Grimaldi a Dávila, 17 de octubre de 1771. Archivo MNCN
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Transporte del gabinete de Dávila desde París
París fue uno de los centros más importantes de la Ilustración. Ciudad dinámica, plena de vida cultural, congregó a lo largo del siglo XVIII a muchas de las mentes más brillantes de la época. En ella formó Dávila su gabinete y se relacionó con grandes personajes de la ciencia y la cultura, desde Adanson y Romé de L´Isle a Deluc, el conde de Caylus o el barón de Born
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Una vez creado el Real Gabinete, se decidió el transporte de las colecciones de Dávila a Madrid desde París. Así, se dieron las órdenes correspondientes a Francisco Ventura de Llovera, tesorero del Giro en París, y a Fernando de Magallón, secretario de la embajada, para librar el dinero correspondiente a los gastos de encajonamiento y traslado. Dávila se encargó de preparar los cajones y fardos del modo más conveniente con el fin de asegurar la preservación de las piezas. El transporte se efectuó en cuatro viajes. El primero, en el que se trajeron 34 cajones de libros y estampas, se inició el 21 de diciembre de 1771 y, siguiendo la opinión de Dávila, que bien conocía los riesgos de los viajes por mar, se hizo por tierra, vía Burdeos. La llegada tuvo lugar en febrero de 1772. Sin embargo, el alto coste que implicaba la ruta terrestre determinó a las autoridades a decidirse en los viajes que restaban por la ruta marítima, a pesar del riesgo de naufragio. Así, el segundo viaje se realizó el 13 de mayo de 1772: 152 cajones, numerados del 35 al 186, partieron desde Rouen rumbo a Santander. El 10 de julio de 1772 salieron otros 47 cajones, numerados del 187 al 233, también hacia Santander. Por fin, el 11 de septiembre de 1772 hubo una nueva remesa de 17 fardos, que llegaron a Santander el 15 de octubre. En total fueron 250 cajones los que vinieron a España. En Madrid, las piezas quedaron embaladas en el Palacio del Buen Retiro hasta que finalizasen las obras de acondicionamiento del Real Gabinete en la calle de Alcalá.
Acondicionamiento del Real Gabinete y apertura al público Una vez en Madrid las colecciones de Dávila, la primera preocupación fue encontrar una sede adecuada para el Real Gabinete. Tras descartar varios posibles emplazamientos, se eligió el Palacio de Goyeneche en la calle de Alcalá, en el segundo piso y los altillos, pues la parte baja era sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se unían así bajo un mismo techo las artes y las ciencias, en un afán de universalidad muy propio de la Ilustración, como reza la inscripción de la fachada del edificio («CARLOS III/ NATURALEZA Y ARTE BAJO EL MISMO TECHO/ UNIÓ EN PÚBLICA UTILIDAD/ AÑO 1774»): CAROLVS III REX NATURAM ET ARTEM SUB UNO TECTO IN PUBLICAM VTILITATEM CONSOCIAVIT ANNO MDCCLXXIV Dávila elaboró la nómina de las salas o piezas requeridas para el Real Gabinete el 14 de marzo de 1773, como en 1785 lo haría para Juan de Villanueva cuando se proyectó crear una nueva sede para el Real Gabinete de Historia Natural en el actual Museo del Prado. También inspeccionó las obras de acondicionamiento, que se prolongaron por espacio de dos años, de junio de 1773 a junio de 1775 y fueron dirigidas primero por Diego de Villanueva (hermano de Juan de Villanueva, el arquitecto del Museo del Prado), hasta su fallecimiento en mayo de 1774, y a partir de entonces por el conde de Pernia. A continuación puede verse el texto de la nómina mencionada, en el que Dávila relaciona las distintas salas de su gabinete, separadas para exponer los diferentes tipos de piezas: dos salas de animales a ser posible, otra para el Fachada del Palacio de Goyeneche, en la madrileña calle de Alcalá, edificio que el Real Gabinete de Historia Natural compartió con la Real Academia de Bellas Artes durante más de un siglo. Las obras de acondicionamiento, dirigidas personalmente por Dávila y encargadas primero a Diego de Villanueva y luego al conde de Pernia, duraron más de dos años. El grabado se ofrece aquí por cortesía del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
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Brambilla, Vista del Real Museo por la parte del Botánico, 1829-1834. Ministerio de Economía y Hacienda, Madrid
Brambilla, Vista del Real Museo de pinturas, 1829-1834. Ministerio de Economía y Hacienda, Madrid
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Pedro Kuntz, Vista de la rotonda del Real Museo con parte del gran salón, 1829-1834. Museo del Prado
Nómina de las salas del Real Gabinete de Historia Natural, elaborada por Dávila el 14 de marzo de 1773. Archivo del MNCN
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Mesa de madera de Manila que perteneció a Dávila y que hoy se halla instalada en el despacho de dirección del MNCN. El diámetro del tablero supera los dos metros. Servicio Fotográfico MNCN
Librería del siglo XVIII que constituye el actual despacho de la dirección del MNCN. En medio puede verse el reloj de columna encargado a Salvador López por Floridablanca en 1787. Este conjunto es una parte del valioso patrimonio en mobiliario que subsiste de la época del Real Gabinete. Servicio Fotográfico MNCN
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reino mineral, una tercera para el reino vegetal, una para libros y estampas, una para bronces y medallas y objetos arqueológicos, una para instrumentos científicos, una para objetos etnológicos, un laboratorio de química, otro laboratorio para trabajo con piedras duras, una sala de «dobles» para poner en ella las piezas duplicadas que pudieran servir para el intercambio con otros centros y tres más para alojamientos. Dávila no olvidaba ningún detalle práctico para el funcionamiento de un gabinete ilustrado, pues había visitado muchos de los más importantes de toda Europa y tenía por tanto un gran conocimiento de ellos. El trabajo de acondicionamiento fue muy laborioso, como era de esperar para dotar a un edificio de esas características de la funcionalidad requerida por un gabinete que iba a estar abierto al público. Los trabajos no estuvieron exentos de tensiones entre Dávila y el conde de Pernia por la demora de las obras y las reformas en estas que el guayaquileño continuamente solicitaba. Dávila temía que con el alargamiento de los trabajos muchas de las piezas almacenadas en el Palacio del Buen Retiro, sobre todo las más delicadas (aves, pieles, insectos, etc.), sufrieran un deterioro irreversible, como así sucedió con bastantes de ellas. El proceso de acondicionamiento de la sede, muy interesante, puede seguirse paso a paso con los documentos existentes, tanto en el Archivo del MNCN como en el Archivo Histórico Nacional, en el capítulo correspondiente del libro El gabinete perdido, escrito por Miguel Villena. Uno de los interlocutores principales de Dávila en esos dos años fue Bernardo de Iriarte, que en todo momento le aconsejó, tranquilizándole e incluso reprendiéndole amigablemente cuando Dávila se obsesionaba con algún asunto y haciendo de mediador entre el director y el conde de Pernia. Hay que tener en cuenta que Dávila tenía ya 64 años, lo que era una edad provecta para la época, y la intensa actividad y la responsabilidad de sacar adelante en las mejores condiciones una empresa como el Real Gabinete constituyeron sin duda un reto de primera magnitud para él.
Piezas que se necesitan para la colocacion del Gabinete de S. M. Una pieza grande para el Reyno Animal y si fueren dos, que sera mexor, la primera serviria para los Quadrupedos, Aves, Reptiles y toda suerte de Insectos; y la 2ª para los corales, Madreporas, Litophitas, coralinas, esponjas, Alcionios, Conchas, cangrejos, estrellas de mar, Peses, Moluscos & Una pieza grande para el Reyno mineral el que comprende las tierras, piedras, minas, sales vituminosas sus clases y divisiones que son muchas. El Gavinete de S. Mg. Imperial en Viena tiene una sala de 60 pies franceses de largo y 40 de ancho destinada para estas colecciones solamente y nosotros podemos esperar de tener mucho mas en este genero por lo que nos enviaran de las Americas. Una Sala para el Reyno Vegetal que si se completa no dejara de ser considerable por las maderas, plantas, frutas y semillas. Una sala para biblioteca y estampas. Una sala para Bronces, Medallas, relieves, piedras gravadas y otros monumentos antiguos y Modernos. Una sala para modelos, Maquinas, instrumentos de mathematicas Phisica esperimental y otros. Una sala para armas, bestidos, Instrumentos, utenciles de todos los Pueblos del mundo posibles. Una sala para lavoratorio de Chimica y un profesor. Una sala para lavoratorio y dos maquinas, una para aserrar las piedras duras, y otra para pulirlas y un operario. Una sala para meter todo lo que tubiere doble en el Gavinete, para poderlo distribuir con methodo y economia a los correspondientes en cambio de otras producciones que nos enviaren, lo que es muy esencial. … Avitacion para el Director y su familia. Avitacion para un Compañero Si es posible abitacion para una persona que solamente deva estar ocupada en la diseccion de pajaros, Quadrupedos y todo genero de Insectos, como en cuydar de los animales que estan en liquores conservativos como serpientes y otros reptiles, los fetos, mostruos, & El 14 de marzo 1773 di una copia firmada de mi mano a Don Diego de Villanueva. Dávila
Plano del Real Gabinete, con las salas que proyectó Dávila en su Nómina de marzo de 1773. Dávila, buen conocedor de muchos de los principales gabinetes europeos, tuvo muy en cuenta todo tipo de necesidades de una institución como esa, incluidos espacios para laboratorios y una sala de «dobles» para contener los duplicados que podían servir para intercambios con otros museos. Cortesía del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
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Finalmente, el Real Gabinete abrió sus puertas al público el 4 de noviembre de 1776, con gran éxito de asistencia. Se admitía la entrada a todo tipo de público, sin restricción alguna; solo se pedía guardar unas mínimas formas de decencia en el vestir y en la conducta. A continuación se dan algunas noticias relacionadas con el hecho aparecidas en la Gazeta de Madrid. … estará abierto á horas competentes el Gabinete para todos los sujetos que quieran acudir á él ya atraídos de bien digna curiosidad ó ya impelidos de amor al estudio de las ciencias naturales tan conducentes á la ilustración y utilidad común… (Gazeta de Madrid del 29 de octubre de 1776 anunciando la apertura al público del Real Gabinete)
… ayer fue el concurso por la mañana de mil y quinientas personas y muchas más por la tarde… (Carta de Dávila a Grimaldi, 21 de noviembre de 1776)
Desde la semana próxima en adelante estará abierto el Real Gabinete de Historia Natural todos los lunes y jueves del año, excepto quando alguno de ellos sea festivo, pues entonces se trasladará al dia inmediato de trabajo. Las horas serán siempre en los meses de Octubre, Noviembre, Diciembre, Enero, Febrero, Marzo, Abril y Mayo de las 9 á las 12 por la mañana, y de las 3 á las 5 por la tarde; y en los meses de Junio, Julio, Agosto y Setiembre á las mismas horas por la mañana y de 4 á 7 por la tarde. Retrato de José Clavijo y Fajardo. Grabado de Ernesto Meléndez Cabrera. Clavijo, un prestigioso ilustrado, fue la mano derecha de Dávila en el Real Gabinete desde su puesto de formador de índices. Tras la muerte de Dávila, desplegó una gran actividad promoviendo expediciones científicas, publicaciones y la Real Escuela de Mineralogía
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(Gazeta de Madrid del 11 de febrero de 1777)
Figuras del Real Gabinete La época del Real Gabinete de Historia Natural se prolonga desde su creación en 1771 hasta 1815, cuando cambia su nombre por el de Real Museo de Ciencias Naturales. Es casi medio siglo en el transcurso del cual se vivirá la última época de la Ilustración en España, buena parte del reinado de Carlos III, todo el de Carlos IV y la llegada a España de Fernando VII. En medio de todo ello, se suceden las consecuencias de la Revolución Francesa, la crisis de fin de siglo, la invasión napoleónica y la Guerra de Independencia consiguiente, que afectaría también muy negativamente al Real Gabinete. Además de Franco Dávila, otras figuras destacaron en ese largo período en la vida de la institución. Vamos a hablar de cinco de ellas, algunas como Clavijo e Izquierdo, del más alto nivel.
José Clavijo y Fajardo (1726-1806). Fue un personaje ilustrado muy conocido en la época, escritor satírico, director del semanario El pensador y también en 1770 de los teatros de los Reales Sitios. Una de las primeras obras de Goethe, el drama Clavijo, estuvo centrada en la figura de nuestro personaje, lo que habla de su fama. Nombrado en 1777 formador de índices del Real Gabinete (un cargo con funciones de bibliotecario y también de secretario), fue el principal apoyo de Dávila. Entre otras tareas, asumió la traducción al español —bajo supervisión de Dávila— de la obra de Buffon, creando para ello un vocabulario científico zoológico entonces inexistente en nuestro país. Tras la muerte del director, con el que le unió una relación de respeto y cordialidad (como muestran muchos documentos), dirigió a todos los efectos la institución, ante la ausencia, debido a sus múltiples ocupaciones, de su director nominal, Eugenio Izquierdo. Además del enriquecimiento del Real Gabinete, Clavijo apoyó las exploraciones y viajes de carácter científico (Humboldt, hermanos Heuland, expedición Malaspina), fomentó la enseñanza de la historia natural, con la creación de la Real Escuela de Mineralogía, y promovió la publicación Anales de Historia Natural. En 1802 salió del Real Gabinete tras su enfrentamiento con Izquierdo, quien le hizo objeto de diversas acusaciones relacionadas con negligencia y lucro propio, sin demasiado fundamento. Eugenio Izquierdo (c. 1745-1813). Personaje brillante y polifacético, fue protegido por Dávila en París en los años juveniles que pasó estudiando como pensionado en aquella ciudad asistiendo a toda clase de cursos que le recomendaba su mentor. Dávila apreció pronto en él notables cualidades de inteligencia y un espíritu despierto, que le llevaron a albergar esperanzas de que algún día fuera su sucesor en la dirección del Real Gabinete. En 1777 fue nombrado vicedirector de esta institución. Hombre de confianza de Godoy, a partir de 1786, fecha en la que oficialmente se le nombró director del Real Gabinete, debido a sus múltiples conocimientos en áreas técnicas (por su formación científica en París), fue encargado de promover la mejora de algunas de las Reales Fábricas, entre ellas la Real Fábrica de Paños de Guadalajara y la Real Fábrica de Cobre de Xuvia (donde se hacían planchas de cobre para el blindaje de navíos). De ahí pasó a actuar como espía en Francia y ejecutor de misiones diplomáticas ante Napoleón. Así, participó como enviado plenipotenciario en la firma del Tratado de Fontainebleau. Todo ello impidió que
Izquierdo realizara el cometido que tenía asignado en el Real Gabinete. Los enfrentamientos con Clavijo determinaron que este saliera del Real Gabinete a principios del XIX, lo cual no aumentó la diligencia de Izquierdo en su trabajo en la institución que supuestamente dirigía. Juan Bautista Bru (1740-1799). Pintor valenciano, Bru fue nombrado pintor y disecador del Real Gabinete en 1777 y fue autor de las láminas de la primera obra publicada por el Real Gabinete, Colección de láminas, animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural con una descripción individual de cada uno (1784-1786). Cobraría fama al dibujar y después montar el esqueleto del megaterio que, descubierto en 1785 en Argentina, llegó al Real Gabinete en 1789. El estudio con estas figuras, publicado en 1796 por Joseph Garriga, serviría más tarde al propio Cuvier para hacer la que se considera la primera descripción científica de un vertebrado fósil. Con todo, Dávila se quejó en varias ocasiones del comportamiento de su subordinado, que parecía contar con buenos apoyos en la Corte, con acusaciones de desatender sus ocupaciones para acometer encargos particulares, mostrar algunos rasgos de desobediencia e incumplir algunas de las normas en el alojamiento que Bru ocupaba en el Real Gabinete. Christian Herrgen (1765-1816). Mineralogista alemán, trabajó en España desde principios de la última década del siglo XVIII. Contratado por el Real Gabinete, colaboró estrechamente con Clavijo y dirigió la Real Escuela de Mineralogía que comenzó a funcionar en el Real Gabinete a partir de 1800. Herrgen tradujo del alemán la obra Orictognosia (estudio de la clasificación de los minerales) y participó activamente en la publicación Anales de Historia Natural. Manuel Castor González (?-?). Fue bibliotecario del Real Gabinete, institución a la que aparece ligado desde 1787 y cuya labor, poco reconocida, se prolongó hasta 1831. Verdadero gestor del centro desde principios del siglo XIX por las ausencias de Eugenio Izquierdo, este personaje es una figura puente entre el Real Gabinete y los inicios del Real Museo de Ciencias Naturales. Apenas se conocen detalles de su vida que no sean los de su vinculación con el centro, en el que le tocó vivir los oscuros años de la Guerra de la Independencia y el saqueo de las tropas napoleónicas. Gracias a él se conservaron muchos documentos del archivo y libros de la biblioteca de la época del Real Gabinete, que él organizó escrupulosamente.
La historia natural en el Real Gabinete El Real Gabinete de Historia Natural se planteó como un museo ilustrado, con salas dedicadas, como hemos visto, a las diferentes «producciones naturales» más otras pensadas para la exposición de objetos artísticos e instrumentos científicos. La importancia que en él tenían los ejemplares de historia natural era, como es lógico, fundamental. Las partes dedicadas a la mineralogía, la malacología, los fósiles y algunos grupos de invertebrados marinos, como corales y esponjas, equinodermos y decápodos, tenían gran relevancia, pues figuraban entre las colecciones más estimadas del gabinete de Dávila. En la exposición pueden verse algunas de las piezas de las colecciones del MNCN identificadas a partir de las descripciones del Catálogo de Dávila en El gabinete perdido, entre ellas un coral
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Piña de conífera fósil de la colección de Dávila. La descripción de las colecciones de plantas que Dávila poseía ocupaban parte del volumen primero de su Catalogue. El guayaquileño había reunido un completo herbario y muestras variadas de sustancias vegetales, que se consideraban un componente esencial de los gabinetes ilustrados. Archivo MNCN
Pez fósil. La ilustración es de la colección de Dávila. Dávila mandó realizar diversas láminas que debían servir para ilustrar su Catalogue, ejecutadas por excelentes artistas, pero la urgencia por acabar su obra y sacar de sus piezas a subasta para pagar sus cuantiosas deudas hizo que muchas de ellas no entraran a formar parte de su libro. Archivo MNCN Frascos con «producciones naturales». Esta bella representación que muestra en una disposición artística e imaginativa una mezcolanza de organismos marinos (corales, moluscos y algún pez), destinada a suscitar la admiración del espectador, era propia de gabinetes anteriores a la Ilustración, de tipo tardobarroco. La filosofía de los gabinetes ilustrados era muy diferente y trataba más bien de mostrar el «orden natural». Archivo MNCN
Crinoideo fósil del gabinete Dávila. Los fósiles o «petrificaciones» eran muy codiciados en las colecciones del xviii por su naturaleza enigmática, al reproducir en piedra los caracteres de plantas y animales. Dávila, al contrario que aquellos que pensaban que se debían a formas fortuitas o caprichos de la Naturaleza, sostenía que eran auténticos seres vivos de épocas pretéritas que al morir se habían mineralizado. Archivo MNCN
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extraído del ancla de un navío fondeado en las Indias Orientales (MNCN/2.04/27) o el coral fungiforme denominado el perrito por su curiosa forma (MNCN 2.04/370). A estos ejemplares se añadieron los envíos que se fueron haciendo desde todas las partes del imperio tras la Instrucción de 1776 (una Real Orden que mandaba a todas las autoridades, desde virreyes a intendentes, remitir al Real Gabinete cuantas «producciones naturales» estimables se encontrasen), los que fueron producto de los intercambios con instituciones de toda Europa y los debidos a la búsqueda de piezas de interés en el propio territorio español. La política de adquisiciones fomentada por Dávila y apoyada por Clavijo se basaba en el ingreso de todos aquellos ejemplares que tuvieran un interés científico evidente y que completaran las series que faltaban en el museo, incluso aunque no fueran excesivamente vistosos o espectaculares. Se daba prioridad a las «producciones» propias de los dominios españoles, tanto peninsulares como americanos o filipinos. La red de contactos personales establecida por Dávila con personalidades científicas de toda Europa fue muy valiosa a este respecto. Incluía a naturalistas de los más variados ámbitos (nórdico, ruso, centroeuropeo, francés e inglés, principalmente), entre ellos Laurent Spengler (intendente del Gabinete de Curiosidades del rey de Dinamarca), Erik Laxmann (naturalista finlandés famoso por sus exploraciones en Siberia), los hermanos Heuland (alemanes, de los que ya hablaremos más adelante), Jacob Forster (tío de los Heuland), el barón de Born, Adanson, Romé de L’Isle, Deluc y Banks. Instituciones como la Royal Society o el Museo Imperial de Viena hicieron sus envíos al Real Gabinete, no siempre correspondidos por este por diversos motivos. En el libro Pedro Franco Dávila
Lámina de gasterópodos del gabinete Dávila. La conquiliología, como se llamaba en la época el estudio de los moluscos, era una de las partes más apreciadas en los gabinetes por la espectacularidad, vistosidad y rareza de muchas de las conchas expuestas en ellos. Esta parte de la colección de Dávila era muy estimada por famosos naturalistas como D’Argenville. Archivo MNCN
La llegada del megaterio desde Argentina al Real Gabinete en 1789 supuso uno de los ingresos más espectaculares de la institución. El fósil, montado y dibujado por Juan Bautista Bru y estudiado por Joseph Garriga y sirvió más tarde para que Cuvier hiciera la que se considera primera descripción científica de un vertebrado fósil. Archivo MNCN
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Coral extraído de un ancla de un navío de las Indias Orientales, tal y como describe Dávila en su Catalogue. La forma del coral y sobre todo los restos de hierro oxidado adheridos, permitió la identificación de la pieza como uno de los ejemplares de las colecciones del guayaquileño. Está catalogado como MNCN 2.04/27 de la Colección de Invertebrados. Servicio Fotográfico MNCN
Coral de los que Dávila incluyó en el grupo de las «meandritas» por los surcos que forman las colonias. De ellos Dávila describe casi dos docenas de piezas. Aunque el ejemplar de la fotografía, MNCN 2.04/156, no ha podido identificarse como ninguna de ellas, por falta de detalles suficientes, sí se trata de una pieza histórica, procedente del Real Gabinete. Servicio Fotográfico MNCN
Milépora que ha crecido sobre un «cerebrites» (en expresión de Dávila para referirse a las circunvoluciones que lo forman). Puede tratarse del artículo 69, del grupo de las miléporas, descrito como: «Otra de la misma especie, adherida a un grueso Cerebrites que le sirve de soporte. Este magnífico grupo está además embellecido por diferentes especies de astroítos y de Meandritas que nacen en su pie». Es el ejemplar MNCN 2.03/10. Servicio Fotográfico MNCN Coral de la colección Dávila catalogado como MNCN 2.04/370. Los detalles de su descripción en el Catalogue, cuando en el artículo numerado como 113 decía: «Guarda bastante parecido, cuando está sobre su base, con un perro en cuclillas, con la cola replegada debajo», permitieron su identificación. Posiblemente pertenezca a una especie de Sandalolitha. Servicio Fotográfico MNCN
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Coral rojo procedente de la colección de Dávila. La pieza está descrita por Dávila en su Catalogue, en el artículo 5 del Orden Primero («Poliparios de sustancia sólida o pétrea»). Por su belleza fue elegida para figurar en la cubierta del libro El gabinete perdido. Servicio Fotográfico MNCN
Microscopio procedente de la época del Real Gabinete, fabricado en latón y vidrio por G. Adams hacia 1750-1770. Forma parte de la Colección de Bellas Artes y Arqueología Industrial del MNCN. Los instrumentos científicos eran un componente fundamental de los gabinetes ilustrados y Dávila poseía casi medio centenar de estos «instrumentos de Matemáticas y Física». Colección de Instrumentos Científicos. Servicio Fotográfico MNCN
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Ofiura conocida como «cabeza de Gorgona», por el aspecto de cabellera que ofrece debido a las múltiples ramificaciones dicotómicas de sus brazos. El ejemplar de la fotografía del género Astrocladus, no procede del Real Gabinete, pero se parece a algunos de los descritos por Dávila en la parte de «Zoófitos». Servicio Fotográfico MNCN
(1711-1786). De Guayaquil a la Royal Society. La época y la vida de un ilustrado criollo (2012), se estudian exhaustivamente estos contactos.
Junto a esa red internacional de intercambios, se estableció otra de corresponsales que buscaban piezas para el Real Gabinete por toda España. Entre estos figuraron el irlandés William Bowles, que ya había trabajado para el gabinete de Ulloa, el párroco de Montoro (Fernández López de Cárdenas), Javier Molina y el pintor mallorquín Cristóbal Vilella, de la mayoría de los cuales se hablará en otro apartado. Los envíos se multiplicaron, hasta tal punto que la escasez de personal para abrir los cajones que llegaban, las múltiples ocupaciones de Dávila y Clavijo en el trabajo diario del centro y la limitación del espacio existente para exponer las piezas que contenían hicieron que dichos envíos se acumularan sin abrir. A ello se añadió el deterioro del suelo y de otros materiales de las salas, junto con la falta de una financiación suficiente en ciertos períodos, lo que estuvo a punto de llevar al colapso del funcionamiento del Real Gabinete.
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Las «Curiosidades del Arte» en el Real Gabinete Una parte del Real Gabinete de Historia Natural se dedicaba a la exposición de piezas relacionadas con el mundo del arte, la arqueología y la etnografía, además de instrumentos matemáticos. Dávila poseía a este respecto magníficas colecciones y, aunque algunas de sus piezas fueron subastadas en París, otras muchas permanecieron en su poder o fueron adquiridas una vez creado el Real Gabinete. Entre ellas se encontraban piezas arqueológicas procedentes de la civilización egipcia y otras de origen griego y romano, además de objetos etnológicos amerindios y asiáticos y piezas artísticas indostánicas y de Extremo Oriente, sobre todo de China. Una vez creado el Real Gabinete, Dávila se preocupó en enriquecerlo con las mejores piezas que se pudieran adquirir, al igual que sucedió con la parte de la historia natural. Entre los objetos artísticos más apreciados en la época en Europa, por su singularidad, belleza y carácter exótico, estaban los procedentes de China, las llamadas chinerías o chinoiseries. Los dominios de Filipinas y la ruta comercial del galeón de Manila fueron el medio más directo para traer a España ese tipo de piezas. Ya en 1774, Dávila elaboró una «Memoria de diferentes curiosidades que se solicitan para el Real Gabinete de Historia Natural en las Filipinas en la China y en las Indias», dirigido al gobernador de Filipinas y capitán general de Manila, Simón de Anda y Salazar. Delia Sagaste Abadía ha hecho un amplio tratamiento de estos envíos en el capítulo correspondiente del libro De Guayaquil a la Royal Society. La época y la vida de un ilustrado criollo. Otros muchos objetos valiosos enriquecieron las salas del Real Gabinete. Algunos fueron un regalo de Carlos III, como el llamado Tesoro del Delfín, que llegó al Real Gabinete en septiembre de 1776 y del cual hablaremos con más detalle en la parte dedicada a Carlos III. La mayoría de estas piezas pasaron a otros museos cuando estos se crearon a lo largo del siglo xix (Museo del Prado, Museo Arqueológico Nacional) y del xx (Museo Nacional de Antropología, Museo Nacional de Artes Decorativas, Museo del Traje, Museo de América).
Cerámica chimú. Enviada al Real Gabinete por el obisto Martínez Compañón. Museo de América Nº Inv. 10322
Perrito tallado en halita (sal común). Pertenece a las piezas lapidarias de la Colección de Geología. MNCN 14816
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Figura de Isis lactante procedente del gabinete Dávila. Formaba parte de su colección de «Curiosidades del Arte» de tipo arqueológico. La pieza, que estuvo en el Real Gabinete, es de bronce y pertenece al Museo Arqueológico Nacional (M.A.N. 2129). Aparece representada en una obra del conde de Caylus, amigo de Dávila
Bezoar montado en plata. Colección de Bellas Artes del MNCN
Estudio de cabezas. Archivo MNCN
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Figuras chinas que pertenecieron a Dávila, actualmente en el Museo Nacional de Artes Decorativas. En el siglo xviii se pusieron de moda en Europa las llamadas chinoiseries, objetos trabajados al estilo chino o que provenían de China, de la zona de Cantón. El Real Gabinete adquirió muchos de ellos a través de Filipinas
Jarrón de fluorita. Pertenece a las piezas lapidarias de la Colección de Geología. MNCN 14816
Paisaje de esteatita (pagodita) con dos figuras chinas. Es de color anaranjado rojizo combinado con negro y tonos marfil. Procede de China y es de la Colección Lapidarios del MNCN
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Mesas de piedras duras. Todas son del siglo xviii y forman parte del patrimonio mobiliario del MNCN. Colección de Bellas Artes del MNCN
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El Real Gabinete y su impulso a la ciencia en España
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El Real Gabinete de Historia Natural desempeñó un papel estelar en el desarrollo de la historia natural en España en el último tercio del siglo xviii. Fue un centro dinamizador de primer orden que impulsó la divulgación y el estudio de la mineralogía y la zoología. Tanto Dávila como Clavijo tenían muy claro el significado de un gabinete como el que se había establecido en Madrid. Así lo declaraba Clavijo en el prólogo a su traducción de la Histoire Naturelle de Buffon, cuando escribió: … algunos parece que miran los Gabinetes [...] como depósitos destinados para ostentación de quién los posee, ó meramente para excitar una admiracion estéril en los curiosos… yo intento hacerles ver que estos Gabinetes se deben considerar Escuelas, en que se han de aprender los rudimentos para conocer la Naturaleza y Escuelas tan precisas, que sin ellas no pueden esperarse progresos en esta Ciencia.
El desarrollo de los métodos cartográficos, unido al avance en la náutica y la construcción naval, impulsó los viajes de exploración y el asentamiento en nuevos territorios. La Corona española realizó durante el siglo XVIII un esfuerzo titánico por conocer sus dominios americanos, que culminó con la expedición de Malaspina. El mapa representa el virreinato de Nueva España y parte del Caribe en 1705
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Los viajes fueron una parte fundamental en la vida europea del XVIII. Gracias a ellos las grandes potencias ampliaron sus territorios y sus rutas comerciales y la ciencia agrandó sus horizontes. La ilustración, procedente de la portada del libro Index Testarum Conchyliorum quae adservantur in Museo Nicolai Gualtieri… (1742), de Niccolo Gualtieri, muestra de una forma sugestiva ese furor viajero de la época
Los grandes navíos, de guerra y mercantes, extendieron el dominio (militar y comercial) de las potencias navales europeas por todos los océanos. Maqueta del casco de una fragata de 44 cañones, hacia 1780. Museo Naval de Madrid (MNM 23)
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La divulgación se realizó en un primer momento sobre todo con el contacto directo que suponía la contemplación de las piezas expuestas en las salas, ordenadas, en particular la parte de minerales, según la clasificación de la ciencia de la época, de modo que pudiera aprenderse de ella el orden establecido por las leyes naturales (tal y como estas se interpretaban entonces). Según proclamaba de nuevo Clavijo en el prólogo aludido, «método y orden» eran cualidades esenciales para un gabinete útil. Más tarde, desde el Real Gabinete se promovió la publicación de libros de historia natural. Dávila actuó como censor (el equivalente a un evaluador actual) de obras científicas entre 1780 y 1785: entre ellas estaba la traducción de los dos primeros tomos de la Histoire Naturelle de Buffon que había hecho Clavijo (que Dávila aprobó sin reservas). En esta traducción Clavijo se esforzó por dotar a nuestra lengua de un vocabulario técnico en lo relativo a la historia natural que hasta entonces no existía. Ya fallecido Dávila, Clavijo impulsó la enseñanza a través de la creación de la Real Escuela de Mineralogía en el Real Gabinete e igualmente promovió la aparición de los Anales de Historia Natural, publicación periódica donde participaron algunos de los naturalistas más ilustres de la época. Otro apartado en el que el Real Gabinete destacó fue en el apoyo a las expediciones y viajes científicos que se realizaron a finales del siglo xviii, como los emprendidos por los hermanos Heuland, Malaspina y Humboldt, de los cuales se hablará a continuación.
Expediciones y viajes El siglo xviii fue una época de grandes exploraciones. Las potencias navales europeas (Gran Bretaña, España, Francia) organizaron expediciones que recorrieron los más apartados rincones del planeta impulsadas tanto por motivos estratégicos y económicos como científicos. En el primer caso, se trataba de ejercer el dominio sobre nuevos territorios con los que obtener ventajas comerciales y estratégicas frente a las potencias rivales: establecer nuevos mercados y nuevas poblaciones a las que someter, explotar nuevos productos y lograr asentamientos militares que protegieran las tierras dominadas y sirvieran al mismo tiempo
Sextante perteneciente a las colecciones del Museo Naval de principios del siglo XIX (MNM 1298). Los avances de la náutica, combinados con los de la construcción naval, permitieron la precisión requerida en la navegación por los grandes viajes transoceánicos del XVIII
de puntos de apoyo en las rutas comerciales transoceánicas. En el segundo, se respondía al estímulo de ampliar los horizontes del conocimiento científico y descubrir tierras, floras, faunas y pueblos nuevos que acrecentaran el saber. Los avances en la técnica náutica, con el uso de instrumentos más precisos —sextantes, octantes, cronómetros marinos— y medios de construcción naval más perfectos, hicieron posible estos arriesgados viajes. Dos grandes objetivos geográficos marcaron esos viajes. Por un lado, la búsqueda de la llamada «Terra Australis Incognita», gran masa continental que se suponía existía en el hemisferio sur, como contrapartida a los continentes del hemisferio norte, en un mundo concebido como equilibrado y armónico. Por otro, el descubrimiento del Paso del Noroeste, quimérica vía de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico. Fueron numerosas las expediciones realizadas por todo el mundo. Solo en la América hispana la Corona española promovió cuatro grandes expediciones científicas en la segunda mitad del siglo: la de fijación de límites entre los dominios españoles y portugueses en la actual Venezuela (1751-1761); la del virreinato del Perú de Ruiz y Pavón (1777-1788); la de Celestino Mutis en Nueva Granada (1783-1808), y la de Nueva España de Sessé y Mociño (1787-1803). Las tres últimas, emprendidas todas durante el reinado de Carlos III, tuvieron una extensión muy dilatada tanto en el espacio como en el tiempo. La más prolongada fue la de Nueva Granada, que llevó nada menos que 25 años e implicó a unos 60 artistas, y la más compleja, la de Nueva España, con derivaciones que no solo implicaron el territorio mexicano sino también Centroamérica, Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo. El resultado fue la confección de enormes herbarios y de miles de láminas de la mayor calidad, que en muchos casos permanecieron sin publicar durante décadas.
Brújula china del siglo XVIII del Museo Naval (MNM 1358). Los chinos, que habían sido grandes navegantes en los siglos XV y XVI, alcanzando las costas orientales de África, detuvieron sus exploraciones en el momento en que la potencia naval de españoles y portugueses comenzaba a florecer para convertirse ante todo en un imperio continental cerrado en sí mismo
Cronómetro marino del Museo Naval (MNM 1328). Instrumentos como este significaron un enorme adelanto en la navegación transoceánica, pues permitían establecer con exactitud la longitud geográfica en que se hallaba el barco en un momento dado. A mediados del XVIII los cronómetros marinos habían alcanzado un grado de precisión notable
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Maza de las islas Fiyi del siglo XVIII. Museo de América (01624). El Pacífico fue durante más de dos siglos un ámbito dominado por los españoles, compartido en algunas de sus regiones con holandeses y portugueses. En el siglo XVIII penetró en él Gran Bretaña, con la toma temporal de Manila entre 1762 y 1764 y los grandes viajes de exploración del capitán Cook
Seis grandes expediciones alrededor del mundo cobraron especial fama: dos francesas (la de Bougainville y La Pérouse), las tres británicas dirigidas por el capitán Cook y la de Malaspina, organizada por España.
Bougainville: de las Malvinas a los mares del Sur
Ruta seguida por los navíos La Boudeuse y L’Etoile alrededor del mundo
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El viaje de Louis Antoine de Bougainville (1729-1811), realizado entre 1766 y 1769 en los navíos La Boudeuse y L’Étoile, condujo a los expedicionarios desde las islas Malvinas, donde se realizó la devolución de las mismas a la Corona española, hasta los mares del Sur, con el objeto de buscar asentamientos para Francia en el Pacífico. Tahití, Samoa, las islas Salomón y Java fueron algunos de los lugares recorridos. En la expedición viajaban científicos como el astrónomo Pierre Antoine Véron y el botánico Philibert Commerson. El relato de la expedición quedó recogido en el libro Viaje alrededor del mundo, escrito por el propio Bougainville y publicado en 1771 y que alcanzó gran popularidad. En él, de lectura amena, se proporcionan datos muy interesantes y valiosas observaciones sobre los lugares recorridos.
Los viajes del capitán Cook Sin duda los viajes más famosos de la época ilustrada fueron los llevados a cabo por el capitán James Cook (1728-1779), tanto por la amplitud de su recorrido como por los descubrimientos geográficos logrados. El primer viaje (1768-1771), realizado por el navío Endeavour, permitió cartografiar Nueva Zelanda y alcanzar la costa este de Australia, en el lugar bautizado como Bahía de la Botánica por Joseph Banks, que alcanzaría gran reputación como botánico. En la expedición iba también el sueco Daniel Solander, discípulo de Linneo. El segundo viaje (1772-1775), realizado con los navíos Resolution y Adventure, bordeó la Antártida, sin llegar a alcanzarla, para seguir luego por el Pacífico. En el tercer viaje (1776-1779) se recorrerá a bordo del Resolution y el Discovery el Pacífico de sur a norte, hasta alcanzar Alaska y las Aleutianas para poner rumbo a Hawái, donde Cook morirá en un enfrentamiento con los nativos.
Hodges, Vista de una tromba desde el cabo Stephens en el Estrecho de Cook, Nueva Zelanda, 1776
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Uno de los grandes viajes de exploración del siglo XVIII (y el más desafortunado) fue el del francés La Pérouse, que acabó desapareciendo en el Pacífico. Iniciado en 1758, uno de los puntos que visitaron los expedicionarios fue la isla de Pascua. Nicolas-André Monsiau, Louis XVI donnant des instructions à La Pérouse, le 29 juin 1785, 1817. Castillo de Versalles. El grabado procede del Atlas du voyage de La Pérouse, publicado en 1797
La Pérouse: un viaje desafortunado En 1785 se inicia el segundo gran viaje transoceánico francés del siglo, mandado por Jean François de Galup, conde de La Pérouse (1748-1788), con los navíos La Bousole y l’Astrolabe. Tras visitar la isla de Pascua, cruzaron el Pacífico hasta llegar a Alaska para alcanzar después la península de Kamchatka y el Extremo Oriente. Desde allí descendieron hasta Australia y allí desaparecieron. En 2005 se identificaron algunos restos del naufragio de La Pérouse que habían sido encontrados en 1827 y en 1964 en las islas Salomón.
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Malaspina: la gran expedición transoceánica de la Corona española La última de las grandes expediciones del siglo xviii fue organizada por la Corona española y se prolongó de 1789 a 1794. Dirigida por el marino italiano al servicio de España Alejandro Malaspina (1754-1809), había en ella intereses estratégicos (se trataba, como se decía explícitamente, de «fijar los límites del imperio», reconociendo los territorios americanos del noroeste, donde se habían asentado británicos y rusos), económicos y científicos. En este viaje, realizado con las fragatas Descubierta y Atrevida, se recorrió el litoral americano español del Atlántico sur y Pacífico para llegar a Alaska y después a Filipinas. Desde allí partieron hasta Nueva Zelanda y la costa suroriental de Australia y regresaron a El Callao para volver a España. La expedición, en la que colaboró el Real Gabinete, contó con naturalistas como Antonio Pineda, Luis Née y Tadeus Haenke, y con pintores como José Cardero, José Guío y Fernando Brambila. Muchos objetos etnográficos de la costa noroeste americana reunidos por la expedición, así como la mayoría de las magníficas láminas de pueblos y paisajes dibujados durante el viaje, se encuentran hoy en el Museo de América y en el Naval.
Imagen de martín pescador de la Expedición Malaspina realizada por José del Pozo, perteneciente al Museo Naval (ms. 1725-76). La expedición Malaspina generó una rica e interesante iconografía en sus aspectos paisajístico, etnográfico, zoológico y botánico, gracias a los numerosos y hábiles pintores que viajaban en ella
La gran expedición transoceánica española del siglo XVIII fue la capitaneada por el marino italiano Alesandro Malaspina. Concebida para «fijar los límites del imperio», sus objetivos fueron múltiples: de naturaleza estratégica y militar, económica y científica. La ilustración es una pintura de Cardero que representa a un indio y al jefe del puerto de Mulgrave. Se encuentra en el Museo Naval (ms. 1725-11)
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Alexander von Humbodlt y Aimé Bonpland al pie del volcán del Chimborazo. Cuadro de Friedrich Georg Weitsch (1810)
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Impulso del Real Gabinete a la exploración del Nuevo Mundo La expedición de los hermanos Heuland (1795-1800) El Real Gabinete, ya con Clavijo al frente, impulsó y apoyó las exploraciones en América. Una de las más importantes fue la realizada por los hermanos alemanes Christian y Conrad Heuland, que los llevó por tierras de Chile y Perú a finales del siglo xviii. La expedición, pensada en un principio para colectar aves, cuadrúpedos y otros animales, acabó centrándose en la búsqueda de yacimientos minerales. En sus andanzas los expedicionarios recorrieron amplias extensiones de las actuales repúblicas de Chile y Perú, visitando localidades como Copiapó, Paipote, Cachiyuyo, Coquimbo, Andacollo, Punitaqui, Petorca o Valparaíso (de los más de sesenta puntos documentados). En ellas se recogieron decenas de minerales y rocas, desde oro, plata y cobre nativos hasta diversas sulfosales, óxidos y carbonatos, entre ellos azurita y malaquita, muchos de los cuales forman hoy parte de la Colección de Geología. Junto con las muestras se elaboraron dos catálogos sistemáticos, uno del reino de Chile y otro del Perú, redactados en francés y que se encuentran en el Archivo del MNCN. Fruto de su trabajo fue la obra Relación histórica y de geografía física de los viajes hechos en la América Meridional de orden de Su Majestad en los años de 1795 y 1796, que no sería publicado hasta 1929.
El viaje de Humboldt a América (1800-1802) El famoso naturalista y geógrafo alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) mantuvo una estrecha relación con el Real Gabinete a través de José Clavijo, quien ejerció una influencia decisiva para la obtención de los permisos correspondientes de la Corona a fin de que el célebre viaje de Humboldt a América tuviera lugar. En él el sabio germano recorrió, acompañado del francés Bonpland (llamado en realidad Aimé Goujand: 17731858), extensas zonas del continente, desde Perú, Ecuador y Colombia hasta Venezuela, entre otros lugares, en lo que constituyó un periplo decisivo para la formación de su pensamiento y la realización de su obra. Como testimonio de ese viaje y de esa relación se conservan en el Archivo del MNCN varios documentos donde se da cuenta de sus envíos. En una de las cartas expresaba así Humboldt su reconocimiento a Clavijo: «Vos, mi digno amigo, no habéis contribuido poco a procurarme la protección de que gozo en estas bellas colonias. Recibid de nuevo el homenaje de mi reconocimiento». En las colecciones de Geología del MNCN hay varias decenas de minerales y rocas remitidas por Humboldt desde América y otros lugares, como Italia y Rusia.
La expedición de los hermanos Heuland (1795-1800) recorrió amplios territorios del norte de Chile y Perú en busca de yacimientos minerales. Apoyada por José Clavijo desde el Real Gabinete, la expedición trajo a España cientos de minerales, muchos de los cuales, como los de la fotografía, forman parte de la Colección de Geología del MNCN
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Antonio Parra: la Naturaleza marina de Cuba Antonio Parra (1739-?) fue un marino portugués nacido en Tavira, en la región del Algarve. Al servicio de España, se estableció en La Habana hacia 1763 y allí se dedicó al estudio de la historia natural, colectando numerosos ejemplares de la fauna marina cubana (esponjas, corales, decápodos y peces principalmente). En 1778 estableció contacto con Dávila y se comprometió a enviar ejemplares recogidos por él al Real Gabinete. Pese a sus intentos de viajar a España, no pudo cumplir su deseo hasta 1789, ya fallecido Dávila. En 1787 había publicado una Descripción de diferentes piezas de Historia Natural las más del ramo marítimo representadas en setenta y cinco láminas, obra que alcanzó gran aceptación. Será Clavijo quien se haga cargo de las colecciones del luso. Además de los ejemplares de peces y de decápodos, destacan las 13 esponjas de su colección, identificadas como tales en El gabinete perdido, que él agrupaba en la parte segunda de su obra bajo el título de «Plantas marítimas» y que figuran entre los ejemplares más antiguos y singulares del actual MNCN. La mayoría posee unas curiosas peanas de estilo rococó, con incrustaciones de diferentes organismos marinos de pequeño tamaño, como bivalvos, balanos y corales. En 2004 se determinó la especie de la mayoría de ellas. En 1787 Antonio Parra publicó su obra Descripción de diferentes piezas de Historia Natural las más del ramo marítimo representadas en setenta y cinco láminas, obra que le dio gran reputación. Poco después el luso viajaría a España para hacer entrega de las colecciones que había hecho en Cuba. Biblioteca MNCN
Lámina de cangrejos de Parra. El portugués asentado en La Habana estudió, entre otros grupos de la fauna marina cubana, los decápodos, que cuentan con representaciones de gran viveza en su libro, acompañadas de minuciosas descripciones Entre los animales más extraños de la fauna marina caribeña está el cangrejo cacerola, como los que pueden verse en esta ilustración de la obra de Parra. El autor denomina a este animal, emparentado con los crustáceos, «araña carapacho». Se trata de la especie Limulus polyphemus
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Xetospongia muta. Esponja con aspecto de copa o barril, es uno de los ejemplares procedentes de Parra que se custodian en la Colección de Invertebrados (MNCN 1.01/324). Puede verse la característica peana de estilo rococó, con pequeños corales incrustados
Hippospongia lachne. Esponja de aspecto ramoso, bien conservada, procedente de la Colección Parra (MNCN 1.01/19)
Pez de Parra. Ejemplar naturalizado de la especie denominada perro colorado (Bodianus rufus). Colección de Ictiología del MNCN
Cristóbal Vilella: pintor de Naturaleza y colaborador entusiasta del Real Gabinete Cristóbal Vilella y Amengual (1742-1803) fue un pintor mallorquín que en 1762 se trasladó a Madrid a estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con Mengs. En dicha academia se presentó más tarde a un concurso público compitiendo con Goya y Bayeu. De regreso a su tierra, se dedicó a colectar diferentes «producciones de la Naturaleza» al tiempo que realizaba una serie de dibujos y pinturas sobre ellas que presentó en 1773 a la Real Academia de Bellas Artes, lo que le valió una carta de recomendación para Grimaldi para que fuese empleado en el Real Gabinete y también para que sus trabajos
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Vilella era un excelente pintor que optó a una plaza de la Real Academia de Bellas Artes en pugna con Bayeu y el propio Goya. En este cuadro suyo, titulado Gavilán atacando a una langosta, perteneciente a la Real Academia de Bellas Artes, puede apreciarse la fidelidad con que reproducía todo tipo de organismos marinos, como los erizos de mar que hay en la parte inferior izquierda, además de la propia langosta
El pintor mallorquín Cristóbal Vilella mantuvo durante casi 20 años una estrecha relación con el Real Gabinete haciendo envíos de «producciones marinas» desde Mallorca, acompañadas de notas donde describía al animal y proporcionaba datos de su modo de vida. Un ejemplo de sus envíos es este montaje de pez, de la Colección de Ictiología del MNCN
fueran presentados a la familia real. Todo ello le hizo acreedor a una pensión para continuar con su labor en Mallorca. Aunque no fue contratado por el Real Gabinete, este le encargó el envío de material colectado por él, labor que prosiguió durante 20 años. Los envíos iban acompañados de unas Notas históricas en las que recogía las costumbres y características de los animales enviados. Se conservan en el Archivo del MNCN 39 documentos relacionados con Vilella, fechados entre 1773 y 1786. Algunos de sus cuadros de Naturaleza, de un realismo y minuciosidad sorprendentes, se hallan hoy en la Real Academia de Bellas Artes. En la exposición puede verse uno de ellos, Gavilán atacando a una langosta.
Otros envíos notables Numerosos fueron los envíos al Real Gabinete procedentes de todas partes del imperio tras la publicación de la Instrucción de 1776, cuyo borrador fue redactado por Dávila. En ella se instaba, por Real Orden, a todas las autoridades a remitir cuantas «producciones de la Naturaleza» se encontrasen dignas de pertenecer al Real Gabinete. Así ingresaron en este numerosos minerales y animales, además de algunos fósiles y objetos etnográficos, de América y Filipinas. Hubo envíos muy destacados, algunos de ellos donaciones reales, como el elefante de Aranjuez o el oso hormiguero, regalos ofrecidos a Carlos III que, a su vez, él entregó al Real Gabinete cuando los animales murieron: de estos nos ocuparemos más adelante. Otros se debieron a hallazgos en tierras americanas, como el megaterio, del que ya se ha
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Instrucción hecha por Real Orden en 1776 de cuya redacción se encargó Dávila. Este documento es un borrador de fecha 2 de febrero de 1776. Archivo MNCN
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Izquierda Las colecciones de minerales de Dávila figuraban entre las mejores y más cuidadas de su gabinete. En el Real Gabinete de Historia Natural siempre fueron una parte muy destacada. A finales de siglo José Clavijo promovió el establecimiento en la institución de una Real Escuela de Mineralogía. En la imagen, minerales de la Colección de Geología, entre ellos un aragonito coralino (parte superior) y una baritina (inferior) Derecha Minerales antiguos de la Colección de Geología del MNCN junto con algunas etiquetas históricas. Pueden verse una galena (parte superior izquierda), una fluorita (parte central) y dendritas de pirolusita (parte inferior)
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hablado, que es una de las piezas emblemáticas del actual MNCN, o el armadillo gigante de Félix de Azara; también valiosos objetos arqueológicos, como los glifos procedentes de las excavaciones que Antonio del Río realizaba en Palenque desde 1785, que ingresaron cuatro años más tarde en el Real Gabinete, o las cerámicas y otras piezas de la cultura chimú traídas por la expedición de Ruiz y Pavón (actualmente unos y otros se hallan en el Museo de América). También hubo compras muy notables, como la de la colección mineralógica de Jacob Forster, tío de los Heuland, adquirida en 1791, o unos años antes, la de la colección iconográfica de Van Berkheij, que ingresó en 1785 y que el propio Dávila clasificó meses antes de su muerte. Sobre esta colección escribió Carmen Velasco Pérez un artículo en el libro De Guayaquil a la Royal Society. La época y la vida de un ilustrado criollo. En la Península hubo una red de colaboradores que asimismo remitieron cuanto de valor científico iban encontrando, sobre todo minerales. En este grupo se encontraban Francisco Javier Molina, el irlandés William Bowles o Fernando López de Cárdenas (el párroco de Montoro), entre otros. Otra parte de las piezas ingresadas fueron el resultado de intercambios o envíos procedentes de instituciones europeas como la Royal Society o el Gabinete Imperial de Viena, como ya se ha comentado anteriormente, gracias a la red de contactos que Dávila había establecido durante sus años de estancia en París.
El azufre cristalizado de Conil Entre los ejemplares más destacados que entraron en el Real Gabinete figuran las diversas piezas de azufre cristalizado de Conil (Cádiz), traídos por Francisco Javier Molina, comisionado para tal empresa por Floridablanca en octubre de 1791. En noviembre de ese año Molina se ponía en camino y en mayo de 1792 llegaban al Real Gabinete seis cajones con el azufre. La empresa, que hubo de superar toda clase de obstáculos, entre ellos la escasa cooperación que brindó el duque de Medina Sidonia, propietario de los terrenos de excavación, recibió los elogios más encarecidos de Izquierdo y Clavijo, tanto por la perseverancia mostrada por Molina como por el ingenio desplegado por él para traer intactas las piezas hasta Madrid, a base de utilizar cortadura de papel macerado para proteger los delicados cristales, con el ahorro consiguiente de estopa. Estos ejemplares, muchos de ellos de la mayor calidad, forman parte de la Colección de Geología del MNCN. Entre los envíos más notables procedentes del territorio español estuvo el azufre cristalizado de Conil. Fue extraído por Javier Molina en esta localidad gaditana en 1791 y figura entre los ejemplares más perfectos de este mineral. Colección de Geología del MNCN
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El meteorito de Sena Otra pieza curiosa ingresada en el Real Gabinete fue el meteorito caído el 17 de noviembre de 1773 en Sena (Sigena, Xigena o Villanueva de Sigena, que todos esos nombres ha recibido la localidad), en Huesca, enviado por el alcalde, Manuel Manso, a Manuel de Roda, quien había sido secretario de Gracia y Justicia y tenía gran influencia en la Corte. En el Archivo del MNCN se conservan varios documentos relacionados con el hecho. En 1773 cayó un meteorito en el pueblo de Sena o Sigena, en Huesca, acontecimiento que motivó un detallado informe de su alcalde, Manuel Manso, dirigido al Real Gabinete, además del envío del propio ejemplar. Colección de Geología MNCN
La labor colectora del naturalista Rojas Clemente, amigo de Domingo Badía (más conocido como Alí Bey), ha proporcionado a las colecciones del MNCN curiosos ejemplares como los de la fotografía. Confundidos con plantas, se custodiaron durante cerca de 200 años en el Real Jardín Botánico, hasta que fueron entregados, en 2001, al Museo. Colección de Invertebrdos MNCN
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Los «animales herborizados» de Simón Rojas Clemente Uno de los colaboradores del Real Gabinete, ya a principios del siglo xix, fue Simón de Rojas Clemente y Rubio (1777-1827), amigo del famoso viajero y espía de Godoy Domingo Badía (1767-1818), más conocido como Alí Bey, que recorrió el norte de África y parte del imperio otomano caracterizado como musulmán. A Rojas Clemente no se le permitió ir en ese delicado viaje, que requería gran experiencia y temple, y se dedicó al estudio de la historia natural. Hizo diversos envíos de minerales al Real Gabinete además de colectar una serie de «producciones marinas» en Cádiz, en las playas de Sanlúcar de Barrameda. Estas se entregaron al Jardín Botánico, pensando que se trataba de plantas. En 2001, casi 200 años después, ya identificadas como animales, ingresaron en el MNCN, donde se conservan en los pliegos de herbario donde se colocaron: de ahí que hablemos de «animales herborizados». Eran 27 ejemplares: siete poríferos, seis briozoos y catorce cnidarios (hidrozoos), uno de los cuales se expone aquí.
Divulgación y estudio de la Historia Natural: la Real Escuela de Mineralogía y las publicaciones científicas del Real Gabinete Dos de las aspiraciones fundacionales del Real Gabinete fueron servir de escuela en la enseñanza de la Historia Natural y promover su estudio. El propio Clavijo contribuyó a ello traduciendo al español la Histoire Naturelle de Buffon, en vida de Dávila, como ya se ha dicho. El mineralogista alemán Christian Herrgen (1765-1816) dirigió la Real Escuela de Mineralogía que, impulsada por Clavijo, empezó a funcionar en el Real Gabinete en 1800. También tradujo al castellano, siguiendo el programa de divulgación de Clavijo, la Orictognosia de Wiedemann, un tratado de mineralogía. El Real Gabinete publicó diversas obras para difundir la historia natural, como la Colección de láminas, animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural con una descripción individual de cada uno (1784-1786), en dos volúmenes, de Juan Antonio Bru, o el Diccionario Histórico de los Artes de la Pesca Nacional (1791-1795), en el que participaron Bru y Antonio Sáñez Reguart. A partir de 1799 y hasta 1804 se publicaron los Anales de Historia Natural, con 21 números publicados y donde colaboraron eminentes naturalistas de la época, como el botánico José Cavanilles, el químico Louis Proust o el propio Herrgen. La primera publicación del Real Gabinete fue el libro Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid: con una descripción individual de cada uno (1784-1786), de Juan Bautista Bru. Preparador del centro y montador del megaterio, Bru fue un personaje controvertido cuyo comportamiento motivó las quejas de Dávila en más de una ocasión. Biblioteca MNCN Izquierda José Clavijo promovió la publicación de Anales de Historia Natural, cuyos números fueron apareciendo desde 1799 hasta 1804, completando un total de 21. En ellos participaron mineralogistas, botánicos, químicos y zoólogos, con cartas de Humboldt y trabajos de Proust, Herrgen, Cavanilles o Munárriz, entre otros muchos. Biblioteca MNCN Derecha Joseph Garriga publicó en 1796 la Descripción del esqueleto de un quadrúpedo muy corpulento y raro, que se conserva en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. Los dibujos, hechos por Bru, sirvieron a Cuvier para realizar la que se considera primera descripción científica de un vertebrado fósil, publicada el mismo año que el trabajo de Garriga y completada años más tarde. Biblioteca MNCN
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La Colección Van Berkheij fue adquirida por el Real Gabinete en 1785, tras el dictamen favorable de Dávila, que se encargó de clasificarla a pocos meses de su fallecimiento. Eran unas 4.450 láminas que reunían imágenes de plantas, retratos, trajes, organismos marinos, insectos, aves, mamíferos y también reptiles. Archivo MNCN
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Carlos III y el Real Gabinete
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Carlos III, monarca ilustrado
Carlos III (1716-1788) era hijo de Felipe V y de su segunda mujer, Isabel de Farnesio. Su madre pronto buscó para él, como haría con sus otros hijos, un territorio donde reinar, con las miras puestas en Italia, uno de los ejes de la política borbónica durante la primera mitad del siglo. Jugando sus bazas en el complejo mosaico de las cambiantes alianzas de la época entre las potencias europeas, Farnesio consiguió colocar a su primogénito primero en los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (1731-1734) y más tarde como rey de Nápoles y Sicilia (1735-1759), con el nombre de Carlos VII. En su nuevo reino supo actuar como un soberano ilustrado, preocupado por realizar todo tipo de mejoras urbanísticas, comerciales, productivas, etc., hasta el punto de que Nápoles se convirtió en una de las ciudades más importantes de la época. Supo sintonizar además con el carácter napolitano y con las necesidades del pueblo. Instauró la costumbre de celebrar audiencia pública, en la mañana del sábado, para atender a cuantos quisieran exponerle sus problemas, lo que le dio un gran conocimiento práctico de las preocupaciones que aquejaban a sus súbditos, de sus afanes y deseos. En 1738 se casó con María Amalia de Sajonia, a la que llevaba ocho años. La convivencia del matrimonio fue armoniosa y la reina se mostró una buena colaboradora en los proyectos de su esposo. Tuvieron trece hijos, siete de ellos mujeres, varias de las cuales murieron prematuramente. Involucrado en la Guerra de Sucesión austríaca, en 1744 Carlos dirige victoriosamente el ejército napolitano, acrecentando su prestigio ante el pueblo y también el de Nápoles frente a las demás naciones. Su labor cultural fue también notable: ordenó las excavaciones de Herculano y Pompeya, así como la de Paestum. Supo rodearse de figuras eficaces y honestas, como Bernardo Tanucci y Felice Gazzola, y de artistas como Francesco Sabatini. Con la muerte de Fernando VI, que no había dejado descendencia, es entronizado como rey de España, adonde llega en 1759, tras renunciar a sus dominios en Italia. Con él se inicia la etapa más brillante y fructífera de la Ilustración española. Su experiencia napolitana le será muy valiosa y también supondrá una garantía para sus colaboradores y para el pueblo. De carácter campechano, nada dado a la etiqueta, honesto y religioso, al poco de llegar a España quedó viudo y no volvió a casarse. De él dijo el conde Fernán-Núñez en su Vida de Carlos III:
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Era naturalmente bueno, humano, virtuoso, familiar y sencillo en su trato, como en su vestido y en todo, y nada le era más contrario que la afectación, la ficción y la vanidad. (…) Era naturalmente de genio alegre y gracioso, y si su dignidad se lo hubiera permitido, hubiera tenido particular talento para remedar. (…) En su interior era el hombre más suave, humano y afable con todas las personas de su servidumbre, entrando en los intereses y asuntos familiares de cada uno, sobre todo con los que más lo necesitaban. (…) Conocía que la regularidad en la vida y la distribución inalterable de las horas de un Monarca es tan necesaria para la seguridad y tranquilidad de los que le rodean, como la invariabilidad del curso del sol y de los planetas para regular sobre ella las estaciones y acciones de la vida… Era un hombre fiel a su palabra y, a pesar de no ser particularmente culto ni amante de la lectura o la música, ni tampoco de brillante inteligencia, tuvo siempre un sentido de Estado que le llevó a rodearse de las personas más idóneas para sus puestos y a promover, como había hecho en Nápoles, la cultura y una eficaz administración. Su postura, como dice Roberto Fernández en su obra Carlos III (2001), era de signo providencialista: «Su religiosidad profunda y sincera no fue obstáculo alguno para dejar bien sentado que, en el concierto de lo temporal, el soberano era el único al que todos los súbditos debían obedecer, incluidos los eclesiásticos». Su preocupación por mantener su salud psíquica, para evitar los trastornos que tanto habían perturbado a su padre y su hermanastro Fernando VI, le conducía a llevar una vida de regularidad, rayana en la rutina, y también a practicar la caza siempre que podía, pues pensaba que esa actividad al aire libre, combinada con una existencia sobria y regular, le preservarían de los desequilibrios que habían afectado a sus familiares. Carlos III se vio envuelto en varios conflictos por su alianza con Francia en el llamado Tercer Pacto de Familia, entre ellos la Guerra de los Siete Años (1756-1763), y también ayudó a las colonias norteamericanas en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1176-1783), primero de forma reservada, con ayuda económica y pertrechos, y más tarde, abiertamente, con episodios como la toma de Pensacola por Bernardo de
Vista de la calle de Alcalá de Madrid por Antonio Joli (1750-1754). Museo de la Real Academia de Bellas Artes
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Retrato de Carlos III, una copia del cual se encuentra en el MNCN. Carlos III retratado hacia 1765 por Anton Raphael Mengs (17281779). Museo del Prado
Gálvez. Promovió un reformismo moderado en los más diversos ámbitos: urbanístico, administrativo, económico, educativo, militar, cultural y científico, apoyado en una élite ilustrada en la que destacaron el marqués de Grimaldi, el conde de Aranda, José de Gálvez, Campomanes o Pablo de Olavide. Carlos III sabía que había líneas en las reformas que no se podían sobrepasar, algo que le había quedado bien claro tras el llamado motín de Esquilache en 1766. También decretó la expulsión de los jesuitas un año después. Su labor en el adecentamiento y modernización de Madrid le valió el sobrenombre de mejor alcalde de la capital. Visto con perspectiva, su reinado fue uno de los más provechosos para la nación y su comportamiento, uno de los más honestos que ha habido entre los monarcas españoles de todas las épocas, razón por la cual su recuerdo ha perdurado, rodeado de alabanzas y reconocimientos, como se ha visto en las celebraciones de este año, en que se cumple el tercer centenario de su nacimiento.
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Carlos III y el Real Gabinete El Real Gabinete de Historia Natural fue una institución importante, como ya se ha visto, en la política de estudio y divulgación de la historia natural emprendida en el reinado de Carlos III (1759-1788). Este monarca dispensó su protección al Real Gabinete procurando su enriquecimiento con toda clase de piezas, como las del Tesoro del Delfín o varias mesas y consolas hechas de piedras duras que el rey apreciaba especialmente, además de todo tipo de regalos recibidos, entre los que destacó el elefante asiático enviado a España en 1773. Con el fin de conseguir el envío de toda clase de piezas valiosas para el Real Gabinete, se emitió una Real Orden por la cual se mandaba redactar la Instrucción de 1776, cuyo título completo era: Nómina hecha de orden del Rey Nuestro Señor, por Dn. Pedro Franco Dávila Director del Real Gabinete de Historia Natural para que los Srs. Virreyes, Gobernadores, Corregidores, Alcaldes Mayores e Intendentes de Provincias en todas las Dominaciones de S. M. puedan hacer recoger, preparar y enviar a Madrid de todas las producciones de la Naturaleza que se encuentran en tierras y pueblos de sus distritos para que se coloquen en el Real Museo que S. M. ha establecido en esta Corte para beneficio e instrucción pública de la Nación. Pieza del Tesoro del Delfín, cedido por Carlos III en 1776 para ser expuesto en el Real Gabinete, una muestra palpable del aprecio que el monarca sentía por una institución en la que tantas esperanzas se habían depositado. En 1839 pasaría al recién creado Museo del Prado. Cristal de roca y guarniciones de oro. Urna con dos picos y busto de mujer, n.º 169 Museo Nacional del Prado
Esta orden hizo posible el envío de un gran número de «producciones naturales» al Real Gabinete.
El Tesoro del Delfín … el rey ha resuelto que varias alhajas y vaso de ágata, y otras piedras raras que existen en este Sitio y tocaron a S.M. por lo respecto a la herencia del Delfín, padre del Sr. Felipe V… se entregaran a V.S. mediante recibo para que los coloque y guarde como en depósito entre las preciosidades del Gabinete de Historia al que darán estas mucho realce… El 2 de septiembre de 1776, unos dos meses antes de la apertura al público del Real Gabinete, Carlos III ordenó se enviara a este el llamado Tesoro del Delfín para que fuera exhibido en él. Esta colección, perteneciente al Gran Delfín de Francia, que no llegó a reinar, y cedida como regalo dinástico hecho a su hijo Felipe V al heredar la Corona española, se componía de 130 piezas, en su mayoría vasos, tazas, jarras, bandejas y frascos, tallados en su mayor parte en cristal de roca, aunque también había objetos hechos de jade, jaspe, ágata, cornalina o alabastro, con remates y esmaltes de oro e incrustaciones de diversas gemas, desde ópalos y turquesas hasta diamantes, rubíes y esmeraldas. El Tesoro pasó en 1839 al recién creado Museo del Prado.
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El elefante de Aranjuez y otros envíos reales Entre las donaciones de animales hechas por Carlos III al Real Gabinete destaca el elefante asiático que llegó a España en 1773, regalo de un soberano del sur de la India que había establecido relaciones diplomáticas con Simón de Anda, gobernador de Filipinas. El animal desembarcó en Cádiz con dos cuidadores malabares y la comitiva que lo condujo hasta el rey, dirigida por el teniente de fragata José de Mazarredo, recorrió la distancia que separa la ciudad andaluza y San Ildefonso, donde estaba el monarca, en 42 días. El elefante fue llevado a Madrid por decisión real para que fuera visto por el público y causó sensación, hasta el punto de que se vendieron los más diversos objetos decorados con su figura. En noviembre de 1777 murió y se mandó disecar para ser expuesto en el Real Gabinete, labor de la que por mandato de Dávila se ocupó Bru, el cual hizo por un lado el montaje del esqueleto y por otro el de la piel. La investigadora Ana Mazo estudió este episodio en su obra Los cuatro elefantes del rey Carlos III (2008). Otros envíos reales de interés fueron los 24 cuadros de la conquista de México, llamados enconchados por presentar pequeños adornos de conchas, además de aves y otros animales, así como el oso hormiguero —en realidad, una hembra— que llegó a Madrid desde Argentina en 1776. El animal, muerto a principios de 1777 a pesar de todos los cuidados que se le prodigaron, fue enviado al Real Gabinete, como también el retrato que por orden del rey se le había mandado hacer.
Esqueleto del elefante asiático regalado a Carlos III por un soberano del sur de la India. Una vez muerto, su piel y su esqueleto fueron preparados por Bru y remitidos desde Aranjuez al Real Gabinete. Hoy es una de las piezas emblemáticas del MNCN. Colección de Mamíferos MNCN
Cuadro de la osa hormiguera, enviada en 1776 desde el Virreinato de La Plata a Carlos III. El rey ordenó se le hiciera un «retrato» al animal en el que algún investigador ha querido ver la mano de un joven Goya en el paisaje que sirve de fondo. Colección de Bellas Artes MNCN
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Paisajes de la Ilustración
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El tiempo de la razón El siglo xviii ha sido llamado el Siglo de las Luces. En él se desarrolló una corriente intelectual y cultural, la Ilustración, iniciada en la centuria anterior, que supuso un auténtico cambio de mentalidad en Occidente, el cual acabó por influir decisivamente en el curso de la historia humana. La Ilustración se asoció a la metáfora de la luz, como expresión de la razón, que se pretendía principio rector de la existencia humana. Razón que suponía la búsqueda del conocimiento, manifestado en el desarrollo de las ciencias y su aplicación a la mejora de la vida humana a través de la técnica, y en el cultivo de la reflexión en los ámbitos filosófico, moral, político y económico. Ello implicaba el agudizamiento del sentido crítico y, dentro de ciertos límites, el combate contra todas las formas de ignorancia, dogmatismos Las principales monarquías europeas del XVIII emprendieron un programa de reformas que se ajustaba en muchos aspectos a los principios defendidos por los «philosophes». Federico II de Prusia, José II de Austria y nuestro Carlos III representaron bien ese papel. Retrato de Fernando VI y su esposa Bárbara de Braganza
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Suecia se convirtió a partir de 1731 en potencia comercial de tipo medio con la creación de la Compañía Sueca de las Indias Orientales. Gracias a ella, los discípulos de Linneo pudieron viajar por encargo de su maestro a las más diversas partes del mundo ampliando sus herbarios y el conocimiento botánico del planeta. En la ilustración puede verse una vista de Estocolmo. Archivo MNCN
e intolerancia, así como el aprecio de la libertad. Florecieron así las propuestas reformistas y una visión desacralizada de la vida. El movimiento ilustrado, heterogéneo y multiforme, involucró a muchas de las mentes más brillantes e inquietas de la época, en Europa y en ciertas áreas del Nuevo Mundo. En él participaron filósofos como Kant o Hume; escritores como Voltaire o Diderot; tratadistas como Montesquieu; economistas como Adam Smith, Turgot o Quesnay; pensadores como Rousseau, Vico o Condorcet; hombres de ciencia como Linneo, Buffon, Lavoisier, Laplace, Ulloa o Mutis; estadistas como Franklin, Jefferson o el conde de Aranda; reformistas como La preocupación por la prosperidad durante el XVIII, simbolizada por la obra La riqueza de las naciones (1776) del escocés Adam Smith, fue una constante de la acción de las élites ilustradas y las principales monarquías europeas. Ello estimuló el comercio y puso las bases materiales sobre las que se cimentó la Revolución Industrial en el siglo siguiente. Archivo MNCN
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Jovellanos; penalistas como Beccaria; propagandistas como Holbach y monarcas como Federico II, Catalina II de Rusia o Carlos III.
Absolutismo ilustrado Algunos monarcas se asociaron a las nuevas ideas de la Ilustración e impulsaron diferentes reformas que condujeran al incremento del desarrollo de sus pueblos y el bienestar de sus súbditos. Un reformismo cuyos límites eran el mantenimiento en lo esencial del orden social reinante y la salvaguarda del poder real, lejos de todo impulso revolucionario. Para llevar a cabo un gobierno semejante la monarquía debía asociarse a las élites ilustradas y promocionar el mérito, por encima del nepotismo. Federico II, Catalina II de Rusia, José II de Austria y Carlos III fueron ejemplos destacados de este modo de gobernar: todos ellos impulsaron las reformas administrativas y la economía y promovieron la cultura y la ciencia. En España las reformas se iniciaron ya con el primer rey de la dinastía borbónica, Felipe V, siguieron con Fernando VI y llegaron a su apogeo con Carlos III. Estos dos últimos soberanos contaron con excelentes ministros, como Patiño, el marqués de la Ensenada, Campomanes, Roda, el conde de Aranda o el conde de Floridablanca, a los que hay que añadir a Jovellanos, ya con Carlos IV. El impulso ilustrado se intensificó con Fernando VI y, sobre todo, con Carlos III, caracterizado por un reformismo moderado que renovó la Administración, el comercio, la Hacienda, la Enseñanza y el Ejército y promovió el desarrollo cultural y científico. Con la llegada de los Borbones se crearon un gran número de instituciones: academias (de la Lengua, de la Historia, de Bellas Artes, etc.), las Sociedades de Amigos del País, el Observatorio Astronómico de Cádiz, el Jardín Botánico y el Real Gabinete de Historia Natural.
Luis Paret y Alcázar, Paseo frente al Jardín Botánico, c. 1789-1799, Museo Lázaro Galdiano
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El furor por el conocimiento
La técnica fue uno de los emblemas de los nuevos tiempos. Difundida en todas sus formas por los artículos y láminas, excelentemente ejecutadas, de l´Encyclopédie, llevaron a todas partes el convencimiento de lo que era capaz de realizar el espíritu humano guiado por el saber y sus aplicaciones prácticas a la vida diaria. Biblioteca MNCN
A lo largo del siglo xviii se produjo un gran desarrollo de las ciencias. El método científico se perfeccionó y hubo avances cruciales en matemáticas y física. Se establecieron los fundamentos del cálculo, la geometría analítica y el análisis matemático, con figuras como Monge, Laplace, Lagrange y Euler. En física el método newtoniano se aplicó a los fenómenos más diversos, lo que cimentó ramas como la dinámica, la mecánica de fluidos, la óptica o la electricidad. La química se constituyó como ciencia gracias a científicos como Cavendish, Priestley, Sheele, Proust y, sobre todo, Lavoisier. La historia natural se puso de moda. Los grandes viajes, con el descubrimiento de nuevas faunas y floras, impulsaron su estudio. Se realizó un inmenso trabajo de sistematización y clasificación, que culminó con el sistema binominal de Linneo, naturalista que envió a discípulos suyos por todo el mundo (Löfling, Solander, Thunberg, Sparrman, Falck). El conocimiento de la zoología se amplió a los invertebrados: insectos, esponjas, corales, equinodermos y moluscos nutrieron los gabinetes de historia natural, de los que solo en París hubo más de 200 de gran tamaño en todo el siglo. Klein, Linck, Ellis, D’Argenville o Réaumur destacaron en el estudio de diversos grupos de invertebrados, y el conde de Buffon realizó una enorme labor divulgativa con su obra Histoire Naturelle. También se impulsó el conocimiento de la geología y la astronomía. En España hubo notables botánicos como Gómez Ortega, Cavanilles y Mutis, mientras que en zoología sobresalió Félix de Azara.
La técnica, expresión de conocimiento y poder La técnica en la Ilustración recibió también un empuje notable, cada vez más influida por el desarrollo científico. En toda Europa se crearon Escuelas Técnicas, asociadas en buena medida al Ejército. En España la enseñanza técnica la asumieron en un principio las Escuelas
Ilustración de una aurora boreal en el libro Tratado físico de la aurora boreal (1754), de Jean Jacques Dortous de Mairan. El estudio de la Naturaleza en sus más variadas formas fue una constante del iluminismo. A lo largo del siglo se concibieron teorías astronómicas, geológicas, físicas y químicas y se pusieron las bases de todas estas ciencias, así como de la historia natural. Biblioteca MNCN
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Ingenios tecnológicos como la máquina de Marly que, situado en las orillas del Sena, abastecía de agua a Versalles, se convirtieron en los nuevos monumentos de la época, que rivalizaban con los arquitectónicos. Aunque este ingenio fue construido a finales del siglo xvii, producto de la megalomanía de Luis XIV, estuvo en funcionamiento durante todo el xviii para finalmente ser destruido en 1817. Biblioteca MNCN. En la parte inferior, el cuadro de Pierre Denis, el joven, Vista de la máquina del acueducto de Marly, siglo xviii. Castillo de Bellas Artes y de Trianon
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Militares, como la de Segovia o la de Guardias Marinas de Cádiz. Más tarde se establecieron otras, impulsadas por las élites ilustradas locales, como el Seminario de Vergara. Uno de los máximos logros de la época fue la puesta a punto de la máquina de vapor, con los ingenios de Newcomen y, sobre todo, de Watt, que patentó su máquina de vapor en 1769. La siderurgia y la industria textil fueron otros tantos logros que pusieron las bases para la Primera Revolución Industrial, la cual fue un hecho en el siglo siguiente. Otro aspecto destacable fue el gran desarrollo de la técnica náutica, tanto en la invención de instrumentos más precisos, por ejemplo el cronómetro para medir la longitud —verdadero problema irresoluble hasta entonces, que hacía que la navegación a grandes distancias se realizara «a estima», con los consiguientes errores y peligros—, como en los avances en la construcción de navíos, algo fundamental en la expansión europea por todo el mundo.
L´Encyclopédie: la gran empresa cultural del siglo La difusión del conocimiento y de los principios ilustrados fue posible en gran medida por la publicación de L’Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, par une Societé de Gens de lettres, una de las mayores empresas culturales de todos los tiempos, de la que fue precursora la Cyclopaedia británica de 1728. Dirigida en un principio por Diderot y D’Alembert, el primer tomo apareció en 1751 y pronto tuvo que hacer frente a todo tipo de obstáculos, incluida su prohibición. A pesar Empresa editorial titánica, proyecto cultural ambicioso e hito intelectual de la época, L’Encyclopédie o Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, par une Societé de Gens de lettres, fue dirigida por D’Alembert y, sobre todo, por Diderot, que afrontó todo tipo de obstáculos para llevar la obra a su fin, ayudado por 140 articulistas y por Malesherbes, director de la Librairie
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de ello, la obra, que se adquiría por suscripción, siguió adelante y llegó a contar con cerca de 160 colaboradores, entre ellos, las máximas figuras de la vida cultural francesa de la época, como Voltaire, Rousseau, Turgot, D’Holbach, Montesquieu, Daubenton, Buffon, Jaucourt, Condillac o La Condamine, además de los directores. Se publicaron un total de 35 volúmenes (el último apareció en 1780), once de ellos de láminas, con más de 72.000 artículos. La obra supuso la divulgación del saber de la época, con un cuidado especial para el tratamiento de la tecnología y las ciencias, y de las ideas ilustradas, cuyo debate promovió.
Economía y riqueza de los pueblos La tendencia a la racionalidad alcanzó en la Ilustración los más variados campos de la vida humana, entre ellos la economía. Hubo una preocupación de las monarquías y gobiernos ilustrados por el incremento de la prosperidad nacional y el desarrollo de los medios para lograrla. Se trataba de eliminar las trabas que obstaculizaban la creación de riqueza, lo que impulsó la libertad de comercio y la creación de manufacturas fuera del alcance de las imposiciones gremiales. Además, había que buscar las causas de esa riqueza, identificadas con la agricultura (fisiocracia) o el comercio (mercantilismo), y obtener un mejor conocimiento de los recursos nacionales, por ejemplo a través de los catastros. El comercio marítimo se vio favorecido por el descubrimiento de nuevas tierras y el asentamiento en ellas al tiempo que en Europa se extendía el proteccionismo. La industrialización progresó, aunque la mecanización no se impulsaría hasta finales de siglo, con la aplicación de la energía del vapor a todo tipo de procesos mecánicos. Se desarrolló también el sistema financiero, se instituyeron haciendas públicas y se crearon bancos. La gran figura fundadora de la economía moderna fue Adam Smith (1723-1790), con la publicación de La riqueza de las naciones (1776), que tuvo una enorme repercusión.
Las artes mecánicas fueron una parte fundamental del saber divulgado por los enciclopedistas, que no escatimaron medios para representar de la forma más didáctica posible todo tipo de oficios y procesos tecnológicos. Ilustración del libro Dos cartas de Física al Señor Marqués Scipione Maffei (1746), de Gian-Ludovico Bianconi. Biblioteca MNCN
Mujeres ilustradas La Ilustración fue un tiempo de intensa participación de muchas mujeres en la vida social y cultural. Sin ellas no es posible concebir el dinamismo literario y artístico de ciudades como París en el siglo xviii. Este se produjo en buena medida gracias a los salones ilustrados dirigidos por mujeres: fueron famosos los de Madame Geoffrin, Madame du Deffand, Julie de Lespinasse, Madame Pompadour o la marquesa de Lambert. En ellos se organizaban tertulias donde se exponían nuevas teorías científicas, se leían obras literarias, se acogía a personajes de valía y se extendía una forma de concebir la vida, la creación artística y la propia conversación y utilización del lenguaje. Hubo también una participación directa de la mujer en la actividad científica. Así, la matemática italiana Maria Cayetana Agnesi fue autora de un tratado de cálculo que gozó de amplia aceptación. La también italiana Laura Bassi publicó trece trabajos de física general y once sobre hidráulica. La astrónoma francesa Nicole Lepaute predijo
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Anónimo, Madame du Châtelet en su escritorio, siglo XVIII
François Boucher, La marquesa de Pompadour, 1756
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Elias Gottlob Haussmann, Luise Adelgunde Victoria Gottsched, 1740
Jean Marc Nattier, Madame du Deffand, 1748. Castillo de Versalles
con exactitud, dos años antes, el eclipse solar de 1764. También destacaron la astrónoma alemana Christine Kirch, la matemática polaca Luise Gottsched o la médica germana Dorotea Erxleben. La marquesa du Châtelet, protectora de Voltaire cuando este tuvo que huir de París, difundió las teorías newtonianas en Europa, y la mujer de Lavoisier, Marie Anne Pierrette Paulze, colaboró con su marido realizando las ilustraciones de sus libros y traduciendo del inglés las principales obras de química allí publicadas. Hasta tal punto era alto el interés de las damas por la ciencia que hubo publicaciones dirigidas específicamente a ellas, como The Female Spectator.
Jacques-Louis David, Marie-Anne Pierrete con Antoine Lavoisier, 1788. Metropolitan Museum of Art
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De la teoría a la practica: el diseño museográfico
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La producción museográfica de una exposición engloba desde el planteamiento conceptual hasta el último detalle del acabado final. Es la materialización de las ideas. Leer cómo fue la vida de un personaje como Pedro Franco Dávila y cuáles fueron los acontecimientos que propiciaron la apertura del Real Gabinete y cómo esto desembocó en el nacimiento del Museo es apasionante. Sin embargo, escenificar este contenido es otro cantar. Al diseñar una exposición histórica se corre el riesgo de contar demasiadas cosas en un espacio limitado que, al final, lleva al visitante a la falta de atención y al desentendimiento del contenido. Por este motivo, las principales premisas de las que partimos a la hora de llevar a cabo este proyecto fueron tres: la concisión, la ordenación geográfica y temporal en los contenidos y el atractivo visual. Para ello hemos dividido la exposición en tres ámbitos principales: El primero recorre parte de la vida de Pedro Franco Dávila y la creación del Real Gabinete, a través de los tres mundos en los que vivió este personaje: • • •
escenografías para ejemplificar ciertas partes de la exposición; grandes paneles fotográficos que aportan información y dan textura a los soportes expositivos y vitrinas con distintas características de luz, tamaño, etc. que se adecuan a los distintos ámbitos. Las piezas ayudan al espectador a escenificar los contenidos, amenizando la visita e intentando que se sienta parte de la historia que se le está contando. Son la parte fundamental de una exposición, aquello que le da mayor valor y, al final, constituyen la seña de identidad del Museo. Por ello hay que cuidar mucho la manera de exhibirlas, de forma que los elementos de escenografía y atrezo deben ayudar a escenificar el objeto sin mermar su protagonismo. Para la exposición hemos seleccionado piezas de dos tipos, atendiendo a su procedencia:
Guayaquil, donde nació y pasó su infancia. París, donde estudió y formó su Gabinete. Madrid, donde se creó el Real Gabinete y falleció.
La apertura del Real Gabinete supuso un impulso para la Ciencia en España y esto es lo que se muestra en el segundo ámbito, mediante las múltiples expediciones y envíos realizados para enriquecer sus colecciones. El papel del rey Carlos III como protector del Real Gabinete en la España de la Ilustración constituye el ámbito final de la muestra. Para ilustrar cada uno de estos apartados hemos utilizado diferentes recursos expositivos que facilitan el recorrido: textos cortos, concisos y en varios niveles de información, presentados sobre bastidores que dan volumen y ayudan a fijar la atención; pequeñas
Diario: Iniciativas y Exposiciones S.A.
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Por una parte, piezas de las colecciones del Museo, muchas pertenecientes al mismo Gabinete de Dávila. Lo interesante de esto es que son las mismas piezas las que ayudan a contar su propia historia. Los conservadores de la colecciones del Museo son clave en todo proyecto expositivo. Y por otra, piezas procedentes de algunos de los museos nacionales más importantes, muchos de los cuales custodian fondos que formaron parte del Real Gabinete. Esto supone un intrincado proceso de contactos, cartas, formularios de préstamo, órdenes ministeriales, seguros, contratación de empresas de embalaje y transporte, etc. La colaboración entre centros e instituciones enriquece sobremanera el contenido de una exposición.
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Museizando espacios A continuación vamos a explicar los recursos expositivos que forman parte de cada espacio y que comienzan con la misma entrada a la exposición: una recreación de parte de la fachada de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sede del Real Gabinete. Pretendemos que, al atravesar esta puerta, el visitante sienta que entra directamente en la historia. Seguidamente un vídeo de presentación ofrece en el contenido clave de la muestra. Fachada: Escenografía Artefacto S.L.
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Maqueta del convento de San Agustín. Guayaquil (Ecuador), 1730. Por cortesía de Carlos Alberto Bermúdez Marín
guayaquil Una imagen de gran formato de la obra de Ernest Charton Paisaje de Guayaquil enmarca este apartado. Este pintor francés desarrolló en Sudamérica una gran parte de su carrera artística y sus pinturas, como esta que nos ocupa, son célebres por la expresión realista de las costumbres, vestuarios y motivos populares. El óleo sobre lienzo original pertenece a la colección Thyssen-Bornemisza. La vida de nuestro protagonista es muy interesante, y para contarla de forma concisa y entretenida decidimos que lo más atractivo sería que fuera el mismo Dávila el que, en sus propias palabras, narrara a través de un gran diario los acontecimientos más importantes de su vida. Una obra inédita, donada al Museo por el maquetista guayaquileño Carlos Bermúdez Marín, refleja de forma muy realista la vida y costumbres en el Guayaquil de la época. Para nosotros supone un valor añadido que sea un artista oriundo de esta ciudad el que ilustre la misma. La colaboración con la Embajada de Ecuador ha sido imprescindible para transportar la maqueta hasta Madrid y para difundir la exposición entre el público ecuatoriano. Una balsa de Guayaquil realizada por Jesús Juez, maquetista del Museo, muestra una réplica de estas interesantes embarcaciones que, hasta el siglo XX, fueron de gran importancia en la vida de la población ecuatoriana. La abundante fauna sudamericana, principalmente de Ecuador, que vio Dávila a lo largo de sus viajes por la región, probablemente despertaría en él el interés por coleccionar ejemplares de historia
las vitrinas de este despacho. Estos documentos ofrecen al visitante una muestra del extenso círculo de relaciones que tenía. También se han elegido láminas de nuestra valiosa colección iconográfica, mandadas realizar por el guayaquileño a diferentes autores, y otros documentos que constatan su pertenencia a importantes academias y sociedades científicas. Por supuesto, y como una de las obras fundamentales de la exposición, se exhiben los tres tomos que conforman el Catálogo de Dávila, donde se describen las colecciones de las que nació el Real Gabinete. Una parte importante del transporte del Gabinete de París a Madrid se realizó en barco, y para mostrar al público un barco de la época hemos elegido un modelo de fragata del siglo XVIII procedente del Museo Naval de Madrid. natural. Una vitrina con especímenes zoológicos del MNCN ilustra este apartado, donde el visitante puede ver un curioso serafín, una iguana de Guayaquil o algún lorito de la región, entre otros.
parís Para contextualizar este apartado hemos elegido la imagen de una pintura de Jean-Baptiste Raguenet, pintor francés cuya obra está dedicada principalmente a escenas de París y del Sena. Sus cuadros, de un gran valor documental, permiten conocer el paisaje de París en el siglo XVIII. En cuanto al mobiliario, hemos empleado muebles de estilo antiguo procedentes del Museo para intentar recrear una parte de lo que podría haber sido el despacho de Dávila. Los visitantes pueden ver a este criollo ilustrado sentado en su mesa, inmortalizado en un maniquí con vestuario de la época. Su rostro se ha elaborado a partir de un busto en escayola que ocupa otra de las salas del Museo. Nuestro Archivo custodia varias cartas y documentos muy interesantes pertenecientes a Dávila, y que exhibimos en el interior de
madrid En este caso es una obra de Antonio Joli la que da entrada al tercer y último lugar donde vivió Dávila. Se trata de Vista de la calle Alcalá, y en ella el pintor italiano nos muestra una clásica visión de lo que significó esta calle, una de las arterias más importantes de la capital española y una de las más anchas de Europa. En ella se encontraba (y se encuentra actualmente) la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sede del Real Gabinete.
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por ello por lo que terminamos el ámbito de Madrid con esta pieza inédita, nunca antes expuesta. La máscara sirvió para elaborar un busto del guayaquileño que pertenece a la colección de Bellas Artes del MNCN y que también se muestra en la exposición junto a su retrato, que, curiosamente, se hizo una vez fallecido Dávila.
el real gabinete y su impulso a la ciencia (2.ª planta) Dávila elaboró una nómina de salas y un plano para el acondicionamiento de la sede. Ambos se exponen en este apartado junto a otros documentos importantes, como la Instrucción derivada de la Real Orden de Carlos III, donde Dávila solicita enriquecer las colecciones con especímenes procedentes de todas las partes del reino, además de diversas publicaciones que se editaron como resultado de los trabajos que se llevaban a cabo en la institución. En una vitrina dedicada a la historia natural del Real Gabinete se muestra un gran número de ejemplares naturalizados de las colecciones de Invertebrados, Malacología y Artrópodos No Insectos del MNCN. Son ejemplares de origen marino que había coleccionado Dávila, materia de la que tenía gran conocimiento. La mayoría de los corales y esponjas aquí expuestos pertenecieron a su Gabinete. Pero en el Real Gabinete no solo había historia natural, también había arte. Es por ello por lo que hemos incluido una vitrina de «curiosidades de arte», compuesta por piezas procedentes de otros museos y por ejemplares de la colección de Geología (lapidarios) del MNCN. El Museo Nacional de Artes Decorativas y el Museo Arqueológico Nacional contienen en sus fondos parte de las colecciones del Real Gabinete; cuatro magníficas figuras orientales procedentes del primero y una excepcional estatuilla de la diosa Isis del segundo ejemplifican este apartado. En época de Dávila (siglo XVIII) estaba muy extendida la utilización de máscaras mortuorias para inmortalizar los rostros de las personas fallecidas y nuestro Archivo guarda la de nuestro protagonista. La muerte forma parte de la historia de un personaje, y es
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Un globo terráqueo de un metro y medio metros de diámetro introducirá al visitante en una estancia dedicada a los grandes viajes que impulsaron el conocimiento de nuevas culturas y especímenes exóticos. El ámbito se inicia con una preciosa obra de Friedrich Georg Weitsch, Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland al pie del volcán del Chimborazo. A continuación, una serie de láminas reproducen fauna exótica, culturas y paisajes de otros continentes. Proceden del Archivo del MNCN, del Museo de América y del Museo Naval de Madrid (colección Malaspina). Como resultado de los viajes realizados para enriquecer la institución, se enviaron al Real Gabinete minerales, esponjas, peces, mamíferos y un meteorito, parte de los cuales mostramos en ese apartado, todos procedentes de las colecciones del MNCN. Completa esta sección una curiosa obra de Cristóbal Vilella, perteneciente a la Real Academia de las Artes de San Fernando, donde se reproducen minuciosamente algunos invertebrados marinos. Las expediciones fueron muy importantes para el impulso de la ciencia y para ilustrar este hecho se han empleado diferentes recursos de escenografía, como una proa de atrezo, donde el público podrá subir y evocar por un momento las sensaciones de un expedicionario, y un mapamundi de gran formato, fresado en madera, donde quedan reflejadas las rutas de dos grandes viajes, el primero de Cook y el de la expedición Malaspina.
y una vitrina con piezas procedentes del Museo de América que ilustran la época colonial, como una cerámica peruana de la cultura chimú, envío al Real Gabinete del obispo Martínez Compañón, y una maza de las islas Fiyi.
carlos iii No son pocos los actos y las exposiciones celebrados este año para conmemorar la figura de Carlos III en el tercer centenario de su nacimiento. Sin embargo, su importancia como valedor del Real Gabinete, el primer museo institucional de ciencia que se abrió en España, apenas queda recogida en ellos. A partir de ese momento Madrid se convierte en Corte de elefantes, osos hormigueros y tesoros reales, y así lo hemos querido reflejar en este ámbito. Los avances en la técnica náutica, con el uso de instrumentos más precisos –sextantes, octantes, cronómetros marinos— y medios de construcción naval más perfectos, hicieron posible estos grandes viajes transoceánicos del siglo XVIII. Para ejemplificar este apartado hemos seleccionado diferentes instrumentos de navegación procedentes del Museo Naval de Madrid, como un sextante, un cronómetro y uno muy original: una brújula solar oriental del siglo XVIII que lleva dibujado el xiantian taijitu (el símbolo del yin y el yang enmarcado en un círculo). Además, hemos incluido algunos libros procedentes de la Biblioteca del MNCN relacionados con los viajes y las expediciones,
Una copia del lienzo Ornatos de la Calle de las Platerías con motivo de la entrada de Carlos III en Madrid de Lorenzo Quirós (1763) abre este ámbito y sirve de fondo para destacar dos trajes de época (masculino y femenino), cedidos en préstamo por la sastrería Cornejo, que ilustrarán el periodo en el que nos encontramos. La inclusión de dos exquisitos complementos de vestuario de la Ilustración –unos guantes y un bolso femeninos— procedentes del Museo del Traje completarán la escenografía de la época. Una vitrina dedicada al Tesoro del Delfín contiene una urna de cristal de gran belleza, elaborada a base de cristal de roca, cuarzo hialino y oro y su estuche, ambos pertenecientes a la Colección del Tesoro del Delfín del Museo Nacional del Prado. Para ilustrar la pasión del rey por los animales exóticos se ha incluido una maqueta de elefante indio (se puede contemplar el ejemplar original en la sala permanente del Museo dedicada al Real Gabinete) y un ejemplar naturalizado de osa hormiguera reciente-
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mente donada por la familia Estévez a la colección de mamíferos del MNCN, muy similar a la representada en el cuadro atribuido a Goya La osa hormiguera de su majestad, de la colección de Bellas Artes del MNCN. Una copia del mismo irá junto a la pieza. Cuando uno comienza a diseñar una exposición se es consciente de que, a medida que pasa el tiempo, las primeras ideas pueden ir siendo descartadas, sustituidas o enriquecidas por otras nuevas, en un ejercicio de actualización permanente. Es más, algunas averiguaciones te llevan a auténticas investigaciones sobre una determinada pieza o un curioso acontecimiento. Un claro ejemplo de ello es lo que ocurrió con el cuadro del Museo Nacional del Prado Carlos III, niño, que pasó de ser un precioso cuadro que decorara el ámbito de Carlos III en la exposición a algo mucho más complejo, una auténtica labor de investigación. Las virtudes de la obra de Jean Ranc, donde el protagonista es un Carlos III de unos ocho años (hacia 1724) hablan por sí solas. Sin embargo, un detalle del cuadro despertó gran interés en
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nosotros, el significado de las palabras que deja entrever el libro abierto que hay sobre la mesa. Lo que fuimos encontrando era tan emocionante que de la curiosidad inicial pasamos a una intensa labor de investigación. Partimos de la base de que el libro era un tratado de botánica, como así lo refleja la mayor parte de la bibliografía existente sobre la obra. Las frases están escritas en latín y no lográbamos encontrar el significado del texto completo. Pedimos asesoramiento a un compañero del Museo, el investigador Miguel Ángel Alonso Zarazaga, ducho en esta lengua y especialista en muchos otros campos, y según el cual el significado de las palabras no coincidía con un texto de botánica, y mucho menos para ser utilizado como una clave para identificar plantas. Por otra parte, y de manera casi consecutiva, encontramos un artículo publicado en el Boletín del Museo del Prado bajo la autoría de Alicia Luxemberg (2011), «Retrato emblemático e identidad: Carlos III, niño, de Jean Ranc», donde la autora realizaba un exhaustivo
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Carlos III, niño Jean Ranc, ca. 1724 Óleo sobre lienzo Museo Nacional del Prado. Madrid • cr isti na cánovas fe r nán de z | 107
optimam quamque spicam legere oportet Y la última, a Églogas IV de Virgilio:
at simul heroum laudes et facta parentis
análisis del cuadro y llegaba a la conclusión de que «las frases, en conjunto, son una exhortación metafórica al infante para que emule a sus ilustres antepasados y encamine su vida de manera adecuada a un futuro gobernante»: es decir, no era un tratado de botánica. Sin embargo, tampoco aclaraba el origen del texto. Seguimos investigando, cada vez más ansiosos por descubrir su significado, hasta que un día nuestras dudas comenzaron a despejarse. Lo que encontramos fue que la primera estrofa (la estructura del texto es un poema) pertenecía a La Farsalia, de Lucano:
Accipiunt sertas nardo florente coronas La segunda correspondía a un texto perteneciente a De Re rustica, de Columela, donde se refiere a estas palabras de Celso:
Este compendio de textos latinos oportunamente escogidos por una persona cercana a Carlos III o por el propio artista para quedar reflejados en el cuadro tenía que tener algún significado, pues en estas obras nada se deja al azar. Al final, dimos con un artículo publicado en 2007 por Joaquín Riaza Moya en la revista Reales Sitios de Patrimonio Nacional, «El Retrato de Carlos III Niño por Jean Ranc, Hércules en la Encrucijada y la Virtud del Príncipe». Sin más dilación fuimos a consultarlo al Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC y todas nuestras dudas quedaron despejadas en este exhaustivo análisis del cuadro, que completaba al mencionado con anterioridad. No podemos extendernos en su estudio, que animamos a que lo lea todo aquel que esté interesado, pero hemos extraído un párrafo con las conclusiones del autor, que consiguieron finalmente satisfacer nuestra curiosidad y dar casi por terminada nuestra investigación. La traducción del texto se corresponde aproximadamente con lo siguiente: Recibiré coronas trenzadas con nardo florido pero debo escoger las mejores espigas y a la par leer las alabanzas que merecen los héroes y las hazañas de los antepasados. En palabras del autor: El Príncipe Carlos, en el tránsito a su segunda infancia [...] empieza a gozar de las delicias de la Corte, a la vez que se compromete en matrimonio. Un futuro feliz le espera (accipiam sertas nardo florente coronas), en el que deberá ser capaz de esforzarse por lograr las mejores metas y saber discernir lo mejor, distinguiendo el bien del mal (optimam quamquam spicam legere oportet), es decir, aprender la Virtud. [...] Su futuro, como sugieren los ecos de la Edad de Oro provocados por lo conocido
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Volviendo a nuestra exposición, después de realizar todas estas averiguaciones decidimos no solo incluir la imagen de la obra, sino también recrearla en tres dimensiones, con muebles y objetos parecidos a los representados en el cuadro original. Nos parece muy interesante hacer partícipe al público de todas estas conclusiones que, al final, lo que muestran es que estas magníficas obras van mucho más allá del deleite visual y en ocasiones encierran auténticas historias a la espera de que alguien descubra su significado.
la exposición para el público infantil
de la cita de la Égloga IV, va a consistir en un próspero reinado, que debe fundamentarse en el estudio y emulación de los ejemplos de los grandes hombres, y sobre todo de su padre y de sus antepasados (at simul heroum laudes et facta parentis).
En el interior de las salas que ocupa la exposición hemos reservado un espacio dedicado a los niños. Para que el público infantil conozca quién fue Dávila y cómo nació el Museo, se han empleado otro tipo de recursos que capten su atención y con los que se diviertan aprendiendo: un cómic, que resumen el contenido clave de la muestra; un guiñol, donde Carlos III, Dávila y otros personajes entretienen a los niños contando sus historias, y un magnífico diorama elaborado con el más mínimo detalle en plastilina, que recrea el momento en el que el Real Gabinete abre sus puertas al público, con las figuras de Carlos III, Pedro Franco Dávila y el Marqués de Grimaldi como protagonistas de la escena.
Tras estas explicaciones, la conclusión sería la siguiente: aunque las frases seleccionadas tengan un contexto botánico (nardo florido, espigas), seguramente para subrayar el hecho de que la obra pretende transmitir la imagen de un príncipe ilustrado, estudioso de la botánica (también se muestran un jarrón de flores y otras que sujeta en su mano derecha), probablemente el libro figurado simula un speculum princeps (Espejo de Príncipe), texto con citas de clásicos latinos en el que se dan consejos de carácter moral a los futuros gobernantes. Es decir, las mismas conclusiones a las que llegaron anteriormente los mencionados autores. Gracias a los conocimientos y las averiguaciones de Miguel Alonso Zarazaga supimos que la flor que sujeta el príncipe en sus manos se trata de alguna forma cultivada de Jasminum sambac (L.) Aiton, conocido vulgarmente como jazmín de Arabia (Oleaceae). Hay que destacar también la colaboración de Javier de Andrés Cobeta, biólogo de la colección de Malacología del Museo, sin cuya ayuda este periplo hubiera sido mucho más complicado.
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Catálogo de piezas
ÁMBITO 1 GUAYAQUIL Loro crepuscular Pionus fuscus
Colección de Aves. MNCN-A7286
Ermitaño hirsuto Glaucis hirsutus Colección de Aves. MNCN-A5878
Tucán Ramphastos toco
Real Gabinete de Historia Natural (1752-1786). M.ª Ángeles Calatayud Arinero. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas Carta del 4 de febrero de 1775 en la que se remite una copia de una misiva de la Royal Society donde se comunica el envío al Real Gabinete de varias «producciones naturales». La firman Banks, Blagden y Barrington, entre otros.
Colección de Aves. MNCN-A7437
Archivo MNCN. AMNCN Ref. 223
Cacique subtropical Cacicus uropygialis
Carta de 1752 (sin fecha) de Manuel de Junco y Pimentel a Dávila. En ella se informa del proyecto de creación de un gabinete de historia natural a instancias del marqués de la Ensenada.
Colección de Aves. MNCN-A19646
Coatí de cola anillada Nasua nasua Colección de Mamíferos. MNCN-M4106
Archivo MNCN. AMNCN Ref. 25
Capuchino de frente blanca Cebus albifrons
Carta del padre Flórez a Dávila del 16 de abril de 1766 donde le informa sobre los sucesos acaecidos en relación con el motín de Esquilache.
Colección de Mamíferos. MNCN-M2034
Serafín de platanar Cyclopes didactylus
Colección de Mamíferos. MNCN-M2528
Tigrino Leopardus tigrinus
Colección de Mamíferos MNCN-M18985
Rana mono Phyllomedusa bicolor Ecuador Colección de Herpetología. MNCN 41903
Iguana verde Iguana iguana Guayaquil, Ecuador Colección de Herpetología. MNCN 4920
Balsa de Guayaquil Maqueta
Archivo MNCN. AMNCN Ref. 65
Carta de Antonio Ribeiro a Dávila, fechada en París el 5 de marzo de 1773. En ella le expresa su alegría por los progresos del Real Gabinete y le envía una receta con una tintura para los sabañones, que tanto mortificaban a Dávila. Archivo MNCN. AMNCN Ref. 123
Carta del barón de Schmidt de Rossan a Dávila en la que le envía el nombramiento como miembro de la Sociedad de Anticuarios de Cassel. Archivo MNCN. AMNC Ref. 884
Jesús Juez Antonio
Microscopio simple-compuesto George Adams. Londres, 1750-1770 Latón y vidrio. Posible Real
Maqueta de la iglesia de San Agustín y su convento, Guayaquil ca. 1730
Gabinete de Historia Natural
Autoría y donación de Carlos Alberto Bermúdez Marín
PARÍS Documentos pertenecientes al Catálogo de documentos del
Colección de Arqueología de la Técnica e Industrial MNCN. Nº 0605010000005
Piedra bezoar Montada en plata labrada. Mineral de caliza travertina depositada en capas.
Real Gabinete de Historia Natural Colección de Bellas Artes MNCN. Nº 0605011100011
Journal des savans París, 1665-1768 Tomos: 90 y 91 Biblioteca MNCN (CSIC). 3-649 Y 3-650
Histoire de l’Académie Royale des Sciences: Avec les Mémoires de mathématique & de physique pour la même année. Jean Boudot. Paris, 1702-1797 Se muestran dos tomos Biblioteca MNCN (CSIC). 3-733 y 3-734
Histoire naturelle, générale et particuliére avec la description du Roy. Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon Paris, 1750, Tomos I y II
Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100A/004/00487
Crinoideos y algunos moluscos fósiles Colección Franco Dávila. Realizada muy posiblemente para su Catálogo. Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100A/004/00462
Conífera fósil Colección Franco Dávila Realizada por Bresse en 1767. Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100C/003/02247
MADRID Isis lactante Bronce Egipto (664 -342 a.C.) Gabinete de Dávila
Biblioteca MNCN (CSIC). 3-416 y 3-417
Museo Arqueológico Nacional. Nº Inv. 2129
Mesa Madera de roble barnizada en color caoba
Esculturas chinas Esteatita, alabastro Gabinete de Dávila
Colección de Bellas Artes MNCN. Nº 0605011100009
Silla Madera marrón rojiza, cuero y metal Siglos XIX-XX Colección de Bellas Artes MNCN. Nº 0605011100073
Modelo de la fragata de 44 cañones. Serie ‘Flora’ ca. 1788 Ejemplo de un barco de la época de Dávila (siglo XVIII) Museo Naval de Madrid. Nº Inv. MNM 23
Catalogue Systématique et Raisonné des Curiosités de la Nature et de l´Art qui composent le cabinet de M Davila avec figures en taille douce de plusieurs morceaux qui n´avaient point encore eté gravés Pedro Franco Dávila. París, 1767. Obra en tres volúmenes Biblioteca MNCN. 1-1364, 1365 y 1366
Moluscos gasterópodos Colección Franco Dávila Realizada muy posiblemente para su Catálogo. Fondo Especial
Museo Nacional de Artes Decorativas
DE10099. Figura de hombre mayor, vestido con túnica. Sobre ella, falda recogida bajo el pecho por una lazada. Sostiene una maza, símbolo de poder y autoridad en China. Traje decorado con flores de loto, melocotones, nubes y ondas. Perteneció al Gabinete de Dávila. DE10097. Niño de pie, vestido con camisa larga, falda y pantalones. Traje decorado con círculos, motivos florales y cenefas con nubes y ondas. En la mano derecha sostiene un tarro simulando labor de cestería. DE10091. Figura de hombre mayor, con un tocado en la cabeza con el motivo nubemurciélago. Vestido con el chi-fu (túnica), decorado con dragones, dos redondelas, rocas y nubes. Lleva también un cinturón acho con decoración de rectángulos y
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círculos alternados en azul que simbolizan piedras engastadas. DE10189. Figura masculina, quizás un oficial de la corte del primer rango. Viste con el chi-fu (túnica), sobre el que lleva el pu-fu (abrigo), que tanto por delante como por detrás muestra una insignia de su rango. Tiene un collar que cae por delante del vestido. Sombrero de invierno de la corte manchú. Jarrón de pagodita Colección de Geología. MNCN 14822
Jarrón de fluorita Colección de Geología. MNCN 14864
Paisaje y figuras en pagodita China Colección de Geología. MNCN 14821
Figura de perrito en sal (halita) Salinas de Torrevieja Alicante Colección de Geología. MNCN 14816
Milépora cuernos de alce Millepora alcicornis Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.03/13
Coral de fuego Millepora sp. Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.03/10
Coral Gabinete Dávila Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/27
Coral cactus Pavona cactus Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/86
Acropora cf. humilis Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/92
Coral tubo de órgano Tubipora musica Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/151
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Coral meandriniforme Leptoria irregularis Real Gabinete de Historia Natural
Colección de Artrópodos No Insectos. MNCN 20.04/55
Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/156
Concha casco Cassis cornuta Posible Gabinete Dávila
Coral rojo Corallium rubrum Gabinete Dávila
Colección de Malacología. MNCN 15.05/27399
Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/173
Caracol rosado Strombus (Lobatus) gigas Posible Gabinete Dávila
Coral azul Heliopora coerulea Real Gabinete de Historia Natural
Colección de Malacología. MNCN 15.05/27419
Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/241
Coral articulado Isis hippuris Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/332
Sandalolitha robusta Gabinete Dávila Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/370
Coral naranja Dendrophyllia ramea Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/371
Hyattella cavernosa Real Gabinete de Historia Natural Colección de Invertebrados. MNCN 1.01/21
Cangrejo cacerola Limulus polyphemus Colección Parra Colección de Artrópodos No Insectos. MNCN 20.01/3
Cangrejo rey del Caribe Mithrax spinosissimus Colección Parra Colección de Artrópodos No Insectos. MNCN 20.04/33
Cangrejo cornudo Stenocoinops furcatus Colección Parra Colección de Artrópodos No Insectos. MNCN 20.04/46
Cangrejo del cocotero Birgus latro Posible Colección Parra
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Pinctada margaritifera Posible Gabinete Dávila Colección de Malacología. MNCN 15.07/4602
Nautilo Nautilus sp. Ejemplar pulido y grabado Colección de Malacología. MNCN 15.06/379
Cono marmóreo Conus marmoreus Colección Paz y Membiela Colección de Malacología. MNCN 15.05/37801
Porcelana Leporicypraea mappa Colección Azpeitia Colección de Malacología. MNCN 15.05/445
Cabeza de Gorgona Astrocladus verrucosum
Colección de Invertebrados. MNCN 29.02/88
-----------------------------------------Documentos del Archivo del MNCN, pertenecientes al Catálogo de documentos del Real Gabinete de Historia Natural (1752-1786). M.ª Ángeles Calatayud Arinero. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas Oficio del Marqués de Grimaldi a Pedro Franco Dávila aceptando la oferta del Gabinete de Historia Natural que ha formado en París San Lorenzo del Escorial, 177110-17. Archivo MNCN. AMNCN Ref. 84
Relación de Pedro Franco Dávila de las estancias necesarias para
la colocación del Real Gabinete de Historia Natural. Archivo MNCN. AMNCN Ref. 126
Instrucción de Pedro Franco Dávila, por Orden de Carlos III, para la solicitud de envíos al Real Gabinete Archivo MNCN. AMNCN Ref 276
----------------------------------------Pez fósil Colección Franco Dávila Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100A/004/00475
Boa Colección Van Berkheij Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100A/005/00523
Aves Colección Van Berkheij Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100C/004/02380
Cangrejos de mar Colección Franco Dávila Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100A/004/00454
Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia de Madrid, con una descripción individual de cada uno. Juan Bautista Bru de Ramón Madrid: Imprenta de Andrés de Sotos, 1784-1786 Obra en 2 volúmenes (se muestra vol. II) Biblioteca del MNCN (CSIC). 3-984
Anales de Historia Natural. Madrid: Imprenta Real, 1799-1800 21 «números» en 7 tomos (se muestran tomo I y VII) Biblioteca MNCN (CSIC). 3-152 y 3-158
Descripción del esqueleto de un quadrúpedo muy corpulento y raro, que se conserva en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. Publicado por José Garriga; Imprenta de la viuda de don Joaquín Ibarra, 1796 Biblioteca MNCN (CSIC). 2-629
Der monatlich-herausgegebenen Insecten-Belustigung August Johann Roesel Nürnberg, 1746 Biblioteca MNCN (CSIC). 1-618
Testacei Musei Caesari Vindobonensis. Ignaz Edler von Born (barón de Born), Viena, 1780 Biblioteca MNCN (CSIC). 2-174.
Retrato de Pedro Franco Dávila Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100A/004/00416
Busto de Pedro Franco Dávila Escayola. En cartela metálica, «D. Pedro Franco Dávila, Primer Director del Museo Guayaquil-Ecuador-1713 Madrid 5 Enero 1786 Colección de Bellas Artes MNCN. Nº 0605011100015
Máscara mortuoria Escayola
Fondeadero de Realejo y volcán del Viejo José Cardero Expedición Malaspina, 1789-1794 Lápiz, pluma y aguada Colección Bauzá, tomo I-8 Museo de América Nº Inv. 02227.
Indio y jefe del puerto de Mulgrave José Cardero Expedición Malaspina, 1789-1794 Lápiz recuadrado a tinta sobre papel Museo Naval de Madrid. AMN Ms. 1725 (11)
Martín pescador José del Pozo Expedición Malaspina, 1789-1794 Aguada sepia y azul, con toques de albayalde sobre papel Museo Naval de Madrid. AMN Ms. 1725 (76)
Viaje a las Indias Orientales y a China. Hecho por orden del Rey, de 1744 a 1781 Pierre Sonnerat. París, 1782 Obra en 2 volúmenes (se muestra vol.I)
Archivo MNCN. ACN009/002
Biblioteca MNCN (CSIC). 1-1256
ÁMBITO 2
Brecha carbonatada Sin localidad Colectado por Humboldt
Perezoso Colección Van Berkheij Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100C/004/02325/2
Jaguar Colección Van Berkheij Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100C/003/02192/1
Casuario Colección Van Berkheij Fondo Especial Colección Iconográfica Archivo MNCN. ACN100C/004/02377
Vista de Guayaquil José Cardero Expedición Malaspina, 1789-1794 Aguada sepia Colección Bauzá, tomo I-21 Pluma, aguada sepia y lápiz Museo de América. Nº Inv. 02207
Colección de Geología. MNCN 18202
Traquita Volcán Chimborazo, Ecuador Colectado por Humboldt Colección de Geología. MNCN 18203
Caliza con restos fósiles Jocayma, Colombia Colectado por Humboldt Colección de Geología. MNCN 18215
Conglomerado (pudinga) Sin localidad Colectado por Humboldt Colección de Geología. MNCN 18214
Calcopirita, pirita, esfalerita Minas de Guayongo (Petorca), Chile Colectado por los hermanos Heuland Colección de Geología. MNCN 17765
Malaquita, azurita, hematites Copiapó, Chile. Colectado por los hermanos Heuland Colección de Geología. MNCN 18285
Cobre nativo
Mina de San Bartolo, Chile. Colectado por los hermanos Heuland Colección de Geología. MNCN 90
Cerámica chimú (Perú) Envío al Real Gabinete del obispo Martínez Compañón Museo de América. Nº Inv. 10322.
Maza de las islas Fiyi Siglo XVIII Museo de América. Nº Inv. 01624.
Sextante español Madera, latón y vidrio Fulgencio Rodríguez, principios S. XIX Museo Naval de Madrid. Nº Inv. MNM 1298
Cronómetro marino Madera de caoba, acero y vidrio John Arnold & Son Londres, Ca. 1788 Museo Naval de Madrid. Nº Inv. MNM 1328
Brújula oriental Madera. S. XVIII Museo Naval de Madrid. Nº Inv. MNM 1358
Gavilán atacandoa una langosta Cristóbal Vilella Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Nº Inv. 0174
Azufre de Conil Cádiz Colección de Geología. MNCN 605
Notificación a Manuel de Roda remitiéndole los papeles acerca de la piedra caída en la Huerta de Sena 5 de febrero de 1774.
Archivo MNCN. Ref. 676 Catálogo de las Expediciones y viajes científicos Españoles del S. XVIII y XIX. M.ª Ángeles Calatayud. Madrid: CSIC
Carta de Humboldt a José Clavijo remitida por Pedro Cevallos a Eugenio Izquierdo, con un catálogo para el Real Gabinete y un diario histórico de los comisionados.
Archivo MNCN. Ref. 169. Catálogo de documentos del Real Gabinete de Historia Natural (1752-1786). Mª Ángeles Calatayud Arinero. Madrid: CSIC
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Meteorito de Villanueva de Sigena. Xena (Sena), Huesca Colección de Geología. MNCN 17158
Lapa común Patella vulgata Enviado al Real Gabinete por Rojas Clemente Colección de Malacología. MNCN 15.05/2647
Coral Enviado al Real Gabinete por Rojas Clemente Colección de Invertebrados. MNCN 2.04/464
Esponja Smenospongia conulosa Cuba Enviado al Real Gabinete por Parra Colección de Invertebrados. MNCN 1.01/323
Esponja barril Xetospongia muta Cuba. Enviado al Real Gabinete por Parra Colección de Invertebrados. MNCN 1.01/324
Guatívere Cephalopholis fulva Enviado al Real Gabinete por Parra Colección de Ictiología. MNCN 14-D
Vieja colorada Bodianus rufus Enviado al Real Gabinete por Parra Colección de Ictiología. MNCN 19-D
Descripción de diferentes piezas de historia natural: las mas del ramo maritimo representadas en setenta y cinco láminas. Antonio Parra. La Habana: Imprenta de la Capitanía General, 1787 Biblioteca MNCN (CSIC). 1-1704
Armadillo gigante Priodontes maximus Enviado al Real Gabinete por Félix de Azara Colección de Mamíferos. MNCN-M2501
ÁMBITO 3 Cacatúa filipina Cacatua haematuropygia
Colección de Aves. MNCN-A7298
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Inseparable carirrojo Agapornis pullaria
Colección de Aves. MNCN-A7283
Guantes ca. 1760 Museo del Traje, CIPE (Madrid). Nº Inv. CE000753
Oso hormiguero gigante Myrmecophaga tridactyla Donación de la familia Estévez Colección de mamíferos. MNCN-M22180
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Bolso Ca. 1730-1750 Museo del Traje, CIPE (Madrid). Nº Inv. CE004111
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Urna con dos picos y busto de mujer Cristal de roca, cuarzo hialino y oro Posible taller de los Sarachi. Serie Tesoro del Delfín Museo Nacional del Prado. Madrid. Nº Cat. O00095
Estuche para olla con dos picos o bebederos Cuero y madera
Serie Tesoro del Delfín Museo Nacional del Prado. Madrid. Nº Cat. O03049
Oficio del conde de Floridablanca a Pedro Franco Dávila informándole de la muerte del elefante grande de Aranjuez. San Lorenzo de El Escorial, 1777. Archivo MNCN
Base bibliográfica y documental
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Un gabinete para una monarquía ilustrada
UNA COLECCIÓN, UN CRIOLLO ERUDITO, Y UN REY UNA COLECCIÓN, UN CRIOLLO ERUDITO, Y UN REY
Un gabinete para una monarquía ilustrada Javier Sánchez Almazán Cristina Cánovas Fernández
«… yo intento hacerles ver que estos Gabinetes se deben considerar Escuelas, en que se han de aprender los rudimentos para conocer la Naturaleza. Escuelas tan precisas, que sin ellas no pueden esperarse progresos en esta Ciencia.» José Clavijo y Fajardo