Trayectorias de vida. Biología, libertad, determinismo

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DIRECTOR DE LA COLECCIÓN

Mariano Sigman

EDICIÓN ORIGINAL

Penguin Books

TÍTULO ORIGINAL

Lifelines Biology, Freedom, Determinism TRADUCCIÓN

Daniel Zadunaisky

DISEÑO DE TAPA Y MAQUETACIÓN DE INTERIORES

Estudio Manela & Asociados

STEVEN ROSE

TRAYECTORIAS de VIDA Biología, libertad, determinismo

GRANICA BARCELONA-BUENOS AIRES-MÉXICO-SANTIAGO-MONTEVIDEO

© 19 p by �teven Rose.

© 2001 by Ediciones Granica S.A. B

A R C E L ON A

Ediciones Granica S.A. Balmes 351, 1 2ª 08006, Barcelona, España Tel. : 3493-211-2112 I Fax: 3493 -418-4653 E-mail: [email protected] º,

B U



E N O S AI R E S

X

IeO

MONTEVIDEO

SANTIAGO

Ediciones Granica S.A. Lavalle 1634 - 3° G C 1048 AAN, Buenos Aires, Argentina Tel.: 5411-374-1456 I Fax: 5411-373-0669 E-mail: [email protected] Ediciones Granica México S.A. de C.V. Cerrada 1° de Mayo 21 Col. Naucalpan Centro 53000 Naucalpan Tel.: 525-536-1010 Fax: 525-536-1100 E-mail: [email protected] Ediciones Granica S.A. Salto 1212 11200 Montevideo, Uruguay Tel.: 5982-409-6948/982-400-4307 Fax: 5982-408-2977 E-mail: [email protected] Ediciones Granica de Chile S.A. Cirujano Guzmán 194 Providencia, Santiago, Chile E-mail: [email protected] Dirección comercial: Av. Salvador 595, Santiago, Chile Tel.: 562-223-3008 y 562-274-3707

www.granica.com

Las fuentes que aparecen en las páginas 17 y 18 constituyen una extensión de esta página de copyright Reservados todos los derechos, incluso el de reproducción en todo o en parte en cualquier forma. Esta edición se publica por acuerdo con el editor original, The Penguin Group. ISBN: 84-75n-869 -o D.L.: B-13.158-2001 Impreso en España - Printed in Spain

NDICE

PRE FACIO S F U E NTES

CAPÍTULO I

BIOLOGÍA, LIBERTAD, DETERMINISMO

CAPÍTULO II

OBSERVACIÓN E INTERVENCIÓN

CAPÍTULO III

CÓMO SABEMOS LO QUE SABEMOS

CAPÍTULO

IV

lEL TRIUNFO DEL REDUCCIONISMO?

CAPÍTULO V

GENES Y ORGANISMOS

CAPÍTULO

VI

CAPÍTULO

VII

CAPÍTULO

VIII

TRAYECTORIAS DE VIDA

lDARWINISMO UNIVERSAL?

MÁS ALLÁ DEL ULTRADARWINISMO

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19

41

67

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123

163

205

2 41

NDICE

CAPÍTULO I X

MITOS DEL ORIGEN

CAPÍTULO X

LA POBREZA DEL REDUCCIONISMO

CAPÍTULO X I

POSDATA: REINTEGRAR LA BIOLOGÍA N OTAS B I B L I O G RAF ÍA Í NDI C E T E M ÁT I C O

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PREFACI OS

A LA SE GU NDA E DICIÓ N E N I NGLÉS

He aprovechado la aparición de esta segunda edición para corregir al­ gunos giros estilísticos poco felices y aclarar algunas frases excesiva­ mente oscuras y ambiguas, así como para actualizar algunas notas a los capítulos. Deseo reconocer los comentarios atinados de dos críti­ cos de la obra. Jon Turney detecta en mi prosa cierto disgusto por el empleo de la metáfora, y es verdad que en mi opinión ésta induce a la confusión cuando no se la distingue de la analogía o la homología. Es igualmente cierto que algunos de los avances más notables de la cien­ cia se originaron en metáforas de gran inspiración. Como el alcohol, és­ tas pueden provocar una intoxicación jubilosa, pero tomadas en exceso producen una resaca desagradable. Tim Ingold señala que uso el térmi­ no historia con excesiva ligereza y corro el riesgo de fusionar los proce­ sos evolutivos, progresivos y sociohistóricos. Desde luego que éstos son muy distintos, sus coordenadas temporales obedecen a escalas di­ ferentes y he concedido menos espacio a los procesos temporales de lo que había previsto. Tal vez volveré sobre este tema en una obra futura. ST E V E N R O S E , feb r e r o d e 1 9 9 8

A LA PRIME RA E DICIÓ N E N I NGLÉ S

El entusiasmo actual por las explicaciones biológicas deterministas de la condición humana se remonta a fines de la década de i960. No las impulsó algún avance particular de las ciencias biológicas ni una teoría nueva e influyente. Su ascenso deriva de una tradición anterior de pen­ samiento eugenésico que, después de conocer un gran auge en Estados Unidos durante la década del 30, quedó eclipsada y sumida en el des­ prestigio intelectual y político como consecuencia de la guerra contra la Alemania nazi y el Holocausto inspirado por ideas racistas. Después de esa guerra, una serie de declaraciones geneticistas, antropológicas y so­ ciológicas auspiciadas por la UNESCO expresaron lo que constituiría el consenso del cuarto de siglo siguiente, de que las raíces de la desigual­ dad humana no se hundían en la singularidad de nuestros genes sino más bien en la distribución desigual de la riqueza y el poder entre las naciones, razas y clases (esos grupos de consenso jamás plantearon el problema de la desigualdad de géneros). Los 60, esa década de esperanza para la humanidad, fueron años de lucha por la justicia social en el mundo; de ascenso de grandes movi­ mientos de liberación nacional, de los negros y finalmente de las muje­ res, catalizados por los estudiantes, sobre todo en los países industrializados. En una suerte de reacción contra estos movimientos, se reafirmaron teorías antiguas, hasta entonces sumergidas: que la in­ teligencia de los negros y obreros era inferior en promedio a la de los blancos y la clase media, y que la dominación patriarcal era la conse­ cuencia inevitable de las diferencias genéticas y hormonales entre hom­ bres y mujeres. Al principio, estas teorías no se basaban en investigaciones nuevas �ino que refritaban antiguas tradiciones del pensamiento biológico y psicológico. Apenas a mediados de los 701 al surgir un conjunto de teorías nuevas y más espectaculares de la llamada TRAYECTORIAS DE VIDA

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sociobiología, el punto de vista biológico determinista adquirió una mayor coherencia teórica. Su posición se podría sintetizar en la pegadi­ za expresión "el gen egoísta", un punto de vista que caracterizo en este libro como ultradarwinista. Muchos biólogos y sociólogos objetaron semejantes afirmacio­ nes, en particular los que habíamos adherido a lo que en aquellos tiem­ pos optimistas se había dado en llamar el movimiento c�1 e ntífico revolucionario. Nuestro rechazo se basaba en argumentos tanto políti­ cos como científicos. El utradarwinismo y las teorías sociobiológicas, sobre todo en su aplicación a las sociedades humanas, se basaban en pruebas empíricas endebles, premisas defectuosas y suposiciones ideo­ lógicas infundadas referidas a los aspectos presuntamente universales de la naturaleza humana. Además, los movimientos neofascistas y neo­ derechistas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa continental no tardaron en apropiarse de esos argumentos deterministas. En estas cir­ cunstancias, la socióloga Hilary Rose y yo compilamos una serie de li­ bros (The Political Economy of Science y The Radicalisation of Science a mediados de los 70, yAgainst Biological Determinism y Towards a Liberatory Biology a principios de los 80), y a mediados de los 80 el genetista Dick Lewontin y yo escribimos Not in Our Genes, un intento exhaustivo de analizar y refutar tanto la ideología como los argumentos científicos del determinfsmo biológico. Desde luego, éstas distaron de ser las únicas refutaciones en lo que llegó a ser una verdadera guerra intelectual. Pero en la última déca­ da, sobre todo en el contexto de los avances espectaculares en las cien­ cias de los genes y el cerebro, el río de argumentos ultradarwinistas y biológicamente deterministas se ha convertido en un torrente. Prime­ ro, el Proyecto Genoma Humano, el gran proyecto internacional para elaborar el mapa y la secuencia de todos los genes humanos, y luego la Década del Cerebro (cuya primera mitad ha transcurrido en Estados Unidos, mientras que en Europa apenas comienza) ofrecen la posibili­ dad de incrementar en vasta medida no sólo nuestro conocimiento de PREFACIOS

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algunos aspectos de la biología humana, sino también el poder de ma­ nipular genes y cerebros en aras tanto de la salud individual como la tranquilidad social. Técnicas de intervención que hace una década eran apenas imaginables o temas de ciencia ficción ahora se cotizan en la Bolsa y transforman a los investigadores académicos en emprendedo­ res millonarios. A juzgar por los titulares de los periódicos o los títulos de traba­ jos académicos en las publicaciones científicas más prestigiosas, las controversias de la década anterior están resueltas. Esa disciplina vul­ gar llamada sociobiología ha quedado marginada; lo que he llamado el determinismo neurogenético está fuertemente arraigado. Hay genes para justificar cada aspecto de nuestras vidas, desde el éxito personal hasta la angustia existencial: genes para la salud y la enfermedad, para la criminalidad, la violencia, la orientación sexual "anormal" y hasta el "consumismo compulsivo". También hay genes que explican, como siempre, las desigualdades sociales que nos dividen por clase, género, raza, origen étnico Y donde hay genes, la ingeniería genética y farma­ cológica nos ofrecen las esperanzas de salvación abandonadas por la ingeniería social y la política. Por eficaz que haya sido nuestra crítica de los argumentos reduc­ cionistas, los adversarios del determinismo biológico no hemos sido capaces de presentar un marco alternativo coherente dentro del cual se puedan interpretar los procesos vivos. Nos justifica hasta cierto punto el hecho de que estábamos atareados refutando a los determi­ nistas, pero tarde o temprano se hace necesario combatir el fuego con fuego y tratar de presentar de manera más coherente nuestro alegato biológico en contrario. En estas páginas trato de responder a ese de­ safío. Poco después de la aparición de mi obra TheMaking ofMemory, a cargo de Ravi Mirchandani en Penguin, éste sugirió que era un buen momento para escribir un libro sobre la filosofía de la biología, no desde la perspectiva de un filósofo profesional sino de la de quien, co­ mo yo, es un biólogo experimental que trabaja en un laboratorio y a la ...

TRAYECTORIAS DE VIDA

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vez se interesa por la teoría y el marco social de su ciencia. John Brockman, mi agente y a la vez el de varias personas cuyas posiciones critico enérgicamente en este libro (a John le fascina promover el de­ bate científico) me ayudó a dar forma a las primeras ideas estructura­ les de esta obra. He tratado de lograr varios objetivos: primero, transmitir lo que significa pensar como un biólogo acerca de la naturaleza de los proce­ sos vivos; segundo, analizar los alcances y las limitaciones de la tradi­ ción reduccionista que domina buena parte de la biología; tercero, ofrecer una perspectiva biológica -que yo llamo homeodinámica- que trasciende el reduccionismo genético al colocar al organismo en lugar del gen en el centro de la vida. Para cumplir estos objetivos, he debido indagar en las raíces históricas del pensamiento biológico imperante y recurrir a esas poderosas corrientes alternativas de la biología que han resistido la marea de la teoría ultradarwinista que pretende reducir los procesos vivos a conglomerados de moléculas impulsados por los afanes egoístas de genes empeñados en hacer copias de sí mismos. Esas tradiciones abogan por la necesidad de una biología más holística e integral, que comprende y celebra la complejidad y reconoce la nece­ sidad de la diversidad epistemológica en la exploración de la naturale­ za y el sentido de la vida. Sus voces aún se hacen oír por encima del . estrépito ultradarwinista. Además, para destacar el alegato positivo que he tratado de pre­ sentar, en algunas ocasiones he debido contraponerlo al punto de vis­ ta contrario presentado en su forma retóricamente más fuerte. Para ello he debido buscar los contrastes apropiados. Los dos autores que me han sido más útiles en este sentido son el sociobiólogo Richard Dawkins, que en todos sus libros habla con una sola voz ultradarwi­ nista, y el filósofo Daniel Dennett, cuyo libro Darwin's Dangerous Idea constituye la máxima expresión del ultradarwinismo. Muchos biólo­ gos en actividad -los que dedican buena parte de su jornada laboral a concebir y diseñar experimentos, convencer a alguna institución de PREFACIOS

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investigaciones que los financie y llevarlos a cabo en el laboratorio­ se preguntan con malhumor por qué habríamos de dedicar "nuestro" valioso tiempo a pensar en los argumentos de Dawkins o Dennett. Después de todo, es gente que ya no hace ciencia o nunca la hizo; no participa de nuestro razonamiento, de experimentación cuidadosa y razonamiento teórico rigurosamente aliado con aquélla. Pero esta queja profesional, esgrimida en muchos casos por colegas por quie­ nes siento profundo respeto, es desacertada. Dawkins, Dennett y sus seguidores, autores de best-sellers de divulgación científica, crean el marco del debate público. Influyen tanto sobre periodistas y lectores de los suplementos dominicales como políticos y novelistas. Su im­ portancia cultural es demasiado grande para que fos biólogos profe­ sionales la desconozcan. En estas páginas critico enérgicamente muchos de sus argumentos; pero lo que interesa son los argumentos, sus supuestos metafísicos subyacentes y sus consecuencias para la biología y la cultura, no los individuos que los expresan. Es mucho lo. que está en juego: ¿cuál es nuestra concepción cultural de la naturale­ za, no sólo como biólogos sino también como habitantes de los últi­ mos años del siglo xx? Aún cabe una aclaración. Al atacar de esta manera el ultradarwi­ nismo, quiero dejar perfectamente aclarado que no tengo la menor in­ tención de apartarme de una visión materialista de la vida ni de dar argumentos a fundamentalistas antidarwinistas, creacionistas y mís­ ticos New Age de cualquier calaña. Tal como intenté explicar en The Making ofMemory, contemplo el mundo desde una perspectiva fuerte­ mente materialista, que destaca tanto la unidad ontológica como la diversidad epistemológica. En la medida de lo posible, este libro, al igual que el de la memoria pero a diferencia de Not in Our Genes, es una discusión dentro de la biología. Es decir, me abstengo en gran medida de analizar la ideología y los orígenes así como las consecuencias so­ ciales del ultradarwinismo y el reduccionismo. Sin embargo, no hu­ biera sido posible ni correcto pasar totalmente por alto estos TRAYECTORIAS DE VIDA

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aspectos, que he tratado de sintetizar en el anteúltimo Capítulo, "La pobreza del reduccionismo". Éste a su vez se basa en un análisis que publiqué por primera vez en la sección de comentarios de la revista Nature en i995, bajo el título de "The rise of neurogenic determi­ nism". Amplié este análisis ese mismo año en la segunda edición de la nueva revista Soundings. Al escribir este libro, incurrí en una gran cantidad de deudas inte­ lectuales. Dick Levins y Dick Lewontin, en su libro de ensayos The Dia­ lectical Biologist y más recientemente Levins e Yrjo Haila, en Nature and Humanity, ayudaron a crear el marco teórico que ilustra mi texto. Lo mismo hicieron desde distintas perspectivas Brian Goodwin (How the Leopard Changed its Spots) y Mae-Wan Ho (The Híórm and the Rainbow). He aprendido de estos libros y sus autores, así como de At Home in the Universe, en el cual Stuart Kauffman enfoca la biología desde la teoría del caos, y Love, Power and Knowledge de Hilary Rose. Brian Goodwin tu­ vo la amabilidad de facilitarme el original de Form and Transformation, escrito por él y Gerry Webster, aunque sé que no le gustará mi Capítu­ lo 2, en el que descarto los géneros naturales en la biología. Aparte de mi artículo en Nature, he sometido algunos temas e ideas de este libro a seminarios y grupos de discusión, en particular a un simposio, en enero de 1996, del Foro Nobel del Instituto Karolins­ ka de Estocolmo; a Spoletto-Scienza y al Festival Científico de Verano en Edimburgo ese mismo año, así como al curso de verano de la Uni­ versidad Abierta. Como titular de la cátedra de procesos vivos en la Universidad Abierta entre 1993 y 1995, pude ajustar algunos pensa­ mientos y argumentos. Agradezco la hospitalidad del Departamento de Teoría Científica de Aant Elzinger en la Universidad de Goteborg en octubre y noviembre de 1995, cuando redactaba algunos capítulos. Vaya mi agradecimiento también a colegas, visitantes y alumnos en el Grupo de Investigaciones sobre el Cerebro y la Conducta, y el Departa­ mento de Biología de la Universidad Abierta por su comprensión cuando, a lo largo de los últimos años, mis pensamientos se alejaron PREFACIOS

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de las tareas experimentales en curso hacia los problemas más genera­ les analizados aquí. Muchos argumentos reflejan discusiones de años, en dos conti­ nentes, con Enrico Alleva, Kostia Anojin, Giorgio Bignami, Ruth Hub­ bard, Dick Levins, Dick Lewontin, Radmila (Buca) Mileusnic, Luciano Terrenato y Ethel Tobach. Varias personas leyeron y comentaron los primeros borradores del libro o algunos capítulos, y agradezco en es­ pecial a Rusiko Burchuladze, Brian Goodwin, Ruth Hubbard, Charles Jencks, Hilary Rose, Jonathan Silvertown, Miroslav Simic, Lars Tere­ nius y Pat Wall, así como a varios revisores anónimos por corregir erro­ res, ayudar a reforzar los argumentos y enderezarme cuando me aparté del rumbo. El gran bioquímico y estudioso N.W. (Bill) Pirie leyó el ori­ ginal y realizó comentarios detallados de toda la obra, en lo que acaso fue su último trabajo intelectual antes de morir en marzo de 1997, a los 89 años, trabajando en su laboratorio casi hasta el día de su muerte. Echaré de menos su áspera sabiduría y sus consejos. John Woodruff, tesonero subeditor, cumplió su deber con creces al clarificar partes os­ curas de mi prosa, y por lo tanto de mi pensamiento. Vaya mi agradeci­ miento a Renate Prince por sus consejos sobre arquitectura e historia y materiales para responder a los argumentos de Dennett sobre los se­ nos de arcos y el adaptacionismo en el Capítulo 8. Como siempre en los últimos treinta y cinco años, mi enorme deuda con la dialéctica continua de la discusión (por no hablar del amor) con Hilary Rose es imposible de red1:1cir a cifras o incluso palabras. Ninguna de las personas mencionadas concuerda necesariamen­ te con todos los argumentos del libro, y desde luego, soy el único res­ ponsable de los errores que éste contenga. L o n d r e s , fe b r e r o d e

TRAYECTORIAS D E VIDA

1997

FUE NTE S

Figura.2.1 (a) de una fotografía de R. C. James. Figura 2.1(b) de The Brain, Christine Temple, Penguin, 1993· Figura 2.2(b) de The Chemistry ofLifo, Steven Rose, Penguin, 1966. Figura 3.1 deAnatomia et Contemplatio,A. de Leewenhoek, 1685. Figura 3.2 deMicroscopical Researches into theAccordance in the Structure and Growth ofAnimals and Plants, 1847. Figura 3-3 cortesía de Heather Davies, Open University. Figura 3.4 de Rosalind Franklin y Ray Gosling, Nature, 171,740, 1953· Reproducido con autorización de Macmillan Magazines Ltd. Figura 3.5 cortesía de Dra. Radmila Mileusnic, Open University. Figura 4.1 re�roducido por Nigel Andrews de The Chemistry ofLifo, Ste­ ven Rose. Figura 4.2(a) cortesía de Dr. Michael Stewart, Open University. Figura 4.4 reproducida por Nigel Andrews según Arthur Koestler en Beyond Reductionism, A. Koestler y J. R. Smythies, comps., Hutchin­ son, 1969. Figura 5.2 dibujada por Nigel Andrews según Lewis Wolpert, The Tn.umph ofthe Embryo, Oxford University Press, 1991. Figura 5.6 de The Chemistry ofLifo, Steven Rose. Figura 6.3 modificada y reproducida según lrwin B. Levitan y Leonard K. Kaczmarek, The Neuron: Cell andMolecular Biology, Oxford Univer­ sity Press, 1991.

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Figura 6.4 cortesía de Dr. Luigi Aloe, Instituto de Neurobiología, CNR, Roma. Figura 6.8 deAt Home in the Uni�erse, Stuart Kauffman, Viking, 1995· Figura 6.9 reproducida con permiso de James Lechleiter, Steven Gi­ rard, Ernest Peralta y David Clapham, Science, 252:124, 1991, copy­ right American Association for the Advancement of Science. Figura 6.10(a) de TheMolecular Biology ofthe Cell, Albert y cols., reprodu­ cida con permiso, copyright Garland Publishing Inc. Figura 7.1(a) de The History of Creation, Ernst Haeckel, New York, 1879. Figura 7.1(b) de Introduction to the Study ofMan, J. Z. Young, 1971 con au­ torización de Oxford University Press. Figura 7- 2 de Journal ofResearches into the Geology and Natural History ofthe Countries Visited during the J.0yage ofHMS Beagle, Charles Darwin, reim­ presión Londres, 1 891 (reproducida con permiso de Mary Evans Picture Library). Figura 8.2(a) y 8.2(b) de Wonderful Life, Stephen Jay Gould, Viking 1989. Figura 8.3 de Kunstformen der Natur, Ernst Haeckel, Leipzig, 1904. Figura 8.5 de On Growth and Form, D'Arcy Thompson, edición abreviada, 1961, con autorización de Cambridge University Press. Figura 8.6(a) cortesía de Mike Levers, Open University. Figura 8.6(b) reproducida con permiso de Science Photo Library. Figura 9.1 deAt Home in the Universe, Stuart Kauffman, Viking, 1995· Figura 9.2 cortesía de Dr. David S. McKay, NAsN]sc, Houston, Texas. Figuras 9.3(a), 9.3(b) y 9.3(c) reproducidas con permiso de Stephen Mann y Geoffrey A. Ozin, Nature, 382:313-317, 1996, copyright Mac­ millan Magazines Ltd. Figura 9.5 de At Home in the Universe, Stuart Kauffman, Viking, 1995· Figuras, 1.1, i.2, 1.3, 2.2(a), 2.2(c), 4.2(b), 4.3, 5.i, 5.3, 5.4, 5.5, 6.1(b), 6.2, 6.3, 6.5, 6.6, 6.7, 8.1, 9.4, 10.1 y 10.2 dibujadas por Nigel Andrews. Las demás figuras fueron proporcionadas por el autor.

TRAYECTORIAS DE VIDA

CAPÍTULO

BIOLOG A, LIBE RTAD, DE TE RMI NI SMO

Ante todo, el hombre existe, se encuentra a sí mismo, aparece en el mundo, y se define después... Será lo que haga de sí mismo. Por consiguiente, no existe la naturaleza humana... El hombre es, sin más. Es lo que quiere... Uno jamás podrá explicar sus acciones con referencia a una naturaleza humana dada y concreta. Dicho de otra manera, no hay determinismo: el hombre es libre, el hombre es la libertad. ] E A N -PAU L SA RT R E , Ex is t e n c i a l i s m o y h u m a n is mo Aquí deseo tomar solamente un aspecto de la polémica: la acusación de los relativistas de que la ciencia cuenta sólo una de muchas historias posibles sobre el mundo. Los defensores de las posiciones tra­ dicionales de la ciencia responden que, después de todo, ésta y la tecno­ logía funcionan: por ejemplo, los aviones, diseñados de acuerdo con los principios más rigurosos de la física y la ingeniería, vuelan y no caen. Pe­ ro el hecho de que un producto de la ciencia y la tecnología funcione no implica que la teoría sobre la cual se basa sea cierta. Los melanesios, que navegan sus canoas durante días entre sus islas sin equivocar el rumbo, aparentemente consideran que el mar se desliza debajo de ellos, mienTRAYECTORIAS DE VIDA

79 tras que tanto sus embarcaciones como las estrellas que utilizan para navegar permanecen estacionarias. Algunos físicos aceptan este crite­ rio. Stephen Hawking, en una polémica con el matemático Roger Pen­ rose, a quien acusa de platónico, dice sin rodeos:c21)

Yo parto del punto de vista positivista de que una teoría física no es sino un modelo matemático y que no tiene sentido preguntar si se co­ rresponde con la realidad. Lo único que se p uede pedir es que las pre­ dicciones concuerden con las observaciones. Hace unos años, Art Janov, creador de una forma de psicoterapia

llamada Grito Primigenio, me pidió que pusiera a prueba la validez de la teoría sobre la cual se basaba su método terapéutico, una forma de "volver a nacer". La idea era que los pacientes de depresión sometidos

a su terapia debían mostrar cambios bioquímicos e inmunológicos

que indicaban una mejoría. Acepté realizar mediciones de muestras de sangre tomadas de los pacientes antes y hasta un año después de la te­ rapia de gritos. Una de las medidas escogidas fue la cantidad de molé­ culas receptoras del neurotransmisorc22) serotonina presente en las membranas superficiales de las plaquetas, que son un tipo particular de células de la sangre. Estos receptores son el blanco de una clase de drogas llamadas inhibidores selectivos de recaptación de serotonina; una de las más conocidas es el Prozac. Tal como esperaba Janov, resultó que antes de la terapia la cantidad de estos receptores partuculares en las plaquetas de sus pacientes era · bastante inferior a la normal. Después de seis meses de terapi�, aliviada la depresión, las mediciones biolquímicas e inmunológicas se acercaban al promedio "normal" de personas no deprimidas de la misma edad y se­ xo. Janov estaba convencido (y creo que aún lo está, porque ha citado es­ te descubrimiento en los libros que ha publicado posteriormenteY23) de que est