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Spanish Pages [124] Year 2015
EDUARDO V. RALDÚA MARTÍN
TIMOS, CUENTISTAS, ESPABILAOS Y PARDILLOS
TIMOS, CUENTISTAS, ESPABILAOS Y PARDILLOS
Eduardo V. Raldúa Martín
TIMOS, CUENTISTAS, ESPABILAOS Y PARDILLOS
EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
LIBROS PRÁCTICOS 21 © Ediciones Universidad de Salamanca y Eduardo V. Raldúa Martín 1ª edición, agosto, 2015 ISBN: 978-84-9012-537-3 / DL: S. 244 - 2015 978-84-9012-542-7 pdf 978-84-9012-538-0 ePub 978-84-9012-540-3 Mobipocket Ediciones Universidad de Salamanca http://www.eusal.es [email protected] Composición: Composiciones Rali
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RALDÚA MARTÍN, Eduardo Vicente, autor Timos, cuentistas, “espabilaos” y pardillos / Eduardo Raldúa Martín. – 1ª. ed. – Salamanca : Ediciones Universidad de Salamanca, 2015 124 p. – (Libros prácticos ; 21) 1. Estafas y estafadores-Aspecto psicológico. 2. Fraude-Aspecto psicológico. I. Título. II. Serie 343.72:159.9
A Pilar, mi hija
ÍNDICE
PRÓLOGO. El embelesamiento del incauto................... 11 1. Los
timos....................................................................... 15
1.1. Timos cortos y timos largos................................ 17 1.2. Timos cara a cara, por carta, teléfono e Internet. 18 1.3. Timos individualizados y masivos...................... 20 1.4. Timos en espacios públicos y privados............. 21 2. Habilidades
intelectuales en los timos........................... 23
2.1. Habilidades en el timo clásico............................ 26 2.2. Habilidades en el timo de la era digital............. 29 3. El
modus operandi de los timos...................................... 31
3.1. La precisa selección de la víctima...................... 32 3.2. Ganarse la confianza del prójimo....................... 34 3.3. La inadvertida aparición del compinche............ 37 3.4. Las mentiras del cuentista timador..................... 38 3.5. Los señuelos más eficaces en los timos............. 41 3.5.1. La codicia y un buen negocio.................. 42 3.5.2. La inversión muy rentable....................... 55 3.5.3. La oportunidad de una ganga................ 60 3.5.4. La suerte.................................................... 67 3.5.5. Un buen empleo........................................ 70 3.5.6. La suplantación de identidad.................. 72 3.5.7. La integridad y la extorsión..................... 80 3.5.8. La predicción del futuro........................... 85 3.5.9. Las catástrofes y desgracias personales.... 88 3.5.10. La salud................................................... 91 3.5.11. El amor.................................................... 96
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3.6. Las tácticas irresistibles que anulan la voluntad. 100 3.6.1. La persuasión centrada en las emociones. 102 3.6.2. La persuasión centrada en el razonamiento....................................................... 105 3.6.3. La persuasión centrada en la credibilidad.......................................................... 109 3.7. Los errores de apreciación.................................. 111 3.8. El dinero, el alejamiento y cómo entibian los ánimos del pardillo.............................................. 114 4. Consejos
prácticos para evitar los timos........................ 117
5. Bibliografía................................................................... 121
PRÓLOGO El embelesamiento del incauto
E
n un lugar de Madrid, cuyo nombre prefiero silenciar, vi por primera vez a unas personas apostar en plena calle. Formaban un corro alrededor de una mesa improvisada sobre la que un sujeto manejaba rápidamente tres cubiletes y una diminuta bolita. Al acercarme, el círculo se estrechó y alguno de los presentes se puso delante para estorbar y dificultar la visión de la escena. Aun así, pude observar cómo los jugadores apostaban cierta cantidad de dinero a adivinar bajo qué cubilete se encontraba la bolita. Aparentemente, los ojos no engañaban. Parecía fácil acertar y, además, había gente que ganaba, lo que daba al juego una apariencia de verosimilitud y honestidad. Al poco rato, empecé a sospechar del engaño, cuando algunos jugadores fulleros se delataron a sí mismos: su comportamiento estaba fuera de lo normal, no cumplían con la expectativa que se tiene sobre las personas que ganan dinero en apuestas, es decir, manifestaciones de alegría o emociones similares. Los ganchos eran unos pésimos actores, no supieron representar bien su papel para dar una «apariencia de normalidad», como diría el sociólogo Erving Goffman. La potencial víctima estaba tan entretenida siguiendo el movimiento de los cubiletes que no podía ver los inexpresivos rostros de los ganchos. Las tácticas del
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timador y sus compinches le embelesaban, como las de algunos pescadores que arrojan belesas al río para atontar a los peces y cogerlos con más facilidad. Cuando el honesto jugador decidió hacer el envite, y mientras sacaba la guita con la que apostar de su bolsillo, le dieron el cambiazo y no advirtió que habían movido un cubilete de lugar. Confiaba plenamente en lo que había visto unos segundos inmediatamente antes, y daba por seguro el lugar en el que se encontraba la bolita, pero cuando levantaron el cubilete que señaló, descubrió que estaba vacío, perdiendo así el dinero apostado. Ante las reiteradas protestas de la víctima, los timadores, que ya se habían hecho con la viruta, desaparecieron en un santiamén. Esta es una de las inagotables estrategias fraudulentas de los timos, que provocan día a día enormes pérdidas económicas a las personas y a los colectivos especialmente vulnerables, porque bellaquerías las hay a cientos. Y caer, caemos en ellas. Como decía el periodista Enrique Rubio en su libro La timoteca nacional treinta años atrás: «Empieza engañándonos nuestra propia madre, dándonos el chupete por la teta… Lo que necesitamos es conocer al granuja, saber de sus ardides para que no nos sorprendan de legos, mostrencos, avariciosos, papanatas o babiecas, que con la ignorancia, la avaricia, la candidez y la tontuna juegan timadores y linces». Por ello, puede resultar muy provechoso aventurarnos a conocer con más profundidad el intríngulis de los timos y buscar la mejor fórmula para su prevención, que, desde mi punto de vista, pasa inexorablemente por dar a conocer al público en general los procedimientos utilizados por los timadores. Eso es lo que pretende este libro, destinado a los estudiantes de criminología, sociología, psicología, antropología, y a los alumnos de las escuelas de las fuerzas y cuerpos de seguridad con el fin de conocer
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mejor las principales manifestaciones de los timos y las artimañas que utilizan sus autores. La lectura de estas páginas por parte de los ciudadanos puede ser muy instructiva desde el punto de vista preventivo y servir también de deleite.
1. Los
timos
«Todos vivimos en asechanza los unos de los otros» Mateo Alemán (1547-1615) Vida y hechos del pícaro Guzmán de Alfarache
L
a literatura picaresca española nos ha legado espléndidas escenas sobre el arte de los bribones para apropiarse de lo ajeno, mediando engaño, sin utilizar fuerza o violencia alguna, empleando sólo el intelecto, mintiendo y manipulando a sus víctimas para que les entreguen voluntariamente su dinero. Un claro ejemplo de las artimañas utilizadas en aquel entonces es el timo del buldero, que consistía en vender falsas bulas papales para evitar ir al infierno sin tener que confesar y hacer penitencia. Embaucamiento brillantemente relatado en la novela anónima del siglo xvi La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, en la que se revelan algunas estrategias que utilizaban los timadores para dar los timos. Hoy, los timos se cuentan por centenares en sus distintas variantes. Al igual que en otros delitos contra el patrimonio, los timadores necesitan estar lo suficientemente motivados y elegir a la víctima propicia en aquellos lugares y momentos oportunos para llevar a cabo su acción delictiva. Es decir, debe darse una situación en la que concurran por lo menos los tres elementos del triángulo del delito: un delincuente motivado, una potencial
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víctima o un atractivo botín, y sin guardián o persona capaz de defender su seguridad. En definitiva, alguien motivado ante una buena oportunidad. Esta formulación, de la que son autores Lawrence Cohen y Marcus Felson, vinculada a su Teoría sobre las Actividades Rutinarias, ha supuesto una importante aportación a la investigación criminológica, capaz de despertar la curiosidad científica sobre la situación en la que ocurren los actos delictivos, en detrimento de las tradicionales observaciones sobre la disposición de las personas a cometer delitos. Los relatos que nos llegan de las desdichas de las víctimas timadas aportan una valiosa información sobre el modus operandi de los timadores. Unos pillos de lo más versátiles a la hora de concebir sus fechorías ya que los distintos tipos de timo, como hemos dicho anteriormente, se cuentan por cientos. Ante tanta diversidad, creo que puede ser muy productivo analizarlos, establecer las posibles relaciones entre ellos y averiguar los principales motivos por los que los timadores se lucran con bastante facilidad e impunidad. Las conclusiones resultantes de este estudio pueden ser muy útiles para prevenir a usuarios de servicios, consumidores y ciudadanos en general de estos hechos delictivos y evitar que caigan, en la medida de lo posible, en las trampas que les tienden. A no ser que el timo perfecto exista. El timo, a diferencia de otros delitos, no entraña utilización de violencia alguna, ni recurre al uso de la fuerza en las cosas, ni al sigilo del hurto. El timo se vale del engaño, del abuso de la confianza que el timador ha conseguido ganarse previamente y de la seducción. Ante cualquier dificultad sobrevenida durante su acción criminal, el tunante prefiere perder el negocio antes que agredir a su víctima, y en casos límite opta por utilizar la feita, viejo truco consistente en fingirse enfermo o desmayado para después escapar a la primera oportunidad. Tanta sutileza para estafar al
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prójimo hace que los timadores gusten de ser llamados los aristócratas del crimen. Este refinamiento en la acción delictiva atrae desde un punto de vista criminológico al investigador para intentar localizar los denominadores comunes y los patrones de conducta presentes en los distintos procedimientos de dar un timo a alguien. Por ello, es conveniente abordar primero algunas clasificaciones prácticas de los timos realizadas por los estudiosos del tema por si es posible arrojar un poco más de luz sobre ellas. Recuérdese que las clasificaciones suelen ser provisionales porque la mayoría de las veces son erróneas en alguna medida, pero siempre aportan información muy útil para organizar homogéneamente los datos obtenidos. Y, además, pueden llegar a proporcionar nuevas hipótesis de investigación al revelar propiedades, relaciones y tendencias de esta actividad criminal conocida como timo. He aquí las clasificaciones sobre los timos dignas de mención halladas en la revisión bibliográfica realizada. 1.1. Timos cortos y timos largos La duración de un timo depende en gran medida de la técnica utilizada por el timador así como del dominio de la misma para lograr que la víctima entregue voluntariamente su dinero. La ejecución de un timo puede durar unos minutos, pero también unos cuantos años. Los timos más sencillos suelen ser timos cortos. Requieren un encuentro, o dos como mucho, entre víctima y victimizador. Por lo general, los timadores localizan fácilmente a las víctimas propicias para estos timos de corta duración y, como norma, no les solicitan que vayan a buscar más pasta. Se conforman con birlarles la que llevan en esos momentos. Un ejemplo representativo de los timos cortos son los engaños a comerciantes cuando éstos entregan la vuelta de un
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billete que el pretendido cliente –el timador– ha cambiado por uno de menor valor justamente antes. De esta manera, el bribón consigue para beneficio propio la cantidad resultante de una vuelta indebida fruto de la confusión creada con el cambiazo en el último momento. Los timos largos, por el contrario, son algo más complejos y pretenden desplumar a conciencia a la víctima. Por ello, y a diferencia de los timos cortos, requieren más tiempo y más esfuerzos para conseguir que la víctima entregue su dinero. En muchas ocasiones, los embaucadores montan su propio escenario, de mayor o menor envergadura según las circunstancias, con tal de dar confianza a la víctima, dando pie a que se vaya creyendo todo lo que ve y oye. Un ejemplo de estos timos con rebuscados escenarios son los chiringuitos financieros, en los que el timador se hace pasar por un verdadero broker, intentando conseguir que algún incauto invierta en los valores que oferta, diciéndole que su cotización en el mercado bursátil va a subir rápidamente como la espuma. Lo que le permite afirmar que quien se los compre puede hacer una fortuna con rapidez. En algunos casos, pueden pasar años hasta que la víctima se da cuenta de la estafa. Ese es el caso de algunas ficticias inversiones filatélicas, en las que el desfalco se destapó años más tarde de la primera aportación de los inversores. 1.2. Timos cara a cara, por carta, teléfono e Internet El timo es en gran parte un discurso, un proceso comunicacional de persuasión, que utiliza distintos canales de comunicación para hacer llegar al receptor una información falaz. Tradicionalmente, el timo se ha ejecutado de una forma interpersonal y directa, es decir, el timador cara a cara con su víctima, ante quien se explaya como consumado actor. La actuación cara a cara es la que
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mejor inserta con coherencia el lenguaje del embuste en la realidad, dotando a la ficción de una gran verosimilitud. Es la forma más segura de ganarse la confianza y facilita la acción de acorralar psicológicamente a la víctima hasta embaucarla en el timo. El timador es consciente del riesgo que corre a la hora de actuar a cara descubierta, porque delata su identidad. Y aunque se haga con la guita del prójimo, se ve obligado a una vida itinerante permanente, viajando constantemente de ciudad en ciudad, evitando así estar cerca del lugar de los hechos para cuando la víctima se haya dado cuenta del engaño y reflexione sobre la conveniencia, o no, de acudir a la policía para denunciar lo acaecido. Hoy, los timadores prefieren no dar la cara y evitar así su identificación. Por ello, desde hace ya algún tiempo vienen utilizando canales de comunicación indirectos y más impersonales, adaptándose a las numerosas innovaciones tecnológicas que van irrumpiendo en la comunicación humana. Empezaron por las cartas, siguieron con el teléfono, el fax, y ahora utilizan otros medios, como correos electrónicos, páginas web o las redes sociales que les ofrece Internet para relatar sus cuentos. Las tecnologías digitales han cambiado nuestra vida mejorando la comunicación, facilitando el acceso a la información, desarrollando el comercio y transformando las actividades de ocio y de trabajo. En este marco de acentuado desarrollo tecnológico, Internet se ha erigido en una superautopista de la información que, si bien ofrece unas extraordinarias oportunidades para empresarios, consumidores e inversores, es todavía hoy por hoy un campo abonado para los timos, cada vez más numerosos, más sofisticados y más dinámicos. Las estafas que sufren algunos internautas en esta nueva globalización de la delincuencia no permiten ver la cara del timador, quedando los autores en el
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anonimato la mayoría de las veces. Y en el supuesto de que la policía logre avanzar en la investigación del hecho delictivo, la actuación de estos malhechores desde otros países se convierte en una verdadera traba para la justicia por las dificultades que presentan las distintas legislaciones y jurisdicciones intervinientes. El phishing, las falsas ofertas de empleo, los ilusorios premios de lotería, las cartas nigerianas, las maquinaciones para usurpar la identidad, las subastas que no lo son, las inversiones ilegítimas y las ficticias ventas de viajes, vacaciones y entradas a espectáculos se han convertido en las principales manifestaciones de la ciberdelincuencia. El mismo sir Tim Berners-Lee, el ingeniero informático inglés que hace más de 20 años presentó la propuesta que dio pie a la creación de la red, ha confesado, en una entrevista concedida a The Sunday Telegraph, que él también fue víctima de una estafa realizada a través de una web. El hecho ocurrió cuando quiso comprar un regalo navideño a través de Internet a una empresa que parecía de confianza y resultó ser un fraude. Nunca recibió el regalo y tampoco recuperó el dinero. 1.3. Timos individualizados y masivos Los cuentos relatados cara a cara son además timos dirigidos, por lo general, a una sola persona cada vez. Esta victimización individualizada, junto a la necesidad que tiene el timador de desaparecer del entorno donde ha dado el golpe, hacen del ciberespacio un ecosistema criminológico en equilibrio que no suele crear alarma social. Sin embargo, la utilización de medios electrónicos de comunicación de poco coste como Internet ha conllevado un cambio revolucionario en este tipo de fechorías que ahora victimizan de forma masificada: un timador puede elaborar un documento falso y enviarlo a millones de personas en no más de
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quince minutos. Ese es el caso de muchos de los timos que se producen en Internet, por ejemplo las cartas nigerianas. Los engaños mediante envíos masivos son como una red de pescador, en la que siempre cae alguna víctima. Con el crecimiento explosivo de Internet, y del comercio electrónico en particular, los cibertimadores intentan presentar sus timos bajo la apariencia más fiel y similar posible a la de los bienes y servicios que las instituciones y los comercios legítimos realizan a través de ese nuevo medio de comunicación. Los cibertimos ya no sólo perjudican personalmente a los ciudadanos, a los consumidores y a los inversores, sino que minan la confianza en las interacciones del ciberespacio. 1.4. Timos en espacios públicos y privados Los timos cara a cara suelen ocurrir en espacios públicos muy transitados y anónimos, donde uno es siempre extraño para el otro. Son espacios a donde llega gente nueva, algo desorientada pero, en muchos casos, dispuesta a aprovechar lo que puede ser una buena oportunidad, como estaciones, mercados, bocas de metro, playas, etc. Ante las golosas proposiciones que les hace un desconocido, algunos siempre pican. En otras ocasiones, los timadores acuden a la puerta del domicilio, a tenor de la especificidad del timo, invadiendo así los espacios privados. Por ejemplo, el falso inspector del gas que se presenta en una vivienda para realizar una innecesaria revisión de la instalación, instando a su propietario a que pague inmediatamente la factura de la revisión si no quiere que la compañía corte el suministro. Como se ha dicho, los timos clásicos, cara a cara, se manifiestan cada vez menos, cediendo el paso a aquellas estafas ligadas a las innovaciones tecnológicas que se producen día a día en el campo de las telecomunicaciones y al uso masivo que de ellas hace
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la población, aumentando así exponencialmente el número de víctimas potenciales que puedan sufrir un timo. El teléfono móvil e Internet, verdaderos compresores espacio-temporales de esta Modernidad Tardía, como diría el sociólogo Anthony Giddens, han conseguido abrir la puerta a la intercomunicación planetaria. Pero, a su vez, y como consecuencia no deseada, han dejado un resquicio a esos vivillos que cuentan con las suficientes habilidades técnicas y creativas para que puedan entrar de forma indirecta y virtual, sin presencia física alguna, en ese espacio privado que representa el hogar, y también en cualquier momento y lugar.
2. Habilidades
E
intelectuales en los timos
n las interacciones sociales y en los encuentros, y por ello también en los timos, las personas necesitamos, en tanto que actores individuales, manipular constantemente los significados que emitimos como forma de presentarnos a nosotros mismos ante los demás. Para presentarnos, representamos papeles (roles) y damos pruebas de gran habilidad para crear y manejar impresiones que causamos, como verdaderos actores. Uno debe representar su papel de padre, hijo, ciudadano, etc., y también el timador encarne el suyo. El éxito de la representación durante estos encuentros depende en gran medida de las expectativas que la gente tiene sobre el comportamiento normal y aceptable de los otros. Tenemos ideas muy peculiares de lo que está bien y de lo que está mal. Cuando las personas tienen la sensación que las escenas que presencian son normales, actuarán de forma normal. Y esta actuación normal, según Erving Goffman, es el elemento clave de una gestión exitosa de las impresiones que hacemos llegar a los demás. Como las expectativas que la gente tiene sobre el comportamiento del prójimo es que sea normal, se puede engañar con relativa facilidad al público. He aquí un ejemplo sacado del periódico The New York Times por el propio Goffman con el fin de ilustrar estas ideas: «Un conductor burló a varios testigos que vieron cómo chocó y abolló
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otro vehículo que se encontraba aparcado. El conductor salió de su vehículo después del golpe, se dirigió hacia el otro vehículo y le dejó en el parabrisas esta nota: “Acabo de abollar su vehículo. La gente me está mirando. Creen que le estoy dejando mi nombre. Pero no es así. Firmado: el que te lo ha abollado”». Cuando nos encontramos con otras personas, tenemos la necesidad de obtener información acerca de la situación que estamos viviendo (quiénes son, qué sienten hacia nosotros, qué pretenden, cuál será el resultado final del encuentro, etc.). Como raras veces se tiene dicha información, procuramos emplear sustitutos (señales, tanteos, insinuaciones, gestos, símbolos, etc.) como medios de predicción. En suma, puesto que la realidad que interesa al individuo no es perceptible en ese momento, éste debe confiar en las apariencias. Y, paradójicamente, cuanto más se interesa uno por la realidad que no es accesible a la percepción, tanto más deberá concentrar su atención en las apariencias. El individuo tiende a tratar a las otras personas presentes sobre la base de la impresión que dan acerca de su pasado, de su presente fáctico y de su futuro. Las impresiones que damos a los otros suelen considerarse reclamos o promesas hechas de forma implícita. Las impresiones se cristalizan y materializan mediante el uso de «máscaras» que ayudan al sujeto a representar el personaje que interpreta. Es la «máscara» que se adopta la que determina quién es el sujeto y como serán las respuestas del interlocutor, quien, a su vez, deberá aprender los significados de cada «máscara» y asociar la respuesta adecuada. Pero, las «máscaras» no son totalmente fiables, no aportan una información completamente veraz. Esconden más que muestran. Para comprender la sociedad, y partiendo de la premisa que su unidad fundamental es la interacción, Erving Goffman utiliza una singular analogía dramatúrgica, siguiendo las corrientes fenomenológicas
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e interaccionistas. Afirma que la escena social posee las cualidades de una escena teatral en un sentido metafórico y, en base a ello, distingue dos componentes del yo: el actor y el personaje. Bajo esta distinción, se refiere al actor como aquel inquieto forjador de impresiones en la tarea humana de poner en escena una actuación, y al personaje como una figura cuyo espíritu, fortaleza y otras cualidades valiosas serán evocados por la actuación. El personaje de inocente, casi ingenuo, es el que interpreta cualquier timador para crear falsas apariencias. No sólo vela por la coherencia de su actuación, si no que se afana por representar acertadamente el papel que representa, ya que su credibilidad depende de que cumpla las expectativas que los demás esperan del personaje que interpreta. Sólo así podrá consumar el engaño. La actuación del timador intenta ser de gran naturalidad, evitando que el otro sea capaz de detectar cualquier indicio inusual que le ponga en alerta: olores, ruidos, visiones, contactos, presiones... Se trata de confundir al interlocutor cuando vigila lo que sucede a su alrededor, evaluando a sus semejantes, con el fin de detectar cualquier señal de peligro, alarma o amenaza. Si la víctima no presagia nada fuera de lo normal en el entorno, el timo puede seguir. Los mejores ejemplos de los usos, o más bien, malos usos, que se hacen de estas expectativas y apariencias normales se dan en el mundo del hampa. Los delincuentes regularmente pretenden, con sus habilidades intelectuales, dar la impresión de unas apariencias normales para engañar. Lo que es especialmente verdad en el caso de los timadores cuya estrategia está especializada en enmarañar a sus víctimas con mentiras, ganarse su confianza, seducirlas, persuadirlas de lo que tienen que hacer, e inducirlas a que cometan errores de apreciación sobre la situación que están viviendo, valiéndose de señuelos eficaces para que entreguen voluntariamente su dinero.
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Para conseguir la entrega voluntaria del dinero por parte del incauto, lo que no deja de ser una ardua tarea, el cuentista necesita emplearse a fondo para persuadirle y, por tanto, y a diferencia de otros ladrones, debe dominar con soltura las destrezas que vamos a ver a continuación. Estas destrezas necesarias al timador que pretende tener éxito pueden ser innatas o adquiridas, pero van a depender en gran medida del canal a través del cual se establezca la comunicación. Si el canal utilizado es individual, como en el encuentro cara a cara del timador clásico, las destrezas o habilidades a emplear por el cuentista serán distintas a las que requiera el que utiliza un canal masivo de comunicación como en el caso del timador de la era digital. Nadie es inmune a tales artimañas. Gente de toda clase y edad cae víctima de los timos. 2.1. Habilidades en el timo clásico Por lo general, el timo clásico se realiza en una interacción directa cara a cara, aunque en algunas ocasiones también se han utilizado cartas y misivas. La inmediatez de la situación cara a cara requiere imperativamente del timador el dominio absoluto de ciertas habilidades o destrezas relacionadas con el simulacro, si quiere tener éxito a la hora de despojar al primo de su dinero. Como le cantaría La Lupe: «Teatro. Lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro…». Es esta la mejor definición de la actuación en los timos. La ejecución profesional de un timo clásico requiere primero dotes literarias. Sí, y que no sorprenda al lector, es necesario componer perfectamente el guión del timo, que en algunos casos se asemeja, dada su complejidad, a toda una obra de ingeniería picaresca. Como cualquier otro género literario, el guión del timo necesita de un protagonista irresistible, de una buena trama y de un poderoso final.
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Pero también son necesarias dotes artísticas porque además de escribir el guión, el guionista tiene que interpretar intachablemente el personaje que él mismo ha creado. Por ello, el timador clásico que triunfa en sus embaucamientos y zalamerías es de mente ágil, con gran habilidad intelectual para dominar la expresión oral con la que construir una historia aparentemente veraz, a pesar de ser falsa, capaz de comunicarla sinceramente y, en algunas ocasiones, relatarla con cierta premura sin perder el hilo de la argumentación. La capacidad de improvisación del timador está fuera de lo común, ya que necesita cambiar rápidamente de ideas para dar una respuesta inmediata a las distintas contingencias que puedan aparecer durante la ejecución del timo. Para ello, necesita cierta agilidad verbal, e imaginación narrativa con la que llenar de detalles el relato, lo que le permitirá, ante cualquier dificultad, no perder ni un ápice de su verosimilitud. El timador clásico además suele ser un mentiroso muy hábil y experimentado a quien no descubren en sus embustes. Algunas personas disponen de un semblante que les hace parecer más honestas que otras y por tanto pueden mentir con más facilidad. Pero, para otras, mentir requiere mucho esfuerzo, tienen que regular sus emociones o hacerlas desaparecer para no mostrarse nervioso. Es el único modo de minimizar así las probabilidades de que se les escape cualquier indicio de su comportamiento que no sea acorde con la situación y les pueda delatar. A los sacacuartos que no tienen sentimiento de culpabilidad, por falta de conciencia moral, les es más fácil dominarse y auto controlarse. En algunos casos, utilizan alguna de las técnicas de neutralización enunciadas por los sociólogos Gresham Sykes y David Matza para restar importancia a sus acciones: «No soy responsable», «No he hecho daño a nadie», «Se lo merecía», «No tienes derecho a juzgarme», o bien «Obedezco a un propósito superior».
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El timador o cuentista, como también se le conoce, no sólo debe tener dotes de buen conversador. Si quiere maximizar la credibilidad de sus mentiras debe saber escuchar para conocer de primera mano cuáles son las preferencias de la potencial víctima, sus aspiraciones, y sus anhelos, permitiéndole así contarle seguidamente el cuento de la forma más idónea. Para eso se requiere paciencia, respuestas rápidas y una aparente empatía. El timador se caracteriza por su mentalidad emprendedora, ya que debe poder identificar todo aquello necesario para ejecutar su timo. No olvidemos que algunos timos son de una descomunal complejidad, por lo que tiene que hacer frente a numerosos y laboriosos deberes organizativos. Por ejemplo, si quiere timar a alguien en el club marítimo, debe ser capaz de diferenciar entre un catamarán y un barco de quilla, saber quién ganó la última Copa de América, etc. Cuidar la ropa, los zapatos, los complementos, etc. En definitiva, ser todo un actor. Y además, debe recordar todo lo que ha dicho por si le solicitan que repita el relato. Un timador no se amilana ante las dificultades, tiene arrojo, frialdad y nervios de acero. Al intentar apropiarse del patrimonio ajeno, valora el riesgo, las alternativas de que dispone y selecciona el curso apropiado de la acción. Carece de toda empatía sincera con su víctima, ya que no se puede distraer de su principal objetivo que consiste en quitarle el pastón que tiene y, por tanto, no puede sentir generosidad o compasión hacia ella. El timador ve a su víctima como un objeto neutral. La víctima del timo sin embargo manifiesta en alguna que otra ocasión haber sentido una vinculación especial con su victimizador. El invento y la difusión masiva del teléfono como medio de comunicación es aprovechado por algunos timadores para contar sus cuentos, y aunque no se hallan ante la facticidad del encuentro cara a cara,
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requiere de ellos habilidades similares para poder ejecutar el timo en perfectas condiciones, por lo que se les debe incluir en el grupo de los timadores clásicos. 2.2. Habilidades en el timo de la era digital A diferencia del timador clásico, el timador de la era digital mantiene una interacción impersonal con sus víctimas: no hay encuentros, ni visitas. Su principal actividad en este terreno consiste en enviar correos electrónicos aparentemente verosímiles a miles de personas o alterar determinadas páginas web para conseguir mediando fraude que los cibernautas les entreguen su dinero. Para llevar a cabo sus actividades delictivas, el cibertimador ya no necesita de mucha agilidad mental, ni desparpajo, ni sangre fría. Por lo contrario, precisa de conocimientos técnicos de gran nivel y habilidades en programación informática y diseño de páginas web, si pretende usar eficazmente correos electrónicos en los que enviar falsos resúmenes de prensa o informes de analistas que aparenten proceder de fuentes legítimas, o bien usurpar identidades y claves con las que introducirse en las cuentas de los usuarios. En algunos timos, además de estos conocimientos técnicos, el cibertimador necesita habilidades creativas con las que diseñar un escenario adecuado y atractivo en Internet. El atrezo utilizado debe reforzar la buena idea que los posibles inversores tengan del negocio propuesto y del que esperan conseguir sustanciosos ingresos. El engaño debe rozar la perfección porque no puede haber el más mínimo ápice de sospecha de falsedad. El guión para estos cibertimos requiere de cierta imaginación que estimule la acción inversora, pues la persuasión ya no depende tanto del encanto personal del timador. Otra habilidad necesaria al cibertimador es tener el instinto y el don de la oportunidad para saber cuándo hay que cerrar el chiringuito de
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estafas que ha montado y desaparecer hasta encontrar una nueva ocasión. Además de necesitar las habilidades referidas, tanto los timadores clásicos como los timadores de la era digital presentan una personalidad algo compulsiva que les arrastra a dar timos reiteradamente porque dicha actividad les ayuda a sentirse superiores cuando engañan a alguien, si tenemos en consideración las aseveraciones del psicólogo Richard Blum. Muchos de ellos manifiestan algunos comportamientos antisociales, al no atenerse a las normas, mentir, engañar y actuar de forma insensata e irresponsable sin remordimiento alguno, como demuestran en sus modi operandi a la hora de ejecutar los timos.
3. El
modus operandi de los timos
L
os timos poseen un denominador común subyacente en su modus operandi, tal como afirmó el lingüista norteamericano David W. Maurer, allá por el año 1940, en su famoso libro The Big Con. Ese denominador común es el patrón de conducta que siguen los timadores a la hora de representar sus actuaciones, semejante a un guión que concatena distintas escenas falaces, perfectamente coordinadas y sincronizadas para no dejar nada al azar. La idea de que los timadores siguen un guión a la hora de cometer un timo o trapaza no sólo es fruto de la observación de sus comportamientos; además, ha sido corroborada por algunas investigaciones policiales que permitieron a los policías incautarse de un libreto del timo. Fue hallado en el registro realizado en las habitaciones usadas por los embaucadores, y constaba de unas diez páginas mecanografiadas, con el texto que debía utilizar cada uno de los timadores en su actuación, así como las pertinentes indicaciones para materializar el timo. Al igual que en las obras de teatro, las escenas de los timos se agrupan en actos. Por ello, propongo aquí agrupar las típicas escenas que representan los cuentistas en tres actos muy aristotélicos: el prólogo, el episodio y el éxodo.
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Para el timador, el prólogo consiste en localizar a la víctima adecuada y ganarse su confianza. Una vez conseguida la confianza, se inicia el episodio, parte central de su actuación que descansa en la persuasión a desplegar, las acciones necesarias para hacer coincidir a la víctima con el compinche, contar el cuento, colocar el oportuno señuelo para que pique el incauto, y hacerle creer que va a sacar tajada del asunto. Ardid característico de los timos, que los diferencia de otras estafas o delitos de cuello blanco. El timador debe convencer al incauto para que invierta una suma de dinero modesta que lleve encima, o bien, hacer que vaya a buscarla si procede, pero, en todo caso, no debe despertar sospechas. A partir de ese momento es cuando empieza el éxodo en el que el timador prepara el desenlace final, que radica en apartar a la víctima de su dinero, desaparecer del lugar de forma natural y, finalmente, rematar la actuación consiguiendo que el perjudicado no denuncie el timo. De esta manera, el timador pretende conseguir por lo menos dos de los tres objetivos que se propone todo delincuente: tener éxito en su acción y darse a la fuga. El tercero, que consiste en no ser identificado, lo soslaya conscientemente a cambio de obligarse a viajar constantemente para dificultar su localización. 3.1. La precisa selección de la víctima Los timadores destacan por su extraordinario tino a la hora de seleccionar a la futura víctima, y aunque sigue siendo un arte intuitivo, procuran seguir pautas sistemáticas y cuidadosas. Empiezan observando detenidamente, como cualquier buen profesional, a las personas que despiertan su interés, intentando descubrir algún signo externo que les permita deducir con rapidez si son codiciosas, compasivas o desconfiadas. Una vez identificados algunos de estos datos, aunque sean escasos, se aventuran a clasificar a los sujetos
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observados en dos categorías muy funcionales para su actividad: aquellos que van a poner dinero ante una atractiva oportunidad de negocio y aquellos con los que van a perder el tiempo. Seleccionada ya la víctima, a quien se conoce también con los nombres de pardillo, primo, primavera, lila, palomo, lorenzo, julay, membrillo, incauto, papanatas o inocente, los timadores inician una conversación banal con ella a fin de tantearla y sonsacarle una primera información. Esta tarea de aproximación a la persona que han convertido en su objetivo puede durar desde cinco minutos en los timos cortos hasta varios días o meses en los timos largos. De esta manera, podrán colectar más datos sobre su condición o situación personal: saber si es una persona del lugar o foránea, si está abierta a hacer nuevas amistades, si coge confianza rápidamente con desconocidos, si le gustan los testimonios de aquellos que han triunfado en la vida, si se la puede controlar fácilmente, si acepta las historias confusas y los intercambios, y si se aturulla ante la presión. La información sonsacada al pardillo será de vital importancia durante todo el iter criminis del timo, es decir, desde que se inicia la acción delictiva de los timadores hasta llegar al desenlace final. Disponer de esa información les permitirá tomar las mejores decisiones sobre qué mentiras deben utilizar y qué tácticas deben seguir para convencer eficazmente a su interlocutor a fin que participe en el buen negocio que le están proponiendo. Con tal de asegurarse el éxito y no asumir riesgos innecesarios, estos cuentistas procuran elegir personas particularmente vulnerables que puedan fácilmente manipular con sus habilidades persuasivas. Embaucar a alguien requiere un trabajo concienzudo, tanto si el incauto participa activamente, o no, en su propia victimización. En determinados timos, las víctimas no contribuyen activamente a su victimización,
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como ocurre por ejemplo en el timo de la caldera, en el que un supuesto inspector del gas cobra por realizar una revisión de la caldera de gas totalmente innecesaria desde un punto de vista legal. Estas víctimas pasivas son seleccionadas por su avanzada edad, por pertenecer a alguna minoría, o por su aparente ingenuidad. En otros timos, por el contrario, los incautos contribuyen voluntaria y activamente a su victimización porque esperan beneficiarse de algún negocio turbio, como es el caso del timo de las cartas nigerianas. Son justamente esas personas deliberadamente implicadas en un negocio ilícito las que tienen más reservas a la hora de denunciar ante la policía que han sido víctimas de un timo, evitando contar que han sido engañadas cuando intentaban ellas mismas engañar o aprovecharse con cierta vileza de determinadas situaciones. La charla es el instrumento elegido por los timadores para embaucar, y con él van a manejar a la víctima elegida. Conversar es una forma de relacionarse con el otro, de compartir experiencias, ideas, información y sentimientos. Hablar y escuchar es una fuente infinita de riqueza y los timadores lo saben, por ello parlotean intentando establecer su credibilidad, dejar de parecer unos extraños y ganarse la confianza del incauto. La confianza sólo se gana con paciencia, trabando vínculos de mutuo aprecio, a un ritmo razonable, y sin hablar más de la cuenta. 3.2. Ganarse la confianza del prójimo Una vez seleccionada la víctima, el principal objetivo del cuentista es ganarse la confianza de su interlocutor y, para ello, necesita escenificar una actuación congruente con el papel que debe representar. No puede haber errores por parte del falsario. La posible víctima le está observando y los signos que perciba deben corresponderse con los atributos del personaje que el timador está representando.
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Los timadores se aprovechan de una forma alevosa de los cimientos necesarios de toda vida en sociedad: la confianza que reina entre las personas. Y esto es así porque el ser humano necesita confiar en el mundo que le rodea o, de lo contrario, las acciones que realiza en el transcurso de su vida cotidiana no tendrían lugar, o por lo menos no de la manera tan confiada a la que estamos acostumbrados. Por ello, el propio sujeto contribuye activamente a fomentar la confianza y a producirla en los sistemas en los que interactúa. El individuo experimenta la confianza por lo menos en dos dimensiones. La primera de ellas es la confianza que se tiene sobre el mundo; la segunda, en cambio, aunque se basa en la anterior, es la confianza en el prójimo y en sí mismo. La confianza que se tiene sobre el mundo se presenta como un eje existencial que hace posible que se lleven a cabo las actividades de nuestra vida: confiamos en la concepción de tiempo, espacio e identidad con la que definimos todo lo que nos rodea. El sociólogo Anthony Giddens la llamó seguridad ontológica y explicó que se genera a partir de aquello que el psicólogo Erik Erikson denominó confianza básica, y que consistiría esencialmente en un escudo que desde temprana edad se generaría en la conciencia de las personas para enfrentar la angustia y la ansiedad que despierta la realidad. La confianza en los otros y en uno mismo se genera en el intercambio que, de facto, tienen dos o más individuos en su vida cotidiana. El propio intercambio alimenta la credulidad de lo que vemos y facilita la presunción de honestidad sobre la que establecen sus relaciones. La confianza en esta dimensión opera como un mecanismo de delimitación de la realidad con el que logramos reducir el espectro de nuestras posibilidades. Aseveración que voy a explicar a continuación.
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Tal como dice el sociólogo Niklas Luhmann, la confianza es un recurso necesario para el funcionamiento de cualquier sistema interesado en el éxito de la reducción de complejidad y en el hecho de aceptar el riesgo que implica. Toda interacción social se establece sobre la base de un capital de confianza. Gracias a él, los individuos pueden dirigir su presente hacia el futuro, que siempre es incierto. Al confiar, reducimos la complejidad –real, social y temporal– de nuestro entorno, ya que ante lo inconmensurable que es éste, la acción confiada permite generalizar nuestras expectativas, superando el déficit de información que poseemos. Es así como la confianza despierta una gran seguridad sobre los individuos. La confianza amplía, por consiguiente, las posibilidades de acción en el presente, orientándose hacia un futuro que –aunque permanece incierto– se hace confiable. Es un mecanismo de reducción de la complejidad que aumenta la capacidad del sistema de actuar coherentemente. Sin embargo, esta reducción de la complejidad no debe entenderse como eliminación de los eventuales peligros. Quien confía se arriesga a ser defraudado. La confianza es una apuesta, hecha en el presente, hacia el futuro y que se fundamenta en el pasado. La confianza generalizada en la vida social enmascara los riesgos. La víctima confiada va a dar por buena la información que le hacen llegar los timadores, sin poner en duda la veracidad de la misma. Su confianza en ellos le va a impedir descubrir las artimañas que han urdido a su alrededor para que se trague la primera mentira gorda con la que le van a impresionar. A partir de aquí concluye el primer acto del timo y se inicia la transición hacia el segundo acto con la aparición de una tercera persona, el compinche, quien se va a encargar sutilmente de despertar morbo por el negocio que el cuentista ha podido desvelar en su primera maniobra de aproximación. Empieza en esos
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momentos el episodio, un acto en el que van a transcurrir las principales escenas que materializarán el timo. Para ello, los timadores colocarán delante de las narices del primo un señuelo con el que despertar un gran interés por la propuesta que le han hecho. Y después de persuadirle, le animarán a que tome rápidamente una decisión sobre la aportación dineraria a realizar si quiere participar en el negocio o chanchullo, evitando así que piense detenidamente sobre los pros y los contras de la inversión o pueda consultar las dudas surgidas con familiares y amigos. 3.3. La inadvertida aparición del compinche En el segunda acto, el timador «guía» al primo hasta su compinche, conocido también con el nombre de espabilao, quien aparece por allí de la forma más natural e inadvertida. En realidad, el espabilao entra en escena cuando el primer cuentista le hace la señal convenida, avisándole de que la pieza ya está madura. Es el momento en el que los coautores intelectuales del delito agudizan el ingenio para despertar poco a poco el morbo en el primo, consiguiendo que se interese manifiestamente por el cuento que le relatan. Para no fracasar en su intento, colocan delante de sus narices lo que podríamos llamar el señuelo más adaptado a cada cual, con el que le hacen creer que va a sacar tajada del asunto. Ardid característico de los timadores, y que les diferencia de otros estafadores o ladrones de guante blanco. En muchos casos, esta proposición es deshonesta o ilegal con el fin de asegurarse posteriormente de que la persona victimizada no acudirá a la policía a denunciar los hechos, ni solicitará ayuda a parientes o conocidos. El compinche se encarga además de azuzar a la víctima para que no se lo pueda pensar y le urge de manera sibilina a que tome rápidamente la decisión de
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participar en el «negocio». Las excusas que utiliza son de lo más variopintas para justificar la urgencia: la promoción finaliza hoy, no quedan más unidades, vendrá otro y se lo llevará, etc. Así se dificulta así la reflexión sobre la conveniencia de destinar dinero a la proposición que se le hace. Una proposición en muchas ocasiones deshonesta, como hemos indicado y, a pesar de ello, el incauto se implica. De ahí que se haya popularizado el siguiente dicho: «un hombre honrado no puede ser timado», lo que es verdad para algunos tipos de timos, pero no para todos. 3.4. Las mentiras del cuentista timador La mentira es una herramienta de comunicación y de acción que forma parte de nuestra vida social. Está presente en toda actividad humana y pone de manifiesto uno de los problemas a los que se enfrenta el individuo en su intento de relacionarse con los otros: al no saber lo que el otro sabe, está expuesto a ser engañado. Por tanto, la construcción y la ejecución de nuestras vidas cotidianas tienen que tener en cuenta la mentira como un elemento más de la acción al que forzosamente hemos de enfrentarnos y con el que tenemos que aprender a vivir. Todo ser humano se ha enfrentado a la necesidad de mentir. La mentira se nos presenta en muchas circunstancias como un medio para sobrevivir: nos permite ser agradables, brindar cariño a las personas que nos interesan y ocultar aquellos elementos de nuestra persona que nos desacreditan. Podemos también con ella despistar a nuestros enemigos. Aun siendo un elemento recurrente de la acción social, la mentira siempre ha sido concebida como un peligro, y es así porque se ha visto en ella un atentado contra la confianza. La mentira posee cualidades ambivalentes, como otros tantos hechos sociales. Si, de un lado, ha sido
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considerada como falta moral, y vituperada por quienes intentan regirse por la sinceridad; de otro lado, ha sido apreciada para gestionar determinadas situaciones. Como sugirió Nicolás Maquiavelo, el arte del buen gobierno requiere del dominio de la mentira y del fingimiento. Hay que aceptar la mentira en nuestras relaciones, ya que el individuo es limitado y debe renunciar a poder conocer la verdad absoluta. La mentira no es lo mismo que lo falso. Mentir requiere la intención explícita de un actor social de no decir lo que piensa con la intención de engañar, mientras que decir algo falso no requiere ninguna intención. De aquí se desprende que la mentira presupone generalmente un acto consciente en el que se busca engañar a un interlocutor. La mentira es uno de los elementos con los que se construye la realidad social: las personas saben que pueden mentir y pueden intuir que les mienten, aunque no disciernen bien a aquellos sujetos que dicen mentiras. Las mentiras confunden, pero no suelen poner en peligro la preeminencia de la realidad de la vida cotidiana. Esto nos hace suponer que la mentira es parte de la actitud natural con la que los individuos interpretan su realidad. Sin embargo, la confianza depositada en los demás lleva al ser humano a asumir el mensaje de su interlocutor como probablemente veraz; de lo contrario, sería muy difícil mantener una relación o una conversación significativa. De las posibles clasificaciones de las mentiras, menciono aquellas que encuentro de mayor interés para el asunto de los timos: las mentiras expresivas y las mentiras instrumentales. Las mentiras expresivas, o mentiras piadosas, son mecanismos de normalización de las relaciones, ya que al desprenderse del orden ceremonial de cada encuentro están dirigidas a producir y alimentar el sentido de normalidad de los sistemas interactivos. ¿Debe uno mentir por humanidad?, se preguntaba el filósofo
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Immanuel Kant. En este sentido, se puede afirmar que la mentira expresiva es un recurso que permite construir estados de confianza dentro del orden de la interacción. Todos mentimos y sabemos que nos mienten, pero mientras la evidencia no contravenga nuestras expectativas, no nos hace dudar de la realidad en la que actuamos. Sólo en aquellos casos en los que la mentira se hace flagrante y en los que sus consecuencias nos resulten negativas, actuaremos con el fin de enfrentarla. Aunque la mentira expresiva sea funcional para normalizar las interacciones sociales, es una práctica riesgosa, pues si fuese descubierta podría tener el resultado contrario, el de destruir la imagen que ha creado el mentiroso durante su interacción para tener credibilidad, o bien, echar por tierra la situación definida. Ante este peligro, existen controles sociales, como el miedo al descrédito y la vergüenza de ser descubiertos, que limitan la producción indiscriminada de mentiras. De esta manera, se evita la creación de una sociedad en la que reinara el engaño y en la que sería imposible vivir. Las mentiras instrumentales, por su lado, también son de uso común. Se las encuentra a menudo en el campo de batalla de la política, en los negocios o en los sentimientos. Vivimos en un mundo de apariencias presidido por el interés individual, en el que más importan las leyes del mercado (laboral, comercial, artístico, espiritual, etc.) que la defensa de la verdad. Se miente para conseguir trabajo, dinero o amor porque la mentira, aunque no se quiera, es un instrumento eficaz para lograr el éxito en numerosas empresas y aventuras humanas. Las mentiras en los timos son mentiras instrumentales que suelen ir acompañadas de maniobras de distracción. Así, los timadores centran la atención de las víctimas en el «premio» que van a conseguir. Por ejemplo, el timo del empleo usa como maniobra de
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distracción la cumplimentación de un formulario sobre la vida laboral al que el incauto dedica tanto tiempo, que en ningún momento piensa que es una estafa. La víctima considera como información veraz las mentiras que le han dicho y, por tanto, se encuentra predispuesta a pensar que sus sueños están a punto de cumplirse. Queda seducida. Por ello, y a tenor de lo que sostiene Richard Blum, el timador es algo más que un cuentista para la víctima, es un mago que le guía en un mundo de sueños gratificantes. Aunque los sueños del primo se encuentran todavía por asir en un futuro que considera inmediato, su presente sí es real y está repleto de esperanza y de dulce excitación. Ha encontrado además en quien le colma con su grata compañía, directamente asociada a un buen negocio, la fuente de su buenaventura. Es esta una situación tan radiante para el papanatas que la vive como una primera y adelantada recompensa de la transacción que se le propone. Una situación emocional de la que se aprovechará el cuentista utilizando distintas tácticas de persuasión y colmando de mentiras su discurso para manipular y seducir al primo hasta conseguir de él que entregue su dinero. No olvidemos que un timador es sobre todo un hábil mentiroso. 3.5. Los señuelos más eficaces en los timos El cuento del timador, repleto de mentiras, aporta sentido a la actuación, se apodera del oyente, y fomenta en él la imaginación. No obstante, ante la impasibilidad de ciertos interlocutores, el falsario recurre a algún que otro señuelo con el que llamar su atención. Los timos y las formas que toman no tienen límite, ahora bien, incorporan casi siempre los mismos señuelos para embaucar a las personas. Los señuelos se repiten porque son muy eficaces atrapando incautos: timadores y cibertimadores se valen de tretas en las
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que ofrecen a las víctimas una oportunidad única para satisfacer sus más hondas ambiciones, su codicia y sus ilusiones, a las que, por descontado, no están siempre dispuestas a renunciar. El hecho de que los timadores utilicen los mismos señuelos de forma reiterada es una información relevante desde un punto de vista criminológico, ya que presupone la existencia de una oportunidad delictiva para dar timos. Por ello, los modi operandi de los principales timos que se ofrecen a continuación están ordenados siguiendo una singular clasificación de señuelos que propongo a tal efecto: la codicia y hacer un buen negocio, la inversión muy rentable, la oportunidad de una ganga, la suerte, un buen empleo, la suplantación de identidad, la integridad y la extorsión, la predicción del futuro, las catástrofes y desgracias personales, la salud, y el amor. Las conclusiones que se entresaquen deben tenerse especialmente en cuenta si se quiere evitar caer en las trampas que nos tienden los timadores. 3.5.1. La codicia y un buen negocio El timo de la estampita, cuento de las medallitas, timo de las borregas, timo de los perdigones o timo del portugués. El timo de la cartera de bolsillo, timo del sobre, timo del burro, timo del gel, o timo del anuncio. El timo de las misas o timo de la donación. El timo del «Rip Deal». El timo del toco mocho y timo del toco quiniela. El timo de los billetes negros o tintados, timo de la química, timo del negativo, timo del «wash-wash» o timo de la guitarra. El timo del nazareno. El timo de los regalos y premios. El timo de la máquina de coser. El timo de la influencia. El timo del entierro o timo del tesoro escondido. El cibertimo de las cartas nigerianas o timo 419, timo de la herencia y timo de la lotería.
La codicia es un deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes y riquezas que padecen muchas personas en nuestra sociedad. Anhelo multitudinario resultante de
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ciertos valores culturales que predominan hoy como el consumismo, la ostentación y el enriquecimiento rápido. Amasar dinero ya no es un vicio, si es que alguna vez lo fue, es una virtud. Es el nuevo Eldorado que permite no sólo garantizar las necesidades humanas básicas, si no ver realizados muchos deseos y sueños personales. Por ello, la codicia es el señuelo más utilizado por los timadores cuando proponen un buen negocio a la víctima. Su efectividad es deslumbrante. Son pocas las personas que se resisten a la tentación de hacerse rico, y por ello caen en la trampa que se les tiende mientras les cuentan el cuento. El timo de la estampita Es un cuento corto que acaece en la vía pública, durante una interrelación cara a cara. Se inicia cuando el filo o tonto, es decir, el timador que va siempre por delante en este timo, selecciona a su víctima teniendo en cuenta, por lo general, su aspecto exterior, como se ha visto anteriormente. El filo es el primero en dar la cara. Se acerca al incauto, simulando ser un disminuido psíquico, y le muestra un flamante billete de curso legal y un fajo simulado de billetes, conocido como plante. En realidad, el plante o filá es un sobre que contiene recortes de periódico del tamaño de los billetes, o bien, fotocopias de billetes auténticos, tapados con un billete de curso legal. A continuación, el filo intenta engañar al primo haciéndole ver que es incapaz de conocer el justo valor de lo que lleva en las manos. Para ello, le pregunta a la víctima en potencia a qué lugar sagrado se refiere la estampita, cuando le enseña un billete auténtico de alto valor, y si se la cambia por otra estampita ya que tiene muchas repetidas. El filo forma parte del grupo de estamperos, tal como se conoce a este tipo de timadores, del que también forma parte el espabilao, uno de sus compin-
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ches, quien entra en escena jugando con la codicia de la víctima. El espabilao propone al incauto el reparto del dinero del tonto, sugiriéndole que de lo contrario siempre habrá alguien que lo haga, y además se lo pueden quitar, o perder. Al final, engatusa al lila haciéndole ver que se pueden enriquecer sin hacer daño a nadie. Una vez convencida la víctima, el espabilao habla de poner a medias cierta cantidad de dinero para «el pobre chaval», cuidándose siempre de que no sea excesiva. Con este fin, el espabilao acompaña a la víctima a su casa o al banco para que ponga su parte, y una vez el dinero se encuentra efectivamente en manos del primo, le propone a éste hacer un fondo común con las supuestas estampitas y el dinero que han depositado los dos. La entrega del fondo común a la víctima, como muestra de confianza, es el momento elegido por el espabilao para escamotearle el dinero dando el cambiazo. Para la víctima, sólo ha habido honradez hasta ese momento. Quien le ha propuesto el asunto le ha entregado el dinero como muestra de confianza, por lo que no va sospechar de él cuando le diga que va a acompañar al joven discapacitado hasta el autobús, el metro, etc. Obviamente, ninguno de los dos estamperos vuelve. Pasan las horas y cuando el primo abre el paquete, descubre que la bolsa no contiene más que el piro (recortes de periódico), o fotocopias de billetes. En otros tiempos, cuando el dinero de uso corriente estaba formado por monedas de oro o plata, este timo recibía el nombre del cuento de las medallitas, timo de las borregas, timo de los perdigones o timo del portugués. Consistía en hacerse pasar por rico indiano que había vuelto a España con una fortuna en onzas de oro que quería cambiar por moneda española. El supuesto adinerado mostraba a la víctima la cartera, que sonaba como si estuviese llena de monedas, pero cerrada con llave. A continuación, le hacía una oferta
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tentadora, vendiéndosela por una modesta cantidad de dinero. Quedaban para el día siguiente, dando tiempo a que el ingenuo consiguiese el dinero necesario. Y como prueba de confianza le dejaban en prenda la cartera pero, naturalmente, sin la llave. Llegado el día siguiente, la victima entregaba el dinero al timador, quien le daba a su vez la llave, despidiéndose y felicitando a tan cándida persona por haber hecho un buen negocio. El panoli con su mejor ilusión, una vez solo, abría la cartera y descubría que estaba llena de perras chicas, que es como se denominaba a las monedas de cinco céntimos de peseta. Algo de poco valor, muy diferente de lo que se había imaginado a tenor del cuento que le habían contado. El timo de la cartera de bolsillo La técnica del cambiazo es muy socorrida para los timadores, que recurren constantemente a ella para dar «gato por liebre» a las víctimas. En el timo de la cartera de bolsillo, los cuentistas simulan haber encontrado una cartera de bolsillo aparentemente repleta de billetes, el plante, delante de la víctima. La cartera viene acompañada de una nota que da a entender que la procedencia del dinero no es muy legal, y esto es lo que facilita a los timadores convencer a la víctima codiciosa para que se lo repartan. Utilizando la misma estrategia que en el timo de la estampita, y como prueba de confianza, consiguen que el primo entregue su dinero a cambio de la cartera, en la que más tarde sólo encontrará recortes de periódico. La misma técnica utilizan los cuentistas en el timo del sobre. En vez de utilizar una cartera de bolsillo para guardar el plante, se sirven de un sobre aparentemente lleno de billetes, que simulan haber encontrado ante la víctima elegida, como excusa y señuelo para hacerse con el dinero del interesado incauto. Este timo es conocido también como el timo del burro, timo del gel, por denominarse
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así los billetes falsos, o timo del anuncio, como dicen los cuentistas. El timo de las misas Es una estafa que se daba en tiempos de mayor fervor religioso, utilizando una vez más la técnica del cambiazo, y conocida también como el timo de las limosnas. Los timadores, haciéndose pasar por un matrimonio, decían que traían una «cuantiosa herencia» para unas monjas, por lo que preguntaban primero por el convento. Pero como tenían que marcharse urgentemente para poder coger un avión, buscaban una persona de confianza a quien encomendar dicha entrega. Si la víctima decidía encargarse de realizar la gestión, se le solicitaba una señal de dinero, como aval y garantía de su honradez, que entregaba pensando en resarcirse posteriormente antes de entregar «la herencia». Cuando el primo optaba por abrirlo antes de llevarlo a las monjas, observaba que el paquete sólo consistía en un abultado sobre lleno de recortes de periódicos. Hoy en día, el timo de las misas ha sido sustituido por el timo de la donación, en el que se hace creer al incauto que se tiene interés en donar una importante cantidad de dinero a una institución benéfica y se le ofrece una parte de ese dinero, si aporta una cantidad para realizar unas gestiones. El timo del Reap Deal Otra variante más actual del timo de la estampita es un engaño relacionado con el cambio de divisas y las ventas inmobiliarias, conocido con la expresión inglesa Rip Deal. Los timadores buscan información sobre inmuebles que están a la venta, contactan con los vendedores y se citan con ellos en caros restaurantes u hoteles de lujo. Allí, los estafadores acuden muy bien vestidos, simulando ser acaudalados empresarios extranjeros e informan al vendedor de que están
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interesados en hacer una gran inversión en España. Antes de cerrar el contrato de compra de los terrenos o edificios, le ofrecen la posibilidad de hacer un cambio de moneda en efectivo, ya que se trata de dinero negro. Para esta operación utilizan dólares, francos suizos o cualquier otra moneda fuerte con tal de cambiarla por euros, prometiendo abonar al incauto una comisión elevada que puede llegar al 20%. O bien, intentan que les cambie una fuerte suma de billetes de 500 euros por otros más pequeños. Si el vendedor accede a esta transacción, los supuestos inversores se reúnen con él y hacen el intercambio de maletines de manera discreta y siempre en un sitio público y concurrido, de forma que no se pueda comprobar in situ el dinero. Más tarde, cuando abra el maletín, descubrirá que sólo el primero y el último billete son verdaderos. En ciertas ocasiones, los timadores llaman a la persona estafada para decirle que con el dinero falso entregado sólo intentaban comprobar que los billetes facilitados por la víctima eran verdaderos y que en breve le darán la cantidad acordada. De este modo, logran que la víctima tarde en denunciar los hechos, lo que les da más tiempo para huir. El timo del toco mocho La denominación de este timo viene de la pregunta que hace el timador a la víctima elegida: ¿Tocó mucho?, refiriéndose al billete de lotería supuestamente premiado que le enseña. De ahí, toco mocho. El cuentista le entra al primo preguntándole por la administración de lotería más cercana para poder cobrar el billete premiado. En ese momento aparece el listo o espabilao, su compinche, y también conocido por el nombre de toquero en este tipo de timo, que casualmente lleva la pampa o lista oficial de lotería con la que realizar la pertinente comprobación, de forma que se pueda establecer si el billete está premiado.
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Como todo es un engaño, el billete o bien la lista oficial, uno de los dos, está manipulado, ya que el premio no existe. El poseedor del billete premiado propone a la víctima y al espabilao venderles el billete por una cifra muy inferior al premio, argumentando cualquier excusa, como las prisas, por ejemplo un viaje que no puede aplazar por distintos motivos. Animado por el compinche del timador, en la medida que puede hacer el negocio a medias con él, la víctima saca una importante cantidad de su cuenta bancaria que entrega a cambio del décimo supuestamente premiado. A continuación, el compinche desaparece de la escena con la excusa de acompañar al que decía que iba a realizar un viaje de inmediato y tenía prisa. Y así, los coautores del timo se dan a la fuga disimuladamente y sin llamar la atención. Existe una variante del timo del toco mocho que es el timo del toco quiniela, similar pero con el boleto de las quinielas. El timo de los billetes negros o tintados Es un timo corto conocido también con el nombre de timo de la química, timo del negativo, o timo del wash-wash por el procedimiento químico que usa. Consiste en hacer creer a la victima que papeles tintados de un determinado color terminarán siendo billetes de curso legal después de ser tratados con unos líquidos. El timador, por lo general extranjero, indica a la víctima que por alguna circunstancia –evasión de impuestos, crisis política, blanqueo de dinero, etc.– ha tenido que sacar de su país de origen una importante suma de dólares, los cuales, con tal de que no sean detectados, han sido teñidos de negro. De esa manera, ha podido pasarlos discretamente por la aduana de la frontera. Como el primo se queda un poco estupefacto ante el relato, procede in situ delante de él a desteñir
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uno de esos billetes para que recobre su estado original y demostrar así la veracidad de lo que está contando. Le entregan a la víctima uno de los billetes tratados con los líquidos e incluso le proponen que lo lleve a un banco para comprobar su autenticidad. Seguidamente, el farsante dice tener la sensación de que la policía lo tiene casi localizado y, por ello, tendrá que concretar la operación y marcharse lo antes posible. Como no dispone de tiempo suficiente para desteñir el resto de los billetes, se los puede entregar a la víctima a cambio de una módica cantidad, muy inferior al valor de los dólares teñidos, o bien, puede pedirle cierta cantidad de dinero anticipadamente para comprar los líquidos, que son muy caros. La víctima, al pensar que está ante el «negocio de su vida», accede a realizar la operación en un punto de reunión que suele ser un hotel. Una vez realizada la transacción, cuando el incauto se disponga a desteñir los dólares o los euros, creyendo haberse enriquecido, se dará cuenta del engaño, descubriendo que el resto de los billetes negros son sólo recortes de papel. El antecesor de estas estafas para fabricar dinero es el timo de la guitarra, cuando los medios técnicos eran más precarios. El falsario hacía creer a la víctima que era el inventor de una máquina de hacer billetes de Banco, que tenía la forma de una guitarra. El encuentro fortuito se solía hacer en un bar donde el timador, conversador y simpático, charlaba de mil cosas, haciéndole la confidencia de que era el inventor de una máquina de fabricar papel moneda que daba un resultado fantástico. Para ello, le enseñaba una muestra de su fabricación de papel moneda, que era un flamante y nuevecito billete de banco, con el que pagaba la consumición sin problema alguno. A continuación, le comentaba que gracias a esta lucrativa industria se daba una vida padre, invitándole posteriormente a que viese el proceso de fabricación. En
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un piso previamente alquilado, le mostraba un artefacto de madera con manivela –la guitarra– en el que metía un papel, echaba unas tintas, y del que luego salía un billete humedecido, que posteriormente irían a cambiar a un banco sin problema alguno. La visión del proceso de fabricación animaba y predisponía a la víctima a pagar cierta cantidad de dinero por adueñarse de tal máquina. Una vez instalado el invento en casa del comprador, iniciaba de nuevo el proceso de fabricación, y después de haber sacado 3 o 4 billetes humedecidos más, se daba finalmente cuenta del engaño ya que la máquina no fabricaba absolutamente nada. El timo del nazareno Es un timo largo, cara a cara, que consiste en crear una empresa, más ficticia que real, y comprar mercancías al por mayor, como lavadoras, frigoríficos, ropa, jamones, vinos, etc. Después de adquirir los productos, el timador conocido como nazareno se dedica a venderlos dando así salida al género, realizando seguidamente nuevos encargos de mercancías hasta ganarse la confianza del proveedor. Una vez ganada dicha confianza, el timador hace un pedido más grande de lo habitual, solicitando el pago a plazos, cuestión que no planteará ningún problema al proveedor, ya que éste ha depositado su confianza en la falsa empresa. Inmediatamente después, el nazareno cambia de estrategia comercial, vendiendo rápidamente las mercancías a un precio más bajo del existente en el mercado legal y desapareciendo con los beneficios obtenidos antes del vencimiento del pago del primer plazo, que nunca liquidará. El timo de los regalos y premios La víctima recibe una llamada, una carta o un e-mail donde se le informa de que ha ganado un sorteo o que
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una empresa ha decidido hacerle un regalo. Para mayor información, deberá llamar a un número de teléfono que le facilita el operador, siendo generalmente una línea de tarificación adicional, con prefijos 806, 807 o 905. La llamada a este número suele tener como resultado la escucha de un largo mensaje grabado que avisa de que todas las líneas están ocupadas y pide que se permanezca a la espera, hasta que un tele-operador le confirme el fantástico regalo, del que únicamente habrá que abonar unos gastos de envío sospechosamente altos. El timo de la máquina de coser Los timadores se hacen pasar por coleccionistas de museos y ofrecen al incauto hasta 100.000 euros por una vieja máquina de coser. Le piden el número de serie y es entonces cuando le comunican que la máquina en su poder es un modelo único muy valioso y que le van a pagar el dinero prometido. Momento en el que preguntan si tiene el certificado de autenticidad que, por supuesto, nadie tiene. Entonces, el futuro comprador y coleccionista es quien se ofrece a expedirlo por un módico precio, entre 300 y 1.000 euros. ¿Y quién no va a pagar esa cantidad irrisoria para luego embolsarse muchísimo más? Por eso pican decenas de personas. Una vez cobran, los timadores desaparecen y la máquina vuelve al trastero. El timo de la influencia El timador asegura tener mucha mano en una importante empresa, organización, o administración pública para conseguir algún contrato de suministros o de servicio, vivienda protegida, o cualquier otra concesión. Acompaña al primo a la sede correspondiente para entregar la solicitud, y luego le pide algo de dinero adelantado con el fin de ablandar a los empleados que
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conoce. Una vez consigue la pasta de la víctima, el estafador desaparece. El timo del entierro Es un timo de larga duración, en el que timador y víctima residen a cierta distancia por lo que se utiliza la correspondencia postal o electrónica para hacer llegar el mensaje. Se le conoce también como el timo del tesoro escondido, que hizo estragos en las economías familiares durante los siglos xix y xx. En aquellos tiempos, el cuento se iniciaba diciendo que para evitar las confiscaciones que se producían como consecuencia de los conflictos armados, golpes militares o revoluciones, la gente optaba por esconder su dinero en ollas que enterraban en algún lugar de la casa, lo que era verdad. Por distintos motivos, muchas de esas ollas no fueron recuperadas por las personas que las enterraron y al hacer obras o excavaciones en las casas, unos años más tarde, aparecieron algunos de esos tesoros escondidos sobre los que se apoyaba este cuento. El timador decía en su carta que a la persona que le ayudase a desenterrar el tesoro se le entregaría una buena parte de él, pero para desenterrarlo era necesario que la víctima adelantase algo de dinero. La novela de Alejandro Dumas, El Conde de Montecristo, ha inmortalizado el mito de los tesoros escondidos con el episodio en que Edmundo Dantés, su protagonista, encuentra el tesoro del Cardenal Spada en la isla de Montecristo, donde estaba enterrado. El mito de los tesoros enterrados ha facilitado que mucha gente se creyese el cuento con el que llevar a cabo este timo. El cibertimo de las cartas nigerianas Se le conoce también como el timo 419 porque en la sección 419 del Código Penal de Nigeria viene claramente tipificado. El delito consiste en conseguir de la víctima una cantidad de dinero que adelanta en
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concepto de tasas, impuestos, gastos, comisiones, etc., ante la promesa de participar en un determinado asunto o negocio en el que hay una buena comisión si se ayuda a sacar una suma importante de dinero del país. Una variante de este timo utiliza el cuento de ser el heredero de una importante fortuna. Es el timo de la herencia en el que unos supuestos albaceas de un desconocido y adinerado pariente anuncian su fallecimiento y notifican al destinatario su inclusión entre los beneficiarios del testamento, haciendo coincidir el apellido del difunto con el de la futura víctima. En ocasiones, se sugiere con ambigüedad al destinatario que se haga pasar por un pariente del difunto para evitar perder la herencia, que será repartida entre el abogado/ albacea y el incauto. Otra variante del timo de las cartas nigerianas es aquella en la que el timador afirma a la víctima que ha sido agraciada con el premio gordo de una lotería extranjera. Es el timo de la lotería en el que el remitente del correo electrónico afirma que el receptor ha sido agraciado con el primer premio (millonario) a pesar de que no ha participado en ninguna clase de sorteo, diciéndole que ha sido seleccionado al azar por medio de su dirección de correo electrónico, o entre los que han visitado ciertas paginas Web. El único requisito que hace falta para cobrar el cuantioso premio es el pago de una cantidad de dinero en concepto de impuestos, aranceles, tasas o similar, y con este fin se facilita el número de una cuenta bancaria donde ingresarla o se solicita una transferencia. Una vez que se ha realizado el ingreso o transferencia, se consuma la estafa y ya no se vuelve a saber más de los autores. Las excusas para sacar dinero a los incautos van cambiando y se adaptan a la situación económica, social y política del momento. He aquí algunos ejemplos más de cartas nigerianas: el timo de la fortuna del dictador, en la que una hija del supuesto dictador o
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cacique desea sacar del país la fortuna de su padre y necesita de un intermediario con cuenta bancaria, a quien se le pagaría una buena comisión; así como el timo del millonario con una enfermedad incurable que busca personas de intachable moral a quien confiar su fortuna. El timo de las cartas nigerianas se ha hecho desgraciadamente tan popular que los propios timadores han inventado el timo de la compensación, que consiste, una vez más, en el envío de un correo manifestando que el Estado de Nigeria le compensará por haber sido víctima de este tipo de timos, aunque la potencial víctima no lo haya sido. Las sumas ofrecidas como compensación impresionan y sólo se debe contactar con un funcionario, quien pide unos mil dólares para gastos burocráticos, y los incautos vuelven a picar. El timo de las cartas nigerianas con sus distintas variantes ha utilizado la correspondencia postal, los fax y, últimamente con mucho éxito, el correo electrónico para enviar a la víctima una carta en la que se colocan frecuentemente logotipos fraudulentos, que dan apariencia de legalidad al asunto. Las cartas nigerianas, por lo general, tienen un discurso muy similar: primero, una introducción que aparece en el primer párrafo, presentando al autor del mensaje como un pariente próximo de un director de banco, abogado, presidente de una empresa, líder religioso o víctima de algún desastre provocado por la naturaleza o el hombre; segundo, la exposición de motivos que le llevan a escribir la carta, concatenando una serie de eventos pasados muy variopintos pero que siempre tienen algo en común (una gran cantidad de dinero necesita ser transferida o reclamada); tercero, se solicita al destinatario del mensaje una respuesta de forma muy sutil, por ejemplo: «Si la propuesta le interesa, le daré más detalles. Espero pronto sus noticias.»; cuarto, se le recuerda que puede sacar tajada del asunto, utilizando cualquier señuelo, que casi siempre, es dinero; y
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quinto, la misiva concluye ofreciéndole sus mejores deseos. En algunos casos, las víctimas viajaron hasta Nigeria para interesarse por el engaño que habían sufrido. Desgraciadamente, además de perder su dinero, fueron encarceladas al denunciar los hechos porque a las autoridades de ese país no les hizo mucha gracia que las víctimas de estos timos conspirasen para sacar fondos de Nigeria, en contra de lo establecido en la ley. 3.5.2. La inversión muy rentable El timo piramidal. El timo de Ponzi, el timo de la guma y el timo del señorito. El timo del chiringuito financiero. El cibertimo del Pump and gump. El cibertimo de la inversión en un paraíso fiscal.
Al igual que en los dos timos anteriores, las promesas de los timadores a los cándidos inversores se centran en la obtención de unos suculentos beneficios en el caso de que inviertan en las acciones, depósitos u otros productos financieros que recomiendan. La codicia impera una vez más en estos timos relacionados con la inversión que estudiamos a continuación. El timo piramidal Se llama así porque la estructura jerárquica que forman los inversores es piramidal. Los que inician el timo van reclutando nuevos inversores de los que se espera que recluten a su vez el mismo número de nuevos inversores con el fin de recibir el dinero que tienen previsto ganar. Cada nueva tanda de inversores paga a la tanda anterior que los ha reclutado. Consecuentemente, el número de inversores a cada nivel de la pirámide se va incrementando de forma exponencial.
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Durante los años 60 se hicieron famosos unos timos piramidales que llegaban a los domicilios españoles en forma de aviso con una moneda pegada en el que se pedía: «mande usted una moneda en cadena y otra al que está en la cúspide». Son muchos los timos piramidales que se han dado a lo largo de la historia, llevando a la gente a la ruina como el timo de las bolas solidarias de la abundancia, el timo de los cursos, etc. Uno de ellos, ocurrido en Albania, tuvo trágicas consecuencias. Entre 1995 y 1997, los estafadores prometían un interés del 50% al mes y, con el fin de ganar fácilmente dinero, los inversores vendieron sus propiedades, lo que finalmente les condujo a una terrible pauperización. En este país, la actividad desarrollada por varias empresas de estructura piramidal llegó a representar en 1997 la mitad del Producto Interior Bruto, afectando a dos tercios de la población. A consecuencia de ello se produjo el «Levantamiento de la lotería», en el que en unas pocas semanas el Estado rozó la descomposición hasta llegar a la anarquía y casi se produce una guerra civil. Los disturbios, conflictos y venganzas personales que provocó acabaron con la vida de más de 2.000 personas. El timo de Ponzi Similar al timo piramidal en cuanto a las promesas de conseguir unos suculentos beneficios para sus inversiones, difiere principalmente del mismo en que no es necesario reclutar a nuevos inversores. Este timo recibió el apellido del estafador Charles Ponzi, que allá por los años 20 timó a unos 40.000 inversores estadounidenses, prometiéndoles un 50% de beneficios a los tres meses si compraban sellos postales españoles, cuando en realidad pagaba a los primeros inversores gracias a los depósitos de los nuevos inversores. Este mismo timo con sellos también ha hecho
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estragos en España: en 1984 cayó Cafisa, que dejó sin 10.000 millones de pesetas a 27.900 inversores, y recientemente las presuntas actuaciones de Fórum Filatélico y Afinsa traen en un sinvivir a más de 350.000 afectados. El timo de Ponzi, además de los sellos, ha utilizado otros ganchos para atraer a los inversores siguiendo la lógica del mercado. Por ejemplo, a principios de los años 50 en Madrid, apareció el timo de la guma (guma significa gallina en el argot del hampa), que consistía en anunciar que se podían percibir unos intereses de escándalo si se invertía en granjas avícolas: «¿Quiere invertir bien su capital? Granja avícola xxxxxxx. 72% por ciento de interés anual. Seriedad, solvencia, dirigirse a……». Los timadores fueron pagando religiosamente los primeros intereses que provenían del dinero de los que se iban dando de alta comos «socios» hasta que se descubrió el pastel. Otro ejemplo es el timo del señorito o del apellido ilustre, en el que por lo general el timador ya no sólo busca enriquecerse sino participar en un arriesgado juego que cada día le demuestre que es más listo que cientos o miles de personas. Esto es lo que ocurrió con el espectacular timo de Bernard Madoff descubierto en diciembre de 2008, que se desarrolló durante más de 20 años. Se cree que se apoderó de entre 50 y 65 mil millones de dólares, y afectó a unos 3 millones de víctimas. El hecho de que el fraude no fuese detectado durante tanto tiempo, a pesar del escepticismo que reinaba entre profesionales del sector, se debe a que sus clientes no estaban interesados en investigar. Se fiaran o no de él, la rentabilidad que les ofrecía por su dinero era demasiado tentadora, y el hecho de que Madoff fuese un antiguo jefe del NASDAQ, la bolsa de valores electrónica automatizada más grande de Estados Unidos y gestionara sus inversiones era un símbolo de prestigio. Este timo afectó también a varias entidades financieras y a algunas grandes fortunas españolas.
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El timo del chiringuito financiero Un chiringuito financiero es un entramado empresarial compuesto por personas o sociedades que ofrecen servicios de inversión sin estar registrados en la Comisión Nacional del Mercado de Valores ni en el Banco de España. Actúan generalmente fuera de la legalidad, eludiendo los controles a los que están sometidas las entidades legales, por lo que la desprotección del inversor es total. El chiringuito financiero, conocido también con el nombre de sala de calderas –boiler room–, se sirve de engañifas para captar el dinero de la gente y efectuar extrañas inversiones que luego se desvanecen en el aire. Sus integrantes, que se llaman a sí mismos asesores y expertos, se caracterizan por sus agresivas campañas persuasivas mediante llamadas telefónicas. Con amable voz, prometen reiteradamente grandes ganancias, llegando a ser convincentes y muy persuasivos hasta que los inversores ingresan su dinero en cuentas bancarias que han abierto a tal efecto con identidad falsa. Para lograr que la víctima entregue su dinero, también remiten cartas, publican anuncios, envían correos electrónicos o crean un sitio web diciendo que poseen información privilegiada sobre determinados valores relacionados con el cambio climático, o con productos farmacéuticos a punto de ser descubiertos. Siempre utilizan el siguiente mensaje: «Invierta en bolsa y hágase rico rápidamente sin arriesgar». Las nuevas tecnologías les permiten trabajar a distancia, por lo que la mayoría de estos estafadores fijan su falso negocio en otros países desde los que retiran el dinero en efectivo o realizan transferencias a otros lugares. Desde el extranjero, también es más fácil sustraerse a la acción de la justicia. El cibertimo del Pump and gump Es un tipo de fraude que consiste en difundir un rumor con el fin de inflar (Pump) artificialmente el
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precio de unos valores bursátiles a través de afirmaciones positivas falsas, erróneas o exageradas, y de esta manera poder venderlos a un precio muy superior a aquel por el que fueron comprados. Una vez que los cibertimadores venden sus sobrevalorados valores, el precio cae y los inversores pierden su dinero. La difusión del rumor se realiza a través de campañas de spam, boletines o foros sociales, donde los defraudadores afirman tener información «interna» sobre inminentes noticias, o ser expertos analistas financieros, e instan a los destinatarios de sus mensajes a comprar las acciones a la mayor brevedad. A diferencia de otros cibertimos como las cartas nigerianas, en el cibertimo del Pump and gump no es necesario contactar con la víctima para recoger las «ganancias» o recibir transferencias. El cibertimo del Short and distort es una variante de este timo y consiste en ejecutar las mismas operaciones pero a la inversa, es decir, se crea el falso rumor criticando a la empresa o bien realizando predicciones negativas para que las acciones bajen ficticiamente. Lo que permite luego comprarlas a bajo precio. El cibertimo de la inversión en un paraíso fiscal A través de Internet, el cibertimador publica unas maravillosas páginas web en las que invita a los inversores a colocar su dinero en empresas de otros países conocidos como paraísos fiscales prometiendo a cambio una muy atractiva rentabilidad, sin pagar impuestos y sin peligro alguno. En la presentación de estos productos financieros se utiliza una jerga sofisticada similar a la de las altas finanzas como «prime bank instruments, high interest bank debentures, hedge funds, etc.». Intentando así demostrar que se trata de expertos para ganarse de esta manera la confianza de los inversores en potencia. Este tipo de inversión está de moda y todo el mundo quiere intermediar en alguna de
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estas transacciones, que según se cuenta, deja beneficios millonarios. Al final de la peripecia, los timadores se quedan siempre con los ahorros de los inversionistas. 3.5.3. La oportunidad de una ganga El timo del vídeo o el timo del piedrasonic, y el timo del Winston. El timo del vendedor de enciclopedias. El timo de la venta de los edificios públicos. El timo del tranvía. El timo de la venta de entradas a los «isidros». El timo de las falsificaciones. El timo con antigüedades o reliquias. El timo del pasteleo o timo del ful. El timo del estudiante de Bellas Artes. El cibertimo de las gangas en Internet. El cibertimo de la venta de entradas.
¿Quién puede resistirse a una ganga, o a una bicoca? Nadie. Sacar ventaja o provecho sin esfuerzo o con poco dinero es casi una ley económica universal para el hombre de nuestros días, inmerso en sacar rendimiento a todo. La ocasión la pintan calva, y no siempre se presentan oportunidades. Si un día sobreviene una ocasión propicia, no hay que desperdiciarla. La vida es finita y hay que estar atento a las oportunidades que se presentan en cualquier ámbito para aprovecharlas, de lo contrario puede padecerse un posterior arrepentimiento. Mucho más, tiene uno la sensación de ser tonto al no haber escogido la mejor opción. Gracias a ideas como esa presentes en este acervo cultural popular, los timadores se valen del señuelo de la oportunidad de la ganga para hacer creer a las víctimas que el negocio que tienen ante sus ojos es un chollo en base a la comparación del precio real que tiene el objeto y el precio que están dispuestos a dejarle. Los incautos caen en el timo porque siempre llegan a la conclusión de que merece la pena comprar. Se animan a sí mismos diciéndose que, de no hacerlo, se va a beneficiar otro.
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El timo del vídeo Era un timo corto muy utilizado durante los años 1980-1990 en España en el que los timadores, junto a un coche lleno de cajas con equipos de vídeos VHS perfectamente cerradas y selladas a un precio irresistible, paraban a los viandantes para ofrecerles estos artículos. Una vez se había pagado el producto, y antes de poder hacer cualquier comprobación en el interior del envoltorio, algún compinche gritaba la voz de «agua», avisando que llegaba la policía. En realidad, no venía nadie. Solamente era la excusa para largarse y dejar a la víctima sola con una caja de cartón, envoltorio de algún video de la marca Sony, pero en cuyo interior sólo contenía un hermoso ladrillo. Era también conocido como el timo del piedrasonic. El modus operandi no ha pasado de moda, se sigue utilizando sustituyendo el vídeo por un iPad. Otro timo similar en aquella época era el timo del Winston, que consistía en ofrecer a los viandantes un cartón de dicha marca a un precio inferior al de venta en los estancos. El incauto solía caer fácilmente en la trampa ante la tentadora oferta, pensando que era más barato porque era de contrabando. Al llegar a su casa y abrir el cartón de tabaco se llevaba una desagradable sorpresa ya que en su interior sólo encontraba un trozo de corcho. El timo del vendedor de enciclopedias Es un cuento corto, cara a cara, en el que un supuesto vendedor de enciclopedias se presenta en el domicilio de la víctima y, en nombre de una conocida editorial, ofrece una enciclopedia a un precio de ganga. Eso sí, hay que pagar en efectivo en ese mismo instante. La enciclopedia no será servida nunca a su comprador.
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El timo de la venta de los edificios públicos Es un timo que estremece por la desfachatez de los timadores. He aquí algunos ejemplos que hicieron historia. Durante varios años, el puente de Brooklyn de la ciudad de Nueva York fue vendido un par de veces a la semana por el timador George Parker (1870-1936). Convencía a las víctimas diciéndoles que podían hacer una fortuna cobrando la entrada al mismo. En más de una ocasión, la policía tuvo que amonestar a los ingenuos compradores del puente por haber instalado controles para cobrar el acceso. El señor Parker llegó a vender otros edificios y espacios públicos como el Madison Square Garden, el Museo Metropolitano, el Mausoleo del Presidente Grant y la mismísima Estatua de la Libertad. La Torre Eiffel también fue vendida por Víctor Lustig (1890-1947). Después de conseguir algunos documentos en Francia relativos a esa gigantesca estructura metálica, convocó a una reunión secreta en un lujoso hotel de París a seis prósperos comerciantes en chatarra. Les explicó que la ciudad no se podía permitir el lujo de mantener tal construcción y por tanto había que venderla para chatarra. Manifestó que el motivo por el que el asunto era secreto se debía a que el Ayuntamiento no deseaba manifestaciones públicas, dado que un artículo de prensa polemizaba sobre el asunto de quitar la Torre Eiffel o de mantenerla. El cuento era de lo más plausible en aquellos momentos. Uno de los asistentes a la reunión fue convencido y le adelantó el dinero de la venta de la torre para chatarra. Cuando se dio cuenta que había sido timado, estaba demasiado avergonzado para denunciarlo ante la policía. El timo del tranvía Es un timo que consistía en vender tranvías de titularidad pública a ingenuos membrillos. Una estafa que no ocurría todos los días en el Madrid de los años 50
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pero que se hizo muy popular al ser llevada a la gran pantalla del cine español. La magnífica dirección e interpretación de la que fue objeto en aquellos años hizo de él, junto con el timo de la estampita, el estereotipo del timo, de los cuentistas, de los espabilaos y de los pardillos. Los timadores iban por los bares y comentaban de viva voz ante el incauto el gran negocio que suponía ser dueño de un tranvía y que más de uno estaba dispuesto a comprarlo si pudiese. Uno de ellos decía que conocía a un dueño de tranvía a punto de jubilarse por lo que, al escucharlo, el primo manifestaba que estaba interesado en adquirir uno. A continuación, le presentaban al dueño del tranvía, formalizaban el contrato y se quedaban con su dinero. El pringao esperaba pacientemente que terminase la jornada laboral para reclamar a los cobradores municipales su parte. Momento en el que se daba cuenta de que había sido engañado. El timo de la venta de entradas a los «isidros» Por San Isidro comienza la gran feria taurina de Madrid, a donde llegan los reventas y los timos. Los «isidros» son los aficionados despistados, los guiris incautos, los forasteros inconscientes, o los pardillos a quienes los timadores engañan en las fiestas del patrón, vendiéndoles entradas del día anterior con las que no pueden acceder a la plaza de toros. Los embaucadores aprovechan incluso hasta el último momento, en ocasiones con la primera res ya en el ruedo, para vender más baratas las entradas caducadas, que no sirven para nada. Es tan golosa la situación para el primo que desea impacientemente entradas con las que ver la corrida en el último momento, que no repara en la fecha. Todo va tan rápido, que las compra sin más hasta llegar a la puerta de la plaza, donde no le dejan entrar.
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El timo de las falsificaciones Como pueden imaginar, la lista de productos falsificados es interminable. Hoy, todo puede ser copiado: ropa, bolsos, juguetes, tabaco, cuadros, antivirus, medicamentos, etc. Algunos compradores de estos productos saben que son imitaciones, otros no y, por tanto, estos últimos serían víctimas de una estafa. Si ser timado a la hora de comprar un cuadro que se considera original no supone mayor perjuicio que las graves pérdidas económicas que conlleva dicha adquisición, si la compra de un reloj falso significa la pérdida económica para el comprador y para la marca original, algunos timos como la adquisición de medicamentos fuera de los cauces legales o por Internet pueden conllevar graves peligros para la salud humana. En algunos países, ya se han dado casos mortales con la ingestión de medicamentos falsos. Algunos de estos timos son muy singulares, como vamos a ver a continuación. El timo con antigüedades o reliquias El cuento de la venta de antigüedades y reliquias es una técnica muy apreciada por algunos timadores porque es muy fácil hacer pasar un libro viejo en alemán por la segunda Biblia que imprimió Johannes Gutenberg, o un viejo violín por un valioso violín Stradivarius, haciendo creer al primo que puede conseguir una ganga si adquiere el producto ofertado. Respecto a las reliquias religiosas, la cosa es aún más sencilla para el cuentista, ya que el afán de poseer artículos religiosos que supuestamente pertenecieron a los santos hace que algunas personas creyentes se cieguen y descuiden sus propios intereses económicos. El timo del pasteleo También conocido como timo del ful, es un timo corto que tiene lugar cara a cara y en el que el timador
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ofrece una alhaja, un reloj, una pluma, etc., aparentemente de mucho valor. El estafador se hace pasar por una persona que se encuentra en graves apuros económicos, o con graves problemas familiares, y si es mujer, dirá que ha sido abandonada, que tiene muchos hijos, etc. Excusas que pretenden, en todo caso, afectar a la sensibilidad de la víctima. Al final de la conversación, el timador explica que para poder subsistir está procediendo a liquidar sus objetos más preciados. Llegados a este punto, suele aparecer el compinche, quien dice que el objeto en cuestión es de mucho valor y que está dispuesto a quedárselo. De esta manera, se fuerza la situación, provocando cierto temor en la víctima de que el recién llegado se pueda quedar con la ganga. Ante la urgencia provocada por los timadores, el primo no hace más comprobaciones y paga. Más tarde, descubrirá que el objeto era una imitación. Existe una modalidad del timo del pasteleo, más refinada, que permite a la víctima acercarse a la joyería y comprobar la tasación de la mercancía que pretende adquirir. En realidad, el timador dispone de dos joyas similares, una de buena calidad y la otra falsa. Después de que se hayan hecho las comprobaciones pertinentes en la joyería con la joya buena, uno de los cómplices, conocido como el empalmador, da el cambiazo con la falsificación. Un timo similar se da con piedras preciosas en Tailandia y, a veces, incluye un falso certificado de autenticidad de la gema. El timo del estudiante de Bellas Artes Los timadores, generalmente jóvenes, se hacen pasar por estudiantes de la Escuela de Bellas Artes del lugar y comentan a los transeúntes que necesitan algo de dinero para pagarse los estudios, viéndose obligados a vender a buen precio sus pinturas. En realidad, las pinturas que hacen pasar por obras de arte originales suyas son copias baratas producidas industrialmente.
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El cibertimo de las gangas en Internet Es una estafa masiva a través de portales de subastas, y de páginas web de compra-venta de artículos, vehículos, o de edificios de segunda mano y de foros temáticos en los que los timadores ofertan productos, muy deseados por los internautas, a un precio de ganga. Se suele acompañar la oferta con bonitas fotografías que fomentan la tentación de comprar, pero una vez enviado el dinero o un adelanto, el artículo nunca será entregado. Estos timos empezaron con anuncios en los que se ofrecían camisetas a un precio irrisorio, pero una vez el anunciante recibía el dinero, se quedaba con él sin entregar nada a cambio. Últimamente, se está utilizando como señuelo la venta de coches y motos a precios irrisorios, la venta y alquileres de viviendas a mitad de precio, y el alquiler de apartamentos para vacaciones, solicitando a los interesados una señal para reservarles el coche, la vivienda o el apartamento. Una vez recibida la señal, el timador desaparece. En el caso de las viviendas, los supuestos arrendadores dicen vivir en otro país europeo y que sólo pueden enviar las llaves a través de empresas de mensajería a cambio de un adelanto, justificando así la necesidad de que se les entregue dinero por adelantado. Para dar más credibilidad al asunto, algunos timadores han llegado a enviar copias de documentos públicos ilegítimos o falsos para respaldar este tipo de ventas o alquileres. En relación con la compra y venta de coches a través de Internet, se está introduciendo un nuevo modus operandi para este tipo de timo. El comprador residente en otro país (el timador) se muestra interesado por uno de los coches anunciados en la página web, por lo que envía al vendedor del vehículo un cheque por una cantidad de dinero muy superior a la solicitada. Pero el falso comprador advierte del error al vendedor,
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y le solicita que al recibir el cheque efectúe un giro postal o transferencia a través del Western Union por la cantidad de dinero de la diferencia (exceptuando una pequeña compensación por las molestias). Después, cuando el vendedor del vehículo lleva el cheque a su banco, resulta que no tiene fondos, perdiendo así la cantidad transferida. El cibertimo de la venta de entradas Muchas de las personas que desean asistir a espectáculos de masa como conciertos de artistas populares, campeonatos mundiales de fútbol, juegos olímpicos y a otros eventos de gran demanda suelen sufrir el abuso de los reventas que ofrecen entradas a precios abusivos. Últimamente, además, se están dando también timos al serles vendidas por Internet entradas falsas, muy similares a las oficiales. En otros casos, la venta de entradas no es más que un señuelo para el phishing y conseguir así los datos bancarios del comprador. 3.5.4. La suerte El timo de los triles, timo del bolichero. El timo del marco. El cibertimo de los casinos online.
El ser humano posee un conocimiento limitado que le obliga con relativa frecuencia a tomar decisiones basándose en una información fragmentaria. Y en muchas ocasiones, el resultado de las mismas no depende tanto del acierto o desacierto de la decisión, sino de la suerte. Es ésta una fuerza ingobernable, que se escapa de cualquier gestión práctica y racional y, por tanto, de nuestro control cognoscitivo. De ahí que se diferencie la suerte en función de su beneficio o perjuicio: la buena o la mala suerte, es decir, la dicha o la desdicha.
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El papel del azar en los asuntos humanos es decisivo en todo aquello a lo que aspiramos. Por ello, muchas personas tienen fe ciega en la suerte y creen que los juegos de azar la distribuyen. Apostar en estos juegos puede ser una forma rápida de hacer dinero. Desgraciadamente para ellas, no advierten que muchos juegos de azar, especialmente los que se dan en la calle e incluso en Internet, están amañados para que la víctima siempre pierda. Los distintos tipos de juegos callejeros de apuestas que organizan los timadores con el fin de engañar a los jugadores son conocidos genéricamente con el nombre de burle. El timo de los triles Es un cuento corto, practicado en la vía pública, que consiste en realizar apuestas fraudulentas y tratar de adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra un determinado naipe o falla. El trilero, burlanga, burlador, técnico o virguero, nombres con los que se conoce al timador que maneja los naipes, siempre se halla acompañado de dos o tres compinches, conocidos también con el nombre de tangas (derivado del verbo tangar –engañar–), formando un corro o corrincho. Fingen no conocerse entre sí, y ganan siempre. Con su ficticia suerte, los ganchos animan a que el resto de los mirones apueste. El incauto, al ver la facilidad con la que se gana dinero, expone en cada apuesta una cantidad similar conocida en la jerga como burlote. La víctima no gana, y la pasta que se deja será repartida entre todos los timadores incluyendo a los encargados de vigilar, conocidos también como vigías, pañiseros o picaseras. Los encargados de la vigilancia tienen como misión principal avisar de la llegada de la policía, es decir, dar el queo mediante una palabra convenida para huir rápidamente del lugar. Por ejemplo, una de las palabras convenidas más usadas para dar la voz de alarma es agua, que se utiliza también en algunas
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ocasiones para avisar en falso a la víctima de la presencia de la policía, escenificando así que procede marcharse repentinamente del lugar sin más explicaciones: darse el piro o el bote. El trile es un timo que suele practicarse cerca de los mercados, de los estadios de fútbol, de las plazas de toros, de todos los lugares donde haya aglomeraciones, abunden los posibles julays y de los que sea fácil huir mezclándose entre el gentío. Hay otra modalidad de apuestas fraudulentas con técnica similar, en la que las tres cartas se suplen con tres cubiletes achatados, tapones de botellas o medios cascarones de nueces. Esta variante es muy empleada hoy en el timo de los triles, y en su día llegó a ser conocida como el timo del bolichero, un nombre hoy en desuso. En este caso, el juego consiste en adivinar debajo de qué cubilete se encuentra la borrega o pequeña bolita. Como en el juego de las cartas, los cómplices siempre aciertan y si apuesta la víctima ésta siempre pierde, al no poder ver a tiempo cómo el timador escamotea la bolita con la uña del dedo meñique, o cambia de lugar uno de los cascarones. El timo del marco Es un juego fraudulento de apuestas de pares y nones, que ya no se practica hoy en día. Consistía en introducir doce bolas pares, otras tantas impares y una vigesimoquinta llamada alipando en una bolsa de la que una «mano inocente» debía extraer una que sería la ganadora. Cuando las apuestas eran suculentas, un compinche del estafador sacaba el alipando, distinguiéndolo por el tacto, con lo que daba a la banca todo lo apostado. El cibertimo de los casinos online El timo se inicia generalmente mediante la publicación de anuncios en distintas páginas web haciendo creer
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que existe un método infalible para ganar dinero en los juegos de azar de los casinos. Sin embargo, está probado que el método que proponen de doble o nada, conocido también con el nombre de martingala, junto con otras cuestiones técnicas, abocan siempre al jugador a perder su dinero. 3.5.5. Un buen empleo El timo de la oferta de trabajo
Tener trabajo es hoy por hoy una de las máximas aspiraciones de las personas porque como fuente de riqueza permite satisfacer necesidades y deseos, tanto individuales como colectivos. Lo que es especialmente verdad en las economías monetarias. El trabajo además es un inestimable instrumento de integración en la sociedad. Ahora bien, ¿hay trabajo para todos? La verdad es que la nueva división internacional del trabajo, en la que prima la reducción de costes y el aumento de los beneficios hasta los últimos extremos, amenaza el pleno empleo de los distintos sectores económicos y no garantiza el cumplimiento de las condiciones mínimas de seguridad y salud laboral en muchos países. Conseguir un buen empleo es muy apetitoso y, por ello, ofertarlo es otro magnífico señuelo en manos de los embaucadores. El timo de la oferta de trabajo Por medio de anuncios o correos electrónicos, los timadores ofrecen un trabajo casero o un buen empleo, como los ejemplos que citamos a continuación: «Ganarán dinero aprovechando tiempo libre en trabajos caseros. Escríbanos», «¿Quiere ganar un sobresueldo, sin moverse de casa, en sus horas libres, sin aportar capital alguno, sin necesidad de estudios o conocimientos especiales, ni límite de edad o sexo?», «El director de
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personal de una empresa en Nigeria busca trabajadores para un empleo muy bien pagado: unos 150.000 dólares (unos 115.000 euros) por seis meses de trabajo. Desafortunadamente, esta importante compañía no tiene dinero para cubrir los gastos de visados, permisos y tasas de inmigración, así que el trabajador debe pagar 1.800 dólares». En realidad, la oferta es un engaño. Pues para conseguir el puesto de trabajo, es necesario pagar un anticipo de dinero con el que abonar tasas, gastos notariales, certificados, etc. Cualquier excusa razonable es válida para convencer al solicitante de que envíe el dinero con la esperanza de conseguir un buen empleo. Otra modalidad utilizada en este timo de la oferta de trabajo consiste en realizar ofertas laborales fraudulentas anunciadas en diarios, revistas y páginas web que facilitan un teléfono 902 como contacto y cuyo buzón de voz remite al interlocutor a llamar a un número de tarificación adicional, con prefijos 806, 807 y 905. Si los timadores consiguen entretener 30 minutos al usuario, el tiempo máximo que pueden durar estas llamadas, haciéndole preguntas sobre su experiencia laboral y disponibilidad, el montante de la llamada que deberá pagar el abonado alcanzará entre 25 y 50 euros, IVA incluido. En ocasiones, los entrevistadores solicitan incluso una fotografía o un currículum por escrito para dar una apariencia de credibilidad al timo. Pero en realidad, nunca se recibe respuesta alguna ya que los puestos de trabajo no existen. En otros casos, se ofrecen empleos en los que las víctimas no son del todo timadas, más bien engañadas al ser utilizadas como «intermediarios financieros» de transacciones financieras ilícitas, conocidos también con el nombre de mulas. Por recibir en su cuenta una cantidad que no suele superar los 3.000 euros y enviarla mediante mensajero a un destino predeterminado, reciben a cambio el 10 por cien de las cantidades ingresadas. Las víctimas, muchas de ellas sin saberlo, se convierten en cómplices de delincuentes que
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intentan blanquear dinero, o bien borrar las pistas del acto ilícito que han cometido, como es el caso del phishing. Como veremos más adelante, el phishing es una técnica que se caracteriza por intentar adquirir información confidencial de forma fraudulenta (puede ser una contraseña, información detallada sobre tarjetas de crédito u otra información bancaria), haciéndose pasar por una persona, empresa o institución de confianza en una aparente comunicación oficial electrónica, generalmente por medio de un correo electrónico o algún sistema de mensajería instantánea. 3.5.6. La suplantación de identidad El timo del Golfo. El timo del inspector del agua, electricidad o gas, timo de la caldera. El timo del Inspector de Trabajo y de la Seguridad Social. El timo del cobrador de la SGAE. El timo de la asistente social. El timo del policía ful. El timo del antenista. El timo de la lápida. El timo del tío-tío o del pariente. El timo del paquete, timo del detergente. El timo del anuncio del alquiler del piso. El cibertimo del phishing, cibertimo del vishing, cibertimo del smishing. El cibertimo del pharming. El cibertimo del dominio «.es». El cibertimo del correo electrónico y la tarjeta de crédito. El cibertimo de la red social.
Hacerse pasar por otro es de suma rentabilidad para los estafadores. Permite obtener beneficio de la confusión de identidades, creada de forma malintencionada. Es un señuelo muy frecuente dentro del mundo del timo porque incrementa notablemente las probabilidades de éxito del timador a la hora de contar el cuento, y de ganarse rápidamente la confianza de los primos. En estos timos, los cuentistas gustan de vestirse con uniformes, como en el caso del «Capitán Timo», quien con un distinguido uniforme de Oficial de la Armada Española, un lujoso y supuesto vehículo oficial y los falsos escoltas que le acompañaban
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engatusaba fácilmente a sus víctimas. La audacia y cara dura son los principales ingredientes de estas suplantaciones que, junto con el dominio de conceptos técnicos y financieros, dan apariencia de verdad y de respetabilidad al engaño. Hacerse pasar por otro es una técnica que también está siendo muy rentable para los cibertimadores. El timo del Golfo El timador se hizo pasar por un Capitán médico del Ejército del Aire para estafar a unos reclutas a cambio de que no fuesen a la guerra. Abordados en un autobús, les dijo que en cuanto llegasen al cuartel iban a ser destinados a una misión en la Guerra del Golfo. A cambio de una determinada cantidad de dinero, conseguiría que les declarasen inútiles para misiones de alto riesgo, evitando así entrar en combate. El timo del inspector del agua, electricidad o gas El timador, debidamente uniformado o con una acreditación falsa, se presenta en las casas como inspector del servicio de agua, electricidad o gas para revisar los contadores. Tras una minuciosa revisión, pide el último recibo ya pagado, y alegando irregularidades en el contador, lo modifica y reclama el pago de la diferencia al contado. Ante la amenaza de ver cortado el suministro, la víctima abona lo solicitado inmediatamente. Otra excusa que utiliza para conseguir que se le entregue dinero es la supuesta verificación de la instalación que hay que abonar en el acto ante la amenaza de quedarse sin suministro de gas, como ocurre en el timo de la caldera de gas. El timo del Inspector de Trabajo y de la Seguridad Social Bajo el pretexto de inspeccionar las señalizaciones de seguridad laboral en las instalaciones de la empre-
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sa, los timadores suplantan a los Inspectores de Trabajo y de la Seguridad Social y, además, tienen la osadía de cobrar por dichos servicios. También se ha dado la modalidad de estafar a los empresarios mediante la venta de unos libros que «obligatoriamente» deben tener las empresas. El timo del cobrador de la SGAE Un individuo que se hace pasar por Inspector de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) irrumpe en una fiesta privada y sin acreditar su condición de empleado de dicha sociedad reclama que se le abone en el acto el canon de la música que sonaba, intentando cobrar así, de forma ilegal, los derechos de autor de las obras difundidas. El timo de la asistente social Es un cuento corto que se realiza cara a cara. Se inicia con la visita de una mujer de mediana edad, elegantemente vestida y muy educada, al domicilio de personas mayores a las que indica que viene de los Servicios Sociales del Ayuntamiento para mejorarles la pensión de jubilación. Les informa de los trámites a realizar, y eso requiere que le muestren toda la documentación que tengan al respecto así como la cuenta bancaria donde reciben la prestación. Poco a poco, la supuesta asistente social se va ganando la confianza y les propone la firma de una serie de documentos con el membrete del Ayuntamiento y otros con el del banco, para autorizar al Consistorio a ingresar el dinero. Unos días después, comprobarán que su saldo, en lugar de incrementarse, ha disminuido considerablemente. Al acercarse a la sucursal del banco para preguntar por ello, les enseñan los documentos que firmaron a la falsa asistente social, y que en realidad eran recibos de reintegro.
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El timo del policía ful Enseñando una placa falsa de policía, los timadores usurpan esta función pública para hacerse obedecer y conseguir de la víctima una determinada suma de dinero. Por lo general, retienen al crédulo ciudadano en los lavabos de un bar bajo la acusación de algún delito de poca monta pero vergonzante para el posible timado. Obviamente, admiten el pago de una fianza para evitar que el asunto trascienda. En muchas ocasiones las víctimas son extranjeras, como fue el caso de aquellos timadores rumanos que se hacían pasar por policías españoles e interceptaban a sus compatriotas para registrar sus pertenencias y decirles que el dinero que llevaban era falso y que, por tanto, se lo quedaban. Una artimaña que les permitía hacerse con el dinero de curso legal que poseían sus legítimos dueños. El timo del antenista Es un cuento corto frecuente hace ya algunos años en el que los timadores desorientaban durante la noche las antenas de televisión de una manzana de casas. Al día siguiente, aparecían con monos y herramientas, suplantando a los legítimos antenistas, para revisar los aparatos cobrando el supuesto arreglo realizado. El timo de la lápida Es un timo similar al anterior en el que los timadores se presentan en el domicilio de los familiares del difunto el mismo día de la inhumación como representantes de una empresa de lápidas ofreciéndoles una a un precio módico. Momento en el que los desconocidos vendedores aseguran a la familia que es costumbre abonar por adelantado la mitad del precio total. Una vez pagada la mitad y pasado cierto tiempo las víctimas se dan cuenta de que no se coloca lápida alguna en el nicho del fallecido y de que han sido estafados.
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El timo del tío-tío o del pariente Es un timo corto especializado en engañar a personas mayores a quienes los timadores abordan a la puerta de su casa o en la calle con un rodillo de tela bajo el brazo. Un supuesto «sobrino» se abalanza sobre ellas y las cubre de abrazos, siguiendo la corriente a sus preguntas, y haciéndoles creer que es un lejano sobrino. Una vez ganada la confianza, los estafadores sacan a relucir el asunto de la tela, que si bien no es más que un simple retal, es adornado con una historia patética. Cuento que permite al falso sobrino rogarle al tío que le preste dinero para comprarla. A cambio, y en señal de buena voluntad, le deja en prenda la apreciada tela. Como se podrá entender, el afectuoso pariente no volverá. El timo del paquete El timador, disfrazado perfectamente de mensajero, llama al domicilio de la víctima elegida comunicándole que tiene que entregarle un paquete enviado mediante contra-reembolso. Hasta que el mensajero no cobra, no le hace entrega del paquete. Una vez conseguida la cantidad solicitada, se marcha deprisa como es de costumbre en los profesionales que dan ese servicio, pero además, en este caso, porque el paquete no contiene nada. Existe una variante de esta artimaña conocida como el timo del paquete del vecino. Un sujeto con una indumentaria similar a la de los servicios de mensajería llama al telefonillo diciendo que porta un paquete para su vecino, y que éste no se encuentra en su vivienda. Pide que se hagan cargo del envío cobrando el importe del reembolso, que posteriormente el vecino en cuestión abonará. Cuando se descubra el timo, se comprobará que el contenido del paquete es un ladrillo y, naturalmente, nadie lo encargó.
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También han sido víctimas de estos timos algunos comercios próximos a bares cerrados justamente el día en que se presenta el desconocido distribuidor de productos de limpieza. Los timadores entran en el comercio con una o varias garrafas de detergente diciendo que se trata de un envío urgente para el bar de al lado y que tienen mucha prisa, y piden al comerciante que se haga cargo de la mercancía y abone la correspondiente factura. Al día siguiente cuando el comerciante habla con el dueño del bar y éste le comunica que no ha hecho encargo alguno, se da cuenta que ha sido víctima del timo del detergente, pagando un dineral por un producto de baja calidad. El timo del anuncio del alquiler del piso En este timo, los cuentistas alquilan un piso con nombre falso y lo alquilan nuevamente a toda aquella persona que pague la entrada o la primera mensualidad, con la promesa de que les entregarán las llaves el primer día del mes. En ocasiones, engañan a más de una docena de personas con el alquiler de un solo piso, obteniendo así unos suculentos beneficios. El cibertimo del phishing Es un timo que se ha puesto de moda por el uso generalizado que la gente hace de Internet y por la relativa facilidad con la que se puede fabricar la trampa para cometer este fraude financiero. Consiste en captar los datos privados de acceso personal a las entidades bancarias y de crédito mediante el envío de correos electrónicos en los que se suplanta a instituciones de confianza (bancos, organismos oficiales, empresas de reconocido prestigio, etc.) con su logotipo oficial. Los autores de estas estafas son expertos falsificadores y tienen la capacidad de crear mensajes corporativos o institucionales que parecen auténticos. Se valen también del Mail Spoofing, una técnica que
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sirve para suplantar en el correo electrónico la verdadera dirección por la de otras personas o entidades. Los mensajes enviados para provocar el engaño son cada vez más ingeniosos y en muchas ocasiones emplean distintos argumentos falaces con tal de justificar la necesidad de introducir los datos confidenciales de acceso del cliente. He aquí algunas de las justificaciones usadas por los cibertimadores: problemas de carácter técnico, recientes detecciones de fraude en su cuenta bancaria, la urgencia de incrementar el nivel de seguridad, la implantación de nuevas recomendaciones de seguridad para la prevención del fraude, cambios en la política de seguridad de la empresa, la promoción de nuevos productos de la entidad, premios o regalos por ser un buen cliente o por haber sido agraciado en un sorteo (un viaje), una falsa factura de una determinada empresa o servicio, por ejemplo Amazon, i-Tune, PayPal etc., acompañada de una dirección de URL falsa que simule la verdadera, acusación de estar implicado en un fraude a Hacienda, reclamación de un bufete de abogados por haber descargado de Internet obras protegidos por derechos de autor y requerimiento de su pago a través de transferencia bancaria online UKASH, etc. A veces, los mensajes dejan entrever que en caso de no realizarse los cambios solicitados, el acceso a la cuenta quedará inhabilitado. El cibertimo del vishing, derivación de las palabras VOIP y phishing, es la versión del phishing para el teléfono. Mediante una llamada, los timadores piden a sus víctimas que marquen un determinado número de teléfono para actualizar su información personal, resolver un problema con una cuenta o cualquier otro engaño semejante. Una vez marcado el número, unas voces grabadas piden a la víctima su número de cuenta o tarjeta, contraseña, entre otros datos personales. Simulando así representar a la entidad bancaria. Si la
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víctima cae en la trampa y entrega sus datos, a los timadores sólo les queda acceder a su cuenta personal del banco. El cibertimo del smishing es otro timo muy similar a los dos anteriores, en el que se usan los mensajes SMS de los teléfonos móviles. Estos mensajes recomiendan llamar a un número de teléfono o dirigirse a la dirección de una página web donde se pueden realizar las gestiones oportunas para resolver el ficticio problema que tiene la cuenta bancaria del destinatario del SMS. Se utilizan muchos otros señuelos (regalos, premios, etc.) para obtener de forma fraudulenta los datos personales de la víctima con los que podrán sustraerle dinero de su cuenta. El cibertimo del pharming Algunos timos recurren a una redirección automática a páginas web falsas, aparentemente idénticas a las que trata uno de ver. En eso consiste el pharming. Y con esa confusión, los timadores consiguen datos de la víctima al preguntarles por su identidad, su clave, su cuenta de correo electrónico o información sobre su cuenta bancaria. Información con la que materializarán la estafa llevándose el dinero de quien les haya facilitado sus datos de buena fe. El cibertimo del dominio «.es» Los timadores envían una misiva a los titulares de dominios «.es» supuestamente remitida en nombre del Registro Internet de España, en la que se les solicita que actualicen sus datos básicos y se les ofrece al mismo tiempo la posibilidad de proponer tres palabras clave de búsqueda en una web. Por esos servicios, reclamaban una cantidad que ronda los 1.000 euros anuales, cuando esa actividad sólo la pueden prestar los agentes registradores acreditados o la propia Red. es. En este último caso, de manera gratuita.
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El cibertimo del correo electrónico y la tarjeta de crédito Los timadores envían un correo electrónico a la víctima informándola que se le va a cargar en su cuenta una compra realizada con su tarjeta de crédito, pero que en realidad la citada compra no ha sido efectuada. Para subsanar el error, ofrecen un número de teléfono de información, supuestamente gratuito, que en realidad es un número de tarificación adicional, con prefijos 806, 807 y 905. El cibertimo de la red social Es un timo en el que el cibertimador entra ilegalmente en una cuenta de Facebook, Hotmail, o un servicio similar, tras conseguir la contraseña, con el fin de cambiar las credenciales para que el verdadero usuario no pueda acceder a la misma. A continuación, envía un mensaje a todos los contactos diciendo que está de viaje y que ha sido robado justo antes de iniciar el regreso. Le han quitado todo, incluyendo teléfono, y aunque tiene los billetes de vuelta, necesita dinero para pagar el hotel, por lo que ruega se le envíe una pequeña cantidad, entre 500 y 1.000 Euros, que devolverá en cuanto llegue a su domicilio. Esta es la técnica conocida como micro phishing, en la que caen fácilmente las víctimas que quieren ayudar a su amigo en apuros. 3.5.7. La integridad y la extorsión El timo del atropello. El timo de la situación comprometida. El timo del melón. El timo de la ceremonia del té. El timo de la Biblia. El timo del billete marcado. El timo del afilado de titanio. El timo del aspirador. El timo del viaje.
La palabra integridad implica rectitud, bondad y honradez, valores culturales que las personas suelen
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adoptar en sus relaciones sociales. Esto les lleva a pensar que la integridad de los demás es como la de uno mismo. De ahí que aparezcan timos que utilicen este señuelo, basándose en la buena fe de las personas por cuyas cabezas nunca pasaría la posibilidad de engañar a otros. A diferencia de otras modalidades de timos en los que los incautos tienen apetito de beneficiarse personalmente del negocio que les proponen, en este caso su comportamiento es de lo más íntegro, y justamente por la pureza de su integridad se convierten en víctimas de los timos y de las extorsiones resultantes en las que se ven atrapados. El timo del atropello El timador se abalanza sobre un coche en un semáforo o paso de peatones y finge haber sido atropellado. El asustado conductor, generalmente una persona mayor, se apea para socorrer al supuesto arrollado, quien mediante distintas artimañas le pedirá una suma de dinero a cambio de no denunciar el atropello. Como variante de este timo, se da también la colisión entre el vehículo de la víctima y el del timador, apareciendo inmediatamente el compinche afirmando a bombo y platillo que es culpa del inocente conductor, a quien intentan persuadir de que están dispuestos a no denunciar el hecho si paga una cantidad de dinero siempre inferior a los daños causados. El timo de la situación comprometida Es un timo en el que participan por lo menos dos timadores. Uno de ellos, generalmente una atractiva mujer, actúa como señuelo intentando hacer creer al lila, preferentemente un hombre casado, que desea mantener relaciones íntimas con él. Una vez llegados a un lugar privado, se tiende una trampa a la víctima para que quede en una situación comprometida, casi
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siempre de tipo sexual. Lo que aprovechará el cómplice para tomar fotografías o vídeos que enseñará posteriormente al primo para extorsionarle hasta que pague la suma de dinero solicitada si no quiere verlas publicadas o en manos de terceras personas. En Estados Unidos, este timo conocido como badger game se da con cierta frecuencia. El timo del melón Es un timo corto realizado en la vía pública cuyas víctimas suelen ser turistas, especialmente turistas japoneses, porque el melón es un producto relativamente caro en su país. El timador tropieza intencionalmente con la víctima y deja caer el objeto que lleva, que si bien en un primer momento fue un melón, hoy puede ser una o más botellas de vino o de champagne, que han sido previamente rellenadas de vino barato o de agua. Como el objeto se rompe al caerse, el timador reclama de forma intimidatoria el abono de los daños causados. En esos momentos siempre interviene una tercera persona, afirmando que la culpa es del ingenuo viandante. Los timadores también dejan caer gafas para reclamar los daños ocasionados. El timo de la ceremonia del té Corresponder a las costumbres locales es el comportamiento correcto de los viajeros que visitan otro país y la mejor forma de integrarse. A sabiendas de que la mayoría de los turistas son muy respetuosos con los lugares que visitan, los timadores se aprovechan de esas circunstancias para estafarles. Su táctica consiste en hacerse pasar por estudiantes chinos, inquietos por mejorar su inglés, y se ofrecen para enseñar la ciudad de Pekín y sus actividades más típicas. Una de ellas consiste en llevarles a presenciar de la ceremonia del té, que les será posteriormente cobrada a precio de oro.
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El timo de la Biblia Es un timo de corta duración en el que el macabro timador escoge a su víctima en las esquelas de los periódicos. A continuación, se dirige al domicilio de la persona fallecida y pregunta por ella, y al serle comunicada su muerte, explica a los familiares que el difunto había encargado recientemente una Biblia. Muchas veces los familiares, emocionados, deciden conservar ese último recuerdo y acceden a pagarla por ser el último deseo del finado. El timo del billete marcado Es un timo corto realizado cara a cara que se practica en cafeterías o en pequeños comercios. El timador realiza una pequeña compra y paga con un billete de 50 euros. Minutos después, su compinche entra en la misma tienda y realiza otra compra pagando con un billete de 20 euros. Al recibir este último la vuelta, asegura al dependiente que el cambio está mal ya que él pagó con un billete de 50 euros, y comienza la discusión. Al llegar el encargado, el embaucador dice recordar que en el billete había anotado un número de teléfono o una dirección. Se comprueba en la caja y el dependiente aturdido, entrega la vuelta de los 50 euros. El timo del afilado de titanio El engaño consiste en ofrecer un «novedoso» sistema de afilado de herramientas y máquinas de corte, mediante un tratamiento de titanio con el que supuestamente se obtienen unos resultados extraordinarios, a comercios y establecimientos hosteleros. Para acreditar las excelencias de su trabajo, los timadores hacen una demostración cortando una moneda con unas tijeras o un cuchillo, y de esta manera convencen a sus víctimas para que contraten sus servicios. Cuando regresan con los objetos afilados
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solicitan una cantidad exagerada por la labor realizada, que muchas veces supera el valor de los propios objetos afilados. Si no consiguen que les abonen el dinero exigido, coaccionan a las víctimas, generalmente con llamadas telefónicas, para que ingresen el pago en un número de cuenta bancaria. El timo del aspirador El timo consiste en vender mediante engaño este práctico electrodoméstico. Cuando la víctima, a quien le han dejado el aspirador a prueba, pretende devolverlo se encuentran con que, a todos los efectos, es su legal propietario. Los timadores suelen captar a sus «clientes», todos ellos de avanzada edad y bajo poder adquisitivo, en el consultorio médico o en el supermercado del barrio. Una vez establecido el contacto, quedan con ellos en su casa con la excusa de que se les va a hacer un regalo. Éste no es más que una demostración gratuita de las virtudes portentosas de un aspirador de última generación, aunque a veces puede ser también un humidificador. La cuestión es que les dejan el aparato a prueba, sin ningún compromiso previo, y les dicen que en una semana pasarán a recogerlo. En este punto comienzan los verdaderos problemas, ya que el plazo que marca la ley (Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias) es de 7 días para hacer la devolución, un plazo que se queda en agua de borrajas cuando comienzan a pasar los días y nadie recoge el electrodoméstico. La gente firma una especie de contrato de compra, ya que quien les vende el aspirador les asegura una y otra vez que no pasa nada y que pueden devolverlo si no les convence. Las víctimas afirman que es como si les hipnotizaran.
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El timo del viaje Es un timo organizado por empresas que invitan a personas mayores a un viaje muy barato. Una vez en el destino, los comerciales que las representan les venden todo tipo de productos utilizando distintas tácticas de persuasión que rozan el abuso y la estafa. Fuera de su ámbito familiar y cotidiano, estas personas se ven obligadas a comprar muchos objetos innecesarios que ante las presiones no son capaces de rechazar. 3.5.8. La predicción del futuro El timo de los adivinos y las pitonisas. El timo del santero.
El futuro ha sido objeto de reflexión y de análisis en todo tiempo y lugar. Con tal de adivinar el futuro, algunas personas prestan atención al conjuro, al sortilegio, a la visión y a todo tipo de técnicas que permitan saber lo que va a ocurrir. Si se sabe lo que va a suceder, uno se puede adelantar a los acontecimientos y evitar riesgos y situaciones no deseadas, cambiar el rumbo de los acontecimientos en caso necesario y tomar decisiones acertadas. Las profecías y las adivinanzas tienen una larga tradición en nuestras sociedades. Ya en la Grecia clásica, se creía que los dioses dominaban el destino de los seres humanos y que éstos eran capaces de interpretar los designios divinos, es decir, de profetizar. Y por tanto, confiaban en que los dioses hablarían a través del profeta. La respuesta divina más famosa de aquellos tiempos fue el Oráculo de Delfos, donde acudían los griegos para preguntar a los dioses sobre cuestiones inquietantes. Uno de los vaticinios más famosos es el de los idus de marzo, cuando un vidente advirtió al político y militar romano Julio César de que corría un grave
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peligro para esa fecha. Ese día, cuando César iba al Senado llamó al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que éste le contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado». Más tarde, Julio César perdió la vida. Con el fin de reducir las incertidumbres de un futuro más o menos abierto, el ser humano siempre ha deseado conocer su porvenir. Hoy, el pasado cada vez cuenta menos, el presente es muy puntual e inestable, por lo que tratamos de refugiarnos en la futurización de la realidad misma. Es decir, puesto que lo que vivimos es simplemente la víspera de mañana, y no siempre podemos anticipar todas las posibilidades del futuro, algunas personas intentan vislumbrar técnicamente y racionalmente lo que está por acontecer, mientras que otras acuden a los videntes porque siguen pensando que el futuro está en manos de lo sobrenatural. El timo de los adivinos y las pitonisas Siempre hay vivales dispuestos a atribuirse el don o la gracia divina para saber lo que va a suceder, y a cobrar por esos servicios. Un señuelo que les permite desplumar a todos aquellos incautos, inmersos en la incertidumbre de sus vidas y dispuestos a pagar por encontrar una solución a sus problemas o dilemas. La farsa de la adivinación se sirve de los oráculos que pronuncian las pitonisas y sacerdotes, de filtros, ungüentos mágicos, amuletos, etc. Se vale también de la cartomancia o tarot (naipes, cuya lectura se enmarca en la creencia de que las cartas pueden ser usadas para comprender situaciones actuales y futuras del sujeto), de la astrología (pretendiendo que las posiciones y los movimientos de los astros ejercen influencia o tienen correlación con los rasgos de la personalidad de la gente, los sucesos importantes de sus vidas, e incluso sus características físicas), de la oniromancia (basándose en la antigua creencia de que
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los sueños son usualmente premonitorios, avisando así de la posible ocurrencia de un acontecimiento o situación), de la ornitomancia (realización de predicciones a través de las aves y sus vuelos, migraciones o cantos), y de la quiromancia (adivinación a través de las rayas de las manos). Estos supuestos servicios psíquicos o paranormales no tienen aval científico alguno y deben ser tomados como un entretenimiento o, más bien, como un timo. El timo del santero Los timadores suelen ofrecer sus servicios de santería anunciándose en folletos de propaganda que colocan en los parabrisas de los coches. Así reza alguno de estos anuncios: «famoso y eficiente vidente, experto y con experiencia en asuntos difíciles consigue grandes resultados en negocios, trabajo, salud, enfermedades, y suerte en la vida». Una primera acción publicitaria con el fin de captar la atención de aquellas personas que prefieren recurrir a prácticas extrañas y sobrenaturales para buscar solución a sus problemas. Una vez acceden al local anunciado, siempre ambientado con temática de santería, el santero les comenta que para deshacer el maleficio es necesario que aporten joyas o dinero, y una vez realizado el conjuro, se lo llevarán de nuevo a su casa. Durante la siguiente visita, sólo dejan que permanezca una persona junto con el santero, quien le solicita que introduzca el dinero en uno o dos botes que precinta a continuación, haciendo su escenificación de intermediación entre lo humano y lo sobrenatural. Momento en el que el cuentista da el cambiazo a los botes, manifestando seguidamente que no los abra hasta dos días después. Pasado ese plazo, cuando el primo procede a abrirlos, observa que sólo hay recortes de papel, echando en falta el dinero que había introducido en ellos.
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3.5.9. Las catástrofes y desgracias personales El timo de la caridad. El timo del fuego. El cibertimo de la solidaridad. El timo de los sordomudos. El timo de las participaciones. El timo del reembolso. El timo de las suscripciones. El timo del anuncio publicitario.
A la vista de las perniciosas consecuencias de las catástrofes, como en el caso de un terremoto, nace en el ser humano un gran sentimiento de compasión. Una emoción natural en las personas que consiste esencialmente en abrir su propio corazón a las necesidades de otros seres humanos en esas situaciones desgraciadas: el amor al prójimo. Su sentimiento caritativo les impulsa a la solidaridad con sus semejantes que sufren penas y calamidades. A sabiendas, los timadores contarán su cuento abusando de las desgracias que soportan sus congéneres para vaciar los bolsillos de aquellas personas más compasivas y caritativas. Últimamente, optan por utilizar una imagen de la catástrofe y un número de cuenta, en vez de su charlatanería. Este timo suele darse con frecuencia cuando ocurre algún desastre natural, momento en el que la opinión pública se encuentra más sensibilizada para ayudar desinteresadamente al prójimo. En esta categoría incluimos también aquellos timos que apelan a otros fines altruistas o benéficos (minusvalías, viajes de fin de curso, campamentos, etc.) para conseguir que el incauto aporte su dinero. El timo de la caridad Los timadores solicitan aportaciones dinerarias a las personas con fines filantrópicos, pero en realidad supone un engaño ya que no serán nunca utilizadas para los fines para los que fueron entregadas por los donantes. Tradicionalmente, este timo se ejecutaba cara a cara por gente que mendigaba, solicitando una falsa caridad
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mediante la utilización de todas las tácticas habidas y por haber (pedigüeño sonoro, pedigüeño con cartel, pedigüeño con pupas, pedigüeño camuflado, y pedigüeño con niño) y consiguiendo que las personas les entregasen su dinero. El timo del fuego De forma similar actúan los autores del timo del fuego, quienes dicen vender boletos de ayuda para asociaciones de bomberos en épocas estivales en las que se producen importantes oleadas de incendios. El riesgo del trabajo de apagar un fuego y alguna fatalidad sobrevenida se convierten en la mejor excusa para hacer aflorar los sentimientos de las personas y conseguir que contribuyan en tal altruista fin. El cibertimo de la solidaridad Hoy en día, el timo de la caridad ha ido adaptándose a las nuevas tecnologías y a nuevos valores culturales. Por ello, los timadores crean falsas organizaciones no gubernamentales que mediante correos electrónicos o páginas web hacen llegar mensajes solidarios a los incautos, reclamando ayuda para los afectados por desgracias recientes ocurridas en cualquier punto del planeta, preferentemente conocidas, de graves consecuencias, y provocadas por fuerzas de la naturaleza difíciles de dominar como maremotos, huracanes, terremotos, o inundaciones, a fin de sacarles la pasta. El timo de los sordomudos Los cuentistas actúan en pequeños grupos haciéndose pasar por sordomudos con el fin de dar el timo en nombre de una asociación falsa. Su modus operandi consiste en sonreír mucho para ganarse la
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confianza de la víctima. Con sus gestos le indican que ni hablan ni oyen. Ponen un dedo en el encabezamiento de la hoja que llevan, señalando: «Asociación de ayuda a personas sordomudas». Y se detienen en el sello de Unicef que, supuestamente, acredita su buena fe. Por supuesto, todo es falso. Si la víctima entra al trapo, le piden que firme, escriba su código postal y haga una aportación cuya cantidad, curiosamente, es la misma en todos los que antes han colaborado con la asociación: 20 euros. El timo de las participaciones Los estafadores venden participaciones de lotería incrementadas con un donativo para cualquier fin altruista de un número de lotería que en realidad no poseen. En la medida que este tipo de venta se encuentra bastante generalizado en algunas zonas geográficas, caer en la trampa de los timadores es relativamente fácil. El timo del reembolso Las víctimas pagan una determinada cantidad por persona para recibir contra-reembolso una «invitación» con la que poder acudir a una cena de gala o a un congreso benéfico, supuestamente organizado por una reconocida agencia de medios de comunicación, que en realidad desconoce el asunto, ya que es un montaje de los estafadores. El timo de las suscripciones El bribón, generalmente muy joven, vende suscripciones a revistas a las víctimas aduciendo que tienen objetivos altruistas: boletines de colegios, campamentos o equipos deportivos juveniles, etc. El dinero que supuestamente va destinado a realizar
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admirables actividades para los jóvenes, en realidad cae en el bolsillo del vendedor. El timo del anuncio publicitario Es un engaño similar al anterior, cuyas víctimas son por lo general los propietarios de pequeños comercios a quienes se les ofrece la posibilidad de insertar un anuncio publicitario con el nombre de su establecimiento en una revista de cierta difusión a cambio de una módica cantidad. Una triquiñuela más, utilizada por los timadores para que los confiados comerciantes les entreguen voluntariamente cierta cantidad de dinero. Es obvio decir que el anuncio nunca será publicado. 3.5.10. La salud El timo de los remedios prodigiosos, timo del papagayo. El timo de las dietas milagrosas. El timo de las pulseras. El timo de las bayas del Goji. El timo del purificador de agua. El timo de la «ecobola». El cibertimo del test. El cibertimo de los medicamentos falsos.
Una persona es un organismo vivo y, por ello, una entidad inestable cuya salud depende de poder evitar cualquier desequilibrio que produzca incapacidades o inadaptaciones manifiestas que deterioren su normal desenvolvimiento. Si se inicia en ella un proceso mórbido, éste se resuelve de varias maneras: la enfermedad crónica, la muerte, y la más deseada, que es sanar, porque las otras dos alternativas son más bien funestas. Sanar consiste esencialmente en recuperar nuevamente ese equilibrio entre el medioambiente y el individuo como ser bio-psico-social. La salud como ausencia de enfermedad es el primero de aquellos tres deseos que pedirían los españoles, y en este orden: «salud, dinero y amor». A
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pesar de los grandes desarrollos de la medicina, algunas de sus áreas de conocimiento siguen siendo limitadas o, por lo menos, no lo suficientemente efectivas que desearían los pacientes. Por ello, muchos enfermos buscan remedios de cualquier tipo para sanar. Se incluirán también en este apartado los timos que utilizan la belleza y la higiene como reclamos para sacar la viruta a la gente. El timo de los remedios prodigiosos Este timo lo sufren, por lo general, aquellas personas que se encuentran en una situación de extrema necesidad de salud, o desean cambiar su estética corporal, y adquieren remedios que les son presentados como milagrosos, pero que, en verdad, son de muy poca ayuda. El timador utiliza el encuentro cara a cara para explicar las características prodigiosas del producto que vende, aunque también se han podido ver anuncios en prensa, en televisión y en páginas web en los que se divulgan los efectos que con él se pueden conseguir. Los timos relacionados con la salud abarcan un amplio abanico de productos y servicios que se presentan como una legítima medicina alternativa. Algunos timadores se atreven a afirmar que cubren el tratamiento del cáncer, el sida, la artritis, pueden llegar a curar la impotencia sexual y equilibran la energía vital mediante parches de titanio, entre otros. Por lo general, estos timos son promovidos por personas que no tienen cualificaciones médicas y se inventan una historia falsa que explica el motivo por el que sus productos no son llevados a los canales formales farmacéuticos. Hablan de conspiraciones de la industria farmacéutica para silenciar los nuevos productos y seguir con los que ellos producen y venden. Los timos sobre la salud son especialmente canallescos porque generalmente incrementan el stress en las emociones de los enfermos, son caros, y son peligrosos si
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logran que los pacientes prescindan de la ayuda médica necesaria. Se tiene constancia de que se ha llegado a realizar sacrificios de animales, como en el timo del papagayo, prometiendo con ello la curación de enfermos, y de esta manera conseguir sacar los cuartos al incauto dispuesto a pagar lo que sea con tal de ver sanar a su ser querido. El timo de las dietas milagrosas El de las dietas supuestamente milagrosas es un timo que se está poniendo de moda, dado el gran interés que ha despertado la estética corporal entre muchos consumidores. Los timadores prometen que se va a perder peso si se sigue la dieta al pie de la letra. Así rezan algunos anuncios: «Pierda 20 kilos en 1 mes y sin seguir ningún régimen alimenticio. Estudios científicos han demostrado que es posible con nuestro producto». Por lo general, los productos ofertados no han sido comprobados y pueden ser nocivos para la salud. Además, los vendedores no siempre están cualificados para vender esos productos, que suelen ser caros y de dudosa calidad. El timo de las pulseras Algunos rostros conocidos del deporte y del espectáculo empezaron a lucir en sus muñecas pulseras Power Balance que consideraban milagrosas, por lo que otras personas también se apuntaron a la moda, creyendo en sus supuestas propiedades, que van desde la mejora del equilibrio hasta el incremento del rendimiento físico. Y todo ello gracias a un holograma y a las frecuencias «naturales» que éste emite. Por un módico precio, se podría supuestamente incrementar nuestra energía, fuerza, flexibilidad y resistencia. En realidad, es un timo, que en medicina se denomina el efecto placebo.
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El timo de las bayas del Goji La picaresca hace su agosto con toda clase de productos a costa de las personas crédulas vendiéndoles unas supuestas milagrosas bayas del Goji como el complemento alimenticio ideal, procedentes nada menos que del misterioso Tíbet y cuyas propiedades casi mágicas aseguran salud y longevidad. En realidad, la planta no tiene nada de silvestre, ni siquiera es originaria de dicha región. Y en cuanto a sus efectos medicinales no tienen ninguna propiedad beneficiosa probada en estudios científicos. Contienen los mismos nutrientes que las frutas y las verduras tradicionales. Sólo los pícaros sostienen que poseen efectos milagrosos. El timo del purificador de agua El timador se presenta como trabajador de la empresa de aguas para ofrecer un artilugio que se instala en el grifo del agua y es capaz de purificar el líquido, manifestando por otra parte que contribuye al ahorro en la factura. Elige a sus víctimas entre personas mayores que viven solas o bien en pareja, a las que presuponen más indefensas y más fáciles de engañar y persuadir para lograr su objetivo, que consiste en estafarles. El cuento que utiliza varía según la persona que le abre la puerta y la cantidad por la que vende el artefacto es módica para que la gente pique el anzuelo. Un importe que además, tal como dice, le será devuelto en la próxima factura del agua. Algún cuentista más atrevido, como si de un agente comercial serio y profesional se tratase, llega incluso a realizar supuestas pruebas de calidad en el agua ante la mirada perpleja de su víctima en potencia. El timo de la «ecobola» Fue un timo al que puso freno el Instituto Nacional del Consumo (INC) de España, requiriendo a los
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fabricantes de bolas de lavado, unos utensilios que prometían limpiar la ropa sin necesidad de detergente –conocidos como ecobolas–, que cesaran su publicidad engañosa. El estudio realizado sobre 14 marcas de ecobolas averiguó lo más obvio: las bolas de lavado limpian, sí, pero igual o incluso menos que el agua. Conclusión que contradecía las alegaciones publicitarias de que este tipo de productos no necesitaba de detergente. En todo caso, no eliminaba ni los gérmenes ni las bacterias. El cibertimo del test Es un fraude que se realiza a través de Internet en el que los timadores invitan al internauta a realizar un test sobre su personalidad, y cuyo resultado se le comunicará mediante un SMS en el número de teléfono móvil que indique. En realidad, lo que recibe es un mensaje de texto en el que se le notifica que para conocer el resultado debe reenviar dicho mensaje por un coste de treinta céntimos de euro. Por tanto, no sólo no recibe el resultado si no que se da de alta, sin saberlo, en una plataforma de descargas para móviles que diariamente le reenvía varios mensajes con un coste de treinta céntimos cada uno más IVA, sólo por el hecho de recibirlos, los abra o no. La víctima, generalmente, no se da cuenta de este hecho hasta que comprueba la factura de su contrato de telefonía. En total, puede recibir hasta quince mensajes por semana con lo que el timo puede suponerle un importante gasto a final de mes. El cibertimo de los medicamentos falsos Es un timo que se ha puesto de moda últimamente en Internet en el que los timadores realizan un envío masivo de correos electrónicos, o bien optan por crear portales web en los que se presentan como farmacias, aparentemente legítimas, pero que en realidad no cuentan con autorización legal alguna para dispensar
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medicamentos. Ofrecen medicinas de todo tipo, incluso algunas que por su composición son peligrosas y están prohibidas en la Unión Europea. Utilizan como señuelo el precio muy barato y la posibilidad de entregar el medicamento sin la necesidad de presentar la debida prescripción del médico colegiado. En otros casos, los timadores se aprovechan de este señuelo para hacerse con los datos de la cuenta bancaria del comprador. 3.5.11. El amor El timo del amorero o timo del romance. El timo del intermediario matrimonial. El cibertimo de la damisela en apuros, cibertimo de la novia atractiva en apuros. El timo del latin lover desplumado o timo del gigoló. El cibertimo de la adopción de una mascota.
Desde el nacimiento hasta la vejez las personas necesitan amar y ser amadas. La atracción interpersonal forma parte de nuestra vida e incluye la tendencia a aproximarse a otra persona, a tener creencias positivas sobre la misma y a sentir un tierno afecto, lo que puede finalmente desembocar en relaciones románticas. El amor en Occidente es vivido de una manera muy singular. La persona que desea amar intenta encontrar el amor eterno y las ilusiones que lo rodean. Siente en su fuero interno una fuerza arrolladora a la búsqueda de un amor auténtico, como si fuese detrás del paraíso perdido. Pero el amor tiene dos caras: el lado bueno que simboliza la felicidad y el lado de las inevitables contrariedades que le acompaña. El amor, como otras tantas pasiones, obnubila frecuentemente la razón y puede conducir a la desdicha. A pesar de los riesgos de padecer sufrimiento y dolor por amar y ser amado, nadie quiere perderse tan dulce emoción. Las heridas que provocan las flechas de Cupido duelen y fascinan a la vez. Como
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toda intuición, el flechazo es falible porque supone altas dosis de idealización. Confiar ciegamente en una intuición amorosa es exponerse a grandes desencantos. La consideración del amor como un deseado fenómeno pasional e irracional ha contribuido sobremanera a que los timadores lo utilicen como señuelo para lograr que aquellos corazones solitarios a la búsqueda de amor les entreguen voluntariamente su dinero. El timo del amorero El timador, varón, elige una señorita a quien, después de haber hablado con ella y haberla colmado de atenciones, le declara su amor informándola de sus intenciones de contraer matrimonio. Para ello, necesitan de un piso cuyo alquiler habrá que pagar, pero al que de momento él no puede hacer frente. Al ver a su chico apesadumbrado por no disponer de dinero para pagar el alquiler, la víctima le entrega una suculenta cantidad de dinero ahorrado. A partir de ese momento, el timador ya no vuelve a aparecer. También se le conoce como el timo del romance. El timo del intermediario matrimonial El cuentista, con vistas a timar al primo, le ofrece la posibilidad de un ventajoso matrimonio con una huérfana millonaria o un viudo adinerado, a los que conoce personalmente. Ante la idea de un matrimonio que asegure su bienestar para el resto de su vida, el inocente está dispuesto a pagar una recompensa al intermediario. Este timo utiliza el señuelo del amor y el de la seguridad económica que puede ofrecer un matrimonio. El cibertimo de la damisela en apuros Es un timo de gran actualidad que se da en algunos foros de Internet y en ciertos sitios web legales,
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conocido también como el cibertimo de la novia atractiva en apuros. El timador suele suplantar una personalidad femenina y después de enviar varios correos electrónicos a la víctima, le hace llegar una fotografía glamurosa de alguna modelo profesional, que en nada corresponde con la verdadera identidad del interlocutor. En cuanto se ha ganado la confianza del enamoradizo internauta, la supuesta novia y él quedan en verse próximamente. No obstante, poco después la damisela le comunica que un viaje profesional inesperado a algún remoto país le impide acudir a la cita. En ese momento, la supuesta señorita le comenta que está en apuros, que ha sido robada, herida y se ha quedado sin pasaporte. Necesita ayuda. Está sola en un país extraño, sin poder pagar ni el hotel, ni el hospital, por lo que recurre a su enamoradizo online, quien no sólo le da apoyo moral, sino que le envía el dinero necesario. Una vez el botín en manos del timador, la damisela en apuros desaparece para siempre. El internauta sólo descubre que ha sido estafado cuando, desesperado por no saber nada de su pareja, se pone en contacto con las autoridades para comunicarles que «su amiga ha desaparecido». El timo del latin lover desplumado, o del gigoló Hace unos años se pudo leer el siguiente anuncio en la sección de contactos de un periódico: «¿Quieres ganar todas las semanas entre 600 y 800 euros? Contactos esporádicos con mujeres maduritas. Buscamos hombres potentes». Más de un infeliz picó viendo la clara posibilidad de ganar bastante dinero de forma fácil, y de rentabilizar al máximo sus relaciones sexuales. Llamando a un determinado teléfono los timadores concretaban a los interesados en qué consistía el empleo, informándoles a continuación de que antes de acceder al mismo debían ingresar una determinada cantidad en una cuenta bancaria. Dicha
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cantidad era considerada como una póliza para conseguir el compromiso del futuro empleado de que iba a permanecer en la empresa durante al menos un año. Estos farsantes, además de quedarse con el dinero, llegaron a concertar encuentros al incauto que terminaban siempre con un plantón. Recientemente, se ha dado otro caso con el mismo modus operandi. La investigación policial descubrió que un grupo de timadores formado por seis personas llegó a estafar en España a 180 hombres interesados en este tipo de trabajo. Para darse de alta en la «empresa», las víctimas debían previamente transferir a distintas cuentas corrientes cantidades que oscilaban entre los 200 y los 1.000 euros. Una vez recibida la transferencia, el grupo les pondría en contacto con las mujeres interesadas en sus servicios. Estas relaciones nunca llegaban a producirse, los hombres quedaban a la espera de ser llamados y no recuperaban la cantidad aportada como fianza para darse de alta. Estos avispados timadores habían captado además a tres jóvenes para que, a cambio de un 5% de los beneficios, abrieran distintas cuentas bancarias en diferentes entidades destinadas a recibir los ingresos de las víctimas. Una triquiñuela más para dificultar su identificación. El cibertimo de la adopción de una mascota El timador empieza publicando pequeños anuncios en páginas web o creando un nuevo portal totalmente fraudulento en los que coloca distintas fotografías de encantadores animalitos, escogidas de entre otras páginas web. El texto que acompaña las fotos de las mascotas pregunta si se desea adoptar un perro, un gato, etc. En el caso que el internauta diga que sí, se le contesta diciendo que el animal está disponible, que es muy sociable o cualquier otra característica que ayude a persuadirle a tomar la decisión de
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adoptarlo. Poco después, el cuentista le comenta que por distintas cuestiones profesionales, la familia, junto con la mascota, se ha tenido que ir a África o a América, pero que puede recibir el animalito en 48 horas si decide enviar un dinero a cuenta para materializar el envío. Una vez recibido el dinero, se envía al incauto un falso recibo para que tenga confianza y no piense que es un engaño. Al día siguiente, el estafador dice que el animal está en cuarentena porque no se le han administrado todas las vacunas necesarias para entrar en el país de acogida, por lo que le vuelve a pedir dinero para sufragar la vacunación requerida. Posteriormente, después del segundo adelanto de dinero, el primo no vuelve a tener noticia alguna del interlocutor que deseaba dar una mascota en adopción. Antes de concluir este apartado conviene destacar que hemos sido cuidadosos en la elección de los ejemplos destinados a ilustrar los distintos modi operandi y señuelos que utilizan los timadores para dar sus timos, teniendo en cuenta que se tiene que producir siempre una entrega voluntaria de dinero por parte de la víctima para que sea considerado un timo. Por ello, algunas acciones delictivas que la cultura popular considera timos como el timo del pinchazo, el timo de la mancha, el timo de los periquitos, el timo de la ropa íntima, etc. no han sido recogidos en este texto porque en realidad son hurtos, es decir, la artimaña que utiliza el ladrón sirve para distraer la atención de la víctima, lo que a su vez facilita la sustracción del dinero u objeto de valor, pero no hay entrega voluntaria de su legítimo propietario. 3.6. Las tácticas irresistibles que anulan la voluntad Desde siempre, la persuasión ha fascinado a los humanos por su extraordinario poder de influir en los demás, mediante un proceso en el que una persona
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intenta convencer a otra para que cambie su actitud o comportamiento en relación con un determinado asunto. El discurso persuasivo es un todopoderoso instrumento capaz de vencer la resistencia del prójimo y cambiar su voluntad en ámbitos tan distintos como la justicia, la política, los negocios y también, cómo no, en las estafas. En estas últimas actividades, la persuasión es utilizada para hacerse con el dinero de la víctima a cambio de nada o de algo de poco valor. Hay tres formas principales de persuadir: recurriendo al razonamiento, apelando a las emociones, y solicitando credibilidad. La fuerza persuasiva de un discurso depende de estos tres elementos: cómo se presenta el razonamiento (logos) pensado para un determinado auditorio, de manera que incida en las emociones de éste (pathos), y considerando la forma mediante la cual el orador logrará hacer resaltar los rasgos pertinentes y creíbles de su carácter (ethos), es decir, su credibilidad. La articulación de estas tres formas principales de persuadir es compleja y, según sea la perspectiva que se adopte, se acordará mayor importancia a uno de los aspectos sobre los otros dos. Todo dependerá del propio orador cuyo objetivo primordial es agradar, persuadir, seducir y convencer. Por ello, los individuos simpáticos, atractivos, de pulcra apariencia, con buenos modales y con grandes dotes para la comunicación son los que tienen más posibilidades de influir en los demás, especialmente en los más ingenuos. Estos embaucadores, que el psicólogo Robert Cialdini denomina ladrones amables, dominan tanto la comunicación verbal como la no verbal: correctos ademanes, palabras cuidadosamente elegidas, tono de voz adecuado, ritmo del habla armonioso, etc. Todo vale para influir y facilitar la victoria del orador. En el timo, el cuentista embelesa al primo para hacerle creer que se encuentra en presencia de un
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buen negocio, o ante una buena ocasión que no puede perder. El timador es el primer actor del cuento, un irresistible gancho porque ejecuta a la perfección su función, que es la de enganchar incautos. El gancho es siempre un gran psicólogo que va a jugar con las emociones de la víctima para influir sobre ella y un experto en aplicar las distintas tácticas de persuasión que conoce al dedillo sin haberlas estudiado formalmente. He aquí las principales tácticas de persuasión que utiliza. 3.6.1. La persuasión centrada en las emociones Las emociones ejercen una determinante influencia en los pensamientos o juicios sobre objetos o situaciones de interés. Los expertos en este tema sostienen que cuando se despierta una emoción en una persona provoca en ella la necesidad de pronunciar ciertos juicios a favor o en contra del objeto o situación en cuestión, quedando ella misma atrapada en esa emoción, imposibilitando asimismo su conexión con otras emociones, y manteniendo sólo los juicios a los que esta emoción dé lugar. En definitiva, la emoción hace ver el objeto según la naturaleza de la propia emoción. Por ello, muchas tácticas persuasivas de los timadores apelan a la amistad, al miedo, al patriotismo, a la culpabilidad, al odio, a la alegría, etc. y consiguen con ello que el incauto emocionado dé el siguiente paso. La amistad Es una táctica de persuasión que se basa en la común creencia en que uno siempre hace favores a los amigos para ganarse su benevolencia. Los lazos de amistad son anhelados y atesorados por todos, lo que lleva a una norma social tácita que considera casi inadmisible rehusar hacer un favor a un amigo. Uno accede antes a una petición de un amigo que a la de un extraño. Por ello, el timador intentará durante unos momentos tratar a la
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víctima como un amigo y aprovecharse de esa supuesta situación de amistad para convencerla e invitarla a que participe en el asunto que le ha revelado. La semejanza Al igual que la amistad, la semejanza en ciertos aspectos de las personas crea fuertes vínculos entre aquellas que no se conocen. El haber tenido una experiencia similar, aunque no haya sido compartida, por ejemplo una misma enfermedad, produce en el otro la sensación de que le entienden, lo que genera esos sentimientos «cálidos» de comprensión que confortan a las personas. Si el cuentista es capaz de demostrar que se asemeja a su víctima (estrato social, actividades de ocio, etc.) mientras relata el cuento, tiene muchas probabilidades de ganarse su confianza con gran rapidez. La afinidad con la víctima Es una táctica más de persuasión, similar a la anterior, en la que los timadores eligen a sus víctimas entre las personas de su misma nacionalidad, etnia o creencia religiosa ya que de esa manera se reducen las sospechas de que pueda abusar de la confianza que ofrece el sentimiento comunitario. Circunscribir sus fechorías a este círculo de personas permite al embaucador contar con una ventaja más, una vez descubierto el timo, porque es muy probable que el primo no acuda a la policía para denunciarlo. Por el contrario, este último intentará solucionar el problema en el seno del propio grupo. La lealtad intra-grupal es un aspecto que los timadores tienen a su favor, especialmente en comunidades herméticas. El deseo de buscar una solución amigable entre las partes, permite al timador seguir realizando timos sin que lo detecten las autoridades, y en caso necesario cuenta con el suficiente
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tiempo para preparar una discreta fuga que le salve de la detención. Las personas recién emigradas a un país constituyen un grupo bastante vulnerable ante los fraudes por su aislamiento de la población mayoritaria y por las dificultades que encuentran para acceder a la información, que se ve restringida en muchos casos por no dominar el idioma del país anfitrión. Las necesidades humanas básicas Los timos explotan astutamente las necesidades humanas y sentimientos como la codicia, el miedo, la evitación del dolor, el deseo de ser amado, etc., con el fin de provocar reacciones intuitivas y emocionales que reduzcan la motivación de la gente a pensar fríamente en el mensaje que reciben. Los timadores tratan de vender los sueños a quienes los anhelan y persuadirles de que los pueden alcanzar. En estas condiciones de alteración emocional, es muy difícil valorar los pros y los contras de una decisión y, por tanto, los pardillos descuidan generalmente los resultados a largo plazo de las posibles decisiones alternativas. La sacralización Es una táctica de persuasión en la que la víctima se ve atrapada cuando su objeto de deseo es sacralizado por el timador, de tal manera que está dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguirlo. Los objetos de deseo pueden ser ropa, un trabajo altamente remunerado, un coche nuevo, unas vacaciones exóticas, una gran cantidad de dinero, etc. Eso dependerá de cada uno. Si además, el falsario se lo puede conseguir a buen precio, ¿Por qué no aprehender lo que se desea intensamente?
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La compasión El cuentista azuza a la víctima en sus más hondos sentimientos altruistas con el fin de lograr que entregue o envíe una determinada suma de dinero para salvar la vida supuestamente de miles de personas que corren peligro o reducir su sufrimiento en una catástrofe. Intenta también que la víctima se sienta culpable de la situación de precariedad de los malogrados damnificados de desgracias naturales o humanas para forzar así su colaboración económica. 3.6.2. La persuasión centrada en el razonamiento Los timadores también apelan al razonamiento, al argumento lógico, para persuadir. Las evidencias creíbles, recientes y relevantes basadas en demostraciones fácticas o en opiniones de expertos cualificados, las relaciones de causalidad, y las comparaciones son la base de una buena argumentación lógica. Pero, además, un discurso persuasivo que apela al razonamiento requiere de coherencia y sobre todo de verosimilitud. Y para ello es necesario conocer al dedillo el tema sobre el que se va a hablar. El ciudadano ejemplar Con esta táctica de persuasión, el timador trata de activar en la víctima su razonamiento para que cumpla esa norma social que consiste en comportarse como un buen ciudadano. En algunas ocasiones, una acción generosa de ciudadanía por parte del incauto facilita su caída en la trampa que le ha tendido el timador. Por ejemplo, reparar los daños que uno causa a otro es una norma social que el cuentista va a aprovechar astutamente siguiendo este modus operandi: provocar un tropezón en el que se rompa una botella, acusar a la víctima de ser la responsable y exigirle la reparación de los daños causados. Como se adivinará, la botella
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estaba preparada de antemano: un envase de champagne relleno de agua, que se intentará cobrar a precio de tan valioso espumoso. La comparación y la relación desproporcionada Con este proceder, el timador trata de persuadir razonadamente a la víctima en potencia de que está ante una oportunidad y que hará un buen negocio si realiza la compra del producto que le ofrece. No puede negarse a adquirir un objeto presuntamente valorado en 350 euros, por ejemplo, si se lo dejan por 75 euros. Uno puede pensar que el objeto en cuestión puede provenir de una liquidación, o bien de contrabando, o incluso puede sospechar que ha sido robado; en todo caso, el comprador piensa que está ante una ganga que no quiere desaprovechar. Sin embargo, este objeto que parece una ganga es en realidad una falsificación y su valor verdadero no supera los 5 euros. Lo que la víctima descubrirá cuando el falsario se haya marchado. Es una táctica de persuasión que incide mucho en el gran valor del premio (económico, emocional, físico, etc.) que le prometen. El comportamiento generalizado Este tejemaneje persuasivo se sustenta en el comportamiento de las masas y en la rápida conclusión a la que llegan las personas cuando observan conductas generalizadas, siguiendo este razonamiento: si la mayoría de la gente piensa que es una buena idea, es que debe ser una buena idea. Predomina aquí el comportamiento semi-gregario del ser humano, que suele llegar a esta resolución: si la mayoría de la gente tiene un producto y yo no lo tengo, me arrepentiré. El timador insistirá en su cuento, afirmando que lo hace todo el mundo, e intentando meter en la cabeza del pardillo que es un recto y apropiado proceder.
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El compromiso Es una táctica de persuasión muy utilizada en los negocios legales, que pretende arrancar un primer pequeño compromiso para evitar que el comprador se eche atrás si más tarde cambia de opinión. El timador también utiliza esta táctica a la búsqueda de un primer compromiso para generar en la víctima la necesidad de coherencia en su conducta como paso previo para aumentar las probabilidades de comprometer plenamente a la víctima en el ilusorio asunto que le propone. Así, le podrá recordar, en caso necesario y de forma razonada, que ya se comprometió, instigándole a seguir manteniendo el compromiso adquirido. La táctica es muy eficaz porque a las personas les incomoda mantener ideas, actitudes, creencias u opiniones contradictorias o disonantes, tal como mantuvo el psicólogo León Festinger en su Teoría de la Disonancia Cognitiva. Las personas necesitan consistencia en su fuero interno. Por ello, una vez adquirido ese primer compromiso, por muy pequeño que sea, con el embaucador, le será mucho más difícil a la víctima cambiar su comportamiento, aunque sea descabellado seguir adelante. Si el primer compromiso está relacionado con una actividad aparentemente deshonesta o ilegal, las probabilidades de ser persuadido aumentan sobremanera ante la incertidumbre en la que se ve la víctima al verse involucrado en un acto transgresor. La escasez Es una táctica de persuasión que se basa en el principio de que si algo es escaso, debe ser raro y valioso. Un razonamiento que utilizan los timadores cuando presentan sus productos o servicios como escasos, alegando que están reservados a la élite, y haciendo creer al inocente que es una persona privilegiada al haber sido seleccionada para tal fin. Se
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le sugiere que, si adquiere ese producto, formará parte de ese círculo restringido de elegidos. Además de la escasez de productos, se utiliza también la escasez de tiempo como estratagema para que la víctima pique en el anzuelo del engaño. Esto es, cuando la oferta dura un tiempo limitado, se genera una sensación de urgencia con el fin de que se tome de inmediato la decisión, sin la debida reflexión. La escasez de la disponibilidad del producto o servicio utilizado como señuelo es otra artimaña que utilizan los timadores para estimular su contratación, ya que, de lo contrario, se lo puede llevar otro. El itinerario psicológico En el mundo físico, las barreras y las vallas hacen que un itinerario sea más costoso que aquel que carece de ellas y, por tanto, se opta razonadamente por elegir el itinerario más fácil. De la misma manera y cuando los timadores crean barreras psicológicas mediante un relato coherente, pero falso, obligan indirectamente a la víctima en potencia a sentirse en la necesidad de optar por la acción más accesible. Un ejemplo de creación de barreras psicológicas por parte del timador es hacer creer a la víctima del timo de la Torre Eiffel que ésta va a ser destinada a chatarra porque el mantenimiento de la misma es carísimo pero que no se puede informar a la opinión pública para no soliviantar los ánimos de los ciudadanos. Lo que podía ser totalmente plausible en el París de principios del siglo xx. El timador, usurpando la identidad de un alto funcionario representando al Consistorio, informa al posible comprador de que ha recibido instrucciones para enajenarla a buen precio si el asunto se lleva con discreción. De tal manera que la decisión de comprarla por parte del incauto como un acto de libre elección es en realidad el resultado final de la maraña que le ha tejido el timador, mediante la opor-
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tuna manipulación de la información en ese itinerario psicológico. La reciprocidad En la vida social, los favores han de devolverse si uno acata la norma de la reciprocidad. Un razonamiento que lleva al timador a utilizar esta técnica de persuasión insinuándole a la víctima que le está haciendo un favor. Los timos que solicitan un adelanto de dinero a cambio de una operación financiera de lavado de dinero suelen utilizar este procedimiento. El timador anuncia a la víctima que puede conseguir mucho dinero pero recíprocamente debe adelantarle cierta cantidad para gastos, sobornos o cualquier otra excusa, y si accede se materializa el timo. Con este propósito, el timador se vale también de la táctica del amigo anteriormente descrita porque es usual que los amigos hagan favores y se los tenga uno que devolver. 3.6.3. La persuasión centrada en la credibilidad El conjunto de tácticas de persuasión centradas en la credibilidad gravita en torno al sujeto que pronuncia el discurso, pretendiendo con su declamación hacerse digno de crédito. Atributos como la prudencia, la virtud, y la buena disposición contribuyen sobremanera a dar la fuerza argumentativa necesaria a la alocución para dar credibilidad al orador ante los oyentes. La credibilidad de la fuente de información El juicio que las personas hacemos sobre una fuente de información depende de la confianza que tenemos en ella. Así, mencionar la opinión de personas expertas u organizaciones de reconocido prestigio es una táctica que utilizan los timadores para tentar a las víctimas y persuadirlas. Estos artífices del timo harán referencia a todo aquello que les interese y refuerce la credibilidad
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de su cuento. Por ejemplo, ofertar un falso remedio prodigioso para la calvicie y citar de pasada a la Organización Mundial de la Salud puede mejorar la opinión sobre la utilidad del producto. La figura de la autoridad Es una táctica de persuasión que se aprovecha del principio de obediencia a las personas que encarnan la figura de la autoridad. Como, por lo general, las autoridades ofrecen información exacta y es de sumo interés seguir sus indicaciones, algunos timadores se hacen pasar por concejales, policías, agentes de aduanas, etc. Desde esa ficticia posición de poder, consiguen que los otros obedezcan sus indicaciones. Conviene recordar que algunas personas están muy dispuestas a obedecer a las figuras que encarnan alguna autoridad, tal como demostró el psicólogo Stanley Milgram en aquel famoso experimento en el que algunos alumnos, obedeciendo la autoridad del profesor, estuvieron dispuestos a realizar descargas eléctricas a sus compañeros. Teniendo en cuenta la acción mendaz de los timadores y el uso desleal que hacen de las distintas tácticas de persuasión que apelan al razonamiento, a las emociones y a la credibilidad, quedan así establecidos, desde la perspectiva de la acción comunicativa, los principales modos mediante los que la víctima queda convencida y persuadida de que el asunto que le proponen es ventajoso para ella. A modo de conclusión de este epígrafe, se puede aseverar que el timo es en gran parte el resultado de una «publicidad» engañosa. A continuación, se van a abordar los timos desde la perspectiva de la toma de decisiones. En realidad, un timo ocurre porque se produce un error de juicio o apreciación por parte de la víctima a la hora de valorar la situación que está compartiendo con los timadores,
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ya que éstos se encargan de confundirla. Un error que va a pagar caro: verse privada de sus ahorros al entregar voluntariamente su dinero a estos vividores del embeleco. 3.7. Los errores de apreciación Hasta ahora, nos hemos sumergido en la acción del timador para intentar comprender la facilidad con la que se gana la confianza de la víctima, la engaña y la persuade para que afloje la pasta. Pero nos queda por averiguar por qué las personas, y especialmente las víctimas de los timos, no toman las decisiones óptimas para sus intereses. Una correcta decisión necesita de la perfecta comprensión de los hechos que suceden alrededor de quien va a tomarla. Para ello, tal como argumenta el sociólogo Erving Goffman, las personas utilizamos distintos marcos cognitivos que llama marcos de referencia interpretativos. Estos marcos de referencia pueden aplicarse a una misma situación y tienen la doble función de orientar las percepciones de lo que está sucediendo e influir en la conducta que vamos a llevar a cabo al respecto. Hay dos tipos de marcos: los marcos de referencia primarios, que están dados de antemano por la sociedad o por el orden natural de las cosas y, por tanto, son relativamente estables, y los marcos de referencia secundarios, que hacen alusión a las transformaciones que realiza el ser humano. De entre las distintas transformaciones, la fabricación es la de mayor interés en este texto, ya que el individuo implicado en la fabricación trata de crear falsas nociones sobre lo que está acaeciendo, es decir, manipula y miente. Con sus mentiras, los timadores van a fabricar expresamente un falso marco de referencia secundario (le ha tocado la lotería, la compra del artículo es un
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chollo, etc.) que induzca a la víctima a cometer errores de apreciación. Motivo por el cual el gancho no puede equivocarse en el papel que representa, tiene que mantener a toda costa la identidad que escenifica en el timo. Los marcos de referencia interpretados, es decir, las fabricaciones del cuentista timador, no deben romperse por suceso inesperado alguno. Cuando sucede algo que rompe una representación o no encaja en estos marcos de referencia secundarios creados, el timador debe repararlo rápidamente. Las disrupciones ocurridas durante el relato del cuento, por lo general, son elementos incompatibles con la representación dramática del timador, que tiene lugar en un espacio-tiempo determinado y que, a causa de su manifestación, pueden poner en duda la realidad experimentada. Y, por ello, el primer actor del timo debe ser consciente de su responsabilidad expresiva, ya que pequeños gestos impensados pueden derivar en grandes catástrofes interactivas que conduzcan la actividad delictiva iniciada al más rotundo fracaso. Erving Goffman distingue cuatro tipos de disrupciones y explica cómo se manifiestan. En primer término, habla de los gestos impensados, refiriéndose a aquellas partes de nuestro comportamiento que, accidentalmente, transmiten impresiones inadecuadas con el momento que se vive en una interacción. Este tipo de gestos impensados, como un eructo, un bostezo, o un ataque de risa, pueden llegar a desacreditar la actuación de una persona, la de su equipo o a la situación en sí misma. En segundo lugar, menciona las intrusiones inoportunas, haciendo referencia a aquellas situaciones en las que, inadvertidamente, entra una persona no acreditada en una interacción en la que se presenta una actividad que contradice las expectativas que se tienen sobre los actores que forman parte de ella. Por ejemplo, un policía que se acerque al lugar en el que se está produciendo el timo de la estampita. El tercer
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tipo de disrupción que cita es dar un paso en falso. Se trata de un incidente que tiene lugar cuando un actuante aporta información, casi siempre de forma verbal, que contradice la primera impresión proyectada. Es conocido también como meter la pata. Con esta forma contradictoria de presentarse, se corre el riesgo de destruir todo lo que el timador haya construido a lo largo del cuento. El cuarto y último tipo de disrupción es aquel en el que un actor contraviene las pautas normativas de una interacción de forma consciente. A este tipo de incidentes los denomina hacer una escena, y suelen traer como consecuencia una redefinición total de la situación: por ejemplo, cuando los miembros del equipo de timadores ya no pueden seguir aprobando la actuación inepta de alguno de ellos y lanzan a tontas y a locas críticas públicas y abiertas contra el mismo con quien deberían mantener una cooperación. Por tanto, los errores de apreciación de la situación en los timos dependen en gran parte de las fabricaciones (marcos de referencia secundarios) de los timadores, y del material creado socialmente a partir del cual la víctima da sentido a las acciones de los demás –honestidad en el prójimo, confianza, etc.– (marcos de referencia primarios). Pero en estos errores de apreciación pueden intervenir también otros factores. Por ejemplo, aquellas personas que tienen dificultades para controlarse emocionalmente están más predispuestas que otras a dejarse llevar por la persuasión. Consecuentemente, se tragan el cuento del timador con más facilidad. Los sujetos que buscan sensaciones con las que llenar su vida, característica de la postmodernidad según palabras del sociólogo Zygmunt Bauman, son también proclives a involucrarse en situaciones de riesgo, aumentando así las probabilidades de convertirse en víctima de algún timo.
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La preferencia que tenemos las personas por confirmar la información de la hipótesis inicial ayuda sobremanera a los timadores. La escenificación que realizan del timo es la hipótesis inicial para la víctima, quien busca información para confirmarla, en vez de fijarse en los datos que demuestren que es errónea. Por ejemplo, si recibimos una llamada telefónica ofreciéndonos un suculento negocio al invertir en la compra de un determinado valor bursátil, buscamos información que contraste que es posible el negocio, en vez de buscar indicios que lo descalifiquen. De esta manera, se cae fácilmente en errores de juicio y en elecciones nada óptimas para nuestros propios intereses. Las habilidades cognitivas reducidas, como en el caso de algunas personas mayores, incrementan también las probabilidades de convertirse en víctima de los timos. Lo mismo les ocurre a aquellos individuos muy seguros de sí mismos que sobrestiman su capacidad de detectar los engaños, piensan que controlan la situación o se consideran exageradamente habilidosos para tomar decisiones acertadas. Hemos abordado las principales tretas utilizadas en los timos: cuentos con mentiras, señuelos, tácticas de persuasión y errores de apreciación, que intervienen manifiestamente en la materialización del objetivo que persiguen los timadores: conseguir que los incautos les entreguen voluntariamente su dinero. En caso necesario, indicarán al primo el monto de dinero a «invertir» o «pagar». 3.8. El dinero, el alejamiento y cómo entibian los ánimos del pardillo Con la entrega voluntaria del dinero por parte de la víctima, se inicia el tercer y último acto de la representación falaz del timo. Es la operación culminante de la farsa de los timadores, en la que el ritmo de su acción
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delictiva se acelera para dar el varapalo al primo en el momento oportuno. Para ello, el cuentista y el espabilao proceden astutamente a «separar» al incauto de su dinero con distintas técnicas: dándole el cambiazo, recogiendo su inversión, etc. De esta manera, el dinero pasa a manos de los timadores por voluntad propia del primavera, sin ejercer violencia, fuerza o extorsión alguna. Como se ha dicho anteriormente, el timador es consciente del riesgo que corre a la hora de actuar a cara descubierta, al delatar su identidad. Consecuentemente, se ve abocado, bajo cualquier pretexto, a emprender la huida disimuladamente y con naturalidad antes de que la víctima se dé cuenta del engaño. En el caso de los timos por Internet, los cuentistas intentan preservar su identidad contratando «intermediarios financieros», conocidos también como mulas o muleros, quienes realizan transferencias de dinero de una cuenta bancaria a otra, desconociendo generalmente que se trata de actuaciones ilegales para borrar las pistas del dinero robado mediante engaño. La provocación a la que los timadores someten a la víctima proponiéndole negocios turbios hace que el comportamiento del incauto no siempre sea honesto, y de ello se van a aprovechar los estafadores para enfriar los ánimos de la víctima. Y, en gran medida, se van a valer de la sensación de vergüenza y afrenta que sufre el timado para impedir o dificultar que comunique lo sucedido y busque ayuda. Justamente, las maniobras finales del timador, además, se centran en controlar la rabia de la víctima despojada de su dinero con el fin de que no acuda a la policía o tome represalias. Es lo que el sociólogo Erving Goffman denominó entibiar al primo, o enfriar sus ánimos, cuando defendió su tesis doctoral, allá por el año 1953. De esta forma, los timadores se anticipan estratégicamente para que los perjudicados no acudan a la policía, o por lo menos intentan dilatar en el tiem-
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po la posible denuncia con el fin de aumentar su ventaja para huir. Si el timador ha sido muy efectivo en su tejemaneje y consigue que la víctima no denuncie la estafa por distintos motivos que veremos más adelante, podemos afirmar que el timo perfecto existe. Esto es, si la justicia no conoce los hechos delictivos, difícilmente los puede investigar. Y si no se denuncia el delito con el que los timadores se han forrado ilegalmente, ganándose la confianza de sus víctimas, el timo se convierte en un negocio redondo para estos espabilados de la defraudación. Se ha podido ir viendo a lo largo de estas líneas el ingenio de los timadores para hacerse con el dinero de los demás. No se amilanan ante nada. Ni sienten compasión alguna por sus víctimas, ni por su sufrimiento. Los éxitos que obtienen día tras día les impiden desistir de estas actividades tan lucrativas para ellos. Todo lo anteriormente expuesto invita a sostener que la neutralización de los comportamientos de los timadores no sólo necesita la represión judicial de sus acciones delictivas, sino que es necesario potenciar también la actividad preventiva, que en este caso debe consistir en informar a las víctimas potenciales sobre las formas de actuar de los timadores e invitarlas a que sigan los consejos que ofrecemos a continuación.
4. Consejos
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prácticos para evitar los timos
a opinión que la mayoría de la gente tiene sobre las víctimas de los timos es que su victimización depende en gran parte de ellas mismas, al participar voluntariamente en unas actividades lucrativas no muy honestas. Si bien es verdad en muchos casos, esta opinión generalizada no hace justicia a la realidad porque algunas personas resultan timadas justamente por comportarse como ciudadanos ejemplares, generosos o altruistas. Si la picaresca de los timadores sigue un modus operandi pensado en parte para evitar ir a la cárcel, y si a ello se añade el escaso éxito de las políticas penales tradicionales basadas en el encarcelamiento como instrumento ejemplar de resocialización y de disuasión, creo que es conveniente buscar alguna solución preventiva a los timos entre esa corriente de saber c r i m i n o l ó g i c o c o n o c i d a c o m o actuarismo (actuarialism). Se trata de uno de los rasgos más identificativos del control social en estas sociedades actuales de la Modernidad Tardía, tal como sostienen reconocidos autores como David Garland o Jock Young. El actuarismo consiste en la adopción de medidas para minimizar el riesgo o eliminar las potenciales amenazas para la seguridad de personas y bienes en un futuro inmediato. Por ello y con el fin de impedir o disminuir la victimización de los ciudadanos ante estrategias
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delictivas tan sutiles como las que utilizan los timadores, en el ejercicio perverso de sus habilidades intelectuales, lo primero es evitar, en la medida de lo posible, cooperar con ellos. Ya sabemos que no es fácil y que tampoco se puede ir por la vida sospechando de todo el mundo. No obstante, estos consejos prácticos que ofrezco a continuación pueden ser de mucha utilidad para reducir los riesgos de convertirse en víctima de un timo. Son medidas que se deben adoptar justamente antes de que ocurra el timo, dificultando así que se materialice. ¿Qué hacer con interlocutores insistentes? Si se le aproximan en la vía pública, llaman a la puerta de su domicilio, le telefonean, o recibe correos electrónicos, tenga en cuenta estos consejos: 1. Diga simplemente «No». Ésta va a ser su principal táctica para defenderse del timo. Aunque la oferta que le hagan sea una oportunidad, diga primero no, y así tendrá tiempo de informarse mejor. Siempre podrá decir «Sí» más tarde 2. Si además recibe presiones, o le indican que el tiempo se acaba, desconfíe del ofrecimiento. 3. Una oferta que parece demasiado buena para ser verdad, probablemente es que no sea verdad, es decir, es una estafa 4. Tenga cuidado cuando oiga que se va a hacer rico rápidamente, o que va recibir un regalo o un premio caído del cielo 5. Aquellas inversiones que requieren reclutar a otros inversionistas suelen ser estafas 6. Compruebe atentamente la identificación de su interlocutor y en caso necesario haga la comprobación pertinente 7. En general, la vida en Internet tiene un ritmo más acelerado que el de la vida real. Por ello, cuando reciba un correo electrónico, o mensa-
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je similar, no se precipite en responder. Tómese su tiempo para pensar y vuelva a leerlo antes de tomar cualquier decisión 8. N o juzgue una página web sólo por sus apariencias, haga las pertinentes comprobaciones ¿Qué hacer antes de tomar una decisión? Tenga en consideración los siguientes consejos: 9. Comente el negocio a un amigo o pariente antes de tomar la decisión 10. No otorgue su confianza a cualquiera 11. Cuídese de los aduladores 12. A guante la presión a la que le someten, tranquilícese 13. Compruebe las ofertas antes de verse envuelto en ellas, los descuidos pueden salir muy caros 14. Controle sus impulsos de dar, reparar o comprar productos y no entregue sus datos personales a cualquiera 15. Infórmese de los timos que se cometen 16. Conviértase en un avispado observador para detectar mentiras 17. Pague sólo después de haber recibido el servicio o el producto Evitar futuros timos depende también de las acciones legales que emprenden las víctimas contra sus victimarios. En el caso de que no se denuncien los hechos delictivos derivados del timo, los únicos beneficiarios son los timadores. Como muchos timos no se denuncian, la justicia no persigue a los autores y éstos se animan para seguir birlando. Los principales motivos por los cuales las víctimas de los timos no denuncian son los siguientes: se auto-inculpan porque de alguna manera se sienten responsables de los perjuicios sufridos, sienten vergüenza y bochorno de su comportamiento deshonesto, temen el escándalo, la
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humillación y el escarnio público, piensan que la ley es muy ambigua en estos casos, consideran que no merece la pena molestarse por un pequeño timo alegando cierta desconfianza en el sistema judicial, reciben poco ánimo de amigos y familiares, o perciben la estafa como una mala inversión en la que han perdido dinero. Además de no denunciar el timo, o desfigurar los hechos delictivos en los que se han visto implicadas, algunas víctimas evitan contárselo a sus familiares para no tener que pasar un mal rato ante ellos. Comportamiento muy asiduo entre personas mayores porque su independencia económica se vería amenazada en el caso de que sus familiares se enteraran que han sido víctimas de una estafa y han perdido sus ahorros. En ciertos casos, las víctimas nunca llegan a saber que han sido timadas. Así son los artistas del timo perfecto, verdaderos emprendedores del embeleco: tienen una visión, son capaces de comunicarla con claridad y de motivar a sus congéneres para que les sigan en sus asechanzas y les entreguen finalmente su dinero. Si algunos creían que el timo era una actividad delictiva destinada a desaparecer, se ha podido observar a lo largo de este texto cómo se ha transformado durante las últimas décadas, adaptándose perfectamente, una vez más, a los cambios sociales y a las innovaciones tecnológicas que surgen en el campo de la comunicación. Por ello, los responsables de la política criminal no le quitan ojo de encima y siguen de cerca sus avatares con tal de contrarrestar la fuerza de su alcance que cada vez es mayor.
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Eduardo V. Raldúa Martín, Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección y Gestión de Seguridad por la Universidad de Salamanca. Su trayectoria profesional de más de tres décadas está vinculada a la planificación, ejecución y dirección de dispositivos de seguridad pública y privada. Colabora como Profesor de Criminología en el Proyecto CISE de la Universidad de Salamanca.
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«… Cuando el honesto jugador decidió hacer el envite, y mientras sacaba la guita con la que apostar de su bolsillo, le dieron el cambiazo y no advirtió que habían movido un cubilete de lugar. Confiaba plenamente en lo que había visto unos segundos inmediatamente antes, y daba por seguro el lugar en el que se encontraba la bolita, pero cuando levantaron el cubilete que señaló, descubrió que estaba vacío, perdiendo así el dinero apostado. Ante las reiteradas protestas de la víctima, los timadores, que ya se habían hecho con la viruta, desaparecieron en un santiamén. Esta es una de las inagotables estrategias fraudulentas de los timos, que provocan día a día enormes pérdidas económicas a las personas y a los colectivos especialmente vulnerables, porque bellaquerías las hay a cientos. Y caer, caemos en ellas.»
Eduardo V. Raldúa Martín, Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Dirección y Gestión de Seguridad por la Universidad de Salamanca. Su trayectoria profesional durante más de treinta años, ha estado vinculada a la planificación, ejecución y dirección de dispositivos de seguridad pública y privada. Colabora como Profesor de Criminología en el Proyecto CISE de la Universidad de Salamanca.