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Spanish Pages [340] Year 2014
Portadilla Legales Introducción Un poco de historia ¿Qué es meditar? Preparándonos para meditar El proceso de la meditación La relajación La práctica de la meditación Otros tipos de meditación La sonrisa Bibliografía Dedicatoria
Meditación Guía práctica de técnicas orientales
Stella Ianantuoni A traves de la observación es posible descubrir quiénes somos en realidad y percibir el sentido total de cada una de las situaciones de la vida.
Ianantuoni, Stella Meditación. - 1a ed. - Buenos Aires : Agama, 2013. - (Cuerpo y alma) E-Book. ISBN 978-987-1088-32-4 1. Acupuntura. I. Título CDD 158.12
© 2008, Stella Ianantuoni Los contenidos vertidos en este libro son de exclusiva responsabilidad del autor. Queda totalmente excluida la responsabilidad de la editorial por daños físicos, materiales o
patrimoniales. Agama es una marca registrada de Editorial Albatros Meditación Copyright © 2008 by EDITORIAL ALBATROS SACI J. Salguero 2745 5º - 51 (1425) Buenos Aires - República Argentina E-mail: [email protected] www.albatros.com.ar Primera edición en formato digital: abril de 2013
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446. ISBN edición digital (ePub): 978-9871088-32-4
Introducción "Cuando el gorrión hace su nido en el bosque, no ocupa más que una rama. Cuando el ciervo apaga su sed en el río, no bebe más que lo que le cabe en la panza. Nosotros acumulamos cosas porque tenemos el corazón vacío." Anthony de Mello Desde que nace, el hombre vive en una búsqueda continua de felicidad y de plenitud. En el mundo moderno, esa búsqueda se ha orientado cada vez más
hacia lo material de manera que el objetivo de la vida es tener cada vez más dinero y, gracias a éste, más cosas. El consumismo nos impulsa a acumular multitud de variados objetos que nos proporcionan comodidad y lujo, como si en el tener cada vez más cosas pudiésemos encontrar la felicidad. Así, confundidos el ser con el tener, nos dedicamos a buscar la felicidad en los objetos y luego en el poder, buscando la felicidad en el dominio de las personas a las que tratamos como objetos. Al final, comprobamos que todo ha sido en vano, que seguimos tan vacíos como al comienzo. En cuanto logramos satisfacer las
necesidades vitales básicas, como la comida y el techo, y la necesidad de seguridad física y afectiva, se hace evidente que cada nueva posesión es seguida por una decepción. Soñamos con una casa más grande y pensamos que allí vamos a ser felices. Pero cuando la conseguimos, no somos tan felices como lo soñamos. Entonces pensamos que si tenemos un auto nuevo, o un trabajo mejor, un nuevo amante, o esa ropa onerosa que promocionan por televisión, seremos felices... Y sin entender dónde está el error proseguimos la búsqueda haciéndola infinita, agotadora y frustrante, porque al final, siempre se siente que no importa cuántos logros económicos, profesionales, sociales o
afectivos se consigan, existe siempre una íntima insatisfacción. "Hasta dónde se desarrolla depende de si el ego está dispuesto o no lo está a escuchar el mensaje del "sí mismo." Marie-Louise von Franz Esto es lo que Carl Jung denominó el "llamado del sí mismo", cuando observó en sus pacientes la necesidad de encontrar un sentido espiritual a la vida. En todo hombre existe esa necesidad, tan importante como las mencionadas anteriormente, que por lo general es postergada siempre para más tarde, para cuando tengamos un tiempo que puede
no llegar jamás. Esa necesidad propia del ser humano es el conocimiento y el crecimiento del ser interior, y también la búsqueda de trascendencia, ese afán que no se satisface con nada que no sea con lo divino. En una ocasión en que un sabio gurú de la India daba una charla durante un encuentro de ejecutivos les dijo: "Así como el pez muere en la tierra seca, ustedes morirían si quedaran enredados en los asuntos del mundo. El pez debe volver al agua, allí es donde vive. Ustedes deben volver a su propio corazón". "El cuerpo es como una pared, la conciencia o mente es como una
pintura." Dalai Lama Los ejecutivos se asombraron ante la propuesta y uno le replicó: "¿Quiere decir que debemos abandonar nuestros negocios y entrar a un monasterio?". "No, no", dijo el gurú. "No dije entrar a un monasterio. Dije: continúen con sus negocios y vuelvan a su corazón". La palabra "trascendencia" nos habla de ir más allá de los límites de la vida sensible y cotidiana, nos habla de buscar una realidad más profunda, de buscar aquello que nos sustenta y constituye nuestro verdadero ser. Y eso sólo es posible cuando, aunque sea por un momento, dejamos de mirar hacia afuera
y llevamos la mirada hacia nuestro interior. Si calmamos el cuerpo y le damos un descanso a nuestra mente razonadora, si estamos dispuestos a escuchar en el silencio, ese silencio que no es ausencia de ruido exterior sino ausencia de parloteo interior, podremos encontrarnos con nuestro centro, con nuestra verdadera naturaleza, con lo que le da sentido a nuestra vida; ese lugar donde reina la verdadera paz. Hay una clásica pero muy explícita comparación. Imaginemos el océano amplio y profundo. En la superficie todo es movimiento. Las olas se multiplican constantemente y chocan en la orilla dejando estelas de espuma blanca. Si
nos atrevemos a bajar, comprobaremos que en las profundidades no hay movimiento. Allí siempre reina la calma. Cuanto mayor es la profundidad mayores son la calma, la tranquilidad y el silencio. En nuestra mente sucede lo mismo. En la vida diaria, los objetos y sucesos externos atrapan nuestra atención y la mente queda aprisionada y se identifica con ellos. Así vivimos inmersos en una realidad exterior que no es la propia, sino la del mundo cambiante que nos rodea. En cambio, cuando entramos en nuestro interior, encontramos el lugar de nuestro verdadero ser, el lugar donde nos encontramos y encontramos a Dios y donde ya no nos sentimos separados
sino Uno con el Otro; ésa es la Plenitud. En el silencio, y sobre todo en la escucha dentro de ese silencio, encontramos la Paz, la Sabiduría y el Amor desde los cuales podemos volver otra vez al mundo, pero distintos, centrados, en armonía, equilibrados en cuerpo, mente y espíritu. Encontrar nuestro centro, escuchar y amar es el eje de la meditación. "Mi corazón me dice que soy todo, mi mente me dice que no soy nada; entre ambos discurre mi vida." Nisargadatta
Un poco de historia Si buscamos los orígenes de la práctica de la meditación, debemos remontarnos a miles de años atrás y llegar hasta la civilización que se desarrolló al pie del Himalaya, en el Valle del Indo aproximadamente 3.000 años a.C. La llamada "civilización del Indo" se conoce especialmente por el descubrimiento de sus dos ciudades más importantes: Mohenjo-daro, a orillas del Indo y Harappa, en el Punjab. Como de esta cultura avanzada sólo nos han quedado los restos arqueológicos, sólo podemos suponer las ideas religiosas o filosóficas de la civilización que habitó esas ciudades; pero entre el ajuar de los
habitantes se han encontrado pequeños sellos de estearita. Por lo general, son cuadrados con una protuberancia perforada en la parte posterior para sostenerlos o colgarlos. Muchos contienen tallas de animales como elefantes, tigres o rinocerontes pero, y ésas son las que particularmente nos interesan; en algunos aparecen figuras humanas y entre ellas una que se encuentra un figura sentada en postura de meditación. Aproximadamente 1.500 a.C. con la cultura aria ya instalada en la India, son los Vedas, las escrituras sagradas más antiguas que se conocen, las que expresan las verdades espirituales. La tradición hindú se refiere a los Vedas
como "Sruti", palabra que significa "lo que se ha visto" indicando que quienes los escribieron eran videntes que recibían esas verdades a través de la revelación que surgía de su propio interior. El hinduismo se distingue de esta manera de las demás religiones del mundo, ya que no proviene de un único fundador sino de la multitud, desconocida y esparcida en el tiempo, de los autores de los textos védicos. Así, también de una manera única, el verdadero hinduismo, no el fanático, deja abiertas las puertas para reconocer y aceptar en su seno a los profetas de otras tierras. En el Rig Veda, el más antiguo e
importante de esos textos, se plantea el sentido de la existencia humana y ya se encuentra la idea de que todo lo que existe se remonta a un único principio y que el Absoluto es inmanente y a la vez trascendente al mundo real. Inmanente, porque la divinidad se encuentra unida de modo inseparable a la esencia de cada ser; y trascendente, porque a su vez está siempre más allá de todo lo que podamos conocer e imaginar. Más tarde, alrededor del 800 a.C., son las sagradas Upanishads (1) las que mencionan específicamente las prácticas relacionadas con la meditación. "Si un hombre sabio mantiene su cuerpo con sus tres partes rectas, el pecho, el cuello y la cabeza, y dirige
sus sentidos junto con la mente hacia el corazón, entonces en el barco de Brahman (2) cruzará todos los torrentes que provocan el miedo." (Svetasvara-Up.II,8) Entre el 300 a. C. y el 300 d. C., es probable que se hayan escrito las dos grandes obras épicas: el Mahabharata y el Ramayana. El Mahabharata encierra la obra más popular del hinduismo: el Bhagavad Gita. En este poema, que ha sido libro de cabecera de grandes hombres como Mahatma Gandhi, se presentan los interrogantes de todo hombre sobre la vida, la muerte, el dolor y la lucha entre el bien y el mal. Enseña que lo esencial es el alma e
indica los posibles caminos para llegar a conectarse, no con un Absoluto supremo, sino con Krishna, el dios de bondad que se hace guía del hombre cuando éste lo necesita. No se tienen la fechas exactas, pero se cree que entre los siglos II a.C. y IV d.C. se escribieron los "Yoga Sutras" de Patañjali, que representan la sistematización escrita de la tradición de la filosofía yoga que hasta ese momento se había transmitido en forma oral. En ellos se define el yoga como "la supresión de los "Lo que es, es Uno; los labios lo nombran de formas diversas." Rig Veda 1-164
1. Libros sagrados de la India cuyo tema es la descripción de la realidad, el individuo y la conciencia, tratados en forma de diálogos entre maestro y discípulo. 2. El barco de Brahman (Dios) es el mantra Om, que nos ayuda a llegar a Él.
Taj Mahal, India.
torbellinos" o "modificaciones de la mente". Allí se insiste en que sólo si detenemos esos torbellinos o procesos mentales podremos ver con claridad la realidad de lo que somos. El sistema que proponen los Yoga Sutras es denominado "El Óctuple Sendero" porque consiste en ocho pasos o grados. Los dos primeros, Yamas y Niyamas, son diez reglas que proponen una vida ordenada y moral sin la cual no puede pretenderse ningún otro avance hacia planos superiores. Los siguientes pasos son las asanas o posturas correctas, el pranayama o control de la respiración y el pratyahara o retracción de los sentidos hacia el interior. Los últimos
tres pasos constituyen el yoga propiamente dicho: dharana o concentración, dhyana o meditación y el samadhi o percepción supraconsciente. El Óctuple Sendero es el camino que conduce a la liberación de la ignorancia en la que los hombres viven inmersos. Para Patañjali, todas las experiencias psicológicas se originan en la ignorancia de la verdadera naturaleza humana y sólo cuando se elimina esa ignorancia el hombre descubre su verdadero ser: "el poder de la Conciencia pura reposando en su verdadera naturaleza". Podemos preguntarnos entonces: ¿cuál es esa verdadera naturaleza a la que se refiere Patañjali y que no es nuestro cuerpo, los aspectos físicos y mentales
que percibimos y sentimos? "El espíritu es quien estudia al espíritu." Vivekananda
Un poco de filosofía india Durante toda la historia humana, el hombre ha estado haciéndose preguntas de difícil respuesta. ¿Cuál es la causa de la existencia? ¿De dónde vengo? ¿Quién soy? Todas estas preguntas tienen que ver con la esencia del hombre mismo y es un conocimiento de tal importancia que, si se ignora, afecta toda nuestra vida ya que la visión que tenemos de
nosotros mismos se refleja en la visión y la comprensión del mundo que nos rodea y también en cada una de nuestras acciones. Mientras en Occidente, sobre todo en la Grecia clásica, la filosofía se inicia a partir de las explicaciones sobre la vida y el universo, basadas en la observación de la naturaleza, y a partir de allí se da origen así a todas las ciencias, la filosofía de la India se desarrolla a partir del descubrimiento del ser interior, de la valoración del silencio que revela el Ser. Por eso, las distintas filosofías de la India se denominan "darshanas", palabra que significa "punto de vista" o "espejo". Un espejo refleja la realidad, revela la verdad de
la realidad de quien se mira en él sin descartar las otras miradas que podría recibir. Así constituyen distintos caminos dentro de una única tradición. Y aunque algunas de estas escuelas apelan al razonamiento, la mayoría insiste en señalar que el verdadero conocimiento viene del interior del hombre, de "ver" la realidad a través de la intuición y la interiorización. En Oriente, la filosofía no pretende información sino que trata de ser un instrumento, una verdadera herramienta de transformación y de evolución. Mediante la filosofía, el hombre logra la liberación, es decir, deja de estar inmerso en la corriente del cambio
universal y se conecta con el Absoluto. "Todo está animado por una esencia sutil; ella es la única realidad, el Atman, y tú eres Eso." Chandogya Upanishad 6,9 Si quisiésemos explicar de una manera muy simplificada la visión que la mayoría de las filosofías (3) de la India tienen de la naturaleza del hombre y de todo el universo que lo rodea podríamos resumirlo así: en la eternidad existe el Brahman, el Absoluto, aquel que no podemos nombrar o pensar sin limitarlo. Él es el único que existe de una manera plena. Tiene Ser y nada existe fuera de él. Por alguna razón que desconocemos,
el Ser "emana" de sí todo lo existente. No es una creación, como la entendemos los occidentales, ya que es su propio ser el que se transforma en el universo visible. No tiene necesidad ni motivos para hacerlo y por eso lo llaman "lila" que podríamos traducir como "juego divino" porque tiene un sentido de diversión y falta de exigencia. Hay una imagen hermosa del dios Shiva danzando, es el Shiva Nataraya, el danzarín cósmico que explica un poco esta cuestión. En una de sus manos derechas, pues tiene cuatro brazos, sostiene el tambor, símbolo del poder creador; con la otra levantada, Shiva dice:"Yo protejo". De una de sus manos izquierdas surge el fuego creador y
transformador y mientras la otra, que señala hacia la tierra está revelando la esencia del cosmos. Cuando el dios danza, son sus movimientos los que crean la danza que es el universo visible; la danza y él son una sola cosa. Si el bailarín deja de bailar, la danza cesa. Todos somos la danza de Dios. En todos los seres y en todas las cosas está Él como una chispa divina oculta, disfrazada a los ojos de los que los contemplan. Todo participa de la naturaleza divina y allí radica el Ser del hombre y del universo. Cada uno con un diferente grado de conciencia y cada uno participando de esa naturaleza divina de
una manera particular y única. Un planeta, una flor, una mariposa, un hombre, encierran a la divinidad, encierran el Todo. No es panteísmo sino ver a Dios obrando y manifestándose en todas las cosas.
Shiva Nataràjà. Imagen de bronce del siglo XI. Por esa participación, en lo más
profundo de cada ser existe un "lugar" de felicidad completa, eso que podemos llamar el "centro", la "esencia misma del ser" que es la divinidad. En India se llama a esa esencia “Sat-Chit-Ananda”, es decir, pura Existencia, pura Conciencia y eterna Beatitud. Cuando el hombre se comunica con ese centro descubre allí a Dios. "Un solo Ser, ¡Oh adorada Unidad!, fue esto (el mundo), en principio, solo uno, sin un segundo (4)". En el cristianismo y en otras religiones monoteístas, como el judaísmo y el islamismo, no se acepta esa postura. Dios es el creador y el hombre su criatura, no son uno sino dos siempre. Pero Dios le ha dado su "aliento", el
alma humana y la gracia, que es la vida de Dios en nosotros. Son dos, unidos por el amor. San Pablo dice "...ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos (5)" . San Juan de la Cruz lo expresa de una manera maravillosa cuando dice: "Allí el alma le ama tan fuerte y perfectamente como por Él es amada, estando las dos voluntades unidas en una sola voluntad y un solo amor de Dios (6)". "Todos los místicos se expresan en la misma lengua, porque todos provienen de la misma comarca."
Louis-Claude de Saint Martin En el islamismo, el místico persa Hallaj proclama: "Me he convertido en el que amo, y el que amo se ha convertido en mí. Somos dos espíritus fusionados en un mismo cuerpo, verme a mí es verlo a Él, y verlo a Él es vernos a nosotros mismos." Y la sabiduría hebrea enseña:"Cuando usted aumenta la meditación, la penetración en el pensamiento, la liberación de la mente, entonces su alma se le revela expandiendo algunas chispas de su luz... entonces usted unifica todo, sin odio, celos o rivalidades. La luz de la paz y una gran audacia se manifiestan. El esplendor
de la compasión y la gloria del Amor brillan a través suyo, el deseo de actuar y trabajar, la pasión de crear y restaurar su ser, la añoranza del silencio y del grito interno de la alegría, todo eso se funde en su espíritu, y usted se vuelve santo (7)" . Podríamos analizar muchas otras tradiciones, pero siempre encontraremos que, sea cual sea la creencia que profese cada uno, nadie puede negar la existencia de ese oasis de divinidad que existe en nuestro interior. Ahora bien, por lo general no somos conscientes de ese oasis. Por el contrario, vivimos atentos a nuestros recuerdos del pasado y a nuestras preocupaciones por el futuro, creyendo
que el "ego", nuestro pequeño yo, es nuestra única realidad. A eso en la India se lo denomina "maya", que podría traducirse como "ilusión", como "falta de conciencia". Maya no quiere decir que el mundo no sea real, sino que somos nosotros los que caemos en la ilusión de creernos otra cosa que lo que realmente somos. Y esa ilusión nos deja sumidos en el cambio, en el dolor, en la sensación de separación, de estar solos y abandonados a un destino incierto que termina con la muerte. Para liberarnos de ese error, de ese engaño, los textos védicos (8) enseñan: "Tat Tuam Asi": Tú eres Eso, tú eres el Absoluto. Eso mismo que buscas está dentro tuyo y allí
puedes encontrarlo. Afirma el sacerdote y filósofo Raimond Panikar: "El primer deber de un espíritu sinceramente religioso es amar y vivir su propia fe y trascenderla en muchas ocasiones. La palabra correcta para expresarlo, a pesar de las muchas mistificaciones que ha sufrido, es con-versión que significa volver al centro y al ser propio de cada uno, y de su propia religión; descubrir la verdad eterna de la dimensión mística de la propia existencia y de la propia religión y surgir o, mejor dicho, ser elevado desde este nivel hacia la religión auténtica y personal, que no excluye la adhesión a la religión externa existente" (9).
"Y habrás de buscarme, y me encontrarás cuando me busques de todo corazón." Jeremías
Despertar Cuentan en la India que un día una tigresa dio a luz a su cachorro y luego murió. Cerca de allí pastaba un rebaño de ovejas que, al encontrar al pequeño cachorro, lo adoptó como a una de ellas. Así, el pequeño tigre comenzó a crecer sin conocer otra cosa que las ovejas y creyéndose él también una oveja balaba como una oveja y pastaba con ellas. Un día pasó por allí un tigre adulto y se
asombró con lo que veía. Se acercó al joven tigre y lo llevó hasta la orilla del río. "Mírate y compara tu cara con la mía —le dijo—. ¿Ves que eres un tigre como yo?". Pero al joven la evidencia no lo hizo cambiar de parecer, él era una oveja y nada en el mundo parecía poder convencerlo de lo contrario. El tigre mayor le llevó entonces un trozo de carne y, aunque al principio se resistió, cuando el joven tigre probó la sangre, su instinto felino surgió, dejó de comer hierba y de balar y comprendió por fin que no era una oveja sino un tigre. Con ese relato, el santo Ramakrishna enseñaba que el alma humana es hija de Dios pero, mientras no lo conoce, el hombre vive como un simple mortal.
Cuando llega a conocer su verdadera naturaleza, se libera del temor y alcanza la perfección. Despertar, encontrar la iluminación, es darse cuenta de que en nuestro interior está la divinidad, no racionalmente, porque pensarlo no nos soluciona nada, sino vivirlo y experimentarlo en todo momento. Pero ¿cómo hacerlo? La tarea no es fácil pues en cuanto nos preguntamos por lo que somos, en general, todo nos lleva hacia fuera, a crear imágenes falsas formadas por conceptos, deseos e imágenes que tienen su origen en lo que quisiéramos ser o en aquello que los demás piensan o esperan de nosotros.
Una persona no se define por su nombre, ni por su sexo, ni por su profesión. Tampoco se define por su estado civil o sus relaciones: "esposa o marido de este", "hijo o madre de aquél"... Cuando vamos quitando esas capas, como si pelásemos una cebolla, la respuesta se hace cada vez más difícil y precisamos desconectarnos con lo exterior para conectarnos con el interior del propio ser. "Quien cobra conciencia del Absoluto por medio del conocimiento se convierte en el Absoluto." Mundaka Up
Por eso, para buscar una respuesta a ese interrogante crucial ¿Quién soy yo?, se han originado a lo largo de los siglos determinadas técnicas que nos ayudan a explorar nuestro interior, que nos llevan al único lugar en donde podemos encontrar respuestas a nuestros interrogantes: ese lugar es nuestra propia mente. Todas esas técnicas se engloban bajo el amplio nombre de "meditación". La búsqueda interior a veces puede llevarnos por caminos equivocados. El músico de jazz, John Mclaughlin, relata en una entrevista: "La primera vez que consumí LSD fue como abrir una pequeña caja de Pandora. Fue genial.
No es que quiera alentar a cualquier cosa, pero lo digo, la sensación es igual a abrir el espíritu, a ser repentinamente consciente de todo aquello que uno ignoraba antes. Fue genial. Por ello es que luego de seis meses ya no quería volver a consumirla”. Y continúa. “La meditación sustituyó todo aquello. ¡Por fin! Qué maravilloso esto de poder alcanzar otro estado de conciencia sin necesidad de tomar nada.” (10) Según la práctica que elijamos, utilizaremos una técnica diferente, pero el resultado será semejante en todos los casos. De cada una se pueden leer muchos libros, pero lo fundamental es que la meditación se construye sobre la práctica y no sobre la teoría. De nada
sirve leer muchos libros sobre meditación si no practicamos con una actitud abierta y receptiva sobre lo que se nos ofrece como experiencia, como conciencia del presente y de la vida. Por eso, cada uno de nosotros recorre la meditación como un espacio personal y único, y como tal será personal y única cada respuesta, el fruto de una experiencia irrepetible. "Nosotros somos seres humanos, no etiquetas." Krishnamurti 3. Lo que aquí exponemos concuerda en general con el Vedanta Advaita, una de las
filosofías más difundidas en la que la Realidad última es una sola. Entre una y otra filosofía existen diferencias al considerar al Principio Universal (Dios en nuestro lenguaje) y al alma individual como uno o como dos, aunque coinciden en aceptar los Vedas y las Upanishads como fuentes del verdadero conocimiento. 4. Chandogya Up. 6,2,1. 5. Colosenses 3, 11. 6. Cántico espiritual 38.3. 7. Abraham Isaac Cook, Orot ha Kodesh. 8. Chandogya Upanishad. 9. Panikar, R: Religión y religiones, Madrid, Gredos, 1965, pág. 185. 10. Mamando, Francis: “Hombre de todos los caminos”, en Clarín, lunes 17 de noviembre de 2003.
“Hombre y mujer contemplando la
luna.” de Caspar David Friedrich
¿Qué es meditar? "El discípulo quería un sabio consejo. Ve, siéntate en tu celda, y tu celda te enseñará la sabiduría —le dijo el Maestro. —Pero si yo no tengo ninguna celda. Si yo no soy monje... —Naturalmente que tienes una celda. Mira dentro de ti." (11) La palabra "meditar" tiene en nuestra cultura variados significados. Etimológicamente proviene del latín meditari que significa "reflexionar", "pensar en algo", "estudiar". Por eso, por lo general, cuando hablamos de
meditar sobre algo, estamos señalando que reflexionamos sobre una idea, sobre una lectura, etc. Pero en Oriente, el concepto es distinto. La meditación allí se refiere a algunas prácticas formales cuyo objetivo es observar la mente llevándola paulatinamente a la concentración en un solo punto ya sea en un objeto o en los propios contenidos (los pensamientos) de la mente. "Cualquiera que se dirige a Mí por cualquier senda que sea, Yo llego a él." Bhagavad Ghita Por lo general, confundimos la mente con sus contenidos. Nuestra mente no es
lo que pensamos. Los contenidos de la conciencia, los recuerdos, los deseos, los valores, las explicaciones sobre la vida y el cosmos pueden ser observados por el mismo "órgano", la mente, que los origina continuamente. Muchas personas creen que no se puede dominar el pensamiento. Les parece inevitable que los pensamientos vengan y se hagan "cargo" de la mente. En cambio, lo primero que debemos comprender es que todos esos contenidos de la conciencia que expresamos en los pensamientos no son otra cosa que nuestras propias creaciones y, como tales, puedo observarlas de la misma manera que puedo observar las palabras que acabo de escribir. Y también,
cuando aparezcan desde ese lugar desconocido que llamamos "inconsciente", pueden ser observados las imágenes y los símbolos universales que proceden de nuestra propia cultura y la memoria ancestral que guarda las experiencias de toda la especie humana. Meditar, para las tradiciones orientales, no es pensar en algo sino que por el contrario, es dejarnos estar en perfecta calma para poder observarnos a nosotros mismos. Es la experiencia de observar nuestro cuerpo y nuestra mente sin juzgarlos. Por eso, meditar no es algo que se aprende sino que es dejar surgir libremente lo que somos sin interferir en ello. Dejar que las cosas
sean como son. Meditar es dejarse ser. "En vez de eliminar el ruido para extraer el mensaje, el meditador apaga el mensaje para ocuparse del ruido." Joanna Macy ¿Qué significa “dejarse ser”? Es difícil de explicar racionalmente, pero podríamos decir que, así como nuestra mente constantemente separa y divide, analizando las cosas que percibe para poder conocerlas, para poder comprenderlas, cuando meditamos, el conocimiento que encontramos es totalizador, parte de la experiencia de conocer con todo nuestro ser. No sólo
con la inteligencia. Y esto no puede expresarse con palabras porque es "la" experiencia de ser. Meditar es lograr que los aspectos positivos y negativos de la mente se vuelvan neutros, es decir, salir de la polaridad en la que nos encontramos cotidianamente. El universo material se basa en la polaridad: el día y la noche, el frío y el calor, lo femenino y lo masculino, lo bueno y lo malo, la acción y la reacción, etc. Sólo si trascendemos esa separación y división en la que nos sumerge la polaridad, podemos llegar a alcanzar un estado de unidad y totalidad. Esto es posible simplemente porque los dos hemisferios del cerebro, el lógico y el intuitivo, se armonizan durante la
meditación y se sincronizan de tal manera que el meditador descubre su realidad existencial. Así, podemos concluir que el verdadero conocimiento se alcanza cuando hay un equilibrio entre el pensamiento lógico-analítico, que usamos en la vida cotidiana, y el pensamiento intuitivo. Ese estado de equilibrio es el que se logra durante la meditación. "El camino del Buda es conocerte; conocerte es olvidarte; olvidarte es estar abierto a todas las cosas." Dogen Resumiendo, meditar no es, como algunos creen, un escape, sino por el
contrario es ir hacia nuestro centro, hacia nuestro origen y de esa manera enfrentarnos como si nos viésemos en un espejo, con lo que somos. Meditar es estar atentos, despiertos, y obtener una visión más clara de lo que somos y de las cosas que dan sentido a nuestra vida. Este aspecto de la meditación es muy importante porque no estamos aislados de la realidad, ni es sano aislarse sino, por el contrario, somos parte de lo que sucede en el mundo. Y como no somos espectadores sino participantes, somos también responsables de por lo menos la parte de la realidad que nos rodea. Si nuestra vida tiene sentido y está en armonía, esa armonía se refleja en el ámbito que me rodea. Adonde vaya, mi
presencia comunica lo que soy. Si estoy lleno de resentimiento, comunico resentimiento. Si tengo paz, lo que comunico es paz. Como hemos dicho, ese mirar dentro de nosotros mismos, que indicaba el sabio del comienzo como camino hacia la sabiduría, puede hacerse de tantas diferentes maneras como tradiciones orientales u occidentales podríamos estudiar. Lo cierto es que cada uno de nosotros debe buscar la forma que más se adecue con su personalidad y, al encontrarla, hay que mantenerla sin cambiarla. Por una simple cuestión de eficiencia no debemos cambiar el estilo de meditación, salvo en pocas
ocasiones. Si queremos llegar a una ciudad determinada, debemos tomar la ruta que nos conduce a ella y no probar una y otra vez diferentes caminos volviendo siempre al punto de partida. De la misma manera, cambiar constantemente nuestra forma de meditar podría llevarnos a pensar en la inutilidad de la práctica ya que de esa manera nunca veríamos sus resultados.
Los beneficios de la meditación Desde hace ya varios años en Occidente se escucha hablar cada vez más de la meditación. La recomiendan los médicos
para calmar el estrés y las enfermedades que de él se generan. La recomiendan los artistas más famosos del cine y la música, como una manera de conservar la juventud y alcanzar el éxito, y en el otro extremo, los sacerdotes la enseñan como una forma de mejorar la oración y lograr un mayor avance espiritual. También las grandes empresas han comenzado a implementar cursos y espacios para que sus altos ejecutivos aprendan a meditar o utilicen otras técnicas de trabajo psicofísico para mejorar su rendimiento y efectividad. Esto es lógico ya que cada vez más se reconoce la íntima relación que existe entre la mente y el cuerpo. La vida vertiginosa y exigente del mundo
moderno hace que cada vez más personas se vean afectadas por el estrés. El estrés se produce cuando frente a numerosos estímulos externos generamos reacciones que se acumulan en nuestro cuerpo y que han sido vinculadas a muy variadas enfermedades, sobre todo a la hipertensión, a los trastornos digestivos y a las afecciones cardíacas. Los músculos se tensan, se irritan por cualquier cosa y se sufre, en el mejor de los casos, de dolores en el cuello, la espalda y la cabeza... "La meta no es encontrar algún tipo de verdad cósmica fuera de la verdad, sea cual sea, que se
necesita para ser libre." Shinzen Aunque la meditación haya nacido como una práctica espiritual, con los avances en la investigación en la última mitad del siglo XX, comenzó a ser estudiada en otros aspectos que influían sobre la salud física y mental de quienes la practicaban. Cuando gracias al electroencefalograma se descubrió que los hemisferios cerebrales tenían diferentes ritmos vibratorios, se pudieron identificar claramente los estados de la conciencia. Las ondas cerebrales se nombran, según su frecuencia, con las letras griegas alfa, beta, delta o theta. Así, cuando
predominan las ondas beta, estamos despiertos o en estado de vigilia. Mientras estamos dormidos, las ondas cerebrales son más profundas y pausadas, delta durante el sueño profundo y theta en la somnolencia o sueño ligero.
“Soledad al alba” de Johann Heinrich Füssli.
En cambio, cuando meditamos, el área estimulada es la cortical prefrontal izquierda del cerebro, relacionada con las emociones y la felicidad, y en este caso, las pautas de las ondas cerebrales son propias y diferentes de las del sueño profundo y de la hipnosis. Son las ondas alfa, que indican que estamos relajados, pero atentos, y pueden estar acompañadas por otras pautas de actividad mental. Durante la meditación, a diferencia de los otros estados, ambos hemisferios cerebrales funcionan en armonía, activan regiones que por lo general se mantienen inactivas y se experimenta una sensación de profunda relajación y al mismo tiempo gran
claridad y alerta mental. En los últimos años se han estudiado también los efectos en la psiquis y en la fisiología de la persona que medita. En primer lugar, se observa que el ritmo respiratorio y el cardíaco disminuyen durante la meditación provocando una disminución en el consumo de oxígeno en el organismo, pero al mismo tiempo, una disminución del anhídrido carbónico, lo que significa una reducción general de la actividad celular del organismo. Así, el ritmo metabólico es más bajo y las células "descansan" y se regeneran mientras se medita. El Dr. Jon Kabat-Zinn, fundador de la Clínica para la reducción del Estrés de la Universidad de
Massachussets, aplicó este particular aspecto en sus estudios sobre el estrés y su relación con la psoriasis (12) comprobando que los pacientes que practicaban meditación lograban mejorar cuatro veces más rápido que el grupo que no lo hacía. "Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo." El Dhammapada Es ya sabido que, cuando una persona debe enfrentar cambios, como una mudanza, un divorcio o situaciones de riesgo, como una enfermedad propia o
de un ser querido, que superan su capacidad, se producen en ella efectos negativos del estrés. Los estudios realizados sobre el tema determinaron que el lactato arterial, que se eleva en situaciones de ansiedad y tensión, disminuye durante la meditación cuatro veces más que en una persona en reposo y tres veces más que durante el sueño y, además, al terminar de meditar se mantiene en niveles inferiores que los que la persona poseía antes de meditar. Durante la meditación, el lactato arterial disminuye porque hay un aumento del flujo sanguíneo muscular que es el que produce la sensación de relajación en todo el cuerpo. El Dr. Kabat-Zinn tiene en su clínica un programa de ocho
semanas en el que se dedican 45 minutos diarios al yoga, a la relajación y a la meditación. Así sus pacientes disminuyen hasta el 50 % de los síntomas que los aquejan y aprenden a manejar eficazmente las situaciones de tensión. En Sausalito, California (EE.UU.), el profesor Dr. Larry Scherwitz, director del Instituto de Medicina Preventiva, aplica el yoga y la meditación para reducir en sus pacientes el estrés y prevenir los bloqueos en las arterias coronarias. Afirma que la práctica de las posturas, las visualizaciones y la relajación profunda que se producen con la práctica de la meditación logran un
descenso en los niveles de colesterol, sin que influya la alimentación que en ese momento esté realizando el paciente. Otros estudios hallaron también que la meditación actúa eficazmente contra la hipertensión y, como afirma el Dr. Deepak Chopra (13), puede ayudar a abandonar adicciones, como el alcohol, el tabaco o las drogas, a aumentar la creatividad y a mejorar el aprendizaje. En los Estados Unidos, la práctica de la meditación se está aplicando también, a partir de los mismos principios, en el tratamiento del cáncer (14), de la enfermedad de Alzheimer y de los trastornos en la memoria producidos por el envejecimiento. Para finalizar podemos mencionar los
estudios realizados en ese mismo país, por varias compañías de seguros de salud, sobre más de dos mil meditadores (15). Al comparar los resultados con un grupo semejante en edad, sexo y profesión se encontró que quienes meditaban necesitaron un 87% menos de atención hospitalaria por problemas coronarios, un 55 % menos por cáncer y un 87 % menos por desórdenes mentales. "La mayor tentación es conformarse con demasiado poco." Thomas Merton
Meditar es un arte
En la antigua Grecia, arte era "saber hacer", por eso, cuando hablamos de arte, en principio nos estamos refiriendo a la habilidad o a la destreza que alguien tiene para hacer algo. Y para hacer bien ese algo hay que conocer toda una serie de técnicas y practicarlas el tiempo suficiente para llegar a la perfección. "Si esperamos hacer algo con facilidad, debemos aprender antes a hacerlo con diligencia." Samuel Johnson Por eso, el primer aspecto en el que debemos insistir es la continuidad de la práctica. Si alguien cree que es preciso saber toda la teoría y lee libros y más
libros sobre meditación, al final, cuando crea que lo sabe todo, se dará cuenta de que ese conocimiento no tiene ningún resultado. Esa persona puede ser un estudioso de la meditación, pero no es un meditador. El cuerpo y la mente no usarán ese conocimiento si la práctica no se realiza. Pensemos en la música, la danza o la pintura. Cualquiera de ellas requiere de un ejercicio continuo. El músico ejecuta una y otra vez la misma partitura hasta lograr la perfección. Lo mismo sucede con la meditación. Si hoy me siento a meditar y mañana no lo hago, no sirve porque nos encontraremos con que debemos empezar cada vez desde el principio. Desde el primer momento debe haber una decisión firme
que debe ser mantenida durante largo tiempo. Eric Fromm dijo: "el amor es un arte que requiere esfuerzo, práctica y determinación". De la misma manera, parafraseándolo, podríamos decir que la meditación es una arte que requiere esfuerzo, práctica y determinación. Hay que ser paciente para tener resultados. Cuando se siembra la semilla del bambú, aunque se la cuide y se la riegue, parece que no sucede nada durante siete años. Al cabo de ese tiempo, la planta crecerá en un mes y medio casi 30 metros. En el tiempo en que parece que no sucede nada, la planta está formando las raíces que la sustentarán en el futuro. Los efectos de la meditación se ven
mucho más rápido, pero es muy importante cultivar la perseverancia y la paciencia... Hay días en los 11. De Mello, Anthony, S. J.: ¿Quién puede hacer que amanezca?. Santander, Sal Terra, 1993, pág. 27. 12. Bernhard, J.; Kristeller, J. y Kabat-Zinn, J.: Efectiveness of relaxation and visualization techniques as a adjunct to photochemotherapy of psoriasis. J. Am. Acad. Dermatol., 1988. 13. Chopra, Deepak: Cómo crear salud. México, Grijalbo, 1990, pág. 234. 14. Massion, A. O.; Teas, J.; Herbert, J. R.; Wertheimer, M. D. y Kabat-Zinn, J.: Meditation, melatonin, and breast/prostate cancer: Hypothesis and preliminary data. Medical Hypothesis, 1995. 15. Estos estudios fueron realizados sobre
personas que practicaban MT (Meditación Trascendental).
Detalle de “La música” de Gustav
Klimt. Munich, Neue Pinakothek
que se siente que todo fluye con facilidad, pero también hay otros en los que "no pasa nada", en los que uno se distrae por cualquier cosa, en los que parece imposible lograr la más mínima concentración. No importa. La meditación no es ni buena ni mala, ni mejor ni peor un día que otro. Los resultados no importan. Si alguna vez tenemos la sensación de haber ido un poco más allá de lo habitual, no esperemos que al día siguiente eso mismo se repita. Cada vez que nos sentemos a meditar debe ser como si fuese la primera vez. Y debemos hacerlo sin esperar nada porque lo que importa es la práctica. Los maestros dicen que la
práctica y el desapego por los resultados son las dos alas para llegar a la iluminación. El segundo aspecto del arte de meditar es la unidad entre el artista y su obra. Como cuando hablábamos del bailarín y la danza, uno no existe sin el otro. Por eso decimos frente a un lienzo: "Es un Rembrandt" o "un Picasso". El artista está en la obra. Así, el meditador y la meditación son una sola cosa. No hay dos sino uno y por eso no podemos comentar ni analizar lo que meditamos. Algunos confunden esa actitud con esoterismo y suponen que hay cosas ocultas que no se pueden contar. Lo que sucede en realidad es que "lo que me sucede a mí, cuando medito, no es lo que
necesariamente le sucederá al otro". No puede contarse porque cada uno debe experimentarlo por sí mismo y porque ninguna experiencia es igual, mejor o peor que otra. El tercer aspecto es que el artista "ve" en la materia prima la forma que se esconde en ella y descubre la belleza en el aspecto más burdo de las cosas. Miguel Ángel pudo extraer de un bloque de mármol la imagen del David, y Van Gogh nos mostró la belleza en una silla y un par de zapatos viejos. Ellos vieron lo que iban a mostrar, antes de realizar su obra. De la misma manera, quien comienza a meditar puede intuir y desea liberar esa esencia divina que hay en su
interior. Por último, podemos decir que en el arte encontramos satisfacción y deleite. La meditación no debe ser tomada como un trabajo sino como una diversión, una actividad que nos da placer y nos conecta con la vida.
“La luna surge sobre el mar” Caspar
David Friedrich
Preparándonos para meditar Aunque la meditación es una pura experiencia personal, hay aspectos que pueden ser compartidos y es conveniente conocer las indicaciones que vienen avaladas por prácticas milenarias de diferentes tradiciones que coinciden en aconsejar una determinada postura, una actitud o alguna forma especial de encarar esta tarea de adentrarnos en nosotros mismos. "Por la voluntad te pierdes, por la voluntad te encuentras. Por la
voluntad eres libre, cautivo y esclavo." Ángelus Silesius
El Maestro Cuando el maestro Fukakusa no Gensei ordenó a su discípulo Seiko, le puso por nombre Jinin, que significa “compasión” y “paciencia” y le dijo: "Cuando un maestro enseña a los demás, es pura compasión y cuando practica para sí mismo, es pura paciencia. Si no tienes compasión no puedes practicar la paciencia y si no tienes paciencia no podrás ser compasivo. Si tienes compasión, te vuelves paciente y si eres
paciente te vuelves compasivo".
“David” de Miguel Angel Buonarrotti
En el capítulo anterior hemos insistido en que el aspecto fundamental de la meditación es la continuidad de la práctica. Por eso, y a pesar de que siguiendo las indicaciones básicas cualquiera puede iniciarse en la meditación, sobre todo al principio, trabajar con un maestro nos facilita el aprendizaje y tendremos a quien recurrir ante cualquier duda. El maestro es el instrumento más útil para iniciarse en la técnica de la meditación, es una guía y también una contención para aquellas personas que se arriesgan y que se lanzan de lleno por caminos desconocidos sin medir las consecuencias. Si uno decide practicar
solo, debe estar muy atento. La meditación debe hacer que el que la practica se sienta mejor y debe ayudar a que la vida cotidiana también mejore. Si no es así, esa técnica debe ser abandonada. "Si sigues trabajando con la luz de que dispones encontrarás a tu Maestro, ya que también él estará buscándote." Ramana Maharshi Encontrar un maestro de meditación no es fácil porque éste debe ser una persona competente, tanto en sus conocimientos como en la práctica, para poder ayudar y corregir al practicante.
Hay algunos maestros realmente muy buenos, pero no todos lo son. La elección del maestro no debe estar condicionada por los títulos que ostente, ni por la popularidad o la riqueza que pudo haber obtenido por lo que cobra para entregar sus enseñanzas. Son las cualidades personales, como el altruismo, la pureza, el amor, la benevolencia y, como decía el maestro de zen, la compasión y la paciencia, las que deben marcar la elección. Encontrar un maestro de meditación lleva tiempo y hay que analizar su estilo de trabajo. Sobre todo debe respetar al alumno, darle libertad y no crear dependencia. En una conferencia dictada a maestros occidentales de meditación, el Dalai
Lama expresó: "Uno está tratando de formar un ser humano bueno, eventualmente un Buda, y no alguien para que le haga a uno los mandados". La devoción por una persona nos hace muy vulnerables, y si por seguir un camino espiritual se termina destruyendo a la familia, se abandonan los amigos y se cae en la dependencia personal, se ha equivocado la ruta. Mucho más grave es cuando la situación deriva en abuso de poder o de tipo sexual. Un maestro espiritual no trata de cambiar o dominar a las personas. No exhibe "poderes" (siddhis), no le interesan los cambios de religión, no le interesa la cantidad de sus devotos ni
acepta honores y mucho menos dádivas. Hoy en día hay cantidad de "gurúes" que están dispuestos a entregar su sabiduría sólo si uno les paga sumas importantes, cobran "iniciaciones" secretas y venden mantras.
El verdadero maestro es el que, básicamente, nos enseña la observación de nosotros mismos, es el que nos
enseña a ver la realidad. Aquel Maestro predicaba sentado a la orilla de un río. Un día se le acercó un hombre para preguntarle en qué consistía su misión. Él contestó: “Yo sólo me siento en la orilla y vendo el agua del río”. El maestro nos muestra lo que está frente a nuestros ojos y no podemos ver. Cuando lo vemos ya no necesitamos al maestro. Es bueno tener presente que el maestro de meditación, en Occidente, no es un ser divino, no es el sad-gurú (16) al que en Oriente se debe obediencia total, sino una persona igual que el resto de los mortales. Esperar demasiado del
maestro y ser demasiado crédulo lleva generalmente a la decepción ya que éste tiene virtudes, pero también defectos como cualquiera. Comprender esto es también parte del crecimiento espiritual. Si el maestro habla como si fuese Dios, no hay que creerle, pero si habla como si fuese un Maestro, aunque tenga buenas intenciones, tampoco hay que creerle. Cuando quisieron entronizar a Krishnamurti, como maestro máximo, dijo estas palabras: "No me podéis seguir a mí, ni a nadie. El día que sigáis a una persona, dejará de existir la verdad". "El creer en la autoridad pone en peligro la capacidad de
percepción." Anthony de Mello Ambos, maestro y alumno, están en una misma búsqueda, crecen el uno junto al otro y deben también ayudarse mutuamente. El amor por lo que hacen los une y los enriquece. Es evidente que si nos comprometemos a concurrir a un centro de meditación para practicar en grupo, esto nos ayudará a mantenernos tenaces en nuestro propósito y, como debemos meditar todos los días, podremos intercalar las prácticas individuales con las prácticas realizadas con el grupo. Pero esto tampoco será necesario cuando la práctica de la meditación se
convierta en parte de la rutina diaria. Para finalizar, hay algo que debemos tener presente, y es que el maestro es externo e interno. A mi entender, si uno se aferra a un maestro externo, por excelente que éste sea, llegará el momento en que ya no se podrá avanzar. Swami Vivekananda enseñaba:"Qué puede hacer un maestro externo? Quitar algunos obstáculos; allí termina su deber. (17)" Hay que estar atentos y escuchar la voz interior, el maestro interno es el que nos dice qué camino debemos seguir. "Cada uno llegará con el tiempo a conocer la verdad más elevada, porque, después de todo, los
hombres deben ser sus propios maestros." Swami Vivekananda
El lugar y los ritos Los rituales que comúnmente acompañan a la meditación no son imprescindibles, pero establecen una rutina que nos ayuda a entrar con facilidad y sencillez en la práctica. Cada uno debe tratar de construir sus propios rituales. Al principio es conveniente meditar siempre en el mismo lugar y a la misma hora porque esto ayuda a no distraerse. Antes de comenzar hay que avisar a los demás o colgar un cartel en la puerta
indicando que por un rato no debe haber interrupciones y no debemos olvidar que hay que desconectar el teléfono. También se puede prender un sahumerio o un hornillo que aromatice el ambiente, ya que la mente responde a los estímulos de los sentidos. El aroma de la lavanda, por ejemplo, purifica y da equilibrio emocional, y el del incienso facilita la respiración profunda. Se pueden colocar flores y la imagen de nuestro maestro espiritual. No es recomendable poner música, pero si el lugar no es lo suficientemente silencioso, la música suave, que generalmente se comercializa para ese fin, puede ayudar a que la mente no se distraiga con los sonidos que vienen del exterior. Es conveniente
oscurecer la habitación y mantener una luz tenue para que no moleste. Por último, es importante usar ropa suelta, que no dificulte la relajación y preferentemente de tejidos naturales, como el algodón o el lino; y dejar los pies descalzos. Todo esto es adorno y a veces espectacular complemento, las velas arden y el gong suena, pero no es meditación. En muchos casos nos ayuda al comenzar, pero poco a poco debemos ir liberándonos de él. Cuando aprende a caminar el niño deja el andador, y cuando aprendemos a mantener el equilibrio le sacamos las rueditas a la bicicleta. Así también, cuando la
práctica se ha hecho firme y constante, comprobamos que somos capaces de meditar en cualquier lugar y en cualquier condición. Así la meditación se convierte en un verdadero espacio de libertad y no una cárcel en la que estemos confinados o que nos impida llevar una vida activa. Si nos acostumbramos a meditar en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, el silencio brota naturalmente desde nosotros mismos y no tenemos necesidad de exigirlo al mundo exterior.
El tiempo Establecer de antemano un tiempo que diariamente usaremos para meditar nos
ayudará a vencer la apatía y la falta de docilidad de la mente, y a no ponernos excusas para dejarlo para otro momento. Hemos insistido ya, y no nos cansaremos de repetirlo, que sólo obtendremos resultados con una práctica continua.
Por lo general se aconseja meditar un mínimo de diez a un máximo de treinta minutos dos veces por día. Los horarios más convenientes son: por la mañana, en primer lugar, después de levantarse e higienizarse y antes de desayunar, ya que siempre es aconsejable tener el estómago vacío, y el segundo momento al atardecer, al concluir las tareas diarias y antes de cenar. La horas tempranas de la mañana están llenas de energía y el atardecer es el momento de mayor tranquilidad. No es conveniente meditar antes de dormir ya que puede producir inconvenientes para conciliar el sueño. Descartado éste, cualquier momento del día es bueno para meditar
y el tiempo que se dedique debe estar, sobre todo, de acuerdo con los ritmos de la vida de cada uno. Si sólo es posible estar diez minutos todos los días, es lo que debe hacerse. Esos diez minutos mejorarán el resto de la jornada. No se debe estar más atento al reloj que a lo que se experimenta en el interior, aun si parece que no pasa nada. Como se ve en estas recomendaciones y en las que le siguen, en la preparación hay reglas, pero éstas no son inquebrantables. Como decíamos antes, la meditación debe llevar indefectiblemente hacia una mayor libertad. Si alguien enseña que sólo hay una forma de meditar correctamente, no es un buen maestro. La humanidad ha
meditado de muchas y diferentes maneras a lo largo de los siglos. Cada uno debe encontrar la que se adapte mejor a su carácter, a su formación y a su cultura. "Tan pronto como un hombre se encuentra plenamente dispuesto a estar a solas con Dios, se queda a solas con Él sin importar dónde esté." Thomas Merton
La postura Es evidente que en la parte física del cuerpo se ponen de manifiesto las
emociones y sentimientos internos. Es muy difícil decir palabras de amor con los puños cerrados y los hombros tensos como también es difícil albergar sentimientos de furia con las rodillas flexionadas y las manos juntas en el centro del pecho. Por eso es tan importante lograr una buena postura. Ésta nos permite aquietar el cuerpo y suprimir los estímulos externos que nos distraen y llevan la mente "hacia fuera". Una buena postura es el instrumento más efectivo para lograr éxito en la meditación ya que cuando logramos que el cuerpo esté en calma, inmóvil durante largo tiempo, comenzamos a olvidarnos de él, a dejar de "sentirlo". Se logra así el primer paso que nos lleva a aquietar y
a poder observar la mente. Cuando el practicante gana en experiencia, también la postura, como el resto de los rituales que mencionamos, se puede descartar y la meditación se puede realizar en cualquier postura, momento y lugar. Pero en tanto estemos comenzando, y por un largo tiempo, debemos darle importancia a este entrenamiento. Patañjali, el sabio que sistematizó las técnicas del yoga, dice que la postura debe ser "estable y cómoda" (18), con lo cual cualquier postura que tenga esas características es aceptada. La estabilidad tiene que ver con la posibilidad de estar mucho tiempo sin tener necesidad de moverse o de
acomodarse, logrando la inmovilidad. La comodidad, por su parte, tiene que ver con la falta de molestias o dolores. Si trata de estar inmóvil, pero no se logra la comodidad, se crearán tensiones y no podrá concentrarse. Si usted está cómodo sentado en una silla con la espalda recta y el cuerpo relajado medite así.
Las posturas clásicas de meditación, que describiremos a continuación, se recomiendan especialmente porque en ellas el triángulo formado por las nalgas y las rodillas da al cuerpo una base muy estable. La circulación se reduce en las piernas y se incrementa en la parte
superior del cuerpo, sobre todo en la cabeza. Además, al mantener fija la pelvis, el tronco se mantiene recto sin tensión, con mayor comodidad y dejando que la energía fluya libremente desde la base de la columna hasta la coronilla. "Apresúrate lentamente y llegarás más pronto." Milarepa Padmasana o "la postura del loto" es la más clásica de las posturas de meditación. En ella, el pie derecho apoya sobre el muslo izquierdo y el pie izquierdo sobre el muslo derecho con las rodillas apoyadas en el piso. Si las rodillas no tocan el piso, la postura será
inestable y generará tensiones y dolores. La postura perfecta requiere que los talones queden apoyados en el abdomen. Así el cuerpo está equilibrado y en simetría, lo que nos permite mantener la espalda recta sin esfuerzo ni tensiones durante largo rato, pero para la mayoría de las personas, es difícil de conseguir. Más fácil es Siddhasana, "la postura del sabio" o "del adepto", en la cual flexionamos la pierna izquierda y colocamos el talón tocando el perineo. Luego flexionamos la derecha y colocamos el pie entre la pantorrilla y el muslo con la planta del pie hacia arriba y el talón en la pelvis. Como esta postura es asimétrica, hay que cuidar que la columna no se descentre y los
hombros estén a la misma altura. Otra posibilidad, si los empeines y tobillos son flexibles, es Vajrasana o "la postura del rayo" en la que nos sentamos entre los talones y la tensión del cuerpo va hacia la parte baja del abdomen. "La postura se vuelve perfecta cuando el esfuerzo por lograrla desaparece." Yogabhashya La más común y fácil de las posturas de meditación es Sukhasana o "la postura cómoda", que también recibe el nombre de "postura del sastre" porque es la que adoptan en Oriente quienes deben permanecer largas horas sentados. En
ella, se flexiona la pierna derecha y se coloca el talón debajo del muslo izquierdo. Luego se flexiona la pierna izquierda y se coloca el tobillo contra la derecha. Los hombros deben estar relajados con los codos cerca de las ingles, y el mentón levemente hacia adentro para que no exista ninguna tensión en el cuello. Las manos se colocan sobre las rodillas con las palmas hacia abajo. A pesar de su sencillez, esta postura nos otorga una base sólida para el tronco y la cabeza, logrando que la columna esté recta y el flujo nervioso no tenga impedimentos. Con el tronco relajado, los pulmones pueden respirar libremente.
Padmasana o postura del loto
El loto es el símbolo del yoga, de la pureza que surge impecable del fango en el que crece. Para que estas posturas sean más cómodas, se puede colocar debajo de las nalgas un pequeño almohadón llamado "zafu" que se usa en Japón para la meditación zen y tiene la característica de ser más alto atrás que adelante. También puede reemplazarse por una manta doblada o una banqueta de meditación que eleve la zona del sacro y ayude a las rodillas a estar más abajo. De esta manera, la columna se mantiene recta y sin tensiones durante mucho tiempo.
Siddhasana o postura del sabio En todas las posturas debemos tener en cuenta que la columna siempre debe
estar erguida pero no rígida. Si las piernas están cruzadas, las rodillas deben estar más bajas que la pelvis y ésta levemente basculada hacia delante de tal manera que la nariz quede alineada con el ombligo. El abdomen debe estar relajado, los hombros nivelados y flojos, los brazos y las manos sueltos y pesados, la nuca estirada con el mentón levemente recogido de tal manera que la cabeza quede un poco inclinada hacia delante. El rostro relajado, los ojos entreabiertos o cerrados. Los labios levemente separados, y si se coloca la punta de la lengua apoyada sobre el nacimiento de los incisivos superiores, el rostro logrará una mayor relajación. Las manos
pueden colocarse sobre las rodillas haciendo con ellas algunos de los mudras a los que nos referiremos más adelante.
Vajrasana o postura del rayo
Una vez que se ha tomado una postura, se deben dedicar unos minutos a observar el cuerpo y a tomar conciencia de él. Nunca dejar que la espalda se encorve ya que esto generará tensión y dolor en el cuello. "Si nos sentamos en una postura que es "perfecta", es cierto que es más fácil sosegar la mente y el cuerpo y ello implica una conciencia alerta." Shinzen Una última recomendación es la autoinvestigación del cuerpo en la postura. Como cada cuerpo es diferente, la mejor manera de aprender la postura
correcta es dedicar un tiempo a la observación minuciosa y al registro de las sensaciones. Si los hombros, la espalda y los lados del tórax están libres de tensión, la postura es la correcta.
Sukhasana o postura cómoda
Los Hastha Mudras Cuando hablábamos de la postura, hicimos referencia a los hastha mudras, un grupo especial de mudras o gestossímbolos que realizamos con las manos. La palabra mudra tiene su origen en la raíz sánscrita mud que significa "regocijarse", pero tiene varios significados, de acuerdo a su uso. Entre ellos el más común usarla para designar un "gesto" realizado con el cuerpo o con las manos y también se la usa en el yoga como "signo", "cierre" o "sello", indicando que con determinadas posturas del cuerpo se pueden producir
cierres energéticos.
Postura de meditación con zafu A través de los mudras realizados con las manos se trata de expresar la actitud
que en ese momento se quiere enfatizar, ya que en el hombre existe una íntima relación entre las manos y el cerebro. En la vida diaria, las manos nos indican el estado emocional de quienes nos rodean. Unos dedos que tamborillean sobre una mesa nos hablan de inquietud y nerviosismo; dedos que se entrelazan y retuercen indican angustia; y las manos relajadas reflejan tranquilidad y paz. Las manos tienen su propio lenguaje conocido por todos; el pulgar apuntando hacia abajo nos indica derrota desde la época del Imperio Romano. Los dedos índice y mayor en alto y los demás dedos flexionados hacen la V de la victoria. El chasquido del dedo pulgar contra la yema del mayor está indicando
que se desea que las cosas se hagan con mayor rapidez. Si queremos interrumpir lo que otro está diciendo o haciendo, mostramos la palma de la mano; es el gesto que también usa la policía en todo el mundo para detener el tránsito. Si al estar sentado durante un tiempo con las piernas cruzadas se siente dolor o mucha incomodidad, conviene estirar las piernas y seguir meditando, pero cada vez que se pueda debe volverse a la postura ya que poco a poco las articulaciones se irán flexibilizando y se podrá estar cómodo durante toda la meditación. "Sentado en silencio, el cuerpo quieto, la boca callada, la mente
en paz, deje ir y venir sus pensamientos, sus emociones y todo lo que surja, sin aferrarse a nada." Sogyal Rimpoche Quienes no pueden sentarse en el suelo pueden hacerlo en una silla sin apoyar la espalda en el respaldo, porque si se apoya, será más difícil mantener la espalda recta. La postura correcta en este caso es sentado en el borde del asiento, con las piernas separadas el ancho de las caderas, los muslos formando un ángulo recto con las pantorrillas y los pies con la planta bien apoyada en el piso. Los hombros y brazos relajados con las palmas de las
manos sobre los muslos.
Meditar sentado en una silla
Estamos acostumbrados a ver hastha mudras en las imágenes religiosas de todos los credos. En la India, las manos de los dioses indican con su postura la actitud que le es propia, ya sea de bendición, protección, ofrenda, calma, recepción, etc. Existen numerosísimos mudras que se utilizan en los rituales de todas las religiones, en la danza y en el yoga. Nosotros nos limitaremos a describir aquellos que se emplean para acompañar las posturas en la meditación con el fin de cerrar los circuitos de energía. Los mudras son símbolos, pero también producen lo que simbolizan. Se los puede realizar con una sola mano o con ambas a la vez.
"Mudra es aquello que da sensación de felicidad." Raghavabhatta Jñana Mudra o "gesto de la sabiduría" Se forma colocando la yema del dedo pulgar sobre la uña del dedo índice. Los otros tres dedos quedan extendidos. En algunas tradiciones recibe el nombre de Chin mudra cuando la palma está hacia abajo, orientada hacia la tierra. El pulgar simboliza al hombre mientras que el dedo índice representa a la divinidad. En el círculo que forman índice y pulgar se unen lo finito y limitado con lo infinito e ilimitado, y aluden de esta manera al objetivo del que lo realiza, la unión del Atman, el alma individual, la
conciencia humana con el Brahman, el Absoluto, la Conciencia Cósmica. Con sólo realizar este mudra se estimula la memoria y la concentración, la mente se purifica y el ánimo se levanta.
Chin Mudra Atmanjali Mudra Es el típico gesto de oración con las palmas juntas, tocándose, en el centro del pecho. El Atman es el alma individual y Anjali significa "ofrenda". Es un gesto que no necesita mayor explicación. En la India y en otros lugares de Oriente es el saludo que se realizan unos a otros indicando respeto y agradecimiento. Cuando se usa como saludo se le da el nombre de Namasté Mudra, que se traduce como "lo divino que hay en mí saluda a lo divino que hay en ti". Atmanjali se utiliza para expresar calma, recogimiento interior, la acción
de volver a nuestro corazón al iniciar o terminar una acción, de conectarnos con la fuente del amor y la compasión. Al juntar las palmas se logra una rápida armonización de ambos hemisferios cerebrales, se refuerza el recogimiento y se obtiene un estado de equilibrio y paz. Dhyana Mudra Este mudra se realiza con las manos apoyadas en el regazo, el dorso de la mano izquierda sobre la palma de la mano derecha, así ambas manos forman un cuenco. La yema del pulgar izquierdo sobre la uña del dedo derecho, ambos dedos en una línea. Es el mudra de la meditación ya que expresa que el propio interior está libre de ataduras, que no se
piensa en nada, en una actitud receptiva y contemplativa. Sunya Mudra Cuando adoptamos la postura Savasana, acostados boca arriba, en la relajación profunda, las palmas de las manos se colocan hacia arriba en Sunya Mudra o "gesto vacío" indicando una actitud de confianza, de entrega y de aceptación.
La respiración U Ba Kin aconsejaba siempre a su discípulo, el maestro Goenka: "Nunca olvides que el mejor amigo del hombre es... su nariz." Por supuesto que todos respiramos
continuamente. Vivimos haciéndolo. Pero, ¿cuántas veces somos conscientes de nuestra respiración? Por eso, el primer momento de la meditación, luego de encontrar la postura y tomar conciencia del cuerpo, está dedicado a observar la respiración automática, natural y espontánea, lo que llamamos "shvasa prashvasa" o "aire que entra, aire que sale".
La respiración natural es en sí misma expresión de la unidad fundamental de la vida. En ella, los opuestos, es decir, la expansión y la contracción, el
movimiento centrífugo y el centrípeto, se complementan armoniosamente. Por eso normalmente, sólo con observarla, sin juzgar si es buena o mala, la respiración automática irá encontrando por sí misma un ritmo sereno y calmado. Es bueno insistir en este punto ya que encontrar el ritmo natural no es una cuestión de voluntad o esfuerzo sino de sentir y percibir la libertad y sencillez con que se realiza. Los mudras condicionan el estado interior que ellos mismos manifiestan. La respiración natural se caracteriza por tener su origen en el diafragma, el
músculo respiratorio por excelencia, por lo que el centro del movimiento respiratorio se instala en la zona baja del tórax y no en el pecho. Si se respira correctamente, el primer paso es inhalar llenando la zona baja de los pulmones y así el diafragma baja y se dilata el abdomen. En segundo término se llena la zona alta de los pulmones y el pecho se abre. Ésa es la respiración de la que en Oriente dicen que comienza en el ombligo y termina en las fosas nasales.
La respiración abdominal o diafragmática es la respiración con la
que venimos al mundo y que podemos observar fácilmente en los bebés o en los animales domésticos cuando duermen. Cuando crecemos aprendemos a respirar en el pecho.
Si se realiza desde el abdomen y sin esfuerzo, la respiración irradia su movimiento a todo el cuerpo, recorriéndolo como una ola. Por eso, una buena forma de observar la respiración es por medio de los
pequeños movimientos que origina, tratando primero de localizar su centro y luego, como si el cuerpo fuese blando y elástico como un globo, sentir cómo se infla y se desinfla dejándose llevar por la sensación de apertura y liviandad. No pensar en ello sino sentirlo y estar totalmente presente en él. Si aprendemos a observar la respiración, cada vez que nos sentimos nerviosos o tensos podemos modificar su estado recurriendo a esta técnica en cualquier momento del día, aun caminando o en nuestro trabajo. Observar la respiración nos conecta inmediatamente con el cuerpo, relaja las tensiones y purifica e integra la mente. Al respirar correcta y conscientemente,
se logra purificar al organismo, liberándolo de las impurezas e incorporando una mayor cantidad de oxígeno. Y al mismo tiempo que obtenemos esos beneficios físicos, estamos desarrollando la concentración y logrando el silencio interior. En ese momento, el cuerpo se siente en calma, confortable y estimulado por esta "brisa" interior que lo baña. Quedarse así, centrados en la respiración ya es en sí, meditación. Cuando llevamos la atención a la respiración, estamos influyendo sutilmente en los estados de la conciencia. Hemos dicho que una respiración lenta y calmada origina
estados mentales cada vez más armoniosos y tranquilos, y por eso la mayoría de las tradiciones espirituales incluyen algún tipo de técnica de control de la respiración. En la tradición del yoga se lo denomina “pranayama” y por lo general se utiliza cada vez que es necesario equilibrar y dominar la energía del cuerpo y lograr mayor claridad mental, como una forma de asegurar el éxito de las acciones. "Formó el Señor al hombre del lodo de la tierra, e inspiróle en el rostro un soplo o espíritu de vida." Génesis, 2-7
Los Pranayamas "Cuando el aliento vaga, la mente fluye inquieta; pero cuando la respiración es tranquila, la mente también se tranquiliza y el yogui obtiene el poder de la calma." (Hatha Yoga Pradipika II,2) El prana (de la raíz pra que significa "afuera" y an, “vivir”, “respirar”) es la maravillosa esencia de todo el universo, la energía vital que provee la vida en todo lo que nos rodea y que está contenida en el agua, en los alimentos y en el aire. Cuanto más puros sean éstos mayor será la cantidad de prana que podemos asimilar. En cambio, cuando
realizamos una alimentación inadecuada, fumamos o vivimos en ambientes contaminados, la cantidad de prana disminuye en el organismo dando paso a la enfermedad tanto física como mental. La energía del cuerpo está constituida por el prana y si logramos controlar el movimiento de los órganos respiratorios, al hacerlo controlamos también el prana que se mueve dentro de ellos. "Entonces se diluye la pantalla que cubre la luz y se adquiere la capacidad interna para la contemplación." Yoga Sutras II,52-53
La palabra “pranayama” está compuesta por prana o "movimiento de la energía vital" (19) y yama, que significa "control"; y su práctica se aconseja como un paso previo a la meditación porque el cuerpo renueva sus fuerzas mientras logra relajase totalmente y la mente se tranquiliza y se concentra. La práctica del pranayama es muy útil para eliminar la inquietud, la depresión y el agotamiento. También puede utilizarse para curar diversas enfermedades llevando, mentalmente o a través de las palmas de las manos, el prana hacia el lugar de la dolencia. Debemos destacar que la respiración siempre es por la nariz a menos que se
indique expresamente alguna exhalación por boca. Además, aunque se realicen como una práctica aparte, hay que recordar que los pranayamas siempre deben hacerse con el estómago vacío. Los ojos permanecen cerrados para evitar distracciones y facilitar la concentración. La postura es importante porque el cuerpo debe estar relajado, sin tensiones en los hombros, el cuello y el rostro. No debe hacerse ruido al respirar, porque de hacerlo se estaría forzando la inhalación. Por el contrario hay que dejarla libre y sentirla como una respuesta natural a la exhalación desde el interior del cuerpo. "Del aliento del hombre cósmico
nació el viento." Atharva Veda XI,4 Si en algún momento se siente cansado, detenga la práctica del pranayama y descanse ya que la práctica debe producir placer y alegría. Luego de la sesión de pranayama, si éste no es seguido por la meditación, es conveniente recostarse y relajarse completamente en el piso, sobre una manta o una superficie que no sea muy blanda. Algunos pranayamas se realizan con retención del aliento o kumbhaka, es decir, se alarga voluntariamente la pausa natural que ocurre entre la inhalación y la exhalación y luego entre la exhalación
y la siguiente inhalación. En algunos momentos de la vida retenemos el aliento antes de realizar una acción. Al retener la respiración, la mente queda quieta, en suspenso. El deportista, antes de pegarle a la pelota, o el calígrafo, antes de dibujar una letra, son ejemplos claros de cómo el cuerpo acompaña naturalmente a la mente. Es aguardar un instante, es detener para re-orientar la energía hacia determinado punto. Así, la respiración se convierte en un poder físico, mental y espiritual. La retención con los pulmones vacíos no tiene contraindicaciones, pero si no se ha tenido una práctica constante durante algún tiempo, la retención con pulmones llenos no debe realizarse ya
que pueden originarse problemas físicos. Las personas que sufren de problemas en ojos y oídos, como así también quienes padecen hipertensión o tienen afecciones cardíacas no deben realizar retención del aliento. Cuando uno se sienta a meditar, luego de tomar conciencia del cuerpo y de la postura, es recomendable dedicar unos minutos a la práctica de un pranayama sencillo como los que proponemos a continuación (20). Recuerde que nunca debe esforzarse más allá de sus posibilidades y siempre hay que concluir con un tiempo de respiración natural y espontánea. Al realizar estos ejercicio de
respiración, aun sólo con la práctica de la respiración profunda, puede producirse algún mareo. En estos casos no hay que preocuparse. El mareo se produce porque el cuerpo no está acostumbrado a recibir la cantidad de oxígeno que se incorpora con estas respiraciones largas y profundas. Al suspender el ejercicio y volver a la respiración automática, el mareo desaparece. "La antigua técnica yoga convierte la respiración en mente." Swami Yogananda
Alternar la respiración
Respiración alterna Es una técnica respiratoria de purificación donde se alterna el paso del aire por cada una de las fosas nasales. Para realizarla, siéntese en sukhasana o
padmasana con los ojos cerrados. Durante unos instantes concéntrese en el entrecejo. Luego lleve los dedos índice y medio de la mano derecha hacia el entrecejo. Cierre la fosa nasal derecha con el pulgar. Inhale lentamente y sin esfuerzo (sin ruido) por la fosa nasal izquierda y luego también muy lentamente exhale por la misma fosa nasal (doce veces).
Al terminar ese período destape la fosa nasal derecha y con el dedo anular y el meñique tape la fosa nasal izquierda. Inhale y exhale por la fosa nasal derecha lenta y naturalmente (doce veces). Esto es una vuelta. Descanse durante un minuto de respiración libre. Puede ir agregando una vuelta por semana hasta llegar a las cuatro vueltas según la
capacidad de cada uno.
Respiración rítmica En este caso lo que se busca es igualar los tiempos de inhalación y de exhalación. Para ello primero exhale todo el aire y luego inhale lentamente llenando los pulmones de abajo hacia arriba y dejando que el diafragma baje, contando seis. Luego exhale lentamente de arriba hacia abajo, contando también hasta seis. Esto es una vuelta. Es más importante mantener el ritmo que la medida que indicamos para el conteo. El ritmo propio de cada persona puede investigarse mediante el pulso. Sienta el ritmo en todo el organismo.
Esta respiración puede repetirse todas las veces que quiera mientras no se sienta fatigado. Es de gran ayuda para aquellas personas que tienen la respiración irregular. Así se logra armonizar totalmente el cuerpo y la mente. Luego de practicar durante un tiempo este pranayama, se le puede agregar la retención del aire de la siguiente manera. Inhale lentamente contando cuatro, trague saliva y lleve el aire hacia abajo. Retenga con los pulmones llenos contando cuatro, exhale contando cuatro y vuelva a retener, ahora con pulmones vacíos, contando cuatro. La segunda semana de práctica puede aumentar el
tiempo de retención a ocho y la tercera semana a doce hasta llegar a su capacidad máxima. Recuerde que la repetición y el conteo de cuatro, cinco o seis, están condicionados por la capacidad de cada uno para realizar la respiración sin fatigarse. Busque su propio ritmo.
Bhastrika o respiración en fuelle En este caso, la concentración durante el trabajo es en la zona del diafragma y del abdomen. En esa zona es donde se realiza el movimiento como de expansión y de contracción de un fuelle,
que es el significado de bhastrika, "fuelle", en sánscrito. Puede realizarse acostado en el piso, sentado o de pie, siempre con la espalda totalmente recta. Con los ojos cerrados comience tomando conciencia de la respiración natural (shvasa prashvasa) observando la zona abdominal. Localice el movimiento del diafragma dejando que la respiración fluya en ese lugar. Luego realice una exhalación larga seguida de una inhalación corta semejando el abdomen el movimiento de un fuelle y repítala diez veces para luego descansar respirando durante unos minutos en forma normal. En esto consiste una vuelta de bhastrika. Puede repetirse tres o cuatro veces respirando normalmente
entre una vuelta y otra. Al principio conviene practicar pocas veces porque pueden aparecer mareos por hiperventilación y sólo si no hay obstáculos, paulatinamente ir aumentando el número de fuelles sin pasar de veinticinco. Esta respiración es desintoxicante y favorece la concentración. "La finalidad de estos ejercicios no es el hecho en sí sino los efectos que dichos ejercicios pueden producir en la persona que los practica." Lawrence Le Shan
16. Sad-gurú es "maestro verdadero". 17. Vivekananda, Swami: Selecciones del Swami Vivekananda. Buenos Aires, Kier, 1993, pág 184. 18. Yoga Sutras II, 46. 19. Pra significa "continuo" y na "movimiento". 20. Otros tipos de pranayama son explicados en mi libro Hatha Yoga, integración cuerpomente-espíritu. Buenos Aires, Albatros, 2003.
El proceso de la meditación Una vez que nos hemos sentado en la postura y que ya hemos comenzado a calmar la mente mediante la observación o el control de la respiración, entramos en un proceso que podemos dividir en varios pasos, pero solamente desde un punto de vista teórico ya que éstos constituyen el desarrollo de una unidad que no tiene límites sino que se siguen uno a otro armoniosamente. Ellos son: pratiahara o retracción de los sentidos; dharana o concentración; dhyana o meditación; y samadhi, iluminación o momento de superconciencia. Con el tiempo, éstos se sucederán uno tras otro,
pero también puede ser que nos quedemos en uno determinado y eso también es correcto y eficaz. Las tres últimas constituyen lo que Patañjali en los Yoga Sutras llama samyana y de su ejercicio provienen los siddhis o poderes psíquicos como el conocimiento de diferentes lenguas, la cesación del hambre y la sed, la invisibilidad, etc. (21) Pero él mismo advierte: "Todos estos (poderes) son obstáculos para la concentración, pero son poderes en el estado de fluctuación de la mente" (22). Y por tanto, como a las demás creaciones mentales, también hay que abandonarlos.
Sivananda resume el proceso de la meditación diciendo que el pratyahara calma la mente, el dharana la afirma, dhyana hace olvidar al cuerpo y la mente y, el samadhi trae infinita felicidad, conocimiento, paz y liberación.
"La mente controla la materia, la voluntad orienta la mente, la discriminación otorga sentido a la voluntad, el amor fundamenta todo. Entretanto, respirar." Chandidas
Pratiahara: la retracción de los sentidos Cuando los sentidos o la conciencia, sino que a la vez produce un samskara, una "impresión" que condicionará como recuerdo consciente o inconsciente las futuras ideas y
acciones. Para eliminar no sólo los pensamientos que genera continuamente la mente activa, sino también los samskaras, se practica el pratiahara. (Y.S. II, 54). La palabra pratiahara significa "reunirla hacia", es decir, durante esta primera etapa la mente va desconectándose de las sensaciones corporales y de todo lo que nos rodea, de tal manera que se reduce el contacto con el mundo exterior. Se borran las preocupaciones y a nuestro alrededor todo va desapareciendo, salvo aquello que hemos elegido para la concentración.
“La meditación no es un recurso para obtener un fin. Es ambos el recurso y el fin." J. Krisnamurti Una forma de lograrlo es practicar el Yoni Mudra. Yoni significa "puente" o "útero" y mudra, en este caso, acentúa el sentido que la palabra tiene como "cierre" o "sello" ya que en él se bloquean los órganos de la percepción sensorial. Se lo llama también Parang Mukhi (23), palabra que significa “alejamiento del mundo exterior”. Para realizar el Yoni Mudra, siéntese en postura de meditación y lleve los codos en ángulo recto a la altura de los
hombros. Tape los oídos con los pulgares, cierre los ojos y coloque los índices a lo largo de los párpados, coloque los dedos mayores a ambos lados de la nariz dejando espacio para respirar, apoye los dedos anulares sobre el labio superior y los meñiques, sobre el inferior. Lleve la conciencia a la respiración y concéntrese en ella. Comience practicando tan sólo 5 o 10 minutos. Con la práctica se puede ir aumentando semanalmente el tiempo hasta llegar a los 20 minutos.
Dharana: la concentración "La atención es la fijación de la mente
en un solo punto" (Y.S. III, 1). "Si se limpiaran las ventanas de la percepción todo parecería tal y como es: infinito". William Blake La etimología puede ayudarnos a veces a recuperar el sentido a veces desgastado de las palabras. La palabra "centro" viene del latín, centrum, que a su vez deriva de la griega kèntron que significa "aguijón" o "alfiler que asegura la cuerda del compás". Allí está clavado y firme, no se mueve. Es el mismo sentido con que en el yoga se usa la
palabra sánscrita ekagrata: eka significa "uno" y agra, "punta", haciendo referencia a la manera en que la mente debe quedarse firme en el objeto de la concentración. En la vida diaria, al leer o escribir durante un examen o mirando 21. Patañjali, Yoga sutras, Cap III, 16 al 36 y 41 al 45. 22. Op. Cit. III, 37. 23. Parang es "retirada" y mukhi, "orificio o boca".
un partido de fútbol por televisión, hemos tenido la experiencia de concentrarnos en algo y sentir cómo durante ese tiempo todo lo demás ha desaparecido. Katsuki Sekida (24) cuenta el caso de un famoso cirujano japonés que continuó operando imperturbable durante un terremoto y se enteró de los temblores recién cuando hubo concluido la operación. Cuando la mente es capaz de mantenerse enfocada en un solo objeto durante un lapso de tiempo, sin interrupciones ni distracciones, eso es dharana.
En los comienzos de la práctica es conveniente elegir un objeto en el que sea fácil concentrarse, por eso es preferible elegir algo que sea simple, es decir, que los elementos que lo componen sean pocos o preferentemente uno solo, como por ejemplo la luz de una vela, una figura geométrica, un sonido, etc. La respiración es ideal para comenzar a concentrarnos porque, además de ser simple, es rítmica y regular. Con el tiempo, la mente se acostumbra a responder al estímulo propuesto y la concentración se logra cada vez más rápidamente y sin esfuerzo. La mente debe ser entrenada para
lograrlo. Si no mantenemos una buena postura y el cuerpo origina tensiones, aparecerán los dolores, sobre todo en la espalda, y con ellos, la distracción. Es por eso que es tan importante trabajar con la postura y la relajación previa. Pero las distracciones aparecen tanto por parte del cuerpo como de la mente. No hay nada más indisciplinado que nuestra mente acostumbrada a vagar sin rumbo por donde le place. A los pocos segundos de concentrarse en algo vemos cómo la mente tiende a desviarse y antes de que nos demos cuenta, estamos pensando en cualquier otra cosa... y un pensamiento lleva al otro. Así, en el momento en que registramos la distracción, no queda más remedio que
volver al objeto de la concentración. Una y otra vez, siempre sin reprocharnos ni sentirnos mal por eso, en cambio, debemos dar gracias porque la misma mente que nos distrae es la que se da cuenta de su distracción. A veces podemos llegar a transcurrir toda una sesión yendo y viniendo con nuestra mente del objeto de la concentración a los pensamientos una y otra vez. Y aunque nos parezca que de esa manera no avanzamos nada y que es un ejercicio agotador, también esto contribuye al desarrollo de nuestras capacidades mentales, ya que fortalece la voluntad, la tenacidad y la paciencia. Si tomamos como ejemplo la práctica de cualquier
deporte, ¿cuántas veces debe practicar un basquetbolista hasta lograr acertar con la pelota en la canasta?; ¿cuánto entrenan por día los futbolistas profesionales para poder rendir en un partido? Cuando nos sentemos a meditar, pensemos que estamos entrenando la mente, y como cualquier entrenamiento, lleva tiempo. También puede suceder que, habiendo logrado durante algún tiempo una buena concentración y nuestra mente en calma, aparezca un pensamiento felicitándonos por ello: "No estoy pensando en nada... ¡Estoy haciéndolo bien!..." Cuando pensamos que lo estamos haciendo bien... ya no lo estamos haciendo bien. Y no hay más remedio que comenzar de
nuevo. Uno de los mayores obstáculos de la concentración es tratar de tener resultados inmediatos. Por eso es bueno tener siempre presente que no hay apuro. Que la práctica vale por sí misma. "Si tu mente está vacía, está siempre lista para cualquier cosa; está abierta para todo. En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la mente del experto hay pocas." Suzuki Roshi
Dhyana: la meditación o
contemplación "Fija tu mente en Mí, en Mí descansa tu espíritu y no cabe duda que en Mí has de morar en esta tierra y en el más allá". (Bhagavad Ghita, XII, 8) Swami Sivananda enseñaba a sus discípulos que si se mantiene la atención sin fluctuaciones durante más de doce segundos, se ha logrado la concentración. Y si la concentración se mantiene por más tiempo, ya es meditación. En ese estado se ha establecido entre la mente y el objeto una conexión, una corriente sin límites. La mente está quieta, centrada, en
silencio contemplativo. Ningún aspecto externo ni interno logra afectarnos ni sentimos que nos concierne. Cuentan que el santo adolescente, Domingo Savio, mientras todos lo buscaban en el colegio en el que se encontraba pupilo, estuvo horas, sin percibir el tiempo, parado ante el sagrario, en perfecta adoración. Dhyana es el instante propicio para conectarse con la divinidad, pero básicamente consiste en alcanzar una mayor expansión de la conciencia y puede ser utilizada por todos, sin estar ligado a una religión o filosofía en especial.
Samadhi: la iluminación
"Pronto la persona está tan absorbida por el objeto que ya sólo es aparente la comprensión de dicho objeto. Es como si la persona hubiese perdido su propia identidad. Es la integración completa en el objeto de comprensión (samadhi)." (Y.S. III, 3) A partir de ese momento, involucrándose cada vez más, la conciencia asciende a un estado superior. El sujeto ya no contempla sino que se identifica con el objeto y todo lo demás se disuelve. El santo indio Ramakrishna decía que este proceso es como pelar una cebolla. Vamos retirando capas y capas, pero nunca
llegamos a encontrar un carozo. Hay varios grados de samadhi que se alcanzan a medida que vamos atravesando nuestro ego, hasta que éste desaparece y lo único que queda es el Atman, pura conciencia, existencia y bienaventuranza y se alcanza el grado supremo del conocimiento asimilado a la divinidad. A este estado se lo llama satori en la tradición budista. La diferencia entre el satori y el samadhi es que el primero se produce de manera natural, sin entrenamiento, semejante a la experiencia de "vivir la vida en un instante" que se produce en momentos de peligro. En cambio, el yogui avanzado puede llegar a este estado cuando lo
desea. Explicar o describir este estado es imposible ya que en él las palabras se agotan y quienes lo experimentaron al querer expresarlo debieron recurrir a la metáfora o a la poesía. Se vive una plenitud emocional diferente a todo lo conocido, se pierde la noción de tiempo y unos breves instantes pueden parecernos eternos, o por el contrario, un largo lapso se transforma en un instante de felicidad. "Presente, pasado y futuro no son ya para mí sino un eterno presente, un yo que todo lo abarca, yo en todo. (...) No un inconsciente estado
o amnesia mental sin regreso voluntario, Samadhi extiende mi reino consciente más allá de los límites de mi marco mortal al más lejano límite de la eternidad, donde Yo, el Mar Cósmico, contemplo al pequeño ego flotando en mí." (25)
Al concluir, se regresa al estado normal
de la conciencia. ¿Y qué pasa entonces? El maestro Ch’ing Yuan enseñaba que, antes de la iluminación, para el hombre, las montañas son montañas y los árboles son árboles. Durante la iluminación, las montañas dejan de ser montañas y los árboles ya no son árboles. Después de la iluminación, las montañas vuelven a ser montañas y los árboles se ven nuevamente como árboles. Pero ahora, el contacto, la percepción y la comprensión se realizan de una manera diferente; el alma y los sentidos han sido purificados: estamos en el mundo con un equilibrio, un bienestar y una compasión que no se tenían previamente. En las palabras del poeta indio Rabindranath Tagore: "Sumergí el
cáliz de mi corazón en esta hora de paz, y lo he levantado lleno de amor". Resumiendo lo dicho, el estado de "iluminación" o "despertar" consiste reconocer que nuestra realidad y la de quienes nos rodean no está limitada al yo material, pudiendo ver lo divino que hay en nosotros en todo momento. "La bienaventuranza no se encuentra en nada que pueda ser considerado, o medido, o contado, sino solamente en eso que el ojo no ha visto." El Talmud
Tipos básicos de meditación
en la tradición de la India Hemos dicho que la meditación es muy antigua, y por ello hay infinidad de técnicas de meditación desarrolladas por las distintas tradiciones y que han sido luego modificadas y adaptadas a los distintos tiempos y lugares. Todas ellas nos llevan hacia el mismo objetivo y básicamente trabajan con la concentración de la mente por lo que cualquier tipo de clasificación que intentemos es de alguna manera arbitraria. La tradición del yoga clasifica las técnicas en dos grupos: 1. La meditación saguna (significa "con cualidades"), en la que la concentración se dirige a un objeto
concreto, como una flor, una imagen, un yantra o mandala, un sonido o mantra; una parte del cuerpo, como el entrecejo o la punta de la nariz; o una función, como lo es la respiración. La condición fundamental de este tipo de meditación es que el objeto que hemos elegido para concentrarnos se mantenga, como ya hemos dicho, fijo en la mente. 2. La meditación nirguna ("sin cualidades"), en la que la concentración es una idea abstracta, un concepto puro, como puede ser el Absoluto, Dios, a quien no podemos describir. 3. Otro tipo de meditación es la que podríamos llamar subjetiva porque el
objeto de la concentración está constituido por los contenidos de la propia mente. En lugar de forzar a la mente a concentrarse en un objeto externo, lo que se hace es tomar conciencia de los pensamientos y sentimientos reconociendo simplemente lo que son. En este caso, la palabra que se usa generalmente para designar la actitud del meditante es la de "testigo". Testigo es quien presencia un hecho, pero no interviene en él. De la misma manera, en este tipo de meditación nos convertimos en observadores ecuánimes de lo que sucede en nuestra mente. Observamos cómo surge y se desarrolla cada pensamiento sin identificarnos con él, como si
estuviésemos viendo una película en nuestra "pantalla mental". Los dejamos surgir, pero no nos atamos a ello sino que lo observamos y lo seguimos como simples espectadores. Por lo general, al no "seguirlo" ni "alimentarlo", los pensamientos se van haciendo cada vez más escasos hasta que, por algunos instantes, se puede sentir el silencio en la mente. Éste es un proceso de purificación mental porque, al ir recorriendo cada una de las capas de la mente reconociendo sus contenidos, podemos des- automatizarnos y actuar con mayor libertad y más de acuerdo con nosotros mismos. Todos los tipos de meditación nos
conducen a la misma meta. Para la mayoría de las personas, la concentración en un objeto externo es más fácil de conseguir y convendría comenzar por alguna de ellas. "Dios, que los pétalos de esta flor se abran para que aparezca la joya de mi yo interior." "Om mani padme hum."
Las imágenes y los fenómenos mentales Un joven discípulo llegó muy entusiasmado hasta su maestro de zen
para comentarle que durante su meditación había visto una luz blanca muy brillante y a Buda refulgiendo en su centro. El maestro le respondió: “No está mal, concéntrate en la respiración y desaparecerá”. Ya sea que se practique la meditación con concentración en un objeto o que se dedique a la observación de los procesos mentales, llegará un momento en el que, debido al estado de quietud que ha logrado la mente, la respiración se hará muy suave y lenta, casi imperceptible. Al experimentarlo por primera vez, algunas personas se asustan porque piensan que han dejado de respirar. En ese momento, los
pensamientos desaparecen casi por completo y en la calma de la pantalla mental pueden aparecer algunos "signos", es decir, toda clase de llamativas percepciones como luces, colores, imágenes o sonidos. Los fenómenos paranormales pueden producirse porque estamos entrando a un estado diferente de la conciencia. Como más tarde o más temprano ellos aparecen, es bueno estar prevenido para que no se transformen en un obstáculo en el desarrollo de la meditación. "Si quieres lograr tu verdadera naturaleza, debes tener una Gran Fe, un Gran Valor y una Gran Duda."
Maestro Seung Sahn Por una parte, al penetrar en estratos muy profundos de la mente, pueden aparecer recuerdos de hechos dolorosos o visiones desagradables. En este caso, el practicante puede sentirse movido a abandonar la práctica porque piensa que le hace mal. Por el contrario, debe aceptarlos como lo que son y dejarlos ir. En el proceso de llevarlos al consciente se está purificando la mente. Por otra parte, pueden aparecer visiones maravillosas que nos tientan a quedarnos allí pensando que hemos llegado a la "iluminación", al samadhi, sin comprender que ésas son también nuestras propias creaciones mentales,
los últimos recursos de nuestra mente para evitar ser dominada. También, en este caso, las observamos desinteresadamente y las dejamos ir. Para la práctica no son importantes ni debemos esperar que se repitan ya que son sólo un estímulo para continuar, pero si nos quedamos allí, estamos eliminando el real objetivo de la meditación. En resumen: cuando meditamos aceptamos lo que se presenta y lo utilizamos para profundizar el proceso de autoconocimiento. 24. Sekida, Katsuki: Za Zen. Barcelona, Kairós, 1992, pág. 97. 25. Paramahansa Yogananda: Autobiografía de
un yogui. Buenos Aires, Kier, 1992, pág. 151.
La relajación Durante todo el día vivimos hacia fuera, ocupándonos de la familia, el trabajo, la economía, la política... todo ello crea tensiones en nuestro cuerpo que, a la larga, se traducen en músculos rígidos y articulaciones endurecidas. Esa coraza rígida en la que se transforma el cuerpo será el origen de dolores de cabeza, de cuello y de cintura, tendremos dificultades para conciliar el sueño y una sensación de cansancio constante aun después de dormir durante toda la noche. Es que, a veces, la tensión muscular permanece durante el sueño y no se produce el descanso deseado.
Por eso, el primer paso antes de dedicarnos a meditar debe consistir en aprender a relajarnos. La relajación física es profundamente terapéutica y produce efectos mentales inmediatos. Cuando se relajan los músculos, se relaja también la mente y ésta descansa; pero mediante la relajación de la mente, el cuerpo también se sosiega. El cuerpo y la mente están íntimamente interconectados y reaccionan directamente el uno sobre el otro. En realidad, se puede considerar que relajarse es la primera forma de meditar, ya que la relajación consiste fundamentalmente en "dejar estar" el cuerpo y desconectar el pensamiento. En este "dejarse estar", vamos silenciando
la mente, nos quedamos como flotando. Por eso, es muy recomendable comenzar siempre por la práctica de la relajación física y continuar con ella hasta que se produzca en forma fácil y natural. "El desenvolvimiento espiritual no se mide por los poderes externos, sino únicamente por la profundidad de la dicha experimentada en la meditación." Sri Yukteswar Lo único que hace falta para relajarnos es una postura que nos permita "soltarnos" y una recorrida mental observando detenidamente todo el cuerpo. Uno no debe moverse ni dormir.
Con sólo quedarse quieto y flojo por unos minutos, los controles neuronales quedan inactivos y la relajación se produce de forma natural.
La práctica de la relajación Comience de pie haciendo estiramientos y eleve los brazos sobre la cabeza, entrelazando los dedos de las manos y llevando las palmas hacia el techo. Estire todo lo que pueda su columna y
luego, exhalando por la boca con fuerza, deje caer los brazos muy libres a los costados del cuerpo. Repita dos o tres veces. Con la relajación liberamos la tensión logrando una agradable sensación de liviandad. Ahora puede acostarse en el piso sobre una manta o una colchoneta fina. Nunca sobre una cama ya que ello le induciría a dormirse. Puede colocar una toalla o manta, enrollada debajo de las rodillas para que éstas queden levemente flexionadas y su cintura apoye cómodamente en el suelo. Deje los pies algo separados y permita que las puntas
caigan naturalmente hacia fuera. Coloque los brazos a los costados del cuerpo con las palmas de las manos hacia arriba. Cuando colocamos las manos en esta posición, la mente se vuelve más receptiva y todo el cuerpo expresa una actitud de abandono, confianza y entrega. La luz debe ser tenue y la temperatura agradable.
Guía para la práctica de la relajación
Guía para la práctica de la relajación sentado en una silla Si el lugar o su condición física le impiden acostarse, puede realizar el siguiente ejercicio en el cual la relajación se produce a partir de la acción de tensar y relajar los diferentes grupos musculares con movimientos muy lentos.
Las visualizaciones Una forma de completar la relajación es acompañarla con una visualización. Llamamos "visualización" a la facultad de crear con la mente imágenes a voluntad creando así estados de alegría, de expansión, de afirmación de la personalidad o de conexión con el
universo. Cuando imaginamos, pensamos en imágenes, que pueden ser visuales, auditivas, táctiles, es decir sensaciones físicas pero también sentimientos internos. Las imágenes son por tanto la forma más directa de conexión de la mente con el cuerpo. Aunque hay quienes dicen que no pueden visualizar, la realidad es que todos lo hacemos, por lo menos cuando soñamos. En la visualización, la mente creativa se pone en funcionamiento y hace realidad lo que imagina dentro del mundo interior. Por eso no debemos tratar de visualizar con los ojos sino dejar que aparezcan las imágenes en la "pantalla mental", en el entrecejo, en la zona del "tercer ojo". Lo primero que aparece es
la oscuridad, pero luego allí irán surgiendo las imágenes. No se debe esperar que sean nítidas y detalladas desde el comienzo, pero con la práctica se harán cada vez más claras y duraderas. Por lo general, las visualizaciones son guiadas, pero también se puede dejar libre a la imaginación. Como muchas imágenes brotan del inconsciente, es recomendable seguirlas aunque no concuerden con las que nos están proponiendo en ese momento. Swami Yogananda enseñaba que los murmullos que nos llegan de la mente tienen el poder dinámico de reformar la materia en lo que deseamos. Así, sea lo que sea
en lo que creamos con nuestras imágenes, la mente lo materializará. Cuando visualizamos, las imágenes vienen sobre todo de nuestros sentidos, por eso describimos detalladamente lo que vemos, escuchamos y sentimos en determinadas circunstancias. Las visualizaciones se usan especialmente en forma terapéutica. Son efectivas porque todo lo que hacemos tiene su origen en la mente. Puedo imaginar una escena relajante o visualizarme a mí mismo alcanzando alguna meta, como la curación de una enfermedad o la eliminación de una adicción. Aunque hay quienes las consideran como otro tipo de meditación, las dejamos aparte porque en estos casos la mente está
activa, actuando en un proceso de razonamiento. Por el contrario, en la meditación lo que buscamos es aquietar la mente eliminando en lo posible todo pensamiento. Guía de visualización para profundizar la relajación
Hay en el mercado una gran variedad de
música acompañada por el sonido del mar que puede utilizarse en esta relajación.
La práctica de la meditación "Si se la deja estar, el agua turbia se hace transparente y refleja con toda claridad la luna por la noche. Así pues, deja estar tu mente. Interrumpe el proceso de tu pensar." Anthony de Mello
La meditación en la respiración Las visualizaciones estimulan a las personas a profundizar la relajación y experimentar la
armonía interior. La meditación centrada en la respiración recibe el nombre de Anapana-Sati y es tan estimada que la tradición budista la considera la puerta de la Iluminación. En ella, la concentración está fija en el movimiento respiratorio producido por la inhalación y la exhalación. Inhalar con plena atención y exhalar con plena atención, observando el principio, el medio y el final de cada respiración como si fuese algo nuevo y único. Así, la respiración se vuelve calmada y tranquila transmitiendo ese estado a la totalidad del cuerpo y a la mente. Si nunca se ha practicado, es conveniente comenzar la meditación
contando las respiraciones del uno al diez. Al inhalar, contar "uno" y "uno" al exhalar, "dos al inhalar y "dos" al exhalar, y así sucesivamente repitiendo del uno al diez una y otra vez. Otras formas igualmente efectivas son contar las inhalaciones y las exhalaciones (inhalo, cuento uno; exhalo, cuento dos, etc.) o bien contar sólo las exhalaciones (inhalo y al exhalar, cuento uno, vuelvo a inhalar y al exhalar, cuento dos, etc.). Nunca debe haber esfuerzo o tratar de controlar la respiración. Sólo observar y contar. Lo más probable es que luego de algunas respiraciones uno se pierda o sienta que ha modificado la respiración y también que le sobra o le falta el aire.
No importa. En ese caso, sólo hay que comenzar de nuevo con la atención centrada en la respiración y en el conteo tantas veces como sea necesario. Luego de trabajar un tiempo con el conteo se puede pasar al seguimiento de la respiración. Para ello, la atención en primer lugar estará centrada en percibir todas las características de la respiración natural observando si se modifica, si es regular o irregular, si se acorta o se alarga. Se debe tener siempre presente que sólo se observa y que en ningún momento se juzga o se analiza. Nada debe ser considerado mejor o peor; la ecuanimidad debe mantenerse siempre.
Visualizar es imaginar; es ver y sentir de modo creativo para producir lo que deseamos. Al cabo de un tiempo se puede centrar la atención en las fosas nasales, en el lugar en donde se sienten que entran y salen las inhalaciones y las exhalaciones, en la frescura del aire que entra y en la calidez del aire que sale. Luego, la atención se extiende en el paso del aire en cada inhalación y en cada exhalación. Se inhala naturalmente
sin forzar la entrada del aire y luego se exhala dejando que la exhalación se alargue todo lo posible y dejando que el aire salga en forma uniforme y casi imperceptible. La conciencia se mantiene focalizada en el movimiento respiratorio, en lo que ocurre en la totalidad del cuerpo a partir de las fosas nasales. Guía para la práctica de la meditación centrada en la respiración
El Trataka o concentración en la luz "Trataka es un ejercicio muy poderoso, que tiene como principal objetivo unificar la energía mental y desarrollar la capacidad de concentración." Swami Digambarananda Saraswati Los ojos son, para la mayoría de las personas, el canal principal de estímulos externos; y tan grande es su influencia que las ondas cerebrales se modifican con el sólo acto de abrir o cerrar los ojos. El trataka, palabra que significa "fijar la mirada", es uno de los
satkarmas (26) o prácticas de purificación interna que se utiliza como ejercicio de concentración para unificar la energía mental. Consiste simplemente en mirar fijamente un objeto, que puede ser elegido con libertad. La vista puede fijarse en el entrecejo o en la punta de la nariz como así también sobre un punto dibujado en una superficie blanca, el símbolo del OM, una flor o una imagen devocional, como la cruz. Para facilitar la práctica se recomienda que sea cual sea el objeto elegido, éste debe ser simple. Por lo general se utiliza la luz de una vela colocada aproximadamente a un metro de distancia a la altura de los ojos. Los principiantes se ven
favorecidos por esto último porque de por sí el fuego, que ha fascinado a la humanidad desde sus orígenes, atrapa nuestra atención en forma natural. Durante la práctica del trataka en la luz de una vela, la habitación debe estar casi a oscuras y no debe haber corrientes de aire que hagan mover la llama. Como se comienza siempre con los ojos cerrados y la vela debe estar colocada a la altura de los ojos, al abrirlos no se debe levantar la cabeza sino que es la mirada la que se lleva hacia ella. Como en toda meditación no debe haber movimientos corporales. El movimiento, ya sea del cuerpo o uno tan leve como el
de los ojos al parpadear, hace más difícil la concentración y da origen a una cadena de pensamientos. Además, al mantener los ojos inmóviles, la vista se fortalece porque la energía se concentra en ellos. La práctica del trataka tiene, como toda meditación, beneficios físicos y mentales: mejora la vista en algunos casos de miopía, aumenta la estabilidad nerviosa, ayuda a superar el insomnio y relaja la mente. Evite todo esfuerzo, ya que si lo hace puede provocar dolor de cabeza. Generalmente, al cabo de un tiempo de tener la mirada fija, los ojos comienzan a llorar. En ese momento hay que cerrarlos para dejarlos descansar
durante un tiempo, para luego volver a abrirlos y fijar la vista en la luz. Esto puede suceder varias veces. Luego de un tiempo, al cerrar los ojos, aparece la imagen mental de la llama en negativo. Cuando ésta desaparece, volvemos a abrir los ojos y reiniciamos el proceso. A medida que aumenta la concentración se detiene el proceso del pensamiento y la mente está preparada para entrar con facilidad a un estado meditativo. Cuando la imagen mental de la luz se mantiene firme y clara, se puede contemplar esa luz como un símbolo y meditar en ella. La luz es lo que nos permite apreciar las maravillas del universo, es quien aparece con el día
iniciando un nuevo ciclo de actividad. Desde los albores de la humanidad, el sol y el fuego fueron adorados porque en ellos era posible descubrir un destello de divinidad. La luz atrae, es símbolo de vida, de verdad, de prosperidad. "La luz del sol —decía Ramakrishna— cae por igual sobre todas las superficies, pero sólo las que son brillantes, como el agua, los espejos y los metales, pueden reflejarla fielmente. Lo mismo ocurre con la luz divina, que desciende sobre todos los corazones. Pero únicamente los corazones puros y piadosos recogen y reflejan bien esta luz." (27) Al terminar la práctica es conveniente friccionar las palmas de las manos una contra la otra hasta sentir calor y luego
colocarlas por unos minutos sobre los párpados cerrados. Se recomienda comenzar con cinco minutos diarios durante las dos primeras semanas y luego ir aumentando gradualmente el tiempo hasta llegar a los veinte minutos diarios. 26. Hatha Yoga Pradipika Cap. II, 31. 27. Abhedanda, Swami: El Evangelio de Ramakrishna, pág. 124.
Guía para la práctica del trataka
"¿Dónde está la sabiduría que perdimos con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que perdimos con la información?" T. S. Eliot Siéntese en postura de meditación con una vela encendida a una distancia de un
metro y a la altura de los ojos.
La meditación con yantras Éste es también un ejercicio de trataka, pero en este caso la mirada está fija en un yantra. Un yantra es un diagrama geométrico y lineal que representa el cosmos en su evolución desde lo uno a lo múltiple. La tradición india lo concibe también como el aspecto o personificación de lo divino sin representarlo como imagen. El yantra representa a la deidad de tal manera que se lo considera el "vaso" o el "cuerpo" del dios, con su misma potencia, con todo su poder sintetizado. En todo el mundo y desde la más remota
antigüedad, los sacerdotes y chamanes han utilizado los yantras como elementos de poder mágico con el fin de proteger y asegurar el éxito en las acciones.
En sánscrito, la raíz yan significa "controlar", "contener" y tra es "instrumento", por lo que un yantra es el "instrumento destinado a contener las fuerzas psíquicas concentrándolas en un dibujo, de tal manera que el poder
visualizador del devoto es capaz de llegar a reproducirlo. Es una máquina para estimular las visualizaciones, meditaciones y experiencias internas" (28). Como hemos dicho, los yantras están compuestos por formas geométricas elementales, como el punto, el triángulo, el círculo y el cuadrado, que al combinarse forman otras más complejas, como la doble cruz, la estrella o la esvástica. Cada una de las figuras representa una distinta modalidad de la energía cósmica. En muchos casos, estas formas pueden aparecer acompañados por los pétalos del loto, que representa la pureza y la libertad, o por lanzas o tridentes, que están indicando la
dirección de la energía dentro del diagrama. "Dios es visto cuando la mente está tranquila." Ramakrishna Aunque no esté dibujado, el punto o bindu está siempre presente en el centro del yantra porque simboliza el Absoluto; allí se concentra la energía que se derrama por toda su superficie. Los triángulos hacia arriba representan el poder de la Conciencia Pura y la energía masculina del dios; mientras que si aparecen apuntando hacia abajo, representan la Manifestación y la energía femenina de la diosa. Ambos
triángulos entrelazados representan la Unidad hacia la cual tiende todo lo creado. El círculo refiere a la totalidad y el cuadrado es símbolo del elemento Tierra, o más específicamente el espacio sagrado (29) en el que se señalan las "puertas" en cada punto cardinal. "Verás un día la faz del Señor, y no habrá más noche en tu existencia." Apocalipsis, 22 Toda esta representación sugiere tanto a la divinidad y al cosmos como a la realidad del practicante que, con la mirada fija en él, puede descubrir el
núcleo divino en el que se basa su existencia y el camino que debe recorrer para llegar a la iluminación. Los yantras se pueden dibujar sobre papel, tela o arena, y pueden ser provisorios o definitivos, pero también pueden visualizarse en la "pantalla" de la mente. El yantra se convierte en mandala ("círculo", en sánscrito) cuando su esquema lineal aparece acompañado con figuras y colores más complejos. Son famosos los mandalas del budismo tibetano por la diversidad y belleza de sus dibujos. En ellos las deidades están representadas y pueden ser reconocidas fácilmente por sus atributos y ubicación en los diferentes planos espirituales. En
algunas ocasiones, los lamas realizan esos mandalas con arena de colores y representan así al Universo que será purificado cuando, en una ceremonia, el trabajo de meses sea destruido como símbolo de la finitud de este mundo. "Tenemos que entregarnos de veras, tenemos que dar algo de nosotros." Chögyam Trungpa El trataka en un yantra tiene las mismas indicaciones que señalábamos en la concentración en la luz de la vela. En este caso hay que realizar el dibujo en color negro sobre fondo blanco y colocarlo sobre una pared blanca (para
que no haya distracciones) de tal manera que quede a la altura de los ojos cuando estemos meditando. No hay que desanimarse si nos distraemos; es normal que la mente al poco tiempo de estar fija en el yantra, se aburra y busque nuevos estímulos. Ya sabemos que la mente es inquieta y que nuestro trabajo es educarla para estar en el aquí y el ahora. Por otra parte, visualizar una imagen compleja interna es más difícil que la de la luz de la vela y es de esperar que en un principio no se reproduzca con total claridad. Con paciencia y perseverancia, el poder de visualización se va desarrollando y con el tiempo la imagen se hace cada vez más clara y nítida.
La posibilidad de visualizar la tenemos todos, sólo hay que ejercitarla. Guía para la meditación con yantras
La meditación con mantras "El cuerpo es el molde preparado
por la mente para su felicidad." Swami Sivananda Cuando un sonido o una palabra mística se utiliza como soporte para la concentración se lo llama mantra. Un mantra es al sonido lo que hemos visto que un yantra es a la representación visual. La palabra mantra proviene de la raíz sánscrita man que significa "pensar" y tra que, como ya hemos dicho, expresa la idea de "instrumento" , indicando que el mantra es el instrumento que libera la mente de sus ataduras. El mantra es el soporte de la concentración y, al repetirse constantemente o "japa", se libera la energía que contiene ese
sonido. El mantra funciona cada vez que la concentración se mantiene en él y se produce una comunicación con la energía cósmica la cual a su vez despierta y activa la energía humana. Los mantras también son usados con fines curativos o como protección ante cualquier peligro. (30) Dicen que en la India, cuando un elefante camina por la ciudad, hace destrozos en los puestos callejeros y con su trompa va tomando un fruto de aquí y otro de allá. Su cuidador le da entonces una vara para sostener con su trompa y el animal ocupado en ello deja en paz todo lo que lo rodea. Así trabaja el mantra: si nuestra mente se ocupa en la
repetición constante, los demás pensamientos desaparecen y la conciencia puede lograr estados cada vez más sutiles.
Sri Yantra, un diagrama del proceso continuo de la generación creativa.
Nepal, hacia 1700.
Mandala del Buda Supremo Vajrasattva. Tibet, siglo XVIII. La meditación con mantras es una de las formas más extendidas en todas las tradiciones místicas. Para los budistas es "Om Mani Padme Hum" (31), el
mantra de la entrega total. En el judaísmo hay referencias a esta forma de meditación desde los tiempos talmúdicos en el "Hekkalot Rabbá", un texto en el que se indica la repetición de los nombres místicos de Dios 120 veces seguidas. En el cristianismo encontramos como una de las prácticas de los Padres del Desierto, la repetición del nombre de Jesús acompasado por el ritmo de la respiración o el de los latidos del corazón; "Maranatha" (32) se usa actualmente en muchos grupos de oración y el tradicional rosario, es el japa católico por excelencia. También en el islamismo sufí encontramos mantras como la frase del Corán "La ilaha illa’llah". (33)
En la tradición del yoga (34), aunque hay infinidad de mantras de diferentes clases, el mantra universal es el Om, la palabra sagrada y símbolo del Absoluto. Se lo utiliza al comienzo y al final de oraciones y ritos ya que sus vibraciones derraman una poderosa fuerza espiritual. "El esplendor de mil soles que se alzaran juntos en el cielo tal vez se asemeje a la gloria de la divina Forma ilimitada." Bhagavad Ghita La meditación con mantras es una de las más sencillas, ya que es fácil concentrarse en un sonido y repetirlo, y cuando el mantra sustituye a los
pensamientos, éstos desaparecen y dejan lugar a una profunda interiorización. En las tradiciones budista e hindú se usa un japamala —especie de rosario de 108 cuentas—, para contar la cantidad de mantras que se recitan. Tiene una cuenta, que no es parte del rosario en sí, llamada “sumeru”. Al llegar a ella debe darse vuelta el rosario y comenzar el canto o recitación en la dirección opuesta. Se recomienda sostener el japamala entre el dedo pulgar y el anular mientras se empuja hacia atrás cada cuenta con el dedo mayor; nunca debe hacerse con el dedo índice, ya que esto es considerado perjudicial y poco auspicioso. Para realizar este tipo de meditación se
debe elegir un mantra y dedicarse a él sin cambiarlo. Puede ser uno de los tradicionales o una palabra que resulte atractiva, como "paz" o "amor"; aunque a mi parecer es preferible que no tenga significado. El significado de una palabra puede conducirnos a pensamientos relacionados y de allí, asociando uno con otro ¡quién sabe adónde! "La combinación de diferentes sonidos produce un mantra y ese nombre es la vibración física de un sonido cósmico." Swami Yogamudrananda Los mantras pueden ser cantados
(vachika), murmurados (upanshu) o reiterados con la mente (manasika). Estas formas representan los tres mundos o tres planos cósmicos: el material, el sutil interno y el celeste. La repetición en silencio es el superior porque es con ella cuando la divinidad despierta. Cuando alguien canta un mantra se llama bajan, y cuando varias personas se reúnen para hacerlo recibe el nombre de kirtan. Dicen que bhajan es recordar a Dios y kirtan es "celebrarlo" de tal manera que el corazón florece de amor con el canto. Kirtan es literalmente "cantar en voz alta el nombre y la gloria de Dios" y a veces también se baila. Es una de las
prácticas más populares del bhakti o el "camino de la devoción", reuniendo hasta dos mil personas en ocasiones. Al principio canta una vez el instructor y los alumnos contestan (como mínimo deben hacerse tres repeticiones). Luego, en su fase intermedia, todo el canto es al unísono, aumentando y bajando el ritmo y el volumen del sonido. La tercera fase es línea por línea como al principio y se termina con un tiempo de silencio. El canto puede ser acompañado por el sonido de tambores, cimbales y campanas. En la India, el kirtan es la tradición más recomendada y simple, y por ser el mismo nombre del dios, a esos mantras
se los llama "mantras de la deidad". Como en el caso del yantra, el mantra no es una oración sino que es la deidad misma y por eso tiene poder. Como la deidad está contenida en el sonido los mantras no deben ser traducidos sino que se cantan en el idioma sánscrito original. Por ejemplo, el mantra de Shiva es el "Om Namah Shivaya" (35). El Gayatri Mantra es considerado uno de los mantras védicos más sagrados. Su objetivo es purificar la mente, eliminando el dolor, el pecado y la ignorancia. Otorga salud, vitalidad y fortaleza. Debe cantarse 205 veces, al amanecer, mirando hacia el este, a la salida del sol. Y dice así:
Om Bhur bhuvah suah Tat savitur varenian Bhargo devasya dhimahi Dhuo yo nah prachodaiat Lo que significa: "Meditemos en la gloria de Ishvara, creador del universo, merecedor de adoración, el que encarna la sabiduría y la luz, extirpador de todos los pecados y la ignorancia. Que ilumine nuestro intelecto." Los bija mantras, en cambio, están compuestos generalmente por una sola sílaba (Bija significa "semilla"), son letras derivadas directamente de los cincuenta sonidos originales del idioma sánscrito y por eso son muy poderosos.
Aunque aparentemente carecen de significado, cada uno encierra a una deidad determinada y produce asimismo determinados efectos. Por ejemplo, "klim" es el mantra de Kama o Manmatha, el dios indio del amor identificado también con Krishna. Klim es el mantra del deseo sexual. "Krim", el bija mantra de Kali, la diosa de la destrucción, es también la que purifica y beneficia; porque Kali, como todas las diosas de la India, personifica a la Madre Divina de todo lo viviente. "Los que practican kirtan se olvidan del cuerpo y del mundo. Kirtan es la manera más fácil, segura y rápida de obtener
conciencia de Dios." Swami Sivananda Todos los mantras están presentes en el Om, que es el mantra abstracto y supremo, el más poderoso de todos. Si lo elegimos, aunque hay diferentes formas según las distintas tradiciones, para cantarlo se pueden seguir las siguientes indicaciones: Exhalar todo el aire, inhalar y al exhalar con los labios en forma de O emitir la A desde el fondo de la boca. Es una A muy corta que se transforma rápidamente en U mientras los labios siguen en forma de O. El sonido finaliza juntando lentamente los labios con una M larga y vibrante que se va haciendo
cada vez más suave hasta desaparecer con el final de la exhalación. La vibración del sonido debe recorrer el cuerpo desde la cabeza hasta la parte baja del vientre. Ahora bien, los efectos del mantra sobre la mente se producen aun cuando no haya ningún tipo de inclinación religiosa. Éste es uno de los motivos del éxito en Occidente de la llamada Meditación Trascendental ya que con sólo concentrarse en una sílaba sánscrita y repetirla durante quince o veinte minutos, se logra paz mental, energía y gran creatividad. Swami Vishnu Devananda (36) recomienda comenzar la práctica regulando la respiración en tiempos de
tres segundos para la inhalación y tres para la exhalación. Una vez que la respiración se hace regular, puede olvidarse y con la concentración en el entrecejo o en el loto del corazón y comenzar la repetición del mantra. Al principio, la repetición es en voz alta, luego puede ir haciéndose en un volumen más bajo hasta llegar a la repetición interior. Se debe evitar toda tensión. No hay que preocuparse si los pensamientos vienen y de pronto se cae en la cuenta de que la repetición del mantra se ha interrumpido. Cuando eso sucede, como hemos visto en todos los casos, se comienza de nuevo, sin recriminaciones, como si fuese la
primera vez. El mantra profundiza su efectividad cuantas más veces se repite, de tal manera que llega un momento en que está presente en todos los momentos del día y termina brotando naturalmente del corazón aun cuando la mente está ocupada en otras cosas. Guía para la meditación con el mantra Om
Las 51 matrikas, o letras del alfabeto sánscrito, concretan a la divinidad en la forma de sonido.
La meditación en el sonido interior: So Ham Cuentan que en Sudáfrica, al desatarse la fiebre del oro, muchos granjeros vendieron sus tierras para dedicarse a buscar el valioso mineral. Uno de ellos no quería hacerlo, pero al fin sus vecinos lo convencieron y junto a ellos se fue a buscar oro. Cuando, luego de varios años de búsqueda infructuosa, se convenció de su fracaso, terminó suicidándose. Un día, el granjero que había comprado sus tierras invitó a unos amigos a cenar. Luego de la cena se sentaron frente a la chimenea, sobre la que lucía una piedra de matizados
reflejos. —¿De dónde has sacado esta piedra? —preguntó uno de los amigos. —Estaba aquí cuando compré la granja —respondió el dueño. —Ponte contento porque es el diamante más grande que he visto en mi vida. Era cierto, debajo de la granja existía un riquísimo yacimiento de diamantes. Para ver la realidad de lo que somos, para descubrir las riquezas en nuestro interior y no salir a buscarlas fuera, meditamos en el sonido interior: So Ham. La respiración es la vida, es la manifestación de la vida que hay en cada
uno. Cuando el aire se transforma en sonido, transforma la vida. Cuando la respiración es profunda y calmada, la vida se hace más calmada y profunda, menos sujeta a los vaivenes del mundo que nos rodea. La meditación que presentamos a continuación une la técnica de la concentración en la respiración con la de repetición del mantra So Ham. En realidad, no son dos sino una, porque la respiración y el mantra son una misma cosa. El So Ham es también llamado "el mantra que no se recita" porque al inhalar el sonido que se produce naturalmente es sah y al exhalar el sonido es ha con una m producida en forma automática. Su significado en sánscrito es "Yo soy eso",
lo que significa "Yo soy la energía", "Yo soy la Conciencia Universal". Durante la práctica, la respiración y la recitación del mantra se realizan en forma acompasada y con plena conciencia en ambas. tema nervioso, purifica y armoniza los canales energéticos del cuerpo y eleva la conciencia hacia planos superiores. Guía para la meditación en el mantra So Ham
La meditación en el abdomen "Solo cuando la voluntad, el sentimiento y el entendimiento se han "enraizado" en el Hara, los hombres no se oponen a lo que es, sino que, por el contrario, están al servicio del camino en el que hallan todo cuanto existe." Karfield Graf Dürkheim "El Om es el arco, la mente la flecha, y Brama el blanco." Dhyana Bindu 14 Ésta es otra de las prácticas que utiliza el propio cuerpo y la respiración como objeto de la concentración. La respiración abdominal es llamada
también "diafragmática" porque en realidad no hay aire en el abdomen sino que sus movimientos obedecen al movimiento del diafragma, el músculo respiratorio por excelencia que separa el tórax del abdomen. Es el movimiento del diafragma el que, en cada inhalación, hace descender las vísceras hacia abajo y las relaja en cada exhalación. Esta respiración logra que el aire residual sea expulsado, en mayor cantidad de la habitual, de la parte baja de los pulmones logrando así, sin esfuerzo y en forma natural, una mayor absorción de oxígeno. Si se observa dormir a un niño pequeño, es fácil ver cómo su abdomen se mueve al respirar. Esto es así porque ésta es la respiración
con la que venimos al mundo, suave y tranquila, y que modificamos perniciosamente a medida que crecemos. Cuando se practica la respiración abdominal, se logra con rapidez una agradable sensación de bienestar y serenidad. "Las gemas más preciosas están profundamente enterradas y sólo pueden extraerse a costa de un gran trabajo." Anandamayi Ma Los occidentales tenemos una tendencia cultural a llevar nuestro centro de gravedad hacia arriba, una tensión que desequilibra y nos deja sin sostén, sin
"piso" en el cual apoyarnos. Quien se centra en la cabeza o en el pecho realiza una respiración superficial, está dominado por el ego, tiene temor a perder al mostrarse tal cual es. La postura de la persona que expande el pecho, pero mantiene la tensión en los hombros, expresa una actitud de "hacer frente", está luchando con la vida sin aceptarla tal cual es, tiene miedo y no puede soltarse ni entregarse a ella. "Imagina si ese momento durara para siempre, dejando atrás todas las otras visiones y sonidos menos esta visión." San Agustín
Por el contrario, existe en Oriente, sobre todo en Japón, una tradición que toma al abdomen o hara como centro de gravedad psicofísico del hombre. Hara significa "vientre" y es la zona localizada debajo del ombligo, el centro vital, el lugar de la asimilación y también de la gestación. Al desplazar el centro de gravedad del cuerpo hacia la parte baja y centrarse en su vientre, el hombre puede apartarse del dominio de la cabeza y se conecta con sus raíces. Desde allí, una vez liberado del dominio del ego, puede "entregarse" para transformarse y llegar a desarrollar los centros superiores, confiado y seguro, sostenido desde la misma base de su ser.
En la tradición india, se lo llama manipura, (37) el chakra (38) del plexo solar. El plexo solar se encuentra ubicado por detrás del ombligo, detrás de la cavidad del estómago o a los lados de la columna vertebral. También es llamado el "cerebro abdominal", porque consiste en una red nerviosa compuesta por materia blanca y gris que procede principalmente del gran simpático y del nervio vago. Realiza su control sobre los órganos internos más importantes y tiene un papel preponderante en el control de las emociones. Es el sol del sistema nervioso, el centro más importante de la energía vital humana: la sede del poder, de la voluntad, de la
decisión. Guía para la práctica de la meditación centrada en el abdomen
La meditación en el loto del corazón "Cuando hayas de elegir entre varios caminos, elige siempre el camino del corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca." Proverbio sufí Esta meditación tiene como objeto de concentración el centro del pecho, Hridaya (de Hrid: corazón como "centro del ser") que en las antiguas Upanishads era considerado como centro del alma viviente y asiento del conocimiento verdadero, de la luz que ilumina nuestras vidas. Allí se encuentra el
chakra anahatha, el centro energético correspondiente al corazón. Este centro abarca no sólo el pecho sino también la cara anterior de los brazos y las palmas de las manos, elementos que también intervienen en la meditación ya que las manos juntas conectan su energía con la del plexo cardíaco. "Si un hombre va a realizar un trabajo introspectivo debe excluir de él todas las imágenes y las formas." Meinster Eckhart Cuando nos conectamos con el corazón, el lugar de la paz, el silencio y la compasión, nos relacionamos
directamente con los sentimientos que tenemos hacia nosotros mismos y hacia los demás. Está relacionado con los estados de ánimo, con el arte, con la inspiración y si nos vinculamos activamente con él surge la capacidad de sanación física y espiritual. En esta meditación, al dejar fluir libremente la energía del corazón, estamos purificando el amor, podemos transitar desde el yo hacia el nosotros en la entrega, y desde el yo hacia el Tú divino que nos escucha en el silencio; por eso ésta es la meditación propia del camino de la devoción. Guía para la práctica de la meditación en el loto del corazón
Yoga nidra "En el punto en que el dormir no ha llegado y la vigilia externa se desvanece, en ese punto el Ser se revela." Vigyana Bhairava Tantra El nombre de esta meditación se refiere tanto a la técnica (yoga = unión), como al estado especial de la conciencia que se logra en su transcurso, porque nidra significa "sueño". En su práctica se busca una relajación semejante a la que experimentamos durante el sueño pero, en este caso, es de una índole superior, ya que mientras estamos relajados la conciencia permanece muy alerta y
despierta. Así, durante el Yoga nidra se logra un estado en el que uno no está ni dormido ni despierto. Es la única práctica de meditación que se realiza acostado, en savasana, postura de relajación. "Cuando los pensamientos y el prana son dirigidos hacia este centro, estimulan y despiertan el brillante sol, latente en él." Swami Sivananda A diferencia de las otras técnicas de meditación en las que la concentración es llevada hacia un solo punto, en ésta, que tiene su origen en una práctica tántrica llamada Nyasa, se rota la
conciencia llevando la mente de un punto a otro del cuerpo visualizándolo y repitiendo el mantra correspondiente a ese lugar. Esta antigua práctica fue investigada y actualizada por Swami Satyananda Paramahansa de Bihar, India, y tiene la gran ventaja de que, aunque reúne varias técnicas, no necesita de ningún conocimiento o práctica anterior. Cualquier persona puede realizarlo y sólo debe acostarse boca arriba muy relajado siguiendo atentamente las instrucciones del guía o de una grabación. Uno de los estudios más completos que he encontrado sobre el Yoga Nidra fue publicado por la Scandinavian Yoga
and Meditation School (39) indicando fundamentalmente que los efectos que produce se traducen en una relajación profunda que abarca tanto los aspectos corporales como los emocionales, mentales y espirituales. Produce también una limpieza emocional ya que en ese estado emergen recuerdos del subconsciente que la mente libera en ese momento. "Todas las cosas, todo cuanto entiendo, lo entiendo sólo porque amo." León Tolstoi Los pasos del Yoga nidra
1. Preparación: antes del yoga nidra es conveniente hacer una pequeña práctica de posturas de yoga o algunos estiramientos para liberar al cuerpo de las tensiones musculares. Luego acostarse en una habitación con luz tenue y con temperatura adecuada. Se puede cubrir el cuerpo con una manta ya que la temperatura corporal tiende a bajar durante la práctica, que si se hace en su totalidad dura alrededor de una hora. El yoga nidra debe realizarse con el estómago vacío. 2. Relajación o desarrollo del silencio interno o antar mauna: observar los sonidos, de los más lejanos a los cercanos, escuchar a través de los
sonidos, escuchar el silencio. "Una mente rápida está enferma. Una mente lenta es sana. Una mente tranquila es divina." Meher Baba 3. Sankalpa: es una resolución precisa, corta y clara que se repite tres veces enunciando aquello que queremos desarrollar en nosotros (aumentar nuestra autoestima, el amor, el potencial espiritual, etc. Siempre en positivo). Como está formulada de acuerdo con las necesidades personales debe contener la determinación y el compromiso necesarios para modificarnos y no se
debe cambiar durante un largo tiempo. 4. Rotación de la conciencia o nyasa (significa "el lugar"o "estar allí"): antiguamente estaba relacionada con la proyección ritual de las divinidades sobre el cuerpo del practicante por medio de la imposición de las manos del gurú. Era una forma de divinizar el cuerpo. En nuestra práctica consiste en recorrer conscientemente las distintas partes del cuerpo de acuerdo con su disposición en la corteza cerebral donde se encuentran representadas. Los yoguis ya conocían esta relación y organizaron el cuerpo en dieciséis áreas que llamaron Marmasthanani. Por eso no se debe cambiar el orden ni
separarse de la voz del instructor que lleva la conciencia "tocando" mentalmente cada parte del cuerpo, los órganos internos, los sistemas y hasta los mismos chakras. 5. Conciencia de la respiración: en un primer momento la conciencia debe estar centrada en la respiración natural y espontánea (localizándose en las fosas nasales o en el pasaje de la respiración entre el ombligo y la garganta). Luego se pasa al conteo, por lo general en forma descendente para aumentar la concentración y evitar que la mente se disperse, siempre en múltiplos de 3 (el mínimo es contar de 9 a 1) y considerando en un ciclo la
inhalación y la exhalación.
6. Visualizaciones: compuestas por una serie de imágenes precisas que comienzan en forma dinámica para concluir estáticamente en la quietud y la serenidad. En esta etapa penetramos en niveles muy profundos del inconsciente llevándolos a la superficie a través de símbolos universales. Las visualizaciones pueden variarse para adaptarlas a las necesidades de quien lo practica.
7. Sankalpa: se repite el mismo del comienzo de la práctica. 8. Fin de la práctica: volver poco a poco a partir de la conciencia en la respiración dirigiendo lentamente la atención al mundo exterior y realizar pequeños movimientos antes de abrir los ojos y levantarse. Recomendación: no hay que dormirse en ningún momento ya que se perdería el estado de conciencia buscado, por lo que la resolución de no hacerlo debe estar presente siempre. No tratar de recordar nada ni de racionalizar, tan solo la atención, la conciencia alerta siempre. Los beneficios del yoga nidra son
muchos, el estado de descanso que otorga es similar al de cuatro horas de sueño nocturno, se aplica terapéuticamente para casos de insomnio, nerviosismo, irritabilidad, trastornos cardiovasculares, palpitaciones, úlcera y otras enfermedades originadas por el estrés. Guía para la práctica de yoga nidra
"Cuando te mueves en el mundo de los sentidos, libre por igual de
apegos y aversiones, llega la paz en la que todas las penas terminan y vives en la sabiduría del Yo profundo." Bhagavad Ghita "Basta con que nos entreguemos. Entregarse es rendirse a la causa de nuestro ser." Ramana Maharshi
La meditación en el silencio interior: Antar Mauna "Olvido de lo creado memoria del Creador atención a lo interior
y estarse amando al Amado." San Juan de la Cruz "Poco a poco, con paciencia y repetido esfuerzo, la mente se apaciguará en el Yo." Bhagavad Ghita Ya hemos hablado de dejarse ser, de aceptar la realidad, de dejar la mente en silencio. La oración del silencio ha sido cultivada por la tradición cristiana de los grandes místicos y en el budismo, el silencio es el centro de la meditación. Es la más difícil, un "límite de lo humano", como la llama Welte en su Filosofía de la Religión, porque se basa
en lo negativo, en el no hacer y se afirma tanto en la actitud, en la disposición a la escucha, como en el recogimiento al interior y la devoción a la divinidad sin nombrarla. En este caso, cuando uno se sienta a meditar, la idea es estar allí, relajado, en silencio, aprendiendo a escuchar el silencio, con un espíritu humilde y sin esperar resultados, muy tranquilo, sin forzar nada, sólo dejando que las cosas sean como son. Esta meditación consiste en el trabajo interior de "no hacer". Sólo estar en silencio. Estar en silencio no es fácil. No estamos acostumbrados a estar en silencio. Cuando estamos en grupo, el silencio es incómodo, "pasó un ángel" se
acostumbra a decir cuando de pronto todos se callan. Es una forma de "justificar" ese silencio. Y entonces se busca siempre cualquier cosa para decir antes que permanecer callados. Sólo cuando hay una gran comunión espiritual, los amigos o los amantes pueden permanecer en silencio. También cuando estamos solos nos resulta extraño el silencio. Entonces es la radio o la televisión la que llena ese espacio, porque si ese espacio no se ocupa con algo exterior nos encontramos con nosotros mismos y no siempre es una compañía que estemos dispuestos a enfrentar. Para poder meditar hay que aceptar el
silencio. Establecerlo primero en nuestro entorno para poder crearlo luego en nuestro interior es parte del no hacer. "En esta vida lo negativo y lo positivo están mezclados como granos de azúcar y arena. Sé como la inteligente hormiga que separa los granos de azúcar sin tocar los de arena." Swami Sivananda El silencio es ausencia de sonido y esa ausencia hace que nuestras otras percepciones se hagan más nítidas. Cuando se entra a un templo vacío, hay un momento en el que, al traspasar la puerta, los sonidos exteriores
desaparecen y nos encontramos en un mundo diferente. Entramos a un espacio sagrado rodeado de un silencio tangible. Cuando meditamos en silencio interior, nos convertimos en ese templo. Para lograrlo, hay que olvidarse, despojarse de sí mismo y entregarse por completo al Amor. Cuando escuchamos el silencio, estamos atentos, despiertos, nos encontramos con nosotros mismos y por lo tanto con Dios. Podemos escuchar a Dios cuando el silencio alcanza profundidad y se convierte en oración. O mejor aún, nosotros mismos gracias al silencio nos convertimos en oración. El silencio puede ser algo muy hermoso, muy pacífico, pero también peligroso cuando nos enfrenta con los
contenidos de la mente. El silencio es el espejo en el cual nos vemos reflejados tal como somos y por eso, tratando de tapar ese espejo, en cuanto nos sentamos en silencio, la mente comienza su monólogo infinito. Los pensamientos surgen unos tras otros. No se debe luchar contra ellos porque de esa manera se harán más fuertes. Si uno quiere que se vayan, sólo hay que observarlos sin involucrarse, tomando la conciencia de que es uno quien está pensando: "Yo estoy pensando esto...", sin analizarlo, sin dejarse llevar por la cadena que forman los pensamientos al enlazarse unos con otros, es decir, sin convertirse en el escritor de esa novela
caótica que son los propios pensamientos cuando uno los deja crecer y multiplicarse. Al patio de mi casa venía a veces una paloma. Ángeles, mi nieta, le puso unas miguitas en un alero. Al día siguiente había dos palomas en mi patio. Volvió a ponerles comida y cada día aparecían más palomas... Hasta que le prohibí seguirlas alimentando. ¡Ya no se podía estar en ese lugar y las palomas hasta entraban en la casa buscando comida! Los pensamientos son como las palomas. Si los alimentamos, vendrán, crecerán en número y se harán cargo de nuestra mente hasta que nos parezca que nos es imposible dominarlos. En cambio, si después de observarlos los
ignoramos, se irán. Podemos observarlos como observamos las nubes que, llevadas por el viento, se mueven rápidas por el cielo. Cuando las seguimos con la mirada, podemos identificar sus formas, su color, vemos para donde van, pero no las seguimos... Lo mismo ocurre con los pensamientos: los observamos, tenemos conciencia de sus contenidos y luego los dejamos pasar, no los alimentamos... En la medida en que los ignoremos irán desapareciendo. Primero, los pensamientos conscientes y luego, los pensamientos, las sensaciones y las emociones que surjan desde estratos cada vez más profundos. Así, al poder
salir a la “superficie” y ser escuchados y reconocidos, se disolverán o integrarán a nuestra psiquis. El primer paso es observar los pensamientos y el segundo es aprender a dejarlos ir sin intervenir, sin juzgar. Cuando detenemos el proceso continuo de la conciencia dejamos que se haga silencio y con él llega la paz, el amor y un deleite que está más allá de todo. "El sendero presupone distancia. Si Él está cerca, no se requerirá ningún sendero." Kabir Guía para la práctica de la meditación en el silencio
Hágase también consciente de las sensaciones interiores, de los músculos, de todo su cuerpo... (pausa). Si percibe alguna tensión, lleve allí la mente y disuélvela... no haga ningún movimiento... (pausa). Lleve ahora la conciencia a la respiración... Deje que la respiración fluya naturalmente... deje que recorra todo su cuerpo como una ola... como una suave brisa interior... (pausa). Sienta la calma , la paz que se adueña de su cuerpo y de su mente... entréguese a esa paz... (pausa). Ahora, escuche el suave sonido
de la respiración... (pausa). Escuche su respiración en medio del silencio de la habitación... (pausa). Escuche a través del silencio... (pausa). Escuche su respiración detrás del silencio... del espacio en el que habita el silencio... Nada es tan fuerte como el silencio... silencio, sonido sagrado... Escuche a través de él... (pausa). Los pensamientos vienen, pero no los escucha... no los resista... no los alimente... Si los ignora y los deja pasar, se marcharán... (pausa). Observe ahora el espacio de la
conciencia... el espacio infinito... el silencio interior... (pausa de por lo menos 10 minutos). Ahora vuelva a tomar conciencia de su respiración... de la respiración natural y espontánea... Perciba la paz que ha creado en su interior... Agradezca con amor... (pausa). Abra los ojos... Sonría.
28. Zimmer, H.: Mitos y símbolos de la India, pág. 139. 29. Joseph Campbell tiene un detallado estudio sobre los mandalas de arena de los navajos en Los mitos en el tiempo. Buenos Aires, Emecé, 2000.
30. Existen también mantras destructivos como se indica en el Atharva Veda. 31. Que se traduce como "La joya en el loto". 32. En arameo "Ven Señor" 33. "No hay otro Dios más que Alá". 34. Baghavad Ghita XVII, 24. 35. Nos postramos ante el Señor Shiva. 36. Swami Vishnu Devananda, Meditación y mantras, pág. 42. 37. Manipura significa "ciudad de las joyas": es el centro, como los demás chakras, de fuerza energética. 38. Chakra: centros energéticos, que a lo largo de la columna vertebral general, distribuyen y transforman la energía hacia los distintos planos corporales. 39. Revista Bindu Nº 11, 1998 (en inglés) para quienes quieran profundizar el tema sobre la práctica, sus relaciones con el Tantra y la actividad cerebral durante el yoga nidra.
Otros tipos de meditación "Este tiempo es tu tiempo, este lugar en el que te sientas es tu lugar." Thich Nhat Hanh
La meditación en el movimiento consciente "Debes ser como un león que avanza con pasos lentos, suaves y firmes. Sólo con esa clase de vigilancia puedes realizar el Despertar total." Thich Nhat Hanh
A las personas muy activas quizá les resulte difícil estar sentados y quietos durante largo rato. Hemos insistido en que la condición esencial de la meditación es la concentración. Por eso, a esas personas se les recomienda la meditación en movimiento en la que no es necesario estar quieto y la concentración se mantiene en la acción que en ese momento se realiza. El zen, que nació en la China, pero que creció con fuerza en Japón, contribuyó al pensamiento oriental con la reunión de lo temporal a lo espiritual, por eso educa para estar totalmente presente en lo que se hace. La ceremonia del té es un ejemplo de la calma y belleza que
pueden encontrarse en un ritual tan simple como lo es beber una infusión. En todo momento del día, Ling Chieh enseñaba a estar en el aquí y el ahora con estas palabras: "Pasar el río sin mojarse los pies significa hacer las cosas sin ser prisionero de ellas". En esta tradición se enmarca el tai chi chuan, en el que el practicante se conecta consigo mismo a través de la respiración y de movimientos lentos, armoniosos y conscientes. "Atención del sentimiento en el sentimiento, atención de la mente en la mente." Sutra de la atención mental
En el hatha yoga, donde la práctica se centra preferentemente en las asanas o posturas, la concentración también es esencial. El primer momento de una sesión de hatha yoga es la toma de conciencia del cuerpo, observándolo globalmente y registrando todas las sensaciones que en él se producen, tanto las externas como las internas. Luego, se realizan las posturas. La posición inicial y los movimientos que se realizan para llegar a la postura son tan importantes como la postura misma. La respiración que acompaña cada movimiento debe estar de acuerdo con él. Así se exhala cuando se contrae el estómago y la parte anterior del cuerpo, y se inhala cuando
se extiende el cuerpo y se acorta la espalda. De esa manera, el objetivo buscado es "desplegarse" y de esa forma se acompaña al movimiento, se eliminan las tensiones y desaparecen todos los obstáculos corporales. Durante todo el tiempo, la mente debe estar centrada en la respiración y, a la vez, en la parte del cuerpo que se está trabajando. Una vez que se ha llegado a la postura, se permanece quieto y relajado con la respiración libre centrada en el pecho o en el abdomen. Cuando se permanece un tiempo en la postura, sin esfuerzo, relajando todas las partes que no intervienen en ella y con la atención centrada en la respiración, el asana trabaja desde la quietud del
cuerpo para lograr la quietud de la mente. En ese momento estamos "aquí y ahora", totalmente presentes. Esta sensación se puede experimentar fácilmente con cualquier postura de equilibrio, ya que en ellas la concentración se produce necesariamente y la mente queda "en blanco", suspendida. Si se pierde la concentración, se pierde el equilibrio, dejamos de "estar presentes" porque nos volcamos hacia fuera. Tampoco debemos olvidar que respetar el cuerpo y aceptarlo como es, reconociendo los propios límites sin forzarlo, nos lleva también al momento presente. Entre posturas o al finalizar la sesión,
es recomendable dedicar unos minutos a una buena relajación. Así, se volverá a tomar conciencia del cuerpo y del flujo de la respiración, sintiéndolo muy pesado y dejando que se hunda cada vez más profundamente en el suelo. Estos instantes de quietud servirán para distribuir la energía movilizada y asentar la armonía y la paz que hemos logrado. Si se realiza bien, y no como si fuese una simple gimnasia, la sesión de asanas nos lleva gradualmente a un estado meditativo.
Guía para la meditación en una postura de yoga
Paschimottanasana, postura de la pinza o del estiramiento posterior.
Guía para la meditación ambulante
"El cuerpo, la mente y el yo, los tres constituyen el trípode sobre el que se asienta la palabra vida." Caraka Samhita X-15 La meditación en movimiento puede ejercitarse de una manera muy sencilla llevando la conciencia y la concentración a cada uno de los movimientos que realizamos cuando caminamos. En Sri Lanka se la practica para enriquecer a la meditación tradicional. Al realizarla debemos estar atentos también a las sensaciones, emociones y pensamientos que surjan durante la práctica. "El meditar caminando nos ayuda a
recuperar nuestra soberanía, nuestra libertad como ser humano. Cada paso es vida." Thich Nhat Hanh
Aplicar la conciencia y la concentración en la vida diaria Tenno era un monje zen que había estudiado diez largos años con Nan-in, su maestro. Habiendo concluido su aprendizaje, él también se convirtió en maestro y se fue a enseñar a otro pueblo. Un día decidió ir a visitar a su viejo maestro. Como ese día llovía, llevó sus chanclos y su paraguas. Al llegar a la casa, Tenno los dejó a un costado de la
puerta y se sentó a conversar con Nanin. ¿Dónde has dejado tu paraguas? —le preguntó Nan-in—. ¿A la izquierda o a la derecha de los chanclos? Tenno no lo sabía y se quedó mudo, entendiendo que no había podido ejercitar la conciencia en cada uno de sus actos. Por eso se quedó otros diez años estudiando con su maestro. Decíamos al comienzo de este libro que la meditación nos lleva a vivir mejor, a estar más conscientes de lo que somos, de los que pensamos y sentimos. Por eso, una práctica constante ejercita la atención, no sólo sobre nuestros aspectos internos sino también sobre
cada una de las acciones que realizamos y todo lo que nos rodea. "Las cosas no son nunca como son. Son siempre lo que nosotros hacemos de ellas." Jean Anouilh La conciencia sobre nuestros actos puede y debe ejercitarse durante todo el día. Al despertarnos, podemos llevar la conciencia al cuerpo y sus sensaciones. También al ducharnos, al lavarnos los dientes y al vestirnos, al caminar, al hablar y al relacionarnos con los demás. La atención debe estar despierta aun en las tareas más rutinarias y sencillas,
como barrer o lavar los platos. Saber siempre lo que estamos haciendo en ese preciso instante, con la mente atenta a ello, sin dejar que vague hacia el pasado o el futuro es vivir en realidad el momento presente. Pero ¿cuántas veces lo vivimos realmente?; ¿cuántas veces nos olvidamos de nosotros mismos y de lo que nos rodea para revivir en la fantasía de la mente los momentos tristes o alegres del pasado?; ¿cuántas veces nos preocupamos e inquietamos innecesariamente por lo que está por venir? El pasado no existe más que en nuestra memoria, el futuro es una promesa incierta; entonces sólo nos queda el presente. Vivir el momento presente es vivir la eternidad, es
instalarnos con felicidad en el aquí y el ahora. Durante el día parar y observar, percibir la respiración, calmarla si está agitada, dejar de correr haciendo muchas cosas para dedicar nuestra atención a una cosa por vez. Además, si ejercitamos la conciencia alerta sobre la información que recibimos, tanto en la lectura del diario como las noticias que escuchamos por la radio o la televisión, seremos menos influenciables y más críticos sobre los efectos que producen en nosotros. Es increíble la cantidad de energía vital que perdemos cuando, sin verdadera conciencia de lo que estamos haciendo,
nos movemos de una actividad a otra, de una relación a otra sin plantearnos una meta, un objetivo. Si mantenemos la conciencia despierta en cada uno de nuestros actos podremos canalizar esa energía, ser más eficientes en nuestro trabajo y detectar las reacciones condicionadas por la educación y por el ambiente, darnos cuenta de lo que viene realmente de nosotros y de aquello que no nos es propio. Una mente atenta puede percibir el mundo de una manera más rica y amplia. Cuentan que había una vez una pareja de acróbatas formada por un viejo y su nieta. Recorrían las calles haciendo su único acto. Éste consistía en que el viejo sujetase en lo alto de su cabeza una vara
y la niña, una vez que hubiese trepado por ella, se mantuviese allí arriba en perfecto equilibrio mientras el viejo continuaba andando. Al realizarlo ambos debían estar totalmente atentos a lo que hacían. Un día el abuelo dijo a la niña: —Escucha, Lalika, para estar seguros de no cometer ningún error, yo te vigilaré y tú me vigilarás mientras realizamos la función, pero la niña era muy sabia y le respondió: —Mi querido abuelo y maestro, creo que será mejor que cada uno se vigile a sí mismo. Cuidar de uno significa cuidar de ambos. Así estoy segura que evitaremos accidentes y ganaremos lo
necesario para vivir." (40) La tradición budista insiste especialmente en este tema: preocuparse de la propia atención y hacerlo de la mejor manera posible. El Sutra de la Atención Mental dice que el practicante debe ser consciente en todo momento de la postura de su cuerpo, "de cada respiración, de cada movimiento, de cada pensamiento y sentimiento, en pocas palabras, de todo aquello que tenga alguna relación con nosotros mismos." (41)
Vivir con conciencia en lo que hacemos, por pequeño que esto sea, nos pone en orden, nos armoniza con la realidad, hace que en nosotros crezca la
paz, no sólo la tranquilidad sino la verdadera paz. Y si estamos en paz, esa paz se transmitirá a todo lo que nos rodea. El momento de la comida es una de las acciones cotidianas a la que a veces prestamos menos atención. La mayoría de las veces comemos maquinalmente, de una manera rápida, o lo que es peor, leyendo o mirando televisión. La próxima meditación es una invitación a hacer de lo cotidiano una experiencia diferente. 40. En Samytta Nikaya Sutra 47, 19. 41. Nhat Hanh, Thich: Cómo lograr el milagro de vivir despierto. Buenos Aires, Santiago Rueda Ediciones, 1998, pág. 30.
La sonrisa "El mejor regalo que el alma otorga al ser humano es la capacidad de alegrarse." Vauvenargues Hemos concluido todas las meditaciones con la palabra "sonría". Compartimos con los animales el gruñido, el enojo y la mirada fiera, pero sólo nosotros, los humanos podemos sonreír. La sonrisa nos caracteriza, nos suaviza, nos permite comunicarnos, darnos amor y confianza unos a otros con un pequeño gesto. Cuando sonreímos, dejamos de sentirnos el centro del mundo para ser uno con los
otros y dejar fluir naturalmente el entendimiento con los demás. Sonreír tiene efectos sociales y personales. Cuando sonreímos, los músculos que se movilizan en el rostro hacen que el cerebro produzca neurotransmisores como las endorfinas y la serotonina, que llevan de una célula nerviosa a otra un mensaje de alegría, de euforia y potentes efectos analgésicos al mismo tiempo que se impide la secreción de adrenalina, causante del estrés. Cuando reímos, y aun con la más leve sonrisa, el pecho se abre y aumenta la capacidad pulmonar al mismo tiempo que mejora el tono muscular en el rostro, el tórax y el abdomen. También aumenta la producción los linfocitos T, los
linfocitos B y las inmunoglobulinas mejorando las defensas del cuerpo. Cuando nos referimos a los beneficios de la meditación, decíamos que el área estimulada del cerebro es la prefrontal izquierda, donde se originan sensaciones de bienestar, y esa área es precisamente la que se activa cuando reímos. Al combinar meditación y sonrisa estamos poniendo felicidad en nuestra vida. Los niños son alegres por naturaleza, y al volver a nuestro centro, a esa naturaleza primordial con la que nos conectamos cuando sonreímos, recuperamos la alegría, el sentido de la maravilla y el asombro por las cosas cotidianas. “Cantad a Yavé un cántico
nuevo, porque Él ha hecho maravillas” (42) entonaba el salmista. La felicidad nos inunda cuando apreciamos ese milagro que es la vida, y apreciamos la vida cuando nos sentimos bien. En lugar de crear círculos viciosos de pensamientos negativos que nos impiden ser felices, hay que crear "círculos benéficos" de actitudes positivas que, con efectividad, cambian la vida. La alegría se constituye así en un deber hacia nosotros mismos porque de ella depende nuestro equilibrio físico, mental y espiritual. "Mi padre consideraba que una caminata entre las montañas equivalía a ir a la iglesia."
Aldous Huxley La sonrisa es contagiosa. Cambiamos el ambiente con una sonrisa, sin palabras estamos ofreciendo a los demás nuestra amistad, nuestra complicidad, un ánimo positivo y lleno de confianza. "Un hombre cuya cara no sonríe— dice un refrán chino—, no debe abrir una tienda". Una sonrisa sincera puede hacer que el día comience con alegría, puede cambiar el momento más difícil de una negociación, y puede hacer que alguien entibie su corazón al sentir que no está solo. La sonrisa debe crecer desde el corazón, demostrando que los demás nos importan. Aunque piense que no hay
motivos para hacerlo, sonría y se sentirá mejor. El sabio Govinda enseñaba a sus discípulos: "Todo aquello que simplemente asumimos, pero que no experimentamos, no se convierte en parte de nuestras vidas".
Guía de la práctica de la alimentación consciente
Las personas alegres son más lindas, generan pensamientos positivos y buenas obras, viven más y mejor. Por eso, ¡sonría! "Sé una sonrisa, una parte de la maravillosa existencia." Tich Nhat hanh 42. Salmos, 97.
Bibliografía ABHEDANDA, Swami: El Evangelio de Ramakrishna. Buenos Aires, Kier, 1951. BERNARD, Teos: Hatha Yoga, una técnica de liberación. Buenos Aires, Siglo Veinte, 1976. CHOPRA, Deepak: La Perfecta Salud. Buenos Aires, Vergara, 1991. DE MELLO, Antonio, S. J.: Sadhana, un camino de oración. Santander, Sal Terrae, 1979. DÜRRKHEIM, Karfield Graf: Hara, centro vital del hombre. Bilbao, Mansajero, 1986.
ELIADE, Mircea: Yoga, Inmortalidad y libertad. Buenos Aires, La Pléyade, 1988. MAIN, John: El poder del mantra. Buenos Aires, Lumen, 1987. MANDELKORN, Philip: Conózcase a usted mismo. Las enseñanzas de Swami Satchidananda. Buenos Aires, Kier, 1991. MUMFORD, Jonn: Yoga Psicosomático. Madrid, EDAF, 1986. PATANJALI: Yoga Sutra, Versión y comentarios de T. K. V. Desikachar, Madrid, Arca de Sabiduría, EDAF, 1994. RAO, Ramachandra: Yantras. Malaga,
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Dedicatoria A Tony, mi marido, a mis hijos y a mis nietos, que con su amor y apoyo facilitan todo lo que hago. A Techi, amiga que comparte, alienta y corrige lo que escribo. A mis alumnos del Estudio Amitayus, de los que aprendo día a día.