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Spanish Pages 346 Year 2019
Bruno Bioul
LOS EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA ¿Leyendas piadosas o relatos verídicos?
edaf
m
www.edaf.net MADRID - MÉXICO - BUENOS AIRES - SANTIAGO
2019
Título original: Les Évangiles al' épreuve del' histoire. Légendes pieuses ou récits véridiquesr, por Bruno Bioul © 2018. Groupe Elidía. Éditions Artege. 10, rue Mercoeur - 75011 Paris © 2019. De esta edición, Editorial EDAF, S.L.U., por acuerdo con Groupe Elidía. 9, Espace Méditerranée - Avenue Général Leclerc - 66000 Perpignan France © 2019. De la traducción: Mariano José Vázquez Alonso Diseño de la cubierta: Gerardo Domínguez Maquetación y diseño de interior: Diseño y Control Gráfico, S.L. Todos los derechos reservados. Editorial Edaf, S.L.U. Jorge Juan, 68, 28009 Madrid, España Teléf.: (34) 91 435 82 60 www.edaf.net [email protected] Ediciones Algaba, S.A. de C.V. Calle 21, Poniente 3323 - Entre la 33 sur y la 35 sur Colonia Belisario Domínguez Puebla 72180 México Telf.: 52 22 22 11 13 87 [email protected] Edaf del Plata, S.A. Chile, 2222 1227 Buenos Aires (Argentina) [email protected] EdafChile, S.A. Coyancura, 2270, oficina 914, Providencia Santiago - Chile [email protected]
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Es necesaria una voluntad de extraordinaria incredulidad para suponer que Jesús no haya existido jamás, e imaginarse que nunca dijo las palabras que se conservan de Él, sino que más bien fueron «inventadas» por alguien que vivió en esa época 1•
1
J. R. R. Tolkien, Lettres, Éditions C. Bourgois, París, 2005, pp. 473-474.
CONTENIDO
Introducción
11
PRIMERA PARTE PALESTINA EN TIEMPOS DE.JESÚS. EL CUADRO POLÍTICO, ECONÓMICO Y RELIGIOSO
LA LLEGADA DE ROMA......................................................................
21
INSTAURACIÓN DE HERODES POR LOS ROMANOS .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .... .. .. ....
25
LA SUCESIÓN DE HERODES.................................................................
LA SITUACIÓN RELIGIOSA: LAS ESCUELAS DE PENSAMIENTO...................
29 33 37 45 47
UNA SOCIEDAD EN CRISIS...................................................................
69
LA CONFISCACIÓN DE ROMA Y SUS DUDAS........................................... Los EsTADos DE FILIPO Y DE ANTIPAS .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ... LA ECONOMÍA PALESTINA EN EL PRIMER SIGLO DE NUESTRA ERA............
SEGUNDA PARTE
¿IIA
EXISTIDO
Jssús?
ESTUDIO DE LAS FUENTES TEXTUALES
Y ARQUEOLÓGICAS
LAS FUENTES POLITEÍSTAS .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. .. . .. .. . LAS FUENTES JUDÍAS.......................................................................... LAS FUENTES CRISTIANAS................................................................... LAS FUENTES ARQUEOLÓGICAS...........................................................
83 99 115 135
TERCERA PARTE ¿SON LOS EVANGELIOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS?
¿ Q UE.
. IMPLICA EL TERMINO
« EVANGELIO» ?
.
Los TEXTOS EVANGÉLICOS: EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO.................
9
153 157
Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
CUARTA PARTE Los EvANGELios: ¿UNA msToRIA VEROSÍMIL? ALGUNOS EJEMPLOS
EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
·······
EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
.. ..
. ..
177 243
QUINTA PARTE CONCLUSIÓN
Anexo 1
309
Anexo 2. Nombres propios y nombres geográficos en los Evangelios..................................................................................... 313 Lista de abreviaturas................................................................... 321 Bibliografía................................................................................... 323
10
INTRODUCCION
El oscurantismo no reside en la fe que recibe confiadamente las informaciones bíblicas. Empieza cuando una creencia produce un rechazo de la información y de la confrontación. D.
BERGÉSE
Lo propio de las ideologías es no tener necesidad de buscar la Verdad, sino de decidir a priori lo que ella debe ser.
J.
LÉVEQUE
y R.
PUGEAUT
La controversia recurrente que cada año anima los debates a propósito de los pesebres situados en los espacios públicos para celebrar la Navidad constituye uno de los síntomas más patentes de una sociedad que ha perdido sus puntos de referencia. Independientemente de que se esté a favor o en contra de los pesebres, la cuestión subyacente es la aceptación de la sacralidad cristiana, situada abierta y deliberadamente ante la vista y el conocimiento de todos, para establecer la vinculación a una historia, a una creencia, a una costumbre o a una práctica multisecular que ha conformado el paisaje político, económico y sociocultural de los países de tradiciones cristianas. Algunos se muestran hostiles a esta práctica por pura ideología sectaria, pero terminan aceptándola porque a sus ojos se trata simplemente de una hermosa y piadosa leyenda, que forma parte del ambiente maravilloso que entraña la Navidad: un niño recién nacido yace envuelto en pañales en un establo, entre un asno y un buey, rodeado por su madre y su padre; es adorado por humildes pastores y por ricos magos venidos del lejano Oriente: nada hay en esto de agresivo o de malicioso. Por el contrario, todo se desenvuelve en una atmósfera de paz y de serenidad, como un paréntesis de quietud 11
Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
en medio de los embates cotidianos de una vida que cada vez se muestra más exigente y mortífera. Sin embargo, ¿se trata tan solo de una leyenda? ¿No habrá detrás de este edificante relato una parte de verdad? Realmente uno puede abordar la lectura de los Evangelios que cuentan esta historia, y muchas otras, haciéndose la siguiente pregunta: ¿será verdadera o, cuando menos, verosímil? Nuestro propósito será poner en evidencia que, ante la incapacidad de establecer la autenticidad absoluta de los relatos evangélicos, no resulta imposible, al menos, demostrar su verosimilitud histórica, que esta pueda ser objetiva e históricamente aceptable. Los Evangelios son cuatro libros del Nuevo Testamento que cuentan la «buena nueva» (euaggelia) anunciada por Jesucristo a los hombres. Son documentos que recogen testimonios orales y escritos sobre la vida de Jesús de Nazaret, y sobre la predicación de los apóstoles. Pueden ser calificados de libros teológicos y misioneros, garantizados por testimonios oculares y testimonios verídicos. Sus autores no han tratado de hacer un relato histórico, en el sentido técnico y moderno del término, sino de anunciar lo que Jesús de Nazaret hizo y enseñó durante su vida. En este sentido, los Evangelios son documentos históricos que pertenecen a la historia. Pero son también relatos que cuentan una historia. La historia es el conocimiento válido o verdadero, científicamente elaborado, del pasado humano. Constituye el estudio textual de los hechos anteriores a nosotros. Se esfuerza por comprenderlos y explicarlos. Tales hechos son más o menos complejos y más o menos objetivos; son humanos y son ... hechos pasados. Para reconstruirlos, el historiador dispone de una documentación que presenta tres características fundamentales: es casi siempre indirecta, incontrolable e incompleta. En efecto, como los acontecimientos observados han tenido lugar, en la mayor parte de los casos, muchos años o, mejor dicho, siglos y hasta milenios antes de la existencia del historiador, este tiene que recogerlos de uno o de varios intermediarios, los cuales son, en la mayoría de los casos, seres humanos; y, en consecuencia, pueden deformar esos hechos, sin que sea posible determinar con precisión la medida y la naturaleza de esas informaciones. El historiador es incapaz de juzgar y de verificar el grado de exactitud de las observaciones del otro, y de paliar la falta de datos, por lo que se ve obligado a adecuarlos parcialmente mediante reflexiones y 12
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razonamientos más o menos fundamentados. En consecuencia, la verdad histórica es frágil, relativa y contingente. Sin embargo, no es tampoco esa «mentira que nadie pone en duda», denunciada por Napoleón. La historia es asimismo un relato de hechos, de acciones o de acontecimientos reales o imaginarios. Se adecua en ocasiones a un determinado relato, a una narración, a una ficción, a un cuento o a una fábula. J. R. R. Tolkien, el célebre autor de El señor de los anillos, profesor de Lengua y Literatura inglesas en la Universidad de Oxford (Merton College ), creía que, además, los Evangelios contienen un cuento de hadas o una historia de un género más amplio que abraza toda la esencia de los cuentos de hadas 1• La verosimilitud es lo que «parece verdadero» en un relato; es decir, lo que presenta la apariencia de verdad, de lo que es creíble o admisible. Este concepto era para Aristóteles la característica del trabajo del poeta, es decir, la «mimésis poética»2• Según el sabio filósofo, la verosimilitud caracteriza todas las obras poéticas o de ficción; se concibe como aquello que es probable, y así lo recuerda Andrée Mercier. Esta autora concede al poeta la posibilidad «de lograr una representación de lo real más general, unificada y significante», lo que confiere a su relato una superioridad filosófica con relación al del historiador. La verosimilitud se aplica, pues, y ante todo, a un relato ficticio, a una narración. ¿Puede ser utilizada, entonces, para dar carácter a un relato histórico? En otras palabras, ¿se puede considerar un relato calificándolo de «verosímil» sin tener que asimilarlo de facto a una ficción, lo que resultaría paradójico? Cabe. responder a esta pregunta afirmativamente siempre que se emplee
J. R. R. Tolkien, Faene, Du conte defées, pp. 201-204. Que no seme malinterprete por el sentido que doy al término «cuento de hadas». Para ese autor, la característica esencial de un verdadero cuento de hadas es que debe comenzar y terminar de forma feliz, pese a todos los contratiempos sufridos y las pruebas pasadas por los personajes; y esta felicidad queda contenida por completo en el concepto de «eucatástrofe», inventado por él. En consecuencia, para Tolkien, que era profunda y auténticamente católico, «el Evangelio es un cuento de hadas más importante que cualquier otra historia, puesto que ha sucedido efectivamente en el mundo» (Xavier de Brabois, 2004). Gilbert Keith Chesterton también hablaba de «novela» para designar «la necesidad de esta mezcla de lo familiar y de lo insólito» que para él caracterizaba a la cristiandad (G. K. Chesterton, 1908, p.17). 2 Sobre este concepto aristotélico de la verosimilitud y de su evolución posterior, véase A. Mercier, 2009. 1
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
el término de forma específica. En efecto, contrariamente al relato ficticio de Aristóteles -o de cualquier otro relato de ficción cuyo parecido repose «sobre la conformidad de los sucesos y caracteres con las creencias, con las opiniones y con las representaciones de lo real en vigor, (y que) tienda a la organización lógica del relato, unificando las acciones y articulándolas a los caracteres de los personajes», como muy bien subraya Andrée Mercier-, el texto del historiador «se halla en dependencia de la sucesión, a menudo deshilvanada y accidental, de los hechos». En consecuencia, el parecido de un relato histórico no se mide con la vara de su lógica interna (todo se articula de forma perfecta y sencilla), sino dentro de su conexión con lo real. En este sentido, el parecido del relato histórico constituye un grado de verdad que, situado en uria «escala virtual», va de lo falso a lo verdadero, pasando por lo plausible (lo que es susceptible de producirse o reproducirse realmente; lo que se concibe como no contradictorio con lo real). Esto no es, pues, una antinomia o una falsedad, y tampoco debe nada a cualquier juicio o evaluación relativista. Por ejemplo, se puede examinar, verificar y apreciar la verosimilitud de un documento o de un relato histórico con la medida de lo que se conoce de ese documento o de ese relato, es decir, con su «recontextualización». Decir que un relato histórico es verosímil es reconocerle una cualidad por la cual los acontecimientos que narra, incluso si se consideran poco creíbles, parecen haberse producido realmente, a la vista de lo que se sabe de su contexto histórico general. Así pues, preguntarse sobre la verosimilitud de los Evangelios consiste en establecer el grado de autenticidad y de credibilidad ( o, a la inversa, el grado de falsedad y de inverosimilitud) de los hechos que en ellos se mencionan; en examinar su conformidad con la realidad o, lo que es lo mismo, la coherencia con la lógica del universo al que pertenecen, estudiándolos muy atentamente; es decir, haciendo lo que los historiadores llaman la crítica externa y la crítica interna: establecer y controlar su identidad tras calibrar su credibilidad. Para ello es necesario hacer una división de los acontecimientos mencionados en los relatos evangélicos entre las cosas reales que se pueden identificar y la reinterpretación que el historiador pueda proponer en ausencia de hechos concretos.
* * * 14
IN TR O D U C C IÓN
Los Evangelios hablan de Jesús de Nazaret. Antes de proceder a su examen, conviene preguntarse sobre la vida y la enseñanza de este último. En consecuencia, antes de examinar la verosimilitud histórica de los Evangelios, es necesario considerar el contexto histórico general en el cual Jesús pudo desenvolverse, y después preguntarse sobre la existencia del personaje. ¿Se puede afirmar razonablemente --o, por el contrario, poner en duda- que existió en Palestina, en el siglo I de nuestra era, bajo los reinados de Herodes el Grande, de Augusto y, posteriormente, de Tiberio un judío de nombre Jesús (que significa 'Salvador'), nacido en Belén, que vivió la mayor parte de su vida en Nazaret y que, denunciado por las autoridades religiosas de su nación, murió en Jerusalén a manos de los soldados romanos bajo las órdenes de un prefecto de nombre Poncio Pilato?3• Así pues, vamos a comenzar nuestro ensayo con una presentación del cuadro político y religioso, seguida de un estudio de las fuentes textuales que se refieren a Jesús de Nazaret. En una segunda parte analizaremos los relatos evangélicos con el fin de determinar si los hechos que mencionan son verdaderos, verosímiles o
3 Conviene siempre informarse acerca del modo en que se construye la dimensión histórica (y/o la leyenda) de un personaje: ¿Qué se sabe realmente de él? ¿De dónde proceden las informaciones? ¿Quiénes son los autores? ¿Qué propósitos tienen?, etc. En este sentido, es interesante leer el panfleto satírico escrito a mediados del siglo xix por el inglés Richard Whately: Peut-on prouver l 'existence de Napoléon?, -Ediciones Vendemiaire, colección Généalogie-, pues dicho texto constituye una «reflexión sobre la veracidad y la historia, sobre la memoria y el rumor, sobre la propaganda y las doctrinas oficiales, sobre lo que se cree saber y los medios que se han de tener para verificarlo, sobre las estrategias de comunicación de los Estados y la tiranía de la información impuesta», que remite a la cuestión de la historicidad de Jesús. La existencia de fuentes (textuales o materiales) y su estudio científico constituyen elementos capitales de todo trabajo histórico. Por ello resulta primordial saber utilizarlas convenientemente y trabajarlas de forma ponderada cuando se trata de examinar la realidad histórica de Jesús. Después de todo, el famoso Bar Kokhba, figura emblemática de la segunda revuelta judía (132-135), que obligó a Roma a mantener una guerra de tres años con grandes sacrificios, nos es conocida gracias a autores cristianos (Justino y Eusebio) y judíos (Talmud). Nada dicen los autores paganos (Dion Casio quizás habló de él en su Historia romana [libro 69], pero solamente quedan algunos fragmentos que no lo mencionan) y, sin embargo, hoy en día nadie pone en duda su existencia, que sería atestiguada, además, por algunos manuscritos y monedas.
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
inventados. Para empezar, señalaremos que sus autores se tomaron ciertas libertades a la hora de redactar su historia, pero que tales libertades no constituyen una infidelidad. Procedieron a realizar una selección de los acontecimientos sucedidos (Jn 20,30; 21,25) presentándolos según una manera de contar que les era propia, con su estilo y sus hábitos literarios. Trataremos, pues, de recordar cómo fueron compuestos los textos de los Evangelios y bajo qué criterios han sido autentificados. Para concluir, presentaremos algunos ejemplos extraídos de los evangelios según san Lucas y san Juan, los cuales, a pesar de las apariencias, coinciden con lo que la historia de Palestina del siglo I de nuestra era nos permite saber. Nuestro objetivo no es establecer la fiabilidad o infalibilidad histórica de los Evangelios, sino considerar que ellos son, al menos, verosímiles, y que esta verosimilitud es científicamente aceptable, hasta que se demuestre lo contrario. Nos sentiríamos muy honrados si nuestro trabajo pudiera conmover tanto a los creyentes como a los no creyentes. Los primeros encontrarán -al menos es lo que esperamos- con qué poder enriquecer sus conocimientos históricos sobre este periodo clave de la historia humana -sea cual fuere la idea que se tenga sobre los orígenes del cristianismo- o con qué contrarrestar sus dudas, o incluso responder a su cuestionamiento sobre tal o cual aspecto particular de la vida de Jesús de Nazaret o del lugar que ocupan los relatos evangélicos en la historiografía antigua, en general. Por lo que concierne a los segundos, hallarán con qué alimentar sus reflexiones personales mediante la crítica justa y equilibrada de los argumentos y posiciones adoptados por el autor. Lejos de ser exhaustivo, nuestro trabajo se inscribe en un intento constructivo de diálogo y de enriquecimiento mutuo, mediante la confrontación de ideas (nuevas y antiguas) que merecen ser consideradas y estudiadas, a fin de que puedan ser examinadas sin que a priori se establezcan conceptos ideológicos o partidistas. Habremos logrado nuestro objetivo si conseguimos realizar, mediante las aportaciones de unos y otros, un trabajo más acabado y todavía más equilibrado.
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Esta obra contiene muchas notas a pie de página cuya finalidad es apoyar un planteamiento concreto o permitir al autor realizar un pequeño comentario sobre tal o cual postura relacionada con determinado punto exegético o histórico. De todos modos, nuestro trabajo se puede entender fácilmente sin necesidad de estas referencias sistemáticas. Quisiéramos mostrar nuestro sincero agradecimiento a la profesora Marie Francoise Baslez, quien, a pesar de mantener diver-
gencias profundas sobre ciertos puntos tratados en esta obra, ha querido hacernos llegar sus anotaciones y críticas siempre constructivas y pertinentes. Ha constituido un verdadero honor dialogar con ella. Igualmente, expresamos nuestra inmensa gratitud a nuestra colega Laetitia Fénéon, que se ha tomado la molestia de releer nuestro manuscrito y nos ha enriquecido con sus atinados comentarios.
PRIMERA PARTE
pALESTINA EN TIEMPOS DE JESÚS EL CUADRO POLÍTICO, ECONÓMICO Y RELIGIOSO
LA LLEGADA DE ROMA
En la segunda mitad del siglo n a. C. Roma intensificó su presencia en el Mediterráneo mediante diversas guerras victoriosas y una actividad diplomática muy sutil. Macedonia se convirtió en provincia romana en el 146 a. C., y en ese mismo año la ciudad de Corinto, una de las más poderosas y prestigiosas de Grecia, a la cabeza de la liga aquea, quedó destruida por el cónsul Lucio Mummio, tras la derrota de la liga en Leucopetra. Poco después, muchas grandes ciudades de Grecia fueron también sojuzgadas o se convirtieron en aliadas de Roma. En el 133 a. C. el rey Atalo III legó su reino de Pérgamo a Roma, que hizo de esa ciudad el centro de su provincia de Asia, a la que organizó a partir del 129 a. C. Mitrídates VI Eupator (120-63 a. C.), soberano del Ponto, en la costa meridional del mar Negro, invadió la provincia romana de Bitinia, su vecina, que el rey Nicomedes IV Filopator (94-92, 90-88 y 85-74 a. C.) acababa de legar a Roma, precisando primero la intervención del cónsul Lucio Licinio Lúculo y de Cneo Pompeyo Magno (Pompeyo 106-48 a. C.) posteriormente. Este último recibió en el 67 a. C. y después, en el 66 a. C., poderes extraordinarios del Senado romano para establecer el aprovisionamiento de trigo para Roma, amenazado por los piratas cilicios, tal vez apoyados por Mitrídates, antes de expulsar al rey del Ponto de Asia Menor y de pacificar Siria. El generalísimo se benefició de esta campaña en Oriente para constituir y organizar una serie de provincias en Siria y en Asia Menor: Siria, Cilicia y Asia -que agrandó-, Bitinia y Ponto. Además, ciertos soberanos aliados de Roma se vieron gratificados con el título de «aliados y amigos del pueblo romano», y sus Estados, convertidos en «clientes», sirvieron de baluarte contra los patios que no cesaban de amenazar las fronteras del este. A Pompeyo se le encargaron también los asuntos de 21
Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
Judea derivados del conflicto existente entre Hyrcan II (110-30) y su hermano Aristóbulo II, hijos ambos de Alejandro Janneo y de Salomé Alejandra 1, y de la confrontación entre estos dos últimos y los judíos piadosos de Jerusalén. En efecto, a la muerte de Salomé Alejandra, Hyrcan 11, el mayor de sus vástagos y sumo sacerdote del Templo de Jerusalén, se convirtió a su vez en soberano. Pero su reinado duró tan solo tres meses, ya que su hermano, Aristóbulo II, con el apoyo de los saduceos y del ejército, lo venció cerca de Jericó, antes de sitiarlo en Jerusalén. Aristóbulo II se convirtió entonces en rey y gran sacerdote (67-63 a. C.). Pero con la ayuda del idumeo Antípater y del rey nabateo Aretas III, sostenido también por los fariseos, Hyrcan II reanudó la ofensiva contra Aristóbulo, a quien terminó por asediar, a su vez, en Jerusalén. Ante la imposibilidad de un acuerdo, los dos hermanos resolvieron acudir a los romanos, representados en la persona del nuevo legado de Siria, Marco Aemilio Scauro, lugarteniente de Pompeyo, que se encontraba en Damas. Este se pronunció a favor de Aristóbulo, obligando a Hyrcan II y a Aretas III a levantar el sitio. Tras acusar al nabateo de haberle arrebatado mil talentos, Aristóbulo le persiguió y le venció en Papyron, una localidad que se encuentra en el valle del Jordán (AT 14,33). Una vez aceptada la decisión de Scauro, Hyrcan II se enfrentó al propio Pompeyo (64 a. C.). Los dos hermanos, pretendientes al trono, se rindieron en Damas conjuntamente con una delegación de judíos que no querían al uno ni al otro. Sin embargo, y antes de solucionar el problema, Pompeyo quiso armar una expedición contra los nabateos de Petra. Le acompañó Aristóbulo, pero, llegados a Dium, una de las ciudades de la Decápolis, este abandonó a Pompeyo y se refugió en Alexandrion
1 Siguiendo los consejos de su difunto esposo, Salomé había apartado del poder a su segundo hijo Aristóbulo II, al que consideraba demasiado colérico y sometido a los saduceos. Por el contrario, se reconcilió con los fariseos, a quienes dejó la orientación y la política interior del reino. Persuadió igualmente al rey de Armenia, Tigranes -quien aprovechándose de la huida del último rey seleucida, Antíoco XIII, refugiado en Roma, se había apoderado de toda Siria-, para que no tocara su reino. El reencuentro entre los dos soberanos tuvo lugar en Tolemaida, y Tigranes recibió favorablemente las demandas de la reina. Hay que decir también que se había comprometido intensamente con los romanos que, llegados de Asia Menor, se estaban desplazando cada vez más hacia el este, amenazando su propio reino.
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p ALESTINA
EN TIEMPOS DE IEsús. EL CUADRO POLÍTICO, ECONÓMICO y RELIGIOSO
(Qarn Sartabe), una de las siete ciudadelas construidas por los soberanos asmoneos (descendientes de los Macabeos) a lo largo del valle del Jordán y de la ribera occidental del mar Muerto. Considerando tal hecho como un acto de traición, los romanos persiguieron a Aristóbulo, que se refugió en Jerusalén. Acogido por los partidarios de Hyrcan II en el 63 a. C., Pompeyo se apoderó de la capital del reino tras un asedio de tres meses. Conquistada la ciudad, restituyó a Hyrcan en su puesto de gran sacerdote y le nombró etnarca (pero no rey), es decir, jefe de la nación. En compensación, el vasto reino de Alejandro Janneo que había heredado Hyrcan II fue reducido de forma drástica y limitado a Judea, a la parte oriental de Idumea, a Galilea y a Perea ( es decir, la región que se encuentra «más allá del Jordán», al oeste de la actual Jordania), y después al territorio al sur de Pela, hasta la fortaleza de Macheronte y Arnon. En cuanto a Aristóbulo, fue llevado junto con su hijo a Roma2• Además, Judea se encontraba situada defacto bajo el control del gobernador romano de Siria. Por lo que concierne a los samaritanos, conservaron un pequeño Estado en torno a Sichen y el monte Garizim, entregándose muchas de las ciudades griegas a sus antiguos habitantes, especialmente las situadas a lo largo de la costa mediterránea y en la región conocida con el nombre de Decápolis (liga de diez ciudades, nueve de las cuales se encontraban en Transjordania y una -Scitópolis- al oeste del Jordán).
2
Su vida no se desarrolló a partir de entonces de forma banal: tras habérsele asignado la residencia en Roma, logró escapar en el 57 a. C. e intentó de nuevo levantar en armas a Judea, pero otra vez fue vencido y cayó prisionero. Julio César lo liberó en el 49 a. C. y lo envió a Siria con dos legiones para contener a Pompeyo, pero de nuevo fue capturado por los partidarios de aquel. Más tarde, Marco Antonio hizo enviar sus restos mortales a Judea, donde fueron objeto de funerales reales.
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INSTAURACIÓN DE HERODES POR LOS ROMANOS
De este modo el Estado judío perdió su independencia ganada con tanto esfuerzo tras la revuelta de los Macabeos en el 167 a. C. En realidad, ya no la volverá a recuperar jamás, ni siquiera cuando estuvo gobernada por el rey Herodes1• A pesar de las múltiples tentativas llevadas a cabo, Roma no llegó a encontrar una adecuada organización de Judea que garantizase el orden y la paz de esa región. Sin embargo, se benefició de la invasión de los partos, en los años 41-40 a. C., con los cuales el último soberano asmoneo, Antígono II Matatías (40-37 a. C.), hijo de Aristóbulo II, se había comprometido para liquidar la dinastía anterior e instalar, en su lugar, a una figura con la que sabía que podía contar. Herodes, hijo de Antípater, principal consejero de Hyrcan 11, era idumeo, judío reciente, árabe por su madre, llamada Cypros, y había sido nombrado por su padre estratega de Galilea en el 4 7 a. C. Así pues, se convirtió en rey por la gracia de Roma, pero rey de un reino que todavía tenía que conquistar con la ayuda de las tropas romanas, lo que se consiguió en el 37 a. C. Durante treinta años Herodes se comportó como Roma quería, es decir, como un auxiliar eficaz que recibió el título de «amigo y aliado del pueblo romano», capaz de mantener el orden en el interior de su reino y de protegerlo contra sus enemigos exteriores: los partos o los nabateos. Pero ello no se logró sin esfuerzo. Por ejemplo, Cleopatra, la célebre reina de Egipto (51-30 a. C.), quería recuperar lo que ella consideraba herencia de sus antepasados, es decir, toda la Siria meridional, incluida Judea. Pero su amante Marco Antonio, conocedor de las dotes administrativas de Herodes, no cedió a la reina más que unos escasos territorios, en los
1
Véanse p. 195 y posteriores.
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
que, no obstante, nacían las famosas plantaciones de árboles balsámicos de Jericó, al borde del mar Muerto. Por entonces, el rey de Judea entró en conflicto con otro cliente de Roma, el soberano de los nabateos, que había puesto los ojos en las ricas tierras agrícolas de Hauran. De este modo, durante su largo reinado (40/37- 4 a. C.) Herodes no cesó de transigir con sus vecinos (y enemigos) para tratar de ensanchar su pequeño reino y lograr que alcanzara las fronteras que había tenido en tiempos de Alejandro Janneo, mostrando además en ello un tipo de política a todas luces muy adecuada. Tras la batalla de Actium (31 a. C.), en la que contendieron Octavio ( el futuro Augusto) y Marco Antonio y Cleopatra, se alineó con el primero, quien, tras su victoria, no solamente le dejó en su puesto confirmando su reino sobre toda Judea, Idumea, Samaria, Galilea y Perea, sino que permitió que lo agrandara progresivamente confiándole nuevos y vastos territorios: en el año 30 a. C. Herodes obtuvo el control de las ciudades griegas de Samaria, Hippos y Gadara, y de todas las ciudades de la costa (salvoAscalón); en el 23 a. C. recibió también la Batanea, la Traconitida y la Auranitida, y en el 20 a. C. la Gaulanitida. En resumen, en veinte años, Herodes había recompuesto el antiguo reino de los asmodeos. Y fue durante su mandato, siendo cliente de Roma y relativamente próspero, cuando nació Jesús. El reinado de Herodes fue brillante en el plano político, pero terriblemente cruel tanto para el pueblo judío como para su propia familia. Obediente siempre a las órdenes de Roma, no alentó prácticamente ninguna política exterior independiente, limitándose a conducir los asuntos financieros y administrativos de su reino. Era, por ejemplo, responsable de la percepción de los impuestos y de la aplicación de las leyes. Para tal fin disponía de un ejército y de una policía. Mostrándose siempre como un perfecto agente de la política de Augusto en Oriente, retomó las maneras y la cultura helenísticas favoreciendo la erección de teatros, anfiteatros, hipódromos y baños públicos. Restauró las murallas de Jerusalén; adoptó materiales y técnicas de construcción romanos, como el hormigón, la bóveda y la cúpula; fundó o reedificó diversas ciudades, como Sebaste (Samaria), Paneíon (cerca de las fuentes del Jordán), Cesarea (torre de Straton y un templo sobre una colina que dominaba el puerto), Agrippium (Antedon), Antipatris (Afek), en las fuentes del Yarkon, Phasaelis (al norte de Jericó), etc.
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PALESTINA EN TIEMPOS DE JESÚS. EL CUADRO POLÍTICO, ECONÓMICO Y RELIGIOSO
Practicando una política muy delicada y cuidando siempre de preservar su poder, Herodes se abstuvo de violar las leyes judías y, pese a la helenización de su reino, el culto del Templo siguió manteniéndose estrictamente judío. También consiguió calmar un poco el ánimo de sus opositores restaurando el monte del Templo en Jerusalén2• Asimismo, mandó construir o restaurar una serie de palacios y fortalezas, célebres hoy en día, como las de Masada, Maqueronte, Cypros, Hyrcania, Alexandreion o Herodion. Fuera de las fronteras de su país o en los enclaves no judíos de Palestina, se comportó como un príncipe helénico. En este sentido, ordenó levantar monumentos públicos en diversas ciudades griegas, como Antioquía sobre el Oronte, Ascalón, Atenas, Bérytos, Biblos, Chíos, Cos, Damas, Delfos, Laodicea, Pérgamo, Ptolemaida, Sidon, Esparta, Trípoli, Tiro, etc.'. En resumen, como subraya Christian-Georges Schwentzel: Soberano janiforme, Herodes quiso aparecer como un rey judío y un basileo filohelénico. El objetivo resulta doblemente diplomático: hacer callar, o al menos apaciguar, la contestación interna, notablemente en Judea, integrándose plenamente en el exterior en la koiné, o comunidad cultural, fuertemente tintada de helenismo, del Mediterráneo oriental de la época (p. 107). Esto le valió ser acusado -quizás falsamente, pues era muy buen diplomático- de preferir a los griegos antes que a los judíos.
2 La reconstrucción del gran Templo de Jerusalén se inició hacia 20/19 a. C. y duró alrededor de siete años. Ernest-Marie Laperrousaz, Les temples de Jerusalem, Éditions Non Lieu, París, 2007. 3 Ver la lista dada por Chr.-G. Schwent Zel, 2011, p. 106. Flavio Josefo evoca estas construcciones y fundaciones de Herodes en BJ 1, 401-422.
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LA SUCESIÓN DE HERODES
A la muerte de Herodes el Grande el país pareció eaer de nuevo en la anarquía: · Dos de sus hijos, pronto seguidos por un tercero, marcharon precipitadamente a Roma para hacer valer los testamentos contradictorios de su padre, mientras que otros miembros de la familia reclamaban la administración directa de Roma asegurando, al mismo tiempo, que los judíos piadosos pedían poder seguir viviendo según sus costumbres ancestrales. Augusto dudaba (parece ser que el asunto se prolongó durante varios meses), estimando que las particularidades de Judea se hacían ingobernables para los funcionarios romanos. Así pues, hizo validar globalmente el último testamento de Herodes que preveía un reparto1• Fue así como Galilea y Perea fueron confiadas a Herodes Antipas (4 a. C.-39 d. C.) con el título de tetrarca"; de este modo se convirtió en el soberano del país de Jesús (Le 3,1; 13,31). Marcos (6,14) habla de su matrimonio con Herodías, matrimonio incompatible según la Ley judía, como le reprochaba sin cesar Juan Bautista. Aunque, bajo la presión de su esposa, mendigó al emperador el título de rey, Antipas fue destituido por Calígula y exiliado a la población gala de Saint-Bertrand-de-Comminges (Lugdunum Convenarum). Su hermanastro Felipe
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M. Sartre, 2000, p. 8. Para conocer el significado de este título, véase nota 153, p. 238.
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(4 a. C.-34 d. C.), con el mismo título, recibió la parte libanesa del reino, al igual que sus dependencias en Siria del sur (Auranitida, Traconitida y Batanea), regiones en donde había muy pocos judíos. Y aunque es mencionado en el Evangelio de Lucas, no desempeñó ningún papel en la vida de Jesús ni en la historia del cristianismo primitivo. En cuanto a su hermano mayor, Herodes Arquelao (4 a. C.-6 d. C.), el emperador Augusto le confió el corazón del reino, es decir, la Judea propiamente dicha, con Samaria e Idumea, con el título de enarca. Se le menciona en Mateo 2,22. Pero Augusto le negará siempre el título de rey, posponiendo esa concesión para más adelante y condicionándola a que se hiciera digno de ella. Según Flavio Josefo, que le describe como un monarca brutal e injusto, permanecería en funciones durante diez años antes de verse exilado, él también, a Gaula (Viena), debido a las quejas de sus propios súbditos3• Sus Estados fueron entonces anexionados y transformados en provincias romanas. Roma procedió también a un empadronamiento bajo la autoridad de Coponio y de Quirino, comisionado este 4 último como «juez y censor de los bienes» de Arquelao • Así pues, la vida de Jesús se desenvolvió en una Palestina dividida territorialmente entre un sector que dependía directamente de Roma (Judea-Samaria-Idumea) y otro que había sido confiado a los príncipes-clientes. Él mismo era súbdito del rey Antipas, el que había hecho asesinar a Juan Bautista (Mt 14,1-12; Me 6,17-29) y al que, durante su proceso, fue enviado Jesús por Poncio Pilato, que consideraba que era la autoridad competente (Le 23,6-12). Estos príncipes-clientes, etnarcas y tetrarcas, disfrutaban de una cierta autonomía administrativa, debida sobre todo al hecho de que los judíos ocupaban un lugar un tanto particular en tanto que eran nación en el seno del Imperio. Su judaísmo hacía que no tuviesen una reputación muy buena a los ojos de los politeístas, ya que, dada la cohesión de su comunidad, centrada en un monoteísmo absolutamente original y radical, y reglamentada por la realidad ortopráxica de su ley, rechazaban la asociación con las comunidades no judías en las manifestaciones y actividades colectivas que aseguraran la paz social y la supervivencia
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Flavio Josefo, BJ 2, 111-117. Flavio JosefoAJ 18,1-4.
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del Imperio. Como sucedió con otros pueblos, César les concedió unos derechos que fueron confirmados por Augusto y Tiberio5: los judíos estaban exentos del servicio militar, ya que tenían prohibido convivir con los no judíos en el ejército y, además, se encontraban sometidos a reglas de alimentación muy estrictas; tampoco participaban en el culto imperial o en los cultos extranjeros, ni en el desfile de las enseñas militares. Los certámenes atléticos paganos no se autorizaban en Jerusalén a causa de la desnudez de los participantes; los judíos no podían ser convocados a los tribunales el sábado y, asimismo, quedaban liberados del pago de impuestos cada siete años (año sabático). El carácter nacionalista, e implícitamente xenófobo, de estos derechos les otorgó la consideración de privilegio excesivo a ojos de los adversarios de los judíos, y ciertamente no contribuyó a apaciguar los ánimos. Al contrario, estos privilegios tuvieron un efecto fuertemente negativo sobre la manera en que fue administrada Judea. Los sucesores de Herodes el Grande y los funcionarios romanos no perdieron ocasión de manifestar su desprecio hacia los judíos multiplicando las vejaciones, tal como relatan, por ejemplo, Filón de Alejandría y Flavio Josefo.
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Flavio Josefo, AJ 19 10,6. Estos derechos concedidos a los judíos por los romanos se basaban en el reconocimiento de la Torá como ley de los judíos, en el mismo plano que se reconocieron las leyes de otros pueblos extranjeros (peregrinos). De acuerdo con esto, no hay nada particularmente anormal en la política extranjera romana.
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LA CONFISCACIÓN DE ROMA Y SUS DUDAS
En Judea, la deposición de Arquelao en el año 6 d. C. y su sustitución por un prefecto romano que actuaba bajo la autoridad del gobernador de Siria iba a provocar a largo plazo la primera revuelta judía (años 66-74 d. C.). Los Estados de Arquelao fueron anexionados a Roma y confiados al gobernador de Siria, establecido en Damasco. Augusto no creó una pequeña provincia autónoma gestionada por un procurador, como creyeron Flavio Josefo y Tácito, sino «un distrito de Siria bajo la autoridad de un prefecto encargado de mandar las tropas y de llevar las :finanzas, lo que explica el título de procurador que le es atribuido a Josefo»1• Este prefecto residía en la Cesarea Marítima, ciudad erigida en honor del emperador entre los años 22 y 9 a. C. por Herodes el Grande, que quiso construir el puerto más importante de Palestina. Como bien ha
1 M. Sartre, 1997, p. 344. En su origen, un procurador es aquel que administra en nombre de otro, es decir, es un mandatario. Bajo el Imperio, tanto el título como la función cubrían una gama muy amplia de diferentes servicios. El procurador es un funcionario imperial de rango ecuestre, escogido por el emperador para ocuparse de un servicio administrativo (por ejemplo, la provisión de víveres, el fisco, las minas, el correo, las aduanas, etc.), o bien despacha con los gobernadores de las provincias para encargarse de las finanzas. También puede estar al frente de una provincia poco importante, o bien acumular todos los poderes: administrativo, financiero, militar y judicial. El prefecto, al menos en el Alto Imperio, es también un funcionario de rango ecuestre (salvo el prefecto de la ciudad) cuya función es esencialmente militar (aunque exista también una variedad de funciones muy grande). Es nombrado por el emperador y puede, al menos en los momentos iniciales, dirigir una pequeña provincia. Los Evangelios hablan sobre todo de «gobernador» (hegemón) a propósito de Pilato, lo cual no es del todo contradictorio, aunque en este caso se ponga el acento sobre su función militar.
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mostrado en su obra Jean Pierre Lémonon2, este prefecto disponía de plenos poderes, especialmente tenía la potestad de hacer justicia en nombre del emperador en aquellas causas que podían conllevar la pena de muerte como castigo. Esta condición un tanto particular de Judea se debía quizás al hecho de que había sido separada de la provincia de Siria, de la cual dependía administrativamente, por los Estados de Antipas y de Filipo. Parece ser que en tiempos de Augusto los prefectos de Judea se sucedían cada tres años: Coponio ( 6-9), Marco Ambibulo (9-12), Annio Rufo (12-15). Con el advenimiento de Tiberio su mandato se prolongó considerablemente, según una práctica corriente de este emperador: Valerio Grato (15-26) y Poncio Pilato (26-36) estuvieron en funciones durante una decena de años cada uno3• Fue bajo este último cuando se desenvolvió toda la vida pública de Jesús4• Se conoce bastante mal la organización interna de Judea en tiempos de los prefectos romanos. Los habitantes estaban sometidos, como sucedía en todas las provincias, a impuestos directos: el tributum agri o tributum soli (12 % sobre la tierra y las cosechas) y la capitatio o tributum capitis (un impuesto personal calculado sobre la base de los empadronamientos periódicos). Estos impuestos eran controlados por los agentes de la administración romana. De acuerdo con ello, el primer prefecto romano, Coponio, obligó en el año 6 de nuestra era a realizar un empadronamiento de la población, de las tierras agrícolas y de las propiedades. Este acto que simbolizaba la sumisión a Roma suscitó vivas reacciones entre los judíos y estimuló el aumento de una corriente nacionalista muy fuerte que luchó violentamente contra los romanos: fue lo
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Véase más adelante. Ciertos especialistas sostienen que Pilato estuvo en su cargo todavía más tiempo, del 19 al 37. Véase D. R. Schwartz, 1992, pp. 396-401. 4 Después de Pilato estuvieron Marcelo (año 36 o 37, aunque se ignora todo acerca de él), Marulo (37-41) y Agripa I (que fue rey de Judea desde el 41 al 44 y reemplazó también las funciones de los prefectos romanos). Posteriormente llegaron los procuradores: Cuspio Fado (44-46), Tiberio Alejandro ( 46-48), Ventidio Cumano (4 7 o 48-52), Antonio Félix (52-60), Porcio Pesto (60-62), Luceio Albino (62-64), Gesio Floro (otoño del 64 o primavera 65-66), Marco Antonio Juliano (66?- 70). A estos les sucedieron los legados. Véase M. Hadas-Lebel, 2009. 3
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que generó la revuelta de Judas el Galileo el citado año, acontecimiento narrado por san Lucas (Ac 5,37) y Flavio Josefo (AJ 18,1; 20,5.2, 102). Existían también numerosos impuestos indirectos cargados por los «arrendatarios», que habían comprado este cargo y querían rentabilizarlo lo más posible; eran los llamados publicanos, individuos de mala reputación, pues los judíos los consideraban renegados por haberse vendido a los romanos. A todo ello había que añadir las requisitorias de alojamiento, alimentación, forraje y transporte de los funcionarios o de las tropas desplazadas. Sin embargo, nada demuestra que Judea padeciera una carga de impuestos mayor que la del resto de las provincias. Roma, fiel a su costumbre, permitía una autonomía bastante grande a sus provincias para que estas gestionaran el conjunto de los elementos de la vida cotidiana ordinaria y de los asuntos religiosos, civiles y judiciales (hasta un cierto punto5) que estaban a cargo del gran sanedrín.
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Un símbolo sutil, pero muy fuerte, de la dominación romana sobre Judea era el hecho de que el prefecto romano tuviera la custodia de las vestiduras sacerdotales del gran sacerdote, costumbre que duró hasta el año 41.
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Los EsTADos DE F1L1Po Y DE ANTIPAS
Al contrario de lo que sucedía con Judea, controlada directamente por Roma, los Estados de Filipo y de Antipas se mantuvieron autónomos: se trataba en este caso de Estados-clientes. La existencia de tales entidades había sido fijada por Roma, cuyo imperio englobaba, gracias a Augusto, toda la cuenca mediterránea, una gran parte de la Europa Occidental hasta el Danubio y el Rin, así como un sector de la ribera del mar Negro. Semejantes dimensiones impedían a Roma disponer de suficientes contingentes armados para garantizar un mínimo de paz y de estabilidad. Así pues, era necesario economizar fuerzas, y para ello trataba de establecer vínculos con un cierto número de territorios que, sin estar plenamente en el Imperio, se consideraban una parte constitutiva e integrada en el sistema político romano. Esta forma de clientelismo se practicaba con frecuencia en la vida social de la Roma antigua, en la que un patrón (patronus) ofrecía su protección a sus clientes, los cuales, en contrapartida, le ayudaban en sus empresas políticas y militares, de modo que existía un cierto número de obligaciones de cada una de las partes. Así pues, Filipo y Antipas eran «clientes» del emperador, es decir, estaban en sus cargos por la voluntad de Roma, por lo que debían cumplir con un cierto número de «servicios» y de obligaciones. Teniendo en cuenta semejante arreglo, su estatuto evolucionaba de acuerdo con los resultados obtenidos. Así, el enarca Arquelao, hermano de Filipo y de Antipas, al haber realizado una política desastrosa con su pueblo, fue condenado al exilio. La primera obligación que tenían los Estados-clientes era la de asegurar la defensa de sus fronteras contra los ataques exteriores, a fin de liberar al Imperio de esta responsabilidad, permitiéndole economizar sus propias tropas; unas tropas que podía emplear para resolver problemas 37
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más importantes. De este modo, los Estados-clientes completaban el grueso del ejército romano en sus propias fronteras. En compensación, estaban constantemente bajo el control de Roma. En Oriente, la desintegración total del Imperio seleúcida había provocado la aparición de una multitud de pequeños reinos o estados que, si bien débiles, no cesaban de entrar en conflicto unos con otros para aumentar, siempre que ello fuera posible, su territorio y sus riquezas. De este modo Roma podía favorecer, tanto en el plano político como en el diplomático, a unos en detrimento de los otros, cambiando totalmente y a su conveniencia el curso de las cosas o el juego de alianzas. Este era el motivo por el que los dirigentes de estos Estados-clientes trataban constantemente de complacer a los romanos. Tal era la actitud que había adoptado, con gran éxito, Herodes el Grande; y tal fue también la que siguieron sus hijos, que, con la excepción quizás del tetrarca Filipo, fracasaron lamentablemente. El tetrarca Filipo' fue, en efecto, «un príncipe sereno y moderado». Al menos es así como nos lo presenta Flavio Josefo2• Filipo había establecido la capital de su pequeño estado en Cesarea de Filipo, la antigua Paneas (Paneíon), en el monte Hermon, a orillas del río Banyas ( de donde también procede el topónimo Banyas o Banias que designa a la ciudad)'. Del mismo modo, procedió a la refundación de la localidad de Betsaida, al noroeste del lago Tiberiades ( o de Genesareth), con el nombre de Julias, en donde murió en el 344• Su existencia solo es mencionada en los Evangelios por san Lucas, que la cita exclusivamente como
1 Su madre se llamaba Cleopatra de Jerusalén y fue la quinta esposa de Herodes el Grande. Apoyándose en un pasaje de Flavio Josefo (AJ 15 4,2) algunos autores piensan que esta Cleopatra de Jerusalén fue la célebre reina de Egipto, Cleopatra VII. Pero esto resulta poco probable, pues, si se tiene en cuenta al mismo Flavio Josefo, Herodes «después de mostrarse durante mucho tiempo mal dispuesto con Cleopatra, que había sido rechazada por todos, encontró en esta circunstancia motivo suficiente para despreciarla». 2 Flavio Josefo, AJ 18 4,6; Chr.-G. Schwentzel, 2011, p. 201. 3 A Cesarea de Filipo también se la menciona en el Nuevo Testamento; por ejemplo, en Mt 16,13-20 y en Me 8,27-30. La ciudad fue rebautizada Neronias Caesarea Sebaste por el rey Herodes Agripa II en el año 61 (Flavio Josefo, AJ 20 9,4). 4 Cuyas ruinas están siendo excavadas actualmente en El-Araj y, sin duda, también en Et-Tell.
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referencia cronológica y geográfica5• Sus súbditos eran, como ya hemos dicho, paganos en su gran mayoría, lo que explica por qué la acuñación de sus monedas es diferente de la de sus medio hermanos, Arquelao y Antipas, ya que se ve en ellas el busto de Augusto y de Tiberio, o el suyo propio sin diadema real ni otra insignia, puesto que la Ley judía prohibía formalmente toda representación de seres vivos. Como hace notar Christian-Georges Schwentzel, «Filipo alardea ostensiblemente de que no respeta la Ley judía, si bien no se puede decir que la viole»6, ya que su tetrarquía se situaba fuera de los límites geográficos en los que aquella regía. A la muerte de Filipo, Antipas pensó que su sueño de reconstituir el reino de su padre para su propio provecho podía finalmente realizarse, y creyó que podría triunfar allí donde Arquelao había fracasado, es decir, ciñendo la corona real. Estuvo esperando esta ocasión durante veintiocho años. El único título que había heredado era el de intendente del Templo, lo que le otorgaba el derecho a vigilar lo que pasaba en él y, en particular, los juicios llevados a cabo por el gran sanedrín. Esta fue la razón por la que se encontraba en Jerusalén en el momento del proceso de Jesús, la víspera de la gran fiesta de la Pascua. Y fue también la razón por la que conocía bien a Poncio Pilato, puesto que el prefecto estaba obligado a consultarle en todo cuanto atañía al culto, a la religión y a las tradiciones judías: «Ese día, Herodes (Antipas) y Pilato se hicieron amigos, ellos que anteriormente habían sido enemigos», subraya san Lucas (23,12). A semejanza de su padre y de sus hermanastros, Antipas practicó también una política urbanística importante, consecuencia directa de su estatus de cliente de Roma. En este sentido, fortificó Sephoris, dándole el nuevo nombre de Autokratis; rodeó de murallas Betharamphta, a la
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«El año quince del gobierno de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes, tetrarca de Galilea, Filipo, su hermano, tetrarca del país de Iturea y de Traconitida, y Lysanias tetrarca de Abilene ( ... )» (Le 3,1). 6 Chr.-G. Schwentzel, 2011, p. 214. Sea cual fuere la identidad de su madre Cleopatra, Filipo no era judío, o lo era en escasa medida. Además, en la época conocida como «del Segundo Templo» el papel de la madre en la transmisión del judaísmo no era el que desempeñará más adelante. Véase S. J. D. Cohen, The Beginnings of Jewishness. Berkeley, 1999, pp. 13-14, citado por Christian-Georges Schwentzel.
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que renombró Julias, nombre de la emperatriz7, y, sobre todo, fundó en honor del emperador Tiberio una ciudad que bautizó Tiberiades, en las orillas del lago de Genesareth, en el año 23; una ciudad que se convirtió en capital de la tetrarquía y que él hizo poblar a la fuerza, porque sus súbditos judíos se negaban a instalarse en ella, por estar construida sobre numerosas sepulturas8. Es sin duda esta la razón por la que Tiberiades, al igual que Cesarea Marítima, no fue considerada como una auténtica ciudad judía; es decir, en ella no se aplicaba la Ley judía y era tenida por una ciudad helénica. En el año 34, todo parecía haberse arreglado para que Antipas accediera al cargo supremo: la realeza. Tetrarca de Galilea y de Perea, esperaba obtener del emperador las posesiones de Filipo, es decir, la Batanea, la Traconitida y la Auranitida, al igual que una parte de los denominados territorios de Zenodoro9 y los de su hermano Arquelao, es decir, Judea, Samaria e Idumea. Pero dado que Filipo había muerto sin herederos, fue el emperador Tiberio el que tomó posesión de esas regiones, que anexionó a la provincia de Siria, como ocurrió en el caso de los territorios de Arquelao bajo el reinado de Augusto. Como Antipas no era de ese parecer, preparó un plan para lograr sus fines. Si se lee con atención lo que dice Flavio Josefo en el capítulo 18, 4-7 de susAntigüedadesjudaicas,Antipas decidió viajar a Roma por una razón que Josefo no indica, pero que se puede adivinar: obtener la totalidad de la herencia de Herodes, su padre. Pero previamente se detuvo en casa de su hermanastro, Herodes Boeto, llamado Herodes Filipo I. Para que no se produzca ninguna ambi-
Parece ser que la ciudad se llamó en principio Livias, por Livia, la madre de Tiberio y segunda esposa de Augusto. Pero como Livia no recibió el nombre de Julia (Julia Augusta) hasta que se hizo público el testamento de Augusto, que quería de este modo integrarla en la gens Julia, se produjo probablemente un cambio de denominación en el año 14 d. C. 8 Flavio Josefo, AJ 18 2,3. Fue a Tiberiades, adonde Antipas y Herodías hicieron venir al hermano de esta última, el futuro rey Herodes Agripa I, por entonces sin recursos, y donde le nombraron agoránomo, concediéndole una limitada cantidad de dinero para que pudiera vivir (AJ 6,2). 9 Zenodoro fue tetrarca de Iturea, región situada en la llanura de la Beqa'a, entre el Líbano y el Anti-Líbano, desde el año 30 a. C. hasta su muerte, hacia el 20 a. C. Su tetrarquía pasó entonces a manos de Herodes el Grande, aunque fue codiciada por los nabateos de Petra. 7
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güedad sobre su persona, Josefo precisa claramente que este Herodes Boeto es hijo de la hija del gran sacerdote Simón (Boeto)1º. Antipas se enamoró de Herodías, la esposa de Herodes Boeto, con la que decidió casarse en secreto. De hecho, este matrimonio ofrecía la ventaja de dar a Antipas una legitimidad supletoria a su reivindicación real, dado que Herodías, su cuñada y también su sobrina, era la nieta de Herodes el Grande y de Mariamne la Asmonea, una síntesis femenina perfecta de las dinastías herodiana y asmonea. Casándose, Antipas creía sin duda que aumentaría sus oportunidades ante el emperador. Pero Antipas ya estaba casado con Pasaelis, la hija del rey nabateo Aretas IV, y además el marido de Herodías todavía estaba vivo11• A su regreso de Roma Antipas envió a su esposa Pasaelis, a petición de ella misma, a la fortaleza de Maqueronte, de donde se escapó para llegar al reino de su padre, quien, al enterarse de la conducta del tetrarca, decidió vengarse de esta afrenta. Al mando de su ejército logró aplastar al de Antipas, una derrota que algunos judíos consideran como «la voluntad divina y en justa venganza de Juan, llamado el Bautista», convencidos de que «Dios quiso castigar a Herodes infligiendo esa derrota», según explica el historiador judío12• Es conocido lo que sucedió a continuación: Antipas se casó con Herodías y la llevó, junto con su hija Salomé, a su tetrarquía. Sin embargo, no consiguió convencer al emperador de lo justa que era su demanda, por
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Este Simón Boeto había sido nombrado gran sacerdote por Herodes el Grande a fin de que este pudiera casarse con su hija, Mariamne, mujer de gran belleza, pero de un rango social inferior al del rey, ya que su padre «Simón era un tanto obscuro para entrar en su casa, aunque perteneciente a un rango social, sin embargo, demasiado elevado para que se le pudiera dejar de lado» (Flavio Josefo, AJ 15 9,3). 11 De ahí los constantes reproches hechos aAntipas por Juan Bautista (Mt 14 3,5; Me 6, 17-18; Le 3,19), puesto que Herodías contravenía por partida doble la ley judaica: por un lado, una esposa no puede divorciarse de su marido; pero además, según la ley sobre el levitazgo, una viuda (Herodes Boeto moriría poco tiempo después) no podía casarse con el hermano de su marido si este ya había tenido hijos de su primer matrimonio (que era el caso, dado que Herodes Boeto y Herodías tenían una hija, Salomé, que contrajo matrimonio con Filipo el tetrarca). 12 A propósito de estos episodios de la vida de Antipas (muerte de Filipo, viaje a Roma, matrimonio con Herodías, guerra contra Aretas IV, muerte de Juan Bautista) existen discusiones muy vivas sobre la cronología y el desarrollo de los acontecimientos.
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lo que no llegó a ser coronado rey. Bien al contrario, fue destituido por el emperador Calígula en el año 39, y exiliado al sur de la Galia, adonde Herodías decidió acompañarle, aunque el emperador le había dejado la posibilidad de regresar junto a su hermano Agripa I, en Jerusalén, lo que hace suponer que Herodes Boeto ya había muerto por entonces 13• Agripa I era, como Herodías, nieto de Herodes el Grande y de Mariamne la Asmonea. Tenía, además de una hermana, otros dos hermanos: Herodes, llamado «de Calcis», y Aristóbulo. Nacido alrededor del año 1 O a. C., el joven príncipe fue enviado por su abuelo a Roma, hacia el 5 a. C., y allí frecuentó a la aristocracia romana y se hizo amigo de Druso, el hijo del emperador Tiberio. Pero en el año 23, Druso murió envenenado, dejando aAgripa I sin el apoyo real y acosado por las deudas. Fue entonces cuando de regreso a Judea, en Malatha, con su esposa Cypros, su hermana Herodías convenció a su esposo Antipas para que le permitiera instalarse en Tiberiades con el puesto de agoránomo; es decir, organizador de los mercados de la plaza pública. ¡Pero Tiberiades no es Roma! Y el joven Agripa se aburre de tal manera que termina por mezclarse con Antipas (hacia el año 32-33) y después con su hermano Aristóbulo, que lo denuncia al legado de Siria, Lucio Pomponio Flacco, por haber recibido un regalo para que defendiese los intereses de Damas contra Sidón, en un pleito de fronteras cuya causa había sido llevada ante su amigo el legado14. Entonces Agripa decide regresar a Roma, en donde entabla amistad con Cayo Germánico, el futuro Calígula. Pero dejándose llevar por los halagos que le prodiga este, se olvida de toda prudencia y acaba por decir ante quien quiera oírle que desea que Tiberio muera para que su amigo Cayo sea nombrado emperador. Estas manifestaciones le van a costar seis meses de prisión, hasta que fallezca Tiberio. Ya convertido en emperador Calígula ( años 3 7-41 ), hace liberar a su amigo y le recom-
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Las razones de este exilio se deben a Agripa I, el hermano de Herodías, ya que esta última, con el apoyo de Antipas, había ayudado a que fuera nombrado agoránomo de Tiberiades, antes de enredarse con él. En efecto, Agripa denunció a Antipas a su amigo el emperador Calígula, acusándole de fomentar un complot con los partos (después de haber conspirado con Sejano contra Tiberio) y de haber creado en secreto un arsenal de armas para setenta mil soldados (AJ 18 7,250-251). 14 E.M. Smallwood, 1976, p. 188. Flavio Josefo,AJ 18 151-154.
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pensa concediéndole los antiguos Estados de Filipo el tetrarca más el principado de Calcis, situado en el Anti-Líbano. Pero Calígula muere asesinado en el año 41. Siempre siguiendo a Flavio Josefo, Agripa, que vive más tiempo en Roma que en su pequeño reino, logra persuadir al futuro emperador Claudio, tío de Calígula, para que acepte la púrpura que le ofrecen los pretorianos, cosa que el perezoso Claudio terminará por hacer, «fingiendo que acepta el imperio a su pesar, cuando en realidad lo hacía muy a gusto», subraya el historiador judío. En recompensa, el emperador concedió a Agripa nuevos territorios: Judea, Samaria y las ciudades de Cesarea y Abyla, en el Anti-Líbano15• Por su parte, Agripa renuncia al principado de Calcis, que recae sobre su hermano Herodes, llamado «de Calcis», que recibe el título de rey. Para dejarlo todo bien asentado el Senado (en realidad, el emperador) le confiere el título de rex amicus et socius populi romani ('rey amigo y asociado al pueblo romano'). Al mismo tiempo se conceden privilegios a los judíos de Alejandría para que puedan vivir según sus propias leyes, concesión que se extenderá a los de todas las provincias del Imperio. En el plano religioso Agripa se apoyó en los saduceos, partido prorromano y muy hostil a los primeros cristianos. Según las Actas de los Apóstoles (12, 1-5) encarceló violentamente a los miembros de la Iglesia, «dando muerte a Santiago, hermano de Juan. Y cuando hubo constatado la satisfacción que su acto producía en los judíos, procedió a hacer un nuevo arresto, el de Pedro». Agripa murió inesperadamente en el 44 -quizás en septiembre/octubre del 43-, después de tan solo tres años de reinado, durante los juegos de Cesarea en honor del emperador, según mencionan las Actas ( 12, 20-23) y Flavio Josefo (AJ 19.8,343-352). Esta muerte selló el fin de las esperanzas de independencia de los judíos bajo la autoridad de un soberano de la misma nacionalidad (recordemos que Agripa descendía de los asmoneos, por su abuela Mariamne). Además, todos sus territorios quedaron englobados en la provincia romana de Siria, nombrándose un nuevo tipo de gobernador: el procurador, cuyas funciones eran similares a las de un prefecto. El primero 15
La ciudad de Abyla (o Abila) fue la capital de la tetrarquía de Lysanias. Véase nota 52, p. 197.
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que ostentó este cargo fue Cuspio Fado, que lo mantendría desde el año 44 hasta el 46. Se trataba, según Josefo (BJ 2.11,6), de un caballero romano muy hábil que restauró la paz en su provincia, agitada por los problemas causados por un cierto Teudas, que se proclamaba profeta. Tanto él como sus discípulos fueron condenados a muerte por el primer procurador romano.
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LA ECONOMÍA PALESTINA EN EL PRIMER SIGLO DE NUESTRA ERA
. Al mencionar la muerte de Agripa 1, Flavio Josefo no deja de subrayar el hecho de que aquel obtenía de sus posesiones de Samaria y Cesarea más de doce millones de dracmas. Y si la reina de Egipto siente tanto aprecio por sus posesiones judías, especialmente por la de sus plantaciones de árboles balsámicos, cerca de Jericó, es debido a que los rendimientos y la calidad de sus producciones -y, por consiguiente, los beneficios que podía conseguir de ellas- debían de ser notables. Se tiene por tanto la impresión de que, al menos las familias acomodadas, las reales y sacerdotales, gozaban de una gran riqueza y notable opulencia. La simple lectura de los relatos evangélicos ofrece la imagen de una Palestina que se encuentra en unas condiciones económicas globalmente satisfactorias. Los sectores de actividad, tales como la agricultura, la viticultura, la pesca, la ganadería y el comercio parecen estar suficientemente desarrollados como para poder proporcionar de forma correcta a la población local los medios necesarios para subvenir de modo satisfactorio a sus necesidades. Maurice Sartre apunta que, según las fuentes grecorromanas, el país es próspero: el trigo ofrece un rendimiento de un 5 por uno, lo que tal vez quiera significar un 15 por 1, y se exportan cereales desde los puertos de Tiro y Sidón, lo que demostraría la existencia de excedentes relativamente importantes 1• También el vino se vende bien, y se conocen algunos caldos célebres como los de Sharon, del Carmelo, de Gaza, de Ascalón o de Lydda. El aceite de oliva fabricado en Galilea tiene fama, al igual que los árboles balsámicos y los papiros del valle del
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M. Sartre, 1997, pp. 348-49.
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Jordán. El pastoreo, sobre todo de ovinos, se encuentra extendido no solo por el Neguev y Perea, sino también por Judea. Y nadie duda de que las aguas del lago de Genesareth son muy abundantes en pesca, sin contar las actividades derivadas de aquella en el Mediterráneo. En cuanto a las frutas y legumbres, garbanzos, lentejas, cebollas, puerros, melones, etc., parecen cultivarse con facilidad. Asimismo, los programas de fundación y refundación de las ciudades gobernadas por Herodes el Grande y sus sucesores proporcionaron a un gran número de pequeños artesanos del entorno la ocasión de trabajar de forma regular para poder subvenir a sus necesidades familiares, incluso cuando, en general, el artesanado se encontrara concentrado básicamente en Jerusalén. Toda esta economía rural se asentaba esencialmente sobré los artesanos y los pequeños productores, que constituían, hasta el siglo 1 a. C., la clase de base de la sociedad palestina. Pero semejante estado de cosas pareció deteriorarse a finales del primer siglo de nuestra era, debido a una superpoblación poco controlada y a unas normas de sucesión que provocaban la fragmentación de las pequeñas propiedades. Todo ello habría de provocar más adelante el endeudamiento progresivo de numerosos agricultores que irán a engrosar las filas del proletariado urbano. Se emplean como asalariados, jornaleros, arrendatarios o aparceros al servicio de las grandes explotaciones territoriales de Galilea o del valle del Jordán, por ejemplo, que se encuentran en su mayoría no solamente en manos de la aristocracia judía, sino también de la extranjera, como atestigua el propio Flavio Josefo, propietario él mismo de grandes fincas en Palestina, aunque pase la mayor parte del tiempo en Roma2• Entre estas dos categorías sociales todavía existe una «clase media» de propietarios acomodados que utilizan una mano de obra de pequeños granjeros o de asalariados, como los aparceros mencionados en el Evangelio de Mateo (20,1-16; 21,33-46) o los peligrosos vendimiadores de Marcos (12,1-12) y Lucas (20,9-19). El endeudamiento, exacerbado por un sistema fiscal exigente, terminará por volverse insoportable y será una de las causas de la revuelta judía del año 66.
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Flavio Josefo, Vita, pp. 422-430.
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LA SITUACIÓN RELIGIOSA: LAS ESCUELAS DE PENSAMIENTO
· Describir el judaísmo de los siglos I antes y después de Cristo es toda una apuesta, dado lo complicada de la situación general. Incluso el mismo término «judaísmo» presenta problemas, ya que cabe establecer un judaísmo propiamente palestino y un judaísmo más bien helénico e, incluso, un judaísmo mesopotámico de lengua aramea. Según Maurice Sachot, la palabra, de factura griega, es una invención de los judíos de la diáspora helénica, es decir, de aquellos que viven en la cuenca mediterránea y que hablan griego'. Se ha construido a partir del adjetivo ioudaios, y el término ioudaismos se crea siguiendo el modelo de hellenismos. Con esta denominación, los judíos de la diáspora helénica querían, ante todo, significar que en el interior del espacio lingüístico griego cohabitaban dos mundos que representaban cada uno de ellos una manera de ser y de vivir en sociedades muy distintas, y en las cuales la Torá constituía el símbolo de diferenciación más evidente. Pero el sufijo -ismo no remite a una doctrina o a una filosofía particular, como sucede cuando se habla de platonismo o de aristotelismo. El judaísmo no designa de manera exclusiva «la religión judía», aunque el componente religioso ocupe en él un lugar importante. Señala más bien una concepción de la existencia y una integración de la sociedad que otorga a los judíos de la diáspora una identidad común con los griegos, subrayando su especificidad judía. Sirve también para establecer una diferencia entre los judíos de la diáspora y los de Palestina, pues si bien los primeros comparten con los segundos un judaísmo común -el sen-
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M. Sachot, 1998,p. 24.
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timiento de pertenecer al pueblo escogido por Dios-, si se benefician de los mismos privilegios acordados por los 'emperadores romanos, si reconocen a Jerusalén y a su templo como un lugar único y pagan el impuesto anual, no pertenecen al mismo territorio ni a la misma lengua. En tiempos de Jesús el judaísmo designaba la religión de los judíos; y los judíos son aquellos que practican el judaísmo. Por tal razón los prosélitos, es decir, aquellos que se convierten al judaísmo, son, en teoría al menos, reconocidos como judíos por los propios judíos. Todos los judíos reconocen la Torá (literalmente «la enseñanza» o «la instrucción»), que los cristianos llamaron Pentateuco2, es decir, los cinco primeros libros de la Biblia -el Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Nombres y el Deuteronomio-, como fundamento de su reÍigión; pero su interpretación es controvertida, pues el canon hebraico de la Biblia no está fijado de forma definitiva, algo para lo que habrá que esperar al siglo n de nuestra era. Sin embargo, todos están de acuerdo en reconocer a su Dios como único y creador (monoteísmo). Un Dios que ha elegido a Israel para hacer de él su pueblo; pueblo que liberará a las naciones paganas a fin de que pueda reinar también un día sobre ellas. Para sellar esta alianza Dios concedió, por intermedio de Moisés en el monte Sinaí, la Torá, es decir la Ley, que constituye el signo tangible de esta vinculación entre Dios y el pueblo hebreo, la garantía de la esperanza en la restauración del reino de Israel y de su integridad. Esta relación única, esta comunión entre un pueblo y su Dios, representa la marca distintiva de los judíos, cuyo testimonio más visible y más prestigioso es el gran Templo de Jerusalén: el signo evidente de la unidad del judaísmo y su santuario único3• Y el hecho de que los samaritanos también poseyeran su propio santuario en el monte Garizirn es prueba evidente de su separación del auténtico judaísmo.
2 Pentateuco es una palabra griega que significa 'cinco libros', el término designa el estuche que contiene los libros en forma de rollos. 3 Existió, entre los años 170 a. C. y 71 d. C., en Leontópolis (Tell EI-Yehoudieh, 'la colina de los judíos'), en el delta egipcio, otro templo judío fundado por Onías IV, hijo del gran sacerdote exilado Onías III. Este templo no fue considerado como ilegal, pero su influencia no llegó a extenderse más allá de su inmediato emplazamiento. Fue destruido bajo Vespasiano, que temía que los judíos pudieran reagruparse tras la destrucción del gran Templo de Jerusalén, en el año 70 d. C. Flavio Josefo lo menciona en su BJ 7 .10,4.
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La Ley constituye el núcleo central en tomo al cual se organiza toda la sociedadjudía4• Es, a la vez, casuística y apodíctica, es decir, que por una parte representa una teología moral que se ocupa de los casos de conciencia (por ejemplo, el «código de la Alianza», en el Éxodo 20,2223,33), y por otra concierne al derecho que está consagrado por el uso (por ejemplo, los Diez Mandamientos) y que es, en consecuencia, necesariamente verdadero, ya que el origen de la Ley está en el mismo Dios, y Moisés es su representante humano. Obedecer esa Ley, observando sus mandamientos, es fuente de toda prosperidad, mientras que alejarse de ella provoca toda clase de terribles desastres. No se trata, por tanto, de una pesada carga difícil de llevar, pues entre los 613 mandamientos establecidos, un gran número de ellos se han convertido, en el transcurso del tiempo, en costumbres evidentes5. La observación de la Ley no es esencialmente constrictiva ni puramente formal; está motivada, sobre todo, por la convicción de que constituye un don divino y, consecuentemente, debe ser respetada como tal, sin tratar de servirse de ella de forma egoísta para la satisfacción personal. Si se la practica adecuadamente no favorece los legalismos externos; es decir, si está motivada por el «temor de Dios», o sea, por el amor respetuoso que se le ha de profesar, y el reconocimiento de Su gloria. Por ello, la obediencia a la Ley debe conducir a todo judío piadoso a la humildad. Puesto que toda la ortopraxia ( conducta recta) judía se halla centrada en la Torá, la reflexión teológica se encuentra dominada por los debates relativos a su justa interpretación. En efecto, la Ley es la expresión escrita de la voluntad divina y resulta imperativo, para los judíos piadosos, saber conformarse de forma correcta a lo que Dios exige de su pueblo, a fin de no contravenir Su voluntad. El ejemplo del sabat resulta a este respecto muy sintomático: desde los tiempos más antiguos se consideraba el sabat, séptimo día de la semana, como un día de reposo. Según el libro del Éxodo (20,10; 23,12) no está permitido realizar trabajo alguno en ese día. Las comidas deberán prepararse la víspera, a semejanza del maná que fue recogido la víspera de su consumición. El
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H. ConzelmannA. y Lindemann, 1999, pp. 216-217. El Dictionnaire encyclopédique du judaisme, Éditions du Cerf, París, 1993, ofrece la lista de estos 613 mandamientos, en las páginas 252-267. 5
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castigo establecido por no respetar este mandamiento era la muerte por lapidación (Nb 15,32-36). En ese día los judíos se recogían para adorar a Dios, se ponía sobre la mesa el pan de la ofrenda, se procedía a realizar los sacrificios en el Templo, y en las sinagogas se leía y comentaba un pasaje de la Torá (Me 6,2; Le 6,6; 13,10). Así pues, el sábado era, junto con la circuncisión, el signo característico por excelencia del judaísmo. Las controversias que se produjeron, a propósito de la actitud de Jesús y de sus discípulos sobre ese día sagrado, demuestran claramente que ese mandamiento de respetar el sábado debía interpretarse de manera apropiada, a fin de poder observarlo lo más objetivamente posible. Así pues, era necesario hacer una lectura adecuada, caso por caso y muy detallada, para determinar lo que estaba o no realmente permitido en ese día. Cuando Jesús pregunta a sus detraétores «¿Quién de vosotros, si su hijo o su vaca cayera en un pozo no trataría de sacarlo rápidamente, aunque fuera sábado?» (Le 14,5), el evangelista añade: «Y ellos no pudieron responder nada a eso» (versículo 6). No obstante, ciertos judíos radicales no dudaban en exigir que «no se ayudará al parto de un animal en sábado; y si cayera en una fosa o en pozo, tampoco se le sacará de él en sábado». (Escrito de Damas, CD 11,13-14). Así pues, la Ley se encontraba sujeta a interpretación. Y esta era la labor de los escribas, los «enseñantes» o «los maestros» o, mejor aún, los «expertos», cuyo maestro era Esdras (Esd 7,6). Su trabajo fue recogido bajo el nombre de Torá oral o halakhah. Al contrario de los fariseos, que reconocían, conjuntamente con la Ley escrita y recibida por Moisés en el monte Sinaí, una Torá oral de origen divino, los saduceos rechazaban categóricamente toda tradición que no estuviera en la Ley escrita. Ciertamente, también ellos interpretaban la Ley, pero semejante interpretación no tenía un carácter constrictivo. Esta interpretación saducea desapareció, sin embargo, tras la destrucción del Templo en el año 70, y fue la interpretación farisea de la Ley la que se impuso6•
Esto constituye un punto capital para comprender el judaísmo actual, pues tras la destrucción del Templo en el año 70, en el que oficiaban principalmente los saduceos, los judíos no tuvieron más que un solo bien común: la Torá, cuya interpretación era esencialmente farisea. Esto explica por qué la práctica del judaísmo actual, llamado rabínico (inaugurado por el rabino Yohanan ben Zakkai en Iamnia, y cuyos sucesores, 6
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La sociedad judía de los siglos r antes y después de Cristo se encontraba muy afectada por la espera del fin de los tiempos. Con el cambio de era existió una literatura escatológica, cada vez más presente, cuyo origen se remonta a la época del exilio en Babilonia, en el siglo vr a. C. Desde el siglo n, a partir de la dominación de los seléucidas, su naturaleza se toma apocalíptica, es decir, como indica Maurice Sartre, ella «ayuda al fiel a comprender lo que ha pasado, y le anima mediante el anuncio de una próxima salvacióno", Esta es la razón por la que se añade a esta esperanza de restauración última del reino terrenal judío la de un mesías profeta, un enviado, o un «ungido» de Dios8, una especie de nuevo Moisés, o de rey de tipo davídico, «el Hijo del Hombre», intercesor entre Dios y los hombres que vendrá a juzgar en nombre de Yahvé. El Dios único, la Torá, el Templo, el sabat, la circuncisión, la escatología apocalíptica, la espera mesiánica: esta unidad visible del judaísmo escondía mal, sin embargo, su pluralismo interno, que se instalaba a la vez en el tiempo y en el espacio. Desde el siglo rn antes de nuestra era hasta la primera revuelta judía de los años 66-74 d. C., incluso hasta la segunda, la de Bar Kokhba, de los años 132-135, diversas escuelas o facciones coexistía, más o menos pacíficamente, en la misma Palestina e igualmente en el seno de la diáspora griega o mesopotámica. Como no existían autoridades religiosas reconocidas y aceptadas por todos
llamados Tannaim, es decir, 'enseñantes', han puesto por escrito en la Mishna todas las ordenanzas orales, a fin de evitar que se pudieran perder), nada tiene que ver con el judaísmo del Segundo Templo. 7 M. Sartre, 1997, p. 351. 8 «Oint»: meschiya en hebreo y christos, en griego. Los reyes de Israel ( comenzando por David, el primer rey que Yahvé escogió), los profetas y los grandes sacerdotes recibían la unción del aceite como símbolo de su nueva función (IS 10,1; Lv. 8,12). Por esta razón los soberanos llevaban el título de mesías. Por extensión, este mismo título de mesías se encuentra en el Antiguo Testamento, aplicado a una persona fisica o moral que Yahvé había escogido para confiarle una misión (Is 61,1), como, por ejemplo, el mismo pueblo de Israel (Ps 105,15) o Ciro, el soberano aqueménida, quien, sin embargo, «no conocía al Señor» (Is 65,1). La espera del «mesías, hijo de David, rey, salvador de los Judíos» es relativamente tardía, porque su primera mención no aparece hasta un texto de la segunda mitad del siglo I a. C., los Salmos de Salomón (Ps 17 y 18), que reflejan la acción y el destino de Pompeyo tras el sitio de Jerusalén en el año 63 a. C.
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para regular una ortodoxia común, estas haireseis, como las llama Flavio Josefo9, es decir, estas grandes escuelas teológicas e ideológicas, disputaban, en mayor o menor medida, para tratar de imponer su propia visión de la Torá. Citaremos a los saduceos, los fariseos, los esenios, los zelotes y los samaritanos, a los cuales los especialistas contemporáneos añaden las corrientes proféticas, mesiánicas y baptistas.
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Los saduceos. La etimología usual relaciona este término con el nombre de Saddoc ( o Sadoq), de la tribu de Leví, sacerdote vinculado al servicio del Arca bajo los reinados de David y posteriormente de Salómón, que lo nombrará sacerdote principal. Más adelante, sus descendientes ( o sus partidarios), los «hijos de Saddoc», serán reconocidos como los únicos sacerdotes legítimos (25 8,7; 15,24; IR 2,35; Ez 40,46; 43,19; 46,15). En este sentido, los saduceos designaban a los que serían «los partidarios del sacerdocio». Estos hombres, procedentes de determinados medios sacerdotales, estaban relacionados con la familia del último gran sacerdote saduceo legítimo, Onías Ill'", y en oposición casi constante a los asmoneos, si bien es necesario apuntar que tanto Juan Hyrcan I como Alejandro Janneo habían intentado reconciliarse con ellos. Además, bajo el reinado de Juan Hyrcan I (134-104) los saduceos aparecen por primera vez como tales. Su actitud hacia la dinastía herodiana fue más amistosa, ya que algunos de ellos no dudaron en sostener al rey, si bien otros se mostraron mucho más hostiles. En los años que transcurren del siglo r al siglo n, los saduceos se muestran muy influyentes políticamente. Sus miembros se reclutan sobre todo entre las grandes familias sacerdotales y aristocráticas de Judea y
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Flavio Josefo, AJ 18 15-25. Pero la clasificación de Flavio Josefo resulta demasiado reduccionista, porque el judaísmo del siglo I es mucho más rico y complejo, como veremos más adelante. La investigación actual tiende también a mostrar que se pueden comparar estos grupos religiosos judíos, del siglo I de nuestra era, con las asociaciones voluntarias grecorromanas cuyo funcionamiento era, poco más o menos, idéntico. Es, tal vez, en este sentido por lo que resulta necesario interpretar así la expresión «los Judíos» que utiliza el Evangelio según san Juan, cuando describe la pasión de Jesús de Nazaret (Jn 18,38, por ejemplo). Véase S.-CI. Mimouni, 2009, pp. 12-19; E. Schürer, 1979. 'º Cuyo hijo Onías IV se halla vinculado al origen del templo judío de Leóntopolis.
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de la diáspora. Según Flavio Josefo, el primer gran sacerdote que ofició bajo el reinado de Herodes el Grande, Ananel, procedía de Babilonia; y el padre de Mariamne II, Simón, que fue gran sacerdote desde el 24 al 5 a. C., procedía de una familia judía de Alejandría11• Las funciones del gran sacerdote se ven reemplazadas por miembros de esta facción, lo que explica por qué están tan vinculadas al servicio del Templo12• En tiempos de Jesús controlaban la administración, el culto del Templo y el gran sanedrín, y se esforzaban en encontrar un plano de entendimiento con Roma y con los soberanos herodianos. Las fuentes tanto judías como cristianas ofrecen muy escasa información sobre los saduceos, dado que ellos les eran, por lo general, muy hostiles. La literatura talmúdica considera el término «saduceo» como sinónimo de «herético»!', A falta de fuentes propiamente saduceas, resulta difícil precisar el pensamiento y las grandes líneas de la teología de este partido religioso, si no es por oposición a las de sus adversarios fariseos, por ejemplo. No obstante, se pueden reseñar algunos puntos interesantes: 1. Al contrario que los fariseos, los saduceos se atenían escrupulosamente a la ley escrita por Moisés, siendo sus sacerdotes los únicos intérpretes cualificados. Consideraban el texto como algo primordial, sin que fuera necesario atenerse a una tradición oral, al igual que hacían, en este caso, los fariseos. Pero esto no les impi-
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Flavio Josefo, AJ 15 22, 39, 41, 320-322. Esta es la razón por la cual los saduceos desaparecieron prácticamente tras la destrucción del Templo en el año 70, y que asimismo se sepa muy poco de ellos. Sin embargo, la secta judía de los kairotas, en el siglo vrn de nuestra era, parece reivindicar una herencia saducea frente a la corriente mayoritaria rabínica, quizás para dotar de una legitimidad a su causa. Parece que no existen escritos propiamente saduceos entre los manuscritos del mar Muerto, descubiertos cerca de Qumran. Sin embargo, y en contra de la opinión de gran número de especialistas, Lawrence H. Schiffmann continúa defendiendo su tesis, según la cual el texto llamado Carta halakhica (4QMMT), al igual que el Rollo del Templo, presentan fuertes afinidades con la halakhah saducea. Véase L. H. Schiffmann,1995. A su lado, Hanah Eschell, que ha publicado la Plegaria del bienestar del rey Jonathan (4Q448), estima que este manuscrito, encontrado cerca de Qumran, habría sido llevado allí desde Jerusalén y refleja un punto de vista saduceo, favorable a los asmoneos y a la gran sacerdotisa hierosolimitana. Véase B. Bioul, 2004, p. 89. 13 André Paul, «Saduceos», en la Encyclopédia Universa/is, 1999. 12
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dió elaborar una jurisprudencia halakhica'", a la cual se referían con frecuencia, pero sin considerarla al mismo nivel que la Torá oral. Solamente contaba la Ley escrita. 2. Reconocían la total libertad del hombre y su entera responsabilidad, considerando que Yahvé se desinteresaba del mundo y de la historia. Por consiguiente, no creían en la predestinación y tampoco esperaban la llegada de ningún mesías. De ahí les venía su violenta oposición a Jesús de Nazaret15• 3. Si se presta crédito a las Actas de los Apóstoles (23,8) y a Flavio Josefo (AJ 18, 16), los saduceos no creían en la resurrección, ni en los ángeles ni en la inmortalidad personal: «Según la doctrina de los saduceos, el alma desaparece al mismo tiempo qué el cuerpo», escribía el historiador judío. Los fariseos. Al contrario de lo que ha sucedido con los saduceos, cuyos escritos han desaparecido, se tienen abundantes noticias de los fariseos, sus adversarios, gracias al Nuevo Testamento, a Flavio Josefo y a las fuentes rabínicas. Parece ser que su origen se remonta al siglo n a. C., puesto que se les conoce desde el año 150 a. C. En efecto, bajo el reinado de Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.) se constituyó un grupo opuesto a la adopción de costumbres griegas, los hasideos. Estos hasidim, es decir, «los piadosos», no formaban un bloque monolítico y homogéneo, y es posible que los fariseos tuvieran su origen en una rama de este grupo. En la época de Juan Hyrcan I, cierto número de judíos se rebelaron contra las pretensiones reales y sacerdotales del soberano, reagrupándose en el seno de un partido político-religioso que recibió el sobrenombre de «fariseo», literalmente 'los separados' (parash, en hebreo,perishayya, en arameo)16. Según Flavio
14 Del hebreo halakha, 'marchar'. La halakha era la actualización de un principio de la Torá; es decir, un comentario de carácter jurisprudencia!. Este término se traduce generalmente por 'ley'. 15 Si bien es necesario apuntar que no pocos saduceos se mostraron favorables a Jesús, y que incluso algunos de ellos se hicieron nazarenos (cristianos), como san Pablo, por ejemplo. 16 S.-Cl. Mimouni, 2009, p.17 también es de la opinión que el primer sentido remite a una designación llegada del exterior, y el segundo a una designación procedente del propio grupo.
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Josefo (AJ 13,289 y ss.) los fariseos consideraban que el cargo real y la función sacerdotal debían estar separados. En el primer siglo de nuestra era los fariseos se presentan sobre todo como un conjunto de grupos de estricta observancia en materia legal, pero divididos políticamente en dos ramas: una sigue la línea de Judas el Galileo (véase nota 41) y se opone feroz y violentamente a toda injerencia extranjera en los asuntos internos judíos; la otra se muestra más prudente, hasta el punto de considerar que el poder político no tiene necesidad de intervenir en su vida religiosa. Esta rama de los fariseos estima que la realización del reino tan esperado no podrá tener lugar en el estado actual de cosas, y solamente podrá conseguirse mediante la oración y la piedad. Repartidos tanto por las ciudades y aldeas de Judea y Galilea como por la diáspora 17, reagrupados en el seno de las cofradías que llevaban el nombre de haburot, los fariseos se vinculaban a ciertos doctores de la Ley (escribas) con los cuales sentían cierta afinidad, y difundían su pensamiento (Shamaí y Hillel fueron los más célebres en el siglo I a. C.). De ser un partido político-religioso bajo los asmoneos, se convirtieron de este modo en un movimiento espiritual. Eran reclutados esencialmente en los estratos humildes de la sociedad judía, lo que los hacía más cercanos al pueblo, cuyas reivindicaciones políticas y aspiraciones religiosas expresaban. Para ellos el culto del Templo no tenía la importancia que le concedían los saduceos (¡y con razón!), pero, por el contrario, se mostraban muy activos en las sinagogas, lugares no solamente de oración, sino también de estudio. Esta condición puede explicar en parte por qué el «judaísmo fariseo» será el único que logrará sobrevivir a la primera revuelta judía (años 66- 7 4 d. C.). En materia religiosa su ideal estaba marcado por la observación escrupulosa y cotidiana de todos los mandamientos de la ley mosaica,
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San Pablo, originario de Tarso, en Cilicia (la actual Turquía), en su epístola a los filipenses 3,5 escribió que antes de su conversión al cristianismo él era, «por la ley, fariseo». Sin embargo, André Paul ha cuestionado -nos parece que acertadamente- la pertinencia de esta denominación antes de la segunda mitad del siglo r d. C.: «( .... )si se deja a un lado la información furtiva de Pablo de Tarso, no se sabe a ciencia cierta la identidad de los fariseos más que por los comentarios despectivos que se hacen de ellos en los Evangelios, y los comentarios demasiado estereotipados de Josefo. ¿No sería su nombre un apelativo tardío y a posteriori, como pudo suceder con los esenios?». L. Héricher, M. Langlois, E. Villeneuve, 2010, p.156.
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y hasta de los menores detalles de la tradición de los Ancianos. Esto se traducía en la observación de los 613 preceptos (mitsvot)-248 órdenes y 365 prohibiciones- contenidos en la Torá18• Pero, al mismo tiempo, ellos se esforzaban en estimular el desarrollo del pensamiento judío para no atenerse exclusivamente a la Ley escrita. Esta es la razón por la cual consideraban que la Torá era la palabra viva de Dios, siempre activa; y que se expresaba a través de sus lectores y de sus intérpretes, ya que según su convicción Jahvé siempre habla a los que ha escogido. Por consiguiente, los fariseos concedían una importancia muy grande a la Ley oral" y consideraban que no era el sacerdote (el kóhen) el que tenía la autoridad, sino la interpretación de los escribas, que ellos llamaban rabbis. Como subraya Charles Perrot, con los fariseos «la exégesis es la que toma el poden.". Se pueden resumir los puntos característicos del pensamiento fariseo del siguiente modo: 1. Los fariseos concedían una importancia capital a la razón humana en el juego de la interpretación de las Escrituras y daban a sus especialistas en la materia una autoridad determinante. Consideraban que los escribas que sucedieron a los profetas eran capaces
Los fariseos se preocupaban por precisar en qué condiciones era necesario aplicar la Ley, en función de las diferentes circunstancias que pudieran presentarse a los fieles, y que el legislador no hubiera previsto en detalle. Este es el aspecto casuístico de la Ley que evocamos más arriba y que resultaba esencial en la enseñanza farisea. La clasificación más célebre de estos preceptos es la de Maimónides (siglo xn d. C.) en su Sefer ha-Mitsvot, pero su origen se remonta muy posiblemente al rabino Aqiba, en los años 100-135 d. C. S.-Cl. Mimouni, 2009, p.19. 19 Que será escrita mucho más tarde, a finales del siglo rr d. C., en la Mishna, con objeto de reorganizar el propósito bíblico de poner de relieve el carácter normativo de sus prescripciones referentes a los seis dominios (órdenes): las semillas, las fiestas, las mujeres, los daños, las santidades y las purezas. 2° Ch. Perrot, 1998, p.167, S-Cl. Mimouni, 2009, p.17 dejan bien claro que los fariseos, en sus debates, han puesto a punto un método de investigación jurídica bajo la forma de «temas disputados» entre los maestros o doctores: «Este método es el siguiente: tras la consulta de los "maestros", o "doctores", y ratificación por una mayoría cualificada, las decisiones de los sabios hacen jurisprudencia, desarrollando de este modo una "Ley oral" al lado de la "Ley escrita", lo que constituirá una de las fuentes del conflicto con los saduceos, que no reconocían más que ésta última». 18
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de ver, a través de la interpretación, las revelaciones especiales y de penetrar en el designio oculto y preestablecido de Dios21• 2. Creen en la inmortalidad del alma, en la intervención de los ángeles, el último juicio, es decir, la recompensa o el castigo post mortem, y la resurrección de los muertos (ya sea de todos los muertos o solamente de los justos, algo que no se puede precisar). 3. Reconocen la acción de la Providencia divina -en otros términos, Dios rige la historia-, pero mantienen la creencia de que el hombre conserva su libre albedrío22• 4. Algunos de ellos, al menos hacia el 43 a. C., época de la redacción de los Salmos de Salomón, esperan la llegada de un mesías, un hijo de David que actuará antes por la palabra que por las armas (Ps 17,23). Según el Nuevo Testamento, Jesús se mostró muy severo con los fariseos. No fustigaba tanto su enseñanza (Mt 23,2-3) como su mentalidad y su comportamiento. En efecto, el conocimiento que aquellos tenían de la Ley les llenaba de orgullo y su práctica de la Torá les garantizaba la salvación (cf. La parábola del fariseo y del publicano en Le 18,11-12). Su espíritu legalista los llevaba con frecuencia a mostrarse mezquinos e hipócritas (véase, por ejemplo, el episodio de las espigas arrasadas, en Mt 12,1-8; o las invectivas contra los fariseos en Mt 23,1-36). Pero si tales actitudes nos pueden parecer ciertamente excesivas, hasta el punto de que hoy se habla todavía de «fariseísmo» para designar un razonamiento o un comportamiento hipócrita, también existían fariseos muy virtuosos, como Nicodemo y Gamaliel, que esperaban la venida del Mesías y el establecimiento de su reino; o, incluso, como ese escriba que hablaba con sabiduría y al que Jesús le respondió: «Tú no te encuentras
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Véase, por ejemplo, Pseudo-Philon, Libro de las Antigüedades bíblicas, 28,6, a propósito de Cenez, que empieza a profetizar bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. Esta obra apócrifa, que trata la historia del pueblo elegido desde Adán hasta el rey Saúl, data del siglo I d. C. 22 Flavio Josefo, AJ 18,13: «Ellos creen que todo tiene lugar por efecto de la casualidad, pero no privan, sin embargo, a la voluntad humana de toda su competencia, pues consideran que Dios ha suavizado las decisiones de la fatalidad mediante la voluntad humana, a fin de que esta pueda escoger entre la virtud y el vicio».
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alejado del reino de Dios» (Me 12,34). Así pues, los autores del Nuevo Testamento adoptan una actitud suavizada al enfrentarse a los fariseos; una actitud que oscila entre el rechazo total en el Evangelio de san Mateo, que les presenta como los adversarios encarnizados de Jesús, y la posición más moderada de san Pablo y san Lucas; este último llegó a escribir, por ejemplo, que ciertos fariseos se acercaron a Jesús para protegerle de las malvadas intenciones de Antipas, que quería que se le diera muerte (véase también Le 7,36; 11,37; 14,1; Ac 5,34; 23,9). Los esenios. Salieron a la escena mediática entre los años 1946-4 7, a raíz de que diversos restos de manuscritos muy antiguos fueran descubiertos por un pastor beduino en una gruta cercana al mar Muerto. En los años siguientes varios miles de estos fragmentos ( en ocasiones, muy significativos) se descubrieron o fueron comprados a los beduinos de la tribu de los Ta'amireh. En total son alrededor de cien mil fragmentos pertenecientes a novecientos manuscritos que ha sido necesario clasificar debidamente23• A lo largo de los años 1980 y 1990 surgió una polémica muy fuerte en los medios bíblicos, en el curso de la cual se expresaron ciertas hipótesis, entre ellas algunas notablemente extravagantes y sensacionalistas, que acusaban al Vaticano de ocultar textos que ponían en entredicho los orígenes del cristianismo. A partir del año 2000 las cosas parecen haberse apaciguado, y un clima más sereno permite que especialistas, exégetas y arqueólogos puedan avanzar en su trabajo de interpretación24•
23 Como sucede en toda biblioteca, existen diferentes modos de clasificar los manuscritos del mar Muerto: por ejemplo, la clasificación en orden creciente de número de inventario (IQl, IQ2, 2Ql, 2Q2, etc.); la clasificación por género literario (textos legislativos, relatos, libros poéticos, comentarios, apocalipsis, calendarios, etc.); la clasificación en función de los libros bíblicos canónicos (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Isaías, etc.). Véase L. Héricher, M. Langloise, E. Villeneuve, 2010, pp. 48-49). 24 La bibliografía consagrada a los manuscritos del mar Muerto y al lugar del Qumran es amplísima. Sugerimos al lector la consulta de nuestra obra B. Bioul, 2004, y J. B. Humbert y de E. Villeneuve, 2006; A. Paul, 2008; L. Héricher, M. Langlois, E. Villeneuve, 201 O. En enero de 2007 se encontró otra gruta con manuscritos, al oeste del lugar del Qumran, gracias a la labor de excavación de arqueólogos israelíes de la Universidad hebraica de Jerusalén y de la Autoridad israelí de Antigüedades. Desgraciadamente, y a pesar de tratarse de un material arqueológico de valor inestimable ( cerámicas, una
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La etimología del término «esenio» todavía resulta hoy día un tanto oscura, y se han establecido para ella diversas hipótesis. La palabra es griega: essénoi, essaioi o ossaioi, lo cual no debe sorprendemos, puesto que otro grupo religioso judío lleva también un nombre griego: el de los cristianos, christianoi. Según Émile Puech, se trata de la forma griega de Hesed Hasidim, que significa 'piadoso'25• Estos hasidim, como hemos visto, aparecieron por primera vez bajo el reinado de Jonatán Macabeo, hacia el 150 a. C., como un grupo de judíos piadosos opuestos al auge del helenismo en la sociedad judía. Para ciertos estudiosos procedían de la diáspora siria; para otros, de Babilonia; e, incluso, para unos terceros, los más numerosos, serían judíos y, más concretamente, jerosolimitanos (de Jerusalén). Tras la revuelta de los Macabeos, los esenios se posicionaron al lado de los saduceos y de los fariseos, como uno de los principales partidos teocráticos. Su influencia parecía grande en tiempos de Aristóbulo I, hacia el 140 a. C., pues este narra cuando se opusieron, cada vez más abiertamente, a la gran sacerdotisa asmoneana; para ellos, el único gran sacerdote legítimo no podía ser más que un descendiente de Saddoc. Parecía que habían gozado de la estima de Herodes el Grande, ya que algunos espe-
tira de cuero para atar los rollos, un fragmento de tejido que sirvió para envolverlos, un pequeño pedazo de pergamino virgen de toda escritura), ninguno de estos manuscritos ha podido ser actualizado. 25 En B. Bioul, 2004, pp. 137-138. Según Yizhar Hirschfield, el término podría proceder de la palabra Hassason Tamar, que es el nombre bíblico de En-Gedi, el lugar que el sabio israelí había identificado corno el sitio de retiro de los esenios, al sur de Qumran, en la ribera occidental del mar Muerto. Sin embargo, André Paul subraya que «todas las interpretaciones del término están basadas en etimologías gratuitas» ( en L. Héricher, M. Langlois, E. Villeneuve, 2010, p. 152). Para profundizar en el terna nos remitirnos especialmente a L. Herrrnann: «¿Ha inventado Plinio el Viejo a los esenios célibes?», en Revue beige de philologie et d'histoire, tomo 41, fascículo 1, 1963, pp. 90-91; Geza Vermes, «La etimología de los esenios», en Revue de Qumrán 7, t. 2, fase. 2, 1960 pp. 427-444; ]bid. «Esenios y terapeutas», en Revue de Qumrán 12, t. 3, fase. 4, 1962, pp. 495-503. E-M. Gallez, 2005, t. I, pp. 41-97, no deja de recordar (entre otras cosas) que el término «esenios» designa la realeza semejante a un cuerpo sacerdotal masculino (los sacerdotes de Arternis) en Éfeso, quienes, según Pausanias (Periegésis 8,13,1), practicaban durante un año la castidad, renunciando totalmente a los placeres y a los deseos del cuerpo. Habría mucho que decir sobre las anotaciones de los autores antiguos (Filón de Alejandría, Flavio Josefo, Plinio el Viejo) y la presencia de los esenios en Qumran y en los manuscritos. Remitirnos al lector interesado a E. Couvert, 1995 y a las obras ya citadas.
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cialistas ven en la existencia de una puerta y un barrio esenio en el monte Zion, en Jerusalén, una prueba de la protección real26• Desaparecieron, al igual que los saduceos, tras la revuelta de los años 66-74. Los esenios son citados por Filón de Alejandría, Flavio Josefo, Plinio el Viejo, Hipólito de Roma y Dion Crisóstomo27. Pero no aparecen en el Nuevo Testamento, en todo caso nunca con esa apelación28. Lo que se deduce sobre ellos de estas menciones, a veces divergentes, puede resumirse de la siguiente manera: 1. Este grupo de judíos piadosos vivió una existencia ascética en el seno de comunidades diseminadas por toda Palestina; una de las cuales, al menos, residía cerca del mar Muerto. 2. Eran célibes en su gran mayoria (aunque también se encuentran miembros que estaban casados) y solamente lograban su supervivencia gracias a la incorporación de nuevos candidatos llegados del exterior. 3. Los miembros estaban convencidos de representar al auténtico Israel, y se esforzaban por respetar las prescripciones de pureza de la Ley. 4. Creían en la resurrección de los muertos. 5. Veían el Templo de Jerusalén como el lugar de culto principal del judaísmo, pero creían que estaba ocupado y profanado por judíos impíos que efectuaban sacrificios y celebraban fiestas en las cuales ellos se negaban a participar. 6. Hacían muchas cosas en común ( comidas, estudios, baños rituales) y no poseían riquezas personales, ya que todo se entregaba a
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B. Pixner, 1992, pp. 89-113 (en alemán). Filón de Alejandría, Apología pro judeis ( obra perdida, algunos de cuyos pasajes nos son conocidos, no obstante, por las citas que hace Eusebio de Cesarea en Preparatio evangelica 8 11; Id., Quod omnis probus liber sit, 12 75 (citado por Eusebio de Cesarea enPreparatio evangelica, 8 12); Flavio Josefo, BJ 2 8; Flavio Josefo, AJ 18 1,15; Plinio el Viejo, Historia natural 5 15-73; Hipólito de Roma, Refutación de todas las herejías 9,26, 36-39; Dion Crisóstomo menciona a los esenios en un discurso hoy perdido, pero del que se pueden encontrar trazas en Sinesios de Cyrene, en el siglo rv. 28 Constantino Daniel ha lanzado la hipótesis de que los esenios son los herodianos citados en el Nuevo Testamento. Véase C. Daniel, 1967. 27
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la comunidad para asegurar su sustento y poder ofrecer hospitalidad a sus visitantes. 7. Oraban a la salida del sol y recitaban acciones de gracia antes y después de cada comida. Muchas de sus prácticas recuerdan las seguidas por los primeros cristianos, pero igualmente existen entre los dos grupos numerosas disparidades que impiden asimilarlos, como han intentado hacer algunos investigadores independientes29• La hipótesis según la cual los manuscritos del mar Muerto descubiertos cerca del lugar de Qumran serían esenios se considera todavía evidente por muchos investigadores; sin embargo, tal teoría se ha visto fuertemente cuestionada por los últimos avances de la investigación exegética y arqueológica. Remitimos al lector interesado en el tema a las obras mencionadas en la nota 24.
Los zelotes. Flavio Josefo denomina Léstai, es decir, 'bandoleros', a los partidarios de Judas el Galileo". El calificativo de zelote (qanná en arameo) es un término técnico largamente utilizado en el periodo helenístico para designar a aquellas personas que quisieron preservar la pureza del judaísmo y del país de Israel, de su templo y de su pueblo. Su jefe fundador se llamaba Judas31• Era originario de Gamala, en el Golan, y vivió a finales del siglo I a. C. y principios del I d. C. A la muerte de Herodes el Grande se había generado un amplio movimiento rebelde que culminó con el levantamiento popular que siguió al empadronamiento del año 6 d. C. Se trataba de un movimiento de reforma político-religiosa que intentaba purificar el país, una vez este se hubiera desembarazado de la presencia romana, restaurando la santidad del Templo que hasta entonces había estado bajo el dominio de las grandes familias sacerdotales. Judas
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Véase a este propósito J. H. Charlesworth, 1995, que menciona las similitudes y las diferencias existentes entre los dos grupos. 3 ° Flavio Josefo, AJ 20 167 y ss.; BJ 2 117 y ss. 31 Se le identifica también con el nombre de Judas el Galaunita, Judas de Gamala o Judas ben Hizkiya (hijo de Ezequías).
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fue probablemente ejecutado durante la represión que siguió al año 6, si se entiende bien lo que quiere decir san Lucas (Ac 5,37), pero su movimiento le sobrevivió. Escondidos en el desierto, los zelotes lanzaban operaciones de guerrilla contra el ocupante romano. Uno de los discípulos de Jesús, Simón el zelote, fue probablemente, como su nombre indica, uno de ellos (Le 6, 14; Ac 1,13). Le sucedieron dos de los hijos de Judas, Jacob y Simón, que fueron crucificados por el procurador de Judea, Tiberio Alejandro, entre los años 46 y 48. Un tercer hijo desempeñó un papel importante durante la insurrección popular, en tiempos del procurador Gesio Floro ( 64-66), pues se apoderó de la fortaleza de Masada, cerca del mar Muerto, e instaló a los zelotes en Jerusalén. Flavio Josefo precisa que la doctrina de Judas el Galileo era profundamente teocrática32• Sus convicciones religiosas se vinculaban a las de los fariseos, y se esforzaba, él también, en mantenerse fiel a la Ley. Pero esto se veía acompañado por un programa «revolucionario», en la medida en que se hacía una interpretación política de su fe en Yahve, único señor del país de Israel. Consecuentemente, los judíos no debían aceptar a otros maestros, sino solamente a Dios, puesto que Él les había concedido esta tierra prometida a fin de evitar que fuera ultrajada por cultos paganos. En los años 50 apareció en Judea un movimiento más violento que se decía seguidor de Judas, pero cuyos miembros eran auténticos asesinos, ya que atacaban a cualquiera (particularmente a judíos influyentes) y aceptaban la colaboración con los romanos. Se les llamaba sicarios, por el nombre del puñal de hoja curva (sica) que siempre llevaban con ellos. Se unieron un tiempo a los zelotes, durante la gran revuelta del año 66, pero aquellos pronto se alejaron de ellos, considerando que sus pretensiones mesiánicas eran demasiado humanas. Uno de estos sicarios, Éléazar ben Yaír, resistió en Masada ante las tropas romanas del legado romano Silva hasta el año 73, antes de suicidarse tanto él como sus hombres, así como las mujeres y niños refugiados, para no caer vivos en manos de sus enemigos romanos.
32
Flavio Josefo, BJ 2 8,118.
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Los samaritanos. Todo el mundo conoce el famoso episodio del buen samaritano mencionado en el Evangelio de san Lucas (10, 29-37); ese hombre que presta su ayuda a un herido a punto de morir que han abandonado los bandoleros al borde del camino que unía Jerusalén con Jericó. La intención del evangelista era la de mostrar que, para Jesús de Nazaret, el amor no tenía límites, sobre todo límites políticos o religiosos. El apelativo de samaritanos designa tanto a los habitantes de la ciudad de Samaria como a los fieles a la tradición religiosa samaritana que, como han mostrado los documentos arqueológicos del santuario del monte Garizim, se enraíza en las tradiciones locales, contrariamente a los alegatos de la Biblia hebrea de Ben Sirach y de Flavio Josefo, que los detestaban profundamente, hasta el punto de hacer de ellos un pueblo no judío, descendiente de poblaciones deportadas allí por los asirios en los siglos vm y vn a. C.33• En realidad, los samaritanos tenían raíces comunes con los judeanos ( o judíos), como indican las tradiciones religiosas mencionadas en el Pentateuco. La palabra «samaritano» (hassóm 'roni, en hebreo) aparece en la Biblia en el segundo libro de los Reyes (17,7-29), tras la ruina del reino de Israel, que también se llamaba reino del norte. A la muerte del rey Salomón (965-928 a. C.) y sus sucesores inmediatos, el unificado reino de Israel se escindió en dos: el reino de Israel, al norte, que tenía por capital Samaria, y el reino de Judá, al sur, en tomo a Jerusalén. Esta separación política mantiene una diferencia religiosa; el reino del norte se opone al sacerdocio de Jerusalén y exige un retomo a los «altos lugares», santificados por los Patriarcas. En fecto, los samaritanos consideraban a Moisés como el último profeta de Yahvé, y el monte Garizim como el lugar en donde Abraham preparó el sacrificio de su hijo Isaac (Gn 22) y en donde Dios decidió «poner su nombre» (Dt 12,5), es decir, hacer de aquel sitio un lugar sacrificial (Dt 11,29-30). Según los samaritanos, son los propios judíos los que se han apartado de la Verdad, ya que Elías, el sacerdote del Señor, construyó un santuario en Silo34 y no en el monte Garizim. Reprochaban a los judíos (y a Esdras en particular) haber rees-
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Para una primera aproximación muy accesible nos remitimos al artículo de Arnaud Sérandour, «Los samaritanos en la época helenista», en A. Sérandour, 2009, pp. 28-31. 34 Silo es una localidad situada 30 kilómetro al norte de Jerusalén.
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crito la Torá y haber abandonado el santuario sagrado del monte Garizim en beneficio de Jerusalén, ya que según el Deuteronomio 27 los hijos de Israel debían llevar a cabo, entre los montes Ébal y Garizim, una ceremonia de renovación de la alianza que se describe en el libro de Josué. De este modo, los samaritanos interpretaban a su favor el reproche que se les había hecho, pretendiendo que, al contrario, eran ellos los auténticos descendientes de los judíos exiliados que habían regresado al país. Esta querella se agravó con el paso del tiempo: el rey de Judá, Josías (640-609 a. C.), aprovechándose de la debilidad del poder asirio, destruyó los lugares sagrados de los samaritanos. Después del exilio, Esdras y Nehemías restablecieron la religión judía excluyendo de ella a los samaritanos, porque consideraban que sus antepasados no eran israelitas y que su religión era sincrética' -(Esd 4,1-5; Ne 2,20). El cisma se hizo definitivo cuando los samaritanos erigieron un templo en el monte Garizim, probablemente a finales del siglo rv a. C., con la llegada de Alejandro Magno35• A partir de ese momento, los dos pueblos se volvieron enemigos irreconciliables. En el año 168-167 a. C., el rey Antíoco IV promovió un edicto que prohibía toda práctica de las leyes ancestrales judías: el sabat, la circuncisión, los sacrificios tradicionales y la lectura de los libros santos. Según el autor del segundo libro de los Macabeos (6,1-2), los samaritanos lograron escapar de la persecución del soberano seléucida y de la destrucción de su santuario del monte Garizim al precio de una traición y de una apostasía, es decir, aceptando «helenizar» su religión; así, dedicaron a Zeus Filoxenos (Hospitalario) el templo de Garizim, mientras que los judíos, al contrario, se revolvieron contra ese mismo tirano. Cuando estos últimos recuperaron su independencia, gracias a los Macabeos y a los asmoneos, bajo el mando del rey Juan Hyrcan 1, destruyeron el santuario de los samaritanos en los años 129-128 a. C. y cuidaron de que no se volviera a reconstruir. Fue probablemente durante la segunda mitad del siglo n a. C. cuando nació la religión samaritana propiamente dicha, cosa que parece confirmar el examen de los manuscritos del mar Muerto.
* El sincretismo es un sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes. (N. del T.). 35 Si se cree a Flavio Josefo, AJ 11 8,4.
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El Pentateuco samaritano difiere del Pentateuco judío (llamado massorético, es decir, canónico) en unos seis mil puntos, aproximadamente. La mayor parte de estas diferencias son mínimas36, pero otras revisten mayor importancia, pues se refieren a la evidencia de las preocupaciones ideológicas. Es notable el caso del decálogo, uno de cuyos mandamientos -en la versión samaritana- exige que sea construido un altar en el monte Garizim para honrar a Dios. La teología de los samaritanos puede verse resumida en cinco puntos: 1. Creen en un solo Dios, el de .Israel. 2. Creen en un único profeta, Moisés, considerado como el «maestro del mundo». 3. Veneran la Torá (o Pentateuco), el libro sagrado dado por Moisés. 4. Consideran el monte Garizim como el único santuario del verdadero Dios. 5. Creen en el día de la Venganza y de la Retribución. Se puede añadir también la venida de un mesías, el taheb, quien, al igual que Moisés, es un profeta que debe surgir del linaje de José y ha de manifestarse en el monte Garizirn para fundar un reino milenario. Esta adhesión a los principios de la Torá hizo de los samaritanos unos piadosos observantes de las reglas que concernían al sabat y a las normas de pureza. Al inicio de su ministerio, Jesús recomendó a sus discípulos evitar a los samaritanos (Mt 10,5)37, reflejo de una situación bien real, pero en el episodio de la samaritana (Jn 4,21-24) da a entender claramente que ya no habrá más lugares sagrados «ni sobre esta montaña [ el monte Garizim] ni en Jerusalén», pues los auténticos adoradores de Dios «adorarán al Padre en espíritu y verdad». A pesar de su vinculación a Jerusalén y a los judíos («pues la salvación viene de los judíos», Jn 4,22), Jesús trasciende las divisiones entre los dos pueblos, y esta es la razón por la cual los samaritanos desempeñan un papel positivo en los Evangelios38•
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Por ejemplo, palabras escritas de forma diferente. Mateo es el único evangelista que menciona esta prohibición. 38 En el momento de su ascensión, Jesús envía a sus discípulos para que den testimonio «en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta el confin de la tierra» (Ac 1,8). 37
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Además de los ya mencionados, existían en Palestina otros grupos o movimientos religiosos activos en los años del cambio de nuestra era. Sus mentalidades y sus doctrinas eran, tal vez, diferentes o, mejor dicho, divergentes39• Se pueden citar: 1. Los grupos proféticos, llamados así porque sus adeptos, valiéndose de un «vidente» que se proclama a sí mismo «profeta», anunciaban las señales precursoras de la salvación del pueblo judío. Flavio Josefo hace una referencia especial a Teudas ( o Tadeo) durante los años 44-46; a un profeta egipcio anónimo, jefe de los sicarios, que pretendía derrumbar las murallas de Jerusalén en tiempo del procurador Félix (años 52-60), o a un samaritano que, hacia el 36, había logrado convencer a sus conciudadanos de que él les mostraría el lugar en el que Moisés había enterrado los vasos sagrados del Templo en el monte Garizim". 2. Los grupos mesiánicos, dirigidos por hombres que se habían proclamado «reyes» o «ungidos», tales como Ezequías el Galileo, en los inicios del reinado de Herodes el Grande, al que siguió su hijo, Judas de Gamala, a la muerte del soberano después de la destitución de Arquelao41; Simón el esclavo y Antro ges, el pastor; Simon bar Giora, de Gerasa, y Menahem ben Judas, de Galilea, que habría hecho asesinar al último gran sacerdote en ejercicio, Ananías, durante la gran revuelta del año 66. Finalmente, hay que mencionar a Simon bar Kosiba, «la estrella salida de Jacob», jefe de los insurgentes de la segunda revuelta judía (años 132-135 d. C.), el «mesías» tan esperado, que aprovechó
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Una introducción muy buena ha sido realizada por S.-Cl. Mimouni, 2009, pp.
20-27. 4º Flavio Josefo, AJ 20 97-98, confirmado por Ac 5,36; id., AJ 20 168-171 y BJ 2 258-264, confirmado por Ac 21,38; id., AJ 18 85-87. 41 Habiendo fracasado su primera revuelta en el año 4 a. C., Judas se beneficiará del vacío dejado por la destitución de Arquelao, en el año 6- 7 de nuestra era, para que, asociado a un tal Saddoq, pueda ponerse a la cabeza de una revuelta contra el prefecto Coponio. Flavio Josefo lo considera como un «filósofo», ya que introdujo «una cuarta secta filosófica, rodeada de numerosos seguidores( ... ) una filosofia que ellos desconocían» (AJ 18 1,9-10).
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la ocasión para cambiar su nombre por el de Simon bar Kokhba, «el Hijo de la Estrella»42• 3. Los grupos bautistas, es decir, aquellos que practicaban una cierta forma de bautismo43 o de baño, y que se desarrollaron por toda Palestina a principios del siglo 1 de nuestra era. El más célebre es, sin duda alguna, Juan, llamado el Bautista, pariente de Jesús, citado por Flavio Josefo (AJ 18, 116-118). Pero se sabe también de un cierto Bannus, de los sabeos y masboteos, al igual que de los «bautistas (o inmersores) de la mañana», que practicaban ritos de agua todas las mañanas, ala salida del sol", Estos «bautismos» poseían diversos significados: por ejemplo, el perdón y la remisión de los pecados o la purificación ritual; asimismo, podían ser dispensados una sola vez en el transcurso de la vida o bien practicados todos los días, y se otorgaban con agua viva, corriente y purificada. Diferían igualmente del bautismo cristiano, que no es solamente un rito de purificación, como los otros, sino también de iniciación, abierto a todos, para cambiar de corazón y de vida.
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Flavio Josefo, AJ 17 271-272; Id., AJ 17 273-276 y BJ 2 57-59;lbid., Aj 17 278281 y BJ 2 60-65; Id. BJ 4 566-584 y BJ 2 433-488. 43 Del griego bantiso, 'sumergir', 'inmergir'. 44 Flavio Josefo, Vita 2, 11 habla de Bannus, del que fue discípulo durante tres años; Tosephta, Yadai'm 2,20.
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UNA SOCIEDAD EN CRISIS
Así pues, se aprecia fácilmente que los judíos que vivían en tiempos de Jesús de Nazaret pertenecían a diversas escuelas o tendencias religiosas, más o menos antagonistas, y que dichas escuelas estaban, a su vez, subdivididas en corrientes diversas y variadas. Esto parece reflejar una situación religiosa particular, que se puede resumir en dos puntos: el primero se ve ilustrado por el papel desempeñado tanto por la Torá como por el gran Templo ( que algunas corrientes consideraban como ilegítimo, es decir, impuro o profanado por sacerdotes impíos, plegados al invasor extranjero). Esto demuestra que, al inicio del primer siglo de nuestra era, el magisterio y la autoridad religiosa judía se encontraban en crisis1• Y se puede ver claramente al analizar, por ejemplo, lo que enfrentaba a saduceos y fariseos sobre la forma de interpretar la Ley. Los primeros estimaban que la Torá escrita, transmitida por Moisés, era la primera, pero para solucionar los problemas sociales o religiosos que no encontrasen respuesta en la Ley era necesario recurrir a los sacerdotes (k6hanim), cuya autoridad no podía ponerse en duda; los segundos consideraban que el pueblo ya no obedecía a los sacerdotes y que, en consecuencia, era a los escribas a los que les correspondía llevar a cabo la ardua carga de interpretar las enseñanzas y los mandamientos promul-
1
De este modo se puede comprender mejor por qué la enseñanza de Jesús ha sido «revolucionaria». Cuando un escriba le hace la pregunta de cuál es el «primer mandamiento» que se ha de observar (en referencia a la Ley), Jesús le responde enunciando dos: el amor a Dios y el amor al prójimo, que es «parecido». Para Él, ambos eran indisolubles. Y añadió: «A estos dos mandamientos se atiene la Ley y los profetas» (Mt 22,36-40). Para Jesús la Ley no es un concepto absoluto por el mero hecho de que sea la Ley. Y él, Jesús, ha venido para hacerla «cumplir» totalmente.
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gados en la Ley escrita, completada con los textos de los profetas. Así pues, para los fariseos, el escriba reemplazaba al sacerdote, pero apoyándose siempre en la tradición de las antiguas autoridades religiosas. Ciertos manuscritos del mar Muerto, calificados de «sectarios»2, muestran que algunos judíos habían adoptado una posición todavía diferente: en el Documento de Damas, el Pes her de Habacuc3, el Pes her de los Salmos y el Pesher de Miqueas se encuentran referencias a un personaje calificado de «Maestro de Justicia», fundador o refundador de un movimiento religioso rigorista que estimaba que, no obstante la autoridad inmodificable de la Ley, los textos proféticos desempeñaban un papel importante en la historia santa del pueblo elegido, y que era el Maestro de Justicia quien ejercía la autoridad, en tanto que intérprete esclarecido de la Torá. Para estos judíos de la Yahad, la norma se encontraba establecida a la luz de la Ley, por medio de los escritos y la tradición de su jefe religioso y de sus discípulos. En lo concerniente a Jesús de Nazaret, él se presenta como poseedor de toda autoridad (Me 1, 22, 27), sin referencia a otros rabinos que le habían precedido, y limitando la tradición de los Ancianos (Me 7,3; Mateo 23,23). Y aunque retoma la Ley a su manera, demuestra que no se encuentra sometido a ella, como ilustran los episodios de la mujer adúltera, la cuestión del sabat o el tema de los impuestos. El segundo punto concierne a la sociedad judía propiamente dicha, en el seno de la cual la brecha existente entre los sacerdotes y la aristocracia, por un lado, y el pueblo, por el otro, se hacía cada vez más grande. Este malestar social se debe principalmente a la preocupación por la pureza que vive toda la sociedad judía, pero que no puede aplicarse más que de una forma diferente, según competa a la clase sacerdotal o a las clases socio-profesionales más desfavorecidas. Se trata, pues, de rechazar todo contacto que pueda manchar al creyente: alimentos, cadáveres, osamentas, personas paganas, etc. 2 Existe un centenar de manuscritos de este tipo, de los cuales una treintena mencionan la Yahad ('Unidad' o 'Alianza'). Podría tratarse de un movimiento religioso que un buen número de investigadores identifican como los esenios. Véase A. Paul, 2003, en especial en las páginas 26 y ss. 3 Elpesher (pluralpesharim) es un término hebreo que designa un método de interpretación de la Torá que consiste en actualizar las profecías bíblicas, es decir, en considerarlas como si se aplicasen a un tiempo actual, a un periodo contemporáneo.
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Ya hemos visto que los principales grupos religiosos judíos surgieron en el transcurso del siglo na. C., al romper con los soberanos asmoneos que pretendían asumir a la vez la jefatura real y la función sacerdotal. Según estos judíos piadosos, era necesario separar los dos poderes. Ahora bien, los reyes asmoneos siguieron acumulando las dos funciones. En consecuencia, estos grupos, especialmente los fariseos, compuestos en buena parte por laicos, creían vivir como si fueran sacerdotes, ya que el mismo Yahvé había declarado: «Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa» (Éxodo 19,6); consideraban, pues, que ellos observaban al pie de la letra los preceptos de la Torá, que imponía de manera especial precisas normas de pureza. Por tanto, todos debían respetar las reglas levíticas y vivir en la más perfecta inocencia. Para protegerse contra toda impureza se multiplicaron los ritos de agua, a semejanza de lo que se hacía en el mundo heleno. Pero estas prácticas rituales tuvieron consecuencias inmediatas y devastadoras sobre la sociedad judía, pues la escindían en grupos distintos cuyo grado de pureza era diferente, favoreciendo su desmembramiento y generando un antagonismo cada vez más irreductible frente a todo lo que fuera extranjero y, afortiori, frente a las naciones, es decir, los pueblos paganos. Las clases humildes de Judea y Galilea (pastores, carniceros, tintoreros, artesanos, médicos, publicanos, posaderos, etc.) no podían cumplir con todas las exigencias de la pureza ritual tan extremadamente estrictas, debido precisamente a sus oficios, que les obligaban a un contacto permanente y directo con cadáveres, materiales impuros o bien con los «gentiles»4• A la inversa, los saduceos no cesaron de burlarse de esas prácticas rituales que ponían de manifiesto sus adversarios fariseos. Por su parte, Jesús no cesará de incordiar abiertamente a los bien pensantes codeándose abiertamente con personas consideradas como las más impuras (publicanos, adúlteras, samaritanos, empleados de la Corte o soldados romanos), o moviéndose por las ciudades paganas de Tiro, Sidón, de la Decápolis o por la apóstata Samaria.
4
Término originariamente latino: gentes designaba a todo aquel que no fuera hebreo o israelita. El equivalente hebreo era goy (plural góyim), que generalmente se traduce por 'naciones', es decir, los no judíos, los paganos.
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Son muchos los que hoy consideran que la vida de Jesús no puede ser comprendida si no es en un contexto general de crisis religiosas, políticas y sociales. Otros, por el contrario, estiman que el cuadro general palestino se encontraba relativamente calmado y sereno, a salvo de conflictos, y que el mensaje de Jesús de Nazaret se comprende mejor en un entorno desprovisto de tensiones que en un medio sociopolítico al borde de la explosión. Un investigador como Gerd Theissen se muestra particularmente interesado en la crisis de la sociedad judía del primer siglo antes y después de Jesucristo5• Según el erudito alemán, una crisis no ha de poseer forzosamente una connotación negativa. En efecto, si ella provoca un cambio social, ese cambio no significa de facto empobrecimiento: un cambio social puede desembocar en la mejoría de una situación dada. Dicho claramente, una situación de crisis presupone únicamente transformaciones en un sentido general, vividas como una desestabilización. Además, la crisis no implica forzosamente un dualismo entre, por un lado, la crisis propiamente dicha, y por otro, la aparición y la acción de un personaje carismático que trata de transformar el sistema para resolver esa situación. Se trata de una posibilidad y no de una certeza; ya que ese personaje fascinante puede, al contrario, agravar la situación y ser considerado como la expresión de la crisis, más que su solución. Además, y contrariamente a lo que sucede en nuestras sociedades occidentales modernas, en las que la religión, la política, la cultura, las ciencias, etc., pertenecen a dominios distintos que conforman un sistema, las sociedades antiguas y premodernas constituían un cuerpo en el que todos sus componentes se encontraban estrechamente ligados unos a otros. A la hora de abordar la crisis por la que atravesaba el judaísmo de los tiempos de Jesús, es necesario tener en cuenta el conjunto de esos elementos religiosos, políticos, económicos, culturales, etc., para evitar el peligro de analizar el judaísmo del primer siglo bajo la única óptica de una crisis religiosa, a la cual Jesús habría aportado una solución que se veía rechazada por la mayoría de sus compatriotas. Al tratar el personaje de Jesús, la investigación sociohistórica ha puesto claramente en evidencia la continuidad existente entre él y sus
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G. Theissen, 1998, pp.125-155.
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discípulos. Todos ellos, procedentes de las clases humildes de la sociedad, compartían el mismo estilo de vida marcado por idénticas fiestas y celebraciones religiosas y políticas. Por tanto, las palabras de Jesús tenían muchas posibilidades de transmitirse y conservarse correctamente, y siempre de acuerdo con el mismo espíritu de Jesús. El trasfondo local y social de la tradición nazarena se revela claramente judío y palestino, lo que aumenta las posibilidades de encontrar recuerdos que sean auténticos. En el corazón del movimiento cristiano se encuentra el mismo Jesús. En consecuencia, hablar de este movimiento implica igualmente, y sobre todo, hablar de Jesús. La pregunta que plantea Gerd Theissen es la siguiente: ¿debe la emergencia de Jesús vincularse a una crisis general del judaísmo, o bien está, al contrario, marcada por una situación estable y tranquila? Para responder a tal cuestión el autor establece un análisis deductivo, pasando revista a cuatro posibles perspectivas de la situación social que necesitan un estudio ligeramente diferente: la historia social del Imperio romano en general, desde Augusto a Cómodo (del año 31 a. C. hasta el 192 d. C.); la situación del judaísmo en el transcurso de este periodo; la historia social de Palestina en tiempo de los prefectos (primera mitad del siglo r d. C.); y, finalmente, la época de los prefectos romanos estudiada más de cerca. El periodo que se extiende entre los reinados de los emperadores Augusto y Cómodo cubre dos siglos y está considerado, con acierto, por todos los especialistas como de una increíble estabilidad. Es el tiempo de la pax romana de un imperio que se extiende, bajo el reinado de Trajano ( años 98-117 d. C.), desde Inglaterra a Egipto y desde Marruecos a Irak. Con la única excepción de la crisis que siguió a la muerte de Nerón, no hubo en aquellos años ninguna guerra civil como las que Roma había conocido al final de la República. La vida urbana y rural se desarrollaba sin problemas, el comercio internacional se había intensificado y las clases sociales más adineradas de los distintos pueblos que vivían bajo la autoridad romana iban ligando sus intereses, cada vez en mayor medida, a los de Roma. Se había desarrollado una cultura grecorromana supranacional, latina en Occidente, griega en Oriente. Es en el transcurso de este periodo cuando se desarrolló la vida de Jesús y se difundió el cristianismo: esta nueva religión, considerada anteriormente como un movimiento propiamente judío y después como una 73
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secta marginal, hasta la ruptura definitiva durante el siglo n de nuestra era. Una religión que preconizaba el amor al prójimo, en todo el extenso sentido de la palabra, incluyendo al extranjero, al enemigo y al «pecador». Pero ¿una religión así podría desarrollarse únicamente en un contexto relativamente estable? Cuando se estudia de cerca la historia de los pueblos sometidos por Roma en el curso de sus conquistas, se constata que la integración de esas nuevas poblaciones en el seno del orbis terrarum se ve siempre acompañada de insurrecciones y revueltas durante una primera fase más o menos larga; después llega un periodo de calma durante el cual los pueblos recientemente sometidos asimilan la aportación sociocultural del vencedor, como ilustra a la perfección el ejemplo de la Galia, entre la conquista de César y el reinado del emperador Claudio ( 41-54 d. C.). Ahora bien, lo que caracteriza al pueblo judío es que su insumisión recurrente ha durado prácticamente doscientos años, desde la llegada de Pompeyo ( años 64-63 a. C.) hasta la revuelta de Bar Kokhba (años 132-135 d. C.), y tanto en Palestina como en la diáspora6• Esto proporciona la impresión de una tensión latente, permanente, sorda y profunda. Sin embargo, es precisamente en esta época cuando aparece Jesús y se desarrolla un cristianismo primitivo que es, en el seno del judaísmo, el único movimiento que reconoce que la espera mesiánica ya se ha realizado en Él, pero de una manera inesperada y radicalmente novedosa, puesto que se trata de un mesías sufriente, que ha sido crucificado por los romanos bajo la denuncia de las autoridades del país. El tiempo de los prefectos romanos está marcado por una sorprendente estabilidad en Judea. Los problemas causados por la revuelta de Judas el Galileo, que rechazaba pagar el impuesto a los romanos, parecen haber cesado rápidamente, y el control de la situación se restablece enseguida. Tácito apunta en sus Historias (5 9,2) que el reinado de Tiberio estuvo marcado por una gran estabilidad: Sub Tiberio quies, escribió, refiriéndose a ella. Esto se debe a la duración relativamente prolongada
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Naturalmente, con fases de calma relativa, más o menos largas, como la habida bajo el reinado de Herodes el Grande (37-4 a. C.) o la que se vivió tras la primera revuelta (66-70 d. C.). Fuera de las fronteras de Palestina, los judíos de Alejandría, por ejemplo, también se rebelaron contra Trajano (98-117 d. C.).
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del mandato de los prefectos, una costumbre establecida por el emperador Tiberio. Se trataba, pues, de una quietud que se vio reforzada por la relativa calma que reinaba también fuera de las fronteras de Judea. Se sabe que en esa misma época el gran sacerdote Caifás (años 18-36) también ejercía sus funciones durante un periodo sorprendentemente largo. La relación de estos dos fenómenos permite concluir que tanto el poder romano como las autoridades religiosas judías habían logrado establecer un compromiso para asegurar un cierto equilibrio. Se puede constatar una situación similar en Galilea, donde el largo reinado de Herodes Antipas (4 a. C.-39 d. C.) contribuyó a ahogar las veleidades independentistas de los supuestos mesías. Además, la edificación de sus dos capitales (Séforis, destruida en el año 4 a. C. por Varo, que la reconstruyó, con el nombre de Tiberiades, entre los años 17 y 20 d. C.), si bien ilustra la política de helenización creciente de la Galilea tan querida por el tetrarca, atestigua al mismo tiempo un cambio económico importante, puesto que la creación de ambas ciudades necesitó, sin la menor duda, recurrir a una mano de obra local o regional, favoreciendo también de este modo la economía y el comercio. Cuando se leen los Evangelios se extrae la impresión de que existía una cierta tranquilidad, al menos en el campo y en las pequeñas poblaciones por las que Jesús pasaba con sus discípulos, lejos del tumulto de la capital, Jerusalén. Esta vida itinerante, que se puede interpretar como la prueba de un desarraigo social, denota a contrario una relativa calma, sin los grandes peligros que podría ocasionar el acoso de los bandidos 7, en la que los rabinos que viajaban de un lugar a otro podían encontrar fácilmente cama y comida, lo que demostraría un relativo y modesto excedente que aseguraba un mínimo vital. El movimiento pacifista de Jesús pudo encontrar de este modo un terreno bien fecundo en un contexto ciertamente no exento de tensiones, pero suficientemente pacificado y estable. No obstante, se encuentran algunos conflictos latentes que surgen en relación con las contradictorias iniciativas político-religiosas de Herodes Antipas y Poncio Pilato, y con la irrupción de cierto tipo de personajes -profetas, mesías y revolu-
7 Que sin duda seguían existiendo, como ilustra la parábola del buen samaritano en el Evangelio de Lucas 10,29-37.
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cionarios de toda índole-, como ya hemos hecho notar anteriormente. También hemos mencionado el traslado de la capital de Herodes Antipas, de Séforis a Tiberiades, ciudad que se consideraba impura por haber sido construida sobre un antiguo cementerio, lo que excluía de facto la presencia de sacerdotes y judíos piadosos, y convertía en impuros a los judíos que trabajaban allí o bien habían sido obligados a instalarse en aquella ciudad8• Cabe comentar aquí la elección del nombre de Tiberiades, en honor del emperador, o la determinación del tetrarca para decorar su palacio con imágenes de animales, rompiendo la prohibición de representarlas que todavía seguía vigente en la época", y que, en este caso, podía interpretarse como la afirmación de la voluntad de Antipas de integrar sus Estados en el Imperio romano y en la cultura helénica. [Por no hablar de su matrimonio con·Herodías! Por su parte, Pilato no dejó de ofender a los judíos con iniciativas muy desafortunadas y cargadas de consecuencias: él fue el único de los prefectos romanos que hizo acuñar monedas con símbolos paganos, como el simpulum (utensilio de libación) y el lituus (bastón de los augures). Todo ello con el propósito, sin duda, de marcar una política de prudente acercamiento de Judea al mundo romano. A todo ello hay que añadir la historia de las enseñas o la del acueducto, a la que nos referiremos en páginas posteriores. Resumiendo: tras estos actos provocadores se puede percibir una clara voluntad de querer imponer por la fuerza una determinada cultura, con vistas a la integración progresiva de Palestina en el ámbito del mundo cultural helenístico. Todo ello provocó la aparición de un cierto número de descontentos que no dudaron en seguir a los profetas, mesías y revolucionarios de toda condición que se alzaron para reivindicar, con frecuencia violentamente, la independencia de los judíos bajo la única mirada y autoridad de Jahvé. De este modo, bajo los prefectos romanos, Palestina conoció, por un lado, una política de culturalización simbólica que intentaba iniciar de forma progresiva a los judíos en los símbolos tradicionales del mundo grecorromano, en los cultos paganos y del emperador, sin que ello pareciese necesariamente una provocación deliberada; y por otro, la exis-
8 9
Flavio Josefo, AJ 18 36-38. Flavio Josefo, Vita 65.
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tencia de unos dirigentes de diversa índole que se comportaban como cortafuegos, como contra-símbolos: el bautismo de agua como rito de purificación, el exorcismo para arrojar al impuro o la restauración de los símbolos de culto desaparecidos. La crisis por la que atraviesa el judaísmo en el tiempo de Jesús se halla consecuentemente, y ante todo, vinculada a un rechazo a la integración en el Imperio romano; un rechazo cuyas causas son ciertamente profundas y complejas. Se pueden resumir en el agrandamiento del abismo existente entre las tradiciones religiosas judías y los procesos sociales grecorromanos. Y esta contradicción se vive de forma muy diferente: por una parte, está el pueblo, es decir, la población formada por campesinos, trabajadores, artesanos y esclavos; por otra, la aristocracia, es decir, las élites sacerdotales y laicas, más los recién llegados procedentes de círculos herodianos. Los judíos siempre estuvieron convencidos de que su país, Israel, pertenecía a Dios; y que, por tanto, era una «tierra santa» sobre la cual ellos no tenían otro derecho que el usufructo; un usufructo que debía permitirles subvenir a sus necesidades y a las de sus familias, según el ideal descrito en el primer libro de los Macabeos (14,12): «Que cada uno se siente bajo su viña y su higuera y que nadie venga a inquietarlo». En Palestina, los partidarios de esta «teología de la tierra» eran los campesinos libres, los aparceros y jornaleros, que constituían el grueso de la población judía del siglo 1. Pero, en la realidad, esta concepción social daba pie a otras formas de legitimación muy diferentes y más violentas, formas que sostenían que la tierra pertenece a quien la conquista o a quien la ha comprado; lo cual constituía la terrible y cruel realidad en la vida cotidiana. Esto explica lo que ya hemos subrayado; que en lo sucesivo, para poder cubrir sus necesidades y poder pagar sus impuestos, las clases humildes, es decir, el pueblo bajo, debía gastar todo cuanto le reportaba su trabajo, con el riesgo de endeudarse 1°. Una situación que fue la causa,
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Esto no solamente concernía a los judíos; Tácito escribe que en el año 17 d. C. las provincias de Siria y de Judea rogaron al emperador que se les redujesen los impuestos, lo que demuestra que no se trataba solo de un problema puramente ideológico o teológico, sino de cuestiones fiscales recurrentes y generalizadas (Tácito, Anales 1 76,4 y 2 42,8).
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por ejemplo, de la revuelta de Judas el Galileo en el año 6 d. C. o de las preguntas trampa que se hicieron a Jesús sobre el pago del impuesto al Templo establecido por el emperador11• Generalmente, se consideraban estos impuestos como una carga, y se dudaba de su legitimidad, ya que esta iba en contra de esa «teología de la tierra» que acabamos de mencionar. La consecuencia de todo ello era la desaparición, a corto o largo plazo, de las tradiciones, o bien una reacción violenta contra unas condiciones de vida difíciles e insoportables. Por este motivo se comprende mucho mejor a Jesús cuando dice: «Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el Reino de los Cielos; bienaventurados los dulces, porque ellos compartirán la tierra», o cuando maldice a los ricos, quienes, «aunque ahora se sientan hartados, pasarán hambre más tarde»12• Esta contradicción, que se impone al espíritu de manera patente, también se enfrenta a la aristocracia judía, porque ¿cómo se podrán conciliar las tradiciones religiosas con la realidad sociopolítica? La respuesta a tal pregunta no es fácil, puesto que las tradiciones religiosas presentan dos caras incompatibles: por un lado, se encuentran en el origen de todos sus privilegios, especialmente en los que están vinculados al culto del Templo, unos privilegios que conviene mantener. Pero, por otra parte, esas mismas tradiciones les impiden integrarse plenamente en la sociedad grecorromana y pertenecer a la aristocracia imperial de las provincias romanas. Ahora bien, para Roma era imperioso integrar a estas clases dirigentes de los pueblos sometidos a su autoridad. La política romana consistía, pues, en gratificar a estas élites con derechos cívicos a título individual o colectivo, con lo cual aseguraba a sus miembros una ilustre carrera administrativa y/o militar. No obstante, como ya hemos dicho, estas perspectivas resultaban totalmente irrealizables para los judíos, por razones de pureza religiosa. A menos que cayeran en la apostasía, como fue el caso de Tiberio Alejandro, el nieto de Filón, que se convirtió en
Véase, por ejemplo, Jean Andreau, «Endeudamiento privado y abolición de las deudas en la Roma antigua», Serie Las anulaciones de deuda en el curso de la historia (parte 3), publicada por el Comité para la anulación de la Deuda del Tercer Mundo, noviembre del 2012 (accesible en http//cadtm.org). 11 Mt 17,22-27; Mt 22,15-21. 12 Mt 5, 3-4; Le 6,25.
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procurador de Judea entre los años 46 y 48, los jóvenes aristócratas judíos no podían servir en el ejército o en la administración romana. Por lo que se refiere a la comunidad judía de Palestina, no podía estar organizada como una polis13 helénica normal, puesto que estaba destinada a ser un Estado teocrático que tenía como centro el gran Templo y como guía espiritual y temporal, al gran sacerdote. Un Estado de semejantes características resultaba absolutamente inconcebible a ojos de los romanos, pues hubiera sido visto como una entidad extranjera y como una fuente perenne de problemas insolubles. En conclusión, la aristocracia judía se veía enfrentada a dos opciones diametralmente opuestas: tratar de adoptar la cultura extranjera arriesgándose al descontento del pueblo o respetar sus propias tradiciones enfrentándose a la hostilidad de Roma y, finalmente, a su propia destrucción. La historia ha demostrado que sufrió las dos. De este modo se comprende mejor por qué -en medio de toda esta agitación a la vez religiosa, revolucionaria, mesiánica, apocalíptica o profética- una figura como la de Jesús de Nazaret caerá, víctima de la desconfianza de las autoridades religiosas judías y del prefecto romano: «al proclamarle rey, sus partidarios le sitúan entre los "mesías-usurpadores-agitadores", por más que él mismo afirme su lealtad hacia las autoridades que gobiernan el país»!", Los trabajos de Gerd Theissen muestran de manera muy clara que Jesús no fue un «marginado», sino más bien un judío cuyas convicciones le situaban en el centro del judaísmo de su tiempo. Él proclamaba el reino de Dios, su poder y su victoria en un futuro próximo, pero se trataba de un reino que no era de este mundo. Sus milagros anunciaban que la salvación estaba ahí, que se trataba de una obra de aquí y de ahora. Sus parábolas se inspiran en hechos de la vida cotidiana y resultan comprensibles tanto para los doctos como para los más humildes. En el centro de su enseñanza otorga a todos los hombres, pero sobre todo a los pobres y a los proscritos, la conciencia de ser amados por Dios -al que Él llama «Padre»-y de ser «la sal de la tierra» y «la luz del mundo»15•
13 La polis griega es a la vez una ciudad, un territorio y una comunidad de ciudadanos que participan del mismo destino. 14 M. Sartre, 1997, p. 353. 15 Mt 5,13-14.
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No lograríamos comprender el significado histórico profundo de la figura de Jesús de Nazaret si no hiciéramos referencia a la situación en la que se encontraba el judaísmo de su época, es decir, en el momento de su integración en el Imperio romano. Pero hay un punto que se queda en suspenso: ¿se debe considerar como una expresión de la profunda crisis que sacudía a la sociedad judía del primer siglo de nuestra era o, más bien, como una respuesta convincente y decisiva? Sus contemporáneos ya se hacían la pregunta: ¿venía su poder de Belcebú o de Dios?16. Ningún análisis sociopolítico podrá aclarar esta controversia. La respuesta se halla en nuestro corazón. Después del año 70 y de la destrucción del Templo de Jerusalén, no subsistirán más que dos importantes grupos religiosos judíos: el fariseísmo, llamado también tannaísmo, y el nazarismo o cristianismo. Lo que diferencia a ambos es el reconocimiento o no de Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Esta oposición radical e irreversible entre ambos movimientos religiosos tiene lugar, sobre todo, en el cuadro de las escuelas del judaísmo de la época, pero pronto se verá desbordada hasta invadir la plaza pública y afectar no solamente a los miembros de las comunidades judías de Judea y de la diáspora, sino también a todos los habitantes del Imperio romano y del Imperio parto. Es precisamente de este conflicto, que no ha cesado de mantenerse candente desde hace dos mil años, entre judaísmo y cristianismo, del que se hacen eco las muy raras menciones de los autores politeístas que vamos a estudiar seguidamente.
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Mt 9,34; Me 3,22; Le 11,15.
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SEGUNDA PARTE
¿HA EXISTIDO
Jesús?
Esruoro DE LAS FUENTES TEXTIJALES y ARQUEOLÓGICAS
LAS FUENTES POLITEÍSTAS
Desde un estricto punto de vista histórico sabemos poco de cuanto se. refiere a Jesús de forma precisa, si exceptuamos tal vez los sucesos que se desarrollaron en el transcurso de su prendimiento y de su muerte (Evangelio según san Juan). Para subrayar esta deficiencia documental Henri-Irénée Marrou escribía que «al estudiar( ... ) la Palestina del siglo r, conocemos más cosas sobre la vida sentimental del rey Herodes que sobre la fecha del nacimiento de Cristo»". De hecho, el mismo Jesús no escribió nada o, al menos, nada de lo que haya podido escribir ha llegado hasta nosotros2• Todo cuanto se conoce de él o de su existencia procede de fuentes que se pueden dividir en dos categorías: textuales y arqueológicas. Los escritos que mencionan a Jesús son de tres tipos: 1. Las fuentes politeístas, las más antiguas de las cuales se remontan a finales del siglo r y principios del n d. C. 2. Las fuentes judías (siglos r-rv d. C.) 3. Las fuentes cristianas se pueden dividir entre: el Nuevo Testamento, es decir, los evangelios canónicos, el Apocalipsis de san Juan, los escritos de san Pablo y las Cartas «católicas» (siglos r y rr d. C.); las fuentes apócrifas y gnósticas (siglos rr-rv y v d. C.) y, por
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H-1. Marrou, 1954, p. 65. Se sabe que Jesús sabía escribir, porque Juan nos dice que, ante la mujer adúltera a la que se quería lapidar, se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo (Jn 8,6 y 8). Sobre la capacidad que Jesús pudiera tener realmente para leer y escribir (su alfabetización), véase el comentario positivamente decisivo de Craig A. Evans, 2006, pp. 35-39; Craig A. Evans, 2013, pp. 80-88. 2
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
último, los escritos de los primeros Padres de la Iglesia (siglos r y II d. C.)
* * * A primera vista, la situación de las fuentes politeístas, esencialmente romanas, es relativamente sencilla: no existen escritos politeístas contemporáneos de Jesús que hablen de él, y los que se remontan al inicio del cristianismo que evocan su figura son muy raros y ofrecen muy escasa información. La razón es sencilla: «Desde el punto de vista de un historiador romano, Jesús de Nazaret y sus discípulos no tenían un interés especial»3• La vida de Jesús fue breve (una treintena de años) y concluyó con el ignominioso suplicio-de la cruz. ¿Cómo iban los romanos a prestar atención a un hombre que aparecería como el fundador de una pequeña secta oriental o como un agitador que actuaba en una lejana provincia de su inmenso imperio?4• La respuesta se impone por sí sola. A todo esto se puede añadir-insistimos en ello- que solamente nos ha llegado una ínfima parte de las obras antiguas, pérdida de tal consideración que se ha sido calificada de desastre cultural, de «naufragio de la literatura antigua»5. En efecto, para tomar un ejemplo de los autores que vamos a citar, pocos son los que saben que la obra de Tácito, uno de los mejores historiadores romanos, nos ha llegado de una forma muy particular; su última obra, los Anales, que trata del periodo del reinado de los cuatro emperadores julio-claudios que se sucedieron tras la muerte de Augusto en el año 14 d. C. (Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), constaba, al menos, de dieciséis libros. De ellos, los libros séptimo y décimo, y algunas partes importantes de los libros quinto, sexto, undécimo y décimo sexto, se han perdido. Por tanto, nos resulta imposible, al menos de momento,
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Gr. Stanton, 1997, p. 155. l-P. Roux, 1989, p.13. 5 Por ejemplo, Th. Zieliríski, «Para reconstruir las tragedias perdidas de la literatura griega», enRevue beige de philologie et d'histoire, 1927, vol. 6, p. 594; o también Jules Berger de Xivrey, Recherches sur les sources antiques de la littérature francaise, París, 1829, p. 19, por no citar más que dos obras antiguas. 4
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_¿_H A EX ISTID O
Jasús? ESTUDIO DE LAS FUENTES
TEXTUALES
y ARQUEOLÓGICAS
saber en detalle lo que contenían como datos históricos. Sobre este tema volveremos más adelante. *
* *
Los pasajes que se refieren a Jesús de Nazaret proceden de las obras de Plinio el Joven, Tácito y Suetonio, entre los autores romanos que se mencionan más frecuentemente. El documento más antiguo que .se conserva no es obra de un historiador, sino de un abogado y orador de talento. Se trata de una carta de Plinio el Joven (Cayo Plinio Cecilio Segundo, 61-115), sobrino e hijo adoptivo de Plinio el Viejo (Cayo Plinio Segundo), que en su calidad de gobernador de Ponte-Bitinia, en Asia Menor, escribió hacia el año 111-113 d. C. al emperador Trajano para exponerle la actitud que había adoptado con respecto a los cristianos, y pidiéndole consejo sobre lo que se debería hacer a este respecto: De acuerdo con la regla que he seguido con aquellos que me fueron encomendados como cristianos. 3. Les he preguntado directamente si eran cristianos. A los que contestaron afirmativamente les he vuelto a preguntar por segunda y tercera vez, amenazándoles con el suplicio; aquellos que perseveraron en su afirmación los he mandado ejecutar, porque estoy seguro de que era necesario castigar ese inflexible empecinamiento y obstinación. 4. A otros que estaban poseídos por la misma locura, y en tanto que eran ciudadanos romanos, he ordenado que sean enviados a Roma. Como sucedió en otras ocasiones semejantes, a medida que fue avanzando la acusación se presentaron casos diferentes. 5. Ha aparecido un libelo sin firma que contiene gran número de nombres. A aquellos que niegan ser cristianos, o haberlo sido, e invocan a los dioses según la fórmula que les he dictado, y hacen sacrificios con incienso y vino ante tu imagen, que yo he mandado traer para esta ocasión con otras estatuas de los dioses, y si además blasfeman del Cris85
Los EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
to -cosas todas que, según se dice, es imposible de obtener de aquellos que son verdaderamente cristianos-, he pensado que se les puede dejar libres. 6. En cuanto a otros, cuyos nombres habían sido suministrados por un denunciante, dijeron que eran cristianos, después pretendieron asegurar que no lo eran, que si bien lo habían sido en un tiempo habían dejado de serlo, unos al cabo de tres años, otros al cabo de más años todavía, incluso algunos después de veinte años. Todos ellos han adorado tu imagen, al igual que las estatuas de los dioses, y han blasfemado del Cristo. 7. Por otra parte afirmaron que toda su falta, o su error, se limitaba a tener la costumbre de reunirse en un día fijado a la salida del sol, para cantar entre ellos y de forma alternativa un himno al Cristo como a un dios, de juramentarse para no perpetrar ningún crimen, ni a acometer robos, bandidaje o adulterio, a no faltar a la palabra dada, a no negarse a reconocer un depósito que les fuera reclamado por la justicia; cumplidos estos rituales tienen la costumbre de separarse, y de volverse a reunir de nuevo para tomar su alimento, el cual, según se dice, es humilde e inocente; a esta misma práctica habían renunciado tras la promulgación de mi edicto en el cual había dado instrucciones de prohibir los hetairos6• 8. Así pues, he considerado necesario sacar la verdad a dos esclavas, que se decían diaconesas, sometiéndolas a tortura. No he encontrado más que una superstición carente en absoluto de sentido7• (Carta a Trajano, 10,96). Es necesario hacer notar además que Plinio no cita expresamente a Jesús, sino que habla en tres ocasiones del Cristo8 y del culto que le rin6
Término griego que designa una asociación de amigos, de compañeros o de camaradas. M. Nisard. Quintilien et Pline le Jeune, París, 1865; acceso directo en Remacle.org. 8 Según una terminología que se encuentra en los escritos cristianos apócrifos del siglo n, es decir, contemporáneos de Plinio, Tácito y Suetonio. Véase el estudio de nombres del Nuevo Testamento que presentó Peter Williams, director de la Tyndale House, de Cambridge, en el transcurso de una conferencia pronunciada en la Lanier Theological Library, el 3 de mayo de 2011 (vídeo en Internet). 7
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_¿_H A EX ISTID O
Jesús?
ESTUDIO DE LAS FUENTES TEXTUALES
y ARQUEOLÓGICAS
den sus adeptos («como a un dios»9). No obstante, se sabe por el Nuevo Testamento que el término «Cristo» ( o Mesías) es un título reconocido y atribuido a Jesús (Mt 27,17 y 22; Le 23,2; Rm 5,6), un reconocimiento confirmado igualmente por Flavio Josefo1º. Volveremos más adelante sobre esta identificación. Se conoce la respuesta del emperador a Plinio, aconsejándole que rechace las denuncias anónimas, pero que castigue a aquellos que persistan en decirse cristianos. * ·*
*
Publius Comelius Tacitus, conocido como Tácito (hacia el 54-hacia el 119/120 d. C.) es uno de los más grandes historiadores romanos. En un pasaje célebre de sus Anales, este escritor, que fue asimismo gobernador de Asia (desde 112 hasta 114 d. C.), hace alusión a la muerte de Cristo y a la presencia de cristianos en Roma. Explica asimismo cómo el emperador Nerón, sospechoso de haber incendiado Roma para llevar a cabo sus proyectos urbanísticos, desvió las sospechas ofreciendo al pueblo enfurecido un chivo expiatorio: los cristianos: Pero ningún medio humano, ni generosidades imperiales, ni ceremonias expiatorias hicieron callar el grito del pueblo que acusaba a Nerón de haber ordenado el incendio. A fin de apaciguar estos rumores hizo recaer las sospechas sobre otros culpables, e hizo sufrir las torturas más refinadas a una clase de hombres detestados por sus abominaciones, y a los que el vulgo llamaba cristianos. 3. Este nombre les venía de Cristo, quien, bajo el reinado de Tiberio, fue condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato. Repri9
Según Étienne Couvert, esta plegaria pertenece a la liturgia sirio-caldea; es también uno de los himnos más antiguos, el Lakou Mara ( «A ti, Señor»), que se cantaba en las primeras comunidades cristianas. Véase É. Couvert, 1995, p. 5. 10 «Como Anano creía tener una ocasión favorable en ese momento, porque Festo había muerto y Albino se encontraba todavía de viaje, reunió un sanedrín, citó ante él a Santiago, hermano de Jesús, llamado el Cristo, y a algunos otros, y les acusó de haber trasgredido la ley, y los hizo lapidar» (AJ 20 200).
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Los
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mida momentáneamente, esta execrable superstición se desbordó de nuevo, no solamente en la Judea, en donde había tenido su origen, sino en la misma Roma, a donde afluye y tiene sus partidarios todo cuanto el mundo encierra de infamias y de horrores. 4. Se aprendió en principio a aquellos que confesaron pertenecer a la secta; y, a través de sus revelaciones, se pudo detener a una infinidad de otras personas que eran mucho menos causantes del incendio que del odio del género humano. Se hizo del sufrimiento que padecieron una auténtica diversión: unos cubiertos de pieles de bestias perecían devorados por los perros; otros morían en la cruz, o bien eran recubiertos de materias inflamables y cuando concluía el día, se les quemaba en lugar de las antorchas (Anales 15,44)11• Tampoco aquí se menciona el nombre de Jesús, sino el de Cristo. Sin embargo, la precisión del historiador romano al hablar de la condena a muerte bajo Poncio Pilato y el lugar de origen de esta «execrable superstición», a saber, la Judea, no deja duda alguna sobre la identidad del personaje. Incluso si los especialistas no se ponen de acuerdo sobre la naturaleza y el origen de las fuentes de Tácito12, se le considera como un buen historiador que utiliza de forma crítica las fuentes que emplea; y la autenticidad de este pasaje es generalmente reconocida por todos los especialistas (incluso cuando se equivoca
11
J.I. Bumouf. Oeuvres completes de Tacite traduites en francais avec une introduction et des notes, París, 1859, acceso directo en la Itinera Electronica de la Universidad Católica de Lovaina. Este calificativo de «execrable superstición» de la que habla Tácito se prolongó durante mucho tiempo, ya que el apóstol Pedro hace alusión a él en su primera epístola 2, 12: «Llevad entre las naciones una hermosa conducta a fin de que, en el mismo punto en el que ellos os calumnien como malhechores la visión de las buenas obras les lleve a glorificar a Dios, en el día de su visitación». 12 Tanto si recabó su información de otro historiador, por ejemplo, de Flavio Josefo, o bien la obtuvo de anotaciones de Plinio el Joven, con quien se entendía bien, o incluso si sus datos procedían de informes de la policía sobre los cristianos (véase a este propósito R.M. Sheldon, 2009, p. 329), o de otros documentos oficiales. En fin, es posible que haya mencionado lo que los mismos cristianos decían cuando los acompañó, mientras estaba en Asia.
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sobre el cargo de Poncio Pilato, que era prefecto de Judea y no procurador!'). ¿Resulta, por tanto, sorprendente que no se encuentre ni siquiera una breve mención a Cristo en la obra de Tácito? Por supuesto que no. La razón es sencilla: los acontecimientos de los años 29 al 35, los que precisamente conciernen a la vida pública de Jesús, se encuentran consignados en los libros quinto y sexto de los Anales. Ahora bien, del libro quinto no subsiste más que un corto fragmento ( caps. 1-5) relativo al inicio del año 20, en el que se menciona la muerte de Livio, el reforzamiento de la tiranía de Tiberio, las intrigas de Sejano y algunas otras decisiones tomadas por el emperador. Por lo que se refiere al libro sexto, este se refiere al final del año 31, a los años 32, 33, 34, 35, 36 y al inicio del año 37 (deteniéndose a la muerte de Tiberio), pero también se encuentra incompleto. Así pues, se encuentran ciertas informaciones sobre los asuntos internos romanos correspondientes a los años 32 al 37, y de los asuntos externos ( que conciernen especialmente a las provincias de Oriente y, por consiguiente, a Judea) de los años 35 y 36. En consecuencia, resulta normal no hallar mención alguna a Jesús, o al Cristo, en lo que ha
13 Esta confusión se explica por el hecho de que el cargo de prefecto de Judea, que ocupaba precisamente Poncio Pilato, quedó reemplazado, en el año 44, tras la muerte del emperador Agripa I, por el de procurador. J. P. Lémonon, 2007, p. 52-53, subraya que el cambio de título de prefecto a procurador para designar a los gobernadores de las provincias tuvo lugar bajo el emperador Claudio (41-54). Ello «corresponde a una evolución histórica de los gobernadores de rango ecuestre», de cuya situación tomó nota Claudio (Tácito, Anales, 12,60). Tácito escribe que, en efecto, hacia el año 45 el emperador Claudio creó un senado-consulto que reforzaba el poder de los procuradores, y que se expresa en distintas ocasiones en apoyo de su autoridad. Él también indica que «Claudio ( ... ) hizo una provincia de la Judea, y dejo su gobierno a caballeros o a libertos». (Tácito, Historias, 5,9). Una explicación del «desprecio» de Tácito a propósito del título de Pilato ha sido propuesta por M. Dubuisson, 1999, p. 131-136, a saber: 1. Que existe una dificultad gramatical en el pasaje de Tácito, Tiberio imperitante per procuratorem Pontium Pilatum suplicio adfectus erat, lo que se puede traducir por «El Cristo fue llevado a suplicio cuando Tiberio gobernaba por intermedio de Poncio Pilato, su procurador», sugiriendo de este modo que el emperador controlaba de forma personal, y de cerca, la evolución de la compleja y peligrosa provincia que era la Judea. 2. Que Pilato parece tener en su estatus particular el de ser amigo de César, obtenido sin duda gracias a Sejano.
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sido conservado de este libro, ya que no habría tenido sentido para el autor hablar de esas fechas, dado que la muerte de Jesús tuvo lugar en el año 30 o 3314•
* * * Otro escritor romano de principios del siglo n subraya las conexiones existentes entre los cristianos y el Cristo. Se trata de Suetonio (Cayo Suetonio Tranquillus, hacia los años 75-150). Amigo íntimo de Plinio el Joven, desempeñó el puesto de secretario ab epistolis, es decir, encargado de la correspondencia del emperador Adriano. Debido a su cargo, tenía libre acceso a los archivos del Palatino, que eran los aréhivos imperiales. En su Vida de los doce Césares, escrita hacia el año 120 y que se conserva en su totalidad, Suetonio menciona a los cristianos a propósito de la actuación del mismo Nerón, en una serie de edictos regulados por este último: Bajo su reinado fueron severamente reprimidos y castigados muchos abusos. Del mismo modo, se establecieron ordenamientos para prevenirlos. Fijó los límites al lujo. Redujo los festines públicos a sencillas distribuciones de víveres. Prohibió la venta en las tiendas de platos cocinados, excepto las legumbres y los productos de jardinería; mientras que antes se vendían todos esos alimentos. Ordenó el suplicio de los Cristianos, raza entregada a una nueva y culpable superstición. Puso fin a los excesos de los corredores de carros, quienes, beneficiándose de un antiguo privilegio, hacían trampas y robos, sacando partido de todas partes. Mandó al exilio a los grupos de actores de pantomimas, prohibiendo esta clase de obras15• (Vida de Nerón, 16).
14
Sobre la fecha de la muerte de Jesús, véase J. Finegan, 1964; A. Loth, 2003 (sobre todo en las páginas 499-610). 15 Traducción al francés de M. Cabaret-Dupaty, París, 1893, con algunas adaptaciones de J. Poucet, Lovaina, 2001 (http://bcs.frr.ucl.ac.be/SUET/NERO/trad.html#xv).
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Suetonio menciona también, en su Vida de Claudia, un decreto de expulsión de los judíos de Roma, fechado en los años 46-50, en el que se dice que: «Como los judíos se sublevan continuamente por instigación de Chrestos (impulsare Chresto) los expulsa de Roma»16• (Vida de Claudia, 25). Suetonio utiliza un término ligeramente diferente del empleado por sus amigos Tácito y Plinio el Joven: Chrestos en lugar de Christos. En griego, el primero significa 'honesto', 'valiente', 'virtuoso', 'bueno', 'dedicado', 'bienhechor', 'fiable'; el segundo, 'ungido', 'recubierto'. El contexto no permite saber si hubo una inversión de las letras, es decir, el reemplazo de una «i» por una «e», o no. Además, las dos palabras existen en la literatura cristiana 17, y es muy probable que haya habido dos calificativos para Jesús entre los primeros cristianos. Al leer este pasaje también se puede tener la impresión de que este Chrestos era un miembro muy revoltoso de la comunidad judía de Roma, lo que habría justificado su expulsión. También se puede colegir que en esta época, es decir, en los años 50 y 60, tanto los judíos como los cristianos se disputaban la figura de Jesús18, el Cristo; y que más de una vez estas disputas en el seno de
16 Traducción al francés de M. Cabaret-Dupaty, París, 1893, con algunas adaptaciones de J. Poucet, Lovaina, 2001 (http//bcs.ftr.ucl.ac.be./SUET/CLAUD/plan.html). 17 Tertuliano (150-220 d. C. aproximadamente), Apologética, 3,5: «La palabra christianus, por el contrario, si se considera su etimología, deriva de la palabra "unción". Incluso cuando la pronunciáis inadecuadamente chrestianus -ya que no tenéis un conocimiento exacto del término-- significa, a la vez, "dulzura y bondad". Así pues, existe entre la gente inofensiva un término que es, asimismo, inofensivo». Lactancio (alrededor del año 300 d. C.) Institutiones divines 4,7: «Existe entre los hombres el nombre de Jesús; el de Cristo no es un nombre propio, sino una señal de poder y de realeza, a la manera en que los judíos llamaban a sus reyes. Creo que debo explicar, debido a los que lo corrompen por ignorancia y que al cambiar una letra dicen Chrest en lugar de Christ». Es necesario apuntar que el término «cristiano» fue, en el principio, un sobrenombre creado en Antioquía para designar a los partidarios del Cristo. Cristo que no es considerado como un título, sino como un nombre propio. En su inicio siempre fue utilizado por quienes no creían en él, como atestiguan los escritos de Plinio, Tácito y Suetonio, pero también aparece esta palabra en tres pasajes del Nuevo Testamento: Ac 11,26; Ac 26,28; IP 4,16. Para este tema, al igual que para otros que tienen que ver con las relaciones entre los cristianos y el Imperio romano, véase M. Sordi, 1986. 18 S. Bardet, 2002, pp. 228-229, recuerda que «las investigaciones de los especialistas demuestran, cada vez más claramente, que hasta el siglo II d. C., es decir, después de la muerte de Flavio Josefo, los cristianos de origen judío son judíos que en el interior del
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una misma comunidad degeneraron, hasta el punto de que el emperador decidió desembarazarse de semejantes agitadores 19• Sea como sea, incluso si este pasaje de Suetonio ofrece dudas, parece evidente que hace una referencia implícita a Jesús, y nada permite justificar el argumento según el cual el hecho de no hablar de Jesús de manera más explícita demuestra que nunca existió. Tal argumento no resiste el análisis. En efecto, las Vidas de los doce Césares de Suetonio, colección de biografías de los emperadores, «no son obras históricas, en el sentido en que se las suele entender, ya que presentan la cronología y el encadenamiento de los sucesos de una manera meramente aproximativa; cada hecho se clasifica (más o menos) en una categoría: infancia y origen, carácter, retrato físico, retrato intelectual, actividades militares, juegos para el pueblo, etc. También aquí la crítica resulta prácticamente inexistente2º ( ... )». Así pues, en una obra de estas características no hay la menor necesidad de mencionar a un profeta de una pequeña provincia oriental del Imperio, cuya capital será pronto erradicada y su población expulsada. Por lo que se refiere a la obra de mayor importancia de Suetonio De los hombres ilustres (De viris illustribus), libro que está dedicado a los políticos y militares, a los oradores, a los poetas, gramáticos y rectores, a los filósofos, etc., no ofrece más que noticias relativas a estos últimos, con apuntes sobre la vida de ciertos poetas y demás escritores, categorías socio-profesionales a las cuales no pertenecía en modo alguno Jesús. Por consiguiente, no había razón alguna para mencionarlo. El historiador debe tomar en consideración todos los testimonios que se le ofrecen, estudiarlos por separado y, posteriormente, confrontarlos para extraer de ellos el mayor número de conclusiones. ¿Pero qué informaciones podemos obtener cuando examinamos atentamente los textos de Plinio, Tácito y Suetonio? Su estudio solamente nos permite
judaísmo ( ... ) apelan a la llegada de un mesías. Este es, especialmente, el caso de los ebionitas, de quienes Theodoret de Cyr (Historias eclesiásticas) decía que «observaban el sabat según la Ley judía y santificaban el domingo según nuestra costumbre». Sobre los ebionitas, véase E. Couvert, 1995. 19 Las Actas de los Apóstoles también se hacen eco de la impaciencia del emperador Claudio con respecto a los judíos de Roma (Ac 18,2). 2 º P. Grima!, 1965, p.115.
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decir que existió un personaje llamado Cristo, perteneciente a la nación judía, que fue condenado a muerte en Judea bajo el reinado de Tiberio, siendo Poncio Pilato «procurador» de Judea, y que tenía discípulos que lo veneraban como un-dios y que, consecuentemente, no hacían sacrificios a los otros dioses. Si preguntáramos por la identidad de una persona semejante en nuestro entorno, ofreciendo tan solo las escasas informaciones suministradas por los testimonios de esos tres autores latinos, ¿cuál podría ser la respuesta? Otros autores politeístas han evocado también la figura de Jesús, pero de manera todavía menos explícita. Ahora bien, aunque sus testimonios, tomados de forma individual, no resulten determinantes, estudiados en su conjunto presentan una serie de datos convergentes que confirman la existencia de Jesús. Luciano de Samosata (120-180 d. C. aproximadamente) nació en una localidad del alto Éufrates. Viajó a Italia y a la Galia como orador itinerante. Posteriormente vivió en Atenas y, más tarde, ocupó un puesto en la administración de Egipto. Sus obras constituyen reflexiones espirituales que se muestran a menudo paródicas y en las que se burla de manera especial de la religión y de la filosofía. Sigue esta línea cuando en su De morte peregrini (Sobre la muerte de Peregrinos) habla de la muerte de un tal Peregrinos Proteus, un griego de la ciudad de Parium, antiguo cristiano de Palestina y posteriormente seguidor de la escuela cínica, que se inmoló públicamente en Atenas -muerte de la que Luciano de Samosata fue testigo-, y evoca la figura de Jesús en dos ocasiones, sin llegar jamás a nombrarlo, en los párrafos 11 y 13, en los cuales menciona a las comunidades cristianas de Palestina: Los cristianos, ya sabes, adoran todavía hoy, a un hombre -un personaje distinguido (notable) que introdujo ritos originales y que fue empalado (crucificado) por ello. Como ves, estas criaturas extraviadas tienen la convicción general de que son inmortales para siempre, lo que explica su desprecio a la muerte y su propia entrega voluntaria, cosas que son muy corrientes entre ellos; además, su legislador original les ha convencido de que todos serán hermanos 93
Los EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
a partir del momento en que se hayan convertido, hayan renegado de los dioses de Grecia y hayan adorado al sabio empalado (crucificado), y vivan bajo sus leyes. Este testimonio, que data de la segunda mitad del siglo II, fue redactado por un hombre que había viajado mucho por Occidente, pero también, y sobre todo, por Oriente (Asia Menor, Antioquía y Egip21 to ) • Como funcionario imperial, bajo el reinado de Marco Aurelio, tuvo ocasión de encontrarse con cristianos y conocer, aunque fuera vagamente, la historia de Jesús. Y aunque no haya utilizado fuentes independientes sobre la historicidad de Jesús, ha podido remitirse a fuentes o testimonios cristianos, e incluso paganos (Tácito). Por desgracia, Luciano no los cita. Todo lo que se puede entrever es que no pone en duda la existencia de Jesús, puesto que no cesa de burlarse de la religión e incluso de la religiosidad de los cristianos, una religiosidad que encuentra excesiva.
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La carta que Mara bar Serapion escribió a su hijo nos parece más interesante. Está redactada después de los años 72- 73, es decir, tras la anexión de Samosata por los romanos (a la cual hace alusión el autor), pero antes del siglo m, ya que la mayor parte de los expertos están de acuerdo en datarla a finales del siglo r de nuestra era22• Esta carta se conserva actualmente en un manuscrito del siglo vr-vn, en la British Library23• En esta carta escrita para animar a su hijo que se encontraba en prisión, el padre le dice que todos aquellos que han condenado a muerte a hombres justos terminaron mal:
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Luciano es también autor de una obra titulada Cómo es necesario escribir la Historia, en la que subraya su interés por la precisión histórica: «Tal es, lo repito, el único deber del historiador: no atenerse más que a la verdad cuando uno trata de escribir historia, y olvidarse de todo lo demás; en una palabra, la única regla, la medida exacta, es no mirar solamente a aquellos que la oyen, sino también a aquellos otros que, más tarde, leerán esos escritos». Véanse referencias a este autor en páginas posteriores. 22 Véase especialmente R. R. Van Voorst, 2000, pp. 53-56; F. F. Bruce, 1975, p.114. 23 Bajo la acotación BL. Add. 14658.
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¿ Qué beneficio consiguieron los atenienses con la condena a muerte de Sócrates, puesto que tan solo recibieron como retribución la hambruna y la peste? ¿O los habitantes de Samos al quemar a Pitágoras, visto que en una hora todo el país quedó cubierto por la arena? ¿ O los judíos con la muerte de su sabio rey, viendo que desde ese momento han quedado privados de su reino? Porque Dios ha vengado justamente la sabiduría de los tres: los atenienses murieron de hambre: los habitantes de Samos quedaron irremediablemente inundados por el mar; los judíos, entregados a la desolación y expulsados de su reino, han quedado dispersos por todos los países. Sócrates no ha muerto, gracias a Platón; Pitágoras tampoco, gracias a la estatua de Hera; y el rey sabio tampoco, gracias a las nuevas leyes que él ha establecido. No se nombra a este «rey sabio» de los judíos que fue condenado a muerte, pero que ha dejado leyes; sin embargo, todo parece referirse a Jesucristo, evocado en términos no cristianos. En efecto, ¿en qué otro «rey sabio», notable por su sabiduría, que fue ejecutado por «los judíos» precisamente antes de la dispersión del pueblo hebreo, que estableció nuevas leyes y que fue considerado como rey, podemos pensar? Con todo, es necesario establecer algunas consideraciones24• ¿Por qué no se nombra a Jesús, como se hace con Sócrates o Pitágoras? De hecho, este «rey sabio de los judíos» muy bien pudiera haber vivido en la misma época que Pitágoras o que Sócrates, cinco o seis siglos antes que Jesús. También es necesario anotar que el autor se equivoca en el caso de Pitágoras, que no fue quemado por los habitantes de Samos, sino que murió en un incendio en Metaponto, en el sur de Italia.
Una breve, pero muy documentada, puesta a punto, en U. Possekel, 1999, pp. 29-30. Véanse igualmente P.-M. Beaude, 1983, y los artículos de Il. Ramelli, 2004, pp. 77-104, Il. Ramelli, 2009, pp 92-106. 24
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Por consiguiente, ciertos estudiosos estiman que este testimonio resulta inadmisible25. Pero también resulta razonable pensar que el autor lo escribió remitiéndose a su memoria de la historia, y que semejante memoria tuvo ciertos fallos, como las circunstancias que concurrieron en la muerte de Pitágoras, o el hecho de no acordarse del nombre de ese «rey sabio» de los judíos. Sin embargo, para vincular la muerte del «rey sabio» (calificativo también empleado por Luciano de Samosata) con la expulsión de los judíos de su país, sería necesario tener en cuenta la destrucción y la ruina del Templo de Jerusalén por el ejército de Tito, apenas cuarenta años después de la muerte de Jesús, o la destrucción completa de la ciudad de Jerusalén bajo el emperador Adriano en el año 130 ( en el caso de que se decida fechar esta carta del siglo n). A la muerte de Sócrates también siguieron profundas desgracias para los atenienses, como lo prueba la historia de la ciudad griega del siglo IV a. C. Se puede citar, a título de ejemplo, la guerra de Corinto, o incluso la guerra social (357-355 a. C.) que causó severos problemas de aprovisionamiento para la población ateniense26• Por lo que se refiere a Pitágoras, originario de Samos, murió en el incendio de la casa de un tal Milón de Crotona, y no a manos de sus conciudadanos de Samos, sino de un noble crotoniano, un tal Cylon. Anteriormente, había dejado su ciudad natal, de grado o por fuerza, pues estaba gobernada con mano de hierro por Polícrates, tirano desde el 538 al 522 a. C., y parece que sus conciudadanos no hicieron nada por retenerlo.
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Tal sucede con la afirmación de Ka. McVey, 1990, p.272, para quien este texto fue escrito en el siglo 1v por un cristiano «que adoptó la postura de un pagano educado y admirador de Jesús y sus discípulos». Otros autores han pensado que se trata de un simple ejercicio retórico de la Antigüedad tardía, pues la carta termina en tercera persona. 26 Véase, por ejemplo, CI. Mossé, 1962. Pudo haber una hambruna en Atenas poco tiempo después de la muerte de Sócrates, terrible, pero de corta duración, que todavía se recordaba en tiempos de Mara ben Serapion, pero que desapareció rápidamente, y de forma progresiva, de la memoria del pueblo. No hay que olvidar que no sabemos todo cuanto sucedió en la historia de la humanidad, y que el argumento «nadie ha hablado de ello» o «no existen pruebas de ello en ninguna parte» no es científico.
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Para finalizar, mencionemos la existencia de tres cortas alusiones a Jesús, o al Cristo, hechas por Numenio, filósofo griego del siglo II citado por Orígenes27, por Galieno28 y por Celso29• *
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La aportación de las fuentes politeístas, en su conjunto, resulta muy escasa. En primer lugar, todas ellas son, más o menos, tardías para dar cuenta de la existencia de Jesús, y nada prueba que no se trate de fuentes independientes. Además, estos autores, especialmente Plinio el Joven, enfrentados a la realidad cristiana que se hace a la luz durante el Imperio, subestiman el fenómeno y la difusión del cristianismo porque en realidad ellos, intelectuales y miembros de las élites de la sociedad romana, desprecian este movimiento religioso al que, a su juicio, faltan tanto el rigor lógico y la razón crítica, como la tradición intelectual. Ellos tienen la impresión de que los cristianos no respetan las reglas del juego intelectual y social. Como subraya san Pablo, para los griegos y para los romanos, a poco que estén educados y sean inteligentes, el cristianismo es una locura". Sin embargo, conviene subrayar que, a pesar de su carácter fragmentario ( cuya causa es su variedad), estas escasas alusiones a Jesús resultan
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«Se sabe que el filósofo Numenio, que es quien mejor ha esclarecido lo que hay de oscuro en Platón, y que había abrazado la secta de los pitagóricos, cita muy frecuentemente en sus escritos pasajes de Moisés y de los profetas, estableciendo alegorías bastante verosímiles, como en el tratado al que da el título de Epops, en sus libros Sobre los Nombres y Sobre el lugar. Hace referencia, en el tercer libro de su tratado Sobre el Bien, a una historia de Jesús, sin mencionarlo, y la toma en un sentido alegórico». (Contra Celsio 4,51, de las Démonstrations évangeliques, Éd. Migne, París, 1813). 28 «¿No sería mejor presentar una argumentación apropiada, más que dejarse impresionar por opiniones generales? Discutir sin preocuparse por establecer puntos de vista es como entrar en la escuela de Moisés y de Jesús y escuchar palabrerías sobre leyes infundadas» (De pulsum differentiis, 2,4). Más tarde Galieno (alrededor de los años 129-200 d. C.) añade: «En efecto, sería más fácil aportar ideas nuevas a los adeptos de Jesús y del Cristo que convencer a los médicos y a los filósofos que siguen atenazados a las enseñanzas de sus escuelas». (Ibid. 3.3, tomado de Fr. Vouga, 1998, pp. 258-259). 29 Véase el Contra Celsium de Orígenes. 30 Pablo, !Co 1,18; 3,4. Sobre esta actitud adoptada por autores paganos, véase Fr. Vouga, 1998,p.260.
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muy estimables en la medida en que sitúan al personaje en la historia (por ejemplo, al enviarlo a Tiberio o a Pilato ). Estas alusiones remiten a un contexto particular (la nación judía); evocan su suplicio y su crucifixión; hacen de su muerte un asunto relevante de la competencia de los romanos. Su interés procede igualmente del hecho de que ningún politeísta, ya sea griego o romano, adversario declarado del cristianismo o indiferente a su mensaje-aunque sepamos esto a pesar de la desaparición de tantas obras antiguas-, ha tenido la ocurrencia de rechazar la existencia histórica de Jesús.
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LAS FUENTES JUDÍAS
Jesús era judío. Había nacido en Belén, creció en Nazaret, enseñó e instruyó a gentes de su propio pueblo en Galilea, Judea, Samaria, llegando incluso a la Decápolis o al Levante. Las más altas autoridades judías lo denunciaron ante los romanos por sacrilegio y fue condenado a muerte en Jerusalén, a principios de los años treinta, bajo el título de «Rey de los judíos». Decir esto resulta muy banal, pero es necesario que lo recordemos siempre. No se puede comprender la vida y el mensaje de Jesús de Nazaret si se olvida esta importante (y, sin embargo, tan clara) evidencia. Sus apóstoles y primeros discípulos también eran judíos, y las comunidades cristianas primitivas se desarrollaron en el seno de las comunidades judías de Palestina y de la diáspora judía, tanto en Occidente como en Oriente1• Sin embargo, ¿aparece Jesús en los escritos de los autores judíos? Existen algunas menciones, pero, como vamos a ver, son muy raras; de una rareza que ciertos autores no dudan en negar, alegando consideraciones científicas y, en parte, ideológicas. 1
Todavía se ignora hoy día en Occidente que la gran mayoría de los apóstoles realizaron su misión de evangelización en Oriente, es decir, en la parte oriental del Imperio romano, y también más allá de sus fronteras, entre los partos, los escitas y hasta en la India (incluso en China, como tienden a demostrar los trabajos de Pierre Perier, [ cf. Bibliografia]). Esta ignorancia afecta también a las fuentes de la lengua y la cultura aramea o siria, como la Peshitta, por ejemplo (véanse páginas posteriores). Hasta le llegada de Alejandro Magno, la historia de Palestina tiene más que ver con los imperios mesopótamicos, egipcio, hitita, asirio, babilónico y persa, que con Occidente. Para defender su reino contra las pretensiones de Herodes el Grande y los romanos, Antígono II Mattatías (40-37 a. C.), el último de los soberanos asmoneos, no dudará en establecer una alianza con los partos, alianza que encallará en el sitio de Jerusalén por Herodes y Sossio, el gobernador romano de Siria, en el año 37 a. C.
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Los
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El testimonio más importante es, con mucho, el de Flavio Josefo (37 d. C. - en tomo a 100 d. C.). Oriundo de una familia sacerdotal de Jerusalén, tomó partido por los fariseos y participó, desde el 66, en la guerra que sostenían los judíos contra los romanos. Jefe de una guarnición de insurgentes en la fortaleza de Jotapata (Yodfat), en Galilea, se rindió a los romanos y predijo la purpura imperial al general romano Vespasiano, que lo liberó en el año 69, cuando se cumplió la «profecía» que le había hecho. Josefo, hijo de Matthias, pasó a ser entonces el historiador oficial de la corte imperial, entró a formar parte de la familia de los Flavios, convirtiéndose en Flavio Josefo. Redactó una primera obra en su lengua matema2 titulada La guerra de los judíos (BJ), que posteriormente tradujo al griego porque quería que los helenófonos conocieran la realidad de su pueblo3• El libro trata de la revuelta de los Macabeos y, después, de la ocurrida en el año 66 que concluirá con la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70. Su segunda obra, las Antigüedades judías (AJ), va desde la creación del mundo hasta el año 66 de nuestra era. Es en ella en donde cita a Jesús en dos pasajes célebres pertenecientes a los capítulos 18 y 20. Todavía escribirá un Contra Apion, donde sostiene que los judíos son un pueblo muy antiguo y que los filósofos griegos se han inspirado en los libros de Moisés, y una autobiografía, Vita, en la cual se opone a los «nacionalistas» judíos y defiende la religión y la cultura judía. De los dos pasajes en los que cita a Jesús, el menos discutido es aquel en donde Flavio Josefo relata la muerte de Santiago (llamado el Menor, en la tradición católica), en el año 62, en Jerusalén. Aprovechándose de las circunstancias -el procurador romano, recientemente nombrado, todavía no había llegado a Judea-, el gran sacerdote Anano el Joven, hijo del que conocemos por los Evangelios, condenó a muerte al «hermano de Jesús»:
2 En hebreo o arameo. En efecto, escribió: «Por esto me he propuesto contar en griego esta historia, según la costumbre de los que viven bajo la dominación romana, traduciendo la obra que en principio escribí en mi lengua materna» (BJ l 1 ). 3 Se puede pensar en algo parecido en el caso de los Evangelios, especialmente el de Mateo, redactado «en lengua hebrea», según san Jerónimo.
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Como Anano creía tener una ocasión favorable, puesto que Festo había muerto y Albino todavía estaba en camino, reunió un sanedrín y mandó traer ante él a Santiago, hermano de Jesús llamado el Cristo, y a algunos otros; y acusándolos de haber transgredido la ley, los hizo lapidar'. Jacques Schlosser subraya que no existe razón alguna para sospechar de la referencia al Cristo, viendo en ello una extrapolación, un añadido cristiano al texto primitivo, ya que un autor cristiano ( ... ) probablemente habría empleado, para calificar a Santiago, la expresión consagrada de «hermano del Señorn5• Se puede añadir que este pasaje se encuentra atestiguado en todas las copias de las Antigüedades que poseemos, y que el hecho de añadir el título de «Cristo» no compromete en nada al autor; incluso Pilato lo utiliza6• Subrayemos una vez más que este pasaje de Josefo muestra la progresiva transformación semántica de la palabra «Cristo», que, a finales del siglo I y principios del n no constituía un título ( el «mesías»), sino un nombre propio que designaba a un determinado personaje: se pasa de Jesús el Cristo a Jesucristo, o al Cristo, como prueba el pasaje de Tácito anteriormente citado. En fin, esta referencia a Jesús que hace Flavio Josefo, en un pasaje que no le concierne, ya que está hablando de Santiago, carecería de todo sentido si Jesús no hubiera sido una persona real. El segundo pasaje está extraído del libro 18 de las Antigüedades. Se le conoce con el nombre de Testimonium Flavianum de Jesu: Por el mismo tiempo vino Jesús, hombre sabio, en el caso de que se le pudiera llamar hombre. Ya que era un
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AJ 20,200, traducido al francés por folien Weill, bajo la dirección de Théodore Reinach, Emest Leroux, Ed., París, 1900. 5 Como escribió san Pablo en su epístola a los gálatas 1,19: «Yo no he visto a otro apóstol más que a Santiago, el hermano del Señor». J. Schlosser, 1999, p. 60. Esta forma de identificar a Santiago, declinando su relación con Jesús, forma parte de lo que Peter Williams llama «desambiguación», es decir, una forma de distinguir a una persona que lleva un nombre muy corriente asociándola a otra persona (padre, hijo o hermano) o a otro oficio, estado, forma de pensar, etc. Véanse el anexo 2 y ss. 6 Véase el Evangelio de Mt 22, 17 y 22: «¿A quién queréis que os libere, a Barrabás o a Jesús, al que llaman el Cristo?»; «¿Qué he de hacer, pues, con Jesús llamado el Cristo?»,
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hacedor de milagros y maestro de hombres, que recibían de él con alegría la verdad. Y atrajo a muchos judíos y muchos griegos. Era el Cristo. Y cuando bajo la denuncia de nuestros ciudadanos más sobresalientes Pilato le condenó a la crucifixión, aquellos que en principio le habían estimado no dejaron de hacerlo, pues él se les apareció tres
días después, resucitado, como ya los profetas divinos lo habían anunciado, y otras muchas maravillas sobre esto mismo. Y el grupo, llamado tras él cristiano, no ha desaparecido todavía7• Conocemos el texto griego del Testimonium Flavianum a través de cuatro manuscritos medievales de los siglos XI, XIII y XIV, y también por dos manuscritos de compiladores de los siglos x y xr8• El primero en citarlos fue Eusebio de Cesarea, a principios del siglo IV, en su Historia eclesiástica (1, 11, 7-8) y en su Demostración Evangélica (3 ,3 105-106). Ningún Padre de la Iglesia de los siglos n y m menciona este pasaje: Orígenes, por ejemplo, habla de Josefo, pero no se sabe si ha leído este párrafo, porque no lo menciona. De todo ello se deduce que tal vez se trate de una interpolación o de una glosa cristiana insertada entre la época de Orígenes y la de Eusebio. Por supuesto que este breve texto ha suscitado una cantidad incalculable de obras y artículos de todas clases, pues presenta cierto número de afirmaciones que no rechazaría ningún cristiano. Ahora bien, Orígenes, que había leído a Flavio Josefo, declaró a propósito de este: «Al negarse a creer en Jesús como Cristo( ... ) no se alejó de la verdad»9. Uno se puede preguntar entonces: ¿Es Josefo un autor imparcial?
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AJ 23 63-64, traducido al francés por Julien Weill, bajo la dirección de Theodore Reinach, Ernest Leroux, Ed., París, 1900. El «no ha desaparecido todavía» hace alusión o eco a la declaración del sabio Gamaliel, mencionada en las Actas de los Apóstoles 5,39. «Si esta empresa o esta obra procede de los hombres, será destruida; pero si viene de Dios, no podréis destruirla. ¿Correréis el riesgo de haber combatido a Dios?». La pregunta merece una reflexión. 8 Existe también una versión eslava, pero sumamente controvertida. Uno de sus más ardientes defensores es Étienne Nodet. Véase, por ejemplo, É. Nodet, 2000. 9 Contra Celsium, 1, 47.
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Y ARQUEOLÓGICAS
¿Mantenía ciertas afinidades con los cristianos ¿Relata hechos históricos comprobados?", Los partidarios de considerar falsos estos textos (ya sea en su totalidad o en parte) tampoco carecen de razones. Por no citar más que a algunos de ellos, tomemos de nuevo lo que dice Serge Bardet11: 1. ¿Por qué Josefo cita a Jesús, cuando no habla en absoluto de rabinos tan prestigiosos como Hillel o Gamaliel? 2. Este pasaje viene a romper el orden del relato y es demasiado diferente de cuantos lo rodean 12• 3. Josefo no podía hablar así de Jesús sin atraerse la ira de de Domietano. 4. Los manuscritos que retoman este pasaje no lo sitúan en el mismo lugar que los restantes. 5. ¿Por qué no hay mención alguna de este pasaje antes de Orígenes, a mediados del siglo m? Josefo no pudo escribir que Jesús era el Cristo porque, según Orígenes, él no lo creía.
to Sobre el problema de la dependencia, o no, de Josefo de las fuentes cristianas, véase É. Nodet, 1985 (sobre todo las páginas 331-348). 11 S. Bardet, 2002. Sus sucesivas refutaciones a estos argumentos se encuentran en las páginas 62, 63, 73, 77, 79-80, 84-85, 86-87 (para una crítica externa tradicional). Para la crítica interna, véanse las páginas 89-123; para las nuevas perspectivas, véanse las páginas 123-49; los elementos para una nueva hipótesis se presentan en las páginas 150-188. 12 Este argumento es esgrimido con frecuencia por los adversarios de la autenticidad (total o parcial) del pasaje. No demuestra nada, sino el desconocimiento del trabajo estilístico de Flavio Josefo. Sh. J. Cohen, 2002, p. 233, ha subrayado uno de los aspectos de la obra de Josefo: su irremediable negligencia. A veces toma textos susceptibles de relecturas tendenciosas, al igual que otros pasajes que contradicen sus temas. La narración es, con frecuencia, confusa, oscura y contradictoria. Una simple ojeada sobre la organización del capítulo 3 del libro 18 de las Antigüedades demuestra claramente que el autor judío encadena acontecimientos, unos detrás de otros, sin que exista claramente una conexión lógica o cronológica entre ellos. En este sentido se suceden la introducción de las enseñas militares en el Templo de Jerusalén, por Pilato; la historia del acueducto construido a expensas del tesoro sagrado; el levantamiento de los judíos contra Poncio Pilato y su represión; la vida, muerte y resurrección de Jesús; el escándalo del templo de Isis en Roma; la expulsión de la población judía de Roma; la masacre de los samaritanos y la sustitución de Pilato por Vitelio. En realidad, el único punto a destacar en este pasaje es el personaje de Pilato y su actividad en Judea y en Samaria.
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6. Del mismo modo que Justo de Tiberiades, contemporáneo y «rival» de Josefo no habla de Jesús ( cuando habría debido hacerlo(¿) [N. de A.]), Josefo tampoco debiera haber hablado. La cuestión de la autenticidad -total o parcial- del pasaje sigue manteniéndose viva hoy día, si bien se han hecho grandes progresos por la exégesis de Josefo. El trabajo de investigación de Serge Bardet constituye uno de los principales puntos. El impresionante estudio que ha realizado sobre este tema permite al autor concluir su libro de la siguiente manera: La autenticidad josefiana ( ... ) sigue siendo todavía la hipótesis más simple. (, .. ) ¿Se puede decir que el Testimonium sea íntegramente auténtico, íntegramente la obra de Josefo? Nos parece que todo es plausible, que todo es justificable en el contexto del judaísmo de la época ( ... ) Pero podemos tener dos reservas: 1. Es completamente posible ( ... )que Eusebio haya errado en el texto de las aproximaciones que responden a su estilo, pero que han podido servir, ulteriormente, de base a una revisión crítica del texto". 2. No es ni necesario ni excluyente que ciertas marcas puedan ser glosas insertadas por indiferencia al concepto fundamental de autenticidad literaria, o por inadvertencia de un copista 14• Y permite también que Pierre Géoltrain añada en el posfacio del mismo libro, en la página 277:
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Ciertos autores no dudan al decir que el estilo de este pasaje es el de Eusebio, y no el de Josefo. Por ejemplo, Marshall. J. Gauvin, «¿ Vivió realmente Jesús?». En www. infidel.org. 14 Bardet, S., 2002, páginas 230-231. Pero es necesario también acordarse de que · los autores antiguos insertaban con frecuencia pasajes complementarios que hoy parecen interrumpir el flujo de la narración, porque ellos no conocían las notas a pie de página. En nuestros días, estas digresiones serían efectivamente relegadas al final de la página, del capítulo o del volumen. Véase Grant, M, 1995, p. 53.
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EXISTIDO
Jesús?
ESTUDIO DE LAS FUENTES TEXTUALES
y ARQUEOLÓGICAS
De su larga investigación, el autor sacó la conclusión de la probable autenticidad del Testimonium sin tener que apoyarse en la argumentación tradicional. Partiendo del postulado completamente justificado según el cual los cristianos de los que habla Josefo son judíos-cristianos (un grupo, una fracción del judaísmo), S. Bardet nos obliga a cambiar de opinión sobre el problema, pone en duda las posiciones adquiridas y funda con razones el carácter verosímil del testimonio del historiador judío sobre Cristo y los cristianos 15• Al adoptar esta posición ponderada por la objetividad del historiador, no se puede negar que el interés del texto de Flavio Josefo resulta considerable. Al igual que Tácito, establece un lazo cronológico y físico entre Jesús y Pilato; menciona la condena de Jesús por el prefecto de Judea y la naturaleza del suplicio; proporciona algunas indicaciones generales, pero muy válidas, sobre el ministerio de Jesús, a la vez maestro y taumaturgo, y sus adeptos. Menciona, como en los Evangelios, el papel desempeñado por las autoridades judías en la condena a muerte de Jesús. De este modo, gracias a Josefo, y aunque se prescinda de los discutidos extractos del Testimonium ( especialmente, el pasaje citado anteriormente), existe una
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Las palabras en cursiva son del mismo autor. Sobre esta identificación de los judíos-cristianos, J. Méléze-Modrzejewski, 1991, pp. 183-186, recuerda (y se adhiera a) la tesis del sabio papirólogo británico Colin H. Roberts, según la cual existieron lazos muy fuertes entre el naciente cristianismo y la comunidad judía de Alejandría hasta la revuelta de los judíos alejandrinos de los años 115-117. «Los primeros cristianos de Egipto son judíos alejandrinos que se adhirieron al mensaje procedente de Jerusalén, desde mediados del siglo I d. C. Mezclados en el conjunto de la comunidad judía de la que formaban parte, son arrastrados, medio siglo más tarde, a la fatal tormenta» (p.184). Debido a su observancia de los preceptos de la Torá, los judeocristianos (también llamados nazarenos, nazareninos o ebionitas) todavía viven en un marco aceptado por la comunidad judía, y su creencia en Jesús Cristo, el Mesías, no les obliga a permanecer en el ostracismo. La separación parece establecerse de manera irreversible hacia mediados del siglo II, es decir, después de la revuelta de Bar Kokhba de los años 132-135, y con los primeros tratados de apologética, como el de Melitón de Sardes. La separación del judaísmo con los cristianos llegados del paganismo parece resultar más precoz porque poco después del año 80, bajo Gamaliel II, se incluye una oración contra ellos (llamados minim, es decir 'heréticos') en la colección de oraciones conocida con el nombre de «Dieciocho Bendiciones» (Shemoneth Eareth en la Jewich Encyclopedia 11, p.281 ).
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fuente textual no cristiana, ciertamente indirecta pero independiente del Nuevo Testamento, que confirma la existencia de Jesús.
* * * Saber si los primitivos textos rabínicos del periodo llamado «tannaítico» 16 mencionan a Jesús es una cuestión discutida. En efecto, se encuentran en los Toledod Yeshou algunas indicaciones relativas a un hereje de nombre Yeshou, que habría sido hijo ilegítimo de un soldado romano de nombre Pandera o Panthera. La historia de la seducción de María por el soldado Pandera estuvo en circulación en tomo al año 150, y fue citada por Celso17• James Tabor hace notar que la respuesta que dan los adversarios judíos de Jesús, en el Evangelio según san Juan, «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; nosotros solamente tenemos un solo Padre, Dios (Jn 8,41)», constituye una acusación en contra de Jesús, que se halla de forma explícita en el escrito apócrifo titulado Actas de Pilato y también en el Talmud y en los Toledod Yeshou18• El autor piensa que un soldado de ese nombre, originario de Sidón, ciudad visitada por Jesús, y que vivió por esa época, podría ser el padre de Jesús. No obstante, es Celso el único que afirma que el padre ilegítimo de Jesús, Pantera, fuera un soldado (romano). Además, la prostitución de la que hablan los adversarios de Jesús designaba, entre los profetas judíos, la infidelidad religiosa (Oseas 1,2) y, cuando atacan de ese modo a Jesús, es para hacer manifiesta su fidelidad al Dios de la Alianza". Algunos autores ven en estos pasajes obras satíricas en las que el Jesus huios pantherou 16
«El adjetivo se deriva del sustantivo hebreo tannaim ('repetidores', 'enseñantes') que designa a los miembros de la tradición o "repetidores" pertenecientes a los dos primeros siglos de nuestra era», precisa Jacques Schlosser, op. cit., p. 353. Una lista de 176 doctores (tannaítas) que hablan de laMishna, desde Simón el Justo (300 a. C.) hasta Juda el Santo (200 d. C.), aparece en las páginas 105-119 del libro de L. Chiarini, 1831. 17 Orígenes, Contra Celsum 1,32: «Es necesario que ahora volvamos a nuestra prosopopeya y escuchemos lo que dijo el Judío de la madre de Jesús: que ella había sido rechazada por el carpintero, su novio, al estar este convencido de que ella había cometido adulterio con un soldado de nombre Panthera», 18 J. Tabor, 2007, pp. 61-70. 19 La Bible du Jérusalem, Éd. du Cerf, París, 1998, p. 2028 (1837).
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sería un juego de palabras para decir Iésus huios parthenou, «Hijo de la Virgen»:". En los periodos posteriores, cuyas producciones literarias quedan recogidas en el Talmud de Palestina y en el Talmud de Babilonia21, son numerosas las referencias a Jesús, pero a menudo parece que están sobreañadidas, son confusas o tardías (medievales). A causa del papel que ha tenido no hace mucho en la discusión relativa a la pasión de Jesús, es necesario mencionar un curioso texto del Talmud de Babilonia, el sanhedrin 43a: Cuenta la tradición: la víspera de la Pascua se ha colgado a Jesús. Un heraldo marchaba delante de él durante cuarenta días diciendo: será lapidado por haber practicado la magia y engañado y confundido a Israel. Que aquellos que conozcan los medios para defenderle vengan y testimonien a su favor.
20 W. Harwood, 1992, p.256 y ss. Véanse también W. Horbury, 2003 o S. CI. Mimouni, 2004, p.108. El nombre de Pantera es real, puesto que una inscripción actualizada en Bingerbrück, Alemania, en 1859, lleva la siguiente indicación: «Aquí se encuentra Tiberius Julius Abdes Pantera, de Sidón, de 62 años de edad, que sirvió durante 40 años, antiguo porta insignias(¿) de la Primera cohorte de los arqueros» (CIL 13 7514). Por otra parte, según Epífanes (Pannarion 78,7) o Juan Damasceno (El origen de la sabiduría. De.fide orthodoxa 4,14) y también en el Libro de la Caverna de los Tesoros (Su-Min Ri A. 2000), Jesús tendría antepasados llamados Pantera, tanto por la rama paterna como por la materna. 21 El Talmud (en hebreo, 'enseñanza') es una colección de textos de la tradición literaria rabínica (jurídica o narrativa) compuesta por la Mishna ---conjunto de leyes religiosas judías (halakhah) transmitidas de forma oral, entre los años 300 a. C. y 200 d. C. por los «repetidores» (tannai"m) y puestas por escrito en Palestina hacia el 200-220 d. C. por el rabino Yehuda ha Nassi; la jurisprudencia se haya repartida en seis órdenes y sesenta y tres tratados- y sus comentarios, la Gemara, redactados por los «intérpretes» tamoraimy. Testimonio más completo de la antigua tradición judía, el Talmud ha adoptado dos formas: el Talmud de Palestina (impropiamente llamado de Jerusalén), realizado entre los siglos m d. C. y v d. C., y el Talmud de Babilonia (cuatro veces más extenso que el anterior), cuya redacción final data de finales del siglo v. En las primeras ediciones, impresas en el siglo xvi, fueron suprimidos los pasajes que hacen alusión a Jesús. No figuran más que en manuscritos ( Códex de Múnich, de Viena) y se conocen por el nombre de Hesronoth Hashass; fueron publicados en el transcurso del siglo XIX por G. Dalman.
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Pero no se encontró a nadie que testimoniase a su favor, por lo que fue colgado la víspera de la Pascua. Ulla dice: «¿Creéis vosotros que Jesús de Nazaret sea de aquellos en los que se pueda encontrar algo en su descargo? [Era un seductor! Y la Torah dice: "tú no le ahorrarás ni lo excusarás (Deuteronomio 13,9" ( ... )»Una tradición cuenta que Jesís tenía cinco discípulos: Mateo, Naqi, Netser, Boni y Todah22• Este pasaje menciona de forma explícita el origen de Jesús y su muerte, que fue anunciada oficialmente por un heraldo, bajo la acusación de brujería y de engaño al pueblo. Sin embargo, se puede apreciar que tras haber sido condenado a lapidación (muerte reservada a los- castigados por motivos religiosos) será finalmente crucificado, como un criminal de derecho común o como un esclavo. Nada explica ese cambio habido en la condena. Es por este motivo por lo que ciertos especialistas dudan de que se trate de Jesús de Nazaret y esgrimen también el hecho de que no se haga mención más que de cinco discípulos, en lugar de doce, y que el nombre de Jesús se encontraba muy extendido en aquella época. Flavio Josefo, por ejemplo, cita catorce Jesús diferentes23• Sin embargo, la fecha de la muerte (la víspera de la Pascua) corresponde a las indicaciones cronológicas mencionadas en el Evangelio de san Juan (19,14; 31; 42), que precisa que era entonces el tiempo de la preparación de la Pascua. No obstante, conviene aclarar que es necesario ser muy prudente en la explicación histórica de este texto, pues nada prueba que se trate de una fuente antigua e independiente.
* *
*
No se puede concluir esta breve presentación de las fuentes judías sobre Jesús sin mencionar a Filón de Alejandría (13 a. C. - 54 d. C.), a
22
También se puede citar para mayor información otro extracto: el sanhedrin 103a: « ... Pues no has de tener un hijo o un discípulo que estropee su comida en público añadiéndole muchos ingredientes extraños, como hizo Jesús de Nazaret». 23 Siegel, B., 2007. Para conocer los nombres propios de la Palestina del siglo I de nuestra era, véase Peter Williams, citado en el anexo 2.
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Justo de Tiberiades y los manuscritos del mar Muerto. Todos pertenecen al mundo del judaísmo de principios de nuestra era y, sin embargo, no mencionan a Jesús. No obstante, Filón es contemporáneo de Jesús, Justo es originario de Galilea como él, y entre los millares de fragmentos de manuscritos descubiertos en las grutas vecinas al mar Muerto algunos datan del primer siglo de nuestra era. ¿Cómo se puede explicar semejante silencio? Filón de Alejandría fue un judío de cultura griega, nacido en Alejandría en el seno de una familia sacerdotal. Se conoce bastante mal lo referente a su vida. En el año 40 d .. C. se hallaba al frente de una delegación de judíos alejandrinos para encontrarse con el emperador Calígula en Roma, a fin de protestar contra las persecuciones de que eran víctimas los judíos de su villa natal. Escribió numerosas obras de naturaleza filosófica, exegética (sobre el Pentateuco), históricas y apologéticas. Su filosofía es una mezcla de neoplatonismo que trata de conciliar las enseñanzas de Platón y las de la Biblia ( que leyó en una versión de los Setenta, ya que Filón era helenófono). Según Focio, patriarca de Constantinopla del siglo IX, se le llamaba «Platón filonista» o «Filón platonista»:". Focio, que había leído varias obras de Filón, añade: Durante el reinado de Claudio visitó Roma, en donde se encontró con san Pedro, el jefe de los apóstoles, que se convirtió en un amigo íntimo. Explica por qué pensaba que los discípulos de san Marcos el evangelista, que era discípulo de san Pedro, eran personas dignas de elogio que llevaban una vida contemplativa entre los judíos. Llama a sus habitáculos «monasterios» y declara que ellos han llevado siempre una vida ascética, practicando el ayuno, la oración y la pobreza25• ¡Sin embargo, ni una palabra de Jesús!
Focio, Bibliotheca o Myriobiblon, 105. Focio, Bibliotheca o Myriobiblon, 105. Esta información ya fue dada por san Jerónimo en su De viris ilustribus, al hablar de Filón. Acceso directo en http://www. abbaye-saint-benoit,ch/saints/jerome. Sobre el conocimiento que tenía Filón de los primeros cristianos, véase en especial Étienne Couvert, 1995. 24 25
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Justo de Tiberiades fue también un judío de cultura griega, nacido en Tiberiades. Fue primero amigo y más tarde adversario de Flavio Josefo. Participó como él en el levantamiento de los judíos contra los romanos, y logró escapar a la muerte gracias a la protección de la princesa Berenice, hermana del rey Agripa Il26• Escribió dos obras: una Guerra de los judíos, probablemente en griego, y una Crónica delpueblojudío, de Moisés aAgripa II. Ahora bien, de estas dos obras no quedan más que algunos fragmentos citados especialmente por Eusebio de Cesarea, Jerónimo de Stridon, Sexto Julio Africano, Georges Le Syncelle y Focio. Este último subraya con sorpresa: «Él (Justo) no hace mención alguna de la venida de Cristo, ni de los acontecimientos de su vida, o de las maravillas que ha realizado27». Los manuscritos del mar Muerto28. A partir del invierno de 1946-194 7 se descubrieron en las grutas naturales, o artificiales, situadas cerca de la orilla noroeste del mar Muerto unos cien mil fragmentos pertenecientes a novecientos manuscritos diferentes, los cuales constituyen una colección incomparable e inestimable de textos redactados entre el siglo m a. C. y el r d. C. Se encontraron pergaminos de todos los libros de la Biblia hebrea ( con excepción del libro de Esther) en copias anteriores, quizás en más de mil años, a las más antiguas conocidas hasta ahora; otros textos propios de una o varias comunidades particulares29 (Regla de la comunidad, Rollo del Templo, Escrito de Damas, Rollo de la guerra, etc.); textos apócrifos y seudoepígrafes (libros que no están en el canon de la Biblia hebrea); Comentarios (phesarim) de libros proféticos y sapienciales; diversos textos que tratan de magia, de adivinación y fisiognomía;
26 Berenice, también conocida como Julia Berenice, nacida hacia el 28 d. C., fue una princesa judía, hija del rey Agripa l. Se casó en primeras nupcias con Marco Alejandro, hermano de Tiberio Alejandro y sobrino de Filón de Alejandría; después, en segundas nupcias, con Herodes, rey de Chalcis, su tío; finalmente, por tercera vez, contrajo matrimonio con Marco Antonio Polemo II, rey de Cilicia. Fue también amante de Tito, hijo de Vespasiano, que la devolvió a su hermano cuando se convirtió en emperador en el año 79 («a pesar de él, a pesar de ella», según las palabras de Suetonio [Titus 7,1]). Murió en fecha desconocida. 27 Focio. Bibliotheca o Myriobiblon, 33. 28 Para un primer acercamiento, véase Br. Bioul, 2004; J.B. Humbert y E. Villeneuve, 2006; A. Paul, 2008; L. Héricher, M. Langlois, E. Villeneuve, 2010. 29 O escuelas, hairéseis, como las describe Flavio Josefo, AJ 18 2.
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un Brontologion (tratado que indica la manera de comportarse cuando estalla el trueno); calendarios religiosos; filacterias: un rollo de cuero ( en dos partes) en el que figura una lista de tesoros disimulados con las indicaciones (codificadas) sobre el lugar de los escondrijos. La mayoría de estos textos están escritos en hebreo, algunos en arameo y una ínfima parte en griego (en papiro). También se encuentran trazas de escritos encriptados. El origen de todos estos manuscritos ha sido objeto de ciertas controversias que, si bien han perdido virulencia hoy día, todavía no han logrado una resolución consensuada. Algunos autores siempre consideraron que se trataba de documentos esenios realizados, en todo o en parte, en el lugar de Qumrán; otros, cada vez más numerosos, consideran que se trata, por el contrario, de obras heterogéneas procedentes de una o de varias bibliotecas de Jerusalén, o de su entorno, puestas al abrigo en estas cuevas antes de la llegada de los romanos, en el año 68. Por último, otros investigadores consideran que ciertos textos son auténticamente cristianos, redactados por una secta judeo-nazarena denominada «ebionita» que estaría, poco más o menos, en el origen del pensamiento y de la actividad de Mahoma, seis siglos más tarde". Sea como fuere, los manuscritos no hablan de Jesús, ni de Juan Bautista, ni de ningún otro personaje mencionado en el Nuevo Testamento, lo cual no resulta sorprendente, por diversas razones. La primera es el estado muy fragmentado de la mayoría de ellos; la segunda es que una gran mayoría de estos textos no tienen razón alguna para hablar de Jesús ( en particular los libros de la Torá, los pesharim, los tratados de magia o de adivinación, los rollos de cuero, etc.). En fin, la proporción de documentos del siglo I de nuestra era es muy reducida en comparación con el número de textos de siglos anteriores. Por consiguiente, no debe sorprender este silencio, puesto que «la casi totalidad de los manuscritos son anteriores a la vida y a la enseñanza de Jesús31». 30 Véase É. Couvert, 2003. Se hace cada vez más evidente que el islam es una religión de origenjudeo-nazareno -gestada en un entorno sirio-arameo--y que el Corán es un leccionario cristiano modificado, dadas las flagrantes reminiscencias judías y cristianas heréticas que hay en él. Véanse trabajos sobre el tema en P. Crone y M. Cook, 1972; E.-M. Gallez, 2005; S. Aldeeb, 2008 (en especial, aunque no son los únicos, marcan un auténtico avance en este tema). 31 É. Puech, 1997, pp. 268-269.
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En resumen, la mayor parte de los exégetas todavía atribuyen hoy en día los manuscritos de Qumran a los esenios, aunque «no existe nada sobre los "esenios" en ninguna inscripción de la época (ya sea funeraria o de otra índole); nada tampoco en ninguno de los numerosos rollos de los cuales se han encontrado restos en las once grutas de los alrededores de Qumrán y más allá, en el desierto de Juda (Murabba' at, Nahal Rever) o en Masada; nada tampoco en el Nuevo Testamento ni en la inmensa literatura llamada rabínica ( ... ). La palabra -griega y relativamente tardía (siglo 1 de nuestra era)- constituye de hecho un problema32». ¡ Y sin embargo, quién puede sostener hoy día que los esenios no han existido! En definitiva, la respuesta más apropiada al mutismo de Filón y de Justino es la del argumento a silentio que, utilizado por los historiadores, puede resumirse como sigue: si las fuentes no hablan de un acontecimiento o de un personaje, ello no quiere decir ipso facto que no haya existido; numerosas razones pueden explicar ese silencio. Pero para que tal argumento sea válido ha de cumplir tres condiciones adicionales: 1. ¿Pudo conocer el autor fácilmente ese hecho o ese personaje? 2. ¿Debía mencionarlo en su obra, si ello venía a cuento? 3. ¿Se vio impedido de hacerlo por un determinado motivo? En lo que concierne a Filón, contemporáneo de Jesús, se puede afirmar sin demasiado riesgo a equivocarse que, si bien vivía en Egipto, conocía la existencia de Jesús. Su encuentro con el jefe de los apóstoles en Roma, siempre que tal coincidencia pueda ser comprobada, no dejaría la menor duda sobre el hecho arriba mencionado. En cambio, ¿debía hablar de ello en su obra? Es esta una cuestión crucial. ¿Qué sabemos nosotros de sus escritos? Se trataba, sin duda alguna, de una obra notable por la riqueza de pensamiento, por la originalidad del estilo y por la abundancia y variedad de los géneros literarios que contiene. Lo que se puede extraer de su obra es que se trata de un testimonio notable, en el medio social helénico, de la teología y de la espiritualidad
32
André Paulen I. Héricher, M. Langlois, E. Villeneuve, 2010, p. 152.
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judía, y también del pensamiento filosófico del mundo mediterráneo. Por ejemplo, en ella se encuentra la referencia más antigua sobre los esenios. Sus escritos han ejercido una considerable influencia sobre los cristianos de Alejandría (Clemente, Orígenes, etc.) e incluso en Ambrosio de Milán. ¿Justifica todo ello que debiera haber hablado de Jesús? El hecho de extenderse hablando sobre los esenios o los terapeutas ¿le obligaba a mencionarlo? No era necesario, como confirma el propio Flavio Josefo al hablar de los esenios sin evocar la figura del Nazareno", o incluso Plinio el Viejo en el texto de su Historia natural", Por consiguiente, se puede considerar que Filón, en los escritos en los que era susceptible de mencionar a Jesús, tuvo buenas razones para no hacerlo. ¿Se sintió constreñido por alguna razón particular? No creemos que fuera así35• Por lo que se refiere a Justo de Tiberiades, su obra prácticamente ha desaparecido, y los pocos escritos que tenemos de él proceden de una fuente poco amiga, por no decir hostil, a saber: Flavio Josefo. Además, Focio añade al final de su breve apunte: «Se dice que la historia que él (Justo de Tiberiades) ha escrito es en gran parte ficticia, y en particular cuando describe la guerra judeo-romana y la toma de Jerusalén». Ahora bien, a contrario, cuando resume las dos obras de Flavio Josefo, Focio no menciona que este último haya hablado de Jesús36. Excelente demostración del argumento de silencio, ya que además se sabe que Josefo había hablado de él.
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BJ 178-80;2112-113; 2 119-161; 2 567; 5 145;AJ 13 311-313; 15 372-378; 17 345-348; 18 18-22; Vita, 2 10-11. 34 Historia natural, V, 73. 35 Véase especialmente M. Hadas-Lebel, 2003. A contrario, recordemos el silencio total de los escritos rabínicos sobre Filón que no deja de sorprender. Sin embargo, ninguno pone en cuestión su existencia. 36 Focio, Bibliotheca o Myriobiblon 47 y 76. Una situación semejante a la de Jesús es la de Luciano de Samosata, por ejemplo: «Los estudiosos se han sorprendido siempre de que un autor como Luciano, que verosímilmente debería ser bien conocido en su tiempo, no se vea prácticamente mencionado entre sus contemporáneos. El silencio de Filostrato en su Vida de los sofistas resulta particularmente chocante, aunque este pudiera considerar con justicia que Luciano no era un sofista en el sentido exacto del término ( ... ) En todo caso, este silencio no es absoluto si se tiene en cuenta la traducción árabe del comentario hecho por Galeno sobre las epidemias de Hipócrates (2 6,29), en donde se hace mención de un tal Luciano al que sin duda es necesario identificar con nuestro autor (incluso en el caso de que Galeno no lo hubiera conocido personalmente) ( ... ) Además de Galeno, es necesario prestar atención, por parte de los cristianos, a Lactancio,
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Al reunir las informaciones dadas por las fuentes judías, podemos reconocer cuáles son las que hablan de Jesús, el Cristo, hermano de Santiago, oriundo de Nazaret, cuya madre se llamaba María; que tenía discípulos y que fue colgado (otro término para decir crucificado37) la víspera de la Pascua, acusado de haber engañado y confundido a Israel. Reunamos todas las informaciones extraídas de los textos politeístas y judíos y veamos lo que dicen: Bajo el reinado del emperador romano Tiberio (años 14-37) vivióun judío de nombre Jesús, oriundo de Nazaret, nacido de una mujer llamada María, esposa de un carpintero. Se le llama también Cristo ( o Cresto). Este hombre tenía varios discípulos y un hermano, Santiago, que fue lapidado. Fue llevado ante Poncio Pilato, «procurador» de Judea, por los dignatarios judíos que lo acusaban de haber blasfemado, engañado y confundido al pueblo de Israel. Fue condenado a ser colgado (o empalado, o crucificado) la víspera de la Pascua. Sus discípulos han seguido creyendo en él y venerándolo como un dios, reuniéndose regularmente a una hora determinada, antes de la salida del sol. He aquí lo que el examen convergente de estos testimonios permite establecer. Para perfilar el retrato de Jesús, vamos a presentar nuestra visión sobre los textos cristianos.
* * *
Inst. div. 1,9 co. l 59b., que cita el nombre de Luciano a propósito de la falta de respeto que muestra este con respecto a hombres y dioses; y, por parte de los paganos, a Eunapio de Sardes( ... ) (V. Soph. 2 1, 9, p. 454). P. P. Fuentes González, 2005. 37 En las Actas está escrito que Jesús fue colgado de la cruz (5,30), expresión tomada en Ac 10,39 y 13,29, que recuerda la de Dt 21,23, mencionada en Ga 3, 13.
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LAS FUENTES CRISTIANAS
Para confirmar la existencia histórica de Jesús nos es necesario actualmente examinar lo que dicen las fuentes cristianas. Evidentemente, el cuadro que se bosqueja está muy impregnado por la visión creyente y confesional de sus autores; pero más allá de sus consideraciones teológicas, algunos puntos presentan un carácter histórico incontestable que, hoy día, resulta necesario explorar. Cabe distinguir dos grupos de fuentes cristianas: las llamadas «canónicas»1, que se pueden encontrar en el Nuevo Testamento (Evangelios, Actas de los Apóstoles, epístolas de Pablo, Santiago, Pedro y Juan), y aquellas otras que se designan un tanto peyorativamente con el calificativo de «apócrifas», y a las que otros autores prefieren denominar «extracanónicas»2• Ellas proporcionan numerosos textos sumamente apasionantes del cristianismo primitivo. Desde el estricto punto de vista del historiador, se ha de tener cuidado de establecer a priori una jerarquía entre estas dos categorías, ya que esta distinción entre canónicas y apócrifas corresponde tan solo al punto de vista teológico y doctrinal. A partir de la segunda mitad del siglo II, la Iglesia ha mantenido cuatro Evangelios, que son los más universales en razón sin duda de la autoridad que les confieren sus autores, y a los cua-
1
El término «canónico» procede de un vocablo griego que significa 'regla', 'medida', 'límite', 'norma', 'modelo' o 'tipo'. La canonización de los escritos cristianos comienza a mediados del siglo 11, como atestigua Irineo de Lyon, para concluir a finales del siglo rv. Resulta, pues, falso decir que se trata exclusivamente de la obra del emperador Constantino I. Este se limitó a certificar un trabajo que había comenzado bastante antes. 2 J. Schlosser, 1999, p. 62, por ejemplo. Los protestantes utilizan más a gusto el término «pseudoepígrafes».
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les se recurre ampliamente en las diferentes Iglesias para la liturgia3• Los ha mantenido, en principio, por ser los que resultan útiles para orientar y nutrir la fe y la práctica de los cristianos, pero también por constituir la base de un juicio de fiabilidad histórica4• Igualmente, se pueden encontrar otras bases de carácter histórico en los escritos apócrifos, tomando en consideración el conjunto de estos textos5 y procediendo a hacer algunas distinciones de base", De hecho, los escritos apócrifos permiten establecer una perspectiva de los escritos canónicos, puesto que, si bien constituyen una fuente documental complementaria, es decir, independiente de estos, tienen el privilegio de ser los primeros.
A. El Nuevo Testamento El término «testamento» procede del latín testamentum que significa 'testamento', pero también 'alianza', 'pacto', 'acuerdo' o 'promesa'. Es en este sentido en el que se le utiliza en el primer libro de los Macabeos (IM 1,11; lM 2,54). Así pues, se puede traducir Nuevo Testamento por
3 Véanse los testimonios del Canon de Muratori (copia del siglo rv de un original de los años 170?) o bien de la obra de Irineo de Lyon Contra las herejías 3 11,8. Juan menciona en su evangelio la filiación divina de Jesús; Lucas le otorga un carácter sacerdotal con Zacarías; Mateo, comenzando por mencionar su genealogía, lo hace hombre; Marcos comienza por el don del Espíritu y se atiene a una concisión de estilo profético. Irineo justifica también esta elección por la existencia de «cuatro regiones del mundo en las cuales nos encontramos, y cuatro vientos principales; y porque, además, la Iglesia se expande por toda la tierra, y tiene por columna y por sostén el Evangelio y el Espíritu de vida; por ello es natural que ella tenga cuatro columnas que insuflen desde todas partes la incorruptibilidad, y restituyan la vida a los hombres. Desde él se hace evidente el Verbo, Artífice del universo, que se sienta sobre los querubines y mantiene todas las cosas. Cuando se ha manifestado a los hombres, nos ha dado un Evangelio en cuatro formas, aunque sostenido por un único Espíritu». 4 Sobre la calidad histórica de los Evangelios nos remitimos a las obras de D. Marguerat, 1999, M.-Fr. Baslez, 2007, G. Bowersock, 2007 y H. Y. Gamble, 2012, quienes situan los Evangelios y las Actas de los Apóstoles en el cuadro más amplio de la historiografia grecorromana y judía (véase la bibliografia, al final del libro). 5 Véase, por ejemplo, M. Quenel, 1983; Fr. Bovony P. Géoltrain, 2005; M. Geerard, 1992. Éditions Brepols ha publicado el Corpus Christianorum Series Apocryphorum principalmente para uso de los investigadores. 6 C. Focant, 2000, pp. 71-72; E. Norelli, 1998.
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Nueva Alianza o Nueva Promesa, la que Dios ha establecido y realizado con los hombres, en la persona de Jesús-Cristo. En la Biblia católica el Nuevo Testamento comporta veintisiete libros, a saber: los cuatro evangelios canónicos, las Actas de los Apóstoles, trece cartas de Pablo, la epístola a los hebreos, una carta de Santiago, dos de Pedro, tres de Juan, una de Judas y el Apocalipsis de Juan7.
A. l. Las cartas de Pablo Nacido en Tarso, en Cilicia (Turquía), hacia principios de nuestra era, Pablo fue un judío de la diáspora cuyo padre era comerciante de tejidos y fabricante de tintes. Víctima de las dolorosas contradicciones que caracterizaban a tantos judíos helenizados, escindidos entre una helenización profunda y la herencia hebrea, Pablo pertenece sin duda alguna al entorno fariseo que posee una sólida cultura griega, forjada primero en su ciudad natal y, después, en Jerusalén, en donde se encontrará con los primeros cristianos. Es asimismo ciudadano romano, lo que hace de él miembro de una élite, en el seno de una «aristocracia» provincial. Su encuentro con el Cristo, en el camino de Damasco, favorece el desarrollo de un misticismo centrado en la unión con Jesús. («No soy yo quien vive, sino el Cristo que vive en mí», Ga 2,20). Tras su conversión, se convierte en un prosélito encarnizado que no cesa de viajar para llevar a cabo su actividad misionera, esforzándose en escapar a los múltiples peligros que le acechan y a las burlas y chanzas que jalonan su camino; sin contar las tensiones y rivalidades que agitan las comunidades cristianas, presas entre las tradiciones hebreas y las enseñanzas/mensaje de Jesús. De todo ello procede una dureza de tono que, algunas veces, sorprende (especialmente, cuando se refiere a las mujeres o a los esclavos). Buen comunicador, Pablo domina a la perfección el espacio político romano en el cual se mueve. Pese a «las zonas de sombra y de secreto que son las de toda personalidad rnística»8, tanto su vida como su recorrido vital nos son conocidos gracias a dos fuentes independientes 7 8
Los Evangelios serán tratados en páginas posteriores. M_-Fr. Baslez, 2008, p_7_
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y complementarias: sus epístolas (que son «cartas privadas convertidas, poco a poco, en literatura cristiana»9) y las Actas de los Apóstoles ( cuyas intenciones apologéticas ocultan en ocasiones la realidad). Los sincronismos habidos con los sucesos de la historia (por ejemplo, el proconsulado de Galio en Corintio) permiten establecer una cronología relativamente precisa del apóstol". Él es el creador de la «carta apostólica», nuevo género literario, no en su especie, sino por la modelización que él hace del género antiguo de la carta, combinando las prácticas griegas y las judías11• Se conservan trece cartas que llevan su nombre, pero de ellas solamente siete son consideradas auténticas por los exégetas de la escuela histórico-crítica, siendo las restantes seudoepígrafes12• Sus epístolas no son tratados de teología, sino respuestas precisas a situaciones puntuales y concretas. Su predicación es un kerigma apostólico, es decir, una «formulación de la fe cristiana concentrada en su acontecimiento central, a saber, el carácter salutífero de la muerte y resurrección de Jesús»13, que no le es propio, sino que es el de la fe común; encontrándose, por tanto, su especificidad en el hecho de estar dedicada de forma particular a los gentiles, es decir, a los no judíos. Pablo murió decapitado a las puertas de Roma, en la Vía Ostiense, entre los años 67-68. Las epístolas de Pablo se conservan (parcial o íntegramente) en diversos manuscritos: Codex Sinaüicus (siglo IV); Codex Vaticanus (siglo IV); Codex Alexandrinus (siglo v); Ephraemi Rescriptus (siglo v); Codex
9 CI. Clivas, 2011, § 9. Para un estudio más profundo de las cartas de Pablo en un contexto más amplio, véase R. Bumet, 2003. 10 M.-Fr. Baslez, 1991; M.-Fr. Baslez, 2003b; J. Murphy-O'Connor, 1997; J. Holzner, 2000. 11 CI. Moreschini y E. Norelli, 2000, p. 25. 12 No nos parece adecuado, en el marco de esta obra, hacer la crítica de esta clasificación. Para mayor conocimiento del tema véase CI. Morreschini y E. Norelli, 2000, pp. 29-54; D. Marguerat, 2000, pp.131-326. No obstante, queremos remarcar que la fecha de composición de estas cartas seudoepigráficas se ha situado por los exégetas contemporáneos entre los años 80 y la primera mitad del siglo n, lo que hace de estos testimonios algo perfectamente admisible. Además, el fragmento del papiro 7Q4, encontrado en una gruta cerca del lugar de Qurnran, ha sido identificado por José O'Callaghan como un pasaje de lTm 3,16 y 4,3, lo cual ha sido objeto de un áspero debate, puesto que, si se ve autentificado como tal, su fecha de redacción pudiera haber sido anterior al año 68. Su carácter seudoepigráfico no hubiera tenido entonces razón de ser. 13 D. Marguerat, 2000, p. 478.
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Claramontanus (siglo VI), y también en fragmentos de papiros, como el Chester Beatty II (llamado «papiro 46» ), fechado en tomo al año 200; el papiro Oxyrhinco 1008 (llamado «papiro 15») del siglo m; el papiro Oxyrhinco 1355 (llamado «papiro 27») del siglo m; el papiro Oxyrhinco 209 (llamado «papiro 10») del siglo IV, etc.14. La redacción de las epístolas llamadas «auténticas», es decir, la primera epístola a los tesalonicenses, la primera epístola a los corintios, la segunda epístola a los corintios, la epístola a los gálatas, la epístola a los Filipenses, la epístola a Filemón y la epístola a los romanos, se extiende desde los años 50-51 (primera epístola a los tesalonicenses) hasta los años 56-58 (segunda epístola a los corintios), lo que hace de ellas los escritos cristianos más antiguos que han llegado a nosotros. El interés de estas cartas es inmenso. Para nuestro propósito demuestran sin la menos ambigüedad la existencia histórica de Jesús, su identificación con el Cristo, y todo ello apenas veinte años después de su muerte; y la antigüedad de la tradición que concluirá en los evangelios canónicos (por ejemplo, el amor a los enemigos en Rm 12, 14, o la distinción entre lo puro y lo impuro en Rm 14,14). Pablo precisa también que tiene contactos directos con personas del grupo de Jesús, en particular Pedro (Cephas) y Santiago, «el hermano del Señor» (Ga 1,18).
A.2. Carta a los hebreos (He), epístolas católicas y el Apocalipsis La carta a los hebreos (He) se halla siempre asociada a las de Pablo.
Sin embargo, tanto el lenguaje como el estilo de este escrito no son los característicos de este apóstol. Falta el proemio, es decir, la dirección,
14
Es necesario insistir aquí en el hecho de que en los fragmentos conservados (ya se trate de obras de Pablo o de otro autor, o de cualquier otro escrito, tanto canónico como no) el nombre de Jesús no aparece necesariamente. El interés de estos fragmentos reside en el hecho de que permiten datar, a veces por lo alto, toda una obra que menciona el nombre de Jesús o de Cristo, y reforzar su autenticidad. Cuanto más cercana sea una obra a los acontecimientos y a los personajes que menciona, menos susceptible es a priori de olvidarlos o deformarlos. Tanto la crítica interna como la externa permiten a los historiadores evaluar el grado de validez y de legitimidad (léase pertinencia) de un testimonio escrito, ya que la antigüedad de un testimonio no es ipso facto un testimonio auténtico.
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si bien las salutaciones se hacen bien presentes al fin de la carta. Por ello, He se encuentra atestiguada en el epistolario paulino de los años 200 en Egipto (P46). En Oriente, la canonicidad de He fue aceptada muy rápidamente, mientras que la Iglesia de Occidente esperó hasta el siglo rv, debido a sospechas de gnosticismo o de montanismo que pudiera contener este escrito (se habla, en efecto, en esta carta del eon, término muy habitual en la literatura gnóstica). Hoy se considera que su autor se mueve en el entorno del apóstol de los gentiles, pero que se mantuvo anónimo15• Se trata de un personaje culto, quizás un judío de la cultura helénica de Italia o de Egipto, que conocía bien la teología, especialmente la de Pablo. Tampoco puede excluirse el hecho de que sea una composición realizada antes de la destrucción del Templo ( en el año 70). Por lo general, se ha aceptado un terminus ante quem, a finales del siglo r (la carta se encuentra citada por lClem, 36,2-6)16• Las siete epístolas restantes se han agrupado bajo el apelativo de «católicas», en razón de la universalidad de su propósito. Efectivamente, la mayor parte de ellas no se dirigen exclusivamente a una comunidad o a una persona en particular, sino a un cuerpo socio-religioso más amplio17• Su canonicidad no ha logrado inmediatamente la unanimidad, al menos en Occidente. Es necesario esperar a Hilario de Poitiers (hacia el año 360) para verlas citadas como partes integrantes del Nuevo Testamento. Se encuentran también la epístola de Santiago, la primera carta de Pedro (hacia los años 60-80), la carta de Judas, la segunda carta de Pedro (hacia el 120) y las tres epístolas de Juan (antes del 100)18• Fuera cual fuese la identidad de sus autores (por ejemplo, no es seguro que la segunda carta de Pedro pertenezca al jefe de los apóstoles), la fecha de su redacción se sitúa entre mediados del siglo r y mediados del siglo u.
Se han avanzado varios nombres: Bamabé, Aristion, Silas, Pollos, Priscilla, etc. Véase Cl. Moreschini y E. Norelli, pp. 145-148. 17 Por ejemplo, la epístola de Santiago se dirige a las «doce tribus de la diáspora» (Je 1,1) y la primera carta de Pedro a los «cristianos de la diáspora» (lP 1,1). 18 Véase H. Conzelmann y A. Lindemann, 1999, pp. 403-412 y 429-448; CL Moreschini y E. Norelli, 2000, pp. 109-114 y 148-159. Es necesario subrayar que la tercera epístola de Juan no habla de Jesús. No aparece su nombre ni tampoco el de Cristo. 15
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La última obra integrada en el corpus del Nuevo Testamento, el Apocalipsis de Juan, se hace oscura para el lector del siglo XXI, porque fue escrita en un lenguaje cifrado y codificado, cuya estructura resulta compleja. El término griego apokalupsis significa 'revelación', 'desvelamiento', 'descubrimiento'. Se trata de una profecía de los últimos tiempos. A través de la lectura de las cartas dictadas por Jesús-Cristo a las siete Iglesias, el autor «desvela» el misterio del plan divino sobre la historia del mundo y concluye con la apertura de los siete sellos que provocan la caída de las fuerzas del mal, el juicio final de la humanidad, la desaparición del mundo actual y su sustitución por la ciudad de Dios, la nueva Jerusalén. . Los primeros testimonios que se tienen del libro se remontan a Justino, Ireneo, Hipó lito, en el siglo rr. El Apocalipsis fue concebido (y escrito) en hebrero, y posteriormente traducido a un griego no siempre es respetuoso con la gramática y la sintaxis, que incluye un cierto número de anomalías que se justifican por el hebreo subyacente19• Su autor dice llamarse Juan, y la tradición patrística lo identifica ya sea con el apóstol de Jesús, autor del cuarto Evangelio", o bien con el presbítero Juan de Asia21, sin que sea posible establecer si se trata de una o de dos personas diferentes. La exégesis contemporánea se inclina, sin embargo, por un tercer personaje, una figura carismática, que estuvo vinculado a las comunidades de Asia Menor, a cuyas siete Iglesias se dirigen las cartas. No obstante, Claude Tresmontant ha demostrado de forma convincente que la tradición que identifica a su autor con el apóstol de Jesús es la más probable22• La fecha de su redacción se sitúa entre los años 50 y los años 80-90.
B. Los escritos apócrifos El término griego apocruphos significa 'escondido', 'secreto', 'sustraído a la mirada'. Ciertos autores de los evangelios llamados gnósti-
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Véase el estudio hecho por CI. Tresmontant, 1994. Justin Martyr, Dialogue 814; Irineo de Lyon, Contra las herejías 5 21, 11. 21 Dionisio de Alejandría o Papias, citados ambos por Eusebio de Cesarea, Historia de la Iglesia 3 39, 4-6. 22 CI. Tresmontant, 1994, pp. 221-295. 20
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cos denominan sus obras con este adjetivo, positivo a sus ojos, ya que consideraban que sus textos estaban reservados solamente a los iniciados. Pero, poco a poco, esta palabra fue adquiriendo un sentido peyorativo, pues, como subrayan un buen número de Padres de la Iglesia, las enseñanzas de Cristo nada han de temer y pueden ser dadas en toda su inteligibilidad a todos los hombres sin excepción, pues «aquí no existen griegos ni judíos, circuncisos o incircuncisos, bárbaros o escitas, esclavos o libres, sino Cristo que está todo en todos» (Col 3, 11 ). A partir del siglo IV el término adquiere un sentido peyorativo, que es el que posee actualmente: el apócrifo es un texto no reconocido, no aceptado por la Iglesia para sus lecturas públicas23• Los escritos apócrifos, cuya datación es discutida con frecuencia, constituyen un conjunto muy heterogéneo. Parecen haber sido redactados como complementos a los relatos canónicos, o bien para responder a la curiosidad de ciertos cristianos o, incluso, para propagar una doctrina nueva calificada de heterodoxa. Según sea el fin para el que se dan, los temas que traten o las informaciones que se puedan extraer de ellos, pueden ser clasificados en tres categorías24: 1. Los parasinópticos 2. Los escritos complementarios o novelescos 3. Los evangelios gnósticos En primer lugar se encuentran aquellos escritos que se refieren a la vida pública de Jesús de Nazaret, a los que se denomina parasinópticos porque están redactados, a semejanza de los sinópticos, como narraciones que incluyen relatos y palabras de Jesús, elementos narrativos y elementos discursivos. En esta categoría se encuentran el Evangelio según los hebreos (en tomo a los años 140-180), el Evangelio de los nazarenos (alrededor de 120-180), el Evangelio de los ebionitas (principio del siglo rr), el Evangelio de los egipcios (alrededor del año 120), evangelios fragmentarios, como el «de Fayoum» (del año 150 al siglo m), los papi-
23
En su origen, los escritos apócrifos no estaban calificados de «apócrifos», sino de
antilégomena, es decir, de libros «que no es necesario leer», porque se trataba de fábulas. 24 Ch. Delhez y J. Vermeylen, 2006, pp. 47-50.
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ros de Oxyrhinco 4009, 1224 y 840 (siglos I al rv-v), el papiro Egerton 2 (mediados del siglo I al inicio del 11, en tomo al año 200?)25. La segunda categoría se refiere a sujetos o a temas de los que no hablan los evangelios canónicos. Se les llama, por tanto, «complementarios» o «novelescos», y proporcionan datos sobre un determinado personaje (María, José, Nicodemo ), sobre un momento de la vida de Jesús (su infancia, su Pasión, su descenso a los infiernos, etc.), mezclando, con frecuencia, lo maravilloso y lo terrible26• Citemos, por ejemplo, el Protoevangelio de Santiago, también llamado Natividad de Maria" (segunda mitad del siglo 11), las Historias de la infancia del Señor Jesús, llamado también Evangelio de la infancia de Tomás (siglo m), el Pseudo-Mateo (siglo VI)28. Están, además, los escritos gnósticos29. Según los heresiólogos, el origen del gnosticismo cristiano se remonta a Simón el Mago ( o el Mágico), del que se habla en las Actas de los Apóstoles (8,9-11 ), quien siguió durante un tiempo al apóstol Felipe, llegado de una ciudad de Samaria en la que Simón hacía prodigios, pero que fue rechazado por Pedro, pues quería comprar el don de Dios, es decir, el Espíritu Santo, que tenían los apóstoles con la imposición de manos". Los escritos gnósticos cristianos (del término gnosis, 'conocimiento') pretenden dar a los «elegidos» el conocimiento salvador que tiene por objeto los misterios del mundo divino y de los seres celestes, y que está destinado a revelar solamente a los iniciados el secreto de su origen y los medios para alcanzarlo. Se pueden dividir en dos categorías:
25 Para una presentación más detallada véase CI. Moreschini y E. Norelli, 2000, quienes hablan de los tres primeros evangelios judeo-cristianos (pp. 83 y ss.). Véase también Craig A. Evans, 2006, pp. 51-99. 26 Evangelio de la infancia de Tomás, 46, en donde Jesús resucita a varios niños o, por el contrario, hace que se debilite el hijo de Hanon. 27 Este es el que menciona los nombres de los padres de María: Joaquín y Ana. 28 Es aquí en donde se encuentra la tradición del buey y el asno en el pesebre. 29 Para abordar el problema del gnosticismo cristiano, véase Cl. Moreschini y Norelli, 2000, pp 209-230. 30 De ahí procede el término «simonía», que designa el tráfico de las cosas santas.
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1. Los escritos gnósticos de los siglos rr y rrr, en la tradición indirecta. 2. Los escritos gnósticos de los siglos n y m, en la tradición directa31• Al primer grupo pertenecen el Libro de Baruch, las Actas de Arquelao, de Hegemonio, la Carta a Flora, de Ptolomeo, un Comentario del Evangelio de Juan, de Héracleon, etc., de todos los cuales tenemos conocimiento por las citas de Ireneo, del Elenchos de Hipólito, de Orígenes o de Clemente, por ejemplo. Los segundos agrupan textos originales reencontrados, en gran parte, en Nag Hammadi, en Egipto". El Apócrifo de Juan (alrededor del 150), el Evangelio de Tomás ( alrededor 150-180)33, el Evangelio de la Verdad ( anterior al 180), el tratado Sobre la resurrección ( después del 150) y el Evangelio según Felipe (después del 250). Estos textos «cristianos» antiguos, o no tan antiguos, hablan, pues, de Jesús; todo lo cual refuerza la presunción de su existencia y ayuda a nuestro propósito. Su vinculación con los escritos canónicos resulta más compleja, ya que, al menos en algunos de estos textos, se incluyen creaciones legendarias y poco verosímiles34, y porque, en lo que se refiere al plano doctrinal, los Padres de la Iglesia no han dejado de subrayar las grandes divergencias o distorsiones -léase creaciones originales- que abundan en los textos apócrifos o en los gnósticos. Pero desde un punto de vista estrictamente histórico, estos documentos constituyen una fuente textual tan importante como los escritos de otros autores.
CI. Moreschini y E. Norelli, 2000, pp. 217-229. J. D. Turner y A. McGuire, 1997; J.-D., Dubois y R. Kuntzmann, 2009. 33 Aunque se ha encontrado en la biblioteca de Nag Hammadi, el Evangelio de Tomás no es, propiamente dicho, un texto gnóstico. Consiste en una serie de palabras (logia) o de parábolas de Jesús, en número de 114 (cifra adoptada por la edición crítica), introducidas por la frase «Jesús ha dicho», por una serie de preguntas de los discípulos o bien por un breve cuadro narrativo (CI. Moreschini y E. Norelli, 2000, pp. 95-99). 34 Algunas de las cuales se encuentran en el Corán. Por ejemplo, aquella en la que Jesús hace pájaros de arcilla y les da vida (Evangelio de la infancia de Tomás 2,3 y Corán, sura 3,50), lo que refuerza la evidencia de un origenjudeo-nazareno del Corán. 31
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C. Las obras de los primeros Padres apostólicos Se puede realizar este rápido viaje a través de las fuentes antiguas que hablan de Jesús-Cristo mencionando los escritos de los primeros Padres de la Iglesia. Se les llama Padres apostólicos, pues pertenecen a la generación de aquellos cristianos que conocieron a los apóstoles de Jesús y de quienes recibieron el testimonio que constituirá la fuente de lo que se da en llamar la «tradición apostólica». Sus obras no pertenecen al canon del Nuevo Testamento (incluso si comparten la teología, la lengua y el origen comunitario), pero se consideran elementos fundamentales para difundir la doctrina de la enseñanza de Jesús (la evangelización) y para poder luchar contra las herejías que no dejan de aparecer desde el siglo r35• Se consideran «apostólicos» los escritos de los siguientes autores: el Pastor de Hermas (principios del siglo rr), Clemente de Roma (años 80-90), Ignacio de Antioquía ( en tomo a los años 35-113), Policarpo de Esmirna (en tomo al 69-89 - alrededor del 155), Papias de Hierápolis (principios del siglo n), la Didaquia (finales del siglo r - principios del n), Cuadrato y Arístides, ambos de Atenas (alrededor del 124)36• Algunas de estas obras, como la Didaquia, por ejemplo, no dependen de ninguno de los escritos contenidos en el Nuevo Testamento. Se trata más bien de obras independientes, incluso si se puede reconocer una tradición común.
* * * Ciertamente, existen otros autores cristianos de los siglos rr, m y rv que podrían mencionarse por la simple razón de que, si bien no consti-
35
Ya se ha evocado la figura de Simón el Mago. Igualmente, se pueden citar las de su discípulo Menandro, Apolo de Éfeso, Justino de Samaria, Marción o los gnósticos. 36 Por no citar más que algunos. Mencionamos de forma más particular las cartas de los Padres apostólicos: Carta de Bernabé (hacia el año 96), Cartas clementinas (hacia el 100-150), Cartas de Ignacio de Antioquia (hacia el 120), Carta de Policarpo a los filipenses (hacia el 167). Para más detalles remitimos al lector a las obras ya citadas de CI. Moreschini y E. Norelli, 2000; R. Nurnet, 2003. Véase también el sitio Internet http// www.patristica.org/Los-Padres-apostólicos. El Pastor de Hermes y la Carta a Diognetes no citan a Jesús o el Cristo. Nosotros los hemos citado por información.
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
tuyen testigos directos, citan, no obstante, un buen número de documentos de primera mano, hoy en día desaparecidos, que pueden reforzar la convicción de que Jesús existió realmente. Estos testigos no han dudado, a pesar de que en ocasiones corrieran peligro su vida o su honor, en afirmar su existencia ante las más altas autoridades del Estado romano. Para tomar tan solo un ejemplo, examinemos el caso de un documento excepcional, hoy día desaparecido, pero del que tenemos conocimiento a través de un buen número de citas: las Actas de Pilato. No se trata de esas Actas de Pi/ato, escritos apócrifos que existen con numerosas variantes, sino más bien de un informe o proceso verbal oficial, redactado por el prefecto de Judea a la atención del propio emperador Tito. La existencia de semejante informe ha hecho correr mucha tinta, ya que se trata de un testimonio capital.- Desgraciadamente, ningún documento de esta índole ha podido llegar hasta nosotros. Sin embargo, se puede razonablemente pensar que Pilato ha debido, a ejemplo de sus colegas de otras provincias, redactar un informe sobre lo que estaba pasando en el momento del proceso de Jesús y los problemas que vinieron a continuación (las primeras conversiones en masa, el arresto de los apóstoles, el martirio de Esteban, etc.). Se ha podido constatar este hecho en Plinio el Joven, al que ya hemos hecho referencia. Pero ¿qué sabemos de la existencia de un posible informe dirigido al emperador por Pilato? Según el investigador americano Bob Siegel37 la existencia de este informe está confirmada por algunos otros autores de la Antigüedad: Justino Mártir, Tertuliano y Eusebio de Cesarea ( él añade a Tácito, pero únicamente por deducción, por lo cual no vamos a mencionarlo aquí). El hecho de que se trate de autores cristianos no debe ser problemático, sino que, por el contrario, puede explicarse por el hecho de que en un periodo de amenazas -léase persecuciones- ellos tenían todo el interés, para defender su causa y la vida de sus correligionarios, en apoyarse en documentos oficiales conocidos y accesibles para todo el mundo, comenzando por las más altas autoridades del Imperio. Además, lo que sabemos de sus vidas nos permite afirmar que se trataba de hombres cultos, bien instalados en la sociedad romana y buenos conocedores de sus mecanismos.
37
B. Siegel, 2007. Véase también M. Sordi, 1986, pp. 16-17.
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Jesús?
ESTUDIO DE LAS FUENTES TEXTUALES
y
ARQUEOLÓGICAS
Justino (100-165 d. C. aproximadamente) nació en Flavia Neapolis (antigua Sichem, actualmente Nablus), en Palestina, en el seno de una familia no judía. Su padre se llamaba Prisco y su abuelo Baccheio. De cultura y educación griegas, siguió distintas escuelas filosóficas en Éfeso ( estoicismo, aristotelismo, pitagorismo y platonismo) antes de convertirse al cristianismo, hacia los años 130-133. Murió decapitado en Roma. En una carta que dirige al emperador Antonino el Piadoso ( 13 8-161 ), titulada Apología para los Cristianos38, Justino hace una clara alusión a un documento llamado Actas de Pi/ato: Estas palabras: «Ellos han atravesado mis manos y mis pies» significaban que sobre la cruz sus manos y sus pies serían atravesados por clavos. Y después de haberlo crucificado echaron su ropa a suertes, y sus verdugos se la repartieron. Podéis ver todo este relato en las actas de Pilato. (Apología 1.35,7-9. Trad. al francés de Louis Pautigny, 1904, p.73). Seguidamente, pasa revista a los milagros de Jesús: Ahora bien, del hecho de que hubiera realizado esos milagros os darán pruebas las actas de Poncio Pilato. (Apología 1.48,3. Trad. al francés de Louis Pautigny, 1904, p. 99). Semejantes declaraciones resultan de suma importancia, porque suponen que el informe de Pilato existió siempre en los archivos oficiales romanos y que el emperador podía verificar la exactitud de estos datos. Resulta altamente improbable que Justino solicitara de un emperador romano que verificase un documento, si no se encontraba completamente seguro de que tal documento existía. En caso contrario, habría puesto su vida y su reputación en peligro. Evidentemente, se puede argumentar el hecho de que no existe ninguna prueba de que los informes de los juicios criminales concernientes a los peregrinos, es decir a los no-ciudadanos
38 Véase especialmente L. Pautigny, 1904; A. Wartelle, 1987; M. Marcovich, 1994; Ch. Munier, 1995.
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORJA
romanos, fueran enviados a Roma. Además, Plinio el Joven, al escribir a Trajano, no menciona precedente alguno de este género. Estas anotaciones no se sostienen bien con el único argumento del silencio. Se puede añadir, como ha subrayado F. F. Bruce: con frecuencia la gente se pregunta si se conserva algún tipo de informe que, supuestamente, hubiera enviado a Roma Poncio Pilato, prefecto de Judea, concerniente al proceso y ejecución de Jesús de Nazaret. La respuesta es no. Pero también resulta necesario añadir que tampoco se ha conservado ningún informe oficial referente a Judea; informe que tanto Poncio Pilato, como cualquier otro 'gobernador romano, hubiera enviado-a Roma, refiriéndose a asuntos de cualquier índole. Raramente se han preservado los informes oficiales enviados por cualquier gobernador de cualquier provincia. Posiblemente se enviaran de forma regular, pero en su mayoría eran documentos efímeros que desaparecieron en un determinado momento39• Tertuliano (Quintus Septimius Florens Tertullianus, 150/170-230, aproximadamente) está considerado por muchos como el fundador de la teología cristiana latina. Nacido en Cartago, ejerció en Roma la profesión de abogado o de jurista; se convirtió al cristianismo y regresó a su ciudad natal, en donde desplegó su actividad literaria al servicio de la Iglesia. En el 207 se hizo miembro del movimiento de los montanistas. Compuso un conjunto importante de obras apologéticas, y es en una de ellas, la Apologética, escrita hacia el año 197, donde habla de los sorprendentes sucesos que rodearon el proceso, la muerte y la resurrección de Jesús. Por esa época, el emperador Tiberio propuso al Senado considerar a Jesús como un dios romano, en razón de la naturaleza milagrosa de su vida: Entonces, Tiberio, bajo cuyo reinado el nombre cristiano había hecho su aparición en el siglo, comunicó al senado los hechos que le habían sido anunciados de Siria-Palesti-
39
F. F. Bruce, 1975, p. 19.
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¿HA EXISTIDO JEsús? EsnJDIO DE LAS FUENTES TEXTUALES y ARQUEOLÓGICAS
na, hechos que habían revelado en aquella tierra la verdad sobre la divinidad del Cristo, y los apoyó con su propio sufragio. El senado, sin embargo, no los estimó y los rechazó. El césar insistió en su propuesta y amenazó de muerte a los acusadores de los cristianos ... Analizando el tema con mayor detalle, Tertuliano menciona con precisión a los guardianes armados de la tumba, los sellos puestos sobre la sepultura, la piedra rodante, la dispersión de los guardianes, el temblor de la tierra, las tinieblas, el rumor según el cual los discípulos habrían robado el cuerpo de Jesús y las últimas palabras de Cristo sobre la cruz. Y concluye: «Pilato, que ya era cristiano en su corazón, anunció todos estos hechos relativos al Cristo, a Tiberio, que era por entonces el César (Apologética, 21, 24). Añadamos, de paso, que, a semejanza de los autores romanos ya citados (Plinio, Tácito y Suetonio ), Tertuliano no cita el nombre de Jesús, sino más bien el de Cristo, demostrando de este modo que la asociación de estos dos nombres se hace evidente. Sin embargo, conviene hacer dos anotaciones: la primera concierne a Tiberio. Se afirma con frecuencia que este emperador había adoptado una política hostil a las religiones orientales. Temiendo que pudiera producirse un cierto proselitismo, y que llegaran a convertirse algunos miembros de la alta sociedad romana, tomó medidas respecto al culto judío haciendo expulsar a los judíos que se encontraban en Roma, en el año 19. En realidad, Tiberio, al igual que Octavio, se atuvo ante todo al culto oriental de Isis. Por otra parte, Filón de Alejandría deja entender claramente que las medidas adoptadas bajo su reinado en contra de los judíos de Roma fueron obra de Sejano y no del mismo Tiberio: Del mismo modo, todos los pueblos del Imperio, incluso aquellos que nos eran hostiles por naturaleza, se cuidaron de tocar incluso la menos importante de nuestras leyes. Sucedió lo mismo bajo el reinado de Tiberio, a pesar de las persecuciones provocadas contra nosotros en toda Italia por Sejano. El emperador, tras la caída de aquel, en el año 31, reconoció que las acusaciones que había presentado 129
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
contra los judíos de Roma no eran ciertas, sino más bien calumnias inventadas para destruir nuestra nación. Pues este ambicioso individuo sabía que seríamos los únicos, o los más interesados, en combatir las criminales tentativas que ponían en peligro al emperador. Tiberio ordenó a todos los gobernadores de las provincias que se cuidaran, en cada una de las ciudades de nuestra nación, de no buscar más que a los culpables, que tan solo eran un pequeño grupo, y que no hicieran ningún cambio en nuestras costumbres; que cuidaran también a aquellas gentes de espíritu pacífico para que respetaran nuestras leyes, como una contribución al orden público". (Filón, Legatio ad Caium, 159-161 ). No olvidemos que hasta el siglo II de nuestra era, los cristianos tenían la misma consideración que los judíos. Por tanto, esta disposición pudo serles aplicada también a ellos. Por otro lado, ninguno de los autores clásicos menciona esta posición «procristiana» de Tiberio, y el testimonio «tardío» de Tertuliano es único. Pero ¿quién tenía, entre los paganos, alguna razón para hablar de la judeofilia o de la cristianofilia de Tiberio? Eusebio de Cesarea (años 260-339 aproximadamente) fue un escritor eclesiástico en lengua griega, nacido en Palestina. Trabajó en la biblioteca legada por Orígenes, en Cesarea Marítima, ciudad de la que será obispo tras la persecución del año 303. Estuvo estrechamente unido al emperador Constantino, del que hizo un panegírico (Vida de Constantino). Su obra comprende escritos de explicación y de crítica bíblica, apologías y obras históricas (la Crónica y la Historia eclesiástica). Este autor menciona también el hecho de que Pilato conocía los milagros y la resurrección de Jesús, y que de todo ello informó al emperador Tiberio: 40
Traducción al francés de F. Delaunay, Philon d'Alexandrie, Écrits historiques. Infiuences, luttes et persécutions des Juifs dans le monde romain, París,1867, pp. 324-325.
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[ 1] La maravillosa resurrección del Salvador y su ascensión ya eran conocidas de mucha gente. En virtud de una antigua costumbre, los gobernadores de las provincias debían informar al emperador reinante de los acontecimientos sucedidos en su territorio, de modo que nada se escapase al conocimiento del príncipe. Así pues, Pilato informó a Tiberio de lo que se decía en toda Palestina, referente a la resurrección de nuestro Salvador Jesucristo [2], informándole también de otros hechos maravillosos de su vida, y que a causa de su resurrección un gran número de personas creía en la divinidad de Jesús. El emperador mencionó estos hechos al Senado. Esta asamblea descartó la proposición, en apariencia porque no había sido sometida a su previo examen ( era una ley antigua que no podía ser reconocido un dios entre los romanos, más que por un voto y un decreto previos del Senado). Pero, en realidad, porque la enseñanza divina y la predicación de la salvación no tenían necesidad del asentimiento ni de la garantía de una asamblea humana. [3] Habiendo rechazado de este modo el Senado la proposición que le había sido dirigida con respecto a nuestro Salvador, Tiberio mantuvo su anterior manera de ver y no tomó ninguna decisión en contra de la doctrina de Cristo [ 4]. Esta es la manera en que Tertuliano, hombre muy versado en las leyes romanas, persona ilustre y de las más célebres de Roma, nos cuenta estos hechos en su Apologie. (Hist. eccl. 2, 1-4, trad. al francés de Érnile Grapin, París, 1905). Se ha glosado mucho sobre Eusebio y su capacidad para escribir la historia. Los últimos estudios que se han hecho sobre él tienden a mostrar que ha aportado a la técnica de los escritos históricos un método que ha enriquecido excepcionalmente su obra. El historiador del Derecho romano Eduardo Volterra se ha interesado por este tema del informe de Pilato y de la intervención de Tiberio en el Senado. Sus intensas investigaciones le han llevado al convencimiento de que este informe era necesario, y que la gestión del emperador «era una actuación no solo correcta legalmente (y, por consiguiente, verosímil), sino también muy 131
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
adecuada bajo el punto de vista político»41• Tácito no dice otra cosa de Tiberio más que la máxima que tenía el emperador «de emplear en los asuntos la astucia y la política» (consiliis et astu) (Anales 6,32?). Es posible que el emperador hubiera visto en esta nueva «secta judía» que iba ganando popularidad el medio de desembarazarse de los elementos antirromanos ultraviolentos de la tradición mesiánica judía, para reemplazarlos por ideales morales y religiosos pacíficos, sin ambiciones de tipo monárquico ( «Mi reino no es de este mundo», Jn 18,36). Se trataba, por tanto, de una proposición puramente política que hacía el emperador, ligada a una política muy hábil en una provincia difícil. Así pues, no se pueden rechazar fácilmente estos testimónios con el pretexto de que proceden de autores cristianos, es decir, de escritores desconectados de la realidad, debido a una visión «confesante» de la historia. Estos hombres se defendían contra un cierto número de ataques por parte de adversarios hostiles y debían aportar a su convicción religiosa toda la legitimidad necesaria para escapar a los reproches de ateísmo, de insubordinación, de infanticidio, de complot contra el Estado o de otras acusaciones de crimen de lesa majestad: En todo lugar y en cualquier circunstancia, una simple denuncia hecha en debida forma es suficiente para poner en funcionamiento el procedimiento judicial que es habitual. Ahora bien, nadie ignoraba cuál era la religión de su vecino, y en las innumerables y pequeñas comunidades del Imperio el rechazo de algunos a asistir a las ceremonias religiosas oficiales seguramente no pasaba desapercibido42• Muchos de estos testimonios proceden de ciudadanos romanos o de viajeros educados, miembros a veces de una escuela filosófica prestigio-
V. Messori, 2002, p.121. Sobre las cualidades del historiador Eusebio de Cesarea véase Jean-Louis Guitteny, Eusébe de Césarée, apologique ou historien", artículo de la Facultad de Teología, Universidad Católica de l'Ouest, Angers. Sobre el informe de Pilato y la intervención de Tiberio véase E. Volterra, 1947; E. Volterra, 1968. 42 Anne Daguet-Gacey, «Septime Sévére, un empereur persécuteur des chrétiens?», en Revue des études augustiniennes, 47, 2001, p.13. 41
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EsTIJDIO DE LAS FUENTES TEXTUALES y ARQUEOLÓGICAS
sa, o de personas que desempeñaban puestos importantes en la Administración romana. No se trataba, por tanto, de iluminados o de fanáticos dispuestos a hacer pasar al Imperio a sangre y fuego para conseguir el triunfo de sus ideas. Son personas que desean ardientemente que su sociedad cambie, que mejore la suerte de los más desfavorecidos, y que el espíritu de sus conciudadanos se eleve y se libere de la servidumbre, de la esclavitud de la carne; es decir, del mundo y de su desorden. Este ideal estaba encarnado por Jesús-Cristo. Y, naturalmente, esta gente convencida por su enseñanza de amor solicitaba la defensa de lo que estimaban que constituía el mayor bien para la humanidad43•
43 Estos apologetas del cristianismo desempeñaron un notable papel a lo largo del siglo n, testimoniando de este modo la realidad y la intensidad de las discusiones y las polémicas con judíos y politeístas. Se puede citar a Arístides de Atenas (muerto en 134 aproximadamente), Justino Mártir, Tatieno el Sirio ( 110/120 aproximadamente), Melitón de Sardes ( 160 aproximadamente), Atenágoras de Atenas ( 17 5/ 180 aproximadamente) que han contribuido a dotar a la doctrina cristiana de creencias puras. En el siglo m se puede ver la consagración de auténticos pensadores, de exégetas y escritores como Clemente de Alejandría u Orígenes que, a su vez, dejaron paso a los teólogos del siglo rv, como san Ambrosio de Milán, san Agustín, san Jerónimo, san Basilio, san Gregorio Nacianceno, san Gregorio de Niza, san Juan Crisóstomo, etc. Puech, A., 1913; Pouderon, B., 2005. Por lo que se refiere a la calidad de los obispos de los siglos rr y m, hombres de mundo, dotados de autoridad, pensadores y escritores, véase el esclarecedor estudio de M.-Fr. Baslez, 2016.
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LAS FUENTES ARQUEOLÓGICAS
Todavía más excepcionales que las fuentes literarias resultan los testimonios arqueológicos sobre la existencia de Jesús. Ahora bien, esta escasez de datos no significa ausencia y, menos todavía, inexistencia. [Cuántos personajes anónimos han recorrido el mundo desde que el hombre existe sin dejar la menor huella! ¡ Y cuántos héroes célebres han sido cantados y admirados sin que se pueda aportar la menor prueba de su existencia (o de lo contrario)! Hasta que hace muy poco se halló un fragmento de estela en la cual se mencionaba a la «casa de David»1, eran muchos los que dudaban de la existencia real del rey. Volveremos más adelante sobre los documentos arqueológicos ( objetos y registros escritos) que se refieren a los lugares, monumentos o personas que se ven mencionados en los Evangelios. De momento, vamos a interesamos por la persona de Jesús. ¿Existen rastros tangibles (inscripciones, grafitis, representaciones pictóricas, etc.) que se refieran a él, fechadas durante los siglos I y n? El primer testimonio que se puede presentar a estudio es poco conocido del gran público, tal vez debido a que es muy antiguo. Durante la construcción de la capilla católica Dominus Flevit, en Jerusalén, sobre el monte de los Olivos, a principio de los años 1950, se descubrió una necrópolis muy amplia con más de quinientos enclaves funerarios.
1
A. Biran y J. Naveh: «An Aramaic Stele Fragment from Tel Dan», en la Israel Exploration Journal, nº 43, 1993. Se trata de una estela en basalto, erigida por un rey arameo del siglo IX-VIII a. C. Fue consignada, en 1993-1994, en los informes arqueológicos dirigidos por Avraham Biran en el lugar de Te! Dan, al norte del valle de la Houla, en Israel.
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
Las excavaciones realizadas en los años 1953-1954 por los franciscanos, propietarios de aquellos lugares desde 1881, permitieron realizar a los padres B. Bagatti y J. T. Milik importantes descubrimientos arqueológicos. En efecto, sacaron a la luz tumbas de la Jerusalén cananea (siglos XVI-XN a. C.), tumbas judías de la época de Cristo (siglo 1 a. C.-siglo 1 d. C.) junto con otras más tardías (siglos IHV) y los restos de un monasterio de la época bizantina y árabe (siglos vn-vin). Las tumbas de los primeros siglos, antes y después de Jesucristo, son del tipo kokh (plural kokhim)2. Las monedas descubiertas cubren el periodo asmoneo y romano, desde el 135 a. C. al 15-16 d. C. (segundo año de la prefectura de Valerio Grato), lo que significa que estas tumbas fueron utilizadas probablemente hasta el año 70, en la época del sitio de Jerusalén por los romanos. Las otras tumbas son más tardías (siglos m-vn), y son del tipo arcosolium. Con las monedas los arqueólogos descubrieron lámparas y jarros de cerámica, objetos de vidrio y de piedra, siete sarcófagos y ciento veintidós osarios, o fragmentos de osarios. Todos estos objetos se remontan al primer periodo de ocupación del cementerio. Los osarios3 son pequeños cofres de madera o de piedra de entre 50 y 80 cm de largo, 28-50 de ancho y 25-40 de alto que contienen los huesos del difunto. En la práctica, se colocaba el cuerpo en un sarcófago ( que podía, o no, servir de lugar de reposo definitivo) o en un nicho (/oculus, en latín) tallado en la pared de la tumba. Tras la descomposición del cadáver se recuperaba la osamenta para depositarla en un cofre. El osario es, por tanto, lo que podría llamarse un depósito secundario4• En Jerusa-
Con el inicio de nuestra era, las tumbas se multiplican por los alrededores de Jerusalén. Son de dos tipos y se hallan dispuestas en torno a una sala rectangular. Un primer tipo cruza perpendicularmente las paredes de la sala, la tumba se encuentra un poco elevada y, de acuerdo con su longitud, no se puede depositar en ella más que un solo cuerpo; presenta, de este modo, la forma de un horno crematorio (kok, en hebreo). El segundo tipo es diferente: sobre la pared de la sala, en plano horizontal, se encuentra un nicho sobre el cual se extiende un arco abovedado o arcosolium. 3 El término procede del latín ossuarium (os, ossis, 'hueso'). La palabra griega es ostophagos, literalmente 'devorador de la osamenta' (de la misma manera que el «sarcófago» es el 'comedor de la carne'). 4 Esta práctica se ve confirmada en la Mishna (sanhedrin 6,6 dm.). También se ve atestiguada en testimonios de los primeros cristianos (Martirio de Ignacio, 6; Martirio de Policarpo, 18). 2
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ARQUEOLÓGICAS
lén la utilización de los osarios se haya bien marcada cronológicamente: se extiende, grosso modo, desde el año 50 a. C. al 70 (quizás 135) d. C., si bien en otros lugares se practicó durante más tiempo5• La decoración más empleada en estos osarios es la roseta, que, al igual que la estrella de Ishtar o Ianna, identificaba al planeta Venus, símbolo de la luz, de la vida, de Dios. En varios casos se encuentran también signos o marcas (por ejemplo, un triángulo) grabados en un extremo del cofre que, por lo general, corresponden a una marca del mismo tipo de la existente en la tapadera ( con toda seguridad para indicar la forma en la que esta debía reposar sobre el cofre). También hay inscripciones grabadas o dibujadas con carbón de madera o con pintura. La mayor parte de las veces se trata de nombres de los difuntos -que se supone han sido reinhumados en los osarios- o de invocaciones. Más de cuarenta inscripciones de este tipo han sido identificadas en los osarios de Dorninus Flevit, grabadas de forma tosca o bien dibujadas con carbón de leña, en hebreo, arameo y griego. Por lo general, dan información sobre el nombre del difunto o, en ocasiones, sobre lazos familiares o acerca de su estatus u oficio; por ejemplo, Menahem, hijo de Yakim, sacerdote (kóhen) (osario n.º 83 de la necrópolis); Marta y María (n.º 27); Sirnon Bar ... (n.º 19); Diógenes, hijo de Zena, el prosélito ( el nombre se halla acompañado de una cruz oblicua), etc. Pero también se encuentran inscripciones como la de Juda el Joven, por ejemplo, que están acompañadas por uno o varios signos misteriosos. El osario n.º 21, en efecto, lleva el nombre de «Juda el Joven, prosélito, fabricante de queso». Sobre el borde se encuentran signos trazados con carbón de leña, una especie de monograma compuesto de una iota y de una chi griegas, y otra combinación de las letras chi y rho. En un contexto judea-cristiano, la iota y la chi significan Jesús-Cristo. La chi y la rho, combinadas, forman un crismón que significa Chr(istos) o chr(istianos), y sabemos que este último término se encontraba en uso desde el año 44, en Antioquía6• Podemos, pues, encontrarnos aquí con un prosélito que se hubiera convertido al cristianismo.
5 Entre el año 200 a. C. y el siglo m, tal vez el IV, de nuestra era, como en los cementerios de Gezer o de Beth Sh'arim. Véase J. Finegan,1992, p.336. 6 VéaseAc 11,26. El crismón se encuentra también en contextos paganos como una abreviatura; por ejemplo, de chiiliatrtchés) (chiliarchés 'comandante de mil hombres'), o de chretsimon) 'útil', o incluso de chr(onos) 'tiempo'. Véase J. Finegan, 1992, p. 353.
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
El osario n. º 18 muestra otro monograma también muy intrigante: se trata de la combinación de las letras griegas iota, chi y beta. Las paralelas permiten identificar este monograma como si significase Iésous Chrestos Boétheia, es decir, «Jesus-Cristo es nuestro seguro»7• Jack Finegan concluye de manera prudente el estudio que ha realizado sobre los osarios de la necrópolis de Dominus Flevit con estas palabras: Muchos de estos signos son susceptibles de revestir una interpretación cristiana; y la mayoría de los nombres que también se conocen en el Nuevo Testamento proceden de un conjunto de tumbas que llevan los números 65-80, y en particular las pertenecientes al grupo funerario n.º 79. En este grupo 79 se encuentran los osarios n.º 12 marcados con una cruz y una c, y el n. 0 18 con la iota, la chi y la beta, en monograma, ( ... ) y el n. º 21 con la chi y la rho en monograma, y los nombres de Juda y Sapphira; ( ... ) en los grupos funerarios 65-80 se encuentran el osario n.º l con un signo en forma de cruz acompañando al nombre de Shalamsion, el n.º 27 con los nombres de Marta y María, el n.º 29 con el de Salomé y el n.º 36 con el nombre de Jonatán. Así pues, nos encontramos en presencia de signos que pueden ser
Se puede considerar que la inscripción del osario de Dominus Flevis permite descartar estas posibilidades, aunque un fabricante de queso sea siempre una persona «útil». El crismón aparece en el contexto cristiano mucho antes del emperador Constantino; por ejemplo, en las estelas de Eumeneia, en Frigia, fechadas en los años 200. Una de ellas es el epitafio del «obispo de los cristianos de Eumeneia». Véase W. H. Buckler, W. M. Calder y C. W. M. Cox, «Asia Minor, 1924. lll. Monuments from Central Phrygia», en Journal of Roman Studies, 16,1926, pp.73-74, n.º 200. Idem en Doura Europos, en donde el crismón aparece sobre un casco del siglo m. Véase R. N. Frye, J. F. Gilliam, H. Ingholt y C. B. Welles, «Inscriptions for Dura-Europus», en Yale Classical Studies, 14, 1955, p. 194, nº 216. 7 M. Avi-Yonah, «Abreviations in Greek Inscriptions (The Near East 200 B. C-A.D. 1100)», en The Quaterly of the Department ofAntiquities in Palestine: Supplement to vol. IX, Londres: Milford, 1940. Este concepto «salvador» de Jesús es presentado por Justino Mártir, Diálogo con Trifón 30.3: «Nosotros llamamos al Cristo nuestro sostén, nuestro Salvador, aquel cuyo solo nombre hace temblar a los demonios».
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cristianos y de nombres que son frecuentes o importantes en el Nuevo Testamento y que, desde entonces, han podido ser de preferencia para los cristianos: es altamente posible que esta zona particular sea un cementerio de familias judías cuyos miembros se convirtieran al cristianismo8• ¡ Y todo ello antes del año 70 de nuestra era! *
*
*
. Algunos años antes del descubrimiento de Dominus Flevit, en 1945, se había descubierto otra tumba en un barrio del Talpioth, al sur de Jerusalén, cerca de la antigua ruta que conducía a Belén. Había sido saqueada, pero el escaso material que se conservaba (una moneda de Agripa I fechada en el 42-43 y algunos fragmentos de cerámica de fines del periodo helénico y principios del romano) permitió a los arqueólogos datar su ocupación entre el siglo I a. C. y el año 70 d. C. En la cámara principal se encontraron cinco loculi del tipo kokhim: dos sobre el muro meridional, dos sobre el muro oriental y uno sobre el muro occidental. En el interior se hallaron catorce osarios, si bien tres de ellos han desaparecido llevados por los obreros que encontraron la tumba. De los once restantes, dos tienen un particular interés: los osarios n.º 7 y n.º 8. El primero se halla decorado con las rosetas habituales y con paneles grabados en su parte delantera, presentando en la posterior una inscripción hecha en griego con carbón vegetal, en una sola línea: Jesous iou. Eleazar Sukénik propuso que se leyera como una lamentación a propósito de la crucifixión de Jesús: «Jesús, desgracia»9• Pero el término iou también puede ser un grito de alegría del tipo «Jesús, [hurra!», como sugiere Aristófanes en su obra La paz (317, 345). Sin embargo, Johannes Hempel'? propuso que se viera una línea diagonal a la derecha de la última épsilon, y pensó que allí había otra letra.
8
J. Finegan, 1992, p. 374. E. L. Sukenik, 1947. 10 Johannes Hempel, «Wichtige Aufsatze in Zeitschrifften und Sammelwerken», en Zeitschriftfiir die alttestamenttliche Wissenschaft, 62, pp. 273-274. 9
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Bagatti y Milik estuvieron de acuerdo en que se tomara esa letra como una delta y después, sobre la épsilon de Iésous, otra épsilon, de forma que el texto se leyera «Jesús, hijo de Juda». A nosotros nos parece que esta fórmula es un poco endeble. Sin embargo, alcanza cierto relieve cuando se examina el osario vecino ( en realidad, se encuentran juntos en el mismo kokh ), el número 8. La inscripción que figura allí fue grabada con un instrumento contundente sobre la cubierta del osario. Se puede leer, siempre en griego: «Iesous alóth», pudiendo ser el término alóth otra expresión de duelo, o bien la transliteración de la palabra hebrea que significa 'aloes', en referencia a la muerte de Jesús en la cruz y a su colocación en la tumba. No obstante, también podría tratarse, como sucede con el osario precedente, de un nombre de pila' 1, con lo qué entonces tendríamos el nombre del difunto: «Iésus, hijo de Aloth». Pero se trata tan solo de una suposición. Es necesario saber si el osario número 8 tiene igualmente en sus cuatro lados una cruz trazada con carbón de leña. Se han querido interpretar estas cuatro cruces como signos que indicarían que el osario ya estaba «ocupado», pero eso no se explica fácilmente cuando se sabe que se encontraba al lado del número 7 y al fondo del nicho, teniendo delante de él el osario número 6. Resumiendo, sus cuatro lados resultaban invisibles. ¿Se trataba entonces de un signo cristiano que nos permitiera pensar que nos encontrábamos en presencia de osarios de una familia judía convertida (ya fuera total o parcialmente) en discípulos de Jesús? La cuestión merece ser estudiada, tanto más cuando en el osario número 1 de la misma tumba se encuentra la inscripción Simeón Barsaba, que es un nombre desconocido fuera del Nuevo Tes-
tamento".
* * * No se puede marginar aquí el caso del osario de Siwan, que ha alimentado las crónicas, a principio de los años 2000. Más conocido bajo el nombre de «osario de Santiago, hijo de José, hermano de Jesús», fue
11
Cosa que ha sido sugerida por J. P. Kane, 1971. Véase Ac I, 23: «Se presenta a los dos, Joseph llamado Barsabbas, apodado Justus, y Matthias»; Ac 15, 22. 12
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puesto en conocimiento del público por el eminente epigrafista André Lemaire, en el año 200213• La inscripción comprende una veintena de letras redactadas en arameo y cita, cosa relativamente rara, tres nombres propios: Santiago, José y Jesús, vinculados por lazos de sangre, puesto que se trataba de hijo y hermano ( o primo). El hecho de que la opinión pública se muestre tan interesada en este osario se debe a que en él figuran justamente los nombres de personas conocidas en el Nuevo Testamento, especialmente la hermandad formada por Santiago y Jesús. Un hecho que algunos no han dejado de instrumentalizar para demostrar que, una vez más, la Iglesia había falsificado los datos históricos concernientes a Jesús y su familia 14• Si bien la filiación se utilizaba usualmente en las inscripciones funerarias, la relación entre hermanos resulta más bien rara, a menos que uno de los dos fuera célebre o que, por un motivo u otro, hubiera pagado la sepultura, es decir, el mismo osario. Según Michel Quesnel, ... vista la frecuencia de la atribución de los tres nombres que figuran sobre el objeto, se estima que, tanto en Jerusalén como en sus alrededores, había una veintena de hombres que podían llamarse Santiago, ser hijos de un José y hermanos de un Jesús. Sin embargo, como raramente se hacía grabar el nombre del hermano del difunto en la inscripción funeraria, el número de posibilidades para que este osario hubiera podido contener los restos de Santiago de Jerusalén, lapidado en el año 62 por orden del gran sacerdote Anano, se ve aumentado y refuerza esa probabilidad15• ¿Nos encontraríamos en presencia del osario de Santiago el Menor, jefe de la Iglesia de Jerusalén y, por consiguiente, ante una confirmación directa de la historicidad de Jesús? El mayor problema es que este osario está desprovisto de todo contexto arqueológico; fue desenterrado clandestinamente, cedido a un revendedor para ser, finalmente, comprado
13 14 15
A. Lemaire, 2002. P. A. Bemheim, 2003. M. Quenel, 2008, p. 53.
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de nuevo por un coleccionista. En el año 2003, la Autoridad de las Antigüedades de Israel decidió proceder a una prueba pericial detallada del osario de Santiago, y estableció dos subcomisiones para examinarlo: una estuvo encargada de estudiar la inscripción; la otra, el soporte. Desgraciadamente, los epigrafistas de la primera no llegaron a ponerse de acuerdo sobre la autenticidad de la inscripción, mientras que los expertos de la otra subcomisión ofrecieron una información unánime: las diferencias de espesor y profundidad del grabado mostraban que la primera parte de la inscripción («Santiago, hijo de José») no había sido grabada con el mismo buril que la segunda parte («hermano de Jesús») y los caracteres ponían en evidencia, además, diferencias de estilo. Según Pierre-Antoine Bernheim, «los expertos han concluido que el osario era· antiguo y procedía de la región de Jerusalén. Sin embargo, han constatado que la pátina que cubría la inscripción era diferente de la que recubría el resto del osario, y no podía haber sido producida por un envejecimiento natural en las condiciones climáticas de la Judea»16• El 14 de marzo de 2012 la justicia de Israel hizo público su veredicto en el proceso incoado por el Estado contra el coleccionista israelita Oded Gola y el vendedor de antigüedades Robert Deutsch, declarando que era imposible determinar si cabía hablar de una falsa factura de todas las piezas 17• André Lemaire sostuvo siempre que se trataba de un original auténtico. Sea como fuere, este asunto demuestra que es necesario mantenerse siempre muy prudente cuando se trata de estudiar e interpretar los documentos arqueológicos o literarios. El trabajo del historiador, consciente de las limitaciones de las fuentes que utiliza, consiste en adelantar de forma prudente hipótesis que articulen los diferentes testimonios de que dispone, dándoles una perspectiva y realizando un trabajo crítico serio. La ausencia de datos directos y objetivos no es prueba de ausencia sin más, pero nos recuerda que en historia nada se afirma hasta que se actualiza una prueba irrefutable. En esto radica el interés de un trabajo que trata de establecer la verosimilitud de un hecho, a falta de su absoluta autenticidad.
16
P. A. Bemheim, 2003, pp. 9-10. Véase Le monde de la Bible, «Le "procés en faux du siécle", accouche d'une souris», 1 de noviembre, 2013. 17
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Otro testimonio que refuerza la presunción de la existencia de Jesús es un grafiti descubierto sobre un muro del palacio del Palatino, en Roma, que representa a un orante (hombre o muchacho) ante un crucificado con cabeza de asno. Fue descubierto por Rafael Garrucci en 1856 en una edificación llamada domus Gelotiana, en la vertiente sudoeste del Palatino. Al lado del personaje que levanta la mano izquierda ( el orante) se puede leer en griego la inscripción siguiente: «Alexamenes adora a Dios». A la derecha, al lado de la cruz se distingue el signo Y. Evidentemente, se trata de una burla hecha a una persona cristiana 18• El grafiti está fechado entre finales del siglo I e inicios del rn. Esta acusación de la adoración a un dios con cabeza de asno se realizaba en la Antigüedad contra los judíos, los cristianos y los gnósticos 19• A los judíos se los acusaba de venerar en sus templos a un asno o a una cabeza de asno, o incluso a un hombre sentado sobre una cabeza de asno. La razón de ello la da Tácito, que menciona que ésta devoción tenía su origen en un episodio de la historia de los hebreos en el que un tropel de asnos vino en ayuda de los hebreos agobiados en el desierto por la sed y los guio hasta un arroyuelo situado a la sombra de un bosque; en este paraje Moisés habría encontrado un abundante manantial que permitió a su pueblo saciar su sed evitando una muerte segura. En reconocimiento a este hecho, los hebreos habrían instaurado un culto en honor del onagro. En Egipto, el dios Tifón-Seth se encuentra representado en ciertos papiros y tabletas de maldición como un hombre con cabeza de asno o de caballo, y en otros con una especie de látigo. Entre los gnósticos hay muchos pasajes que hacen referencia al séptimo arconte, Sabaoth, que tiene cabeza de asno. La acusación contra los judíos sería traspasada naturalmente a los cristianos, especialmente porque los dos grupos 18
Burla a la cualAlexamenes habría respondido escribiendo en una habitación vecina de la misma casa: Alexamenefidelis, 'Alexamenes es fiel'. Véase el estudio realizado por F. de Mély, 1908. La cruz estuvo muy pronto asociada a los cristianos, como atestigua Minucio Félix (siglo II o principios del m) en su obra Octavius, 29: «Que os encontráis lejos de la verdad cuando nos acusáis de adorar a un criminal y su cruz». 19 Véase L. Vischer, 1951. Sobre la acusación de que los cristianos adoraban a un asno, véase Minucio Félix 9,3 o Tertuliano, Apologeticus 16.
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estuvieron considerados, hasta finales del siglo r, como pertenecientes a la misma comunidad. El hecho de que aquí un hombre con cabeza de asno fuera crucificado incita fuertemente a asociarlo con Jesús, ese judío ejecutado por los romanos bajo una acusación hecha ante las autoridades de su propio pueblo. Igualmente, muy poco conocida es una inscripción hallada en 1862 sobre un muro de una mansión de Pompeya (llamada «el albergue de los cristianos») -y, por consiguiente, anterior al año 79-, que habla de forma explícita de los cristianos (CIL, 4, n.º 679). Esta inscripción ha sido profundamente estudiada por Margherita Guarducci'", y en ella se puede leer: Bovios audi(t) christianos sevos o(s)ores ('Bovios escucha a los cristianos crueles, odiosos'). Esta inscripción, si bien hostil a los cristianos, permite establecer que bastante antes del año 79 aquellos ya estaban presentes en Italia y, en particular, en esta región de la Campania.
* * * No se puede concluir este breve capítulo arqueológico sin evocar la Sábana Santa de Turín y las inscripciones que figuran en ella. Su datación, en 1988, hecha por tres laboratorios que le atribuyen una fecha entre 1260 y 1390, ha sido puesta en tela de juicio (por razones que no son todas inadmisibles) y recientemente, en 2008, el director de la unidad del acelerador de radiocarbono de Oxford-uno de los tres laboratorios encargados de datar la preciosa reliquia-, Christopher Bronk Ramsey, declaró a la BBC que existía un conflicto entre las medidas de radiocarbonos y las otras disciplinas implicadas en el estudio de la sábana y que, en consecuencia, todas las personas que han trabajado en ella, tanto los especialistas en radiocarbono como los demás expertos, deben tener una mirada crítica sobre los datos que han aparecido, con objeto de establecer una versión coherente que pueda manifestar la verdad sobre la historia de esta intrigante pieza de tejido. Por tanto, a partir de ahora no se puede considerar la antigüedad medieval de la sábana como algo definitivamente establecido, ni seguir
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M. Guarducci, 1962.
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imponiendo este dato como un hecho absoluto. Por el contrario, los caracteres históricos, físicoquímicos, anatómicos y bioquímicos concuerdan en atribuir a la pieza una datación más antigua, correspondiente al siglo r21• Asimismo, en lugar de utilizar exclusivamente el C14 como método de datación absoluta, se añaden otros también considerados muy :fiables, por ejemplo, la técnica de hilado del tejido; y es que varios tejidos procedentes de Masada, la ciudadela del mar Muerto en donde perecieron los primeros insurgentes judíos de la revuelta del año 70, se encuentran cosidos con una costura del mismo tipo que la que se puede ver en la sábana22• . De la misma manera, ha de tenerse en cuenta el análisis de los granos de polen, pues algunos de los encontrados sobre la sábana proceden del Bósforo, de Anatolia, de Siria y de Jerusalén, lo que confirma la idea según la cual la reliquia, partiendo de Jerusalén, habría pasado por Anatolia, Edesa y Constantinopla. La presencia del Cistus creticus, un pequeño arbusto que no se encuentra más que en la región de Jerusalén, y el Gundelia torunefortii, un arbusto espinoso que se da tan solo en la región situada entre Jerusalén y el mar Muerto (este último representa más del cincuenta por ciento de los pólenes encontrados sobre la sábana), demuestra el origen jerosolimitano del tejido23• Pero lo que resulta más interesante para nuestro propósito es la presencia de rastros de escrituras, sugerida a finales de los años 1970 y a principios de los 80 por dos investigadores italianos, Piero Ugolotti y Aldo Marastoni, sobre la Sábana de Turín, en particular alrededor del rostro. En 1979, el primero, Pi ero U golotti, al realizar una investigación sobre la composición química de la imagen, se sintió intrigado por unas pequeñas y extrañas marcas, y decidió contactar con el segundo investigador, el padre Marastoni, quien por entonces era profesor de lenguas antiguas en la universidad católica
21
Como resulta imposible ofrecer la bibliografía completa sobre la Sábana Santa de Turín, por ser muy abundante, proponemos al lector que lea la obra de B. Frale, 2009, que ofrece una bibliografía suficiente para poder hacerse una idea de la problemática que concierne a este elemento. Para la datación con Cl4 remitimos a la obra de M. Cl. Van Oosterwyck-Gastuche, 1999; Chr. Fayat, 2007-2008; J. Évin (s.d.). 22 Mechthild Flury-Lemberg, Sindone, 2002: L 'interven/o conservativo-Preservation-Konservierung. 23
A. Danin,A. D. Whanger, U. Baruch, M. Whanger, 1990.
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de Milán. Al examinar las fotografías de Enrie, tomadas en 1931, y otras imágenes, lograron reconstituir las letras y, posteriormente, las palabras. A partir de 1982, André Dubois confirmó la existencia de ciertas inscripciones latinas señaladas por los dos investigadores italianos. Mencionó también que sobre el lado derecho del rostro había, dispuestos de abajo arriba, caracteres griegos. En mayo de 1994, el CIELT (Centro Internacional de Estudios sobre la Sábana de Turín) contactó con el instituto de óptica Orsay para estudiar la posibilidad de utilizar técnicas ultramodernas y muy cualificadas (tratamiento numérico de las imágenes) a fin de determinar la veracidad de estas trazas de escritura sobre el tejido. Se encargó de este estudio al profesor André Marion y a una de sus alumnas, Anne-Laure Courage. Dicho estudio se realizó a partir de diversas fotografías de parte del rostro, tomadas en 1978 por el STURP (Shroud ofTurin Research Project), así como de una reproducción de la célebre fotografía realizada por Giuseeppe Enrie, en 193124• Todos los clichés fueron numerados con ayuda de un escáner y un microdensitómetro, y después tratados por ordenador para limpiar todas las imperfecciones que pudieran alterar el estudio de la sábana (por ejemplo, la trama del tejido, la de la imagen, la pixelización, etc.). La mayor parte de las inscripciones referidas fueron localizadas bajo bandas ortogonales en forma de U alrededor del rostro. Todas las letras se hallan invertidas, como en un espejo. Se puede leer: 1. Sobre la parte izquierda del rostro, escritas verticalmente de abajo arriba, las palabras latinas IN NECEM, con las dos «N» ligadas, en forma abreviada, algo corriente en el latín popular, de la fórmula IN NECEM IBIS: 'Irás a la muerte' (hoy día diríamos «condenado a muerte»). 2. Debajo del mentón, un monograma en forma de «N» desdoblada. 3. A la derecha del rostro, escrita de abajo arriba, la palabra griega PEZ, es decir, 'ejecutar', 'hacer' o 'realizar un sacrificio'. 4. Sobre la parte derecha, escritas de forma más gruesa y de arriba abajo, dos palabras que podrían ser EIGA, que significan 'sombra de rostro' o 'rostro apenas visible'.
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A. Marion y A. L. Courage, 1997; A. Marion, 2000; A. Marion y G. Lugotte, 2006.
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5. Sobre la parte izquierda del rostro, escritas de abajo arriba, dos letras latinas SB (que quizás pudieran ser unas iniciales). 6. Sobre las letras SB, unos signos que recuerdan las letras griegas ADAm (Jesús fue denominado el nuevo Adán (Rm 5,14) o ADA (inscripción que puede significar la fecha de restitución del cuerpo del condenado a su familia, 12 meses (lunares) después de su muerte (Tosephta, sanhédrin, 9,8), es decir, en adar. 7. A la derecha de estas dos últimas, escrita de arriba abajo, la palabra griega NAZAPHNOE, o la latina NAZARENOS. 8. Bajo el mentón, la palabra «Iesous». 9. Sobre la frente, dos letras, IC, que se encuentran al inicio y al final de la misma palabra «Iesous». Algunos paleógrafos consideran que los caracteres encontrados sobre la sábana, típicamente epigráficos, son sin duda más orientales que occidentales, y recuerdan características antiguas anteriores al siglo v de nuestra era, más que a caracteres medievales; en particular, la forma de las «S» se puede encontrar en el siglo u, siendo muy raro hallarlas en la Edad Media. La doble «N» también sería característica de los primeros siglos de nuestra era, al igual que la mezcla de letras mayúsculas y minúsculas. En el mes de abril del 2010, Thierry Castex presentó en París el descubrimiento de escrituras antiguas en la sábana, en el curso de la asamblea general de la Asociación MNTV (Montre Nous Ton Visage, 'Muéstranos Tu Rostro'). El investigador confirmó que eran auténticas las letras descubiertas por André Marion y Anne-Laure Courage en 1997 sobre la imagen de Enrié ( 1931 ), utilizando un método de tratamiento de imagen diferente al suyo, aplicando una secuencia de tratamiento hecha en tres etapas: filtraje FK, ecualización dinámica, deconvolución de amplitud y aplicación sobre una sola fotografía25• Ciertamente, estos escritos son poco legibles y ninguno de sus textos, ninguna de sus descripciones ni ninguna de sus reproducciones señala su auténtica presencia (como sucede, por ejemplo, en el Códex de Pray, 25 Véase su blog thierrycastex.blogspot.fr y la obra colectiva S. Cataldo Th. Heimburger, Th. Castex, 2010.
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fechado en los años 1190-1195). Pero no llega a comprenderse muy bien el hecho de que un falsificador se hubiera tomado el trabajo de hacer una inscripción que nadie podría ver antes de la invención del escáner y del ordenador. Sea como fuere, y no obstante la identidad del personaje envuelto en la Sábana de Turín, estas inscripciones constituyen un testimonio capital de la existencia de Jesús. Desde el punto de vista científico, la sábana presenta todas las garantías deseables y el nivel de exigencia requerido. No solamente constituye un vestigio arqueológico excepcional, de un valor inestimable y de mí llamativo realismo -se ha hablado a este respecto del quinto evangelio-, sino que también completa de forma sorprendente los escritos apostólicos, haciéndonos penetrar de forma más concreta en las distintas particularidades de la Pasión. El historiador, consecuentemente, no debería desestimar estos datos26• *
*
*
Evidentemente, se nos objetará que estos ejemplos no son pruebas directas de la existencia de Jesús. Somos muy conscientes de ello y admitimos plenamente esta objeción. Pero se trata de pruebas indirectas que el historiador debe tener en cuenta. Estos datos arqueológicos nos introducen en un contexto muy preciso, el del judeocristianismo de los siglos 1 y n. Muy pronto, poco tiempo después de la muerte de Jesús, hubo personas que confesaban haber estado muy próximas a Él, tanto en Palestina como en la otra punta del Imperio, incluso en Italia, y eso no hubiera podido suceder sino porque se sabía que Jesús había existido. Como veremos más adelante, la difusión de los primeros libros del Nuevo Testamento se hizo muy rápidamente; llegaron a Italia y a la capital del Imperio, Roma, en los años cincuenta y sesenta, según nos indi-
26
J. Chr. Petitfils, 2011, p. 572.
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can las epístolas de san Pablo o la inscripción de Pompeya. Disponemos, como sucede en cualquier estudio del mundo mediterráneo antiguo, de indicios y de testigos serios, de un gran número de textos de los siglos r y n, tanto politeístas como judíos y cristianos; de un cierto número de lugares arqueológicos que son mencionados en los Evangelios, como Séforis o Nazaret, por ejemplo; diversas inscripciones que mencionan a los autores de este primer transcurso de la vida de Jesús, como Caifás o Pilato (véase más adelante). Rechazar el reconocimiento de estos hechos sería renuncia a la imparcialidad y adoptar una posición hipercrítica estéril. Ciertamente, todos estos testimonios son tenues, frágiles y están sujetos a crítica, pero existen; y el hecho de estudiarlos combinándolos de forma juiciosa refuerza su calidad de testimonios y acredita la existencia de Jesús de Nazaret, así como la verosimilitud de los relatos evangélicos. Por tanto, podemos concluir este breve examen de la historicidad de Jesús con el estudio de las fuentes textuales y arqueológicas, recordando esta frase célebre del historiador Michael Grant: Si aplicamos al Nuevo Testamento, como deberíamos hacer", los mismos criterios que aplicamos a otros escritos antiguos que contienen informaciones históricas, no podemos rechazar la existencia de Jesús sin rechazar también un buen número de personajes paganos cuya realidad, en tanto que figuras históricas, jamás se ha puesto en duda".
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28
El subrayado es nuestro. M. Grant, 2004, pp. 199-200.
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TERCERA PARTE
¿SON LOS EVANGELIOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS?
¿ QUÉ IMPLICA EL TÉRMINO «EVANGELIO»?
Hubo un tiempo, decía M Harnack, en el que uno se creía obligado a mirar la literatura cristiana primitiva, comprendido el Nuevo Testamento, como un conjunto de mentiras y de fraudes. Ese tiempo ya ha pasado1.
¿Existe seguridad sobre esto, hoy en dia? Los Evangelios pasan por ser, con justicia, la fuente principal de toda investigación sobre Jesús. A la vista de otros documentos de los que dispone el historiador (fuentes textuales politeístas, judías y cristianas, fuentes arqueológicas), estos textos son los únicos que proporcionan los datos necesarios para su trabajo. Señalar la importancia capital que revisten es señalar también la aspereza de los debates que, con frecuencia, presentan los especialistas (y no solamente ellos) sobre el interés, el grado de autenticidad o la verosimilitud que se les pueda conceder. Los Evangelios no son libros de historia en el sentido moderno del término. Sus autores no han tratado de escribir una biografía de Jesús, tal como se puede escribir hoy día la de un personaje célebre. Parece como si se interesaran poco por su existencia cotidiana, y menos todavía por el desarrollo cronológico, cuando este no es necesario. Además, no se dirigen a uno o varios destinatarios precisos (salvo Lucas), sino que, por principio, lo hacen a un público muy numeroso. Si mencionan ciertas palabras o ciertos actos, da la impresión de que lo hicieran a título de ejemplo, como parece indicar Juan (21,25), sin preocuparse realmente del momento en que tales palabras fueron pronunciadas o tales hechos realizados. Incluso es posible que ciertos versículos o ciertos episodios que mencionan no se hayan desarrollado en su lugar original; y se puede llegar a pensar que determinados discursos --como sucede con el célebre
1
A. Boulanger, 1937.
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sermón de la montaña- no solo están resumidos, sino también expresados en forma de una enseñanza que se repite una y otra vez: Los Evangelios muestran una tal indiferencia por el orden en el que se desarrollan los hechos, que la crítica no logra establecer con certeza el itinerario de Jesús en el transcurso de su predicación, ni el tiempo que duró ( entre algunos meses y tres años)". Los Evangelios son textos narrativos, resúmenes de catequesis, testimonios sobre la encamación divina, sobre la Resurreción y el anuncio de la «buena nueva», escritos por hombres de convicción (o bien, bajo su responsabilidad) inspirados para suscitar o fortalecer la fe de los lectores, todo ello en un contexto histórico preciso3• En este sentido, la dificultad que se le presenta al historiador es llegar a identificar lo que corresponde a la verdad de la fe y lo que corresponde a la verdad histórica. Por nuestra parte vamos a llevar incluso más lejos la delicada cuestión de los milagros. Todo ello sin olvidar que las posiciones de los creyentes y la de los no creyentes se muestran radicalmente opuestas. Los primeros aceptan a priori los hechos porque Jesús es Dios y, en consecuencia, nada le resulta imposible; los segundos los rechazan también a priori porque son humanamente imposibles, o bien intentan justificarlos mediante explicaciones puramente naturales. Ahora bien, «afirmar o negar, tratar de establecer el fundamento de la creencia, o desmontar semejante ilusión, tal vez sea salir del terreno propio de la Historia»4• Dicho esto, trabajar sobre el tema de Jesús y los Evangelios nunca es una empresa neutra; y detrás de la disciplina científica que se esfuerza en practicar, el historiador siempre apunta a una sensibilidad plenamente humana que le impide ser absolutamente objetivo. Este es el reproche que, seguramente, se nos hará. Para nosotros, lo importante es mantenemos
2
J.-P. Roux, 1989, p.14. A pesar de las diferencias que se puedan encontrar entre los Evangelios, el planteamiento general de presentación se ve repartido igualmente en cuatro secciones: bautismo y tentación, ministerio público en Galilea, subida a Jerusalén, pasión y resurrección. 4 M. Simon y A. Benoit, 1994, p. 220. 3
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honestos y reconocer la zona de sombras y de luz que hace de los Evangelios documentos muy particulares, sin equivalente, extraordinarios. En su origen, la palabra evaggelion no designaba un género literario, sino simplemente una noticia de salvación5• Sin embargo, la utilización que hace Marcos 1,1 la enriqueció con un significado suplementario: la expresión arché tou euaggeliou dice, de forma explícita, que aquí está el 'comienzo, la apertura de la Buena Nueva de Jesús-Cristo'. Debido a esta consideración, el sentido de la palabra euaggelion se amplia, para entrar en el género literario propio de los libros que contienen la narración de los hechos de la salvación. A mediados del siglo rr, Justino utiliza por primera vez. el plural, euaggelia; no obstante, se sigue conservando el significado original, ya que los manuscritos de la Biblia no dicen «evangelio de Marcos», sino «evangelio según san Marcos»6 (euaggelion kata Markon ). De acuerdo con la exégesis moderna, los Evangelios fueron redactados en griego7 por autores desconocidos, para un público particular: el
5 El término se utiliza explícitamente en este sentido en una larga inscripción en honor de Augusto (conocida por diversos textos, más o menos fragmentarios, encontrados en Priene de Jonia, en Majonia de Lidia, en tres ciudades de Frigia, Apamea, Eumeneia y Dorylaion, y recientemente en Métropolis de Jonia) compuesta de un edicto del procónsul Paulo Fabio Maximo, grabado en latín y en griego, seguido de dos decretos del koinon de Asia (en griego) redactado en el año 9 a. C. Se dice en él que «en vista de que con su aparición César ha excedido las esperanzas de todos aquellos que habían recibido buenas noticias (evaggelia) de nosotros ( ... ): teniendo en cuenta que el comienzo de las buenas noticias (evaggelia) para todo el mundo fue el día del nacimiento de dios; teniendo en cuenta que Asia ha decidido por decreto hecho en Smirna, bajo el proconsulado de Lucio Volcacio Tullo y el secretariado de Papion de Dios Hiéron, atribuir una corona a aquel que tuviera la idea de llevar a cabo los mayores honores para el dios ( ... ) ha encontrado un medio, desconocido hasta entonces a los griegos, de honrar a Augusto, a saber, que el día del nacimiento de Augusto será considerado como el del inicio de la vida ( ... )». Véase A. Heller, 2014 (acceso directo en http//pallas,revue.org/1263). Igualmente se puede ver en Marcos (1.1 )-que es el único evangelista que inicia su relato con la palabra «Evangelio», razón por la cual se considera que es también el primero en haber escrito uno (habida cuenta, al parecer, de que su relato es el más corto; criterio puramente subjetivo que no suscribimos}-, cuyo relato se inscribe en una tradición bien establecida de anunciar la Buena Nueva para la salvación del mundo. De repente, el texto del Evangelio no es (casi) más que el relato de un género literario alejado de toda norma, o aislado; pero que corresponde plenamente a un contexto ideológico preciso: las «Buenas nuevas» que habían sido anunciadas anteriormente encuentran su plena realización en el único y verdadero «Evangelio» de Jesús-Cristo. 6 H. Conzelmann y A. Lindemann, 1999, p.72. 7 Charles Guignebert escribió: «Estos originales fueron redactados en griego; ninguno fue traducido directamente del arameo. Parece ser que, tras abundantes y vivos deba-
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Evangelio según san Mateo, dirigido a los judíos, demuestra que Jesús es el Mesías-Rey de Israel. El Evangelio según san Marcos fue redactado bajo una perspectiva romana para dar de Jesús la imagen de servidor sufriente, de Salvador, poniendo el acento sobre sus actos. El Evangelio según san Lucas está dirigido a un público helénico y presenta a Jesús como el hombre ideal, el Hijo del Hombre, el Salvador del Mundo. En el Evangelio según san Juan, redactado tanto para los judíos como para los gentiles, se hace un retrato de un Jesús que es el Cristo, el Hijo de Dios, en el que el lector deberá creer si quiere alcanzar la vida eterna. Como la espiritualidad que este texto manifiesta muestra ser más compleja, más elaborada, más acabada que la de los tres primeros, se le considera como el evangelio más tardío; lo cual, en sí mismo, no constituye un criterio cronológico. Pero esta visión de las cosas debe ser matizada por el hecho de que el cristianismo se desarrolló tanto hacia el Este como hacia el Oeste; es decir, tanto hacia Oriente y el imperio Parto, en donde se hablaba arameo, como hacia Occidente y el Imperio romano, donde las lenguas eran grecolatinas. Esta es la teoría que sostiene un erudito como Pierre Perrier, que recuerda en sus obras que una de las fuentes principales para estudiar los Evangelios es la Peshitta, el texto de referencia oriental en arameo (siriaco) de los Evangelios8•
tes, se ha llegado hoy día a un acuerdo sobre este punto. El griego neotestamentario no es el griego clásico de la prosa antigua, pero tampoco es, como se ha creído durante mucho tiempo, una lengua particular y excepcional; es, simplemente, la lengua que hablaba el pueblo del mundo helénico. El estudio metódico de las inscripciones y de los papiros de ese tiempo ha demostrado, cosa que todavía sorprende un poco, que los exégetas se informaran tan tarde de una comparación que se imponía por lógica. Es cierto que los estudios lingüísticos y filosóficos, llevados a cabo a lo largo de treinta y cinco o cuarenta años sobre los textos del Nuevo Testamento, lo han demostrado más claramente y nos han proporcionado una seguridad más sólida para comprender este punto», en Le Christ, col. Évolution de l'humanité, Albin Michel, París, 1943, p. 44. Esto es lo que escribió también san Jerónimo, con una excepción: el Evangelio de Mateo: «Actualmente abordo el Nuevo Testamento que ha sido escrito en su totalidad en griego, con la excepción del Evangelio según san Mateo, que se sirve de la lengua hebrea para extender por tierras de Judea la palabra de Jesús-Cristo», carta al papa Dámaso Sobre la revisión del texto de los cuatro Evangelios. La cuestión es saber de qué forma textual del Nuevo Testamento se trata, ¿de las primeras anotaciones del texto o de la versión final? 8 P. Perrier, 2008; P. Perrier, 2003.
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TEXTOS EVANGÉLICOS: EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO
· En su versión griega, los evangelios canónicos son cuatro: los tres llamados sinópticos (sunoptikos, 'que se pueden abarcar de un golpe de vista'), por estar dispuestos en columnas paralelas, de forma que al poder ser abarcados de una simple mirada son más fácilmente comparables1, y el cuarto evangelio, el de Juan. Según la expresión de Xavier Léon-Dufour, son como un libro de bolsillo2• Hoy día los conocemos en las versiones de diferentes lenguas, que se establecieron teniendo en cuenta un cierto número de criterios precisos que vamos a presentar seguidamente. En Occidente, las versiones más antiguas fueron redactadas en griego y, posteriormente, en latín. No se trata, pues, de textos originales, sino de copias muy cercanas en el tiempo. Para establecer un texto, la crítica textual debe estudiar en primer lugar su transmisión y proceder después a su recomposición. Para tal menester dispone de un determinado número de manuscritos y de diversos criterios que deben combinarse y manejarse con sumo cuidado y ponderación. Ante todo, se trata de hacer la síntesis de todos los manuscritos, documentos y testimonios que existan, de clasificarlos y compararlos para definir la «mejor» versión del mencionado texto, lo que se llama editio princeps. En lo que concierne a los evangelistas, los especialistas disponen de una cantidad de manuscritos más impresionante que de ninguna otra obra de la literatura antigua3• Existen unos cinco mil seiscientos
1
2 3
C. Focant, 2000, p.75. X. Léon-Dufour, 1999. Para una aproximación sintética, véase K. y B. Aland,1999.
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
setenta y cuatro manuscritos en griego, en tomo a diez mil en latín y casi unos nueve mil trescientos en sirio, eslavo, copto, georgiano, etíope, armenio, etc., bien sea conservados en su totalidad o en fragmentos. Semejante riqueza resulta absolutamente extraordinaria, sin comparación alguna en toda la historia de la literatura antigua. En realidad, no exis-
te texto alguno de la Antigüedad que se encuentre tan testificado como los libros del Nuevo Testamento. El cuadro que incluimos seguidamente permite medir el abismo que separa los Evangelios de otros textos de la literatura antigua, griega y romana, en materia de copias.
Redacción del original
Manuscrito más antiguo
Duración entre el original y el más antiguo
Autor
Título o tipo de documento
Número de manuscritos
---
Nuevo Testam.
>24.000
Homero
Iliada
643
900 a. C.
193
496-406 a. C.
1000 d. C.
1.400 años
1100 (15) d. C.
1000 años
Sófocles
40-100 d.
c.
Tácito
Anales
20
100 d. c.
César
Guerra de las Galias
10
100-44 a. C.
Josefo
Guerra de los Judíos
9(16)
siglo 1
Tucídides
Historias
8
460-400 a. C.
Suetonio
Vida de César
8
Plinioel Joven
Historia
7
61-113 d.
Platón
Tetralogías
7
130 d.
c.
400 (14) ª·
900 d.
c.
30-60 años
c.
500 años
950 años
siglo x
> 800 años 1300 años
75-160 d. c.
c. 950 d. c.
c.
850 d. C.
750 años
427-347 a. C.
900 d. C.
1200 años
900 d.
800 años
Tabla comparativa entre los manuscritos del Nuevo Testamento y los diferentes documentos históricos. Según Josh Me. Dowell, Christianity a ready defense. San Bemardino, Here's life publishers, 1994, p. 45
La tarea de la crítica actual es poner orden entre todos estos manuscritos y estimar su respectivo valor para reconstituir, siempre que se pueda, el «texto original»; es decir, establecer el contenido del texto, y acercarse en la medida de lo posible a la primera redacción. Hoy se estima que 158
_¿_S O N LO S E VAN G ELIO S DO CU M EN TOS HISTÓ RIC O S?
existen unas cuatrocientas mil variantes textuales, o errores, entre todos los manuscritos inventariados ( desde el siglo n al siglo xv), lo que supera el número de palabras del Nuevo Testamento4• La inmensa mayoría son involuntarios e insignificantes; se trata de errores de lectura o de copia, fácilmente remediables: omisión de una palabra, duplicación de una línea, faltas de ortografía, palabras mal escritas, letras mal puestas, etc.5• Por el contrario, ciertas variantes parecen traducir un cambio intencionado: dotar de mejores ejemplos, armonizar diferentes lecturas, motivos ideológicos, etc. Solo una veintena de estas variantes textuales merecen
4
Véase B. D. Ehrman, 2004,p. 480;H. Conzelmanny A. Lindemann, 1999,pp. 67-71. Se puede consultar en Wikipedia una lista no exhaustiva: «Variantes textuales del Nuevo Testamento». El manuscrito que representa mejor las variantes textuales por haber preservado el texto evangélico existente, entre 120 y 160, es el Códex de Béze, conservado en Cambridge. Se encuentran tantas variantes del texto actualmente editado que cabe preguntarse si tales variantes no constituirian un conjunto de diversos originales. La pregunta sigue hoy día vigente, ya que la respuesta continúa preocupando. Sobre el Códex de Béze remitimos al lector al trabajo de Sylvie Chabert d'Hyéres, citado en notas posteriores. 5 Esto se debe especialmente al hecho de que los textos en mayúsculas se redactan en scriptio continua (es decir, las palabras están unidas unas a otras), lo que puede dar lugar a lecturas diferentes. Conzelmann y Lindemann proporcionan algunos ejemplos en las páginas ya citadas. Como estos errores se deben a la labor de los copistas, y son por consiguiente posteriores a la redacción de los originales, se producen en cierta medida «capas» diferentes y sucesivas que se entremezclan y que es necesario aislar. Cuando se emprendió la redacción de la Vulgata, en el siglo IV, san Jerónimo no dejó de señalar que «muchos de estos errores se han deslizado en nuestros manuscritos. Al tocar un mismo punto, un evangelio es más largo que otro,juzgado demasiado corto, y abunda en adiciones. O en ocasiones, cuando el sentido es el mismo, pero la expresión es diferente, una misma persona que lea uno de los cuatro Evangelios, puede considerar adecuado corregir a los otros de acuerdo con este. De ello resulta que para nosotros todo se encuentra mezclado; lo que se dice en el de Marcos se repite en el de Lucas y en el de Mateo; lo que aparece en Mateo se repite en Lucas y Juan, y así sucesivamente». (Praef In quarto Evang. Ad Damasum, P.L., 29, col. 526-527). San Ireneo se queja también de esos copistas que «en la traducción de un texto se consideran más hábiles que los apóstoles, y no tienen reparos a la hora de corregirlos». (Ireneo, Contra las herejías, 5 2,3). Esta es la razón por la cual los textos evangélicos han sido «canonizados» a partir del último cuarto del siglo u, porque «una acumulación de alteraciones en la redacción venia a engrosar y a amplificar las palabras o escritos que tenían un origen muy rudimentario». (I. Rougier, 1972, p. 252). Véase E. Edelmann, 2000, pp. 20-21. De ahí parte el interés en poseer una editio princeps de los Evangelios que se halle absolutamente integrada. Ese es el trabajo de la crítica textual.
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORJA
consideración", y ninguna -excepto Lucas 22,19-20 (institución de la eucaristía)- se interesa verdaderamente por la esencia del mensaje. Entonces ¿resulta posible tener una idea del contenido del texto original de los Evangelios como de cualquier otro texto que haya desaparecido al cabo de los siglos? Podemos responder de forma afirmativa: a través de citas (muy numerosas entre los Padres de la Iglesia), de abreviados ( que son resúmenes de obras que constituyen todo un género aparte, en la Antigüedad) y bibliotecas ( obras en las cuales el autor resume el contenido de todos los libros que ha leído, entre las cuales la más conocida es la Biblioteca de Focio, ya citada en nota de páginas anteriores), siendo posible conocer con una gran precisión lo que fue consignado en los documentos originales. Pero es necesario comparar todas esas obras con el mayor número posible de testimonios de los manuscritos más antiguos para poder evaluar su autenticidad, e intentar llegar a las ipsissima verba de Jesús, es decir, a sus «mismas palabras», al igual que a sus actos. *
*
*
Para poder establecer el texto de los Evangelios es necesario, pues, repartir los manuscritos por tipos. Los especialistas los clasifican en tres categorías: los papiros, los unciales' y los minúsculos, a los cuales se añaden tres fuentes originales: los leccionarios, las citas de los Padres de la Iglesia y las traducciones antiguas 7 Comencemos por los papiros. Se trata de los manuscritos más antiguos. Actualmente se cuentan ciento veintisiete8 fechados entre los siglos
6 La lista ha sido proporcionada por X. Léon-Dufour, 1999. Sin embargo, la mayor parte de los exégetas contemporáneos están de acuerdo en reconocer que solo tres pasajes presentan un problema textual de importancia: Lucas 22,41-45 (la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní se traduce por la aparición de gotas de sangre sobre su rostro); Jn 7,53; 8,11 (la mujer adúltera); y Me 16,9-20 (aparición de Jesús resucitado), ya que aparecen como insertos tardíos que no están presentes en los manuscritos más antiguos. Véase CraigA. Evans, 2006, pp. 29-30. * Tipo de escritura antigua, utilizada hasta el siglo VII aproximadamente, compuesta exclusivamente por letras mayúsculas (N. del T.). 7 Según las categorías establecidas por C. R. Gregory, 1908. 8 Lista disponible en Internet (Wikipedia). Véase igualmente Craig A. Evans, 2006, pp. 26 y 32; E. Nestle y K. Aland, 2005. Es necesario añadir los papyri publicados muy
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_¿_SON LOS E VANGELIOS DOCUM ENTOS HISTÓRICOS?
al vm, de los cuales la mitad son del siglo IV o anteriores. Un buen número de estos manuscritos pertenecen a una de las tres colecciones siguientes: la de los papiros Oxyrhinco ( con mucho, la más importante), la de los papiros Bodmer y la de los papiros Chester Beatty. Según la exégesis contemporánea, entre los papiros más antiguos se pueden citar el papiro Paris 1120 (P04), el papiro Rylands (P52), el papiro Rylands (P32), el papiro Chester Beatty II (P46), los papiros Magdalen College (P64) y Fundación Sant Lluc Evangelista (P67), el papiro Bodmer 11 (P66), el papiro Bodmer XIV y XV (P75), el papiro de Oxyrhinco 2683 (P77), los papiros Oxyrhinco 3523 (P90), 4403 (P103) y 4404 (P104) (Véase anexo 1 ). Todos estos documentos han sido redactados menos de doscientos años después de los acontecimientos que en ellos se tratan ( algunos, menos de un siglo), lo que, si bien parece demasiado tiempo (algunos especialistas consideran que ese lapso es con mucho suficiente para dejar que trabaje la imaginación de los primeros cristianos), resulta poco en comparación con otros libros antiguos. Pero debemos recordar que se trata de copias. Los originales son, por definición, todavía más antiguos. Esta es la cuestión, es decir, todo lo concerniente a la fecha de redacción de los Evangelios originales y a su forma literaria. Sobre este tema volveremos más adelante. No obstante, si queremos establecer objetivos, no podemos pasar por alto ciertas revisiones cronológicas propuestas por sabios eminentes de la talla de José O'Callaghan, Carsten Peter Thiede, Herbert Hunger, Orsolina Montevecchi, Sergio Dari, Marta Sordi, Karl Jaros, etc. Sus trabajos conciernen principalmente a dos fragmentos de papiros: el 7Q5 ( es decir, el fragmento número t procedente de la gruta 7 situada en la proximidad del sitio de Qurnran), y el 964 ( el papiro Magdalen II
recientemente por Peter Artz-Grabner, 2015; el P129, del siglo m = lCo 7,30-36; el P130, fin del siglo III - inicios siglo rv = He 9,9-12 y 19-23; el P131, del siglo m = Rm 9,1821; 9,33 y 10,2, así como el fragmento del papiro descubierto en 2012 en un cartucho, procedente sin duda de una momia egipcia de principios de nuestra era, descubierto por el profesor Craig Alan Evans, que contiene una parte del Evangelio según san Marcos. Dataría de los años 80. Resulta desolador anotar que, incluso antes de su publicación científica, fuera puesta en duda la autenticidad de este fragmento y tratado de pseudosabio el profesor Evans (Washington Post, 20 de enero de 2015).
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Los
EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
Greek 17) ya mencionado. Sin entrar en detalles técnicos, sobre la base de argumentos sólidos, pero no libres de fallos, sus investigaciones los han llevado a concluir que el 7Q5 podría datar de los años 50 d. C., y el P64 de los años 66- 709• Cuando se publicó el 7Q5 por primera vez en 1952 por Maurice Baillet, Jozef Tadeuz Milik y Roland de Vaux'", con los manuscritos de las Grutas 2, 3, 5, 6, 7 a 10, los editores no tenían ninguna idea de la identidad textual de ese fragmento ( como sucedía con cierto número 11 de otros fragmentos de esta misma gruta 7, especialmente el 7Q4 ). El 7Q5 es, en efecto, un fragmento minúsculo de unos pocos centímetros (3,9 x 2,7 cm) que apenas tiene un tamaño de tres dedos. Redactadas en griego, sobre una sola cara (por tanto, procede de un rollo), las letras que se pueden leer no son más de una veintena ( diez de las cuales se hallan incompletas), dispuestas en cinco líneas, y solamente la palabra kai ('y' en griego) resulta perfectamente identificable12. Pero una identificación no es imposible en tales condiciones, como saben muy bien los especialistas que trabajan con fragmentos de los manuscritos del mar Muerto, o con otros.
9 Véase, por ejemplo, J. O'Callaghan, 1972; C. P. Thiede, 1992; C. P. Thiede y M. D'Ancona, 1996; H. Hunger, 1992; Orsolina Montevecchi. Entrevista con S. Paci en 30Giorni, 12,7/8, 1994, pp. 75-77. Para la refutación de sus argumentos, véase entre otros: K. Aland, 1974; C. Focant, 1992; C. Focant, 2000; É. Puech, 1995; Gr. Stanton, 1995. 10 M. Baillet, J. T. Milik y R. deVaux, 1962. 11 Identificado por José O'Callaghan en la primera carta de Timoteo (lTm 3,16; 4,3). Ahora bien, las cartas a Timoteo no se consideran de san Pablo, y datarían de finales del siglo 1 o principios del n de nuestra era. ¿A qué se debe esta datación tan tardía, a pesar del testimonio de Padres apostólicos como Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Policarpo, Hermas, etc.? Pues porque, según un axioma racionalista, el episcopado «monárquico» no se remonta a los apóstoles, sino que es una invención del siglo n; o bien se puede encontrar en las cartas pastorales de Pablo el germen de una organización jerarquizada de la primera Iglesia; en consecuencia, dichas cartas no pueden datar de mediados del siglo 1; es decir, en el mismo momento en que san Pablo redacta sus cartas pastorales. Se han buscado otras identificaciones, y se ha encontrado en el libro de Enoch un pasaje que podría corresponder al tema; véase E. A. Muro, 1997; É. Puech, 1996; É. Puech, 1997b. Para ser honestos, es necesario precisar que esta identificación tampoco ha logrado una total unanimidad. 12 La escritura pertenece al estilo zierstil, un estilo ornamentado cuyo apogeo se sitúa a principios del siglo I de nuestra era. Véase Ph. W. Comfort 2005, p. 160.
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¡,_S O N LO S E VAN G ELIO S DO C U M EN TO S JITSTÓ RJCO S?
En 1972, el papirólogo José O'Callaghan, apoyándose en la identificación de las letras nnes de la cuarta línea, propuso la lectura de la palabra (Ge)nnes(aret) e identificar este fragmento con un pasaje del Evangelio según san Marcos 6,52-53: «Pues ellos no habían comprendido el milagro de los panes, pero su espíritu estaba reconfortado. Habiendo hecho la travesía, tocaron tierra en Gennésaret, y atracaron». Los argumentos apuntados por el padre jesuita, reunidos más tarde por el papirólogo alemán Carsten Peter Thiede, eran, en resumen, que la combinación de las letras nnes podían unirse a la palabra Gennesaret; que el espacio que precede a la palabra kai, en la tercera línea, correspondía a un paragraphos ( o spatium ), un corte importante de la disposición normativa de Marcos, entre los versos 52 y 53, y que una búsqueda informática sobre los textos griegos disponibles no había proporcionado otro resultado más que este pasaje de Marcos 13• Las objeciones a esta identificación son numerosas, teniendo en cuenta que cuanto más pequeño sea un manuscrito menos se pueden apreciar las diferencias con relación al texto conocido. Las principales son las siguientes: en primer lugar, dado que el descifrado es dificil, tres de las letras objeto de conjetura por O'Callaghan y Thiede parecen poco verosímiles, es decir, imposibles; en segundo lugar, para respetar la esticometría 14, importante en una reconstrucción de esta índole porque las líneas no pueden variar demasiado en longitud, es necesario omitir las palabras epi ten gen ('hasta la tierra'), al final de la tercera línea"; a continuación,
13
Daniel Wallace ha examinado la base de los datos griegos a través del programa lbycus y ha encontrado otros dieciséis pasajes que podrían convenir, pero según la opinión unánime ninguno se encuentra tan cercano como Me 6,52-53. Véase D. B.-Wallace, 1994,p.176. 14 Del griego stix, stichos, que designa una fila ( de combatientes) o una línea; la esticometría es la segmentación de un texto en líneas de una longitud equivalente. Para el 7Q5, este cálculo se fundamenta especialmente sobre el de los otros dos fragmentos encontrados en la misma gruta, a saber, el 7Ql y el 7Q2 (pasaje del Éxodo 28, 4- 7 para el primero, y de la carta de Jeremías 6, 43-44 para el segundo), cuya identificación es aceptada por todos. 15 Carsten Peter Thiede reconoció muy claramente esta ausencia, pero como las palabras que faltan ( «hasta la tierra») no revelan la doctrina, sino que son más bien una precisión de orden geográfico, pensó que se trataba de una glosa cristiana más tardía que se había mantenido en los manuscritos posteriores. Thiede hace resaltar una omisión de este género en el papiro P52, el fragmento más antiguo del Nuevo Testamento, fechado en los años
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entre el reducido número de letras claramente identificadas en el minúsculo fragmento, es necesario considerar que una de ellas estaría equivocada. En efecto, en esa tercera línea se encuentra la letra tau al principio de la palabra tiaperasantes ('habiendo realizado la travesía'), allí en donde precisamente seria necesaria una delta (diaperasantes). Y si bien esta confusión entre las dos dentales es bien conocida de los papirólogos, eso incide en una hipótesis suplementaria a la identificación propuesta. En resumen, el espacio que existe delante de la kai no está muy claro y nada indica que haya sido intencionado. En realidad, la dificultad más notable procede del hecho de que resulta muy complicado descifrar el contenido de algunas cartas. Según la opinión de algunos papirólogos, la postura de Thiede se limita a la identificación de la letra un («n») en la línea 2. Si esta queda descartada, su demostración no resulta válida 16•
125: las palabras «por esto» deben eliminarse según la esticometria del mencionado fragmento, si bien semejante omisión no se haya tenido jamás en cuenta. Esto lo confirma P.M. Head, 2004; en el pasaje de san Juan 18,37 el copista ha omitido las palabras eis touto ('para eso'), bajo el pretexto, se dice, de que existía una redundancia de una línea a la otra ( el pasaje completo de Juan es el siguiente: «Entonces Pilato le preguntó: "¿Así que tú eres rey?", a lo que Jesús respondió: "Tú dices que soy rey. Para eso he nacido y para eso he venido al mundo, para rendir testimonio de la justicia. Aquel que se acerque a la Verdad escuchará mi voz"». ¿No se podría invocar el mismo argumento para la omisión del 7Q5, a la vista de que la perífrasis «hasta la tierra» iprosomistésan) y el verbo «llegar» (prosórmisó) tienen el mismo sentido? Porque si se atraviesa la tierra, en definitiva, es que se ha llegado a ella. La tendencia de los copistas es abreviar. De igual forma, el P45, clasificado hasta el presente como el manuscrito más antiguo del Evangelio según san Marcos, omite la indicación de dirección eis to peran 'hacia la otra orilla', complemento de diasperaá. Resulta excitante resaltar que esta explicación hecha en una glosa cristiana no ha sido aceptada por la crítica contemporánea cuando, además, se esfuerza en adelantar que se trata, por ejemplo, de explicar el pasaje tan inconveniente del Testimoniumflavianum (mencionado en páginas anteriores). 16 Esta es, por ejemplo, la postura que mantiene Gordon Fee en su obra Are There New Testament Fragments Among the Dead Sea Scrolls? ( «¿Hay fragmentos del Nuevo Testamento entre los Rollos el Mar Muerto?»), 1993, p. 25, n. 14, citado por R. Price, 1996, p.188. En 1992 se llevó este fragmento al departamento de investigación de la Policía nacional israelí, en Jerusalén, división de la sección de Identificación y Ciencia médico-legal. Su examen al estereomicroscopio electrónico puso en evidencia los restos de una línea que partía en diagonal desde la parte alta de la línea vertical, lo que tiende" a demostrar que se trata de una nu. Pero un estudio posterior dirigido por Amelia Sparavigna, del departamento de Física de la Escuela Politécnica de Turín, en el que se utilizó un
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_¿_S O N LO S E VAN G ELIO S DO C U M EN TO S HISTÓRIC O S?
Pero lo que no se ha dicho claramente es que el 7Q5 fue encontrado en una gruta cercana a Qumran, en las orillas del mar Muerto; es decir, en un lugar que se considera, a partir de los trabajos de Eléazar Sukenik, André Dupont-Sommer y Roland de Vaux, como el centro de una comunidad esenia, la cual habría ocultado sus manuscritos en las grutas vecinas a la llegada de los romanos en el año 68 d. C.; por lo que, consecuentemente, resulta completamente impensable, o más bien imposible, encontrar allí un texto del Evangelio, ya que los esenios no eran cristianos. Este argumento no tiene en cuenta los recientes progresos de la investigación, y más bien demuestra la total vinculación a una interpretación discutible, en lugar de una reflexión seria que ponga en entredicho tales afirmaciones 17• Evidentemente, se han propuesto otras hipótesis; por ejemplo, la de un pasaje del libro de Henoch, la de una genealogía, la de un extracto de Lucas 3, 19-21 o la de un pasaje del libro de Zacarías 7,4-518; pero, a juicio de José O'Callaghan, ninguna de ellas encuentra una adhesión unánime 19• Tras la publicación del artículo del padre O'Callaghan, en 1972, las reacciones, algunas muy severas, en ocasiones al margen de toda corrección cuando atacaban al autor", no se hicieron esperar. ¿Por qué se
filtro numérico Fourier, tiende a demostrar que este débil trazo oblicuo hecho con tinta pertenece de hecho al mismo papiro. Amelia Sparavigna, Digital Restoration ofAncient Papyri, Ar Xiv e-prints, 2009, disponible en la Academia. La diferencia entre los dos estudios se basa es que el primero fue realizado sobre el documento original, mientras que el segundo se llevó a cabo a partir de fotografias. 17 Para un examen del lugar de Qumran y de las conexiones con los manuscritos y los esenios, remitimos al lector a nuestra obra ya citada. 18 H. Stegemann,1992; K. Aland,1974; M.V. Spottomo, 1992. 19 Uno de los estudios más completos sobre el 7Q5, a nuestro juicio, es el realizado por Gianluigi Bastia, Jdentificazione delframmento 7Q5, 2009, accesible en Internet. 20 Se le calificó de «papirólogo muy mediocre» y de «pobre jesuita»; se ha juzgado su trabajo de «Identificación inventada en todas sus partes». Un famoso papirólogo de Oxford afirmó con toda seguridad su capacidad para «demostrar» que el 7Q5 pertenecía a cualquier texto antiguo griego, bíblico o no bíblico, si disponía de tiempo suficiente para realizar la investigación. Los mismos ataques ad hominem fueron lanzados contra Carsten Peter Thiede, lo que demuestra una pura y simple difamación. Nos encontramos aquí fuera del campo de la apreciación científica, y uno puede interrogarse sobre las motivaciones de tales juicios perentorios e infundados. Una de las explicaciones tal vez pueda buscarse en la psicología social cognitiva revelada por el psicólogo social progresista alemán Solomon Asch, que se dio a conocer, a principios de los años 1950, por sus célebres investigaciones sobre el conforrnísmo en los grupos. Sus experiencias
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produjo semejante indignación, especialmente por parte de los eruditos cristianos? Porque si se comprobaba que el 7Q5 había sido escrito en torno al año 50 d. C., eso situaría la fecha del Evangelio según san Marcos mucho antes de la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70; es decir, no cuarenta años tras la muerte de Jesús, sino solamente veinte, de manera que la posibilidad de «transformación» de las fuentes quedaría reducida de manera signi:ficativa21• Además, teniendo presente que ese pasaje de Marcos redactado sobre un minúsculo pedazo de papiro es un fragmento transitorio, es decir, que rehace la versión final del Evangelio, se puede pensar que el manuscrito al que pertenecía el 7Q5 no era una copia, en griego, del original -¿escrito en «lengua hebrea», como atestiguan algunos Padres de la Iglesia?- y que, consecuentemente, las versiones más antiguas, que se remontaban incluso a los años 40, ya se encontraban en circulación. Esta conclusión pone en tela de juicio decenas de años de crítica textual de los Evangelios, la cual considera que estos últimos son el resultado de una elaboración progresiva ( algunos llegan a calificarla de perversión) del mensaje y de la dimensión «erística» de Jesús, establecida por las primeras comunidades cristianas. Se necesitaría redatar los Evangelios con mayor precisión, cosa que resulta irrealizable porrazones desgraciadamente más ideológicas que científicas22.
han demostrado que un sujeto que se somete al criterio de distintos cofrades que están unánimemente equivocados puede actuar como estos últimos, a pesar de la existencia de evidencia objetiva. Su decisión se conforma a la del grupo, a fin de no enfrentarse a la opinión de los otros que, de otro modo, lo considerarían como un disidente: es la conformidad relativa. Solomon Asch ha demostrado de este modo que las personas tienden a negar lo que ven, debido a la presión del grupo. Desgraciadamente, es muy probable que la ciencia exegética no escape a este condicionamiento psicológico. 21 El cierre de las grutas cercanas a Qumram, en el año 68 d. C., se ha considerado como algo definitivo. Pero esto no es seguro. Porque Mireille Bélis, que ha estudiado con detalle los tejidos con los que se protegieron ciertos rollos, ha hecho notar que existen trazas de un regreso a determinadas grutas tras la primera revuelta judía, y que, por consiguiente, es probable que se haya podido acceder a ellas, ya fuera para retirar manuscritos o bien para depositar otros nuevos (comunicación personal). Esta es igualmente la opinión de Kurt Schubert, quien estima que el 7Q5 es un fragmento de Marcos que fue guardado en Qumran entre los años 132 y 135; es decir, después de la segunda revuelta judía. K. Schubert, 1993, p. 84. 22 Todo esto queda bien explicado en el libro de Antonio Sacci, 2011.
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_¿_SON LOS E VANGELIOS DOCUM ENTOS IDSTÓRICOS?
El debate sobre la identificación del 7Q5 con Marcos 6,52-53 no ha concluido, y habrán de pasar mucho tiempo y muchos investigadores antes de poder llegar a una conclusión definitiva. Más allá de las incertidumbres de los pros y los contras, debería prevalecer una visión científica más serena y unas interpretaciones serias que no confundieran los datos arqueológicos, exegéticos y teológicos. Es indudable que la realidad histórica de Jesús es más sorprendente, maravillosa e inesperada que la que hoy podamos tener de su persona por intuición. Pero si se quiere que la investigación progrese, la mejor actitud que se puede adoptar es la de sabios como James Charlesworth o Shemaryahu Talrnon, que consideran que ciertos intentos de interpretación, como los de José O'Callaghan y Carsten Peter Thiede, deben considerarse como científicos y tienen, por consiguiente, la legítima pretensión de ser discutidos en el terreno científico. *
*
*
Los siguientes fragmentos se conocen con el nombre de papiros Magdalen College (P64). Los compró en Luxor, Egipto, en 1901, Charles Bousfield Huleatt, quien los identificó como fragmentos del Evangelio según san Mateo (26,23 y 31), datándolos en tomo al siglo N. Hoy día se encuentran conservados en el Magdalen College, de Oxford, bajo el epígrafe P. Magdalen Greek 17. Fueron publicados en 1953 por Colín H. Roberts23• El análisis paleográfico permitió a Roberts datarlos en torno al año 200. Escritos retroverso, proceden con toda evidencia de un códex. Otros fragmentos (P67), publicados en 1962 por Ramón RocaPuig (P. Barc. Inv. 1), tienen el mismo origen. En 1994, Carsten Peter Thiede publicó un controvertido artículo, seguido poco después de un libro traducido a distintas lenguas; en ellos ponía en tela de juicio la fecha de los fragmentos24• Según su análisis paleográfico, dichos fragmentos serían anteriores a finales del siglo 1 e, incluso, sin duda, del último tercio de ese mismo siglo. Constituyen también un ejemplo de una esticometría plausible del nomen sacrum «IS»
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C. Roberts, 1953. Otros fragmentos fueron publicados por R. Roca-Puig, 1962. C. P. Thiede, 1995a; C. P. Thiede,1995b; C. P. Thiede y M. D'Ancona, 1996.
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Los EVANGELIOS
A LA LUZ DE LA HISTORIA
(lesousS) sobre el fragmento 1 recto, línea 1, lo que sugiere la existencia de una cristología extremadamente desarrollada desde el siglo r. Su método de datación muestra una aproximación paleográfica «clásica»: identificación del estilo de escritura con documentos del mismo estilo, que están bien fechados, en la medida de lo posible, como los de Qumran, de Wadi Murraba'at, de Nabal Heer y de Herculanum. Sus adversarios han puesto de relieve que las comparaciones de las cartas hechas por el papirólogo alemán no proporcionaron resultados seguros y que, en consecuencia, su datación no es de recibo o, en todo caso, resulta muy discutible. Así pues, el consenso se queda en una fecha en tomo al año 20025• Pero no se puede dejar de pensar que la dimensión «cristológica» de estos fragmentos ha desempeñado un papel no despreciable en la refutación de los argumentos de Thiede. Decididamente, sería un gran error asociar el «Jesús» de la historia con el «Cristo de la fe».
* * ,~ Después de los papiros vienen los unciales, también llamados mayúsculos. Se trata de pergaminos sobre los que se han escrito textos en letras griegas capitales, todas ellas unidas (scriptio continua). Hasta el presente se han podido reconocer cerca de trescientos veinte unciales, que datan de los siglos mal xi26.'Los más antiguos son el 0189, fechado en los años 200, y el 0312, datado en los años 300. Los más celebres son el Codex Sinaiticus (siglo IV), el Codex Alexandrinus (siglo v), el Codex Vaticanus (hacia 350), el Codex Ephraemi rescriptus (siglo v), el Codex Bezae Cantabrigensis (o Códex de Béze¡ (h. 380-420) y el Codex Claromontanus (siglo v1) (véase anexo 1). Vienen seguidamente los cursivos (o minúsculos), pergaminos escritos en letras griegas minúsculas27. Se los sitúa entre los siglos IX y XIX, con una mayor parte entre los siglos x y XI. Se hallan numerados siguien-
Véase el análisis realizado por P.M. Head, 1995. Lista disponible en Internet: «Listas de los manuscritos del Nuevo Testamento en unciales griegas». 27 Lista disponible en Internet («Lista de minúsculas del Nuevo Tetamento»). 25
26
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_¿_S O N LO S E VAN G ELIO S DO C U M EN TO S H ISTÓRICO S?
do a los unciales. Actualmente se cuentan cerca de 2.882 de estos pergaminos, conservándose el más antiguo de ellos en la Biblioteca Nacional de Rusia, en San Petersburgo, fechado en el 835 (M 461 en la numeración Gregory-Aland; se le conoce también con el nombre de Evangiles Uspenski). Estos pergaminos son notablemente menos importantes para la crítica textual que los papiros o los unciales. No obstante, se puede mencionar el Minusculo 33 (§ 48), llamado «la reina de las cursivas», cuyo texto se encuentra muy cerca del Codex Vaticanus. Antes de la Revolución francesa se llamaba Codex Colbertinus 2844. Está escrito en letras griegas minúsculas, sobre pergamino, y data de siglo IX28. Contiene un parte del Libro de los Profetas y todo el Nuevo Testamento, a excepción del Apocalipsis ( con tres pequeñas lagunas en los evangelios de san Marcos y san Lucas). Se encuentra conservado en la Biblioteca Nacional de Francia (Gr14). *
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A estas tres clases de manuscritos (papiros, unciales y minúsculos) los especialistas añaden tres fuentes adicionales: las leccionarias, las citaciones y las traducciones antiguas. Las leccionarias son colecciones que contienen las pericopas, es decir, unidades literarias ( o secciones) más bien narrativas, claramente delimitadas en cuanto a su contenido y destinadas a ser leídas durante las ceremonias religiosas. Se cuentan alrededor de 2.200, fechadas entre los siglos rx y xrv. Se encuentran archivadas bajo la letra «1». Las citaciones de los Padres de la Iglesia en su mayoría se remontan a los siglos r-v. Su empleo es dificil, ya que se ignora si el autor ha copiado directamente una cita bíblica, si lo ha hecho de memoria o, incluso, si se limita a hacer simplemente una alusión a un versículo de las Escrituras. Sin embargo, gracias a ellas se pueden reconstruir algunos versículos de los cuatro Evangelios. Las traducciones antiguas (sobre todo, sirias, coptas y latinas)29. Entre finales del siglo u y finales de primer milenio, el Nuevo Testamen-
28 29
K. Aland, M. Welte, B. Kosteer, K. Junack, 1994, p. 48. Véase K. Aland y B. Koster, 1999, pp. 191-221; Br. M. Metzger, 1997.
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to se tradujo a una decena de lenguas. La traducción más antigua es la latina, ya que el Nuevo Testamento fue, sin duda, traducido al latín hacia el año 200. Esta versión se halla en constante evolución y ocupa todo el espacio occidental. En la actualidad se cuentan cincuenta manuscritos designados con la abreviatura «it», por !tala. El más importante es el de la Vulgata, de san Jerónimo ( en tomo a los años 345-420), que se convirtió en la versión oficial de la Iglesia católica romana. Se le designa con la abreviatura «V g». Se cuentan casi 8.000 copias, de las cuales la más antigua se remonta al siglo rv. Por el contrario, en el oriente mediterráneo las lenguas varían de un pueblo a otro y se producen múltiples versiones. Las principales son las sirias y las coptas".
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Así pues, se ha podido determinar, a partir de varios miles de manuscritos, el texto del Nuevo Testamento y el de los Evangelios en particular. Es preciso subrayar que cerca de un 85% de este texto se encuentra, en todo o en parte, en todos los manuscritos. Es decir, que se halla bien atestiguado. El 15% restante son variantes entre los distintos manuscritos, a menudo variantes muy leves. Reagrupar y estudiar todos estos manuscritos ha permitido establecer a los especialistas un cierto número de parentescos evidentes entre ellos; de tal manera que fue posible constituir «familias de textos». Se pueden establecer cuatro: - La primera de estas familias se llama «texto egipcio», o mejor aún, «texto alejandrino», y sus representantes principales son el Sinaiticus, el Vaticanus, el Ephraemi rescriptus y el Alexandrinus (pero sin los Evangelios). Entre los papiros se pueden citar el P46, el P66, el P72 y el P75. - La segunda familia reúne la parte mayor de los manuscritos ( casi el 80%); recibe la denominación de «texto bizantino» o «texto impe-
30 Véase el sitio del proyecto «marcmultilingüe» coordinado por Christian Amphoux (Universidad de Aix-en-Provence) y Jean-Claude Haelewyck (Universidad Católica de Lovaina).
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_¿_SON LOS E VANGELIOS DOCUM ENTOS HISTÓRICOS?
rial» o incluso koiné. Debe su nombre a su utilización, principalmente, por la Iglesia bizantina. En ella se encuentra, por ejemplo, el Codex Guelferbytanus Ay B, y el P73. - La tercera familia concierne al «texto occidental», representado entre otros por las traducciones latinas, lo que ha permitido deducir que apareció en Occidente31: los códex de Béze y Claromontanus, al igual que los papiros 38, 46, 48 o 66 constituyen buenos representantes. La última familia se designa con el nombre de «texto cesáreo», y constituye el grupo menos importante: representado por el Codex Washingtonianus (W, 032) y Koridethi (038), los papiros 29, 38, 41, 42, 48 y los unciales O 177 y O 188. Sin embargo, especialistas como Bruce Metzger o KurtAland han dudado de su existencia32• El examen de la transmisión del texto evangélico permite comprobar que su conservación es excelente. No obstante, es necesario asegurarse de que su recomposición concuerda con lo que se conoce además por el contexto histórico general en el cual se inscribe. En el capítulo siguiente nos ocuparemos de este tema.
31
En realidad, procede del sirio. Cf. H. Conzelmann y A. Lindemann, 1999, pp. 66-67. 32 Br. M. Metzger, 1963, p. 67; K. Aland, 1989, pp. 66-67.
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CUARTA PARTE
Los EVANGELIOS: ¿ UNA HISTORIA VEROSÍMIL? ALGUNOS EJEMPLOS
Como han demostrado los trabajos realizados por investigadores como Pierre Perrier o Frédéric Guigain, el Evangelio fue, en principio, predicado de forma oral, antes de ser trasladado al papiro o al pergamino; y esta predicación oral no ha cesado de enriquecerse a lo largo del primer siglo de nuestra era. Pero los cristianos se apoyaron muy pronto en los textos escritos. Era necesario dar garantías a las Iglesias contra las falsas enseñanzas que se apoyaban en pretendidas «manifestaciones del espíritu», en «palabras» que el rumor común atribuía equivocadamente a los apóstoles, o incluso en «cartas» escritas por falsarios ( cf. 2Th 2,2). Por tal motivo, los apóstoles remitían sus escritos por medio de hombres de confianza a destinatarios conocidos (Ac 15,24-27), teniendo buen cuidado de proporcionar a los cristianos ejemplares de sus textos (2Th 3,17), y escribiendo algunas palabras de su propio puño con objeto de que sus cartas quedaran autentificadas (lCo 16, 21-24; Ga 7,11; Phm 19; Col 4, 18), de acuerdo a un uso extendido en esa época en la literatura profana. Por otra parte, a los falsificadores se les amenazaba con los peores castigos (Ap 22,18-19).
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Veamos seguidamente algunos ejemplos de informaciones procedentes de los Evangelios que parecen a priori equivocadas o incompletas (léase ambiguas) y que, al ser analizadas se revelan a minore creíbles. Vamos a tratar de demostrar también que nada se opone a la realidad de los hechos narrados que, a falta de ser certificados como auténticos, pertenecen al menos al terreno de lo verosímil. A este efecto, vamos a apoyamos principalmente en los evangelios según San Lucas y según San Juan, ya que se considera a estos textos 175
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
como los más «históricos»1• De hecho, numerosos autores han demostrado la veracidad de un gran número de datos del Evangelio según san Juan2, mientras que otros han expuesto brillantemente las razones que hacen de san Lucas un historiador que responde a los criterios que muestran la forma de escribir la historia en la Antigüedad.
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1 Lucas y Juan anuncian de forma explícita su intención de contar los hechos fiables y dignos de confianza: Le 1, 1-4; Jn 20, 30-3 l. 2 Nos remitimos a las obras de J. Genot-Bismuth y de J. Genot, 1992; Br. E. Schein, 1983; CL Guérillot, 2003. Ph. Rolland, 1998 p. 85, precisa: «El valor histórico del cuarto Evangelio en sus relatos es reconocido por casi toda la comunidad científica actual. Su topografia es irreprochable, y ha sido confirmado año tras año por las investigaciones arqueológicas. Su cronología es la mejor de todas. Además, no se encuentran en él expresiones del tipo "en ese tiempo", o "hacia esa época", sino que sus transiciones son siempre las que corresponden a un relato seguido cronológicamente: "A la mañana" (1,35), "después de esto" (3,22), "seis días antes de la Pascua" (12,1), etc. Es elevangelio que se acerca más a una biografia en el sentido actual de la palabra ... Los relatos son de una precisión minuciosa. Constituyen la alegría de todos los peregrinos llegados a Tierra Santa cuando leen los textos en los mismos lugares señalados ... ». Marie-Francoise Baslez anota que «El Evangelio de Juan aparece finalmente como el más rico en informaciones históricas, como el más creíble y el más coherente en la articulación de los hechos, siendo reconocido también de forma unánime como el más teológico, sin que exista en ello la menor paradoja». M.-Fr. Baslez, 1998, p.218.
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EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Comencemos por Lucas. Su caso es muy interesante. Quizás en mayor grado que los otros evangelistas ha sido víctima de juicios muy severos por parte de los representantes de la hipercrítica racionalista que, por haber escrito los «relatos de la infancia de Jesús», consideran que su obra no se sostiene y que se trata de una piadosa invención de creyente. Se le reprocha no solamente haber imaginado los hechos, sino también haber confundido los acontecimientos y los tiempos'. Sin embargo, tal como él mismo indica en su prólogo, ha querido hacer una labor de historiador, incluso de historiador crítico, siguiendo una óptica apologética que le obligó a mostrarse muy riguroso y veraz. Pero, en principio, ¿quién es Lucas? Una cosa parece bien segura: era helenófono y de educación griega2. Pronto se convirtió, ya que fue compañero de Pablo (Col 4,14), quien precisa que era médico'. Una antigua
1 Tal fue el caso de David Friedrich Strauss o el de Car! Gustav Adolfvon Hamack, Emest Renan o Théodore Mommsen, por ejemplo. Véase A. Loth, 2003, p. 97. 2 ¿Era judío Lucas? La respuesta queda en suspenso al cabo de los lustros. La presencia de numerosos «hebraísmos» en su evangelio y en las Actas demuestra que no ignoraba el hebreo común, como hace notar R. Seven Notley, profesor en el Nyack College (Nueva York), especialista del Nuevo Testamento y de los orígenes del cristianismo (véase su intervención en www.jerusalemperspective.com/13664). También se ha presentado, por parte de Eli Lizorkin-Eyzenberg, un buen resumen sintético con argumentos a favor y en contra, en su obra Could Luke be Jewish? en el sitio web de Israel Study Center 2016. 3 Aseveración tomada del Canon de Muratori: «El tercer libro del Evangelio, según Lucas, el médico que Pablo había llevado con él después de la ascensión de Cristo; como un apasionado del derecho ha escrito bajo su propio nombre y según lo que él consideraba bueno ... ». Remitimos también a S. Chabert d'Hyéres, 2003.
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
tradición lo hace natural de Antioquía4, la capital de la provincia romana de Siria. También era un viajero bien informado de las rutas marítimas5. Además de médico, Lucas es también historiador según la óptica antigua. ¿Qué quiere decir esto? Pues que, en principio, él es el primero en haber escrito una biografía de Jesús (su evangelio), seguida de una historia del primer cristianismo (la Actas de los Apóstoles) que, en su origen, formaban un solo libro en dos tomos, de cincuenta y dos capítulos en total, lo que constituye la cuarta parte de todo el Nuevo Testamento. Será en el transcurso del siglo n (antes del año 200) cuando se decidirá dividir su obra en dos partes distintas, a fin de integrar su evangelio en los otros tres, y situar posteriormente sus Actas, siguiendo una lógica que, si bien es cronológicamente comprensible, resulta inapropiada, ya qúe desnaturaliza la obra lucaniana. Para Lucas, la historia sagrada se divide en tres tiempos (Le 16,16): primero hasta Juan Bautista, que constituye el tiempo de la Ley y de los profetas; después llega Jesús, y es el tiempo de la Revelación; finalmente, surge el tiempo de la Iglesia, el de la difusión, que se inicia con Pentecostés. Como subraya Hans Cozelmann, «el periodo de Jesús es "el tiempo medio", el centro de la historia( ... ) Con él, la cristiandad nace a la conciencia de la historia»6• Pero ¿qué significa la historia para un hombre de la Antigüedad? Tras las discrepancias del siglo XIX, los historiadores o los filósofos de la historia, como Henri-Irénée Marrou, Paul Veyne, Raymond Aaron o Paul Ricoeur, han precisado cómo, en la Antigüedad, se escribía la historia; es decir, de qué manera se hacía la historiografía7: no describiendo los hechos brutos (bruta/acta), sino reconstruyéndolos, interpretándolos en función de una cierta lógica Eusebio, Hist. Eccl. 3,4; Julio el Africano, Epist. Ad Aristidone; Jerónimo, De Viris ilustribus, 7: Codex Cantabrigensiss D. También se ha pensado que era originario de Macedonia o de Roma, pero esto es poco probable, pues conocía demasiado bien la geografía y la flora palestinas, como indica, por ejemplo, el episodio de Zaqueo (véase páginas posteriores). 5 Como precisa Fr. Bovon, 1987, p. 24. 6 Hans Conzelmann, Die Mitte der Zeit, Tübingen, Mohr, 1964, mencionada por Daniel Marguerat en S. Chabert d'Hyéres, D. Marguerat y B. Bioul (dir), «Luc, évangéliste et historien», op.cit. 2003, p.12. 7 H.-I. Marrou, 1954 (en particular las páginas 26 a 46); P. Veyne, 1971. R. Aaron, 1986; P. Ricoeur, 1994; P. Ricoeur, 19912. 4
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Los EVANGELIOS: _¿_UNA HlSTORIA VEROSÍMIL? ALGUNOS EJEMPLOS
establecida por el propio historiador: «La verdad de la Historia no se atiene a la realidad del acontecimiento mencionado ( ... ); se ocupa de la interpretación que [el historiador, N. de A.] da a una realidad siempre susceptible en sí misma, a una pluralidad de opciones interpretativas»8• En este sentido, Lucas sirve, en mayor o menor medida, a la historia como si fuera la fuente a la que acuden los historiadores grecorromanos o judíos, tales como Herodoto, Tucídides, Polibio, Tito Livio, Tácito, Dionisio de Halicamaso, Salustio, Comelio Nepote, Plutarco o Flavio Josefo9• Hacer historia es, ante todo, indagar las causas de los acontecimientos. En 1979, Willen Van Unnik-basándose en el pequeño tratado Cómo conviene escribir la historia, que Luciano de Samosata redactó entre el año 166 y 168, y en la Carta a Pompeyo, escrita por Dionisio de Halicarnaso entre los años 30 y 7 a. C.- estableció una lista de diez reglas que regulaban el «código» del historiador grecorromano". Son las siguientes: 1. 2. 3. 4.
Elección de un sujeto noble; Utilidad del sujeto para los destinatarios; Independencia de espíritu y ausencia de parcialidad del autor; Buena construcción del relato, en particular su principio y su final; 5. Contenido adecuado de material preparatorio;
8
D. Marguerat, 1999, pp. 17-18. Esto es lo que apunta Paul Veyne cuando escribe: «Para que no se compliquen más las cosas por afán de sublimarlas y con los ojos de la fe, los tres evangelios sinópticos son "vidas", como las de Plutarco o de Suetonio». P. Veyne, 1996, &49. Sin embargo, la gran diferencia entre la biografía de Lucas y la de sus colegas griegos, romanos o judíos estriba en que, en el momento en que redacta su evangelio, Jesús no es todavía una personalidad ilustre, reconocida como tal, ni en el mundo pagano ni sobre todo en Israel, sino simplemente en el pequeño grupo de sus discípulos. Así pues, la dificultad reside entonces en el hecho de que Lucas «se lanza a escribir la vida de un hombre rechazado por su propio pueblo, muerto en la cruz como blasfemo y creador de intrigas, sobre todo cuando se quiere mostrar que él no fue así». (J.-N. Aletti, 2010, p. 23). 'º Willem C. van Unnik, «Luke's Second Book and the Rules ofHellenistic Historiography», en J. Kremer Ed., Les Acles des apótres. Traditions, rédaction, théologie, BEThl, 48, Gembloux-Leuven, Duculot-Leuven University Press, 1979, pp. 37-60, citado por D. Marguerat, 1999, pp. 27-38, en la cual nos hemos apoyado para redactar este párrafo. Véase también C. H. Votaw, 1970; R. Burridge, 1992. 9
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
Selección y variedad en el tratamiento de la información; Correcta disposición y ordenamiento del relato; Vivacidad en la narración; Moderación en los detalles topográficos; Composición de discursos adecuados al orador y a la situación retórica.
Ahora bien, el examen del relato de Lucas responde a ocho de los diez criterios de la historiografía grecorromana: a saber, las reglas 2, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10. Solamente las reglas 1 y 3 escapan a esta manera de hacer historia, ya que Lucas adopta aquí la posición de la historiografía judía: se trata del sujeto noble para un historiador griego o romano que realza la historia política, militar, etnográfica, o bien que concierne a la vida de un monarca, de un general o de un filósofo. Se comprende bien la razón por la cual Lucas no responde a este criterio, aunque recuerde en las Actas 26,26 que la historia que cuenta «no ha sucedido en un rincón perdido»; dicho de otro modo, Palestina no era una provincia lejana y oscura como se tiende a pensar. La historiografía judía, por el contrario, trata de describir la intervención de Dios en la historia de los hombres y, en particular, en la del pueblo escogido. Es la misma postura de la obra de Flavio Josefo cuando trata las Antigüedades judías o la Guerra de los judíos contra los romanos. En cuanto a la regla número 3, la que recuerda la independencia de espíritu e imparcialidad del historiador, Lucas se inscribe en la tradición bíblica de la paresia, es decir, de la libertad de lenguaje, de la franqueza. «Su lectura de la historia es creyente», subraya Daniel Marguerat11; se puede añadir que «confesante», ya que él da testimonio de la vida de Jesús, cuyo apogeo es su resurrección; y es por ello por lo que se produce la distorsión entre la visión grecorromana de la historia y la visión judía: una es crítica, mientras que la otra no lo es. Ambas buscan la verdad, pero la primera establece la «verosimilitud de los acontecimientos», mientras que la segunda expone «la verdad de Dios que gobierna el mundo», como continúa subrayando Daniel Marguerat12•
11 12
D. Marguerat, 1999, p. 36. !bid., p. 38.
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L o s E vAN G Eu o s: _¿_U N A HJSTO RIA V ER O SÍM IL? A L G U N O S EJEM PLO S
¿Qué se puede concluir de esta constatación? Si el Evangelio es un género literario cuyo propósito es el de convertir al lector, inspirar en él una visión de Dios radicalmente nueva -de la misma forma que la comedia trata de hacer reír al espectador, o la tragedia de emocionarle inclinándolo a la reflexión sobre su destino-, se puede -y se debe- también reconocer que no se trata de un género aislado o único, y que puede ser más que eso, ya que se inscribe en una línea de obras clásicas que surgen, a la vez, de la historiografía grecorromana y de la judía. Así pues, no nos encontramos en presencia de un hápax, de un caso aislado, de algo original en el sentido de inclasificable. Por el .contrario, nos hallamos ante una biografía que responde a los criterios de su época. Así pues, es bajo esta óptica como podemos considerar algunos episodios de la vida de Jesús comentados por Lucas y Juan, a fin de determinar si lo que ellos relatan es verosímil; si se puede explicar de una manera coherente de acuerdo con lo que se conoce por otros cauces de la historia de Palestina en los años del cambio de nuestra era.
1. El prólogo de Lucas Comencemos por el prólogo de Lucas. Como parece que él pertenece a una cultura griega, no deja de realzar el hecho de que el inicio de su libro (1, 1-4) ha sido redactado «a la manera griega»; y precisa, en efecto, que su objetivo es escribir un relato ( es decir, la vida de Jesús y de la primera Iglesia) apoyándose en sus predecesores; esto es, sobre los que ya han tratado el tema, porque han sido testigos oculares y creyentes (precisión que no tiene nada de anodina), después de haber realizado un trabajo de información y de recogida minuciosa de datos ( consulta de los escritos y tradiciones anteriores, interrogatorios de testigos, exposición de los resultados de su estudio de manera ordenada, según la sucesión del encadenamiento de los hechos). Ahora bien, se encuentran expresiones idénticas, o una articulación del discurso similar, en buena parte de autores griegos como, por ejemplo, Jenofonte, Anábasis 1,20-22; Demóstenes, Discurso 4,38; 18,172;48,40; o Dioscórides, De materia medica 1. El paralelismo con este último resulta particularmente 181
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llamativo; si leemos el prólogo lucaniano -¿es necesario recordar que es el único existente de este género en todo el Nuevo Testamento?-, se constata que «está compuesto con cuidado, con una prótesis seguida de una apódosis; cada una de ellas comprende tres proposiciones que forman un periodo rimado»13• Releámoslo: (1) Precisamente, puesto que se ha trabajado mucho, remontándose al pasado, para poner en orden un relato de las realidades llevadas a su pleno desarrollo entre nosotros; (2) así que nosotros las hemos transmitido a quienes, desde el principio, han visto con sus propios ojos y se han convertido en servidores de la Palabra14; me ha parecido bueno, también a mí (3), que te he acompañado con asiduidad desde el principio, escribirte con exactitud y en orden cronológico, excelente Teófilo, (4) a fin de que reconozcas la fiabilidad de las palabras en las que has sido instruido oralmente. (Traducción al francés de Sylvie Chabert d'Hyeres, 2005). La comparación con el preámbulo del libro De materia medica del médico griego Dioscórides, contemporáneo de Lucas, permite ver la familiaridad del evangelista con la literatura «especializada» griega: Habiéndose escrito mucho sobre la preparación de los medicamentos, voy a intentar, mi muy querido Arción,
L. Sabourin, 1992. Hoy podemos citar algunos de «aquellos que han visto con sus propios ojos»: por ejemplo, María, la madre de Jesús, los amigos y vecinos de Zacarías e Isabel (Le 1,6) o los miembros de la familia de Jesús. Por lo que concierne a los «servidores de la Palabra», uno de ellos es sin duda mencionado por Lucas (9,49), que no da su nombre. Se trata de un hombre que, sin ser un apóstol, ni siquiera un discípulo cercano a Jesús, expulsa los demonios en su nombre. Este pequeño pasaje resulta interesante en la medida en que refuerza la afirmación de que las personas exteriores al círculo de los íntimos de Jesús le seguían puntualmente y actuaban en su nombre con éxito. Esto prueba también el hecho de que se hablaba de Jesús en todo el país, y que podían circular relatos sobre su vida y su obra por doquier entre la población judía. Véase especialmente R. Laurentin, 1996, pp. 58-59. 13
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Los EvANGEuos: ¿UNA HISTORIA VEROSÍMIL? ALGUNOS EJEMPLOS
mostrarte lo que no es un intento vano y temerario por mi parte al abordar también esta materia ... Pues al conocer con la mayor exactitud los hechos, en parte por haberlo visto yo mismo, y en parte por haberlo aprendido de testigos válidos, y después de haberlo probado en gentes allegadas, trataré de exponerlos en un orden diferente. (Traducción al francés de Cameredon, en fr.calameo.com). Se encuentran aquí, como en otros textos de Tucídides, toda una serie de paralelismos textuales que se pueden resumir de la siguiente manera: la conciencia del autor de haber tenido predecesores; la realidad de los acontecimientos relatados; la referencia a testigos oculares cuyas informaciones fueron recogidas con exactitud y orden"; el testimonio del propio autor; la búsqueda de la verdad; la utilización de la primera persona (algo que no hace ningún otro evangelista)". En resumen, se tiene la impresión de que el médico Lucas ha querido hacer en su evangelio lo que su colega Dioscórides había intentado hacer en su tratado de terapéutica experimental: retomar un sujeto ya tratado, después de haber consultado los escritos e interrogado a los testigos, exponiendo los resultados de su investigación en un orden cronológico riguroso. La · continuación de su evangelio demuestra que Lucas es un historiador original, que ha integrado la vida de Jesús y de las primeras comunidades cristianas en la historia general de la cuenca mediterránea, estableciendo sincronismos entre una y otra.
15 Puesto que Lucas es un griego de Siria (quizás fuera un judío helenófono, como Pablo de Tarso o Filón de Alejandría) que ha pasado cierto tiempo en Jerusalén con Pablo y otros compañeros, ha podido recoger allí las tradiciones todavía vigentes sobre Jesús y Juan Bautista. Ver Ac. 21. 16 Recordemos una vez más la importante observación hecha por Claire Clivaz: «Un prefacio así hace referencia a un terminología técnica y precisa que recuerda totalmente los antiguos prefacios de las obras historiográficas o científicas; pero, contrariamente a estas últimas, ofrece un contenido absolutamente inconcebible para una obra literaria antigua. No se sabe quién es el autor ni, sobre todo, cuál es el sujeto, evocado por la mención elíptica de los "acontecimientos que han tenido lugar entre nosotros"». (Le 1,1). CL. Clivaz, 2011,§ 24. Véanse a este respecto las explicaciones dadas a propósito de las reglas 1 y 3 de la historiografía grecorromana.
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2. El nacimiento de Juan Bautista y de Jesús. La fecha de la Natividad
Basta la simple lectura de los Evangelios para apreciar que en ellos no se dice en qué estación del año o en qué mes tuvo lugar el nacimiento de Jesús. Por el contrario, Juan (18,28; 19,14) informa de que murió la víspera de la Pascua, fiesta que en el calendario hebreo se celebraba en el mes de nisán (marzo/abril). Como veremos seguidamente, los primeros cristianos no se preocuparon por establecer una fecha determinada para celebrar el nacimiento de Jesús, concediendo preeminencia a la conmemoración de su muerte y de su resurrección. Sin embargo, desde finales del siglo rr algunos cristianos se ocuparon en fijar la muerte de Jesús el 25 de marzo, es decir, el mismo día que la Anunciación (y su concepción) y, en consecuencia, concluyeron que había nacido nueve meses más tarde, el 25 de diciembre". El examen combinado del Evangelio según san Lucas y las fuentes textuales judías y cristianas permite considerar que el relato de la Natividad es, en todos sus componentes, completamente verosímil. El Evangelio de Lucas comienza, pues, por estos dos acontecimientos, el nacimiento de Juan Bautista y el de Jesús (Le 1,5; 2,20), proporcionando informaciones de carácter histórico que deben ser tratadas de común acuerdo, pues, como vamos a constatar, su encadenamiento adquiere mucho mayor relieve cuando se insertan en una trama espacio-cronológica más amplia, lo que de hecho constituye un relato completamente creíble. Todo sucede en «los días de Herodes» (Le 1,5). Nos encontramos, pues, a finales del siglo I a. C. El reinado de Herodes el Grande ( 40-4 a. C.) 17 Los cristianos de Oriente fijaron la fecha de la concepción y de la muerte de Jesús el 6 de abril, mientras que los occidentales se decantaron por el 25 de marzo, pues seguían un calendario ligeramente diferente. Nueve meses más tarde es el 6 de enero (fiesta de la Epifanía) o el 25 de diciembre (fiesta de la Natividad). Véase W. Tighe, 2003. Esta idea de unir el día del nacimiento con el de la muerte de un gran profeta es una práctica que se encuentra en el cristianismo primitivo. ¿Pero se enraiza en el judaísmo? Parece ser que ciertos judíos de los siglos 1-1n estimaban que algunos hombres santos, como Moisés, por ejemplo, habían vivido según un ciclo anual completo; es decir, que habían nacido y muerto en la misma fecha (Talmud de Babilonia, b. Kiddushin 1 :9, 2,9 A-B;b Rosh Hashanah l0b-lla); es lo que se llama «la edad integral». Esta hipótesis sigue manteniéndose abierta.
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concluye con una serie de hechos brutales y sangrientos; la terrible enfermedad del soberano no hace más que exacerbar su resentimiento hacia sus adversarios, especialmente los fariseos 18• Lucas inicia su evangelio hablando del nacimiento de Juan Bautista19• Este último es el hijo de Zacarías, un sacerdote de la clase de Abia, y de su esposa Elisabet, descendiente de Aaron, el hermano de Moisés. Zacarías oficiaba en el gran Templo de Jerusalén, en donde cada una de las veinticuatro clases sociales prestaba servicio dos veces por año" durante una semana, de sabat a sabat". Este reparto de los turnos de servicio en el Templo, establecido por David, se mantuvo vigente bajo el reinado de Herodes, y es por ello por lo que Lucas se sirve de este dato para situar el
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Chr.-G. Schwentzel, 2011, especialmente en las páginas 81-83. Véase igualmente el estudio de Sylvie Chabert D'Hyéres, «L' évangile de Luc et les Actes des Apótres selon le Codex Bezae Cantabrigensis» y su enlace en Internet: codexbezae.perso.sfrf Existe cierta incertidumbre en lo tocante al año de la muerte de Herodes: 4,2 véase 1 a. C. Esta incertidumbre se ve reforzada por los testimonios de autores cristianos antiguos que, con la excepción de Sulpicio Severo (hacia 360-425), Chronique 2,27, que sitúa el nacimiento de Jesús en el año 4 a. C., fechan la Encamación en el año 3 a. C. [Tertuliano (hacia 197), Adversus Judaeos 8,11; Ireneo (hacia 170-180),Adversus Haereses 3, 21-3; Clemente de Alejandría (hacia 210-220), Stromates 1,21; Eusebio de Cesarea (hacia 320-340); Hist. Eccl. 1,5-2; Jerónimo (hacia 380-400) Comentario sobre Jsaías] o en el 2 a. C. [Hipó lito de Roma, (en 2004), Comentario sobre el libro del profeta Daniel 9,271; Epifanio de Salamina (hacia 374-377); Panarion 20.2; Orosio (hacia 410-420) Historias contra los paganos 8,22-1,7,2-14 y 3-1; Malalas (hacia 565-575) Chronographia Ioannis Malalae]. 19 Su existencia se ve atestiguada por las mismas fuentes que mencionan a Jesús: Flavio Josefo (AJ 18,5, 116-117) y los Evangelios; y por consiguiente nadie la pone en duda, al contrario que la de Jesús ... 20 El año judío es un conjunto de meses lunares de 354 días, con doce meses; pero cuenta 11 días de menos que el año trópico (o solar). Con objeto de sincronizar el calendario judío con las estaciones del año, algunos años cuentan trece meses para compensar la diferencia de once días (el mes suplementario se inserta justamente después del mes de shebat: recibe el nombre de adar y cuenta treinta días; el mes siguiente se llama adar2 o vé-Adar). Estos años de trece meses se llaman «embolísmicos», del griego embolismos: 'intercalado' (en hebreo, méoubérét). 21 Las veinticuatro clases de sacerdotes estaban compuestas cada una de siete a nueve sacerdotes (kóhanim), todos escogidos por sorteo: «Se les repartía por sorteo, tanto unos como otros: había oficiales consagrados, oficiales de Dios, tanto entre los hijos de Eleazar como entre los hijos de Itamarn (IChr 24,5); «Yehoyarib fue el primero que salió en el sorteo; el séptimo fue Haqqots; el octavo Abiya» (IChr 24,10). Es Flavio Josefo (AJ 7,365-366) quien precisa que cada clase oficiaba toda una semana, de sábado a sábado.
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nacimiento de Juan Bautista. El grupo de Zacarías comenzó su servicio en el Templo en la primera parte del tercer mes, es decir, el mes de siván (mayo/junio )-primer mes del año, siendo el de nisán (marzo/abril) según el calendario bíblico (Ex 12,2)-y la segunda parte del octavo mes, el de marheshván (octubre/noviembre). Pero esta rotación se hacía sobre seis años, a fin de permitir a las veinticuatro clases asumir el mismo número de semanas de guardia. Consecuentemente, los turnos de guardia no caían jamás en la misma semana, ni en el mismo mes del año. Así pues, Zacarias no se encuentra en el servicio del Templo cuando ve al ángel Gabriel que le anuncia que Isabel va a quedarse encinta y dará a luz un hijo que se llamará Juan, nombre que significa « Yavé es favorable». En el sexto mes de la concepción de Juan Bautista, el ángel Gabriel fue «enviado por Dios a una villa de Galilea, de nombre Nazaret, a una virgen esposa de un hombre de nombre José, de la casa de David; y el nombre de esta virgen era María» (Le 1,26-27). Así pues, María queda encinta seis meses después que su pariente. Si consideramos que el descuento de las fechas se hace a partir del mes de siván, nos encontraremos en el mes de kisleu (noviembre/diciembre). Si se tratase más bien del mes de marheshván nos hallaríamos entonces en el mes de Iyyár (abril/mayo). Llegado el final de su embarazo, Isabel trajo al mundo a su hijo Juan, ya fuera en el mes de adar (febrero/marzo) o en el de ab (julio/agosto). Por su parte, María dio a luz seis meses más tarde, es decir, durante el mes de elul (agosto/septiembre) o en el curso de shebat (enero/febrero). A priori no existe ninguna conexión con el mes de diciembre para celebrar la Natividad. ¿Cuál es verdaderamente el motivo de la elección de tal fecha? En 1995, los sabios Shemaryahu Talmon e Israel Knohl publican un estudio en el que figura un calendario litúrgico solar descubierto en la gruta 4 cerca de Qurnran (4Q321-321a) que es, esencialmente, idéntico al que se encuentra en el primer Libro de Hénoch (72-82) o en el de Jubileos (cap. 2 y cap. 6)22• El año trópico comporta 364 días repartidos en ocho meses de treinta días, y cuatro meses (el 3.º, el 6.º, el 9.º y el 12.º) de treinta y un días. Los doce meses están organizados en cuatro
22 Sh. Talmon y I. Knohl, 1995. Este calendario está constituido por cinco fragmentos de pergamino de diferentes tamaños. Véase también S. Talrnon, J. Ben-Dov yU. Glessmer, 2001.
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tríadas, y el año se divide en cincuenta y dos semanas. Este calendario se articula en tomo a un ciclo de seis años. Según las fechas de servicio al Templo, las veinticuatro clases de sacerdotes lo atendían durante una semana, cosa que seguía haciéndose en el tiempo del nacimiento de Juan Bautista y de Jesús-ya que los dos sabios israelíes antes mencionados datan este calendario en los años 50-25 a. C.-. Posteriormente, en 2001, Shemaryahu Talmon publicó otros calendarios «qumranianos» que permiten afinar el ciclo de rotación de los sacerdotes-sacrificadores del gran Templo. Gracias al fragmento 4Q328 Fa se descubrió que la clase de Abia estaba al cargo del gran Templo en el transcurso del tercer trimestre del tercer año del ciclo de seis años, lo que establece su servicio en el mes de septiembre, durante el mes de tishri (septiembre/octubre)23. Ahora bien, una tradición bizantina inmemorial celebra la «Concepción de Juan» el 23 de septiembre, y su nacimiento el 24 de junio. Consecuentemente, como escribió san Lucas, el «sexto mes» tras la concepción de Juan, el ángel Gabriel apareció a la Virgen María, a partir del 23 de septiembre, este sexto mes cae alrededor del 25 de marzo (fiesta de la Anunciación), y nueve meses más tarde, es el 25 de diciembre: Noel o la Navidad. Disponemos de documentos escritos contemporáneos de los acontecimientos que corroboran la celebración de la Navidad el 25 de diciembre. En consecuencia, celebrar esta fiesta en dicha fecha no tiene nada de incongruente. Pero todavía se puede ir más lejos. Es cierto que los primeros cristianos no tenían por costumbre celebrar el nacimiento de Jesús, es decir, la Natividad. Por un lado, porque las persecuciones de las que eran víctimas les obligaban a ser prudentes y muy discretos; y por otro, porque consideraban que la resurrección de Jesús era más importante que su nacimiento, ya que era sobre ella sobre la que se fundaba su fe24• De hecho, una tradición muy antigua situaba el nacimiento de Jesús en un miércoles a principios del mes de abril (más exactamente, el 2 de
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Véase el estudio muy detallado que ha realizado Henriette Horovitz en Jésus de Nazaret. Études sur la Nativité et la Crucifixion, 2014, accesible en ebiot.org, y H. Horovitz, 2016. 24 Según la advertencia de san Pablo: «Porque si el Cristo no ha resucitado, vacío es nuestro mensaje y vacía vuestra fe» lCo. 15,14. Orígenes de Alejandría (alrededor de 185-254) se burlaba de los romanos que celebraban los aniversarios del nacimiento calificando esas ceremonias de «prácticas paganas», ya que «solamente los pecadores (como el faraón o Herodes) festejaban su aniversario». (Homilías sobre el Levítico, 8).
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abril)25• Otro autor lo hace nacer el miércoles 5 de las calendas de abril, es decir, el 28 de marzo26• En el siglo V, en Jerusalén la Natividad se celebraba el 6 de enero, antes de pasar al 25 de diciembre, a finales de esa centuria27• Entonces, ¿por qué el 25 de diciembre? La respuesta casi unánime es la siguiente: el 25 de diciembre, fecha del solsticio de invierno, fue escogida para celebrar la Natividad de Jesús a fin de contrarrestar la fecha del sol invencible (Sol Invictus) que celebraban los romanos. En otros términos, la Iglesia ha querido «cristianizar» una fecha pagana para erradicar toda referencia a los dioses de la Roma antigua. De este modo se quiere insinuar que la fiesta de la Natividad no es más que otra invención ( como todo lo que hay en los Evangelios) hecha por la Iglesia. ¿Qué hay de cierto en ello? · El dios Sol era conocido en Italia y en Roma desde hacía mucho tiempo. Según Varrón28, habría sido Tito Tacio el primer monarca en elevar un altar en su honor. El 11 de diciembre se celebraba la fiesta de Sol Indiges, siendo «indigeto» el calificativo que designaba a las primitivas divinidades nacionales de Roma29• Pero el Sol del que aquí se habla no es el que los romanos celebraban el 25 de diciembre; y hasta el siglo m
25 A. Jaubert, 1957, pp. 67-69. Esta tradición se encuentra en Hipó lito de Roma, en su Comentario sobre Daniel (Com. In Dan. 4,23). Clemente de Alejandría señala el 25 del mes egipcio de pachon, es decir, el 20 de mayo, como la fecha del nacimiento de Jesús, en su obra Stromates, 1, cap. 21 § 93. 26 La analogía entre la creación del sol y el nacimiento de Jesús, que aparece en la literatura patrística de los siglos rv y v, ya se encontraba bien presente en los medios ilustrados cristianos del siglo III, como demuestra el pasaje de De pascha computum (17, inicio del capítulo 19), obra de un escritor africano reeditada en el año 243: «Oh, la espléndida y divina Providencia del Señor que en ese día, en ese preciso día, en el que fue creado el sol, el 28 de marzo, un miércoles, el Cristo ha debido nacer». H. Harte!, «De pascha computum» en CSEI. III/3, Viena 1876, p. 266. 27 A. Renoux, 1969. 28 De lingua latina, 5,74. 29 Sobre el culto de Sol Jnvictus véase R.Turcan, 1992 (en particular las páginas 174-180); C. Salles, 1997; J. P. Martín, 2000; St. Hijmans, 2003 (el autor minimiza la influencia oriental del culto solar en Roma, estableciendo la hipótesis de que la oficialización del 25 de diciembre por la Iglesia, en los años 330, también pudo estar motivada por el empeño en contrarrestar las afirmaciones de ciertos cristianos heréticos, como los basilidianos, los maniqueos, los docetas, etc., sobre la doble naturaleza de Jesús-Cristo). A contrario, sobre la importancia e influencia del culto del Sol lnvictus entre los cristianos, véase Fr. Heim, 1999.
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de nuestra era tuvo un lugar relativamente modesto en relación con los dioses del panteón oficial, ya que no se beneficiaba de un culto particular y tampoco poseía un templo en la ciudad. Esta situación va a cambiar gracias al emperador Septimio Severo (193-211) que pone a Sol en pie de igualdad con Júpiter. En efecto, este emperador, de origen africano (nacido en Leptis Magna, en la Libia actual), contrajo matrimonio en segundas nupcias, hacia 185, con Julia Domna, hija del gran sacerdote de Emese (hoy Homs, en Siria), Julius Bassianus, de quien tendría dos hijos: Caracalla y Geta. Ahora bien, en Emese se honraba a un dios muy popular de nombre Elagabal ( o Heliogábalo, para los griegos)3º. Con la nueva emperatriz se instala en Roma toda la familia del gran sacerdote de Emese, en particular su hermana Julia Maesa, que tendrá dos hijas: Julia Soaemias y Julia Mammaea, madres, respectivamente, de los emperadores Heliogábalo (218-222) y Alejandro Severo (222235). Es precisamente Heliogábalo (nacido Vario Avito Bassiano, que posteriormente será emperador con el nombre de Marco Aurelio Antonino) quien tratará de imponer a los romanos el Sol Jnvictus como dios supremo, pero de forma tan desafortunada (tiene catorce años cuando es nombrado emperador) que terminará por irritar al Senado y a su guardia pretoriana, y morirá asesinado, al igual que su madre Julia Soaemias, el 21 de marzo del año 222, siendo sucedido en el trono por su primo Alejandro Severo. Pero en esta época todavía no existe una celebración particular del Sol Invictus, el 25 de diciembre. Su culto persistirá, si bien de forma modesta, bajo el reinado de los emperadores siguientes31, hasta que llegue al poder Lucio Domitio Aureliano, más conocido por el nombre de Aureliano (270-275), un general panonio. El Imperio se encuentra ahora dividido: la Galia y la Bretaña están reunidas en el seno de un «imperio de las Galias» y la ciudad de Palmira
El o Al es el nombre del dios supremo en las religiones mesopotámicas; y gabal designa una altura geográfica, una montaña; Elagabal es, por consiguiente, el 'dios de las alturas', o 'el dios de la montaña'. 31 Se hará popular entre los legionarios, en especial entre aquellos que se encuentran desplazados en Oriente. 30
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controla una gran parte de las provincias orientales del Imperio romano. Aureliano necesita restaurar la unidad, reestructurar el Imperio, y devolver toda la fuerza al poder imperial. Reducirá al silencio a sus enemigos, especialmente a la famosa reina Zenobia de Palmira, entre los años 2 71 y 272. Es precisamente en ese momento cuando decide hacer del Sol Invictus su dios unificador, asociándolo a la victoria32• En el año 274, por decreto imperial, Sol Invictus queda proclamado como divinidad oficial del Imperio romano y será considerado como el conservador del emperador. Se le consagra un amplio templo circular rodeado de pórticos en la séptima región de Roma y se le dedica una festividad conmemorando el solsticio de invierno, el 25 de diciembre de 274, fecha que se considera el aniversario del nacimiento del Sol33. A partir de este año34 se festejará al Sol Invictus cada cuatro años en Roma con una serie de juegos (aganes) hasta que Constantino, adepto también él al Sol Invictus, decida legitimar el cristianismo. Y «es entre los años 325 y 354 cuando queda instaurada en Occidente la fiesta de la Epifanía
32 Acuñará monedas haciendo representar su dios Sol, radiante, erguido de frente, con la mano derecha levantada y con un globo en la mano izquierda, con la leyenda RESTITUTOR ORIENTIS. Véase J.-P. Martín, 2000, p. 32. Sin embargo, es necesario hacer una importante precisión: la influencia del culto del dios de Emesa quizás no fue tan determinante como se pueda imaginar. De hecho, «Aureliano estaba emparentado con los Aurelii, gentilicio de etimología que se remonta al término sabino ausel o 'sol'. De este modo, e independientemente de las influencias orientales (menos determinantes de lo que se ha creído), la deificación helíaca del imperator podría proceder de tradiciones nacionales más antiguas». R. Turcan, 2004, p. 330. 33 El solsticio es el tiempo en el que el sol se encuentra más alejado del ecuador y parece estacionado durante algunos días. El solsticio de invierno se produce cuando el sol se encuentra en el trópico de Capricornio; por su parte, el solsticio de verano, cuando se halla en trópico de Cáncer. Desde siempre, y en todas partes, se celebra este hecho astrológico con alegres festividades. 34 Pero incluso esto ha sido puesto en duda por St. Hijmans, 2009, p. 384, que escribe: «Es necesario subrayar ( ... ) que el 25 de diciembre jamás fue una festividad oficial del Sol muy antigua ni particularmente importante. Se la menciona tan solo en el Calendario de 354, y puedo decir que la sugerencia establecida por Aureliano no ha llegado a ser probada. En realidad, no existe en absoluto una prueba sólida que demuestre que esta festividad en honor de Sol sea anterior a la festividad de Noel». Según los fastos imperiales, los días en los que se celebraba el Sol eran los 8, 9 y 28 de agosto, los 19 y 22 de octubre y el 11 de diciembre.
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con la conmemoración del nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre»35• Sí, pero ... La oficialización de la festividad del nacimiento de Jesús no significa que comience a celebrarse la Natividad en esta época. Es necesario comprender que el culto al Sol Jnvictus apareció a finales del primer tercio del siglo III y que se celebró por primera vez un 25 de diciembre, en el tercer tercio de esa misma centuria. ¿Por qué habrían esperado los cristianos más de dos siglos para decidirse a calcar su Natividad sobre la festividad del Sol? Por otro lado, Hipólito de Roma (hacia 175-235), un antipapa que fue canonizado, pues murió mártir, da las fechas del 25 de diciembre y del 25 de abril como fechas posibles del nacimiento y de la muerte de Cristo, en su Comentario sobre el libro de Daniel 4,23, obra que redacta entre los años 202 y 20436, en el momento del nacimiento de Heliogábalo. Si bien antes de que este tratara de instaurar en Roma el culto al Sol Invictus. En su obra Historia de la religión romana, aparecida en 1957, el latinista francés Jean Bayet sugiere que, en efecto, fueron los emperadores romanos Aureliano y Juliano el Apóstata quienes, en 274 y 362, respectivamente, fijaron en el 25 de diciembre la festividad del Sol invencible para reemplazar la festividad de la Natividad, con objeto de perseguir al cristianismo37• Esta medida era un pretexto para acosar a los cristianos que rechazaran participar en el culto pagano. Además, no hay que olvidar que el Sol ha desempeñado un papel un tanto ambiguo entre los romanos ( como entre los politeístas en general), puesto que era, a la vez, un cuerpo celeste y una divinidad. Cuando se le rinde culto ¿se dirige este a un cuerpo celeste o a un dios? El Sol, en tanto
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C. Salles, 1997, p. 293. Véase G. Bardy y M. Lefévre 1941, p.187. Ciertos autores sostienen que el hecho de que este pasaje dé estas dos fechas podría deberse a una interpolación posterior, si bien muy antigua (véase el sitio http://www.patrística.org.). Sobre esta cuestión véase S. K. Roll, 1995, pp. 80 y ss. 37 J. Bayet, 1976, pp. 226 a 229. R. Turcan, 1992, p. 183, precisa también:«( ... ) los árabes de Petra celebraban el nacimiento de Dusarés el 25 de diciembre, de la misma forma que en Roma se conmemoraba en esta misma fecha el Nata/is Solis Jnvicti, desde la época del emperador Aureliano y también el nacimiento de Cristo». (El subrayado es nuestro). 36
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que es un cuerpo celeste, no presentaba problema alguno para los cristianos. Además, parece natural que estos mismos, que consideraban a Jesús como el «Sol de la Justicia» o el «Sol invencible», o que lo representaban bajo la forma de Helios subiendo al cielo en su carro38, consideraran que el solsticio de invierno convenía de forma perfecta al nacimiento de su Dios. Como ya hemos indicado, para los primeros cristianos, tanto la concepción como el nacimiento y la muerte de Jesús estaban inextricablemente unidos. Hacia el año 200, Tertuliano (alrededor del 150/170-230) subraya que la fecha de la crucifixión de Jesús (el 14 nisán, en el Evangelio según san Juan) correspondía al 25 de marzo del calendario (solar) romano; es decir, el mismo día que el de laAnunciación39• Dicho de otro modo: Jesús fue concebido y murió en fechas similares: el 12 de marzo. Y nueve meses más tarde ¡ es el 25 de diciembre! Esta idea se encuentra todavía en un tratado cristiano del siglo IV titulado De solstitia et aequinoctia conceptionis et nativitatis domini nostri iesu christi et iohannis baptistae («Apropósito de las concepciones y natividades de Nuestro Señor Jesucristo y de Juan Bautista en los solsticios y los equinocios»), en donde se puede leer: «Desde entonces, Nuestro Señor pasó de ser concebido el día octavo de las calendas de abril al mes de marzo [ es decir, el 25 de marzo, N. de A.], que es el día de la Pasión del Señor y de su Concepción. Pues el día en el que fue concebido es el mismo que aquel en el que sufrió». Basándose en esta constatación, el tratado data el nacimiento de Jesús en el solsticio de invierno". La elección del 25 de diciembre no será, por consiguiente, una decisión de la Iglesia tomada a posteriori para reemplazar una fiesta pagana
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Tal como sería representado sobre un fragmento de mosaico del siglo m encontrado en la tumba «M», la de Julio Tarpeiano y su familia, datada en los años 200-300 y situada en la necrópolis de las grutas del Vaticano, bajo la actual basílica de San Pedro. Pero esta identificación no está asegurada, como indica St. Hijmans, 2009. 39 Tertuliano, Adversus ludacos, 8. Sexto Julio Africano de Jerusalén sugiere, en sus Chronographai publicadas hacia el año 221, que Jesús fue concebido en el equinoccio de primavera y que, consecuentemente, nació en diciembre. Se halla la misma conclusión en san Agustín, De la Trinidad 5,9: «Por tanto fue concebido y murió el ocho de las calendas de abril( ... ). Igualmente se acuerda fijar el nacimiento de Jesucristo el ocho de las calendas de enero, lo que nos da, a partir de su concepción, un número de doscientos setenta y seis días, cifra en la que el seis se repite cuarenta y seis veces». 40 A. McGowan, 2002.
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todavía reciente, sino más bien a la inversa: una medida política que trata de borrar una tradición cristiana más antigua, reemplazándola por la de un dios relativamente reciente, Sol lnvictus41• Esta sugerencia, puesta en relación con el calendario de Qumran, que confirma la verosimilitud del relato lucaniano sobre el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre, nos parece de hecho admisible y no se puede descartar sin aportar argumentos sólidos.
* * * 3. El empadronamiento de Quirinio El nacimiento de Jesús se sitúa en un contexto sociogeopolítico muy particular, puesto que Lucas habla de un «edicto de César Augusto que ordenaba el empadronamiento de todo el mundo habitado. Este empadronamiento, el primero, tuvo lugar durante el tiempo en el que Quirinio fue gobernador de Siria. Todos los habitantes tenían la obligación de empadronarse, y cada uno en su lugar de nacimiento. Así pues, también José tuvo que marchar de Galilea, en la localidad de Nazaret, en Judea, a la ciudad de David, de nombre Belén, ya que él pertenecía a la casa y al linaje de David, y tenía que hacerse empadronar con María, su compañera, que estaba encinta». (Le 12,1-6) Partiendo de Nazaret, José y su esposa imnéste¡ María, que se halla encinta, deben desplazarse a Belén, en Judea, a :fin de empadronarse, ya que José pertenecía al linaje de David, y Belén era la población original de la familia. Nos encontramos siempre «en los días del rey Herodes», pero Lucas aporta precisiones cronológicas suplementarias con ocasión de un acontecimiento sociopolítico particular, como fue ese famoso empadronamiento. El emperador en este tiempo es César Augusto, y el gobernador de Siria, durante esta operación administrativa, se llama Quirinio. El evangelista menciona asimismo dos villas: Nazaret y
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Se encuentra esta voluntad de paganización de un hecho cristiano en la transformación de la gruta de Belén en santuario de Adonis, en el siglo 11 de nuestra era, bajo el reinado del emperador Adriano.
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Belén, precisando que la primera se encuentra en Galilea y la segunda en Judea. ¿Es todo ello verosímil? Para responder a esta pregunta, tomemos las informaciones existentes, una a una, y analicémoslas a la luz de los conocimientos actuales. César Augusto. Nadie pone en duda su existencia. El «hijo de Julio César» era, en realidad, su sobrino nieto, nacido bajo el nombre de Cayo Octavio, el 23 de septiembre del año 63 a. C. Primero lleva el nombre de Octavio, después Octaviano, antes de recibir el título de Augusto (y de Prínceps), el 16 de enero del año 27 a. C., título que se convertirá rápidamente en nombre. Gobierna el Imperio como emperador desde el 16 de enero del año 27 a. C. hasta el 19 de agosto del año 14 d. C. Aunque no es necesario hacer aquí un retrato detallado del primer emperador romano, no está de más retener algunos- elementos de su vida que pueden esclarecer el pasaje de Lucas42• En el año 21 a. C., Augusto organiza el matrimonio de su hija Julia, viuda de Marcelo, con Agripa, su amigo y fiel aliado, que se convierte por tanto en su yerno. De esta unión nacerán cinco niños, tres vanmes y dos mujeres: Cayo César, Lucio César, Julia Vipsania, Agripina la Mayor y Agripa Póstumo. La voluntad de Augusto era hacer de sus nietos, Cayo y Lucio, sus herederos. Precisamente por esta razón supervisó personalmente su carrera política y militar. Pero Lucio y Cayo mueren respectivamente en el año 2 y en el 4 d. C., dejando el puesto libre a Tiberio, el hijo de Livia (la tercera esposa del emperador), que se convertirá en emperador en el año 14 de nuestra era y se mantendrá en el cargo hasta el 3 7 d. C. En el año 2 a. C. Augusto es honrado por el Senado con el título de Pater Patriae (Padre de la Patria), una distinción que ostentarán buen número de sus sucesores43. A su muerte, Augusto deja un testamento político, conocido con el nombre de Res Gestae Divi Augusti, en el cual
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Para una visión más accesible, reciente y bien documentada del reinado de Augusto, remitimos al lector al número 33, marzo/abril 2014, de la revistaArchéotéma, «Moi, Auguste, empereur de Rome», bajo la dirección científica de Michel Tarpin. 43 Este título honorífico ya había sido atribuido en tiempos de la República a otros personajes; por ejemplo a Cicerón, tras la conjuración de Catilina; y también a Julio César, que puso fin a la guerra civil.
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da cuenta de sus actuaciones (gestae) y de sus realizaciones; un informe que debería grabarse en bronce y situarse ante su mausoleo en Roma, y cuyas copias se colocarían sobre los muros de los numerosos templos de Augusto por todo el Imperio". El emperador redactó también un Breviarium totius imperii, que establecía la situación del Imperio, indicando los efectivos del ejército, el balance financiero del tesoro público, del tesoro imperial y de los cánones45.Todo esto necesitó la puesta a punto de un vasto programa de inventarios, especialmente el censo de la población del Imperio, su administración directa de Roma o de los Estados-clientes. Flavio Josefo precisa que un censo tuvo lugar «en el curso del año trigésimo séptimo que siguió a la derrota de Antonio por César, enActium»46, lo que quiere decir que, habiéndose iniciado la llamada «era de Actium» el 2 de septiembre del año 31 a. C., este censo se remonta al año 6 d. C. Sin embargo, Lucas dice que Jesús nació «en los días del rey Herodes», y que también hubo un empadronamiento en esa época. Ahora bien, como el mencionado monarca murió en el año 4 a. C. ( o en el entorno de ese año) existe una contradicción, al menos en apariencia ... Herodes47. Se trata de un soberano sumamente paradójico, puesto que lo que se sabe de él a través de Flavio Josefo48 y del evangelista Mateo lo convierten en un auténtico monstruo al que, sin embargo, no se le niega el título de Grande. En efecto, Herodes fue «Grande» no solamente por su política muy fina y muy hábil, sino también por su actividad de gran
44 Copias que fueron descubiertas en Ancyra (Ankara) en 1555 (la más completa), en Antioquía de Pisidia, entre 1914 y 1924, en forma de numerosos fragmentos ( en latín), en Apolonia de Pisidia, en 1930 (en griego) y recientemente en Sardes. 45 C. Julian, 1883. El texto original ha desaparecido, pero ha sido posible reconstituirlo en gran parte gracias a los escritos de los historiadores y de los geógrafos de la Antigüedad, en particular Dion Casio, 56, 33, Tácito, Anales, 1 1,4 y Suetonio, Augusto, 101,4, quien precisa que el texto formaba parte de los tres volumina que Augusto había legado a su sucesor; el primero contenía las disposiciones relativas a sus funerales, el segundo un index rerum a se gestarum -las famosas Res gestae divi Augustiy el tercero un Breviarium totius imperii, un estado de la situación de todo el Imperio. Véase CI. Nicolet, 1988. 46 AJ 18 2,6. 47 Un estudio sintético y claro ha sido propuesto por Chr, G. Schwentzel, 2011. 48 BJ 1203-673; AJ 14 158; 17 199. Sobre las otras fuentes, literarias, epigráficas, numismáticas, arqueológicas e historiográficas concernientes al rey Herodes, véase Chr.-G. Schwentzel, 2011, pp. 11-18.
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constructor". Pero, asimismo, fue un tirano animado por un carácter desconfiado y compulsivo que le empujó a perpetrar numerosas atrocidades como, por ejemplo, la ejecución de su esposa Mariamne, la Asmonea, en el año 29 a. C., la de dos de sus hijos, Alejandro y Aristóbulo, en el año 7, o incluso la de su hijo primogénito, Antípater, en el año 4 a. C. Poco antes de morir ordenó matar a los fariseos que habían destruido el águila de oro que él había hecho colocar sobre una de las puertas del Templo. Fueron quemados vivos. Del mismo modo, el episodio de la masacre de Belén, relatado por Mateo (2, 16-17)5º puede ilustrar perfectamente su crueldad; una crueldad exacerbada por un clima de sospecha absoluta en el propio seno del palacio y de la familia real, y magnificada por la locura paranoica del soberano, afectado por una enfermedad que le hacía sufrir de manera atroz. Odiado por los judíos ( al menos, esto es lo que deja entender Flavio Josefo ), estaba considerado, sin embargo, como un benefactor por los griegos, y como un buen administrador por los romanos. Herodes nació hacia el año 73 a. C. y era hijo de Antípater, un idumeo que había sido el principal consejero del rey Hyrcan II, y de Cypros, una mujer que pertenecía a una gran familia árabe, si damos crédito al historiador judío51. Obtuvo la ciudadanía romana en el año 47 a. C. y comenzó en realidad su ascensión política en el 41 a. C., cuando el rey Hyrcan II fue capturado por los partos que habían invadido Judea en el año 40. Refugiado en Roma, regresó a su país gracias al apoyo prestado por los romanos (primero el de Antonio y luego el de Octavio) con el título de rey (de iure, en el año 40, de facto en el 37 a. C., tras la toma de Jerusalén). Se le conoce por haber reconstruido el gran Templo de Jerusalén, a partir del año 20-19 a. C. A su muerte el reino fue dividido entre sus tres hijos: Arquelao, que recibió una gran parte (Judea, Samaria e Idumea) y el título de etnarca; Antipas y Filipo recibieron cada uno una cuarta parte del territorio, así como
49 Véase, por ejemplo, A. Lichtenberger, 1999; E. Netzer, 2006; Br. Bioul, «Masada et Maqueronte, forteresses herodiennes», en E. Villeneuve, 2009, pp. 34-40. 50 Y cuya base histórica es reconocida, por ejemplo, por M.-Fr. Baslez, 1998, p. 188, o por P. Veyne, 1999, p. 895 (con acceso directo en Persee.fr.). 51 AJ 14,7, 3.
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los títulos de tetrarcas52• El reino de Herodes desaparecerá a su muerte y, tras el corto reinado de Arquelao (año 4 a. C.- 6. d. C.), Judea será incorporada a la Siria romana, convirtiéndose en una provincia gobernada por un procurador. La gran mayoría de los historiadores fija la muerte de Herodes en el mes de marzo del año 4 a. C.53• Quirinio. Publio Sulpicio Quirinio nació en fecha desconocida, en Lanuvium, al sur de Roma. Tácito nos dice que no se encontraba vinculado a la familia de los Sulpicii54, pero que realizó una carrera muy honorable, lo cual le permitió hacer una gran fortuna. Una de sus primeras acciones fue someter a los marmáridos, un pueblo vecino de los garamantes, que vivían entre Libia y Egipto, cuando era gobernador de la Cirenaica, una campaña que fue anterior a su consulado, es decir, hacia el año 20-15 a. C. 55• Tácito también nos dice que llegó a ser cónsul ordinario en el año 12 a. C. Asimismo, llevó a cabo la campaña contra los
52 La última cuarta parte del reino recayó en Lysanias II de Abila, un menaideo de la familia de Ptolomeo, hijo de Mennaios. Véase P. L. Gatier, 2003. 53 Discrepando de este consenso, desde los años 1960, varios especialistas estiman que Herodes habría muerto en el año 2 o en el 1 a. C. Véase la nota 18. R. Laurentin, 1996, p.79. 54 Tácito. Anales, 3, 48. La referencia de Tácito es lo suficientemente corta como para que la podamos reproducir aquí: «(!) Poco después y en la misma época, Tiberio pidió al Senado que la muerte de Sulpicio Quirinio fuera honrada con funerales públicos. Quirinio, nacido en Lanuvium, no pertenecía en absoluto a la antigua familia patricia de los Sulpicii; pero su valentía en la guerra, y los comisionados en los que había mostrado notable energía, le habían valido el consulado en tiempos de Augusto. Había obtenido los ornamentos del triunfo por haber conquistado todas las fortalezas de los homonados, un pueblo de Cilicia. Capacitado para saber aconsejar a Cayo César, cuando este mandabaen Armenia, también prestó homenaje a Tiberio, en su retirada de Rodas. (2) El príncipe dio a conocer este hecho al Senado, alabando la fidelidad de Quirinio a su persona, y acusando a M. Lollio, cuyas sugerencias habían sido causa de la injusta enemistad del joven César. Pero la figura de Quirinio no resultaba en absoluto agradable a los senadores, ya fuera a causa de sus ataques a Lépido, de los que ya he hablado anteriormente, como por su avaricia y odioso poder». Según la Bibliotheca Classica Selecta de la Universidad Católica de Lovaina (http://bcs.ftr.ucl.ac.be/TAC/Ann III.html). Se completa con la pequeña nota de Estrabón, Geographie 12 5,5 y las de Flavio Josefo, BJ 2 117-118; 7 8, 253-254; AJ 17 13,355; 18 1,1-4; 18 2,26. 55 Floro. Compendio de la historia romana 4,12; «Él (Augusto) encargó a Quirinio que sometiera a los marmaridos y a los garamantes. Este general también podía hacerse llamar con el sobrenombre del Marmarico; pero se mostró como un modesto valorador de su victoria».
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homonades de Cilicia (en Turquía) siendo legado de César (es decir, de Augusto) en Siria56• No se conoce con precisión la fecha de esta campaña victoriosa, pero los historiadores están de acuerdo en afirmar que tuvo lugar en el año 5 o en el 3 a. C.57 o bien en el 3-2 a. C.58, poco antes de la llegada a Armenia (en el año la. C.) de Cayo César, el nieto de Augusto, del que Quirinio será consejero. Por esta victoria fue honrado con los ornamenta del triunfo. Es posible que Quirinio contrajera matrimonio en primeras nupcias con una patricia, Claudia, hija de Appio Claudio Pulcher (que fue cónsul en el año 38 a. C.), pero se ignora cuándo. Posteriormente se casará, por recomendación del emperador, con Aemilia Lepida, descendiente de Sila y de Pompeyo, a la que repudiará muy pronto59• Tras su divorcio obtiene el gobierno de la provinéia senatorial proconsular de Asia en el año 1 o en el 2 d. C. y realiza una visita a Tiberio, por entonces exiliado en Rodas". Al término de su mandato en Asia, Quirinio «es nombrado rector por Cayo César en el gobierno de Armenia», nos dice Tácito, es decir, en el año 2 o 3 d. C., cuando Lollio, que ocupaba este cargo, cae en desgracia61• En el año 4 de nuestra era, en el curso del mes de febrero, el joven Cayo César cae herido en una emboscada (había lanzado, desde Siria, una expedición contra Armenia el año anterior) y muere en Limyre, Licia, en el transcurso de su regreso a Roma62• Quirinio regresa a la capital del Imperio, pero debe esperar cierto tiempo antes de cumplir una nueva función que corresponde a su rango y a su carrera. La ocasión se presenta cuando Lucio Volusio Saturnino, legado de Siria desde el año 4 al 6 d. C., deja su cargo. Es entonces, según Flavio Josefo, cuando viene a Siria en el 37 de la era de Actium (batalla que tuvo lugar en el año 31 a. C.), es decir, en el año 6 56 Como lo estipula la inscripción del caballero Quinto Aemilio Segundo que combatió a sus órdenes, CIL 5 136 = 3 6687. 57 Es la opinión de K. Strobel, 2000, vol. 2, p. 519. 58 A. Loth, 2003, pp. 242 y 247. 59 Como deja entender Suetonio, Tiberio 3,49. 60 Exilio que durará desde el año 6 a. C. hasta el 1 o 2 d. C. 61 Marco Lollio fue depuesto de forma imprevista (a fines del año 754 ab urbe condita [desde la fundación de Roma, es decir, en el año 1 d. C.]) por colusión con los partos en detrimento de Roma. Ver Léo Horno, Histoire romaine, Haut-Empire, t. 3 PUF, París, 1941. 62 Veleio Paterculo, Historia romana 2 102,4.
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de nuestra era, como «juez y censor de los bienes» del rey Arquelao, hijo de Herodes el Grande63• Se ignora la duración de este nuevo mandato. Quirinio murió en el año 21, a una edad avanzada, puesto que debía de tener más de 70 años64• Nazaret y Belén. Estas dos pequeñas aldeas, aparentemente muy anodinas, ocupan un lugar central en la justificación de la verosimilitud de los relatos evangélicos, hasta tal punto que los adversarios más encarnizados de su historicidad las han convertido en la clave de su argumentación: «Si la tradición ha inventado su villa natal, entonces ¿qué se puede creer de otros hechos de la historia de Jesús como su nacimiento de una virgen, sus milagros, su crucifixión o su resurrección? ¿ También han sido inventados? Dicho con otras palabras, ¿qué queda en los Evangelios de lo que un cristiano ordinario pueda estar seguro? ¿Qué le puede quedar de su fe?»65•
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Flavio Josefo, AJ 18 1-4. Un artículo bien argumentado pero anónimo (Chronologie de la vie de P. Sulpicius Quirinius, 21 páginas, acceso en http//www.aeropage.net/PDF/ Chrono-Quirinius. Pdf) propone una sucinta biografia de Quirinio que releemos para información del lector: «,:, nacido en Lanuvium, cerca de Roma, en el año 51 a. C.* Es nombrado cuestor en el 26 a. C. a la edad de 25 años." Es nombrado pretor en el 21 a. C. a la edad de 30 años. * Es procónsul de Cirene y de Creta en el año 21 o 20 a. C. Victoria contra los marmaridos, en unión con el procónsul de África Lucio Cornelio Balbo que fue objeto (el 27 de marzo del año 19 a. C.) de un acto triunfal por haber vencido a los garamantes. * Nombrado cónsul en el año 12 a. C., cuando Augusto recibió el sacerdocio.* Gobernador de Galacia desde el año 5 al 4 a. C. Victoria contra los hommonades. * Gobernador de Siria desde el año 3 al 2 a. C. Empadronamiento de la Siria para efectuar "el inventario del mundo" pedido por César Augusto, el Padre de la Patria. Victoria contra los iturenos. * Procónsul de Asia en el año 1 a. C. al 1 d. C.* Rector de Cayo César en Armenia desde el año 2 al 4 d. C.* Juez y censor en Siria desde el año 6 al 11 d. C.? Empadronamiento de Judea, en el año 7, con el prefecto Coponio como adjunto, para valorar los bienes de Herodes Arquelao. * Muere en Roma hacia finales del año 21, a la edad de 71 años». 65 René Salm, «Toe Myth ofNazaret, the Invented Town of Jesus: Does it Really Matter?» (El mito de Nazaret, la ciudad inventada de Jesús ¿ Tiene eso realmente importancia?), artículo del año 2007 disponible en Intemethttp://www.nazarethrnyth.info/. Michel Onfray también expone esta clase de argumentación (y algunas otras) para sostener la versión de un Jesús «conceptualizado», pero sin pruebas históricas sólidas: M. Onfray, 2017. Toda su argumentación ha sido muy hábilmente y muy sabiamente desmontada por J. M. Salamito, 2017, que asegura: «los investigadores de todos los continentes, a pesar del desacuerdo que mantienen sobre muchos otros puntos, consideran de forma unánime que Jesús existió. Contradecirles significa desafiar la verosimilitud» (el subrayado es nuestro). 64
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Se comprenden, por tanto, las campañas que se han hecho para minimizar los últimos descubrimientos arqueológicos realizados en Nazaret. En efecto, durante demasiado tiempo se ha negado a Nazaret toda existencia legítima antes del siglo n de nuestra era, exponiendo siempre el mismo argumento de silencio: Tanto el Antiguo Testamento como los otros autores antiguos no mencionan esta localidad. ¡Por consiguiente Nazaret no existió!66• Sin embargo, los registros realizados a partir de los años 1880 han permitido descubrir numerosas trazas de ocupación que se remontan en ocasiones a una gran antigüedad: se han encontrado vasos que datan de la primera y segunda Edad del Bronce medio (2000-1500 a. C.) y del Bronce tardío (1550-1200 a. C.). También se han hallado otros vestigios que se remontan a la primera Edad del Hierro (1200-1000 a. C.) en una tumba (casa Mansour), al igual que restos de una construcción rural con vocación agrícola, correspondiente a la segunda Edad del Hierro (900-600 a. C.), y que constituye una especie de establecimiento compuesto de simples habitaciones construidas en torno a grutas excavadas en las rocas calcáreas, destinadas a trabajos domésticos o a abrigo de los animales. Estas grutas tenían una o varias estancias construidas en albañilería con, posiblemente, habitaciones superiores. Las habitaciones, también realizadas en albañilería, se encontraban situadas encima, o al lado de las grutas. Se han descubierto igualmente cisternas destinadas a recoger el agua de la lluvia, lagares para el aceite y la uva y numerosos silos piriformes situados unos sobre otros formando diversos niveles y unidos mediante túneles para facilitar el almacenamiento de las mercancías y la ventilación de los granos. Se descubrió, asimismo, en un silo al este de la basílica, una jarra del mismo periodo, de cuello estrecho y con doble asa y embudo. También forman parte de los notables descubrimientos arqueológicos de Nazaret
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En efecto, Flavio Josefo no lo menciona (aunque se ignora si Justo de Tiberiades habló del tema o no, por las razones ya mencionadas en páginas anteriores), si bien tampoco existe la menor referencia en el libro de Josué 18-21. Por el contrario, la primera versión de la duodécima bendición de la plegaria de la mañana, el Chemoné Esré, titulada «bendición contra los herejes», que data del primer siglo de nuestra era, hablaba de la comunidadjudeo-cristiana que creía en «Jeshua Hannozrí» (Jesús de Nazaret), el término «nozrim» designa a los habitantes de Nazaret.
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unas lámparas de aceite y vasijas que datan de la época romana (tumba de Laham), y una tumba formada por una pieza sepulcral dotada de trece nichos mortuorios, o kokhim. Posteriormente, en los años 2006 y 2009, fueron descubiertos los cimientos de dos pequeñas casas que datan de la época de Herodes. Todo ello legitima el relato evangélico: Nazaret existía en tiempo de Jesús, e incluso se puede justificar la existencia de una pequeña sinagoga (Mt 13,54-58; Me 6,1-6; Le 4,16)67• Así pues, existía tanto en la época romana como en la de Herodes, es decir, en el inicio de nuestra era, en el momento del nacimiento de Jesús, una pequeña aldea probablemente más rica y más grande de lo que se podía imaginar hasta el momento, cuyo desarrollo se vio facilitado por la existencia de distintos manantiales y pozos y por la proximidad de la gran ciudad de Séforis, situada algunos kilómetros más al norte. Belén (Bethléem, 'la casa del Pan' o, quizás, 'la casa de Lahamu', dios cananeo de la guerra) fue honrada, desde siempre, como el lugar del nacimiento de Jesús. Los testimonios más antiguos que poseemos sobre este tema (salvo los Evangelios) son los de Justino Mártir (Diálogo con Tryphon, 78,5) y el Protoevangelio de Santiago (17, 18), de mediados del siglo rr. Justino, en especial, afirma que sigue una tradición oral, ininterrumpida desde que se produjo el acontecimiento, a propósito de la gruta como lugar de nacimiento de Jesús. Esta gruta de la Natividad se vio muy pronto rodeada por magníficas construcciones mandadas edificar por el emperador Constantino y su madre Helena, en el año 326, según nos cuenta el historiador Eusebio de Cesarea, contemporáneo de los hechos. El edificio que ha sustituido, tras un incendio acaecido en el siglo VI, conserva los vestigios del suelo del recinto original, con elaborados mosaicos68• Belén se encuentra situada una decena de kilómetros al sur de Jerusalén. Esta pequeña población se ve citada diversas veces en la Biblia: es
67 Para más conocimientos véase J. Brien, 2003, pp. 845 a 855; Y. Alexandre, 2012; y más recientemente, K. Dark, 2015. También se puede consultar en Internet la Custodie de Terre Sainte, el lugar de los misioneros franciscanos al servicio de Tierra Santa: http://www.nazareth-fr.custodia.org/. Este descubrimiento ha sido puesto en duda, pero sin que tal cosa tenga suficiente peso, por R. Salm, 2013. 68 Véase Serge Santelli y Catherine Weil-Rochant, «Bethléem», en H. Taha.A. Beschaouch y P. Donceel-Voüte, 1999, pp. 72-89.
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en el camino de Ephrata a Belén donde muere Raquel al traer al mundo a su hijo Benjamín (Gn. 35, 19). Por su parte, el profeta Miqueas anuncia que aquel que debe gobernar Israel vendrá de Bethléem-Ephrata (Mi 5,1). También se puede encontrar una mención de este lugar en las Cartas de El-Amarna, capital del faraón Akhenaton, que constituyen una importante fuente de los acontecimientos que se desarrollaron en el país de Canaan en los siglos xv y xrv a. C. Por supuesto, esta identificación del sitio con el lugar de nacimiento de Jesús ha sido rechazada por algunos especialistas sobre la base -siempre la misma- de que los únicos testimonios de que disponemos proceden de los Evangelios, especialmente de los de Mateo y de Lucas. Y como, hasta el momento, no existen trazas de que esos lugares estuvieran habitados en la época herodiana-romana, se ha concluido de momento que Jesús nació en otra parte, en otro Belén. Desde 1992 a 2003, el arqueólogo israelí Aviram Oshri ha dirigido unas excavaciones en una aldea llamada Bethléem situada en ... Galilea, seis kilómetros al oeste de Nazaret69• Descubrió los vestigios de una ocupación judía de la época herodiana y de una basílica cristiana de los siglos V-VI, asociada a un monasterio y a una hospedería. Por tanto, ha expuesto la teoría de que la aldea galilea de Belén fue la auténtica cuna de Jesús. Sin embargo, Elik Shukron, director de las excavaciones dependientes de la Autoridad israelí de Antigüedades, encontró durante unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la Ciudad de David, en Jerusalén, un fragmento de una pieza de arcilla (una ampolla) que lleva el nombre de la aldea de Bethléem escrita con caligrafía hebrea antigua. La pieza data del periodo del Primer Templo (1106-586 a. C.) y constituye la primera prueba material de la existencia de la aldea en este periodo. Este pequeño sello, de alrededor de un centímetro y medio de tamaño, estaba insertado en un objeto, o documento escrito, que permitía su autentificación. Este descubrimiento resulta importante, ya que en la región de Belén no se han realizado todavía excavaciones arqueológicas de importancia; y constituye una prueba de que en aquella época Belén
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A. Oshri, 2005.
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era una localidad perteneciente al reino de Judá, en la que se recogían y enviaban impuestos, en nombre del rey que residía en Jerusalén7°. Como para el periodo que nos interesa no se ha realizado ninguna excavación en el mismo emplazamiento del lugar histórico, nada nos permite concluir que no haya existido. En todo caso, nada viene a invalidar de manera categórica el relato de Lucas. ¿ Tiene sentido la combinación de todos estos elementos históricos y geográficos? ¿Nos podemos fiar de lo que nos dice el evangelista? Todo parece concordar en el tiempo y en el espacio para mantener el relato lucaniano como verosímil: los reinados de Augusto y de Herodes el Grande están bien atestiguados, y los lugares de Nazaret y de Belén no presentan argumentos en contra de su existencia en el inicio de nuestra era. Queda el problema de Quirinio. En efecto, como indica Flavio Josefo, Quirinio procedió a realizar un censo de Judea en el año 6 de nuestra era. ¿Por qué, entonces, nos habla Lucas de una diligencia similar, menos de una decena de años antes? ¿Existen trazas de que se hubiera realizado un procedimiento administrativo anteriormente, o es que Lucas está equivocado. Ignoramos la razón. Josefo asegura que este censo fue realizado en el año 6 d. C. y que Lucas tiene razón. En realidad, no se sabe nada. Sencillamente, por el hecho de que se trata de una controversia entre Flavio Josefo y Lucas. Cuando el historiador judío afirma lo contrario de lo que se dice en los Evangelios tiene razón", pero cuando confirma lo que cuentan esos
70 Véase Gerard Fredj, Israel, Archeologie: Bethléem, cité juive l-époque du premier Temple, en http.www.israel.infos.net. Una necrópolis de la Edad de Bronce medio, 2000-1500 a. C., con trazas de ocupación en la época bizantina, fue descubierta en el mes de mayo de 2015 en Khalet al Jama, dos kilómetros al sudeste de la basílica de la Natividad, por un equipo italo-palestino dirigido por Lorenzo Nigro, lo que ha permitido precisar, poco a poco, tanto en el tiempo como en el espacio, la ocupación de esta región. Artículo aparecido en Vicino Orient, 19, 2015, pp. 183-214, disponible en academia.edu. 71 Pero en el caso concreto del censo, por darle la razón a Flavio Josefa, es necesario suponer que hubo un censo general del Imperio en el año 6 de nuestra era. Ahora bien, los autores cristianos no lo mencionan. Este hecho no corrobora que Flavio Josefo se equivocase. No obstante, en esta época había un prefecto en Judea, Coponio, que también procedió a realizar un censo en nombre del gobernador de Siria, ya que Flavio Josefa indica que disponía de «plenos poderes».
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mismos Evangelios, como en el Testimonium Flavianum, se equivoca o se enfrenta a lo que aparece en una glosa cristiana. Resulta complejo comprender todo esto. No sabemos si se puede solucionar este problema, y tampoco si en realidad existe tal problema. Es necesario recordar una cosa muy importante: Lucas es un buen historiador, y en su obra, el Evangelio y las Actas, no habla de un censo, sino de dos; en efecto, en el capítulo 5, versículo 37 de las Actas de los Apóstoles, narra la intervención que hizo el fariseo Gamaliel ante el sanedrín cuando los apóstoles fueron arrestados por orden del gran sacerdote por haber «enseñado en ese nombre», es decir, en el de Jesús de Nazaret, y «llenado Jerusalén» con su doctrina. Veamos lo que dice Gamaliel: «Hombres de Israel, tened buen cuidado con lo que vais a hacer con respecto a esa gente (refiriéndose a los Apóstoles). Hace ya cierto tiempo que se alzó Teudas, que se decía uno de ellos y que logró reunir a casi cuatrocientos hombres. Fue muerto, y aquellos que le seguían se desbandaron, y nada queda de ellos. Después de él, y en la época del censo [ el subrayado es nuestro], se alzó Judas el Galileo, quien también tuvo seguidores que, a su vez, fueron dispersados». Ahora bien, las insurrecciones de Judas el Galileo y de Teudas también son mencionadas por Flavio Josefa, que las data respectivamente en el año 6 d. C. y durante el mandato del procurador Cuspio Fado, entre los años 44 y 4672• Así pues, Lucas está bien informado cuando dice que se realizó un empadronamiento en el año 6 d. C. y que no fue en el curso del mismo cuando nació Jesús, sino mucho antes, «en los días de Herodes». Se sabe que el propio Augusto llevó a cabo él mismo y de forma regular empadronamientos, o censos generales o parciales, cada cinco o diez años, en el 18, 12/11, 8, 4 a. C., en el año 4 d. C. y en el 14 d. C.73• Así pues, resul-
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AJ 1,1; 1,6; 20 5; BJ 2 8, l. Pero no se trata del mismo Teudas; el que menciona Lucas no era mago y murió antes de Judas el Galileo. Es la razón por la que Lucas dice que Judas se sublevó y fue muerto después; por lo que no se entiende si se trata del Teudas del 44-46 aproximadamente. Este nombre se halla muy extendido, ya que el Talmud cita en varios apartados a otro Teudas que vivió a principios del siglo n de nuestra era. 73 Nicolet, Cl., 1988, p. 114: «El mismo Augusto [en el capítulo 8, N. de A.] detalla los tres census populi que ordenó en los años 28 a. C., en 8 a. C. y, posteriormente, en 14 d. C.». Le Teuff, B., 2014, p. 1, artículo accesible en http://pallas.revues.org/l l 79. Sin
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ta muy plausible que la referencia de Lucas a un empadronamiento en el momento del nacimiento de Jesús sea exacta. Pero con frecuencia se objeta que los historiadores romanos no hablan de un empadronamiento general. La diversidad de este tipo de operaciones en el tiempo y su dispersión en el espacio han dado pie a pistas falsas, haciendo dudar mucho a los especialistas sobre la coherencia del proyecto de Augusto. El texto de Lucas aclara que el nacimiento de Jesus concuerda a la vez con el reinado de Herodes el Grande, con un censo ordenado por el emperador Augusto y con el periodo durante el cual Quirinio fue gobernador de Siria. La solución reside en esta triple concordancia. Por lo que concierne al silencio mantenido por los historiadores romanos, el tema queda prontamente resuelto: en efecto, los Anales de Tácito no comienzan hasta Tiberio, y el reinado de Augusto se resume sin entrar en grandes detalles. Suetonio se limita a hacer biografías anecdóticas de los emperadores y aborda de forma tan solo sucinta la historia general. Dion Casio redactó una Historia romana en ochenta libros, de los cuales solamente nos han llegado los libros 36 al 60, es decir, desde los años 68 al 46 a. C., los inicios de los libros 7, hasta el final de la segunda guerra púnica, 79 y 80, que corresponden a los años 217 a 219 d. C., cuyo contenido se conoce a través de la obra de escritores tardíos. El libro 55, que corresponde a los años 745 al 761 de Roma (desde el año 9 a. C. al 9 d. C.), se ha perdido y se tienen solamente fragmentos poco explícitos para el tema que nos concierne. Velleio Paterculo escribió una Historia romana en dos libros, desde la destrucción de Troya hasta el consulado de Marco Vinicio, en el año 30 de nuestra era: más de mil años de historia en tan solo dos volúmenes. No resulta, por tanto, sorprendente que no mencionara un acontecimiento administrativo de esta índole74•
embargo, es necesario saber que el censo del pueblo romano, census populi, y el que se llevaba a cabo en las provincias, census provinciali, eran dos cosas muy diferentes: «en principio se censaba a los ciudadanos cada cinco años; se censaba también a los nuevos súbditos de Roma, a medida que sus países quedaban anexados al Imperio o convertidos en provincias romanas, y a los Estados clientes o vasallos cuando el emperador lo juzgaba oportuno». Loth, A., 2003, p. 121. 74 Estos mismos autores guardan un completo silencio sobre el Edicto de Augusto del año 25. a. C. por el cual se impuso el nuevo calendario juliano en todas las provincias del Imperio, a pesar de que dicho edicto tuvo una clara existencia. Ver Loth, A., 2003, p. 113. Dion Casio remarca que después del advenimiento de Augusto «a partir de esa
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Realizar el censo de los ciudadanos romanos ( census populi) consistía básicamente en enumerar y determinar la riqueza de cada uno, ya que el ejercicio de los cargos dependía de la fortuna personal. Existía el censo ecuestre para ser caballero y el censo senatorial para ser senador; y este censo permitía ejercer los cargos que correspondían a cada una de las dos carreras. También era necesario determinar el impuesto y el estado civil para fines del servicio militar, en las tribus en las que cada ciudadano romano estuviera inscrito75• El censo de las provincias. ( census provincia/is) era muy diferente. Para empezar, se trataba de una práctica esencialmente imperial, consecuencia de la enorme expansión del Imperio a finales de la República y bajo el reinado de Augusto, hasta tal punto que el primero de los emperadores desaconsejó a sus sucesores sobrepasar los límites de su territorio, cosa que efectivamente se abstuvieron de hacer, con la notoria excepción de Trajano, en los inicios del siglo n. La conversión de un país en provincia romana exigía determinar la circunscripción administrativa, los límites geográficos, el número de sus habitantes, la estimación de sus bienes con vistas a los impuestos (el stipendium, reemplazado progresivamente por el tributum76) y al catastro, ambos íntimamente ligados. Con este objetivo se emprendió un plan catastral de todo el territorio, a fin de asimilar en la medida de lo posible las nuevas posesiones". Tras un censo inicial consecutivo a época, la mayor parte de las cosas empezaron a hacerse a hurtadillas y en secreto. Y aunque, en ocasiones, algunas de ellas fuesen del dominio público, como no existía el menor control esta publicación inspira poca confianza, ya que es de suponer que todo se hacía a gusto del Príncipe y de aquellos que ejercían el poder a su lado. Por tal motivo, hubo un buen número de hechos que se contaban a pesar de que no habían tenido lugar, y otros tantos que se ignoraban aun cuando hubieran sucedido. Nada tiene, pues, de particular el hecho de que esto fuera publicado, a pesar de que no hubiera sucedido». Historia romana, 50, 3, 19. 75 Por ejemplo, además del census populi del año 28 a. C., Augusto dijo haber empadronado a 4.063.000 ciudadanos romanos, una cifra que sin duda resulta exagerada, como hace notar B. Le Teuff, 2014, nota 2. 76 J. France, 2007, accesible enhttp://ausonius.u-bordeaux3.fr/aloha/PDF/jerome. franceNocabulaire. pdf. 77 Casiodoro (primera mitad del siglo VI) escribía: «En tiempos de Augusto, el mundo romano fue divido en territorios y convenientemente descrito para fines catastrales», Variae 52. Consulari 5 .1 Theodoricus Rex, 6.
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la integración de la nueva provincia al Imperio, y que concernía a todos sus habitantes, el emperador, a través de los magistrados ordinarios de la provincia y de sus municipios, ordenaba cada cinco años censos periódicos de los ciudadanos que residían en sus provincias y gozaban del derecho de ciudanía romana (ius civitatis). Estos censos tuvieron lugar en la Galia, España, Egipto, África, Galatia, Frigia y Capadocia78• Pero ¿existen trazas de que hubiese un empadronamiento general del mundo realizado de forma simultánea, obedeciendo un edicto de Augusto, el cual, teniendo en cuenta la extensión del Imperio, se prolongaría durante varios años? En todo caso, ningún autor de la Antigüedad nos habla de ello y, por lo que sabemos, no habría habido más una serie de censos particulares efectuados de forma sucesiva en diferentes partes del Imperio, y para los cuales se promulgaron una serie de edictos imperiales. El empadronamiento del que nos habla Lucas pudo ser, por consiguiente, una operación local. Esta sería la razón por la que el evangelista precisa que se realizó durante el tiempo en el que Quirinio era gobernador de Siria. Pero si se trataba de una operación más global -un censo ordenado por el emperador que concerniese a todo el mundo romano-, ¿por qué se habría mencionado al gobernador de Siria de forma más concreta? Para datarlo hubiera sido suficiente con citar al emperador y a los poderes tribunicios de los cuales se encontraba investido; o bien, citar los nombres de los cónsules que se encontraban en ejercicio en aquel momento. Sin embargo, eso no impide que el evangelista hable de un censo «de todo el universo» o de «todo el mundo habitado», a propósito del nacimiento de Jesús. ¿Cómo es posible vincular el carácter local de un censo lucaniano a la escala de todo el imperio? Es aquí donde interviene la filología. La Vulgata conserva las palabras universus orbis que normalmente se traducen por 'toda la tierra'. El mismo texto griego dice oikoumené o pasa oikoumené, que se traduce por 'la tierra' o 'toda la tierra', en el sentido de 'toda una región', 'todo un país'; de la misma forma que la expresión «todo el mundo», quiere significar 'todos los
e
e
78
Para más detalles sobre estos censos remitimos al lector al monumental estudio de A. Loth, 2003, en concreto a las páginas 128-155. Aconsejamos consultar paralelamente el realizado por B. Le Teuff, 2014.
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habitantes de la tierra', 'o todos los habitantes de un lugar concreto', es decir, de una ciudad, de una región, de un país, etc. Esta misma expresión, pasa e oikoumené, se encuentra, por ejemplo, en Dion Casio (en tomo a los años 150-235), autor helenófono, a propósito de la insurrección de Bar Kokhba, reprimida en tiempos del emperador Adriano, cuando escribe: «Y toda la tierra, por así decir, fue víctima de esta insurrección»79• Se comprende que no se trataba de todo el planeta, sino de las regiones limítrofes, es decir, tan solo del conjunto del Imperio y nada más. Este es el contexto de la frase o del párrafo que da sentido a una expresión: cuando se hace una dedicatoria a «Júpiter, muy bueno y muy grande( ... ) el más poderoso escudero de la tierrao'", es evidente que se está hablando de toda la Tierra; pero cuando Caracalla confiere la ciudadanía a «toda la tierra», se entiende que se está refiriendo tan solo al Imperio romano81• El mismo san Jerónimo, autor de la Vulgata, insiste en el hecho de que no siempre es necesario tomar al pie de la letra esta expresión «toda la tierra»82. Lucas hablará de «toda la tierra ... » del reino de Herodes, sin nombrarlo de forma explícita, porque no tenía un nombre en particular para designarlo; por tanto, no podía hablar del reino de Judea, por ejemplo83, porque el de Herodes el Grande era mayor y sin equivalente en la historia judía, con excepción del periodo asmoneo. Se trataba de un reino «nuevo», es decir, artificial, con regiones que no eran realmente judías, ya que además de Judea, Galilea, Samaria e Indumea incluía toda la costa desde Gaza hasta la Cesarea Marítima, Perea, la Decápolis, lturea, Traconitida, Auranitida y Batanea. Y este reino no durará más que el reinado del propio Herodes. Así pues, Lucas prefirió hablar de «toda la región», de «todo el país» antes de su desmembramiento definitivo y consecutivo a la deposición de Arquelao, el hijo de Herodes, en el año 6 de nuestra era. No olvidemos que Lucas escribió algunos años más tarde,
79
Épitomé 1; 69; 100 13. CIL. 6 420. 81 Giessen-Paul M. Meyer, Graeschische griechische Papyri im Museum des Oberscheinischen Gesekichtsvereins zu Giesen, Leipzig-Berlín, 1910, citado por A. Loth, 2003, p. 147. 82 Jerónimo Commentariorum in Jsaiam, libro 18, col. 171. 83 Es la conclusión a la que llega E. Levesque, 1945. 8
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unos cincuenta o sesenta, después de que se produjeran esos acontecimientos, y que por entonces la situación había cambiado notablemente. Sin embargo, se puede añadir una precisión muy importante que permitiría combinar estas dos posibilidades: la de una operación de envergadura que concernía al conjunto del Imperio y la de un trámite administrativo que se refería al reino de Herodes. En efecto, ya hemos recordado que el emperador Augusto había lanzado un amplio programa de inventario de su imperio ( el Breviarium totius imperii). Probablemente la idea había germinado en su espíritu desde mediados de los años 20 a. C. hasta el momento en que cayó gravemente enfermo. En efecto, Dion Casio relata que en el año 23 a. C. Augusto había remitido al cónsul Calpumio Piso un «catálogo que contenía el detalle de las fuerzas militares y los recursos del Estado84». Yun pasaje de Tácito nos permite apreciar que, por entonces, el proyecto había madurado notablemente puesto que, a propósito del volumen dejado por el emperador a su muerte, escribió: «Contenía los recursos públicos, el número de ciudadanos y de aliados sometidos, el de las flotas, de los reinos, de las provincias, el montante de las tribus o de los allegados, los gastos obligatorios y las liberalidades85». El historiador romano no dice mucho más. Sin embargo «es probable que estuvieran detalladas las provincias, siguiendo quizás un orden geográfico o alfabético, y que los ingresos fiscales, es decir, los de la población global de cada una de ellas, estuvieran indicados. Estos datos se habían logrado en el transcurso de diversas operaciones de empadronamiento llevadas a cabo en todo el Imperio86». Pero ¿por qué hacer semejante inventario. Meret Strothmann avanza la siguiente hipótesis87: Augusto, el primero de los ciudadanos romanos, fue elevado al rango de Pater Patriae, es decir, 'Padre de la Patria', en el año 2 a. C. Este título le fue conferido por el Senado siguiendo la iniciativa de Valerio Mesalla Corvino quien, sin embargo, era uno de los opositores más feroces al principado.
84
Dion Casio, 53, 30. Tácito, Anales 1 1,14. 86 B. Le Teuff, 2014, § 30. 87 M. Strothmann, 2003. Sobre el papel desempeñado por el emperador en la sociedad y en la religión romana, véase R. Turcan, 1998. 85
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Ahora bien, Augusto consideraba este título como la culminación de su carrera -así parece sugerirlo en el último capítulo de sus Res gestae (35)-, porque hacía de él el protector del Estado; y las diferentes clases de la sociedad romana: senadores, caballeros y plebeyos, se convertían en miembros de la «familia del Estado». De esta forma quedaban acogidos a la protección personal de Augusto, quien, gracias a sus hazañas políticas y militares, había establecido un nuevo orden estable. En realidad, al llevar este título, el príncipe se había convertido en el Pater Familias de la gran familia romana, según las palabras de Robert Turcan. En consecuencia, los diferentes grupos o partes de la «Patria», es decir, del Imperio, debían testimoniar su lealtad para atestiguar el lazo que los unía al Pater. De este modo se puede concebir perfectamente que el inventario deseado por Augusto englobase al conjunto del Imperio, pero que hubiese adquirido formas particulares según las regiones concernidas; y que el tiempo necesario para llevarlo a cabo fuese relativamente largo, varios años en todo caso. Pero ¿es posible que este «empadronamiento» del que habla Lucas, que tuvo lugar «en los días de Herodes», fuera obra de los romanos para implicar también y de forma clara a Quirinio? ¿Habría permitido Herodes un proceso administrativo tan laborioso en su propio territorio? Un hecho es seguro: Herodes debía su puesto a los romanos Antonio y Octavio, tras la eliminación de Antígono II Mattathias (años 40-37 a. C.), el último soberano asmoneo que había pactado con los partos, enemigos jurados de los romanos, y Augusto consolidó y acrecentó su realeza. El reino de Herodes dependía de facto de la buena voluntad de los romanos": era a la vez autónomo y dependiente. Autónomo por su derecho a regirse según sus propias leyes y encontrarse exento del impuesto de propiedades y de la presencia de tropas romanas permanentes; por poder administrarse financieramente por su cuenta y establecer sus propios impuestos, teniendo libertad para emitir su moneda y fijar sus derechos aduaneros. Por otro lado, era dependiente por el hecho de que Herodes había recibido el título de rex socius et amicus Populi Romani, es decir:
88 Incluso en el proceso contra sus propios hijos, Herodes estaba obligado a dirigirse a Roma. Véase P. J. Verdam, 1961.
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«rey aliado y amigo del pueblo romano», una amistad que, como recuerda Christian-Georges Schwentzel, era sinónimo de vasallaje89• Al final de su vida, y de una forma voluntaria o no, irrita al emperador en varias ocasiones, especialmente al entablar una guerra (victoriosa) contra sus vecinos nabateos ( en los años 9 al 7 a. C.) sin haberle prevenido; y, posteriormente, al querellarse con sus hijos, Alejandro y Aristóbulo, a los que acusa de establecer un complot contra su persona, solicitando a Augusto que juzgara el asunto". Pero si bien Herodes era el «amigo» de Augusto, este último no era el «amigo» de Herodes, sino tan solo por puro oportunismo político. Y es muy posible que Augusto, viendo cómo el viejo monarca se tenía que enfrentar a su enfermedad y a los problemas que le causaba su familia, hubiera pensado, ya antes de la muerte de Herodes, en integrar su pequeño pero próspero reino al Imperio. Le resultaba necesario, sin embargo, examinar un poco más de cerca este territorio heteróclito, pero haciéndolo de una manera muy sutil, limitándose en primer lugar a hacer un simple censo de la población, sin estimación de los recursos personales de esta, y sin evaluación de los bienes (muebles
89 Chr.-G. Schwentzel, 2011, p.114. Maurice Sartre recuerda, con mucha razón, que Roma no tenía el menor escrúpulo cuando se trataba de intervenir en el nombramiento de clientes, incluso cuando se trataba de una dinastía muy anterior a la llegada de Roma a la región: «De este modo Glen Bowersock ha podido establecer la hipótesis de que Augusto había suprimido el reino nabateo entre los años 3 y 1 a. C. para castigar a Aretas IV por no haber solicitado la autorización de Augusto antes de tomar el título real». Un poco más adelante, en la nota 18, añade: «Roma mantenía las manos libres para hacer y deshacer el nombramiento de los príncipes clientes según conviniese a sus intereses. Tal comportamiento se puede apreciar en el año 4 a. C., a la muerte de Herodes, cuando el reino queda dividido entre los tres hijos (ninguno de los cuales era heredero del título real), y asimismo en el año 6 d. C., cuando Arquelao es destituido y enviado al exilio en la Galia ( ... )». (M. Sartre, 2014). Suetonio tampoco se olvida de recordar estos lazos de vasallaje cuando habla del respeto que sentían los reyes hacia Augusto: «Los reyes amigos y aliados hicieron construir, cada uno en sus respectivos reinos, ciudades llamadas Cesarea, y todos juntos decidieron costear de su propio bolsillo el templo de Júpiter Olímpico, comenzado antiguamente en Atenas, y consagrarlo al Genio de Augusto. Con frecuencia abandonaban sus Estados y venían a presentar sus cuentas, no solamente en Roma, sino también durante sus viajes por la provincia, eliminando sus insignias reales y vestidos sencillamente con una toga, como si fuesen no más que unos meros clientes». Augusto, 60. Acceso en Bibliotheca Classica Selecta de la Universidad Católica de Lovaina. 9 ° Flavio Josefo, AJ 16 13-16.
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e inmuebles) de cada uno, lo que habría originado evidentemente las sospechas sobre las intenciones del emperador y provocado, tal vez, un levantamiento; es decir, una insurrección armada. Se puede reconocer muy fácilmente el hecho de que se trataba de un censo de esta clase el que menciona Lucas en el primer versículo de su segundo capítulo. Y como Augusto ya había procedido a un censo de este tipo en otras regiones del Imperio, especialmente en la Galia, durante los años 12 al 8 a. C., se puede decir que la decisión que se había tomado para el reino de Herodes fue aceptada sin demasiadas reticencias. Por otro lado, y para subrayar la habilidad de Augusto, Lucas utiliza un término muy particular: «Y sucedió que por aquellos mismos días apareció una orden emanada de César Augusto para realizar un empadronamiento de todo el país». Para calificar esta orden Lucas utiliza el término dogma que en griego helenístico no significa 'edicto', como traduce el término latino edictum, sino, más bien, 'advertencia', 'opinión' y, después, 'decisión'. Para traducir las palabras «edicto», «decreto» u «orden», los autores de esta época utilizan diagramma, diatagma para el primero, pséphisma o bouleuma para el segundo, y kéleusis o kéleuma para el tercero. Ahora bien, Lucas no emplea ninguno de ellos, sino un vocablo más suave y menos marcial: dogma, en el sentido de 'advertencia que tiene un carácter prescriptivo', según la expresión de Arthur Loth, y que revela la categoría de los mandata, es decir, de las exhortaciones dirigidas por el emperador a los magistrados, funcionarios, agentes y otros representantes de su autoridad, y que dependía más bien del orden administrativo que del legislativo. Habiendo decidido Augusto, por razones políticas, someter la Judea, que todavía no estaba reducida a provincia romana, a un empadronamiento, debió entonces proceder, como era necesario, de común acuerdo. con Herodes, al que asociaba a la medida; y para que se llevara a cabo tal cosa dio las correspondientes instrucciones, mandata, a su representante en Siria, su intermediario ordinario en los asuntos judíos, ordenándole, a la vez, que actuara de común acuerdo con el rey y tomara las medidas necesarias para el cumplimiento de la operación ( ... ) Esta orden, así 212
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transmitida y publicada por el gobernador romano, en nombre del emperador y del rey, se hizo ejecutiva para todo el pueblo judío91• Para ir un poco más lejos en este tema digamos que el término griego que emplea Lucas para hablar de empadronamiento es apographé, que significa un simple 'registro' del estado civil de cada uno, un recuento de la población sin más92• Al menos, de momento ... El empadronamiento de que habla Lucasbien pudo ser realizado por edicto imperial y supervisado por el gobernador de Siria, según la modalidad romana ( es decir, con inscripción de hombres, mujeres y niños), pero con el concurso de las autoridades locales y según las costumbres y las formas administrativas del reino de Herodes, es decir, por familias y por tribus93• Pero ¿cuál fue la fecha de este registro, y quién era el gobernador romano de Siria en esa época, es decir, «en los días de Herodes»? ¿Pudo
91
A. Loth, 2003, p. 165. Sobre la gobernación de la Siria romana, véase Sartre, M., 1997; id., 2002; id., 2003. 92 Y no sencillamente una apotimesis, que era un censo de los bienes y propiedades con estimación de su valor, para fijar los impuestos. «El texto del Evangelio ( ... ) testimonia de este modo la existencia de un buen conocimiento del procedimiento de registro de las personas (apographéi, como es definido en un diccionario tardío (la Souda s.v. Augoustos y Apographe) y como se puede apreciar en los papiros egipcios: se procedía a un doble registro en el domicilio y en el lugar de origen; la operación se llevaba a cabo por veinte notables enviados a todas las regiones sometidas, y comprendía los reinos clientes». M.-Fr. Baslez, 1998, p.190. 93 Según lo que se prescribe en el libro de los Nombres 1,18, o en el Levítico 25,10 y 13, es posible que Flavio Josefo hiciese alusión al tema cuando habla del juramento de fidelidad que Herodes hizo prestar a sus súbditos al final de su vida (AJ 15, 10,4). Diversos autores cristianos de los siglos n y m hablan de un censo propio de la Judea: Justino Mártir, Diálogo con Tryphon nª 78 (Patrología griega, 6, col. 657); Id. Apologie 1,34: Clemente de Alejandría, Stromates, 1; Tertuliano, Contra Marción, 4, 19 y 4,36. La confusión entre el primero y el segundo censo se remonta a Orígenes y después a Eusebio (Loth, 2003, p. 193). La enumeración únicamente de las personas, llevada a cabo al margen de ese primer empadronamiento, se ve también confirmada por el emperador Juliano el Apóstata, quien escribió que Jesús «había sido censado con su padre y su madre, bajo Quirinio» (citado por Cirilo de Alejandría en Migne, Patrología griega 68, col. 826). Así pues, no se trataba de un empadronamiento o censo para el establecimiento del impuesto (capitatio ), ya que para estar sometido a este era necesario tener un mínimo de catorce años, como indica Ulpiano en el Digesto de Justiniano 50.15,3 De censibus.
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haber estado presente Quirinio dos veces en Judea, con diez años de intervalo, y con qué cargo? Como ya hemos señalado, bajo el reinado de Augusto se produjeron diversos empadronamientos; algunos concernían a los ciudadanos romanos (census populi), otros a los transeúntes (census provincia/is). San Lucas se refiere al censo que corresponde a la segunda categoría. Ahora bien, al margen de este tipo de empadronamiento, los censados también debían prestar un juramento de fidelidad, del que Flavio Josefo se hace eco en las Antigüedades judaicas (17 2,42) cuando escribe: «En efecto, cuando todo el pueblo judío había confirmado, mediante el juramento, su devoción al emperador y al gobierno real». Arthur Loth ha demostrado muy inteligentemente que este juramento de fidelidad constituía el signo del censo que se efectuaba al mismo tiempo94 y que ambas operaciones pudieron ser emprendidas a partir del año 6 a. C., es decir, cuando Senti o Saturnino era gobernador95. También se puede comprender que el proceso tuvo una larga duración, ya que si se inició con Saturnino no se concluyó con él96• ¿Por qué? Pues porque a pesar de la inmensidad
A. Loth, 2003, p. 177. Esta seria la razón por la que Tertuliano escribió que el empadronamiento había sido hecho mientras Saturnino era gobernador de Siria; porque en los archivos era sin duda alguna su nombre el que se encontraba primero para testificar la realidad de la operación. Contra Marcion, 4,19. 96 Esta es la hipótesis mantenida por muchos autores, como, por ejemplo, A. Stoger, 1963, que estima que, en las circunstancias de la época, el «censo» podía llevar varios años y realizarse en dos etapas: 1. Inscripción de la propiedad territorial e inmobiliaria; 2. Determinación del impuesto a pagar. E. Stauffer, 1961, aclara, él también, «la idea de un empadronamiento prolongado que se hubiera iniciado durante el reinado de Herodes, cuando Judea todavía era un reino-cliente de Roma, y que habría concluido en el año 6 a. C., mientras Quirino era gobernador de Siria( ... ) lograría evitar el obstáculo al que los estudios precedentes se habían enfrentado. Asimismo, el testimonio de Lucas nos hablará del inicio de las operaciones, mientras que el de Flavio Josefo no relatará su final. Al considerar este censo como el de Quirinio, el evangelista no solamente habría cometido un error, ya que las operaciones que el legado de Siria había dirigido en el año 6 d. C. se situaban en la continuación de aquellas iniciadas bajo el reinado de Herodes, sino que habría procedido a una reducción del tema. Según E. Stauffer, 1961, esta empresa se inscribe en el proyecto de Augusto de empadronar a todo el mundo habitado; y su duración se explica por la amplitud de las operaciones que se van a llevar a cabo sobre el terreno, por las resistencias encontradas por las autoridades romanas y también por las características socioculturales del país. Es cierto que el censo de una población, en parte nómada, debía 94 95
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de la tarea y de todas las dificultades inherentes a una operación de esta índole ( extensión de los territorios, dispersión de la población, diversas hostilidades, etc.), el mismo Flavio Josefo no cesa de mencionar varios acontecimientos que han podido complicar el buen desarrollo de las operaciones: el rechazo de ciertos fariseos a prestar juramento, el incidente de Sabino97, la muerte de Herodes; y, además, el hecho de que se debía realizar la operación, región por región, comenzando sin duda por Jerusalén, la capital, y después siguiendo por Judea, antes de organizarla en otras partes del reino, especialmente en Galilea. ¿Pero dónde estaba Quirinio en esta época, es decir, en el año 4 a. C.? Ya hemos visto que poco antes de la llegada de Cayo César a Armenia, en el año 1 a. C., Quirinio había derrotado militarmente a los homonades de Cilicia. Ahora bien, en toda la región solamente la provincia de Siria disponía de importantes fuerzas armadas que permitieran llevar a cabo semejantes operaciones98• ¿Con qué autoridad habría podido dirigir Quirinio estas tropas? Lucas precisa claramente que Quirinio era gobernador de Siria cuando se llevó a cabo el empadronamiento ( que se inició cuando Saturnino ocupaba ese puesto, entre los años 8 y 6 a. C., antes de dejar el cargo a Publio Quintilio Varo, en el 6 a. C.)99• ¿Podía acaso Quirinio
presentar algunas dificultades. Para apoyar su argumentación, el autor compara el caso de Judea con el de las Galias, en donde los trabajos durarían casi cuarenta años». B. Le Teuff, 2014, § 12, precisa, sin embargo, que «a pesar de lo seductora que resulta la teoría de E. Stauffer, no puede tenerse en cuenta tal como es. Al realizarse con el census de Quirinio la última fase de un prolongado recenso, se está borrando la especificidad de estas operaciones. Preferimos considerar que esta región ha sido recensada al menos una vez, en el año 6 a. C., tras la integración de Judea al Imperio. Así pues, excluimos la posibilidad de que las estimaciones hayan tenido lugar viviendo Herodes, bajo la supervisión del legado de Siria de la época, y nos parece importante distinguir las dos empresas que responden a dos tipos distintos de lógica». Estas «estimaciones» de las que habla Beatrice Le Teuff ¿no podrán recubrir, aunque sea en parte, el «recenso» lucaniano? 97 AJ 7 11-12. 98 Tácito sugiere que la Cilicia romana se encontraba bajo jurisdicción del legado propretor de Siria, Anales 2,78 y 80. Después del año 30 a. C. Siria dispone de tres o cuatro legiones, establecidas sobre todo en el norte de la provincia, y una unidad de tropas auxiliares, principalmente en Judea. M. Sartre, 2014, 22. 99 Los establecimientos ocupados por el equipo administrativo del gobernador de Siria ( el officium) se han descubierto recientemente en la Cesarea Marítima. Véase S. Lefebvre, 2011, cap. 51.
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desempeñar en esa época otra función que no fuera la de gobernador? Las informaciones al respecto varían: se le ha hecho comisario encargado especialmente del censo, cogobernador de Siria al cargo de operaciones militares, legado del emperador investido de amplios poderes, etc. Sin embargo, san Lucas utiliza el término hégemon, que es el mismo empleado por Flavio Josefo para designar a los gobernadores de Siria. Ahora bien, en la lista de estos gobernadores de Siria, durante los años del cambio de nuestra era, conocemos a Marco Titio, en ese cargo entre los años 10 y 8 a. C., a Cayo Seritio Saturnino, entre el 8 y el 6 a. C., a Publio Quintilio Varo, entre el 6 y el 4 a. C., a Cayo César, entre el 1 a. C. y 4 d. C. Así pues, había un puesto libre entre los años 4 y 1 a. C. para incluir a Quirinio1ºº, teniendo en cuenta que, por lo general, los gobernadores desempeñaban ese cargo durante dos otres años, y sabiendo, dato importante a subrayar, que su designación se hacía en el mes de enero y que su toma de posesión tenía lugar unos meses más tarde debido a que no se realizaban viajes por mar durante el invierno (mare clausum), por culpa del mal tiempo, que hacía los desplazamientos largos muy peligrosos. Por consiguiente, se puede admitir perfectamente que en el año 4 a. C. hubo dos gobernadores en Siria al mismo tiempo: Publio Quintilio Varo, el saliente, y Publio Sulpicio Quirinio, el entrante'?', siendo el primero gobernador de facto y el segundo de iure, una situación que ha debido de repetirse a cada nueva nominación. También existen testimonios que permiten reforzar esta propuesta de un Quirinio gobernador de Siria en esta época: una inscripción encontrada en el año 1764 en Tivoli (antigua Tibur) habla de un eminente personaje ( cuyo nombre se ha perdido) que fue gobernador de Siria en
Existe un debate sobre esta cuestión: ¿quién ocupaba el cargo de legado propretor de Siria entre los años 4 y 1 a. C., Lucio Calpurnio Piso Caesonio o Publio Sulpicio Quirinio? M. Sartre, 2003, Dabrowa Ed., 1998, se inclinan por el primero; G. Alfüldy, 1997, prefiere el segundo. En consecuencia, la elección de Quirinio es la más verosímil a falta de ser certificada. Véase también B. E. Thomasson, 2009. 101 Este lapso de tiempo, entre la salida de uno y la toma de funciones del nuevo legado, podía generar serios problemas, como el episodio de Sabino ya mencionado, o el de la muerte de Santiago del que habla Flavio Josefo: «Como Anano creía disponer de una ocasión favorable, ya que Festo había muerto y Albino todavía estaba en camino, reunió un sanedrín e hizo comparecer ante él a Santiago, hermano de Jesús llamado el Cristo, y a algunos otros; y acusándolos de haber transgredido la ley los hizo lapidar». AJ 20, 200. 100
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dos ocasiones y que la demostración de Théodore Mommsen autoriza a identificar como Quirinio1º2: ( ... )del Rey, la cual había sido sometida a la po(testad del emperador César) Augusto y del pueblo romano, el Senado ( decretado por los (dioses) inmortales) una doble acción de gracias y razón de los felices (hechos realizados) al igual que por los ornamentos de triunfo ( de nuevo . concedidos) en tanto que procónsul de la provincia de Asia él ob(tuvo en tanto que legado pr.del) divino Augusto, de nuevo la Siria y la Fe(nicia obtuvo). La tercera línea evoca una doble jornada de acción de gracias, dedicada a los ornamentos triunfales (cuarta línea); o bien, según Tácito, Quirinio había recibido los ornamenta por su victoria sobre los homonados (la doble jornada pudo conmemorar la victoria en el Tauro, y después la habida contra los itureos del Líbano). En la quinta línea se cita un proconsulado de Asia; ahora bien, Quirino fue procónsul de Asia en tomo al año 1 a. C. hasta el 1 d. C., proconsulado que obtuvo probablemente después de contraer matrimonio con Claudia, hija del cónsul Claudio Pulcher'?'. El título «divino Augusto» permite fechar la inscripción después del año 14 de nuestra era, ya que Augusto no fue divinizado hasta después de su muerte. Esto implica que el personaje mencionado estuviera todavía vivo en el momento de la inscripción, y que las dos legaciones en Siria habían tenido lugar antes del año 14; o bien que Quirinio hubiese muerto en el año 21 mientras que Varo, gobernador de Siria entre
102 CIL 14 3613= ILS 918; Th. Mommsen, 1883, p.171 y ss. Demostración expresada por A Loth, 2003, p. 226. Sin embargo, el historiador Hans Georg Pflaum considera «que iterum se vincula a legatus Aug. Propraetore y no a Syria; y que, en consecuencia, el general desconocido de la lápida de Tibur no habría gobernado Siria más que una sola vez», en R. Szramekiewicz, 1976, p. 525. 103 R. Szramkiewicz, 1976, t.!, pp. 177 y 314; t. 2 p. 248.
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los años 6 y 4 a. C., hubiera fallecido en el año 9 y, por tanto, no pudiera ser el sujeto de la inscripción, que resultaría desconocido 1°4• También existe una inscripción conocida bajo el nombre de Lapis Venetus (CIL. 3,6687= ILS 2683), probablemente procedente de Beirut: Q. Aemilius Secundus, hijo de Quinnus, de la Tribu Palatina, (ha servido) en el campo del divino Augusto, bajo P. Sulpicio Quirinio, legado de César en Siria, decorado con distinciones honoríficas, prefecto de la ¡a cohorte Augusta, prefecto de la 11ª cohorte Clásica. Además, por orden de Quirinio, hago el «censo» de los ciento diecisiete mil ciudadanos de la Apamea. Además, enviado por Quirinio en misión contra los iturenos, sobre el monte Libano, he conquistado su ciudad. Y antes del servicio militar, prefecto de los obreros, designado por dos cónsules al «aerarium», Y en la colonia, cuestor, dos veces edil, dos veces diunviro, pontífice. Aquí se desposaron Q. Aemilio Secundo, hijo de Quinto, de la tribu Palatina, (mi) hijo y Aemilia Chia (mi) liberta. Además este monumento queda excluido de la herencia. Según este texto el caballero Q. Aemilio Secundo realizó su servicio en Siria bajo el mando de Quirinio, legado de César en Siria, quien
to4 También se podría pensar en Lucio Calpurnio Piso Frugi, el Pontifex, cónsul en el año 15 a. C., que fue enviado a Tracia para sofocar una insurrección, lo que le valió recibir los ornamenta triunphalia (Dion 54,34; Velleio Paterculo 2,98). Poco después fue procónsul de Asia y murió en el año 32 de nuestra era. Pero ningún documento histórico ni arqueológico menciona una legación en Siria entre los años 3 y 1 a. C., y todavía menos que regresara una segunda vez. Además, Lucio Calpurnio Piso Frugi estuvo vinculado al puesto de prefecto de la ciudad de Roma desde el año 13 hasta su muerte, acaecida en el año 32, como precisa Tácito en Anales 6, 11. Así pues, la inscripción habría olvidado mencionarlo, lo cual sería absolutamente inconcebible para un título tan prestigioso. En fin, aunque hubiera recibido los ornamentos triunfales por haber reprimido dos veces la insurrección de Tracia, él no se benefició más que de una sola jornada de acción de gracias y no de dos, como recoge de forma explícita la inscripción. Sobre esta cuestión véase N. Kokkinos, 1995, y la respuesta de C. Eilers, 1996.
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había obtenido las insignias triunfales después de su campaña contra los homonades del Tauro. Las distinciones honoríficas (honoribus decoratus) le fueron concedidas a Secundo por Quirinio. En su cursus honorum, el caballero Secundo detalla su historia familiar por orden cronológico, como es costumbre en este tipo de documentos. El censo mencionado en la inscripción, efectuado bajo las órdenes de Quirinio, no es el efectuado en el año 6 de nuestra era y que describió Josefo, porque dicho censo fue consecutivo a la destitución del rey Arquelao y concernía tan solo a la Judea y no a Siria. Por otra parte, al censo de la ciudad siria de Apamea le siguió una misión en Itumea, región limítrofe de Palestina, cerca de la planicie de la Beqa'ah. Ahora bien, la ciudadela de los iturenos!", en la que el rey Ptolomeo se había aliado a Antígono II y a los partos, fue tomada por Herodes el Grande hacia el año 40 a. C. En consecuencia, la legación de Quirinio de la que habla esta inscripción debe ser situada antes de la muerte del rey, a fines del siglo I a. C. Último elemento. Justino Mártir, oriundo de Palestina, escribió en el siglo n de nuestra era que el censo del que habla san Lucas había sido realizado bajo el mandato de Quirinio. Dirigiéndose al emperador Antonino el Piadoso, precisa: «Como habéis podido conocer por el censo realizado bajo el mandato de Quirinio, vuestro primer regente ( o administrador, épitropos) en Judea 1°6 ... ». Aquí, el sabio apologeta utiliza un término particular que no es hégemón, 'gobernador', sino épitropos, 'intendente', 'administrador', 'regente'; un título que Quirinio debió de recibir del propio emperador, en tanto que gobernador de Siria, para ocuparse de Judea durante el vacío de poder entre la muerte de Herodes el Grande y la investidura de su hijo Arquelao, una función que todavía no tenía título oficial.
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«Eso se produjo durante el primer empadronamiento, siendo Quirinio gobernador de Siria» (Le 2,2). Si el evangelista habla de un primer censo
105
Estrabón, Geografia 16, 1 O y 18, nos indica que la ciudadela principal de Iturea era Chalcis. Pierre-Louis Gatier la sitúa en Medjel Andjar, en la Beqa'ah, al pie del Antilíbano (P.-L.- Gatier, 2003, p.121). 106 Justino, Apología 1,34.
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es porque hubo, al menos, un segundo. El término griego empleado por Lucas para designar el lugar del censo es próte. Ahora bien, la cuestión es saber si ese término se vincula a apographé o a hégemoneuontos tes Surias Kuréniou; en el primer caso se trata de un adjetivo femenino que significa efectivamente 'primero' (un primer registro); en el segundo, se trata de un adverbio que se traduce por 'antes' (antes de que Quirinio fuera gobernador de Siria). ¿Cómo resolver la cuestión? Si se opta por el adverbio, el censo tuvo lugar antes de que Quirinio fuera gobernador de Siria ( es decir, en los años 4 al 1 a. C., o sea, en el 6 d. C.), y la dificultad presentada al mismo tiempo por Lucas y por Flavio Josefo desaparece; pero esto restaría, al mismo tiempo, todo valor cronológico al testimonio del evangelista, y se podría situar el nacimiento de Jesús a voluntad, entre el año 8 a. C. y el 6 d. C. Por el contrario, si se traduce el término próte por 'primero', se restablece el dato temporal y se circunscribe el periodo de la Natividad a los años de presencia de Quirinio en Siria como gobernador, cosa que, como acabamos de ver, puede situarse perfectamente entre los años 4 y 1 a. C.107• Esta traducción parece, al ser analizada, la más lógica. En efecto, ¿por qué Lucas habría decidido fechar un acontecimiento antes de la toma de funciones de Quirinio? El procedimiento resulta a todas luces carente de lógica. Imaginémonos por un momento que un historiador del siglo XIX hubiera datado la muerte de Luis XVI (21 de enero de 1793) reseñando que el rey fue ejecutado antes de la consagración de Napoleón (2 de diciembre de 1804). Sería absurdo. Como buen historiador, Lucas habría dado, con seguridad, el nombre del gobernador que tenía el lugar en aquel momento y no el de sus sucesores: «Ningún historiador ha fechado un acontecimiento por anticipación», reseña acertadamente Arthur Loth. Así pues, el evangelista habla de un primer empadronamiento porque, evidentemente, hubo un segundo, del que se habla en las Actas (5,37) y que menciona igualmente Flavio Josefo en sus Antigüedades judías 18, 1-4. Ahora bien, ¿qué nos dice el historiador? [1] Quirinio, miembro electo del Senado, que tras haber pasado por todas las magistraturas había llegado a ser eón-
'º
A. Loth, 2003, pp. 199-205. Véase igualmente Sylvie Chabert D'Hyéres, en codexbe.perso.sfr.fr 7
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sul, y que gozaba de una consideración poco común, llegó a Siria adonde el emperador le había enviado para que instaurara justicia en aquella provincia y estableciera el censo de sus bienes. [2] Se le había designado como adjunto a Coponio, personaje de la orden ecuestre, que debería gobernar a los judíos con plenos poderes. Quirinio llegó también a Judea, ya que esta provincia estaba añadida a Siria, para censar las fortunas y liquidar los bienes de Arquelao. [3] Aunque los judíos se mostraron irritados en un principio por el anuncio de la obligación de declarar sus fortunas, renunciaron a resistirse siguiendo el consejo del gran pontífice Joazar, hijo de Boeto. Persuadidos por sus palabras, declararon sus bienes sin mostrar la menor objeción 1°8. Por consiguiente, se entiende que en esa época hubo dos empresas diferentes; una consistía en «recensar las fortunas y liquidar los bienes de Arquelao», que estaba dirigida por Quirinio; la otra, supervisada por Coponio, estaba destinada a «gobernar a los judíos». Esta última ordenanza se explica fácilmente por el hecho de que la destitución de Arquelao, y su exilio en Vienne (en la Galia), se tradujo en la creación de la pequeña provincia de Judea con, a su cabeza, un prefecto de orden ecuestre que se encontraba bajo la autoridad del gobernador de Siria. Es precisamente este censo el que provocará la revuelta de Judas el Galileo de la que hablan Lucas y Flavio Josefo. Así pues, Quirinio regresa a Siria, quizás como gobernador de la provincia por segunda vez, ciertamente con las atribuciones de «juez y censor», es decir, investido para una misión particular confiada a un legatus Augusti propraetore ad census accipiendos, un enviado del emperador encargado de un censo; este cargo era «confiado a los legados de rango consular que actuaban independientemente del gobernador de la provincia"?».
108 Traducción al francés de Julien Weill, bajo la dirección de Théodore Reinach, París. 1900. Texto numerado y paginado por Francois-Dominique Fournier en remacle.org. 109 Sylvie Chabert D'Hyéres, «Jesús, du gouvemement de Quirinius au principat de Tibére, Les dates de sa naissance ete de son ministére», en S. Chabert D'Hyéres, D. Marguerat y B. Bioul. «Saint Luc, évangéliste et historien», Dossier d'archeologie n.º 279,
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Según Jean-Pierre Martin, estos legados «no ejercían al mismo tiempo el gobierno de la provincia, como se ha creído frecuentemente, sino que sus poderes son superiores a los de los gobernadores, sobre todo cuando estos últimos son pretorianos ... Todos estos hombres forman parte de la élite senatorial y son personas cercanas al emperador. La importancia de la función se ve subrayada por el hecho de que raramente se ejerce como primera función consular. Necesariamente se encontraban ayudados en su labor ... Escogían a sus auxiliares, por lo general entre los caballeros»11º.
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En conclusión, el relato de Lucas sobre la Natividad se adecua a un análisis plenamente verosímil. Ciertamente, se puede criticar, pues existen argumentos que lo apoyan, tal o cual proposición explicativa de los primeros versículos del capítulo 2; pero no se les puede negar en absoluto, de forma perentoria, una cierta veracidad bajo el pretexto de que presentan a priori incoherencias, o contraverdades, porque eso sería inexacto. La confrontación con Flavio Josefo está muy a menudo (por no decir siempre) hecha en detrimento de Lucas, a veces de manera justificada, en otras ocasiones de forma completamente subjetiva. El ejemplo del empadronamiento resulta ilustrativo del razonamiento circular practicado por demasiados autores para aligerar el error cometido por el evangelista: Josefo sugiere (aunque no lo diga de forma explícita) que Quirinio no estuvo activo en Siria más que una sola vez, con ocasión del empadronamiento que efectuó, en tanto que gobernador, en el año 6 de nuestra era (para liquidar las posesiones de Arquelao), actuación que motivó la revuelta de Judas el Galileo. En consecuencia, Lucas se equivoca al situar la legación de Roma «en los días de Herodes», es decir,
enero 2003, p. 87. El autor precisa que «estas dos cualidades (las de juez y censor) no autorizaban a hacer de Quirinio un gobernador de la provincia, porque no hay nada en la formulación adoptada por Flavio Josefo que haga referencia al imperium militar, ni utiliza ninguno de los términos con los que se califica habitualmente al gobernador de Siria, insistiendo sobre todo en su título consular». 110 J.-P. Martín, 1990, p. 150 y S. Chabert D'Hyéres, op. cit., p. 87. Flavio Josefo dice efectivamente que Quirinio llegó a Siria acompañado de Coponio.
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alrededor de diez años antes, ya que Josefo no la menciona. Además, un «empadronamiento» romano en un Estado-cliente resulta inconcebible mientras que Lucas habla de un registro de personas (apographéy y no de un censo tapotimésis). Por otra parte, se asegura que el empadronamiento mencionado en la inscripción de Lapis Venetus no puede datar más que del año 6 de nuestra era, ya que Flavio Josefo escribió que Quirinio se encontraba en Judea en aquella fecha. Ahora bien, el empadronamiento de Lapis Venetus concierne tan solo a Siria (la ciudad de Apamea) y no a Judea, que había sido elevada, en aquella fecha, a provincia gobernada por procurador. Por tanto, se utiliza el testimonio de Flavio Josefo para fechar una inscripción que permite, en cambio, sostener que Flavio Josefo tiene razón al fechar el empadronamiento del que habla Lucas en el año 6 a. C. La situación se complica. Se puede proponer una alternativa. Los dos autores antiguos tienen razón porque no hablan siempre de los mismos acontecimientos. Por el contrario, se complementan de forma admirable. Veamos por qué. Nos encontramos «en los días de Herodes». El anciano rey (tiene más de setenta años) va a fallecer pronto. El emperador Augusto está preocupado por la estabilidad de su imperio, en particular por Oriente, en donde los partos no dejan de mostrar su deseo de anexionar territorios que consideran parte de su esfera de influencia. Herodes se ha mostrado siempre como un excelente administrador, fiel a Roma y, en consecuencia, un buen freno contra los partos. Pero los problemas que perturban el fin de su reinado empujan al emperador a asegurar esta parte de su inmenso dominio, a fin de lograr un futuro más tranquilo. El mismo emperador tampoco es joven ( cuenta ya casi sesenta años) y siempre ha manifestado una constitución delicada. Ya es hora, pues, de establecer un estado dentro del Imperio, objetivo en el que el emperador piensa sin duda desde hace mucho tiempo. La práctica de los empadronamientos es una costumbre habitual, y la decisión del Senado de concederle el título de Pater Patriae, en el año 2 a. C., servirá para estimular el proyecto que tiene Augusto de llevar a cabo un inventario del mundo romano' 11• Por consiguiente, no resulta impensa-
111 Es difícil creer que el emperador no hubiera estado al corriente de la decisión del Senado de honrarlo con el título de Pater Patriae antes de que tal decisión se hicie-
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ble que en los años que precedieron al cambio de nuestra era se llevara a cabo un vasto programa de registro y empadronamiento, medida que llevará su tiempo. Se encuentra concernido todo el territorio del Imperio, tanto las provincias romanas (censo) como los territorios de los reinos clientes (empadronamiento); y la medida se lleva a cabo teniendo en cuenta, sin duda, las particularidades regionales. De este modo, durante el reinado de Herodes, el empadronamiento de las personas -pedido hábilmente por Roma- se hace de acuerdo con las costumbres locales, especialmente en lo que se refiere a la práctica del censo, tal y como se expone en la Torá Como los judíos deben hacerse inscribir en su «familia», es decir, en el lugar que constituye la cuna de su «casa»112, José lleva a María, su prometida/esposa que ya se encuentra encinta, deja su casa de Nazaret y ambos se dirigen a Belén, lugar originario de sus respectivas familias, para hacerse censar. ¿Por qué le acompaña María? Porque se trata de un censo de personas según la costumbre romana: hombre, mujer e hijos, supervisados por el equipo administrativo del gobernador de Siria, Quirinio, con el concurso de los oficiales de Herodes; y porque ella está a punto de dar a luz un hijo, que también deberá ser empadronado. Así pues, la familia no tiene otra opción que seguir lo ordenado. El momento resulta el menos indicado para un viaje, visto el estado en el que se encuentra María, a lo que hay que añadir que la fecha coincide con la fiesta de la Consagración 113. Por tal motivo, en estos días hay
ra oficial. Eso pudo constituir un aliciente para que se llevara a cabo su proyecto de empadronamiento. 112 El desplazamiento de las personas que debían empadronarse «cada uno en su propia ciudad» (Le 1,3) encuentra eco en ciertas características del census romano en Egipto, recordado por CI. Nicolet, 1998 (pp. 147-150). Además, un papiro descubierto en la «gruta de las Cartas», situada cerca de Nahal Rever, en el desierto de Judea, relata el empadronamiento de una nabatea residente en Ma(h)oza, en la ribera sudoeste del mar Muerto, de nombre Babatha, y cuyo tutor residía en En-Guédi (K. Rosen, en Jahrbuch far Antike und Christntum, 38, Bonn, 1995, pp. 5-15), que debía censarse en Petra, por lo que tenía que desplazarse a Rabbat (Y. Yadin y J. C. Greenfield, 1989, pp .65- 70). Así pues, en este caso también se tuvo que realizar un desplazamiento, como en el caso de José, que residía en Nazaret y se vio obligado a viajar para empadronarse en la pequeña aldea de Belén, el lugar originario de su familia. 113 En 2016 esta fiesta se adelantó al 24 de diciembre a la puesta del sol y finalizó el primero de enero, igualmente a la puesta de sol.
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muchos forasteros en Jerusalén y sus alrededores, y la joven pareja no encuentra alojamiento en Belén. Finalmente logra encontrar refugio en una cueva, y María trae al mundo a Jesús, un 25 de diciembre, en pleno solsticio de invierno. Muy pronto, los pastores de los alrededores, avisados milagrosamente, vienen a adorar al niño114• Jean-Paul Roux hace notar justamente: Aunque san Lucas no hubiera obedecido a una necesidad histórica, o al menos simbólica, de evocar el -empadronamiento, habría podido escribir sin sorprender a nadie: en aquel momento, José y María, sabiendo que el Mesías, descendiente de la estirpe de David, debía manifestarse en Belén, dejaron su pueblo para ir allí115• Por el contrario, para san Lucas la importancia del acontecimiento era tal que quería asociarlo a una decisión imperial dé primer orden, que pudiera concernir a la totalidad del mundo romano. De este modo, el evangelista-historiador se informa adecuadamente de la realidad del nacimiento de Jesús. Hace un relato no demasiado exhaustivo, es cierto, pero lo suficientemente preciso como para que se pueda integrar en
114
Este episodio posee un fondo de absoluta verosimilitud. De hecho, se ha objetado siempre que es imposible que los pastores hubieran guardado sus rebaños de cabras o de cameros durante la noche, en pleno invierno. Ahora bien, el episodio del descubrimiento de los manuscritos de Qurnran por un pastor beduino, en pleno invierno del año 1947, cuando guardaba su rebaño de cabras cerca del mar Muerto, demuestra claramente que tal hecho es muy posible. Además, el Talmud establece tres tipos de animales de pasto: los que salen en Pascua y regresan en la estación de las lluvias; los que salen para pastar lejos de los núcleos urbanos (tehum) y regresan a la caída de la noche; y los que pastan en las praderas y no regresan al pueblo, ya sea en invierno o en verano (es decir, los que permanecen lejos del pueblo durante todo el año) (Talmud de Babilonia, tratado Sabbath 45b). Además, Parthenios de Nicea, poeta griego del siglo I a. C., cuenta en uno de sus relatos titulado «Pasiones amorosas» (érótika patémata) que «En Sicilia vivía Daphnis, el hijo de Hermes, famoso tocador de siringa y físicamente muy hermoso. Este joven, que no frecuentaba la compañía de la gente, hacía pastar sus rebaños tanto en verano como en invierno, quedándose siempre fuera del pueblo» (29, Daphnis). Lo que demuestra que la costumbre de guardar los rebaños, también en invierno, se puede encontrar incluso en la otra orilla del Mediterráneo. 115 J.-P. Roux, 1989, p. 98.
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un cuadro histórico general. Como sucede a sus compañeros, Lucas se interesa por Jesús de forma selectiva, «según (su) experiencia de fe», como subraya acertadamente René Laurentin116•
4. La genealogía de Jesús YJesús, cuando inició su vida pública, contaba alrededor de treinta años, y era, según se creía, hijo de José, hijo de Héli, hijo de Matthat, hijo de Lévi ...
En el capítulo 3, versículos 23 al 38, Lucas nos ofrece la genealogía de Jesús. ¡Qué no se habrá escrito sobre esto! La comparación con la indicada por Mateo (1,2-17), muy distinta, ha dado lugar a juicios perentorios cuya parcialidad fue consecuencia en unos casos del desconocimiento total de los datos exegéticos e históricos y, en otros, fruto de una grosera deshonestidad intelectual, más ideológica que científica. Una cosa debe subrayarse a este respecto: el hecho de que los dos evangelistas no presenten la misma genealogía constituye una prueba de que han trabajado independientemente el uno del otro. No resultaría muy comprensible que, después de haberse puesto de acuerdo sobre la forma de presentar la vida de Jesús y los puntos de su enseñanza, se mostraran tan dispares (léase contradictorios) sobre un punto tan fundamental: eso constituiría una prueba para invalidar totalmente su credibilidad. Sería un riesgo inútil, carente de todo sentido. Como nos recuerda René Laurentin, los dos evangelistas «se beneficiaron de fuentes muy ricas, pues al pueblo judío le complacía cuidar sus propias genealogías, y las que figuraban en la Biblia se hacían prolongar para cada familia117, pues el hecho de conocer sus antepasados, lo que
116
R. Laurentin, 1999, p. 39. R. Laurentin, 1999, pp. 32-33. La costumbre de empadronarse en los registros públicos (Flavio Josefo, Vita 1 6) según su familia, su posición o su grupo social (Flavio Josefo, Vita 1,1) añadida a la de su circunscripción militar (Nb 1,2-46; 2S 24, 1-9, por ejemplo) favorecía el desarrollo de los archivos ( en especial para regular los problemas de herencia y de sucesión, causados por una superpoblación en el cambio de nuestra era) y de las genealogías judías, que resultaron muy útiles para establecer la legitimidad 117
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equivalía a poseer una genealogía, constituía un signo de nobleza. Mateo escogió partir de Abraham, mientras que Lucas prefirió remontarse hasta el mismo Adán. La genealogía de Mateo comprende cuarenta y dos generaciones (3x14), desde Abraham hasta Jesús (vía José)118, mientras que la de Lucas comprende setenta y siete (llx7), desde Jesús hasta Adán. Así pues, el riesgo de cometer un error era una posibilidad muy real. Uno de los principales reproches que se ha hecho a Lucas es el de haber escrito que Noé era hijo de Lamek, que era descendiente de Seth, uno de los hijos de Adán. Ahora bien, Lamek es el nombre de uno de los descendientes de Caín; en consecuencia, Lucas estaba equivocado!". Pero claro está que no se trata del mismo personaje: porque la línea de Caín comprende Enoc, Irad, Mehuyael, Metushael, Lamek, Jabal, Tubal-Cain'"; la de Seth, por el contrario, comprende Enosh, Quenán, Mahalael, Yered, Henoc, Matusalén, Lamek, Noé121• Ahora bien, es evidente que no ha habido más que un solo Lamek, por lo que bien se puede decir que Lucas no se ha equivocado. Las dos genealogías que van desde Abraham a David son similares y en ellas se encuentran los mismos nombres!". Es solamente a partir del rey David cuando divergen: Mateo la sigue con los reyes de Israel, mientras que Lucas escoge una rama que se inicia con Nathan. Después, los dos evangelistas convergen de nuevo con Salathiel y Zorobabel. También aquí los sabios «especialistas» subrayan un notable error que, en esta ocasión, desacredita a Mateo: este cita a Jechonías como padre de Salathiel; ahora bien, se dice en Jeremías 22,30 que (Je) Konias, hijo de Joiaqim, murió sin hijos. He aquí, pues, una nueva prueba de la
de los exilados y de sus bienes a su regreso de Babilonia, como herederos que eran de la tierra de Israel. 118 Su genealogía se articula en tres grupos: el de los Patriarcas, el de los reyes y el del Segundo Templo. Estos ciclos de 14 generaciones obligaron a Mateo a retirar tres reyes. Su lista no es falsa, pero resulta incompleta. 119 Es el «análisis» que hace el periodista G. Messadié, 2013, p. 141. ¿Malevolencia o ignorancia? 120 Gn. 4, 17-22. i21 !Ch 1,1. 122 Por gematría (el simbolismo de las cifras), Lucas ha reducido Aminabab en Admin, para conservar el número 7 que encaje en su genealogía.
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falta de consideración de los evangelistas 123• No obstante, Mateo cita a Jechonías como hijo de Josías, y no de Joiaqim. E, incluso tratándose del mismo padre (bajo nombre diferente), Jacques Mason ha emitido la hipótesis de que este Jechonías, al no haber tenido hijos, habría adoptado a Salathiel, hijo de Neri, pues para los hebreos la paternidad legal (por adopción o levitazgo) bastaba para conferir todos los derechos hereditarios -en este caso los dos pertenecían a la línea de David- a los hijos que formaban parte del círculo familiar124• Y es precisamente esta explicación la que permite aclarar la filiación de José, del que Mateo dice que era hijo de Jacob, mientras que Lucas lo presenta como hijo de Helí. ¿Cómo justificar esta doble paternidad? Una respuesta verosímil es suponer que Helí fuera el padre legal de José, mientras que Jacob sería su padre biológico. Este «problema» ya presentaba ciertas dificultades a Justino Mártir, en el siglo rr, quien, para resolverlo, lleva su investigación hasta la familia de Jesús125• Se ha explicado que esta doble paternidad se justificaba por la ley del levitazgo; se trataba de una ley matrimonial, que también existía entre los asirios y los hititas, y que permitía a un hermano casarse con su cuñada, tras la muerte de su esposo, con objeto de continuar la línea de su difunto hermano ( con la condición de que ese hermano no hubiera tenido hijos. Véase Dt 24,5-1 O). Por este motivo Jacob pudo casarse con la viuda de Helí, su hermano, para lograr descendencia. De tal manera, se reconocía públicamente a José como hijo de Jacob y de Helí, al mismo tiempo126• Se puede consi-
G. Messadié, 2013, p. 142. J. Masson, 1982. Sobre la complejidad de la cuestión genealógica véase J. F. McCarthy, 1987 que presenta las cinco proposiciones explicativas tenidas como verosímiles para explicar las diferencias entre las dos genealogías, la de Mateo y la de Lucas: l. El matrimonio según la ley del levitazgo; 2. La genealogía maria!; 3. La adopción legal; 4. La consanguinidad (María era prima hermana de José); 5. La reserva histórica ( es posible mantener la exactitud histórica completa de los dos evangelistas en función de su intención expresa y al mismo tiempo observar las inexactitudes y las posibles, o probables, confusiones en su lista de nombres). 125 Esta familia existía ciertamente, ya que Eusebio (Historia eclesiástica 3, 19-20) menciona que Hegesipio habla de la convocatoria de los sobrinos-nietos de Jesús ante el emperador Dorniciano. 126 Los Padres de la Iglesia han estudiado muy largamente este tema y han aportado diversas sugerencias: según san Agustín ( Cuestiones sobre los Evangelios, 2,5) se pueden dar tres explicaciones diferentes de esta divergencia entre las dos genealogías: 1) O 123
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derar esta explicación como muy probable, incluso verosímil, por lo que corresponde a quienes la discutan aportar las pruebas de su caducidad. En realidad, como bien ha demostrado Jacques Masson, estas dos genealogías no se excluyen la una a la otra, sino que, por el contrario, resultan muy creíbles. La genealogía de Mateo se vincula a la filiación legal y biológica, a través de José; mientras que la de Lucas se vincula a la filiación natural, «según la came»127• La genealogía de Mateo (que se dirige, sobre todo, a los judíos) fue establecida de acuerdo con los principios genealógicos judíos; la de Lucas, por el contrario, se dirige a los gentiles, a los no-judíos, que ignoran las reglas de filiación y de alianza de los judíos. Lo que resulta todavía más sorprendente, y confirma la integridad de los evangelistas, es que ninguno de ellos disimula el hecho de que Jesús no era el hijo de José y que la :filiación natural, biológica, queda interrumpida entre José y Jesús. Lucas dice, en efecto, que Jesús «era, por lo que se cree, hijo de José», mientras que Mateo concluye su larga lista escribiendo: «Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, al que se llama Cristo». Así pues, todo resulta muy embarazoso. ¿Reconocen los evangelistas que hubo (o que pudo haber) una ruptura en la cadena genealógica entre Jesús y David? Ahora bien, ¿cómo podían sostener que Jesús era descendiente de David, sin reconocer esta filiación davídica? Sencillamente, porque Jesús era «legalmente» hijo de bien, uno da el nombre del padre de José, y el otro el de su abuelo materno o de uno de sus antepasados; 2) O bien, por un lado tenemos al padre natural de José y, por el otro, a su padre adoptivo; 3) O bien, uno de los dos que se nos presentan como padres de José había muerto sin hijos, y su pariente más próximo se habría casado con su mujer, según la costumbre de los judíos (el levitazgo), y dado un hijo al que estaba muerto. San Ambrosio apunta que, según la tradición, Nathan --q_ue descendía de Salomón- tuvo un hijo llamado Jacob, que murió antes que su mujer, Estha. Melchi (o Matthat), que pertenecía a la misma tribu, pero no a la misma línea que Nathan, casó con Estha, con quien tuvo un hijo llamado Héli. Así pues, Jacob y Héli eran hermanos uterinos. Jacob también murió sin hijos. Héli casó conAbdit, su mujer, y tuvo un hijo, José, quien según la ley se llamó hijo de Jacob, porque Héli, de acuerdo con las disposiciones de la ley (Dt 25), entregaba los niños a su (medio) hermano muerto. 127 Es decir, que la genealogía lucaniana sería, en parte o totalmente, la de la familia de María. En efecto, cada uno de los nombres de esta genealogía davídica se encuentra sistemáticamente precedido de la preposición «de», mientras que esto no sucede en el caso de José.
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José (se podría decir que por adopción) y como tal fue registrado durante el tiempo en que Quirinio era gobernador de Siria; y había nacido en Belén, de Judea, villa natal del gran rey de los judíos «en los días de Herodes», siendo Augusto emperador de Roma y de los romanos. También es posible que María hubiera sido descendiente de David y hubiera pertenecido a la misma tribu que José. Tal hecho es el que deja entender san Pablo en su carta a los romanos, 1,3, cuando escribe que el Cristo es «perteneciente a la línea de David según la carne (ek spermatos)». Los evangelios apócrifos, en especial el Protoevangelio de Santiago, afirman claramente que María pertenecía a la casa de David. Esta es la solución llamada de «consanguinidad» que postula John F. McCarthy128• De este modo, en Jesús se cumpliría la profecía de Miqueas 5, 1-5, según la cual el Mesías, descendiente de David, debía nacer en Belén.
5. Los hermanos y hermanas de Jesús Entonces su madre y sus hermanos trataron de encontrarlo, pero no pudieron hacerlo a causa de la multitud (Le 8,19).
El Nuevo Testamento menciona en diversas ocasiones a los hermanos y hermanas de Jesús (Mt 12,46; 13,55 y 27,56; Me 3,31 y 6,3; Jo 2,12 y 7,2-10; Le 1,19) y proporciona algunos nombres: Santiago, José, Judas y Simón. Flavio Josefo, como ya hemos visto, también habla de «Santiago, el hermano de Jesús, llamado el Cristo». Mucho se ha establecido, un poco precipitadamente, sobre el hecho de que Jesús había tenido hermanos uterinos, y que María había perdido su virginidad. En realidad, las cosas son, como suele suceder, un poco más complejas; y la semántica puede proporcionar algunas respuestas satisfactorias que confirman la verosimilitud de los relatos evangélicos.
128 Los Padres de la Iglesia, desde san Ignacio y san Justino, dan por cierto este hecho (Ignacio, Eph.18,2: Justino, Diálogo con Trifón, 43-45). Es la solución asimismo defendida por san Jerónimo, «Super Matthaeum, comentarios sobre Mt 1, 18» en la Patrología latina, vol. 26, col. 24 (igualmente defendida por Ireneo, Ambrosio y Tertuliano).
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Comencemos por la «virginidad» de María. Lucas la califica de «virgen» (1,27): El sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una aldea de Galilea, de nombre Nazaret, a una virgen casada con un hombre de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Mateo escribe que: ... todo esto sucedió para que se cumpliera este oráculo profético del Señor129: «He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se le pondrá por nombre Emmanuel», que se traduce: Dios con nosotros (1,22-23). En hebreo, la palabra que habitualmente se utiliza para calificar a una (joven) mujer de «virgen» es betüla'": Sin embargo, en los Evangelios el término empleado es alma, que significa, en principio, 'muchacha' o 'joven', sin que se tenga en cuenta la virginidad de esta. Y la palabra griega equivalente, tomada del texto griego de los Evangelios es parthenos, que en griego arcaico designa a una joven no casada (pero que, sin embargo, puede ser madre). Ahora bien, todos los lingüistas saben que una lengua evoluciona y que los términos pueden, poco o mucho, cambiar de sentido. El griego arcaico o clásico no es el griego helenístico 131, que es el que se utiliza en la Septante y en los textos evangélicos. Sucede lo mismo con el hebreo. Christophe Rico132 ha demostrado que, en el transcurso de la historia griega, la palabra ha conocido una «especialización semántica» progresiva que concluye en la época helenística, de tal modo que el vocablo parthenos no se refiere, más que de forma 129
Se trata de Isaías 7,14. En la Tosefta, t. Shev. 3 .15 y y. Nid 1.3. Remitimos al estudio de Christophe Rico citado más adelante. 131 Para comprender esta evidencia basta con comparar la lengua que se hablaba en el siglo xv con la que hablamos actualmente. Las diferencias resultan evidentes. 132 Chr. Rico, «Almá etparthenos dans l'univers de la Bible: le point de vue d'un linguiste», artículo disponible en academia.com 130
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excepcional, a una joven madre. Con el inicio de nuestra era, el término se convirtió en el emblema de la pureza. «En la historia del griego antiguo, la evolución semántica de este término es constante. El campo semántico al que nos remite parthenos en griego arcaico ('joven no casada'), se va a ampliar en el griego clásico con la acepción de 'joven virgen', especialmente cuando se emplea metafóricamente. Este valor, primordial en el griego helenístico, se volverá exclusivo en griego koiné semitizado, hasta el punto en el que el término "juventud" se diluirá en ciertos contextos», precisa. Sucede lo mismo con el término alma (que raras veces es empleado en la Biblia133), cuyo significado evoluciona también para designar, en un principio, a una mujer joven, es decir, a una joven soltera o a una mujer juvenil ( equivalente a la-palabra na 'ará), haciendo abstracción de su estado civil (virgen, casada reciente o viuda134) y que puede designar frecuentemente (pero no siempre) a una joven virgen. Christophe Rico subraya, sin embargo, que «desde un punto de vista inductivo (hechos positivos), el conjunto de empleos, de versiones y de textos disponibles obliga al investigador a sostener la tesis ya comentada: alma designa a una virgen adolescente. Ante la carencia de nuevos elementos, esta es la conclusión a la que nos conducen los hechos. Por otra parte, en una perspectiva deductiva (modelos teóricos), la solución propuesta se muestra como la más económica o, si se prefiere, como la más elegante. El sentido que se desprende del término alma permite, efectivamente, justificar de forma coherente la totalidad de los atestados de este término y la historia de su recepción. Cualquier otra hipótesis parece, por el contrario, conducir al investigador a un conjunto de aporías que se muestran, en el actual estado de nuestros conocimientos, insolubles». Así pues, se puede reconocer de modo muy razonable que, cuando el ángel Gabriel se presenta en Nazaret y tiene efectivamente un encuentro con una joven virgen de nombre María, tal hecho no choque con la semántica hebrea y griega. Examinemos ahora la fraternidad de Jesús. En francés, la palabra «hermanos» designa tanto a los que son de la misma sangre, es decir (y
133 Aparece nueve veces en el Antiguo Testamento según G. Lisowsky, 1958, citado por P.-L. Carie, 2004, nota 185, p. 148. 134 Para calificarla de «virgen» habría que añadir betüla: na 'árá betülá.
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ante todo) a los nacidos de los mismos padres (hermanos carnales), de un mismo padre (hermanos consanguíneos), de una misma madre (hermanos uterinos), o a aquellos que pertenecen a una misma comunidad ( de intereses o de ideas)!". Si se escoge el primer sentido, se podrán adoptar dos posturas: se trata de hermanos de sangre (carnales, consanguíneos o uterinos) o de parientes muy cercanos, es decir, de primos. Si se trata de hermanos carnales, se proponen dos soluciones en el caso de Jesús: la primera considera que la virginidad de María, tras la Encamación, fue puramente «espiritual» y que tuvo otros hijos de su esposo José; la segunda, sostiene que esos hermanos eran en realidad los hijos de José, tenidos en un primer matrimonio136• Todas estas interpretaciones pueden encontrar pruebas más o menos sólidas, que autoricen a sus defensores a inclinarse a favor de tal o cual solución. El tema no ha dejado de sacudir la conciencia de los Padres de la Iglesia, que escogieron una u otra de tales propuestas. Para los cristianos de hoy, partidarios de la virginidad de María ( Virgo ante partum, in partu et post partum) según los términos de san Agustín, la cuestión no puede regularse más que por las palabras empleadas en las versiones más antiguas de los Evangelios, es decir, las de su redacción definitiva. Ahora bien, estas versiones han sido redactadas en griego, un griego helenístico que es el de la Septante, esta traducción de la Torá ordenada por el faraón Ptolomeo II Filadelfo, en los años 270 a. C. En la versión griega de la Biblia hebrea (la Septante), la palabra utilizada para designar a un «hermano» es adelphos que, en el hebreo, se tradujo siempre por el término ah, que puede significar tanto 'hermano' como 'primo'!". Lucas precisa en su texto que María «dio a luz a su hijo primogénito» (2, 7), lo que, en griego, se traduce por prótotokos, y por bécor en hebreo, 'el que abre la matriz', en el griego de la Septante138• Ahora bien, este
Este es el sentido obvio que se encuentra en Ac 6,3: «Buscad entre vosotros, hermanos, a siete hombres de buena reputación, templados por el Espíritu y por la sabiduría, y los propondremos para este puesto». 136 Esta es, en general, la postura de los ortodoxos. 137 G. Lisowsky, 1958, pp. 41-46. 138 Véase el estudio muy sutil realizado por P. L. Carie, 2004. Sobre el término prótotokos remitimos al lector a su página 40 y a la nota 72, y también a la nota de Sylvie Chabert d'Hyeres: codexbezae.perso, en la que explica que el término «primogénito» 135
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término no quiere decir obligatoriamente que hubiera otros hermanos, sino que se limita a subrayar la dignidad y los derechos del niño 139• Una inscripción que data del año 5 a. C. y que procede de la necrópolis de Tell-el-Yehoudieh (Leontópolis, en el Bajo-Egipto), muestra el epitafio de una joven madre judía, de nombre Arsinoé, que murió tras haber dado a luz a su primer hijo, lo que demuestra la utilización de ese término sin que ello implique la existencia de otros hijos posteriores (y con razón)14º. Resulta interesante anotar de pasada el paralelismo que existe entre María, virgen, que trae al mundo a su primogénito, y Arsinoé,
(prótotokos) también era un título que se daba al mesías davídico, según el salmo 89,28. Para la posición contraria, la que sostiene que María no era virgen y que Jesús tuvo otros hermanos, véase A. de Benoist, 2006. La demostración de Alain de Benoist, extremadamente bien documentada, peca de exceso de humanismo; el autor no quiere reconocer que, habiendo dado a luz de forma milagrosa a Jesús, María hubiera querido conservar su virginidad, de acuerdo con su esposo. Para este autor, como para un buen número de nuestros contemporáneos, José y María han debido, en uno u otro momento, consumar su matrimonio, porque resulta inconcebible que dos esposos puedan vivir castamente. Toda su demostración se basa en esta petición de principio que tergiversa su estudio. Asimismo, realiza juicios de manera terminante como cuando afirma, al hablar del levitazgo, que «en la época de Jesús ya no existía tal estado desde hacía mucho tiempo. La gran familia patriarcal había desaparecido prácticamente, habiéndose convertido la responsabilidad y la práctica del levitazgo en algo facultativo. La distinción entre hermanos y primos se había establecido claramente» (p. 31). Se ignora de dónde ha sacado el autor esta información; basta con leer a S. Goldin, l 999, para comprender que el levitazgo todavía se estuvo practicando de forma regular hasta el siglo XI. Yendo todavía más lejos, Alain de Benoist considera el episodio en el que Jesús confía a su madre, María, a su discípulo Juan (y viceversa) -lo que no se comprende bien si Jesús hubiera tenido hermanos menores-, por los argumentos decisivos tradicionales de los racionalistas; los sinópticos no lo mencionan, así pues, se trata de una glosa cristiana. Esto hace pensar que se trata de una filiación «espiritual» entre María y Juan (pág. 35), olvidando que san Juan prosigue diciendo: «Desde ese momento, el discípulo la acogió en su casa» (Jn 19,27), lo que quiere decir claramente que él se va a ocupar (también) materialmente, como debe hacer todo hijo con su propia madre. Si María hubiera tenido otros hijos, además de Jesús, sería a ellos a quienes correspondería esta tarea y no a Juan el apóstol. 139 Véase J.-B. Frey, 1930. 140 A. de Benoist, 2006, p. 18, cita esta inscripción y concluye: «Al haber muerto la madre en el lecho, la mención de un "primer nacido" no excluye, evidentemente, un nacimiento posterior». Pero no explica por qué se ha empleado el término prótotokos en este caso concreto, y no, por ejemplo, monopais, monotokos o monogenés, que designa al hijo único, sino que entraña la hipótesis de que todas estas palabras pueden tener un significado muy cercano: el de un niño que no ha tenido hermanos o hermanas.
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muerta al dar a luz su primogénito, cuyo cuerpo «castamente nutrido», como precisa su epitafio, queda oculto en el fondo de su tumba141• Es lo mismo que cuando Mateo ( 1,25) precisa que José no conoció carnalmente a María hasta el día en que ella dio a luz un hijo, y utiliza una fórmula semítica que no implica ipso facto que la hubiera conocido después 142• Según la etimología, el sustantivo adelphos designa a un hermano ( o una hermana, adelphé¡ de sangre (fraterno, consanguíneo o uterino). Pero en griego helenístico se conoce, al menos, un ejemplo de acepción más amplia de la palabra, a saber: el primo ( en este caso, la prima). Se trata de una inscripción grabada en Téos, en el año 204-203, en honor de Antíoco m y de su esposa Laodiké (Laodicea), sobre una pilastra del templo de Dionisio!". En dos ocasiones se califica a la reina de «hermana del rey» (adelphé basileou), cuando, en realidad, era su prima hermana por línea materna'". En hebreo, como ya hemos dicho, el equivalente de adelphos es ah; la Septante traduce la palabra de este modo. Pero en el universo semítico, ah no se reduce a la acepción de «hermano»: «El hebreo y el arameo van, pues, a desplegar la palabra "hermano" según una gama analógica polivalente que desborda ampliamente su sentido original de hermano ( o hermana) carnal»145, pues, contrariamente a lo que sucede en el griego, estas dos lenguas carecen de una palabra para designar a los primos y primas ( anepsios, en griego) 146. Así pues, los «hermanos de Jesús» son
141
W. Horbury y D. Noy, 1992, inscripción n.º 33. Esta virginidad de María se halla en el núcleo del Protoevangelio de Santiago y del Pseudo-Mateo, en donde se cuenta que sus padres la llevaron al Templo para que viviera una existencia de castidad. El cristiano que cree en la virginidad ante, in y post partum de María está en su legítimo derecho de creer en ella sin que ningún argumento determinante pueda hacerle creer lo contrario; y esto es igualmente válido para el no creyente que considera esta virginidad como puramente «espiritual», es decir, totalmente inexistente. Se puede decir aquí que se trata verdaderamente de una cuestión de fe, sin que se aporten juicios de valor sobre la posición adoptada por unos y otros. 143 Publicada por P. Herrmann, 1965. 144 No hay que excluir una influencia persa, ámbito en el que los términos «hermana-prometida» o «hermana-esposa» son relativamente frecuentes, teniendo en cuenta que el reino de Antíoco III se extendía notablemente por Persia y Media. 145 P.-L. Carie, 2004, p. 48. 146 Este término aparece tres veces en la Septante y una sola vez en el Nuevo Testamento, en san Pablo, en su carta a los Colosianos 4,10, en donde el apóstol menciona a Marcos, el primo de Bamabé. 142
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más bien sus primos, y sus «hermanas» las primas o parientes más próximos 147. ¿Se conoce a sus padres? Sí, porque el evangelista los menciona: se trata de María y de Cleofás, también llamado (H)Alfeo148• De este modo, los famosos «hermanos» de Jesús son, muy probablemente, sus primos más cercanos (primos hermanos), una afirmación que puede verse reforzada por las siguientes constataciones: ¿por qué durante el primer peregrinaje de José, María y Jesús a Jerusalén (Le 2,41-50), el evangelista no hace la menor mención a los hermanos y hermanas de Jesús, si estos existían verdaderamente? Y si Santiago, Judas, José y Simón hubieran sido hermanos carnales o uterinos de Jesús, ¿por qué este último habría confiado a su madre, María, viuda, únicamente a su discípulo Juan, contraviniendo así la regla más elemental de los deberes filiales? Se puede responder a esta pregunta afirmando que Santiago, llamado el Menor, «hermano del Señor», José, Judas y Simón (que sucedió a Santiago el Menor, como segundo obispo de Jerusalén) eran los hijos de otra María, la mujer de Cleofás, que no es la madre de Jesús, ya que siempre se la designa como «la madre de Santiago y de José» (Mt 27,56; Me 15,40) o «la madre de José» (Me 15,47) (la Biblia de Jerusalén distingue un José [Mt 27,56] y un Joset [Me 15,40]) o «la madre de Santiago» (Me 16, 1 ), precisamente para evitar la confusión con María «la madre de Jesús»149.
6. Otros ejemplos El Evangelio según san Lucas también se halla repleto de pequeños detalles anecdóticos que, con mucha frecuencia, no se encuentran en
147 ¿Quién es esta Isabel, la «prima» que María va a visitar y a ayudar durante tres meses (Le 1,39-56)? En realidad, ellas son «parientes», sin que san Lucas explique el grado de parentesco entre ellas, ya que utiliza el término e sungénis, que significa 'emparentado', 'próximo', 'que tienen la misma ascendencia'. Véase P. -L. Carie, 2004, n. 105, p.137. 148 Cleofás era medio hermano de José, como ha demostrado P.-L. Carle., 2004, pp. 50-53. Véase también CI. Roure, 2000 y 2001. 149 Para otros datos sobre la identidad de las dos Marías, véase R. Laurentin, 1967, pp. 176-177.
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otras fuentes, incluso en Flavio Josefo. Esto implica la existencia de una proximidad del evangelista con el medio familiar de Jesús y refuerza el carácter plausible o verosímil de su propósito. Ya nos hemos referido al tetrarca Lysanias, del que Flavio Josefo apenas si habla y que solamente nos resulta conocido por dos inscripciones 150. Cuando él describe la predicación de Juan Bautista, Lucas la sitúa con precisión en el tiempo histórico, al escribir: En el año quince del principado de Tiberio César [ del 19 de agosto del año 28 al 18 de agosto del 29, N. de A.], siendo Poncio Pilato gobernador de Judea [ del año 26 al 36 según las estimaciones actuales, N. de A.], Herodes (Antipas [N. de A.]) tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca del país de Iturea y de la Traconitida, y Lysanias, tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y de Caifás, la palabra de Dios fue enviada a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto (3,1-2). Esta mención de Lysanias es por demás sorprendente, ya que Jesús jamás prodigó su enseñanza en este pequeño estado del Antilíbano. Pero como ya hemos dicho, Lucas era muy probablemente un sirio de Antioquía, y esta información pudo llegarle de la comunidad cristiana de Damasco, vecina del principado de Abila151• Ahora bien, Antioquía y Damasco ( que no están a más de ochenta kilómetros del mar Mediterráneo) se encuentran a poco más de cuatrocientos kilómetros una de la otra, lo que no constituía un obstáculo insuperable para un gran viajero como era Lucas 152• Hablar de
º Véase P.-L. Gatier, 2003, p. 126.
15
151
Un territorio que muy probablemente habría visitado, porque muestra un buen conocimiento de la topografía damascena cuando precisa --en las Actas 9, 11- el nombre que lleva el decumanus de la ciudad; es decir, el eje de carreteras este-oeste, al que denomina la «vía derecha», cerca del cual Pablo recibió el bautismo. Remitimos a Baslez, M.-Fr., 1998, p.188. 152 La red de carreteras romana permitía desplazamientos rápidos y relativamente seguros, incluso cuando el bandolerismo se mantenía como algo endémico, pese a los esfuerzos realizados por parte del Estado para eliminarlo. Consultar sobre este tema Baslez, M.-Fr., 2003a; André, J.-M., y Baslez, M.-Fr., 1993.
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Lysanias es algo que le resulta natural, lo mismo que mencionar las tetrarquías (literalmente «cuatro gobernaciones»); no podía dejar de mencionar a la cuarta, ya que acababa de enumerar las tres primeras153. El episodio de la curación de la mujer que sufría de hemorragias (8,43-48) contiene una precisión un tanto insólita. Esta mujer, aquejada de un flujo de sangre desde hacía doce años, «que nadie había podido curar», como precisa san Lucas, y que había gastado su dinero sin resultado alguno, ya que su estado empeoraba a cada día (Me 5,27), se acercó a Jesús por la espalda y le tocó el.fleco de su manto, y al punto quedó curada. ¿Por qué precisa el evangelista ( al igual que hace Mateo 9 ,18-26 y Marcos 5,21-43) que la mujer enferma tocó el.fleco del mánto de Jesús? Se sabe que en aquella época un varón judío debía llevar cinco prendas de vestir con sus correspondientes accesorios: calzado, una toca, una túnica, un cinturón y prendas interiores. Y Jesús, como judío que era ( cosa que a veces se olvida un poco), se vestía de la misma manera que los demás judíos practicantes de su época. Estos últimos llevaban igualmente un manteo (una especie de capa) con un fleco (o «hilatura trenzada») en las cuatro esquinas. Se trataba de un detalle acorde con los mandamientos de Dios que figuraban en el Antiguo Testamento, en los libros Nombres 15,38-39 y Deuteronomio 22,12. El fleco del manto revestía una gran importancia religiosa para el espíritu de los judíos, ya que, adornado con un hilo de púrpura violeta, permitía diferenciar a los judíos de los paganos y constituía un recordatorio de su Ley. En el pasaje perteneciente al libro de los Nombres, el término hebreo para este ornamento era tsi-tsit, y en el que figura en el Deuteronomio el término es gedilim, que podría traducirse por 'trenza'. En los Evangelios la palabra que se emplea para designar este borde del ropaje de Jesús, que algunas personas trataban de tocar para verse curadas, es kraspedon, que viene a significar 'bordado' o 'trenza' de un
153
A la muerte de Herodes el Grande su reino fue dividido en cuatro: Arquelao se convirtió en etnarca de Judea (Augusto le había rechazado el título real) y Antipas, Filipo (o Filipo el tetrarca) y Lysanias recibieron el título de «tetrarcas», es decir, 'jefe de un cuarto' (del reino de Herodes); la tetrarquía era un sistema de gobierno de un imperio o de una región que comprendía a cuatro personas.
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vestido. La extremidad que quedaba libre del manteo se echaba sobre el hombro y caía por la espalda, lo que permitía cogerla por detrás, lo que habría permitido a esta mujer enferma tocarla en medio de la multitud. Pero ¿por qué quería tocar esta trenza? ¿Por qué no se contentó con rozar solamente su manteo o incluso la mano, lo que habría sido más fácil para ella? Pues porque «esos bordados podían desempeñar eventualmente una función propiciatoria: alejaban el mal, según el Talmud154». Únicamente una persona que estuviera familiarizada con este simbolismo podía conocer esta particularidad, y mencionarla, solo un testigo que hubiera presenciado la escena. Más adelante, en el capítulo 13,1, cuando Jesús habla de la interpretación de las señales de los tiempos mesiánicos que anunciarán el Juicio, Lucas alude a la masacre perpetrada por Poncio Pilato con los galileos. Este episodio no tiene eco en ninguna otra parte, pero parece plausible ante las actuaciones del prefecto de Judea. Filón de Alejandría y Flavio Josefo narran las ofensas hechas por Pilato a los sentimientos religiosos del pueblo judío; por ejemplo, cuando introdujo en Jerusalén las insignias romanas que llevaban la imagen del emperador o los escudos en los que figuraban grabados su propio nombre y el de Tiberio155• También financió la construcción de un acueducto utilizando el dinero que había confiscado al tesoro del Templo de Jerusalén. Aun cuando los hechos mencionados puedan ser exagerados, los dos autores judíos dibujan el retrato de un hombre inflexible, corrompido y cruel, que encuentra eco en esta breve mención del evangelista. Justo después, en 13,4, Lucas evoca un episodio dramático que llenará de luto a Jerusalén: la destrucción de la torre de Siloé, que causó la muerte a dieciocho personas. Este suceso no ha sido contado por Flavio Josefo u otros autores contemporáneos, y el emplazamiento de esta torre no se
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Chr.-G.Schwentzel, 2013, p.161, Me 6,56 precisa que allá por donde fuera Jesús, aldeas, ciudades o poblados, se ponía a las personas enfermas por donde él (Jesús) pasaba para que pudieran tocarle, aunque tan solo fuera el borde de su manto «y todos cuantos lo tocaban se curaban». 155 Filon, Legatio ad Gaium 38,229-305; Flavio Josefo, BJ 2 9,2-4 (169-177); AJ 18 3, 1-2 (55-59).
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conoce. Quizás se tratara de una torre de la Puerta de la Fuente, situada justo al lado de la piscina de Siloé; quizás se encontrara ubicada en las afueras de la ciudad y no llegara a reconstruirse tras su derrumbamiento. Fuera como fuese, estos dos acontecimientos se integran en una realidad que invitaba al auditorio a un acto de contrición. Se tiene la impresión de que Jesús utilizó estos episodios que acababan de producirse para hacer comprender de mejor manera a quienes le escuchaban la importancia vital del arrepentimiento: «¿creéis que la falta de esos galileos o de esas dieciocho personas fue más grande que la de todos los hombres que viven en Jerusalén? No, yo os lo digo; pero si no queréis arrepentiros, pereceréis del mismo modo» (13,4-5). Jesús extrae una lección de esos dos dramas que acaban de producirse, y su enseñanza adquiere una vigencia total. Treinta o cuarenta años más tarde una cosa así carecería de sentido. El episodio de Zaqueo resulta muy pintoresco ( 19, 1-1 O). Lucas es el único que lo cuenta. La actitud de este hombrecillo, publicano de oficio, resulta muy conmovedora. Vecino de Jericó, se entera de que Jesús va a pasar por la ciudad y desea verlo. Se diría que no tiene otra intención más que esa; empujado por la curiosidad, quisiera ver a ese personaje del que habla todo el mundo. Pero como es muy bajo y hay mucha gente arremolinada, no le va a ser posible cumplir su deseo. Uno puede imaginarse fácilmente al pequeño Zaqueo intentando abrirse paso a través de un bosque de piernas, de brazos y cabezas, dando saltitos para poder ver pasar la figura de Jesús. De repente se le ocurre una idea: subirse a un árbol. Y aunque no importe la clase de árbol al que se sube, Lucas detalla que se trataba de un sicomoro. ¿A cuento de qué viene esa precisión? Peter Williams lo explica muy bien156; en primer lugar, porque el sicomoro es una especie de higuera alta que tiene largas ramas horizontales situadas a poca altura del suelo (lo que permite una ascensión fácil, incluso para un hombre de escasa talla), y es un árbol muy apreciado por la sombra que proporciona. Pero lo que resulta interesante, desde nuestro punto de vista, es que esta especie de árbol no crece en cualquier lugar; aparte de
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Véase el anexo 2.
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África central y el sur de la Península arábiga, (un campo geográfico que está alejado de lo que aquí nos interesa), el sicomoro no se da más que en Egipto y en el Oriente próximo (Palestina y Siria), y en ninguna otra parte. Esta es la razón por la que se puede afirmar la gran verosimilitud de este episodio, ya que un autor ( o una comunidad) establecida en Grecia o en Roma jamás habría mencionado, con tanta precisión, un árbol que no les era conocido. Se habría limitado a decir que Zaqueo se había subido a un árbol para ver a Jesús, sin concretar más. La elección de la clase de árbol al que se subió Zaqueo representa, evidentemente, un dato relevante y demostrativo de un episodio de la vida de Jesús.
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EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
En el Evangelio según san Juan se encuentran igualmente varios indicios muy precisos que demuestran que el autor conocía bien el contexto cronológico y geográfico en el cual se desenvolvió Jesús. Bastarán algunos ejemplos para demostrarlo. Pero antes de hacerlo subrayamos un punto importante: al contrario de lo que sucede en los evangelios sinópticos, en los cuales una simple lectura muestra la debilidad de la coherencia cronológica (lo que no enriquece ciertamente su verosimilitud histórica), debido principalmente a la visión catequística de sus autores y a la interpretación de las diversas tradiciones ( orales o escritas) de las que habla Lucas en su prólogo, este de Juan, si bien pone el acento sobre los «discursos teológicos» de Jesús, se muestra con mayor claridad «como el testimonio más verídico de un testigo que ha seguido al Cristo desde su bautismo hasta su muerte»1• Si su evangelio se nos muestra como más elaborado", más «espiritual» o más «teológico», es porque antes de dar la versión final de su relato, el autor ha reflexionado sobre lo que había visto y comprendido, cuando se encontraba al lado de Jesús. Esto es lo que se puede deducir de las constataciones que el mismo evangelista hace, cuando escribe que los discípulos «no lo entendieron todo de golpe» (12,16)3, que «ellos se
1
CI. Guérillot, 2003, p. 134. Incluso si se pueden apreciar ciertas incoherencias fácticas, como al final del capítulo 4, al principio del capítulo 5 y al inicio del capítulo 6, en donde se puede ver a Jesús yendo desde Judea a Galilea, después nuevamente en Judea y, posteriormente, atravesando el lago de Tiberiades, en Galilea. Se ha pensado que el orden de estos capítulos había sido invertido, sin que se pudiesen imputar estos cambios al propio autor. 3 Por sí solo, este pasaje es muy explícito porque el evangelista escribe: «Sus discípulos no comprendieron en un principio estas cosas, pero cuando Jesús fue glorificado, 2
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EVANGELIOS A LA LUZ DE LA H1STOR1A
acordaron» (2,22) o que «ellos todavía no sabían» (20,9) lo que enseñaba y hacía Jesús. Esta es la razón por la que el Evangelio según san Juan «ofrece una vigorosa originalidad, tanto en la sustancia y en la presentación de los acontecimientos relatados como en su inspiración general y en la interpretación que se propone de la figura de Cristo. Los numerosos arameísmos, el claro conocimiento de los métodos de la argumentación rabínica, las precisas afinidades de pensamiento con los documentos del mar Muerto impiden ver, como se ha hecho algunas veces, que sea el producto de un cristianismo ya profundamente helenizado, si bien la influencia del helenismo se aprecia igualmente clara ( ... ) Sobre ciertos puntos, su información parece más segura que la de los sinópticosx". Es cierto que se encuentran en este texto algunas características comunes con los sinópticos: el mismo estilo literario, algunas unidades narrativas similares (la curación del hijo del funcionario real, el caminar sobre las aguas, la unción de Betania, por ejemplo), ciertas logia o el relato de la Pasión; pero se pueden apreciar también diferencias sustanciales que tienen que ver con el plan del relato ( en líneas generales, en los sinópticos la vida pública de Jesús no dura más que un año, se desarrolla esencialmente en Galilea y finaliza con una única estancia en Jerusalén; en el Evangelio de Juan, la actividad de Jesús se desarrolla a lo largo de tres años y se centra en Jerusalén; ciertos acontecimientos no se ven situados en el mismo orden cronológico -como, por ejemplo, el episodio en el que Jesús expulsa a los comerciantes del Templo-, o narra relatos originales -las bodas de Canaán, el encuentro con la samaritana o con Nicodemo, la curación del paralítico en Betsaida, el se acordaron de lo que se había escrito de él, y que habían realizado lo que se esperaba de ellos» (Biblia del canónigo Crampon). Otro ejemplo que muestra claramente que Juan había trabajado su texto antes de darle una versión final es el pasaje en donde escribe, 6, 70- 71: «" ¿No es cierto que os he escogido, a vosotros los Doce? ¿ Y que uno de vosotros es un diablo?". Él estaba hablando de Judas, hijo de Simón Iscariote; era, en efecto él quien habría de entregarlo; él, uno de los Doce». Resulta evidente que este anuncio anticipado, en el cuerpo del texto, no se explica más que por el hecho de que Juan ha establecido la conexión entre la declaración de Jesús y la traición de Judas, en la tarde de la Pasión. Constituye el resultado de un paciente trabajo de reflexión por parte del evangelista. 4 M. Simon y A. Benoit, 1994, p. 82.
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Los EVANGELIOS: _¿_UNA HISTORIA VEROSÍMJL? ALGUNOS EJEMPLOS
lavado de los pies, la entrevista con el gran sacerdote Anás, la aparición a Tomás, etc.-, al igual que otros discursos y temas propiamente juánicos5.
1. ¿ Quién es el autor del cuarto Evangelio? Este tema fue calificado de cuestiónjuánica en el siglo XIX y en la primera mitad del xx, sin que haya encontrado una respuesta definitiva, porque a semejanza de los sinópticos, el cuarto Evangelio es anónimo. El debate sigue abierto. La mayor dificultad radica sobre todo en el hecho de que hay varios nombres en competición: el apóstol Juan, el hijo del Zebedeo, el hermano de Santiago, el discípulo que Jesús amaba, Juan el Anciano o el Presbítero. No existe indicio alguno que permita saber si se trata de un solo personaje, de dos, o incluso de tres individuos diferentes. Los exégetas contemporáneos se inclinan ya sea hacia el anonimato absoluto6 o hacia la posibilidad de que se trate de un discípulo o familiar del apóstol llamado Juan el Anciano7. La tradición de la Iglesia considera que el cuarto Evangelio fue escrito por una sola persona, el apóstol Juan, el hijo de Zebedeo, el hermano de Santiago ( el Mayor), el discípulo que Jesús amaba. Esto es lo que indican Jn 21,24 («Es el mismo discípulo el que dio testimonio de estas cosas y el que las ha escrito; y sabemos que su testimonio es veraz»); la inscriptio del papiro Bodmer 14 (P66) que data de los años 200: («evangelio según san Juan»); la tradición apostólica y patrística, con Ireneo de Lyon ( citando a Papias y Policarpo)8;
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Para más detalles véase J. Zumstein, 2000. Esta es, por ejemplo, la postura de J. Zumstein, 2000, p. 362, o de CI. Moreschini y E. Norelli, 2000, pp. 107-109 (con bibliografía). 7 M. Hengel, 1993. Hengel identifica a Juan el Anciano con el discípulo que Jesús amaba. Cree que el Evangelio según san Juan sería el producto de una «escuela» que él habría dirigido. 8 Ireneo, Contra las herejías 3 1, 1: «Después Juan, el discípulo del Señor, el mismo que había descansado la cabeza sobre su pecho, publicó también un Evangelio, mientras se encontraba en Éfeso, en Asia»; 2 22,5; «Esta es precisamente la edad que tenía nuestro Señor cuando predicaba: el Evangelio lo atestigua, y todos los presbíteros de Asia que han tenido relación con Juan, el discípulo del Señor, también atestiguan que Juan les transmitió la misma tradición, ya que vivió con ellos hasta los tiempos de Trajano. Algunos de estos presbíteros no habían visto solo a Juan, sino también a otros apóstoles, y todos escucharon lo mismo y atestiguaron el hecho». 6
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el Canon de Muratori; Clemente de Alejandria9; Eusebio de Cesarea'", etc. Ninguna de estas propuestas se apoya en testimonios incontestables, como para poder hacerse una idea de quién es el autor, al leer su evangelio. También es notable la frecuencia de los semitismos y la familiaridad existente con las tradiciones judías 11; los excelentes conocimientos de la topografia y de la geografia de Palestina; una terminología teológica utilizada a propósito". Y, por último, su presencia en los momentos clave de la vida pública de Jesús, especialmente en el monte Tabor, en la última cena, al pie de la cruz o delante de la tumba vacía. Tras un relato equilibrado y bien elaborado, se transparenta la presencia de un autor instruido y culto. Pero ¿se trata de este mismo Juan, del discípulo que Jesús amaba y compañero de Pedro, del que dicen las Actas que era una persona sin instrucción ni cultura? (Ac 4,13). ¿Es posible convertirse en una persona tan docta y esclarecida, después de haber vivido años en la ignorancia? No obstante, el hecho es que, después de Pentecostés, los apóstoles de Jesús aparecen como hombres «nuevos», tras la efusión del Espíritu Santo. El caso del rabino Akiva ben Yosseph permite responder de forma positiva a esta pregunta. Según la tradición rabínica, este modesto pastor, nacido hacia mediados del siglo 1 d. C., fue hasta los cuarenta años de edad un am ha 'aretz, un perfecto ignorante13, antes de convertirse, tras años de estudio de la Torá, en un elemento principal de la elaboración de la Mishna, es decir, en uno de los fundadores del judaísmo rabínico. Todo hace suponer que le hubiera sucedido lo mismo a Juan 14•
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Clemente de Alejandría, Hypotyposes, en Eusebio de Cesarea, Historia eclesiás-
tica 6 14,7. 10
Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica 3 31,3; 4 14,3-6. Como, por ejemplo, el hecho de señalar que las jarras de Caná son de piedra, material considerado como apropiado para contener el agua destinada a las purificaciones de los judíos. 12 Ejemplos ofrecidos en H. Conzelmann y A. Lindemann, 1999, p. 397. 13 Este es el sentido que se le da al térmíno am ha 'aretz en el TalmudBavlis Pesahim, 49. 14 Véase CI. Guérillot, 2003, p. 86. Para este autor, Juan el Evangelista «poseía una doble cultura, judía y griega. Pero, en un principio, no era más que un simple kohen» (p. 294). Además, se sabe que un buen número de sacerdotes y de levitas, cuyos ingresos eran escasos, trabajaban frecuentemente en otra profesión, además de su servicio sacerdotal, como recuerda P. Prigent, 2010, p. 69. Así pues, Juan pudo ser pescador, como indica Mt 4,21 y Me 1, 19, y poseer, al mismo tiempo, un buen conocimiento de la Torá. 11
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Claude Tresmontant y Jacqueline Genot-Bismuth van, incluso, más lejos. Para ellos, Juan-Yohanan, el autor del cuarto Evangelio, era un káhen, un miembro de la clase sacerdotal, y habitual de la casa del gran sacerdote Anán, Bet Hanin, como precisa el Evangelio con estas palabras: « ... siguieron a Jesús, Simón Pedro y otro discípulo; y ese discípulo era conocido del Gran Sacerdote, y entró con Jesús en el vestíbulo (prozdor) del Gran Sacerdote. Pero Pedro se quedó afuera, a la puerta. Entonces salió el discípulo, Juan, que conocía al Gran Sacerdote, y tras hablar con el guardia hizo entrar a Pedro» (Jn 18, 16-17)15• Al analizar la terminología judiciaria y la retórica de Juan, Jacqueline Genot-Bismuth sostiene la plausibilidad de la hipótesis según la cual «Juan, en su versión original, es el testigo, en lengua hebrea, de un contemporáneo; es decir, de un actor de los acontecimientos sucedidos»16• Por su parte, Paul Veyne considera que «resulta, por consiguiente, difícil no apreciar la imperiosa autenticidad del testimonio ocular de Juan, que proporciona un sentimiento de realidad, de algo vivido»17•
2. Pequeños indicios muy significativos Para sostener el hecho de que el Evangelio según san Juan contiene informaciones de primera mano, existen pequeños indicios que hablan mucho mejor que las sensacionales revelaciones hechas en ocasiones, las cuales, con mucha frecuencia, se vienen abajo en cuanto se mencionan. El ejemplo de la curación del hijo del funcionario real de Cafarnaún es uno de ellos.
15 El hecho de que Juan se permitiera, en el momento del proceso de Jesús, delante de Anás, dar un orden al criado para que hiciera pasar a Simón Pedro constituye un claro indicio de la familiaridad (léase autoridad) que tenía el apóstol en el entorno del gran dacerdote. Claude Tresmontant también explica por qué no fue Juan el primero en penetrar en la tumba (lugar impuro), tras la resurrección de Jesús: «¿Por qué Simón, apodado Keifa el Piedra, que seguía al otro discípulo, entró en la tumba? Porque no era káhen y, por consiguiente, no le estaba prohibido hacerlo. ¿Por qué el otro discípulo, al que no se quiere mencionar, terminó por entrar también en la tumba? Porque comprendió que no había ningún muerto allí dentro. Así pues, podía entrar». CI. Tresmontant, 1994, p. 286. 16 J. Genot-Bismuth y J. Genot, 1992, p. 233. 17 P. P. Veyne, 1996, § 49.
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Jesús se halla en Cana 18, cuando un funcionario del rey Herodes Antipas, el tetrarca de Galilea y de Perea, sabiendo que se encuentra allí, va a verle para pedirle que cure a su hijo pequeño, cosa que Jesús hará (Jn 4,46-53). En tres ocasiones utiliza Juan el verbo katabainá, que significa 'descender' (de una montaña, de un caballo, de una planicie, de una escalera, etc.): «Le rogó que descendiera para curar a su hijo» (4,47); «Señor, desciende antes de que muera mi hijo» ( 4,49); «y él descendió» ( 4,51 ). Lógicamente, Juan habría debido utilizar los verbos «venir» y «partir»: «Ven a curar a mi hijo»; «ven antes de que muera mi hijo»; «y él partió». Ahora bien, en este caso concreto, él utiliza un verbo cuyo sentido no alberga la menor duda: es necesario dejar un lugar que se encuentra en una altura para ir a otro sitio que se halla en un plano inferior. Juan utiliza un sentido figurado, pero muy literal. ¿Por qué? Porque sencillamente Cana se encuentra a casi trescientos metros sobre el nivel del mar, mientras que la localidad de Cafarnaún se halla doscientos metros por debajo; quinientos metros de un continuo desnivel en un entorno de treinta kilómetros, distancia que separa las dos aldeas. Cuando el funcionario regresó a su casa, en Cafarnaún, y preguntó a sus criados en qué momento quedó curado su hijo, ellos le contestan «Ayer, a la séptima hora». El padre, tras haber dejado a Jesús en Cana, ha estado caminando toda una jornada ( entre los judíos el cambio de día se hacía al crepúsculo) para poder llegar por la tarde a Cafarnaún y encontrarse con sus servidores, que le van a transmitir la «buena nueva». ¿Se pueden inventar todos estos detalles, tan anodinos en apariencia, y sin embargo tan llenos de informaciones adquiridas de visu?19• Se encuentra la misma precisión cuando Juan evoca algunos edificios jerosolimitanos. Por ejemplo, en el episodio de la curación de un enfer-
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El lugar se ha identificado como Khirbet Kana («la ruina de Cana», en árabe palestino), 14 kilómetros al norte de Nazaret. Véase Schein Br. E. 1983, pp. 189-190; Jack D. Olive «Field Director 's Reports», en Excavations at Khirbet Cana: 1998-1999, Preliminary Reports, ed. Douglas R. Edwards. 19 En el episodio que sigue poco después, el de la curación de un enfermo en la piscina de Bethesda (5,1-18), Juan escribió que Jesús «subió» (avÉ~T])a Jerusalén. El propósito es exactamente el mismo: Jesús partió de Cafamaún para llegar a la ciudad santa, que se sitúa a unos 700-800 metros de altitud. El autor del cuarto evangelio conocía bien la geografía del país.
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mo en la piscina de Bethesda (5,1-18)20-que solamente él menciona-, precisa que tenía cinco pórticos. Durante mucho tiempo se ha estado investigando sobre la posible existencia de semejante lugar, porque resulta dificil imaginar una piscina que tuviera cinco pórticos. La mayoría de los investigadores han rechazado esta idea, considerándola como una creación literaria del evangelista ( o de su «escuela»). Sin embargo, se refieren a ella con precisión tanto Pélerin de Burdeos (hacia el 333)21 como Eusebio de Cesarea, quienes, sin embargo, no ofrecen precisiones topográficas muy concretas. Juan habla de una piscina probática en Jerusalén22 sin aportar detalles complementarios, ya que ese lugar debía de ser muy conocido en aquella época. Es necesario recordar que la ciudad de Jerusalén fue completamente transformada en el año 135 por el emperador Adriano, que hizo edificar en ese lugar una ciudad nueva, Aelia Capitolina. Consagró el sitio de Bethesda enAsclepeion (santuario dedicado al dios sanador Esculapio). En la época bizantina se erigió una imponente basílica para unir las dos piscinas, gracias a un sistema de pilastras y arcos. Posteriormente, los persas y sus aliados judíos destruyeron todos los lugares santos de Jerusalén, en mayo del año 614, y el doble santuario fue arruinándose antes de desaparecer, poco a poco, más o menos escondido en los solares
20 Para el análisis del nombre propio de Bethesda, véase M. L. Rigato, 2005, pp. 44-45. Según Jacqueline Genot-Bismuth, el nombre de Bethesda procede del arameo Bet Hisda o Hasda, que significa 'la Piedad' o 'la misericordia', apelación popular procedente probablemente de la reputación milagrosa de sus aguas. 21 Pélerin de Burdeos: «Hay, al lado del Templo (de Salomón), dos grandes piscinas, una a la derecha, otra a la izquierda. Más al interior de la ciudad se encuentran dos estanques gemelos que se llaman Bethsaida, que tienen cinco pórticos». N. Van del Vliet, 1938; Eusebio, Onomasticon 260: «Piscina en Jerusalén, que también es la Probática, que en otro tiempo tenía cinco pórticos», citado por S. CI. Mimouni, 1995, p. 476. 22 «Ahora bien, existe en Jerusalén una piscina probática, que se llama en hebreo Bethzata, que tiene cinco pórticos» (5,2). El término griego probaton -