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Spanish; Castilian Pages 336 [334] Year 2001
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Klaus Zimmermann y Thomas Stolz (eds.) Lo propio y lo ajeno en las lenguas austronésicas y amerindias Procesos interculturales en el contacto de lenguas indígenas con el español en el Pacífico e Hispanoamérica
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Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico Language and Society in the Hispanic World Editado por / Edited by Julio Calvo Pérez (Universitat de València) Luis Fernando Lara (El Colegio de México) Matthias Perl (Universität Mainz) Armin Schwegler (University of California, Irvine) Klaus Zimmermann (Universität Brement)
Vol. 8
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Klaus Zimmermann y Thomas Stolz (eds.)
Lo propio y lo ajeno en las lenguas austronésicas y amerindias Procesos interculturales en el contacto de lenguas indígenas con el español en el Pacífico e Hispanoamérica
Vervuert
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Iberoamericana
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2001
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Impreso con la ayuda de la Universidad de Bremen
Reservados todos los derechos © Iberoamericana, Madrid 2001 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.iberoamericanalibros.com © Vervuert, 2001 Wielandstrasse. 40 – D-60318 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: 49 69 597 87 43 [email protected] www.vervuert.com ISBN 84-8489-036-8 (Iberoamericana) ISBN 3-89354-378-3 (Vervuert) Depósito Legal: SE-3366-2001 Cubierta: Michael Ackermann Fotografía de cubierta: Adrian Boot, Puerto de Acapulco, siglo XVII Composición: Anna Sabater Fuentes Impreso en España por: Publidisa (Sevilla) www.publidisa.com Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro
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ÍNDICE
Prólogo Klaus Zimmermann/Thomas Stolz: Procesos interculturales e hispanización en el contacto de lenguas en el Pacífico e Hispanoamérica .........................................................................
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I. Aspectos generales ................................................................................
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Klaus Zimmermann: Interculturalidad y contacto de lenguas: condiciones de la influencia mutua de las lenguas amerindias con el español .............................................
17
Christel Stolz/Thomas Stolz: Hispanicised Comparative Constructions in Indigenous Languages of Austronesia and the Americas ....................................................................
35
II. Estudios sobre los contactos de lenguas amerindias y el español en América .................................................................................................
57
Pieter Muysken: Spanish Grammatical Elements in Bolivian Quechua: The Transcripciones Quechuas Corpus .......................................................................................
59
Julio Calvo Pérez: Préstamos, calcos y paráfrasis del castellano al quechua: Mecanismos para su evaluación y adopción .......................................................................
83
Germán de Granda: El español del noroeste argentino y su inserción en el área lingüística andina. Implicaciones metodológicas ............................................................
107
Ewald Hekking: Cambios gramaticales por el contacto entre el otomí y el español ............
127
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Martina Schrader-Kniffki: Algunos aspectos del papel de las palabras funcionales para y para que en el contacto de las lenguas zapoteca y española (México) .....................
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José Antonio Flores Farfán: Spanish in the Nahuatl of the Balsas River Basin During the XXth Century: From Language Shift to Language Appropriation and Resistance ....
179
Francesc Ligorred Perramon: La literatura maya-yukateka entre la creación poética propia y la expansión lingüística ajena ..................................................................................
199
III. Estudios sobre los contactos de lenguas indígenas y el español en Austronesia ........................................................................................
219
Angela Bartens: El chabacano, un caso de relexificación del (proto-)criollo portugués ......
221
John U. Wolff: The Influence of Spanish on Tagalog .........................................................
233
Rafael Rodríguez-Ponga: Los numerales hispano-chamorros .............................................................
253
Paloma Albalá Hernández: Voces indígenas americanas en las lenguas del Pacífico ...........................
279
Elizabeth Keating: Spanish and the Missionization Effort on Pohnpei Language and Cultural Influences ....................................................................................................
295
Steven Roger Fischer: Hispanicization in the Rapanui Language of Easter Island .......................
313
Los autores ................................................................................................
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PRÓLOGO: Procesos interculturales e hispanización en el contacto de lenguas en el Pacífico e Hispanoamérica Klaus Zimmermann / Thomas Stolz
El presente libro reúne la mayoría de las ponencias del coloquio Lo propio y lo ajeno en las lenguas de Austronesia y Amerindia - Procesos interculturales en el contacto lingüístico alrededor del Pacífico, que tuvo lugar del 16 al 18 de abril de 1999 en Bremen, organizado por Klaus Zimmermann y Thomas Stolz. El coloquio tuvo la finalidad de llamar la atención del público especializado en un área de investigación, cuya relevancia para diferentes disciplinas como la lingüística, la filología y las ciencias sociales no había sido suficientemente considerada hasta entonces. Tomando como ejemplo la hispanización, o sea la influencia del español en las lenguas y culturas austronésicas y amerindias, se quiso analizar y discutir fenómenos como el préstamo, la transferencia, las imposiciones lingüísticas, la criollización, el language intertwining y la mezcla lingüística, no solamente como indicios de aculturación y transculturación, sino como factores de interculturalidad, entendida como un proceso diferenciado a nivel histórico y regional. En general, los procesos de influencia lingüística son analizados por las respectivas disciplinas individuales (hispanística por un lado, lingüística antropológica por otro) solamente en una dirección. Pensamos que este ángulo de visión, marcado por las disciplinas individuales, no puede captar adecuadamente la complejidad del proceso de intercambio, por lo que proponemos un ángulo de visión que considere de manera constitutiva la interdependencia de la influencia mutua. Adicionalmente a este punto de vista, el coloquio quiso llamar la atención sobre otra confrontación más: la comparación de estos procesos de influencia mutua en diferentes regiones del antiguo reino colonial español, por un lado en Filipinas y Austronesia, y por el otro en Hispanoamérica. En Austronesia y Filipinas, la influencia del español en las lenguas de la región fue muy fuerte, y la de las lenguas indígenas de la región en el español más bien
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débil. Además, la lengua española como lengua dominante ha sido sustituida por otras (el inglés) en el siglo XX. La influencia del español en las lenguas indígenas y al revés, el de las lenguas indígenas en el español en Hispanoamérica, es vista hasta ahora por la comunidad científica de manera polémica. Aunque existen muchos trabajos de investigación sobre este tema, en la lingüística hispánica predomina el interés por la influencia de las lenguas indígenas en el español. La dirección contraria, la influencia del español en las lenguas indígenas, ha sido considerada de manera sistemática y con fundamento teórico muy tardíamente. Como en Hispanoamérica el contacto de las lenguas indígenas con el español perdura hasta hoy, tenemos aquí una situación histórica diferente a la austronésica. Esto ofrece la posibilidad ideal de comparar, y con esto hacer más generalizables los resultados obtenidos por la ya más avanzada investigación de la hispanización de lenguas autóctonas en Latinoamérica, esta situación con la de Filipinas y Austronesia. Como existe un número mucho mayor de trabajos sobre la influencia de las lenguas indígenas en el español, sobre cuyos supuestos metodológicos y apreciación, sin embargo, no existe consenso, el coloquio centró principalmente su atención en la menos considerada hispanización de las lenguas y culturas indígenas, incluyendo las lenguas criollas y un caso de la influencia contraria (español andino) a título de comparación. Ni la lingüística austronésica ni la hispánica, y menos todavía la lingüística general de contacto, se ha preocupado de manera satisfactoria de los fenómenos de contacto lingüístico en las lenguas de esta región del Pacífico, las cuales sufrieron una hispanización por lo menos tan fuerte como las lenguas amerindias de México o de otros países latinoamericanos. Por eso, una de las finalidades del coloquio fue la compilación de investigaciones individuales hechas en varias partes del mundo sobre el tema, y la creación de un foro común para los investigadores. Con la perspectiva doblemente comparativa, por un lado, entre las regiones del Pacífico y de Hispanoamérica, y por otro, entre los préstamos dentro de las lenguas indígenas y los préstamos dentro del español, ha sido posible para la investigación de procesos de contacto intercultural verificar un aspecto recíproco hasta ahora no considerado, que, sin embargo, tiene importancia para la lingüística de contacto. Hasta la fecha, los procesos de influencia sólo han sido mayoritariamente descritos como fenómenos de préstamo de manera aislada, esto es, enfocando una sola lengua – un hecho que nos priva de la posibilidad de percibir las diferencias en las condiciones sociohistóricas, los mecanismos modulares y los fenómenos recurrentes, los cuales permiten sacar conclusiones seguras sobre los procesos generales de influencia lingüística y sus bases dentro del contacto lingüístico.
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Es importante que en el futuro no se hagan únicamente registros de fenómenos lingüísticos estructurales. No sólo el préstamo superficialmente visible debe ser entendido como un proceso de contacto. Los aspectos semánticos y pragmáticos de la interculturalidad también deben ser considerados, a los cuales han de añadirse las visiones del mundo inherentes a la lengua. Entendidos de esta manera, los conceptos de interculturalidad y comunicación intercultural, que hasta ahora casi no tuvieron importancia en la investigación de contactos lingüísticos, pueden contribuir a descubrir una dimensión adicional fructífera. Actualmente, la discusión sobre la apreciación de los hispanismos gana creciente importancia político-cultural en los círculos indigenistas a ambos lados del Pacífico. Por un lado, los hispanismos integrados en mayor o menor grado en las respectivas lenguas indígenas son frecuentemente interpretados por los hablantes, especialmente en América Central, como símbolo de lo ajeno, y vistos por algunos sociolingüistas incluso como indicadores de la muerte incipiente de la lengua. Por otro lado, principalmente en Oceanía y Filipinas, estos indicadores son entendidos como parte integrante de lo propio, fundamentando así un tipo de hispanidad cultural heredada, la cual posibilita el establecimiento de una frontera simbólica con relación a lo nuevo y ajeno, en este caso a la cultura estadounidense representada por la lengua inglesa. Esta diferencia importante a nivel de psicología y política lingüística, que define el elemento hispánico en las lenguas de Amerindia y de Austronesia en un caso como algo ajeno, y en el otro como algo propio, tiene también gran relevancia para la sociolingüística, la investigación de políticas lingüísticas y las investigaciones sobre el desplazamiento y la amenaza de extinción de dichas lenguas. A partir de las guerras de independencia, la especificidad del español en América –y sobre todo las influencias de las lenguas amerindias– tiene un papel importante en la constitución de la identidad mexicana, venezolana, colombiana etc., estableciendo una de las diferencias con España, la antigua metrópoli. Por esta razón, la dimensión de estas influencias aparentemente ha sido exagerada con frecuencia por partes interesadas. (Además, se sabe que, desde los planteamientos de Rufino José Cuervo, la pregunta de si el español se diversificará de manera similar como ocurrió con el latín ha sido motivo de discusión durante decenios, lo que en un futuro no muy distante dificultaría el entendimiento mutuo de las diferentes variedades nacionales entre los países hispanohablantes.) No pretendimos situar el coloquio únicamente en el ámbito de la lingüística hispánica y de las lenguas amerindias y austronésicas, sino permitir a título de ejemplo el análisis de casos específicos, considerando ideas recientes de la lingüística de contacto sobre pidginización, criollización, mezcla lingüística y préstamo,
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para poder determinar si la hispanización de las lenguas austronésicas y amerindias encaja en uno o más de los tipos establecidos de contacto lingüístico, o si justifica el establecimiento de un tipo diferente y nuevo. El coloquio debería señalar hasta qué punto se puede establecer una correlación entre, por un lado, frecuencia y tipo de préstamo (patente versus latente, a nivel de léxico versus grámatica) y por el otro, la actitud de los hablantes frente a los hispanismos. La influencia de las lenguas indígenas en el español, al contrario, parece seguir más bien el tipo conocido de préstamo de léxico, lo que posiblemente relativizaría una perspectiva histórica. En la ponencia introductoria, Klaus Zimmermann da una orientación teórica y programática para una consideración simultánea de los conceptos de interculturalidad, comunicación intercultural y contacto lingüístico, estableciendo la relación entre diferentes formas de interculturalidad (conflictiva versus tolerante) y las diversas consecuencias para el contacto lingüístico. En la segunda ponencia, Christel y Thomas Stolz, a partir de la comparación de estructuras lingüísticas de lenguas amerindias y austronésicas en varias regiones, demuestran la similitud de procesos de préstamo en tipos de lenguas completamente diferentes, deduciendo de esta observación importantes conocimientos teóricos sobre aspectos comunes del contacto lingüístico en el mundo hispánico. La función de estas dos ponencias en el coloquio fue también la de fijar un marco para la discusión y mostrar un panorama de la problemática. Surgieron tres áreas temáticas, divididas por regiones. En la primera, que abarca la región andina, se discutió la influencia mutua entre el quechua y el español. Con relación a México, segunda área temática, fueron tratados cuatro escenarios importantes de contacto, el otomí-español, el náhuatl-español, el zapoteco-español y el maya-español. La tercera área temática regional trató de la herencia española en Austronesia, que hasta ahora se puede considerar la menos conocida por el público especializado. Sobre el contacto lingüístico en la región andina hubo tres ponencias. Pieter Muysken analiza influencias españolas en un corpus del quechua boliviano establecido en los años sesenta. En esta variedad del quechua se encuentra la influencia más fuerte hasta ahora detectada. El autor muestra paradigmas selectivos, duplicaciones de elementos del español y del quechua y una reestructuración del sistema quechua. Julio Calvo, que está elaborando un diccionario del quechua, se concentra en los aspectos a nivel del léxico del contacto lingüístico. Presenta y clasifica los préstamos léxicos del español encontrados en el transcurso de este proyecto, y los cuestiona con relación a fenómenos como calcos y paráfrasis, discutiendo también aspectos de la elaboración de terminologías adaptadas al mundo
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occidental. Germán de Granda demuestra en su ponencia, que las descripciones existentes del español del noroeste de Argentina, procedentes de la lingüística hispánica, falsifican totalmente por razones de ideología científica la imagen de esta variedad, por no considerar las influencias del quechua en el español de esta región. En la parte dedicada a México, Ewald Hekking compara influencias gramaticales del español en el otomí (en la lengua hablada) con la variedad española de los otomíes (lengua escrita), buscando posibles causas que determinan estos fenómenos de contacto lingüístico. Martina Schrader-Kniffki compagina un planteamiento de la lingüística de contacto con uno del análisis de discurso, y muestra que por la introducción del uso de la preposición española para y de la conjunción para que en el zapoteco constituye una nueva posibilidad de expresión argumentativa antes no existente en el zapoteco. José Antonio Flores Farfán ofrece un panorama general de factores socio-lingüísticos y de consecuencias del contacto lingüístico entre el náhuatl y el español en la región del Río Balsas (costa del Pacífico) de México. Varias comunidades indígenas de Iberoamérica desarrollan actividades para proteger la propia cultura de la presión del español y generar una literatura escrita autóctona, lo que en México, en parte, recibe el apoyo del Estado, a través del otorgamiento de premios. Entre los mayas, esta producción está más desarrollada, además de vinculada a una conciencia étnica muy alta. Francesc Ligorred comenta la producción de talleres de literatura en Yucatán, apoyados por él mismo. En la región de Austronesia tratamos situaciones bastante diferentes y hasta la fecha poco estudiadas. En Filipinas, se ha desarrollado, por un lado, una lengua criolla, el chabacano, que por cierto no surgió in situ, y cuya estructura es explicada por Angela Bartens; y por el otro, el español que ha influido en las lenguas indígenas de Filipinas, con consecuencias que son analizadas en detalle por John Wolff en el caso de los préstamos de léxico en el tagalo. La forma de los préstamos, como por ejemplo sufijos aplicados también a palabras del tagalo, le lleva a la conclusión de que no fueron los hablantes del español culto los que causaron estas influencias, sino un grupo bilingüe específico, que hablaba un español con influencias del tagalo. Rafael Rodríguez-Ponga presenta un aspecto claramente estructurado de la influencia del español en el chamorro de la isla de Guam. Se trata del sistema numeral en todas sus facetas, a partir del cual discute la cuestión de la posición del chamorro entre lengua criolla y mezcla lingüística. Carmen Paloma Hernández-Albalá ofrece una relación, en varias lenguas indígenas de Austronesia,
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de indoamericanismos, que entraron en cantidad significativa en estas lenguas a través del español o de otras lenguas. La investigadora analiza un fenómeno de contacto lingüístico producido por una lengua colonial, en culturas indígenas separadas entre sí por grandes distancias un caso también muy frecuente en Iberoamérica. Además de estos casos de hispanización ocurridos ya en la época colonial cabe distinguir otros dos: el de las influencias del español, a través de actividades misioneras, en el ponapeño (en el fondo superpuesto por el inglés), un proceso que se realiza desde hace sólo un siglo, presentado por Elizabeth Keating, y el de la influencia masiva, desde hace aproximadamente treinta años, del español chileno en el rapanui de la Isla de Pascua, que, según el análisis de Steven Roger Fischer, es la causa de la sustitución extremadamente acelerada de esta lengua indígena, lo cual probablemente provocará su muerte. En casi todas las ponencias se manifiestan problemas comunes y explicaciones contradictorias, que en el futuro seguramente continuarán caracterizando la discusión en la investigación de contactos lingüísticos. Entre otros aspectos se discutieron las cuestiones del «vacío» en el sistema de la lengua-réplica, como una causa del préstamo, y la motivación comunicativo-pragmática del préstamo, tanto desde el punto de vista complementario como alternativo. Otros puntos controvertidos fueron por un lado, la cuestión de la «determinación» o fatalidad de las influencias, y por el otro la intencionalidad controlada hasta la resistencia a influencias. Tal vez muchos de los investigadores interesados en las lenguas analizadas aquí todavía consideran el tema del coloquio como algo marginal, ya que en el canon temático tradicional de las especializaciones respectivas dominan planteamientos completamente diferentes, aparte de que postulados teóricos fijos están impidiendo el reconocimiento del contacto lingüístico. Esto vale especialmente para la lingüística hispánica, que (con pocas excepciones) deja de prestar atención a estos temas de investigación, que en realidad formarían parte de su especialidad, ostentando una ignorancia asombrosa (como lo enfatizó Germán de Granda abierta y críticamente) e imperdonable. A pesar de los análisis detallados, altamente clarificadores e impresionantes y considerando el contexto general de la problemática, cabe reconocer el carácter extremadamente fragmentario del conocimiento sobre procesos de contacto en las regiones consideradas. Son necesarios, sobre todo, estudios adicionales, especialmente con un fondo teórico más moderno y con la perspectiva de una visión conjunta de estos estudios particulares y sus resultados, tanto de manera teórica como en el contexto de la historia de la expansión del español, para poder formu-
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lar conclusiones, tanto generales (teoría del contacto lingüístico) como específicas en el área hispana. Agradecemos a la Fundación Volkswagen su apoyo para la realización del coloquio con una subvención generosa, así como al Instituto Cervantes en Bremen y a su director en aquella época, Manuel Fontán del Junco, por su hospitalidad exquisita y su apoyo logístico en la realización del coloquio en la sede de su institución. Además damos las gracias a Sonia Agostinho, María Martínez Fontdevila, Kai Herkströter, Ute Rotermund y Anna Sabater Fuentes, quienes colaboraron con mucho entusiasmo en la organización del coloquio. Responsable de la redacción y composición del presente tomo ha sido Anna Sabater Fuentes, a quien agradecemos su trabajo minucioso, concienzudo y con un alto nivel de responsabilidad.
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Interculturalidad y contacto de lenguas: condiciones de la influencia mutua de las lenguas amerindias con el español Klaus Zimmermann (Bremen)
1. Introducción La idea de este coloquio surgió de algunas observaciones, estudiando y comparando los procesos lingüísticos que se manifestaron en situaciones de contacto, de encuentro, de conquista, de conflicto, de dominación o de imposición que perduran ya casi cinco siglos en las regiones coloniales y poscoloniales españolas en América o en las regiones donde antes hubo presencia de la cultura y lengua españolas, ahora bajo influencia y dominación de otra cultura y lengua, como Austronesia y partes de Estados Unidos de América. Lo que pasó a nivel lingüístico durante esta época hasta hoy día se ha estudiado de una manera asistemática y carente de una teoría global de este proceso. Consciente de que esta afirmación es tal vez un poco audaz voy a dar algunos argumentos que sostienen esta posición. Mi afirmación se justifica por dos razones: la primera es la fragmentación de las disciplinas lingüísticas que impide una visión adecuada de este proceso; la segunda es la teoría lingüística vigente que conduce a excluir una parte del proceso global del contacto de lenguas por muchos investigadores involucrados en esta rama de la lingüística. Hasta el momento presente ha habido una gran cantidad de estudios dentro de la lingüística hispánica que se han ocupado de las influencias de las lenguas indígenas en las diversas variedades del español de América y de las Filipinas. Partiendo de un enfoque estructuralista, en la mayoría de los casos, el interés de estos estudios se ha limitado a las influencias fonético-fonológicas y léxicas, con menos énfasis en las influencias morfosintácticas. Además tomaron una decisión socio-lingüística dudosa: escogieron como variedad la norma culta. Ha habido algunos ejemplos de estudios de las variedades no-estándar, pero prácticamente no se han tomado en cuenta éstas o las influencias encontradas se han considerado sin importancia, precisamente por el hecho de que estaban restringidas a variedades regionales o no-estándar1. 1.
Una excepción a esta corriente dominante de la lingüística hispánica la constituye Germán de Granda (1988, 1999, 2001 (en este volumen)) con sus contribuciones a las influencias del guara-
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Por otro lado, ha habido muy pocos estudios sobre el influjo del español en las lenguas indígenas. Este hecho se debe a dos circunstancias: los hispanistas, en general, piensan que esta parte del contacto no es su oficio y los lingüistas indigenistas (etnolingüistas) intentan encontrar o reconstruir la lengua autóctona pura y no consideran de importancia y mérito de análisis los préstamos y las interferencias del español en la lengua amerindia. A veces los mencionaron a pie de página pero no les resultó de un interés particular. Lo que resumo aquí en pocas palabras es el resultado de un fenómeno de impacto fuerte. Por un lado la lingüística no ha sido capaz de considerar que, el contacto de lenguas por lo menos en este tipo de situaciones constituye una unidad o aún una interdependencia de dos aspectos de un proceso único. Esta incapacidad se debe a la división –en muchos aspectos justificada y necesaria, pero no en todos– entre diversas disciplinas lingüísticas. Por otro lado, se debe a una concepción restringida del lenguaje, que excluye el hecho de que las lenguas son un medio de comunicación (aspecto pragmático) y que el contacto pasa a través del proceso de comunicación. Además, hay que tener en cuenta que los préstamos de una lengua a otra los hacen los hablantes según criterios determinados (comunicativos, socio- y sicolingüísticos). En lo que sigue, intento dar algunos argumentos que demuestran la utilidad y necesidad de cooperación entre disciplinas todavía separadas que permitan una visión más adecuada del contacto de lenguas.
2. Lenguas en contacto y comunicación intercultural 2.1. Dos conceptos de comunicación intercultural Para abordar la relación de los conceptos de contacto de lenguas y comunicación intercultural me parece importante distinguir dos conceptos de interculturalidad que se vienen manejando en las discusiones actuales. El primer concepto puede llamarse concepto descriptivo-crítico y el segundo, político-pedagógico. La Interculturalidad en el sentido descriptivo-crítico tiene como objetivo en antropología, sociología y sociolingüística, el análisis de lo que pasa cuando se encuentran o enfrentan dos o más grupos étnicos y/o culturales. Acorde con las ní al español de Paraguay y del quechua al español del noroeste de Argentina. Ver también mis estudios sobre el español de los indígenas otomíes en México (Zimmermann 1986), los de Flores Farfán (1999) sobre el español de los nahuas y los de Schrader-Kniffki (2001) sobre los zapotecos. Algo similar pasó con la no consideración de las variedades habladas por los negros deportados a América.
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características conflictivas de muchos de los encuentros interculturales se puede destacar el predominio de estudios que tratan aspectos conflictivos, así como la tendencia a presentar análisis críticos que resultan incluso denunciadores de procesos abiertamente discriminadores o de malentendidos interculturales, que se producen sin la voluntad de los interactuantes y que conducen a situaciones conflictivas. Esto es muy comprensible; sin embargo, cabe subrayar que en el mundo existen también encuentros interétnicos e interculturales en los cuales los procesos potencialmente conflictivos se resuelven en un ambiente de tolerancia, de respeto y de intentos de mutuo entendimiento. Muchos de estos encuentros son aún enriquecedores para ambas partes. Éstos también merecen ser estudiados para delucidar las estrategias utilizadas. El concepto político-pedagógico se deriva del concepto descriptivo-crítico. Constituye la contrapartida de éste y puede definirse como el conjunto de actividades y disposiciones destinadas a terminar con los aspectos y resultados negativos de las relaciones interculturales conflictivas. También se puede entender como una contribución al establecimiento de relaciones pacíficas, al mutuo entendimiento, al derecho de vivir la propia cultura, a la tolerancia y, en fin, a la autodeterminación cultural. El porqué de la interculturalidad como meta política deriva de los efectos negativos de las políticas anteriores: 1° Es una consecuencia lógica de los derechos humanos. 2° Es una consecuencia lógica de la ética. El que no admite el derecho de autodeterminación cultural de otros, nunca en un futuro podría argumentar con sinceridad en contra de una política discriminatoria de otros frente a su propia cultura y/o lengua. 3° Hay que mencionar también un argumento económico. La economía requiere recursos intelectuales (humanos). La opresión cultural, la escolarización imperfecta en combinación con el intento de asimilación cultural, sin embargo, ocasiona un alto grado de desertores o egresados que por el deterioro de su identidad cultural –que es parte de su identidad personal–, quedan profundamente lesionados en su personalidad. Un ser humano que sufre de tal abuso no podrá desarrollar las energías y motivaciones necesarias para contribuir a las actividades creativas y útiles de un país. Una persona con una identidad deteriorada se ocupa inconscientemente de sus problemas de identidad. Sólo algunos pensadores, escritores e intelectuales pueden llegar a objetivar el deterioro de su cultura, transformándolo en objeto de análisis, y sacar incluso un «provecho» haciéndose ideólogos de la resistencia cultural y política. Pero la mayoría gasta sus esfuerzos
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en una actividad semi-asimilacionista y semi-resistente. Otros pueden llegar incluso a oponer una resistencia masiva y militar. 4° Las relaciones interétnicas e interculturales de mutuo respeto y dignidad que proporcionan una identidad positiva a cada uno (en términos étnicos y culturales) y una autoestimación positiva (en términos individuales), disminuyen la posibilidad de futuros conflictos de toda índole, que son negativos para la vida social en general y para la economía en particular. La interculturalidad como meta política debe manifestarse en todos los ámbitos de la estructura estatal empezando por la cooficialización de las lenguas por regiones, el empleo de las lenguas indígenas en la prensa, radio, televisión, en los letreros y carteles, en la administración regional y municipal, en la jurisdicción y, evidentemente, también en la educación. Generalmente, cuando manejamos el concepto de interculturalidad en términos político-educativos, pensamos –de manera simplificadora– en la confrontación de la cultura hispanohablante mestiza/ ladina con una fuerte impronta de la cultura europea/norteamericana-occidental por un lado, y en las culturas amerindias o austronésicas2 por el otro, ya que la problemática más traumática reside en las diferencias entre estas dos culturas (dejando aparte de momento la multiplicidad de manifestaciones diversas que existen dentro de cada una) así como en la relación de opresión y explotación que tanto en el pasado como en el presente se ha mantenido entre las dos culturas. Cabe recordar, que a pesar de la homogeneidad que sugieren los conceptos de cultura amerindia y austronésica manifiestan diferencias considerables entre sí. Por ello, y para reforzar los lazos culturales entre los distintos grupos étnicos en los países respectivos, sería necesario aplicar también el concepto de interculturalidad entre ellos, facilitando el conocimiento de otras lenguas y culturas indígenas a los miembros de cada grupo étnico3.
2.2. La interrelación de los estudios sobre comunicación intercultural y sobre el influjo de lenguas en el contacto lingüístico Por el privilegio de los estudios sobre influjos en las lenguas, había en el pasado a veces una identificación de este tipo de estudios con lo que se llama contacto
2.
3.
El mestizaje y la aculturación de los pueblos nativos en Filipinas son mucho más reducidos además de haber occurrido sólo a partir del siglo XIX pese a la toma de posesión ya en el siglo XVI (cf. Obediente Sosa 1997: 509ss.). No es necesario entrar aquí en más detalles del cómo debe realizarse una política que favorece la interculturalidad. Cf. a este respecto mis planteamientos en Zimmermann (1999).
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lingüístico. Como he propuesto en Zimmermann (1992: 48), tomo el concepto de contacto lingüístico como la noción general. Así, en el contacto de lenguas hay que distinguir por lo menos tres tipos de consecuencias: 1° consecuencias (influencias) en las lenguas, 2° consecuencias en los hablantes (nivel individual y social) y 3° consecuencias en la forma de comunicarse4. Los estudios de comunicación intercultural se centran en el tercero de los tres tipos. Comunicación intercultural no es lo mismo que influjo de lenguas, aunque en muchos casos mantengan una relación estrecha y por ello se presten a menudo a una confusión desagradable e inaceptable. Por esta razón, creemos necesaria una clara delimitación de estos tres aspectos dentro de los estudios sobre el contacto lingüístico. Esto deviene tanto más importante cuanto que se pondrá en evidencia la interdependencia que existe entre estos dos fenómenos y los efectos de esta dependencia. Solamente distinguiendo los aspectos se pueden determinar con claridad estas interdependencias. Ambos procesos, las consecuencias sobre las lenguas y las consecuencias sobre la forma de comunicarse, tienen el mismo marco de acción en común, es decir, el que personas de dos culturas o lenguas distintas tomen parte en una relación interactiva y que con ello «ocurra algo». No se diferencian pues en este punto, sino en la perspectiva bajo la que se estudia este complejo proceso, es decir, en el hecho de que en la investigación del influjo de lenguas y de la comunicación intercultural se persiguen distintos intereses cognoscitivos. Tradicionalmente, la investigación del influjo de lenguas parte de las transferencias (muchas veces pero no únicamente por interferencias) de una lengua a la otra que tiene lugar durante el contacto primero en el habla y después en parte en la lengua. Su objetivo es el de descubrir las particularidades en el uso de la lengua para determinar los cambios que han tenido lugar a raíz de estas transferencias en el sistema y/o la norma5 lingüística de los que hablan las lenguas participantes. El punto de mira está puesto entonces en el sistema y la norma lingüísticos de una u otra lengua. Éste es un objetivo de investigación con una larga tradición y del todo legítimo, pues es irrefutable que en el contacto de dos (o más) lenguas se pueden dar estos cambios. Relativamente nuevo es, por otra parte, otro punto de partida que no apunta a los resultados del contacto de lenguas en el sistema y la norma, sino que –dentro del proyecto de la ampliación pragmática de la lingüística– investiga el transcurso de 4. 5.
Ver con más detalle Zimmermann (1992: 47-74), donde presenta una sistematización de las consecuencias manifiestas en el contacto de lenguas según esta distinción. Aquí «norma» se refiere tanto al concepto de norma de Coseriu (1988: 297) como el de la norma codificada ya que las dos pueden estar afectadas por el contacto.
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la comunicación entre personas que pertenecen a culturas o comunidades lingüísticas distintas. Se trata de constatar qué estrategias para hacerse entender y comprender se desarrollan y aplican al utilizar dos lenguas distintas o sólo una aunque deficientemente; ¿cómo surgen y se resuelven o no se resuelven los conflictos comunicativos?; ¿cómo influyen las actitudes preexistentes sobre lo ajeno/lo otro en la forma de comunicación?, así como también ¿cómo surgen y se transforman en la comunicación?6. También el interés por este ámbito del conocimiento es legítimo si somos conscientes de que aquí el objeto de investigación se ha desplazado y ha pasado de dejar de ser la lengua como sistema y norma para ser otra cosa, a saber, 1° la categoría del acto de comunicación llevado a cabo por parte de los participantes, 2° las estrategias comunicativas y 3° el efecto recíproco que tiene la realización concreta de la comunicación en los hablantes. Cabe remarcar, que también estos puntos de interés se han de considerar objeto de la lingüística y concretamente de la sociolingüística, pues lo que se investiga son las unidades comunicativas de la lengua en su realización (parole), enfocando su función y su intención/efecto sobre el interlocutor. Hasta aquí parece como si por perseguir intereses distintos y utilizar métodos de investigación diferentes estuviéramos ante dos ramas de la lingüística claramente distintas. Sin embargo, pensamos que estas dos corrientes –que se han de entender separadamente– en lo que se refiere al objetivo de aclarar los cambios que se producen en el sistema y la norma lingüísticos, se complementan. Uriel Weinreich, autor de la primera y abarcadora sistemática del contacto de lenguas (1953), formuló la idea fundamental de que el contacto de lenguas tiene lugar en la cabeza de los hablantes. Esta idea nos obliga a diferenciar entre contacto de lenguas y situaciones que potencialmente inducen a tal contacto. No es raro el prejuicio de que sólo por el hecho de que dos lenguas se hablen en un mismo territorio, automáticamente existen influjos de una a otra lengua. La observación de Weinreich de que las lenguas no entran en contacto en el aire, sino en las cabezas de los hablantes y oyentes, nos remite al componente sicolingüístico, es decir, al rol del hablante/oyente en el contacto de lenguas. Sin embargo, todavía nos queda por resaltar otro aspecto, cuyo papel por ser tan trivial pasa inadvertido: el hecho de tener que comunicarse para que la lengua
6.
Cf. van Dijk et al. (1997: 145) definen de la siguiente forma su objeto de interés: «How do people of one cultural or ethnic group speak with members of other groups? How so ethnically ‘different’ people understand each other, interact, adapt themselves, and how do they create or resolve possible communication conflicts?»
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ajena penetre en la cabeza del hablante/ oyente y se elabore. En la comunicación entre hablantes de distintas comunidades lingüísticas estas conversaciones interculturales adquieren una forma diferente según la situación y los conocimientos lingüísticos, pero, por otra parte, también están influenciadas por este tipo especial de situación, es decir, 1° por las deficiencias en el dominio de la lengua, 2° las estrategias especiales reguladoras de la conversación que están en función de garantizar la comprensión en vistas de la falta de un código lingüístico común y eventualmente, 3° por actitudes xenofóbicas de uno o de los dos participantes. Hasta ahora la investigación del contacto de lenguas ha privilegiado los estudios de elementos que se «transfieren de una lengua a otra». Sostenemos que al menos algunas formas de alteraciones del sistema de una lengua producidas por el contacto de lenguas no se pueden considerar como transferencias directas de una a otra lengua, sino que más bien son el resultado de las estrategias comunicativas especiales que se aplican en la comunicación intercultural. En esta relación, podemos distinguir al menos dos estrategias distintas: estrategias que aseguran la comprensión y estrategias que simbolizan la identidad. Además, hay que considerar los efectos indeseados, como apreciaciones erróneas (por ejemplo del tipo de aglutinar el artículo al sustantivo, en castellano: aldea < arab. (al-)daia, alcalde < arab. (al-)qu_d_, o en criollo-francés: lwil < (l’)huile, dlo < (de l’)eau, lapli < (la) pluie y otras aglutinaciones como kiler < quelle heure) y malentendidos. A nuestro juicio, el mejor ejemplo de alteraciones en el sistema lingüístico resultantes de las estrategias que aseguran la comprensión, lo encontramos en ciertos aspectos de la estructura de las lenguas criollas. En las situaciones especiales de contacto lingüístico que han conducido a la configuración de las lenguas pidgin (primero) y criollas (después)7, los hablantes escogieron la estrategia de la simplificación de estructuras que consiste en la desconsideración de reglas gramaticales y de diferenciaciones léxicas, así como en la semantización y asignación de sentido con la ayuda de medios paralingüísticos y contextuales en casos en los que no están en vigor en las lenguas fuentes. Estas estrategias poco a poco se volvieron habituales, llegando a producir sistemas ideolectales de contacto más o menos idénticos que, progresivamente, se fueron igualando y estabilizando hasta configurarse en una estructura unitaria que se conceptualizó como una nueva lengua. Característico de las lenguas criollas sigue siendo todavía –después de 200, 300 e incluso de 400 años de su existencia– su relativa regularidad y simplicidad gramatical en comparación con las lenguas de las que tomó la mayoría de su léxico.
7.
Según el prototipo de formación de lenguas criollas.
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2.3. Simplificación y explicitación como motivos de transferencias lingüísticas: el caso de las palabras funcionales En la lingüística estructural, a causa de la primacía del sistema y de la norma como objeto de estudio, hay una tendencia a atribuir un papel de acción a las lenguas mismas en el contacto de lenguas. Decir que una lengua tomó tal elemento de otra no siempre se entiende como una manera abreviada de decir que los hablantes de una lengua tomaron tal elemento de otra y lo integraron en la suya, o que los hablantes de una lengua al hablar la otra introducen patrones de su lengua a la extranjera, sino se entiende como si la lengua, como sujeto, hubiera tomado tal elemento. En su clasificación de los motivos del préstamo léxico, Weinreich ya escapa a esta tendencia, precisamente por utilizar el término «motivo». Los motivos que presenta los podemos leer como opciones frente a problemas o intenciones comunicativas y sociales. De ninguna manera son «causas» en el sentido de determinación. Tomar prestado para significar algo nuevo podría sustituirse por la traducción, evitar casos de homonimia por un préstamo no es una necesidad ya que las lenguas pueden convivir sin dificultad con este fenómeno universal. El deseo de crear sinónimos a partir de los préstamos obedece a razones de variación estilística, un fenómeno más bien estético; la posibilidad de ser más explícito en el campo semántico por un préstamo que permite diferenciarlo se explica por razones de referencia y esas son en última instancia razones de comunicación; finalmente Weinreich ya tiene previsto el motivo social, es decir, integrar un elemento de otra lengua en su discurso para activar con ello el prestigio o desprestigio de la lengua de la cual procede. Siempre, repito, se esconde un hablante-actor con intenciones comunicativas o sociales (no con una intención de cambio del sistema) detrás de la transferencia. Durante mucho tiempo quedó por sentado que esto vale solamente para transferencias léxicas mientras que en el campo fonético-fonológico y morfosintáctico habría otras leyes. Sobre todo se suponía que esta parte del sistema de una lengua tenía un tipo de inmunidad que no permitía la transferencia salvo en casos y condiciones muy delimitados. Zimmermann (1987) con el ejemplo de los préstamos de palabras funcionales (factor morfosintáctico) del español en el otomí, Thomason/Kaufman (1988) con ejemplos de varias lenguas, y Stolz/Stolz (1995) para las estructuras de comparación en varias lenguas mesoamericanas, han demostrado que esta teoría no es válida. Zimmermann (1995), además, explicita que tal teoría no obedecía a razones empíricas, sino a razones de «preferencias metodológicas». Me permito resumir mi argumentación de entonces en cuanto a las palabras funcionales. Los préstamos de palabras funcionales (preposiciones, conjunciones y
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marcadores del discurso) del español que encontramos en el otomí nos permiten una comparación interesante, además de permitir una visión diacrónica. El caso de las preposiciones nos llevaría a la teoría (a primera vista muy evidente), de que se tomaron preposiciones del español –inexistentes en el otomí– para simplificar un sistema de flexión verbal bastante complejo, que efectuaba lo que expresan las preposiciones en español, y para proporcionar mayor explicitud (Hekking 1995: 186). Pero la comparación con el caso de las conjunciones nos lleva a cuestionar esta explicación. También se toman conjunciones del español al otomí a pesar de la existencia de conjunciones equivalentes en esta lengua. En este caso la explicación por el motivo del relleno de la laguna o de la simplificación no tiene plausibilidad. Además, se podía constatar que hasta hoy en día coexisten las estructuras nativas (formas de flexión verbal) y las estructuras con préstamos. De una encuesta resultó que los hablantes –en el ámbito de la conciencia– no atribuyen diferencia estilística (grado más o menos autóctono) a las estructuras sinónimas. Sin embargo, en un estudio del discurso intercultural intraétnico de los otomíes, Hamel (1988) sostiene que la función global de un discurso (estilo) con más préstamos y con más alternaciones de código (code-switching) es la de reivindicar implícitamente una competencia bilingüe-bicultural. Zimmermann (1987) además descubrió que algunos de los préstamos ya existieron en los siglos XVIII y XIX, ya que se encuentran testimonios de estos préstamos en catequismos en lengua otomí escritos por misioneros hispanohablantes8. También Stolz/Stolz (1995) en sus investigaciones sobre las estructuras de comparación y otros autores que han entrado de pleno en este fenómeno, hasta hace poco apenas percibido, pudieron constatar que el motivo de estos préstamos no es el de llenar lagunas en los sistemas de las lenguas indígenas –como a primera vista se tendía a suponer–, pues en estas lenguas ya existen estructuras autóctonas para expresar estas unidades de significado. A veces parece que contribuyen a una mayor precisión, por ejemplo en el caso del préstamo que, pronombre relativo, que explicita una relación antes inferida por procesos mentales. Pero el conjunto de casos obliga a descartar respuestas aisladas. Por lo contrario, puede resumirse –y postular más estudios discursivos concretos– que estos préstamos son el resultado de transferencias en el habla que en su momento cumplían funciones pragmáticas en tipos de actividad comunicativa caracterizados por su interculturalidad y que a veces siguen con esta función hasta mucho más después de que se integraran en la lengua.
8.
Por ello no descarta la posibilidad que fueran introducidos por el habla deficiente pero prestigiada de los sacerdotes/misioneros.
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2.4. La laguna como motivo de transferencia Atreviéndonos a ir un poco más lejos, diré que: una de las suposiciones más incontrovertibles en la investigación del contacto de lenguas es que los préstamos de unidades léxicas tienen lugar cuando en una lengua existe una laguna, es decir, cuando no existe ninguna palabra autóctona para denominar una cosa, institución o entidad procedente de otro ámbito cultural, en cuyo caso se recurre al lexema de la lengua extranjera. Esta explicación no es del todo errónea, pero se queda corta. Siempre hay una alternativa para solucionar un problema de denominación o comunicación, por ejemplo mediante el calco, el neologismo o acudiendo a lexemas que vienen a expresar algo parecido (hay muchos ejemplos precisamente en el castellano de América: pavo de Indias-guajolote; conejillo de Indiascuy/cuye). Que un hablante o una comunidad lingüística (o un grupo social dentro de una comunidad lingüística) se incline por una forma u otra, no tiene que ver con el sistema lingüístico y por lo tanto no puede aclararse a través del sistema lingüístico, sino más bien mediante la actitud frente a lo ajeno, o sea, los elementos lingüísticos ajenos, y vice versa, mediante la actitud frente a lo propio. En los últimos años se han llevado a cabo investigaciones sobre procesos de transferencias lingüísticas en el discurso, es decir, a un micronivel –entre ellas, las investigaciones sobre el ámbito de contacto del español con el inglés en EEUU son especialmente instructivas para lo que aquí nos concierne–. A raíz de estas investigaciones ha quedado claro que el motivo del cambio de una lengua a la otra, tanto a nivel de la frase como de la palabra («transfer» en el sentido de Auer 1984) no se debe a la falta de expresiones (lagunas en el sistema ideolectal), sino más bien a razones funcionales, entre las que cuentan a título de ejemplo la de mostrar la identidad y crear un clima de conversación determinado. Esto significa que algunos préstamos léxicos, o sea cuando la transferencia (a corto plazo) se convierte en un préstamo (a largo plazo), también pueden ser el resultado de una estrategia comunicativa surgida de un contexto de carácter intercultural. De ello concluimos que las investigaciones de los procesos de la comunicación intercultural, como ámbito parcial que mediante las técnicas del análisis del discurso permite indagar en el microproceso del contacto de lenguas, debería formar parte de la investigación del cambio lingüístico (al que por otra parte pertenece la investigación del contacto de lenguas). Este enfoque es también del todo legítimo. Cabe subrayar que en él ya no es el sistema de la lengua que lo se estudia sino, primero, la categoría del propio evento comunicativo (cuya razón de ser se refleja en la intención de uno o los dos interactuantes y que se ejecuta con la pretención de ser exitoso); segundo, las estrategias comunicativas, y tercero, los efectos mutuos que tiene la ejecución concreta de la comunicación sobre los hablantes.
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Tal vez es útil hasta hoy día repetir que este análisis es un quehacer lingüístico y sociolingüístico ya que se analiza la lengua en acción incluyendo los efectos de esta comunicación/interacción. Hasta ahora parece que aunque cada uno de los dos enfoques sea legítimo, habrá que separarlos muy claramente porque sus metodologías y sus objetivos tienen un interés bastante distinto. Sin embargo, me parece que estas dos corrientes, provenientes también de tradiciones linguísticas diferentes, pueden aportar argumentos por separado y así complementarse en la tarea de explicación de los cambios en el sistema de las lenguas. Fue Uriel Weinreich, el primero en plantear una sistemática exhaustiva del contacto entre lenguas, que en 1953 ya había sostenido el reconocimiento fundamental de que el contacto de lenguas se produce en la cabeza de los hablantes. Esto significa que tenemos que distinguir entre el contacto y las situaciones políticas y socioculturales que potencialmente pueden producir el contacto. Es un prejuicio muy frecuente pensar que sólo por el hecho de encontrarse dos o más lenguas en un mismo territorio se ha establecido un contacto. Sin embargo, habrá siempre que ser consciente de que las lenguas no entran en contacto en el aire, sino sólo en la cabeza de los interlocutores, lo que indica que es al fin y al cabo –a pesar de los factores sociopolíticos esenciales– un proceso psicolingüístico. Cabe resaltar otro aspecto esencial que frecuentemente se olvida por ser tal vez demasiado obvio: el hecho de que es necesario que haya interacción comunicativa para que la lengua ajena en forma del habla pueda llegar a la cabeza del hablante y ser procesada. Esta comunicación entre miembros de grupos lingüísticos diferentes, que llamamos comunicación intercultural, se caracteriza por rasgos particulares que la distinguen de comunicaciones «normales»9. Estos rasgos particulares derivan de la situación particular en la que predomina el deseo de lograr una comunicación a pesar de las deficiencias existentes en el manejo del medio de comunicación y de estrategias específicas de organizar el discurso y la conversación que se necesitan para garantizar el mutuo entendimiento a pesar de la falta de un código común. Hasta el momento actual los intentos de describir el contacto se han concentrado en la búsqueda de la transferencia de elementos de una lengua/sistema a la otra.
9.
Es obvio que también en sociedades étnicamente monoculturales existen diferencias sociales y subculturales dentro de la misma cultura. Por ello el concepto de «comunicación normal» es poco adecuado. Aquí tiene una función puramente operativa para contrastar de manera simplificada estos dos tipos de comunicación. De hecho cada comunicación tiene sus características particulares y no hay algo como «la comunicación normal» en el sentido del «grado cero».
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Teniendo en cuenta el tema de las formas específicas de la comunicación intercultural, me parece necesario sostener que, por lo menos una parte de los cambios que resultan en una lengua por el contacto se deben a las estrategias específicas empleadas en la comunicación intercultural. Ahora se me ocurren por lo menos dos estrategias importantes: la de garantizar la comprensión y la de indicar la identidad (étnica-cultural). El ejemplo más obvio que demuestra los cambios resultantes de estrategias, que aseguran la comprensión específica de la comunicación intercultural, se puede encontrar en las estructuras de las lenguas criollas. En las situaciones de contacto que produjeron lenguas pidgin y después lenguas criollas, los hablantes escogieron las estrategias de simplificación y reducción de estructuras; dicho de manera estructural: la negligencia de reglas gramaticales y diferenciaciones léxicas así como la codificación de significados usando medios paralingüísticos y contextuales en lugar de los gramaticales y léxicos existentes. Estas estrategias se iban extendiendo y produjeron sistemas lingüísticos de contacto ideolectales más o menos idénticos. En el transcurso del uso se asemejaron y se estabilizaron paulatinamente hasta la formación de una estructura suficientemente homogénea que podía ser conceptualizada como lengua diferente o nueva. Hasta hoy en día –200, 300 o aún 400 años después de su formación– uno de los rasgos más sobresalientes de las lenguas criollas, como he dicho, es su estructura regular y simple en términos gramaticales en comparación con las lenguas europeas de las cuales tomaron en general su léxico. Otro ejemplo de esta influencia de las estrategias de comunicación intercultural son los préstamos de palabras funcionales (es decir, preposiciones, conjunciones, estructuras de comparación y marcadores de discurso) del español en las lenguas indígenas en contacto con esta lengua. Una serie de investigaciones que se dedicaron a este fenómeno poco tomado en consideración en la lingüística hispánica y antropológica, pusieron de relieve que estos préstamos no tienen su causa en el deseo de rellenar un vacío existente por la falta de poder expresar estos significados en la lengua receptora –como sería la hipótesis tradicional–, ya que en estas lenguas sí existen medios autóctonos para expresarlos. Al contrario, estos elementos prestados cumplen funciones pragmáticas, por ejemplo de identidad en el caso de los marcadores de discurso, precisamente en las comunicaciones caracterizadas por la interculturalidad. Esto lo han podido demostrar Zimmermann (1987) y Hekking (1995) para el caso del otomí, y de manera comparativa en varias lenguas mesoamericanas y austronésicas Thomas y Christel Stolz (1996)10.
10. Cf. también Stolz/Stolz (2001), Schrader-Kniffki (2001), en este volumen.
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Muchas veces se producen paradigmas dobles coexistentes11 como en el caso del otomí que tienden a veces a diferenciarse semántica o estilísticamente. La existencia de estos dobles ha sido durante mucho tiempo un argumento en contra de la «necesidad semántico-referencial» como factor de explicación. Me atrevo a sostener una hipótesis que va todavía más allá: una de las teorías más aceptadas de la lingüística de contacto es que los hablantes de una lengua recurren a préstamos léxicos si existe una laguna en su lengua, es decir, si en su lengua no existe una palabra propia para un concepto que tiene su origen en un ámbito cultural extranjero. Esta explicación no es falsa, pero no lo explica todo. Siempre existe una alternativa a esta solución del problema de la significación y de la comunicación, por ejemplo la del calco, del neologismo o del uso de lexemas que significan algo similar o paráfrasis (por ejemplo: pavo de Indias por guajolote, fr. pomme de terre por patata/papa)12. La existencia de una alternativa significa que hay un proceso de selección y la necesidad de recurrir a criterios para ésta. El hecho de que un hablante, una comunidad lingüística o un cierto grupo social dentro de la comunidad lingüística escoja la alternativa A en vez de la B o C no depende del sistema de la lengua y no puede entonces explicarse con algo del sistema de la lengua receptora, sino a partir de la actitud psicosocial que tiene una comunidad lingüística frente a lo ajeno, un cierto tipo de ajeno y a los elementos de la lengua ajena en cuestión. Esta actitud es compleja e interdependiente con la actitud hacia lo propio. No quiero profundizar en esto, sino indicar que la actitud frente a lo extranjero y a lo propio depende de circunstancias históricas, políticas y otras en las que la dominación colonial constituye un factor esencial, que es el caso –me parece– en todos los fenómenos tratados en el ámbito de este volumen. Como último ejemplo quiero mencionar las investigaciones sobre procesos de transferencia (code-switching) que se hacen en la conversación (oral), o sea en el micro-ámbito del contacto. Ahí me parecen muy instructivos los resultados provenientes del contacto del español con el inglés en las comunidades chicanas y puertorriqueñas. El motivo para el paso de una a otra lengua, sea a nivel de la oración (alternación de códigos, code-switching) o de la palabra no parece ser tanto una necesidad de expresión por faltar un elemento en el sistema ideolectal, como la voluntad de recurrir a la otra lengua para aprovechar la connotación de
11. El comitativo por ejemplo se puede expresar con la preposición prestada ku < con (1) o con la flexión verbal -wi (2): (1) bim taí ko(con) ra ku tiy fi vs. (2) bim wi ra ku tiy fixa ra taí. Para otros casos cf. Zimmermann 1987: 226ss.). 12. Cf. el estudio sobre datos exhaustivos del quechua de Calvo (2001), en este volumen.
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lo ajeno o de lo propio que conlleva el elemento transferido (Poplack 1982: 248). En este caso no se trata de una función referencial, sino de una función comunicativa como parte de una estrategia discursiva característica de la comunicación intercultural. Las funciones concretas que se mencionaron en estos estudios fueron la expresión de la identidad y la creación de un cierto ambiente de interacción. Esto significa que algunos préstamos de léxico pueden ser el producto de una estrategia comunicativa específica de un encuentro o contexto intercultural, cuando esta transferencia momentánea se convierte en préstamo permanente. De ahí se puede concluir que las estrategias que ocurren en la comunicación intercultural que se deben analizar con los métodos del análisis del discurso permiten la observación del contacto in actu y que por ello deben incluirse en la investigación del cambio de lenguas provocado por el contacto.
3. El desequilibrio Es verdad que hasta hoy día tenemos de hecho una visión bastante fragmentaria de los procesos y resultados del contacto entre las lenguas indígenas y el español en Hispanoamérica y Austronesia. Sin embargo, cuando hacemos un resumen y balance de lo que se sabe, podemos percatarnos del hecho que las influencias del español en las lenguas indígenas son mucho mayores que la de las lenguas indígenas en el español. Insisto en abogar en favor de una visión global del contacto, es decir, analizando estas dos direcciones de préstamos dentro del proceso de contacto, aunque soy consciente de que esto no está bien visto, ni entre los hispanistas ni entre los etnolinguistas. Pero sólo esta visión da verdadera cuenta de lo que ocurre y nos permite preguntar por las razones de este desequilibrio de influencias o del dominio de una dimensión de influencias sobre otras. La mayoría de los estudiosos tienden a la respuesta siguiente: fue la supremacía cultural del español y de la cultura española la causa de los préstamos léxicos y la mayor permeabilidad del sistema de las lenguas indígenas, puesto que la teoría estructuralista postula que el cambio lingüístico por contacto ocurre solamente en la periferia (Malmberg 1959) y cuando el sistema de la lengua receptora lo permite. Sin embargo, queda poco plausible que todas las lenguas indígenas sean más permeables en su sistema y las lenguas colonizadoras menos permeables. Más convincente podría ser la hipótesis de que las lenguas europeas gozaron desde el momento del primer contacto de dos «ventajas»: eran lenguas con el medio de la escritura y, en cierta forma constituían el grupo culturalmente hegemónico dentro de los hablantes de las lenguas colonizadoras (en nuestro caso, el castellano); por este motivo existió un tipo de conciencia de norma de la lengua. Aunque las academias de normativización del español se fundaron a partir del
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siglo XVIII, podría haber existido ya antes una conciencia de norma o estándar que actuase como baluarte de la influencia. También hay que considerar el hecho de que la amplitud de influencias ha sido mayor en la época colonial y que más tarde se redujeron los efectos del contacto (cf. Mejías 1980). Parece, sin embargo, imponerse la siguiente hipótesis: la dominación política, la prohibición de usar la lengua indígena, los intentos de castellanización, la hegemonía cultural, la decapitación intelectual de la sociedad indígena, la sustitución de los medios de comunicación no-oral existentes por el alfabeto y con ello la institución del español como lengua de comunicación no-oral y otras medidas políticas más, actuaron de tal manera en la situación de contacto que se facilitaron las influencias del español en las lenguas indígenas y se frenaron (o eliminaron) las influencias de las lenguas indígenas en el español. Es bien conocido el teorema de Bertil Malmberg (1959) de que las influencias son más frecuentes en la periferia que en el centro. Si tomamos este concepto de periferia en dos sentidos, periferia geográfica y periferia social, y si recordamos que la influencia pasa por la comunicación y la cabeza (y así en cierta forma por la voluntad) del hablante, vemos que las causas de las influencias deben buscarse en la actitud de los hablantes. Testimonio de ésto es, además, el fenómeno de que en algunas situaciones de contacto no se da ninguna influencia, hecho que teóricamente no se ha tenido en cuenta casi nunca, porque los estudiosos del contacto estudiaron sólo los resultados positivos en forma de influencias existentes y no se preocuparon de las no influencias en situaciones de contacto donde sí hubieran sido posibles o probables.
4. La interculturalidad como objetivo de política educativa en América: ¿consecuencias para la influencia mutua? Como se acaba de aclarar, las situaciones de contacto en Hispanoamérica y Austronesia se han caracterizado y todavía se caracterizan por la existencia de una relación de dominación política, social y cultural. Como también venía aclarando al inicio, la concepción político-pedagógica de la comunicación intercultural quiere establecer el respeto de las culturas y lenguas indígenas, la posibilidad de crear alfabetos, la enseñanza de estas lenguas en la escuela, la modernización de estas lenguas por la creación de terminologías y estrategias discursivas aptas al uso de las formas de vida actual etc. (cf. Zimmermann 1999). Algunos hasta proponen la enseñanza de una lengua indígena a la población hispanohablante en los países pluriculturales. Todo esto significa un cambio radical de las estructuras socio-políticas y culturales así como sociolingüísticas, que deberían a su vez tener un efecto también en
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los procesos de contacto futuro fomentando un mayor equilibrio sociopolítico de las lenguas. Éste, a su vez, podría contribuir a una mayor inmunidad de las lenguas indígenas evitando una parte de la gran cantidad de influencias. También puede imaginarse el desarrollo de una actitud purista13 y con ella una acción eliminadora de influencias existentes, produciendo así un mayor equilibrio de influencias mutuas. El laboratorio para el estudio del contacto de lenguas, como llamó Richard Diebold (1961) a México hace casi cuarenta años, lo que vale también para otros países de Hispanoamérica, podría así completarse por otras facetas del contacto.
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Hispanicised Comparative Constructions in Indigenous Languages of Austronesia and the Americas1 Christel Stolz & Thomas Stolz (Bremen)
Introduction The present paper focuses on a subject which so far has largely gone unnoticed by students of language contact phenomena, namely the hispanicisation of comparative constructions. By this, we mean the integration of morphemes forming part of Spanish comparative constructions into the comparative constructions of quite a variety of indigenous languages on both sides of the Pacific. Since this is a new topic for the linguistic public, the bulk of what follows will be of an empirical nature, i.e., we will provide mainly a selection of examples of indigenous and hispanicised comparative constructions from a sample of a dozen languages. Half of these languages belong to the Amerindian macrophylum and are currently spoken in Mesoamerica whereas the remaining half form part of the Austronesian macrophylum with their speech-communities located in the Philippines and Micronesia. Since our sample languages differ genetically, typologically, and areally, we will also discuss briefly the question whether –and possibly to what extent– the influence exerted by Spanish during the colonial era and/or afterwards has made originally highly dissimilar languages more similar in the long run. Our concluding remarks will address the issue of what contact linguistics in general might learn from a detailed study of hispanicisation phenomena such as those under scrutiny. It is necessary, though, to start with a section introducing some of the more technical notions that play a prominent role in our analyses.
1.
The present paper has benefited a lot from a number of thought-provoking suggestions by Julio Calvo, José Antonio Flores Farfán, Pieter Muysken, Rosa Palomo, Rafael Rodríguez-Ponga, Armin Schwegler, and John Wolff.
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1. Technicalities Every once in a while, comparative constructions get some attention from linguists, mainly from a typological perspective. Two typologists –Heine (1994) and Stassen (1985)– have identified a finite set of possible types of comparative constructions in the languages of the world, with some rather striking areal hotbeds for some of them. In these cross-linguistic endeavours, the notion of comparative is used in a rather restricted sense, mainly for the sake of comparability of constructions. We will adopt this reductionist approach for our purposes: in this study, we use the notion of «comparative» exclusively as an abbreviation for one particular comparative construction: a comparative of inequality, namely superiority, with explicit standard, cf. (1). The English sentence «Joan is older than Jim» exemplifies this type of construction. (1) Comparative = Comparative of inequality/superiority with explicit standard On a more abstract level, comparative constructions are said to have a cognitively-based structure (Heine 1994) which consists of certain pre-linguistic categories. Among specialists, there is some dispute as to the adequacy of labels given to these categories. For obvious reasons, we do not want to follow the intricacies of this rather theoretical debate and therefore simply suggest the following labels and working definitions for the categories involved, cf. (2). (2) Cognitive categories involved in comparative constructions TOPIC COMMENT DEGREE RELATOR STANDARD
– The comparee, i.e. the entity whose share of a certain quality is measured against the STANDARD; – The quality that is present in TOPIC and STANDARD to different degrees; – The difference in quality between TOPIC and STANDARD; – The relation that holds between TOPIC-COMMENT-DEGREE and STANDARD; – «the object that serves as a yard-stick for the comparison» (Stassen 1985: 26).
Let us re-emphasise that these categories are considered cognition-based and prelinguistic. Languages differ as to how these pre-linguistic units are represented structurally. For instance, several of the categories may be completely unexpressed –particularly and quite frequently DEGREE and RELATOR, e.g. those categories which contain grammatical information, cf. (3).
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(3) Lexicon vs. grammar TOPIC, COMMENT, STANDARD = lexical information = grammatical information DEGREE, RELATOR The elements bearing lexical information normally display less cross-linguistic variation than those with grammatical functions. It is this higher degree of structural variation which makes DEGREE and RELATOR especially interesting for typological research, though most of the extant studies are content with studying the properties of the RELATOR. Relatively little is known about the typological aspects of the DEGREE, cf. (4). (4) Typological Observation Languages differ as to how DEGREE and RELATOR are expressed structurally, whereas the strategies of coding TOPIC, COMMENT, and STANDARD are largely similar from a cross-linguistic perspective. Typological studies of comparative structures therefore usually focus on the RELATOR. Accordingly, the better known major languages of Europe are all classified as belonging to the same language type because they all employ a particle as morphological correlate of the RELATOR. The resulting type is conveniently called Particle Comparative by Stassen (1985: 45-47) , cf. (5). (5) Particles Major European languages have Particle Comparatives: English than, German als, Spanish que Before we move on from Europe to the Americas, a glimpse at the Spanish comparative construction may be useful, cf. (6). There, we find all the prelinguistic categories of comparison and their corresponding lexical and grammatical representatives identified. Owing to the syntactic regulations of Spanish, the component parts of the COMMENT are discontinuous and sandwich the DEGREE marker. (6) Spanish Enrique Enrique TOPIC
es is
más flojo more lazy DEGREE ---- Comment ---Henry is lazier than Charles.
que than RELATOR
Carlos Carlos STANDARD
It is exactly this kind of construction with its pertinent grammemes más and que which has served as a model for many cases of hispanicisation to be discussed below. We will see that DEGREE and RELATOR are again the crucial elements when
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it comes to borrowing. However, it remains to be seen how far the hispanicisation of comparative constructions actually goes.
2. Amerindian Languages For a start, let us have a look at the Mesoamerican situation which we already examined a few years ago (Stolz/Stolz 1995). We noticed that hispanicisation of comparative constructions was almost commonplace among the indigenous languages of Mexico, Guatemala, Belize, Honduras, Nicaragua, and El Salvador. We were surprised, however, not to find one single convincing example of hispanicised comparative constructions in the extant descriptive grammars of South American Indian languages. We are confident that this fact is mainly due to the purist leanings of the descriptive grammarians working in that area.
2.1. Indigenous Constructions In light of the fact that this paper analyses language contact phenomena, we would like to emphasise that comparative constructions are not altogether an imported good from Europe. Quite to the contrary, there have always been and still are autochthonous or pre-hispanic comparative constructions in the region under scrutiny. In contradistinction, these indigenous constructions are not of the European Particle type. Rather, two radically different types dominate in Mesoamerica (Stassen 1985: 159ff., 183 ff.), cf. (7). (7) Types of Mesoamerican comparative constructions (a) Conjoined or Polarity Comparative: Two predications –often one positive and one negative – form an antonymous pair. (b) Exceed or Action Comparative: Makes use of a verb meaning «to surpass/exceed» as marker of DEGREE. Classical Nahuatl provides a good example. In the old written language, both comparative types mentioned in (7) have been attested, sometimes as pure types, sometimes in a peculiar mixture of components. Even in present-day Mesoamerican languages, it is fairly common to use more than one conventionalised type of comparative construction or mixed constructions. Please note the use of the negation in each of the second predications of examples (8)-(10). Example (8) from Classical Nahuatl shows a Conjoined Comparative which combines two predications, a positive one about the TOPIC, and a negative one about
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the STANDARD. Example (9) from Modern Nahuatl displays the same inherited construction. Example (10) demonstrates that Classical Nahuatl could combine the Conjoined Comparative already exemplified in (8) with an Exceed Comparative: the first, positive predication of the whole conjoined construction has a predicate meaning «to surpass». (8)
Classical Nahuatl (Garibay 1989: 104)
(a) (b)
Oc achi niyectli in amo tehuatl. oc achi ni-yec-tli in still some 1SG-beautiful-ABS DET DEGREE TOPIC-COMMENT I am more beautiful than you. (lit.: I am beautiful, (and) you not.)
(c)
amo NEG
tehua-tl 2SG-ABS STANDARD
(9)
Modern Nahuatl (Lastra 1980: 120)
(a) (b)
In tepamitl de lagriya ocachi chicahuac wan àmo n de tlale. In tepami-tl de lagriya ocachi chicahuac DET wall-ABS of brick more strong TOPIC DEGREE COMMENT wan àmo n de tlal-e and NEG DET of earth-ABS STANDARD The brick wall is stronger than the one made of clay. (lit.: The brick wall is strong, and the one made of clay not.)
(c)
(10) Classical Nahuatl (Garibay 1989: 104) (a) (b)
(c)
Tlapanahuia ic tliltic in cacalotl in amo huexolotl. tlapanahuia ic tliltic in cacalo-tl surpass with black DET raven DEGREE TOPIC COMMENT in amo huexolo-tl DET NEG peacock STANDARD The raven is blacker than the peacock. (lit.: The raven surpasses with blackness, (and) the peacock not.)
Classical Nahuatl and maybe some of its successors are good representatives of the average pre-hispanic Mesoamerican languages with respect to comparative constructions. Just as Nahuatl, many other Me-soamerican languages do not make use of any morpheme expressing the RELATOR, cf. (11). (11) Observation Explicit/segmental markers of RELATOR are dispreferred in Mesoamerican languages.
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Therefore, it is a fair guess that hispanicisation of comparative constructions could involve the introduction of some RELATOR morpheme. Let us check whether or not this is borne out by the facts.
2.2. Hispanicized Constructions Hispanicisation, as any sort of borrowing, can affect two kinds of linguistic units: first, there can be borrowing of structures (i.e. calquing) alone. This is also called covert borrowing because no morphemes are transferred. Instead, a foreign construction is «re-built» with indigenous material, cf. (12). Second, there can be borrowing of segments, i.e. morphemes (with or without additional calquing). This is also called overt borrowing because the transferred foreign morphemes are readily identifiable, cf. (13). For practical reasons, we take only the latter case into consideration, i.e. only those cases where Spanish morphemes are borrowed. (12) Covert hispanicisation of comparative constructions Restructuring of indigenous constructions via calquing, involving the introduction of morphemes marking DEGREE and/ or RELATOR according to the Spanish pattern without segmen-tal borrowing from Spanish. (13) Overt hispanicisation of comparative constructions Segmental borrowing of Spanish morphemes marking DEGREE and/or RELATOR.
2.2.1. Mixed constructions More often than not, segmental borrowing from Spanish leaves the indigenous construction type largely unaltered. One gets the impression that the hispanisms are indeed enriching elements simply added to a self-sufficient pre-hispanic structure, cf. (14)-(15). (14) Yucatec Maya (a) (b)
(c)
Peroh le chan chak bòolaha‘ màas chan chichan, le bòolah k’ano‘ chan màas nohoch. Peroh le chan chak bòolah-a‘ màas chan chichan but DET little red globe-D1 more ATT small TOPIC DEGREE COMMENT le bòolah k’an-o‘ chan màas nohoch DET globe yellow-D2 ATT more big STANDARD DEGREE COMMENT But the little red globe is a little bit smaller, the yellow globe is a bit bigger.
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(15) Totonac (Levy 1990: 131) (a) (b)
(c)
Xla más lanka‘ katu:ní akit. Xla más lanka‘ 3SG more big TOPIC DEGREE COMMENT He is taller than me.
katu:ní Comparison RELATOR
akit 1SG STANDARD
Example (14) from Yucatec Maya shows a Conjoined Comparative, this time not with a positive and a negative predication as in (8)-(10), but with the conjoined antonymous stative predicates chichan ‘small’ and nohoch ‘big’. The borrowed DEGREE marker màas is placed before the predicates of each conjoined clause without adding any new information to the clause. If we drop the màas, the construction will still be acceptable both stylistically and grammatically. There would likewise be no change of meaning. The hispanicised conjoined construction does not look very Spanish, anyway. In example (15) from Totonac, más is optional though the construction itself is reminiscent of a Particle Comparative because of the existence of a RELATOR marker –maybe a Particle Comparative in the making. However, if we drop más, what remains is grammatically correct in Totonac, but of course unacceptable from a Spanish point of view. The borrowed items have so far all been DEGREE morphemes. Indeed, más always seems to count among the most likely candidates for borrowing in SpanishAmerindian language contacts and beyond. However, borrowed más does not always have the same grammatical functions as its model, Spanish más. In a number of languages, más has a rather vague intensifying reading, roughly corresponding to English very. In Tzutujil, the indigenous intensifier qas ‘very’ and the borrowed DEGREE-marker mas can be exchanged freely in comparative constructions, cf. (16). (16) Tzutujil (Dayley 1985: 210) (a) (b)
(c)
Jaa7 qas/mas nim chi nwach inin. Jaa7 qas/mas nim chi n-wach 3SG very/more big LOC 1SG-in.front.of TOPIC DEGREE COMMENT RELATOR He is taller than me. (lit.: He is very big/bigger in front of me.)
inin 1SG STANDARD
In many such cases, más may freely interchange with a synonymous indigenous morpheme, mostly of the same distribution class. In a language like Tzutujil, the DEGREE morpheme is less important for the construction than the –in this case indigenous– RELATOR.
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The fact that borrowed más can have more of an intensifying meaning than that of a fully-fledged DEGREE morpheme is also reflected by the Yucatec examples (17)-(18). There, màas and hach ‘very’ can be used in the same context. (17) Yucatec Maya (a) (b)
(c)
Amelyahe‘ màas bek’ech ket in mama. Amelyah-e‘ màas bek’ech ket Amelia-Cor more thin similar TOPIC DEGREE COMMENT RELATOR Amelia is thinner than my mother.
in mamah 1SG mother STANDARD
(18) Yucatec Maya (a) (b)
(c)
Amelyahe‘ hach bek’ech tin mama. Amelyah-e‘ hach Amelia-COR very thin TOPIC DEGREE COMMENT Amelia is thinner than my mother.
bek’ech LOC-1SG RELATOR
t-in mamah mother STANDARD
Again, if we substitute the intensifier hach for màas, the construction remains a grammatically acceptable comparative construction. Mixed and purely prehispanic constructions may co-exist in one and the same language. It is likely that the lexically «pure» example (18) shows calquing after a Spanish model –a topic not to be looked into in the present paper. Please remember that Yucatec Maya also employs pure or mixed Conjoined Comparatives, cf. (14). Tlapanec (19) shows a markedly different solution: in contradistinction to the above examples, the Tlapanec DEGREE morpheme is an autochthonous element. However, Tlapanec allows for combinations of Spanish and indigenous RELATOR morphemes –but this time it is the complex indigenous morpheme which is optional whereas Spanish que is obligatorily used. ˆ
Sto1 ri1 gu‘2wa1 ga3hma1 la3dri1yo3 i3wa1 ga2khe3 que3 (so%:1 ri1) gu’2wa1 ga‘1kho3. Sto1 ri1 gu‘2wa1 ga3hma1 la3dri1yo3 i3wa1 ga2khe3 wall Det house with brick more strong TOPIC DEGREE COMMENT que3 (so:1 ri1) gu’2wa1 ga‘1kho3. than (as DET) house clay RELATOR STANDARD The wall of the house made of bricks is stronger than the one of the house made of clay. ˆ
(b)
ˆ
(c)
ˆ
(19) Tlapanec (Suárez 1988: 128) (a)
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2.2.2. Borrowed Spanish DEGREE and RELATOR Quite a few languages have borrowed DEGREE as well as RELATOR morphemes from Spanish. It is not uncommon to find Totonac and Chontal constructions like (20)-(21). Please remember that Totonac also has an indigenous RELATOR morpheme, cf. (15). Syntactically, these constructions do indeed resemble the Spanish pattern of the Particle Comparative (cf. (6)) much more than all other cases discussed above. (20) Totonac (Levy 1990: 131) (a) (b)
(c)
Pa:caps xatabique más ta‘:lá que tapa:lhta:m. Pa:caps xatabique más ta‘:lá que tapa:lhta:m wall SPEC:brick more endure than INGR:clay TOPIC DEGREE COMMENT RELATOR STANDARD The wall made of bricks is stronger than the one made of clay.
(21) Chontal (Knowles 1984: 263) ˆ
(c)
Ah Yan ba más c’o’o que ‘ih Mala‘ ba. ‘Ah Yan ba más c’o’o MASC Juan CL more bright TOPIC DEGREE COMMENT ba CL Juan is brighter than María. ˆ
(a)’ (b)
que than RELATOR
‘ih FEM
Mala‘ María STANDARD
However, even among languages which opt for a segmental and structural borrowing of the Spanish Particle Comparative, there are some which still retain pre-hispanic features in their comparative constructions. Otomí for instance adopts both más and que in much the same way as Totonac and Chontal, but as an additional grammatical marker of the comparative, it keeps the indigenous negation morpheme híngi in the STANDARD-phrase, cf. (22). The negator does not fulfil its original function in this construction and very likely is a residual feature of a formerly functional negation as part of a Polarity Comparative, as in (8)-(10). (22) Otomí (Lastra 1989: 131) (a) (b)
(c)
NΛ rΛ khóti ga tábíqué ma ihOti que ni ngé rΛ khOhOi híngi hOti ní. ‘ NΛ rΛ khóti ga tábíqué ma i-hOti ‘ D2 DET wall of brick more 3SG-strong TOPIC DEGREE COMMENT que ni ngé rΛ khOhOi híngi hOti ní than D1 D3 DET clay.brick NEG strong D1 RELATOR STANDARD This wall made of brick is stronger than the one made of clay.
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In sum, Mesoamerica hosts a variety of comparative types. Mixed constructions of diverse structure seem to be found all over the place. Even strong Spanish influence has not completely ousted the pre-hispanic types yet. Instead of a wholesale breakdown of the inherited constructions, Spanish morphemes and structures have been blended into the indigenous systems more or less inextricably. In the latter case, a kind of mimicry has been created –with the Spanish admixture still being very often disposable.
3. Austronesian Languages In the field of Austronesian linguistics, neither Spanish contact influence nor comparative constructions are prominent issues. Just to mention one example: In a recent survey of Pacific languages by Lynch (1998), one looks in vain for any substantial information on comparatives. Likewise, the role of Spanish as a contact language in the Pacific region is often completely neglected or belittled in the extant Austronesianist literature. However, Spanish influence especially on languages of the Philippinian branch of the Austronesian macrophylum has been at least as strong as that on Amerindian languages in the Americas. This observation holds good also for the hispanicisation of comparative constructions.
3.1. Indigenous Constructions Just like the Amerindian ones, not all Austronesian languages belong to one and the same typological class when it comes to classifying comparative constructions. There seems to be a strong tendency to use spatial concepts for the comparative, cf. (23). However, it should not go unmentioned that Spatial Comparatives are also attested for Amerindian languages, though less frequently. On the other hand, the Conjoined Comparative listed for Mesoamerica (cf. (7)) also occur in several places of Austronesia. (23) Types of Austronesian comparative constructions (a)
[(b)
Spatial Comparative: 1. Dynamic: The STANDARD is conceived of as either the goal of a movement (Allative Comparative) or as the starting point of a movement (Separative Comparative). 2. Stative: The STANDARD is conceived of as the place where the TOPIC-COMMENT complex is located (Locative Comparative). Particle Comparative]
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Stassen claims that Particle Comparatives are not rare in Austronesia (1985: 47). For reasons not to be discussed here, we suspect that at least some of his putative Particle Comparatives have to be reinterpreted –sometimes maybe only in historical perspective– as instances of Spatial Comparatives. To speak rather simplifyingly: Amerindian and Austronesian languages tend to make use of different comparative types. Does this typological difference have a bearing on the outcome of hispanicisation processes? Quite a few Philippinian languages display comparative structures which at first sight do not look very different from the familiar European ones. In sentences (24)-(27), there are indeed overt markers of DEGREE as well as of RELATOR. Please note that the Bikol RELATOR ki will busy us later on; for the time being, ki is treated as a pre-hispanic morpheme. It is not uncommon for Philippinian languages to have several alternative morphemes for either DEGREE or RELATOR, such as ki and sa as RELATOR expressions in Bikol (cf. (24)-(25)) and lalong and higit na as DEGREE expressions in Tagalog (cf. (26)-(27)). (24) Bikol (Mintz 1971: 147) (a) Makusóg pa akó ki Boy. (b)
(c)
Ma-kusóg pa akó 1SG ADJ-strong more COMMENT DEGREE TOPIC I’m stronger than Boy.
ki LOC RELATOR
Boy Boy STANDARD
(25) Bikol (Mintz 1971: 147) (a) (b)
(c)
Guráng pa an maéstro ko sa maéstro mo. Guráng pa an maéstro teacher old more GEN COMMENT DEGREE TOPIC My teacher is older than your teacher.
k sa 1SG LOC RELATOR
maéstro teacher STANDARD
(26) Tagalog (Schachter/Otanes 1972: 240) (a) (b)
(c)
Lalong mabigat ang aso kaysa sa pusa. Lalong ma-bigat ang aso more ADJ-weight CN.FOC dog TOPIC DEGREE COMMENT The dog is heavier than the cat.
kaysa sa pusa. than cat RELATOR STANDARD
(27) Tagalog (Schachter/Otanes 1972: 240) (a) (b)
(c)
Higit na mabigat ang aso kaysa sa pusa. Higit na ma-bigat ang aso more ADJ-weight CN.FOC dog DEGREE COMMENT TOPIC The dog is heavier than the cat.
kaysa sa than RELATOR
pusa. cat STANDARD
mo 2SG
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In Austronesian languages, however, beside indigenous constructions with overt marking of DEGREE, we often find constructions which make do with a RELATOR morpheme leaving DEGREE unexpressed, cf. (28)-(32). A DEGREE-less way of construing the comparative is also attested for Tagalog (cf. (29)), serving as an alternative to the more explicit structures of (26)-(27). (28) Hiligaynon (Motus 1971: 269) (a) (b)
(c)
Mata’as si Pedro sa akun. Ma-ta’as si Pedro sa ADJ-tall NA Pedro LOC COMMENT TOPIC RELATOR Pedro is taller than I am.
akun 1SG STANDARD
(29) Tagalog (Schachter/Otanes 1972: 240) (a) (b)
(c)
Mabigat ang aso kaysa sa pusa. Ma-bigat ang aso kaysa sa pusa ADJ-weight CN.FOC dog than cat COMMENT TOPIC RELATOR STANDARD The dog is heavier than the cat.
(30) Cebuano (Wolff 1967: 120) (a) (b)
(c)
Taqás siyá nímu. Taqás siyá nímu tall 3SG 2SG:DAT COMMENT TOPIC STANDARD-RELATOR He is taller than you are.
(31) Cebuano (Wolff 1967: 120) (a) (b)
(c)
Taqás siyá kanímu. Taqás siyá kanímu tall 3SG 2SG:DAT COMMENT TOPIC STANDARD-RELATOR He is taller than you are.
(32) Cebuano (Wolff 1967: 120) (a) (b)
(c)
Taqás siyá kay kanímu. Taqás siyá kay tall 3SG than COMMENT TOPIC RELATOR He is taller than you are.
kanímu 2SG:DAT STANDARD-RELATOR
In passing, we would like to mention that DEGREE is sometimes expressed by reduplication on or of the COMMENT as, e.g., in Cebuano as evidenced by (33). Generally, reduplication in Austronesia and be-yond quite often serves as a marker of intensity, more or less equi-valent to English very. In addition, some of the
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DEGREE morphemes of Philippinian languages are also translation equivalents of English very. This reminds us of the situation found in a number of Mesoamerican languages which do not strictly distinguish more from very, cf. (16)-(18). (33) Cebuano (Wolff 1967: 120) (a) (b)
(c)
Taqastaqás siyá nímu Taqas-taqás siyá RED-tall 3SG DEGREE-COMMENT TOPIC He is taller than you are.
nímu 2SG:DAT STANDARD-RELATOR
To simplify things, we may conclude that Philippinian languages can easily do without overt markers of DEGREE, cf. (34), whereas Amerindian languages of Mesoamerica to some extent are prone to leave the RELATOR unexpressed. (34) Observation Explicit/segmental markers of DEGREE are dispreferred in Philippinian languages. Therefore, we might want to ask whether the dispreference for overt DEGREE morphemes in pre-hispanic constructions has led to a substantial intrusion of Spanish-derived DEGREE morphemes in Austronesian languages. 3.2. Hispanicised Constructions 3.2.1. Mixed constructions As a matter of fact, attestations of borrowed Spanish más abound in the Austronesian languages of our sample. It is quite common to find a Spanish-derived DEGREE morpheme in constructions with indigenous RELATOR morphemes, cf. (35)-(37). Note once more that más is borrowed even if a language –say, Tagalog– has pre-hispanic DEGREE morphemes, cf. (26)-(27). (35) Cebuano (Wolff 1967: 120) (a) (b)
(c)
Mas taqás siyá nímu Mas taqás siyá more tall 3SG DEGREE COMMENT He is taller than you are.
nímu 2SG:DAT TOPIC STANDARD-RELATOR
(36) Hiligaynon (Motus 1971: 269) (a) (b)
(c)
Mas mata’as si Pedro sa akun. Mas ma-ta’as si Pedro Pedro more ADJ-tall NA DEGREE COMMENT TOPIC Pedro is taller than I am.
sa akun LOC 1SG RELATOR STANDARD
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(37) Tagalog (Schachter/Otanes 1972: 240) (a) (b)
(c)
Mas mabigat ang aso kaysa sa pusa. Mas ma-bigat ang aso more ADJ-weight CN.FOC dog TOPIC DEGREE COMMENT The dog is heavier than the cat.
kaysa sa than RELATOR
pusa cat STANDARD
So far, we have not mentioned any occurrence of borrowed Spanish RELATOR morphemes in the Pacific. In contradistinction to Meso-american languages, examples of borrowed Spanish que are relatively hard to come by in Austronesian languages. Moreover, the relatively few examples one could adduce are actually controversial. Consider for instance Chamorro (38). This language of the Mariana Islands makes use of a bound pre-hispanic DEGREE marker -ña which is suffixed to the COMMENT expression. There is a RELATOR morpheme ki with an allomorph kinu, whose etymology cannot be established with absolute certainty. For the sake of the argument, we follow the suggestion by Rodríguez-Ponga (1995) who traces the allomorphs back to Spanish que and que no, respectively. (38) Chamorro (Topping/Dungca 1973: 217) (a) (b)
(c)
Metgotña yo‘ ki(nu) hagu. Metgot-ña yo‘ 1SG.ABS strong-COMP COMMENT-DEGREE TOPIC I am stronger than you.
ki(nu) than RELATOR
hagu 2SG.EMPH STANDARD
3.2.2. Borrowed Spanish DEGREE and RELATOR Besides Chamorro, in our present sample there is only one other Austronesian language which employs a RELATOR morpheme segmentally reminiscent of Spanish que, viz. Bikol ki. This RELATOR morpheme ki may occur in combination with pre-hispanic DEGREE morphemes, but also with Spanish más (39), or combinations of both (40). Additionally, ki can be integrated into the segmentally complex RELATOR morpheme kísa ki (41). (39) Bikol (Mintz 1971: 147) (a) (b)
(c)
Mas makusóg akó ki Boy. Mas ma-kusóg akó more ADJ-strong 1SG TOPIC DEGREE COMMENT I’m stronger than Boy.
ki LOC RELATOR
Boy Boy STANDARD
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(40) Bikol (Mintz 1971: 147) (a) (b)
(c)
Mas makusóg pa akó ki Boy. Mas ma-kusóg pa more ADJ-strong more DEGREE COMMENT DEGREE I’m stronger than Boy.
akó 1SG TOPIC
ki LOC RELATOR
Boy Boy STANDARD
(41) Bikol (Mintz 1971: 147) (a) (b)
(c)
Mas makusóg akó kísa ki Boy. Mas ma-kusóg akó more ADJ-strong 1SG DEGREE COMMENT TOPIC I’m stronger than Boy.
kísa ki than LOC RELATOR
Boy Boy STANDARD
Example (40) demonstrates that más does not occupy exactly the same slot as the indigenous DEGREE morpheme pa. Borrowed más, in pre-COMMENT position, reflects the syntactic pattern of Spanish whereas indigenous pa is in postCOMMENT and pre-TOPIC position. The COMMENT is thus sandwiched by both DEGREE markers if both co-occur in one comparative construction, as in (40). Now back to Bikol ki: As examples (24)-(25) have shown, ki is not the only RELATOR morpheme used in Bikol. Rather, it is in complementary distribution with sa. Ki is used with person names while sa occurs in combination with all other noun phrases. Furthermore, ki is additionally used as a marker of the socalled locative and Ki-classes with names outside the comparative construction (Mintz 1971: 9-10). At least this latter function of ki cannot be accounted for from a Spanish perspective: ki is a pre-nominal marker of certain categories with names, a function that is completely alien to Spanish que. In our view, this functional discrepancy casts heavy doubt on the hypothesis that Bikol ki is a morpheme originally borrowed from Spanish. But is it therefore legitimate to sweepingly discard any possible Spanish influence on Austronesian RELATOR expressions? In Chamorro at least, we find some evidence supporting Rodríguez-Ponga’s (1995) hypothesis that ki and kinu are of Spanish origin. There are instances of borrowed más in combination with the pre-hispanic suffixal DEGREE morpheme ña. In cases such as, e.g. (42)-(43), más fills in the slot immediately to the left of the RELATOR morpheme. If más is used in these constructions, the RELATOR morpheme following más is either di or ki. There cannot be any serious doubt that di derives from Spanish de as in más de. As far as we can see, di and ki are in free variation if directly preceded by más. However, di cannot substitute for ki or kinu in comparative constructions from which más is absent. This means that the occurrence of di is tied to the co-occurrence of más which, however, is not the
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case for ki. Obviously, ki can substitute di, a morpheme very likely of Spanish origin. (42) Chamorro (Topping/Ogo/Dungca 1975: 137) (a) (b)
(c)
Guaguan-ña i lepblo-ku mas di i lepblo-mu. Guaguan-ña i lepblo-ku mas expensive-COMP DET book-1SG more COMMENT-DEGREE TOPIC DEGREE i lepblo-mu DET book-2SG STANDARD My book is more expensive than your book.
di than RELATOR
(43) Chamorro (Topping/Ogo/Dungca 1975: 137) (a) (b)
(c)
Metgot-ña i kabayu mas ki i ga’lagu. Metgot-ña i kabayu strong-COMP DET horse COMMENT-DEGREE TOPIC i ga’lagu DET dog STANDARD The horse is stronger than the dog.
mas more DEGREE
ki than RELATOR
There is another observation to be made in favour of the hypothesis that Chamorro ki is a loan from Spanish: in contradistinction to Bikol ki, Chamorro ki has no other grammatical functions except those of marking the RELATOR in comparative constructions, and those of a general subordinating conjunction and interrogative marker very simi-lar to Spanish que. On these grounds it is tempting to conclude that, despite their common phonological shape, Bikol ki and Chamorro ki are no cognate elements at all. This classification would leave Chamorro as the only Austronesian language with a RELATOR morpheme of Spanish origin, a result that would be quite in line with our hypo-thesis stating that Austronesian languages are more likely to borrow DEGREE morphemes than RELATOR morphemes. There is, however, an alternative solution: consider the widespread Austronesian preposition para which looks so deceptively like Spanish para on first sight. On closer inspection, though, the two prepositions turn out to have only a few things in common. For once, the first vowels have different qualities –Austronesian [æ] versus Spanish [a]. In addition, Austronesian para has a lot of functions not shared by Spanish para. Nevertheless, Austronesianists like e.g. Topping/ Dungca (1973: 122-123), pace Rodríguez-Ponga (1998: 516-517), feel compelled to claim that the functions attributed to present-day Cha-morro para, for instance, are the result of a blend of indigenous para and Spanish para. This
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implies that there already existed a pre-hispanic morpheme which allowed at least a partial identification with a phonologically very similar Spanish morpheme. On this basis, we would like to suggest the following: in analogy to the better known case of para, we assume that Chamorro ki –and maybe to some extent even Bikol ki– is partially Spanish and partially Austronesian from an etymological point of view. Let us develop the following scenario: in Chamorro, there existed a pre-hispanic RELA-TOR morpheme ki which, much like Bikol ki, served a number of other purposes, alongside that of comparative marker. Owing to some functional overlap in comparative constructions and the like, this prehispanic ki was increasingly identified with the phonologically similar Spanish element que. It seems not too far-fetched to speculate that whatever additional functions pre-hispanic ki had in pre-contact times, they were lost gradually in or after the contact era. Of course, much more diachronic evidence is needed to support this idea. If our hypothesis could be corroborated, Chamorro would fall back in line with its Philippinian relatives because segmental borrowing then would be largely a matter of más, i.e. of the DEGREE morpheme, which is the case typical of Austronesian languages. As some kind of afterthought, let us add the information that Spanish más is also used as a superlative marker in Chamorro. Its free variant itmas is the Chamorro rendering of Spanish el más, cf. (44). (44) Chamorro (Topping/Ogo 1980: 184) (a) (b)
(c)
I feggon hayu (it)mas maolek na foggon. I feggon hayu (it)mas maolek wood most good DET stove DEGREE COMMENT TOPIC The wood stove is the best stove.
na LINK
foggon stove STANDARD
The possible usage of borrowed más, as an allomorph of itmas, functioning as DEGREE morpheme in superlative constructions once more demonstrates that borrowed elements are not necessarily assigned those functions which they have in the donor language: Spanish demands el más in the superlative. In a way, hispanicisation is thus frequently restricted to the borrowing of morphological means of expression. It does not always extend to the function and/or content side of the elements.
4. Similarities and Dissimilarities Let us briefly compare the borrowing behaviour of Amerindian and Austronesian languages. It comes as no real surprise that there are similarities as well as
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dissimilarities to be observed, cf. (45)-(46). On a more abstract level, it is obviously correct to state that both language groups tend to borrow morphemes for grammatical functions which were usually unexpressed in the indigenous constructions of pre-hispanic times. However, borrowing of Spanish morphemes does in no way imply their having become obligatory in indigenous comparative constructions, be it in Austronesia or in Mesoamerica. More often than not, it is the loan morpheme which can be dropped without a change of meaning or grammatical acceptability of the construction, cf. (17)-(18), (30)-(32), (35). Furthermore, on both shores of the Pacific, borrowed Spanish morphemes may co-occur with indigenous morphemes, with mixed constructions resulting, cf. (15), (36). This phenomenon is not restricted to those cases where the borrowed item appears to be filling a structural gap. In fact, there is an abundance of cases in both language groups where Spanish morphemes are used together with functionally identical indigenous morphemes, yielding what one might want to call double-marked constructions, cf. (19), (42)-(43). The co-occurrence of indigenous and Spanish morphemes which are largely synonymous casts doubt upon the widely held hypothesis according to which borrowings are motivated by a need to fill a structural gap (cf. Clark 1982). The fact that many properties of prehispanic comparative constructions persist in hispanicised constructions weakens the claim that a real typological change has taken place. Quite often, the constructions remain basically as they were before contact, with an optional Spanish admixture. There are not too many convincing cases of radical hispanicisation to the extreme disadvantage of indigenous comparative constructions. (45) Similarities between language groups • Borrowing of overt markers for functions previously dispreferred; • syntactic and semantic properties of loans are relatively independent from those of their models in the donor language; • existence of mixed and double-marked constructions; • only partial change of comparative type. What dissimilarities there are between the two language groups can be accounted for by the divergent typological properties of Meso-american and Austronesian languages. We have already stated that Amerindian languages disprefer overt RELATOR morphemes whereas Austronesian languages disprefer overt DEGREE morphemes. This difference dating back to pre-contact times possibly accounts for the higher frequency of borrowed que in Amerindian languages. Nevertheless, más is present in almost every sample language independent of its genetic affiliation. The second major difference, the syntactic behaviour of borrowed morphemes, still needs more attention in follow-up studies. For the time being, we can state that languages differ a lot as to how many of the syntactic properties
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of Spanish más and/or que actually are transferred into the borrowing language: some languages, for instance, copy the pre-COMMENT position of Spanish más, others locate más in the immediate vicinity of their own inherited DEGREE morpheme, etc. (46) Dissimilarities between language groups • Borrowing of different Spanish morphemes; • different syntactic behaviour of borrowed morphemes.
5. Conclusions The listing of similarities and dissimilarities between the two language groups leads us to the following general conclusion (47): (47) Conclusion Outwardly, Austronesian and Amerindian languages have become more similar via the borrowing of Spanish DEGREE and/ or RELATOR morphemes. Structurally, their respective com-parative constructions remain largely dissimilar. Apart from this general statement, the study of comparative constructions on both sides of the Pacific reveals several more insights. First of all, it is evident that comparative constructions seem to be somehow hispanicisation-prone irrespective of where the recipient language is spoken. Future studies will have to find an answer to the question why comparatives invite borrowing from Spanish so frequently. We have seen that gap-filling or complete restructuring don’t even pass for ad hoc explanations of this phenomenon. Secondly, grammatical hispanisms in comparative constructions are very often optional –an observation that is absolutely in line with what has been observed by a number of authors for the massive borrowing of Spanish discourse particles, prepositions, and conjunctions in Austronesian and Amerindian languages (cf. Hill/Hill 1986, Zimmermann 1987, Stolz/Stolz 1995, Stolz/Stolz 1997). Quite often, one cannot help getting the impression that the Spanish morphemes, rather than being fully-fledged, well integrated grammemes of the recipient languages, belong to the realm of style. They function sometimes as social markers (Hill/Hill 1986). Thirdly, the Spanish syntactic and semantic patterns do not fully determine in what way the borrowed elements can be used in the recipient languages. The syntax and semantics of loan morphemes in the recipient languages very often is at variance with the Spanish regularities. All in all, hispanicisation is not always thorough hispanicisation. In a way, the outcome of what we usually call hispanicisation is frequently something that is neither Spanish nor purely indigenous –but rather something in between or
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even something completely new. If it is legitimate, however, to name the outcome of Spanish-indigenous contact a mixed language is a different issue (Bakker 1995). As for the employed methodology, trying to determine the degree of hispanicisation of a language requires the co-operation of two complementary approaches. One is the word-oriented approach which studies the extent of lexical influence of Spanish on a given indigenous language. But the study of hispanicisation cannot be confined exclusively to lexical questions. Even a hypothetical language with a lexicon that is 100% drawn from Spanish would be free to make a completely un-hispanic use of the lexemes. Let us therefore emphasise that using Spanish-derived elements is only one, even though maybe the most obvious, aspect of hispanicisation. Very much the same holds good of the majority of grammar-oriented approaches to language contact we know of: most of them simply inventorise the numerous grammatical morphemes borrowed from Spanish into the vast number of indigenous languages of the former Spanish colonial empire and its modern Spanish-speaking successor countries. Let us therefore re-emphasise that the degree of hispanicisation is not a matter of lexical and/or grammatical etymology alone. Rather, we suggest that one has to take the semantics and morphosyntax of each individual recipient language into account as well. This is, admittedly, a demanding programme, but nevertheless worth the effort. If, as we hope to have demonstrated, two or more languages all have borrowed the same grammemes, say Spanish más and/or que, this still does not imply that they are hispanicised to the same degree. Only if the use of más and/or que calls forth the complete restructuring of the comparative construction, say with pre-COMMENT DEGREE morphemes instead of previous post-COMMENT ones, we have a certain right to talk of a thorough-going hispanicisation. However, there are even more far-reaching conclusions to be drawn from our evidence, generalisations which go beyond the highly specialised problem of comparative constructions. Viewed from the more general perspective of theoretical contact linguistics, we think that the study of hispanicisation phenomena is of utmost importance. This is so not because there is something special about Spanish or any of the indigenous languages influenced by Spanish, but rather because of the almost global extension of the Spanish-speaking area past and present. The wide areal distribution of Spanish as a contact language offers a next to unique, laboratory-like opportunity to observe perhaps hundreds of near parallel cases of contact between Spanish and an indigenous language. The genetic, typological, and areal background of these indigenous languages is far from being homogeneous. The only constant element is the donor language Spanish. A largescale investigation into hispanicisation world-wide could thus become a major testing ground not only for universalist hypotheses, but also for more individualised
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concepts of language contact processes. Future research should therefore include studies of hispanicisation, most preferably beyond the word boundaries. Hopefully, the present paper has raised the interest in studies of the desired kind.
Abbreviations ABS ADJ ATT CL CN COMP COR D DAT DET EMPH FEM
= = = = = = = = = = = =
absolutive adjective attenuative class marker common noun comparative connector deixis dative determinator emphatic feminine
FOC GEN INGR LINK LOC MASC NA NEG RED SG SPEC
= = = = = = = = = = =
focus genitive ingressive linker particle locative masculine name negation reduplication singular specifier
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Christel Stolz / Thomas Stolz
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II Estudios sobre los contactos de lenguas amerindias y el español en América
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Spanish Grammatical Elements in Bolivian Quechua: The Transcripciones Quechuas Corpus Pieter Muysken (Leiden)
Bolivian Quechua is very much alive, but it has been profoundly influenced by Spanish. This has been known at least since Xavier Albó published his Cornell doctoral dissertation Social Constraints on Cochabamba Quechua (1968), a reworked Spanish edition of which then appeared as Los mil rostros del quechua (1975). Since then various authors have cited Spanish features occurring in Bolivian Quechua, notably the occurrence of the Spanish diminutive endings -itu/-ita and plural -s. In earlier work, conjointly with Roeland van Hout, I have quantitatively explored the patterns of very intensive lexical borrowing characteristic of Bolivian Quechua. Here I turn to a number of grammatical and morphological elements: prepositions, conjunctions, negation, diminutives, plural, and agentive marking. I will show that these categories are being profoundly influenced by Spanish. The major thrust of the argument is that in fact it is more than simply borrowing to Quechua: with respect to the variables at hand a whole new language variety has emerged.
The corpus The corpus on which this paper is based consists of a computerized version of volume three (arbitrarily chosen) of the seven volume series of transcribed Quechua texts collected by a team in Bolivia (Departments of Cochabamba, Chuquisaca and Potosí) under the supervision of Jorge Urioste, a Spanish Jesuit working in Bolivia, in the 1960s. The corpus consists of almost 19,000 words. The texts contain free conversations, traditional and contemporary narratives, retellings of religious stories, jokes, etc. The following, again arbitrarily chosen, fragment (computerized following specific conventions) gives an impression of the transcripts, of Bolivian Quechua, and of the extent of Spanish influence.
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(1)
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Kunan cuentasqaykichis Kunan cuentasqaykichis, amiguitos. Noqaqa uj (...), na (...), qaninpita uj sastrecito kasqa. Chaymantataj millionario kasqa. Chaymanta na (...), uj señorapis kasqa chay ura laditonpi vecinon, wawitasnintin. Chaymantaqa niña ni ima mikhuna kajtin, ni ropa ni kajtenqa sastreman tukuy imata ruarqamusqa. (2) Chaymantataj chaypeqa mamanman qosqa. -«Tarikuni», nispa.
A glossed version of this fragment is as follows: (1) Kunan cuenta-sqa-yki-chis, amigu-ito-s. Noqa-qa uj, na, now tell-1FU-1su2ob-2PL friend-DIM-PL I-TO one HES qanin-pi-ta uj sastre-cito ka-sqa. Chay-manta-taj (...)-LO-EMP one tailor-DIM be-SD that-from-EMP millionario ka-sqa. Chay-manta na, uj señora-pis ka-sqa millionaire be-SD that-from HES one lady-ADD be-SD chay ura lad-ito-n-pi vecino-n, waw-ita-s-ni-ntin. that down side-DIM-3-LO neighbour-AF child-DIM-PL-EU-with Chay-manta-qa niña ni ima mikhu-na ka-jti-n, ni that-from-TO girl NEG something eat-NOM be-DS-3 NEG ropa ni ka-jte-n-qa sastre-man tukuy ima-ta clothes NEG be-DS-3-TO, tailor-from all something-AC sua-rqa-mu-sqa. Chay-manta-taj chay-pe-qa mama-n-man steal-INT-CIS-SD that-from-TO that-LO-TO mother-3-to qo-sqa. Tari-ku-ni, ni-spa. give-SD find-RE-1s say-SS
In (2) a fairly literal translation of the fragment is given: (2) Now I will tell you, my little friends. I, one, hm, here once there was a little tailor. Then he was a millionaire. Then there was also a lady, his neighbour next to him down below, with little children. Then a girl who had nothing to eat, no clothes at all came and stole all kinds of things from the tailor. Then here she gave [this] to her mother, saying: «I [just] found [it]».
The fragment in (1) illustrates a number of important features. First of all, much of Quechua morphosyntax remains intact. We find complex subject-object transitions as in cuenta-sqa-yki-chis [tell-1FU-1su2ob-2PL] ‘I will tell you (pl.)’, the use of the switch reference markers -jti (different subject, DS) and -spa (same subject, SS), the topic marker -qa, and case markers such as -pi LOCATIVE, -manta ABLATIVE ‘from’, -ntin ‘accompanied by’ and -man DATIVE. However, Albó has stressed repeatedly that Bolivian Quechua shows signs of wear and tear. Thus, we find repetitive use of chay-manta-qa [that-from-TO] ‘then’, as a clause-linker.
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There is a large number of loans: cuenta ‘tell’, amigo ‘friend’, sastre ‘tailor’, millionario ‘millionaire’, señora ‘lady’, lado ‘side’, vecino ‘neighbour’, niña ‘girl’, ropa ‘clothes’. Van Hout / Muysken (1994) show that this is a general feature of Bolivian Quechua: A remarkably high percentage of the nouns and verbs in the corpus studied there were Spanish on the token level. In the context of this paper, it is also striking that there are a number of Spanish diminutives, Spanish plural -s, and the Spanish negation marker ni. I will turn to these grammatical elements now, beginning with prepositions and conjunctions.
Prepositions A number of Spanish prepositions is found in the corpus, although their distribution is limited. Only one preposition shows signs of playing a non-marginal role in Quechua language use: hasta ‘until’. It occurs eight times in the corpus. Three times it occurs with an indication of location (in square brackets the page number in the original text is given): (3)
[453] hasta mayu chaya-spa until river arrive-SS ‘reaching the river’
(4)
(2 attestations)
[423] Noqá ri-lla-ni-puni hasta Buenos Aires. I go-DEL-1sg-EMP until B.A. ‘I certainly go as far as Buenos Aires’.
In another case, it is part of a compound expression meaning ‘from (...) up to and including’: (5)
[461] juch’uy-manta hasta jatun tata-s-qa little-from until big father-PL-TO ‘from little [ones] up to and including big fathers’
(2)
In two cases, hasta is combined or doubled with the synonymous Quechua postposition -kama. In the first case there is a hesitation marker and a pause separating pre- and postpositions: (6)
[429] hasta na (...) until HES (...) ‘as far as the stars’
estrella-kama star-until
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In the second case, the modified noun is a nominalized clause with its own subject marking: (7)
[513] hasta desmaya-chi-ku-na-nku-kama until faint-CAU-RE-NOM-2PL-until ‘until they faint’
A final case of hasta is where it is used adverbially to mark emphasis: (8)
[397] hasta chay-wan-qa noqayku-taj until that-with-TO we-EMPH ‘even with that we will (...)’
(...)
We can tentatively conclude from these cases that hasta is not yet fully integrated into Quechua language use but that its occurrence is not accidental. More marginal is the Spanish preposition a (DATIVE, DIRECTIONAL, ANIMATE DEFINITE ACCUSATIVE). It occurs nine times in the corpus, five of which are the purposive construction a ver: (9)
[401] Cacucha ri-pu-n a ver... Cacucha go-DIR-3 to see ‘Cachucha goes away to see (...)’
(5)
One case inolves a as part of a fixed expression: (10) [487] ri-y a go-IM to ‘go to hell’
la the
mierda shit
There are two cases of directional a, but both with pausing and in the first case also with the hesitation marker and doubled with the Quechua case marker: (11) [399] ri-y-lla-yku-taj a na-man (...), go-INF-DEL-1PL-EMP to HES-to (...) ‘for us to go to that hmm..., to that square’
(12) [399] chay ri-sqa a (...), escopeta-wan that go-SD to (...), rifle-with ‘that one went to (...), with a rifle’
chay that
plaza-man square-to
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Finally there is one possible case of a as a direct object marker: (13) [465] mikhu-y-chis eat-IM-2PL ‘eat this one’
a AC
kay-ta this-AC
Since it is only a single case, and since a is such a short form, it is hard to evaluate the status of (13). Notice again that if it is an object marker, it is doubled with Quechua -ta. The preposition de only occurs in fixed combinations: (14) [427] Rey de Infierno-man ri-pu-na-y king of hell-to go-DIR-NOM-1sg ‘there is my having to go to the King of Hell’
tia-n exist-3
(3)
[437] che runa de mierda hey indian of shit ‘hey indian worth nothing’
[569] De una vez wañu-pu-saj. of one time die-DIR-1FU ‘I will die at once’.
The same holds for the prepositions en ( though doubled with -manta ‘from’) and por: (15) [491] en diez día-s-manta-qa in ten day-PL-from-TO ‘in ten days’
(16) [503] jay, por Dios run, by God ‘run, by God’
Two other prepositions, con ‘with’ and sin ‘without’, occur only once, in unfinished sentences: (17) [493] chantá con (...), jamu-lla-n-taj, kuti-mu-lla-n-ta thus with (...) come-DEL-3-EMP return-CIS-DEL-3-EMP ‘thus with (...) he just comes, he just returns’
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(18) [493] k’umusqa-lla sin (...), siqa-mantá-s (...) without (...) back-from-ADD ‘(...) would speak without (...)’
parla-n-man speak-3-POT
Prepositions such as para ‘for’ and como ‘like, as’ do not occur in this corpus. I have dwelt upon Spanish prepositions in some detail particularly because of their marginal status in Bolivian Quechua. This relative marginality is remarkable in the light of the frequency with which Spanish prepositions occur in different Amerindian languages in Mesoamerica (Stolz / Stolz 1996).
Conjunctions The picture for conjunctions is fairly similar to that for prepositions. Spanish conjunctions do occur but they are by no means frequent. A conjunction that occurs with some frequency is pero ‘but’. Twice it occurs clause-finally, as an afterthought: (19) [475] tukuy-ne-jta puri-mu-ni everything-EU-along walk-CIS-1sg ‘I walk by everything though, nor (...)’
pero, but,
ni nor
(...) (...)
In four cases pero links two clauses: (20) [493] ka-chun aycha-qa pero mana ranti-nki-chu be-EXH meat-TO but not buy-2sg-NEG ‘there may be meat but you do not buy it’
Twice pero occurs clause-initially: (21) [507] Pero chay-rayku rato jamu-na-yki but that-reason quickly come-NOM-2sg ‘But therefore you had to come quickly’.
ka-rqa. be-PA
A second example is Spanish y ‘and’, which sometimes occurs in fixed expressions linking two nouns. In (23) it may be used instead of de [di] ‘of’: (22) [461] alma y cuerpo apa-yki-man soul and body take-2sg-POT ‘you would take him body and soul’
(2)
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(23) [437] pato y mierda duck and shit ‘no good duck’
(pato de mierda)
In one case it was found as a productive noun phrase conjoiner, doubling with Quechua -wan, which fulfills the same function: (24) [505] Reza-rqo-ku-ni padre nuestro-ta y pray-INT-RE-1sg Our Father-AC and avemaria-ta-wan. Hail-Mary-AC-with ‘I pray the Our Father and one Hail Mary’.
uj one
In three cases y functions as an utterance-initial linker, as in (25), and in one case as a linker between two clauses: (25) [487] Y chantá montura-s caballo-j montura-n-qa and then saddle-PL horse-GE saddle-3-TO asiento-man kutin (...) seat-to again ‘And then the saddles, the horse saddle to the seat again (...)’
(26) [565] tapa-ra-nki a ø y llojsi-po-nqa-nku cover-PA-2sg to ø and leave-DIR-3FU-3PL ‘you covered [it] and they will leave’
A third conjunction that occurs in several contexts is si ‘if, whether’. In one case it occurs by itself, followed by Spanish es que ‘(it) is that’. Thus it is almost as if there is a code-switch in the sentence: (27) [493] si (...), es que mana if (...) is that not ‘if (...) you don’t buy [it]’
ranti-nki-chu buy-2sg-NEG
This case is similar to a sentence in which si occurs as part of an entire Spanish sequence porque si no: (28) [481] porque si no ri-pu-lla-saj because if not go-DIR-DEL-1FU ‘because if I don’t go away (...)’
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The conjunction porque does not occur elsewhere in the corpus studied here. In other cases, however, si is combined or doubled with the Quechua dubitative (roughly glossed) particle -chus. In (29) this particle is placed on the verb: (29) [495] si apa-mu-nki-chus if take-CIS-2sg-DUB ‘if you bring it’
In two cases, drawn from the same narrative, the two elements are directly combined as si-chus. Notice that in (31) the already doubled form si-chus is doubled once again with the Quechua conjunction chay-qa, possibly for greater emphasis: (30) [431] si-chus qhapari-nki if-DUB cry_out-2sg ‘if you cry out (...)’
(31) [431] si-chus kunan uj-ta-wan qhapari-nki if-DUB now one-AC-with cry_out-2sg ‘now if you cry out once again (...)’
chay-qa that-TO
Twice -chus appears on the Quechua negative element man or mana: (32) [463] si man-chus if not-DUB ‘if not’
A detailed study of the syntax and semantics of -chus is urgently called for. There is one example of cuando ‘when’ in the corpus: (33) [439] «Wallpa (...), wallpa-chá qan ka-nki», chicken (...) chicken-DUB you be-2sg ni-spa, cuando runa-lla ka-pu-sqa, ni-n. say-SS when man-DEL be-DIR-SD say-3sg ‘Saying «a chicken, you are perhaps a chicken», when the man was there, they say’.
It would be worthwhile to study a larger corpus to see whether cuando has caught on, but so far this is not evident at all.
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In summary, we can conclude that in particular pero and si, and to a lesser extent y, play a certain, though limited role, in Quechua speech. Other conjunctions do not appear, however, again in contrast with the situation in Mesoamerica, where Spanish conjunctions are frequent in the Amerindian languages.
Negation In Quechua main clauses, negation is marked by mana before the negated constituent (which can be the whole verb phrase) and -chu after it. In prohibitive (negative imperative) contexts we find ama in stead of mana. In replies to a direct question we also get mana. In negated quantified expressions (nothing, nobody) we also get mana (...) -chu and an interrogative word often combined with -pis (e.g. pi-pis ‘anyone’). In subordinate clauses -chu is not allowed. In the corpus studied here Spanish no ‘not, no’ does not appear, but Spanish ni ‘neither/nor, not even’ is quite frequent. It occurs particularly with negated quantifiers as in (34): (34) [457] muñeco-taj ni ima-ta contesta-sqa-chu puppet-EMP NEG what-AC answer-SD-NEG ‘the puppet did not say anything back, they say’
ni-n say-3
Interestingly, ni is frequently doubled with other negative elements. This is not surprising in (35), where ama carries modal force: (35) [442] ama kachari-nki-chu ni may-ta-man-ta don’t let_go-2sg-NEG NEG where-AC-to-EMP chay kinsa cordero-s-ta that three lamb-PL-AC ‘don’t let those three lambs go anywhere’
However, we also find it doubled with mana and the reduced form ma: (36) [529] mana ni ima ni NEG NEG what NEG ‘nothing, no chicha, nothing’
(37) [421] ma ni ima-mán NEG NEG what-from ‘not from anything’
aqhata chicha-AC
ni NEG
imata what-AC
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Table 1 schematically presents the different contexts for negation. In context (a), ordinary negation of a constituent, all negation markers are frequent. In context (b), the combination with a question word, the indefinite marker -pis or a negated constituent preceded by the element uj ‘one’, favours the selection of ni, presumably because ni is emphatic. Presumably, this also explains why ni occurs in negative questions, which in Quechua are expressed by combining the negative marker with -chu in initial position. In context (c), some cases of ni are found, but here mana is frequent as well: in cases where -chu is absent and in cases where the negative marker is combined with emphatic -puni or -raj ‘still’. Finally, context (d) refers to those cases where -ni is not found: as an independent negator (‘no’), in subordinate clauses, which the dubitative subordinating element -chus and with the hesitation marker -ri. Table 1 The distribution of negative markers across different contexts ama
man(a)
Ma
ni
(a) NEG X-chu
14
43
10
11
(b) NEG wh-chu NEG ... X-chu ... Wh-pis NEG uj X-chu NEG-chu
– 3 – –
– – 1 1
3 1 – –
6 6 2 2
(c) NEG X NEG-puni X-chu NEG-raj
– – –
2 7 3
3 – –
2 2 2
(d) NEG X-subord. clause NEG-chus NEG-ri NEG.
– – – –
9 3 1 8
– – – 2
– – –
I have dwelt on the occurrence of ni in Quechua for several reasons. First, to my knowledge it has not been discussed so far in the context of the borrowing of Spanish function words in Amerindian languages. Second, it is unusual for a
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borrowing in Quechua to begin as an open monosyllable. Third, it occurs in some syntactically embedded contexts, rather than at the level of discourse markers, as most other function words. Diminutives The first striking thing is that the Quechua diminutive affix -cha is completely absent from the corpus examined here, while there are hundreds of Spanish diminutives, both on Spanish and on Quechua roots. All the diminutives are variations on -itu/-ita, but their particular form shows how complex the integration of Spanish affixes into Quechua can be (see also Hulleman / Van Gein 1998). Let us first consider Spanish roots and their diminutive forms (in the spelling given in the transcription) in the corpus (Table 2). By far the most frequent forms are -ita (46 tokens) and -ito (97 tokens), which occur with forms ending in -a and -o, respectively. These endings generally correspond to feminine and masculine gender in Spanish. The ending -cito (19 tokens) occurs with nouns ending in a consonant (two words ending in -r, one in -n), in -e (two words) and in -io (one word, not exemplified here). The ending in -sito is a spelling variant of -cito, and the case of -etito represents emphatic doubling. Table 2: Diminutive forms of Spanish roots in the corpus Abuela Jaula
abuelita jaulita
‘grandmother’ ‘cage’
S-ita
46 [/ a_]
Terno Hortelano Cuidado Machete Pobre Neblina Condor
ternito hortelanito cuidadito machetito pobrecito neblinsitu condorcito
‘ornament’ ‘gardener’ ‘careful/care’ ‘big knife’ ‘poor’ ‘fog’ ‘condor’
S-ito
97 / o_ (53), d_ (1)
S-cito
19 / r_ (2), e_ (2), n_ (1), [io_ (1)]
Aquí
aquisito
‘here’
S-sito
1
Viejo
viejetito
‘old’
S-etito
1
With the diminutive forms of Quechua roots the situation is more complicated. The reason is that gender plays no role in Quechua. The selection of a Spanish
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diminutive form is based largely on the phono-logical characteristics of the Quechua root, on the basis of the following general algorithm (Albó 1975): words ending in a: words ending in u: words ending in i or a consonant:
-it-a -it-u -sit-u, -sit-a
Adjacent to the phoneme q the i is lowered to e; therefore we get -etu and -eta in that context. The forms actually found in the corpus mostly follow from this algorithm. I will discuss the forms that do not follow the algorithm separately: Table 3: Diminutive forms of Quechua roots in the corpus Wallpa *rumi
wallpita rumita
‘chicken’ ‘stone’
Q-ita
65 / a_ (18), i_ (10)
Qaqa
qaqeta
‘rock’
Q-eta
4
Chuku Chhiku llant’ero
chukitu chhikitu llant’erito
‘cap, hat’ ‘risk’ ‘woodcutter’
Q-itu(o)
33 / u_
p’isqo
p’isqetu
‘bird’
Q-etu
3
Atoj juch’uy Chawpi Rumi Simi
atojsitu juch’uysitu chawpisitu rumisitu simisitu
‘fox’ ‘little’ ‘middle’ ‘stone’ ‘mouth, word’
Q-situ
28/ j_ (2), y_ (5), i_ (4), a_ (1), [n(a)_ (1)]
Incidentally, natural gender features, and often the gender of the semantic equivalent in Spanish, determine the forms encountered. In Table 4 the expected forms are contrasted with the forms encountered:
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Table 4: Unexpected diminutive forms of Quechua roots in the corpus A. Expected -ita, encountered -situ or -itu phata
Phatasitu
jusk’a Jusk’itu sullk’a Sullk’itu much’a Much’ito
‘nickel, five cent piece’ 3 ‘hollow’ ‘minor’ NM ‘kiss’
Hoyo (m.) Menor (m.) Beso (m.)
B. Expected -situ, encountered -ita, -sita or -itita warmi rumi wasi simi wirkhi q’epi misk’i khuchi
warmita, warmisita rumita (also rumisitu) wasita simitas wirkhita q’epitita misk’ita khuchita
2 ‘woman’ ‘stone’ 5 ‘house’ ‘mouth’ ‘beaker’ ‘load’ ‘sweet’ ‘pig’
NF
Mujer (f.) Piedra (f.) Casa (f.) Boca (f.) Taza (f.), copa (f.) Carga (f.) Dulce (m.) Puerco (m.), puerca (f.)
(NM = natural gender masculine, NF = natural gender feminine)
In most cases of Table 4, the gender of the Spanish equivalent is taken over. In a few cases, natural gender may play a role. A characteristic feature of many varieties of Latin American Spanish is the use of diminutives with various types of mostly deictic function words. The precise meaning of the diminutive forms varies: sometimes the deictic reference is even more restricted (estecito ‘exactly this one’, ahorita ‘right now’), while in other circumstances the diminutive appears to make the reference of the deictic element more vague (‘about like this’). In any case, this pattern also occurs with Quechua elements, apparently with the same general semantic effect.
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Table 5: Diminutive forms of Quechua function words in the corpus kay chay uj chawpi jina kuna-n sapa ura
‘this’ ‘that’ ‘one’ ‘half’ ‘like this’ ‘now’ ‘alone’ ‘below’
kaysitu chaysitu ujsitu chawpisitu jinita kunitan, kunititan sapitallan urita(-manta)
3 2
2
‘estico’ ‘esesito’ ‘unito’ ‘mediecito’ ‘asicito’ ‘ahorita, ahoritita’ ‘solito’ ‘abajito’
These data are a further sign of the integration of Spanish diminutive formation into Quechua.
Plural The Quechua plural marker -kuna is present in the corpus, but not very frequent (10 occurrences) and limited to Quechua. There are hundreds of Spanish plurals, both on Quechua and on Spanish roots. There are only a few cases where the two plurals are combined, e.g. atoj ‘fox’. Several times Spanish -s follows -kuna; once it precedes -kuna, when it occurs with diminutive -situ: atoj-situ-s-kuna atoj-kuna-s kay-kuna-s
2
‘the little foxes’ ‘the foxes’ ‘these’
More evidence is needed to establish whether indeed the -kuna-s doubling pattern is the more general one. In any case, it conforms to a general tendency in Amerindian languages that Spanish elements, when doubled, occur external to the native element. The form -kuna only occurs with a few roots, all ending in a consonant. In addition to the forms in (39) these are: atojkuna chaykuna ujkuna qankuna
2 2
‘foxes’ ‘those’ ‘some’ ‘you (pl.)’
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With one Quechua root we have -es: chajnadores ‘tightening ropes’, which contains the agentive suffix -dor (see below), however, and may thus be described as a Spanish word with a Quechua root. Thus we can maintain the generalization that Quechua words ending in a consonant are marked with -kuna. In Table 6, an overall summary of the patterns found is given. These are quite regular. The affix -s is found after vowels with both Quechua and Spanish words; with Spanish words we have -es after consonants: Table 6: Plural forms of Quechua and Spanish words in the corpus Qankuna
Q-kuna
10 / C_
‘you (pl.)’
Profesores Tempestades Tractores
S-es
20 / C_
‘teachers’ ‘storms’ ‘tractors’
Alqos Aychas Wawas
4 22
Viajeros Zapatos
5
Q-s 123 / V_ S-s
175 / V_
‘dogs’ ‘meats’ ‘children’ ‘travelers’ ‘shoes’
Special attention should be given to the combination of a numeral and a plural marker. In traditional Quechua it is impossible to mark a noun with plural -kuna if it is quantified by a numeral. In one case this rule is violated in the corpus for -kuna: iskay atoj-kuna-s-taj two fox-PL-PL-EMP ‘two foxes’
With Spanish plural -s, however, the form is continually violated. In Table 7, the distribution of these forms is shown. With iskay ‘two’, plural -s occurs in two thirds of the cases, and particularly with kinsa ‘three’ it is very frequent as well:
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Table 7: Spanish plural marking on elements quantified by a numeral in the corpus iskay N iskay N-s
10 20
kinsa N kinsa N-s tawa N tawa N-s ΣN Σ N-s
iskay machasqa iskay wawas
‘two drunks’ ‘two children’
2 9
kinsa legua kinsa alqos
‘three miles’ ‘three dogs’
2 2
tawa parta tawa dedos
‘four parts’ ‘four fingers’
14 31
These data show that either Spanish -s does not have the same semantic weight as Quechua -kuna or that the system has been restructured, lifting the prohibition [Num N-PL]. In traditional Quechua -kuna occurs particularly with animate entities, and the occurrences of -kuna in the corpus studied are all with animates as well. However, no such restruction holds for -s either with Quechua or with Spanish roots:
Table 8: Spanish plural marking on animate and inanimate Quechua and Spanish words in the corpus (tokens in parentheses) animate, Quechua inanimate, Quechua
16 (70) 30 (58)
animate, Spanish inanimate, Spanish
29 (70) 54 (100)
In fact, both on the type and on the token level inanimate plurals dominate for both Quechua and Spanish words. However, the fact that the selection of -kuna instead of -s with Quechua words is determined by phonological rather than semantic considerations speaks against an extreme semantic differentiation between the two plural markers. Evidently, more research is needed on this issue, also involving the analysis of noun occurrences where a plural reading is intended but no plural marking is found.
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Spanish agentive suffixes Two Spanish agentive suffixes appear in the corpus: -ero and -dor. The denominal suffix -ero occurs on three Spanish roots, and could thus be analyzed as taken over as part of Spanish words, but not analyzed as such in Quechua. However, it also occurs with one Quechua root, llant’a ‘firewood’: a.
b.
Zapatero Carbonero Viajero Llant’eritu/o
6 9 8
‘shoemaker’ ‘charcoal maker’ ‘traveler’ ‘firewood gatherer (diminutive)’
The loans in (42) are clearly part of traditional Spanish narratives retold in Quechua. The suffix -dor occurs twice with Spanish roots: lavador ‘washer’ and corregidor (4 tokens) ‘administrator’, but surprisingly also with four Quechua roots: wañuchi-dor jampi-dor chajna-dor-es sua-dor
‘killer’ ‘healer’ ‘tightening rope’ ‘thief’
*wañuchi-j *jampi-j *chajna-j *sua-j
With these four roots the equivalent Quechua agentive suffix -j does not occur. The overall occurrence of the Quechua suffix -j in the corpus still needs to be studied, however. In any case, it is clear that -dor is productively used in Quechua. To what extent it is limited to nouns marking habitual agents needs to be established with a larger data set. The four cases mentioned, in any case, are compatible with such a habitual interpretation.
Conclusions What can we conclude from this fairly descriptive summary of Spanish influence involving grammatical elements? Firstly, it is clear that Spanish has a very strong presence in the Quechua represented in this corpus. Of all the varieties of Quechua studied so far, it is perhaps the one most influenced by Spanish. Secondly, this influence is selective. It is relatively limited with conjunctions and prepositions, and of the conjunctions and prepositions, only a few play a role. While certain structural factors can be isolated that determine why certain elements are selected and others are not (Van Hout / Muysken 1994), these do certainly not account for everything.
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Thirdly, often we find doubling of a Spanish element and a Quechua equivalent or semi-equivalent: with prepositions and conjunctions, with the negative element ni and with plural marking. Fourthly, the introduction of Spanish elements often leads to a restructuring of the Quechua system. We find new word order patterns with prepositions and conjunctions, new patterns of negation, a new rule system for the selection of plural markers, and a partial semantic reinterpretation of plural. Most dramatic is the restructuring of Quechua phonology to deal with diminutives. Finally, words of Spanish and Quechua origin are in part identical in behaviour, in part different. The category of diminutive occurs in both word sets, but follows different rules. Plural marking is parallel in both word sets, but in part subject to different phonological conditions. In any case, it is clear that for many detailed questions the study of a larger corpus is needed. In further work I will analyze all seven volumes of Urioste’s Transcripciones quechuas, rather than just the one used here.
Abbreviations used in glosses AC ADD AF C CAU CIS DEL DIM DIR DS DUB EMP EXH EU FU GE HES IM INF INT
= = = = = = = = = = = = = = = = = = = =
Accusative additive, ‘also’ Affirmative Consonant Causative cislocative, toward speaker delimitative, ‘just’ Diminutive directional, away from speaker different subject switch reference Dubitative Emphatic exhortative, concessive euphonic element Future Genitive hesitation marker Imperative Infinitive Intensive
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LO N NEG NOM PA PL POT Q RE S SD SS TO V 1su2ob
= = = = = = = = = = = = = = =
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Locative Noun Negation Nominalizer Past Plural Potential Quechua reflexive, medial Spanish sudden discovery tense, ‘it turns out’, narrative same subject switch reference Topic Vowel first person subject, second person object
References ALBÓ, Xavier (1968): Social Constraints on Cochabamba Quechua. Doctoral dissertation. Ithaca: Cornell University. — (1975): Los mil rostros del quechua. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. HOUT, Roeland van/MUYSKEN, Pieter (1994): «Modelling lexical borrowability», in: Language Variation and Change 6, 39-62. HULLEMAN, Jeroen/GEIN, Rik van (1998): «Spaanse invloed op het Quechua van Cochabamba: het geval van de diminutief», in: BRUYN, Adrienne/AREND, Jacques (eds.): Mengelwerk voor Muysken. Voor Pieter C. Muysken bij zijn afscheid van de Universiteit van Amsterdam, Publikaties van het Instituut voor Algemene Taalwetenschap 72. Amsterdam: Universiteit van Amsterdam, 187-195. MUYSKEN, Pieter (in press): Bilingual Speech. A Typology of Code-mixing. Cambridge: Cambridge University Press. STOLZ, Christel/STOLZ, Thomas (1996): «Funktionswortentlehnung in Meso-amerika. Spanisch-amerindischer Sprachkontakt», in: Sprachtypologie und Universalienforschung 49 (1), 86-123. URIOSTE, Jorge L. (1966): Transcripciones Quechuas. 7 vols. Cochabamba: Instituto Indigenista.
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Appendix 1: Diminutive forms of the Quechua roots in the corpus Aqha Atoj Chawpi Chay Chuku Chupa Chhanqa Chhiki Ch’uya Imilla Jina Juch’uy Juk’ucha Jusk’a Kay Kunan
Khuchi k’achu k’uchu Laqha Llama Llant’ero Mama Michi Misi Misk’i Much’a Pakay Pampa Papa Paru Phata p’isqu Qaqa q’ala q’epi Rumi Sapa
aqheta atojsitu chawpisitu chaysitu chukitu chupita chhanqeta chhikitu ch’uita imillita jinita juch’uysitu juk’uchita jusk’itu kaysitu kunitan kunititan ?khishkita khuchita k’achitu ?k’achitas k’uchitu laqheta llamitas llant’erito mamita (\S) michisitus misisitu misk’ita much’ito pakaysitu pampita papitas paritu phatasitu p’isqetu qaqeta q’alitu q’epitita rumisitu rumita sapitallan
3 3 2
‘chicha’ ‘fox’ ‘half’ ‘that’ ‘cap, hat’ ‘tail’ ‘stony’ ‘risk’ ‘transparent’ ‘servant’ ‘like’ ‘little’ ‘mouse’ ‘sowing’ ‘this’ ‘now’
2
‘pig’ ‘horn’
4 2 2
2 4
4 2 7 6 6 3 2 2 2 3
‘corner’ ‘darkness’ ‘llama’ ‘woodcutter’ ‘mother’ ‘cat’ ‘cat’ ‘sweet’ ‘kiss’ ‘hidden’ ‘floor, plain’ ‘potato’ ‘toasted, toast’ ‘five cents coin’ ‘bird’ ‘rock’ ‘naked’ ‘load’ ‘stone’ ‘stone’ ‘alone’
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Spanish Grammatical Elements in Bolivian Quechua Simi Sullk’a Tumpa Uj Ura Walqu Wallpa Warak’a Warmi Wasi Waskha Wawa Wayqo Wirkhi Yarqhay Yuthu
simitas simisitu sullk’itu tumpita thaparankitu ujsitu urita(-manta) walqetu wallpita warak’ita warmisita warmita wasita waskhita wawitas wayqetu wirkhita yarqhaysitu yuthito
Appendix 2: Plural forms in the corpus Forms with -kuna Atojsituskuna Chaykuna Ujkuna Atojkunas Atojkuna Kaykunas Qankuna
2 2 2
Animate, Quechua Runas Runallas Warmis Wawas Wawitas Qharis Machasqas Suas Alqos
6 4 22 9
4
79 ‘mouth, language’ ‘mouth, language’ ‘minor’ ‘a little’
2
4
2 5 2 18
‘one’ ‘below’ ‘leather rope’ ‘chicken’ ‘sling’ ‘woman’ ‘woman’ ‘house’ ‘rope’ ‘child’ ‘ravine’ ‘beaker’ ‘hunger’ ‘partridge’
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Pieter Muysken Michisitus Misisitus Wakas Wallpas Wallpitas Ch’uspis Llamitas
2 3 3
Animate, Spanish Almas Angelitos Comadres Compañeros Diablos Doctores Lavadores Chicos Gringos Hermanos Mejicanitos Mejicanos Profesores Soldados Vecinos Viajeros Santos Patrones Mulas Ovejas Ovejitas Gallitos Animales Animalitos Burros Caballos Condores Corderos Leones
Inanimate, Quechua Aychas Chajnadores
5
2 3
2 8 6 3 4 4 2 3 4 3 5 2
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Spanish Grammatical Elements in Bolivian Quechua Chakis Chutus Chhakas Juchas k’aspis Simitas Khuchis Khulás k’achitus k’achitas k’aspis Lap’as Makis Papitas Ñawis Pukas Punkus Qaqas Qolqes Qhepus Rumis Simis Tullus Ujut’as Wajras Wakhas Wakhitas Wasis
5 4
2
2 7
4 3 3 2 2 3 3
Inanimate, Spanish Ajinititus Alfas Años Armados Autos Balcones Botas Bultos Buñuelos Calaminas Campanas Carajitos Cigarrotas
2
4 6 3
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Pieter Muysken Cigarrosta Costales Cuchillos Dedos Días Dinamitas Envidios Escapularios Estancias Fusiles Gigantes Habas Heridos Horas Horatas Las doce Lechugas Leguas Medicinas Minas Montes Monturas Pastos Patas Pilis Polleras Porotos Puñetes Repollos Retazos Rosarios Señas Sillas Sombreros Tempestades Trabajos Tractorés Uñitas Uñas Uvas Zapatos
2 2
3
2 10
2 2 2 3 2 2
2
3 2 4 4 5
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Préstamos, calcos y paráfrasis del castellano al quechua: Mecanismos para su evaluación y adopción Julio Calvo Pérez (Valencia) Resumen Resulta oneroso hablar de préstamos necesarios o innecesarios de una lengua a otra. La simple dicotomía parece ocultar una realidad del uso: la continuidad de todo fenómeno de trasvase de palabras o ideas en el ámbito del contacto. Para resolver este problema me he centrado en las percepciones escalonadas entre préstamo, calco y paráfrasis. He procurado incidir en las diferencias entre préstamo funcional y tecnicismo y establecer una matriz de rasgos que haga posible la “medición” de la variación léxica sin el recurso a la diacronía. La matriz citada tiene en cuenta el grado de integración del signo, materializado en su parte significante, además del grado de su adaptación funcional. Con eso he perfilado la jerarquía del objeto. Con el análisis del grado de aceptación social e individual he delimitado la jerarquía del sujeto. Con todo, el rasgo que más objetivamente mide la desviación del signo es el de la parte semántica del mismo (el del significado, puesto que se trata del diccionario), el cual se diversifica a su vez en una jerarquía interna con la que se puede evaluar con precisión cualquier metonimia o metáfora léxicas (rasgo 3 de la matriz).
Abstract Differenciating between neccesary and unnecessesary loans can be onerous for the treatment of the linguistic contact. This dichotomy hides, in itself, the plural reality of use: the continuity of all phenomena of sintactic or semantic transfer. To solve this problem I have payed attention to the stepping of loanword, calque and paraphrase, internally seen. I have observed the difference between functional borrowing and technicism and I have tried to establish a feature matrix to make possible the “measurement” of lexical integration of words, without studying their diachrony. This matrix compares the signifier and the signified of words, specially the last one; as well the proximity of their functional categories. These aspects constitute the objective hierarchy of contact units. The social and
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Julio Calvo Pérez
the individual acceptation of loans, their frequence and diversification, constitute, on the other hand, the subjective hierarchy of contact units. Even so, the most objetive feature to evaluate the divergency of linguistic signs is the semantic one (the difference of meaning) specially the classemic distance between the genuine words and the borrowings. The device to measure it consists in an internal scale of traits, whose distance determines exactly the lexical metaphors and metonymies of the dictionary (trait 3 of matrix).
1. Préstamos Partiré de una definición implícita, pero al mismo tiempo universal, de cada uno de los conceptos con los que intitulo este trabajo. Si préstamo (loan word) es lo que se toma (borrow) o se da prestado (lend) a una lengua desde otra lengua, los siguientes, a modo de ejemplo, lo son del castellano al quechua y del quechua al castellano: PHUKU:
“(esp.), bombilla, foco …phukuta rantimunay luspaq, tengo que comprar un foco para la luz”1. GATO ¶2 “(q.) (mercado), qhatu …vendo en un puesto, tengo un gato, qhatukuni”.
No hace falta, por el momento, saber si el préstamo es necesario o innecesario, ya que esta cuestión, tan valorada por los prescriptivistas o normativistas, desconoce un hecho fundamental: la necesidad psicológica que hace que en ciertos instantes se produzca un vacío mental en el hablante que ha de ser rellenado. Poco importan las causas de tal vacío: si es que la palabra que se busca no existe o bien si es que no se encuentra en el vocabulario activo del hablante. De ahí se pasa a generalizar el uso del préstamo, pero puede ocurrir que haya sido apenas un empleo esporádico. Tenemos entonces una dicotomía que, en términos estructuralistas podríamos considerar como de préstamo fijado vs. préstamo esporádico3. En una sociedad bilingüe, dejando ahora de lado la situación que la haya creado, el
1. 2. 3.
Todos los ejemplos han sido tomados de mi Nuevo diccionario español-quechua, quechua-español, en preparación. Utilizo el signo ¶ para los americanismos de cualquier tipo o procedencia, siempre que no concurran con palabras peninsulares o, de hacerlo, supongan clara homonimia. Esta dicotomía podría tener su origen en el siglo pasado, aunque fue el estructuralismo americano, con Bloomfield (1933) a la cabeza, quien abundó más modernamente en ese hecho. De él Hockett (1958) saca la idea de que todo préstamo es antes que nada individual (innovación), que luego se difunde (difusión) y posteriormente se adopta (adopción) por la comunidad de hablantes. El problema, a veces, es evaluar el grado de integración, puesto que todo préstamo es, antes que un hecho, un proceso y no siempre el desarrollo idiolectal y dialectal es parejo en todos los frentes. Para la idea de proceso, cf. Rey-Debove (1973), Moravcsik (1978).
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hallazgo de un término que actúa generalmente como correspondencia de otro es un mecanismo de sustitución fundamental. Sólo con aprendizaje riguroso y reglado, con disciplina, y con la práctica metalingüística adecuada se podrían corregir los excesos a que una situación de este tipo aboca. Es decir, que hay una tendencia a la generalización o extensión inadecuada del préstamo lo mismo que la hay al purismo. De hecho, la circulación de préstamos más o menos fijados en un determinado ámbito rebasa la frontera ideal de los préstamos realmente necesitados, del mismo modo que la actitud purista de las academias o de los grupos étnicos que pretenden enquistarse en su medio reduce el número de préstamos por debajo del umbral preciso. Se trata de dos aproximaciones, por exceso y por defecto, al ideal del préstamo como resultado del contacto. En la sociedad andina, qué duda cabe de que el hablante castellano conoce la palabra puesto: puesto de venta, puesto en el mercado, al igual que sabe la palabra mercado como correspondiente al lugar donde se extienden las mercancías para ser vendidas o trocadas por otras mercancías. Pese a ello, la palabra gato resulta adecuada a muchos hablantes como palabra más alejada y más conceptualizante de la diferencia de lo que lo es en otros lugares la palabra mercadillo, diminutivo de aquélla que refiere de la manera más aproximada al concepto que se evoca con gato. Algo menos serviría mercado de las pulgas o rastro, las cuales nos llevan directamente al mercado extendido en un determinado lugar geográfico en que el intercambio se realiza sobre objetos antiguos o sobre simples antiguallas, a diferencia del gato, que es el mercado genuinamente andino. Sólo hay un obstáculo para este préstamo, pese a lo cual se ha tomado: gato es también animal felino doméstico que caza ratones. No obstante, no suelen darse contextos en los que la ambigüedad se priorice sobre el significado unilateral y nítido de cada palabra como en este malentendido: –¿Dónde está el gato? –Tal vez en el tejado, mire usted. –Ah, no, yo creía que se ponía siempre ahí en el suelo, de la plaza. ¿Quién será el que suba a comprar tan alto?
Igualmente, el quechuahablante tiene palabras, desde siempre, para el foco de luz: no en vano el gran foco inti (“el sol”) es incluso el gran dios andino. De las tres acepciones que conozco para “foco” o algo que se le aproxime, la primera y la última de ellas podrían ser de utilidad: FOCO (punto {de donde sale la luz}), k’anchana; (aparato {para alumbrar}), phuku; (fig.) {de infección}, apamuy.
La última queda un poco lejos en este punto: apay es “llevar”, que con el sufijo cislocativo -mu- “desde o hacia el emisor” más el sufijo abstractivo -y del infinitivo, sirve para indicar todo lo que es traído a presencia del hablante o llevado
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con él y desde él 4. El problema que surge es que apamuy es de clasema /Abstracto/, mientras que el foco en general es un punto concreto, de ciertas características, en el espacio. En segundo lugar, se crea un problema de percepción: lo que es traído es el acopio o provisión (como se ve en las equivalencias), no el emisor activo de la cosa, el origen o la fuente emisora, salvo en casos de rasgo /-Material/, como en foco de infección, en que la transferencia es por lo común más fácil. La segunda acepción es la que se ha tomado para préstamo. La primera, en cambio, es la genuina quechua: k’anchay es “iluminar” y -na es el sufijo operativo o instrumental como se ve en las definiciones del diccionario5. Pese a ello, la forma segunda ha sido tomada a préstamo por algún hablante, casi con toda seguridad en un contexto palabra-cosa, en virtud de alguna razón psicológica que intentaré descubrir después, con lo que de ahí se ha ido propagando al uso de manera generalizada. Las razones parecen obvias. En primer lugar, la extensión de los términos no es la misma: k’anchana es el archilexema de todo un conjunto de instrumentos iluminadores, que sólo en segundo término se concretiza, mientras que foco lo es en español en foco de luz, pero no en foco como equivalente de “bombilla”, como se ve en el cotejo de las entradas phuku/k’anchana (esta última en n. 5), lo cual ha motivado, directamente, el préstamo según el ejemplo que antecede. En él se aprecia que la concreción de k’anchana es diferente de la de phuku, ya que abarca el instrumento luminoso como un todo y no el punto exacto del que emana su luminosidad. Podría pensarse, por otro lado, que la formación del concreto, frente al generalizador hiperónimo, opera de modo inverso a la institucionalización de un representante legal lingüístico para un conjunto de cohipónimos. Pero no siempre es así. En el caso de “líquido”, concepto que no tiene en quechua un correspondiente, aunque existan palabras como unu “agua”, aqha “chicha”, wiqi “lágrima”, hilli “jugo; savia; caldo”, llilli, “linfa”, etc. la lengua andina prefiere generalizar por antonomasia y no suele usar la palabra *likidu6. El castellano andino, que también presenta vacíos léxicos, como es el de la ausencia de un archilexema para “todos aquellos objetos que sirven para escribir” como representante mate-
4.
5. 6.
De ahí el cúmulo de significados que siguen: APAMUY: “traer; cobrar, portar {la pieza el perro}; recobrar; reportar; abastecer; aducir; [abstr.], cargar {de problemas}, dar, traer {problemas}; conllevar, suponer, traer {consigo}; (sust.), abasto, acopio, provisión; aporte {de materiales}; (fig.), foco {de infección}”. Cf. Santo Tomás (1560), Calvo (1993: § 2.1.1.4). K’ANCHANA: “foco {de luz}; farol, linterna; (k’anchayllu), bujía; (hatun k’anchana), fanal {del puerto}”. Para este y otros sufijos del quechua, cf. Calvo (1993). UNU: “agua; líquido …unu hina kasqa, era [un] líquido; infusión; (unu ukyanapaq), soda; suero; (fig.), loción; (fam.) (para), lluvia; (fig., fam.), grifo”.
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rial de lápiz, bolígrafo, pluma, punzón, etc., tampoco ha copiado el relativo correspondiente qilqana (< qilqay “escribir”), conformándose, en este caso, con la paráfrasis7: –déjame cualquier cosa que escriba, decimos para anotar una dirección que nos dictan por teléfono, por ejemplo. De modo que el viaje al par palabra-cosa, a lo concreto, se realiza más frecuentemente que el viaje que instituye relaciones lógicas abstractas. La extensión en quechua, viene motivada, a su vez, por la existencia de otros tres sufijos generalizadores del léxico: el participial pasado pasivo -sqa, el infinitivo neutro -y y el concretizador, expresado por ausencia, -Ø. Existe, además, junto al activo -na, que indica potencialidad o futuro, otro agentivo con idea de presente: -q (Otros sufijos transcategorizadores son esporádicos: rakra-pu “comil-ón”, añay-llu “ninfa, crisálida”, y no nos afectan ahora8): -k’anchasqa es “todo lo que ha alumbrado” (sería alumbrado, si no fuera porque en castellano, pese al sufijo del participio, no tiene sentido de pasado, sino de colectividad: “el conjunto de las luces”) y, en este caso, carece de correspondencia firme (compárese con qilqasqa9). -k’anchay conduce al sustantivo abstracto, como se ve en los ejemplos tomados del diccionario, en que la proclividad al hiperrasgo/-Material/es evidente10. -k’ancha, sin terminación añadida, remite a significados regresivos, a la concreción suma en el ámbito de lo /-Material/, de ahí que muchos verbos no hayan realizado la sustracción correspondiente o lo hayan hecho como vulgarismo (caso de *?nana –por nanay– “achaques {sin importancia de la vejez}, nanas ¶”). En el caso que nos ocupa, k’ancha/k’anchay pueden tener el mismo significado aparente en español, como se ve en la entrada precedente, pero difieren en grado de concreción.
7.
Utilizo paráfrasis en este trabajo como equivalente canónico de paráfrasis amplificativa. Lo he preferido a perífrasis por circunscribirse habitualmente este término a aspectos gramaticales. 8. -llu, como indicador de animal u objeto pequeño, se une a la raíz k’ancha- “alumbrar” para dar k’anchayllu “bujía” como “objeto pequeño del que emana luz”, en el campo semántico en el que estoy trabajando. 9. QILQASQA: ”[ind.], carácter; [col.], texto {escrito}; (qilqa), partida {comercial}; nota {al margen de un escrito}; (patanpi qilqasqa), membrete, tarjeta; [abstr.], esquema”. 10. K’ANCHAY: ”alumbrar, brillar, fulgurar; iluminar, lucir; alumbrar {con una luz}, clarificar; (fig.), arder; (fam.), clarear {de la lluvia}; [hum.] (fig.), arreglarse {para una fiesta}, atusarse; (fam.), ser {transparente}; [psíq.] (fig.), alumbrar, inspirar; (fam.) (umanta k’anchay), alumbrar {el entendimiento}; (sust.), (k’ancha), brillo, esplendor, luz; claridad; (lus), luz {eléctrica}; alumbrado, iluminación; rótulo {luminoso}; lumbrera; fulgor, lumbre, reflejo; atuendo; (fig.) pompa, presencia; (k’acha), boato; [hum.] (fig., fam.) lumbrera, luminar; [-mat.] (fig.), musa, numen; (adj.), nítido”.
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-k’anchaq, por su parte, es activo y remite a correspondencias muy específicas, entre ellas al rasgo /Humano/, controlador agentivo por antonomasia11. Y, como se observará, también al foco de luz más activo, móvil, en que se aprecia, sobre todo, el rasgo de orientación para los barcos o aviones, el cual también conoce el préstamo hispánico pharu, por las razones antedichas. Por otra parte, el nivel de aplicación de la palabra-cosa prestada es distinto, por más que pueda responder a una motivación repentina: foco (es decir, phuku) no se aplicaría de suyo a linterna, que también tiene un foco de luz, pero cuyo nombre abarca el objeto entero; tampoco a farola, que ilumina con más dispersión, ni a otros. Por último, todo objeto más nuevo o cualquier avance técnico que lo cree, remite a una nueva esquematización –mejor dicho, a una ampliación– del léxico, la que corresponde a los términos y no a las palabras comunes: es decir, a la ciencia de la terminología. Habría que ver cómo se confeccionan y propagan los términos que suponen avances tecnológicos12, los cuales han existido en quechua para los objetos de su propia cultura, pero no para los avances del siglo pasado o del presente en que el problema se ha convertido en universal: nitrógeno, albúmina, osteoporosis, espín han de introducirse en quechua, o en cualquier lengua, con otros criterios, generalmente como meros extranjerismos, negociados internacionalmente. Pero volveré después a este aspecto nuclear, que es la causa de infinidad de préstamos del inglés (como antes del latín o el griego) a las demás lenguas del mundo y, en concreto, del español al quechua. En efecto, phuku por “foco” conlleva la importación a la cultura quechua de la luz eléctrica (como pharu para “faro”), la cual se dice comúnmente lus y no k’anchay, que es propiamente “la luz del sol”, o al menos la de lo que compite con ella, como se ha observado en la entrada correspondiente. Sirva todo lo dicho para entender una cosa que considero fundamental: la intromisión de un lengua en otra mediante préstamos se debe a una cuestión estructural, aunque roce la mera serialidad del tecnicismo, puesto que el léxico constituye también un conjunto orgánico, lo cual no es sólo aplicable al artilugio gramatical. Esto no supone descubrir nada nuevo, sino constatar lo consabido, pero dándole una dimensión más amplia, puesto que conviene involucrar a los hablantes en la razón
11.
K’ANCHAQ:
“[mat.], claraboya, tragaluz; [±cant.], trasluz; (pharu), faro; (fig.), realce; [±mat.], aura; [hum.] (k’anchaqi), guía, maestro; (adj.), (k’achaq), brillante, luminoso; fino, vivo {de color}; (ch’uya), transparente; terso; elegante; (allin k’anchaq), esplendoroso, radiante; (fig.), armonioso; [hum.] (fam.) (k’acha warmi), adamada; sandunguera”. 12. Para ello puede consultarse introductoriamente: Arntz/Picht (1989). O bien Sonneveld/Loening (1993) y la colección de Rey (1995).
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última de los préstamos entre lenguas. La separación entre niveles de abstracción y la adscripción a los diferentes clasemas, la modernización de los objetos con lo que supone de creación de internacionalismos, la amplitud aplicativa, el abarque –referencialmente hablando– de los términos, son las causas que, a guisa de ejemplo, he descubierto. Causas que, de ningún modo, operan aisladas, como hasta ahora se ha creído, o para ser más precisos, se ha practicado: de hecho, la diferencia normativa entre préstamos necesarios o innecesarios, entre préstamos técnicos y no técnicos iba en esa dirección. Ello conlleva que los investigadores se hayan fijado en el conjunto de préstamos por necesidad (papa ha entrado del quechua al español como patata para llenar un hueco, pero existe en francés como imprecisa creación definitoria: pomme de terre); como fenómenos estilísticos, que son aquellos en que operan otras influencias psicológicas tales como el tabú (váter o W.C. “water closet” por retrete, escusado, etc.) o la representación peyorativa (caso del quechua tumay < “tomar, beber”, generalmente bebidas alcohólicas), etc.13, pero que esos mismos investigadores no hayan establecido siempre criterios organizacionales, es decir, de subordinación entre unos tipos y otros, ya que los presentan generalmente como excluyentes o dicotómicos. Y menos que se hayan fijado en las situaciones psicológicas momentáneas: el hablante necesita demostrar que conoce palabras por diletantismo, evitar una pausa forzada mientras busca el término autóctono, crear una diferenciación puntual, entre otras razones. En la actualidad, afortunadamente, el establecimiento de gradaciones o de relaciones estructurales más amplias se viene dando con mayor convicción, pero todavía imperfectamente14. Tengo, sin embargo, la idea previa de introducir igualmente ejemplos y análisis de calcos y de paráfrasis, para proceder a su integración estructural conjunta después. Mientras que el recurso al préstamo, al margen de su concepción estructural, supone echar mano a lo que otras lenguas nos brindan para superar ciertos objetivos ya expresivos, ya técnicos o del tipo que sea, la idea de calco y paráfrasis, sobre todo esta última, revierte en una postura o toma de decisiones menos espontánea, en que se intenta sacrificar la primera idea (que aquí no sabemos si es la que vale o no) en el supuesto beneficio del purismo lingüístico o ante la incapacidad de que la lengua de término pueda digerir el préstamo por razones fónicas, o por otros fracasos lingüísticos o pragmáticos15.
“[gen.], ukyay (upyay); (tomar {[líq.][dulce]/[alc.]}), tumay (ukyay); {alcohol de una vez [+cant.]} (ingurgitar), winq’uy; {la copa de un tirón [líq.][-cant][+act]}, waqtay/beber {rápidamente}, ulqiy; {lamiendo}, llaqway; (fam.) (chupar), ch’unqay; {a morro} (sorber), suq’uy”. 14. Cf. el reciente libro de Gómez Capuz 1998 en que se hace una revisión detallada de escuelas y enfoques y se evalúa la amplia nomenclatura sobre el tema. 15. Dejo de lado los préstamos internos, interdialectales (diatópicos, diastráticos, diacrónicos), así como las descripciones de los objetos cuando no se recuerda el nombre o no es capaz de nom-
13.
BEBER:
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2. Calcos Vayamos a los calcos. Un calco (que represento como c*) del castellano al quechua es el siguiente, tomado absolutamente al azar del referido diccionario: RATAY:
“adherir, pegar [instr.]; ser {pegajoso}; prender; juntar; clavar; asir, coger, hacer {presa}; (hap’iy), encenderse, prender {el fuego}; [veg.] (fig.) (c*) (saphichay), agarrar, arraigar {una planta}, prender; (fig., fam.) (k’askarquy), agarrarse {la comida}, pegarse; [-mat.], contagiarse; [psíq.] (fam.), agarrar {insultando}”16.
Se trata de un calco semántico, en que la palabra ratay “prenderse a algo como sustancia pegajosa” toma también el significado de “prender” para un vegetal, metáfora que ya se propiciaba en la lengua española, (por lo que sabemos17) antes que en la andina. Del mismo tipo son los que siguen, ejemplificados: allqu “perro”/kiru “diente” // ALLQU KIRU (fam.) (c*) (waqsa) “canino”. ATUQ:
“[anim], zorro; (urqu atuq), raposo; (fig.), sabueso; (adj.) (fam.) (ch’iti), astuto, bellaco, raposo, taimado; travieso; [+cant.], diablo; (fig.), marrajo; redomado; (fig., fam.), púa; [psíq.] (fig.), malicioso, truhán; (fig., fam.) (challi), pardal, zamarro/atuq kay (fig.), arte, maña; zorrería; [psíq.] (fig.), bellaquería, disimulo, picardía/atuqllaña (fig., fam.), ladino: (atuq), taimado; (c*), zorro …atuqllaña payqa, un zorro es él”.
Q’UMIR:
“verdura; (adj.), verde; glauco; [-mat.] (c*) (fig.), verde …q’umir machu, viejo verde”.
TIYAY: “[hum.]; asentarse, sentarse; establecerse; afincarse, avecindarse; habitar, morar, residir, vivir; (tiyakuy), arraigar; aposentarse, ocupar; (tiyakuy), convivir {en concubinato}; [anim.], posarse {las aves}; {[líq./ gas.]} asentarse, asolarse; posarse; sedimentarse {[sól.] en [líq.]} …aqhaq qunchunmi tiyarusqa, se ha asentado la borra de la chi-
brarlo de modo tal que no extravíe a los receptores, etc. El fondo psicológico (aunque no sociológico ni normativo) de tales fenómenos es más o menos el mismo, pero no se atiene al objetivo concreto de este trabajo. Para esta igualación funcional, aunque en otro ámbito, cf. Darbelnet (1983), que se inspira en Bloomfield y en los autores preestructuralistas europeos (Paul, Schuchardt, etc.). Algunos autores prefieren acogerse a la “concepción amplia” de préstamo, como hace Lewandowski (1990), dejando de lado cualquier distinción areal. 16. Hay que tener en cuenta una diferencia fundamental concomitante con el rasgo léxico /Actividad/ en quechua: PEGAR: “[+act.] (agarrarse {algo pegajoso}), ratay; [-act.] (cogerse {con algo pegajoso}), k’askay”. De ahí que RATAQ sea “pegadizo, pegajoso” y que K’ASKAQ sea “adhesivo, pegajoso; tenaz; (sust.) (k’aska), adhesivo, cola, goma {de pegar}, pega, pegamento”. 17. González Holguín en su Vocabulario de 1608, ofrece: “arraygar echar rayzes: çappinchani çappichacuni çappiyacuni”, que son los actuales saphichay (saphichakuy) más el procesual con el sufijo ya- saphiyay “hacerse raíz”. En la entrada ratay, y sus subentradas, para nada se alude a “prender el vegetal”; sólo resulta culturalmente curiosa la metáfora rataq maki “mano pegajosa” en el sentido de aquél que hurta de manera sutil, o sea “ratero” (este último del esp. rata y no del q. ratay). Por su parte, ni Tschudi (1853) ni Middendorf (1890) recogen todavía en el siglo pasado esta metáfora.
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cha; [-mat.] (c*), ir, sentar …mana tiyasunkichu chay pullira, no te sienta bien esa pollera; [psíq.], amenguarse {una pasión}; [abstr.] (kay), existir, haber, tener”. T’INPUY:
“[gen.], hervir; [anim.], latir {la vena}, pulsar …sunqu t’inpushan, el corazón está latiendo; (fig.) (wakway), abundar, cundir, pulular; (fam.) (c*), hervir {de animales} …pikimantan t’inpuyushan wasi, de pulgas hierve la casa”.
Como se ve, el grado de forzamiento cognitivo es variable, alcanzando un grado notable de artificialidad en la sinestesia de q’umir “verde, aplicado a la sexualidad”. El calco, limitado hasta ahora a palabras, puede reducirse a secuencias más cortas, con implicaciones morfológicas: (mihuy): “[gen.], comer, yantar; sustentarse; consumir {alimentos}, tomar; almorzar; comer; merendar; cenar; (fig.), consumirse, gastarse, socavarse; (fam.), elidir; (sust.), celebración, comida [abstr.]; (kawsay), alimento, pábulo; comida, consumo; sustancia; [abstr.], alimentación // mikhuRQAPUy (c*) (fig., fam.), devorar {los libros} …kay irqiqa ñawinwan liwrukunata mikhurapushanña!, ¡este chico es que devora los libros con los ojos!” MIKHUY
o extenderse a secuencias más amplias que la palabra: PRISIYUN MANKA:
“(esp. + q.) (c*) (fam.) (waksi manka) “olla a presión”18.
TAYTACHAQ PAQARISQANTA, PAYKUNA HUÑUNAKUNKU (c*) (fr.) “Dios los cría y ellos se juntan” // NI UMAN NI CHAKIN KANCHU (c*) (fr. adv.) (fig.) “sin pies ni cabeza”19.
Se trata siempre de calcos semánticos, incluso en este último caso en que cuando un quechuahablante dice lo que dice, lo dice en el mismo contexto y con la misma intención que un castellanohablante: algo así como que si conoces a alguien, ya conoces también sus compañías o sus allegados. El caso más digno de mención es el de atuq “zorro”, en que el animal andino se impregnó, desde el principio de la conquista, de los atributos del zorro occidental: los de astucia principalmente, pese a que el zorro andino termina por ser siempre burlado y vencido en los cuentos, en que el mestizaje con lo europeo es evidente. Más curioso es todavía el caso de interferencia (aquí confluencia) de botar ¶ que en dialecto del castellano de América es “tirar, arrojar”, en quechua wikch’uy, pero que se cruza fónicamente con votar “emitir el voto”, dando resumidamente: WIKCH’UY: “[gen.] (hich’ay), arrojar, botar ¶, derribar, tirar {al suelo} [±viol.] …hawasta wikch’upayaramuni sara saraq chawpinkunaman, he tirado habas en medio del
18. Este ejemplo presenta un híbrido de préstamo (en su primera parte) y es calco puro (traducción) en la segunda, equivaliendo a “olla de vapor”. 19. Compárese esta última frase adverbial con la genuina quechua siguiente: ni askhapas, ni pisipas (fr.) (fam.) “ni tanto ni tan calvo”.
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Julio Calvo Pérez maizal; (c*), malgastar, tirar {el dinero} …charchakunapi qulqita wikch’un, tiró el dinero en chucherías; […]; (vulg.) (c*) (wikch’iy), dar {el voto}, votar …alkaldipaqmi wikch’usaq, votaré para alcalde”20.
Un calco semántico de carácter global lo constituye el que se forma, sobre todo en terminología, como opción al calco léxico o traducción motivada en la lengua de partida (arriba prisiyun manka), siendo además superior en complejidad al mero préstamo. En él, el autor del diccionario o el usuario del término escrito u oral traduce con palabras propias de la lengua meta el contenido del término. Supone, por tanto, un paso más hacia la paráfrasis. Compárese: boticario, droguero, farmacéutico; (fam.) hechicero (experto {en medicamentos}), hanpi kamayuq // esgrimidor (experto {en esgrima}), isgrima kamayuq.
El calco sintáctico, por su parte, a modo del que sigue más abajo, implica también una copia, en este caso formal, o ante todo formal, con vistas a adquirir una expresión global equivalente. Lo tenemos en este caso, en que se guarda la compostura del orden de las palabras: t’uru: “barro, légamo, lodo; embarrado”/T’URU HARK’AQ (c*), guardabarros, tapabarros ¶, salvabarros; aleta”21.
Algunos hablantes más castellanizados llegarían fácilmente o a tomar tapabarros directamente o a alterar sustancialmente el orden quechua para acomodarse al molde hispánico (hark’aq t’uru, dicen sin pensar algunos, aunque otros les corrigen). En efecto, los quechuahablantes que ya viven en España un tiempo, pero por supuesto también los emigrados a Lima u otras grandes ciudades, acaban por alterar sistemáticamente la ordenación léxica, ante todo en contacto con préstamos españoles, que les fuerzan a mantener cada palabra en su nicho, como es el caso de:
20. Cruces como éste son frecuentes en quechua y a veces difíciles de discriminar. En el caso siguiente, ofrecido por un diccionario, no he podido explicar mejor si se trata de /abrasáRse/ con s “arder” o con z “fundirse en un abrazo”, dado que ni la escritura ni la dicción del castellano andino lo facilitan: LUKHUKUKUY: “arder [++fr.]; abrasarse” o bien “abrazarse [+fr.] …panay chayamuqtin, lukhukukuyku, en llegando mi hermano nos abrazamos [como locos]”. Este último ejemplo me fue proporcionando, con dudas, por un informante. Sí que me ha sido fácil, en cambio, deshacer la interferencia entre sebo /sebo/ “grasa animal” (q. wira) y cebo /sebo/ “trampa para cazar animales” (q. mikhu), que escrito erróneamente en los diccionarios de este último modo, para el primer significado, inducía a error constante. 21. Donde hark’aq es participio de presente activo de hark’ay “obstaculizar, parar, detener, interrumpir”, etc., con lo que literalmente tendríamos barro-impedidor. En ocasiones, la coincidencia del adjetivo antepuesto en castellano iguala la expresión: MILLAY LLANTHUYUQ (c*) (fig., fam.), “malasombra” // MILLAY YAWAR (c*) “avieso, malasangre” // allin kawsay (c*) ” buena vida, molicie, regalo”.
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carnaval lleno de lluvia [= lluvioso],
en que el adjetivo se pospone, ya no tan excepcionalmente, al sustantivo. Es el caso también de la copia de preposiciones: asta paqarinkama “hasta mañana” (lit.: “hasta mañana-hasta”) o más sofisticadamente en casos de régimen preposicional, inexistente en quechua: kay + {-rayku}: “estar por alguien [= estar por la causa de alguien}]” // kay + {-MAN} (c*) ”estar {por alguien} [= por el amor de alguien, ir tras alguien]”.
Un ejemplo más de calco sintáctico es el siguiente: APAKUY:
“(fam.), entenderse {con alguien}…suyraywan apakuyku, mi suegra y yo nos entendemos [(c*) = lit.: con mi suegra nos entendemos]”.
en que se copia una estructura del castellano antiguo al quechua, entre corchetes, aunque la lengua moderna prefiere en estos casos, en la península, la traducción externa que antecede. Otro caso frecuente de intromisión sintáctica es el siguiente, en que el artículo español, categoría ausente en quechua, se ha soldado al nombre y sobre el que pesa el ejemplo clásico luritu “loro, papagayo, perico” < [e]l uritu LAsirwana:
“[anim.] (vulg.) (sirwana), golondrina {gigante}”.
La interpretación de los ejemplos anteriores es sencilla; a veces, por el contrario, hay que hacer distintas averiguaciones para decantarse por la interpretación más adecuada como en: URQU-CHINA: “(c*) (t’ipana), corchete …chinaman urquta winay, abrocha el macho a la hembra {del corchete}”.
donde la existencia de t’ipana no impide la admisión de la metáfora sexual europea. Es lo que a mí al menos me parece, por la existencia de machihembrar “ensamblar dos piezas de madera de modo que encajen una con otra”, el macho y la hembra de un enchufe o interruptor, etc. Otro ejemplo difícil es el que ofrezco a continuación: LLILLI:
“linfa; [enf.], herida {serosa}, lesión; dermatitis; llilli ¶; (llinlli), escaldadura; (adj.), linfático; (LILI) (c* ), suave, tranquilo” // LLULLU (llilli): “blando, crecido {reciente [-t.]}, delicado, suave, tierno; magro; (fam.), cariñoso, sentimental; (fig., fam.), sensible” // LULU: “caricia, halago; arrumaco”.
en el que se da la correlación lili/llilli // lulu // llullu y en que el significado de linfático, como tecnicismo caracterial de la tradición grecolatina, se transfiere también a la cultura andina muy probablemente inducido por el propio quechua llullu.
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Sea como fuere, el calco sintáctico es más subjetivo o inconsciente; por esa razón, sigue siendo previsible que la lengua dominante sea la que tome rasgos de la lengua dominada a este nivel, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito léxico y sin que ello quiera decir que las dos fuentes de préstamo sean incompatibles. De hecho, el castellano andino está totalmente impregnado de estructuras sintácticas del quechua, como he mostrado en otros trabajos y como describe la abundante bibliografía existente. Son los casos de la discordancia de género y número, la diferente pronominalización, el uso diferencial de las formas verbales, la redundancia de los posesivos y algunas alteraciones en el orden de las palabras, entre otros22. Pero también abunda en préstamos culturales (achigua, aini, ampicano, equeco, guaca, guagua, pucara, puna, pusquir), de botánica (achira, agiotillo, huacatay, guairuro, pupa, pusanca), de zoología (apancora, apasanca, guaicho, guanaco, qaqas, queuque), etc.23.
3. Paráfrasis Por lo que respecta a las paráfrasis (def.* en el diccionario), la subjetividad alcanza su grado máximo, pero a diferencia del calco el grado de consciencia es mucho mayor: el hablante, para no contaminarse de la lengua próxima, prefiere definir el objeto antes que nombrarlo como un extranjerismo más o menos integrado. Para ello hace más prolija la correspondencia de lo que supone el origen. Veamos algunos ejemplos de entrada: (def.*) “pasaporte, salvoconducto” // MANA ALLIN “contrahecho” // T’UQU UKHUNPI PAKAKUY (def.*) “atrincherarse”.
CHINPANA QILQA
RUWASQA
(def.*)
En el primer caso, paráfrasis y calco coinciden, ya que se trata de una traducción, que es la paráfrasis mínima. La única diferencia, inoperante en esta circunstancia, es que el castellano se arregla con una palabra compuesta, mientras que el quechua necesita dos. El caso segundo es intermedio, en cuanto a que “malo” se expresa ya directamente como mana allin “no bueno”. El tercer caso es una paráfrasis propia, desde el momento en que t’uqu ukhunpi pakakuy es “esconderse en el interior de un agujero”, verdadera creación ad hoc por parte de uno de mis informantes24.
22. Cf. al respecto Calvo (1999a), Calvo (1999b) y Calvo en p.a), además de la múltiple bibliografía existente, parte de la cual se cita en los referidos trabajos. 23. Algunos de los calcos podrían ser prescindibles (y de hecho son locales y restringidos, o propios de la toponimia como el último): sucede con erque, pucho, puiño, puquio, etc., que responden a niño, colilla {de cigarro}, cántaro, fuente. 24. Si la mantengo, sin embargo, es porque los demás hablantes o han coincidido en esa creación o la han elegido entre un conjunto de ellas previamente dadas, etc. No en vano este diccionario se está
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De ese modo, los informantes que hacen un diccionario –que ayudan a hacerlo– se ven ante la tesitura de optar por el préstamo directo, que en muchos casos no les dice nada ya que la palabra suele estar traída por los cabellos como entrada independiente y no han tenido ocasión de crearla como necesidad expresiva o comunicativa, o bien por definir el concepto que la palabra extraña implica, dado que lo más normal es que el lexicógrafo les procure esa misma paráfrasis en la lengua de origen para que puedan acceder al concepto que de otro modo se les niega. En estos casos hay siempre dos posibilidades al servicio del hablante, dependiendo del grado de precisión o información que quieran proporcionar. Ciertas veces, la definición convive con la correspondencia natural, ambas en quechua: SALINERA,
kachi chakra; kachina,
donde kachi chakra es “parcela de sal” y kachina es “lugar con sal” y, por tanto, también “salero”. Lo mismo sucede con mana tukuq ruwaynin (o sólo ruwaynin); que significa “apunte, dibujo {no acabado}” o con las equivalencias de guante, que puede expresarse de las cuatro maneras siguientes: GUANTE [gen.] [prenda], maki q’uñichina; {de piel}, qara maki; (manopla), maki wankuna; (fam.), wantis,
siendo la última de ellas un préstamo directo del español pluralizado como continuo, y las anteriores, paráfrasis equivalentes a “objeto para calentar las manos”, “mano de piel” y “envoltura de la mano”. No es necesario seguir ejemplificando para entender que el hablante se las ve y se las desea para referirse a objetos o entidades ajenas a lo más intrínseco de su lengua, de tal modo que préstamos, calcos y paráfrasis no son sino soluciones optativas. La primera resulta de una toma del significante y del significado exterior (o eventualmente interno: de otros dialectos o de otros colectivos25). La segunda, del desarrollo de las posibilidades internas, pese a que sea alienador en casos de tecnicismos (athitibu vs. similla para “adjetivo”), lo que aproxima en ocasiones a la complejidad de la definición haciendo por el procedimiento de encuesta y se han asumido democráticamente las equivalencias, en el esfuerzo por consensuar el cumplimiento léxico en ámbitos vacíos del quechua. 25. De hecho, cuando se construye un diccionario de uso por primera vez y no un mero listado o repertorio léxico que empieza y acaba donde el coleccionista quiere, los huecos de entradas o acepciones que queden libres, no tienen por qué dejarse en blanco, como hizo Santo Tomás (1560) en su pionero trabajo, sino que pueden rellenarse atendiendo bien a a): la procedencia externa (préstamos) o a b) la interna que recurre a b-1): la metáfora, metonimia, particularización o generalización que mejor cuadre (analogía interna, definición, paráfrasis, etc.), a b-2): la búsqueda de la correspondiencia en otro dialecto (chiripi “palillo {del tambor}”), a b-3): un término anticuado, cuando opera el criterio purista (K’UYCHICHAW: “(ant.) (poét.) (sawaru), sábado”), a b4): la creación ex nihilo, etc.
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(caso de mana aypana (mana aypay atina) “inalcanzable, utópico”) o del calco (q’ayma, “desaborido {sin dulce, sin sal}, desabrido, desazonado; (sust.) (c*) (llakipayay), sinsabor …q’ayman kawsayniy kashan, mi vida soporta sinsabores”26.), en cuya operación sólo se tiene en cuenta el significado de la palabra o expresión.
4. Casos mixtos Otras veces los ejemplos proporcionan dos opciones: la de la traducción o calco más o menos cultural o el préstamo directo del español, lo que lleva a usos más o menos familiares o formales: tribunal (sala {de justicia}, chaninchana; tribunal,
donde el /–Material/ chanin significa “equilibrio, criterio, proporción”, y el /Abstracto/ chanin kay “fama, reputación; ética; moral; arbitrio”, etc.27. Además, cuando la conceptualización en quechua es pobre, el grado de diversificación incide para poder elegir en ciertos casos con criterio correctivo, ya que un término compuesto resulta de la delimitación del correspondiente simple. Esa inclusión. se aprecia, en el conjunto wanp’u “barco”, cuya entrada paso a transcribir desde el verbo de cabeza: WANP’UY:
“flotar; [+act.], navegar; (allin wanp’uy), singlar; (sust.), singladura; periplo; flotación/wanp’u [gen.], barco, embarcación, nao, nave {de agua}; [+cant.], buque; crucero; [±cant.], yate; (bila wanp’u), velero; [-cant.], bajel, barca, navío {ligero}; balandra; almadía; (huch’uy wanp’u), trainera; (lancha), lancha; [—cant.], lancha; bote3; guapo ¶, piragua; esquife; balsa; canoa; [++cant.] (hatun wanp’u), transatlántico; gabarra; galera; galeón; paquebote; (def.*) (mama quchaq pachanpi ukhunpipas puriq), submarino”.
26. O el caso más dudoso de khuchi “cerdo” y “[psíq.] (c*) (fig.), cerdo, guarro, sucio”, donde el antiguo préstamo (del español COCHI[NO]), ya estaba integrado. 27. Y donde CHANINCHAY vale por: “apreciar, aumentar {el valor}; justipreciar, tasar; aplicar, ponderar; remunerar; sopesar; aquilatar, valorar; valorizar, valuar; ajustar, capitular, concertar, pactar; calcular, estimar; evaluar; (fig.), vender {en su precio}; [abstr.], calificar, juzgar {los conocimientos}; argumentar, discutir, impugnar [±cant.]; revalidar; abonar, dar {por cierto}; acreditar, dar {fe}; (kuskachay), equilibrar; (hatunchay), enaltecer [=]; (qhapaqchay), acreditar, ennoblecer; finiquitar, sanear; (fig.) (yapay), aumentar, pronunciarse; [fís.], aplicar; (sust.), aquilatamiento, balance; presupuesto; imparcialidad, juicio; criterio; cordura; fidelidad, lealtad; acuerdo, reflexión; (chanin), aplomo; [-mat.], ganancia; (fig.), jugo, zumo; [abstr.], apariencia, probabilidad; (sumaqchay), curia, cuidado, esmero”. Obsérvese que esta raíz chani-, abarca todo un ámbito cultural intraducible, un hiperónimo cultural de “lo justo”, lo que se apreciaría aún mejor si introdujéramos los diversos términos derivados que registra el diccionario.
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Obsérvese que bila wanp’u, huch’uy wanp’u, hatun wanp’u, mama quchaq pachanpi ukhunpipas puriq, son meras opciones al igual que el ausente allin wanp’uy “singlar”. A esos términos se podrían añadir, sin ningún género de dudas, los nombres directos españoles a modo de extranjerismos: *traynira, *lancha, *kanuwa, *pirawa, *galira, etc. Pero los hablantes lo han querido así, dado que la poca actividad sobre comunicación naviera en lengua quechua reduce significativamente la diversidad, ya que los correspondientes préstamos les resultan exóticos o desconocidos a los hablantes del interior. De este modo opera la paráfrasis mama quchaq pachanpi ukhunpipas puriq “submarino” (es decir “el que marcha también por el interior del espacio de la laguna grande”), apetecida sobre *supmarinu o sobre el excesivamente simple wanp’u.
5. Tecnicismos Como último requisito voy a volver, de nuevo aleatoriamente, a los préstamos, tomando para empezar una sarta de ellos, los que comienzan por /g/, sonido consonántico del que carece el quechua, lo que supone un listado absoluto de extranjerismos (separados por /) en que no se ha alcanzado aún del todo la integración fónica: galaksiya, galaxia/galapagu [anim] (charapa), galápago/galun, galón; (fam.) (waskacha):, galón {militar}/gallitas, galleta …iskay chunka tawayuq gallitasta mikhuykun, se ha comido dos docenas de galletas; pasta/gallu [anim.] (fam.) (k’anka), gallo {de pelea}/gamusa [anim.], gamuza/ganay, ganar {un juicio} …huysiyuta ganani, he ganado el juicio/gansu (wallata) [anim.], ganso/garahi, garaje; (fig.) (karru waqaychana), aparcamiento, cochera/garbansus, [veg.], garbanzo/gas (waksiy), gas {de cocina}/gaspachu [coc.], gazpacho/gastay, expender, gastar; (sust.), costas, expensas/gasulina, gasolina …unuwan takrusqa gasulinata qusqaku, le habían vendido gasolina con agua/ginda [veg.], sach’a/girlachi (misk’i), guirlache/gitarra [mús.], guitarra/granada, granada/grasiyas [rel.] (sulpay), gracias/griphu (gasulina wasi), gasolinera, grifo ¶/gringu, extranjero, gringo ¶/gruwa (huqarina), grúa/gubirnu (kamachiq), estado, gobierno/gulu (gul), gol, tanto/gundula, autobús, góndola ¶/gurila [anim.] (hatun k’usillu), gorila/gurru (chuku), gorro {del soldado}, quepis; mitra/gustay (munay), agradar, gustar/gustu, gusto.
Todos estos ejemplos puede parecer que se deben a una situación artificial, aquélla que sólo se da en casos marginales como el de completar un diccionario, etc., pero no es así. El quechua necesita ser escolarizado o, para hablar con más propiedad, se precisa que los niños quechuahablantes aprendan en su lengua materna o se sirvan de las dos lenguas de la comunidad en la que viven. En esta situación, el número de conceptos que en castellano tiene concreción léxica, y en quechua
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no, es innumerable. ¿Cómo decir triángulo, cuadrilátero, trapecio; sustantivo, verbo, pronombre; sólido, gaseoso; himenóptero; conjuntivitis…? Obsérvese que se trata de palabras técnicas más o menos corrientes que remiten a la ciencia básica del estudiante. Una de dos: o se toma el castellanismo de inmediato o se procede a una paráfrasis definitoria. Pero la paráfrasis solo cuenta como equivalente lógico, como se ve por ejemplo en Seco (1978), Lara (1997), etc. y aun en los casos vistos arriba, y no puede hacerlo, salvo que sea muy breve –no más de dos o tres palabras– en la sustitución de la cadena fónica o gráfica del uso real. Creo que los casos límite son aquellos que registra el diccionario y, si se me apura un poco, no todos. Veamos un nuevo ejemplo: cogí el salmonete (q. salmunitita hap’ini) ni puede parafrasearse al hablar o escribir en castellano como *? cogí el pez marino acantopterigio, de color rojo y cabeza grande ni menos en quechua donde la palabra acantopterigio (“con aleta dorsal espinosa”) exigiría, necesariamente, una paráfrasis dentro de otra. En efecto, no es lo mismo que la definición de un diccionario pase por la igualdad categorial, es decir, que a un adjetivo le corresponda otro adjetivo o una frase adjetival (ágil “vivaracho; activo, alocado, inquieto, revoltoso, travieso; ligero, rápido, vivaz”, negruzco “que tira a negro”) o a un sustantivo otro más amplio con diferencias específicas aproximativas (salmonete “pez marino…”), etc. que ese recurso sea psicológicamente aceptable al hablar (o escribir). Se perdería la idea textual tanto para el hablante como para el oyente o se incurriría en desagradable prolijidad e inaguantable cursilería. De ahí que el recurso a la paráfrasis, por más artificial, esté claramente delimitado. La delimitación a que me refiero no obsta para que la inclusión de paráfrasis aceptadas por los hablantes se produzca con cierta gradualidad: el número de palabras, la temática, la mayor necesidad de descripción operan como variables para los hablantes, para quienes el consenso dista de ser total. De este modo, los equivalentes técnicos de creación directa, que no son préstamos, es decir, los calcos y en último término las paráfrasis, implican tomas de decisión en que falta generalidad democrática o espontaneidad de uso. El diccionario de Gómez Bacarreza (1992) encierra diversidad de tecnicismos que ni son reconocidos ni aceptados por los hablantes quechuas de otras comunidades; es más, ni siquiera por los de la suya propia28. El listado de equivalencias gramaticales utilizadas por los
28. S.v. triángulo trae CHARASAQA y el ejemplo chay wasiqa charasaqaman rijch’akun (es decir: “esa casa parece un triángulo”), cuando lo habitual es que triángulo se considere como KINSA K’UCHU “tres ángulos” en línea con las definiciones geométricas occidentales. Omito el error que supone igualar un triángulo, que es una superficie bidimensional, con un prisma triangular u otra figura en tres dimensiones.
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grupos de educación bilingüe e intercultural de Cuenca (Ecuador), asesorados por Cerrón-Palomino (cf. Cotacachi, 199429) tampoco obtiene consenso global para otros gramáticos andinos, ya que no es fácil partir de una escuela lingüística en detrimento de las demás o de una opción concreta, consensuada en, o impuesta a, un pequeño grupo, entre múltiples opciones posibles. Tampoco resulta rentable inventar absolutamente términos que impiden, más que facilitan, la adecuada comunicación con otros lingüistas del mundo, estén o no escritos los textos gramaticales que los usan en la lengua del Inca. Los préstamos tomados arriba en forma de lista léxica sirven para constatar las dificultades con las que se puede encontrar un hablante de cualquier lengua cuya cultura no se halle, en todo o en parte, en el circuito de las culturas dominantes. El fútbol requiere sus términos, que en general el quechua, como cualquier lengua, toma del inglés; algunos comestibles, como la galleta, no son originarios de la tierra; el gorila es animal procedente de otras áreas… Pero el quechua muestra también su situación de lengua en estado diglósico, en que conceptos como el de “gobierno”, “gustar”, “grúa” o “guirlache” pueden expresarse por una palabra propia del quechua, la que figura entre paréntesis tras la entrada con g- (siempre un hispanismo)30. Eso ha hecho que sean consideradas palabras extrañas algunas de una tradición y polisemia tan ricas como hucha “falta, culpa, delito {civil}”, que los cristianos aprovecharon desde el principio, provocando en parte su desplazamiento semántico a “pecado”. En cambio, el castellano no ha captado tantos préstamos de este tipo o lo ha hecho por puro esnobismo como en camachicar “dominar”, tomado como cultismo de kamachikuy. Para galaksiya “galaxia”, no quedaba otro recurso que la copia del significante, el mejor proceder cuando se ignora el resultado de un calco o paráfrasis unilateral. Un caso sangrante de este tipo de errores lo produce en quechua avión, en que algunos hablantes por eludir
29. Así, considerar que “pronombre” es RANTIN (“el que es sustituto”) podría tenerse como correspondencia equívoca en otras teorías gramaticales o, incluso, en algunos de los usos en que el pronombre no es tal, como sucede en la primera y segunda persona que marcan los roles del Emisor y el Receptor. Pese a ello, la acepto, dado que mis informantes la ven hasta cierto punto natural. No, en cambio, shutilli “nombrecito, revestido de nombre” para el adjetivo: ha habido un cierto consenso en denominarlo como yapa “lo añadido” y más concretamente yapa simi “palabra añadida [al nombre]”. Mi propuesta, sin embargo, no puede pasar de ser la que es, la consensuada y pudiera suceder que la educación intercultural y bilingüe termine, con el tiempo, con imponer otros criterios en un campo (el terminológico quechua) donde la indisciplina léxica es manifiesta. De modo que, precaviéndome, añado SUTILLU* (donde -llu del cuzqueño es -lli del ecuatoriano, en correlación con suti “nombre” [= sustantivo], en que hay consenso). 30. Zimmermann (1999) señala que los préstamos pueden haber sido espontáneos o inducidos “en un proceso de política de aculturación por parte de otro grupo dominante” y “que en este último caso surge la pregunta acerca de la justificación ética”. Yo me atengo solamente a constatar el fenómeno.
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abiyun (o awiyun), lo han definido como lata pisqu “literalmente “pájaro de lata”, en que lata es también un préstamo del español31. Ya no sirve aquel esfuerzo del primer lexicógrafo del quechua que, en virtud del purismo, llamaba al “cuy” conejo, al “yuthu” perdiz32 o a la “llama” oveja. Al final, hoy hablamos de cuyes y de llamas con toda naturalidad y damos a cada cultura lo suyo, pero en los internacionalismos técnicos el español es la fuente inagotable del quechua, lo mismo que la de aquélla suele serlo el inglés (es el caso de i. goal “meta” > esp. gol “tanto” > q. gulu o gul). Esto nos previene de que la manera de proceder es bastante importante para lograr el consenso. La enseñanza de la lengua a nivel elemental muestra carencias que han de ser rellenadas provisionalmente, pero no de modo categórico, ya que las propuestas habrían de ser llevadas a la comunidad científica, comunidad que es ya hoy universal: no necesariamente local como algunos de los que detentan las decisiones de la inclusión o exclusión terminológica pretenden. Para ello, hay que acceder a las decisiones que en materia terminólogica vengan dadas por las comunidades de cultura, sucediendo entonces que la terminología genuina que se acepte lo sea en la menor proporción posible para no distorsionar el conocimiento o aislar a los hablantes a un área menor33. Después, resta la necesidad perentoria de normalizar la lengua a base de enseñarla y de crear textos en ella, de formar repertorios léxicos con una investigación a fondo y de que estos estén hechos con la mayor garantía de objetividad, para lo cual hay que dejar opinar a los hablantes nativos, a los dueños de la lengua; a los que hay también que asesorar, para que sus intuiciones no deriven en decisiones caprichosas o erradas (como el lata pisqu de arriba). Esas propuestas, a veces plurales, puesto que la monosemia no siempre es posible, deben permitir a cada grupo orientar sus terminologías en el área básica y ofrecer una 31. Sin estas florituras humorísticas (o irónicas) las situaciones son a veces comprometidas, como en el caso siguiente: KIKIN HURQUY (KASQAN HURQUY): “fotocopiar”/KIKIN HURQUQ MAKINA (PHUTUKUPIYADURA): “fotocopiadora, multicopista …kay kikin hurquq makina kaskachallanta hurqun, esta máquina fotocopiadora la ha sacado igualita [la fotocopia], kay makina liwruq kikillanta kikinta hurqun, esta máquina saca [iguales] las fotocopias del libro”/PHUTUKUPIYAY: “(cult.) (kaskan hurquy), fotocopiar, xerocopiar; (sust.), fotocopia, xerocopia”. Mis informantes no se ponen de acuerdo en si se han de aceptar o no las expresiones anteriores, dado el forzamiento léxico del tecnicismo que se da en ambas. 32. De hecho, a los animales a los que se les puede llamar perdiz son muchos. Algunos son éstos: PERDIZ: “[anim] (ave {gallinácea silvestre} {de altura}), kiwa (kiwi); {de la selva}, tunku ruru; {moñuda, sin cola [±cant.]}, yuthu (lluthu), {de gran copete y cola desflecada [+cant.]}, pisaq’a (p’isa; willwi); {muy grande [++cant.]}, wiskhuru; {de cuello amarillo} (chocha), hak’akllu (hak’achu, hak’aqllu)”. 33. En ese porcentaje, de un 15 o un 20%, cabe que tengamos ejemplos como CHASKIQ (unancha chaskiq) “receptor (receptor de señal)” para el acrónimo i. radar, pese a que la extensión no sea del todo equivalente.
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sinonimia que, a este nivel, no es obstáculo, sino virtud. Para términos de elevada especialización ni cabe inventar términos, ni someterlos a consenso, sino adaptar con buena voluntad los existentes en la comunidad científica internacional. 6. Resolución léxica Dicho todo lo anterior, convendrá establecer una plantilla que permita evaluar el grado de proximidad, dado que se trata de un continuo, entre los conceptos ejemplificados. Cuanto mayor sea la separación teórica a nivel de significante y de significado y, en general, del signo final encontrado, más difícil será consensuar que el signo resultante en quechua sea una adopción del español. De este modo, las razones diacrónicas que escondan un préstamo antiguo, serán las que menos se tomen en consideración, no porque no sean importantes, sino porque el uso desconoce generalmente la historia. Además, como las posibilidades o número de rasgos que intervienen en la adopción de un préstamo son indeterminados, sólo una matriz ordenada de ellos, puede darnos alguna clave sobre la evaluación léxica de los mismos. A modo de ejemplo, y en tanto no se hagan investigaciones más amplias o bien se sistematicen las distintas aproximaciones existentes, los rasgos matriciales que sugiero son los siguientes: 1. Si se trata de préstamo o de traducción: calco (semántico o sintáctico) y paráfrasis (o definición), que ha sido el motivo de este artículo. Se tendrá en cuenta si hay correspondencia de palabra a palabra; si la hay de palabra a morfema, etc., sólo en caso de paráfrasis. Si la hay de estructura sintáctica, se procederá sólo a nivel de calco. 2. Grado de integración (del extranjerismo o xenismo al préstamo fijado) a nivel de significante: PHAKTURA: “(esp.) (qilqa), efecto {mercantil}, factura” se opone a Q’ISTIY: “(esp.), contraerse; (fig.) chamuscarse; (fam.), refunfuñar; (sust.) (uya q’istiy), gesto”. Este último cuenta incluso con derivados propios como q’istipakuy “gesticular {con burlas}”.
En ocasiones, las posibilidades ortográficas son las que nos indican directamente los titubeos de los hablantes: UKYA (huysa, uwiha): “(esp.) [anim.], oveja; carnero; borrego; (huch’uy ukya), cordero” /// AWHA (akwa, awka): “(esp.) (sirana), aguja; [veg.] (c*) (raphi), aguja {del pino}, pinocha” /// MADRI (mardi): “madre {religiosa}, hermana, sor”34.
34. Otros titubeos, lógicamente, nada tienen que ver con el español. Es el caso de las opciones dialectales para “cerámica” o “fragmento roto de cerámica” que son, entre otros: k’arpi (k’allpi, k’apti) y qhapra (k’apra; k’arpa)
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3. Grado de integración (del extranjerismo o xenismo al préstamo fijado) a nivel de significado. Se ha discutido más arriba. Para mayor precisión convendría tener en cuenta que un significado se ancla generalmente en un único clasema y que la distancia de éste a otros clasemas depende de los pasos que medien entre ellos, según la escala de oposiciones siguiente (desarrollada por Calvo 1986: 53): Opos.: Opos.: Opos.: Opos.: Opos.: Opos.: Opos.:
/Material/ vs. /–Material/, con el rasgo intermedio /Gaseoso/ /Sólido/ vs. /–Sólido/, con el rasgo intermedio /Líquido/ /Contable/ vs. /–Contable/, con el rasgo intermedio /Subdivisible/ /Animado/ vs. /–Animado/, con el rasgo intermedio /Vegetal/ /Humano/ vs. /–Humano/, con el rasgo intermedio /Doméstico/ /Psíquico/ vs. /–Psíquico/, con el rasgo intermedio /Sensorial/ /Abstracto/ vs. /–Abstracto/, con el rasgo intermedio /-Material/,
con la cual la estructura se cierra de manera circular. Ya se habrá percibido arriba la existencia de cierto escalonamiento, completado aquí, y la distancia de las metáforas y metonimias léxicas35, desde el origen. Un ejemplo más, el de ukhu, nos servirá para entenderlo; en él aparece [mat.] (material) como rasgo dominante que podría haber devenido en la oposición /–Animado/ vs. /Animado/, de modo que así se verá mejor que hasta /Humano/, dentro de /Animado/, no hay distancia significativa. Después, a partir de /–Material/, sí: UKHU: – “(sust.) [mat.], cripta, sótano [oculto}; (fam.) (ukhu wasi hanp’inapaq), quirófano; [hum.], cuerpo; tronco {del cuerpo}; [psíq.] (fam.), interior, conciencia; [abstr.], hondura, profundidad; {[-mat.] [loc.]} (muyuynin), ambiente, entorno, medio; ámbito; (fig.), mundo; (wasi ukhu), ambiente; {[-mat.] [t.]}, temporada; (pacha), época [-cant.], momento, tiempo. – (adj.) (ruri), interior [±abstr.], interno; hondo, profundo – (adv.), dentro – (prep.), bajo … misaq ukhunpi, bajo la mesa”.
4. Grado de integración (del extranjerismo o xenismo al préstamo fijado) a nivel funcional. Si las lenguas no tienen la misma distribución categorial puede suceder que se tengan préstamos en que la distribución varíe. Así, el quechua es indiferente a la distinción verbo/nombre (a nivel léxico) y también a la distinción adjetivo/sustantivo, aunque hay una marca de origen generalmente aceptada. El castellano ya parte de una categoría fija. Obsérvese en el ejemplo anterior ukhu y más sencillamente en el siguiente, donde krusakuy es un préstamo verbal (lleva el
35. Las sinécdoques van juntas como en “cuerpo” y “tronco {del cuerpo}”, “temporada” y “tiempo”, etc. Ordenados en la misma subentrada van también los registros.
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reflexivo -ku- y la terminacion -y de infinitivo), con solución también de sustantivo /Abstracto/: KRUSAKUY: “(esp.), cruzarse {las ondas}; (sust.), cruce, interferencia …radiyu krusakuy, interferencia de radio”.
Por lo general, el grado cero de igualdad funcional lo da el par nombre/nombre, seguido del de verbo/verbo. 5. Grado de aceptación (del consenso total a la duda más intensa o a las posibilidades reales de elección). Se verá en los tres ejemplos siguientes, en que el préstamo (respectivamente) o no se asocia con el español, o se asocia a él y se usa con otros sinónimos, o se titubea ampliamente a la hora de encontrarle un término correspondiente: KUSA: “(< COSA esp.), bueno; [+cant.], excelente; cómodo; (adv.), bien; (sust.) (fam.) bicoca; (fig., fam.), ganga PHASIL (phasilchalla): “(esp.) (mana sasa), fácil, sencillo”/phasil siki (vulg.), facilona, mujerzuela”, que compite con otras acepciones: “fácil (posible), atina; (factible), usachina; (claro), sut’in; (sencillo), mana sasa; (fam.), phasil (phasilchalla)”. OLLA A PRESIÓN:
“(olla {de vapor}), waksi manka; (fam.), prisiyun manka; (fig.) (olla {de agujero}), t’uqu manka; (cult.) (olla exprés), ulla ispris; (vulg.) (olla {que cuece fácil}), allin ch’ayachaq manka”.
El grado de aceptación social (del individuo a la colectividad) tiene que ver con los factores históricos de la entrada del préstamo y de su posterior adopción. Así, por ejemplo: ANTIKUWIRPU:
“(esp.) (técn.), anticuerpo”.
surge inusitadamente y no propicia otra opción36; PHURRAY:
“ (esp.) (vulg.) (papilwan pakay), forrar”.
es de uso esporádico, ya que la opción pakay “tapar” o p’istuy “envolver” son las comunes; KAWALLU:
“ (esp.) [anim.], caballo; trotón; (poét.) (sumaq kawallu), corcel; (llanp’u kawallu), palafrén; [gen.], ganado {caballar}; (kawalluy), cabalgadura, montura; (técn.), équido, equino; (adj.), caballar; (técn.), hípico”.
36. También se da al revés. Así, yo mismo me veo obligado a aceptar préstamos al español andino como el siguiente, nunca anteriormente oído: K’ALLPA: “calpa*, trampa {de los niños para cazar pájaros}”. Si no, tendría que valerme de un calco cualquiera o de la simple descripción. El siguiente apenas si rebasa el ámbito más restringido: ARPA: “[mús.], arpa (fig.) (tautinco*), tawtinku”.
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viene siendo aceptado por todos los hablantes desde que se introdujo en quechua: es el primer préstamo conocido. 6. Por último, causas psicológicas de la adopción del préstamo. He comentado alguna más arriba y hay otras muchas que podrían aducirse. Una mera enumeración de ellas, por índice de frecuencia puesto que se trata de decisiones marcadamente individuales, bastaría para evaluarlas. La debida combinación de estos rasgos debe servir para que se mida el grado de enajenación de las palabras de cualquier lengua y, por supuesto, del quechua.
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Préstamos, calcos y paráfrasis del castellano al quechua
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El español del noroeste argentino y su inserción en el área lingüística andina. Implicaciones metodológicas Germán de Granda (Valladolid) Aún no hace mucho tiempo que un distinguido colega y amigo, buen conocedor del campo de estudio referido al español americano, se expresaba, en relación con el estado actual de la investigación en este ámbito, del modo que sigue. «Los estudios de dialectología hispánica, tras largos decenios de trabajo, ofrecen más lagunas que saberes. Las ignorancias abundan en el terreno de la historia de los dialectos, en el de la caracterización de las hablas locales, en el del establecimiento de áreas lingüísticas. Pero las carencias son especialmente evidentes en el ámbito de la geografía lingüística, porque éstas repercuten sobre todos los demás campos» (Moreno Fernández 1993: 11). Duras palabras son las que acabo de citar pero, en mi opinión (basada en más de tres décadas de trabajo de campo en tierras hispanoamericanas, desde Puerto Rico al Paraguay y a la Argentina), justas y adecuadas aunque, desde luego, implacables. Deseo, en esta ocasión, presentar los lineamientos fundamentales de un caso específico que comprueba, por un lado, la cruel (pero objetiva) aserción de Francisco Moreno Fernández a que me acabo de referir aunque, por otro, pone de manifiesto también que la penosa situación expresada por el especialista mencionado es, felizmente, susceptible de alteración, en sentido favorable, si se aplican con acierto al análisis de determinados contextos dialectales hispánicos de índole diatópica metodologías analíticas correctas y adecuadas. Me refiero, en concreto, a la tipología areal, claramente andina, que debe ser atribuida a la modalidad de español utilizada en la zona noroccidental de la República Argentina que abarca, de norte a sur, desde las provincias actuales de Jujuy y Salta hasta la de Catamarca y, de oeste a este, desde Salta hasta Santiago del Estero. La fundamentación sociohistórica de esta conceptualización aplicada al área con siderada es clara y evidente si se toman en cuenta de modo adecuado dos conjun-
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tos significativos de datos, mutuamente complementarios, referidos respectivamente a los factores socioeconómicos determinadores de la peculiaridad atribuible al mencionado territorio desde el siglo XVI hasta (como mínimo) fines del siglo XIX y a su notoria diferenciación lingüística –durante el mismo período temporal como mínimo– del resto de las zonas que hoy constituyen, en conjunto, la República Argentina. De modo forzosamente esquemático me referiré, por lo que toca al primero de los dos factores aludidos, al establecimiento, prehispánico, de mitmas incaicos –aproximadamente desde 14351– en el área en cuestión (Lorandi 1983/Lorandi y Cremonte 1992), al poblamiento hispánico de la misma desde Perú (Bazán 1992) y, fundamentalmente, a su dependencia política, jurídica y sobre todo socioeconómica del Alto Perú y en especial del foco minero de Potosí no sólo desde principios del siglo XVII hasta el fin del período colonial, lo cual es bien sabido (Assadourian 1982, Assadourian et al. 1980, Caravaglia 1987, Torino et al. 1991), sino, incluso, hasta principios del siglo actual (Conti 1989 y 1992, Langer 1987, Langer y Conti 1991) y, en ciertos aspectos, casi hasta hoy (Piel 1989). En cuanto al conjunto de circunstancias lingüísticas que, desarrollándose en el eje diacrónico, han determinado genéticamente la especificidad, pretérita y (como veremos) también presente, del territorio noroccidental de la actual Argentina mencionaré solamente las que siguen: implantación en él del código lingüístico quechua como resultado de tres condicionamientos causales sucesivos de los que me he ocupado extensamente en otro lugar. (De Granda e. p. c) y que coinciden, respectivamente, con la presencia, citada más arriba, en la zona de mitmas incaicos, el uso del mismo por los numerosos yanaconas que acompañaron a los conquistadores y primeros pobladores hispánicos del área y su empleo como lengua de evangelización cumpliendo lo preceptuado por el III Concilio Limense y el I Sínodo de Santiago del Estero; utilización plena del quechua en el territorio considerado como lengua general de relación intercomunitaria (Morínigo 1959) hasta comienzos del siglo XIX como lo atestigua, ya a fines de la época colonial, Alonso Carrió de la Bandera (Concolorcorvo) en un revelador pasaje (Carrió de la Bandera 1943: 104)2 y, finalmente, persistencia de este código comunicativo en algunas comarcas, como Catamarca y los Valles Calchaquíes salteños, hasta muy entrada la pasada centuria, en otras (zonas puneñas de Jujuy y Salta) hasta la
1.
2.
Me refiero, en cuanto a la fijación de esta fecha, a los resultados obtenidos en relación con el tema, en trabajos muy arqueológicos recientes, por especialistas de la Universidad Nacional de Salta (Argentina). «(...) la mayor parte de las mujeres [del Tucumán] saben la lengua quichua para manejarse con sus criados».
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primera mitad del siglo actual y, en el centro de la provincia de Santiago del Estero3, hasta el presente. Los dos conjuntos de datos, sociohistóricos y lingüísticos, que acabo de reseñar hasta aquí son, creo, de suficiente relevancia significativa como para haber inducido a los investigadores del español americano si no, decididamente, a postular la pertenencia de la modalidad local de castellano existente en el noroeste de la Argentina a la denominada área andina suramericana sí, al menos, a plantearse como hipótesis de trabajo digna de ser examinada a fondo y sin reticencias apriorísticas esta posibilidad. Sorprendentemente, y con una solitaria aunque muy valiosa excepción (Nardi 1977), no ha ocurrido así y, hasta hace muy pocos años, la práctica totalidad de los estudios, de muy diferente ámbito de análisis (desde los de amplitud continental hasta los de índole puntual o regional pasando por los de carácter nacional), que han abordado, directa o más o menos marginalmente, la caracterización del español de la zona en cuestión han soslayado, elusivamente, el tema o lo han examinado, en el mejor de los casos, de modo –voluntaria o involuntariamente– reduccionista y marginador. Así en cuanto a los intentos, de ámbito continental, de trazar una zonificación geográfica del español americano tanto Pedro Henríquez Ureña (1921) como José Pedro Rona (1964) segregan la modalidad de español del noroeste argentino del conjunto diatópico constituido por las áreas andinas de Perú, Ecuador, Bolivia y sur de Colombia proponiendo, respectivamente, su inclusión en la zona, extensísima, que abarcaría la totalidad de la Argentina, Paraguay y Uruguay o su pertenencia a un ámbito dialectal constituido, extrañamente, por el norte de Chile y los departamentos bolivianos de Oruro y Potosí. Sólo en 1980 Juan Clemente Zamora Munné (1979-1980) y, en el mismo año, Philippe Cahuzac (1980) incluyen, adecuadamente, al español del noroeste argentino en la misma área diatópica de que forman parte los territorios serranos suramericanos desde Ecuador a Bolivia cuando menos o (en la formulación de Cahuzac) desde Venezuela y Colombia hasta Bolivia. Por lo que toca a los estudios, de índole nacional, que han intentado delinear las regiones dialectales atribuibles al español de la Argentina coinciden sus principales autoras, Berta Elena Vidal de Battini (1966) y Nélida Donni de Mirande (1992 a), en postular la peculiaridad del español hablado en el noroeste del país e inclu-
3.
Como lo he expuesto en ocasiones previas (de Granda 1993 y 1998), no es cierta la afirmación de Stark (1985) de que la lengua quechua sea hoy hablada en determinadas zonas de las provincias de Jujuy y Salta.
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so se refieren ambas, de modo vago y poco preciso, a la posibilidad de que en la génesis de esa circunstancia haya ejercido algún influjo el contacto del castellano local con la lengua quechua, al menos en las zonas de la puna jujeña y salteña (Vidal de Battini 1966: 63). Pero ninguna de ellas se ocupa de analizar fenómenos morfosintácticos concretos relacionables con este, hipotético, factor causal4 ni, aún menos, aluden a la similitud de algunos rasgos gramaticales locales y los que están presentes, en abundancia, en las modalidades serranas de Bolivia, Perú, Ecuador y sur de Colombia. Aún es más sorprendente la situación que se da, en cuanto a la temática que aquí nos interesa, en las monografías dedicadas al estudio de modalidades locales del español noroccidental argentino. Puede, en efecto, decirse que ni en los trabajos que versan sobre la variedad salteña de castellano (por ejemplo Pérez Sáez 1975, Rodas de Bilén y Torino 1986) ni en el –por otra parte excelente– volumen de Elena M. Rojas sobre el español de Tucumán (Rojas 1980) se mencionan los rasgos gramaticales más relevantes atribuibles a transferencias procedentes de la lengua quechua de contacto y cuando ello, excepcionalmente, ocurre se apela de modo sistemático, para su explicación causal, a supuestos procesos evolutivos internos verificados dentro del sistema funcional de la lengua española5. Los factores determinadores de tan peculiar estado de cosas, vigente con carácter casi general en el ámbito de estudios referido a la caracterización de la modalidad regional de habla del área noroccidental argentina hasta hace muy pocos años, son, en mi opinión, dos, de muy diferente índole y relevancia pero de carácter evidentemente complementario. El primero y más importante de ellos, por su notable incidencia metodológica, es el determinado por la minusvaloración y marginamiento teóricos que, tanto en las escuelas lingüísticas contemporáneas más destacadas internacionalmente como (y sobre todo) en los segmentos de las mismas dedicadas al estudio de la filología hispánica, se aplican, con carácter muy generalizado e intenso, a todos los componentes externos del cambio estructural y, en especial, a los generados por el contacto de códigos lingüísticos de comunicación lo que, evidentemente, origina,
4. 5.
Sí es mencionada, como prácticamente única excepción a lo que aquí afirmo, la neutralización en lo de los clíticos castellanos de tercera persona (por ejemplo, Vidal de Battini 1966: 181-182). Ello explica que Rojas haya podido resumir su valoración global de la importancia que debe ser atribuida, en el español del noroeste argentino, a los resultados del contacto, multisecular, con la lengua quechua en los siguientes términos: «(...) el único rastro de penetración evidente del quichua en el español [noroccidental argentino] parece haberse localizado en el léxico» aunque, prudentemente, añade que «En otros planos de la lengua aún falta indagar si existió alguna influencia [del quechua]» (Rojas 1983: 576).
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entre los investigadores dedicados al análisis (como en el caso que nos ocupa) de fenómenos areales de variación gramatical, actitudes apriorísticas –confesadas o no– de prescindencia y/o rechazo hacia las posibilidades de consideración genética de determinados rasgos morfosintácticos a partir de motivaciones causales relacionadas con procesos de trans ferencia por contacto6. En cuanto al segundo, de índole no teórica sino pragmática, consiste en el amplio y casi general desconocimiento de las estructuras de las lenguas aborígenes americanas (en este contexto concreto de la lengua quechua) que tienen, por lo común, los especialistas en estudios filológicos hispánicos como reconocía, no hace mucho tiempo, Beatriz Garza Cuarón (1992). Esta circunstancia es, por desgracia, plenamente aplicable al contexto específico que aquí consideramos con las consecuencias, obvias, derivadas de ella. Entre las cuales es, sin duda, la más negativamente relevante la carencia, entre los lingüistas que han intentado abordar la problemática relativa a los condicionamientos determinadores de los rasgos areales del español del noroeste argentino7, de los instrumentos conceptuales precisos para plantear correctamente las matrices causales atribuibles a los que, de entre ellos, derivan de procesos de transferencia originados en estructuras gramaticales quechuas. El estado de cosas que hasta aquí he expuesto respecto al análisis, descriptivo y genético, de las peculiaridades caracterizadoras del español noroccidental de la actual Argentina, que puede ser considerado, en conjunto, como claramente insatisfactorio debido a la omisión –en una buena parte, al menos, voluntaria– en él de la adecuada apreciación de un componente causal tan relevante del sistema gramatical local como lo es el constituido por las transferencias al mismo desde la lengua quechua de contacto (histórico o, en Santiago del Estero, aún actual) ha experimentado, en los últimos años, una radical y muy positiva modificación. La publicación de algunos trabajos de mi autoría –o el conocimiento, previo a su aparición impresa, del texto de los mismos por algunos colegas– en los que me ocupé de determinados rasgos morfosintácticos del español de la zona noroeste de la Argentina (y de áreas andinas más norteñas) relacionándolos causalmente con estructuras, homólogas, de la lengua quechua (De Granda 1993, 1995a, 1995b, 1995c, 1995d, 1996a, 1996b, 1997a, 1998) despertaron el interés de un grupo de especialistas de la Universidad de Salta y dieron lugar a que, en 1995,
6. 7.
Cfr. sobre esta temática las consideraciones al respecto expuestas, extensamente, en varios estudios previos de mi autoría (en especial de Granda 1995d y 1997b). Una, correcta, clasificación de los posibles factores determinadores de las peculiaridades caracterizadoras de las diferentes áreas dialectales argentinas facilitan Osán de Pérez Sáez y J. Pérez Sáez en un reciente trabajo (Osán de Pérez Sáez/Pérez Sáez 1998).
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se constituyera en esa Casa de Estudios un equipo de investigación, dirigido por la Profesora Ana María Fernández Lávaque (conocedora, ella misma, del quechua), que, con mi asesoramiento personal, se ha dedicado a estudiar sistemáticamente los fenómenos de transferencia gramatical desde dicha lengua indoamericana existentes, aún hoy, en el español rural del área territorial en cuestión. Los resultados obtenidos en el desarrollo de la tarea así emprendida son, en mi opinión, muy satisfactorios y permiten, ya, asentar sobre fundamentos empíricos correctos la atribución –postulada hasta ahora sólo a partir de datos puntuales de amplitud restringida y, sobre todo, de inferencias metodológicas de base sociohistórica– a dicha modalidad territorial de castellano de una caracterización areal definitivamente andina con base tanto en la similitud que presenta un gran número de sus rasgos gramaticales específicos con fenómenos, paralelos, que están presentes en las variedades serranas de español manejadas, diatópicamente, entre el sur de Colombia y las zonas andinas surbolivianas como en la circunstancia, axial, de que en la totalidad de las áreas mencionadas (incluyendo la argentina noroccidental) el factor condicionador de la mencionada homología es identificable con los resultados de procesos, paralelos, de transferencia estructural de dirección Quechua > Español. Expondré a continuación, de modo obligadamente sucinto, los rasgos morfosintácticos de este tipo que han sido identificados en el español utilizado en el habla rural (en ocasiones también en la urbana, como veremos) del área territorial en cuestión señalando, en cada caso, la matriz causal quechua originadora del mismo. Para la consideración de los diferentes fenómenos de los que me he de ocupar en las páginas que siguen utilizaré, como estructura teórica de referencia, el modelo clasificatorio que he propuesto en trabajos anteriores referidos, respectivamente, al análisis de las transferencias morfosintácticas del guaraní existentes en el español paraguayo (De Granda 1994b) y al estudio de los rasgos, similares, de procedencia hispánica que han penetrado en el quechua utilizado actualmente en las zonas centrales de la provincia argentina de Santiago del Estero (De Granda 1997b). No pudiendo, por razones obvias de espacio, explicitar aquí ni siquiera sus lineamientos básicos me limitaré, pues, a indicar que me remito expresamente, en cuanto a la fundamentación del esquema ordenador que utilizo en esta ocasión, a los conceptos que, adecuadamente justificados en lo que toca a su coherencia conceptual, propuse en las monografías que acabo de mencionar. Se incluyen dentro de la categoría clasificatoria de interferencias cuantitativas por adopción los rasgos morfosintácticos locales que expongo a continuación. 1.
Lo aspectual, denominado por Rodolfo Cerrón-Palomino «falsa pronominalización» (Cerrón-Palomino 1992). Indica fundamentalmente aspecto verbal terminativo.
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Ella lo ha venido. Este uso deriva del traslado al castellano local de valores puntuales existentes en varios morfemas verbales quechuas y concretamente, entre otros, en -rqu, -ku y -pu. (De Granda 1993 y 1998). Se encuentra muy extendido en áreas rurales de las provincias de Tucumán, Jujuy y Santiago del Estero. 2.
Doble marcación de la posesión. Vamos a comer el bollo de mi avío mío. El rasgo en cuestión es conectable causalmente con la doble marca de la relación posesiva que se da en quechua (salvo en las modalidades diatópicas ecuatorianas, colombiana y napeña) (Cerrón-Palomino 1987: 198) mediante el empleo de -pa tras el constituyente posesor y el morfema personal actancial correspondiente tras el constituyente sintáctico poseído. (De Granda 1997a).
3.
Dice con función oracional de validador referencial. Tu mamá ha venido dice. ‘La gente comenta que tu mamá vino, yo no lo he comprobado personalmente’. Se trata de un calco realizado sobre el validador referencial quechua -shi/-si. (De Granda 1996a). Es uso general (incluso en áreas urbanas).
4.
Construcción de gerundio con función aspectual perfectiva. Lo dejé escribiendo. ‘Lo dejé escrito’ El rasgo es relacionable con un proceso de generalización de regla que parte, genéticamente, de la traslación al español, mediante construcciones verbales de gerundio, del morfema subordinador aproximativo quechua -spa/-s, indicador en el verbo subordinado de acción previa (también simultánea) a la del verbo principal. (De Granda 1995a).
Deben ser incluidos dentro de los procesos de interferencia cuantitativa por eliminación los fenómenos morfosintácticos locales que a continuación menciono. 5.
Neutralización en lo de los clíticos españoles de tercera persona. Entonces lo dijo el chancho a las cabras que él odiaba eso. No lo he visto a tu hermana.
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Esta peculiaridad morfosintáctica debe ser conectada genéticamente con un proceso de simplificación estructural desarrollado en el castellano andino como consecuencia del contacto con el quechua, lengua que no posee clíticos y en la que, por otra parte, no existe transición de tercera persona objeto (De Granda 1996b). 6.
Eliminación de clíticos preverbales. Esos chanchos en el mercado ø hemos comprado... Antes mataban treinta o cuarenta vicuñas y ø dejaban tirado ahí Es fenómeno atribuible a la misma causación genética mencionada en el apartado anterior. (De Granda 1996b).
7.
Omisión de presentador nominal articular. ¿Quién compra ø difunto? ¿Conocés ø cuero de piojo? Se trata de un rasgo conectable con la inexistencia en quechua (excepto en wanka y santiagueño). (Cerrón-Palomino 1976: 140-141, De Granda 1997b) de esta categoría gramatical.
8.
Omisión de preposiciones. Yo también voy ø ir. Salió ø el mismo camino. Es fenómeno que debe ser conectado causalmente con la inexistencia en la lengua quechua de morfemas de índole preposicional ya que en ella sólo están presentes morfemas funcionales postpuestos a la raíz nominal o verbal.
9.
Inexistencia de concordancia genérica. Han seguido todo la huella. No hay tusca más grueso. Rasgo derivable genéticamente de la ausencia, en quechua, de morfemas indicadores de género nominal lo que, evidentemente, impide el desarrollo en dicha lengua de procesos de concordancia genérica.
10. Inexistencia de concordancia en número. Antes mataban treinta o cuarenta vicuñas y dejaban tirado ahí. Había poco muchachos. Mis amigos no ha hecho eso.
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Fenómeno morfosintáctico que es, inevitablemente, relacionable en sentido causal con el carácter generalmente no obligatorio que en quechua tiene la concordancia de número tanto en secuencias nominales como en las constituidas por N C V (Cerrón-Palomino 1987: 202). Son incluibles entre los procesos de interferencia cualitativa por sustitución los rasgos del español local que seguidamente se enumeran. 11. Empleo de qué haciendo/qué diciendo con función interrogativa causal o modal. ¿Qué haciendo te has roto el saco? ‘¿Cómo te has roto el saco?’ ¿Qué diciendo venís tan tarde? ‘¿Por qué vienes tan tarde?’ El fenómeno considerado es identificable como calco de los giros sintácticos quechuas imata ru(w)aspa/imata ru(w)as, imata nispa/imata nis, portadores de la misma funcionalidad oracional que las secuencias castellanas mencionadas. (Rodas e. p.). 12. Uso de yoka por yo. Yoka eso no he visto. ‘Yo no he visto eso’ El rasgo en cuestión implica la sustitución del pronombre español de primera persona por una forma, de similar función morfosintáctica, originada en la (parcial) adaptación fonética al castellano local del pronombre quechua/ñuqa/nuqa/(Fernández Lávaque e.p. a.). Pueden ser considerados como fenómenos locales de interferencia cualitativa por reestructuración los que siguen. 13. Utilización de en + locativo. En aquí no vendemos eso. Lo tengo guardado en dentro. Se trata de un calco de la estructura de las expresiones locativas del quechua en que se incluye el formante -pi ‘en’ (kaypi ‘aquí’, ukupi ‘dentro’) (Godenzzi 1990). 14. Orden sintáctico S O V. Vino voy comprar. La guagua muy chiquita era. En lo que estaba durmiendo se han perdido las cabras.
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Este rasgo supone la persistencia en el español local de pautas tipológicas de ordenación sintáctica diferentes a las que caracterizan a la lengua española (de tipo S V O) y, por el contrario, coincidentes con las que están presentes en quechua (lengua de tipo S O V) en especial las que implican la colocación del verbo al final de la oración y la anteposición de la frase subordinada a la principal. Son fenómenos de convergencia con ampliación distribucional los que se relacionan a continuación. 15. Extensión de contextos de uso de formas verbales de gerundio con función aspectual durativa. Me vengo olvidando de lo que te prometí. Mis hermanos han de estar llegando. La ampliación distribucional de estas construcciones verbales en el español del área aquí considerada ha de ser puesta en relación con el abundante uso en quechua de verbos dotados, mediante determinados sufijos funcionalmente equivalentes aunque diatópicamente diferenciados (-chka, -yka:, -ku, -shki), de funcionalidad aspectual durativa (De Granda 1995c). 16. Extensión de contextos de uso de construcciones verbales causativas. Mi mamá hace dormir a mi hermanito. El maestro hizo hacer a todos un dibujo. Este fenómeno, muy notorio y general en el español local, ha sido causado por transferencia al mismo de la gran densidad de empleo en la lengua quechua de formas verbales provistas de funcionalidad causativa mediante el morfema -chi (De Granda 1995c). 17. Extensión de contextos de uso de formaciones diminutivas. Estito no me gusta. Allacito nos vemos. Ellita no ha venido aún. El rasgo que examinamos ha de ser relacionado genéticamente con el amplio uso de sufijos afectivos (no sólo con bases nominales sino también verbales) que se da en quechua mediante morfemas dotados de este valor, de modo pleno (-cha, -lla, -ya) o sólo parcial (-yku) (Fernández Lavaque e. p. b).
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18. Extensión de contextos de uso de la forma ya. Y de ahí el hombre ya no lo encontró al duende ya. Ya a los tres días ya dice que se le había acabado el calzado. Esta peculiaridad sintáctica debe ser considerada como originada desde las modalidades de empleo sintagmático, en quechua, de los morfemas ña/na, -ña -na (De Granda 1998). Finalmente, deben ser apreciados como procesos de convergencia con retención de rasgos obsolescentes en la lengua objetivo los que siguen. 19. Retención de sintagmas arcaizantes de negación. Nadie no vino hoy a mi casa. Yo también no voy a la escuela. El mantenimiento en el español del área considerada y, en general, en el español andino de este tipo de construcciones sintácticas, desaparecidas del español general en el siglo XVII, es relacionable causalmente con la existencia /y amplio uso) en quechua de la doble marca de negación mana/-chu, por lo que se refiere al primero de los ejemplos citados más arriba, y de la secuencia sintáctica N -pis/-pas + mana C -chu (traducible como ‘también -no’) en cuanto al segundo (De Granda e. p. a). 20. Retención de la secuencia oracional castellana arcaica DemostrativoPosesivo-Nombre. Encontré a estas mis hijas en la calle. La preservación de esta secuencia sintagmática (eliminada en el español general también en el siglo XVII) es explicable si la conectamos genéticamente con el orden de elementos del sintagma nominal que se da en quechua, lengua en la cual es obligatoria (Cerrón-Palomino 1987: 299-302) la colocación en primer lugar del constituyente demostrativo y del Nombre o Sustantivo en posición final de FN. Una vez finalizada la exposición de los rasgos que, en el noroeste argentino, deben ser apreciados genéticamente como transferencias originadas en la lengua quechua de contacto histórico (sólo actual en zonas de Santiago del Estero) debemos precisar, en lo posible, los contextos en que los mismos están presentes. Con base en los datos que hasta ahora poseemos (que deben ser completados en el futuro mediante trabajo de campo realizado en la totalidad del área considerada)
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podemos adelantar que los fenómenos aquí numerados como 3, 5, 11, 15, 16 y 17 están presentes tanto en las zonas rurales como en las urbanas de todo el territorio aquí considerado mientras que los rasgos 6, 13, 14, 18, 19 y 20 se dan, normalmente, sólo en contextos rurales. También están presente sólo en zonas rurales pero con densidad escasa y claramente decreciente las transferencias 2, 7, 8 y 9. La distribución diatópica del resto de los rasgos reseñados parece ser (aunque adelantamos esta apreciación de modo provisional y, desde luego, revisable cuando sea más nutrida la aportación de materiales procedentes de encuestas directas) irregular y defectiva. Así 1 se encuentra abundantemente en Tucumán (y Jujuy) pero es muy escaso ya en Salta; por el contrario 4 se ha localizado, hasta ahora, solamente en Salta (incluso en áreas urbanas); 10 aparece exclusivamente en los valles Calchaquíes salteños y, en cuanto a 12, se da incluso en zonas urbanas de Jujuy, pero en Salta sólo entre moradores de avanzada edad de las comarcas de la puna y la prepuna. A pesar del carácter tentativo que revisten, como acabamos de exponer, algunas de las determinaciones contextuales referidas a los fenómenos aquí considerados creo que es ineludible deducir, de la apreciación conjunta de los veinte rasgos aquí analizados muy esquematicamente8, la clara y evidente integración del ámbito diatópico de que aquí nos estamos ocupando (es decir de las actuales provincias argentinas de Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca) dentro de la denominada, de modo general, área lingüística andina caracterizada principalmente, en la sincronía actual al menos9, por la extraordinaria amplitud y densidad que en ella presentan las transferencias procedentes de las lenguas indoamericanas mayoritarias enclavadas en la zona –fundamentalmente del quechua pero también del aimara– en las modalidades regionales de español. La constatación –ya muy difícilmente discutible si se aprecian adecuadamente los datos aquí presentados– de este hecho, de por sí importante por lo que toca a la delimitación objetiva de las diferentes áreas geográficas del español de América, adquiere aún mayor relevancia teórica si se toman en consideración de modo correcto algunas de las implicaciones metodológicas derivadas, inevitablemente, de ella. Mencionaré solamente las que siguen, referidas, respectivamente, a tres aspectos axiales de la filología hispanoamericana como lo son la dialectología (y 8.
9.
Para una consideración más detallada de algunos de ellos véanse los estudios incluidos en el reciente volumen (Fernández Lávaque y Rodas (eds.) 1998) que recoge los resultados de la labor realizada por el equipo de investigación de la Universidad Nacional de Salta, dirigido por Ana María Fernández Lávaque, que ha trabajado sobre estos temas. Otros factores, de orden histórico, que han dado lugar a determinadas peculiaridades del español andino se exponen en una monografía previa de mi autoría dedicada a la consideración general de los procesos formativos del español americano (de Granda 1994a).
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la geografía lingüística) sincrónica, la caracterización sociolingüística y la dimensión diacrónica (histórica y futura) del español de América. En lo que atañe al primero de ellos, es forzoso reconocer que tanto la errada apreciación de la peculiaridad atribuible al área noroccidental argentina en algunos de los estudios más conocidos sobre geografía lingüística hispanoamericana (los de Henríquez Ureña y Rona concretamente) como la omisión (casi total) en las monografías dialectales, de ámbito nacional o regional, de los rasgos originados en claros procesos de transferencia de la lengua quechua de contacto (histórico o actual) que se encuentran en el español de dicha zona justifican, lamentablemente, las apreciaciones generales, muy críticas, que han expuesto recientemente. Orlando Alba (1992) y Francisco Moreno Fernández (1993) en cuanto a la metodología geográfico-lingüística aplicada en la América hispánica y Eugenio de Bustos Gisbert (1996) respecto a los estudios dialectológicos elaborados sobre diferentes zonas geográficas hispanoamericanas. Parece de todo punto evidente que, aún tomando en consideración como factores primarios generadores de tales hechos los que más arriba expusimos (renuencia teórica a la consideración de fenómenos de transferencia externa como determinadores de modificaciones morfosintácticas en el español local e ignorancia de las estructuras gramaticales de la lengua quechua), la situación existente, hasta hace muy pocos años, en el ámbito lingüístico concreto aquí examinado sólo puede ser explicada si se aprecian como subjetivos, parciales, insuficientes y sesgadamente simplificadores los parámetros actitudinales de análisis aplicados a la descripción de la fisonomía del castellano del área geográfica en cuestión por sus sucesivos estudiosos. Es previsible, no obstante, que un estado de cosas como el que acabamos de mencionar no se prolongue en el futuro y ello no sólo, puntualmente, porque haga poco probable ya esa posibilidad el conjunto de datos aportado por el equipo de investigación dirigido por Ana María Fernández Lávaque (Fernández Lávaque/Rodas 1998) y, también, por mí mismo al respecto sino también (y sobre todo) por la vigencia actual en el ámbito teórico general (Thomason/Kaufmann 1988), en el continental hispanoamericano (De Granda 1994b) e incluso en el nacional argentino (Abadía de Quant/Irigoyen 1980, Acuña/Menegotto 1996) de modelos teóricos de conceptualización de los procesos de contacto y transferencia lingüística que valoran correctamente (no de modo restrictivo y marginal) la aportación de estos factores determinadores en los diferentes contextos específicos de cambio que se producen, en todos los niveles de las lenguas concernidas, en numerosas zonas geográficas. La segunda de las implicaciones de ámbito metodológico que son deducibles de la apreciación objetiva del conjunto de datos empíricos presentados en estas pági-
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nas en relación con las transferencias recibidas por el español del noroeste argentino de la lengua quechua de contacto afecta a la apreciación valorativa que debe aplicarse a un instrumento de análisis sociolingüístico (y psicolingüístico) que ha sido, en los últimos decenios, ampliamente manejado en relación con el español peruano empleado en zonas, bilingües, en que el mismo convive, contemporáneamente, con la lengua quechua (y la aimara). Me refiero, específicamente, al concepto teórico denominado por Alberto Escobar interlecto (Escobar 1978) y por Anna María Escobar, más adecuadamente, español bilingüe (Escobar 1990 y 1994). Ambos especialistas consideran que dicha modalidad de castellano, caracterizable básicamente por ser utilizada por los grupos sociológicos serranos que hablan también, y simultáneamente, el quechua (o el aimara), posee características diferenciadas respecto al español andino, propio de los monolingües hispanoparlantes del área y, concretamente, incorpora a su modalidad castellana de uso determinadas transferencias procedentes de las lenguas indoamericanas de contacto que no están presentes en este último entre las cuales deben incluirse, por ejemplo, la doble marca de posesión (Escobar 1994: 66) y la que podríamos identificar como variante radical de la omisión de clíticos preverbales, determinadora de la total eliminación sintáctica del complemento objeto oracional (Escobar 1990: 89). El hecho, más arriba mencionado en estas páginas, de que ambos rasgos –supuestamente atribuibles a sólo al español bilingüe andino– se encuentren hoy, respectivamente, cuando menos en el área central de la provincia de Salta y en los valles Calchaquíes salteños, zonas en las que la lengua quechua dejó de ser utilizada (en el más favorable de los casos) hace aproximadamente un siglo o siglo y medio, conduce inevitablemente a la definitiva desconfirmación, como instrumento metodológico de análisis del castellano serrano del Perú (y del Ecuador, Bolivia, sur de Colombia y noroeste argentino, por extensión), de la propuesta dualidad conceptual español andino-español bilingüe tal como, en monografías de enfoques teóricos de base muy diferentes entre sí, hemos coincidido en postular Rocío Caravedo (Caravedo 1992: 729-730) y yo mismo (De Granda 1997a: 146-147). La última de las consideraciones teóricas que deben derivarse de la apreciación objetiva, global y totalizadora, de los datos morfosintácticos, referidos a la modalidad dialectal de español utilizada en el noroeste argentino, que he presentado esquemáticamente en páginas anteriores de este trabajo afecta, por la amplitud generalizadora y el carácter valorativo de los conceptos en ellos implicados, a ámbitos actitudinales, respecto a la trayectoria histórica y a las perspectivas futuras de evolución del español de América, de muy difícil modificación en quienes
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han optado por un conjunto de «preferencias explicativas» (Zimmermann 1995: 23-26) que personalmente no comparto y que considero, en esta ocasión concreta y también en otras (De Granda 1995d y 1997b), escasamente compatible con datos empíricos facilitados, de modo difícilmente falsable, por la sincronía dialectal de una gran cantidad de áreas lingüísticas hispanoamericanas. Me limitaré, pues, a constatar aquí, en cuanto al contexto concreto de hechos que nos ocupa en esta oportunidad, que la persistencia hasta hoy en el español del noroeste argentino –en bastantes casos con vigencia parcial, en algunos general– de nada menos que veinte rasgos gramaticales derivados (total o parcialmente) de transferencia de una lengua de contacto, la quechua, desaparecida de dicha área territorial (excepto de la zona central de Santiago del Estero y de la puna jujeña y salteña) desde hace entre doscientos y cien años, y ello a pesar de la intensísima presión niveladora (Donni de Mirande 1992b) ejercida sobre esta variante dialectal argentina –al igual que sobre las demás del país– por el hegemónico modelo porteño de habla, no sólo no confirma sino que más bien se opone directamente a varias, e importantes, formulaciones teóricas mantenidas por los propugnadores actuales de una concepción minimizadora del contacto lingüístico como factor determinador de la formación histórica, la fisonomía actual y el desarrollo futuro del español americano. Mencionaré, entre ellas, la diferenciación tipológica establecida entre áreas geográficas hispánicas afectadas por situaciones de sustrato y de adstrato en relación con lenguas amerindias locales (Lope Blanch 1989a: 132), el carácter «débil» atribuido históricamente al influjo ejercido por esta últimas sobre el español americano y, finalmente, la predicción de que «Muchas de las peculiaridades de raíz indígena observables en ciertas hablas dialectales iberoamericanas acabarán por extinguirse en poco tiempo. La influencia ‘directa’ de los sustratos americanos se reducirá a límites estrechísimos, como gota en el océano» (Lope Blanch 1989b: 118). No me parece, de ningún modo, excesivo afirmar que los datos empíricos en estas páginas presentados desconfirman –en cuanto al caso concreto aquí examinado cuando menos–, por su direccionalidad implicativa, las hipótesis (tanto históricas como predictivas) a que me acabo de referir10.
10. Después de redactado el texto de este trabajo ha visto la luz un volumen (de Granda 1999) en el que se recopilan (entre otros) la mayor parte de mis estudios, referidos a o relacionados con la temática aquí considerada, que han sido publicados con anterioridad en revistas especializadas, algunas de ellas de acceso dificultoso sobre todo para los estudiosos europeos. El volumen mencionado puede facilitar la consulta de los textos en cuestión a los (posibles) colegas en ellos interesados.
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Cambios gramaticales por el contacto entre el otomí y el español Ewald Hekking (Querétaro) 1. Introducción Santiago Mexquititlán es una comunidad otomí situada en el municipio de Amealco (estado de Querétaro) en el altiplano mexicano a una altitud de 2.000 a 2.400 metros, y a aproximadamente 100 kilómetros al noroeste de la Ciudad de México. Especialmente en los últimos veinte años el contacto entre el otomí y el español en Santiago M. ha crecido de tal forma que actualmente en esta comunidad se observa un proceso de desplazamiento lingüístico, en el que el español está reemplazando al otomí poco a poco, también en situaciones más informales, y en las que los otomíes adoptan muchos préstamos españoles en su lengua materna. Entre estos préstamos se encuentra un número muy elevado de palabras gramaticales, mientras que la lengua indígena sólo ha adoptado una mínima cantidad de adjetivos españoles. Por otro lado, se observa en el español hablado y escrito de los otomíes una morfosintaxis que difiere de la del español estándar. En el punto 2 se discutirán los dos tipos de transferencias que ocurren en una situación de desplazamiento lingüístico. En el 3 se proporcionarán algunos datos sobre la situación sociolingüística en Santiago M. seguidos por unos datos sobre la estructura del otomí. En el punto 4 se describirán y analizarán varios de los cambios que se dan en el otomí sugiriendo unas explicaciones para estos cambios. En el punto 5 se examinará la forma en la que los otomíes emplean el español y en el 6 se sacarán algunas conclusiones.
2. Dos tipos básicos de transferencias Cuando en una comunidad bilingüe se da un proceso de desplazamiento lingüístico, las dos lenguas en contacto sufren cambios, porque se transfieren elementos de una lengua a otra. Thomason/Kaufman (1988: 35) suponen que estos cambios se deben en primer lugar a la historia y sociolingüística de cada comunidad diglósica, y en segundo lugar a la estructura de las dos lenguas. El tipo de transferen-
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cias varía según la lengua sea mayoritaria o minoritaria. Generalmente en la lengua minoritaria la influencia de la lengua mayoritaria comienza por el prestigio, con la adopción de préstamos. Estos préstamos son en primer lugar léxicos, pero también gramaticales, cuando el contacto es muy intenso. Por otro lado, en la lengua mayoritaria los cambios surgen a causa de la adquisición imperfecta de la segunda lengua por parte de los hablantes nativos de la lengua minoritaria, iniciándose no con el vocabulario, como en la lengua minoritaria, sino con los sonidos y la morfosintaxis. Lo antedicho muestra con mucha claridad que en ambas lenguas en contacto son los factores sociales los que inician el proceso de los cambios. Abajo se dará, en primer lugar, una breve descripción de una discusión que existe actualmente sobre los factores que influyen en los cambios gramaticales en una lengua minoritaria, y en segundo lugar, se mencionarán algunos factores que influyen en los cambios originados en la estructura de la lengua mayoritaria. En los estudios que se dedican a las lenguas en contacto, varios factores lingüísticos y no lingüísticos han sido sugeridos para explicar los cambios lingüísticos que sufre una lengua minoritaria por el contacto con otras lenguas. Se han aducido factores sociales, estructurales, regionales, pragmáticos y funcionales. Como Thomason/Kaufman (1988), que suponen que la historia y la situación sociolingüística de cada comunidad diglósica determinan en primer lugar los cambios en la lengua minoritaria, así ya Zimmermann (1987), cuando busca los factores que motivan la gran cantidad de préstamos funcionales en el otomí, atribuye mucha importancia a factores sociales, en especial el prestigio. En respuesta a esta hipótesis Hekking (1995) muestra que también la estructura del otomí es un factor importante para la explicación del fenómeno. En cambio, lingüistas como Stolz/Stolz (1998), muestran que no sólo en el otomí se usan muchas palabras funcionales del español, sino también en otras lenguas de Mesoamérica (incluso en toda el área latinoamericana y austronésica) sugiriendo que en dicha área factores pragmáticos juegan un importante papel. Por otro lado, Hekking y Muysken (1995) no encontraron un patrón regular en la adopción de los préstamos gramaticales en Mesoamérica y la región andina, demostrando que las diversas lenguas mesoamericanas han adoptado diferentes tipos de palabras funcionales del español, y señalando que los tipos y porcentajes de los préstamos españoles en el quechua difieren de los tipos y porcentajes de los del otomí. Así vemos que existe una mayor controversia sobre la cuestión de si los cambios en las lenguas minoritarias se deben a factores estructurales o no. Muysken (1996) supone que tanto la adopción de palabras de contenido como la de palabras de función es ocasionada y limitada por los aspectos de las gramáticas de
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ambas lenguas en contacto, y que los préstamos funcionales se introducen en la lengua receptora por alternación en vez de inserción, destacando así la similitud entre el proceso de adopción de los préstamos y el proceso de mezcla de códigos. Otros lingüistas, como Aitchison (1981) y Thomason/Kaufman (1988), también aducen factores estructurales, cuando sugieren que existe cierta regularidad universal en la adopción de los préstamos y han tratado de formular reglas, suponiendo que las estructuras de las dos lenguas deben ser compatibles y que ciertos elementos son adoptados con más facilidad, si existe un hueco funcional en la lengua receptora. Sin embargo, Campbell proporcionó en 1993 contraejemplos que debilitaban estas dos reglas y Zimmermann (1987: 242-244) y Stolz/Stolz (1996: 90) también dudan de la teoría del hueco funcional, basando Stolz/Stolz sus ideas en el hecho de que en las lenguas minoritarias aparecen muchas formas compuestas de un elemento vernáculo y de otro elemento prestado. En respuesta a esta hipótesis, Bakker y Hekking (1998) muestran que la sinonimia entre el elemento original y el préstamo es sólo parcial y que en general el préstamo es semánticamente más específico que el elemento original. Al mismo tiempo sugieren que es más bien un complejo de factores el que motiva y limita el proceso de adopción de los préstamos de una lengua a otra. Basándose en el Principio de la Explicación Funcional desarrollado por Dik (1997) ordenan los diversos factores en una jerarquía en la cual los factores extralingüísticos (sociales, areales y pragmáticos) se encuentran en el nivel más alto de la jerarquía, los factores lingüísticos funcionales (pragmáticos y semánticos) se hallan en el nivel intermedio y los factores formales como los sintácticos, morfológicos y fonológicos en el nivel más bajo. A todos los niveles de la jerarquía siempre los factores más bajos limitan los procesos de cambios lingüísticos motivados por los factores más altos, mientras al mismo tiempo motivan a los factores más bajos. La adopción de marcadores de discurso, la adaptación de los sistemas honoríficos y el desplazamiento del sistema vigesimal por el sistema decimal son aspectos de la interacción comunicativa que pertenecen a la pragmática, y no van relacionados con la gramática de la lengua. Los factores extralingüísticos motivan cambios léxicos que dan estatus al discurso y no completan un hueco. Sin embargo, entre los factores lingüísticos los funcionales motivan a los formales y a este nivel se completan los huecos semánticos. Finalmente quisiera sugerir otro factor que motiva los cambios lingüísticos en una lengua minoritaria en cierta etapa del desplazamiento lingüístico. Los cambios también pueden ser motivados por el olvido de ciertas formas de esta lengua por parte de sus hablantes nativos y por la adquisición defectuosa de la lengua materna por parte de los jóvenes. Por ejemplo, la acelerada disminución del uso del otomí en Santiago M. durante los últimos años tiene como consecuencia que
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los hablantes nativos del otomí comienzan a olvidar ciertas formas de su lengua materna, como por ejemplo los sufijos verbales para marcar el comitativo. Surge una situación de desgaste de la lengua minoritaria tal como menciona Romaine (1989: 44-45) en la cual los jóvenes ya no aprenden bien el otomí de sus padres, y en la cual la escuela, donde no se enseña el otomí, tampoco desempeña el papel de institución normativa. En el punto 4 de este artículo se dará una descripción y análisis de las diversas categorías de préstamos españoles encontradas en el otomí de Santiago M. atribuyendo su uso a los diversos factores mencionados arriba. Arriba se decía que, cuando se da un proceso de desplazamiento lingüístico, los cambios en la lengua mayoritaria son motivados por la adquisición imperfecta de ésta por parte de los hablantes nativos de la lengua minoritaria y ocurren a nivel de los sonidos y de la morfosintaxis. Durante los últimos años se han realizado muchos estudios de investigación y existe mucha literatura sobre la adquisición imperfecta de una segunda lengua en un contexto natural y sobre el substrato o la influencia de una lengua minoritaria sobre una lengua mayoritaria (Appel/Muysken (1987), Thomason/Kaufman (1988) y Romaine (1989)). Sin embargo, como también mencionan Zimmermann (1992: 210) y Flores Farfán (1998), es importante enfatizar aquí que casi no existen estudios sobre la interferencia del substrato indígena en la lengua mayoritaria de Hispanoamérica y que en dicha área todavía es necesario investigar mucho sobre este fenómeno. Una investigación de este tipo es fundamental no sólo para entender los diferentes grados de influencia indígena que ha experimentado el español en las diversas zonas de Hispanoamérica, como propone Granda (1999: 40-47), sino también para determinar en qué forma los diversos tipos de lenguas indígenas han tenido diversas repercusiones en la estructura fonológica y morfosintáctica del español americano. Son factores socioculturales y demográficos, que en primer lugar motivan la presencia, falta o grado de influencia indígena en las diversas áreas de América donde se habla el español y, en segundo lugar son tales factores como la forma de adquisición del español por parte de los hablantes nativos de las lenguas americanas y las estructuras de estas lenguas, que motivan las consecuencias directas para la estructura de los diversos dialectos del español. Durante la adquisición del español, también factores sociopsicológicos como las actitudes o el deseo de marcar la propia identidad desempeñan un papel importante. En el punto 5 de este artículo se dará una descripción y análisis de los rasgos del español de los otomíes de Santiago M. atribuyendo los desvíos de la norma del español estándar sobre todo a la estructura del otomí y a la imperfecta adquisición de la L2 por parte de los hablantes nativos del otomí.
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3. Algunos aspectos lingüísticos y sociolingüísticos Puesto que, como se mostró en el punto 2, tanto factores lingüísticos como extralingüísticos motivan los cambios en ambas lenguas en contacto, aquí se proporcionan algunos datos sociolingüísticos de la comunidad de Santiago M. seguidos por algunos datos sobre la estructura del otomí en comparación con la del español. En general, los otomíes forman un grupo etnolingüístico con una posición histórica y socioeconómica muy baja, entre los que caben destacar los otomíes de Santiago M. que son pobres campesinos con pequeñas parcelas. Hasta hace poco no había mucho contacto entre las comunidades rurales de habla otomí y las ciudades de habla y cultura hispánica y occidental. Sin embargo, hace pocos años se inició un proceso de desplazamiento lingüístico y cultural a causa de la migración, la construcción de una carretera pavimentada hacia el mundo hispanohablante, la influencia de los medios de comunicación, y, el último en orden, pero no en importancia, a consecuencia de la introducción del sistema educativo oficial, el cual, como ya se ha dicho anteriormente, se realiza completamente en español. Por lo tanto, los otomíes no leen ni escriben su propia lengua y tampoco poseen fuentes escritas en las que puedan preservar los elementos de su propia cultura e historia. Por lo mismo, la lengua materna de los otomíes está estigmatizada por los mestizos y los otomíes muestran generalmente una actitud ambivalente hacia su lengua materna. Los otomíes más jóvenes y los que tienen mejor formación escolar o viven en un barrio con un número mayor de mestizos, tienen mayor grado de bilingüismo. Los demás grupos sociales hablan menos el español. En situaciones más informales y más íntimas los otomíes prefieren hablar el otomí, mientras que emplean generalmente el español durante sus contactos con personas de fuera de su comunidad, por ejemplo con las autoridades políticas, en la iglesia católica, en la escuela, durante la visita a un médico no indígena, y en general con cualquier mestizo o extranjero. Abajo se mencionarán solamente los rasgos de la gramática otomí que son pertinentes para la descripción y el análisis de los puntos 4 y 5 Para más detalles con respecto al otomí de Santiago M. véanse Hekking/Andrés de Jesús (1984, 1989) y Hekking (1995). En cuanto a otros dialectos del otomí véanse Hess (1968) y Lastra de Suárez (1989, 1997). – Tanto el español como el otomí son lenguas con una estructura predominantemente poscampo. El orden básico del español es SVO y el orden básico del otomí es VOS y SVO.
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– En el otomí la yuxtaposición es una forma muy común tanto para vincular una cláusula con otra, como para relacionar el predicado de una claúsula con las demás partes de la misma, por lo cual muchas veces las relaciones semánticas y estructurales se deben deducir del contexto. – El español marca las relaciones entre el predicado y las otras partes de la oración con una gran variedad de preposiciones, mientras que el otomí marca dichas relaciones por medio de sufijos verbales y a través de una pequeña serie de partículas prenominales funcionalmente parecidas a preposiciones, otras veces ni las marca. – En español se usa una gran cantidad de coordinadores y subordinadores para relacionar dos o más cláusulas. El otomí usa sólo una serie muy limitada de coordinadores y subordinadores o no marca la relación entre dos cláusulas. La relación entre las dos cláusulas también puede ser marcada por proclíticos verbales en la cláusula subordinada. – Tanto el español como el otomí tienen cláusulas relativas posnominales, pero ambas lenguas usan diferentes estrategias para su formación. En español se usa un complicado sistema de pronombres relativos, mientras que en el otomí clásico se usan las siguientes estrategias. La estrategia más frecuente en el otomí es el llamado «gapping» de Comrie (1996), es decir en la cláusula relativa no hay un elemento que se refiere al antecedente. Otra estrategia es el uso de un demostrativo como pronombre relativo en la primera posición de la cláusula relativa. En algunas cláusulas relativas del otomí se marca la persona que se refiere al antecedente mediante un sufijo verbal. En el otomí existe una tendencia a utilizar las cláusulas relativas en la periferie de la cláusula principal. – El español tiene muchos adjetivos, mientras que en el otomí figuran pocos miembros de esta categoría. Probablemente en la gramática del otomí clásico ni existían adjetivos, siendo este idioma una lengua rígida que sólo tiene predicados verbales y nominales (Hengeveld 1992). En su función atributiva los adjetivos españoles se colocan generalmente después del núcleo de la frase nominal, mientras que en el otomí los modificadores nominales se colocan antes del núcleo de la frase nominal. – Tanto en español como en otomí los numerales adnominales preceden al sustantivo. Sin embargo, en otomí van separados del sustantivo por medio de un artículo o posesivo, mientras que en español el orden es Dem/Art Num N. Los numerales en otomí pueden tener varias funciones en la oración, no sólo la de un adjetivo o la de un sustantivo, sino que frecuentemente se comportan como verbos intransitivos. Por lo demás, el otomí usa un sistema vigesimal, mientras el español, un sistema decimal.
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– En otomí se expresa el número en menos lugares que en español marcándolo sólo en los artículos, los proclíticos posesivos y los sufijos verbales y nominales deícticos. – A diferencia del español, en el otomí no se marca el género ni en el sustantivo ni en el adjetivo. – A diferencia del español, donde se utilizan los proclíticos y sufijos verbales lo, la, los o las para marcar la tercera persona del complemento directo, en otomí no existe tal forma. – La reflexividad y reciprocidad se marcan en otomí mediante el prefijo n- o sus variantes m- y ñ-. El pronombre reflexivo se, que se halla en muchos verbos españoles inherentemente reflexivos para expresar la transición de una situación o posición a otra, no se marca en otomí. – Como en español, el primer elemento en una construcción genitiva otomí se refiere al elemento poseído y el segundo sustantivo al poseedor. En cambio, en el otomí la construcción genitiva se forma sin una preposición de como en el español. En lugar de esto, se marca la posesión sobre el sustantivo que se refiere al elemento poseído mediante el proclítico posesivo de la tercera persona ár y yá.
4. Análisis del corpus otomí El corpus otomí en que me baso para esta descripción y análisis, lo obtuve durante una serie de entrevistas aplicadas en lengua otomí a 31 otomíes por medio de un cuestionario compuesto de 40 preguntas sociolingüísticas y culturales abiertas. Durante la realización de estas entrevistas se pidió a los entrevistados además que tradujeran 88 oraciones españolas al otomí. Así conseguimos un corpus de 65.000 tókenes. En este corpus el 17% del texto total en términos de tókenes, resultan ser préstamos españoles. Para su distribución sobre las diversas categorías en el otomí, tanto en términos de tókenes como en términos de tipos, véase la tabla 1. En la tabla 1 se encuentran muchas palabras funcionales, tales como preposiciones, coordinadores, subordinadores y relativos, numerosas partículas de discurso y adverbiales y una gran cantidad de numerales. Por otro lado, el número de adjetivos es bajo. Sin embargo, como se ve en la tabla 2, Hekking/Muysken (1995) mostraron que en el quechua los porcentajes de tipos de préstamos difieren de los porcentajes de los mismos en el otomí.
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Tabla 1: Préstamos españoles en el otomí según la categoría Tipos
Tókenes
Sustantivos Verbos Co/subordinadores Preposiciones Adverbios Adjetivos Numerales Interjecciones Frases nominales y verbales Relativos Indefinidos Interrogativos Artículos Demostrativos Posesivos
443 (54,3%) 97 (11,8%) 32 (3,9%) 25 (3,0%) 38 (4,6%) 23 (2,8%) 27 (3,3%) 5 (0,6%) 82 (10,0%) 4 (0,5%) 8 (1,0%) 3 (0,4%) 2 (0,2%) 1 (0,1%) 1 (0,1%)
4.931 (46,1%) 712 (6,7%) 1.900 (17,8%) 1.161 (10,9%) 535 (5,0%) 133 (1,2%) 205 (1,9%) 761 (7,1%) 217 (2,0%) 44 (0,4%) 38 (0,3%) 12 (0,1%) 8 (0,07%) 3 (0,03%) 1 (0,01%)
Total
816
10.697
Tabla 2: Comparación entre los préstamos españoles en otomí y quechua Otomí
Tipos
Quechua
Tipos
Sustantivos Verbos Adverbios Coordinadores y Subordinadores Numerales Preposiciones Adjetivos Indefinidos Interjecciones Relativos Interrogativos
54,3% 11,8% 4,6% 3,9% 3,3% 3,0% 2,8% 1,0% 0,6% 0,5% 0,4%
Sustantivos Verbos Adjetivos Adverbios Coordinadores y subordinadores Preposiciones Interjecciones Artículos Negaciones Pronombres Numerales
52,4% 23,1% 10,8% 5,4% 2,0% 2,0% 2,0% 0,9% 0,6% 0,6% 0,3%
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Para las categorías de los verbos y de los adjetivos el quechua adopta más préstamos que el otomí; por otro lado el quechua adopta pocos numerales, preposiciones, coordinadores y pronombres. Ahora quiero echar un vistazo más detallado a cinco categorías, cuyos porcentajes llaman mucho la atención en las tablas 1 y 2, es decir, las preposiciones, coordinadores y subordinadores, pronombres relativos, adjetivos y numerales. 4.1. Preposiciones En la tabla 1 vemos que las preposiciones pertenecen a las categorías que el otomí más adopta del español. Bakker/Hekking (1998) sugieren que son factores funcionales los que motivan esta gran cantidad de unidades. Arriba decíamos que el otomí tiene pocas partículas prenominales para marcar la relación entre el predicado y las demás partes de la oración. Estas partículas tienen una gran variedad de posibilidades de aplicación, generalmente más amplia que la de las preposiciones españolas. Como se ve en los ejemplos (1a-c) la función de la partícula dige es marcar relaciones tan diversas como la «referencia», la «causa» y el «propósito». (1)
a. Di
ñä-he dige ma boni-he Prs1 hablar-PlExc sobre Pos1 viaje-PlExc ‘Hablamos sobre nuestro viaje a Querétaro’.
pa a
Maxei. Querétaro
b. ‘Nar
jä’i pwede da du dige-r Ind.Sg persona puede Fut3 morir acausade-D.Sg ‘Una persona puede morir a causa de brujería’.
t’ete. brujería
c. Tengu
t’-uni dige-r fani? cuanto Vi-dar por-Dsg caballo ‘¿Cuánto se da por el caballo?’
Además de estas partículas, el otomí tiene varios sufijos a su disposición para expresar en el verbo algunas relaciones semánticas tales como el comitativo, benefactivo, locativo y tiempo. Para marcar el comitativo el otomí emplea los sufijos de número y exclusividad. Véanse los ejemplos (2a-b). (2)
a. Ar
Xuwa mi ñä-wi D.Sg Juan Cprt3 hablar-Du.Inc ‘Juan hablaba con su suegra’.
b. Ar
ár Pos.Sg3
hyom-bi ar hyongú bí D.Sg albañil Prt3 construir-Ben3 D.Sg ‘El albañil construyó la casa para el sacerdote’.
to. suegra ngú casa
ar D.Sg
möjä. sacerdote
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Por otro lado en el otomí muchas relaciones gramaticales no se marcan abiertamente, pero van implícitas en la semántica de los verbos, como se ve en el ejemplo (3). (3)
Nu’bya di ne ga Hoy Prs1 querer Fut1 ‘Hoy quiero llegar a Morelia’.
tsoni llegar
Nxuni. Morelia
En mi corpus frecuentemente se encuentran formas dobles compuestas de una forma vernácula y de otra forma prestada, como vemos en el ejemplo (4), donde se emplea la preposición española con al lado del sufijo otomí que marca el comitativo. (4)
Ar xudi ga ñuñ-hu D.Sg mañana Fut1 comer-Inc.Pl ‘Mañana quiero comer contigo’.
ko con
nge-’ñu-hu. Dem-Rec2-Inc.Pl
En el ejemplo (5) la preposición española para marca el aspecto benefactivo, el cual en el otomí clásico se marcaría por medio del sufijo -wi y -pi y sus respectivas variantes. (5)
Nu-ya tsi bätsi ot’u ‘nar mixa Dem-Rh.Pl Dim hijo hacer Ind.Sg misa nu-ya tsi hwekute. Dem-Rh.Pl Dim antepasado ‘Los hijos celebran una misa para los antepasados’.
para para
En ambas oraciones vemos que la preposición española marca más explícitamente la relación entre las constituyentes. La adopción de las preposiciones españolas con y para en un solo significado muy preciso, es motivada por el hecho de que así las relaciones son marcadas con más claridad de lo que se haría mediante la forma del otomí clásico. Esto es precisamente la idea de la teoría del hueco funcional y semántico. La adopción de con y para también puede ser motivada, porque algunos otomíes tienden a olvidar o ya no adquieren ciertos morfemas gramaticales, tales como los comitativos, y necesitan otra forma para marcar la relación (véase Lastra 1994). Además, los ejemplos muestran que las preposiciones adoptadas no ocasionan un cambio de la función semántica, sino que comienzan a marcar la función semántica original de la relación en el otomí. Los ejemplos (4) y (5) muestran también que las preposiciones españolas se insertan en el lugar original de la gramática española, que es también el lugar de las partículas otomís, de modo que no existen limitaciones sintácticas. En relación con esto es interesante que el quechua, que es una lengua OV/precampo con posposiciones, adopta menos preposiciones del español.
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4.2. Coordinadores y subordinadores En la tabla 1 vemos que los coordinadores y subordinadores españoles son adoptados con más frecuencia por el otomí que las preposiciones. Aquí también se puede aducir una semejante explicación como la que di para las preposiciones. Los ejemplos (6a-b) muestran que el otomí tiene pocos coordinadores y subordinadores y que en vez de estas formas frecuentemente se observa el fenómeno de yuxtaposición de las cláusulas. (6)
a. Ar
bätsi bí nzoni, bí ntsät’i DSg niño Prt3 llorar Prt3 quemarse ‘El niño lloró porque se quemó mucho’.
nts’editho. fuerte
b. Ya
goxthi ya zá wa ya bojä, D.Pl puerta DPl madera o D.Pl fierro tx’utho ya ‘nandi pets’i ya nhñe. poco D.Pl vez tener D.Pl vidrio ‘Las puertas están hechas de madera y fierro, y rara vez tienen vidrio’.
A veces en las cláusulas subordinadas se usan proclíticos verbales para marcar la relación entre las dos cláusulas. En el ejemplo (7) la m- del proclítico mbi marca que el estado de los hechos de la cláusula subordinada depende de la cláusula principal. (7)
Mbi wadi bí hyo ar k’eñä, P.Dep3 terminar Prt3 matar D.Sg serpiente bí zogi ya erramyenta mi kuhu. Prt3 salir D.Pl herramienta Cprt3 cargar ‘Cuando había matado a la serpiente, dejó las herramientas que cargaba’.
Muchas veces se usan préstamos españoles para especificar más la relación entre el estado de los hechos de la cláusula subordinada y el de la cláusula principal. Esto ocurre en el ejemplo (8), donde el proclítico subordinador mbi se especifica más por el préstamo español ndezu (forma derivada desde). (8)
Ndezu mbi tho ya tsi meti, desde Pdep3 Vi.matar D.Pl Dim animal, ja mi usa-’bya nu-ya fani. hacer 1Cprt3 usar-Act Dem-Rh.Pl3 caballo ‘Desde que se mataron los animales, usamos caballos’.
Tal como vimos que ocurre en el caso de las preposiciones, en el ejemplo (9) encontramos una forma doble compuesta de un subordinador otomí precedido por un subordinador español.
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(9)
Ewald Hekking Ar mäzo bí neki, kwando nu’bu bí thoki DSg mula Prt3 aparecer, cuando cuando Prt3 Vi-hacer ar ‘ñu j-ar hnini. D.Sg camino Loc-D.Sg pueblo ‘La mula apareció cuando se construyó la carretera en el pueblo’.
Los subordinadores españoles se introducen en la primera posición de la cláusula subordinada, la cual es la posición original en español y también el lugar donde se pueden insertar los subordinadores otomíes. Se ve que los subordinadores españoles se encajan muy bien en la sintaxis otomí. Los subordinadores que el otomí adopta con mucha frecuencia del español, son los subordinadores de tiempo, finalidad (como pa derivado de para), y causa (como por ejemplo porke y como). En otomí el 4% de los tipos prestados son subordinadores, mientras que en la tabla 2 se ve que en quechua los subordinadores forman sólo el 2% de los tipos prestados. Se supone que esta diferencia existe, porque en quechua las estrategias para subordinar son completamente diferentes de la estrategia usada en español. El quechua realiza la subordinación por medio de la nominalización, entre otros recursos.
4.3. Cláusulas relativas En mi corpus otomí he encontrado una considerable cantidad de pronombres relativos españoles. Aquí también se puede aducir una explicación semejante a la que di para las preposiciones y conjunciones. Como mencionamos en 3 y vemos en los ejemplos (10a) y (11), en el otomí clásico la estrategia normal de relativización es el llamado «gapping» de Comrie (1996). (10) a. Nä-r
jä’i [xi Dem.Rd.Sg3-DSg persona Prf3 m-tiyo-gö. Pos1-tío-Enf ‘La persona que dijo esto es mi tío’.
xiku-gö-nu] decir-Oi-Ri.Sg3
(11) Ar
k’amuza [di theti ar tsibi], D.Sg verde-madera [Prs1 encender D.Sg fuego] xi hño. hingi ne da nzo no quere Fut3 arder bien ‘La madera verde con que enciendo el fuego, no quiere arder bien’.
Del ejemplo (11), en el cual se relativiza sobre el instrumental, se desprende que en el otomí la posición del relativo no marcado es accesible para cualquier constituyente nominal de la cláusula relativa (Comrie 1996).
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En algunas oraciones, como en el ejemplo (10b), encontré en la posición inicial de la cláusula relativa un demostrativo otomí en correferencia con el antecedente. (10) b. Ar D.Sg ge Dem
jä’i [nä’ä persona Dem.Rd.Sg3 m-tiyo-gö. Pos1-tío-Enf
bí Prs3
xiku-gö nuna] decir-Oi Dem.Rh.Sg3
Estos demostrativos, que no pueden tener su origen en el español, no se marcan por su función en la cláusula relativa. Aunque no se sabe si esta estrategia es una forma del otomí clásico o de fechas más recientes, es posible que sea el inicio del desarrollo de un pronombre relativo. Encontré dos otras estrategias de relativización. En el 32% de las cláusulas relativas encontradas en mi corpus topé con el pronombre relativo español que. (10) c. Nä-r Dem.RdSg3-D.Sg m-tiyo-gönu. Pos1-tío-Enf
jä’i persona
[ke que
xi Prf3
xi-ki] decir-Oi
ge dem
En muchos casos que iba acompañado de la preposición con. Así el pronombre relativo marca más explícitamente su papel en la cláusula relativa, hecho no permitido en el otomí clásico. En mi corpus he encontrado otra estrategia para iniciar una cláusula relativa. En el 26% de los casos se utilizaba el pronombre interrogativo otomí to ‘quién’, como se ve en el ejemplo (10d). (10) d. Nä’ä-r
jä’i Dem.RdSg3-D.Sg persona nä’ä ma-tiyo-gö’ä. Dem.Rd.Sg3 Pos1-tío-Enf
[to que
bí Prs3
xiku-gö] decir-Oi
Este ejemplo de «préstamo traducido» también fue encontrado por Hill/Hill (1980) en el nahuatl. Como vimos con las preposiciones, subordinadores y coordinadores hemos encontrado formas dobles en el caso de los pronombres relativos. Puede ser que el demostrativo otomí haya despejado el camino para la introducción del préstamo que y del préstamo traducido to. Las tres nuevas formas localizan con más precisión dónde se inicia la cláusula relativa. Pienso que la introducción de que y to se realiza con tanta facilidad, porque la sintaxis otomí no restringe esta nueva estrategia de relativización.
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Puesto que el quechua emplea la nominalización como estrategia de relativización, supongo que en dicha lengua no se emplean pronombres relativos del español. 4.4. Adjetivos En mi corpus otomí he topado con muy pocos adjetivos de origen español. Esta categoría de préstamos forma sólo el 1,2% de la total cantidad de tókenes y sólo 2,8% de los tipos. Sin embargo, en quechua los adjetivos españoles forman el 10,8% de los tipos y Poplack et al. (1988) encontraron aproximadamente la misma cantidad de adjetivos ingleses en el francés de Ottawa. Pienso que esto es así, porque en otomí, en realidad, no existe la categoría adjetivo. En otomí la función léxica que generalmente se asigna a los adjetivos, es desempeñada por verbos y sustantivos, lo cual se ve en los ejemplos (12) y (13). (12) a. Ar
jwä xi DSg pez Prf3 ‘El pez es blanco’.
t’axi. blanco
b. ar
t’axu-jwä DSg blanco-pez ‘(...) el pez blanco (...)’
(13) a. Ar
he’mi ar DSg libro DSg ‘El libro es grande’.
dätä. grande
b. ar
dätä he’mi DSg grande libro ‘(...) el libro grande (...)’
En (12a) t’axi ‘blanco’ va precedido del proclítico verbal xi, que marca la tercera persona del perfecto, mientras en (13a) dätä ‘grande’, lleva el artículo definido ar. Cuando t’axi y dätä se usan atributivamente, forman junto con el sustantivo un compuesto, como se ve en los ejemplos (12b) y (13b). Los pocos adjetivos españoles encontrados en mi corpus otomí se encuentran en posición predicativa, como es el caso del préstamo vivo, que se parece mucho al verbo español vivir. Pienso que la estructura del otomí también restringe la adopción de los adjetivos españoles. En otomí los modificadores nominales tanto de raíz verbal como de raíz nominal se colocan antes del núcleo nominal, mientras que en español los adjetivos marcados se colocan después del sustantivo y los adjetivos no restrictivos se anteponen al sustantivo. Por otro lado, pienso que en quechua no existen restricciones funcionales y formales para la adopción de adjetivos españoles. El quechua tiene adjetivos cuya
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posición no marcada en la frase nominal es antes del núcleo nominal y cuyo lugar marcado es posterior al núcleo nominal. 4.5. Numerales En mi corpus otomí encontré más de 200 numerales de origen español, dándome cuenta de que el otomí adopta esta categoría de préstamos con más facilidad y en mayores cantidades que los adjetivos. Véase el ejemplo (14). (14) Ar
dose ar disyembre, ar kinse r-mäyo, D.Sg doce D.Sg diciembre D.Sg quince D.Sg-mayo Ar beyntisinko ar hulyo, ar otxo ar septyembre, D.Sg veinticinco D.Sg julio D.Sg ocho D.Sg septiembre honse-’u. sólo-Enf.Pl ‘El doce de diciembre, el quince de mayo, el veinticinco de julio, el ocho de septiembre, sólo esas fechas’.
Pienso que, principalmente, factores pragmáticos motivan la facilidad con que el otomí adopta los numerales. Para contar y hacer cálculos aritméticos los otomíes tienen en su lengua materna un sistema vigesimal a su disposición, mientras que en sus contactos con el mundo hispánico, donde todo se maneja con el sistema decimal, tendrían que aplicar operaciones aritméticas complicadas y entretenidas para convertir los dos sistemas. El uso del sistema decimal también en su lengua materna es más práctico. Supongo que el mismo factor motiva la adopción de los numerales españoles en el nahuatl (Hill/Hill 1986: 134-136). Pienso que desde un punto de vista estructural los numerales españoles también se incorporan con más facilidad en el otomí que los adjetivos. Cuando los numerales en el otomí se emplean adnominalmente, se encuentran en una posición más periférica que los adjetivos cualitativos en tal función, es decir van separados del núcleo por el artículo. Como se muestra en el ejemplo (14), los numerales tienen su propio artículo y no forman parte de la frase nominal que sigue. Si los numerales se usan predicativamente, forman constituyentes independientes que tienen la función de verbos. El quechua casi no adopta numerales españoles, posiblemente porque tiene un sistema decimal. 5. Análisis del corpus español Como se mencionaba arriba, el contacto entre el otomí y el español también tiene consecuencias en la forma en que los otomíes de Santiago M. usan el español.
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Una descripción de las características del español de los otomíes es esencial para entender la manera en que los otomíes adquieren su L2. También es importante para conocer la forma en que el sustrato indígena penetra en el español, y puede contribuir a un futuro amplio programa de investigación en diversas situaciones de contacto y con diversos tipos de pares de lenguas en contacto en el área hispanoamericana. A partir de 1995 se imparten bajo mi coordinación clases de lecto-escritura y redacción en otomí a los estudiantes que cursan estudios en la Preparatoria de Santiago M. La edad de los alumnos varía entre 16 y 20 años. La mayoría de ellos ha aprendido el otomí como L1 hablándolo en general muy bien. Sólo algunos de los alumnos ya no han aprendido el otomí como L1 y una mínima parte de ellos son mestizos. Se trata del cuarto tipo de situación mencionado por de Granda (1999: 46), donde existe un «tipo de diglosia sustractiva [...] y escasa accesibilidad al modelo lingüístico español [...] un proceso de linguistic shifting por el cual algunos grupos sociológicos indígenas comenzaron a manejar una modalidad del castellano que, por el carácter deficiente e incompleto del aprendizaje de las estructuras de la lengua objetivo y el reemplazo de las mismas por las propias de la lengua fuente [...] estaba repleto de transferencias gramaticales de esta última». Por otro lado, se trata de un grupo de otomíes castellanizados en la escuela, que por su formación tienen más contacto con el español estándar que cualquier otro grupo de la comunidad y que a través de la enseñanza deben haber adquirido un mejor dominio de las reglas gramaticales del español que los demás otomíes de su comunidad, como el grupo 4 de los otomíes mencionado por Zimmermann (1992: 209). Sin embargo, un análisis de narraciones redactadas en español generalmente con mucha creatividad y fantasía por varios estudiantes otomíes de la Preparatoria de Santiago M. sobre la vida, historia y cultura de la comunidad otomí, muestra que los estudiantes manejan las formas que marcan el género, número y reflexividad de forma distinta al uso que se les da en el español estándar y muchas veces incluso las omiten, a pesar de que estos estudiantes habían tenido suficiente tiempo para centrar toda su atención en la forma de sus redacciones. Además resulta que los estudiantes tienen problemas en el manejo de las preposiciones y que sus estrategias para formar y marcar cláusulas relativas tampoco son las del español estándar. Estos desvíos de la norma se encuentran en diversos grados con todos los estudiantes y en todas sus redacciones. Muchos de los rasgos también fueron señalados por Zimmermann en el español oral de los otomíes del Valle de Mezquital. La omisión del sufijo nominal y adjetival -s y del sufijo verbal -n para marcar el plural es un rasgo muy llamativo en el español hablado por los otomíes. En este contexto es importante señalar que la omisión del número y de la tercera
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persona plural verbal puede ser motivada también por la estructura fonológica del otomí, donde todas las sílabas terminan en una vocal y nunca en una consonante. Como se ve en el ejemplo (15), dicha peculiaridad incluso se encuentra en una parte del Códice Chapa de Mota, documento conocido como La Probanza de Méritos de Don Pedro Martín de Toro redactado en el siglo XVII por el probable nieto del conquistador otomí mencionado en el título de este códice. Todo esto sugiere que se trata de una variante del español que se podría considerar como una variedad étnica de los otomíes. (15) (...) españoles no tiene tierra (...) y nos enseña maldades (...) (fj. 2 Códice Chapa de Mota)
Supongo que las formas que se desvían de las reglas del español estándar, son motivadas en parte por las diferencias estructurales entre el otomí y el español. Los otomíes utilizan en la L2 las estrategias de la L1 omitiendo morfemas gramaticales cuando hablan español según el padrón otomí, pero que en el español estándar son necesarios. En el punto 2 se mencionó que en otomí muchas distinciones semánticas y funcionales expresadas en el español estándar no se marcan. Por lo mismo se observa la omisión de una preposición en el ejemplo (16)a, la omisión del número en (16)b, c, d y e, la omisión de la tercera persona plural verbal en (16)c y e, la omisión del reflexivo en (16)f, la omisión del proclítico tercera persona complemento directo en (16)g y la omisión del relativo en (16)h. (16) a. Su nieta que tenía siete años, iba a cuidar sus animales al campo. (Samual Saldivar Fernández)
(16) b. (...) jóvenes y señor todos borracho (...) (Benito Álvarez García)
(16) c. De nuevo niño y niña se divertía en los juegomecánico. (Benito Álvarez García)
(16) d. Unas señoritas vestidas con unas faldas que eran capaz de levantar a los muertitos. (Benito Álvarez García)
(16) e. Entraba jóvenes con pareja y sin pareja, pues adentro de la carpa los encontraba. (Benito Álvarez García)
(16) f. No pienso quedar para siempre en la ciudad. (Francisca Alejo Hilario)
(16) g. En ningún momento dejaban salir en ningún lado a sus hijas; sólo dejaban en la iglesia. (Saúl Estrada Hernández)
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(16) h. Pensé que nomás era puro vino toman aquí. (Benito Álvarez García)
Por otro lado, cuando los otomíes desean producir los diversos morfemas gramaticales españoles intentando aplicar las reglas y utilizar las estrategias de la L2, cometen errores de desarrollo (Dulay/Burt 1974), como se ve en los ejemplos de abajo. Puesto que en otomí no se marca la distinción expresada en español mediante a o en, en el español de los otomíes las oraciones del tipo (17)a y b son muy comunes. (17) a. Los españoles tenían todas las necesidades a sus manos, pues eran los dueños de las haciendas. (Benito Álvarez García)
(17) b. (...) el águila llegó en un pueblo (...) (Teresa Hernández Salazar)
Por analogía con la expresión entre semana Francisca Alejo emplea la preposición entre también en entre los días. (18) Entre semana iban a clase, entre los días de descanso cuidaban sus animales. (Francisca Alejo Hilario)
En (19) se marca equivocadamente el plural en el verbo habían (19) En las carpa de cervezas habían guerra entre borracho y borracho. (Benito Álvarez García)
En (20)a, b y c se emplea equivocadamente el pronombre reflexivo en verbos españoles no inherentemente reflexivos. En (20)c además hay problemas de concordancia entre el sujeto y el verbo con respecto al número, como vimos en los ejemplos (16)c y e, y se encuentra otro caso de omisión de la tercera persona complemento directo como en (16)g, una copia literal de la estructura de la lengua otomí. (20) a. (...) la bruja entraba en la boca de un borrego y se salió por la cola... (Teresa Hernández)
(20) b. Más tarde se salieron a las ciudades de México, Querétaro, Monterrey. (Benito Álvarez García) (20) c. La gente grande iban por leñas en Ixtapa. Cuando se regresaron y se sentaron en una sombra de un árbol (...) encontró a la virgen de Guadalupe debajo de un árbol y no podían tocar, porque era sagrado.
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En (21) se observa el uso supérfluo de lo. (21) El uno y el otro lo comprendieron que su mundos eran diferente. (Benito Álvarez García)
Arriba en los ejemplos (10)c y (10)d vimos que muchos otomíes bilingües adoptan formas del español para la formación de las cláusulas relativas en otomí, tales como el préstamo ke y el préstamo traducido to. En relación con esto sería interesante analizar cuáles son las estrategias de un otomí bilingüe para formar cláusulas relativas en español, con el fin de averiguar entre otras cuestiones, los siguientes puntos: – en qué grado estas estrategias son una consecuencia directa de las estrategias utilizadas en otomí; – en qué grado estas estrategias difieren de las estrategias utilizadas en otomí, – en qué grado sus estrategias difieren de las estrategias utilizadas por los mestizos de Santiago M. en español, – en qué grado la forma en que un otomí bilingüe construye las cláusulas relativas en español (su L2), puede tener repercusiones en la forma de las cláusulas relativas en otomí (su L2). Aquí quiero dar algunos ejemplos de las cláusulas relativas encontradas en su mayoría en las redacciones de los estudiantes del Videobachillerato y proponer algunas sugerencias para explicar tanto las construcciones anómalas en comparación con el español estándar, como las construcciones formadas según las reglas del español estándar. Como también vimos con otras divergencias de las reglas del español estándar en el español de los otomíes, los otomíes, cuando forman cláusulas relativas en español, emplean frecuentemente las estrategias de su L1, produciendo así construcciones anómalas desde el punto de vista del español estándar. Un buen ejemplo forma (16)h, donde igual como en el otomí se omite el relativo. Por otro lado, los datos encontrados en las redacciones muestran algunas tendencias. – En general, los estudiantes tienden a evitar cláusulas relativas con construcciones complicadas. La mayoría de las cláusulas relativas encontradas en las redacciones son cláusulas con una estructura sencilla que se inician con que, donde, y lo que y dichas claúsulas relativas se forman generalmente según las reglas del español estándar. Véanse los ejemplos (22)a, b y c. (22) a. Unos andantes que siempre pasaban por Santiago, encontraron una virge y lo trajieron a la iglesia de Santiago. (María Concepción Nicolás Agustín)
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(22) b. Hace mucho tiempo, pasó una águila en un pueblo donde vivía los otomíes. (Silvia Morales Aceves)
(22) c. Un día se fue al monte donde encontró un venado. (Nicolás González)
(22) d. Todo lo que hacía la abuela, le contaba sus amigas. (Ismael Bermúdez)
– Sólo los estudiantes con menos conocimiento del otomí tienden a emplear construcciones más complicadas, y generalmente según las reglas del español estándar. Véanse los ejemplos (23)a y b. (23) a. (...) una anciana que hacía la brujería con el fin de hacer maldad a quienes eran sus enemigos (...) (Elvira Narciso Reyes)
(23) b. Ella hacía platos, molcajete, ollas en los cuales les ponía cabezas de víboras, tucrus, perros, guajolotes, gatos (Verónica Mtz Delgada)
– Los ejemplos (24)a, b y c muestran que para formar cláusulas relativas más complicadas muchos estudiantes otomíes tienen problemas con la relativización y no aplican bien las reglas del español estándar para marcar el género, número y preposición en el relativo. (24) a. regar los terrenos lo que ya pertenecían los españoles. (Benito Álvarez García)
(24) b. Era un niño que se llamaba Leobardo que le gustaba mucho cazar pájaros. (Francisca Alejo Hilario)
(24) c. Los españoles encontraban sus tesoros que habían soñado. (Benito Álvarez García)
El ejemplo (24)d muestra la forma en que Benito soluciona la difícil relativización sobre el posesivo, la cual incluso es difícil para muchos hispanohablantes. Benito primero utiliza el relativo español que y después relativiza sobre el posesivo como haría en la lengua indígena... (24) d. Ahí conoció a una joven rica que sus padres habían muerto. (Benito Álvarez García)
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Como el ejemplo (24)d, donde la relativización se marca en dos lugares en la cláusula relativa, he encontrado más casos, no sólo en las redacciones de los estudiantes del Videobachillerato, sino también en el diccionario de Sinclair (1987). En los ejemplos (25)a, (25)b y (25)c se marca el antecedente en la cláusula relativa dos veces, primero como relativo y segundo como proclítico personal. (25) a. (...) los ponía en una orilla de una casa de un señor que lo odiaba (...) (Maribel Lucio Canuto)
(25) b. La casa que la veo es grande. (ejemplo diccionario Sinclair)
(25) c. La naranja que la estoy pelando, está muy buena. (ejemplo diccionario Sinclair)
Marcar una función dos veces es además una estrategia que los otomíes aplican en español no sólo para relativizar, sino también para marcar otros tipos de funciones. El ejemplo (26) muestra cómo una alumna del Videobachillerato combina la forma otomí y la forma española para marcar el genitivo. (26) Una vez su nieta de la bruja le contaba todo a sus amigas, lo que hacía su abuela. (Teresa Hernández Salazar)
Hasta aquí el análisis de los rasgos de esta variante del español muestra que los cambios en el español en primer lugar son motivados por las diferencias estructurales entre ambas lenguas, y en segundo lugar por la adquisición defectuosa de la L2. El hecho de que estos rasgos se encuentren incluso en las redacciones de los estudiantes de la Preparatoria, indica que este grupo minoritario se enfrenta con graves problemas de índole educativa. Se ve que el programa de immersión lingüística que se imparte en las escuelas de Santiago M., no sólo socava la habilidad de los alumnos en su L1, como mencionamos arriba en la parte 2, sino que tampoco corrige las formas anómalas en la estructura de su L2. Tengo la impresión de que hay dos tendencias en el español de los otomíes que necesitan ser más investigadas. En primer lugar, pienso que los estudiantes tienden a evitar las cláusulas relativas en general. En segundo lugar, creo haber observado que los estudiantes tienden a utilizar sus cláusulas relativas en la periferie de la cláusula principal, lo que hace pensar en las «adjoined relative clauses» mencionadas por Hale (1976) y Dik II (1997). Esto podría ser una copia directa de sus estrategias uitilizadas en la L1. Finalmente es importante enfatizar aquí que en las redacciones de los alumnos mestizos del Videobachillerato hasta ahora no se han encontrado construcciones que indiquen una fuerte influencia otomí.
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6. Conclusiones Los cambios políticos, sociales, económicos, culturales y tecnológicos de las últimas décadas han hecho crecer la influencia del español en la comunidad otomí ocasionando cambios estructurales tanto en la L1 como en la L2. Hemos visto que los hablantes del otomí, –especialmente los más jóvenes–, adoptan cada vez más elementos léxicos y gramaticales del español en otomí olvidando también ciertas formas gramaticales y léxicas de su lengua materna, mientras que al mismo tiempo, –incluso los otomíes más bilingües y con mejor escolaridad–, siguen utilizando el español con muchos defectos. Todo esto hace que muchos otomíes no hablen bien ni el otomí ni el español, y que corran el peligro de convertirse en personas semilingües. El paulatino olvido y la pérdida de la lengua indígena ocasiona que los jóvenes pierdan su contacto con el pasado. Su defectuosa forma de hablar y escribir el español provoca que muchos de estos jóvenes pierdan oportunidades en el futuro, y que nunca tengan la oportunidad de entrar en una buena escuela, ni consigan un buen empleo. La cuestión es si los rasgos de la variedad étnica española de los otomíes permanecerán como elementos del substrato en la L2 o no. Supongo que esto dependerá en gran parte de la calidad de la futura enseñanza. He mostrado que es un complejo de factores el que influye en los cambios en ambas lenguas. Sin embargo, al analizar estos dos tipos de cambios me he concentrado sobre todo en dos factores que parecen jugar un papel primordial: las estructuras de ambas lenguas y la adquisición de las dos lenguas por parte de los otomíes. El sistema escolar vigente en las escuelas de Santiago M. juega un papel importante tanto en el desgaste de la lengua indígena como en la defectuosa adquisición de la lengua nacional. Además contribuye a que por parte de los mismos otomíes se aumente la actitud negativa o ambivalente hacia la lengua indígena. En una futura investigación queda por estudiar entre otros temas si el otomí de los jóvenes con menos formación escolar y que hablan un español menos estándar, es una variante más pura del otomí, y si este grupo de otomíes tiende a evitar las cláusulas relativas en español o a colocar las cláusulas relativas en la periferie. Por otro lado, es importante determinar también qué tipo de español emplea un otomí con un alto porcentaje de préstamos españoles en la L1, y si los mestizos que viven en la misma región que los otomíes, tienen rasgos parecidos a la variedad étnica española de los otomíes. Glosas En las glosas se utilizan las siguientes abreviaciones. Un espacio indica el límite entre dos palabras. Una / marca el límite entre dos morfemas.
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1 2 3 Act Ben Caus Cprt Cr D Dem Dim Du Enf Exc Fut Inc Ind Instr Lim
primera persona Segunda persona Tercera persona Actualidad Benefactivo Causativo Copretérito Cambio de radical Definido Demostrativo Diminutivo Dual Énfasis Exclusividad Futuro Inclusividad Indefinido Instrumental Limitativo
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Loc Neg Od Oi Pdep
Locativo Negación objeto directo objeto indirecto pasado en cláusula depen-diente
Pl Pos Prs Prf Prt Rfl Rd Ri Rh Sg Sup Vi
Plural Posesivo Presente Perfecto Pretérito Reflexividad referencia distancia referencia interloccutor referencia hablante Singular Superlativo voz impersonal
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Algunos aspectos del papel de las palabras funcionales para y para que en el contacto de las lenguas zapoteca y española (México)1 Martina Schrader-Kniffki (Oaxaca/Bremen) Introducción Los préstamos de conjunciones y preposiciones del español representan un fenómeno frecuente del contacto de diferentes lenguas indígenas con el español. Éste fenómeno excede a la región hispanohablante de América Latina y se manifiesta de la misma manera en el área de Austronesia (Stolz 1996, Stolz/Stolz 1996b). A partir de la constatación del uso de palabras funcionales, provenientes del español, en diferentes lenguas indígenas surge la pregunta sobre las posibles motivaciones de este tipo de préstamos. En general se explica por una posible compensación de deficiencias estructurales de las diferentes lenguas réplica (Suárez 1983), lo que contradice al mismo hecho de observar este tipo de préstamos en lenguas tipológicamente distintas entre sí, que a su vez disponen de recursos propios para funciones equivalentes. Por el contrario, Zimmermann (1987) y Stolz/Stolz (1996a y 1996b) proponen prestar mayor atención a aspectos pragmacomunicativos como posibles fuentes de explicación. Con el análisis aquí presentado, nos adherimos a esta tendencia de enfocar la investigación lingüística del contacto de lenguas desde una perspectiva pragmática. Después de dar un panorama de uso, nos dedicaremos al caso específico del uso de las palabras españolas para y para que en la ilocución central de interacciones de petición zapotecas. Con esta delimitación del objeto, pretendemos entrar en un análisis más profundo y detallado con el fin de demostrar las consecuencias del uso de estos préstamos a nivel pragma-lingüístico y –más específicamente– para el trato interpersonal que se refleja en la expresión verbal de cor-
1.
Agradezco los comentarios valiosos de María Eugenia Vázquez Laslop y José Antonio Flores Farfán y, de manera especial a Klaus Zimmermann por sus recomendaciones para la finalización de este artículo.
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tesía. Por sus condiciones específicas de realización y satisfacción, las interacciones de petición son un candidato prometedor para estudiar el comportamiento verbal de cortesía (véase también Held 1995), ya que tiene la función de reflejar la constitución de relaciones interpersonales e identidades sociales en la interacción. La base de datos para el análisis parte de una investigación de campo extensa y consiste de un corpus de diferentes interacciones de petición llevadas a cabo en zapoteco y español en el espacio comunicativo del grupo de hablantes. Este análisis se limita a las interacciones en lengua zapoteca. Con el fin de contextualizar el estudio, presentaremos algunas informaciones acerca del grupo de hablantes objeto de nuestro estudio, a la vez de caracterizar brevemente la situación de contacto lingüístico a la que está enfrentando.
1. Caracterización del grupo de hablantes El grupo de hablantes objeto de nuestro estudio pertenece al grupo étnico y lingüístico de los zapotecas, uno de los más grandes de los 15 grupos que hay en el estado mexicano de Oaxaca. El grupo muestra una diversificación interna muy grande, no sólo en términos lingüísticos. La comunidad zapoteca, que forma el punto de partida del los siguientes análisis, se ubica en la región montañosa de la Sierra Juárez de Oaxaca, en una parte todavía bastante aislada llamada el «Rincón». Sin embargo, con la reciente mejora de la carretera y la instalación de una caseta telefónica, el acceso desde las ciudades Oaxaca y México se ha vuelto más fácil. Este hecho, a su vez, lleva a un nivel elevado de influencias externas que con frecuencia se ejercen por los propios ciudadanos radicados en las mismas ciudades. Con pocas excepciones, el zapoteco, lengua de un total de aproximadamente 403.457 hablantes (Saavedra/Granillo 1992), sigue siendo la lengua materna de la población; el español a su vez se adquiere al entrar en el sistema preescolar de la escuela local. Los niños socializados como hispanohablantes conforman una excepción. Todavía existe un número muy pequeño de hablantes monolingües del zapoteco; no se constatan casos de un monolingüísmo en español. El estado del bilingüísmo de los miembros del grupo varía según diferentes categorías, tales como por ejemplo el género y la edad. A la vez, se observa un número creciente de hablantes bilingües con una competencia social y comunicativa muy amplia, que manejan diferentes variedades de contacto, tanto zapotecas, como españolas, según la situación comunicativa y con fines específicos. Estas variedades funcionales se caracterizan por la integración gradual de diferentes fenó-
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menos de contacto lingüístico y forman de esta manera un contínuo con los dos polos externos del zapoteco «puro» y del español «estándar»2. Las preferencias del uso de una de las dos lenguas (zapoteco y español) tienden a limitar el uso del español a ciertos espacios comunicativos, como p.ej. la iglesia, la escuela, a veces el municipio y en interacciones entre las ciudades de Oaxaca y México. El español es la lengua con la que el grupo se dirige a gente ajena a la población, mientras que el zapoteco ocupa el espacio de la comunicación cotidiana entre los miembros del grupo. Paulatinamente se amplía su función hacia la de un código íntimo y secreto en situaciones de comunicación conflictivas, donde participa gente extraña.
2. El uso de para y para que en zapoteco En zapoteco, como en otras lenguas indígenas de México, se observa el uso de diferentes palabras funcionales prestadas del español; entre ellas cuenta también el uso de para y para que3, formas que centran el siguiente análisis. El corpus que forma la base de este estudio muestra el uso frecuente, tanto preposicional como conjuncional, de para y para que. Esta frecuencia de uso se observa tanto en los discursos zapotecos, como en los españoles del grupo de hablantes. Este hecho no siempre está correlacionado con el estado del bilingüismo del hablante, sino que también forma parte de las diferentes variedades de contacto del zapoteco o español de uso cotidiano, marcadas por diferentes fenómenos del contacto entre las dos lenguas. Este estudio se limita al estudio de discursos e interacciones en lengua zapoteca en la que se observa el uso de las palabras funcionales para y para que como préstamos léxicos con relevancia gramatical (Zimmermann 1987). Es preciso
2.
3.
Aquí, el término del zapoteco puro se refiere a una variedad que no muestra rasgos del contacto con el español; el término del español estándar se refiere en este caso al español hablado en México. También el término de zapoteco auténtico que se usará más adelante, quedará entre comillas, ya que habrá que definirlo con más cuidado. De aquí en adelante este término denominará enunciados zapotecos que no demuestran el uso de las palabras prestadas del español para y para que. Véase p.ej. Butler (1980: 234ss.), Fernández de Miranda (1965: 272), Henestrosa (1968: 139), Stolz/Stolz (1996: 26), Suárez (1983: 135ss.) etc. El Archivo de Lenguas Indígenas del Estado de Oaxaca, Zapoteco del Istmo: 76ss. constata el uso preposicional y como conjunción final sólo en la parte de la descripción de la sintaxis zapoteca; es interesante que ninguna de las palabras funcionales que figuran en los ejemplos sintácticos, aparece en la parte del léxico zapoteco, mientras que otros tipos de préstamos sí se mencionan.
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mencionar que las respectivas formas zapotecas «auténticas» también siguen estando en uso4. A partir de esta observación surgen algunas hipótesis preliminares que guían el análisis: (1) La introducción de préstamos tales como para y para que, sin que éstos desplacen la forma original, puede establecer una nueva relación de oposiciones dentro del sistema comunicativo de un determinado grupo de hablantes. (2) En consecuencia, tanto el uso de los préstamos para y para que, como el de la forma original, así como la alternancia entre ambas formas, se pueden interpretar como selecciones por parte del hablante. (3) La selección de una de las opciones a disposición puede inscribirse en el uso de una variedad funcional de contacto y por consiguiente tener un significado pragmático, reflejo, entre otras cosas, de las relaciones interpersonales que se establecen entre hablante y destinatario. En seguida expondré un breve panorama del uso de para y para que a partir de ejemplos tomados del corpus, contrastándolos con ejemplos que demuestran expresiones zapotecas sinónimas. Con esto pretendo mostrar expresiones de diferentes tipos de uso, aunque sin poder centrarme mucho en el análisis de cada uno de los ejemplos, ya que este estudio enfocará de manera especial su uso dentro de interacciones de petición. Los ejemplos que de aquí en adelante representan la forma «auténtica» de expresar el significado respectivo en zapoteco, fueron formados por la autora con el apoyo de un nativo. Se trata de muestras de zapoteco coloquial. De esta manera no siempre corresponden a las descripciones gramaticales del zapoteco de las diferentes gramáticas que se han publicado al respeto. Cabe mencionar que el corpus demuestra ejemplos equivalentes con la única limitación que muchas veces surgen en contextos diferentes, necesarios de interpretar. Para no complicar el análisis decidimos tomar los ejemplos de esta parte del análisis. En la parte que se ocupa del uso de los préstamos en acciones de petición, excepto en una ocasión, no se usará este tipo de ejemplos formados para fines comparativos. 2.1. La preposición para 1a) La preposición para se usa frecuentemente en zapoteco con el fin de introducir al beneficiario de una acción: 4.
Véase también Zimmermann para el otomí (1987: 23ss.), mientras que Hill/Hill (1986: 182s.) mencionan el caso del náhuatl, donde el uso de para, indicando finalidad, ha reemplazado completamente la forma original.
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Ejemplo 1: 1.26 cbi gunli’ guca len señores bandas filarmónicas cbi g -runa -li’ guca len no FUT -hacer -2p estuvo con PART PREF -V -SUF Vfin PREP ‘¿no nos acompañen, señores bandas filarmónicas, con tu diana tu uno NUM una diana’ legaquie’ bö(. --) böchi’ shcomparu’ legaquie’ böchi’ sh- -ru’ ellos hermano pos. -1pincl. PRON N PREF -SUF ‘para ellos, los hermanos compañeros nuestros’
1.27 para
(CAM98, 01/01/98, Cambio de autoridades 1998)
Ejemplo 2: 2.26 para
lena’ señores rinabaru’ ca’ lena’ rinaba -ru’ ca’ este pedir -1pincl. así PRON V -SUF PART ‘para estos señores pedimos de esta manera una diana’
tu tu uno NUM
diana
(CAM98, 01/01/98, Cambio de autoridades 1998)
Con el uso benefactivo de para, tal como demuestran los ejemplos, el hablante nombra al beneficiario de manera explícita. Muestra de ello es también el segundo ejemplo, en el que el enfoque del enunciado se realiza con una anteposición del complemento nominal indirecto, introducido por la palabra para. Tal información temática, que en los dos enunciados se transmite por el hablante en diferentes grados, queda implícita en el enunciado equivalente en la variedad de un zapoteco más «auténtico»:
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Ejemplo 3: rinabaru’ ca’ tu diana quegaquie’ rinaba -ru’ ca’ tu quegaquie’ pedir -1pincl. así uno de ellos V -SUF PART NUM PRON Pos. ‘pedimos de esta manera una diana de (para) ellos’
En zapoteco, como lo demuestra el ejemplo 3, entre otros5 se usa un pronombre posesivo como complemento del objeto directo, para marcar al beneficiario de la acción. El objeto benéfico, aquí tu diana quegaquie’ ‘una diana de (para) ellos’, está asignado al beneficiario al cual parece corresponder implícitamente, de manera que figura como poseedor más que beneficiario del mismo. Mientras que el enunciado reconstruido enfoca la acción denominada, en el ejemplo 2 se enfoca al beneficiario de la misma. En el primer ejemplo se trata de la expresión de una acción ritualizada, mientras que el enunciado del segundo ejemplo expresa la intencionalidad6 con la que el hablante dirige su acción al beneficiario7. 1b) Otro tipo de uso preposicional benefactivo se manifiesta dentro de un sintagma nominal zapoteco de uso predeterminado para justificar peticiones y exhortaciones: Ejemplo 4: 1.1
evento muy importante
para
lu yödzi queru’ lu yödzi queru’ en pueblo nuestro PREP N PRON Pos. ‘evento muy importante para (en) nuestro pueblo NN’
NN
(CAM98, 01/01/98, Cambio de autoridades 1998)
5.
6. 7.
Existe también la posibilidad de marcar al beneficiario con un complemento indirecto introducido por un pronombre inseparable de tercera persona. Véase también Butler (1976: 332ss.) y Butler (1980: 172) para el Zapoteco de Yatzachi el Bajo. El ejemplo reconstruido demuestra la forma usual de la variedad del zapoteco, que nos ocupa aquí. Véase también Butler (1980), donde la preposición para figura entre otros como preposición de intención. El enunciado, que forma parte del discurso del cambio anual de las autoridades municipales, refleja muy bien las modificaciones, que ha sufrido este ritual. De hecho está en proceso de desritualizarse. En consecuencia se individualiza el papel de la persona destinada a efectuar el cambio. Ésta asume gradualmente el papel de un líder político, con el derecho de decidir sobre la realización del cambio.
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Ejemplo 5: 73.2 le naca buen para lu le naca lu lo es en PRON Vfin PREP ‘lo que es bueno para (en) el pueblo’
yödzi yödzi pueblo N
Como en otros casos, también se trata de un tipo de uso de la palabra para, que a primera vista parece redundante, ya que la forma zapoteca correspondiente puede expresar aproximadamente lo mismo:
Ejemplo 6: lu yödzi queru’ lu yödzi queru’ en pueblo nuestro PREP N PRON Pos. ‘en nuestro pueblo’
La frecuencia de uso de la expresión para lu yödzi (queru’), ‘para (nuestro) pueblo’, se revela en contextos semipúblicos y públicos, como p.ej. reuniones, consultas etc. Aquí se observa su función de justificar de manera estereotípica todo tipo de peticiones y exhortaciones8. Es interesante que el uso de la preposición para no ha desplazado la preposición zapoteca lu ‘en’, lo que contribuye a que el sintagma aparezca como expresión fija cuyo significado se revela al analizar brevemente su desarollo: el sustantivo posesivo9 zapoteco ládzaru’ ‘nuestro pueblo’ designa el lugar de nacimiento de un grupo de personas. La palabra zapoteca, que al contrario que la anterior denomina al pueblo como entidad física, es un sustantivo neutro: yödzi ‘pueblo’. Con el fin de distinguir entre dos entidades físicas, i.e. pueblos, se usa la forma com8.
9.
También en interacciones en lengua española se usa la expresión equivalente con la misma frecuencia. Aquí, sin embargo, no solamente apoya peticiones y exhortaciones dirigidas por parte de los habitantes del pueblo a personas ajenas, sino también viceversa: esta expresión cuenta como estrategia eficaz de convencer a los habitantes de un pueblo de cualquier cosa. El zapoteco dispone de una clase de sustantivos con poseedor obligatorio, a la cual también pertenece el ejemplo de la palabra ladza ‘mi pueblo’. Véase también Butler (1980: 192s.).
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puesta: yödzi queru’ ‘pueblo nuestro’. El uso de la preposición zapoteca lu ‘en’ originalmente se delimita a afirmaciones sobre cualquier aspecto dentro de los límites de la entidad física denominada. Ahora bien: el uso de lu yödzi queru’ ‘en nuestro pueblo’ como expresión fija, tal como se observa aquí, alude a un proceso de síntesis que resume todas las características del mundo interior del pueblo. Este uso de significado sintético10 de la expresión manifiesta una cierta distancia, establecida por el hablante-miembro del pueblo hacia el mismo. 1c) Otro tipo de uso de la preposición para, como préstamo en zapoteco, explicita el significado de finalidad temporal, expresado en zapoteco originalmente de manera implícita. La preposición para se usa para marcar el plazo de tiempo de una acción determinada:
Ejemplo 7: 2.12 gue’li’ queru’ m justicia tsú’e gu -re’ -li’ queru’ ts -ru’u FUT -decir -2p nuestro FUT -entrar PREF -V -SUF PRON Pos. PREF -V ‘hablen de nosotros a la autoridad que entra’ 2.13 guinaru’ para iza za gui -rna -ru’ iza z -riza FUT -decir -1pincl. año PREScont. -venir PREF -V -SUF N PREF -V ‘digamos para el año que viene’ (3/96, Oaxaca, 19/5/96, reunión Yaée in Oax: petición)
-e’ -3sm -SUF
Es preciso afirmar que el uso de para en zapoteco en algunos casos se caracteriza por generar significados nuevos, mientras que en otros conserva su significado proveniente de la semántica española. Esto se observa tanto en los ejemplos 1 y 2, como también en el ejemplo 7, donde este tipo de uso corresponde a su equivalente en español (Gili Gaya 1991: 254, Lara 1996: 672), lo que alude a interpretarlo como calco. De hecho se trata de un préstamo del modelo sintáctico español, que se adopta junto con la palabra funcional prestada (Zimmermann 1987: 31).
10. Uso aquí el término de la síntesis de acuerdo con Elias (1994: 214f.), quien lo prefiere al de la abstracción. Según él, este tipo de síntesis o abstracciones indican un cambio de la expresión de una identidad colectiva hacia una forma de identidad más individualizada.
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La construcción sintáctica zapoteca correspondiente sin préstamo, es la de un sintagma con pronombre posesivo, marcador de la relación temporal que en el ejemplo anterior se expresa con el préstamo para:
Ejemplo 8: guinaru’ que’ gu -rina -ru’ que’ FUT -decir -1pincl. de PREF -V -SUF PRON Pos. ‘digamos del año que viene’
iza iza año N
za za viene Vfin
El ejemplo (7) representa un tipo de uso menos frecuente del préstamo español para e indicador de una variedad del zapoteco, que revela fenómenos abundantes de contacto, tales como code-switching, transferencias de sintagmas enteros, de calcos y de préstamos. Aquí, sí se trata del reflejo de un bilingüismo avanzado del hablante. El uso de esta variedad se adscribe a un estilo verbal de prestigio, casi siempre expresión de una relación interpersonal de asimetría que se establece entre hablante y destinatario. Este breve vistazo al uso preposicional del préstamo de la palabra funcional para en diferentes contextos, pretende ilustrar los siguientes aspectos: (1) Los ejemplos de uso preposicional de para revelan algunas de las diferentes funciones, que puede adquirir esta palabra en el contexto de enunciados zapotecos. Todos, sin embargo, comparten el rasgo de modificar y explicitar relaciones semánticas que antes quedaron implícitas. (2) A nivel de enunciado se explicitan tanto el papel del oyente como destinatario de la acción expresada, como también el del hablante como actor. Los dos, al contrario, quedaron implícitos en los enunciados en lengua zapoteca «auténtica». Hay que hacer hincapié en la expresión de la intencionalidad, que marcan los enunciados zapotecos, en los cuales se observa el uso preposicional de para en función de introducir al beneficiario de la acción expresada. Ésta acción se manifiesta aquí como propósito explícito de parte del hablante-actor, con la que se dirige al destinatario. Si bien el zapoteco «auténtico» parece expresar una afirmación acerca de una acción dada, el uso de para por préstamo en zapoteco marca al enunciado como la acción misma. Reitero que se trata de una función antes que nada pragmática.
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(3) A nivel de discurso, se observa la función organizadora de para. Por medio de esta función es posible marcar el enfoque del enunciado y llevar a cabo operaciones sintácticas de dislocación a la izquierda y expresión de la intencionalidad, con las cuales el hablante establece y marca el enfoque de su enunciado.
2.2. Las conjunciones para y para que Ahora bien: el propósito de este análisis es demostrar la función específica de para y para que: en primer lugar, como conjunción y en segundo lugar, específicamente como conjunción final en los actos de habla de pedir. En general hay que afirmar que el uso conjuncional de para y para que comparte algunos rasgos significativos con aquellos de su uso preposicional. Sin embargo, se distingue de él por estar inscrito en todo un plan de la expresión de causalidad, considerada como concepto semántico superior que explica diferentes tipos de relaciones interdependientes unilaterales que se establecen, por lo menos, entre dos acciones, expresadas verbalmente en un mismo enunciado. Relaciones semánticas de causalidad como p.ej. causa-efecto, motivo-consecuencia, mediofin se manifiestan a nivel gramatical dentro de relaciones sintácticas causales, condicionales, concesivas, consecutivas y finales (Rudolph 1973: 53ss., StörlStroyny 1997: 106ss.)11. Estas últimas se consideran de una importancia especial para las acciones de petición que aquí nos ocupan. Sin embargo, hay que destacar que el uso de para y para que en zapoteco no se reduce a establecer relaciones causales de finalidad, sino que, al contrario, se observa también su uso estableciendo relaciones de condicionalidad y consecutividad entre las partes del enunciado zapoteco. Antes del análisis del uso de las palabras funcionales, dentro del acto de habla de petición, me servirán algunos ejemplos para demostrar su uso y función para la expresión de condicionalidad y consecutividad: 1a) La conjunción para puede adquirir un significado de condicionalidad, tal como lo demuestra el siguiente ejemplo:
11. Tanto el concepto de causalidad, como los diferentes enfoques para determinarlo han llegado a un estado de complejidad y diversidad que no es posible ni necesario discutirlo en este lugar. El análisis se rige principalmente por el concepto semántico amplio de causalidad (Klein 1987: 202) y trata de describir su expresión a nivel gramatical mediante las palabras funcionales que aquí nos ocupan.
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Ejemplo 9: 92.1 na’ para ca’ gunru’ gúi (,--) gúi’ru’ na’ ca’ g -runa -ru’ g -rui’ -ru’ este así FUT -hacer-1pincl FUT -dar -1pincl. PRON ADV PREF-V -SUF PREF-V -SUF ‘si lo hacemos de esta manera, (i.e.) preocuparnos por los dos 92.2 la’a ti’ guizhíquijru’ la’a ti’ gu -rizhiquaj -ru’ lado no FUT -soportar -1pincl. N NEG PREF -V -SUF lados, no lo vamos a soportar’ (AUTORIDAD, 13/03/1988, petición)
guiropa guiropa los dos NUM
El hablante, en la primera parte de su advertencia, introduce el enfoque de su enunciado con la palabra para y por medio de una construcción de dislocación a la izquierda, que refuerza su estructura temática. Con este uso catafórico de la palabra para, llama la atención del oyente sobre el tipo de acto de habla de la advertencia, que en una variedad de un zapoteco más «auténtico» quedaría implícita y entendida por inferencia del oyente:
Ejemplo 10: ti’ guizhíquijru’ ti’ gu -rizhiquaj -ru’ no FUT -soportar -1pincl. NEG PREF -V -SUF ‘no vamos a soportar si daremos en guiropa la’ a guiropa la’a los dos lado NUM N los dos lados’
(la’) la’ si PART
gúi’ ru’ g -rui’ -ru’ FUT -dar -1pincl. PREF -V -SUF
Este ejemplo demuestra que el zapoteco, para expresar la condicionalidad respectiva, se serviría de una construcción sintáctica mucho más sencilla, con la oración condicional pospuesta. La advertencia del hablante se expresa de manera más atenuada y implícita en comparación con el ejemplo anterior.
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1b) En el ejemplo que sigue, el hablante expresa tres acciones consecutivas, dos de ellas conectadas por el uso de para y para que:
Ejemplo 11: 77.2 na’ na’ ulu’zue’ re’u razón para na’ na’ ulu’ -ruzua -e’ re’u allí este Futpl.-poner -3m nosotros PRON PRON PREF -V -SUF PRON ‘allí este nos van a dar razón12, para (que)vengan, para que 77.3 udzagaru’ u -rudzaga -ru’ FUT -encontrar -1pincl. PREF -V -SUF nos juntemos’ (GOBYAEE, 03/07/97, asamblea)
guilíde’ para que guil -rida -e’ Futpl -venir-3m PREF-V -SUF
Las tres acciones se relacionan básicamente según su orden temporal por medio de la linearidad, que caracteriza su expresión verbal. Ésta es una de las características de la construcción sintáctica consecutiva (Rudolph 1973: 57) que también se observa en zapoteco13. Además de su orden linear, están conectadas por las conjunciones finales para y para que. De esta manera se genera un tipo de construcción causal híbrida, capaz de expresar una relación de consecutividad final14. La finalidad explícita, con la que el hablante relaciona las acciones consecutivas de su enunciado, indica su actitud y voluntad hacia las mismas. Ésta se articula de dos maneras diferentes e interdependientes:
12. El uso de dar razón por préstamo en zapoteco, al igual que en la varidad del español local, no solamente significa informar (Lara 1996: 757) tal como es el caso en español, sino que tiene un significado más amplio de platicar, comunicar y expresa la idea de estar o ponerse en contacto con alguien. 13. Relaciones sintácticas de consecutividad causal se expresan en zapoteco también por medio del préstamo del español modu (que) con el significado de: de manera que, usado como conjunción ilativa. Para otras conjunciones ilativas véase también Butler (1980: 265s.) con la delimitación de que 1° no en todos casos se trata de conjunciones, cuyo uso se observa en la variante del zapoteco de la comunidad de hablantes estudiada aquí y 2° no todas las conjunciones ilativas mencionadas expresan el caso específico de consecutividad causal, que nos interesa aquí. 14. Sin poder rastrear esta referencia bibliográfica en el marco de este artículo, cabe mencionar que según Störl-Stroyny (1997) referida en Bartol Hernández (1986) se trata de un tipo de construcción híbrida, que se daba en el uso medieval de las conjunciones del español porqué y para que.
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(1) El hablante interpreta las acciones (ficticias) de otras personas y sus respectivos fines, aquí expresados por los verbos ulu’zue’ ‘van a dar razón’ y guilíde’ ‘van a venir’, según su propia voluntad (Rudolph 1981: 214) y, en este caso, expresando una relación pragmática discursiva que consiste en la presuposición del acuerdo del grupo al que se dirige. Esto se expresa aquí en la primera parte del enunciado: ulu’ zue’ queru’ razón para guilíde’ ‘ellos van a dar razón ‘para venir’/[‘para que vengan’]’, que de hecho, expresa acciones ajenas hipotéticas, las cuales (2) forman la condición deseada por el hablante, para realizar otra acción deseada por él, esta última expresada en la tercera parte del enunciado udzagaru’ ‘nos vamos a juntar’, y que a la vez se dirige directamente a los oyentes en función de un acto de habla de una exhortación. Son dos los aspectos que aquí destacan: – El uso «gradual» de para y para que, tiene entre otras funciones, la de estructurar el enunciado y de graduar su fuerza ilocutiva desde la expresión de un deseo: ulu’zue’ re’u razón para guilíde’ ‘nos van a dar razón, para (que) vengan’, condición para llegar a la realización hasta de una exhortación: para que udzágaru’ ‘para que nos encontremos’. – El enunciado reúne las características de las tres categorías causales de consecutividad, condicionalidad y finalidad: a la acción principal expresada en la primera parte del enunciado, ulu’zue’ re’u razón ‘nos van a dar razón’ siguen como consecuencia dos acciones, guilíde’ ‘van a venir’ y udzágaru’ ‘nos vamos a juntar’. La acción expresada en la parte principal del enunciado, ulu’zue’ re’u razón ‘nos van a dar razón’, a la vez, forma la condición para las dos acciones siguientes, guilíde’ ‘van a venir’ y udzágaru’ ‘nos vamos a juntar’. La finalidad con la que el hablante realiza su enunciado se expresa por el uso de para que, con el cual se introduce la parte final de su enunciado.
3. Uso y funciones de para y para que en interacciones zapotecas de petición 3.1. Panorama del uso Las peticiones son interacciones complejas, cuyas tareas comunicativas parciales constitutivas de pedir, cumplir y agradecer generalmente se resuelven entre los interactuantes de manera cooperativa y según las convenciones de cortesía vigentes. Los diferentes sistemas comunicativos y de cortesía han generado inventarios de fórmulas de rutina verbal (Coulmas 1981, Held 1995), para realizar los actos de habla respectivos, según las convenciones vigentes para un grupo determinado de hablantes.
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El grupo de hablantes que aquí trato considera el nivel de cortesía de una petición, y, en consecuencia, las condiciones de su éxito, dependiente de su realización verbal según dos convenciones principales: (1) El acto de pedir se realiza de manera directa con el uso de las fórmulas de petición convencionales, que forman un repertorio determinado y reducido15. (2) Por parte de los destinatarios se requieren justificaciones que, en zapoteco constituyen partes complementarias extensas16 de las interacciones de petición. Las diferentes causas17, cuya validez se reclama en estas partes, justifican o apoyan la petición con el fin explícito y prioritario de demostrar el respeto que merece el destinatario de una petición según las reglas de cortesía18. De esta breve caracterización de las peticiones zapotecas, resulta un modelo que aquí servirá para contextualizar el uso de las palabras funcionales del español para y para que en las mismas (ver esquema 1). En zapoteco, como en otras lenguas, se puede distinguir una parte ilocutiva del acto de habla, para indicar la petición, y otra parte proposicional para especificar el objeto o la acción deseada19. Según muestra el modelo, es dentro del mismo acto de habla y sus dos partes claramente distinguibles, donde «interfiere» la palabra para como conector de las dos partes que forman el acto de petición. Los ejemplos mencionados en el esquema representan diferentes maneras de pedir vigentes todos en el sistema comunicativo del zapoteco de uso cotidiano. Por lo tanto, considero que la integración de las palabras para y para que mediante
15. Ésta y la siguiente afirmación se basan en datos que se obtuvieron por medio de entrevistas narrativas dentro del grupo de hablantes y observaciones propias durante las estancias en el campo. El corpus a su vez reconfirma este dato. 16. El modelo (esquema 1) demuestra dos partes justificativas, que encierran la parte en la que se satisface la petición. Esto se basa en las observaciones y los datos del corpus, donde las peticiones tradicionales se rigen por este esquema. La intención del modelo es la representación de la forma propia zapoteca de este tipo de interacción que se distingue p.ej. de peticiones del grupo de hablantes en lengua española. Sin embargo, hay que destacar que se trata de un modelo, la realidad se presenta, como siempre, mucho más compleja. 17. Las causas que llevan a realizar una petición se representan en estas partes de las justificaciones de formas discursivas diferentes. Entre ellas cuentan p.ej. narraciones y, como forma específica de la narración, los chismes, que además de apoyar la petición, constituyen un especie de intimidad entre los interactuantes. Además, se encuentran argumentaciones. El uso de las diferentes formas de apoyar o justificar una petición se distribuye según el contexto extralingüístico de la interacción respectiva. 18. Cabe mencionar que una de las formas intragrupales de mostrar respeto, es el uso generoso del tiempo, lo que implica entre otros aspectos, ocupar mucho tiempo en conversar. 19. El esquema marca las dos partes con su encuadramiento con una línea continua y discontinua respectivamente.
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Esquema 1 Petición Hablante
Destinatario
acto de pedir
Justificar1 Satisfacer (no satisfacer)
1.
zaa’
gutiu’ quia shbelu
2.
zaa’
para gunli’ favori
2.
continuar cargu quia’
3.
*bidzhín hora uruajli’
4.
bidzhín hora para guilune’
5.
bidzhín dza’ paraque uruajli’
Justificar2 Agradecer
préstamo, en el acto de pedir, ha generado una variante de las diferentes formas de petición, que no existía antes. Una vez más, se trata de establecer relaciones de oposición nuevas, que permiten al hablante seleccionar entre ellas. Sus implicaciones pragmáticas se mostrarán más adelante al analizar en profundidad los ejemplos brevemente mencionados arriba. 3.2. Análisis Con el fin de determinar la función de la palabra para dentro del acto de pedir, veamos primero la relación de oposiciones que se establece entre una petición realizada de manera «convencional» y otra, realizada con el uso de esta conjunción. 3.2.1. La forma zaa’ como indicador ilocutivo zapoteco La comparación de las dos formas diferentes de petición exige antes que nada una explicación de la función y del significado de la forma verbal zaa’ ‘vengo’20, 20. De la misma manera se usa zaa’ quiu’ ‘vengo a tí’ y zaa’ lidzhu’ ‘vengo a tu casa’. La forma verbal zaa’ proviene del verbo riza ‘venir’ conjugado en el aspecto verbal continuativo.
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que en zapoteco figura como uno de los indicadores más frecuentes de la ilocución «pedir»21. La forma que originalmente se usa al llegar a una casa ajena, de hecho expresa dos peticiones interdependientes, antecedentes a la petición, que a continuación se realiza de manera explícita22. Al implicar estas dos peticiones, el significado del verbo conjugado zaa’ se ha ampliado desde una forma ritualizada de saludar hasta la forma ritualizada de introducir una petición: 1. zaa’ → p: permiso de entrar 2. zaa’ → p1: permiso de entrar → p2: permiso de realizar una petición
Las dos peticiones se entienden por inferencia y conocimiento cultural, lo que presupone que los dos interactuantes involucrados disponen de la competencia comunicativa y social adecuada. Esto a su vez indica la validez de una identidad de grupo compartida, que se establece para la interacción en curso. Dados los dos permisos por parte del destinatario, la petición misma se puede realizar al haber entrado en la casa, de manera inmediata. En consecuencia, el procedimiento de este tipo de petición se presenta tal como lo muestra el siguiente esquema: 3. zaa’ = (permiso1) → (permiso2) → petición
Hay que destacar que el uso de la forma zaa’, sin embargo, se ha desplazado en el espacio al mantener a la vez su posición inicial dentro de la interacción: se observa que los hablantes con la intención de pedir algo usan la misma forma estando ya dentro de la casa para iniciar su discurso de petición. El ejemplo siguiente23 lo demuestra:
21. Casi todas las peticiones zapotecas se realizan usando esta forma; en las entrevistas narrativas que complementan el corpus de esta investigación, forma parte de las descripciones de todo tipo de petición, que se considera realizada según las reglas de cortesía. 22. Del uso de la forma zaa’ se distingue otra manera de dirigirse a personas, al llegar a su casa: ba zu ‘¿estás?’ es la forma de saludar al acercarse a la misma con el fin de p.e. una plática no tan especificada como la de una petición. 23. El ejemplo está tomado de una interacción de petición por una libra de carne, el día de difuntos. La destinataria, como muchas personas antes del día de muertos, ha matado un puerco y quiere vender la carne. La hablante sin embargo la pide sin querer o poder pagarla. Esto se revela durante toda la interacción. La parte aquí presentada tiene lugar dentro de la casa, dentro del cuarto, donde está colgada la carne. Esto es de suma importancia, ya que indica que se trata de una petición y no de una interacción de compra-venta. Esta última sucedería en el pasillo de la casa y no dentro de dicho cuarto.
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Ejemplo 12: 11.1 ön(,) zaa’ gutiu’ ön z -riza -a’ gu -ruti -u’ si PREScont.-venir-1s FUT -vender -2s PART PREF -V -SUF PREF-V -SUF quia’ shbelu’ quia’ sh -bela -u’ mío pos. -carne-2s PRON Pos. PREF -N -SUF ‘sí; vengo, me vas a vender tu carne’ (CARNE, San Juan Yaée, 30/10/89, petición casa particular/carne)
La visita de la hablante a la casa de la destinataria se realizó con la intención exclusiva de llevar a cabo una petición24. Ahora bien, dentro de interacciones largas, p.ej. de reuniones de diferente índole, se observa el uso de la misma forma zapoteca zaa’ para realizar peticiones, sin que ésta, por razones contextuales, conlleve su significado original: pedir permiso para entrar en una casa. Esto alude a un proceso de gramaticalización de la forma, por medio del cual ha adquirido la función de un indicador ilocutivo de una petición. Su significado original se conserva como parte del saber compartido por miembros del grupo de hablantes. De esta manera se puede afirmar que el ejemplo mencionado arriba (12) representa la forma usual de una petición en lengua zapoteca «auténtica», independiente del contexto específico de una visita especial a casa. Esta fórmula rutinaria de petición adquiere su fuerza ilocutiva por medio de este saber de grupo, lo cual representa según la teoría de Brown/Levinson (1987:103ff.) un ejemplo de cortesía positiva que se caracteriza por mostrar atención y cercanía específica al otro25. 3.2.2. La función del uso del préstamo para en la parte ilocutiva Como se ha mostrado brevemente en el esquema (1), el uso de para se ubica dentro de la ilocución misma de la petición. Para analizar en detalle este uso, véase enseguida uno de los ejemplos mencionados:
24. La hablante, al acercarse a la casa, fue vista por la dueña de la misma, futura destinataria de la petición, que se adelantó para saludarla e invitarla a pasar al pasillo de la casa. 25. La cortesía negativa al contrario tiene la función de demostrar distancia.
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Ejemplo 13: 109.2 ati’na’ lenána’ señor presidente ati’ -na’ lenána’ entonces -este por eso es CON -PRON CON ‘entonces por eso señor presidente, hagan grande ládzhili’ cle’ ladzha -li’ cle’ alma -2s verdad Npos. -SUF PART su alma’
cuinli’ cuin-li’ usted-2p PRON
109.3 neda’26 záa para gunli’ neda’ z -riza -a’ g -runa yo PREScont -venir-1s FUT -hacer PRON PREF -V -SUF PREF -V ‘yo vengo para (que) hagan el favor de continuar cargu quia’ quia’ mío PRON mi cargo (con otro)’
gun gun haz V
zhön zhön grande finADJ
favori continuar -li’ -2p -SUF
(AUTORIDAD, San Juan Yaée:13/03/1988, petición/cargo)
Este tipo de uso podría aludir a un proceso de relexificación de la forma zaa’, en el sentido indicado por la traducción del enunciado al español. Este significado se da con base en la función de la conjunción para en español, que también señala su uso en zapoteco. Allí funciona como marcador de una relación causal entre las partes ilocutiva y proposicional de un acto de habla, a las cuales conecta. Como tal expresa la justificación de una acción con la finalidad de la misma (véase también Klein 1987: 208s., Rudolph 1973: 58s., Störl-Stroyny 1997: 132). Según se ha dicho antes, las justificaciones en los actos de pedir generalmente se consideran como estrategias del hablante con el fin de 26. Como el español, el zapoteco pertenece a las lenguas pro-drop, por lo cual el uso del pronombre personal es opcional. La pronunciación del pronombre no está marcada, así que no se usa como expresión de énfasis, como puede suceder en otros casos.
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1. Reclamar la validez de la acción. 2. Explicitar interrelaciones implícitas en el contexto, con el fin de guiar los procesos de inferencia del destinatario, según las intenciones del hablante (Held 1995: 177). 3. Influir en la decisión del destinatario para obtener la satisfacción de la petición. En fin, para las acciones de petición, las justificaciones cuentan como estrategias de cortesía positiva. Como tales demuestran respeto y atención hacia el destinatario. El uso de para, tal como lo demuestra el ejemplo, en consecuencia cambia la estructura del enunciado, y con esto, también la estructura de la petición entera, ya que la parte proposicional al mismo tiempo que nombra el objeto de la petición, justifica la acción denominada en su parte ilocutiva. Más que relexificar el verbo conjugado zaa’, el uso de para modifica y amplía su función. Ahora no solamente indica el tipo de acto de habla, sino además de ello, representa un medio seleccionado por el hablante para obtener un fin especificado en la parte proposicional del enunciado. El hablante expresa implícitamente un concepto de efectividad en la relación entre medio y fin (Störl-Stroyny 1997: 263). El uso de la forma para dentro del enunciado, tal como lo demuestra el ejemplo (13) que marca una relación sintáctica de subordinación, atenúa la petición al modificar a la vez la forma verbal zapoteca siguiente. Esta modificación también se presenta con base en el uso de la conjunción para, que en español conlleva una forma verbal infinitiva, lo que no es el caso aquí. Más que de «infinitivizar» la forma verbal zapoteca (véase también Flores Farfán 1992: 69s.), que siempre se presenta de manera conjugada27, modifica el grado de cortesía que caracteriza la petición. Si bien la función justificante, que adscribo al uso de para en las peticiones zapotecas, expresa una estrategia de cortesía positiva de atención hacia el oyente, supongo una función de atenuación respeto al nombramiento directo del actor de la acción deseada. El uso de para alude a un infinitivo en vez de un verbo conjugado, lo que impide el nombramiento directo del sujeto, sin dejar de indicarlo. Se trata de una forma híbrida, consecuencia de una figuración específica entre hablante y destinatario. Aquí se reúnen dos estrategias de cortesía diferentes: una, como ya mencionamos, figura generalmente como estrategia de cortesía positiva de atención hacia
27. Al igual que el náhuatl (Flores Farfán 1992: 69s.) y las lenguas mesoamericanas en general, la variedad del zapoteco que aquí me ocupa, no dispone de una forma verbal infinita.
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el destinatario de la petición. La otra, mostrando distancia, forma parte de las estrategias de cortesía negativa. Las dos, usadas dentro de la ilocución central de la acción compleja de pedir28, no forman parte del sistema de cortesía zapoteco. Al contrario, la justificación de la petición, que generalmente determinamos como estrategia positiva, para el zapoteco se convierte en este caso en una estrategia de cortesía negativa, de distancia, ya que no representa la forma específica de mostrar respeto por parte del grupo. Esta hipótesis se reconfirma al analizar el uso de la conjunción para que en las peticiones zapotecas. 3.2.3. La función del uso del préstamo para que en la parte ilocutiva Si bien el sistema de fórmulas para realizar peticiones en zapoteco se ha modificado por el uso de para, se ha modificado y ampliado aún más con el uso de para que, forma que se observa en la misma posición dentro del acto de habla29, entre su parte ilocutiva y proposicional, tal como lo demuestra el siguiente ejemplo: Ejemplo 14: 75.2 gunaba’ tu reunión ca’ definitiva gu -rinaba -a’ tu -ca’ PRET -pedir -1s uno -así PREF -V -SUF NUM -PART ‘pedí una reunión definitiva verdad?’ 75.3 para que
tra guilane’ tra guil -riná -e’ ya no 3pm -llamar -3sm ADV PREF -V -SUF ‘para que ya no me llamen a una junta’
neda’ neda’ yo PRON
¿cle’? cle’ verdad PART
junta
(AUTORIDAD, 13.03.1988, petición)
28. Es importante destacar que aquí hablamos de la ilocución central y no de las peticiones zapotecas complejas (véase esquema 1), en las que se realizan justificaciones, también como forma zapoteca auténtica de llevar a cabo peticiones. Estas representan aquí, como en otros casos también, estrategias de cortesía positiva. 29. El uso de para se ha demostrado a partir de la fórmula de petición que inicia con la forma zaa’. Como se trata de un análisis de tipo ejemplar, cabe destacar que existen otras fórmulas rutinarias para realizar peticiones en zapoteco. Las afirmaciones hechas a partir de este enfoque forzosamente limitado, tienen la misma vigencia para estos otros tipos de fórmulas de petición. Se ha mencionado, que la forma zaa’ es la más usada, lo que justifica esta selección. De aquí en adelante sin embargo saldré del esquema dado por el uso de esta forma. Es interesante observar, que hasta ahora no he constatado el uso de la forma para que en peticiones iniciadas con la forma zaa’.
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En general se afirman las observaciones parecidas a las que hicimos acerca del uso de para. El uso de para que, sin embargo, demuestra algunas diferencias significativas: 1. Hasta ahora se ha observado exclusivamente en situaciones semiformales y formales, donde marca un estilo de petición insistente y casi autoritario, que tiene cercanía con una exhortación o hasta con una forma imperativa. 2. A la impresión de este estilo contribuye la observación, que muchas veces resalta del enunciado por su pronunciación marcada, atípica en interacciones zapotecas. Esto a veces adscribe a todo el enunciado (zapoteco) un estilo de habla hispanófono muy marcado. 3. Otra diferencia consiste en las consecuencias que conlleva el uso de para que para la acción y el actante deseados, expresados con el verbo conjugado siguiente. Aquí, como en todas las peticiones zapotecas, la acción deseada se expresa por medio de un verbo conjugado en futuro, mientras que el uso de la palabra para que alude al uso de una forma verbal conjugada en el modo subjuntivo, que no existe en zapoteco. El siguiente ejemplo30 demuestra una vez más el uso de la palabra en un discurso de petición. Mientras en el ejemplo anterior el hablante usa la forma verbal guilane’, en el siguiente ejemplo se usa la forma verbal 2ª persona del plural. La primera forma verbal indica la 3ª persona del plural honorífica, lo cual atenúa el modo del nombramiento directo. En el segundo caso se usa la forma verbal de 2ª persona del plural, hecho que representa una forma mucho más directa de expresión:
Ejemplo 15: 2.5 bi’:DZHIN31 HORA NA’A PARAQUE b -ridzhin na’a PRET -llegar ahora PREF -V ADV ‘llegó la hora hoy para que vuelvan a salir’
URUAJLI’ u ruruaj -li’ FUT volver a salir -2p PREF -V -SUF
(CAMBIO96, San Juan Yaée, 01/01/96, petición/salida)
30. El ejemplo demuestra el principio del discurso que acompaña al ritual anual del cambio de las autoridades municipales. Esta parte representa la petición dirigida al cabildo, de salir de su cargo y oficio con el fin de poder dar la bienvenida al cabildo entrante. 31. Las mayúsculas indican que el hablante alza su voz de manera muy marcada.
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Aquí tenemos el ejemplo de una pronunciación marcada, que influye en todo el enunciado y lo convierte junto con el uso de para que en una exhortación, en un lugar donde se espera una petición cortés32. Véase para comparar también el ejemplo de la realización original de esta forma rutinaria de pedir, reconstruida, que también sigue estando en uso:
Ejemplo 16: bidzhin dza na’a uruajli’ b -ridzhin dza na’a u -ruruaj PRET -llegar día ahora FUT -volver a salir PREF -V N ADV PREF -V ‘llegó el día ahora; ustedes volverán a salir’
-li’ -2p -SUF
Con bidzhin dza ‘llegó el día’ existe otra manera convencional y no marcada de realizar dicha petición, tal como sucede en el caso de la realización de una petición según el esquema zaa’ + acción de futuro. Como tal, es indicador de una identidad de grupo, mientras que todas las formas hasta aquí mostradas representan figuraciones modificadas, que se expresan verbalmente como nuevas figuras sociales dentro de la interacción verbal.
4. Conclusiones En base a un corpus amplio, constituido por interacciones y discursos de petición en las dos lenguas en contacto (zapoteco y español) se han presentado ejemplos del uso de las palabras funcionales del español para y para que dentro de enunciados zapotecos. La presentación se ha regido por las dos categorías básicas del uso preposicional y conjuncional de estas palabras. De manera especial se ha enfocado el análisis de su función en la ilocución central de las interacciones de petición en zapoteco. Todos los análisis se han guiado por una perspectiva pragmática enfocada hacia las manifestaciones diferentes de cortesía, interpretada a grosso modo:
32. El hablante tiene fama de ser conocedor extraordinario de las reglas de respeto y cortesía del pueblo. Sin embargo, a la vez figura entre las personas de una amplia competencia social y comunicativa, ya que su estilo aquí sugiere una intención personal.
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1. En términos de su función para la constitución de relaciones interpersonales que reflejan figuraciones específicas, que surgen del contacto de lenguas y culturas. Éstas se reflejan aquí a grosso modo por la distinción entre relaciones intragrupales de cercanía y relaciones de distancia, marcadas por no corresponder a las convenciones del grupo. 2. Como requisito indispensable para la realización exitosa de peticiones y su función de graduar el tipo de petición. A partir de este análisis, se puede caracterizar la función pragmática de estas palabras principalmente, como expresión de una intención particular con la que el hablante modaliza la expresión verbal de una acción futura del oyente y la convierte en un propósito suyo. Este propósito o deseo se manifiesta explícitamente, mientras que en los ejemplos zapotecos «originales» quedaba implícita, producto de las inferencias del oyente. La causa de la integración es entonces una mayor precisión discursiva, no una deficiencia estructural, ya que los zapotecos, por supuesto, hicieron peticiones durante siglos con su sistema de inferencias, recurso semántico-comprensivo muy normal en todas las lenguas. Esta expresión de intencionalidad se reconfirma al analizar el uso de las mismas palabras dentro de las interacciones de petición. Además de ello destacan los siguientes aspectos: 1. El uso de enunciados de petición con uno de los préstamos para o para que, por lo menos hasta hoy en día, no ha desplazado formas más «auténticas», de manera que se han creado nuevas posibilidades de expresar peticiones en zapoteco. 2. Éstas reúnen elementos de origen zapoteco con elementos que provienen del español para constituir un sistema más amplio y de mayor diferenciación en la expresión cortés de peticiones. Los elementos transferidos de los dos sistemas zapoteco y español al sistema zapoteco sincrético han adquirido nuevas y diferentes funciones pragmáticas, de manera que 3. se observa no solamente una ampliación, sino que también una reorganización del sistema zapoteco, lo que permite hablar de un sincretismo (Hill/Hill 1986). El esquema siguiente, sin ser completo, puede demostrar, con base en los ejemplos del análisis, cómo se ha generado el sistema de diferentes formas de la realización verbal de peticiones zapotecas por la integración de las palabras para y para que en el acto de habla zapoteco de pedir:
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Esquema 2 P33
VPRES VFUT
VPRES para VFUT
1sg.pl 2sg.pl
1sg.pl
2sg.pl
VPRES para VFUT que 1sg.pl 3sg.pl
VPRES para VFUT que 1sg.pl 2sg.pl
Z E
4. Las diferentes formas generadas de esta manera, son capaces de matizar las relaciones interpersonales. Éstas se establecen en la interacción según las categorías de cercanía y distancia personal. Aparte del tipo de cercanía interpersonal dentro del grupo, se han creado nuevas posibilidades de expresar cercanía y distancia interpersonal. Se ha creado la posibilidad de modificar el carácter exhortativo de la petición, para crear un contínuo de peticiones entre los dos polos de la petición y la exhortación. El papel del hablante, que a partir de estas innovaciones, dispone de la posibilidad de seleccionar con el fin de crear diferentes y nuevas figuras sociales dentro de la interacción se ha individualizado cada vez más, lo que tiene claras implicaciones no sólo lingüísticas, sino también, entre otras, sociales.
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33. P: petición; V: verbo; PRES: presente; FUT: futuro; 1/2/3 sg., pl.: primera, segunda, tercera persona singular, plural; Z: zapoteco; E: español. Las flechas ↑ indican la procedencia de la forma y «el camino» de la transferencia.
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Spanish in the Nahuatl of the Balsas River Basin During the XXth Century From Language Shift to Language Appropriation and Resistance* José Antonio Flores Farfán (México) Abstract En este trabajo se matizan las caracterizaciones unilineales desarrolladas para la historia del contacto náhuatl-español, pugnando por hacer justicia tanto a la descripción lingüística de las variedades producto del contacto, como a la compleja dinámica del bilingüismo conflictivo en situaciones específicas de interacción verbal. Se examinan así los diversos efectos sociolingüísticos derivados del contacto asimétrico entre el náhuatl y el español en una región indígena de habla náhuatl: las comunidades ubicadas a la ribera del río Balsas, en el estado de Guerrero, México. Esta región se distingue por su capacidad de adaptación, supervivencia e innovación sociocultural, plasmada, por ejemplo, en el florecimiento de una rica tradición artesanal, que para algunos pueblos ha representado considerable éxito socioeconómico. Entre otros factores, esto ha permitido la reproducción y el mantenimiento de la lengua y la cultura nahuas. Con todo, en la misma zona también existen comunidades con un fuerte desplazamiento (Xalitla), en contraposición a las que constituyen claros bastiones de la supervivencia lingüística y cultural (Oapan). A partir de las perspectivas de uso de los propios hablantes vinculadas a la negociación de sus definiciones identitarias, este trabajo describe las variedades más características derivadas del contacto náhuatl-español representativas de estos dos polos en el contexto de una situación reciente de conflicto sociopolítico.
1. Background Mexico has one of the largest populations of any Latin American country, superceded in this respect only by Brazil and Argentina. Among a total population
*
I gratefully acknowledge Jonathan D. Amith for his thoughtful comments on an earlier draft of this essay. As the old litany goes, the errors or shortcomings are of my own responsibility.
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of approximately 90 million, between 10 and 15 percent still speak an indigenous language. This percentage comprises several linguistic families, of which the most important are Uto-Aztecan, Mayan and Otomanguean. Nahuatl is part of the Uto-Aztecan family, which includes Cora, Huichol, Raramuri (or Tarahumara), Pima-Papago and Yaqui (see Suárez 1983). Apart from Spanish, officially in Mexico 62 different languages are still spoken, although only Spanish is officially recognized as a national. We know very little of the sociolinguistic situation in prehispanic times. Yet it is possible that it was more diverse and even stable than it is today. With several situations of «double-nested diglossias» or poliglossia (see Fasold 1984), indigenous groups established various relationships between High and Low languages or between varieties of a single language, such as Nahuatl. The status of Nahuatl within this macrosociolinguistic outline corresponds to the High pole of a diglossic spectrum. Together with Yucatec Maya in the Yucatan and Zapotec or Mixtec in the Oaxaca region, Nahuatl was one of Mesoamerica’s linguae francae in prehispanic times. As it is well known, Spaniards recovered this status for interethnic communication in colonial times. In certain regions Nahuatl was still functioning as a lingua franca up to the eighteenth century (see Brice Heath 1972/Cifuentes/Pellicer 1986). Nevertheless, by the nineteenth century Spanish had become the lingua franca throughout Mexico, displacing Nahuatl and establishing itself as the official, national language (for more details see Cifuentes/Pellicer 1986). Within this sociolinguistic macrodynamic, two major trends can be identified: (1) Language shift, or a trend towards the substitution of indigenous languages by Spanish; (2) Language survival and maintenance, or a trend towards the continued use of indigenous tongues. This macro level characterization of linguistic conflict implies an unstable (diglossic or substitutive) bilingualism as a long-term historical process. Here the dilemma between language shift and maintenance is at stake. The asymmetrical relationship between indigenous languages and Spanish has already produced the demise of several of the former, a process that indicates the historical existence of linguistic conflict. Although it is difficult to ascertain with precision, some scholars have estimated that there were at least 100 languages spoken in Mexico (Suárez 1983). This would mean that the present official estimate of 62 surviving languages would represent over half of the original diversity1. Yet, the quanti1.
It is extremely difficult and debatable to establish the definite number of Mexican indigenous languages. However implicit, figures always depend on the political stance that each author
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tative profile of indigenous languages is problematic, particularly given the difficulty of defining the limits between language and dialect (Suárez 1983, Flores Farfán and López 1986). For example, the definitions proposed by linguists are often at odds with speakers own perceptions. Thus according to some linguists Maya Yucatec is a separate language from Mopan and Itzá, while many speakers, given their high degree of intelligibility, are likely to perceive them as dialects of a single language. The linguistic definition of a dialect versus a language is frequently overridden by more general considerations, such as political interests, which are not limited to structural criteria. In addition, there is also a wide range of variability, according to different situations and interactional dynamics, as to how to define the criteria by which someone is considered (or not) a speaker of a language. As we will see, the definition of a speaker of a language can be the subject of intense manipulation, manifesting complementary and at times even antagonic presentations of the self. Moreover, it is not always easy to define the limits between Spanish and indigenous languages, given that the linguistic conflict between indigenous languages and Spanish constitutes a continuum, ranging from situations where Spanish has (almost) displaced native tongues, to cases in which indigenous people have found ways to reassert their cultures and languages, thus preserving and in some cases even promoting them. At one extreme, one could invoke the case of the Hñahñu (or Otomí) in the Mezquital Valley, where many communities are starting to use Spanish as their primary language (see Zimmermann 1986, 1992). At the other extreme, one finds cases such as that of (Yucatec) Maya or Isthmus Zapotec, where a strong sense of ethnolinguistic pride exists, leading some scholars to even speak of stable bilingualism (Suárez/Lastra 1980)2. Yet there is need for much study of these and similar situations, given that research into the tension between language maintenance and shift is a relatively new area of interest within the field of (socio)linguistics in Mexico3.
2.
3.
sustains. For instance, based on their «need» to justify budgets to translate the bible into as many languages as possible, SIL researchers always tend to exacerbate linguistic differences. Most estimates are based on their statistics. For example, Michael Krauss, based on Grime’s figures (who in turn rely on SIL’s figures), estimates that Mexico has 300 languages. This seems an overstatement, compared to the 100 languages mentioned by Suárez (1983) or the 62 official figure. Without going into this here, I find it difficult to speak of stable bilingualism in Mexico. Even in cases as those alluded, the threat of linguistic extinction is always present, although to very different degrees (see Flores Farfán/López 1986). Research of Mexican sociolinguistic conflicts started in the 80s, as opposed to the development of anthropological (socio)linguistics, which goes back to the begin-ning of this century (see Flores Farfán/López 1986). Even when the socio-linguistics of conflict approach has no doubt contributed to the understanding of the situation of indigenous languages in Mexico, stressing the
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In this essay, I depart from the assumption that all Mexican languages are endangered, although to very different extents. For example, even though at present Nahuatl is spoken by between 1 and 1,5 million people, this does not mean that the language is not endangered. Unlike the case of Maya Yucatec, but similar to the situation faced by many other indigenous languages, today Nahuatl is spoken in different regions with little or no contact among them. For this and other reasons, such as its oral nature and the lack of real institutional support, Nahuatl has suffered (and is still in the process of suffering) strong geographical, social and functional compartmentalization. The dialectalization of Nahuatl has even prompted some authors to speak of several Nahua languages (Suárez 1983). In many cases, this process is leading to fatal linguistic acculturation and loss. Nevertheless, as we have already suggested, there are specific areas, like the Balsas River communities (see map), where a grassroots movement has emerged, reasserting language and cultural vitality. This is the case that I will mostly refer to in the present article, as a contribution to the still fairly unexplored strategies in which Mesoamerican communities find ways to resist fatal cultural and linguistic acculturation (see J. Hill 1993).
2. Some effects of Nahuatl-Spanish contact in the Balsas region In this essay I will review the stage theory of Nahuatl-Spanish contact, pursuing to show how different sociopolitical contexts and specific relations among speakers affect sociolinguistic processes. I will emphasize the idea that language contact and specifically Hispanicization of Nahuatl should not be conceived as an unilineal process, but rather as a dynamic and fairly complex negotiation of meanings which convey different power arrangements. The history of Nahuatl-Spanish contact has been the subject of extensive research, not only in Mesoamerica, but worldwide. In part this is due to the existence of an enormous wealth of documentation in Nahuatl from the earliest colonial times. Karttunen and Lockhart (1976) have analyzed the long-term effects of Spanish on Nahuatl in great detail. Lockhart (1992) has taken into account the cultural and ideological effects of contact, stating that:
asymmetrical nature of language shift, it is still far from suggesting strategies to revert language loss. On the contrary, over-emphasizing the role of Spanish in linguistic conflicts actually contributes to language shift. This ethnocentric approach entails a static defin-ition of the concept of diglossia, which can be reverted and thus questioned as a limited concept to capture the complex dynamics of Mexican sociolinguistic reality (see Flores Farfán 1999).
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Linguistic phenomena prove to be the most sensitive indicator the historical record contains of the extent, nature, and trajectory of contact between two populations (1992: 61).
After briefly summarizing the conclusions arrived at by Karttunen and Lockhart, I concentrate on those aspects not touched upon by these authors, in an effort I hope will contribute to our understanding of the contemporary situation of Nahuatl, using the Balsas Nahuatl as a specific case study. According to Karttunen and Lockhart, documentation in Nahuatl reveals what they isolate as three progressive stages of Spanish influence, which correspond to different phases of language contact and conflict. Yet their study, which is limited to the colonial period, can best be considered as but one facet of the still unwritten history of Nahuatl-Spanish (diglossic) bilingualism. According to these authors, the first stage, which dates from the arrival of Spaniards in 1519 and continues until 1550, is characterized by resistance against loanwords. There was almost no change in Nahuatl. Yet, as Karttunen and Lockhart suggest, I assume that a shift in the most conflictive terminology started at this time, particularly in regard to proper names and vocabulary linked to the religious realm4. This stage, lasting scarcely one generation after first contact, was so short that Molina did not witness it5. Today in the Balsas region (as well as in many other regions, see, for example, Hill/Hill 1986) loan-words are present at all levels of linguistic analysis. As a way of surviving, Nahuatl is becoming a more analytic versus a polysynthetic language, at least when compared to the classical language. This is true for the more Hispanicized varieties of Nahuatl that are spoken by the elders and understood (and at times even spoken) by younger adults in Maxela, Xalitla and a few other Balsas communities. However, extensive borrowing in the context of strong language shift does not necessarily imply that Spanish cannot be resisted, or, as is here suggested, that loanwords cannot be reinterpreted and revoiced. Indeed, loanwords are most likely reappropriated in specific uses. For example, general purist shibboleths based on neologisms, similar to those that appear in language games such as tsiintsiinkiriantsiin-tsoonkwaakwa6 ‘scissors’ or tsiitsiinkirianteenpitsaakoontsiin ‘canteen’
4. 5.
6.
Nevertheless in specific regions such as La Malinche, in Tlaxcala, Mexico (see Hill/Hill 1986) many last names are still of indigenous origin. Molina was the Franciscan friar who composed the most extensive Nahuatl dic-tionary still available until today, containing a wealth of information, including items belonging to Lockhart’s first and second stages (see Molina 1977). Double vowels represent vowel length. For a complete account of the phonemic system we have devised to write down modern Balsas Nahuatl see Flores Farfán (1999).
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or aatekomaatl ‘water gourd’ constitute linguistic events that participate in active negotiations of identity: they can be presented as proof of speaker’s authenticity or simply uttered by more fluent speakers, including children, as part of genres such as riddles (see Flores Farfán 1996, Amith 1997). Due to the novelty of early postcolonial contact, early language influence involved for the most part new identifications, circumlocutions and extensions of original meanings7. Unlike the situation today, the early colonial period saw limited contact through a small and select group of bilingual Nahuas, comprising, for the most part, servants of wealthy Spaniards and students of proselytizing friars. New cultural introductions were experienced more visually than linguistically. As Lockhart and Karttunen suggest, descriptive circumlocutions or neologisms such as nequacehualhuiloni8 ‘hat’, are today used as shibboleths, and are not anymore derived from a real descriptive need9. Today in the Balsas region we encounter forms which include tepostoonaaltlamaachiwaalooni ‘watch’ and tepostlaatekiini ‘knife’. When obtained in communities with a high degree of language shift, such as Xalitla, most of these forms are the effect of elicitation procedures, which also favor hypercorrect or purist forms10. In contrast, in communities with a high degree of language retention, like San Agustin Oapan, neologisms appear in much more spontaneous verbal interactions. Shibboleths are mostly used to prove one’s linguistic capabilities and at times are a clear index of cultural vitality, while in other contexts correspond to an advanced stage of language shift, where (quasior pseudo-) speakers claim access to the communities’ resources, symbolically represented by the use of the indigenous tongue. In any case, as part of the at times highly contradictory linguistic consciousness of a community, these words serve to locate peoples’ position in society.
7. Identifications include calli for both types of households, or acalli for both types of vessels, Nahuas or Hispanics «ships». 8. In order to distinguish classical from modern varieties of the language we have maintained the classic orthography as utilized in for example Karttunen and Lockhart (1976) or Lockhart (1992). 9. Other examples include tlequiquiztli ‘fire trumpet (conch), gun’. (See Lockhart 1992: 268). It is most of all the function that is stressed in such descriptions (like in «hat», although not in «gun» where sound and vision are emphasized). Due to the economy principle, once a word was adopted, a semantic complex emerged (for example tlequiquiztlalli ‘fire-trumpet-earth’, i.e. gun powder). For more details see Lockhart (1992: 266-268). 10. For several examples of the effects of elicitation procedures on the data itself, consider Ramírez and Dakin’s (1979) Vocabulario. There we can find descriptive circumlocutions, which in historical perspective would be part of stage one, evidently induced by the linguist’s interrogative style and the «informant’s» inclination to please her. This way we find written expressions not utilized in everyday speech, such as iikniwaan de notah ‘the brothers of my father’ instead of the normally utilized borrowing tios ‘uncles’ or iinkonewaan de iikniwteh de notah ‘the sons of the brothers of my father’ instead of primos ‘cousins’, etc.
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The second stage identified by Karttunen and Lockhart lasted from the midsixteenth century till the middle of the eighteenth. During this stage Nahuatl borrowed extensively from Spanish, though mostly nouns. Today Nahuatl includes heavily Hispanized varieties that have integrated all word classes, including particles and idiomatic expressions. This Nahuatl reflects not only the stage of language shift in which the language survives, but is also sensitive to different types of genre and interactional definitions of situations. Thus loanwords constitute a cultural map of the Hispanic impact over the indigenous world and an indication of the expansion of bilingualism. At early stages of Nahuatl-Spanish contact not much more modification of other ambits of Nahuatl structure occurred. Only the less productive suffix in prehispanic times, the zero suffix, witnessed an enormous growth-given that loans were and are still ascribed to it. Plural Spanish -s was also introduced through borrowings – a fact that raises the virtual simplification of the Nahuatl pluralization system. Throughout this second stage, nativization of borrowings was the norm. As suggested above and as depicted in Nahuatl sociolinguistic studies (see Hill/Hill 1986, Flores Farfán 1999) nativization is the object of intensive reflexivity, which at times leads to Spanish re-voicing (J. Hill 1993). It is from this stage that cristiano was re-analyzed and re-appropriated as quixtiano ‘Spaniard’. Today in the Balsas communities it means ‘foreigner’11, and opposes itself to kriistiaano, which interestingly enough means ‘a member of the reference group, one of us’12. Icniuh, originally ‘friend’, became ‘brother’ (today ‘friend’ is vaale in most Balsas communities, except for Oapan where it is ma:no – a form used in Mexican Spanish and probably derived from hermano ‘brother’). It is from this phase that some verbs start to develop new meanings: -pia ‘to keep, take care of’ became ‘to have’, like in today’s Balsas Nahuatl expression nokoneew ye kipia matlaaktli xiwitl ‘my son is already ten years old’, a phrase that would not have made sense in prehispanic (or early colonial) Nahuatl. It is from this stage that
11. In communities of Morelos, one of Guerrero’s neighboring states, kiixtiaano means ‘landowner, exploiter, plunderer’. This meaning appears in Emiliano’s Zapata Manifiestos in Nahuatl: «Huehhueitin-tlalpialonime-quixtianos, ‘muy grandes poseedores de tierra (...)’ En castellano (...) ‘hacendados y caciques’» (León-Portilla 1996: 103). In Tetelcingo, Morelos, it is kiixtioono, the female form of wich is xinuula, derived from señora ‘lady’, although it has, accordingly, acquired a pejorative meaning. In Tetelcingo the word has been completely re-analyzed as a Nahuatl word, ascribing its root to the transitive form of the verb kiisa ‘to go out, depart’, which becomes transitive by applying the causative suffix -tia (in this case -tio), producing -kiix-tia ‘to take out’, which by extension means ‘to expel or steal’, plus the agentive suffix –ni (in this case –no). 12. The opposition between nativized and non-nativized (double) loans can be conceived in terms of MacClure and MacClure (1977) ethno-reconstruction (see below).
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-pialia came to mean ‘to owe’; although it was later substituted by -wiikilia it still has this meaning until today, at least in the Balsas region. Nevertheless, in conservative Nahua communities, namely in Oapan, the root -pia can still be used with the original (prehispanic) meaning. According to Karttunen and Lockhart, the third stage began in the mid-1600s and lasted until approximately 1800. It manifested a growing influence of Spanish on Nahuatl at all levels, including the introduction of Spanish verbs via the morphological Nahuatl ending -oa (e.g., Spanish ayudar ‘to help’ became Nahuatl ayudaarowa) a morphological device that permits full tense/aspect inflection of borrowed verbs. This process entails the generalization and expansion of bilingualism – one of the principal objects of my research. During this third phase we first encounter double loans (chilero ‘chile specialist’ is one example provided by Lockhart; toamaate is the most common way to say ‘our bark (painted) paper’ today in the Balsas region). Also during this final stage the borrowing of particles occurred; in previous stages borrowing was limited to nouns and verbs. Extensive borrowing not only of nouns and verbs but most of all of particles such as prepositions (most notable de, para and por), has implied not only the potential transformation of the polysynthetic nature of Nahuatl into a more analytic pattern but has opened up the possibility of different ways of speaking and arguing (for further analysis of this point, see Flores Farfán 1999). Other shifts occurred during this final stage, such as the definitive abandonment of the prehispanic vigesimal counting system, as well as prehispanic kinship terminology. Yet there is some evidence that the vigesimal numbering system is still known to elders today; it is also still used to generate shibboleths that are taken as indexes of one’s proficiency in Nahuatl. During Karttunen and Lockhart’s final stage terms for brothers and cousins were borrowed from Spanish, a process that had a profound impact on the cognitive aspect of kin relations among siblings of the same generation (as has outstandingly although not exclusively occurred in the more Hispanized varieties of Nahuatl spoken in the Balsas region). Likewise, between 1650 and 1800 borrowings were directly introduced without undergoing nativization; a series of calques derived from Spanish use originated at this time, many of which are still widely used. According to Karttunen and Lockhart, the decay in the use of prehispanic patterns of social deixis also occurred. Spanish nouns drop Nahuatl plurals and in Nahuatl the plurality came to be marked on inanimate nouns (originally Nahuatl only marked plurality on animate nouns). A series of identifications between Nahuatl and Spanish are consolidated (e.g. verbal equivalencies, such as the use of Nahuatl verbs similar to the predicative Spanish forms (see Lockhart 1992:
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Chapter 7)). Also during this period, bilingualism became more prevalent, and codeswitching became a growing possibility. Although to very different extents, all these features are now present in the Nahuatl-speaking communities of the Balsas River basin (for more details, see Flores Farfán 1999). A fourth stage, which Karttunen and Lockhart only briefly mention, involved communication among certain sectors of Nahua society in a Spanish heavily influenced by Nahuatl13. This is a situation of Nahuatl adstratum, which could give place to a fifth stage in which Nahuatl becomes a substratum language. For the Balsas region, a detailed overview of Spanish effects on Nahuatl and Nahuatl effects on local (Nahuatl) Spanish are provided in table 1. Even when the linguistic effects depicted in table 1 are the most prominent outcomes of NahuatlSpanish contact, they are differentially distributed according to the sociolinguistic backgrounds of each speaker14.
Table 1: Main effects of Spanish on Nahuatl and Nahuatl on Spanish15 Nahuatl
Spanish
New phonological distinctions commence to appear: (a) /o/ vs. /u/ (cf. Amith (1997: 143) muwi vs. mowi ‘to be afraid’ versus ‘your path’), or they are fully integrated (in all known dialects). (b) -maka vs. -maga, ‘to give’ versus ‘to hit’; fiero ‘scary, lousy’ versus fierro ‘iron’.
(a) Underdifferentiation: o – u: cumu tipubres ‘since we are poor’ (S17); gubierno ‘government’, butella ‘bottle’, pullo ‘chicken’, puru ‘pure’ (/o/ may even substitute other vowels: Sorofin for Serafin, a first name) (S2). (b) /g/ → [k]: amiko ‘friend’ (S3) (This is clearly less frequent than (a), a fact interpreted as an indication of the full integration of the /k/: /g/ opposition).
13. In Mexico there are few studies that have faced the investigation of the Spanish spoken by indigenous populations. Among them Zimmermann (1986) speaks of an ethnic variety of Spanish in the Mezquital Valley while J. Hill (1987) studies the Spanish interlanguage of Mexicano speakers from la Malinche (for more details on the Spanish that Balsas Nahuas speak see Flores Farfán 1999, in press). There are many more studies of similar varieties in the Latin American context. For an out-standing example see de Granda (1999). 14. This table is a schematic outline that only alludes to speakers’ differentiation by providing a code for each one. A list of speakers explaining part of their socio-linguistic background appears as an appendix. 15. The fact that a given example appears without a speaker key means that the form at stage is of general use in the communities.
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Nahuatl
Spanish
(c) Number: augment of the noun class associated to the zero (absolutive) suffix: all borrowed nouns; number simplification of the absolutiv possessive distinction: ti-amigo-s ‘we’re friends’ (S22), ti-to-vale-s ‘we are friends’ (S2), to-amate-s ‘our amates’ (S16); oo-mits-tleko-kaan ‘they jumped on you’; ya-n ‘they go’; xia-n ‘go!’. (d) No possessive: chaan sebio ‘At Eusebio’s place’ (S2). (e) Morphological transference: -ero: tlawank-ero ‘drunkard’ (S16). (f) Tense: The future tense marker –s is identified with the infinitive: kipia para ya-s ‘(s)he has to go’ (compare the Spanish construction: necessity verb + para INF). Future tense is also used as present: ye kipias nawi xihpan (P12) ‘she’s already four years old’; ¿tlin para tikilli-s? ‘what do you wanted for?’ (S21), future as conditional: pero tikoni-s ‘but you’re going to drink’ (H11). (g) De-sintagmatization: possessive: un de newa (S7) instead of yewa noaaxkaaw (J13) ‘that’s mine’. (h) Aspect: nemi tekipanowaa (P14) instead of tekipanoo-ti-nemi (S15) ‘(s)he’s working’; ¿ka tikkwas sopa? (P14) instead of ¿x-tikkwas sopa? ‘don’t you eat soup?’. (i) Use of Spanish predominant order (SVO), plus other resources (plural keh) to differentiate accusative from dative: see tlakatl yoookimomotsoowili-keh see siwaatl ‘a man grabbed the woman’s cloth’ (S7).
(c) Overdifferentiation: imposition of vowel length: /’li.mo:n/ (plus nativization to Nahuatl’s stress pattern). (d) Hypercorrection: bastia ‘tablet’, megor ‘better’ (H11). (e) Substitution: Miyel instead of Miguel (S2). (f) Phonotactic: anke ‘no matter’ (S4), Isaguro ‘Isauro (name)’, regunion ‘meeting’ (S5), quilavo ‘nail’ (S2), polatano ‘banana’ (S7), fabica ‘factory’ (S7), skiera, kera ‘at least’. (g) Morphosyntactic: copula elision or alternation: ¿de quién este? ‘who’s this?’ (S11); no soy de acuerdo (S9) ‘I don’t agree’; es prohibido meterse allá ‘entrance is forbidden there’ (S9), fuimos hartas las mujeres ‘we women we’re fed up’ (S10). (h) No number concordance: aunque no lo metan todos ‘even if there not all in’ (S17); ¿y ese qué son? ‘what are those?’ (S11); reduplication: bobolitas ‘balls’ (S2), cien peso ‘100 pesos’ (S7); su-s problema ‘their problem’ (S16), su-s casa ‘their house’ (S12); referential: ¿usted los vendes pescados? ‘do you sell fish?’ (S13). (i) Gender: Emergence of a new system: total indifferentiation: el conasupo ‘CONASUPO’16; euphony: ra-sa barbo-sa ‘hairy race’ (A17); reinterpretation based on Nahuatl’s categories: un mula (S4) (Nahuatl se mula); or on sociocultural constraints (no female musicians): el violinist-o ‘violin player’ (S15).
16. CONASUPO: Comisión Nacional de Subsistencias Populares.
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Nahuatl
Spanish
(j)
(j)
Emergence of copula-like-uses of Nahuatl verbs: nemi, neesi, yaw, neki, kalaki, e.g.: (…) yookalak tonalle (…) ‘the day went in’, i.e. ‘finished’ (S7). (k) Spanish adoption of a high number of nexus (para, pero, de, etc.). (l) Use of Nahuatl nexus based on the Spanish model: maa newa nokaltsosoltsiin ‘my house is old’ (H33); timitsillis tlin tikchiwaske ‘I’ll tell you what to do’ (S7); relational nouns become prepositions: iwan, ipan - wan, pan (see Campbell 1987). (m) High degree of integrated and occasional borrowings (quasicodeswitching): tohijo ‘our son’ ¿keech importarowa un? ‘what’s the price?’ (S21); de ke versus de gue versus tla (See Flores Farfán 1999). (n) Calques: tlaxtlawi ‘thanks’ xtlah tlinon ‘you’re welcome’ (Spanish ‘de nada’); ma dios mitstlaxtlawa ‘may god pay you’; ¡xchiwili locha! ‘fight for it!’ (Spanish ¡házle la locha!); timotaskeh ‘we’ll see each other’ (Spanish nos vemos); ¿kenon tikita? ‘what do you think?’ (Spanish ¿cómo ves?) (S16); xtla cuidado ‘don’t mention it’ (Spanish no hay cuidado) (S10).
(k)
(l)
(m)
(n)
(o)
Aspect replica: está queriendo (S16) instead of quiere ‘(s)he wants’. Mood: no le echas la culpa a D. (S10) instead of (…) eches (…) ‘don’t blame it on D.’. Prepositions: elision: díselo Juan (S16) instead of (…) a Juan ‘tell Juan’; substitution: ¿qué haces a Holanda? instead of ¿qué haces en (…)? ‘what are you doing in Holland?’ (S11); reinterpretation: yo creo que se va a buscar el novio instead of (…) al (…) (S18) ‘I think she goes to meet her boyfriend’; hypercorrection: que haga el digno de favor de presentarse en su domicilio (S19) instead of (…) el favor (…) ‘may (s)he be so kind to show up at his place’. Loísmo (use of redundant lo): redundant accusative: yo lo conozco su hija (S8) instead of yo conozco a (…) ‘I know her daughter’; simplification: lo instead of le: (…) lo platicó nada más a Cesar (S20) instead of le (…) ‘(s)he only told Cesar; two in one: los vas a ir poniendo (las botas) (S16) instead of te las vas a ir (…) ‘you are going to put on (the boots)’; lo used as an article: por lo momento (…) (S8) instead of por el momento ‘for the time being’. Lexicon: archaisms (almud, barreta, culantro, de presto, moza, silleta, etc). Calques: aunque pues ‘it doesn’t matter’ (derived from maaske te), me da para abajo ‘I got diarrea’ (derived from Nahuatl nikpia para tlatsintla) (S21); agua grande ‘river’ (derived from Nahuatl weeyi aatl)
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José Antonio Flores Farfán Spanish (S10); verbs: e.g. escuchar (derived from Oapan’s use of -kaki ‘to understand, hear’): como no escuchan nada de español ‘since they don’t understand a word of Spanish’ (derived from Nahuatl ipampa xkakih español) (S9); weli ‘to be able to’: (…) no puedes el mexicano ‘you cannot speak mexicano’ (S22); tardar: aquí ya tardamos ‘we’ve already been here for a while’ (S9).
Variation is almost infinite, and relates to differences among speakers with varying degrees of proficiency in Nahuatl, to different levels of Castilianization at the community level (e.g. Xalitla versus Oapan, see table 2), and to variations in speech based on factors such as age, sex and education. All these variables ultimately influence the type of text produced. However, differences are a continuum, they overlap and do not constitue clear-cut, discrete phenomena. An example from the lexicon illustrates this point. The nativized form for soap, xaapoon (with expected penultimate stress), is the word normally used in more conservative communities. Nevertheless, we can encounter similar items in specific settings where a negotiation of identity is taking place-again, as when for power arrangements the speaker wants to present him- or herself as an authentic speaker of Nahuatl. In Xalitla, even when depending on similar conditions (i.e. on interactional negotiations of identity situationally defined), the preferred form is haaboon (with penultimate stress), which is still used by elders and some adults who still speak Nahuatl. Similarly, consider the use of Spanish forms without nativization such as the standard Spanish jabón. Within the context of Nahuatl speech in Xalitla, it represents the end of the continuum: incorporation and lexical borrowing. Yet, as an indirect sign of social status, this form can be recast by a more monolingual Nahuatl speaker to allude to his or her competence in Spanish. An example is the use of tohijo ‘our son’ by Oapan quasi-Nahuatl monolingual women, whom by this semi-conscious use intend to indicate that they and their offsprints do know Spanish – implying the ability to manage themselves in the Spanish speaking world. I call this use of language quasicodeswitching (for more details and examples see Flores Farfán 1999). In sum, it is important to note that periodizations cannot be thought of as unilineal, static or homogeneous phenomena. This is sustained by the following considerations:
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(a) Local differences. It is indeed possible to find several fairly isolated communities in which the chronology cannot be totally applied. For instance, in Oapan we can still find Nahuatl monolinguals and many fully nativized loanwords still in use. For such sectors of the community speaking Spanish is still a considerably unfamiliar experience. (b) Speaker differences. In terms of speakers’ variability we can recognize a wide spectrum of variation (for instance quasi- and pseudo-speakers), sensitive to such variables as age, gender and degree of Castilianization, among others. (c) Different types of discursive genres. Texts vary significantly according to different situations and relatively self-conscious uses or interactional variability (for instance quasi-codeswitching, see Flores Farfán 1999), a fact that makes them hardly comparable and difficult to reduce to a single chronological paradigm. In other words, regional, individual and textual differences present important discontinuities. Even within a single region, variations among communities represent different contact stages and challenge any attempt at unilineal characterization. This is precisely the case in point in the Balsas region, as evidenced by a comparison between highly Hispanicized communities such as Xalitla or Maxela and much more isolated ones such as Oapan, Analco or Tula del Río. In the first case, a relatively complete switch to Spanish has already occurred or is about to occur. This corresponds to a fourth or even a fifth stage of language contact, which could be defined as an advanced phase of language replacement or total language shift. On the other hand, the more isolated communities present third, second or even first stage features, as clear indexes of the vitality of the indigenous tongue in certain domains and genres17. As suggested, in communities with a high degree of displacement of the primary tongue, we encounter highly hispanized Nahuatl varieties such as those still spoken in Xalitla – mainly by village elders and some adults. A comparison of conservative versus hispanized varieties of Nahuatl is provided in table 2. In general, the contemporary phase is characterized by the fact that the primary spoken language is the colonial one. A quantitative profile of Nahuatl interference
17. Think for example of the importance of language games such as riddles in the continued use of Nahuatl, a key ambit in the socialization and recreation of Balsas’s cultural and material heritage (see Amith 1997, Flores Farfán 1996, Flores Farfán and Ramírez Celestino 1998, etc.).
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Table 2: Conservative versus Hispanized varieties of Nahuatl Oapan
Xalitla
Extensive vowel length use
Limited vowel length use
Dropping or aspiration of /n/ -> Ø /_# : iichaa-Ø, iichaa-h, ‘his home’, iipa-Ø, iipa-h; ‘on top’
Retention of /n/ /_# e.g. ichaa-n ‘his home’, (i)pa-n ‘on top’
Phonological nativization: akoxa ‘needle’
No phonological nativization: aguja ‘needle’
Retention of classical nexus: ii-pan, ii-waan, ii-ka ‘on top’, ‘with’, by means of’
Innovations: pan, waan ‘on top’, ‘with’
Glottal stop as the verb plural: kichiiwa-h ‘they do it’
Convergence with Spanish plural: kichiiwaa-n ‘they do it’
More polysynthetic nature: tlaxkalchiiwa ‘she makes tortillas’; notlasolsiwaatsiin ‘my beloved wife’
More analytic nature: kichiwa tlaxcalli ‘she makes tortillas’; nosiwaatsiin akin niktlasotla ‘my beloved wife’
on Spanish as compared to that of (at least Standard) Spanish on Nahuatl corroborates the asymmetrical nature of Nahuatl-Spanish social and linguistic differentiation. In Xalitla we might witness the end of the process of linguistic replacement18. In other words, the possibility of Spanish monolingualism is at stake. The expansion of bilingualism, both in the more conservative as well as in the more hispanized communities, entails the emergence of a series of continua, which include several different types of speakers, quasi- and pseudo-speakers as
18. Xalitla is just one case among others. The recent introduction of the super highway to Acapulco, which cuts the Balsas in the middle, has produced a growing visibility of Nahuatl shift in favor of Spanish. Such is the case of Tuliman, an ancestral pottery production center of the Balsas region. In parallel to the demise of the language, pottery production and use is also a considerably threatened activity.
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well as speakers who are becoming active users of either Nahuatl or Spanish. Normally quasi-speakers of a given language do not actively speak this language, but are able to understand certain utterances (in the case under study, of Nahuatl or Spanish). In more traditional terms, this is understood as an individual’s passive knowledge (of Nahuatl or Spanish) as opposed to an active one, i.e., the ability to produce speech. Pseudo-speakers, on the other hand, manifest a conscious manipulation of linguistic codes; they pretend to speak a language (in this case Nahuatl or Spanish) by inserting utterances into e.g. a formal discourse (see infra). Such strategically oriented presentation of the self pursues to (re)assert an image of membership to a given ethnolinguistic reference group. In this sense, similar uses look to mitigate the heavy social load implicated in speaking Spanish for a (quasi-monolingual) Nahua speaker or Nahuatl for a (monolingual) Spanish speaker. For instance, in the more Nahua oriented communities Spanish is at times conceived as the language of distrust and corruption19. Non-standard Spanish forms such as those listed in table 1 can be consciously uttered by either quasi- or pseudo-speakers. Looking to close the gap with a more Nahua-oriented audience, the change of code or variety constitutes an emblematic, highly marked use of a given language, which becomes a very strong sign of membership identity. Such is the context in which most Xalitla pseudospeakers occasionally use Nahuatl in political or commercial encounters. The distinction between quasi- and pseudo-speaker represents an open spectrum of linguistic varieties related to speakers’ instrumental communicative needs and active negotiation of identity in different contexts. Among other speakers, both quasi- and pseudo-speakers, show interactional variability in language use at the individual level, which varies from situation to situation, depending on the addressees’ presumed self-defined identity. For instance, the Balsas communities recently successfully opposed their threatened destruction by the Mexican government’s long-standing plan to construct a dam in the region. In this context there was much variation in speakers’ presentations of their own identity. As an example let us turn to a specific interaction in which a Nahuatl pseudo-speaker (S1) interacts with almost monolingual Nahuatl speakers20. In one community
19. Hill/Hill (1986) have reported a similar situation in the Malinche communities. 20. S1 is one of the most prominent Xalitla leaders that actively participated against the dam project. Today he is a political figure in- and outside of his community, more so due to his membership in the Cámara de Diputados, one of the Mexican «chambers». A predominant speaker of Spanish, S1 also utilizes non-standard forms such as su-s mole, su-s atole to generate rapport with his audience.
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meeting held to oppose the dam, S1 codeswitched to Nahuatl as an interactional task aimed at producing rapport with the audience: Si el día de hoy estamos en esta comunidad es porque fue a solicitud del compañero Ramírez quien nos pidió que se hiciera una asamblea aquí en este lugar ya que él siempre nos ha de estar en toda en todas las reuniones que ha llevado a cabo el CEPENAB [Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas] y en todas las acciones él también ha participado. Pero se ha presentado solo. Hemos visto que el pueblo de San Francisco Ozomatlán prácticamente no lo apoya y que los diferentes, y que los comisarios de este lugar pos no les interesaba mucho el problema y sobre todo la comunidad de este lugar. Nosotros no creemos que ustedes pueblo de San Francisco Ozomatlan estén de acuerdo de que sean todos inundados de que nochime tiapachiwiske nanika ixmelak nochime ixmelak [All of us here will be covered by water, and it is not true, all of us, it is not true] tikneki ma tiapachiwikan nanika pampa nochi ki oki. [that we want to be covered by water here, because everything (...) aaa (...)] nochi kitlamis nochi apachiwis [would be finished, everything would be covered by water] Por eso no podemos permitir a que este pueblo quede al márgen quede fuera del CEPENAB con únicamente un representante (...)
In concluding the selection of participants, i.e., in allocating speakers’ turns, he said: Don Crispín Vargas secretario de actas y acuerdos aquí el secretario el secretario de prensa y propaganda Marco. Maurilio Libra. Santos Librado aquí a su lugar el secretario de finanzas. Don Agustín de San Agustín aquí su lugar... ix-nextlanewti mo. mosillita [lend me your small chair] IMP-
Notice that S1 utilizes ix- both as the imperative and as the negation prefix: (...) tiapachiwiske tiapachiwikan (...)
nanika
ix-melak NEG-
nochime
ix-melak NEG-
tikneki
ma
S1 emblematically codeswitched to Nahuatl both to gain rapport with his audience and to reinforce the basic overall message of the whole meeting «No to the hydroelectric dam». In an effort to establish his authenticity, the speaker even utilized a form that is considered Nahuatl de iksan ‘the ancestors Nahuatl’ (at least in Xalitla, where this speaker comes from): This consists of the metathesis of xi-: -ix, which maybe makes it easier for this speaker to pronounce. As stated, this speaker, as a simplification, uses this same prefix for both the negation and the imperative. Other interesting facts put forward by this codeswitch is the use of the optative form ma tiapachiwikan ‘let us be covered by water (!)’ or ‘may we be covered by water (!)’ as an indicative form (modeled on Spanish), equating
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ma, originally the marker of optative/exhortative forms, as the relative particle que. As an additional indication of his status as a pseudospeaker, his Nahuatl completely lacks vowel length. All these and other features make this speaker’s Nahuatl almost a pidgin-like variety of the language. Thus, quasi- and pseudo-speakers appear to negotiate different and at times antagonistic identities from one instance and context to the next. Both types of speakers have emerged as a direct consequence of intensive language contact and conflict, which has led to a potential shift in the linguistic situation toward incipient or completed Spanish monolingualism. Nevertheless, in this contemporary stage we also identify the emergence of a grassroots revitalization movement, which might even revert fatal acculturation and loss of the indigenous language. Given specific sociopolitical conditions such as Nahua’s opposition to the state’s planned hydroelectric dam, the importance of Nahuatl among local artisans engaged in interregional commerce, and the use of Nahuatl in ritual contexts, a fundamental appeal to Nahuatl symbolic and instrumental values has been highlighted by important sectors of the communities themselves. In short, the emergence of a grassroots movement has interesting potential in terms of reversing an already initiated linguistic and cultural shift21.
3. Conclusion In theory two concurrent forces explicate the sequence and periodicity of the postulated stages: linguistic universals (preference to borrow nouns before verbs, lexicon over morpho-syntactic structures, etc.) and the intensity of cultural pressures (for instance the brief duration of the first stage is due to the massive intrusion of the invaders that took place during the first half-century of colonization). Stage theories have the advantage of systematically pinpointing the general order in which historically Spanish has had an impact on Mesoamerican languages. Nevertheless, the point of view expressed here is that the most interesting phenomena are not captured by such large-scale macrocharacterizations. Rather, contact effects that appear unconsciously (recall the classic definition of interference) can also be consciously manipulated to produce discourse effects in specific verbal interactions (recall the definition of «quasi» codeswitching), challenging the unilineal dynamics postulated by stage theories. As Jane Hill has stated:
21. A project orientated to produce materials aimed at reinforcing language and cultural awareness is described in Flores Farfán (1999a). Also see Amith (1995).
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José Antonio Flores Farfán The multiple forms of Spanish cast up in the Americas over five hundred years of language contact provide semiotic materials which speakers reinvest with meanings and new forms of historicity, constantly recycling and redeploying the results of centuries of change and variation in order to constitute new ‘voices’ within shifting alignments of power. (1997: 88)
In this respect recall for instance the already mentioned use of nativized versus non-nativized lexicon, not only in the Nahuatl spoken in the Balsas region, but in neighboring Morelos (kiixtiaano ‘exploiter’ versus kristiano ‘one of us, people’). Other examples include the use of back-loans such as tecuhtli ‘boss’ (derogative) versus teuhtli or teuhtle ‘sir’ (honorific) in Balsas Nahuatl as well as in the more central varieties of Nahuatl22, or the contrast between coyotl ‘Mestizo’ (derogative) and mexicanero ‘one of us’ in many Nahuatl regions such as the Huastec, the Sierra Norte de Puebla or the Malinche region studied by Hill and Hill (1986). These pairs eloquently speak of the processes of reappropriation or emergence of voices, which interrupt the mainstream predominant vision that conceives indigenous languages as «impoverished», «corrupted», or «contaminated». Let me conclude by stressing that to reach a similar characterization, an abstract grammatical analysis is obviously not enough. This is to say that the successive reductions implicit in linguistic methodology constitute an important, albeit only a first step in understanding the complex dynamics of language contact and change. No doubt stage theories provide us with an extremely useful framework to understand the overall incorporation of Spanish material into indigenous languages. Yet, exceptions or deviations in several Indoamerican communities to unilineal, static characterizations (see J. Hill 1993) prove to be an interesting challenge still awaiting for systematic scrutiny not only in contemporary communities, but even in the Nahuatl documents which have been used to construct the three stage periodization which I have briefly examined. Thanks to stage theories such as those advanced by Karttunen and Lockhart (1976) and Lockhart (1992)23, nowadays we have a systematic historical account of the Spanish influence and impact on Nahuatl. This achievement provides us with an overall framework to start facing the empirical, contextual, local meanings that speakers actively negotiate in specific uses in a wide range of variation, something that might prove to be an important objective to understand how speakers strive to resist against the potential threat of total language and cultural loss and extinction.
22. This is the case in the communities in and around Milpa Alta, in what is still considered part of Mexico City –one of the few places where Nahuatl is still spoken in the Valley of Mexico. 23. Also see Thomason and Kaufman (1988).
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Spanish in the Nahuatl
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Appendix: List of Speakers S1: S2: S3: S4: S5: S6: S7: S8: S9: S10: S11: S12: S13: S14: S15: S16: S17: S18: S19:
40 years old, male Xalitla Nahuatl pseudo-speaker. 35 years old, bilingual male from Mayanalan, more Nahuatl than Spanish. 35 years old, bilingual female from Xalitla, more Spanish than Nahuatl. 40 years old, quasi-monolingual Nahuatl female from Ahuehuepan. 40 years old, bilingual male from Xalitla, more Spanish than Nahuatl. 60 years old, quasi-monolingual Nahuatl male from Analco. 80 years old, bilingual male from Xalitla, more Nahuatl than Spanish. 30 years old, monolingual Spanish male from Xalitla. 45 years old, bilingual female from Oapan, more Nahuatl than Spanish. 65 years old, quasi-monolingual Nahuatl female from Oapan. 50 years old, bilingual female from San Miguel Tecuiciapan. 35 years old, Spanish monolingual from Xalitla. 85 years old, bilingual male from Ahuehuepan. 45 years old, quasi-monolingual Nahuatl female from San Agustín Oapan. 45 years old, bilingual female from San Agustín Oapan, more Nahuatl than Spanish. 40 years old, bilingual female from Xalitla, more Spanish than Nahuatl. 35 years old, bilingual male from San Agustín Oapan, more Nahuatl than Spanish. 40 years old, bilingual male from San Agustín Oapan, more Nahuatl than Spanish. 85 years old, bilingual male from San Miguel Tecuiciapan, more Nahuatl than Spanish. S20: 85 years old, bilingual male from San Agustín Oapan, more Nahuatl than Spanish. S21: 40 years old, bilingual male from Xalitla, more Spanish than Nahuatl. S22: 40 years old, bilingual male from Ahuehuepan, more Nahuatl than Spanish.
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La literatura maya-yukateka entre la creación poética propia y la expansión lingüística ajena Francesc Ligorret Perramon (Mérida) (...) mi ma’ ki utzén ta uich tumén jela’n uíniken tumén jela’n maaken tumén jela’n in t’an tumén maya t’anen tumén maseualen.
(...) quizá no te gusto porque soy un hombre diferente porque soy una persona diferente porque mi lengua es diferente porque soy mayahablante porque soy un indio.
Jela’n uíniken ‘Soy un hombre diferente’ Waldemar Noh Tzec, Calkiní/Campeche, 1998 Los mayas de la Península de Yucatán poseen una rica y milenaria tradición literaria y mantienen, desde el siglo XVI, una particular relación, algo atípica en el contexto etnolingüístico amerindio, con la lengua castellana. Aunque durante la segunda mitad del siglo XX la expansión del español ha sido más intensa que en la Colonia, la lengua maya –amestizada o no– sigue siendo ampliamente usada oralmente, hablada en la mayoría de los municipios peninsulares, y un número importante de escritores mayas están revitalizando poéticamente su lengua, poco o muy conscientes de que ésta es un elemento decisivo para reforzar la identidad sociocultural ante los avances de un bilingüismo transicional, o más bien de un bilingüismo sustitutorio, dada la presencia constante del castellano en los medios de comunicación y en los centros de enseñanza, así como la no oficialidad del mayayuka-teko en los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán. En esta ocasión se presentan algunos textos poéticos recientes, publicados en el año 1998, en los cuales sus autores Feliciano Sánchez Chan, Briceida Cuevas Cob y Waldemar Noh Tzec, emplean una serie de recursos literarios que sirven para mostrar un prestigio étnico y una visión de los convencidos a partir de un hábil, en ocasiones purista, dominio y reinvención de su propio idioma. Deben enmarcarse estos textos modernos en la tradición lingüística y literaria maya, aquella que fue plasmada antiguamente con la escritura jeroglífica y luego con el
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alfabeto latino; ello nos permite reconocer que la literatura maya contemporánea –como parte del desarrollo o del deterioro de la lengua maya-yukateka– no es una literatura de transición sino que es una literatura con tradición. El uso hablado de la lengua maya y la tradición oral han sido históricamente factores de consistencia sociocultural entre los mayas de Yucatán, y la literatura maya, el dominio de un lenguaje poético, se ha constituido en uno de los refugios más seguros para la resistencia y la normalización lingüística; baste recordar los todavía indescifrables mensajes jeroglíficos, la existencia del Lenguaje de Zuyua en los libros coloniales de Chilam Balam, la amplia correspondencia epistolar de la Guerra de Castas en el siglo XIX o el actual renacimiento de la literatura maya; escribas o escritores, los mayas siempre han escrito en su lengua. La escritura jeroglífica concentrada en dinteles, estelas y cerámica, también fue registrada en papel (ju’un, kopo’), pero solamente se dispone de tres códices mayas llamados de Madrid, de París y de Dresden. Poco antes de la llegada de los españoles a la Península de Yucatán varios linajes se conjuraron contra los poderosos Cocom y destruyeron la hasta entonces capital política que era Mayapán. Lo que resulta interesante es observar lo que dicen las crónicas: «Cada Señor procurò de llevar mas libros de sus Ciencias, que pudò, à su Tierra, adonde hicieron Templos; i esta es la principal causa de los muchos Edificios, que hai en Yucatan. Siguió toda su gente Ahxiui, Señor de los Tutulxis, i pobló Maní, que quiere decir, ià pasò; como si dixese, hagamos Libro Nuevo; (...)» (Brinton 1882: 90). Es evidente pues la importancia que la documentación escrita tenía para los antiguos mayas y el aprecio que sentían por sus libros, por su literatura. Aunque se han leído e interpretado muchos signos jeroglíficos no se puede afirmar que se haya dado una traducción fidedigna de los mismos a nivel textual o del discurso, en parte por la no plena identificación de la lengua maya en que fueron escritos y en parte por el desconocimiento que se tiene de las lenguas mayas actuales; en general, los epigrafistas tienen una formación arqueológica e histórica más que lingüística y filológica, y este podría ser uno de los principales obstáculos para acercarse al conocimento de los glifos mayas. Los conquistadores españoles hallaron en la Península de Yucatán a un pueblo poseedor de una escritura propia y conocedor de la función poética del lenguaje; de ahí que, como señala Barrera Vásquez, «La literatura escrita en lengua maya es muy extensa y gran parte de ella es trabajo de escribas y cronistas indios. Tan pronto algunos de estos supieron escribir al modo europeo se dedicaron a transcribir códices jeroglíficos antiguos, a registrar tradiciones orales históricas y religiosas mayas y cristianas y hechos contemporáneos de la vida de las comunidades yucatecas» (Barrera 1980: 74).
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La expansión lingüística ajena, la expansión del castellano en las tierras mayas de Yucatán durante la Colonia fue limitada si consideramos la aceptación que generó el alfabeto latino como instrumento para registrar textos, ya no sólo en lengua castellana sino también en lengua maya. Resulta relevante que en el año 1567 diez caciques enviaran una carta, en maya, al rey Felipe II solicitando, entre otras cosas, el regreso de los frailes franciscanos alegando que ellos «verdaderamente sabían nuestra lengua», o que el noble maya Gaspar Antonio Xiu obtuviera, en 1599, el empleo de intérprete real por parte de la corona española, al haber aprendido a leer y escribir con el alfabeto latino la lengua maya, el castellano y el latín. La familiarización de los mayas con la escritura propició que decidieran registrar desde los primeros años de la Colonia antiguos conocimientos y creencias con el alfabeto latino. Como dice Barrera Vásquez, «Poseedores de la escritura alfabética los mayas yucatecos se esforzaron en conservar sus más caras tradiciones con este medio. Algún sacerdote nativo iniciaría este nuevo rasgo cultural y de su libro original, que lo copiarían los de otras comunidades, se irán formando los de cada pueblo, adicionándose el núcleo original con textos particulares» (Barrera 1981: 56). De ahí surgieron los libros de Chilam Balam, en los cuáles la tradición oral y los textos jeroglíficos sirven de base para recomponer la historia y los anales sobre la vida y la cultura de los antiguos pobladores de la Península de Yucatán; puede afirmarse que, en buena medida, esta literatura maya colonial es la propia literatura antigua de los mayas que ha llegado a nosotros a través de las fuentes, estas sí, coloniales. En los libros de Chilam Balam se revela en palabras de Mircea Eliade «la resistencia de la espiritualidad tradicional frente a la historia». En los Chilames es frecuente encontrar textos paralelos, adulteraciones en su contenido y modificaciones en ortografía, debido a las copias posteriores que se hicieron y que frecuentemente son las que conocemos; lingüísticamente su valor radica en que en ellos se muestran diferentes etapas de evolución de la lengua maya peninsular desde el siglo XVI hasta los siglos XIX y XX. Aunque los libros de Chilam Balam llevan generalmente como distintivo el nombre de la población donde fueron hallados (Maní, Tizimín, Chumayel, (...)), en la actualidad se hallan lejos de su lugar de origen, ya sea en la Ciudad de México o en los Estados Unidos, por lo que los mayas no tienen acceso a ellos a pesar de estar escritos en su lengua. Y es precisamente este hecho el que nos indica que el objetivo de estos textos mayas coloniales no podia ser el de informar al virrey, al gobernador o al obispo –a los extranjeros–, sino que tenían un valor cultural para la comunidad maya: esta era la destinataria de las crónicas, del calendario, de las adivinanzas, de los rituales, de la literatura, de todos estos textos escritos con el alfabeto latino. Los Chilames sufren y reflejan el contacto mismo del momento histórico en que van siendo escritos, es decir, lo maya y lo europeo aparecen alternativamente en estos mate-
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riales; con su antigua lengua pero haciendo uso del alfabeto latino, los mayas transcriben un pasado y asientan un presente, tal vez sea esta la esencia de la literatura colonial reflejada en los libros de Chilam Balam. Otros textos mayayukatekos coloniales, con valor histórico, etnográfico y poético, son las crónicas Calkiní y Xiu, el Ritual de los Bacabes y los Cantares de Dzitbalché, estos últimos el mejor ejemplo de lírica maya. Es interesante observar dos hechos históricos. El primero es que «Desde la perspectiva española la conquista de los mayas era ya un hecho consumado hacia 1544; habían logrado fundar cuatro asentamientos, organizar sus cabildos y repartir los pueblos en encomienda. En cierto sentido tenían razón ya que después de varios años se habían establecido de manera firme e iniciando su proceso colonizador. Sin embargo, su presencia había quedado circunscrita a los pueblos de la parte noroeste; además, en el territorio ubicado entre el Petén, el Puuc, la Laguna de Términos y la costa oriental de la península, su control era más nominal que efectivo». (Quezada 1997: 141-142). Fray Diego de Landa en su Relación de las cosas de Yucatán (s.XVI), señala «que la lengua de esta tierra es todo una», que los señores «proveían» de libros a los sacerdotes y que estos eran enterrados con algunos de sus libros; este apego de los mayas con los documentos escritos así como la uniformidad lingüística peninsular no es privativa de las etapas antigua y colonial, sino que se mantiene a lo largo de los siglos XIX y XX. Si se ha hablado, muy brevemente claro, de las etapas antigua (prefiero este término a los usuales prehispánico y precolombino) y colonial de la tradición literaria maya-yukateka, también es conveniente presentar algunos datos relevantes de la etapa moderna que situamos a partir del año 1847 cuando estalla en la Península de Yucatán la llamada Guerra de Castas que se prolongará por más de medio siglo hasta principios del XX. En la actualidad, cada año, se homenajea a los héroes mayas Cecilio Chi, Jacinto Pat y Antonio Ay, en poblaciones del interior de la península como Tihosuco, Tepich y Chichimilá. Por lo que hace a la lengua maya, ésta tuvo una estratégica expansión social, pues es de recordar que durante la Guerra de Castas los líderes mayas (comandantes, generales, (...)) dirigían la correspondencia entre ellos mismos y los militares mexicanos y el gobierno de los blancos yucatecos en lengua maya; se conserva un volumen considerable de cartas y existen ediciones realizadas por los propios mayas. Las personas dedicadas a escribir esta correspondencia eran llamadas Xcribas, una forma lingüística híbrida (maya-castellana) en donde el prefijo X- funciona no como marcador de género femenino sino simplemente como forma mayanizadora para reafirmar que se trataba de escribas mayas o que escribían en esta lengua; aunque es conocida la palabra maya dzib para escritor, escritura, (...) es probable que se aceptara la forma castellana escriba/escribano para definir no tanto al escritor/escultor/
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poeta, sino para aquellas personas (sacerdotes, secretarios) que transcribían historias y tradiciones mayas y coloniales haciendo uso del papel europeo y del alfabeto latino. Además, la sustitución gráfica de la forma castellana es- por la maya X- encuentra una correspondencia a nivel fonético; resultaba normal, pues, que los mayas del siglo XIX decidieran usar la palabra Xcriba –así como su función social– para aquellas personas encargadas de redactar la abundante correspondencia (cartas) político-militar. También en el siglo XIX, frailes, aventureros y viajeros recorren el área maya: John Stephens publica su Viaje a Yucatán, en 1843, y el abad Brasseur de Bourbourg su Chrestomanthie ou choix de morceaux de litterature Maya, en 1870, donde entre otros textos recogidos de la tradición oral presenta un canto de amor Yacunah Cay, originario de Izamal y que viene a ser el primer texto literario maya moderno registrado y fechado (1864). La influencia de las tradiciones mayas se verá reflejada, ya en el siglo XX, en una serie de obras etnoficcionales escritas en castellano (por ej., con abundante léxico maya), siendo las más conocidas La tierra del faisán y del venado (1922) de Antonio Mediz Bolio y Canek: historia y leyenda de un héroe maya (1940) de Ermilo Abreu Gómez. Debe recordarse que un acontecimiento político marca esta etapa de impulso cultural maya, y es que en el año 1922 es elegido gobernador de Yucatán Felipe Carrillo Puerto, candidato del Partido Socialista del Sureste, quién en su discurso de toma de posesión desde el balcón del Palacio de Gobierno en la ciudad Mérida se dirigirá a los campesinos en lengua maya: este gobernante, fundador de la Universidad Autónoma de Yucatán, fue ejecutado dos años más tarde, quedando truncados muchos planes sociales relacionados con la arqueología y la lengua mayas. Otro ejemplo de este espíritu yucateco promayista queda reflejado en la literatura alternativa que aparece en las páginas de la revista Yikal Maya Than, elaborada por maestros e intelectuales de Mérida y que aparecerá ininterrumpidamente desde 1939 hasta 1955. Si bien en la Península de Yucatán se da una interinfluencia entre el maya y el castellano, no se vislumbra la formación de una lengua criolla (o mestiza) e incluso ese dialecto español yucateco del cual dicen sentirse tan orgullosos los blancos peninsulares, desde Antonio Mediz Bolio hasta Fernando Espejo Méndez, esa habla del yucateco colonial se ha visto rebasada en los últimos años por el español mexicano y por el inglés. Desde hace casi quinientos años el maya y el castellano de la Península de Yucatán han sufrido cambios en su estructura, pero siguen moviéndose en espacios culturales bien definidos y aún con influencias mutuas ambas lenguas funcionan donde deben funcionar; ello no quiere decir que la lengua maya-yukateka tenga asegurado su futuro por el hecho de ser muy hablada o por contar con una tradición literaria, factores sociales tan decisivos como el acceso a la educación y a los medios de comunicación van a ser cruciales para su perdurabilidad y dinámica.
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Al llegar a los últimos veinte años del siglo XX nos preguntamos que ha sucedido en la Península de Yucatán respecto a la lengua y a la literatura mayas; otra vez recurriremos a datos y a nombres, pero es preciso referirse a ellos para que se pueda observar la vitalidad poética de la lengua maya a pesar de la precaria situación sociolingüística que prevalece en el área, donde las limitaciones sociales de la lengua maya son evidentes, incluso teniendo más de un millón de hablantes y ser la lengua de uso familiar y laboral general fuera de los centros urbanos como Mérida, Cancún, Ciudad del Carmen, Campeche o Chetumal. Podemos dividir los materiales literarios mayas modernos (ver Ligorred 1997) en: a) recopilaciones de la tradición oral, b) textos escritos, y c) documentos etnográficos y lingüísticos (...). Aunque para analizar la creación poética propia y la expansión lingüística ajena tomamos en cuenta una selección de textos escritos recientes, resulta imprescindible mencionar algunos aspectos de la literatura oral así como algunos materiales lingüísticos y etnográficos. Desde el siglo XIX la recopilación de textos orales ha merecido la atención de viajeros e investigadores y el volumen de materiales recogidos en notas de campo o en grabaciones es numeroso; su presentación por escrito es muy limitada y, en general, se dispone de versiones en castellano o en inglés de los relatos más conocidos (la Xtabay, la Cacería de Venados, El enano de Uxmal, los Aluxes, (...)). Es Domingo Dzul Poot en sus libros Cuentos Mayas (1985) y Leyendas y tradiciones históricas mayas (1987) quién nos ha dado las mejores muestras de recreación poética maya a partir de la tradición oral; autores yucatecos como Roldán Peniche y Joaquín Bestard han visto enriquecidas sus obras, escritas en castellano, gracias a la fuerza de la tradición lingüística y cultural maya. Por lo que hace a los materiales lingüísticos, será el filólogo Alfredo Barrera Vásquez, con sus estudios sobre literatura maya colonial, quién consigue construir el eslabón entre la antigua civilización maya y los mayas actuales; su labor culmina con la edición en 1980 –el mismo año de su muerte– del Diccionario Maya Cordemex, obra de invaluable contenido etnográfico y básica para la normalización lingüística. Barrera Vásquez logró la fundación en Mérida de una licenciatura en filología maya que desafortunadamente sólo pudo disfrutar una generación de alumnos; desde entonces, la Universidad Autónoma de Yucatán, concede un espacio muy restringido a los estudios mayas, sean históricos, etnológicos o lingüísticos, pues solamente la arqueología mal entendida o entendida como lo maya muerto o lo maya ecoturístico merece alguna atención académica. Ramón Arzápalo, discípulo de Barrera Vásquez, ha continuado con éxito los estudios de los textos mayas coloniales, ofreciendo brillantes ediciones del Ritual de los Bacabes y del Calepino de Motul. Cabe recordar también que en el año 1984, instituciones federales y estatales aprobaron un alfabeto maya actualizado que siendo
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hoy el más usado genera alguna que otra polémica por su alejamiento de una tradición escrita conservada en los gentilicios (linajes) y en la toponimia peninsular. También existe un programa escolar y otro televisivo con el nombre Ko’one’ex Kanik Maaya T’aan ‘Aprendamos la lengua maya’ y cursos de lengua maya en la Academia Municipal de la Lengua Maya, en Mérida, en algunas facultades de la Universidad Autónoma de Yucatán y de la Universidad de Quintana Roo (Chetumal) y en el Centro Español y Maya de la Universidad Autónoma de Campeche. En los años noventa han aparecido diccionarios y manuales de la lengua mayayukateka, siendo sus autores, entre otros, Juan R. Bastarrachea, Fidencio Briceño Chel, Eleuterio Po’ot Yah, José M. Tec Tun, Glenn Ayres, Barbara Pfeiler e Hilaria Máas Collí; esta última, antropóloga en la Unidad de Ciencias Sociales de la UADY, ha publicado Curso de Lengua Maya para investigadores (I, II y III Niveles). De 1998 es el método para la creación literaria U pik’ilju’unil u ka’ansa’al xook yéetel dzíib ich maaya, del activo promotor cultural Miguel May May. Respecto a los documentos etnográficos, citar la Jalachthaanil Sakih ‘Declaración de Valladolid’ que la organización Mayáon ‘Somos Mayas’ dirigió públicamente, en junio de 1994, «a los hombres principales, autoridades y habitantes de los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán», solicitando que se oficialice el idioma maya y que se decrete su uso escrito en todo el territorio peninsular. Otro documento es el que presentó el centro cultural Maakan Xook, del municipio de Felipe Carrillo Puerto (Q. Roo), con motivo del congreso internacional Una guerra sin fin (Mérida 1997), en la conmemoración del ciento cincuenta aniversario del inicio de la Guerra de Castas; entre otras ideas expresaron que «los mayas somos un pueblo vivo y nuestras autoridades tradicionales son una institución actual y no del pasado como se quiere ver (...). Como es de saberse tenemos ideas y una voz que deben escucharse y, si esto no sucede, siempre estaremos preparados para otros siglos de resistencia educando en nuestras tradiciones a los hijos, preparándolos siempre para el renacimiento de nuestra grandeza antigua». Finalmente se hace referencia a los pronunciamientos de los intelectuales mayas de Yucatán con motivo del primer congreso estatal Cultura e Identidad Regional (Mérida 1998); entre sus demandas destacan la solicitud de oficialización de la lengua maya, la protección de los derechos de autoría de los escritores mayas, que los mayas tengan libre acceso a las zonas arqueológicas (Chichén Itzá, Uxmal, (...)) por ser herencia directa de sus antepasados, etc (...). No está por demás señalar en este punto que según cifras del Instituto Nacional Indigenista (México), del año 1997, basadas en los censos de población del INEGI de 1995, en la Península de Yucatán 1.423.817 personas habitan «una casa donde el jefe(a) habla una lengua indígena», maya en este caso, representando este número el 26,00% en Campeche, el 41,90% en Quintana Roo y el 61,50%
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en Yucatán, convirtiéndose este último estado en el primero de la República Mexicana en porcentaje de «población indígena», también maya por supuesto. El INI continúa con sus estadísticas oficiales preocupadas por conocer la «importancia relativa de la población indígena con respecto a la población total» e interesado en saber como «los indígenas se están integrando a la lengua nacional», es decir en la expansión del español como práctica correctiva de un monolingüismo que es considerado, en general, como analfabetismo. El INI, en sus recientes estadísticas y capsulas informativas, se ha abocado a las llamadas Entidades de Alta Concentración Indígena (por ej. la Península de Yucatán), y «estima que son indígenas aquellos mexicanos que habitan una casa donde el jefe(a) o cónyugue habla una lengua indígena». Así, de una población aproximada de tres millones de habitantes, en la Península de Yucatán más de un cincuenta por ciento serían mayas que de alguna forma hacen uso de la lengua maya en distintos grados de bilingüismo, un bilingüismo sustitutorio definido por su carácter nacionalista (centralismo mexicano) pero que se encuentra frente a un uso oral bastante extendido de la lengua maya y ante unas reivindicaciones étnicas que sientan sus bases en una tradición literaria y que hoy tienen claros ejemplos de revitalización de la identidad en una producción poética como la que se analiza a continuación. Debe observarse, antes, que una de las características de la literatura maya-yukateka, en los últimos años, es la proliferación de escritores: existen proyectos independientes protagonizados por grupos culturales y talleres literarios, tanto en Campeche (revistas Cal K’in y K’in Lakan, en Calkiní) como en Quintana Roo (grupo Maakan Xook, en Carrillo Puerto, Casa Internacional del Escritor, en Bacalar) y en Yucatán (taller literario Yaajal K’in, en Saki/Valladolid), y existen proyectos oficiales de los gobiernos estatales y federal a partir del programa de Lenguas y Literatura Indígenas de la Dirección General de Culturas Populares (CNCA), iniciado en 1993 y que ha dado sus mejores frutos en la colección Maya Dziibo’ob Bejla’e ‘Letras Mayas Contemporáneas’ que, coordinada por el escritor mexicano Carlos Montemayor ha editado, en 1998, su tercera serie de libros. Pero los programas gubernamentales siguen hablando de pueblos y de creadores «indígenas» y considerando oficialmente, por ejemplo, a la literatura maya «literatura mexicana en lengua maya», o literatura mexicana «más allá de la lengua española». Apoyándonos no tanto en los proyectos mencionados sino más bien recurriendo a algunas obras poéticas de tres autores contemporáneos que han trabajado ya sea oficial o independientemente, analizamos unos textos que sirven para mostrar que la milenaria tradición literaria –la de la escritura jeroglífica y de los documentos coloniales– ha sabido transmitir hasta nuestros días unos valores étnicos y poéticos que caracterizan a la revitalización sociocultural presente y futura de los maya-yukatekos.
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1) Se empieza con el poemario Los siete sueños de Feliciano Sánchez Chan (Xayá, Yucatán), publicado en el suplemento cultural Ojarasca (La Jornada, México, DF), el 12 de octubre de 1998. Se trata de uno de los escritores mayas contemporáneos que han incursionado con éxito en distintos géneros literarios (teatro, cuento, (...)) y que nos ofrece siete poemas referidos a los sueños y en los cuales el poeta sueña el pasado pero también el futuro; son sueños (wayak) que nos recuerdan el largo poema Chen Nayob ‘Sólo Sueños’ (1994), de Romualdo Méndez Huchim. Los sueños de Feliciano son aquellos sueños de los antiguos mayas que se referían a la adivinación, a los pronósticos, son sueños visionarios, mientras que para Romualdo los sueños ‘na’ay’ venían a ser sólo eso, sueños, y por lo tanto se debatían entre el peligro de caer en el olvido y en la felicidad de alcanzarse. Aunque en U jo’op’éel wayak’. Pixan ‘Sueño quinto. El espíritu’, Feliciano escribe: A wolili’ ma’ ta dzáaj in ja’abile’e/ti’al in síijil sáansamal/yetel Yum K’iin ‘A propósito no me diste edad/para renacer día a día/con el Padre Sol, (...)), enseguida recurre en Ka’a wayak’. T’aan. ‘Sueño segundo. La Palabra’, como lo han hecho otros poetas, a la tradición cultural maya. En este poema, del que reproducimos unas estrofas, Feliciano Sánchez Chan recupera la definición que diera otro escritor maya contemporáneo, Jorge Cocom Pech, de que Ka siijil t’an ‘es el reencuentro del pasado con el presente de nuestras palabras’, pues se habla de siijil u t’aan como la voz nacida, pero también de u nikte’il le’ t’aan como palabras deshonestas –que pueden ser floridas–, de le yáax t’aan como la voz primera, de le úuchben t’aan como la palabra antigua, y de dzíibtmaj a t’aano’ como lo que has grabado con tu voz; en este último caso el autor prescinde de la palabra ts’al, grabar, y hace uso del sufijo –ma que unido al verbo dzib ‘escribir’ afirma más su acción para convertirla en acción de grabar. Ka’a wayak’ (T’aan)
Sueño Segundo (La Palabra)
Teen le jub siijil u t’aan ich k’áa’náab kin t’aan tu yóo’lal a paalalo’ in na’. (...)
Soy el caracol con voz nacida del mar que habla por voz de tus hijos madre. (...)
Teen le yáax t’aan molik le éedznak’o’ob ta pak’aj jo’olje te’ej úuchben t’aan chen ku ya’ala’al wa ku máan chúumuk áak’ab ma’ suunak a paal k’áaxo’o
Soy la voz primera que recoge los ecos que ayer sembraste en viejos caminos. Soy la palabra antigua que sólo se dice pasada la medianoche si tu hijo no retorna del monte.
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Francesc Ligorred Perramon Teen le jub úuchben u éedznak’ tu’ux a dzíibtmaj a t’aano’ in na’. Teen le jubo’.
Soy el caracol de ecos antiguos que has grabado con tu voz, madre. Soy el caracol.
En la poesía de Feliciano Sánchez Chan, ahora en los textos U kanp’éel wayak’. Sáasil. ‘Sueño Cuarto. La luz’ y U waxakp’éel wayak’. U Yaanal ‘Sueño sexto. La otredad’, reaparece el paralelismo semántico, acompañado ya sea de una paranomasia bajun ba’al/dzo’okbesa’al ‘Y la esperanza de lo que falta por hacer’ o de una aliteración bak’eltech/tzéentech ‘Carne/sustento’. En los versos que siguen resurge la esperanza fundamentada en la diferencia, en el orgullo, en el prestigio étnico como maya, como ser perteneciente a un pueblo con profundas raíces, con arduas e históricas pruebas de resistencia, pero con la firme convicción de revivir el presente. U Kanp’éel wayak’ (Sáasil)
Sueño cuarto (La Luz)
Teen in na’, u jach péeka’anil a paalal, ma’atech u chíikpajal in pe’ech’ak’ yóok’ol kaab, chen kuxtalo’ob Éedznak’tik in chíikul, ikil u máan k’iino’obe’ chen kin k’a’ajsa’al yetel bajun ba’al u bin u dz’okbesa’al. teen sáasil, teen sáasil, teen sáasil.
Soy madre, el más presto de tus hijos yo camino el mundo sin dejar huellas, sólo las vidas reflejan mi presencia, de un día a otro sólo quedan mis recuerdos y la esperanza de lo que falta por hacer. Soy la luz, soy la luz, soy la luz.
U waxakp’éel wayak’ (U yaanal)
Sueño sexto (La Otredad)
Teche’ biin a wojéelt sáamal le bej kin bisika chen u xiimbalil ti’al k-dzo’okbesiok le wayak’ kin kalaantika’ yetel ka’ u biso’on tu’ux bíin in bak’eltech yetel bíin un tzéentech.
Tu sabrás mañana que el camino que elijo’ es sólo un paso para que el sueño que prolijo nos lleve al sitio de origen dónde tú seas mi carne y yo tu sustento.
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2) Briceida Cuevas Cob, originaria de Tepakán (Campeche), es de seguro la mejor poeta maya-yukateka de la actualidad; autora de una antología U yok’ol auat pek’tí u kuxtal pek’ ‘El quejido del perro en su existencia’ (1995) y del libro Je’ bix K’in ‘Como el sol’ (1998), que le sirve para dibujar el ciclo de vida de la mujer maya desde el nacimiento de una hija hasta la muerte de una madre. Dividido en tres partes, A yaax tup ‘Tu primer arete’, Je’ bix K’in ‘Como el sol’, y U ok’om k’ay maya’ ko’lel ‘Canción triste de la mujer maya’, esta obra se abreva de principio a fin en la fuente del Tiempo circular de los mayas. En el primer poema A na’ ‘Tu madre’, se dice: Leti’e bin jel kaa’ síijik kun síijikech ‘Ella renacería con tu nacimiento’, y en uno de los últimos poemas U yalmaj xikín na’ x-Teul ti’ xTude ‘Consejo de doña Teodora a Gertrudis’, leemos: Ku k’ay tiólal u p’atik kex chen u jum u t’an/tiólal u p’íistal ti’ tumén u k’aam jum chaak kun manak k’in ‘Y canta para al menos dejar su voz/para que el paso del tiempo la repita/la estruendosa voz de la tormenta’. Y en el poema Yan a bin xook ‘Irás a la escuela’, que presentamos a continuación, Briceida Cuevas Cob se vale del recurso de la antítesis ku tal u yéemel a juntadz ol/ti’ xan ku bin u náakal u nojil a ch’íibal ‘Desciende tu sencillez/y asciende la grandeza de tu abolengo’, y muestra la seguridad, el arropamiento que da la tradición cultural maya, recordando a la escritura jeroglífica y sirviéndose de la bellísima metáfora del k’oben, el fogón de los mayas, verdadero centro no sólo del hogar familiar sino de todo el universo cultural maya, pues sus brasas, sus llamas, deben mantenerse encendidas –como así viene siendo– para que siempre haya luz y calor. Ya el poeta Abimael Chuk había recurrido al k’oben en su poema Ak’ab bej ‘Camino de noche’ (Saki/Valladolid 1993), escribiendo Tu t’abo’ob le k’obeno/mix bik’in ku tuupul ‘Encendieron el fogón/que nunca se apagará’; ahora Briceida sabe que el k’oben, esconde y refleja su alma y su voz, el alma y la voz del pueblo maya, Tumén k’oben u taakmaj junp’el neen tu chun u nak ‘Porque el fogón guarda en sus entrañas un espejo’. Yan a bin xook Teche yan a bin xook. Ma’ tun p’atakech poluech. Yan a tadzmansik u paakabil u najil taj muk’ólal tiólal a uoko ta uotoch ma’ tan a k’opik jolnaj. Le ken a paktabaj tu ich a laak’ bin a uil ti’ a maatzab, boox jul ch’íikil tu puksík’al luum, ku tal u yéemel a juntadz ol ti’ xan ku bin u náakal u nojil a ch’íibal. (...)
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Francesc Ligorred Perramon Ti’ a tunkuy bin a na’na’jo’ot u uoj dzib mamaiki luum, síis yétel k’in. (...) Teche yan a bin tu najil xook baale yan a sut ta taamaj, ta yalanaj, (...) Yan a suut ta yalanaj tumén ua’laan u paatech u k’anche’il tuux ka pak’ach uaj. Tumén k’oben u taakmaj junp’el neen tu chun u nak’. Junp’el neen tuux dzalal a pixán. Junp’el neen ku yauat paytikech yétel u jum u t’an u leedz jul.
Irás a la escuela Tú irás a la escuela. No serás cabeza hueca. Traspasarás el umbral de tu imaginación hasta adentrarte en tu propia casa sin tener que tocar la puerta. Y contemplándote en el rostro de tu semejante descubrirás que desde tus pestañas, flechas nocturnas prendidas en el corazón de la tierra, desciende tu sencillez y asciende la grandeza de tu abolengo. (...) De su calcañal descifrarás los jeroglíficos escritos por el polvo, el sol y la humedad. (...) Irás a la escuela pero volverás a tu casa, a tu cocina, (...) Volverás a tu cocina porque tu banco te espera. Porque el fogón guarda en sus entrañas un espejo. Un espejo en el que estampada se halla tu alma. Un espejo que te invoca con la voz de su resplandor.
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3) Finalmente se comenta el texto Noj Balam ‘El Grande Jaguar’ (1998) de Waldemar Noh Tzec, poeta de Calkiní (Campeche), con varios años de residencia en Chiapas y quién es por experiencia y por edad uno de los escritores maya-yukatekos más maduros de la actualidad. Junto al título del libro aparece otro: Tumben ik’tanil ti’ maya t’an ‘Nueva poesía en lengua maya’, y si bien estoy de acuerdo en que los textos de Waldemar pueden clasificarse como nueva poesía en lengua maya, quisiera recordar que esta novedad está cimentada sobre la base de una antigua y rica tradición literaria; digo esto porque debe repetirse, la literatura maya contemporánea no es una literatura de transición sino que es una literatura con tradición. Ahí estan los poemas del Noh Balam o aquellos del flechamiento en los oídos y en los ojos, Jul ichil xikín y Jul ich, que inevitablemente nos recuerdan la danza del arquero flechador X’okoot-Kay h’ppum-t-huul, de los mencionados Cantares de Dzitbalché, y todavía el poema Le j-k’in dzule ‘Aquel sacerdote advenedizo’ al cual «la doncella no entendió un poco la extraña lengua». Por ello, insisto, la literatura maya-yuka-teka actual, estos textos poéticos, son nuevos porque ahora los escribió Waldemar, pero son antiguos porque fueron escritos, siglo tras siglo, en la tradición histórica y cultural del pueblo maya. Es la fuerza de la tradición la que permite entender y enfrentar el presente a los mayas; en los poemas Tan in lískinba ‘Me estoy alistando’ y, sobre todo, en Chan kuchdzón ‘Soldadito’ queda grabada la sublevación de los hombres, de los silencios, de las palabras, a través de la boca, de la lengua, de la voz, del discurso. El poeta, el maya, en este caso un maya-yukateko en Chiapas, le dice al soldado mexicano, como si nada, sin violencia, con seguridad, otra vez, con prestigio étnico: tuux bin in jan uak’ in chi ‘dispararé mi boca’, tuux bin jan uach’ in t’an ‘desataré mi lenguaje’, tuux bin in jan uak’ in tzeek ‘tronaré con mi discurso’. Esta es la fuerza de la voz maya del poeta maya Waldemar Noh Tzec, tan sustantiva y tan sustancial; difrasismo singular reforzado por el carácter monosilábico de los morfemas mayas (chi, koj, uak’, kal, t’an, tzeek), que parece enlazar la lengua hablada con la lengua escrita, que parece mostrar la fuerza de la lengua maya frente a la minorización lingüística, una minorización lingüística que al no poder sustentarse en una minorización históricocultural lo hace a través de la marginación socioeconómica y política. Veamos el siguiente fragmento:
Chan kuchdzón (...) Chan kuchdzón jaj tu’n melenképech dzok a p’atik in man
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Francesc Ligorred Perramon dzok a p’atik in k’uchul ti le k’iuika u noj k’iuikil u kájal kolétoob tuux bin in jan uach’ in to’ tuux bin in jan uak’ in dzon (je u núkul le in dzona in chi in koj in uak’ in kal in t’an in tzeek) tuux bin in jan uach’ in chi tuux bin in jan uak’ in chi tuux bin in jan uach’ in koj tuux bin in jan uak’ in koj tuux bin in jan uach’ in uak’ tuux bin in jan uak’ in uak’ tuux bin in jan uach’ in t’an tuux bin in jan uak’ in t’an tuux bin in jan uach’ in tzeek tuux bin in jan uak’ in tzeek chan kuchdzón jaj tu’n ch’ópech bey bajé (letén k’abet a p’ilik a uich yétel u xau ch’uy tu tan k’in) mixjunten pakatnajech ichil in chi mix ichil in kal mixjunten xak’alnajech ichil in chi mix ichil in kal lebétik má ta kaxtaj u núkulil bátel ti ten lebétik má ta kaxtaj u núkulil in bátel (...)
Soldadito (...) soldadito de veras que eres tonto me dejaste pasar me permitiste llegar a esta plaza la plaza grande de la ciudad de los coletos donde enseguida desempacaré mis cosas
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donde de inmediato dispararé mi fusil (éstas son las municiones de mi fusil mi boca mi dentadura mi lengua mi garganta mi voz mi discurso) donde inmediatamente abriré mi boca dispararé mi boca daré tarascadas castañetearé soltaré mi lengua chasquearé mi lengua liberaré mi garganta tronaré mis cuerdas vocales desataré mi lenguaje haré truenos con mi lenguaje desamarraré mi discurso tronaré con mi discurso soldadito de veras que estás ciego como una tuza (por ello urge que te abra los ojos con sus garras el gavilán frente al sol) jamás miraste en mi boca ni en mi garganta jamás buscaste dentro de mi boca ni dentro de mi garganta por ello no encontraste armas de guerra en mí por ello no encontraste mis propias armas de guerra (...)
En los últimos versos del poema Jela’n uíniken ‘Soy un hombre diferente’ Waldemar muestra su manejo del difrasismo (o paralelismo); el texto puede enmarcarse en un grupo de poemas de amor en este caso veladamente dedicado a la u kichpan x-yókol in puksík’al ‘hermosa ladrona de mi corazón profundo’, pero se percibe, además de un sentimiento personal, una maravillosa definición poética de prestigio étnico: los mayas pueden o no pueden gustar a los otros, pero ellos sí se gustan a sí mismos tal como han sido, tal como son, tal como serán, y también
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les gusta hablar y escribir en su lengua. Hay pues una admisión y una admiración por la diferencia –al menos entre este grupo de intelectuales mayas contemporáneos–, pero no para situarse como pretenden ciertas corrientes coloniales en una posición humillante e inferior a la cual solamente se puede hacer frente con la integración, sino para eregirse, ante lo ajeno, como pueblo antiguo y como pueblo moderno.
Jela’n uíniken Mi ma’ ki utzén ta uich tumén jel’an in paktik pi’saas (...) mi ma’ ki utzén ta uich tumén badzendaz u tzótzel ák’ab tin pol tumén ma’ sabak xamach in nooch yétel in p’uuk tumén sátal u sakil pidz tin uót’el tumén k’as po’po’x sol dzalmuy in uich tumén kábal in bákel u kichpan x-yókol in puksík’al mi ma’ ki utzén ta uich tumén jela’n uíniken tumén jela’n maaken tumén jela’n in t’an tumén maya t’anen tumén maseualen.
Soy un hombre diferente quizá no te gusto porque miro diferente el alba (...) quizá no te gusto porque es lacia la cabellera de la noche en mi cabeza porque son comal sin tizne mis pómulos y mi barba porque no luyó la blancura del algodón en mi piel porque es fea y rugosa cáscara del zaramullo mi cara
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porque soy chaparro hermosa ladrona de mi corazón profundo quizá no te gusto porque soy un hombre diferente porque soy una persona diferente porque mi lengua es diferente porque soy mayahablante porque soy un indio.
Waldemar Noh Tzec eleva sus plegarias a Kichkelem Yum ‘Hermoso padre’ y a Kichpan na’ chun ‘Hermosa madre de origen’ desde tu chun u uooj in t’an ‘el cimiento de mis palabras’, desde tu chun u uooj in maya than ‘el cimiento de mi lengua maya’, desde tu chun in maya ch’íbal ‘desde el cimiento de mi linaje maya’; por eso el hermoso padre y la hermosa madre le inspiran su discurso, le escriben su lenguaje en la Ki’ t’an in noj mam ‘dulce lengua de los abuelos’, en la Ki’ t’an in noj mim ‘dulce lengua de las abuelas’. Hay un poema de Waldemar que lleva por título ¿Maaxech? ‘¿Quién eres?’, cuya respuesta no puede ser otra que aquella que diga que Waldemar es tradición, es porque es tradición, es poeta porque esta aquí en estos versos nuevos, será porque es tradición, tradición del linaje de Noj Balam ‘El Grande Jaguar’, es un jajal mak ‘hombre verdadero’, es un jajal uinik ‘humano verdadero’, y su máscara y su rostro son los del antiguo dzib ‘escritor’ maya y son los del xcriba maya y son los del pueblo maya actual. Después de haber leído los versos de Feliciano Sánchez Chan, de Briceida Cuevas Cob y de Waldemar Noh Tzec, y a pesar de no haber llevado el análisis de los recursos literarios a los tres niveles de la lengua (fónico-fonológico, morfosintáctico y léxico-semántico), puede resultar relativamente fácil deducir que esta poesía se recitará siempre porque siempre es el Tiempo de los mayas, y concluir que la poesía vendría a ser el género por excelencia de la literatura maya-yukateka si consideramos una estructura lingüística en la cual predominan los morfemas monosilábicos, la presencia de un lenguaje ritual, la armonía vocálica, los aspectos verbales y el recurso poético del difrasismo o paralelismo semántico. Si bien la prolongada influencia del castellano sobre la lengua maya, desde el siglo XVI, ha afectado su estructura sintáctica, en los niveles fonológicos y semánticos la lengua maya-yukateka conserva una gran consistencia e identidad; además, la expansión del castellano en la Península de Yucatán ha sido continua desde la conquista pero, como ya se ha dicho, apenas durante la segunda mitad del siglo XX alcanza a ser general en la población y lo hace a través de los centros de educación y los medios de comunicación. En el desarrollo sociocultural regional la poesía maya escrita juega un papel parecido al de las tradiciones orales; estas últimas siguen conser-
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vando un fuerte arraigo popular (leyendas, rezos, cuentos), pero la poesía escrita logra conjugar en sus versos aspectos de la tradición cultural y reivindicaciones étnicas. La poesía maya, Ik’tanil ich Maya t’an, aun siendo la de creaciones de autor y de resguardar cierto intimismo, es una poesía plural, comunitaria, popular, es la poesía de una lengua, de una literatura, de una cultura, de una tradición. Es una poesía que evoca las pasiones, los amores y los derechos humanos en su individualidad pero que no olvida nunca los derechos del pueblo maya, de ahí sus cantos a la naturaleza propia, de ahí sus referencias a unos mitos y a una historia milenaria, de ahí su deseo de recordar, de memorizar, su deseo de perdurar y de persistir. Bien lo expresó el poeta Waldemar Noh Tzec en el seminario Identidad Maya y Creación Intelectual, coordinado por la Dra. Natividad Gutiérrez (UNAM) y celebrado en la ciudad de Mérida (Yucatán) en el mes de junio de 1998, cuando dijo: «Podemos mostrar lo maya por la lengua; es nuestro escudo y nuestra arma. Nos protegemos y golpeamos. La literatura en lengua maya es una muestra de resistencia. Ahora defendemos nuestra identidad con la lengua escrita». Es pues la literatura maya-yukateka una literatura sabia porque sabio es su pasado, la sabiduría de los antiguos mayas que ha persistido ingeniosamente de forma sencilla y transparente en los versos de los mayas actuales, esos mayas llamados paradójicamente mestizos por los blancos yucatecos coloniales de ayer y de hoy. Los poetas mayas llenan con su lenguaje, con su lengua, un solo sincretismo, el de lo étnico y el de lo poético, en donde lo ajeno queda fuera, sincretismo de lo maya antiguo –pasado y futuro– con lo maya presente: las estelas y las computadoras, los centros cerimoniales y los hoteles de Cancún, la cacería de venado y las pizzas, la mayapax y el rock, los sacbes y las autopistas, los hipiles y los pantalones de mezclilla, la hach maya y el castellano y el inglés, (...). Por ello, la cultura maya-yukateka, con una fuerte identidad en la mayoría de los municipios peninsulares sabe que la creación poética propia puede frenar la expansión lingüística ajena, y los poetas mayas son conscientes de la necesidad de que la lengua maya tiene que seguir poniéndose en literatura, en poesía, como la música se pone en solfa, en partitura. La cultura maya-yukateka sabe que las influencias extranjeras impuestas de manera violenta durante la Conquista y la Colonia (castellano, alfabeto latino, evangelización), son en la actualidad impuestas de forma más veloz y extensiva (mexicanización, latinoamericanización, nueva evangelización, alfabetización, (...)); para hacerles frente, los mayas también lo saben, es necesaria mucha literatura, mucha literatura de compromiso, de un compromiso de amor que rebase el nivel lingüístico y llame a la resistencia, pues la resistencia poética maya es una tradición no exclusiva de la inspiración del escritor, sino sobre todo reflejo de la resistencia histórica y cultural del pueblo maya de la Península de Yucatán.
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III Estudios sobre los contactos de lenguas indígenas y el español en Austronesia
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El chabacano, un caso de relexificación del (proto-)criollo portugués Angela Bartens (Helsinki) Introducción Esta ponencia se propone solamente resumir algunos datos sobre el trasfondo sociohistórico del chabacano para luego pasar al esbozo de sus estructuras lingüísticas y finalmente formular unas conclusiones.
1. El trasfondo sociohistórico 1.1. ociohistoria: génesis del chabacano Portugal fue la primera nación europea en erigir un imperio colonial. La condición previa de ese proceso fue el fin de la Reconquista en Portugal en 1249/1250, casi dos siglos y medio antes que en España, lo que luego permitió la consolidación política y económica. Inicialmente, el afán de saber (sobre todo en la conocida escuela naval del príncipe Enrique el Navegante) y la mitigación de la sobrecarga de población también constituyeron posteriormente un motivo para los viajes de exploración1. Otros motivos posteriores fueron la continuación de la Reconquista fuera de Europa y la creación de relaciones comerciales. Después de un período relativamente corto, las dimensiones del mundo conocido aumentaron sensiblemente: tras el descubrimiento de Ceuta en 1415, los portu-
1.
En Portugal, la mitigación de la sobrecarga de población constituyó un motivo para la expansión colonial solamente durante el siglo XVI. Al iniciarse la expansión colonial de cada país (a mediados del siglo XV en Portugal y a fines del mismo en España), Portugal tenía una población de un millón de habitantes mientras que en España el número de habitantes ya ascendía a siete millones. Por consiguiente, la población en España siguió creciendo rápidamente mientras que en Portugal el crecimiento de población fue mucho más lento y después del siglo XVI ya no constituyó un motivo para la emigración. De facto, los portugueses tuvieron que encontrar medidas para asegurarse una población leal en las colonias ya que la emigración desde la madre patria no era suficiente para ello. Esa es la razón fundamental por la que Albuquerque, el gobernador de las colonias portuguesas en la India, fomentaba los matrimonios mixtos en el siglo XVII.
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gueses avanzaron rápidamente a lo largo de las costas africana, asiática y americana. Por ejemplo, los portugueses alcanzaron el Cabo de Buena Esperanza en 1487 y la Isla de Mozambique en 1498; en 1500, el portugués Pedro Álvares Cabral llegó al Brasil y en 1512, Francisco Serrão, a Ternate en la isla Halmahera, en las Molucas. En poco tiempo, estos sitios conquistados fueron convertidos en una red de factorías comerciales que llegó a su mayor extensión (del Brasil hasta el Extremo Oriente) en el siglo XVIII. Cuando los portugueses dejaron de ser el primer poder colonial, las demás naciones europeas, sobre todo los holandeses, se apoderaron de la infraestructura de los portugueses y conquistaron una factoría tras otra. En el caso que nos interesa aquí, el de Ternate de Molucas, los holandeses expulsaron a los portugueses en 1574, aunque finalmente fueron sustituidos por los españoles en 1606. Según los especialistas, sobre todo Whinnom (1956: 10), se puede resumir que el pidgin o criollo original de base léxica portuguesa, que se había formado como lengua de intercomunicación en Ternate de Molucas desde la instalación de los portugueses, se conservó durante el período holandés y fue relexificado solamente en dos generaciones al español por la mezcla de los criollohablantes con soldados españoles y mestizos mexicanos. Las pruebas de la existencia del criollo portugués son indirectas: hay documentos sobre la rivalidad entre el criollo portugués y el malayo en Indonesia oriental y en Yakarta hasta el siglo XVIII. El malayo, que al final sustituyó el criollo, todavía acusa la influencia del portugués. Frente a la amenaza continua de los holandeses y para prevenir una ofensiva del pirata chino Koxinga, a mediados del siglo XVII los españoles evacuaron a los habitantes de esa colonia a Manila en las Islas Filipinas. Allá surgió un conflicto con la población tagala local de manera que los colonizadores se redistribuyeron luego entre las colonias más pequeñas de Tanza, Ternate (de Filipinas), San Roque, Ermita y Cavite. La colonización actual de la isla de Mindanao tiene su origen en la reocupación de Zamboanga por los españoles en 1719. La génesis de las variedades más jóvenes habladas en la isla de Mindanao se postula no antes de la segunda mitad del siglo XIX. Además, hay diferencias bastante importantes entre las distintas variedades del chabacano, sobre todo las de la Bahía de Manila (caviteño y ternateño) donde la influencia austronésica proviene del tagalo2 y las variedades de la isla sureña de Mindanao (zamboangueño, davaueño y cotabateño) influidos por los idiomas de las Visayas, inicialmente por el hiligainon y después por el cebuano. Sin embargo, tienen estructuras léxicas y gramaticales
2.
El ermiteño se extinguió durante la Segunda Guerra Mundial.
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en común que han llevado a algunos especialistas a considerar las variedades del chabacano como un caso ejemplar para la sustentación de la hipótesis de monogénesis de todos los idiomas criollos de base léxica europea por relexificación a partir de un pidgin o criollo portugués. En efecto, el único período de fuerte presencia del español estándar en las Filipinas se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque el chabacano es fundamentalmente un criollo portugués relexificado por el español, la difusión componencial también es un modelo útil para tener en cuenta la variación dentro de lo que llamamos el continuo chabacano (cf. Bartens 1996). Sin embargo, para el propósito de esta presentación, las variedades del chabacano son tratadas como una sola lengua criolla, es decir, a menos que indiquemos que una estructura sea propia de una variedad particular, hablaremos del sistema fonológico, morfológico, etc., del chabacano.
1.2. Situación sociolingüística actual Como se ha indicado previamente, las variedades del chabacano se dividen entre las variedades de la Bahía de Manila y las variedades de la isla de Mindanao. Entre las primeras, el caviteño y el ternateño siguen siendo hablados por comunidades relativamente pequeñas. Entre las variedades del Mindanao, el cotabateño también es hablado por una comunidad relativamente pequeña. Hay opiniones divergentes sobre la cuestión de si el davaueño constituye una variedad criolla; y en caso afirmativo, si es una variedad distinta del zamboangueño o no (cf. Whinnom 1956: 15-17 y Lipski 1987: 39 a favor de estas hipótesis, y, Quilis 1992: 162, Quilis/Casado-Fresnillo 1992: 281, Riego de Dios 1979: 57 y John U. Wolff, comunicación personal, en contra). Actualmente, la variedad del chabacano que más hablantes tiene es el zamboangueño. Las estimaciones sobre el número de hablantes de las distintas variedades del chabacano varían bastante; aunque todas las variedades reunidas tienen aproximadamente 425.000 hablantes3. En los años sesenta, el zamboangueño fue utilizado como medio de instrucción en el aula (Grados 1-6). Hoy se emplea apenas como lengua auxiliar inoficial durante los primeros dos años. El chabacano es utilizado también en los medios de comunicación, sobre todo por las emisoras de radio, que transmiten casi exclusivamente en chabacano. Además, cumple el papel de lengua vehicular regional (Lipski 1987: 40, Reinecke et al. 1975: 210).
3.
Estimación sugerida por E. L. Romanillos en la discusión de la ponencia de Stephen Wurm durante el coloquio «Shedding Light on the Chabacano Language», del 19 al 20 de octubre 2000, Instituto Cervantes/Ateneo de Manila, Filipinas.
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El hecho de que un término peyorativo como «chabacano» haya sido escogido como glosónimo y sea utilizado por los propios hablantes no sorprende mucho en el contexto de las lenguas criollas4. Desafortunadamente no hay datos suficientes sobre las actitudes lingüísticas, los conflictos lingüísticos, etc., en la comunidad chabacanohablante.
2. Esbozo de la estructura lingüística del chabacano La presentación siguiente es una selección subjetiva de estructuras del chabacano que tiene por objeto exponer algunas particularidades de ese (grupo de) idioma(s). Para una apreciación más completa se deben consultar los títulos citados en la bibliografía.
2.1. Fonología El sistema fonológico del chabacano es resultado de los siguientes puntos: 1) búsqueda de un denominador común de los sistemas fonológicos del iberorrománico y de las lenguas austronésicas, es decir, el inventario que los dos grupos de lenguas tienen en común; 2) simplificación del sistema fonológico iberorrománico como ocurre en variedades del mismo que se pueden considerar periféricas por una u otra razón (variantes diatópicas, variedades de segunda lengua, etc.): /¥/ > [j, l], /θ, D/ > [s], /rr/ > [r]; 3) transferencia de fonemas de las lenguas austronésicas: los fonemas /N/ (también intervocálico)5 y /?/, la substitución del /f/ iberorrománico por [p]; 4) transferencia, probablemente reciente, del español: los fonemas /tS, ¥, ˆ/;
4.
5.
Papiamentu, el glosónimo del criollo de base léxica española y portuguesa de las Antillas Neerlandesas constituye un caso paralelo. Se trata de uno de los criollos que más ha sido promovido y que tiene una producción literaria impresionante. Cf. Quilis/Casado-Fresnillo (1992: 282) quienes, sin embargo, afirman que el /ˆ/ austronésico > [n] en chabacano.
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5) transferencia reciente del inglés: los fonemas /v, ¬/; 6) convergencia de factores diferentes, por ejemplo, la influencia del sub-/adstrato y el arcaismo, o una tendencia inherente del iberorrománico: /e, o/ > [i, u], /v/ > [b], /r/ > [l], /X / > [s]6. La variación entre las distintas variedades del chabacano y la inexistencia de una sinopsis en estudios especializados tienen como resultado que la presentación de tal sinopsis nos parezca desaconsejada en este lugar.
2.2. Morfosintaxis 2.2.1. El sintagma verbal El sistema TMA (referente a la expresión de las categorías verbales tiempo, modo y aspecto) es el componente de la gramática de las lenguas criollas en el que más se nota la ruptura de la transmisión de la lengua de superestrato europea: las categorías verbales son expresadas por partículas en su gran mayoría preverbales7. Además, el caso del chabacano constituye la prueba más obvia del hecho de que se trata de una relexificación del criollo portugués de la Indonesia oriental. Una sinopsis de ese mismo sistema del chabacano podría adoptar el aspecto que se muestra en el cuadro 1: La última construcción no parece haber sido gramaticalizada sino que la perífrasis iberorrománica acabar de se ha conservado íntegra. Conforme a la estructura típica de las lenguas criollas, las partículas TMA se combinan con una base verbal invariable derivada en la mayor parte de los casos
6. 7.
John U. Wolff considera (comunicación personal) que la influencia del español llevó a la incorporación tardía de los fonemas /e/ y /o/. Lo mismo se da en los criollos de base léxica no europea, por ejemplo en el sango. Conforme con una discusión reciente en el campo de los estudios criollos, la aplicación del término «lengua criolla» se restringe a las lenguas criollas de base léxica europea, es decir, cuando se habla de lenguas criollas, se hace sobre todo referencia a los criollos que tienen un superestrato inglés, francés, portugués, español o neerlandés.
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Cuadro 1: El sistema TMA del chabacano Construcción
Significado
Etimología
Ya + V
Pasado perfectivo
Ya
El/ay/de/di + V8
Modo irreal (futuro, condicional, finalidad)
Hay de
De ya + V/de + V + ya
Pasado del modo irreal
(ver arriba)
Ta + V
Aspecto durativo/progresivo
Está
Cabá de + V
Aspecto resultativo
Acabar de
(V = verbo; según Whinnom 1956: 290-295)
del infinitivo iberorrománico por la caída de la -r9. Como en los demás criollos de base iberorrománica, la base verbal de los verbos auxiliares y/o de alta frecuencia como querer, poder, tener, saber, deber y conocer, es derivada de la 3a pers. sg. pres. ind. act., o sea, de quiere, puede, tiene, sabe, debe y conoce. El imperativo se construye con la base verbal + pronombre personal pospuesto (1a) y el prohibitivo con la negación no + pronombre personal + base verbal (1b), por ejemplo: (1a) jablá tú conmigo ‘habla conmigo’ (Whinnom 1956: 26) (1b) no kitá cantá ‘no cantemos’ (Quilis 1992: 174) En general, ni la copula ser, ni el gerundio, ni la voz pasiva ni los verbos reflexivos iberorrománicos se han conservado en el chabacano. Eso también es un caso de convergencia de estructuras típicas de las lenguas criollas, y de las lenguas de sub-/adstrato del criollo portugués original y del chabacano. El participio pasado iberorrománico se ha conservado sobre todo en formas lexicalizadas. Sin embargo, el uso del gerundio español es corriente en el zamboangueño moderno donde existen formas como corriendo (Quilis 1992: 174)10.
8. En los criollos lusoasiáticos, el futuro se marca sobre todo con lo. La sustitución de lo por el hubiera podido ocurrir en el transcurso de la relexificación (John U. Wolff, comunicación personal). 9. El infinitivo español con -r se utiliza en frases idiomáticas como a ver (Lipski 1987: 45). 10. Y cf. también la incorporación de formas conjugadas del español como no sé en vez del chabacano no sabe yo como fenómeno de descriollización (Lipski 1987: 45). Sin embargo, Lipski (1987:
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Un caso de transferencia directa del adstrato en el chabacano zamboangueño y cotabateño es el uso del prefijo derivacional del hiligainon man- con verbos de origen austronésico e inglés, por ejemplo: (2) manalkansáhan ‘alcanzarse uno al otro’ (Riego de Dios 1979: 280)11; solamente el imperativo de los verbos de origen no iberorrománico se forma sin ese prefijo (Riego de Dios 1979: 279-280)12. El chabacano hace uso de la reiteración de la raíz verbal para intensificar el contenido del verbo, por ejemplo: (3) aserká-aserká ‘acercarse despacio/vacilando/paso por paso’ (Riego de Dios 1979: 282).
2.2.2. El sintagma nominal Se han conservado los artículos invariables el y un; el se puede reemplazar por el demonstrativo aquel. El número y el género nominal no se expresan morfológica sino léxicamente, por ejemplo añadiendo (p.ej. en hiligainon) m(an)ga ‘mucho’ o un numeral para expresar el plural (4a) y la palabra mujer para marcar el sexo femenino (4b), por ejemplo: (4a) mañga calamidad ‘las calamidades’ (Whinnom 1956: 51), (4b) el artista mujer ‘la artista’ (Quilis 1992: 165)13. Del mismo modo, los adjetivos iberorrománicos han sido tomados del léxico chabacano en su forma masculina ya que el masculino es percibido como la forma no marcada frente al femenino. El comparativo se forma de manera diferente en las distintas variedades del chabacano. Vamos a citar unos ejemplos de la comparación de los adjetivos en el
54) afirma que «la descriollización ‘fantasmagórica’ […] hacia la antigua lengua metropolitana, la cual ha dejado de existir en el ambiente en que habitan los criolloparlantes» en el fin del siglo XIX […] «no dio lugar a una verdadera descriollización» (Lipski 1987: 44). Son entonces responsables de esa ‘pseudo-descriollización’ (término nuestro) el clero, el magisterio, la radio, la prensa y los personajes políticos (Lipski 1987: 49). 11. El verbo alcanzar es obviamente de origen español. Nos parece que es tratado de la misma forma con raíces verbales de origen no español, ya que aparece con el sufijo recíproco -han. 12. Lipski (1987:43) plantea su uso original para formar verbos de nombres visayos y españoles; según él, el uso de cualquier palabra inglesa es reciente. 13. La marcación del plural y del género nominal por flexión nominal deben ser considerados como fenómenos de descriollización (Lipski 1987: 47).
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zamboangueño donde la influencia reciente del adstrato, sobre todo del hiligainon, es importante ((5a) y (5b) son ejemplos del superlativo absoluto, (5c) del comparativo de igualdad del chabacano zamboangueño): (5a) grande-grande gayot ‘grandísimo’ (5b) el comida bien rico gayot ‘la comida es riquísima’ (5c) tu hermano bien alto cuntigo ‘tu hermano es tan alto como tú’ (Quilis 1992: 167-168). Por la misma razón, el zamboangueño ha incorporado elementos del hiligainon en su sistema pronominal. Cf. el plural del paradigma nominativo de los pronombres personales: (6a) kitá ‘1a pers. pl. incl.’, kamí/kamé ‘1a pers. pl. excl.’, kamó ‘2a pers. pl.’, silá ‘3a pers. pl.’ (Whinnom 1956: 88, Quilis 1992: 169). El paradigma de los pronombres personales oblicuos correspondientes, también prestados al hiligainon, es quizás aún más interesante porque en chabacano, el enlace del objeto acusativo se hace mediante la preposición con como en el criollo portugués de Macao y que estas formas se pronuncien [konaton, konamon] etc.: (6b) kanaton ‘1a pers. pl. incl.’ kanamon ‘1a pers. pl. excl.’ kaniño ‘2a pers. pl.’ kanila ‘3a pers. pl.’ (Whinnom 1956: 88, Schuchardt 1883: 133)14.
2.2.3. Otros elementos de la frase Supuestamente por influencia de las lenguas austronésicas, el chabacano no hace una distinción morfológica entre adjetivos y adverbios, por ejemplo: (7a) caminá chiquitito ‘caminar con pasos cortos’ (Whinnom 1956: 85, Quilis 1992: 176); Este fenómeno también ocurre en muchísimas lenguas criollas e incluso en variedades no estándares de varias lenguas como el inglés y el español.
14. Como fenómenos de descriollización se observan también los pronombres ustedes, vosotros y tú y en radioemisiones además vuestro/-a (Lipski 1987: 46-47).
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Por otro lado, muchos adverbios y frases adverbiales iberorrománicos se han conservado, por ejemplo: (7b) agora/ahora, ayer, ansina, a la buena de Dios, de repente, en menos que canta un gallo (…) (Quilis 1992: 176-177). Entre los adverbios de afirmación y de negación, llama la atención la negación, que es común al tagalo, al hiligainon, al zamboangueño y al cotabateño (7c) [hende?] ‘no’. Las preposiciones y las conjunciones son esencialmente las mismas que en las lenguas iberorrománicas15. Sin embargo, hay que señalar dos elementos que han sido citados para apoyar la hipótesis de la monogénesis de los criollos (de base iberorrománica) a partir de un pidgin portugués: la preposición locativa na y la conjunción masque/ maskin ‘aunque’. 2.2.4. Orden de los constituyentes Posiblemente por influencia de las lenguas austronésicas, el sujeto se puede posponer al verbo, por ejemplo: (8) Ya consolá con ele el cura. ‘El cura la consoló’ (Whinnom 1956: 26). Hay ciertos antecedentes para eso en español, mientras el orden de palabras canónico de la gran mayoría de los criollos de base lexical europea es SVO, hecho que obviamente tiene que ver con las lenguas en contacto. 2.3. Léxico A pesar de la variación inherente al chabacano, no se trata de un léxico mínimo sumamente restringido, sino que el léxico de cada variedad es constituido por 5.000-10.000 palabras según Whinnom (1956: 111-112). Si es verdad que el chabacano es el antiguo criollo portugués de la Indonesia oriental relexificado al español, sorprende la pequeña cantidad de palabras que éste tiene en común con los otros criollos asiáticos de base portuguesa: el pronombre personal de la 3a pers. sg. ele, la preposición na, la conjunción masque ‘aunque’, dale ‘dar’, cosa ‘qué’, quilaya ‘cómo’, agora ‘ahora’, ansina ‘así’16.
15. Cf. Quilis/Casado-Fresnillo (1992: 286) quienes, al contrario, afirman que en el zamboangueño existen solamente las preposiciones de y na, «posiblemente de origen portugués». 16. Los últimos tres ejemplos también hacían parte del español antiguo. Hoy en día es difícil distinguir entre léxico inequivocadamente portugués y español pues las palabras comunes entre las dos lenguas iberorrománicas son muy frecuentes.
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Sobreviven unos pocos mexicanismos como zacate, reminiscencia de los soldados mexicanos traídos a las Molucas y luego a las Islas Filipinas (cf. arriba). Quilis (1992: 179-183) ha intentado calcular el porcentaje del léxico chabacano que tiene su origen en las lenguas de adstrato filipinas, sobre todo del tagalo, hiligainon y las demás lenguas de las Visayas. Según él, varía entre el 6% en el caviteño y el ermitaño y el 17,5% en el cotabateño. La cifra del zamboangueño se sitúa con el 13,7% entre los dos anteriores (cf. Quilis/Casado-Fresnillo 1992: 286). Los últimos son porcentajes muy altos para una lengua criolla; cf. el tok pisin de Papua Nueva Guinea que tiene aproximadamente 20% de léxico adstratal. El papel de las lenguas de adstrato en el léxico del chabacano es aún más grande cuando se consideran los calcos que son obviamente más difíciles de estudiar que los préstamos. El hecho de que por ejemplo parte del vocabulario del parentesco sea de origen austronésico demuestra cuan profunda ha sido la influencia sobre el léxico del chabacano (cf. Molony 1977). Últimamente el chabacano también ha incorporado algunos vocablos ingleses. Lipski (1987: 42) distingue cuatro capas lexicales subsecuentes al criollo primitivo en el zamboangueño: 1) español; 2) visaya; 3) español; 4) inglés17.
3. Conclusiones En esta ponencia, hemos tratado, a partir de los estudios existentes, de esbozar a grosso modo el trasfondo sociohistórico y la estructura de las variedades del chabacano y esperamos que haya permitido la apreciación de algunas de sus particularidades. Fundamentalmente se trata de un criollo de base léxica portuguesa traído de Indonesia oriental a mediados del siglo XVII y que ya antes de ese desplazamiento había sido relexificado al español. Además de las influencias de las lenguas de substrato originales del criollo portugués, el chabacano ha recibido la influencia de las lenguas de adstrato filipinas durante aproximadamente doscientos años de manera que la difusión componencial también parece un modelo adecuado para dar cuenta de la génesis de este conjunto de variedades.
17. En el curso de la pseudo-descriollización a fines del siglo XIX (cf. nota 9), palabras españolas como pequeño reemplazaron a palabras chabacanas como diutay, chiquito (Lipski 1987: 47). «[…] la mayoría de los actuales préstamos léxicos en el dialecto zamboangueño provienen del inglés; existe, sin embargo, una consciencia general de las estructuras fonotácticas y morfológicas del español, especialmente en la comunidad intelectual, profesional y entre los agentes de los medios masivos de comunicación» (Lipski 1987: 48).
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Desafortunadamente el chabacano no se conoce lo suficiente en la lingüística fuera de las Filipinas. Hay que esperar que eso cambie porque constituye un caso particular entre las lenguas criollas y su conocimiento podría contribuir al conocimiento sobre las situaciones y los resultados del contacto lingüístico en general.
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The Influence of Spanish on Tagalog John U. Wolff (Cornell) Spanish Summary En esta investigación abordo la cuestión del carácter del contacto existente entre el mundo hispánico y el filipino por medio de un estudio de los préstamos españoles al tagalo. Esos préstamos, palabras y locuciones españoles que han sido apropiados por el tagalo, sirven como medida de la profundidad y el alcance de dicho contacto. Un estudio de ellos proporciona una respuesta a la pregunta de cómo fue la influencia de la civilización hispánica sobre la civilización filipina: ¿abrumadora y de una profundidad inconmensurable o fue grande en alcance pero superficial en efecto? Se pueden defender ambas respuestas. En este artículo voy a plantear los datos que nos permiten responder en un sentido o en otro. El español tuvo una influencia considerable en la lengua tagala, reflejándose en una capa cultural de grandes dimensiones tanto en las instituciones culturales y religiosas como también en la vida técnica y en los accesorios personales que caracterizan la vida cotidiana –comida, ropa, vivienda, juegos y diversiones, e incluso literatura por citar algunos ejemplos. La influencia hispánica es omnipresente, y pocas son las manifestaciones de la vida cotidiana y de los sucesos del ciclo vital filipino cuyo aspecto superficial no haya cambiado totalmente como resultado del contacto hispánico, lo cual se refleja en la lengua tagala. Sin embargo, esa penetración no fue profunda –en ningún sentido las Filipinas llegaron a ser una nación hispánica. Las instituciones tenían formas hispánicas y nombres provenientes del español, pero con relación al contenido, fueron reinterpretadas con contenido filipino. La lengua refleja esa reinterpretación: las palabras y locuciones españolas fueron tagalizadas en contenido semántico, en estructura gramatical, y en gran medida en su forma fonológica. La fonología tagala indudablemente cambió como resultado del contacto, pero no lo hizo de manera drástica: las innovaciones resultantes fueron semejantes en tipo y profundidad a las innovaciones en la lengua inglesa resultantes del contacto por ejemplo con el francés, y esos cambios no manifiestan una reestructuración profunda u omnipresente de la fonología.
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Una investigación sobre el carácter de los préstamos tagalos provenientes del español discubre indicios de la presencia en la comunidad tagalohablante de un grupo bilingüe que empleaba el español como código social –lo que quiere decir que el español funcionaba para marcar el contexto social e indicar el status social de la persona que hablaba. El hecho de que estas palabras y locuciones de origen hispánico tengan una forma tagalizada es una indicación de la existencia de ese segmento hispanohablante en la comunidad tagala. Sin duda, ese código hispánico no era el español oficial ni un español parecido a la lengua que se usa en otras partes del mundo hispánico. Suponiendo que el uso de las lenguas actualmente sigue la pauta del pasado, podemos decir que ese código hispánico tenía un carácter parecido al inglés que se usa actualmente en la comunidad tagalohablante. Eso es el carácter de la lengua entrelazada que se llama actualmente el «taglish» que está compuesta del inglés entrelazado con el tagalo, de la cual doy un ejemplo en el apéndice. La causa del desarrollo de ese código se explica por la necesidad de un sector de la comunidad de distinguirse del resto. Su uso sirve típicamente como indicación de pertenencia a un grupo escogido (una raza, etnia, o clase superior a los otros). La existencia de un código de ese carácter entrelazado explica más claramente no sólo la existencia en el tagalo actual de locuciones de origen español muy frecuentes y prominentes sino también el uso de manera productiva de características lingüísticas del español.
0. Introduction In this paper I would like to study what the influence of the Spanish language on Tagalog can tell us about the nature of the contact between the Filipinos and the Spaniards and find some way of measuring or putting into words the degree and quality of the penetration of European civilization on Tagalog culture. It is clear that the influence of Spanish on Tagalog was huge. The Spaniards came to the Tagalog lands, directly or via the New World, and their mission was, as the Spanish government justified it to herself, to bring her Christianity a la Spain to the natives. Individuals, of course, often came to the islands with less noble intentions. As a result there was no segment of the Tagalog population which was not reached by this contact and no area of thought or behavior which was left untouched. Certainly Spain and Spanish culture did not remain uninfluenced by her contact with the Filipinos, but here I will confine myself to the changes which the Tagalogs themselves underwent. Although in this paper I am going to deal only with Tagalog, I could state provisionally on the basis of shallow and quick overviews that the Tagalog case is paradigmatic for all the lowland Christian groups. It may have taken some centuries for Spanish influence to penetrate the
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remotest and most isolated of the Christian groups, but it seems to be the case that the Spanish penetration and influence was very much of the same quality and degree in all areas. In short, my study here for Tagalog can be replicated for any one of the sixty or seventy other Christian linguistic groups in the Philippines with very similar results. Another issue which must be faced is the origin of the Spanish influence. My view is that the influence was direct from the Spanish speakers who came to the Philippines (from Spain and also from the New World), and that the existing evidence shows clearly that Hispanic linguistic influence was not mediated by Spanish Creoles of Portuguese origin –the well-known Chabacanos, which were and still are spoken and are in contact with Tagalog, for there is no evidence that the Chabacano speakers had influence of any sort on Tagalog or any of the other lowland Filipino languages. The influence came directly from Spain or Latin America and was mediated by the immigrants to the Philippines who occupied commanding positions economically, politically, and culturally. Of course not all Spanish loans come from peninsular Spanish. Some of the words refer to items which come from the New World, especially Mexico, and of course words from the Peninsula may well have been introduced by immigrants from the New World and not from Spain.
1. What do the loan forms show about the areas of contact? A glance at a Tagalog dictionary or a look at a running text with words of Spanish origin marked is convincing evidence of an overwhelming influx of Spanish forms1. A Tagalog of the sixteenth century would not be able to understand the current language, although the language itself (I mean the grammatical structure and even the basic phonology) has remained remarkably stable over the past four centuries, and texts produced in the earliest years of the contact have little in them
1.
On the basis of Wolff (1972) I estimate by a count of a sample number of entries that some 10% of the dictionary entries in Cebuano are of Spanish provenience, and a rather similar figure would result for Tagalog. Although the words of Spanish provenience are not the same in the two languages by any means, a fairly close comparison of two dictionaries produced in the last 30 years listed in the bibliography indicates little difference in percentage of words of Spanish provenience in the two languages. This is a much smaller percentage of forms than is cited by other authorities for Spanish loanwords in languages of the Philippines. I suspect that the difference results from the sources: whereas other authorities have used dictionaries of around 8,000 items to count Spanish borrowings, my estimates are based on a dictionary with 50 thousand entries. In dictionaries of a small number of entries the percentage of items derived from Spanish is bound to be larger.
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that is not perfectly normal nowadays. No doubt the lexicon has changed considerably –the adoption of literally thousands of words of Hispanic provenience has surely lead to the falling into disuse of a considerable portion of the Tagalog vocabulary, as the comparison of the earliest Tagalog dictionaries with dictionaries produced in this century would readily indicate. However, I can find no change in the syntax and morphology which arose from Spanish influence, and although phonology is changed, it is not changed in a fundamental and overwhelming way2. In that respect Tagalog seems to have changed less over the past four hundred years than, say, English. The range of semantic domains in which Tagalog has borrowed from Spanish is absolutely huge. There is little in the intellectual, social, material, or spiritual realm which has not taken on an overlay of Spanish-derived forms. To what extent this vocabulary represents an overlay and to what extent it is a matter of deep penetration overcoming native forms is a matter which we will address shortly. For now I just list a few examples. They can be multiplied tenfold or even up to a hundred-fold. The most overwhelming and obvious influence is in religion, church, and ceremonies having to do with Christianity. I say most obviously because the primary mission of the colonization was Christianization, and Christianity marked life in a profound way. Examples are: iglésia ‘church’, baptisteryo ‘baptismal font’, beatifikasyón ‘beatification’. Many of them are important and commonplace events connected with religion: bóda ‘marriage’, benediksiyón ‘blessing’, absolusyón ‘absolution’, and of course, utensils and clothing used in Christian ceremonies: ábito ‘(nun’s) habit’, alba ‘alb’, áras ‘coins given by bridegroom to the bride during the ceremony’, asáhas ‘orange blossoms the bride wears in her hair’ (Spanish azahas ‘orange blossoms’), ataúd ‘coffin’, bitrína ‘glass covering for statue of saint’. Many of many dozens of forms have entered into the register of everyday language (see §2, below). In the over 300 years of Spanish colonization the governmental, civic, and military structures were dominated by the Spaniards, and in these domains, as well, we find words almost exclusively of Spanish origin. Governmental forms: bóto ‘vote’, burukrásya ‘bureaucracy’, asambléa ‘assembly’, aransél ‘customs
2.
I would submit that the influence of Spanish on Tagalog phonology is about comparable in extent and depth to the influence of French on English phonology. (1) There have been some changes in stress patterns: it is now possible to have a long vowel in a closed penult of the type sérmon ‘preach’, which in native pre-hispanic forms did not occur; (2) /e/ and /o/ which could only occur in open syllables natively (having originated in the diphthongs /ay/ and /aw/) now also occur in closed syllables; and (3) [r], which in native words occurs only in intervocalic position and as an allophone of /d/, now is a contrastive element –i.e., has phonemic status, and is free to occur anywhere; (4) consonant clusters with /r/ have been added to the inventory.
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duties’; civic appurtenances: busón ‘letter box’, bombéro ‘fireman’, bangkéta ‘sidewalk’, baryó ‘part of town’; civic actions: boykotéo ‘boycott’, rekísa ‘officially inspect’; legal terms: akta ‘minutes’, abíso ‘notification’, akusádo ‘accused in a case’, bista ‘case, hearing’; military terms: asaláto ‘assault’, bála ‘bullet’, balwárte ‘bulwark’, bandéra/bandílaq ‘flag’; maritime terms: ángkla ‘anchor’, babór ‘porthole’, baradéro ‘drydock’. Again some of these terms moved into the ordinary vocabulary from their official, bureaucratic domains (see §2, below). The Spanish also brought modernization and technical changes. Words for school, learning, science, technical inventions (but of course not the inventions and developments of the last sixty or seventy years, which take their terminology from English): abilidád ‘skill, dexterity’, angguló ‘angle’, asignatúra ‘course in a university’, apéndise ‘appendix of a book’, bérso ‘verse’; medicine and body parts medically considered: báso ‘spleen’, artérya ‘artery’, bentón ‘cupping glass’, bénda ‘bandage’; technical vocabulary and utensils: aparáto ‘aparatus’, aberyá/abería ‘breakdown’, andén ‘platform in train station’, brótsa ‘paint brush’; construction and house types or parts of houses: baldósa ‘tile’, bányo ‘bathroom’, banyéra ‘handrail’, biságra ‘hinge’, bérhas ‘grill, iron bars for gates’. This includes items of everyday use in the household and agricultural items which were introduced after the coming of the Europeans: baldé ‘pail’, bahílya ‘set of dishes’, bebéro ‘bib’, bastidór ‘embroidery hoop’, bóte ‘bottle’, aspilí ‘pin’. The agricultural terms are of especial interest, as they point to new farming techniques introduced as the population changed from swidden farming to more settled methods of agriculture: aráro ‘plow’, asáda ‘hoe’, bangkál ‘terrace’. Connected with these agricultural terms are the terms having to do with horses and other animals which were introduced or became widespread after the arrival of the Spanish: kabáyoq ‘horse’, bokadúra ‘bridle’, batikóla ‘crupper’, báka ‘cow’, bisíro ‘young calf’, buwéy ‘ox’. The use of Spanish forms for geographical terms also comes from Spanish as the language of bureaucracy, modernization, and learning: Aprika ‘Africa’, Atlántiko ‘Atlantic’, atmospéra ‘atmosphere’, bulkán ‘volcano’. Spanish influence penetrated into many aspects of daily life. Items of dress and fashions were based on Spanish models, and the vocabulary reflects this: abaníko ‘fan (of the type carried as part of dress)’, bastón ‘walking cane’, bainíka ‘hem stitching’, bulsá ‘pocket’, sapátos ‘shoes’, abrígo ‘coat’. This use can account for the introduction of color terms: asúl ‘blue’, rósas ‘pink’, bérde ‘green’, although some color terms come from descriptions of animals abelyána ‘tan’, báyo ‘bay (color)’. Furniture, foods and trinkets also were influenced by Spanish tastes, and new things were introduced with their Spanish names –furniture: aparadór ‘sideboard, wardrobe’, atríl ‘music stand’, abrasadór ‘pillow for the leg’, byúmbo ‘folding screen’; foods: arína ‘flour’, arníbal ‘syrop’, aroskáldo ‘rice soup’, adóbo ‘marinated
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meat’, asúkal ‘cane sugar’, bíno ‘wine’, bitsuwélas ‘imported kinds of beans’, bakaláw ‘codfish’; trinkets: arupél ‘tinsel’, abalóryo ‘glass beads’, hóyas ‘jewelry’, brilyánte, solitáryo, diya-mánte ‘diamonds’. The motivation for borrowing Spanish terms for ornamental plants probably is connected with this domain: asuséna ‘white lily’, dáma de nótse ‘night-blooming jasmine’. Other introduced substances or materials also borrow their Spanish names: brónse ‘bronze’, asupre ‘sulfur’, atóle ‘paste from flour and water’ (of Mexican origin). Games, amusements, theater, and music were all influenced by Spanish models, and of course technical items in carrying out the activities in this realm are of Spanish origin: bóla ‘ball’, boladór ‘kite’; music: akompanyadór ‘accompaniest’, akórde ‘chord’, bómbo ‘drum’, bokadúra ‘mouthpiece’, bánda ‘band (of musicians)’; theater: entabládo ‘stage’, aktór ‘actor (in play)’, artísta ‘performer’, aklamasyón ‘acclamation’; games: balása ‘shuffle playing cards’, baráha ‘playing cards’, hwégo de anilyo ‘game with a ring’. Business, commerce, and manufacturing activities were expanded and changed in fundamental ways and this is reflected in the vocabulary: alkilá ‘rent’, arénda ‘let, lease’, bangkaróta ‘bankrupt’, balór ‘value’, antisípo ‘advance payment’, bálido ‘valid’, bále ‘worth, note’, merkádo, paléngke ‘market’, botíka ‘pharmacy’, bodéga ‘warehouse’; from the domain of manufacturing: bagáso ‘bagasse’, bagón ‘wagon, van, cart’. The names of occupations and related words associated with these new activities are also taken from Spanish: aparatísta ‘operator’, apréndis ‘apprentice’, aplikasyón ‘job application’. With the coming of Spaniards new ways of organizing society were introduced –new types of social events, new types of social classifications: bríndis ‘toast’, bupé ‘way of serving food’, apelyído ‘family name’, báyle ‘ball, European type dance’, biskónde ‘vicount’, ránggo ‘rank’, aristókrata ‘aristocrat’, donsélya ‘virgin, untouched woman’, desgrasyáda ‘disgraced woman’. Occupations which came into being from changes in life styles are also of Spanish origin: barbéro ‘barber’, barbérya ‘barber shop’. Of course, not all of these items were entirely new introductions. In many cases there were similar things existing in the Philippines prior to the arrival of the Spaniards, but the Spanish introduced ways of looking at these items or using them such that they were felt to be something new. Thus the Filipinos probably already knew footgear, but it was something different from the Spanish zapatos; they had sugar cane for which there is a root tubó of perfectly good Austronesian etymology, but refined sugar came in with the Spanish, and for this they borrow the Spanish azúcar; they had toddy very similar to wine, but the Spanish vino was rather different; they had native boats, but nothing like the Spanish barco, and their anchors where different from the Spanish ancla. Rattan associated with
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Spanish-style furniture is called by a Spanish derived name, behúko, but there are numerous names of native origin for rattan as well. The prestige which Spanish enjoyed is a motivation for borrowing, as we shall see repeatedly in the succeeding sections. The belief that naming a child after the saint of its day of birth is good luck, and the prestige which Spanish enjoyed accounts for the predominance of given names in Spanish form. Family names were often assigned by the Church, and such names were of Spanish origin. The prestige of Spanish also accounts for terms of relations of Spanish origin: tíyo ‘uncle’, etc. In fact, the introduction of Spanish terms in certain domains demonstrates the extent to which Spanish influenced ways of thinking and acting. Expressions of time are taken directly from Spanish and taking account of the time is an activity or way of thinking introduced by the Spaniards. Months, days of the week, and years are expressed in forms derived from Spanish. The answer to questions of age can be in a form borrowed from Spanish, e.g., tres ányos ‘three years’. Counting for twenty and above is in numbers borrowed from Spanish. These are ways of thinking about things which were introduced by the Spaniards. The numbers for prices come from the use of Spanish in the realm of commercial activities.
2. Spanish loan forms in everyday domains Quantitively the influence is overwhelming, but these forms have mostly clearly come into Tagalog via cultural contact of a fairly superficial sort –the kind of loan words which are often referred to as «learned borrowings». They refer to things people had and things which one could see, but not to the way people think, the values which they had, and the way they understood the institutions which regulated their lives. As Vicente Rafael (1993) points out, the Filipinos understood Spanish religion and institutions in ways that were rather different from the way the Spanish conceived of them, and for three hundred years communication was what has been termed «cross-talk», where each side thinks that it understands the other, but in fact each side is talking in its own world. This is not to say that the borrowed vocabulary is entirely of the kind which is termed «learned borrowings». Clearly much of it is in everyday realms. Many of these forms are learned borrowings which have entered into everyday domains –where metaphorical extensions, humorous usage, and euphemistic purposes provided the motivation for the spread. In many cases the Spanish had a broader meaning than the Tagalog borrowing, but through contact with Spanish the Tagalog form broadened the meaning to cover much of the range of Spanish. What I mean to
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say, is that existence of borrowings with meanings from everyday domains is explained in many cases by the fact that these forms were originally borrowed in specialized domains and then extended their meanings to everyday domains often under the influence of the range of meanings which the term had in Spanish. Here are some examples: from religion: bisíta ‘visiting a shrine’ comes to mean ‘visit’ in general; bída now means ‘converse’, which is a verbal form of the noun bída ‘story’. The notion of story comes from the original importation of the form bída meaning ‘the lives of the saints’ from Spanish vida ‘life’; from the legal domain: bista ‘court case or hearing’ comes to mean ‘view’ in general; blangko ‘form to fill out’ comes to mean ‘blank in general’. From military domains: rápido originally means ‘hail of bullets or volley’ but moves from the military realm to other domains meaning ‘rapid’; resérba basically means ‘military reserves’ but comes to refer to anything extra. From transportation: bwélta ‘return ticket’ comes to mean ‘turn around in general’; from commerce: bensído ‘due and payable’ comes to mean ‘subdued’; from the civic domain: bihilánte ‘member of the vigilance committee’ comes to mean ‘vigilant’. An example of the role of humor in spreading the meaning of learned borrowings to everyday domains: retáso ‘remnants in sewing’ comes to refer to one’s offspring. The examples provided are only a small sample of the total number of citations possible, and the picture begins to emerge of a penetration deeper than just the surface; for the spread of technical terms to everyday domains under the influence of the range of meanings which the original Spanish form had can only have taken place if Spanish was alive in the community –not only that there were Spanish speakers with whom the Tagalogs came into contact (as of course we know from other sources) but that there was an influential segment of the Tagalog community who knew Spanish well. No doubt they used Spanish regularly in dealing with Spanish speakers, but they may well have used Spanish among themselves as well. We have more to say shortly about the form of the Spanish used by Tagalog speakers.
3. Evidence that Spanish was a «code» in the Tagalog speech community In addition to the spread of specialized forms into everyday domains there is a fair amount of other evidence which we may adduce to indicate that some of the members (influential members) of the Tagalog speech community were bilingual in Tagalog and Spanish (or Spanish of a certain kind). To be more accurate: there was a group of Tagalog speakers in Spanish times for whom Spanish was a code –that is, a variety of language which is used in everyday situations and which has a function in creating social structure (defining the status of the participants in the
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conversation, the setting, or the key or tone of the discourse), much as English now is in the present-day Philippines. The evidence for this consists of examples of penetration of Spanish into Tagalog deeper than the surface. Let us look at some of this evidence. First is the nativization of Spanish derivational forms, which rarely deviate in their semantics from the Spanish models, an indication of their original introduction from Tagalogs who spoke Spanish well: -ádo, -éro, -áble, -dór, -ísta, -ílyo, -íta, -óso. These affixes are not necessarily confined to roots of Spanish provenience, but may be applied to words of Tagalog provenience as well, and the affixed form to a Spanish root may well not occur in Spanish. In other words, Tagalog uses these affixes as productive formations in Tagalog. Examples are as follows. Many of these are not Spanish roots, and many others are Spanish roots but do not occur in Spanish with those affixes: -ádo: bistádo ‘obvious’, borádo ‘clogged’, apurádo ‘in a hurry’, aregládo ‘arranged’; -dór: adoradór ‘one who worships’; -áble: bailáble ‘danceable (music)’; -éro: abuséro ‘abusive’, boksingéro ‘boxer’, butangéro ‘goon’, bangkéro ‘boatman’; -ísta: bisiklísta ‘bicyclist’, bombísta ‘drummer’; -ílyo: baratílyo ‘sale’, binatílyo ‘young preadolescent boy’; -íta: dalagíta ‘preadolescent girl’, bandaréta ‘pennant’. Not all of the derived forms have the affixes used in their Spanish meanings: bandehádo ‘large platter’ (Spanish bandeja ‘platter’), abusádo ‘abusive’ (Spanish abusado ‘abused’). As in Spanish, these affixes form words which describe as well as nouns which refer to persons. The affixes -ádo and -éro are sometimes (but not always) changed to -áda and -éra respectively to refer to females: burdadéra ‘embroidery woman’, tarantáda ‘nervous (woman)’. This list gives only a small sample of the total number of forms with these affixes. Clearly they were productive. There was a special nuance which the forms with the Spanish-derived affixes had in common with each other which has its origins in the domains or contexts in which they were typically used, and this colors the meaning of the affixes to the extent that they come to have a different shade of meaning from the native analogues. This accounts for their productivity, and most (but not all) of the cases which occur with these affixes share in that nuance. But although these affixes are productive, they do not in any way compete with native affixation. Tagalog is very much agglutinative in type, in that all roots of a certain group are subject to the affixations which characterize the group. This is not the case of the affixes of Spanish origin. They are confined to specific forms, and although new forms have been created historically, these affixes are not like the native affixes which can be added to all roots of given classes. Another example of a process of penetration to a degree deeper than the surface is in forms originating from Spanish which cannot be termed «learned
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borrowings» in the sense of those above. One way, and probably the best way, to account for their presence in Tagalog is by a hypothesis that holds Spanish or a kind of Spanish to have been a code among some influential members of the Tagalog speech community. These items refer to everyday matters for which perfectly good native forms exist or must have existed. Unlike the forms from everyday domains which result from the extension of the meaning of learned borrowings, these are in no apparent way derived by the extension of the basic meaning of «learned borrowings». My thesis is that their penetration into Tagalog is a good indication that Spanish (or some kind of Spanish-type code, as we will discuss shortly) was indeed a code among some segment of the Tagalog speech community, and this segment was influential. Many of these forms refer to personal characteristics, mostly negative. Several speculations may be adduced to explain why negative personal characteristics should be referred to by a word of Spanish origin rather than by a native form. One explanation is that Spanish forms are a way of indirection (a virtue in present-day Filipino culture and no doubt a long standing cultural characteristic), and in that way they serve to make the derogatory statement somewhat less derogatory. Clearly Spanish forms were used for euphemistic purposes: régla ‘menstruation’, rindí/rendí ‘confused, worn out’. A less generous speculation would be that the abusiveness described in Rizal’s novels was very much a characteristic of Spanish behavior, and the frequent applications of these terms to Filipinos lead to their adoption into Tagalog. Be that as it may, the number of forms referring to negative personal characteristics is extensive. Some examples: animál ‘brute’, árte ‘put on’, ablá ‘talk too much’, beláko ‘sly, cunning’, bého ‘old, decrepid’, bóla ‘deception’, bóbo ‘stupid’, amor propyo ‘pride’, amoríyas ‘love affairs’, buníto ‘pretty (and lazy, spoiled)’. Not all of the forms referring to personal characteristics are negative. A few are neutral: aportunádo ‘fortunate’, barbón ‘having a beard’, and others are positive: píno, polído ‘refined’, ilustrádo ‘enlightened’. The main thing to note is that the influx of these forms into Tagalog is indicative of the influential presence of Spanish speakers in the Tagalog speech community. An indication of the extent to which direct criticism and harshness was avoided in the Tagalog speech community is the form repáro which means ‘critical remark’. The Spanish etymon means (among other things) ‘objection, hesitation’. The shift to a harsher interpretation of the meaning indicates the extent to which Tagalog avoided sharp statements: the act of hesitating or pausing over something has been reinterpreted to mean giving criticism or reproach. The semantic range of the borrowed form may differ considerably from the Spanish etymon: dilihensiya ‘get something in a clever way’ is a long way from the legal meaning of the Spanish dilegencia ‘proceedings’. In some cases Tagalog has not only changed the meaning but invented morphology to go with it: posturádo ‘dressed up’. This is synonymous
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with postúra ‘dressed up’ which preserves the original Spanish form but has shifted the meaning considerably from the Spanish postura ‘posture’. This does not by any means account for forms of Spanish provenience in the list of Tagalog forms for the register of everyday activities or events. There is any number of forms of high frequency for which there are competing forms of native provenience. Here are a few examples: asikáso ‘pay attention’, asistí ‘attend, help’, atrás ‘go backwards’, atrasádo ‘behindhand’, aksidénte ‘accident’, bóses ‘voice’, bíktima ‘victim, victimize’, bentáha ‘advantage’, alakdán ‘scorpion’, mas bále ‘better (to do X than something else)’, and many others. A closer look is needed at these forms and comparison of the contexts in which they are used with the contexts in which the forms of native provenience are used to see if some evidence is available of the motivation for their borrowing, but in any case they can only have been borrowed if Spanish was a code for some members of the speech community. Some originated in a specific register for which Spanish was used and referred to a learned borrowing or an introduced way of looking at things and then moved into a more general register, but others seem to have come in from the use of Spanish forms to give a certain status to the speaker –that is, Spanish forms were a marker of status, much as French was in European languages of three or four generations ago.
4. Borrowing of Spanish terms for high-frequency items Most revealing are forms of high frequency which have functions of coordinating and setting the mode of the utterance: conjunctions, interjections, and other items of the highest frequency are often from Spanish origins (but usually with quite changed meaning from the original Spanish, meanings which apparently developed from a single context in which the Spanish form was prominent. Not that forms with the same meanings not of Spanish origin fail to exist, but the important point is that these are forms which predominate in Tagalog to this day: adyós ‘good-bye’, bastá ‘so long as’, béses ‘times’, bwéno ‘OK’, gustó ‘want’, imbés ‘instead’, káda ‘each one, each time’, mas ‘more’ (used with adjectives to form comparatives), masyádo ‘very’, ni ‘not even’, o ‘or’, péro ‘but’, pára ‘for, going to, in order to’, pírme ‘always’, pórke ‘just because’, pwéde ‘can’, síge ‘go ahead and do it, goodbye’, syémpre ‘of course’. To these we may add the extension of the particle kay homonymous with the Spanish que to introduce clauses after certain conjunctions, just a Spanish que is used to introduce clauses. An example is basta kay (clause) ‘with the proviso that (clause) take place’. Most telling is the form of greeting kumusta ‘how are you’. There were many others attested in texts from seventy and eighty years ago which have now gone out of use.
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It is these forms which are most informative of the role of Spanish and the depth of penetration. The borrowing of these forms is explainable only in terms of the role which Spanish played in Tagalog society in earlier times. Although we cannot reconstruct conversations of a century and more ago, we nevertheless can extrapolate from the present to know their form and the role which the use of Spanish played. Studies of social structures in the Philippines point out the continuity of the modern and the older patterns. A good portion of the values and the patterns of the past and much of the old social structure is carried forward to the present day. We may, therefore, assume that the linguistic present in its major contours continues patterns of the linguistic past –with the proviso that English is now substituted for Spanish. I don’t mean to say that the same kinds of words are borrowed from English as were borrowed from Spanish or that they were from the same semantic fields: the relation of English to the current languages is different from that of Spanish to them. But the patterns of usage, the way Spanish and Tagalog organized themselves into codes, and the roles which the code played –that is, what the code accomplished in forming social structure can be assumed to have changed little in essence since Spanish times. This assumption is born out by contemporary documents. For example, a character in Rizal’s Noli me Tangere, Consolación, the Filipino wife of a Spanish officer assigned to the town of the story, is described as speaking a bad Tagalog and a bad Spanish, pretending not to know Tagalog properly. The description of this woman’s speech sounds rather similar to the English-Tagalog mixture we may observe in the Tagalog community today. If we look at English in the Tagalog speech community in the present time and analyze the purposes for which English is used –that is, what it does to use English in the Tagalog speech community, we can extrapolate a notion of what Spanish did in its day. A brief overview of this can be gained from the quotation which I append to this paper. The example comes from a recording made of a group of women playing Mahjong, recorded by Bautista (1980). What it shows is not pure English and pure Tagalog but rather a phenomenon in type similar to what Muyskens (1981) termed «media lengua» and which is now often termed «intertwined language» (Bakker/Mous 1994), because the two languages are inextrably intertwined: the grammar and phonology is basically Tagalog, but English words or phrases are intertwined with Tagalog, and there are switches to complete English utterances and complete Tagalog utterances as well. The Tagalogs refer to this code as «Taglish». This citation illustrates the intertwined nature of Taglish, and illuminates how we may understand the role that Spanish had in the speech of some Tagalogs. The use of English is an act of identity ––that is, the intertwined speech is an indication of identity, not necessarily ethnic, but
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class-based. (It may be a matter of ethnicity for some speakers, for there are members of this community who take pride in having mixed blood, as opposed to the masses who are thought to have no mixture of foreign blood). If we look at this citation we can see how it is possible for the above-cited forms of high frequency and which have such a salient role in organization conversation and giving flavor to a conversation to have come into current Tagalog. We may presume that the Spanish-Tagalog mixture of the times had much the same prestige value of the Taglish of today: it indicated class. An easy way to make reference to this code and to give oneself the aura of belonging to the group of people who use this mixed language is to throw in these salient items of vocabulary. In short, some of these borrowings from Spanish into Tagalog can best be explained as the result of the existence of an intertwined Spanish-Tagalog code. What is important to note is that these forms do not require a widespread societal use of the mixed code. It would have been sufficient for only a small percentage of the community to use these forms for them to have spread throughout the speech community. In short, they are still surface manifestations: the masses adopted these forms imitating the speech of the prestigious Spanish speakers who employed them as an indication of their high status. What I mean to say is that the use of adyós in Tagalog is very similar to the use of adieu/adé in German. The use of the conjunctions and prepositions is much like the use of Dutch loan forms in eastern Indonesian dialects, which originally were employed as indicators of class but now have moved into general speech. On the other hand, there are definite indications that Spanish was not widely known in that Tagalog borrowings violate the Spanish rules. The loan words show that the Spanish forms in their semantic range were adapted to Tagalog dimensions and the intricacies of Spanish grammar were overridden by Tagalog rules. The morphology and syntax is with the exceptions cited in §3, above, strictly Tagalog. One telling example is that in Tagalog the noun and the verb of the same root have the same vowels, whereas the Spanish nominal and verbal derivatives often have different stem-final vowels. Thus, for a Spanish verb like atacar and noun like ataque ‘attack’ Tagalog borrows the noun as atáke and then forms the verb on the basis of the noun, atakihin ‘attack it’ . In the case of alkilá ‘rent’, Tagalog borrows the verb and then forms the noun on the basis of it. The verb form is alkilahín ‘rent it’ retaining word final accent as in the Spanish alquilar ‘rent’, and the noun alkilá ‘rent’ is formed on the basis of the verb, whereas Spanish forms the nominal derivative alquiler. One last example: the Spanish noun atado ‘bundle’ is clearly derived from the verb atar ‘tie’, but Tagalog borrows atádo ‘bundle (of things to be sold)’ and then forms the verb
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atadúhin ‘tie into a bundle’ on the basis of this borrowed form. An example from another area of morphology: nouns in Spanish are obligatorily inflected for number, but in Tagalog are not. Thus Spanish forms are borrowed in singular or in plural, probably depending on whether singular or plural was of most frequent occurrence: bérhas ‘grating’, butónes ‘button’, búrlas/bórlas ‘tassle’, bóses ‘voice’, aláhas ‘jewelry’, and so forth. In some cases a Spanish form ending in /-s/ in the singular is borrowed in Tagalog without the final /s/: abriláta ‘can opener’ (Spanish abrilatas). Another example is bakasyón ‘vacation’ Spanish vacaciones (Spanish vacación means ‘vacancy’). Tagalog often borrows forms which did not exist in Spanish but which must have been created in the Tagalog speech community and found their way into the mixed Spanish-Tagalog used in the community. An example is abenturóso ‘adventurous’ (Spanish aventurero). Tagalog borrowings from Spanish are frequently not coterminous in their semantics with the Spanish. For example the meaning of a form like abásto ‘baggage’ from Spanish abasto ‘provisions’ comes from contamination with the Tagalog baón ‘baggage or provisions’. Many of these semantic changes have to do with the special context in which the Spanish form was used: thus agrasyádo ‘having a service or work scholarship in school’ has a narrower meaning than the Spanish agraciado ‘fortunate, lucky’. Another indication that Spanish was not widely spoken in the community are the forms which have undergone considerable phonemic reshaping.
5. Date of borrowing from Spanish I have brushed over the date of Spanish influence on Tagalog. Obviously borrowings occurred from the very beginning. But this penetration of Spanish to a deeper level which indicates the presence of a bilingual segment of the population cannot be accurately dated. Clearly, borrowing began to take place immediately in the earliest years of contact, before Tagalog had adjusted its phonology to accommodate Spanish forms. Words which now are very close to their Spanish analogues were originally borrowed with pre-hispanic phonology and have been reformed3. In many cases doublets exist. A few examples of some of these early borrowings: alakdán ‘scorpion’ (Spanish alacrán), alamusal
3.
The fact that words of Spanish origin have been reformed to sound more Spanish is a confirmation of the prestige which Spanish has. The Philippine handling of Spanish borrowings can be contrasted with the Spanish borrowings in English from Texas, where Spanish had and still has little prestige. In these cases the Spanish borrowings are reformed to be at a further remove from the Spanish sounds that English would allow –that is, the Spanish words are purposefully distorted. An example is vamoos (meaning ‘get going’) from Spanish vamos ‘let’s go’.
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‘breakfast’ (Spanish almozar), balása ‘shuffling of cards’ (Spanish barajar), bandílaq ‘flag’ or bandéra ‘flag’. Much of this borrowing did not take place directly but actually was a case of Tagalog creation on analogy of other Spanish forms. We have exemplified this in the discussion of the borrowed endings and in the discussions of the forms shaped like Spanish derivatives which do not follow Spanish models (§3, above). This forming of new «Spanish» forms continued into the American times, and we see English forms which have been reshaped to correspond to the structure of forms borrowed from Spanish or forms of Spanish provenience given new meanings on the analogy of English cognates. Examples of English words restructured to look Spanish: we have aplikánte ‘applicant (for a job)’, abnormál ‘abnormal’, Budísmo ‘Buddhism’, etc. Examples of words of Spanish provenience with new meanings based on English: asesór ‘assessor’ (Spanish asesor ‘advisor’), aktwal ‘actual’ (Spanish actual ‘current’), alumno ‘alumnus’ (Spanish alumno ‘student’), etc.
6. Depth of penetration Although in quantity the languages of the Philippines have borrowed extensively, such that rarely does an utterance occur which does not have an item or two of Spanish origin, the total extent of borrowing from Spanish is clearly far less than that of Chamorro (Stolz 1998). An important object of research would be a comparative social history of the Chamorro community and a speech community in the Philippines to discover the reasons behind the difference. In comparing Spanish influence with English, it is difficult to ascertain whether English is having an influence more profound than Spanish or less. Counting items in a dictionary can shed little light on this. The difficulty is determining which English forms have become part of the Tagalog vocabulary and when an English form which occurs in an ongoing conversation is, in fact, an example of code switch to Taglish or English. The dictionaries list any and all forms of Spanish origin, but omit forms from English on the intuition that they are not part of the Tagalog vocabulary. For this reason, counting forms would yield a higher total number of forms of Spanish origin than ones of English origin, but this clearly cannot give information on comparable depth of penetration. Previously (Wolff 1973), on a different basis I erroneously concluded that the depth of English penetration in Cebuano was less than that of Spanish. My conclusion was based on an observation that Cebuano showed little evidence of grammatical interference from English but did show such evidence from Spanish. I assumed that such hispanized Cebuano forms could only have arisen if there had been speakers of Cebuano who were dominant in Spanish. We are now more
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sophisticated about the kinds of bilingualism and language contact which exist –for example, we now know of intertwined languages, and this type of contact better explains these hispanized Cebuano forms in terms of the social situation which obtained in the Philippines during the Spanish times than does the hypothesis that the hispanized Cebuano forms originate in a section of the speech community which was Spanish dominant4. Anglicized forms of Tagalog or any Philippine language may well exist, but not be recognized as Tagalog (or the relevant Philippine language) because the community also uses Taglish or some other intertwined code, and such Anglicized forms are quite readily discarded as belonging not to Tagalog or the relevant Philippine language but to the intertwined code. Since at the present time the part of the speech community which uses the intertwined code is larger in proportion to the part which used the intertwined code in Spanish times, one would predict that any study of depth of penetration would show rather more profound English penetration.
7. Conclusion This essay is an investigation on what the Tagalog loan words from Spanish can tell us about the nature of the process of hispanization of the Philippines –what kind of facts about the society determinable from other sources can explain the data provided by the loan words. Clearly the cultural borrowings from Spanish confirm what we know about the areas of Filipino life which were affected by the Spanish conquest. More interesting are forms which deviate from the Spanish original in semantics and in grammatical or phonological features. These deviations reveal the extent to which Spanish concepts were not taken over but reinterpreted into a Filipino understanding of the world. But the most interesting forms are those of the intimate vocabulary –forms of high frequency and great saliency in the conversation. Their existence in Tagalog indicates the presence of a bilingual segment of the Tagalog speech community, a group of high prestige whose speech influenced the entire community. The existence in Tagalog of forms of Spanish origin with these particular meanings can best be explained by
4.
My Cebuano «hispanized» examples consist of constructions in which the root of the verb is used without affixation after a small set of words of Spanish origin, a construction which is not connectable to any other grammatical forms in the language and has no analogue in other Philippine languages. I have found nothing in Tagalog which breaks the rules –that is, is unparalleled in the grammar. An example would be the following Cebuano sentence: Sígi siya ng inum Continued he linker drink ‘He drank and drank’.
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the presence of a group within the community which used Spanish as a code. The nature of the borrowed forms –their grammatical, semantic, and phonological characteristics indicate that in all probability the Spanish code used within the Tagalog speech community had a character much like the English used currently –that is, the character of the intertwined language called Taglish and illustrated in the appendix. This use of intertwined languages is typically motivated by the need to express an identity apart from the members of the community who do not use this code. Further, another indication of the existence of this kind of intertwined prestige code in Spanish times is the fact that productive use of Spanish features characterize the current language. This productive use of Spanish features consists of additions of derivative affixes and reforming borrowings from English to give them a Spanish or pseudo-Spanish phonology.
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Appendix The following example from a recording made of a group of women playing Mahjong exemplifies the interwined nature of Taglish, and illuminates how we may understand the role Spanish had in the speech of some Tagalogs. The use of English is an act of identity –that is, the intertwined speech is an indication of identity, not necessarily ethnic, but class based. (It may be a matter of ethnicity for some speakers, for there are members of this community who take pride in having mixed blood, as opposed to the masses who have no mixture of foreign blood). The example was recorded by M. Bautista (1980). Words of English origin are spelled as in English, but we have to bear in mind that they are adapted to Tagalog phonology. The mixture of boldface and normal type is iconic of the intertwined nature of the speech.
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Mother: Ano ba. Madyong na lang kayo nang madyong. Ang baby mo ay iyak nang iyak. Ano ba. Madyong na-lang kayo nang madyong. what question-particle mahjong only you and mahjong Ang baby mo ay iyak nang iyak. subject-marker baby your topic-marker cry and cry ‘What! All you ever do is play mahjong. Your baby is crying and crying’. Daughter: Inang, pakiasikaso nyo nga siya. Siguro kailangan nang diaper at warm milk. Nananalo ako dito. Baka mawala ang luck ko. Please! Inang, pakiasikaso nyo nga siya. mother please-take-care-of you please him Siguro kailangan nang diaper at warm probably needs object-marker diaper and warm Nananalo ako dito. Baka mawala ang am-winning I here. lest go-away subject-marker Please! please
milk. milk. luck ko. luck my.
‘Mother, please take care of him, could you? He probably needs a new diaper and warm milk. I’m winning here. (If I leave the table) I might run out of luck. Please’. Player (1): You know naiisip ko na one day I will open a day-care center. Maraming nagmamadyong dito but no one has a good baby-sitter. You know naiisip ko na one day I will open a day-care center. you know am-thinking I that (...) Maraming nagmamadyong dito but no one has a good baby-sitter. Many-who-are playing-mahjong here (...) ‘You know, I think that one day I will open a day-care center. Lots of people play mahjong here but no one has a good baby sitter’. Daughter: Oy ang sister ko sa Manila ay nag-open nang center because lahat daw nang kanilang friends ay iniiwanan ang manga children sa manga maids. Lahat ay uneducated. The whole day wala ang manga parents. Can you imagine? Makati is a good target place, malapit sa manga eskul, commercial center, at yuong offices nang manga parents. Oy oy
ang subject-marker
sister sister
ko my
sa at
Manila Manila
ay topic-marker
nag-open opening
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nang center because lahat daw nang kanilang object-marker center because all they-say of their friends ay iniiwanan ang manga friends topic-marker are-leaving-behind subject-marker plural children sa manga maids. Lahat ay uneducated. children to plural maids all topic-marker uneducated The whole day wala ang manga parents. the whole day not-there subject-marker plural parents Can you imagine? Makati is a good target place, malapit sa manga (...) near to plural eskul, commercial center, at yuong offices nang manga parents. schools commerical center and those office of plural parents ‘My sister in Manila opened a center because all of her friends leave their children with the maids. All of them (the maids) are uneducated. The parents are gone the whole day. Can you imagine? Makati is a good target (for a drop-off center) because it is close to the schools, commercial center and to the parents offices’.
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Los numerales hispano-chamorros Rafael Rodríguez-Ponga (Madrid) 1. Introducción Con este trabajo quiero, por un lado, hacer una contribución al centenario de 1899, año en el que la soberanía española sobre las Marianas del Norte, Carolinas y Palaos, pasó a Alemania; y, por otro, quiero buscar respuestas1 a las preguntas que se pueden plantear en torno al sistema numeral del chamorro: ¿Cuáles son los numerales del chamorro moderno? ¿Cómo se han adaptado fonéticamente los numerales hispano-chamorros? ¿Cómo funcionan? ¿Desde cuándo se usan? ¿Por qué los chamorros olvidaron el antiguo sistema numeral prehispánico y adoptaron en su integridad el de origen español?
2. Numerales cardinales 1. Todos los numerales cardinales del chamorro son de origen español. Este hecho forma parte del conjunto de numerosos elementos de origen español que encontramos en el chamorro moderno, lengua de las islas Marianas, hablada por entre 50.000 y 60.000 personas. Los numerales cardinales chamorros son un bloque homogéneo heredado total y directamente del español, que nos ayudan a comprender la génesis de la lengua chamorra moderna, que incluye también en su gramática formas verbales, preposiciones, conjunciones, adverbios e interjecciones de origen español, entrecruzadas con las estructuras austronésicas prehispánicas; además, el 50% de su vocabulario y parte de su sistema fonológico son de origen español. 2. El sistema numeral cardinal del chamorro moderno es el siguiente2: 1. 2.
Quiero expresar mi agradecimiento a Paloma Albalá y a Rosa Palomo por sus sugerencias y observaciones. Recojo las variantes que pueden oírse o leerse en diferentes textos. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, no hay unanimidad entre los autores. En algunos casos, se observa diversidad fonética; en otros, es sólo un problema de escritura. Con pequeñas diferencias fonético-ortográficas, todos los libros del siglo XX describen este mismo sistema numeral.
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254 0: 1: 2: 3: 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10: 11: 12: 13: 14: 15: 16: 17: 18: 19: 20: 21: 22: 23: 24: 25: 26: 27: 28: 29: 30: 31: 32: 33: 40: 50: 60: 70: 80: 90: 100: 118: 200: 300:
Rafael Rodríguez-Ponga sero, seru uno, unu; un; una dos tres kuatro, kuåttro, cuatro sinko, singko, sinco sais siete, siette ocho nuebe, nuebi dies onse dose, dosse trese, tresse katotse, catotse kinse, quinse dies i sais, disisais dies i siete, disisiette dies i ocho, disiocho dies i nuebe, disinuebi beinte, bente beinte i uno, beintiuno, bente uno, bentiuno, bentiunu beinte i dos, beintidos, bente dos, bentidos beinte i tres, beintitres, bente tres, bentitres beinte i kuatro, beintikuatro, bente cuatro, bentikuatro, bentikuåttro beinte i sinko, beintisinko, bente sinco, bentisinko, bentisingko beinte i sais, beintisais, bente sais, bentisais beinte i siete, beintisiete, bente siete, bentisiete, bentisiette beinte i ocho, beintiocho, bente ocho, bentiocho beinte i nuebe, beintinuebe, bentinuebe, bente nuebe, bentinuebi treinta, trenta, trienta treinta i uno treinta i dos treinta i tres kuarenta, cuarenta sinkuenta, sincuenta sesenta, sisenta setenta, sitenta ochenta nobenta siento; sien siento dies i ocho dos sientos, dossientos tres sientos, tressientos
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Los numerales hispano-chamorros 400: 500: 600: 700: 800: 900: 1.000: 1.999: 2.000: 3.000: 100.000: 1.000.000:
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kuatro sientos, cuatrosientos kinientos, quinientos sais sientos, saisientos siete sientos, sietesientos, setesientos ocho sientos, ochosientos nuebe sientos, nuebesientos, nobesientos mit mit nobesientos nobenta i nuebe dos mit tres mit siento mit, sien mit un miyon
3. El uso de estos numerales –con sus pequeñas variaciones fonético-ortográficas– es absolutamente general. En las cuatro visitas que he hecho a las islas Marianas, entre 1985 y 19983, he podido comprobar que el sistema numeral hispano-chamorro es de uso universal, conocido y utilizado por todos, de todas las edades, en todas las situaciones, en todos los contextos, orales y escritos. El hecho de que la inmensa mayoría de los chamorros hablen también inglés4 hace que el sistema numeral inglés aparezca a veces en la conversación, mezclado con el chamorro. Con cierta frecuencia, especialmente en la isla de Guam, los chamorros cambian de código –del chamorro al inglés y viceversa– en sus conversaciones informales. En estas situaciones, pueden aparecer numerales ingleses, especialmente al contar dinero (Topping 1973: 168). Los numerales de origen español son, sin embargo, los únicos reconocidos como chamorros, enseñados como tales y utilizados de forma unánimamente aceptada. Debe igualmente señalarse que la pregunta para averiguar un número se hace con el interrogativo kuántos?, también de origen español. 4. Pueden observarse algunos cambios en la adaptación fonética de estas palabras, que no presentan ningún rasgo especial, sino que responden a las adaptaciones generales de las voces hispano-chamorras. 3.
4.
Estuve formando equipo con Paloma Albalá, en 1985, en las islas de Guam, Saipán, Rota y Tinián, con ayudas de investigación de la Fundación Juan March y del Quinto Centenario del Descubrimiento de América (Ministerio de Asuntos Exteriores de España). Volví a Guam unos días en 1992, gracias otra vez al Ministerio de Asuntos Exteriores español. En 1998, dentro de los actos conmemorativos del Centenario del 98 organizados por el Ministerio español de Educación y Cultura, estuve en dos ocasiones, en Guam y en Saipán. Las islas Marianas pertenecen a Estados Unidos. Guam es una posesión estadounidense desde 1898. Las Marianas del Norte son desde 1986 un estado asociado –al estilo de Puerto Rico–, aunque ya eran administradas por Estados Unidos desde la segunda guerra mundial. El inglés es lengua oficial y de conocimiento general en todo el archipiélago.
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Es de destacar el paso específicamente chamorro /-l, -r/ > /-T/: mit, katotse. En posición átona se neutralizan [e, i] y [o, u], de forma que podemos oír [kwátro ~ kwátru, nwébe ~ nwébi], a veces reflejado en la lengua escrita. En sais observamos cambio de diptongo. En siete puede haber palatalización de la sibilante inicial y alargamiento de la consonante intervocálica: [∫jétte ~ -i]. En ocho, la consonante africada puede despalatalizarse [ot∫o ~ otso]. Observamos que el seseo y el yeísmo, generales en chamorro, aparecen en los numerales: siento, sinko, dies, miyón. Algunos de estos rasgos pueden encontrarse en el español hablado de ciertas áreas del dominio lingüístico hispánico. En conclusión, debemos decir que los numerales se pronuncian de acuerdo con las normas del chamorro moderno, cuyo sistema fonológico muestra también su vinculación con el español. 5. El numeral cardinal es un adjetivo determinativo (o si se prefiere, un modificador del nombre), como en español5. En principio, se une al sustantivo al que acompaña mediante la partícula na: (1)
(2)
(Lc 9, 13)6
sinko na pidason7 pan yan cinco NEXO pedazo pan y ‘cinco pedazos de pan y dos pescados’
na NEXO
sinko cinco
mit mil
6.
7. 8.
lalahi8 hombres
yan y
guiya él
(Lc 17, 12) dies na diez NEXO ‘dies leprosos’
5.
na NEXO
(Lc 9, 30) estaba dos na lahi manguekuentos estaba dos NEXO hombre PL-REDUPL-cuentos ‘estaban dos hombres hablando con él’
(4)
guihan pescado
(Lc 9, 14) estaba guennao kasi ennao i estaba allí casi eso ART ‘estaban allí casi cinco mil hombres’
(3)
dos dos
nasarinu lazarino
Para el español y para los planteamientos generales de ordenación de la gramática, sigo a Alarcos (1994: 120-122). Por ser fácilmente reconocibles, he buscado los ejemplos en el Evangelio según San Lucas: San Lucas gi fino’ Chamorro (1987), en traducción dirigida por Mons. Tomas A. Camacho, Obispo de Chalan Kanoa (Saipán, Marianas del Norte), con la ayuda de varias personas. Tiene la ventaja de que sirve de modelo lingüístico, por su prestigio, por ser conocido por todos los chamorros y por su influencia social en una sociedad muy religiosa. {-n} es la marca del núcleo del sintagma o foco. Nótese que en este caso la reduplicación funciona como marca de plural: lahi ‘hombre’, lalahi ‘hombres’. En el ejemplo siguiente vemos lahi como dual residual.
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(5)
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(Lc 19, 13) ha na’i dies na él dar diez NEXO ‘dio diez monedas’
pidason pedazo
salappe’ dinero
6. Con frecuencia, sin embargo, aparecen directamente unidos el adjetivo numeral y el sustantivo, sin que haya ningún morfema especial entre ellos ni marca alguna de plural: (6)
(Lc 11, 5) amigo, presta yo’ tres pan ‘amigo, préstame tres panes’
(7)
(Lc 17, 4) siete biahi gi siete viaje en ‘siete veces al día’
(8)
ha’ani día
(Lc 24, 4) umannok gi uriyan-ñiha ver en orilla-POS3pl ‘vieron a su lado dos hombres’
(9)
dos dos
lahi hombre
(Lc 10, 35) ha laknos dos pidason él presentar dos pedazo ‘presentó dos monedas’
salape’ dinero
(10) (Lc 19,16) dies pidason salape’ na ganansia ‘diez monedas de ganancia’
Nótese que en los ejemplos (1), (5), (9) y (10) el sustantivo es el mismo (pidaso), pero en unos casos aparece unido al numeral con el nexo na y en otros no. 7. Con algunos sustantivos de origen español, se forman sintagmas de estructura española, es decir, no aparece nunca la partícula na y hay variación de número en el sustantivo. Se trata de sustantivos que se refieren a realidades contables muy claras y frecuentes, como unidades de tiempo: minuto, ora ‘hora’, día, mes, año, siklo ‘siglo’; unidades monetarias: peso, séntimo; unidades de longitud: brasa ‘braza’, putgada ‘pulgada’, dedo, miya ‘millas’; unidades de peso: libra. Además, otras palabras como isla y buetta ‘vuelta, vez’, mantienen también el plural español. Veamos los ejemplos:
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(11) (Lc 4, 2) gi disietto para u saga kuarenta en desierto para FUT estar cuarenta ‘para estar en el desierto cuarenta días’
dias días
(12) (Lc 7, 41) unu dinidibi gue’ kinientos pesos ya i uno deber él quinientos pesos y el pesos pesos ‘uno le debía quinientos pesos y el otro cincuenta pesos’
otro otro
sinkuenta cincuenta
(13) (Lc 2, 37) despues di siete años na umasagua-ña bumi’uda9 después de siete años NEXO casar-POS3sg viuda-VERBO asta ochenta i kuatro años idat-ña hasta ochenta y cuatro años edad-POS3sg ‘después de siete años de casada, estuvo viuda hasta los ochenta y cuatro años de edad’
(14) (Lc 24, 13) i siete miyas desde Jerusalen ART siete miyas desde Jerusalen ‘las siete millas desde Jerusalén’
(15) (Lc 19, 8) bai hu apasi gue’ tatte kuatro voy yo pagar él atrás cuatro ‘le pagaré [=le devolveré] cuatro veces’
buettas vueltas
En estos casos hay oposición singular/plural y variación morfológica de número en el sustantivo: un día, dos días; un mes, dos meses; un isla, dos islas; etc. Sin embargo, no sucede lo mismo con otras palabras que se esperaría que funcionasen de forma similar, como semana o segundo: podemos oír kuatro semanas o kuatro na semana (kuåttro na simana). Otra situación distinta –sin oposición morfológica, sin concordancia– es la de los sustantivos chamorros de origen español que han pasado con forma plural, pero con significado singular, v.g. un peras, dos peras ‘una pera, dos peras’; un flores, dos flores ‘una flor, dos flores’; un yatdas, dos yatdas ‘una yarda, dos yardas’.
9.
Bi’uda < esp. viuda, con el infijo verbalizador {-um-}.
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8. El uso de la partícula na no se describe de forma homogénea en las gramáticas. Para Donald Topping y Bernadita Dungca (1973: 167-168), salvo en los casos de los hispanismos antes mencionados, se usa na para números superiores a tres: tres mangga ‘tres mangos’, pero kuatro na mangga ‘cuatro mangos’. Para Safford (1909: 52), el genio de la lengua chamorra exige siempre la presencia de la ligatura: uno na manog ‘un pollo’, dies na uhañg ‘diez langostinos’. En los ejemplos que hemos visto –compárense (5) y (10)–, puede observarse que la regla ni está tan claramente definida ni siempre se aplica. 9. Los numerales cardinales pueden ser sustantivados, como en español, cuando el sustantivo al que acompañan resulta consabido por el contexto: (16) (Lc 6, 13) ha ayek dosse para apostoles10-ña él elegir doce para apóstoles-POS3sg ‘eligió a doce para ser sus apóstoles’
(17) (Lc 12, 52) i familia ni guaha sinko umadibidi ART familia RELAT hay cinco dividir dos yan dos kontra tres dos y dos contra tres ‘La familia en la que hay cinco se divide tres contra dos y dos contra tres’
tres tres
kontra contra
(18) (Lc 17, 17) manmangge i otro nuebi? PL-dónde ART otro nueve ‘¿dónde están los otros nueve?’
10. El numeral uno merece una consideración especial, porque ofrece unos rasgos específicos en su uso, así como en sus posibilidades, aunque reducidas, de variación de género y número. En chamorro, al igual que en español, puede tener una significación cuantificadora definida, pero puede también tener un valor indefinido. La separación tradicional entre el numeral, el artículo indeterminado y el pronombre indefinido, que resulta innecesaria en español, es igualmente irrelevante en chamorro. Si en español «su comportamiento funcional es unitario y la referencia que efectúan análoga» (Alarcos 1994: 122), en chamorro ocurre exactamente lo mismo.
10. Nótese aquí también el morfema de plural. El singular es apostot.
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Uno (~ unu) puede funcionar como sustantivo, por lo que puede recibir complementos con preposición y puede formar parte de construcciones, tales como uno...otro, ni unu, kada unu: (19) (Lc 18, 10) unu era Fariseo, ya i otro taotao uno era fariseo y ART otro hombre ‘uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos’
kontribusion contribución
(20) (Lc 18, 29) taya’ ni unu ni dumingu no hay ni uno RELAT dejar ‘no hay ni uno que haya dejado su casa’
i ART
gima’-ña casa-POS3sg
si ART
Jesus Jesús
salappe’ dinero
kada cada
(21) (Lc 7, 36) unu gi Manfariseo ha kombida uno en PL-fariseo él convidar ‘uno de los fariseos convidó a Jesús’
(22) (Lc 15, 4) siakasu guaha unu giya si acaso hay uno en ‘si hubiera uno de vosotros’
hamyo vosotros
(23) (Lc 19, 13) ha na’i dies na pidason él dar diez NEXO pedazo tentago’-ña siervo-POS3sg ‘dio diez monedas a cada empleado’
unu uno
na NEXO
Cuando tiene función adjetiva directamente unido al sustantivo, aparece, como en español, con la forma apocopada un, que suele interpretarse como artículo indeterminado: (24) (Lc 11, 1) un biahi estaba na mananayuyuyot un viaje estaba NEXO ERG-REDUPL-rezar gi un lugat en un lugar ‘una vez estaba rezando Jesús en un lugar’
(25) (Lc 18, 2) estaba un hues gi un songsong ‘estaba [=había] un juez en un pueblo’
si ART
Jesus Jesús
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La aparición de un en el discurso es frecuentísima. Es, probablemente, el hispanismo más repetido en chamorro y representa uno de los elementos que más claramente vinculan la gramática chamorra con la española11. Puede aparecer, en algunos casos excepcionales, con morfema de género femenino español, una, con función adjetiva: (26) (Lc 10, 42) una kosa ha’ presisu una cosa sólo preciso ‘una cosa sólo es precisa [=necesaria]’
(27) (Lc 22, 59) una ora dispues di ennao ‘una hora después de eso’
Al decir la hora puede tener función sustantiva: ala una i media ‘a la una y media (13,30 h.)’. También se puede usar con ciertas unidades de longitud: una bara ‘una vara’12, una brasa ‘una braza’13. En este último caso, he advertido que no hay unanimidad en la segmentación; podemos escuchar una brasa, dos brasas; un abrasa, dos abrasas; una brasa, dos na brasas (Rodríguez-Ponga 1995: 176 y 206). La aparición de una se debe, por tanto, a razones estrictamente etimológicas y sólo funciona en los casos mencionados. En todos los demás casos, independientemente de que el sustantivo designe realidades masculinas o femeninas, aparece un: un ma’estra ‘una maestra’, un pala’oan ‘una mujer’. Adquiere la forma de plural solamente en la locución indefinida unos kuantos –que aparece también como noskuantos y loskuantos–, que puede traducirse por ‘unos cuantos’ o sencillamente ‘unos’: (28) (Lc 12, 6) sinko na nossa pot unos kuantos sentimos ‘cinco pajaritos por unos cuantos céntimos’
(29) (Lc 13, 1) manestaba guennao unos kuantos taotao ‘estaban allí unos cuantos hombres’
11. Sin embargo, no debe confundirse con el pronombre un ‘tú’. 12. ‘Longitud desde el esternón hasta la punta de los dedos’. 13. ‘Medida equivalente a la distancia entre la punta de ambos dedos pulgares, con los brazos extendidos horizontalmente’.
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(30) (Lc 20, 9) ha na’ma’atkila ni unos kuantos él CAUS-alquilar RELAT unos cuantos ‘la alquiló a unos cuantos rancheros [=granjeros]’
lanchero ranchero
Nótese nuevamente la concordancia de plural en (28) séntimos, frente a los ejemplos (29) y (30), en los que no se produce este hecho con una palabra austronésica y otra española. 11. El otro numeral que presenta rasgos especiales es siento. En principio, sigue la regla de estar conectado con el sustantivo mediante la partícula na: (31) (Lc 15, 4) siento na kinilu ‘cien corderos’
(32) (Lc 16, 6) siento na taron laña ‘cien tarros de aceite’
(33) (Lc 16, 7) siento na mididan trigu ‘cien medidas de trigo’
Aparece también en la locución pot siento ‘por ciento’, utilizada con cierta frecuencia, con el mismo significado que en español: (34) (Lc 11, 42) manmanlimomosna hamyo dies pot siento ‘dad en limosna el diez por ciento’
(35) (Lc 18, 12) manapapasi yo’ dies pot siento gi todu i guinaha-hu ‘pago el diez por ciento de todas mis pertenencias’
Con los hispanismos mencionados en el punto 7, no se utiliza la partícula na y puede aparecer en forma apocopada directamente delante del sustantivo: siento pesos, sien pesos ‘cien pesos’, siento años, sien años ‘cien años’: (36) (Lc 8, 8) manmanokcha’ sien buettas na PL-germinar cien vueltas NEXO ‘germinó una cosecha centuplicada’
kosecha cosecha
Aparece en su forma plural en dossientos, tressientos, kuatrosientos, etc. Sin embargo, puesto que el chamorro sigue al español, encontramos kinientos de forma unánime en la actualidad, aunque Vera (1932) recogiera también sinko sientos.
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12. Los numerales españoles fueron adoptados por los chamorros para todas las funciones, todos los usos y todos los momentos. Quiero insistir, sin embargo, en que los numerales forman parte de una presencia mucho más amplia de lo hispánico dentro del chamorro moderno. Probablemente, estos numerales llegaron inicialmente con unidades de moneda, de longitud, de peso y de tiempo; y después se fueron extendiendo a todos los usos. Todo el sistema de decir la hora es de origen español en chamorro. Tan sólo las ya sabidas adaptaciones fonéticas hacen que se diferencie algo. Y se puede decir de varias maneras: alas sais i kuatto, alas sais kinse y kinse pasao alas sais, para las 6,15 horas. Este momento, de esta mañana de domingo primaveral en que celebramos esta reunión en Bremen se expresaría en chamorro: damenggo dies i ocho gi Abrit gi año mit nuebesientos nobenta i nuebe alas dies kinse. Ya no estamos pues ante un simple caso de préstamo léxico, ni siquiera ante el léxico gramatical. El hecho de que el chamorro tenga todas las fórmulas españolas para decir la hora y medir el tiempo parece entrar ya en el terreno de la morfosintaxis. 13. Los numerales hispano-chamorros, como auténticas palabras chamorras, son susceptibles de disfrutar de la presencia de los diversos mecanismos de la lengua, de manera que pueden tener derivados –mediante prefijos, infijos y reduplicación– y ver modificada su función y su forma. Tomo los ejemplos del padre Vera (1932): dos: tres: sinko: sais: dies:
dodos-ha ‘solo con dos’ trumes pinedoñgña ‘cayó tres veces’ nasinko ‘poner cinco’ ti sumasais ‘no son seis’ dumies gue anai... ‘tenía diez años al...’
3. El sistema numeral prehispánico 14. Los numerales de la lengua de las Marianas fueron registrados por primera vez en 1565 por el marino Esteban Rodríguez (Valdemoro 1947, Quilis 1988), que recogió solamente los cardinales del 1 al 10: 1: 2: 3:
acha gua tero
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Rafael Rodríguez-Ponga 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10:
farfur nimi guanan frintin gua agua manete
Un siglo más tarde, en 1668, el beato Diego Luis de Sanvitores, en la primera gramática de la lengua de las islas Marianas, escribió (Burrus 1954: 950): 1: 2: 3: 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10: 11: 12: 20: 30: 100: 200: 300: 1.000: 10.000:
acha ugua tiro fafat rima gunum piti uaro sigua monot monot nagay acha monot nagay ugua ugua naporo tiro naporo acha nasaran ugua nasaran tiro nasaran gatos; monot nasaran manapot
15. El sistema numeral prehispánico, sin embargo, era mucho más complejo de lo que podría parecer en esas primeras documentaciones. A principios del siglo XX, el gobernador alemán de las Marianas del Norte, Georg Fritz, transcribió un manuscrito del siglo XVIII14, con el sistema numeral completo, lo cual nos hace suponer que éste estaba todavía vigente en el XVIII, pero ya era desconocido cuando él escribió su libro (Fritz [1904], 1989: 93-95). Según estos datos, no nos encontramos ante una simple lista, sino ante un complejo sistema:
14. De los autores de principios del XX, sólo Fritz dice cuál es la fuente que utiliza para describir el sistema numeral. Los demás no explican sus fuentes.
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1: 2: 3: 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10: 11: 12:
20: 30: 40: 100: 200: 300: 1.000: 2.000: 10.000: 100.000:
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Para días, meses, años
Para contar cosas
Para contar seres vivos
Para medir
hatcha hugua tulo fatfat lima gunum fiti gualo sigua manot manot nagai hatcha manot nagai hugua
hatchija higijai tumnijai, turgijai fatfatai limijai gunmijai fitgijai guatgijai sigijai manotai manotai nagai hachijai manotai nagai hugijai
maisa hugua tato fatfat lalima guagunum fafiti guagualo sasigua maonot maonot nagai maisa maonot nagai hugua
i fena mona i fena hugua i fena hato i fena hafat i fena hatma i fena hautum i fena haiti i fena hauru i fena hasgua i fena hanot i fena hanot nagai maisa
etc.
etc.
etc.
hugua na fulu tulo na fulu fatfat na fulu gatus hugua na gatus tulu na gatus tchalan hugua na tchalan manot na tchalan manutu
hugijai na fulu turgijai na fulu fatfatai na fulu gatus hugijai na g. tumnijai na g. tchalan hugijai na tchalan
hugua na fulu tato na fulu fatfat na fulu gatus man apo hugua na gatus tato na gatus tagtchalan hugua na tchalan
Fritz recoge también otras series de numerales especiales, tomadas del manuscrito del siglo XVIII, referidas a longitud, frecuencia y tiempo: taghatchun ‘una braza’ tagtulun ‘tres brazas’ taghatun ‘cuatro brazas’ taglimun ‘cinco brazas’ taggunum ‘seis brazas’ taghitun ‘siete brazas’ tagsiguan ‘nueve brazas’ tagmaonton ‘diez brazas’
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Rafael Rodríguez-Ponga latcha ‘una vez’ fahagua ‘dos veces’ fahatu ‘tres veces’ fahafat ‘cuatro veces’ faharma ‘cinco veces’ fahaunum ‘seis veces’ fahauti ‘siete veces’ fahaulu ‘ocho veces’ fahasgua ‘nueve veces’ fahanot ‘diez veces’ fahanot nagai latcha ‘once veces’ hugua na fulu nagai latcha ‘veintiuna veces’ agupa ‘mañana’, i hatcha (antiguo) inagupania ‘pasado mañana’ tergua ‘dentro de tres días’ fata ‘dentro de cuatro días’ limija ‘dentro de cinco días’ gunuma ‘dentro de seis días’ guargua ‘dentro de nueve días’ sigija ‘dentro de nueve días’ (antiguo) manot ‘dentro de diez días’
Este sistema de varias series era en cierto modo parecido a los de otras lenguas del Pacífico, vecinas del chamorro, como las lenguas micronesias. Actualmente, en el carolino de Saipán hay un sistema de varias series, de manera que, por ejemplo, encontramos las siguientes posibilidades para el número 5 (Jackson/Marck 1991: 281): liim ‘el número cinco en abstracto o en una serie de números’ alimmalul, alimmanún ‘el cinco, en una serie de personas o animales’ alimoowal, alimoowan ‘el cinco, en una serie de objetos’ liffay ‘cinco objetos redondos (rocas, naranjas, bolas...)’ liffósch ‘cinco objetos largos (canoas, árboles, lápices)’ limmal ‘cinco seres vivos o personas’ limangaf ‘cinco brazas’ limarhé, limasché ‘cinco cosas planas (hojas de árbol o papel)’ limouw, limoow ‘cinco objetos en general’
16. No cabe duda de que en la segunda mitad del siglo XIX ya se usaba el sistema de origen español. Así puede deducirse de los textos de la época. Las obras del P. Aniceto Ibáñez del Carmen, publicadas en 1865, y escritas con toda seguridad en colaboración con el sacerdote chamorro José Palomo, nos muestran sólo los numerales hispano-chamorros. En la Gramática Chamorra, escrita en forma de preguntas y respuestas, leemos: «¿Jafa numeral absoluto pat cardinal? Y
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minamatútung˘ o clároroja y número para mangfong, v.g. uno, dos, tres» ‘¿Qué es numeral absoluto o cardinal? El que da a conocer con claridad el número para contar, v.g. uno, dos, tres’ (Ibáñez del Carmen 1865a: 10). El hecho de que no dé la serie completa de números es significativo, a mi juicio: resultaba superfluo e innecesario para el lector chamorro, por lo que bastaba con poner los tres primeros. El Diccionario Español-Chamorro de los mismos autores (Ibáñez del Carmen 1865b) solamente recoge los números cien: sien; ciento: siento; cero: sero y, como artículos un, una: un. Ni aparecen los demás numerales hispano-chamorros, sin duda por resultar también superfluo, ni figuran para nada los numerales prehispánicos, prueba evidente de que para entonces ya no se usaban. Años después, encontramos un «Diálogo en los dialectos chamorro y castellano» en un libro del que fue gobernador de Marianas entre 1871 y 1873, Luis de Ibáñez y García (1886: 187). En este diálogo encontramos algunos numerales, todos de origen español: Cuatro riales señor ‘cuatro reales, señor’ Por y cabayo un peso; por y coche veinte riales ‘por el caballo un peso, por el coche veinte reales’ Catna dos horas, señor ‘cerca de dos horas, señor’
Estos autores recogieron en sus libros lo que ya era chamoro moderno, lengua que había sustituido al chamorro prehispánico o protochamorro, como dice con acierto Muñoz Barreda (1894: 64): El idioma de los chamorros se va perdiendo de día en día por su mezcla con el castellano y más aún con el tagalo, y esto antes de que se haya hecho un estudio de esa lengua; pero a juzgar por las escasas noticias que poseemos y purgándola de esas extrañas influencias, todo hace creer que originariamente era un dialecto micronesio. Existe un antiguo vocabulario recogido por un marino; después el P. Ibáñez compuso un diccionario donde introdujo ya palabras españolas y tagalas.
17. A principios del siglo XX, todos los autores dan por antiguo el sistema numeral prehispánico y señalan que sólo se usan los números hispano-chamorros. El misionero alemán P. Callistus Lopinot, en su diccionario Chamorro-Wörterbuch (1910: 7*) dice: Los números de la vieja lengua chamorra están completamente fuera de uso y son casi desconocidos. En vez de ese sistema numeral, se han introducido los números españoles con ciertas variaciones. Sin embargo y para completar, compilamos los viejos números15. 15. «Die Zahlen der alten Chamorro-Sprache sind ganz ausser Gebrauch und fast völlig unbekannt. Statt dieses Zahlsystems haben sich die etwas abgeänderten spanischen Zahlen eingebürgert. Der Vollständigkeit halber seien die alten Zahlen hier zusammengestellt».
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A continuación, el padre Callistus presenta la ordenación de los numerales en cuatro series (y además, los distributivos), con ciertas variantes con respecto a Fritz: Núms. simples, Para días, meses...
Para seres animados
Idem. inanimados
Para objetos longitudinales
1: 2: 3: 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10: 11:
hacha hugua tulo fatfat lima gunum fiti gualu sigua manot manot nagai hacha
maisa hugua tato fatfat lalima guagunum fafiti guagualu sasigua maonot maonot nagai maisa
hachiyai hugiyai tolgiyai fatfatai limiyai gonmiyai fitgiyai guatgiyai sigiyai manutai manutai nagai hachiyai
20:
hugua na fulu
hugua na fulu
hugiyai na fulu
21:
hugua na fulu nagai hacha
hugua na fulu nagai maisa
hugiyai na fulu nagai hachiyai
30: 100:
tulu na fulu gatus
tato na fulu gatus
tolgiyai na fulu gatus
200:
hugua na gatus
hugua na gatus
huriyai na gatus
1.000: 2.000:
chalan hugua na chalan
chalan hugua na chalan
10.000:
manot na chalan
maonot na chalan
chalan hugiyai na chalan manutai na chalan
taghachun taghuguan tagtulun tagfatun tagliman taggunum tagfitun taggualun tagsiguan tagmaonton tagmaonton nagai taghachun taghugua na fulu hugua na fulu nagai taghuguan tagtulu na fulu manapo (gatus) taghuguan na gatus tagchalan taghuguan na chalan tagmaonton na chalan
100.000:
manutu
En términos parecidos se expresaba William Edwin Safford (1909: 49), que dedica diez páginas a estudiar los numerales chamorros: «El sistema numeral chamorro ya no se usa más en Guam»16. También ofrece una lista completa de cuatro 16. «Chamorro numeral system is no longer used in Guam».
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series de numerales, con algunas pequeñas diferencias con respecto a las ofrecidas por Callistus y Fritz. Por su parte, Von Preissig (1913: 15) nos indica también que el antiguo sistema numeral está «ahora obsoleto» y que «los numerales modernos han sido adoptados del español»17. Unos años más tarde, el sacerdote español Román María de Vera (1932: 283) señalaba: «Mi numeración chamorra: En todas las escuelas que yo visito, los niños saben muy bien estos números» y ofrecía la siguiente lista de cardinales, en una única serie: 1: 2: 3: 4: 5: 6: 7: 8: 9: 10: 11: 12: 20: 30: 40: 50: 60: 70: 80: 90: 100: 110: 111: 113: 200: 300: 1.000: 2.000:
hacha hugua tulo fatfat lima gunum fiti gualo sigua manot manot hacha manot huchua hugua na manot tulo na manot fatfat na manot lima na manot gunum na manot fiti na manot gualo na manot sigua na manot gatos gatos manot hacha gatos manot hugua gatos manot tulu hugua na gatos tulo na gatos chalan hugua na chalan
17. «The interesting, but now obsolete, old numeral system. The modern numerals have been adopted from the Spanish».
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Rafael Rodríguez-Ponga 3.000: 4.000: 1.000.000:
tulo na chalan fatfat na chalan chalan na chalan
Quiere esto decir que los numerales prehispánicos no eran usados habitualmente, sino que los niños chamorros tenían que aprenderlos en la escuela. Y lo llamativo es que si, todavía en las primeras décadas del siglo XX, había chamorros que sabían los numerales austronésicos, era gracias a que se los enseñaban los misioneros españoles. El padre Vera, en el mismo lugar, siguiendo a Callistus y Safford, nos dice que hay también distributivos: Se forman intercalando la partícula UM: humacha, mumaisa, humachiyai ‘de uno en uno’; humugua, humugiyai ‘de dos en dos’, etc. y multiplicativos: Se les antepone faha, pero cambian bastante los números. Lacha ‘una vez’. Fahagua ‘dos veces’. Fafatu ‘tres’. Fahafat ‘cuatro’. Fahalna ‘cinco’. Fahaunum ‘seis’. Fahauti ‘siete’. Fahualu ‘ocho’. Fahasgua ‘nueve’. Fahanot ‘diez’. Fahanot na gailacha ‘once’ (...).
También nos dice que Los pescados se cuentan o separadamente o a pares. Hatitip ‘un pescado’. Atsgan ‘dos pescados, un par de pescados’. Hugua na atsan ‘dos pares’. Usan ‘diez pares’. Hugua na usan ‘veinte pares’.
Por último, señala que Existen además los vocablos I tergua ‘dentro de tres días’. I fata ‘dentro de cuatro’. I limiya ‘dentro de cinco’. I gunuma ‘dentro de seis’. I fitgua ‘siete’. I gualgua ‘ocho’. I sigiya ‘nueve’. I manot ‘diez’ (...).
18. De todos los numerales prehispánicos, solamente el primero de ellos, maisa (‘uno’, para seres vivos o animados), se sigue manteniendo en la actualidad, aunque con cambios semántico y morfosintáctico, pues ya no es numeral. Significa ‘uno solo, único, uno mismo’. Merece la pena señalar que en los últimos años del siglo XX, sólo de forma excepcional, en algún texto literario moderno que intenta recuperar la identidad chamorra antigua, pueden aparecer numerales prehispánicos. En cualquier caso, sólo son los cardinales del 1 al 10 de la lista del padre Vera18.
18. Debo esta observación a Rosa Palomo, de la Universidad de Guam.
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19. ¿Por qué desapareció el antiguo sistema numeral de la lengua mariana? ¿Por qué el chamorro adoptó íntegramente, en toda su amplitud, el sistema numeral español? A mi juicio, esto se debe a varias razones: En primer lugar, los hablantes optaron por el sistema numeral más conocido por todos. Téngase en cuenta que la sociedad de las Marianas estaba formada, entre los siglos XVII y XIX, no sólo por los marianos nativos, sino también por españoles peninsulares, filipinos (tagalos, cebuanos, pampangos, caviteños, mestizos) y mexicanos (criollos, mestizos y probablemente algunos indígenas), además de algunos chinos y japoneses, sin olvidar los negros de ascendencia africana. Todos ellos se entremezclaron en un amplio proceso de mestizaje que produjo, junto a la unión de la sangre, el mestizaje lingüístico. En esta situación de diversidad etnolingüística, el único sistema numeral conocido por todos era el español. En segundo lugar, optaron por el que resultaba más útil, más práctico, en sus contactos hacia el exterior. En este sentido, el español era necesario en las transacciones comerciales con los barcos que llegaban a las islas, muy especialmente a Guam, isla que recibía el galeón de Acapulco. Y en tercer lugar, creo que influyó también el deseo de sencillez, basado en el principio de economía del lenguaje. Los habitantes de las Marianas, que tenían ante sí dos modelos distintos, optaron no sólo por el que era más conocido y útil, sino también por el más sencillo, es decir, el español, pues el otro resultaba a simple vista mucho más complicado. Como consecuencia de todo ello, los hablantes bilingües de chamorro y español, empezarían a utilizar preferentemente los números españoles, hasta el punto de que el antiguo sistema numeral quedó olvidado. Este proceso debió de suceder entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX.
4. Numerales cardinales españoles en otras lenguas del Pacífico 20. Es muy importante subrayar que en las lenguas filipinas, el sistema numeral de origen español también se sigue utilizando en la actualidad. Es interesante comprobar que en tagalo (filipino) –así como en otras lenguas filipinas–, los hablantes mezclan de facto tres sistemas numerales: el español, el inglés y el filipino. Es decir, tienen ante sí tres modelos distintos y los mezclan, al hablar en su propia lengua. En filipino, el sistema español no sustituyó al prehispánico, sino que convive con él hasta nuestros días. Y la utilización del sistema numeral inglés no ha borrado al español: los tres sistemas numerales conviven en los mismos hablantes.
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Es muy interesante el estudio llevado a cabo en 1981 por el Instituto de la Lengua Nacional (Pineda 1987: 89-106) en el área metropolitana de Manila: el 100% de los encuestados utilizaba en mayor o menor medida los numerales españoles; el 99,37% mezclaba español, filipino e inglés; el 29,3% usaba con frecuencia el sistema puramente español. En mi experiencia personal en Manila, he podido comprobar que absolutamente todo el mundo conoce y utiliza los numerales españoles, en las tiendas cuando uno va a pagar o en el hotel cuando uno pide la llave. Evidentemente, el chabacano, por tratarse de un criollo de base española, tiene un único sistema numeral tomado directamente del español. 21. En otras lenguas filipinas, los numerales españoles han encontrado diversos acomodos, pero sin utilizarse de forma completa como en tagalo. De una u otra forma, aparecen en ilocano, ilongo, bicolano, pampango, pangasinán y otras lenguas. En cebuano19, por ejemplo, se usan a partir del 11, quedando del 1 al 10 los números del sistema autóctono. En ciertos casos, se produce una especialización en el uso de los numerales de origen español. En el carolino de Saipán, sólo se utilizan al decir la hora: alas dose, ala una. En mi experiencia personal en Saipán y en la bibliografía consultada (Jackson/Marck 1991: 11), esta es la situación existente, producto del contacto del carolino con el español y el chamorro desde mediados del siglo XIX. 22. Hay, pues, tres grados de hispanización en las lenguas del Pacífico, a partir del sistema numeral cardinal: el primer grado presenta un sistema numeral único, en el que todos los elementos proceden del español (chamorro y chabacano); el segundo muestra varios sistemas numerales que alternan en la conversación, uno de los cuales es el español (tagalo); el tercero nos ofrece un sistema numeral español utilizado parcialmente, sólo en ciertas cifras (cebuano) o sólo en ciertas ocasiones (carolino saipanés). Chamorro, tagalo y carolino muestran, en cuanto a los numerales, tres grados distintos de hispanización. Lo interesante es que lo que nos muestran a través de los numerales cardinales es reflejo del conjunto de la hispanización que cada una de estas lenguas nos ofrece. Y es llamativo comprobar que el chamorro presenta relevantes semejanzas con el chabacano, lengua criolla hispano-filipina.
19. Debo esta observación a John Wolff, que asistió también a la conferencia de Bremen.
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5. Numerales ordinales 23. Existen en el chamorro moderno dos series de numerales ordinales. Por un lado, tiene su propio procedimiento de crear numerales ordinales, a partir de los cardinales hispano-chamorros; y por otro lado, también ha heredado directamente algunos ordinales españoles. 24. La fórmula autóctona –muy sencilla y utilizada por todos– consiste en añadir el prefijo mina’- al numeral cardinal: mina’dos ‘segundo’, mina’tres ‘tercero’, mina’kuatro ‘cuarto’ y así sucesivamente: (37) (Lc 2, 21) i mina’ocho ART ORD-ocho ‘el octavo día’
na NEXO
ha’ani día
La única excepción a este procedimiento es fine’na ‘primero’, derivado de fo’na ‘preceder, ir delante’ con el infijo -in-. Es el único numeral de origen austronésico que se utiliza en el chamorro moderno. Como en el caso de los cardinales, en general es necesaria la presencia de la partícula na entre el numeral y el sustantivo al que acompaña. Sin embargo, con las palabras de origen español referidas a las unidades contables más frecuentes (punto 7), no se utiliza na y sí hay variación de número en el sustantivo: (38) (Lc 24, 46) u la’la’ ginen i finatai gi FUT resucitar desde ART muerto en ‘resucitará de entre los muertos el tercer día’
mina’tres ORD-tres
dias días
(39) (Lc 1, 26) gi mina’sais en ORD-seis ‘al sexto mes’
meses meses
(40) (Lc 3, 1) gi mina’kinse años desde ki umemperadot en ORD-quince años desde que VERBO-emperador si Tiberius ART Tiberio ‘en el decimoquinto año desde que era emperador Tiberio’
Si comparamos (37) y (38) observamos la distinta construcción para expresar «días», con la palabra austronésica unida al numeral mediante la partícula na o con la palabra española con marca de plural y sin nexo de unión.
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25. Del primero al décimo pueden también utilizarse los ordinales heredados directamente del español: 1º: 2º: 3º: 4º: 5º: 6º: 7º: 8º: 9º: 10º:
primero, primeru; primet; primera segundo, sigundo tetsero, tetseru; tetset kuatto kinto, kento sesto séptimo oktabo nobeno désimo
Los ordinales por encima del décimo no han llegado al chamorro, puesto que tampoco se utilizan en la lengua hablada, en la mayor parte del español general. 26. Ahora bien, el uso de estos ordinales (del primero al décimo) tiene sus limitaciones. De kinto a désimo tienen un uso muy reducido, prácticamente inexistente en la lengua hablada. De hecho, en las encuestas que hice en las cuatro islas principales de las Marianas (es decir Guam, Saipán, Rota y Tinián) en 1985, junto con Paloma Albalá, sólo hasta kuatto hubo una respuesta significativa. Topping y Dungca (1973: 168) sólo ofrecen los numerales de primeru a kento. En mi experiencia personal en las Marianas, he comprobado que sólo primero y segundo se utilizan de forma habitual. Incluso tetsero para algunos resulta algo afectado, frente al más usual mina’tres. En la versión que manejo del Evangelio de San Lucas, en las ocasiones en que aparece la serie «primero», «segundo» y «tercero», los traductores han elegido los numerales ordinales de tal manera que siguen tres procedimientos: el ordinal austronésico para «primero», el español para «segundo» y el hispano-austronésico para «tercero»: (41) (Lc. 19, 16-20) i fine’na [...], i sigundo [...], i mina’tres na tentago’ ‘el primero, el segundo, el tercer empleado’
(42) (Lc 20, 29-31) i fine’na [...], i sigundo [...], i mina’tres ‘el primero, el segundo, el tercero’
27. El ordinal primero se conoce y se utiliza con toda normalidad por todos los hablantes, en las diversas islas, especialmente con la forma apocopada primet < primer:
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(43) (Lc 24, 1) gi primet dia gi simana en primer dia en semana ‘el primer día de la semana’
En algunos casos, puede aparecer con el morfema de género femenino, primera, en lexías complejas como primera komunión, que alterna con primet komunión. Hay oposición real masculino/femenino cuando se trata de personas, especialmente hablando del hijo primogénito: guahu i primet ‘yo soy el primero’, guahu i primera ‘yo soy la primera’, i primera na patgon ‘la primera hija’. En otros contextos, pueden alternar las soluciones i primet ma’estra y i primera na ma’estra ‘la primera maestra’. Segundo, sigundo o sigundu se utiliza con total libertad. Aunque el sustantivo sea femenino en español, no hay concordancia de género en chamorro: (44) (Lc 22, 12) gi sigundo bibienda en segundo vivienda ‘en el segundo piso’
Tetsero o tetseru se utiliza ya menos. Puede aparecer con la forma apocopada tetset: tetseru bibienda, tetset bibienda ‘tercer piso’. 28. El sistema numeral ordinal prehispánico, descrito por varios autores de principios del siglo XX, también ha desaparecido. Vera (1932: 283), en el apartado dedicado a «Mi numeración chamorra», escribe sólo: finena, mina hugua, mina tulo. Safford (1909: 54) describe la siguiente tabla de ordinales: 1º: 2º: 3º: 4º: 5º: 6º: 7º: 8º: 9º: 10º: 11º:
i fina mona, imena i fina hagua i fina hatu i fina hafat i fina halma i fina haunum i fina hauti i fina haulu i fina hasgua i fina hanut i fina hanut nga guai maisa (para contar seres vivos) i fina hanut nga guai hacha (para contar tiempo) i fina hanut nga guai hachiyai (para contar cosas)
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Lo que ha quedado, por tanto, del sistema prehispánico, es el procedimiento morfosintáctico de crear los nuevos ordinales con el prefijo mina’-.
6. Conclusiones 29. Con los numerales nos encontramos ante algo que no es solamente léxico. Es cierto que se pueden interpretar como préstamos léxicos, pero estamos ante una parte esencial de una lengua, una parte central de la misma. En chamorro vemos que no se ha producido algún préstamo aislado, sino que el sistema numeral cardinal completo está heredado del español. Insisto, la presencia de los numerales hispano-chamorros nos demuestra que el chamorro moderno no sólo ha recibido miles de palabras españolas en su vocabulario: también la gramática está afectada, también la gramática es heredera del español. 30. Muchos lingüistas han defendido que es muy difícil que los numerales se presten de una lengua a otra. Otros, como Marius Sala (1998: 155-159) han demostrado que, aunque sean escasos, no dejan de documentarse casos de préstamos de numerales, considerados unas veces como préstamos léxicos y otras como un hecho entre la morfología y el vocabulario. No son, por tanto, sistemas tan cerrados como podría parecer. El caso del chamorro es especial. Creo que no ha habido préstamos, sino algo mucho más importante: en el proceso de formación del chamorro moderno, ante la existencia de dos modelos (el austronésico y el español), los hablantes se decidieron por la adopción del sistema cardinal español completo, totalmente incorporado, totalmente asumido, como único sistema numeral. En este sentido, los numerales chamorros resultan más españoles, por ejemplo, que los del papiamento (Munteanu/Joubert 1996: 319-320), el criollo español de las Antillas Holandesas20. El chamorro sigue en su sistema numeral exactamente al español: si hay copulación en español, la hay en chamorro (treinta i sinko); si en una hay yuxtaposición, la otra también la asume (siento kuatro); si en una hay formas apocopadas, en la otra también (un, sien, primet); si el español tiene formas irregulares, el chamorro las repite (kinientos). Si en una advertimos problemas de lingüística general sobre la consideración de uno y un como numeral, como indefinido o como artículo indeterminado, en la otra sucede exactamente igual.
20. El papiamento se desvía en varias ocasiones del modelo español: diesun ‘once’; diesdos ‘doce’; diestres ‘trece’; dieskuater ‘catorce’; doshen ‘doscientos’; treshen ‘trescientos’.
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31. ¿Qué interpretación damos a todo esto? Si seguimos pensando que el chamorro es sencillamente una lengua austronésica (más concretamente, malayo-polinésica) que recibió unos préstamos del español, nos sorprenderemos sin encontrar una respuesta válida, como le sucede a W. W. Schuhmacher (1975), que se asombra ante tal cambio por parte de los hablantes chamorros que –dice– abandonaron su sistema propio para tomar prestado un sistema numeral ajeno. Si por el contrario reconocemos que el chamorro es una lengua mixta, encontraremos una respuesta lógica. Los hablantes fueron incorporando a su nueva lengua –el chamorro moderno, formado entre los siglos XVIII y XIX– elementos diversos de origen mariano indígena, hispánico y filipino. Al decidirse por los numerales españoles, los habitantes de las Marianas no tomaron algo ajeno, sino que prefirieron el sistema numeral que era el propio de una parte de sus propias familias y el más conocido por todos en las islas (además de ser, como queda dicho, el más útil y el más sencillo). No se trata, pues, de una lengua equiparable a otras lenguas austronésicas, porque no es solamente esto: es una lengua mixta hispano-austronésica, como vengo defendiendo desde hace años. Y una lengua nueva, que incorpora elementos de una lengua europea y de una lengua indígena, que es el resultado del contacto en una situación de plurilingüismo en un determinado lugar, como efecto de un proceso de colonización, ¿no se llama lengua criolla?
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Voces indígenas americanas en las lenguas del Pacífico Paloma Albalá (Madrid)
1. Introducción En las lenguas del Pacífico Norte existen hoy palabras cuyo origen remoto hay que buscarlo en alguna lengua indígena americana. Estos americanismos se instalaron en las lenguas del Pacífico por el contacto de éstas con el español que los había introducido previamente en su léxico por su contacto en América con las lenguas indígenas precolombinas. He estudiado el léxico de dieciséis lenguas austronésicas que entre los siglos XVI al XX tuvieron contacto, de distinta intensidad y duración, con el español: el bicolano, cebuano, ilocano, pampango, pangasinan y tagalo de las islas Filipinas; el chamorro y el carolino de las Marianas; el palauano de las islas Palaos; el kusaeño, mokilés, ponapeño, trukés, uleayano y yapés de las Carolinas y el marshalés de las islas Marshall. En todas estas lenguas he encontrado palabras que tienen su origen en alguna lengua indígena americana precolombina. En total he encontrado ciento once voces indoamericanas que cruzaron el Pacífico y dejaron herederos en las lenguas de las islas de Filipinas y Micronesia. Ciento once son las voces americanas que llegan a las islas del Pacífico, las formas herederas sobrepasan ampliamente el millar.
2. Datos históricos El hecho de que estas palabras de origen indígena americano aparezcan en las islas del Pacífico habla de la relación histórica entre América, principalmente México, y las llamadas islas del Poniente (es decir, los archipiélagos de Filipinas y Micronesia). En realidad se trata de la huella lingüística de una serie de hechos históricos. En 1492, los Reyes Católicos prestan su apoyo económico y estratégico al proyecto de Cristóbal Colón de navegar hasta Oriente, a las tierras ricas en especias. Colón quería llegar a Oriente por Occidente basándose en la idea ya totalmente aceptada en ese momento de que la tierra es redonda. Las especias eran algo
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enormemente cotizado en aquella época ya que posibilitaban conservar los alimentos. En consecuencia, era un comercio de interés primordial. Las naciones con poderío económico trataban sin tregua de abrirse camino hacia ese comercio. Por este motivo España tenía una continua diatriba con Portugal y fruto de varios tratados anteriores era el acuerdo que impedía a España navegar libremente hacia Oriente. Colón se hace a la mar con sus tres carabelas convencido de la lógica de su proyecto y cuando alcanza tierras americanas cree haber llegado a Oriente y sólo después se llega a comprender que se ha descubierto un nuevo continente. América, por tanto, aparecía como un obstáculo en el propósito de Colón. Surgía como barrera en la ruta hacia lo que era y seguiría siendo, durante tiempo, el gran empeño de la Corona Española: llegar a las islas de Oriente ricas en especias. Una vez conocido el error, el fructífero error de Colón, España aceptaba el compromiso de explorar y poblar aquellas tierras recién descubiertas pero no por ello dejaría de intentar llegar al comercio de las especias. En los años siguientes al Descubrimiento, la Corona Española volcó todo su interés en enviar expediciones que dieran con el paso, a través del continente, hacia la Especiería. La expedición de Magallanes y Elcano, llevada a cabo entre 1519 y 1522 descubre el estrecho de Magallanes que comunica el Atlántico con el Pacífico. Una vez que está abierta la vía, los españoles navegarán hacia Oriente y la política española tendrá pronto dos vertientes marítimas: la del Atlántico y la del Pacífico. El nexo de unión, lo que posibilitó la comunicación entre América y el Pacífico fue la ruta que descubrió Urdaneta en 1565, siguiendo la corriente del Kuro Shivo a lo largo del paralelo 42º que repetiría durante 250 años el galeón de Manila o Nao de Acapulco como se llamaba en Filipinas y que desempeñó un papel fundamental en los fenómenos lingüísticos que queremos contemplar.
3. Proceso lingüístico del préstamo léxico amerindio En América, las voces indígenas entran en el español y una vez que están ya dentro de su caudal léxico pueden ser prestadas a otras lenguas. De hecho así ocurrió. A través del español, muchas voces indígenas americanas pasaron a otras muchas lenguas del mundo. Palabras como tomate, patata y chocolate son casi universales. Desde el español los indigenismos americanos penetraron en el inglés, en el francés, el alemán o el italiano y también en las lenguas con las que el español tenía contacto lejos de Europa, en las islas de Filipinas o de Micronesia. El proceso, hay que entenderlo, por tanto, en una situación amplia y compleja de lenguas en contacto. Empieza en tierras americanas con unas lenguas emisoras, hay unas lenguas puente o transmisoras que difunden esas voces, fundamentalmente el
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español, en menor medida francés, portugués, inglés, alemán y finalmente unas lenguas receptoras, las lenguas autóctonas de las islas del Pacífico.
3.1. Emisión Desde que los españoles ponen el primer pie en América da comienzo el fenómeno de adopción de préstamos de las lenguas indígenas americanas. El propio Colón en su Diario del Descubrimiento utiliza las primeras voces indígenas en español y varias veces se lamenta de no conocer ni poder dar nombre a las cosas que aquellas tierras desconocidas le ofrecían. Realmente los españoles no verificaron no poseyeron lo descubierto hasta que no tuvieron en su lengua las palabras que designaban las nuevas realidades que aquel vasto mundo les ponía ante sus ojos. Por eso, el proceso se desencadena rápidamente: empieza con Colón en su Diario y después de él, todos los cronistas, incluso los que escribían en latín, no dejan de utilizar voces indoamericanas en sus crónicas (tomate, batata, cóndor, petaca, manatí(...)) y ello hay que ver que se trataba de documentos cuyo destinatario era el rey, por tanto el lenguaje no tendría el menor viso de incorrección. Simplemente las voces se habían instalado en la lengua de conquistadores y colonos y el español quedaba para siempre coloreado y enriquecido por las voces indígenas de las tierras recién descubiertas. Es importante además comprender el factor estilístico que estas voces tendrían para aquellos que las usaran. Conferían inmediatamente la idea de ser un hombre experimentado y conocedor de la realidad recién descubierta. Por ello tuvieron éxito y se instalaron en un número considerable en el español de América y en un número algo menor en el español general. Entre las lenguas que aportan voces a las lenguas del Pacífico destaca el náhuatl, lengua general de México, de donde salían los galeones hacia Filipinas. De los ciento once étimos indoamericanos que he encontrado en alguna de las dieciséis lenguas malayo-polinésicas1 que he estudiado, cincuenta y cinco, prácticamente el 50%, son nahuas, lo que parece indicar que esta lengua no era ajena a los marineros y pasajeros del Galeón de Acapulco. El español que llegaba a los territorios del Pacífico estaba especialmente influido por las lenguas mesoamericanas, en especial por el náhuatl. Una vez más el hecho lingüístico refleja la realidad histó-
1.
Las lenguas del Pacífico que he estudiado han sido: bicolano (bic.); carolino (car.); cebuano (ceb.); chamorro (cham.); ilocano (il.); kusaeño (kus.); marshalés (mar.); mokilés (mok.); palauano (pal.); Kapanpangan o pampango (kap.); pangasinán (pang.); ponapeño (pon.); tagalo (tag.); trukés (truk.); uleayano (ul.) y yapés (yap.).
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rica: México era, de hecho, el centro irradiador más importante; Manila y las posesiones españolas de Oceanía dependieron del virreinato de México hasta la independencia de éste en 1825. 3.2. Transmisión En la transmisión del léxico la pieza fundamental fue el galeón de Acapulco. Utilizando un lenguaje figurado podemos decir que en el galeón viajaban las palabras. Transportaba toda una forma de vida y costumbres junto a las palabras que las designaban o quizá sería más exacto decir a través de las palabras que las designaban. Sería interesante saber qué se hablaba en el galeón; en qué hablaba la variopinta población del galeón compuesta por marineros, misioneros, colonos, soldados, funcionarios, aventureros, criados y servidores de procedencia tan diversa: europea, americana y africana. Desde luego se hablaría español pero quizá también habría alguna jerga propia, quizá alguna mezcla de lenguas y desde luego habría individuos que hablaran lenguas indígenas americanas. Probablemente viajaran gentes bilingües de español y una lengua americana incluso monolingües de algunas de ellas. Por las crónicas conocemos el caso de un indio mexicano que fue a Cebú en la armada de Villalobos (1543) y quedó allí perdido, siendo después capturado por tribus indígenas de la zona. Años después, la expedición de Legazpi (1565) tuvo noticia de él y quiso rescatarlo; había olvidado prácticamente el español y su propia lengua mexicana: «(...) era yndio natural de México, nasido en Santiago de Tlatrelusco2, que vino en la harmada de Villalobos y se quedó allí perdido con unos españoles de una fragata que dio al través en aquella ysla, y aunque no fue español, por ser cristiano bautizado, se regocijó todo el campo con su libertad (...); habla muy poco en castilla y muy menos en su lengua mexicana que se le á olvidado; la lengua de estas Yslas la sabe y habla bien (...); dize que hera muchacho cuando vino a esta tierra, y que vino con un soldado que se dezía Juan Crespo; dize que estaba casado con una hija de un principal en Tendaya y tiene dos hijas muchachas que la una se dize Catalinica y la otra Juanica, que aunque no son cristianas, les puso este nombre de cristianas (...)»3.
Esta cita pone de manifiesto, primero, que en la expedición iban gentes bilingües que trataron de ponerse en contacto con aquel hombre en lengua mexicana y 2.
3.
Este indio se llamaba Juanes y era natural del actual Tlatelolco (Distrito Federal, México), donde sigue existiendo la iglesia dedicada a Santiago. Era, por tanto, indio nahua y el náhuatl sería su lengua materna que había olvidado. Apud Rodríguez (1983: 134, 1010n).
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pudieron comprobar que la había olvidado y segundo, que se dio el contacto directo entre las lenguas americanas y las lenguas del Pacífico. Como el indio de Tlatelolco pudo haber otros y algunos quizá con mejor memoria lingüística que contribuyeran directamente a este trasbase lingüístico. En cualquier caso, estos contactos serían sólo esporádicos. El verdadero contacto se produjo a través del español que fue realmente la lengua que transmitió a las lenguas del Pacífico los indigenismos americanos. Sin embargo, para tener una visión completa debemos considerar otras lenguas. En nuestro siglo, el inglés se instala en todo el territorio del Pacífico que fue español hasta 1898-1899 (recordemos que después de la guerra hispanoestadounidense, España cede por el tratado de París las Filipinas y Guam y un año más tarde –ahora hace exactamente un siglo– vende el resto de sus posesiones que ya solo eran el archipiélago de las Marianas, el de las Carolinas y el de las Palaos); pues bien, el inglés se instala en este territorio y lo hace de manera eficaz, utilizando los medios políticos necesarios así como los modernos medios de comunicación. Actualmente tiene categoría de lengua oficial en todos estos territorios, de forma que la posibilidad de los norteamericanos de influir sobre las lenguas autóctonas es ilimitada y de hecho en éstas hay anglicismos en cantidades elevadas. El número de voces indígenas americanas transmitidas por el inglés a las lenguas del Pacífico es, en comparación con el que transmite el español, muy reducido y, normalmente, son voces que han entrado en inglés como préstamos del español. Por ejemplo, la palabra española tomate deja herederos en todas las lenguas Filipinas (bic., ceb., il., pang. y tag. kamátis; kap. tamátis), y en chamorro (tomates, tumates) mientras que en las Marshall, Carolinas y Palaos aparecen herederos del inglés tomato, voz que, a su vez, procede de la española (kus. tomahto; marsh. tomato; pal. tomáto; pon. domahdo; truk. tamaato; ul. tomaato)4. Lo mismo ocurre con la voz patata5, que deja derivados en Filipinas y Marianas (cham. batatas, bic., ceb., il., pang. y tag. patatas), pero en otras lenguas encontramos que las voces han llegado a través del inglés potato (kus. pituhtu, marsh. piteto; mok. pidehde; pal. boteto; pon. pedehde; truk. pweteeto). Hay casos en que se da una doble transmisión (española e inglesa) a una misma lengua lo que produce la confluencia de dos voces que en principio designan la misma realidad. Por ejemplo chocolate6. En cebuano, se produce especificación
4. 5. 6.
Vid. la palabra núm. 107 en la lista final. Vid. palabra núm. 91. Vid. palabra núm. 41.
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semántica: los hispanismos sik-wate y tsokolate significan ‘chocolate líquido’, mientras que el anglicismo tsókolet es ‘chocolate sólido’. El francés que nunca estuvo en contacto con las lenguas filipinas, sí tiene un papel transmisor de americanismos con respecto a ellas. Dado que Francia tuvo y tiene posesiones en América existen en francés voces tomadas directamente de las lenguas algonquinas de América del Norte (Estados Unidos y Canadá). Algunas de ellas pasaron después al español (caribú, tobogán) y desde éste llegaron al Pacífico (tag. karibú, tobogán)7. Lo mismo ocurre con el portugués y las voces que adoptó en la zona del actual Brasil del tupí-guaraní. Son voces que el español tomó del portugués y después transmitió a otras lenguas entre ellas las del Pacífico. Alguna de las palabras portuguesas tomadas del tupí-guaraní se transmitieron al español, entre otras, ananás e ipecacuana ‘cierta clase de planta trepadora (Inodium strictum)’ que aparece en tagalo con la forma ipekakwaná8. En consecuencia, el portugués es también una lengua transmisora de americanismos con respecto a las lenguas del Pacífico. Aunque no estuvo directamente en contacto con ellas, sí lo estuvo con otras lenguas malayo-polinésicas, en territorios que hoy forman parte de Malasia e Indonesia, donde todavía tiene presencia viva. Desde mediados del siglo XIX, Alemania tuvo contacto con las islas de Oceanía y a partir de 1899, año en que compra a España las Marianas del Norte, Carolinas y Palaos, se establece en las islas y la lengua alemana pasa a ser la lengua de la enseñanza, de la administración etc. La soberanía alemana fue muy breve: en 1914 Japón ocupa el territorio que después le será entregado por la Sociedad de Naciones en calidad de Mandato. Hoy se puede rastrear la huella lingüística alemana especialmente en Carolinas y Marshall donde hay algunos apellidos alemanes y existen también algunos préstamos lingüísticos. La contribución del alemán al campo de los americanismos es muy modesta, pero hay que citar la forma tamaak del trukés, procedente del alemán Tabak, que es hispanismo9 y la forma tobak del marshalés que procede del alemán Tobak, forma propia de los marineros, por lo que debemos pensar en esta variante dialectal como el étimo más directo de la voz marshalesa10.
7. 8. 9. 10.
Vid. palabras núm. 28 y 105. Vid. palabra núm. 68. Vid. palabra núm. 97. Agradezco al profesor Thomas Stolz de la Universidad de Bremen esta interesante observación, hecha durante el coloquio que siguió a mi exposición.
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3.3. Recepción Llegamos ya al final de la travesía de estas «palabras viajeras». El proceso termina con la adopción por parte de las lenguas del Pacífico de este legado lingüístico que se incorpora a sus respectivos léxicos. Las lenguas más influidas son las que más contacto tuvieron con el español. En Filipinas, donde la variedad lingüística era ingente, tuvieron más posibilidades de que les llegara la influencia las denominadas lenguas mayores, áquellas que por desarrollo y número de hablantes tenían mayor relevancia. Es decir el bicolano, cebuano, ilocano, pangasinan, hiligainon, pampango, tagalo y warey. En todas ellas hay voces cuyo étimo remoto hay que buscarlo en una lengua indígena americana precolombina. En Oceanía, la lengua más hispanizada fue la de las islas Marianas pues fue en este archipiélago donde hubo una presencia española real precisamente porque allí llegaba cada año el galeón de Acapulco. En estas islas la cristianización y la hispanización fue un hecho, mientras que las Carolinas, las Palaos y las Marshall quedaron muy relegadas. En el chamorro actual de las islas Marianas, podemos encontrar un número muy elevado de americanismos especialmente de nahuatlismos. Las lenguas del Pacífico también sometieron a estas palabras a un proceso de adaptación antes de incorporarlas a su caudal léxico respectivo. En cuanto a la fonética, el préstamo se somete a un mecanismo de adaptación distinto en cada lengua o grupo de lenguas. Como ejemplo, podemos citar la fluctuación en las vocales posteriores y anteriores, de forma que los fonemas españoles /o/ /u/ y /e/ /i/ quedan neutralizados (atole > bic. atoli; cham. atuli, atule; il. atole). En las lenguas austronésicas la adaptación del fonema español /c/, inexistente en ellas, encuentra dos soluciones: se sustituye por la secuencia consonántica /ts/ (caucho > tag. kautsó; chicle > bic. tsíklet, tag. tsíkle) es en realidad el mismo grupo consonántico pero sin palatalizar; y la simplificación y confusión con /s/: chocolate > ceb. sikwate; pal. suklatei; pon. sokolahde; tag. sikuláte. En el plano morfológico, podemos citar el hecho de que numerosas voces se adapten con morfema de plural castellano sin que éste tenga valor semántico alguno cuando se trata de objetos que de forma habitual aparecen agrupados (anona > car. annonnas; cham. anonas; il. anonas; tag. anonas, anunas). Así como la aglutinación del artículo con el sustantivo (por ejemplo (la)guanábana > car. laguanaa; cham. laguaná).
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4. Resumen y conclusión De todo lo expuesto, podemos concluir que las voces de origen americano en el Pacífico son la huella lingüística de toda una serie de hechos históricos de comunicación y contacto entre dos partes del mundo muy lejanas unidas por el comercio, la política, la religión. Las voces indígenas americanas llegan al Pacífico transmitidas por otras lenguas europeas fundamentalmente el español, de forma que cuanto mayor fue el contacto de una de estas lenguas con el español, mayor número de americanismos existe en esa lengua. Así, el chamorro y el tagalo que fueron lenguas con un contacto muy profundo durante siglos con el español, son las lenguas que más americanismos presentan. En cuanto a las voces, las más difundidas son aquellas que podríamos llamar «universales» puesto que están muy extendidas en muy diversas lenguas. De las dieciséis lenguas estudiadas, tomate deja herederos en catorce; tabaco en trece; cacao, guayaba y patata en doce; camote, maíz y papaya en once y chocolate en diez. Lista de palabras11 1.
acapulco (náh.) ‘cierto arbusto (Cassia alata)’ > cham. akapuko; tag. akapulko, kapurko.
2.
achote (náh.) ‘cierta planta (Bixa orellana)’ > bic. atsuéte, artawete; car. ghasuutil; cham. achoti; il. assuete, atsuete; tag. atswete, atsuete, atsuwete.
3.
aguacate (náh.) ‘cierto árbol y su fruto (Persea gratissima)’ > bic. abokado; ceb. abokado -u; cham. águaguat ‘obstinado, terco’; il. abokado; kap. abukádu ; tag. abokado.
4.
ahate (tar.) ‘cierta fruta (Annona squamosa)’ > bic. atis; car. aatis; cham. ates, atis, ate; il. atis; kap. anatis; pang. atis; tag. atis.
5.
alpaca (quech.) ‘cierta clase de rumiante (Auchemia pacos)’ > ceb. alpaka; tag. alpaka.
6.
anona (ant.) ‘varias especies de plantas anonáceas y su fruto (Annona squamosa, A. reticulata, A. lutescens)’ > car. annonnas; cham. anonas; il. anonas, anonang; tag. anonas, anunas.
7.
atole (náh.) ‘bebida hecha de harina de maíz disuelta en agua o leche’ > bic. atoli; car. atul, atuul, atwul; ceb. atuli; cham. atuli, atule; il. atole ‘almidón para ropa’; tag. atole, atol.
11. Las abreviaturas utilizadas son: al.: lenguas algonquinas; ant.: lenguas antillanas; chib.: lenguas chibchas de América Central; guar.: tupí-guaraní de América del Sur; map.: mapuche, lengua de América del Sur (Chile, Argentina); maya: familia de lenguas habladas en México y Guatemala; náh.: náhuatl de México; per.: lenguas del Perú; quech.: lengua quechua del Perú; tar.: lengua tarasca, hablada en zonas de México.
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8.
barbacoa (ant.) ‘parrilla’12 > ceb. balbakúwa; il. barbakúa.
9.
bejuco (ant.) ‘liana; nombre de diversas plantas tropicales trepadoras’ > bic. bihúko; tag. behuko, bihuko.
10.
butaca (ant.) ‘silla de brazos’ > bic. butaka; ceb. butaka; il. butaka; pang. botaka; tag.butaka.
11.
cabuya (ant.) ‘cuerda’ > tag. kabuyá.
12.
cacahuate (náh.) ‘cierta planta y su fruto (Arachis hipogaea)’ > cham. kakaguates; il. kawkawati ‘cierto árbol’; tag. kakawate (cfr. nº 81).
13.
cacalote (náh.) antiguo ‘granos de maíz tostado’ > cham. kakalotes ‘parte central de la mazorca de maíz’.
14.
cacalote (náh.) ‘cuervo (Corvus corax)’ > cham. kakaroti ‘saltar; pícaro, cuervo’13.
15.
cacao ([maya >] náh.) ‘cierto árbol y su fruto (Theobroma cacao)’ > bic. kakáw; ceb. kakáw; cham. kákao; il. kakaw; kap. (madre)káku14; kus. kakao; mok. kakau; pon. kakau; yap. kaakaaw ‘dinero’15; tag. kakaw, kakau. maya cacau > náh. cacáhuatl > esp. cacao > ing. cocoa > marsh. koko; mok. kohko; pang. cocoá.
16.
cacique (ant.) ‘indio señor de vasallos’ > tag. kasike.
17.
caimán (ant.) ‘especie de cocodrilo (Cocodrilus acutus)’ > car. kaimaan; cham. kaimán; tag. kaymán.
18.
caimito (ant.) ‘cierto árbol y su fruto (Chrysophillum caimito)’ > bic. kaymito; ceb. kaymíto; il. kaimito; kap. kaymítu; tag. kayimito, kainito, kaimito, kaymito.
12. La palabra barbacoa posee varios significados en español. En las distintas áreas de Hispanoamérica sirve para designar objetos diferentes. Con el significado de ‘parrilla’, que es el que posee en las lenguas del Pacífico Norte, aparece ya en Fernández de Oviedo: «Barbacoas ques una manera de parrillas fechas de palos e cañas (...)» (apud Friederici 1960, s.v.). 13. Encontramos dos raíces distintas: cacallotl ‘caxcara de nuez o de cosa así’, según Molina (1977) y cacalotl ‘cuervo’. En México existe hoy la voz cacalote con el significado de ‘cuervo’ que dejó en Marianas el heredero kakaroti ‘cuervo’ que posee también los sentidos derivados de ‘pícaro’ y ‘saltar’. Otra voz chamorra que probablemente haya que relacionar con ésta es kakaroño ‘parte de la peonza o trompo’, también relacionada con ‘saltar’. En el español de México del siglo XVI existió la palabra cacalote con el significado de ‘granos de maíz tostados’. Así se documenta en Bernal Díaz del Castillo: «Pues yo, juro a tal, tampoco tengo un puño de maíz de que tostar y hacer cacalote» (apud Santamaría (1983: 171); Díaz del Castillo, edición de León-Portilla (1984: 274), da la grafía zacalote). Tal acepción no existe hoy en el español de México pero puede ser la originaria del chamorro kakalotes ‘parte central de la mazorca de maíz’. Éste pudo ser un significado derivado por una comparación en la que se entiende que los granos de maíz saltan al ser tostados como saltan los cuervos. Otra interpretación es que proceda de la otra voz náhuatl que recoge Molina: cacallotl ‘caxcara’, cosa muy posible dado que en chamorro designa a la parte leñosa de la mazorca donde están colocados los granos. 14. Formann (1971) no recoge en kapanpangan ningún heredero de cacao, pero sí ofrece la voz madrekaku ‘madre del cacao’. 15. En el español del México virreinal, tomó el significado derivado de ‘dinero’, debido al uso que se hacía de los granos de cacao como moneda.
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19.
[ca]calosúchil16 (náh.) ‘cierta planta (Plumeria rubra)’ > bic. kalatsútsi; cham. kalachucha; tag. kalatsusi, kalasusi, karatutse, kalanotse.
20.
camachile (náh.) ‘cierta planta (Pithecelobium dulce)’ > car. gamasúúlúg, ghamasiiligh; cham. kamachili, -e, guamachile; il. Kamantiris17; kap. kamacili; pal. kamatsiri; tag. kamatsile, kamastile.
21.
camote (náh.) ‘cierta planta (Ipomea batatas)’ > bic. kamóte ‘torpe, insulso, tonto’; car. gamwuuti, ghamwuuti, ghómwuuti; ceb. kamote; cham. kamote, kamuti; il. kamoti, kamotit; kap. kamúti; pal. chemutii; pang. kamóte, camuti; tag. kamóte, kamuti; truk. kómwuti, kkómwuuti, kómwu, kkómwu; ul. gamwuutiy(a); yap. kamuut, kamoet ‘patata’ (cfr. nº 91).
22.
cancún (maya)18 ‘cierta planta (Ipomea aquatica)’ > bic. kangkóng; car. kkangkkung; cham. kankong; il. kangkong; pal. kangkúm; pang. káñgkoñg; tag. kangkong.
23.
caníbal (ant.) ‘antropófago’ > bic. kanibál; tag. kanibál.
24.
canoa (ant.) ‘embarcación propia de los indios americanos’ > cham. kanoa (también: ‘artesa para dar de comer al ganado, comedero); tag. kanoa.
25.
caoba (ant.) ‘cierto árbol y su madera’ > tag. kaoba, kauba, kaubana.
26.
carey (ant.) ‘materia córnea procedente de una clase de tortuga’ > tag. karey.
27.
carí (map.) ‘pimienta’ > tag. karí.
28.
caribú (alg.) ‘reno salvaje del Canadá (Rangifer caribou)’ > tag. karibú.
29.
caucho (per.)19 ‘latex’ > tag. kautsó.
30.
cazabe (taíno) ‘cierta clase de pan hecho de harina de mandioca’ > ing. cassava > tag. kasaba ‘mandioca’.
31.
chayote (náh.) ‘cierta planta y su fruto (Sechium edule)’ > bic. sayóte; cham. chaioti; tag. sayote.
32.
chicha (chib.) ‘bebida alcohólica hecha a base de maíz’ > tag. sitsa.
33.
chichigua (náh.) ‘nodriza’ > cham. chichigua; il. sisíwa; kap. sisiua; tag. sisiua, sisiwa.
34.
chichirica (náh.) 1 ‘cierta planta (Catharantus roseus)’ > cham. chichirika, chuchurika, chichirita;20 bic. sitsirika, tsitsiríka; tag. sitsirika.
16. Según Santamaría (1983) en el español de México existe la palabra cacalosúchil con muchas variantes lexicográficas y con frecuente apócope de ca-. En español debió existir calachuche, de donde proceden los herederos de las lenguas del Pacífico Norte, que pudo cambiar en -a su vocal final por analogía con otros nombres de flores acabados en -a. En el español de Filipinas existe calachuche, según Cuadrado Muñiz (1972). 17. No es segura la relación de esta forma con camachile, pero parece muy probable. 18. Del origen maya de esta voz habla León-Portilla (1983: 347-359). 19. La palabra caucho procede de una lengua indígena de Perú, quizá de la familia cahuapana o maina (Morínigo 1985, s.v). 20. En chamorro la voz designa a la planta Catharantus roseus y al pájaro de color rojizo Rhipdura rufifrons uraniae. Para distinguirlas, los chamorros utilizan las expresiones flores chichirika y flores chuchurika.
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chichirika 2 ‘cierto pájaro (Catharantus roseus)’ > cham. chichirika, chichirita, chuchurika. 35.
chicle (náh.) ‘goma de mascar’ > tag. tsíkle. náh. > esp. chicle > ing. > bic. tsíklet.
36.
chico(zapote) (náh.) ‘cierta planta y su fruta (Zapota achras)’ > bic. tsíko, tsíkosapóte; cham. chiku; il. tsiko, sapote; kap. síko; pang. chíco; tag. tsiko, tsiko sapote, síko.
37.
chilaquiles (náh.) ‘cierto guiso mexicano a base de tortillas despedazadas y cocidas en salsa de chile’21 > cham. chalakiles, charakiles, chilikilis.
38.
chile (náh.) 1 ‘cierta planta y su fruto, muy picante, que se utiliza para condimentar’ > bic. síli; ceb. sile, sili; il. sili; kap. sili; pang. sili; tag. sile, sili. náh. > esp. chile > ing. chilli > mok. jeli; pon. sele. chile 2 ‘pene’ > cham. chili 22.
39.
chinahuate (náh.) ‘cierta oruga urticante’ > cham. chinakguat, chinatguat ‘hinchazón causada por una infección o picadura’.
40.
chita (náh.) ‘especie de percal o tela corriente’ > cham. chita ‘tela estampada’.
41.
chocolate (náh.) ‘pasta alimenticia a base de cacao’ > bic. tsokoláte; car. tchókolóóti; ceb. sikwate, tsokoláte ‘chocolate líquido’; cham. chikulate, chokolati; il. tsukulate; pal. suklátei ‘árbol del cacao’; pang. chocolate; pon. sokolahde; tag. sikuláte, tsikulate, tsokolate, sukulate. náh. > esp. chocolate > ing. chocolate [toklit] > ceb. tsókolet ‘chocolate sólido’; marsh. jokleej; mok. jokled; pal. tsiokkolét ‘chocolate’; pon. sokoled.
42.
chonte (cenzontle) (náh.) ‘pelo blanco o cano’ y ‘cierto pájaro (Phaeton lepturus dorotheae)’ > cham. chúngñe.
43.
chuchumeco (náh.) ‘torcido, pequeño, que vale poco’ > cham. chuchumeku ‘cierta planta (Dolichos lablab)’.
44.
cigarro23 (maya) ‘cigarro, rollo de hojas de tabaco para fumar’ > bic. (sigarera), sigarilyo; car. sigalo, sighallé, siganné; ceb. siggarro, sigarílyo; cham. chigálu, chigálo, sigariyu; il. sigarilio; kap. sigarílyu; marsh. jikka; mok. sika; sikarehlio; pang. sigarilyo; tag. sigaro, sigarilyo; truk. sika.
21. En las Marianas es distinta la preparación y los ingredientes del guiso son otros. 22. El significado que la voz tiene en las Marianas, existe también en México, Santamaría (1983) da como segunda acepción de la palabra ‘miembro viril’ y añade que «es término bajo». Lo que en México es sólo un sentido derivado, en la lengua de las Marianas pasó a ser único significado. De hecho, en chamorro ‘chile’ o ‘pimiento picante’ se dice donne pika. 23. Corominas (1980) discrepa en cuanto al origen americano de esta voz que cree derivada de la voz española cigarra, hipótesis que no aceptan los demás lexicógrafos. Incluyo la palabra como americanismo de origen maya por dos razones: el origen americano del cigarro y la existencia de palabras relacionadas semántica y fonéticamente en algunas lenguas mayas. De todos modos, es posible, que la palabra española, en su formación, se viera influída por el significante cigarra, ya existente, debido a la posible «comparación con el cuerpo cilíndrico, terminado en punta y de color oscuro del animal» que indica Corominas.
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45.
coca (quech.) ‘cierto arbusto (Erythroxylon coca)’ > tag. koka.
46.
colote (náh.) ‘cesto de forma cónica’ > cham. kottot.
47.
comal (náh.) ‘recipiente donde se cuecen las tortillas de maíz o se tuesta maíz, café (...)’ > cham. kommat.
48.
cóndor (quech.) ‘cierta clase de buitre (Sarcorrhamphus gryphus)’ > tag. kóndor.
49.
copal (náh.) ‘cierto tipo de resina’ > kap. kúpal.
50.
coyote (náh.) ‘especie de lobo (Canis latrans)’ > tag. koyote.
51.
cuate (náh.) ‘gemelo; doble’ > cham. kuates ‘huevo de dos yemas’.
52.
elote (náh.) ‘mazorca tierna de maíz’ > cham. ilótes.
53.
enaguas (ant.) ‘prenda femenina que se lleva debajo de la falda’ > ceb. enágwas, nágwas; tag. enagwas, nágwas, enagwilyas, nagwilyas.
54.
epazote (náh.) ‘cierta hierba aromática y medicinal (Chenopodium Ambrosioides)’ > cham. apasóti, apasótes, pasótes, alapasótes; tag. alpasote, alpasotis, aposotis, pasotis.
55.
guangoche (tar.) ‘saco hecho de arpillera’ > cham. ganggóche; il. langgusti, langgutsi; kap. langgoci, linggotci; pang. langóche.
56.
gaucho (quech.) ‘antiguo campesino de las llanuras rioplatenses’ > tag. gautso, -a.
57.
guachinango (náh.) ‘cierta clase de pez del Golfo de México; persona astuta, lisonjera (en Cuba)’ > tag. guwatsinanggo ‘astuto’.
58.
guanábana (ant.)24 ‘fruto del guanábano (Annona muricata)’ > bic. guyábano; car. laguanaa, langgunaa, nanggunaa; cham. laguaná; il. guayábano; kap. gwenabáya; tag. guayabáno, guyabáno, gayabano.
59.
guano (quech.) ‘excremento de aves marinas usado como abono’ > bic. guano; tag. guano, guwano.
60.
guaracha (tar.) ‘baile popular’ > pang. curácha; tag. guwaratsa, kuratsa, kuratsá.
61.
guasa (ant.) ‘cierta clase de pez (en Cuba)’ > cham. guasa.
62.
guayaba (ant.) ‘cierta fruta (Psidium guayava)’ > bic. bayawas (y malabayáwas); car. aabwas; ceb. bayábas; cham. abas (antes también guayaba); il. bayabas, bayyabas; kap. bayabas, biabas; kus. kuhfahfah; mok. kuahpa; pal. kuabáng; pang. bayáwas; pon. kuahpa; tag. bayabas, byabas, gyabas; yap. qaabaas.
63.
guayacol (ant.) ‘sustancia que se extrae del guayaco’ > tag. guwayakol.
64.
habano (ant.) ‘cigarro puro’ > bic. abáno; ceb. abano; cham. labana; il. abano; tag. abano.
24. Santamaría (1983) piensa que su origen es náhuatl.
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65.
hamaca (ant.) ‘red o lona que fijada por los extremos queda suspendida en el aire y sirve como cama’ > cham. amaka; marsh. amak; tag. hamaka.
66.
hule (náh.) ‘tela impermeabilizada’ > ceb. uli; cham. uli; il. ules ‘manta’; tag. ule, uli.
67.
huracán (ant.) ‘viento de gran fuerza de las zonas tropicales’ > ceb. urakán; pang. burakán.
68.
ipecacuana (guar.) ‘cierta clase de planta trepadora (Ionidium strictum)’ > tag. ipekakwaná.
69.
jaguar (guar.) ‘cierta clase de felino’ > tag. haguwar.
70.
jalapa (náh.) ‘cierto tipo de planta (Convulvus officinalis)’ > tag. halapa.
71.
jícama (náh.) ‘cierto tubérculo comestible (Pachyrhizus angulatus)’ > cham. híkamas; il. singkamas; tag. hikama, singkamas.
72.
jícara 1 (náh.) ‘fruto del árbol del jícaro semejante a una calabaza (Crescentia alata); vasija pequeña para beber el chocolate’ > cham. híkara; tag. híkara.
73.
jipijapa (quech.) ‘fibra extraída de las hojas de la palmera con que se hacen sombreros; el sombrero hecho con este material’ > tag. hipihapa ‘sombrero de paja’.
74.
loro (ant.) ‘cierta clase de ave’ > cham. loru; ceb. loro; tag. loro.
75.
macegual (náh.) ‘el indio de condición más humilde, dedicado a los quehaceres más bajos’25 > cham. mahegat, masahegat, masegat ‘musculoso, fuerte’.
76.
maguey (ant.) ‘cierta clase de planta que produce fibra (Agave americana)’ > tag. magey.
77.
maíz (ant.) ‘cierta clase de planta gramínea (Zea mays)’ > bic. ma’ís; car. meis; ceb. maís; cham. mai’es, ma’is, ma’es; il. maís; kap. maís; pal. maís; pang. maís; tag. maís; truk. meyiis; ul. maiis; yap. maeyis ‘sandía’.
78.
mamey (ant.) ‘cierta clase de árbol y su fruto (Mammea americana)’ > tag. mamey.
79.
mandioca (guar.) ‘cierta clase de arbusto (Manihot utilissima)’ > car. mendiyooka, mindiyooka; cham. mendioka, mandioka; pal. diokáng; pon. menioak; truk. mwoniyok, mwoniyoka, mwoniyoku; yap. thiyoegaeng (cfr. nº 101).
80.
mangle (ant.) ‘cierta clase de planta con grandes raíces superficiales (Rizophora mangle)’ > cham. mangle.
81.
maní (ant.) ‘el fruto de cierta planta (Arachis hipogaea)’26 > bic. maní; ceb. maní; il. maní; kap. maniq; pang. maní; tag. maní (cfr. nº 12).
25. Es una voz histórica, muy usada en la época colonial pero que hoy ha quedado prácticamente en desuso. Según Santamaría (1983), en México, es palabra que «hoy apenas se oye en el campo». 26. Maní y cacahuate designan el mismo fruto. Son dos americanismos de distinta procedencia cuya geografía lingüística es muy interesante: «maní es voz de uso general en castellano de toda Amé-
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82.
mecate (náh.) ‘tira de corteza vegetal fibrosa que sirve para atar’ > tag. mekate.
83.
metate (náh.) ‘artefacto para moler maíz u otros granos’ > bic. metáte; cham. metate, mitati.
84.
mocasín (alg.) ‘tipo de calzado confeccionado por los indios’ > ceb. mokasín; tag. móccasin, mókasin.
85.
mole (náh.) ‘cierta salsa mexicana a base de chile y ajonjolí’ > tag. mole.
86.
pachacate (náh.) ‘pequeño, bajo, no desarrollado’ > cham. pachakati, -e; il. pasakuatit ‘cierto árbol’.
87.
pampa (quech.) ‘llanura’ > tag. pampa.
88.
papa (quech.) ‘patata’ > tag. papas.
89.
papalote (náh.) ‘cometa’ > car. papalote -i; cham. papalóti, -e ‘cometa’; tag. paparó, paroparó, aliparó ‘mariposa’27.
90.
papaya (ant.) ‘cierta clase de fruta (Carica papaya)’ > bic. kapayas, papaya, tapayas; car. bweibwaay; ceb. kapáyas, papaya; cham. papaya; il. papaya; kap. kapáya, kapayaq, papayaq; pal. bóbai; pang. apayas; tag. papaya; truk. kipwpwaaw; ul. beibaay(a); yap. baabaay.
91.
patata28 ‘cierto tubérculo comestible’ > bic. patátas; car. bwotaatas; ceb. patatas; cham. batatas, patatas; il. patatas; kus. pihtuhtuh; marsh. piteto ‘patata’ y ‘batata’; mok. pidehde; pal. boteto; pang. patatas, batata; pon. pedehde ‘patata’ y ‘batata’; tag. patatas; truk. pweteeto (cfr. nº 21).
92.
petaca (náh.) ‘caja o estuche donde se guardan cosas’29 > bic. pitáka; ceb. pitaka; il. pitaka; pang. pitaka; tag. pitaka.
93.
petate (náh.) ‘esterilla tejida de palma’ > ceb. petate; cham. petate; tag. petate.
94.
quelite (náh.) ‘hierba comestible’ > bic. kulitis; cham. kilites.
rica del Sur y las Antillas, mientras que en España y en México se emplea el nahua cacahuate (ete) y los dos vocablos coexisten en Colombia y América Central» (Corominas 1980). Obsérvese que en las islas del Pacífico Norte la voz procedente del taíno sólo deja herederos en Filipinas, mientras que la de origen náhuatl deja formas en las Marianas y en las Filipinas. 27. No es seguro que estas formas procedan de papalote pero sí parece probable. 28. El americanismo patata procede de un cruce entre el antillanismo batata ‘planta convulvácea cuyo tubérculo es comestible y de gusto dulce’ y el quechuismo papa que designaba otro tubérculo de una planta solanácea y sin sabor dulce. 29. La voz petaca tiene una significación muy amplia. Las primitivas petacas eran cajas tejidas de mimbre forradas de cuero o estera: «estas petacas que así las llaman en la lengua de la Nueva España [...] son hechas de palma o de caña muy delicadas o de unas varillas delgadas, enforradas todas por de fuera de cueros de venados» (Las Casas apud Friederici 1960, s.v.). Fue voz muy usada desde los primeros tiempos y ha ampliado y especificado su significado en las distintas zonas geográficas. En general designa el baúl o caja de cuero donde se guardan objetos, incluso ‘maleta’. Por extensión, ‘estuche de cuero para guardar el tabaco’. En las lenguas filipinas en que aparece, la voz significa, en todas, ‘billetera, monedero’.
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95.
quina, quinina (quech.) ‘sustancia febrífuga extraída de la corteza de ciertos árboles’ > ceb. kinina; bic. kinina; tag. kina, kinina.
96.
sabana (ant.) ‘llanura extensa’ > cham. sabána ‘montaña’, sabaneta; tag. sabaná, sabanas.
97.
tabaco (ant.) ‘cierta planta solanácea (Nicotiana tabacum)’ > bic. tabáko; ceb. tabako; cham. tabáko30; il. tabaku; kap. tabákuq; kus. tapako, topahko; marsh. jepaake, kabbok, tobak; pang. tabaco; pon. tipaker; tag. tabako; truk. tamaak; ul. temaag(o); yap. tamaagow.
98.
tabasco (náh.) ‘salsa picante originaria de Tabasco, México’ > pal. tabasko; pon. dopasko; ul. tebaasiko; tag. tabasko.
99.
tamal (náh.) ‘preparación culinaria que consiste en una masa de ingredientes variados, envueltos en una hoja y cocidos al vapor’ > cham. tamales; ceb. tamalis; il. tamales; kap. tamális; tag. tamal, tamales.
100.
tapanco (náh.) ‘plataforma en alto para almacenar trastos, semillas, etc.’ > ceb. tapangko; kap. tapángku; tag. tapangko.
101.
tapioca (guar.) ‘fécula de mandioca o yuca, usada en la cocina’ > ceb. tapyoka; cham. tapioka; kus. tepyuka; marsh. tapioka; mok. dapiohka; pon. dapiohka; tag. tapiyóka, tapyoka truk. tapiyooka (cfr. nº 79).
102.
tequila (náh.) ‘aguardiente de mezcal’ > tag. tekila.
103.
tianguis (náh.) ‘mercado indígena’ > ceb. tiyanggi; il. tianggi; tag. tiyangge, tiangi.
104.
tiza (náh.) ‘yeso para pintar en encerados’ > bic. tísa’; ceb. tísas; il. tisa; kap. tísaq; tag. tisa’.
105.
tobogán (alg.) ‘rampa para deslizarse’ > tag. tobogán.
106.
tocayo (náh.) ‘persona del mismo nombre que otra’ > bic. tukáyo, tokáyo; car. kkóózu; ceb. tokáyo; cham. kayu, kayo; kap. tukáyu; tag. tokáyo, tukáyo, katukayu.
107.
tomate (náh.) ‘cierta clase de planta y su fruto (Solanum Lycopersicum)’ > bic. kamátis; car. tomwatis, tumóótis; ceb. kamátis, tamátis; cham. tomates, tumates; il. kamatis; kap. tamátis; kus. tomahto; marsh. tomato; pal. tomáto; pang. kamátis; pon. domahdo; tag. kamatis; truk. tamaato; ul. tomaato; yap. toomaatoo, tuutuumaetis ‘tipo de parra’.
108.
totem (alg.) ‘objeto de la naturaleza tomado como emblema protector del hombre’ > tag. totem.
109.
totol (náh.) ‘cierta clase de ave’31 > cham. tótot.
30. Es forma muy reciente y de escaso uso en chamorro, ya que la palabra de uso general es el hispanismo chupa. 31. Las dos voces designan en las respectivas lenguas un tipo de ave pero éste es distinto en cada una de ellas. En el español de México es, según Santamaría (1983), «el aztequismo con que se desig-
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110.
tulis (náh.) ‘ladrón, asaltante de caminos’ > cham. tulisán ‘malvado’, tag. tulisán.
111.
zacate (náh.) ‘pasto’ > bic. sakáte; cham. sakati, -e; tag. sakate.
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na vulgarmente el guajolote». En chamorro, totot designa, según Topping (1975) a la variedad de pájaro científicamente denominada Philinopus roseicapillus.
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Spanish and the Missionization Effort on Pohnpei: Language and Cultural Influences1 Elizabeth Keating (Austing) 1. Introduction The first contact between the inhabitants of the island of Pohnpei2 and European culture occurred when a Spanish vessel, the Santa Catalina, anchored in Ronkiti harbor in the south of the island in late 1595 or early 1596. The Santa Catalina had become separated from the other ships of the second Mandaña expedition. In fact the flagship of the expedition, the San Jeronimo, had a short time earlier (December 23, 1595 according to the ship’s log) sailed up the coast of Pohnpei, but the pilot, Quiros, who named the island Quirosa (Hezel 1983: 34) decided not to stop after the ship had difficulty navigating the barrier reef. Mendaña, whose original objective had been a «conquista espiritual», to bring Christianity to the «savages» in Spain’s «great lake» (Hezel 1983: 33-34, Hanlon 1988: 27) had died on one of the islands, and the expedition, under his wife Doña Isabel, was returning home (Hanlon 1988: 27). The attribution of the first actual landing on Pohnpei to the Spanish Santa Catalina is based on a study of Pohnpeian oral histories by both the German anthropologist Hambruch in 1932 and the first American Protestant missionaries who, in the 1800s, wrote down Pohnpeian stories of the earliest contacts with foreign ships. The evidence consists of the descriptions the Pohnpeians gave, including the colors of the flag the ship flew. The Pohnpeian account of the first landing describes men wearing «hard skins» and one man dressed in black with a shiny object hanging around his neck. The Pohnpeians called the Spanish eni en
1.
2.
Acknowledgements. I gratefully acknowledge support from the National Science Foundation (grant #9120466) and the International Institute for Education (Fulbright) for the field research upon which this article is based. Without the cooperation and generosity of the people of Pohnpei this work would not have been possible, and I sincerely thank them. A full portrayal of Pohnpeian society is beyond the scope of this paper. For a more complete description the reader is referred to Bascom (1965), Reisenberg (1968), Petersen (1982), Shimizu (1982, 1987), Hanlon (1988), Mauricio (1993), Kihleng (1994), Pinsker (1997), Keating (1998).
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pohn madau ‘ghosts of the open ocean’, the word eni or ‘ghost’ referred not to the divine qualities of the foreigners but to the alien, potentially malevolent nature of these beings (Hanlon 1988: 26). The Pohnpeian histories tell how they planned a welcoming feast for the ship, but this first encounter between the Spanish and Pohnpeians ended in hostilities, and one Pohnpeian speared one of the foreigners «through an opening in his face». The Spanish left, the Santa Catalina was never heard from again. At future ship sightings, island priests paddled to the reef and with prayers, chants, and spells chased away the ghosts (Hanlon 1988). Hambruch (1932) mentions a cannon left in the southern part of the island by a Spanish ship as well as some silver coins and a crucifix that were found in the chiefs’ tombs. The technology, money, and cross are symbolic of the major cultural introductions of the Spanish and other westerners, new ideas which were reflected not only in lexical borrowings, but in new discourse contexts and content. The new concepts were of course mediated through existing local structures and practices. In this paper I discuss how some of the concepts introduced by the Spanish and other westerners influence present day discourses. I will be looking at some oratory by members of a Catholic youth group in Pohnpei as a particularly good place to investigate some aspects of language contact and intercultural processes. After the Santa Catalina sailed away, never to be heard from again, the Spanish did not return to Pohnpei for almost 300 years, although European maps of the Pacific made from the sixteenth to eighteenth centuries describe Pohnpei and the islands in the Caroline group as Spanish territory. In 1886 the Spanish warship Manila arrived in Pohnpei to officially proclaim Spain’s possession, in part because of a claim by Germany to the Caroline Islands (Hezel 1983), but also to «promote the spiritual and material welfare» of the Pohnpeians (Hanlon 1988: 144). By then the first Protestant Congregationalist missionaries from the U.S. had already been there 34 years3. In the mid 1800s American whalers had begun stopping regularly, and several individuals from these ships had begun living on Pohnpei. The attempts by the Spanish to rule Pohnpei were entirely unsuccessful, and met with strong resistance from the Pohnpeians. In less than a year the Spanish governor was assassinated and the Spanish colonialists withdrew from the island. One Pohnpeian historian describes this «forced expulsion of a colonial power by
3.
A Catholic missionary, Father Desire Maigret, had preceded them in 1837, but only stayed seven months.
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a Pacific Islands people» as a «feat never achieved before or since» (Hanlon 1988: 144). A second Spanish colonizing attempt during which the Spanish built residences and a church also failed due to conflict with the Pohnpeians over conscripted work parties4. The Pohnpeians reacted to what they described as the callousness of the governor, deceit of the overseers, and humiliation of the chiefs. The Spanish priests tried to negotiate, but then advised evacuation, and the Pohnpeians burned the «colony». A few months later a third colonizing party with more Spanish ships and a new governor built Fort Alfonso XII to protect the colony from Pohnpeian hostility. Six years after the Spanish arrival the number of converts to Catholicism had been recorded at less than 100. There was hostility not only between Pohnpeians and Spanish, but between Protestant missionaries and Spanish Catholic priests. The Protestant missionary Doane wrote to his superiors in the U.S. that he had no intention of letting Rome make an easy conquest of Pohnpei (Hanlon 1988: 150), while the Capuchin priests called the Protestants a more serious threat than «the most heathenish practices of the uncivilized Pohnpeians» (Hanlon 1988: 178, see also Hambruch 1932, I: 227-230), since they advocated mercantilism. A written Pohnpeian account of this time, by native historian Luelen Bernart in turn describes the Pohnpeian view of the moral depravity and savagery of the foreigners, in his «story of the third period» (Bernart 1977: 104), translated by Fischer, Reisenberg, and Whiting (1977). Chapter 61, The Story of the Third Period 1. Many ships came to Ponape5. Many were the foreigners who settled on Ponape, and foreign things also became numerous, the kinds of animals and the kinds of plants, both large and small plants which could grow on Ponape. Moreover white people and black people –all kinds, as well as certain kinds of sickness, etc., also became numerous. And certain different kinds of enlightenment6 also became well established in Ponape. 2. The descendants of one kind of people7 were numerous and continued to increase, and they gave birth to many children who did not behave well towards the other people. Some of them were great thieves, for they stole owing to their evil cleverness, which their fathers used to display, and they also told more lies than the others, and made arguments, and moreover had no sense of shame in front of other people, they were indeed very bold. The end.
4. 5. 6. 7.
The governor ordered all mission schools closed and traditional activities stopped until construction of the colony and its roads were completed. Ponape is an earlier spelling of Pohnpei. Protestant and Catholic systems of thought. European and American deserters from whaling and trading ships.
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Bernart refers here to the sailors who came to Pohnpei on whaling ships. He also describes the conflict with the Spanish: 17. They8 then moved on to Matolenim to the section of Oa and also constructed a place to stay there for a while and a [Catholic] father also was with them, and a brother was also with them. And much argument developed between the father and the Protestants, for the father wanted to build his church, which would block the door of the Protestant church. And the officer in charge of the soldiers conducted the discussions about this and told them that if they didn’t give in to the father the soldiers would kill the people of Matolenim. 18. [...] They assembled and agreed to kill the Spanish. In the year 1890 the people of Japalap and Animuan killed sixty Spanish and captured sixty rifles along with all the supplies [...].
A German colonial official later wrote: «The natives consider the missions as political institutions» (Hanlon 1988: 202).
2. Missionization influences: language, organization of time and space, authority structures, the presentation of the body, literacy Bernart characterizes the conflicts between the Catholics and the Protestants as wars: «in the year 18969 another great war was held between the Catholics and Protestants of Ponape». Still another war, however, the Spanish-American conflict10, resulted in the final withdrawal of the Spanish ships from Pohnpei, leaving in their wake not only Pohnpeian narratives of their presence, but the following Spanish loan words11 as well as Spanish names (see Rodríguez-Ponga 1997). Pohnpeian
Spanish
English
Adwendo Kadekismo Esdasiona
Adviento catecismo estación
Advent catechism stations of the cross
8. The Spanish soldiers. 9. Actually 1898, according to Fischer, Reisenberg, and Whiting (1977). 10. The American victory over Spain and Germany’s purchase of the Caroline Islands brought the islands under German influence. Germans, Japanese, and Americans have occupied Pohnpei since Spanish times. 11. Part of this list is from Rehg (1981), part from Rodríguez-Ponga (1997). Both sources suggest that some borrowings are difficult to attribute between Spanish, English, and Japanese, for example, mwusiko for ‘music’ (Rodríguez-Ponga 1997: 304), or between Spanish and English.
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Spanish and the Missionization Mahdire Maria Sarawi Medahlia Mihsa Pwurkadorio Misiohn Pahdire Rosario Sakramendo Persona Iesus Pasdohng Kandehla Koronihda Pangk Pringihnas Sampakihda Sele Sokolahde Karapahu Eskorpion Kalapwuhs Kana Pehrdi
madre María Santa medalla misa purgatorio misión padre rosario sacramento persona Jesús pasar(?) candela corneta banca berenjena sampaguita chile chocolate carabao escorpión calabozo ganar perder
299 head nun Virgin Mary religious medal mass purgatory mission priest rosary sacrament member of the trinity Jesus to visit a church in order to pray candle cornet, trumpet bench eggplant plant chili chocolate water buffalo scorpion jail, prison, prisoner to win to lose
Other lasting effects of the contact between the two languages and the belief systems constructed by the languages include new deities and mediators between these deities and the people, new worship practices, and new forms of communication and authority structures. Differences in the nature of knowledge and the dissemination of information and expertise between Pohnpei and the west were significant. Notions of individual agency and responsibility varied greatly between indigenous philosophical traditions and western philosophy. Not only linguistic but other semiotic modalities such as space and spatial relationships as well as the presentation of the body were affected by contact with western missionaries and governments. For example, the Spanish influence as the first colonial power in Pohnpei is still evident in the spatial organization of the island. The Spanish chose as the site of their occupation the northern part of the island at Mesenieng, and this site has developed into the only town in Pohnpei, named Kolonia by the Spanish. Pohnpeians traditionally do not organize their residence patterns into villages or towns, but live on farms scattered throughout
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the island. Even these scattered farms have been affected by western residence patterns, and the traditional organization of several families sharing one cookhouse is changing to a system where each family has its own food preparation area12. There is of course a complex inter-relatedness between the cultural organization of space and language practices, including those which differentiate between individuals and groups. The organization of the town of Kolonia as an administrative center worked towards unifying the five independent chiefdoms which had previously divided the island in the typical pieshaped divisions of Pacific island polities (Kirch 1984), and at the same time towards classifying the politics of colonial powers and local, chiefdom-based politics as distinctly different. Although the Pohnpeians did not uniformly borrow Spanish or Indo-European words for marking units of time, the local concepts of how to organize time were revolutionized by missionization. When missionaries instituted the practice of once-per-seven-days worship, they complained that the Pohnpeians could not keep track of which day was Sunday. Pohnpeian names for days of the week were developed. Pohnpeians traditionally counted nights not days (Bernart 1977: 103). Pohnpeian days are now named: Niehd, Niare, Niesil, Niepeng, Nialem (‘at.one’, ‘at.two’, etc), Rahn Kaunop ‘day of preparation’, and Rahn Sarawi ‘day sacred’. Names for the individual months, and the terms and concepts hour and minute were also adopted. Pohnpeians traditionally divided the year into seasons, the season of plenty and the season of scarcity, and also divided the year by stars (Bernart 1977: 97): There were twelve stars, which we used to count from the beginning of the year to the end of the harvest season. It is said that this count began at the time the Erythrina tree came into blossom. Now when the flowers opened up and were beautiful they gave the time the name of Period of Erythrina [trade wind season, winter], and when the blooms fell down and were finished and the seeds started growing, the name of that time was changed to Period of Growth. This was the time of harvest [...] Some of these stars make good times, while others make bad times –rain and big winds from the west. And Muakeriker [Pleiades] is the greatest of all the stars. It is big and strong and it makes a good season and good winds. Now these twelve stars are the great stars which constitute the stars of the breadfruit season. And there are eighteen stars that are companions of the stars which are called the jepi of the various stars.
12. Both the Spanish and the Germans significantly altered land inheritance practices. In an influential decision, the transfer of a large tract of land to a single, non-chiefly Pohnpeian was upheld by a document of the Spanish Governor Pidal in 1896. Traditionally the chiefs owned the land.
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Missionization efforts typically bring literacy practices, and Pohnpei was no exception. Writing and the interpretation of written symbols were not unknown to Pohnpeians, however. The Pohnpeian body prior to missionization was quite literally a text. At the time of the first Spanish arrival, islanders extensively tatooed their bodies, such a practice symbolized adulthood. Tatooing was also a way of keeping track of genealogies, and a way of recording historical events (Hanlon 1988: 41). As a result of missionization, tatooing ceased. The word for tatooing nting became the word for writing. One of the first westerners to reside on Pohnpei, O’Connell, gave some Pohnpeian women pages out of a book, which the women then incorporated into their bodily presentation by weaving them into their barkcloth skirts. When the printing washed away in the rain, they remarked that Pohnpeian tatooing was a better way to record events than western ink and paper (Hanlon 1988: 41). The body was «read» in other new ways. Women’s breasts were reinterpreted in sexual rather than maternal terms and the missionaries insisted that not covering them was indecent. According to Bernart (1977), Pohnpeians at first were resistant to western clothing practices, but the influential, Protestant-trained Pohnpeian Henry Nanpei «started the Ponapeans wearing trousers, shoes, jackets, hats, and the like, for formerly they used to be ashamed to be in trousers» (Bernart 1977: 125). Dancing had been an important accompaniment to the telling of traditional narratives, but the missionaries forbade this communicative use of the body. The first contexts for formalized schooling and literacy practices were Spanish mission schools. The only indigenous Catholic priest, who died several years ago, was trained in Spain, continuing that influence until his death. A Spanish nun still runs a mission school for girls. Americans, the colonial power in Pohnpei after World War II, introduced and funded other schools beginning in the 1960s, staffed by both native teachers and Peace Corps volunteers. The Bible, translated into Pohnpeian, is a prominent aspect of literacy in Pohnpei. In one of the only written compilations of Pohnpeian oral narratives (Bernart 1977), the influence of the Bible on indigenous genres is evident. In the Pohnpeian book, a chapter and verse organization, similar to that in the Bible is used, although the verses are much longer. Some Biblical narratives are incorporated into the written Pohnpeian history, for example, Bernart describes in one of his chapters «The Story of the Romans» (Bernart 1977: 174). In distinction to the Pohnpeian narrative, the Bible is impervious to expansion, or the inclusion of, for example, the story of Pohnpei. Bernart’s book lists all of the titles of Jesus Christ. During the Spanish times, the duties of the indigenous priests had ceased
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(Fischer/Reisenberg/Whiting 1977: 168), and the former priestly titles were fitted together with the non-priestly titles. An essential part of the introduction of literacy is the introduction of culturally specific practices about learning and knowledge. Western books introduced new forms of knowledge organization, production and dissemination. As Duranti and Ochs have noted for Samoa: «when a Samoan child is first exposed to literacy instruction he or she is taught something more than the alphabet [...] literacy is accompanied by an attention to a world of objects and values that either are removed from the immediate context of the child’s everyday life or suggest western alternatives within a range of possible choices that would include more traditional objects and values» (Duranti and Ochs 1988: 189). One effect of literacy instruction is a change in the social identity of the child in Samoan society because of the introduction of different notions of accomplishment and achievement, i.e. the child as an individual is rewarded for accomplishing a particular task according to western practice, rather than the traditional Samoan idea of collaborative achievement (Duranti/Ochs 1988: 190). The impact of missionization, from the earliest Spanish times to the present time is evident in Pohnpei not only in linguistic elements, the organization of time and space, the presentation of the body, and literacy but in new discourses and speaking styles. I will use some examples from present day Pohnpeian youth oratory to show how Pohnpeians continue to negotiate effects of language contact. In their speeches they incorporate indigenous ideas and practices (tiahk) with-in a borrowed discourse context, Catholic youth oratory. As we know, borrowed lexical items are incorporated into local phonological and morphological systems. How far are borrowed cultural concepts also reinterpreted according to local principles? Traditionally, knowledge on Pohnpei is seen as both life giving and life threatening. Having knowledge increases an individual’s manaman or power, while the transmission of knowledge decreases power (Falgout 1984). One cannot simultaneously have knowledge and provide it (like food or energy it is a diminishing and perishable force). Knowledge of medicine, for example, is often not transmitted to a chosen junior family member until the death of the senior is imminent and power no longer an issue. Knowledge claims in Pohnpei are regularly hedged in an attempt to conserve knowledge and to constrain the exchange of certain information (see also Petersen 1993). An important strategy of limiting the transfer of knowledge involves the use of a formulaic phrase to introduce and/or conclude oral history narratives and sacred narratives. The phrase pirakih me i pwapwa ‘what I am saying is twisted’ negates the factivity of a previous stretch of talk. Providing partial or incorrect information is an acceptable
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strategy to thwart listeners’ attempts to obtain and share a speaker’s knowledge, i.e. to limit manaman transfer or power sharing. The teller indicates he or she has purposely altered the narrative to mislead listeners, an approved and traditionally authorized strategy of knowledge conservation. The following examples are from the beginning of Bernart’s written account of Pohnpeian oral history: What I am saying is twisted. Let those who know it set it straight (1977: 142). Now this is not the direct story, for what I say has glanced off it, but let those who know hear later and set this story straight (1977: 154).
These statements suggest an inherent contestability to knowledge, and place responsibility on the audience for discerning truth. The phrase marks the information as invalid. There is a lack of institutionalization of meaning, and in fact a striving away from institutionalized history-making. This is a very different concept of authority and knowledge than that represented western historical narratives as well as in Christian narratives, where evangelism and spreading the «good news» or knowledge of Christianity is a major project, and truth is not negotiable. In speeches I recorded in 1993 in Pohnpei, Pohnpeian youth weave together indigenous and western ideas, including the authority of the written word, school, work, colonial government, marriage, and ideas about agency and the future. The idea of youth formally addressing a gathering is western, but the young people frame their remarks within indigenous practices, formulaic speech acts whereby they request permission of the chiefs to speak. Thus authorized, they measure a span of implications from global to national to local. The global context as well as the unification of Pohnpei as a nation are a result of western contacts beginning with Spain. Today most Pohnpeians are to some extent bilingual in Pohnpeian and English, although the use of English is usually restricted to particular contexts, and there is little code switching between Pohnpeian and English. Language is a crucial tool in the social construction of knowledge, functioning not simply as a device for reporting experience but also as a way of defining experience for its speakers (Sapir 1929). These speeches are particularly concerned with defining the experience of «youth» as a uniform class of people in Pohnpei.
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3. Youth oratory: the Catholic church in Pohnpei today The speeches, which I will discuss below, were given in the Catholic church at Awak by members of the island-wide Catholic youth groups or pwihn pwilopwil. The speeches are organized around a western-like, literate authority, the dictionary. Each orator chose a topic for his or her speech represented by a single word, for example, fear, homesickness, happiness, love. The speaker in Example 1 refers to this organization scheme and to the concept of the dictionary as an authoritative site for understanding to emerge. (1)
01 nan sapwellimatail pwuken kawewe kan inside our.EXAL13 book.this make.understanding ‘in our [high status] book which explains’ 02 de koasoi dictionary ni e kawewe or called dictionary at 3s make.understand ‘also called a dictionary where it explains’
13. See list of abbreviations below.
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Spanish and the Missionization 03 lepin mahsen small speech ‘these words’
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wet these
The speaker uses an honorific possessive construction sapwellimatail ‘our’ in ‘our book’ (line 1) in a similar way that other speakers use honorific possessive classifiers for the Bible. A dictionary is of course a reference book containing alphabetically arranged words, with codified authoritative information about meanings and use. However, a dictionary is also a book that proposes to explain how meanings can be interpreted from one language system to another. This latter type of dictionary is one which Pohnpeian students would be most familiar with, and the type of dictionary missionaries were initially most concerned with producing. How one finds the meaning of words and understanding in a dictionary, therefore, is a process of translating systems of representation, for example Pohnpeian to Spanish or Spanish to Pohnpeian. These young orators have taken on explication and translation as their project, and have foregrounded a western source organized on western principles (the dictionary) as their authority, even though their speeches are in Pohnpeian. The codified knowledge of the west contained in books does not ordinarily frame itself as partial and subject to interpretation (except to postmodernists and those critiquing science) as does the imparting of Pohnpeian knowledge. Organizing an event of oratory around a dictionary indexes literary practices and gives the orators an authority they would not claim or have customarily. Throughout the speeches western and indigenous authority structures are woven together. Speakers, for example, in their first few words, use the term sakaradan (‘to beg permission of a chief’ to speak, line 2), and keipweni (‘to lower oneself in the presence of a ghost or the humans serving as intermediaries between the people and the spirits’14, line 3). Note in Excerpt 2 that included in this group of spirits is the Christian God, the paramount chieftess, and the high priests, a mix of indigenous and foreign mediators between the human and the divine. (2)
01 mwohn i pahn patohwen doula i pahn before I will HUM go.on I will ‘before I [of low status] go on I [of low status]’
patohwen HUM
02 doula i pahn wia tungoal sakaradan go.on I will make Ps.Cl.HUM beg.permission.to.speak ‘go on I will make my [low status] request to speak’
14. Mauricio (1993: 147).
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Elizabeth Keating 03 keipweni pahn kupwuren samatail lower.myself under heart/desire.of father.our ‘lower myself under the heart of our father God’ 04 wahuniki erekisohn Pohnpei ieu honor.about body.EXAL.of Pohnpei one ‘honor for the body/people of Pohnpei their’ 05 likend koa, oh soumwourou chieftess those, and high.priest ‘chieftesses and high priests who show’
koa those
Koht, God
sapwellimahr EXAL.their me that
sansal show
Another speaker (Excerpt 3) similarly situates his speech under the paramount chief, secondary chief, paramount chieftess, the head of the parish, and the president of the youth group. We can see the role of language in indexing indigenous versus foreign authorities. The leader of the parish is termed kaun en mwohmwodiso (line 2), a phrase with all Pohnpeian words, incorporating the morpheme iso, which refers to the paramount chief. The youth group leader, in contrast, is described with a Latinate term, president (line 2). (3)
01 Isonahnken kan likend secondary.chief those, paramount.chieftess ‘secondary chiefs, paramount chieftesses,’
kan those,
02 kaun en mwomwodiso wet, president en leader of parish this president of ‘leader of the parish, president of the youth group’ 03 pwulopul, kumwail youth, you(P) ‘all you youth’
pwihn group
pwihn group
pwulopwulkan youth.those
Priests are called both by the Pohnpeian term soumwaroh ‘high priest’ and by the Spanish loan pahdire, in Excerpt 4, lines 1 and 4. (4)
01 oh soumwaroh koa me sansal mwohtail and high.priest those that show before.us ‘and high priests that are here before us today’ 02 eri i kamelele me rahnwet mie so I believe that today there.is ‘so I believe that today there is one road to’ 03 kaperen ohng kitail me pwulopwul make.happy for us that young pwe ma because if ‘happiness for us youth of Pohnpei, because if’
ehu one en of
rahnwet, today ahl road
en to
Pohnpei, Pohnpei,
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Spanish and the Missionization 04 pahdire de diken pahn ketda priest or deacon will EXAL.go.up ‘the priest or deacon comes to this place’
307 wasa place
kiset this
At some points a sharp distinction is made in the speeches between pre-contact and post-contact practices, at other times not. In Excerpt 5, for example, two sides (pelien)15 are constructed, the side of tiahk ‘indigenous customs’ and the side of «government» (pelien sapwellimatail tiahk versus pelien atail goverment). An honorific or status-raising possessive construction, sapwellimatail, is used for «our» in ‘our [high status] tiahk’, whereas ‘our government’ is unmarked for status. (5)
01 Wahuniki lapalap koaros en pelien honor.give large all of side.of ‘Honor all the high people on the side of’ 02 sapwellimatail tiahk, oh wahuniki EXAL.our custom, and honor.give ‘our [high status] traditions and honor’ 03 lapala koaros en pelien atail goverment big all of side.of our government ‘all the high people on the side of our government’
The government referred to is the colonial import, i.e. the democratic-style of government instituted by the American administration. Several other speeches construct this same duality between tiahk en Pohnpei ‘customs of Pohnpei’ and tiahk en wai ‘customs of the foreigners’, although at times the two ideas are brought together, as in the phrase used by one orator kasukuhl in tiahk ‘schooling of [Pohnpeian] custom’, Excerpt 6, line 3, suggesting new knowledge dissemination procedures for indigenous practices. (6)
01 rahnwet me pwulopwul tohto kin iang today that youth many always join ‘today is the day many youth take on responsibilities’
pwukoa duty
02 nan pelien tiahk, ih kitail me pahn (?) de tiahk inside side.of custom, it we that will (?) or custom ‘on the side of custom, we are the ones who will be (?) or custom’ 03 sang ni atail pahn ale kasukuhl en from at our will take make.school of ‘from where we will take schooling in customs from’
15. From pali ‘side’.
tiahk custom
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Elizabeth Keating 04 sang me semen kan de atail from those fathers those or our ‘the forefathers or our father and mother’
pahpa father
oh and
nohno mother
The entire discursive context of youth oratory itself is situated within western ideas of youth as a category with rights, privileges, expectations, and the capacity for revolutionary change. The idea of young people giving speeches to a gathering, and the very concept of pwihn pwilopwil collapses traditional notions of age-graded seniority among youth and of the importance of clan over national identity. Prior to Spanish contact, Pohnpei was an island with four or five independent and constantly warring chiefdoms. One speaker poses a question to the pwihn pwulopwul en wehin Pohnpei ‘the young people of the chiefdom of Pohnpei’. Another young orator talks about anahnen me pwolopwul rahnwet nan wehin Pohnpei, the ‘needs of the youth in Pohnpei today,’ as if all the youth share common experiences apart from other members of the society. Even today a Pohnpeian who becomes an adult at marriage must nevertheless be obedient to parents’ wishes until their death. However, the western urban model of a shared status as youth or as «the younger generation» with economic and political power is suggested by these speakers, particularly when they discuss such problems of youth as drinking alcohol, crashing cars, and not finishing school as harbingers of the morality of the society as a whole. This orator also calls for the youth group to «dream», and the reference is not to night time consciousness, but to planning and envisioning the future, including a notion of one’s agency and power to transform the future. This power is not invested solely in youth, but also in God’s word within the ‘holy book’ (the term used for Bible is pwuhk sarawi or ‘holy book’). Youth can find help (sawas) in the Bible – it is a particular kind of help, help in making correct choices which for young people will have positive effects in the future. The speaker in Excerpt 7 says ‘our holy book will help’. Users of the Bible, like the dictionary in Excerpt 1, are marked as high status, with the honorific form of ‘our’ as in ‘our [we of high status] holy book’. (7)
01 sapwellimatail pwuhk sarawi pahn sowase EXAL.our book holy will help ‘our [we of high status] holy book will help’
One of the important choices the holy book helps with, according to these young Pohnpeians, is the choice between the wide road to hell and the narrow road to heaven. Typically these two destinations are constructed as el ‘hell’ using the foreign loan word and nanleng ‘heaven’ using the indigenous word. The gospel of Matthew, chapter seven, verse 13 advises – through textual means – the road to take (Example 8).
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(8)
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01 Madeu de sapwellimen Madeu Madeu or EXAL.his Madeu ‘Matthew or his [high status] book’ 02 irelaud isuh iretikitik part.big seven part.small ‘chapter seven, verse thirteen’
pwuhk book
eisek siluh thirteen
03 e kaweid kin kitail ahl 3s advises always we road ‘he advises us which road to follow’ [...]
en to
kohlang go.towards
04 eri iaduwen emenemen so how each.one.of.us ‘and how do each one of us’ 05 kitail me pwulopwulen Pohnpei we that young.of Pohnpei ‘we are the youth of Pohnpei today’
rahnwet today
06 ia atail pelipel ahl tehlap de ahl where our choice road wide or road ‘what is our choice, the wide road or the narrow road’
tehtikitik narrow
Traditionally in Pohnpei, the dead resided below the sea. To get there, they had to cross a bridge at Wasahn Sohpor, the ‘Place of No Return’ (Hanlon 1988: 104). Those who sang with a good voice (a metaphor for a dutiful life) successfully crossed the bridge, those who sang poorly fell off the «twisting» bridge (Mauricio 1993) into a pit called Pweliko. In these speeches, matriculation from school is a measure of moral character and a way to avoid a life of dissolution and low status, in short, a way to a vocation (Excerpt 9, line 3) and economic empowerment. The indigenous way to empowerment is through clan affiliation and clan rights to land and status. «Schooling» is not an apprenticeship of watching and doing nor is knowledge gained through dreams as in Pohnpeian philosophy, but through books (see Example 8). (9)
01 rahnwet anahne kitail en nantiheng today need we to try.to ‘today we need to try hard and to’
oh and
02 kanekehla atail sukuhl pwe ehu finish our school because one ‘complete our education because one day’
rahn day
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Elizabeth Keating 03 pahn mwekidwei pahn vocation en pwihn will move.outwards will vocation of group ‘we will move out into our vocations as young people’
pwulopwul youth
04 nan goverment inside government ‘in the goverment’
Even God’s holy men learn their vocation in school. This speaker refers to those lucky enough to go to the seminary. (10) 01 rahnwet
mie rehtail me today there.is among.us those.that ‘today there are some among us who’
02 paiamwahuer oh aledi luck.good.already and take.down ‘are lucky to go to the seminary’
ekei some
kaskulen make.school.of
pahdire priest
However, to some young orators, traditional knowledge is also valued, and, as this orator says, custom is the foundation of Pohnpei. (11) 01 tiahk
pahn wia poasoned en sapwellimatail ieias. custom will make foundation of EXAL.our life ‘Pohnpeian customs are the foundation of our [we of high status] lives.’
4. Conclusion Increasing contact between Pohnpeian and Indo-European languages has taken place in the last 150 years. This influence has come mainly through missionaries, although more recently American secular schooling practices have affected much of the population. Rather than talking strictly about linguistic influences, I have broadened the scope of my paper to talk about the influence of the borrowing of discourse contexts, such as youth oratory. In such contexts western ideas are negotiated and integrated into local ideas. The question I have been concerned with is how language contact might affect not only the lexicon, but speech genres16. In the west many of us are familiar with the ways that young people are chosen to give speeches at events such as graduations from school and other venues that can be characterized as youth activities. Prior to western influence,
16. Also Zimmermann (1995: 19/20) argues for including the speech genres in lan-guage contact studies.
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Spanish and the Missionization
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Pohnpeians did not organize youth into a class for such purposes. The island was not even unified, but rather split into separate independent chiefdoms. Although these youthful orators speak only in Pohnpeian, and although the linguistic influences from Spanish, German, English and Japanese appear to be confined to loanwords, looking solely at loanwords does not give an accurate picture of the influence of language contact between the Pohnpeians and others. Looking at borrowed discursive contexts as well as discourses in which indigenous and borrowed words and concepts are discussed is fruitful for understanding how particular influences are incorporated and interpreted, as well as in understanding some of the effects of language contact. This enriches the picture provided by a look at linguistic structures. Borrowed terms lend themselves to rhetorical polarities that stress the differences and values between local and foreign practices, and borrowed discourse contexts can enlarge the verbal repertoire of certain groups.
List of Abbreviations EXAL HUM Ps.Cl. P 3s
status-raising form status-lowering form possessive classifier plural third person singular
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Hispanicization in the Rapanui Language of Easter Island Steven Roger Fischer (Auckland) Resumen Desde hace más de doscientos años, el rapanui, la lengua polinésica de la Isla de Pascua, ha experimentado una intrusión léxica sobre todo del inglés, francés y tahitiano. A partir de los años sesenta se ha advertido por primera vez la influencia del castellano en casi todos los ámbitos lingüísticos de la lengua rapanui, concretamente en la fonología, el léxico, la semántica y la sintaxis. Actualmente, el rapanui moderno y el español chileno se están influenciando mutuamente, dando como resultado una variedad de usos mixtos. Es muy probable que el español chileno reemplace al rapanui en un futuro próximo.
1. Introduction Rapanui, the autonomous language of the native Polynesian inhabitants of Rapanui or Easter Island in the South Pacific at 27º S, 109º W, belongs to the Eastern Polynesian subgroup of languages (Du Feu/Fischer 1993: 165, Fischer 1997: 359). Eastern Polynesian forms part of the small Polynesian group of languages within the vastly greater Austronesian family of languages. There are approximately 36 separate Polynesian languages. All are distinguished by «extreme typological characteristics» (Krupa 1982) that include great simplification of the inherited phonological system; remarkable homogeneity in the phonotactic structure of the morpheme; a phrase-structure grammar that expands the common definition of what is meant by «word»; and a substantial homogeneity in the sentence structure. The apogee of Austronesian’s eastward expansion, Rapanui today is actively spoken by about 800 Easter Islanders out of a total indigenous population (including exiles) of around 2,600. Many Easter Island children possess a passive knowledge of the language. The approximately 1,000 Chilean Continentals living on Easter Island speak no Rapanui. Rapanui displays several original ProtoEastern Polynesian features lost or replaced in sister languages. This indicates an
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extremely early divergence from Rapanui’s hypothetical Eastern Polynesian proto-language, presumably a Proto-Marquesan language. A small group of settlers possibly left a Northwest Marquesan home island in the first few centuries AD, perhaps centuries later to settle on Easter Island after having first established other settlements along the voyage route. Easter Island’s Polynesian community might have enjoyed one of the world’s greatest example of geographical and temporal isolation, broken only in 1722 with European contact. Rapanui evidences in its linguistic profile neither a «nonPolynesian substrate» –as many, including Thor Heyerdahl, have alleged– nor a «second Polynesian wave of settlers» (Fischer 1992). Rapanui possesses five vowels (a, e, i, o, u) and ten consonants (p, t, k, ? [= ], m, n, N, v, r, h). Vocalic length is phonemic. Rapanui syllabic structure is (C)V –that is, all syllables are open. Consonant clusters are not permitted. Word internally, each vowel formally comprises a separate syllable. There is little inflectional or derivational morphology. Functional morphology is by means of particles. Neutral word stress is penultimate. Traditional Rapanui syntax observes the neutral word order VSO (Verb-Subject-Object).
2. Linguistic contact in Rapanui Rapanui has been most greatly affected by Tahitian and Spanish (Krupa 1982: 4). The earliest identifiable contamination was the paraphrase manu va‘e ‘e hâ ‘fourfooted birds’ to describe sheep and goats that French explorer La Pérouse left on Rapanui in 1786. However, in the sealing and whaling days of the first half of the nineteenth century nearly all linguistic contamination –which was exclusively lexical– came by way of English (Churchill 1912: 31): pakete ‘bucket’, paura ‘(gun)powder’, uira ‘wheel, helm’, manuâ ‘man-of-war’, and pêni ‘paint’. Many of these lexical copies became Rapanui core vocabulary and are still used: moni ‘money’, tara ‘dollar’, ‘âka ‘anchor’, and poti ‘boat’. The arrival of four French missionaries –the island’s first non-Polynesian residents– and their four Polynesian catechists in 1866 brought an influx of Tahitian, Mangarevan, and French lexical copies. Much of Rapanui’s initial Tahitian vocabulary comprised, in turn, English copies: himene ‘hymn, song’, eteni ‘heathen’, puka ‘book’. Mangarevan ‘aNa ‘work, job, doings; to work, to do’ is one of Rapanui’s most frequent lexemes today. Many of the French copies –anio ‘agneau’, enemi ‘enemi’, hove ‘veuve’, kevare ‘cheval’, retera ‘lettre’, and others– have since disappeared from the Rapanui lexicon, sometimes replaced with Spanish equivalents. However, ecclesiastical Latin and Greek introductions
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from this time have remained in Rapanui Catholic liturgy: epikopo ‘episcopus’, etereno ‘eternel’, eukaritia ‘eucharistie’, evangerio ‘evangelium’, miterio ‘mysterium’, peata ‘beatus’, tiaporo ‘diabolus’, and others. In 1871 the two surviving French missionaries quit the island with several hundred Rapanui people. By 1877 the island’s population was around 110 with about 200 more Rapanui living on Mangareva, Tahiti, the Marquesas, and the Cook Islands. In the 1880s, many Rapanui contract labourers who had been living in Tahiti returned to Easter Island, bringing with them the hybrid RapanuiTahitian pidgin they had been speaking there. This included a plethora of Englishbased Tahitian words: hora ‘hour’, mareni ‘(water)melon’, minuta ‘minute of time’, mitinare ‘missionary’, nira ‘needle’, opani ‘door’ (< opening), pentara ‘pencil’, prankete ‘blanket’, puruma ‘to sweep’ (< broom), sara ‘salad’, taote ‘doctor’, tî ‘tea’, tihota ‘sugar’, tiki ‘sick, ill’, tokini ‘stocking’, tope ‘soap, to wash clothes’, and many more. English names of the months were rapanuized and are still used today by older speakers. (Old Rapanui names of the months are seldom recognized, while Spanish names of the months, in Rapanui phonology, are preferred by speakers under fifty years of age). English-Tahitian ‘afa/‘apa ‘half’ was grammaticalized in Rapanui at this time to include degree of quality in adjectives: vere ‘apa meamea (lit. ‘beard half red’) ‘reddish beard’ (cited in R. Weber 1988: 68). In the 1890s Rapanui-Tahitian pidgin quickly began replacing indigenous Old Rapanui, while the English-speaking managers of the Scots-Chilean «Easter Island Exploitation Company», a sheep ranch that comprised the island’s sole employer, guaranteed English’s continuing influence on Rapanui. This influence lasted until 1965, when the Company’s lease expired and was no longer renewed. The earliest known Spanish contact occurred in 1770 when Don Felipe González de Haedo, Commander of the Viceroy of Peru’s South Pacific Expedition, visited Rapanui in his two vessels San Lorenzo and Santa Rosalia; however, the visit was too brief to have any lasting linguistic effect. The next significant Spanish influence occurred in 1862-1863 when over one thousand Rapanui were forcibly removed from the island to work on plantations and in private households in Peru. Most died of contagions; only twelve returned to Easter Island. Though Chile unilaterally annexed the island in 1888 and attempted colonization, this failed within nine months; all surviving colonists (but one) returned to the Continent. Thereafter, Chile’s interest in its Isla de Pascua remained minimal. In 1964, a local rebellion on Easter Island forced the Chilean government to end its lease with the Company the following year and to replace Chilean Naval rule with a civil administration. In 1966 the Rapanui people were at last
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granted Chilean citizenship. Little Spanish had been spoken on the island before 1966. Some Islanders had had Continental experience, primarily through military service; in this way they had learnt fluent, or nearly fluent, Spanish. By the 1930s, Spanish relational words o ‘or’ and pero ‘but’ –functions previously unknown in Rapanui– were already being used in the Rapanui language. In the 1960s, Standard Chilean Spanish was being spoken in the public domain: court, police, school, hospital, and the governor’s office. Everywhere else, Rapanui was spoken. By the 1970s, however, Spanish intruded also in the home domain as the school children from the 1960s began establishing their own households. Before 1966, the Rapanui people had neither identified with the Spanish language nor had an incentive to learn it. As of 1966, however, with civil rights and citizenship, Spanish at once became the Islanders’ most important instrument for social climbing, political advantage, and economic gain. At the same time, Rapanui began steadily declining in usage. was taught in the Hanga Roa school –Hanga Roa is Easter Island’s only settlement– for the first time in 1975 (Tuki/Arredondo 1990). However, within fifteen years linguists were signalling the evident abandonment of Rapanui in favour of Spanish (R. Weber/N. Weber 1990). Children were no longer using Rapanui in their games; parents were no longer speaking Rapanui to their children at home. In the 1980s a radical new movement to reassert Rapanui identity gained ground, in imitation of similar movements in Tahiti, Hawai’i, and New Zealand. In 1990 the island’s Korohua (Council of Elders) resolved to demand from the Chilean government recognition of Rapanui as the official language of the indigenous community. A major social change prioritized a programme of decentralizing governmental control. Again the Rapanui people turned to international models, particularly that of the Mâori of New Zealand, in order to attain to selfsufficiency, both politically and economically. More Rapanui was being spoken, and the language came to be regarded as separate from, but equal to, Spanish. Bilingualism was also appreciated not as a compromise but as a solution to preserve Rapanui. Now, many Rapanui people are trilingual or even quadrilingual in Rapanui, Spanish, English, and/or French/Tahitian. Because of the new linguistic franchise, Rapanui has reclaimed public domains previously dominated by Spanish. Many Islanders now avoid mixing Spanish at all in their Rapanui speech, in order to achieve what is considered a «pure» Rapanui. However, all indigenous Easter Islanders speak fluent Spanish. Only about one-third of these actively speak Rapanui.
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3. Hispanicization in Rapanui 3.1. Phonology Rapanui phonology is similar to that of Spanish, though with a greatly reduced consonantal inventory. (It is much closer to Spanish phonology than it is, for example, to English.) Perhaps it is because of this general similarity –and because of the shallow time-depth of Spanish’s influence on Rapanui– that only very few Rapanui phonological features appear to display a Spanish influence. The greatest variety of Spanish phonology in Rapanui occurs in personal names copied directly from Spanish as early as 1888, which offer the full range of Spanish vowels and consonants. However, Rapanui pronunciation of these names ranges from precise Chilean Spanish to an unrecognizable form of the same expressed with Rapanui phonology: Samuel can be both Samuel and Tamuere, for example. Whereas a great number of allophonic variants of /v/ and /w/ among Polynesian languages show both bilabial and labiodental pronunciations (Krupa 1982: 21), only Rapanui has been alleged to possess the bilabial fricative /B/. In 1770 the Spaniards transcribed regularly both /v/ and /B/ on Easter Island (Mellén Blanco 1986: 112-114). However, they transcribed the same for Tahitian, too, which possesses no /B/ (ibid. p. 114). One of the first long-time non-Rapanui residents on Easter Island, Edgardo Martínez of Chile, in 1911 consistently recorded there both /v/ and «b» (that is, /B/) (Martínez 1913). Unlike Martínez, Jordi Fuentes (1960) used «b» in his Rapanui dictionary and grammar, claiming (p. 35): «b tiene en la actualidad una casi exacta correspondencia con el sonido de la b castellana en la palabra beber. Parece que antiguamente su sonido había sido el de v». His opinion appeared to be confirmed in the 1980s by Spanish scholar Francisco Mellén Blanco (1986: 111), who likewise asserted: «La b o v tienen el mismo uso, parece ser que antiguamente el sonido era de v, aunque en la actualidad corresponde al de la b castellana». One might infer from this that the influence of Spanish /B/ has caused Rapanui /v/ to mutate. However, the above witnesses were native Spanish speakers who appear to have been unable to distinguish in certain environments Rapanui labiodental fricative /v/ from their own native use of Spanish /B/. Du Feu (1985: 39) has noted that Rapanui /v/ is «a voiced labiodental but with lips drawn inwards, almost as for a bilabial». Non-Spanish speakers have always recorded only /v/. The island’s German-born priest Sebastian Englert (1938: 10) noted that «la v en rapanui se articula como la v española bilabial-oclusiva en palabras como vida, vamos, convidar.» Easter Islanders themselves have identified only the labiodental
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fricative ( Paté Tuki 1986: 12): «v – Te consonante v ‘ina ko kî pe he v poto-poto ‘o b roa-roa era o te vanaNa tire. ‘I re rapa nui, e haka puâ te niho era o ruNa ki te roto o te Nutu ana kî» («v – The consonant v is not pronounced like the short v or long b of Chilean. In Rapanui, the upper teeth are pressed down onto the lip when speaking»). Other non-Spanish linguists on the island, residents for many years, also hear only /v/, not /B/ (R. Weber 1988: 8/N. Weber 1988: 7). The Rapanui labiodental fricative /v/, then, contrary to what some have implied, has not been altered as a result of contact with Spanish to sound like the latter’s bilabial fricative /B/. Perhaps through contact with Spanish, in recent years the second person singular inalienable possessive pronoun to‘ou ‘your’ has contracted to both tu‘u and simple tû, indistinguishable from Spanish tu ‘your’. (This change does not affect alienable ta‘au ‘your’.) However, demonstrative tou ‘that’ now also similarly contracts to tû and so only context often determines now whether ‘that’ or ‘your’ is meant. Though consonant clusters are unknown in inherited Rapanui, recent Spanish copying has now made them common: litro, librería, banko, pista, kampô (‘region outside Hanga Roa for garden plots’), consonante, and many others. Spanish has altered Rapanui phonology very little. Phonological intrusions appear almost exclusively in lexical copies.
3.2. Lexicon Lexical copying from Spanish into Rapanui involves both grammatical and object (nominal) copying, the latter comprising indigenous replacements as well as cultural introductions. As one finds nearly everywhere with metropolitan intrusion, Spanish’s greatest influence on Rapanui has been in the latter’s lexicon and chiefly involves nouns. All Easter Islanders speak Spanish but few speak Tahitian, yet because Tahitian is a sister language to Rapanui –whose influence has been far more profound and of greater duration than Spanish– in Rapanui there are many times the number of Tahitian lexical copies than Spanish. However, many of these Tahitian copies are now being replaced with Spanish equivalents. The earliest and most frequent Spanish lexical copying again comprised Spanish personal names, replacing or complementing indigenous Rapanui names and translating French baptismal names, a process that began only after Chilean annexation in 1888. (Until recently, Islanders often assumed several different
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names in a lifetime.) In this way, such Spanish names entered Rapanui –with their new pronunciations which nearly always violated Rapanui phonotactic and syllabic rules– as Juan, Domingo Alberto, José Ignacio, Isabel, Santiago, and many more1. Spanish «false cognates» appear to increase usage of homophonous and homosemantic Rapanui lexemes. In this way, Rapanui existential verb ai ‘exist, to be, there is’ has become much more common among bilingual Islanders in the past thirty years in seeming imitation of Spanish hay: (Du Feu 1987: 479) Ai te vaka ‘i roto boat RLT inside EX ART ‘There’s a boat on the sea!’ (Du Feu 1996: 61) E ai rô‘â to‘oku IMV
EX
AFF
hare my
RES
i
te
ACC
ART
vai water
kava bitter
house
‘I have a house’. (Du Feu 1996: 86) E ai rô‘â te
puka
IMV
ART
EX
AFF
RES
‘i book
nei RLT
here
‘The book is certainly here’.
Spanish calques in Rapanui are almost non-existent. A mixed calque would be Rapanui kê vece ‘sometimes’ after Spanish algunas veces. The form violates Rapanui syntax: i.e., one should «expect» *vece kê. A Spanish copy translation used by those who speak more Spanish than Rapanui is ‘o ruNa i (lit. ‘of above’). It is based on Spanish sobre in the sense of ‘about, of, concerning’. (As Rapanui uses a phrase-structure grammar, the lexicalized phrase is here treated as a lexical, not a syntactic, feature). Whereas indigenous Rapanui would be (Du Feu 1996: 122) He vânaNa mâua ‘o te ML talk we of ART ‘We’ll talk about those matters’.
me‘e thing
era DEM
one can now also frequently hear
1.
See the list in Father Bienvenido de Estella’s Easter Island census of 1918 (Estella 1918: 60-74).
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i
te
ML
vânaNa mâua ‘o ruNa talk we of upon ‘We’ll talk about those matters’.
ACC
ART
me‘e thing
era DEM
based on a feeling that Spanish sobre is required in this context. Several literal translations of educated Spanish prose have yielded a number of similar non-Rapanui constructions, such as (Paté Tuki 1986: 32) te papa‘i ‘a roto i te ‘arero writing per inside ACC ART tongue ART ‘the writing using the Tahitian language (...)’
tahiti (...) Tahitian
based on Spanish por medio de. Only one generation ago Rapanui hai would have been used, not ‘a roto i. Previously unknown grammatical lexemes have also been copied in Rapanui. Because Rapanui knew no connectives, Tahitian ‘ê ‘and’ was copied for this use in the 1880s. Now Spanish y is heard more frequently than ‘ê in Rapanui discourse. As mentioned earlier, already in the first quarter of the twentieth century Spanish relational words o ‘or’ and pero ‘but’ were copied as Rapanui ‘ô and pero to express these hitherto unknown grammatical concepts which until then, like ‘and’, had been expressed in Rapanui only through parataxis. With ‘ô, the second alternative is always specified in questions (Du Feu 1995: 28). (Du Feu 1995: 28) E oho rô koe ‘ô go AFF you or IMV ‘Are you going or staying?’
he ML
noho stay
koe? you
Speakers who use Spanish more frequently than Rapanui, however, customarily use the phrase ‘ô ‘ina ‘or not’ as a copy of Spanish o no. (ibid.) E haNa rô mo oho IMV want AFF to go ‘Will she want to come or not?’
mai, hither
‘ô or
‘ina? not
A similar case of grammatical suppletion is the copying of Spanish ni ‘neither, nor, not even’: (R. Weber 1988: 55) ta‘e te aha, ta‘e he tara, ni NEG ART what NEG STA horn nor ‘not whatever, not a horn nor a hook (...)’
he STA
rou (...) hook
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(R. Weber 1988: 126) ‘Ina ‘e tahi me‘e ‘i rava‘a; ni kôtea NEG NUM one thing PRF catch not even kôtea ‘There wasn’t a single thing he’d caught; not even a kôtea fish’.
Spanish ni (...) ni ‘neither (...) nor’ is now commonly copied in Rapanui also using the mixed phrase ‘ina (...) ni or ta‘e (...) ni: (Paté Tuki 1986: 166) ‘Ina o‘ona mâmâ ni to‘ona his mother nor his NEG ‘He had neither a mother nor a father’.
pâpâ father
Frequent Spanish discourse markers that have been copied in Rapanui in exactly the same function as in Spanish without change include ya ‘OK’, entonces ‘therefore’, and bueno ‘well (...)’ However, lexical copying nearly always involves previously unknown introductions to Rapanui culture. A foreign copy only replaces autochthonous Rapanui elements when there is a cultural reassessment attending this replacement. For example, few verbs have been copied from Spanish, but one will appreciate among those that have been: kontamina from Spanish contaminar ‘contaminate’, and kamiare ‘to change clothes’ from Spanish cambiarse, both introducing previously unknown concepts. Of particular interest is Rapanui recibe from Spanish recibe ‘he/she/it receives’, which introduces the action of receiving without Polynesian endebtedness or reciprocity: i.e., Rapanui recibe usually describes merely the action of receiving (as through the foreign post from Chile) without any indigenous cultural paraphernalia connected to the otherwise socially important act, on an island that previously knew few personal possessions. (‘To receive’ in Polynesian fashion is traditionally Rapanui rava‘a). Included among those few autochthonous Rapanui concepts that Spanish has replaced are important kinship terms. Those kinship terms that were common in the 1930s (Englert 1948: 335) have almost completely been replaced with mixed Spanish-Tahitian equivalents reflecting a general metropolitanization of the new Rapanui culture: matu‘a tamaaroa and koro ‘father’ are now pâpâ; matu‘a a‘u/pôreko and nua ‘mother’ are now mâmâ; tupuna tamaaroa ‘grandfather’ is now Tahitian pâpâ rû‘au; tupuna tamahahine ‘grandmother’ is now Tahitian mâmâ rû‘au; matu‘a kê/kêkê are both now either mâmâtía ‘aunt’ or pâpâtío ‘uncle’. Among younger children, Old Rapanui nua ‘mother’ has been replaced with Spanish mamita ‘mummy’. Such kin-ship replacements register a profound shift in cultural identification on Easter Island.
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Introductions initially paraphrased in Rapanui have recently been replaced with simpler Spanish copies. In 1786, manu va‘e ‘e hâ ‘four-footed birds’ described the animals La Pérouse first introduced to the island; by the 1990s, however, these had become ‘animare. In the 1920s, an ‘automobile’ was a pôtaka ta‘e haro puaka ‘coach not pulled (by) cattle’ (Englert 1948: 399); now it is an auto. Also in the 1920s, an airplane was a manu uru taNata rere ‘a ruNa ‘bird entering man (to) fly above’ (Englert 1948: 407); by the 1990s this had become avión(e). Even earlier foreign copies cannot avoid the recent Spanish tide: English-Tahitian tî ‘tea’, copied in the 1880s, is now Spanish-Rapanui tê; and French-Rapanui retera (from lettre) ‘letter’, from the 1860s, is now Spanish-Rapanui karta. Commonly used Spanish lexical copies in Modern Rapanui include such recent introductions as pista, banko, auto, avión(e), fruta, profesor, opitara ‘hospital’, librería, petroleo, ley, kâpê < café, sara < sa-la, metera ‘meter’, motore, memerillo < membrillo, kanero < carnero, bicicleta, camión, léxico, micro < microbus, moto < moto(cicleta), moto chico, polera, and many more. Nonsubstantial concepts have also been copied: curso, karo < caro, korore < color, matemáticas, nota < nota (en la escuela), noverâ < novedad, peore, rosa, vece, and many others. Slang idioms have also been borrowed, such as kokotero ‘to mug (i.e., rob)’ from Spanish cocotero ‘palm tree’. Spanish campo ‘field, area, acreage, land’ is now Rapanui kampô that signifies the northern and eastern reaches of Hanga Roa where families have plots of land for garden crops; with inclusion of article te it signifies, however, the area of a foreign place not on Easter Island (Du Feu 1987: 485). It is clear that a hispanicization of the Rapanui lexicon has occurred in the form of lexical suppletion. However, very little of the indigenous lexicon has been replaced. 3.3. Syntax Lexical copying and mixed copy translations often violate traditional Rapanui syntax. For example, Rapanui motore vaka reproduces the contrasting syntax of English ‘motorboat’. Similarly, Rapanui kê vece ‘sometimes’ imitates Spanish algunas veces. The abbreviated parataxis that characterized Old Rapanui was still practised in the 1930s, when one could hear such traditional narrative constructions as (Englert 1948: 330) He taNata, he vî‘e; he pôreko te pôki ‘i ‘Anakena STA man STA woman ML born ART child RLT ‘Anakena ‘There was a man and a woman whose child was born at ‘Anakena’.
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Bilingual Easter Islanders have now suppleted such syntax considerably, as if in light of greatly contrasting Spanish syntax they sensed that too much in Rapanui is «missing». Modern Rapanui speakers would therefore perhaps more appropriately express the initial part of the above sentence as He
ai
‘e
‘e
STA
EX
NUM
tahi taNata y one man and ‘There was a man and a woman (...)’
NUM
tahi one
vahine woman
era
(...)
DEM
Similarly, though Rapanui as an Eastern Polynesian language has traditionally used VSO (Verb-Subject-Object) as neutral word order it is now evident that Spanish bilingualism on Easter Island has increased the frequency of SVO word order. This formerly infrequent fronting order, used in the past primarily for emphasis, has traditionally required the prepositive particle ‘a, otherwise Rapanui’s alienable possessive marker, for personal pronouns. This requirement is now often ignored. SVO is beginning to become the new neutral word order in Rapanui. For example, the traditional sentence (Englert 1948: 380) He ‘aroha, he tataNi suffer ML weep ML ‘Both suffer and weep’.
ararua both
would now as frequently be expressed in Modern Rapanui –without fronting for emphasis but apparently in imitation of neutral Spanish word order (though Spanish allows the above syntax, too)– as Ararua he ‘aroha, he ML suffer ML both ‘Both suffer and weep’2.
2.
tataNi weep
‘â DEM
Du Feu (1987: 477) notes that when the subject is fronted in Rapanui the change of word order from VSO to SVO is normally marked in the determinants, while O is zero-marked. Fronted S then normally displays three possible markings: relational ‘i; focus indicator ko; and locational definer tû/tou (...) nei/era/ena. With personal nouns marked already by possessive ‘a, no change of determinant occurs. So one hears (ibid., p. 478) ‘A Petero ‘i rava‘a te ika POSS Petero PRF catch ART fish ‘Peter caught the fish’. However, one now frequently omits possessive particle ‘a and, as in Spanish, fronts directly with the personal noun itself, as in Petero ‘i rava‘a te ika ART fish Petero PRF catch ‘Peter caught the fish’. This practice appears to occur most often among bilingual speakers of Rapanui who speak Spanish more frequently than Rapanui.
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A further recent syntactic innovation in Rapanui, again seemingly copying Spanish, is the deletion of the required stative verb in responses. For example, the response of the 1930s (Englert 1948: 330) He ha te me‘e nei ‘i roto STA what ART thing DEM RLT in – He maika, he pîka STA banana STA fig ‘What’s in the basket?’ – ‘Bananas and figs’.
‘i
te
RLT
ART
kete? basket
would now most commonly elicit the response: Maika, pîka, without stative verb he; or, in (probable) imitation of Spanish hay: Ai te maika y te pîka ‘i nei ‘There’s bananas and figs in here’. With Rapanui local nouns, that require both prepositive and postpositive determinants at the same time, Spanish has apparently caused the replacement of the second relational determinant with the object-marking particle i –that is, the particle fronting an accusative-like object and its prepositive qualifiers. This occurs in such local noun constructions as ‘i ruNa ‘i ‘on top of’, ki roto ki ‘to within’, ‘a roto ‘a ‘around’, and mai roto mai ‘from within’. These are now more commonly expressed as ‘i ruNa i, ki roto i, ‘a roto i, and mai roto i. (Several relational determinants and several different local nouns are included in this very recent innovation.) The alternation of local noun determinants is found throughout Polynesia. In the 1880s Rapanui ki roto ki could regularly be replaced with ki roto ‘o, for example (Fischer 1997: 96-100). However, Rapanui’s postpositive determinant has only now been generalized to i, which is the «accusative» marker, in most non-lexicalized object markings of this type. It is as if Rapanui speakers had reanalysed the phrase in terms of Spanish requirements and determined that only the initial relational determinant, as in Spanish, is needed. The second determinant –whether ki, ‘a, ‘o, ‘i, and so forth– then becomes redundant, inviting its generalization to «accusative» marker i (without glottal stop). What indicates that Spanish might be causing this reanalysis is the fact that the innovation has become productive in the past twenty years. That is, generalized i is now being regularly deleted by Rapanui speakers, presumably because Spanish requires nothing in this position. For example, the common 1930s expression (...)
ki
ki
te
RLT
roto inside ‘to the sea’
RLT
ART
is now regularly
vai water
kava bitter
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Hispanicization in the Rapanui Language of Easter Island (R. Weber 1988: 39) (...) ki rote inside/ART RLT ‘to the sea’.
vai water
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kava bitter
The new construction also involves «phrase haplology» (as Rapanui follows a phrase-structure grammar), whereby derivational roto i te > rote. Bilingual Rapanui speakers, intuiting the necessities of the Spanish they know better than Rapanui, are now disregarding inherited Rapanui grammar. Simple Spanish preposition-plus-object evidently now suffices for Rapanui, too. The additional fusion of local nouns with the article of the following «accusative» object is a recent innovation that appears to be unknown in other Polynesian languages. A recent syntactic innovation in Rapanui suggests yet another Spanish influence. Plural possessive particles tô- (inalienable) and tâ- (alienable) –as in tôtâtou ‘our (inalienable)’ and tâtâtou ‘our (alienable)’ and other plural possessives– are now regularly expressed with te tâtou, lit. ‘the us (plural inclusive)’, in seeming imitation of Spanish el nuestro, la nuestra, and so forth. Already in the 1930s and 1940s, alienable tâ- plural possessives were being phased out in Rapanui, leaving only inalienable tô-, the socially dominant form, to serve both concepts3. This generalized tô- has now been generalized further to the simple definite article, though the tô- form is still understood and frequently employed. In this way, one will hear both tômâua vaka ‘our [= inalienable, dual exclusive] boat’ and te mâua vaka. The increased frequency of the generalized te form suggests that tô- might ultimately be replaced4. Yet another Rapanui syntactic construction that probably derives from recent Spanish bilingualism is the prepositive use of demonstratives nei ‘this’, nâ ‘that there’, and râ ‘that over there’. Traditionally, these demonstratives appear postpositively, with the prepositive slot most often, but not exclusively, filled by article te: te me‘e nei ‘this thing’, te me‘e nâ (or te me‘e ena) ‘that thing there’, and te me‘e râ (or te me‘e era) ‘that thing over there’. This is now more frequently nei me‘e, nâ me‘e, and râ me‘e in seeming imitation of Spanish esta cosa, esa cosa, and aquella cosa. Again, this is a syntactic practice in Rapanui 3.
4.
In the late 1950s, alienable tâ- possessives were apparently still being used, if infrequently (Fuentes 1960: 63). However, it is possible that Fuentes’s citation of these forms was historical and prescriptive, limited to only a few elderly speakers. One might also argue that this form reflects drift convergence, as the same phenomenon is found in other Polynesian languages. For example, Marquesan possessives also display the simplified form te plus the respective personal pronoun. However, the Marquesan forms were attested already in the eighteenth century. The Rapanui forms appeared only within the last generation, coinciding with the rise of Spanish bilingualism on Easter Island.
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that has been used only since Spanish bilingualism on Easter Island. In this way, instead of encountering the more traditional syntactic construction (Du Feu 1996: 73) Ara nei, ara road DEM road ‘It’s a very
roa long long
rahi very way’.
one can now also hear with increasing frequency (Du Feu 1996: 62) Nâ hare, hare DEM house house ‘That house is small’.
‘iti‘iti small
The new prepositive nâ demonstrative now conflicts, however, with the inherited emphatic particle nâ ‘Behold!’ that traditionally has filled the initial syntactic slot. This has caused ambiguity. From the above examples, it is clear that Rapanui syntax has been significantly influenced by Spanish syntax within only the past generation. In addition, literary Rapanui syntax has been consciously modelled after educated literary Spanish syntax. Modern Rapanui no longer possesses that so characteristic syntax of Old Rapanui, with the latter’s parataxis, reiterations, predominantely VSO word order, and postpositive demonstratives. Because of Spanish’s influence, both syntactic simplification and syntactic complication have occurred in Modern Rapanui.
3.4. Semantics Similar to what one encounters with those Polynesian languages that have come into prolonged contact with English and French (Mâori, Hawaiian, Tahitian, Marquesan, and others), Old Rapanui’s article te and stative verb he appear to have exchanged significances in Modern Rapanui. Again this is most likely a result of Spanish influence. Old Rapanui te taNata ‘a person, man in general’ would now more often be expressed with he taNata as if he were Spanish indefinite article un(o) or una5. Conversely, Old Rapanui he taNata ‘there is this person’ is now expressed more frequently as te taNata ‘the person’ after the general Indo-European concept of a definite/indefinite distinction and, specifi-
5.
Old Rapanui ‘e tahi ‘one out of several’ is now also often used as Spanish un(o), una in the sense of an indefinite article: i.e., ‘e tahi taNata ‘a person’ for what earlier would have been ‘one of the persons’.
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cally, after Spanish el, la, lo. Only in the last generation has this new use of te and he in Modern Rapanui almost wholly replaced the Old Rapanui distinction. This suggests that it has again been those who speak more Spanish than Rapanui who have semantically altered te and he.
3.5. Rapanui’s influence on Spanish One will appreciate that over one-third of the island’s present population of around 2,800 is comprised of Spanish-speaking continentals who speak no Rapanui. Their Spanish is Chilean Spanish of the dialects of Santiago-ValparaísoViña del Mar. However, a characteristic form of Spanish has arisen on Easter Island among the indigenous Rapanui people, a variety unique in the world as it is the language of those Islanders who learnt their Spanish on Easter Island at a time when Rapanui was the island’s first language. «Rapanui Spanish» is foremost characterised by a phonology, lexicon, and grammar heavily influenced by the Rapanui substrate6. In this dialect, one finds Spanish sounds reduced to the basic Rapanui phonological system; a simplified Spanish verbal morphology (tiene, for example, stands in for all present conjugations of tener); and nongrammatical alternations of Spanish’s gender usage and articles. In intrasentential switches, switched elements are commonly subjected to Rapanui morphology and syntax: for example, Tiene mâtou tako‘a que firma ‘We also have to sign our names’ (Makihara 1998: 38, note 6). Such switching on Easter Island involves a great range of creative possibilities, according to specific discourse needs. Older Rapanui speakers use this dialect more than younger ones, who tend to speak the Chilean Spanish learnt in school. «Rapanui Spanish» will probably disappear with the older generation, to be replaced with Chilean Spanish.
4. Intercultural processes in social context At the beginning of the twenty-first century there is not «one» Rapanui language but a wide variety of idiolects that range between Rapanui and Spanish, with each of the approximately 800 active speakers of Rapanui displaying varying competence7. Such examples as those cited above will occur with diverse speakers under different circumstances; other Rapanui speakers might not use
6. 7.
The term «Rapanui Spanish» was coined by linguist Miki Makihara. For more information, see Makihara (1998: 34). For a detailed study of the present sociolinguistic situation on Easter Island, see Makihara (1998).
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them at all. Those Rapanui educated in Chile constantly sprinkle their Rapanui speech with Spanish. In contrast, the island’s elders, in their seventies and eighties, display a Spanish influence in Rapanui most often in their use of o and pero which were already common on Easter Island in the 1930s. These elderly speakers also prefer as connective the copied Tahitian ‘ê ‘and’, whereas younger speakers of Rapanui use Spanish y instead, as well as the very common discourse markers ya ‘OK’, entonces ‘therefore’, and bueno ‘well, (...)’. Because of Easter Island’s small population, discourse probing systems are almost non-existent; there is little linguistic negotiation and search (Makihara 1998: 34). This fact allows linguistic extremes that are seldom found elsewhere, such as bilingual conversations: one conversant will be speaking Rapanui (with Spanish borrowings) and the other will be speaking Spanish (with no Rapanui borrowings). Today such bilingual conversations occur most frequently between parents and their school-age children. Makihara (ibid.) claims that «this practice of unreciprocated language choice is reformulating the norms of language use for both Rapanui and Spanish on the island». She also believes it is a manifestation of shifting Rapanui identity. Modern Rapanui does not reveal the simplification or pidginizing processes common among younger speakers of a threatened language. That is, the indigenous language of Easter Island, as a whole, is not being altered to a significant degree by Spanish. There still remains a clear division between the use of Modern Rapanui and Spanish. However, Modern Rapanui does display typical symptoms of linguistic morbidity in its grammatical reduction, structural and lexical variability, and reduced stylistic repertoire. Conversational language mixing occurs within the parameters of each speaker’s varying competence and speech requirements. Code switching is a common response of language contact found particularly in persons who are fluent in two resident languages (Hock 1986: 479). Portions of a given sentence or statement are expressed in one language and other portions in the second language. The code switching that one finds on Easter Island generally involves single-lexeme transfers that are not yet established –or even fully understood– copies, both within and across sentences (Makihara 1998: 36). At present, Modern Rapanui and Chilean Spanish are interacting with each other «in a multitude of language mixing practices where not only their grammatical structures, but also the standards of evaluation and norms of use, are being reformulated» (íbid.). Mixing appears more frequently to occur whenever the subject matter is alien to pre-1960s Easter Island culture. In such cases, all content words are recent Spanish copies while Rapanui furnishes phonology, syntax, and basic vocabulary:
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Hispanicization in the Rapanui Language of Easter Island (R.Weber 1988: 55) ‘A mâtou pa‘i ta‘e he noverâ te me‘e ena EMP NEG STA novelty ART thing DEM of us nota rakerake ‘i te matemáticas grade bad in ART mathematics ‘To us, of course, a bad grade in mathematics is not a novelty’.
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he STA
Such a mixed language situation as one finds in Quechua, for example, appears unlikely to develop on Easter Island. This is because of the fact that though Rapanui is essentially held distinct from Spanish, language replacement is sealing its fate on the island. Exclusive, non-Spanish, Modern Rapanui is a highly marked discourse style reserved for special usage and for the elderly; exclusive use of Spanish is, however, an unmarked discourse style (Makihara 1998: 34). The present habitual use of Spanish corresponds to the political and social integration of the Rapanui people into Chilean society, a process that has been accelerating since the introduction of civil administration on Easter Island in 1966. Exclusive use of Modern Rapanui has been reduced to a small number of formal contexts: political speeches, cultural events, welcoming of honoured guests, the new Catholic mass, and so forth. Now there is a movement on the island to expand the domain of exclusive Rapanui usage and to reclaim domains dominated since 1966 by Spanish, such as the governor’s office, the municipality buildings, and public gatherings that include both Chilean and foreign visitors. In recent years, Rapanui has won linguistic legitimacy. Many Rapanui people now deliberately avoid mixing Spanish at all, in order to achieve a «pure» Rapanui. However, all Rapanui speak Spanish. Not all Rapanui speak Rapanui. In 1999, the Rapanui language is no longer being transmitted to the young Rapanui as a primary language; the island’s children are generally monolingual in Spanish, though many possess passive competence in Rapanui. The first language on Easter Island is now Spanish. A phenomenon that might arrest the rapid replacement of Rapanui with Spanish is the recognition by the indigenous people of Easter Island that their original language is also a profitable emblem of an honoured world culture, one that Spanish-speakers on the island cannot wear. Most non-Chilean tourists on the island want to hear Rapanui language and songs, not Spanish. The language has a sudden commercial appeal which it did not obtain earlier. The Rapanui people recognise this and are proud of it. They also wish to exploit this situation. This, in turn, might lead to greater Rapanui usage –and less Spanish mixing– in years to come.
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5. Conclusions To limit what is happening in Modern Rapanui to a single process of «hispanicization» would be too simplistic, superficial, and reminiscent of earlier, static, less complicated approaches to linguistic study. In reality, the present linguistic situation on Easter Island is highly complex and dynamic. Many processes are at work that interact between each other and also between competing levels of social interfacing: massive language replacement (i.e., Spanish replacing Rapanui altogether); minor language revival; and RapanuiSpanish code switching of varying competence, including the continued introduction of English, French, and Tahitian elements. At present, Spanish remains on Easter Island the language of formal education, commerce, local and national administration, and the media (including daily satellite TV). English, too, is suddenly becoming a major factor in tourism, the island’s economic motor. The recent movement toward greater autonomy on Chile’s Isla de Pascua has caused a new appreciation for Rapanui values and language promotion and preservation. Modern Rapanui is finding new ways of profiling itself in order to imbue Rapanui’s symbolic value with mana, with socio-spiritual power, while still manipulating Spanish’s usefulness. The island’s social structure currently favours Spanish. The present trend to avoid Spanish copies and switches when speaking Rapanui displays a social awareness of this practice and its condemnation. But however much this avoidance might slow down Spanish’s replacement of Rapanui, it appears to come too late to halt the replacement entirely. Those who speak fluent Spanish are simply far more advantaged in Easter Island society than those who do not. In the five years from 1994 to 1999, 35 Rapanui filed to change their names from Rapanui to Spanish –i.e., José Tuki Rapu becomes José González Tuki, whereby the patronymic González takes precedence. 80% of these changes were approved by the civil administration. Perhaps this signals most clearly where the linguistic priority lies in the present Rapanui psyche. The Rapanui people’s protracted resistance to this linguistic replacement –as reflected in the various phenomena of «hispanicization» as listed above, which accommodate the new foreign elements in the indigenous inheritance without replacement– nevertheless is an indication of the desire by many on the island to maintain a separate Rapanui identity. Elsewhere, adaptation and convergence might be the means to allow minority languages to survive. It worked eminently for the English in the eleventh and twelfth centuries, for example, during the onslaught of Norman French. However, despite the fact that Modern Rapanui is a dynamic, multilingual, and currently viable medium that is serving the Rapanui people again at all levels of society, it appears to be waging a lost war. Only
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Spanish and English will probably survive on the island, for political and economic reasons. Within one generation Rapanui might become extinct, then, with vestiges of it remaining in the island’s Chilean Spanish only in isolated concepts (such as korohua ‘elder’, roNoroNo ‘Easter Island script’, akuaku ‘spirits of the dead’), objects (moai ‘statue’, kûmara/ kûmâ ‘sweet potato’, ‘umu ‘earth oven’), and place names (Hanga Roa, Rano Kau, ‘Anakena, Pôike). There will be little or no evidence of a Rapanui substrate in future Easter Island Spanish, which will eventually become indistinguishable from the Chilean Spanish dialect of Santiago-Valparaíso-Viña del Mar.
Abbreviations AFF ART DEM EMP EX IMV ML NEG NUM POSS PRF RES RLT STA
Affirmative particle Article Demonstrative particle Emphatic particle Existential verb Imperfective particle mainline discourse mode particle Negative particle Numerical particle Possessive particle Perfective particle Resultative particle Relational particle Stative verb
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Los autores y compiladores Carmen-Paloma Albalá-Hernández, c/ Maudes 23, E-28003 Madrid, España. [email protected] Angela Bartens, Universidad de Helsinki, Lingüística Iberorrománi-ca, Apartado 59, FIN-00014 Helsinki, Finlandia. [email protected] Julio Calvo Pérez, Universidad de Valencia, Dpto. de Teoría de los Lenguajes, Av. Blasco Ibáñez 28, E-46010 Valencia, España. [email protected] Germán de Granda Gutiérrez, Universidad de Valladolid, Dpto. de Lengua Española, Facultad de Filosofía y Letras, E-47011 Valladolid, España. [email protected] Steven Roger Fischer, Institute of Polynesian Languages and Literatures, P.O. Box 4965, Wellesley St., Auckland, New Zealand (Nueva Zelanda). [email protected] José Antonio Flores Farfán, Ciesas, Juárez 87, 14000 (Tlalpan) México D.F. flores@juárez.ciesas.edu.mx Ewald Hekking, Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Filosofía, Dpto. de Investigaciones Antropológicas, Dpto. de Estudios Históricos, Patio Barroco, Av. 16 de septiembre # 57 Altos, Centro Histórico, C.P. 76000, Querétaro, Qro, México. [email protected] Elizabeth Keating, University of Texas, Dept. of Anthropology, Austin, TX78712-1086 USA (Estados Unidos). [email protected] Francesc Ligorred Perramon, Avda. Diputació, 12, E-08560 Manlleu, Barcelona, España. [email protected]
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Pieter Muysken, Linguistics /ATD, KU Nijmegen, postbus 9103, 6500 HD Nijmegen, Nederlands (Países Bajos). [email protected] Rafael Rodríguez-Ponga, c/ Maudes 23, E-28003 Madrid, España. [email protected] Martina Schrader-Kniffki, Universität Bremen, Fachbereich 10: Sprach- und Literaturwissenschaften, Postfach 330 440, D-28334 Bremen, Alemania. [email protected] Christel Stolz, Universität Bremen, Fachbereich 10: Sprach und Literaturwissenschaften, Linguistik, Postfach 330 440, D-28334 Bremen, Alemania. [email protected] Thomas Stolz, Universität Bremen, Fachbereich 10: Sprach- und Literaturwissenschaften, Linguistik, Postfach 330 440, D-28334 Bremen, Alemania. [email protected] John U. Wolff, Cornell University, DL Morrill Hall, Ithaca, New York (Nueva York) 14853, Estados Unidos. [email protected] Klaus Zimmermann, Universität Bremen, Fachbereich 10: Sprach- und Literaturwissenschaften, Postfach 33 04 40, D-28334 Bremen, Alemania. [email protected]