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Spanish Pages [96] Year 1968
J. R
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C olección REVOLUCION Caracas, 1968
Editorial
Crítica Marxista
Colección Revolución
Copyright
1968
by
Editorial
Aparrado de Correos, 14027 Caracas - Venezuela
Crítica Marxista, -
Los Chaguaramos
J. R. NUÑEZ TENORIO
y
LENIN (Sobre
LA
REVOLUCION
Ja
estrategia y la táctica políticas como ciencia y como arte)
Introducción. 1 .-Algunos antecedentes históricos. 2 .-Lo objetivo y lo sujetivo.
3.-Lo científico y lo revolucionario. 4.-La estrategia y la táctica.
5 .-La crisis revolucionaria. 6.-Las etapas de la revolu:eión y la estrategia.
7 .-Los flujos
y reflujos de la revolución y la táctica.
8. -Los problemas de ia política como ciencia.
9 .-La politica revolucionaria como arte. 10.-Los problemas del arte de dirección política. Bibliografía consultada.
INTRODUCCION
Sin duda alguna, Lcnin es el político por exce lencia de nuestro siglo. '\.r, desde l uego, ade111ás de político, pensador y filósofo, hombre de acción. Ninguno como él tipifica la in1agen del científico y el revolucionario al n1is1110 t1cn1po. Ninguno co1110 él fue 1nodclo de ética 111arxista en su principio elemental de la unidad de la teoría y la práctica. Marx, desde luego, fue el político del siglo XIX, con todo y las figuras de N apoleón y Bolívar. Pero, por sobre todo, la figura de Marx se destaca corno doctrinario, con10 creador de la teoría, co1110 filó sofo y científico. En la unidad profunda del polí tico y el revolucionario, Marx se elevó por encima de los más desarrollados de su época, avizorando las perspectivas y esperanzas seculares de la hu manidad. A Lenin le tocó el cometido de dirigir, sostener y realizar l a obra avizorada por Marx: la revolución socialista. Por eso, siendo teóricos y prácticos al mismo tiempo, lo fundamental de Marx fue la teoría, mientras que lo fundamental de Lenin fue la acción. A menudo se confunden las nociones de teoría y práctica, aun en los propios esquemas de l os planteamientos marxistas. El enfoque dialéctico de estas cuestiones, corno principios gnoseológicos y éticos al misn10 tiempo, choca con diversos obs táculos. La tendencia al enfoque lógico-formal y metafísico de los más variados conceptos y cate7
gorías del mundo cotidiano difícilmente las supri mimos. A menudo, catalogamos de "teórico" a cualquier persona o can1arada con vocación inte lectual. Muchas veces llegamos a utilizar el tér mino "práctico" con desdén. Ello es explicable en el lenguaje común, moldeado por Ja cultura tradi cional y el enfoque ideológico no-dialéctico per sistente en la conciencia de la mayoría. Pero n o s e justifica e n quienes levantan la bandera de la ciencia y del 111étodo dialéctico. En rigor, cuando critica111os a alguien con10 "teórico", debería co rresponderle 111ejor el térn1ino "teorícista"; esto es, que desarrolla la teoria al margen de la práctica y. en consecuencia, es una teoría hueca, vacía, in tclectualista. No es propio de marxistas llamar a tales personas "teóricos". En la ética del mar xísn10, "teórico" es, quizás, el 111ás alto precepto moral, sólo concebible unido al mismo tiempo y en Ja misma persona al carácter de "práctico". Ser práctico es elevada condición para un marxis ta. Y sólo se es pdctico, en propiedad, cuando se es al 1nis1110 ticn1po teórico. No es posible, dia Jécticamentc, una cosa sin Ja otra. El pretendido práctico que desdeña la teoría, en realidad no es un hombre cabal; lo justo sería llamarlo, precisa mente, "practícista". Es aquel que, a ciegas, y repitiendo Jos mismos y tradicionales errores, por esfuerzos y tiempo de trabajo que aplique, no avan za, no se eleva, no cobra conciencia plena de los problemas, no llega a tener conocimiento de la necesidad para ser rcaln1ente Jibre, según Ja cé lebre frase de Engcls. E n términos de p:noseología marxista sólo es posible el conocimiento (ser teó rico) en vínculo estrecho con l a práctica social : Ja práctica es el fundamento y el criterio de verdad. 8
Sólo llegamos a conocer el sabor del mango co miéndolo. No hay otra alternativa. Sólo se es re volucionario participando directamente en el pro ceso revolucionario. No queda otra salida. La teo ría surge de la práxis. Y? al n1isn10 ti€n1po, en térn1inos de ética 111arxísta, se es real111ente revo lucionario (ser práctico) elevando la conciencia al plano del conocimiento y dominio de los problemas que plantea la práctica social revolucionaria: sin teoría no hay acción revolucionaria, según las cé lebres palabras de Lenin. Lenin fue, en uno y otro scntidof ejemplo vivo y testimonio i111perecedero tje estos principios. Fue en rigor el práctico-teórico de nuestro sigl o : el político por excelencia. Justa mente porque la política, por encima de cualquier otra actividad humana, es la que tiene la virtud de unir en un solo haz estas dos coordenadas sus ta.nciales del hombre. E l hombre contemporáneo gravita en función de esas dos coordenadas fundamentales, que e n otros términos son l a revolución y l a ciencia. J us tamente por ello, la política marxista-leninista es una política científica y revolucionaria al rnisn10 tiempo. La complejidad de los actuales problemas hu n1anos reciarna una posición integral por parte del hombre. No puede el hombre sustraerse de l a res ponsabilidad social y política que incide todos los días en su personalidad, La comprensión de J a historia e n nuestra época expresa una toma de conciencia muy sencilla: el intelectual "puro", que se desvanece en búsqueda de nuevas y profundas verdades es un nlito; al contrario, objetivan1ente expresa una posición comprometida de l a época.
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Tanto con Jos grupos y clases sociales en lucha, como con el pasado, presente y futuro de la hu1nanidad. En esa encrucijada real �y, ahora, d.e conciencia- a la cual h a llegado e l hombre con temporáneo es indispensable decidirse. Decidirse plenamente : en la doble dimensión humana de la teoría y la práctica, de la ciencia y la revolución. La revolución, su profunda ten1ática hun1ana1 es el centro gracias al cual una nueva ética hu manista se ofrece : la de la emancipación del hom bre. Una ética que por no llamarla revolucionaria, recoge una idea tan antigua como nueva : la de l a práxis humana. L a práctica social del hombre, su actividad productiva y revolucionaria, es e l punto de partida. Por eso es que la veta de l a revolución viene de los estratos más bajos del hombre : las clases desposeídas, el proletariado, que represen tan justamente los más altos valores éticos y hu manos. La veta de la revolución, partiendo de lo "concreto-humano" se dirige con pasmosa seguri dad hacia los estratos altos de la teoría, hacia la ciencia. ¿Cómo poder sustraernos a esta coorde nada? ¿Bajo qué principios éticos? ¿En nombre de qué morál ? L a veta de l a ciencia poseyendo una dirección propia confluye con aquella, confundiéndose am bas en nuestra vida diaria, en la vida del político honesto, dado a la verdad como a la vida. Esta veta recoge el impulso anterior, lo perfila y hace que avance sin cesar : más rápidamente, con me nos tropiezos, con conciencia, en fonna dirigida. Ciencia y revolución constituyen dos límites pre cisos de nuestra conducta ciudadana y revolucio naria. 10
Sólo una ci�ncia revolucionaria corno reflejo de una revolución realmente científica de todo nues tro pueblo testimonia la cabal realización de los principios éticos 1narxistas, de la ética de la einan cipación del hombre. Exagerar el elemento revolu cionario subesti1nando el científico conduce a la aventura: tanto en pülítica corno en cualquier ac tividad humana -inclusive en la propia investi gación científica. El revolucionaris1110 no es otrd cosa que cspontaneís1no, que enzpiris1110. La histo ria conten1poránca de nuestro país es sun1an1cnte clara en ese empiris1110 nuestro ante los díversi.Js órdenes de la vida social y, especialmente, en 1a lucha política. La n1archa ciega, por 1nística que sea, flaquea y termina desfigurando la propia rea lidad de la cual tan poderosamente se ha nutrido. Es necesario co111pletar el irnpulso revoiucionario con el método científico de analizar los diverso> problemas. Pero, igualmente, la exageración del factor cienti!ico y la subestimación del revolucio nario conduce a la traición: tanto en poJí tica como en cualquier otra actividad humana -inclusive en la propia actividad científica. La ciencia no es para la ciencia misma. La ciencia es para la revolución, para Ja transforrnación del tnundo, para conquistar el bienestar del hombre. El cientificismo conduce a la torre de marfil, a divorciar nuestras palabras de nuestros hechos, a aislarnos del medio social, trai cionando los más importantes principios éticos del humanismo. Es puro dogmatismo. También tenemos mucho de dogrnatismo en la historia conte1nporá nea de nuestro país , especialmente en la ester« de la lucha política. El método cientifico requiere de constante renovación, del impacto vivo de la revolución. De l o contrarío se esquematiza y des11
naturaliza, el divorcio con la vida se hace patente y ni siquiera un despilfarro moral podrá argüirse
para fundar nuestra existencia ciudadana. Ni en1pirisn10 ni dog111atisn10. Ni aventura ni traición. Una posición integral del hombre, que haga confluir en un solo haz la fuerza revolucio naria con la clarividencia científica . En esa f1ir ma la razón está plenamente al servicio del hom bre. Y el trabajo humano se transforma en l a más preciada actividad. Sólo así llevamos a la práctica las tesis de la ética marxista. Y los nuevos princi pios éticos basados en la emancipación del hom bre se podrán realizar no en el ensueño o J a ima ginación sino en la realidad concreta de nuestro universo y de nuestra patria. Teoría y práctica. Ciencia y revolución. Tal uni dad viviente la simboliza Lenin . Y la simboliz;i como político. justamente por ello escogimos su obra para levantar la política como ciencia y como arte. No podernos, en realidad1 hacer un resun1en general del extraordinario aporte leninista a la po lítica. Ello es una obra de envergadura. Nuestro objetivo, en este caso es destacar un aspecto, en nuestra opinión, de los más interesantes : la estra tegia y la táctica, como ciencia y arte de la direc ción política revolucionaria. Esperamos que este escueto resumen contribuya a estimular el estudio de la obra de Lenin.
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!.-ALGUNOS ANTECEDENTES HISTORICOS
Antes de exponer los problemas de la estra tegia y Ja táctica políticas corno ciencia y como arte, es obligatorio hacer alguna referencia a Jos antecedentes históricos, en especial las d iscusio nes políticas que llevaron a cabo Marx y Engels sobre cuestiones de estrategia y táctica para im ponerse en el seno del n1ovünicnto obrero y revo lucionario. Corno se sabe, Lenin es el heredero y continuador de la labor desplegada por Marx y Engels en la Europa de la segunda mitad del siglo pasado. Justo es, entonces, hacer una apre tada síntesis de algunos de estos problemas que, indudable1nente, gravitan aún, con nuevas formas, en la discusión política de nuestros días. Marx fue un práctico y un teórico. El reflejo de esta actitud ante la vida se expresó en su pro pia concepción de la política como ciencia y como arte: un fundamento científico, objetivo, de la teoría, como base para el desarrollo creador de J a práctica revolucionaria. Sintetizar estas posicio nes no fue empresa fácil. Había desde l uego ex periencias y tradiciones. Pero se trataba de un sal to revolucionario realmente nuevo, antes ja1nás planteado. De allí las dificultades que tuvo para desarrollar un cuerpo integral de doctrina política más o 1ncnos acabado. Sin ernbargo, su actitud práctica y sus artículos y trabajos políticos e his tóricos muestran en conjunto este cuerpo doctrinal. La lucha en el seno del movimiento obrero, socia lista y revolucionario de s u época fue una batalla tenaz por imponer las concepciones justas. E n esas luchas, desde e l propío inicio, Marx y Engels tuvieron que hacer frente a las dos tendencias desB
viacionistas que a derecha e "izquierda" se opo nían a las acertadas apreciaciones marxistas. Corno siempre, el problema del poder fue, des de el comienzo, la cuestión central. Aparte de otras experiencias históricas1 Ia n1ás reciente lección era la de la revolución francesa. Se sabe d e los estu dios de Marx en ese sentido. Pero su preocupación fundamental era el problema de l a conquista del poder y l a necesidad de guiarse por principios, progran1as, tácticas, organizaciones, etc. En ese sentido influyó mucho en Marx Ja célebre Historia de la conspiración de Babeuf por lu igualdad ( 1 828) de B uonarroti. Ella desarrolla las más importantes ideas de l a revolución, del gobierno revolucionario y de l a dirección conspirativa para la conquista y el mantenimiento del poder. Dos conclusiones hi cieron un poderoso in1pacto en Marx: la necesi dad de crear y desarrollar al pueblo en armas y la necesidad de unir a todas las capas revolucio narias para apoyar l a insurrección. Lo otro era Ja propia dirección conspirativa, que después asi milaría Marx como partido : el partido del pro letariado. El Congreso de La Haya de 1 872 simboliza en gran medida la lucha que el marxismo !levó a cabo para imponer la acertada política revolu cionaria. Se realiza un año después de la derrota de la Comuna de Paris. Allí la mayoría la forma ban los marxistas y blanquistas contra los anar quistas y reformistas. La tesis central fue la ne cesidad de l a revolución política para hacer po sible la revolución social. Esta tesis ha persistido desde entonces como columna de la política re volucionaria. Los anarquistas, con Bakunin a la cabeza, hablaban sólo de revolución social, con14
siderando como necesaria la abolición del p oder estatal: destruir el estado capitalista y nada más. Los reformistas, representados fundamentalmente por los sindicalistas británicos, abogaban por la tesis de que la revolución social podría hacerse antes de Ja revolución política, que no era nece sario posponer el socialismo para después de Ja toma del poder, etc. Contra los anarquistas Marx levantó Ja idea de la necesidad de la dictadura del proletariado. Bakunin en su Reconocimiento del Estado y Anarquía ( 1873} atacó duramente esta tesis de Marx. Contra los reformistas, Marx levantó la bandera de la necesidad de Ja revolu ción proletaria (violencia revolucionaria). Después de la muerte de Marx y Engels esta tesis fue ata cada por Bernsteiu en Problemas del Socialismo (1896) y Socialismo Evolucionista ( 1899). El Con greso de La Haya en 1872 tipificaba así toda J a historia: l a pasada y l a porvenir. El marxismo s ur gia en lucha despiadada contra las tendencias des viacionistas de derecha e "izquierda". E l problema de la necesidad de la revolución política no planteaba otra cosa que la urgencia de la toma del poder por el proletariado. El de l a revolución social, Ja necesidad de utilizar las palancas del poder para hacer la transformación revolucionaria de la sociedad. Algunos autores han querido introducir un tercer problema, evidente mente más táctico: si es indispensable o no, pre vio a la toma del poder, la conquista de l a ma yoría de las masas trabajadoras. ( Por ejemplo, la obra de S. Moore : Three tactics: the backround in Marx, MRP, N.Y., 1963) . De manera que las di ferencias tácticas1 según este autor, estarían e n e l orden de precedencia de estos tres objetivos: 15
conquista de l a mayoría, torna del poder y trans formación de la sociedad. Así, por ejemplo, las diferencias entre los soviéticos, los chinos y los yugoesiavos consistirían hoy en el énfasis y prio ridad que ellos ponen en la obtención de estos tres ob¡etivos: los soviéticos, conquista de la ma yoría; los chinos, toma del poder; los yugoesla vos, transformación de l a sociedad (sin haber conquistado el poder). Este problema de la con quista de la mayoría antes o después de la toma del poder, con toda y la importancia táctica que haya tenido en el pasado, ya se ha mostrado ba ladí. E l asunto de ganar la conciencia de l as ampdas masas no se puede esquematizar en la forma como lo h ace este autor. Es algo práctico, concreto, de cada revolución en particular, según sus condiciones y desarroJlo. Tan dogmático es pretender tener con seguridad la mayoría antes de tomar el poder ( as í se planteen oportunidades objetivas y sujetivas de importancia) como no tra bajar por elevar la conciencia de las amplias ma sas en el propio proceso de la lucha por el pqder ( desperdiciándose innumerables oportunidades del régimen b urgués). E l problema gnoseológico co lectivo de ganar a las masas no es fácil de resol ver. El mismo término de precisar lo que se en tiende por mayoría involucra una serie de matices diferenciales. Y así como se requiere fuerza eco nómica, social, política, militar y cultural para l a toma del poder, suficientes como para derrocar a fuerza sernejante del enemigo; así tan1bién debe comprenderse que el proceso de ganar a las inmensas mayorías de las masas continúa y se desarrolla después de la conquista del poder, des pués de instaurado el régimen socialista. Entonces 16
l a discusión 110 tiene por quC plantearse en tér111ínos nun1éricos cxclusiva1ncnte. Tiene que par tirse de una apreciación justa de los factores cuan titativos y cualitativos, activos y potenciales, al 1nis1no tien1po. Así es co1110 a nosotros nos parece haber interpretado el pensamiento marxista y , en general, el pensamiento de Lenin que en este pro bl 190, 28�8-1921); pul)!icado en Obras Completas, -ed. eit., pp. 106-118. del
poder
y organizacwn es, principalmente, una cuestión tác tica, puesto que ésta presupone el uso y combi nación de todas las formas del movimiento revo lucionario (de lucha y de organización) como ga rantía de ganarse efectivamente a las masas popu lares. Pero ello no significa que, secundariamente, este problema no comporte una función estratégi ca; por ejemplo, cuando las formas de lucha ar mada están estrechamente vinculadas al objetivo estratégico de una revolución; es entonces cuando se trata de " vía de la revolución". Por último, el problema del tipo de gobierno por el cual se lu cha, es decir, el fin principal del movimiento en l a etapa dada d e l a revolución que persigue aniquilar al enemigo principal, sintetiza claramente lo es tratégico y Jo táctico, puesto que, en l a medida que en la práctica se aproxima la realización de semejante objetivo -culminación de la crisis re volucionaria- lo táctico se une estrechamente a lo estratégico. Cuando se alcanza tal fin, enton ces se entra en una nueva etapa estratégica de la revolución, lo que significa plantearle al movi miento revolucionario nuevos objetivos, esta vez más elevados que los de la etapa precedente. Ve mos, pues, resun1idarnentc, cón10 Jos problemas fun dan1entales de toda crisis revolucionaria, según la clásica enseñanza leninísta1 están dialécticamente vinculados a l a estrategia y la táctica políticas.
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6.-LAS ETAPAS DE LA REVOLUCION Y LA ESTRATEGIA
Hemos estimado que al esclarecerse al pueblo, a la clase obrera y a Jos partidos revolucionarios los tres grandes problemas de toda crisis revolu cionaria (el frente, el gobierno y las formas de lucha) este esclarecimiento tiene que poseer una b ase óentifica. Tal esclarecimiento teórico tiene que considerar los awectos más objetivos del proceso crítico revolucionario que en €sos inorncntos se desarrolla. Y, como tal, al ser Ja base científica en la cual se fundamenta la dirección política, abar ca tanto los tfen1entos estratégicos como tácticos de la lucha revolucionaria --descansando n1fts1 desde luego, en las cuestiones estratégicas. Exac tarncnte lo contrario ocurre con Ja aplicación prác tica de la línea política en los momentos de crisis revolucionaria. A11í Ja po1ítica revolucionaria se transforrna en un arte de dirección política, que, incluyendo tanto los prc>blemas estratégicos como tácticos, descansa prirnordialmentc en las cuestio nes tácticas. El problema elemental en la fundamentación científica de fa estrategia revolucionaria se refiere a la cuestión de Ja etapa de la revolución en que se encuentra el 111ovimiento. Este prohle1na está históricamente vinculado a las relaciones existentes entre ta revolución democrática y la revolución so cialista ( l l ) . Rodne;r Aris1nénil i. : .PtJdnl< Review. N9 :·t (11)
Ver
continental, Ed.
enero. 1961. p.
12.
41
1
f
Debemos diferenciar entre el carácter de una revolución y las fuerzas n1otrices que la llevan a cabo ( 1 2 ) . El carácter de una revolución, su na turaleza histórica, está determinado por su con tenido objetivo, por la esencia de las contradiccio nes sociales que r�suelve y el régimen que trata de establecer. Por eso la revolución francesa de 1 789 fue una revolución burguesa y la bolchevique de 1 917 fue una revolución soci2lista. Una y otra re vo1ución tuvieron tales caracteres. Las fuerzas mo trices de una revolución son, en can1bio, tas clases sociales fundamentales que la llevan a cabo. Y que sean estas o aquellas clases no sicmnre está determinado por el car;íctcr de una revolución, sino por las condiciones históricas-concretas. O en otras palabras: n o siempre es la burguesía la fuerza motriz fundan1entaI de las revoluciones burguesas. Y menos ahora, en la época imperialista, cuando Ja tendencia general de la burguesía es arriar las banderas de la revolución democrática y unirse a los sectores n1ás reaccionarios de cada país. De manera que caben revoluciones de1nocrático-bur guesas por su carácter, por su tipo; pero, no diri gidas por la burguesía, sino donde la clase obrera, Jos campesinos y otras cléises sean sus fuerzas motrices fundamentales, adquiriendo entonces, di chas revoluciones, un contenido con1pletamente nue vo. Tal es el caso, justamente, de las revoluciones democrático-hurguesas en la época presente. Tal es el ejemplo de China. China llevó a cabo una re volución democrá!ico-burgoesa ( 1 3 ) , donde fas (12)
(13) el
Ver.
Mao
imperialismo
1960;
42
Ve r, Kuusluen: ob. dL. pp. 166-167.
pp.
29-30.
Tse-tung :
japonés,
ed.
Soh!'e 1a táctica de lucha.
en
Lenguas
PJ.xtranj�rn.J: la i;;)cialdt'uHicracia- en Ja
rcvolnción democ:rátíca. (16)
Tbid.
p. 44.
ob. dl..
p, 17.
''La victoria co1npleta de la revolución actual será el fin de la revolución deinocrática y el comienzo de la lucha decisiva por la revolución socialista. I...a sa tisfacción de las reivindicaciones de los can1pesinos de
nuestros días,
reacción,
el
l a conquista
aplastatniento co1nplcto de de
la república
la
democrática
rnarcarán el fin coinpleto del espíritu revolucionario de la burguesía e incluso