La verdadera historia de Macondo 9783964561473

La detallada comparación entre mito e historia permite descubrir nuevos aspectos en temas ya conocidos, y discutir a fon

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Spanish; Castilian Pages 236 [248] Year 2019

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Table of contents :
Indice
1. Introducción general
2. Primer esquema genealógico (prehistoria)
3. Segundo esquema genealógico (prehistoria)
4. Tercer esquema genealógico (historia)
5. Sobre la familia Buendía
6. Comparación con otros esquemas genealógicos
7. Cronología de Macondo
8. Recuento de Inexactitudes
9. Invitación al mito
10. El eterno retorno
11. Síntesis
12. Bibliografía
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La verdadera historia de Macondo
 9783964561473

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Agustín F. Seguí La verdadera historia de Macondo

Editionen der Iberoamericana Ediciones de Iberoamericana Serie A: Literaturgeschichte und -kátikJHistoria y Crítica de la Literatura Serie B: Sprachwissenschaft/Lingufaíica Serie C: Geschichte und Gesellschaft///(ííona y Sociedad

Serie D: BMiographien/Bibliografias

Herausgegeben von¡Editado por: Walther L. Bernecker, Frauke Gewecke, Jürgen M. Meisel, Klaus Meyer-Minnemann

A: Literaturgeschichte und -kritik¡Historia y Crítica de la Literatura, 2

Agustín F. Seguí

La verdadera historia de Macondo

Iberoamericana 1994

Distribuidores España'.

Egartorre Libros • c/ Mirlo, 23 • 28024 Madrid LTEstaquirot, S.L., Servei del Llibre • c/ Mare de Déu del Coli, 53 08023 Barcelona

Otros países:

Editorial Vervuert • Wielandstr. 40 • D - 60318 Frankfurt

© Vervuert Verlag, Frankfurt 1994 © Iberoamericana, Madrid 1994 Apartado Postal 40 154 E - 28080 Madrid Reservados todos los derechos Diseño de la portada: Michael Ackermann Impreso en Alemania ISBN 84-88906-02-1

Dedicado a las mujeres grandes de la familia: Amparo Tronchoni Beatriz Martin María Martínez María de la Cruz Lurueña Beatriz E. A. Lurueña María Teresa Lurueña Amalia Lurueña Lina Perrone Chola Urrestaragu Laly Delgado Gregoria de Morón

abuela (q.e.p.d.) abuela (q.e.p.d.) tía abuela madre tía tía tía tía tía tía abuela postiza (q.e.p.d.)

INDICE 1 2 2.1 2.2 2.3 3 3.1 3.2 3.3 4 4.1 4.2 4.3 5 5.1 5.2 6 6.1 6.2 6.3 6.4 6.5 6.6 6.7 6.8 6.9 6.10 6.11 6.12 6.13 6.14 6.15 6.16 6.17 6.18

Introducción general Primer esquema genealógico (prehistoria) Introducción Esquema Notas Segundo esquema genealógico (prehistoria) Introducción Esquema Notas Tercer esquema genealógico (historia) Introducción Esquema Notas Sobre la familia Buendía Introducción Conclusiones Comparación con otros esquemas genealógicos Oviedo 1967 Boldori 1969 Volkening 1969 Anónimo 1970 Arnau 1971 Guillermo/Hernández 1971 Mendoza 1971 Ludmer 1972 Taylor 1973 Delay/Labriolle 1973 Jansen 1973 Siebenmann 1973 González 1974 Vosgos 1977 Silex 1979 Bryan 1982 Montaner 1987 Qual 1989

Pág. 9 13 13 13 14 19 19 19 19 25 25 25 25 31 31 31 35 35 35 40 42 42 42 47 47 47 47 52 54 56 56 56 60 60 64

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7 7.1 7.2 7.3 7.4 8 9 9.1 9.2 9.3 9.4 9.5 9.6 9.7 9.8 9.9 9.10 10 10.1 10.2 10.3 11 11.1 11.2 11.3 12 12.1 12.2

Cronología de Macondo Introducción Esquema Notas Intento de cronología absoluta Recuento de Inexactitudes Invitación al mito Primera aproximación Aplicación a García Márquez La cosecha de comparaciones de los críticos El problema de las comparaciones Comparaciones no bíblicas Comparaciones varias Lo que también han visto los críticos Prolongaciones teóricas (I) Prolongaciones teóricas (II) ¿Mito o nostalgia? El eterno retorno Teorías Careo con los críticos Careo (continuación) Síntesis Sobre las reconstrucciones Sobre lo mítico Sobre el tiempo cíclico Bibliografía De y sobre García Márquez Historia de las religiones y miscelánea

67 67 68 68 111 117 127 127 132 137 142 150 153 157 161 166 172 187 187 196 206 213 213 214 218 221 221 233

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INTRODUCCION GENERAL " N o w I'am s o g l a d t o hear you say that", said M i s s M a r p i e . " B e c a u s e I've b e e n a little w o r r i e d , you k n o w , b y the w a y y o u t w o have s e e m e d w i l l i n g t o accept, as a c t u a l fact, a l l the t h i n g s t h a t p e o p l e have t o l d y o u . I'am a f r a i d I have a s a d l y d i s t r u s t f u l nature, b u t [ . . . ] I m a k e it a r u l e t o t a k e n o t h i n g t h a t is t o l d t o m e as true, u n l e s s it is checked." ( A . C h r i s t i e : Sleeping Murder, cap. 23)

Por lo general (dijo una vez Mark Twain) toma más de tres semanas escribir un discurso improvisado. Lo mismo pasa con las introducciones. Baste aclarar, como preludio, que la presente reconstrucción de la historia de Macondo se basa en los datos de una sola novela de García Márquez: Cien años de soledad. En el capítulo correspondiente se explicará el porqué y se verá que, a pesar de la omisión de otras fuentes, la reconstrucción es válida. En los tres primeros capítulos reconstruyo el árbol genealógico de los Buendía; no es que no haya sido intentado antes, pero los detalles que he incorporado me parece que exceden todas las reconstrucciones anteriores. Los dos primeros esquemas que proporciono se refieren a la "prehistoria" de la familia, es decir, a su historia anterior a la fundación de Macondo; para el primer esquema he tomado como base sola y exclusivamente los datos que suministra el autor colombiano, mientras que elaboro el segundo esquema de manera hipotética, incorporando el resultado de las múltiples deducciones que pueden hacerse a partir del material bruto. Ambos esquemas muestran ya que la reconstrucción no se limita a la historia de Macondo, sino que abarca también sus antecedentes. Podría también decirse que se trata, más bien, de la historia de la familia Buendía. De hecho, la mayor parte de la novela narra ambas historiéis, y no es exagerado decir que ambas se identifican casi por completo entre sí. El tercer esquema cronológico y genealógico abarca estas historias en ese tramo en el cual coinciden, constituyendo entonces la historia propiamente dicha de Macondo. Pienso que los esquemas como tales pueden servir para ubicar en el transcurso cronológico a cualquier personaje de la familia o relacionado genealógicamente con la misma; la fundamentación que doy de cada detalle, por otra parte, es quizás demasiado minuciosa como paira no resultar cansadora; en tal causo, el lector puede limitarse a consultar lo que le plantee algún tipo de incertidumbre; yo, por mi parte, he preferido no omitir ni uno solo de los detalles que fui reuniendo fatigosamente a lo largo de varias lecturas y que permiten explicar, creo que exhaustivamente, la estructura temporal de la familia protagonista.

10 A esa triple reconstrucción le sigue un capítulo sobre los avatares de dicha familia. La conclusión podría ser que los varones disfrutan la vida más que las mujeres: por una parte se casan más tarde y, por otra, mueren primero. Para ser más exacto, diré que tales consideraciones se refieren también a lo explicitado en los capítulos precedentes, si bien no eran necesarias para la reconstrucción del árbol genealógico; se trata más bien de observaciones sintéticas y de evaluaciones globales sobre la estirpe. Sigue a estas reflexiones un largo capítulo de comparaciones con árboles genealógicos de trabajos ajenos, que desmenuzo con la mayor objetividad posible aunque sin ahorrar admoniciones (porque es pecado pensar mal del prójimo, pero rara vez es un error). Sin embargo, y paira compensar mis críticas, tengo que decir que buena parte de mi estudio está vertebrado sobre lo que ya dijeron antes los colegas; si no los citara con tanta abundancia, creo que el tratamiento de los temas respectivos perdería muchos matices importantes. No obstante, es inevitable que los pioneros de estas reconstrucciones genealógicas cometieran errores que sólo fueron notados por sus sucesores. Luego de las comparaciones antedichas viene otra reconstrucción: la de la historia propiamente dicha de Macondo, que da el título a mi estudio. Con ello me aparto un poco, entonces, de la historia de la familia protagonista para concentrarme en la del pueblo. Esto lleva a conclusiones realmente novedosas, que no pienso adelantar aquí, con excepción de la principad de ellas, que consiste en exponer las libertades que García Márquez se toma con el tiempo narrativo; el gran colombiano ya habló de ellas hace mucho, pero yo las enseño una por una, lo cual es totalmente inédito en la bibliografía sobre esa novela. Muchos comentairistas han hecho hincapié en el asunto, pero una cosa es hacerlo intuitivamente (o peor aun: partiendo de alguna teoría o ideología) y otra muy diferente es dar un análisis fundado paso a paso en datos empíricamente constatables. Viene después el recuento de las inexactitudes que se le escaparon a García Márquez en su novela más famosa. También en este asunto me han precedido muchos colegas, pero ninguno llega, cuantitativamente hablando, al extremo que podrá verse en este nuevo capítulo. En fin: más discurren los políticos y se les perdona; e incluso se los vota. En el capítulo 9 abandono (aparentemente) la historia y paso a tratar el mito. Innumerables críticos literarios han abordado ya este tema. Se trata de decidir, partiendo de una base sólida, si efectivamente hay mito en Cien años de soledad, o si los críticos se han dejado llevar por un tema de moda y por lecturas superficiales sobre la historia y la filosofía de las religiones. La respuesta es positiva en ambos casos: hay mito y ha habido superficialidad. La originalidad de mi síntesis radica, si las apariencias no me engañan, en lo siguiente: a) mi análisis incluye, entre otras cosas, un estudio de los análisis de mis predecesores; b) doy una fundamentación

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teórica mucho más abundante que la de mis predecesores; c) contemplo leus opiniones a favor y leus opiniones en contra (de la presencia del mito en la novela), contrapesándolas sin optar por una sola vertiente en desmedro de las verdades de la otra; d) enlazo (a diferencia de la mayoría de los estudios anteriores) el tema del mito con el de la historia: en efecto, los críticos que insisten en el fondo histórico de la novela, y aportan datos concretos de la historia colombiana para trazar paralelos al respecto, olvidan o niegan lo mítico, y a la inversa, mientras que para mí lo fundamental es ver si, aparte de los paralelismos históricos innegables, es posible decir sin embargo que la estructura de la historia de Macondo es mítica. Lo antedicho equivale a afirmar que, para hablar de un mito como el del "eterno retorno", tan traído y llevado por los críticos, no es necesario negar lo histórico de la novela estableciendo una oposición radical entre mito e historia como la postulada por algunos estudiosos. Esto equivale a decir que, para estudiar la historia de Macondo, que es lo que señalo en el título como tema único de mi análisis, he comenzado por reconstruir la historia "interna" (tanto de la familia como del pueblo), para pasar a considerar luego la hipótesis de un paralelismo entre aquélla y la historia "externa" (de Colombia), y desembocar en el estudio de una posible historia "mítica" (o visión mítica de la historia). Para dar este último salto, he creído necesario abordar primero el asunto del mito en general, de modo de usar conceptos claros y netamente definidos. En mi análisis del eterno retorno no me limito a lo que suele citarse, que es un Eliade a veces mal digerido, sino que presento tres modelos posibles de estructuración no lineal del tiempo: dos míticas y una filosófica; también esta amplitud en el tratamiento del tema es, si mi memoria no me engaña, inédita en estos achaques críticos. Finalmente, el capítulo de síntesis pone cada cosa en su lugar y sirve de resumen para los perezosos que tenazmente se hayan resistido a disfrutar del resto. En este capítulo no me limito, sin embargo, a resumir y a presentar las conclusiones; como las discusiones de los capítulos anteriores no podían extenderse hasta el infinito, dejé para la (preparación de la) síntesis final dos nociones (una de mito y otra de Edades del Mundo) que amplían un poco más la perspectiva y, con un poco de buena voluntad, permiten aceptar, al menos hasta cierto punto, algunas de las opiniones previamente puestas en la picota. No se trata de un cambio de opinión sino de un problema de definición: sólo podemos aceptar la presencia de lo mítico en Cien años de soledad a condición de concebirlo de una manera bastante amplia, y yo me encargo de precisar allí esa redefinición, aunque señalando bien sus límites. Es así como llegamos al final (de este principio); sólo quedan por explicitar los siguientes asuntos: Primero: cuando cito la novela sólo pongo entre paréntesis el número de página precedido de la abreviatura "p.", a diferencia de las otras citas, lo cual, espero, evitará confusiones, al mismo tiempo que evita repetir a cada rato, abreviado o no, el título de la novela. Segundo: la

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literaturología, aunque no sea una ciencia exacta, puede sacar mucho provecho de la exactitud, virtud que en muchos de los estudios consultados brilla realmente por su ausencia; una reconstrucción exacta (genealógica o cronológica) nos permite, por ejemplo, descubrir asuntos que la obra misma no menciona; a la exactitud del análisis contribuye también el hecho de no aceptar sin previo examen cada una de las afirmaciones difundidas por la crítica literaria previa, como lo indico en el epígrafe de esta introducción. Tercero: la exactitud ayuda a evitar interpretaciones simbólicas o alegóricas superficiales o arbitrarias. Cuarto: A punto ya de agotárseme la tinta, noto que no he puesto ningún agradecimiento; no es por desagradecido, sino por falta de colaboradores a quienes agradecerle la lectura o la corrección de algo; no obstante, quiero dejar sentado aquí mi agradecimiento más sincero a todos los empleados de la Biblioteca Central de la Universidad del Sarre (Saarbrücken) que, aguantándose la impaciencia, me recibían las docenas de pedidos de aquellos libros y artículos que irían luego a engrosar la bibliografía del presente trabajo (y otra bibliografía comentada que tengo en preparación con unos mil quinientos títulos). Quinto: de las obras en lenguas extranjeras he tratado de utilizar una traducción castellana, y pongo ésta en la bibliografía; cuando cito en castellano una obra elencada en otro idioma en la bibliografía, las traducciones correspondientes me pertenecen. Sexto: como dijo Bernard Shaw: aunque soy hombre de letras, nadie debe suponer que no haya intentado ganarme antes la vida honradamente.

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PRIMER ESQUEMA GENEALOGICO (PREHISTORIA) She said, "Have you found out anything? Have you got anywhere?" Slowly Poirot nodded his head in his best china-mandarin manner. "At last I make progress", he said. in Retrospect, cap. IX) (A. Chrlatle: Murder

2.1 Introducción Comienzo la reconstrucción con un esquema de los antepasados del matrimonio José Arcadio Buendía / Úrsula Iguarán. Los datos que el autor desparrama con muchas lagunas a lo largo de toda la novela nos dan sólo una visión difusa del conjunto.

11 Esquema personajes notas

Familia BUENDIA

Familia IGUARAN

24:

1 24: 24,278,289; comerciante -i—Petronila 1-3 2-4 aragonés (?) Iguarán (?)

José Arcadio Buendía © 289: Aureliano Arcadio © 16, 26: 289: Tranquilina María Miniata el primer Alacoque (J) Aureliano ®

25: tío de 17 (?)

padre de 17 ©

25, 45, 50, 148 289: madre de 18 25, 289: hijo con cola de cerdo

9: José Arcadio ®

24: dos hijos © ©

4-6

5

7 , 8 6,7 •25: tía de 18 ©

9, 10

• madre de 17 ®

11, 12

148, 289: -Aureliano Iguarán © 13, 14 42: padre o madre 15, 16 de Rebeca (S) 9: U r s u l a ©

17, 18

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2.3 Notas 2.3.1 Generalidades 2.3.1.1 En el margen derecho del esquema se consignan en una columna los números de las presentes notas explicativas, y en otra columna los números que adjudico a cada personaje a los fines de facilitar las posteriores referencias a los mismos. Esa numeración no sólo evita posibles confusiones entre nombres repetidos o similares sino que además permite localizar con facilidad la primera aparición de cada personaje en los esquemas. Sin embargo más adelante utilizaré también los nombres completos, reservando los números casi exclusivamente para las notas que explican los esquemas. La numeración corrida sigue un orden de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. La numeración de las notas aparece simplificada en el esquema: para obtener el número completo hay que añadirle, al número que aparece en el esquema, el prefijo "2.3"; por ejemplo: lo que en el esquema figura como nota N2- 5 es en realidad 2.3.5. Lo mismo valdrá más adelante para los esquemas de 3.2 y 4.2, en donde habrá que añadir estas dos últimas cifras respectivamente. 2.3.1.2 Cuando se mencionen dos o más personajes al mismo tiempo con sus respectivos números, se separarán los números con una barra; por ejemplo: 3/4/5/6. Hay sin embargo excepciones en que prefiero usar simplemente una "y" por razones semánticas. 2.3.1.3 Todas las citas y demás referencias no textuales a lugares de la novela se indican por el número de página según el texto usado por mí. La abreviatura "p." se omite en los esquemas y se pone simplemente dicho número, seguido de dos puntos, delante del personaje o hecho respectivo. Por ejemplo: "24, 278: Petronila Iguarán (3)" significa que Petronila es el personaje N 2 3 que aparece mencionado en p. 24 y 278 de la novela según la edición indicada en la bibliografía. 2.3.1.4 Las líneas horizontales que unen a dos personajes indican matrimonio o simple relación carnal. Las verticales que bajan de las horizontales señalan la prole, y se bifurcan si hay más de un hijo. Los inevitables cruces de rayas se solucionan añadiendo una curva en la vertical correspondiente. 2.3.2 Como se ve, el esquema anterior no es más que en parte un árbol genealógico: muchos cabos quedan sueltos, sin mencionar los datos ambiguos. Comencemos pues con la reconstrucción. De 1 (es decir, del personaje N2-1) se nos dice sólo que era un "criollo cultivador de tabaco" (p. 24) y que ya vivía en la "ranchería de indios pacíficos situada en las estribaciones de la sierra" (ib.) desde mucho tiempo antes de que 2/3/5/6 llegaran allí provenientes de la ciudad portuaria de Riohacha (ib.). No se dice si 1 tenía mujer e hijos, ni se hace referencia al sexo de 5/6. Se nos aclara que 1/2 trabajaron en sociedad, que hicieron fortuna en pocos años (ib.), y

15 que ambas familias se entrecruzaron durante siglos (p. 25). Resultado de esto: 17/18 eran primos (p. 24). 2.3.3 A pesar del entrecruzamiento es posible establecer una relativa división entre las dos familias guiándonos por los apellidos. Así 4 / 8 , que en la novela aparecen solamente mencionados como antepasados de 18, de acuerdo a su apellido aparecen en el esquema entre los Buendía. La clara separación de las dos familias nos permite, por lo demás, constatar una curiosa igualdad entre ambas: cada una de ellas tiene exactamente ocho miembros explícitamente atestados en la novela. 2.3.4 En p. 24 se nos dice que 2/3 eran bisabuelos de 18, y allí mismo se nos dice también que 17 era tataranieto de 1 y que 18 era tataranieta de 2. La mención de los trescientos años que separan a 1/2/3/ de 17/18 (ib.) hace pensar que 17/18 no eran bisnietos sino a lo sumo tataranietos de 1/2/3; en tres siglos deben aparecer por lo menos seis generaciones, dos por siglo, aunque, teniendo en cuenta que 17 se casó a los diecinueve años (p. 25), se podría suponer sin exageración que en cada siglo habrían aparecido al menos cuatro generaciones, lo que aumentaría aun más la distancia entre 1/2/3 y 17/18. La mención de 1/2 como "bisabuelos" obligaría a acortar la cantidad de generaciones que separan a 1/2/3 de 17/18. pero al mismo tiempo la referencia al paso de tres siglos induce a pensar que 1/2/3 no eran bisabuelos sino al menos tatarabuelos de 17/18. Esto último dificulta la ubicación de Petronila Iguarán en el esquema: Petronila era bisabuela de 18 (p. 278), y 18 se acordaba de ella (p. 289); esto último hace imposible suponer que entre ambas haya habido seis o más generaciones de distancia. Además, en relación con la ocasión en que 18 recordó a Petronila, se nos dice que ésta ya estaba "enterrada desde hacía más de un siglo" (p. 278). Teniendo en cuenta que 18 en el momento del recuerdo ya era más que centenaria (p. 165) y que sin embargo en su infancia había conocido a Petronila, se impone la conclusión de que ésta última, en caso de ser la esposa de 2, debería haber vivido unos trescientos años por lo menos. Sin embargo el autor da a Petronila el mismo apelativo (bisabuela de 18) que da a la esposa de 2. Pero los demás datos que da sobre ésta última (p. 24) no coinciden con los datos sobre Petronila (p. 278, 279): la esposa de 2 "renunció a toda clase de hábitos sociales" (p. 24) como consecuencia del accidente sufrido cuando Francis Drake asaltó a Richacha. Petronila aparece en cambio en el recuerdo de 18 "con el estorboso miriñaque y el saquito de mostacilla que se ponía para las visitas de compromiso" (p. 289). Podría pensarse con todo que la mudanza de Riohacha a la ranchería indígena habría podido restaurar al menos en parte la sociabilidad de 3: en p. 24 no se dice que la renuncia a los hábitos sociales hubiera durado toda la vida. Sin embargo hay un último detalle que dificulta la identificación de 3 con Petronila, a saber, el hecho de que ésta última aparezca (las dos veces que

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se la menciona: p. 278, 289) usando el apellido Iguarán; 18 también lo usaba, es decir que no se la menciona con el apellido de casada sino con el de soltera, y lo mismo sucede con las demás mujeres de la novela que se emparentaron con los Buendía (Remedios Moscote y Fernanda del Carpió), sin contar a Pilar Ternera (que tuvo hijos con dos Buendía sin casarse con ninguno de ellos) ni a Santa Sofía de la Piedad (de la que no se menciona el apellido en todo el libro); tampoco Amaranta Ursula aparece usando el apellido (que tampoco se menciona nunca) de su marido belga. Esto hace suponer que, de haberse nombrado a 3 con nombre y apellido, se le habría dado su apellido de soltera. Petronila Iguarán es por tanto probablemente hija o nieta de 2/3 (más probablemente nieta: cf. 2.3.5). La confusión entre bisabuelos y tatarabuelos recién comentada no es, por lo demás, la única de su género en la novela. Los diecisiete Aurelianos aparecen mencionados una vez como primos de Aureliano Segundo (p. 187), cuando en realidad eran tíos segundos de éste, y una mujer anónima menciona al coronel Aureliano como tío de José Arcadio Segundo (p. 261), aunque en realidad era su tío abuelo. También Gabriel, el íntimo amigo del último Aureliano (el que descifró las profecías), aparece como bisnieto del coronel Gerineldo Márquez (p. 329), si bien es de suponer que entre ambos parientes habría habido la misma cantidad de generaciones que entre el último Aureliano y su tatarabuelo el coronel Buendía. Hay, finalmente, un caso ambiguo referente al último José Arcadio (el seminarista) y su sobrino el último Aureliano: cuando el primero regresó a la casa paterna "fue directamente al dormitorio de su madre, donde Aureliano había vaporizado mercurio durante cuatro meses en el atanor del abuelo de su abuelo" (p. 309); el pronombre "su", en "su abuelo", parece referirse a Aureliano; si es así, el dato está equivocado: el texto debería decir "abuelo de su bisabuelo" o "bisabuelo de su abuelo", ya que se trata seguramente del atanor del fundador de Macondo; la referencia, en cambio, resulta exacta si suponemos que el antedicho "su" se refiere a José Arcadio el seminarista. 2.3.5 ¿Con quién comenzó el secular entrecruzamiento entre los Iguarán. y los Buendía? Sabemos que 4, que fue un Buendía, era bisabuelo de 18 (p. 289). Partiendo de la hipótesis minimalista de sólo seis generaciones en tres siglos, resultaría que entre 1/2/3 (primera generación) y 17/18 (sexta generación) habría habido cuatro generaciones (tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres de 17/18). Según esto, 4 sería nieto de 1. De la misma manera, Petronila Iguarán sería hija de 5 ó de 6. Entre 1 y 4, por una parte, y entre 2/3 y Petronila, por otra parte, hay entonces un espacio vacío de una generación (la segunda) sobre la que no se nos dan más datos que los muy vagos sobre 5/6. Lo lógico es pensar que el cruzamiento entre ambas familias habría comenzado con la incógnita segunda generación. Como a 3 "las quemaduras la dejaron convertida en una esposa inútil para toda la vida" (p. 24) ya antes del primer contacto con los Buendía, es totalmente imposible que ella

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hubiera podido engendrar hijos con un Buendía (1 ó alguno de sus supuestos hijos). Tampoco es probable que 2 hubiera hecho lo propio con la esposa o con alguna hija de 1, porque de lo contrario las buenas relaciones entre ambos socios habrían dejado de serlo muy pronto. Supongamos que 1 tenía ya hijos anteriores a toda mezcla con los Iguarán-, en caso contrario la mezcla debería haberse iniciado entre 1 y 5 ó 6 (supongamos que entre 1 y 5), lo que reduciría las posibilidades de mezcla en la generación siguiente a la sola unión con alguno de sus sobrinos. Prefiero pensar que la total separación sanguínea entre 1 y 2/3 no desapareció de golpe sino lentamente; de hecho, las menciones de los peligros del incesto aparecen sólo en relación con los últimos miembros de este tramo de la genealogía (17/18 eran primos: p. 24; 9/10 también: p. 25). Es cierto que esto no disminuye mucho las probabilidades de incesto, ya que los matrimonios de 5/6 con dos hijos o hijas de 1 implican matrimonios entre primos en la generación siguiente (la tercera); pero al menos aumenta la cantidad de familiares en cada familia, lo que permite en las generaciones siguientes un nuevo aunque sólo relativo distanciamiento sanguíneo mediante una mayor variedad en las cruzas. La existencia de hijos de 1 es, por ende, aun careciéndose en la novela de toda referencia al respecto, una aceptable probabilidad lógica. De la misma se desprende, de manera aun más puramente lógica (puesto que ya no se t r a t a de probabilidad sino de necesidad), que 1 ó 2 tuvo que tener al menos una hija mujer. Más aún: si Petronila Iguarán pertenecía a la tercera generación, su apellido indica que su padre era un Iguarán, y su padre no puede ser más que algún Iguarán de la segunda generación: ó 5 ó 6. Es decir (nueva deducción puramente lógica) que 2/3 tuvieron al menos un hijo varón: o bien 5/6 fueron ambos varones, y 1 tuvo solamente hijas mujeres (aunque podría haber tenido también uno o más hijos varones que por tanto no habrían podido unirse con los Iguarán de su misma generación), o uno de los hijos de 2/3 fue varón y el otro mujer, y una similar diversidad se dio con los hijos de 1. Ahora bien: si 4 pertenecía a la tercera generación y se apellidaba Buendía, es evidente que su padre tiene que haber sido un Buendía y su madre una Iguarán. De los dos Iguarán de la segunda generación, uno tuvo entonces que ser varón (supongamos que 5) para transmitir su apellido a Petronila; el otro (supongamos que sea 6) tuvo que ser mujer y unirse a un Buendía para poder engendrar a 4. Esto delimita claramente el sexo de 5/6, y al mismo tiempo hace otro tanto con los hijos de 1: uno de ellos fue varón (marido de 6) y otro fue mujer (esposa de 5). Es muy posible, como ya dije, que 1 hubiera tenido además otros hijos, pero la falta absoluta de datos concretos (o de elementos de juicio que pudieran hacer posible una inferencia lógica) hacen inútil esta hipótesis a los fines de la presente reconstrucción. Lo mismo dígase de la hipótesis (muy verosímil por lo demás) de que las dos familias podrían haberse mezclado ya desde el

18 principio también con otras familias de la ranchería. 2.3.6 Resumo aquí, antes de continuar, las hipótesis en que se basan las deducciones presentadas hasta ahora: a) Cuando 2 / 3 / 5 / 6 llegaron a la ranchería, 1 ya tenía al menos dos hijos, b) La cruza de las dos familias comenzó en la segunda generación, c) Da lo mismo suponer que la e s p o s a de 1 haya sido india o no, pero sí s e supone que los hijos de ambos se unieron solamente con los Iguarán 5/6. d) No hubo más que seis generaciones entre 1/2/3 y 17/18, incluyendo ambos extremos. basadas en las hipótesis anteriores: Repito también las conclusiones a) Petronila Iguarán era hija de 5, y por consiguiente no se la debe confundir con 3. b) 5 era varón y 6 era mujer, c) Al menos un hijo de 1 era varón, y al menos otro hijo de 1 era mujer, d) 4 fue hijo de 6 y del supuesto hijo varón de 1. 2.3.7 Sabemos que 7 fue el primer Aureliano de la familia Buendía, que fue abuelo de 17 (p. 16) y que exterminó a lanza a los tigres de la región (p. 26). Pero también 4 se llamaba Aureliano, como primer nombre de pila. Ahora bien: 7 era abuelo de 17, y 4 era bisabuelo de 18; resulta difícil pensar, por consiguiente, que 7 fuera mayor que 4; lo contrario es más verosímil. La explicación de por qué a 7 se lo llama el "primer" Aureliano es quizás que ése era su único nombre, y en este sentido 7 habría sido el primer Buendía en llevar ese único nombre de pila, mientras 4 tenía ademáis un segundo nombre : Arcadio. O bien esa insistencia en que 7 haya sido el primero en el sentido antedicho podría deberse sólo al deseo de diferenciarlo del coronel Aureliano. 2.3.8 La diferencia de nivel o altura que hay entre 9/10 y 11/12 en el esquema se debe a que el caso de 15 era ya conocido cuando 17/18 pensaron en casarse; y 17 tenía apenas diecinueve amos en ese entonces. E s t o hace suponer que 9/10 eran un poco mayores que 11/12 a pesar de pertenecer los cuatro a la misma generación. La diferencia de nivel entre U/12 y 13/14 obedece, en cambio, a simples razones de conveniencia de disposición gráfica; en efecto, podemos suponer que 18 tenía más o menos la misma edad que 17 (y por tanto 13/14 podían tener igualmente más o menos la misma edad que 11/12), ya que se nos dice que 17/18 "habían crecido juntos" (p. 24). No se indica aquí todavía el parentesco entre 16 y el resto de la familia; de e s t o me ocuparé en las notas del próximo esquema.

3

SEGUNDO ESQUEMA

GENEALOGICO

(PREHISTORIA) I've learned to distrust a pattern when it's simple. p a t t e r a s are o f t e n t o o g o o d t o be true. ( A . Chrlstle: At Bertram's Hotel, cap. 26)

Simple

31 Introducción El esquema siguiente es una reconstrucción parcialmente hipotética; el primer esquema consignaba solamente hechos aportados por la novela misma, o bien (en el caso de 11/11, no mencionados para nada en el libro) aducidos por estricta necesidad: en efecto, es necesario que 17 (según la numeración anterior) haya tenido padre y madre, y como su padre tiene que haber sido un Buendía para que el hijo también llevara ese apellido, es obvio que (aceptando la hipótesis arriba mencionada sobre la no mezcla de las dos familias, a partir de la segunda generación, con otras de la ranchería) 12 debe haber sido una Iguarán.

3.2 Esquema

(véase pág. siguiente)

3.3 Notas 3.3.1 Generalidades 3.3.1.1 Aquí ya no hay línea de separación entre las dos familias. Pero se añade a la izquierda una división de las ya comentadas seis generaciones. 3.3.1.2 El recuadro irregular de arriba establece una separación geográfica y abarca todo lo referente a Riohacha, antes de la mudanza de los Iguarán a la ranchería indígena. El otro recuadro (sobre el que se hablará nuevamente en estas notas) abarca a personajes de Manaure. 3.3.1.3 La numeración de los personajes no es la misma que la del esquema de 2.2: se da un número también a los personajes reconstruidos que no se mencionan en el libro. En consecuencia, la expresión "número de personaje" se vuelve un tanto inadecuada, pues "personajes" serían en realidad sólo los que aparecen actuando (o al menos son mencionados) en la novela; pero la inadecuación no es grave y se justifica por la claridad que la expresión usada aporta al tratamiento del esquema. El número colocado entre paréntesis y

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21 precedido de un signo "=" es el dado a los personajes en el esquema de 2.2, y permite así una fácil comparación entre ambos esquemas. Se han añadido once personajes. 3.3.1.4 La (des)proporción entre los personajes reales y los personajes reconstruidos muestra claramente el carácter sumamente hipotético del nuevo esquema. La cantidad de suposiciones asumidas aquí se duplicaría o triplicaría de no haberse aceptado las hipótesis arriba mencionadas, especialmente la referente a la cantidad de generaciones abarcadas por ambos esquemas. Las suposiciones aumentan todavía más con algunas de las relaciones establecidas en el esquema de 3.2, como se verá en las notas siguientes. 3.3.1.5 Se suprimen las referencias (ya dadas en el esquema de 2.2) a las páginas en donde se menciona al personaje respectivo. 3.3.1.6 Al solo efecto de hacer más clara la representación gráfica, los extremos de las líneas horizontales que indican matrimonio se continúan en algunos casos hacia arriba en ángulo recto, uniendo a los personajes en cuestión mediante las prolongaciones verticales. 3.3.2 Al igual que 1, también 4 es aquí una esposa anónima, con la diferencia de que a 1 no se la menciona para nada, mientras que de 4 se pormenoriza el accidente sufrido en Riohacha. Petronila Iguarán se convierte en 10. 3.3.3 El sexo de 5/7 se determina obviamente por confrontación con el de 6/8. En las generaciones segunda, tercera y cuarta se ve claramente una de las consecuencias a la que lleva una reconstrucción que, por falta de datos, resulta necesariamente simplificadora: en esos tres casos los hijos constituyen parejitas de un varón y una mujer. La única excepción la presenta la introducción de 17, motivada, como se verá más adelante, por la necesidad de dar cabida en el próximo esquema a la relación entre Rebeca y el resto de la familia. La simetría que se observa (prescindiendo de dicha excepción) resulta bastante artificial, aunque no inverosímil. La ramificación del árbol genealógico podría, por supuesto, haber sido representada con más frondosidad, pero entonces se hubiera caído en el extremo opuesto y más peligroso de multiplicar los personajes (y las relaciones entre ellos) de carácter puramente hipotético. Creo, por tanto, que la alternativa simplificadora aquí adoptada es la única aceptable. 3.3.4 Ya se explicó por qué 10/11, bisabuelos de 29, debían ser ubicados en la tercera generación. La única ubicación posible para ambos era, a falta de más datos, colocarlos como hijos de 5/6 y de 7/8 respectivamente. Como 10/11 llevaban apellidos distintos, se les atribuye también padres distintos. Para que el matrimonio de 10/11 no derivara, en la generación siguiente, en matrimonios entre hermanos y, sobre todo, para que el apellido Iguarán

22 no se extinguiera ya en la tercera generación sino que pudiera llegar hasta 24, se supone que 10 y 11 tuvieron un hermano cada uno. Lo de impedir incesto entre hermanos no deja sin embargo de tener cierto peso: en efecto, parece que en la historia de la familia nunca se llegó a tanto. El hecho de que se distinga entre 19 y 20 diciendo que el primero era tío de 28 y que la segunda era tía de 29 parece implicar que ambos, es decir 19/20, eran a lo sumo primos hermanos, pero de ninguna manera hermanos. La cuestión es que 10 y 11 deben haber tenido hermanos. Más aún: 9 era varón y 12 era mujer, continuando la antedicha simetría. No debe pensarse, sin embargo, que la intención de lograr o mantener esa simetría sea la razón por la que a 9 se le hace varón y a 12 mujer. La razón es, por el contrario, puramente lógica: los hijos de 10/11 llevarán, naturalmente, el apellido Buendía del padre; es necesario, por consiguiente, que el apellido Iguarán se transmita hasta 24/29 de alguna manera, y para ello los Iguarán deben tener en la tercera generación un representante masculino, que es 9. Por otra parte era necesario casar a 11 con una Iguarán; se supone que su esposa es 10 para no tener que crear, por las razones antedichas, otro personaje hipotético (que obligaría a introducir más ampliaciones para permitir que 10, de acuerdo a la novela, resulte bisabuela de 29). De cualquier modo conviene dejar constancia expresa de que en la novela no hay referencia alguna de que 11/10 hubieran sido marido y mujer. 3.3.5 La novela tampoco afirma o deja suponer que 13/14 fueran hermanos. La razón por la que se los convierte en tales es la misma (hipótesis simplificadora) que en el caso anterior. Los tres hijos de 9/12 son personajes enteramente reconstruidos: si en la cuarta generación 13/14 eran de la familia Buendía, es necesario que algún Iguarán varón transmita el apellido a la tercera generación; esa función la cumplen 15/16; el sexo de los mismos es evidente por contraposición con 13/14: si 15 la suponemos mujer para casarla con 13, será 16 el varón que herede y continúe el apellido Iguarán. El sexo de 17 es, en cambio, más difícil de determinar; para justificar la introducción de este personaje debemos remitirnos a otro que, por pertenecer a la séptima generación, no tiene cabida en este esquema: Rebeca Buendía (en realidad Rebeca Ulloa, por ser éste el apellido de su padre 27). Rebeca era prima segunda de 29 (p. 42); por tanto, pertenecía en realidad a la sexta generación; pero como por su edad podría ser hija de su prima, la incluiré en el próximo esquema. Si Rebeca y 29 eran primas segundas, 23 ó 24 debe haber sido primo hermano (o prima hermana) de 26 ó de 27. En el esquema me permito suprimir esta incertidumbre dando por sentado que los primos hermanos fueron 24/26. La elección de 24 se basa en la necesidad de mostrar que el parentesco entre Rebeca y 29 es, como se dice en el libro, más directo que el de Rebeca y 28 (ib.); esto se logra simplemente suponiendo que el primo de 26 era un Iguarán y no un Buendía.

23 Por otra parte, si 24/26 eran primos hermanos, uno de los progenitores de 26 debe haber sido hermano (o hermana) de uno de los progenitores de 24; es así como "nace" 17, hermano de 16. Ese 17 deberá casarse para que aparezca 26. Ahora bien: si 17 hubiera sido varón, la madre de Rebeca no se habría llamado Montiel sino Iguarán; de modo que 17 tiene que haber sido mujer, y e s t o implica que 18 no fue la abuela sino el abuelo de Rebeca. La elección de 26 como prima hermana de 24 se apoya en un solo argumento de no mucho peso: como se repetirá más abajo, la novela deja suponer que 27 era sólo amigo (y no pariente) de 28/29; de modo que el parentezco debería venir por 26. De todos modos no es seguro que 18 fuera padre de 26 y no de 27; por consiguiente se consigna en 18 el apellido Montiel entre paréntesis y con un signo de interrogación. El origen de Rebeca fue de todos modos una familia ajena, al menos en parte, a las otras dos familias. O bien el parentesco entre Rebeca y los Iguarán era falso, y por eso ni 28 ni 29 podían acordarse en absoluto de 26/27 (p. 42), o bien 17, carente de posibilidades matrimoniales en la ranchería, o por cualquier otra razón, se habría casado con 18, un extraño que se habría ido pronto del lugar sin mantener, nunca más, comunicación con la familia de su esposa. Quizás 17 fuera más joven que sus hermanos. Lo cierto es que 26/27 apenas podrían ser colocados en el nivel que les corresponde, que es el de la quinta generación, porque esto haría difícil comprender el hecho de que 29 fuera unos veinte o veinticinco años mayor que su prima segunda. Opto por una solución intermedia, colocando a 26/27 a la altura de 25, ya dentro de la sexta generación. 3.3.6 En la quinta generación vemos (nueva simetría) dos grupos de tres hermanos cada uno. El hecho de que 19/21/23 aparezcan como hermanos es, sin embargo, sólo una de las hipótesis asumidas en la reconstrucción, y lo mismo se aplica a 20/22/24. 3.3.7 Podríamos decir que lo que tenemos en el esquema de 3.2 no es la historia sino la prehistoria de la familia Buendía. La distinción ya aparece en Vargas Llosa 1971: 499, 503, 530, pero también hablan de "prehistoria" en este sentido algunos autores anteriores como, por ejemplo, Segre 1969: 251; Kulin 1972: 34; asimimo Mena 1971: 146, y Sims 1973: 308, aunque ponen el límite entre los dos períodos en la peste del insomnio; Ludmer 1972: 29 hace concluir la prehistoria con el episodio del hielo; para Zavala 1972: 211 la prehistoria es el período precolonial; para J. Montero la prehistoria concluye con la llegada de Apolinar Moscote y sobre todo con las guerras civiles (1973:162 s, igual que Cueva 1972: 73), al mismo tiempo que distingue en ella una vertiente macondina y otra premacondina (J. Montero 1973: 164); bastante más tarde, otro autor partirá de la división viquiana de la historia en una Edad de los Dioses, una Edad de los Héroes y una Edad de los Hombres, y llamará "prehistoria" a la primera, que abarcaría "la historia de

24 la fundación y de los fundadores de Macondo [...] hasta la época en que Úrsula regresa de su infructuosa búsqueda de su hijo José Arcadio" (Kadir 1977: 253); cf. también infra 5.2.5. Desde mi punto de vista, podemos hablar de "prehistoria" por las razones siguientes: 3.3.7.1 La familia Buendía tuvo historia propia cuando en cierta manera se independizó de la familia Iguarán, es decir, cuando ésta perdió toda posibilidad de transmitir su apellido, aunque las sangres quedaran mezcladas. 3.3.7.2 Las cinco primeras generaciones son prehistóricas también por la escasez de datos, por las muchas lagunas que aparecen en su genealogía. Evidentemente fue intención expresa de García Márquez dejar esas lagunas: quiso trazar breve y nebulosamente los antecedentes para pasar a ocuparse de lleno de la historia que más le interesaba contar, la que comienza con la sexta generación, y para dar un aire legendario a los orígenes de la familia; la sexta generación aparece sin embargo en los dos esquemas anteriores para servir de puente entre la historia y la prehistoria de la familia. 3.3.7.3 La historia de los Buendía es, al mismo tiempo, la historia de Macondo, y ésta comienza con la sexta generación. 3.3.7.4 Tomando en cuenta el título de la novela, los datos cronológicos que en alia aparecen y los que proporciona en las últimas páginas la referencia al desciframiento de la profecía de Melquíades, se puede afirmar que la novela es la historia de los "cien años de soledad" de los Buendía. Desde la sexta generación hasta que desaparece el apellido (y el pueblo mismo) hay, es cierto, más de cien años, pero muchos más habría si se añadieran los casi trescientos años que abarca la prehistoria familiar.

4

TERCER ESQUEMA GENEALOGICO (HISTORIA) I am pleased with you. You have a good memory, and you have given me the facts faithfully. Of the order in which you present them, I say nothing — truly, it is deplorable! (A. Cbrlstle: The Myterious Affa.tr a£ Styles, cap. IV)

4.1 Introducción El esquema siguiente se ocupa exclusivamente de la historia de los Buendía. Se considera que ni con los datos que aparecen en la novela ni con las posibilidades que aporta la pura inferencia lógica es posible avanzar más en la descripción de la fase prehistórica.

4.2 Esquema

(véase pág. siguiente)

4.3 Notas 4.3.1 Generalidades 4.3.1.1 El hecho de que para este esquema se encuentren en la novela muchos más datos y ninguna laguna de importancia hace, evidentemente, que el resultado sea mucho más complejo que el de los dos esquemas anteriores. Las tres únicas innovaciones gráficas son: la disposición desordenada (es decir, no en forma de esquema sino de comentario) de "los diecisiete Aurelianos"; en segundo lugar, la recta quebrada que une a 111 con 113 no por debajo sino por arriba; por último, las "x" que señalan a los padres de 91, no numerados como personajes debido a su carácter meramente hipotético. También 91 es hipotética, pero al menos se la menciona en la novela. Los antepasados de 122 están (con excepción de 115) marcados también con "x"; no son hipotéticos pero tampoco importan, y además no se los menciona en absoluto. Esos personajes no numerados son de todos modos ajenos, estrictamente hablando, a la familia Buendía. 4.3.1.2 La numeración de los personajes retoma y continúa la del esquema de 3.2. En algunos casos se la resume con ayuda de un guión: 46-52, 53-57, 96-107 ("46-52", por ejemplo, significa "desde 46 hasta 52"). 4.3.1.3 Debido a las abundantes posibilidades de construcción no se ha insistido mucho en la reconstrucción, como ya se ha visto en lo referente

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