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COLECCIÓN IGLESIA NUEVA
LA FAMILIA HOY, EN AMERICA LATINA Contexto Las familias en América Latina Pastoral familiar Perspectivas teológicas Misión de la familia rRANCISCO Y CONSUELO ZAR AMA ROBERTO ZARAMA URDANETA
FRANCISCO Y CONSUELO ZARAMA ROBERTO ZARAMA URDANETA Colección IGLESIA NUEVA
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A nombre del Secretariado para Latinoamérica del Movimiento Familiar Cristiano.
Estando en prensas éste trabajo, Pacho, su principal responsable, fue llamado por el Señor el 20 de mayo a celebrar la Pascua definitiva; exigiendo Dios a su familia un regalo de amor, de fe, de esperenza, de agradecimiento, de confianza.
LA FAMILIA HOY EN AMERICA LATINA
El Padre pidió para Sí al de fe más adulta, más madura, más alegre, más servicial.
* Contexto * Las Familias en América Latina * Pastoral Familiar * Perspectivas Teológicas * Misión de la Familia Cristiana
La esperanza que él transmitió nos hará entender este paso, esta nueva presencia entre nosotros. Su vida se transforma en nuevas manifestaciones, entre las cuales están estas páginas, que pasan a ser un Sacramento de él, de su confianza en Aquél que todo lo puede, del amor a su familia y a sus amigos y de su servicio a la Iglesia.
INDO-AMERICAN PRESS SERVICE Apartado Aéreo 53274 Chapinero — Bogotá -^ Colombia Junio, 1980
CONTENIDO
PROLOGO I.
CONTEXTO EN QUE VIVE LA FAMILIA EN AMERICA LATINA
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1. Situación de injusticia
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2. Causas de la situación
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3. La cultura latinoamericana es originariamente dependiente
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4. Algunos factores de la sociedad dependiente que inciden en la familia
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II. LA FAMILIA LATINOAMERICANA HOY 1. Algunos de los principales cambios Con las debidas licencias ©Propiedad reservada
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Función conyugal Función biológica
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Función económica Elección matrimonial
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3 . Familia y Sagradas Escrituras
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Matrimonio jurídico
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4. El sacramento del matrimonio
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Status social Cambios en las relaciones paterno-familiares
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5. Espiritualidad familiar
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6. La familia Iglesia Doméstica
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2. Tipos de vivencias de familias
....
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Familia extensa Familia marginada Familia nuclear
28 28 29
Familias regidas por la madre Familia institución Familia consensual Familia agregada
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3. Otros factores que afectan la familia
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La promoción y liberación de la mujer
30
La juventud Política familiar Control de la natalidad
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Aborto
35
El divorcio
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III. L A PASTORAL FAMILIAR
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1. Evolución del concepto de familia
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2. La pastoral familiar en esa evolución
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3 . Bases teológicas de esta pastoral
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IV. PERSPECTIVAS TEOLÓGICAS
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1. El amor fundamento de la familia
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2. Sexualidad
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V. MISIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA
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1. El papel del laico en la Iglesia
60
2. Familia cristiana agente de Evangelizacion
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Familia comunidad de amor y formadora de personas Familia formadora de comunidad Familia comunidad de Fe 3. La misión es posible
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NOTAS
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BIBLIOGRAFÍA
70
PROLOGO
La preocupación por la familia, lugar donde nacen y se hacen los hombres, está siempre vigente; pero más en este momento en el que todas las instituciones, están puestas en tela de juicio y tiene que entrar a un análisis de sí misma y a una autocrítica, para ser capaz de responder a las necesidades del hombre y del mundo de hoy. Sólo así la crisis, que indudablemente sufre, será un paso hacia la madurez. Su interrelación con los problemas de la sociedad es evidente. Por ésto el tema es siempre crucial para el hombre y para quienes se preocupan por el bien común, y será el centro de la Reflexión del próximo Sínodo Mundial de Obispos. En respuesta a esta preocupación general presentamos este aporte hecho desde la realidad específica de la familia y de la situación social de América Latina un Continente con características muy determinadas, que lo distinguen de otros Continentes. Pensamos que al hablar de la familia no se pueden transportar las ideas de una cultura a otra, de un contexto a otro. No se trata de un aporte a las ciencias sociales ni de un trabajo de teología como concepción científica, se trata más 9
bien de reflejar el esfuerzo de unas familias concretas, que buscan encontrar su misión como familias en un compromiso en su vida de fe, dentro de un determinado contexto procurando descubrir las acciones salvíficas del Señor. No se trata de renovar y adoptar viejos métodos sino de adquirir una nueva conciencia que nos haga definir la misión de la familia en el mundo contemporáneo, partiendo de la propia realidad existencial, con el fin de posibilitarla para que invente su futuro como agente de la historia. No queremos padecer en el presente añorando el pasado, sino asumirlo plenamente en la misión de copartícipes en la creación y en la redención, para construir el futuro. Se dice que en algunos lugares la familia ha desaparecido, que ya no asume las funciones que le corresponden, que es incapaz de transmitir sus valores, y que ya no vive una espiritualidad que la haga centro de irradiación de la fe cristiana. Ante eso muchos se preguntan: ¿tendrá razón de existir la familia cuando otros han asumido las funciones que ésta ejercía? ¿Será que la familia no tiene ya una misión qué cumplir y mejor sería dejarla morir enpaz? Sin desconocer los valores que tuvo la familia en el pasado, creemos que no se trata de traerlos al presente para responder las necesidades de hoy, sino de vivir una conciencia de familia actual que le permita proyectar su misión hacia el futuro. Si queremos responder a las personas y familias de hoy, dentro de las condiciones específicas en que viven, no podemos quedarnos anclados en el pasado por bueno que haya sido. Por ésto, nuestra Reflexión terrogantes:
estará enmarcada en tres in-
— ¿Cuáles son los signos de los tiempos para las familias Latinoamericanas hoy? — ¿Cuáles son los valores esenciales de esas familias? — ¿Cuál es el mensaje de Cristo para esas familias y qué misión tenemos que asumir en el actual contexto en que vivimos? Primordialmente nos basaremos en inquietudes salidas de grupos de personas del Movimiento Familiar Cristiano, que 10
en distintas partes de América Latina, desde hace treinta años, se reúnen para buscar respuestas a los desafíos de la familia y de la Iglesia en este Continente. Por tanto no se trata de las ideas de una persona, sino de un esfuerzo por reflejar diferentes enfoques que han surgido en gentes de distintos sectores sociales, y ubicados en diversos ambientes. Movimiento Familiar Cristiano es uno en América Latina, ..aoaja agrupando un número grande de familias de 18 países y está constituido y dirigido libremente por laicos que buscan ser corresponsables en la misión de la Iglesia, enganchándonos en la pastoral familiar. Aunque externamente se cree que el MFC tiene por objetivo solucionar conflictos matrimoniales, nuestros fines van bastante más allá. Pretendemos capacitarnos como familias para realizar la misión de formar hombres cristianos y libres que actúen decididamente en la sociedad para construir un mundo más fraterno y más humano. Este es un Movimiento Continental que agrupa gentes que peregrinan a distintos ritmos de reflexión y que van asimilando las ideas en diversas formas, no dentro de un pensamiento monolítico y uniforme. La unidad se busca alrededor de una acción pastoral situada en nuestro momento histórico, colocándonos ante la realidad para analizar los nuevos desafíos que enfrentamos. Las diferencias las superamos no con enfrentamientos racionalistas sino formando grupos que tienden a ser comunidades de fe, de oración, de amistad y de acción evangelizadora hacia la transformación del mundo que nos rodea. Cada uno aporta su capacidad especial, pero respondiendo a su vocación dentro de una convocación colectiva. Como un servicio para unificar, orientar y promover el Movimiento en el Continente se cuenta con el Secretariado para Latinoamérica, a nombre del cual hemos hecho la presente reflexión. Este secretariado no es un organismo rector, que tenga a su cargo imponer sus ideas sobre todo el movimiento, sino más bien captar el pensamiento del cuerpo al que pretende servir. Por ésto muchas veces unos buscan que se ande más rápido, que se asuman acciones más radicales, que seamos más directos y explícitos y otros no alcanzan a 11
seguir el ritmo general de todo el cuerpo. Esto lo vemos como un reflejo de la Iglesia toda, que vive superando las tensiones inherentes a la tarea de llevar el mensaje de Cristo en el mundo convulsionado del momento. El MFC desde su nacimiento ha querido incorporar a jóvenes en su acción apostólica, lo cual no es siempre fácil de lograr y últimamente en diferentes lugares, ha hecho grandes esfuerzos porque el pensamiento del MFC esté enriquecido con los ideales de la juventud, parte esencial de la familia. Como símbolo de este nuevo esfuerzo y por las circunstancias especiales que tienen los caminos del Señor, este trabajo ha sido organizado, redactado y puesto en forma definitiva por tres miembros de una familia, que al presente han estado al servicio del Secretariado del MFC para América Latina. Francisco y Consuelo Zarama y Roberto Zarama Urdaneta
I CONTEXTO EN QUE VIVE LA FAMILIA EN AMERICA LATINA
1. SITUACIÓN DE INJUSTICIA La familia no puede ser considerada como una realidad autónoma, separada y desvinculada de la realidad total que la envuelve. Es parte integrante de esa realidad, lo que hace que exista una íntima relación entre la problemática social y la problemática familiar.1 El primer hecho que resalta en América Latina en esta interrelación de la situación social y la de la familia es la existencia de una gran mayoría que vive en condiciones infrahumanas, sin posibilidades de educación, vivienda, salud, recreación, y por tanto sin las condiciones mínimas para que se desarrolle una vida de familia, de amor, de equilibrio, de paz. Cada día se aumenta la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que carecen de lo indispensable.2 Este hecho lo ha denunciado la Iglesia como una situación de pecado social. Dentro de estas mayorías oprimidas se encuentra una buena parte alienada, por distintos motivos, sin conciencia de su situación o deseo de salir de ésta, y otra parte inconforme, que busca conseguir un cambio por medios violentos y a cualquier costo. Estos forman los grupos de subversión, con distintas ideologías y formas de organización. Este sordo clamor de quienes buscan la liberación de las injusticias —del que hablaba Medellín— se hace cada día más crecien-
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te, impetuoso y amenazante, como nos dice Puebla. La injusticia generalizada no sólo está causada por el mal en el corazón de cada hombre, sino que debe buscarse su raíz en el pecado colectivo que genera la injusticia institucionalizada, que se manifiesta en las estructuras: 3 • De orden socio-económico, que empobrecen a la mayor parte de la población y producen desigualdades sociales, entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen casi nada. • De orden político, que excluyen a la mayoría de la participación en el proceso de la toma de decisión y producen regímenes de fuerza. • De orden socio-cultural, que marginan a grupos o personas, en el campo educativo o social. Esta situación de injusticia es el resultado de un orden social vigente que repercute en América Latina al interior de las familias. No se trata de una etapa transitoria sino del producto de unos mecanismos generales de injusticia. Vivimos así en un Continente en estado de fermentación social y de ebullición revolucionaria, que prácticamente se encuentra en todas partes. Este estado ha generado en muchas partes un modelo de gobierno que pretende frenar la situación a base de la política llamada de Seguridad Nacional. Esto ha traído la concentración de poder..., autoritarismo y corrupción que han llevado a la violación de los derechos de la persona. Denunciar este tipo de injusticia aparece muchas veces como complicidad con la subversión. De hecho, hoy la Iglesia en muchos lugares está corriendo este riesgo pronunciándose en defensa de los derechos humanos y trayendo como consecuencia el que se busque acallarla muchas veces por medio de la persecución, de la tortura, y aún de la muerte de Obispos, Sacerdotes y Laicos. 4 Sabemos que es imposible un desarrollo social sin la búsqueda de un desarrollo económico, para crear las condiciones concretas de todo el hombre y de todos los hombres centrados en el "ser m á s " y no sólo en el "tener más". s Pero ala vez, la gran tragedia está en que para ser hay que tener un mínimo de posibilidades: de educación, de trabajo, salud, vivienda, etc. ...y no parece que en América Latina crezcan estas posibilidades para la mayoría, sino que por el contrario se hacen cada vez más inasequibles. 14
2. CAUSAS DE LA SITUACIÓN Esta situación debe ser comprendida dentro de un análisis global que nos haga tomar conciencia del proceso desigual que genera esas injusticias. Las condiciones inaceptables en que viven la mayoría de nuestras gentes revisten un conflicto debido a los sistemas de relación y a los poderes imperantes. Esta situación de injusticia no sólo se da al interior de cada nación, sino también a nivel internacional en la relación entre países. Los conflictos entre clases sociales y entre pueblos no son dos hechos paralelos, sino un proceso complejo con distintos niveles de significación que se implican mutuamente. Se hace necesario un análisis global que no evada la realidad, sino que la asuma en toda su amplitud y posibilite con eficacia la construcción de u n futuro mejor. Esta realidad es la expresión del sistema de producción capitalista cuya dinámica ha producido la concentración del poder y las riquezas de unos pocos y el aumento de la miseria de las grandes mayorías. La relación de unos con otros es de dominación y servidumbre, creando una situación de auténtico colonialismo interno. Esta situación social ha creado en los países de América Latina una lucha de clases ante un número demasiado grande de seres que viven en condiciones infrahumanas. 6 En la década del 60 al 70 se pensó que acelerar la industrialización y el desarrollo sería la única salida a buscar caminos de una mayor justicia social, una distribución más equitativa del ingreso y la creación de fuentes de trabajo. La teoría se basaba en que este proceso suponía un período de acumulación de capital, que permitiera acelerar la industrialización hasta absorber el desempleo y subir el ingreso per cápita. Pero hoy no parece que esta teoría se ajuste a la realidad puesto que estos modelos desarrollistas, con un alto costo social, han hecho a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Como ejemplo de ésto está la exclamación del Presidente del Brasil cuando dice: "la economía va cada día mejorando, pero no el pueblo". En la carrera de la industrialización los países en vía de desarrollo cada día están más lejos de los desarrollados y los grupos poderosos cada día a más distancia de los desposeídos. Consideramos falso el presupuesto de que los países desarrollados son el ideal y que los subdesarrollados deben seguir el 15
mismo camino para llegar a ser desarrollados y resolver sus problemas. Cada día la brecha entre los países se hace más grande y a mayor desarrollo de los unos, menos desarrollo de los otros. El subdesarrollo de los países pobres es u n o de los subproductos del desarrollo de los países ricos. América Latina exige una liberación que no consiste en transformar a sus pueblos en sociedades de consumo del tipo de las de los países técnicamente avanzados. Para los latinoamericanos el desarrollo tiene que tener otra dimensión y otra significación, en un proyecto político de liberación de todas las presiones que los agobian y de las esclavitudes que los atan. Una política que permita la promoción de todas las potencialidades del hombre y de la tierra que nos hagan descubrir nuestros propios caminos creando condiciones espirituales, socio-culturales, económicas y políticas, que permitan una autorrealización para pasar de "situaciones menos humanas, a situaciones más humanas". 7 Esta liberación sería la respuesta a la toma de conciencia de que la causa principal de la situación de América Latina es la dominación y explotación de los grandes centros de poder. Una liberación de los valores que se viven y que engendran la dominación y explotación de que hemos venido hablando, y que dan lugar al binomio dominación-dependencia, tanto externa como interna. 8 Dentro de esta situación de dependencia en el plano internacional está el hecho de los conglomerados que van adquiriendo día a día mayor poder, no sólo en el campo económico, sino también en el político. Es evidente que muchas familias de nuestro Continente dependen para su sustento de estas empresas multinacionales. 9 3. LA CULTURA LATINOAMERICANA ES ORIGINARIAMENTE DEPENDIENTE Esta relación de dominación-dependencia, no es un fenómeno reciente. Nuestros países son dependientes desde su origen, y continúan siéndolo no sólo en sus problemas económicos, sino incluso en su constitución y su cultura. En la cultura latinoamericana intervienen una multitud de factores. Los pueblos que existían: Aztecas, Mayas, Incas, fueron prácticamente destruidos y sus valores culturales de16
saparecieron. Hoy existen apenas escasos grupos de origen indígena con ninguna influencia en la mayoría. La conquista y colonia generaron unas estructuras económicas, políticas y sociales, basadas, desde entonces, en la relación dominación-dependencia. Su primer fruto son las nuevas generaciones que nacen sin valores étnico-culturales propios. Una de las características de la conquista latinoamericana es el que no fue hecha por familias y sólo excepcionalmente en la colonia vinieron una minoría. Los conquistadores venían, tomaban las riquezas, se apoderaban de las tierras y engendraban hijos. Así desde los primeros años, se inicia una familia americana con características peculiares, formada en lo general por bastardos; cadena que aún continúa. En este proceso es importante ver las razas que intervinieron y el papel que cada una desarrolló. La indígena, raza oprimida, a la que se le destruyen sus valores y se le impone una nueva manera de pensar, la cual nunca alcanza a comprender bien. La raza blanca, procedente de España y Portugal, y en menor proporción de Francia e Italia, representa lo nuevo, trae el sistema que debe ser implantado a cualquier costo. Con ellos viene la raza negra procedente de África: son los esclavos, cuyo único valor es el de hacer los trabajos fuertes. Estos factores étnicos generan la pluralidad cultural del Continente. A la cultura autóctona se le suman: la Europea y la Africana. Domina la Europea, pero en cada región se desarrollará una cultura radicalmente distinta de acuerdo a los aspectos predominantes que aporte cada grupo étnico. Es así como en oposición a la unidad de criterio con que fue hecha la conquista, se genera la pluralidad étnico-cultural regional. A cada nuevo grupo étnico se le identifica con la nueva cultura que se crea y la región en que se vive. Hay que señalar los puntos de unidad en la conquista, para los pueblos latinoamericanos. Una misma historia y unas mismas bases religiosas. Una formación poblacional plural en la que se unen las tres razas: indígena, blanca y negra. Pero sólo la raza blanca domina y ostenta el poder; a lo sumo con participación de mestizos o mulatos. Aunque hubo algunas leyes que pretendieron proteger al indio y al negro y ejemplos de misioneros que lucharon por estas razas, es evidente que en general no se les hace justicia. Es fundamental en este proceso el tipo de relación hombremujer. Bajo una concepción machista, en parte importada 17
de la península Ibérica, el conquistador las más de las veces no pretende formar una familia sino que toma a la mujer india y engendra en ella un hijo que nace sin la cultura ni las características étnicas de ninguno de sus progenitores. Se inicia así una cadena de hijos ilegítimos en que la mujer es tomada como objeto, oprimida, alienada y abandonada. Esta se inicia con la mujer india, continúa con la mestiza y hoy con las mujeres de escasos recursos. La familia constituida alrededor de estas relaciones es una familia inestable en que la única imagen que tiene el hijo es la materna. Estos hijos nacidos en hogares con ausencia total o parcial de la imagen paterna tienden a sublimizar y endiosar a la madre y más tarde al unirse a una mujer no la encuentran a esta altura y asumiendo la actitud de su progenitor la abandonan, vengando inconscientemente a su madre. Así empieza de nuevo la cadena. 1 0 Vemos así que frecuente e inconscientemente la situación entre el hombre y la mujer es la misma que entre el país dominador-colonizador y el dependiente-colonizado. El hombre se coloca frecuentemente en un plan de superioridad que provoca en la mujer una reacción de agresividad y desconfianza contra él. No se ha buscado la forma de despertar la pareja. El hecho innegable es que el hombre creó para sí un m u n d o dominado por los más fuertes para los más fuertes, de las clases más poderosas para las clases más poderosas y del varón para el varón. Los pueblos subdesarrollados, las clases sin privilegios y la mujer se encuentran bajo una dominación que, aparentemente es imposible romper sin caracteres de agresividad o violencia. Estas relaciones entre pueblo y pueblo, entre clase y clase, entre hombre y mujer están envenenadas por un fundamental apetito de dominio. Cada uno ya sea como individuo, como clase o como nación, desea dominar y utilizar al otro. Esta forma sutil y falsa de autoafirmación está en la raíz de las relaciones humanas. El ser humano no ha aprendido a amar. El deseo de imponerse, de dominar, implica la anulación de los otros. Esta manifestación de las relaciones como dominación y no como donación de amor son la expresión latente en todos los niveles del mal que está en el corazón de cada hombre y de todos los hombres.
élite controla los bienes y la riqueza social y muchas veces los demás son considerados como oponentes que amenazan el bienestar, y la seguridad de los otros. Ese espíritu de competencia llega a dañar hasta el más íntimo de los encuentros humanos que es la relación entre hombre y mujer, que deja de ser una expresión de amor verdadero, de igualdad y de diálogo, para convertirse en una relación que considera al otro como objeto de placer y de dominación. Al enunciar la estructura machista hemos introducido el tema pedagógico, en que se concreta y transmite la relación. De adultos reproducimos agresivamente aquello que en la infancia sufrimos pacientemente. La dominación pedagógica impone el nuevo modelo de civilización y conserva la relación hombre-mujer. El educando es objeto de la educación y su función es ser un repetidor de aquello que el educador le transmite; aquí se unlversaliza, se interioriza la dominación, los mayores imponen a los jóvenes sus modelos y las nuevas generaciones pasan a ser repetidores. El educador vence la cultura naciente e impone su propio modelo; esto se agrava aún más hoy en la sociedad de consumo por los medios de comunicación social. En lo general la transmisión de la fe en América Latina no se hizo con el criterio de anunciar el evangelio, formando personas que libremente optaran el camino de Cristo, sino más bien con la idea de que evangelizar y catequizar era sacramentalizar e imponer reglas morales. Aunque evidentemente hay muchos ejemplos de religiosos y misioneros santos, y de familias piadosas y de sanas costumbres, en lo general existía un divorcio entre la fe y la vida lo cual afectaba a las personas, a las familias y a la sociedad. Dentro de este criterio los matrimonios eran bien vistos por estar sellados con el rito del sacramento, como un signo impuesto desde fuera, pero sin tener en cuenta la realidad del amor de la pareja. Así paulatinamente se fue institucionalizando en América una familia en la que lo importante era la bendición sacramental, aunque fuera de esta unión se viviera como se viviera, produciendo una sucesión de contactos esporádicos que generaban grupos familiares de madres solteras, mujeres abandonadas, hijos ilegítimos, etc. Todavía hoy día se vive en el Continente este concepto dualista del Sacramento por encima del amor conyugal.
En el plano internacional el orden de dominación engendra la sociedad competitiva. En el interior de las naciones una 18
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4. ALGUNOS FACTORES DE LA SOCIEDAD DEPENDIENTE QUE INCIDEN EN LA FAMILIA En este contexto existen algunos fenómenos que merecen especial mención porque repercuten intensamente en la vida de la familia. Nos referimos a la imposición de modelos culturales que desbordan la mentalidad y posibilidades, impuestos principalmente desde los centros de poder, lo cual incide fuertemente en la familia. Además de eso existe un modelo cultural que los países de dominación pretenden implantar. Una relación injusta de dependencia aún se conserva en el siglo XX, con algunos desplazamientos respecto a los centros de dominación. La dominación-dependencia se da hoy del centro sobre la periferia, de la ciudad sobre el campo, de la clase económica solvente sobre la clase de los trabajadores. Esta es la mayor característica de la polarización social que se vive en el interior de los países latinoamericanos. Las naciones de la periferia se van quedando cada vez más atrasadas, con respecto a los niveles culturales de los países del centro; estos países se encuentran cada vez más lejos del nivel de investigación y avance de la ciencia y la tecnología. Esto ha ido creando barreras culturales, formadas, principalmente por los jóvenes con mayor acceso a la técnica desconociendo otros valores. La tecnología dominante que hoy vivimos masifica y convierte muchas veces al hombre en una pieza de engranaje. Ello ha creado una sociedad tecnificada, competitiva y masificante. La era llamada tecnológica, nace en los países desarrollados, pero influye, como todo lo de éstos, en los países en vía de desarrollo y se caracteriza por la velocidad, la transitoriedad, la superficialidad. Esto se refleja en las relaciones humanas y por lo tanto en la familia cuyas relaciones son ahora breves, superficiales y faltas de emoción. Se conoce mucha gente y muchas cosas, pero se tiene miedo de crear una amistad, de profundizar un amor. Se tiene miedo a perderlo todo con la misma facilidad con que se ha encontrado. Se educa a los niños a no creer en la permanencia, en lo que dura. La familia vive actualmente en la sociedad de productos desechables, y para muchos se cree que se está formando la familia temporal con personas desechables. La realidad social crea distintos niveles culturales diferentes en el campo o la ciudad y un tercero el que emigra del cam20
po a la ciudad para vivir en condiciones infrahumanas; este último grupo conforma una gran masa de marginados que no adquieren la cultura de la ciudad, impreparada para recibirlos, y pierden la del campo. Cada individuo se crea a sí mismo un ideal de vida que quiere alcanzar formándose a sí mismo en cada estrato social una clase en ascenso que imita un nivel superior de vida que se ha forjado en su imaginación. En este fenómeno incide la sociedad de consumo que repercute en las personas y en las familias, creando nuevos modelos de vida que producen en una mayoría una situación de angustia permanente. La repercusión es distinta según sea el estrato social a que se pertenece. Las clases dominantes son absorbidas por el afán de tener más, adquirir nuevas cosas y nuevos modelos, que se vuelven indispensables para su seguridad psicológica y su pertenencia a una esfera social. Afirman su personalidad en el tener más y no en el ser más y viven alucinados por el dinero, las cosas que con él se compran y el poder de dominio que representa. Este ha dejado de ser un medio para convertirse en un fin, el fetiche general de idolatría. El afán de adquirirlo por cualquier medio ha acabado, en grandes sectores con todas las barreras morales. Los sectores menos favorecidos se ven acosados también por todo el fenómeno de la sociedad de consumo y así al insoluble problema de carecer de los medios para adquirir lo indispensable, se les manipula con la propaganda para hacer de lo superfluo una necesidad más que artificialmente hace la vida asfixiante. Hay que enriquecerse por cualquier medio para poder ascender en un status social que se identifica con la capacidad de consumir. Se han ido creando indefinidamente necesidades artificiales que bombardean a la familia: hay que consumir más para vivir mejor, entre más se consuma, mayor felicidad se alcanza, progreso es igual a confort. Los criterios tradicionales se cambian por el consumir y éste va íntimamente ligado al de lo desechable, pues para consumir indefinidamente, hay que producir cosas fácilmente desechables.11 Los medios de comunicación en esta sociedad de consumo acentúan el erotismo y han creado necesidades que la familia no alcanza a satisfacer. Los medios de comunicación de masas no son medios simplemente de información, sino de formación de las personas y de la transmisión de la cultura. La dominación de los medios de comunicación impone unos criterios, unos modelos, un modo de vivir, pensar, actuar y 21
crea u n sentido de imitación que esclaviza a la persona y en especial a la juventud. Principalmente estamos invadidos por el criterio de consumo. La publicidad, utilizada para aumentar el consumo, sirve de medio para identificar el producto con la autoafirmacion de la personalidad. La propaganda manipula al hombre y lo hace identificar la autoafirmacion de su personalidad con el deseo de adquirir objetos que identifica con el amor y el placer. Las palabras, signos e imágenes son utilizadas para identificar éstas con el amor, la alegría, el bienestar. La mujer más que un ser que se ama, es u n objeto que se desea; y a la vez ella se ha convertido dentro de los medios de comunicación en la carnada para que el pez caiga y a la vez en el pez que debe consumir lo que anuncia. El amor, otro objeto de consumo, se debe identificar con el sexo; y éste, no produce la felicidad anunciada y por ésto hay que ampliar la relación. La juventud no da espera. El noviazgo debe implicar las relaciones sexuales prematrimoniales, la satisfacción debe ser inmediata. No se busca ni se presume la estabilidad, la seguridad; se busca la aventura mientras ésta satisfaga.
II LA FAMILIA LATINOAMERICANA HOY
La familia es quizás la institución más antigua. En cualquier lugar, cultura o civilización existió la comunidad de hombre y mujer, que en diversas formas de organización, engendraban y cuidaban de los hijos. Ese grupo familiar ha recibido de parte de las sociedades ciertas normas de protección que la institucionalizaban y le garantizaban el cumplimiento de sus funciones. Las diferentes religiones han introducido también en sus modelos de vida una concepción acerca de la vida familiar; pero a la vez es cierto que en las distintas épocas culturales o civilizaciones ese núcleo humano ha sufrido cambios. El contexto que hemos venido analizando y el actual proceso histórico que vivimos, está caracterizado por un cambio profundo y rápido, lo cual nos sitúa dentro de una concepción de la realidad dinámica y evolutiva. Cada día son más profundos los cambios que experimentan las comunidades como la familia y en este proceso de transformación, han cambiado tanto su constitución y sus funciones, que nos hacen ver que no existe un tipo de familia sino diversas formas de vivirla. Así a las características propias del contexto latinoamericano se suman otras de ámbito general. La familia era más autónoma, más independiente y ejercía sus funciones con mayor libertad; hoy se ve cada vez más 22
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invadida por el contexto social, que la sustituye en las funciones principales que antes ejercía y por ello muchas veces se siente insegura y desplazada. Antes era esencial a la institución familiar ser centro de protección, de instrucción, de recreación y de organización y aún de trabajo; estas funciones, que en muchos casos sostenían la institución, hoy ya no le pertenecen y su importancia cada día se centra más en la relación afectiva sirviendo de lugar de encuentro. La familia se halla entonces en crisis de identidad. El hecho de que deba fundamentarse cada vez más sobre el amor que la debe sostener hace más difícil su realización y más numerosos los distintos tipos de vivencias de familias que se encuentran. 1. ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES CAMBIOS Función Conyugal: En la relación marido y mujer, cada día se valora más el amor personal entre los esposos como condición esencial al matrimonio. En otros tiempos, aunque existiera el amor de los esposos, para fortalecer las relaciones había otros elementos que van desapareciendo. Hoy se impone más como centro exclusivo la relación entre marido y mujer el amor y complementación personal, la cual se quiere vivir en todos los aspectos de la vida, como una exigencia de autenticidad. La armonía y complementación sexual es buscada primordialmente como canal de comunicación y de construcción de la persona y de la pareja y secundariamente como medio de procreación. La exaltación actual del sexo ha supervalorado tanto esta faceta conyugal que cualquier frustración momentánea en este campo rompe el nexo conyugal. En las generaciones jóvenes el predominio del varón ha disminuido motivado por el ejercicio profesional de la mujer y en general se comparten más la totalidad de responsabilidades, tanto fuera como dentro del hogar. El trabajo de la mujer, su participación en el sostenimiento del hogar y a veces su total independencia económica ha producido un nuevo tipo de relación de la pareja, centrada más en un plano igualitario pero acarreando diversas dificultades que deben ser superadas. Una relación de amor intensa es la única forma de escapar a la soledad de la persona, que es pisoteada en una sociedad tecnificada. Esto puede favorecer el vínculo conyugal, 24
pero a su vez puede conllevar dos consecuencias: el encerramiento de la pareja en un egoísmo de dos o el derrumbamiento de éstos cuando el amor falla. El número de separaciones y divorcios va cada día en aumento. La estabilidad se considera deseable pero se dice que es difícil de realizar por dos motivos: uno de orden sociológico, el estancamiento y vacío de la vida matrimonial que los jóvenes ven en muchos adultos y otro de orden sexual, el compromiso para siempre es visto como represión y atentado a la libertad.
Función Biológica: Nuestra cultura establecía un nexo muy estrecho entre matrimonio-sexo y procreación. El matrimonio ordenado principalmente a la procreación, era el lugar moral y legal para el ejercicio de la sexualidad; aunque la satisfacción física fuera buscada por el hombre muchas veces por fuera del marco familiar y la de la mujer no se tuviera en cuenta. En la relación sexualidad-procreación, ha habido cambios importantes. La sexualidad es entendida cada vez más como expresión de amor en la ayuda e intercomunicación y complementación de las personas. Hoy el avance de la ciencia para determinar los períodos fértiles de la mujer y el frecuente uso de medios anticonceptivos^ que cada día salen al mercado, han separado totalmente la relación sexual de la procreación y se ha hecho posible ejercer un manejo consciente de la fecundidad para llamar nuevos hijos a la vida. Pero ésto que es en sí un bien, ha hecho pasar de un proceso en el que la relación era entendida sólo en función de la procreación o como remedio a la concupiscencia, a una supervaloración del sexo como único vínculo que desarrolla la persona.
Función Económica: Se ha pasado de una situación en que el marido era el productor, la mujer la administradora y toda la familia la célula colectiva de consumo, a una nueva forma en la que todos los que están en posibilidades buscan trabajar y sólo los hijos administran independientemente sus ingresos. Va desapareciendo la influencia del padre como el proveedor sobre la institución familiar y la prolongación de la vida de los padres y el aumento de los impuestos en las herencias hacen que los posibles herederos se desentiendan de estos valores. 25
Función Cultural: En la transmisión de las ideas y de los valores sociales, la familia era el órgano educador por excelencia. Hoy ha perdido gran parte de su influencia porque hay otros medios más poderosos como escuelas, universidades, amigos, lecturas, cine, T.V. cuyo poder como transmisores de cultura es bastante más grande que el que da la familia. Para muchos la familia, es un canal de conservadurismo y obstáculo a la evolución profunda de la sociedad. La autoridad clásica paterna —por diferentes razones— hoy tiene muy poca influencia para hacer respetar las normas sociales. El ascendente de los padres llega a lo sumo hasta la adolescencia. La familia como medio de que disponía la sociedad para transmitir criterios y valores se ve hoy impotente para esta función. Los estratos conservadores de la sociedad tienen como meta defender un cierto tipo de familia que conviene a sus aspiraciones. Aparece, una subcultura juvenil con normas, valores, intereses y costumbres contestaría a los mayores y a la sociedad establecida, y que procura encontrar nuevas formas en todos los aspectos de la vida colectiva, incluidas las sexuales y familiares. Elección Matrimonial: En la escogencia del Cónyuge los padres para nada influyen. La elección corresponde solamente a los jóvenes que no es-, peran generalmente a tener una situación económica estable para casarse. Algunos valores que en otro tiempo se consideraban esenciales, como la virginidad de la joven, han perdido importancia y en cambio se subrayan otros como la armonía sexual. Cada día predominan más los matrimonios entre jóvenes de la misma edad y menos matrimonios de hombres mayores que las mujeres. Pero hay una tendencia a aumentar la edad en la mujer y a disminuirla en el hombre. Por otro lado existen matrimonios de menores de 20 años fruto de opciones inmaduras, que generalmente resultan inestables. Matrimonio Jurídico: En otra época el hecho de casarse jurídicamente era indiscutible; el que se atrevía a vivir sin este requisito quedaba marginado. Hoy una gran mayoría de jóvenes piensan que estos requisitos tienden a dañar la espontaneidad de su relación y 26
las uniones libres son un hecho positivo. Cada vez son más los que encuentran sin sentido las formalidades que conllevan obligaciones y sostienen que la unión conyugal y de la familia no deben institucionalizarse, como contestación a la intervención de la sociedad en el amor de dos personas. Todo esto hace ver una corriente, que no destruirá las formas de institucionalizarla, pero que transformará su sentido y posiblemente las leyes, costumbres, valores y signos del matrimonio cambiarán. Status Social: Es el lugar que la persona ocupa en la sociedad y que ésta valora en grado diverso. Antes por el hecho de pertenecer a una familia el status social de las personas que la integraban, esposos e hijos, era determinado por el padre, la más de las veces. Hoy la mujer, por su trabajo extradoméstico, puede alcanzar un status propio, y los hijos ya no obtienen automáticamente el status del padre en una sociedad competitiva, sino que éste dependerá cada vez más del propio individuo y menos de la familia del cual provenga. Cambio en las relaciones Paterno Familiares: Uno de los cambios radicales que se han operado en la familia ha sido el que desde hace pocos años se puede ejercer un manejo más consciente de la fecundidad y llamar nuevos seres a la vida depende cada día más de la decisión de los padres y no del azar. El amor humano busca siempre extenderse a otros y los hijos siempre serán factor de prolongación, equilibrio y estabilidad del amor, pero las motivaciones para tenerlos han variado y ya no se tiene en cuenta la supervivencia, el orden económico o la prolongación de una estirpe. El número de hijos deseado por la familia ha disminuido notablemente, en comparación de las grandes familias de antes. Y si a esto se agrega el descenso de la mortalidad infantil y el aumento en la expectación de la vida, tenemos otro cambio en la familia, pues en pocos años los esposos terminan su tarea educativa, y se encuentran nuevamente solos y sin proyección al futuro y en peligro de caer en el vacío o la rutina si el motivo de su unión ha sido la función educativa únicamente. Los hijos sólo se independizaban de los padres al casarse y hoy muchos aspiran a la autonomía de residencia antes de los veinte años. Además, las relaciones padres e hijos han variado de una autoridad vertical e indiscutible que se vivía antaño, a una 27
autoridad compartida en busca de una comunidad educativa en la que todos dan y todos participan. Hoy se busca más una relación de amistad y compañerismo, que una sumisión jerárquica. Esto sumado a los cambios vertiginosos del mundo, que para los padres no les es fácil absorber, sumado a una pérdida al respeto que se tenía a lo institucional y lo tradicional, hace que surjan dificultades en el entendimiento entre padres e hijos. A la vez, los cambios en todos los sentidos, no sólo en lo científico, hacen que la experiencia cuente bastante menos que en otros tiempos convirtiéndose así también la relación paternofilial a un campo primordialmente afectivo y disminuyéndose el área protectora en muchos sentidos. Esto ha traído una ampliación del concepto de paternidad responsable formando una mayor conciencia de que ésta empieza en la procreación pero se realiza a lo largo de la vida en la formación del niño hasta llegar a ser persona. Como consecuencia de esta visión y ante la multitud de niños abandonados en Latinoamérica, la adopción ha tomado nuevas dimensiones familiares y sociales. 2. TIPOS DE VIVENCIAS DE FAMILIAS Teniendo como base diferentes factores podemos ver que en América Latina existen innumerables tipos de vivencias de familias. Son tantos los modelos culturales, los tipos de unión y la diversidad de una a otra familia según la clase social, que no podemos determinar un único modelo de "Familia Latinoamericana". A continuación enumeramos algunas de las formas de vivencias de la familia en este Continente: Familia Extensa: Especialmente en los campos existen grupos extensos, que configuran la familia patriarcal, propia de la sociedad agrícola. Esta familia está formada por los abuelos, los tíos, los nietos, los sobrinos y otros familiares. Todas las funciones sociales se desarrollan dentro de la familia, desde la económica a la religiosa y la educativa. Familia Marginada: En las ciudades encontramos: la familia marginada, sin una cultura propia, conformada por las familias campesinas que se movilizan a ciudades en busca de un ideal de vida que nunca pueden alcanzar, pues las ciudades no tienen capacidad 28
de absorberlas. El gran drama de América Latina es la inmensa masa de estas familias que no cuentan con los requisitos mínimos para vivir humanamente; aquí se cuentan los grupos que resultan de uniones esporádicas, meramente ocasionales, fruto de contactos episódicos y pasajeros, sin intención de estabilidad. Encontramos familias condenadas a una lucha diaria para encontrar como satisfacer sus necesidades mínimas. Conviven en estado de desnutrición, de enfermedad, de analfabetismo, bajo condiciones infrahumanas de habitación y trabajo. Estás familias se han visto condenadas a vivir un proceso de ¿migración forzada permanente, por distintas razones. Familiar Nuclear: Por influencia de la tecnología, y de las sociedades opulentas encontramos también en las ciudades, la pequeña familia nuclear reducida a lo indispensable: papá, mamá y pocos hijos. Es una familia móvil que se puede trasladar de una ciudad a otra sin dificultades. Ya no hay lugar para los abuelos, los tíos, los nietos, los sobrinos. Esta familia tiene posibilidades de desarrollar mejor algunos valores esenciales como el interrelacionamiento de amor y de personalización pero se pierde mucho de la ingerencia sobre los jóvenes, pues la influencia sobre éstos, les viene más fuertemente de fuera del hogar y son asediados por todos los requerimientos de la vida moderna. Familias regidas por la Madre: Es uno de los casos más generalizado en latinoamerica. Dentro de las clases menos favorecidas es frecuente la familia de la madre soltera, con uno o varios hijos, habidos de uniones esporádicas que al verse abandonadas y sin posibilidad para afrontar la vida, se arriman a otro hombre que momentáneamente les ayude. Otras son las madres solteras que después de una unión que ha sido por algún tiempo estable son abandonadas. Tenemos también las madres separadas de sus maridos legítimos generalmente porque la base afectiva de su unión ha desaparecido, y en la mayoría de los casos el varón adquiere otro compromiso estable despreocupándose de la familia anterior. Existen familias regidas por la madre debido a la ausencia temporal del marido, por motivos de trabajo. Y por último las familias que por la muerte del padre viven alrededor de la madre viuda. 29
Familia Institución: Encontramos familias unidas solamente por vínculos institucionales de tipo religioso, pero sin que exista ninguna vivencia de amor, las cuales se conservan unidas para salvar una institución, pero sacrificando muchas veces a las personas que la conforman, aún a los hijos, aunque aparentemente lo hacen por favorecerlos. Familia Consensual: Existen grupos familiares de unión consensual en la cual sus miembros se sienten responsables de mantener un clima de amor y comprensión, con intención estable, pero que le temen a la institucionalización por pensar que al sentirse atados por ésta desaparecerá su vivencia. Familia Agregada: Otro tipo de familia estaría configurada por la situación de muchos divorciados, que se vuelven a casar y aportan al grupo familiar hijos de matrimonios anteriores. Finalmente tenemos que reconocer que en América Latina existen también familias institucionalizadas civil y religiosamente y que buscan vivir en el amor la dimensión sacramental aunque no conforman la mayoría de las familias en generalidad de los países.
3. OTROS FACTORES QUE AFECTAN A LA FAMILIA La promoción y liberación de la mujer es uno de los "signos de los tiempos" y una característica de la actual historia del mundo y de la Iglesia. No participar en la obra de promoción y liberación de la mujer significa ir contra la historia y por lo tanto contra el contenido de la reflexión Divina que en ella se esconde. Reconocer estos pasos que ha dado el proceso de liberación de la mujer no implica que dejemos de reconocer que vivimos todavía un mundo masculino. Las leyes son elaboradas casi exclusivamente por los hombres, son decididas y declaradas por los hombres, las finanzas, las ciencias y las injusticias son manejadas casi exclusivamente por varones. El mundo es hecho por hombres y parece todavía general la idea de que la 30
misión de construcción de la sociedad debe ser asunto exclusivo del varón y que a la mujer le corresponde tener y educar los hijos y desarrollar los oficios domésticos. La idea de un mundo masculino está tan interiorizada por todos nosotros que cualquier cambio en esa realidad lo consideramos una "lucha por el poder", así al hablar de liberación de la mujer se entiende falsamente por crear un mundo en el que las mujeres manden y los hombres obedezcan. Una sociedad de mujeres marimachos y de hombres afeminados. Esto implica una tarea de auténtica liberación y un cambio de relaciones dominadoras. La verdadera revolución en la actualidad respecto a la condición femenina no está solamente en las conquistas de mayor libertad y posibilidad de estudiar sino en el hecho de que se le abra a la mujer su dimensión integral de persona, responsable con el hombre en la edificación de la sociedad. Ese contexto, y esa realidad de América Latina, que se ha caracterizado como una sociedad machista ha determinado las funciones del hombre y de la mujer dentro y fuera de la familia, y ha sido la base constitutiva de la educación familiar en nuestro continente. La mujer hoy va adquiriendo plena conciencia de su dignidad, acceso a la cultura, al trabajo y a la participación política. Esto hace necesario, una formación para que ejerza estas funciones plenamente humanas a la manera femenina en la familia y en la sociedad. Esta nueva situación ha cambiado profundamente las relaciones internas de la familia, la cual requiere una aceptación de estos hechos y una búsqueda en sus cambios de relación. No obstante esta nueva función de la dignidad de la mujer es importante recalcar que se mantienen muchos rastros de dominación del hombre, como evidente expresión de machismo. Estas circunstancias especiales han producido una serie de fenómenos dentro de las relaciones humanas que se caracterizan por un alto índice de disgregación familiar, causado muchas veces por una falsa noción de masculinidad. Un alto porcentaje de uniones aleatorias, ilegales y sin estabilidad con la consecuencia del crecido porcentaje de nacimientos ilegítimos, de mujeres y niños abandonados sin ningunas condiciones para realizarse humanamente. Esto trae como consecuencia un rápido crecimiento demográfico que es uno de los problemas socio-económicos y engendra otros de orden ético religioso. 31
Todo ésto nos lleva a un replanteamiento del papel del hombre y de la mujer. Hoy ambos integrantes de la especie humana, iguales como personas, pero diferentes en sus peculiaridades, asumen juntos su vocación de poblar la tierra y someterla. Ambos iguales, pero no indénticos, tienen igual dignidad, el mismo fin y son corresponsables de su misión. Este replanteamiento de la mujer y el hombre hoy, los abre a un replanteamiento de sí mismos. Juventud: Nunca como hoy la juventud ha ejercido una influencia tan marcada en el mundo y en la toma de posiciones que muestran inconformidad, rebeldía y lo que ellos llaman contestación. Mucho de lo establecido y de lo institucional es cuestionado formándose una brecha que parece irreconciliable entre las generaciones. En esta lucha, la juventud ha rechazado lo que califica de inauténtico. Piensa, que mientras las estructuras existentes no cambien, y no se ofrezca un sistema de vida más humano, no se podrán tener en alta estima las estructuras establecidas, a las que parece se aferran los adultos. Surgen hoy jóvenes con nuevos valores dentro de los que resaltan una mayor conciencia de la realidad social y un anhelo de solidaridad y de justicia. Un desprecio por lo superfluo y por la supervaloración del dinero, o de lo que con éste se compra y un mayor anhelo de sencillez y autenticidad. También se encuentra en general en la juventud una permanente inquietud de análisis y de no aceptación sin previa reflexión; además de una ansiedad y sensibilidad por lo espiritual que se traduce en una búsqueda que los ha llevado a infinidad de movimientos espiritualistas, muchos de ellos por fuera de la institución de la Iglesia católica. En este rechazo a lo institucional, obviamente la familia ha sido una de las afectadas. La familia como institución con características legales vive hoy una crisis de identidad ante el cuestionamiento de la juventud. La institución familiar cayó en el descrédito, es atacada en su estilo de vida y en su comportamiento; se defiende el amor al máximo, pero se está lejos de aceptar una monogamia oficial e impuesta. Se dice que la familia se instaló y no cambió al ritmo de las exigencias para adecuarse a las necesidades de los tiempos y en un movimiento pendular se va a extremos totalmente opuestos. 32
Al rechazar el significado de la familia los criterios y los sistemas de vida de la juventud han cambiado. Muchos sectores preconizan y viven el amor libre. Se proclama cada día más la necesidad de aquéllos de que si se aman puedan vivir juntos, libres de toda presión social, aún temporalmente. La juventud aunque aún cree en otros valores, supervalora el amor y piensa que a la luz de éste todo se entiende. Por ésto, para muchos de ellos las relaciones sexuales prematrimoniales son valederas porque son fruto del amor, sin importar las consecuencias, para las personas afectadas en este momento o más tarde. Pero corrientemente se identifica el amor con el sexo. Por ésto para una inmensa mayoría, cree que está viviendo el amor donde lo que existe es una relación puramente sexual. Tampoco entienden que existan relaciones de amor si éstas no van acompañadas de relaciones sexuales. En este punto la juventud ha sido víctima de la presión ejercida por los medios de comunicación social que maquinan con el hombre. La manera más fácil de dominarlo es manejando sus instintos, y más con su instinto sexual, haciéndolo identificar el sexo con el amor y la felicidad. El sexo ha pasado a ser un producto más que se compra y se vende al mejor postor. Política Familiar: Aquí queremos mostrar algunos aspectos que afectan directamente a la vida familiar, pero que son provenientes de la sociedad global. La realidad de este Continente hace necesario analizar estos aspectos desde un punto de vista muy distinto al de otros contextos sociopolíticos, económicos y culturales. Cuando se trata de hablar de política familiar se entiende casi exclusivamente el tema del divorcio, del control de la natalidad o del aborto, y no se responde en forma directa a las angustias reales de la vida de la familia hoy. En general estos aspectos reciben un tratamiento simplista, corriendo el peligro de no tocar los problemas de fondo. Se desvinculan por lo general del contexto y se asumen posiciones extremistas. Continuamente se debaten estos temas desde posiciones absolutamente contrarias enfrentando puntos irreconciliables, poco constructivos. Creemos que en los países desarrollados que 33
El Continente ha visto continuamente campañas en torno al tema del Control de la Natalidad. Sería necesario analizar los planteamientos que se hacen en torno a este tema, pues se ve un desvío respecto al problema central, determinado por el contexto global en que se vive.
vez que estos países y sus gentes cuenten con lo necesario para vivir, y con el correcto uso de la ciencia y la tecnología. Quienes promueven el control de la natalidad desvían las causas de la miseria y la injustica de sus verdaderas razones. Somos fruto de una relación de dominación-dependencia, que sólo se superará con una auténtica liberación que lleve al verdadero desarrollo en que se pase de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, pudiendo así tener una vida familiar en que se haga un correcto uso de la fecundidad.
Generalmente se aducen los siguientes argumentos:
Aborto:
• La causa de la miseria en que viven los países subdesarrollados es el rápido crecimiento de su población. Por lo tanto si estos países quieren lograr un nivel de desarrollo económico, deben reducir su índice de natalidad.
En condiciones similares se han visto estos países presionados por campañas que promueven la legalización del aborto. Aquí también vemos una manipulación del tema pretendiendo distraer a la familia de los verdaderos problemas que la aquejan.
en América Latina tienen estos temas merecen un tratamiento diferente. Control de natalidad:
• Los recursos del planeta son limitados y no logran abastecer las necesidades de una población cuyo índice de crecimiento es superior al de los recursos. Por eso se hace necesario frenar el crecimiento de la población para poder alimentar a los habitantes. • La única forma de lograr un equilibrio demográfico (la proporción entre la natalidad y la mortalidad) es reduciendo el crecimiento poblacional. Los argumentos expuestos desvían el tema de la miseria de su causa principal. Presentar el control natal como sinónimo de desarrollo es evadir la razón misma del subdesarrollo. Es fácil comprobar que entre el índice de natalidad y el del producto nacional bruto, o el del ingreso per cápita, no existe correlación alguna que permita concluir, la inferencia de la tasa de crecimiento poblacional en el desarrollo económico. No se puede considerar el control de la natalidad independientemente del contexto global de la realidad; el crecimiento está en estrecha relación con las condiciones políticas, económicas y culturales a que nos vemos abocados. La capacidad de producción y el espacio habitable de nuestro continente son inmensos; pero no hemos logrado los índices de otras regiones del planeta de características similares por diversas causas tanto de orden interno como externo. El desequilibrio demográfico debe situarse dentro de la situación de dependencia. La natalidad tendrá que descender una 34
El tema del aborto ha generado grandes polémicas en distintos países. Evidentemente es un tema delicado que requiere de un tratamiento especial. Este al igual que el control natal —necesitan una aproximación objetiva y científica—. En la actualidad se adoptan posiciones extremas, absolutas y totales, que impiden el diálogo y la posibilidad de acuerdo para desarrollar una política que realmente beneficie la vida de la familia y que responda a la realidad actual. El planteamiento inicial que se afronta es el respeto a la vida. El papel que como cristianos debemos asumir es claro: tenemos la obligación de estar siempre del lado del más débil, del más desvalido, del más indefenso, del más pequeño, del más pobre y por tanto, no es posible aceptar el aborto. Pero para ver un poco más claro el problema, tenemos que situarnos otra vez dentro del contexto Latinoamericano. No pensamos que en este Continente el aborto sea practicado por parejas de casados que quieren rechazar un hijo más. Tampoco pensamos que ocurra dentro de mujeres casadas que se encuentran esperando un hijo habido en relaciones extrarAatrimoniales; ésto puede suceder dentro de otro tipo de sociedades, al igual que los innumerables casos que ocurren dentro de jóvenes solteras que en relaciones prematrimoniales se ven embarazadas de un hijo no deseado. Este fenómeno sucede últimamente pero en menor proporción, y dentro de clases burguesas. Pareciera 35
que la mayoría de casos ocurren dentro de toda esta infinidad de situaciones infrahumanas o causadas por las uniones esporádicas, machistas y aún incestuosas. Esto no quiere decir que se justifique el aborto pero sí que se deben buscar las causas para atacar el mal.
la ley sino dar solución a sus problemas en una dinámica existencial. Hoy más que nunca esta fidelidad conyugal está basada en el núcleo afectivo, fruto cada vez más de un amor adulto, resultado de una opción libre y responsable, que se va profundizando y consolidando a lo largo de los días.
Es clara la defensa de la vida y el estar al lado del pequeño, el desvalido, el pobre; pero debemos también aceptar que a veces ésto puede crear situaciones inhumanas. ¿Será que se trata de asuntos aislados, que atañen á pocos individuos, o más bien son cuestiones de grupos? ¿Podemos aislar el problema del aborto de las condiciones económicas-sociales-políticas y culturales? ¿Será que no influyen la falta de recursos, las condiciones inhumanas de trabajo y vivienda, la falta de educación, la incapacidad para construir un hogar donde se den relaciones maduras de amor, etc. ¿Podrá aislarse la promoción y liberación de la mujer de estos temas?
Es evidente que todo lo que protege la estabilidad familiar debe ser preocupación de todos y con mayor razón de los responsables del bien común. Por esto, la conveniencia o inconveniencia del divorcio, así sea problema de una minoría, debe ser contemplado por el legislador. Eso mismo hace que la Iglesia, respetando la libertad de conciencia de quienes no la aceptan, esté en el deber de transmitir su visión nítida en favor de la indisolubilidad, basada no sólo en las disposiciones jurídico-religiosas, sino sobre todo en la seriedad del amor humano y del propio matrimonio que suponen por su propia naturaleza de una entrega mutua total.
Divorcio: La mayoría de los países de América Latina está marcada por un índice bajo de nupcialidad, por uniones de hecho sin vínculo jurídico o eclesiástico. Una buena parte de las familias de nuestro Continente se hacen y se deshacen al margen de la ley. Discutir la legalización del divorcio, cuando para una gran parte la institución legal del matrimonio no existe, parece que no está tocando el núcleo central del problema de la familia. Sin embargo, algunos creen que mediante la legalización del divorcio han encontrado una solución muy avanzada a los problemas de la familia y otros adoptan una posición antagónica, creyendo que para resolver los problemas familiares es necesario imponer oficialmente la indisolubilidad y la monogamia. Las radicalizaciones en torno a este tema no son constructivas y desvían la atención del análisis de las verdaderas causas de la desintegración familiar. La realidad nos demuestra que, introducir en la Ley disposiciones jurídicas que obliguen a la fidelidad a quienes contraen el matrimonio, no produce la indisolubilidad. La estabilidad familiar no la viven las personas como una respuesta a las obligaciones jurídicas. Una gran mayoría de las familias de nuestro Continente no buscan su estabilidad garantizada por 36
Para tratar de ayudar a la familia Latinoamericana se hace necesario no caer en debates estériles sino tratar de determinar las verdaderas causas del problema en cuestión. Pareciera que las razones disgregadoras de la familia son de dos tipos: unas generales y que influyen en todas las familias en el mundo contemporáneo y otras específicas del contexto Latinoamericano. En cuanto a las primeras debemos anotar principalmente aquéllas provenientes de la sociedad que vivimos que a través de los medios de comunicación de masas pretende imponer un modelo de familia basado en una falsa visión de la felicidad, del placer, del sexo y del éxito individual. Esta imagen divulgada por el cine, las novelas, la T.V., la prensa, da una falsa idea de la armonía conyugal y forma en la pareja de cualquier edad unos modelos y unas metas de vida desfasados de la realidad. Esto parece ser una reacción sana a una época en la que la realización de las personas se debía sacrificar a cualquier costo para salvaguardar la institución familiar. Hoy se pasa al extremo opuesto del péndulo y no importa a quién o qué se sacrifique por buscar la imagen del modelo de la pareja feliz. Se quiere desconocer aquí que la construcción de la familia como todo lo humano se realiza con luchas y dificultades, entre luces y sombras, a base de encuentros y desenouentros. Otro factor disgregador es el de la sociedad actual el cual produce una serie de necesidades que la pareja no alcanza 37
a satisfacer y todo lo que se le impone como ideal a ser adquirido causa una insatisfacción que se convierte en causa de inestabilidad; a las dificultades económicas normales de las familias que empiezan a establecerse, se les agrega una permanente angustia de nunca alcanzar a satisfacer las necesidades por muchísimo esfuerzo que se haga. Otro factor general que influye en la disgregación es el alcoholismo, muchas veces fomentado por esos mismos medios propagandísticos, así como todos los medios inventados para escaparse de la realidad y no afrontar los problemas. El ser humano debe llegar a dominar la naturaleza principiando por la suya propia. Son muchos los progresos que se han logrado en este sentido; pero a la vez se cree hoy que todo debe ser solucionado con un algo que se toma, se pone o se inyecta; y así vemos una buena cantidad de gente dependiente de estas cosas y sin posibilidades de recurrir a las fuerzas interiores de su ser, para superar las dificultades. En lo que se refiere a las causas propias del contexto Latinoamericano, encontramos que la familia de nuestro Continente sufre unas presiones e influencia del ambiente que son aún de mayor apremio en su solución. Estas son entre otras muchas: las condiciones infrahumanas de vida, la deficiente urbanización de nuestros conglomerados, la insuficiencia habitacional, la inestabilidad laboral, los bajos salarios, la carencia de educación liberadora efectiva, que se refleja en las innumerables alienaciones que viven las familias Latinoamericanas y se manifiestan en la incapacidad para llevar una vida de familia, la inmadurez para una opción libre y responsable. Lo anteriormente expuesto hace necesario que en el campo de la política familiar el legislador asuma las causas para lograr unas leyes que posibiliten a la persona el mínimo que garantice una vida de familia. Esto exige una transformación en las estructuras existentes, y una política educativa que lleve a la persona a una liberación auténtica e integral en que cada uno se reconozca como ser único e irrepetible, con una función social, en la que la familia como todo lo humano se va construyendo día a día, superando todos los obstáculos que se le presenten, saliendo cada vez más de su realidad imperfecta e inconclusa y aceptando siempre su posibilidad de ser más. Esta educación llevaría a las personas a vivir dentro de una auténtica revolución cultural, en la que la dinámica existencial del amor humano va constituyendo la estabilidad de la familia. 38
III LA PASTORAL FAMILIAR
1. EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE FAMILIA La constatación de que en América Latina existen diversos tipos de familias hizo evolucionar el concepto de familia. Venimos de una época en que se consideraba por familia sólo a aquellos grupos idealmente constituidos y correctamente legalizados e institucionalizados, de acuerdo con las leyes civiles y eclesiásticas. A mediados del siglo comenzó a considerarse como familia a las regidas por las madres, ya fuera por separación o por abandono y así mismo comenzó a hablarse de "familia irregular" a aquélla que se constituía al margen de la ley eclesiástica. A las familias regidas sólo por la madre comenzó a considerárseles como familias incompletas por ausencia del padre. Asumiendo que estos dos grupos podían considerarse como familia, se fue abandonando el concepto que partía de lo "idealmente constituido, a partir de los cánones jurídicos. No existen familias idealmente perfectas pues como todo lo humano todas tienen fallas y deficiencias. Partiendo de este principio se consideró que también aquellas familias debidamente institucionalizadas muchas veces carecen de la verdadera base de la familia que debe ser una relación de amor maduro entre sus miembros. Se dijo así que estas familias vivían un "divorcio espiritual" y que una familia no sólo 39
era incompleta por la falta de uno de sus miembros, sino por carecer de otros elementos que son esenciales a la familia como el vínculo de amor, la institucionalización civil o religiosa, el servicio y apertura a los demás. Fue así como al comienzo de la década de los 70 se generó el término de "familia incompleta" que ya ha pasado al ámbito general. Aunque esta acepción tuvo origen en el Movimiento Familiar Cristiano y fue un avance en la apertura hacia los grupos que no se consideraban familia, parece que se presta a cierta falsa división en la que se califica a unas familias como completas y buenas y a otras incompletas como si fueran regulares o malas, lo cual distorsiona el término y la realidad.12 La principal evolución que anotamos fue al pasar de una concepción demasiado sacralizante a una concepción más secularizada, de una concepción juridicista a una más existencial y dinámica, que considera como elemento esencial de la familia el interrelacionamiento personal de amor. La constatación de que no existe un modelo de familia no excluye, sino por el contrario exige la definición de una utopía cristiana de ésta. En el lenguaje corriente se asume que utopía es una ilusión, es algo irracional, o es algo irreal. Pero el cristiano tiene que tener una utopía de hombre que quiere alcanzar así como de familia y sociedad. La utopía no es algo irreal, sino que partiendo de la realidad imperfecta —expresión de una comunidad de pecadores— que somos, vamos en búsqueda de ella, que es la implantación del Reino en este mundo. Pero tenemos la tendencia a considerar las instituciones, y entre éstas a la familia como algo acabado y perfecto. La utopía cristiana de familia es el punto hacia el que deben peregrinar las familias a partir de cualquiera que sea su realidad existencial. La utopía se sitúa en el campo de un cambio permanente, en la búsqueda por alcanzar un hombre nuevo y una humanidad nueva. Pablo VI nos habla del resurgimiento de la utopía principalmente en su sentido político como un proyecto histórico del cual no se puede desvincular a la familia. En este sentido entendemos la utopía como un proyecto positivo hacia el futuro para formar un nuevo tipo de hombre, y una nueva sociedad. La utopía es expresión de lo que puede ser y aún no es. La utopía es crítica, racional, dinámica y creativa. Es siempre verificada por la praxis, que la concreta y reorienta; es el dinamismo de la acción sobre la realidad. La utopía es la manifestación de
un momento de crisis, el paso de un momento caduco a uno más satisfactorio y aún sin realizar que desaparecerá cuando se logre una nueva realidad.13 2. LA PASTORAL FAMILIAR EN ESA EVOLUCIÓN La familia como toda organización formada por hombres tiene fallas, es imperfecta. Pero en la misma forma que el hombre está cada día en la posibilidad de completarse, de llegar, a ser más, la familia está también en posibilidad de mejorarse, teniendo en cuenta que como el hombre, no logrará su perfección sino en la parusía. Sin embargo venimos de una época en la que todas las instituciones eran respetadas, sólidas e inmutables; eran tenidas como algo que no podía ponerse en duda y una de éstas era la familia. Hoy hemos pasado a otra, en la que todo lo institucional está cuestionado, está sujeto a un análisis y al rechazo por parecer inamovible. Este período histórico se caracteriza por el cambio, en el que las instituciones no aparecen muchas veces respondiendo a las necesidades existenciales del ser humano o de la sociedad. La experiencia muestra que todo amor humano atraviesa dificultades y crisis, pues nuestra inclinación al mal surge principalmente cuando debemos amar. El amor maduro y estable vivido en familia está hoy especialmente afectado por circunstancias que lo golpean y que lo hacen inseguro y frágil. Pero siempre será válido el que todo amor verdadero crea una fidelidad y supone toda una vida para poder desarrollarse y esto es lo que genera la indisolubilidad y crea la institución. Pero la institución no crea el amor, ni la vivencia comunitaria, cuando la consideramos como unas leyes que desde fuera pretenden reforzar la debilidad humana o atar los corazones demasiado volubles. El simple hecho de la existencia legal de la institución no crea la vivencia comunitaria; aceptamos la presunción de la ley pero una vez cumplidos los requisitos legales no se puede garantizar que haya familia y menos aún cristiana. La pastoral familiar impregnada de este espíritu se ha presentado siempre en defensa de la familia como institución incuestionable y perfecta, y no como algo que como todo lo humano, está sujeto a crisis, es decir a crecer o decrecer, lo cual correspondería más a la realidad vivencial del hombre de hoy. El amor maduro y estable, vivido en familia, está hoy
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especialmente afectado por circunstancias que lo golpean y lo hacen inseguro y frágil. La pastoral familiar no parece estar conduciendo a la familia sacramentalizada a ver que la presencia y la gracia del Señor está en la búsqueda del amor en sus vidas, que es liberador y factor decisivo en la realización del ser humano; ni a la familia no sacramentalizada a descubrir que en la riqueza del amor vivido en la familia, está el camino que la conduce al Señor. La pastoral familiar, preocupada por defender la familia institución a veces olvida la familia tal cual existe, con todas sus deficiencias y problemas. Esto da como resultado que parece hablar a una familia perfecta, que no existe sino en la imaginación; y la familia real, aún las que se sienten muy cristianas, van buscando soluciones a sus conflictos dejando de lado las orientaciones de la Iglesia. La pastoral tendrá que iluminar la conciencia para hacerla capaz de actuar ante los nuevos retos que encara para los cuales no está siempre preparada: para los cambios en las relaciones conyugales ocasionados por la nueva situación de la mujer, y los nuevos enfoques del nexo matrimonio-sexoprocreación. Los cambios en la relación padres-hijos. Los cambios en la manera de entender la autoridad. Los cambios en la función económica y en los roles tradicionales dentro y fuera del hogar. Los cambios en la función educativa y cultural. Entendemos la pastoral como la acción de toda la Iglesia que busca: iluminar, crear, fortalecer y guiar la comunidad en la que está Cristo presente. Guiar hacia la utopía cristiana de familia sería el centro de la pastoral familiar. Pero habría que guiar a todos los hombres sin distingos, cualquiera que sea su vivencia familiar. Todas las familias que existencialmente encontramos constituidas tienen fallas y todas deben ser iluminadas, fortalecidas, creadas, guiadas. Pero no sería posible excluir a ninguna familia de su acción pastoral. La perfección del ideal cristiano y la imperfección de los que luchan por alcanzarlo exige de la Iglesia una visión amplia y tolerante, teniendo como base el reconocimiento de la gracia otorgada por Cristo a toda la Comunidad Eclesial en su misión salvadora. El pastor sabe que ha de conducir a sus ovejas y que para ello tiene que dar rodeos y recorrer largos caminos. El pastor está siempre cerca de sus ovejas, y no condena a la que 42
no sigue la ruta que él trazó; por el contrario deja a las "noventa y nueve" y se va en busca de aquella que anda perdida. No se cansa de buscar y no espera que la oveja sea la que se encargue de encontrarlo; no la reprende sino se alegra, al encontrarla. Esto hace que no abandone a ninguna oveja para seguir con las que más rápido caminan, con las más fieles, con las de más fácil manejo. Quienes hemos venido colaborando con la pastoral familiar hemos perdido esas dimensiones del Pastor. Casi siempre partimos de un ideal de familia que nos hemos formado teóricamente, olvidando la familia concreta, que vive una realidad bien determinada, que se sitúa en un contexto preciso. Nos hemos encerrado sirviendo a un puñado de familias buenas que se acercan para que las defendamos del mundo que las rodea, y no vemos aquéllas que se han quedado al lado del camino. Por eso pensamos que nosotros como agentes al servicio de la pastoral, somos los primeros que debemos acusarnos por no salir de nuestras paredes tranquilas y protectoras, para ir a servir a la familia real con todas sus carencias, angustias, temores y preocupaciones. Nuestra inquietud se centra en hacer una pastoral que tome a la familia no sólo como objeto sino como sujeto de la misma. Y esta familia objeto y sujeto de la pastoral, no es la familia que tenemos en la imaginación, estereotipada y perfecta, sino la familia tal cual es, con todas sus carencias y dificultades, pero en busca del amor y de la fe, aunque no poseedores por entero de nada. Para que la familia viva y transmita el mensaje del Señor no podemos esperar a tener una familia según un modelo preconcebido. Tenemos que buscar que los diferentes tipos de familias que conviven en nuestro continente, vayan buscando el camino de vivir el Evangelio y de transmitirlo a su vez a la comunidad. El egoísmo, el pecado, la injusticia empiezan en el corazón del hombre; pero en la pobreza de sus creaturas que en alguna forma buscan el amor, es donde el Señor se hace presente para manifestarse misteriosamente a los hombres. Por esto mismo, si queremos transformar al hombre y al mundo tenemos que crear una pastoral que haga a la familia no sólo objeto, sino sujeto del mensaje del Señor. La pastoral familiar así comprendida lleva al laico a comprender que el Señor Jesús no necesita tanto de adoradores pasivos, sino colaboradores activos que contmúen su obra creadora de salvación-liberación. 43
Tenemos que apreciar el valor de la oración y de la oblación de quienes se retiran del ajetreo del mundo para alabar al Padre y pedir porque la gran comunidad de los hombres dé su respuesta al Señor. Pero el laico tiene que ser llevado por la pastoral a comprender que la salvación del mundo depende de su acción evangelizadora. La tragedia del cristianismo es la paganización del laico. 3. BASES TEOLÓGICAS DE ESTA PASTORAL Este nuevo concepto de familia que no responde a un concepto abstracto, no pretende negar la necesidad de una reflexión teológica, que se vive hoy en la Iglesia. • Una teología histórica que supone, como punto de partida, la constatación de la realidad; • Constatación de la realidad situada ante la referencia evangélica; • Adopción de una pastoral de salvación con base en la acción de la gracia en la única historia de los hombres, como manifestación de un compromiso. Hasta hace unos años la teología partía de conceptos, principios y normas que deberían ser acatados por hombres de cualquier época o civilización. La "Ortodoxia" era supervalorados y se presentaba casi como el único criterio de pertenencia a la Iglesia. Esto generaba un dualismo vivencial: por un lado iba la historia y por otro los principios que debían ser aceptados y creídos.
La reunión de los Obispos Latinoamericanos en Medellín y luego Puebla procuraron adecuar esa nueva perspectiva teológica a la realidad concreta de América Latina, aceptada entonces como punto de partida de los planteamientos pastorales elaborados en ella. No se trataba de partir de conceptos y principios abstractos, sino de la propia realidad con sus puntos positivos y negativos y, dentro de ésta, el problema de la dominación-dependencia, ante la verdad de Cristo, que, según San Pablo, nos hará a todos libres. Aceptando y asumiendo esta nueva perspectiva teológica, la familia y el matrimonio son considerados, ante todo, como realidades terrestres condicionadas por las varias realidades históricas y culturales que los sitúan, los delimitan, los influencian, naciéndolos asumir estilos diferentes. Esto permite el inicio de una reflexión teológica que no asume la familia como una institución acabada y perfecta. La teología histórica nos lleva, normalmente, a la constatación de la realidad histórica, considerada como el lugar de encuentro de Dios con el hombre. En esta perspectiva los factores que condicionan la familia y el matrimonio, y que dan origen a tipos diversos de familias, pasan a ser enriquecedoras y constituyen desafíos permanentes de cada familia y de la pastoral familiar. En esta perspectiva el Sacramento del matrimonio no santificará las formas sociales y culturales del matrimonio, o en otras palabras, el matrimonio como institución, sino la interrelación personal, con la que el matrimonio vive y expresa su amor, la cual se proyecta a la gran comunidad en actitud de servicio como imagen del amor del Señor a la humanidad.
Como preparación al Vaticano II se fue aceptando la perspectiva histórica de la reflexión teológica que pasó a tener, como punto de partida, la realidad cultural, procurando descubrir las acciones salvíficas y liberadoras de la gracia del Señor y, al mismo tiempo, las discrepancias existentes ante las exigencias y los desafíos de esta misma gracia. No se trataba de abjurar del pasado, sino de hacerlo abrir a nuevas y más completas perspectivas y nuevas y más completas exigencias. Entonces la "Ortopraxis" se colocó al lado de la "ortodoxia", como criterio fundamental de la pertenencia a la Iglesia. La más clara manifestación de este nuevo lenguaje adoptado a partir del Concilio fue la "Gaudium et Spes". 44
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expresa profundamente la naturaleza humana. El amor entrega es la mejor manifestación del hombre, donde expresa todo lo que es, sus grandezas, debilidades y angustias, sus aciertos y errores. El hombre no se da a conocer, ni se entrega tal cual es, sino a quien lo ama y a quien él ama. Ese amor fundamento del matrimonio es una entrega total, en el que se complementan hombre y mujer.14
IV PERSPECTIVAS TEOLÓGICAS
La teología del matrimonio y de la familia ha sido siempre una preocupación en la historia de la Iglesia; pero en los últimos años podemos ver una renovación en este campo. La búsqueda de una espiritualidad peculiar de los laicos, y en especial de los casados, ha puesto en marcha un movimiento muy amplio, que no se limita al campo familiar, sino que implica un sello especial a toda la vivencia Cristiana hoy en todo lo referente a la fe, la oración, la santificación, la participación comunitaria de los sacramentos. Anteriormente se traspasaba al laico el modelo de espiritualidad monacal. La espiritualidad de los laicos está en el centro del plan de Dios y se basa en la vocación de los casados a la santidad. Aunque la Iglesia siempre ha considerado al matrimonio como un sacramento y por lo tanto como algo santo, a la vez se dejó infiltrar de una visión dualista y negativa del amor conyugal. El Concilio Ecuménico Vaticano II en su constitución sobre "La Iglesia en el Mundo Actual" cambió esta concepción, asumiendo el amor de los esposos como algo bueno en sí mismo, vivido sin prejuicios ni falsos temores, aunque su único fin no sea la procreación. 1. EL AMOR FUNDAMENTO DE LA FAMILIA El amor es el fundamento legítimo para la familia y la base para sus posibilidades de ser. La mutua entrega es donde se 46
El amor así entendido se opone por completo al concepto de posesión. No se trata de poseer sino de entregarse. Se ama al otro, se cree en el otro que no es un objeto que se puede reformar al antojo; se le acepta en su inconclusión, en su imperfección, en toda su posibilidad de ser más. El hombre adquiere conciencia de sí mismo, se reconoce como ser humano, en posibilidad de ser más, en el amor entrega, en la unidad de su ser con otro. El amor es un riesgo en la entrega a lo inexplorable e impenetrable del otro, pero sólo en éste se construye a la persona como en el desamor y el odio se la destruye. Pero a la vez es cierto que la relación de amor no se da fácilmente en una expresión pura. Esa relación de amor, lo es también de dominio; es entrega, pero también instrumento de poder; es don pero por instantes egoísmo. Por eso el amor continuamente debe ser purificado de sus expresiones egoístas. El ser humano aspira a hacer de su amor algo eterno y profundo. Todo amor humano considerado en sus raíces, está atento a una dimensión trascendente. Lo que se ama no es solamente otra persona, sino el misterio de la persona, misterio que se hace transparente, que se revela encarnado en la otra persona, pero que en su plenitud se oculta, está velado tras ella. Hombre y mujer, se sienten llamados por su amor a ir más allá de ellos mismos a trascenderse. El amor conyugal no es un fenómeno que afecte exclusivamente a los dos, sino a toda la sociedad. En consecuencia, en todas las épocas y culturas esa unión ha sido y es un hecho social que debe significar también entrega a toda la comunidad. No puede ser tan íntimo y exclusivo que deje de ser entrega y por lo tanto deje de ser amor. El amor nunca excluye, nunca se cierra, siempre está abierto. No puede convertirse en una autorización para no amar a los demás. Debe estar siempre dispuesto a la misión de amar al hombre en toda su expresión comunitaria. Precisamente por la grandeza que conlleva, siempre está en deuda con los demás, quizás 47
más con los más lejanos, eso que con los más cercanos, el amor conyugal es como el comienzo del pago de la deuda y no la liberación de ésta. 2. SEXUALIDAD La sexualidad, es un don específico del Señor que hace clamar al hombre de todos los tiempos "esto si es carne de mi carne y huesos de mis huesos" 15 , y constituye un vehículo fundamental de comunicación entre el hombre y la mujer. Pero por un concepto dualista se puede llegar a dos extremos: o a una desfiguración angelista que toma la sexualidad solamente como instrumento para la procreación, o a una concepción exclusivamente erótica y materialista del hombre, que hace de la sexualidad sólo un instrumento de placer. La atracción de la sexualidad va encaminada a la comunicación, donación, aceptación y complementariedad y amistad conyugal de dos seres humanos, que alcanzan su máxima expresión en el hijo y debe ser recolocada en su lugar verdadero y fundamental dentro de la naturaleza humana. El varón y la mujer, sólo pueden ser vistos dentro del contexto histórico-cultural en que existen. No es posible hoy, como no lo ha sido nunca, abarcar la totalidad del hombre y decir todo lo posible sobre la relación hombre-mujer. Es una ilusión que la ciencia llegue a conocer la totalidad de lo impenetrable del ser humano. Lo importante para la reflexión sobre la sexualidad no es sólo lo conocido sino más bien lo desconocido. Lo decisivo es desarrollarla no sobre lo que sabemos, sino sobre lo que somos. El ser humano, el hombre, es un misterio que trasciende al varón y a la mujer; antes que nada es una identidad que se presenta en forma de diferencia. El hombre no existe de la misma manera como existe el varón y la mujer. El hombre es una realidad dialéctica. No es sólo lo que es, sino también lo que puede ser. El es lo conocido y lo desconocido. Es el silencio, lo oscuro, el misterio siempre en posibilidad de revelarse, pero nunca abarcado en su totalidad. La sexualidad no es una dimensión parcial del hombre, no es simplemente biológica, ni menos se reduce a su aspecto genital. El hombre siempre es un ser sexuado. Uno y otro estarán marcados por lo varonil o lo femenino, distintos y complementarios. 48
El ser humano no puede entenderse en la soledad, en la individualidad. El hombre es ante todo un ser compañero: "No es bueno que el hombre esté solo, voy a darle una compañera". 16 En cualquier partícula de la creación podemos encontrar la imagen del Creador. Pero evidentemente la imagen más cercana la vemos en la frase del Génesis "Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: 'varón y mujer los creó'." Es en la imagen de la pareja humana donde se transparenta más claramente la imagen del Creador.17 Esto no quiere decir que cada hombre sea incompleto. Cada uno es completo en sí mismo pero a la vez lleva en su interior al otro. Varón y mujer no son realidades objetivamente separables. El varón no agota en sí mismo su virilidad, ni la mujer su feminidad. Cada uno lo posee todo, pero no en idéntica forma. Por eso ninguno puede bastarse a sí mismo. No son masculinidad y feminidad sinónimos de varón y mujer, porque no pueden existir sin el sexo opuesto. Una gran enseñanza de la historia es la variación y evolución de las imágenes de lo masculino y de los femenino. Hoy lo femenino está en plena transformación. La mujer y el varón tienen la responsabilidad de descubrir y crear una nueva manera de ser. Se puede decir que en el rechazo al modelo preestablecido se ha ido creando un contexto social en que adquiere una importancia sin precedentes lo femenino, dándole a ese contexto una dimensión más humana de la que existía. No podemos dejar de reconocer que una sociedad justa es la constituida por hombres y mujeres que asumen su propio sexo y sus propias funciones en una interrelación de amor, reconociendo y aceptando las diferencias recíprocas y complementarias. La sociedad en que vivimos, la mayoría de las veces, falsea el verdadero valor de la sexualidad. Se trata de asumirla en su totalidad; en este cambio, visto desde el punto de vista histórico y social que nos permita añadir a la definición biológica, que se tenía, la dimensión espiritual, psicológica y social. Hoy la relación entre hombre y mujer está menos localizada en el ámbito de la procreación. Por eso, sin quitarle toda la importancia que tiene la maternidad, la función de la mujer se ha hecho mucho más amplia. La verdadera revolución 49
que se gesta actualmente en la condición femenina está en las dimensiones que se le abren: su dimensión integral de persona, su participación responsable con el hombre dentro de una comunidad de amor, en la construcción de la sociedad en que se vive. La mujer asume cada día más plenamente su dimensión integral humana, femeninamente, como el hombre la suya. Estas afirmaciones sólo dejarán de ser abstractas en la medida en que diariamente se descubran posibilidades de que la mujer asuma toda su dimensión, se actualice y se realice. No es por medio de declaraciones que resolveremos estos problemas y que haremos frente a estas propuestas, sino tomando conciencia de lo que esencialmente debe conservarse y todo aquello que es imprescindible que se transforme, dentro de las funciones que hombre y mujer venían desarrollando. Esto viene produciendo nuevos modelos en las relaciones de hombre y mujer, basadas en el respeto de la dignidad de cada uno y en sus diferencias que son a la vez expresión de igualdad y que gracias a los avances de las ciencias han hecho comprender que el sexo no se agota en lo genital, sino en la complementación mutua, armónica e integral de lo masculino y lo femenino. Esto crea aparentes dificultades porque cada uno debe descubrir las deformaciones culturales, para asumir ambos dentro de la familia y de la sociedad que se está edificando, su papel en un plano de igualdad. Estamos asistiendo al reconocimiento pleno de la mujer con todas sus propias características y potencialidades en contra de una época en la que se le tomaba generalmente por intereses parcelados: se le empleaba para satisfacer los instintos sexuales del varón, o como progenitora y educadora, o como ama de casa, o como trofeo, o como esclava, etc. La liberación de la mujer será el inicio de un cambio total entendido como una comprensión de toda su feminidad.
hora de una respuesta al espíritu que está caminando. I,;.ic cambio asumirá más plenamente al hombre como un todo; cuyos procesos existenciales son siempre los de un ser sexuado, aunque no sean directamente procesos sexuales. En esta concepción la sexualidad no se la reduce al ámbito genital, ni se la agota en lo instintivo. Debemos asumir la naturaleza evolutiva de unicidad e irrepetibilidad del hombre, incluso en sus características sexuales. No es posible comprender la sexualidad humana partiendo exclusivamente de fenómenos orgánicos. La estrecha relación de la capacidad de experiencia sexual con la totalidad de la existencia humana escapa a muchos cristianos. En lugar de una valoración positiva de la sexualidad predominan prejuicios e ideas estereotipadas. La Pastoral y la Teología no han ayudado mucho al hombre a conseguir su plenitud por una falsa aplicación al laico de la espiritualidad monacal y una interpretación supervaloradora de la visión Paulina de la virginidad. Se considera que el Cantar de los Cantares es la exaltación del amor humano. La historia de Israel es interrumpida aquí por el diálogo de dos enamorados, que como todos, consideran el amor algo divino. Sin nombrar a Dios se habla así de El, en la expresión de la búsqueda del amor de hombre y mujer. El Cantar desacraliza radicalmente la sexualidad, la desmitifica. La Obra es ya en sí misma una afirmación sin reserva de la sensualidad humana y es: Palabra de Dios. El Cantar no tiene el menor rasgo de divinización de la sexualidad; el amor carnal es asumido plenamente como realidad profana, totalmente desacralizada y desmitificada. Aborda y vive lo concretamente sexual en una realidad espiritual, pero esencialmente profana y humana. Nunca se pierde la dimensión de la sensualidad del amor humano. 3. FAMILIA Y SAGRADAS ESCRITURAS
Únicamente se podrá elaborar una perspectiva cristiana de la sexualidad cuando hombres y mujeres conjuntamente afronten los graves interrogantes que plantean la afectividad, la sexualidad, la complementación de la personalidad, el amor, la vida, el sacramento. Entonces se verá bajo otro prisma el control de la natalidad, el aborto, el divorcio, las relaciones sexuales al margen del contexto de amor. El sistema actualmente en vigor no podrá durar mucho tiempo; ha llegado la 50
En el Antiguo Testamento el Matrimonio fue uno de los medios usados por el Señor para revelar la alianza de amor entre El y su Pueblo. Es así como el amor de hombre y mujer es la primera expresión de la historia de la salvación-liberación. Esta es la más pura expresión del encuentro entre Dios y su Pueblo. El amor nupcial explica esta alianza, y en la dialéctica esposo-esposa la relación de Yahvé con el Pueblo de Is51
rael. Esta relación, basada en la fidelidad constante del Señor, fue vivida por el Pueblo escogido, en su contexto histórico, con las limitaciones provocadas por factores inherentes al propio hombre: dudas, avances y retrocesos, aceptación y rechazos, disponibilidad y desconfianza, entrega y traición. Así también el proceso de liberación de Israel está especialmente impregnado del símbolo del amor de hombre-mujer. En el Antiguo Testamento encontramos que el símbolo del amor de esposos no aparece como algo alegórico, sino que por el contrario, es el amor humano concreto y claramente determinado. Es la realidad humana y terrestre la que sirve de símbolo. No se trata de una metáfora. Es la realidad vivencial y existencial del amor de hombres y mujeres reales la que se convierte en forma simbólica y profética, dentro del ambiente religioso de las relaciones del hombre y Dios. Con la venida de Cristo se confirma plenamente este significado del amor conyugal: y se sitúa en el centro de la creación de la alianza a las que se agrega ahora una tercera dimensión de esta relación y es la de redención. Fue así como San Pablo retomó el tema del matrimonio y lo tradujo en términos de Nueva Alianza18 , para mostrar el misterio de Cristo colocando la vivencia conyugal dentro del orden de la salvación. La exclamación de San Pablo: "es grande este misterio" 19 , nos muestra como el plan divino se va revelando con el transcurso del tiempo. Así el matrimonio, como íntima unión de dos, revela a la luz de Cristo y de la Iglesia su sentido profundo. No es ya sólo la unión de Dios y la humanidad, ni tampoco sólo la Alianza de Dios con Israel, sino que posee una mayor profundidad: la unidad de Cristo con la Iglesia, formando los dos un solo cuerpo. 20 Los judíos recién convertidos continuaban respetando la legislación civil y las costumbres semitas, y los gentiles convertidos, viviendo su matrimonio, y su vida familiar según la legislación y las costumbres grecorromanas. San Pablo los invita a asumir esta realidad vivencial a la luz del Evangelio. 4. EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO La antropología ve hoy en el mundo un conjunto de signos, imágenes y símbolos, es decir sacramentos de la realidad. Vista así la naturaleza no es sólo trascendente sino también 52
transparente y a través de esa transparencia el mundo se transfigura en Sacramento de Dios. Se descubre así en las cosas del mundo una dimensión que las trasciende. El hombre está llamado a leer esa trascendencia, no sólo a trabajar sobre el mundo, sino también a vislumbrar lo que a través de él se revela. El amor de dos que se manifiesta y encarna en una entrega personal y social es por sí mismo un signo. Así también el amor conyugal, en cualquier contexto sociológico o cultural, con limitaciones y posibilidades diferentes de realización concreta, es un sacramento, señal y portador del amor que lo trasciende y realiza. Este signo que contiene y realiza en sí aquello que significa: la unión de hombre y mujer nos hace descubrir continuamente su sentido más profundo, revelándose cada vez más día a día, lo que transluce como "gran misterio", y nos planteamos continuos interrogantes: ¿surge la realidad sacramental, en todo matrimonio? ¿Se da la realidad sacramental en alguna forma perfecta y completa, o existen niveles imperfectos e incompletos de esa realidad? ¿Qué es lo específicamente sacramental del matrimonio entre bautizados? El matrimonio, amor humano y sacramento de salvación, y su consecuencia la familia, permanecen condicionados por factores globales (culturales, sociales, económicos y políticos) adquiriendo expresiones y tipos diversos de familia. El sacramento no está ligado a una forma determinada de familia, de tal manera que podamos llamarla "familia cristiana", sino a la propia dinámica del amor, donación y aceptación mutuas vividas en el Señor. El Sacramento no santifica las formas sociales y culturales del matrimonio, sino la interrelación personal que en cada pareja se vive y se expresa en forma diferente. Pero como todo sacramento, el matrimonio no obra como algo mágico, sino que a la gracia del Señor se exige la respuesta del hombre, y ésta se da en el amor diariamente renovado en la perspectiva de la fe. El sacramento está ligado al amor que hace de los dos una sola carne, como Cristo y su Iglesia, que sin perder nada de su autenticidad humana, se transforma en signo y testimonio, portador real y eficaz del amor salvador de Cristo por su Iglesia. Por eso el amor conyugal vivido por los cristianos, en cualquier contexto sociológico cultural, es sacramento, signo transmisor del amor que lo trasciende y en él se realiza. Es un amor existencial y dinámico, no conceptual ni estático, que se va construyendo a lo largo de los años, de los días y las horas, en la dinámica de la interrelación personal 53
y familiar. Y esta dinámica amorosa construida de la totalidad y limitaciones: del sí, del no, del tal vez, de riqueza y pobreza; de fidelidad y de faltas; es señal, testimonio portador real y eficaz del misterio de la salvación del Señor. Como la Iglesia, Sacramento de Cristo, santa y necesitada de purificación21 , el matrimonio camina entre la gracia y el pecado, entre la limitación y la plenitud, ansiosamente perseguida pero nunca alcanzada, manifestando en diversos grados y formas su valor trascendente. El Sacramento comprende la estructura terrena del matrimonio, con sus realizaciones naturales y humanas, vivida dentro de los patrones ordinarios, pero santificados por estar penetrados por el dinamismo del amor cristiano que no destruye las relaciones terrenas ordinarias de la familia, sino que las entiende y asume. El matrimonio en su determinado momento cultural e histórico es tomado por la Iglesia que lo presenta a la comunidad, como señal oficial de su relación vivencial con el Señor Jesús. Al mismo tiempo con medidas pastorales hace posible a los cristianos de determinada época histórica y cultural vivir de hecho, su vocación de casados. Esta doble perspectiva del matrimonio, que es una realidad humana y a la vez sacramento-misterio de salvación, no ha sido siempre comprendida a través de la historia, en la catequesis, en la teología del matrimonio y en la propia moral conyugal que ha marcado muchas veces, uno solo de esos aspectos. No comprendemos fácilmente cómo una realidad que por ser humana es relativa e imperfecta, puede ser, al mismo tiempo un sacramento de salvación y por tanto permanente y perfecto. Por ésto situamos muchas veces, su dimensión sacramental en una línea conceptual, desvinculada e independiente de la realidad vivida y asumida día a día por los cónyuges. El matrimonio de los esposos cristianos, legítimamente constituidos, no siempre manifiesta claramente el misterio de Cristo y su Iglesia, que es amor fiel, fecundo hasta la muerte "y muerte de cruz". También puede ocurrir que el amor de los cónyuges cuya unión no está legítimamente establecida, sea una manifestación de la bondad del Señor, cuando en ellos "hay valores de unidad, fidelidad, responsabilidad".22 Esto implica un fuerte llamado del Señor y de la comunidad para todo matrimonio Cristiano, a una
vivencia más plena de su amor; y al mismo tiempo, a una comprensión de todas las demás parejas que viven el amor conyugal. 5. ESPIRITUALIDAD FAMILIAR Una espiritualidad es una forma concreta de vivir el evangelio movida por el espíritu. Es una forma precisa de vivir ante el Señor en solidaridad con todos los hombres. Para la vivencia de la espiritualidad conyugal, es necesario profundizar en el amor humano entre hombre y mujer, con todas sus implicaciones. Ese amor, que puede ser analizado en sus diversos aspectos (sexualidad, amistad, socialización) forma un todo, una realidad integral. El amor humano considerado en su radicalidad, posee una exigencia y una dimensión trascendentes. En el amor, el hombre siente la experiencia de la plenitud, de la generosa benevolencia, de la convivencia y del encuentro unificador. En la vivencia de ese amor, cada cónyuge es para el otro al mismo tiempo, el Señor que tiene la iniciativa y pide una respuesta total y su pueblo que responde de una manera limitada, condicionada por las circunstancias cambiantes de la vida. En los esposos se presenta la paradoja de ser el uno para el otro el Dios salvación que se manifiesta en el amor, oculto en el misterio, y al mismo tiempo, el pueblo infiel que responde en forma limitada. Si el amor conyugal es la manifestación y presencia del amor del Señor a su Iglesia, cada matrimonio cristiano debe saber descubrir en cada una de las facetas de su vida los valores que la trascienden, para hacer de ellos camino de expresión de su espiritualidad, de tal forma que en la manifestación de entrega de una persona a otra —a pesar de su limitación e inseguridad ante el futuro— se dé la señal de entrega definitiva y sin reservas al totalmente otro, a Dios. Por todo esto podemos afirmar que el matrimonio penetra -en lo más íntimo del misterio de Dios de un modo más radical del que podríamos suponer. Pero por la misma concepción de amor, la espiritualidad familiar no es posible concebirla como algo interior y privado, sino que debe ser entrega a los demás, como signo eficaz que es de amor de Dios a la comunidad. 55
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Los caminos pastorales pueden ayudar a la familia a encontrar su dimensión de realidad terrestre, en la cual deberán vivir el sacramento del matrimonio, sin limitarse a indicarles modelos de vivencias sacramentales para ser imitados. Deben ayudar a las familias a descubrir que la vivencia del sacramento del matrimonio no supone la existencia de familias idealmente perfectas, pero sí, la existencia de auténticas familias humanas, dispuestas a dar al amor que une a sus miembros, la amplitud de la dimensión sacramental y ser señal portadora en el contexto concreto en que está envuelta del amor salvífico del Señor. Por ésto los caminos pastorales buscarán: colocar las familias dentro del actual proceso de evolución global o cultural que hoy las delimita y las sitúa, llevándolas a rever constantemente ese proceso en curso, analizándolo y criticándolo, delante de las aspiraciones fundamentales de la familia del mundo de hoy y de las exigencias evangélicas. Estas exigencias evangélicas, fundamentadas en el matrimonio, tienen una respuesta concreta para cada pareja, por el hecho de ser señal y presencia del amor de Cristo a su Iglesia, que es una entrega total, con una fidelidad dinámica, que lo hace crecer cada día y, por tanto, tiene como consecuencia ser un amor para siempre. "Nadie tiene mayor amor que aquél que da su vida por el amigo". 6. LA FAMILIA IGLESIA DOMESTICA Podemos entonces afirmar que la familia es Iglesia Doméstica en dos sentidos: primero porque la Iglesia misma se constituye como tal en la vida de la familia y segundo porque es manifestación de la Iglesia hacia el mundo. Por ésto la familia "ha merecido muy bien, en los diferentes momentos de la historia el nombre de la Iglesia Doméstica. Esto significa que en cada familia cristiana deberían reflejarse los aspectos de la Iglesia entera" 23 , lo cual supone la vivencia familiar de la fe, la esperanza y el amor, que se han de expresar, entre otras formas, en la liturgia familiar, en la comunión y participación y en la reconciliación. En esta familia, pequeña Iglesia, se encuentran las relaciones fundamentales de la persona: "paternidad, filiación, hermandad, nupcialidad. Estas mismas cuatro relaciones componen la vida de la Iglesia: experiencia de Dios como Padre, experiencia de Cristo como Hermano, experiencia de ser hijos en, con y por el Hijo, experiencia en Cristo como esposo de la Iglesia. La vida de familia produce y 56
participa en pequeño de estas cuatro experiencias fundamentales; cuatro rostros del amor humano". 24 Porque "la familia es imagen de Dios, que en su misterio más íntimo no es soledad sino familia. Es una alianza de personas a la que se llega por vocación amorosa del Padre, que invita a los esposos a una íntima comunidad de vida y de amor". 2 5 Lo anterior manifiesta la importancia de la espiritualidad familiar que hunde sus raíces en el misterio trinitario. En la trama de la existencia familiar se dan a la vez luces y sombras, dolores y gozos, fracasos y esperanzas, que son participación de la familia en el misterio pascual de Cristo: misterio de muerte y resurrección. La familia, en la medida que va escuchando el mensaje de Jesucristo se va haciendo evangelizad ora, dentro de ella y hacia la comunidad. Cada uno da, a través de su amor, la Buena Nueva de amor de Dios y éste debe ser un mensaje de salvación, de construcción de la persona. Como comunidad de fe, se reconoce diariamente "en común" en búsqueda de la fe, redescubriéndola con todos los interrogantes de la vida. Sólo en la comunicación se puede ser creyente y la familia es la primera célula en que el hombre se comunica y pone en común lo que es y lo que tiene. Esa evangelización la realiza la Iglesia Doméstica a través del testimonio y la proclamación explícita del mensaje de Jesús, en unión, con la Iglesia toda, y como partícipes en la construcción del Reino.26 De esta forma: "la familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia". 27 Para la realización de la persona es fundamental que al interior de la familia cada uno dé, a través de su amor, la Buena Nueva del amor de Dios como mensaje de salvación. "Dentro pues de la familia... todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo evangelio profundamente vivido".28 La familia es el lugar natural donde el hombre va entendiendo con su vida el significado de los Sacramentos de la Iglesia. Estos tienen un sentido especial vividos y explicados en los nudos existenciales que marcan al ser humano, los cuales se suceden dentro del ámbito de la familia. Así con el nacimiento 57
de una nueva vida, la familia entiende y tiene que vivir, el Bautismo como el nacimiento a la vida de Cristo, y así asume el agua como el signo de la vida y de la fertilidad. La Eucaristía, Cristo hecho pan de vida, pasa a entenderse más fácilmente en la comunidad que diariamente se reúne alrededor de una mesa, no simplemente para satisfacer una necesidad biológica, sino, sobre t o d o , para explicitar una unión en la que se comparte la vida y se pone en común t o d o lo que se tiene y aún lo que falta. Al convivir con otros resaltan más fácilmente las faltas y fallas personales y colectivas y se hace imposible vivir en comunidad sin perdonar; por esto el Sacramento de la Reconciliación debe ser fácilmente comprendido en la familia. Algo similar sucede con el Sacramento de la Confirmación en el que el cristianismo recibe la gracia del Señor para hacerse apóstol adulto en la fe; esto tiene que entenderse más fácilmente en el ambiente de familia en el que la persona va madurando a través de las dificultades de los días y de los años. Todo hogar que ha vivido en uno de sus miembros la enfermedad y la muerte ve la necesidad de una ayuda de una enfermedad y la muerte ve la necesidad de una ayuda especial del Señor en el paso del hombre a la Pascua definitiva. El Sacramento del Orden es por esencia un hecho comunitario, en el que alguien recibe el sacerdocio ministerial para servir al sacerdocio común que todos vivimos; esto lo tiene que entender la familia, primer lugar donde se experimenta la necesidad del sacerdocio, como un préstamo del único Sacerdocio que es el de Cristo. Todo ésto tiene que ser entendido dentro del amor de dos, que se hacen Sacramento de Salvación para ellos, para sus hijos y para la comunidad.
promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre". 3 0 La familia Iglesia Doméstica, no puede ser una isla, sino que debe integrarse con otras, para formar una comunidad de familias que al unirse viven su espíritu de Iglesia Doméstica en: comunidades de fe, de amor y de compromiso, que celebran su fe en la oración y en la Eucaristía, "raíz y quicio de la comunidad cristiana". 3 1 Familias que no sólo preparan a sus miembros para la recepción de los sacramentos, sino que hacen de estos momentos un acontecimiento familiar, procurando hacer conscientes a los que los reciben del compromiso que éstos implican y buscando que toda la familia participe en dicha celebración con la renovación de su fe cristiana. Familias que se preparan para la catequesis en beneficio de las mismas, y para servir a otras fuera de ellas. El compartir ésto profundamente es ir edificando la primera célula de la Iglesia: de la pareja a la familia, de la familia a la pequeña Iglesia, de la pequeña Iglesia a la total y al mundo.
Hacia la comunidad la familia, como Iglesia Doméstica, está llamada a ser evangelizadora, profética y liberadora. 2 9 La familia no podrá transmitir la fe si ésta no está arraigada en lo profundo e identificada con la vida, para poder proponerla en un diálogo abierto al m u n d o y a su m o m e n t o histórico, insertándose en los acontecimientos y comprometiéndose con el hombre y su historia. La familia Iglesia Doméstica, responde " a q u í y ahora" a la interpelación del Señor. Para ello, debe escrutar los signos de los tiempos y conocer la realidad en que vivimos y viven nuestros hermanos, concientizándose de la situación de injusticia de todo orden (religioso, social, cultural, económico y político) con el fin de anunciar en esta realidad la salvación de Cristo y denunciar todo aquello que va contra la dignidad de la persona humana: " ¿ c ó m o proclamar el mandamiento nuevo, sin 58
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V MISIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA
1. EL PAPEL DEL LAICO EN LA IGLESIA "La Iglesia no está verdaderamente formada, no vive plenamente, no es señal perfecta de Cristo en tanto no exista y no trabaje con la jerarquía un laicado propiamente dicho". 32 Cristo vino a fundar una comunidad o pueblo, que como piedras vivas, con un sacerdocio común diera testimonio de Cristo resucitado. "Fue voluntad de Dios el santificar a los hombres, no aisladamente, sin conexión de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente". 33 Ciertamente interiormente está organizado con misiones y carismas distintos; pero sin unos laicos adultos y responsables que con la jerarquía formen una comunidad de salvación que sea señal de amor, será imposible llevar el mundo al Padre. Si por diferentes causas el laicado en toda la Iglesia ha sido por largo tiempo pasivo, ausente, no responsable de su misión, esto es más notorio en América Latina, donde fácilmente se encuentran sentimientos religiosos que no afectan la vida ni las costumbres y, mucho menos, tiene repercusiones en la vida social de los pueblos. Está lejano el tiempo en que una buena parte de los laicos actuaban en los campos sociales, políticos y económicos bajo la influencia de la jerarquía. Hoy con la técnica, la ciencia y la secularización, se hace más necesaria la presen60
cia personal y colectiva de laicos comprometidos para ejercer en el mundo la misión evangelizadora. Pero a la vez vemos con preocupación que la distancia entre jerarquía V Laicado va en aumento y aparecen grupos que se sienten muy comprometidos con la misión evangelizadora, pero se van alejando cada día de la Iglesia jerárquica, y de otro lado, una buena parte de los pastores desligados de la realidad, pasan de una visión paternalista a ignorar al laico y a no creer en él. Para que esta Iglesia donde el laico cumpla su misión se haga realidad, es necesario que se organice y estructure partiendo de comunidades que asuman un compromiso apostólico. Estas comunidades deben ser el punto donde se alimente la fe y donde se procure encontrar la respuesta al Señor, capaces de denunciar situaciones que se oponen a la salvación con conciencia crítica, y de anunciar con su testimonio caminos concretos de salvación. Cristianos que vivan los valores de justicia, solidaridad, austeridad, pobreza, ayuda mutua. Esta misión del Laico es mucho más clara en América Latina donde al insertarla el cristiano en el mundo percibe que los valores propuestos por la estructura capitalista son adversos a los valores propuestos por el Evangelio. La paternidad de Dios y la fraternidad universal son extraños en un mundo que se estructura para dominar y oprimir a un gran número de hombres y de pueblos en provecho de algunos pocos. Es dentro de esta realidad y ante esta interpelación evangélica donde el laico cristiano Latinoamericano tiene que llevar a cabo, cumplir su misión, comprendiendo que las exigencias evangélicas abarcan la totalidad del hombre y del mundo que lo rodea. Tomando conciencia de estos problemas no sólo tendría que denunciarlos sino descubrir sus raíces profundas para cumplir su misión de anunciar al mismo tiempo con su vida el tipo de relaciones que pueden dar origen a una nueva civilización que Pablo VI denominaba "civilización de amor". Para ésto en Latinoamérica habría que hacer una clara opción por los pobres y oprimidos, en compromisos sociales y políticos que posibiliten la construcción de un mundo en que los hombres puedan vivir como hermanos. Esta visión nueva hace posible el surgimiento de comunidades que busquen ser cada día más conscientes y de vivir un compromiso de servicio a los hermanos. Las principales características de esta misión serían: 61
• Una gran capacidad creativa que permita descubrir las respuestas nuevas a los interrogantes nuevos.
que sean respuesta a las necesidades de la humanidad, y reivindicador de la dignidad de la persona.
• Una clara conciencia crítica para asumir en cada coyuntura histórica los compromisos exactos que exige la misión.
Esta misión la va cumpliendo la familia haciéndose consciente de los derechos y deberes que tienen las familias marginadas para lograr una auténtica liberación. 38
• Una gran lealtad para no hacer del Evangelio un instrument o al servicio de las ideologías dominantes. • Una visión de totalidad para percibir que no se trata de optar entre dos misiones distintas de ser cristiano, sino de concretar sin destruir ni traicionar las mismas motivaciones fundamentales del Evangelio. • Una gran generosidad para encarnar en las situaciones históricas, que por lo tanto son provisionales y limitadas, la entrega total que exige la interpelación del Señor. La misión del Cristiano no puede desvincularse de la acción política, sin que se reduzca solamente a ella. El compromiso político no va en detrimento del compromiso pastoral, ni le niega su posibilidad de transformación social. La misión del cristiano es ser sal y fermento renovador de la sociedad insertado dentro de las estructuras sociopolíticas, pero las sobrepasa y las trasciende. 2. FAMILIA CRISTIANA AGENTE DE EVANGELIZACION 3 4 La evangelización es la acción de toda la Iglesia, y la familia como núcleo de la sociedad le corresponde ser el primer lugar de anuncio de la Buena Nueva. 35 Es ella quien en una doble dimensión al interior de sí misma forma personas en la fe y sale de sí para anunciar la liberación. No se trata de dos acciones separadas, en las que se pueda distinguir una de la otra, en el núcleo de la familia y a la vez en el signo de esperanza en la sociedad, cumpliendo así su misión de anunciar la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos. 36 "Evangelizar es llevar la Buena Nueva... y con su influjo transformar desde dentro". 3 7 Para ésto hay que producir hechos colectivos que lleven al m u n d o a una estructura en la que se pueda realizar el amor y la justicia del Reino. El ser agente de Evangelización implica una acción liberadora de la familia que conduzca a crear un hombre y un pueblo 62
Esta liberación sólo será posible situándose en la perspectiva del oprimido, del dominado, del explotado, y se va logrando en la medida en que la familia logra unas nuevas relaciones entre los fuertes y los débiles, ya sean los mayores sobre los pequeños, el hombre sobre la mujer, las clases sociales, los medios de comunicación social, o los pueblos. En América Latina ésto sólo es posible a partir de una opción preferencial por los pobres, viendo a través de ellos la situación social a través de esa realidad de pobreza, oír allí la voz del Señor y responderla conscientes de que seremos juzgados por el amor. 3 9 Familia Comunidad de amor y formadora de personas: 40 Es indudable que tanto en la revelación como en la actual vivencia de familia se reconoce el amor humano y se le valoriza como el fundamento de la familia. Está es la comunidad humana natural donde se vive y hace entender el mandamiento del amor del Señor: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" 4 1 , "en esto reconocerán que sois mis testigos". 4 2 Es la familia el lugar natural donde los seres se unen por amor, y a través de éste se van complementando y haciendo más humanos a lo largo de su existencia. En este amor cada ser es reconocido como irrepetible y único y allí se identifica consigo mismo y con los seres que ama. En el mundo masificante de hoy se requiere como nunca que la familia asuma su misión personalizadora, donde cada u n o se siente persona que no se le utiliza y destruye. No se trata de resaltar la función educativa de los padres respecto a la formación de la personalidad de los hijos. Es claro que esta función forma parte de la misión de la familia, pero es sólo una pequeña parte de ella: la misión de la familia en este campo es muchísimo más amplia puesto que es el núcleo de amor para que el ser humano se vaya construyendo y complementando a lo largo de su existencia. Sólo en ese amor el ser humano, siempre inacabado, se va haciendo persona. La acción personalizadora de la familia no se realiza sólo por la acción de los padres a los hijos o de los cónyuges entre sí, sino por la acción 63
de la comunidad toda, en la cual en alguna forma todos dan y todos reciben. Esta comunidad de amor es el lugar donde se desarrolla el proceso de maduración de la personalidad del hombre. En este centro de convivencia cada uno se va haciendo persona libre, consciente y responsable. Esta función es aún mayor desde una perspectiva de fe puesto que en el desarrollo del hombre se va formando la imagen de Dios. En este ambiente comunitario de amor las relaciones personales vencen el espíritu de competición y de dominación y se convierten en relación de igualdad. Sin embargo la familia no puede dejar de reconocer que las relaciones interpersonales son muchas veces producto del mundo exterior. Por eso será factor de cambio en la medida en que capacite a sus miembros para cumplir su función de transformación de la sociedad. Familia formadora de comunidad: El Señor vino a congregar a los que estaban dispersos, a darnos la buena noticia de que el mundo será salvado en el amor. Esa comunidad de amor se hace célula de la sociedad realizando dentro de sí misma el ideal que quiere predicar a toda la sociedad. Las actitudes esenciales que exigen el cumplimiento de esta misión hacia dentro hacen de la familia el lugar de enseñanza de las más importantes virtudes sociales: la convivencia, el diálogo y la justicia, el respeto a los derechos de los demás. La familia enseña el equilibrio armónico entre el bien de todos y los intereses personales, como el secreto de la solución de los problemas comunitarios. Este aprendizaje que en la familia se hace en una forma vital, sólo es completo con una acción evangelizadora de la familia hacia la gran sociedad. Sólo así la familia cumplirá integralmente su misión. Para ello la familia cristiana se compromete en un trabajo de transformación de las estructuras de la sociedad, incluyendo su dimensión política. Al observar esta misión esencial de la familia, debemos recalcar que donde con mayor intensidad se cumple esta misión es en las comunidades más pobres que se dan en las periferias de los centros urbanos y en los campos. Estas comunidades marcadas por la miseria están más dispuestas a 64
la vivencia comunitaria. Así mismo hemos de reconocer que esta misión esencial del cristiano está siendo emprendida por muchos que explícitamente no profesan la fe, y por lo tanto la familia cristiana tiene que hacerse consciente de esta realidad para asumir más plenamente su misión de formadora de comunidad. Familia Comunidad de fe: 43 Entendemos por fe la dialéctica entre la palabra de Dios como un don que nos interpela y la respuesta del hombre como aceptación de amor. Existe una relación inseparable entre salvación y comunidad o pueblo, y entre este pueblo, gran comunidad de salvación y la pequeña comunidad que es la familia. Esto lo vemos reflejado repetidas veces a lo largo de la historia de la salvación y destacado en muchas de las citas del Concilio Vaticano II. Pero aunque la fe debería implicar siempre una decisión personal de libertad, como respuesta al llamamiento de Dios, es indudable que veníamos de una época en que la fe hacía parte de una herencia de familia o patrimonio cultural. Era algo que se heredaba de padres a hijos, los cuales a su turno querían dar lo que habían recibido. Los sacramentos muchas veces se siguen viviendo como actos de pertenencia a una sociedad pero no muestran una adhesión de fe personal de los que lo reciben. Aunque bautismo y matrimonio con sacramentos ampliamente frecuentados pareciera que se han vuelto impotentes para asegurar la fe. La evolución social, política, cultural y económica que estamos presenciando han traído la desaparición del estado de "cristiandad", lo cual exige más que nunca que la familia se ponga en estado de misión. La fe o es misionera, o no es fe. Si la recibimos con el encargo de ser anunciada a los demás con la fuerza de la Buena Nueva, ésta tiene que ser anunciada y traducirse en hechos o sino, está muerta. Vivimos en un Continente llamado umversalmente católico, por haber sido sacramentalizado, pero no siempre evangelizado, cuya fe resulta en una mayoría de casos superficial, inoperante y supersticiosa. La fe siempre ha implicado un testimonio. "La fe sin obras..." pero hoy más que nunca no es signo sino está acompañada de un estilo de vida de un compromiso que mueva. La familia, la mayoría de las veces, se ha quedado estática en esa vivencia de la fe identificada quizás con postulados abstractos y no con una praxis con65
creta, y por eso hoy se siente incapaz de transmitirla, pues no se entiende su mensaje sino está arraigado hasta lo profundo, comprometido con el hombre y su momento histórico. 44 Si los engranajes de la transmisión de la fe parece que se están desconectando, quizás simples retoques institucionales o reformas circunstanciales no serán capaces de devolver su dinamismo a la familia como transmisora de la fe. Tal vez sea necesario que nos reconozcamos en búsqueda de la fe, más que en posesión de ella. Hay que redescubrirla diariamente en un brote siempre nuevo, proponiéndola hacia afuera en un diálogo abierto con todos los interrogantes de la vida. Sólo en la comunicación se puede ser creyente. Por ésto en la familia en la que ponemos todo nuestro ser "en común" podrá anunciar y crecer en la fe siempre que nos capacitemos día a día para ello. La fe ya no es pues una institución sólidamente instalada y cerrada sobre sí misma. Podrá vivir en la familia tanto cuanto ella se sienta enviada, emigrante, desplazada, desinstalada. Es un hecho que hoy ésto nos parece difícil, pero es un hecho también que esta dificultad de transmitirla es lo propio de la fe cristiana desde sus orígenes.
La misión es asumir una actitud crítica y no ingenua; es desinstalar y romper con lo establecido, para transformar las estructuras injustas. La misión es sabernos dueños de la historia y lanzarnos a construirla para hacer un mundo distinto más humano y fraterno. La misión es creer en una fe viva, que se hace, y se expresa en la acción; es aceptar la verdad, que es alguien y no algo, a quien conocemos y con quien nos encontramos y que a su vez es el camino y la vida. La misión es aceptar que el hombre es inconcluso, imperfecto, en posibilidad de ser más. La misión es aceptar la conversión y saber que es posible una nueva sociedad, en la que se viven nuevos valores.
Un cristiano es alguien que se sabe responsable de la salvación-liberación del mundo. La fe no es ante todo una apacible amistad con el Señor, sino una respuesta a su interpelación sobre el plan que él trazó y la familia cristiana debe dar respuesta a esa esperanza. 3. LA MISIÓN ES POSIBLE La misión es anunciar la Buena Nueva de Cristo resucitado para proclamar que la liberación es posible, que con ello se romperán todas las fronteras, incluso la de la muerte. Es, pues, aceptar que lo posible forma parte de lo real, que la realidad no es sólo lo que es, sino lo que puede ser y aún no es, es finalizar la creación, sometiéndola. La misión es hacer realidad la esperanza que necesariamente se funda en iniciativas humanas y participa así en la redención. La misión es aceptar que la vida nunca es igual, que es siempre nueva, que no hay leyes acabadas, que el fundamento de nuestra vida es la fe y no el cumplimiento de la ley. 4S 66
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45. Cfr. Rom. 3, 28.
NOTAS
En estas notas hemos pretendido ubicar algunas de las ideas expuestas en este trabajo dentro de los documentos de la Iglesia. Se trata no de un trabajo de erudición, sino de situarnos dentro del marco de la Iglesia del Vaticano II, Medellín y Puebla en el cual buscamos servir. 1. Cfr. Medellín, Familia 1; Puebla 571-572. 2. Cfr. Medellín, Paz 3; Puebla 28 y 90. 3. Cfr. Medellín, Pobreza 2; Puebla 87-89. 4. Cfr. Sobre el tema de la estructura del Continente: Medellín, Justicia 10; Puebla 92, 542, 550, 437, 418; sobre la Política de Seguridad Nacional: Puebla 314, 548, 549, 5 4 7 , 4 9 , 3 1 4 , 1 2 6 2 , 1 2 4 7 ; sobre los Cristianos que han sido perseguidos y muertos por defender los derechos humanos: Puebla 92, 1138. 5. Cfr. GS, 35; P.P. 14; RH, 16. 6. Cfr. P. P., 26; Medellín, Justicia 10; Puebla, 542. 7. P.P., 20. 8. Cfr. el tema de la dominación-dependencia es tratado en G.S. 9, 85; P.P. 47; Medellín: Paz 8 y 9, Movimientos de Laicos 2 y 15; Puebla 66, 417,542,1069. 9. Cfr. Puebla 66, 501, 1264. 10. Cfr. Puebla 834. 11. Cfr. Medellín, Familia y Demografía 3 y Juventud 3; Puebla 56, 62, 435, 496, 834. 12. Cfr. Puebla 594 y 608.
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13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44.
Abreviaturas notas:
Cfr. O. A. 37. Cfr. G.S. 49. Gen.2,22. Gen. 2, 18. Gen. 1, 26. Cfr. Ef. 5. Ef. 5, 32. Cfr. Ef. 5. Cfr. L.G. 8. Puebla 578. E.N. 71. Puebla 583 G. S. 49. G.S. 48; Puebla 582. Cfr. E.N. 21, 22, 23, E.N. 71. E.N. 71. Cfr. Puebla 591. E.N. 321. P 0 6. A.G. 21. L.G. 9. Cfr. Puebla 569. Cfr. A.A. 11. Cfr. Le. 4, 18. E.N. 18. Cfr. Medellín, Justicia 4, vimientos de Laicos 13. Cfr. Mt. 25, 40. Cfr. Medellín, Familia y mografía 5. Jn. 15, 12. Cfr. Act. 2, 43. Cfr. Medellín, Familia y mografía 6. Cfr. Stgo. 2, 14-16.
utilizadas
en
las
A.A. Concilio Vaticano II, Decreto Apostolicam Actuositatem. A.G. Concilio Vaticano II, decreto Ad Gentes. E.N. Pablo VI, Exhortación Evangelii Nuntiandi. G.S. Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes. O.A. Pablo VI, Carta Octagesima Adveniens.
P.O. Concilio Vaticano II, Decreto Presbyterorum Ordinis. P.P. Pablo VI, Encíclica Populorum Progressio. R.H. Juan Pablo II, Encíclica Redemptor Hominis. Medellín Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, La Iglesia en la Transformación de América Latina a la luz del Concilio. Puebla Tercera Conferencia General del Episcopado, Latinoamericano, La Evangelización en el Presente y en el Futuro de América Latina.
24.
Mo-
De-
De-
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BIBLIOGRAFÍA
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