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LAEVOLUCI~N DE LA SOCIEDAD ECON~MICA
Coloquio sobre la anatom'a del "hombre económico" Presentes en el coloquio (de izquierda a derecha):Adam Smith, Thomas Malthus, David Ricardo, Jeremy Bentham, John Stuart Mill, Francois Marie Charles Fouriel; Claude Henri Saint-Simon, Auguste Comte, Karl Marx y Pierre Joseph Proudhon.
La realización de los Estudios Anatómicos De izquierda a derecha: Thorstein Veblen, Joseph Schumpeteq John Maynard Keynes y Alfred Marshall.
LA EVOLUCI~N DE L A SOCIEDAD ECONÓMICA Décima edición
Robert Heilbroner y William Milberg
TRADUCCIÓN: Verania de Parrés Cárdenas
Traductora profesional Mexico REVISIÓN TÉCNICA: Daniel Galindo Milhe
Departamento de Economja Instituto Tecnológico Autónomo de Mexico (ITAh4)
México Argentina Brasil Colombia Costa Rica Chile Ecuador España Guatemala Panamá Perú Puerto Rico Uruguay *Venezuela
. Datos de catalogación bibliográfica
Heilbroner, Robert I Milberg, William
La evolución de la sociedad económica PRENTICE HALL, México, 1999 ISBN: 970-17-0275-1 Área: Universitarios
I
Formato: 19 x 23.5 cm
I
Páginas: 208
EDlClÓN EN ESPAÑOL:
MARISA DE ANTA ARMANDO CASTAÑEDA GONZÁLEZ MAGDIEL GÓMEZ MARINA
EDITORA: SUPERVISOR DE TRADUCCIÓN: SUPERVISOR DE PRODUCCIÓN: EDICIÓN EN INGLÉS:
Executive Editor: Leah Jewel1 Associate Editor: Lisamarie Brassini Assistant Editor: Gladys Soto Editorial Assistant Kristin Kaiser Editor-in-Chief:James Boyd Marketing Manager: Patric Lynch Production Editor: Louise Rothman Production Coordinator:Renee Pelletier Managing Editor: Dee Josephson Manufacturing Buyer: Kenneth J. Clinton ManufacturingManager: Vincent Scelta Senior Designer: Ann France Cover Design: Jayne Conte Composition:Un¡versity Graphics, Inc. Cover AdPhoto: Superstock, Inc. HEILBRONER. MILBERG: LA EVOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD ECONÓMICA. loa. ed ~
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Traducido de la décima edición en inglés de la obra: The Making of Economic Society. All rights reserved. Authorized translafbo t o m English language edition published by Prentice Hall, InC,
Todos los derechos reservados. Traducción autorizada de la edición en inglés publicada por Prentice Hall, h. All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic Or mechanical, including photocopying, recording or by any information storage and retrieval system, without permission m writing from the publisher.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o método sin autorización por escrito del editor. Derechos reservados O 1999 respecto a la primera edición en español publicada por: PRENTICE HALL HISPANOAMERICANA, S.A.
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Atlacomulco Núm. 500-5" Piso Col. Industrial Atoto 53519, Naucalpan de Juárez, Edo. de México ISBN 970-17-0275-1 Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial, Reg. Núm. 1524. Original English Language Edition Published by Prentice Hall, lnc. CopyrightO 1998 All rights reserved
ISBN 0-13-874736-9 IMPRESO EN MÉXICOI
PRINTED IN MEXICO
1 Contenido Introducción
xv
CAPÍTULO 1 El problema económico El individuo y la sociedad
1
2
División del trabajo 3 Economía y escasez 3 Las tareas de la sociedad económica
Producción y distribución
4
4
Esfuerzos de movilización 4 Esfuerzo de distribución 5 Distribución de la producción
6
6
Tres soluciones al problema económico Tradición 7 El costo de la tradición 8 9 Mando centralizado El impacto del mando centralizado 10 Elmercado La economía y el sistema de mercado
10 12
CAPÍTULO 2 La economía anterior al sistema de mercado La organización económica en la antigüedad
15
Fundamentos agrícolas de las sociedades antiguas La vida económica de las ciudades 17 Esclavitud 18 El excedente social 19 Riqueza y poder 19 La “economía” y la justicia social en la antigüedad
La sociedad económica en la Edad Media
14
16
20
22
La caída de Roma
23 Organización feudal de la sociedad La provisión de seguridad 24 La economía de la vida feudal 25 El pueblo y las ferias 26 26 Gremios Funciones del gremio 27 Economía medieval 28 El precio justo 29
23
ix
X
CONTENIDO EL desprestigio por obtener ganancias
Prerrequisitos para el cambio
30
31
CAP~TULO3 El surgimiento de la sociedad de mercado Las fuerzas del cambio
35
El mercader ambulante 35 37 Urbanización Las Cruzadas 38 Crecimiento del poder nacional 39 40 Exploración Cambio en el ambiente religioso 40 Calvinismo 41 La ética protestante 42 Desintegración del sistema feudal 43 Surgimiento de la economía de efectivo
44
44
Surgimiento del aspecto económico de la vida Aparición del trabajo, la tierra y el capital 46 Movimiento para cercar los pastizales 47 Surgimiento del proletariado Factores de la producción 48 48 Trabajo asalariado y capitalismo Capitalismo y la motivación de las utilidades
La invención de la economía
45
49
50
La “jilosofia” del comercio 50 División del trabajo 51 52 El modelo de crecimiento de Adam Smith La dinámica del sistema 52 El mecanismo de mercado 53 El mercado y la distribución 54 El sistema de autocontrol 54 El sistema de mercado y el surgimiento del capitalismo
CAPÍTULO 4 La Revolución Industrial Un momento crucial
35
55
58
59
El ritmo del cambio técnico 59 Inglaterra en 1750 60 Nacimiento de los nuevos hombres 61 El empresario industrial 63 El nuevo rico 64 65 Repercusiones industriales y sociales 65 Aparición de las fábricas Condiciones del trabajo 66 El capitalismo temprano y la justicia social
68
La Revolución Industrial desde la perspectiva de la teoría Capital y productividad
70
70
CONTENIDO Capital y especialización 71 Capital y ahorro 72 Ahorro e inversión 72 El crecimiento en los inicios del capitalismo 73 Incentivos para el crecimiento 74 El mercado como mecanismo de formación de capital
CAP~TULO5 El impacto de la tecnología industrial El impacto de un invento
79
La “automovilización” de Estados Unidos
El impacto general de la tecnología
80
80
Urbanización 81 Interdependencia 81 Efectos sociológicos 81
Producción en masa
82
Economías de la producción a gran escala
Agentes del cambio industrial Los grandes empresarios Capitanes de la industria El monopolio omnipresente
83
84 84 85 85
El cambio en la estructura del mercado
86
El surgimiento de las grandes empresas
87
Los cambios en la competencia 87 Limitación de la competencia 88 Monopolios, fusiones empresariales y crecimiento 89 La amenaza del capitalismo de monopolios 90 Surgimiento de la legislación antimonopolios 90 El estudio de Berle y Means 91
CAPÍTULO 6 La Gran Depresión El camino del crecimiento
94
94
Estados Unidos en I929 96 El auge de la bolsa de valores 96 La gran bancarrota 97 LA Gran Depresión 97 Causas de la Depresión: la especulación Debilidad en la granja 99 Demanda inelástica 99 Debilidad en la fábrica 100 1O 1 Tecnología y empleo Distribución inadecuada de los ingresos
Papel crítico de la formación de capital La inversión y las expectativas de utilidades
98
I02
103 103
74
78
Xi
Xi¡
CONTENIDO 104
Efectos de la baja en las inversiones El efecto multiplicador 105
CAPÍTULO 7 El surgimiento del sector público El nuevo trato
107
107
Intervención en los mercados 108 Nuevas intervenciones 109 110 Un cambio histórico en la banca
Surgimiento de los bancos nacionales Política monetaria
110
111
111 La nueva política del Nuevo Trato 112 El gasto público como una nueva Jcuerza La economía no responde 113 Gastos gubernamentales compensatorios 114 114 Temores a la intervención del gobierno Impacto de la guerra 115 115 Efectos posteriores de la guerra
116
La política fiscal entra en escena Revisión del sector público
117
CAPÍTULO 8 El capitalismo moderno surge en Europa La herencia feudal
119
119
Rivalidades nacionales 120 El rezago en la productividad 121 Papel crucial del comercio europeo 121 Colapso del comercio internacional 122 Socialismo europeo 123
Recuperación del capitalismo europeo
123
Bienestar del capitalismo 123 El Mercado Común 124
Corporativismo
125
Europa aminora el paso
126
CAPÍTULO 9 La Época de Oro del capitalismo Posibilidades de la posguerra
128
128
Fuerzas internacionales 129 La geopolítica entra en el panorama Mientras tanto, en casa 130
130
Cambios estructurales en el capitalismo estadounidense La tecnología ayuda 131 El acuerdo de capital y mano de obra 133 El gobierno encuentra su lugar
132
131
CONTENIDO
Prosperidad y convergencia mundiales El final se empieza a delinear
134
134
137
CAPÍTULO 10 La Época de Oro finaliza Dilemas macroeconómicos
137
La inflación entra en escena 137 El impacto del petróleo 138 139
Estanflación y el dilema político 141
La depresión silenciosa
Explicación del declive económico
142 142
Detrás de los números: el cambio hacia los servicios El ritmo lento de la inversión 142 Restructuración 143
Del crecimiento más lento a la desigualdad progresiva 145
Detrás del problema de la desigualdad El gobierno se retira 146
149
CAPÍTULO 11 La globalización de la vida económica 149
Restructuración de la economía mundial 149 El colapso de Bretton Woods El final de la hegemonía estadounidense El capital se mueve por todo el mundo
150 151
151
Causas y consecuencias de la globalización El grado de la globalización
151
La tecnología “encoge” el mundo
153
El nexo de la producción y el comercio
153 Finanzas mundiales: ¿la cola que mueve al perro?
Competencia a nivel mundial
155
La competitividad de Estados Unidos disminuye La “nueva competencia” 156
La carrera hacia el fondo 157 ¿Qué tan global es la globalización?
159
CAPÍTULO 12 Problemas y posibilidades Sociedades guiadas por las tradiciones Capitalismo
163
Análisis del futuro
164
Tres aspectos importantes 1. Desempleo 2. Desigualdad 3. Globalización
165 167 169
154
155
Sociedades guiadas por la autoridad
165
143
162 162
163
Xi¡¡
X¡V
CONTENIDO
Socialismo
170
China prueba otro camino I70 Socialismo occidental I71
El panorama del capitalismo
171
El impulso de acumular I72 Sobrecarga ecológica 172 La estrecha red de mercados I73 Los dos sectores 174 Un espectro de capitalkmos 175
Índice onomástico Índice temático
177 181
1 Introducción Por lo regular, los autores de libros sobre economía utilizan la introducción para convencer a los estudiantes de que el material que presentan no es aburrido. En la actualidad, esto nos parece innecesario. Los problemas económicos ya no están relegados a las Últimas páginas de los periódicos, sino que llegan a nosotros por televisiói, desde los primeros segmentos de los noticiarios. Si no es la presión de la competencia mundial, es el “recorte” de personal en las grandes compañías, incluyendo la gerencia intermedia. Al caminar por nuestro vecindario, nos damos cuenta de que la farmacia, la tienda de abarrotes o la gasolinera cambiaron de nombre: ahora forman parte de una cadena nacional. Leemos en los periódicos (en la primera plana, ya no en las Últimas páginas) que la “clase media” se ve afectada en forma bastante seria. Escuchamos que las oportunidades de empleo para quienes se gradúan de la universidad no son muy alentadoras. En ese caso, ¿por qué el título de este libro es La evolución de la sociedad económica? ¿Significa que se enfoca al pasado y no al presente? La respuesta es que no es posible comprender los problemas actuales si no entendemos cómo se iniciaron. En efecto, nuestro libro tratará de los desafíos que enfrentamos, pero los entenderemos mejor porque sabemos que no llegan a nosotros de la nada, sino como parte de nuestra historia. Al decir “nuestra” historia no nos referimos a las tendencias y la dinámica en Estados Unidos, sino a la sociedad económica más amplia de la que formamos parte: el capitalismo. ¿Una mayor comprensión de nuestra situación nos ayudará a enfrentar las dificultades en la vida de cada quién? Desearíamos poder afirmar que así será, pero el lector sabe que no podemos hacerlo. Por otra parte, nuestra vida también incluye las decisiones que tomamos como ciudadanos; decisiones acerca de la utilidad o inutilidad de esta o aquella política nacional, acerca de la viabilidad o inviabilidad de este o aquel candidato a un puesto público. En estos casos, podría ser muy valioso el conocimiento sobre cómo funciona el capitalismo. Pensamos que nuestro libro será Útil para usted como ciudadano informado, sin importar cuales sean sus perspectivas políticas. Un Último comentario general antes de terminar. Podríamos pensar que la manera de convertirse en un ciudadano más informado sería aprender la teoría económica, no la historia de la economía. De hecho, la primera es una herramienta intelectual muy útil y, desde luego, su dominio es indispensable para cualquiera que aspire a convertirse en un economista. No obstante, nos inclinamos a pensar que la teoría se facilita para aquellos que cuentan con un panorama general de la economía adquirido al observar el cambio de ésta a través del tiempo. Una cosa es aprender acerca de la oferta y la demanda, o del ahorro y las inversiones, en forma de diagramas en un pizarrón, y otra muy diferente cuando se experimenta una crisis en el mercado, un aumento en la inflación o una depresión grave. Estos dramas económicos son el resultado de las fuerzas económicas en la vida real. Los presenciaremos y buscaremos comprenderlos para poder aplicar esas lecciones en nuestra situación actual. De modo que iniciamos un estudio del pasado con la esperanza de adquirir un conocimiento que ilumine el presente. Así pues, que no le sorprenda el hecho de que empezamos desde épocas muy remotas en la historia. Pronto será evidente que se trata sólo de un preludio para los aspectos xv
xvi
INTRODUCCI~N
y posibilidades que nos interesan en gran medida. Pero basta de introducción; nuestro planteamiento histórico tendrá que comprobar su validez en las próximas páginas. Una última nota: todos nuestros capítulos finalizan con resúmenes de los conceptos clave para ayudarle a repasar y a concentrarse en las propuestas principales del capítulo. Por esta misma razón, proporcionamos términos clave para ayudarle a considerar estos aspectos centrales. Las ediciones anteriores han resultado útiles para los estudiantes; esperamos que a ustedes también les sirvan. Robert Heilbroner William Milberg
Ahora que decidimos cuál será nuestro curso de estudio, sería conveniente poder empezar de inmediato a analizar nuestro pasado económico; pero no todavía. Antes de recordar la historia económica, necesitamos saber qué es historia económica; y esto, a su vez, requiere de que nos detengamos a aclarar lo que queremos decir con economía y con el problema económico mismo. La respuesta no es complicada. En su sentido más amplio, economía es el estudio de un proceso que encontramos en todas las sociedades humanas: el proceso para lograr el bienestar material de la sociedad. En sus términos más sencillos, la economía es el estudio de la forma en que los seres humanos se ganan el sustento de todos los días. Ésta no parece ser una materia emocionante para realizar un escrutinio histórico. De hecho, al regresar a los inicios de ese espectáculo maravilloso que llamamos “historia”, el humilde tema del sustento pasa casi inadvertido. El poder y la gloria, la fe y el fanatismo, las ideas e ideologías son los aspectos de la crónica de la humanidad que llenan las páginas de los libros sobre historia. Si la simple búsqueda del sustento es una fuerza motriz en el destino de la humanidad, el hecho se encuentra oculto detrás de lo que un filósofo llamó “ese relato de crímenes internacionales y asesinatos masivos que se anuncia como la historia de la humanidad”.’ Si bien es cierto que no sólo de pan vive el hombre, resulta obvio que tampoco puede vivir sin éste. Al igual que cualquier ser viviente, el hombre debe alimentarse: la primera regla imperativa para la continuación de la existencia. Este primer requisito no tiene tan poca importancia como parece a simple vista, pues el organismo humano no es un mecanismo muy eficiente de supervivencia. De cada 100 calorías de alimento que consume, produce sólo alrededor de 20 calorías de energía mecánica. Siguiendo una dieta decente, los seres humanos producen tan sólo un caballo de fuerza por hora de trabajo todos los días, y después de esto, su cuerpo exhausto se tiene que recuperar. Con lo que les queda, son libres de crear una civilización. Como resultado de ello, en muchos países, es muy difícil asegurar la continuidad de la existencia humana. En los vastos continentes de Asia y África, en el Cercano Oriente, incluso en algunos países de América del Sur, la supervivencia bruta es el problema que enfrenta la humanidad. Millones de seres humanos mueren de inanición o desnutrición en esta época, y cientos de millones han muerto en el pasado. Naciones enteras están conscientes de lo que significa enfrentar el hambre como una condición de la vida diaria; se dice, por ejemplo, que un campesino
‘Karl Popper, The Open Society and Its Enemies, 3” edición. (Londres, Routledge, 1957), 11, 270.
1
2
CAPÍTULO 1 El problema económico
de Bangladesh, desde el día de su nacimiento hasta que muere, no sabe lo que es tener el estómago lleno. En muchos de los países en vías de desarrollo, el tiempo de vida de una persona promedio es de menos de la mitad que en Estados Unidos. No hace muchos años, un demógrafo hindú hizo el estremecedor cálculo de que, de un grupo de 100 niños asiáticos y 100 niños estadounidenses, jmás estadounidenses habrían llegado a la edad de sesenta y cinco años que asiáticos a los cinco años! Las estadísticas, no de vida sino de muerte prematura en la mayor parte del mundo, son sobrecogedoras y sorprendentes.
EL INDIVIDUO Y LA SOCIEDAD De esta manera, podemos ver que la historia económica debe enfocarse en el problema central de la supervivencia y en la forma en que la humanidad lo resuelve. Para la mayoría de los estadounidenses, esto hará que la economía parezca muy remota. Pocos de nosotros estamos conscientes de lo que es una lucha de vida o muerte por la existencia. La posibilidad de experimentar una necesidad severa, de que nuestro cuerpo sufra los tormentos del hambre que experimenta un aldeano de la India o un peón boliviano, es una idea que no podríamos considerar en forma seria2 A menos de que se presentara una guerra catastrófica, es muy poco probable que la mayoría de nosotros conozcamos el verdadero significado de la lucha por la existencia. No obstante, incluso en nuestra sociedad próspera y segura, está presente, aunque pasa desapercibido, un aspecto de la incertidumbre de la vida, un recordatorio del problema subyacente de la supervivencia. Es nuestro desamparo como individuos económicos. Resulta curioso el hecho de que, a medida que nos alejamos de los pueblos más primitivos del mundo, nos damos cuenta de que la inseguridad económica del individuo se multiplica varias veces. El solitario esquimal, el bosquimano, el campesino indonesio o nigeriano, abandonados a su propia suerte, sobreviven un tiempo considerable. Por vivir cerca de la tierra o de sus presas de caza, un individuo así puede mantenerse vivo, al menos por un tiempo, sin ninguna ayuda. Las comunidades de unos cuantos cientos de individuos pueden subsistir por tiempo indefinido. De hecho, en la actualidad, un porcentaje considerable de seres humanos vive de esta manera: en pequeñas comunidades campesinas aisladas que sobreviven virtualmente por sí mismas y tienen un contacto mínimo con el mundo exterior. Este alto porcentaje de seres humanos sufre una gran pobreza, pero también conoce cierta independencia económica. De lo contrario, habría desaparecido hace sig10s.~ Por otra parte, al observar a un neoyorquino o a un habitante de Chicago, nos sorprende encontrar la condición opuesta, en la que prevalece una vida material cómoda aunada a una dependencia extrema de los demás. Ya no podemos imaginar al individuo solitario o a la pequeña comunidad que sobrevive sin ayuda en las grandes áreas metropolitanas en las que vive la mayoría de los estadounidenses, a menos que asalten los aImacenes o tiendas de alimentos y hurten artículos de primera necesidad. La gran mayoría de los estadounidenses nunca han cultivado alimentos, cazado animales, criado ganado, molido granos para obtener harina, ni siquiera han amasado la harina para preparar pan. Si enfrentaran el desafío de hacer su ropa o construir su *Aunquela imagen de personas sin hogar que duermen en las banquetas de nuestras principales ciudades nos indica que incluso en los países ricos existe la pobreza. 3Lasinvestigaciones antropológicas demuestran que las sociedades primitivas también gozaban de cierta afluencia, en el aspecto de que pasaban muchas horas descansando, en lugar de cazar o recolectar. Véase Marshall Sahlins, Stone Age Economics (Nueva York, Aldine, 1972).
CAPÍTULO 1 El problema económico
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casa, se darían cuenta de que no tienen la capacidad ni la preparación necesarias para llevarlas a cabo. Incluso para hacer reparaciones menores a las máquinas que les rodean, tienen que recurrir a otros miembros de la comunidad que se dedican a arreglar automóviles o reparar tuberías, por ejemplo. Quizá de manera paradójica, cuanto más rico sea un país, mayor será la incapacidad de los habitantes promedio para sobrevivir solos y sin ayuda.
División del trabajo Desde luego, existe una respuesta a esta paradoja. Sobrevivimos en los países ricos porque las tareas que no somos capaces de realizar nosotros, las llevan a cabo otras personas a las que pedimos ayuda. Si no podemos cultivar los alimentos, podemos comprarlos; si no podemos cubrir nuestras necesidades solos, podemos contratar los servicios de alguien que sí pueda. Esta gran división del trabajo aumenta nuestro potencial en gran medida, puesto que nos permite beneficiamos de las habilidades de otras personas, así como de las nuestras. En el capítulo siguiente, esta división desempeña un papel central. Sin embargo,junto con este beneficio invaluable, surge cierto riesgo. Por ejemplo, no es muy tranquilizador pensar que dependemos de los servicios de apenas unas 200 O00 personas, de una fuerza laboral nacional de 130 millones, para contar con un producto básico como el carbón. Una cantidad mucho menor (alrededor de 60 000) constituye el total de pilotos de líneas aéreas. Y una cantidad aun menor de trabajadores son responsables del manejo de las locomotoras que transportan la carga de toda la nación. Si uno de estos grupos no llevara a cabo sus funciones, nos afectaría a todos. Como sabemos, cuando nos enfrentamos a una huelga prolongada, es probable que toda la economía se vea afectada debido a que unos cuantos elementos estratégicos (incluso los recolectores de basura) dejan de realizar sus tareas acostumbradas. De esta manera, junto con la abundancia material como la conocemos, viene una vulnerabilidad oculta: nuestra abundancia estará segura sólo en el caso de contar con la cooperación organizada de enormes ejércitos de personas. De hecho, nuestra existencia continua como un país rico se basa en la condición tácita de que el mecanismo de la organización social continúe funcionando de manera efectiva. Somos ricos, no como individuos, sino como miembros de una sociedad rica; y nuestro sencillo supuesto de un abastecimiento material suficiente, en realidad es sólo tun confiable como los lazos que nos unen en un todo social.
Economía y escasez Así, por muy extraño que parezca, encontramos que la humanidad, y no la naturaleza, es la fuente de la mayor parte de nuestros problemas económicos, al menos aquellos que se encuentran por encima del nivel de la subsistencia. Sin duda, el problema económico en sí (es decir, la necesidad de luchar por la existencia) se deriva en última instancia de la naturaleza. Si los bienes fueran libres como el aire, la economía, al menos en uno de los sentidos de la palabra, dejm’a de existir como preocupación social. Sin embargo, aunque el rigor de la naturaleza prepara el escenario para el problema económico, no impone las únicas limitaciones en contra de las que debe luchar la gente, puesto que la escasez, como condición vigente, no es sólo culpa de la naturaleza. Por ejemplo, si los estadounidenses se conformaran con vivir en el nivel de los campesinos mexicanos, todos nuestros deseos materiales se podrían satisfacer con sólo una o dos horas de trabajo diario. Experimentaríamos poca o ninguna escasez, y nuestros problemas económicos desaparecerían casi por completo. En vez de ello, encontramos que en Estados Unidos, como en casi todas las sociedades industriales, a medida que se incrementa el potencial para aumentar la producción natural, lo
4 CAPÍTULO1 El problema económico mismo ocurre con los deseos del ser humano. De hecho, en sociedades como la nuestra, en las que la posición social relativa se relaciona de manera importante con la posesión de bienes materiales, a menudo encontramos que la “escasez” como experiencia psicológica se vuelve más pronunciada conforme adquirimos mayor riqueza: nuestro deseo de poseer los frutos de la naturaleza aumentan con mayor rapidez que nuestra capacidad para producir bienes. De esta manera, los “deseos y necesidades” que la naturaleza debe satisfacer no son fijos. Adicionalmente, la producción de la naturaleza no es constante. Varía en gran medida, dependiendo de la aplicación social de la energía y de las habilidades del ser humano. Por tanto, la escasez no se debe atribuir sólo a la naturaleza, sino también a la “naturaleza humana”; y la economía en última instancia, se ocupa no sólo de la insuficiencia del ambiente físico, sino del apetito de los seres humanos y de la capacidad productiva de la comunidad.
Las tareas de la sociedad económica Por tanto, debemos iniciar un análisis sistemático de la econom’a señalando las funciones que la organización social debe llevar a cabo a fin de incluir la naturaleza humana en el contexto social. Y al centrar nuestra atención en este problema fmdamental, nos damos cuenta con rapidez de que comprende la solución de dos tareas elementales relacionadas, pero independientes. Una sociedad debe: 1. organizar un sistema para asegurar la producción de bienes y servicios suficientes para su supervivencia, y 2. organizar la distribución de los frutos de su producción de modo que tenga lugar más producción.
Estas dos tareas para la continuidad económica son, a primera vista, muy sencillas. Pero se trata de una sencillez engañosa. Gran parte de la historia económica se ocupa de la forma en que las distintas sociedades enfrentan estos problemas elementales; y lo que nos sorprende al estudiar estos intentos es que la mayor parte de ellos fueron fracasos parciales. (No podrían haber sido fracasos totales, pues la sociedad no habría sobrevivido.) De modo que será mejor observar con mayor detenimiento las dos tareas económicas más importantes para conocer las dificultades que tal vez oculten.
PRODUCCI~N Y DISTRIBUCI~N
Esfuerzos de movilización ¿Qué obstáculos enfrenta una sociedad al organizar un sistema que produzca los bienes y servicios que necesita? Puesto que la naturaleza casi siempre es limitante, parece que el problema de producción es, en esencia, la aplicación de las habilidades técnicas o de ingeniería a los recursos que están disponibles, evitar el desperdicio y utilizar el esfuerzo social en la forma más eficaz posible. De hecho, ésta es una tarea importante para cualquier sociedad, y gran parte del pensamiento económico formal, como lo sugiere el término mismo, está dedicado a economizar. Sin embargo, éste no es el centro del problema de la producción. Mucho antes de que una sociedad se preocupe por emplear sus energías “de manera económica”, debe utilizarlas para llevar a cabo el proceso productivo mismo. Es decir, el problema básico de la producción es la creación de instituciones sociales que movilicen la energía del ser humano para propósitos productivos.
CAPÍTULO 1 El problema económico
5
Este requisito básico no siempre se logra con facilidad. Por ejemplo, en Estados Unidos en 1933, las energías de casi una cuarta parte de la fuerza laboral, por alguna razón no pudieron integrarse al proceso de producción. Aunque millones de mujeres y hombres desempleados estaban ansiosos por trabajar, aunque estaban disponibles fábricas con capacidad ociosa para que trabajaran en ellas y a pesar de la existencia de necesidades imperiosas, un terrible y desconcertante colapso interrumpió el proceso de producción, dando como resultado la desaparición de una tercera parte de lo que había sido la producción anual previa de bienes y servicios. Estados Unidos no es, de ninguna manera, el único país que no ha podido dar empleo a un gran número de personas dispuestas a trabajar. En las naciones más pobres, en las cuales la producción se necesita con mayor urgencia, a menudo encontramos que el desempleo masivo es una condición crónica. Las calles de muchas ciudades asiáticas están llenas de gente que no encuentra trabajo. Pero ésta tampoco es una condición impuesta por la escasez de la naturaleza. Después de todo, existe una cantidad infinita de tareas que se deben hacer, aun cuando sea limpiar las calles o reparar las casas de la gente pobre, construir caminos o cavar zanjas. Lo que hace falta es un mecanismo social que movilice la energía humana para propósitos de producción. Éste es el caso, lo mismo cuando los desempleados representan un pequeño porcentaje de la fuerza laboral que cuando constituyen un verdadero ejército. Estos ejemplos nos indican que el problema de la producción no es sólo una lucha física y técnica con la naturaleza. De estos aspectos del problema dependerán la facilidad con que un país pueda salir adelante y el nivel de bienestar que alcance con un esfuerzo determinado. Pero la movilización original del esfuerzo productivo es un desafío para la organización social, y del éxito o fracaso de ésta dependerá el volumen de esfuerzo humano que se dirija a la naturaleza.
Esfuerzo de distribución Pero dar empleo a hombres y mujeres es sólo el primer paso en la solución del problema de la producción. No sólo deben ponerse a trabajar, sino que deben trabajar en el lugar adecuado para producir los bienes y servicios que la sociedad necesita. De modo que, además de asegurar una gran cantidad de esfuerzo social, las instituciones económicas de la sociedad también deben asegurar una asignación viable de ese esfuerzo social. En un país como la India o Bolivia, donde la gran mayoría de la población nace en aldeas de campesinos y, al crecer, se convierten en agricultores, la solución a este problema no ofrece muchas dificultades. Las necesidades básicas de la sociedad (alimentos y telas) son los bienes que esta población campesina produce “en forma natural”. Pero en una sociedad industrial, la asignación apropiada del esfuerzo se convierte en una tarea muy complicada. La gente en Estados Unidos exige mucho más que alimentos y telas de algodón. Necesitan bienes como los automóviles; sin embargo, nadie produce un automóvil “en forma natural”. Por el contrario, a fin de producir uno, es necesario llevar a cabo una extraordinaria variedad de tareas especiales.Algunas personas deben producir acero; otras deben producir caucho. Otras más deben coordinar el proceso de ensamblaje. Y éste es sólo un pequeño ejemplo de las tareas poco “naturales” que deben realizarse para fabricar un automóvil. Al igual que en el caso de la movilización del esfuerzo de producción total, la sociedad no siempre tiene éxito en la asignación adecuada de su esfuerzo. Por ejemplo, es probable que se produzcan demasiados automóviles, o bien muy pocos. Un hecho aún más importante es que quizá destine la energía a la producción de artículos de lujo, mientras que muchas personas mue-
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CAP~TULO1 El problema económico
ren de hambre. Tal vez enfrente el desastre por la incapacidad de canalizar su esfuerzo productivo hacia áreas de importancia crucial. Estas fallas en la asignación pueden afectar el problema de la producción tanto como una falla para movilizar una cantidad de esfuerzo adecuada, puesto que una sociedad viable debe producir no sólo bienes, sino los bienes correctos, y la cuestión de la asignación nos pone en alerta sobre una conclusión aún más amplia. Nos demuestra que el acto de la producción por sí mismo no cubre por completo los requisitos para sobrevivir. Después de producir suficientes bienes correctos, la sociedad debe distribuir esos bienes de modo que el proceso de la producción continúe.
Distribución de la producción Una vez más, en el caso de la familia de campesinos que se alimenta con su propia cosecha, este requisito de una distribución adecuada puede parecer muy sencillo. Pero cuando vamos más allá de la sociedad más primitiva, el problema no siempre se resuelve con facilidad. En muchos de los países más pobres de Oriente y del hemisferio sur, a menudo los trabajadores urbanos no pueden aportar su caballo de fuerza por hora de trabajo diario porque no reciben la producción suficiente de la sociedad para alimentarse y trabajar a toda su capacidad. Peor aún, con frecuencia languidecen en su empleo mientras los graneros están llenos de cereales y los ricos se quejan de la inextirpable holgazanería de las masas. En la otra cara de la moneda, es probable que el mecanismo de distribución fracase debido a que los incentivos que ofrece no convencen a las personas para realizar sus tareas. Poco después de la Revolución Rusa en 1917, algunas fábricas se organizaron en comunas, en las que desde los administradores hasta el personal de limpieza unían sus salarios y todos obtenían partes iguales. El resultado fue un alto índice de ausentismo entre los trabajadores que antes recibían mejor salario y una reducción amenazante en la producción industrial. No fue sino hasta que se instituyeron los antiguos salarios desiguales que la producción volvió a tomar el curso anterior. Al igual que en el caso de los fracasos en el proceso de producción, las fallas en la distribución no implican un colapso económico total. Las sociedades pueden existir, y de hecho la mayoría de ellas existe, con esfuerzos de producción y distribución terriblemente distorsionados. Sólo en contadas ocasiones, como en el ejemplo que mencionamos antes, la distribución inadecuada interfiere con la capacidad real de una sociedad para establecer las bases de su producción. Con mayor frecuencia, una solución inadecuada al problema de la distribución se revela en el desacuerdo social y político o incluso en una revolución. No obstante, éste también es un aspecto del problema económico total. Puesto que si una sociedad desea asegurar la renovación constante de materiales, debe repartir su producción de manera que mantenga no sólo la capacidad sino también la disposición de seguir trabajando. Y una vez más, encontramos que el enfoque de las investigaciones económicas se dirige al estudio de las instituciones humanas, puesto que, como vemos ahora, una sociedad económica viable no sólo debe superar las limitaciones de la naturaleza, sino contener y controlar la intransigencia de la naturaleza humana.
TRES SOLUCIONES AL PROBLEMA ECONÓMICO Por tanto, para el economista, la cociedad se presenta en un aspecto que, para el resto de nosotros, es poco común. Más allá de los problemas de la pobreza, la contaminación o la inflación, el economista ve un proceso que es preciso entender antes de centrar la atención en los proble-
CAPÍTULO 1 El problema económico
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mas del día, sin importar cuán apremiantes sean. Ese proceso es el mecanismo básico de la sociedad para realizar las complicadas tareas de la producción y distribución necesarias para su propia continuidad. Pero el economista ve todavía algo más, algo que a primera vista parece sorprendente. Observando la diversidad de las sociedades contemporáneas y revisando el curso de la historia, se da cuenta de que la humanidad ha tenido éxito en la solución de los problemas de producción y distribución siguiendo tres caminos. Es decir, dentro de la gran diversidad de las instituciones sociales que guían y dan forma al proceso económico, el economista detecta tres tipos de sistemas que, separados o combinados, permiten a la humanidad resolver su desafío económico. Estos tres importantes tipos sistémicos pueden identificarse como economías dirigidas por la tradición, la autoridad y el mercado. A continuación, conoceremos en forma breve lo que caracteriza a cada uno de ellos.
Tradición Quizá la más antigua, y hasta hace pocos años la más común, forma de solucionar el problema económico haya sido la tradición. Ésta constituye un modo de organización social en el que tanto la producción como la distribución se basan en procedimientos que se crearon en el pasado distante, se ratificaron por un largo proceso de ensayos históricos y se mantuvieron gracias a las poderosas fuerzas de la costumbre y las creencias. Las sociedades que se basan en la tradición resuelven los problemas económicos en forma muy pragmática. Primero, se enfrentan al problema de la producción (asegurarse de que se lleven a cabo las tareas necesarias) asignando las tareas de los padres a sus hijos. De esta manera, una cadena hereditaria asegura que las habilidades y los empleos se transmitan de generación en generación. Adam Smith, el primer gran economista, escribió que en el antiguo Egipto “cada hombre estaba obligado, por un principio religioso, a seguir la ocupación de su padre y cometía el sacrilegio más terrible si cambiaba de a~tividad”.~ Y no sólo en la antigüedad la tradición conservó un orden productivo dentro de la sociedad. En nuestra cultura occidental, hasta los siglos xv o XVI, la distribución hereditaria de las ocupaciones era la principal fuerza estabilizadora en la sociedad. Aunque existían algunos cambios del campo a la ciudad y de una ocupación a otra, el papel que una persona tendría en la vida casi siempre quedaba determinado desde el nacimiento. Algunos nacían para trabajar la tierra o para el comercio; y en la tierra o en el comercio, seguían los pasos de la familia. De esta manera, la tradición ha sido la fuerza estabilizadora e impulsora que se encuentra detrás de un gran ciclo repetitivo de la sociedad, asegurando que las tareas de ésta se realicen cada día en forma muy similar a como se llevaban a cabo en el pasado. Incluso en la actualidad, en los países menos industrializados del mundo, la tradición sigue teniendo un papel muy importante de organización. En la India, por ejemplo, hasta hace muy poco tiempo, cada persona nacía dentro de una casta que tenía una ocupación propia. “Es mejor realizar el trabajo propio, aunque te equivoques”, decía el Bhagavad-Gita, el gran poema moral de la India, “que realizar el trabajo de otros, aunque sea en forma excelente.” La tradición no sólo ofrece una solución al problema de la producción en la sociedad, sino que regula de igual manera el problema de la distribución. Tomemos como ejemplo a los bosquimanos del desierto del Kalahari en África del Sur, cuya subsistencia depende de su habilidad para cazar. Elizabeth Marshall Thomas, una observadora sensible de estos pueblos, relata la
4La riqueza de las naciones (Nueva York, Modern Library, 1937), p. 62
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forma en que la tradición resuelve el problema de distribuir el producto de la cacería, aplicando las “reglas” del parentesco: El antílope desapareció ... Gai se quedó con dos patas traseras y una delantera. Tsetchwe se quedó con la carne del lomo, Ukwane se quedó con la otra pata delantera, su esposa con uno de los pies y el estómago, los pequeños recibieron partes del intestino. Twikwe recibió la cabeza y Dasina la ubre. La forma en que los bosquimanos dividen la presa parece poco equitativa, sin embargo es su sistema y, al final, nadie come más que otro. Ese día, Ukwane dio a Gai otra pieza porque era su amigo, Gai le dio carne a Dasina porque era la madre de su esposa ... Desde luego, nadie se quejó por el hecho de que Gai recibiera la mayor parte, debido a que él había sido el cazador y, por ley, esa parte le pertenecía. Nadie dudó en que compartiría su porción con los demás, y no se equivocaron: así Io hizo.5
La forma en que la tradición divide un producto social puede ser, como muestra el ejemplo, muy sutil e ingeniosa. También puede ser muy cruda y, de acuerdo con nuestras normas, muy severa. Por lo regular, la tradición en las sociedades no industriales distribuye a las mujeres la porción más pequeña del producto social. Pero sin importar si el producto final de la tradición va de acuerdo o no con nuestra perspectiva moral, debemos entender que es un método práctico de dividir la producción de la sociedad.
El costo de la tradición Las soluciones tradicionales a los problemas económicos de la producción y la distribución se encuentran con mayor frecuencia en las sociedades agrarias primitivas o no industriales en las que, además de tener una función económica, la aceptación incuestionable del pasado ofrece la perseverancia y resistencia necesarias para hacer frente a los destinos difíciles. Sin embargo, incluso en nuestra sociedad, la tradición sigue desempeñando un papel importante en la solución del problema económico. Lleva a cabo su rol menos importante al determinar la distribución de nuestra producción social, aunque la persistencia de pagos tradicionales como las propinas a los meseros, las mesadas a los niños o los bonos por antigüedad son vestigios de formas más antiguas de distribuir los bienes, como lo son las diferencias entre los salarios de hombres y mujeres por un trabajo igual. Más importante aún es la continuada confianza en la tradición, incluso en Estados Unidos, como un medio para solucionar el problema de la producción; es decir, para asignar el desempeño de las tareas. Gran parte del proceso real de selección de empleos en nuestra sociedad recibe gran influencia de la tradición. Todos conocemos familias en las que los hijos siguen a su padre en una profesión o negocio. En una escala más amplia, la tradición también nos aleja de ciertos empleos. Por ejemplo, los hijos de las familias estadounidenses de clase media por lo general no buscan empleo en las fábricas, aunque quizá en este tipo de labores reciban un mejor salario que en los empleos de oficina, porque el empleo como obreros no es una tradición en la clase media. En otras palabras, aun en nuestra sociedad, que evidentemente no es “tradicional”, la costumbre proporciona un mecanismo importante para solucionar el problema económico. Pero ahora debemos hacer notar una consecuencia muy importante del mecanismo de la tradición. Su solución a los problemas de la producción y la distribución es estática. Una sociedad que
T h e Harmless People (Nueva York, Knopf, 1959), pp. 49-50.
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sigue el camino de la tradición en la regulación de los asuntos económicos lo hace a expensas de un cambio social y económico rápido a gran escala. De esta manera, en muchos aspectos, la economía de una tribu de beduinos o de una aldea birmana permanece sin cambios en comparación con lo que era hace cien e incluso mil años. La gran mayoría de los pueblos que viven en sociedades tradicionales repiten, en los patrones cotidianos de su vida económica, gran parte de la rutina que los caracterizaba en un pasado distante. Es probable que esas sociedades progresen y decaigan, aparezcan y desaparezcan, pero son eventos externos (guerras, clima, aventuras y desventuras políticas) los principales responsables de su destino cambiante. El cambio económico interno no es más que un factor en la historia de la mayor parte de las naciones que se guían por la tradición. La tradición resuelve el problema económico, pero lo hace a costa del progreso económico.
Mando Centralizado Una segunda manera de resolver el problema de la continuidad económica tiene también un linaje muy antiguo. Se trata del método de la autoridad impuesta, del mando centralizado económico. Es una solución que se basa no tanto en perpetuar un sistema viable mediante la reproducción sin cambios de sus formas, sino en la organización de un sistema de acuerdo con las órdenes de un comandante en jefe económico. Con frecuencia, encontramos este método autoritario de control económico impuesto sobre la base de una sociedad tradicional. De esta manera, los faraones de Egipto ejercían sus dictados económicos con base en el ciclo sin tiempo de la práctica agrícola tradicional en la cual se basaba la economía egipcia. Mediante sus Órdenes, los gobernadores supremos de Egipto dieron lugar al grandioso esfuerzo económico que construyó las pirámides, los templos y los caminos. Herodoto, el historiador griego, nos relata la forma en que el faraón Keops organizó la tarea. Ordenó que todos los egipcios trabajaran para él. En forma correspondiente, algunos fueron asignados para arrastrar piedras desde las canteras en las montañas arábigas hasta el Nilo, mientras que a otros el faraón les ordenó que recibieran las piedras que eran transportadas en embarcaciones por el río ... Y trabajaban hasta cien mil hombres al mismo tiempo, y cada turno duraba tres meses. El periodo durante el que la gente estaba obligada a trabajar sin descanso era de 10 años en los caminos que construían, a lo largo de los cuales arrastraban las piedras; un trabajo que, en mi opinión, no era mucho menos fatigante que el de la Pirámide.6
El modo de la organización económica autoritaria de ninguna manera es exclusivo del antiguo Egipto. Lo encontramos en los despotismos de la China medieval y clásica que produjeron, entre otras cosas, la colosal Gran Muralla, o en el trabajo de los esclavos con el que se construyeron muchas de las grandes obras públicas de la Roma antigua, o bien en cualquier econom’a basada en la esclavitud, como la de Estados Unidos antes de la Guerra Civil. Hace apenas unos cuantos años, lo hubiéramos encontrado en los mandatos de las autoridades económicas soviéticas. En una forma menos drástica, lo encontramos en nuestra sociedad; por ejemplo, en forma de impuestos (es decir, en la apropiación por parte de las autoridades de un porcentaje de nuestro ingreso para propósitos públicos). El mando centralizado económico, al igual que la tradición, ofrece soluciones a los problemas gemelos de la producción y la distribución.En épocas de crisis, como una guerra o hambruna,
6Histories,trad. de Cary (Londres, 1901),libro 11, p. 124
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CAPÍTULO 1 El problema económico quizá sea la única forma en que una sociedad puede organizar su fuerza laboral o distribuir sus bienes de manera efectiva. Incluso en Estados Unidos, por lo general se declara la ley marcial cuando un área se encuentra devastada por un desastre natural. En esas ocasiones, se obliga a la gente a prestar sus servicios, se requisan hogares, se imponen restricciones en el uso de la propiedad privada, como en el caso de los automóviles, e incluso se limita la cantidad de bienes que una familia puede consumir. Independientemente de SLI utilidad obvia en casos de emergencia, el mando centralizado tiene una utilidad adicional en la solución del problema económico. A diferencia de la tradición, el ejercicio del mando no tiene ningún efecto inherente que haga más lento el cambio económico. De hecho, el ejercicio de la autoridad es el instrumento más poderoso que tiene la sociedad para llevar a cabo el cambio económico. Por ejemplo, la autoridad en la China comunista o en Rusia producía alteraciones radicales en sus sistemas de producción y distribución. Una vez más, incluso en nuestra sociedad, en ocasiones es necesario que la autoridad económica intervenga en el flujo normal de la vida económica para acelerar o provocar el cambio. Por ejemplo, es probable que el gobierno utilice los impuestos para construir una red de carreteras que incorpore a una comunidad lejana en el flujo de la vida económica activa. Quizá construya un sistema de riego que cambie en forma dramática la vida económica de una vasta región. Tal vez altere, en forma intencional, la distribución del ingreso entre las clases sociales.
El impacto del mando centralizado Sin duda, el mando económico que se ejerce dentro del marco de un proceso político democrático es muy diferente al que se ejerce en una dictadura: existe una inmensa distancia social entre un sistema fiscal controlado por un congreso y la expropiación directa o la requisición laboral por parte de un dictador supremo y a quien nadie se atreve a desafiar. Sin embargo, aunque los medios son mucho menos severos, el mecanismo es el mismo. En ambos casos, el mando centralizado dirige el esfuerzo económico hacia objetivos que elige una autoridad más alta. En ambos casos, interfiere con el orden de producción y distribución existente para crear uno nuevo impuesto desde “arriba”. Esto por sí mismo no sirve para ensalzar ni para condenar el ejercicio del mando centralizado. El nuevo orden que imponen las autoridades puede ofender o agradar a nuestro sentido de justicia social, al igual que puede mejorar o disminuir la eficiencia económica de la sociedad. Es evidente que el mando centralizado puede ser un instrumento democrático, así como una voluntad totalitaria. No existe ningún juicio moral implícito en el segundo de los grandes mecanismos de control económico. En vez de ello, es importante hacer notar que ninguna sociedad, sobre todo ninguna sociedad moderna, carece de elementos de mando, así como ninguna evita la influencia de la tradición. Si la tradición es el gran freno para el cambio social y económico, el mando centralizado económico puede ser el gran estímulo ai cambio. Como mecanismos para asegurar la solución exitosa del problema económico, ambos cumplen con sus propósitos, ambos tienen sus utilidades y desventajas. Entre ellos, la tradición y el mando centralizado representan la mayor parte de los esfuerzos económicos de la humanidad a través de la historia por enfrentarse a su entorno y a sí misma. El hecho de que la sociedad humana haya sobrevivido es testimonio de su efectividad.
El mercado Pero existe una tercera solución al problema económico, una tercera forma de mantener patrones de producción y distribución socialmente viables. Se trata de la organización de la sociedad a través del mercado; una organización que, de manera sobresaliente, permite que la sociedad asegure el abastecimiento recurriendo en un grado mínimo a la tradición o el mando centralizado.
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Puesto que vivimos en una sociedad regulada por el mercado, damos por hecho la naturaleza confusa, e incluso paradójica, de la solución del mercado al problema económico. Pero supongamos por un momento que actuamos como asesores económicos para una sociedad que todavía no decide su modo de organización económica. Supongamos, por ejemplo, que se nos pide que actuemos como asesores para un país que surge de una historia en que su organización ha estado basada en la tradición. Podríamos imaginar a los líderes de ese país diciendo: ‘’Siempre hemos conocido una forma de vida muy apegada a las tradiciones. Nuestros hombres cazan y nuestras mujeres recolectan fruta, de acuerdo con lo que se les enseñó con el ejemplo y la educación de sus antepasados. Así mismo, sabemos algo de lo que se puede hacer con el mando centralizado económico. En caso necesario, estamos preparados para firmar un decreto que obligue a muchos de nuestros hombres a trabajar en proyectos de la comunidad destinados al desarrollo nacional. ¿Acaso existe otra forma de organizar la sociedad a fin de que funcione con éxito, o mejor aún, con más éxito?” Supongamos que les respondemos: “Bueno, hay otra forma. Es posible organizar una sociedad siguiendo las líneas de una economía de mercado.” -Ya vemos -dicen los líderes-, entonces, ¿qué pediríamos a la gente que hiciera? ¿Cómo asignaríamos las distintas tareas? -Ése es el punto -respondemos-. En una economía de mercado, a nadie se le asigna ninguna tarea. De hecho, la idea principal en una sociedad de mercado es que cada persona pueda decidir qué hacer. Hay consternación entre los líderes. -¿Significa que no existen asignaciones para que unos hombres se dediquen a la agricultura y otros a la minería? ¿No hay forma de asignar a algunas mujeres las labores de recolección y a otras las de tejido? ¿Permiten que la gente decida por sí misma? Pero, ¿qué sucede si no deciden en forma correcta? ¿Qué sucede si nadie se ofrece como voluntario para trabajar en las minas o nadie quiere trabajar como conductor de autobús? -Pueden estar seguros -decimos a los líderes- de que nada de esto sucederá. En una sociedad de mercado, todos los puestos se ocuparán porque a la gente le conviene ocuparlos. Nuestros interlocutores aceptan esto con expresiones de duda. -Veamos -dice uno-, supongamos que aceptamos su consejo y permitimos que nuestra gente haga lo que quiera. Hablemos de algo específico, como la producción de ropa. ¿De qué manera establecemos el nivel correcto de producción de ropa en esta “sociedad de mercado” de que nos hablan? -No lo establecen -contestamos. -iNo lo establecemos! Entonces, jcómo sabemos que se producirá suficiente ropa? -Así será -explicamos-. El mercado se encargará de ello. -Entonces, ¿cómo sabemos que no se producirá demasiada ropa? -preguntan en tono triunfal. -¡Ah, el mercado se encargará también de eso! -¿Pero de qué se trata ese mercado, que hace todas esas cosas maravillosas? ¿Quién lo maneja? -Oh, nadie maneja el mercado -respondemos-. Se maneja solo. De hecho, no existe algo concreto llamado “mercado”. Es sólo un término que empleamos para describir la forma en que la gente se comporta. -¡Pero creíamos que la gente se comportaba como quería! -Y así es -decimos-. Pero no teman. La gente querrá comportarse de la misma forma que ustedes desean que lo haga. -Temo -dice el jefe de la delegación-, que estemos perdiendo el tiempo. Pensamos que tenían en mente una propuesta seria. Lo que sugieren es inconcebible. Buen día.
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CAPÍTULO 1 EL problema económico
¿Podríamos sugerir de manera seria a ese país naciente que confíe en una solución de mercado para el problema económico? Ése será un problema al que volveremos más tarde. Pero la confusión que la idea del mercado despierta en la mente de quien no está familiarizado con ella podría servir para aumentar nuestra admiración por el mecanismo económico más avanzado e interesante de todos. ¿De qué manera el sistema de mercado asegura que nuestras minas contarán con mineros y nuestras fábricas con obreros? ¿Cómo controla la producción de ropa? ¿Cómo es posible que en un país con una economía de mercado cada persona pueda hacer lo que quiera y, aún así, cubra las necesidades que demanda la sociedad como un todo?
La economía y el sistema de mercado La economía, como casi siempre la concebimos y como la estudiaremos en gran parte de este libro, se ocupa sobre todo de estos problemas. Las sociedades que dependen primordialmente de la tradición para solucionar sus problemas económicos son menos interesantes para el economista profesional que para el antropólogo cultural o el sociólogo. Las sociedades que resuelven sus problemas económicos sobre todo mediante el ejercicio del mando centralizado ofrecen interrogantes económicas interesantes, pero en estos casos el estudio de la economía es sobre todo como instrumento útil para el análisis de la política y del ejercicio del poder. Es la sociedad organizada por el proceso de mercado la que resulta de especial interés para el economista. Muchos de los problemas (si bien no todos) que enfrentamos en Estados Unidos en la actualidad se relacionan con los aciertos o errores del sistema de mercado; y precisamente debido a que nuestros problemas contemporáneos surgen a menudo de las operaciones del mercado, estudiamos economía. A diferencia de los casos de la tradición y el mando centralizado, en los que comprendemos con rapidez la naturaleza de los mecanismos de producción y distribución de la sociedad, cuando se trata de una sociedad de mercado estamos perdidos si no sabemos economía. Esto se debe a que, en una sociedad de mercado, no resulta evidente que incluso los problemas más sencillos de producción y distribución se solucionen mediante la libre interacción de los individuos; como tampoco es evidente de qué manera y hasta qué grado debemos culpar al mecanismo de mercado por los males de la sociedad; después de todo, itambién encontramos pobreza, distribución inadecuada y contaminación en las econom’as que no son de mercado! En partes subsecuentes de este libro, analizaremos con más detalle estas dudas. Pero, por el momento, debe quedar clara la tarea de nuestra investigación inicial. Como sugiere nuestra entrevista imaginaria con los líderes de un país que surge, la solución de mercado parece muy extraña para una persona que creció en una economía con base en la tradición o el mando centralizado. Por tanto, surgen las preguntas: ¿Cómo surgió la solución de mercado? ¿Se impuso en nuestra sociedad desde hace tiempo? ¿O apareció de manera espontánea e irreflexiva? Ésta es la cuestión central de la historia económica a la que nos dedicaremos ahora, a medida que estudiemos la evolución de nuestro sistema de mercado a partir de las sociedades dominadas por la tradición y el mando.
Conceptos y palabras clave Necesidades 1. La economía es en esencia el estudio de la forma en que el ser humano asegura una suficiencia made suministros terial, de cómo las sociedades procuran su suministro de bienes materiales. Escasez 2. Los problemas económicos surgen debido a que las necesidades de la mayor parte de las sociedades exceden los dones de la naturaleza, dando lugar a la condición general de escasez. 3. La escasez, por su parte (ya sea que surja de las limitaciones de la naturaleza o del apetito de los pueblos), impone a la sociedad dos tareas severas:
CAPÍTULO1 El problema económico Producción Distribución División del trabajo
4.
5. Tradición
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Mando centralizado
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Mercado
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Debe movilizar sus energías para la producción: producir no sólo bienes suficientes, sino los bienes adecuados; y Debe solucionar el problema de la distribución, buscando una solución satisfactoria para el problema de, ¿quién obtiene qué? Estos problemas existen en todas las sociedades, pero son muy difíciles de resolver sobre todo en las sociedades en las que existe una división del trabajo extendida. En las sociedades ricas, la gente es mucho más interdependiente en el aspecto social que la gente en las sociedades sencillas. A lo largo de,la historia, han evolucionado tres tipos de soluciones a los dos grandes problemas económicos. Estos son la tradición, el mando centralizado y el sistema de mercado. La tradición resuelve los problemas de la producción y la distribución poniendo en práctica una continuidad de las condiciones y recompensas a través de instituciones sociales como el sistema del parentesco. Por lo regula5 la solución económica que ofrece la tradición es estática, y en ésta ocurren pocos cambios en periodos prolongados. El mando centralizado resuelve el problema económico al imponer una distribución del esfuerzo o las recompensas mediante la autoridad reguladora. El mando puede ser un medio para lograr un cambio económico rápido y de largo alcance. Puede adoptar formas totalitarias extremas o democráticas ligeras. El sistema de mercado es un modo complejo de organizar la sociedad, en él tanto el orden como la eficiencia surgen “de manera espontánea” de una sociedad que, al parecer, no está controlada. En los capítulos siguientes investigaremos el sistema de mercado con más detalle.
Preguntas 1. Si pudiéramos producir todos los alimentos que necesitamos en nuestro jardín, y si la tecnología estuviera tan avanzada que nos permitiera producir todo lo necesario en el sótano de nuestra casa, ¿existiría un “problema económico”? 2. Supongamos que todos somos totalmente versátiles (capaces de hacer el trabajo de los demás con la misma eficiencia con que hacemos el nuestro). ¿Aun así resultaría útil una división del trabajo en la sociedad? ¿Por qué? 3. En ocasiones,la sociedad económica moderna se describe como dependiente de los “burócratas”, quienes permiten que las grandes corporacioneso los organismos gubernamentales para los que trabajan dirijan sus vidas. Suponiendo que esta descripción tuviera algo de cierto, ¿piensa que la sociedad moderna se podría describir como una sociedad basada en la tradición, el mando o el mercado’? 4. ¿De qué manera sus planes para el futuro coinciden o se alejan de las ocupaciones de sus padres? ¿Considera que la llamada brecha generacional está presente en todas las sociedades modernas? 5. A menudo, la economía se conoce como la ciencia de la escasez. ¿De qué manera podemos aplicar este concepto a una sociedad de considerables riquezas como la nuestra? 6. ¿Qué elementos de tradición y mando piensa que son indispensables en una sociedad industrial moderna? ¿Cree que la sociedad moderna podría existir sin depender de la tradición ni del ejercicio de la autoridad? 7. Gran parte de la producción y la distribución comprende la creación o el manejo de las cosas. ¿Por qué la producción y la distribución son problemas sociales en lugar de problemas de ingeniería o de física? 8. ¿Considera que los deseos del ser humano son insaciables? ¿Esto implica que la escasez existirá siempre? 9. Tomemos como ejemplo algunos de los problemas más importantes que nos aquejan en Estados Unidos en la actualidad:negligencia,pobreza, inflación,contaminación, discriminaciónracial. ¿Hasta qué grado encuentra esos problemas en las sociedades que se basan en la tradición? ¿En el mando centralizado? ¿Qué piensa de la responsabilidad que el sistema de mercado tiene en relación con estos problemas en Estados Unidos?
CAPITULO
LA ECONOMíA ANTERIOR AL SISTEMA DE MERCADO
“Nadie ha visto a un perro llevar a cabo el intercambio justo y deliberado de un hueso con otro perro”, escribió Adam Smith en La riqueza de las naciones. “Nadie ha visto a un animal que, con sus gestos y gritos naturales, diga a otro: esto es mío, eso es tuyo, estoy dispuesto a darte esto por eso.”’ Smith escribía acerca de “cierta tendencia en la naturaleza humana ...; la tendencia a permutar, negociar e intercambiar una cosa por otra”. La existencia de esta tendencia como característica universal de la humanidad es quizá menos probable de lo que Smith creía, pero es evidente que no se equivocó al colocar el acto del intercambio en el centro de su esquema de la vida económica. No hay duda de que el intercambio (comprar y vender) se encuentra en el corazón de una sociedad de mercado como la que describía y, al iniciar nuestro estudio del surgimiento de la sociedad de mercado, ¿qué podría ser más natural que empezar por investigar el origen de los mercados mismos? Quizá resulte sorprendente descubrir cuán antiguo es ese origen. Las comunidades han comerciado entre sí al menos desde la Edad de Hielo. Existen evidencias de que los cazadores de mamuts de las estepas rusas obtenían conchas del Mediterráneo en trueque, como también lo hacían los cazadores Cro-Magnon de los valles centrales de Francia. De hecho, en los pantanos de Pomerania, al noreste de Alemania, los arqueólogos descubrieron una caja de roble que presentaba los restos de su correa original de piel, y en la que había una daga, la parte superior de una hoz y una aguja, fabricados en la Edad de Bronce. De acuerdo con las conjeturas de los expertos, es muy probable que haya sido el muestrario de un agente viajero, un representante ambulante que recolectaba pedidos para la producción especializada de su comunidad.’ Conforme pasarnos del inicio de la civilización a sus primeras sociedades organizadas, las evidencias de comercio y de mercados aumentan con rapidez. Como escribió Miriam Beard: Miles de años antes de que Hornero cantara, o que la loba amamantara a Rómulo y Remo, los hábiles comerciantes de Uruk y Nippur... se dedicaban a los negocios. Atidum, el mercader, como necesitaba ampliar sus oficinas, acordó rentar un local adecuado a Ribatum, sacerdotisa de Shamash, por uno y un
‘La riqueza de las naciones (Nueva York, Modern Library, 1937), p. 13. ‘Cambridge Economic History ofEurope (Cambridge, Inglaterra, Cambridge University Press, 1952),II,4.
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CAPÍTULO 2 La economía anterior al sistema de mercado
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sexto siclos de plata al año como enganche, y el resto en cómodos pagos. Abu-wakar, el rico naviero, estaba encantado de que su hija se convirtiera en sacerdotisa de Shamash y de que abriera una oficina de bienes raíces cerca del templo. Ilabras escribió a Ibi: ‘‘¡Que Shamash y Marduk te protejan! Como sabes, firmé un pagaré por una esclava. Llegó el momento de pagar.”3
Por tanto, a primera vista parece que podemos descubrir evidencias de una sociedad de mercado en el pasado remoto. Pero estos desconcertantes indicios de modernidad deben interpretarse con precaución. Si los mercados de compra y venta, e incluso las entidades comerciales con una organización avanzada, eran características sobresalientes de la sociedad antigua, no deben confundirse con la presencia de una sociedad de mercado. El comercio existía como un importante auxiliar de la sociedad desde épocas muy remotas, pero el impulso fundamental para la producción, o la asignación básica de los recursos entre sus distintas aplicaciones, o la distribución de los bienes entre las clases sociales, estaban muy separados del proceso de mercadotecnia. Es decir, los mercados de la antigüedad no eran los medios a través de los cuales las sociedades resolvían su problema económico básico. Eran complementos de los grandes procesos de producción y distribución, en lugar de estar integrados a éstos; se encontraban “por encima” de la maquinaria económica pertinente en lugar de estar dentro de ésta. Cómo veremos más adelante, entre el engañoso aire contemporáneo de muchos mercados del pasado lejano y la realidad de nuestra economía de mercado actual se encuentra una distancia inmensa que la sociedad tardaría siglos en recorrer.
Nosotros mismos debemos recorrer esa distancia si queremos entender cómo se formó la sociedad de mercado contemporánea y, de hecho, si deseamos comprender qué es. Sólo sumergiéndonos en las sociedades del pasado, sólo observando cómo solucionaban en realidad sus problemas económicos, empezaremos a entender con claridad aquello que implica la evolución de la sociedad de mercado, que constituye nuestro propio medio ambiente. Sobra decir que si planeáramos visitar una u otra de las numerosas sociedades anteriores al sistema de mercado como observadores generales, nuestra decisión representaría una gran diferencia. Trazar la historia económica, desde los estados-templo monolíticos de Sumeria y Akkad en el tercer milenio antes de Cristo hasta la “modernidad” de la Grecia o la Roma clásicas que datan del quinto y cuarto siglos antes de Cristo hasta los años de la era cristiana representa llevar a cabo un viaje cultural a través de una distancia inmensa. Sin embargo, al viajar sólo como historiadores económicos, descubriremos que representa una diferencia mucho menor en cuál de las sociedades de la antigüedad nos enfoquemos. Puesto que, a medida que analicemos estas sociedades, podremos ver que, subyacentes a sus grandes diferencias en el arte, la política o las creencias religiosas, existen profundas similitudes en la estructura económica, similitudes que recordamos con menos frecuencia porque se encuentran en el “trasfondo” de la historia y en raras ocasiones adornan sus páginas más emocionantes. Pero estas características que identifican la organización económica son las que nos interesan al observar el pasado. ¿Qué es lo que vemos?
3AHistory ofthe Business Mun (NuevaYork, Macmillan, 1938),p. 12.
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CAPÍTULO 2 La economía anterior al sistema de mercado
Fundamentos agrícolas de las sociedades antiguas La primera impresión, y quizá la más sorprendente, es el aspecto preponderantemente agrícola de todas estas economías. Desde luego, en cierto sentido, todas las comunidades humanas, sin importar cuán industrializadas estén, viven de la tierra: lo único que diferencia a una sociedad “industrial” de una “agrícola” es la cantidad de población no agrícola a la que los agricultores pueden dar sustento. De este modo, un agricultor estadounidense con un terreno extenso y equipo abundante puede alimentar a casi cien personas que no se dedican a la agricultura; mientras que un campesino asiático, que labra un terreno pequeño sólo con un azadón, puede verse muy presionado, después de pagar al terrateniente, para dar sustento a su propia familia. En la antigüedad, la capacidad de la población agrícola para dar sustento a una población no agrícola era muy limitada. No tenemos a nuestra disposición estadísticas exactas, pero podemos proyectarnos en retrospectiva hacia la situación que prevalecía en todos estos países de la antigüedad observando las regiones subdesarrolladas del mundo actual, en las que los niveles técnicos y la productividad de la agricultura ofrecen una semblanza cercana, demasiado cercana, de aquellos de la antigüedad. De esta manera, en la India, Egipto, Filipinas, Indonesia, Brasil, Colombia o México encontramos que se necesitan dos familias de agricultores para dar sustento a una familia que no se dedica a la agricultura; mientras que en África tropical, un estudio que se llevó a cabo hace algunos años nos indica que “la productividad de la agricultura africana es tan baja que se requieren de dos a 10 personas (hombres, mujeres y niños) para cultivar alimentos suficientes para cubrir sus propias necesidades y aquéllas de un adulto adicional que no se dediEstos tristes descubrimientos, realizados hace aproximadamente 50 años, que a la agric~ltura”.~ siguen vigentes. La antigüedad no fue una época tan negativa; de hecho, en ocasiones se conseguían producciones agrícolas impresionantes. Pero tampoco es comparable con la productividad agrícola estadounidense, con su gran capacidad para dar sustento a una población no agrícola. Todas las sociedades antiguas eran básicamente economías rurales. Como veremos, éste no es el preludio de una sociedad urbana muy brillante y rica ni de una extensa red de comercio internacional. No obstante, el personaje económico típico de la antigüedad no era el comerciante ni el habitante urbano, sino el agricultor, y era en las comunidades rurales en las que se basaban en última instancia las economías de la antigüedad. Pero esto no debe llevarnos al supuesto de que la vida económica era comparable a la de un país agrícola moderno como Dinamarca o Nueva Zelanda. Los agricultores contemporáneos, al igual que los hombres de negocios, se encuentran inmersos en la red de transacciones características de una sociedad de mercado. Venden su producción en un mercado y compran sus provisiones en otros. El objeto de sus esfuerzos es la acumulación de dinero, no de trigo ni de maíz. Los reportes de pérdidas y ganancias les indican con regularidad si han trabajado bien o no. Se estudian los avances más recientes de la tecnología y se aplican si son productivos. Nada de esto describe en forma adecuada al “agricultor” del antiguo Egipto, de las antiguas Grecia o Roma o de las grandes civilizaciones de Oriente. Con pocas excepciones, el labrador era un campesino, y un campesino es un ser social muy diferente a un agricultor. No está al pendiente de las nuevas tecnologías, sino que por el contrario se apega con insistencia, y a menudo con gran habilidad, a sus bien conocidos métodos. Debe hacerlo así, porque un pequeño error podría significar morir de hambre. No compra la mayor parte de sus provisiones, sino que las produce él mismo;
4GeorgeH. T. Kimble, TropicuZAfXca(Nueva York, Twentieth Century Fund, 1960),I, 572. (Se agregaron las cursivas.)
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de manera similar, no produce para un “mercado” sino primordialmente para su propia familia. Por Último, a menudo ni siquiera es libre de consumir su propia cosecha, sino que debe dar una parte (una décima, una tercera parte, la mitad o incluso más) al propietario de la tierra que él trabaja. Esto era debido a que, por lo regular, el campesino de la antigüedad no era propietario de la tierra que trabajaba. Hemos oído hablar de los agricultores-ciudadanosindependientes de la Grecia clásica o la República romana, pero se trataba de excepciones a la regla general en la que los campesinos sólo eran arrendatarios de un terrateniente. E incluso en Grecia y Roma, el grupo de arrendatarios de enormes patrimonios comerciales tendía a absorber al campesinado independiente. Plinio menciona uno de estos grandes patrimonios o latvundio (literalmente, “granja extensa”) con un cuarto de millón de cabezas de ganado y una población de 4 117 esclavos. De ahí que el campesino, que era el núcleo de las econom’as de la antigüedad, constituía un claro ejemplo del aspecto no mercantil de estas econom’as. Aunque algunos agricultores vendían con libertad una parte de su cosecha en los mercados de las ciudades, la gran mayoría de los productores agrícolas rara vez participaba en el mercado. Para muchos de estos productores (sobre todo aquellos que eran esclavos), éste era, en forma correspondi.ente,un mundo casi sin dinero en el que unas cuantas monedas de cobre al año, que guardaban celosamente y gastaban sólo en caso de emergencia, constituían el único vínculo con un mundo de transacciones comercia le^.^ Por tanto, aunque la condición legal y social del campesino variaba en gran medida en las diversas áreas y épocas de la antigüedad, en una perspectiva más amplia, el tenor de su vida económica era constante. Sabía muy poco o nada de la red de transacciones, que constituye el impulso hacia los beneficios pecuniarios del agricultor moderno. El campesino de la antigüedad, que casi siempre era pobre, se encontraba abrumado por los impuestos y oprimido; era presa de los caprichos de la naturaleza y de la explotación de la guerra y la paz y se encontraba atado a la tierra por la ley y la costumbre; estaba dominado por reglas económicas de la tradición (al igual que el agricultor de hoy, que sigue representando la base agrícola en algunos países del Este y el Sur). Su principal estímulo para el cambio era el mando, o más bien, la obediencia. El trabajo, la paciencia y la increíble resistencia del ser humano fueron sus contribuciones a la civilización.
La vida económica de las ciudades La casta agrícola básica de la sociedad antigua y su típica exclusión del campesino de una existencia activa en el mercado conforman, de manera por demás sorprendente, otro aspecto común de la organización económica de la antigüedad. Se trata de la diversidad, la vitalidad y la efervescencia de la vida económica en las ciudades. Ya sea que estudiemos el antiguo Egipto, la Grecia clásica o la República Romana, no podemos evitar sentirnos sorprendidos por este contraste entre el campo relativamente estático y las activas ciudades. En Grecia, por ejemplo, gran cantidad de bienes pasaban por los muelles del Pireo: granos de Italia, metales de Creta e incluso de Bretaña, libros de Egipto, perfumes de países aun más distantes. En el siglo IV antes de Cristo, Isócrates afirma en el Panegírico: “Los artículos que resultan difícil conseguir, uno de aquí, otro de allá, en el resto del mundo ... son fáciles de adquirir en Atenas.” Del mismo modo, Roma desarrolló un floreciente comercio interno y externo. En la época de Augusto, cuatro siglos después, cada año se requerían los cargamen-
5Es preciso hacer notar que ésta no es sólo una condición ancestral. Durante un viaje por Marruecos, John Gunther informó sobre los siervos campesinos locales, “antes, no tenían un salario (para qué necesitaban el dinero), pero eso está cambiando en la actualidad”. ¡Ha cambiado en la actualidad, en 1953! Tomado de Inside Africa (Nueva York, Harper, 1955), p. 104.
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tos de 6 O00 barcazas remolcadas por bueyes para alimentar a la ciudad,6mientras que en el foro de la ciudad, se reunía una multitud de especuladores en una especie de “bolsa de valores inmen~a”.~ Por tanto, en muchos de los grandes centros urbanos de la antigüedad se hacía visible algo que se aproxima, por lo menos en forma superficial, a nuestra sociedad. No obstante, no debemos concluir que se trataba de una sociedad de mercado similar a la nuestra. Las diferencias eran muy grandes, al menos en dos aspectos. El primero de éstos era el carácter limitado y el alcance de la función de mercado de la ciudad. A diferencia de las ciudades modernas, que no sólo son receptoras de los bienes que se envían desde el interior, sino importantes exportadoras de bienes y servicios para el campo, las ciudades de la antigüedad tendían a asumir el papel de parásitos económicos frente al resto de la economía. Gran parte del comercio que llegaba a los grandes centros urbanos de Egipto, Grecia y Roma (por encima de las provisiones necesarias de las masas urbanas) tenía la naturaleza de artículos de lujo para las clases más altas, en lugar de ser materias primas para trabajarse y enviarse a una economía consumidora de bienes. Las ciudades eran las arterias de la civilización; pero como centros de la actividad económica se encontraban separadas del país por un extenso abismo que las convertía en enclaves de la vida económica, en lugar de ser componentes que nutrieran las economías rural y urbana integradas.
Esclavitud Aún más importante era una segunda diferencia entre las econom’as de las ciudades antiguas y la sociedad de mercado contemporánea: su dependencia del trabajo de los esclavos. La esclavitud en una escala masiva era un pilar fundamental de casi todas las sociedades económicas antiguas. En Grecia, por ejemplo, el engañoso aire moderno del Pireo ocultaba el hecho de que gran parte del poder de compra del mercader griego provenía del trabajo de 20 000 esclavos que trabajaban en condiciones desastrosas en las minas de plata de Laurentium. Se estima que, en el siglo IV a.c., por lo menos una tercera parte de la población de la “democrática”Atenas eran esclavos. En el año 30 a.c., en Roma, alrededor de un millón y medio de esclavos (en los latifundios, las galeras, las minas, las “fábricas” y las tiendas) mantenían en movimiento la maquinaria económica.*Incluso Séneca relata que fue necesario votar en contra de la propuesta de que llevaran vestiduras especiales, pues al reconocer su número, podrían conocer su fuerza. Desde luego, los esclavos no eran la única fuente de trabajo. Grupos de artesanos y obreros libres, que a menudo se reunían en colegios o fraternidades, prestaban sus servicios a la ciudad romana, como lo hacían mujeres trabajadoras libres en Grecia y otras partes del mundo. En muchas ciudades, sobre todo durante los últimos años del Imperio Romano, una masa de trabajadores desempleados (pero no esclavizados) constituía una fuente de trabajo informal. No obstante, es poco probable que las brillantes economías urbanas del pasado pudieran haber sobrevivido sin la fuerza motriz de la esclavitud. Y esto nos lleva al punto central: la floreciente economía de mercado de la ciudad descansaba sobre una estructura económica basada en la tradición y el mando centralizado. Nada parecicio al libre albedrío ni a la interacción de los intereses propios guiaba el esfuerzo económico básico de la antigüedad. Si una estructura urbana de mercado sorprendentemente moderna capta nuestra atención, no debemos olvidar q-ie sus mercaderes se apoyaban en los hombros de innumerables campesinos y esclavos. 6CambridgeEconomic History of Europe, 11, 47. 7W.C. Cunningham, An Essay on Western Civilization (Nueva York, 1913), p. 164. ‘K. J. Beloch, Die Bevolkerung der Griechisch-Romischen Welt (Leipzig, 1886),p. 478.
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El excedente social La presencia de grandes concentraciones de riqueza urbana en medio de un escenario rural mucho más pobre nos indica otra característica de la sociedad económica antigua: la relación especial entre su riqueza y su organización económica subyacente. En cualquier sociedad, la existencia de riqueza implica que a la naturaleza se le quitó un excedente por la fuerza, que la sociedad no sólo resolvió su problema de producción, sino que logró un margen de esfuerzo por encima del que se requiere para su propia existencia. Quizá lo que más nos sorprende al observar las civilizaciones del mundo antiguo es la magnitud del excedente que podía obtenerse de una población campesinabásicamente pobre. Los templos de los antiguos reyes asirios, los extraordinarios tesoros de los aztecas, las pirámides y magníficas artesanías de los faraones de Egipto, la Acrópolis de Atenas y las magníficas carreteras y arquitectura de Roma constituyen un testimonio de la habilidad de una civilización esencialmente agrícola para alcanzar un excedente masivo, arrancar de la tierra una mano de obra considerable, mantenerla en el nivel más bajo necesario y ponerla a trabajar construyendo para la posteridad. Pero los magníficos logros del pasado son testimonio de algo más. El potencial productivo excedente que la sociedad logra, ya sea por medio de la tecnología o por una hábil organización social, se puede aplicar en muchas direcciones. Es posible dirigirlo hacia las mejoras agrícolas, como los canales y pozos de irrigación, en cuyo caso aumentará la cosecha aún más. Aplicado a Ins herramientas y equipo del trabajador urbano, aumentará la capacidad de producción. O bien, es posible utilizar el excedente para apoyar a una orden religiosa que no trabaja, o a una clase de cortesanos y nobles desocupados. Si no fuera por su sorprendente capacidad para producir un excedente, Estados Unidos jamás podría sostener sus fuerzas armadas, ni tampoco podría haberlo hecho la desaparecida Unión Soviética, si su economía no hubiera dado lugar a una producción mayor que la que requería para su mera perpetuación. Por tanto, la forma social que adopta la acumulación de riqueza revela muchos aspectos de cualquier sociedad. “¿A quién beneficia el excedente?’ es una pregunta que siempre da a conocer en gran medida la estructura del poder dentro de esa sociedad.
Riqueza y poder ¿A quién beneficiaba la riqueza en la antigüedad? A primera vista, parece imposible responder con una sola frase. Emperadores, nobles, órdenes religiosas, mercaderes.. . todos disfrutaron de la riqueza en un momento u otro. Pero, con una observación más detallada, se hace posible una generalización interesante y significativa: la mayor parte de la liqueza no llegaba a aquellos que desempeñaban un papel estrictamente económico. Aunque existen registros de esclavos inteligentes en Egipto y Roma que se volvieron ricos, y aun cuando es posible encontrar mercaderes y banqueros ricos en los anales de la antigüedad, el suyo no era el camino principal hacia la riqueza. En vez de ello, en las civilizaciones antiguas, la riqueza era casi siempre la recompensa para el poder o la condición política, militar o religiosa, no por la actividad económica. Lo anterior tenía una razón. Las sociedades tienden a recompensar en mayor medida las actividades a las que se da un valor más alto; y en los largos y turbulentos siglos de la antigüedad, el liderazgo político, la tutela religiosa y la destreza militar eran, sin duda, más necesarios para la supervivencia social que la experiencia comercial. De hecho, en muchas de estas sociedades, la actividad económica misma era menospreciada por considerarse esencialmente deshonesta. Como escribió Aristóteles en su Política: “en las ciudades mejor gobernadas... los ciudadanos no deben llevar la vida de un artesano ni de un comerciante, ya que esta vida está privada de
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En especial, agregó el gran abogado, “si aquellos que llevan a cabo ese comercio se retiran a algunas de sus propiedades en el campo, después de saciarse o al menos sentirse satisfechos con sus ganancias”. Más allá de la menor función social del mercader en comparación con el general, el cónsul o el sacerdote, este desprecio por la riqueza que se obtenía de una actividad económica “deshonesta” reflejaba un hecho económico de gran importancia: la sociedad todavía no integraba la producción de la riqueza con la producción de bienes. La riqueza seguía siendo un excedente que había que lograr mediante la conquista, oprimiendo a las poblaciones agrícolas y esclavas subyacentes; todavía no era el resultado de un sistema de producción en aumento continuo, en el que una parte de una producción social total podía beneficiar a muchas clases de la sociedad. Y así sería durante muchos siglos. Hasta que las actividades menores y mayores de la sociedad recibieron su precio, hasta que las compras y las ventas, las subastas y los ofrecimientos penetraron hacia las clases más bajas de la sociedad, la acumulación de la riqueza siguió siendo más una cuestión de poder político, militar y religioso que de la economía. Para resumir: En las sociedades anteriores al sistema de mercado, la riqueza solía seguir al poder; no &e sino hasta la sociedad de mercado que el poder siguió a la riqueza.
La “economíaJJy la justicia social en la antigüedad Antes de estudiar la transición y evolución del sistema económico de la antigüedad, es preciso formular una pregunta más: ¿qué pensaban de él los economistas contemporáneos? La respuesta que encontramos es interesante: no existían “economistas” contemporáneos. Durante el extenso periodo que aquí llamamos antigüedad, abundaban los historiadores, filósofos, teóricos políticos y escritores sobre la educación y la moral, pero no existían economistas como tales. No es difícil encontrar la razón. La economía de la sociedad (es decir, el modo en que la sociedad se organizaba para cubrir las tareas básicas de la supervivencia económica) no alcanzaba a despertar la curiosidad de un pensador. Había pocos o ningún secreto monetario que develar, poca o ninguna complejidad en las relaciones contractuales del mercado que descubrir, poco o ningún ritmo económico de la sociedad que interpretar. Conforme la cosecha florecía, conforme variaba la justicia o injusticia del sistema de recolección de impuestos, conforme cambiaba la suerte en la guerra y la política, así variaba también la suerte del campesino, el esclavo, el artesano y el comerciante. A medida que aumentaba o disminuía la fuerza militar relativa, a medida que cada mercader tenía suerte o no, a medida que las artes prosperaban o decaían, se alteraba también el pulso del comercio. Si existía un “crecimiento” económico, éste era invisible: era demasiado pequeño o irregular para interesar al observador. Conforme lo per-
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mitía la habilidad en la guerra o la política, o según lo determinaban los monopolios locales o el matrimonio, un individuo adquiría riquezas. Todo esto ofrecía pocas posibilidades para el poder analítico de los observadores preocupados por la economía. Si existía un problema económico (además de los eternos problemas de las malas cosechas, las fortunas de guerra, etc.), se encontraba combinado de manera inextricable con el problema de la justicia social. Desde una época tan temprana como la de las primeras tablillas asirias, contamos con registros de reformadores que buscaban la reducción de los impuestos al campesinado; y en toda la Biblia (extendiéndose, desde luego, hasta la Edad Media), está presente un comunismo primitivo, de distribución equitativa, que surge de los antecedentes del pensamiento religioso. En el Levítico, por ejemplo, se menciona la interesante costumbre del jubileo, un límite de cincuenta años para las rentas, después del cual cada terrateniente “tenía que regresar a cada hombre la posesión que se le había confiscad^".^ Pero, a pesar del hecho de que la religión se ocupaba de la riqueza y la pobreza, y por tanto del problema de la distribución en la economía, la antigüedad presenció pocos cuestionamientos sobre el sistema social que producía ricos y pobres. Si la riqueza constituía un agravio, se debía a los errores personales de la gente avara; y si se quería lograr una justicia social, se tenía que alcanzar a través de la redistribución personal, por la limosna y la caridad. La idea de un estudio “económico” de la sociedad, en comparación con un estudio político o moral, brillaba por su ausencia. Sin embargo, hay una excepción que debemos hacer notar. Aristóteles, el gran discípulo de Platón, dirigió su poderoso escrutinio a los asuntos económicos, y con él empieza el estudio sistemático de la economía como tal. Esto no significa que Aristóteles haya sido un reformador social radical, no en mayor medida que los padres de la Iglesia. Gran parte de esto se resume en su famoso enunciado: “Desde el momento de su nacimiento, algunos están marcados para servir y otros para gobernar.”IOPero el estudiante de la historia del pensamiento económico recurre primero a Aristóteles al hacerse preguntas que puede adaptar al presente, tales como: ‘‘¿Qué es valor?’ “¿Cuál es la base del intercambio?” “¿Qué es el interés?” No nos extenderemos aquí en los planteamientos de Aristóteles para estas ideas. Pero es preciso hacer notar un punto, ya que se adapta a lo que ya vimos acerca de la actitud de la antigüedad hacia la actividad económica. Cuando Aristóteles analizó el proceso económico, lo dividió en dos partes, que no son producción ni distribución, como lo hemos hecho nosotros, sino uso y ganancia. De manera más específica, estableció una diferencia entre oeconomia (de donde se origina el término “economía”) y chrematistiké, para lo cual no contamos con un término preciso. Por oeconomia, el filósofo griego se refería al arte de manejar una casa, administrar el patrimonio propio y cuidar los recursos. Por otra parte, chrematistiké implicaba el uso de los recursos de la naturaleza o de las habilidades humanas con propósitos adquisitivos. La chrematistiké era el comercio por el comercio mismo, la actividad económica que tiene como motivo y finalidad la ganancia, no el uso. Aristóteles aprobaba la oeconomia, pero no la chrematistiké, y desde la perspectiva de la estructura de mercado limitada de la antigüedad, en la que el comerciante urbano a menudo explotaba al campesino, no es difícil ver la razón. El problema mucho más complicado de si una sociedad de mercado, en la que todos buscan una ganancia, garantiza la aprobación o la desaprobación,nunca aparece en los escritos de Aristóteles,
9Esdecir, tierras que se habían confiscado por deudas, etc., tenían que devolverse a sus dueños originales. La ira de los profetas posteriores, como Amós, indica que el precepto debe haberse violado en la mayor parte de los casos. '"Politics. Libro I.
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como no lo hace nunca en la historia antigua. Todavía no existía la sociedad de mercado, con sus preguntas verdaderamente desconcertantes de moral y orden económicos. En ese momento, no existía la filosofía necesaria para pensar en ese orden.
LA SOCIEDAD ECONÓMICA EN LA EDAD MEDiA Hasta el momento, nuestro estudio de la organización económica ha analizado sólo las grandes civilizaciones de la antigüedad. Ahora debemos concentrarnos en una sociedad mucho más reciente y, lo que es más importante, que antecede de inmediato a la nuestra, en términos de la evolución social. Se trata del extenso periodo de la historia que conocemos como Edad Media, periodo que abarca y describe el mundo occidental, desde Suecia hasta el Mediterráneo, “empezando” con la caída del Imperio Romano en el siglo v y “terminando” con el Renacimiento, mil años después. El saber moderno enfatiza cada vez más la diversidad que caracteriza a ese extenso periodo y espacio, una diversidad no sólo en la apariencia social de un siglo a otro, sino también en el contraste de un lugar a otro durante un periodo determinado. Una cosa es hablar de la “vida” en la Edad Media teniendo en mente una comunidad de campesinos del siglo x en Normandía, donde se estima que el habitante promedio quizá nunca vio a más de doscientas o trescientas personas en su vida, ni dominó un vocabulario de más de seiscientas palabras,” y otra muy diferente, cuando nos referimos a la mundana ciudad de Florencia durante el sigIo m,sobre la que Boccaccio escribió en forma tan cautivadora. Aún más pertinente para nuestros propósitos es la necesidad de pensar en la Edad Media en términos de la variedad y el cambio económicos. Los primeros años de la vida económica feudal son muy diferentes a los años intermedios o finales, sobre todo en lo que respecta al bienestar general. El inicio del feudalismo coincide con un periodo de gran escasez, privación y despoblación. Durante el siglo v, la población de Roma se redujo de 1 500 O00 a 300 O00 habitantes. Pero para el siglo XII, las ciudades se habían extendido una vez más (¡después de 600 años!) hasta los límites de sus antiguas murallas romanas e incluso más allá; y, para principios del siglo XIV, una prosperidad considerable reinaba en muchas partes de Europa.” Después, se sucedieron varias catástrofes: una terrible hambruna que duró dos años en 1315; más adelante, en 1348, la peste bubónica, que eliminó de una a dos terceras partes de la población urbana; una lucha devastadora, que duró un siglo, entre Inglaterra y Francia, y entre los principados de Alemania e Italia. Todos estos infortunios redujeron en gran medida el nivel de la existencia económica. La historia del feudalismo no está marcada por un progreso lineal constante, sino por enormes e irregulares mareas seculares, que nos disuaden de una concepción simplista de su desarrollo. Sin embargo, nuestro propósito no es analizar estos hechos, sino presentar un panorama general de la estructura económica que, más allá de los vaivenes de la fortuna, marca la época feudal como un periodo único de la historia económica occidental. Y podemos empezar por des-
“George G . Coulton, Medieval Village,Manor and Monastery (Nueva York, Harper, Torchbooks, 1960), p. 15. ”Existen algunas evidencias de que en Inglaterra, alrededor del año 1500, los salarios reales para los trabajadores comunes alcanzaron un nivel que no superarían durante al menos tres siglos (Economica,noviembre de 1956, pp. 296-314).
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tacar el importante desarrollo subyacente al inicio de esa estructura económica: se trata del surgimiento de una organización política de gran escala.
La caída de Roma Puesto que, a medida que Roma “caía” y las invasiones sucesivas del norte, el este y el sur destruían los campos europeos, una variedad de entidades políticas a pequeña escala tomaban el lugar del gran marco administrativo legal anterior. Incluso en el siglo IX, cuando el Sacro Imperio Romano de Carlomagno adquirió esas impresionantes dimensiones en el mapa, debajo de la apariencia de un “estado” unificado, en realidad existía un caos político: no existían un idioma común, un gobierno central coordinado, un sistema legal ni monetario unificado, ni siquiera una alianza “nacional” consciente capaz de unificar los dominios de Carlomagno con algo más que una cohesión temporal. Hacemos notar esta sorprendente diferencia entre la antigüedad y la Edad Media para enfatizar las grandes consecuencias económicas que tuvo la disolución política. Conforme la seguridad cedió su lugar a la autarquía y la anarquía, los largos viajes para transportar mercancías se volvieron muy peligrosos, y la vida de las grandes ciudades, que alguna vez había sido muy activa, se tomó imposible. Al desaparecer una moneda y una ley comunes, los mercaderes en Galia ya no pudieron hacer negocios con los mercaderes en Italia, y la acostumbrada red de conexiones económicas se vio afectada o cayó en desuso. Cuando las enfermedades y las invasiones despoblaron los campos, la gente recurrió por necesidad a las formas más defensivas de la organización económica, formas dirigidas a la mera supervivencia a través de la autosuficiencia. Surgió una nueva necesidad, la necesidad de reducir la organización viable de la sociedad en el elemento más pequeño posible. Durante siglos, este aislamiento de la vida económica, esta autosuficiencia extrema, constituiría la característica económica de la Edad Media, y su modo general de orden político y social se conocería como feudalismo.
Organización feudal de la sociedad El feudalismo trajo consigo una nueva unidad básica de organización económica: el estado feudal. ¿Cómo era este estado? Por lo regular, era una extensa porción de tierra, que a menudo incluía miles de acres, “propiedad” de un señor feudal, espiritual o temp0ra1.I~La palabra “propiedad” se encuentra entre comillas porque el feudo no era en primera instancia una propiedad económica. En vez de ello, era una entidad social y política en la que el señor del feudo no sólo era terrateniente, sino también protector, juez, jefe de policía y administrador. Aunque él mismo formaba parte de una gran jerarquía en la que cada señor era el sirviente de algún otro señor (incluso el Papa era sirviente de Dios), el noble feudal literalmente era, dentro de los confines de su feudo, “el señor de la tierra”. Así mismo, era propietario y amo de muchas de las personas que vivían en la tierra, ya que los siervos de un feudo, aunque no eran esclavos, eran en muchos aspectos propiedad del señor, como lo eran sus casas, rebaños y cosechas.
13Esdecir, el señor podría haber sido el abad o el obispo de la localidad, o bien un personaje secular, un barón que había adquirido las propiedades por herencia, o a quien se había nombrado caballero y se le habían otorgado las tierras por un servicio excepcional en el campo de batalla o por alguna otra razón.
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En el punto central de la heredad se encontraba la residencia del señor, o gran casa feudal, que casi siempre estaba protegida contra el ataque de los saqueadores, separada por murallas de los campos que la rodeaban y que, en ocasiones, alcanzaba la altura de un genuino castillo. En el terreno cerrado del feudo se encontraban talleres en los que se cosía o tejía ropa, se prensaban uvas, se almacenaban los alimentos, se llevaban a cabo trabajos sencillos de fundición o soldadura de hierro y se molían los granos. Alrededor del feudo estaban los campos, que casi siempre se dividían en “franjas” de un acre o de medio acre, y cada uno tenía un ciclo propio de cosecha y descanso. La mitad o más de estos campos pertenecían al señor feudal; el resto “pertenecía”, en los diversos sentidos del término legal, a la jerarquía de familias libres, medio libres o esclavas que constituían una heredad. El significado exacto de la palabra pertenecer dependía de las obligaciones y los derechos de un siervo, un liberto o cualquier otra categoría en la que una persona hubiese nacido. Sin embargo, es importante hacer notar que incluso un liberto que era “propietario” de su tierra no podía vendérsela a otro señor feudal. En el mejor de los casos, ser propietario significaba que nadie podría sacarlo de su tierra, excepto en circunstancias extraordinarias. Un personaje de menor nivel que un liberto ni siquiera tenía esta seguridad. Un siervo típico se encontraba literalmente atado a “su” tierra. Sin un permiso específico y, casi siempre, sin un pago específico, no podía dejar la heredad por otra, ya fuera en los dominios del señor feudal o en los dominios de otro. Esta condición traía consigo una serie de obligaciones que se encontraban en el centro mismo de la organización económica feudal. Consistían en la necesidad de llevar a cabo trabajo para el señor feudal: cultivar sus campos, trabajar en sus talleres, entregarle una parte de la cosecha propia. Las contribuciones variaban de un feudo a otro y de una época a otra: en algunos lugares, consistían de hasta cuatro o cinco días de trabajo a la semana, lo que significaba que para los siervos sólo era posible mantener sus propios campos con el trabajo de su esposa o sus hijos. Y, por último, los siervos tenían que hacer pequeños pagos monetarios: impuestos principales, como el chevage; impuestos sobre la herencia, como el heriot; un impuesto sobre el matrimonio, que era el merchet; e impuestos por utilizar el molino o los hornos del señor feudal.
La provisión de seguridad Sin embargo, existía un importante intercambio de beneficios en todo esto. Si el siervo daba a su señor feudal su trabajo y gran parte del fruto de sus tierras, el señor, a cambio, le daba algunas cosas que el siervo no habría podido obtener por sí mismo. La más importante de todas era cierto grado de seguridad física. Resulta difícil para nosotros reconstruir el ambiente de violencia que prevalecía en gran parte de la vida feudal, pero un investigador nos ha proporcionado estadísticas que sirven para explicar el punto: entre los hijos de los duques ingleses, 46% de aquellos que nacieron entre 1330 y 1479 tuvieron una muerte violenta. Su promedio de vida. excluyendo la muerte violenta, era de treinta y un años; incluyéndola, era de sólo veinticuatro años.14El campesino, aunque no era un guerrero y, por tanto, en su trabajo no estaba expuesto a los peligros de combates continuos, asesinatos, etc., era a menudo víctima de los asaltantes, indefenso ante la captura, incapaz de proteger sus posesiones en contra de la destrucción. De esta manera, es posible entender por qué incluso los hombres libres se convertían en siervos “encomendándose” a un señor feudal quien, a cambio de su subordinación económica, social y política, les ofrecía una valiosa protección militar.
“T. H. Hollingsworth, “A Demographic Study of the British Ducal Families”, Population Studies, XI (1957-1958)
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Además, el señor feudal ofrecía cierto elemento importante de seguridad económica. En tiempos de hambre, era él quien alimentaba a sus siervos con las reservas de sus almacenes feudales. Y, aunque tenía que pagar por eso, el siervo tenía derecho a utilizar los animales y equipo del señor para cultivar sus tierras, así como las de su amo. En una época en la que el siervo promedio no poseía casi ninguna herramienta, éste era un beneficio e~encia1.l~ Estos hechos no deben hacer que nos formemos una concepción idealista de la vida feudal. A menudo, la relación entre el señor y sus siervos era de explotación extrema. No obstante, debemos estar conscientes de que existía un apoyo mutuo. Cada uno oErecía al otro servicios esenciales para la supervivencia en un mundo en el que la organización y la estabilidad políticas prácticamente no existían.
La economía de la vida feudal A pesar de la enorme autosuficiencia de la vida feudal, en gran parte se asemeja a la organización económica de la antigüedad. Para empezar, al igual que aquellas primeras sociedades, ésta era una forma de sociedad económica organizada con base en la tradición. De hecho, la fuerza de la costumbre nunca fue mayor; un ejemplo son las famosas “costumbres antiguas” de las cortes feudales medievales, que con frecuencia servían como consejeros para el siervo que, de lo contrario, se encontraba indefenso. Al carecer de un gobierno central unificado y poderoso, incluso el ejercicio de la autoridad era relativamente débil. Como resultado de ello, el ritmo del cambio y el desarrollo económicos, aunque existentes, fue muy lento durante los primeros años de la época medieval. En segundo lugar, incluso más que en el caso de la antigüedad, ésta era una forma de sociedad que se caracterizaba por la ausencia de transacciones monetarias. A diferencia del latifundio de Roma, que vendía su producción a la ciudad, el feudo sólo se abastecía a sí mismo, y quizás a algún poblado local. Ninguna heredad fue tan autosuficiente como para establecer vínculos monetarios con el mundo exterior; incluso los siervos compraban unas cuantas mercancías y vendían unos cuantos huevos; y, en ocasiones, el señor feudal tenía que comprar provisiones considerables que no podía producir él mismo. Pero, en general, se manejaba muy poco dinero. Como dijo Henri Pirenne, experto en la historia económica medieval:
...los siervos pagaban en especie sus obligaciones a su señor. Cada siervo... debía pagar con un número fijo de días de trabajo y una cantidad fija de productos naturales o bienes fabricados por él mismo, maíz, huevos, gansos, pollos, ovejas, cerdos y ropa de cáñamo, lino o lana. Es cierto que se tenían que pagar unas cuantas monedas, pero representaban una parte tan pequeña del todo que no evitan la
I5Para un panorama de la vida entre las diversas clases en la Europa medieval, podemos recurrir a la obra de Eileen Power, Medieval People (Garden City, NY, Doubleday, Anchor Books, 1954), un relato académico, pero encantador, de la realidad de la existencia humana que se encuentra detrás de la historia. Para darse una idea del ambiente violento de la época, véase J. Huizinga, The Waning ofthe Middle Ages (Garden City, NY, Doubleday, Anchor Books, 1954). capítulo I . Permítasenos recomendar otros dos libros que transmiten una idea vívida de la realidad económica feudal: uno es de H. S. Bennett, Life on the English Manor (Cambridge, Inglaterra, Cambridge University Press, 1965); el otro es de Marc Bloch, French Rural History (Berkeley, CA, University of California Press, 1966). En especial, French Rural History es una de las verdaderas obras maestras de la historia económica. Una obra que se ocupa menos de la vida económica (es preciso leer entre líneas para conocerla), pero es una maravillosa microhistoria de la vida medieval, es el relato de un diminuto pueblo abatido por la herejía del siglo XIV en el sur de Francia, Montaillou: The Lund of Promised Error, de Emmanuel Le Roy Ladurie (Nueva York, George Braziller, 1978). Por último, The Three Orders: Feudal Society Imagined de Georges Duby (Chicago, University of Chicago, 1980), un clásico moderno.
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CAPÍTULO 2 La economía anterior al sistema de mercado conclusión de que la economía del mando era una economía natural.. . puesto que no se involucraba en el comercio, no tenía necesidad de utilizar el dinero ...l6
El pueblo y las ferias No obstante, sería una representación errónea de la vida medieval el hecho de afirmar que el dinero y las transacciones monetarias, así como la acción de comprar y vender en una sociedad de mercado, no existían. En vez de ello, como en el caso de la antigüedad, debemos pensar que la sociedad económica medieval consistía en una gran base de producción agrícola estática y en gran medida sin fundamento monetario, sobre la cual floreció una variedad considerable de actividades más dinámicas. Por una parte, además de los feudos, también existían los empequeñecidos descendientes de las ciudades romanas (y, como veremos más adelante, los núcleos de las nuevas ciudades), y estas pequeñas ciudades requerían de una red de mercados que las abastecieran. Cada ciudad tenía sus mercados, donde los campesinos llevaban a vender una parte de sus cosechas. Más importante aún es el hecho de que las ciudades eran una unidad muy diferente a los feudos, y las leyes y costumbres de estos últimos no se aplicaban a sus problemas. Incluso cuando las ciudades se encontraban dentro de la protección feudal, sus habitantes obtenían poco a poco su libertad en relación con las obligaciones de trabajo y, lo que es más importante, con las obligaciones feudales legales.17En contraste con las “costumbres ancestrales” del feudo, una nueva y evolutiva “ley de mercaderes” regulaba gran parte de la actividad comercial dentro de los muros de las ciudades. Otro núcleo de vida económica activa fue la feria. Ésta era una especie de mercado ambulante, que se establecía en lugares fijos en fechas establecidas y en la que mercaderes de toda Europa llevaban a cabo un verdadero intercambio internacional. Las grandes ferias, que casi siempre se organizaban sólo una vez al año, eran eventos muy importantes, una mezcla de fiesta social, festival religioso e intensa actividad económica. En algunas ferias, como aquellas que se realizaban en Champagne, Francia, o en Stourbridge, Inglaterra, se ponía a la venta una gran variedad de mercancías: sedas de Levante, libros y pergaminos, caballos, medicamentos, especias. Cualquiera que haya visitado el Mercado de Pulgas, el famoso bazar al aire libre en las afueras de París, o alguna feria en Nueva Inglaterra o el medio oeste, ha saboreado la atmósfera que impera en un mercado de este tipo. Es fácil imaginar la emoción que las ferias deben haber despertado en la quietud de la vida medieval.
Gremios Y, por Último, dentro de las ciudades, encontramos los pequeños pero importantes centros de la producción “industrial” medieval. Aun con toda su grandeza, el feudo no podía dar apoyo a todo aquello que se necesitaba para su mantenimiento, mucho menos para su extensión. Era necesario recurrir a los servicios o productos de vidrieros y albañiles, armeros y herreros expertos, buenos
‘6Economicand Social History of Medieval Europe (Nueva York, Harcourt, Harvest Books, 1956), p. 105. 17Deahí el dicho: “El aire de la ciudad libera a los hombres”; puesto que, por lo general, se consideraba que el siervo que escapaba hacia una ciudad y permanecía en ésta durante un año y un día pasaba de la jurisdicción de su amo a la de 10s burgueses de la ciudad. Huir era uno de los pocos medios que tenían los siervos para protestar en contra de SU condición. Los siervos fugitivos, al igual que los esclavos fugitivos, recibían severos castigos. Sin embargo, los siervos escapaban continuamente a las ciudades, ejerciendo en esta forma insignificante y desesperada una presión económica en contra de sus amos. Para un análisis de la importancia de este problema, véase The Transition from Feudalism to Capitalism, compilado por Rodney Hilton (Londres, NLB, 1978).
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tejedores y tintoreros, y casi siempre se encontraban en las instituciones medievales que eran tan características de la vida en las ciudades, como lo eran los feudos en la vida del campo. Estas instituciones eran los gremios, organizaciones comerciales, profesionales y artesanales de origen romano. Dichas organizaciones constituían las “unidades de negocios” de la Edad Media; de hecho, una persona no podía establecerse en un “negocio” si no pertenecía a un gremio. Por tanto, los gremios eran una especie de sindicato exclusivo, pero no tanto un sindicato de trabajadores, sino de maestros. Las figuras dominantes en el gremio eran los maestros: fabricantes independientes que trabajaban en sus propios hogares y se reunían para determinar la forma de funcionar de su gremio, para más tarde establecer las reglas concernientes a sus asuntos internos. Debajo de los maestros del gremio, se encontraban unos cuantos jornaleros (del francés journée, o “día”), a quienes se les pagaba por día, y una media docena de aprendices, que tenían de 10 a 12 años de edad y a quienes tenían bajo su custodia legal por periodos de tres a 12 años. Con el tiempo, un aprendiz podía convertirse en jornalero y después, por lo menos en la literatura medieval, graduarse como maestro del gremio al terminar su “obra maestra”. Cualquier estudio de la vida en las ciudades medievales se deleita con el colorido de las organizaciones gremiales: los bordadores y guanteros, los sombrereros y escribanos, los navieros y tapiceros, cada uno con un lugar propio, su uniforme distintivo y sus elaborados reglamentos. Pero si la vida en los gremios y las ferias ofrece un fuerte contraste con la difícil vida en los feudos, no debemos dejarnos llevar por el parecido superficial y pensar que representaba un anticipo de la vida moderna con ropa medieval. Existe una gran distancia entre el gremio y la empresa moderna, y conviene tener en mente algunas de sus diferencias.
Funciones del gremio En primer lugar, el gremio era mucho más que sólo una institución para organizar la producción. Si bien la mayor parte de sus reglamentos se relacionaban con los salarios y las condiciones de trabajo, así como con las especificaciones de la producción, comprendían también asuntos “no económicos”: las contribuciones de caridad que se esperaban de cada uno de los miembros, su papel cívico, la ropa apropiada e incluso su comportamiento cotidiano. Los gremios regulaban no sólo la producción sino también la conducta social: cuando uno de los miembros del gremio de comerciantes de tela de Londres “le rompió la cabeza” a otro en una pelea acerca de cierta mercancía, a ambos se les impuso una multa de 10 libras y una fianza de 200 más, como garantía de que no repetirían la acción. En otro gremio, los miembros que participaron en una disputa tuvieron que pagar como multa un barril de cerveza que sus compañeros se bebieron. Pero entre el gremio y la empresa moderna existe una diferencia mucho más profunda que este paternalismo: A diferencia de la empresa moderna, el propósito principal de un gremio no era ganar dinero. En vez de ello, su meta era conservar determinado modo de vida ordenado; un modo de vida en el que se lograba un ingreso decente para los artesanos expertos, pero que ciertamente no tenía la intención de convertirlos en “grandes” hombres de negocios ni monopolistas. Por el contrario, los gremios estaban diseñados en forma específica para impedir cualquier tipo de lucha entre sus miembros. Los términos del servicio, los salarios, el avance de los aprendices y jornaleros estaban determinados por la costumbre. De igual manera lo estaban los términos de la venta: un miembro de cualquier gremio que acaparara el abastecimiento de un artículo era culpable de crear un monopolio, por lo cual se le aplicaban severos castigos, y aquel que compraba al mayoreo para vender al menudeo recibía penas similares por los delitos de acaparamiento o especulación. De este modo, la competencia estaba limitada de manera estricta y las utilidades se mantenían en los niveles
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prescritos. La publicidad estaba prohibida e incluso el progreso técnico que permitiera superar a los compañeros del gremio se consideraba desleal. En los grandes gremios de ropa de Florencia durante el siglo XIV,por ejemplo, a ningún mercader se le permitía atraer a un comprador hacia su tienda ni llamar a un cliente que se encontrara en la puerta de otro mercader, ni siquiera procesar la ropa en forma diferente a la de sus colegas. Las normas de producción y procesamiento de ropa estaban sujetas al escrutinio más minucioso. Por ejemplo, si se descubría que un tinte escarlata había sido adulterado, el culpable era condenado a una multa muy elevada y, si no pagaba, corría el riesgo de perder la mano derecha. Desde luego, los gremios representan un aspecto más “moderno” de la vida feudal que el feudo mismo, pero el carácter general de la vida gremial se alejaba de las metas e ideales de la empresa moderna. No existía una fluctuación libre de los precios, una competencia libre, ni una lucha constante por obtener ganancias. Los gremios, que existían al margen de una sociedad en la que prácticamente no se manejaba el dinero, se esforzaban por eliminar los riesgos de sus débiles empresas. Su objetivo no era el crecimiento, sino la conservación, la estabilidad y el orden. Por tanto, estaban tan impregnados de la atmósfera medieval como los feudos.
Economía medieva I Más allá de estas diferencias, debemos destacar un abismo aún más profundo entre la sociedad económica medieval y una economía de mercado. Se trata de la brecha entre una sociedad en la cual la actividad económica todavía se encuentra mezclada en forma inextricable con la actividad social y religiosa, y otra en la que la vida económica, por así llamarla, surgió como una categoría especial. En nuestro próximo capítulo, hablaremos de las formas en que la sociedad de mercado crea una esfera especial de existencia económica. Pero para completar la introducción de la sociedad económica medieval, el punto principal que debemos tocar es que en ese momento no existía esa esfera especial. En la sociedad medieval, la economía era un aspecto subordinado de la vida, y no uno dominante. ¿Y qué dominaba? Desde luego, la respuesta es que en los asuntos económicos, así como en otras muchas facetas de la vida medieval, el ideal principal era el religioso. Era la Iglesia, el gran pilar de la estabilidad en una época de desorden, la que constituía la autoridad máxima en la economía, como lo hacía en casi todas las áreas. Pero la economía del catolicismo medieval se ocupaba no tanto de los créditos y las deudas de las operaciones de negocios exitosas, sino de los créditos y las deudas de las almas de quienes hacían dichas operaciones de negocios. Como escribió R. H. Tawney, uno de los grandes estudiosos del problema:
...las contribuciones específicas de los escritores medievales a la técnica de la teoría económica fueron menos significativas que sus premisas. Sus supuestos fundamentales, que dejarían profundas huellas en el pensamiento social de los siglos XVI y XVII, eran dos: que los intereses económicos están subordinados al verdadero negocio de la vida, que es la salvación; y que la conducta económica es un aspecto del comportamiento personal, por lo que se encuentra sujeta a las reglas de la moral, al igual que los otros aspectos. Las riquezas materiales son necesarias ... porque sin ellas los hombres no pueden apoyarse ni ayudarse entre sí... Pero los motivos económicos son sospechosos, puesto que son apetitos poderosos y los hombres les temen, pero no son tan importantes como para alabarlos. Al igual que
“G. Renard, Histoire du Travail a Florence (París, 1913), pp. 190 y ss
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cualquier otra pasión fuerte, lo que necesitan, se creía entonces, no es dejarles el campo libre, sino reprimirlos.. . I 9
De manera que, lo que encontramos en el pensamiento religioso general de la Edad Media es un descontento continuo con las prácticas de la sociedad económica. En esencia, la actitud de la Iglesia hacia el comercio se resume de manera ingeniosa en la frase: “Homo rnercator vix aut numquam Deo placere potest”, que quiere decir: “El mercader raras veces o nunca agrada a Dios.”
El precio justo Encontramos una sospecha parecida en lo que concierne a los motivos que se tienen para hacer un negocio, es decir la preocupación de la Iglesia por la idea de un “precio justo”. ¿Qué era un precio justo? Era vender un artículo en lo que valía, y no más. Tomás de Aquino escribió: “Es un gran pecado cometer fraude por el propósito manifiesto de vender un artículo en un precio más alto que el justo, de la misma manera en que un hombre, cuando engaña a su vecino, encuentra su propia perdición.”20 Pero, ¿qué era el “valor” de un objeto? Presuntamente lo que costaba hacerlo o adquirirlo. Sin embargo, pensemos que un vendedor había pagado demasiado por un artículo ... entonces jcuál era el “precio justo” de reventa? O bien, supongamos que un hombre había pagado muy poco, jcorría el peligro de que su espíritu se perdiera al aumentar sus ganancias materiales? Éstas eran las preguntas sobre las que meditaban los “teólogos economistas” de la Edad Media, y constituyen un testimonio de la combinación de economía y ética que caracterizaba la época. Pero no se trataba de preguntas meramente teóricas. Contamos con registros de la consternación que la teología económica provocaba en quienes en verdad participaban en el proceso económico. En el siglo x,un tal san Gerald de Aurillac, después de comprar una prenda eclesiástica en Roma a un precio inusualmente bajo, supo por algunos mercaderes ambulantes que había encontrado una “ganga”; en lugar de regocijarse, envió de inmediato al vendedor una cantidad adicional de dinero, a fin de no caer en el pecado de la avaricia.21 Sin duda, la actitud de san Gerald fue excepcional. No obstante, si bien la costumbre de cobrar precios justos no tuvo éxito para reducir la ambición de los hombres, sí pudo contener su entusiasmo. Los hombres que participaban en negocios ordinarios se detenían con frecuencia para evaluar la condición de su balance moral. En ocasiones, ciudades enteras se arrepentían de la usura y pagaban una enmienda muy alta; o bien, mercaderes como Gandulfo el Grande ordenaban, en su lecho de muerte, el reembolso a aquellos a quienes habían cobrado demasiado. En los siglos XII y XIII, los hombres de negocios incluían en su testamento cláusulas en las que pedían a sus hijos que no siguieran sus pasos en los engaños del comercio, o buscaban reparar sus pecados comerciales mediante obras de caridad. Un mercader medieval de Londres fundó una beca de teología con 14 libras, “con el objeto de aliviar mi conciencia, pues he engañado a varias personas hasta por esa suma”.22
lgReligionand the Rise of Capitalism (Nueva York, Harcourt, 1947), p. 31. ”A. E. Monroe, comp., “Summa Theologica”, en Early Economic Thought (Cambridge, MA, Harvard University Press, 1924), p. 54. 2‘Pirenne, Economic and Social History of Medieval Europe, p. 21. 2zS.L. Thrupp, The Merchant Class in Medieval London (Chicago, University of Chicago Press, 1948),p. 177. También Renard, Histoire du Travail a Florence, pp. 220 y ss.
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El desprestigio por obtener ganancias Por tanto, el aspecto suspicaz de la teología dio una característica totalmente nueva al proceso de ganar dinero. Por primera vez, asoció el hecho de ganar dinero con la culpabilidad. A diferencia del negociante de la antigüedad que revelaba sus tesoros sin ninguna pena, el mercader medieval contaba sus ganancias sabiendo que era probable que pusiera en peligro su alma. En ningún aspecto fue más evidente esta desaprobación hacia el hecho de ganar dinero que en el horror que expresaba la Iglesia por la usura: prestar dinero cobrando un interés. Desde la época de Aristóteles, el prestar dinero se consideraba una actividad parasitaria, un intento por hacer que una mercancía improductiva, como el dinero, redituara una ganancia. Pero la que siempre había sido vagamente una actividad poco popular y deshonesta se convirtió, a los ojos de la Iglesia, en una tarea profundamente maligna. La usura se declaró pecado mortal. Durante los siglos XIII y XIV, en los Consejos de Lyon y Viena, el usurero fue declarado paria de la sociedad, a quien nadie debería rentar una casa, bajo pena de excomunión; cuya confesión no debería escucharse; cuyo cuerpo no tendría cristiana sepultura; cuya voluntad misma no tenía ningún valor. Cualquiera que defendiera la usura sería sospechoso de herejía. Estos poderosos sentimientos eclesiásticos no se producían debido sólo a los escrúpulos teológicos. Por el contrario, muchos de los preceptos de la Iglesia en contra de la usura y de las ganancias surgieron de las realidades más seculares. La hambruna, la calamidad endémica de la Edad Media, trajo consigo la especulación económica más despiadada; los préstamos tenían un interés del 40 al 60%, sólo para comprar pan. Gran parte del disgusto que provocaban la búsqueda de ganancias y el cobro de intereses surgía de la identificación con estas crueles prácticas, que abundaban en la época medieval. Por último, otra razón, quizá más fundamental, se encontraba detrás de la falta de popularidad de las ganancias y utilidades. Se trataba de la organización en esencia estática de la vida económica en sí. No debemos olvidar que la vida era básicamente agrícola y que la agricultura, con su complejidad infinita de las franjas de parcelas para los campesinos, distaba mucho de ser eficiente. Citando una vez más a Henri Pirenne:
...la idea de obtener una ganancia, e incluso la posibilidad de una utilidad, era incompatible con la posición que ocupaba el gran señor feudal. Incapaz de producir para vender, debido a la falta de un mercado, no teiiía necesidad de lograr un excedente por parte de su gente y sus tierras que sólo constituiría un estorbo para él; y como se veía obligado a consumir lo que producía, se sentía satisfecho limitándolo a sus necesidades. Su medio de subsistencia estaba asegurado por el funcionamiento tradicional de una organización a la que no trataba de mejorar.23 Lo que sucedía en el campo, ocurría en las ciudades. La idea de una economía en expansión, de una escala de producción en crecimiento, de una productividad en aumento, era tan extraña para el maestro gremial o el mercader de una feria, como para el siervo y el señor feudal. La organización económica medieval se concebía como un medio para reproducir, pero no para mejorar, el bienestar material del pasado. Su divisa era la conservación, no el progreso. No resulta sorprendente que, en esa organización estática, las utilidades y la búsqueda de ganancias se consideraran más un elemento inquietante que un fenómeno económico benéfico.
23Econornicand Social History of Medieval Europe, p. 63.
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PRERREQUISITOS PARA EL CAMBIO Hemos establecido los lineamientos de la organización económica occidental hasta los siglos x o XII. Una vez más, resulta conveniente enfatizar la diversidad de corrientes que encontramos en un escenario que, con mucha frecuencia, nos hemos visto obligados a tratar como si no tuviera diferencia alguna. En el mejor de los casos, nuestro viaje a la antigüedad y la Edad Media nos ofrece una perspectiva del ambiente que prevalecía en esa época, un sentido del clima económico dominante, de las principales instituciones e ideas con base en las que los pueblos organizaban sus esfuerzos económicos. Pero una cosa es segura: nos encontramos muy lejos del carácter y el ritmo de la vida económica moderna. Las pocas acciones que hemos presenciado en el lento mundo del feudo y el poblado no son más que los precursores de un gran cambio que, a través de los siglos, alteraría de manera dramática la forma básica de la Organización económica, reemplazando los antiguos vínculos de la tradición y el mando centralizado con los nuevos vínculos de las transacciones mercantiles. Tendremos que esperar hasta el próximo capítulo para ser testigos del proceso del cambio real. Pero quizá resulte útil enfocarnos en lo que ya vimos y en lo que presenciaremos anticipando el plan de acción. Ahora ya tenemos una idea de lo que es una sociedad anterior al sistema de mercado, una sociedad en la que existen los mercados, pero que todavía no depende del mecanismo de mercado para solucionar el problema económico. ¿Qué cambios se requerirán para transformar esa sociedad en una verdadera economía de mercado?
1+ Se necesitara una nueva actitud hacia la actividad económica. Para que una sociedad de este tipo funcione, los hombres deben ser libres de buscar ganancias. La suspicacia e inquietud que rodeaban a las ideas sobre la obtención de utilidades, sobre el cambio y la movilidad social, deberán ceder el paso a ideas nuevas que fomenten esas mismas actitudes y actividades. A su vez, esto significa, de acuerdo con las famosas palabras del historiador de mediados del siglo XIX, sir Henry Maine, que la sociedad de estado (“status” o nivel social) debe dar lugar a la sociedad de contrato, que la sociedad en la cual los hombres nacen predestinados a una posición en la vida debe dar lugar a una sociedad en la que sean libres de definir esa posición por sí mismos. Para la forma de pensar medieval, esta idea habría parecido irracional. La idea de que una libertad general para todo debe determinar las compensaciones de los hombres, sin un límite inferior que evite su hundimiento ni un límite superior que les impida elevarse más allá de lo que dicta la razón, hubiera parecido no tener sentido, e incluso una blasfemia. Si escuchamos una vez más a R. H. Tawney: Encontrar una ciencia de la sociedad que se basara en la suposición de que el apetito de galiancias económicas ... debe aceptarse, de la misma manera que las demás fuerzas naturales ...habría parecido al pensador medieval difícilmente menos irracional o menos inmoral que hacer de la premisa de la filosofía social la operación espontánea de atributos humanos tan necesarios como los instintos bélico y
24Religionand the Rise of Capitalism, pp. 31-32
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CAPÍTULO 2 La economía anterior al sistema de mercado
No obstante, una liberación de la búsqueda de las ganancias económicas y una competencia agresiva en la nueva relación contractual entre las personas resultarían esenciales para el nacimiento de una sociedad de mercado.
2. La monetización d e la vida económica tendrá que continuar hasta lograrse por completo. A estas alturas, uno de los prerrequisitos para la econom’a de mercado debería estar claro: este tipo de econom’a debe comprender el proceso de intercambio, de compra y venta, en todos los niveles de la sociedad. Pero para que esto tenga lugar, los hombres deben contar con la libertad de participar en un mercado; es decir, deben tener dinero en efectivo. Y, a su vez, si la sociedad debe impregnarse con dinero, los hombres deben obtener dinero por su trabajo. En otras palabras, afin de que exista una sociedad de mercado, casi todas las tareas deben tener una recompensa monetaria. Incluso en nuestra sociedad altamente monetizada, no pagamos todos los servicios: los ejemplos más concretos son los servicios de ama de casa y de cuidado de los niños que se desempeñan en el hogar. Pero en el periodo anterior al sistema de mercado, los servicios que no se pagaban (la cantidad de trabajos que se llevaban a cabo por ley sin una compensación monetaria) eran mucho más numerosos que en nuestra sociedad. Desde luego, el trabajo de los esclavos no se pagaba, al igual que la mayor parte de las tareas que realizaban los siervos. Incluso el trabajo de los aprendices se remuneraba en especie, con alimentos y alojamiento, más que con dinero. Por tanto, es probable que de 70 a 80% de la población productiva de una econom’a medieval o de la antigüedad trabajara sin recibir nada parecido a un salario regular en efectivo. Es evidente que, en una sociedad de este tipo, las posibilidades de una economía de intercambio altamente complicada eran limitadas. Pero es preciso hacer notar una consecuencia aún más importante. La ausencia de una monetización generalizada de las tareas significaba la ausencia de un mercado generalizado para los productores. Nada parecido al flujo del “poder de compra” que domina y guía nuestros esfuerzos productivos podría formar parte de una sociedad en la que los ingresos monetarios eran la excepción, más que la regla.
3. La presión de una fluctuación libre d e la “demanda” d e mercado tendrá que regular las tareas económicas d e la sociedad. Como hemos visto, a lo largo de la antigüedad y la Edad Media, la tradición o el mando centralizado solucionaban el problema económico. Éstas eran las fuerzas que regulaban la distribución de las recompensas sociales. Pero en una sociedad de mercado, deben surgir otros medios de control que ocupen su lugar: Unfzujo extendido de demanda monetaria, que se deriva de la monetización total de todas las tareas económicas, debe convertirse en el gran mecanismo propulsor de la sociedad. Los hombres deben realizar sus tareas no sólo porque así se les ordene, sino porque desean ganar dinero; y los productores deben decidir el volumen y la variedad de su producción, no porque así lo determinen las reglas del feudo o el gremio, sino porque existe una demanda en el mercado por determinados productos en particular. En otras palabras, desde el nivel más alto hasta el más bajo de la sociedad, una nueva orientación mercantil debe hacerse cargo de las tareas de producción y distribución. El reaprovisionamiento total, al abastecimiento continuo, el progreso mismo de la sociedad deben estar sujetos a la guía de una demanda universal de trabajo y bienes. ¿Qué fuerzas impulsaron el mundo de la organización económica medieval hacia un mundo de dinero, de mercados universales, de búsqueda de utilidades? El escenario está listo para que tratemos de responder esta importante y difícil pregunta. Consideremos las causas que fueron capaces de provocar un cambio tan radical.
CAPÍTULO2 La economía anterior al sistema de mercado
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Conceptos y palabras clave Mercados
Agricultura
Esclavitud Excedente Riqueza y poder
Feudalismo
Señores Siervos
Sistema feudal
1. Debemos diferenciar entre los mercados, que tienen un origen ancestral, y las sociedades de mercado, que no lo tienen. En una sociedad de mercado, el problema económico mismo, tanto de producción como de distribución, se soluciona por medio de un vasto intercambio entre compradores y vendedores. Muchas sociedades antiguas tenían mercados, pero éstos no organizaban las actividades fundamentales de esas sociedades. 2. Las sociedades económicas de la antigüedad tenían varias características en común, muchas de las cuales contrastan en gran medida con aquellas de las economías de mercado modernas: Se basaban en la agricultura. , Desde un punto de vista económico, sus ciudades eran centros parasitarios de consumo, no centros de producción activos. La esclavitud era una forma de trabajo común y muy importante. Además, producían un excedente considerable, al igual que la mayor parte de los sistemas económicos modernos.
3. Como resultado de ello, en las sociedades económicas de la antigüedad, encontramos que el lado económico de la vida sirve al aspecto político. Los sacerdotes, guerreros y estadistas eran superiores a los mercaderes o comerciantes; la riqueza seguía al poder y no, como en el caso de las sociedades de mercado que surgirían más adelante, el poder a la riqueza. 4. La vida económica medieval surgió de la desorganización catastrófica que siguió a la caída de las leyes y el orden del Imperio Romano. Se caracterizaba por una forma de organización única llamada sistema feudal, en la que: Los señores locales representaban a los centros del poder político, milital; económico y social.
La mayoría de los campesinos estaban unidos como siervos a un señor en particular, para quien tenían que trabajar y a quien tenían que pagar con su trabajo, así como impuestos y tarifas. El señor feudal ofrecía seguridadfisica en contra de asaltantes u otros señores, además de que el señor feudal ofrecía cierta seguridad económica en épocas difíciles.
5. El sistema feudal, sobre todo en sus primeros años (del siglo VI al x), fue un sistema económico estático, en el que los pagos monetarios desempeñaban un papel sin importancia. La autosuficiencia era el propósito principal y la característica más sobresaliente del feudo. Ferias 6. Junto con el feudo, existía la vida económica de las ciudades. En éstas, el intercambio monetario tenía un papel más importante, al igual que la organización de una vida económica más activa en la institución de las ferias. Gremios 7. El gremio era la forma principal de organización de la producción en los poblados y ciudades. Los gremios eran muy dqerentes a los negocios modernos, sobre todo porque desalentaban la competencia y la búsqueda de ganancias, e imponían reglas generales sobre los métodos de producción, índices de pago, prácticas mercantiles, etcétera. Usura 8. Durante toda la Edad Media, la Iglesia, que era la principal organización social de la época, sospechaba de la actividad de compra y venta. En parte, esto reflejaba el disgusto por las prácticas explotadoras de la época; en parte, era una consecuencia de un rechazo ancestral al hecho de ganar dinero (recuérdese que a Aristóteles no le agradaba la chrematistiké) y, en especial, a la actividad de prestar dinero (usura). Los líderes religiosos de la época se preocupaban por los “precios justos”, y no podían admitir que la actividad de compra y venta sin regulaciones pudiera dar lugar a los precios justos. Sociedad 9. Fueron necesarios tres cambios importantes para convertir a la sociedad medieval en una sociedad de mercado de mercado: Una nueva actitud hacia el hecho de ganar dinero como una actividad legítima tuvo que reemplazar la sospecha medieval hacia la búsqueda de ganancias. La red de monetización tuvo que extenderse más allá de sus estrechos confines; es decir, la activiMonetización dad de compra y venta tuvo que controlar la generación de todos los productos y el desempeño de casi todas las tareas.
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CAPÍTULO 2 La economía anterior al sistema de mercado Fue necesario permitir que los flujos de la “demanda” y la “oferta” tomaran la dirección de la actividad económica, alejándola de los dictados de los señores feudales y los usos de la costumbre.
Preguntas 1. ¿Qué diferencias,en caso de existir alguna, caracterizan las actitudes y el comportamiento económicos del agricultor y el hombre de negocios estadounidenses? ¿Esta comparación también describe el comportamiento y la actitud del campesino y el mercader egipcios? ¿Cuál es la diferencia entre ambas sociedades? 2. Julio César y J. P. Morgan fueron hombres ricos y poderosos. ¿Cuál es la diferencia en los orígenes de su riqueza y poder? ¿El poder continúa siguiendo a la riqueza en las sociedades económicas modernas? ¿La riqueza continúa siguiendo al poder en las sociedades que no son de mercado? 3. ¿Qué uso se daba al excedente de la sociedad en la Roma antigua?, i,en la sociedad feudal? ¿Qué uso se le da en la sociedad estadounidense moderna?, ¿en la República Popular China? ¿Qué significado tienen estos usos diferentes? ¿Qué nos dicen acerca de la estructura de estas sociedades? 4. ¿Qué piensa acerca de la validez de la distinción que hace Aristóteles entre la actividad económica para el uso y para la ganancia? 5. ¿En qué aspectos un siervo es una criatura económica diferente al agricultor moderno? ¿En qué se diferencian un esclavo y un obrero industrial? 6. ¿Qué cambios tendrían que presentarse en un gremio para que éste se pareciera a un negocio moderno? 7. La Biblia incluye numerosas referencias hostiles contra el hecho de ganar dinero: “Es más fácil que un damello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.” ¿Cómo explicaría esta antigua antipatía eclesiástica hacia la riqueza? En la actualidad, ¿la religión sospecha todavía del hecho de ganar dinero? ¿Por qué? 8. ¿En nuestra sociedad todavía encontramos la idea de un precio “justo” (o un salario “justo”)? ¿Qué significan estos términos? ¿Piensa que estas ideas son compatibles con un sistema de mercado? 9. El sistema feudal duró casi 1 O00 años. ¿Por qué piensa que el cambio tardó tanto en llegar? 10. La Grecia y la Roma antiguas tenían un temperamento mucho más “moderno” que la Europa feudal; sin embargo, no se acercaban ni remotamente al sistema económico moderno. ¿Por qué?
I SOCIEDAD DE MERCADO
La tradición, así como la ausencia de cambios y el orden, eran los conceptos clave de la sociedad económica durante la Edad Media, y el capítulo anterior nos introdujo en esta forma de vida económica estática y poco familiar. Pero nuestro propósito en este capítulo es diferente. Ya no es describir los factores que conservaron la estabilidad económica de la sociedad medieval, sino identificar las fuerzas que, con el tiempo, la hicieron estallar en pedazos. Una vez más, es necesario empezar con una advertencia. Nuestro capítulo comprende una inmensa variedad de experiencias históricas. No debemos pensar que las fuerzas del cambio que predominan en esta parte del libro fueron idénticas en todas las regiones y al paso de todos los siglos, ni que la transición a que dieron lugar fue uniforme en todo el continente europeo. Por el contrario, la gran evolución de la que seremos testigos en estas páginas no fue uniforme y clara, sino caprichosa e irregular. Al mismo tiempo que las primeras evidencias de una verdadera sociedad de mercado moderna se empezaban a manifestar en las ciudades medievales de Italia y Holanda, formas arcaicas de la relación feudal persistían aún en los sectores agrícolas de estos países e incluso en la vida urbana de otras naciones. Es preciso tener en mente que los procesos históricos que describimos aquí abarcaron desde el siglo x hasta el XVII (y, en algunos lugares, hasta los siglos XVIII y XIX),y no se manifestaron del mismo modo en ningún par de países. Con esta advertencia en mente, analicemos la gran evolución. ¿Qué agentes tuvieron el poder suficiente a fin de dar lugar a los importantes cambios históricos necesarios para la creación de una sociedad de mercado?
LAS FUERZAS DEL CAMBIO El mercader ambulante Encontramos la primera de estas fuerzas del cambio bajo un disfraz inesperado. Se trata de una pequeña procesión irregular de hombres armados, que avanzan por uno de los caminos rudimentarios de la Europa medieval: a la cabeza del portador de un estandarte de colores, le sigue un jefe militar, después un grupo de jinetes con arcos y espadas y, por último, una caravana de caballos y mulas cargados con barriles, fardos, sacos y pacas.
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CAPÍTULO 3 El surgimiento de la sociedad de mercado
Una persona poco familiarizada con la vida medieval habría confundido esta tropa con los portadores del equipaje de un ejército pequeño. Pero el observador estaría equivocado; no se trataría de soldados, sino de mercaderes, los mercaderes ambulantes a quienes los ingleses del siglo XII llamaban “pie-powders”, proveniente del término francés pieds poudreux, que significa: pies polvorientos. No resulta sorprendente que estuvieran polvorientos; muchos de ellos recorrían distancias enormes por caminos cuyo estado era tan deplorable que sabemos de un caso en el que sólo la intervención de una autoridad eclesiástica local evitó que el “camino” se aprovechara como tierra para arar. En sus sacos y pacas llevaban bienes que, de alguna manera, habían realizado un azaroso viaje a través de Europa, o que incluso venían desde Arabia o India, para venderse de pueblo en pueblo, o de posada en posada, conforme estos mercaderes aventureros recorrían la campiña medieval. Y eran aventureros. Puesto que en las jerarquías establecidas de los grandes feudos de Europa, no existía un lugar natural para estos vendedores sin tierra, con sus atributos poco feudales para el cálculo, su teneduría de libros (que, a menudo, era muy cruda) y su natural insistencia en negociar con dinero. Los mercaderes ambulantes tenían un nivel muy bajo en la sociedad. Sin duda, algunos de ellos eran hijos de siervos, o eran incluso siervos prófugos. Sin embargo, como nadie podía probar su condición de esclavos, gozaban, aunque sólo fuera por omisión, del don de la “libertad”. No resulta sorprendente que, desde el punto de vista de la nobleza, los mercaderes fueran advenedizos y un elemento molesto en el patrón normal de las cosas. No obstante, nadie hubiera prescindido de sus servicios. Hasta sus adornadas tiendas en las ferias llegaban los caballeros y damas de los feudos, así como los Bodos y Ermentrudes de los campos. Después de todo, ¿dónde más podrían comprar pimienta o colorante púrpura, o adquirir una astilla auténtica de la Santa Cruz? ¿Dónde más podrían comprar la maravillosa ropa tejida en la Toscana o escuchar esas palabras esotéricas derivadas del árabe, como “jarra” o “jarabe”? Si el mercader era un personaje perturbador en la vida medieval, era también un ingrediente activo sin el cual la vida no habría tenido sabor. Observamos por primera vez al mercader ambulante en Europa durante los siglos VIII y IX, y podemos seguir su progreso hasta los siglos XIV y xv. Para esa época, debido en gran parte a los esfuerzos de los mercaderes, el comercio estaba tan bien organizado que ya no necesitaba de estos vendedores ambulantes.‘ Junto con su mercancía, estos viajeros llevaron el primer aliento de comercio e interacción comercial a una Europa que se había hundido en un estancamiento feudal casi sin comercio y autosuficiente. Estos audaces comerciantes llegaban incluso a poblados tan minúsculos y aislados como Forcalquier en Francia, un punto en el mapa sin más que un camino que conectaba a unas cuantas almas con el mundo exterior: sabemos por un primitivo libro de contabilidad que, en mayo de 1331, 36 mercaderes ambulantes visitaron Forcalquier para hacer negocios en la casa y “tienda” de un tal Ugo Teralh, que era notario.’ De este modo, en miles de comunidades aisladas, tejieron lentamente una red de interdependencia económica.
‘Los registros sobre un pedido de bienes que se hizo con motivo del funeral de un noble sueco en 1328 incluyen azafrán de España o Italia, semillas de alcaravea del Mediterráneo, jengibre de la India, canela de Ceilán, pimienta de Malabar, anís del sur de Europa y vinos del Rhin y de Burdeos. El pedido se hizo para su entrega inmediata por parte de un mercader local, apesar de que en esa época Suecia era un país rezagado e incluso primitivo. Cf. Fritz Rorig, Mitteluterliche Weltwirtschuft (Jena, 1933), p. 17. (Agradecemos a Goran Ohlin esta referencia.) ’Cumbridge Economic History oJEurope (Cambridge, Cambridge University Press, 1952), 11, 325-326.
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Urbanización Un importante producto secundario del surgimiento del comercio ambulante fue la lenta urbanización de la vida medieval, la creación de nuevos poblados y aldeas. Como es natural, cuando los mercaderes ambulantes se detenían, elegían la protección de un castillo, burgo o iglesia. Y de esta manera, encontramos que alrededor de los muros de los castillos que tenían una buena ubicación en losforis burgis, de donde provienefaubourg, la palabra francesa que significa “suburbio”, crecieron centros de comercio más o menos permanentes que, a su vez, se convirtieron en el núcleo de pequeñas aldeas. Creados cerca de los muros del castillo o la catedral para protegerse, los nuevos burgos no “pertenecían” todavía al feudo. Los habitantes del burgo (los burgueses) sostenían, en el mejor de los casos, una relación anormal e insegura con el mundo feudal de adentro. Como hemos visto, no había forma de aplicar la tan admirada regla de las “antiguas costumbres” al arreglar sus disputas, puesto que no existían tales antiguas costumbres en estos centros de comercio. Tampoco existían reglas establecidas sobre los impuestos o el grado de fidelidad que debían a las autoridades locales. Peor aún, algunos de los poblados en crecimiento empezaron a construir murallas a su alrededor. Para el siglo XII, el burgo comercial de Brujas, por ejemplo, se había tragado la antigua fortaleza como una perla alrededor de un grano de arena. De manera curiosa, fue esta misma lucha por la existencia en los intersticios de la sociedad feudal lo que dio lugar a gran parte del ímpetu para el desarrollo de un nuevo orden social y económico dentro de la ciudad. En todas las civilizaciones anteriores, las ciudades habían sido la sede de los gobiernos centrales. Ahora por primera vez, existían como entidades independientes fuera de la estructura principal del poder social. Como resultado de ello, fueron capaces de definir, tuvieron que definir, un código legal y de comportamiento social, así como una serie de instituciones reguladoras que, con el tiempo, reemplazarían aquéllas del sistema feudal. El proceso tomaría mucho tiempo, puesto que la tasa de crecimiento de las aldeas a menudo era muy lenta. En los casi dos siglos que transcurrieron entre 1086 y 1279, por ejemplo, la ciudad de Cambridge, Inglaterra, aumentó sólo un promedio de una casa al año.3Una razón importante de esta tasa de expansión casi imperceptible fue la dificultad de transportar hombres y materiales por los terribles caminos. Una de las consecuencias significativas de la caída del poderío romano había sido la decadencia de su sistema de carreteras, que alguna vez fue magnífico, y cuyas piedras fueron robadas para utilizarse como material de construcción durante los años de mayor desorganización social. Hasta que los caminos se recuperaron, el movimiento económico fue limitado. Vale la pena hacer notar que, en muchos puertos de Europa, no se tuvo un sistema de transporte tan eficiente como aquel de la antigua Roma sino hasta el siglo XVIII e incluso el XIX.Napoleón tardó tanto en invadir Italia desde Francia, como César en recorrer el camino a la inversa. Sin embargo, aunque el crecimiento era lento, también era continuo; y en algunos lugares era mucho más rápido que en Cambridge. Durante los mil años de la Edad Media, se fundaron casi mil aldeas en Europa, un gran estímulo para la comercialización y monetización de la vida, ya que cada poblado tenía mercados locales, barreras de peaje, a menudo una casa de moneda local, sus graneros y tiendas, sus cantinas y posadas, su aire de “vida citadina”, que contrastaba tanto con el del campo. El crecimiento lento y espontáneo de la forma de vida urbana fue un factor importante en la introducción del toque mercantil a la vida económica europea.
3George Gordon Coulton, Medieval Panorama (Nueva York, World Publishing, Meridian Books, 1955),p. 285.
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Las Cruzadas El surgimiento del mercader ambulante y las aldeas fueron dos factores importantes en la lenta evolución de una sociedad de mercado a partir de la vida económica medieval; el tercer factor fueron las Cruzadas. Se trata de un aspecto irónico de la historia el hecho de que las Cruzadas, la suprema aventura religiosa de la Edad Media, haya contribuido tanto al establecimiento de una sociedad a la que la Iglesia se opuso tanto. Sin embargo, si consideramos las Cruzadas, no desde el punto de vista del impulso religioso, sino como grandes expediciones que tenían como objetivo explorar y colonizar, su impacto económico se vuelve mucho más comprensible.4 Las Cruzadas sirvieron para establecer un contacto repentino y sorprendente entre dos mundos muy diferentes. Uno era la todavía inactiva sociedad del feudalismo europeo con toda su inercia rural, su aversión al comercio y sus ingenuas concepciones de los negocios; la otra era la inteligente sociedad de Bizancio y Venecia, con su vitalidad urbana, su despreocupado gozo por ganar dinero y sus avanzadas formas de hacer negocios. Los cruzados, que provenían de sus airosos castillos con sus aburridas rutinas feudales, pensaron que en el Este encontrarían sólo salvajes paganos y sin educación. Se sorprendieron al encontrar una gente mucho más civilizada, mucho más fastuosa y más orientada hacia el dinero que ellos. Uno de los resultados fue que los sencillos cruzados se vieron convertidos en parte de un interés comercial que no alcanzaban a entender por completo. Durante las primeras tres Cruzadas, los venecianos, que habían proporcionado las naves, los engañaron como si fueran torpes campesinos en una feria. Sin embargo, el hecho de verse engañados no evitó que los cruzados llegaran a Tierra Santa, aunque con resultados poco convincentes. Pero en la notable Cuarta Cruzada (1202-1204), Dandolo, el astuto dux de Venecia de 94 años de edad, se las arregló para convertir toda la expedición religiosa en una gigantesca operación que representara utilidades para los venecianos. Primero, Dandolo asaltó a los viajeros cobrándoles un precio de 85 O00 marcos de plata por el transporte, una cantidad muy elevada que la nobleza sin dinero juntaba a duras penas. Después, cuando se reunieron los fondos, se negó cumplir con el trato hasta que los cruzados aceptaran atacar la ciudad de Zara, un rico rival comercial de Venecia. Puesto que Zara era una comunidad cristiana y no una “infiel”, el Papa Inocencio III estaba horrorizado y sugirió que el ataque se dirigiera mejor en contra del pagano Egipto. Pero Egipto era uno de los mejores clientes de Venecia, y esto horrorizó aún más a Dandolo. Los cruzados, desamparados y atrapados, no tenían otra alternativa: Zara cayó muy pronto, y después de este hecho, por petición de Dandolo, la cristiana Constantinopla también fue saqueada. Nunca se llegó al “pagano” Oriente, pero Venecia obtuvo maravillosas utilidades. Sin embargo, Venecia no fue la Única que obtuvo ganancias. El impacto económico sobre los cruzados fue mucho más significativo que el religioso. Para muchos, este impacto fue desastroso, como en el caso de los caballeros que habían fundido su platería para unirse a las Cruzadas y regresaron sin un centavo a sus casas feudales en ruinas. Sin embargo, para otros, las Cruzadas dieron lugar a un nuevo ímpetu económico. Por ejemplo, cuando en 1101 los genoveses atacaron
4Espreciso hacer notar algunas de las complejas interacciones del proceso que observamos. Puesto que las Cruzadas no sólo fueron una de las causas del desarrollo económico europeo, sino también un sintoma del desarrollo que había tenido lugar previamente.
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Cesarea, un puerto de Palestina, 8 O00 soldados y marineros recibieron una recompensa de 48 salidi cada uno, además de 2 libras de pimienta, y así nacieron 8 O00 pequeños capitalista^.^ Y, en 1204, cuando cayó Constantinopla, no sólo los caballeros recibieron 20 marcos en plata cada uno como su parte del botín, sino que incluso los escuderos y arqueros recibieron una recompensa de unos cuantos marcos cada uno. De esta manera, las Cruzadas representaron una inmensa y fructífera experiencia para Europa. La antigua base de la riqueza cimentada en la tierra entró en contacto con una nueva base monetaria que probó ser más poderosa. De hecho, la antigua concepción de la vida misma se vio forzada a cambiar después de conocer una existencia no sólo más rica, sino más agradable y vital. Como un medio para sacar de su rutina a una sociedad inactiva, las Cruzadas desempeñaron un importante papel en la aceleración de la transformación económica de Europa.
Crecimiento del poder nacional Otro factor más en la lenta comercialización de la vida económica fue la fusión gradual de las fragmentadas entidades económicas y políticas de Europa en otras más extensas. Como había demostrado la desintegración de la vida económica que siguió a la caída del Imperio Romano, una sociedad económica fuerte requiere una base política fuerte y amplia. Por tanto, conforme la Europa política empezó su lento proceso de restructuración, comenzó una vez más su momento económico. Una de las características más sorprendentes de la Edad Media, y uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo económico, fue la constitución irregular del gobierno medieval. Durante un viaje de 100 kilómetros, un mercader ambulante podía pasar por más de una docena de reinos o dominios diferentes, cada uno con distintas reglas, reglamentaciones, leyes, pesos, medidas y moneda. Peor aún, era probable que en cada frontera hubiera una estación de peaje. A fines del siglo XIII y principios del XIV, se decía que existían más de 30 estaciones de peaje a Io largo del río Weser y por lo menos 35 a lo largo del Elba; un siglo después, a lo largo del Rhin, existían más de 60 estaciones de peaje, la mayor parte de las cuales pertenecía a los príncipes eclesiásticos locales. Thomas Eykes, cronista inglés, describió el sistema como “la locura delirante de los teutones”. Pero no se trataba de una enfermedad exclusiva de los alemanes: a finales del siglo xv había tantas estaciones de peaje a lo largo del Sena en Francia, que enviar cereal en un recorrido de 320 kilómetros por el río costaba la mitad de su precio final de venta.6 De hecho, entre los países europeos, sólo Inglaterra gozaba de un mercado interno unificado a mediados y finales de la Edad Media. Éste fue un poderoso factor que contribuyó al surgimiento de Inglaterra como la primera gran potencia económica europea. La fusión de los mercados fragmentados de Europa fue, en esencia, un proceso político y económico; siguió a la centralizacióngradual del poder que cambió el mapa de Europa de la infinita complejidad del siglo x al mapa más o menos “moderno” del siglo XVI. Una vez más, las ciudades burguesas tuvieron un papel central y crucial. Fueron los burgueses de las ciudades quienes se convirtieron en los aliados de las monarquías incipientes, alejándose aún más de sus señores feudales locales, mientras proporcionaban a las tambdeantes monarquías el requisito esencial para un reinado: dinero.
5Cambridge Economic History of Europe, 11, 306. 6Cambridge Economic History of Europe, 11, pp. 134-135.
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De esta manera el monarca y los burgueses se combinaron para dar lugar al lento crecimiento de los gobiernos centralizados, y estos gobiernos contribuyeron a su vez no sólo con la unificación de las leyes y la moneda, sino también con un estímulo directo para el desarrollo del comercio y la industria. En Francia, por ejemplo, la fabricación de la famosa tapicería de gobelino y los trabajos de porcelana de Sevres fue promovida por el patrocinio real, y se crearon negocios para los numerosos artífices y artesanos a fin de satisfacer la demanda de los palacios reales y los salones de banquetes. En otras áreas, el crecimiento del poder nacional dio lugar a un nuevo estímulo: era preciso construir barcos de guerra, equipar a los ejércitos y pagar a estas nuevas fuerzas armadas “nacionales”, muchas de las cuales eran mercenarias. Todo esto aceleró la circulación monetaria.
Exploración Otro ímpetu económico provocado por la consolidación gradual del poder político fue el apoyo oficial a la exploración. Durante toda la Edad Media, unos cuantos aventureros intrépidos, como Marco Polo, se habían abierto camino hasta regiones remotas en busca de una ruta corta para llegar a las grandes riquezas de la India; de hecho, para principios del siglo XIV, la ruta hacia el Lejano Oriente era tan bien conocida, que la seda de China costaba la mitad del precio de aquella que provenía de la zona del Caspio, que se encontraba a la mitad de la distancia. No obstante, todas estas peligrosas y audaces incursiones más allá de Europa constituían sólo la más delgada de las telarañas. Quedaba todavía la exploración sistemática de lo desconocido, y ésta requería del apoyo real a los aventureros estatales. Colón y Vasco de Gama, Cabra1 y Magallanes no se aventuraron en sus famosos viajes como mercaderes individuales (aunque todos esperaban hacer sus fortunas en éstos), sino como aventureros en flotas compradas y equipadas con el dinero de la realeza, que ostentaban las marcas de aprobación real y se enviaban con la esperanza de aumentar las arcas reales. Las consecuencias económicas de todas estas sorprendentes aventuras fueron incalculables. Por un lado, dieron lugar a un gran flujo de metales preciosos en Europa. El oro y la plata, que provenían de las magníficas minas españolas en México y Perú, se redistribuyeron lentamente a otros países, conforme España pagaba en especie por los bienes que compraba en el extranjero. Como resultado de ello, los precios subieron en toda Europa; se calcula que, sólo entre 1520 y 1650, aumentaron de 200 a 400%, provocando tanto un estímulo como una presión para la industria, pero dando lugar a una gran ola de especulación y comercio. Desde luego, los resultados de la exploración a largo plazo dieron lugar a un estímulo económico de mayor importancia. La fundación de las colonias en los siglos XVI y XVII y la apertura subsecuente del comercio con el Nuevo Mundo trajeron consigo un tremendo ímpetu que empujó a Europa a convertirse en una floreciente sociedad comercial. El descubrimiento del Nuevo Mundo fue, desde un principio, una influencia catalizadora y revolucionaria en el Viejo Mundo.
Cambio en el ambiente religioso Las fuerzas del cambio que hemos resumido hasta este punto fueron visibles. En cualquier momento, durante la larga transición necesaria para que una sociedad no mercantil se convirtiera en una sociedad de mercado, se pudo haber visto a los vendedores ambulantes, los poblados en expansión, las Cruzadas, las evidencias de un poder nacional en crecimiento y las
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numerosas exploraciones. No obstante, éstas no fueron las únicas fuerzas que minaron el sistema feudal y dieron paso a su sucesor comercial. Así mismo, existían corrientes de cambio poderosas pero invisibles, corrientes que afectaban la atmósfera intelectual, las creencias y las actitudes de Europa. Una de éstas, de especial importancia, fue un cambio en el ambiente religioso de la época. En nuestro capítulo anterior, vimos lo profunda que era la aversión de la Iglesia católica hacia el principio de las utilidades y, en especial, hacia el cobro de intereses y la usura. Un divertido relato de la época resume muy bien la posición de la Iglesia. Humbertus de Romanis, un monje, habla de una persona que encontraba un demonio en cada rincón y cada grieta de un monasterio florentino, aunque en el mercado sólo había encontrado uno. Humbertus explica que la razón es que sólo era necesario uno para corromper el mercado, donde cada hombre albergaba a un demonio en su ~ o r a z ó nEn . ~ este ambiente de desaprobación, la supervivencia del lado comercial de la vida resultaba difícil. Sin duda, a pesar de todos sus ataques en contra de las ganancias y la usura, con el tiempo la Iglesia se colocó en una posición de dominio económico. Por medio de sus diezmos y primicias, era la más grande recolectora y distribuidora de dinero de toda Europa; y en una época en la que no existían los bancos ni las cajas de seguridad, era la depositaria de la mayor parte de la riqueza feudal. Algunas de sus órdenes secundarias, como los Caballeros Templarios, se volvieron inmensamente ricas y sirvieron como instituciones bancarias, prestándoles dinero en términos inflexibles a los monarcas necesitados. Sin embargo, esta desacreditada actividad se llevaba a cabo a pesar de las convicciones más profundas de la Iglesia, y no debido a éstas. Ya que, detrás de la desaprobación eclesiástica hacia la búsqueda de riquezas, se encontraba una arraigada convicción teológica, una firme creencia en la naturaleza transitoria de esta vida en la Tierra y la importancia de prepararse para la vida eterna. La Iglesia levantaba los ojos, e intentaba que otros hicieran lo mismo, por encima de la lucha diaria por la existencia. Buscaba minimizar la importancia de la vida en la Tierra y denigrar las actividades terrenales ante las que sucumbía la carne demasiado débil.
Calvinismo ¿Qué cambió esta influencia desalentadora sobre el deseo de obtener riquezas? De acuerdo con las teorías del sociólogo alemán Max Weber y del historiador de la economía R. H. Tawney, de nacionalidad inglesa, la causa subyacente fue el surgimiento de un nuevo punto de vista teológico contenido en las enseñanzas del reformador protestante Juan Calvino (1509-1564). El calvinismo era una filosofía religiosa muy estricta. El punto central era una creencia en la predestinación: la idea de que, desde el principio, Dios eligió a los que se salvarían y a los que se condenarían, y de que nada que el hombre hiciera en la Tierra alteraría esta ley inviolable. Además, de acuerdo con Calvino, el número de condenados excedía por una cantidad muy elevada al número de almas que se salvarían, de modo que, para la persona promedio, eran muchas las probabilidades de que este preludio en la Tierra no fuera otra cosa más que una gracia momentánea antes de que comenzaran el infierno eterno y la condenación. Quizá sólo un hombre con el temple de Calvino podría haber soportado la vida bajo esa terrible sentencia. Puesto que encontramos que en manos de sus seguidores en las Tierras Bajas e Inglaterra la calidad inexorable e inescrutable de la doctrina original empezó a suavizarse. Aunque todavía se predicaba la idea de la predestinación, se admitía que en el tenor de la vida terrenal
7Miriam Beard, A History ofthe Business Man (Nueva York, Macmillan, 1938),p. 160.
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EL surgimiento de La sociedad de mercado
de una persona existía un indicio de lo que vendría después. De esta manera, los predicadores ingleses y holandeses enseñaban que, aunque incluso el hombre más santo podía terminar en el infierno, el frívolo y el perverso seguramente irían directamente a ese lugar. Sólo en una vida libre de culpa existía la posibilidad de demostrar que se podía alcanzar la salvación. De modo que los calvinistas invitaban a una vida de rectitud, severidad y, lo más importante, diligencia. En contraste con los teólogos católicos, quienes solían considerar la actividad mundana como una vanidad, los calvinistas santificaban y aprobaban la dedicación como una especie de índice del valor espiritual. De hecho, gracias a los calvinistas se desarrolló la idea de un hombre dedicado a su trabajo: “llamado” a cumplir con él. De ahí que el cumplimiento fervoroso de la misión de un hombre, lejos de constituir una distracción de los fines religiosos, se considerara una evidencia de la dedicación a la vida religiosa. Desde el punto de vista de los calvinistas, el mercader enérgico era un hombre devoto, no uno impío; y a partir de esta identificación del trabajo con el valor, no pasó mucho tiempo para que surgiera la idea de que cuanto más exitoso era un hombre, mayor era su valor. De este modo, el calvinismo creó una atmósfera religiosa que, al contrario del catolicismo, fomentaba la búsqueda de riquezas y la formación de un mundo de negocios. Quizá más importante que su motivación para buscar la riqueza fue la influencia del calvinismo en el uso de esa riqueza. En general, la actitud predominante de los prósperos mercaderes católicos había sido la de que el objetivo del éxito terrenal era gozar de una vida de comodidad y lujos, mientras que, en ocasiones, la nobleza católica demostraba un grotesco desdén hacia la riqueza. En medio de una ola de frivolidad que azotó París a fines del siglo XVII, un pnncipe que envió a su amante un diamante con un valor de 5 O00 libras, lo pulverizó y lo esparció sobre su carta de respuesta cuando ella lo rechazó por ser demasiado pequeño. Con el tiempo, el mismo príncipe perdió en el juego un ingreso de 600 O00 Zibras (Zivres) al año. Un maréchal cuyo nieto desdeñó un regalo que consistía en una bolsa de oro lanzó ésta a la calle diciendo: “Dejemos entonces que el barrendero la tome”.* El fabricante o el comerciante calvinista presentaba una actitud muy diferente hacia la riqueza. Si su religión aprobaba la diligencia, desaprobaba la indulgencia con el mismo énfasis. La riqueza debería acumularse y destinarse a un buen uso, no a malgastarse.
La ética protestante El calvinismo promovió un aspecto de la vida económica del que conocemos muy poco: lafrugaZidud. Convirtió el ahorro, la abstinencia consciente del gozo del ingreso, en una virtud. Transformó la inversión, el uso del ahorro para propósitos productivos, en un instrumento de piedad, así como para obtener utilidades. Incluso condonó, con varias restricciones, el pago de intereses. De hecho, el calvinismo fomentó una nueva concepción de la vida económica. En lugar del viejo ideal de la estabilidad social y económica, de conocer y conservar el “lugar” propio, dio respetabilidad a un ideal de lucha, de avance material, de crecimiento económico. Los historiadores de la economía todavía no llegan a un acuerdo acerca del grado exacto de influencia que se atribuye a “la ética protestante” en el surgimiento de una nueva filosofía mundana centrada en las ganancias. Después de todo, no había mucho que un calvinista holandés pudiera enseñarle a un banquero italiano católico sobre las virtudes de un planteamiento de negocios para la vida. No obstante, si vemos en retrospectiva ~1 curso subsecuente del progreso
‘Werner Sombart, Luxury and Capitalism (Nueva York. Columbia University Press, 1938), pp. 120 y ss. También Thinon, La Vie Privée des Financiers au XVIIIe Sikcle (París, 1895), p. 292.
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económico, resulta sorprendente que, sin excepción, hayan sido los países protestantes con su “perspectiva puritana” del trabajo y la frugalidad los que ocupaban los primeros lugares en la carrera económica. Como uno de los factores de cambio más poderosos de los siglos XVI y XVII, el nuevo panorama religioso debe considerarse un estímulo muy favorable para la evolución de una sociedad de mercado.
Desintegración del sistema feudal La enumeración de todas estas corrientes no agota la lista de las fuerzas que actuaron en contra del orden económico fijo que prevalecía en Europa. Es posible ampliar y refinar la lista en gran medida.9 No obstante, con la debida precaución, podemos empezar a entender la gran coalición de eventos (algunos tan específicos como las Cruzadas, otros tan difusos como un cambio en los ideales religiosos) que cooperaron en la destrucción de la estructura medieval de la vida económica y prepararon el camino para una nueva y dinámica estructura de transacciones mercantiles. Un aspecto importante de esta profunda alteración fue la monetización gradual de las obligaciones feudales. En un lugar tras otro, se puede registrar la transformación de las conversiones acerca de los antiguos pagos feudales en especie (los días de trabajo, los pollos o los huevos que un señor recibía de sus siervos) en pagos de dinero y rentas en dinero con que cubrían sus obligaciones. Detrás de este cambio en los pagos feudales, encontramos varias causas. Una de éstas fue el crecimiento de la demanda urbana de alimentos, conforme la población de las aldeas y ciudades empezó a aumentar. En los círculos concéntricos alrededor de los poblados, el dinero se filtró hacia el campo, aumentando en forma simultánea la capacidad que tenía el sector rural de comprar bienes urbanos y despertando su deseo de hacerlo. Al mismo tiempo, en una búsqueda de ingresos monetarios más elevados para comprar una extensa variedad de bienes, la nobleza favorecía cada vez más el hecho de recibir las rentas y los tributos en dinero en lugar de recibirlos en especie. Sin embargo, al hacerlo daba lugar a una de las causas del grave deterioro del sistema feudal. Por lo regular, los antiguos servicios feudales se convirtieron en cantidadesfijas de pagos en efectivo. Esto ayudaba, en forma temporal, a mejorar la posición económica del señor feudal, pero pronto le provocaba los problemas que siempre afectan al acreedor en épocas de inflación. E incluso cuando los tributos no eran fijos, éstos y las rentas en dinero se quedaban muy atrás de las necesidades monetarias cada vez más altas de la nobleza, de modo que se monetizaban cada vez más obligaciones feudales a fin de que el señor feudal siempre tuviera efectivo. Pero conforme aumentaron los precios y el estilo de vida monetizado se extendió aún más, estos elementos tampoco resultaron suficientes para mantener su solvencia. Este proceso de deterioro económico se vio agravado de manera considerable por la ineptitud de la nobleza para administrar su patrimonio. Los descendientes de los cruzados no eran mejores para los negocios que sus ancestros. El resultado fue que la nobleza rural, que dependía cada vez más de las rentas y los tributos para obtener ingresos, perdió gradualmente su poder económico. De hecho, a partir del siglo XVI, nace una nueva clase social: la nobleza empobrecida. En el año de 1530 en el distrito francés de
’Una influencia muy importante (a la que regresaremos de manera específica en nuestro próximo capítulo) fue el surgimiento de un nuevo interés en la tecnología, fundado en el cuestionamiento científico sobre los eventos naturales. Otro importante factor causativo fue el desarrollo de los conceptos y técnicas de los negocios modernos. El historiador alemán de la economía Werner Sombart incluso ha afirmado que si se viera forzado a dar una fecha determinada para el “inicio” del capitalismo moderno elegiría el año 1202, en el que apareció la Liber Abaci, primera aritmética comercial. En forma similar, el historiador Oswald Spengler considera la invención de la teneduría de libros por partida doble, en 1494, un logro digno de clasificarse junto con los descubrimientos de Colón y Copérnico.
44 CAPÍTULO 3 El surgimiento de la sociedad de mercado Gevaudan, encontramos que 121 señores feudales tenían un ingreso en conjunto de 21 400 libras, pero uno de ellos contaba con 5 O00 libras, otro con 2 000.. . y el resto tenía un promedio insignificante de 121 libras por cabeza.1° De hecho, la escasez de efectivo afectó no sólo a la nobleza venida a menos, sino a la monarquía misma. En ocasiones, Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano, no tenía dinero para pagar el hospedaje del séquito que lo acompañaba en los viajes; y cuando dos de sus nietos se casaron con las hijas del rey de Hungría, fue necesario pedir prestadas todas las galas de la boda (2 O00 caballos enjaezados, joyas y vajillas de oro y plata) a los banqueros mercaderes a quienes Maximiliano había escrito halagándolos y pidiéndoles que no se olvidaran de él en ese momento de necesidad.
Surgimiento de la economía de efectivo Resultaba evidente que el sistema feudal era incompatible con una economía de dinero en efectivo; puesto que, mientras la nobleza luchaba entre precios y costos en aumento e ingresos estáticos, los mercaderes, para quienes el dinero en efectivo subía de manera natural, incrementaban su poder en forma continua. Por ejemplo, en el distrito de Gevaudan, donde el señor feudal más rico tenía ingresos de 5 O00 libras, los mercaderes más ricos de la ciudad tenían ingresos hasta de 65 O00 libras. En Italia, los Gianfigliazzi de Florencia, quienes comenzaron siendo unos “don nadie” que prestaban dinero al obispo de Fiesole, terminaron despojándolo de sus posesiones y dejándolo en la miseria; mientras que en la Toscana, los descendientes de los señores feudales que desdeñaban a los usureros en el siglo x, tuvieron que entregarles sus propiedades durante los siglos XII y XIII.En Alemania, mientras Maximiliano buscaba dinero afanosamente, las grandes familias de banqueros de Augsburgo manejaban ingresos mucho más altos que el ingreso total de todo el reino de Maximiliano. En toda Europa, hombres que no ocupaban una posición social muy alta sacaban provecho de la economía monetaria. Un tal Jean Amici de Toulouse hizo una fortuna saqueando a los ingleses durante la Guerra de los Cien Años; Guillaume de Saint-Yon se hizo rico vendiendo carne en París a precios exorbitantes; y Jacques Coeur, el personaje más extraordinario de todos, evolucionó de mercader a acuñador de monedas del rey, después a agente de compras del monarca y a financiero no para, sino del rey; y durante el proceso, acumuló una enorme fortuna, calculada en 27 millones de escudos.“
SURGIMIENTODEL ASPECTO ECON~MICO DE LAVIDA Detrás de todos estos inquietantes sucesos, deducimos la presencia de un importante proceso de cambio que, literalmente, revolucionó la organización económica de Europa. Mientras que en el siglo x el dinero y las transacciones monetarias eran sólo elementos secundarios de la solución al problema económico, en los siglos XVI y XVII las transacciones monetarias y el dinero en efectivo empezaban a ser la fuerza molecular de la cohesión económica. Pero por encima de esta monetización de la vida, tenía lugar otro cambio quizá más profundo. Se trata del surgimiento de una esfera de actividad económica independiente, que era visible
“Cambridge Economic History ofEurope, I, 557-558. “Sin embargo, es importante hacer notar que, con el tiempo, Coeur cayó del poder, fue hecho prisionero y murió en el exilio. La casa de moneda todavía no tenía el dominio total del castillo.
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desde la matriz que rodeaba la vida social, y podía separarse de ésta. Era la creación de un aspecto de la sociedad que nunca antes había existido, pero estaba destinado a constituir una importante faceta de la existencia humana.12 Como hemos visto, en la antigüedad y en la época feudal no era fácil separar las motivaciones económicas, ni siquiera las acciones económicas de las grandes masas del curso normal de la existencia. El campesino que se apegaba a las formas existentes desde tiempos inmemoriales difícilmente estaba consciente de actuar de acuerdo con motivos “económicos”; en verdad no lo estaba y, en realidad, seguía las órdenes de su señor o los dictados de la costumbre. Tampoco el señor mismo tenía una orientación económica; sus intereses eran militares, políticos o religiosos, y no se orientaba básicamente hacia la idea de obtener ganancias. Incluso en las aldeas, la conducta de los negocios ordinarios se combinaba en forma inextricable con preocupaciones que no eran de índole económica. El hecho innegable de que los hombres presentaban una propensión a la adquisición, por no decir que eran avaros, no imprimía a la vida un rasgo general; como ya vimos, el deseo de ganar dinero era una preocupación secundaria, más que central, de la existencia durante la antigüedad y la Edad Media.
Aparición del trabajo, la tierra y el capital Sin embargo, con el panorama siempre en extensión de la monetización surgió poco a poco un nuevo elemento de la vida. El trabajo, por ejemplo, apareció como una actividad muy diferente a la que era en el pasado. Ya no formaba parte de una relación social explícita en la que un hombre (siervo o aprendiz) trabajaba para otro (señor o maestro de un gremio) a cambio, por lo menos, de una seguridad para su subsistencia. Ahora, el trabajo era un esfuerzo cuantificable, una “mercancía” que se ofrecía en el mercado al precio más alto posible, que no representaba una responsabilidad recíproca por parte del comprador, más allá del pago de un salario. Que ese salario no resultara suficiente para subsistir... bueno, ésa no era responsabilidad del comprador. Él simplemente había comprado el “trabajo”, y eso era todo. Esta aparición del trabajo “abstracto” (el trabajo como una cantidad de esfuerzo independiente de la vida del hombre y que se compraba en el mercado en cantidades fijas) tenía un paralelo en otros dos elementos importantes de la vida económica. Uno de éstos era la tierra. Antes concebida como el territorio de un gran señor, tan inviolable como el territorio de un paísEstado moderno, la tierra ahora se consideraba, desde el punto de vista económico, un objeto que se compraba o rentaba por el rendimiento económico que producía. Una finca, que alguna vez fuera el centro del poder político y administrativo, se convertiría en una “propiedad” con un precio en el mercado, disponible para diversos usos, incluso como local para una fábrica. Los tributos, los pagos en especie, los intangibles del prestigio y el poder que alguna vez surgieron de la propiedad de la tierra, cedieron el paso al rendimiento único representado por la renta; es decir, a un beneficio monetario derivado del uso productivo de la tierra. La misma transformación le ocurrió a la propiedad. Como se concebía en la antigüedad y durante la mayor parte de la Edad Media, la propiedad era una suma de riqueza tangible, una acumulación de dinero, un tesoro en vajillas, en metales preciosos o en joyas. De manera muy lógica, se manifestaba en forma de lujosas residencias, castillos y armamento, en trajes y galas costosos. Pero con la monetización y comercialización de la sociedad, también la propiedad po-
‘*Lasección siguiente le debe mucho a las observacione5 de la famosa obra de Karl Polanyi The Great Transformation (Boston, Beacon Press, 1957, edición de bolsillo), parte 11.
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día expresarse en un equivalente monetario: ahora un hombre “valía” tantas libras, escudos, etc. La propiedad se convirtió en capital, que ya no se manifestaba en bienes específicos, sino en una suma abstracta de uso muy flexible cuyo “valor” era su capacidad para obtener intereses o utilidades. Es necesario enfatizar que ninguno de estos cambios se planeó, se previó con claridad ni resultó bienvenido. Las jerarquías feudales no vieron con ecuanimidad que sus prerrogativas pasaban a las clases mercantiles. Tampoco el maestro gremial, que conservaba las tradiciones, deseaba convertirse en un “capitalista”,un hombre de negocios guiado por las señales del mercado y acosado por la competencia. Pero quizá para ninguna de las clases sociales la transición fue más dolorosa que para los campesinos, que se vieron atrapados en un proceso de la historia que los despojó de su medio de vida y los convirtió en trabajadores sin tierras.
Movimiento para cercar los pastizales Este proceso, que tuvo especial importancia en Inglaterra, fue el movimiento para cercar los pastizales, un subproducto de la monetización de la vida feudal. Desde el siglo XIII, la aristocracia rural, presionada por la necesidad de obtener dinero, empezó a considerar sus fincas no sólo como los feudos heredados de sus ancestros, sino como fuentes potenciales de ingreso de efectivo. A fin de cosechar más dinero, los señores feudales empezaron a “cercar” los pastizales que antes se habían considerado “tierras comunales”. Los campos de pastoreo comunales, que de hecho siempre habían pertenecido al señor feudal a pesar de su uso común, se reclamaron para beneficio exclusivo de su propietario y se convirtieron en dehesas. ¿Por qué dehesas? Porque la creciente demanda de ropa de lana convertía la cría de ovejas en una ocupación muy productiva. La historiadora medieval Eileen Power escribe: El visitante de la Cámara de los Lores, que mira con respeto esa augusta asamblea, no puede evitar sentirse sorprendido por un objeto austero y tosco que se encuentra frente al trono, un objeto tosco sobre el cual, durante una sesión plenaria del Parlamento, verá sentado al Lord Canciller de Inglaterra. El objeto es un cojín de lana, y está tan lleno de historia pura como la oficina misma del Lord Canciller.. . El Lord Canciller de Inglaterra se sienta sobre este cojín de lana porque fue sobre uno de estos cojines que esta hermosa tierra se elevó a la prospe~idad.’~
El proceso para cercar los pastizales en Inglaterra tuvo lugar siguiendo un ritmo irregular a través de los siglos; y no fue sino hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX que llegó a su punto ~ulminante.’~ Para entonces, se habían “cercado” alrededor de 10 millones de acres, casi la mitad de la tierra arable de Inglaterra: en los primeros días del reinado de los Tudor, por la conversión más o menos arbitraria de las “tierras comunales” para la cría de ovejas; y en el Último periodo, por la consolidación forzada de parcelas y lotes en extensiones de tierra adecuadas para la agricultura comercial, por lo que se supone que los arrendatarios recibieron una “compensación justa”.
13MedievalPeople (Garden City, N.Y., Doubleday, Anchor Books, 1954),p. 125. 14Enotros países europeos, también tuvo lugar un proceso para cercar los pastizales, pero a un ritmo mucho más lento.
En Francia, Italia y el sur de Alemania, el pequeño campesino arrendatario persistió mucho tiempo después de que prácticamente había dejado de existir en Inglaterra; por otra parte, en el noreste de Alemania, el pequeño campesino se vio privado de sus pertenencias y convertido en un proletario sin tierras.
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Desde el punto de vista estrictamente económico, el movimiento para cercar los pastizales fue, sin duda alguna, saludable en el sentido de que convirtió en productivas las tierras que, hasta ese momento, sólo habían dado un fruto miserable. De hecho, sobre todo en los siglos XVIII y XIX, el movimiento para cercar los pastizales fue el medio por el cual Inglaterra “racionalizó” su agricultura y escapó de la ineficiencia del sistema feudal tradicional. Pero el hecho de cercar tenía otro lado más cruel. Conforme se cercaron los campos comunes, al arrendatario se le dificultaba cada vez más su manutención. En los siglos xv y XVI, cuando el proceso para cercar las tierras comunales llegó a su punto máximo, entre tres cuartas partes y nueve décimas partes de los arrendatarios de algunas fincas habían sido despojados de sus tierras. De esta manera, se habían destruido aldeas completas. Sir Tomás Moro lo describió brutalmente en el Libro I de su Utopía: Vuestras ovejas, que eran tan mansas y solían alimentarse con tan poco, han comenzado a mostrarse, según se cuenta, tan voraces e indómitas que se comen a los hombres mismos. Devastan y arrasan las casas, los campos y las aldeas. En aquellas regiones del reino donde se produce una lana más fina y, por tanto, con un precio más elevado, los nobles y señores e incluso algunos abades y santos varones, no contentos con los frutos y las rentas anuales que sus antepasados solían sacar de sus predios, ni con vivir en forma ociosa y espléndida ... no dejan nada para el cultivo, y todo lo destinan a los pastizales; derriban las casas, destruyen los pueblos y, si dejan el templo, es para convertirlo en establo para las ovejas ...
El proceso para cercar proporcionó una fuerza poderosa para la disolución de los vínculos feudales y la formación de las nuevas relaciones de una sociedad de mercado. Al despojar al campesino, creó una nueva clase de fuerza de trabajo; sin tierras, sin las fuentes de ingreso tradicionales, aunque fueran escasas, motivada para encontrar trabajo remunerado en cualquier parte donde estuviera disponible.
Surgimiento del proletariado Junto con este proletariado agrícola, presenciamos el surgimiento de un proletariado urbano, provocado en parte por una transformación gradual de los gremios en compañías más “empresariales”, y en parte por la inmigración hacia las ciudades de algunos de los nuevos campesinos sin tierras. Y, para agravar la situación, desde mediados del siglo XVIII, una población en aumento (que resultó, en gran medida, del aumento en la producción de alimentos provocada por el proceso para cercar los pastizales) empezó a arrojar un número cada vez mayor de hombres al mercado laboral. Como resultado de esta complicada interacción de causas y efectos, encontramos a Inglaterra invadida por el problema de los “mendigos”. Una de las propuestas típicas del siglo XVIII fue que se les confinara en lo que un reformador llamó ingenuamente “Casas de Terror”. De esta manera, el surgimiento de un sistema orientado hacia el mercado produjo la aparición de una “fuerza de trabajo” y, aunque el proceso de adaptación para otras clases sociales no fue tan brutal, también tuvo un precio social. Con perseverancia, los maestros gremiales lucharon contra la invasión de sus negocios protegidos por parte de los fabricantes que traspasaban los costos reservados tradicionalmente o alteraban los modos de producción establecidos utilizando nueva maquinaria. La nobleza terrateniente buscaba con empeño proteger sus antiguos privilegios contra la intrusión de los nuevos ricos adinerados. Sin embargo, era imposible detener el proceso de crecimiento económico, que rompía con las rutinas establecidas del pasado y reorganizaba el poder y el prestigio de todas las clases sociales.
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Seguía su curso histórico en forma implacable y distribuía sus recompensas y sacrificios históricos de manera imparcial. Aunque se prolongó durante un extenso periodo, no fue una evolución sino una lenta revolución que sufrió la sociedad económica europea. Sólo cuando esa sociedad se enfrentó a este desafío, sufriendo uno de los dislocamientos más dolorosos de la historia, el mundo de las transacciones se consideró “natural” y “normal” y las categorías de “tierra”, “trabajo” y “capital” se convirtieron en algo tan común que resultaba difícil creer que no habían existido siempre.
Factores de la producción No obstante, como ya vimos, no resultaba tan “natural” ni “normal” tener una fuerza de trabajo libre, que recibía un salario y que trabajaba bajo un contrato, ni una tierra que produjera utilidades, ni un capital fluido que pudiera invertirse. Eran las creaciones de la gran transformación de una sociedad no mercantil en una de mercado. La econom’a llama a estas creacionesfactores de la producción, y gran parte de la economía se ocupa de analizar la manera en que estos tres constituyentes básicos del proceso productivo se combinan a través del mecanismo de mercado. Sin embargo, lo que debemos tener en cuenta en esta etapa de nuestro estudio es que la “tierra”, el “trabajo” y el “capital” no existen como categorías eternas de la organización social. Desde luego, son categorías de la naturaleza, pero estos aspectos eternos del proceso productivo (el suelo, el esfuerzo humano y los objetos que pueden aplicarse a la producción) no adoptan en todas las sociedades la separación específica que los distingue en una sociedad de mercado. En las economías anteriores a la sociedad de mercado, la tierra, el trabajo y el capital se encuentran combinados en forma inextricable y confundidos en la figura del esclavo y el siervo, el señor y el maestro gremial, ninguno de los cuales participa en el proceso de producción como la encarnación de una función económica específica que se ofrece a un precio. El esclavo no es un “trabajador”, el maestro gremial no es un “capitalista”, tampoco el señor feudal es un “terrateniente”. Sólo cuando un sistema social evoluciona hasta el punto en que el trabajo se vende, la tierra se renta y el capital se invierte en forma libre, encontramos que estas categorías de la economía surgen delflujo de la vida. En ninguna parte vemos este sorprendente proceso social ilustrado con mayor claridad que en la evolución del concepto de la propiedad de la humanidad misma. Como hemos visto, en la sociedad antigua una persona era propietaria de otra. Es decir, un esclavo era, literalmente, un bien de su dueño o dueña, quien podía usarlo, abusar de él e incluso matarlo ante ciertas circunstancias. Durante la Edad Media, la idea de la propiedad humana evolucionó hacia la concepción de la servidumbre. Un siervo también era propiedad de su amo y estaba sujeto a los lazos y vínculos que ya analizamos, pero la propiedad no era tan extensa y representaba obligaciones recíprocas por parte del amo. Por Último, llegamos a la sociedad comercial moderna, en la que cada persona es propietaria de símisma. Un trabajador que se convierte en un “factor de la producción” es propietario de su propio trabajo, mismo que es libre de vender con el mayor provecho posible, algo que un esclavo o un siervo no podía hacer. Al mismo tiempo, el trabajador libre, que no es propiedad de ningún hombre, tampoco representa obligaciones para ningún hombre. El patrón compra el trabajo de sus empleados, no su vida. Las responsabilidades del empleado terminan en el momento en que sale de la oficina o fábrica de su patrón, las cuales son “propiedad” de su dueño.
Trabajo asalariado y capitalismo Así mismo, el patrón obtiene una ventaja económica única cuando el trabajo se convierte en una mercancía que se ofrece en venta. A cambio de comprar la fuerza de trabajo por un pago que se
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llama salario, el patrón adquiere derechos sobre toda la producción de “sus” trabajadores. En otras palabras, los hombres y mujeres que participan en una relación asalariada con sus patrones ceden todos los derechos que generen de cualquier producción mientras cumplen con su trabajo. El trabajo asalariado es una parte tan común de la sociedad de mercado moderna que siempre resulta sorprendente reflexionar sobre los curiosos acuerdos bajo los que la fuerza de trabajo se vende sin tener ningún derecho de propiedad sobre el producto. Pero pensemos un momento: ¿a quién pertenecen los automóviles que salen de una línea de ensamblaje? ¿Son de los trabajadores que los fabricaron? ¿De los ingenieros que los diseñaron? ¿De los gerentes que supervisaron el proceso de producción? ¿Del presidente de la compañía o de sus accionistas? La respuesta es que ninguna de estas personas es propietaria de los automóviles. Ni siquiera el presidente de General Motors, ni el accionista principal de la compañía, pueden reclamar la propiedad de los vehículos que salen de la línea de ensamblaje, sin pagar antes por ellos. Entonces, ¿quién es el propietario de los automóviles? Cualquier trabajador o admínistrador puede responder esta pregunta: son “propiedad de la compañía”. Esto significa que la empresa es su dueña, la “persona” jurídica ficticia que da empleo al presidente, los gerentes y los ingenieros, así como a los trabajadores. A su vez, los accionistas son propietarios legales de la compañía y la controlan, pero es la empresa misma la que participa en el contrato salarial y, por tanto, es la propietaria de los automóviles. En un negocio más sencillo que maneja un solo propietario, digamos una pastelería, observamos la misma situación cuando el propietario se lleva a casa algunos productos sin pagarlos porque, como él mismo dice y está en lo cierto, éstos le pertenecen. De esta manera, el contrato salarial se convierte en un punto crítico que identifica a un nuevo tipo de sociedad económica, que está organizada a lo largo de líneas totalmente diferentes de los acuerdos entre señores feudales y campesinos o maestros y aprendices. En estas sociedades más antiguas, el excedente adoptaba la forma de grandes monumentos, edificios o construcciones de lujo que iban directamente a las manos de las clases gobernantes, donde permanecían o se utilizaban como objetos de prestigio. En la nueva forma capitalista, el excedente que genera la sociedad (es decir, toda la riqueza que excede a la requerida para satisfacer las necesidades de la fuerza de trabajo y los otros factores de la producción) pertenece al patrón capitalista. Dos cambios dieron lugar a esta transformación en la distribución del excedente. El primero de ellos es que el excedente adopta la forma algo más humilde de la mercancía que se produce en talleres, granjas o fábricas incipientes, en lugar de monumentos impresionantes, galas para la corte y objetos similares. El segundo es que la mercancía, a diferencia de esos monumentos y galas, tenía que venderse antes de ser considerada como “riqueza”. De este modo, el surgimiento del capitalismo, con su relación central entre el trabajo y el salario, representó mucho más que un cambio en las clases gobernantes, de aristócratas a capitalistas. Representó también un nuevo significado de la riqueza: como mercancías en venta, no como objetos para exhibición. A diferencia de las pirámides, las catedrales y los edificios de las sociedades anteriores, la riqueza del capitalismo no tenía ninguna categoría hasta que se “vendía” en el mercado. Esta necesidad de vender introdujo un nuevo ambiente de urgencia, una intensidad nerviosa, en la vida económica del capitalismo. En una palabra, el capitalismo fue más que un cambio en las instituciones sociales: fue un orden económico totalmente nuevo.
Capitalismo y la motivación de las utilidades Gran parte del resto de este libro se ocupa del análisis de la forma en que funciona este nuevo orden, de los problemas que surgen en el complicado proceso de la producción y la venta de los bienes. Esto nos lleva a un análisis de las formas institucionales cambiantes que el capitalismo ha
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creado, así como a un cuestionamiento sobre algunos de los mecanismos económicos mediante los cuales funciona el sistema. Pero resulta Útil enfocarse de inmediato en un aspecto del capitalismo que ocupa un lugar central e indispensable en su estructura. Se trata de una nueva forma de comportamiento que el capitalismo generalizó en toda la sociedad: la motivación paramaximizar el ingreso (como lo describirían los economistas) realizando la mejor transacción posible en el mercado en el cual las personas se aventuraran, ya fuera vender su trabajo u otros recursos, o comprar bienes. En el lenguaje de los negocios, la misma motivación conductual se describe así: la motivación de las utilidades. Desde luego, la sociedad de mercado no inventó esta motivación. Quizá ni siquiera la intensificó. Pero la convirtió en un aspecto ubicuo y necesario del comportamiento social. Aun cuando quizá los hombres sentían el deseo de adquirir algo durante la Edad Media o la antigüedad, no participaban en masa en transacciones mercantiles para las actividades económicas básicas de la vida. E incluso cuando, por ejemplo, un campesino vendía unos cuantos huevos en el mercado de la ciudad, en raras ocasiones la transacción era un asunto de extrema importancia para la continuación de su existencia. De manera que, en una sociedad no mercantil, las transacciones comerciales eran una actividad secundaria, un medio para complementar una subsistencia que, aunque humilde, era muy independiente de la compra y la venta. Sin embargo, con la rnonetización del trabajo, de la tierra y del capital, las transacciones se convirtieron en actividades universales y críticas. Ahora, todo estaba a la venta y los términos de las transacciones no eran algo secundario para la existencia misma. Para un hombre que vendía su trabajo en un mercado, en una sociedad que no tenía ninguna responsabilidad por su manutención, el precio al que convenía la transacción era lo único que importaba. Lo mismo sucedía con el terrateniente y el capitalista. Para cada uno de ellos, una buena transacción significaba la riqueza, y una mala, la ruina. Así, el patrón de la maximización económica se generalizó en toda la sociedad y dio lugar a una urgencia inherente que constituyó una poderosa fuerza para dar forma al comportamiento humano. En pocas palabras, la motivación para maximizar el ingreso se convirtió en un nuevo modo de coordinación y control social.
LA INVENCIÓN DE LA ECONOMíA La nueva sociedad de mercado hizo mucho más que crear un ambiente en el que los hombres no sólo eran libres de seguir sus propios intereses, sino que estabanforzados a hacerlo. También dio lugar a un acertijo de gran importancia y considerable dificultad. El acertijo consistía en comprender el funcionamiento de un mundo en el que las personas que buscaban obtener utilidades ya no estaban limitadas a seguir el camino de sus ancestros ni a dar forma a sus actividades económicas de acuerdo con lo que dictaba un señor o un rey.
La “filosofía”del comercio El nuevo orden necesitaba una “filosofía”; una explicación racional de la forma en que “funcionaría” esa sociedad. Y dicha filosofía no era, de ninguna manera, evidente. En muchos aspectos, el nuevo mundo de personas que buscaban utilidades parecía tan sorprendente y lleno de peligros para sus contemporáneos, como lo parecía para los líderes imaginarios de una sociedad tradicional que describimos en nuestro primer capítulo. De ahí que no deba sorprendernos que los filósofos del comercio no se hayan puesto de acuerdo. En Inglaterra, un grupo de panfletistas y comerciantes (los llamados mercantilistas),
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propusieron una explicación de la sociedad económica que enfatizaba la importancia del oro y ensalzaba el papel del comerciante en cuyas actividades primordiales se encontraba la de llevar el “tesoro” al país vendiendo bienes a los extranjeros. En Francia, una escuela de pensadores que conocemos como fisiócratas tenía ideas muy diferentes. Exaltaban las virtudes del campesino, no las del comerciante. Los fisiócratas argumentaban que toda la riqueza provenía de la naturaleza, despreciando a los mercaderes e incluso a los fabricantes por pertenecer a una clase “estéril” que no aporta nada a la riqueza que produce el campesino. Suponían que el trabajo era pobre, aunque no necesariamente “miserable”. Con estos puntos de vista tan diversos, es obvio que no existía nada parecido a la unanimidad en relación con la política económica apropiada. ¿Era preciso reglamentar la competencia, o dejarla sola? ¿Era necesario prohibir la exportación de oro, o permitir que el “tesoro” entrara o saliera del reino conforme lo dictaran los flujos comerciales? ¿Debería cobrarse algún impuesto a los productores agrícolas por ser la fuente última de todas las riquezas, o los impuestos deberían recaer en la próspera clase comerciante? Las respuestas a estas sorprendentes preguntas esperaban el nacimiento de Adam Smith (1723-1790), santo patrono de nuestra disciplina y figura de enorme estatura intelectual. Su obra maestra, The Wealth of Nations (La riqueza de las naciones), que se editó en 1776, el mismo año de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, proporcionó al mundo occidental el primer relato completo de algo que deseaba saber: cómo funcionaba su propio mecanismo económico.
División del trabajo El mundo que Smith describió era muy diferente al nuestro. Era un mundo de empresas muy pequeñas: la famosa descripción que da Smith de una fábrica de alfileres comprende un establecimiento de fabricación que tiene 10 empleados. Todavía estaba obstaculizado por las restricciones de los gremios medievales: en la época de Smith, ningún maestro sombrerero en Inglaterra podía dar empleo a más de dos aprendices; en el famoso comercio de platería Sheffield, ningún maestro en la confección de cubiertos podía emplear a más de uno. Más importante aún es que se trataba de un mundo en el que los monopolios protegidos por el gobierno pertenecían a ciertas áreas del comercio, como el intercambio con la India. No obstante, a pesar de todas las diferencias con la sociedad económica moderna, la visión básica que Smith tenía de su época todavía puede ilustrar las actividades de la economía en nuestros tiempos. Dos problemas principales ocupaban la atención de Smith. El primero está implícito en el título de la obra. Se trata de la teoría de Smith sobre la tendencia más importante de una sociedad de “libertad perfecta”: su tendencia al crecimiento.” El crecimiento económico (es decir, el aumento continuo en la producción de bienes y servicios de que goza una sociedad) difícilmente era una preocupación para los filósofos de las sociedades apegadas a la tradición, ni siquiera de aquellas gobernadas por emperadores. Pero lo que Smith concibió como la aparente confusión de una sociedad de mercado era un mecanismo oculto que funcionaría para incrementar la “riqueza de las naciones”, de aquellas naciones que gozaban de un sistema de libertad perfecta y no lo obstaculizaban. I5Por“libertad perfecta”, Smith enfatiza que todos los agentes en esa sociedad eran libres de participar o no en acuerdos económicos como el contrato salarial, en claro contraste con las obligaciones impuestas sobre los siervos y esclavos. ES probable que esa “libertad” no fuera tan apreciada por el propietario de “una fuerza de trabajo contratada en forma libre” en un barrio de Londres. Sin embargo, existía una diferencia (una diferencia legal) que Smith identificó de manera correcta como crucial para el sistema del capitalismo. A propósito, él no utilizó el término capitalismo. iTampoco lo hizo Karl Marx! El término no se utilizó sino hasta bastante entrado el siglo XIX.
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¿Qué era lo que motivaba a la sociedad a incrementar sus riquezas? Básicamente, era la tendencia de esa sociedad a fomentar un aumento constante en laproductividad de su trabajo, de manera que, con el tiempo, el mismo número de trabajadores generara cada vez una mayor producción. ¿Y qué había detrás del aumento en la productividad? De acuerdo con Smith, la respuesta era la ganancia en productividad que se lograría con una división del trabajo más adecuada. En este caso, la famosa fábrica de alfileres de Smith sirve como ejemplo: Un hombre jala el alambre, otro io endereza, un tercero lo corta, un cuarto forma la punta, un quinto lima la punta para colocar la cabeza; la fabricación de la cabeza requiere dos o tres obreros diferentes; colocar la cabeza es un trabajo especial, esmaltar el alfiler es otro; incluso acomodarlos en el papel constituye una labor especial ... Observé una pequeña fábrica de este tipo en la que sólo trabajaban 10 empleados y, por tanto, algunos llevaban a cabo dos o tres operaciones diferentes. Pero aunque eran pobres y, por tanto, se las arreglaban con la maquinxia necesaria en forma indiferente, cuando se lo proponían, entre todos podían fabricar alrededor de 12 libras de alfileres ai día. Una libra contiene más de cuatro mil alfileres de tamaño mediano. Por tanto, esas 10 personas podían fabricar más de 48 mil alfileres al día ... Pero si hicieran todo en forma separada e independiente.. . cada uno no podría fabricar 20 alfileres, quizá ni siquiera uno al día.
El modelo de crecimiento de Adam Smith Esto empieza a revelar las razones por las que una sociedad de libre empresa tiende a crecer; pero no explica el fenómeno por completo. ¿Qué impulsa a una sociedad de este tipo hacia la división del trabajo? ¿Y cómo sabemos que la tendencia a crecer no terminará, por una razón u otra? Esto nos lleva al panorama más extenso que Smith tenía en mente. Nosotros lo llamaríamos modelo de crecimiento, aunque Smith no utilizó este término tan moderno. Lo que queremos decir es que Smith nos muestra tanto unafuerza impulsora que coloca la sociedad en un camino ascendente, como un mecanismo de autocorrección, que la mantiene ahí. Primero, la fuerza impulsora. Uno de los findamentos de la concepción de Smith de la naturaleza humana era lo que él llamó el “deseo de mejorar” (que nosotros ya describimos como la motivación de las utilidades). ¿Y qué tiene que ver el deseo de mejorar con el crecimiento? La respuesta es muy importante. Motiva a todo fabricante a ampliar su negocio afin de aumentar sus ganancias. ¿Y de qué manera esta expansión de los negocios da como resultado una mayor división del trabajo? La respuesta es muy clara. El camino principal hacia las utilidades consiste en equipar a los trabajadores con la maquinaria necesaria que Smith menciona en su descripción de ‘a fábrica de alfileres, puesto que es esta maquinaria la que incrementará su productividad. De esta manera, el camino hacia el crecimiento se encuentra en lo que Smith llama acumulación, o en una terminología más moderna, el proceso de inversión de capital. Cuando los capitalistas buscan dinero, invierten en máquinas y equipo. Como resultado de las máquinas y el equipo, sus trabajadores producen más. Puesto que producen más, la producción de la sociedad aumenta.
La dinámica del sistema Esto responde a la primera parte de nuestro cuestionamiento. Pero sigue en pie la pregunta de cómo sabemos que la sociedad seguirá creciendo, que su trayectoria no se interrumpirá. Aquí llegamos a la parte más inteligente del modelo de Smith. Aprimera vista, parecería que la motivación para
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aumentar las inversiones de capital resulta contraproducente. La razón es que el aumento constante en la demanda de trabajadores para que operen las nuevas máquinas incrementaría sus salarios; y, al aumentar los salarios, se reducirían las utilidades del fabricante. A su vez, al disminuir las ganancias. la fuente de nuevas inversiones se secaría y la curva del crecimiento pronto declinaría hasta el suelo. Según Smith, esto no es verdad. Seguramente, el incremento en la demanda de trabajadores tendería a aumentar los salarios; pero ésta es sólo la mitad del panorama. La misma tendencia hacia arriba de los salarios incrementaría la oferta de trabajadores. La razón es factible. En la época de Smith, la mortalidad infantil era terriblemente elevada: “Es muy común”, indica Smith, “...que en las tierras altas de Escocia, una madre que trajo al mundo a 20 hijos no tenga dos hijos vivos.” Pero conforme se incrementaran los salarios, la mortalidad infantil tendería a disminuir y, por tanto, una mayor parte de la población sobreviviría hasta la edad productiva (10 años o menos, en la época de Smith). El resultado ya debe estar claro. Junto con un incremento en la demanda de trabajadores (y de niños trabajadores) viene un aumento en su oferta. Este incremento en el número de trabajadores disponibles significaba que la competencia por el trabajo aumentaría. Por tanto, el precio de la mano de obra no subiría, al menos no lo suficiente para afectar el crecimiento. Como una máquina autorreguladora, el mecanismo de acumulación de capital proporcionaría lo necesario para continuar sin problemas: una fuerza para evitar que los salarios devoraran las utilidades. Y, de esta manera, el proceso de crecimiento continum’a sin problemas. No nos ocuparemos por el momento de los detalles del modelo de crecimiento de Smith. Y, desde luego, su “modelo” no puede aplicarse directamente al mundo moderno, en el que (al menos en los países industrializados) la mayoría de los niños no mueren antes de llegar a la edad productiva y en los que, por tanto, su “válvula de seguridad” no es pertinente. Sin embargo, en la descripción de Smith captamos el alcance imaginativo y la capacidad de comprensión que el análisis económico proporciona.16
El mecanismo de mercado Sin embargo, la riqueza (es decir, la producción) de las naciones no era el Único problema importante sobre el que el tratado de Smith proyectó una luz esclarecedora. Existía también la cuestión sobre la forma en que el sistema de mercado se mantenía unido, de cómo proporcionaba una solución ordenada a los problemas de la producción y la distribución. Esto nos lleva a la descripción y explicación que da Smith del mecanismo de mercado. En este caso, él empieza por poner en claro un problema sorprendente. Como sabemos, los actores en el drama de Smith están motivados por el deseo de mejorar y están guiados sobre todo por el interés propio. “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero ni del panadero que esperamos nuestra comida”, escribe Smith, “sino por el propio interés de cada uno. Apelamos no a su humanidad, sino al amor que sienten por sí mismos, y nunca les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus beneficio^."'^ 16Parecenecesario agregar unas palabras para el estudiante que se interese lo suficiente en el modelo de Smith como para leer La riqueza de las naciones. Buscará en vano, en un libro tan extenso, una exposición clara de las interacciones que acabamos de describir. El modelo está implícito en la exposición de Smith, pero se encuentra disperso en el texto como una máquina desarmada, y fue necesario que nosotros lo armáramos en la mente. Sin embargo, ahí está, si alguien puede unir las piezas. Para una exposición más completa, vea R. Heilbroner, The Essential Adam Smith (Nueva York, W. W. Norton, 1986). ”La riqueza de las naciones (Nueva York, Modem Library, 1937), p. 14.
54 CAPÍTULO3 El surgimiento de la sociedad de mercado Aquí el problema es obvio. ¿De qué manera una sociedad de mercado evita que los hombres hambrientos de utilidades y que se interesan en sí mismos secuestren prácticamente a sus conciudadanos? ¿De qué forma un acuerdo que puede funcionar en el aspecto social surge de una serie de motivaciones peligrosas para la sociedad? La respuesta nos lleva hasta el mecanismo central de una sociedad de mercado, el mecanismo de la competencia. Cada persona, que hace lo mejor para ella misma sin pensar en los demás, se enfrenta con una miríada de personas que tienen una motivación similar y se encuentran en la misma posición. Cada una está ansiosa de sacar ventaja de la avaricia de sus competidores, cuando ésta lleva al competidor a subir sus precios por encima del nivel que “establece” el mercado. Si un fabricante de alfileres tratara de cobrar más que sus competidores, éstos le quitm’an su negocio; si un trabajador pidiera un salario más alto que el establecido, no podría encontrar trabajo; si un terrateniente buscara una renta más alta que aquella que se cobra por una tierra de la misma calidad que la suya, no encontraría arrendatarios.
El mercado y la distribución Pero el mecanismo de mercado hace algo más que imponer una protección competitiva en el precio de los productos. También busca la producción de las cantidades adecuadas de los bienes que la sociedad desea. Suponga que los consumidores desean más alfileres y menos zapatos que los que pueden conseguir. El público compraría toda la oferta existente de alfileres, mientras que el negocio en las zapaterías sería muy bajo, Los precios de los alfileres tenderían a subir mientras el público se pelea por las decrecientes existencias, y los precios de los zapatos tenderían a bajar a medida que los comerciantes tratan de deshacerse de sus inventarios. Una vez más, entra en acción una fuerza restauradora. Conforme aumenten los precios de los alfileres, también lo harán las utilidades en este negocio; y, de la misma manera, conforme bajen los precios de los zapatos, también lo harán las utilidades en la fabricación de zapatos. Una vez más, entran en acción el interés propio y el deseo de mejorar. Los fabricantes de alfileres aumentarán su producción para sacar ventaja de los precios más altos; las fábricas de zapatos reducirán su producción para disminuir las pérdidas. Los patrones en el negocio de los alfileres buscarán contratar más factores de la producción (más trabajadores, más espacio, más equipo de capital), y los patrones en el negocio de los zapatos reducirán el uso de los factores de la producción, dejando que los trabajadores se vayan, cancelando los arrendamientos de locales y reduciendo su inversión de capital. Por tanto, la producción de alfileres aumentará y la de zapatos se reducirá. ,-Pero esto es exactamente lo que el público quería desde el principio! Por medio de lo que Smith llama, en una frase famosa, una “mano invisible”, los motivos egoístas de la gente son transformados por el mecanismo de mercado para producir el más inesperado de los resultados: el bienestar social.
El sistema de autocontrol De esta manera, Smith demostró que un sistema de mercado, lejos de ser caótico y desordenado, es un medio a través del cual se proporciona una solución, con la disciplina y el orden más estrictos, para el problema económico. Primero, explica la forma en que el motivo del interés propio proporciona el ímpetu necesario para que el mecanismo funcione. A continuación, muestra la manera en que la competencia evita que cualquier persona establezca un precio más alto que el que fija el mercado. En tercer lugar, deja en claro la forma en que los deseos cambiantes de la sociedad llevan a los productores a aumentar la producción de los bienes deseados y a reducir aquélla de los bienes que el público ya no quiere.
CAP~TULO3 El surgimiento de la sociedad de mercado
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De igual importancia es que demuestra que el sistema de mercado es un proceso de autocontrol, puesto que la hermosa consecuencia de un mercado competitivo es que se convierte en su propio guardián. Si los precios, las utilidades o los salarios se alejan de sus niveles “naturales” determinados por el costo, existen fuerzas que los hacen regresar. Así, surge una curiosa paradoja: el mercado competitivo, que es la cima de la libertad económica individual, es al mismo tiempo el más estricto de los capataces. Es posible apelar ante una junta de planeación u obtener la dispensa de un ministro, pero no existe apelación ni dispensa para las presiones anónimas del mercado competitivo. Así, la libertad económica es más ilusoria de lo que parece. Uno puede hacer lo que desee, pero si desea hacer aquello que el mercado desaprueba, el precio de la libertad es la ruina.
El sistema de mercado y el surgimiento del capitalismo ¿El sistema de mercado en realidad funciona como lo sugiere el magnífico tratado de Smith? Gran parte del resto de este libro está dedicado a esa pregunta; es decir, a seguir el crecimiento y el orden interno del sistema cuyas perspectivas se describen con tanta inteligencia en el modelo de Smith. El hecho de que hayamos sufrido ciclos y depresiones en los negocios, y de que las empresas gigantescas y los sindicatos laborales hayan tomado el lugar de las fábricas de alfileres y de los niños trabajadores, es evidencia suficiente de que el modelo de Smith por sí mismo no sirve como una guía segura a través de la historia de la economía. Pero el hecho de que nuestra economía haya crecido de manera tan prodigiosa y siga funcionando, a pesar de sus problemas, es también una evidencia de que existe una importante dosis de verdad en la concepción de Smith. Por tanto, retornemos a nuestra narración histórica para ver hasta qué grado se cumplió lo que Smith previó, hasta qué punto no fue así y por qué razones. Es preciso recordar que La riqueza de las naciones se escribió antes de que el capitalismo asumiera su actual aspecto industrial. Después de todo, la esclavitud no sería abolida por completo en Alemania, sino hasta medio siglo más tarde. Incluso en la Inglaterra de Adam Smith, la sociedad de mercado no había alcanzado aún la etapa en la que el capitalismo logró una condición legal y política totales. Por ejemplo, los reglamentos gremiales que molestaban a Smith no desaparecieron sino hasta que se eliminó el Estatuto de Artífices medieval en 1813. De igual manera, en Francia, hasta la revolución de 1789,una inmensa red de reglamentos limitaba al capitalista en potencia. Las reglas y los edictos, muchos de los cuales buscaban estandarizar la producción, establecían el número exacto de hilos que debía tejerse en las telas de los fabricantes textiles de Francia, y no cumplir con estas leyes significaba exponerse al rechazo; primero de la tela y después, del fabricante. De este modo, ya bien entrado el siglo XVIII, encontramos que la gran revolución del mercado sigue incompleta; más bien, encontramos casi completo el proceso de monetización y comercialización, que estaba contenido dentro del marco de una organización legal y social que todavía no se adaptaba por completo a él. Tendremos que observar la forma en que el capitalismo surgió a través de las restricciones de la época mercantilista precapitalista, antes de poder ver en operación el maravilloso mecanismo de mercado de Smith.
Conceptos y palabras clave Feudalismo
1. Poderosasfuerzas del cambio operaban en el feudalismo europeo, y servían para introducir en forma gradual la estructura de una sociedad de mercado. Las más importantes de estas fuerzas eran: El papel del mercader ambulante en la introducción del comercio, el dinero y el espíritu adquisitivo en la vida feudal. El proceso de urbanización como una fuente de actividad económica, y como el punto central de un poder nuevo y orientado hacia el comercio.
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EL surgimiento de la sociedad de mercado
Las Cruzadas como una fuerza para la interrupción de la vida feudal y la introducción de nuevas ideas. El surgimiento de estados nacionales unificados y que apoyaban el comercio. El estímulo de la Edad de la exploración y del oro que ésta llevó a Europa. El surgimiento de nuevas ideas religiosas que simpatizaban más con la actividad de los negocios que con el catolicismo. La monetización de los tributos dentro del sistema feudal. Vida económica
2. Como consecuencia de estas fuerzas, empezamos a ver la separación de la vida económica de la
Trabajo asalariado
5. De especial importancia entre estas nuevas relaciones es aquella del trabajo asalariado. En ésta, el trabajador recibe un salario por su tiempo laboral, y la propiedad del producto terminado es confenda al patrón capitalista.
social. Los procesos de producción y distribución ya no se combinaban de manera indistinta con las costumbres y prácticas religiosas, sociales y políticas que prevalecían, sino que empezaban a formar un área muy diferente de la vida. Cercar 3. Con el surgimiento del aspecto económico de la vida, tienen lugar profundas transformaciones. El los pastizales siervo campesino ya no está unido a la tierra, sino que se convierte en un trabajador libre; el maestro gremial ya no se encuentra sometido a los reglamentos del gremio, sino que se convierte en un empresario independiente; el señor de la tierra se convierte (en el sentido moderno de la palabra) en un terrateniente. La transformación fue larga y a menudo violenta, sobre todo en el caso complejo de cercar los pastizales. Factores de 4. El nacimiento de los trabajadores libres, los capitalistas y los terratenientes, cada uno vendiendo sus la producción servicios en el mercado de la tieFra, el capital y el trabajo, hicieron que fuera posible hablar de los ‘tfactores de la producción”. Estos implicaban dos cosas: las categoriasfisicas de la tierra, el trabajo y el capital como agentes distintivos en el proceso de producción; y las relaciones sociales entre los trabajadores, los terratenientes y los capitalistas, como grupos o clases distintivas que participaban en el mercado.
Riqueza en 6. El surgimiento del capitalismo cambia la concepción de la riqueza como objetos para exhibición O el capitalismo prestigio a mercancías que deben llevarse al mercado y venderse. Esta necesidad de vender introduce en el sistema económico una urgencia, desconocida hasta ese momento. Utilidades como motivación
7. Como parte de este proceso del cambio, encontramos el surgimiento de la motivación de las utilidades en todos los niveles de la sociedad, no como motivación adquisitiva (que quizá existía desde hacía siglos), sino como la necesidad convincente de que, en una sociedad monetizada, todas las personas luchen por tener ingresos más altos para la supervivencia económica.
La riqueza de
8. Junto con la nueva sociedad económica, surgió un nuevo interés por el mecanismo de una sociedad de mercado. El más grande de los primeros economistas fue Adam Smith, autor de La riqueza de las naciones. Filósofo en esencia, Smith utilizó su cuestionamiento poderoso y de largo alcance para lograr la comprensión de una sociedad de “libertad perfecta” (una sociedad de agentes contractuales libres).
las naciones de Adam Smith
Crecimiento
9. En su obra, Smith describe dos atributos de una sociedad de este tipo. El primero es su tendencia al crecimiento. Smith demuestra la forma en que el crecimiento es resultado del incremento en la productividad del trabajo que proviene de la siempre efectiva divisida del trabajo. Este aumento en la productividad surge por la inversión en equipo por parte de los capitalistas, como un medio para incrementar las utilidades.
Autocontrol 10. Smith describe también el mecanismo de mercado. En este mecanismo, la competencia tiene un papel clave para evitar que la gente establezca a su arbitrio el precio que desee obtener de los . compradores. El mecanismo de mercado revela así mismo la forma en que las demandas cambiantes de los bienes transformarían la producción para cubrirlas. De este modo, la piedra angular del tratado de Smith es su demostración de la naturaleza de autocontrol de un mercado competitivo, en el que una “mano invisible” deriva fines útiles para la sociedad a partir de medios egoístas y privados.
CAPÍTULO3 El surgimiento de la sociedad de mercado
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Preguntas 1. ¿Qué aspectos de las actividades de un mercader afectaron la vida feudal? ¿Las actividades de negocios actuales también provocan una presión social? 2. ¿Por qué el trabajo asalariado es totalmente incompatible con el feudalismo? 3. En la actualidad, los países subdesarrollados a menudo se parecen a las economías de la antigüedad o de la Edad Media, al menos en lo concerniente a su pobreza y estancamiento.Realice un análisis de la pertinencia, en caso de existir alguna, que las fuerzas del cambio que se mencionan en este capítulo tienen en la modernización de estas áreas. ¿Existe alguna nueva fuerza del cambio? 4. Las naciones líderes en el mundo, al menos en relación con el ingreso per capita, son Estados Unidos, Alemania y los países escandinavos. Entre los países occidentales menos ricos se encuentran Manda, España y Portugal. ¿Considera que esto prueba la validez de la tesis de Weber y Tawney en relación con la importancia de la ética protestante en el crecimiento económico? ¿El hecho de agregar América Latina cambia el argumento? ¿Japón? 5. El proceso de monetización y comercializaciónfue a menudo muy violento en Europa. ¿Cree que la Guerra Civil, que abolió la esclavitud y eliminó el sistema semifeudal de las plantaciones del Sur, podría considerarse parte de la misma transformación en Estados Unidos? 6. ¿La vida económica se encuentra separada de la vida social y política en Estados Unidos? 7. ¿Piensa que la mayoría de las personas en Estados Unidos actúan de acuerdo con la motivación de las utilidades? ¿Conoce a alguien que haya cambiado su lugar de residencia debido a consideraciones económicas? ¿A su profesión? 8. El deseo de adquisición es tan antiguo como el hombre. ¿Podemos decir que los orígenes del capitalismo tienen la misma antigüedad? 9. Describa lo que Smith quiere decir con la “mano invisible”. ¿Cuál es el mecanismo mediante el cual los intereses egoístas se vuelven compatibles con el bienestar social (de hecho se convierten en un agente para lograrlo)? 10. ¿Considera que existe una relación entre el modelo de crecimiento de Smith y su modelo de mercado? ¿El modelo de crecimiento funcionaría si no lo hicieran las fuerzas del mercado?
CAPITULO
I INDUSTRIAL De aquí en adelante, en nuestro estudio de la historia económica, nos concentramos casi por completo en dos corrientes principales de la actividad económica: agricultura y comercio. Sin embargo, desde los primeros días, existió una tercera fuente esencial de riqueza económica: la industria; que a propósito dejamos pasar inadvertida. Puesto que, al contrario de la agricultura y el comercio, la manufactura o fabricación industrial no dejó una huella importante en la sociedad económica. Como campesino, siervo, mercader o agremiado, el actor del drama económico ejemplificaba en forma directa las actividades básicas de la época, pero no sucedía lo mismo con un trabajador de la industria. Un tipo de persona como un “obrero” (de hecho, la idea misma de un “proletario” industrial) no existía durante los largos años previos al final del siglo XVII. Este concepto entra en escena sólo con el surgimiento de la fábrica de alfileres de Adam Smith. Así mismo, debemos hacer notar que tampoco estaba presente el “capitalista industrial”. La mayoría de quienes hacían dinero en el pasado habían obtenido sus fortunas por medio del comercio, el transporte o prestando dinero, pero no de la fabricación. Resulta entretenido (más que entretenido, instructivo) observar las mejores formas de hacerse rico que menciona Leon Battista Alberti, arquitecto, músico y cortesano del siglo xv. Éstas son (1) comercio mayorista; (2) buscar tesoros; ( 3 ) congraciarse con un hombre rico y convertirse en su heredero; (4) la usura, y ( 5 ) la renta de pastizales, caballos y similares. Un comentarista del siglo XVII agrega a estas formas: el servicio real, la milicia y la alquimia. La fabricación no aparece en ninguna de las dos listas.’ Ésta también entra en el mundo económico hasta la época de Smith. Es un hecho que, en la antigua Grecia, Demóstenes tenía una “fábrica” de armarios y gabinetes; y, desde mucho antes de esta época, en el antiguo Egipto, encontramos registros de asistencia de trabajadores a “fábricas” que se dedicaban a la producción de tela. No obstante, es evidente que esta forma de producción era mucho menos importante que la agricultura y el comercio en la economía de la época. De algo estamos seguros, la escala manufacturera típica era reducida. Obsérvese que la palabra manufactura (del latín manus, “mano”, y facere, “hacer”) implica un sistema de tecnología manual, no con maquinaria. Las empresas de Demóstenes, por ejemplo, empleaban a 50 hombres cuando mucho. Es cierto que de vez en cuando encontramos operaciones de fabricación muy importantes; ya en el siglo 11 antes de Cristo, una cantera romana empleaba a 46 capataces; y, para el siglo XVII, existían empresas que contaban con varios cientos de trabajadores. Sin embargo, esas operaciones eran la excepción, más que la regla. En 1660, por ’Werner Sombart, The Quintessence of Capitalism (Nueva York, Dutton, 1915), pp. 34-35.
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CAPÍTULO4 La Revolución Industrial
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ejemplo, un acerero en Francia no necesitaba más de tres toneladas de metal en bruto al año para su producción de espadas, navajas para hoces o cuchillería artística. De modo similar, como ya vimos, la mayor parte de las operaciones gremiales eran menores. Hasta 1843,un censo realizado en Prusia mostró que había sólo 67 trabajadores por cada 100 maestros.’ En el pasado (como sucede en la actualidad en el Oriente y el Cercano Oriente) la mayor parte de la “industria” se localizaba en talleres pequeños, los oscuros sótanos de las casas, cobertizos detrás de los bazares o en las dispersas viviendas de los trabajadores a quienes un “capitalista” organizador abastecía de material.
UN MOMENTO CRUCIAL El ritmo del cambio técnico Además de lo pequeña que era la escala de la industria, otro aspecto de la época demoró la presencia social de la manufactura industrial. Se trata de la ausencia de algún interés sustancial en el desarrollo de una tecnología industrial. Durante toda la antigüedad y la Edad Media, muy poca de la energía creativa de la sociedad estaba dirigida hacia un mejoramiento sistemático de las técnicas de fabricación. Es tanta la falta de interés por la tecnología productiva que algo tan sencillo e importante como la invención de la collera de caballo tuvo que esperar hasta la Edad Media; los egipcios, griegos y romanos, quienes fueron capaces de una magnífica tecnología arquitectónica, simplemente no se preocupaban por las técnicas de la producción ~otidiana.~ Incluso ya muy avanzada la época del Renacimiento y la Reforma, la idea de la tecnología industrial difícilmente alcanzaba niveles importantes. Con la gran excepción de Leonardo da Vinci, cuya mente fecunda aportó inventos de los tipos más variados, los pensadores serios de Europa, hasta muy avanzado el siglo XVII, ignoraban lo que era la tecnología de la producción básica y no se interesaban en ella. Existía una buena razón para esta indiferencia: en las sociedades del mundo anterior a la economía de mercado, no existía la base económica necesaria para cualquier fabricación industrial a gran escala. En economías que se sostenían con el trabajo de campesinos, esclavos y siervos, economías en las que el flujo de dinero era poco y el paso de la vida económica (sin tomar en cuenta los accidentes de guerra y los provocados por la naturaleza) permanecía relativamente sin cambios año tras año, ¿quién podría soñar en un proceso en el que se produjera una avalancha de bienes? La mera idea de la producción industrial a gran escala era inconcebible en un escenario estático y sin monetizar. Por todas estas razones, el ritmo de la industrialización fue lento. Surge la duda de si en el año 1200 Europa tenía un avance tecnológico significativamentemayor en comparación con el año 200 antes de Cristo. El uso extendido de la fuerza hidráulica en la industria, por ejemplo, no tuvo lugar sino hasta el siglo xv, y pasaría otro siglo más antes de que los molinos de viento ofrecieran un medio común para aprovechar la energía de la naturaleza. El reloj mecánico data del siglo XIII,
*CambridgeEconomic History of Europe (Cambridge, Cambridge University Press, 1952),II, 34; John U. Nef, Cultural Foundations of Industrial Civilization (Nueva York, Harper, Torchbooks, 1960), p. 131; R. H. Tawney, Equaliiy, 4“ edición (Londres, Macmillan, 1952), p. 59. ’E. M. Jope, en Histoly of Technology, compilado por Charles J. Singer et al. (Nueva York, Oxford University Press, 1956), 11,553. Sin embargo, existió un avance considerable en las técnicas de minería, sobre todo para la plata y el cobre.
60 CAPÍTULO 4 La Revolución Industrial pero en 200 años nc‘ se harían mejoras significativas en los instrumentos de navegación, de investigación ni de medición. Los tipos cambiables (en la llamada tipografía o imprenta), precursores indispensables de la comunicación masiva, aparecieron hasta 1450. En resumen, a pesar de la existencia de importantes centros de producción organizada, entre los que destacan la industria de telas en Flandes y en las ciudades del norte de Italia en el siglo XIII, no es sino hasta fines del siglo XVI que podemos deducir los primeros signos de un crecimiento general en la tecnología industrial, e incluso en esa época habría sido imposible predecir que, en algún momento, la industria sería la forma de organización productiva predominante. De hecho, hasta el siglo XVIII, cuando la manufactura ya había alcanzado proporciones respetables como forma de esfuerzo social, no se le daba más que una importancia secundaria. Desde luego, la agricultura era la base económica visible de los países. El comercio se consideraba útil, mientras llevara oro a las naciones. Pero en el mejor de los casos, la industria se consideraba un ayudante de esos otros elementos, ofreciendo al comerciante bienes para exportar o sirviendo al granjero como un mercado secundario para los productos de la tierra.4 ¿Qué fue lo que, finalmente, llevó a la manufactura a una posición predominante? Fue una compleja combinación de eventos que dieron lugar a lo que llamamos la Revolución Industrial. Al igual que sucedió con la Revolución Comercial y la era mercantil, que la precedieron y fueron parte de su preparación indispensable, en unas cuantas páginas es imposible hacer justicia a las numerosas corrientes que contribuyeron a esa explosión final de la tecnología industrial. Pero, si bien no podemos explicar el proceso con todo detalle, al menos podemos dar una idea de su ímpetu y de las principales fuerzas que se encontraban detrás de ella observando lo que sucedía en Inglaterra en el año 1750 aproximadamente. Aquí, por primera vez, la manufactura industrial, como una de las principales formas de la actividad económica, empezó a generar sus inmensas transformaciones sociales. Observemos cómo tuvo lugar el proceso.
Inglaterra en 1750 ¿Por qué la Revolución Industrial se originó en Inglaterra y no en el continente? ¿Por qué la fábrica de alfileres captó la atención de Smith? Para contestar estas preguntas, es preciso tomar en cuenta los antecedentes que distinguían a Inglaterra del resto de las naciones europeas en el siglo XVIII. El primero de estos factores es que Inglaterra era relativamente rica. De hecho, un siglo de exploraciones exitosas, comercio con esclavos, piratería, guerras y comercio la habían convertido en el país más rico del mundo. Un hecho aún más importante es que sus riquezas no habían llegado sólo a unos cuantos nobles, sino a numerosos burgueses comerciales de clase media alta. Así, Inglaterra fue uno de los primeros países que desarrolló, aunque en una escala diminuta, un requisito primordial para una economía industrial: un mercado de consumo “masivo”. Como resultado de ello, una presión cada vez mayor por parte de la demanda inspiró la búsqueda de nuevas técnicas. Como era típico en esa época, la Sociedad para el Fomento del Arte y la
4A mediados del siglo XVIII,cuando el doctor francés Francois Quesnay propuso una de las primeras explicaciones sistemáticas para la producción y la distribución económicas (conocida como Fisiocrucia), sólo el agricultor se consideraba un productor con valor neto; y el fabricante, aunque no se ignoraba su utilidad, era relegado a las clases “estériles”
(es decir, que no producía riqueza).
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Manufactura (que es una creación importante de la época) ofreció un premio por la máquina que hilara seis hebras de algodón al mismo tiempo, permitiendo así que el hilandero estuviera al parejo del tejedor tecnológicamente más avanzado. Esto fue lo que dio lugar, al menos en parte, a la hiladora con varios husos de Arkwright, de la que hablaremos en breve. En segundo lugar, Inglaterra fue el escenario de la transformación más exitosa y completa de la sociedad feudal en una sociedad comercial. El proceso para cercar los pastizales fue una clave significativa para un cambio histórico que distinguió a Inglaterra del continente. En este país, la aristocracia había hecho las paces con el comercio (y, más que eso, encontró en 61 la manera de obtener utilidades). Aunque seguían existiendo graves conflictos de intereses entre el “antiguo” poder de la tierra y el “nuevo” poder del dinero, para 1700, las autoridades en Inglaterra habían optado por la adaptación, en lugar de la resistencia ante las exigencias de la economía de mercad^.^ En tercer lugar, Inglaterra era el centro de un entusiasmo Único por la ciencia y la ingeniería. La famosa Real Sociedad, de la que Newton fue uno de los primeros presidentes, se fundó en 1660 y era la fuente inmediata de gran parte de la agitación intelectual. De hecho, el interés popular en artefactos, máquinas y dispositivos de todo tipo pronto se convirtió en obsesión nacional: Gentlemen S Magazine, revista periódica que estaba de moda en esa época, anunció en 1729 que, a partir de ese momento, mantendría a sus lectores “al tanto de todos los inventos”, tarea que pronto volvería imposible el cada vez mayor flujo de inventos. No menos importante fue el entusiasmo de la aristocracia rural británica por la agricultura científica: los terratenientes ingleses mostraron gran interés por la rotación de cosechas y los fertilizantes, asuntos que sus contrapartes franceses consideraban muy por debajo de su dignidad. Después, tenemos una serie de causas más, algunas tan fortuitas como las inmensas reservas de carbón y mineral de hierro con las que contaban los británicos; otras tan intencionales como la creación de un sistema nacional de patentes que buscaba estimular y proteger el acto mismo de inventar.6 Y después, cuando nació la Revolución, se alimentó de sí misma. Las nuevas técnicas (sobre todo en la industria textil) simplemente destruyeron la competencia artesanal en todo el mundo y, de esta manera, incrementaron en gran medida sus propios mercados. Pero lo que puso en operación todos estos factores fue la energía de un grupo de Nuevos Hombres que hicieron de las oportunidades latentes de la historia un vehículo para lograr fama y fortuna.
Nacimiento de los nuevos hombres Uno de ellos fue John Wilkinson. Hijo de un productor de hierro a pequeña escala y que trabajaba a la manera antigua, Wilkinson estaba encantado con las posibilidades tecnológicas de su negocio. Inventó docenas de cosas: un laminador y un torno de vapor, un proceso para la
‘Véase Barrington Moore, Social Origins of Dictatorship und Democracy (Boston, Beacon Press, 1966),capítulo 1. ‘Phyllis Deane, en The First Industrial Revolution (edición de bolsillo, Cambridge, Cambridge University Press, 1963, atribuye el inicio del industrialismo en Inglaterra a un conjunto un poco diferente de causas: un aumento en la población, mejores técnicas de producción de alimentos, un auge en el comercio exterior y una gran mejoría en el transporte. No hay duda de que éstos también fueron elementos indispensables en el proceso. Menciono el libro de Deane a fin de que el estudiante no piense que sólo existe una forma “correcta” de relatar las complejas transformaciones históricas. Para otro excelente relato del proceso, podríamos recurrir al fascinante libro de David Landes, Prornetheus Unbound (Cambridge, Cambridge University Press, 1969); y para otro interesante relato, vea Joel Mokyr, The Lever of Riches: Technological Creativity and Economic Progress (Nueva York, Oxford University Press, 1990).
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fabricación de tubería de hierro y un diseño para maquilar cilindros exactos. Decidió que los antiguos fuelles de piel que se utilizaban en la producción de hierro no eran eficientes y, por tanto, decidió hacer unos de hierro. “Todos se reían de mí“, escribió más adelante. “LO hice y utilicé el motor de vapor para hacerlos funcionar. La gente exclamaba, ‘¿Quién lo hubiera imaginado?’” Continuó su éxito en la producción con una pasión por las aplicaciones; todo tenía que hacerse de hierro: tuberías, puentes, incluso buques. Después de lanzar al agua una embarcación fabricada con láminas de hierro, le escribió a un amigo: “Responde a todas mis expectativas, y convence a los incrédulos, que son 999 de cada mil. Será una maravilla durante nueve días, y después será algo parecido a la teoría de C01ón.”~ Pero Wilkinson sólo era uno entre muchos Nuevos Hombres. Desde luego, el más famoso fue James Watt (a quien Adam Smith conocía muy bien) quien, junto con Matthew Boulton, formó la primera compañía dedicada a la fabricación de motores de vapor. Watt era hijo de un arquitecto, constructor de barcos y fabricante de instrumentos náuticos. Alos 13 años de edad, ya construía modelos de máquinas y, durante los primeros años de su juventud, se convirtió en un hábil artesano. Planeaba establecerse en Glasgow, pero el gremio de martilladores se opuso a que Watt fabricara instrumentos matemáticos; de esta manera, los últimos vestigios del feudalismo entraban en irónico conflicto personal con el hombre que, más que ningún otro, crearía el invento que destruiría la organización gremial. De cualquier modo, Watt encontró un refugio en la universidad y fue ahí donde, en 1764, centró su atención en un motor de vapor primitivo y muy poco satisfactorio que había inventado Newcomen. De manera cuidadosa y sistemática, Watt experimentó con las presiones del vapor, diseños de cilindros y válvulas hasta que, en 1796, creó un motor realmente radical (de acuerdo con los estándares de esa época), muy poderoso y eficiente. Lo interesante es que, si Wilkinson no hubiera perfeccionado la forma de ajustar los cilindros y pistones, Watt no habría logrado motores tan eficientes. Antes, los cilindros y los pistones se hacían con madera y se desgastaban con rapidez. Así mismo, fue Wilkinson quien por primera vez utilizó el motor de vapor para otro propósito que no fue el del bombeo: puso en operación los famosos fuelles de hierro. Sin embargo, se necesitaba algo más que la habilidad de Watt. Era preciso producir y vender los nuevos motores, así como financiar y organizar la fábrica que los produciría. En un principio, Watt formó una sociedad con John Roebuck, otro magnate del hierro, pero fracasó al poco tiempo. A partir de entonces, la suerte estuvo de su lado. Matthew Boulton, que ya para entonces era un rico y exitoso fabricante de botones y hebillas, tomó el contrato que Roebuck tenía con Watt, y así nació la mejor combinación de habilidades técnicas y capacidad para los negocios de la época. Sin embargo, la empresa no prosperó de inmediato. Los gastos de desarrollo eran elevados, y la nueva compañía no pudo cubrir sus deudas durante 12 años. No obstante, desde el principio, el interés era muy alto. Para 1781, Boulton pudo afirmar que la gente de Londres, Birmingham y Manchester estaba “loca por los molinos de vapor”; y para 1786, cuando dos motores de vapor se acoplaron a 50 pares de piedras de molino en el molino de harina más grande del mundo, todo Londres acudió a ver la maravilla. El motor de vapor fue el invento más grandioso pero, de ninguna manera, el único de la Revolución Industrial. De igual importancia fueron varios inventos textiles, de los cuales el más
7PaulMantoux, The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, 2“ edición. (Nueva York, Harcourt, 19281,pp 313n, 315.
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famoso es la hiladora con varios husos de Arkwright, o hiladora de agua, como se le llamó para distinguirla de las hiladoras manuales.* La carrera misma de Arkwright es interesante. Arkwright, que era barbero, tenía su negocio cerca de los distritos tejedores de Manchester y, por tanto, observaba la necesidad de una máquina que permitiera a los hilanderos ponerse a la altura de los tejedores, que contaban con mayores avances técnicos. Por buena suerte, conoció a un relojero llamado John Kay, a quien contrató para perfeccionar una máquina que Kay había empezado con otro inventor que le había dado empleo. Lo que sucedió a continuación no está muy claro: Kay dejó el negocio acusado de robo y fraude, y Arkwright aparece como el “único inventor” de la hiladora con varios husos en 1769. A continuación, conoció a dos ricos calceteros, Samuel Need y Jedediah Strutt, quienes acordaron con él poner un negocio para producir hiladoras y, en 1771, la empresa construyó su propia fábrica de hilados. Fue un éxito inmediato; para 1779, tenía varios miles de husos y más de 300 trabajadores, y operaba durante el día y la noche. Pocos años después, Arkwright había creado una fortuna inmensa para sí mismo y una industria textil aún más inmensa para Inglaterra. “Oh, lector”, escribió Carlyle, recordando su carrera, ‘‘iqué gran fenómeno histórico es ese barbero cachetón, barrigón, aguantador e inventor!... Fue este hombre quien dio a Inglaterra el poderío del a l g ~ d ó n . ” ~
El empresario industrial Al observar la trayectoria de estos Nuevos Hombres, resulta interesante formarse algunas ideas generales acerca de ellos, puesto que se trata de una clase totalmente nueva de personas importantes para la economía. Peter Onions, que fue uno de los inventores del proceso de cimentación, fue un oscuro capataz; Arkwright era barbero; Benjamin Huntsman, uno de los primeros acereros, era relojero; Henry Maudslay, que inventó la máquina automática de tornillos, era un joven y brillante mecánico en Woolwich Arsenal. Ninguno de los grandes pioneros de la industria provenía de un linaje noble; y, salvo pocas excepciones, como Matthew Boulton, ninguno poseía capital. En la agricultura, los nuevos métodos revolucionarios de la agricultura científica gozaban del patrocinio y el liderazgo aristocrático, sobre todo del famoso Sir Jethro Tul1 y Lord Townshend; pero en la industria, el liderazgo estaba en manos de hombres de origen humilde y sus descendientes. Por tanto, es preciso hacer notar que era necesario un sistema social lo suficientemente flexible como para permitir el surgimiento de esos oscuros “aventureros”. No es sino hasta que presenciamos el efecto catalítico que la energía sin ataduras ni límites de los hombres con talento tiene sobre los niveles inferior y medio de la escala social que empezamos a apreciar el inmenso efecto liberador de las anteriores revoluciones económicas y políticas. En la jerarquía medieval, las carreras meteóricas de estos Nuevos Hombres habrían sido impensables. Además, los Nuevos Hombres fueron el producto de la preparación económica única de Inglaterra. Desde luego, fueron los beneficiarios de la demanda en aumento y de la curiosidad técnica de la época. Además,
8En esencia, lo que el hilado con muchos husos hizo fue permitir la producción de un hilo de algodón mucho más resistente. Como resultado de ello, por primera vez fue posible utilizar el hilo de algodón, en lugar del hilo de lino, para la urdimbre (los hilos verticales que soportan gran parte de la presión en los tejidos), así como para la trama. No fue sino hasta la aparición del invento de Arkwright que la “tela de algodón” se hizo por completo de algodón. La nueva tela era muy superior a la antigua y de inmediato gozó de una enorme demanda. ’Mantoux, The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, p. 225.
64 CAPÍTULO 4 La Revolución Industrial muchos de los pequeños fabricantes habían sido pequeños propietarios que se habían quedado sin tierras durante el Último periodo del movimiento para cercar los pustizales y habían decidido utilizar su reducido capital en la prometedora área de la manufactura.
El nuevo rico Muchos de estos Nuevos Hombres ganaron grandes cantidades de dinero. Unos cuantos, como Boulton y Watt, tenían ambiciones modestas. A pesar de una patente inexpugnable, cobraban por sus motores sólo el costo básico de la máquina y la instalación, más una tercera parte del ahorro en combustible que obtenía el cliente. Algunos, como Josiah Wedgwood, fundador de una gran fábrica de porcelana, en un principio se negó a adquirir las patentes. Pero la mayoría de ellos no se mostraban tan sensibles. Arkwright se retiró siendo multimillonario, viviendo en un esplendor ostentoso; Huntsman, Wilkinson y Samuel Walker (quien empezó su vida haciendo clavos y se robó el secreto de la fundición del acero), hicieron grandes fortunas.’O De hecho, el negocio de hierro de Wilkinson se convirtió en un pequeño estado industrial con un crédito más fuerte que muchos de los principados alemanes e italianos. Incluso acuñó su propia moneda, y sus monedas de cobre y plata (que ostentaban su efigie de perfil y la leyenda “John Wilkinson, Maestro del Hierro”) se utilizaban con gran frecuencia entre 1787 y 1808. Además de ser avaros, el historiador de la economía Paul Mantoux describe a los fabricantes como tiranos, severos y, en ocasiones, crueles: sus pasiones y avaricia eran características de los nuevos ricos. Tenían la reputación de ser grandes bebedores y de respetar muy poco a sus empleadas mujeres. Se sentían orgullosos de sus riquezas recién adquiridas y vivían con estilo con lacayos y carruajes en hermosas residencias rurales y urbanas.”
Así, no resulta sorprendente que Adam Smith, aunque reconocía su utilidad, viera con desconfianza la “mezquina rapacidad y el espíritu monopolizador” de los mercaderes y fabricantes, advirtiendo que “no eran, ni deberían ser, los gobernantes de la humanidad”.” Agradables o no, las características personales de estos hombres se desvanecían al lado de una cualidad sobresaliente: todos estaban interesados en la expansión, el crecimiento y la inversión por la inversión misma. Todos se identificaban con el progreso tecnológico, y ninguno desdeñaba el contacto con el proceso físico de la producción. En una ocasión, un empleado de Maudslay afirmó: “Era un placer verlo manejar una herramienta de cualquier tipo, pero era sencillamente espléndido con una lima de 18 pulgada^."'^ Watt era incansable cuando se trataba de experimentar con sus máquinas; Wedgwood llegaba a su fábrica golpeando el piso con su pierna de palo y garabateando: “Este trabajo no satisface a Jos. Wedgwood”, siempre que encontraba alguna evidencia de descuido en el trabajo. Richard Arkwright tenía una energía inagotable para promover sus intereses mientras recom’a los execrables caminos de Inglaterra en un carruaje tirado por cuatro caballos. ‘“Alcontrario de los fabricantes, los inventores casi nunca prosperaban. Muchos de ellos, que no tuvieron la suerte de Watt de encontrar a un Boulton, murieron pobres y en el olvido, reclamando, sin tener éxito, inventos robados, regalías que nunca les pagaron y derechos ignorados. “Mantoux, The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, p. 397. ”La riqueza de las naciones (Nueva York, Modern Library, 1937), p. 460. ‘’Lewis Mumford, Technics and Civilization (Nueva York, Harcourt, 1934), p. 210.
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“En mi país”, escribió un francés que visitó una fábrica de tela de algodón en 1788, “un hombre que es suficientemente rico para establecer y manejar una fábrica como ésta, no se preEsta actitud era ocuparía por conservar una posición que considera indigna de su riq~eza.”’~ ajena al naciente capitalista industrial inglés. Su trabajo era su propia dignidad y recompensa; la riqueza que le produjera era muy aparte. Cuando se le mostró la gran fábrica de motores que Watt y Boulton tenían en Soho, Boswell declaró que nunca olvidaría la frase de Boulton: “Señor, aquí vendemos lo que el mundo desea tener: poder.’’l5 Los nuevos hombres eran, por sobre todas las cosas, emprendedores, organizadores.Aportaron una nueva energía, tan incansable como inagotable. En un sentido económico, si no es que político, se merecen el epíteto de “revolucionarios”, debido a que el cambio que provocaron fue total, arrasador e irreversible.
Repercusiones industriales y sociales El primer elemento, y el más sorprendente, de ese cambio fue un marcado incremento en la producción de las empresas recién industrializadas. Las importaciones de algodón en bruto para hilar pesaban un millón de libras en 1701; tres millones de libras en 1750; cinco millones en 1781. Era una tasa de incremento muy respetable. Pero después vino el auge repentino de la tecnología textil. Para 1784, la cifra era de más de 11 millones de libras; para 1789, era tres veces más alta y seguía creciendo: a 43 millones en 1799, 56 millones en 1800 y 60 millones en 1802.16 De la misma manera, la tecnología penetró en otros ámbitos. La producción de carbón aumentó 10 veces en 40 años; la de hierro en bruto subió de 68 O00 toneladas en 1788 a 1 347 O00 toneladas en 1839.17 De modo que el impacto de la Revolución Industrial aceleró en gran medida el ritmo de producción en el nuevo sector industrial de la economía, efecto que encontramos en todos los países que pasan por una “revolución industrial”. En Francia, por ejemplo, no se sintió el impacto de las técnicas industriales sino hasta 1815; entre esa fecha y 1845, la producción francesa de hierro en bruto aumentó cinco veces; su producción de carbón, siete veces; el índice de importaciones, 10 veces.I8 La Revolución Industrial en sí no ejerció de inmediato una influencia significativa durante el incremento general de la producción. Para empezar, el sector industrial era pequeño; y los elevados índices de crecimiento en aquellas industrias en las que su influencia se sintió primero y de manera más fructífera no se presentaron en todas las industrias. Sin embargo, lo que es de crucial importancia es que la Revolución Industrial introdujo la tecnología mediante la cual tendría lugar un crecimiento sostenido a gran escala. Éste es un proceso que tendremos que estudiar con mayor detenimiento al final de este capítulo.
Aparición de las fabricas Pero primero debemos prestar atención a otro resultado inmediato y visible de la Revolución Industrial en Inglaterra. Podemos describirlo como la transformación de una sociedad esencialmente comercial y agrícola en otra en la que la manufactura industrial se convirtió en el modo 14Mantoux,The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, p. 404. ISH.R. Fox Bourne, English Merchants (Londres, 1866), p. 119. 16Mantoux,The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, p. 258. I7J.L. y B. Hammond, The Rise of Modern Industry (Nueva York, Harcourt, 1937), p. 160. I8A. Dunham, The Industrial Revolution in France, 1815-48 (Nueva York, Exposition Press, 1955), p. 432.
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predominante de organización de la vida económica. En palabras más concretas, la Revolución Industrial se caracterizó por la aparición de lasfábricas como e1 centro de la vida social y económica. Después de 1850, la fábrica no sólo fue la institución económica clave de Inglaterra, sino también la institución económica que dio forma a su política, sus problemas sociales, el carácter de su vida diaria, de manera tan decisiva como lo hicieron el feudo o el gremio unos siglos antes. En la actualidad, es difícil darnos cuenta del ritmo o la calidad del cambio que provocó el surgimiento del trabajo en las fábricas. Hasta mediados del siglo XVIII,Glasgow, Newcastle y el valle de Rhondda eran en su mayor parte tierras agrícolas o baldías; y en 1727, Daniel Defoe describió Manchester como una “simple aldea”. Cuarenta años después, existían en el área 100 molinos integrados y toda una serie de plantas de maquinaria, fraguas y fábricas de pieles y químicos. Se había creado una moderna ciudad industrial. Para la década de 1780, la forma del nuevo entorno era visible. Un mineralogista francés que visitó Inglaterra en 1784 escribió: [El] crujido, el ruido penetrante de las poleas, el sonido continuo del martilleo, la incesante energía de los hombres que mantienen en movimiento toda esta maquinaria, presentaban un panorama tan interesante como nuevo ... La noche está tan llena de fuego y luz que, cuando a la distancia observamos una ardiente masa de carbón o las llamas que saltan de los hornos trepidantes, cuando escuchamos los pesados martillos golpeando sobre los yunques y el silbido sobrecogedor de las bombas de aire, no sabemos si estamos viendo un volcán en erupción o si nos transportaron hasta la cueva de Vulcano.. .l9
La fábrica proporcionó no sólo un paisaje nuevo, sino un hábitat social nuevo y desagradable. En nuestros días, estamos tan acostumbrados a la vida industrial urbana que olvidamos lo difícil que es la transición del campo a la ciudad. Para los campesinos, esta transición requiere de un drástico ajuste, Ya no trabajan a su propio ritmo, sino que lo hacen al ritmo de una máquina. Las estaciones del año ya no están determinadas por el clima, sino por las condiciones del mercado. La tierra ya no es la fuente eterna de alimentos, sin importar cuán miserable sea la cosecha, sino que se convierte en el terreno estéril y compacto de la industria. No debe sorprendernos que el obrero inglés, más acostumbrado a la vida rural que a la urbana, temiera y odiara el surgimiento de las máquinas. Durante los primeros años de la Revolución Industrial, los trabajadores literalmente atacaban al ejército invasor de máquinas, quemando y asaltando las fábricas. A finales del siglo XVIII, por ejemplo, cuando se construyeron las primeras fábricas de hilados, aldeas enteras se levantaron en armas en lugar de trabajar en ellas. Dirigidos por el legendario general Ludd, los ludditas constituyeron una agresiva pero infructuosa oposición al industrialismo. El movimiento halló su fin en 1813, con un juicio masivo que terminó en varios ahorcamientos y traslados.20
Condiciones del trabajo Desagradable como fue el surgimiento de las fábricas, lo fueron aún más las condiciones que prevalecían en éstas. El trabajo de menores de edad, por ejemplo, era común y, en ocasiones, empezaba a los cuatro años de edad; por lo general, el horario de trabajo era desde el amanecer hasta el anochecer; los abusos de todo tipo eran muy frecuentes. Un Comité del Parlamento,
”Mantoux, The Industrial Revolution in the Eighteenth Century, p. 313. 20Sinembargo, incluso en la actualidad, utilizamos la palabra luddita para describir un intento de “rebeldía” ante la amenaza que representa la maquinaria.
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nombrado en 1832 para supervisar las condiciones, ofrece este testimonio que da el superintendente de una fábrica.
Pregunta: Durante la época de intensa actividad, La qué hora por la mañana iban estas chicas a la fábrica? Respuesta: En la época de intensa actividad, que duraba alrededor de seis semanas, llegaban a las tres de la mañana y terminaban de trabajar a las 10 o media hora después de la medianoche. Pregunta: ¿Qué periodos se dedican al descanso y los refrigerios durante estas 19 horas de trabajo? Respuesta: Para el desayuno, un cuarto de hora; para la comida, media hora; y para beber agua, un cuarto de hora. Pregunta: ¿Parte de este tiempo se dedicaba a limpiar la maquinaria? Respuesta: Por lo general, tenían que realizar lo que llamaban secado; en ocasiones, esta actividad ocupaba todo el tiempo destinado al desayuno o a beber. Pregunta: ¿No tenían dificultades para despertar a los niños para llevar a cabo este trabajo excesivo? Respuesta: Sí, cuando era muy temprano teníamos que cargarlos mientras dormían y sacudirlos. Pregunta: ¿Alguno de ellos sufrió accidentes como consecuencia de este trabajo? Respuesta: Sí, mi hermana mayor... la rueda dentada le aprisionó la uña del dedo índice y se la retorció más abajo del nudillo. Pregunta: ¿Perdió el dedo? Respuesta: Se lo cortó hasta la segunda coyuntura. Pregunta: ¿Le pagaron su salario durante ese tiempo? Respuesta: El salario se le suspendió tan pronto sucedió el accidente.21 Era una época muy mala. Las largas horas de trabajo, la suciedad y el estruendo general de las fábricas y la falta de las precauciones más elementales se combinaron para dar al capitalismo industrial una reputación en la mente de muchos pueblos del mundo de la que nunca se ha recuperado. Peores aún eran los barrios pobres a los que los obreros regresaban después del trabajo. En Manchester, la expectativa de vida era de 17 años; cifra que reflejaba un índice de mortalidad infantil de más del 50%. Esto no debe sorprendernos si leemos el informe que un comisionado del gobierno presentó en 1839 acerca de uno de esos barrios de obreros en Glasgow, llamado “the wynds”. El barrio ... alberga a una población que fluctúa entre 15 O00 y 30 O00 personas. El distrito está compuesto por varias calles angostas y plazas y, en medio de cada plaza, hay un montón de estiércol. Aunque la apariencia exterior de estos lugares era repugnante, no estaba preparado para la suciedad y la miseria que encontré en su interior. En algunos cuartos de los que visitamos por la noche encontramos una masa de seres humanos apretados en el piso. A menudo, había de 15 a 20 hombres y mujeres juntos, algunos con ropa y otros desnudos. Casi no había muebles y lo Único que daba a estos agujeros la apariencia de viviendas era el fuego que ardía en el fogón. El robo y la prostitución son las principales fuentes de ingresos de estas personas.”
’‘Tawney, Bland y Brown, English Economic History, Selected Documents (Londres, Bell, 1914), p. 510. ”Citado en E Engels, The Condition ofthe Working Class in England (Nueva York, Macmillan, 1958), p. 46.
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El capitalismo temprano y la justicia social Sin duda alguna, la época estaba marcada por un gran sufrimiento social. Pero, al estudiar los primeros años del capitalismo industrial, resulta adecuado tener en mente varios hechos:
1+ Resulta dudoso que la pobreza representara un deterioro en la vida de las masas en general. Al menos en algunas secciones de Inglaterra, el industrialismo trajo consigo beneficios inmediatos. Wedgwood (ciertamente un patrón excepcional) decía a sus empleados que pidieran a sus padres una descripción del país como lo conocieron y lo compararan con la situación actual. De la misma manera, el día laboral de 12 horas en las hiladoras de Arkwright representaba una mejoría de dos horas en comparación con los estándares previos en Manchester. Además, la pobreza que existía de ninguna manera era nueva. Como sabemos por los grabados de Hogarth, mucho antes de la Revolución Industrial, en “Gin Lane” era posible encontrar hombres dignos de lástima. Como escribió un reformador de mediados del siglo XIX, aquellos cuya sensibilidad se veía afectada al ver el sufrimiento de los niños en las fábricas pensaban que “sería mucho más agradable verlos correr libres en las colinas, a la vista de la verde pradera manchada de hierba y margaritas, con el canto del pájaro y el zumbido de la abeja ... [pero] hemos visto niños que mueren de hambre en el lodo o en las zanjas a lo largo de los caminos”.23
2. La mayoría de las severas críticas a las que estaba sujeto el capitalismo industrial se derivaban no tanto de sus consecuencias económicas como de las políticas. Un cambio profundo en la influencia de la crítica política coincidió con el surgimiento del capitalismo, y de hecho contribuyó a éste. Las nuevas ideas de democracia,justicia social y de los “derechos” del individuo dieron a la época una mentalidad crítica ante la que cualquier sistema económico habría sido objeto de censura. Estamos seguros de que los movimientos políticos mediante los que el capitalismo alcanzó el más alto nivel no se originaron en la clase trabajadora, sino en la clase media, entre la burguesía; los primeros fabricantes de Inglaterra y Francia tenían muy poca “conciencia social”, más allá de la preocupación por sus propios derechos y privilegios. Pero el movimiento del liberalismo político que iniciaron tuvo un impulso mayor que sus estrechos límites originales. Para el primer cuarto del siglo XIX, la condición de las clases trabajadoras, ahora tan expuestas a la vista pública en el nuevo ambiente de las fábricas y los barrios bajos, se había ganado la simpatía del público. De modo que una de las consecuencias inesperadas de la Revolución Industrial fue una clara reorientación de las ideas políticas. En la creación de una clase trabajadora industrial y un ambiente industrial, la revolución legó un nuevo marco económico a la p~lítica.’~ Karl Marx y Friedrich Engels escribirían en 1848 que “toda la historia” era una historia de lucha de clases,
23Friedri~h Hayek, comp., Capitalism and the Historians (Chicago, University of Chicago Press, 1954), p. 180. 24Paraun interesante relato del nacimiento de una clase trabajadora consciente de sí misma, vea E. P. Thompson, The Making of the English Working Class (Nueva York, Pantheon, 1964).
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pero en ningún momento esa lucha emergió de manera tan evidente como después de la creación del ambiente industrial. De igual importancia fue el surgimiento del liberalismo político que no sólo dio lugar a sentimientos de hostilidad en contra del orden prevaleciente, sino que inició un lento proceso de mejoramiento. Desde el principio, un movimiento de reforma coincidió con el capitalismo. En 1802, los aprendices pobres estaban limitados por ley al día de 12 horas de trabajo y se les prohibía trabajar de noche. En 1819, se prohibió dar trabajo en las fábricas de hilados de algodón a niños menores de nueve años; en 1833, se decretó una semana de 48 a 69 horas de trabajo para los empleados menores de 18 años (que comprendían alrededor del 75% de todos los trabajadores en la fabricación de hilados de algodón), y se instauró un sistema gubernamental para la inspección de las fábricas; en 1842, se prohibió que los niños menores de 10 años trabajaran en las minas de carbón; en 1847, se estableció un límite de 10 horas de trabajo diarias (que más adelante aumentó a 10 horas y media) para mujeres y niños. La naturaleza de las reformas es un testimonio elocuente de las condiciones de la época, y el hecho de que existía una fuerte oposición a las reformas y a menudo se observaban violaciones a éstas es testimonio del espíritu que prevalecía. No obstante, el capitalismo, a diferencia del feudalismo, desde un principio estuvo sujeto a la fuerza correctiva de la democracia. Karl M a x , utilizando el material de la década de 1830, creó una ilustración sarcástica del proceso capitalista con toda su suciedad económica, pero pasó por alto (o ignoró) esta fuerza compensadora cuyo poder seguía aumentando en forma continua.
3. Dejamos para el final el efecto más importante d e la Revolución Industrial: su influencia a largo plazo en el bienestar económico. El impacto final de la Revolución Industrial fue el aumento de los estándares de vida en una escala masiva como en ningún otro momento que el mundo haya presenciado. Esto no sucedió de la noche a la mañana. En 1840, de acuerdo con los cálculos de Arnold Toynbee, padre, el sueldo de un obrero promedio era de ocho chelines a la semana, que era seis chelines menos del necesario para cubrir las necesidades básicas de la vida.25Este obrero cubría el déficit enviando a trabajar en las fábricas de hilados a sus hijos o esposa, o a ambos. Si, como hemos señalado, algunos sectores de la clase trabajadora se beneficiaron desde el primer impacto de la industrialización. otros sufrieron una reducción del estándar de vida que gozaban en 1795 o antes. Por ejemplo, en la década de 1830, un Comité del Parlamento descubrió que, en esa primera fecha, un tejedor a mano podía comprar tres veces más provisiones con su salario, que otro de la segunda fecha. Aunque no todos los oficios sufrieron de la misma manera, la primera etapa de la Revolución Industrial provocó estos problemas, mientras que sus beneficios no se hicieron notar de inmediato. Sin embargo, para 1870, los efectos a largo plazo de la Revolución Industrial empezaban a sentirse. Para entonces, el precio de los artículos básicos había aumentado a 15 chelines, pero las retribuciones semanales habían subido hasta alcanzar e incluso superar esa cantidad. También las horas de trabajo eran menos. En los astilleros Jarrow y la fábrica de químicos New Castle, la semana laboral se había reducido de 61 a 54 horas; e incluso en las fábricas textiles, la semana laboral se había acortado a “sólo” 57 horas. Todavía distaba mucho de ser una sociedad abundante, con mayor razón una sociedad “rica”, pero se había dado el primer paso.
25TheIndustrial Revolution (Boston, Beacon Press, 1956), p. 113.
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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL DESDE LA PERSPECTIVA DE LA TEORíA Hemos revisado en forma muy breve las principales características históricas del surgimiento del capitalismo industrial. Ahora, es preciso detenernos en los grandes cambios económicos y sociales de los que hemos sido testigos y hacer una pregunta económica pertinente: De qué manera el proceso de la industrialización aumentó el bienestar material? Para responder, debemos recurrir a la teoría económica para estudiar en forma sistemática los conocimientos adquiridos en La riqueza de las naciones de Smith. Empecemos por preguntar qué se necesita para incrementar el bienestar económico de una sociedad. La respuesta no es difícil. Si deseamos disfrutar de mayor bienestar material, en términos generales, debemos producir más. Esto resulta en especial cierto cuando empezamos en la etapa en la que se logra apenas un poco más de lo necesario para subsistir, que era característica en gran parte de Europa antes de la Revolución Industrial. Para que una sociedad de este tipo aumente el estándar de vida de sus masas, la primera necesidad es, sin duda alguna, una producción más elevada. A pesar de todas las desigualdades en la distribución que existían en la sociedad entre siervos y señores, capitalistas y niños trabajadores, subyacente a la crueldad de la época existía una realidad innegable: la escasez de la producción. Simplemente no había suficiente para subsistir, y si bien un sistema de distribución más equilibrado habría reducido la bajeza moral de la época, no habría contribuido en gran medida al mejoramiento de las masas en relación con el bienestar económico básico. Incluso, suponiendo que el salario del trabajador urbano y los ingresos del campesino se duplicaran privando al rico de su parte (y se trata de un supuesto muy extravagante), la característica primaria de la vida rural y urbana habría sido su pobreza. Sólo tenemos que añadir un punto importante al enfatizar el aumento de la producción como requisito indispensable para el mejoramiento económico. Los estándares de vida generales no mejorarán si la población del país aumenta con mayor rapidez que la producción. Si se desea mejorar el bienestar individual, la producción de bienes y servicios se debe incrementar con mayor. rapidez que la población. ¿De qué manera una sociedad aumenta su producción per cápita? Es imposible analizar el problema completo en este libro. Pero nuestros conocimientos de la fábrica de alfileres y nuestro estudio de la Revolución Industrial en Inglaterra nos permiten comprender gran parte del problema. Es claro que la clave de una producción más alta radica en aumentar la energía humana de la comunidad con el apalancamiento del capital industrial. Nuestro análisis sobre el crecimiento debe empezar con una revisión del poder extraordinario que posee el capital.
Capital y productividad Ya hemos empleado varias veces la palabra capital, pero todavía no la definimos. Podemos ver que, en un sentido fundamental, el capital consiste en cualquier cosa que aumente el poder del hombre para llevar a cabo un trabajo económicamente útil. Una piedra sin forma es capital para el hombre de las cavernas que la utiliza como herramienta para cazar. Un azadón es capital para un campesino; un sistema de carreteras es capital para los habitantes de una sociedad industrial moderna. El conocimiento también es capital; de hecho, quizá es la parte más preciada del capital con el que cuenta una sociedad. Sin embargo, cuando los economistas hablan del capital casi siempre limitan su significado a los bienes de capital: la existencia de herramientas, equipo, maquinaria y edificios que la socie-
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dad produce a fin de acelerar el proceso de producción.26Todos estos bienes de capital tienen un efecto en común sobre el proceso productivo: todos operan para hacer que el trabajo humano sea más productivo. Hacen posible que un trabajador produzca más bienes en una hora (una semana o un año) que los que produciría sin la ayuda de ese capital. Por tanto, el capital es un método para aumentar la productividad per cápita, que es la producción de un individuo en un periodo determinado; es la lección que vimos de la fábrica de alfileres extendida a todas las ramas de la producción. Por ejemplo, en una semana de 48 horas, un obrero moderno típico, que utiliza equipo mecánico impulsado por energía eléctrica, puede superar la producción de al menos media docena de personas que trabajan 70 horas a la semana con las heiramientas más sencillas que estaban disponibles a principios de este siglo. En otras palabras, en un día, un obrero moderno tendrá mayor producción que la de su contraparte en 1900 durante una semana completa; no porque el trabajador moderno trabaje más, sino porque tiene a su disposición equipo de capital con un valor de miles de dólares, en lugar del equipo con un valor de unos cuantos cientos de dólares que tenía a su disposición un obrero en 1900." ¿Por qué el capital hace que el trabajo sea mucho más productivo? La razón más importante es que los bienes de capital permiten que las personas empleen principios y dispositivos como la palanca y la rueda, el calor y el frío, la combustión y la expansión, en formas en las que el cuerpo sin ayuda no puede hacerlo. Los bienes de capital dan a las personas poderes mecánicos y fisicoquímicos que tienen dimensiones prácticamente sobrehumanas. Aumentan en gran medida la fuerza muscular; refinan los poderes del control; comprenden inteligencia; proporcionan a hombres y mujeres una resistencia y una elasticidad que van mucho más allá de las que poseen la carne y los huesos. Al emplear el capital, el ser humano utiliza el mundo natural como un complemento de sus capacidades.
Capital y especialización Otra razón del aumento de la producción radica en el hecho de que el capital facilita la especialización del trabajo del ser humano. Una vez más, resulta útil el ejemplo de Smith. Un equipo de personas que trabajan juntas, cada una realizando una labor en la que tiene experiencia, casi siempre produce más que el mismo número de personas que llevan a cabo una variedad de trabajos. Desde luego, el ejemplo principal es la línea de producción automotriz, en la que miles de obreros cooperan para crear una producción mucho más elevada de automóviles de la que se podría lograr si cada uno construyera un automóvil. Desde luego, las líneas de ensamblaje automotriz emplean cantidades prodigiosas de capital en las bandas transportadoras, los inventarios de partes, la gran fábrica con su sistema de energía eléctrica, etc. Y, mientras que no toda la especialización del trabajo depende del capital, casi siempre este último es necesario para las operaciones industriales a gran escala en las cuales la especialización se vuelve más efectiva. En el próximo capítulo, regresaremos a estos importantes aspectos en el contexto del desarrollo de la industria moderna. Pero mientras analizamos la cuestión básica del crecimiento de la indus-
26Existetambién otro significado para la palabra capitul. Se trata de la relación social que une al trabajador asalariado y al capitalista, el propietario de los bienes de capital (la fábrica) donde el trabajador busca empleo. El capital como relación social establece las prerrogativas tanto del capitalista como del trabajador en sus negociaciones mutuas. Propuesto primero por Marx, éste es quizá el significado más importante del término si buscamos definir el capitalismo como un periodo distintivo de la historia social. Sin embargo, en este libro nos quedamos con la interpretación económica convencional y hablamos del capital en términos de los bienes de capital. "Aquí, necesitamos una importante aclaración. Muy pocas mercancías permanecen sin cambios durante todo un siglo. Hemos buscado artículos (¿limas?, ¿alfileres?, ¿ladrillos?) que no hayan cambiado desde 1900, y no encontramos ninguno que tenga estadísticas confiables relacionadas. Por tanto, nuestras cifras son "estimaciones" del aumento en la productividad.
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tna, hay un problema fundamental que debemos abordar: se trata de la manera en que se forma el capital, de la manera en que la sociedad genera el equipo de capital que necesita para crecer.
Capital y ahorro Por primera vez, este asunto nos lleva a la relación que encontraremos muchas veces en nuestro estudio de la economía, tanto desde la perspectiva de la historia como desde el punto de vista de la teoría. La relación es entre la creación de aquellos artefactos físicos que conocemos como capital y el acto previo al que llamamos ahorro. Cuando pensamos en el ahorro, casi siempre lo imaginamos en términos financieros; es decir, como la decisión de no gastar una parte de nuestro ingreso monetario. Sin embargo, más allá de este acto financiero, se encuentra un acto “real” que debemos entender con claridad: cuando ahorramos dinero, también nos abstenemos de utilizar cierta cantidad de bienes y servicios que podríamos adquirir. En otras palabras, nuestro ahorro monetario representa un derecho a bienes y servicios, un derecho que quizá ejerceremos más adelante. Sin embargo, hasta ese momento, nos privamos de recursos que, de otra manera, utilizaríamos para satisfacer nuestras necesidades inmediatas. Cuando el fabricante de alfileres de Smith “acumulaba riquezas”, se negaba a sí mismo, en forma deliberada, el estándar de vida más elevado del que hubiera podido disfrutar al gastar sus utilidades. A partir de estos recursos acumulados (la mano de obra y el capital sin utilizar, que podrían haber producido sedas y carruajes), la sociedad forma su capital o, en un lenguaje más técnico, lleva a cabo el acto de inversión.28
Ahorro e ioversión De manera que los actos de ahorro e inversión están unidos en forma inextricable: el ahorro es retirar recursos del consumo; la inversión es emplear esos recursos para formar capital. De hecho, desde el punto de vista de la sociedad, el ahorro y la inversión son sólo las dos caras de una misma moneda. Entonces, ¿por qué las separamos en el estudio de la economía? La razón es que distintas personas pueden llevar a cabo las funciones de ahorro e inversión, sobre todo en las sociedades modernas. A menudo, aquellos que liberan recursos de la sociedad no son los mismos que reúnen esos recursos para propósitos de inversión. Sin embargo, vemos que cada acto en la formación de capital, sin importar quién lo realice, requiere que los recursos se destinen a ese propósito. Esto no significa que la inversión comprenda necesariamente una disminución del consumo. Una sociedad rica no considera que el ahorro normal y recurrente sea una “limitación” de sus gastos, y los fabricantes de Smith no eran conocidos por sus costumbres modestas. Más importante aún es el hecho de que una sociedad con factores desocupados puede poner a trabajar sus recursos inactivos para formar capital sin disminuir sus gastos. Sigue siendo ahorro, siempre y cuando estos recursos recién empleados no se utilicen para fabricar bienes de consumo. Pero, y éste es un punto crucial, cuando una sociedad con pleno empleo, como un país en guerra, crea más capital, es preciso que restrinja su consumo. En este caso, no existe otro lugar del que puedan salir los recursos necesarios para formar el capital que del esfuerzo que antes se dedicaba al consumo.
Z8Debemoshacer notar que, en la economía, inversión significa destinar el trabajo y otros insumos a la creación de bienes de capital. No significa colocar el dinero en acciones y títulos, aunque esto podría dirigir o ayudar al proceso de formación de capital. Los economistas llaman al proceso de realizar inversiones de dinero inversiónfinanciera, para distinguirla de la inversión real en bienes de capital.
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Vayamos un poco más allá. Ahora sabemos que la tasa a la cual una economía puede invertir (es decir, la cantidad que puede agregar cada año a sus existencias de bienes de capital) depende de su capacidad para ahorrar. Si sus estándares de vida están cerca del margen de existencia, no podrá transferir gran cantidad de trabajo del esfuerzo para consumir al esfuerzo para formar el capital. Por mucho que desee tener más herramientas, aunque esas herramientas demuestren ser muy productivas, no podrá invertir más allá del punto en el que su actividad restante de consumo no fuera adecuada para subsistir. En el otro extremo, si una sociedad es rica, podrá abstenerse de una gran cantidad de consumo a fin de protegerse para el futuro. En forma correspondiente, su crecimiento será rápido. Ya sea que el crecimiento se presente en forma rápida o lenta, es una dura realidad económica que la cantidad de inversión nunca pueda exceder la cantidad de recursos y esfuerzo que no se utilizan para otros propósitos, en especial el consumo.
El crecimiento en los inicios del capitalismo Esto parece implicar que el proceso del crecimiento económico debe ser muy lento en una economía pobre. Y así es. Como ya vimos, en Inglaterra pasaron casi tres cuartos de siglo antes de que el nuevo proceso de la industrialización provocara un incremento en la productividad lo suficientemente grande como para considerarse un mejoramiento general en el bienestar del trabajador. Como veremos en el capítulo 10, en los países subdesarrollados la perspectiva es igual o más desalentadora. En el mejor de los casos, el crecimiento es un fenómeno gradual y acumulativo, más que “instantáneo”; y en los casos en que el nivel inicial de ahorro es bajo debido a la pobreza, la tasa de avance es, en forma correspondiente, más lenta. Quizá entenderemos mejor este factor determinante de la tasa de crecimiento si analizamos las circunstancias sociales en las que el ahorro surgió en la Inglaterra de principios del siglo XIX. ¿Quién ahorraba? ¿Quién se abstenía de consumir? Desde luego, los agricultores y fabricantes ricos (a pesar de sus costumbres ostentosas) eran ahorradores importantes que aportaban cantidades sustanciales a un mayor número de inversiones de capital. Sin embargo, los ahorradores no eran sólo los fabricantes ni la nobleza, sino también otra clase social: los trabajadores industriales. Aquí, con el bajo nivel de los salarios industriales, se hacía un enorme sacrificio, que de ninguna manera era voluntario, pero era igualmente válido. A partir de los recursos que los trabajadores pudieron haber consumido se construyeron las bases industriales para el futuro. Así mismo, observamos algo que quizá sea más significativo. Se trata del hecho de que Inglaterra tenía que limitar el nivel de consumo de su clase trabajadora a fin de liberar el esfuerzo productivo para la acumulación de bienes de capital. Desde el punto de vista de la realidad histórica, la “restricción” la lograron en gran parte las fuerzas del mercado; es decir, con la ayuda no limitada de los capitalistas y con la disposición del gobierno a oponerse a las demandas de los trabajadores y estar a favor de las clases acomodadas. Pero dejando a un lado las desigualdades sociales, el hecho es que, si los salarios industriales hubieran subido demasiado, una gran demanda de bienes de consumo habría alejado a la economía inglesa de la formación de capital y la habría acercado a la satisfacción de las necesidades del momento. Desde luego, esto habría incrementado el bienestar del trabajador inglés (aunque el aumento en el consumo per cápita habría sido menor). Sin embargo, al mismo tiempo, habría demorado el día en que los poderes productivos totales de la sociedad generaran una producción agregada de considerables proporciones.
74 CAPÍTULO 4 La Revolución Industrial Todas las sociedades industrializadas, capitalistas o socialistas, democráticas o totalitarias, deben enfrentar esta amarga decisión. Cubrir las necesidades del momento o proveer para el futuro es la decisión que debe tomar una sociedad en desarrollo.
Incentivos para el crecimiento Hemos obtenido algunos conocimientos sobre la mecánica del crecimiento, pero todavía no contestamos las preguntas: jcómo se crea esta mecánica?, ¿de qué manera la sociedad lleva a cabo la reasignación de sus factores de la producción para dar lugar a la creación del capital que necesita? Esta duda nos lleva otra vez a la consideración de nuestra división original de las sociedades económicas en tres tipos: tradicional, de mando centralizado y de mercado. Así mismo, nos lleva a algunas conclusiones muy importantes. La primera de éstas es obvia: las sociedades apegadas a la tradición no son aptas para el crecimiento. En esas sociedades, no existe un medio social para inducir la reasignación necesaria de los factores. Peor aún, a menudo existen fuertes barreras sociales y religiosas que crean obstáculos para los cambios necesarios en el empleo. Sin embargo, la situación es muy diferente cuando se trata de las sociedades de mando centralizado. Ya estudiamos un uso sorprendente del mando como el agente de la industrialización en los tiempos modernos. En una época y por lo menos en un país, la Unión Soviética, el mando fue el mecanismo principal para una dramática transición del campesinado a la industrialización; y en muchas otras economías colectivistas, el mando se utiliza, con diversos resultados, para llevar a cabo dicha transición. China es el caso típico en la actualidad; en este país el mando centralizado se emplea para crear un sector de mercado dinámico. No debemos olvidar que el mando fue así mismo una de las formas principales en las que Europa comenzó su industrialización. En los astilleros y las armadoras dirigidas por el Estado, en la construcción de palacios y fincas reales, en los talleres de tapicería y las fábricas de porcelana, se dio un impulso muy importante a la creación de un sector industrial en la época mercantil. Es verdad que, en esos días, el mando nunca se aplicó con tanta violencia ni en forma tan directa como en los países comunistas. Pero por muy ligera que haya sido la dosis, en esencia, el medicamento fue el mismo: la transferencia inicial de la fuerza de trabajo de las tareas tradicionales de la tierra a las nuevas actividades de la fábrica dependía de la autoridad dominante que ordenaba el nuevo patrón a seguir.29
El mercado como mecanismo de formación de capital Pero el mando no era, de ninguna manera, el agente principal para la industrialización final de Occidente. En vez de ello, la fuerza organizadora que puso a la gente a trabajar para crear un equipamiento de capital fue el mercado. ¿De qué forma el mercado provocó esta notable transformación? Logró sus propósitos a través del atractivo de las recompensas monetarias. Fue el deseo de obtener utilidades lo que *’Hace algunos años, Barbara Ward escribió en Inúia and the West: “Una sociedad en vías de desarrollo debe empezar a ahorrar en algún momento, aun cuando siga siendo pobre. Esta es la difícil etapa inicial del crecimiento que Marx encontró en la Inglaterra victoriana y, por desgracia, consideró permanente. Se trata de una etapa difícil en cualquier economía, tan difícil que la mayor parte de las sociedades pasan por ella por cazi~asdefuerza mayor ... Nadie preguntó a los obreros ingleses que se mudaban a los barrios pobres de Manchester si querían ahorrar..: Los trabajadores soviéticos que llegaron a Sverdlovsk y Magnitogorsk procedentes de las primitivas estepas no expresaron su opinión acerca de la escala o las condiciones de trabajo. Tampoco lo hacen los chinos en sus comunas actuales.” Tomado de Barbara Ward, India and the West (NuevaYork, W. W. Norton, 1964), p. 113.
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convenció a los fabricantes de crear más bienes de capital. Fue el atractivo de mejores salarios (y, en ocasiones, de recibir cualquier salario) el que dirigió a los trabajadores hacia las nuevas plantas. Fue la señal de los precios a la alza la que alentó, y de los precios a la baja la que desalentó, la producción de esos bienes de capital en particular. Éste es el mecanismo de mercado de Smith, unido a su modelo de crecimiento. Quizá nos preguntemos: ¿y qué fue lo que abrió una perspectiva para obtener una utilidad suficiente para inducir a los empresarios a arriesgar sus ahorros en nuevos bienes de capital? La respuesta nos lleva, en un círculo completo, hasta el punto central de este capítulo, puesto que se encuentra sobre todo en el avance tecnológico que constituye el centro de la Revolución Industrial. Fue la maquinaria para fabricar alfileres la que abrió la posibilidad de una industria alfiletera productiva y en expansión. Esto no quiere decir que todos y cada uno de los inventos trajo consigo una fortuna para sus promotores originales, ni que cada producto nuevo encontraría un mercado que lo estuviera esperando. La trayectoria del avance tecnológico está llena de inventos que nacieron demasiado pronto y de empresas que se fundaron con grandes esperanzas y cerraron seis meses después. Pero viendo en retrospectiva el vasto proceso de acumulación de capital que, empezando en el siglo XVIII, ayudó a que primero Inglaterra y luego Estados Unidos alzaran el largo vuelo del desarrollo industrial, casi no hay duda de que la fuerza propulsora fue la sucesión de inventos e innovaciones que abrieron con éxito nuevos aspectos de la naturaleza al control humano. La máquina de vapor, la forma económica y eficiente de hilar y tejer telas, la primera producción masiva de hierro y, más adelante, de acero, éstos fueron los grandes acontecimientos de la ciencia industrial que abrieron el camino para la acumulación masiva de capital. Y cuando los grandes inventos delinearon el camino del avance, las mejoras secundarias y los inventos subsidiarios asumieron un importante papel de apoyo. Para el emprendedor que cuenta con una innovación que ayuda a reducir los costos la recompensa consiste en una ventaja en el mercado en cuanto a costos y unas utilidades más altas que le corresponden. Más que eso, cuando uno de los pioneros en un área obtenía una ventaja técnica, la competencia forzaba a todos los demás participantes en esta área a ponerse a la par con la mayor rapidez posible. Casi todas las innovaciones que redujeron los costos comprendían la incorporación de maquinaria al proceso de producción y esto, a su vez, fomentaba la formación de capital. El capitalismo como un todo probó ser un mecanismo sin igual para la acumulación de capital. En su desarrollo, encontramos el primer sistema económico en la historia en el que el crecimiento económico se convirtió en parte integral de la vida diaria. Como Marx y Engels escribieron en el ManiJlesto comunista: “La burguesía, durante sus escasos cien años de vida, ha creado fuerzas productivas más colosales y masivas que todas las generaciones anteriores juntas.” Y este cumplido, que resulta mucho más significativo por venir de los dos archienemigos de este orden social, es cierto.
Conceptos y palabras clave Revolución Industrial
1. La Revolución Industrial fue un inzportante periodo de cambio critico en la historia, durante el cual la fabricación y la actividad industrial se convirtieron en las formas principales de producción social. 2. La Revolución Industrial se inició en Inglaterra entre mediados y finales del sigto XVIII (aunque sus raíces son mucho más profundas). Existen numerosas razones por las que ocurrió en ese momento y lugar: Inglaterra era un rico pais comerciante con una clase media bien desarrollada. La aristocracia de Inglaterra estaba más orientada hacia el comercio que las otras aristocracias del continente. ‘
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CAPÍTULO 4 La Revolución Industrial Inglaterra era el hogar de una extensa corriente de investigaciones cientljCicas y de “caballeros agricultores” que se interesaban en la innovación agrícola. La estructura social relativamente abierta de Inglaterra permitió el surgimiento de nuevos hombres, como Watt y Wilkinson, quienes dieron a la fabricación una gran energía social. Podríamos mencionar muchas otras causas. La Revolución Industrial fue una cadena de eventos compleja y con muchas facetas.
Producción
3. La Revolución Industrial trajo consigo cambios de gran importancia en la sociedad. Dio lugar a un incremento en la producción, lento pero acumulativo que, con el tiempo, ayudaría al mundo industrial a salir de un largo periodo de pobreza. Creó lafábrica (y el barrio bajo industrial) como un nuevo ambiente para trabajar y vivir. Dio lugar a nuevos tipos de abusos sociales, pero también intensificó en gran medida la conciencia general de las condiciones económicas.
Formación de capital
4. La Revolución Industrial fue, en esencia, un proceso de formación de capital (máquinas, edificios, canales, vías de ferrocarril), del cual se incrementó en gran medida la productividad del trabajo.
Productividad 5. Por lo general, el capital aumenta laproductividad porque da a la gente mayores capacidades físicas y técnicas de las que goza sólo con el trabajo sin ayuda. Además, permite que las personas combinen y especialicen su trabajo, como en las líneas de producción de las fábricas modernas. Ahorro
6. La formación de capital requiere del ahorro. Sólo es posible formar el capital si la sociedad tiene el uso de recursos que normalmente se emplean para cubrir necesidades de consumo. El ahorro libera estos recursos; la inversión los pone a trabajar.
Inversión
7. La sociedad no puede dedicar a la formación de capital más recursos o energías de los que libera de otros usos (o de aquellos que tiene disponibles como recursos que no se utilizan). Por tanto, el ahorro regula el ritmo en el que proceden las inversiones. En forma correspondiente, las sociedades pobres, en las que es difícil reducir el consumo, tienen grandes problemas para liberar recursos suficientes y destinarlos a la inversión.
Consumo
8. El ahorro que se necesita para la inversión puede provenir de la agricultura, las empresas de fabricación y muchas otras fuentes. En los países pobres, a menudo debe extraerse de los obreros o los campesinos, negándoles el uso de todo el potencial económico de la nación para cubrir sus necesidades de consumo. 9. Por tanto, en los países pobres, el ahorro casi siempre es un proceso involuntario. La formación de capital en muchas naciones subdesarrolladas de la actualidad, sobre todo en aquellas que se encuentran bajo regímenes autoritarios, se intenta por medio del mando centralizado, sin tener mucho éxito en general. En la Revolución Industrial, se lograba en parte a través del mando, pero sobre todo por medio del sistema de mercado. Los inventos sobresalientes de la Revolución Industrial sirvieron como fuentes de utilidades que dieron como resultado grandes acumulaciones de capital.
Preguntas I . Es interesante hacer notar que los avances técnicos en la agricultura o la fabricación casi siempre han surgido con lentitud en los países que dependen del trabajo de los esclavos. ¿Podría darnos una razón por la que considera que esto sucede? 2. ¿Qué fuerzas considera que serían necesarias para crear una “revolución industrial” en el mundo subdesarrollado actual? ¿Esta revolución industrial podría parecerse a aquella que tuvo lugar e n Inglaterra durante el siglo XVIII? 3. La industrialización en Inglaterra estuvo marcada por el aumento d e un sentimiento político negativo por parte del nuevo proletariado d e las fábricas. ¿Considera que éste es forzosamente uno de los resultados d e la industrialización en cualquier parte, o que fue un producto particular de los inicios del capitalismo?
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4. ¿De qué manera el capital ayuda a la productividad del ser humano? Analice este punto en relación con los siguientes tipos de trabajo: agrícola, de oficina, docente, de administración gubernamental. 5. Cuando General Motors dedica mil millones de dólares a nuevas inversiones (por ejemplo, construcción de nuevas fábricas, almacenes, oficinas), ¿quién lleva a cabo el ahorro que se requiere? ¿Los accionistas? ¿Los obreros? ¿El público? ¿Los compradores de automóviles? 6. Se calcula que el valor de nuestras estructuras de capital privadas y también los equipos en Estados Unidos, durante 1992, fue de aproximadamente $18 billones de dólares. Supongamos que la mitad de esta cantidad se perdiera en alguna catástrofe.¿Qué sucedería con la productividad estadounidense? ¿Con el bienestar promedio de Estados Unidos? ¿Cómo podría repararse el daño? 7. ¿Todas las inversiones requieren de ahorro? ¿Por qué? 8. En la actualidad, ¿la formación de capital en Estados Unidos está dirigida sólo por el mercado? ¿El gobierno acumula capital? ¿El capital público mejora la productividad de la misma manera que el capital privado? 9. ¿La construcción de una escuela es una “inversión”? ¿La construcción de un hospital? ¿De un estadio deportivo? ¿De un proyecto de viviendas? ¿De un laboratorio de investigación? En general, ¿qué considera usted que distingue la inversión del consumo?
CAPíTULO
EL IMPACTO DE LA TECNOLOGIA INDUSTRIAL
Con este capítulo entramos a un nuevo e importante periodo de la historia de la economía. Hasta ahora, nos hemos ocupado más que nada del pasado, echando sólo un vistazo ocasional a las consecuencias de los problemas que nos hemos encontrado. A partir de este capítulo, nuestra atención se dirige hacia el presente. Hemos llegado a la etapa de la historia económica cuyo límite más próximo es la época que vivimos. En forma simultánea, cambia nuestro enfoque geográfico. Conforme la historia de la economía se adentra en el siglo XIX, Estados Unidos es cada vez con mayor frecuencia el centro dinámico de los eventos. Ahora, no sólo empezamos a ocuparnos del mundo moderno, sino que las tendencias económicas que nos interesan nos llevan directamente a nuestra propia sociedad. ¿Cuál es el tenia de este capítulo? En esencia, continúa un tema que empezamos con la Revolución Industrial: el impacto de la tecnología en la sociedad económica. En retrospectiva, vemos que la ola de inventos que marcó esta revolución no fue, de ninguna manera, la conclusión de un evento histórico; al contrario, fue el principio de un proceso de cambio tecnológico que seguiría acelerándose hasta nuestra época. Es posible distinguir tres e incluso cuatro etapas de este proceso continuo. La “primera” revolución industrial se concentró en gran parte en la nueva maquinaria textil, métodos mejorados de producción de carbón y fabricación de hierro, técnicas agrícolas revolucionarias y energía de vapor. A mediados del siglo XIX, la sucedió una “segunda” revolución industrial: una serie de inventos industriales centrados en el acero, el transporte con ferrocarriles y máquinas de vapor, la maquinaria agrícola y los productos químicos. En los primeros años del siglo xx surgió una tercera ola de inventos: la electricidad, los automóviles y el motor de gasolina. En nuestra época, surge una cuarta: la revolución de la electrónica, los viajes por aire y la energía nuclear. Algunas personas consideran que la computarización del mundo actual constituye una quinta revolución, quizá la más importante de todas. Resulta difícil, tal vez imposible, exagerar el impacto de este avance continuo. A ratos moviéndose con rapidez, a ratos con lentitud; en ocasiones, como un frente amplio, a veces como una estrecha saliente; en momentos adoptando la forma de los inventos más prácticos y en otros, como de los más puros descubrimientos teóricos, la aplicación cada vez mayor de la ciencia y la tecnología al proceso productivo fue el gran cambio de los siglos XIX y xx.Por tanto, la Revolución Industrial inicial fue, en retrospectiva, una especie de salto discontinuo en la historia de la 78
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humanidad; un salto tan importante como aquel que provocó que las primeras aldeas de pastores se levantaran sobre las antiguas comunidades de cazadores. Ya hemos señalado que, con las fábricas, la nueva tecnología creó un nuevo lugar de trabajo para la gente, pero su impacto fue mucho mayor. El gran poder del transporte y la comunicación, los medios más efectivos para levantar las cosechas de la tierra, la capacidad mucho mayor para aplicar la energía a fin de levantar, acarrear, formar, unir, cortar, se combinaron para dar lugar a una nueva estructura del ambiente humano, que de ninguna manera es del todo favorable.
EL IMPACTO DE UN INVENTO En este libro, no podemos hacer más que analizar algunas de las consecuencias económicas que tuvo la incursión de la tecnología industrial en la sociedad moderna, pero, para darnos una idea de las dimensiones de ese proceso de penetración, quizá resulte Útil seguir de cerca las repercusiones de un solo invento que se introdujo hace más de un siglo. Por tanto, vayamos a la Exposición de París que se llevó a cabo en 1867, en donde visitantes llenos de curiosidad se congregan alrededor de una interesante exhibición: un pequeño motor en el que se introducen gas de alumbrado y aire en una cámara de combustión y se encienden con una chispa. La explosión que resulta empuja un pistón; el pistón hace girar una rueda. Sólo funciona un golpe de cada cuatro, y la máquina requiere de un gran volante para regular su movimiento, pero, como escribe el historiador Allan Nevins, el efecto de la máquina “era comparable al encendido repentino de una bombilla eléctrica en una habitación cuando algunos hombres intentaran iluminar con humeantes velas”.’ Era el primer motor de combustión interna en el mundo. No pasó mucho tiempo para que el motor, inventado por el doctor N. A. Otto de Alemania, se convirtiera en un personaje común del paisaje estadounidense. Adaptado para funcionar con gasolina, que hasta entonces se consideraba un producto secundario poco interesante de la fabricación del queroseno, era una planta de energía estacionaria ideal. Nevins escribe: “Pronto, todos los molinos, granjas y tiendas progresistas tenían un ruidoso motor de un cilindro que bombeaba agua, aserraba madera, molía alimentos y realizaba otros trabajos pequeño^."^ Para 1900, en Estados Unidos había más de 18 500 motores de combustión interna; y mientras que el modelo más poderoso en la Feria Mundial de Chicago de 1893 fue un motor de 35 caballos de fuerza, en la Exposición de París, que se llevó a cabo siete años después, fue un motor de 1 O00 caballos de fuerza. El motor de combustión interna fue un medio extraordinario para incrementar, difundir y dar movilidad a un requisito básico para el progreso material: la energía. Pronto, el nuevo motor abrió el camino para un avance todavía más sorprendente.En 1886, Charles E. Duryea de Chicopee, Massachusetts, decidió que el motor de gasolina era una fuente de energía mucho más prometedora que la máquina de vapor para un vehículo de autopropulsión. En 1892, él y su hermano produjeron el primer “automóvil” impulsado con gasolina, un frágil y débil juguete. El siguiente modelo, que se produjo en 1893, fue mejor y, en 1896, los hermanos Duryea vendieron 13 automóviles. En ese mismo año, un mecánico de 32 años llamado Henry Ford vendió su primer “cuadriciclo”. La historia de la industria automotriz había empezado.
‘Ford, the Times, the Man, the Company (Nueva York, Scribner’s, 1954), I, 96. ’Study in Power, John D. Rockefeller (Nueva York, Scribner’s, 1953), 11, 109.
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La “automovilización” de Estados Unidos Su crecimiento fue fenomenal. Para 1905, existían 121 establecimientos que fabricaban automóviles, y la industria contaba con 10 000 empleados asalariados. Para 1923, el número de plantas había aumentado a 2 471, convirtiendo la industria en la más grande del país. En 1960, su nómina anual era tan alta como el ingreso nacional de Estados Unidos en 1890. No sólo eso, sino que la industria automotriz se había convertido en el mayor consumidor de acero laminado, cinc, plomo, caucho y piel. Compraba uno de cada tres radios que se producían en el país. Absorbía 25 mil millones de libras de sustancias químicas al año. Era el segundo usuario más grande del talento de los ingenieros en Estados Unidos, superada sólo por la defensa nacional. Era la fuente de una sexta parte de todas las patentes que se emitían en el país y el objetivo de una décima parte de los gastos de los consumidores estadounidenses. Para la década de los ochenta, se calculaba que uno de cada siete empleos debía su existencia, de manera directa o indirecta, al automóvil, así como un negocio de cada seis, entre los que, desde luego, no sólo se encontraban fábricas, sino también talleres de reparación, estacionamientos, gasolineras y departamentos de policía de tránsito. Ni siquiera esta impresionante serie de cifras supera el impacto del motor de combustión interna y su aplicación en los vehículos. En la actualidad, 96 millones de familias estadounidenses poseen 151 millones de automóviles de pasajeros; más de una de cada dos familias es propietaria de dos o más automóviles. Como resultado de ello, alrededor de 50 O00 ciudades prosperan sin conexiones ferroviarias ni acuáticas, condición que habría sido imposible en otra época; y por lo menos siete de cada 10 trabajadores viven a una distancia de su lugar de trabajo que no podrían recorrer a pie, pero se transportan en automóvil. La nuestra se ha convertido en una economía “móvil” hasta un grado extraordinario; es decir, su funcionamiento depende de la existencia del transporte de autopropulsión. Si por alguna extraña razón toda nuestra flota automotriz quedara fuera de circulación (digamos, por un cambio espontáneo en la naturaleza de las moléculas de la gasolina que la hiciera incombustible) el efecto sería tan grave y socialmente desastroso como el de una hambruna catastrófica en la Edad Media3 ¡No debe sorprendernosque los embargos petroleros árabes de 1974 y 1979 sacudieran al mundo industrializado!
EL IMPACTO GENERAL DE LA TECNOLOGíA Ahondamos en el impacto del automóvil para enfatizar las consecuencias económicas de la tecnología. Aunque quizás éstas no sean las más importantes. El nuestro es un mundo amenazado en muchos aspectos por el poder extraordinariamente destructor de la inventiva del ser humano. La tecnología ha progresado hasta el punto en que especies enteras (incluyendo la humanidad misma) están en peligro de extinción por las sustancias venenosas que fabricamos y dispersamos sin cuidado alguno en el aire y el agua, por las grandes cantidades de calor que emitimos hacia la atmósfera y, desde luego, por la capacidad de desintegración explosiva que provoca el manejo del núcleo atómico. Más adelante, analizaremos algunos de estos problemas cuando nos ocupemos de los asuntos inmediatos que enfrenta Estados Unidos. Pero en este punto, mientras estudiamos los efectos
3El economista Kenneth Boulding sugirió en cierta ocasión que si seres inteligentes de alguna otra parte del universo visitaran Estados Unidos, su primera impresión sería quizá que la forma dominante de vida en este país consiste en criaturas con conchas duras y pulpa suave en su interior, impulsadas por ruedas, aunque estas criaturas son capaces de moverse con lentitud cuando no se encuentran dentro de sus exoesqueletos naturales.
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generales del poder tecnológico del hombre, que aumenta en forma gradual, dejamos a un lado estos graves problemas para concentrarnos en las formas en que la tecnología ha afectado, de manera silenciosa, nuestro sistema económico. Analicemos algunos de estos efectos.
Urbanización El primero ha sido un gran incremento en el grado de urbanización de la sociedad. En un nivel extraordinario, la tecnología ha aumentado la capacidad del campesino para dar sustento al trabajador urbano. Como resultado, la sociedad se ocupa cada vez más de los aspectos y problemas de la ciudad, más que de los problemas del campo. En 1790, sólo 24 aldeas y ciudades en todo Estados Unidos tenían una población de más de 2 500 habitantes, y juntos representaban sólo 6% de la población total. Para 1860, las 392 ciudades más grandes contenían a 20% de la población; 130 años después, más de tres cuartas partes de los habitantes del país vivían en 268 grandes “áreas metropolitanas consolidadas o estándar”, y el cinturón de Boston hasta Washington era en su forma, aunque no en su gobierno, una enorme “ciudad” tendida en forma irregular. La tecnología industrial ha restructurado literalmente el entorno humano, trayendo consigo todos los beneficios (y todos los terribles problemas) de la vida citadina en una escala masiva.
Interdependencia El segundo efecto es que el crecimiento continuo de la tecnología industrial ha reducido en gran medida el grado de independencia económica del ciudadano promedio. En nuestro primer capítulo, señalamos la vulnerabilidad extrema de los “desamparados” habitantes de una sociedad moderna, que dependen del trabajo de miles de personas para su propia subsistencia. Éste también es uno de los efectos de una revolución industrial continua. La tecnología no sólo ha hecho que la gente abandone la tierra y se vaya a las ciudades, sino que ha incrementado en gran medida la naturaleza especializada del trabajo. A diferencia de las personas de principios del siglo XIX que tenían la capacidad de hacerlo todo (los campesinos que realizaban por sí mismos gran parte de las labores necesarias), el obrero o empleado de oficina típico está capacitado y es contratado para cubrir sólo una pequeña parte de la operación social que ahora alcanza una complejidad sorprendente. La tecnología ha incrementado en gran medida el grado de interdependencia económica de la comunidad moderna, y ha hecho que la solución al problema económico se base en la coordinación ininterrumpida de una red siempre en aumento de actividades sutilmente relacionadas.
Efectos sociológicos El tercer efecto es la expansión de la tecnología industrial que ha cambiado en forma radical la naturaleza del trabajo mismo. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el trabajo fue una ardua actividad física, que realizaba al aire libre un individuo o un grupo reducido de individuos, que requería de una destreza considerable para combinar la fuerza del hombre con las innumerables variaciones del medio ambiente natural y que culminaba en un producto final tan identificable como el grano en los campos o la tela en un telar. La Revolución Industrial alteró de manera profunda estos atributos del trabajo. Ahora, el trabajo consiste cada vez con mayor frecuencia en movimientos repetitivos que, a pesar de ser agobiantes después de todo un día de realizarlos, rara vez requieren de más de una parte de la capacidad muscular total de una persona. En lugar de los juicios y aptitudes que se requerían para hacer frente a las variaciones de la naturaleza, exige sólo la habilidad de repetir una sola
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tarea adaptada a una dimensión del trabajo que nunca cambia. Los trabajadores, que ya no se encuentran solos en la naturaleza, llevan a cabo sus labores en amplios establecimientos que incorporan regimientos de personas como ellos mismos. Y lo más frustrante de todo es que, en lugar de “su” producto, lo que ven surgir de la fábrica es un objeto en el que ya no pueden identificar, mucho menos apreciar, su propia contribución: Trabajo en una pequeña banda transportadora que se mueve en círculos. La llamamos “el carrusel”. Fabrico resortes en forma de zigzag para los asientos delanteros de los automóviles. Cada 60 centímetros en la banda hay un molde para las piezas que forman los resortes. Cuando el molde se acerca a mí, uno varias piezas utilizando una engrapadora. Después, coloco las piezas en el molde y éste se mueve hasta llegar al lugar donde están otros hombres que unen más piezas ... La Única operación que llevo a cabo es manejar la engrapadora. Tardo sólo un par de segundos en colocar seis u ocho grapas en el resorte y lo hago mientras doy unos cuantos pasos. Después, vuelvo a comenz ar... .4
No debe sorprendernos que este cambio en el carácter del trabajo tenga profundas repercusiones sociales de las que nos ocuparemos unos capítulos más adelante. Pero antes debemos concentrarnos en dos efectos “económicos” mucho más inmediatos de esta revolución industrial continua.
PRODUCCIÓN EN MASA El primero de ellos se encuentra implícito en nuestra descripción de la nueva tecnología. Se trata del desarrollo de un nuevo método de producción continua (la llamada producción en masa) que excede con mucho los incrementos en la productividad de la fábrica de alfileres de Adam Smith, que dependía sólo de la división del trabajo. El historiador Allan Nevins describe cómo eran las técnicas de producción en masa en las primeras líneas de ensamblaje de Ford: ¿De qué manera se conservaba la armonía en las principales líneas de ensamblaje, en las líneas de producción y el abastecimiento de componentes? Sólo para el chasis, era preciso fabricar de 1 O00 a 4 O00 piezas de cada componente en el lugar y el momento adecuados; una sola falla, y todo el mecanismo se paralizaba ... Los superintendentes tenían que saber cuántos componentes se producían cada hora y cuántos había en existencia. Siempre que surgía la amenaza de una falla, la persona encargada de detectar este tipo de situaciones (un personaje muy conocido en todas las fábricas de automotores) entraba en acción. Los contadores y revisores se reportaban con él. Verificando en persona cualquier noticia alarmante, movilizaba al supervisor que se ocupaba de reparar las deficiencias. Tres veces al día, enviaba informes escritcs a máquina y con muchas copias al centro de distribución de la fábrica; y, al mismo tiempo, anotaba en los pizarrones de la oficina de distribución un informe de los resultados obtenidos en cada uno de los departamentos de producción de la fábrica y cada uno de los departamentos de e n ~ a m b l a j e . ~
Esta sistematización dio como resultado sorprendentes incrementos en la productividad. Con cada operación analizada y subdividida en sus componentes más sencillos, con un flujo continuo de tareas pasando ante personas que permanecían en un solo lugar, con un ritmo de trabajo inflexible
4Charles R. Walker y Robert H. Guest, The Man on the Assembly Line (Cambridge, MA, Harvard University Press, 1952), p. 46. ’Ford, the Tintes, the Man, the Company, I, 507.
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pero manejable, el tiempo total que se requería para armar un automóvil se redujo en gran medida. En un solo año, el tiempo necesario para armar un motor disminuyó de 600 a 226 minutos; para armar un chasis, de 12 horas 28 minutos a una hora 33 minutos. Se pidió a un supervisor con cronómetro en mano que observara un ensamblaje que tardaba tres minutos, durante los cuales varios hombres armaban varillas y pistones, una operación sencilla. El trabajo se dividió en tres operaciones, y la mitad de los hombres lograron la misma producción.6En la actualidad, estas rutinas de trabajo se conocen a menudo como Fordismo. Está a punto de desaparecer,pero todavía existe.
Economías de la producción a gran escala Pero lo que nos interesa en el contexto de nuestro estudio no son tanto los logros técnicos de la producción en masa como sus resultados económicos: los incrementos en la productividad dan lugar a reducciones en los costos. Aunque la maquinaria necesaria para la producción en masa es muy costosa, la producción se incrementa con tanta rapidez que los costos por unidad de producción se reducen de manera dramática. Imaginemos, por ejemplo, una pequeña planta que produce 1 O00 artículos al día con el trabajo de 10 obreros y un equipo reducido. Supongamos que cada trabajador recibe un salario de SO dólares, que cada pieza de material antes de la fabricación cuesta 50 centavos de dólar y que la cantidad promedio diaria de “gastos generales” (es decir, los costos promedio diarios como renta, mantenimiento de la planta, salarios de oficina y desgaste del equipo) es de 500 dólares. Por lo tanto nuestro costo total diario de producción es de 1 500 dólares (500 de nómina, 500 de costos de material y 500 de gastos generales). Divididos entre 1 O00 unidades producidas, nuestro costo por unidad es de 1.50 dólares. Ahora, imaginemos que nuestro producto se presta para las técnicas de la producción en masa. Entonces, nuestra nómina aumentará a 1 O00 dólares y, con una planta mucho más grande y un equipo más completo, nuestros gastos generales diarios serán de 5 O00 dólares. No obstante, la producción en masa quizás haya aumentado hasta 100 veces la cantidad de artículos fabricados. Entonces, el costo total diario de producción es de 56 O00 dólares (1 O00 dólares de nómina, 5 O00 de gastos generales y 50 O00 de costos de material). Divididos entre nuestras 100 O00 unidades producidas, el costo por unidad bajó a 56 centavos. A pesar de un aumento de más de treinta veces en los gastos generales, el costo por unidad se redujo a casi una tercera parte. Éste no es un ejemplo r x o de lo que los economistas llaman economías de producción a gran escala, o dicho en forma más sencilla, economías de escala. La tabla 5-1 nos muestra la forma en que las técnicas de producción en masa aumentaron más de 100 veces la prdducción de automóviles Fc .d al tiempo que reducían su costo en siete octavos. Tampoco quiere decir que la dinámica del proceso industrial se interrumpa con esta formidable econom’a de producción a gran escala, ya que este logro tecnológico trae al sistema de mercado un nuevo elemento de importancia primordial: el tamaño. No es difícil ver por qué. Cuando una empresa (debido a una buena administración, mejores productos, ventajas en su ubicación o cualquier otra razón) supera a sus competidores en tamaño, la economía de producción a gran escalafunciona para hacerla avanzar todavía más. Un tamaño mayor casi siempre significa costos más bajos, al menos en el caso de una industria joven en expansión. Los costos más bajos se traducen en mayores utilidades. Tener mayores utilidades quiere decir contar con la capacidad para crecer aún más. De manera que las técnicas de la fabricación a gran escala crean una situación que amenaza con alterar todo el significado de la competencia. De ser un mecanismo que evita que una sola empresa domine el mercado, la competencia
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6Ford,pp. 504,506.
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CAPÍTULO 5 El impacto de la tecnología industrial
Año 1907-1908 1908-1909 1909-1910 1910-1911 1911-1912 1912-1913 1913-1914 1914-1915 1915-1916 1916-1917
Ventas unitarias, automóviles Ford
Precio del modelo tlpico (Touring) (Modelo K) $2,800 850 950 780 690 600 > (ModeloT) 550 490 440 360
6,398 10,607 18,664 34,528 78,440 168,304 248,307 221,805 (10 meses) 472,350 730,041 ~
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Fuente: Recopilado de Nevins, Ford, the Times, the Man, the Company,pp. 644,646-647.
se convierte en una fuerza que puede poner en manos del productor más grande y eficiente una mayor participación en el m e r ~ a d o . ~
AGENTES DEL CAMBIO INDUSTRIAL Los grandes empresarios Queda mucho por decir acerca de la economía durante el proceso de crecimiento, tema que analizaremos al final de este capítulo, cuando estudiemos la evolución del sistema de mercado. No obstante, puede resultar útil recordar el escenario histórico en el que tuvo lugar este crecimiento interno, ya que los procesos del cambio económico que describimos en este capítulo no ocurrieron en un vacío. Fueron provocados por un “tipo” social y un ambiente de negocios que aceleraron e indujeron poderosamente el proceso de crecimiento industrial, de modo muy similar a como los Nuevos Hombres aceleraron el proceso de la industrialización inicial en Inglaterra a finales del siglo XVIII. Los agentes del cambio durante los últimos años del siglo XIX en Estados Unidos fueron, en muchos sentidos, los descendientes directos de sus predecesores industriales que existieron un siglo antes. Al igual que Arkwright y Watt, muchos de los más grandes emprendedores estadounidenses fueron hombres de origen humilde, que tenían un impulso indómito por lograr el éxito en los negocios. Tenemos a Carnegie en la industria acerera, Harriman en los ferrocarriles, Rockefeller en el petróleo, Frick en el coque, Armour y Swift en el empaquetado de carne, McCormick en la maquinaria agrícola, por mencionar unos cuantos. Es evidente que el hombre de negocios t@co era muy diferente de estos estereotipos del empresario héroe descrito por Horatio Alger. Los historiadores de la economía, como E W. Taussig, al revisar la carrera de los líderes empresariales de fines del siglo XIX, descubrieron que el emprendedor promedio no era un pobre inmigrante ’En un importante libro, The Visible Hand: The Managerial Revolution in American Business (Cambridge, MA, Harvard University Press, 1977), Alfred D. Chandler estudia la razón por la que algunas industrias mostraban u?a tendencia hacia el surgimiento de grandes empresas (como la automotriz) y otras no lo hacían (como la mueblera). El demuestra que los elementos cruciales fueron una tecnología para producir en masa que reducía los costos, la cual no se desarrolló en todas las industrias, así como una tecnología de distribución en masa que tuvo la misma importancia y tampoco estaba al alcance de todas las industrias.
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industrioso, sino el hijo de personas con buena posición que a menudo estaba involucrado también en los negocios. Tampoco quiere decir que el hombre de negocios promedio lograra el éxito de un Carnegie o un Rockefeller.
Capitanes de la industria No obstante, en casi todas las líneas de negocios apareció por lo menos un “capitán de la industria” que dominó el área con su personalidad y capacidad. Aunque pocos alcanzaron el grado supremo de éxito monetario, el número de empresarios que llegó a la “clase de los millonarios” es impresionante. En 1880,se calculaba que había 100millonarios en Estados Unidos; para 1916, la cifra había ascendido a 40 000. Son interesantes y significativaslas diferencias que distinguen a estos líderes empresariales del siglo XIX de aquellos que vivieron un siglo antes. Por lo regular, los capitanes estadounidenses de la industria no eran hombres cuyo liderazgo se basara en la inventiva o en las habilidades para la ingeniería. Con el crecimiento de una producción a gran escala, las funciones de ingeniería pasaron a manos de los expertos en producción que eran asalariados, es decir de administradores de segundo nivel para las fábricas. Lo que se requería en ese momento era el toque maestro para guiar la estrategia industrial, para constituir o deshacer alianzas, para elegir rutas de avance o pasar por alto la lógica de toda la operación. Cada vez en mayor grado, los grandes emprendedores se preocupaban por la estrategia de las finanzas, la competencia y las ventas, más que por las frías técnicas de la producción. Así, es preciso hacer notar las tácticas empresariales y el tono de este periodo. En una sorprendente frase, Matthew Josephson llamó a los grandes empresarios de esta época “los barones ladrones”. En muchos aspectos, sí se parecen a los señores feudales de la época medieval. Por ejemplo, en la década de 1860, un pequeño grupo de empresarios de California, bajo la dirección de Collis Huntington, llevó a cabo la sorprendente hazaña de construir una vía de ferrocarril a través de las hasta entonces impenetrables Montañas Rocallosas y la sierra. Consciente de que, a partir de ese momento, Huntington y sus socios tendrían el control de todo el tránsito ferroviario hacia California, el Congreso autorizó la construcción de tres líneas competidoras. Pero los legisladores no tomaron en cuenta la astucia de los pioneros. Antes de terminar su propia línea, compraron en secreto la concesión de una de las líneas competidoras; y cuando se les dificultó adquirir una segunda línea, simplemente la vencieron construyendo sus vías dentro del territorio de la otra compañía hasta que ésta se vio obligada a rendirse. A partir de ese momento, no fue difícil adquirir la tercera línea, pues la bloquearon en un pasaje crucial en la montaña. Sólo quedaba una fuente de transporte competitiva: la Pacific Mail Steamship Company. Por fortuna, era propiedad del amable Jay Gould, un famoso barón ladrón por derecho propio; y mediante el pago de un tributo adecuado, accedió a eliminar San Francisco como puerto de carga. Así, no había otra ruta para transportar la mercancía de todo el país hasta el sur de California que los caminos controlados por el grupo de Huntington. Contando las líneas más pequeñas y subsidiarias que pasaban por su territorio, en total diecinueve sistemas ferroviarios estaban bajo su poder. No resulta sorprendente que los residentes de California conocieran este sistema unificado como “el Pulpo”, ni tampoco que su tasa promedio de carga fuera la más alta del país.
El monopolio omnipresente No sólo fue la industria ferroviaria la que utilizó el poder económico para crear una posición de monopolio. En la producción de whisky y de azúcar, en el tabaco y el alimento para el ganado, en los alfileres de París, las argollas de acero, los aparatos eléctricos, las láminas de hojalata, los
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CAPÍTULO5 El impacto de la tecnología industrial cerillos y la carne, existía un pulpo similar al que se asentó en California. Un comentarista de finales de la década de 1890 retrató al ciudadano estadounidense diciendo que al nacer daba utilidades al monopolio de la leche y, al morir, al de los ataúdes. Si bien es cierto que los barones asaltantes exprimían al público como consumidor (y en mayor grado lo estafaban como accionista), también lo es que no tenían escrúpulos para eliminarse entre sí. Por ejemplo, en la lucha por el control financiero del ferrocarril de Albany y Susquehanna, James Fisk y J. P. Morgan se encontraron en la incómoda posición en la que cada uno era propietario de una terminal al final de una sola línea. Al igual que sus prototipos feudales, resolvieron el problema por medio del combate, montando una locomotora en cada extremo y haciéndolas correr a toda velocidad una contra la otra; después de lo cual los perdedores no se dieron por vencidos, sino que al retirarse arrancaron las vías. Con el mismo espíritu, el grupo de Huntington que construyó el Central Pacific contrató al general David Colton para que manejara una empresa subsidiada que era propiedad de ellos mismos, y el general escribió a sus patrones: He aprendido una cosa. No tenemos amigos verdaderos además de nosotros cinco. No podemos confiar en ningún alma que no seamos nosotros mismos y, por tanto, debemos tener buenas intenciones, unimos y mantenernos dentro de nuestros propios acuerdos.
Después de lo cual procedió a estafar a sus amigos varios millones. Junto con esta piratería, existía otra señal distintiva de la época: lo que el economista Thorstein Veblen llamó un consumo conspicuo. Un sobreviviente arrepentido de la Época Dorada recordaba las fiestas en que los cigarrillos se envolvían en billetes por el simple placer de inhalar riqueza; un perro que recibió como regalo un collar de brillantes con un valor de 15 O00 dólares; un bebé que dormía en una cuna de 10 O00 dólares y al que atendían cuatro médicos que redactaban boletines regulares sobre la (excelente) salud del bebé; el desfile de magníficos palacios llenos de obras de arte fabulosas, y no tan fabulosas, en la Quinta Avenida de Nueva York; y la colección de nobles europeos pobres que se convertían en yernos de los ricos. La época era alegre, a veces cruel, pero siempre dinámica. No obstante, nuestra tarea no es relatar su historia social llena de color, sino comprender sus consecuencias económicas más profundas. Resulta imposible considerar el periodo que nos interesa sin tomar en cuenta el tipo social de los barones ladrones y el ambiente en el que operaban. Audaz, agresivo, adquisitivo, competitivo, el gran emprendedor era el agente natural destinado a acelerar el proceso para el que la tecnología del momento preparaba el camino. Pero sólo hemos empezado a delinear los cambios provocados por el impacto combinado de los hombres fuertes y una maquinaria cada vez más compleja. Hasta el momento, hemos estudiado sobre todo los efectos técnicos directos de la producción en masa; ahora debemos investigar sus efectos económicos más profundos.
EL CAMBIO EN L A ESTRUCTURA DEL MERCADO Es posible describir estos efectos de manera muy sencilla. Bajo la influencia combinada de los audaces emprendedores y las tendencias autopropulsoras de la producción en masa, empezaron a aparecer cambios dramáticos en la estructura misma del mercado. Un sistema de producción que, en un principio se caracterizaba por grandes cantidades de pequeñas empresas, fue dando lugar a otro en el que la producción estaba concentrada en manos de unas cuantas unidades de negocios muy grandes y poderosas.
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Una revisión de la economía nos muestra cuán dramática fue esta transformación. Para 1900, por ejemplo, la cantidad de fábricas de textiles, aunque seguía siendo elevada, se había reducido a una tercera parte de las existentes en la década de 1880; en el mismo periodo, el número de fabricantes de implementos agrícolas había bajado 60%, y el número de productores de artículos de piel disminuyó tres cuartas partes. En la industria ferroviaria, dos compañías dominaban en 1900, en comparación con 19 en 1860. La industria de los panecillos y las galletas cambió de ser un gmpo formado por compañías pequeñas a un mercado en el que un productor tenía 90% de la capacidad de la industria a fines del siglo XIX y principios del xx. Mientras tanto, en la industria acerera, estaba la colosal US Steel Corporation, que tenía más de la mitad de la producción de acero del país. En el petróleo, la Standard Oil Company tenía entre 80 y 90% de la producción estadounidense. En la industria tabacalera, la American Tobacco Company controlaba 75% de la producción de cigarrillos y 25% de la producción de puros. La American Sugar Company, la American Smelting and Refining Company, la United Shoe Machinery Company y docenas de empresas más mantenían un control similar. Desde una perspectiva general, el cambio era aún más impresionante. Según los cálculos de Myron W. Watkins, a principios de 1800 ninguna planta controlaba siquiera el 10%de la producción de una industria. Para 1904, 78 empresas controlaban más de la mitad de la producción de sus industrias, 57 controlaban 60% o más, y 28 controlaban 80% o más. Este grado de “concentración” variaba en cada industria: desde ninguna concentración significativa en las industrias de la impresión y la edición, por ejemplo, hasta la estructura de mercado de alta Concentración de industrias como las del cobre o el caucho. Pero, sin duda, existía un cambio general. En 1896, a excepción de los ferrocarriles, no había en el país ni una docena de compañías que valieran 10 millones de dólares. Para 1904, existían más de 300, con una capitalización consolidada de más de 7 mil millones de dólares. Juntos, estos gigantes controlaban más de dos quintas partes del capital industrial de Estados Unidos y afectaban cuatro quintas partes de sus industrias importantes.’ Es evidente que algo parecido a una revolución importante en la estructura del mercado había tenido lugar, no sólo en Estados Unidos, sino en todos los países capitalistas. Estudiemos con mayor detenimiento los eventos que condujeron a esta situación.
EL SURGIMIENTO DE LAS GRANDES EMPRESAS
Los cambios en la competencia El impacto inicial de la tendencia hacia los grandes negocios fue inesperado. En lugar de reducir el grado de competitividad de la estructura de mercado, lo extendió e intensificó. En la economía agrícola, artesanal y de pequeñas fábricas de principios del siglo XIX, “el mercado” consistía sobre todo en pequeños mercados locales, aislados entre sí por el alto costo del transporte, y a los que abastecían productores locales que no tenían los medios ni la motivación para invadir el mercado en algo parecido a una escala nacional. El surgimiento de la producción en masa cambió en forma radical esta estructura de mercado fragmentada y, con ella, el tipo de competencia en el mercado. Conforme se abrieron canales y vías ferroviarias en todo el país y conforme las nuevas técnicas de fabricación aumentaron la producción en gran medida, cambió la calidad provincial del sistema de mercado. En un grado
*John Moody, The Truth about Trusts (Chicago, Moody, 1904). Vea también Ralph Nelson. Merger Movements in American Industry, 1895-1956 (Princeton, NJ, National Bureau of Economic Research, 1959).
88 CAPÍTULO5 El impacto de la tecnología industrial cada vez mayor, un mercado unificado e interconectado enlazó a todo el país, y los semimonopolios de los proveedores locales se vieron invadidos por productos provenientes de grandes fábricas de ciudades distantes. En poco tiempo, surgió una segunda situación característica de la época. Conforme las nuevas técnicas de producción iban ganando impulso, los empresarios agresivos no solamente ampliaron sino sobreampliaron su capacidad. “Los empresarios que confiaban en sí mismos se apresuraron a sacar ventaja de cada efímero aumento de precios, de cada incremento en las tarifas, de cada nuevo mercado abierto por los ferrocarriles y la inmigración”, escribieron Thomas Cochran y William Miller en su relato sobre la historia de esta época de industrialización, “ampliaban y mecanizaban sus plantas sin cesar, buscando cada uno quedarse con la mayor rebanada del nuevo p a ~ t e l . ” ~ El resultado fue un incremento enorme en la producción, pero en forma simultánea, un cambio muy serio en la naturaleza de la competencia.Ahora, ésta no sólo era más extensa, sino tawbién más costosa. Conforme aumentaban el tamaño de la planta y la complejidad del equipo, también lo hacían los “cargos fijos” de una empresa: los intereses sobre el capital que se pedía prestado, la depreciación de los activos de capital, el costo del personal administrativo, la renta del terreno y los “gastos indirectos generales”. En la década de 1880, por ejemplo, los costos fijos promediaban dos terceras partes del costo total de la operación ferroviaria. Estos costos tendían a permanecer muy constantes, sin importar si las ventas eran buenas o malas. A diferencia del pago de salarios a la fuerza laboral, que bajaba cuando se despedía a algunos trabajadores, no existía una manera fácil de reducir la fuga continua por pagos para estos gastos fijos. El resultado fue que cuanto más grande era el negocio, su salud económica era más vulnerable cuando la competencia reducía sus ventas. La ebullición de la época, aunada al crecimiento continuo de una tecnología que requería de inversiones masivas, hicieron que la competencia fuera cada vez más drástica. Conforme los gigantes de los negocios se enfrentaban, ferrocarril contra ferrocarril, fábrica de acero contra fábrica de acero, cada uno buscaba asegurar la cobertura de sus gastos fijos beneficiándose del mercado lo más posible. El resultado fue el surgimiento de una “competencia implacable” entre los productores masivos, que reemplazó a la competencia local más limitada del mundo de los negocios y mercados pequeños. En 1869, por ejemplo, la tarifa por una carga ferroviaria de cereales entre Nueva York y Chicago se redujo de 1.80 dólares el 4 de febrero a 40 centavos, veinte días después, volvió a subir a 1.88 dólares en julio y después se desplomó hasta 25 centavos en agosto cuando estalló otra “guerra”.En los campos petroleros, en los campos de carbón, entre los productores de acero y cobre, ocm’an guerras de precios similares mientras los productores buscaban captar los mercados que necesitaban para alcanzar un nivel de producción que les diera utilidades. Sin duda, todo esto era favorable para el consumidor, como siempre lo son las situaciones competitivas, pero amenazaba con llevar a la bancarrota a las empresas competidoras y, peor aún, a una bancarrota en una escala multimillonaria.
Limitación de la competencia Ante estas circunstancias, no es difícil comprender la etapa siguiente del desarrollo económico. Los gigantes decidieron no competir. Pero, ¿cómo evitm’an la competencia? Puesto que las leyes vigentes invalidaban cualquier contrato que obligara a un competidor a determinados precios fijos o programas de producción, parecía que no existía otra alternativa que la cooperación voluntaria: las asociaciones comerciales, los “acuerdos entre caballeros” o los “consorcios”, los tratados informales para dividir el mercado.
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’The Age of Enterprise, edición revisada (Nueva York, Harper, Torchbooks, 19611, p. 139.
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Para 1800,existían un consorcio de fabricantes de cuerdas, otro de whisky, carbón, sal, infinidad de consorcios de ferrocarriles, calculados para que a los productores individuales se les aligerara el peso de participar en el juego mutuamente suicida de la competencia. Pero resultó de poca utilidad. La división del mercado funcionó bien durante las épocas de bienestar; pero cuando se acercaron los tiempos difíciles, los consorcios se deshicieron. AI bajar las ventas, la tentación de reducir los precios se volvió irresistible y, de esta manera, empezó otra vez el antiguo juego de la competencia. La ética de los barones ladrones de la época contribuyó a aumentar los problemas. “Un hombre hambriento casi siempre consigue comida donde exista”, decía James J. Hill, magnate de los ferrocarriles, “y un ferrocarril hambriento no puede mantener las tarifas.”” Un ejemplo típico es que, en una junta con los líderes ferroviarios convocada para llegar a un acuerdo acerca de tarifas comunes, el presidente de uno de los ferrocarriles se escabulló durante uno de los recesos a fin de enviar un telegrama con las nuevas tarifas a su compañía y ser el primero en bajar los precios. (Por azares del destino, el telegrama fue interceptado, de modo que cuando el grupo se volvió a reunir todos se vieron forzados a reconocer que, incluso entre ladrones, no siempre hay honor.)
Monopolios, fusiones empresariales y crecimiento Durante la década de 1880, se creó un dispositivo de control más efectivo. En 1879, Samuel Dodd, abogado de la nueva Standard Oil Company, tuvo una brillante idea para regular la agresiva competencia que azotaba a la industria petrolera. Desarrolló la idea de los monopolios (trusts). A los accionistas de las compañías que deseaban formar parte del Standard Oil Trust se les pidió que entregaran sus acciones a la junta de directores del nuevo monopolio. A partir de ese momento, cederían el control operativo sobre sus empresas, pero a cambio recibirían “certificados del monopolio” que les daba derecho a recibir la misma participación de las utilidades que lograran sus acciones. De esta manera, los directores de la Standard Oil controlaban todas las compañías asociadas, mientras que los antiguos accionistas tenían una participación de las utilidades. Como veremos, con el tiempo los monopolios se declararon ilegales. Pero para esa época, ya se habían creado dispositivos aún más efectivos. En 1888, la legislatura de Nueva Jersey aprobó una ley que permitía que una empresa registrada en el estado comprara acciones de otra compañía. Éste era un privilegio que antes no tenían las compañías registradas en cualquier parte de Estados Unidos. El resultado fue la rápida aparición de la fusión empresarial: la unión de dos compañías para formar una empresa nueva más grande. Tan sólo en las industrias de fabricación y minería, en 1895, hubo 43 fusiones (que representaban activos corporativos por un valor de 41 millones de dólares); 26 fusiones en 1896,69 fusiones en 1897. Para 1898,303 de ellas tuvieron lugar y, por Último, en 1899, la cifra cumbre de 1 208 fusiones, que representaban alrededor de 2.26 mil millones de dólares en activos corporativos.” En la década de los veinte, las fusiones tuvieron un auge todavía mayor. En total, entre 1895 y 1929, aproximadamente 20 mil millones de dólares de la riqueza corporativa industrial se fusionaron en unidades más grandes.’*
“Cochran y Miller, The Age of Enterprise, p. 141. “HiJturical Statistics vfthe United States, serie V, pp. 30-31. ”Es preciso dedicar una nota a pie de página para llamar la atención hacia un asunto que merece un capítulo completo. Se trata de la importancia de la corporación, como una maravillosa forma legal de organizar la producción a favor del crecimiento de la economía. A diferencia de las propiedades personales, la corporación existía de manera independiente de sus propietarios, sobrevivía aun después de que éstos fallecían y podía participar en contratos a nombre de “ella” misma. Además, al limitar la responsabilidad de sus dueños al valor de las acciones que compraban, protegía al capitalista de las pérdidas ilimitadas. Mucho se ha escrito, y con sobrada razón, acerca de los abusos de las corporaciones, pero es importante reconocer io importante que fue esta ingeniosa innovación legal para fomentar la acumulación de capital y crear los medios organizacionales para supervisar y dirigir ese capital en la producción.
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CAPÍTULO5 El impacto de la tecnología industrial Otro medio efectivo para limitar la competencia fue la compañía dominatriz o tenedora de acciones. Después de aprobar una ley que permitía que las empresas compraran acciones de otras compañías, el estado de Nueva Jersey permitió que sus empresas tuvieran negocios en cualquier estado. Así se establecieron las bases legales para una corporación central que podría controlar empresas subsidiarias simplemente comprando una participación lo suficientemente grande de sus acciones. Para 1911, cuando se deshizo el monopolio de la Standard Oil, la Standard Oil de Nueva Jersey había recurrido a este medio para adquirir control directo sobre 70 compañías e indirecto sobre otras 30. Sin embargo, no debemos pensar que éste fue el único movimiento hacia la formación de monopolios y hacia las fusiones que provocó el surgimiento de la empresa gigante con su capacidad para limitar, o eliminar, la competencia. El proceso de crecimiento interno tuvo una importancia igual o quizá mayor. Ford y General Motors, General Electric y AT&T, du Pont y Carnegie Steel (que más adelante sería el corazón de US Steel) crecieron sobre todo porque su mercado se ampliaba y fueron empresas suficientemente rápidas, capaces, eficientes y agresivas para crecer antes que sus competidores. Todas absorbieron pequeños negocios, y la mayor parte se benefició con los acuerdos de no competir. Pero, en el análisis final, no podemos atribuir a dichos factores su transición gradual hacia una posición de dominio dentro de sus industrias. Más bien fue el dinamismo de su liderazgo, aunado a una técnica de producción capaz de hacer posibles y productivas estas dimensiones gigantescas.
La amenaza del capitalismo de monopolios Por primera vez, el tamaño de las empresas rivalizó con el tamaño de las unidades gubernamentales. Para finales del siglo XIX, algunas compañías eran considerablemente más grandes que los estados en los que se encontraban. Charles William Eliot señaló en 1888 que una sola compañía ferroviaria con sede en Boston no sólo empleaba tres veces más personas que todo el gobierno de la Mancomunidad de Massachusetts, sino que gozaba de ingresos brutos casi seis veces más elevados que las del gobierno estatal que la había creado. Pero al comparar estas declaraciones con los descubrimientos del Comité Pujo del Senado de Estados Unidos, apenas 25 años después, la empresa era más bien pequeña. El comité indicó que los intereses bancarios de Morgan estaban representados por 341 directores en 112 compañías cuya riqueza en conjunto era tres veces más elevada que el valor de todas las propiedades de bienes raíces y personales de Nueva Inglaterra.Y no sólo el proceso de formación de monopolios se sostenía de la estructura del mercado, sino que también el surgimiento de enormes imperios controlados financieramente representaba un problema político de grandes alcances. Como declaró Woodrow Wilson: “Si el monopolio persiste, siempre estará a cargo del gobierno. No espero ver que el monopolio se limite. Si en este país hay hombres con poder suficiente para hacer suyo al gobierno de Estados Unidos, lo harán.”13
Surgimiento de la legislación antimonopolios No resulta sorprendente que la tendencia al engrandecimiento enfrentara oposición en muchos frentes. A partir de la década de 1880, una serie de leyes estatales buscaron deshacer los monopolios que reprimían a los ciudadanos. Luisiana ejerció acciones legales contra el monopolio del aceite de semilla de algodón; Nueva York, contra el monopolio del azúcar; Ohio, contra el monopolio del petróleo, pero lograron muy poco. Cuando un estado, como Nueva York, se oponía a los monopolios que existían en él, otros estados, en busca de los ingresos que representaba un cam-
I3RichardHofstadter, The Age of Reform (Nueva York, Knopf, 1955), p. 23 1.
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bio en las sedes corporativas, virtualmente los invitaban a que se establecieran en ellos. Cuando la Suprema Corte determinó que a las empresas, al igual que a “las personas”, no se les podía privar de su propiedad sin “el debido proceso legal’’, los reglamentos estatales se volvieron casi inútiles. Pronto se hizo evidente que, si era necesario hacer algo más, el gobierno federal tendría que hacerlo. “Sólo el Congreso puede ocuparse de los monopolios”, dijo el senador Sherman en 1890, “y si no queremos o no podemos hacerlo, pronto habrá un monopolio para cada producción y un líder que fijará el precio de cada artículo de primera ne~esidad.”’~ El resultado fue la Ley Sherman contra los monopolios que, en la superficie, constituyó un remedio efectivo para el problema. “Cada contrato, combinación... o conspiración que limitara el comercio” se consideraba ilegal. Quienes violaban esta ley quedaban sujetos a multas elevadas y sentencias en prisión, y las personas que demostraban un daño económico debido a los precios injustos podían recibir una indemnización triple. De hecho, bajo la Ley Sherman se sometieron a proceso varios monopolios;y, en un famoso litigio que tuvo lugar en 1911, se ordenó la disolución del gran Standard Oil Trust. No obstante, a pesar de la desaparición de algunos monopolios, la ley era singularmente débil. Las multas por las violaciones eran demasiado bajas para ser efectivas y, en algunos casos, ni siquiera se imponían; no fue sino hasta la época de Franklin Roosevelt que la División Antimonopolios del Departamento de Justicia logró tener un millón de dólares con los cuales investigar y controlar los asuntos de una econom’a de miles de millones de dólares. De hecho, durante los primeros cincuenta años de su existencia, sólo se llevaron a cabo 252 juicios criminales bajo la legislación de Sherman. Así mismo, la opiniónjudicial que prevalecía durante la década de 1890y los primeros años del siglo xx no simpatizaba mucho con esta ley. La Suprema Corte le asestó un fuerte golpe cuando, en el caso de la American Sugar Refining, afirmó que la manufactura no era un “comercio” y por tanto la acción de esta empresa, que había comprado intereses accionarios de sus cuatro competidores más grandes, no debería considerarse como un acto “en contra del comercio”. No debe sorprendernosque la concentración empresarial apenas se haya reducido en un ambiente así. Como señaló un humorista de la época: “Lo que para un lego parece una pared de ladrillo, para un abogado empresarial es un arco del triunfo.” Estas debilidades dieron lugar a más leyes en 1914: en primer lugar, la Ley Antimonopolios de Clayton, que prohibía tipos específicos de discriminación de precios y también las fusiones mediante la adquisición de acciones en empresas de la competencia; y la Comisión Federal del Comercio, que buscaba definir y prevenir prácticas empresariales “injustas”. Todas estas leyes tuvieron algún efecto; sin embargo, un hecho crucial y contaminante minaba todo el movimiento antimonopolios. El propósito de las leyes antimonopolios era, en esencia, restaurar las condiciones competitivas de mercados que estaban en peligro de convertirse en monopolios por parte de las empresas gigantes. En contra de esta tendencia, la legislación antimonopolios representaba un freno sólo en la medida en que el proceso de la monopolización fuera resultado de la combinación de antiguos competidores. No ofrecía ningún remedio en contra de una condición mucho más fundamental: la capacidad de las grandes empresas para disfrutar de una ventaja decisiva sobre las pequeñas compañías en las áreas de finanzas, mercadotecnia e investigación. Si bien el esfuerzo contra los monopolios se concentraba en combatir la colusión o la confabulación, era impotente frente al crecimiento interno espontáneo.
El estudio de Berle y Means Y, por tanto, el crecimiento continuaba. Durante la mayor parte del primer cuarto del siglo xx, las empresas más grandes no sólo crecieron, sino que lo hicieron a un ritmo mucho más rúpido que
I4Cochrany Miller, The Age ofEnteuprise, p. 171.
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sus competidores más pequeños. Como señalan Adolf Berle y Gardiner Means en un famoso estudio que se publicó en 1932, entre 1909 y 1928, las 200 corporaciones no financieras más grandes aumentaron sus activos brutos más de 40% más rápido que todas las corporaciones no financieras.15Mirando hacia el futuro, Berle y Means concluyeron así su estudio: ¿Qué promete para el futuro este rápido crecimiento de las grandes compañías? Proyectemos la tendencia del crecimiento en años recientes. Si la riqueza de las grandes corporaciones y de todas las empresas siguiera aumentando durante los próxinios 20 años a la tasa promedio anual registrada en los 20 años transcurridos entre 1909 y 1929, para 1950, 200 compañías llevarían a cabo 70% de la actividad empresarial. Si, durante los próximos 20 años, se mantuvieran las tasas más rápidas de crecimiento que se registraron de 1924 a 1929,200 enormes unidades tendrían 85% de la riqueza corporativa ...Si el crecimiento indicado de las grandes compañías y de la riqueza nacional siguiera presentándose así desde este momento hasta 1950, al final de este periodo, la mitad de la riqueza nacional se encontraría bajo el control de grandes empresas.I6
De hecho, los autores de libros predecían que si la tendencia del pasado continuaba sin cambios, en 360 años toda la riqueza corporativa del país se fusionaría en una empresa gigante, que tendría un ciclo de vida esperado igual al del Imperio Romano. ¿La proyección de Berle y Means se convirtió en realidad? Regresaremos más adelante a esa pregunta, pero antes de poder hacerlo, debemos analizar un evento de extraordinaria importancia: la llamada Gran Depresión. Como veremos, ésta cambió de manera fundamental nuestra percepción de la economía, incluyendo nuestra perspectiva respecto al impacto que tiene la tecnología en sus operaciones.
Conceptos y palabras clave Progreso técnico
1. La Revolución Industrial trajo consigo no una, sino varias olas sucesivas de progreso técnico y avances económicos. 2. Al estudiar el impacto de estos descubrimientos industriales, debemos ampliar nuestra perspectiva para ver más allá de su efecto sobre la productividad (aunque, sin duda, éste es el resultado más importante). La industrialización provocó: Urbanización Un gran incremento en la urbanización. Un aumento acumulado en el grado de interdependencia económica de las personas dentro de la sociedad. Un nuevo ambiente y naturaleza del trabajo, incluyendo los molestos problemas del trabajo inEfectos sociales dustrial monótono (enajenación). Producción 3. Así mismo, la nueva tecnología provocó un cambio en la naturaleza de la producción y la competenen masa cia. La producción se convirtió en un proceso de subensamblajes altamente integrados, haciendo Economía posible la producción en masa de bienes. Las grandes cantidades de capital requeridas para este tipo de escala de producción dieron lugar a enormes economías de escala. Competencia 4. Con el surgimiento de la producción en masa, la naturaleza de la competencia también se convirtió destructiva en una fuerza destructiva. Las economías de escala llevaron a situaciones en las que una empresa líder podía superar las ventas de todos los competidores y, de esta manera, dominar el mercado. “Barones 5. El potencial dinámico de la nueva tecnología recibió un nuevo ímpetu en la época en que los agresiladrones” vos “barones ladrones ” eran líderes empresariales.
”The Modern Corporation and Private Proper@(Nueva York, Macrnillan, 1948),p. 36. 16TheModern Corporation and Private Property, pp. 40-41.
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Concentración 6. Una combinación de emprendedores agresivos y econom’as de escala típica de la tecnología industrial dio lugar a una concentración del poder económico en varios mercados a fines del siglo XIX y principios del xx. Fusiones 7. El surgimiento de grandes empresas con estructuras de capital masivas dieron lugar a una competencia agresiva que era muy peligrosa para dichas compañías. Por tanto, ocurrieron muchos intentospor estabilizar la lucha competitiva por medio de consorcios, monopolios, compañías dominatrices (o tenedoras de acciones) y fusiones. Anti8. Cuando los grandes monopolios y consorcios tomaron el poder, se crearon varias leyes untimonopolios monopolio que culminaron en la Ley Sherman (1890) y más adelante en la Ley Clayton (1914), así como en enmiendas subsecuentes diseñadas para dificultar las fusiones. Crecimiento 9. Ninguna de estas leyes prohibía o interfería con el crecimiento interno. Como resultado de ello, las interno grandes empresas continuaron su expansión. Un famoso estudio realizado por Berle y Means en 1933 predecía que, si la tasa de crecimiento de las 200 corporaciones financieras más importantes permanecía igual, pronto serían propietarias virtualmente de toda la economía.
Preguntas 1. Describa las repercusiones sociales y económicas de los inventos siguientes: la máquina de escribir, el avión de propulsión a chorro, la televisión y la penicilina. ¿Cuál cree que sea mayor en cada caso: el impacto social o el económico? 2. El filósofo Karl Jaspers afirma que la tecnología moderna trae consigo una “inmensa tristeza”. ¿Está de acuerdo con él? Desde su punto de vista, jel trabajo en las fábricas es desagradable? ¿Lo es el trabajo de oficina en una empresa tan grande como una compañía de seguros? ¿Cree que la naturaleza del trabajo industrial podría cambiarse sustancialmente? 3. Suponga que tiene un negocio en el que contrata a cinco trabajadores, a quienes les pagará cuatro dólares la hora; suponga además que tiene gastos generales de 100 dólares diarios y que paga un dólar en material por cada unidad que fabrica. Suponiendo que conserva a los cinco empleados, ¿cuál es su costo promedio por unidad de producción si su planta fabrica 10 unidades por cada día laboral de ocho horas? ¿Cien unidades? ¿Mil? 4. ¿Qué resulta más económico, una planta con una nómina de 400 dólares semanales, con 100 dólares de gastos generales a la semana y una producción de 1O0 unidades por semana, o una planta con una nómina de 80 O00 dólares semanales, gastos generales de 100 O00 dólares por semana y una producción de 50 O00 unidades semanales? 5. ¿Cómo podría explicar las economías de producción a gran escala? ¿Por qué ciertos negocios, como la fabricación de cigarrillos, parecen beneficiarse con ellas, mientras que otros, como las peluquerías, no lo pueden hacer? 6. ¿Por qué los altos costos generales dan lugar a la competencia agresiva? ¿Qué peligros representa esta competencia? 7. Suponga que el Congreso de Estados Unidos decide fomentar el regreso a la competencia que existía a mediados del siglo XIX. ¿Qué cambios debería experimentar el mundo de los negocios? ¿Considera posible lograr esto a través de la legislación? 8. Compare las situaciones de un campesino que vende su cosecha de trigo y el ejecutivo de una compañía automotriz que vende su “cosecha” de automóviles. ¿Cuáles son las fuerzas más importantes que afectan a cada uno cuando se trata de poner precio a su producción?
LA GRAN l DEPRESI~N
En el capítulo anterior nos concentramos en aspectos importantes de la economía industrial en desarrollo: el incremento repentino en la productividad, el impacto de la producción en masa y la textura cada vez más sólida del mercado. Pero sólo mencionamos vagamente uno de los efectos de la tecnología que, en retrospectiva, es más importante que los demás. Este efecto fue el gran ímpetu que la tecnología dio al proceso del crecimiento económico. Ahora es preciso analizar este asunto. Antes de la Revolución Industrial, un diagrama del bienestar de una persona promedio en Europa habría mostrado un preocupante perfil horizontal, aumentando en algunos años o incluso siglos, bajando en otros, quizá subiendo ligeramente como un todo, pero desde luego sin mostrar nada parecido a un incremento año tras año de la producción de bienes y servicios disponibles per cápita. Incluso con la introducción de la nueva tecnología, el estándar de vida no mejoró de inmediato. Pero a partir del tercer cuarto del siglo XIX, las acumulaciones de capital y el aumento de experiencia empezaron a desplegar sus poderes ocultos. En casi todos los países industrializados, y en forma más espectacular en Estados Unidos, el perfil del bienestar económico empezó a mostrar ese mejoramiento continuo y regular que se ha convertido en la marca distintiva de la época económica moderna.
EL CAMINO DEL CRECIMIENTO La figura 6.1 nos muestra el camino general de este crecimiento en Estados Unidos a partir de la década de 1870, cuando el proceso se encontraba en pleno auge, y hasta 1929, cuando alcanzó un dramático tope, al que regresaremos en breve. Si trazamos una línea a través de la gráfica, que tiene un movimiento ascendente irregular, para expresar la tasa de crecimiento promedio, y juntando los años buenos con los malos, encontramos que es de aproximadamente 3.5% (eliminando todos los cambios en los precios), lo que significa que el volumen total de producción se duplicaba cada 20 años más o menos. Debida a que la cantidad de personas también se duplicaba, aunque con mayor lentitud, la participación per cápita en este volumen de bienes se incrementaba de manera aún más lenta. Podemos calcular que la gente mejoró su posición en una tasa de aproximadamente 1.5 a 2% anual, duplicando sus 94
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FIGURA 6-1 Producto Interno Bruto (PIB) real, que se presenta agregado y per cápita en los precios de 1929.
ingresos reales cada 40 años aproximadamente.’ No hay duda de que el periodo como un todo fue de progreso y mejoría sin precedentes. Así, parece muy extraño que haya terminado en el mayor desastre de la historia del sistema de mercado; un desastre que casi marca el final del capitalismo y que alteró en forma permanente el sistema en aspectos que debemos estudiar.
‘Observe que la figura 6-1 muestra el bienestar agregado en términos del PIB, y el bienestar per cápita en términos del PIB per cápita. Las siglas PIB significan producto interno bruto, término del lenguaje propio de los economistas que ya forma parte del vocabulario (aunque quizá no se comprenda con claridad) de la mayor parte de los estadounidenses. El producto interno bruto es el valor de mercado de todos los bienes y servicios finales que produce una nación durante un año. La palabra “final” significa que no incluimos el valor de mercado de cada artículo, sino sólo el de aquellos que se convierten en bienes terminados o finales. Por ejemplo, los estadistas del gobierno incluyen en el PIB el valor de mercado (el precio de venta) de todos los automóviles fabricados durante el año, pero no incluyen el valor del acero, la pintura, la tapicería, el hule, etc., que compraron las compañías automotrices. El precio de venta del producto terminado (el automóvil) incluye estos bienes “intermedios”, y por tanto, representan un gasto doble que debe sumarse en el PIB, como el valor máximo del automóvil. Los economistas distinguen cuatro tipos generales de bienes terminados. Uno de ellos está formado por los bienes y servicios de consumo que compran las familias (alimentos,ropa, entradas al cine). El segundo tipo consiste en los bienes de capital que compran las empresas (su inversión en plantas y equipo, inventario adicional y similares). Una tercera categoría consiste en IUS bienes y servicios que compran los gobiernos local, estatal y federal (servicios de policía, educación, carreteras, el costo de la defensa, etc.). La última categoría está constituida por los bienes que se fabrican en el país y se venden en el extranjero, menos los bienes que se fabrican en el extranjero y se venden en el país (exportuciones menos importaciones). Estas cuatro corrientes de producción constituyen el producto interno bruto agregado. El PIB per cápita es la cantidad agregada dividida entre la población. Observe que en el PIB no incluimos el costo de los “pagos de transferencia” como Seguro Social, seguro de desempleo y bienestar. Esto se debe a que estos pagos no surgen de la producción; sólo redistribuyen los ingresos que se derivan de ésta. Una Última nota: hasta hace algunos años, la medida de nuestra producción total se conocía como PNB, y no PIB: producto nacional bruto, no interno. La diferencia en valor monetario es pequeña. El PIB toma en cuenta el valor de toda la producción que tiene lugar dentro de Estados Unidos, ya sea por parte de una compañía estadounidense o de propiedad extranjera. El PNB ignora la ubicación de la producción y sólo toma en cuenta su propiedad: una planta propiedad de Estados Unidos que se encuentra en Francia se incluye en el PNB, pero no en el PIB.
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Estados Unidos en 1929 Actualmente en Estados Unidos se está más cerca de lograr el triunfo final sobre la pobreza que nunca antes en la historia de alguna nación. La vivienda del pobre está desapareciendo ante nosotros. Todavía no llegamos a la meta, pero, si tenemos la oportunidad ...con la ayuda de Dios, pronto veremos acercarse el día en que la pobreza desaparecerá de este país.
Así se expresó Herbert Hoover en noviembre de 1928; y, de hecho, para 1929, la economía estadounidense mostraba un progreso extraordinario. La población había aumentado de 76 millones en 1900 a más de 121 millones, y la expectativa de vida al nacer había aumentado 10 años para la raza blanca y 13 para otras razas. A fin de mantener, alimentar y dar sustento a una población en crecimiento, el país había construido dos nuevas ciudades con un millón de habitantes cada una, cinco con más de medio millón y casi 1 500 poblaciones habían cambiado de clasificación rural a urbana. Mientras tanto, había empleos para 48 millones de personas; toda la fuerza laboral que existía en 1929, a excepción del 3.2%. Además, quienes tenían estos empleos vieron que las horas de trabajo semanales en la fabricación se redujeron de casi 60 en 1900 a 44. Las percepciones promedio por hora casi se duplicaron, en tanto que los precios al consumidor se rezagaron lo suficiente para permitir un aumento en los salarios reales de 10 a 20%. Por tanto, no resulta sorprendente que en 1929 reinara en Estados Unidos una atmósfera de optimismo y que las palabras oficiales del presidente Hoover reflejaran el sentimiento informal que experimentaba todo el país.
El auge de la bolsa de valores Pocos estadounidenses sospechaban que una calamidad económica importante se encontraba a la vuelta de la esquina. Por el contrario, la mayoría de las personas se interesaban por otro panorama muy diferente de la econom’a estadounidense, uno que resultaba muy atractivo. Se trataba del enorme auge de la bolsa de valores, un auge que, para 1929, había atraído quizá a 10 millones de personas hacia “la bolsa”, donde tenían el placer de observar que su dinero crecía sin problemas ni esfuerzos. Como Frederick Lewis Allen, historiador social de la década de los veinte, describió: El chofer del hombre rico conducía con el oído atento para escuchar las noticias de un movimiento en Bethlehem Steel, pues tenía 50 acciones con un margen de 20 puntos. El limpiador de ventanas de la oficina del corredor de bolsa se detenía para observar el indicador automático de cotizaciones porque pensaba convertir los ahorros que había acumulado con tanto esfuerzo en algunas acciones de Simmons. Edward Lefevre (un reportero que, en esa época, elaboraba informes sobre la bolsa de valores y podía jactarse de tener una experiencia personal considerable) informó sobre el ayudante de cámara de un corredor que ganó casi un cuarto de millón de dólares en la bolsa, de una enfermera que ganó 30 mil dólares por seguir las sugerencias que le daban sus agradecidos pacientes, y de un ganadero de Wyoming, que vivía a 50 kilómetros de distancia del ferrocarril más cercano, que compraba o vendía mil acciones al d í a 2
Desde luego, era algo declaradamente especulativo, y aún así los riesgos parecían justificados. Una persona que hubiera invertido 1 O00 dólares anuales, a partir de 1921, en un grupo de acciones representativas habría encontrado que en 1925 tenían un valor de 6 000 dólares, de casi 9 000 dólares en 1926, más de 11000 dólares en 1927 y la increíble cantidad de 20 O00 dólares en
*FrederickLewis Allen, Only Yesterday (Nueva York, Bantam, 1946), p. 349.
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1928, más de 100 O00 dólares en precios actuales. Y ése era sólo el principio: durante junio y julio de 1929 los promedios de las acciones industriales aumentaron casi lo mismo que en todo 1928, que había sido un año de incrementos sin precedentes. Para agosto de 1929, el aumento que tuvo lugar durante los tres meses del verano había superado la alza que se presentó en todo 1928. Sólo en esos tres meses, un inversionista que hubiera comprado 100 acciones de Westinghouse casi habría duplicado su dinero; incluso un comprador de AT&T habría sido un tercio más rico. Parecía que todos se habían dedicado a pedir dinero prestado para comprar acciones a fin de volverse ricos.
La gran bancarrota ¿Qué hizo que la burbuja se reventara? Nadie sabe con exactitud a qué evento culpar. Pero cuando el auge terminó, fue como si una enorme presa se hubiera desbordado de repente. Todo el furor que se había concentrado durante dos años en la alza de las acciones, en unas cuantas semanas se concentró en derrumbarlas. El martes 29 de octubre de 1929, una avalancha de ventas aplastó los tipos de cambio. En esa ocasión, no había ofertas de compra de ninguna acción, sólo de venta. Goldman Sachs, un fondo de inversiones al que buscaban mucho los inversionistas, perdió casi la mitad de su cartera de valores en ese solo día. Al final de la sesión de negociaciones (el indicador de cotizaciones, que se quedó rezagado, alargó la agonía dos horas y media después de que terminaron las transacciones efectivas de la bolsa), se habían desechado 16 410 000 acciones, cifra sin precedentes en esa época. En un solo día, había desaparecido el alza de los valores que se había registrado el año anterior. Unas semanas después, 30 mil millones de dólares se habían desvanecido en el aire. Millones de personas que habían contado sus ganancias en papel y se habían sentido aseguradas de por vida descubrieron que eran pobres. “La gran bancarrota” es un capítulo fascinante de la “locura de las masas”. Al principio parecía no tener conexión alguna con acontecimientos más importantes. De hecho, las primeras semanas después de la bancarrota estuvieron marcadas con expresiones de confianza: el comentario general de esos días era que las cosas “tenían una base fundamentalmente sólida”. Sin embargo, las cosas no tenían una base sólida. La terrible bancarrota dio lugar a una depresión aún más aterradora.
La Gran Depresión Frederick Lewis Allen escribió: Esta Gran Depresión fue un fenómeno extrañamente invisible. Al observar más de cerca, uno se daba cuenta de que había menos gente en las calles que en los años anteriores, que muchas tiendas estaban vacías, que eran evidentes los mendigos y pordioseros; por todas partes se veía personas haciendo fila para recibir alimentos en caridad, y “Hoovervilles” (grupos de viviendas construidas con papel recubierto de alquitrán habitadas por gente sin hogar) en lotes baldíos en las orillas de las ciudades; los ferrocarriles eran más cortos, con menos coches cama; y había muchas chimeneas de fábricas de las que no salía humo. Pero aparte de eso, no había mucho más que ver. Gran cantidad de personas se quedaban en casa, tratando de mantenerse abrigada^.^
Aunque invisible para el observador informal, la depresión distaba mucho de ser un producto de la imaginación. Para empezar, el producto interno bruto (la medida de la producción total del país) se redujo a casi la mitad de 1929 a 1933. Prácticamente desapareció uno de cada dos dólares de producción final. Como resultado de ello, el desempleo se incrementó en gran medida. En 3FrederickLewis Allen, The Big Change (Nueva York, Harper, 1952), p. 248.
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1929, el número de desempleados era de 1.5 millones; para 1933, esta cantidad había aumentado ocho veces, hasta que una de cada cuatro personas en toda la fuerza laboral se encontraba desempleada. En el país como un todo, la construcción de residencias disminuyó 90%; casi no se construían casas. Nueve millones de cuentas de ahorros se perdieron cuando los bancos cerraron sus puertas. Ochenta y cinco mil negocios quebraron. En Pennsylvania, en 1932, el Departamento del Trabajo del Estado informó que los salarios habían bajado a 5 centavos la hora en los aserraderos, a 6 centavos en la fabricación de ladrillos y mosaicos, a 7.5 centavos en la construcción en general. En Tennessee, las mujeres en las fábricas de hilados ganaban sólo 2.39 dólares por una semana de cincuenta horas. En Kentucky, los mineros comían las mismas hierbas que las vacas; en West Virginia, la gente empezó a robar tiendas para conseguir alimento^.^
Causas de la Depresión: la especulación ¿Cómo se originó esta tragedia? Desde luego, una causa inmediata y precipitadora fue la fiebre especulativa que se apoderó de la economía. La locura no estaba limitada a Wall Street; en todo el país, la filosofía del enriquecimiento rápido había destruido las transacciones normales y la cautela de la banca. Los bancos ponían en manos de los inversionistas, y lo hacían con avidez (y, en ocasiones, en forma despiadada) o, peor aún, jen sus propias carteras!, aquellos títulos extranjeros de dudosa procedencia.5Además, las enormes estructuras piramidales de los fondos de inversiones y las compañías dominatrices erigieron un castillo de naipes sobre la base operativa de las empresas. Por ejemplo, Georgia Power & Light Company estaba controlada por Seaboard Public Service Corporation, que a su vez estaba controlada por la Middle West Utilities Company, que se encontraba controlada por Insull Utility Investments, Inc., controlada por la Corporation Securities Company of Chicago (controlada, a su vez, por Insull Utility Investments, a la que supuestamente controlaba). De estas compañías, sólo una (Georgia Power) producía electricidad. El resto producía sólo ganancias y oportunidades especulativas. Y el imperio Insull era sólo una de doce conipañías dominatrices que eran propietarias de 75% de todas las compañías de servicios que operaban en el país. Todas estas actividades manipuladoras prepararon el camino para la Depresión. Cuando la bolsa de valores cayó, arrastró consigo una inmensa y frágil estructura de crédito. Los inversionistas individuales que habían pedido prestado grandes cantidades de dinero para comprar valores tuvieron que vender sus acciones para cubrir sus deudas con los corredores. Los bancos y las instituciones financieras, cargados de títulos extranjeros de dudoso valor, se encontraron insolventes en forma repentina. Mientras tanto, para aumentar el pánico, las autoridades monetarias adoptaron políticas poco sensatas que debilitaron aún más el sistema bancario, prolongando en gran medida la Depresión.6
4Arthur Schlesinger, Jr., The Crisis ofthe Old Order (Boston, Houghton Mifflin, 1957), pp. 249-2.50. 5Muchas de estas negociaciones eran tan turbias que podrían considerarse malversaciones. El hijo del presidente de Perú, por ejemplo, recibió 4.50 O00 dólares por parte de una financiera afiliada al National City Bank, por sus servicios relacionados con la emisión de títulos y que tenían un valor de SO millones de dólares que la subsidiaria puso en circulación en Perú. Los “servicios” del hijo del presidente consistieron casi exclusivamente en aceptar el acuerdo de no bloquear las negociaciones. Desde luego, con el tiempo, los títulos perdieron su valor. (J. K. Galbraith, The Great Crash, 1929. Boston, Houghton Mifflin, 1955, p. 186.) 6Véase Milton Friedman y Anna Schwartz, The Great Contraction (Princeton, NJ, Princeton University Press, 1965).
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Debilidad en la ganja En la vulnerabilidad de una economía sostenida con una superestructura financiera especulativa e insegura, encontramos una razón para que ocurriera la Gran Depresión, o de manera más específica, una razón por la que la bancarrota en Wall Street arrastró consigo tanta actividad empresarial. Pero estamos muy lejos de agotar las explicaciones de la Depresión. miesto que, después de todo, la bancarrota quizá no fue peor que muchbs de los desastres especulativos anteriores. ¿Por qué se prolongó hasta convertirse en un problema crónico y con profundas raíces? La pregunta desvía nuestra atención de las espectaculares desgracias de 1929 y la dirige hacia una consideración del estado de la economía como un todo en los años anteriores al colapso. Ya describimos el primer cuarto del siglo xx como una época de expansión sin precedentes. Sin embargo, ¿podría ser que detrás de las cifras generales de producción e ingresos en aumento se encontraban ocultos numerosos problemas? No hay duda de que existía un sector preocupante, y éste era el sector agrícola, en especial el de los granos. Durante toda la década de los años veinte, el granjero fue el “enfermo” de la economía estadounidense. Cada año, se veía a más granjeros que se convertían en arrendatarios, hasta que en 1929, cuatro de cada 10 granjeros del país ya no eran operadores independientes. Cada año, parecía que los granjeros se quedaban más rezagados en comparación con los habitantes de la ciudad en términos del bienestar relativo. En 1910, el ingreso por trabajador en las granjas no alcanzaba ni el 40% de aquel que tenían quienes no trabajaban en las granjas; para 1930, era apenas de 30 por ciento. Sin duda, una parte de este problema en las granjas se derivaba de la problemática herencia del pasado. Afectado a veces por las sequías, en ocasiones por la explotación de un poderoso consorcio ferroviario y de almacenes, a veces por la especulación de la tierra, el granjero era, de manera proverbial, un miembro enfermizo de la economía. Además, por tradición, los granjeros estadounidenses descuidaban la tierra y permanecían indiferentes ante la ecología agrícola. Al observar al granjero promedio, hubiéramos podido decir que era pobre porque era improductivo. Entre 1910 y 1930, la productividad en las granjas mejoró en cierto grado, pero no con tanta rapidez como la productividad fuera de éstas. Para la gran mayoría de los productores agrícolas del país, el problema parecía ser que no podían cultivar o cosechar lo suficiente para tener un nivel de vida decente.
Demanda inelactica Sin embargo, si hubiéramos observado el sector agrícola como un todo, habría surgido una respuesta muy diferente. Supongamos que la productividad en las granjas hubiera seguido el mismo ritmo que la del resto del país. ¿El ingreso de las granjas se habría incrementado? La respuesta es desconcertante. La demanda de productos agrícolas era muy diferente a aquella de los productos manufacturados. En el sector de la fabricación, cuando la productividad aumentaba y los costos bajaban en consecuencia, los precios más bajos de los bienes manufacturados atraían a extensos mercados nuevos, como en el caso del automóvil de Ford. Sin embargo, esto no sucedía con los productos de las granjas. Cuando los precios de los alimentos bajaban, la gente no tendía a aumentar su consumo efectivo en gran medida. Los incrementos en la producción agrícola en general daban como resultado precios mucho más bajos pero no ingresos mucho más altos para el granjero. Al enfrentar lo que se conoce como demanda “inelástica” (una demanda que no responde proporcionalmente a los cambios en los precios) los vendedores están peor de lo que estaban antes de un aumento en la producción. Esto es lo que sucedió durante la década de los años veinte. De 1915 a 1920, los granjeros prosperaron porque la Primera Guerra Mundial incrementó en gran medida la demanda de sus
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productos. Los precios de la producción agrícola subieron, y también lo hicieron los ingresos de los granjeros; de hecho, aumentaron a más del doble. Pero cuando las granjas europeas volvieron a su producción habitual después de la guerra, las cosechas de los granjeros estadounidenses saturaron el mercado. Aunque los precios cayeron en forma precipitada (40% en un solo año, de 1920 a 1921), las compras de los productos agrícolas no respondieron en la misma medida. Como resultado, los ingresos de los granjeros bajaron casi con tanta rapidez como los precios. Mientras tanto, sus impuestos aumentaron aproximadamente70%, y el pago de sus hipotecas y el costo de la vida en general se habían duplicado. Las cosas mejoraron un poco durante los Últimos años de la década de los veinte, pero no lo suficiente como para que los granjeros regresaran a la prosperidad. Ésta es una lección tanto de economía como de historia. Si los granjeros hubieran integrado una industria “oligopolista” de unos cuantos vendedores, como la acerera o la automotriz, la reducción en los ingresos de las granjas habría sido limitada. Unos cuantos productores, al enfrentar una demanda inelástica de sus productos, pueden ver la conveniencia de restringir la producción. En lugar de inundar un mercado que no desea sus productos, pueden llegar a un acuerdo, tácito o de otro tipo, de reducir la producción hasta una cantidad que el mercado absorba a un precio razonable. Pero el granjero de los años treinta estaba más lejos de ser un oligopolista de lo que podríamos imaginar. Cuando el precio de sus cosechas bajaba, el granjero no obtenía ningún beneficio al reducir su cosecha. Por el contrario, en esta situación altamente competitiva, lo mejor que podía hacer era tratar de vender lo más posible antes de que empeoraran las cosas ... logrando, sin querer, que las cosas empeoraran. En esencia el problema con el sector agrícola fue, en este caso en particular, que el mecanismo de mercado no produjo un resultado ~atisfactorio.~ Esto no habría sido tan serio si no hubiera sido por otra situación: mientras que la agricultura permanecía estática y estancada, el sector manufacturero crecía con rapidez. Sin embargo, su crecimiento se vio minado debido a que una quinta parte de la población (el sector agrícola) era incapaz de responder al volumen de producción en aumento con un poder de compra también en incremento. Conforme el poder de compra de los granjeros se rezagó, disminuyó la demanda de tractores, automóviles, motores eléctricos y de gasolina, y bienes para el consumidor en general. De esta manera, la debilidad en las granjas era un síntoma de la debilidad en toda la economía, una falta de poder de compra en todo el estrato inferior del país para seguir el ritmo de la producción industrial nacional.
Debilidad en la fábrica Como ya señalamos, la mayoría de los economistas de la década de los veinte habría estado de acuerdo en que en las granjas existía una fuente de problemas potenciales. No obstante, si se hubiera sugerido que podría haber existido otra fuente de problemas en la fábrica o la mina, pocos habrían estado de acuerdo. Durante los años veinte, los ojos de la mayoría de las personas estaban fijos en un solo aspecto del sector industrial (la producción), y en éste casi no existían razones de queja.
’En teoría, existe un remedio para las situaciones en las que los productores de un bien reciben una compensación inferior en comparación con otras ocupaciones: los productores dejarían su área por ocupaciones más lucrativas. De hecho, los granjeros estadounidenses probaron este remedio. Se calcula que, por cada trabajador urbano que se iba al campo, 20 granjeros dejaban la tierra para buscar trabajo en la ciudad. Por desgracia, el remedio no funcionó con la rapidez suficiente. Aunque el sector agrícola reducía su tamaño relativo en forma continua, no podía reducir las cifras absolutas de manera significativa. Desde 1910 hasta 1930, aproximadamente 10 millones de granjeros permanecieron “atados” a sus granjas y quizá la mitad de ellos apenas contribuía a la producción nacional con algo más de lo necesario para subsistir.
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No obstante, si el análisis hubiera sido un poco más profundo, se habrían detectado signos importantes en la que se suponía era la sección más próspera de la economía. Ya que, aun cuando la producción aumentaba en forma continua, el empleo no lo hacía. En la fabricación, por ejemplo, la producción física durante 1929 aumentó 49% en comparación con la de 1920, mientras que el empleo permaneció sin cambios. En la minería, la producción se incrementó 43%, en tanto que el empleo disminuyó alrededor de 12%. En las industrias del transporte y los servicios públicos, la producción también fue más alta (ligeramente en el transporte y de manera espectacular en las compañías de servicios eléctricos), mientras que el empleo se reducía. Aunque el empleo disminuyó en ciertos sectores, el empleo total aumentó de manera significativa en las industrias de la construcción, del comercio y las finanzas, de servicios y en el gobierno. Pero es importante hacer notar que todas estas industrias que absorbían los empleos se caracterizaban por un común denominador: todas estaban relativamente desprovistas de avances tecnológicos. En otras palabras, todas las industrias en las que se redujo el empleo se caracterizaban por rápidos avances tecnológicos. Dicho de otra manera, el desplazamiento tecnológico ejercía una presión contra la tendencia ascendente de la economía.
Tecnología y empleo Hasta el momento, en nuestras consideraciones sobre la tecnología nunca nos hemos detenido a preguntarnos cuáles fueron sus efectos en el empleo. En vez de ello, suponemos de manera implícita que esos efectos fueron positivos, mientras reflexionábamos sobre la capacidad de la tecnología industrial para aumentar la producción. Sin embargo, no es difícil entender que la tecnología no siempre es favorable para el empleo. Cuando un nuevo invento crea una nueva industria, como el automóvil, es evidente que su efecto de creación de empleos puede ser enorme. No obstante, incluso en un ejemplo de este tipo existe un efecto secundario, aunque sea menor, puesto que la industria automotriz en crecimiento eliminó a la antigua industria de los carruajes. Cuando se trata de inventos que no crean nuevas demandas, sino sólo vuelven más productiva una industria establecida, es evidente que el impacto inicial del cambio técnico puede generar un grave desempleo. Es probable que estos trabajadores desplazados sean absorbidos otra vez más adelante, sobre todo si la economía crece con rapidez. Regresaremos a este problema posteriormente en este mismo capítulo, pero por ahora queremos analizar con mayor detalle el efecto del rápido cambio tecnológico en las “industrias desplazantes” durante los años veinte. Y aquí observamos un hecho interesante: conforme la producción aumentaba y el empleo se rezagaba, la producción por horaíhombre se incrementaba con rapidez; de hecho, entre 1920 y 1929, subió más de 30% en el transporte, más de 40% en la minería y más de 60% en la manufactura. Este flujo de producción mucho más elevado por hora significa que los salariospudieron haber subido en forma sustancial o los precios se pudieron haber reducido en gran medida. Pero encontramos que no sucedió así. Sólo en los ferrocarriles sindicalizados los salarios subieron (alrededor de 5%). En la minería, los sueldos por hora bajaron casi 20%, y en la fabricación permanecieron iguales. Puesto que las horas de trabajo por semana también estaban disminuyendo, los ingresos anuales promedio de los empleados en estas industrias no seguían el ritmo del aumento en la productividad. En la minería, los ingresos anuales promedio bajaron de 1 700 dólares a 1 481 dólares. En el transporte y la fabricación, los ingresos anuales se redujeron desde 1920 hasta 1922, y no regresaron a los niveles que tenían en 1920 sino hasta 1928 y 1929. De modo que las retribuciones reales por una productividad más elevada no llegaron al trabajador industrial en términos de salarios más altos. ¿Llegaron a él a través de precios más bajos? Sí, hasta cierto punto. El costo general de la vida entre 1920 y 1929 se redujo alrededor de 15%.
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CAPÍTULO 6 La Gran Depresión
Como ya vimos, parte de esta reducción se debió a la caída de los precios de los alimentos. El precio de los productos no alimenticios se redujo en forma considerable desde el año cumbre de la posguerra, 1920, hasta 1921; a partir de ese momento, bajaron alrededor de 15% hasta 1929, pero la reducción no fue suficiente para distribuir todas las ganancias de la tecnología industrial. ¿Cómo sabemos esto? Porque las utilidades de las grandes empresas manufactureras se elevaron entre 1920 y 1929. A partir de 1916 y hasta 1925, las utilidades de estas compañías habían promediado aproximadamente 730 millones de dólares al año; desde 1926 hasta 1929, tuvieron un promedio de 1.4 mil millones de dólares. De hecho, en el año de 1929 las utilidades se triplicaron en comparación con las de 1920.
Distribución inadecuada de los ingresos Ahora, podemos generalizar a partir de lo que descubrimos acerca de la tendencia de los salarios y las utilidades a fin de mencionar una razón más de la debilidad repentina que padeció la economía, comenzando en 1929: el ingreso estaba distribuido de tal manera que el sistema era vulnerable a los impactos económicos. Esto no significa que la economía estadounidense no generara suficiente poder de compra para adquirir su propia producción. Una economía siempre crea suficiente poder de compra potencial para adquirir lo que produce. Sin embargo, es probable que exista una distribución inadecuada de los ingresos que genera la producción; ya que es probable que no todo lo que procede de la producción llegue a manos de la gente que ejerce el poder de compra. De hecho, los ingresos que se pagan al nivel inferior de la fuerza laboral regresan al flujo del poder de compra porque el trabajador tiende a gastar su salario con rapidez. Pero los ingresos que adoptan la forma de utilidades, incrementos de activos de las empresas o compensaciones individuales muy altas, no es probable que regresen con rapidez en forma de poder de compra. Es probable que las utilidades y los ingresos más altos se ahorren. Quizá, con e1 tiempo, regresen al gran flujo de la demanda de compra, pero los ingresos que se ahorran no regresan “de manera automática” a través de los gastos de consumo. En vez de ello, es preciso encontrar una ruta diferente: la ruta de la inversión, de la formación de capital. Regresando a la economía en 1929, podemos ver la que quizá fue la razón con raíces más profundas de su vulnerabilidad: el hecho de que los ingresos no llegaban en un volumen suficiente a quienes seguramente los gastarían. Ya entendimos por qué los granjeros y los trabajadores, que poseían un deseo “ilimitado” de consumir, se veían restringidos en su capacidad de compra. Ahora, debemos completar el panorama observando la forma en que el hecho de no distribuir las ganancias de la productividad entre los grupos de ingresos más bajos aumentó los ingresos de aquellos que no eran gastadores potenciales. Lo que vemos aquí es una extraordinaria concentración de ingresos, que se agravaba cada vez más. Para 1929, las 15 O00 familias o individuos que se encontraban en la cima de la pirámide nacional, con ingresos de 100 O00 dólares o más cada uno, tal vez recibían tantos ingresos como los 5 o 6 millones de familias que estaban en la base de la pirámide (vea la tabla 6-1). Y este asunto comprende algo más que una igualdad moral. Esta extraordinaria concentración de los ingresos significó que la prosperidad de la década de los veinte (y para la mayor parte del país, era una prosperidad de proporciones sin paralelo) en realidad cubría una situación económica de grave debilidad potencial. Ya que, de haberse revisado el momento que vivía el país, habríamos visto que esta distribución desigual del poder de compra representaba un problema muy serio. En tanto que las altas utilidades, los salarios y los dividendos siguieran regresando al flujo del ingreso, todo iría bien, pero, ¿qué sucedería si no regresaban?
CAPÍTULO6 La Gran Depresión
IO3
Porcentaje de participación del total de ingresos que recibían los grupos superiores de 1 y 5% de la población global“ Año
1por ciento superior
5 por ciento superior
1919 1923
12.2 13.1
24.3 27.1
Fuente: Historical Statistics. “La tabla muestra la “variante del ingreso disponible”; es decir, el ingreso después de pagar impuestos y recibir las ganancias de capital.
PAPEL CIÚTICODE LA FORMACI~N DE CAPITAL La pregunta nos lleva a una relación crucial que determina el nivel de actividad en una sociedad de mercado: aquella entre el ahorro que una sociedad desea hacer, por una parte, y sus oportunidades para realizar inversiones productivas, por la otra. No podremos explicar los eventos más importantes de la Gran Depresión a no ser que tengamos una perspectiva general de este problema económico central de una sociedad de mercado. En realidad, ya hemos analizado la mitad de la relación entre el ahorro y la inversión. En nuestro capítulo sobre la Revolución Industrial, vimos que el ahorro era requisito indispensable para la formación de capital. Ahora, debemos completar nuestro estudio con el siguiente paso en el proceso de crecimiento. A menos de que hagamos gastos de capital suficientemente altos para absorber nuestro ahorro, no podremos mantener el avance de la economiu. Si el ahorro es esencial para la inversión, la inversión es esencial para !a prosperidad. De hecho, debido a que los gastos de inversión constituyen la forma en que el ahorro regrese al flujo de ingresos, podemos ver que la tasa en que aumentamos nuestro equipo de capital tiene un efecto importante en nuestro bienestar económico en general. Cuando el gasto en inversiones es muy reducido, se aproximan tiempos malos para nosotros. Cuando el gasto para la formación de capital aumenta, los buenos tiempos están por llegar. En otras palabras, la tasa de formación de capital es la clave para la prosperidad o la recesión. Esto todavía no nos explica por qué la tasa de gastos de capital fluctúa. Pero un momento de reflexión aclara la respuesta. Gastar con el propósito de consumir tiende a ser un proceso confiable y continuo. La mayor parte de los bienes de consumo se terminan con rapidez y es preciso reemplazarlos. El deseo de mantener un estándar de vida determinado no está sujeto a cambios repentinos. Como consumidores, todos soinos criaturas de hábitos.
La inversión y las expectativas de utilidades No sucede lo mismo con los gastos de capital. A diferencia de los bienes de consumo, la mayor parte de los bienes de capital son duraderos y, por tanto, su reemplazo puede posponerse con facilidad. Una vez más en comparación con los bienes de consumo, los bienes de capital no se compran por hábito ni para diversión personal; se compran sólo porque se espera que produzcan
104 CAPÍTULO 6 La Gran Depresión utilidades al ponerlos a trabajar. Con frecuencia escuchamos que una tienda nueva, una máquina nueva o una cantidad adicional en un inventario debe “pagarse sola”. Y así debe ser. Las nuevas inversiones aumentan la producción, y esa producción adicional debe tener una venta que dé utilidades. Si, por alguna razón, no se espera obtener utilidades, la inversión no se realizará. Esto nos permite ver que las expectativas de utilidades (que pueden ser mayores o menores que las utilidades que efectivamente se obtienen en el presente) desempeñan un papel crucial en la tasa de formación de capital. Pero (y ésta es la última pregunta y, como es obvio, la pregunta clave), ¿por qué no esperar utilidades de un nuevo bien de inversión? Todas las respuestas nos llevan de regreso al punto de partida a principios de la década de los treinta. Una de éstas es que un colapso especulativo, como la gran bancarrota, destruye la “confianza” o afecta la integridad financiera y da lugar a un periodo de atrincheramiento mientras los asuntos financieros vuelven a estar en orden. Otra razón puede ser que los costos se disparan y los problemas monetarios impiden el auge: es probable que los bancos agoten su capacidad de préstamo y el dinero para nuevos proyectos de capital se encuentre limitado. Otra razón más puede ser que los gastos de consumo sean muy bajos, debido quizá a una distribución inadecuada del ingreso, como sucedió a finales de los años veinte, desalentando así la expansión de las empresas. O bien, es probable que la tasa de crecimiento de la población o la de formación de familias se reduzca, provocando una baja en la demanda de viviendas. Quizás el auge sufra una muerte natural; es decir, la ola de avance tecnológico sobre la que se mueve puede desaparecer, es posible que ya se hayan realizado todas las inversiones necesarias para crear una gran industria y que no surja de inmediato una segunda ola de captación de capital de igual magnitud que tome su lugar.
Efectos de la baja en las inversiones Como ya vimos, muchas de estas razones sirvieron para detener la formación de capital durante la Gran Depresión. La bancarrota misma, con su terrible efecto sobre la confianza y la solvencia de los bancos y las compañías dominatrices (o tenedoras de acciones), la debilidad del sector agrícola, el peso del desplazamiento tecnológico y la distribución inadecuada del ingreso se combinaron para provocar una interrupción virtual del crecimiento económico. Las cifras de la tabla 6-2, que representan la inversión interna privada bruta (nombre apropiado de la formación de capital privado), nos relatan su propia verdad. Por tanto, la Gran Depresión se caracteriza, en esencia, como un colapso tremendo y de larga duración en la tasa de formación de capital. En la vivienda, en las plantas y los equipos de fabricación, en la construcción comercial, en la acumulación de inventarios, una parálisis afectó la economía. Entre 1929 y 1933 la producción de bienes de inversión se redujo 88% en
Año
Construcción residencial, excluyendo granjas
Otras construcciones
Equipo duradero de los productores
Cambio en los inventarios
Miles de millones de dólares actuales
1919 1932
$3.8 0.7
Fuente: Historical Statistics.
$5.0 1.2
$5.6 1.5
$1.7 -2.5
CAPÍTULO6 La Gran Depresión
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términos reales; es decir, después de los ajustes por los cambios en los precios. Aunque las industrias de bienes de capital daban empleo a sólo una décima parte de la fuerza laboral total en 1929, para 1933 una tercera parte del desempleo total había sido provocado por la caída de estas industrias cruciales. Ésta es una clave importante de la depresión.
El efecto multiplicador Pero el problema no terminó ahí.Cuando los ahorros no regresan al poder de compra activo debido a inversiones inadecuadas, la caída en las compras empieza a extenderse. Digamos que despiden a un trabajador de la industria acerera debido a la baja en la construcción. Desde luego, esto afectará en gran medida el presupuesto de esa familia. Pero esto, a su vez, dará lugar a una pérdida posterior en los ingresos de las empresas en las que la familia del trabajador solía gastar sus ingresos. Otras personas perderán sus empleos o recibirán salarios más bajos. De esta manera, se crea una especie de efecto de bola de nieve o, para emplear el término apropiado, un efecto multiplicador. Lo anterior nos ayuda a entender el mecanismo de la Gran Depresión. Cuando los gastos de capital bajaron en los primeros años de la década de los treinta, arrastraron consigo los gastos de consumo; y debido al efecto multiplicador, lo hicieron en una cantidad mayor que la caída en las inversiones. De 1929 a 1933 el consumo se redujo de 79 a 49 mil millones de dólares, casi el doble de la caída absoluta en las inversiones. Y la baja en el consumo, a su vez, provocó una reducción mayor en el flujo de los gastos de capital. El proceso también funciona a la inversa. Cuando los gastos de capital empiezan a subir una vez más, por lo regular, los gastos de consumo aumentan todavía más. Por ejemplo, el presidente Truman afirmó, en un discurso transmitido por radio en 1949, que con mil millones de dólares en nuevos gastos públicos se dieron ingresos iniciales a cerca de 3 15 O00 personas, pero también se aumentaron los ingresos de otras 700 O00 personas. En la expansión, como en la contracción, existe un patrón ncumulativo típico para la actividad económica, ya que el éxito da lugar a nuevos éxitos, y el fracaso provoca nuevos fracasos. Nuestro breve análisis de la teoría de las fluctuaciones económicas llega a su fin en este punto. Pero los conocimientos obtenidos nos permiten ver la Gran Depresión no sólo como un fenómeno histórico, sino como un ejemplo de un problema más endémico de una sociedad de mercado. Hemos visto la forma en que la sociedad preparó el camino para la Gran Depresión debido a su mal funcionamiento en los años veinte. Ahora estudiaremos los esfuerzos de la economía durante la década de los treinta, cuando trataba de escapar de la depresión más profunda y destructiva que había conocido.
Conceptos y palabras clave Crecimiento
Depresión Estructura de crédito Desempleo tecnológico
1. La sorprendente realidad económica de los 100 años anteriores a 1929 fue una prolongada tendencia de crecimiento económico: una tendencia que duplicaba los ingresos per cápita en Estados Unidos casi cada 40 años y que, en 1929, llevó al país a una prosperidad sin precedentes. 2. La prolongada tendencia de crecimiento sufrió una interrupción desastrosa (durante casi una década) con el surgimiento de la Gran Depresión. Las causas de la depresión fueron varias: Una estructura de crédito especulativay tambaleante que fue destruida por la caída de la bolsa de valores en 1929, y por una política monetaria ineficiente. Un continuo deterioro del poder de compra de los granjeros agravado por la demanda inelástica de productos agrícolas.
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CAPÍTULO6 La Gran Depresión
Distribución del ingreso Formación de capital Ingreso nacional
Una ola considerable de desempleo tecnológico. Una distribución del ingreso inadecuada y que empeoraba cada vez más.
3. El efecto combinado de estas causas fue un tremendo colapso en laformación de capital. Entre 1929 y 1933 las inversiones (en términos reales) se redujeron 88 por ciento. 4. Una reducción en las inversiones es una de las causas principales de una baja en el ingreso nacional,
porque las inversiones constituyen la ruta por la que los ahorros regresan al flujo del gasto nacional. Cuando las inversiones no regresan los ahorros, se inicia una recesión. Gastos 5. Por tanto, la inversión es un elemento crítico para determinar el nivel de prosperidad. Sin embargo, en inversiones es un elemento muy volátil, debido a que Los gastos en inversiones dependen de las utilidades esperadas. Cuando las expectativas no son optimistas, no se formará nuevo capital. Efecto 6. Una reducción relativamente menor en el gasto en inversión puede extenderse a toda la economía. multiplicador Esto se conoce como el efecto rnultiplicador.
Preguntas 1. Analice las causas de la Gran Depresión en términos de lo que sabe acerca de la economía en la
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actualidad. ¿Cree que sea posible otra Gran Depresión? Entre las familias que conoce, jcuántas trabajan en compañías que ofrecen bienes o servicios para la formación de capital; es decir, para propósitos de inversión, más que para el consumo? Supongamos que usted tiene un negocio y desea construir una planta para producir un nuevo artículo muy prometedor; digamos, un lápiz que dure dos veces más que los tipos de lápices disponibles en la actualidad. ¿Qué clase de situaciones podrían desanimarlo para hacer la inversión? ¿Qué tanto depende su decisión final de sus proyecciones para el futuro, en comparación con lo que sabe de la situación actual? ¿De qué manera el dinero que usted deposita en un banco regresa a alguna otra persona en forma de ingreso?, ¿el dinero que invierte en un negocio recién creado?, ¿el dinero que invierte en seguros? Si su ingreso (o el de sus padres) se redujera a la mitad en forma repentina, ¿cuánto bajarían SUS gastos? ¿Qué tipo de negocios se verían afectados por la reducción en sus gastos? ¿Ellos, a su vez, reducirían sus gastos? ¿Por qué la inversión es tan importante para determinar el nivel de prosperidad?
CAPITULO
EL SURGIMIENTO DELSECTOR PÚBLICO
“Este país pide una acción, y una acción inmediata ... Debemos actuar y actuar con rapidez.”
Estas palabras son parte del discurso que dio el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, al tomar posesión de su cargo. Sería difícil, en este momento, reconstruir la urgencia y el sentimiento de desesperación con que se pronunció esta frase el 4 de marzo de 1933.Unas cuantas horas antes de la ceremonia de toma de posesión, todos los bancos de Estados Unidos habían cerrado sus puertas. El sistema monetario estaba al borde del colapso. Casi 13 millones de estadounidenses estaban desempleados. El año anterior, una marcha de veteranos realizada en Washington,en la que participaron 15 O00 personas, se había dispersado con gases lacrimógenos, tanques y bayonetas. En las granjas, se organizaban fiestas para “cancelar” hipotecas, en las cuales se exhibían de manera muy sugerente cuerdas para ahorcar; dichas fiestas servían como un poderoso frenopara los representantes de las compañías de seguros y los bancos que pudieran pensar en rematar las tierras hipotecadas. Mientras tanto, un desfile de líderes empresariales ante el Comité Financiero del Senado producía una deprimente sensación de impotencia. El presidente de una gran compañía ferroviaria dijo: “La Única forma de vencer esta depresión es tocar el fondo y después, volver a subir poco a poco.” “No tengo ninguna solución”, mencionó el presidente de uno de los bancos más grandes de Nueva York. “No tengo ningún remedio en mente”, expresó el presidente de US Steel. “Primero que nada, debemos equilibrar el presupuesto”, afirmaban numerosos expertos.’ La crisis era profunda y verdadera; dudamos que Estados Unidos se haya encontrado alguna vez más cerca del colapso económico y la violencia social.
EL NUEVO TRATO La respuesta del nuevo presidente fue inmediata y vigorosa: en los tres meses que siguieron a la toma de posesión de Roosevelt, escribe Arthur Schlesinger, “el Congreso y el país fueron sujetos a una serie de ideas y programas presidenciales nunca antes vista en la historia de Estados Unidos”. Éstos fueron los famosos Cien Días del Nuevo Trato; días durante los cuales, en parte por accidente y en parte por designio, se sentaron las bases de un nuevo patrón en las relaciones del gobierno con el sector privado de la economía, patrón que daría lugar a un cambio importante en la organización del capitalismo estadounidense. ‘Arthur Schlesinger, Jr., The Crisis qftke Old Order (Boston, Houghton Mifflin, 1957),pp. 457-458.
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CAPÍTULO7 El surgimiento del sectorpúblico
Como indica el título de nuestro capítulo, el cambio fue el surgimiento del sector público como fuerza significativa dentro de la economía, cambio que estuvo marcado por una ampliación sin precedentes del alcance de los poderes del gobierno en el sistema de mercado. En este capítulo, estudiamos esa extensión desde los primeros días del Nuevo Trato hasta las décadas de los setenta y ochenta; en el capítulo posterior, seguimos el curso de acción semejante ocurrido en Europa; y, a partir de éste, abordamos aspectos más recientes del problema en Estados Unidos, junto con nuevos desafíos, que requieren capítulos completos. Pero no podemos considerar estos aspectos contemporáneos, sin antes aprender algo acerca del gran cambio que, desde su inicio, afectaría al capitalismo en todos’los países avanzados a mediados del siglo xx. Empezamos a trazar su perfil general en las principales medidas que se tomaron durante los Cien Días. En total, se aprobaron unos 15 importantes proyectos de ley: la Ley Bancaria de Emergencia, bajo la cual se volvieron a abrir los bancos bajo la supervisión del gobierno;’ el establecimiento del Cuerpo de Conservación Civil, para absorber al menos a algunos de los jóvenes desempleados; la Ley Federal de Ayuda de Emergencia, para complementar las saturadas instancias de ayuda de los Estados y las ciudades; la Ley Hipotecaria de Emergencia para las Granjas, que, en siete meses, prestó a los granjeros cuatro veces más que todos los préstamos federales de los cuatro años anteriores; la Ley de la Autoridad de Tennessee Valley, que establecía un proyecto gubernamental totalmente nuevo; la Ley Bancaria Glass-Steagall, que liberaba a los bancos comerciales de sus actividades de emisión de títulos y acciones y garantizaba los depósitos bancarios; la primera de las Leyes de Valores, que tenía el propósito de frenar la especulación accionaria y las temerarias pirámides empresariales. Los Cien Días sólo fueron el inicio del Nuevo Trato; de ninguna manera lo terminaron. El Seguro Social, la legislación sobre viviendas, la Ley para la Recuperación Nacional, la disolución de las compañías accionarias de servicios públicos y el establecimiento de una Autoridad Federal para la Vivienda todavía estaban por llegar. También lo estaba la Ley Wagner, que protegía los derechos de los sindicatos laborales. De hecho, no fue sino hasta 1938 cuando el Nuevo Trato se “completó” con la aprobación de las Leyes Normativas de la Justicia Laboral, que establecían los salarios mínimos y un máximo de horas de trabajo, además de prohibir que los niños trabajaran para el comercio interestatal. Saldríamos del contexto de nuestro estudio de la historia de la economía si investigáramos el contenido de cada una de estas importantes leyes, pero es posible darnos una idea general del Nuevo Trato resumiendo sus logros en comparación con los problemas y asuntos de la historia económica que ya analizamos. Así, veremos que el Nuevo Trato dio lugar a un cambio real en el desarrollo de la economía de mercado. Con su aparición, empezamos a distinguir la evolución de un nuevo tipo de capitalismo, diferente, en formas significativas, del que hemos estudiado hasta el momento. Es preciso comprender la naturaleza de esta evolución si queremos que nuestro estudio sobre la historia de la economía en general llegue a nuestra sociedad actual.
Intervención en los mercados En la industria, como en la agricultura, durante los primeros años de la difícil situación económica, la intervención adoptó principalmente la forma de un intento por limitar el abastecimiento. Bajo las cláusulas de la Ley de Recuperación Industrial Nacional (NIRA; National Industrial ’Es posible tener una idea de la desesperación de la época con el hecho de que la ley se aprobó, jsin que la viera la Cámara de Representantes!
CAPÍTULO7 El surgimiento del sector público
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RecoveryAct), que entró en vigor en 1933, las empresas podían participar en acuerdos de producción y precios elevados (a cambio de acuerdos salariales diseñados para mejorar los ingresos de los más pobres). En otras palabras, la recuperación se lograría legalizando la oligopolización parcial de las empresas. La NIRA se recibió con gran entusiasmo, y bajo dicha ley se elaboraron casi 800 “códigos” industriales. Pero, conforme los mercados desmoralizados de principios de la década de los treinta recuperaron cierto grado de orden, surgió una nueva fuente de quejas. Los productores más pequeños en muchas industrias se quejaron de que los códigos favorecían a los más grandes. Para cuando la Suprema Corte declaró inconstitucional el experimento en 1935, ya resultaba evidente que el problema no consistía en que existiera demasiada competencia, sino muy poca. Se presentó un cambio radical en la política, que estuvo marcado por la aplicación enérgica de las leyes antimonopolios, tema que estudiamos en el capítulo 5. Sin embargo, aunque el ángulo de ataque cambió por completo, el objetivo era casi el mismo: hacer que el mercado funcionara. ¿Hasta qué grado el gobierno puede hacer que los mercados funcionen? La respuesta está lejos de ser clara. Enfrentado con las poderosas fuerzas del oligopolio, por una parte, y los efectos contraproducentes de la competencia atomizada, como en el caso de las granjas por la otra, el poder formador de mercados que tiene el gobierno quizá sea inadecuado. Pero el objetivo de utilizar de manera deliberada los poderes gubernamentales para hacer que los mercados funcionen mejor, marca un nuevo capítulo en la evolución de la filosofía capitalista. En esta nueva filosofía, el laissez-faire ya no constituye la mejor relación entre el gobierno y la economía. En vez de ello, surge el reconocimiento de que diversos tipos de mercados se beneficiarán de las distintas relaciones con el gobierno, que van desde la total independencia, que en realidad sigue siendo la regla general, hasta varios tipos de normas y reglamentos.
Nuevas intervenciones De hecho, a finales del siglo XIX ya se había reconocido esta perspectiva, cuando la formación de monopolios se aprobó como una forma de intervención gubernamental cuya razón era hacer que el mercado funcionara mejor. Este reconocimiento se amplió con la filosofía del Nuevo Trato. Por ejemplo, surgió una necesidad reconocida de que el gobierno interviniera en los mercados que generaban “externalidades negativas”; efectos secundarios negativos, como desechos venenosos o contaminación ambiental en ciertas operaciones de fabricación, como la acerera. Así mismo, surgió un consenso de que las compañías deberían informar a sus clientes sobre los productos que vendían, ya fuera que se tratara de medicamentos o de acciones y títulos, y se estableció la Comisión para el Comercio Justo y las Leyes para los Estándares de un Trabajo Justo para lograr estos propósitos. Más tarde, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, surgió el acuerdo general de que el gobierno debería hacer cumplir las normas de seguridad en mercados como el transporte aéreo y en productos cuyas fallas representaran daños severos, como los automóviles y los neumáticos; así como el consenso de que el gobierno debería asegurarse de que se cumplieran las normas mínimas de salud y seguridad para hombres y mujeres expuestos a procesos laborales peligrosos. La pregunta respecto a cuánta y qué tipo de intervención debe existir fue, y sigue siendo, objeto de debate. Existe más de una forma de lograr que un mercado funcione mejor, y los intentos bien intencionados de remediar las desventajas de los mercados pueden terminar en complicadas interferencias burocráticas. Por tanto, la herencia del Nuevo Trato no es un cheque en blanco para que el gobierno regule lo que desee y cómo lo desee. Más bien es el reconocimiento de que los mercados no siempre funcionan en beneficio del público cuando se les deja solos, y
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CAPÍTULO7 El surgimiento del sector público que el gobierno es el único medio por el cual una política democrática puede resolver las inevitables tensiones entre sus actividades económicas y sus valores no económicos.
Un cambio histórico en la banca Volver a definir la relación entre el gobierno y los mercados fue la primera forma en que la estructura del capitalismo empezó a cambiar durante el Nuevo Trato. Una segunda forma fue la nueva concepción de la manera en que el gobierno debería ejercer su poder sobre la cantidad de dinero. Para conocerla, es preciso hacer un breve recuento del pasado. Los gobiernos siempre habían tenido una prerrogativa única dentro de las fronteras de sus países: eran los únicos que tenían el derecho de crear dinero; en un principio, acuñando monedas con los metales preciosos que se guardaban en los tesoros reales. Sin embargo, a partir de cierta época, este monopolio se vio invadido por ricos banqueros comerciantes que prestaban su dinero a otros comerciantes y, en ocasiones, a las monarquías mismas. No sólo estos préstamos amenazaron los derechos que el gobierno tenía sobre el monopolio monetario, sino que los comerciantes no siempre poseían los fondos para cubrir los préstamos, por lo que entregaban promesas por escrito para pagar las monedas o el metal precioso. Puesto que su riqueza era tan elevada y su reputación tan buena, los pagarés de estos banqueros comerciantes eran “tan válidos como el oro”. De hecho, se convirtieron en dinero que no pertenecía al gobierno. La banca, como la conocemos, no se extendió sino hasta el siglo XVIII. De hecho, la gente entendía tan poco su funcionamiento que Adam Smith consideró Útil incluir en La riqueza de las naciones, que se editó en 1776, una explicación de la forma en que trabajaban los bancos: Cuando la población de un país en particular tiene suficiente confianza en la fortuna, la honestidad y la prudencia de un banquero en particular, como para creer que siempre estará dispuesto a cubrir los pagarés que firma en el momento mismo en que se le presenten, estos pagarés llegan a tener el mismo valor que el dinero en oro y plata, con la confianza de que, en cualquier momento, se harán
válido^.^
SURGIMIENTO DE LOS BANCOS NACIONALES Por tanto, no debe sorprendernos que el crecimiento de la banca privada erosionara los derechos exclusivos de los gobiernos a determinar la cantidad de dinero que debía existir en sus tierras; como tampoco resulta sorprendente que este derecho soberano se recuperara en forma gradual durante el siglo XIX, conforme los gobiernos establecieron bancos nacionales en los cuales tenían que depositar sus reservas los bancos privados. De esta manera, los bancos nacionales ejercían cierto control sobre la capacidad de los privados para emitir pagarés, que ahora se conocen como “pagarés bancarios”. Éstos diferían de un banco a otro, de modo que no existía nada parecido a billetes de dólares o papel moneda nif forme.^ En Estados Unidos, los esfuerzos por crear una banca nacional de este tipo fracasaron durante mucho tiempo, debido en gran parte a la negativa de los Estados a tener una autoridad centrariqueza de las naciones, editada por la Modem Library, p. 277. 4Si observa un billete de un dólar, verá que dice: “Este billete tiene validez legal para todas las deudas, públicas y privadas.’’ Ningún banco privado podría afirmar esto.
CAPÍTULO7 El surgimiento del sector público
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lizada sobre el dinero. No fue sino hasta 1913 que la banca estadounidense adoptó su forma actual con la creación de un sistema de Reserva Federal, con una Junta Nacional de Gobernadores y 12 Bancos de Reserva Federal en todo el país. Todos los bancos importantes tenían que guardar sus reservas en el Banco de la Reserva de su distrito. Como resultado de ello, la Reserva Federal podía controlar la cantidad de dinero que se manejaba en el sistema bancario como un todo. Al incrementar o reducir el porcentaje de los depósitos de los clientes que los bancos tenían que guardar en la Reserva Federal local, el nuevo sistema podía aumentar o disminuir la capacidad que los bancos tenían para hacer préstamos. Y al incrementar o reducir el interés que el Banco Federal cobraba a los bancos que controlaba, los cuales a menudo necesitaban pedir prestado a la Reserva para cubrir sobregiros temporales, se ampliaba o disminuía la capacidad de los bancos privados para prestar dinero a sus clientes. De este modo, el Sistema de Reserva Federal se convirtió en el “monarca” estadounidense a cargo de la cantidad de dinero en circulación.
POLíTlCA MONETARIA Nuestro breve repaso de la historia bancaria nos permite ver cómo la política monetaria surgió como otro nuevo instrumento del capitalismo en el sector público, no sólo en Estados Unidos sino en todas las economías avanzadas del mundo. Antes de la Gran Depresión, los intentos nacionales de regular la oferta de dinero estaban limitados a igualar la capacidad de préstamo de los bancos con las necesidades de sus clientes. En la época navideña, por ejemplo, siempre había una demanda de dinero por parte de los clientes de los bancos, de modo que la Reserva Federal bajaba las tasas de interés para ayudar a que la oferta igualara la demanda. Durante las crisis, como las depresiones y los periodos de especulación, la Reserva trataba de “liberar” o “retener” el dinero, dependiendo de la opinión de la Junta de Gobernadores acerca de la mejor política para sacar de la crisis al sistema bancario como un todo. Sin embargo, existía un objetivo de la política monetaria que no se puso a prueba en estos primeros días de lo que ahora conocemos como banca central. La Reserva Federal no trató de aprovechar su capacidad para aumentar o reducir el poder de otorgar préstamos del sistema bancario como un medio para acelerar o disminuir el ritmo general del crecimiento económico. El ritmo de los cada vez más polémicos “ciclos” de negocios se veía con gran interés, pero no se pensaba en utilizar la política bancaria como un contrapeso sobre estas actividades “naturales” de la economía.
La nueva política del Nuevo Trato Éste fue el osado punto de partida que tuvo lugar durante los años del Nuevo Trato.5 Nunca existió una advertencia sobre el cambio de una política monetaria pasiva a una activa. En vez de ello, bajo la presión de la Gran Depresión, los gobernadores de la Reserva Federal y muchos
5Podríamos hacer notar que una de las reformas más importantes que introdujo el Nuevo Trato fue la emisión de seguros federales para los depósitos bancarios. El letrero tan familiar que vemos en todos los bancos estadounidenses: Asegurudo por la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation), es quizá la única fuerza estabilizadora en el capitalismo moderno, que asegura a los inversionistas privados para que no pierdan su dinero en caso de que el banco se vaya a la quiebra.
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CAPÍTULO7 El surgimiento del sector público
líderes del gobierno de Roosevelt empezaron a anunciar un nuevo objetivo: un objetivo central de la política monetaria era ayudar a restaurar el crecimiento de la economía misma. Quizá ésta no parezca una política muy audaz, pero debemos compararla con la perspectiva que existió durante los años previos al Nuevo Trato. A principios de los treinta, por ejemplo, mientras la economía se desplomaba y el desempleo aumentaba en forma alarmante, la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal hizo más lento el incremento en la oferta de dinero jaumentando las tasas de interés! Una vez más, en 1931, cuando la Junta temía que el capital estadounidense pudiera salir al extranjero, aumentó las tasas de interés más que nunca en la historia, a fin de conservar el dinero en el país.6Medida que a diferencia de esa psicología de la pasividad, la nueva política, que consistía en tratar de cambiar el curso “natural” de los eventos, era muy atrevida?
El gasto público como una nueva fuerza Por último, nos enfocamos en el tercer y más importante cambio. Se trata del aumento del gasto público de una parte pequeña y esencialmente pasiva del gasto nacional a un flujo más grande, y en ocasiones estratégico, que tenía por objeto servir como estímulo económico, al igual que el gasto en inversiones privadas. Resulta curioso que la administración de Roosevelt no haya tenido esa idea desde un principio. Como ya hemos visto, tampoco la tuvo la comunidad empresarial. De hecho, para casi todo el mundo, incluyendo a los economistas, el único “remedio” para la depresión era un presupuesto equilibrado para el gobierno. No obstante, se presentaron emergencias que no podían esperar, aun cuando desequilibraran el presupuesto. Muchos de los desempleados estaban a punto de morir de hambre, y los recursos de las instituciones de caridad privadas, estatales y locales se habían agotado en la mayor parte de los casos. El presidente Roosevelt, a diferencia de su predecesor, no creía que la ayuda federal “desmoralizara” a los desempleados en mayor medida que los préstamos federales de la Corporación para la Reconstrucción Financiera habían “desmoralizado” a las empresas. En mayo del año en que Roosevelt tomó posesión, se había establecido un organismo de ayuda; y un año después, casi uno de cada siete estadounidenses recibía ayuda. En nueve Estados, una de cada cinco familias (en un Estado, una de cada tres familias) dependía de la asistencia pública. Esta ayuda no hacía más que evitar que estas desafortunadas familias murieran de hambre (el donativo promedio por familia era menor a 25 dólares mensuales), pero al menos ofrecía una base económica, sin importar cuán exigua fuera. Las metas inmediatas de esta ayuda eran humanitarias; sin embargo, en poco tiempo surgió la idea de la posible utilidad de estos gastos. Pronto, una gran parte del gasto en asistencia se destinaba a obras públicas de diversos tipos: escuelas, carreteras, parques, hospitales, limpieza de barrios pobres, e incluso proyectos federales de arte, teatro y literatura. Sin embargo, conforme el programa de las obras públicas creció, las finanzas del gobierno federal sufrieron un revés, hasta que, para mediados de los años treinta, era evidente que se había alcanzado un déficit crónico de 2 a 3 mil millones de dólares anuales. La palabra déficit significa 6Podríamos hacer notar que, a diferencia de los bancos nacionales en otros países, que se encuentran de manera explícita bajo la dirección de sus gobiernos, el sistema de la Reserva Federal se creó para ser un organismo independiente. El presidente elige su Junta de Gobernadores, pero no existe el derecho presidencial ni del Congreso para establecer o cambiar la política de la Reserva Federal. No es sorprendente que el resultado sea una cantidad considerable de fricciones cuando la perspectiva de la Reserva acerca de los prospectos económicos difiere de la de los poderes ejecutivo o legislativo. ’Milton y Rose Friedman, Free to Choose (Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1979), pp. 79, 83
CAPfTULO 7 El surgimiento del sectorpúblico
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pedir prestado. De manera que, mientras el gobierno gastaba más de lo que recibía en impuestos (no sólo en asistencia pública, sino en la conservación del país, subsidios a las granjas, bonos para los veteranos, vivienda pública y ayuda a los Estados), pedía prestado el dinero necesario para el sector público mediante la venta de títulos gubernamentales a individuos, empresas y bancos comerciales. Como es obvio, conforme la cantidad total de títulos aumentaba cada año, también lo hacía la deuda total del país. En 1929, la deuda nacional era de 16.9 mil millones de dólares en total. Para 1935, había aumentado a 28.7 mil millones de dólares, y cada año se incrementaba en forma continua: a 36 mil millones en 1937, a 40 mil millones en 1939 y a 42 mil millones de dólares en 1940.
La economía no responde En un principio, las comunidades empresarial y bancaria aceptaban con recelo los elevados gastos del gobierno federal como necesarios y temporales. Sin embargo, en poco tiempo, incluso en el gobierno mismo, el déficit en aumento empezó a despertar cada vez más dudas. El exceso recurrente de los gastos gubernamentales en comparación con lo que recibía de impuestos trataba de justificarse por ser un “bombeo en la inversión”, es decir una política de inversión para fomentar la expansión económica, una especie de inyección de combustible gubernamental que, por así decirlo, arrancaría el motor de los gastos privados, haciendo que fueran innecesarias más inyecciones. De esta manera, se esperaba que algunos miles de millones de dólares del gasto gubernamental provocarían una espiral ascendente de gastos e incremento de empleos por parte del sector empresarial. Pero la espiral ascendente no se materializó. Después de 1933, ayudados por los gastos del gobierno, los gastos de consumo empezaron a aumentar, pero los gastos de capital privado se rezagaron. Aunque, después de 1933, también mejoraron, para 1938 se encontraban todavía 40% más abajo del nivel logrado en 1929. ¿Por qué la inversión privada no se incrementó? La respuesta se encuentra, en parte, en el hecho de que los mismos déficit gubernamentales que se suponía curarían la depresión sólo asustaron a las empresas y dieron lugar a una condición de parálisis económica que la prolongó. Aunada a la legislación reformadora del Nuevo Trato, la nueva presencia de la actividad económica gubernamental a gran escala provocó que las empresas perdieran su antigua confianza. Los ejecutivos de negocios se sentían inseguros en un clima económico y político cambiante y no querían hacer planes para el futuro. El panorama general inspiraba precaución, más que parecer prometedor; presentaba ciclos más que crecimiento; pedía buscar seguridad más que ganancias. Además, detrás de los factores psicológicos, se encontraban las fuerzas reales. Una tasa mucho más lenta de crecimiento de la población durante los años treinta redujo el importante mercado de la vivienda. Un problema aún más serio era que ningún avance tecnológico importante en la industria, comparable al de los ferrocarriles o el automóvil, prometía un crecimiento lo suficientemente productivo como para que el capital privado participara en una formación significativa de capital. Por tanto, debido a muchos factores, los nuevos gastos federales no fomentaron la expansión económica. La inversión privada no creció de manera espontánea para cumplir con su tradicional función propulsora, que en ese momento cubría el gobierno en forma “temporal”. Sin embargo, esto no quiere decir que la influencia económica del gobierno estuviera relegada a un papel secundario. Por el contrario, el hecho de que fallara la política de promoción de inversiones privadas (que se concebía como una medida de emergencia) provocó un cambio en la concepción del papel que tenía el gobierno. Éste empezó a verse como un organismo permanente promotor del crecimiento y la estabilidad para la economía de mercado como un todo.
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CAPÍTULO 7 El surgimiento del sector público
Gastos gubernamentales compensatorios La idea tardó en tomar forma y, en realidad, no se expuso como un sistema teórico integral sino hasta mediados de la década de los treinta. El libro que más influyó en el establecimiento del concepto (aunque empleaba términos muy técnicos) fue la obra de John Maynard Keynes, General Theory of Employment, Interest and Money, que se editó en 1936.Pocos libros han despertado tantas controversias y dejado una huella tan permanente. Como sucede a menudo con las ideas nuevas, en un principio el libro parecía complicado y difícil, e incluso entre los economistas profesionales sus conceptos básicos se vieron sujetos a controversia durante varios años. No obstante, en retrospectiva, parece ser un argumento muy sencillo: jes la base de los cursos de economía para principiantes! Cada vez era más evidente que la clave para la prosperidad o la depresión radicaba en el volumen total de los gastos que una sociedad de mercado destinaba a sus bienes y servicios. Cuando este volumen era alto, el empleo y los ingresos también lo eran; cuando disminuía, la producción y el empleo también se reducían. ¿Y qué determinaba el volumen de los gastos? Los gastos de consumo tendían a ser un factor pasivo, que aumentaba cuando se incrementaban los salarios individuales y se reducía cuando los salarios bajaban. El factor volátil, como lo hicieron evidente la historia y la teoría, era el flujo de gastos de capital. Desde este punto de partida, no es difícil dar el siguiente paso. Si los gastos de capital privado rezagados eran los responsables del rezago en el empleo y la producción, ¿por qué el gobierno no podía intervenir para cubrir cualquier deficiencia que surgiera en los gastos privados? Después de todo, siempre había existido un flujo regular de gastos públicos, gran parte del cual se destinaba para propósitos de creación de capital, como carreteras y presas. ¿Por qué este flujo de gastos públicos no podía incrementarse en forma intencional cuando la ocasión así lo requiriera? Es cierto, esto hacía necesario que el gobierno pidiera dinero prestado para gastarlo, aumentando así su deuda. Pero, ¿no es verdad que gran cantidad de gastos de capital privados también requieren de préstamos empresariales? ¿Y por qué la deuda misma no habría de manejarse como las deudas empresariales, que nunca se “cubren” en conjunto sino que se reembolsan, vendiendo nuevas emisiones de títulos que toman su lugar? Para los economistas del gobierno de Roosevelt, las respuestas a estas preguntas parecían muy sencillas. El gobierno no sólo podía, sino que debía utilizar su poder de gasto como instrumento económico para asegurar el pleno empleo. Al hacerlo, no tenían en mente una revisión “radical” del capitalismo; en vez de ello, proyectaban la evolución de una nueva forma de capitalismo guiado, una sociedad de mercado en la que los tan importantes niveles de empleo y producción no estarían sujetos a las fluctuaciones del mercado, sino que se protegerían contra las reducciones y se estimularía su crecimiento a través de la acción pública.
Temores a la intervención del gobierno Sin embargo, ésta no fue la opinión de muchas personas en el país, sobre todo de la comunidad empresarial. Consideraron los gastos del gobierno como un “desperdicio”, y la deuda en aumento como una evidencia de que la nación llegaría a la “bancarrota”. Más allá de estos argumentos existía una sospecha más profunda, la sospecha de que los gastos del gobierno, aunque hubiera protestas en contra, eran la puerta de entrada al socialismo o algo peor. La controversia aumentó hacia 1940 y, como veremos, sigue creciendo en la actualidad, o al menos permanece latente. Pero en cierto sentido, se trataba de una discusión vacía en los años del Nuevo Trato. Aun en su nivel máximo, el déficit anual nunca llegó a los 4 mil millones de dólares, y las compras del gobierno federal nunca contribuyeron con más de 6% al producto nacional
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bruto. A juzgar por la importancia del gobierno en la economía, quizá ningún país industrializado del mundo era menos socialista que Estados Unidos. No obstante, si los temores de los conservadores eran poco realistas, también lo eran las esperanzas de los liberales. Ya que en el ambiente de desconfianza que existía, el remedio del gasto del gobierno sólo podía aplicarse con cierta indiferencia. Los gastos del déficit en la década de los treinta fue una operación de conservación, no de crecimiento. Para 1939, aunque las condiciones habían mejorado de manera considerable en comparación con los niveles de 1932, todavía 9.5 millones de personas (17% de la fuerza laboral) estaban sin trabajo.
Impacto de la guerra Al final, no fue la teoría la que estableció la historia de los gastos gubernamentales compensatorios, sino la historia la que estableció la teoría. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se presentó un gran incremento obligado en los gastos del gobierno. Año tras año, los gastos en la guerra aumentaban, hasta que en 1944 los gastos federales sumaban más de 100 mil millones de dólares, y con este incremento sin precedentes en los gastos, se presentó un aumento equivalente en el PIB. Para 1945, el producto interno bruto de Estados Unidos había aumentado 70% en términos reales en comparación con 1939, y el desempleo había disminuido hasta el punto de desaparecer. La demostración de que los gastos públicos podían impulsar la economía hacia adelante (de hecho, podían elevarla más allá de los límites anteriormente imaginados) era inequívoca. Como lo era el hecho de que el gobierno podía tener una deuda mucho más grande, una deuda que en ese momento alcanzaba más de 250 mil millones de dólares, tomando en cuenta que el producto interno bruto también era mucho más elevado. Y, con la guerra, surgió un cambio muy marcado en la actitud tanto hacia el gobierno como hacia la economía en general. Después de cuatro años de esfuerzos sin precedente, el pueblo estadounidense observaba la fuerza del sector público con más familiaridad; así mismo, después de cuatro años de lograr una producción sin precedentes, recordaban los días de desempleo masivo con un nuevo sentimiento de vergüenza. Quizá lo más importante de todo es que miraban hacia adelante, hacia el periodo de la posguerra, con una ansiedad considerable. Casi todos los economistas, al contemplar la gran reducción en los gastos como consecuencia del fin de las hostilidades, temían la aparición de un nuevo y numeroso ejército de desempleados. Incluso las opiniones más conservadoras se mostraban intranquilas por las posibilidades políticas de un regreso a la década de los treinta. El resultado del cambio en la actitud fue la aprobación de la Ley de Empleo de 1946, la cual establecía que era “la política continua y la responsabilidad del Gobierno Federal. .. proporcionar un máximo de empleos, producción y poder de compra”. Como veremos, una cosa es redactar una ley de este tipo y otra muy diferente ponerla en práctica; pero, sin duda, esta ley marcó el final de una época. La idea de que lo mejor que podía hacer el gobierno para promover la recuperación era no hacer nada y, más allá de esto, la confianza en las fuerzas ciegas del mercado como conductoras a la prosperidad, habían sido convicciones firmes en algún momento y ahora parecían anticuadas. El debate dentro del capitalismo ya no era si el gobierno debería asumir la responsabilidad de todo el funcionamiento del sistema de mercado; ahora sólo se cuestionaban los medios específicos: cómo lograr mejor ese fin.
Efectos posteriores de la guerra La guerra terminó en 1945; en el lapso de un año, los gastos federales se redujeron casi tres cuartas partes, y el país esperó con tensión la reducción en el empleo, en los ingresos y en los precios.
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CAPÍTULO 7 EL surgimiento del sector público
En vez de ello, enfrentó el evento menos esperado: un auge cada vez mayor. Si bien es cierto que el desempleo se duplicó, aumentando a 2 millones, seguía siendo menos del 4% de la fuerza laboral. Mientras tanto, el número de personas con trabajo mostraba un aumento continuo: 54 millones de empleos en 1945; 57 millones en 1946; 60 millones en 1947; 63 millones en 1950. La producción industrial, después de una breve reducción en la posguerra, era boyante. Podemos ver lo anterior en la tabla 7-1, que muestra la tendencia, en dólares actuales, que elimina el efecto del aumento de precios desde antes de la Gran Depresión hasta el principio de nuestra era actual. La magnitud del auge de la posguerra es evidente desde la primera columna de la izquierda: el producto nacional bruto en 1969 fue más de tres veces mayor en términos reales (es decir, eliminando la inflación) que en el momento cumbre del auge de 1929. ¿Cuál fue la fuente de este crecimiento extraordinario? La inversión privada casi se triplicó durante este periodo, un incremento muy importante. Pero observemos los gastos estatales y locales que casi se cuadruplicaron y consideremos el crecimiento explosivo de los gastos federales, que aumentaron más de 20 veces. Es evidente que el sector público desempeñó un papel estratégico en la transformación económica de esos años cruciales.
L A POLíTlCA FISCAL ENTRA EN ESCENA Nuestra breve incursión en el impacto de los gastos gubernamentales nos ofrece una explicación adicional del cambio en que se centra este capítulo. El cambio comprende el uso de la política fiscal, es decir, el gasto, como un nuevo medio de control económico, utilizando los gastos gubernamentales para impulsar hacia adelante toda la economía o la fijación de impuestos para detener su avance. Juntas, las políticas fiscal y monetaria constituyen el medio por el cual todas las economías capitalistas modernas manejan sus asuntos. A diferencia de la política monetaria, la política fiscal no tiene su origen en los siglos XVIII o XIX. En la época de Adam Smith no existía la concepción de que el gobierno pudiera o debiera interferir en las operaciones del sistema económico en otro aspecto que no fuera promover la interacción más libre de las fuerzas de la competencia. La única fuerza motriz de la que estaba
Miles de millones de dólares actuales (1958)
Año
Producto nacional bruto
Inversión vrivada
Compras federales
Compras estatales y locales
1929 1939 1949 1959 1969
203.6 209.4 324.1 415.9 125.6
40.4 24.1 48.0 68.8 110.5
3.5 12.5 21.6 52.5 13.5
18.5 22.1 25.1 42.2 12.4
Fuente: Historical Statistics. Pt. 1, serie F, pp. 32, 53, 66, 10.
CAPÍTULO7 EL surgimiento del sector público
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consciente Smith se encontraba en el “deseo de mejorar nuestra condición”, una fuerza que, según creía, “nace con nosotros y nunca nos deja hasta que llegamos a la tumba”.* Sin embargo, en forma sorprendente, Smith detecta un papel económico importante para el gobierno : el deber de construir y mantener ciertas obras e instituciones públicas que no deben velar por los intereses de un solo individuo ... construir y mantener porque las utilidades nunca podrán pagar los gastos ..., aunque a menudo hacen mucho más que volver a pagarlos a una gran ~ o c i e d a d . ~
REVISIÓNDEL SECTOR PÚBLICO Por tanto, Smith vio la necesidad de la inversión pública en carreteras, presas, escuelas y otros proyectos de este tipo que conocemos como “infraestructura”. Sin embargo, este “deber” gubernamental no era una política fiscal porque no intentaba mantener ni acelerar el crecimiento económico, sino promover el bienestar nacional. En otras palabras, Smith no tenía la concepción de los gastos del gobierno como un “sector” de la economía. Esta idea ni siquiera se menciona en forma explícita en el libro de Keynes, que hizo tanto para aumentar nuestra comprensión de lo que en la actualidad llamamos “macroeconomía”: el estudio de los grandes flujos de gastos que determinan el tamaño del producto interno bruto. Incluso en nuestros días algunas personas sienten que existe algo equivocado en el uso del gobierno como entidad económica y política de la sociedad. Olvidan que, en el capitalismo siempre existe una relación entre el gobierno y la economía, pues se espera que el primero ayude a que la sociedad de mercado supere los obstáculos que enfrenta y genera. Al igual que la política monetaria, la política fiscal está dirigida en última instancia al buen funcionamiento de una sociedad empresarial. Como lo demostró la Gran Depresión en forma muy vívida, sin un sistema bancario central y una política fiscal responsiva, la continuidad misma del orden capitalista podría estar en serio peligro. Una Última palabra: lo que aquí describimos es nada menos que la aparición de una nueva etapa del capitalismo, equipado por primera vez con un medio para limitar e incluso superar las depresiones y, quizá, para asegurar una trayectoria más tranquila en el futuro. Como veremos, las visiones favorables que se presentaron en el nacimiento de la política fiscal eran demasiado sencillas, como siempre ocurre con los remedios económicos. Sin embargo, se logró un avance. En los capítulos restantes de este libro, en los que investigamos la modernización de Europa y el surgimiento de nuevos y desconcertantes problemas en Estados Unidos, la política fiscal sigue siendo un medio importante por medio del cual trataremos de dominar los desafíos del siglo XXI.
Conceptos y palabras clave Nuevo Trato
1. El Nuevo Trato surgió de la incapacidad del capitalismo estilo laissez-faire (liberal) de fines del siglo XIX y principios del xx para resolver los problemas que esta misma doctrina generaba. Entre éstos estaban graves fallas en los mercados, tanto en el mundo corporativo como en el agrícola. Tres variantes de política marcaron el impacto duradero del Nuevo Trato.
‘Vea La riqueza de las naciones, op. cit., pp. 3 24-325 9La riqueza..., op. cit., p. 65.
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CAP~TULO7 El surgimiento del sector público
Políticas de mercado
2. En primer lugar, el Nuevo Trato interfirió con la estructura de los mercados que funcionaban inef-
cientemente hasta un grado sin precedentes. Los mercados agrícola e industrial se reorganizaron (como en el caso de la Ley de Ajuste Agrícola [AAA, por sus siglas en inglés] y la Ley para la Recuperación de la Industria Nacional [NIRA, por sus siglas en inglés]) para ayudar a minimizar los problemas de la competencia. Aunque la mayor parte de estos esfuerzos fracasaron, dejaron una herencia de responsabilidad gubernamental y terminaron con la filosofía del laissez-faire. Política 3. Una segunda innovación importante comprendía la perspectiva del gobierno hacia la regulación de monetaria la oferta de dinero. La perspectiva anterior al Nuevo Trato había buscado poco más que asegurar una condición de orden en el mercado de créditos. La nueva política era el uso del poder del Sistema de Reserva Federal para dar un ímpetu a la expansión reduciendo las tasas de interés, fomentando así los préstamos bancarios en las épocas difíciles, y aumentándolas para desalentar los préstamos en periodos propensos a la inflación. Política fiscal 4. La tercera política, la más importante de todas, fue el uso intencional de los poderes impositivos y de gasto del gobierno a fin de dar movimiento a una economía estancada. La política se inició como una política de inversiónpara fomentar la expansión económica, con la esperanza de que un auge en los gastos públicos generara la recuperación de la inversión privada. Cuando esta política fracasó (debido en parte a su pequeña escala, y en parte a las expectativas de los hombres de negocios), lapolítica fiscal tomó una nueva dirección, en la que los gastos del gobierno se consideraban un complemento normal de los gastos privados, sobre todo en periodos de desempleo. La nueva política estaba basada, en gran medida, en las ideas del economista inglés John Maynard Keynes. Este fue el punto de partida de las economías capitalistas de todo el mundo.
Preguntas 1. ¿Cómo explica el cambio en la filosofía política entre los gobiernos de Hoover y de Roosevelt? ¿Este cambio sugiere que las políticas económicas reflejan las presiones, así como las ideas económicas? ¿O demuestra que sin nuevas ideas, es difícil que tengan lugar los cambios políticos? 2. ¿Por qué las estructuras de mercado son tan importantes? En su opinión, ¿qué políticas tienen sentido en cuanto a los mercados de trigo y maíz en Estados Unidos?, Len cuanto a los mercados automotriz y de aviación? ¿Por qué eligió distintas políticas para cada uno (jeso esperamos!)? ¿Qué nos dice de los nuevos inventos, como las computadoras, los antibióticos y las pastas dentales? ¿En estos casos también se necesita una especie de regulación? En caso negativo, ¿por qué no? 3. ¿Cree que los gastos gubernamentales son propensos al desperdicio en forma inherente? ¿Los gastos desperdiciados también pueden estimular la economía? ¿Las mismas consideraciones, y las mismas respuestas, se aplican a los gastos empresariales? ¿Cómo podemos medir el “desperdicio”? 4. ¿Qué dejaría sin validez la idea de que los gastos gubernamentales constituyen una política apropiada y útil para una economía capitalista? ¿Qué le daría validez? ¿El impacto de la Segunda Guerra Mundial sobre la economía es una prueba de lo anterior? ¿Por qué sí o por qué no?
CAPíTULO
EL CAPITALISMO MODERNO SURGE EN EUROPA
En los capítulos anteriores, enfocamos la narración de la historia de la economía en el surgimiento del capitalismo moderno en Estados Unidos. Pero nuestro relato inicial todavía no está completo, ya que el tema central de nuestras primeras páginas no fue sólo el surgimiento del capitalismo estadounidense, sino la aparición del sistema de mercado y, al describir su desarrollo en Estados Unidos, no describimos de ninguna manera el que tuvo en todo el mundo. Por tanto, volvamos la vista a Europa, ya que existen lecciones que debemos aprender al comparar la trayectoria del sistema de mercado en ese continente y en Estados Unidos. Por consiguiente, nos concentramos sobre todo en los cambios institucionales, en lugar de tratar de seguir con todo detalle las altas y bajas que se presentaron en Europa.
LA HERENCIA FEUDAL Debemos empezar por reconocer que el cupitalisrno en Europa evolucionó a partir de una estructura social y política muy diferente de la que existía en Estados Unidos. En Europa, el sistema de mercado surgió en una sociedad que albergaba, en gran medida, los obstáculos feudales del Viejo Mundo. En ese Viejo Mundo, seguían vigentes muchos de los hábitos y perspectivas del pasado. Una conciencia de la posición de las clases (y más que eso, un reconocimiento explícito de la hostilidad entre éstas) era tan llamativa por su presencia en Europa como por su ausencia en Estados Unidos. En Viena, en 1847, escribe una historiadora social:
En el nivel superior se encontraban los nobles, que se consideraban a sí mismos el Único gnipo que valía la pena. La raza humana empieza con los barones, decía uno de ellos. Después, estaban los grandes hombres de negocios que querían comprar su lugar en la estirpe humana; los pequeños comerciantes; los orgullosos, pero pobres, intelectuales; los estudiantes que eran todavía más pobres y se sentían más orgullosos; y los obreros que eran pobres y siempre habían sido muy, muy humildes.'
'Priscilla Robertson, Revolutions of 1848 (Nueva York, Harper, Torchbooks, 1960), p. 194.
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CAPÍTULO8 El capitalismo moderno surge en Europa
El resultado era un clima totalmente diferente para el desarrollo de una sociedad económica. El capitalismo en Estados Unidos, creado sobre una base nueva y vigorosa, fue desde el principio un sistema de consenso social. El capitalismo en Europa, que se creó sobre la base feudal, estaba matizado por el conflicto de clases. El capitalismo estadounidense obtuvo, sin esfuerzo alguno, el fiel apoyo de las “clases inferiores”; pero en Europa, para la época de las revoluciones de 1848, esas clases inferiores ya le habían dado la espalda al capitalismo como un vehículo de sus esperanzas y creencias.
Rivalidades nacionales En segundo lugar, pero no por eso menos importante en la explicación de la divergencia entre la evolución económica estadounidense y la europea, se encuentra la gran diferencia en la constitución política de los dos continentes. En Estados Unidos, excepto sólo por la terrible crisis de la Guerra Civil, un solo propósito nacional llevó a la fusión del subcontinente; en Europa, una división histórica de idiomas, costumbres y nacionalidades que sospechaban unas de otras evitó esa fusión. En forma correspondiente, el capitalismo estadounidense creció en un ambiente en el que la unidad política permitía el crecimiento sin problemas de un mercado enorme y sin obstáculos, mientras que en Europa un rompecabezas de fronteras nacionales obligaron a que el crecimiento industrial tuviera lugar por etapas y en una atmósfera de continuas rivalidades nacionales. Es curioso observar que, mientras Europa se consideró “más rica” que Estados Unidos durante todo el siglo XIX, la productividad estadounidense en muchas áreas empezó a superar a la europea a partir de la década de 1850, y quizá mucho antes. Por ejemplo, en la Exposición de Pm’s de 1854, una trilladora estadounidense era dos veces más productiva que su rival más parecida (inglesa) y 11 veces más que el modelo menos competitivo (belga).2 Estas ventajas del espacio geográfico, la riqueza de los recursos y la unidad política se ampliaron con los desarrollos subsecuentes en la industria europea. No resulta sorprendente que los productores europeos, al igual que los estadounidenses,buscaran limitar el impacto destructor de la competencia industrial y, con este propósito, recurrieron a los cárteles, que eran convenios contractuales (y no meramente voluntarios) de compartir los mercados o fijar los precios. A diferencia de Estados Unidos, en donde tuvo lugar el surgimiento ilegal de monopolios, que tenían un propósito parecido a los cárteles, este movimiento de autoprotección recibió el apoyo, abierto o tácito, de los gobiernos europeos. Aunque existían leyes “anticárteles” en muchos países europeos, éstas casi nunca se ponían en práctica; para 1914, había más de 100 carteles internacionales, que representaban gran variedad de industrias y en los que participaban la mayor parte de los países europeo^.^ Sin duda, la formación de cárteles fue buena para las utilidades de las empresas que participaban en éstos, pero difícilmente daba lugar al crecimiento, ni de esas empresas ni de las nuevas. Al establecer “reservas” cuidadosamente delineadas y protegidas, el sistema de cárteles recompensaba el comportamiento no agresivo en lugar de la audacia económica; y junto con el problema siempre presente de las limitantes fronteras nacionales, llevó a los productores europeos a un patrón de costos altos, márgenes de utilidades elevados y volumen bajo, en lugar del patrón
ZThomasCochran y William Miller, The Age ofEnterprise, edición revisada (Nueva York, Harper, Torchbooks, 1Y61), p. 58. 3En 1939, aproximadamente 109 cárteles contaban también con la participación de Estados Unidos, puesto que las leyes antimonopolios no prohibían a las compañías estadounidenses que participaran en acuerdos internacionales restrictivos.
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estadounidense de plantas muy grandes y eficientes. El caso del acero ilustra en forma dramática la diferencia en la escala económica. En 1885, Gran Bretaña era el líder mundial en la producción de acero; 14 años después, toda su producción era menor a la de Carnegie Steel Company.
El rezago en la productividad Como resultado de ello, para principios del siglo xx la productividad europea se rezagó en gran medida en comparación con la estadounidense. Un estudio que se realizó en 1918 demostró que la producción diaria de carbón por trabajador en las minas era de 4.68 toneladas en Estados Unidos, en comparación con 1.9 toneladas en Gran Bretaña, 1.4 en Prusia y 0.91 en Francia. En 1905, la producción de ladrillos por empleado era de 141 000 en Estados Unidos y 40 O00 en Alemania; la producción estadounidense de acero en bruto era de 84.5 toneladas por trabajador en 1909, en comparación con sólo 39 toneladas en Gran Bretaña durante 1907.4Parte de estas discrepancias se atribuyen a las diferencias geográficas, pero éstas también empeoraron con las prácticas empresariales limitantes. El resultado fue un rezago constante en Europa mientras transcurría el siglo xx. La divergencia fue muy notoria en los ingresos per cápita. En 1911, por ejemplo, cuando el ingreso per cápita en Estados Unidos era de 368 dólares, la cifra correspondiente en Gran Bretaña era de 250, en Alemania de 178, en Francia de 161 y en Italia de 108 dólares. Para 1928, los ingresos per cápita en Estados Unidos se habían incrementado casi 50%; en Gran Bretaña, Alemania y Francia, menos de 10%; y en Italia se habían reducido.
Papel crucial del comercio europeo La división de la industria y la agricultura europeas en sectores nacionales tuvo otra consecuencia más. En un grado mucho más alto que en Estados Unidos, el desarrollo del capitalismo europeo estaba sujeto a la expansión del comercio internacional. La división del continente europeo en varias unidades nacionales convirtió el comercio internacional en una preocupación continua y crítica por la vida económica en el exterior. Por ejemplo, un estudio indica que, en 1913, cuando las importaciones de productos manufacturados representaban sólo 3.6% del consumo estadounidense de bienes fabricados, representaban 9% en Alemania, 14% en Inglaterra y 21% en Suecia. Tal vez aún más sorprendente es el grado en que los países de Europa dependían del comercio internacional para obtener el alimento gracias al cual vivían: en los cinco años que antecedieron a la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, Inglaterra produjo menos de 20% del trigo que consumió y un poco más de 55% de la carne.5 En cuanto a las exportaciones, encontramos la misma dependencia del comercio exterior. Mientras que en 1913, Estados Unidos reportó haber exportado una decimoquinta parte de su producción nacional, Francia y Alemania exportaron una quinta parte y Gran Bretaña casi una cuarta parte. Por tanto, en un grado mucho más elevado que Estados Unidos, Europa vivía del comercio exterior. Aquí, vemos con claridad la ventaja que Estados Unidos tenía debido a su gran mercado sin divisiones, en comparación con los mercados nacionales divididos de Europa. Muchas de las economías de escala que tuvieron lugar debido al incremento de la productividad estadounidense le fueron negadas a Europa. En otras palabras, en Estados Unidos, la división del trabajo estaba
4HeinrichE. Friedlaender y Jacob Oser, Economic History of Modem Europe (Upper Saddle River, NJ, Prentice Hall, 1953), p. 224. 5DerDeutscke Aussenkandel (Berlín, 1932), II,23. Friedlaender y Oser, op. cit., p. 206.
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CAPÍTULO 8 El capitalismo moderno surge en Europa permitida para lograr cualquier grado de eficiencia que hiciera posible la tecnología, ya que, al final de cuentas casi todos los productos llegaban a un solo mercado donde podían intercambiarse entre sí.6 Como es obvio, en este relato encontramos lecciones para nuestra época. Pero no las mencionaremos sino hasta terminar nuestra breve historia del capitalismo europeo. En Europa, el comercio internacional luchó contra los obstáculos de las sospechas, las rivalidades y la desconfianza entre naciones, y perdió. Un ejemplo sorprendente se presentó a principios de la década de los cincuenta en el gran consorcio de las industrias acerera y carbonera en Europa cerca de las fronteras entre Alemania, Bélgica y Luxemburgo. Aquí, en un triángulo que medía 400 kilómetros por lado, se encontraba reunido el 90% de la capacidad acerera de Europa. Pero esta división geográfica natural del trabajo tenía que enfrentarse a barreras políticas que afectaban en gran medida su productividad física. Por lo regular, las minas de carbón alemanas que estaban en la región del Ruhr vendían su producción a los acereros franceses a precios 30% más altos que a las plantas alemanas; a su vez, los productores franceses de hierro cobraban precios mucho más altos en Alemania que en su país. Como resultado de ello, mientras que la producción de acero en Estados Unidos se incrementó 300% entre 1913 y 1950, la producción del triángulo acerero en Europa aumentó sólo 3% durante el mismo periodo.
Colapso del comercio internacional Sin embargo, nuestro mismo ejemplo da lugar a una pregunta. Antes de 1913, una especie de gran división internacional del trabajo caracterizó el mercado europeo, aunque nada parecido a la que existía en Estados Unidos. Para 1913, un flujo muy considerable de comercio internacional mejoraba la productividad europea, a pesar de los obstáculos de los cárteles y las divisiones nacionales. Era sólo el principio de un mercado internacional realmente libre y sin problemas, pero al menos e m un principio. ¿Qué puso fin a este logro tan prometedor? En un inicio, fue el impacto de la Primera Guerra Mundial, con la violenta separación de los canales comerciales europeos y la no menos destnictiva secuela de compensaciones punitivas, deudas de guerra y problemas monetarios. En un sentido, Europa nunca se recuperó de la experiencia de la Primera Guerra Mundial. El lento avance hacia el separatismo económico nacional, a expensas de la cooperación económica internacional, se aceleraba en forma irrevocable. Las tarifas y cuotas se multiplicaban para obstaculizar aún más el crecimiento del comercio internacional. El golpe final fue la Gran Depresión de 1929 que se inició en Estados Unidos. Conforme la depresión se extendía de manera contagiosa, los países buscaban protegerse erigiendo más barreras que impedían el contacto económico con otras naciones. A partir de 1929, la contracción cada vez mayor del comercio empezó a afectar la vida económica en todo el mundo. Durante 53 sombríos meses a partir de enero de 1929, el volumen del comercio mundial se reducía cada mes en comparación con el anterior. Entre finales de la década de los veinte y mediados de los años treinta, las importaciones de bienes fabricados (a precios constantes) bajaron una tercera parte en Alemania, alrededor de 40% en Italia y casi 50% en Francia. Conforme el comercio internacional sufría un colapso, también lo hacía la oportunidad de crecimiento económico en Europa. Durante dos largas décadas pasó por un periodo de estancamiento que le dio a Europa el nombre de “continente cansado”.
6Paraun análisis fascinante de los distintos “estilos” nacionales para manejar la tecnología, vea Alfred Chandler, Scale and Scope: The Dynamics of Industrial Capitalism (Cambridge, MA, Harvard University Press, 1990).
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Socialismo europeo Conociendo estos antecedentes de un funcionamiento económico inadecuado, es fácil comprender la inseguridad cada vez mayor que sufría el capitalismo europeo. Durante los años treinta circulaban graves rumores. En Inglaterra, el Partido Laboral Socialista claramente había desplazado a los liberales de la clase media señalándolos como la oposición. En Francia, el gobierno ligeramente socialista del “Frente Popular” había tomado el poder, aunque en forma insegura. Incluso en Italia y Alemania, los dictadores fascistas declararon en repetidas ocasiones su simpatía hacia los objetivos “socialistas”, y aunque tal vez sus declaraciones no eran más que una forma de complacer a las masas, eran indicios de los sentimientos que éstas deseaban escuchar. Es importante hacer notar que los movimientos socialistas no eran comunistas; es decir, se inclinaban en gran medida hacia los principios políticos democráticos y buscaban “la toma del poder” a través de la educación y la persuasión, más que por la revolución y la coerción. Además, los socialistas buscaban convertir sólo los centros de producción estratégicos en empresas públicas, no “socializar” toda la industria y la agricultura. De esta manera, el socialismo siempre fue un programa mucho más evolutivo que el comunismo. Sin embargo, para los conservadores europeos de los años treinta, los líderes socialistas parecían tan peligrosos como sus más grandes enemigos, los comunistas. Hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, las ideas socialistas crecían en la mayor parte de Europa. Incluso antes de que la guerra terminara, el Partido Laborista tomó el poder en Inglaterra y se apresuró a nacionalizar el Banco de Inglaterra (que antes había sido un banco privado), las industrias del carbón y la electricidad, gran parte de las industrias del transporte y las comunicaciones y, por último, la acerera. Al formarse los primeros gobiernos de la posguerra, era evidente que el espectro del socialismo se extendía en toda Europa, desde los países escandinavos, pasando por los Países Bajos y Francia, hasta Italia (donde los comunistas estuvieron a punto de ganar el poder). Para muchos observadores parecía que el capitalismo en Europa había llegado a su fin.
RECUPERACI~NDEL CAPITALISMOEUROPEO Bienestar del capitalismo Sin embargo, el capitalismo europeo no llegó a su fin. En vez de ello, después de la guerra entró en un periodo de crecimiento económico sin precedentes. Como vemos en la tabla 8-1, de 1948 a 1962 los países de Europa no sólo duplicaron o triplicaron (y en el caso de Italia, aumentaron ocho veces) las tasas de crecimiento per cápita que tenían antes de la Primera Guerra Mundial, sino que superaron en gran medida el desempeño contemporáneo de la economía en Estados Unidos. Para lograr estos resultados, deben haber tenido lugar cambios importantes en estas sociedades económicas. Uno de éstos fue político, hecho que no debe sorprendernos. Los gobiernos socialistas de la posguerra demostraron con rapidez que no eran administraciones revolucionarias, sino preocupadas por la reforma. Cuando estuvieron en el poder, instituyeron varias medidas de bienestar y planeación social, como el seguro de salud pública, beneficios y concesiones a las familias y mejoramiento de la seguridad social; pero no participaron en cambios institucionales fundamentales. A pesar de la retórica socialista durante las décadas de los sesenta y los setenta, Europa seguía siendo, sin duda alguna, capitalista.
124 CAPÍTULO8
El capitalismo moderno surge en Europa
Tasas de crecimiento anual promedio del ingreso per cápita
Alemania
Italia
Reino Unido
Estados Unidos
1.4
1.8
0.7
1.3
2.2
3.4
6.8
5.6
2.4
1.8 (1950-1964)
Francia Antes de la Primera Guerra Mundial (1870- 1913) Después de la Segunda Guerra Mundial ' (1948-1962)
Fuente: M. M. Postan, An Economic History of Western Europe (Londres, Methuen, 1967), p. 17.
Por tanto, cuando muchos de los gobiernos socialistas al enfrentar las exigencias del periodo de la posguerra perdieron el poder una vez más, legaron a los conservadores una estructura de bienestar que los conservadores aceptaron de buen grado. Volviendo a una de las debilidades tradicionales del capitalismo europeo, podemos decir que lo anterior representó el intento de los conservadores de crear un estado de servicio social que enmendara el antagonismo histórico de la clase trabajadora, una especie de Nuevo Trato avanzado. Como resultado de ello, en 1%actxilidad encontramos que en la mayor parte de los países europeos los gastos en el bienestar constituyen una proporción mucho más alta del gasto gubernamental que en Estados Unidos. Por ejemplo, los gastos en seguridad social en la mayor parte de los países de la Comunidad Europea son de 50 a 100%más altos que en Estados Unidos e incluyen aspectos como el cuidado prenatal obligatorio, vacaciones generosas y el cuidado universal de la niñez, ninguno de los cuales ofrece el gobierno de Estados Unidos. La segunda razón de la supervivencia del capitalismo europeo fue aún más importante. Se trata del inicio de un movimiento en el frente conservador para superar una herencia todavía más peligrosa: la división nacional de los mercados. Este importante paso hacia la creación de un mercado continental de escala completa para los productores europeos se conoce como la Comunidad Económica Europea, o de manera más familiar, el Mercado Común.
El Mercado Común Hasta cierto punto, el Mercado Común nació debido al vital ímpetu que se le dio a la producción europea de la posguerra gracias al llamado Plan Marshall, de acuerdo con el cual Europa recibió alrededor de 12 mil millones de dólares en donativos y préstamos directos por parte de Estados Unidos para reconstruir la industria devastada por la guerra. A pesar de la ayuda del Plan Marshall, pronto se hizo evidente que el ascenso de Europa estaría limitado si los cárteles y el proteccionismo nacional restringían la producción. A fin de evitar el regreso al estancamiento del periodo anterior a la guerra, algunos estadistas visionarios y audaces, entre los que se encontraban Jean Monnet y Robert Schumann, propusieron un plan realmente atrevido para la abolición de las barreras económicas tradicionales de Europa. Al tomar forma, el plan pedía la creación de un organismo supranational (no sólo internacional) para integrar la producción de acero y carbón de Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos. La nueva Comunidad del Carbón y el Acero tendría una Máxima
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Autoridad con el poder de eliminar todas las tarifas arancelarias sobre los productos de carbón y acero entre los miembros de la Comunidad, de prohibir cualquier práctica de precios y comercio discriminatorios, de aprobar o desaprobar todas las fusiones, de ordenar la disolución de los cárteles y de prestar servicios sociales y de bienestar a todos los mineros y obreros de la industria acerera de la Comunidad. Para el otoño de 1952, la Comunidad del Carbón y el Acero era una realidad, y los envíos de carbón y acero que cruzaban las fronteras nacionales aumentaron más de 40% en comparación con los embarques anteriores al establecimiento de la Comunidad. A esto siguió, en 1957, la creación del Euratom, un centro transeuropeo para la investigación nuclear y la energía atómica, y en 1968, el establecimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE), un verdadero Mercado Común sin barreras internas para el comercio y una sola tarifa “externa” para el mundo. Diez años antes, una organización similar (aunque con un “gobierno” interno mucho menos unificado) había unido a los tres países escandinavos, además de Austria, Portugal, Inglaterra y Suiza (a los que más adelante se unieron Finlandia e Islandia) en la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por las siglas de European Free Trade Association). De esta manera, Europa se convertía sin duda en una unidad económica real y geográfica. Para fines de la década de los noventa, existe realmente una unidad europea para todas las intenciones y propósitos, excepto por la incapacidad de crear una sola moneda europea, que llevaría el nombre de EURO. ¿Qué impide la creación de esta moneda? El hecho de que una sola moneda, válida en todos los países (¡en realidad, sería la Única moneda válida en cualquiera de estos países!) uniría a los países separados en una sola econom’a. De modo que un aumento en los precios en uno de los países, haría que “sus” EUROS se desplazaran hacia los mercados más baratos de los países vecinos, una fuga que no se presenta con tanta facilidad cuando cada país tiene una moneda diferente. Al escribir estas líneas, a pesar de los planes elaborados, el EURO todavía no existe. Tendremos que esperar para saber si el deseo de lograr una econom’a realmente unificada puede superar las preocupaciones políticas y empresariales que trae consigo.
CORPORATIVISMO Presentamos un panorama general de la transformación institucional de Europa, pero es necesario observar más de cerca un aspecto específico de ésta: el intento por crear una relación más cooperativa tanto entre los sectores público y privado como entre los sectores laboral y administrativo. Este desarrollo, que se inició en la década de los ochenta, se conoce como “corporativismo”, nombre que no significa que las corporaciones empresariales dominan el sistema; el término se refiere a un esfuerzo genuino por concertar, lo más posible, los objetivos y las políticas de las empresas, el gobierno y el sector laboral. El corporativismo variaba de un país a otro, pero en general representaba dos cambios institucionales. El primero de éstos adoptó la forma de “contratos sociales” entre los sectores laboral y administrativo. Por lo general, éstos tenían por objeto ofrecer a los asalariados la máxima seguridad de empleo posible, a cambio de obtener un panorama salarial más aceptable para la administración. En Alemania, por ejemplo, los representantes de los sindicatos laborales ocuparon un lugar en muchas juntas corporativas, conociendo así las estrategias cruciales de estas empresas. A su vez, estos representantes acordaron dejar de presionar para obtener aumentos salariales que provocaran tensiones que las compañías no pudieran manejar. Un segundo aspecto del corporativismo fueron los acuerdos que buscaban fortalecer la posición de cada país en la producción mundial. Por ejemplo, con un decreto laboral y guberna-
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CAPÍTULO8 El capitalismo moderno surge en Europa
mental, los productores de acero de la región del Ruhr acordaron unir la fuerza laboral capacitada y el equipo de capital especializado en la producción de equipo anticontaminante altamente especializado, evitando así el gasto prohibitivo que resultaría si cada productor tratara de abarcar el mercado por sí solo. Otra forma de cooperación pública y privada fue una combinación de financiamiento gubernamental y administración empresarial para fabricar productos de alta tecnología que se manejarían en el mercado mundial. Un éxito sobresaliente fue la creación del Airbus, que se convirtió en un extraordinario competidor de la Boeing Company. Para la década de los ochenta, una forma de corporativismo era visible en Austria, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Holanda, Noruega, Suecia y Suiza, y era posible reconocer aspectos de éste en Francia e Italia. Mientras tanto, al otro lado del mundo, Japón creaba una forma de corporativismo a la que una relación laboral estrecha entre los organismos gubernamentales, los bancos y las grandes empresas daba el nombre de Japan Incorporated.
EUROPA AMINORA EL PASO En nuestro enfoque de la evolución del cambio institucional en Europa, perdimos de vista su trayectoria económica; pero aún podemos captar algunos aspectos. Recordemos que el Plan Marshall ayudó a iniciar la extraordinaria recuperación de la economía europea, que para la década de los sesenta se había restablecido de manera indiscutible como una poderosa entidad que funcionaba en forma adecuada. Ese auge de la posguerra continuó hasta los años ochenta. Después, el crecimiento empezó a ser más lento, de manera parecida a una reducción que tuvo lugar en Estados Unidos (de la que nos ocuparemos en nuestro próximo capítulo). Como sucede con frecuencia cuando el ritmo del avance se hace más rápido o más lento durante un tiempo, las razones de esta disminución no están muy claras. Se habló mucho de una “euroesclerosis”, con sus vagas implicaciones del debilitamiento de la energía económica, pero en realidad esto ocultaba el hecho de que los observadores no comprendían con claridad por qué el auge de la posguerra estaba terminando, un fenómeno que también estudiaremos en el capítulo siguiente. Cualesquiera que hayan sido las causas, no hay duda de que la reducción tuvo efectos negativos en el desarrollo del corporativismo. Conforme el desempleo en Europa se incrementaba hasta alcanzar niveles que duplicaban aquellos de Estados Unidos (hasta 10% en gran parte del continente, en comparación con 5 y 6% en Estados Unidos), la atmósfera necesaria para apoyar el corporativismo se encontraba bajo una presión considerable. La amistad entre la administración y los sindicatos empezó a desvanecerse. No debe sorprendernos el hecho de que muchos conservadores en Europa pidieran una reducción de los programas de bienestar que amenazaban los presupuestos nacionales cuando el crecimiento económico ya no era tan vigoroso como en la década anterior. Así mismo, resulta interesante hacer notar que varios países europeos empezaron a separar el gobierno y las empresas privadas, situación que fue visible de inmediato con la pnvatización de las líneas aéreas que antes se habían nacionalizado, como BOAC en Gran Bretaña y Lufthansa en Alemania. El argumento era que las empresas privadas seguramente se manejarían con mayor eficiencia que las compañías estatales, sin tomar en cuenta los beneficios sociales que una compañía pública pudiera ofrecer. En el momento de escribir estas líneas, parece que pasamos por un periodo de incertidumbre en cuanto al futuro del corporativismo. Europa todavía tiene una vida económica privada y pública mucho más integrada que Estados Unidos, pero es probable que busque regresar a un patrón más “estadounidense”, si el crecimiento económico no vuelve a alcanzar niveles satisfactorios.
CAPÍTULO 8 El capitalismo moderno surge en Europa
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¿Qué interés más profundo tiene Estados Unidos para esta historia inconclusa? Vemos su relevancia en la creencia estadounidense de que el siglo XXI será una época en la que todos los países, ricos y pobres, tendrán que hacer cambios en sus instituciones económicas. Estados Unidos no estará exento de este proceso mundial impuesto por un mundo en visible proceso de contracción bajo las presiones de la tecnología, de la ecología y de una competencia internacional cada vez más intensa. Desde este punto de vista, Europa es una especie de laboratorio en el que podemos observar qué programas parecen funcionar mejor para sociedades que son más similares a la estadounidense que en cualquier otra parte del mundo. De esta manera, las adaptaciones y los esfuerzos del capitalismo avanzado en Europa constituyen oportunidades poco comunes de aprender con la experiencia de otros y, debemos agregar, de sufrir las consecuencias por no aprender.
Conceptos y palabras clave Caída del comercio
1. El desarrollo del Capitalismo europeo se vio muy afectado por una herenciafeudal que provocó gra-
Oposición socialista Reformismo conservador Mercado Común
2.
“Contratos sociales” Empresas colectivas Panorama corporativo
4.
3.
5.
ves problemas políticos y severas rivalidades nacionales que obstaculizaron el comercio internacional. Por tanto, la productividad se rezagó en gran medida comparada con la de Estados Unidos. El capitalismo europeo también se vio amenazado por una extensa oposición socialista. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, los partidos conservadores por lo general aceptaron los programas reformadores del socialismo, incluyendo generosos programas de bienestar social. Entre los diversos intentos por superar el rezago económico europeo, el más importante fue la creación de un Mercado Común sin barreras arancelarias, un avance en la modernización y la unificación de Europa. Estas medidas en conjunto dieron lugar a una extraordinaria recuperación del crecimiento y el bienestar en Europa. El capitalismo en Europa se movió en dirección al “corporativismo” desde el colapso de la Unión Soviética. Ha tratado de establecer acuerdos entre los sectores laboral y administrativo (“contratos sociales”) y de fomentar las empresas colectivas entre el sector empresarial y el gobierno, como el Airbus y otras empresas colectivas públicas y privadas. Estas medidas tuvieron mucho éxito en un principio, pero en la actualidad se cuestionan. Los contratos sociales son difíciles de crear cuando la economía empeora, y ahora varias empresas estatales se privatizan. El futuro de este movimiento es incierto.
Preguntas 1. ¿Considera que existen algunas lecciones para el capitalismo estadounidense en la experiencia europea? ¿O piensa que es al contrario? ¿Quizá ambas partes tengan algo que aprender? 2. ¿Cree que la aceptación general de la estructura de mercado de los partidos socialistas europeos indica el final de la confrontación histórica entre el capitalismo y el socialismo? 3. ¿Por qué es tan difícil crear una sola moneda para el Mercado Común, si en el caso de Estados Unidos no se enfrenta ese problema en los 50 Estados que lo forman? 4. ¿Podemos sacar algunas conclusiones acerca de los límites del sector público a partir de la experiencia europea? ¿Cree que los mismos límites se aplicarían a Estados Unidos?
LA ÉPOCA DE ORO DEL CAPITALISMO
POSIBILIDADES DE L A POSGUERRA La Segunda Guerra Mundial provocó la muerte de más de 10 millones de personas, cambió la geografía de Europa y volvió a definir la política mundial. La infraestructura y la capacidad industrial de Europa y Japón fueron devastadas. En contraste, la capacidad productiva de la econom’a de Estados Unidos se extendió en gran medida como respuesta a las exigencias del esfuerzo bélico. La producción estadounidense no sólo se incrementó de manera continua durante los años de la guerra, sino que los requerimientos tecnológicos de la producción en tiempos de guerra (incluyendo vehículos motorizados, aviones, armamento, equipo de comunicación e incluso ropa) provocaron un aumento en la eficiencia de la producción en masa y un mejoramiento en la calidad de los productos. Pero con el fin de la guerra y del estímulo para la manufactura que ésta trajo consigo, surgieron temores de una fuerte caída en la demanda, así como la posibilidad de que la economía estadounidense regresara a la depresión de los años treinta. Para sorpresa de algunos de los mejores analistas económicos de la época, esta sombría perspectiva nunca tuvo lugar. Por el contrario, el periodo de 1945 a 1973 fue de crecimiento económico rápido; de hecho, ha sido uno de los más rápidos en la historia del mundo. Como resultado de ello, el periodo se conoce como la “Época de Oro” del capitalismo. No sólo la economía estadounidense creció a un ritmo acelerado, sino que también Io hicieron Europa y Japón mientras reconstruían sus economías. El dominio colonial llegó casi a su fin, y algunos países en vías de desarrollo crecieron con mayor rapidez incluso que los industrializados, conforme la demanda en los países avanzados dio lugar a un auge de ciertos productos (commodities)que benefició a los países ricos en recursos naturales, como los productores de petróleo del Medio Oriente, e hizo posible el establecimiento de unos cuantos centros de industrialización, como los “tigres” de Asia oriental: Corea del Sur, Singapur, Malasia y Taiwán. Por tanto, la Época de Oro fue un periodo de rápido crecimiento económico tanto en Estados Unidos como en una amplia variedad de países. De hecho, el mundo estuvo más cerca que nunca de un auge mundial. ¿Qué dio lugar a esta Época de Oro? ¿Cómo se evitaron los campos minados económicos de la posguerra? No hay una respuesta para estas preguntas. En vez de ello, debemos observar la evolución de las instituciones centrales del capitalismo moderno (empresas grandes, sindicatos hborales, el Estado), así como las influencias que las fuerzas internacionales, las presiones sociales y el cambio tecnológico tienen sobre estas instituciones. 128
CAPÍTULO 9 La Época de Oro del capitalismo
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Fuerzas internacionales Empezamos con el primero de estos desarrollos. Siendo el único país cuya capacidad productiva fue mayor después de la guerra que antes de ella, Estados Unidos asumió el papel de líder en el diseño de las instituciones de la posguerra que moldearían las relaciones económicas internacionales. En la Conferencia de Bretton Woods de 1946 (que obtuvo su nombre de la ciudad vacacional de New Hampshire donde se llevó a cabo), Estados Unidos y sus aliados europeos establecieron un nuevo sistema financiero internacional y un marco de trabajo para ayudar en la reconstrucción de Europa. Bajo el carismático liderazgo de John Maynard Keynes, la conferencia creó tres instituciones que desempeñaron un papel importante en la Época de Oro, dos de las cuales siguen teniendo papeles internacionales significativos en la actualidad. La primera de ellas fue el Fondo Monetario Internacional, que se estableció para ayudar a los países con problemas prestándoles monedas “fuertes”, como el dólar, con las que podrían comprar los bienes necesarios para desarrollar sus economías. La segunda de las instituciones fue otro banco internacional, el Banco Internacional para !a Reconstrucción y el Desarrollo (conocido también como Banco Mundial), que se estableció para proporcionar financiamiento a importantes proyectos de inversión, como carreteras,puentes, etc., sobre todo en Europa occidental.’ Estas dos instituciones existen todavía y han desempeñado un papel importante en el financiamiento del desarrollo económico y han facilitado las relaciones financieras internacionales. Pero la tercera institución recién creada fue quizá la más importante: ésta fue el conjunto de reglas para el sistema monetario internacional. El Acuerdo de Bretton Woods estableció que el valor del dólar estadounidense en términos del oro se fijaría en 35 dólares por onza y que el valor de las otras monedas se establecería en una tasa fija en relación con el dólar y, por tanto, en forma indirecta, con el oro. De modo que, si una libra británica valía 5 dólares, su precio en oro se fijada en 7 libras por onza (35 entre 5). Otras dos instituciones sirvieron para impulsar la cooperación internacional, una vez más con Estados Unidos a la cabeza de ambas. El Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, General Agreement on Trade and Tariffs), firmado por 23 países en 1947, promueve la reducción de aranceles y el principio de no discriminación en la política comercial; es decir, el acuerdo de que ningún país firmante impondría aranceles más altos a un país que a otro. Éste es el principio que se encuentra detrás de la cláusula de la “nación más favorecida” del GATT, de acuerdo con la cual cualquier país que lograra la condición del “más favorecido” automáticamente recibiría las tasas arancelarias más bajas ofrecidas por los países firmantes para la misma categoría de productos. Estados Unidos, por ejemplo, no podría imponer al mismo tiempo aranceles de 10%sobre el vino alemán y de 3% sobre el vino francés. Por último, nos concentramos en la iniciativa internacional que tuvo el impacto más inmediato de los que hemos mencionado hasta el momento. Se trata del Plan Marshall, que recibe su nombre por el general George Marshall, que fue Jefe de Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra hlundial y después sirvió como secretario de Estado del presidente Truman. El plan consistía en un paquete de ayuda de 12 mil millones de dólares por parte de Estados Unidos, que se utilizarían para reconstruir las economías devastadas por la guerra. Los fondos del Plan Marshall no sólo eran vitales para dar a Europa el poder de compra que tanto
‘El Banco también estaba destinado a prestar dinero para proyectos ambiciosos en el mundo en vías de desarrollo pero, por desgracia, no tuvo éxito en este aspecto, debido quizás a una dependencia excesiva en las políticas del mercado libre. Vea Catherine Caufield, Masters of Illusion: The World Bank and the Poverty of Nations (Nueva York, Henry Holt, 1997).
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CAPÍTULO 9 La Época de Oro del capitalismo necesitaba, sino que cumplían con otros propósitos. Puesto que una junta internacional administraba los fondos, el Plan Marshall promovía una coordinación de políticas en Europa que, con el tiempo, llevaron a un mercado común europeo. Además, el plan ofrecía beneficios a Estados Unidos. Debido a que este país era la principal potencia industrial después de la guerra, el poder de compra que obtuviera Europa se invertiría en gran medida en Estados Unidos. Así, el Plan Marshall ofrecía ayuda a Europa, pero también impulsaba las exportaciones estadounidenses.
La geopolítica entra en el panorama Estas importantes iniciativas en la política económica internacional contribuyeron en gran medida a la creación de reglas básicas para la economía mundial de la posguerra. La primera característica de este mundo fue una nueva guerra, la llamada Guerra Fría entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, ambos países empezaron a sospechar uno del otro después de la guerra. Alemania fue el primer punto de conflicto, y fue dividida en dos naciones soberanas: Alemania Oriental, en la que gobernaba el comunismo, y Alemania Occidental, que era capitalista y estaba orientada hacia Occidente. Además, durante los siguientes 30 años, las dos superpotencias se enfrentarían de manera indirecta en países tan variados como Corea, Cuba, Angola, Vietnam, Chile y Afganistán. La Guerra Fría tuvo gran importancia en la definición de la economía mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ambas superpotencias diseñaron sus políticas económicas internacionales con la meta de mantener fuertes alianzas con otros países que se opusieran a la otra superpotencia. Por ejemplo, los esfuerzos estadounidenses por promover la unificación europea estaban dirigidos, en parte, a asegurar el lugar de Alemania Occidental como uno de sus socios en la Europa capitalista. En forma más directa, las dos superpotencias dedicaban energía y recursos considerables al aspecto militar. La producción de armas y equipo relacionado con la guerra se convirtió en uno de los sectores más importantes de la economía de ambos países, puesto que los dos participaban en una carrera armamentista, recorriendo el mundo para lograr alianzas con otros países, en especial con países en vías de desarrollo. Este énfasis en el aspecto militar afectó también la dirección del cambio económico en Estados Unidos. Gran parte de la tecnología que da vigor a la economía actual (hardware y software de computadoras, el radar y el diseño de aeronaves) tiene sus orígenes en la investigación militar relacionada con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. ¿De qué manera podemos resumir los cambios complejos en la escena internacional, algunos dirigidos a reparar los daños de la guerra, algunos a ayudar a los países en vías de desarrollo y otros más a asegurar el lugar de Estados Unidos como el líder del mundo libre? La gran variedad de los componentes hace que cualquier resumen sea incompleto. Sin embargo, debemos reconocer un tema central: la Época de Oro estuvo impulsada y guiada por las consideraciones políticas y militares. Si la Unión Soviética hubiera desaparecido 20 años antes, habría faltado un ímpetu considerable para el crecimiento económico. Como lo demostramos, la Época de Oro debe considerarse como una de las épocas más constructivas en la historia de Occidente, pero no podemos negar que, en parte, recibió el impulso de las consideraciones militares que dieron un auge económico profundo y duradero en el mundo occidental en general, y en Estados Unidos en particular.
Mientras tanto, en casa Pasemos ahora del mundo de la geopolítica al de la economía interna. Aunque las instituciones de Bretton Woods establecieron las bases para la cooperación internacional en contraposición con la
CAPÍTULO9 La Época de Oro del capitalismo
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rivalidad y las represalias, incluso con la motivación de la ayuda proporcionada por el Plan Marshall, no podría esperarse que una Europa devastada por la guerra presentara una demanda elevada de productos estadounidenses. Una econom’a estadounidense en crecimiento hubiera tenido que depender de la demanda interna. La pregunta era: ¿de dónde provendría ésta? Al terminar la guerra, los gastos del gobierno se redujeron; y la inversión privada, aunque sin duda ansiosa por recuperar los cuatro años perdidos por la guerra, no parecía capaz de elevarse hasta el grado que se necesitaba para compensar el fin del auge del armamento. Esto hizo que la carga quedara sobre los hombros del sector consumidor. Pero, ¿dónde conseguirían las familias los miles de millones de dólares necesarios, frente a la reducción en el desempleo que todos esperaban? Es aquí donde las presiones sociales entran en escena. Fue un hecho sorprendente que la demanda de los consumidores aumentara en gran medida durante los años de la posguerra; de hecho, entre 1945 y 1955, se incrementó en una tasa sin precedentes. ¿De dónde provenía la demanda? La fuente inmediata era el efecto social de cuatro años de escasez. Durante esos años, la gasolina estuvo racionada, junto con los alimentos que se necesitaban para las fuerzas armadas; no se producían automóviles ya que las grandes líneas de ensamblaje fabricaban aviones; la construcción de viviendas se redujo hasta estancarse; los uniformes tenían prioridad sobre la ropa ordinaria. Por tanto, cuando el esfuerzo bélico terminó, los estadounidenses no sólo celebraron la victoria y la paz, sino también la posibilidad de satisfacer sus demandas como consumidores, que habían quedado relegadas durante tanto tiempo y con las cuentas de ahorros que se habían incrementado, iporque no habían tenido en qué gastar cuatro años de salarios altos! De modo que, al igual que el consumo masivo de bienes estandarizados había estimulado el crecimiento económico en Estados Unidos durante el siglo XIX, el consumo masivo de bienes duraderos actuaba como una fuerza poderosa para el crecimiento durante los primeros años de la posguerra. Levittown, Long Island, en el estado de Nueva York, es un buen ejemplo. Levittown era un conjunto de casas casi idénticas diseñadas para tener un precio dentro del intervalo de ingresos medios e incluso medios bajos. Se vendieron como pan caliente; y, desde luego, cada casa requería de uno o más automóviles, televisores, refrigeradores, teléfonos, lavadoras, secadoras y otros aparatos electrodomésticos. El consumo de estos productos se convirtió en parte del sueño estadounidense: la creencia popular de que alcanzar una condición de clase media se ponía de manifiesto con una “canasta” de consumo en particular.
CAMBIOS ESTRUCTURALES EN EL CAPITALISMO ESTADOUNIDENSE
La tecnología ayuda Por Último, debemos tomar en cuenta el progreso técnico. Hubiera sido imposible cubrir la alta demanda por parte de las familias sin la capacidad de las empresas para producir, en una escala masiva, bienes que estuvieran al alcance de todos. En este caso, ayudaron las nuevas técnicas de producción que se desarrollaron durante la guerra, incluyendo el principio de nuevos procesos de producción automatizados (es decir, dirigidos por máquinas). Un ejemplo significativo fue el nacimiento de una nueva industria: el turismo, que llegaba en los aviones de cuatro motores adaptados a partir de los bombarderos de la guerra y, más adelante, en los nuevos aviones de propulsión a chorro. El servicio de los aviones trasatlánticos se inició en octubre de 1958, con vuelos programados entre Nueva York y Londres. Unos años después, el turismo se había convertido en la industria con crecimiento más rápido en Estados Unidos.
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CAPÍTULO 9 La Época de Oro del capitalismo
Los estadounidenses,que antes pensaban que viajar a Florida era una gran aventura, se encontraban sentados junto a familias de personas iguales a ellos que viajaban a Londres (donde hablaban inglés) y, poco después, a París y a Roma, donde pronto descubrieron que también hablaban inglés, al menos con los visitantes estadounidenses. Las nuevas tecnologías estimularon el crecimiento en muchas áreas, además del turismo; por ejemplo, en 1950, había un poco más de 1 millón de aparatos de televisión en Estados Unidos; para 1970, más de 50 millones. Las lavadoras de trastes y de ropa automáticas y los nuevos tipos de hornos y tostadores cambiaron la cocina (ideal) estadounidense; la transmisión automática facilitó el manejo del automóvil para mucha gente. Éstos y otros innumerables avances técnicos, grandes y pequeños, ayudaron a lograr la inesperada y, por lo mismo, bien acogida prosperidad. Las nuevas tecnologías no produjeron sus beneficios en forma indefinida; ningún avance lo hace. En particular, como veremos en nuestro próximo capítulo, la tecnología que sustituyó el trabajo humano con máquinas pronto despertaría algunas dudas. Pero en los años de la Época de Oro, estos problemas aún no habían aparecido.
El acuerdo de capital y mano de obra Si el auge económico de la posguerra se vio impulsado por el consumo de las familias, era necesaria una respuesta sustancial por parte de las empresas en forma de nuevas inversiones. Pero la inversión del sector privado depende de las utilidades esperadas, y esta dependencia parecía acabar con las posibilidades de un auge duradero. ¿Acaso un auge de este tipo no incrementa la demanda de mano de obra; y este aumento no da como resultado salarios más altos? ¿Acaso esta situación, a su vez, no pone fin a dicho auge? En este momento, es preciso abordar el tema del papel que desempeñaron los sindicatos laborales en la Época de Oro. Resulta sorprendente que el elemento crucial no radicara en un acuerdo para evitar los aumentos salariales, sino en un acuerdo para que reflejaran los incrementos en la productividad. Conforme la productividad se incrementaba, también lo hacía la remuneración para los trabajadores. Lejos de interrumpir el auge, un acuerdo de este tipo lo prolonga. Ahora, por primera vez, los trabajadores compartían el interés de la administración por aumentar la productividad. De acuerdo con el historiador laboral Jerome Rosow, el contrato laboral que se firmó en 1948 entre General Motors y el sindicato de trabajadores de la industria automotriz fue el primero que “establecía un sistema de incrementos salariales en el cual el sindicato se comprometía a tratar de mejorar la productividad y a apoyar el rápido cambio tecnológico”. Lo anterior tuvo un efecto doble: los trabajadores tenían una participación directa en el desempeño de la empresa y, por tanto, apoyaban los avances tecnológicos que incrementaban la productividad, en lugar de oponerse a ellos. En segundo lugar, puesto que los sindicatos laborales se sentían más seguros, estaban más dispuestos a dejar los asuntos de la organización y el control del lugar de trabajo en manos de los administradores. Estos últimos, a su vez, se convirtieron en un grupo social cada vez más distinguido y poderoso, al que se pedía asesoría acerca de las decisiones de inversión a largo plazo y detalles de la organización de las fábricas. La administración de empresas se volvió una carrera cada vez más “científica” y profesional. Esta separación entre la administración y los propietarios se convirtió en una práctica común, al menos en las grandes compañías del país. Los economistas incluso desarrollaron una teoría “administrativa” de la firma, de acuerdo con la cual las empresas seguirían las estrategias a largo plazo de los administradores, en lugar de las tácticas de corto plazo de los propietarios. Sin duda, había algo de cierto en ello, lo que nos lleva a otro elemento de la razón por la cual la Época de Oro duró tanto tiempo.
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Finalmente, debemos hacer notar que, de acuerdo con este nuevo convenio, la participación del ingreso nacional que se destinaba a los salarios tendía a permanecer constante, en lugar de disminuir, como lo habría hecho si los salarios se hubieran reducido; y que la participación destinada a las utilidades también presentaba una tendencia a permanecer constante, en lugar de reducirse, como lo habría hecho en caso de que los trabajadores no hubieran estado de acuerdo en una norma de productividad para los salarios. Esta estabilidad inherente, a su vez, aumentó la confianza de las empresas en el futuro, reforzando así la disposición a invertir que hizo posible ese futuro.
El gobierno encuentra su lugar Por último, pero ciertamente no menos importante, el gobierno desempeñó un papel central en la dirección de la economía de la posguerra. Durante el conflicto bélico, los gastos del gobierno como una parte de la producción total se incrementaron hasta alcanzar niveles sin precedente, de 9% en 1940 hasta casi 45% en 1945, y los respectivos mercados de bienes de consumo estaban regulados en un grado nunca antes visto. Pero, al terminar la guerra, no estaba muy claro cuál sería el papel del sector público en la economía. El Nuevo Trato de la década de los treinta había establecido ciertos “derechos”, que incluían seguridad social, prestaciones para desempleados y apoyo a los precios agrícolas. Sin duda, estos programas tan populares continuarían después de la guerra. De hecho, una nueva ley, que tuvo gran acogida, ampliaba el programa de derechos del gobierno ofreciendo educación gratuita a todos los veteranos que la pidieran. El resultado fue que millones de hombres y mujeres se beneficiaron con una educación universitaria que, de otra manera, habría estado fuera de su alcance. En segundo lugar, el país percibía la necesidad de continuar su predominio militar, sobre todo por su nueva posición como líder del esfuerzo mundial para detener el comunismo soviético. Como dijimos antes, la Guerra Fría justificaba los gastos masivos por parte del gobierno federal, que iban desde el armamento convencional hasta la exploración espacial, quizá la empresa científica más costosa que haya llevado a cabo gobierno alguno. El tercer objetivo era utilizar la gran capacidad productiva del gobierno para propósitos civiles. El esfuerzo más significativo en esta área fue la planeación y construcción de una red nacional de carreteras. Durante la administración del presidente republicano Eisenhower, el gobierno federal realizó un esfuerzo multimillonario para conectar todas las ciudades importantes, desde Nueva York hasta Los Ángeles, desde Miami hasta Chicago, con “super carreteras”; un tipo totalmente nuevo de red de carreteras que en la actualidad es muy común para los habitantes de ese país. De inmediato, el proyecto fomentó el comercio interestatal y fue crucial para conbertir la sociedad estadounidense en una “cultura del automóvil” y en el primer productor de vehículos motorizados comerciales. De manera similar, los fondos que proporcionó el gobierno para la construcción de aeropuertos fomentaron en gran medida el negocio de las aeronaves que, incluso más que la producción automotriz, recibió un gran apoyo debido a la demanda de los militares durante la guerra. Puesto que la economía de la posguerra mostraba una fuerza inesperada, el gobierno podía ampliar su papel más allá del ofrecimiento de derechos y bienes públicos, hacia la estabilizdción de la macroeconomía. A pesar de la fuerte tendencia ascendente del crecimiento, la economía seguía experimentando ciclos de alzas y bajas. Por primera vez, el gobierno empezó a experimentar con las políticas fiscales para minimizar estos ciclos. En 1961, el presidente Kennedy redujo los impuestos en forma intencional para estimular la economía, y los economistas comen-
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zaron a hablar de una “política de estabilización” como una importante tarea gubernamental. Regresaremos a este tema más adelante, pero resulta interesante hacer notar que una serie de ensayos que, a mediados de la década de los sesenta, publicaron algunos economistas muy conocidos, tenía el título de The End of the Business Cycle (Elfin del ciclo económico). Como vemos, eran demasiado optimistas. Mientras que los economistas keynesianos promovían la estabilización, surgió otra ambiciosa batalla, una vez más con los recursos del gobierno como el arma principal. Se trata de la “Gran Sociedad” del presidente Johnson, una visión de una sociedad rica en la que la eliminación de la pobreza era el objetivo central. La visión se convirtió en una “guerra contra la pobreza”: una extensa serie de programas que tenía como objetivo ayudar a los pobres por medio de transferencias para el desarrollo de la comunidad, la vivienda y la educación. De hecho, la pobreza se redujo a finales de la década de los sesenta y durante los años setenta, sólo para volver a incrementarse en la década de los ochenta, cuando estos programas desaparecieron. Como veremos en el próximo capítulo, todavía es un desafío importante y sin resolver.
PROSPERIDADY CONVERGENCIA MUNDIALES Nuestro análisis del nuevo papel del gobierno en la Época de Oro se ha enfocado sólo en Estados Unidos. Pero en otros países se desarrollaron patrones similares, si bien con algunas diferencias que reflejaban su propia cultura. En Francia, el Estado continuó con su papel “dirigiste” (literalmente, directivo), utilizando un plan económico nacional para determinar los gastos y subsidios. Inglaterra buscaba manejar la pérdida del imperio, vacilando entre un intento ambicioso de instalar un Estado de bienestar de largo alcance y un esfuerzo más modesto por revivir la industria británica; ninguno de los dos intentos tuvo un éxito total. Y en Alemania, el recuerdo de la terrible hiperinflación que tuvo lugar después de la Primera Guerra Mundial (en gran medida, como resultado de 10s téiminos draconianos impuestos por los aIiados en el Tratado de Versalles) llevó a una política macroeconómica que enfatizaba un estricto control sobre la oferta de dinero, pero que también fomentaba una amplia cooperación entre el sector laboral y el administrativo, incluyendo la aceptación de miembros de los sindicatos en los consejos directivos. En los países escandinavos, se logró una unión muy exitosa entre el Partido Laboral, que era en extremo igualitario, y las más altas esferas empresariales. En Italia, el estancamiento continuó en el sur, pero la prosperidad floreció en el norte. De modo que las políticas variaban de un país a otro, reflejando las experiencias pasadas, la unidad y la visión políticas del momento y los rasgos permanentes de la cultura nacional. Sin embargo, podemos generalizar un aspecto de todas estas experiencias económicas. El periodo de 1960 a 1980 fue, quizá, el más próspero que ha visto el mundo capitalista. La Época de Oro no es un título exagerado para estas décadas. Como vemos en la tabla 9-1, además del breve auge de la década de los veinte, en el periodo que va de 1950 a 1970 se presentó un crecimiento en el ingreso per cápita mucho más alto que en cualquier otro momento desde el siglo XIX, tanto en los países desarrollados como en las naciones en vías de desarrollo.
El final se empieza a delinear A menudo, la época de la posguerra se describe como única en la historia mundial. Un rápido crecimiento económico se presentó junto con un importante cambio tecnológico, al mismo tiempo que los avances en los derechos civiles de las mujeres y los grupos minoritarios (sobre todo de los afroestadounidenses) se delineaban en el interior del país, y un nuevo orden geopolítico aparecía
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(Tasas de crecimiento anual del volumen del PNB per cápita, con base en los promedios de tres años)
1830-1870 1870-1890 1890-1913 1913-1920 1920-1929 1929-1950 1950-1970 1970-1990
Países desarrollados
Países en vías de desarrollo
0.6 1.o 1.7 -1.3 3.1 1.3 4.0 2.2
-0.2 0. 1 0.6 0.2 0. 1 0.4 1.7 0.9
Mundial
o. 1 0.7 1.4 -0.8 2.4 0.8 3.0 1.5
Fuente: Paul Bairoch, Economics and World History: Myths and Paradoxes (Londres, Harvester, 1993).
en el horizonte internacional. Por desgracia, estos últimos prospectos pronto llevarían a una desilusión, cuando el mundo subdesarrollado probó ser una carga masiva y difícil de manejar, excepto por algunos casos aislados de éxito. Mientras tanto, en Estados Unidos la increíble variedad de componentes económicos y políticos de la Época de Oro empezó a erosionarse ante el asalto de una presión cada vez más fuerte ejercida por la globalización y un alejamiento general del sentimiento político en relación con la participación del gobierno en la economía. De ahí que empezara a delinearse un final, como veremos en nuestro próximo capítulo.
Conceptos y palabras clave Con este capítulo, tratamos de contestar una pregunta muy importante: ¿qué hizo posible el auge de la posguerra que tomó a todos por sorpresa? Identificamos la compleja variedad de factores que lo explican. Parte de la respuesta se encuentra en los desarrollos favorables en el frente internacional. El primero fue el establecimiento de esfuerzos sin precedentes por coordinar los esfuerzos intereconómicos. Aquí, encontramos el establecimiento del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Acuerdo de Bretton Woods; el primero, para ayudar a los países europeos devastados por la guerra: GATT y Pian el segundo, para ayudar a los países en vías de desarrollo, y el tercero, para lograr tipos de cambio de Marshall divisas estables. Junto con el GATT y el Plan Marshall, estas iniciativas políticas dieron un fuerte ímpetu político y militar a la Época de Oro. Causas 3. La Época de Oro recibió un fuerte ímpetu de la Guerra Fría, pero en esencia, se trataba de un auge internas generado y sostenido internamente. Aquí, tres elementos desempeñaron papeles clave: el primero Demanda fue la alta demanda latente de bienes en un país del continente americano que había recibido altos en aumento ingresos durante la guerra y, en ese momento, estaba ansioso por gastarlos en automóviles, casas y televisores nuevos. Un segundo elemento propulsor fueron las nuevas tecnologías y los nuevos proNuevos ductos que surgieron a partir de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo la aviación como un medio productos de transporte masivo y la nueva industria turística. Nuevas reia- 4. Al menos de igual importancia fue el desarrollo de un nuevo contrato salarial que ligaba los sueldos ciones laborales con la produclividad. Este dio a los trabajadores una participación directa en la administración efec“Capitalismo tiva; ayudó a los administradores a elaborar estrategias a largo plazo, y ayudó a mantener una razón administrativo” estable entre la remuneración salarial y el producto nacional. Fuerzas detrás 1. de la Epoca de Oro Causas 2. internacionales
136 CAPÍTULO9 La Época de Oro del capitalismo Papel mas importante del gobierno
Un auge único
5. Un aspecto importante entre las fuerzas que se encontraban detrás del auge de la Época de Oro fue un aumento en la importancia del papel que desempeñaba el gobierno. En parte, fue la continuación de las políticas del Nuevo Trato; en parte, los nuevos gastos más altos de la Guerra Fría relacionados con la milicia, y, en parte, porque fue la primera vez que se utilizaba una política fiscal como fuerza estabilizadora. 6. Con todas estas complejidades y diferencias de un país a otro, la Época de Oro fue un periodo muy importante en la historia del capitalismo, una época sin precedentes. Lo que resta por ver es si podrá repetirse en el futuro.
Preguntas 1. ¿La guerra siempre ha sido una fuerza propulsora para las economías? ¿Qué sucedió con la Primera Guerra Mundial? ¿Qué pasó con los ganadores en comparación con los perdedores? ¿Qué sucedió con Inglaterra, que fue uno de los ganadores en la Segunda Guerra Mundial? 2. Si la demanda de la posguerra fue tan importante para la continuación del auge, ¿por qué no existe un tipo de presión similar después de cada periodo difícil? 3. Cupitulisnza administrativo es una frase que escuchamos con menos frecuencia en la actualidad que en la Época de Oro. ¿Por qué cree que haya pasado de moda? ¿Qué cambios piensa que podría provocar? 4. Las tres preguntas anteriores son muy difíciles de responder. Pero cumplen el propósito de ponernos a pensar. Aquí hay una cuarta, que también es muy difícil y nos pone a pensar: ¿cud cree que sea la diferencia entre la situación económica actual y la que describimos en este capítulo?
CAPíTULO
LA ÉPOCA DE ORO FINALIZA
DILEMASMACROECON~MICOS Como todas las cosas buenas, la Época de Oro tuvo que terminar. El cuarto de siglo de crecimiento y estabilidad, que fue mejor recibido por haber sido inesperado, dio paso a un cuarto de siglo de semiestancamiento, dificultades e incertidumbre, de igual manera tan inquietantes porque tampoco se esperaban. Otro aspecto importante, que debemos tener en cuenta al considerar este periodo, es que nos lleva al capítulo de la historia económica que vivimos en este momento. Por tanto, dejamos el estudio de la “historia” como un esfuerzo por descubrir la manera en que llegamos a ser lo que somos y entramos a un estudio de la historia en que tratamos de comprender lo que podríamos llegar a ser. Todo esto a manera de introducción a un último capítulo que aún queda por estudiar. Es preciso realizar una tarea muy importante antes de hacer proyecciones acerca del futuro: investigar los cambios que nos llevaron de la Época de Oro a los días tan diferentes en los que vivimos. Éste por sí mismo es un proyecto atemorizante. ¿De qué manera unos cuantos capítulos pueden cubrir en forma adecuada un periodo durante el cual los mapas políticos y económicos cambiaron hasta el punto de resultar irreconocibles en sólo 25 años? Como es obvio, no podemos empezar a hacer justicia a la complejidad de esas fuerzas del cambio. Sin embargo, esperamos poder explicar los procesos que, al parecer, afectaron nuestras propias perspectivas. Lo haremos como sigue: en este capítulo identificaremos sobre todo los desarrollos económicos “internos” que cambiaron el rumbo de todas las economías avanzadas. En el capítulo 11, nos enfocaremos casi de manera exclusiva a los poderosos cambios “externos” (es decir, internacionales) que nos trajeron al presente. Después de eso, nos abrocharemos los ciriturones de seguridad y en el capítulo 12 hablaremos acerca del panorama que parece determinar el carácter de la época en la que viviremos durante los próximos años.
La inflación entriz en escena No existió un momento determinado en el cual el auge de la posguerra se convirtió en lo que el economista Wallace Peterson llama “depresión silenciosa”.’ Pero si tenemos que señalar un solo
‘Wallace Peterson, Silent Depression (Nueva York, W. W. Norton, 1994), p. 20.
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138 CAPÍTULO 10 La .&poca de Orofinaliza fenómeno que marque el final de la Época de Oro, éste fue la aparición de una nueva y persistente realidad en el escenario estadounidense que con el tiempo se volvería alarmante: la inflación. ¿Cuál fue su causa? Muchos comentaristas han dicho que, por lo general, las políticas económicas del país reflejan sus objetivos políticos. Desde luego, lo anterior es pertinente para el caso de Estados Unidos, ya que si hubo un evento que marcó el principio de la tendencia inflacionana fue la entrada de Estados Unidos a la Guerra de Vietnam en 1965. Hasta 1964, el índice de precios de los bienes para el consumidor había aumentado apenas más de 1% cada año. Como ejemplo de la respuesta política a la inflación en ese tiempo, en 1962 el presidente Kennedy pidió públicamente a la U.S. Steel Corporation que rescindiera un incremento en el precio de los productos de acero que había anunciado. La compañía aceptó. Pero en 1966, los precios al consumidor subieron 1.6%, y el año siguiente, 2.9%. Tres años después, aumentaban en un índice de 5.7%, y para 1974, ihabía llegado a 11 por ciento! ¿El esfuerzo cada vez más costoso por ganar la guerra fue la única causa de este alarmante salto? Más bien, la mayoría de los historiadores opina que la importancia de Vietnam radica en el hecho de que fue la primera de varias equivocaciones por parte de Estados Unidos al juzgar su capacidad para controlar algunos eventos, más que por ser la íinica causa de una inflación que minó su poder y prestigio. Seguiremos con esta historia más adelante en este capítulo, al observar las consecuencias inflacionarias del intento estadounidense por mantener el dólar como moneda central del mundo; un fracaso diferente a su incapacidad de imponer su voluntad en Vietnam, pero que también refleja una grave sobrestimación de su capacidad para controlar los eventos.
El impacto del petróleo Mientras tanto, debemos explicar el siguiente paso en el escenario inflacionario. En esta ocasión el villano fue el petróleo. Casi siempre olvidamos que, durante la Época de Oro (y mucho antes de ésta), Estados Unidos dominaba la producción mundial de petróleo. Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta, se descubrieron nuevos y enormes campos petroleros en Texas y Oklahoma, con la consecuencia de que el petróleo estadounidense era, por mucho, la fuente de energía más económica en el mundo. Los turistas estadounidenses que rentaban automóviles en Francia o Inglaterra siempre se sorprendían con el alto costo de la gasolina en el extranjero y la cantidad de kilómetros que recorrían por litro en automóviles fabricados con el fin de ahorrarla. En casa, no practicaban este tipo de economías, y conforme la cantidad de automóviles aumentaba en gran medida durante la Época de Oro, la producción de petróleo en Estados Unidos empezó a ser escasa en comparación con el consumo. Esta situación preparó el escenario para el surgimiento de un cártel con sede en el Medio Oriente llamado OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), que pronto pudo determinar la disponibilidad del petróleo para Europa y también para Estados Unidos. En 1973, como respuesta a la política exterior pro israelí en la mayor parte de los países industrializados, la OPEP impuso, en forma repentina, un embargo sobre sus embarques de petróleo al extranjero, interrumpiendo el abastecimiento a sus clientes del exterior. Era necesario hacer fila en las gasolineras de Europa y Estados Unidos, y dada la naturaleza de la demanda inelástica de los precios del petróleo (“llene el tanque sin importar el precio”), los precios del combustible aumentaron en gran medida, triplicándose en Estados Unidos de 3 a 10 dólares por barril. En Europa y Japón, el incremento fue aún más alarmante. Además de incomodar a los propietarios de vehículos motorizados, el impacto del precio hizo que se incrementaran los costos de producción en casi todos los sectores de la economía. Cada industria que requería energía, desde la operación de un horno de acero hasta la calefacción de una agencia de viajes, vio que los costos de realizar sus negocios subían en forma rápida e inesperada. Y, desde luego, el precio de los bienes también aumentó. Las empresas no tenían otra
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alternativa que reducir los márgenes de utilidades o incrementar los precios para cubrir el aumento en los costos. La mayor parte optó por una combinación de ambas estrategias, y el resultado fue una presión cada vez mayor sobre los precios y una reducción en la tasa de inversión. Muy pronto se presentó un segundo impacto. A fines de 1979, conforme la tasa creciente de inflación reducía el valor real de las ganancias del cártel, la OPEP restringió la producción una vez más, y esta vez el efecto fue que el precio del petróleo subió a más de 35 dólares por barril. Esto dio lugar a una segunda ola de presión intlacionaria mucho más poderosa: en 1980, los precios al consumidor en Estados Unidos aumentaron 13.5 por ciento. Una vez más, el aumento repentino en los precios del combustible afectó a una amplia variedad de productos. De ahí que el impacto petrolero se tradujera muy pronto en un incremento en el índice de precios al consumidor. Como ya dijimos, durante la década de los sesenta la tasa inflacionaria había empezado a moverse hacia el 4 y 5% anual, tal vez como resultado del incremento en el nivel de los salarios en una economía con un alto índice de empleo. Como vimos, en 1974 el índice de precios al consumidor aumentó más de 10%. En ese momento, sucedió algo verdaderamente alarmante. En 1980, después del segundo impacto, este índice se incrementó 13.5%, uno de los aumentos más grandes en la historia de Estados Unidos. El impacto del precio del petróleo dio lugar a una clara y difícil pregunta: ¿qué hacer con esta nueva amenaza inflacionaria? Desde nuestra perspectiva histórica, formularíamos la pregunta de otra manera: ¿por qué el aumento en los precios del petróleo fue tan “contagioso” a fines de la década de los setenta? Una parte muy importante de la respuesta radica en el hecho de que el capitalismo de la época no era el mismo de 50 años atrás. Si pudiéramos imaginar una situación en la que el impacto petrolero aumentara los precios, digamos, del carbón en las décadas de los veinte y los treinta, dudamos que pudiera producir una amenaza inflacionaria nacional. En vez de ello, frente a los ingresos personales sin cambios, las familias no habrían tenido otra alternativa que apretarse el cinturón y consumir menos carbón. Pero en la década de los setenta, los profundos cambios institucionales disminuyeron en gran medida dicha respuesta para combatir la inflación. Los nuevos sistemas de apoyo al ingreso (Seguro Social, seguro de desempleo, seguro de las cuentas bancarias y ajustes en el costo de la vida con base en los contratos salariales) limitaron la reducción de los gastos de consumo que un incremento repentino en los precios habría producido con toda seguridad en aquellos días. De esta manera, el cambio del capitalismo propenso a la recesión de la década de los treinta al capitalismo de la Época de Oro que ofrece resistencia a la recesión tuvo el efecto inesperado de incrementar la susceptibilidad a la inflación.
Estanflación y el dilema político La combinación de una inflación fuerte e inversiones débiles dio lugar a un ambiente económico frágil. La política económica de la posguerra se basaba en la existencia de un intercambio entre la inflación y el desempleo. Cuando los precios subían, se suponía que la razón era un mercado laboral “presionado”; es decir, un bajo nivel de desempleo que daba como resultado incrementos en los salarios que, a su vez, aumentaban los costos y, por tanto, los precios. En la otra cara de la moneda, cuando la inflación caía, se suponía que la razón era un aumento en el desempleo, el cual tendía a reducir los salarios y, por tanto, los precios. De modo que los precios y el desempleo se representaban como los extremos opuestos de un vaivén de balance. Todo esto presentaba un aspecto de seguridad. Nadie quería que el desempleo aumentara, pero al menos se pensaba que daba lugar a precios más bajos, situación que todos deseaban. Volteando la moneda una vez más, nadie quería que hubiera inflación, pero el aumento de precios se consideraba una consecuencia del incremento en el empleo, lo que todos querían.
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Todo esto sirvió como fundamento para la aceptación de las teorías económicas de John Maynard Keynes, que ya conocimos al estudiar las respuestas a la Gran Depresión. Para la década de los sesenta, la economía “keynesiana”, con su fuerte apoyo a los gastos del gobierno como una fuerza contra la depresión, gozaba de gran aceptación, no sólo por parte de los economistas, sino también de los políticos: a principios de la década de los setenta, el presidente Nixon hizo el famoso comentario de que “ahora, todos somos keynesianos”. Pero el consenso keynesiano entre políticos y economistas empezó a desaparecer con rapidez cuando se enfrentó un nuevo reto: la experiencia simultánea de la inflación en los precios y una reducción en el crecimiento y el empleo. Durante los años setenta, la inflación se movió de manera continua hacia niveles de dos dígitos, mientras que la producción real disminuía en 1970, 1974, 1975 y 1980. La “estanflación”, como se llamó a este nuevo ambiente, no podía manejarse con los instrumentos tradicionales del keynesianismo. La respuesta keynesiana al aumento de la inflación sería reducir los gastos del gobierno y, de esta forma, aliviar las presiones sobre la economía. La respuesta al crecimiento lento o negativo sería aumentar los gastos públicos y, por tanto, estimular la economía. De modo que el nuevo estado de las cosas puso al keynesianismo en aprietos: con los precios en aumento y la producción en franca reducción, cualquier medida que se tomara ofrecía un aspecto positivo y otro negativo. Esta situación no constituía una base sobre la cual establecer una política convincente y mucho menos efectiva. En este atolladero, las riendas del poder pasaron a otra rama del gobierno: el Sistema de la Reserva Federal, que tenía la responsabilidad de dirigir la política monetaria del gobierno. La Reserva Federal no perdió tiempo al enfrentar el problema puesto que era un banco y, para los banqueros la inflación era un problema monetario: “demasiado dinero para muy pocos bienes”, como rezaba el viejo adagio. Por tanto, la necesidad imperiosa de la Reserva Federal era reducir la oferta de dinero en la economía. Esto significaba dificultar los préstamos a individuos y empresas, ya que pedir prestado y gastar constituía, sin duda, la fuente principal de presión inflacionaria. ¿Cómo reducir estos gastos? La respuesta era elevar la tasa que la Reserva Federal cobraba a los bancos, los cuales le pedían prestado de manera regular para, a su vez, prestar dinero a sus clientes. A partir de 1979, bajo la dirección de Paul Volcker, la Reserva Federal incrementó sin piedad la tasa hasta que llegó a ser de casi 18% en 1981;tasa que se tradujo a más de 20% sobre los préstamos de los bancos a los clientes. Nadie, ni siquiera las empresas más grandes, podía pedir prestado a tan alto precio. Los préstamos disminuyeron y, con ellos, los gastos, y como consecuencia, la tasa de inflación.2 Fue una política draconiana, pero efectiva. Para 1982, la tasa de inflación nacional alcanzaba niveles, que ahora nos parecen moderados, de 5 a 6%. Mientras tanto, y debido a que los gastos se reducían, el desempleo aumentó (a ll%), pero la Reserva Federal consideró que la situación era positiva porque mantenía la inflación bajo control. De hecho, con frecuencia se hacía referencia a ella como la recesión de Volcker, término que constituía tanto un reconocimiento como un reproche.
2iCuáles exactamente el mecanismo tan poderoso que utilizaba la Reserva Federal? Los dos objetivos meta principales de la política de la Reserva Federal son el aumento de la oferta de dinero y el nivel de las tasas de interés. Aunque la Reserva Federal es responsable de la distribución de efectivo a los bancos para uso de sus clientes, los billetes y monedas constituyen sólo una pequeña parte de la “oferta de dinero” total. El dinero está constituido sobre todo por cuentas de cheques, cuentas del mercado de dinero e incluso (de acuerdo con algunas definiciones) por líneas de crédito. En forma correspondiente, los bancos “crean dinero” cuando hacen un préstamo al abrir una cuenta de cheques a nombre de quien lo recibe. De esta manera, la Reserva Federal controla la oferta de dinero aumentando el precio de los préstamos. Cuando los préstamos cuestan más, se abren menos cuentas nuevas y los bancos deben cobrar más por cualquier préstamo que hagan.
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No debe sorprendernos que todo este episodio dejara una secuela. La prevención de la inflación, en lugar del fomento al crecimiento, se convirtió en la preocupación central de las autoridades monetarias. Incluso cuando la situación económica empeoró durante la década de los ochenta, la preocupación de la Reserva Federal era más bien acabar con las tendencias inflacionarias que fomentar las inversiones y el consumo. La secuela que dejó el impacto petrolero ha sido una situación inflacionaria que, desde entonces, afecta a todas las economías avanzadas. En el capítulo 12 estudiaremos los posibles pasos para escapar de la herencia (malo si actuamos, malo si no actuamos) de este periodo.
La depresión silenciosa Finalmente, la crisis de la estanflución terminó, pero sólo para dar paso a otra situación que en algunos aspectos resultaría más problemática y difícil de resolver: el inicio de una condición de empeoramiento del estándar de vida para la clase trabajadora. En Estados Unidos, el nuevo problema resultaba más evidente en la reducción de la productividad; es decir, en el valor de la producción por trabajador. La productividad es de vital importancia porque, finalmente, los salarios de los trabajadores se determinan, o al menos se delimitan, de acuerdo con el valor de lo que producen. De 1959 a 1973, la producción por trabajador aumentó a una tasa anual de 2.9%, tasa que era congruente con un cómodo incremento potencial en el estándar de vida de la fuerza laboral. Pero de 1973 a 1994, esa tasa de crecimiento de la productividad cayó casi dos terceras partes, hasta alcanzar un aumento promedio de 1 por ciento. Por fortuna, a fines de la década de los ochenta y principios de los noventa, el crecimiento de la productividad en la manufactura aumentó hasta casi alcanzar el nivel anterior pero, como podremos ver, en esa época la manufactura representaba sólo una pequeña parte de la producción total; de manera que, a nivel nacional el potencial para un movimiento ascendente en el estándar de vida de los trabajadores se encontraba muy por debajo de aquél de años anteriores. En total, los salarios reales (los salarios ajustados por la inflación) aumentaron menos de 0.3% de 1973 a 1993. Entre 1979 y 1994 los salarios reales de los trabajadores se redujeron alrededor de 8 por ~ i e n t o . ~ Es preciso hacer notar que, en Europa, los salarios reales se comportaron mucho mejor que en Estados Unidos, pues la mayor parte de los países gozaron de un crecimiento de 1.5 a 3%. Sin embargo, Europa enfrentó un segundo problema de la depresión silenciosa, que se presentó después del peligro inflacionario: un serio incremento en el desempleo. Inglaterra, Francia, Canadá, Bélgica y otros países han tenido tasas de desempleo de dos dígitos casi todos los años a partir de 1982, prácticamente duplicando las de Estados Unidos; y, en fechas más recientes, Alemania se convirtió en miembro de este grupo. Un hecho quizá más importante es que Estados Unidos, que se suponía había escapado del problema del desempleo, quizá padece una enfermedad parecida a la europea. El economista Lester Thurow señala que, en el otoño de 1995, el número de estadounidenses oficialmente “desempleados” llegó a 7.5 millones. “Pero igual que un iceberg que resulta casi invisible en la superficie del agua”, escribe Thurow, “esos desempleados constituyen sólo una pequeña parte del total de personas que buscan trabajo.” Thurow suma de 5 a 6 millones de ciudadanos que no tienen trabajo y dicen quererlo, pero no califican como “desempleados” porque no cumplen con alguno de los requisitos oficiales, además de otros 4.5 millones que no se cuentan como
3Lascifras son de David Gordon, Fat and Mean (Nueva York, The Free Press, 1996), capítulo 1.
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desempleados porque aceptaron empleos de medio tiempo, aunque buscaban trabajo de tiempo completo. En total, esto da una tasa de desempleo de 14 por ~ i e n t o . ~
EXPLICACI~N DEL DECLIVEECON~MICO Detrás de los números: el cambio hacia los servicios ¿Cómo podemos explicar estas cifras? Empecemos con la caída de la productividad en Estados Unidos. A continuación presentamos la explicación más aceptada. Radica en el hecho de que el empleo en los servicios ha crecido con mayor rapidez que en la manufactura, y que la productividad en los servicios casi siempre es mucho más baja que en la manufactura. En 1970, el empleo en la manufactura representaba 26% del total de empleos; en 1990 la cifra era de 16%. Mientras tanto, el empleo en los servicios (incluyendo el gobierno) aumentó de 62% en 1975 a 69% del total en 1990. Con el crecimiento de sectores como el financiero, los seguros, los bienes raíces, las ventas al menudeo y los negocios de comida rápida, la economía estadounidense parecía entrar en una etapa “posindustrial”. Además, este cambio estructural hacia una economía de servicios coincidió con la participación cada vez mayor de la mujer en la fuerza laboral. Debido a que, en general, las mujeres que dejaban sus labores domésticas para trabajar habían recibido menos capacitación que aquellas que ya formaban parte de la fuerza laboral, su entrada en el mercado laboral también redujo la productividad promedio.
El ritmo lento de la inversión Keynes identificó la inversión en planta y equipo como la variable clave para comprender la capacidad que tienen las economías capitalistas de generar ingresos y riqueza. Es probable que la inversión tenga un papel aún más importante en la actualidad porque es la que introduce nuevas tecnologías en el proceso de producción. De manera que no es sorprendente que el lento crecimiento en la inversión del sector privado también disminuyera el ritmo de crecimiento en la productividad. La inversión se basa en las expectativas de obtener utilidades. Cuando los precios del petróleo aumentaron durante la década de los setenta, estas expectativas se derrumbaron, y el crecimiento de la inversión privada se hizo más lento. En los años ochenta, las tasas de interés sobre los activos financieros, como los títulos de la Tesorería de Estados Unidos, alcanzaron altos niveles. Esto también redujo el crecimiento de la inversión: los inversionistas potenciales se preguntaban por qué tenían que invertir en un negocio con riesgos a largo plazo, cuando una inversión sin riesgos producía casi las mismas ganancias. De manera que, una vez más en la década de los ochenta, el crecimiento de la inversión no era adecuado para que la economía estadounidense regresara a una situación parecida a la Época de Oro. El oscuro panorama de la inversión tuvo también algunas implicaciones a largo plazo para la productividad. Cuando las empresas se retrasan en la introducción de nuevas tecnologías, pierden mercados y ventas en comparación con las compañías rivales. Estas pérdidas son acumulables: una vez que la tecnología se rezaga, las empresas encuentran más difícil ponerse al día. Por ejemplo, conforme disminuían las innovaciones en las empresas estadounidenses,los japoneses empezaron a dominar el mercado de los aparatos electrónicos para el consumidor. La grabadora de cintas de video o videocasetera (VCR, video cassette recorder),que en la actualidad es un artículo estándar en todos los hogares, fue creada por empresas japonesas, y las compañías estadounidenses quedaron fuera de este mercado que ha tenido un auge extraordinario. Debido a que no se mantuvo al día
4LesterThurow, The Future of Capitalism (Nueva York, William Morrow, 1996), p. 165.
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en tecnología, Estados Unidos vio cómo su participación en las ventas mundiales de artículos de alta tecnología se desplomó en las décadas de los ochenta y noventa. Puesto que solían ser sectores de alta productividad y salarios elevados, su caída se sintió en toda la economía estadounidense.
Restructuración En parte como respuesta a la reducción en el crecimiento de la productividad, las empresas estadounidenses empezaron a reorganizarse, sobre todo despidiendo empleados en grandes cantidades. El fenómeno de los despidos masivos en las grandes compañías se conoce como “restructuración”: liquidaciones masivas mediante las cuales las empresas buscan reducir los costos de mano de obra y aumentar la productividad y los márgenes de utilidades. A finales de la década de los ochenta, surgieron periodos sucesivos de restructuración. Participaron en ésta algunas de las empresas más grandes de Estados Unidos, incluyendo IBM, AT&T y General Electric. En 1990, por ejemplo, 300 O00 trabajadores fueron despedidos; en 1991, el número aumentó a 550 000. Dos años después, esta vez con la economía fuera de la recesión, 600 O00 empleados fueron despedidos. Sólo en enero de 1994, las empresas despidieron a más de 100 O00 personas, y la cifra para todo 1994 fue de 516 000. En total, de 1990 a 1994, las compañías despidieron a 2.5 millones de empleado^.^ Esta dramática restructuración de las empresas tuvo un efecto directo en la productividad y las utilidades de éstas, pero su implicación más importante fue en los salarios. Por lo regular, los economistas consideran que las reducciones en el crecimiento de la producción y los salarios son el resultado de una disminución en la productividad. Pero el vínculo entre los salarios y la productividad nunca es hermético porque, a menudo, los salarios son el resultado de un proceso de negociación entre los administradores de las empresas y los sindicatos laborales, y la fuerza relativa de ambas partes varía dependiendo de las condiciones económicas y políticas, así como del grado en que los trabajadores están organizados en sindicatos. El impacto de la restructuración sobre los salarios fue tanto directo como indirecto. Al ser despedidos los trabajadores se unieron al grupo de personas que ya buscaban empleo. Esto permitió a las compañías ofrecer salarios más bajos a cualquier empleado nuevo que contrataran, ya que existía más competencia por esos puestos. Aquellos que no quedaron atrapados en la telaraña de los despidos masivos también se vieron afectados porque enfrentaron un ambiente de inseguridad laboral en aumento. Cada vez que se anunciaba otro despido, se sentía un estremecimiento colectivo entre quienes conservaban su empleo. Esto tuvo un efecto negativo en las exigencias salariales de los sindicatos. Muchos de éstos abandonaron toda esperanza de un aumento en los salarios, y prefirieron enfocarse en lograr garantías de seguridad laboral. Como indican las cifras, la restructuración pronto se convirtió en una estrategia corporativa muy popular. Por esta razón, no resulta sorprendente que también se haya extendido por Europa. Las empresas alemanas anunciaron el despido de 180 O00 trabajadores durante el primer trimestre de 1994. Las compañías italianas despidieron alrededor de 200 O00 trabajadores a principios de la década de los noventa, y el mayor productor de llantas de Francia anunció sus planes de reducir su fuerza laboral a la mitad.6
DEL CRECIMIENTO MÁS LENTO A LA DESIGUALDAD PROGRESIVA Ahora cambiamos nuestro enfoque, pero no nuestro tema central. Mientras los dilemas políticos de la época posterior a la Época de Oro seguían aumentando, algo más estaba sucediendo; no tan ”Thurow, op. cit., 1996, p. 26. 61bid.,p. 28.
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dramático como el impacto petrolero, pero tampoco tan sencillo de explicar. Era un cambio en la forma en que el sistema distribuía los ingresos y la riqueza. La Época de Oro no sólo fue una época en que los ingresos en conjunto de los estadounidenses crecieron de manera continua y satisfactoria, sino también un periodo en que la distancia entre ricos y pobres disminuyó, lenta pero continuamente. Durante los 20 años que ahora nos interesan, estas sanas tendencias se interrumpieron. De hecho, se desarrollaron en sentido inverso. Empecemos con la riqueza (o de manera más precisa, con los activos financieros que eran propiedad de las familias) a fin de concentrarnos en la forma de riqueza que está sujeta a un cambio más repentino, hacia arriba o hacia abajo. Durante el auge de los años veinte, 1% de todas las familias tenía en su poder 42% de la riqueza financiera del país, una participación sin precedentes. Como es natural, este porcentaje bajó en forma dramática después de la caída de la bolsa en 1929, y todavía más con el largo periodo de bajos precios accionarios que se presentó en la década de los treinta y el impacto de las políticas fiscales del Nuevo Trato. Como consecuencia, para 1940, el porcentaje de la riqueza financiera que se encontraba en manos de ese 1% se había reducido casi a la mitad. A partir de ese momento, conforme el país se recuperó y empezó la Época de Oro, la riqueza nacional aumentó con rapidez, con una participación más o menos equitativa de ricos y pobres de la riqueza existente en 1962: desde esa fecha y hasta 1983, 1% de las familias recibían 34% del incremento en la riqueza, 19% recibía 48% y 80% obtenía 18%. Ahora, comparemos este resultado con el periodo de 1983 a 1989: en este lapso de 6 años, 1% de los tenedores de riqueza recibieron 62% del incremento total en la riqueza; 19% recibió sólo 37% y 80% recibió apenas I por c i e n t ~De . ~ acuerdo con Edward Wolff, cuyas investigaciones produjeron estas cifras: El incremento en la desigualdad de la riqueza que se registró durante este periodo en Estados Unidos prácticamente no tiene precedentes. El único periodo en el siglo xx durante el cual la concentración de la riqueza de las familias aumentó en fonna comparable fue de 1922 a 1929. En esa época, la desigualdad surgió sobre todo por un incremento excesivo de la bolsa de valores, que con el tiempo se vino abajo en 1929, dando lugar a la Gran Depresión de la década de los treinta.8
¿Qué hay de la tendencia en la distribución del ingreso, la medida en la que casi siempre pensamos al considerar el problema de la desigualdad? Tal vez la forma más efectiva de ilustrar esta tendencia sea comparar la relación de los salarios de un trabajador masculino promedio con los salarios de un director general. Si tomamos una cifra estimada de 25 O00 dólares anuales como el salario promedio de ese trabajador en 1970, el ingreso del ejecutivo mejor pagado de su compañía era de aproximadamente 1 millón de dólares al año. Si pasamos ahora a 1990, el salario promedio aumentó a 35 O00 dólares, pero el pago del director ejecutivo alcanza los 8 millones de dólares. La relación pasó de 40 a 1 a más de 225 a 1.Aunque menos dramática, la tendencia hacia la desigualdad también fue muy visible en la disparidad entre los salarios de los trabajadores no calificados y los altamente calificados, y sobre todo entre los empleados que tenían un título universitario y aquellos que no lo tenían. Estas comparaciones ofrecen una dramática perspectiva del patrón de empeoramiento en la distribución del ingreso en Estados Unidos. Pero incluso medidas más amplias de la distribución del ingreso revelan un patrón similar. Durante la Época de Oro, todos los grupos de ingresos
7Edward N.Wolff, Top Heavy (Nueva York, Twentieth Century Fund, 1996), pp. 12-13. 'Op. cit., p. 13.
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experimentaron un Crecimiento del ingreso en una tasa anual de aproximadamente 2.5%. Apartir de 1973, este crecimiento tuvo una correlación negativa con el nivel de ingreso relativo. Es decir, el 20% más rico de la población experimentó el crecimiento del ingreso más rápido, el siguiente 20% tuvo menos crecimiento en ese periodo y así sucesivamente.La quinta parte más pobre de la población vio cómo sus ingresos bajaban durante el periodo de 1973 a 1989. El profesor Paul Krugman comparó ambas épocas con el paso de “una valla de estacas a una escalinata”. refiriéndose con la primera parte de la expresión a una gráfica con barras de similar altura correspondientes al crecimiento del ingreso en toda la población en el primer periodo, y con la Última al crecimiento escalonado conforme subimos la escalera del ingreso.’ Para empeorar las cosas, la desigualdad en el ingreso también se asocia en el periodo posterior a la Época de Oro con el aumento en los índices de pobreza. En Estados Unidos, el número de personas cuyo ingreso se encontraba por debajo de la línea de la pobreza se incrementó de 11% durante la década de los setenta a 14 y 15%en las décadas de los ochenta y noventa. Por tanto, no hay duda de que los patrones de distribución del ingreso cambiaron, y lo hicieron para empeorar si estamos convencidos de que la desigualdad cada vez mayor representa graves problemas morales y económicos. Pero esto deja sin responder la cuestión sobre cómo explicar este fenómeno, que encontramos en un grado mucho menor en casi todos los países capitalistas que en Estados Unidos.
Detrás del problema de la desigualdad Lo más desconcertante es que no existe una sola respuesta. En un brillante análisis del problema, el economista Barry Bluestone presenta nueve posibles respuestas. En resumen, son las siguientes: (1) Los cambios tecnológicos hacen que exista una preferencia por la mano de obra capacitada, mientras reducen la demanda de trabajadores menos capacitados; (2) el empleo se concentra en las industrias de servicios que ofrecen salarios bajos, como McDonalds, en lugar de los sectores de salarios altos, como la producción de aviones comerciales; (3) la falta de regulación de muchas industrias, como la camionera, da lugar a que existan patrones no sindicalizados que ofrecen salarios bajos; (4) el sindicalismo mismo se reduce: la proporción de trabajadores en la industria de la manufactura se ha reducido de más de 35% a menos de la mitad de ese porcentaje; ( 5 ) las políticas corporativas sobre personal consisten en reemplazar a los empleados a largo plazo por empleados de medio tiempo a corto plazo; (6) la publicidad moderna crea mercados en los que “el ganador se lleva todo”, y en los que unas cuantas personas de éxito (ejecutivos y estrellas del espectáculo y del deporte) se quedan con la mayor parte de las ganancias; (7) los productores extranjeros captan mercados para bienes que antes fabricaban trabajadores estadounidenses que estaban relativamente bien pagados, tema que estudiaremos en el capítulo 11; (8) la variabilidad del capital internacional, el punto crítico del fenómeno de la globalización, hace casi lo mismo; y (9) la inmigración aumenta la oferta de trabajadores que compiten por puestos con salarios bajos. ¿De qué manera Bluestone evalúa esta impresionante lista? Llega a la conclusión de que la respuesta es la misma que se da en la obra de Agatha Christie, Asesinato en el Expreso de Oriente: “Todos lo hicieron.” “Cada tendencia económica importante en Estados Unidos”, escribe Bluestone, “contribuye al aumento de la desigualdad.” Y agrega: “Ninguna de estas tendencias muestra el menor signo de debilitamient~.”’~
9Paul Krugnian, Peddling ProsperiQ (Nueva York, W. W. Norton, 1YY4), p. 131. loBarry Bluestone, “The Inequality Express”, en Ticking Time Bombs (Nueva York, The New Press, 1Y96),p. 66
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El gobierno se retira Debemos agregar un factor importante a esta lista de Bluestone, que de lo contrario estaría completa: el retiro del gobierno como fuente activa de apoyo monetario a los pobres. Primero en Estados Unidos y el Reino Unido, y ahora cada vez más en la Europa continental, encontramos una reducción del apoyo a los ingresos para combatir la pobreza. El escenario bien podría haberse preparado para tal movimiento como consecuencia del fracaso de la política keynesiana para resolver el problema de la estanflación durante los años setenta. Para la década de los ochenta, el escepticismo acerca de la capacidad del gobierno para fomentar la demanda alcanzó el nivel de ideología popular. La victoria aplastante de Ronald Reagan en las elecciones de 1980 marcó este cambio en Estados Unidos. Perspectivas similares fueron las que llevaron al poder a Margaret Thatcher y los conservadores en Inglaterra. Una perspectiva cada vez más popular era que el gobierno formaba parte del problema, no de la solución, puesto que la política keynesiana no había tenido éxito para reducir la inflación ni eliminar la pobreza. Además de este cambio en la ideología, los gobiernos se enfrentaron a las limitaciones cada vez mayores y la presión por eliminar el estado de bienestar que fioreció en la década de los sesenta. Con el crecimiento económico más lento también se presentó un aumento más retardado en la recaudación fiscal. Y al mismo tiempo, los cambios demográficos de manera paulatina ejercían mayor presión sobre las arcas de la nación, sobre todo el problema de cómo cubrir las necesidades de ingreso y salud de la población de ancianos. Por Último, una competencia internacional cada vez mayor y el aumento en la volubilidad de las empresas ejercían cada vez más presión sobre todos los gobiernos nacionales para aligerar la carga fiscal de las empresas a fin de convencerlas de permanecer en el país. Éste no es un capítulo fácil de leer ni de escribir. No es agradable seguir la trayectoria de la Época de Oro hasta la conclusión desalentadora de una depresión silenciosa. Y lo peor está por llegar. En este sentido, un último aspecto del problema de la desigualdad requiere nuestra atención: Estados Unidos, que alguna vez fue el país con la distribución de la riqueza más equitativa en el mundo occidental, en la actualidad es la nación con la distribución más desigual. Éstos son los descubrimientos de un estudio reciente sobre la participación de ricos y pobres en los países modernos más ricos del mundo. En primer lugar en términos de igualdad de la distribución se encuentra Finlandia, cuyo 10% más alto de receptores de ingresos obtuvo un ingreso 2.7 veces mayor que el 10% más pobre. A continuación está Noruega, sólo un poco menos igualitaria que Finlandia, en donde el 10% más rico goza de 2.79 veces más ingreso que el 10% más pobre. Holanda era el tercer país, cuyo el 10% más rico recibe un ingreso 2.9 veces mayor que el 10% inferior; después, Canadá, con una relación de 2.84 a 1. Por Último, estaba Estados Unidos: el ingreso del 10% más rico era 5.67 veces mayor que el del 10%inferior." ¿Cómo explicamos esta inquietante situación? ¿Cómo explicamos la extraordinaria participación del ingreso de los ejecutivos estadounidenses, en comparación con la de cualquier otro país capitalista avanzado? La pregunta tiene gran importancia, pero tendrá que esperar antes de que podamos considerarla. Desagradable o no, debemos tener la perspectiva más clara posible de nuestros problemas y dificultades antes de tratar de explicar, y mucho menos sugerir remedios para éstos. De modo que es preciso ocupar otro capítulo en las dificultades antes de tratar de poner los problemas de Estados Unidos en una perspectiva más constructiva.
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"Vea Surenda Kushlik, Challenge Magazine (septiembreloctubre de 1996), p. 54. Vea también Timothy Smeeding, op. cit., p. 45.
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Conceptos y palabras clave El final de una época Inflación
1. Éste es un capítulo muy extenso acerca de un largo proceso. La Época de Oro llegó a su fin durante la década de los setenta, no por una razón determinada, sino como resultado de varios cambios, algunos relacionados entre sí y otros no. 2. No hay ninguna duda en cuanto al primero de estos desarrollos destructivos. Fue la aparición gradual y después la explosión dramática de la inflación. En 1967, el costo de la vida aumentó 2.9%. Siete años después se incrementó 11%. La causa de la aparición gradual inicial fue quizá la presión de los gastos militares sobre la economía durante la época de Vietnam. Posteriormente, la explosión ocurrió cuando el “impacto petrolero” por parte del cártel de la OPEP impuso en dos ocasiones embargos que triplicaron el precio de la gasolina, en 1973 y una vez más en 1979. En Europa, el efecto fue aún más drástico. Y en todas partes, el aumento del precio del petróleo afectó los precios en general. Los precios al consumidor en Estados Unidos, por ejemplo, aumentaron 13.5% como resultado del segundo impacto.
“Impacto petrolero” Toda la economía empieza a ser inflacionaria Estanflación y la caída keynesiana
3. La combinación de los precios en aumento y la economía que se debilitaba dio lugar a la “estanflación”, la cual sustituyó al crecimiento vigoroso. También es importante el hecho de que despertó algunas dudas acerca de la pertinencia de la economía keynesiana y puso en primer término al poder del dinero como el arma principal contra la inflación.
La inflación 4. La Reserva Federal ejerció el poder monetario, aumentando la tasa de interés que cobraba por los termina, préstamos hechos a los bancos. A su vez, estos últimos aumentaron los intereses que cobraban por comienza una los préstamos a las empresas. Como consecuencia, el auge se convirtió en una depresión, pero la inflación llegó a su fin. Aunque la política de la Reserva Federal funcionó, ha dejado un temor a la infladepresión, permanece ción como un espectro que acecha a la economía. su espectro Aparece 5. El doloroso fin de la inflación dio lugar a lo que se conoce como depresión silenciosa. El crecimiento una depresión económico decreció, la productividad bajó, los salarios reales se redujeron, no sólo en Estados Unidos silenciosa sino también en otros países. La nueva era tiene muchas características desconcertantes. La importancia de la manufactura disminuyó y aumentó la de los servicios, provocando que la productividad de la fuerza de trabajo bajara aún más. La desigualdad 6. aumenta La división de la riqueza se agudiza
El fin de ia Época de Oro
Un cambio sin precedentes en el ingreso, que pasó de las familias más pobres y las de la clase media a las que se encuentran en la cima de la pirámide del ingreso, tuvo grandes consecuencias. Las causas de este cambio no están muy claras, pero no hay duda de que uno de los cambios más impactantes del nuevo periodo fue el ensanchamiento de la brecha entre los ingresos de la clase trabajadora y aquellos de los ejecutivos más altos.
7. El cambio en el destino económico dio como resultado un.a transformación en las actitudes políticas. El poder de los gobiernos disminuyó y el sector privado fue considerado como una fuente natural delimpulso económico, que necesitaba sólo del apoyo de impuestos más bajos. De este modo, el fin de la Epoca de Oro marcó un cambio total en las relaciones entre el gobierno y la economía.
Preguntas 1. ;Por qué, al final de la Época de Oro, la inflación fue tan marcada? ¿Cree que incluso sin los dos
impactos petroleros se hubiera convertido en una fuerza tan poderosa? isin la guerra de Vietnam? ¿Estaba predestinada a aparecer o fue el producto de estos dos sucesos políticos? 2. ;Cómo describiría la “estanflación” en contraposición con la “inflación”? ;El término se refiere a la presencia o ausencia de crecimiento económico? ¿Y qué determina la fuerza del crecimiento? 3. La Reserva Federal tiene el poder de cambiar la tasa de interés que cobra a los bancos cuando piden prestado de las “reservas” (deuda gubernamental). ¿Para qué querría un banco más reservas? ¿Por qué una tasa de interés más alta cambia la tasa de interés que un banco cobra a una empresa que solicita un préstamo?
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4. La desigualdad es una preocupación cada vez más importante para los estadounidenses. ¿Piensa que existe una distribución “correcta” de los ingresos? ¿Cómo podría determinarse? ¿Por qué el hecho de que un porcentaje cada vez mayor del ingreso llegue a las familias de altos ingresos y un porcentaje cada vez menor llegue a las familias de bajos ingresos se considera un fenómeno que no es bien recibido? ¿La razón es moral, económica o ambas?
CAPíTULO
(I DE LAVIDA ECON~MICA RESTRUCTURACIÓN DE LA ECONOMíA MUNDIAL El colapso de Bretton Woods Conforme el capitalismo llegaba al final de su Época de Oro, surgió una pregunta central: ¿qué políticas darían lugar al regreso de esa época llena de prosperidad? El problema era que, al menos en un aspecto importante, el regreso a esa época era imposible. La dificultad radica en una causa no esperada. Fue la decisión de abandonar el Acuerdo de Bretton Woods sobre los tipos de cambio fijos, el cual se había establecido en 1944. Recordemos que ese acuerdo se creó con base en la capacidad y la disposición de Estados Unidos para desempeñar el papel predominante en las finanzas internacionales. Como tal, garantizaba un tipo de cambio fijo entre el dólar y el oro, y acordaba inyectar suficientes dólares en la estructura financiera de los participantes para fomentar el crecimiento en el volumen de la actividad económica y el comercio internacional. Mientras existía la promesa de Estados Unidos de mantener un precio fijo del oro y estuviera más allá de cualquier duda, el hecho de que los extranjeros tuvieran los dólares era equivalente a que tuvieran el oro; incluso, era mejor porque los dólares se utilizaban en muchas transacciones internacionales, y el costo de mantener un acervo de oro no era insignificante, por razones obvias. El Acuerdo de Bretton Woods se basaba en un sistema mundial que promovía tanto el crecimiento económico como el comercio internacional. Así mismo, fue la base que dio lugar a la Época de Oro. Por tanto, en los primeros años del sistema de Bretton Woods, había pocas transacciones en la “ventanilla” estadounidense de oro; es decir, pocas compras de oro estadounidense por parte de los gobiernos extranjeros a cambio de dólares. De hecho, durante los primeros años de la posguerra, el sistema sufrió una “insuficiencia de dólares”, una escasez de las reservas de dólares en manos de los extranjeros. Dado el papel del dólar como moneda internacional de reserva y el dominio de Estados Unidos en la economía mundial de la posguerra, el dólar se utilizaba no sólo en el comercio con Estados Unidos, sino también para el comercio entre otros países, sobre todo de productos importantes como el trigo y el petróleo. Como resultado de la demanda extranjera de dólares y el deseo de guardar reservas extranjeras en dólares, pronto se hizo evidente una “insuficiencia” de dólares. Ya para mediados de los años sesenta, el sistema mostraba algunas fisuras. En 1968, Estados Unidos importó más de lo que exportó; es decir, pagó más dólares a los extranjeros por sus bienes 149
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y servicios que lo que éstos pagaron a Estados Unidos por sus productos. Conforme estos “déficit” comerciales continuaban y crecían, los dólares que Estados Unidos pagaba por el exceso de importacionesnetas empezaron a inundar los mercados mundiales. El problema aumentó al máximo cuando las necesidades estadounidenses de bienes y servicios extranjeros se incrementaron a consecuencia de la Guerra de Vietnam. Como resultado de ello, la que desde 1944 había sido una escasez crónica de dólares se convertía en un “exceso de dólares”: los bancos y comerciantes extranjeros tenían en sus manos más dólares de los que necesitaban. El peligro que representaba esta inundación era la amenaza de un “aumento o corrida repentina” del oro estadounidense. De acuerdo con las reglas de Bretton Woods, 35 dólares siempre podrían comprar una onza de oro. Ahora parecía que los extranjeros tenían más dólares de los que necesitaban, por lo cual era muy fácil imaginar que estos bancos o comerciantes podrían desear deshacerse de los dólares que no necesitaban a cambio de oro, que siempre sería “bueno”. Por tanto, el precio de una onza de oro fácilmente podría aumentar a 36 dólares (quién sabe si hasta 46), cuando aquellos que tenían los dólares quisieran deshacerse de ellos. Conforme se ofrecieran más dólares por una onza de oro, bajaría el valor de cada dólar. En todos los mercados financieros, las expectativas tienen gran influencia en el comportamiento: la posibilidad de un abaratamiento del dólar provocó que quienes tenían dólares quisieran deshacerse de ellos, iantes de que se devaluaran! El riesgo inmediato era que Estados Unidos se daría cuenta de que sus dólares ya no se consideraban tan “buenos como el oro”; pero un riesgo mucho mayor era que un sistema monetario mundial de tipos de cambio fijos, confiables y razonablemente estables diera lugar a una contienda general. Cada vez más alarmado ante esta perspectiva, así como ante la posibilidad de que el Dólar Todopoderoso cayera en desgracia, el gobierno de Estados Unidos hizo numerosos esfuerzos a finales de los sesentas para aliviar la presión en contra del dólar; pero ninguno fue suficiente para detener la ola de especulaciones contra su moneda. En agosto de 1973, el presidente Nixon cerró oficialmente la ventanilla de oro, terminando así con el sistema Bretton Woods y anunciaba implícitamente que el dólar estadounidense ya no era la moneda más confiable del mundo.
El final de la hegemonía estadounidense El cierre de la ventanilla de oro dio fin a una era de cooperación monetaria internacional que no se ha vuelto a lograr desde entonces. La caída del sistema Bretton Woods ocurrió por razones internas, no como resultado de un impacto exógeno. El sistema, cuyas reglas estaban diseñadas en gran medida por Estados Unidos, se colapsó debido a la incapacidad o falta de voluntad de este país para respetar esas mismas reglas, en especial para controlar el déficit externo y evitar que cayera el dólar. De acuerdo con el historiador social Fred Block, “la caída del orden monetario de la posguerra tuvo sus raíces en la incapacidad de Estados Unidos tanto para perseguir sus metas mundiales como para vivir de acuerdo con las reglas de comportamiento monetario internacional que había creado”.’ ¿Qué sistema remplazó el tipo de cambio fijo que sostenía el Acuerdo de Bretton Woods? Después de unos cuantos intentos por reducir el tipo de cambio fijo del dólar, se abandonó la idea y empezó la era de los tipos de cambio de flotación libre (o “flexibles”). En este sistema, el precio de las monedas extranjeras se determinaría en un mercado, y no por el reconocimiento universal de un líder económico. De hecho, el sistema pronto se volvió uno de “flotación sucia”, pues los
‘Fred Block, The Origins ofInternationaZ Economic Disorder (Berkeley, CA, University of California Press, 1977), p. 53.
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gobiernos intervenían para proteger el valor de sus monedas. Pero ahora dominaban las fuerzas del mercado. El capitalismo había pasado de la estabilidad económica a una nueva era en la que cada quien cuidaba su propio beneficio económico. El colapso del sistema Bretton Woods señaló el final de la Época de Oro del capitalismo. Como vimos en el capítulo 10, desde 1973 la experiencia en la mayor parte de los países industrializados ha sido de un crecimiento mucho más lento en la producción y los salarios reales, tasas de desempleo más altas y cada vez mayor desigualdad en el ingreso. Pero si el crecimiento lento es una de las características del mundo posterior a la Época de Oro, otra es el incremento de la internacionalización de la actividad económica. Más adelante en este capítulo, abordamos el tema de la relación entre estos dos fenómenos. Pero primero debemos tratar de entender el proceso dramático, complejo y cambiante que recibe el nombre de “globalización”.
El capital se mueve por todo el mundo El término globalización se ha utilizado para describir varios fenómenos, desde la expansión de la música popular, las películas y las modas alrededor del mundo hasta la facilidad cada vez mayor que se logra de la comunicación y el transporte mundiales; o desde la rápida difusión internacional de las nuevas tecnologías hasta el alcance mundial de las grandes empresas. Sin embargo, en esencia, la globalización se refiere a la conexión cada vez mayor entre los mercados de distintos países. Este proceso se refleja en el crecimiento del comercio internacional y la inversión extranjera y, sobre todo, en el aumento de los flujos financieros internacionales. A su vez, esto significa un vasto incremento en la variabilidad o movilidad del capital. Esta variabilidad tiene dos aspectos: la globalización de la producción y la globalización de las finanzas. En el lado de la producción, los mercados se conectan entre sí a nivel internacional conforme las empresas participan cada vez más en operaciones en el extranjero y aumentan su dependencia de insumos importados. Esto incluye la venta de bienes y servicios a través de las fronteras, sin importar la nacionalidad de los propietarios de los bienes y servicios vendidos. Por ejemplo, el envío a Estados Unidos de automóviles fabricados por Ford en México se considera una exportación mexicana y una importación estadounidense. Del mismo modo, la inversión extranjera directa incluye los gastos realizados en el extranjero en activos productivos sin importar su nacionalidad, como cuando PepsiCo construye una planta embotelladora “extranjera” en las Filipinas, o cuando Sony “invierte” en Estados Unidos comprando una compañía cinematográfica en Hollywood. Se trata de una internacionalización de la producción totalmente nueva. Por el contrario, la globalización de las finanzas comprende préstamos e inversiones en “cartera” de la banca internacional, que son adquisiciones de acciones, títulos de deuda y cuentas bancarias por parte de extranjeros, en las que el comprador no obtiene ningún control de la compañía. En resumen, la globalización de las finanzas se relaciona sólo con los flujos de capital para inversión en cartera, mientras que la globalización de la producción comprende tanto la inversión extranjera directa como el comercio internacional.
CAUSASY CONSECUENCIAS DE LAGLOBALIZACI~N El grado de la globalización Sólo la época del Patrón Oro, que fue antes de la Primera Guerra Mundial (de 1870 a 1913), puede compararse con el periodo actual en términos de la cantidad de actividad económica internacional. Un hecho más importante es que, desde 1960 y sobre todo a partir de 1980, existe un
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rápido aunque desigual incremento en el comercio y la inversión internacionales como parte de la actividad económica mundial. Las exportaciones de mercancía como parte de la producción total se han duplicado en comparación con el nivel que tenían en 1950, y han alcanzado niveles que nunca antes se habían logrado, como lo muestra la tabla 11-1. Observe, así mismo, que aún en la actualidad, Estados Unidos es una economía menos ‘‘abierta’’ (es decir, menos orientada hacia el comercio con el extranjero) que la mayor parte del mundo. Esto se debe a su enorme mercado interno y su aislamiento geográfico en relación con otros mercados grandes y ricos. Pero después de experimentar un aumento de la inversión de otros países (sobre todo de Japón) durante la década de los ochenta, un exceso crónico de las importaciones sobre las exportaciones tiene implicaciones significativas para el crecimiento económico en el futuro. Actualmente Estados Unidos se encuentra bastante entrelazado en la economía internacional. Su participación en el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Canadá y México en 1994 y la firma del Acuerdo de la Ronda de Uruguay del Acuerdo General sobre Tarifas y Aranceles en el mismo año sirvieron para avanzar el proceso de la integración de Estados Unidos en la economía mundial. No obstante, el aumento del comercio internacional como una parte de la producción es sólo una medida de la globalización. Un segundo indicador, el cual es más dramático, es el incremento en el número y alcance de las empresas transnacionales; es decir, las compañías con operaciones en más de un país. Para 1995, existían más de 38 O00 de estas empresas con más de 250 O00 sucursales o afiliadas operando en países extranjeros. Se calcula que el total de las ventas de estas transnacionales era de 5.2 billones de dólares, más del valor total de las exportaciones mundiales y más del doble de las ventas de las empresas transnacionales 10 años antes. En la actualidad, las transnacionales dominan las ventas en industrias tan diversas como refinerías petroleras, vehículos motorizados, alimentos, aparatos electrónicos y sustancias químicas. Para muchas compañías, las ventas en el extranjero son tan importantes como las internas. General Motors emplea a 270 O00 trabajadores fuera de su país de origen, Estados Unidos. La compañía suiza de productos alimenticios Nestlé tiene más de 200 O00 empleados fuera de Suiza. El tercer aspecto (y el más sorprendente) del proceso de glcbalización son las finanzas internacionales. En el mercado de las divisas extranjeras, las transacciones cotidianas son de 1.3 billones de dólares. iEsta cifra supera el valor del comercio mundial en un año! En la actualidad, las operaciones de compra y venta de divisas extranjeras alcanzan un nivel cinco veces más alto que hace 20 años. Su velocidad y volumen se han convertido en una de las características que definen esta época. Ya sea con el propósito de comprar un edificio o una fábrica en el extranjero o para comprar o vender divisas extranjeras por razones puramente especulativas, los movimientos del capital internacional están impulsados por la búsqueda de utilidades. Podríamos pensar que esta competencia entre divisas aumenta la eficiencia de las empresas a nivel mundial. Pero el volumen tan elevado de los movimientos financieros internacionales y las oleadas ocasionales de flujos de capital desde y hacia diversos países también han sido desestabilizadores. De hecho, la caída de la bolsa de valores de Wall Street en 1987 se atribuye a la amenaza de los inversionistas japoneses de que venderían sus tenencias de activos financieros estadounidenses. La crisis del
Mundiales Estados Unidos
1870
1913
1950
1973
1985
1993
5.1 5.4
11.9 6.4
7.1 3.8
11.7 5.2
14.5 5.2
17.1 7.0
Fuente: Milberg, W. “Competitividad internacional y globalización”, en Improving the Global Economy (Aldershot, Reino Unido, Edward Elgar, 1997).
CAP~TULO11 La globalización de la vida económica
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peso en México durante 1994, que casi llevó a la quiebra al sistema bancario mexicano, fue el resultado de una rápida salida de capital de ese país provocada por los especuladores internacionales que trataban de sacar sus activos de México antes de que fuera demasiado tarde. En la actualidad, incluso los países más poderosos del mundo manejan su política monetaria vigilando muy de cerca los mercados financieros internacionales.
La tecnología “encoge” el mundo ¿Qué impulsa el proceso de la globalización? Uno de los factores es la reducción continua en los costos del transporte. De acuerdo con el Banco Mundial, en la actualidad los costos de embarque son de menos de la mitad que en 1950. Los costos del flete aéreo han bajado aún más. Hoy en día, resulta productivo enviar flores recién cortadas de Amsterdam y manzanas de Sudáfrica para su venta en Nueva York, algo que hace 20 años era imposible. Una disminución similar en los costos de las comunicaciones ha hecho posible el diseño de ropa en Nueva York para su producción en Hong Kong y su venta otra vez en Nueva York, todo en cuestión de días. Como veremos, quizá más importante es la posibilidad de transmitir grandes cantidades de datos a un costo mínimo, lo cual permite a las empresas manejar diversas partes del proceso de producción en distintos países sin perder el control de la operación total. Pero la simple reducción del costo de los envíos y la comunicación internacionales no es suficiente para hacer posible la nueva globalización. Un elemento de igual importancia radica en un nuevo grado de estandarización tecnológica que hizo posible el empleo de mano de obra con salarios bajos, pero capacitación adecuada en distintos países, así como integrar las operaciones de subproducción independientes en un solo flujo de producción “global”. Un ejemplo dramático de esta nueva capacidad fue la fabricación y comercialización del “automóvil mundial” de Ford Motor Company en 1993. El automóvil se diseñó en Bélgica; se fabricó con materiales básicos, como el acero o el vidrio, y se equipó con motores, transmisiones y otros componentes fabricados en diversos lugares de Europa, Asia del Este, Canadá, México y, desde luego, Estados Unidos; por último, se armó tanto en Estados Unidos como en el extranjero. Además, puesto que existía una fuerte convergencia en gustos (formada en gran parte por la publicidad coordinada), el automóvil mundial se vendió en 15 países con pequeñas variaciones para adaptarlo a los gustos locales. La clave fue la capacidad de captar economías de escala, hasta entonces desconocidas, coordinando la fabricación mundial de materiales y partes para producir el que, en esencia, era el mismo automóvil a fin de venderlo en todo el mundo. Nada de esto había sido posible anteriormente. Desde entonces, otras compañías automotrices (sobre todo Honda, Toyota, BMW y Daimler-Benz) han adoptado la estrategia de Ford.
El nexo de la producción y el comercio Operaciones como el automóvil mundial de Ford aumentan el nivel tanto de la inversión como del comercio internacionales. Ésta es una nueva característica de la era de la globalización. En el pasado, el comercio y la inversión extranjera se consideraban formas alternativas de llegar a un mercado extranjero: invertir en una instalación de producción en un país extranjero eliminaba la necesidad de exportar productos al mismo. En ocasiones, éste sigue siendo el caso, pero ambas actividades se han vuelto más complementarias. Desde luego, las importaciones estadounidenses se reducen cuando un fabricante extranjero abre una planta en ese país para producir los mismos bienes que solía enviar. Pero al mismo tiempo, cuando una compañía extranjera fabrica en Estados Unidos, a menudo depende en gran medida de los componentes que puede comprar con mayores utilidades y más confianza en su país de origen. En ese caso, la inversión extranjera
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CAPÍTULO11 La globalización de la vida económica
crea un nuevo influjo de importaciones hacia Estados Unidos. Esto fue precisamente lo que sucedió con los esfuerzos del gobierno estadounidense por reducir las importaciones de automóviles japoneses durante la década de los ochenta. Las empresas japonesas respondieron con la apertura de nuevas plantas en Estados Unidos. Pero lo anterior tuvo el efecto inesperado de aumentar la cantidad de partes automotrices importadas, puesto que las compañías japonesas preferían, por varias razones, comprarlas a empresas japonesas, que desde luego incluían a sus compañías matrices. Esta complicada relación entre la inversión extranjera y el comercio internacional tiene dos implicaciones que resultan importantes para comprender la globalización: en primer lugar, en la actualidad, el aumento de la inversión extranjera tiende a incrementar el volumen del comercio, no a reducirlo como antes; y en segundo lugar, el nexo entre la inversión extranjera y el comercio provoca un cambio en el tipo de bienes que se comercializan a nivel internacional, con una participación cada vez mayor de los bienes intermedios; es decir, insumos para la producción, en lugar de bienes terminados. Y gran parte de este comercio tiene lugar entre las empresas que operan en distintos países.
Finanzas mundiales: ¿la cola que mueve al perro? Aunque la era de la globalización transformó la relación entre el comercio y la inversión internacionales, lo más dramático es el incremento en el volumen de los flujos financieros internacionales. ¿Por qué las finanzas han tomado el liderazgo en la economía mundial? En un sentido, es natural que la banca internacional crezca conforme lo hace el comercio internacional. A menudo, este último requiere que las compañías pidan prestadas divisas extranjeras para pagar sus deudas o proteger las utilidades obtenidas en moneda extranjera en términos de su propia moneda. Supongamos que una compañía estadounidense recibe utilidades por 10 millones de pesos en México, que equivalen a 1 millón de dólares. La empresa podría temer que si espera un mes para hacer efectivas sus utilidades, el tipo de cambio baje y los 10 millones de pesos valgan sólo 800 O00 dólares. ¿Es posible protegerse contra ese riesgo? Sí, vendiendo los pesos por dólares en el mercado de divisas el día de hoy; así estará segura de recibir sus dólares, aunque sea una cantidad ligeramente menor a la que recibiría dentro de un mes, dependiendo de las fluctuaciones del mercado. Esto se conoce como “cobertura”, una de las principales fuentes de flujo internacional de divisas. Otra fuente de esta explosión de los flujos financieros es el incremento de la especulación en las finanzas internacionales. La actividad especulativa es la compra de un activo con la esperanza de que su valor aumente con el tiempo. Puesto que el costo de las transacciones financieras internacionales ha bajado y se tiene disponible información sobre los mercados extranjeros, los inversionistas tienden a diversificar sus carteras a nivel internacional, lo que ha dado lugar a grandes negociaciones con fondos extranjeros. No existe nada inherentemente negativo en la especulación. En teoría, puede dar lugar a un aumento de la eficiencia, pues la tasa de rendimiento de una inversión en activos similares se iguala en todos los mercados nacionales. Pero la especulación también puede provocar una desestabilización, si provoca que los precios de los activos suban o bajen a tal grado que el empleo y la producción se vean afectados en forma severa. En 1994, México perdió la mayor parte de sus reservas de divisas extranjeras en cuestión de días, llegando a una crisis que podría afectar al país durante toda una década. En un nivel más básico, la liberalización de los mercados financieros fomenta un patrón de fhjos financieros independiente de las necesidades de crecimiento de cada país. La inversión financiera tiene por objeto obtener los máximos rendimientos sobre una cartera. Si esto requiere
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de la compra de 100 millones de dólares de acciones mexicanas un día, y su venta uno o dos días después, podría ponerse en peligro la estabilidad de la economía mexicana. Además, la volatilidad en los precios de los activos que podría resultar de esa especulación puede crear más transacciones financieras, puesto que incluso las empresas que no desean especular se dan cuenta de que tienen que compensar su posición en sus divisas extranjeras para protegerse contra los cambios repentinos de los mercados financieros. En este caso, el aumento de las transacciones financieras internacionales sólo da lugar a una mayor necesidad de éstas.
COMPETENCIA A NIVEL MUNDIAL
La competitividad de Estados Unidos disminuye No hay duda de que, en la actualidad, las empresas estadounidensesvenden sus bienes y servicios en más mercados que nunca, incluyendo Asia sudoriental, Europa oriental y China. Para las compañías con un poder cercano al monopolio, como los productores de películas en Hollywood, los mercados extranjeros son ahora tan importantes como el mercado interno. Para las empresas que enfrentan una competencia agresiva proveniente del extranjero, como en el caso de una amplia variedad de bienes fabricados que van desde el acero hasta los semiconductores, el nuevo ambiente significa una menor participación en el mercado para las empresas estadounidenses y numerosos desafíos nuevos. Con el mundo como su mercado potencial, la tradicional ventaja para los productores estadounidenses por tener un mercado interno muy grande ha desaparecido. Incluso las compañías en países pequeños pueden lograr economías de escala vendiendo en el mercado mundial. El resultado es dramático: después de ocupar la posición de líder económico mundial hace sólo 30 años, Estados Unidos ha experimentado un deterioro continuo en su balanza comercial. En la actualidad, el déficit anual en el comercio de bienes y servicios (el excedente de las importaciones sobre las exportaciones) es de aproximadamente 100 mil millones de dólares. Y en el comercio de bienes solamente, el déficit es aún mayor porque Estados Unidos tiene un superávit en el renglón de servicios, incluyendo los de industrias como la financiera, la legal y la de seguros. En ciertos sectores, como el acerero, el automotriz, el textil y el de los aparatos electrónicos para el consumidor, el deterioro ha sido muy rápido. Sólo en los vehículos de motor, un déficit de 17 mil millones de dólares en 1982, empeoró hasta llegar a 59 mil millones de dólares en 1994. ¿Cuáles son las nuevas fuentes de competencia extranjera que contribuyen al deterioro de la posición internacional de Estados Unidos? La primera es la competencia en los sectores de alta tecnología. Al crecer la economía mundial durante la Época de Oro, también lo hizo la capacidad competitiva de muchos países. La recuperación económica de Alemania revivió sus avanzadas industrias farmacéutica y de maquinaria, entre otras, y el país empezó a competir con éxito frente a Estados Unidos. La sorprendente transformación de Japón, de productor de bienes de consumo sencillos a poderoso productor de automóviles y aparatos electrónicos, lo convirtió en una fuente importante de competencia en estos sectores cniciales. Mientras tanto, en el comercio internacional, aumenta la participación de los bienes de alta tecnología, cuya producción requiere maquinaria avanzada y esfuerzos significativos de investigación y desarrollo, como ocurre con las aeronaves, computadoras, fotocopiadoras y otros aparatos eléctricos, instrumentos científicos y ciertas sustancias químicas, fármacos y medicamentos. Estados Unidos siempre ha invertido grandes cantidades de dinero en investigación y desarrollo, pero sus esfuerzos se concentran mucho más en las
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CAPÍTULO11 La globalización de la vida económica
aplicaciones militares que en las comerciales, en comparación con otros países. Con el tiempo, este uso de los recursos (y las habilidades) cobra su cuota. La segunda fuente de competencia proviene de aquellos países donde los salarios son bajos. Algunos países en vías de desarrollo se han convertido en exportadores cada vez más exitosos de bienes de tecnología media, como los productos de acero de Brasil, semiconductores de Corea del Sur y sofrYvare de la India. En sectores en los que la alta tecnología no era necesaria, los países con salarios bajos se dieron cuenta de que podían competir con las empresas estadounidenses con base en el precio. Los ejemplos más importantes son la inundación de textiles y ropa provenientes de Asia y de zapatos sudamericanos. En la actualidad, Estados Unidos no tiene el déficit comercial bilateral más alto con Alemania, ni siquiera con Japón, sino con China, y el déficit bilateral con México también se ha incrementado en gran medida durante los últimos años. La posición internacional de Estados Unidos está determinada también por factores macroeconómicos. Una tasa más elevada de crecimiento económico implica una mayor demanda de importaciones. Aunque el índice de crecimiento en Estados Unidos ha sido lento desde la época posterior a 1973, ha sido más rápido que el de sus principales socios comerciales. Además, la explosión del déficit presupuestario del gobierno federal en la década de los ochenta obligó a Estados Unidos a pedir prestado cada vez más dinero del exterior. Esto ha tenido dos consecuencias que afectan su posición internacional. En forma más directa, los préstamos masivos aumentaron el nivel de la deuda externa. Estados Unidos, que por tradición ha prestado capital al mundo, se convirtió en un país deudor neto en 1988, y para 1992, era el país con la deuda más grande del mundo: aproximadamente una cuarta parte de la deuda nacional estadounidense de 5 mil millones de dólares es propiedad de extranjeros. Quizá de mayor importancia económica es el hecho de que estos préstamos subieron las tasas de interés y los tipos de cambio, reduciendo así la competitividad general de los productos estadounidenses dentro y fuera de ese país. Por último, debemos hacer notar que un deterioro en la balanza comercial estadounidense no necesariamente es igual a una reducción en las ventas de las empresas de ese país. De acuerdo con un estudio, la reducción en la participación de Estados Unidos en el mercado mundial de exportaciones, que tuvo lugar de 1957 a 1987, fue compensada por un aumento en la participación en el mercado de las empresas afiliadas estadounidenses en el extranjero. Aun así, el deterioro en la balanza comercial refleja una reducción neta en la demanda de bienes producidos dentro de Estados Unidos y provoca las consecuencias negativas para el empleo que implica esa baja.
La “nueva competencia” En pocas palabras, está claro que Estados Unidos se enfrenta a un ambiente diferente al de hace 25 años. Dos cambios en particular caracterizan lo que el economista Michael Best llama “la nueva competencia”.2El primero es el paso de la manufactura masiva a la manufactura flexible. La producción masiva requiere una estandarización de las técnicas, una estabilidad en el diseño del producto y un papel rutinario para la mano de obra en el proceso. Por el contrario, la manufactura flexible se basa en cambios rápidos en el diseño del producto, el manejo de inventarios muy reducidos de partes y una participación más activa de los trabajadores en el proceso de producción y su mejoramiento. El tamaño grande es menos importante para el éxito en la nueva competencia. Las compañías automotrices japonesas dependen cada vez más de las empresas pequeñas (pero muy eficientes) para abastecerlas de insumos. En el norte de Italia, las empresas peque*MichaelBest, The New Competition: Institutions of Industrial Restructuring (Boston, Harvard University Press, 1990).
CAPÍTULO 11 La globalización de la vida económica
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ñas y medianas en industrias tan diversas como la cerámica, la ropa y los productos de metal han alcanzado un éxito enorme en los mercados internacionales al establecer el dinamismo necesario para la nueva competencia. Un segundo cambio, que tiene una estrecha relación con el primero, es que la competencia entre las empresas surge cada vez más a menudo en factores distintos al precio. Las empresas compiten en el diseño del producto, la calidad, la mercadotecnia y el servicio después de la venta. La producción flexible aumenta la capacidad de las compañías para cubrir las necesidades de muchos mercados diferentes. La nueva competencia surge, en parte, de la necesidad de competir a nivel mundial, pero también es un factor en el fomento de la integración internacional de la producción.
La carrera hacia el fondo Al concentrarnos en las empresas y la organización de la producción, hemos dejado a un lado la pregunta más importante y difícil acerca de la globalización: ¿qué significado tiene para el bienestar de los individuos y los países? En este punto, resulta útil recordar que el periodo que llamamos “era de la globalización” es el mismo lapso (desde la década de los ochenta) al que antes nos referimos como la Depresión Silenciosa, con su incremento en la desigualdad y su tono pesimista en general. ¿La globalización es la causa de esta situación? ¿O es la consecuencia? Nuestra respuesta es que consiste en ambas cosas. Empezando por la desigualdad, la globalización contribuye con utilidades mucho más altas para las clases superiores y presiones mucho mayores en contra de los salarios para las clases más bajas. En Canadá, por ejemplo, la liberalización del comercio con Estados Unidos ha tenido un efecto significativo en la reducción de la cantidad y duración de las prestaciones de desempleo, para igualarse con los niveles inferiores en Estados Unidos. En Alemania, la compañía Volkswagen amenazó hace poco a sus trabajadores con una reducción en las prestaciones médicas, argumentando que estos gastos daban como resultado una pérdida continua de la competitividad internacional. Aunque, más adelante, la compañía se retractó de esa posición, los analistas de la situación en Alemania consideran que volverá a presentarse. Al mismo tiempo, la globalización contribuye a la sensación de inquietud que caracteriza a la depresión silenciosa. Esto se debe a que erosiona la capacidad de los países para establecer sus políticas económicas generales como ellos mismos lo desean, y no como se ven obligados por las presiones de la globalización. La soberanía nacional es vulnerable cuando la producción se puede mudar con facilidad de países con impuestos elevados y numerosas reglas a lugares donde los impuestos son más bajos y existen menos regulaciones. De este modo, la globalización favorece a los factores móviles de la producción más que aquellos factores (como la mano de obra y los gobiernos) que no pueden operar más allá de las fronteras nacionales. Si bien la globalización de la producción y las finanzas ha provocado un cambio económico considerable, sus implicaciones políticas son quizá más significativas, pues ponen en duda la legitimidad de esa unidad política básica, el Estado-Nación. Conforme la condición de los mercados internacionales iguala o supera aquella de los mercados nacionales, y a medida que las empresas integran sus operaciones en todos los países, la “nacionalidad” de una compañía en particular pierde importancia. Los intereses de la empresa no coinciden con aquellos de cualquier país, y la compañía buscará minimizar sus operaciones en los países que le impongan las regulaciones o los impuestos más pesados. Desde luego, los flujos financieros buscan la tasa más alta de rendimiento y diversificación. Las necesidades de producción e inversión de un país en particular son irrelevantes para determinar estos flujos. En un caso extremo, los flujos financieros de entrada pueden revertirse en cuestión de días, o incluso de horas, como en el caso de México.
158 CAPÍTULO 11 La globalización de la vida económica Las respuestas de los gobiernos nacionales a las presiones de la globalización han sido muy variadas. En muchos aspectos, las políticas fomentan la globalización a través de la liberalización del comercio y la inversión, así como de la desregulación de los mercados financieros. Muchos países, en especial aquellos que están en vías de desarrollo, se dejan llevar por la lógica de la globalización y reducen los requisitos regulatorios y fiscales para las empresas multinacionales con la esperanza de atraer el capital extranjero que tanto necesitan. Estos cambios también tienen por objeto lograr que las empresas existentes, extranjeras y nacionales, permanezcan en el país. Todos estos cambios requieren un gobierno nacional menos entrometido en el nivel microeconómico. Pero la globalización tiene lugar al mismo tiempo que disminuye la presencia del gobierno en la niacroeconomía. Por ejemplo, cuando los países europeos acordaron, en el Tratado de Maastricht, cambiar a una sola moneda europea en 1999, también se comprometieron a estrictas metas fiscales con el objeto de reducir la deuda gubernamental. En Estados Unidos, la reducción del déficit presupuestario federal se convirtió en la prioridad número uno del gobierno democrático del presidente Clinton; una meta muy diferente al keynesianismo fiscal que fue favorecido por los presidentes Roosevelt, Truman, Kennedy y Johnson. ¿Todo esto implica una nueva relación entre los sectores público y privado en los países industrializados? Sin duda, vivimos una era de retraimiento general de los gobiernos, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico. Al mismo tiempo, existen algunas formas en que es probable que se amplíe el papel del gobierno en un futuro cercano. La primera es la necesidad de responder a los problemas que crea esta nueva economía global. Los trabajadores que son despedidos como resultado de que las empresas salgan del país deben recibir ayuda, quizá una nueva capacitación y. por último, obtener un nuevo empleo. Y si la desigualdad en el ingreso, que en parte es el resultado de la globalización, se convierte en un motivo de preocupación política, es probable que requiera de impuestos más altos en el nivel superior de la pirámide de ingresos y de sistemas de apoyo en el nivel inferior. Existen varias propuestas para enfrentar la inestabilidad que crean los flujos financieros internacionales. Una de las ideas que ha recibido gran atención es un “impuesto sobre transacciones” de aproximadamente 1% sobre cada transacción financiera internacional, suficiente para elevar el costo de dichas transacciones a fin de evitar los movimientos de capital a muy corto plazo. Sin embargo, para ser efectivo, todos los países tendrían que adoptar dicho impuesto, y eso quizá no sea fácil de lograr. La segunda área de mejoramiento en el sector público comprende el papel de los organismos gubernamentales internacionales. Un ejemplo es la Organización Mundial del Comercio (QMC), creada en 1994 para promover la liberalización del comercio. Se han hecho esfuerzos recientes por ampliar la labor de la OMC para promover el establecimiento de normas laborales internacionales, como el derecho de los trabajadores a formar sindicatos y hacer negociaciones de manera colectiva. Así mismo, una ampliación en el trabajo de la OMC podría incluir la creación de normas ambientales. Puesto que no existen precedentes para los organismos gubernamentales reformadores a nivel mundial, la creación de estas instituciones ha sido a nivel regional. Se han tomado muchas acciones al respecto. El Parlamento y la Corte europeos tienen un poder considerable y es probable que obtengan más, como el centro más efectivo para manejar las diversas presiones de la globalización. De la misma forma, el TLC es, en muchos aspectos, un tratado innovador. Es el primer acuerdo de libre comercio entre países con niveles de desarrollo muy diferentes; el ingreso anual per cápita en Estados Unidos es de 22 O00 dólares, en comparación con 3 O00 dólares en México. El TLC contiene “acuerdos laterales” sobre la mano de obra y el medio ambiente: por primera vez un acuerdo de libre comercio se utiliza para abordar el problema de la armonía de las normas sociales, que es inherente al proceso de la globalización. Los acuerdos laterales son modes-
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tos, pues requieren que cada país ponga en práctica sus propias regulaciones laborales y ambientales, y el mecanismo es confuso; pero su inclusión en el TLC puede ser el primer paso hacia un esfuerzo mundial por imponer ciertas normas sociales mínimas en un mundo en el que la necesidad de una regulación se vuelve cada vez más apremiante.
~ Q U ÉTAN GLOBAL ES LAGLOBALIZACIQN? Por Último, antes de afirmar que el Estado-Nación ha perdido su utilidad económica, debemos tomar en cuenta los límites del proceso de la globalización. ¿La globalización ha sido realmente global; es decir, abarca todos los países del mundo? No hay duda de que el capital financiero ha llegado a mercados de Asia y América Latina que no existían hace apenas 25 años. Pero sobre todo, la globalización afecta a los países industrializados y a un grupo reducido de naciones en vías de desarrollo. Gran parte del mundo en vías de desarrollo, sobre todo los países del África subsahariana y el sistema soviético en desaparición, quedaron fuera del proceso. En 1993, 37% de la inversión directa extranjera en los países en vías de desarrollo se dirigió a un solo país: China. Casi todo el resto de la inversión en países en vías de desarrollo se llevó a cabo en otros nueve países: Singapur, Argentina, Malasia, México, Indonesia, Tailandia, Hong Kong, Colombia y Taiwán. No es una coincidencia que la lista de los receptores de la inversión extranjera incluya a todos los llamados países recién industrializados. Desde una perspectiva regional, más que nacional, de la economía mundial, vemos que la mayor parte de los flujos económicos tienen lugar dentro de cualquiera de estos tres bloques regionales: Europa (la Unión Europea), América del Norte (TLC) y Asia oriental. El comercio dentro y entre estas regiones representa alrededor de 75% del comercio mundial y 94% de la inversión directa extranjera. Los estudios demuestran que es más probable que las empresas transnacionales inviertan en los países donde hay crecimiento económico y estabilidad política. Pero, ¿dónde quedan todos los demás países en vías de desarrollo? Fuera del circuito de la inversión mundial y el crecimiento económico, estos países se han rezagado durante los Últimos 25 años. El resultado es una divergencia en el estándar de vida alrededor del mundo, con algunas franjas de la población sumándose al grupo de ingresos altos e intermedios y otros grupos que sólo conocen una pobreza cada vez mayor, el desorden y la desesperanza. La cuestión relacionada con que estos centros de desastre encuentren o no alguna conexión con el mundo “globalizado” y cómo lo harán, está más allá de nuestros conocimientos. Así, lo que tenemos no es un mundo, sino dos. Además, el mundo en el que vivimos, aunque está vinculado por las transacciones financieras, el comercio y la inversión, de hecho está menos unificado de lo que parece a primera vista. Esto abre la posibilidad de que el futuro político y económico del mundo globalizado sea menos monolítico de lo que parece. La existencia de sólo tres bloques importantes de comercio e inversión abre la posibilidad de un grado de control económico y político regional que hace que el futuro se vea menos negativo. El TLC, por ejemplo, parece poder ampliarse hacia América del Sur; la Unión Europea se compromete a una mayor integración y a una expansión gradual hacia Escandinavia; y la Conferencia Económica del Pacífico Asiático anunció hace poco su compromiso para lograr el libre comercio en el año 2010. Por tanto, un posible escenario para la economía mundial no es una mayor unificación, sino una regionalización más profunda, en la que los países se integren cada vez más con otras naciones dentro de su región. Es probable que esto aumente las probabilidades de que Estados Unidos
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CAPÍTULO 11 La globalización de la vida económica
disminuya los efectos adversos de la globalización y maximice los efectos positivos, como ocurriría en todos los países de la región. Una Última palabra: este capítulo, al igual que el anterior, presenta más problemas que soluciones. Además, debe quedar claro que no existen “respuestas” sencillas y seguras a estos problemas, no más de lo que ocurre con la depresión silenciosa. Pero ésta no es la primera vez que el capitalismo enfrenta desafíos que alteran de manera radical su forma de operar, los peligros que genera y la creatividad social. Por tanto, nuestro análisis no prevé el futuro, sino que prepara el escenario para éste. En consecuencia, el análisis de ese panorama histórico a gran escala se convierte en la última tarea de nuestra investigación sobre la formación de la sociedad económica; ésta es la tarea que resta para nuestro último capítulo.
Conceptos y palabras clave Colapso 1. de Bretton Woods Mercados 2. conectados entre sí Trans3. nacionales Flujos 4. financieros Tecnología 5. y organización
El colapso del acuerdo de Bretton Woods, que convertía el dólar estadounidense en la moneda clave, marcó el final de una época de hegemonía estadounidense y el principio de una nueva era de globalización. La globalización representa una nueva era de mayor variabilidad del capital, ya sea en forma de bienes o de dinero. En la actividad económica internacional tiene lugar un crecimiento sin precedentes. Las empresas transnacionales adquieren una importancia central en todos los países desarrollados.
La compra y venta de divisas extranjeras se convierte en una actividad importante, con transacciones diarias de 1.3 billones de dólares, más del valor del comercio en bienes de un año. Detrás de la globalización se encuentran los avances tecnológicos en el transporte y las comunicaciones, así como en las habilidades administrativas. El “automóvil mundial” de Ford establece un nuevo patrón. Impacto en 6. La globalización da lugar a presiones contra las economías nacionales provenientes de la especulas economías lación, como en el caso de México. Así mismo, intensifica en gran medida las presiones de la comnacionales petencia. La 7. La globalización produce una presión contra los salarios, y también contra las utilidades muy elevaglobalización das. De manera que es una de las razones por las que se presenta el fenómeno del aumento de la aumenta desigualdad. La presión que ejerce sobre la capacidad de los países para ir en contra de las corrientes la desigualdad internacionales también contribuye a la reducción del prestigio y la posición del sector público. Límites 8. No sabemos qué tan lejos llegará la globalización, pero hay señales de que tal vez no se extienda más de la allá del mundo desarrollado. Es probable que los acuerdos regionales ofrezcan cierta protección globalización contra algunas de las características menos deseables del proceso.
Preguntas 1. ¿De qué manera un tipo de cambio “fijo” (digamos, cinco dólares estadounidenses por una libra esterlina) elimina el riesgo que existe en el comercio internacional cuando el tipo de cambio fluctúa de acuerdo con la oferta y la demanda de dólares y libras? 2. ¿Podría detectar la presencia de una globalización cada vez mayor, aun cuando nunca hubiera escuchado el término, es decir por lo que ve en anuncios y tiendas? ¿Puede mencionar algunos ejemplos, digamos en automóviles, alimentos o ropa? 3. ¿Puede explicar por qué un esfuerzo concertado por parte de las personas que compran o venden divisas extranjeras amenaza la solidez de la economía de todo un país? Si usted fuera un empresario mexicano que necesita importar cremalleras de Estados Unidos para fabricar ropa deportiva, que después exportará a Europa, ¿puede explicar por qué una caída del peso dificultaría en gran medida sus negocios, o incluso los volvería imposibles?
CAPÍTULO11 La globalización de la vida económica
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4. ¿Cuál cree que sea un obstáculo en el restablecimiento de la situación de tipos de cambio estables que prevalecía durante el Patrón Oro anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando todos los países principales declaraban el valor de sus monedas en términos del oro? ¿Podría explicar por qué
Inglaterra, que en esa época era el país que dominaba el comercio mundial, perdió esa posición después de dicha guerra?
CAPITULO
PROBLEMAS Y POSlBlLIDADES
Desde luego, lo que queremos saber es qué nos depara el futuro. Pero aunque nos hacemos la pregunta, reconocemos que no tiene una respuesta segura. Si fuéramos tan imprudentes como para dedicar este capítulo a pronosticar el resultado de la tendencia a la desigualdad, la disponibilidad de empleos o el lugar que ocupará Estados Unidos en la economía mundial dentro de 10 años, ningún lector daría mucha credibilidad a lo que escribimos. iCómo manejar las preguntas para las que todos queremos encontrar una respuesta? Creemos que es preciso basarnos en el pasado para pensar con mayor claridad en el futuro. De manera que empezamos con la que parece una pregunta extraña: jcómo ha perfilado el futuro el pasado?
SOCIEDADES GUIADAS POR L A S TRADICIONES Empezamos por revisar el pasado distante: las sociedades de caza y recolección que constituían la Única forma de organización social durante el primer 99% de la vida del género humano en la Tierra. ¿Cómo percibían el futuro estas sociedades? En un principio, esta pregunta parece difícil de responder. Pero cuando nos basamos en lo que sabemos o reconstruimos razonablemente sobre estas comunidades tribales, no es tan imposible como parece. De hecho, podemos manejar una generalización acerca de estas sociedades primitivas que nos permite reconstruir con cierto grado de precisión la forma en que percibían el futuro: sería una continuación de su pasado. ¿Cómo podemos establecer esa generalización? Una razón importante es que las sociedades primitivas gozaban de una relación exitosa, pero limitada, con la naturaleza, de modo que no había ningún medio para alterar el bienestar material. De forma similar, nuestros antepasados distantes tenían una vida política sencilla pero adecuada, en la que las decisiones, como el hecho de si era necesario cambiar los terrenos en los que el grupo cazaba, se tomaban en sesiones generales que dirigían los ancianos de la aldea; lo que no evitaba que algunos individuos las tomaran por sí mismos, si así lo deseaban. Por consiguiente, no existía motivación alguna para alterar el proceso político. Por último, las comunidades cazadoras y recolectoras tenían un arraigado sentido de las tradiciones antiguas que dictaban las obligaciones que los miembros de la sociedad tenían entre sí, sobre todo con los parientes. ¿Qué había que cambiar? Todas estas generalizaciones nos llevan a una sola conclusión. Para nuestros antecesores distantes, el futuro no era un destino hacia el que hombres y mujeres vieran con ansiedad, 162
CAPÍTULO12 Problemas y posibilidades
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sino con cierta seguridad. ¿Cómo sería el futuro? Igual que el pasado. ¿De qué otra manera podría ser?
SOCIEDADES GUIADAS POR LA AUTORIDAD Recordamos que las sociedades guiadas por la tradición cedieron su lugar a aquellas dirigidas por la autoridad durante el quinto y cuarto milenios, a lo largo de los ríos Nilo, Tigris y Éufrates, Yang-tsé y Ganges. La agricultura y la primera tecnología para trabajar el metal hicieron posibles estructuras sociales muy diferentes a aquellas del pasado distante, no sólo en su capacidad para construir grandes pirámides de piedra, sino pirámides de arquitectura social igualmente sorprendentes. En la base de estas pirámides sociales los campesinos se afanaban bajo la supervisión de administradores y senescales (en las comunidades de caza y recolección no existía este tipo de capataces) para dar apoyo a las fuerzas armadas permanentes; en el siguiente nivel, se encontraban los sacerdotes y funcionarios, y por Último, los todopoderosos faraones, reyes y emperadores. De esta manera, surge un tipo de sociedad totalmente diferente a la que la precedió. ¿Trajo consigo una nueva visión del futuro? Aunque parezca extraño, no fue así. En la cumbre, los gobernantes de estas nuevas sociedades tenían ambiciones que sobrepasaban cualquier visión que se hubiera tenido en los 10 mil años anteriores a esta época. Los nuevos gobernantes querían cambiar el mundo de una manera que resultaba increíble antes de la era de los ejércitos que atravesaban continentes y las fuerzas laborales capaces de construir estructuras que, incluso en la actualidad, provocan admiración. Pero si observamos otros niveles, obtenemos una perspectiva muy diferente del mundo que llegaría. Reyes y emperadores proyectaron una sombra importante en el futuro, pero en lo que al resto de la sociedad concernía, ¿qué diferencia había? Hubo reyes buenos y malos, campañas victoriosas y desastres, como siempre las ha habido. El clima favorecía las cosechas durante un año y, al siguiente, las echaba a perder. De modo que, para la gran mayoría de sus miembros, el futuro de las sociedades basadas en la autoridad, al igual que en las sociedades guiadas por la tradición, era una proyección del presente. Como señaló el gran escritor político Nicolás Maquiavelo en el siglo xv: "Quienquiera que desee predecir el futuro debe consultar el pasado, ya que los sucesos de la humanidad siempre se asemejan a aquellos que se presentaron en épocas anteriores.''I
CAPITALlSMO ¿Cuándo cambió esta perspectiva pasiva del futuro? Todos conocemos la respuesta: cambió con el surgimiento de la sociedad económica moderna; es decir, con la aparición del mundo capitalista, cuya historia ha sido nuestro tema principal de investigación. Sólo en la era del capitalismo, el futuro se percibe como una época de posibilidades ilimitadas, crecimiento, acumulación, expansión y transformación.
'Maquiavelo, The Prince and Other Discourses, libro 3, capítulo 43 (Nueva York, Carlton House, ad.), p. 530.
164 CAPÍTULO 12 Problemas y posibilidades Quizás ahora podamos ver por qué un estudio del pasado puede dar una idea de cómo serán las cosas que están por llegar, ya que la historia del capitalismo refleja tres atributos que no existían en ninguno de nuestros ancestros. El primero de éstos es la motivación hacia la acumulación que proporciona a las economías capitalistas la energía vital que las caracteriza, y que se expresa en la búsqueda incesante de nuevas tecnologías y mercados. Éste es el atributo que provocó la Revolución Industrial en el pasado y que da lugar a la revolución de las computadoras en el presente; la época del imperialismo en el pasado y la globalización en el presente. Un segundo atributo del capitalismo que marca una diferencia entre éste y su movimiento hacia el futuro es la red de mercados competitivos que le proporcionan su mecanismo de coordinación interna. No hay nada como la libertad para elegir, y la disciplina de la competencia entre compradores y vendedores en órdenes sociales anteriores; y de manera muy similar a la motivación hacia el capital, la red de mercados proporciona a este orden social una vitalidad nerviosa y un esfuerzo constante por innovar que no tiene parangón en las sociedades anteriores. En tercer lugar, y menos familiar, se encuentra otro aspecto que distingue el capitalismo de sus predecesores, y lo orienta otra vez hacia el futuro en forma diferente. Se trata de su división en dos áreas o sectores: un gobierno bien definido, cuyo derecho a participar en asuntos económicos se define de manera estricta, y una economía privada circundante mucho más extensa, cuyas prerrogativas gubernamentales también están cuidadosamentedelimitadas.Acostumbrados como estamos a quejarnos de que “el gobierno se entromete demasiado” en la economía, o que ‘‘ejerce demasiada influencia en los negocios”, olvidamos que ningún gobierno (local, estatal o federal) puede establecer una empresa lucrativa que compita con los negocios a menos de que tenga la autorización explícita para hacerlo, y de que ninguna empresa, sin importar cuán tentada se vea a hacerlo, puede mandar a prisión a un empleado que le cause problemas. En pocas palabras, la coexistencia de un sector privado que tiene la responsabilidad de realizar el esfuerzo productivo más importante de la sociedad y un sector público responsable de guiar y proteger la fuerza propulsora básica proporcionan una estructura social, que es capaz de dar forma al futuro económico en un grado mucho mayor que en cualquier otra época. Esto no quiere decir que dicha capacidad se utilizará de manera positiva, ni que se esté exento de crear problemas nuevos junto con las posibles soluciones. Sin embargo, ahora existe una capacidad que antes no había. Tendremos la oportunidad de estudiar todo esto en las páginas siguientes. Pero conviene empezar este Último capítulo teniendo en cuenta la diferencia que existe entre la forma en que se ve el futuro y la manera en que se veía en épocas anteriores.
ANÁLISIS DEL FUTURO Ocupémonos ahora de la pregunta que ansiamos enfrentar: ¿qué podemos decir acerca de la serie de problemas que estudiamos en los capítulos 10 y 1l ? Empezamos por hacer una distinción crucial entre dos formas de ver el futuro, relacionadas con la estructura y la dinámica del capitalismo. Estas formas se conocen como Predicción y Análisis. La primera se ocupa sobre todo de los resultados, y la segunda de los procesos. Encontramos predicciones todos los días, dentro y fuera de la vida económica. La información sobre los caballos que participan en una carrera, según la cual es seguro que Highway Robber llegará en tercer lugar, es una predicción, al igual que la información del columnista financiero que dice que el Dow Jones presentará un alza espectacular
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para finales de año. Los análisis pueden desempeñar o no un papel en las predicciones: el informe de carreras quizá basa sus consejos en la genealogía de Highway Robber y el columnista que predice el comportamiento del Dow Jones se basa en gran cantidad de datos que tiene enfrente. Sin embargo, en general, es preciso hacer notar que el análisis desempeña un papel menor en las predicciones no económicas que en las económicas, no sólo porque casi siempre hay mayor cantidad de información estadística acerca de los sucesos económicos que de aquellos que no lo son, sino también porque la vida económica, como ahora sabemos muy bien, tiene un centro de tendencias conductuales regulares, como la oferta y la demanda, que nos ofrecen una forma generalizada de comprender cómo funciona la economía. Esto no sucede en las carrkras de caballos, en la política ni en los asuntos internacionales, en los que el análisis tiene un papel mucho menos importante. La diferencia entre predicción y andisis desempeña un papel decisivo en este capítulo. No haremos predicciones acerca de si la inflación, el desempleo o la desigualdad serán mejores o peores dentro de uno, dos o 10 años en tal o cual porcentaje. No lo haremos porque no podemos, por dos razones: en primer lugar, no hay forma de predecir los resultados en los que participan tantas variables (internacionales y nacionales, políticas y económicas); y en segundo, la incertidumbre acerca del futuro significa no sólo que todas las predicciones son arriesgadas, sino que es imposible conocer sus resultados. En vista de esta falta de conocimientos sobre el futuro, nuestro propósito no será predecir, sino explicar lo mejor posible las fuerzas económicas subyacentes a las tendencias que nos interesan. Este análisis “apuntará” en una u otra dirección, como demostramos, pero apuntar no es lo mismo que predecir. De hecho, cuando al apuntar se indica una dirección que no han tomado los eventos, surge una pregunta importante e interesante: ¿la dirección que indicaba la brújula era la equivocada debido a los elementos que intervinieron o debido a que nuestro análisis fue erróneo? ¡Estudiar la razón por la que nuestro análisis estaba equivocado tal vez enseñe a los lectores más sobre economía e historia económica que cualquier cantidad de lecciones que podamos impartir!
TRES ASPECTOS IMPORTANTES
1+ Desempleo Recordemos que el desempleo ha sido un problema persistente en Estados Unidos desde mediados de la década de los setenta. En 1983, el desempleo aumentó a 7.3% de la fuerza laboral, para después bajar a 5.3% en 1989; en 1992 volvió a aumentar a 7.5%, disminuyendo a un poco más de 5% a finales de la década de los noventa. Estas cifras no son devastadoras en la superficie, pero la superficie tal vez no sea la realidad. Como hemos visto, si sumamos a los trabajadores que se sienten desanimados, los que trabajan de medio tiempo sin quererlo y los miembros de la fuerza laboral que no se toman en cuenta en las encuestas estadísticas, es probable que la cantidad total sea dos veces más alta; todavía no se compara con el casi 25% que se alcanzó durante la Gran Depresión, pero desde luego es una cifra suficientemente elevada para ponemos a pensar. Además, la tasa de desempleo para los afroestadounidenses sigue siendo de casi 11%. La restructuración empresarial ha dado lugar a la pérdida de empleos con salarios relativamente altos, y los empleos recién creados son puestos de nivel inferior con un sueldo bajo. Como resultado de ello, las familias requieren del sueldo de más de una persona a fin de cubrir sus necesidades básicas. En realidad, el ingreso familiar promedio bajó más de 2 O00 dólares de 1989 a 1994. Ésta fue la primera baja en un periodo de cinco años desde la Segunda Guerra Mundial. Por tanto,
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a pesar del periodo relativamente largo de crecimiento económico, los estadounidenses se sienten inseguros acerca del empleo y el ingreso. Los expertos identifican este periodo como uno de “recuperación sin empleos”. Una mejor descripción sería la de una recuperación con salarios estancados. Es probable que el enfoque de la política macroeconómica cambie del crecimiento, puro y simple, a una preocupación por los salarios, en especial por aquellos de los trabajadores con sueldos bajos. ¿Cuál es la causa de esta situación? En este punto, es preciso distinguir entre dos direcciones analíticas. La primera empieza a partir de las conexiones bien establecidas entre el nivel de desempleo y el volumen de producción. En la época en que todos los esfuerzos estaban dirigidos hacia la guerra, el desempleo bajó a menos de 2% de la fuerza laboral (quizá el nivel más bajo que puede alcanzar en una sociedad libre en la que algunos trabajadores abandonan sus empleos en forma voluntaria, tal vez para buscar uno mejor). Apartir de entonces, durante los primeros años de la posguerra, cuando los estadounidensespasaron por un periodo de gastos elevados, el desempleo se incrementó a 3%, aumentando a casi 5% conforme el auge de la posguerra se acercaba a su fin. Según sabemos, este periodo de 33 años (1940-1973) terminó con el primer impacto petrolero. Por tanto, nuestro análisis debe estudiar primero la probabilidad de un regreso a los días de la Época de Oro en los que existía generación de empleos. El análisis amplio y profundo nos indica que esto requiere un incremento sustancial en los gastos de inversión. Además, es posible hacer otra afirmación analítica: este tipo de estímulo proviene ya sea de un auge espontáneo de las empresas privadas, o de un incremento intencional del gasto público: otro periodo como la Época de Oro u otro Nuevo Trato. El análisis no proporciona probabilidades de que sucedan uno u otro; pero nos hace tomar conciencia de las profundas diferencias entre la década de los cincuenta, en la que se cubrían las necesidades de un país deseoso de adquirir productos, y la época actual; o del cambio en el clima político entre los días de Franklin Roosevelt y Lyndon Johnson, y aquellos de Ronald Reagan y Bill Clinton. Pero existe una segunda consideración analítica, que surge del hecho de que el nivel de empleo no está determinado del todo por el nivel del gasto nacional. Como hemos visto, existen factores como los cambios en la tecnología o en la estructura empresarial, que dan lugar a una restructuración y el aprovechamiento de los recursos en el extranjero. Nuestra tarea consiste en investigar el tipo de análisis que podemos realizar acerca de estas pequeñas consideraciones. Empecemos por tomar en cuenta las perspectivas para un auge en una época no bélica que pueda marcar un retorno a los días de alto nivel de empleo. Por más que lo deseemos, no es posible predecir ni analizar si algún invento sorprendente aparecerá mañana, abriendo las posibilidades de un retorno a una época en la que no haya desempleo. De hecho, la economía estadounidense ha crecido de manera continua desde 1991 hasta fines de los noventa, pero, como hemos visto, las estadísticas revelan algunos hechos preocupantes. Por consiguiente, ¿debemos resignarnos a las modestas expectativas de crecimiento del empleo y los salarios, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo desarrollado? Éste no parece ser el panorama más probable, a menos que podamos diseñar nuevas formas de cubrir la demanda, aumentar la productividad y evitar cualquier consecuencia del alto nivel de empleo que dé lugar a la inflación.
¿La “relación entre las partes interesadas” es una solución? ¿Existe un método para lograrlo? Tal vez. En algunos países (por ejemplo, Alemania, las tres naciones escandinavas, Holanda y Austria) ha surgido una “relación entre las partes interesadas” que se lleva a cabo entre trabajadores y patrones. Esta relación significa que una nueva forma de contrato entre la fuerza laboral y la gerencia da a los trabajadores el derecho a una “relación”
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de intereses en el empleo, a cambio de que éstos permitan que la administración de la empresa limite los incrementos salariales cuando sea necesario para conservar una posición competitiva en su industria. Es probable que cierta forma de interés para crear una seguridad en el empleo constituya la base para un periodo a largo plazo de un alto nivel de empleos, y a su vez evitaría las presiones salariales inflacionarias autodestructivas. ¿Es ésta una posibilidad realista para Estados Unidos? Con base en la larga historia de relaciones antagónicas entre la fuerza laboral y la administración, la respuesta sería negativa. Pero los tiempos cambian, y quizá nosotros con ellos. Si la seguridad en el empleo se convierte en una relación común en Europa, Estados Unidos se sentiría presionado para hacer lo mismo. Por tanto, no es imposible que el camino hacia un auge no inflacionario sea allanado. ¿Es necesario agregar que no podemos predecir las probabilidades de que se presenten estos cambios institucionales de largo alcance? No obstante, la idea parece ser Suficientemente prometedora como para incluirla en la agenda del futuro. Conforme avancemos en nuestro estudio, encontraremos otras posibilidades que podemos agregar.
2. Desigualdad De manera que podemos describir con cierta claridad analítica las condiciones previas a este crecimiento del empleo. Las cosas no son tan sencillas cuando tomamos en cuenta el siguiente problema importante al que nos enfrentamos: la redistribución alarmante del ingreso entre las familias del 10% superior, e incluso del 1%. En este punto, existen consideraciones macro y microeconómicas. Desde la perspectiva de la macroeconomía, la reducción en el crecimiento de la productividad y la inversión que caracteriza la época posterior a la Época de Oro sigue siendo una fuente de desigualdad creciente. La marea que sube puede levantar todas las embarcaciones (como lo hizo en la Época de Oro), pero el agua turbulenta hunde todas las embarcaciones débiles. Como vimos en el capítulo l l , en muchos países en vías de desarrollo existe una desigualdad cada vez mayor, conforme bajan los ingresos relativos de aquellos que no poseen ninguna educación ni capacitación. Muchos economistas argumentan que la respuesta a esta situación es aumentar las habilidades de la fuerza laboral en todos los países. Después, debemos tomar en cuenta el papel del cambio tecnológico. La computarización parece ser un arma de dos filos, pues vuelve obsoletas ciertas ocupaciones en la línea de ensamblaje que antiguamente eran bien pagadas, al tiempo que crea nuevos puestos de servicio, algunos muy mal pagados y otros con sueldos altos. Pero debido a que la computarización incrementa los requerimientos de capacitación para los empleados, actúa en contra de quienes no tienen una educación avanzada y que son, hablando en forma general, quienes reciben los salarios más bajos. Dadas las probabilidades de que exista un mayor grado de tecnología computarizada en la economía del futuro, es posible que la distribución de los ingresos empeore. En resumen, al analizar este panorama tan complejo dudamos que los niveles de distribución del ingreso mejoren, aunque debemos agregar que esta afirmación no cuenta con el grado de claridad analítica que respalda nuestro argumento en cuanto al desempleo. Sin embargo, existe otro elemento muy importante en la tendencia hacia la desigualdad. Se trata de la gran diferencia entre el salario de los directores ejecutivos y el salario promedio de sus empleados. En este caso, más qLie considerar el impacto de la tecnología, es difícil encontrar una explicación analítica que sirva de guía para nuestras expectativas en el futuro. Las normas e instituciones sociales cambian con el tiempo, por razones políticas, culturales y económicas. Consideremos dos hechos relacionados con lo anterior. En el capítulo 10, hicimos notar que la relación entre los salarios superiores e intermedios había aumentado de 30 a 1 en la década de los sesenta a más de 200 a 1 en los noventa. Agreguemos ahora una segunda consideración: la
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relación entre la remuneración de los directores ejecutivos estadounidenses y aquella de la fuerza laboral promedio es mucho mayor que en cualquier otro pais capitalista. Apenas es de 20 a 1 en Alemania, y de 10 a 1 en Japón; así mismo, debemos hacer notar que la carga de la burocracia corporativa en otros países es mucho menor que en Estados Unidos. ¿Existe alguna explicación para esta carga burocrática desproporcionada que nos diera una perspectiva sobre el futuro? Una vez más, encontramos una explicación en las relaciones antagónicas entre la gerencia y la fuerza laboral que existen en Estados Unidos en comparación con casi todos los países europeos. Esto da lugar a que las empresas estadounidenses sientan la necesidad de un personal de supervisión mucho más numeroso que en las compañías en las que existe mejor entendimiento entre la gerencia y la fuerza laboral2 Esto genera una pregunta más profunda sobre la razón por la que las empresas estadounidenses no han desarrollado la seguridad laboral y otras instituciones cooperativas que han probado ser Útiles en otros países. Sin duda, la respuesta está en las tradiciones culturales tan diferentes de Estados Unidos y Europa, pero esto no nos ofrece una base muy clara para proyectar el futuro; después de todo, Estados Unidos era tan antilaborista en la década de los treinta como lo es ahora, pero ello no evitó el surgimiento del Nuevo Trato, que marcó la pauta para Europa. Como resultado, una vez más no podemos afirmar, con un alto grado de probabilidad, que vayan a tener lugar los cambios necesarios en la actitud empresarial. A lo Único que nos arriesgamos es para asegurar que, en ausencia de un cambio en la actitud empresarial, existen pocas razones para esperar un cambio en la distribución del ingreso.
¿Una nueva actitud corporativa? ¿Dicho cambio es una posibilidad realista? Unas cuantas compañías en Estados Unidos han empezado a experimentar con los cambios en los contratos salariales, buscando incrementar la confianza mutua entre los trabajadores y la gerencia y terminar así con las nóminas abultadas en la parte superior que disminuyen la eficiencia y la productividad empresariales, en lugar de aumentarlas. Conozcamos el testimonio de Francis Fukuyama, un crítico conservador muy respetado que nos habla acerca de un interesante experimento que llevó a cabo Nucor Corporation, una empresa acerera del occidente de Estados Unidos: La recesión de 1983-1984... afectó en gran medida a Nucor Corporation. Nucor acababa de incursionar en el negocio de la fabricación de acero. Sus laminadoras eran manejadas por obreros que no estaban sindicalizados, muchos de los cuales eran antiguos granjeros. Para controlar la reducción en las ganancias, Nucor acomodó a sus empleados (desde el director ejecutivo hasta el Último empleado de mantenimiento) en semanas laborales de dos o tres días, con la correspondiente reducción en los salarios. Sin embargo, no se despidió a ningún empleado, y cuando la economía y la empresa se recuperaron, esta Última disfrutó de un gran auge que contribuyó a que se convirtiera en la fuerza más importante de la industria acerera estad~unidense.~
Es preciso hacer notar que, en 1996, Nucor ocupó el lugar 379 en la lista de la revista Fortune de las 500 corporaciones industriales más grandes. A pesar de su rápido ascenso, continúa con su política de tratar a todos sus empleados por igual, desde el nivel superior hasta el más bajo: todos ganan bonos que se distribuyen cada semana, y los trabajadores reciben 10% de 2Vea Gordon, 1996, op. cit., capítulo 3. 3Francis Fukuyama, Trust (Nueva York, The Free Press, 1995), pp. 7-8.
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las utilidades de la empresa antes de impuestos. De hecho, los funcionarios de Nucor mencionan esta actitud antiburocrática como la razón de su gran eficiencia. Otras compañías, entre ellas algunas con poderosos sindicatos laborales, han experimentado el éxito con un grado mucho más alto de administración cooperativa. United Auto Workers colabora con Toyota y General Motors en una planta experimental en Freemont, California; y en 1991, Magma Copper firmó lo que la revista Fortune llama un “acuerdo laboral revolucionario” con el sindicato de trabajadores del acero para establecer relaciones de participación y cooperación entre la fuerza laboral y la gerencia. No podemos predecir cómo funcionarán estas nuevas uniones. Pero al menos sugieren que quizá sea productivo, y posible, instituir acuerdos que ayuden a enfrentar el problema de la distribución del ingreso.
3. Globalización Pasamos ahora al tercer reto, quizás el más difícil. ¿Qué perspectiva histórica podemos aplicar a la participación cada vez mayor de Estados Unidos (y otros países capitalistas avanzados) en una economía mundial? ¿Existen lecciones en el pasado que nos den una idea del futuro? En el capítulo 11, definimos globalización como la conexión cada vez mayor entre los mercados de distintos países, y nos enfocamos sobre todo en la movilidad internacional del capital. Ahora, nuestra tarea consiste en dar marcha atrás y considerar el fenómeno de la globalización desde la amplia perspectiva de la formación de la sociedad económica. Desde este punto de vista, el poder de la globalización se refleja en el hecho de que, en la actualidad, y por primera vez en la historia, el capitalismo es el sistema económico que domina en la mayor parte del mundo. Desde luego, la causa más importante de esta situación es la caída de la Unión Soviética y del comunismo en toda Europa oriental. Muchos países en vías de desarrollo que buscaban una estrategia socialista en las décadas de los sesenta y setenta (por ejemplo, Tanzania, Jamaica y Nicaragua) retornan hoy una orientación hacia el mercado. Incluso en países que se decían socialistas existe una transformación masiva hacia la privatización de las industrias más importantes; es decir, la venta al sector privado de compañías manejadas por el gobierno. Y gran cantidad de países eliminan, ya sea en forma voluntaria o debido a las presiones internacionales, los subsidios y el apoyo a los precios en la economía interna y abren su economía al comercio y la inversión extranjeros. De acuerdo con un estudio, desde 1990, 16 países en vías de desarrollo han adoptado políticas de libre comercio y tasas de cambio mucho más libres; y 18 países hicieron lo mismo en la década de los ochenta. Estos cambios en las políticas han recibido el apoyo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que a menudo otorgan un préstamo sólo si el país está de acuerdo con poner en práctica esas políticas de libre mercado. En total, 61 países han aceptado las condiciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a cambio de préstamos a largo plazo con bajos intereses. Las reformas requeridas han sido sobre todo en las políticas comerciales y de sectores, y en especial en la liberalización de la agricultura y las f i n a n z a ~ . ~ ¿Qué implica esta transformación para el futuro de la sociedad económica? Si queremos evaluar el futuro del capitalismo (global), primero debemos considerar el destino de una sociedad económica muy diferente a la nuestra; un orden social al que llamamos socialismo.
4DaniRodrik, “The Rush to Free Trade in the Developing World: Why So Late’! Why Now? Will It Last?’, en Votingfor Reform, S. Haggard y S. Webb, editores (Nueva York, Oxford University Press, 1994).
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SOCIALISMO Hace no mucho tiempo, en la edición anterior de este libro, consideramos con detenimiento los logros y perspectivas del socialismo. Era la época en que el Primer Ministro soviético Gorbachov buscaba instaurar el programa de laperestroika; término que significa “restructuración” y que, en esa época, todos conocíamos, pero que ahora necesitamos explicar. La perestroika fue un esfuerzo desesperado por evitar el colapso económico al que había llevado el antiguo sistema de rígida planeación centralizada. Durante los primeros años de la década de los noventa, la producción de la Unión Soviética bajó 25%, hubo escasez de alimentos en la mayor parte de las ciudades importantes, el mercado negro se extendió por todo el país y la desintegración política parecía amenazar la economía. La perestroika no duró mucho tiempo y la desintegración política apareció más pronto de lo que imaginaban los analistas más pesimistas. Las consecuencias siguen presentes hasta nuestros días, pues la organización económica de Rusia se tambalea entre una especie de mafia capitalista y un débil sistema de directivas gubernamentales. Estamos tentados a decir que lo Único predecible en esta confusión es que no es posible imaginar un retorno al socialismo soviético, pero incluso estas palabras están sujetas a debate, ya que los partidos neocomunistas buscan el regreso a los “viejos tiempos” cuando había alimento para el pueblo, aun cuando éste no fuera muy bueno. Cualquiera que sea el resultado, el panorama para lo que solíamos llamar socialismo soviético parece ser muy oscuro.
China prueba otro camino ¿Existe alguna razón para considerar el futuro del socialismo? Al parecer, la respuesta depende de lo que el término signifique para nosotros. La experiencia rusa nos indica que los sistemas económicos burocráticos altamente centralizados desarrollan una especie de esclerosis que puede ser fatal. De hecho, lo sorprendente es que, durante bastante tiempo, para muchos, jeste sistema inflexible, ineficiente y en extremo represivo parecía constituir la clave del crecimiento económico! Sin embargo, esto no quiere decir que otros tipos de “socialismo” no vayan a desempeñar un papel importante durante el siglo XXI, sobre todo en las partes del mundo menos desarrolladas. En este caso, el ejemplo de China es importante. La Revolución China se inició en 1947 bajo el liderazgo de Mao Tsé-tung, quien durante muchos años luchó por un “socialismo” muy similar al de los soviéticos, que combinaba el liderazgo dictatorial y la represión con un programa de planeación centralizada muy parecido al soviético. Pero en la década de los setenta era evidente que la economía china, aunque había despertado de una prolongada apatía, estaba en peligro de caer en la rigidez que pronto terminaría con la revolución soviética. Poco a poco, una nueva política muy diferente a la soviética tomó el lugar de la antigua, una política de centralización continua combinada con una motivación permisiva y muy similar a la capitalista para las empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras. En la actualidad, China es una curiosa mezcla de fervor político y herejía laissez-faire. El resultado es un auge en la expansión de las principales ciudades que convierte a la China urbana en el área de crecimiento económico más rápido en el mundo, mientras que la China rural permanece bajo cierto grado de control que sería imposible en cualquier tipo de capitalismo democrático. ¿El ejemplo chino tendrá éxito a largo plazo? ¿Encontrará seguidores en las regiones estancadas de África, el Cercano Oriente y otras partes del mundo? Nada de esto se puede prever con un grado determinado de certeza. Pero al parecer es posible que alguna forma de “socialismo”, que combine una tolerancia considerable (incluso el fomento) hacia la actividad económica pri-
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vada con un núcleo político no democrático y de disciplina estricta, tenga un papel importante en la modernización de extensas áreas del mundo subdesarrollado durante el siglo XXI. Por muy extraño que parezca, esto da lugar a la perspectiva de una presencia extendida del “socialismo” en las regiones más pobres del mundo, junto con la presencia cada vez más fuerte de una economía mundial que empiece a unir estas áreas con aquellas del rico Occidente.
Socialismo occidental Con frecuencia, escribimos la palabra socialismo entre comillas al hablar de su posible aparición en las regiones más pobres del planeta. Pero, en sus orígenes, el socialismo ha sido un ideal occidental (Marx, su gran defensor, consideró el socialismo no como un medio para modernizar una región rezagada, sino como una guía para la evolución de los países avanzados hacia algo más que el capitalismo). El mismo Marx no ofrece una guía clara acerca de lo que se encuentra más allá del capitalismo: si leemos el Manifesto comunista, hallamos un programa que se aleja mucho más de las realidades soviéticas que, digamos, de las aspiraciones del Nuevo Trato. De hecho, el socialismo democrático en Occidente, que no es el soviético, se enfoca más en la democracia política y social que en la restructuración económica en general. En realidad el socialismo busca el final de la tendencia capitalista hacia la acumulación, pero nunca se opone a los mercados ni a la propiedad privada modesta, y desde luego, no está en contra de los procesos democráticos representativos. La planeación (que es la meta más importante del socialismo democrático en las áreas rezagadas) nunca ha estado en el centro de la concepción occidental, como tampoco lo ha sido la participación total de los trabajadores en la toma de decisiones, la desaparición de los privilegios de la propiedad y la disminución general de la importancia que tiene el aspecto económico en la vida para dar paso a sus dimensiones sociales, políticas y estéticas. En la civilización occidental no existe nada parecido a ese orden social, pero el atractivo de su visión humanista de la vida ha inspirado a muchos. Para otros, la palabra socialismo trae a la mente imágenes muy diferentes a estas aspiraciones: gobiernos entrometidos, burocracias en aumento y la subordinación de los logros privados a la influencia de las normas públicas. No es tarea nuestra declarar cuál de estas perspectivas es la correcta. Sin duda, una visión polarizada del socialismo seguirá formando parte de la vida política de Occidente durante un periodo considerable. Mencionamos el tema sólo para preparar el camino para nuestro estudio, a fin de completar nuestra investigación sobre el capitalismo. El panorama del socialismo se encuentra en el fondo, no en ese nivel de la formación de la sociedad económica que conocemos de primera mano, pero no podemos perderlo de vista al tratar de estimar, como historiadores, las perspectivas para esa sociedad.
EL PANORAMA DEL CAPITALISMO ¿Por dónde empezar? Pensamos que lo mejor es reflexionar por última vez sobre la compleja estructura tripartita que da al capitalismo su unicidad histórica. Por tanto, en lugar de tratar de hablar del “capitalismo” como un todo, debemos considerar el futuro de un sistema motivado por la tendencia a acumular un capital, enlazado con una red de mercados y disciplinado internamente por éstos, y también caracterizado por una división del poder entre dos sectores, uno público y otro privado. Estos tres atributos distintivos nos permiten pensar con mayor claridad en la forma
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que tendrán las cosas en el futuro, que si tratáramos de considerar el “capitalismo” como una sola entidad.
El impulso de acumular ¿Cuál es la perspectiva a largo plazo para la tendencia que proporciona al capitalismo su fuerza vital? Desde hace tiempo, los economistas consideran que esa tendencia es el talón de Aquiles del sistema. Incluso Adam Smith creía que, después de un tiempo, la Sociedad de la Libertad Perfecta, como solía llamar al capitalismo incipiente, crearía todos los bienes para los que hubiera una necesidad, idespués de lo cual el sistema descendería a una especie de estancamiento en un nivel muy bajo de s~bsistencia!~ Economistas posteriores pusieron sus esperanzas en las capacidades inventivas de una Revolución Industrial que todavía no aparecía en la época de Smith. No obstante, casi todos los grandes economistas vieron que el sistema se acercaba a su fin debido a la incapacidad para continuar encontrando de manera indefinida nuevas áreas productivas para la inversión. Marx previó crisis aún más autodestructivas que, con el tiempo, crem’an las condiciones políticas para un derrocamiento del sistema en favor del socialismo. John Stuart Mill previó una transformación menos violenta, conforme los trabajadores adquirían los intereses de su patrón y, por tanto, manejaban una especie de capitalismo “socialista” competitivo y coordinado por el mercado, similar en algunos aspectos al sistema sueco de las décadas de los cincuenta y sesenta. Keynes tenía una perspectiva más conservadora, creyendo que las caídas se mantendrían dentro de los límites con los incrementos apropiados en los gastos gubernamentales; de hecho, a pesar de su reputación como reformista radical, salvo un núcleo más o menos permanente de inversión pública, previó un futuro no muy diferente al pasado. Los economistas más conservadores han buscado más en el “lado de la oferta” las respuestas al crecimiento económico lento a largo plazo, hablando de la necesidad imperiosa de reducciones en los impuestos y subsidios para la inversión;pero, en la actualidad, estas políticas han tenido sólo un impacto muy limitado en la práctica.
Sobrecarga ecológica Ahora, enfocamos nuestro análisis en una dirección diferente. El panorama para el capitalismo en el futuro está muy lejos de resolverse en nuestra época, como ya vimos en cuanto a las consecuencias inciertas de la automatización y la globalización. Pero en un aspecto vital, las perspectivas a largo plazo para la expansión han cambiado. En la actualidad, la pregunta clave ya no está relacionada con la disponibilidad de la inversión productiva, sino con las consecuencias de su continuación indefinida. En este punto, la barrera más importante parece ser la sobrecarga ecológica: la dispersión en la atmósfera, el agua y la tierra de subproductos de la producción que son más nocivos de lo que el medio ambiente puede absorber. El principal de estos subproductos es el calor que generan la mayor parte de los procesos de producción, una gran manta de energía que se eleva hacia la atmósfera, creando el efecto llamado “sobrecalentamiento del planeta”. Resumiendo el problema, el economista historiador Paul Kennedy escribe: El consenso científico es que las temperaturas mundiales promedio son entre 0.3 y 0.7 [grados] más calientes que hace un siglo. Éste es un aumento modesto, pero la verdadera preocupación es que el ritmo del aumento en la temperatura se incremente en el siglo XXI, sobre todo al crecer la población mundial y la actividad industrial. La mayoría de los científicos en esta área sostienen que se presenta-
’Adam Smith, The Wealth of Nations (Nueva York, Modern Library, 1972), capítulo 9, p. 96.
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rían graves consecuencias [que incluyen], el aumento del nivel de los mares, una reducción de la agricultura, una disminución de los flujos hidráulicos, más peligros para la salud, clima más turbulento. Todo esto sugiere que tanto los países desarrollados como las naciones en vías de desarrollo tienen buenas razones para preocuparse por el sobrecalentamiento del planeta.6
Esta grave amenaza a largo plazo deriva sus energías del aumento constante de la escala de producción que es la fuerza vital del capitalismo. Si se desea reducir la contaminación en el tiempo de vida de las próximas dos o tres generaciones, como parece ser el caso, ¿de qué manera este hecho afectará las capacidades autogeneradoras de nuestro orden social? Mientras tanto, ¿qué sucederá con el nivel de vida de las regiones más pobres del mundo? La horrenda pobreza, digamos en África, ¿dará lugar a que los países más ricos permitan que los más pobres sigan contaminando por un tiempo mientras elevan su nivel de vida, para luego reducir en forma voluntaria sus peligrosos procesos de producción? Cualesquiera que sean los procedimientos mediante los cuales se reducirá la contaminación, ¿quién adoptará una política tan vasta y vital? Este difícil panorama sólo nos lleva a una conclusión convincente: el futuro contiene un desafío ecológico de cuyas dimensiones apenas empezamos a darnos cuenta. El desafío surge no sólo en el hecho de que la misma inercia económica del capitalismo se encuentra en el centro de este peligro potencial, sino en la conclusión inequívoca de que sólo la voluntad política del mundo avanzado (es decir, el capitalista) puede determinar el nivel del daño. Por fortuna, hay un periodo de gracia: el reto consiste en convertir ésta en una época de investigación, resolución y cambio bien pensado.
La estrecha red de mercados El segundo atributo distintivo del capitalismo radica en su red de mercados. De una manera general, los economistas siempre han considerado el mercado como una fuente de poder y flexibilidad para el sistema, y muchos afirman que el sistema mismo perdurará sólo mientras la interacción competitiva siga siendo su característica más sobresaliente. Ésta parece ser una generalización segura, pero existe un aspecto de los mercados que exige nuestra atención en esta perspectiva de la trayectoria de nuestro orden. Y se refiere a que todos los mercados, sin excepción, cumplen con dos propósitos, sólo uno de los cuales pertenece al área de estudio de los economistas. Ese aspecto evidente es la célebre representación de los mercados, hecha por Adam Smith, como una “mano invisible” que soluciona problemas para coordinar la producción y la distribución, que de lo contrario serían difíciles. Pero los mercados tienen otra cara, menos celebrada, y es que todos crean “externalidades”; es decir, efectos secundarios que surgen de la interacción relativamente exenta de supervisión de los compradores y vendedores. Algunos de éstos, como el calor y el humo que generan las fábricas, pertenecen a la categoría de molestias ambientales que acabamos de analizar. Pero existen otros factores externos que quizá no afecten el medio ambiente, pero sí afecten a la sociedad en forma seria. Éstos se relacionan con cuestiones de igualdad y justicia y, por tanto, tienen que ver con la moral de la sociedad. Desde luego, estos problemas no son nuevos. Considere los escritos de Santo Tomás de Aquino, el gran sabio del siglo XIII, quien en su obra Summa Theologica pregunta si es posible que alguien venda legalmente un objeto por una cantidad que supera su valor.7La pregunta nos
6Paul Kennedy, Preparingfor the Twenty First Century (Nueva York, Random House, 1993), pp. 105, 111 ’Tomado de A. E. Monroe, Early Economic Thought (Boston, Harvard University Press, 1930),p. 53.
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CAPÍTULO 12 Problemas y posibilidades
toma por sorpresa. ¿Qué significa “vender un artículo por una cantidad que supera su valor”? ¿Acaso no vale lo que el comprador pague por él? De acuerdo con Aquino, no es así. Cita a Mateo (vii; 12): “Todo lo que ustedes deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo también ustedes por ellos.” Pero, según Aquino, nadie quiere que le ofrezcan algo por una cantidad que supera su valor. Por tanto, hacer lo mismo es cometer pecado. La afirmación nos deja confundidos. ¿Por qué? Porque una de las funciones de los mercados es permitirnos olvidar las enseñanzas morales que nos guían en las relaciones fuera del mercado, tales como nuestras relaciones con los amigos. En un grado no muy reducido, los mercados son eficientes porque alejan nuestra atención de esas consideraciones problemáticas. ¿Es éste un descubrimiento con serias consecuencias para la longevidad de nuestro sistema? Vamos a considerarlo desde la perspectiva de hablar con la verdad. Uno de los atributos de los mercados es que los vendedores llegan muy lejos para convencer a los compradores del atractivo de sus artículos. En los mercados antiguos, esto se conocía como “publicidad exagerada”; en el capitalismo moderno, es el objetivo de la publicidad. Consideremos ahora la publicidad como un fenómeno que ocurre en millones de pantallas de televisión en las que niños, jóvenes y adultos por igual son testigos del entusiasmo excesivo de hombres y mujeres por champús para el cabello, medicamentos contra el dolor de cabeza, y también automóviles, a cnda uno de los cuales le pagan por su entusiasmo cuidadosamente estudiado. ¿Este comportamiento no transmite un mensaje moral? Es decir, ¿no demuestra que los adultos, actuando como personas “reales”, pueden hablar con simulada convicción de cosas en las que no creen? Dejamos que nuestros lectores lo decidan. Nuestro punto es que los mercados deben reconocerse por lo que son: económicamente efectivos, pero en el aspecto moral, medios dudosos para motivar nuestro comportamiento económico. Éste quizá sea un problema difícil de controlar, pero es uno de los que, con el tiempo, tendremos que enfrentar si queremos que nuestro sistema desarrolle la “inteligencia moral” que necesitará para pasar de manera segura al nuevo siglo.
Los dos sectores Como es lógico, esto nos lleva a la última característica clave de la sociedad capitalista: su división del poder y la autoridad en un sector gubernamental y otro privado, que es única del capitalismo y, desde hace tiempo, constituye una fuente de restricción, desacuerdo y problemas. Quizás debido a la existencia de esta división, no podemos darnos cuenta de que es una de las fuentes centrales de la fuerza del capitalismo, una solución notable para un problema que ha encontrado soluciones satisfactorias en otros sistemas. Parecen existir pocas dudas acerca de que la importancia de esta bifurcación de la autoridad única del capitalismo aumentará en las próximas décadas. Si deseamos evitar los desastres de la sobrecarga ecológica, ¿hacia dónde más podemos mirar además del sector público? Si queremos encontrar formas de igualar los atractivos de la globalización económica con las defensas en contra de los peligros que la acompañan, ¿a qué más podemos recurrir si no es a la restricción y la guía políticas? Lo que se necesita no es una elevación del sector público sobre el privado, salvo en casos extremos, como una guerra y la prevención de un desastre ecológico. Lo que necesitamos es el reconocimiento de la paridad del interés público con el privado. Por tanto, solemos pensar en los préstamos y las inversiones privadas como algo positivo, y los llamamos “inversión”, mientras consideramos que los préstamos y las inversiones públicas son negativas, y los llamamos “gastos deficitarios”, aun cuando se utilicen para producir bienes de inversión pública, como caminos, puentes y escuelas. Desde luego, la inversión privada puede ser absurda y la
CAPÍTULO12 Problemas y posibilidades
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pública puede ser inteligente, y viceversa. Nuestra tarea consiste en aprender que ambos sectores deben operar de manera eficiente y con fines inteligentes, si queremos que nuestro sistema funcione en forma adecuada; y esta conciencia requiere una nueva revisión del problema de los dos sectores, viéndolos a ambos a través de una lente que tenga la misma graduación.
Un espectro de capitalismos Estamos muy conscientes de que tal vez nuestra perspectiva analítica hacia el futuro no sea la misma de nuestros lectores. Pero esperamos que nuestro tono de voz deje en claro que expresamos un punto de vista personal, y no verdades irrefutables. El propósito de este intento -arriesgado y propenso a los errores- de pensar en el futuro es despertar en nuestros lectores pensamientos igual de arriesgados y propensos a los errores; no porque esto les ofrezca una perspectiva de la verdad, sino porque servirá como un ejercicio que esperamos se convierta en un hábito. Una última generalización y terminamos, Al medir la sociedad económica moderna como la vemos, parece imposible evitar una generalización. Es casi seguro que el capitalismo será el modo de organización económica que predomine, por lo menos en los países avanzados, durante el siglo XXI, y quizá durante el siguiente. Pero el término capitalismo, como lo entendemos ahora, es suficientementeflexible para abarcar una gran variedad de sociedades. Todas estarán impulsadas por la necesidad de acumular capital, todas coordinadas por una estructura de mercado, todas con dos sectores. Pero, a pesar de estas profundas e importantes características comunes, diferirán en forma considerable unas de otras. Algunas buscarán altos márgenes de utilidades, algunas podrán trabajar en forma satisfactoria con márgenes mucho más bajos. Algunas tendrán burocracias administrativas, otras no las tendrán. Algunas contarán con relaciones estrechas entre la fuerza laboral y la gerencia; otras habrán logrado acuerdos muy satisfactorios con los accionistas. Algunas serán más democráticas que otras, algunas serán más morales, algunas estarán más conscientes del medio ambiente; algunas habrán logrado acuerdos que darán lugar a relaciones amigables y coordinadas entre los sectores público y privado, otras no los habrán logrado. Si existe un objetivo que deseamos que los lectores tengan presente es la utilidad de pensar en el futuro del capitalismo como un orden social que, por toda su estructura institucional específica, da lugar a gran variedad de posibilidades. Además, esperamos que los lectores aprovechen esa conciencia para que todos tomemos nuestro lugar en esa variedad, en las primeras filas de la procesión.
Conceptos y palabras clave Este capítulo no se presta para el tipo de resúmenes que esperamos le hayan ayudado a entender mejor los capítulos anteriores. Éste no es un capítulo que debamos “aprender”, sino en el que debemos pensar. Esperamos que el hecho de leerlo lo ponga a pensar tanto como lo hizo con nosotros el hecho de escribirlo.
1 índice onornástico A Alberti, León Batista, 58 Allen, Frederick Lewis, 96, 97 Amici, Jean, 44 Amós, 21n Aquino, Tomás de. Véase Tomás de Aquino Aristóteles, 19-20, 21-22 Arkwright, Richard, 63, 64, 68, 84 Amour, Philip Danforth, 84
Bairoch, Paul, 135 Beard, Miriam, 14-15, 41n Beloch, K. J., 18n Bennett, H. S., 2511 Berle, Adolf, 92 Best, Michael, 156 Bland, Alfred, 67 Bloch, Marc, 2511 Block, Fred, 150 Bluestone, Barry, 145 Boswell, James, 65 Boulding, Kenneth, 80n Boulton, Matthew, 62, 63,64,65 Bourne, H. R. Fox, 65n Brown, P. A,, 67
C Cabral, Pedro, 40 Calvino, Juan, 41-42 Carlomagno, 23 Carlyle, Thomas, 63 Carnegie, Andrew, 84 Caufield, Catherine, 129n Chandler, Alfred D., 8411, 12211 Clinton, Bill, 158, 166 Cochran, Thomas, 88, 8911,9111, 12011 Colón, Cristóbal, 40 Colton, David, 86 Couer, Jacques, 44 Coulton, George G., 2211, 3711 Cunningham, W. C., 18n
Da Vinci, Leonardo, 59 Dandolo, 38 De Romanis, Humbertus, 41 Deane, Phyllis, 6111
Defoe, Daniel, 66 Demóstenes, 58 Dodd, Samuel, 89 Duby, Georges, 2511 Dunham, A., 6511 Duryea, Charles E., 79
E Eisenhower, Dwight, 133 Eliot, Charles William, 90 Engels, Friedrich, 67n, 68-69,75 Eykes, Thomas, 39
F Fisk, James, 86 Ford, Henry, 80 Frick, Henry Clay, 84 Friedlaender, Heinrich E., 12111 Friedman, Milton, 9811, 11211 Friedman, Rose, 112n Fukuyama, Francis, 168
G Galbraith, John K., 98n Gama, Vasco de, 40 Gandolfi “El Grande”, 29 Gerald de Aurillac, San, 29 Gianfigliazzi, 44 Gorbachov, Mikjaíl, 170 Gordon, David, 141n, 16811, 16911 Gould, Jay, 85 Guest, Robert H., 8211 Gunther, John, 1711
H Haggard, S., 16911 Hammond, B., 6511 Hammond, J. L., 6511 Harriman, Edward Henry, 84 Hayek, Friedrich. 68n Heilbroner, R., 5311 Herodoto, 9 Hilton, Rodney, 2611 Hill, James J., 89 Hofstadter, Richard, 9011 Hogarth, William, 68 Hollingsworth, T. H., 2411
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ÍNDICE ONOMÁSTICO
Hoover, Herbert, 96 Huizinga, J., 2% Huntington, Collis, 85 Huntsman, Benjamin, 63,64
Newcomen, Thomas, 62 Nixon, Richard M., 140, IS0
J
Ohlin, Goran, 3611 Onions, Peter, 63 Oser, Jacob, 12111 Otto, N.A., 79
Johnson, Lyndon B., 134,158, 166 Jope, E. M., 59n Josephson, Matthew, 85
O
P Kay, John, 63 Kennedy, John F., 133, 138, 158 Kennedy, Paul, 172-173 Keops, 9 Keynes, John Maynard, 114, 117, 129, 140, 142, 172 Kimble, George H. T., 1611 Krugman, Paul, 145 Kushlik, Surenda, 14611
L Ladurie, Emmaiiuel Le Roy, 2511 Lefevre, Edward, 96
Magallanes, Fernando de, 40 Maine, Henry, 3 1 Mantoux, Paul, 6211, 63n, 64, 6511,6611 Mao Tsé-tung, 170 Maquiavelo, Nicolás, 163 Marco Polo, 40 Marshall, George, 129 M a x , Karl, 68-69,71,74n, 75, 171, 172 Maudslay, Henry, 63, 64 Maximiliano I (Santo Emperador Romano), 44 McCormick, Cyrus Hall, 84 Means, Gardiner, 92 Milberg, W., 152 Mill, John Stuart, 172 Miller, William, 88, 8911, 9111, 12011 Mokyr, Joel, 61n Monnet, Jean, 124 Monroe, A. E., 2911, 17311 Moody, John, 87n Moore, Barrington, 61n Morgan, J. P., 86 Moro, Tomás, 47 Mumford, Lewis, 64n
N Need, Samuel, 63 Nef, John U., 5911 Nelson, Ralph, 87n Nevins, Allan, 79, 82, 84
Peterson, Wallace, 137 Pirenne, Henri, 25-26,29n, 30 Platón, 21 Polanyi, Kark, 4Sn Popper, Karl, In Postan, M. M., 124 Power, Eileen, 25n,46
Q Quesnay, Francois, 60
R Reagan, Ronald, 146,166 Renard, G., 28n,29n Robertson, Priscilla, 11911 Rockefeller, John D., 84 Rodrik, Dani, 16911 Roebuck, John, 62 Roosevelt, Franklin Delano, 91, 107, 112, 158, 166 Rorig, Fritz, 36n Rosow, Jerome, 132
S Sahlins, Marshall, 2n Schlesinger, Arthur, Jr., 9811, 107 Schumman, Robert, 124 Schwartz, Anna, 98n Séneca, 18 Singer, Charles J., 5911 Smith,Adam, 7, 14,51-55,62,64,70,71,72,110, 117, 172 Sombart, Werner, 4211, 4311, 58 Spengler, Oswald, 4311 %.-Yon, Guillaume de, 44 Strutt, Jedediah, 63 Swift, Gustavus Franklin, 84
T Taussig, E W., 84 Tawney, R. H., 28-29,31,41,59n, 67 Teralh, Ugo, 36 Thatcher, Margaret, 146 Thirion, 42n Thomas, Elizabeth Marshall, 7-8
ÍNDICEONOMÁSTICO Thompson,E. P., 6811 Thrupp, S. L., 29n Thurow, Lester, 141-142, 14311 Tomás de Aquino, 29, 173-174 Towshend, Lord, 63 Toynbee, Arnold, Sr., 69 Truman, Harry S . , 105, 129, 158 Tull, Jethro, 63
V Veblen, Thorstein, 86 Volcker, Paul, 140
W Walker, Charles R., 82n Walker, Samuel, 64 Ward, Barbara, 74n Watkins, Myron W., 87 Watt, James, 62, 64, 65, 84 Webb, S., 169n Weber, Max, 41 Wedgwood, Josiah, 64 Wilkinson, John, 61-62,64 Wilson, Woodrow, 90 Wolff, Edward N., 144
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1 índice temático A
B
Acaparamiento, 27 Acaparamiento, actitud de la iglesia medieval hacia el, 30 Activos financieros, desigualdad creciente en los, propiedad de las familias, 144-145 Acuerdo de Bretton Woods, 129 declinación del, 149-IS0 y los déficit en el comercio, 149-150 Acuerdo de la Ronda de Uruguay, del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, 152 Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), 129 Acuerdo de la Ronda de Uruguay sobre el, 152 Acuerdos de libre comercio, TLC como uno de los, 158-159 Acumulación. Véase también Acumulación de capital; Riqueza y crecimiento económico, 52 Acumulación de capital análisis de la, 172 como impulso del capitalismo, 164 Administración científica de las empresas, 132 Administración cooperativa, 168-169 Administradores, y el acuerdo sobre el capital y el trabajo, 132-133 Agricultura. Véase también Productos de granja; Sector agrícola y organización económica antigua, 16-17 Ahorro(s) e inversión, 72-73, 103-105 y capital, 72 y utilidadesíingresos más altos, 102 Airbus, 126 American Sugar Company, 87 American Tobacco Company, 87 Análisis, naturaleza del, 164-165 Antigüedad, organización económica en la, 15-22 Aristóteles. Véase Índice onomástico Asia. Véase Asia oriental Asia oriental, “tigres” de, 128 Asignación del esfuerzo, y el problema de la producción, 5-6 y la sociedad de mercado, 54 Asistencia a desempleados, 112-1 13 Auge caída del, 104 de la bolsa de valores, 96-97 después de la Segunda Guerra Mundial, 116 Auge en la posguerra, y la “Depresión silenciosa”, 137-138 Ayuda federal. Véase Ayuda
Balanza comercial, déficit estadounidense en la, 1.55, 156 Banca central, 111 Banca internacional y globalización, 154-15s Bancarrota, Gran, 97 Bancarrota y la deuda del gobierno, 114-115 Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo. Véase Banco Mundial Banco Mundial, 129 políticas del mercado libre y la globalización, 169 Bancos nacionales, surgimiento de los, 110-111 Bancos y banca creación de los, 110 surgimiento de la banca internacional, 154-15s y la creación del dinero, 14011 y los bancos nacionales, 110-111 “Barones ladrones”, 85 Barreras económicas del Mercado Común y europeas, 124-125 Bienes de capital, 70-71,95n contra los bienes para el consumidor, 103-104 las utilidades y la fabricación de, 74-75 Bienes de consumo, 9511 Bienes finales, 95n Bienes para el consumidor, contra bienes de capital, 103-104 Bienes y servicios, y el PIB, 95n Billete GI, 133 Billetes bancarios, 110 Bloques de comercio e inversión, 159 Bolsa de valores. Véase también Especulación auge de la, 96-97 la Gran Bancarrota y la, 97 “Bombeo en la inversión”, 113 Burgos, 37 Burguesía, 60 Marx y las fuerzas productivas de la, 75
C Calvinismo influencia del, en la sociedad de mercado, 41-42 y la frugalidad, 42-43 Campesinado. Véase también Siervos en las sociedades antiguas, 17 y el sistema feudal, 24-25 y la sociedad de mercado, 46-47
La letra “n” que aparece al lado de ciertos números que señalan la paginación en este índice, se refiere a que tal concepto o palabra al que hace referencia se encuentra en una nota dentro del texto.
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ÍNDICETEMÁTICO
Capital como factor de la vida económica, 45-46 como relación social, definido por Marx, 71n de acuerdo con el trabajo, 132-133 definición económica del, 70-71 variabilidad, globalización y, 151 y ahorro, 72 y especialización, 7 1-72 y productividad, 70-7 1 Capitalismo. Véase también Capitalismo europeo análisis ecológico del, 172-173 crecimiento en los inicios del, 73-74 división del análisis del poder del, 174-175 empleo del término, 5 I n energía del, 163-164 Época de Oro del (Véase Época de Oro del capitalismo) espectro del, 175 guiado, 114 inicio del capitalismo moderno, 4311 la FDIC como fuerza estabilizadora en el, 11In monopolio, 90 perspectiva para el, 171-175 predicción/análisis y, 164-165 relación entre el gobierno y los mercados y el, 110 sistema de mercado y surgimiento del, 55 tendencia a la recesión contra resistencia a la recesión, 139 utilidades como motivación y, 49-50 y acumulación de capital, 75, 172 y justicia social, 68-69 y la estrecha red de mercados, 173-174 y trabajo asalariado, 48-49 Capitalismo de bienestar, 123-124 Capitalismo de monopolios, 90 Capitalismo europeo herencia feudal del, 119-123 recuperación del, 123-125 y capitalismo americano, 119-121 y corporativismo, 125-126 y el comercio internacional, 121-122 y el socialismo, 123-124 y la falta de productividad, 121 y la reducción económica, 126-127 Capitalismo guiado, 114 Capitalismo resistente a la recesión, 139 Capitalista industrial, 58 “Capitanes de la industria”, 85 Cárteles, 120-121 Carrera armamentista, 130 Carreteras, red nacional de, 133 “Ciclos” de negocios, 111 Cien Días, 107, 108 Ciudades. Véase también Poblados; Urbanización en la Edad Media, 26n vida económica de las antiguas, 17-18 Clima religioso en la Edad Media, 28-30, 40-41 surgimiento del calvinismo en el, medieval, 4 1-43 Colapso especulativo, 104. Véase también Gran Bancarrota Colegios, 18 Colonias y colonización
y el crecimiento económico, 128 y la sociedad de mercado en evolución, 40 Comercio. Véase tmzbiérz Comercio internacional en la antigüedad, 14-15 “filosofía” del, 50-5 1 globalización, inversión extranjera y comercio exterior, 153-154 regional, 1.59 Comercio en la Edad Media, 36 Comercio exterior. Véase también Comercio globalización, inversión extranjera y, 153-154 Comercio internacional. Véase también Comercio exterior; Comercio división del, 122 y el capitalismo europeo, 121-122 y la banca internacional, 1.54 y la productividad, 121-122 surgimiento del, 151-152 Comisión Federal del Comercio, 91 Comisión para el Comercio Justo, 109 Compañías dominatrices o tenedoras de acciones, 90 y la Gran Depresión, 98 Competencia. Véase también “Nueva competencia” a escala mundial, 155-159 como mecanismo central de la sociedad de mercado, 54 extranjera contra estadounidense, 155-156 limitaciones de la, 88-89 los cárteles y la, 120 monopolios, fusiones de empresas y, 89-90 producción en masa y, 87-88 reducción de la competitividad estadounidense, 155-156 “Competencia implacable”, 88 Comunicación, globalización y costos de la, 153 Comunidad del Carbón y el Acero, 124-125 Comunidad Económica Europea. Véase Mercado Común Comunismo globalización y caída del, 169 y el socialismo europeo, 123 Comunismomanifiesto, 75 Concentración del ingreso, 102-103 en la industria, 87 Concepto de trabajo abstracto, 45 Conducta social, los gremios y la, 27-28 Conferencia de Bretton Woods (1946), 129. Véase también Acuerdo de Bretton Woods y el Fondo Monetario Internacional, 129 y el Banco Mundial, 129 Conferencia Económica de Asia y el Pacífico, 159 Consorcios en 1800, 89 Consumo ahorro, inversión y, 72-73 de bienes estandarizados y crecimiento, 131 de bienes imperecederos para el consumidor, y su crecimiento, 131 gastos de, 113 Consumo masivo y crecimiento económico, 131 Contratos salariales, sistemas de apoyo al ingreso en los, I39 Contratos sociales y corporativismo, 125 Control, coordinación social y, SO Cooperación pública y privada. Véase Corporativismo
ÍNDICE TEMÁTICO Coordinación social y control, SO Corporaciones. Véase también Empresa acuerdo de capital-mano de obra y, 132 baja en las ventas de Estados Unidos, 156 desarrollo de las, 89n efecto sobre las políticas gubernamentales, 146 globalización y, 157 política de personal, y distribución no equitativa del ingreso, 145 reconstrucción y, 143 reducción de la capacidad de innovación de las, 142- 143 transnacionales, 152, 159 y la “nueva competencia”, 156-157 y una nueva actitud corporativa, 168-169 Corporaciones multinacionales, y regulaciones gubernamentales, 158 Corporaciones transnacionaies inversión, crecimiento económico, estabilidad política y, 159 surgimiento de las, 152 Corporativismo, 125-126 Costo de la vida el embargo petrolero y el, 139 la productividad y el, 101-102 costos de la competencia, 88 de la producción en masa, 83-84 Creación de capital el mercado como mecanismo para la, 74-75 en la Revolución Industrial. 73 Crecimiento. Véase también Crecimiento económico interno, 90 tasas comparativas europeaskstadounidenses del, 123, 124 trayectoria del (antes de 1929), 94-95 y el sistema europeo de cárteles, 120-121 Crecimiento económico antes de 1929,94-95 en el inicio del capitalismo, 73-74 incentivos para el, 74 modelo de Smith del, 52-53 tecnologías de la posguerra y, 131-132 tendencias en el (1830-1990), 134. 135 teoría de Smith sobre el, 51-52 “Crisis del peso” mexicano (1994), 153 Cruzadas y el desarrollo de la sociedad de mercado, 38-39 Cuerpo de Conservación Civil, 108 Cultura del automóvil, 133 China socialismo en, 170-171 y la inversión directa extranjera, 159 Chrematistiké.21
D Déficit comercial y caída del Acuerdo de Bretton Woods, 149-150 Déficit(s) definición, 113 y los programas del Nuevo Trato, 112-1 13 Demanda contenida, 131 Demanda del consumidor en Estados Unidos durante los años de la posguerra, 131
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Demanda inelástica de productos de granja, 99-100 Demanda inelástica y productos de granja, 99-100 Departamento de Justicia, División Antimonopolios del, 91 Depresión. Véase también Gran Depresión y volumen de los gastos, 114 Depresión silenciosa, 141-142 y el auge en la posguerra, 137-138 y el desempleo, 141-142 y la globalización, 157-159 y la reducción del salario real, 141 Derechos, 133 Desempleo análisis del, 165-166 durante la Gran Depresión, 97-98 e inflación, 139 política de la Reserva Federal y, 140 productividad tecnológica y, 101-102 y el efecto multiplicador, 105 y el proceso de producción, 5 y la Depresión silenciosa, 141-142 Desigualdad. Véase también Distribución del ingreso; Baja económica; Ingreso análisis y predicciones de la, 167-169 globalización y, 1.57 Despidos masivos. Véase Restructuración Desplazamiento tecnológico y la Gran Depresión, 100-101 Desplome de la bolsa de valores de Wall Street (1 987), 152-153 Desregulación de las industrias y distribución no equitativa del ingreso, 145 Dinero componentes del, 14011 creación gubernamental de, 110 Directores de empresas, pago de, y la desigualdad, 144, 167-168 Distribución de la producción, 6 mecanismo de mercado y, 53-54 producción y, 4 y los sistemas tradicionales, 7-9 y sistemas de mando centralizado, 9-10 y sistemas de mercado, 1O- 12 Distribución del ingreso, 102-103. Véase también Ingresos factores de Bluestone y distribución equitativa, 145 no equitativa, 143-145 Distribución masiva, 8411 División del poder en el capitalismo, 174-175 División del trabajo, 3 teorías de Smith sobre la, 5 1-55 y capitalismo europeo, 122 Dólar estadounidense, como moneda de la reserva internacional, 149
E Ecología y capitalismo, 172-173 Economía definición, 1 y escasez, 3-4 y justicia social en la antigüedad, 20-22 y sistema de mercado, 12
184
ÍNDICETEMÁTICO
Economía. Véuse también Economía mundial efectivo y, 44 etapa posindustnal de la, 142 la Segunda Guerra Mundial y la, 115-116 mundial, 149-151 previa a la de mercado, 14-34 privada y capitalismo, 164 Economía anterior al mercado, 14-34 Economía de efectivo, surgimiento de la, 44 Economía de mercado, papel del gobierno en la, 113 Economía de servicios, 142 Economía keynesiana y la Época de Oro del capitalismo, 129 y la estanflación, 140 y la inversión, 142 y la macroeconomía, 117 y los gastos del gobierno, 114, 172 Economía mundial. Véuse también Globalización globalización en la, 151-155 perspectiva regional sobre la, 159 regionalización de la, 159- 160 restructuración de la, 149-151 y el fin de la hegemonía estadounidense, 150-151 Economía privada y capitalismo, 164 Economías de producción a gran escala (economías de escala), 83-84 Economías rurales, las sociedades antiguas como, 16 Economistas, en la antigüedad, 20-21 Edad Media. Véuse tumbién Feudalismo; Organización feudal sociedad económica en la, 22-30 Efectivo, y crecimiento del poder nacional, 39-40 Efecto multiplicador, y la Gran Depresión, 105 Empleo. Véuse también Trabajo; Desempleo producción, Gran Depresión y, 100-101 tecnología y, 101-102 y la relación entre las partes interesadas, 166-167 Empleo de medio tiempo y la Depresión silenciosa, 142 y la distribución no equitativa del ingreso, 145 Empresa. Véase tumbién Corporaciones teoría administrativa de la, 132 Empresario industrial, 63-64 Empresarios como agentes del cambio industrial, 84-86 industriales, 63-64 En especie (pagos), 43 End of the Business Cycle, The, 134 Envíos internacionales y globalización, 153 Epoca de Oro, 86 Epoca de Oro del capitalismo, 128-136 final de la, 137-148 fuerzas internacionales y la, 129-130 fuerzas político-militares y, 130 gobierno y, 133-134 prosperidad y convergencia mundiales, 134-135 tecnología y, 131-132 y acuerdo de capital-trabajo, 132-133 y caída del Acuerdo Bretton Woods, 149-151 y el dilema de la estanflaciónípolítica, 139-141 y el embargo petrolero de la OPEP, 138-139 y la baja económica. 142-146
y la Depresión silenciosa, 141-142 y la economía interna estadounidense, 131 y la inflación, 137-138 Era del Consumo Generalizado, 86 “Escasez de dólares” en el sistema de Bretton Woods, 149 Escasez, economía y, 3-4 Esclavitud en las economías de las ciudades antiguas, 18 y la sociedad de mercado, 47 Especialización, capital y, 71-72 Especulación, 27 y la Gran Depresión, 98 y las finanzas internacionales, 154-155 Estado-Nación, efectos de la globalización sobre el, 157 Estados Unidos capitalismo europeo y, 119-121 crecimiento de la industria automotriz en, 79-80 distribución del ingreso de, contra los países modernos ricos, I46 empresarios en, 84-86 Gran Depresión en, 94-106 Guerra Fría, Epoca de Oro del capitalismo y. 130 reducción de la competitividad de, 155-159 reducción económica de, 142-146 sector público en, 107-118 y la “nueva competencia”, 156-157 Estándares de vida en las primeras fábricas, 66-67 y la Depresión silenciosa, 141 y la Revolución Industrial, 68,69,70 Estándares sociales y el TLC, 158.159 Estanflación, 139-141 Estatuto de artífices, 55 Estructura de crédito, 98 Estructura del mercado, cambio en la, 86-87 Estudio de Berle y Means (1932), y el crecimiento del Gran Negocio, 91-92 Etapa posindustrial de la economía estadounidense, 142 Ética protestante, 42-43 EURO (moneda), 125 Excedente distribución del, y la sociedad de mercado, 49 social, 19 Excedente social. Véase tumbién Riqueza en la antigüedad, 19 “Exceso de dólares” y el Acuerdo de Bretton Woods, 150 Expansión de la actividad económica, 105 Exploración y crecimiento de la sociedad de mercado, 40 Exportaciones, 9.511 como porcentaje del PIB, 1.52 y el Plan Marshall, 130 Exportaciones de mercancía como pwcentaje del PIB, 1.52 Externalidades de los mercados, 173
F Fabricación cambio de masiva a flexible, 156-157 de bienes de capital, utilidades y, 74-75 en la antigüedad, 58-59
ÍNDICETEMÁTICO Fabricación en masa, 156 Fábricas condiciones laborales en las, 66-67 en la antigüedad, 58 surgimiento de las, en la Revolución Industrial, 65-66 y la Gran Depresión, 100-101 Factores de la producción, 48 Faubourg, 37 FDIC. Véase Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) Fed. Véase Sistema de la Reserva Federal (Fed) Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), 11In Federal Emergency Relief Act, 108 Federal Housing Authority, 108 Ferias en la Edad Media, 26 Feudalismo, 22,23-26. Véase también Organización económica en la Edad Media caída del sistema feudal y, 43-44 Finanzas, globalización de las, 151 Finanzas internacionales especulación en las, 154 volumen de las, 152-153 Fisiocracia, 60n Fisiócratas, 50-5 1 Flujo de producción global, 153 Flujos financieros internacionales y globalización, 154-155 y necesidades del país, 157 Fondo Monetario Internacional, 129 políticas de mercado libre y globalización, 169 Ford Motor Company líneas de ensamblaje de, 82-83 ventas y precios de automóviles (1907-1917), 84 Formación de capital, papel de la, 103-105 Fracaso de los monopolios, 109 Fuerza laboral. Véase Trabajo Fusiones corporativas, 89
G Ganancia económica, actitud de la Iglesia católica hacia la, 40-41 Gasto, 103 déficit, 115, 174 gubernamental compensatorio, 114 Gasto público como fuerza económica, 112-113 Gastos. Véase también Gobierno; Gasto; tipos de gastos prosperidad/depresión y, 114 Gastos compensatorios gubernamentales, 114 Gastos de capital, 113. Véase también Gastos Gastos deficitarios, 115, 174 Gastos federales. Véase Gastos; Gobierno; Gasto Gastos militares Epoca de Oro del capitalismo, Guerra Fría y, 130 gastos de investigación y desarrollo y, 155-156 gobierno de Estados Unidos, 133 inflación, Guerra de Vietnam y, 138 General Motors, 169 General Theov of Employment, Interest and Money, 114 Geopolítica en la Epoca de Oro del capitalismo, 130 Globalización análisis y predicciones, 169
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causa y consecuencias de la, 151-155 de la producción y las finanzas (Véase Inversión directa extranjera) de la vida económica, 149-161 definición, 151 límites de la, 159-160 respuesta de los gobiernos nacionales a la, 158 y costos de la comunicación, 153 y distribución no equitativa del ingreso, 145 y flujos financieros internacionales, 154-155 y la Depresión silenciosa, 157-159 y la estandarización tecnológica, 153 y los costos de transporte, 153 y nexos con las inversiones y el comercio exteriores,l53-154 Gobierno. Véase también Economía keynesiana como entidad económica, 117 como estabilizador permanente de la economía de mercado, 113 como fuerza importante en la economía, 105 déficit del presupuesto federal del, 156, 158 e importaciones automotrices, 154 gastos compensatorios del, 114 gastos para la Segunda Guerra Mundial, 115-116 gastos y déficit del, 112-113 globalización y gobierno nacional, 158 intervención en el mercado por parte del, 108-110 papel del gobierno en la economía mundial, 158 papel económico de Smith para el, 117 políticas y distribución no equitativa del ingreso en el, 146 temores a la intervención del, 114-115 y capitalismo, 164 y la Étapa de Oro del capitalismo, 133-134 y la políticamonetaria, 111-116 y los bancos nacionales, 110-111 y políticas fiscales, 116-117, 133-134 Gobierno centralizado y la sociedad de mercado, 40 Gobierno de Johnson, guerra contra la pobreza del, 134 Gobierno de Roosevelt, 112. Véase también Nuevo Trato Gobierno federal. Véase Gobierno Goldman Sachs, 97 Grabadora de cintas de video (VCR; por sus siglas en inglés), 142 Gran Bancarrota, 97. Véase también Gran Depresión Gran Depresión, 94-106. Véase también Nuevo Trato causas de la. 98-103 comercio internacional y la, 122 crecimiento económico antes de la, 94-97 efecto multiplicador y la, 105 efectos de la, 97-98 formación de capital y, 103-105 respuesta del gobierno a la, 107-117 Gran Negocio surgimiento del, 87-92 y el cambio en la competencia, 87-89 Gran Sociedad, 134 Gremios, 26-28 y la sociedad de mercado, 47 Guerra contra la pobreza, 134 Guerra de Vietnam e inflación, 137-138 Guerra Fría, 130 y gastos militares del gobierno estadwmidense. 133
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ÍNDICE TEMÁTICO
H Historia económica, enfoque de la, 2 Hombres libres en el Estado feudal, 24 Hostilidad de clases en Europa, 119
I Iglesia católica en la Edad Media acaparamiento y la, 30 autoridad económica de la, 28-29 ganancia económica y la, 40-41 usura y la, 30 y el concepto del “precio justo”, 29 Importaciones, 95n Impuesto sobre las transacciones, 158 Industria automotriz crecimiento de la, 79-80 Estados Unidos y la, 80 y el sistema nacional de carreteras, 133 y la globalización, 153 y la producción en masa, 82-83 y las importaciones japonesas, 154 Industria ferroviaria y los “barones ladrones”, 85-86 “Industrias desplazadoras”, 101 Inflación y el desempleo, 139 y el impacto petrolero, 138-139 y la economía keynesiana, 140 y la estanflación, 140 y la Guerra de Vietnam, 138 y los precios al consumidor, 138 Infraestructura, e inversión pública, 117 Inglaterra movimiento para cercar los pastizales, 46-47 Revolución Industrial en, 60-69 Ingreso. Véase también Ingresos per cápita crecimiento en el, 94-95 distribución del, 143-146 factores de Bluestone y distribución no equitativa del, 145 Gran Depresión e, 102-103 maximización del, SO y el efecto multiplicador, 105 Ingresos fiscales, y crecimiento económico, 146 Ingresos per cápita, Estados Unidos contra Europa (1911, 1928), 121 Inmigración y distribución no equitativa del ingreso, 145 Intercambio, definición, 14 Interdependencia económica y tecnología, 81 Interés, 46 Intervención. temores del gobierno a la, 114-115 Invento(s). Véase también Tecnología y el motor de combustión interna, 79-80 y el proceso de cambios tecnológicos, 78-79 y la productividad, 101 y la Revolución Industrial, 61, 75 y los Nuevos Hombres, 61-64 Inventos textiles, 62-63 Invernadero mundial, 172-173 Inversión. Véase también Inversión privada: tipos de inversión actitud calvinista hacia la, 42
baja económica e, 142-143 de capital, 52 especulación e inversión financiera internacional, 154-155 . reducción de la, 104-105 y ahorro(s), 72-73, 103-105 y expectativas de utilidades, 103-104 Inversión de capital, 52. Véase también Inversión Inversión extranjera, globalización, comercio exterior e, 151, 153-154, 159 Inversión financiera, 72n Inversión interna privada bruta, 104 Inversión privada, durante la Gran Depresión, 113 Inversión pública, como deber del gobierno, 117 Inversión real, 7211 Investigación y desarrollo, gastos deEstados Unidos en, 155-156
J Junta de Gobernadores, de la Reserva Federal, 112 Justicia social y capitalismo, 68-69 y la economía en la antigüedad, 20-22
L “Lado de la oferta”, 172
Laissez-faire, 109 Las utilidades como motivación y el capitalismo, 49-50 Latifundio, 17, 25 Legislación antimonopolios, 90-9 1 Legislación antimonopolios, surgimiento de la, 90-9 1 Levittown, Long Island, 131 Ley Antimonopolios de Clayton (1914), 91 Ley Bancaria de Emergencia, 108 Ley Bancaria Glass-Steagall, 108 Ley de Empleo de 1946, 115 Ley Hipotecaria de Emergencia para las Granjas, 108 Ley para la Recuperación de la Industria Nacional (NIRA, por su siglas en inglés, 1933), 108-109 Ley para la Recuperación Nacional, 108-109 Ley para los Estándares de un Trabajo Justo, 108 Ley Sherman contra los Monopolios (1911), 91 Leyes “anticárteles”, 120 Liberalismo. Véase Liberalismo político Liberalismo político, 68-69 “Libertad perfecta”, definición de Smith de la, 51n Lucha de clases, MarxEngels en la, 68-69 Ludditas, 66
M Macroeconomía, 117 gobierno y, 133-134 Magma Copper, 169 Mala distribución del ingreso, 102-103 Mando centralizado económico, 9- 10. Véase Declive del mando centralizado y baja en la productividad, 142
ÍNDICE TEMÁTICO y cambio a los servicios, 142 y distribución no equitativa del ingreso, 143-145, 146 y reducción del apoyo del ingreso gubernamental, 146 y restructuración, 143 y ritmo lento de inversión, 142-143 Mano de obra infantil, 66-67 “Mano invisible”, 54 Manufactura flexible, 156-157 Manufactura industrial, 58 Máquina de vapor, invención de la, 62 Max, Karl. Véase Índice onomástico Maximización del ingreso, SO Mecanismo del mercado, 53-54 creación de capital, 74-75 y competencia, 54 Mercader ambulante en la Edad Media, 35-36 Mercaderes ambulantes en la Edad Media, 35-36 Mercado Común, 124-125 Mercado laboral presionado, 139 Mercados capitalismo y reducción de los, 173-174 como mecanismo para la creación de capital, 74-75 de la antigüedad, 15 demanda, 32 intervención del gobierno en los, 108-110 y distribución, 54 Mercados en los que “el ganador se lleva todo”, y distribución no equitativa del ingreso, 145 Mercados financieros liberalización de los, 154-155 y el dólar estadounidense, 150 Mercados internacionales contra mercados internos, 157 Mercados nacionales contra mercados internacionales, 157 Mercantilistas, 50-5 1 Método autoritario, del control económico. Véase Mando centralizado México, efectos de la especulación en, 154 Modelo de crecimiento. Véase Modelo de crecimiento europeo Moneda de la reserva internacional, el dólar como, 149 Monetización de la vida económica, 32 de las obligaciones feudales, 43-44 Monopolios en Estados Unidos, 85-86 opinión de Woodrow Wilson sobre los, 90 Monopolios, 85-86, 89 Monopolizar, 27 Motor de combustión interna, impacto del, 79-80 Movimiento de reforma y capitalismo, 69 Movimiento para cercar los pastizales, 46-47 y la Revolución Industrial, 61 Mujeres efecto de su entrada en la fuerza laboral, 142 y los sistemas económicos tradicionales, 8
N Negocio de las aeronaves, gastos del gobierno y, 133 Negocio. Véase también Gran Negocio ciclos del, 111
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el Nuevo Trato y los gastos del, 113 Niños y los sistemas económicos tradicionales, 8 Nobleza, empobrecimiento de la, 43-44 Nucor Corporation, actitud antiburocrática de, 168-169 “Nueva competencia”, Estados Unidos y la, 156-157 Nuevo orden económico, el capitalismo como, 49 Nuevo Trato, 107-110 Cien Días del, 107, 108 derechos del, 133 e intervención del mercado, 108-109 legislación del, 108 política monetaria del, 111-112 Nuevos Hombres aparición de los, 61-63 como empresarios, 63-64 como nuevos ricos, 64-65
O Oeconornia, 21 Oferta de dinero y la política de la Reserva Federal, 140n Oligopolio, 109 OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), embargo de la, 138-139 Organismos gubernamentales internacionales, la Organización Mundial de Comercio (OMC) como uno de los, 158 Organismos gubernamentales regionales, el Parlamento y la Corte europeos como, 158 Organización de mercado de la sociedad, 10-12 Organización económica de la antigüedad, 15-22 bases agrícolas de la, 16-17 ciudades y, 17-18 esclavitud y, 18 excedente social y, 19 justicia social y economía en la, 20-22 riqueza y poder en la, 19-20 Organización económica en la Edad Media, 22-30 autoridad de la iglesia en la, 28-30 disolución política y, 23 economía de mercado y, 31-32 gremios en la, 26-28 poblados y ferias en la, 26 sistema feudal en la, 23-26 Organización feudal división de la, 43-44 economía de la, 2.5-26 Estado feudal durante la, 23-24 Organización Mundial de Comercio (OMC), 158 Organización política, división en la Edad Media, 23 Organización social del esfuerzo productivo, 5 Organización supranacional el Mercado Común como una, 124-125 Euratom como una, 125 la Asociación Europea de Libre Comercio como una, 125 la Comunidad Económica Europea (CEE) como una, 125 la comunidad productora de carbón y acero como una, 124-125
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ÍNDICE TEMÁTICO
P País deudor, Estados Unidos como, 156 Países con salarios bajos, competencia de los, 156 Países en vías de desarrollo políticas de libre mercado y globalización, 169 y globalización, 159 Países en vías de desarrollo y el crecimiento económico, 135 Países industrializados y la globalización, 159 Países recién industrializados, 159 Pánico financiero, 98 Patrón acumulado de la actividad económica, 105 Perestroika, 170 Petróleo demanda inelástica de los precios del petróleo, 138 e impacto petrolero, 138-139 PIB. Véase Producto Interno Bruto (PIB) “Pie-powders”, 36 Plan Marshall, 124, 126, 129-130 PNB. Véase Producto Nacional Bruto (PNB) Población de la tercera edad, políticas gubernamentales de bienestar y, 146 Poblados. Véase también Ciudades en la Edad Media, 26 y gremios medievales, 26-28 y monetización de las obligaciones feudales, 43 y urbanización medieval, 37 Pobreza guerra de la administración de Johnson contra la, 134 y desigualdad del ingreso, 145 y la Revolución Industrial, 68 Poder sociedad de mercado y poder político, 40 y la riqueza en la antigüedad, 19-20 Poder de compra y distribución del ingreso, 102-103 y la Gran Depresión, 100 Poder nacional, sociedad de mercado y crecimiento del, 39-40 Poder político, sociedad de mercado y consolidación del, 40 Política de estabilización, 134 Política económica. Véase también Políticas fiscales; Política monetaria iniciativas importantes en la política económica internacional, 129-130 Política monetaria. Véase también Política económica; Políticas fiscales como instrumento del sector piíblico del capitalismo, 111-116 y mercados financieros internacionales, 152-153 Política y la Revolución Industrial, 68-69 Políticas de mercado libre, y globalización, 169 Políticas fiscales. Véase también Política económica; Política monetaria uso gubernamental de las, 116-117 y los ciclos económicos, 133-134 Precios e inflación, 139 efectos del embargo petrolero en los, 138-139 Precio justo, 29 Precios al consumidor y el embargo petrolero, 139 y la inflación, 138
Predestinación, concepto calvinista de la, 41 Predicción, naturaleza de la, 164-165 Premios monetarios, 74-75 Prestaciones por desempleo, liberalización del comercio y, 157 Préstamos, política federal y, 140 Préstamos, reducción del Fed de las tasas de interés y los, 140 Presupuesto federal, déficit del, 156, 1.58 Primera Guerra Mundial y la división del comercio internacional, 122 Problema de la producción, 4-12 distribución del esfuerzo, 5-6 naturaleza básica del, 4-5 sistemas de mando centralizado para solucionar el, 9-10 sistemas de nercado para solucionar el, 10-12 sistemas tradicionales para solucionar el, 7-9 y organización social, 5 Problema económico, 1-13 formación de capital y, 103-105 sistemas de mando centralizado para solucionar el, 9-10 sistemas de mercado para solucionar el, 10-12 sistemas tradicionales para solucionar el, 7-9 Procesos de producción automatizados, 131-132 Producción distribución de la, 6 la Revolución Industrial y la, 65 Producción. Véase también Producción en masa; Problema de la producción de la riqueza y los bienes en la antigüedad, 20 economías de gran escala, 83-84 factores de la, 48 globalización de la, 151 integración internacional de la, 157 los gremios y la organización de la, 26-28 masiva contra flexible, 156-157 mecanismo de mercado y, 53-54 y distribución, 4-6 y la Gran Depresión, 100-101 Producción en masa, 82-84. Véase también Producción economías de, 83-84 y competencia, 87-88 Productividad sector agrícola y, 99-100 y capital, 70-71 y el crecimiento de los servicios, 142 y el crecimiento lento de las inversiones, 142-143 y el surgimiento del capitalismo europeo, 121 y empleo, 100-101 y la Depresión silenciosa, 141 y los inventos, 101 y los salarios, 101-102, 132 Producto Interno Bruto (PIB) agregado y per cápita, en los precios de 1929,95 de 1929 a 1933,97 definición, 95n Producto nacional bruto (PNB) comparado con el PIB, 9511 de 1929-1969, 116 y la Segunda Guerra Mundial, 115 Productores extranjeros y distribución no equitativa del ingreso, 14.5 Productos de granja, demanda inelástica de, 99-100
ÍNDICETEMÁTICO Programa de obras públicas, del Nuevo Trato, 112-113 Proletariado, sociedad de mercado y surgimiento del, 47-48 Propiedad concepto de la, en la sociedad comercial, 47 y el desarrollo del capital, 45-46 Propiedad humana, 47 Prosperidad y volumen de los gastos, 114
R Real Sociedad, 61 Recesión, 140 Recesión Volcker, 140 Reconstruction Finance Corporation, 112 Recuperación salarial estática, 166 Reducción de la actividad económica, 105 Regionalización de la economía mundial, 159-160 Relación entre las partes interesadas, 166-167 Relación social, capital como, definido por Marx, 71n Relaciones entre la fuerza laboral y la administración en Estados Unidos, 167, 168 Restructuracióu, 143 Revolución Industrial, 58-77 condiciones de vida y la, 66-68 desarrollo de la, 60-61 en Inglaterra, 60-69 las fábricas y la, 65-67 Nuevos Hombres y la, 61-63 perspectiva teórica de la, 70-75 repercusiones sociales de la, 65 y los empresarios, 63-64 Riqueza actitud calvinista hacia la, 41 distribución no equitativa de la, 143-144 sociedad de mercado y concepto cambiante de la, 49 y el excedente social en la antigüedad, 19 y el poder en la antigüedad, 19-20 Riqueza de las naciones, La, 5 1 , 5 5 Rivalidades nacionales y surgimiento del capitalismo europeo, 120-121
S Salarios. Véase también Ingresos; Salarios reales definición, 48-49 disparidades en los (1970-1990), 144 durante la Gran Depresión, 98 en 1929,96 restructuración y, 143 y productividad, 101-102, 132 Salarios reales en Estados Unidos y Europa (1973-1994), 141 Sector agrícola la Gran Depresión y la debilidad del, 99 mecanismo de mercados y poder de compra del, 100 y las granjas científicas, 61 y los granjeros en las sociedades antiguas, 16-17 Sector público. Véase también Gobierno la Segunda Guerra Mundial y la percepción del pueblo acerca del, 115-116 surgimiento del, 107-118
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Securities and Exchange Commission, 109 Segunda Guerra Mundial impacto de la, sobre la economía, 115-116 y el crecimiento económico en Estados Unidos, 128 Seguridad en el sistema feudal, 24-25 Seguridad en el trabajo, la reconstrucción y la, 143 Seguridad social, 108 Servicios crecimiento de los, y reducción de la productividad, 142 y distribución no equitativa del ingreso, 145 Siervos como propiedad humana, 47 en el estado feudal, 23, 24 y ciudades, 26n Sindicalismo. Véase también Sindicatos laborales y distribución no equitativa del ingreso, 145 Sindicato de trabajadores acereros, 169 Sindicatos laborales. Véase también Sindicalización el acuerdo con el capital y los, 132-133 Sistema de la Reserva Federal (Fed), 111 estanflación y, 140-141 inflación y, 141 objetivo de la política monetaria del, 111-112 oferta de dinero y, 14011 tasas de interés y, 140n Sistema de mercado capitalismo europeo y, 119.127 capitalismo y, 55 con regulación propia, 54-55 economías basadas en el, 10-12 el elemento del tamaño en el, 83-84 y economía, 12 Sistema de mercado de regulación propia, 54-55 Sistema de tipo de cambio fijo caída del, 150 y tipos de cambio de fluctuación libre (flexibles), 150-151 Sistema de tipos de cambio de fluctuación libre (flexibles), 150-15 1 Sistema financiero internacional y Conferencia de Bretton Woods, 129 Sistemas de apoyo alingreso, 139 Smith, Adam. Véase Indice onomástico Soberanía nacional, efectos de la globalización sobre la, 157 Socialismo chino, 170-171 europeo, 123 occidental, 171 punto de vista de Marx sobre el, 171 soviético, 170 y comunismo, 123 y el capitalismo de bienestar europeo, 123-124 Socialismo occidental, 170 Sociedad. Véase también Sociedad económica basada en la tradición, 162-163 individuo y, 2-4 mando centralizado, 163 Sociedad de contrato, 31 Sociedad de estado, 31 Sociedad de libertad perfecta, concepto de Adam Smith de la, 51
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ÍNDICETEMÁTICO
Sociedad de mercado. Véase también las entradas sobre Organización económica ahorro e inversión en la, 103-105 calvinismo y, 41-42 el mercader ambulante medieval y la, 35-36 exploración y crecimiento de la, 40 “filosofía” del comercio y, 50-51 las Cruzadas y la, 38-39 país agrícola moderno contra país agrícola antiguo, 16-17 poder nacional y, 39-40 surgimiento de la, 35-57 urbanización de la vida medieval y, 37 y el clima religioso, 40-41 y la vida económica, 44-50 Sociedad económica. Véanse también las entradas sobre Organización económica impacto de la tecnología en la, 78-93 Revolución Industrial y, 58-77 tareas de la, 4 Sociedad para el Fomento del Arte y la Manufactura, 60-61 Sociedades basadas en la tradición, 162-163 y falta de incentivos para el crecimiento, 74 Sociedades de caza y recolección. Véase Sociedades basadas en la tradición Sociedades de mando centralizado, 163 y el crecimiento económico, 74 Sociedades primitivas. Véase Sociedades basadas en la tradición Standard Oil Company, 87 y las compañías dominatrices o tenedoras de acciones, 90 y los monopolios, 89 Summa Theologica, 173-174 Suprema Corte, actitud hacia el Gran Negocio, 91
T Tasas de interés Reserva Federal y, 112, 140n Tecnología. Véase también Invento(s) e interdependencia económica, 8 1 e inventos, 60-65, 78-79 estandarización y globalización, 153 falta de tecnología industrial, 59-60 impacto de la, 78-93 inversión lenta, productividad y, 142-143 la desigualdad tecnológica y la computación, 167 y cambio en la estructura de mercado, 86-87 y carácter del trabajo, 81-82 y el gran negocio, 87-92 y empleo, 101-102 y la distribución no equitativa del ingreso, 145 y la Época de Oro del capitalismo, 131-132 y los empresarios, 84-86 y producción en masa, 82-84 y surgimiento de la sociedad de mercado, 4311 y urbanización, 8 1 Tecnología de las computadoras y desigualdad, 167 Tecnología industrial. Véase Tecnología Televisión, 132 Teneduría de libros de entradas dobles, 43n Tennessee Valley Authority Act, 108
Teoría administrativa de la empresa, 132 Tierra, como factor de la vida económica, 45 “Tigres” de Asia oriental, 128 TLC. VéaseTratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte Toyota, 169 Trabajadores. Véase Trabajo; Salarios Trabajo, 47. Véase también División del trabajo; Trabajo asalariado, 48-49 en el sistema feudal, 24 en las primeras fábricas, 66-67 especialización del, y el capital, 71-72 estandarización tecnológica y, 153 ingreso de la mujer en la fuerza laboral, 142 monetización y trabajo sin salario, 32 surgimiento del, 45 y la aparición de las máquinas, 66 y la relación entre las partes interesadas, 166-167 Trabajo asalariado, 49 Trabajo asalariado y capitalismo, 48-49 Trabajo, tecnología y carácter del, 81-82 Tradición economías basadas en la, 7-9 y la economía en la vida feudal, 25 Transacciones monetarias en la Edad Media, 25-26 Transporte, globalización y costos del, 153 Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte, 152 acuerdos colaterales del, 158-159 expansión del, 159 Tratado de Maastricht, 158 Turismo, 131-132
U Unión Europea, expansión de la, 159 Unión Soviética Guerra Fría, Epoca de Oro del capitalismo, y la, 130 socialismo en la, 170 United Auto Workers, 169 Urbanización en la vida medieval, 37 y tecnología, 8 1 US Steel Corporation, 87 Usura, actitud de la Iglesia medieval hacia la, 30 Utilidad(es), 46 formación de capital y expectativas de, 104 y los beneficios tecnológicos, 102 y los bienes de capital, 74-75, 103-104
V Valor de mercado, 95n Variabilidad del capital internacional y distribución no equitativa del ingreso, 145 Ventana de oro, Estados Unidos, 149, 150 Vida económica de las ciudades antiguas, 17-18 globalización de la, 149-161 surgimiento de la, 44-50
La evolución de la
sociedad eco nóm ica DÉCIMA E D I C I 6 N
Robert Heilbroner y William Milberg
económica. ¿Existe un
apropiado para este propI5sim que cada pais duda de sí mismo?
El lector empieza p& esrudiar la evohci6n de esa sociedad sríbiiamente extraña que ulnocemos como
ismo. En el dramático final del libro,
coníiatm en el gobierno.
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