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Spanish Pages [229] Year 2008
RUY PÉREZ TAMAYO
LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA
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El Colegio Nacional
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA EL COLEGIO NACIONAL
Primera edición, 2008
Pérez Tamayo, Ruy La estructura de la ciencia / Ruy Pérez Ta.mayo. México: FCE, El Colegio Nacional, 2008 235 p.; 27 x 21 cm - (Colee. Sección de Obras de Ciencia y Tecnología) ISBN 978-968-16-8579-9 l. Ciencia - Filosofia L Ser. II. t.
LC Ql75
Dewey 501 P565e
Distribución mundial
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Diseño de portada: Paola Álvarez Baldit
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e D. R. © 2008, EL COLEGIO NACIONAL Luis González Obregón, 23; 06020 México, D. F. D. R. ©2008, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin consentimiento por escrito del editor ISBN 978-968-16-8579-9 Impreso en México • Printed in Mexico
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CONTENIDO !NTRODUCOÓN . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Parte 1. Los orígenes de la ciencia moderna. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Parte 2. El concepto "clásico" de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 Capítulo 1) Una definición de la ciencia "clásica" . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Capítulo 2) Sobre el método científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Capítulo 3) La estructura social de la ciencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 Capítulo 4) La relevancia del concepto "clásico" de la ciencia . . . . . . . . . . 65
Parte 3. Críticas y alternativas al concepto "clásico" de la ciencia . . . . . . . . . . . . . 69 Capítulo 5) Hume, Reichenbach y el problema de la inducción. . . . . . . .. 73 Capítulo 6) Popper y el racionalismo crítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Capítulo 7) Kuhn y las revoluciones científicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Capítulo 8) Feyerabend y la razón en la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 Capítulo 9) Hacking, Laudan y el realismo científico . . . . . . . . . . . . . . 135 Capítulo 10) Smith, Laudan y el relativismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Capítulo 11) Bloor, Smith y el constructivismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 Capítulo 12) Fleck, Latour y la creación de los hechos científicos . ...... 179 Capítulo 13) Olivé, Putnam y el pluralismo . . . . . . . . . . . . . ....... 193 Capítulo 14) Giere y el relativismo perspectivista . . . . . . . . . . . . . . . . . 201 Capítulo 15) Las "guerras de la ciencia" y la "broma" de Sokal ....... 207
Parte 4. Reflexiones tranquilas de un científico experimental sobre la filosofía de la ciencia contemporánea. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . • . . . . . . . . .
229
AIRMGARD
La filosofía de la ciencia es tan útil para los científicos como la ornitología es para los pájaros* Richard Feynman
"Ver parte 4, pp. 226
Comité de Selección
Dr. Antonio Alonso Dr. Francisco Bolívar Zapata Dr. Javier Bracho Dr. Juan Luis Cifuentes Dra. Julieta Fierro Dr. Jorge Flores Valdés Dr. Juan Ramón de la Fuente Dr. Leopoldo García-Colín Scherer Dr. Adolfo Guzmán Arenas Dr. Gonzalo Halffter Dr. Jaime Martuscelli Dra. Isaura Meza Dr. José Luis Morán López Dr. Héctor Nava Jaimes Dr. Manuel Peimbert Dr. José Antonio de la Peña Dr. Ruy Pérez Tamayo Dr. Julio Rubio Oca Dr. José Sarukhán Dr. Guillermo Soberón Dr. Elías Trabulse
SECCIÓN DE ÜBRAS DE C IENCIA Y T ECNOLOGÍA
LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA
L
uy Pérez Tamayo nació en la ciudad de Tampico, Tarnaulipas, en 1924. Estudió Medicina en la UNAM y se especializó en Patología con el doctor Isaac Costero, en México, y con los doctores Gustave Damrnin y Lauren V Ackerman, en los E.U.A. Realizó el doctorado en Inmunología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN. Fundó y dirigió durante 15 afios la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNA..\,f en el Hospital General de México; fue jefe del Departamento de Biología Celular en el fnstituto de fnvestigaciones Biomédjcas. Durante 10 afios dirigió el Departamento de Patología del Instituto Nacional de la Nutrición "Dr. Salvador Zubirán" y desde 1984 es Jefe del Departamento de Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la UNAM. Desde 1953 es Profesor Titular en la Facultad de Medicina de la UNAM; desde 1995 es Profesor Emérito. Ha sido Profesor Visitante en las Universidades de Harvard, Yale, Johns Hopkins, Minnesota y Galveston, así como en Costa Rica, San Salvador, Panamá, Venezuela, Colombia, Chile, Argentina y en Madrid, Tel Aviv y Lisboa. Pertenece a 43 Sociedades Científicas y es Miembro Honorario en 12. Fue becario de la Fundación Kellogg y de la Fundación Guggenheim (E.U.A.) Ha publicado más de 150 artículos científicos en revistas especializadas, tanto nacionales como extranjeras; ha escrito 50 libros: 16 científicos y 34 de divulgación. Ha realizado contribuciones en 57 libros científicos y en 70 libros de divulgación. También ha publicado más de 1000 artículos de divulgación en revistas y diarios, mexicanos y extranjeros. Y ha dictado, hasta la fecha, más de 800 conferencias. Perteneció a la Junta de Gobierno de la lJNAM por 10 afios (]983-1993). Fue Consejero de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (2000-2004). Es miembro de El Colegio Nacional desde 1980. Ingresó en 1987 a la Academia Mexicana de la Lengua, de la que actualmente es Director Adjunto. Forma parte del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia, del Consejo Académico de la Universidad de las Américas, del Consejo de Salud de la Universidad Panamericana. Director del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos de la UNAM, Fundador y Presidente del Colegio de Bioética, A C., entre otros. Recibió el Premio Nacional de Gencias en 1974, en 1979 recibió los Premios "Luis Elizond o" y "Miguel Otero", el Premio "Aída Weiss" en 1986, el Preruo "Rohrer" en 1977, el Premio Nacional de Historia y Filosofía de la Medicina en 1995. En el año 2000 recibió el Premio a la Excelencia Médica de la SSA. En 2003 el Sistema Nacional de Investigadores lo nombró investigador Nacional de Excelencia. También en 2003, el Gobierno del Estado de México le otorgó la Presea "José María Luis Mora"; en 2004 recibió la medalla al Mérito Universitario por la Universidad Veracruzana, en 2005 el Consejo de Salubridad General le entregó la Condecoración "Eduardo Liceaga", y en 2007 la Universidad del Distrito Federal le otorgó el Premio "Carlos Beyer" en Investigación . Es doctor Honoris Causa de las Universidades Autónomas de Yucatán (1980), de Puebla (1993) y Colima (1994).
,
l. INTRODUCCION
í'C'e ,L,
st texto es un relato de mis ideas , y experiencias sobre algunos as-
pectos de la filosofía de la ciencia. Lo he escrito porque creo que en el trabajo académico, la voz y las opiniones de los científicos también deben ser escuchadas y tomadas en menta por los filósofos de la ciencia. En las últimas décadas (y aun desde antes) los puntos de vista de otros miembros de la comunjdad académka, como filósofos, historiadores, antropólogos, sociólogos
y hasta críticos literarios, sobre la estructura de la ciencia, el quehacer de los científicos, y hasta el contenido mismo de sus leyes y teorías, han inflwdo en forma profunda en el pensamiento y las conclusiones de los filósofos de la ciencia. Pienso que también los científicos tenemos la responsabilidad de asomarnos a esta rama de la filosofía, no sólo para tratar de entender cada vez mejor nuestra profesión, sino porque podemos aportar algo que ninguna de las demás disciplinas académicas posee, que es la experiencia person al, interna, en el trabajo científico. En 1971, refiriéndose a ciertas proposiciones de los filósofos sobre la ciencia, Rosenblueth señaló: " ... tales personas conocen generalmente los principios de la crítica de los conceptos, sus aseveraciones son lógicas y, a menudo, hasta retóricas.
El filósofo, sin embargo, frecuentemente no conoce la ciencia, porque nunca ha sido hombre de ciencia, ni ha pasado por el largo aprendizaje indispensable para la formación del hombre de ciencia. Sus juicios son, a menudo, falsos e incompletos... "1 El presente libro no sólo es descriptivo de las principales proposiciones y argumentos contemporáneos sobre la estructura y funciones de la ciencia (o sea, su filosofía) 1
A. Rosenblueth: 1:1 método científico. México. CONACyT, 1981.
Un texto clásico de la filosofía de la ciencia, escrito por uno de los científicos mexicanos más importantes del siglo xx. que contiene gran sabiduña en sus escasas l l O p-áginas. Sorprende que el análi~L~ y los conceptos de Rosenbluelh hayan tenido (hasta hoy) tan poca resonancia entre los científicos
y los filó:,ofos de la ciencia, tanto en México como en otros países. El párrafo citado está en la p. 10.
5
lntrod11cci6n
Ln es/ ruch~ra de la ciencia
sino que también pretende ser crítico de ellas desde mi posición de científico profesional activo, y en ese sentido es también, inevitablemente, autobiográfico. Aunque ya he publicado otros textos con ese mismo carácter personal,24 en ninguno de ellos he descrito con detalle mi postura filosófica inicial sobre la ciencia y el desarrollo ulterior de mis ideas sobre esa disciplina. Como pasa con muchos otros libros, este también tuvo un principio pero todavía no acaba de escribirse. Ninguna de sus distintas partes (incluyendo esta
lntroducci6n) está completa, no por agotamiento del material sino por todo lo contrario. Se trata, pues, de un texto en evolución, que aunque ahora se publica sigue ampliándose en cada sección, conforme mis ideas y experiencias se van renovando. Desde luego, lo que cambia menos es la parte histórica, aunque en más de un sitio he repensado y reescrito lo que ya creía bien establecido. En las páginas siguientes describo primero y en forma resumida los orígenes, el concepto y la estructura "clásica" de la ciencia, tal y como yo la conocí, en 1943, cuando empecé a trabajar en ella, hace ya más de 60 años. Durante la primera parte de ese prolongado lapso no tuve la menor duda acerca de la naturaleza, los métodos y los objetivos de mi actividad como investigador científico, ni tampoco de que sus resultados (si eran confirmados por otros colegas científicos) pasarían a formar parte del conocimiento verdadero sobre uno o más sectores específicos de la naturaleza. También estaba convencido de que de todas las formas del conocimiento de la realidad (científico, empírico, anecdótico, intuitivo, filosófico, artístico, a priori, etc.), el mejor y más confiable era el científico, en vista de que estaba basado en la razón y que reflejaba obje-
2
R. Pérez Tamayo: ¿J?:xfste el método clemfjlco? Historia y realidad. México, Fondo de Cultura
Económica, 1990-2006. Revisión de los pnncipales •mé1oclos cienúficos· registrados en la historia de la cultura occidenla.l, desde Platón has1a nuestros día~. El texto es primariamente descrirlivo, aunque contiene un Resumen General y cond11.sio11es (pp. 251-275) que finalmente resume la postura filosófica del autor.
3 R. Pérez Tamayo: Ciencia, étia, y sc,dedad. México. El Colegio Nacional, 1991. Texto de un curso dictado en El Colegio Nacional y en otras instirucionel> académicas, en el que se discuten algunos temas relacionados con la estructura, la pr.k~ica y la filosofia de la ciencia. ~
R Pérez. Tamayo: La segrmda ¡,ue/ta. Nolru awobiográflca.s y e-0me11tarios scbre la ciencia en
México. México, El Colegio Nacional, l982-2005.
De~cripción de mis primeros cncuenll'Os con la ciencia. Mucho asombro y poca filo~ofía.
6
tivamente al mundo real, tal y como es, y que por lo tanto sus conclusiones eran verdaderas. Mis primeras lecturas sobre filosofía de la ciencia fueron textos de Bertrand Russell y de Alfred North Whitehead, y muy pronto después de Rudolph Carnap, d e AJfred
J. Ayer, de
Philip Frank, de Hans Reichenbach y de otros
miembros más del Círculo de Viena, por lo que me inicié como un positivista (o empirista) lógico. En esos tiempos también creía que todos los investigadores científicos del mundo pensaban y actuaban igual que yo. El Círculo de Viena se estableció formalmente en 1922, cuando Moritz Schlick llegó a Viena a desempeñar la cátedra de historia y filosofía de las ciencias inductivas (la misma que había impartido Emst Mach hasta 1901), y en 1928 adoptó el nombre de Ernst
Mach Verein (Sociedad Ernst Mach).5 Sus objetivos eran la propagación y el progreso de w1a visión científica del mundo y la creación de los instrumentos intelectuales del empirismo moderno. En 1929 el Círculo publicó un folleto titulado La visión cientffica del mundo. El Círculo de Viena, en donde definió su filosofía,
reconociendo entre sus antecesores a Hume, Leibnitz, Mach, Russell y Einstein (pero no a Kant), y además enlistó a sus 14 miembros. Es interesante que el Círculo de Viena nunca contó más de 25 miembros, que sólo tuvo una vida formal de menos de 10 años (empezó a disolverse con el triurúo del nazismo, a partir de 1933), que su impacto académico en Austria y AJemania fue mínimo, pero
s Pérez Ta mayo, op. cit. (nOta 2). En e l Capítulo Vl, El positivism o lógico: Wittgenstein, Carnap y el
Cí1·cu.lo de Viena. Reichenbacb y la Escuela de Berlfn, pp. 167-197, hay una descripción más extensa del positivismo lógico. Desde luego, la revisión clásica del positivismo ( llamado la "VL~ión Recibida") es la de P. Suppe (Coord.): 1be Stm c ture o/ Scienti¡ic 1beories. Urbam1, University of lllinois Press, 1974, q uien e n los primeros cinco capítulos (pp . 6-232) repasa no sólo los princip ales postulad os del
positivismo lógico sino también las criticas y las principales propuestas alternativas de la época. El volumen de A. J. Ayer (Coord.): Logi cal Positivtsm. Nueva Yo rk, The Free Press, 1959. contiene una útil introducción del propio Ayer (pp. 3-30) y cextos relevantes de Russell, Sdtlick, Carnap, Hem pel, Halm, Neurath y otros. En el libro de A. J. Ayer: Pb i/osophy tn the 7'u:enlietb Century. Nueva York, Vintage Books, 1984, los capítulos IV (\Vittgenstein, Popper and the Viena Ct,-cle), pp . 108-141, y V ( Wittgenstein, Carn.ap and Ry le), pp. 142-169, contiene n imponante información sobre el o rigen y la evolución del positivismo. En e l texto general más reciente de R Klee: The Pbilosopby o/Scie11ce.
Cutting Nature at its Seanis. Nu eva Yor k, Oxford University Press, 1997, los capítulos 2 (1be Positiuist Mcxle/ o/Scientif ic "J11eories), pp. 28-40, y 3 ( Troubfe in Posilivi.st Pa,-adise), pp . 4 1-62, revisan la his-
toria y algunas objeciones al positivismo.
l
7
In trod ucció11
La estructura de la ciencia
que tuvo una amplia influencia en muchos otros países europeos y del conti-
no tier
nente americano, que duró casi medio siglo. La escasa influencia en Austria
ciones
y Alemania puede haberse debido a dos causas: 1) el Círculo de Viena prefirió
Cama1
dejar de lado al movimiento filosófico alemán más origjnal y poderoso de prin-
biológ
cipios del siglo XIX, conocido y aceptado como la Naturphilosophie; de hecho, era
instan
precisamente la Naturphilosophie lo que el Círculo de Viena combatía, lo que
tiemp
debía eliminarse para poder aspirar a un conocimiento real de la naturaleza;
en el t
y 2) casi todos los miembros del Círculo de Viena eran judíos, lo que a partir
Par,
de los años 30s se transformó, no sólo en Viena sino en muchas otras partes de
posifr
Europa, en un problema de sobrevivencia. Muchos de los miembros del Círculo
mund
de Viena emigraron, la Ernst Mach Verein fue legalmente disuelta en 1938 y en
no ve:
ese mismo año la venta de sus publicciones quedó legalmente prohibida
sobre
en Alemania.
a revE
Quizá uno de los documentos, más característico, de los postulados filosófi-
enton
cos del positivismo lógico en relación con la ciencia es el libro de Rudolph
(a pri
Carnap, titulado Seudoproblemas en filosofía: otras mentes y la controversia del rea-
realic
lismo6 que revela la influencia de Wittgenstein en su rechazo contundente de la
la rru
metafísica. A partir de esa época, los problemas metafísicos generales, y espe-
el va
cialmente la controversia entre el idealismo y el realismo, se identificaron como
que~
seudoproblemas. Las ideas de Camap prevalecieron en el Círculo de Viena, que
11
incluso adoptó el "principio de la verificabilidad" (atribuido a Wittgenstein)
yhai
que establece que el significado de una proposición está dado por las condicio-
tente
nes de su verificación y que tal proposición sólo es cierta cuando en principio es
cien!
verificable. En términos más generales, la teoría especifica que las palabras ad-
Ta
quieren significado sólo cuando satisfacen ciertas condiciones empíricas, direc-
esen
tas o indirectas. Camap incluyó además algunas expresiones lingüísticas
t~
y matemáticas, que no poseen contenido objetivo, en vista de que se relacionan
pasa
con la estructura de los lenguajes en los que se expresan las proposiciones
reali
empíricas. Pero todas las otras proposiciones deben descartarse, en vista de que
6 R. Camap: 1be lógica/ Slm,ctu,·e of !be \Vorld ami Pseudoproblems in Pbilosopby. Berkeley,
Prol'r
Universicy of California Press, 1967 (trad. de R. A. George) . El texto de M. N. Mattin, sobre Rudolf Carnap, en Edwards, P. (Coord.): 1be Encyclopedfa ofPbilosopby. Nueva York, Macmillan Publishing
com1
Co., 1967, vol. 2, pp. 25-33, es claro y muy compleLO.
tulo
8
i-
no tienen significado; esto incluye a la inmensa mayoría o a todas las proposi-
ia
ciones metafísicas, éticas y estéticas. Otros aspectos del positivismo lógico de
ió
Camap fueron su postulado de la unidad última de todas las ciencias (ñsicas,
1-
biológicas y sociológicas) que deberían poder llegar a expresarse, en última
·a
instancia, en forma de enunciados cuantitativos de puntos definidos de espacio-
:e
tiempo, y su defensa del reduccionismo como una estrategia racional y efectiva en el trabajo científico.
l.[
Para un joven que se iniciaba en la investigación científica experimental, el
e
positivismo lógico resultaba no sólo racional sino conveniente, al eliminar del
o
mundo del conocimiento a la metafísica y a todas las disciplinas de contenidos
n
no verificables. Pero a partir de esos primeros años (1943-1949), nuevas lecturas
a
sobre la filosofía, la historia y algo sobre la sociología de la ciencia, empezaron a revelarme una situación mucho menos simple y uniforme, que además desde
i-
entonces y hasta hoy ha seguido haciéndose cada vez más complicada. Ahora
1
(a principios del siglo XXI) hay quienes postulan que los conceptos de razón,
a
)
realidad, hecho, verdad y objetividad deben cambiarse, que se rechaza a la razón como instrumento para conocer a la realidad, que se pone en du da el valor de las pruebas experimentales para documentar una hipótesis dada, que se afirma que: 11 •••
la realidad es una ccmstrucción intelectual sin raíces en el mundo objetivo",
y hasta se sostiene que " .. .el mundo natural desempeña un papel pequeño o inexis-
tente en la construcción del conocimiento científico", o que la validez de las teorías científicas" ...no se afecta por las pruebas objetivas. "7 También el clásico análisis sociológico de Merton sobre las características esenciales de la ciencia {el ethos de la ciencia: universalismo, comunismo, desinterés y escepticismo organizado), tan en boga en los años 60s y 70s del siglo pasado, hoy se considera no sólo anticuado sino falso, o sea que no refleja la realidad de la práctica científica por seres humanos, sino más bien la forma
7
S. Haack: Defendtng Science-withln rea.son. Between ScientiSm and Cynicism. Nueva York,
Prometheus BCXJks, 2003. Uno de los mejores resúmenes contemporáneos de la füosoña de la ciencia, escrito con sentido común y con buen humor. En relación con las posturas extremas de los con5truetivistas, vcfase el capítulo 7, A Modest Propo.sal· 'fbe Sensible Program in Sociology of Science, pp. 179-206.
9
Introdu cción
La estructura de la ciencia
como tal actividad debería realizarse por robots autómatas sin historia, sin emociones, sin cultura, sin problemas de lingüística y de comunicación, sin planteamientos éticos, sin género y sin aspíraciones políticas y/ o de poder. En cambio, la sociología de la ciencia se ha transfom1ado en una disciplina fuerte y con varios frentes de desarrollo, que recogiendo formas precwsoras de relativismo e incorporándolas a distintas variedades de constructivismo, en la actualidad se disputan la atención de los filósofos de la ciencia, aJ grado que constituyen una de las alternativas más viables al concepto "clásico" de la ciencia. Se ha dicho que el problema del conocimiento es el escándalo de la filosofía. Smith8 lo comenta como sigue: "El escándalo es la aparente incapacidad de la filosofía
para demostrar cuándo, cómo y por qué podemos estar seguros de que sabe,,nos algo, o bien, que no sabemos nada... Si bien no está claro que el escándalo sólo les preocupa a los filósofos, éstos dicen que debería preocuparnos a todos, por lo menos cierto tipo de conocimiento. Porque a menos que podamos confiar en el conocimiento como tal, o sea distinguirlo de opinión, fantasía, superstición, deseo, ideología, ilusión o imaginación, las acciones que realicemos sobre la base del supuesto conocimiento -subir a un avión, tomar una pastilla, decidir que alguien es culpable de un crimen - serán irracionales e injustificables." He escrito este libro porque todavía creo que el conocimiento científico refleja en forma confiable (aunque también incompleta, a veces equivocada y otras veces acertada, y siempre mejorable) la realidad del mundo en que vivimos, y que además no hay otra forma mejor de conocerla. También estoy convencido de que la ciencia ha progresado a partir de que se integró en la estructura que tiene hoy, o sea a partír de fines del siglo XVT y principios del
XVII,
aunque
este progreso ha sido irregular y heterogéneo en las distintas disciplinas; de todos modos, hoy los científicos sabemos más cosas y las conocemos mejor que nuestros colegas de esos tiempos.
a 6. H. Srnith: Scandalous Knowledge. Science, Trutb and rbe Human. Ourham, N . C., Duke University Press, 2005. Defensa inteligente y polémica del relalivismo y constructivismo social, cuidadosamente documentada. El texto citado es el primer párrafo del capírulo 1, lntroductwn: Scandals ofKnowledge, pp. 1-17.
10
PARTE 1
LOS ORÍGENES DE LA CIENCIA MODERNA
_I
res ,L
un lugar común, no sólo en ambientes poro sofuti-
cadas sino en algunos de los á,-culos académicos más
distinguidos, 1,2 identificar los orígenes de la ciencia moderna o contemporánea en la cultura griega clásica, o sea en los 700 años transcurridos entre el siglo v a.
C. y el siglo u d. C. Esto a pesar de que varios textos clásicos3-5 coinciden en
1
Ch. H. Kahn: Sorne remarks on the origin of greek science and philosophy, en A. C. Bowen, y
F. Rochberg-Halton (cds): Scimce a11d Philosophy in Classical Greece. Nueva York y Londres, Garland Publishing Inc., 1991, pp. 1-lO. Este volumen está dedicado a examinar distintos aspectos de los orígenes y características de la ciencia en Grecia; incluye textos sobre la ciencia según Platón, Aristóteles, Euclides y otros. Es el resultado de un Simposio realizado en 1986 sobre el tema La interacción entre la ciencia y la filoscf(a en
los siglos V y IV en Grecia, en cuyo prefacio se señala que la reunión se enfocó en tres tópicos: "a) c.6mo definieron los filósofos y cimtíficos griegos a la ciencia y separaron a las ciencias particulares en los siglos v y rv a. C.; b) los papeles respectivos desempeñados por la observaci611 en la teoría y por la teoría en la observación; y e) si los debates filosóficos sobre la ontologúi y el carácter de la explicaci611 cienhJica resultaron m cmnbios en lo que posteriormente los griegos co11Sideraron como ciencia, y si influyeron en la emergencia de las nuevas cimcias. 2
D. C. Lindberg: The Beginnings of Western Science. Tlze European Scientific Tradition in Philosopliical,
Religious, and lnstih1tional Conte:xt, 600 B. C. to A. C. 1450. Chicago y Londres, The University of Chicago Press, 1992. La lista de textos que atribuyen, con más o menos detalles, el origen de la ciencia moderna a la
Grecia clásica es casi infinita. Las primeras 125 pp. del libro de Undberg son un resumen adecuado, con notas y referencias útiles. Véase también de G. Santillana: The Origins of Scientific Tl10ught. From
Anaximander to Proclus, 600 B. C., to 300 A.C. Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1961, q ue es un análisis clásico y delicioso del pensamiento científico y filosófico de los años señalados en el título. 3
G. Sarton: A History of Science. Ancient Science Through the Go/den Age of Greece. Cambridge,
Harvard University Press, 1952. Junto con el segundo tomo de esta obra monumental (G. Sarton: A Hisfory of Science. He/len is tic
Science and Culture in /he Last Three Centuries B. C. Cambridge, Harvard University Press, 1959) el
13
L11 estructurn de la ciencia
señalar la enorme deuda de los griegos con pueblos y culturas anteriores a ellos, como las desarrolladas en Egipto, en Fenicia, en Israel y en la Mesopotamia. Por otro lado, en lndia y en China también surgieron prácticas e ideas que evolucionaron hasta convertirse en estructuras muy semejantes a la ciencia occidental moderna, aunque esto ocurrió de manera independiente de las culturas mediterráneas y tuvo poca influencia en ellas.
autor confirmó su legendario prestigio como uno de los fundadores de la historia de la ciencia en el siglo xx. El análisis de los precursores de la cultura griega ocupa las pp. 3-130, y el resto del volumen es una de las exposiciones más eruditas y completas de los inicios de la ciencia en la Grecia clásica. 4
R. Taton (ed.): History ofScienre. Ancient and Medieval Science. Nueva York, Basic Books, lnc., 1963.
Este es el primero de los tres tomos de la obra originalmente publicada en francés en 1957, que cubre la historia de la ciencia desde sus inicios prehistóricos hasta el siglo XIX. En las pp. 1-177 del primer tomo se discuten las contribuciones de Egipto (J. Vercoutter), de Mesopotam.ia (R. Labat), de Fenicia e fsrael (P. Dupont-Sommer), de la India (J. Filliozat), y de China (A. Haudricourt
y J. Needham). 5
F. Sherwood Taylor: A Short History of Scie11ce & Scientific Thought. Nueva York, W. W. Norton &
Co., lnc., 1949 (1963). Este pequeño libro es una historia completa del pensamiento científico, ilustrada con fragmentos de textos de los principales a utores a lo largo de la historia. En las pp. 4-18 se resumen los datos relacionados con las contribuciones de Babilonia y Egipto. Véase también Ch. Singer: A Short History
of Sdentific Ideas to 1900. Oxford, Oxford Un.iversity Prcss, 1959, pp. 1-37, y del mismo autor, From Magic to Science, Nueva York, Dover Publications 1958, pp. 1-58, en donde con el título de Science Under tite Roman Empire, Singer presenta un resumen del desarrollo científico en Roma y su influencia griega. Otro texto excelente es: W. C. Dampier: A History of Science a11d I Is Relations with Philosophy
and Religion. Nueva York, Cambridge Un.ivers.ity Press, 1961 (la primera edición apareció en 1929), cuya Introduction, pp. xiü-xxii, Origins, pp. xxiii-xxvij, y el primer capítulo, Scie11ce in the Ancient
World, pp. 1-59, contienen información detallada. Otros dos textos breves, pero muy útiles sobre la ciencia en Grecia son: B. Farrington: Greek Science. Baltimore, Penguin Books, 1%1, y G. E. R. Lloyd:
Early Greek Science: Thales to Arislotle. Nueva York, W. W. Norton & Co., 1970. En el volumen editado por R. W. Livingstone: The Legacy o Greece. London, OJ