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Spanish Pages [387] Year 2020
Michael Harner
La cueva y el cosmos Encuentros chamánicos con otra realidad
Traducción del inglés al castellano de Antonio Francisco Rodríguez
Título original: CAVE AND COSMOS, by Michael Harner © Michael Harner © de la edición en castellano: MICHAEL HARNER 2015 by Editorial Kairós, S.A. Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España www.editorialkairos.com Diseño cubierta: Katrien Van Steen Imagen de la cueva: DS Design Imagen del cosmos: Mironov Composición: Pablo Barrio Primera edición en papel: Enero 2015 Primera edición digital: Enero 2019 ISBN papel: 978-84-9988-431-8 ISBN epub: 978-84-9988-611-4 ISBN kindle: 978-84-9988-612-1
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A mi esposa, Sandra Harner, una rosa constante y verdadera A mis hijos Y a todos aquellos que han trabajado para salvar el conocimiento antiguo
Los derechos de autor de este libro irán a parar a la Fundación de Estudios Chamánicos, una organización educativa, pública, benéfica y sin ánimo de lucro dedicada a la preservación, estudio y transmisión del conocimiento chamánico para el bienestar del planeta y sus habitantes. El sendero chamánico de sanación presentado en este libro no debería considerarse como un método exclusivo para afrontar dolencias médicas. Debería concebirse como un complemento al tratamiento médico o psicológico ortodoxo, a menos que medie una recomendación médica en sentido contrario.
Sumario
Agradecimientos Abreviaturas Prefacio Introducción 1. La cueva y el poder de los espíritus 2. ¡Existimos! Los espíritus piden reconocimiento 3. La búsqueda 4. Nuestro mundo: chamanes y espíritus 5. El viaje a otros mundos 6. Los primeros viajes de los occidentales: el Mundo Inferior y los animales de poder 7. Ascensión chamánica: historia, folclore y conocimiento 8. Tocar el tambor sobre el arcoíris: los occidentales ascienden al Mundo Superior 9. Maestros, espíritus compasivos que guían 10. Maestros, espíritus sanadores compasivos 11. Desmembramiento cósmico, unión y poder curativo 12. Espíritus, cielos y libertad espiritual Epílogo: La cueva, una vez más Apéndice A: Ascender al Mundo Superior para comparar experiencias
Apéndice B: Descender al Mundo Inferior para comparar experiencias Apéndice C: Recursos de formación Apéndice D: Chamanismo esencial y curación: información para médicos y profesionales de la salud (por la doctora Sandra Harner) Participantes en el Estudio Celestia Notas Bibliografía Acerca del autor Lámina
Agradecimientos
En primer lugar quiero expresar mi gratitud a los miles de estudiantes que han contribuido con la ascensión chamánica y otros tipos de experiencias a los archivos del Conservatorio de Conocimiento Chamánico (CCC) de la Fundación de Estudios Chamánicos. Este libro habría sido imposible sin su ayuda. Quiero transmitir un especial agradecimiento a aquellos cuyas experiencias se extrajeron de los archivos CCC para el Estudio Celestia en años recientes. Una vida entera de agradecimientos que prácticamente cubrirían un libro se explica por la multitud de personas y pueblos que me han ayudado en el largo camino que conduce a La cueva y el cosmos. No obstante, por fines prácticos, y a regañadientes, me limito a agradecer la asistencia recibida de la Fundación durante los últimos cinco años en varios proyectos, entre los que se cuenta la dotación de personal, la ayuda indígena, el CCC y el trabajo en este libro. De inmensa importancia ha sido la generosa ayuda de mis ya antiguos amigos y colaboradores, el doctor Baron A.M.F. y la doctora Melinda C. Maxfield (Fundación Maxfield), sin los cuales este libro no habría sido posible. Igualmente importante ha sido la generosidad de Betsy Gordon, la doctora Angeles Arrien y las fundaciones que llevan sus nombres; mi más sincero agradecimiento para ellas. También doy las gracias a la junta de administradores de la Fundación por su firme apoyo, su tiempo y su sabio
asesoramiento. En los últimos años han incluido al doctor Maxfield, Robert Lee Morris, el doctor Frances E. Vaughan, Ralph M. Field, Heather Burch y al doctor Jeffrey David Ehrenreich, además de a los tres directivos de la Fundación: Susan Mokelke, Sandra Harner y yo mismo. Otros grandes patrocinadores de la Fundación y su trabajo en estos años han sido Bokara Legendre y la Fundación Tara, Elizabeth Marshall, Edgar Brown, Della Clark, Don Ensslin, la Hacienda Margaret Cohan, el Instituto Fetzer, la Fundación Frank Pace Jr., Alicia L. Gates, la Fundación Conmemorativa John Fetzer, Susan Mokelke, Robert Lee Morris, Claudia Kuntze, la Fundación Caritativa Visión Compartida, la Fundación Sterling, la Fundación Comunitaria Greater Atlanta, John y Jessica Schairer, la Fundación Seatle y el Círculo Flow Fund. Otros muchos –demasiado numerosos como para citarlos– también contribuyeron con sus donativos, su apoyo como profesores o miembros del Círculo de la Fundación o en otras actividades. Les testimonio mi más profunda gratitud. Hay que expresar el debido reconocimiento a dos personas muy notables. Una de ellas es la vicepresidenta de la Fundación, Sandra Harner –mi esposa, consejera, editora, animadora, crítica y compañera en nuestras aventuras chamánicas durante medio siglo–, que me ha apoyado y participado en esta aventura con una paciencia y modestia que he admirado desde siempre. Este libro no existiría sin ella. La otra es Susan Mokelke, cuya sofisticación eléctrica, generosidad, creatividad y trabajo incansable como directora ejecutiva de la Fundación de Estudios Chamánicos han resultado esenciales a la hora de brindarme el tiempo necesario para completar este libro. También contribuyó en los numerosos detalles implicados en la preparación final de su publicación. Doy inmensamente las gracias a Noelle Burch, que durante años ha realizado el esfuerzo vital de al menos dos personas en la oficina central
de la Fundación con una eficacia y elegancia notables. Durante una serie de años, la investigadora asociada Gizelle Rhyon Berry llevó a cabo un trabajo excelente y fundamental a la hora de organizar los archivos del CCC para el proyecto de Mapeo de Realidad No Ordinaria (MRNO). Durante un tiempo, Coleen Judson siguió su trabajo. También expreso mi agradecimiento a Louis G. Leeburg, James Harner y Carolyn Fee por sus esfuerzos en pro de la Fundación. Expreso mi gran aprecio por los excelentes profesores de la Fundación, todos ellos practicantes chamánicos experimentados, así como enseñantes, hoy liderados por Susan Mokelke. Son demasiados para nombrarlos a todos aquí, pero quiero expresar mi gratitud hacia el colega antropólogo Bill Brunton, editor emérito de nuestra revista, Shamanism, que hasta su jubilación estuvo siempre dispuesto a asumir importantes misiones internacionales para la Fundación a pesar del riesgo para su salud. También debo honrar a otro profesor y antropólogo, el inimitable Heimo Lappalainen, por su trabajo pionero en pro de la Fundación en Siberia y Asia Central, y especialmente por su papel en el éxito de la expedición de la FEC a Tuva en 1993. Honro a ese pilar de fuerza, generosidad, destreza y modestia: Paul Uccusic, director de la FEC para Europa, responsable, con ayuda de su esposa, Roswitha Uccusic, de la evolución de una notable facultad internacional. Su trabajo, en el que se incluye la labor realizada en la República de Tuvá, en Asia Central, ha reforzado a la Fundación en ambos continentes. Otras personas que merecen ser reconocidas por su labor educativa de ultramar en beneficio de la FEC son Alicia L. Gates en Hispanoamérica y España y Kevin Turner en Asia. Al dar las gracias a algunos soy consciente de que olvido a otros que también merecen aprecio. Tan solo pido a los muchos que habéis
contribuido a hacer posible este libro que tengáis presente que pasados los ochenta no recuerdo a todos los que merecen ser recordados. Recuerdo, sin embargo, a aquellos cuya visión y apoyo resultó vital en los primeros años de la Fundación. Entre ellos están Norman y Michael Benzie, Dorothy S. Lyddon y su hija Martha, David Corbin, Nan Moss, David Rockefeller, Jr., y el siempre joven, intrépido y clarividente Laurance S. Rockefeller. Por último, agradezco cariñosamente la invitación a publicar en North Atlantic Books por parte de su fundador, Richard Grossinger, y también expreso mi aprecio a Doug Reil, Kathy Glass y el resto del equipo. Saludo y le doy las gracias a mi excepcional editora en North Atlantic Books, Wendy Taylor; su profesionalidad y consideración han sido un gran regalo. Después de que este libro fuera enviado a imprenta recibí una copia de Spirit Talkers, la nueva obra de mi colega antropólogo William Lyon. Quiero felicitarle por abordar paralelamente la necesidad de que los espíritus sean tomados en serio.
Abreviaturas
CEC FEC RO MRNO RNO EOC ECC IIM
Centro de Estudios Chamánicos Fundación de Estudios Chamánicos Realidad Ordinaria Mapeo de Realidad No Ordinaria (proyecto) Realidad No Ordinaria Estado Ordinario de Consciencia Estado Chamánico de Consciencia Informe Inédito MRNO
Prefacio
En mi época como profesor de Antropología en la Facultad de graduados de la Nueva Escuela para la Investigación Social, impartí un seminario en el que los estudiantes aprendieron a realizar viajes chamánicos para comprender mejor las experiencias de los chamanes indígenas. Cada semana se asignaba a los participantes del seminario la tarea de realizar un viaje chamánico en casa mientras oían una grabación de tambores que facilita el viaje, y se les pedía que consignaran esas experiencias por escrito. La segunda semana, tras realizar la tarea encomendada, una silenciosa y joven empresaria, que se había apuntado al seminario solo porque el horario se ajustaba a su jornada de trabajo, alzó tímidamente la mano. Sus palabras sonaron más como una observación que como una pregunta: «Doctor Harner, nunca volveremos a ser los mismos, ¿verdad?». Probablemente estaba en lo cierto.
Introducción
Desde la aparición de mi último libro, La senda del chamán, hace más de tres décadas, mi enseñanza ha sido fundamentalmente oral, en sintonía con las ancestrales tradiciones del chamanismo. Ha llegado, sin embargo, el momento de abordar públicamente algunas cuestiones que merecen una urgente y más amplia atención en el mundo contemporáneo. Dos preguntas fundamentales: si hay más de una realidad, y si hemos de estar solos para resolver los desafíos de la existencia. Este libro cuenta las historias de miles de occidentales que hallaron respuestas a esas preguntas recurriendo a los antiguos métodos de los chamanes, entre ellos tocar el tambor «sobre el arcoíris» para descubrir asombrosos reinos celestiales que aguardan para ayudarlos. También descubrieron una nueva libertad espiritual, una libertad para conocer, y no tan solo para creer o no creer. En sus últimos trabajos, Mircea Eliade, el gran estudioso de la religión comparada, subrayó que los chamanes son únicos en las tradiciones espirituales del mundo debido a su capacidad para volar a otros mundos, y también a los cielos. Alcanzaban esos mundos en lo que él llamaba un estado de «éxtasis» o estado alterado de consciencia. Este estado se lograba, en sus palabras, «a través de la magia musical del tambor» que permitía al chamán «llegar al cielo más alto».1 Poco más se decía, sin embargo, acerca de la naturaleza de esa «magia musical».
Los tambores aparecen constantemente en las fotografías de chamanes siberianos, y son especialmente célebres por facilitar el vuelo a otros mundos. Muchos estudiosos sugieren que estos tambores eran utilizados por su «efecto teatral» en las sesiones chamánicas, y algunos incluso afirmaron que los chamanes siberianos no alteraban su consciencia en absoluto. Otros, siguiendo al micólogo Gordon Wasson, creían que la ingesta de la seta psicoactiva Amanita muscaria era lo que en realidad hacía creer a los chamanes siberianos que volaban a otros mundos. La omnipresencia de los tambores en esas fotografías despertó mi curiosidad y a finales de los años sesenta empecé a experimentar con la percusión para comprobar si ejercía algún efecto en los vuelos mágicos.2 Tras varios experimentos, me emocionó comprobar que un ritmo constante de 205 a 220 redobles por minuto ejercía un influjo en el cambio de consciencia y, sin conocimientos de chamanismo, facilitaba el vuelo o viaje a mundos espirituales. Se trata de la «inmersión auditiva» o «inmersión sónica», un método chamánico clásico y alejado por completo de la ingestión de drogas. En respuesta a una serie de peticiones, mi práctica personal con el tambor me llevó a enseñar a pequeños grupos a usar la percusión para alterar la consciencia no solo con el fin de visitar otros mundos, sino también para traer ayuda y sanación chamánica a nuestro mundo. Con el tiempo creció la demanda de este tipo de conocimiento, y en 1979 Sandra Harner y yo creamos el Centro de Estudios Chamánicos (ahora Fundación de Estudios Chamánicos) como vehículo para la enseñanza del chamanismo. En aquella época, también realicé grabaciones de percusión chamánica para que los interesados pudieran viajar sin la necesidad de tocar el tambor en vivo. (Hay que señalar que la práctica del viaje chamánico no lo convierte a uno en chamán, sino que constituye un paso
útil en el aprendizaje y práctica del chamanismo, ya que a través del viaje se puede aprender rápida y directamente de los espíritus.) En 1980 publiqué La senda del chamán, libro que propició el renacimiento chamánico a nivel mundial.3 Mediante un trabajo de campo y una formación personal con chamanes tribales supervivientes que ha durado más de medio siglo, y gracias a mi propia práctica chamánica y la lectura de cientos de relatos procedentes de diversas culturas, he descubierto, aprendido, experimentado y reactivado muchas prácticas chamánicas. A partir de ahí creé el «chamanismo esencial» –los aspectos universales, casi universales y comunes del chamanismo, junto al viaje a otros mundos, un elemento distintivo de este fenómeno– como metodología de enseñanza para instalar el chamanismo en la vida contemporánea. Incluye el reconocimiento implícito, cuando no localmente explícito, de dos realidades, la ordinaria y la no ordinaria; a esta última se accede a través del estado de consciencia chamánico, que tiene un componente aprendido y diversos grados de profundidad. En la actualidad, y gracias al chamanismo esencial y la inmersión auditiva, decenas de miles de personas en todo el mundo son capaces de acceder a otra realidad y viajar a otros mundos, como los chamanes siberianos tradicionales, así como trabajar en este mundo aportando sanación y otra ayuda chamánica. (Aquellos que no conozcan el chamanismo esencial, podrán encontrar una información más detallada en el apéndice D.) Durante más de un cuarto de siglo, en la Fundación de Estudios Chamánicos hemos patrocinado un proyecto que implica recopilar y archivar conocimiento sobre esta materia, y que casi 5 000 relatos de practicantes occidentales centrados en sus hallazgos en los viajes chamánicos a la realidad no ordinaria, lo que hemos llamado «viajes más
allá del tiempo». El término «occidental» se utiliza como una palabra conveniente para aludir a los actuales estadounidenses (el grupo más amplio con informes no publicados en los archivos de la Fundación), canadienses y algunos europeos. Esta colección «occidental», que constituye la fuente principal de los informes de este libro, es única en el mundo. Forma parte del proyecto Mapeo de Realidad no Ordinaria (MRNO) y pertenece a la Fundación de Estudios Chamánicos y el Conservatorio de Estudios Chamánicos del Norte de California, que también posee una colección de publicaciones de chamanes indígenas pertenecientes a cientos de sociedades en todo el mundo.4 Durante
años
he
mostrado reservas
a
la
hora
de
publicar
prematuramente este conocimiento, por temor a que una vez estuviera «ahí fuera», privara a nuevos estudiantes y otros sujetos occidentales de experiencias autónomas y desprovistas de influencia. Ahora, sin embargo, por medio de las enseñanzas orales de la Fundación en los talleres y cursos de formación, «todos lo saben». Para evitar la «contaminación” de las experiencias en virtud de una comunicación excesivamente anticipada respecto a lo que otros han experimentado (lo que evitaría viajes a lo desconocido realmente originales y espontáneos), el Conservatorio de Estudios Chamánicos ya no acepta informes sobre experiencias chamánicas en sujetos occidentales, y parece que ha llegado el momento de desvelar una pequeña muestra de estos descubrimientos en la presente publicación. Los sujetos occidentales cuyas experiencias relata este libro realizaron ascensiones a lo que muchos estudiosos del chamanismo llaman el Mundo Superior y descensos al Mundo Inferior, que contrastan con aquel en que vivimos, el Mundo Intermedio. Los mundos superior e inferior se ubican
plenamente en la realidad no ordinaria, y constituyen ámbitos únicamente espirituales, mientras que el mundo en que vivimos manifiesta un aspecto de realidad ordinaria, aquella que percibimos fácilmente, y un aspecto no ordinario, el ámbito de los espíritus, que se percibe con dificultad sin formación chamánica. El Mundo Superior es muy diferente a los fenómenos de la realidad ordinaria que se ciernen sobre nosotros, tal y como son observados por los astrónomos. Incluso las galaxias más remotas de nuestro universo no se incluyen en el Mundo Superior de los chamanes. Al descender al Mundo Inferior, los occidentales no atraviesan capas geológicas, internándose en lo más profundo de la Tierra, sino que alcanzan un mundo puramente espiritual y que carece de las limitaciones terrenales. Este libro ofrece ejemplos de experiencias occidentales inusuales en los tres mundos, centrándose especialmente en el Mundo Superior, en parte porque en la actualidad parece haber una gran curiosidad en Occidente acerca de lo que acontece espiritualmente «ahí arriba». En otras palabras, ¿los cielos son reales o son fantásticos y metafóricos? Nuestro testimonio sugiere que la respuesta depende del tipo de realidad, ordinaria o no ordinaria, al que nos refiramos. En la realidad no ordinaria –a la que se accede con técnicas chamánicas clásicas, como la inmersión por la audición– no parece cuestionarse la existencia de cielos, coros celestiales, deidades y la presencia de seres, o espíritus, en el Mundo Superior. También existen evidencias de la existencia de espíritus en nuestro propio Mundo, el Mundo Intermedio. Las pruebas recopiladas a partir de las experiencias de ascensión y recogidas en este libro desafían las creencias de quienes afirman que solo existe un cielo y que los viajes a él están restringidos a unos pocos profetas, santos y fundadores de las grandes religiones, fallecidos hace
mucho. Equitativamente, los informes también desafían las creencias de los ateos y de los que creen que los cielos son producto de la imaginación. Incluso en el cristianismo actual, algunos miembros del clero sugieren que el cielo es un sentimiento más que un lugar. Años atrás, en La senda del chamán, presenté a los occidentales una introducción a los viajes chamánicos al Mundo Inferior, y muchos son los que han viajado allí en las últimas tres décadas. Esta es una de las razones por las que en el presente volumen me centro especialmente en el Mundo Superior. Aun así, el capítulo final de La cueva y el cosmos ofrece una novedosa y sorprendente información relativa a lo que algunos occidentales han descubierto en el Mundo Inferior. Debido a que los relatos cosmográficos contenidos en este libro son en sí mismos importantes contribuciones al conocimiento chamánico, no pretendo establecer, en el limitado espacio del que dispongo, comparaciones con los relatos de los supervivientes de experiencias cercanas a la muerte o con las experiencias de viaje de los chamanes indígenas, estas últimas sorprendentemente escasas. Reconozco la importancia de este y otros estudios comparativos y animo a que se lleven a cabo. El trabajo que el lector tiene en sus manos pretende, entre otras cosas, alentar tales investigaciones. Quiero añadir que en este libro no pretendo tender puentes entre disciplinas. Soy antropólogo, chamanólogo, practicante del chamanismo y, en el caso de este libro, cosmógrafo de las experiencias chamánicas occidentales. Nada más. Quienes deseen reconciliar el chamanismo con otra disciplina –por ejemplo, la psicología– deberían intentar resistir la tentación inmediata de «acorralar a los sospechosos habituales», como en Casablanca, las herramientas reduccionistas estándar. No tengo nada contra el reduccionismo en sí, pero en mi opinión debería ser una
consecuencia del verdadero dominio del campo que se pretende «reducir». En el caso del chamanismo, debería incluir el dominio del chamanismo a partir de experiencias amplias y de primera mano, la experimentación y el estudio, junto a un dominio comparable del campo con el que queramos compararlo. Ciertamente, no se trata de una tarea fácil, pero… ¿acaso la erudición seria lo fue alguna vez?5 En los talleres y cursos dedicados a enseñar a los occidentales el estudio del chamanismo esencial y a viajar a otros mundos se tuvo mucho cuidado en proporcionar a los alumnos poco más que unas instrucciones mínimas. Una información detallada de estas aparece en los Apéndices A y B. Está usted invitado a utilizar los mismos métodos de viaje chamánico para comparar sus propias experiencias con las que aquí se describen. Sin embargo, los apéndices no pretenden ser un libro de «instrucciones», sino más bien una oportunidad para que los lectores comprueben la realidad y naturaleza de los descubrimientos realizados por occidentales en el Mundo Superior (y en menor medida en el Mundo Inferior), de los que estas páginas ofrecen un cumplido relato. Lamentablemente, una vez leído este libro, usted ya no será un ingenuo respecto a las expectativas generadas por la ascensión al Mundo Superior o el descenso al Inferior. Aun así, si acepta la invitación, prepárese para algunos descubrimientos asombrosos, entre ellos el descubrimiento de que ya no dependerá de relatos ajenos. Con el chamanismo esencial, algunos de los dogmas incuestionables de la Iglesia, el Estado y la ciencia están condenados a derrumbarse inexorablemente. Tengo 83 años mientras escribo estas líneas. Buena parte de lo que he aprendido sobre chamanismo en el último medio siglo ha sido evaluado e interiorizado en un cuerpo personal de conocimiento que he transmitido a los demás en muchas conferencias con notas a pie de página perdidas en
las arenas del tiempo. Algunas partes de este libro incorporan las conferencias impartidas a mis estudiantes y al público en el transcurso de más de tres décadas. Sin embargo, una de las salvaguardias al leer mis declaraciones sobre chamanismo consiste en que los lectores serios podrán comprobar mis declaraciones a través de sus propias experiencias chamánicas. Los nuevos datos y la forma de verificarlos constituyen uno de los aspectos centrales de estas páginas. Si descubre que algunos elementos de este libro le recuerdan a algo que ha oído o leído en algún otro lugar, no se sorprenda, ya que he enseñado los principios y métodos del chamanismo y los viajes a otros mundos a miles de estudiantes. Algunos de ellos han publicado extractos de mis enseñanzas orales,6 pero no los nuevos datos presentados aquí. Traer el chamanismo a Occidente implica animarle también a usted, lector, a confiar más en su propia autoridad espiritual. Quiero alentarlo en su autonomía espiritual incluso en la lectura de este libro. Aunque no he podido reprimirme a la hora de realizar algunos comentarios personales respecto a ciertos relatos, otros se presentan intencionadamente sin observación alguna, a fin de estimular el pensamiento independiente. Hemos visto a muchas personas hablando en púlpitos y ante congregaciones de una u otra religión, repitiendo o analizando hasta el agotamiento las mismas viejas historias relativas a las experiencias de los fundadores de las grandes religiones. Ahora es el momento de que usted aproveche la oportunidad de vivir sus propias experiencias. En esa conexión, los relatos incluidos aquí, aunque interesantes, no son un sustituto para lo que realmente importa: su propia experiencia directa. Asimismo, este libro no se presenta como un tomo erudito en sentido tradicional, fundamentalmente dirigido a un público académico;
constituye un esfuerzo por inspirar a los lectores a buscar nuevas alturas, literalmente, ofreciéndoles nuevos datos y conceptos. Considero que la nueva información presentada aquí –el relato de las experiencias de otros y la inspiración que estas puedan aportar– es mi principal tarea y contribución en este volumen. Los archivos de la Fundación han sido rastreados para buscar ejemplos de experiencias que, aunque no ordinarias, se incluyen en el marco de las posibilidades y potencialidad de todos nosotros. Junto a los principios del chamanismo esencial, estos relatos –perspectivas vitales de nuestra situación como seres humanos– constituyen un conjunto capaz de ampliar los horizontes de los lectores interesados. He elegido invertir mi limitado tiempo en reunir la información para este libro, que considero importante, incluso urgente, transmitir a un mundo irritado y peligroso que pretende disputar interminablemente acerca de cuestiones espirituales basándose en la creencia en antiguas historias. La senda del chamán es el del conocimiento directo, no el del relato (¡aunque se trata del mío!), y en muchas culturas indígenas el chamán es «aquel que sabe». Espero que este libro resulte útil a los lectores y les ayude a reducir su dependencia de los dogmas cosmológicos de la religión organizada. Espero que usted se sienta estimulado, o aún más animado, en sus encuentros chamánicos con otra realidad, en la que podemos encontrar la increíble compasión, ayuda y sanación que nuestro mundo necesita tan acuciantemente. En cierto modo, se trata de una declaración de independencia espiritual orientada hacia la información, y una invitación a utilizar ese conocimiento y libertad para producir más sabiduría, compasión y gozo en nuestra vida y la vida de los demás. MICHAEL HARNER
Otoño, 2012
1. La cueva y el poder de los espíritus
Poder En febrero de 1957, un pequeño grupo de shuar (jíbaros) y yo nos perdimos después de practicar el senderismo durante varias semanas en las selvas montañosas del alto Amazonas. Cansados, desorientados y hambrientos, por último encontramos a un grupo de amistosos cazadores shuar que nos dijeron que habíamos estado avanzando en la dirección equivocada. Compartieron sus provisiones con nosotros y nos mostraron el camino hacia la aldea shuar que estábamos buscando. Tras dejar a los cazadores, pronto alcanzamos un río pequeño pero violento, alimentado por las recientes tormentas de las laderas occidentales de los Andes. Constituía un obstáculo para nuestro avance, por lo que esperamos muchos días a que las aguas descendieran, y no hubo suerte. Mis compañeros esperaban en silencio y parecían impasibles ante la situación mientras yo me impacientaba por momentos, porque sabía que era posible construir balsas de troncos y cruzar con remos improvisados de bambú guadua. En no pocas ocasiones les sugerí no esperar al descenso de las aguas y apresurarnos a fabricar balsas y remos para cruzar al otro lado. Se negaron reiteradamente a hacerlo. Cada vez más impaciente, finalmente desafié a mis compañeros, señalando que se llamaban a sí mismos grandes guerreros pero eran
incapaces de cruzar un río. Sin mediar comentario alguno, en breve construyeron tres balsas y nos aprestamos a cruzar la corriente. El río tenía unos 45 metros de ancho, y la primera balsa, con dos remeros indios y parte de nuestro equipaje, alcanzó la otra orilla. Yo iba en la segunda balsa con dos remeros. Habíamos recorrido las tres cuartas partes de la anchura del río cuando los rápidos nos arrastraron y la balsa volcó, arrojándonos al violento torrente. Con un esfuerzo extremo nadamos la distancia restante y sobrevivimos. La tercera balsa logró cruzar. Mientras nos reuníamos y descansábamos antes de continuar la marcha, dije las siguientes palabras: «Ha estado cerca. Creo que tenemos suerte de estar vivos». Esperaba algún tipo de asentimiento, al menos tácito, pero mis compañeros permanecieron allí, silenciosos, erguidos como estereotipos de estoicos guerreros indios. Me dio la impresión de que el episodio había sido insignificante para ellos, dada su actitud imperturbable. Su falta de reacción me dejó perplejo, porque eran los mismos hombres que se mostraban reacios a cruzar el río pese a mi insistencia. Así pues, con una falta absoluta de diplomacia señalé que no habían querido cruzar el río y ahora actuaban como si esa proeza fuera insignificante, a pesar de que habían temido cruzarlo. Se miraron unos a otros, pero guardaron silencio. Entonces uno de ellos, a quien yo conocía bien, replicó y dijo: «Bueno, ya ves, en realidad no nos atemorizaba cruzar el río porque no podemos morir. ¡Pero no sabíamos qué podía pasar contigo!». En aquel instante, el peligroso cruce del río abrió la puerta de un importante conocimiento espiritual. Después de aquel acontecimiento, los shuar me enseñaron que el poder de los espíritus los protegía contra toda forma de muerte excepto la enfermedad epidémica. También supe que ese
poder podía abandonar a la persona. Desprotegido, el individuo moría. Por lo tanto, antes de emprender misiones peligrosas, los shuar buscaban señales que demostraran que aún poseían los poderes protectores garantizados por sus espíritus guardianes. Si los signos eran negativos, no emprendían esa misión, especialmente si implicaba un ataque al enemigo. Como los shuar, los chamanes indígenas en todo el mundo saben que el poder espiritual es esencial en la propia salud, supervivencia y la capacidad de sanar a los demás. Sin este poder, no se puede combatir la enfermedad o el infortunio. En las culturas chamánicas tradicionales, esta conciencia impregna la vida cotidiana de todos los individuos. Jaime de Angulo, que pasó un tiempo con los atsugewi del norte de California a principios del siglo XX, lo expresó acertadamente: «Sin poder, no puedes hacer nada fuera de lo ordinario. Con poder puedes hacer cualquier cosa».1 El poder es como un campo de fuerza que atraviesa al chamán y le permite usar la fuerza para ayudar y sanar a otros. La idea de poder del chamán es similar a nuestro concepto de energía, pero es más amplia: incluye la energía, la inteligencia y la autoconfianza. El poder espiritual no es un poder político o el poder de someter a otros. Es un poder consustancial a la propia salud y capacidad de supervivencia.
Espíritus Permítanme explicar lo que entiendo por «espíritu». Como he explicado en otro lugar, un espíritu puede definirse como «una esencia animada que posee inteligencia y diversos grados de poder, que puede verse fácilmente en completa oscuridad y más difícilmente a la luz del día, y en un estado alterado de consciencia mejor que en un estado ordinario. De hecho, existe
cierta controversia acerca de si pueden verse en un estado ordinario de consciencia».2 En otras palabras, no todos los espíritus tienen un poder significativo. Los pueblos chamánicos suelen llamar «poderes» a los espíritus que sí lo poseen. En las culturas indígenas son especialmente importantes los espíritus guardianes que brindan un poder protector al pueblo que aman.3 Cuando son adecuadamente invocados por un chamán, este poder también aporta una asistencia sanadora activa para curar enfermedades y aliviar el dolor de los pacientes del chamán. El chamán aprende qué espíritus son poderosos a través de la experiencia. El poder se adquiere de modo diverso. En Siberia y parte de América del Sur era común obtener poder personal después de haber padecido una enfermedad grave que llevaba al individuo a las puertas de la muerte. Si esa persona manifestaba una repentina y milagrosa recuperación, la comunidad local concluía que un espíritu se había compadecido y había intercedido para liberarla de su enfermedad. Ante tal acontecimiento, los individuos de la comunidad visitaban al paciente curado y recuperado para descubrir si el poder sanador podía aplicarse a otro individuo enfermo, normalmente de una dolencia similar. En otras palabras, el sufrimiento del enfermo podía despertar la piedad de un espíritu. Así se forjaba un chamán.
Buscando poder espiritual De ser posible, no habría que esperar a estar enfermo para alcanzar este poder. Los miembros de las culturas chamánicas tradicionales lo sabían y animaban a los jóvenes con buena salud a sufrir voluntariamente para que los espíritus ancestrales intervinieran y les ayudaran compartiendo su
poder. Más que una energía curativa, este poder se concebía como una energía que sostenía a la gente en la vida cotidiana, ayudándoles a evitar el infortunio y la miseria, y obtener así buenos resultados. Esta adquisición de poder era la culminación de la búsqueda de poder, comúnmente llamada «búsqueda de visión». Debería mencionarse, sin embargo, que no todas las exitosas búsquedas de poder alcanzaban visiones logradas. Por ejemplo, entre los sureños okanagan del estado de Washington, el buscador podía no ver el espíritu, pero recibir su poder a través de una experiencia auditiva, en forma de palabras y canciones.4 La mayor parte de las búsquedas de poder no debían emprenderlas personas enfermas, sino las sanas y a menudo las relativamente jóvenes. En cierto sentido era una especie de seguro de vida espiritual para fomentar el éxito y la supervivencia de un individuo. Prácticamente todos los individuos estaban en condiciones de buscar el poder del espíritu en diversos enclaves aislados donde se sabía que vivían los ancestros y otros guardianes. Entre estos lugares había cimas de montañas, cuevas profundas, una remota cascada de agua, el yermo ártico, determinados cañones, cementerios locales o ruinas, un sendero lejano y otros. Había una constante para alcanzar el éxito: los espíritus tenían que convencerse de que un visitante en busca de poder realmente merecía la ayuda. Al llegar al lugar, el visitante solía cantar o invocar silenciosamente a los espíritus y pedirles asistencia. Sufrir voluntariamente para invocar la ayuda compasiva La búsqueda adoptó formas diversas. Sin reparar en la cultura, normalmente exigía que los buscadores se sometieran a la prueba del sufrimiento voluntario: pasar miedo, hambre, sed, frío o calor extremo y agotamiento. En el chamanismo, el sufrimiento no es un método para
expiar los propios «pecados», sino un camino para atraer la ayuda de poderosos espíritus. Entre algunos inuit del Ártico, una de las formas de coronar con éxito una búsqueda de poder consistía en pasar cuatro o cinco días en un iglú aislado en las profundidades del invierno, sin comida ni agua. Al pasar el tiempo especificado, un anciano, generalmente chamán, abría el iglú y traía al aspirante de regreso a casa. El iglú ni siquiera tenía una lámpara de aceite para calentarlo, por lo que el sufrimiento debido al frío se combinaba con el sufrimiento derivado de la ausencia de agua y alimentos. Al parecer, en algunos casos la persona en busca de poder permanecía desnuda durante el tiempo de la prueba. Un ejemplo menos riguroso es mi propia búsqueda de poder entre los shuar, que incluyó una agotadora ascensión por las boscosas laderas de los Andes, un baño helado en una cascada y la privación de alimento sólido antes de lograr una visión con ayuda del irresistible poder del zumo de datura (Brugmansia).5 El sufrimiento voluntario para conquistar esos poderes aún se produce entre los pueblos nativos de las Grandes Llanuras de Norteamérica, donde la persona que busca visión y poder es sometida a un proceso de deshidratación en la purificación de una tienda «de sudoración». Allí, la voluntad individual sufre intencionadamente el calor extremo y tal vez incluso pueda ser consciente de las apariciones y manifestaciones de espíritus. Después, el buscador asciende al solitario pico de una montaña acompañado de un sacerdote chamán (curandero) u otros ancianos. Se abandona al individuo en soledad durante cierto número de días, a cuyo término los ancianos regresan a la cima para traer de vuelta al postulante. En la forma más extrema de la búsqueda de poder o visón de las Llanuras, se envuelve al buscador en una colcha o manta y se le abandona en un agujero en forma de L que ha sido excavado y usado anteriormente.
Se le permite llevar la pipa sagrada del buscador de visiones. A continuación se cubre el agujero para reducir la luz, de modo que la persona pueda tener experiencias visionarias de día y de noche y su sufrimiento se vea multiplicado por el frío, el aislamiento y la privación sensorial. El padecimiento se refuerza con la prohibición de beber agua durante la búsqueda o inmediatamente después de la estancia en la tienda de sudoración. Normalmente, el sufrimiento se acompaña con plegarias a los ancestros: «Ten compasión de mí», a los que se suele invocar en tanto «abuelos», entre los pueblos indígenas del alto Amazonas y de las Llanuras de Norteamérica, el término «abuelos» es una glosa para todos los ancestros, porque en muchas culturas chamánicas no existe una palabra especial para designar a los ancestros. Una vez más, se induce el sufrimiento para despertar la compasión de los espíritus ancestrales y que estos fomenten experiencias visionarias que confieran poder espiritual al suplicante. Al manifestarse pueden hacerlo en forma humana o animal. ¿Por qué deberían ofrecer ayuda estos espíritus ancestrales? La respuesta es muy simple: al abandonar la realidad ordinaria en el momento de la muerte, eligieron permanecer aquí, en el Mundo Intermedio, para ayudar a sus descendientes genealógicos o a los aliados de sus descendientes. Cuando se les invoca apropiadamente y se les convence de que un visitante merece ayuda, los espíritus se revelan en las formas elegidas por los seres, se comunican y prestan su poder para superar las dificultades y peligros de la vida. A menudo los llamo espíritus etnocéntricos cuasi-compasivos, o sencillamente espíritus etnocéntricos. Su compasión protectora es condicional en dos sentidos fundamentales: 1) tienden a ayudar a sus descendientes siempre y cuando sean honrados y
recordados, y 2) pueden ser extremadamente vengativos contra quienes amenacen a sus descendientes o sus aliados. Otra forma de buscar poder: atracción de los espíritus Hay otra forma de adquirir el poder de los espíritus que no implica sufrimiento ni petición de compasión. Lo llamo «atracción de los espíritus». En el proceso de invocar y trabajar con los espíritus, los chamanes suelen ingerir alimentos o bebidas muy difundidas en su pueblo o que toman ciertos animales. El objetivo del chamán es atraer e incluso fundirse con el espíritu auspicioso y su poder. De ahí que los chamanes siberianos y mongoles oren y beban vodka para atraer a los espíritus ancestrales amantes del vodka (a menudo espíritus de familiares chamanes fallecidos) para fundirse con ellos. Los chamanes de la costa norte oran y comen salmón para atraer al espíritu del oso, el águila de cabeza blanca y «el indio». Volveremos sobre ello. Walter Cline y las pistas okanagan Un estudiante de antropología americano que a finales de los años veinte viajaba en un barquito de vapor saltó al mar cerca de la costa norte de África. Su nombre era Walter Cline. Nadó hacia la costa esperando vivir con los bereberes, cosa que hizo. Aprendió a hablar fluidamente en árabe y vivió en Marruecos, Siria, Etiopía y Arabia y ayudó en las excavaciones arqueológicas de Tebas en Egipto. En 1936 recibió el doctorado en Antropología por la Universidad de Harvard. Durante los años de la Depresión tuvo un trabajo temporal con la Administración federal para el Progreso Laboral en la división centro-norte del Estado de Washington, entrevistando a los ancianos okanagan para recopilar su conocimiento
tradicional y su cultura en trance de desaparición, así como sus antiguas búsquedas de poder en cuevas remotas. A principios de los cincuenta enseñó «religiones primitivas» en la Universidad de California, en Berkeley, como profesor a tiempo parcial. Cline era un profesor entusiasta e inspirador. Para mí fue un privilegio ser su estudiante en los últimos dos años de su vida, mientras moría de cáncer, enfermedad que ya le había arrebatado uno de sus brazos. Él y su maravillosa esposa Marjorie malvivían vendiendo monográficos y viejos libros de antropología almacenados en su apartamento. Pese a sus escasos ingresos, los dos visitaban con frecuencia los poblados indios de Norteamérica y regresaban con increíbles historias, a veces referidas a chamanes, que él contaba en sus clases. A diferencia de la mayoría de sus colegas en aquella época, Cline no pretendía explicar el chamanismo desde un punto de vista psicológico. Sus estudiantes lo amaban e incluso lo reverenciaban porque traía a sus vidas una bondad inefable, una apertura y entusiasmo por la antropología que resultaban aún más extraordinarios por su cercanía con la muerte. Fue él quien despertó mi interés por el chamanismo. Walter Cline era un hombre modesto, por lo que dos décadas después de su muerte, cuando yo mismo ya enseñaba antropología, descubrí casualmente que había contribuido a una poco conocida publicación sobre los sinkaietk o pueblos indios del sur de Okanagan en la meseta del río Columbia.6 Logré una copia no sin ciertas dificultades. En ella había una información limitada pero importante relativa a la búsqueda de poder, que su autor había recopilado en conversaciones con los ancianos de las tribus. Cline se centraba en las búsquedas de poder emprendidas por niños pequeños, fundamentalmente chicos, que buscaban un gran poder que contribuyera a facilitarles su vida futura.7 Relataba el ejemplo de un padre
que introducía a su hijo en una cueva para una estancia nocturna con la idea de lograr este objetivo.8 Las búsquedas de poder de Willard Park y los paviotso Además de las pistas en los relatos que sobre los okanagan legara Walter Cline, los escritos del etnólogo Willard Park también me resultaron especialmente valiosos, porque descubrió que la búsqueda de poder en cuevas era importante para los chamanes de los paviotso (Paiute del Norte) en Nevada, a los que entrevistó a principios y mediados de los años treinta.9 Park cuenta que los ancianos paviotso subrayaban la necesidad de observar estrictamente determinados procedimientos tradicionales para alcanzar el éxito en la búsqueda.10 Afirmaba que los chamanes paviotso llevaban alimentos en sus búsquedas en el interior de las cuevas a fin de adquirir poderes específicos adicionales, como mejorar sus capacidades de sanación.11 Algo coherente con el uso de alimentos en la atracción de los espíritus que hemos mencionado anteriormente.12 Cito a Park: No hay preparativos para la búsqueda de poder. El hombre que busca una visión no ayuna antes de emprender la búsqueda o durante su estancia en la cueva. Su búsqueda no se acompaña de torturas auto-infligidas o un esfuerzo físico descomunal. Al final de la tarde, el hombre que busca poder penetra en una cueva donde le han dicho que es posible hallar lo que anhela. Puede llevar consigo alimentos para comer esa noche y a la mañana siguiente.13
Park no menciona ninguna razón espiritual para llevar comida a la cueva, pero mi conocimiento de la atracción de los espíritus me indujo a tomarme muy en serio los métodos de los paviotso. Al localizar una cueva para mi propia búsqueda, me llevé un sándwich que contenía diversos alimentos a los que eran aficionados diferentes tipos de animales.
A veces, los espíritus ancestrales parecen dispuestos a ayudar a alguien que no desciende de ellos, o incluso a un individuo ajeno a su raza o cultura, si perciben que esa persona ha ayudado o ayudará a sus descendientes. Esto lo aprendí en los pueblos shuar y conibo de América del Sur. Durante muchos años intenté ayudar a los indios nativos de Norteamérica, como en Wounded Knee en 1973.14 Tenía la esperanza de que ese y otros esfuerzos contaran cuando me internara en una cueva.
La cueva Dos años después de escribir La senda del chamán, descubrí el emplazamiento de una cueva prometedora en el valle Shenandoha de Virginia. Con la esperanza de haber reunido información suficiente, decidí intentar una búsqueda de poder en esa cueva para desarrollar un poder curativo chamánico especial y comprobar qué sucedía sin la ayuda de las plantas que alteran la consciencia o la inmersión auditiva, ya que Park y Cline no mencionaban su uso. Por último, una tarde de 1982 me acerqué a la entrada de la cueva, solo, pidiendo silenciosamente a los espíritus que tuvieran compasión de mí y me otorgaran un mayor poder para sanar a los demás. Utilicé una linterna para descender hasta un profundo nicho en el interior de la cueva, operación que me llevó un cuarto de hora. Entonces apagué la luz. La oscuridad era profunda y silenciosa. Según lo que había aprendido, ahora tenía que dormir unas horas, despertar, comer un poco y no volver a dormir hasta que algo sucediera. Tras pasar algún tiempo sentado en el frío lecho de roca, pulsé uno de los botones de mi reloj de pulsera para comprobar la hora bajo la débil luminiscencia. Eran las nueve de la noche. Habían transcurrido dos horas
desde mi entrada en la cueva. Según la información de la que disponía, no importaba lo que sucediera, no debería usar luz alguna hasta que la noche concluyera. Entonces podría abandonar la cueva, pues una de las antiguas reglas dictaba que el buscador solo podría salir tras el alba del día siguiente. En caso contrario era mejor no haber entrado nunca en ella. También había otras cosas que tenía que hacer antes de que la noche cumpliera su ciclo. Rodeado por la densa oscuridad, me sentí completamente aislado de la tierra de los vivos. Dos tipos de temor luchaban dentro de mí. El menor me decía que no iba a ocurrir nada en aquella solitaria noche subterránea. Después de todo, yo no pertenecía al pueblo indígena norteamericano del oeste de las Rocosas que había practicado este antiguo método para obtener poderes espirituales específicos. Tal vez era excesivo esperar algo que se acercara a sus experiencias sin su ambiente cultural o sin los poderosos alucinógenos de los shuar (jíbaros), utilizados durante mis anteriores experiencias. Además, pensé, ¿qué tipo de búsqueda de poder o visión era esta, en la que no se ayunaba previamente e incluso se te permitía tomar un tentempié a medianoche? En otras palabras, ¿funcionaría la atracción de los espíritus? La oscuridad, que había adoptado una tonalidad rojiza, cobraba el cariz de la muerte inminente que aguarda con paciencia y sigilo. Mi temor más profundo era morir solo en aquella gigantesca tumba de piedra, víctima de mi propia presunción. Mi búsqueda de visión en una catarata del Amazonas años antes me había enseñado que los espíritus se esforzarían en asustarme para poner a prueba mi confianza en ellos. Al menos en el Amazonas contaba con la ayuda de mis compañeros shuar para protegerme de errores fatales. Para esta búsqueda en la cueva, sin embargo, no había tutores vivos. No podía acompañarme nadie. Era un experimento
completamente solitario: lo había apostado todo a poseer la suficiente información y que los espíritus estuvieran allí y quisieran ayudarme. Por último me deslicé en mi saco de dormir y procuré conciliar el sueño, el siguiente paso que debía cumplir en el interior de la cueva. En el lecho de roca, junto a mi cabeza, había colocado un sándwich para comer en mitad de la noche. Me recordé a mí mismo que tenía que despertarme a medianoche, con la esperanza de no dormir hasta el amanecer. El cansancio se apoderó progresivamente de mí: la ascensión hasta la cueva había sido ardua y dolorosa debido a una dolencia crónica de espalda. Mi cuerpo quería descansar. Me dormí, preocupado por despertarme en torno a la medianoche. No tenía por qué preocuparme. Me desperté de repente cuando un ala cubierta de plumas rozó mi rostro. Sentí un impulso de excitación debido a la adrenalina. Presioné el botón de mi reloj de pulsera. Los apagados números mostraron que faltaban apenas dos minutos para la medianoche. Mi sorpresa al ser despertado por la caricia alada vino seguida del alivio de haberlo hecho a tiempo para seguir las instrucciones de medianoche. Busqué el sándwich y lo comí. Ahora tenía previsto mantenerme despierto hasta que ocurriera algo significativo. Permanecí allí, descansado y plenamente consciente, alerta a cualquier cosa que pudiera ocurrir. Transcurrió un cuarto de hora. Luego media hora. Empezaba a sentirme decepcionado. Tal vez no iba a pasar nada más.15 De pronto, procedente de la dirección de la distante entrada de la caverna, oí el sonido de pezuñas. Un sonido que se hizo cada vez más nítido; era un grupo de animales. Apenas podía dar crédito a mis oídos. El sonido de su marcha se hizo cada vez más fuerte. Parecía imposible, pero el sonido se hizo tan fuerte que tuve que taparme los oídos. ¿Iban a pisotearme hasta la muerte? Me agazapé. Entonces, las atronadoras
pezuñas me rebasaron por ambos lados, sumergiéndose raudas en las profundidades de la cueva. Aunque no podía verlos, los oía resoplar mientras galopaban. «Somos caballos», decían, en una comunicación similar a la telepatía, pero más intensa. A continuación los siguió otro grupo más pequeño, con un galope y respiración menos pesados. «Somos bisontes», dijeron. Se marcharon. La cueva recuperó su silencio. Yo estaba sumergido en un verdadero éxtasis. Lágrimas de alegría y agradecimiento corrían por mis mejillas. Era un milagro. No era un sueño, pues seguía plenamente despierto. Entonces, aún sentado, un inmenso e indescriptible poder avanzó hacia mí procedente de la misma dirección del grupo de animales. Esta vez no hubo sonidos ni advertencias. Atravesó arrolladoramente mi cuerpo como un tren de mercancías. Una oleada de inmensa energía cubrió mi cuerpo. Mi asombro era mayúsculo. ¡El poder se había manifestado! Entonces, el animal se marchó. Mientras saltaba sigilosamente en la oscuridad más allá del nicho del hueco de piedra, me decía: «¡Soy XXX, XXX, XXX!». Me dijo: «Soy uno y todo. Tú y yo somos uno». Después, el silencio. Me inundó un asombro y una gratitud indescriptibles. Tras unos pocos minutos, y con algún esfuerzo, recordé el conocimiento chamánico tradicional acerca de qué había que hacer ahora y que era conveniente no hacer. Tenía que dormir para recibir un sueño que me mostrara cómo utilizar el poder recientemente adquirido. Lo que no tenía que hacer, hasta que fuera muy muy anciano, era revelar directamente la identidad del poder animal que me había penetrado. Estaba demasiado excitado para dormirme, pero me introduje en el saco y después de una hora logré conciliar el sueño. Por último, volví a
despertar. Aún en el saco de dormir, miré lentamente alrededor. Sentía que no estaba solo. La rojiza oscuridad era más densa que nunca, y sin embargo me parecía percibir el muro más elevado de la cueva. En lo más alto, se perfiló poco a poco una imagen de tamaño humano, como si se proyectara débilmente en una pantalla de cine. La imagen se tornó más brillante hasta que pude discernir la forma de una esbelta y sonriente joven de largo cabello oscuro. Me pareció vagamente familiar. Mi perplejidad era grande. ¿De quién podía tratarse? Su nombre me fue débilmente transmitido, a modo de respuesta. Al principio me pareció un nombre inglés; luego, más rotundamente, evolucionó en un nombre de sonido similar pero expresado en un lenguaje desconocido. Esperé a que el nombre se metamorfoseara otra vez, porque no parecía real. Ciertamente, no era un nombre que pudiera reconocer, pero no hubo cambios. Era el nombre real y definitivo, me comunicó ella. Durante uno o dos minutos, se movió lenta y sensualmente, de una manera tentadora. Su tácita invitación me inspiró recelo y no respondí, pues había algo amenazador en su presencia. La mujer sonrió de nuevo y desapareció. Volví a estar solo. La experiencia había sido tan intensa que memoricé el extraño nombre, Elieth, aunque no significaba nada para mí. Aguardé un largo rato sin que sucediera nada más. Presioné el botón de mi reloj de pulsera. Eran las 6:35 de la mañana, y probablemente ya había amanecido. Sin embargo, permanecí sentado con el objetivo de no abandonar la cueva antes de tiempo. No quería violar las reglas de la búsqueda y perder así el poder animal que se me había transmitido. Mientras esperaba, advertí que la oscuridad era cómoda e insignificante, casi como una ilusión.
Encontré mi linterna y la encendí por primera vez desde mi llegada a este punto de la caverna, recogí el saco de dormir y ascendí hacia la salida. El dolor de espalda del día anterior se había desvanecido. Tras un cuarto de hora de ascenso hacia la salida de la caverna, vi la luz del día y, más allá, el follaje de los árboles. Emergí de la cueva hacia la cálida y cegadora luz del sol. Era bueno estar en casa, donde el sol trae la vida a todas las cosas. Al descender la ladera bajo la cueva, acaricié las hermosas hojas de plantas y arbustos. Daba la impresión de que regresar a la superficie del planeta, con su vida verde y su luz solar, era un gran regalo. Di las gracias a los espíritus por su ayuda y por permitirme regresar a este mundo. Sabía que había sido transformado, pues el poder de XXX era literalmente uno conmigo. Posdata. Aunque mi búsqueda de poder en la cueva había sido un éxito, el significado de la mujer llamada Elieth, que apareció e intentó tentarme, me desconcertaba. Gracias a mis lecturas en los años siguientes llegué a la conclusión de que posiblemente se trataba de la antigua diosa hebrea Lilith, aunque su nombre era ligeramente distinto. Me interesó descubrir que según varias fuentes judías posteriores a la Biblia, el hogar de Lilith es una cueva; es la señora de todos los animales y asesina de niños, y era conocida por seducir a hombres que duermen solos. Según algunas tradiciones de búsqueda de poder, es de esperar que el encuentro con un poder animal venga acompañado de un sueño inmediatamente posterior. Eso me sucedió en la cueva, aunque puedo aseguraros que no fue un sueño convencional. En ese sueño o acontecimiento, el poder que ayuda al buscador normalmente es un ancestro que se presenta en forma humana. Sin embargo, se dice que en
raras ocasiones esta segunda aparición puede no resultar amable, sino perniciosa: una presencia que pretende interferir en la búsqueda.16 Creo que Elieth podría ser un poder de obstrucción que se aprovechó de mi apertura en la cueva. Por lo tanto, muchas décadas más tarde le pedí que se marchara. Jamás le he pedido ayuda. Para reforzar mi alejamiento de ella, revelo su identidad en este libro. En el chamanismo se entiende que una declaración pública de esta naturaleza, unida a la voluntad de desconexión, normalmente aleja a un espíritu personal. Entretanto, he honrado y mantenido mi relación confidencial con XXX. No obstante, soy viejo, y habrá que ver hasta cuándo se queda XXX. Una última observación: este podría haber sido el primer relato occidental de una búsqueda de poder exitosa en el interior de una cueva desde los relatos de los antiguos europeos hace miles de años. ¡Pero ellos publicaron primero, en sus muros de roca! (Véase lámina 1 del pliego final.)
2. ¡Existimos! Los espíritus piden reconocimiento
Naturalmente, los lectores se preguntarán si lo que me sucedió en la cueva fue producto de mi imaginación. Es comprensible, dado que no hubo testigos que puedan validar mis experiencias. Sin embargo, por suerte, a veces los espíritus muestran su existencia y su poder a dos o más personas simultáneamente, e incluso a grupos aún mayores. Cuando esto sucede, estas demostraciones públicas a menudo reciben el nombre de milagros. Para el chamán que interactúa íntimamente con los espíritus auxiliares, los milagros son acontecimientos casi rutinarios en las tareas de sanación. De hecho, los milagros curativos producidos por los espíritus probablemente son las acciones más celebradas de los chamanes en las sociedades indígenas. Alejados de los chamanes entregados a actividades sanadoras, a veces los espíritus tratan de comunicar su realidad a través de milagros y «micro-milagros». Estas «llamadas de atención» enviadas por los espíritus, no pocas veces con la ayuda de un chamán o un iniciado en las prácticas chamánicas, quizá se comprenden mejor como intentos de instruir al pueblo acerca de su existencia. Compartiré algunas en las que me vi personalmente implicado.
Milagro 1: el nuevo par de monedas
En agosto de 1993, fui invitado a impartir dos ponencias en el encuentro anual de la Asociación de Psicología Transpersonal en el centro de conferencias Asilomar en Pacific Grove, California. El tema de la conferencia era «Nuevos paradigmas en psicología». Me pidieron que en una de las ponencias presentara el chamanismo, ante un público de cientos de personas, como uno de los ejemplos de estos nuevos paradigmas. Mi plan no solo era hablar de chamanismo, sino también ofrecer a todos la oportunidad de realizar un viaje chamánico al Mundo Superior a fin de que los asistentes pudieran comprobar el poder del trabajo chamánico. Sinceramente, no estaba seguro de que aquellos cientos de personas, sentadas en hileras de asientos, lo lograran, pero pensaba que merecía la pena intentarlo. Pedí silenciosamente a mis espíritus que me ayudaran a impresionar al público acerca de su realidad. Respondieron que tendría que apagar las luces del salón de conferencias y sacar dos grandes bolas de cuarzo que llevaba en mi maleta. Mi experiencia chamánica me había permitido saber que, cuando se usan correctamente, los cristales de cuarzo tienen el efecto de amplificar el poder espiritual que se deposita en ellos. Una vez el salón quedó completamente a oscuras, pedí ayuda a los espíritus, en silencio, y activé los cristales según dicta la tradición. Su débil resplandor atravesó la oscuridad. En aquel momento hubo un grito en el público. Pedí que encendieran las luces. Una mujer de pie agitaba su mano extendida. Le pedí que se acercara a uno de los micrófonos situados en los pasillos del auditorio para compartir su experiencia. Esperaba que dijera unas breves palabras para describir su experiencia subjetiva y que volviera a tomar asiento, cediendo su lugar a otro voluntario. Pero me esperaba una sorpresa.
Ante el micrófono, y con la mano extendida en alto, anunció que había gritado porque en ella se habían materializado dos monedas. Mi sorpresa y alegría fueron indecibles, porque jamás había esperado algo de esta magnitud. Invité a la mujer, a quien no conocía, a subir al estrado. Nos enseñó las monedas y recibió un fuerte aplauso. Comuniqué al público que las dos monedas de 10 céntimos eran tan brillantes que parecían recién acuñadas. Le di las gracias y, debo confesarlo, me sentí muy satisfecho por la materialización pública. Creí que ahí acababa todo. Sin embargo, mientras la mujer abandonaba el estrado para regresar a su asiento, la voz de un hombre entre el público llamó la atención sobre algo que se me había pasado por alto. Gritó: «¡Un nuevo par de monedas!». Había caído en la cuenta de que no se trataba solo de una materialización, sino de un mensaje que reiteraba el tema de la conferencia, “nuevos paradigmas”.1* En este acontecimiento hubo más de 400 testigos. Hace unos años, la misma mujer se me acercó en una conferencia y me dijo quién era. Me contó que había conservado las dos monedas, y las sacó de su monedero para enseñármelas. Aún parecían nuevas y brillantes.
Milagro 2: recibir una curación «imposible» y hablar en hawaiano En la curación chamánica culminada con éxito, los milagros son acontecimientos casi rutinarios cuando los espíritus deciden interceder. Les gusta especialmente ayudar a un chamán que pertenece a su árbol genealógico como descendiente directo, y su servicio es aún mayor si el paciente también ayuda al chamán en algún sentido. Un plus adicional, aunque no necesario, es que el paciente también sea su descendiente.
A principios de los ochenta, tres oculistas diferentes me diagnosticaron degeneración macular. Los tres estuvieron de acuerdo en que la dolencia era irreversible. A finales de los noventa llegaron a la conclusión de que estaba empeorando y no podía hacerse nada. Cuando mi mujer Sandra y yo planeamos unas vacaciones a la Isla Grande de Hawái, una de mis estudiantes me sugirió que visitara a un anciano sacerdote chamán en la costa de Kona, un kahuna espiritual al que conocía, para pedirle ayuda. Parecía una idea perfecta. También sentía curiosidad por conocer al hombre, Lanakila Brandt, que aunque de ascendencia medio alemana, se había convertido completamente a la religión hawaiana y gozaba de la reputación de ser uno de los últimos cinco kahunas auténticos que quedaban en las islas. Lo encontramos en la pequeña comunidad de Capitán Cook, así llamada por encontrarse a pocos kilómetros de la bahía Kealakekua, donde el célebre navegante y explorador británico del siglo XVIII desembarcó en Hawái y donde fue asesinado más tarde. Lanakila accedió generosamente a tratar mi dolencia ocular si yo me sometía a un programa diario diseñado por él. Durante cinco mañanas y tardes, y mientras yo yacía tendido sobre la espalda, él rezaba ante un altar de imágenes de deidades hawaianas tradicionales esculpidas en madera adornada de hojas y flores. No experimenté nada digno de mención hasta la quinta y última tarde, cuando sentí que el espíritu de una persona fallecida entraba en mi conciencia y me mostraba una escena en color. Nosotros (el espíritu y yo nos habíamos fundido) mirábamos una bahía en dirección sur. Tuve la impresión de que se trataba de la bahía Kealakekua y que estábamos en algún punto intermedio de la ascensión al acantilado que la preside. En el agua se perfilaban dos fragatas ancladas. En aquel momento no sabía que
el capitán Cook había llegado en dos barcos, pero pensé: ¡capitán Cook! y me pregunté si el espíritu era el de un marinero británico o el del propio Cook. Luego me planteé si el espíritu era hawaiano. Aún no estaba seguro. Entonces sucedió algo muy extraño: el espíritu empezó a hablarme en un lenguaje que no comprendía. Ni siquiera sabía si era hawaiano, porque las únicas palabras que conocía, como cualquier visitante a las islas, eran «aloha» y «mahalo» (gracias). Sin embargo, el espíritu, que parecía claramente masculino, se repetía sin cesar, insistiendo con la aparente intención de que recordara sus palabras. Poco a poco memoricé el mensaje, con alguna dificultad debido a que tenía que concentrarme en ignorar las oraciones recitadas por Lanakila. Me repetí silenciosamente las palabras mientras yacía boca arriba, con los ojos cerrados, esperando que cuando el ritual concluyera Lanakila me dijera si eran o no hawaiano. En cuanto acabó, anoté las palabras, le expliqué lo que había pasado y las leí en voz alta. Estas eran las palabras: Hele hele aku i ka pono. «Es una buena señal», esbozó una amplia sonrisa. «Has hablado hawaiano. Lo que has dicho es, literalmente: ¡Adelante! ¡Adelante! Adelante hacia todo lo positivo. Tu mensaje significa: “Avanza con toda tu fuerza (con tu vida); todo es positivo, pues estás en el camino correcto”.» Recientemente envié las palabras que me brindó el espíritu, junto a la traducción de Lanakila, a un profesor de hawaiano de la Universidad de Hawái (Hilo) para comprobar la corrección de la frase recibida y su traducción. Respondió: «… el hawaiano es bastante correcto e incluso incluye la partícula direccional, aku». Su única sugerencia fue añadir «una coma después del primer hele». ¡Evidentemente, el espíritu no me habló de coma alguna!2 Pregunté a Lanakila: «¿Cuál es el camino correcto?», porque la frase era nueva para mí.
«Es el camino moral, el camino correcto», respondió y añadió: «Has sido bendecido con ayuda, y tus ojos apreciarán el resultado. Ten presente que la cura puede tardar unos meses». Dicho y hecho, cuando unos meses después me sometí a una revisión mis oculistas no pudieron encontrar prueba alguna de degeneración macular. Esa inversión, dijeron, era imposible, y la única explicación que encontraron era que los diagnósticos previos eran erróneos (¡aunque se habían repetido a lo largo de una década!).3 Unos tres años más tarde descubrí un nuevo libro sobre Fiji (otra cultura isleña del Pacífico), titulado The Straight Path of the Spirit, de Richard Katz. El título me resultó muy llamativo, porque desde el encuentro con Lanakila no había encontrado ninguna mención al «camino correcto» (Straight Path). En el libro de Katz descubrí que las palabras del espíritu guardaban relación con los conocimientos de otros isleños del Pacífico y, además, que el concepto era decisivo en su cultura espiritual.
Milagro 3: hablar en finés Cuando los chamanes se «encarnan» o se funden con un espíritu que ofrece su ayuda, es natural que hablen en la lengua de ese espíritu. Lo notable, como en mi caso como paciente en Hawái, es que las palabras puedan traducirse si está presente alguien que conozca la lengua. He aquí otro ejemplo personal. En uno de mis cursos se invita a los espíritus a fundirse con los participantes para ofrecerles su poder curativo. Al sonido de los tambores, cada participante aguarda con paciencia hasta que un espíritu sanador se une a él y le induce a cantar y danzar para transmitir a otros el poder curativo. Lo hacen uno tras otro.
En esta ocasión, un espíritu propicio se fundió conmigo. Como es habitual, al experimentar su poder curativo, yo («nosotros») empecé a cantar y danzar espontáneamente en el círculo del grupo, mientras de mi labios brotaban palabras incomprensibles y reiteradas incisivamente hasta que mi danza concluyó y pude sentarme. Al final de la sesión, los participantes compartimos la experiencia. Una mujer finlandesa alzó la mano y me preguntó si sabía lo que yo había estado cantando. No tenía ni idea. Me dijo que había cantado en finés y había repetido la frase: «¡Basta de universidad!». Esto provocó un gran estupor y risas en el grupo, pues los estudiantes sabían que hacía poco me había negado a seguir el camino de la vida académica como profesor. Y, evidentemente, no sabía finés.4
Milagro 4: hablar en noruego arcaico Como he explicado anteriormente, lo que parece imposible o milagroso al no chamán es realmente sencillo e incluso rutinario cuando uno sabe que 1) los espíritus existen de verdad, y 2) si los espíritus lo desean, pueden hablar por medio de los chamanes. Mientras dirigía un curso avanzado de iniciación en 2008, pedí un voluntario para una demostración de estas realidades. Amanda Foulger, miembro de nuestra facultad, se ofreció a ello. Le pregunté si conocía las nacionalidades de sus ancestros. Dijo que eran fundamentalmente ingleses, en segundo lugar escoceses y remotamente noruegos. Dado que era californiana, la única lengua que ella conocía era el inglés. A continuación le pedí que entrara en el estado chamánico de consciencia o ECC con ayuda de la percusión reiterada para que se
fusionara con uno de sus ancestros del siglo XVI o una época anterior y que ese ancestro se expresara utilizándola a ella como mediadora. Todo esto ocurrió en presencia de unas 40 personas. Tras unos dos minutos de percusión, Amanda se incorporó y el sonido del tambor se interrumpió. Empezó a hablar en voz alta, balanceando lentamente los brazos hacia adelante y hacia atrás. Una vez concluyó y tomó asiento, los estudiantes la miraron confundidos porque sus palabras parecían completamente ininteligibles. Sin embargo, una estudiante familiarizada con las lenguas escandinavas alzó la mano. Dijo que Amanda había hablado en una forma arcaica de noruego. Además, continuó, el espíritu que hablaba a través de Amanda parecía ir de caza y discutir con un compañero sobre cuál era la dirección correcta. Esto sorprendió a los estudiantes y a la propia Amanda, que no sabía ni una palabra de noruego.5
Milagro 5: una cura que el médico afirmó no ofrecer jamás El siguiente relato fue escrito por Ken Emerson, que participó en un grupo de práctica conocido como «el barco del espíritu». A veces llamada «canoa espiritual» o «balsa espiritual», de una u otra forma esta práctica ha existido desde antiguo entre los pueblos de la Costa Noroeste de Norteamérica, en el noroeste del Amazonas, en Austrialia y en Indonesia. He aquí sus palabras: A principios de 2004 me diagnosticaron deficiencia alfa-1 antitripsina (AAT). La alfa-1 antitripsina se sintetiza en el hígado, y su carencia provoca enfisemas. Por último, el daño recae sobre el hígado y sobreviene la cirrosis. Existe una terapia de sustitución a través de inyecciones intravenosas semanales de proteína AAT. He recibido estas inyecciones desde 2004; no obstante, mi función pulmonar seguía deteriorándose.
En abril de 2011 asistí al taller intensivo de dos semanas de la Fundación con Alicia Gates y Amanda Foulger. Fui elegido como sujeto para el ejercicio del barco espiritual. Al acabar la sesión supe inmediatamente que había recibido una sanación. Mis pulmones estaban despejados, respirar ya no entrañaba dificultades y mi corazón latía con fuerza y regularidad. Al llegar a casa pedí una cita con mi neumólogo. Hizo todas las pruebas, incluyendo una placa pectoral de rayos X, espirometría y análisis de sangre. ¡Los resultados le dejaron tan perplejo que creyó que el equipo había fallado! Repitió las pruebas con idénticos resultados. La prueba de rayos X no mostró signos de enfisema, aunque aún se percibía algún tejido dañado. La lectura de espirometría reveló una función pulmonar a un 82% de lo normal; la lectura previa era del 77%. El nivel de proteína AAT había pasado de 74 a 77 (el nivel normal se sitúa entre 90-200). Mi doctor no pudo explicar las razones médicas de estos cambios drásticos. Como yo sonreía como un niño en la mañana de Navidad, me preguntó qué ocurría. Sin ofrecerle detalles, le conté los resultados de la curación junto a mis espíritus protectores compasivos. Negó con la cabeza y dijo que yo había recibido algo que él jamás podría ofrecer. Interrumpió la terapia de inyecciones intravenosas y programamos una cita de seguimiento para seis meses más tarde. En la siguiente cita se realizaron las mismas pruebas. Estos fueron los resultados: ningún signo de enfisema, funcionamiento pulmonar al 112% de lo normal y nivel de proteína AAT a 80. Realizamos un seguimiento de mi enfermedad cada seis meses. En esta ocasión, al abandonar el despacho, ¡los dos sonreíamos!6
••• En los ejemplos ofrecidos en este capítulo, los espíritus no solo mostraban su existencia, sino que también revelaban su capacidad para sanar y prestar ayuda. Recuerdo un libro popular que se publicó hace unos años y cuyo título era A Course in Miracles. Me he resistido a la tentación de llamar a este capítulo (desde la perspectiva del chamán) «Of Course They’re Miracles!».
3. La búsqueda
Los chamanes son individuos delirantes y probablemente esquizofrénicos, eso fue lo que me enseñaron en la Universidad de California, en Berkeley, cuando era estudiante de antropología, a principios de los años cincuenta. Las pruebas que sustentaban esta tesis eran que los chamanes aseguraban ver y hablar con espíritus e incluso recurrían a ellos para curar a los demás. Sin embargo, puesto que a veces parecían realizar curaciones eficaces, merecían un estudio más profundo desde la perspectiva psicológica. Walter Cline se mostraba muy reacio a aceptar esta perspectiva puramente psicológica respecto a los chamanes. Esta percepción era una herencia de prejuicios occidentales que se remontaban siglos atrás, hasta el escarnio y persecución perpetrados por la Inquisición contra los chamanes, entonces llamados «brujas» y «brujos», nombre con el que, a veces, aún se les conoce en el norte de Finlandia. Los métodos de tortura y ejecución de la Inquisición fueron gradualmente sustituidos por las presiones más sutiles del secularismo que acompañaron el florecimiento de la ciencia en la edad de la «Ilustración» en el siglo XVIII. En ese siglo, uno de los últimos vestigios del chamanismo europeo, los métodos de visualización, aún sobrevivía en la medicina popular bajo el nombre de «viajes del alma». Sin embargo, los eruditos del siglo XVIII declararon que no había pruebas científicas de la existencia del alma. Por
lo tanto, la emergente medicina oficial decretó que la visualización para la curación tenía que ser abandonada por esa razón. La «herejía» del viaje visualizado no regresó a la medicina europea hasta que a finales del siglo XIX Freud pidió a un paciente que se «imaginara» atravesando la campiña en tren y describiera todo lo que veía. La reticencia académica a tomar en serio a las almas, los espíritus y los chamanes continúa hasta hoy.1 Sin haber experimentado los métodos chamánicos, incluso los antropólogos comprensivos han tendido a concebir el chamanismo, no como un conocimiento directo, sino dentro del marco de las concepciones previas o paradigmas occidentales. Aunque tal vez dejaron de ser etnocéntricos, la mayoría de estos estudiosos tendían a considerar a los chamanes a través de las lentes del cognicentrismo: la tendencia a juzgar la validez de las experiencias vividas por otras personas en estados alterados de consciencia sin haber experimentado esos estados en sí mismos.2 Sin una observación participante, estos estudiosos colocaban el chamanismo y a los chamanes en casilleros teóricos de moda de forma poco concluyente. Aunque la «observación participante» fue pregonada en antropología como un método necesario para alcanzar una comprensión correcta de los comportamientos y prácticas nativas, en el caso del chamanismo ningún antropólogo intentó hacerlo antes de la primera mitad del siglo XX. Al mismo tiempo, las hazañas terapéuticas y los increíbles viajes a otros mundos fascinaron y sorprendieron a los eruditos occidentales. En su libro Les fonctions mentales dans les sociétés inférieures, el teórico de salón francés Lucien Lévy-Bruhl propuso que los relatos «nativos» de estas insólitas experiencias eran genuinos, pero que estas personas eran rehenes de una mente pre-racional «primitiva».3 Que esta opinión no ha
desaparecido por completo queda demostrado en el libro más reciente de otro influyente escritor de salón, Julian Jaynes, que teorizó ampliamente sobre la consciencia de los pueblos pre-agrícolas sin investigar la consciencia de los pueblos «pre-agrícolas», cazadores y recolectores que aún existen en el planeta.4 La opinión de Lévy-Bruhl sobre los pueblos tribales y los chamanes tal vez sea relativamente benévola en comparación con las posteriores opiniones expresadas por la comunidad psicoanalítica en el siglo XX, en las que las experiencias de los chamanes tendían a concebirse como «alucinaciones» y a ellos mismos como individuos psicóticos o psicóticos «en remisión parcial».5 De hecho, Weston La Barre, un antropólogo fuertemente influido por la teoría psicoanalítica freudiana, afirmó que virtualmente todas las experiencias místicas, entre ellas el chamanismo, eran manifestaciones de procesos neuróticos o psicóticos.6 Carl Jung se aleja de esta perspectiva y del propio Freud al realizar lo que él mismo denomina «viajes» al mundo inferior,7 y recibir instrucción acerca de la realidad de los espíritus a través del propio Elías, que le dice: «Somos reales, no somos símbolos», y repite: «Puedes llamarnos símbolos… Pero somos tan reales como tus semejantes. No invalidas ni resuelves nada llamándonos símbolos… Somos lo que tú consideras real».8 Sin embargo, es significativo que Jung escribiera secretamente estas palabras en su Libro rojo, que se publicó en 2009, casi un siglo después de su muerte. Sin ninguna duda, la figura más destacada en la rehabilitación académica del chamanismo y en el reconocimiento de su incidencia virtualmente panhumana fue Mircea Eliade, que publicó la primera versión de su clásico El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis en francés en 1951. Eliade propuso que, pese a que las prácticas locales
presentaban sus propias variantes, un elemento clave fundamental era el viaje del chamán a otros mundos en estado de trance («éxtasis»). En su libro, que continúa siendo una sobresaliente obra de referencia en este campo, Eliade sugirió que el chamanismo era el progenitor de todas las religiones y sistemas espirituales, aunque dejó claro que en sí mismo era una metodología, no una religión. No obstante, ni siquiera Eliade fue inmune a la perspectiva que condena a los chamanes como enfermos mentales. En 1951, solo seis años antes de mi primer trabajo de campo en el Amazonas, asumió la postura de que «la mayor parte de los chamanes son (o han sido) psicópatas».9 Así pues, desde la perspectiva «psicológica» de los estudiosos, los chamanes no eran «mentirosos y charlatanes»: ¡sencillamente estaban locos! Los chamanes tuvieron, sin embargo, la suerte de nacer en culturas «delirantes» donde fueron aceptados. Llegaron incluso a emplear su locura para atender a los engaños colectivos del pueblo en el que vivían como chamanes. Estas culturas «delirantes» son, evidentemente, las tribales «primitivas», en contraste con nuestra propia cultura occidental «civilizada», cuyas manifestaciones de presunta cordura incluyen dos guerras mundiales, el Holocausto y otros actos masivos de genocidio, violencia urbana y la acelerada destrucción del ecosistema planetario. Otra cosa que aprendí como estudiante de posgrado en antropología (y no me la enseñó Walter Cline) fue que los investigadores de campo debían mantener una «objetividad» escéptica. En virtud de cierta costumbre paternalista o, en un sentido más práctico, para evitar ofender a sus informantes nativos, el escepticismo de los antropólogos no se mostraba directamente a los pueblos indígenas, sino solo al regresar a la comunidad académica, donde los supuestos de la psicología y la sociología occidental
se utilizaban para explicar lo que «realmente» ocurría en las culturas nativas. Esta actitud un tanto hipócrita se consideraba completamente pertinente. En toda esta cuestión latía implícito el supuesto condescendiente de la superioridad del moderno conocimiento occidental y que la función de los nativos consistía en ser sujetos de estudio y en absoluto posibles maestros para los occidentales. También se me previno contra los peligros de «hacerse nativo» en el campo, algo que podía tentar a las «personalidades inestables». Uno de los ejemplos de etnólogos o antropólogos de la cultura que habían «cruzado la línea» era Frank Cushing, del Departamento de Etnología Americana del Instituto Smithsoniano. Hace un siglo, Cushing dejó de publicar sus trabajos centrados en la religión zuni después de haber sido formalmente iniciado en sus sociedades secretas, privando al mundo occidental de sus descubrimientos. Alcanzó el rango de Primer Jefe de Guerra y se convirtió en motivo de escándalo en la profesión al no «mantener las distancias» e incumplir así con sus obligaciones académicas.10
De la torre de marfil a la selva amazónica Con esta formación académica inicié mi primer trabajo de campo en el Alto Amazonas en 1956-1957. Mi intención era ir más allá de la frontera de la colonización occidental para experimentar la vida en una sociedad tribal americana y nativa aún no conquistada. Llegaba un siglo tarde para disfrutar de esta oportunidad en Norteamérica, por lo que elegí América del Sur, y específicamente a los jíbaros o untsuri shuar del Ecuador oriental, célebres por rechazar a los aspirantes a conquistadores a lo largo de los siglos. Mi responsabilidad y propósito antropológico consistía en elaborar una etnografía exacta o descripción de su cultura total, ya que la
práctica sensacionalista de «reducción de cabezas» había derivado en relatos morbosos, inapropiados y llenos de prejuicios en lo relativo a su vida e ideas.11 En 1956, poco después de establecerme entre los shuar, descubrí a un hombre que vagaba noche y día por la selva, contemplando a los espíritus y dialogando con ellos. Como yo acababa de descender de las altaneras torres de la academia, pensé: ¡Ajá, aquí tenemos uno! Pregunté si se trataba de un chamán. Respondieron: ¡no, es un loco! Aunque lo consideraban demente, no creían que tuviera alucinaciones. Después de todo, en aquella sociedad casi todo el mundo había probado los alucinógenos nativos y sabía que los espíritus eran reales porque los habían visto. Lo juzgaban loco porque era incapaz de desconectar su contacto con los espíritus. No era útil a su pueblo. Sus chamanes, en cambio, elegían conscientemente cuándo interactuar con los espíritus y lo hacían con el propósito definido de ayudar a los demás. Este fue el principio de mi verdadero aprendizaje del chamanismo. Pronto supe que no solo me encontraba en una sociedad de guerreros, sino también de chamanes. Los chamanes se contaban por cientos y sus acciones terapéuticas y otras actividades impregnaban toda la vida. Me resultaban fascinantes. Me presentaron un concepto de la realidad mucho más estimulante que cualquier otra cosa que hubiera conocido anteriormente. En gran medida, ese concepto parecía vinculado al uso de plantas y pociones susceptibles de alterar la consciencia. Tanto los chamanes como los no chamanes utilizaban una gran variedad de alucinógenos, o sustancias psicodélicas, para observar e interactuar con espíritus invisibles en una realidad invisible y alternativa.
Tal vez, ningún otro pueblo indígena en todo el mundo ha recurrido a tan amplia variedad de sustancias psicodélicas. Algunas de ellas, muy suaves, estaban destinadas a los bebés: gracias a ellas, los pequeños entraban en contacto con los espíritus propicios de la realidad oculta; había sustancias para los niños, chicos y chicas; las había para los perros cazadores, a fin de que también ellos gozaran de la protección de los espíritus; había una especialmente para chamanes, y otra para la búsqueda de visión. Si un joven manifestaba un mal comportamiento, sus padres podían obligarlo a tomar un alucinógeno para reformarlo; la idea era que respetaría la autoridad de sus padres si descubría que sabían de qué estaban hablando cuando aludían a los espíritus de la realidad oculta.12 Mi proyecto de tesis, por el que había recibido una beca, no tenía nada que ver con el chamanismo o las sustancias psicodélicas, por lo que centré mi investigación en otros asuntos. Durante mi primer trabajo de campo entre los jíbaros en 1956-1957, los chamanes me ofrecieron la oportunidad de tomar sus plantas y pociones en dos ocasiones. La tentación era grande, pero me contuve, preocupado por sufrir algún tipo de daño cerebral, siquiera mínimo. La mente despejada era el recurso más importante del que disponía para escribir una tesis doctoral solvente. Sin embargo, a medida que transcurría mi estancia, mi orientación espiritual fue alterada sutilmente. Empecé a adoptar conscientemente algunos de los supuestos shuar sobre la realidad, entre ellos la existencia de los espíritus. A partir del incidente al cruzar el río, me resultó evidente la importancia de adquirir poder de los espíritus.13 Ahora solicitaba la protección de espíritus guardianes cuando las constantes enemistades, incursiones, emboscadas y asesinatos de los indios suponían un peligro físico. La presencia de los espíritus me parecía tangible y tranquilizadora, aunque seguían siendo invisibles para mí.
Evidentemente, no comuniqué este ligero vuelco en mi Weltanschauung en las cartas que remitía al comité de la tesis doctoral de mi universidad. De hecho, en ese primer año mantuve la distancia «correcta» como etnógrafo, permaneciendo en la posición de observador y no tanto como partícipe. Al regresar a Estados Unidos un año más tarde, las percepciones espirituales personales que había experimentado en el Ecuador oriental desaparecieron paulatinamente de mi consciencia y adoptaron el cariz de recuerdos difusos. Cuatro años más tarde, en otra expedición al Alto Amazonas para el Museo Americano de Historia Natural, crucé completamente el umbral. En una noche trepidante de 1961, entre los indios conibo del Perú oriental, ingerí una infusión de ayahuasca, la planta psicodélica de los chamanes.14 Los conibo me pidieron que lo hiciera antes de describirme su propia religión y experiencias espirituales. Cooperé, decidido a no repetir el error de no tomar la poción, como hice entre los shuar. Mis experiencias visionarias no solo resultaron extremadamente poderosas, sino que coincidieron increíblemente con las que más tarde me revelaron los propios conibo. Empecé a descubrir que las teorías culturales que me habían enseñado en tanto estudiante de antropología no eran adecuadas para explicar la coherencia de estas experiencias, aparentemente independientes de la cultura. Este descubrimiento cambió radicalmente mi punto de vista occidental sobre la realidad y me inició en una verdadera búsqueda de conocimiento. En mi estancia con los conibo, esta búsqueda adoptó la forma del entrenamiento en sus métodos chamánicos, recurriendo a la ayahuasca y las canciones como catalizadores nocturnos para viajar a reinos sagrados e interactuar con los espíritus. Mi vida se abrió a un entusiasmo y
realización como nunca había conocido, pues descubría y exploraba una nueva realidad alternativa, la realidad de un universo oculto. Con el tiempo, tuve que abandonar a mis amigos conibo para regresar a Estados Unidos y trabajar en Berkeley. También dejé atrás a dos misioneros norteamericanos que habían comunicado a su comité de misiones su negativa a enseñar la Biblia a los indios y su deseo de servir exclusivamente como médicos, pues reconocían que las revelaciones cotidianas de los chamanes eran espiritualmente más creíbles que las viejas historias bíblicas. Se trataba de Dick y Dorothy Kendig, que aparecieron con los seudónimos «Bob y Millie» en La senda del chamán.15 Al salir de la selva me detuve en su misión para despedirme. Dick me contó que había estado en la ciudad fluvial de Pucallpa, donde había conocido a un «beatnik» barbudo de Nueva York que había tomado ayahuasca; era Allen Ginsberg. Lamenté no haberme encontrado con él, pues era el único «gringo», que yo supiera, que había tomado la infusión aparte de mí mismo.16 Me pregunté si sus experiencias se parecerían a las mías. Lo busqué al regresar a San Francisco, pero me dijeron que se había marchado a la India. Pasó algún tiempo antes de que comparáramos nuestras experiencias. En el área de la bahía de San Francisco me vi inesperadamente sumergido en una pequeña pero creciente red de psicólogos aventureros, poetas, músicos, botánicos, químicos y bohemios cuyas experiencias psicodélicas con el LSD, las setas mexicanas, el peyote y la mescalina generaban una gran excitación y controversia. En la cultura occidental surgían personas que empezaban a comprender algo que los chamanes ya sabían. Eran la vanguardia de lo que más tarde sería conocido como los psicodélicos sesenta. Por último, Allen Ginsberg regresó de la India y me dejó asombrado con su pelo largo, pionero en la contracultura americana.
En mis visitas a él y a otros en la calle Gough en San Francisco sentí que había encontrado un segundo hogar fuera de la academia. La mayor parte de aquellos compañeros exploradores de la consciencia y las realidades ocultas a principios de los sesenta eran individuos de una elevada educación, inteligentes, creativos y elocuentes, concentrados en la región de San Francisco; construían un entorno para ellos tal como había hecho la generación beat, inmediatamente anterior. Era fascinante estar con ellos y asistir a la rápida evolución del movimiento New Age. A principios de 1963 impartí una conferencia en Berkeley bajo el auspicio de la Universidad de California: el tema era «Drogas y realidad en el Alto Amazonas». En aquella época, los alucinógenos y sustancias psicodélicas aún no eran un tema académico «peligroso». En la charla expliqué que los shuar (entonces llamados jíbaros) creían que la única realidad verdadera era aquella a la que se accedía mediante la ingestión de la alucinógena ayahuasca, y que la realidad ordinaria cotidiana era, por comparación, un «engaño». Sin yo saberlo, el contenido de la conferencia fue resumido en un boletín informativo que se envió a todos los campus de la universidad. Como resultado de ello, en la reunión anual de la Asociación Antropológica Americana en San Francisco, en noviembre de 1963, se me acercó un caballero fornido, bien vestido y de aspecto latino, se presentó como Carlos Castaneda y dijo ser un estudiante de la Universidad de California. Quería hablar conmigo sobre el contenido de mi conferencia en Berkeley. Me explicó que tenía dificultades para organizar las notas de campo recopiladas en su trabajo con un indio yaqui y mostró interés en la dicotomía de realidades que yo había apuntado en la conferencia. Nos retiramos a un rincón tranquilo a conversar. Descubrí que Carlos era el primer antropólogo por mí conocido que se mostraba entusiasmado
por los reinos en los que yo había penetrado y que parecía compartir mi respeto por el conocimiento indígena vinculado a ellos. Durante las siguientes semanas se desplazó reiteradamente a Berkeley desde Los Ángeles para compartir ideas y experiencias. Nuestras conversaciones ayudaron a desarrollar la utilidad del concepto de dos realidades para la mente occidental. En sus futuras publicaciones, Carlos formalizó la dicotomía en dos términos sencillos, realidad «ordinaria» y realidad «no ordinaria», que yo había asociado, respectivamente, con el «estado ordinario de consciencia» y el «estado chamánico de consciencia».17 Animado al conocer al menos a un antropólogo con quien compartir experiencias relacionadas con el chamanismo y los alucinógenos, sentí el estímulo necesario para volver a visitar a los shuar en otras tres ocasiones.18 Carlos tenía un gran sentido del humor y una impresionante sinceridad. Relató sus maravillosos encuentros con el peyote y el hombre yaqui, un brujo llamado don Juan. Sandra Harner y yo lo animamos a narrarlos. En pocas semanas nos presentó el primer relato escrito. Se trataba de una narración etnográfica tan impresionante y presumiblemente exacta que lo animamos a escribir más. A medida que se sucedían sus visitas y se acumulaban los posibles capítulos resultaba evidente que Carlos había producido un manuscrito con la dimensión de un libro. Le ayudamos a enviarlo a Grove Press en Nueva York, que lo rechazó de inmediato, algo que más tarde su propietario lamentó profundamente, según se dice. Evidentemente, el servicio de publicaciones de la Universidad de California lo publicó en 1968 con el título Las enseñanzas de Don Juan después de muchas dificultades y contratiempos, pero eso es otra historia para contar en otra ocasión. Había
algo evidente, sin embargo: la indiferencia popular de Occidente hacia el conocimiento espiritual y filosófico indígena estaba a punto de cambiar. Un poco antes, tras la publicación en inglés, en 1964, del libro que Eliade consagró al chamanismo en 1951, el interés en la materia creció rápidamente en Estados Unidos, sobre todo en California. Este interés aumentó significativamente gracias al uso generalizado de sustancias psicodélicas como el LSD en los años sesenta. Antes de 1964, pocos de aquellos exploradores psicodélicos sabían que estaban redescubriendo un territorio conocido por los chamanes durante miles de años. No es de sorprender que buscaran un marco de referencia para su experiencia en las conocidas tradiciones espirituales de las civilizaciones orientales, especialmente el hinduismo y el budismo tibetano. Hablaban de «incursiones» más que de «viajes», y pocos de ellos habían oído hablar de los chamanes y sus experiencias. En la misma época en que apareció el libro de Eliade, algo extraño empezó a sucederle a los exploradores psicodélicos «hippies» del distrito Haight-Ashbury de San Francisco. Sus incursiones con LSD y otras sustancias psicoactivas llevaron a muchos de ellos a concluir que eran reencarnaciones de indios norteamericanos fallecidos. En consecuencia, algunos empezaron a exhibir abalorios, piel de reno y plumas. Desde la perspectiva chamánica, probablemente habían vivido la experiencia de fusión con espíritus en el transcurso de sus incursiones, en especial aquellos espíritus que pedían reconocimiento. Entretanto, yo intentaba transmitir mis experiencias con la ayahuasca y otros conocimientos chamánicos a mis compañeros antropólogos de Berkeley. Se esforzaron por interesarse y mostrarse comprensivos, pero pronto advertí que mis experiencias chocaban con su paradigma secular tanto como con el punto de vista religioso de los misioneros.
Abandonando en gran medida mis intentos por comunicar lo inefable, me concentré en los montones de libros de la gran biblioteca universitaria de Berkeley buscando, literal y figuradamente, espíritus afines. Al principio me centré en investigar los testimonios de uso tribal de alucinógenos que hubieran pasado desapercibidos, en especial los poderosos efectos de la ayahuasca, y más tarde de la datura. Mis experiencias con esas sustancias y el uso de otras plantas en la América nativa del Norte, Central y del Sur me hicieron pensar que las experiencias espirituales humanas debieron originarse a partir del uso de plantas psicotrópicas; en otras palabras, que las plantas eran la fuente fundamental de experiencia religiosa y, por lo tanto, de la religión y el chamanismo. Convencido de que el uso e impacto de ambas sustancias no había sido abordado seriamente por los estudiosos del origen de las religiones, me sumergí en la literatura etnológica e intercultural histórica con gran curiosidad y muchas expectativas. Encontré considerables pruebas que demostraban que los chamanes de diversas latitudes habían recurrido a plantas psicodélicas para alcanzar la experiencia de otra realidad. Estas plantas también parecían estar detrás de las historias de «brujas» voladoras, hombres lobo, vampiros y zombis. Incorporé algunos de estos descubrimientos a mi artículo sobre el uso de plantas psicodélicas en la supervivencia del chamanismo (entonces «brujería») en Europa a finales de la Edad Media y durante el Renacimiento.19 El artículo formó parte de mi libro Alucinógenos y chamanismo, esencialmente compuesto por artículos leídos en un simposio de la Asociación Antropológica Americana en 1965. Carlos Castaneda participó en el simposio. Su artículo, a diferencia de los demás, nunca fue publicado. Fue decisión suya.
Otros se vieron simultáneamente involucrados en una investigación similar desencadenada por la experiencia de Gordon Wasson con la «seta mágica» entre los mazatecos en México;20 por las publicaciones de Albert Hofmann, posteriores a su descubrimiento del LSD;21 por los relatos de Aldous Huxley, que abordaban sus experiencias con la mescalina,22 y por la presentación de psilocibina que Timothy Leary hiciera a los estudiantes de Harvard.23 Así pues, a principios y mediados de los años sesenta muchos de nosotros creíamos que «era cosa de las drogas», de ahí que se publicaran varios artículos atribuyendo el origen de la «experiencia religiosa» a la antigua ingestión de plantas psicodélicas.24 La extendida experimentación con LSD durante esos años reforzó la opinión de que una sustancia bioactiva ingerida era la llave «secreta» que explicaba la experiencia chamánica de ingreso en otras realidades. En 1968, los primeros libros de Castaneda se sumaron a la opinión general,25 como había ocurrido con la obra Mushrooms, Russia, and History de Wassons, de 1957, en la que las experiencias visionarias de los chamanes siberianos se atribuían a la ingestión de la seta agárica psicodélica (Amanita muscaria).26 No obstante, como resultado de mi investigación intercultural, al finales de los sesenta yo estaba llegando a la conclusión de que los chamanes integrados en la mayor parte de las culturas indígenas de todo el mundo realizaban su labor sin un consumo apreciable de estas sustancias psicodélicas. Me resultaba de una obviedad incuestionable que, a lo largo y ancho del mundo la percusión, especialmente el tambor, estaba mucho más extendida entre los chamanes indígenas que las sustancias psicodélicas. Sin embargo, era difícil aceptar la posibilidad de que el uso chamánico del tambor pudiera alterar los estados de consciencia.
Admitiendo el poder del tambor Ya en 1948, en Zuni Pueblo, en Nuevo México, me sorprendió el efecto del repetitivo tambor ceremonial en un contexto sagrado; de hecho, tuve una verdadera experiencia religiosa en aquel lugar. A principios de los años cincuenta, me expuse a los efectos de los cascabeles mohave y cahuilla, y de los tambores de pie en las ceremonias sagradas «circulares» del Norte de California.27 Más tarde, en los años sesenta, descubrí que la percusión era utilizada en un contexto específico de sanación chamánica entre los salish costeros del estrecho de Puget en el Oeste del estado de Washington, aunque no se practicaba el viaje espiritual. Progresivamente, mis lecturas interculturales sobre chamanismo me obligaron a concluir que en la mayoría de las culturas del mundo los chamanes no ingerían plantas psicotrópicas para alterar su consciencia. En los sesenta compré un tambor doble estilo Pueblo y decidí experimentar con él a fin de inducir viajes a otras realidades. Para mi sorpresa, descubrí que la percusión firme y reiterada alteraba inmediatamente mi conciencia. ¡Podía realizar viajes chamánicos sin sustancias psicodélicas! No debería haberme sorprendido, sin embargo. Como es habitual, los chamanes sabían lo que hacían, y se beneficiaban de miles de años de experimentación. En una fase temprana de mis experimentos descubrí que un redoble firme y monótono de unas 205 a 220 percusiones por minuto era lo más eficaz para inducir el viaje. En aquella época, no disponía de información que me confirmara si esa era la misma frecuencia utilizada por los chamanes de Siberia en sus propios viajes. Unos años más tarde, me pasaron una grabación pirata de una percusión chamánica siberiana procedente de la Unión Soviética, donde el chamanismo era ilegal. (Véase
lámina 2.) Me entusiasmó comprobar que su redoble registraba la misma frecuencia que el mío. Pasados unos años, en mi primera visita a la Unión Soviética en 1984, Yuri Simchenko, etnógrafo ruso que había invertido 28 temporadas de trabajo de campo en Siberia, me contó que los verdaderos chamanes siberianos normalmente solo usaban el tambor para alterar su estado de consciencia, en lugar de la seta psicoactiva Amanita muscaria. La seta, me informó Simchenko, era el recurso fundamental de los no chamanes que no habían logrado viajar solo con el tambor. También me dijo que normalmente es difícil mantener la disciplina necesaria para la tarea chamánica cuando el espíritu de la Amanita se apodera del cuerpo. Se sabe que los chukchi de Siberia oriental a veces ingieren amanitas. Sin embargo, en 1907 el gran etnólogo ruso Waldemar Bogoras escribió en su clásico sobre los chukchi: «El único medio empleado por los chamanes chukchi, tanto neófitos como experimentados, para la comunicación con los “espíritus” es el canto y el redoble de tambor».28 Cuando los chamanes siberianos empiezan a tocar el tambor en la primera etapa de su viaje, se trata de un ritmo firme y monótono que tiende a ser sustituido por una frecuencia percusiva más irregular cuando el chamán se funde con espíritus específicos en su viaje y participa en aventuras en la realidad no ordinaria.29 Muy pronto llegué a la conclusión de que el sonido de percusión monótono, o «inmersión auditiva (o “sónica”)»,30 en conjunción con los métodos chamánicos, podía brindar resultados comparables en muchos sentidos a los obtenidos con las sustancias psicodélicas. Por ejemplo, las sanaciones chamánicas de extracción basadas en la ayahuasca, con las que me familiaricé en el Amazonas, eran igualmente practicadas por los pueblos indios de la Costa Oeste de Norteamérica solo con la inmersión
auditiva, recurriendo a «claquetas» de madera y báculos en el Norte de California,31 o mediante la percusión, como en el área del estrecho de Puget, o a través del uso reiterado de campanillas, como ocurre entre los indios shakers de Oregón y Washington.32 Esta conclusión constituyó un descubrimiento personal fundamental, ya que significaba que las experiencias espirituales chamánicas no podían desestimarse como producto del efecto de las drogas. En realidad, las implicaciones eran enormes, pues sugerían que la percusión y las drogas eran puertas diferentes para entrar en los idénticos reinos espirituales. Respecto al viaje chamánico a otros mundos, en la Norteamérica occidental aún no había encontrado a nadie que utilizara el tambor u otro instrumento auditivo para este propósito. Más tarde supe que algunos pueblos atapascas canadienses usaban la percusión para la ascensión chamánica.33 A lo largo y ancho del mundo, parecía que el vehículo más común para el viaje del chamán era la inmersión auditiva en forma de sonido percusivo simple y monótono. Aunque era normalmente producido por el tambor, en algunos lugares se recurría a otros instrumentos de percusión, como las baquetas utilizadas por la mayoría de los pueblos aborígenes de Australia. En el sudeste asiático, los chamanes suelen usar gongs y brazaletes de metal en lugar de tambores. En algunas regiones del mundo, como ocurre en algunas zonas de Norteamérica, México, Sudamérica y Siberia,34 se utilizan las sonajas para crear sonidos percusivos monótonos, a veces en conjunción con la ingestión de una sustancia psicodélica suave como el peyote, o rapé de Piptadenia psicoactivo y ciertas variedades de tabaco.35 Era evidente que en el chamanismo la inmersión auditiva adoptaba muchas formas, además del uso del tambor.
Una de estas formas era el arco musical, o su pariente de metal, el birimbao: ambos producen un sonido percusivo vibrante y repetitivo. Los actuales chamanes de Mongolia y Siberia prefieren el birimbao, y los shuar del Alto Amazonas aún utilizan el arco musical (véase lámina 3a). La cuerda de fibra del arco musical se pulsa en la boca abierta del chamán, que sirve como caja de resonancia para el sonido percusivo del arco. A menudo, el arco musical es prácticamente inaudible para los demás, pero su percusión reiterada resuena en el interior y permite al chamán shuar alterar su consciencia. Los arqueólogos reconocen a una figura semihumana, supuestamente un chamán fusionado con un espíritu bisonte, tocando el arco musical en las pinturas rupestres de la célebre cueva del paleolítico superior de Les Trois Frères en Francia (véase lámina 3b). Si la pintura representa lo que un chamán hacía dentro de una cueva, el silencioso arco musical puede haber sido una buena opción comparado con el tambor, a fin de evitar el desprendimiento de rocas del techo. Mi descubrimiento personal de la eficacia de la percusión en el viaje chamánico era, evidentemente, un redescubrimiento de lo que los chamanes han sabido desde hace milenios. Por ejemplo, el tambor recibe el nombre de «caballo chamán» en el pueblo soyot en Tuva, en la frontera sur de Siberia, debido a su habilidad para ayudar a los chamanes a volar a los Mundos Superior e Inferior:36 el redoble del tambor se asemeja al sonido de los cascos de caballo.37 La percusión no solo ayuda al viaje chamánico, sino que también estimula las experiencias visionarias. Así pues, el pueblo sami («lapones») de la Escandinavia septentrional llama literalmente al tambor «la cosa de la que brotan imágenes» (gåvadas).38 Empecé a llamar al estado alterado que acompaña al redoble (y también a las sustancias psicodélicas) estado chamánico de consciencia (ECC). No se trata de un estado alterado de consciencia ingenuo, sino de un estado
que incluye el conocimiento de la disciplina y propósito chamánicos, como aquel que resulta imprescindible para ayudar y sanar a los demás. El ECC presenta diferentes intensidades, desde la más ligera a la más profunda, y puede tener efectos diversos, especialmente si se utiliza un alucinógeno poderoso y adecuadamente preparado, como la ayahuasca (yagé).39 Desde la perspectiva chamánica, los espíritus de estas plantas no solo tienen poder, sino que también poseen sus propias personalidades y mensajes, que inciden significativamente en la naturaleza de la experiencia. En muchos sentidos, la inmersión auditiva no implica esas influencias. En los años setenta, al buscar la literatura científica que explicara los efectos mentales de la percusión solo encontré tres publicaciones significativas en inglés. Esto resultó a un tiempo sorprendente y decepcionante, ya que en el mundo occidental, como todos sabemos, el tambor sigue usándose con vistas a alterar el propio estado de consciencia para el entretenimiento y la diversión, las procesiones de duelo y las marchas militares. Tal vez la percusión ha formado parte de nuestras vidas hasta el punto de faltarnos la distancia psicológica para preguntarnos el porqué. Dos de las tres publicaciones eran obra de Andrew Neher, que a principios de los años sesenta fue pionero en el estudio científico de los efectos de la percusión en los patrones de las ondas cerebrales. Como resultado de su investigación de laboratorio, concluyó que la percusión produce cambios inusuales en el sistema nervioso central. Lo llamó «inmersión auditiva»,40 a la que yo doy el nombre alternativo de «inmersión sónica». Señaló dos factores especialmente importantes: 1) un redoble de tambor contiene muchas frecuencias y, por lo tanto, estimula simultáneamente diversas regiones sensoriales y motoras a nivel cerebral,
y 2) un redoble de tambor está fundamentalmente compuesto por frecuencias bajas y, por lo tanto, puede sonar con gran intensidad y desencadenar una gran energía sin causar el dolor y el daño que resultaría de sonidos de alta frecuencia de similar amplitud. Neher también propuso una conexión con la experiencia ceremonial y religiosa.41 La tercera publicación era obra de un psiquiatra, Wolfgang Jilek, que había estudiado los efectos terapéuticos de las danzas espirituales chamánicas de los indios salish de Washington y la Columbia británica. Junto a un colega, descubrió que los tambores de piel de ciervo de los salish sostenían de cuatro a siete redobles por segundo durante los procedimientos de iniciación chamánica. Señaló que esto se incluía en el registro de frecuencia de la onda theta en el electroencefalograma, registro «que resulta muy eficaz en la producción de estados de trance».42 Era una velocidad superior al tempo que me había parecido eficaz para los viajes a otras realidades, pero ambas prácticas compartían un redoble intenso y monótono. A pesar del trabajo de Neher y Jilek, el efecto de la percusión en la alteración del estado de consciencia continúa siendo objeto de controversia entre los estudiosos, y últimamente se ha puesto de moda criticar los hallazgos de Neher, como ha hecho Gilbert Rouget, cuya postura ha sido criticada a su vez por Gabe Turow.43 La nueva investigación científica de Melinda Maxfield y Sandra Harner apoya la idea de que la percusión chamánica desencadena significativos efectos psicológicos y fisiológicos.44 En cualquier caso, las personas interesadas en practicar el chamanismo no necesitan esperar el resultado de los debates académicos y la investigación científica. Solo tienen que escuchar la percusión chamánica en sus viajes para descubrir su importancia por sí mismos. La eficacia de
la inmersión auditiva o sónica para acceder a otras realidades fue solo uno de los innumerables descubrimientos realizados por los chamanes y otros indígenas. Más tarde volveremos sobre el uso de la percusión en el viaje chamánico.
Inmersión sónico-optica Si el chamán se mueve libremente, a veces se utiliza otro tipo de herramienta en el viaje chamánico; es lo que llamo la cortina ocular siberiana. Se trata de una corona o tocado con flecos que cubren los ojos de los chamanes de Siberia y zonas adyacentes y les permiten contemplar ambas realidades simultáneamente. Cuando se sumergen en su tarea, los chamanes que visten estas cortinas oculares balancean la cabeza a la izquierda y a la derecha, provocando así que la oscuridad interrumpa constantemente las percepciones de la realidad ordinaria. Estas interrupciones de la visión refuerzan las interrupciones regulares del silencio producidas por la percusión, tal como descubrí. Así como la percusión chamánica produce la conocida inmersión auditiva, especialmente para el viaje a otras realidades, los fluctuantes flecos de la cortina ocular parecen constituir una suerte de inmersión óptica complementaria. Las dos juntas derivan en lo que podríamos llamar inmersión «auditiva-óptica» o, por economía silábica, «sónica-óptica». Los redobles y oscilaciones de los flecos de la cortina ocular «rompen» la realidad ordinaria, lo que ayuda a los chamanes a alcanzar otros mundos. (Véase lámina 4.) Sin embargo, para que esto funcione la luz externa ha de ser tenue, a fin de que no interfiera con la imaginería visual que alcanza al chamán.
Chamanismo esencial Tras décadas de experimentación práctica, investigación intercultural y trabajo de campo, he logrado tamizar progresivamente los principios y prácticas comunes, universales y cuasi universales subyacentes al chamanismo. En especial, en los años setenta desarrollé métodos para practicar
y enseñar
estos
principios, refinándolos
y
avanzando
constantemente. En parte, esta labor se llevó a cabo en el desarrollo de mi práctica privada de sanación y adivinación chamánica, y en parte se realizó como respuesta a personas que me pedían instrucción en los métodos del chamán. Estos principios transculturales subyacentes de la práctica chamánica ofrecen la base para lo que he denominado chamanismo esencial. Como señalé en la Introducción, el chamanismo esencial se fundamenta en los aspectos comunes, universales y cuasi universales del chamanismo, junto a viajes a otros mundos, aspecto distintivo de esta práctica. Para la mayoría de los occidentales, aprender y practicar el chamanismo esencial, incluyendo el viaje chamánico, es una perspectiva mucho más productiva que imitar las prácticas del chamán en una cultura única, porque cada cultura posee su propio simbolismo, mitología y elaboraciones conceptuales.
Si
no
es
tu
propia
cultura,
esas
elaboraciones,
especificidades y significados no serán apropiados para la persona como sí lo son para ese pueblo indígena. De acuerdo con esto, la antropóloga Joan Townsend distinguió cuidadosamente entre chamanismo esencial y neochamanismo.45 Para más información, véase «Principales conceptos del chamanismo esencial» en Apéndice D. El hambre que muchos occidentales parecen tener por estos antiguos caminos espirituales es notable. En respuesta a estas peticiones, empecé a
enseñar chamanismo esencial para su uso práctico a occidentales, impartiendo talleres a mediados y finales de los años setenta en Europa y Estados Unidos. Me centré especialmente en el viaje chamánico a través de la percusión, que me parece de vital importancia a la hora de iniciar a los occidentales en la práctica del contacto con los espíritus, el ingrediente esencial en el chamanismo y la curación chamánica. Poco a poco se incrementó la frecuencia, complejidad y amplitud de los talleres. A fin de satisfacer la demanda, durante las últimas tres décadas he recibido la ayuda de antiguos estudiantes invitados a formar parte de la facultad de la Fundación de Estudios Chamánicos, una organización sin ánimo de lucro fundada para preservar, estudiar y enseñar el chamanismo y la sanación chamánica en todo el mundo. Ofrecidas hoy por la facultad internacional de la Fundación de Estudios Chamánicos, las enseñanzas cubren muchas prácticas chamánicas además del viaje espiritual, entre ellas: la recuperación de los animales de poder, la sanación por extracción, la recuperación del alma, la adivinación, la labor de los psicopompos, la desposesión, y otras muchas iniciaciones chamánicas avanzadas que incluyen otras muchas prácticas. Todas ellas se enseñan en el marco del chamanismo esencial.
4. Nuestro mundo: chamanes y espíritus
De un
Cierra los ojos, así encontrarás el camino. mito indio puyallup1
A partir de pruebas arqueológicas y derivadas de la etnología comparada, muchos expertos creen que el chamanismo se remonta al menos 30.000 años en el pasado, y posiblemente es aún más antiguo. Sin lugar a dudas, es el sistema de sanación más antiguo a través de la decidida integración de lo mental, lo emocional y las capacidades espirituales. Aunque la palabra «chamán» procede de los pueblos de habla tungusa de Siberia y norte de China, la universal similitud de las prácticas básicas indujo a los antropólogos a aplicar el término de un modo generalizado. Hasta el siglo veinte, el chamanismo era practicado en todos los continentes habitados por los pueblos indígenas, entre ellos por poblaciones tan distantes como los sami (antiguos «lapones») de la Europa más septentrional, los aborígenes de Australia, los kung del África meridional y los pueblos indígenas de América del Norte y del Sur. Sin embargo, debido a factores como la introducción de enfermedades, guerras, persecuciones y actividades misioneras, el número de chamanes indígenas se ha reducido drásticamente en los últimos cinco siglos, junto a
la radical erosión del conocimiento chamánico de sus culturas. En las últimas décadas, esta situación ha empezado a cambiar.
Chamanes Las definiciones suelen ser objeto de controversia, en especial en el caso de los chamanes y el chamanismo. Ahora ofreceré lo que me ha resultado personalmente útil en mi trabajo con chamanes y con el chamanismo a largo de medio siglo. Las siguientes palabras no pretenden satisfacer a todo el mundo, ni siquiera a la mayoría; su intención es transmitir el contenido de este libro. Aunque el trabajo de los chamanes abarca prácticamente toda la gama de prácticas espirituales conocidas, el chamanismo se caracteriza universalmente por un cambio deliberado en la consciencia (el «éxtasis» de Eliade) para comprometerse en una voluntaria interacción con los espíritus. Su rasgo más distintivo, aunque no universal, es el viaje no físico a otros mundos.2 Hay que señalar que en algunas sociedades indígenas hay chamanes que no viajan en absoluto, y otros que solo lo hacen en el Mundo Intermedio o, si avanzan más allá, no recorren por igual el Mundo Superior y el Inferior; algo que todos comparten en la interacción disciplinada con espíritus en la realidad no ordinaria para ayudar y curar a los demás. Tanto si viajan a otras realidades como si no lo hacen, los chamanes dependen de la asistencia de sus entidades tutelares o espíritus auxiliares, con los que interactúan en el estado alterado de consciencia al que se accede universalmente con ayuda de la inmersión auditiva (o sónica). Y tanto en los escenarios tradicionales como en la sociedad contemporánea, los chamanes trabajan en un marco holístico. Abordan el aspecto espiritual
de la enfermedad en una relación complementaria con el tratamiento no espiritual de la enfermedad y las heridas. Hay que distinguir a los chamanes de los hechiceros puesto que el trabajo sanador de los chamanes es muy distinto al de la hechicería; tema que se abordará más adelante. Las dos realidades Un supuesto básico del chamanismo afirma que hay dos realidades y que la percepción de cada una de ellas depende de nuestro estado de consciencia. Este supuesto es explícito en el chamanismo esencial, pero normalmente es implícito en el chamanismo indígena, en el que no suele existir mucho interés en distinguir meridianamente entre realidades. De hecho, algunos chamanes indígenas que he conocido parecen disfrutar de los dramas y pasiones que surgen de la confusión entre realidades. Los chamanes acceden a otra realidad fundamentalmente para trabajar con espíritus auxiliares y curar, realizar adivinaciones y cumplir otras tareas para sus pacientes y clientes. Se accede a esa otra realidad mediante el estado chamánico de conciencia (ECC), como he descrito en La senda del chamán.3 El ECC puede ser ligero o profundo y normalmente se ingresa en él con la ayuda de la inmersión auditiva. Quienes mantienen el estado ordinario de consciencia (EOC) perciben la realidad ordinaria (RO); quienes se encuentran en el ECC pueden ingresar y percibir la realidad no ordinaria (RNO). Ambos estados reciben el nombre de realidades porque cada uno puede experimentarse empíricamente y atesora sus propias formas de conocimiento y relevancia para la existencia humana. La RNO no es una realidad consensuada, y si así lo fuera, quienes practican el chamanismo carecerían de función alguna, pues su
responsabilidad es percibir lo que otros no alcanzan a ver. Uno de los rasgos distintivos de quien ejerce el chamanismo es la capacidad para desplazarse entre estas realidades con disciplina y voluntad a fin de sanar y ayudar a los demás. «Ver» en el chamanismo «Ver» constituye un aspecto importante del chamanismo y del viaje chamánico. Como observa Eliade: «“Ver” un espíritu […] es una señal cierta de que de algún modo uno ha obtenido un “estado espiritual”, es decir, que se ha trascendido el estado profano de la humanidad».4 La palabra inglesa «vidente» (seer) puede referirse a los antiguos chamanes europeos (see-ers). De un modo semejante, los indios matsigenka del Alto Amazonas llaman al chamán «aquel que ve».5 Al mismo tiempo, en el chamanismo «ver» es algo más que visualizar, pues se aplica a percibir con todos los sentidos, incluyendo el oído, el tacto, el olfato y el gusto. Los chamanes se diferencian de quienes creen en los espíritus porque saben por experiencia directa que los espíritus existen. Ven los espíritus, los tocan, los oyen, los huelen y conversan con ellos. Esta es la razón por la que en muchas sociedades tribales de todo el mundo el chamán no solo es «aquel que ve», sino también «aquel que conoce» o una «persona de conocimiento». Los chamanes creen en la existencia de los espíritus como usted puede creer en la de su familia, amigos y conocidos. Usted sabe que todos ellos existen porque habla e interactúa con ellos diariamente. Del mismo modo, los chamanes saben que los espíritus existen porque interactúan con ellos diariamente, o mejor dicho, nocturnamente, porque suele ser más fácil ver a los espíritus en la oscuridad. La oscuridad es un recurso importante para identificar a los espíritus, porque elimina la
posibilidad de confundirlos con las imágenes ordinarias de la realidad diurna. El conocido concepto del «tercer ojo» de las prácticas espirituales orientales aflora por doquier. No es infrecuente, por ejemplo, que los aborígenes australianos lo conozcan como «el ojo poderoso», situado en el centro de la frente. A veces se recurre a un cristal de cuarzo, destacada piedra en el chamanismo universal, que se presiona sobre ese centro para ayudar a ver con claridad al chamán neófito.6 En épocas antiguas, un chamán paviotso norteamericano podía llevar un cristal de cuarzo en una búsqueda de poder en una caverna, tal como describimos en el capítulo 1, para más tarde poder «ver a través de todas las cosas».7 La visión de los chamanes no se limita a percibir en la oscuridad, sino que normalmente también se aplica a ver a través de los objetos que en la realidad ordinaria parecen opacos a la mayoría de las personas. En la sanación por extracción chamánica, se percibe la dolencia en el interior del enfermo.8 El poder de «ver a través de las cosas» es un elemento fundamental de la experiencia chamánica. Este poder ofrece su propia luz para penetrar en la oscuridad y la materia, como señala Knud Rasmussen a propósito de los esquimales iglulik: La primera vez que un joven chamán experimenta esta luz, sentado en su banco [en el iglú a oscuras] e invocando a los espíritus protectores, es como si el hogar en el que se encuentra de pronto desapareciera; ve a los lejos, a través de las montañas, exactamente como si la Tierra fuera una gran llanura y sus ojos pudieran alcanzar el último confín. Ya nada se le oculta.9
En el chamanismo, «ver» también implica ver con el corazón o saber en el corazón que lo que estás viendo es cierto. Esta certeza emocional es fundamental en la experiencia de revelación directa y constituye uno de los aspectos que normalmente caracterizan a la visón chamánica.
En 1968 conversaba sobre las visiones chamánicas con el etnólogo francés Jacques Lemoine, especialista en el chamanismo de los pueblos hmong de Laos. Aunque se trata de un notable trabajador de campo, nunca había preguntado a los chamanes si veían imágenes, porque ya le habían dicho que «veían con el corazón». Por lo tanto, había asumido que no existía percepción visual alguna. Le animé a entrevistar en profundidad a uno de sus amigos chamanes hmong. Evidentemente, pocos meses más tarde contó que, en efecto, veían imágenes con los ojos cerrados y cubiertos, en sus viajes y otras tareas, y que decían ver con el corazón porque la certeza emocional formaba parte de sus revelaciones directas. Esta certeza emocional también es necesaria para tener éxito en la curación chamánica occidental. ¿Los chamanes nacen o se hacen? Para los occidentales es fácil asumir que los chamanes ejercen su profesión a tiempo completo. Sin embargo, la mayor parte del tiempo lo ocupan haciendo trabajos como cultivar y cazar, recoger y procesar alimentos y criar a los hijos. Por las noches, y bajo petición, viajan a otras realidades y ejercitan otras tareas chamánicas de una forma controlada y disciplinada. Su trabajo espiritual en un estado alterado de consciencia es muy intenso. Ni siquiera es posible comer mientras se prepara la comida. Por lo tanto, es inconcebible que alguien pueda trabajar en ese estado alterado de consciencia de un modo regular. Los chamanes cumplen su labor a tiempo parcial. Las personas llegan a dedicarse a esta actividad por caminos muy diversos. En Siberia, por ejemplo, los chamanes heredan el poder y el conocimiento de sus familias.10 En Siberia y en la América del Sur nativa, las personas pueden sufrir una enfermedad grave, como la viruela, y
recuperarse milagrosamente cuando lo que se esperaba era su muerte.11 O tal vez el individuo sobrevive a un extraño accidente, como la caída de un rayo. Cuando algo así sucede, la comunidad decide que un poder curativo ha acudido en ayuda de la persona. A veces se pide a la persona bendecida con el poder que ayude a curar a otros enfermos. La persona recuperada, aunque insegura en cuanto a sus capacidades, no puede negarse a ayudar a amigos y familiares enfermos. Si su intervención se ve coronada con el éxito, ha nacido un chamán. En algunas sociedades indígenas se observa a los niños para detectar si mantienen un contacto directo con los reinos espirituales, como cuando cantan espontáneamente una canción que en apariencia han recibido de los espíritus, como ocurre entre los pomo de la California nativa. Si se manifiestan estas señales, los poderes curativos de los niños han de ser comprobados por los adultos.12 Sin embargo, incluso en esos casos el niño rara vez es reconocido como un chamán de pleno derecho hasta la edad adulta. Los practicantes del chamanismo en todo el mundo han sido siempre adultos maduros, normalmente con sus propios hijos. En ciertas culturas era bastante común pagar a un reconocido chamán para recibir su enseñanza. Por ejemplo, los chamanes esquimales de la Groenlandia oriental tenían muchos profesores remunerados.13 Entre los shuar del Ecuador oriental, la única forma conocida de convertirse en chamán era comprar el poder, en forma de ayudantes espirituales, de otro chamán.14 El modo de pago usual en los años cincuenta era el shuar kuit, u «objetos de valor indios». Para remunerar a un conocido chamán por un período de instrucción y transmisión de poder de una semana, un hombre se pasaba dos o tres años acumulando tocados de plumas, cerbatanas, veneno de curare para los dardos, tal vez un perro de caza e incluso un trabuco. En la actualidad, el chamanismo sigue muy implantado entre los
shuar, pero su pago suele hacerse con grandes cantidades de moneda ecuatoriana. También hay otros caminos para llegar a ser chamán. En la tribu conibo del Perú oriental, por ejemplo, el neófito, guiado por un chamán, será instruido por el espíritu de un enorme árbol sagrado (la ceiba).15 En los viejos tiempos, entre los inuit del Ártico, uno de los caminos más valorados para convertirse en chamán consistía en que los espíritus iniciaran al individuo, sometido a un extremado aislamiento y sufrimiento. Para lograrlo, el aprendiz, bajo la supervisión de un chamán, pasaba días solo en un iglú minúsculo en pleno invierno sin calor, luz, alimentos y con muy poca agua, hasta que los espíritus traían la iluminación y el poder curativo.16 Tal vez uno de los caminos más misteriosos y característicos para convertirse en chamán sea experimentar el desmembramiento del propio cuerpo en un estado alterado de consciencia. Los relatos de este tipo de experiencia iniciática son relativamente comunes entre las tribus siberianas y los pueblos aborígenes australianos. Más adelante examinaremos esta importante experiencia chamánica y su significado (véase capítulo 11). Aunque hay muchas formas de convertirse en chamán, cómo llegar a serlo no es tan importante como la fuerza de los espíritus auxiliares que ayudan a la persona. En otras palabras, el elemento principal no es si uno paga a un chamán, como entre los shuar, o si el individuo casi muere de inanición y prácticamente se congela en la oscuridad aislada en el hielo, como entre los inuit en los días anteriores a las misiones. La cuestión se puede exponer con mucha sencillez: el trabajo chamánico de cada cual, ¿produce resultados exitosos en quienes solicitan ayuda? Si esos resultados llegan, importa poco la instrucción recibida, o si uno ha
recibido instrucción en un sentido formal, pues el pueblo lo reconocerá como un chamán. Los chamanes se conocen por sus obras, y el juicio último lo establecen aquellos en cuyo beneficio trabajan, ofreciéndoles sanación, adivinación y otros propósitos. Chamanes, sacerdotes y chamanes-sacerdotes Hay que distinguir a los chamanes de los sacerdotes. Tanto en las tribus como en las principales civilizaciones, los sacerdotes gestionan ceremonias que implican liturgias y rituales tradicionales que han de cumplirse de una forma específica, centrándose en las oraciones a los espíritus y dioses. El ideal es llevar a cabo el ritual público a la perfección, sin la mínima desviación en la oración o las ofrendas. Estos rituales pueden ser hermosos y emocionalmente conmovedores, pero no son chamánicos. Aunque los chamanes pueden orar y hacer ofrendas, el chamanismo es una actividad de revelación en la que el individuo accede a otra realidad. Evidentemente, hay culturas en los que una misma persona ejerce funciones chamánicas y sacerdotales. Se trata de los chamanes-sacerdotes. Los mara’akame de los indios huichol del noroeste de México son un ejemplo de tales individuos. Para convertirse en un mara’akame hay que pasar años aprendiendo las liturgias sacerdotales a la perfección, como hacen los sacerdotes en otras tradiciones. Al mismo tiempo, el mara’akame aprende a alterar su consciencia y a viajar a otros planos de realidad con ayuda de los alucinógenos nativos, normalmente el peyote o la datura. Algunos mara’akame son más sacerdotes que chamanes, y otros más chamanes que sacerdotes, pero pueden ejercer ambas funciones. Los curanderos y curanderas de las tribus de las Llanuras en la Norteamérica nativa también pueden ser considerados chamanes-
sacerdotes. Aprenden a interactuar directamente con los espíritus, no pocas veces en la oscuridad, a través de la búsqueda de visión, la casa de la purificación y otros rituales y prácticas que alteran la consciencia. Además, aprenden minuciosos rituales y oraciones tradicionales a fin de honrar a los espíritus reconocidos por su sociedad. Normalmente, esto exige años de aprendizaje para su correcta representación. Así pues, la revelación directa es simultáneamente equilibrada con el liderazgo ceremonial en un ritual. Que un curandero o curandera específicos sean técnicamente definidos como chamanes depende en gran medida de su interacción directa con los espíritus y, en parte, atiende a si viajan en un estado alterado de consciencia. Entre los pueblos de las Grandes Llanuras, estos viajes son a menudo sutiles y no pueden ser reconocidos por un extraño; normalmente se realizan en el Mundo Intermedio. En el caso de un curandero específico, a un extraño le llevaría años descubrir si esa persona viaja y, de hacerlo, si a veces se aventura más allá del Mundo Intermedio. Mi intención al distinguir entre sacerdotes indígenas y chamanes no es establecer comparaciones odiosas, pues el trabajo realizado por cada uno posee su propio valor tradicional para la comunidad. Las diferencias, sin embargo, han de ser tenidas en cuenta, porque resultaría confuso y engañoso oscurecer el sentido de la palabra «chamán». Chamanes y médiums Hay muchas prácticas chamánicas especializadas. El mediumnismo (o «canalización») es un ejemplo significativo. En él, un espíritu propicio (o «guía») llega hasta el médium, que tras ingresar en un estado alterado de consciencia y renunciar al control, se encarna voluntariamente en él. Los chamanes también realizan esta actividad en diverso grado, en función de
las necesidades de la situación. En el chamanismo, esta actividad recibe diversos nombres, tales como posesión voluntaria, fusión, unión o encarnación. En el chamanismo indígena, el espíritu que se fusiona con el chamán suele considerarse un dios, una diosa o un ancestro. En contraste con mi postura en décadas pasadas, ahora reconozco el mediumnismo como un aspecto importante de la práctica chamánica. Sin embargo, si un médium no realiza ninguna otra tarea chamánica, apenas puede considerársele un chamán de pleno derecho. Nos viene a la mente el mediumnismo británico del siglo
XIX,
tal como ha sido estudiado y
descrito por Alfred Russel Wallace.17 Los chamanes de pleno derecho pueden invitar a un espíritu propicio a expresarse a través de ellos y responder a diversas preguntas, pero la fusión suele hacerse para que el chamán adquiera el poder necesario con el que curar a los demás. El viaje de los chamanes para visitar otros mundos lo diferencia del mediumnismo. Los espíritus que ayudan a los chamanes en sus viajes no reciben el nombre de «guías», porque se trata de un término mediúmnico que en el chamanismo puede confundirse con los animales espirituales que simplemente guían al individuo en el viaje chamánico. Si se ha sumergido profundamente en un estado alterado de consciencia, el chamán plenamente fusionado, aquí, en el Mundo Intermedio, puede ser relativamente inconsciente de lo que el espíritu encarnado pretende hacer o comunicar a través de él. En cambio, el chamán que viaja a otras realidades es muy consciente de lo que sucede (excepto en un método sami reconstruido) y procura recordar todos los detalles posibles de la experiencia de su viaje. Por lo tanto, normalmente el chamán puede narrar a los demás lo que ha acontecido en el mundo de los espíritus; en cambio, un chamán que se ha «apartado» conscientemente para facilitar la
comunicación mediúmnica a menudo sale del estado alterado de consciencia con recuerdos limitados, si acaso conserva alguno. Aunque el viaje chamánico se considera el elemento más distintivo del chamanismo, la mayoría de los chamanes experimentados incluyen el mediumnismo, la posesión voluntaria, la fusión y la encarnación en su práctica cotidiana; estas actividades pueden ser decisivas en su trabajo. Esto es especialmente cierto cuando los chamanes traen a un espíritu protector para sanar a un paciente o responder a determinadas preguntas. El concepto de dos realidades es útil para comprender la sutil distinción entre «fusión» y «encarnación». En la realidad no ordinaria, el espíritu o alma del chamán se vincula o fusiona con otro espíritu en otro mundo, sin implicar al cuerpo del chamán, que permanece en el Mundo Intermedio. Aquí no hay «encarnación». Sin embargo, si esos espíritus se unen en el cuerpo del chamán aquí, en el Mundo Intermedio, como en las actividades mediúmnicas o ciertos tipos de curación chamánica, podemos hablar de «encarnación», aunque en un nivel profundo sigue siendo una forma de fusión o unión del espíritu o alma del chamán y otro espíritu. En función de la cultura indígena, una persona que solo practica el mediumnismo puede ser considerada chamán, como a veces ocurre en Corea y ciertos lugares del sudeste asiático. He cambiado mi primera opinión al respecto, y aun así no parece que en este caso nos encontremos ante chamanes de pleno derecho. En Japón, las mujeres médiums se especializan en dejarse poseer por los espíritus de los difuntos para ayudarlos a comunicarse con los vivos. Los informes que he leído no indican que curen a sus pacientes. Si no lo hacen, probablemente no deberían ser llamadas chamanes. Las razones de estas actividades chamánicas limitadas o truncadas se pierden en la noche de los tiempos. Resulta evidente que los factores
históricos han influido poderosamente en lo que sobrevive como chamanismo. Aspectos materiales del chamanismo Los pueblos indígenas entregan alimentos y otras cosas a los chamanes y sus familias para recompensar sus servicios adivinatorios y terapéuticos. Los chamanes que ayudan a su pueblo no deben temer que sus familias pasen hambre. Como la reciprocidad tribal es más sutil que el intercambio monetario impersonal de nuestra economía de mercado, algunos occidentales han supuesto erróneamente que los chamanes no reciben pago por su trabajo, sobre todo porque esa reciprocidad no se explicita públicamente. Como ejemplo: una vez llevé a algunos curanderos pertenecientes a las tribus indias de las Grandes Llanuras a una conferencia internacional sobre sanación en Austria. La mayoría de estos curanderos jamás había realizado su actividad sagrada fuera de la reserva. En la conferencia internacional, antes de llevar a cabo una sesión terapéutica masiva, los curanderos hablaron tal como lo hacían a su pueblo. Como en las reservas, tuvieron cuidado de decir: «No aceptamos pago por este trabajo». Pronunciados
estos
discursos,
los
curanderos
realizaron
una
impresionante sesión curativa en completa oscuridad. Una vez concluida, cuando se encendieron las luces, el público estaba obviamente anonadado. Abandonaron la sala en silencio sin entregar ningún regalo, tomando al pie de la letra la palabra de los hombres santos. Lo que el público europeo no comprendía era que, en el pueblo de los curanderos, los discursos relativos a la no aceptación de dinero tenían el objetivo de dejar claro que su tarea sanadora no se hacía para enriquecerse y que sus servicios eran para todos, ricos y pobres. No obstante, en la
reserva, después de una sesión de esta naturaleza, casi todo el mundo dejaba algún regalo. No pocas veces estos regalos eran ofrendas simbólicas, como tabaco, pero a veces incluían sobres con significativas cantidades de dinero, entregadas por las familias de los pacientes. Para los curanderos, el hecho de que los europeos no dejaran regalos les impactó de tal modo que se negaron a realizar otra sesión de sanación durante el mes de estancia programado en Europa. Se dedicaron a ver la televisión, sobre todo películas occidentales, en sus habitaciones de hotel hasta que llegó la hora de regresar a Estados Unidos. Una de las razones por la que comparto esta historia es porque en los círculos occidentales contemporáneos puede persistir cierto idealismo romántico respecto al aspecto material del chamanismo, a veces hasta el grado de que se puede mirar con recelo a quien acepte algún tipo de pago más allá de un puñado de tabaco como retribución por los servicios chamánicos. Deberían saber que entre los indios de la Costa Noroeste no es extraño que una persona entregue cientos de dólares o una cantidad superior por una sesión curativa de dos horas a un chamán renombrado, cantidad que este repartirá con los percusionistas que le ayudan. De un modo similar, a principios de siglo era normal, entre los mono-yokut de la California nativa, que los chamanes recibieran entre 30 y50 dólares por sesión, que en la época equivalía al jornal de un granjero de una o dos semanas.18 La obligación de reembolso adquiere formas diferentes en sociedades diversas, pero ocurre inexorablemente. En unas pocas sociedades tribales los chamanes especifican explícitamente cuánto hay que pagar a cambio de cada servicio. Entre los shuar del Alto Amanzonas, el pago por una curación a un chamán conocido consistía tradicionalmente en un cerdo, un tocado de plumas, una cerbatana, una escopeta o una combinación de estos
elementos. ¡Si el chamán tenía que viajar para llegar hasta el paciente en un barrio lejano, a veces se exigía el pago por adelantado! Lo importante es que las cuestiones relativas a la recompensa material no estén en la mente de los chamanes, porque tales preocupaciones podrían interferir en la necesaria concentración para trabajar generosa y compasivamente con los espíritus y ayudar así a los demás. Mencionar el pago a los chamanes también puede interferir con la asistencia que les brindan los espíritus compasivos en las tareas de sanación. Las recompensas espirituales del chamanismo Los chamanes tribales parecen trabajar largas horas. Cuando acaba el día y han finalizado sus tareas rutinarias, han de cumplir con las actividades chamánicas de su comunidad. Este trabajo a veces resulta extenuante e implica muchas horas de danza, percusión y otras actividades físicas, como en Siberia. En algunos enclaves del mundo indígena, se pide a reputados chamanes que realicen «consultas a domicilio», lo que les exige caminar, remar o montar a caballo (o en reno) largas distancias para visitar a pacientes débiles, aunque lo más frecuente es que los pacientes y clientes visiten al chamán. Las arduas rutinas de estos seres y las incesantes demandas de sus comunidades han hecho preguntarse a algunos observadores occidentales por qué alguien querría convertirse en chamán. De hecho, es muy común que los familiares más jóvenes de un chamán tribal expresen su escasa predisposición a convertirse en chamanes, por temor a que sus vidas resulten enajenadas. Sin embargo, los seres humanos han ejercido esta actividad durante milenios. A fin de explicar este hecho, algunos antropólogos han
propuesto la idea de que los individuos se convierten en chamanes para conseguir prestigio y poder social. Estos factores pueden estar evidentemente implicados, así como la búsqueda de riquezas, como en el caso de algunos shuar de Ecuador. Pero al observar el chamanismo desde el interior y con una perspectiva intercultural, los factores económicos y sociales no son especialmente importantes, pues las recompensas no materiales son de mayor envergadura. Lo que los extraños no entienden, al no disponer de un conocimiento directo del chamanismo, es el gran gozo y éxtasis espiritual que se experimenta comúnmente al trabajar con los espíritus y ayudar a quienes sufren o padecen dolor. En mi opinión, es peligroso no conocer el chamanismo. Casi todos los seres humanos poseen algún tipo de conexión inconsciente con los espíritus, pero la inmensa mayoría de los occidentales carecen del conocimiento consciente y, por eso, no lo emplean para ayudar a otros y protegerse a sí mismos. Además, pueden usar estas conexiones sin saberlo y de un modo que resulte perjudicial para los demás. Por ejemplo, la ciudad de Nueva York o cualquier otra gigantesca zona urbana es la pesadilla del chamán. Ahí tenemos a millones de personas hacinadas, a menudo tensas y sometidas a un gran estrés, experimentando sentimientos poco generosos hacia los demás, pero sin la conciencia o control de su poder para perjudicar a otros en un nivel espiritual. Cuando un caricaturista dibuja a alguien que «fulmina» a otro con la mirada, expresa una metáfora del daño espiritual que la gente puede ejercer sobre los demás. A través del conocimiento y enseñanzas chamánicas, podemos ser plenamente conscientes de ese poder y utilizarlo para ayudar y no perjudicar a otros. ¿Es seguro el chamanismo?
Los chamanes de todo el mundo saben que un profundo sentimiento de hostilidad hacia otra persona puede hacer que esa persona enferme de gravedad. Conscientes de esta realidad, los chamanes (no los hechiceros) pueden ejercitar la consciencia y la disciplina para controlar el aspecto no ordinario o espiritual de su ira, permitiendo que aflore solo el aspecto ordinario. Así es como los chamanes sabios y experimentados procuran que sus poderes espirituales estén bajo control para proteger al objeto de su ira de los daños psíquicos o espirituales. Este autocontrol chamánico no es solo altruista. En las culturas chamánicas se sabe que estos individuos pueden curar y causar perjuicios; pero también se sabe que provocar un daño espiritual es un grave error, no solo en virtud de una idea ética, sino porque es suicida. En la sabiduría popular de las sociedades tribales de todo el mundo, se enseña que los actos chamánicos nocivos, la brujería, se vuelve contra quien los ha perpetrado, con un efecto multiplicado, más tarde o más temprano. Y a la inversa, el efecto multiplicador que castiga a los chamanes «perversos» recompensa a aquellos que concentran sus habilidades en aliviar el sufrimiento humano. Cuando los chamanes usan su poder para curar generosamente a los demás, los espíritus compasivos les confieren un poder aún mayor y los ayudan a avanzar en este camino.
Algunos espíritus difíciles de nuestro mundo El Mundo Intermedio, nuestro hogar, goza de una compleja variedad de espíritus, muchos de los cuales muestran, por desgracia, una limitada compasión, o ninguna en absoluto, y pueden llegar a ser la fuente de enfermedades y trastornos. Otros pueden ejercer un efecto positivo, como
muchos espíritus de la naturaleza, y protector, como el animal de poder, un tipo de espíritu del que hablaremos en breve. Como no constituyen el centro de interés de este libro, aquí ofreceré tan solo un breve resumen de algunos espíritus problemáticos del Mundo Intermedio. Espíritus etnocéntricos cuasi compasivos Algunos espíritus de personas difuntas poseen la determinación y el poder suficiente para permanecer en el Mundo Intermedio y velar por los miembros supervivientes de su familia. Suelen ser espíritus de personas que poseyeron un gran poder, pero lo perdieron en la última fase de sus vidas. El espíritu de poder del difunto pervive en lugares que le han resultado familiares en el Mundo Intermedio. Era el tipo de espíritu de cuya protección dependían mis compañeros shuar para cruzar el río. Es también el tipo de espíritu de poder que los tradicionales inuit buscaban para sus hijos al darles el nombre de un familiar fallecido al que admiraban por sus destrezas cinegéticas y otras manifestaciones. Al ofrecer su nombre a un niño esperaban atraer el mismo poder para su vida adulta. Estos espíritus etnocéntricos cuasi compasivos suelen ofrecer poder y protección solo a sus propios descendientes. Como su propósito es proteger y ayudar a sus propias generaciones sucesivas, no son plenamente compasivos en el sentido de que también pueden emprender acciones hostiles contra los extraños que parezcan amenazar a sus descendientes, sus lugares y objetos sagrados, y sus intereses. En otras palabras, son compasivos y hostiles en función de con quién traten.
Un ejemplo: los shuar (jíbaros)
Hasta que la cultura espiritual de los shuar se deterioró significativamente durante la segunda mitad del siglo XX, bajo el impacto de las misiones y la colonización, buscaban el poder de un ancestro que los inmunizara contra la enfermedad y el infortunio, y evitara su muerte en un mundo hostil de guerra y enemistades heredadas. En otras palabras, se buscaba que los descendientes que así lo merecieran gozaran de una larga vida. Los jóvenes buscaban poder en remotas cascadas sagradas, y las mujeres perseguían a sus espíritus de poder en el interior de pequeños cobertizos situados en el bosque, cerca de sus hogares. Hombres y mujeres recurrían a los alucinógenos para percibir los espíritus.19 Como los hombres eran guerreros, el poder se consideraba especialmente importante para su protección y el éxito contra los enemigos. Había dos fases en la visión clásica o búsqueda de poder de los shuar: la primera era la visión en sí misma, el arutam, normalmente en una cascada sagrada. Como he descrito en mi libro The Jívaro, el buscador de poder padecía hambre, extenuación y frío antes de obtener la visión en la remota cascada. Si el abnegado peregrino tenía éxito, le sobrevenía una visión aterradora durante unos segundos, para poner a prueba el valor y la seriedad de su propósito. La segunda parte de la búsqueda normalmente ocurría la noche siguiente, durante el descenso de la persona a la cascada. En ese momento, el buscador dormía junto a los rápidos de un río y esperaba un sueño, que constituía la verdadera transmisión del poder. Si el sueño se manifestaba, solía hacerlo bajo la apariencia de un guerrero shuar con vestido tradicional, que se dirigía al soñador con estas palabras: «Soy tu ancestro. Así como he matado muchas veces, tú también lo harás. Así como he vivido muchos años, tú también lo harás». Inmediatamente, la sensación del poder se introducía en el cuerpo del soñador, que solía despertar entonces, presa de la urgencia de matar.
Los shuar esperaban que estos espíritus ancestrales locales no solo prestaran su fuerza y bienestar, sino también poder para matar a los enemigos de sus familias. Estos espíritus etnocéntricos pertenecían a quienes en el momento de la muerte decidieron seguir protegiendo a sus descendientes. Conservaron los prejuicios alimentados en su vida en el Mundo Intermedio, por lo que su compasión estaba mezclada con hostilidad e incluso con venganza. Sin embargo, como aprendí junto a los shuar, un extraño no necesariamente tiene que formar parte de su descendencia para ponerse bajo la protección de un poder etnocéntrico si ha ayudado a sus descendientes. Esto contribuiría a explicar mi éxito en la catarata y, años más tarde, en la cueva. Aun así, el poder protector del espíritu puede ser arrebatado de los extraños, e incluso de los descendientes, si el comportamiento de los individuos no honra al ancestro. Y no solo arrebatan el poder protector, también pueden buscar venganza en aquellos extraños que no han logrado proteger los objetos y lugares sagrados donde residen los espíritus ancestrales.
El ejemplo del ídolo nganasan Un posible ejemplo del aspecto vengador de un poder etnocéntrico cuasi compasivo es el protector espiritual principal del pueblo nganasan en la Siberia occidental. Se cree que este espíritu está fusionado con una impresionante figura antropomorfa tallada en madera. (Véase lámina 5.) Tradicionalmente, los nganasan han tratado esta figura con extrema reverencia, dejándola al cuidado de un chamán que tiene la responsabilidad de que el espíritu se muestre propicio comunicándose con él y ofreciéndole ofrendas.
Como ocurre con otros espíritus etnocéntricos, su compasión no se extiende a los extraños, y en especial no se aplica a las tribus enemigas de los nganasan. Cuando guerreaban contra otras tribus, los nganasan llevaban esta imagen de madera en un trineo especial, en cierto modo análogo al arca sagrada que los antiguos hebreos llevaban al combate. Se desconocía la edad de esta talla de madera de los nganasan, pero ciertamente era muy antigua. En los dos últimos siglos tuvo una historia oscura, pues fue robada al menos una vez y recuperada más tarde. A mediados del siglo XX fue custodiada por el más célebre de los chamanes nganasan, que, ya anciano, se preocupó por su destino después de su muerte. La entregó entonces a su amigo el etnólogo ruso Yuri Simchenko, para que la conservara en su apartamento moscovita y que no cayera en malas manos. En los años ochenta, en un período de agitación social y económica en la Unión Soviética, los alimentos escasearon en Moscú y Yuri Simchenko se desesperó ante su falta de recursos económicos para alimentar a su familia. Contactó con un etnólogo finlandés para sondear si la figura nganasan podría venderse en Occidente y reunir así algún dinero para subsistir. Heimo Lappalainen se mostró dispuesto a ayudar y sacó la talla del país, de contrabando. Heimo, amigo y colega, contactó conmigo, me explicó que necesitaba venderla a petición de Yuri y me trasladó el precio que había fijado Simchenko. Heimo y yo estuvimos de acuerdo en que no queríamos que el objeto se perdiera vendiéndolo en el mercado abierto. La Fundación de Estudios Chamánicos reunió el dinero para comprar la talla a Yuri. En nombre de la Fundación, la conservé en casa, cubierta y almacenada en un lugar seguro. Mi intención era devolver el objeto de poder al pueblo nganasan cuando la situación política y económica en la antigua Unión Soviética se calmara y
fuera seguro hacerlo. La traté con respeto y cuidado, presentándole ofrendas de alimentos que imaginé eran de consumo habitual en el pueblo nganasan, y le aseguré que la devolvería a casa. Siempre he creído que los espíritus eran reales. A continuación advertí que sucedían una serie de fatalidades a medida que el «ídolo» era alejado de su pueblo. En primer lugar, el chamán nganasan, Seime, murió poco después de entregar la figura a Yuri Simchenko. Cuando este transfirió la figura a Heimo Lappalainen, Simchenko murió, y cuando Heimo me la dejó a mí y regresó a Finlandia, también falleció. No hace falta decir que esta cadena de acontecimientos tuvo un efecto saludable en mi diligencia; elevé mentalmente al espíritu al estatus de deidad para permanecer en zona segura. Durante los siguientes años realicé las ofrendas tradicionales. Por último, hace pocos años, después de muchas dificultades y rodeos en Rusia, la Fundación pudo devolver el objeto al pueblo nganasan en un encuentro e intercambio ceremonial en la Academia Rusa de Ciencias de Moscú. Allí, el doctor Bill Brunton, de la Fundación, lo entregó a una representante del pueblo nganasan que, junto a sus compañeros, se encargó de llevar el ídolo a Siberia. Bill señaló que la representante estaba muy nerviosa y temblaba al aceptar el objeto de poder, le habló y le hizo ofrendas. Más tarde ella y su entorno informaron, aparentemente con alivio, de que su viaje de regreso a Siberia había ido asombrosamente bien. Por mi parte, me alegra poder decir que, según todos los indicios, Bill Brunton y yo aún seguimos vivos. Los espíritus amorales y la brujería Entre los espíritus importantes del Mundo Intermedio están los poderes amorales, que carecen incluso de la limitada compasión de los espíritus
etnocéntricos. Utilizar estos poderes para influir en la vida de los demás sin su permiso es síntoma de brujería. Entre estos espíritus amorales, cuyo reino real es el Mundo Intermedio, se cuentan los espíritus de los elementos y los espíritus de ciertas criaturas y objetos pequeños, como el tsentsak de los shuar, «sobornados» con tabaco para hacer lo que su «maestro» desee, tanto si es un chamán como un hechicero. Una forma de brujería antaño muy común en Europa tenía que ver con el uso de los espíritus de los cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, todos ellos amorales. La madera, un quinto elemento en Asia, también puede cumplir un papel (menos difundido). Un vestigio europeo de esta brujería me fue relatado por una mujer irlandesa, cuya abuela le enseñó cómo «despertar» los elementos para hacerse con su poder restregándose la frente con barro del jardín (tierra) o carbón (fuego) de la chimenea.20 Al ser amorales, los espíritus de los elementos carecen de compasión y sencillamente conceden poder para reforzar lo que el hechicero pretenda hacer, tanto si es bueno como si es malo. Gracias a estos espíritus del Mundo Intermedio, el brujo tiene la tentación de influir e incluso perjudicar la vida de los demás,21 en contraste con la ética del chamanismo esencial, que pone el acento en la ayuda de los espíritus compasivos trascendentes que moran en los Mundos Superior o Inferior. Si por alguna razón un chamán «se hace malo» e intenta provocar dolor y sufrimiento a otro ser, los espíritus compasivos le arrebatan el poder que le han prestado. Entonces, ya no es capaz de sanar a los demás y, sin la protección de ese poder, puede caer gravemente enfermo o morir si vive en una sociedad donde la hechicería es algo habitual.
Un caso clásico de brujería: los shuar, otra vez Los shuar (jíbaros) ofrecen un buen ejemplo de los trastornos que se pueden desencadenar cuando los chamanes se limitan al Mundo Intermedio, como aprendí junto a ellos hace más de medio siglo. Trabajar con los espíritus del Mundo Intermedio es complicado y peligroso, y este era el mundo de los chamanes shuar. No ascendían al Mundo Superior y apenas avanzaban en el Mundo Inferior, es decir, solo llegaban a sus ríos y lagos. Una sociedad que se limita a los espíritus del Mundo Intermedio tiende a desarrollar una poderosa hechicería (brujería). Usaré el tiempo verbal en pasado al hablar sobre sus prácticas, aunque las visitas a los shuar me han demostrado que parte de lo que describo sucede aún hoy, de forma encubierta. El derramamiento de sangre explícito, sin embargo, al parecer ha declinado debido a la intervención de la policía ecuatoriana. Durante mi estancia entre los shuar, la situación se vio agravada por una poderosa dependencia espiritual de un espíritu amoral, el elemento agua, implícitamente considerado como fuente subyacente de poder. En lugar de ser invocada directamente, como en el caso irlandés citado antes, el agua era el común denominador de algunos de los espíritus más poderosos, entre ellos los ancestros locales que moran en las cascadas sagradas: el primer chamán eterno, Tsunki, que vive bajo el agua, y la boa constrictor, en las lagunas. Los chamanes trabajaban con estos espíritus para invocar indirectamente el poder del agua. Los chamanes shuar trabajaban con otros espíritus amorales además de los elementos. Tanto los buenos como los malos chamanes contaban con pequeños espíritus ayudantes, pertenecientes a insectos, serpientes y espinos que, en función de su naturaleza, recibían el nombre de tsentsak o tunchi. Los chamanes «buenos» o filantrópicos los usaban para curar a sus pacientes, y los chamanes «malos» los empleaban en la hechicería.
Ambos tipos eran bastante amorales y estaban dispuestos a ser «sobornados» por los chamanes a cambio de su ayuda. Los espíritus tsentsak y tunchi aman el tabaco, por lo que los chamanes los atraían y retenían sus servicios ingiriendo una infusión de tabaco de hoja verde día y noche, a fin de alimentarlos y mantenerlos en el interior del cuerpo del chamán. Casi todos los chamanes shuar mantenían los espíritus de estos diminutos ayudantes en el interior de sus cuerpos, no solo para ayudarlos a sanar a los enfermos, sino también para protegerlos de los ataques de los wawek o yahauchï uwishin (los chamanes «malos» convertidos en hechiceros). Por ejemplo, los tsentak eran capaces de unirse y formar un escudo para proteger a sus «maestros» cuando los hechiceros enviaran «misiles» tsentak y tunchi para matarlos o herirlos de gravedad. En otros tiempos, los shuar se vieron implicados en largas y sangrientas contiendas. En esos conflictos armados, era comprensible que los chamanes se enfadaran ante el asesinato de un miembro de su familia o un pariente cercano. Algunos, incapaces de controlar su furia, recurrían a su poder para tomar represalias chamánicas contra el criminal. Esto se consideraba un grave error, y los chamanes que actuaban así eran conocidos, aun por sus allegados más cercanos, como wawek o chamanes «malos», en reconocimiento del hecho de que no solo se desviaban del ideal chamánico –contribuir a aliviar el sufrimiento–, sino que además trabajaban en sentido contrario. Si iniciaban actos espiritualmente hostiles contra un familiar, podían irritar a un espíritu etnocéntrico ancestral común que velaba por su descendencia. En consecuencia, era de esperar que el espíritu arrebatara el poder a tal chamán, que apenas conservaba el «perfume» del poder restante, condenado a menguar constantemente.
Cuando el poder se había desvanecido por completo, estas personas dejaban de ser chamanes. Eran víctimas de sus propios actos, porque habían perdido su poder protector. Según se dice, en un año y medio o un período menor, estaban condenados a padecer muertes terribles, provocadas por brujos y otros enemigos.22 Entre los shuar, en general, esta brujería arrastra un efecto kármico que acaba por herir o matar al hechicero. Los seres que sufren En el Mundo Intermedio, también se encuentran los espíritus de personas fallecidas que permanecen aquí involuntariamente, a diferencia de los espíritus etnocéntricos cuasi compasivos, que han elegido quedarse. En general, su poder es ínfimo, pero pueden ser una fuente generalizada de enfermedades. Estos espíritus no suelen ser conscientes de que han muerto, solo saben que están solos y son infelices. Por esa razón, a menudo se los llama «seres que sufren», y a veces almas «perdidas» o «errantes». En su infelicidad pueden pretender entrar en el cuerpo/mente de una persona o quizás, simplemente, rondar cerca de ella. Al actuar así refuerzan la ilusión de estar vivos, pues se funden o apegan al individuo vivo. No solo influyen en los sueños, sino que «los recuerdos de esos difuntos pueden confundirse con los sueños de la persona viva, con el resultado de que los vivos creen estar recordando, erróneamente, experiencias de sus vidas pasadas».23 El individuo sometido a esta influencia no solo se verá afectado en sueños. En los casos más extremos, se sentirá confundido hasta el punto de ser incapaz de seguir formando parte de la sociedad como miembro funcional. Por lo tanto, los trastornos de orden espiritual pueden
desencadenar serias repercusiones en la salud y la vida comunitaria de una persona. Es tarea del chamán, cuando se le pide, sanar a estas personas con ayuda espiritual.
5. El viaje a otros mundos
Dada la existencia de espíritus etnocéntricos y otros trastornos y conflictos espirituales en nuestro Mundo Intermedio, no es sorprendente que algunos chamanes partan a otros mundos para descubrir y solicitar la ayuda de espíritus incondicionalmente compasivos –que a partir de ahora llamaremos simplemente «espíritus compasivos»–, que ofrecen conocimiento divino, sabiduría, capacidades curativas y poder para ayudar a los chamanes y sus pacientes. Este es el planteamiento de los «chamanes del cielo» en la Tuvá siberiana y otros chamanes que en otros lugares del planeta se especializan en obtener ayuda de espíritus compasivos o seres más allá de nuestro mundo. Es una de las razones significativas para utilizar el viaje a otras realidades en el chamanismo esencial, basándose en la experiencia y experimentación de miles de individuos occidentales durante aproximadamente cuatro décadas. El viaje chamánico (a veces llamado «vuelo mágico» o «viaje espiritual») a los mundos superior e inferior al nuestro constituye un aspecto distintivo del chamanismo en comparación con otras tradiciones espirituales.1 El propósito principal de estos viajes es obtener un conocimiento extraordinario y ayuda de otros mundos para uno mismo y para los demás. En consecuencia, a menudo el viaje chamánico es la pieza central del chamanismo e implica a espíritus plenamente compasivos de otros
mundos a la hora de efectuar curaciones «imposibles» (por ejemplo, milagros) y adivinaciones. En este trabajo, el chamán no es un mero suplicante, sino alguien activamente implicado, junto a un espíritu propicio, en el alivio del sufrimiento y la enfermedad de otro. Mediante esta alianza temporal pero íntima, los miembros integrantes de las culturas indígenas esperan que los chamanes curen y ayuden más allá de los resultados obtenidos únicamente con las plegarias.
Los tres mundos chamánicos Los viajes de los chamanes abarcan tres mundos: el Mundo Inferior, popularmente conocido como inframundo; el Mundo Superior, a menudo conocido como cielo, y el mundo que existe entre ambos, aquel en el que vivimos, el Mundo Intermedio. Fui consciente por primera vez de la importancia de distinguirlos durante mi estancia y aprendizaje con el pueblo conibo de la región del río Ucayali en el Perú oriental en 19601961. Unos años más tarde (1964), al leer el libro de Mircea Eliade, recientemente traducido al inglés, advertí la generalizada existencia intercultural del concepto, al que a veces él se refería como «las tres zonas cósmicas», dispuestas una encima de otra a lo largo del Eje del Mundo o Árbol Mundo.2 En lugar de tres «zonas» cósmicas, he preferido el término «tres mundos», porque realmente existe todo un mundo que espera a ser descubierto en la realidad no ordinaria, y otro mundo inferior, cada uno de los cuales se estructura en muchas zonas o niveles. Así pues, normalmente hablamos de los Mundos Superior, Intermedio (el nuestro) e Inferior. (Véanse láminas 6 y 7.)
Por otra parte, existen lo que denomino «intermundos», estrechas franjas de espíritus particulares en las conexiones entre el Mundo Intermedio y los Mundos Superior e Inferior. Los descubrí a finales de los años setenta, mientras realizaba actividades de recuperación anímica. Un mundo intermedio se asemeja a lo que comúnmente se conoce como «limbo». Hablaremos de ello más adelante. Las observaciones anteriores no excluyen la posibilidad de otros mundos, horizontalmente dispuestos en los extremos del Mundo Intermedio, o que los Mundos Superior e Inferior se unan a nuestro alrededor en una suerte de esfera cósmica. Se avecina una gran y estimulante exploración de la realidad no ordinaria. Niveles Los relatos transculturales sobre el número de niveles en cada mundo varían considerablemente, y los recuentos pueden verse afectados por experiencias individuales y por limitaciones culturales relacionadas con el escrutinio. En muchas poblaciones iletradas, los individuos rara vez necesitaban contar más allá del número de dedos de sus manos, quizá porque las necesidades de la civilización respecto a tributos, impuestos y comercio aún no formaban parte de sus vidas. En tales grupos, como ocurre en los habitantes del Amazonas peruano, los chamanes parecen haber enumerado unos pocos niveles en los Mundos Superior e Inferior. En cambio, los chamanes que viven en civilizaciones poderosas donde el recuento está muy desarrollado (como la China) han informado de un mayor número de niveles. En las sociedades asiáticas y siberianas del interior, los chamanes llegaron a contar 49 niveles o «cielos» en el Mundo Superior. Las declaraciones «oficiales» sobre el número de niveles o sus características no forman parte de la metodología del chamanismo
esencial. En lugar de ellos, los viajeros chamánicos individuales presentan conclusiones provisionales según progresan en sus investigaciones. A medida que se practica el viaje chamánico, la persona se familiariza con las secuencias de niveles en los Mundos Superior e Inferior y descube qué encontrar en cada uno de ellos y bajo qué circunstancias. «Barreras» o zonas de transición Como en el chamanismo esencial en general, la siguiente información ha sido recopilada a través de un proceso inductivo a partir de la práctica, la experimentación y el estudio intercultural. Se han detectado tres tipos de barreras principales en las dos realidades implicadas en las actividades chamánicas. A veces, estas barreras reciben el nombre de «zonas de transición». Cuando han recibido la enseñanza adecuada, resulta relativamente sencillo cruzarlas con la ayuda de la inmersión auditiva. Sin embargo, los espíritus no suelen ser capaces de atravesarlas sin ayuda chamánica. Una excepción notable es el animal de poder, que parece capaz de trascender fácilmente todas las barreras. La primera es la importante barrera entre la realidad ordinaria y la no ordinaria, que se trasciende pasando del EOC al ECC, como hemos señalado anteriormente. Para el 90% de los occidentales es de gran ayuda la reiteración sostenida de la percusión a unos 220 redobles por minuto, junto a un conocimiento básico sobre chamanismo y la intención de penetrar en la otra realidad con un propósito determinado. Una vez en la RNO, el chamán trabajará fundamentalmente aquí, en el Mundo Intermedio, entrando y saliendo de la RNO tal como es habitual en ciertos tipos de sanación, y buscando o solicitando ayuda de otro mundo. Esta última elección nos lleva al segundo tipo de barrera, la que existe entre el Mundo Intermedio y los otros.
Por trivial y estereotipado que pueda parecer, la barrera al Mundo Superior suele ser una capa de nubes o una membrana de algún tipo, que a veces presenta un agujero para poder atravesarla. Es fácil superarla, aunque ello requiere práctica. El tercer tipo de barrera está en el propio Mundo Superior y a menudo se presenta como otra membrana o capa de nubes. Normalmente, esta barrera es más fácil de superar. No existe un número predeterminado de barreras; cada cual tiene que descubrirlas individualmente. A veces, los niveles se expanden o colapsan, como un acordeón. La situación en el Mundo Inferior es análoga. La primera barrera separa el Mundo Intermedio del Inferior y normalmente está formada por agua o tierra y un pasaje en forma de túnel. Las siguientes barreras son más fáciles de superar, normalmente a través de túneles. Como ocurre con el Mundo Superior, cada cual ha de descubrir su número. El centro del universo Los mapas de los chamanes están en su mente. Por lo tanto, es esencial para ellos saber dónde empiezan, como un topógrafo que ha de usar un punto de referencia a partir del cual realizar el mapeo. Puesto que los chamanes inician sus viajes desde los mismos puntos de partida, son capaces de añadir cada vez más detalles a sus mapas mentales. Los puntos de partida son lugares que los chamanes conocen bien en la realidad ordinaria. Normalmente, cada chamán tiene un punto de partida específico desde el que inicia su viaje al Mundo Superior, y otro para viajar al Mundo Inferior. Estos puntos de partida arraigan en la mente del chamán para ser visualizados y utilizados una y otra vez a fin de viajar con la mayor precisión en el vasto cosmos de la realidad no ordinaria.
Independientemente del punto de partida elegido por cada chamán, él pasa a ser el Centro del Universo, porque toda la cartografía mental posterior se estructura a partir de los puntos utilizados. Si un chamán utiliza un lugar de partida hacia el Mundo Superior y otro para el Mundo Inferior, cada uno de ellos es el Centro del Universo en términos de mapeo de los viajes realizados a partir de ese punto. Al conocer la distancia y dirección de estos dos puntos de partida en el Mundo Intermedio, los chamanes pueden cartografiar fácilmente sus descubrimientos en los Mundos Superior e Inferior en relación a ellos. A veces, los chamanes poseen un único punto de partida para ambos mundos. En tal caso, el mapeo coordinado de los Mundos Superior e Inferior es aún más sencillo. En estos viajes, se puede llegar a «salir del tiempo» a través de un universo normalmente imperceptible y que solo se conoce a través del sueño y el mito. «Fuera del tiempo» es la expresión fortuita acuñada por el distinguido etnógrafo ruso Waldemar Borgoras para describir los viajes de los chamanes tribales siberianos a los que dedicó varias obras a principios del siglo XX.3 Aunque no hay pruebas de que el propio Borgoras se sometiera a las enseñanzas y práctica chamánica, da la impresión de que comprendió y respetó la profunda naturaleza cósmica de las experiencias de los chamanes durante sus viajes.4 Tubiyaku, el último de los chamanes siberianos, perteneciente al pueblo nganasan, pidió a mi amigo, el fallecido etnólogo ruso Yuri Simchenko, un ordenador, pues había oído hablar de las capacidades de tal artefacto. La memoria de Tubiyaku declinaba y necesitaba recordar los emplazamientos de cuanto había descubierto en sus viajes chamánicos. Sin electricidad y sin conocimientos informáticos, no era posible conservar sus recuerdos. Tubiyaku murió hace tiempo y con él su conocimiento. Sin embargo, hoy disponemos de electricidad y ordenadores y es posible registrar y
cartografiar nuestros propios descubrimientos. Y esto nos lleva al Conservatorio de Conocimiento Chamánico.
El conservatorio de conocimiento chamánico En los años sesenta empecé a reunir una enorme biblioteca de publicaciones relacionadas con el chamanismo. En los setenta empecé a recopilar los relatos de estudiantes occidentales que habían realizado viajes chamánicos u otro tipo de experiencias relacionadas con el tema. Hoy todo este material forma parte del Conservatorio de Conocimiento Chamánico, que también incluye una vasta colección de publicaciones relacionadas con el chamánicos.
chamanismo indígena, así
como artefactos
El propósito de reunir los relatos occidentales era ver si «había algo ahí afuera». Como buen etnógrafo anticuado, yo aceptaba las historias de los «nativos» (en este caso, occidentales) sin juicio alguno y admitía mi responsabilidad a la hora de preservarlos para que las futuras generaciones pudieran estudiarlos y compararlos con los relatos no occidentales de los Mundos Superior e Inferior. También sentía una franca curiosidad por sus hallazgos, y hasta cierto punto mi intención era compararlos personalmente con los relatos indígenas directos no influidos por la occidentalización, lo que hasta ahora ha resultado una vana esperanza.5 Por último, con la ayuda y el apoyo de muchas personas, entre ellos donantes, miembros de la Fundación, antiguos estudiantes y algunos abnegados
miembros
del
consejo
administrativo,6
ampliamos
y
formalizamos el procedimiento fundando el proyecto de Mapeo de Realidad No Ordinaria (MRNO) como parte del trabajo de la Fundación de Estudios Chamánicos. (El término «mapeo» se aplica fundamentalmente a
descripciones escritas, pero también incluye diagramas. Véanse láminas 8 y 9.) En la actualidad, la Fundación conserva cuidadosamente estos irreemplazables relatos en los Archivos Occidentales del Conservatorio de Conocimiento Chamánico en Marin County, California, así como en enclaves seguros en otras zonas de Europa y Estados Unidos. Los Archivos Occidentales son únicos en el mundo debido a su dimensión y contenido. En el último inventario, realizado el 25 de junio de 2007, los archivos constaban de 2 528 relatos de ascensión chamánica al Mundo Superior, llevados a cabo por occidentales; posteriormente se han añadido más. A fecha de 15 de abril de 2008, los archivos habían acumulado relatos de 2 397 descensos al Mundo Inferior. En años recientes, decidí llevar a cabo el «Estudio Celestia» a partir de los documentos del Mundo Superior. Las experiencias de ascensión de las siguientes páginas fueron seleccionadas de ese estudio como ejemplos representativos. Debido a limitaciones de tiempo y recursos, aún no ha sido posible emprender un «Estudio Netheria», el equivalente de las experiencias en el Mundo Inferior. La descripción de un viaje chamánico aportada por cada individuo constituye un acontecimiento cosmográfico, como en un trabajo de campo antropológico las declaraciones de cada informante constituyen un hecho etnográfico, anotado como tal en el cuaderno del investigador. En las páginas siguientes, a veces agrupo las declaraciones de varios participantes en categorías amplias sin ningún análisis adicional por mi parte. Normalmente resisto la tentación de ir más allá; hay buenas razones para actuar así. En primer lugar, los viajes son individualmente tan ricos e incluyen tantas experiencias múltiples que agruparlos en función de una experiencia única no les hace justicia. En segundo lugar, deseo animar a
los lectores a pensar por sí mismos y sentirse libres para ejercer su independencia espiritual. El planteamiento de las siguientes páginas intenta reflejar esta postura. Una advertencia: a veces ofrezco sugerencias o especulaciones. No se presentan como dogmas, sino como ideas personales cuyo propósito es estimular el pensamiento de los demás. En última instancia, interpretar el sentido de la experiencia de un viaje al Mundo Superior es competencia del viajero. Es virtualmente imposible conocer el significado absoluto de lo que le ha sucedido a otra persona en la realidad no ordinaria. Incluso esa persona puede no comprender el significado de una experiencia sin realizar ascensiones adicionales para buscar más información. Por desgracia, no ha sido posible entrevistar a los occidentales cuyos relatos se incluyen aquí e incluir comentarios retrospectivos en este libro.7 Los relatos se ofrecen tal como fueron originalmente recibidos. Debido a las exigencias de este libro, a veces han sido editados buscando la concisión expositiva, pero prácticamente todos los originales se encuentran en el Conservatorio de Conocimiento Chamánico. Una última observación: en las páginas que siguen los términos «occidentales» y «estudiantes» son intercambiables porque se refieren a la misma población: casi todos ellos participaron, en uno u otro momento, en los programas de chamanismo esencial de la Fundación de Estudios Chamánicos.
6. Los primeros viajes de los occidentales: el Mundo Inferior y los animales de poder
Mi segundo espíritu propicio era un tiburón. Un día, cuando estaba fuera, en mi kayak, ascendió hasta mí, se quedó a mi lado en silencio y murmuró mi nombre. Mi sorpresa fue grande porque nunca había visto un tiburón; son muy raros en estas aguas. Después me ayudó en la caza y siempre estaba junto a mí cuando lo necesitaba. Aua, chamán esquimal iglulik1
En La senda del chamán expliqué cómo se hace la recuperación del animal de poder para otra persona y mencioné cómo efectuar la recuperación del alma.2 Este ejercicio tenía como objetivo volver a conectar a otras personas con sus animales de poder, no obtener un nuevo animal de poder, un proceso más exigente, como ilustra mi experiencia en la caverna (véase capítulo 1). Ahora quiero describir un viaje práctico o introductorio ofrecido a occidentales para ayudarlos a desarrollar una estrecha relación con al menos un animal de poder a través de la adivinación con su asistencia. Los ejemplos que este capítulo expone han sido extraídos del Conservatorio de Conocimiento Chamánico de la Fundación. Se ha elegido el Mundo Inferior porque en él parece hallarse más vida animal y vegetal, incluidos los animales de poder, que en el Mundo Superior, aunque se encuentran en
ambos. Si la relación es buena, los animales de poder pueden ayudar al viajero a atravesar los tres mundos. Un animal con el que se puede contar para que responda a ciertas preguntas o ayude a una persona es, por definición, un animal propicio para ese individuo. Si, como ocurre en los siguientes viajes, un animal nos brinda su ayuda en forma de respuesta o nos ayuda llevándonos a su lomo, el viajero sabe a ciencia cierta que se trata de un animal propicio. Por cierto, no hay una restricción «oficial» acerca de cuántos puede haber para una sola persona. En la realidad no ordinaria, estos animales auxiliares son comúnmente conocidos como «animales de poder», según la expresión introducida en 1980.3
La ayuda y sabiduría de los animales de poder En las culturas chamánicas de todo el mundo, los chamanes son conscientes de unos compañeros o ayudantes animales no ordinarios, que en la literatura antropológica reciben el nombre de «espíritus guardianes».4 Hay otros nombres para estos guías animales: espíritus tutelares, tótems ayudantes, ángeles guardianes y animales familiares. Estos guardianes no son exclusivos de los chamanes, pues en su cultura se asume que casi todos los individuos necesitan ayuda espiritual, procedente de espíritus guardianes u otros poderes, para alcanzar la edad adulta. Sin embargo, a los chamanes los diferencia el hecho de que ellos saben quiénes son sus espíritus guardianes sencillamente porque interactúan constantemente con ellos en la realidad no ordinaria. Entre los nativos de la Costa Noroeste de Estados Unidos, el espíritu guardián suele recibir el nombre de «animal de poder».5 Personalmente prefiero usar este término porque nos recuerda las poderosas fuerzas que
el animal infunde en la persona con la que está conectada. El animal de poder, o espíritu guardián, puede compararse a un transformador o adaptador eléctrico que recibe el inmenso poder del universo y lo modula en una forma que puede ser transmitida sin riesgos a un ser humano. La inmensidad del poder es una de las razones por la que los chamanes trabajan con «poderes» intermedios, como animales de poder, en lugar de invocar al universo en su conjunto. Este poder se asemeja a la energía y los pueblos nativos a veces la traducen como «energía» cuando hablan con occidentales. El concepto de poder, sin embargo, es más amplio que el de «energía» tal como la conocemos y como he explicado en el capítulo 1. Este poder también incluye conocimiento y puede transmitir cualidades a un individuo humano. Por lo tanto, no es exactamente sinónimo de «energía» tal como se la define en las clases de las facultades de Física. Los ángeles del cristianismo, al ser espíritus guardianes, se parecen a los animales de poder en algunos de sus roles y funciones, aunque no en su apariencia visible. A veces, los pueblos nativos reconocen esta semejanza. Por ejemplo, hace muchos años trabajé con una anciana hawaiana nativa, curandera y orgullosa depositaria del conocimiento de su pueblo. Los misioneros habían trabajado en Hawái desde hacía un siglo y tres cuartos y, como resultado de ello, los conceptos espirituales cristianos y hawaianos se habían interrelacionado en la cosmología hawaiana. Ella usaba el término «ángel guardián» para referirse a un animal de poder o un espíritu guardián. Uno de los «ángeles guardianes» es el tiburón, algo que no estoy seguro de que los misioneros cristianos hayan podido comprender, aunque el chamán esquimal iglulik citado al inicio de este capítulo lo habría entendido completamente.
Los animales de poder no son en absoluto la única conexión que los chamanes tienen con el poder del universo. Existe una casi infinita variedad de plantas propicias, espíritus de los elementos, espíritus de ciertos lugares, de los cuerpos siderales, de los ancestros, entre otros, con los que los chamanes trabajan. Los animales de poder, sin embargo, parecen ser casi omnipresentes en la práctica chamánica. Tal vez esto se deba a que tenemos una estrecha conexión con otros seres, y quizás porque los animales de poder, en tanto animales, gozan de una extraordinaria movilidad y se presentarán cuando el chamán pida su ayuda. La importancia del animal de poder va más allá de la petición de ayuda. Los animales de poder conectan al individuo con el increíble poder del universo y lo modulan hasta alcanzar una forma que no resulte abrumadora para el ser humano. Los chamanes y quienes poseen estos espíritus guardianes atesoran el poder, son poderosos, y permanecen en este estado mientras mantienen su conexión con estos representantes espirituales del universo. Los animales de poder tienden a ser espíritus compasivos que ayudan especialmente a quienes actúan de un modo semejante, por ejemplo curando a los demás. Si alguien a quien prestan su ayuda deja de actuar compasivamente, no parecen castigar a la persona: se limitan a sustraerle la ayuda. A menos que adquiera otras fuentes, el poder de la persona se apaga gradualmente hasta perder la protección ante las enfermedades y el infortunio. En las culturas chamánicas, esta conexión de poder se concibe como una inmunidad de las personas a la enfermedad y la desgracia, como un campo de fuerza que rodea y atraviesa al individuo. Con ese poder, la persona está protegida y la vida fluye con mayor armonía, como si se dejara llevar por la corriente de un río.
Los animales de poder vienen y van, son temporales como otras conexiones espirituales. No obstante, un aspecto importante del chamanismo consiste en mantener la propia conexión espiritual para la salud y el éxito en la vida. De hecho, si los chamanes u otros individuos enferman de gravedad o experimentan otro tipo de infortunio, normalmente significa que han sido abandonados por sus animales de poder y otros espíritus protectores.6 Cuando la persona pierde esta conexión espiritual, como me explicaron los indios del Amazonas hace muchos años, entonces están en peligro. Hay un lapso, sin embargo, porque como los shuar señalaron poéticamente, «el poder es como perfume».7 Es decir, el poder permanece durante un tiempo hasta que desaparece la verdadera conexión. Durante un tiempo se está protegido por el poder remanente pero ya en decadencia. A diferencia del resto de las personas, los chamanes no esperan a que las cosas vayan mal en su vida para percatarse de que han perdido sus conexiones de poder espiritual. Mucho antes de que se manifiesten los síntomas de pérdida o extinción de poder, pueden saber si están conectados a sus animales de poder viajando a otras realidades. El método es sencillo: si viajan reiteradamente, piden ayuda a sus animales de poder y no se manifiesta ninguno de ellos, entonces los chamanes advierten que han sido abandonados. Saberlo antes de que advenga el infortunio permite a los chamanes emprender las acciones pertinentes para restaurar la conexión con el poder. La «recuperación del animal de poder», que he descrito en otro lugar,8 es un importante método para lograrlo. El poder de estos animales protectores no ordinarios incluye la capacidad de responder a nuestras preguntas. Podríamos preguntarnos cómo se puede confiar en las respuestas ofrecidas por los animales de poder. Cabe aplicar los mismos estándares que aplicamos en la realidad
ordinaria para saber si podemos confiar en un doctor, abogado o conocido específico; la confianza viene determinada por su historial. Si una persona te ofrece un consejo y ayuda fiable, aprendes a confiar en ella. En otras palabras, tanto en la realidad ordinaria como en la no ordinaria trabajamos con un conocimiento basado en la experiencia directa. He aquí el comentario de un estudiante: «Para mí, la experiencia de que los animales poseen el poder del conocimiento, la sabiduría y la inteligencia ha sido algo nuevo. He descubierto que podía aceptar que tenían algo que enseñarme, algo que no había ni siquiera rozado en otras disciplinas». En el chamanismo, los individuos deben conducir sus propias experiencias en la realidad no ordinaria y llegar a sus propias conclusiones respecto a la fiabilidad de esas experiencias y las respuestas recibidas.
Partir hacia el mundo inferior La mayoría de los adultos tienen o han tenido el apoyo de un espíritu compasivo en sus vidas, pero en la cultura occidental los individuos tienden a no ser conscientes de esa presencia ni de su manifestación en forma de animal. Los occidentales cuyos relatos se utilizaron en el Estudio Celestia normalmente habían descubierto la identidad de sus preexistentes animales de poder en el Mundo Inferior, y habían leído acerca de ello en La senda del chamán. En ese libro9 he descrito los emplazamientos habituales usados por los indígenas para acceder al Mundo Inferior, por lo que aquí trataré el tema con brevedad. Los lugares de partida mencionados aquí se cuentan entre los conocidos por los chamanes indígenas y han sido utilizados con éxito
por occidentales contemporáneos. En el Apéndice B se recogen otros lugares. Los lugares de partida sugeridos incluyen un agujero en una ubicación específica, una cueva, un pozo o fuente, un lago, la bahía de un océano, un agujero en un árbol (para entrar y descender), un remolino y una cascada (o una entrada detrás de la cascada). Independientemente de cuál sea la entrada, debe estar localizada en el Mundo Intermedio y el viajero ha de conocerla de primera mano en la realidad ordinaria. En la realidad no ordinaria hay lugares parecidos, pero eso no significa que sean el mismo. Por lo tanto, es importante que los viajeros no se limiten a cerrar los ojos y visualizar cualquier cueva u otro punto de partida sin saber que está situada en el Mundo Intermedio y conocer su ubicación exacta. De lo contrario, los viajes al Mundo Inferior no podrán cartografiarse adecuadamente. Un agujero en una ubicación específica Un agujero en la tierra es un lugar de partida habitual para acceder al Mundo Inferior. Si conocemos la puerta de un sótano, pero nunca hemos bajado los escalones, hemos de saber que esta ubicación tiene un gran potencial para ser usada como punto de partida, porque proporciona una transición entre lo conocido y lo desconocido. El famoso viaje de Carl Jung a través del sótano constituye un paralelismo espontáneo respecto al método chamánico para partir hacia el Mundo Inferior.10 Sin embargo, para la mayoría de los occidentales resulta más útil una cueva o una apertura en la tierra. Un lago o bahía
Entre los pueblos nativos de la California septentrional, los chamanes solían descender a través de remotos lagos de montaña que habían visitado y junto a los que habían pernoctado.11
Viajes para conocer a un animal Aunque en el Mundo Inferior pueden encontrarse tanto espíritus animales como humanos, los animales tienden a ser más comunes.12 Para estimular el éxito de nuevos viajeros occidentales, a menudo se les pide que en su primer viaje contacten con un animal, cualquier animal, sin ninguna otra misión. He aquí un ejemplo: LA YEGUA DANZANTE Al salir de la oscura caverna, me enfrenté a un inmenso paisaje bañado en una luz brillante y casi cegadora. Me encontré ante una llanura dorada sembrada de artemisa. Descendí una ladera hasta un corral abierto en el que había varios caballos blancos. A medida que me acercaba, uno de ellos, una yegua, pareció llamar mi atención. Nos miramos a los ojos y pronto nos vimos involucrados en un conexión intensa y casi hipnótica. Por último iniciamos una vigorosa danza rítmica. La yegua blanca sacudía la crin salvajemente, alzando sus patas delanteras, con las que luego golpeaba el suelo. A veces alzaba tanto las patas que su tamaño parecía aumentar, cerniéndose sobre mí. En esos momentos, su rostro parecía el de una mujer, aunque de aspecto mágico. Su crin se transformaba en una melena de cabello blanco; el afilado rostro equino pasaba a ser el atractivo rostro de una mujer joven y hermosa. Danzamos durante un tiempo inconmensurable. Me sentía cansada y quise parar y quise cabalgar la yegua. Al principio ella parecía reacia a acceder a mi petición. Pero como insistí, acabó por calmarse y se acercó con movimientos suaves. Antes de poder subir a su lomo, escuché la señal de percusión que indicaba el regreso al Mundo Intermedio. El paseo quedaría para otra ocasión.13
Este viaje ilustra la naturaleza frecuentemente mítica de la experiencia del viaje chamánico. En este caso, la cara del caballo se transforma en el
«rostro de una hermosa joven». La capacidad de un animal para revelar su aspecto humano es algo muy conocido por los chamanes de las culturas tribales, y explica en parte el uso de la expresión «animales humanos» y por qué animales y humanos aparecen míticamente fusionados con bastante frecuencia. Este relato también ilustra la realidad de la experiencia para la viajera, que quedó extenuada tras la danza con la mujer caballo. Así pues, es un relato que ilustra tanto el «reino mítico» como la «realidad» que los chamanes conocen a través de sus viajes. CABALGAR UN LOBO En el siguiente ejemplo del viaje de una principiante cuyo objetivo era conocer a un animal, la persona quería encontrar un águila. En lugar de ello se tropezó con un lobo, lo que la «sorprendió profundamente». Estos encuentros con lo inesperado son típicos de los viajes chamánicos, y esta es una de las razones por la que a los viajeros chamánicos experimentados no les preocupa «inventar» lo que sucede en el estado chamánico de consciencia. Han llegado a comprender que los modelos psicológicos normales no explican fácilmente muchos de los misterios del chamanismo. Aquí está su relato, contado a la par que el viaje gracias a la narración simultánea (para información sobre esta técnica, véase el Apéndice A). Su lugar de partida hacia el Mundo Inferior fue un estanque situado en una región montañosa del Nueva York interior. Le he dado al play, empieza el sonido del tambor. Estoy tendida en el suelo, procurando relajarme… aún no pasa nada… Observo el estanque de las ranas… lo miro antes de decidir entrar en él… pequeños huevos de rana… introduzco los pies… da un poco de miedo. Dejo entrar todo mi cuerpo… la primera sensación es estar sumergida hasta el cuello en agua fría… Decido sumergirme. Hay un espacio entre las rocas, más abajo. Encuentro el modo de introducir mi cuerpo entre ellas y el agua me cubre… estoy muy relajada, muy distendida. Tengo la
sensación de ser absorbida por un pasadizo. Hay mucha luz. Parece haber mucha luz, aunque estoy bajo el agua y respiro fácilmente. Parece que el agua es como el tambor, percute. Me desplazo a gran velocidad… Oigo el sonido de lobos, pero no los veo, como si estuvieran muy lejos. Veo un gran animal peludo. Es de color oscuro. Ahora mi cuerpo parece arder. Parece que avanzo por el túnel, pero veo a un oscuro perro difuso; no, es un lobo. Alza la cabeza… mi cuerpo arde. Alza la cabeza como si aullara a la luna. Estoy en un lugar muy oscuro, es de noche. Se trata de un espacio abierto. Es extraño, pero no recuerdo haber salido del túnel. El túnel se abrió hasta este espacio abierto donde hay mucha nieve. El cielo está cuajado de estrellas. Es enorme, vasto, abierto, no hay nada en el horizonte. Es muy brillante debido a las estrellas y ahí está el lobo negro… sus ojos son de un intenso amarillo y me está mirando. Lo miro y él me mira; no nos movemos. Siento que algo profundo, similar al miedo, se insinúa en mi estómago. Le cuelga la lengua del hocico, y me mira. Las estrellas brillan. Es como si nos hipnotizáramos uno al otro. No puedo moverme. Siento la adrenalina circulando por mi cuerpo, como si el miedo se apoderara de mí, y sé que debería estar asustada. Sus ojos dicen «Pertenezco a este lugar» (¿El lobo o yo? No estoy segura.) Con el hocico me indica que mire a las estrellas. Se supone que debo mirar una constelación en concreto… Creo que se trata de las Pléyades. Las vi el verano pasado en Perú. Los tambores me acompañan. Aquí se percibe la soledad, pero el lobo está conmigo. Siento que soy él. Siento que me he convertido en el lobo que mira las estrellas. Siento esta apertura expansiva y empiezo a correr. Percibo el viento en mis orejas… rápido… me desplazo a gran velocidad, mis piernas corren. Es como si la nieve fuera una superficie pulida, se desliza, queda atrás, no ofrece resistencia. Me desplazo a gran gran velocidad… muy muy rápido. Casi como si nosotros (yo) pudiéramos volar… Ahora cabalgo en el lobo, el lobo me lleva y volamos. Estamos volando, mi cuerpo tiembla, siento mucho frío. Me estoy helando, hace mucho mucho frío. Voy a lomos del lobo. Mi cuerpo tiembla y parece que el lobo me lleva hacia una estrella. Cada vez es más y más brillante. La gran hermana… no sé dónde está… La estrella gran hermana, hermano lobo, hermana estrella. Ahora estamos en un otero, en otro plano. Aún es de noche, aún estamos a la intemperie. Ahora veo un lobo blanco… con el hocico negro, la lengua rosada. Creo que es una loba. Es hermosa. Quiere correr con nosotros… Corremos juntos, aún voy a lomos del lobo macho. Avanzamos, nos acercamos… más, más cerca… a una cumbre, y más allá de la cumbre. Saltamos sobre una corriente glaciar. Están juntos, juegan, jugamos en la nieve. Es hermoso. Las estrellas son magníficas. Se desplazan a gran velocidad. El
ritmo de los tambores parece ralentizarse, los tambores están ahí. No lo comprendo: su ritmo parece ir cada vez más lento. Nos movemos rápido, más rápido. ¡Fiuuu! Una estrella fugaz, como un cometa, ha surcado el cielo. Cae hacia el horizonte. Es muy brillante. La seguimos. Es muy brillante. ¡Es un cristal! Un cristal ha caído en la nieve. Es una piedra pura, límpida. Hay un rostro en la piedra. Observo la piedra. Hay un… rostro moreno, de ojos almendrados… está mirando… ¡Ah, ya lo tengo! Es como mirar a través del hielo. He viajado bajo el hielo y tengo que encontrar la salida, el agujero. El rostro me observa y el hielo empieza a debilitarse. Abre un agujero para mí. Es un pescador, está pescando. Salgo por el agujero. Soy yo quien estaba atrapada debajo. Pienso que he debido estar en el túnel todo este tiempo, pero parecía un lugar al aire libre. La luz del día es brillante. El lugar parece la tundra y hay un trineo y una persona, parece un esquimal, ha estado pescando. Él o ella me observa, nos miramos. Ojos muy oscuros. Me dirige la palabra, pero no comprendo lo que dice. No sé quién es… Quiero hablarle de mi amigo el lobo, y él asiente, como si supiera a qué me refiero… se ríe, se está riendo. Me lleva a su casa y como pescado. Es delicioso, pero tengo que marcharme. [Oye la alarma.] Le doy las gracias… regreso al agujero en el hielo y me introduzco en él. Ahora está muy muy oscuro, y regreso. Parece un recorrido muy largo, como si atravesara el centro de la Tierra y… Asciendo. Ahora atravieso las rocas. Las rocas son resbaladizas, marrones y doradas. Y me deslizo entre ellas. Veo los huevos de rana. Los huevos de rana siguen ahí. Los renacuajos merodean… emerjo del agua y tomo asiento al borde del banco de la corriente.14
Estos son los comentarios de la viajera inmediatamente después: Creo que he estado conectada con… algunos antiguos ancestros, en algún lugar. El lobo era hermoso. Sus ojos. Y el pescado era delicioso, pescado crudo. Pude saborearlo. Sentí que todo había pasado muy rápido. Mi cuerpo se vio invadido por el frío, sentí miedo, y también calor. Muchos extremos térmicos. Los elementos especialmente claros fueron: el lobo, los ojos, el cristal, el rostro dentro del cristal, mi mirada atravesando el hielo y… mi ascensión a través del hielo, la percepción de su brillo. Es como haber estado bajo el hielo todo el tiempo y haber visto un universo… de estrellas. Era extraño porque parecía pasar de las ranas al lobo muy deprisa. ¡Como si hubiera dejado atrás las rocas y hubiera llegado ahí! Vi al lobo inmediatamente y las estrellas estaban ahí, estaban ahí, es como si todo se hubiera abierto y yo estuviera ahí de repente. Lo más vívido eran los ojos amarillos del lobo y los ojos negros del rostro, el rostro de esquimal. Mi cuerpo tiembla. Siento escalofríos.
Entre los aspectos notables de su viaje hay que contar el hecho de que no solo veía, sino que sentía (calor, frío y rocas resbaladizas), oía (el sonido de lobos) y saboreaba (pescado). También fue capaz de respirar bajo el agua. Entonces se fundió con el lobo, una experiencia chamánica clásica, característica de la interacción con el propio espíritu guardián o animal de poder. Que el lobo le permitiera cabalgar sobre su lomo es otro ejemplo de que se trataba de un animal propicio. Su espontánea fusión con el lobo ejemplifica cómo incluso un viajero neófito, ingenuo, «civilizado», ingresa inesperada y fácilmente en la realidad mítica que los chamanes tribales conocían desde tiempos antiguos. Como observa Eliade, «cada vez que el chamán logra compartir el modo animal de ser, reestablece en cierto modo la situación que existía in illo tempore, en tiempos míticos, cuando el divorcio entre hombre y animal aún no había ocurrido».15 Otra evidencia de su estado alterado de consciencia se encuentra en la observación de la viajera: «El ritmo de los tambores parecía ralentizarse…». En la realidad ordinaria, el ritmo de la percusión era constante y no disminuyó en absoluto. Como muchos chamanes en todo el mundo, descubre que el cristal de cuarzo puede ayudar a la visión chamánica. También aprende espontáneamente los rudimentos de la cosmología oculta de la realidad no ordinaria, como la observación de que en el Mundo Inferior hay estrellas, y que puede regresar al Mundo Intermedio a través de una abertura en otro lugar (en este caso, un agujero de hielo practicado por un esquimal o inuit) y luego regresar a él para volver a la entrada original en el Mundo Inferior. Todas estas cosas las conocen bien los chamanes tribales. En concreto, esta última técnica –bajar por un estanque o pozo para viajar a través del túnel paralelo al Mundo Intermedio y luego regresar a través de otra abertura
para realizar largos trayectos– es una técnica chamánica muy extendida, conocida en la Australia aborigen, la California nativa e incluso en los vestigios del conocimiento chamánico de la Escocia celta.
Viajes de adivinación con un animal Una diferencia esencial entre los chamanes y la mayoría de las personas es que los primeros poseen métodos eficaces y fiables para obtener conocimiento oculto que responda a sus preguntas y solucione sus problemas. Por lo tanto, una de las tareas importantes de los chamanes de todo el mundo consiste en ayudar a la gente obteniendo respuestas para cuestiones vitales. Esta tarea se conoce como «adivinación» y tiene que ver con acceder a un conocimiento oculto («secreto»), normalmente no disponible al individuo común. Evidentemente, la realidad no ordinaria no está «oculta»; tan solo hemos de aprender a acceder a ella. Los chamanes emprenden esta actividad por su familia, amigos, extraños o simplemente por sí mismos. Probablemente, el método de adivinación más distintivo de los chamanes consista en viajar a la realidad no ordinaria para obtener respuesta a sus preguntas. Ahora presentamos algunos ejemplos de principiantes que practican este ejercicio con vistas a formular una pregunta a un animal. En el primer relato, la viajera plantea lo que parece una cuestión sencilla y obtiene una respuesta de una sabiduría más profunda de lo esperado. Viajé a través de un hormiguero, según recuerdo, y rápidamente me encontré en el Mundo Inferior. Había una cierva en la entrada, y era muy bella. Formulé mi pregunta: «¿Dónde debo vivir?».
El animal se giró y empezó a bajar por un sendero. Corrí tras ella, pero no pude mantener su ritmo. Un enorme ciervo me alcanzó y me hizo subir a su lomo. Me encontraba en una manada de ciervos al galope. Me llevaron al bosque y me mostraron muchas cosas; recuerdo poco de todo aquello. El ciervo me dijo que yo tenía que aprender a vivir como un ciervo: se me habían mostrado diversos aspectos de la vida de estos animales. Recuedo a un cervato echado en un nido de hierba y también tuve la sensación de que los cazadores nos disparaban desde algún lugar. Por último subimos a una colina. En la cima había una casita, que parecía envuelta en brumas. Apenas podía verla. Temía quedarme dormida y pedí al ciervo que me ayudara a permanecer despierta durante el viaje. El ciervo se quitó su cornamenta y la colocó en mi cabeza. Yo inicié entonces una frenética danza de los ciervos. La manada de ciervos empezó a correr de nuevo, pero esta vez yo corría con ellos. Mi cuerpo cambió, era mitad ciervo, mitad humano. En esta ocasión correr con ellos no entrañaba dificultad alguna. Era embriagador y liberador. Por último llegamos a la casita en la colina. Ahora podía verla con claridad. Era una cabaña pequeña y de planta redonda cubierta con pieles, posiblemente una yurta. El ciervo me indicó que tenía que entrar, pero antes volvió a colocarme la cornamenta en mi cabeza (yo volvía a ser plenamente humana) y una especie de manto en la espalda. El manto estaba compuesto de pieles, cuero de venado y fragmentos de cornamenta o pezuñas de ciervo. Parecía especial, algún tipo de vestido ceremonial. Entré en la tienda. En su interior había un anciano sentado en el suelo. Parecía un chamán. Su rostro era alargado y de rasgos orientales. También lucía una cornamenta sobre su cabeza. Sostenía un tambor de chamán en una mano y me señaló que tenía que atravesarlo. Acerqué la cabeza al túnel del tambor. Estaba muy oscuro; me asusté, retrocedí y salí de la tienda. Estuve un rato con los ciervos (no recuerdo estos detalles), pero regresé a la tienda. En esta ocasión, me acerqué voluntariamente al tambor. El túnel era oscuro y estrecho. Tenía dificultades para respirar. Al fin, mi cabeza emergió al otro lado. Era tan hermoso como el cielo. Había un lago bordeado por sauces y personas sonrientes y exquisitamente vestidas que paseaban en grupos. Intenté abandonar el túnel para explorar este nuevo mundo, pero descubrí que el chamán había atado una cuerda a mi cintura para impedirme ir demasiado lejos, o asegurarse de que regresara. Regresé por el túnel y, al salir por el otro lado, descubrí que en torno a mi cintura había otra cuerda –atada al tambor–, en esta ocasión de oro. El chamán me dijo que era para permitirme regresar siempre a este otro mundo. Volví junto a los ciervos. Me llevaron a muchos lugares y me mostraron cosas. (Mi percepción era confusa y recuerdo pocos detalles.) Seguía preguntándoles dónde tenía que vivir, pero ellos no respondían. En determinado momento, me mostraron lo que
parecía una fábrica a una enorme distancia, con chimeneas; desprendía una gran suciedad. El ciervo me dijo que primero tenía que limpiar todo eso. Me sentí deprimida. Surgió un águila que me prendió por el cabello. Sobrevolamos muchos paisajes distintos. Le pregunté si iba a mostrarme mi hogar. Me dijo que todo aquello era mi hogar. Entonces, el tambor me llamó de regreso.16
Este viaje se centró en la respuesta a la pregunta y otras cuestiones. Primero la condujo una cierva y luego un ciervo la llevó a su espalda y le proporcionó
instrucciones.
Puesto
que
ambos
ayudaron,
puede
considerarse una enseñanza, y el animal que la ayudó puede no haber sido «tan solo» macho o hembra, sino el Ciervo. Futuros viajes podrán iluminarla en este sentido. El hecho de que le dijeran que tenía que vivir como un ciervo, y que le mostraran hasta qué punto estos animales son amenazados, puede haber sido un mensaje ecológico espiritual acerca de su hogar, como en el caso de la «sucia» fábrica. Fue iniciada para fundirse con el animal (en este caso, el ciervo), aprendió la danza de los ciervos y se le ofreció un vestido confeccionado con pieles de estos animales, junto a un tocado de cuerno, similar al que a veces llevan los chamanes de Siberia y Mongolia (aunque ella no lo sabía). Era consciente de que se trataba de una indumentaria ceremonial. En realidad, cuando a un viajero se le entrega este vestido normalmente se le quiere transmitir el mensaje de que confeccione una réplica de él en la realidad ordinaria para el propio trabajo chamánico, honrando así a los espíritus que lo concedieron. A continuación, se la animó a entrar en la tienda del chamán (llevaba un tambor y también una cornamenta). Él le enseñó a viajar a través del tambor. La experiencia fue tan real que le costó respirar en el túnel. Salió a lo que parecía el cielo y quiso continuar.
No pudo, sin embargo, porque el espíritu chamán había atado una cuerda a su cintura. Esta es la misma técnica utilizada en las tribus siberianas para asegurarse de que el chamán regresa de sus viajes; ella desconocía este detalle. Aquí tenemos, pues, un buen ejemplo de cómo técnicas chamánicas antiguas y muy específicas nos son transmitidas una y otra vez en la realidad no ordinaria, independientemente de nuestra formación cultural. Una vez enseñado este método, es de suponer que se le dieron instrucciones para utilizar la cuerda cuando se aventurara a recorrer ese «cielo» a través del tambor. Todo lo que le entregó o le fue mostrado puede interpretarse como respuesta a su pregunta: «¿Dónde debo vivir?». Debería vivir en unión con los ciervos; debería vivir en la choza del chamán; debería vivir a través del tambor; debería vivir en el cielo más allá del tambor; debería vivir en muchos lugares («muchos paisajes»); debería vivir cerca de la sucia fábrica. Su hogar está en todas partes, como le dijo el águila al final del viaje. He ahí una verdadera perspectiva chamánica del significado de «hogar»; ahí es donde vive el chamán. ••• La pregunta del siguiente viajero era: «¿Cómo puedo transformar mi miedo en poder?». El relato se ofrece a través de la narración simultánea (véase el Apéndice A): Corro hacia la cueva. Alcanzo la primera escalera y desciendo peldaño a peldaño. Doy un paso a un lado. Bajo hacia la siguiente escalera. Alcanzo el punto más bajo. Corro hacia la oscuridad. Descubro el estanque ante mí, me cubro la nariz, hundo los pies en el agua. Estoy cayendo, tropiezo, caigo. Caigo, ruedo, tropiezo. Aterrizo en la cornisa del Mundo Inferior. El oso pardo está ahí para recibirme. Le pregunto: «¿Cómo puedo transformar mi miedo en poder?».
Me aferra con sus zarpas y saltamos al acantilado. Me sostiene junto a su pecho. Caemos y caemos por el cañón. La nuestra es una caída libre. Flotamos y caemos en el cañón. Aterrizamos en una pradera. El oso me suelta y camina por la pradera. Me conduce hasta una charca de arenas movedizas. Su zarpa agarra mi mano. Tengo miedo. Las arenas movedizas nos cubren casi hasta el cuello. La arena rezuma sobre nuestra cabeza. Todo está a oscuras. Solo puedo sentir el poder del oso pardo. Agarro su zarpa con ambas manos. Todo está tan cerca. Mi corazón late furiosamente. El oso aparta su zarpa, pero yo me aferro a ella. Digo: «No, no te vayas». Pero él aparta la zarpa, y las arenas movedizas me rodean. Ahora comprendo: puedo permanecer aquí tanto tiempo como quiera. Ya no quiero estar aquí. Lucho por regresar a la superficie y de regreso al estanque. Estoy en aguas profundas. Veo al oso en la orilla; se sujeta el estómago y ríe con fuerza. «¿Qué intentas decirme?», pregunto. Responde que tendré miedo mientras quiera tenerlo; estaré atrapado hasta que yo quiera; cuando me canse esa actitud, me liberaré como me he liberado de las arenas movedizas. Avanzo hacia el oso. Ha dejado de reír, pero sigue sonriendo. Coloca sus zarpas sobre mí. Corre sobre tres patas. Llegamos al borde de un acantilado. De pronto, se para y me arroja a él. Oigo su risa salvaje. Estoy cayendo, cayendo, cayendo. Los colores cambian. Estoy solo. Pero no me importa estar solo. La mía es una caída libre. El aire es límpido. Ligeramente frío. Caigo en una nube. Aún hace calor. Descanso en la nube. Descubro un punto en el cielo. Se hace más grande. Es el oso. Su cuerpo se ha ovillado y ofrece el aspecto de una pelota. Aterriza en mi estómago, riendo salvajemente, y me toma de la mano. Volamos hacia el horizonte. Pregunto al oso adónde vamos. Responde: «Avanzamos hacia otro nivel del miedo». No estoy seguro de querer ir a otro nivel del miedo. Dice: «Lo has pedido tú, ahora no te eches atrás». Los colores cambian. Ahora me aprieta contra su vientre. Rodamos como una pelota. Aterrizamos al borde de un precipicio. Danzamos al borde de un acantilado abrasador. Nos consumen las llamas. X y sus amigos están aquí. El oso y yo nos quemamos. Somos esqueletos, pero los huesos no arden. Advierto que el oso ha dejado de reír. [Ríe] Creo que es divertido. Dice: «Sueles reír cuando estás realmente asustado. Para ti, la risa es una medicina y un escudo. No pretendas que atraviese ese escudo hasta que estés preparado». Las llamas han disminuido. Siento frío. Mis huesos están helados. Hay un campo de huesos. Mis huesos y los del oso pardo se entremezclan en este desierto de huesos
bañado en luz crepuscular. El oso me dice que a partir de ahora no ignoraré mis miedos. Dice que parte de mis miedos están enterrados en los huesos de mis ancestros. Entrega una pala a mis huesos y me dice que cave. Sus huesos toman asiento cerca, en actitud contemplativa. Empiezo a cavar rápido, más rápido, cada vez más rápido; la cantidad de tierra que sale del hoyo es estimulante. Cavar, cavar la tierra. Más hondo, más hondo cada vez. Miro desde el fondo del agujero. El oso se inclina en el borde y me observa. Grita: «Más hondo». Ya no puedo echar fuera las paletadas de tierra, por lo que cavo una madriguera. Adopto la forma de un topo, cavando hondo, más hondo, cada vez más hondo en el corazón de la madre Tierra. Al final del agujero encuentro un corazón rojo y palpitante. El corazón late rítmicamente. Me tumbo boca abajo, junto al corazón. Mientras escucho, el latido se acelera, se intensifica. Pregunto al corazón: «¿Cómo puedo transformar mi miedo en poder?». Pido al corazón que me ayude. Se abre ante mí. Estoy en el corazón del corazón. Estoy envuelto en el corazón del corazón. Fluyo por una de sus venas. Me invade una poderosa emoción mientras el corazón, latido a latido, me expulsa hacia una vena. Latido a latido. Hacia la pura raíz de mi comprensión. Aún estoy en la vena de mi pie. Estoy en la articulación de mi dedo gordo. Pregunto al hueso de mi dedo gordo si cree que podré encontrar el camino de regreso, pues estoy lejos. El hueso de mi dedo gordo dice: «Estás más lejos de lo que piensas. Los huesos de tus ancestros están en tus huesos. La liberación del miedo que estás buscando tiene el apoyo de los huesos de tus ancestros y de los huesos de tus huesos. Más allá de cierta alerta útil, el miedo es un desperdicio de preciosa energía. El suministro de poder y energía que se te proporciona para tus propósitos vitales está más allá de tu comprensión. «El hecho de que temas el maltrato y pidas constantemente que tus motivos sean puestos a prueba, que lo entregues todo al gran espíritu, nuestro señor, el Sol, el Sol central, a eso y a lo que no se puede decir, significa que si tu petición es equivocada, serás alineado. «No temas. Es fácil decir “No temas”. Otra cosa es ponerlo en práctica. Tus dolores de cabeza tienen un frecuente origen en el bloqueo del poder y la información que llega hasta ti. Ahora he terminado contigo. Regresa.» Doy las gracias al hueso del dedo gordo de mi pie. Pero no me apetece volver. Tal vez regrese al corazón. Me cubro la cabeza con las manos. Asciendo por la vena de la
pierna, de vuelta al corazón, ahora descubro que se trata de mi corazón. Pregunto a mi corazón si posee otra información respecto a la transformación de mi miedo en poder. El corazón dice: «Restringes tu propio poder con tu miedo. Si estás dispuesto a aceptar la responsabilidad de un poder adicional, el poder es tuyo». Siento un tirón en la parte posterior del cuello. Estoy listo para regresar. El corazón dice que puedo volver por el agujero por el que he venido. Regreso lentamente. Ahora miro hacia arriba y veo los huesos del oso, observándome. Descubro que parte de la respuesta de este viaje consiste en que puedo experimentar mi miedo mientras quiera. Ahora escucho la percusión que me llama. El oso me agarra con su mano de hueso. Nos deslizamos sobre el campo de huesos y subimos el acantilado. Rodamos, rodamos y rodamos. Ahora sobrevolamos el territorio hasta el borde del primer acantilado. Al borde del precipicio, agradezco su ayuda al oso. Entro en el túnel. Salgo del estanque, subo la primera escalera, subo la segunda escalera, hasta la boca de la cueva, hasta mi cuerpo. El viaje ha concluido.17
Este viaje presenta algunos elementos chamánicos clásicos. En cuanto el viajero plantea la pregunta al oso, este inicia la respuesta situando a la persona en una serie de experiencias aterradoras: saltar acantilados, ahogarse en arenas movedizas, ser arrojado por un precipicio y abrasarse en fuego hasta quedar reducido a huesos. El viajero queda consumido hasta ser un esqueleto, lo que entra en franca resonancia con las descripciones de desmembramientos de los chamanes inuit o siberianos (véase capítulo 11). El viajero descubre que no solo sobrevive a todas estas experiencias: obtiene respuestas. También descubre que el oso pardo está ahí para ayudarle e incluso ofrecerle respuestas mentales y verbales directas. El viajero advierte que no solo es el animal quien responde, también lo hacen el corazón y el dedo gordo del pie. Puesto que lo ayudan en la realidad no ordinaria, esto significa que son espíritus auxiliares o ayudantes espirituales dispuestos a brindarle su atención. En el futuro podrá volver a ellos para pedir más ayuda.
El viajero empieza a descubrir, como saben los chamanes en todo el mundo, que todas las cosas, incluso un hueso, están vivas y pueden convertirse en chamanes. Por último, el viajero realiza una minuciosa labor al desandar el camino cuando llega la hora de regresar. Esto forma parte de la disciplina del viaje chamánico.
Aprender a comprender las respuestas de los animales de poder Como hemos señalado anteriormente, el animal puede responder directamente a una pregunta mediante palabras o pensamientos. Estas respuestas son relativamente inequívocas. En otras ocasiones, el animal responderá sacudiendo la cabeza o asintiendo, o a través de cualquier otro movimiento. Normalmente, el primer movimiento del animal constituye la esencia de la respuesta. A menudo, un neófito del viaje adivinatorio no advierte que el animal ha respondido a través de un movimiento corporal, y continúa su aventura sin comprender que ya ha recibido una respuesta. Por ejemplo, un hombre recién iniciado en el viaje de adivinación encontró a un caballo en el Mundo Inferior y le planteó su pregunta, que exigía una respuesta afirmativa o negativa. El animal hendió el suelo dos veces con su pezuña delantera derecha. El principiante se sintió muy decepcionado, pues supuso que no había recibido respuesta, y continuó su viaje. El caballo desapareció y más tarde volvió a entrar en escena, en esta ocasión ricamente ataviado como caballo de circo, con un tocado de plumas. Brincó alrededor. El viajero no supo qué hacer y siguió avanzando. El caballo desapareció y reapareció nuevamente, ejecutando volteretas y otras acrobacias. El viajero no les encontró sentido. Concluido
el viaje, me dijo, desilusionado, que no había recibido respuesta a su pregunta. Le hice partícipe de una posibilidad coherente con mi conocimiento: la máxima de que lo primero que haga o diga el animal suele ser la respuesta, tanto si el viajero la comprende como si no. Como no comprendió que el caballo había respondido tocando el suelo con la pezuña, el animal quiso instruirlo mostrando que era un caballo de circo. Como seguía sin comprender, el animal se mostró como un caballo acróbata. Aunque este viajero seguía sin entender, otros en su misma situación habrían sabido que los caballos acróbatas de los circos ofrecen respuestas hollando el suelo con las patas delanteras. Es de suponer que el viajero recibió la enseñanza de que tenía que aprender el lenguaje corporal o el código de este animal, y entonces podría comprender las respuestas. Muchas personas perciben inmediatamente el significado metafórico del lenguaje corporal de los animales no ordinarios, aun careciendo de conocimientos chamánicos. Un caso célebre es el de Friedrich Kekulé von Stradonitz, renombrado científico alemán de mediados del siglo
XIX,
recordado por el descubrimiento de la estructura de la molécula de benceno, un concepto que abrió el camino para muchos modernos avances en química orgánica. Kekulé invirtió mucho tiempo, infructuosamente, para descubrir la estructura de la molécula de benceno, un problema que desconcertaba a los químicos de su tiempo. Uno de los relatos de su descubrimiento (existen muchas versiones, pero todas tienden a ser visionarias) afirma que una noche de 1859 estaba solo en casa cuando en la oscuridad vio a una serpiente con la cola en la boca, formando un círculo. Inmediatamente reconoció que el animal utilizaba el lenguaje corporal para comunicarle la respuesta que hasta entonces se le había escapado: que la estructura era un círculo o un anillo. Como
resultado de su experiencia visionaria, en 1865 Kekulé publicó su teoría del anillo de benceno. Por último, en 1988 científicos del Centro de Investigación IBM Almaden en California confirmaron su teoría cuando un microscopio especial hizo visible el anillo de benceno por primera vez. Un excelente tratado sobre los descubrimientos científicos, The Art of Scientific Investigation, obra del patólogo británico William Beveridge,18 cita numerosos casos en la historia de la ciencia en los que investigadores ahora célebres lucharon sin éxito contra un problema durante semanas, meses y años, incapaces de obtener el conocimiento oculto que les brindaría la respuesta que buscaban. Entonces, renunciando a resolver
el
problema
(al
menos
temporalmente), el investigador, relajado en un carruaje, un tranvía, un tren u otro entorno propicio, entraba en un estado alterado de consciencia y percibía una solución revolucionaria a la cuestión. Tal vez no es casual que un carruaje, un tranvía o un tren produzcan una percusión monótona y que esto facilite un estado de consciencia similar al trance y, en cierto modo, análogo al inducido por el tambor de un chamán. Del símbolo al sentido Puesto que hemos examinado un viaje que ejemplifica la necesidad de aprender el lenguaje corporal del animal, introduzcamos brevemente la perspectiva chamánica a la hora de descifrar la información simbólica que los animales de poder usan a menudo en sus respuestas. No hay un significado «oficial» de los símbolos visuales encontrados por los chamanes en sus viajes. Cada chamán o viajero chamánico descubre estos significados por sí mismo. Nadie está más capacitado que otro para descubrir el sentido de los símbolos.
Esto no significa que sean comprendidos inmediatamente, pero quiere decir que cada respuesta se adecua al viajero. Los espíritus lo saben todo sobre el viajero y lo tienen en cuenta a la hora de comunicarse y ofrecer consejo. Si el viajero es un psicoanalista freudiano, los espíritus lo sabrán y se comunicarán utilizando el marco de referencia simbólico que esa persona pueda comprender. Si el viajero es un chamán indio del Amazonas, los espíritus se comunicarán en los términos comprensibles para él. Supongamos que el psicoanalista y el chamán del Amazonas reciben el mismo consejo para sus vidas. A fin de que ambos reciban el mismo mensaje simbólico, este tendrá que expresarse de un modo diferente, ya que ambos pertenecen a entornos culturales diversos. Por la misma razón, incluso personas de una misma cultura, pertenecientes a la moderna «civilización» occidental, recibirán una simbología diferente para una misma respuesta, porque cada viajero posee su propia historia personal y su propia comprensión de los símbolos. En otras palabras, es probable que las mismas imágenes signifiquen cosas distintas para personas diferentes, en especial si pertenecen a entornos culturales muy alejados. Por ejemplo, si a un aborigen australiano no cristianizado se le muestra la virgen María tal como la vería un napolitano, como una estatua vestida en una iglesia, la imagen no significará lo mismo para él que para el católico italiano. Para que un aborigen australiano perciba lo mismo en términos de significado, tendrá que aparecer de un modo distinto. Tal vez bajo la forma de una mujer aborigen desnuda y de cabello revuelto, que le recuerde a sus ancestros. No lo sé. Los chamanes ven con el corazón, no solo con la mente, lo que significa que para que algo sea idéntico para dos personas en la realidad no ordinaria, debe ser lo mismo en el corazón, al margen de las apariencias externas.
Así pues, en la realidad no ordinaria las cosas han de adoptar un aspecto diverso ante personas diferentes si quieren significar lo mismo. Las imágenes que recibimos de los animales de poder, y en la realidad no ordinaria en general, son perfectas para cada uno de nosotros. Es la perfección de la experiencia espiritual directa, una perfección que normalmente no caracteriza a la realidad ordinaria. ¿Cómo sabe un chamán lo que representa una imagen? La respuesta es sencilla: el chamán emprende viaje y pregunta a la imagen. Es uno de los puntos fuertes del viaje hacia el conocimiento oculto: se puede trabajar en un enigma en un viaje y, si es necesario, en las siguientes incursiones, hasta quedar satisfecho ante la respuesta obtenida. A veces, un animal de poder ofrecerá una respuesta directa telepáticamente, o expresada en palabras, o a través del lenguaje corporal. Por otro lado, el animal de poder puede darse la vuelta y huir, llevando consigo o dirigiendo a la persona en un viaje que mostrará la respuesta a su pregunta. El viajero habrá de preguntarse si las visiones que le serán mostradas forman parte de la respuesta. Respuestas literales “versus” simbólicas En ocasiones, las comunicaciones visuales y verbales han de ser tomadas literal y no simbólicamente. Solo la práctica puede enseñarnos a discernir ambos extremos. Con la práctica descubrimos que a veces una respuesta «extravagante» ha de interpretarse literalmente, o que al menos hay que examinarla en su sentido literal antes de llegar a la conclusión de que se trata de una respuesta simbólica o metafórica. Por ejemplo, en uno de mis talleres en Europa una mujer declaró que en respuesta a su pregunta, un animal de poder le dijo que tomara un tranvía hacia determinado suburbio en 10 minutos. Me preguntó: «¿Qué
significa?». Yo tuve que responder: «Puesto que has acabado tu viaje hace cinco minutos, eso significa que te quedan otros cinco». Partió de inmediato. No pretendo ser ocurrente. Al no disponer de una interpretación simbólica del mensaje, y al carecer de tiempo para una eventual aclaración en un viaje posterior, el imperativo chamánico consiste en honrar al animal de poder y emprender la acción aconsejada de inmediato. Ella salió al encuentro de su destino. Desconozco las consecuencias de su acto, pero confío en que al subir a aquel tranvía ella haya encontrado su respuesta.
7. Ascensión chamánica: historia, folclore y conocimiento
Un largo camino que recorrer un largo camino por ascender un largo camino hacia el cielo oso pardo alzándose muy por encima de las nubes huellas de zarpas trazan un círculo en el cielo un largo camino que recorrer un largo camino por ascender un largo camino hacia el cielo fuego bajo esta casa muchos fuegos estos fuegos mis ancestros mi pueblo un largo camino que recorrer un largo camino por ascender un largo camino hacia el cielo tíos muertos chamanes muertos me ofrecen dos sonajas me ofrecen esta canción canto
un largo camino que recorrer un largo camino por ascender un largo camino hacia el cielo
Canción del chamán, pueblo tsimshian de la Costa Noroeste de Norteamérica1 El esfuerzo de la Fundación por difundir el chamanismo y la sanación chamánica en Occidente ha constituido una de sus tareas educativas principales, habida cuenta de que este fenómeno desapareció en Europa y Occidente en los últimos dos milenios. ¿Cómo llegó a suceder? Hasta hace unos 2 000 años, la mayoría de los habitantes de la Europa del Norte y Central vivían de un modo en cierto sentido semejante al de los pueblos indios de Norteamérica antes de Colón. Subsistían gracias a la caza, recolección, pesca y, en la mayoría de lugares, gracias a la agricultura; vivían con sus propios espíritus y chamanes. Luego fueron conquistados por extraños en el nombre de la civilización, en especial la mediterránea o romana. Las legiones de Julio César aceleraron la imposición de la religión de Roma a los pueblos conquistados y esclavizados. Según el estilo clásico de la conquista «civilizada», los romanos impusieron no solo su gobierno centralizado, sino su religión de estado oficial a los conquistados. La posterior conversión de Roma en «imperio cristiano» condujo a un desarrollo obviamente no recomendado por Jesucristo cuando dijo: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Gracias a los impuestos, la Iglesia cristiana hizo posible rendir cuentas al César y a Dios simultáneamente. Esta práctica fue continuada por las iglesias imperiales de la Europa Central y Oriental hasta el siglo XX: la palabra César ha sido transcrita como «kaiser» y «zar».
La tarea de las legiones de Julio César fue completada por el sacro Imperio romano-germánico a finales del siglo XVII, con alianzas políticas y militares no tan sacras y cuyo objetivo era convertir a todos los nativos de Europa a una sola fe, independientemente del derramamiento de sangre requerido. Estigmatizados y perseguidos como «brujos», «magos» y «hechiceros», los chamanes fueron prácticamente exterminados en Europa, al sur del círculo polar ártico, gracias a la intervención de la «santa» Inquisición de la Iglesia y los grupos protestantes militantes. En el remoto confín norte de Europa, más allá del círculo polar ártico, donde la influencia de la Iglesia y el Estado era más lenta a la hora de influir en la vida nativa, algunos de los remotos pueblos sami o saami (antiguamente «lapones») intentaron conservar vivo su chamanismo clásico a pesar de la persecución a veces violenta; los chamanes recibían el nombre de «brujos», como señalé en Hallucinogens and Shamanism.2 Para escapar de las autoridades, algunos chamanes sami ocultaban sus tambores en enclaves remotos y los usaban en secreto. Si eran descubiertos, recibían un severo castigo, a veces incluso la muerte, y sus tambores eran confiscados o destruidos. Algunos de ellos acabaron en colecciones de museos. En la actualidad, los sami convertidos al cristianismo y los extranjeros aún los llaman «tambores de brujo», una prueba viva de los no muy lejanos días de persecución. Entre los sami tradicionales, el instrumento recibe el nombre de «tambor mágico». En el pasado, los sami fueron famosos por utilizar sus tambores mágicos para viajar a otros mundos y por pintar las caras ocultas del tambor con mapas que mostraban los mundos a los que viajaban. Los tambores sami pintados que sobreviven en colecciones de museos suelen mostrar los cuasi universales tres mundos del chamán (Superior, Inferior e
Intermedio) y el tipo de espíritus y deidades que los sami encontraban en ellos (véase lámina 6).3 Tras conocer la noticia de que el tambor del chamán había desaparecido entre los sami, quise verlo por mí mismo. A principios de los ochenta emprendí dos viajes al círculo polar ártico: Finlandia, Suecia y Noruega.4 Allí supe que el pasado no era del todo pasado. En aquella época, en la Escandinavia «liberal», los misioneros apoyados por el Gobierno seguían prohibiendo el uso del tambor del chamán entre los sami. Pude comprobarlo directamente en el norte de Suecia, en 1983, cuando algunos amigos sami, mi esposa Sandra y yo visitamos unos hogares rurales sami. Yo llevaba mi tambor en una maleta. Un pastor luterano nos siguió casa por casa y preguntó a sus habitantes qué hacíamos con nuestro tambor. Unos años más tarde encontré la misma presión episcopal misionaria entre los inuit del Canadá interior: se obligaba a la gente a abandonar el tambor chamánico. Esta situación ha durado siglos: el sonido del tambor durante los viajes hacía de los chamanes un objetivo fácil para la identificación y el castigo. El chamanismo sami del siglo XX fue un chamanismo diezmado por la historia. Aunque los pocos chamanes que quedaban seguían haciendo ofrendas en la cima de las montañas, no pude encontrar a ninguno que usara el tambor. Unos pocos sami los fabricaban y utilizaban en secreto, al parecer solo para la adivinación chamánica, percutiendo suavemente la cara pintada del tambor para formular preguntas a las que respondía el movimiento de un pequeño objeto de hueso o metal colocado en su superficie.5 Con el deseo de saber si entre los sami había sobrevivido algún eco de los métodos de curación chamánicos, y arrastrando un problema personal de salud, logré concertar una cita con el célebre curandero sami Mikhail
(«zorro milagroso») Gaup, en su casa, cerca de Alta, en la Noruega más septentrional. Cuando Heimo Lappalainen y yo llegamos al lugar de la cita, la casa estaba a oscuras y aparentemente deshabitada. Heimo llamó reiteradamente. Ninguna respuesta. Esperamos más de media hora. Por último se acercó a la puerta y la empujó. La pesada puerta de madera se abrió lentamente produciendo un sonido chirriante similar al de las películas de miedo. Ante nosotros se abría una habitación oscura y, en apariencia, deshabitada. En su interior descubrí otra puerta, que me dispuse a abrir. De pronto, alguien me sorprendió por la espalda y me arrojó al suelo de la otra habitación. Confuso, alcé la vista y descubrí a un joven que se inclinaba sobre mí gritando en una lengua incomprensible. Me dejó en el suelo y abandonó la habitación en otra dirección. Heimo me ayudó a incorporarme y explicó lo que había gritado el joven, más como desafío que como pregunta: «¿Crees en el poder del sol?». Este fue uno de los puntos álgidos en mi trabajo de campo antropológico. No solo descubrí, espectacularmente, que el culto al sol había sobrevivido en este remoto paraje del continente europeo, sino también una antigua práctica chamánica sami que consistía en aterrar al paciente antes de la sanación. El joven era, a todas luces, el ayudante de Zorro Milagroso. Cuando regresó respondí positivamente a esa pregunta. De hecho, ¿quién cuestionaría el poder del sol? ¡Ahora contaba con pruebas sólidas de la pervivencia del chamanismo en Europa!6 No compartiré los detalles de la sesión de sanación, pero Zorro Milagroso la realizó siguiendo su costumbre habitual, lejos de posibles testigos, detrás de la puerta del baño. No es necesario mencionar que no usó el tambor de viaje ni ningún tipo de percusión.
Mi trabajo con Mikhail en una visita posterior me permitió descubrir que, aunque sabía cómo tocar suavemente el tambor para la adivinación, aparentemente no sabía cómo viajar con él. En realidad, el último caso de uso tradicional del tambor en el viaje chamánico entre los sami ocurrió, según los informes a los que he tenido acceso, a principios de los años treinta en la Finlandia septentrional, cerca del lago Inari. Digo «tradicional» porque el viaje a otras realidades inducido por el tambor está regresando lentamente, en parte gracias a la ayuda de la Fundación de Estudios Chamánicos y algunos de mis antiguos estudiantes, uno de los cuales era sami. El cristianismo no ha estado solo en su intento de erradicar el chamanismo. Irónicamente, el comunismo «ateo» de la antigua Unión Soviética también consideró que el chamanismo constituía una amenaza en la Eurasia septentrional, incluyendo a los sami que vivían en Rusia. Los soviéticos no podían permitirse que los chamanes estuvieran en contacto permanente con los espíritus cuando, según el marxismo-leninismo, los espíritus no podían existir. Además, el prestigio e influencia de los chamanes era visto como una amenaza contra la autoridad de los administradores comunistas locales.7 Entre los pueblos del río Amur de la Siberia meridional y sus vecinos indígenas a lo largo de la frontera, en la China septentrional, por ejemplo, la mera posesión de un tambor de chamán podía derivar en una ejecución sumaria o la cárcel de por vida, impuesta por los soviéticos o por los comunistas chinos durante la revolución cultural.8 Una cifra imprecisa de cientos, tal vez miles, de nativos siberianos fueron asesinados o murieron en campos de trabajo por sus «herejías» chamánicas. La persecución de los chamanes se ha dado históricamente en otras muchas grandes civilizaciones, entre ellas China, Mongolia y el mundo
islámico. Por ejemplo, cuando el Islam penetró en el Asia central hace siglos, los relatos locales de experiencias de ascensión fueron estigmatizados como heréticos. Aunque en Uzbekistán aún hay quien practica el chamanismo, estas personas se pasaron al Islam como imanes y dejaron de viajar a otros mundos.9 Un acto de prudencia. De modo similar, en Mongolia eran ejecutados en nombre del budismo, y en China los confucianos y los budistas los persiguieron durante varios siglos. La persecución mundial de los chamanes, aunque escasamente compasiva, era políticamente lógica, pues el chamanismo, por su propia naturaleza, constituye una amenaza a la autoridad de quienes establecen y controlan las religiones oficiales, o a quienes consideran las religiones de cualquier otro tipo como una amenaza contra su poder político. Las personas que practican la ascensión chamánica, por ejemplo, a menudo reciben instrucción espiritual directamente a través de las mismas experiencias y de los mismos ámbitos que los más exaltados visionarios y fundadores de las religiones estatales, como comprobaremos más adelante. Esto es inherentemente subversivo. Después de todo, si los individuos comunes pueden ser portadores de la revelación divina, esto interfiere con la
creación
y
pervivencia
de
las
religiones
monopolistas
fundamentalmente basadas en las supuestas palabras y milagros de sus fundadores.10 Es una tragedia irónica que los europeos, antaño chamánicos, y una vez convertidos al cristianismo, sometieran a otros pueblos indígenas del mundo a los mismos procesos de conversión que sus propias culturas habían experimentado bajo el dominio romano. Esta destrucción espiritual mundial no alcanzó a todas las regiones de forma homogénea. Aunque el conocimiento de la ascensión chamánica y otros viajes prácticamente desapareció de Europa11 hasta que el trabajo reciente ha empezado a
recuperar su práctica, sobrevivió largo tiempo en remotos parajes de otros continentes, donde algunos chamanes indígenas continuaron practicando el viaje y la ascensión chamánica, asunto en el que nos centraremos ahora.
Lugares de partida para la ascensión y ecos en el folclore occidental Como he enseñado a mis estudiantes a lo largo de los años, los vestigios del conocimiento indígena del chamanismo, en otro tiempo extendido por todo el mundo, sugieren que algunos rituales y cuentos populares occidentales contemporáneos tienen su génesis en el antiguo conocimiento europeo de la ascensión y la cosmología chamánicas. Por ejemplo, en muchos cuentos se habla de lugares mágicos o especiales, ubicados en la naturaleza o en construcciones humanas y que se utilizan con una función idéntica a la práctica de los viajes chamánicos. En la ascensión chamánica, un paso importante es la selección de un lugar de «despegue» o partida. A continuación ofrecemos algunos ejemplos. La Fundación compartió este conocimiento en los cursos impartidos con los estudiantes, los «occidentales», antes de que ellos mismos emprendieran la ascensión. Chimeneas y salidas de humo Algunos chamanes indígenas, en Siberia y el norte de África, utilizaban el humo del fuego emanado del centro del hogar como punto focal. Cerraban o se cubrían los ojos, visualizaban el humo y ascendían a través del agujero abierto en el techo. En la selva tropical de América del Sur, los chamanes warao solían ascender al Mundo Superior recurriendo al humo de sus cigarros sagrados de medio metro de longitud.12 Entre los monguor
de China, un chamán puede elevarse en el humo del incienso quemado, similar a un «camino viviente hacia el cielo».13 La ascensión chamánica a través del agujero de un hogar se practicaba probablemente en la antigua Europa, y en la Edad Media y el primer Renacimiento sobrevivió bajo la forma del vuelo de las «brujas», como he señalado en otro lugar.14 Sin embargo, poco a poco el agujero en el techo fue sustituido por un hogar con un humero; las chimeneas llegaron a Inglaterra en el siglo
XIII.
Por lo tanto, las pinturas y tallas de madera que
representan a chamanes europeos (llamados «brujos» y «brujas») muestran cómo salen de las casas a través de las chimeneas.15 La persistente creencia popular británica en los poderes mágicos de los deshollinadores probablemente no guarda relación con todo esto. Al ascender al Mundo Superior, los chamanes siberianos chukchi visitaban la Estrella Polar, llamada «Ser Superior» o incluso «Creador».16 Tal como cuenta Bogoras, la Estrella Polar da refugio a los visitantes «oprimidos por sus enemigos en la vida terrenal» y «los hace regresar con muchos regalos y provisiones».17 Los regalos llegaban a la Tierra en un trineo no ordinario conducido por un reno, método clásico de los chamanes siberianos para viajar a la realidad no ordinaria.18 Algunos estudiosos creen que la conocida costumbre de subir y bajar por el hueco de la chimenea y volar en un trineo arrastrado por renos es una pura invención del neoyorquino Clement Moore, que en 1823 escribió «Una visita de san Nicolás» («Era la noche anterior a la Navidad…»). Sin embargo, sus raíces parecen ser mucho más antiguas, como siempre he sugerido a mis estudiantes. San Nicolás era un obispo que vivió en Turquía en el siglo
IV
y era
célebre por sus viajes mágicos a lugares como Italia. Tampoco sorprende que viviera en Turquía, ya que los pueblos de habla turca son conocidos
por su práctica del chamanismo, que han mantenido constantemente en Asia Central. Quizá debido a su supuesta capacidad para cruzar volando el océano hasta confines remotos y regresar a salvo, san Nicolás se convirtió en el santo patrono de los marineros mediterráneos y europeos, entre ellos los viajeros holandeses que fundaron Nueva Ámsterdam (más tarde conocida como Nueva York) a principios del siglo
XVII.
Los holandeses lo
convirtieron en el santo patrón de Nueva Ámsterdam19 e importaron de Holanda la tradición según la cual san Nicolás repartía regalos en temporada navideña. Cuando los ingleses se apoderaron de Nueva Ámsterdam y la rebautizaron como Nueva York, su cultura se mezcló con la de los holandeses y sus descendientes adoptaron el cuento tradicional europeo de las visitas navideñas de san Nicolás. También adoptaron el nombre medieval holandés de san Nicolás, Sinterklaas, aún usado en Holanda. El sonido de la «r» en Sinterklaas se atenuó y desapareció, como a menudo ocurre con el inglés neoyorquino, con el resultado de que hoy en día hablamos de «Santa Claus» en todo Estados Unidos. Las diversas pistas ofrecidas aquí sugieren que nuestro actual santa Claus tiene su origen más arcaico en el chamanismo siberiano, con la posible mediación del pueblo sami. Postes y árboles como lugares de partida Los árboles sagrados, o los postes confeccionados a partir de ellos, pueden servir como escaleras para iniciar un ascenso desde el Mundo Intermedio. En Siberia, hogar de la palabra «chamán», este árbol suele ser un alerce o un abedul. Puede alzarse en un bosquecillo sagrado o ser un poste con escalones tallados para crear una escalera que se fija al agujero por donde
sale el humo en la yurta o tipi.20 En la Sudamérica meridional, los chamanes mapuche también utilizan un poste con escalones tallados para iniciar sus ascensiones, que (como los siberianos) realizan con ayuda de la percusión.21 (Véase lámina 10.) De un modo similar, a veces los chamanes indios de California visualizaban la ascensión al poste central de su «cabaña» ceremonial de un modo que recuerda a la ascensión por medio de árboles, tal y como se practicaba en Asia.22 El poste central es la pieza más sagrada de estas casas, en parte porque conecta el Mundo Intermedio con los Mundos Superior e Inferior. De modo parecido, los árboles jóvenes fijados en los agujeros de humo en las yurtas y tipis de los chamanes siberianos representan el Árbol del Mundo o Pilar del Mundo, que conecta las diversas realidades.23 La idea de que el poste o árbol individual del chamán es el Árbol o Pilar del Mundo se encuentra en muchas sociedades indígenas, y es una idea relacionada con el hecho de que el punto de partida del chamán es el Centro del Mundo o Universo.24 En muchas culturas chamánicas de Siberia, se cree que la Estrella del Norte es la cima de un poste o Pilar del Mundo, ya que el resto de estrellas rotan a su alrededor. El nombre alternativo de la Estrella del Norte, la Estrella Polar, tanto en Siberia como en el norte de Europa, refleja este origen, y nuestro uso de la expresión «Polo Norte» está directamente relacionado. Entre los buriatos de Siberia, se consideraba que las estrellas eran una lenta manada de caballos atados a este Polo Norte.25 De modo similar, los germanos y escandinavos pre-cristianos hablaban del Árbol o Pilar del Mundo, Yggdrasil, al que estaba atado el caballo del dios Odín. El caballo de Odín probablemente era la constelación que en el mundo anglosajón se conoce popularmente como «el Pequeño Cazo» (Osa menor), siendo el
mango del cazo la soga del caballo: la última de sus estrellas es la Estrella Polar, o la cima del Pilar o Polo del Mundo. Como el árbol gigante catahua (ceiba) entre los conibo, Yggdrasil no solo alcanzaba el Mundo Superior, sino que sus raíces descendían al Mundo Inferior.26 Es muy probable que el mito escandinavo de Yggdrasil descienda del chamanismo, ya que el chamanismo europeo sobrevivió más tiempo en la Escandinavia septentrional en comparación con su existencia más al sur, aunque los chamanes sami del Norte también fueron perseguidos como brujos.27 El mayo anglo-alemán, utilizado para celebrar la benéfica influencia del sol de primavera, podría formar parte de esta tradición, con los bailarines «uncidos» a la parte superior del poste mientras giran a su alrededor, al igual que las estrellas giran alrededor del Polo Norte. Aún hoy se sube ocasionalmente al mayo en determinadas zonas de Europa, al igual que los chamanes indígenas siberianos y sudamericanos trepaban a postes o árboles con forma de escalera para iniciar su ascensión al Mundo Superior.28 Hoy, en los países germánicos, el mayo presenta tres anillos horizontales equidistantes, y este motivo también pervive en Mongolia, donde representa a los Mundos Superior, Intermedio e Inferior en el bastón del chamán.29 Según se dice, el árbol del solsticio de invierno, de hoja perenne (el «árbol de Navidad»), llegó a América procedente de Alemania, que comparte con Escandinavia la tradición del Árbol del Mundo. Parece un recuerdo en miniatura de Yggdrasil, el «siempre verde» Árbol del Mundo, simbolizado, en la Suecia precristiana, por un enorme árbol de hoja perenne ubicado junto a un templo pagano en Uppsala.30 La estrella que tradicionalmente se coloca en la copa del árbol de Navidad recuerda a la Estrella Polar, ahora reencarnada como la Estrella de Belén. Las luces,
antiguamente velas, hacen pensar en una de las estrellas rotando en torno al Polo Norte. Los árboles de Navidad del siglo
XIX
mostraban
representaciones de ángeles colgando de sus ramas, no muy distintos a los guardianes y espíritus auxiliares de los chamanes siberianos evenki (tungúes), que se creía tomaban asiento en las ramas de diminutos árboles que los chamanes cortaban y erigían en sus moradas para representar al Árbol del Mundo.31 La celebración contemporánea de la Navidad en Occidente, el 25 de diciembre, dista solo unos días del solsticio de invierno (del hemisferio norte) y parece conservar algunos elementos chamánicos. En parte es una supervivencia de las tradiciones solares, como mantener un tronco ardiendo para animar al Sol a reforzar su luz.32 Tal vez, el tributo al sol persiste no solo en el chamanismo sami, como se ha señalado anteriormente, sino también inconscientemente en la Alemania actual, donde grandes árboles de hoja perenne han de ser cortados y plantados en la cima de una montaña durante la tarde del día de un santo, muy cerca del solsticio de verano. La madera se apila contra el árbol para formar una pira cuyas llamas se verán desde las cimas de otras montañas donde arden fuegos similares. Tradicionalmente, las familias se reunían para las fiestas, y sus hijos brincaban en la cálida noche de san Juan mientras las chispas de las hogueras se alzaban en el cielo nocturno.33 En época precristiana, los romanos informaron de estas hogueras, diseminadas en las montañas germanas en el solsticio de verano. Algunos de los modernos alemanes que participaban en estas ceremonias del solsticio de verano y a los que tuve ocasión de entrevistar fueron incapaces de ofrecer una explicación consciente de las hogueras que hoy se erigen alrededor de los árboles de hoja perenne en la cima de las montañas.
Cumbres de montañas A menudo, los chamanes recurrían a la cima de las montañas como puntos de partida, incluso en islas aisladas en el Pacífico, como ocurría entre los samoanos.34 Así como un punto de partida arbóreo podía convertirse en el Árbol del Mundo, una montaña específica era capaz de transformarse en la Montaña Cósmica en la conciencia del chamán. La Montaña Cósmica era muy conocida en las culturas chamánicas de Siberia y Mongolia.35 E igual que el Árbol del Mundo se convirtió en Yggdrasil en los mitos de la Europa del Norte, la Montaña del Mundo o Montaña Cósmica se estandarizó en la mitología de la India y el Tíbet como «monte Meru». Según la epopeya sánscrita Mahabharata, en los tiempos míticos el maestro espiritual Narada ascendió al Meru gracias al «poder del yoga».36 Su ascensión parece análoga a la de los chamanes, como descubrí al comparar las prácticas chamánicas con las del yoga en mi viaje a la India. Se decía que más allá de esta Montaña Cósmica estaba Shambhala, una tierra mítica de perfección. Muchos han buscado el monte Meru en la realidad ordinaria, sin éxito, con la esperanza de alcanzar Shambhala a través de diversas expediciones terrenales.37 Sin embargo, como saben los chamanes, las verdaderas tierras de perfección están más allá del Mundo Intermedio y más allá de la realidad ordinaria. Rayos de sol y la Vía Láctea En la Siberia septentrional, los chamanes chukchi que querían ascender al Mundo Superior se concentraban en recordar un lugar donde hubieran visto cómo los rayos del sol en el ocaso se filtraban a través de las nubes. Los rayos de sol se utilizaban como un plano inclinado para iniciar la
ascensión al Mundo Superior.38 De manera análoga, los cubeo del Alto Amazonas trepaban a la Vía Láctea desde el horizonte nocturno.39 Remolinos, surtidores y tornados Otra forma de ascender al Mundo Superior era un remolino, tornado o surtidor. En la danza fantasma india del Oeste norteamericano de 1890, la canción de un participante arapajó en lo que probablemente es la actual Kansas refleja este tipo de experiencia. En esta canción de ascensión, se fundió con el espíritu de un águila mientras era aspirado por un remolino o tornado: Giro. Giro. Las fronteras de la Tierra, Las fronteras de la Tierra. Visto las largas alas de plumas mientras vuelo, Visto las largas alas de plumas mientras vuelo.40
Un arcoíris Entre los chukchi de Siberia, un arcoíris recordado por un chamán41 es uno de los puntos de partida clásicos hacia el Mundo Superior.42 En algunas culturas chamánicas, este portal se conoce como «puente arcoíris» o «camino arcoíris».43 De modo similar, las siete franjas de color del arcoíris se conciben como peldaños que hay que subir. Para los pueblos aborígenes australianos, el arcoíris ideal era aquel que un chamán había visto emerger de un lago, ya que ese mismo lugar podía usarse para descender al Mundo Inferior y para subir al Mundo Superior gracias al arcoíris. A veces, los chamanes australianos subían por el arcoíris como si se tratara de una cuerda.44
8. Tocar el tambor sobre el arcoíris: los occidentales ascienden al Mundo Superior
Canción
Me he [alzado] desde la Tierra hasta el cielo. Camino sobre el arcoíris. sagrada de un chamán del cielo en Tuva1
Entre los dos mundos viajo y comprendo con claridad a los que se han marchado. BAYAR DUGAROV, poeta chamán buryat2
En Tuvá y en otros lugares de Siberia, los «chamanes del cielo» se especializan en trabajar con el Mundo Superior. Entre los tuvanos se los considera los chamanes más grandes, literal y metafóricamente. No utilizan sustancias psicoactivas y operan únicamente con la percusión.3 En el Canadá occidental contemporáneo, los atapaskas del río Beaver solo recurren al tambor para ascender «la estela del cielo»,4 tal como hacen los chamanes mapuche en Chile al ascender sus escaleras.5 (Véase lámina 10.)
Preparación para la ascensión
Después de recibir instrucciones para la ascensión, entre ellas la descripción de lugares de partida utilizados por chamanes indígenas, los occidentales eligen cómo iniciar su periplo. El arcoíris era uno de los caminos de mayor predilección, tanto para ellos como para los chamanes del cielo. Como primera tarea, a muchos se les asignó la misión de explorar e informar de sus descubrimientos. Tener una misión o propósito es una de las diferencias decisivas entre los viajes chamánicos y las «incursiones». No se ofrecía ninguna información sobre el Mundo Superior, excepto que estaba formado por capas o niveles. Durante las ascensiones, no se proporcionaba ayuda verbal (de todos modos habría quedado sofocada por el sonido de la percusión). A los participantes solo se les decía cómo llegar hasta allí, no lo que iban a encontrar. Aunque era frecuente que los estudiantes mostraran curiosidad respecto a la naturaleza del Mundo Superior, se les advertía de que tendrían que descubrirlo todo por sí mismos. Los métodos utilizados fueron esencialmente los mismos que se describen en el Apéndice A, «Ascender al Mundo Superior para comparar experiencias». De acuerdo con los principios y prácticas del chamanismo esencial, la preparación para la ascensión se mantuvo en el mínimo esencial a fin de no condicionar las expectativas de los estudiantes, los «occidentales». Por ejemplo, las palabras «cielo», «cielos» o «celestial» nunca se mencionaron ni siquiera de forma implícita en la información ofrecida de antemano; solo se usaba la expresión «Mundo Superior». Asimismo no se mencionaba un posible encuentro con deidades. Los viajes no eran «meditaciones guiadas», y el único sonido de la realidad ordinaria que los estudiantes podían oír era la percusión monótona. La intención era que tuvieran experiencias autónomas.
El redoble era similar al usado por los chamanes indígenas en sus propias ascensiones y otros viajes. Sin embargo, normalmente los chamanes alteran el ritmo cuando se fusionan con un espíritu específico, que entonces «asume» el control del redoble e introduce un ritmo más irregular. Esto no era posible en la percusión para un grupo o si se grababa el sonido para viajes ulteriores. La percusión era en vivo o, en una minoría de casos, grabada. Ambas funcionaron.6 Como en el caso de los chamanes tuvanos de la Siberia meridional, los occidentales ascendieron completamente sin el uso de sustancias psicoactivas. Además, la mayoría de ellos no había subido nunca al Mundo Superior. Eran estadounidenses, australianos y canadienses, en su mayoría descendientes de europeos, junto a algunos ciudadanos del Viejo Continente, de visita en Estados Unidos.
¿Son solo imaginarias las experiencias de los occidentales? Aunque los chamanes indígenas consideran que sus viajes son muy reales, a veces es difícil que los occidentales acepten que esas ascensiones son algo más que el fruto de su imaginación. Los viajeros experimentados no suelen tener este problema, pues a través de la práctica intensiva de la técnica han descubierto la existencia de otra realidad. La mayoría de los relatos de ascensión de este capítulo pertenecen a neófitos. ¿Son solo imaginarias estas experiencias? Es una pregunta que en última instancia los lectores tendrán que responder por sí mismos. Para hacerlo con éxito recomiendo leer la información de los Apéndices A y C. A modo de pruebas de que las experiencias chamánicas son algo más que imaginarias, en el capítulo 2 he compartido algunos de los «milagros»
de la realidad de los espíritus. He aquí un caso que implica a una eminente antropóloga, Edith Turner, que participó en uno de mis talleres. Esto es lo que escribió acerca de su experiencia: … en julio de 1987, antes de viajar a Alaska […] participé en uno de los talleres chamánicos de Michael Harner en Virginia. Enseñaba a los participantes a realizar un viaje chamánico tendidos en el suelo y en completa oscuridad. Teníamos que visualizar algo por lo que subir, un árbol, una montaña, un edificio o algo semejante. Tras una primera fase de visualización era probable que la propia experiencia asumiera el control y encontráramos a un «maestro». Nos echamos y Michael tocó el tambor a un ritmo constante. Visualicé mi ascensión y me encontré en una nube. «Qué típico», pensé. A mi izquierda apareció una figura, un monje encapuchado, y volví a pensar: «Típico, parecen dibujos animados»… Subí un poco más y encontré todo un mostrador de aparatos electrónicos, cámaras de vídeos, reproductores de CD, estéreos, radios y una enorme pantalla de televisión a la derecha. Una imagen de color rojo oscuro cubría toda su superficie. Parecía una maraña de órganos internos, alargados y definitivamente diferentes a los del ser humano. ¿Por qué estaban ahí? ¿Qué significaba aquello?… Cuando el ritmo del tambor cambió desanduve el camino recorrido y, por último, recordé que estaba echada en el suelo. Los otros participantes estaban sentados a mi alrededor. Contamos nuestras experiencias a Harner; las aceptó, pero no las analizó psicológicamente. Cuatro meses más tarde, en noviembre, durante mi estancia entre los esquimales en Point Hope, Alaska, en casa de Ernest Frankson, este trajo a casa una foca ocelada. Su mujer dejó la foca en un cartón y procedió a desollarla. Me permitió ayudar a separar el aparato respiratorio. A continuación realizó una incisión en el estómago y extrajo los órganos internos. Perpleja, los observé minuciosamente. Me sorprendió contemplar los órganos de un rojo intenso, el hígado, el bazo, los intestinos, los pulmones, el corazón, y todo lo demás, unido y deslizándose con tal orden y facilidad. Dos días más tarde caí en la cuenta, al repasar mis diarios; esos órganos internos eran los mismos que había visto en la pantalla de televisión durante el viaje chamánico de julio.7
Lo que sigue es la experiencia de un antropólogo australiano que asistió al taller. Ascendió al Mundo Superior por primera vez. Entro en el hogar y enseguida salgo disparado por la chimenea y descubro un túnel formado por un torbellino de nubes de un ligero color gris. Ponto advierto la presencia de mi guardián, un pelícano de pico rosa.
Subido a lomos del pelícano, asciendo en dirección al túnel de humo. En la distancia veo una montaña emergiendo de la niebla… A medida que nos acercábamos descubro que en la cima de la montaña hay un magnífico palacio de cristal dorado que irradia una luz amarillo lima. Me dicen que es el palacio del fénix y en ese momento veo al pájaro dorado sobrevolando el edificio. Parece estar conectado a mi propio halcón de poder. Me asombra y abruma la belleza de este lugar, pero el pájaro regio me da la bienvenida. El halcón se adelanta y deposita una pieza de cristal dorado en mi pecho. Contengo la respiración mientras la recibo, pues es un regalo especial. El tambor sigue sonando pero muy pronto Michael [marca la señal] para regresar. Sin embargo, aún estoy muy alto en el cielo y me resulta difícil volver a entrar en el túnel de humo. Cuando por último inicio el regreso, los cielos siguen siendo dorados, y al entrar en el túnel descubro que en su borde se alzan una serie de figuras con forma de santos que me hacen señales de despedida.8
Posteriormente escribió: «Este viaje me impresionó vivamente. Tras recuperar la consciencia en el taller y descubrir a sus participantes a mi alrededor, me resultó muy difícil articular mis pensamientos. No encontraba las palabras y, sin embargo, estaba ansioso por comunicar lo importante que aquel viaje había sido para mí. Sentía que había estado en un lugar realmente sagrado».9
Relatos occidentales de ascensión A continuación ofrecemos algunos ejemplos de experiencias de estudiantes occidentales del chamanismo cuando se les pidió que visitaran y exploraran el Mundo Superior. Algunas de ellas se han agrupado temáticamente; admito que hay muchos otros temas a los que podría haber prestado atención. Las primeras se han agrupado a partir del lugar de partida empleado: un arcoíris. Ascensión desde un arcoíris
UN CARRO EN UN ARCOÍRIS Uno de los estudiantes era una mujer sueca que eligió un arcoíris como ruta hacia el Mundo Superior. Al alcanzar la parte superior del arco le sorprendió encontrar un viejo carro de madera deslizándose en su superficie. Nada tiraba del carro, que estaba completamente vacío. Su perplejidad fue grande, y al regresar de su viaje, qué continuó más allá del arcoíris, me preguntó que significaba el viejo carro, ya que no tenía ni idea. Le dije que no estaba seguro, pero le pregunté si había oído hablar del carro de Thor. Ella no sabía nada al respecto. Le expliqué que en la antigua mitología nórdica, se creía que el dios Thor recorría el arcoíris en un carro de madera, cuyo traqueteo provocaba los truenos. Su sorpresa y maravilla fue mayúscula porque su primer nombre era Tora, en sueco el nombre femenino equivalente a Thor. A medida que los individuos perseveran en este trabajo van acumulando una serie de pequeños milagros y llegan a comprender cómo se entra en un mundo de dioses y diosas donde todo lo que una vez aconteció sigue sucediendo, y donde se puede recuperar el conocimiento sagrado perdido. El viajero chamánico descubre que los dioses no han muerto. EL HERMOSO «LUGAR MÁGICO» Y LA MÚSICA CELESTIAL MÁS ALLÁ DEL ARCOÍRIS
Este occidental decidió subir por un arcoíris que recordaba mientras escuchaba una percusión chamánica grabada. No había ningún tipo de música de la «realidad ordinaria» en la habitación donde sonaba la grabación. Utilizando el método de narración simultánea, grabó sus experiencias mientras estas sucedían. (Para más información sobre la narración simultánea, véase el Apéndice A.)
Subo por el arcoíris. Abajo percibo suavidad, como una seda. Me impulsa un poder. Abajo veo colinas y un camino. Subo por el arcoíris. Por encima, nubes. Blancas, grises, mullidas. Alcanzo la cima del arcoíris. Subo a una nube. Me sorprende que sostenga mi peso. Camino entre las nubes, entre las nubes.
Al llegar a la capa de nubes, atravesó la zona de transición o «barrera» hacia el Mundo Superior. Esta barrera también se manifiesta bajo otras formas, como una membrana permeable (como hemos mencionado antes). Las siguientes barreras que describe se encuentran entre los diversos niveles del Mundo Superior y son menos sustanciales. Un aguila vuela hasta mí. Le pregunto: «¿Dónde estoy?». Responde: «En el Mundo Superior». Estoy en el Mundo Superior y vuelo cada vez más alto… con grandes alas de águila. Asciendo vertiginosamente, cada vez más alto. Encuentro deidades mitad pájaro mitad humanas que vuelan aún más alto. Impulsado por las alas de águila, atravieso otra barrera y descubro bosques, árboles, naturaleza. No tan austera. Asciendo, asciendo. Vuelo cada vez más alto. Cada vez más alto. Vuelo. Parece que busco el sol. Atravieso otro nivel. Es de noche, un cielo nocturno cuajado de estrellas. Siento la presencia de nuestro sol. Estoy muy lejos. Siento que he sido irradiado por fuerzas cósmicas mientras vuelo: una atribución de poder chamánica, creo. Me siento muy poderoso y también ligero. Sigo ascendiendo. En el espacio vibran todo tipo de energías. Vientos solares. Hay luz y todo tipo de energías. Asciendo más y más alto… El tiempo parece ralentizarse. Todo exhala una honda calma. Floto entre las nubes. Tan solo floto. Siento como si levitara. Vuelo. Alto, más alto, atravieso una barrera tras otra. Desconozco si hay un límite en el número de niveles. Siento la presencia de una luz brillante. Asciendo para fundirme con la luz. Será duro regresar. Me lo estoy pasando muy bien. Vuelo, asciendo, sigo volando. Me siento ligero. Vuelo cada vez más alto. Dejo atrás otra barrera. Una luz brillante. Percibo el universo como algo fundamentalmente bueno… Estoy en la cima del Mundo Superior. Es hermoso. Es como una hermosa isla flotante. Todo está sumergido en una luz brillante. Un lugar mágico.
Vuelo cada vez más alto. Grandes alas. Oigo música celestial al fondo. Música de las esferas. Creía que no debía oírse en el espacio. Es hora de regresar. Un largo camino de vuelta. Desciendo. En un torbellino. A través de un túnel de nubes. Atravieso mundos en la caída. Regreso. Me resulta difícil hablar ahora. El mensaje es: todo está interrelacionado. Aún me siento flotando. Literalmente.10
Música y coros celestiales Como en el ejemplo anterior, cuando los occidentales ascienden es frecuente que escuchen música o cantos «sobrenaturales», descritos como «coros celestiales» o «música de las esferas». De un modo análogo, escuché «la canción más hermosa que he oído en mi vida» mientras ascendía durante mi primera ingestión de ayahuasca en 1961, en mi estancia entre los conibo del Amazonas (relatada en La senda del chamán). Aquí estamos experimentando algo más que los efectos de una planta psicoactiva o la percusión reiterada: entramos en otra realidad cuya existencia no depende de la puerta utilizada. A continuación se ofrecen fragmentos de relatos occidentales en los que los viajeros oyeron coros y música celestial mientras ascendían amparados por el sonido monótono de un tambor. Como siempre, las palabras «cielo», «cielos», «música» y «canto» no se mencionaron previamente, y a los viajeros no se les asignó ninguna misión aparte de ascender al Mundo Superior y ver qué podían descubrir ahí. El siguiente relato es de un psicólogo profesional. «LA MÚSICA MÁS CELESTIAL QUE PODRÍA IMAGINARSE» Para mi sorpresa empecé a oír música mientras me encontraba entre las estrellas. Sinceramente, creí que uno de los colegas del profesor Harner había puesto una cinta de música celestial. Quise abrir los ojos para ver si eso había sucedido pero no lo hice. «¿Y si…? –me pregunté– ¿Y si la música no procede de una cinta sino que es un regalo de un espíritu?» Me centré exclusivamente en la música: primero oí flautas y
profundos vientos. Me sentía maravillado por su pureza y belleza. Los vientos se modularon hasta convertirse en cornos franceses acompañados por una exuberante sección de celo y cuerdas. Eran tan absolutamente divina que deseaba recordar cada nota o disponer de algún medio para grabarla. Soy músico y sé que no estaba imaginando algún tipo de música interior, sino oyendo una interpretación de instrumentos perfectamente reconocible en la habitación. Aunque absorto en la música, supe que continuaba viajando. A lo lejos había un gran estadio circular, un coliseo que irradiaba una luz brillante hacia el universo superior. La música emanaba de ese lugar. A medida que me acercaba al estadio, empezó a girar, primero lentamente y luego con más velocidad. La estructura se aplanó hasta convertirse en un disco en cuyo centro podían leerse signos sagrados que aparecían uno tras otro. La música se intensificó y la estructura giró sobre sí misma hasta tornarse invisible. No había nada más que ver salvo la galaxia. Y la música omnipresente, la música más celestial que pueda imaginarse. Me embriagué en su belleza hasta que oí la señal [percusiva] que indicaba que había llegado el momento de regresar. [La percusión] abrió la puerta de una experiencia que expandió mi alma y mi corazón. Me sorprendió mucho que una técnica tan simple pudiera despertar una experiencia tan profunda. Quiero volver a oír esa música. Ardo en deseos de ver y escuchar aquello hacia lo que me lleve el tambor…11
Una vez más, esta ascensión y la de otros participantes no fueron «meditaciones guiadas», pues a los viajeros solo se les proporcionó la instrucción metodológica más sucinta y no se les dijo qué esperar. Análogamente, no se les brindó ninguna «voz en off» u otras instrucciones durante sus viajes. El propósito era que los participantes tuvieran una experiencia autónoma en el mayor grado posible. UNA MELODÍA ESPECTACULAR Y EMBRIAGADORA Este es el relato de otra persona que ascendió por primera vez al Mundo Superior y escuchó una hermosa música. Al principio tenía dificultades para sentirme cómodo con el punto de partida. Dudaba entre subir la chimenea de la casa de mi infancia o ascender al monte Tamalpais. Al fin sentí que el monte Tamalpais me llamaba con más insistencia y descubrí que era relativamente fácil. Durante unos instantes me mantuve sobre san Francisco y
contemplé el maravilloso paisaje del área de la bahía. Pronto me sentí flotando sobre la espalda. Atravesé una capa de nubes o niebla y llegué a un lugar no cartografiado e inundado de un pesado gris. Lo más interesante del lugar era la música que se oía. Parecía el sonido de un único violín, que producía una hermosa y embriagadora melodía. Esta música constituye el aspecto más espectacular de este viaje. Era evidente que me resultaba difícil creer que en la habitación donde realizábamos la actividad no hubiera alguien tocando un instrumento. Quise preguntar a otros participantes si también lo oían. Sin embargo, solo muy pocos escucharon música, y los que sí lo hicieron percibieron otros sonidos.12
CANTAR Y BAILAR La siguiente viajera oyó cantos y tuvo la sensación, no pocas veces relatada, de ser esperada por seres que habitan en el Mundo Superior. Me encontré en un ambiente sembrado de cubos y ángulos, formas geométricas de cristal, diamantes y mármol; todo era duro y frío. Sentí cuál era el camino que tenía que seguir entre las grietas, formas y hendiduras. De pronto me encontré en un patio abierto. Había una extensión de mármol, con un profundo estanque redondo en el centro, tal vez de un metro de diámetro. Alrededor y de cara al estanque había bancos curvos. En el centro del estanque se alzaba una copa o cáliz con joyas incrustadas en su superficie, y quizá también en su interior. Sobre mi cabeza oí un canto de voces masculinas, similar al canto gregoriano, y un coro de voces femeninas que respondía desde mi espalda. Mi atención se desvió hacia la izquierda y vi otra extensión de mármol a la que se accedía bajando unos pocos peldaños y en cuyo centro había un pozo o fuente con un fuego resplandeciente. Atravesé el fuego y me sentí ligera; no me quemó. Pronto fui consciente de unas presencias y supe que eran los ancianos o abuelos. Me estaban esperando. Me pregunté si algunas personas (de mi realidad ordinaria) estaban allí, como Jesús o uno de los gurús indios, Paramahansa Yogananda. Me dijeron que estaban en un nivel superior. Toda la comunicación se realizaba a modo de telepatía mental. Entonces me observé a mí misma. Mi piel era morena y vestía una toga ceremonial con una faja roja, que de algún modo parecía importante. Los ancianos me rodeaban en círculo y de pronto miré a mi derecha, hacia un tramo de escaleras, anchas abajo y estrechas arriba, como una especie de pirámide nivelada. Vi un altar en la parte superior…13
AMOR Y BELLEZA Me recogió un pájaro enorme y me llevó lejos, muy lejos, a mi hogar espiritual. Ahí me convertí en un ser de luz que vivía con otros seres de luz. Pregunté: «¿Dónde estaba antes de nacer?». Los seres de luz me llevaron a otro viaje hacia un lugar verde. Un hermoso e increíble verde muy diferente a cualquier verde de la realidad ordinaria. Un hermoso bosque, distinto a cualquier cosa que hubiera imaginado. Era tan increíblemente bello y verde; olía divinamente y los árboles bullían de música. Me llevaron al corazón del bosque, donde había una habitación. Tomé asiento y observé la habitación, mientras percibía cómo el amor del bosque me atravesaba, me nutría y me reconfortaba. Entonces me llevaron hacia arriba, arriba, arriba, a través del verde, y vi círculos sobre círculos sobre círculos, círculos de amor; descubrí hasta qué punto todos somos amor. Nunca había sentido este tipo de amor, y era tan verde. Se me mostró que mi amor por los árboles en la realidad ordinaria procedía de este lugar, y que en la realidad ordinaria los árboles aman siempre. Los árboles están aquí para mostrarnos ese amor; expresan ese amor en el planeta. [Los acelerados sonidos de llamada del tambor.] Parece que vengo de un bosque de la realidad no ordinaria, donde he vivido como un ser de luz en un lugar verde inundado de gracia y amor. ¡Qué increíblemente hermoso!14
APRENDER LA METAMORFOSIS Y OÍR VOCES CANTANDO Mi primer viaje fue al Mundo Superior. Al subir a mi viejo roble en la cima de una montaña, encontré al halcón, que descendió para recogerme y llevarme a mi destino. Volé sobre él como una niña arrastrada por las corrientes de aire. El halcón me anima a saltar y volar por mis propios medios, experimentando la libertad y ligereza de carecer de cuerpo material. Remonto el vuelo, cada vez más alto, hacia el universo exterior. Navegando sin esfuerzo, el dragón me recoge y me lleva a un portal paralelo, una antecámara de colores dorados. Hay una bóveda acristalada, semejante a un planetario. Me encuentro flotando en el centro, rodeada por una biblioteca de libros de conocimiento. En este lugar experimento una nueva sensación respecto a mi «cuerpo». Estoy en plena transición: abandonando las viejas sensaciones, aprendiendo a metamorfosearme en otras nuevas. Bajo al suelo y avanzo hacia un túnel a través de una puerta. Al llegar al final del portal, salgo desgarrando velos y salgo a un hermoso y etéreo paisaje de colinas, nubes y un cielo de colores vibrantes. Me acerco a una fuente inundada en los mismos colores luminiscentes, oigo voces y veo los rostros de un hombre y una mujer que
parecen pedirme que me desnude y entre en las aguas purificadoras de la fuente para la purificación, la necesaria purificación, de todo cuanto he traído conmigo. Entonces toco mi cuerpo. Aún conservo la imagen del cuerpo terrenal, pero ahora es transparente e irradia energía. Mi mano atraviesa mi nuevo cuerpo. Entro en la fuente para experimentar cómo el agua arcoíris brota de mí en todas direcciones. Me convierto en la fuente. Todo se reconfigura y siento una plena sensación de libertad respecto al mal-estar. Oigo cantar a las voces. Salgo de la fuente y descubro que me rodean unos seres encapuchados y vestidos de luz brillante. Oigo el sonido de un torbellino y se me invita a fundirme con él. Acudo a él sin duda para reestructurarme y prepararme para mi viaje hacia arriba.15
ASCENDER HASTA UNA COLUMNA DE CRISTAL Y ARQUITECTURAS DE CRISTAL En el siguiente ejemplo, la persona utilizó rayos de luz para ayudarse en su ascensión. Este visitante, que llegaba por primera vez al Mundo Superior, no sabía que los rayos de luz (al atravesar las nubes) eran una de las técnicas
favoritas
de
los
chamanes
de
Siberia
y
Australia.16
Posteriormente encontró una columna o escalera de cristal, sin saber que los aborígenes australianos a veces encontraban manifestaciones de cristales de cuarzo en el Mundo Superior. Por ejemplo, algunos viajeros han encontrado a Baiame, la deidad maestro australiana sentado en un enorme cristal, desde el que iniciaba a los visitantes esparciendo cuarzo líquido o «luz solidificada» para conectarlos al cielo o Mundo Superior.17 Los cristales de cuarzo suelen ser venerados y utilizados por los chamanes indígenas en muchos lugares del mundo.18 Utilicé una chimenea para ascender. Al atravesar la barrera tuve la sensación de que caminaba entre las nubes… De pronto vi una fuente de luz que emitía rayos. Recurrí a ellos para subir más alto y llegué a una abertura sobre mi cabeza. La atravesé y vi a una serie de ángeles danzando muy suavemente alrededor de una columna de cristal hecha de varas. La columna era muy brillante y transparente y estaba construida de forma similar al antiguo fasces romano [un símbolo de autoridad confeccionado con un haz de varas con una hoja de hacha sobresaliente]. Me quedé un tiempo allí.
Entonces surgió una escalera espiral de cristal. Subí por ella y llegué a la escalera de un castillo semejante al de los reyes europeos… De pronto desapareció. Regresé al nivel anterior en la alfombra voladora y ahora he llegado hasta aquí.19
Nota: en la anterior aventura, en determinado momento el estudiante occidental utilizó una alfombra voladora. Se trata de una técnica que he trabajado intensivamente, creando un mecanismo que implica inmersión auditiva y que puede parecerse a cierta antigua costumbre chamánica en Oriente Próximo.20 UNA CIUDAD DE CRISTAL, SUBIR POR UNA ESCALERA DORADA Y LA INVITACIÓN A REGRESAR
Esta persona había realizado ascensiones previas al Mundo Superior, pero no siguió las instrucciones de partir de un lugar en el Mundo Intermedio. En vez de eso, partió de un lugar ubicado en el Mundo Superior (aparentemente en el primer nivel). Al ascender encontró una ciudad de cristal, se le pidió subir aún más, trepó por una escalera dorada y entonces se le dijo que: «por ahora había visto suficiente» y que tenía que regresar para aprender antes de poder «ir más lejos». No me sorprende. Que le era necesario aprender más queda claro en el hecho de que no partió del Mundo Intermedio, tal como se le dijo en las instrucciones para la ascensión. Su experiencia recuerda a la de la escalera de Jacob en el Antiguo Testamento y cómo no pudo avanzar más. Sería interesante saber si ella conocía la historia. Junto a mi animal de poder, fui hasta el lugar en el que siempre empiezo en el viaje, en el Mundo Superior. Se trata de una hermosa gruta con blancos muros dentados y un estanque curativo. A la izquierda de la gruta hay un sendero que conduce a un pico muy alto… un lugar desde el que puedo ver todo el universo y desde el que soy «lanzada» al vacío. Visité el pico y pedí que me mostraran más cosas. Desde ese pico atravesé otra membrana y me encontré en el segundo nivel del Mundo Superior. Allí encontré al hombre que se me había presentado en sueños el día en que se me notificó
que había sido aceptada en el taller. En aquella ocasión me dijo que en otra vida había sido mi padre y que sabría más cosas sobre él [posteriormente]. Me llevó a una Ciudad de Cristal donde al parecer ejercía la función de guía o guardián. La ciudad se alzaba en un amplio valle, flanqueada por acantilados de alabastro. Cada estructura era de un color diferente (claro, rosa, púrpura, azul, verde, dorado, etc.). De algunas de ellas brotaba el agua, de otras el fuego, algunas estaban calientes, otras frías, pero cada una estaba perfectamente diseñada para evocar la vibración de ese tipo de cristal. Cada estructura era como una catedral y poseía sus propios espíritus, que cantaban según la vibración del cristal. Caminé hasta el final del valle y caminé junto a los acantilados de alabastro, hacia la derecha. Había una vasta ladera, cuyo borde se hundía en el infinito. En la ladera, bajo la hermosa luz, había un jardín celestial de finas hierbas. Pedí ascender a un nivel superior. Para llegar hasta allí tenía que subir por una escalera dorada. Al traspasar la membrana, al final de la escalera, me encontré en mitad de un enorme loto blanco. En el centro de la flor había muchos seres, pero no pude ver quiénes eran. Todo lo que descubrí fue que para desplazarme en este mundo tenía que hacer una combinación de natación, paso y danza. La superficie se desplazaba bajo mis pies y las distinciones entre lo material y lo inmaterial desaparecieron. De pronto, me dijeron que por ahora había visto suficiente, que tenía que regresar al primer nivel y aprender más antes de seguir adelante.21
Explorando niveles del mundo superior En el siguiente grupo de relatos, cada uno de los estudiantes de los talleres o seminarios tenía la misma misión –explorar los niveles del Mundo Superior– pero todos ellos regresaron con información diferente sobre los niveles y su contenido. Este es un aspecto importante de la realidad no ordinaria en el Mundo Superior. Como señalé antes, cada cual tiene una formación personal diferente, de modo que para vivir la misma experiencia espiritual (por ejemplo, una experiencia perfecta) debe ser perfecta para ese individuo. Esta es una de las diferencias entre la realidad no ordinaria y la ordinaria; la segunda no ha sido adaptada por los espíritus para ser perfecta.
CAMBIOS PERCIBIDOS AL SUPERAR NIVELES Presentamos ahora un informe «inequívoco» de lo que una persona encontró después de ascender a través del primer nivel del Mundo Superior. Nivel 2: De aspecto similar al nivel 1, pero más refinado y enrarecido. Aquí encontré algunas figuras históricas como George Washington, Sócrates, Platón y otras. Nivel 3: Alcancé este nivel ascendiendo una montaña en forma de cono, como el monte Fuji. Más enrarecido aún. Me resultaba más difícil ver lo que había allí, pero era consciente de ciertas presencias. Nivel 4: Más luz. La «materia» era más refinada. Oí «música» bajo la forma de dilatados acordes largo tiempo sostenidos. Sonaban voces que parecían pertenecer a un enorme coro. Niveles 5 y 6: Estos dos eran similares. La música continuaba aunque era diferente, pero no podía ver o producir formas con facilidad. Nivel 7: Aquí fui consciente de un globo ciclópeo, el sol. Sin embargo, no era un sol caliente. Me sentí empujado hacia el astro. Mientras esto ocurría se evaporaron los últimos vestigios de mi cuerpo. Ya no tenía conciencia del cuerpo. No obstante, aún me percibía como una consciencia individual. Ese último fragmento de individualidad era lo que me separaba de la paz y el gozo puro.22
ATRAVESAR MUCHOS NIVELES Y EXPERIMENTAR UN AMOR INCONDICIONAL Yo… atravesé quince transiciones (o niveles) de oscuridad y energías saturadas de luz. Primero encontré oscuridad y una banda de luz (que atravesaba la oscuridad). Seguí esa capa y me hundí en más oscuridad, salpicada por unas pocas luces púrpura; continué hasta la siguiente capa, en la que había más oscuridad con luces verdes. Ascendí a través de la oscuridad acompañada de una energía giratoria de color púrpura y otra vez atravesé la oscuridad con una energía verde amarillenta. En este punto oí un coro exquisito, con una vibración armónica y resonante en dos tonos diferentes. Avancé y tropecé con más oscuridad y una energía luminosa púrpura que atravesaba mi ángulo de visión. El siguiente nivel me trajo más oscuridad y una neblina gris, y el siguiente, otra vez oscuridad y energía púrpura. Entonces decidí darme la vuelta y contemplar el lugar desde el que había partido [la Tierra]. Contemplé la insólita mezcla de luz y formas de poder que había atravesado. Era muy muy hermoso, y con muchas dimensiones. No pude ver la Tierra… pero pude sentir su presencia en la gran expansión de la energía vital universal. En este fondo
oscuro (objeto de mi contemplación), discerní energías coloreadas que flotaban aquí y allá… verde… amarillo… púrpura. No tenía la sensación de que tenía que regresar (a la Tierra). Solo sentía amor… un amor… abrumador y universal. Tras empaparme en la sensación, di la vuelta y continué mi viaje, siguiendo al coro en dirección ascendente… hacia la neblina gris sembrada de puntos y manchas. En ese momento nos llamaron de regreso. Regresé a la Tierra a través de la oscuridad y los torbellinos de energías de colores.23
A TRAVÉS DE UN CILINDRO ROTATORIO Y HACIA NIVELES DE ESPLENDOR CRECIENTE Mi ascenso fue muy rápido. Atravesé una serie de niveles de esplendor creciente. Del gris al beige, al color canela, dorado, amarillo, del negro al blanco, uno tras otro, a gran velocidad, en una especie de cilindro rotatorio. Por último, llegué más allá del blanco, un color de cristal. Un espacio de cristal de colores. Pregunté: «¿No puedo llegar más lejos?». Uno de los lados del espacio de cristal se abrió y mostró las estrellas. Las constelaciones no me resultaban familiares, se desplegaban siguiendo patrones que yo era incapaz de reconocer. Una de las estrellas pareció llamarme, por lo que partí hacia ella a toda velocidad y llegué a un mundo completamente diferente. Sus habitantes parecían ser signos de admiración de zafiro, si acaso puede imaginarse tal cosa. Flotaban a una distancia del suelo equivalente a una cuarta parte de su altura, y los rodeaban extrañas arquitecturas. Justo cuando empezaba a conversar con ellos sonó la señal de percusión que señalaba mi regreso.24
En este viaje, como en muchas experiencias cercanas a la muerte, la persona ascendió a través de un túnel (en este caso, un cilindro rotatorio) asociado a la intensidad creciente de la luz. Tras atravesar siete niveles de color diferentes e ingresar en un mundo de seres de zafiro, el viajero empezó a conversar con ellos. Probablemente, estas conversaciones continuaron en otras visitas. ODÍN Y EL NÉCTAR DE LOS DIOSES Me vistió un hombre con un manto azul de ribetes dorados y un tocado también dorado; llevaba un águila en el hombro. Caminé junto a él hasta un lugar semejante a
un gran palacio en cuyo salón se congregaban muchas personas y podía verse a un lobo echado en el suelo. Me ofrecieron hidromiel –el néctar de los dioses– en una bella copa. El hombre dijo llamarse Odín. A su lado estaba Sigrun, y al otro lado dos mujeres cuyos nombres eran Lara y Kristin. Vestían de blanco. Le pregunté quiénes eran y respondió que mi familia; también dijo que ya los había encontrado antes. A continuación se dispuso una gran mesa y tomé asiento al lado del hombre, que la presidía. Le dije que no podía ser Odín y le pedí que me presentara a aquella gente. Había alimentos en grandes cuencos y queso y pan. Más tarde, salí y caminé por los campos. El castillo presidía un hermoso lago, y había grandes campos con construcciones similares a apartamentos sobre una colina. Él (Odín o alguien con quien yo caminaba) me dijo que yo era siempre bienvenida y que podía quedarme aquí todo cuanto quisiera. Vi a papá de joven. Vi a Amma y a Sigrun. Era un lugar radiante, abierto y muy bello, y parecía haber montones de personas. Me sentí un tanto abrumada. Cuando se produjo la llamada de regreso, aún exploraba las inmediaciones acompañada de alguien. Me resultó muy emotivo abandonar el lugar y muy desconcertante estar allí. Parecía excesivo. Quería saber quiénes eran aquellas personas y me sentía confusa. Me sentí muy bien recibida y al mismo tiempo percibí que mi presencia se daba por supuesta.25
EL SALÓN DEL TRONO Y LA CORONA, Y COMER UNA OFRENDA ESPIRITUAL En esta experiencia, la persona descubre que pertenece a una familia espiritual y que «todas las formas han sido utilizadas como expresiones de esta familia espiritual». En los mitos y culturas chamánicas, aceptar alimentos en otros mundos se considera un acontecimiento importante. Ascendí hacia el cielo nocturno, dejando atrás estrellas y formas animales. Estas formas eran intercambiables, se metamorfoseaban unas en otras mientras yo pasaba. Me transmitieron estas palabras: «Todas las formas han sido utilizadas como expresiones de esta familia espiritual. Perteneces a una numerosa y poderosa familia espiritual». Seguí ascendiendo y descubrí formas animales metamorfoseándose en la Vía Láctea y más allá. Por último llegué a un lugar cilíndrico y con forma de nube, luminoso, de un color blanco perlado. A su lado encontré un salón circular de estilo romano. En él había una fuente con una rueda giratoria. [Un espíritu] dijo: «La rueda es el símbolo de esta familia espiritual». Muchos seres, vestidos en todos los estilos de las diversas
culturas de la Tierra –egipcios, mayas, tibetanos, japoneses, chinos y otros–, se congregaban allí. Entonces contemplé un amplio atrio rodeado de múltiples terrazas que brillaba con una luz de color perla y dorada. Me parecía que en cada una de las terrazas había muchas habitaciones. No las visité; en cambio, me acerqué a la zona conectada con el salón circular de estilo romano. Advertí que estaba en un recinto semejante a un enorme castillo. En los parajes circundantes se alzaba otro edificio. Entré en él y vi un salón majestuoso. Una enorme mesa circular con forma de rueda (un donut) llenaba este salón. Tomé asiento en la mesa y me sirvieron alimentos. No había criados; la comida se materializaba sola. La superficie de la mesa operaba como una cinta transportadora. Plato tras plato surgían a mi derecha y pasaban frente a mí. Primero me sirvieron una montaña cubierta de nieve, luego un bosque, un río, todo tipo de verduras y otros alimentos que encontramos en la RO [realidad ordinaria]. Noté cómo las lágrimas rodaban por mis mejillas… porque me sentía profundamente conmovida. Comí los alimentos ofrecidos y al mismo tiempo me sobrevinieron imágenes de mi hogar en la realidad ordinaria. Comprendí que mi vida en la realidad ordinaria era sostenida por el alimento espiritual que me había sido entregado. Los contenidos de mi vida en la realidad ordinaria correspondían a las posibilidades y realidad de mi hogar espiritual. También vi muchas imágenes metamórficas de animales y edificios. Por último me sirvieron una fuente con iconos y símbolos religiosos. Era un collage tridimensional de símbolos religiosos y lugares sagrados de todas las eras y civilizaciones de la Tierra. Me sentí deleitada y «comí» esta ofrenda especial. Era como si la esencia y sabiduría de todas las religiones conocidas por la raza humana me hubieran sido entregadas. A continuación pasé a la habitación del trono. Se me entregó una corona y una capa que llegaba hasta el suelo; ambas estaban hechas de frescas rosas de color rosa. Sentí que todo el universo estaba en mí. Era un gran honor. Entonces se me mostró un círculo de rosas flotando en el cielo nocturno. Parecía una cadena de brotes de rosa. Mi familia espiritual era una de las rosas y estaba conectada a muchas otras familias espirituales en un gran círculo cósmico. Como todos estábamos conectados, sentí que me inundaba una sensación de amor procedente de las otras familias espirituales. Sentí que acogían mi visita. Regresé del viaje consciente de que todas las formas/manifestaciones estaban conectadas para mí y en mí. Fue un viaje profundo.26
En el relato anterior, la estudiante occidental es recibida con un banquete y, tras ingerir un plato especial, absorbe «la esencia y sabiduría de todas las religiones». La fiesta y el mensaje son coherentes con la sensación de
acogida y unidad espiritual de los relatos que conciernen al Mundo Superior, superando las diferencias de detalle de las experiencias individuales. Deidades y personas fallecidas Se dice que los chamanes indígenas que ascienden al Mundo Superior reciben ayuda de poderosos espíritus con forma humana a los que reconocen como dioses, diosas, semidioses y ancestros sagrados. Estos espíritus pueden incluir a deidades muy conocidas en sus culturas, así como otras específicamente reveladas al chamán individual, tales como chamanes fallecidos en su familia. Aunque los espíritus pueden ser dioses, las relaciones que los chamanes establecen con ellos son profundamente personales, como ilustran los chamanes salish, que suelen llamarlos «compañeros», o como hacen los animales y otros espíritus que trabajan junto a los chamanes. En otras palabras, los chamanes indígenas mantienen una relación íntima con estas entidades. No creen en la existencia de las deidades del Mundo Superior, sino que las conocen personalmente, así como conocen a sus familias en la realidad ordinaria. Para ellos, estos seres no son cuestión de creencia, sino de conocimiento individual directo. Como contraste, los no chamanes indígenas pueden creer solo en su existencia y ser considerados animistas. ¿Qué sucede cuando los occidentales contemporáneos emprenden la ascensión chamánica sin sospechar que pueden encontrar formas semejantes a dioses? FILÓSOFOS, COMPOSITORES Y LA VIRGEN MARÍA
No sin sorpresa, a veces los occidentales han encontrado deidades en el Mundo Superior. El siguiente ejemplo describe una ascensión de una pianista alemana de música clásica que se definía como atea y comunista. Empecé mi viaje en un hogar y chimenea por mí conocidos, y ascendí con el humo… alcancé una alfombra voladora de nubes [la barrera] donde vi una pequeña estatua dorada del Buda. Con ayuda del humo volví a subir hasta otra alfombra voladora de nubes. Allí vi una procesión de figuras vestidas de blanco, con hojas de laurel en sus cabellos. Al principio parecieron no advertir mi presencia. Luego se reunieron y debatieron qué hacer conmigo. Un hombre se separó de los demás, se acercó a mí y me indicó el camino hacia otro nivel, donde esperaba un anciano barbudo vestido con una túnica de algodón blanco. Estaba sentado ante un bosque oscuro y me animó a introducirme en él. El bosque era realmente oscuro y yo sentía un poco de miedo. Luego la escena se transformó en un bosque de cuento de hadas, donde encontré al Enano Saltarín, la Bella Durmiente y Cenicienta. Yo estaba vestido con una toga rosa. Un joven príncipe de ropas azules se acercó y me tomó de la mano. Me llevó a través del bosque hasta un castillo similar a los chateaux franceses en el Loira, cercado por un foso de agua. El príncipe me hizo atravesar un puente y ascender unos amplios escalones hasta la entrada abierta, donde me recibió Bach. Bach me condujo a un enorme salón donde se celebraba un gran banquete. Entre los comensales se sucedían muchas conversaciones interesantes. Hegel se presentó para saludar y tomamos asiento junto a Mozart. Mozart y yo hablamos de los azares de la vida de familia. Transcurrido un momento nos incorporamos, nos acercamos a un piano y tocamos unas notas juntos. Luego tocó solo y arrastrado por sus notas volé hacia el sol, que ejercía una intensa fuerza de atracción. Tuve miedo del calor y la luz y busqué una forma de evadirme, algo así como una luna helada. Pero no había posibilidad de escapar. Tras un breve y ardiente vuelo, aterricé en el regazo de una mujer que parecía María, la Reina del Cielo. Junto a ella se sentaba su marido, el Padre de Todos los Dioses. El sol estaba allí bajo la forma de una enorme bola dorada, suspendida en el espacio. Me sentí muy cómoda, aunque un tanto amedrentada por lo extraño de la situación. El camino de regreso fue rápido y muy sencillo.27
Después de su regreso, esta participante dijo que le resultó fácil aceptar la presencia de Hegel en el Mundo Superior porque su filosofía dialéctica era esencial para el marxismo. De modo similar, aceptó encontrarse con Bach
y Mozart porque era pianista de música clásica. No obstante, como atea confesa, le sorprendió encontrarse con «María, la Reina del Cielo» esposa del «Padre de Todos los Dioses». También le sorprendió que la experiencia de yacer en el regazo de María le resultara «cómoda». (Más tarde identificó esta figura con la Virgen María.) Su experiencia ejemplifica los encuentros íntimos que los visitantes suelen mantener con héroes y dioses legendarios. El hecho de sentir cierto miedo era una buena señal, pues cualquier experiencia de emoción, tanto si es miedo como amor, indica que realmente se ha alcanzado la realidad no ordinaria. No resulta sorprendente que esta viajera pronto abandonara el ateísmo y viajara a la India para pasar muchos años en un ashram hindú. GRANDES PENSADORES Y PERSONAJES HUMANITARIOS Al ascender al Mundo Superior, esta viajera llegó a un nivel que: … parecía un paisaje híbrido entre Maxfield Parrish y Alma Tadema, pero mucho más hermoso. Había un gran lago, y en uno de sus extremos una encantadora cascada que, semejante a una joya, emitía una luz brillante. Había columnas que parecían de mármol y estructuras abovedadas en las que tomar asiento y solazarse. Los colores dorados y siena –muy otoñales– se filtraban en el paisaje. Había pastos amplios y silenciosos, y árboles de muchos tipos. Me daba la impresión de caminar por una pintura. Los filtros y colores de la luz eran extraordinarios: amarillo, rosa, melocotón, naranja, rojo, ocre. Los grandes pensadores y personajes de la humanidad estaban allí, reunidos en pequeños grupos, conversando, sentados solos y escribiendo, o solazándose junto al lago; entre ellos podía verse a Einstein, Copérnico, Cristo, Dante, Shakespeare, Jung, Gandhi, la madre Teresa, Da Vinci y otros. Todo era muy tranquilo, pero se percibía que aquellos espíritus de forma humana sostenían grandes discusiones y tomaban grandes decisiones. Me llevaron a la cascada, y al llegar hasta ella descubrí que, tras beber en sus aguas, toda la verdad me era revelada. Me bañé en ella y se me mostró mi esencia. Casi la verdad de mi esencia.28
EL BUDA Y LÁGRIMAS DE ALEGRÍA
Viajo raudo, asciendo. No soy más que un punto de consciencia en un vasto universo. Como una partícula de polvo estelar, viajo a través del infinito. Veo un túnel oscuro que conduce a una gran luz plateada. Oigo música. Soy música. Sigo viajando a través de muchas capas, niveles y capas de esos niveles. Contemplo toda esa luz mientras nuevas almas son abrazadas por seres de luz en varios niveles. Veo a Jesús abrazando a las nuevas almas con un inmenso amor. Viajo a través de una capa semejante a una nube y visito un nivel de asombrosa, casi insoportable, luminosidad. En este nivel hay muchos budas. Me siento obligado a continuar el viaje. Soy nada. Sin embargo, estoy en mis propias percepciones conscientes. Veo la Tierra y el sistema solar. Visito un «anillo» de energía, luminosa y poderosa energía vibrando alrededor del planeta. Siento amor hacia la Tierra, mucho amor. Me siento obligado a compartir este amor uniéndome al aura de gran luz blanca que circunda nuestro planeta. Al formar parte de esta luz, siento aún más amor y una inmensa compasión. Los seres de Luz trabajan constantemente con luz y vibraciones superiores en beneficio de la humanidad. Pero debo viajar, pues el infinito es para siempre. Tengo la sensación de que puedo quedarme en la «nada» o regresar cerca de la Tierra y ayudar con el gran anillo de luz blanca. Pero no, he de atravesar una abertura en la vastedad y encontrarme a mí mismo. Esta abertura es como la boca gigantesca de una jarra hecha de pura luz. Entro en ella y una vez más me transformo en Luz. Un calor y paz increíbles atraviesan mis sentidos, mi cuerpo y mi mente. ¡Ahora experimento el puro gozo! Veo al Buda. La Tierra es el primer chakra en el interior del Buda. Hay otros budas en el interior del primer Buda, como en las muñecas rusas. El gozo y la risa del Buda en el interior de miles de budas atraviesa la eternidad. El eco de su risa crea una serie de abigarradas vibraciones en el universo. Siento una inmensa alegría. Tengo que reír, como si la risa fuera yo mismo. Estamos en el cuerpo del Buda y el Buda está en nuestro interior. La consciencia del Buda se autorrealiza tras desvelar muchas capas de ilusiones, así como la metáfora de los budas dentro del Buda se perpetúa infinitamente, aunque sigue siendo la esencial «Omnisciencia y Nada». Percibo lágrimas de gozo y alegría deslizándose por mis mejillas. Envío mi alegría al universo. El tambor me llama de regreso.29
JESÚS, EL BUDA Y FUNDIRSE CON EL TODO Apresurarse, descender. Escalar la montaña. El gran lagarto me lleva al volcán. La oscuridad de la nada. Una especie de color gris, ¿un nuevo estrato? Una abertura. Algunas sombras. De pronto estoy sentada al borde de la nueva luna, afuera, en el cielo. Una nueva abertura: avanzo hacia el tercer nivel. En la distancia distingo una
montaña gris. Escalo la montaña. El cristal… ¿una cueva? Estoy sentada en una especie de superficie. Es muy ligera, como un sol, desprende un brillo inaudito. ¿Un maestro, una cueva? Sigo atravesando aberturas, agujeros, puertas… más grisura, también. Me detengo un momento. Nubes. Arriba, otro nivel. Encuentro a Jesús, el Jesús de los libros ilustrados, vestido de azul y rosa. Dice: «Deberías continuar. El viejo maestro asiático está cerca: el Buda». Arriba otra vez, y de pronto no puedo seguir. Me fundo con el tambor, me fundo con todas las cosas. Desde algún lugar me llega una «música de plata», la música de las estrellas. Desaparece y solo queda el tambor, la luz, la energía total. Siento dolor en mi cuerpo. Me sorprende sentir dolor después de fundirme con la totalidad/la nada. Puedo sentir cómo los demás, en la habitación, están junto a la luz, el aire, el sonido. El sonido que nos dice que hay que regresar. Intento regresar del mismo modo. Jesús, el maestro, las montañas grises, el volcán oscuro. Los buitres. Montaña abajo, a través de los bosques. Aquí, en la habitación, totalmente desplazado. Estoy aquí, mi cuerpo está aquí, mi mente solo en parte esta aquí…30
Un viaje maravilloso, con las habituales deidades, música y unión con la «totalidad/nada». Lo que parece poco usual es la sensación de dolor hacia el final de su viaje, ya que ha estado constantemente ausente en los Mundos Superior e Inferior. En este viaje, sobreviene cuando la persona regresa a la realidad ordinaria. De un modo análogo, en este caso era consciente de la habitación y de los otros estudiantes antes de haber regresado completamente. No es casualidad que a menudo llame «realidad del dolor» al Mundo Intermedio. EL CREADOR Y JESÚS FLOTANDO EN LA LUZ, VOCES HERMOSAS Estoy ante un túnel custodiado por perros. En el fondo del túnel, una luz. Discierno siluetas de figuras oscuras moviéndose en la luz. Estoy muy confusa. Quiero saber quiénes son las figuras. Me han dicho que no es asunto mío. Regreso muchas veces al principio del túnel. Al fin recuerdo que mi intención es ir tan lejos como pueda. Abandono el túnel y llego a un lugar sumido en nieblas. Allí encuentro a una hermosa mujer pelirroja de rasgos felinos, danzando y ataviada con una indumentaria de la India oriental. Siento que ella reclama toda mi atención. No parece correcto quedarse ahí. Descubro una escalera que asciende y corro por ella. Al final de la escalera se extiende un campo verde. Al
final del campo se alza una estructura; empiezo a caminar hacia ella y llegó allí en un instante. Hay muchas personas con vestidos griegos y romanos. Creo que la estructura es un templo y que ellos son deidades. Una mujer se aproxima a mí y me invita a sentarme en un trono situado entre pilares gigantescos. Tan pronto como me siento en el trono me envuelve un capullo de blanca luz cegadora. Al salir de la luz tengo ocho brazos, como una estatua de Shiva. Del cielo pende una cuerda de luz. Trepo por ella y llego a un hermoso jardín. Paseo junto a otra mujer. Llevamos vestidos blancos que parecen tejidos de luz. Me acerco a un salón de té donde sé que veré al Amado. Entro en él y la luz es muy tenue. Su rostro está en sombras. Aprecio la silueta de su rostro. Él cruza la mesa y de pronto me siento disuelta en música que suena como ranas, grillos o flautas, y hay una neblina de luz. Me quedo en esta luz y esta música durante un tiempo. Es muy bella. No hay palabras para describir esta belleza. Cuando me fundo con esta música y luz empiezo a ver rostros de hombres y mujeres. No conozco a esas personas, pero algo en ellas me resulta conocido y las observo con profunda nitidez. De pronto paseo por una cumbre neblinosa. Veo la espalda de una mujer vestida con un sencillo sari. Me acerco y pregunto si se supone que he de encontrarme con ella. Se gira y tomo asiento frente a ella. Al principio parece más bien convencional, pero entonces empieza a transformarse y parece muy rica y real, con esa belleza que desprenden las ancianas. Toma asiento en el suelo, separa las piernas y empieza a materializar alimentos como si los diera a luz. No alimentos ordinarios sino bellamente preparados. Sigue haciéndolo hasta que nos rodean montones de alimentos, apilados a nuestro alrededor. Esto me asombra y deleita hasta que descubro que ella es el Creador; cuando me doy cuenta, me abraza y me besa en la boca. Me disuelvo en este beso y me arrastran hacia un risco que preside una playa. Cae el crepúsculo, es una bonita puesta de sol. El cielo está atravesado por franjas de color. Advierto que el agua es negra y las olas son enormes. En el mar hay un barco con velas y remos; en él, los marineros luchan contra las olas. Yo pienso: «Estoy completamente en paz y ellos luchan». … Un hombre vestido con ropas bíblicas sube desde la playa y descubro que se trata de Jesús. Me sorprende mi reacción ante su presencia: ira y aversión. Me doy cuenta de que culpo a Jesús por todo el daño que han infligido las iglesias cristianas. Jesús llega hasta mí y deposita algo en mi mano. Se trata de una llave, y tan pronto como me percato de ello me encuentro frente a una sólida puerta de oro y sé que es la «puerta de la elección». Paso por ella y descubro que la habitación tiene dos salidas. Una de las puertas está abierta y veo descender a mucha gente por una rampa en
espiral. Me siento paralizada porque realmente no sé qué opción tomar. Pregunto si puedo echar un vistazo a la otra puerta, que permanece cerrada. Esta puerta parece una madriguera de conejos, y descubro que es el camino para regresar a la vida en la Tierra. Puesto que mi propósito no es este, pregunto si puedo continuar. Atravieso la otra puerta y veo una espiral que desciende. Muchos seres bajan por este camino. Parece casi infinito y acaba en una luz brillante. Salto de la rampa y floto en la luz como una semilla de diente de león. Me pregunto hasta cuándo mi consciencia permanecerá «separada». «Es tu elección», oigo decir inmediatamente. Sobrevuelo un mar con un grupo de águilas. Me llega el sonido de un grupo de hermosas voces cantando la palabra «home» (hogar) una y otra vez. Vuelvo a estar confundida y me pregunto si estoy escuchando la palabra home u «om». Aterrizamos en una playa. Hay muchos animales en esa playa. Suena [el tambor de la] la llamada y regreso.31
FAMILIARES DIFUNTOS, ÁNGELES, MÚSICA Y AMOR UNIVERSAL Al principio me sentí molesta y confusa; inquieta, porque no parecía tratarse de un viaje tranquilo… Dos ángeles llegaron hasta mí y me llevaron a un jardín, a un banco situado en un césped encantador y bajo un hermoso árbol. Primero se me acercó mi padre. Hizo un gesto con la mano y ante mí apareció un estanque con pequeños nenúfares y ranas saltarinas. Una de ellas escupió una perla que cayó en mis manos. Me la llevé al bolsillo. Mi padre hizo desaparecer el estanque. A continuación apareció mi tía X. Hizo un gesto y me encontré al fondo de un pozo de arena donde recibí la visita de todas las plantas y animales, rocas y océanos, todo. Mi tía hizo desaparecer esta imagen. Entonces se presentó mi madre. Me dijo que lamentaba lo que me había hecho siendo yo niña. Le dije que la había perdonado. Materializó un estanque tan límpido como el cristal. Me sumergí en él en forma de niña y me sentí inmersa en una luz curativa. Pronto, la niña que fui se fundió con mi cuerpo adulto. La luz caía desde lo alto y era reflejada. Los ángeles me hicieron atravesar un nivel tras otro. En uno de ellos había ciudades de cristal, en otro, llanuras enjoyadas. Cada uno de ellos era más y más sencillo. Había nubes, arcoíris y corrientes de luz. Oí flautas, otros tipos de música, y canciones. La luz me atravesaba. Perdí el sentido del yo: fue dispersado gracias a lo que parecía una Fuerza Vital. Oí hmmmm, truenos, y luego más hmmmm. Yo formaba parte de una insólita luz amarilla y me sentí dichosa, viva, intensa, a veces incluso experimentaba un deseo sexual que requeriría una mejor descripción. Sentí el amor universal.32
FAMILIARES DIFUNTOS, EL «GRAN UNO» Y EL AMOR INCONDICIONAL Empecé a sentir que no había un «yo» en el sentido en que estaba acostumbrada a percibirlo. Fui empujada y me encontré en un lugar curvo y de color púrpura. Los cristales púrpura emitían un brillo profundo. Me encontré en un suelo púrpura con plantas de un verde intenso. Luego en una esfera de un naranja dorado con pétalos orientales en movimiento. Estaba en un jardín donde oía cantar a los ángeles y las plantas. Oía llorar a bebés, hablar a la gente, y me sentí parte de todo. Me sentía como los animales, las plantas, la gente, el aire, el polvo y Dios. Yo era todo. Emergía y me sumergía en mí misma, entraba y salía de mí. Me sentía como una enorme esfera dentro de otra esfera. Pregunté: «¿Dónde estoy?». Y oí en mi mente: «La mente única, el todo uno». Entonces oí cantar a las flores y vi a mi abuelo, mi padre, mi madre, mi sobrina y mi bisabuela. Como no había visto una foto de esta última, recuerdo que pensé: «Así es que este es tu aspecto». Entonces vi el Gran Uno. Me sentí como un diamante brillante. Me sentí iluminada y en paz; lo sabía todo y sabía que lo sabía todo. Lo comprendí todo. Mi paz era inconmensurable. Yo era el poder, la dulzura, el amor incondicional, la luz, la esperanza, el entusiasmo, la nueva vida, todo.33
9. Maestros, espíritus compasivos que guían
Muchas de las personas que sueñan [ascienden mediante la percusión] con el cielo no ven a Dios. Tan solo ven a quienes trabajan con Dios.
Palabras de los chamanes dunne-za (indios castor) de la Columbia británica1 Mi compañero [espiritual] dijo entonces: «… cuando llegues, pregunta. Serás un gran chamán, lo averiguas todo».
Palabras de un espíritu maestro a un chamán siberiano nganasan durante un viaje al Mundo Inferior2 Los chamanes indígenas y los occidentales han informado de la existencia de deidades antropomórficas y ancestros sagrados en el Mundo Superior. Tal vez habría que concebirlos como espíritus compasivos trascendentales que han dejado atrás los conflictos del Mundo Intermedio en contraste con los espíritus etnocéntricos cuasi compasivos que han quedado atrás. Se ha descubierto que estos espíritus trascendentales están incondicionalmente dispuestos a responder a quienquiera que llegue hasta ellos en busca de consejo o sanación. También parecen evitar cualquier tipo de consejo que, de regreso al Mundo Intermedio, pueda provocar dolor o sufrimiento a cualquier ser.
En mi enseñanza a los estudiantes de chamanismo práctico, sin embargo, evito utilizar términos espirituales como «deidades» o «dioses» a fin de concederles la máxima libertad para realizar sus propios descubrimientos, como hace la facultad de la Fundación que yo he formado. Por esta razón introduje el término «maestro» para pedir que los estudiantes cumplan el objetivo de visitar a una persona secularmente definida. A los estudiantes se les dijo que los maestros pueden ser figuras históricas célebres. Se trataba de evitar «programar» a los estudiantes para que no esperaran hallar personalidades religiosas. Sin embargo, estos alumnos occidentales pronto descubrieron que muchos de sus maestros resultaron ser figuras religiosas. Tan solo se les pidió que buscaran a sus propios maestros antropomórficos desconocidos en el Mundo Superior. El supuesto era, y sigue siendo, que no «obtendrían» un nuevo maestro, sino que traerían a la consciencia uno que ya estaba allí. Entonces, al encontrar a un ser de forma humana que admitiera ser el maestro de esa persona, podrían formularle una pregunta o solicitar una curación. Se pidió a los occidentales que visitaran el Mundo Superior siguiendo las instrucciones del Apéndice A, pero no les describieron sus características, más allá de la indicación de que estaba «arriba», ni se les dijo qué podrían encontrar en él, aparte de pedirles que encontraran a un maestro. Las identidades, ubicaciones y entornos de sus maestros eran un descubrimiento propio, al igual que sus experiencias. Buscar ayuda de esta forma individualista forma parte del chamanismo y es la esencia de lo que los occidentales tenían que hacer aquí. Este capítulo está dedicado a relatos representativos de sus experiencias a la búsqueda de maestros y de consejo.
Hay que mencionar algunos otros puntos relevantes. Los indígenas salish de la Columbia británica y el estado de Washington a menudo se refieren a este espíritu antropomórfico como «el indio» o «el hombre de poder», como algo distinto al «animal de poder». Sin embargo, habría que señalar que los maestros de forma humana también pueden presentarse como animales o en cualquier otra forma de su elección, así como «dirigir» invisiblemente las experiencias del viaje una vez que la persona ha invocado su ayuda. Los estudiantes occidentales del presente estudio ya estaban familiarizados con llamar a animales de poder para pedirles su ayuda durante sus primeros viajes chamánicos al Mundo Inferior. En los próximos relatos, los lectores descubrirán que resulta muy común que los animales de poder ayuden a los occidentales en el Mundo Superior. Tras haber «dejado atrás el arcoíris», los occidentales estaban listos para aprender lo que los chamanes hacen allí. Una tarea importante es obtener respuestas a las preguntas sin resolver de la gente, recurriendo a la ayuda de un animal de poder. Como los lectores ya conocen, la «adivinación» se refiere a obtener conocimiento no revelado («oculto») que los individuos no han podido encontrar en la realidad ordinaria. Los pueblos indígenas suelen depender de la interacción de los chamanes con sus espíritus sanadores para obtener información importante y vital destinada a los miembros de su sociedad. Una vez cumplida esta tarea en el Mundo Inferior, la próxima tarea adivinatoria de los occidentales consistía en viajar al Mundo Superior para formular una pregunta a sus maestros. Estos espíritus compasivos en forma humana normalmente son fáciles de encontrar. A menudo, sus respuestas y consejo no son lo que la gente quiere oír, sino lo que los maestros creen que necesitan, pues estos pueden tener una opinión que
contrasta con la de los visitantes. Es muy común que más tarde los visitantes descubran que los maestros tenían razón. El primer paso para los occidentales consistía en encontrar a un ser del Mundo Superior que tuviera forma humana y a quien plantear una sencilla pregunta: «¿Eres mi maestro?». La respuesta siempre parece digna de confianza, ya que en el Mundo Superior no existen las evasivas, que parecen más bien típicas del Mundo Intermedio. Quienes visitan por primera vez el Mundo Superior suelen sorprenderse por las identidades de los maestros que los aguardan. Por ejemplo, cuando impartí un breve taller sobre chamanismo en el Moscú de principios de los años ochenta, dos de mis estudiantes, entonces implicados en el Gobierno comunista, me preguntaron si encontrarían a Karl Marx o a Lenin en sus ascensiones chamánicas. ¡En lugar de eso encontraron a Moisés y al Buda! En una visita posterior, uno de mis estudiantes descubrió que su maestro era el zar Nicolás. Aquí, en Estados Unidos, a menudo los miembros del clero cristiano descubren que sus maestros son antiguas deidades griegas y egipcias, indios norteamericanos o santos hindúes, un resultado que la mayoría parece aceptar. En otras palabras, había un aspecto ecuménico en sus experiencias. De modo análogo, es frecuente que agnósticos, ateos y visitantes judíos se sorprendan al descubrir que su maestro es Jesús o un santo cristiano. Repitiendo lo que hemos dicho anteriormente, la palabra «cielo» jamás se utilizó o se sugirió al preparar a las personas para el ascenso al Mundo Superior. Estos maestros del Mundo Superior parecen seres compasivos dispuestos a ayudar y curar a todos los visitantes. Además, cada maestro tiende a presentarse en una forma que conviene exactamente al visitante, con independencia de que resulte poco atractiva a otra persona, en especial
a alguien con una historia personal muy diferente o procedente de otra cultura. Leamos ahora algunos de los relatos centrados en tareas de adivinación junto a un maestro del Mundo Superior. Cada estudiante ha aprendido las técnicas de ascensión y cómo formular las preguntas. Se trata de un método que los estudiantes de chamanismo pueden utilizar para mejorar sus vidas. Las siguientes páginas presentan a algunos maestros representativos y el modo en que estos respondieron a las preguntas planteadas. LA LECCIÓN DEL ANILLO DEFORMADO Mi viaje al Mundo Superior para encontrar a un maestro y formularle una pregunta resultó una experiencia increíblemente profunda para mí. Una vez más nos echamos con los ojos cerrados y cubiertos por un pañuelo para apartar la luz. La habitación también estaba a oscuras. Nos dijeron que buscáramos un lugar de partida que nos resultara conocido en la realidad ordinaria. Viajaríamos en dirección ascendente y atravesaríamos una barrera o membrana. Al encontrar una forma humana debíamos preguntarle: «¿Eres mi maestro?». Si la respuesta era afirmativa, podríamos plantear nuestra pregunta. Si no encontrábamos un maestro, podíamos ir al siguiente nivel e intentarlo de nuevo. La pregunta que decidí plantear fue: «¿Cómo puedo avanzar en mi camino espiritual?». Esto es lo que sucedió: Salté desde el porche al tejado de la casa de mi infancia. Esperaba volar, pero casi de inmediato fui aspirada por un tornado plateado y muy rápido. Atravesé un nivel y aparecí en una superficie de cristal… nada que preguntar, me preocupé, intenté subir otra vez, pensé que tal vez no le había dado una oportunidad al primer nivel, temí que no ocurriera nada, mi visión estaba inundada por luz. Por último, el Maestro que una vez visité en sueños apareció a mi lado, sonriendo y con aspecto burlón, serio, protector, amable, gruñón y divertido ante mi inquietud. Tocó mi brazo como lo hiciera en el sueño, como si se tratara de una señal. Sentí una quemadura, no algo doloroso sino un calor intenso, semejante a la electricidad. Dijo: «¿Recuerdas?». Yo recordaba. Le pregunté si era mi maestro. Me miró como si mi pregunta fuera inconcebible después de sentir la energía fluyendo a través de mi brazo. Pero sonrió y dijo: «Sí».
Pregunté en qué dirección debería avanzar ahora. La respuesta: «Eso mismo». Asumí que se refería a lo que acababa de experimentar: transferencia de energía, partículas de luz y calor, como la electricidad. Antes de que pudiera volver a preguntar, él pareció desaparecer, aunque yo sabía que estaba ahí. Dije: «No puedo verte». Entonces descubrí una débil chispa planeando, precipitándose y danzando allí cerca. Cuando me disponía a comunicarme con ella, con él, sobrevino un cambio en mi percepción y algo me dijo que él era enorme, ciclópeo, descomunal. Todo lo que me rodeaba era él. Todo lo que podía ver era una expansión violeta, pulsante y giratoria. Yo estaba en eso, en él. Oí: «Mira». La palabra era una insinuación y una orden. Recuperó su forma humana original y me dijo: «Estás conectada a lo que ves». Entonces apareció una mujer a su izquierda, mi derecha, un poco por debajo de nuestra situación. Ella le hizo un gesto, como pidiéndole que me la presentara. No podía verla con claridad porque su forma mutaba en muchas mujeres. Parecía ser La Mujer. Era como contemplar el amor, la gracia, el poder. (Iba a añadir la «luminosidad», pero en aquel lugar todo parecía ser luminoso.) Él dijo: «Mira detrás del velo. Mírala a ella». Ella replicó: «Igual que llegaste hasta aquí. ¿Recuerdas?». Mi asombro era mayúsculo. Entonces, el tambor marcó la señal de regreso. De inmediato me encontré viajando por la espiral a una velocidad increíble. Abrí los ojos y sentí que estaba ardiendo. Tenía tanto calor que me incorporé, me quité el pañuelo y me llevé la mano a la frente. Parecía estar ardiendo de fiebre. ¡Observé mis manos y descubrí que mi nuevo anillo de plata y esmeralda parecía haberse derretido hasta perder su forma! Transcurrió un tiempo hasta que las alborotadas partículas de energía de mi cuerpo se apaciguaron. Me fui a comer sintiéndome como un pintor puntillista, según Seurat. Estoy segura de que la respuesta recibida tardará un tiempo en ser asimilada.3
La anterior experiencia de ascensión ilustra hasta qué punto los maestros no se limitan a responder a preguntas, sino que también pueden transmitir un inmenso poder espiritual, «similar a la electricidad». En este caso, la transmisión de poder fue la respuesta a la pregunta de la visitante, así como un don para su vida. Es algo muy común en el trabajo con los maestros: les pides información y también te brindan su ayuda.
Igualmente, si se les pide ayuda, por ejemplo para efectuar una curación, no solo atienden la petición, sino que proporcionan la información necesaria para ayudar a los demás. El anillo deformado era parte de esa información, tenía que ver con la realidad de su experiencia y la realidad del poder que le había sido concedido. REUNIONES, UNA BIBLIOTECA, UN CORO Y LLEGAR A SER EL TODO Y LA NADA En el siguiente relato ocurrieron muchas más cosas de las que sugiere el título anterior. … Ascendí flotando por el túnel y allí estaban mamá y el abuelo… Al principio no quería abrazarlos, pero lo hice y todos rompimos a llorar. La sensación fue agradable y muy reparadora… Me marché y me encontré en un suelo que parecía el de un edificio griego o biblioteca. Reinaba un profundo silencio y advertí que había mucha gente, pero todos estaban concentrados en sí mismos y en sus lecturas, o miraban hacia lo alto. Nadie parecía verme realmente. Mi maestra «me dijo» (tal como solía darme volúmenes en un destello) que estaban compartiendo su camino. Creían en la reencarnación, por lo que aquí estaban buscando nuevas vidas que vivir. Observé a mi alrededor y fui consciente de que si miraban a su alrededor descubrirían que en su entorno sucedían más cosas aparte de aquellas en las que andaban involucrados. Puesto que no había muros, podrían haber visto a otras personas entregadas a otras actividades. Nos marchamos y llegamos a un lugar donde las personas se sentaban en nubes o parecían disfrutar mucho. Continuamos y alcanzamos un paraje donde Dios, Jesús, el Buda y otros seres vivían junto a muchas otras personas. Era el cielo de las enseñanzas apostólicas, solo que en él estaban todos los grandes maestros. Nos acercamos a un coro, y fue hermoso. La música entró en mí y mis células se convirtieron en música. Me sentí muy conmovida. Nos alejamos, y durante un instante me senté en la silenciosa ladera de una colina. Para recuperar el aliento, creo. Mi maestra no dijo nada. Permanecimos en silencio. Pregunté si había algo más. ¿Acaso todas las religiones poseían una verdad parcial en lo tocante al cielo? ¿Encontraría toda la verdad aquí? En ese momento, me tomó de la mano y ascendimos flotando hacia un lugar habitado por «seres de luz».
Daba la impresión de que habíamos llegado al último confín. Esos seres no podían acercarse mucho a nosotros debido a la poderosa luz que irradiaban. Yo estaba fascinada. La luz brotaba de ellos y se extendía muchos kilómetros. La palabra «baliza» me vino a la mente, pero a diferencia de la baliza de un faro, situada en la cima de este, estos seres irradiaban una luz uniforme desde cada parte de su cuerpo, y el brillo alcanzaba una distancia de muchos kilómetros. Eran uno con esa enorme masa. Me sorprendía lo aislados que estaban. Bueno, energéticamente estaban en muy buena forma, pero no había comunicación con los demás. Me sorprendió no querer permanecer allí, y sin embargo no seguí ascendiendo. De pronto me convertí en el todo y en la nada. Era un gran YO SOY. No tenía final, ni principio, y sin embargo no había perdido mi identidad. Eran enorme, expansiva. Lo percibo al escribir estas líneas, pero no hay palabras para describirlo. Quietud perfecta, expansión perfecta.4
Esta occidental recibió una información abrumadora y se transformó en la nada y en el todo. No obstante, aparentemente la viajera olvidó la instrucción de formular una única pregunta en cada visita al maestro. Las instrucciones relativas a la «pregunta única» se plantean así porque el maestro «administra» las experiencias del visitante una vez este ha formulado la pregunta: todas ellas forman parte de la respuesta, tanto si el visitante las comprende como si no. Si hay más de una pregunta en una única visita, es casi imposible saber a qué pregunta se responde simbólicamente o mediante otros cauces en el resto del viaje. BEN FRANKLIN Reiteramos que a los estudiantes se les pidió que buscaran a sus maestros, no quiénes eran. Esto forma parte de la autonomía espiritual del chamanismo: descubrir las cosas a través de la experiencia directa. En el siguiente relato, la pregunta de una norteamericana fue «¿Cómo puedo ser feliz?». Para llegar al Mundo Superior fui a la isla de Maui, donde se alza la punta Iao en un valle. Subí a su cima y dejé que las neblinas me arrastraran a través de las capas de
nubes [la barrera]. En la distancia discerní unos colores pastel y volé hacia ellos. Alrededor flotaban los cubos de color pastel y empecé a preguntarme dónde estaría mi maestro. Uno de los cubos, de color lavanda, tenía una puerta en uno de sus lados. La crucé. En su interior había un anciano detrás de un escritorio blanco. Reconocí en él a Ben Franklin. Los flecos de cabello blanco caían a la altura de sus hombros y llevaba unos pequeños anteojos. Vestía una túnica y yo sabía que era mi maestro. Nos saludamos muy afectuosamente. Le pregunté: «¿Cómo puedo ser feliz?». Aferró la cucharilla de plástico y empezó a darme de comer helado. Era un helado de sabores que nunca había probado porque creía que no me gustarían. ¡Estaba delicioso! Era fantástico, pero no parecía suficiente, por lo que volví a pedirle ayuda. Me colocó en una gigantesca plancha y la cerró. Permanecí un rato en su interior. A continuación la abrió y salí. En el molde quedó el caparazón de quien yo creía ser, un reflejo de todas las limitaciones que había puesto en mí misma. Recogió el caparazón, lo arrojó a un tanque de agua y allí se disolvió. Me arrojó juguetonamente parte de la solución a la cara y lanzó el resto a las nubes para que se transformara en lluvia. Sentí que un peso se me descargaba de los hombros. Ni siquiera recuerdo el resto del viaje.5
Esta visitante planteó la pregunta «¿Cómo puedo ser feliz?», y fue inmediatamente alimentada con un helado delicioso. Lo primero que un maestro hace o dice suele constituir el núcleo esencial de la respuesta, aunque el visitante no se percate de ello. En este caso se le ofrecieron todos los sabores que no había probado, porque creía que no le gustaban. No comprendió que había recibido una respuesta metafórica, de ahí que insistiera en pedir más ayuda. A continuación, para complementar la respuesta, el maestro le ofreció un tratamiento, una curación para eliminar «todas las limitaciones» que ella había erigido dentro de sí. Sintió que le habían quitado un enorme peso de los hombros. Como hemos señalado antes, es frecuente que el maestro no solo brinde una respuesta, sino que proponga un método curativo. También hay que señalar el hecho de que la visitante no sintió dolor cuando la plancha se cerró sobre ella. Esto no se debe a la falta de sensaciones (saboreó el
helado), sino a que en el Mundo Superior jamás hemos encontrado dolor o sufrimiento. Un rasgo distintivo de nuestro Mundo Intermedio es la casi certeza de experimentar dolor en mayor o menor grado. TROMPETAS Y CRISTO El punto de partida de este visitante era el Kilimanjaro, en Tanzania, que una vez escaló en la realidad ordinaria. Su pregunta: «¿Qué puedo hacer para ayudar?». Nada más saltar hacia arriba atravesé una capa de nubes [la barrera] y de inmediato vi a un pájaro negro que me llevó al segundo nivel, a través de una fina película de nubes. Me encontré en un mundo de nubes giratorias, una de las cuales me envolvió y me arrastró al tercer nivel a través de un gran agujero situado en una delgada capa de nubes. Este nivel estaba saturado de colores pastel y me inundó una sensación de calidez y tranquilidad respecto a mi persona. Busqué a mi maestro, pero no encontré ninguno. Antes de percatarme de que tenía que llegar a otro nivel, observé una abertura en el cielo nublado. Un rayo abrió el espacio y se convirtió en un conducto para transportarme al cuarto nivel. De pronto me encontré ante dos abiertas e inmensas puertas de oro. Empecé a cruzarlas. Me invadía la sensación de entrar en un antiguo palacio egipcio. Aquí y allá había hermosas fuentes y muchos niños que jugaban en el agua. Llegué a una amplia habitación llena de dignatarios, que aparentemente aguardaban la llegada de alguien especial. Avancé hasta el centro de la habitación, tomé asiento cruzando las piernas y esperé como todos los demás. Ante mí se erguían dos tronos. Mi inmediato pensamiento fue: «¡Tendré dos maestros, hombre y mujer!». Sonaron trompetas. Una única figura vestida con un sencillo hábito blanco entró en la sala por la derecha. Para mi sorpresa se acercó a mí, me rodeó en el sentido de las agujas del reloj y se detuvo ante mí. Me incorporé y reconocí a Jesucristo. Le pregunté si era mi maestro. Sin emitir sonido alguno me ofreció una amplia y cálida sonrisa y supe que así era. Entonces le pregunté: «¿Qué puedo hacer para ayudar?». Alzó su mano izquierda con la palma abierta en señal de paz. Para mi sorpresa, lo próximo que supe fue que ascendí al quinto cielo a través de la palma de su mano y me encontré junto a él al final de nuestra galaxia, mirando a las estrellas. Mi asombro era indescriptible, pero de algún modo parecía natural estar ahí.
Entonces nos transformamos en estrellas y empezamos a danzar alrededor de los otros astros, en un completo abandono. Luego regresamos al gran salón. Le agradecí la señal y le dije que esperaba volver a verlo pronto.6
Más tarde este viajero comentó lo siguiente: «Aunque crecí como cristiano griego ortodoxo, me sorprendió muchísimo comprobar que Jesucristo era mi maestro, porque me había rebelado contra el dogma y el autoritarismo de la Iglesia. Durante largo tiempo había evitado participar en las grandes ceremonias religiosas». Su pregunta había sido «¿Qué puedo hacer para ayudar?». No podemos hablar por él, pues él es el único cualificado para interpretar una respuesta de su maestro, una respuesta perfectamente concebida para él. Si el visitante no está seguro de la interpretación de su respuesta, puede realizar otras visitas para recabar una información más elaborada. Para ayudaros a comprender la posible respuesta de un maestro, ofrezco aquí una posible interpretación. La respuesta de Jesús podría ser: «Puedes ayudar estando en paz» (el signo de la palma de la mano) y «viviendo a través de mí» (el visitante atravesó involuntariamente la palma de la mano), y también «Estoy contigo dondequiera que te encuentres» (al unirse al visitante al otro extremo de nuestra galaxia). Resumiendo, tendríamos esta posible respuesta: «Puedes ayudar estando en paz a través de mí, pues siempre estaré donde tú estés». He especulado acerca de los posibles significados de los actos del maestro solo para ilustrar cómo interpretar las respuestas simbólicas. En esta visita, el viajero, como un chamán indígena, llevó un registro del número de niveles mientras ascendía hasta alcanzar la estructura similar a un palacio, donde encontró al maestro. Ahora que conoce el nivel del maestro podrá regresar para saber más.
También oyó el sonido de trompetas. Se trata de una buena señal de progreso, porque ya no está limitado a sus sentidos visuales al experimentar el Mundo Superior. MERLÍN A veces, el visitante se ve involucrado en una conversación con un espíritu propicio. El siguiente ejemplo es una buena ilustración de diálogo entre un maestro y un viajero una vez formulada la pregunta. Como dije antes, normalmente hay que intentar no plantear más de una pregunta en cada viaje para evitar la confusión respecto a qué respuesta simbólica contesta a cada pregunta. En este caso, sin embargo, las numerosas preguntas secundarias del viajero encajan en el marco de la pregunta general, formulada en estos términos: «¿Cómo puedo liberar mis sentimientos reprimidos y llevar una vida de paz?». Puesto que después del diálogo no hubo comunicación simbólica, no existió confusión alguna. Empecé en el géiser Old Faithful del Parque Nacional de Yellow-stone, en Wyoming. Sobrevolando el agua expulsada a presión, observé a una multitud de espectadores. No podían verme. Volé hacia el sur, en dirección al Grand Teton. Al alcanzar el pico más alto de esta cordillera, volé en dirección vertical hasta atravesar una abertura similar al celofán [la barrera]. Miré alrededor y al principio solo vi cielo. Luego vi a un anciano ermitaño de largo cabello y barba blanca frente a una cueva. Fuera de la cueva había árboles, y en uno de ellos, un búho. Recibí el pensamiento de que aquel ermitaño era Merlín, pero al mismo tiempo me sentí muy escéptico porque hace mucho que dejé de creer que Dios era un anciano barbudo y de cabello gris que vive en el cielo; sin embargo, me sorprendió que se me presentara esta imagen, porque no había leído ni pensado mucho en Merlín. Mientras pensaba en todo esto, pregunté reiteradamente: «¿Eres mi maestro?». No se mostró muy dispuesto. De hecho, parecía enfadado conmigo. En todo caso, le seguí hasta su cueva, donde se ocupó de alimentar el fuego. Decidí continuar el viaje y me elevé hacia una hendidura practicada en el techo de la cueva a lomos de una centella. Atravesé otra membrana semejante al celofán y llegué
a otro nivel. A mi derecha se extendía un paisaje tropical. Caminé un rato y, al no encontrar a nadie, subí a otro nivel del Mundo Superior. Encontré el más radiante y pleno arcoíris que he visto jamás, me deslicé por él hasta la cumbre. Desde ahí ascendí a través de otra membrana transparente y llegué al tercer nivel. La luna estaba muy cerca. Podía ver tanto su curva como la textura de su superficie montañosa. La roca era negra y, sin embargo, parecía blanca, bañada a la luz del sol. Al no hallar a nadie decidí regresar junto a Merlín y volver a plantearle mi pregunta. Regresé por el agujero de la chimenea de la cueva y aterricé de pie, junto a él. Le dije otra vez: «¿Eres mi maestro?». Mi escepticismo pareció irritarle y dijo: «Sí, ya te lo dije antes». Formulé mi pregunta: «¿Cómo puedo liberar mis sentimientos reprimidos y llevar una vida de paz?». Respondió: «Deja de dudar. Deja de cuestionarlo todo». Decidí explorar esta cuestión más a fondo. Le pregunté: «¿Cómo puedo liberar mi ira?». Replicó: «Deja de dudar de tu experiencia». Insistí: «¿Cómo me libero de la tristeza?» Dijo: «Estuviste allí. Recuerda. Experimenta tu experiencia». Continúe: «¿Cómo puedo liberar las experiencias de terror reprimido?». Él: «Estuviste allí. Experimenta tu experiencia. Liberarás todo aquello que no eres tú». Por último pregunté: «¿Cómo puedo liberar la plenitud del amor?». Respondió: «Libera los tres primeros –ira, tristeza y terror– y todo lo demás es amor». En ese momento dio inicio el redoble que señalaba el regreso y desandé mis pasos a través de la barrera, y descendí a la base del Old Faithful, en el Mundo Intermedio.7
JESUCRISTO Al ascender al Mundo Superior se puede interactuar con dioses y diosas de los que los demás solo han oído hablar a través de relatos. El visitante no conocía previamente que una figura divina sería su maestro, y había preparado esta pregunta terrenal: «¿Qué puedo hacer para ganar más dinero?». Probablemente, no se trata de una pregunta que muchos crean apropiada para Jesús, pero él, como maestro espiritual, tuvo la oportunidad
de manifestarse. Como pudo comprobar la viajera, no solo se manifestó, sino que ofreció una respuesta simbólica. Los chamanes saben por experiencia directa que a los maestros del Mundo Superior no les importa ser «molestados». De hecho, son demasiado poderosos como para ser «molestados». Los chamanes también saben que los maestros responderán a cualquier pregunta que consideren importante. Cuando empieza el sonido del tambor me encuentro en un sendero de montaña que me resulta familiar en la realidad ordinaria. Seguí corriendo mientras mis pies despegaban del suelo, corrí a través del cielo, corrí por una escalera. Cada vez más alto, hacia las nubes, atravesando la barrera hacia el Mundo Superior. Vi pastos y a un pastor, pero no era mi maestro. Subí a lomos de un gran pájaro negro y subí aún más alto. Atravesamos una cascada en una pradera. Jesucristo atravesó la pradera para saludarme; me dijo que era mi maestro. Jesús jugaba con una manzana roja que sostenía en las manos. Hice reverencias y me senté a sus pies, pero él me detuvo y aseguró que yo era tan maestra como él. Formulé mi pregunta: «¿Qué puedo hacer para ganar más dinero?». Respondió: «Confía». Me pregunté qué estaba haciendo con la manzana, si iba a comérsela o algo. Él rodeó mi cuerpo con una burbuja de suave luz verde, una especie de curación, un escudo protector, que me impregnó completamente. El cielo se convirtió en una estela de colores brillantes: rosas, azules, verdes. Observé profundamente sus ojos, y mi corazón cantó con alegría. El sentimiento era tan intenso que rompí a llorar. Él levitó en dirección al cielo, volvió a decirme que confiara y desapareció. En el cielo vi la imagen de un carnero, y más tarde las imágenes de caballeros atravesando el cielo. Una oleada de colores dorados atravesó la pradera, transformando la hierba en oro. Cuando me alcanzó volé con ella, transformando en un hermoso color oro todo aquello que sobrevolaba. Volví a sentarme en el prado, jugando a enviar ráfagas de color al cielo, hasta que llegó la hora de regresar.8
Después esta visitante dijo: «Solo al compartir el viaje con mi compañera cobró sentido el significado de la manzana. Soy asesora informática y
tengo un Macintosh hecho por Apple. Parece evidente que cualquier negocio que emprenda producirá dinero: oro. Aún no comprendo los brillantes colores o las imágenes en el cielo». El relato anterior es un ejemplo de hasta qué punto el viaje chamánico es útil incluso en la era informática. También ejemplifica la combinación de alegría y tristeza que define la unión espiritual extática, una importante cuestión que exploraremos con más detenimiento en el capítulo 11. Respecto a las preguntas relativas a los «colores brillantes» y las «imágenes en el cielo», la estudiante podrá preguntar a su maestro en futuros viajes. Una posibilidad, pero solo es eso, es que utilice el color en el Macintosh como «siguiente paso» en la obtención de ingresos. Sin embargo, hemos de tener presente que solo ella está cualificada para interpretar su viaje. Hay que señalar otro punto: en cierto modo su pregunta era ambigua. ¿Quería saber solo lo que iba a suceder? En otras palabras, ¿era completamente fatalista? Señalemos también que las preguntas sobre el «futuro» implican profecía, una forma muy avanzada y compleja de adivinación, algo para lo que no estaba preparada. ¿O realmente pidió consejo para mejorar su situación? De ser así habría sigo mejor que preguntara «¿Qué debería hacer…?». En la adivinación es importante formular la pregunta con mucho cuidado. (Por otra parte, en la adivinación chamánica es perfectamente aceptable formular preguntas condicionales; el chamanismo es diferente a la psicoterapia.) Seamos conscientes de que al margen de lo que un maestro espiritual nos diga sobre lo que «deberíamos» hacer, hemos de considerarlo un amigo, no un dictador. Si después de la adivinación, alguien justifica una acción declarando que «los espíritus me pidieron» hacer tal cosa, comete un grave error. La persona no ha comprendido que mantiene una relación
de igual a igual con los espíritus auxiliares y que comete un grave error al abdicar de su responsabilidad en los actos realizados en la realidad ordinaria. El chamán de éxito equilibra la información de ambas realidades. El chamanismo es un sistema o método para recuperar la propia autonomía espiritual, no para entregarla, ni siquiera a los espíritus. UNA MAESTRA AYUDADA POR UN OSO POLAR El siguiente relato de una primera visita implica una pregunta práctica: «¿Dónde debería ir de vacaciones este invierno?». La pregunta parece trivial, pero su contenido es similar a la pregunta: «¿Dónde estableceremos el campamento de verano?», que podría formular un chamán siberiano que condujera una manada de renos. El relato está en presente de indicativo porque la viajera utiliza el método de la narración simultánea (para el que se necesita una grabadora u otro método electrónico; para más información, véase Apéndice A). Subo al arcoíris. El tacto bajo mis pies es suave, como seda. Siento un poder que me impulsa. Abajo veo colinas y una carretera. Subo al arcoíris. Por encima distingo nubes. Blancas, grises, mullidas. Alcanzo la cima del arcoíris. Salto a una nube [la barrera]. Me sorprende que resista mi peso. Camino entre las nubes, paseo entre las nubes. Un águila vuela hasta mí. Le pregunto: «¿Dónde estoy?». Responde: «Estás en el Mundo Superior». Pregunto al águila si mi maestro está en el Mundo Superior. Respuesta: «Sí, ella está aquí». El águila camina conmigo, posada en mi hombro. Encontramos a la maestra. Ella pasea entre las nubes, su largo cabello oscuro brilla en el cielo, muy por encima de nosotros. Habla con el águila en una extraña lengua que no comprendo. Sigue paseando entre las nubes. El águila y yo la seguimos. Me pregunta si tengo alguna pregunta para ella. La formulo: «¿Dónde debería ir de vacaciones este invierno? Me pregunto si tendría que ir a Florida o a esquiar».
Me dice que me lo mostrará, y añade: «Ahora hemos de subir al siguiente nivel. Es fácil, solo tienes que dejarte llevar y el poder nos impulsará». Nos dejamos llevar. Me siento volar. Percibo una brisa. Es cálida. Subimos al siguiente nivel. Es una tundra cubierta de nieve. En la superficie helada se alzan algunos árboles desnudos y hay arbustos diseminados aquí y allá. Siento la nieve bajo mis pies. Está muy fría. Caminamos por la tundra. En el cielo, una bandada de pájaros vuela en formación de V. Son gansos salvajes. Se marchan. Camino por la nieve. Camino. Tengo frío. Un oso polar se acerca a nosotras. Gruñe. Es de color blanco. Dice: «Soy el Espíritu del Norte». Tengo frío. Tiemblo al verlo acercarse. Estoy asustada. La maestra dice: «No nos hará daño». Mi maestra habla con él en la extraña lengua que no conozco. Pregunto: «¿Qué ha dicho?». Responde: «Ha dicho que tienes que buscar el calor porque esa es tu naturaleza». Subimos al siguiente nivel. Una fuerza nos vuelve a impulsar. Soy impulsada. El águila aún descansa en mi hombro. El siguiente nivel es un bosque. Nos internamos en él. Bajo mis pies hay musgo. Parece esponjoso y cálido. El sol asoma entre las nubes. Atravesamos el bosque. Encontramos un tocón. Mi maestra dice: «Mira cómo ha caído este árbol. Solo ha quedado un tocón. Es lo que sucede cuando las cosas crecen en un lugar equivocado. Aquí no había la suficiente luz y calor, por eso el árbol cayó. Ahora hemos de visitar el siguiente nivel». Vuelvo a sentir una fuerza impulsora. El siguiente nivel es un campo. Hay muchas flores en el campo. Las flores son azules y rojas. Son muy vivaces. El sol brilla sobre nosotras. Es cálido. Mi maestra dice: «Esto es lo que necesitas. Necesitas el calor de tus abuelos en Florida. Necesitas el calor y los rayos de sol de Florida». Y continúa: «Es hora de irse». Siento cómo el poder nos arrastra hacia abajo. Dejamos atrás el bosque, la tundra, las nubes, y otra vez el arcoíris. Me deslizo por él. Es suave. Llego al suelo.9
Este relato presenta una pregunta inequívoca y recibe una respuesta inequívoca. La persona que busca ayuda dice sentir la brisa y el frío y da cuenta de su miedo. Esto constituye una buena señal de que realmente ha entrado en la realidad no ordinaria y no se limita a visualizar una
experiencia. También descubre que sus temores son injustificados, una oportunidad para descubrir que el Mundo Superior es un lugar seguro. Le ayudan un águila y un oso polar, lo que indica que dispone de animales de poder que la sostienen. Su maestra habla con el águila y el oso polar en una lengua extraña. Desconocida para la viajera, las lenguas «ininteligibles» para la comunicación con los espíritus animales antaño eran bien conocidas por los chamanes. La «secreta lengua chamánica», como señala Eliade, a menudo era utilizada para comunicarse con espíritus animales, como entre los esquimales o los tungúes de Siberia, que hablaban con toda la naturaleza.10 En el capítulo 2 vimos cómo incluso los occidentales implicados en el conocimiento chamánico aprenden nuevas lenguas de espíritus humanos, como ocurrió en mi caso y en el de Amanda Foulger. Una vez aparece el maestro, todo cuanto ocurre durante el viaje forma parte de la respuesta o es un «regalo» del maestro, algo que el visitante necesita. El visitante puede recabar más información en futuros viajes. EL MAESTRO ES EL ESPÍRITU DE UNA PERSONA VIVA En ocasiones, los maestros pueden ser espíritus de personas vivas en la realidad ordinaria y que admiten asumir esa función una vez se los encuentra en el Mundo Superior. A menudo se trata de espíritus de chamanes u otras personas muy espirituales que atraviesan esos mundos. La persona viva casi nunca es consciente de esos encuentros celestiales. Y tal vez sea justo. De otro modo, la persona viva podría caer en el error de adquirir una injustificada prepotencia que podría inducir que sus propios espíritus compasivos la abandonaran. La decepción estaría por encima del fracaso de la persona a la hora de reconocer que el espíritu no es el mismo que el del ser humano en el Mundo Intermedio.
A veces, un maestro es alguien inidentificable en la realidad ordinaria. Esto no parece influir en la calidad de las respuestas del maestro y parece presuntuoso preguntar por su nombre. Sin embargo, la identidad del maestro puede ser descubierta inesperadamente. He aquí un ejemplo. Durante años, uno de mis maestros principales había sido un anciano que vivía en una cabaña en un paraje desconocido del Mundo Superior. Un día, en la realidad ordinaria, mientras conducía por una carretera de California, llegué a un hermoso cañón y sentí el impulso de detenerme en él. Descubrí un sendero tentador y me decidí a seguirlo. Para mi sorpresa llegué a una cabaña casi idéntica a la que mi maestro espiritual habitaba en el Mundo Superior. Incluso tenía una cerca similar. No pude evitar llamar a la puerta. Apareció un joven. Le expliqué que la cabaña me recordaba a otra que había visto en otro lugar. Me invitó a pasar amablemente. Entré y en la luz difusa pude ver a un anciano medio recostado en un sofá. Giró la cabeza hacia mí y sonrió. Fue una maravillosa sorpresa. Reconocí en él a mi maestro en la realidad ordinaria o, más bien, a una versión anciana de mi maestro en el Mundo Superior. Hablamos y fue como encontrarse con viejos amigos, aunque su conversación era vacilante. Había padecido una enfermedad incurable durante largo tiempo, una dolencia que le había obligado a abandonar su trabajo como pintor de paisajes. De hecho, llevaba enfermo aproximadamente el mismo número de años que los que yo conocía a mi maestro en el Mundo Superior. No le hablé de mi maestro, pero en algún nivel el parecía saber algo. Dijo que yo le resultaba conocido, y me entregó una de sus pinturas con una titubeante dedicatoria: «A mi viejo amigo». Murió hará unos dos años, pero ahora conozco su nombre y lo sigo visitando.11
Observaciones adicionales Uno de los rasgos más notables de los animales de poder es que son capaces de trascender los tres mundos y responder a la llamada del chamán. En cambio, los maestros normalmente residen en el Mundo Superior y el Mundo Inferior, y el chamán ha de visitarlos.
Sin embargo, hay ocasiones en las que los maestros acceden al Mundo Intermedio con ayuda de los chamanes, al fundirse con ellos con el objetivo de realizar una actividad sanadora o una tarea mediúmnica, como ocurre en Corea. En determinadas ocasiones, los maestros también pueden presentarse en forma animal. Naturalmente, un escéptico podría decir que un maestro tan «perfecto» no es más que una proyección psicológica del visitante. El método del chamán no consiste en discutir estos asuntos, sino en invitar a los escépticos a realizar sus propios experimentos personales y llegar a conclusiones empíricas. (Para iniciarse en esta tarea, el lector puede consultar el Apéndice A.) En este caso, a los maestros se les puede plantear una pregunta que concierna a un completo extraño. La respuesta suele ser tan exacta que la sorpresa del extraño y la del adivinador son mayúsculas. Para sumergirse en las experiencias chamánicas de una persona a lo largo de 10 años, invitamos a la lectura de Ema’s Odyssey, de Sandra Harner, publicado en North Atlantic Books en enero de 2014.
Comunicaciones metafóricas Los seres que pueblan los cielos del Mundo Superior tienden a ofrecer información en forma de metáforas. ¿Por qué? Evidentemente, se trata de un misterio similar al que muchos psicólogos, como Freud y Jung, han intentado desentrañar mediante el estudio de los sueños. Desde un punto de vista chamánico, la metáfora es una herramienta utilizada por los espíritus para transmitir mensajes de una forma más profunda que la comunicación literal. Cuando es descifrada por el chamán, la comunicación metafórica contiene la información solicitada, pero va
más allá de lo literal y ofrece un conocimiento profundo. Una de las frecuentes enseñanzas que los espíritus nos transmiten a través de metáforas es lo siguiente: la unidad de todos los seres. Al mostrar reiteradamente que las cosas que normalmente consideramos diferentes en realidad son la misma, los poderes nos educan sutil y espiritualmente. Otra de las ventajas de la comunicación metafórica es que obliga al visitante a intentar comprender el mensaje y, como consecuencia, el esfuerzo de descifrado puede generar una revelación que implique un impacto emocional más profundo y duradero que una comunicación literal. La comunicación metafórica también puede enseñar el valor del autosacrificio en la búsqueda del conocimiento espiritual, pues cada cual alcanza la comprensión a través de un esfuerzo de desciframiento personal. El autosacrificio del chamán en las búsquedas de poder y visión, en su esfuerzo en beneficio de los demás, y en su abnegación personal a la hora de descodificar los mensajes simbólicos y metafóricos de los espíritus, forma parte del mismo continuo de comprensión y aprendizaje, progresivamente más profundos. Los chamanes utilizan metáforas en su trabajo, también en su visualización de todas las cosas. Los chamanes ven con el corazón, no solo con el «tercer» ojo u ojo «penetrante»; y el corazón despierta con metáforas curativas y mensajes simbólicos. Por lo tanto, el lenguaje de las canciones chamánicas está sembrado de metáforas, y el uso de canciones refuerza la conciencia de la unidad. Las curaciones tienden a ocurrir cuando se experimenta esta unidad.
10.Maestros, espíritus sanadores compasivos
Los maestros espirituales, en tanto seres de poder compasivos, se ofrecen a ayudar a los visitantes que necesitan curaciones personales. Cuando los maestros practican tales curaciones suelen representar los métodos usados en forma de demostración. La razón es sencilla: no solo son visitantes sanadores, enseñan métodos para llevar a casa. Esto permite que el conocimiento sanador chamánico se reavive a través del viaje y la ascensión aun cuando la cultura o grupo ha perdido a sus chamanes o su conocimiento chamánico ancestral. Quienes visitan a los maestros pueden solicitar consejo sanador. A veces solo piden consejo y reciben una inesperada sanación. Análogamente, un individuo que pide una sanación puede recibir información suplementaria que contribuya a paliar su dolencia. Es frecuente que los visitantes tratados por su maestro en el Mundo Superior dejen de experimentar sus síntomas (como dolor de espalda crónico) inmediatamente después de su regreso al Mundo Intermedio. Otras enfermedades pueden llevar más tiempo, y son aconsejables visitas reiteradas al maestro para efectuar una curación o procurar un alivio permanente. Esto no se diferencia mucho de la medicina moderna: a veces el paciente necesita múltiples dosis del remedio prescrito o
tratamientos reiterados. En el tratamiento chamánico, dos o tres sesiones consecutivas son frecuentemente necesarias si el problema es serio. Muchos occidentales prefieren hacerlo una vez por semana. Aun con resultados positivos, un problema de salud tratado chamánicamente no tiene por qué desaparecer al instante. Uno de los mejores chamanes norteamericanos que conozco, un célebre curandero de la Costa Noroeste, solía decir a los pacientes después de una sesión: «No es una cura milagrosa. ¡Tarda dos días!». También creía en el tratamiento complementario en hospitales y con médicos occidentales, a los que consideraba «medicina alternativa». De hecho, el trabajo terapéutico chamánico es el aspecto espiritual de un planteamiento holístico de la salud, junto a la enseñanza práctica que permite que en las sociedades indígenas todos los adultos conozcan los remedios básicos que pueden ofrecer las plantas locales. El chamanismo no pretende sustituir a otro sistema de medicina o curación, sino complementarlo a nivel espiritual. Los médicos y otros profesionales de la salud no deberían sentir que el chamanismo constituye una amenaza, y sí deberían sentirse agradecidos por el hecho de que sus pacientes reciban apoyo espiritual. Todos ellos están invitados a leer el Apéndice D: «Chamanismo esencial y curación: información para médicos y profesionales de la salud». Es frecuente que los poderes de realidad no ordinaria revelen a los chamanes la naturaleza de la enfermedad de sus pacientes en una forma simbólica o metafórica. Los chamanes que pretenden reunir información sobre la presencia o ausencia de una enfermedad en un paciente a menudo buscan algo alarmante y desagradable con la visualización chamánica de «rayos X» (que puede ser enseñada) a fin de detectar cualquier anomalía en el paciente. Si solo se les muestra luz y dulzura, o flores hermosas,
estas imágenes no les ayudarán a descubrir la enfermedad o el grave problema que requiere ser tratado. Desarrollo este asunto en La senda del chamán.1 La visualización chamánica de la enfermedad pretende percibir su aspecto no ordinario, que normalmente se muestra como una metáfora espiritual de su apariencia en la realidad ordinaria. Estas metáforas son poderosas y en los últimos años muchos no chamanes han empezado a redescubrir la utilidad de la metáfora en los ejercicios de visualización para combatir el cáncer y otras enfermedades.2 «UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS LIBERADORAS DE MI VIDA» En este relato en primera persona, el visitante se asegura de que la figura con la que se encuentra es su maestro antes de solicitar una curación. Es el procedimiento recomendado al pedir ayuda de algún tipo, ya que en una única ascensión pueden encontrarse varias deidades o figuras históricas que causan una viva impresión, pero no son maestros del viajero. He aquí el relato. Mi pregunta era: «¿Sanarías la tristeza de mi alma?». Llegué a los reinos superiores desde la cima de una montaña en Suiza. Todo estaba cubierto de niebla. Sentí que sobrevolaba las montañas del Tíbet. Distinguía las cordilleras a través de un agujero en las nubes. Entonces me pareció atravesar una membrana. Allí, para mi asombro, encontré al Buda. Le pregunté si era mi maestro. Sonrió, cerró los ojos y me acercó una flor de loto. Le pedí que curara mi tristeza. Él colocó el loto en mi pecho. Estaba unido a él por el tallo. Extrajo humo de mi pecho y limpió la cavidad con el loto. A continuación introdujo un montón de flores de loto en la cavidad torácica y la selló con papel blanco. Depositó una corona de oro en mi cabeza mientras sujetaba mis hombros y me miraba a los ojos. Colocó otro loto en mi oreja izquierda y me obligó a sentarme. Pétalos de color rosa caían del cielo. Dos jóvenes bodhisattvas femeninas me colocaron un manto multicolor sobre los hombros y esparcieron más flores sobre mi cabeza.
Entonces me convertí en un loto de luz. Sentí la esencia de la luz blanca y anaranjada. Vi una esfera de color naranja. El Buda dijo: «Esta es tu iniciación». Yo era uno con la esfera. Estaba en paz y me quedé allí hasta que llegó el momento de regresar. Cuando estaba a punto de volver, di las gracias al Buda devolviéndole el loto. Pero cambié de opinión y le di el corazón en su lugar. Al regresar a la realidad ordinaria, sentí que el loto aún estaba conectado a mí a través de la cavidad del corazón con el loto interior, y conectado al Buda por el tallo.3
Después, el estudiante habló así de la experiencia: «Se nos pidió que después del viaje relatáramos nuestra experiencia a otro de los viajeros. Al principio me mostré titubeante debido al miedo a sonar pretencioso a la hora de contar mi encuentro con tan gran ser. Sin embargo, pronto descubrí que la chica que estaba a mi lado se había reunido con Jesucristo, y un amigo mío, con Mahoma. »Esto me confirmó que mi experiencia era solo una de las muchas experiencias hermosas y espectaculares; no hay razón para limitarnos y no visitar los lugares más extraordinarios y encontrar a los seres más sabios para ser bendecidos con su guía y ayuda. Ha sido una de las experiencias más inspiradoras y liberadoras de mi vida». LA CURACIÓN DE HIPÓCRATES Realicé mi ascensión a partir de una espiral de humo de una hoguera de campamento en un lugar conocido y especial para mí. Mi animal de poder me acompañó hasta la membrana. La atravesé y no vi a nadie. El paisaje era deslumbrante. Parecía estar formado por cristales y diamantes y atravesado por la luz del sol. Sentí un viento ligero y un torbellino me atrapó y me llevó a otro nivel. No vi a nadie. Más viento, me vi arrastrado a otro nivel. Oí música, canto y risas. Discerní un templo de mármol blanco. Parecía el Partenón griego. Subí las escaleras de mármol y, al llegar arriba, encontré a una serie de personas entregadas a una celebración en el amplio centro abierto. Un hombre vestido con una larga túnica ondulante me hizo un gesto para que me acercara a la mesa principal. Me aproximé y pregunté: «¿Eres mi maestro?». «Sí», respondió.
Pregunté su nombre y dijo que era Hipócrates, el Padre de la Medicina. Pregunté: «¿Qué puedo hacer para curar mi dolor de espalda y abdomen?». Alzó un bastón con una serpiente enroscada en él. Se me pidió que lo sujetara. En cuanto lo hice, la serpiente empezó a moverse. Se deslizó por mi brazo, bajó por mi espalda, me rodeó la cintura y se enroscó en mi abdomen. Pude sentir cómo el dolor abandonaba mi cuerpo a medida que se deslizaba la serpiente. Luego vi un pececito nadando, y a continuación un gran banco de peces. Vi una taza de té, cuencos de arroz, uvas. Mi maestro me dijo que las uvas me ayudarían a mantenerme fuerte y en buena forma física. Tenía que usar la viña y sus frutos. El tambor me trajo de vuelta. El dolor no ha regresado y estoy agradecido por la curación. He estudiado la uva y he descubierto que contiene unos poderosos antioxidantes que ayudan a proteger el organismo. He aumentado el consumo de arroz y pescado y me siento con más energía.4
PEDIR AYUDA A MERLÍN PARA EL ASMA En esta visita, la occidental, que sufría asma, tan solo preguntó al maestro el «modo» para curarse. Es muy probable que hubiese sido mejor pedir directamente una curación, pero ella obtuvo resultados. Subí a un árbol especial ubicado en un cámping en el norte de Nuevo Mexico, donde había estado hace poco. Un águila llegó hasta mí y me dijo que aunque no era mi animal de poder me llevaría donde lo necesitara. Atravesamos las nubes, y ella me dejó allí. Volé hacia una estrella brillante. La presión en mi pecho y el frío del aire cortante me dejaban sin aliento. Atravesé la estrella y llegué a una tierra de luces y paisajes brillantes. Llamé entonces a mi maestro para presentarme a él. En el aire se materializó Merlín. Me pidió que lo siguiera y me llevó a una cueva de cristal. Le pedí que me mostrara un modo para curarme. Me sentó en una silla en el centro de la habitación, cerca de una mesa en la que había una caja. Abrió la caja. En su interior había un enorme cristal de cuarzo caliente. La habitación era muy fría, pero un calor increíble emanaba de la piedra. Extrajo el cristal de la caja y dijo: «Esto te fue arrebatado hace muchos años: el fuego de tu pasión; la luz de tu poder. Es hora de recuperarlo. El cristal caliente derretirá los carámbanos del temor y la tristeza de la pérdida que guardas en tu corazón».
Lo colocó en mi pecho. Sentí el calor de inmediato, y mi pecho se despejó. Pregunté si había algo que debería saber. Dijo: «Hace tiempo pertenecías al pueblo de las hadas, justo y amable, pero que también buscaba venganza si era engañado. Tu don y tu poder fueron robados hace mucho y es hora de recuperarlos». Le dije que le había echado de menos. Respondió: «No me he marchado nunca, pero ahora estaré aquí para que veas y escuches. Te susurraré al oído derecho y te guiaré en los caminos de la magia, en los caminos de las plantas y espíritus terrenales, para que vuelvas a recordar. Estaré aquí para ayudarte otra vez. Mi amor y mi fuerza irán contigo». Nos abrazamos un momento y me sentí inundada por los recuerdos de mi amor hacia aquel hombre, mi verdadero y primer maestro. Entonces nos llamaron de regreso.5
Ella descubrió que su maestro era Merlín. Descubrió su problema de salud y él materializó un cristal de cuarzo caliente. (Ella no era consciente de que los chamanes indígenas saben que los cristales de cuarzo se calientan cuando reciben poder.) Le entregó el cristal de poder y lo colocó en su pecho. Entre los huichol de México, el alma de un chamán puede regresar bajo la forma de un cristal de cuarzo.6 Tras regresar del Mundo Superior, la viajera comentó: «Antes, echada en el frío suelo, durante los dos primeros viajes, tuve asma. Al regresar de este último viaje, mi pecho se siente mucho más ligero y el asma ha desaparecido». Meses más tarde, la misma mujer comentó que antes de este viaje su asma había pasado de ser moderado a mortal. «A partir del viaje – informó–, mi asma ha mejorado considerablemente. Mi pecho se despejó por completo tras el viaje; desde entonces va y viene, pero no ha vuelto a ser tan severo [como en el pasado]… Presiento que debo hacer más viajes para desalojarlo por completo.» Probablemente tenía razón, porque en el caso de dolencias graves, el trabajo chamánico curativo ha de repetirse hasta que la curación haya sido
completada, tal como hemos expuesto anteriormente. PREGUNTAR PARA PREVENIR EL REGRESO DEL CÁNCER Esta ascensión hasta un maestro no identificado fue realizada por una mujer que padecía cáncer de útero (sarcoma endometrial) que había sido controlado unos años antes. Temerosa de que la enfermedad volviera a desarrollarse, pide a su maestro que la ayude a prevenir su reproducción. Podía haber pedido no solo que «la ayudara a prevenir el regreso de la enfermedad», sino que «previniera su regreso». Habría sido una petición aún más poderosa. Como respuesta, el maestro ofrece procedimientos chamánicos curativos clásicos, emocionalmente cargados y multifacéticos, incluyendo el desmembramiento (véase capítulo 11), la extracción de una enfermedad desde su corazón y la transmisión de energía o poder curativo. Su viaje incluye otros aspectos comunes en las experiencias cercanas a la muerte, como encontrar una luz brillante y un túnel. También tiene la sensación de girar, a veces descrita como «efecto noria» en las experiencias de viaje. Se encuentra conectada en un círculo, compartiendo energía o poder con todos los presentes, incluyendo los animales. Esta conciencia de la unidad con los animales y con todas las cosas es un elemento típico del chamanismo. A medida que los occidentales avanzan en sus viajes, son espontáneamente más conscientes de esta sagrada conexión. La propia viajera exhibe un buen potencial chamánico, porque no solo ve mientras viaja, sino que también empieza a experimentar con otros sentidos, como cuando huele una flor. La viajera utilizó la técnica de la narración simultánea (véase Apéndice A) y así fue capaz de describir sus experiencias a medida que estas sucedían.
Viajo para pedir a mi maestro que me ayude a prevenir el regreso de la enfermedad. Estoy ante una chimenea. El fuego gira sobre sí mismo. Subo por la chimenea. Hacia el cielo. Giro sobre mí misma. Asciendo girando hacia el cielo. Atravieso una barrera y subo hacia las nubes. Llego a una superficie de tierra. Mi maestro está allí. «Ayúdame a prevenir el regreso de mi enfermedad», pido. Él me toma en sus brazos. Volamos hasta otro nivel. Seguimos ascendiendo. Atravesamos otra barrera. Y otra más. Seguimos ascendiendo. A una gran velocidad. Mi cuerpo se hace cada vez más pequeño. Es tan pequeño como una piel. Me disuelvo en la nada. Me disuelvo mientras ascendemos. Solo puedo ver mis células –están limpias– y mis ojos, y mis células. Más y más lejos, me estoy desintegrando. Ahora soy solo energía. Mi mitad derecha aún tiene piel, pero el resto de mi ser solo es energía. Mi maestro aún me sostiene. Subimos y subimos. Atravesamos más y más niveles. Hay una luz dorada. En mi pierna hay piel y una zona oscura. Parece estar sangrando. La sangre brota de un agujero en mi pierna. Brota la sangre y se disuelve. Sigo volando y siento una gran calidez, un calor que me inunda toda salvo mi pierna izquierda. Sigue sangrando. La sangre mana. Sangre y cuajarones. Sin embargo, no soy plena. Soy solo energía. Continúo. Cada vez está más caliente. Realmente muy caliente. Ahora hay un disco sobre mí. Un disco redondo. Aún soy energía. Cae sobre mi cabeza, atraviesa mi cuerpo, rodea mis piernas. Se ha detenido donde la piel de mi pierna y pantorrilla derecha. Se queda ahí. Veo la pierna y el pie flotando a mi derecha. Se ha separado de mí. Está suspendida en el aire. Algunas manos se acercan a la pierna. Enrollan la piel desde un extremo a otro. Arrancan la piel. Parece un mero pellejo. La pierna es energía. Arrancan la piel. Hay un agujero en la pierna. Hay un agujero en la energía. Las manos aferran el pellejo y lo introducen en el agujero. Dentro está oscuro. Mi maestro me pide que mire en el agujero. En el agujero hay estrellas. Quiere que penetre en él. Me toma de la mano. Y atravesamos el agujero. Está muy oscuro. Hay muchas muchas luces. Ahora surge un águila enorme. Es enorme, tanto como el edificio Empire State. Me deposita en el pecho del águila. Yazgo allí, en el calor de las plumas. Me sostiene. Mi maestro sube al pájaro. Volamos cada vez más alto, hacia una luz muy brillante. Nos sumergimos en la luz. La luz se abre. Volamos hacia ella, hacia otra dimensión. Un espacio más profundo, casi como un túnel. Ascendemos. Muy lejos. Siento a mi animal de poder. El ciervo [animal de poder] está conmigo. Volamos más y más alto. Siento que soy la plenitud, pero aún carezco de la parte inferior de mi pierna. Se ha ido. Ahora desaparece mi otra pierna. Mis muslos desaparecen. No tengo piernas. Sigo avanzando. Ahora no tengo brazos.
Mi corazón… mi corazón late. Es rojo y late. No hay nada a su alrededor. Es solo el corazón. Ahora el agujero me arroja al barco de mi corazón. Está realmente muy oscuro, muy oscuro. Casi cuesta respirar. Está oscuro. Siento el pulso, puedo sentir mi corazón. Siento cómo late mi corazón. Muy fuerte. Muy intenso. Muy profundo. Muy oscuro. Es demasiado oscuro. Tan vacío. Ahora siento los brazos y las piernas emergiendo a la luz del corazón. Y siento el corazón. Siento los brazos. Y el corazón. Es muy intenso. Ahora el corazón disuelve la piel en mi cuerpo. Continúa, encogiendo en mí. Ahora hay una jirafa [probablemente un animal de poder, pues brinda su ayuda] y estoy en su lomo. Empezamos a flotar. Me siento bien. Corremos, yo subida a su lomo. Empezamos a descender. Bajamos. Escaleras abajo. Cada vez más abajo. Abajo. La jirafa me deja en este lugar, donde hay agua, un estanque. Mi corazón parece tan grande, casi parece demasiado grande para mi cuerpo. Entro en el estanque. Al entrar en el agua, mi cuerpo se expande. Se expande hasta adecuarse al tamaño de mi corazón. Alcanza su tamaño. Salgo del agua. Camino. Veo a mi maestro. Me entrega una flor, una gardenia. Puedo olerla. Ahora me entrega frutas similares a arándanos y algunas almendras. Como. Mientras como vuelvo a sentir un calor interior. Siento mis piernas. Siento la energía bajando por mis piernas. Mi maestro me lleva hasta la parte superior de una construcción de roca y quema incienso o salvia en las cuatro esquinas de la piedra. Hay brazaletes alrededor de mis piernas y tobillos. Hay una cinta alrededor de mi frente. Abre mi pecho con un cuchillo y me extrae el corazón. Extrae una enorme criatura de mi corazón: un ser oscuro. Es una araña. Vierte un fluido en mi corazón. Devuelve el corazón al pecho y cierra el pecho. El ser que ha extraído de mi cuerpo camina. Es realmente espantoso. Se marcha. Se introduce en una cueva. Ahora mi piel está bronceada y me siento mejor. Pero mi pierna aún está ardiendo. Mi maestro utiliza el cuchillo y me secciona la pierna. Sangro. Él coloca una hoja en el lugar de la amputación. Mi pierna vuelve a crecer. Ahora parece normal. Me quedo tendida allí. Han llegado animales y personas con tocados de plumas. La jirafa ha regresado. Hay ciervos, osos. Hay alguien con un tocado blanco. Es mi maestro. Hay una tortuga. Conejos. Mariposas. Todos forman un círculo. Rayos de luz forman un círculo y entran en mí a través de mi ombligo, y se difunden a través de mí hasta alcanzar a todas las personas y animales en el círculo. La energía del círculo gira sobre sí misma, formando una forma cónica. Parece una tienda de luz. Giramos. Soy el centro de esta luz brillante. Giro.
Es hora de regresar. Doy las gracias a todos, a todos los animales. Mi maestro me guía e iniciamos el regreso. Vuelve a sujetarme mientras atravesamos los niveles. Abajo, abajo, abajo. Dejamos atrás al águila. Abajo. Llegamos al primer nivel. Le doy las gracias. Ahora desciendo a través del cielo. Y abajo, a través de la chimenea. Y hasta el suelo. Estoy de vuelta. Sigo girando. Ha sido una curación asombrosa. En especial en mi corazón. Algo ha sido erradicado en mi corazón, he experimentado mi propio corazón. Dondequiera que fuera, algo se tramaba para velar por mí.7
La eliminación de una enfermedad concebida como una entidad horrorosa (aquí, la araña) es una forma clásica de diagnóstico chamánico y extracción invasiva que ocurre con regularidad tanto si los visitantes han oído hablar de ella como si no. Los propios espíritus son maestros perennes de los métodos chamánicos, como la extracción. La extracción espiritual se utiliza para eliminar el dolor o la enfermedad en un área localizada del paciente, como (en este caso) el corazón de la persona, tal como expliqué en La senda del chamán.8 Respecto a la extracción de arañas y corazones, tengamos presente que operamos en la realidad no ordinaria y que se trata de espíritus araña y espíritus corazón. ¡Análogamente, las enseñanzas ilustradas aquí son para su uso en la curación chamáncia, no en la realidad ordinaria! Debido a la falta de recursos para realizar estudios de seguimiento en este y en la enorme mayoría de casos, por desgracia no sabemos si se curó de su cáncer. PEDIR ALIVIO PARA EL DOLOR DE ESPALDA A UN GURÚ INDIO FALLECIDO Trabajar con un maestro del Mundo Superior que previamente ha sido maestro espiritual en la realidad ordinaria es una práctica chamánica muy extendida que nos recuerda cómo la barrera entre los muertos y los vivos no es especialmente relevante para el chamán. En este viaje, una mujer pide que su dolor de espalda sea tratado por su maestro del Mundo
Superior, un célebre yogui ya fallecido. Ella lleva consigo un ópalo no ordinario que él le ha entregado antes. Un motivo chamánico clásico que aparece en su viaje y del que ella no había oído hablar consiste en cruzar un puente sobre un abismo peligroso para alcanzar a un maestro, una deidad, una persona fallecida u otro mundo. El puente, señala ella, tiene el espesor de un hilo. Los chamanes altaicos de Siberia solían describir un puente de «la anchura de un cabello»,9 y algunos chamanes de otros lugares del mundo conocen el hilo sobre el abismo. Le aterra cruzarlo, lo que constituye una buena señal, ya que el miedo indica que realmente se encuentra en la realidad no ordinaria y que se lo toma en serio. Ahora, su viaje: Mi jaguar me llevó al Mundo Superior y a través de la membrana. Me condujo hasta un saliente rocoso. Podía oír el desprendimiento de las rocas. Me llevó hasta un lugar donde se extendía un largo hilo y me dejó allí. Yo tenía que caminar por ese hilo, lo que me asustaba mortalmente. Coloqué cuidadosamente un pie detrás de otro porque me aterran las alturas, pero sabía que tenía que hacerlo sola. Lo había hecho dos veces antes. Consiste en caminar por el hilo, suspendida en un enorme abismo, cerca de las nubes. Me asustaba muchísimo y perdía el aliento y temía mirar hacia abajo, pero avanzaba. Cruzaba el puente. Partía de un arbusto y caminaba hasta él. Es la ladera de una montaña en el Himalaya. Subo algunos pasos y entro en la cueva en la que él vive. Mi maestro es un gurú indio al que conozco desde hace tiempo. Soy alguien que nunca ha experimentado dolor, pero sentada aquí estos últimos días tuve un dolor terrible en la espalda. Abordé a mi maestro: «Quiero que este dolor de espalda desaparezca porque duele de veras y no estoy acostumbrado a él». Él respondió: «Siéntate y medita. ¿Tienes tu ópalo?». «Sí.» Lo colocó en mi mano izquierda y tomó asiento en posición de loto. Yo hice lo mismo. Medité junto a mi yogui durante un breve período, y a continuación él me pidió que saliera de la cueva y me acercara a un pequeño arroyo. Caminé al borde del arroyo hasta llegar a un gran estanque. Me sumergí en él. Se convirtió –estaba muy oscuro– en una apertura muy estrecha. Avancé hacia ella y
descubrí que estaba en mi columna vertebral. Podía distinguir las vértebras mientras bajaba a la zona inferior, donde se concentraba el dolor. Oí un sonido semejante a una interferencia eléctrica que rodeó mi cuerpo en sentido contrario a las agujas del reloj. Entonces oí el tambor que indicaba el regreso. Subí por mi columna y regresé a la cueva; di las gracias al yogui y crucé el puente. Mi jaguar me esperaba. Volvimos, atravesamos la membrana y de regreso aquí. Y ahora el dolor ha desaparecido completamente.10
PEDIR UNA CURACIÓN Y CRUZAR UN INTERMUNDO HASTA LLEGAR A UNA CIUDAD DORADA Mi viaje al Mundo Superior fue muy emotivo y acabó en una gran sanación del corazón. El viaje tuvo que ver con personas [fallecidas] y la búsqueda de curación. Tenía que llegar al segundo nivel y encontrar la luz y a esas personas. El primer nivel era tenebroso y aterrador; en mi primer viaje al Mundo Superior necesité la ayuda de la Ballena. Al atravesar un banco de nubes contemplé una ciudad dorada, formada por muchos períodos y estilos arquitectónicos diferentes. Los transeúntes también pertenecían a diversas épocas. Lloré al ver a mi madre. Murió en 1988 y no pude despedirme de ella. Me abrazó largo rato, me dijo que me quería y que estaba allí para mí, como todos los que se habían marchado antes. Vi a Jim Smith con el mismo aspecto que tenía la última vez que nos encontramos: enigmáticamente atractivo a sus 27 años. Jim fue el gran amor de mi vida y murió en 1976. Le pregunté si era mi maestro, y respondió que así era. Le dije que pretendía curarme de mis adicciones. Desapareció. Me encontré paseando junto a una hilera de tumbas vacías presididas por lápidas sin grabar. Floté sobre las tumbas y de pronto me rodearon los espíritus, que me dijeron: «Esto es lo que temes». En ese momento no temía estar con ellos; todos éramos uno. A continuación me encontré bajando por una calle y observando las ventanas de los edificios a mi paso. En cada una de ellas se representaba una escena de mi vida; en cada una de ellas me había sentido amada o bendecida. En ese momento oí el tambor de regreso. Había llorado la mayor parte del viaje, no de pena, sino de gratitud hacia todos los espíritus que me acompañaban.11
Fijémonos en la observación acerca del primer nivel: era «tenebroso y aterrador». Desde mi dilatada experiencia puedo decir que no se trataba
del primer nivel, aunque así se lo pareciera a ella. Es lo que yo doy en llamar un «Intermundo», una zona en el límite entre el Mundo Intermedio y el Mundo Superior, así como en la encrucijada del Mundo Intermedio y el Mundo Inferior. Normalmente, el Intermundo no aparece a menos que el viajero esté preocupado por la muerte y por personas recientemente fallecidas, como parece ser el caso. Cuando esta era la preocupación de los occidentales que participaban en estos ejercicios, a menudo se les mostraba una zona «tenebrosa» (tal como ella lo describió) situada entre los mundos. También podría llamarse «limbo», pero se trata de una palabra culturalmente lastrada, e «Intermundo» no se inspira en ella. El Intermundo parece ser una especie de estación de tránsito para los espíritus o almas humanas que esperan tristemente, como una masa de desempleados apáticos en un entorno lóbrego e indolente. Cuando por la zona pasa un viajero chamánico, estos espíritus pueden alzar sus manos suplicando ayuda para continuar su camino. Están necesitados, pero son impotentes e inofensivos. De hecho, una de las clásicas funciones interculturales del chamán es actuar como psicopompo o conductor de almas, a fin de ayudar a los difuntos a alcanzar uno de los mundos donde puedan estar en paz. Incluso sin un psicopompo, los habitantes de los intermundos parecen avanzar gradualmente hacia un lugar mejor. Por cierto, como he insinuado antes, en sus viajes guiados por el tambor chamánico los estudiantes occidentales jamás parecen haber hallado un lugar dedicado al castigo o al tormento, más allá de nuestro Mundo Intermedio. En otras palabras, ¡no han encontrado nada semejante al estereotípico «infierno» excepto por ciertos aspectos de nuestro propio mundo!
Este relato también ilustra cómo un maestro puede «gestionar» una respuesta o una curación en un viaje después de desaparecer. LECCIONES PARA TRATAR EL DOLOR DE CABEZA JUNTO A UN HOMBRE CUERVO La siguiente experiencia es un buen ejemplo de «mano dura» por parte de un maestro a la hora de realizar una curación exitosa y, al mismo tiempo, educar al visitante. Un estudiante que pretendía convertirse en consejero chamánico consumado pretendía saber «¿Cómo puedo parar estos dolores de cabeza?». Le habría ido mejor si simplemente hubiera dicho «Por favor, cura mis dolores de cabeza». No lo hizo así; preguntó cómo «él» podría hacerlo. El cuervo, animal de poder de este estudiante, lo condujo hasta el Búho (tradicional símbolo occidental de la sabiduría) que a continuación se metamorfoseó en un hombre, su maestro. Los maestros del Mundo Superior son compasivos, pero también recurren a la mano dura con cierto humor. También pueden entablar un largo diálogo. Veremos ambas cosas en el siguiente relato. El viaje se grabó utilizando la técnica de narración simultánea (información sobre este método en el Apéndice A). Examino el valle. Es un día despejado y puedo ver la costa. El Búho me acompaña. Partimos. Volamos en círculos alrededor de la cumbre de la montaña y más arriba. Se nos ofrece una hermosa vista. Estamos muy alto. Distinguimos las islas alrededor de la costa. En la otra dirección puedo ver Quebec. New Brunswick. Subo más y más alto… una amplia extensión de una capa de nubes. La atravesamos. Bien, la hemos dejado atrás. Cuanto más subimos, mayor es la oscuridad circundante. El aire se enrarece. Llegamos a otro banco de nubes. Lo atravesamos… El Búho me deja en este banco de nubes. Son como círculos concéntricos de luz, los dejamos atrás; parecen configurar un túnel. Solo que en realidad… no tiene límites definidos, como un túnel. Son solo círculos. Luz de colores diversos. Rojo, violeta, verde, blanco. Vamos lanzados mientras las nubes se deslizan por debajo de nosotros. Ahora llegamos a una zona neblinosa que parece una especie de… y la atravesamos. Volamos horizontalmente.
Bien, ahora salimos de la niebla y a nuestros pies se extiende un paisaje de verdes colinas onduladas. Observo una de las colinas y descubro una estructura que parece formada por tres conos. Hay un gran cono en el centro y un cono pequeño a cada lado. Descendemos y encontramos una escalera que conduce a la entrada del cono central. El Búho sugiere subir las escaleras y llamar a la puerta. Dice que él esperará fuera. Así pues, subo y llamo. Las puertas se abren. No hay nadie. Ahora aparece un cuervo. Hay un enorme cuervo negro volando frente a mí. No me hace caso. Vuela hasta el centro del edificio. En el centro hay una pequeña habitación. Semejante a un cilindro. Una habitación cilíndrica que sube hasta la parte superior del cono. Allí hay una puerta. Al subir, la puerta se abre y entra por ella. Lo sigo. El cuervo se posa en un cojín y se transforma en un hombre. Es un hombre pequeño con una piel levemente morena. Se quita la camiseta. Viste calzoncillos. Junto a él hay una cartuchera llena de flechas. Permanece sentado, con las piernas cruzadas. Y parece que está meditando. Está sentado en silencio. Alza la vista y me hace señas para que yo también me siente. Es muy extraño lo que me dice: «Ya te conozco. Pero no te dolerá volver a pasar por esto». Me entrega una flecha roja y otra verde. Me entrega una pluma. Dice: «Muchas cosas suceden en tu interior. Cien pensamientos avanzan en cien direcciones. No sabes si vienes o vas. Te entrego esta pluma. Y cuando los pensamientos te arrastren, quiero que tomes esta pluma y que la tomes en la mano derecha, quiero que la levantes de repente, en un ángulo recto, y cuando lo hagas todas las tonterías desaparecerán». Me pide que lo intente. Me siento un poco ridículo. Pero sigo sus instrucciones y alzo la pluma en la mano derecha. Allá vamos. Le doy vueltas. Vale, la levanto en ángulo recto respecto a mi brazo. Sostengo la posición. Parece que la percusión se ha ralentizado. Parece que mis pensamientos son más lentos. Parece que todo avanza a cámara lenta. Él me dice: «Y ahora, ¿hay algo de lo que me quieras hablar?». «Sí. Tengo una pregunta. Quiero saber cómo parar estos dolores de cabeza. ¿Cómo puedo hacerlo?» Responde: «¿Te duele la cabeza?». «No, ahora no me duele.» «Entonces, ¿qué te preocupa?» «Bueno, me preocupa que me duela la cabeza.» Replica: «Bueno, ¿por qué te preocupa que te duela la cabeza? Ahora no te duele». «Sí, pero estoy casi seguro de que me dolerá.» «Bien, ¿qué te hace estar tan seguro de que te va a doler la cabeza?» «Siempre me duele la cabeza.» «Ahora no te duele.»
«Sí, pero me dolerá.» «¿Cómo lo sabes?» «Siempre me pasa.» «Ahora no te duele.» «De acuerdo, ahora no me duele. Pero me pasa una o dos veces a la semana. E interfiere en lo que estoy haciendo.» El tipo me mira como si yo fuera un completo idiota. Como si lo que digo careciera de sentido. Bien, ahora me mira seriamente y dice: «Veo que esos dolores de cabeza son muy importantes para ti. Se han convertido en una verdadera compañía». Y continúa: «Supongo que si los dolores de cabeza desaparecieran, te sentirías solo. Los echarías de menos. Probablemente soñarías con ellos a las dos o tres semanas de su desaparición. Viajarías al mundo chamánico para preguntar: “¿Podría tener un dolor de cabeza más, por favor? ¡Solo para despedirme!”». «Sí, realmente tengo un asunto pendiente con ese dolor de cabeza –digo–. Nunca me he separado de él como conviene.» Él continúa: «Veo hasta qué punto estás apegado a ese dolor de cabeza. Si quieres, puedo darte un dolor de cabeza para que empieces a separarte de él». Con estas palabras, extiende su mano y saca un martillo de una caja de herramientas. Digo: «No, no, en realidad no quiero enfrentarme a eso». Él insiste: «Creo que deberías, porque sabes que no es bueno afrontar estas cosas con una terapia de choque. Hay que dosificarlas gradualmente. Puesto que tu relación con el dolor de cabeza ha supuesto tanto tormento para ti, podría ser malo liberarte de él sin más. Podrías sentirte incómodo, padecer síndrome de abstinencia y empezar a temblar; podrías actuar de forma desquiciada. Por eso creo que realmente debería golpearte con este martillo, porque estoy preocupado por ti, por lo que harás sin el dolor de cabeza». Replico: «Bueno, no estoy seguro de querer someterme a eso. Es decir, no quiero que me golpees con un martillo en la cabeza porque eso duele. Y precisamente he llegado hasta ti para liberarme de eso». Él aparta el martillo y dice: «Sabes, los blancos estáis todos locos. Dices que no quieres el dolor de cabeza, pero a mí me parece que es muy importante para ti. Yo soy solo un maestro que está aquí para ayudarte. Quiero darte lo que resulta más importante para ti. No quiero que te marches pensando que no has obtenido lo que buscabas. Es decir, mi trabajo consiste en entregarte aquello que es más importante para ti». «¡Caray! Me siento muy confuso.» «Eso es bueno. Es bueno que te sientas confuso. Sí, es bueno que te sientas así.» Y añade: «¿Estás seguro de que no quieres que te duela la cabeza?».
A lo que replico: «No, no creo que quiera un dolor de cabeza, pero sí me siento muy confuso». «Bueno, aún te quedan unos minutos de cinta [percusión]. ¿Estás seguro de querer sentirte confuso el resto de la cinta? Sé que sentirte confuso no es algo a lo que estés acostumbrado.» «Sí, me siento muy incómodo. Como si no quisiera hablar contigo.» «Bien, si quieres certeza, si piensas que estar confundido es malo y si quieres estar seguro de algo…» Regresa a la caja de herramientas y saca el martillo. «Te golpearé en plena cabeza. Tendrás un bonito dolor de cabeza y toda tu vida se verá comprimida en un minúsculo instante. Sabrás exactamente lo que tienes que hacer. Y no volverás a sentirte confundido. El resto del día lo dedicarás a cuidar de ti mismo. Será muy sencillo. Te sentirás mal, te tomarás un par de Tylenol y te irás a la cama. Así se resolverá el problema de vivir el resto del día en plena confusión.» A lo que respondo: «Eres un liante. No, no quiero que me golpees con el martillo. ¡Aparta el condenado martillo!». «Pareces un poco enfadado.» «No. No estoy enfadado.» Insiste: «Bueno, me has pedido que aparte el martillo. Eso suena enfadado». «Creo que me sentía un poco enfadado porque estaba frustrado. Porque ahora me siento confuso. Esto no es lo que esperaba encontrar al llegar aquí.» «¿De qué te ríes si estás enfadado?» «No me estoy riendo.» «Sí, te estabas riendo por lo bajo.» «Vale, sí, me reía porque todo esto es tan extraño.» Se incorpora y dice: «Ven, quiero mostrarte algo». Le sigo hasta la puerta principal y avanzo hasta la entrada de uno de los conos más pequeños. Mientras atravesamos la puerta, él dice: «Quiero que te quedes aquí. Esto va a ser muy fuerte». Sacude la cabeza y dice: «No sé. No sé si tienes el poder necesario para hacer esto. Tal vez no lo consigas. Es un asunto enjundioso. No sé si quieres ser un consejero chamánico a este precio». «Vamos, ¿por qué me has traído hasta aquí si no querías mostrármelo?» «De acuerdo, pero no me culpes si acabas hecho polvo.» Bajamos por la escalera y salimos a una lluvia de minerales diversos. Hay cristales, todo tipo de cristales. Hay cuarzo. Hay… no conozco los nombres. Hay amarillo y verde y rojo. Todos parecen brillar con luz propia. Me mira y pregunta: «¿Qué te parece todo esto?». «Muy poderoso. Percibo un inmenso poder aquí.» «Sí, es un chamanismo realmente industrial, ¿verdad? Medicina de la buena.»
«¿Por qué decías que no podría soportarlo?» «Porque tienes un lío dentro de ti. Tienes un buen lío con los dolores de cabeza y no sabía si realmente te interesaría todo esto. Porque es muy llamativo. Y aquí la energía es muy intensa. Sí, aquí hay mucho material interesante. Siéntate un rato y te sentirás muy confuso. Sí, verás seres de luz y todo tipo de espíritus y acontecimientos realmente poderosos. Es probable que todo eso te confunda y desconcierte. Es probable que en un par de minutos salgas de aquí y me pidas que te procure algunos dolores de cabeza, para saber al menos lo que estás haciendo.» Este hombre no tiene compasión. «¿Qué quieres decir con que no tengo compasión? Comprendo perfectamente tu dilema y te ofrezco ayudarte. Ahora mismo no te duele la cabeza y no sabes qué hacer con eso.» Continúa: «Sabes, has trabajado duro para crear esos dolores de cabeza. Puede que no sufras ninguno durante un par de días, y durante esos dos días has trabajado ininterrumpidamente para tener uno. Solo quiero darte lo que necesitas. Es mejor que ahora te vayas a casa, el tambor está sonando [la señal de regreso]. Cuando quieras un dolor de cabeza, pásate por aquí y estaré encantado de complacerte». Y ahí voy. De regreso a través de la capa de nubes. De regreso a la cima de la montaña. Ahora regreso a la habitación. Y no me duele la cabeza.12
Este estudiante occidental realizó su viaje en voz alta y en presencia de un consejero chamánico. Inmediatamente después del viaje, el consejero chamánico le preguntó: «¿Qué crees que ha sucedido?». Estudiante: «No sé qué decir. Me siento como si hubiera conocido a alguien que me ha tomado las medidas». Consejero: «Alguien que te conoce demasiado bien». Estudiante: «Lo interesante es que ya conocía a este hombre, pero nunca había tenido este tipo de interacción». Consejero: «¿Crees que tu pregunta ha sido respondida?». Estudiante: «Sí, pero no inmediatamente. Yo buscaba la solución a este problema… ¡Pero este tipo! Me ha aportado una idea completamente nueva: si no me duele la cabeza, deseo que me duela. Casi como una adicción. Me dijo: “Sé que resulta confuso estar sin el dolor de cabeza. Puedo procurarte uno si eso es lo que deseas”.
»He encontrado a alguien que ha visto a través de mí. Yo era tan transparente como el aire. He sentido algunos momentos de frustración junto a él porque no hacía las cosas como yo quería. Y también siento que me conoce. »Me estaba ofreciendo la información que necesitaba. Sabes, ese tipo de presencia en mi vida tiene un valor increíble. Quiero decir, él… me ha situado en un marco de referencia completamente diferente. La experiencia me ha conmovido de un modo que me resulta difícil explicar. »Creo que realmente ha abordado el problema del origen de mis dolores de cabeza. Ya sabes, más que cualquier otra cosa que haya hecho antes. »Casi temo pensar que si hablo de ello perderé el impacto de la experiencia. Siento que necesito asimilarlo, porque de otro modo temo alejarme de lo que ha pasado». ALBERT EINSTEIN Mi intención en este viaje era encontrar un maestro y pedirle que curara mi miedo a la separación. Para empezar, asciendo a la cima de una montaña en Baja California, México. Espero que alguien me lleve, pero espero en vano. Lo siguiente de lo que soy consciente es de un águila que vuela hasta mí y me golpea en el estómago. Inquiero: «Hey, ¿qué es lo que pasa?». Y el águila responde: «He estado dando vueltas, pero tú estabas soñando y tenido que captar tu atención». Entonces, esta escena desaparece y estamos en el habitación de un niño, en una casa de los suburbios. La he visto en una película titulada The Boy Who Could Fly [El niño que podía volar]. Miramos por la ventana y el pájaro dice: «Vamos». Le digo que no quiero subir a su lomo y él me pide que me convierta en pájaro, un águila blanca con alas de puntas doradas. Me metamorfoseo y ascendemos al cielo atravesando la capa de mullidas nubes blancas. Al mirar al horizonte, más allá de las nubes, descubro un elevado edificio con una torre en cuyo centro se alza una bandera. Mi primera reacción consiste en pensar que se trata de una escuela o una tienda de juguetes. Vuelo hacia ella y descubro que se
trata de una escuela. Los niños bajan y suben las escaleras. Vuelo hacia la oficina del subdirector y sé que mi maestro no está ahí. Los niños desaparecen y camino por un pasillo vacío en dirección al laboratorio de ciencias. Está vacío, pero en una esquina encuentro a un anciano de cabello alborotado. Se gira y reconozco a Albert Einstein. Mi mente dice: «Vale», pero pregunto: «¿Eres mi maestro?». Él responde: «Tú no quieres que yo sea tu maestro». Repito: «¿Eres mi maestro?». Y por último, afirma: «Sí, lo soy». Y añade: «Tienes muchos maestros que no estás dispuesto a reconocer». Comprendo: los maestros del Mundo Intermedio pueden no presentarse bajo la forma de maestros. Pueden ser personas con las que mantenemos algún tipo de conflicto, o extraños con los que nos cruzamos en la calle. Albert dice: «Todo es relativo», y ríe.13
¿Por qué los maestros no bajan a curar nuestro mundo? Lo hacen cuando un chamán asciende respetuosamente, formula su petición al maestro, con su permiso, se fusiona con él y desciende para curar a un paciente en el Mundo Intermedio. Esto implica una intensa concentración por parte del chamán para mantener la fusión con el espíritu, especialmente cuando los dos realizan el trabajo curativo juntos y en el Mundo Intermedio. Entonces el chamán, aún fusionado, regresa al Mundo Superior, da las gracias al maestro y regresa a su mundo. ¿Por qué el maestro no se queda permanentemente en el Mundo Intermedio para curar y ayudar? Una de las razones es que el chamán no puede mantener la concentración necesaria para continuar la fusión o encarnación. Hay mucho que aprender respecto a estas cuestiones, pero este conocimiento se adquiere mejor por la experiencia y gracias a una práctica avanzada como la que propone el «Programa Trianual de Iniciaciones Avanzadas en Chamanismo y Curación Chamánica».
11. Desmembramiento cósmico, unión y poder curativo
En las cuencas de mis ojos hay dos esmeraldas. Me están curando. Desde el centro de mi cuerpo. Desde el mismo centro. Desde mis huesos. En el lugar que ocuparía mi tercer ojo hay un diamante, un diamante tallado. Las facetas emiten luz. Soy un esqueleto de amatista con dos esmeraldas en las cuencas de mis ojos y un diamante tallado como tercer ojo. Eso es lo que soy ahora. Justo ahora.
Del relato de un occidental Una célebre experiencia chamánica que ha dejado perplejos a muchos estudiosos y etnógrafos aparece en los relatos indígenas de desmembramiento del cuerpo del chamán. Relatos morbosos abundan en la literatura antropológica de chamanes cuyos cuerpos son desgarrados, troceados y devorados, o desmembrados y vueltos a unir.1 Los detalles varían, pero en la mayoría de casos de desmembramiento, los chamanes eran atacados y sus cuerpos destruidos hasta los huesos. Estas experiencias dramáticas han sido recogidas entre los pueblos siberianos, pero también entre los inuit, los aborígenes de Australia y otros pueblos chamánicos. Los especialistas y antropólogos no parecen tener una explicación, aunque algunos han sugerido que los chamanes mienten o estaban en
estados psicóticos. Para otros, las experiencias de desmembramiento constituían una prueba adicional de la naturaleza bárbara y primitiva del chamanismo como forma de espiritualidad. Mis propias investigaciones en la práctica y enseñanza del chamanismo me llevaron a conclusiones diferentes.
Una
clave
para
comprender
cómo
ocurren
los
desmembramientos es la consciencia de la existencia de dos realidades; este fenómeno ocurre, efectivamente, en la realidad no ordinaria. En la RNO, los chamanes pueden experimentar el desmembramiento en cualquiera de los tres mundos. Desde que empecé a enseñar chamanismo en talleres a mediados de los setenta, descubrí que estudiantes que jamás habían oído hablar del desmembramiento chamánico experimentaban este fenómeno a veces en su primer viaje al Mundo Inferior o al Superior durante los talleres introductorios. Sus experiencias podían ocurrir inesperadamente, en cualquier momento, y eran completamente indoloras. Más allá de eso, no era infrecuente que los estudiantes las asociaran a una sensación de profundo éxtasis. El «éxtasis» del que hablo aquí no es solo el término teológico para un estado alterado de consciencia, sino la sensación extática de fundirse con «todo» y con el uno en el universo. Es muy sorprendente la similitud de estas experiencias respecto a las relatadas por los chamanes indígenas, en especial los siberianos. Tuve claro que no estábamos documentando experiencias basadas en expectativas culturales. Por ejemplo, empecemos con un relato siberiano representativo y desde el punto de vista antropológico famoso, presentado por A.A. Popov. SER CORTADO Y COCINADO EN UN CALDERO UN RELATO SIBERIANO SAMOYEDO
Un chamán samoyedo estaba muy enfermo y esperaba la muerte. Casi inconsciente, realizó un viaje espontáneo al Mundo Inferior, donde fue conducido por dos espíritus animales auxiliares, Ratón y Armiño. Siguiéndolos «llegó a un desierto y observó una montaña distante. La alcanzó tras tres días de viaje…». Señalemos que estos viajes fuera de nuestro mundo acontecen «fuera del tiempo» y constituyen días de la realidad no ordinaria. Otro tanto puede decirse de la posterior mención a los «tres años». … Pasó por una abertura y encontró a un hombre desnudo trabajando en un fuelle. En el fuego había un caldero «tan grande como la Tierra». El hombre lo vio y lo atrapó con un enorme par de tenazas. El novicio [chamán] tuvo tiempo para pensar: «¡Estoy muerto!». El hombre le cortó la cabeza, lo despedazó y arrojó los pedazos al caldero. El cuerpo fue cocinado durante tres años… [Más tarde] el herrero pescó los huesos [del hombre samoyedo] en un río en el que flotaban, los unió y los recubrió con carne.2
El herrero cambió los ojos del samoyedo para que este adquiriera visión chamánica y fijó sus oídos de modo que pudiera comprender el lenguaje de las plantas. Todos estos acontecimientos sucedieron en la realidad no ordinaria, durante el viaje. Los estudiantes occidentales pueden tener la sensación de haber viajado días o años. SER DESPEDAZADO, COCINADO EN UN CALDERO, MUERTE Y RESURRECCIÓN: EL RELATO DE UN OCCIDENTAL
Consideremos ahora, para compararlo, este relato de un euro-americano actual que jamás había leído u oído hablar de las experiencias de desmembramiento. Su misión consistía únicamente en viajar y encontrar a un animal de poder en el Mundo Inferior. (Las experiencias de desmembramiento de los colaboradores del Estudio Celestia eran similares tanto en el Mundo Superior como en el Inferior; nunca ocurrían
en el Mundo Intermedio.) A continuación, el relato de su experiencia espontánea e inesperada. Al sonido de un tambor monótono, se introdujo en el agujero de un árbol que conocía en la realidad ordinaria, atravesó una cueva y salió a la luz del sol en el primer nivel del Mundo Inferior. Allí encontró a un cervato que le llevó a un otero boscoso donde había otros ciervos. Como los chamanes que en algunas culturas cantan sus experiencias mientras viajan, él narró la suya a una grabadora mientras escuchaba la percusión en unos auriculares. Sus propias palabras cuentan el resto. No sé qué debería hacer… si tendría que sentarme, permanecer erguido, pasear o… oh, el ciervo ha desaparecido. Al parecer me he quedado en el otero y el sol se ha puesto. Está oscuro y hay un fuego. Y ahora se supone que estoy con el animal, pero parece que sucede algo en torno al fuego. Parece que hay un caldero o una olla con agua hirviendo. Las voces me piden que me acerque. Se supone que he de mirar lo que contiene el caldero. No sé si quiero hacerlo. Me pregunto dónde estará el ciervo, porque se supone que todo lo que tenía que hacer era estar con este animal. No lo veo, imagino que estará merodeando. Oh, yo soy el ciervo. Parece que ahora yo soy el animal. Soy como el cervato, muy cauteloso, ya sabes, quiero acercarme al fuego y echar un vistazo al caldero hirviente. ¡Por Dios! La escena ha cambiado. Se ha hecho oscuro y yo creí que era el ciervo y luego volví a ser yo. Y el ciervo se separó de mí. Ahora es una escena rural. Es el anochecer, hay un tipi y personas a su alrededor. Supongo que estoy en el centro, pero no creo que nadie me vea. No puedo decir dónde está el ciervo. Oh, soy el ciervo y todo el mundo se arroja sobre mí, al parecer. Y, ah, soy el ciervo y me despedazan y me arrojan al caldero. Por eso no sabía dónde estaba –ay– el ciervo. Por eso. Yo era el ciervo y no quería acercarme al caldero. Porque ahora soy el ciervo y aunque nadie me lo dijo, aparecí ahí. Y parece que me atraparon. Me clavaron cuchillos, me masacraron y me cocieron en la olla. Y ahora comen mi cuerpo. Como si me hubieran guisado. Es extraño. Me han guisado y todos parecen comerse al ciervo, pero yo lo observo desde… no sé desde dónde observo. Oh, ya veo. Estoy arriba. Los sobrevuelo y observo. Y estoy muerto. Y estoy en el caldero del guiso, cociéndome en el fuego. Y observo sus vidas. Es como
si no hubiera muerto. Es decir, aún me siento vivo o algo así, observándolos, pero ya no tengo cuerpo. Y ahora, uhm, avanzo muy al fondo. No sé qué está pasando. Tengo la impresión de desaparecer. (Canto.) ¡Ah! (Risa.) Sí, he muerto y he llegado donde cantan esas voces y a la oscuridad, pero descubro otra luz. Es como si pudiera continuar a partir de donde he muerto, y (risas) regresar. (Respiración intensa.)… ¡Guau!3
En la experiencia anterior, este viajero occidental no solo fue despedazado y cocinado en un caldero, como ocurrió con el chamán samoyedo: en primer lugar tuvo la experiencia de fusionarse con el ciervo, separarse de él y ser uno con el animal mientras este era masacrado. Luego vio la escena en una especie de experiencia extracorporal similar a las que relatan quienes han estado cerca de la muerte. Así supo que aún existía aunque ya no tenía un cuerpo, una importante enseñanza. Como espectador, vio cómo su carne (la carne del ciervo) era comida, algo similar a los relatos de chamanes inuit, que observan sus propios huesos. También oyó voces cantando. Recibió estas revelaciones en un profundo estado chamánico de consciencia, como señaló su intensa y profunda respiración. También supo, como los chamanes mucho antes que él: «Es como si pudiera continuar a partir de donde he muerto y [risas] regresar.» La muerte no volverá a tener el mismo sentido para él. Su risa es sintomática de la alegría y el profundo éxtasis resultante de una experiencia de desmembramiento y resurrección.
«Iniciación» y desmembramiento La naturaleza vívida e increíble de las experiencias de desmembramiento ha llevado a algunos estudiosos occidentales a centrarse en ellas como el
rito de paso o la «iniciación» del chamán. Aunque las experiencias pueden considerarse legítimamente como iniciaciones, esto no quiere decir que quienes las han vivido sean automáticamente chamanes. Normalmente se requieren muchos meses, probablemente años, de ayudar y sanar a otros gracias a los métodos chamánicos para ser llamado chamán. La habilidad de esa persona para producir milagros de curación a través del trabajo chamánico suele ser el verdadero criterio, y la decisión de otorgar ese nombre a alguien proviene de quienes han sido testigos de los milagros. La iniciación por los espíritus es un proceso ininterrumpido cuando el individuo aborda el chamanismo de forma seria. Es frecuente que los mejores chamanes y practicantes de chamanismo sean aquellos cuya práctica y experiencia sea más dilatada, y a menudo incluya reiterados desmembramientos. Entre los chamanes siberianos que he conocido, existe casi una competición para hacer saber a los demás cuántos desmembramientos ha experimentado
cada
cual.
Tal
vez
esto
es
así
porque
los
desmembramientos constituyen profundas enseñanzas, así como curaciones que transforman a los viajeros chamánicos en un profundo nivel espiritual. El siguiente ejemplo de viaje de una mujer euroamericana ilustra este punto. DESMEMBRAMIENTO DE UNA OCCIDENTAL Y RENACIMIENTO Y NUEVO CUERPO GRACIAS A UNA CURACIÓN
Esta mujer, Nicolina Halvorson (en adelante «NH»), cuya misión era visitar a su maestro en el Mundo Superior, no había oído hablar ni había leído nunca de la experiencia de desmembramiento. Para su sorpresa, fue desmembrada y reconstituida con un nuevo cuerpo al pedir consejo a su maestro para alcanzar una salud óptima.
Esta es su narración simultánea de lo que aconteció durante su viaje. Escuchaba una grabación de percusión con auriculares mientras relataba y grababa su experiencia de ascensión al Mundo Superior. He aquí sus palabras. Asciendo lentamente sobre la meseta. Empiezo a atravesar una nube, flotando. Es un cúmulo gris. Sigo flotando. Atravieso algo más: una transparente capa de niebla. Ahora estoy en una llanura. El suelo es de un desvaído color amarillento. Se acerca una especie de caballo fantasma cabalgado por un indio. Gira hacia las montañas inundadas de niebla. Hay otros dos caballos montados por indios. Parecen etéreos y espectrales. Ahora giro en otra dirección. Veo a una hermosa diosa india, semejante a una princesa. Lleva un vestido de ante con un collar de cuentas de cristal en el pecho. El diseño es una flor púrpura con hojas amarillas. Hay un borde de cuentas negras a su alrededor. La cola de un animal pende de su cintura, una cola de armiño cuelga de una cinta en torno a sus labios. Lleva mocasines con abalorios, semejantes a los que luce en el pecho. Ahora veo su rostro con más nitidez. Es alta, delgada y de pómulos altos. En el cabello lleva una cinta con abalorios. A cada lado de la cinta hay elementos de naturaleza animal que penden hacia las sienes. Sonríe. «¿Eres mi maestra?» Es mi maestra. «Tengo una pregunta: ¿Podrías responder, por favor? ¿Cómo puedo lograr una salud óptima?». Ella extiende sus manos hacia las mías. Las coloca sobre las mías. Su piel es muy suave y cálida. Percibo una sensación eléctrica fluyendo desde sus manos y hasta mis codos. Es una especie de infiltración de luz verde que atraviesa los codos y llega a los hombros. Un color púrpura, semejante a una luz de neón, gira en cada uno de mis hombros. Nuestras manos son una. Nos hemos fundido en las manos. Aspiro la energía que fluye de su cuerpo. Un rayo de luz de neón brota de la luz púrpura en mis hombros y baña la zona de mi pecho.
La maestra toma sus manos y NH siente una «sensación eléctrica» fluyendo en ella. Es una de las formas del poder espiritual, como una
especie de energía transmitida a un chamán o de un chamán a un paciente. De hecho, inmediatamente la viajera reconoce que «aspira energía». El poder de la energía se manifiesta como una luz púrpura gris que envía luz roja al pecho. A continuación, una luz blanca brota de su pecho (abajo). De un modo análogo, los chamanes shuar del Amazonas perciben cómo el poder de un individuo se manifiesta en una luz arcoíris en el pecho y, en el caso de personas especialmente poderosas, a veces como una luz blanca, también en el pecho.4 NH sufre una muerte y renacimiento espiritual. Como ha observado Eliade: «Todas las experiencias de esta luz sobrenatural presentan este denominador común: quien recibe tal experiencia se somete a un cambio en su ser […] un encuentro con la luz indica un renacimiento espiritual».5 NH continúa: Una luz blanca brota de mi pecho. Explota, estalla en fuegos artificiales, como cohetes, suben al cielo y caen cerca de mí. Ahora una corriente de luz blanca fluye desde mi corazón al suyo. Estamos conectadas en nuestros corazones. La corriente de luz blanca es amplia. Nuestros pechos están conectados con luz blanca.
La luz blanca que flota del pecho de la viajera demuestra que es una forma de poder irradiante. De un modo similar, los shuar accedían a una visión de poder que emanaba luz (arutam) e inundaba la oscuridad en una cascada sagrada.6 La luz blanca brota del corazón. Los esquimales iglulik llaman «relámpago» o «iluminación» a la radiación de luz que brota del propio cuerpo; forma parte de la iniciación chamánica.7 Un chamán iglulik la describe así: He conquistado mi gaumang, mi iluminación, la luz chamánica de la mente y el cuerpo, y esto de modo que no solo yo he podido ver a través de la oscuridad de la vida, sino que la misma luz ha brotado de mí, imperceptible para los seres humanos, pero visible para todos
los espíritus de la Tierra y del cielo y el mar, y ahora esos espíritus han llegado a mí y se han convertido en mis espíritus auxiliares.8
La luz que brota del pecho de NH, tal como se ha descrito, la conecta con el corazón de su maestra o espíritu tutelar. Se fusiona con el espíritu tutelar y llega a ser una con ella. Esta «fusión con el maestro» es otro paso clásico en la experiencia chamánica, por ejemplo en las tribus siberianas y entre los tamang de Nepal, como ha descrito Larry Peters, donde los chamanes conectan con sus maestros espirituales en el Mundo Superior y en la luz blanca llegan a ser uno con ellos.9 NH continúa: Ahora la conexión se establece entre nuestras frentes. Es una luz amarilla que se convierte en una sólida vara de un color dorado. Es una luz que se ha solidificado entre su frente y la mía. Somos una. Una luz verde me rodea la cintura y forma un ocho que conecta su cintura con la mía y fluye entre las dos. Sus manos ya no están sobre las mías. Ahora estamos unidas por los dedos. Hay una maraña de dedos entre mi mano y la suya. No hay uñas. Estamos unidas por la punta de los dedos. Hay una franja de luz púrpura alrededor de la zona pélvica. Nuestras piernas se funden en las rodillas en una luz rosada. Los dedos de nuestros pies se han unido. Nos rodea una luz dorada. Somos una. Nos fundimos en un único cuerpo. Somos una. Giramos. Somos una peonza. Girando. Girando en el paisaje como un matojo dorado y rodante. Destellos de luz brotan de nosotras. Somos un torbellino de luz. Somos luz danzante. Somos una luz giratoria. Luz dorada. Revoloteando, emitiendo destellos. Ahora somos pura electricidad.
La luz amarilla se transforma en una vara dorada que conecta su frente a la de su maestra. Entre los chamanes aborígenes australianos se considera que en la frente se encuentra el «ojo fuerte» que permite la contemplación chamánica.10 La fusión con su maestra continúa, y «el ocho» las conecta (el símbolo del infinito emerge espontáneamente en las experiencias de los viajeros occidentales). Pasan a ser una, pura energía o poder. NH continúa:
Hemos chocado contra algo. Hemos tropezado contra una roca, una especie de enorme bloque de granito, y nos hemos dividido en dos mitades. Soy una pieza de oro sólido. Soy una forma de roca dorada. Ella también. Soy una pieza de roca sólida. Soy oro. Estoy en la forma de oro. Mi forma humana ha desaparecido. Da un poco de miedo pensar si alguna vez recuperaré mi forma humana, porque ser de oro es estar paralizada. Una mano surge de la otra mitad de la pieza de oro. Pretende llegar hasta mí. Yo también he sacado un brazo del bloque de oro. Una vez más nos damos la mano. Mi mano derecha en su mano izquierda. Ella está saliendo del bloque dorado. Vuelvo a verla. Intenta sacarme. No resulta fácil. Solo mis brazos están fuera. Soy un esqueleto. Soy un esqueleto de brillante luz púrpura. Mi esqueleto es de amatista. Es todo lo que queda de mí.
NH se convierte en un esqueleto, primero de luz y luego de amatista, una especie de cristal de cuarzo. «Es todo lo que queda de mí», dice. Convertirse en esqueleto es una de las experiencias chamánicas iniciáticas más célebres y difundidas, y ha sido descrita con gran detalle por los pueblos indígenas siberianos, esquimales y australianos. NH prosigue su relato: En las cuencas de mis ojos hay dos esmeraldas. Me están curando. Desde el centro de mi cuerpo. Desde el mismo centro. Desde mis huesos. En el lugar que ocuparía mi tercer ojo hay un diamante, un diamante tallado. Las facetas emiten luz. Soy un esqueleto de amatista con dos esmeraldas en las cuencas de mis ojos y un diamante tallado como tercer ojo. Eso es lo que soy ahora. Justo ahora.
Recibe esmeraldas y diamantes en la cabeza, otra experiencia iniciática de recepción de poder muy común en muchas culturas. De un modo parecido, entre los indios cobeuo de América del Sur, un chamán «introduce cristales de roca en la cabeza del neófito; los cristales […] sustituyen a esos órganos y se convierten en su “fuerza”».11 En muchas culturas chamánicas se sabe que el poder del cristal (normalmente cuarzo) ayuda a ver al chamán.12 Por ejemplo, entre los
wiradjuri de Australia, los cristales de cuarzo se sumergían en un agua que el viajero habría de beber para «ver fantasmas» (o espíritus).13 Cuando el aborigen australiano viajó al Mundo Superior, a veces el maestro espiritual Baiame «cantó» un cristal de cuarzo en la frente de un viajero «para que pudiera ver rectamente en las cosas».14 NH prosigue su relato: Ahora, mi maestra tiene el aspecto con el que la vi por primera vez. Pero yo parezco un ser del espacio exterior. No tengo carne. Sobre mí se vierte un líquido. Algo parecido a un líquido dorado se vierte sobre mi esqueleto. Se transforma en venas y arterias. Veo mi corazón. Mi corazón es de oro. Ahora tengo venas y son de oro líquido. Y mi corazón es de oro.
Entonces, el oro líquido fluye en ella y se transforma en arterias, venas y el corazón. Esto nos recuerda a las experiencias chamánicas de los yakutos de Siberia, donde tras ser reducido a esqueleto, el futuro chamán recibe sangre nueva.15 NH prosigue: Soy un esqueleto de amatista con ojos de esmeralda, un diamante tallado en mi frente y ahora tengo un corazón dorado con arterias y venas de oro. En algún lugar se me ha formado un hígado. Está hecho de una sustancia que parece rubí. Es como un rubí líquido. Veo unas manos que lo colocan en el lugar que le corresponde. Ahí lo tenemos. Ahora hay manos que traen otros órganos. Ocurre tan rápido que no puedo ver qué órgano es cada cual. Ahora es el bazo: zafiro líquido. Creo que estoy formada por piedras. Es extraño. Esas piedras son espíritus auxiliares para mi cuerpo. Esas piedras me curan. Mi cuerpo es sanado.
Recibe nuevos órganos internos en forma de piedras curativas; en otras palabras, piedras de poder. Algo paralelo a la iniciación chamánica de la tribu unmatjer de Australia, en la que las piedras atnonqara se colocan en el cuerpo del iniciado a la vez que se le ofrece un nuevo conjunto de órganos internos.16 En la tribu binbinga se produce una experiencia iniciática análoga.17 Prosigue NH:
Todo se recubre de carne. Es carne. Es carne nueva. Ahora también tengo músculos. Son fuertes. Son nuevos músculos fuertes. La carne es nueva. El cabello es nuevo. Los dientes son nuevos. Soy curada a un nivel celular. Gracias a las piedras preciosas. Aún no me reconozco a mí misma. Casi siento que tengo alas, como un ángel. Siento que he muerto.
El proceso de recepción de nueva carne es muy común en los relatos de desmembramiento entre los chamanes tribales. La curación se completa entregando un cuerpo completamente nuevo al viajero. Los estudiosos tienden a considerar que este proceso representa la muerte y el renacimiento de la persona como chamán. De hecho, ella dice: «He muerto». Algo similar al anterior relato en el que el viajero afirmaba haber muerto y regresó. Sigue NH: Soy un ángel. Tengo alas. Son alas doradas. Visto una túnica blanca. Y una luz blanca rodea mi cabeza.
Este detalle también aparece en las experiencias de los chamanes de otras culturas. Por ejemplo, entre los wiradjuri de Australia, al viajero le crecen alas después de que Baiame le entregue agua de cristal de cuarzo en el Mundo Superior.18 «Que crezcan alas –señala Eliade–, resultado de una iniciación mística, es un motivo muy conocido que también encontramos en las religiones superiores. Por ejemplo, los taoístas creen que cuando un hombre obtiene el tao, le crecen plumas en el cuerpo.»19 NH continúa: Mi maestra me toca con las manos. Recupero mi forma humana. Me arrodillo. Ella dice: «Tienes un cuerpo nuevo. Sabrás cómo cuidar de él». Mi salud ha sido restaurada. Las piedras me han curado. [Canta.] Un haz de luces doradas brota de mi cabeza y baja por las piernas hasta la punta de los dedos. Produce un zumbido.
La comprensión de cómo cuidar de su nuevo cuerpo supuestamente es el resultado del poder y conocimiento que ha recibido. La viajera afirma: «Mi salud ha sido restaurada». Canta, en un estado de profundo éxtasis, consciente de que su nuevo cuerpo está libre de enfermedades. Desmembramiento y reconstitución, como sabemos muchos de los que lo hemos experimentado, es una curación en la que el viajero recibe un nuevo cuerpo espiritual, libre de enfermedad y dolor, con consecuencias positivas para la salud en la realidad ordinaria. NH continúa: Estoy echada. Mi maestra está sentada a mi lado. A mis pies veo personajes de color verde. No sé si son reales o si se trata de momias egipcias. No parecen humanos. Los intermedios parecen humanos. Creo que ella tiene un mensaje para mí. Me acerca algo en una bandeja. Es una bola, una bola de cristal. Dice: «Está llena de luz y energía. Es toda la energía que necesitarás». «Gracias. Gracias.» Es un regalo. Es un regalo de un ser muy antiguo. Es un regalo realmente importante. Han sido necesarias tres personas para entregármelo: una para procurar la energía, y las otras dos para ayudar y protegerla de algún modo. Es un regalo muy hermoso, maravilloso. Estoy agradecida. No sé qué decir. «Gracias.»
Se trata de un regalo de poder. Se le entregó una bola de vidrio «llena de luz y energía». El hecho de que diga que es de «vidrio» y no de «cristal» quiere decir que ve algo de lo que aún no tiene pleno conocimiento, pues la bola de cristal, convertida en esfera a partir de un gran cristal de cuarzo, es un descendiente directo del cristal de cuarzo del chamán, que representa la luz y el poder; a menudo, los chamanes tribales utilizan el cristal de cuarzo como objeto de poder por excelencia, como ocurre entre los chamanes del Alto Amazonas y los aborígenes de Australia.20 Prosigue el relato de NH: «Gracias» no parece suficiente. La luz púrpura brota en haces de mi hombro. El tambor me llama. Mi maestra me incorpora. Nos abrazamos. Le doy las gracias.
Regreso. Ella está detrás de mí pero no sé si regresa conmigo. Desciendo flotando. Desciendo. Hay pétalos de rosa descendiendo. Estoy de vuelta, sentada en la meseta.
Se trata de un viaje muy emocional. Más tarde, NH se expresó así: Pregunté cómo podría tener una salud óptima y fui cambiada, estimulada, transformada en pura energía y en metal. Sentí que realmente era metal. Luego me reconstruyeron a partir del esqueleto y recibí ayuda del reino mineral y de las piedras. Fui recreada y me concedieron toda la energía que necesitaba. Y me dijeron que sabría cómo cuidar de mí misma. Ser transformada en tantas cosas diversas me dejó un tanto sorprendida. Siento que mi pregunta ha sido respondida en mayor medida de lo que esperaba. A veces sentía miedo. A estar en una forma diferente a aquella a la que acostumbro. Cuando era de metal, cuando era un esqueleto, una parte de mí temía no recuperar el resto de mi cuerpo. Igualmente, cuando era un ángel tampoco sabía si recuperaría mi cuerpo. Largo tiempo temí lo que podría ocurrirme, todos esos cambios de energía. Creo que me llevó un tiempo asimilarlo e incorporarlo. [Mi maestra] no me dijo que iba a ser curada y recreada. No me dijo nada. Yo no sabía nada. Tan solo sucedió. Me quedé un tanto anonadada. Creo que me sentí morir. Al regresar tuve miedo porque me preguntaba: ¿Conozco a mis hijos? ¿Conozco a quienes solía conocer? Pero estoy segura de que con el tiempo pasará. Probablemente los reconoceré a todos. Pero siento que soy nueva. Fui re-creada, pero en lugar de convertirme en mí, primero me convertí en un ángel. Por último recibí un cuerpo, pero se trataba de un ángel. Sabía que no había regresado. Entonces, mi maestra me tocó la mejilla y volví en mí. Ella me ayudó a volver. Me dijeron que ahora tenía un nuevo cuerpo y que sabría cuidarlo. Es como si se me hubiera dado una segunda oportunidad.21
«Una segunda oportunidad», por supuesto, es otra forma de decir que su vida había vuelto a empezar, o que había vivido una experiencia iniciática. Había sido reconstruida a partir del esqueleto: reestructurada, resucitada, remembrada, podrían aplicarse todas estas palabras. Una razón importante por la que el desmembramiento-remembramiento es reconocido como un suceso crítico, incluso iniciático, es porque el individuo no solo resucita con un nuevo poder, sino que también puede expandirse su perspectiva sobre la realidad. A través de la experiencia, los viajeros chamánicos borran buena parte de su historia personal en la
realidad ordinaria, una parte importante del «remembramiento» de su unidad en la realidad no ordinaria. Comparemos este caso con el de un hombre llamado Ilpailurkna, perteneciente a la tribu australiana unmatjera. Como la mujer occidental cuya experiencia ha sido descrita, fue sometido a un desmembramiento y reconstitución que incluía el uso de piedras en sustitución de sus órganos internos. Al emerger de su estado alterado de consciencia, no sabía dónde estaba. Ilpailurkna había olvidado completamente quién era y su vida pasada. Un tiempo después, el anciano [su mentor en la realidad ordinaria] lo trajo al campamento y le mostró todas las cosas, y le dijo que una de las mujeres era su lubra, pues lo había olvidado todo. Su regreso y su extraño comportamiento mostró al resto de los nativos que se había convertido en un curandero.22
Aunque nuestra viajera chamánica, NH, ni siquiera había oído hablar del desmembramiento antes de su propia experiencia, señalemos lo que dijo al regresar: «Al regresar tuve miedo porque me preguntaba: ¿Conozco a mis hijos? ¿Conozco a quienes solía conocer?». Su observación constituye un extraordinario reflejo de la experiencia de Ilpailurkna. Aunque temía no conocer a nadie tras su regreso, descubrió que su temor era infundado. Sin embargo, estos dos ejemplos, occidental y aborigen australiano, ilustran hasta qué punto la experiencia de desmembramiento es mucho más que la simple sustitución de partes del organismo, pues el «remembramiento» de los órganos, incluido el cerebro y el corazón, es también un despertar de las preocupaciones ego-centradas en la propia historia personal en la realidad ordinaria y recordar o volver a conectar con una memoria muy antigua y sagrada.
Desmembramiento, remembramiento y unión
¿Qué es este remembramiento? Es un recuerdo y muchos. Es el Tiempo del Sueño. Es la realidad mítica. Es la realidad en la que no existe el tiempo. Es el recuerdo de la unión con el universo antes de que cada uno fuera individualizado a través de la concepción y el nacimiento a esta realidad ordinaria. Es la memoria de la consciencia cósmica de la que procedemos y hacia la que regresamos. Además de recibir un nuevo poder, un importante e inesperado don obtenido del desmembramientoremembramiento es el don de experimentar, aunque sea brevemente, el desmembramiento de nuestra consciencia en la realidad ordinaria y vivir el remembramiento no solo del cuerpo y de la mente: rememorar y recuperar la unión con el infinito, lo inefable, el universo total. Como es unión, este remembramiento no posee unas características definitorias y es casi imposible de describir. Incluso los relatos clásicos de unión sagrada en las historias de las principales religiones no vehiculan adecuadamente estas experiencias de profunda unión extática, porque son experiencias inefables, más allá de los límites del lenguaje. No debería sorprendernos que los etnógrafos y otros estudiosos occidentales rara vez hayan obtenido información de esas experiencias de los propios chamanes. De hecho, hay pocas pruebas de que la mayoría de los trabajadores de campo occidentales hayan siquiera buscado la posibilidad de experiencias tan inefables entre los pueblos «primitivos». Una rara excepción puede encontrarse en el gran etnógrafo medio esquimal (y posiblemente chamán) Knud Rasmussen, mencionado anteriormente.23 Como experiencia virtualmente indescriptible, el profundo éxtasis que a menudo acompaña al desmembramiento rara vez fue comunicado a los investigadores y documentado por los chamanes en la literatura etnográfica. En cambio, los detalles fácilmente descriptibles de los
desmembramientos relatados se han consignado con facilidad y han encontrado su camino en los informes etnográficos occidentales. Como consecuencia, es comprensible que muchos estudiosos occidentales hayan asumido prematuramente que los chamanes tribales se limitaban
a
tener
experiencias
«en
bruto»
y
estaban
menos
«evolucionados» en su camino espiritual que los practicantes de las disciplinas espirituales de las civilizaciones orientales y occidentales. No es una sorpresa que incluso los viajeros occidentales a los que se pide
que
transmitan
sus
experiencias
emocionales
durante
el
desmembramiento tengan dificultades para describirlas. Por ejemplo, uno dijo: «Creo que es lo que llamamos amor […]. No parece haber ninguna inteligencia independiente, ninguna separación […]. Solo hay una presencia inconmensurablemente vasta. [llanto, sollozos] Parece nada, pero lo es todo. Sigo describiéndolo, pero no tengo palabras para ello».24
Otro tipo de desmembramiento: intencionado Durante mis primeros años de enseñanza, los desmembramientos sucedían espontáneamente cuando los estudiantes ascendían al Mundo Superior o descendían al Inferior sin que previamente se les hubiera mencionado esa posibilidad. Por último, puesto que mostraban un gran entusiasmo ante estas profundas e inesperadas experiencias, decidí comprobar si los estudiantes avanzados podían vivirlas deliberadamente. Los resultados fueron positivos, y más abajo incluyo algunos ejemplos de sus relatos. La ascensión o viaje con la intención de ser desmembrado debería venir precedida por un adiestramiento significativamente avanzado en chamanismo, pues se trata de una iniciación importante y no debería practicarse tomando como base este libro. Las ascensiones chamánicas y
otros viajes con el propósito de someterse a un desmembramiento voluntario, tal como se relatan aquí, forman parte de una cuidadosa secuencia de iniciaciones que diseñé estratégicamente para estudiantes que considerábamos que estaban listos para la siguiente fase. Habría que reiterar que este ejercicio, ascender deliberadamente al Mundo Superior para ser desmembrado y regresar, no procede de la literatura de las religiones comparadas, sino directamente de las experiencias del chamanismo esencial. Volviendo la vista atrás, puedo decir que este ejercicio directo y fundamental en la Fundación de Estudios Chamánicos se asemeja en cierto modo a la práctica chöd de los lamas tibetanos, aunque no estoy seguro de que algunos vayan al Mundo Intermedio para practicarlo. En el chöd, los propósitos y métodos rituales son complejos y se enriquecen con elaboraciones espirituales y religiosas locales; los chamanes rurales usan un método y los lamas, otro. Para los chamanes rurales tamang de Nepal, que son lingüística y culturalmente tibetanos, el desmembramiento chöd forma parte de un método para ayudar a curar a una comunidad y se realiza en el Mundo Intermedio. En concreto, en el ritual chöd de los chamanes el propósito es reunir en su cuerpo la polución de su comunidad e invitar a fantasmas locales, que provocan enfermedades comiéndose a los miembros vivos de la comunidad, a presentarse, alimentarse en el interior de los chamanes y absorber la polución. Así satisfacen el hambre de los fantasmas y, al mismo tiempo, consumen la polución de la comunidad en esta forma especial de desmembramiento. Después de este fenómeno, algunos chamanes vivían una unión sagrada que insinúa una posible unión infinita.25 Para los lamas tibetanos, la forma avanzada del desmembramiento chöd se utiliza como método secreto para obtener, específicamente, la unión
sagrada, según W.Y. Evans-Wentz.26 Los lamas que buscan el desmembramiento han sido instruidos como iniciados para buscar la unión que implica la pérdida de ego, supuestamente una unión infinita, por lo que resulta difícil establecer, a partir de esa única prueba, que sus experiencias posteriores son independientes de su aprendizaje anterior. En este sentido, sus ejercicios de desmembramiento eran en apariencia un tanto diferentes a los que yo propuse en la Fundación, pues la posibilidad de una unión infinita rara vez se ofreció a los estudiantes en los primeros años de mi enseñanza. El viaje de desmembramiento que concebí mantenía los principios y prácticas del chamanismo esencial, sin el lastre de las tradiciones y expectativas culturales. Ofrecía una instrucción metodológica mínima a fin de que los estudiantes pudieran descubrir sus consecuencias con cierta independencia. A continuación se ofrecen algunos ejemplos de viajes emprendidos con la voluntad de someterse a un desmembramiento. EXPERIMENTAR TODO EL UNIVERSO Pedí a mis atentos y compasivos espíritus auxiliares que me llevaran al Mundo Superior para ser desmembrado. Ascendí hasta el Mundo Superior a través de un túnel y acabé por ser arrojado al sol: sufrí una lenta combustión en la que una a una se derritieron las sucesivas capas de mi cuerpo, desapareciendo en el sol como cenizas, como partículas finas. Las partículas querían unirse con las demás y se les permitió hacerlo. Entonces pasé a un estado de sueño, y en cuanto empecé a soñar, el sueño y yo fuimos arrojados al sol, y otra vez empezó la lenta combustión. Mi sueño y yo fuimos convertidos en cenizas y partículas; otra vez volví a entrar en un estado onírico, y en cuanto empecé a soñar, mi sueño y yo volvimos a ser arrojados al sol. El ciclo se repitió muchas veces. Cuando sonó la llamada para regresar, estaba completamente saturado de espacio (como el vacío del espacio exterior). Era como si mi cuerpo fuera una concha que contuviera el universo en su interior. Estaba completamente hueco, vacío (ni órganos ni huesos) y, sin embargo, colmado por todo el universo. Me sentía como una concha con una ventana a través de la cual observar y experimentar todo el universo.
Tras el desmembramiento, fuera de casa, tuve la impresión de que todas las plantas del jardín eran como yo: conchas que contenían todo el universo en su interior. Era hermoso.27
«TODO EL UNIVERSO ESTABA CONTENIDO EN MI CUERPO» … los Cuatro que habían operado el desmembramiento (Elefante, Merlín, el Viejo Monje y el Plateado) tomaron lo que parecía un fino y transparente retal de gasa, que era todo lo que parecía quedar de mí, y lo extendieron en las Cuatro Direcciones. Lo estiraron más y más, desplazándose hacia afuera desde el centro, fuera de la Tierra, más allá del Sol y los planetas, las estrellas y las galaxias, hasta los propios confines del universo. Al alcanzar los límites exteriores, el hilo de gasa (como una finísima tela de araña) de pronto se convirtió en los límites del universo. Al mismo tiempo volví a ser yo mismo, como si hubiera experimentado un remembramiento instantáneo, pero ahora todo el universo estaba contenido en mi cuerpo. Tuve unos instantes para vivir esta nueva forma de Unidad con el universo antes de la llamada de regreso. Fue una experiencia insólita, la sensación de contener todo el universo dentro de mi cuerpo: estrellas y galaxias, ratones y serpientes, insectos y pájaros, árboles y flores, montañas y ríos; cosas que normalmente percibo como entidades separadas, ahora, formaban parte de mí de una forma muy íntima.28
LA FUERZA VITAL UNIVERSAL – SOMOS UNO Al iniciar este viaje repetí mi intención una y otra vez y pedí a los espíritus compasivos que me desmembraran. Viajé hacia el Mundo Superior y enseguida llegué hasta Celeste, mi maestro planeta, en torno a cuyos anillos orbité reiteradamente. A continuación orbité en torno a la atmósfera de la Tierra y pude observar a todos los hermosos seres vivos; luego me llevaron hacia lo alto, muy alto, a las distancias siderales… más allá de las estrellas, las galaxias y las energías luminosas. Mi cuerpo se enfrió y todos sus componentes –cada elemento, a nivel celular– se transformaron en una masa sólida y gélida… un cubo de hielo en el espacio exterior. Ese fue el inicio de la destrucción, el desmembramiento, todas las conexiones celulares congeladas. Entonces, en la distancia, una bola de luz y calor intensos, una supernova, se precipitó hacia mí; y en cuanto se acercaba (pero aún estaba muy lejos) empecé a derretirme lentamente –gota a gota–, a fundirme en el universo como una pintura de Salvador Dalí. A medida que la supernova se acercaba, el intenso calor derritió todo lo que yo era, y el «yo»… desapareció… derretido en el universo… pequeñas gotitas (fragmentos) de yo derretido… dispersado entre los vastos espacios del universo. Yo era una con la
naturaleza y los seres celestiales del Mundo Superior. Pasé mucho tiempo fusionándome con esa energía y ritmo, y los espíritus me pidieron que lo asimilara todo. Me mostraron diversas energías luminosas –púrpura y amarilla– y me llevaron a la Tierra para fundirme con ciertos animales, plantas y corrientes de agua. Les pregunté si algunas partes de mí tendrían que cambiar… respondieron: no, no partes específicas, sino un cambio total… hacia el «corazón» y la «luz». En los confines más remotos del universo me volvieron a armar… pude sentir, físicamente, cómo la musculatura se formaba desde la cabeza a los pies… volvía como una unidad, con una increíble paz y energía. Durante un tiempo existí en el universo bajo esa forma (pensé que había sido plenamente reconstruida). Me quedé allí mientras sucedían varias cosas. El polvo de las estrellas cubrió mi cuerpo y mi piel lo absorbió… me rondaron energías luminosas (amarillo y púrpura)… y me fundí con todas ellas. Entonces, repentinamente, percibí un latido en mi pecho, muy real y físico. Me dijeron que me estaban entregando el latido del corazón del universo, y que en ese sentido no volvería a estar separada de él. La lección consistía en perder el sentido de la individuación. El latido que me ofrecieron era/es el latido del universo, y ahora el latido (el mío y el del universo) son uno y el mismo. Ahora, en el interior de mi cuerpo, siempre existirá esta conexión (vínculo directo) con la fuerza vital universal: somos una. Este latido me aporta esta vida –en esta realidad de individuación– pero nunca olvidaré que el latido en el interior de este cuerpo es el latido del universo. Me conecta con todas las cosas. Es un vínculo directo con el mundo espiritual. No voy a olvidar, ocultar o rechazar esta conexión. Habita en mí de forma muy presente a través de esa percusión en mi pecho (aunque siempre ha estado ahí); es como volver a despertar… una re-membranza (!)… un verdadero regalo de los espíritus. Cuerpo, mente y espíritu están conectados conscientemente, y eso nunca podré olvidarlo. Ha sido una experiencia. Regresé a la Tierra en la supernova, atravesé la atmósfera hasta mi árbol y aterricé en mi nido, para ser acogida ahí.29
LA COMPASIÓN DEL UNIVERSO COMO FUERZA IRRESISTIBLE Apenas declaré mi intención de pedir un desmembramiento cuando Águila me aferró entre sus garras. Me llevó volando hasta su nido, me arrancó la carne, me devoró y regurgitó en el pico de sus polluelos. Los polluelos me digirieron y me convertí en parte de sus células a medida que crecían. Me convertí en sus excrementos arrojados en las rocas. Cuando llovió, me convertí en líquido y fui consumida por la Tierra. Viajé por
las raíces de los árboles. Ascendiendo por los troncos, por las ramas y en las hojas. Me evaporé en el cielo. En forma de humedad me transformé en nubes. El viento me llevó consigo, sufrí el proceso de la coalescencia y estallé en forma de lluvia. La lluvia se transformó en corrientes, ríos y un amplio lago surcado por embarcaciones. Soy el agua. Soy la estela tras el bote, avanzo furiosamente, atravesando el aire. Me derramo en un dique y otra vez en un río. Avanzo y me transformo en las plantas de tratamiento que suministran agua a los seres humanos. Broto de un grifo, caigo en un vaso. Un ser humano me consume. Atravieso el cuerpo y soy expulsada como orina. Me mezclo con otras aguas y soy arrojada a las tuberías, y de ahí a otra planta de tratamiento y más tarde al océano. Soy la espuma del mar, arrastrada por el viento. Soy una diminuta molécula. Asciendo hasta convertirme en los cristales de hielo de un avión de reacción. Floto, me fusiono, asciendo, hasta los límites de la galaxia. Floto en el silencio. Observo una enorme nebulosa en proceso de implosión y soy atraída por su poder. Soy arrojada en forma de millones de yos que flotan en el universo. Me reúno en una minúscula gota y Águila me lleva en su pico en dirección al sol. Me transformo en vapor. Águila recoge todas mis partículas con un batir de alas y yo adquiero la forma de un cristal multifacetado. Me lleva a su nido. Una imagen de mi yo humano, similar a una muñeca desinflada de plástico, yace en el suelo, bajo el nido. El águila recoge el cristal-yo y lo coloca en la zona del plexo solar en mi yo exánime. Cuando coloca el cristal me inflo y recupero mi forma humana. Ahora el cristal está dentro de mí. Águila dice: «Has sido uno con el universo y ahora el universo es uno contigo». Le doy las gracias a Águila por el hermoso regalo y viaje. Oigo la llamada de regreso y, de mala gana, vuelvo a la realidad ordinaria.30
Buscar la unión cósmica sin desmembramiento Se invitó a los siguientes dos alumnos occidentales a buscar la unión cósmica en el Mundo Superior. No se les mencionó el desmembramiento. Uno logró varias experiencias de unión. La otra alcanzó lo que parece una unión cósmica después de un inesperado desmembramiento en la parte final de la ascensión. UNA FUERZA IRRESISTIBLE
La simple idea de este viaje me parece asombrosa. Regresé con las experiencias más maravillosas y pocas palabras para describirlas. Puedo describir el contenido narrativo del viaje, pero no puedo contar el efecto que tuvo en mí. En cuanto comencé la ascensión, distinguí a dos especies en peligro de extinción, dos especies por las que me había preocupado activamente: el oso polar, y el leopardo de las nieves. Comprendí que nunca los perdería realmente porque podía viajar a sus espíritus. Luego supe que era uno con ellos; más tarde, que yo era ellos. A continuación vi a uno de mis amigos, que se encuentra sumido en una profunda depresión. Advertí que una de las razones por las que me preocupaba tanto era porque, a medida que me acercaba a la unión cósmica, yo era él. Después de los anteriores encuentros, que parecieron producirse cerca de casa, viajé muy lejos. Vi un lugar dorado en el cielo, semejante a la luz emanada de una puesta de sol dorada, y alcancé lo que parecía el confín del universo, aunque para mí eso es una contradicción en los términos. Allí encontré compasión pura. Me vi rodeado y atravesado por ella. Me sorprendió hasta qué punto me preocupaba por todas las cosas. Experimenté la compasión del universo como una fuerza irresistible que debe encontrar una expresión constante. Siento que mi existencia humana en tanto practicante chamánico puede describirse como un gran atasco a través del cual solo puede expresarse la más diminuta partícula subatómica de lo que realmente «está ahí».31
LA UNIÓN DEL TODO Y LA NADA En el siguiente relato, esta estudiante aún no había alcanzado el Mundo Superior (aún estaba en el universo astronómico) y se sumergió en un agujero de gusano de una galaxia de ese universo. Dejé atrás el punto de partida designado y ascendí y ascendí hasta dejar atrás el cielo y las estrellas y otros planetas y otras épocas y otros lugares. Casi dejo pasar un agujero de gusano en alguna galaxia. Había viajado muy lejos y había visto civilizaciones y planetas y colores e innumerables seres, que he descrito en otros viajes, por lo que no lo volveré a contar aquí. Al pasar junto al agujero de gusano supe que aquel era el lugar, di media vuelta y lo atravesé. En ese instante, no sabía dónde era arriba y dónde abajo. Me sentí como Alicia al atravesar el espejo.
Desciendo, cada vez más abajo. Atravieso estructuras enormes y complejas como planetas y galaxias que han sido atrapadas por este vórtice hace mucho tiempo. Voy hacia ellas y hacia las cosas que encuentro en ellas. Me aproximo a los planetas y descubro que están formados por muchas cosas. No solo materiales semejantes a la tierra, las rocas y el agua, sino gases y minerales cuya existencia nunca habría imaginado. Seres grandes y pequeños. Encontré muchos seres diminutos, no quiero llamarlos insectos, pero parecían tener algún tipo de civilización. Tenían sus propias reglas. Comprendí que era el único lugar en el que podían vivir y que por eso estaban ahí. Descendí a través de algunos de los componentes hallados y encontré otras civilizaciones formadas por seres aún más minúsculos. Vivían ahí. Algunos habitaban pequeños fuegos y eran felices así. Otros vivían en lugares que me parecieron tan fríos como el hielo. Encontré otras sustancias y las atravesé. No puedo llamarlas moléculas, átomos, mesones pi u otro tipo de partículas. Esas palabras no eran aplicables aquí. Las palabras de nuestro mundo no tenían sentido en este lugar. Estos componentes eran pequeños, y a medida que los dejaba atrás descubría más y más civilizaciones, cada una más diminuta que la anterior. Creo que debí alcanzar algún tipo de masa crítica en determinado momento porque de pronto me vi rodeada por seres gigantescos, y su mundo era muy extraño. En algunos lugares era muy luminoso y en otros, muy oscuro. Seguí bajando, sumergiéndome en los materiales que encontraba, buscando el lugar donde creía que estaría el centro. Tenía la sensación de que debía de estar en algún lugar en este agujero de gusano. Era un vórtice que absorbería todo el universo, y así yo podría llegar hasta el final en algún punto. Me invadió una sensación de extrañeza. Era como si me abandonara a mí misma porque era demasiado grande o algo parecido. Empecé a deconstruirme y mis fragmentos caían en el vórtice mientras este barría lo que llamamos espacio y tiempo; ahora tenía la sensación de que no era el espacio ni el tiempo. Esas cosas ya no existían para mí. Yo era tan solo. Yo estaba aquí y esto era la unión cósmica y era turbulenta y pacífica al mismo tiempo. Era abigarrada y exangüe a un tiempo. Era la nada y el todo simultáneamente y yo estaba feliz por estar ahí. Pero sabía que tenía que regresar porque debía cumplir una misión en mi vida, y eso era necesario. Me introduje en el vórtice y [regresé].32
Poder curativo
Lo que los espíritus idean para nosotros en nuestras ascensiones y otros viajes va mucho más allá de cualquier objetivo planificado, pues nos proporcionan regalos en función de nuestras necesidades, no de nuestras expectativas. La unión cósmica es un regalo de esta naturaleza, un regalo que fusiona al viajero con el asombroso poder del universo. De este modo, los chamanes son algo más que ellos mismos, pues ahora pueden auspiciar milagros para ayudar y sanar a los demás. Los desmembramientos cósmicos en el Mundo Superior son distintos a los que se dan en el Mundo Intermedio; un ejemplo de estos últimos está presente entre los chamanes tamang tibetanos. Los desmembramientos de nuestros viajeros occidentales no incluyeron «fantasmas hambrientos», porque tras abandonar plenamente nuestro Mundo Intermedio, no hallamos hambre o dolor y hemos dejado atrás a los «fantasmas» y a los «seres que sufren». La fusión en el Mundo Superior no se dio con este tipo de seres, pertenecientes al Mundo Intermedio, sino con el universo en su conjunto: unión cósmica. Al alcanzar la unión cósmica, es posible decir que la búsqueda de poder curativa, con la que se inauguraba este libro, está a punto de concluir. El siguiente paso, si uno así lo decide, consiste en aceptar ese inmenso poder cósmico a través de la modulación de los poderes de los espíritus compasivos, y asumir la función curativa clásica del chamán: ayudar a quienes sufren o padecen dolor. Como dijo Essie Parrish, el gran chamán indio pomo de California: «Ten cuidado con el viaje –dijeron–, el viaje hacia el cielo», me advirtieron. Fui hasta allí […]. Y al llegar al lugar lo supe: si entras en el cielo, tendrás que trabajar.33
12.Espíritus, cielos y libertad espiritual
Hemos pasado de la búsqueda de poder espiritual en una cueva a la experiencia de atribución de poder engendrada por el desmembramiento. Entre ambos fenómenos hubo otras cosas que acontecieron a los occidentales cuyos relatos forman parte del Estudio Celestia de experiencias en la realidad no ordinaria. Por desgracia no disponemos del espacio suficiente. Ahora que estamos en el último capítulo, démonos la oportunidad de centrarnos en algunos temas importantes que merecen una atención adicional.
Espíritus y ciencia La común idea humana de que los espíritus, como las almas humanas, son reales es inaceptable para la ciencia actual, como ha ocurrido durante muchos siglos. Aunque un espíritu, Dios, ha podido ser ocasionalmente mencionado (por ejemplo, por Einstein), las «almas» o los «espíritus múltiples» son anatema e inaceptables en el paradigma científico. En otras palabras, la ciencia occidental se basa en una creencia, la creencia de que los espíritus no pueden existir. Esta actitud tiene sus orígenes históricos en los ataques de la Iglesia a científicos pioneros como Galileo y Copérnico durante el Renacimiento y
la Reforma. Como reacción, durante la Edad de la «Ilustración», la ciencia y la medicina occidental decretaron que las almas y los espíritus no existían y, por lo tanto, no eran relevantes para el estudio científico y la práctica médica. Aunque esta postura es muy comprensible históricamente, su perpetuación en la actualidad limita los parámetros de la ciencia decretando a priori que ciertos fenómenos no pueden existir. No estoy solo en este punto de vista. Como señaló mi colega Paul Uccusic, el gran filósofo alemán Immanuel Kant dijo una vez acerca de los espíritus: «A priori no se puede encontrar ninguna razón para negar su existencia».1 La ciencia actual no ha refutado la teoría de la existencia de espíritus. Y la refutación de una teoría, o falsación, es la piedra angular del método científico, como señaló Karl Popper.2 Mientras la teoría de la existencia de espíritus no se falsee, no puede ser lógicamente ignorada por la ciencia. En otras palabras, la afirmación de la ciencia relativa a la inexistencia de los espíritus ha sido una poco científica cuestión de fe, que se asemeja, irónicamente, al dogma religioso. Una notable excepción de la comunidad científica fue el gran Alfred Russel Wallace, creador simultáneo, junto a Charles Darwin, de la teoría de la selección natural. En los años siguientes a la publicación de El origen de las especies, de Darwin, en 1859, Wallace llevó a cabo una concienzuda investigación de la realidad de los espíritus que culminó en su libro de 1874, Los milagros y el espiritualismo moderno.3 A pesar de la cuidadosa investigación de Wallace, su libro tuvo una recepción hostil. En la edición de 1896, declaró en respuesta a sus críticos: Esa teoría es la más científica a la hora de explicar toda esa serie de fenómenos; y por lo tanto afirmo que la hipótesis de los espíritus es la más científica, pues incluso aquellos que se oponen a ella con mayor firmeza a menudo admiten que explica todos los hechos, lo que no puede decirse de las otras hipótesis.4
A diferencia de los occidentales que se mostraron contrarios al libro de Wallace, los chamanes indígenas llegaron a conclusiones similares a esta. Tras realizar innumerables experimentos terapéuticos con sus pacientes, a menudo en situaciones de vida o muerte, sus resultados confirmaron consistentemente los de Wallace o, mejor dicho, los de Wallace confirmaron los resultados chamánicos. Lo hicieron a lo largo de los milenios en miles de culturas diferentes y de forma independiente en cinco continentes distintos. No es de sorprender que los fundamentos de la práctica chamánica indígena sean notoriamente constantes a través del mundo y ofrezcan la base para el chamanismo esencial. Como señaló Wallace, este fenómeno se explica mejor según el principio científico de parsimonia, y la explicación parsimoniosa apunta a que los espíritus son reales. Esto no sugiere que uno deba evitar buscar explicaciones no espirituales de los fenómenos chamánicos. Entre los fenómenos «imposibles» más célebres se encuentran, por supuesto, los relatos de experiencias cercanas a la muerte (ECM). Aparentemente siguen siendo inexplicables para la ciencia. Un especialista en ECM resumió así la situación: «Lo que treinta años de investigación científica no ha revelado es por qué ocurren los ECM».5 De manera similar, cuando pregunté a Charles Tart –extraordinario pionero de los planteamientos científicos rigurosos en el campo de la parapsicología– qué mecanismos hacen funcionar la telepatía, me dijo: «No tengo ni la más remota idea y no creo que nadie lo sepa».6 Más tarde añadió: «Los intentos científicos por explicar las ECM y los fenómenos de la parapsicología se han “estrellado contra un muro”, en parte por la complejidad psicológica de este área, y tal vez en parte porque la realidad de los espíritus se ha negado a priori».7
El muro puede estar cediendo y Charles Tart ahora considera la posibilidad de que los espíritus ejerzan un efecto en sus experimentos. Dijo: «Ciertamente estoy abierto a la posibilidad de que exista algún tipo de mundo espiritual de modo que a veces, tal vez muchas veces, mis “coexperimentadores” y yo no sabemos lo que tienen en mente respecto a determinado experimento».8 Evidentemente, Alfred Russel Wallace propuso que la realidad de los espíritus ofrece una explicación a muchos fenómenos de otro modo inexplicables y que otros han relegado a categorías acausales como la «coincidencia» o la «sincronicidad».9 La propuesta de Wallace no es sorprendente, pues el principio de la realidad
de
los
espíritus
ha
sido
comprobado
y
confirmado
interculturalmente por los chamanes durante miles de años. Una vez comprendemos que los espíritus existen, una parte de lo que parece imposible se torna bastante comprensible e incluso está sometida a reproducción. El siguiente fenómeno es un ejemplo de ello.
El milagro del chamán desatado: una invitación a la ciencia Uno de los más célebres misterios del chamanismo ha sido observado por visitantes de las regiones árticas de Siberia, Norteamérica y Groenlandia, así como en las llanuras occidentales y las áreas subárticas de la América del Norte indígena: en sesiones públicas, chamanes fuertemente atados se liberan espontáneamente sin ayuda aparente. Algunos observadores occidentales han llegado a la conclusión de que estos hechos son inexplicables. Otros han decidido que se trata de fraude o escapismo.
En lugar de arrojar estos misterios a la «papelera de la antropología» como fraudes intencionados o acontecimientos sin resolver, los he concebido como retos excitantes que pueden ser resueltos. Al intentar resolver el misterio del chamán milagrosamente desatado, cuento con una tremenda ventaja: mi experiencia personal directa me ha hecho saber que los espíritus existen. Por lo tanto, lo único que me quedaba por hacer era recopilar los hechos conocidos; desarrollar hipótesis que explicaran cómo y por qué actúan los espíritus en una situación determinada; comprobar y mejorar las hipótesis a través de experimentos personales; y a continuación reproducir esos resultados «imposibles» o «milagrosos» delante de observadores. Por último, pude enseñar a los estudiantes los «secretos» espirituales implicados para descubrir si ellos eran capaces de desatarse. De poder hacerlo, dispondríamos de un testimonio adicional de la existencia de los espíritus. En mis primeros experimentos públicos al respecto, hubo asistentes que tocaron el tambor para ayudarme a entrar en el estado chamánico de conciencia (ECC), cuya naturaleza ya ha sido descrita. Me ataron fuertemente de manos y pies, cubrieron mi cuerpo (incluida la cabeza) con una manta y con una cuerda ataron todo mi cuerpo. Amparado por el sonido incesante del tambor, pedí a ciertos espíritus auxiliares personales que acudieran para liberarme de mis ataduras. La cosa duró unos tres minutos. Un éxito tan repentino me llevó a dudar de la firmeza de la atadura. Por lo tanto, en el siguiente experimento, realizado en público (ante mis estudiantes), pedí que me ataran lo más fuerte posible para que no tuviera oportunidad de zafarme por mis propios medios. Volví a pedir ayuda a los
espíritus compasivos. En esta ocasión, a pesar de las dolorosas ataduras, volví a liberarme sin dificultad. Repetí este experimento público en numerosas ocasiones, con diversas ataduras muy ceñidas, y el resultado fue siempre el mismo. ¿Cuál es la explicación? Mi hipótesis era y sigue siendo que el sufrimiento anima a los espíritus auxiliares compasivos a aflojar las ataduras. Sin embargo, no estaba plenamente satisfecho de los resultados, pues había colaborado físicamente para ayudar a los espíritus a liberarme de las ceñidas cuerdas. Entonces recordé hasta qué punto los espíritus desean demostrar su realidad cuando se los invita seriamente. Por lo tanto, decidí que la próxima vez no solo invocaría a los espíritus compasivos, sino que invitaría a los espíritus del Mundo Intermedio a que demostraran su realidad al «público» manifestándose y liberándome de las ataduras. Apoyado por dos o tres minutos de percusión rápida realizada por todo el público, pedí a todos los espíritus que me liberaran. De pronto, las cuerdas se soltaron o desprendieron sin ningún forcejeo. Invocar a «todos los espíritus del Mundo Intermedio» no es un método que pueda ser utilizado en el trabajo curativo regular, porque muchos de esos espíritus, como los seres que sufren, no están cualificados o son incapaces de curar. La curación compete fundamentalmente a los espíritus compasivos que trabajan con el chamán. Un elemento distintivo de la performance del chamán atado consiste en ofrecer a los espíritus la oportunidad de demostrar su realidad públicamente, algo que la mayoría se aprestan a realizar. Concluida la demostración, el ahora desatado chamán les da las gracias y les dice que pueden regresar al lugar del que volvieron. Tras repetir con éxito este experimento en diferentes ocasiones, expliqué el procedimiento a algunos estudiantes avanzados y les di la
oportunidad de hacer lo mismo. Normalmente lograron liberarse sin ningún esfuerzo, ¡sobre todo si la cuerda estaba muy ceñida! Y aún más importante, pronto los estudiantes fueron capaces de reproducir los resultados en escenarios públicos invocando la ayuda de espíritus tal y como yo los había instruido. En otras palabras, se trataba de experimentos susceptibles de ser reproducidos. En estos casos, realizados en la oscuridad, que ayuda a concentrar el estado chamánico de conciencia, los espíritus se manifestaron para demostrar su realidad de otro modo. Por ejemplo, la habitación o la casa podían temblar como en un terremoto, fenómeno que en la literatura etnológica norteamericana se conoce como «tienda temblorosa». Asimismo, en la oscuridad surgen muchas luces diminutas. Ante algunos se manifiestan enormes imágenes humanoides. Vientos fríos que atraviesan la estancia. Animales invisibles, manos y objetos que pueden tocar personas, como ocurre en los casos indígenas. Todos estos acontecimientos suceden de forma cotidiana, incluso ante aquellos que los desconocen previamente. En resumen: ¿por qué los espíritus han llegado a estas sesiones públicas para liberar a los chamanes, hacer temblar los hogares o realizar actos similares? La respuesta se encuentra en el capítulo titulado «¡Existimos! Los espíritus piden reconocimiento». Quizá si estudiamos el reiterado fenómeno de los chamanes desatados desde una perspectiva científica, los espíritus reciban el reconocimiento que merecen. Nota: los resultados previsibles se basan en el supuesto de la Realidad de los Espíritus por parte del experimentador, así como el supuesto de la realidad de la ley de la gravedad es una base para los resultados predecibles de la física newtoniana.10 Advertencias: este experimento debería ser dirigido exclusivamente por la segura supervisión
de un miembro de la Fundación de Estudios Chamánicos que haya enseñado la práctica. Varios puntos que hay que tener en cuenta: utilizar una manta lo suficientemente porosa como para permitir la respiración; no atar las cuerdas alrededor del cuello; la persona ha de estar plenamente atada y cubierta un máximo de tres minutos; no se deben someter a ella personas con problemas cardiacos o respiratorios. En caso de duda, deberían consultar a un médico en primer lugar.
Cielos Definir el «cielo» o «los cielos» En los relatos occidentales de viajes al Mundo Superior se dice que la persona llega a mundos inundados de cantos y música celestial. Pero, en realidad, ¿han entrado realmente en lo que puede definirse como «cielos»? He consultado el Webster’ New Universal Unabridged Dictionary, de uso común, para ayudarme en la definición. En el Webster’s encontramos que la palabra «cielo» a menudo significa «los
poderes
celestiales,
Dios».11
Aunque
nuestros
estudiantes
occidentales encontraron «poderes celestiales» (capítulos 8-11), nunca se encontró a un único ser en forma humana que pudiera ser llamado «Dios». Esto es coherente con una cita anterior: lo que los pueblos atapaskas canadienses dicen de quienes suben al cielo tocando el tambor: «… no ven a Dios. Ven a personas que trabajan para Dios». Evidentemente, todo depende de cómo definamos «Dios». Algunos consideran que las uniones extáticas e inefables con el cosmos son una unión con «Dios», y otros consideran que el uso del concepto «Dios» no es aceptable en ningún caso. Es competencia de quienes realizan las
ascensiones decidir si tales experiencias son prueba de un ser supremo o su equivalente. Otra definición del Webster’s es que el «cielo» se refiere a «un lugar o estado de suprema felicidad». Como hemos visto, los occidentales han hablado de experiencias de gozo y felicidad que alcanzan la unión y el éxtasis profundo en el Mundo Superior. Del mismo modo, según el Webster’s, una de las características definitorias del «cielo» es que es «el lugar de existencia de los benditos después de la vida mortal». Esto último es consecuente con los encuentros de personas fallecidas descritos en los capítulos 8, 9 y 10. Aunque las definiciones anteriores no abarcan todos los sentidos atribuidos a la palabra «cielo» o «cielos» en el Webster’s, estas características son coherentes con los relatos occidentales de visitas a los cielos, al menos en términos de definición. Por lo tanto, a partir de ahora diré que han visitado los cielos. Los cielos y la religión organizada En muchas cosmologías nativas norteamericanas, el Mundo Inferior se concibe como un lugar celestial al que ir después de la muerte. Esta, sin embargo, no es la opinión declarada por las grandes religiones mundiales, cuyos seguidores se cuentan por miles de millones y para quienes los reinos inferiores son infiernos de sufrimiento que los individuos temen visitar después de la muerte. Este retrato abarca tanto al cristianismo, en Occidente, como al budismo, en Oriente. En otras palabras, la cosmología enseñada teológicamente induce a las personas a no querer visitar esos lugares, a no visitarlos jamás. Las principales religiones organizadas tienden a ubicar los cielos en el Mundo Superior. De hecho, las ascensiones a los cielos, relatadas por los
fundadores de las grandes religiones, constituyen la base de su autoridad. Como ha señalado Roger Walsh, las experiencias de los fundadores, preservadas en libros sagrados, se parecen a los viajes chamánicos.12 Los detalles reveladores de esas ascensiones son aceptados hoy por cientos de millones de seguidores de las principales religiones como una cuestión de fe. A diferencia de los fundadores, no se espera, y a veces tampoco se permite, que los fieles asciendan a esos reinos salvo después de la muerte, y ello solo si han sido sancionados por los principios de esa religión. Como «los muertos no hablan», es un sistema teológico hermético el que mantiene su autoridad: ningún chamán sube al Mundo Superior y regresa con un relato que difiera significativamente de las versiones oficiales. Cielos múltiples Si asumimos la exactitud de los relatos de las experiencias celestiales de los diversos fundadores de las religiones mundiales, tenemos ante nosotros la prueba de la existencia de múltiples cielos, cielos que en apariencia eran individualmente apropiados para cada uno de los fundadores. Así como nuestros estudiantes encontraron múltiples cielos, cada persona descubre el suyo propio. La semejanza o uniformidad de los cielos no se menciona como una exigencia en las definiciones del Webster’s. De hecho, si un «cielo» ha de ser «celestial» parece natural que cada viajero experimente un cielo que resulte perfecto para él o para ella. Más exactamente, como hemos expresado antes, la realidad no ordinaria está perfectamente «adaptada» a la persona que la experimenta. (No obstante, eso no quiere decir que toda realidad no ordinaria, como en el Mundo Intermedio, sea celestial para ese individuo.)
Parece notable que los cielos occidentales, a pesar de su carácter individual, compartieran temas y experiencias, como hemos visto en el caso de la música y los coros celestiales. (Por ejemplo, véase capítulo 8). Parece razonable concluir que los occidentales accedían a los cielos, pero existen más pruebas que sostienen esta hipótesis, como veremos.
El misterio de los libros y escrituras indescifrables Nuestros estudiantes afirman que en sus ascensiones al Mundo Superior a veces entran en un templo, como en el siguiente caso: una persona que nunca había estado en el Mundo Superior y no sabía qué esperar. En esta ocasión en concreto, el visitante vio a un monje escribiendo. Le pareció «realmente interesante», pero decidió seguir su camino. UN MONJE ESCRIBIENDO EN UNA HABITACIÓN MAGNÍFICA Empecé subiendo por una tromba marina que una vez vi en el Pacífico Sur. Entré en la tromba y ascendí en la oscuridad y luego hasta el sol… Atravesé una resistencia semejante a las nubes, la barrera del Mundo Superior. Me alegró no encontrar a san Pedro y las puertas del Cielo, porque me habría sentido decepcionado. En su lugar había un amplio wat [templo budista], como los que se alzan en Tailandia. Entré en el enorme templo, a una gran sala. Estaba chapada en oro y era magnífica. Entré en el estudio y encontré a un pequeño monje tibetano estudiando. Escribía. Me pareció muy interesante y pregunté qué relación mantenía yo con él. Decidí seguir mi camino. Entonces, el tambor emitió la señal de regreso. Retrocedí rápidamente, desandando todos mis pasos. Bajé por la tromba de agua y salté al barco.13
UN LIBRO CON LETRAS ARÁBIGAS QUE DESAPARECEN El anterior relato anuncia este otro, en el que un occidental entró en una especie de «laboratorio mágico» e inesperadamente vio un gran libro con
una caligrafía arábiga que desapareció a medida que se acercaba a él. Cuando esta mañana ascendí al Mundo Superior, accedí al segundo nivel y encontré una gran ciudad, con un castillo en los arrabales. Me detuve ante el muro del castillo y trepé hasta la primera ventana, dos pisos más arriba, donde sobresalía una especie de alféizar. Me introduje por la ventana y llegué a una especie de laboratorio mágico, aunque no veía muchos detalles. Sabía que era un laboratorio, porque en él había una figura parecida a Merlín, vestida con una toga y un sombrero de pico. Y, supongo, cabellos blancos, aunque esto último no pude verlo. Inmediatamente me sentí atraído por un gran libro que exhibía lo que parecían letras arábigas. Mientras me acercaba, la caligrafía desapareció. Pregunté al mago por el contenido del libro. No respondió, por lo que seguí mi camino hacia otros niveles.14
EN EL SÉPTIMO NIVEL: ANTIGUOS ROLLOS CON LENGUAJES Y SÍMBOLOS INCOMPRENSIBLES
El maestro de esta persona la llevó a lo que el viajero percibió como el séptimo nivel del Mundo Superior. Vivió muchas aventuras en ese nivel, entre ellas atravesar piedras oscilantes (su única misión). Llegó entonces a un viejo conjunto de edificios de mármol blanco que le recordaron a la biblioteca de Alejandría. Por medio de un tercer ojo que le había sido concedido, fue capaz de ver la impresión de los rollos, «pero en lenguas y símbolos que no comprendía». Se le dijo que no estaba preparado para comprender lo que significaban. Aquí está su relato: Mi maestro me llevó a un lugar que creí era el séptimo nivel del Mundo Superior. Había un cañón con un abrupto muro negro. Cerca de la cima se abría la entrada de una cueva con enormes rocas oscilantes. Tenían entre tres y tres metros y medio de longitud y estaban sujetas a goznes. Se abrían y cerraban con un violento estruendo. Había ocho grupos de varios centímetros de espesor. Reflexioné y pregunté a mi maestro cómo podría pasar, y él me dijo que tenía que hacerlo por mí mismo, pero que confiara en mi intuición. Tras observar un rato, advertí un patrón en el ritmo de aperturas y, sincronizando mis movimientos, puede entrar. Llegué hasta la mitad del pasadizo y perdí el ritmo. Encontré un pequeño agujero a un lado de la cueva para esperar hasta poder sincronizarme con el ritmo de las rocas oscilantes.
Al salir fuera me encontré en una gran llanura y estaba tan brillante que no podía ver muy bien. Encontré un camino y me interné en él. El paisaje era similar al africano. Seguí un camino curvo y llegué hasta un anciano de piel muy morena, vestido con un taparrabos. Creo que era de la India. No dijo nada, pero me entregó un hermoso ojo azul y supe que era mi tercer ojo. Seguí mi camino hasta encontrar a una leona. Dijo que tenía un regalo para mí. Era valor, valor para creer lo que veo con mi tercer ojo. Avancé hasta alcanzar un enorme conjunto de edificios de mármol blanco. Parecían muy viejos. Pensé en la biblioteca de Alejandría. Entré. No había nadie. Había bancos y mesas, y los muros estaban llenos de pergaminos. Escogí algunos, pero todos estaban en blanco. Por unos instantes me pregunté cómo podría obtener la información, y entonces advertí que necesitaba usar el ojo que se me había otorgado. Gracias a él pude ver lo que estaba impreso en el papel, pero estaba en lenguas y símbolos que no comprendía. Pregunté en voz alta qué significaba todo aquello y se me respondió que más tarde podría comprenderlo, cuando estuviera preparado para ello. En ese momento, sonó la llamada de regreso y desandé el camino recorrido, salvo que esta vez fue muy fácil atravesar las rocas oscilantes.15
POR ÚLTIMO UN LIBRO REVELA UNA PALABRA A los estudiantes occidentales no se les habló de la existencia de libros o escrituras indescifrables en el Mundo Superior o en ningún otro lugar. De hecho, debo confesar que al principio no atribuí un significado especial a su aparición en los relatos. Entonces, el siguiente relato me hizo sentarme y prestar atención. Alguien había sido capaz de leer al menos una de las palabras en escrituras y libros indescifrables. [El libro] es grueso y de grandes dimensiones, como los antiguos manuscritos ilustrados. Pesa bastante. Lo abro. No puedo leerlo. En la portada, algo indica su naturaleza, pero no está claro. Es una caligrafía antigua. Paso la página y descubro una letra muy pequeña, con una letra ilustrada al principio, como solían tener los viejos libros. Es hermoso. Como las cosas que solía imprimir cuando trabajaba en una pequeña imprenta. Pero no puedo leerlo. Miro al maestro; parece muy interesado en lo que estoy haciendo. Me observa, y yo paso las páginas. Se suceden, hermosas… No puedo leerlas. Acerco los ojos al libro. Vuelvo a mirar al maestro. Él alza los brazos, quitándole importancia. Abro el libro por
la mitad. Lo mismo. En el libro hay una escritura, pero no puedo descifrarla. No puedo aprehenderla. No puedo concentrarme para leerla. Pregunto: ¿debería seguir intentando leerlo? Él asiente. Abro la página, paso la página. Algo sobre una isla. La palabra «isla» ha surgido. No sé lo que significa. Él se encoge de hombros. ¿Debo seguir leyendo? No, no debo. Cierro el libro. Lo devuelvo a la estantería. Cabe muy apretado. Elijo otro libro. Lo abro a un tercio del inicio. Aparece una enorme fotografía que quiere desbordar la página. Es negra; no, gris. Tengo la sensación de que podría caerme en ella. Vuelvo a mirarlo. Es un mensaje híbrido. ¿Qué tengo que hacer? Creo que debo cerrar el libro. Lo cierro. Él asiente: es un libro equivocado o algo así. Me indica que debería colocarlo de vuelta en la estantería. Es una extraña sensación pensar que podría haberme caído dentro del libro, de cabeza. Muy extraño. Un libro poderoso. Como una ventana. Vale, lo he devuelto a la estantería. Regreso hasta el maestro. ¿Debería volver y leer más? No. Creo que por ahora es suficiente.16
La única palabra que puede leer es «isla». Descifrar aunque fuera una sola de las palabras de aquellos libros era un triunfo, pero ¿qué significa la palabra? En primer lugar, y como se trataba de su ascensión, normalmente concedo al viajero la potestad para decidir el sentido. No obstante, en esta ocasión no pude encontrarla y no supe contenerme. Acudí al decimosexto volumen de la Encyclopedia of Religion (que Eliade supervisó) y repasé el índice para comprobar si por casualidad había alguna entrada para «isla». No había nada para «isla», pero había una para «islas», y esto era lo que decía: «Las islas son símbolos del paraíso».17 Esto era muy estimulante, pero yo había buscado «isla», no «islas». La entrada del índice me remitió a una página en otro volumen. Lo saqué de la estantería y lo abrí por la página indicada. Allí vi el título «Isla» y descubrí que estaba en la sección titulada «Paraíso».18 ¡Paraíso! Apenas podía creer lo que veían mis ojos.
Es como si la pregunta relativa a si los occidentales realmente habían visitado los cielos fuera respondida por los propios cielos.
El libro celestial y sus enseñanzas Sin el conocimiento previo de que las escrituras de cualquier tipo podrían formar parte de sus experiencias de ascensión, los estudiantes occidentales hicieron, al parecer, un descubrimiento fundamental. Las escrituras y libros encontrados en el Mundo Superior podrían ser el Libro Celestial, así llamado por autoridades académicas de la talla de Geo Widengren, que afirma: «Pocas ideas religiosas del antiguo Oriente Próximo han desempeñado un papel tan importante como la noción de las tablas celestiales o el Libro Celestial».19 Destaca el descubrimiento de tablas o libros por parte de Moisés y otros profetas y personajes sagrados en su ascenso al cielo, como quedó registrado en las escrituras sagradas del Oriente Próximo a partir de Babilonia. Widengren también menciona los siete cielos («niveles»), por ejemplo en sus palabras sobre la ascensión de Moisés: «Según la descripción neohebraica […] Moisés atravesó siete cielos…».20 Curiosamente, uno de nuestros estudiantes encontró rollos indescifrables en el séptimo nivel (véanse páginas 318-320). Entre los chamanes ostyak de Siberia existe la creencia de que el destino de cada uno ha sido escrito por una diosa en una montaña de siete niveles.21 En otras palabras, los profetas, ancianos y otros santos han ascendido a los cielos y encontrado el Libro Celestial. Esta parece ser otra de las razones para concluir que los participantes en el Estudio Celestia ascendieron a los cielos, especialmente porque no se esperaba que encontraran libros o escritura de algún tipo. Ya hemos descubierto otras
pruebas de su presencia en esos reinos, como coros y música celestial. Por lo tanto, los cielos del Mundo Superior visitados por los occidentales eran reales y estaban situados en la realidad no ordinaria, junto a apariciones de lo que parecía ser un Libro Celestial, coherente con los relatos de su existencia que nos han legado los fundadores de algunas de las religiones principales del Oriente Próximo. En resumen, estos occidentales contemporáneos, utilizando los métodos de ascensión del chamanismo esencial, entraron en los cielos y tuvieron experiencias que hasta ese momento se consideraban patrimonio de los fundadores de las grandes religiones. Estas experiencias incluían oír coros y música celestial, entrar en reinos de esplendor, encontrar a deidades y difuntos, experimentar el desmembramiento celestial, la unión cósmica y el descubrimiento de libros y manuscritos indescifrables, y por último uno que revela la significativa palabra «isla», como hemos señalado anteriormente. Como conclusión, parece que los cielos, antiguos o contemporáneos, no son producto de la imaginación, sino que han sido observados (y escuchados) de una forma notablemente similar a lo largo de los milenios. Las antiguas versiones del Libro Celestial hablan de tablas o manuscritos con una gran variedad de temas (con «antiguas» me refiero a épocas pre-cristianas y pre-islámicas). Las Tablas de la Ley entregadas a Moisés son un ejemplo.22 Empezando en Mesopotamia, he aquí algunos de los temas del Libro Celestial: los dioses, el misterio del cielo, el misterio de la Tierra y el Cielo, el destino, la sabiduría, la ley de la Tierra y el cielo, la verdad, el secreto de la creación y la causa de todas las cosas, la vida y el recuerdo de las semillas del bien y del mal.23 Volviendo al caso del estudiante occidental al que se le mostró un libro con la palabra «isla» legible, palabra que resultó ser sinónima de
«paraíso», sería muy interesante conocer lo que estaba escrito en las páginas no leídas de ese libro. En teoría, en el futuro se producirán otros acercamientos chamánicos occidentales al Libro Celestial que iluminarán sus contenidos.
El Mundo Inferior revisitado: destellos celestiales Para los lectores que aún piensen que los occidentales estaban «preprogramados» para encontrar lo que su cultura les había enseñado a esperar al ascender al Mundo Superior, es instructivo ofrecer algunos ejemplos de lo que hallaron en el Mundo Inferior. En otras palabras, ¿llegaron al infierno o a los infiernos? En primer lugar, en sus descensos los viajeros occidentales encontraron algo más que animales de poder, como hemos descrito en el capítulo 6. A pesar de que aún no hemos podido realizar un Estudio Netheria del Mundo Inferior, durante décadas he sabido que: 1) el Mundo Inferior, en comparación con el superior, tiende a ser más denso y menos etéreo para los occidentales, y 2) desde un punto de vista estadístico, las formas animales son más abundantes en el Mundo Inferior, mientras que las formas humanas son más abundantes en el Superior, aunque ambas pueden hallarse en cualquier mundo. Como avance del Estudio Netheria, en las próximas páginas podemos ver algunas semejanzas importantes entre los Mundos Superior e Inferior. En los siguientes ejemplos, los occidentales encontraron, entre otras cosas, un entorno celestial (un «Jardín del Edén»), un maestro o santo cristiano, un posible Libro Celestial y el sonido de música, como en el siguiente relato.
UNA MÚSICA TREMENDA Empecé avanzando rápidamente, no exactamente a través de un túnel, y encontré a un hombre a cuya derecha había un precinto [membrana]. No pude comprender lo que eso significaba, así que simplemente atravesé el precinto. Me encontré viajando en la oscuridad, y de pronto se manifestaron muchos puentes y cumbres y corrientes subterráneas. Durante un tiempo me dejé arrastrar por ellas. Me encontré en un lugar líquido. De pronto sobrevino una música tremenda. No era vocal sino tonal, en haces armónicos. La armonía de su vibración, su estructura atómica, era tremenda. En un instante llegó a ser enorme, masiva. En aquel lugar líquido, la única forma de viajar era en un tono, un único tono, para alcanzar una armonía mayor. Parecía llegar de un sol central o esencial que se convirtió en un latido y en un sonido armónico que se extendió en todas direcciones. Casi tuve la sensación de convertirme en la Tierra, el Sol, las estrellas y la Luna. Casi como si hubiera un sonido interior al que yo estuviera conectado: un sonido cósmico, y ambos estuvieran conectados. Estaba en mi corazón y más allá de mi corazón. Regresé rápidamente. En un par de ocasiones atravesé vapor y me encontré al otro lado del precinto. Pasé algún tiempo en el túnel. Había regresado.24
EN EL JARDÍN DEL EDÉN … Estoy en un campo vacío. Se abre un agujero en el suelo y «caigo» en él. Caí en un lugar en el que sentí que había estado antes… solo que en esta ocasión, en lugar de encontrar únicamente esqueletos y rocas y un río de fuego… es como si todo estuviera «bien»… es exuberante; los animales y personas que deambulan en ese mundo son asombrosamente hermosos… y muy diversos, muchos tipos de animales, muchas razas humanas. Todos son perfectos… descubro que estoy en el Jardín del Edén. Y esta vez, aunque sé que aquí soy una «extraña», no me siento ajena… las personas me hablan, asienten, sonríen. El aire es fragante, huele a clavo y jengibre, y es cálido. Me siento muy cómoda. Una mujer increíblemente hermosa, con una larga cabellera castaño rojiza que le cae más allá de la cintura, me ofrece un elixir dorado para beber. Lo tomo y lo bebo con entusiasmo. Es lo más maravilloso que he probado jamás… cálido, espeso, con sabor a miel, y nutritivo. Me siento más fuerte a medida que bebo, e increíblemente sensual. Es muy muy poderoso… casi parece una droga. A continuación, esta misma mujer me lleva a una silla-sofá confeccionado con ramas y me pide que tome asiento. Al hundirme en su suavidad, el asiento se ajusta perfectamente a mi cuerpo y siento que estoy en un capullo.
Al instante sueño que voy a lomos de un caballo blanco, grande, fuerte y atravieso corriendo el espacio/tiempo… todo a mi alrededor es difuso. Me siento increíblemente poderosa, tengo la sensación de poder correr para siempre. Llego a una playa con arena blanca y una límpida agua azul. Bebo el agua, porque tengo sed y sé que beber está bien. El agua sabe a una versión más suave, menos espesa, de la bebida que antes me fue ofrecida. Caigo en un sueño profundo. Al despertar, mi animal está junto a mí, lamiéndome, lavándome suavemente con su lengua áspera… una y otra vez. Me lleva de regreso al agua, y me baño otra vez, purificándome de nuevo. Ahora sé que es hora de regresar.25
ENCONTRAR A UN MAESTRO: SAN FRANCISCO A veces, los maestros están en el Mundo Inferior. El siguiente relato ha sido extraído de una entrevista grabada de un hombre cuya madre –una católica latina– estaba muriendo. Él quiso, con su aprobación, introducirla en la realidad no ordinaria como preparación para la muerte. Pidió a su madre que buscara un animal, el ejercicio de iniciación estándar al Mundo Inferior. ¡En lugar de ello encontró a san Francisco, el santo patrono de los animales! Su relato fue complementado por la información que obtuve a través de una entrevista posterior. Mi madre padecía un cáncer terminal. En los últimos cuatro o cinco meses supo que iba a morir. Sufría mucho dolor, y ninguno de los alivios funcionaba. Mi hermano se ofreció a enseñarla a viajar. Ella aceptó de buen grado. En su niñez había manifestado poderes psíquicos que se fueron desvaneciendo con la edad. En aquel momento padecía un dolor tan grande que estaba dispuesta a probar cualquier cosa que pudiera aliviarla. La primera vez que viajó atravesó un túnel, que describió vívidamente. Describió los elementos del túnel que emergían del hermoso paisaje. En él había un pequeño escaño en el que se sentaba para esperar al animal. Nadie se presentó durante el primer y el segundo viaje. En el tercer viaje apareció una figura. En lugar de un animal, se trataba de san Francisco. No era su santo favorito aunque (al ser católica) lo conocía. Aparentemente estaba ahí para ayudarla. Nunca se comunicó con ella mediante palabras sino mentalmente. Ella sabía lo que él estaba diciendo. Hizo otros viajes; sabía que al salir del túnel tenía que tomar asiento y esperarle.
Apuntó muy claramente todo lo que había experimentado. San Francisco aparecía en numerosas ocasiones y la tocaba, y ella tocaba su hábito… Se presentaron otros santos cuyos nombres me eran desconocidos. Siguió viajando y creo que en uno de los viajes surgieron otros dos santos para ayudarla. Le dijeron que había llegado el momento de que ella avanzara y mirara (¿lo que está más allá?). Ella repetía: «¿Cuándo?». San Francisco le dijo: «Aún no ha llegado el momento». En uno de sus viajes posteriores, san Francisco decidió llevarla más allá de aquel hermoso paisaje. Cada vez que ella viajaba hasta allí, lloraba porque no quería regresar. La tomó de la mano y ambos flotaron hacia el hermoso paisaje y ella ascendió hasta el borde de un barranco. Vio a todas aquellas figuras vestidas con hábitos y dispuestas en fila, al otro lado del barranco. Era un sanca [una profunda quebrada] que impedía que se reunieran. Al principio era tan vasto que no distinguía a nadie. Cuando [en la realidad ordinaria] su enfermedad se tornaba demasiado dolorosa, san Francisco le pedía regresar [a donde ella había viajado]. Se acostumbró a ello hasta tal punto que atravesaba el túnel y llegaba al otro lado en un instante. Sabía que tenía que sentarse ahí y esperar. A veces esperaba y san Francisco no se presentaba. La mayoría de las veces sí lo hacía y la llevaba hasta el barranco. En cada ocasión, el barranco era más y más estrecho, y por último pudo distinguir a los individuos del otro lado. Vio a mi hermano pequeño, fallecido; murió envenenado a la edad de dos años. Estaba esperando allí; ella también vio a mi abuelo y a mi padre y a otros familiares a los que no pudo distinguir. Había estado muy apegada a ese niño (mi hermano menor) y a mi abuelo. Ellos estiraban las manos en dirección a ella, querían que cruzara. Mi abuela deseaba acercarse al niño, y mi abuelo le sonreía. Esto se reprodujo en muchos viajes hasta que ella advirtió que el sanca era cada vez más pequeño, aunque a veces se agrandaba. Hacia el final, un mes antes de su muerte, el abismo era casi inexistente. Casi podía superarlo caminando. Después de eso, no quiso viajar más; no tenía energías. Entró en coma durante un mes (antes de fallecer). Escribió con gran detalle todas estas experiencias.26
UN LIBRO INDESCIFRABLE EN EL MUNDO INFERIOR Aunque las antiguas escrituras babilónicas e iraníes aluden solo al ascenso hacia el Libro Celestial, los antiguos egipcios hablaron de descender al libro y encontrarlo en una cámara subterránea.27 La siguiente viajera occidental vivió muchas aventuras en el Mundo Inferior hasta que, por
último, encontró un libro indescifrable, muy similar al descubierto en el Superior. Fui al Mundo Inferior… Al llegar a él, mi animal de poder se reunió conmigo: Búfalo [Bisonte]… Me permitió subir a su lomo. Paseamos por las praderas y caí en la cuenta de que llevaba el vestido y el tocado de plumas de un jefe indio norteamericano. Aunque iba subida a lomos de Búfalo, llevaba un largo bastón que apoyaba en el suelo a cada paso que dábamos. Llegamos a un promontorio y, desde allí, divisamos las llanuras que se extendían más abajo. Búfalo dio un salto y nos elevamos en el aire hasta llegar al espacio. Danzamos entre las estrellas y, al cabo de un tiempo, regresamos al borde de la pradera. Caminamos por la llanura hasta una zona densamente boscosa. Yo amaba y admiraba a Búfalo y estaba orgullosa de ir en su lomo. En el claro del bosque, desmonté. Entonces me sobrevino la alarmante comprensión de que me habían encomendado matar a mi querido amigo Búfalo. Me resistí. Mi mente decía: «No, no, no puedo hacerlo», pero al mismo tiempo sabía que tenía que hacerlo. Era un conocimiento profundo. Yo era muy consciente tanto de la realidad ordinaria como de la no ordinaria, parecía ser consciente de las dos. Lloraba en la RO, pero mis experiencias las vivía en la RNO. Desmonté a Búfalo y lo miré a los ojos. Abracé su cabeza y le pedí disculpas. Él pareció comprender. Tomé el bastón, en cuya punta había una cuchilla, y lo hundí en Búfalo. Una vez yació muerto, extraje su corazón y su hígado. Sabía que tenía que comerlos, pero luchaba contra ello. Me decía: «No, no, no puedo hacerlo». Pero en mi interior sabía que tenía que hacerlo. Me comí crudos esos órganos. Entonces cubrí mi cabeza con la suya y vestí su piel. Nos fusionamos. Me convertí en Búfalo, pero conservé mi propia mente. Caminé y pude sentir mis cuatro patas en el suelo. Pude sentir la profunda, profunda y poderosa sabiduría que era Búfalo. Era una emoción muy poderosa y emocionalmente conmovedora. Mientras caminaba me preguntaba si esta sería la próxima forma de vida en el universo: la fusión de lo humano y lo animal. Alcancé el borde de un promontorio rocoso y golpeé las rocas con mis patas. Esta acción hacía saltar chispas. Observaba cómo las chispas se alejaban en la distancia y me preguntaba por qué estaba haciendo aquello. Me preguntaba si las chispas aterrizarían y surgiría una nueva forma de vida. Mientras observaba atentamente para descubrir el propósito de las chispas, una de ellas abrió un agujero de gusano en el espacio y viajé por él a una enorme velocidad. Estaba teñido de color naranja, amarillo y blanco.
Era un tubo muy largo y cuando finalmente llegué a su final, me encontré frente a un pedestal que contenía un enorme libro forrado de cuero. El libro estaba abierto y sus páginas, escritas. Miré atentamente el libro para descubrir qué había escrito en las páginas de pergamino. Aunque las páginas mostraban una escritura, esta era de tal naturaleza que mi mente no podía centrarse en ella: era totalmente irreconocible. Comprendí que era extremadamente importante y también que yo no estaba destinada a leerlas. Solo a saber que estaba allí. [La cursiva es nuestra.] En aquel momento fui engullida por el agujero de gusano. En el camino de regreso oí la señal de llamada. Al regresar a la realidad ordinaria, las lágrimas corrían por mis mejillas.28
Aunque es imposible saber si era el Libro Celestial, se ajusta a la descripción de los libros y manuscritos indescifrables del Mundo Superior y aquel que contenía la palabra «isla». Que el Mundo Inferior comparte muchos elementos con el Mundo Superior es algo que he descubierto hace mucho en mi trabajo con estudiantes occidentales, y los pocos ejemplos que aquí ofrecemos de estos viajes, junto a los planteados en el capítulo 6, son coherentes con esa observación. Aun así, los dos mundos parecen hasta cierto punto distintos en ciertos aspectos, y en este sentido se hace necesario un riguroso Estudio Netheria.
Consideración sobre los mundos superior e inferior Siguiendo las instrucciones (reproducidas en el Apéndice B) para acceder al Mundo Inferior, a veces los estudiantes occidentales encontraban mundos de aspecto muy celestial. Contrariamente a las expectativas culturales, no hallaron un Mundo Inferior semejante al infierno cristiano, sino más bien lo opuesto. Muchos dijeron que después de la muerte preferían viajar al Mundo Inferior, ya que allí habían obtenido un gran
conocimiento gracias al viaje chamánico. Sus relatos añaden una duda adicional sobre cualquier argumento relativo a que las experiencias occidentales en los Mundos Superior e Inferior son meros productos de la proyección cultural. Como hemos señalado anteriormente, en algunas cosmologías nativas norteamericanas se concibe el Mundo Inferior como un lugar celestial donde uno querría ir después de la muerte, al contrario de lo declarado por muchas de las grandes religiones del mundo. Debido a la generalizada influencia de las enseñanzas de estas religiones, muchos de los chamanes indígenas supervivientes, como los de Mongolia, son reacios incluso a intentar bajar al Mundo Inferior.29 Posiblemente, lo más cercano al infierno que podemos imaginar es nuestra realidad, el Mundo Intermedio, con todo su dolor y sufrimiento. Quienes viajan a los Mundos Superior e Inferior jamás experimentan dolor, aun cuando son sometidos a desmembramientos. El dolor no habita en los cielos. Entre algunos pueblos indígenas de la América del Sur tropical, existe un mito según el cual hubo una época en la que el cielo y la Tierra estaban conectados por una vid por la que se podía subir y bajar a voluntad. Debido a varias circunstancias desafortunadas, la vid fue cortada, y desde entonces solo los chamanes pueden visitar el cielo. Entonces, el pueblo perdió a su último chamán. Lamentan la imposibilidad de visitar el cielo. Ahora, los métodos del chamanismo esencial nos permiten la libertad de visitar los Mundos Superior e Inferior y aprender lo que contienen por nosotros mismos. Gracias a ello, los individuos descubren que existen cielos más allá de nuestro Mundo Intermedio. Los cielos son reales, pero son reales en otra realidad, la realidad a la que acceden los chamanes para ayudar y curar a los demás.
Libertad espiritual y futuro El chamanismo, y dentro de él la ascensión chamánica, es un camino de independencia que conduce a la libertad espiritual. Por libertad espiritual entiendo libertad para conocer, no para creer. Ya no será posible detener la independencia personal confiscando los tambores de los chamanes. Ahora, su sonido está disponible electrónicamente en todo el mundo, y el tambor del chamán es la urna de la libertad espiritual. El sonido de ese tambor nos permitirá atravesar las barreras hacia los cielos, barreras que esperamos ya no constituirán un obstáculo. Hoy, gracias al chamanismo esencial, tenemos las herramientas para buscar ayuda en otra realidad. Esperándonos en esos cielos están los maestros, espíritus sabios y bondadosos siempre dispuestos a curar y compartir su conocimiento, sabiduría y compasión para ayudarnos a resolver los problemas de nuestras vidas y del mundo, y prepararnos para un destino mejor. A muchos, la resolución de estos problemas les parece una empresa imposible. Sin embargo, ahora disponemos de una ayuda inconmensurable para afrontar dificultades que «solo un milagro puede arreglar». Ha llegado la hora de que el chamanismo pase a primer plano, pues los milagros son necesarios, y los milagros son tarea de los chamanes. El milagro del chamán desatado implica una importante lección. Así como los espíritus pueden desatar milagrosamente al chamán, también pueden liberar a los seres humanos de sus ataduras limitadoras relativas a la creencia y la descreencia. Liberándonos de esas ataduras, podemos valernos del conocimiento, sabiduría y ayuda de los maestros y otros espíritus compasivos. Ya no estamos limitados a las enseñanzas de los Libros Celestiales que nos trajeron unos pocos hombres antiguos, pues ahora la mayoría puede
viajar a los sagrados orígenes de las propias enseñanzas. Como una campana de la libertad espiritual, el tambor del chamán declara el inicio de una revolución espiritual, por mucho tiempo que esta tarde en manifestarse. La vid segada que comunica con los cielos ha sido restaurada. También se ha restaurado el camino descendente, hacia las raíces metafóricas de la vid, en dirección a mundos largo tiempo ignorados.
Epílogo: La cueva, una vez más
Walter Cline dijo algo más acerca de las búsquedas de poder. Dijo que los salish okanagan pintaban en muros de piedra los espíritus que habían encontrado.1 ¿Por qué hicieron esas pinturas? Los ancianos okanagan explicaron a Cline que «las personas con gran poder» las pintaban como «una especie de anuncio» y que «de un modo indeterminado» las pinturas «ayudaban al pintor a emplear su poder».2 Las representaciones se centraban únicamente en «criaturas poderosas».3 Cline añadió que los niños debían ir a ver pinturas en las rocas en busca de poder.4 Los padres solían enviar a sus hijos en búsquedas de poder cerca de pinturas que habían realizado muchos años antes. En general, los padres ofrecían algunas pistas sobre las «pinturas de poder» (así las llamo) y su localización, en lugar de hablar directamente sobre ellas a sus hijos.5 Sin embargo, en un caso señalado anteriormente, un padre «bajó a su hijo con una cuerda hasta el fondo de una cueva y lo sacó a la mañana siguiente. Durante la noche, el chico obtuvo el poder de las rocas con historia».6 «La roca con historia» es una expresión que a veces emplean los nativos norteamericanos en el Oeste para referirse a las rocas que exhiben pinturas. Aquí, también se señalaba que tenían poder. En cualquier caso, en
estos ejemplos okanagan la intención era ayudar a los niños a encontrar un espíritu protector, idealmente el de un padre.7 Tal vez no es una coincidencia que hace 26 000 años y en otro lugar de la Tierra, en Francia, las huellas de un niño quedaran permanentemente grabadas en el ahora endurecido suelo de barro de la cueva de Chauvet, del Paleolítico Superior, cuyos muros están cubiertos con pinturas de animales.8 Además, una investigación centrada en las huellas descubiertas en una gran variedad de cuevas con pinturas del Paleolítico Superior llegó a la conclusión de que la mayoría eran de niños.9 Los ancianos okanagan tal vez regalaron al mundo una serie de vínculos perdidos para una mayor comprensión de los propósitos de las antiguas pinturas de las cuevas de Europa. ¿Y por qué a los niños okanagan, normalmente involucrados en búsquedas de poder, solo se les ofrecían pistas sobre las pinturas de sus padres y su ubicación? No puedo hablar por los okanagan ni por pueblos que vivieron hace 26 000 años, pero entre los shuar existe la tradición de no revelar lo que se ha encontrado en esa búsqueda hasta alcanzar una edad muy avanzada. Ahora tengo 83 años, por lo que al principio de este libro relato lo que encontré en mi propia búsqueda en la cueva. En cierto sentido, este libro constituye mi propia pintura en la cueva para quienes en el futuro decidan recorrer este camino; la intención es ofrecerles pistas para sus propias búsquedas de poder. Sin embargo, solo se trata de palabras. Te compete a ti, lector, entrar en la realidad oculta de los espíritus y descubrir qué hay allí.
Apéndice A: Ascender al mundo superior para comparar experiencias
Esta es una invitación a que los lectores asciendan al Mundo Superior y «dejen atrás el arcoíris», siguiendo fundamentalmente las mismas instrucciones que se ofrecieron a los estudiantes occidentales del Estudio Celestia. (Véase Apéndice C para consultar recursos útiles para la ascensión.) Esta oportunidad forma parte de la libertad espiritual que brinda el chamanismo. Si es nuevo en el viaje chamánico, esta es una oportunidad para que usted compruebe hasta qué punto sus propias experiencias en el Mundo Superior se comparan con las descritas por los estudiantes occidentales en estas páginas. He descubierto que en general el 90% de los occidentales pueden ascender al Mundo Superior si siguen seriamente las instrucciones. ¿Y el otro 10%? No hay un estudio formal sobre ellos, pero los «cerebros en los que predomina el hemisferio izquierdo», como los de los ingenieros y abogados, parecen tener mayores dificultades. Puesto que es posible pensar que a usted le resulta familiar el contenido de este libro, o que ha realizado algún viaje anteriormente, no puede ser considerado un viajero «ingenuo». Así que sugiero que busque a amigos que: 1) no hayan leído u oído hablar de los contenidos de La cueva y el
cosmos, y 2) quieran experimentar. Sin hablarles de la naturaleza de las experiencias en el Mundo Superior que se han relatado en estas páginas, ofrezca tan solo las instrucciones metodológicas para la ascensión chamánica ofrecidas aquí. Pídales que relaten sus experiencias después de haber realizado algunos ejercicios. Recuerde que ha de dejar que sean ellos mismos quienes interpreten sus viajes, según el espíritu del chamanismo esencial. A continuación comparta los resultados, discútalos y llegue a sus propias conclusiones. Si ya eres un practicante experimentado del viaje chamánico y llevas un registro de tus ascensiones al Mundo Superior, compara simplemente las experiencias de ascensión de este libro con las tuyas propias. A continuación se ofrecen las instrucciones tal como se facilitaron a los occidentales antes de la ascensión al Mundo Superior. Forman parte del currículo estándar del «Taller básico La senda del chamán» de la Fundación de Estudios Chamánicos.® He creado, investigado y experimentado estas instrucciones antes de ofrecerlas a los profesores de la Fundación como parte de su formación para enseñar el taller básico. Se les pidió que las siguieran a pies juntillas para que todos los estudiantes disfrutaran de un mismo conocimiento metodológico cuando abordaran talleres y cursos más avanzados en Norteamérica o el extranjero. Aunque las palabras exactas varían en cada ocasión, este capítulo presenta lo que todos los miembros de la Fundación, empezando por mí mismo, han enseñado durante muchos años respecto a los métodos de ascensión y el trabajo en el Mundo Superior. A los profesores se les pidió que no revelaran nada acerca del Mundo Superior, al margen de las siguientes instrucciones.
Primera visita al Mundo Superior
Aunque se te ofrecen métodos para ascender y obtener ayuda y conocimiento, las experiencias que resultan de ello son exclusivamente suyas. No se sorprenda si a menudo esas experiencias son impresionantes y conmovedoras y provocan un gozo inefable o lágrimas de felicidad. No es casual que algunos pueblos indígenas se refieran a ellas como «el camino de las lágrimas». Tales experiencias son manifestaciones de un profundo éxtasis chamánico. No hay por qué preocuparse o asustarse al viajar «fuera del tiempo», más allá del Mundo Intermedio en el que vivimos. Descubrirás reinos mucho más compasivos y bondadosos que el nuestro. En el Mundo Intermedio son muy comunes el dolor y el sufrimiento. Hemos descubierto que el dolor no se encuentra fuera de nuestro mundo. A menudo, los estudiantes neófitos me preguntan por las diferencias entre el Mundo Superior y el Mundo Inferior. Es una pregunta que siempre rehúso responder, porque si así lo hiciera y me creyeran estaríamos fundando una religión, no practicando el chamanismo. En la práctica chamánica, la autoridad pertenece al individuo. Hay que aprender la cosmografía del Mundo Superior a través de la propia experiencia. Nadie más podrá decirle a usted en qué lugar de la realidad no ordinaria se sitúan específicamente los seres y recursos. Es algo que cada cual tiene que descubrir a través de la experiencia personal. Mi intención es concederle la mínima ayuda. En las culturas chamánicas, predominantemente ágrafas, la acumulación de conocimientos a partir de los numerosos viajes exigía una gran disciplina mnemotécnica, o entrenamiento de la memoria, así como una práctica constante del viaje chamánico. La práctica continua también es importante para nosotros, pero tenemos la ventaja de poder tomar notas después de nuestros viajes en lugar de depender exclusivamente de la
memoria. También podemos grabar nuestros relatos mientras viajamos gracias al método de la «narración simultánea» (descrito más adelante en esta sección). Estas técnicas pueden enriquecer y acelerar el conocimiento de la cosmología de la realidad no ordinaria. Si usted utiliza este libro para aprender del viaje chamánico, es muy importante que siga las instrucciones en el orden en que se ofrecen, y que se resuelva con éxito cada ejercicio, en reiteradas ocasiones, antes de pasar al siguiente. He creado las instrucciones para el viaje chamánico basándome en décadas de investigación y enseñanza, y las he utilizado para formar personalmente a muchos miles de personas, entre ellos a los profesores de la Fundación de Estudios Chamánicos. A ser posible, hay que realizar cada ejercicio antes de leer las experiencias que los demás han vivido al realizarlo. Así podrán compararse las propias experiencias con las ajenas sin preguntarse si se ha sido influido por los relatos ajenos. En la mayoría de las sociedades indígenas, el viaje chamánico se emprende con ayuda de un sonido de percusión monótona, especialmente el tambor. El uso del sonido del tambor para el viaje chamánico, tanto en vivo como en una grabación, exige que el viajero se centre y sea capaz de mantener su concentración y objetivos. Las personas no centradas o mental y emocionalmente «cohesionadas» no pueden mantener la disciplina necesaria para viajar siguiendo la estela de la inmersión auditiva. Sin concentración, se trata de percusión y nada más. Por lo tanto, este método es excepcionalmente seguro. La mayor parte de los viajes guiados por percusión, incluyendo los de los chamanes en Siberia, duran menos de media hora y la persona puede regresar en cualquier momento sin esperar a que la percusión se detenga. De hecho, la percusión continua también sostiene el viaje de regreso.
Incluso si olvida regresar cuando el tambor indique el momento del regreso, usted volverá de todos modos, pues la percusión ya no lo sostendrá en la otra realidad. En muchos sentidos, el viaje chamánico es más seguro que el sueño, porque el viajero puede regresar cuando lo desee.
Preparando la ascensión En breve tendrá la oportunidad de visitar el Mundo Superior. Asegúrese de comprender a fondo las siguientes instrucciones antes de empezar. Para este ejercicio inicial, puede utilizar una grabación de percusión chamánica (véase «Abandonar el Mundo Intermedio», en el Apéndice A). Espere hasta encontrarse tranquilo y relajado antes de iniciar este u otro viaje chamánico. Evite las sustancias psicoactivas, entre ellas el alcohol, durante las 24 horas anteriores, para que su poder de concentración sea bueno y su mente se encuentre despejada. Asegúrese de estar despierto y descansado. De otro modo podría quedarse dormido ante el relajante sonido de la percusión chamánica. Apague todos los teléfonos, timbres, localizadores o alarmas de relojes de pulsera para no ser molestado. Quítese los zapatos, afloje su ropa y échese cómodamente en el suelo o en una cama. Si es un practicante habitual de una disciplina meditativa como el yoga y está acostumbrado a sentarse para tal propósito, tal vez prefiera esa postura. Oscurezca la habitación en la medida de lo posible y coloque una venda o pañuelo en torno a los ojos. Lo más importante respecto a la postura corporal es que debe permitir abandonar fácilmente el cuerpo; en otras palabras, una postura que no exija desviar parte de la consciencia al mantenimiento de la postura en la realidad ordinaria. Por esa razón, los individuos pertenecientes a nuestra
cultura, así como los integrantes de algunas culturas indígenas, prefieren la posición yacente. En Siberia y zonas adyacentes, se prefiere estar sentado o de pie. En este último caso, la postura erguida puede venir acompañada de un movimiento corporal que normalmente incluye un sonido de percusión adicional a partir de campanas y otros objetos de metal que el chamán incluye en su vestimenta. Narración simultánea Si desea maximizar los efectos del viaje realizado con el apoyo de un tambor grabado, puede probar la narración simultánea, una técnica que desarrollé a principios de los años ochenta, en la que el viajero describe su viaje en voz alta desde el principio hasta el final, a medida que este ocurre. El viajero puede verbalizar sus experiencias aun cuando no suceda nada, por ejemplo, diciendo: «No pasa nada». Pronto uno se cansará de repetir esta frase; en ese momento se desencadenan los acontecimientos. Para aumentar el valor de la narración simultánea, podemos hablar utilizando un micrófono de solapa unido a una grabadora (una unidad independiente del aparato que reproduce el sonido de percusión). De este modo, la narración simultánea del viaje queda preservada y pueden hacerse posteriores revisiones para añadir detalles que hayan podido olvidarse. Además, las grabaciones pueden constituir un archivo personal de relatos de los viajes chamánicos, algo que resulta útil porque los primeros viajes a menudo asumen un nuevo significado a medida que se progresa en la comprensión y es muy posible que se quiera volver a ellos y repasarlos. La narración simultánea ayuda a concentrar la atención y ello puede derivar en un viaje más vívido y a menudo más intenso que un viaje realizado con percusión en vivo. Si recurre a la percusión en vivo, sin
embargo, la narración simultánea no constituye una técnica práctica, porque el sonido del tambor interferirá con la voz. Tanto si recurre a la narración simultánea como si prefiere no hacerlo, repase sus experiencias y tome notas para futuras referencias. Los métodos anteriormente mencionados son la base de un curso que la Fundación ofrece bajo el título «Formación Chamánica Harner». Percusión en vivo Si prefiere el tambor en vivo, avise al percusionista para que mantenga un tempo rápido, monótono y moderadamente alto. El volumen de los redobles y los intervalos entre ellos deberían ser constantes. Un tempo percusivo de aproximadamente 205 a 220 redobles por minuto suele ser óptimo para viajar. El estilo y velocidad del tambor pueden determinarse mejor escuchando uno de los CD o MP3 producidos por la Fundación de Estudios Chamánicos. La percusión monótona y dilatada que facilita el viaje chamánico puede resultar un trabajo fatigoso, pero el percusionista debería intentar mantenerla durante 15 minutos (10 minutos no suele ofrecer resultados tan satisfactorios). Al concluir los 15 minutos, el percusionista debería golpear el tambor con cuatro breves redobles para indicar que ha llegado el momento de regresar. A continuación, la percusión debería acelerarse (a una velocidad significativamente superior a los 205-220 redobles por minuto) durante medio minuto para acompañar el regreso del viaje, y por último otros cuatro redobles breves para señalar que la persona ya debería estar en la habitación. Con la práctica, al percusionista debería resultarle fácil ofrecer un viaje de 15 minutos sin cansarse. Con la percusión chamánica grabada en un CD, usted no tendrá que preocuparse por el cansancio del percusionista y viajar durante 30 minutos
si así lo desea. Si desea un viaje de 15 minutos, seleccione la pista correspondiente en el CD. El CD con la percusión de tambor, tal como lo concebí a principios de los años ochenta, incluye el tempo y las señales de regreso descritas anteriormente. También cuenta con la ventaja de controlar la regularidad y el volumen de los redobles individuales. Están disponibles en la página web de la Fundación de Estudios Chamánicos. (Para más información, véase Apéndice C.)
Abandonar el Mundo Intermedio Colóquese los cascos. Reproduzca uno de los CD/MP3 de percusión para el viaje chamánico recomendados (véase Apéndice C) en un reproductor de CD, ordenador, iPod u otro reproductor de MP3. Cúbrase los ojos con un pañuelo para evitar la luz. Permanezca en silencio unos minutos y piense cómo querría iniciar la ascensión. Antes de empezar el viaje al Mundo Superior es muy importante que usted, como un chamán indígena, seleccione un lugar de partida situado en el Mundo Intermedio (es decir, en la superficie de la Tierra) que haya visitado en la realidad ordinaria en algún momento de su vida. Puede ser un lugar visible desde la ventana o que haya visitado hace años. Lo importante es conocer su ubicación aproximada en el Mundo Intermedio y poder visualizarlo en cierto grado. No basta con cerrar los ojos y visualizar cualquier punto de partida sin saber por experiencia directa que está situado en el Mundo Intermedio. Sin esta disciplina, los viajeros pueden verse confundidos respecto al mundo y nivel del que parten y al que llegan. Los chamanes experimentados trazan mapas precisos a partir de los puntos de partida permanentes en el Mundo Intermedio.
No importa el tiempo transcurrido desde la última vez que vio el lugar de partida en la realidad ordinaria; tampoco importa que en el presente el lugar conserve el mismo aspecto que antaño. En términos chamánicos, lo que usted observa es el espíritu del lugar, un espíritu que permanece, independientemente de los cambios ulteriores, en la realidad ordinaria. Una vez seleccionado un punto de partida, intente utilizarlo indefinidamente en las ascensiones. Al recurrir reiteradamente al mismo punto de partida, le resultará cada vez más fácil visualizar el inicio de su viaje visionario. La repetición gradual también desencadena estadios progresivamente más profundos del estado chamánico de consciencia (ECC). En otras palabras, la familiaridad con esta rutina inicial es en sí misma importante al alterar la consciencia y desplazarse hacia experiencias cada vez más vívidas. La creciente familiaridad con estas primeras rutas a partir de los lugares de partida permite viajes más rápidos y una estancia más prolongada en el Mundo Superior. Recuerde los clásicos puntos de partida chamánicos descritos antes, pero no se sienta limitado por ellos. Algunos viajeros del Nueva York contemporáneo, por ejemplo, no necesariamente tienen conexiones vívidas con montañas, árboles o incluso chimeneas. Por lo tanto, pueden elegir ascender desde un rascacielos, como el Empire State Building, que pueden visualizar con facilidad a partir de su experiencia cotidiana. Aunque para ellos estos lugares pueden constituir puntos de partida óptimos, es obvio que no encontraremos ejemplos de su uso en la literatura del chamanismo siberiano. Lo importante no es tanto que el punto de partida sea natural o una construcción humana, sino que sea un lugar y no un objeto dinámico (como un pájaro, un avión un cohete en vuelo) y que usted lo haya visto en la realidad ordinaria.
Un punto de partida, ya sea una montaña, un árbol o alguna otra cosa, no tiene por qué llegar hasta el cielo, pero debería sobresalir en relación a su entorno. Me viene a la mente un ejemplo que aconteció hace un par de décadas. Un pequeño equipo de la Fundación de Estudios Chamánicos visitaba a los esquimales caribou (inuit) en el noroeste de la bahía de Hudson, y uno de sus jóvenes se acercó a nosotros para aprender métodos chamánicos, porque los misioneros habían prohibido y aniquilado el chamanismo y la curación chamánica de su comunidad. Le formamos en las técnicas básicas del viaje a fin de que aprendiera el resto directamente de los espíritus. En la tundra no había árboles o montañas, por lo que como punto de partida para visitar el Mundo Superior eligió una pequeña colina redondeada cerca de su poblado. Aunque no se trataba de una colina elevada, tuvo éxito en su empresa, ya que se alzaba por encima de la llanura. Lo importante a la hora de seleccionar un punto de partida es descubrir uno que resulte útil para el viajero. Como ejemplo, para algunos es un árbol. Utilizar un árbol En un estado de relajación, sin prisas, piense en árboles que haya visto en la realidad ordinaria. Elija uno alto hacia el que sienta cierta afinidad. Podría estar en el patio de su casa, o tratarse de un árbol que vio hace años. Debe haberlo visto personalmente y conocer su localización aproximada. No importa si el árbol ha sido talado o derribado; usted trabaja con el espíritu del árbol y el lugar. Siempre y cuando usted pueda recordar el árbol y su ubicación, podrá usarlo como un punto de partida fiable hacia el Mundo Superior.
Intente vislumbrar el árbol con los ojos cerrados o cubiertos. Si no logra hacerse una imagen del árbol, por débil que sea, no se desanime. Tal vez usted sea más quinestésico y necesite sentir cómo trepa al árbol en lugar de verse trepar. Con la práctica es muy probable que también logre verlo. Empiece a trepar. Evite las ideas previas acerca de dónde termina la copa del árbol. El árbol podría crecer hasta el Mundo Superior o acabar en el Mundo Intermedio. En este último caso, salte una vez llegue a la copa. Tal vez solo vea el árbol mientras trepa; o tal vez se vea a sí mismo como un observador externo, trepando al árbol. Los dos tipos de experiencia son válidos. Llamo a la última una experiencia «fuera del espíritu» porque, desde un punto de vista chamánico, una parte del espíritu o alma trepa por el árbol, mientras otra se dedica a observar. Esta experiencia es un tipo de efecto doppelgänger, conocido en la literatura chamánica; por ejemplo, la experiencia de estar en dos lugares al mismo tiempo. La mayoría de las personas, sin embargo, no experimentan el efecto doppelgänger hasta una fase más avanzada de sus viajes. Utilizar una chimenea La vieja técnica que recurre a una chimenea europea como punto de partida sigue siendo popular hoy, porque la mayoría somos capaces de visualizar alguna chimenea que conocemos o recordamos, a menudo con un recuerdo afectuoso. Intente visualizarla tanto si contiene un fuego encendido como si no. Cuando emprenda el viaje al Mundo Superior, entre en la chimenea y ascienda por el tubo. Al salir al otro lado puede encontrarse en un túnel con forma de nube o subiendo por el cielo abierto, descubriendo, a veces, la Tierra abajo. Utilizar una montaña
Seleccione una montaña que haya visitado en la realidad ordinaria y cuya cumbre haya podido visualizar aunque fuera en la distancia. Visualícese a sí mismo en la cumbre y que sale desde la cumbre. Utilizar un arcoíris Para utilizar un arcoíris como punto de partida hacia el Mundo Superior, visualice uno que haya visto en algún momento de su vida. Puede tratarse de un arco completo o medio arcoíris. En cualquier caso, visualice el arcoíris tal como lo recuerda en el lugar en el que lo vio en la realidad ordinaria. Inicie el viaje donde el arcoíris parte de la tierra, trepe por él y salte hacia el cielo desde su punto más alto. Tu misión Ahora repite tu misión tres veces para no olvidar tu propósito. Declarar la misión es importante para el éxito del viaje chamánico. En esta primera ocasión sugiero: «Mi misión es viajar al Mundo Superior para explorarlo hasta que el tambor me llame de regreso». Si utilizas la técnica de la narración simultánea con un micrófono de solapa u otro aparato, podrás grabar la intención de tu misión en voz alta. Dale al play e inicia la percusión chamánica. Pasar de la realidad ordinaria a la realidad no ordinaria. La primera barrera Repasemos ahora la anterior alusión a la primera barrera o zona de transición entre la RO y la RNO y los métodos para cruzarla (véase «Barreras» o zonas de transición). Siga las instrucciones que ahí se ofrecen y escuche la percusión grabada o en vivo durante unos minutos.
Entonces, en una habitación a oscuras, con los ojos cerrados o cubiertos, siga escuchando la percusión y visualice el punto de partida seleccionado. Independientemente de cuál sea el punto de partida, recuerde su aspecto. Por ejemplo, si se trata de una chimenea, entre en ella y suba con las llamas; si no hay fuego, suba por el humero. Ahora está realizando la transición entre la RO y la RNO. Esto significa atravesar la primera barrera. Siga subiendo por la chimenea y más allá. Como se ha dicho antes, a veces hay una especie de tubo de nubes que se extiende más allá de la chimenea. En otras ocasiones, no hay túnel y uno simplemente asciende, tal vez contemplando cómo el paisaje de la Tierra se va alejando. Si elige un árbol, una montaña o un rascacielos como punto de partida, salte o ascienda desde la parte más alta. No debería tener dificultades para ascender, porque se trata de viajes del espíritu y su espíritu no estará limitado por las fuerzas gravitatorias de la realidad ordinaria. Atravesando la segunda barrera Viajar hacia arriba no basta para alcanzar el Mundo Superior. Aunque haya ascendido muy alto y dejado atrás la Tierra, aún sigue en el Mundo Intermedio si no ha atravesado la barrera entre mundos. Sin trascenderla, usted aún se encuentra en el Mundo Intermedio, aunque salga de nuestro sistema solar y viaje a otras galaxias, porque lo que los astrónomos ven pertenece a nuestro mundo. Mientras se asciende, es muy importante atravesar la barrera hacia el Mundo Superior para estar completamente seguro de que se ha llegado hasta él. Normalmente, esta barrera se presenta pronto. Normalmente no es un obstáculo, sino una zona de transición permeable, como una membrana o capa de nubes. Si es una membrana, suele ser delgada como una hoja de papel, aunque se extiende tan lejos como la vista alcanza. Por lo general,
la zona es tan permeable que se puede atravesar con la mera concentración de la voluntad. Muy rara vez la barrera se resistirá a ser atravesada. Incluso entonces se podrá descubrir un agujero o abertura por la que pasar. Evite sentirse tenso si no logra superarla de inmediato. Siga intentándolo de forma relajada pero con determinación. El éxito en el viaje depende de una combinación de persistencia natural y concentración relajada. No se desanime si el primer intento es débil; cambiará con la práctica. La imaginería será en color o en blanco y negro.
En el Mundo Superior El primer nivel del Mundo Superior Una vez cruzada la barrera o zona de transición, nos encontramos en el primer nivel del Mundo Superior. Aproveche esta oportunidad para familiarizarse con él. Puede explorar el primer nivel en cualquier dirección, o tal vez prefiera subir a otro nivel. Cada nivel tiene su propia barrera o zona de transición, que puede manifestarse como otra capa de nubes u otro divisor permeable. Recuerde la ruta que decida seguir y la secuencia de cosas observadas. Esto facilitará su regreso al Mundo Intermedio, así como el regreso al Mundo Superior en futuros viajes. Cuando utilice el método de narración simultánea, describa lo que sucede a lo largo de su viaje. Lo importante es hablar, porque describir lo que ve y lo que experimenta refuerza la intensidad de su viaje, que puede manifestarse en color o en blanco y negro. Como dije antes, si no ve nada, repita: «No sucede nada». Con esta tediosa repetición, las cosas empezarán a cambiar y usted empezará a ver.
El segundo nivel y más arriba en el Mundo Superior Si desea seguir hasta el segundo nivel del Mundo Superior, continúe su viaje hacia arriba. En esta ocasión, puesto que viaja en espíritu, es más fácil ascender al siguiente nivel. Por encima del segundo nivel hay otros niveles que usted podrá explorar si dispone de una percusión prolongada en el tiempo y si así lo desea. Se llega a cada uno de ellos atravesando otra barrera o zona de transición. Una vez más, estas zonas parecen capas de nubes, membranas, papel de seda o algo parecido. En cierto sentido, cada nivel es un mundo en sí mismo, con muchas cosas que descubrir en todas direcciones; no sienta que tiene que apresurarse en sus viajes. Cuando lo desee puede realizar viajes adicionales a un nivel determinado. En el chamanismo esencial no existe un número «oficial» de niveles en el Mundo Superior. Los relatos interculturales del número de niveles varían considerablemente, y a demás el número no constituye un aspecto esencial del chamanismo. En las tribus amazónicas con las que viví, la gente rara vez tenía que contar más allá de los cinco dedos de su mano, porque el dinero, los tributos e impuestos aún no formaban parte de sus vidas. Cualquier número superior a cinco era designado como «muchos». En consecuencia, sus chamanes solo cuentan unos pocos niveles. En cambio, los chamanes de las regiones de Asia Central, como Tuvá y Mongolia, hablan de un gran número de niveles, porque viven cerca de grandes civilizaciones en cuya cultura ha arraigado profundamente el cálculo amplio. Por lo tanto, las alusiones al número de niveles y sus características no forman parte de los métodos del chamanismo esencial, sino que más bien son conclusiones que los viajeros chamánicos dibujan gradualmente a medida que progresan en sus investigaciones. Los paisajes y niveles que
aparecerán en sus viajes constituyen su cosmografía operativa, perfecta para usted. Esto es lo importante para un viajero chamánico. En sus viajes, procure recordar no solo el punto de partida, sino también el número de niveles que atraviesa. Hay una membrana o capa de nubes que separa cada nivel. Con la práctica se familiarizará con la secuencia de niveles, qué hay en cada uno de ellos y en qué circunstancias se presenta. Del mismo modo, en cada nivel hay «velos» que pueden descorrerse en función de la misión y de lo que los espíritus crean que conviene revelar. Da la impresión de que me he extendido poco acerca de qué podemos encontrar en los diversos niveles. Lo he hecho aposta, porque la idea es transmitir un método. Los descubrimientos de lo que encontrará ahí le pertenecen a usted. Esa es la naturaleza de la autonomía del trabajo chamánico. De hecho, en una ocasión en la que formaba a unos estudiantes rusos, un excepcional chamán siberiano me dijo que estaba «hablando demasiado» acerca de los viajes, aunque se mostró de acuerdo en la precisión de lo que decía. Regresar del Mundo Superior Cuando llegue la hora de descender del Mundo Superior, el tambor de la grabación emitirá cuatro redobles para anunciar que ha llegado el momento. Este redoble vendrá seguido de una rápida percusión. Con la ayuda de este ritmo, recorra el camino a la inversa. Hágalo rápidamente, ya que el ritmo que marca el regreso solo dura medio minuto. Al final, usted debería encontrarse en el punto de partida del Mundo Intermedio. Si la percusión es en vivo, hay que seguir el mismo procedimiento. Entonces, en silencio, concédase diez minutos para anotar sus experiencias y así recordarlas y aprender y estar preparado para compararlas con futuros viajes.
Intente recordar el lugar del primer nivel desde el que ha partido, de modo que pueda usarlo en futuros viajes. El uso reiterado del mismo lugar de partida o «despegue» en los niveles del Mundo Superior le ayudarán a viajar más rápido o más vívidamente en futuras ascensiones. Más exploraciones Si lo desea, realice uno o dos viajes exploratorios adicionales al Mundo Superior para aumentar su conocimiento antes de pasar al siguiente ejercicio. Utilizando un CD de percusión u otra grabación de la Fundación de Estudios Chamánicos, podrá elegir un viaje programado de media hora o quince minutos. Si un asistente toca el tambor en vivo, probablemente será más práctica una sesión de quince minutos, como hemos señalado con anterioridad. Tocar el tambor a la vez que se viaja suele introducir un efecto perturbador, aunque algunos chamanes lo hacen así. A menudo, las experiencias son débiles y efímeras en los primeros viajes y carecen de la intensidad con la que las personas definen la «realidad». Es algo que debe esperarse, ya que cuando se inicia la visión chamánica a veces lleva un tiempo percibir nítidamente la realidad no ordinaria. Sea paciente y será recompensado por sus esfuerzos. Así pues, al principio habrá ocasiones en las que le resultará difícil mantener su concentración porque la inmersión en el estado de consciencia chamánico aún no está plenamente desarrollada. Su mente se mostrará errática y proclive a regresar a las preocupaciones de la realidad ordinaria. Sea paciente y continúe practicando. Cualquier disciplina espiritual requiere tiempo, aunque uno de los rasgos notables del viaje chamánico radica en la rapidez con la que la mayoría de la gente obtiene resultados.
No todo el mundo es un visualizador natural, aunque la mayoría sí lo son. Otras personas son más quinestésicas y viajan a través de sensaciones corporales. Otros, entre los que se cuentan abogados y matemáticos, aseguran «pensar» su camino en los primeros viajes. Independientemente de su modalidad de percepción, debe perseverar en ella, y con el tiempo arraigarán otras formas de percibir. Lo más importante es no abandonar. Después de todo, si no logra alcanzar el nirvana en las primeras sesiones de meditación budista, ¿significa que está condenado a fracasar en ese camino espiritual?
Cartografiar los viajes de ascensión A medida que avance en sus ascensiones, repase las notas recopiladas, ya que los diferentes viajes empezarán a ocupar su lugar como piezas de un rompecabezas cósmico. Poco a poco, usted se convertirá no solo en explorador, sino en cosmógrafo del Mundo Superior. Una cuidadosa cartografía y anotación facilitará y acelerará los viajes futuros. Si toma notas a lo largo de las semanas y los meses, dispondrá de un registro de increíbles aventuras en la realidad no ordinaria. ¡Además, no serán ficticias, porque le habrán sucedido en realidad! En algunas poblaciones chamánicas, como los pueblos sami y los siberianos, los viajeros pintaban lo que habían descubierto en la superficie de sus tambores. (Véanse láminas 6 y 7.) En nuestra cultura podemos dibujar en cuartillas o en el bloc de notas, reforzando así nuestro conocimiento. (Véanse láminas 8 y 9.) Algunos de mis estudiantes han llegado a realizar maquetas o fantásticos «mapas» tridimensionales de sus descubrimientos en las otras realidades. Pero ni siquiera los mejores mapas pueden hacer remotamente
justicia a las increíbles experiencias y la cosmología que aguardan al viajero chamánico. No evite utilizar su voluntad para viajar. El uso chamánico de la voluntad es análogo al modo en que uno la ejerce cuando conduce un automóvil en calles desconocidas en un país extraño. Como con los conductores de automóvil, los chamanes utilizarán la voluntad y la intención para viajar en una dirección general con un propósito específico, sin saber de antemano lo que descubrirán o qué incidentes sucederán en el camino. Quienes se dediquen seriamente al viaje chamánico descubrirán que en la realidad no ordinaria hay mucho más de lo que los occidentales llaman «imaginación». En cierto sentido, cada viaje es un experimento. A través de los experimentos personales constantes, por último, usted mismo podrá decidir si sus experiencias no ordinarias son reales y susceptibles de aportar ayuda e información.
Práctica adicional en el Mundo Superior Llegar hasta un maestro y pedirle ayuda ¿Hasta dónde hay que llegar para encontrar a un maestro en los cielos? Le toca a usted descubrir el lugar exacto de su maestro o maestros (pueden ser más de uno) en el Mundo Superior. El maestro puede vivir en el primer nivel, en el segundo o más arriba. Este descubrimiento le compete a usted y será parte de su bagaje de conocimiento personal. Recuerde el lugar en el que se ha manifestado el maestro, pues es el lugar donde más probabilidades tiene de aparecer en un viaje posterior. Los chamanes conocen exactamente en qué nivel están sus maestros y pueden regresar a ellos.
Al descubrir la identidad y morada de los maestros espirituales, usted se prepara para adquirir parte del increíble conocimiento y sabiduría que poseen y están dispuestos a compartir en respuesta a sus preguntas. Una duda muy común en quienes no han abordado esta tarea de adivinación puede formularse así: ¿cómo puedo confiar en sus respuestas? Los estándares para la confianza son los mismos que en la realidad ordinaria nos hacen pensar que un doctor, un abogado, un psicoterapeuta u otra persona es digna de confianza; en otras palabras, depende de su historial y trayectoria en relación a usted. Una de las formas más eficaces de saber si su maestro, animal de poder o cualquier otro espíritu es digno de confianza consiste en ignorar su consejo (¡aunque no lo recomiendo!). Posteriormente tendrá la oportunidad de decidir si ha cometido un error al no confiar en el consejo o malinterpretarlo. A menudo recibirá una respuesta parcial o completamente metafórica, y debe tener presente que ha podido no comprenderla con precisión. Un camino directo consiste en utilizar la respuesta y comprobar si es exacta y práctica. Se trata de una prueba convincente. Al mismo tiempo debe tener presente que los espíritus no imparten órdenes, sino que brindan consejo. Usted debe combinar los consejos ofrecidos con las «astucias» de la realidad ordinaria. En última instancia es usted quien tiene que asumir la responsabilidad de sus actos. Cuando alguien justifica sus acciones con las palabras: «Los espíritus me dijeron que tenía que hacerlo», sé que esa persona aún no conoce el chamanismo, porque los espíritus auxiliares son nuestros compañeros, no nuestros jefes. Tras encontrar a un maestro espiritual y trabajar con él o con ella, a veces descubrirá que no se encuentra «en casa» en alguno de los viajes. No se desanime. En cierto modo, los maestros son profesores a tiempo completo que no siempre cumplen con sus horas de trabajo. Cuando un
maestro no está en el lugar habitual, normalmente significa que se le ha concedido permiso para buscar a un segundo maestro, no como sustituto, sino como recurso habitual para su desarrollo. Por lo tanto, si el maestro no está en el lugar acostumbrado, replantee el propósito de su viaje para descubrir a un maestro adicional y continúe su viaje para encontrar uno y plantearle su pregunta. En otras ocasiones, su maestro puede estar en el lugar de siempre, pero encomendarle a otro maestro, especializado en el tipo de preguntas o problemas que usted plantea. Su maestro original le llevará hasta el otro maestro o se limitará a mostrarle el camino. Si no recibe ayuda específica acerca de cómo encontrar al otro maestro, búsquelo por su cuenta. Dele una oportunidad al maestro. No asuma que sabe mejor que los espíritus del Mundo Superior quién debería ser su maestro. Encontrar a un maestro no es como comprar. Trabaje con el maestro durante un número determinado de viajes y descubra los resultados. Si aún se siente insatisfecho, no regrese con ese maestro. Debo decir, sin embargo, que jamás he oído hablar de ningún caso en el que una persona que trabaja seriamente con el maestro esté insatisfecha con los resultados. Si el maestro resulta ser una persona fallecida con la que mantenía una relación cercana en la realidad ordinaria, no se sorprenda si siente una emoción considerable. Es posible que afloren las lágrimas. Atesore la experiencia: usted tiene la oportunidad de renovar su vínculo con una persona que no esperaba volver a ver. A menudo son oportunidades para compartir y resolver asuntos que quedaron pendientes cuando la persona murió. En las culturas tribales, los chamanes trascienden constantemente la barrera que separa a los vivos de los muertos. Para el chamán, la muerte no tiene carácter definitivo; todo resulta accesible fuera del tiempo.
La emoción, representada en el llanto o la alegría, es una buena señal durante la ascensión, pues indica que la persona se ha tomado en serio el viaje. Más allá de esto, significa que el visitante del Mundo Superior experimenta una felicidad espiritual extática, un estado casi inefable en el que las lágrimas y la alegría inundan simultáneamente a la persona. No tema sentir miedo en algunas ocasiones; también es señal de que aborda la otra realidad con seriedad. Al experimentar un miedo pasajero y más tarde descubrir que no hay nada que temer, se aprende a confiar en el cielo.
Primer ejercicio: formular una pregunta La calidad de los resultados a la hora de buscar conocimiento depende fundamentalmente de los espíritus y de haberlos abordado como corresponde. Para preparar esta tarea, usted tendrá que regresar al Mundo Superior. Debería utilizar el mismo lugar de partida del Mundo Intermedio, ascender y atravesar la barrera o zona de transición para llegar al Mundo Superior. Lo único nuevo es su objetivo o misión. Esta nueva misión debe estar clara en su mente antes y durante la ascensión. En la primera visita a un maestro, le sugiero formular una pregunta que contribuya a resolver un problema en su propia vida. Más tarde, a medida que se afiance su conocimiento en sucesivos viajes de adivinación, estará en una mejor posición para formular preguntas cosmológicas y ayudar a otros si así se lo piden. Intente seleccionar una pregunta personalmente importante. Solo usted, y solo usted, está cualificado para decidir qué pregunta es importante. Igualmente, si más tarde se embarca en un viaje de adivinación para otro, solo esa persona estará cualificada para decidir qué pregunta es
importante. No realice viajes de adivinación por otros sin su permiso. Forma parte de la ética del chamanismo. Para que una pregunta sea importante no tiene por qué tener una relevancia cósmica. Puede ser una pregunta tan sencilla como esta: ¿cómo organizar la semana de trabajo? Lo esencial es que la pregunta resulte importante para usted o, si busca una respuesta para otra persona, que la pregunta sea relevante para ella. No juzgue la importancia de las preguntas ajenas. Subrayar las preguntas importantes al iniciar este trabajo centra la mente y anima a mantenerse concentrado en los viajes. En otras palabras, usted está muy motivado para obtener una respuesta. Más tarde, después de haber repetido los viajes, le resultará más fácil obtener una respuesta a una casi infinita variedad de preguntas. Componga sus preguntas sin ambigüedades, ya que plantear adecuadamente la pregunta constituye la mitad del secreto del éxito en la adivinación. Evite usar las palabras «y» u «o» porque así se están creando dos partes en la pregunta. Si el maestro la responde, resultará difícil saber si lo ha hecho a la primera o a la segunda parte de la pregunta. Esto es especialmente cierto si el maestro ofrece respuestas simbólicas. Cada pregunta debería ser sencilla y diáfana y normalmente solo habría que utilizar una pregunta en cada visita al maestro. Una razón importante para atenerse a una única pregunta es dar tiempo para recibir detalles adicionales durante el viaje. El maestro puede desaparecer, como se ha explicado antes, pero eso no debería interpretarse como la finalización de la respuesta. Tanto si está presente como si no, el maestro tiene el poder (y normalmente lo usa) para controlar o dirigir los acontecimientos del resto del viaje. Puede tratarse de aspectos literales o metafóricos de la respuesta.
Nada es sencillo, y el maestro podría propiciar un largo diálogo que llevaría al viajero a formular más preguntas como parte de un intercambio. Además, tras responder a la pregunta o petición inicial, a veces el maestro aprovecha la oportunidad de la visita para ofrecer alguna información no relacionada que el maestro cree que el viajero debería conocer. Estudie los acontecimientos con detalle y benefíciese de eso. Nada de lo que suceda después de encontrar al maestro carece de importancia. Ahora, por favor, repase lo que ya ha aprendido sobre el ascenso al Mundo Superior, incluyendo el uso de un lugar de partida ya conocido en nuestro Mundo Intermedio con una misión específica en mente antes de partir, consciente de cómo ascender y regresar. Prepárese para buscar un maestro. Si este es su primer intento, evite las concepciones previas acerca de quién será. Antes de su partida, repita su misión principal en voz alta o en silencio: «Quiero encontrar a mi maestro». En segundo lugar, repítase la pregunta que pretende formular a su maestro. Será una misión de adivinación, por lo que la pregunta tiene que ser importante. Anótela, si es posible, antes del viaje; o, repítala tres veces para no olvidarla. Si utiliza una percusión grabada, puede elegir emplear la técnica de la narración simultánea (véase en Apéndice A). Si lo desea, también puede usar un micrófono de solapa para dictar un relato simultáneo de sus experiencias. A continuación, viaje al primer nivel del Mundo Superior tal como ya ha aprendido a hacerlo. En esta ocasión, mire a su alrededor y compruebe si hay alguien con aspecto humano. Si encuentra a alguien con forma humana, pregúntele inmediatamente: «¿Eres mi maestro?». Es esencial hacerlo para asegurarse de que habla con su maestro y no con cualquiera. El ser responderá afirmativa o
negativamente mediante telepatía, con palabras, asintiendo o sacudiendo la cabeza, o ignorando que usted está allí. Si la persona no indica que es su maestro, continúe el viaje en ese nivel o pase al siguiente. Normalmente es fácil pasar al segundo nivel, puesto que viaja como espíritu. A veces, en el primer nivel uno encuentra un gran pájaro blanco que transporta personas al segundo nivel. Se trata de un guía temporal que brinda su ayuda para este propósito específico. Si en el segundo nivel no encuentra a nadie que admita ser su maestro, siga hasta el tercer nivel, y así sucesivamente. Cuando alguien con forma humana admita ser su maestro, formule su pregunta sin dilación. Preste atención a lo que ocurre. Normalmente, lo primero que el maestro dice o hace constituye el centro de la respuesta, aunque en ese momento no la comprenda. A continuación pueden suceder varias cosas. Si el maestro se ha dirigido con palabras o pensamientos, usted se encontrará inmerso en un diálogo. Intente atenerse al asunto de su pregunta en lugar de desviarse hacia preguntas que no guarden relación. De lo contrario, no sabrá a qué pregunta responde el maestro. Recuerde que puede regresar cuando quiera para plantear otras cuestiones. No se trata de una única peregrinación al oráculo de Delfos en la antigua Grecia. Incluso con ese oráculo, habría sido apropiada esa misma regla; si no resultaría difícil saber a qué pregunta responde el oráculo. El maestro tal vez no responda con palabras o pensamientos, sino moviéndose en determinada dirección, mostrando el camino que usted debería seguir. Siga la indicación hasta ver qué encuentra. En este punto, el maestro puede desaparecer y no se le vuelve a ver durante todo el día, pero no crea que no le ha ofrecido una respuesta. Como los chamanes indígenas
saben, los maestros (a los que consideran deidades o ancestros sagrados) tienen poderes increíbles, y normalmente orquestan las experiencias del viaje de modo que el viajero tenga que aprender a «leerlas» como parte de la respuesta a su pregunta. Si el maestro ya ha comunicado la respuesta con palabras o pensamientos, las escenas metafóricas o literales que se suceden a continuación suelen proporcionar detalles que elaboran la respuesta. Por lo tanto, siga viajando y preste atención a lo que sucede, incluso si el maestro ha desaparecido. El maestro sabe cuándo acabará la percusión, por lo que usted puede seguir viajando hasta oír la señal de regreso. Cuando esta suene, dé las gracias al maestro, aunque no pueda verlo, y regrese al Mundo Intermedio y a su propio cuerpo, desandando el camino con rapidez. Tras regresar a la realidad ordinaria de nuestro mundo, siéntese y repase su experiencia con cuidado. Anote dónde ha encontrado a su maestro, porque querrá saber cómo volver a hallarlo. Consigne especialmente todo lo que sucedió después de plantear la pregunta, y recuerde lo primero que el maestro dijo o hizo, y hasta qué punto eso es el núcleo de la respuesta. Luego examine lo que sucedió después. Anote y piense en los detalles que experimentó o le fueron revelados. Trate
de
comprender
en
qué
sentido
constituyen
respuestas
complementarias a la respuesta central inicial. Debería tener cerca una libreta en la que anotar toda esta información. Los chamanes tribales siberianos y otros consideraban que no honrar toda la información recibida era una falta de respeto hacia los espíritus visitados. Como no tenían escritura, y por lo tanto no había libretas donde apuntar nada, hacían grandes esfuerzos por recordar cuanto podían: por ejemplo, pintaban la superficie de sus tambores, utilizados así como
herramientas mnemotécnicas para recordar sus descubrimientos. Al prestar atención y recordar lo que se nos ha mostrado o contado, mostramos respeto a los espíritus auxiliares e invitamos a un éxito aún mayor en futuros ascensos.
Segundo ejercicio: pedir una curación o un consejo médico Al ascender al Mundo Superior para solicitar un consejo médico, usted solo pide información. Sin embargo, los maestros que allí habitan son tan poderosos que pueden elegir la acción directa. Pueden optar no solo por ofrecer el consejo, sino por sanar la enfermedad. Estos espíritus pueden curar sin molestarse en revelar nada. Pero al mostrar un tratamiento específico, enseñan a continuar el trabajo curativo. Estas demostraciones directas por parte de los maestros constituyen una fuente principal de inspiración para adquirir métodos terapéuticos que más tarde usarán con sus pacientes y consigo mismos. Estas técnicas varían en función de cada caso; y esa es la razón por la que, a lo largo de muchas visitas a sus maestros, los chamanes determinan gradualmente el tratamiento apropiado para cada dolencia, aunque los detalles varíen con cada paciente. Entre las técnicas curativas reveladas por un maestro encontramos la de mostrar métodos de tratamiento que el viajero podrá aplicar en la realidad ordinaria. Por ejemplo, un maestro puede proporcionar una poción, identificar la planta (o plantas) de la que está compuesta y decirle cómo prepararla. Un maestro puede remitirle a médicos específicos de los que usted no ha oído hablar. Ahora prepárese para otra ascensión al Mundo Superior, en concreto al nivel en el que previamente encontró al maestro. En esta ocasión, formule una cuestión terapéutica. También puede pedirle directamente una
curación, y no solo para usted mismo, también para los demás, si lo han solicitado. Sin embargo, debería empezar a practicar consigo mismo, parar prepararse y así ayudar a los demás, más tarde. No se sienta egoísta, porque se trata de una oportunidad para ganar experiencia. Además, usted debería estar tan sano como sea posible para ayudar a los demás. Persevere en esta práctica para estar mejor preparado a fin de servir espiritualmente a los otros, si así lo piden. Decida qué curación específica desea. Considere su salud personal: ¿hay alguna dolencia cuyo alivio o curación le sea necesaria? La mayoría de nosotros, en especial a medida que envejecemos, no tenemos problema en fijar como objetivo algún dolor, incomodidad o problema de salud que queramos ver curado. El dolor o enfermedad puede ser físico o emocional. Elija un problema y formule una petición clara: «Por favor, cura mi dolor de espalda». Cuando busque una curación, no plantee una pregunta; limítese a solicitar la curación específica deseada. A veces, el maestro no revelará la curación o incluso desaparecerá, pero normalmente trabajará para aliviar la enfermedad o el dolor durante el resto del viaje. Como he señalado antes, recuerde que al solicitar consejo médico a un maestro, también está pidiendo una curación. A la inversa, cuando solicite una curación, también podrá obtener consejo o información terapéutica. Recuerde y aprenda cuanto pueda. Si recibe consejo o sanación, dé las gracias al maestro o espíritu auxiliar antes de partir. Si recibe una curación, regrese para repetir el tratamiento hasta que esté completamente restablecido. Para ello recomiendo ascender al menos una vez a la semana. Una última advertencia: por respeto al carácter sagrado del maestro o los espíritus auxiliares, y a menos que sea por un propósito elevado (tal como algunos han compartido sus
experiencias en este libro o en un taller de formación) le recomiendo no revelar su identidad. Recuerde que el chamanismo forma parte de un planteamiento holístico de la salud. Al emprender esta tarea, no abandone los tratamientos médicos habituales en la realidad ordinaria: añada una perdida dimensión espiritual a esos tratamientos, visitando a su maestro para pedirle que alivie la dolencia perturbadora.
Apéndice B: Descender al Mundo Inferior para comparar experiencias
Mi anterior libro dedicado a los métodos chamánicos, La senda del chamán, describía localizaciones que los chamanes tribales decían que usaban como puntos de partida hacia el Mundo Inferior. Los lugares que ahora mencionaré son muy conocidos por los chamanes indígenas. Los occidentales contemporáneos suelen tener éxito a la hora de utilizarlos. Estos puntos de partida incluyen un agujero situado en una ubicación específica: una cueva, una fuente o un pozo, un lago, la bahía de un océano, un árbol con un agujero en el centro (para entrar en el árbol y descender), un remolino y una cascada (o una entrada detrás de la cascada). Independientemente de la entrada elegida, ha de estar localizada en el Mundo Intermedio y el viajero ha de conocerla por experiencia directa en la RO. Es importante no limitarse a cerrar los ojos y visualizar cualquier cueva o punto de partida. Para un viaje chamánico preciso, conviene saber que está en el Mundo Intermedio y conocer su ubicación exacta. Recomiendo recurrir a los mismos puntos de partida en todos los viajes al Mundo Intermedio para realizar un seguimiento de los niveles y lugares visitados en la RNO, y saber cómo regresar rápida y eficazmente al Mundo
Intermedio. A continuación se ofrecen algunos ejemplos de aberturas, complementarias a las descritas en el capítulo 6. Una abertura en una ubicación específica Una abertura en la tierra ha sido, tradicionalmente, un lugar de partida habitual para descender al Mundo Inferior. Por ejemplo, las sociedades chamánicas de los indios pueblo del sudeste de Estados Unidos utilizaban el sipapu (se pa po o sepapu) como lugar de entrada. Para los hopi, el sepapu era un agujero específico en el Gran Cañón, un agujero identificado como el Centro del Mundo.1 Para muchos de los indios pueblo, se trataba de un agujero en el suelo de las sagradas y semisubterráneas habitaciones kiva. En el nivel chamánico, también eran el Centro del Mundo. Por cierto, una de las objeciones planteadas por los ancianos de los indios pueblo taos a la hora de instalar cañerías en sus aldeas era la posibilidad de que obstruyeran los pasajes sagrados que se abren desde los sipapus de las kivas hasta el Mundo Inferior.2 Entre algunas tribus de la costa Noroeste de Norteamérica hay otro tipo de entrada. Aquí el chamán a veces descendía a través de un agujero en el suelo de tierra de la cabaña.3 Para los chamanes de los esquimales del Polo Norte (inuit), el agujero estaba excavado en el suelo de hielo de la morada de invierno, el iglú, y el chamán llegaba hasta el mar a través de él.4 También puede utilizarse el agujero realizado por un animal que excave madrigueras, como un zorro, una marmota o una tuza. La madriguera de conejos que Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, hizo célebre es un ejemplo obvio de hasta qué punto la literatura clásica infantil abunda en perspectivas chamánicas inconscientes. Aconsejo a los occidentales no utilizar las aberturas de los desagües en los sistemas de aguas residuales como un camino para llegar al Mundo Inferior. No solo
son inapropiadas para esta tarea sagrada, sino que también conducen, exclusivamente, a algún lugar del Mundo Intermedio. ¡Los neoyorquinos que pretendan utilizarlos tal vez acabarán en el Hudson o el East River! Una cueva La cueva o caverna ideal que conduce al Mundo Inferior debería tener alguna profundidad o misterio asociado, por ejemplo, un pasaje por el que usted no ha penetrado a fondo en la realidad ordinaria. No es fundamental haber entrado antes en la cueva, basta con haber visto su entrada en la realidad ordinaria. Esto puede suponer una ventana, pues significa que lo que está más allá de la cueva es totalmente desconocido para usted y puede proporcionar una excelente transición a la realidad no ordinaria. Aunque un simple refugio de roca sin un túnel profundo es un lugar de partida menos satisfactorio que una cueva oscura, a veces un viajero puede usar uno introduciéndose por un agujero en la superficie de roca. Al tratarse de viajes espirituales, una grieta de pocos centímetros de ancho puede permitir el acceso a la persona experimentada. Más tarde, en un ejercicio que consiste en viajar al Mundo Inferior con ayuda del ritmo del tambor, tendrá la oportunidad de cruzar la apertura de la cueva e ir más allá, buscando un túnel o tubo que descienda. Una última cosa respecto a la elección de una cueva o caverna: procure no escoger una situada en la parte alta de una montaña. Si lo hace así y desciende por sus pasillos es muy probable que aún se encuentre en el Mundo Intermedio al salir de ella. Es mejor seleccionar una cueva o caverna que apenas se eleve sobre el paisaje circundante. SELECCIONAR EL PUNTO DE PARTIDA PARA VIAJAR AL MUNDO INFERIOR
Tome asiento o recuéstese en una habitación tranquila y en penumbra, cierre los ojos y relájese. Seleccione un punto de partida hacia el Mundo Inferior e intente recordar qué aspecto tenía en la realidad ordinaria. Una vez iniciada la percusión, visualizar siquiera un breve destello del lugar de partida es suficiente. Considérelo un éxito aunque la imagen sea débil y no tenga color. Si no puede visualizar una imagen del lugar, siquiera momentánea, intente otro lugar que recuerde, pero no insista en la «compra» intensiva del lugar de partida «perfecto». Y no importa si la abertura es grande o pequeña, ya que se trata de viajes espirituales. Si tiene dificultades para visualizar el lugar, espere hasta realizar los ejercicios que vienen a continuación. Centrarse en una misión específica normalmente facilita la visualización. Pasar del estado ordinario de consciencia al estado chamánico de consciencia con ayuda de la percusión es el inicio del cruce de la primera barrera o zona de transición, la que separa la realidad ordinaria de la no ordinaria. Se ha atravesado con éxito la barrera cuando se empieza a descender a través de un túnel hasta el Mundo Inferior.
Primer ejercicio: viajar al Mundo Inferior para conocer a un animal En este primer viaje, su misión consiste en viajar al Mundo Inferior y pedir que un animal le esté esperando. Usted no va a «conseguir» un animal, sino a visitar a uno que se mostrará dispuesto a presentarse, normalmente un animal que ya está conectado a usted de una u otra forma. En primer lugar, siéntese o échese con los ojos cubiertos por un pañuelo u otro material. Cuando esté listo para viajar, repita en silencio su misión, tres veces, para que arraigue claramente en su mente. En este caso, la misión consiste en viajar al Mundo Inferior y pedir que algún animal
desconocido esté esperando. No tenga concepciones previas respecto al tipo de animal. El animal sabe quién es, y con eso basta. Con el sonido de la percusión grabada o el tambor en vivo (tocado por una única persona), atraviese la entrada que ha elegido, busque un túnel descendente hasta emerger al aire libre, en el Mundo Inferior, que puede presentarse en color o en blanco y negro. En el primer viaje, las imágenes suelen estar poco definidas. Si utiliza una percusión grabada, prográmela para un viaje corto, de unos 15 minutos. A medida que descienda, pida mental o telepáticamente que un animal desconocido le espere justo al otro lado del túnel, en el Mundo Inferior. Familiarícese con el animal en cuanto lo encuentre. Por ahora, evite conversar con él y disfrute de su compañía en silencio. Si ve al animal, algo común para la mayoría de los viajeros, descubra si también puede tocarlo. Si no lo ve, pero percibe su presencia, procure verlo. Queda a su elección permanecer en un mismo lugar o explorar el Mundo Inferior en su compañía. Si no hay un animal esperándole al final del túnel, recorra el Mundo Inferior enviando el mensaje mental de que desea encontrarse con un animal. Cuando se activa la señal de regreso con un ritmo más rápido, despídase del animal, dele las gracias por todo, remonte el túnel y regrese a la habitación de la que partió. Después de regresar, aparte la venda de los ojos y repase el viaje en silencio. Si es posible, apunte los detalles en su libreta. Si alguien ha estado tocando el tambor, tal vez usted querrá compartir su experiencia. Después, evidentemente, podrá corresponderle permitiendo viajar a su amigo mientras usted toca el tambor.
Si viaja solo y usa la grabación de percusión y la técnica de narración simultánea descrita en el Apéndice A, repase la grabación y anote cualquier cosa que recuerde. No se desanime si no logra viajar en esta ocasión o si su viaje no es muy vívido, o no encuentra al animal. Siga practicando este ejercicio hasta que encuentre al animal en el Mundo Inferior. Como cualquier otra disciplina, el chamanismo requiere compromiso y práctica para lograr el éxito. Uno de mis estudiantes trabajó ocho meses sin conseguir nada hasta que de pronto «se abrió camino», después de lo cual llegó a tener experiencias vívidas, incluso en color.
Segundo ejercicio: viaje de adivinación con un animal A menudo, la adivinación resulta sorprendentemente fácil si se usan los antiguos métodos chamánicos. Como en otros aspectos del chamanismo, la calidad de los resultados depende fundamentalmente de los espíritus y de si el acercamiento a ellos es el adecuado. A fin de prepararse para este trabajo, viaje otra vez al Mundo Inferior. En esta ocasión, sin embargo, no se tratará de un encuentro para encontrar a un animal desconocido. En lugar de ello, tendrá una misión muy específica y limitada utilizando el conocimiento que ya ha adquirido acerca de cómo llegar al Mundo Inferior y sobre el animal que ya ha conocido. Será el inicio del uso del clásico método de viaje chamánico para obtener respuesta a preguntas entrando en los reinos del conocimiento oculto. Para empezar, tómese unos minutos destinados a pensar sobre las cuestiones personales más importantes en su vida. Deberían ser preguntas que se ha esforzado en responder sin obtener una clara respuesta o solución.
Elija la más importante de estas cuestiones. Debería expresarla en una frase clara y sencilla, que preferentemente empezara con una de las siguientes palabras: «quién», «qué», «dónde», «cómo» o «por qué». No recomiendo la palabra «cuándo», y ello por razones que han de aprenderse en una formación más avanzada que la que ofrece este libro. Para más información sobre la formación de preguntas, véanse Una maestra ayudada por un oso polar y Primer ejercicio: formular una pregunta. Asegúrese de que su pregunta no es larga, ambigua o compleja. Para eliminar la ambigüedad, elimine las palabras «y» y «o» en las preguntas. Así se evita que la oración contenga varias preguntas. Si la oración contiene más de una pregunta, el viajero puede no ser capaz de discernir qué pregunta es respondida si el animal replica simbólicamente. Antes de viajar, apunte la pregunta en una libreta y repítala tres veces para no olvidarla. Si viaja con cascos y una grabación de percusión y si utiliza el método de la narración simultánea (véase Apéndice A), es útil repetir la pregunta tres veces al inicio de la grabación. Debería utilizar la misma entrada que antes, situada en un medio acuático o terrestre, y seguir el mismo túnel hasta llegar al Mundo Inferior. Lo único nuevo será su misión u objetivo. Su misión debe estar siempre clara en su mente antes y durante el viaje. Recuerde su misión: visitar al animal que ha conocido en su último viaje y formularle una pregunta. Cuando empiece la percusión, visualice la abertura en la tierra o el agua, descienda por el túnel y envíe un mensaje mental o telepático pidiendo que el animal le espere a la salida del túnel, en el Mundo Inferior. Formule telepáticamente su pregunta nada más ver al animal. Tal vez responda de la misma forma o quizá responda en voz alta. Es frecuente que su respuesta consista en sacudir la cabeza o asentir, o algún otro
movimiento corporal. En último caso, no resultará claro qué quiere decir el animal hasta que se familiarice con su lenguaje corporal. Tenga paciencia: viajes adicionales al encuentro con el animal aportarán una mayor comprensión. Si el animal le ofrece una respuesta instantánea, emplee el resto del tiempo en visitar el Mundo Inferior en compañía del animal. No intente preguntar otra vez: aproveche la oportunidad para familiarizarse con él. Es posible que el animal le dirija en un breve viaje por el Mundo Inferior. Deje que ocurra lo que tenga que ocurrir hasta que suene la señal de llamada. A continuación, honre al animal dándole las gracias y regrese al Mundo Intermedio, recorriendo a la inversa la ruta trazada. Aunque el animal suele aportar la respuesta inmediatamente después de ser preguntado, hay una importante excepción: ocurre cuando el animal gira y echa a correr. Si eso sucede, corra tras él. El animal le dirigirá en el viaje, mostrándole la respuesta. Es decir, lo que vea en el viaje es la respuesta. Buena parte del trabajo de los chamanes en formación consiste en aprender a «leer» estos viajes; en otras palabras, aprender a leer los signos o símbolos que les son revelados. De regreso del viaje, en su habitación o cualquier otro lugar, resuma mentalmente la respuesta. Repase los detalles de lo sucedido y tome notas. Si dispone de una grabadora, dicte los detalles, a menos que ya lo haya hecho a través de la narración simultánea. Aunque haya grabado la sesión, le recomiendo tomar notas porque siempre es más fácil consultarlas que tener que repasar grabaciones enteras. Si ha grabado sus relatos, las notas pueden remitirse a grabaciones específicas para su reproducción posterior. Las notas pueden estas subrayadas para llamar la atención sobre comunicaciones y experiencias importantes y, si están en una única libreta, ofrecer así un fácil
seguimiento de su progreso. Debería repasar las notas de cuando en cuando, porque los primeros viajes, que pueden parecer poco importantes o difíciles de comprender, revelarán gradualmente su significado. Nada de lo revelado en los viajes es realmente insignificante. En las culturas ágrafas, donde tomar notas no era posible, los chamanes tenían que disciplinar su memoria para recordar tantos detalles de sus viajes como fuera posible. Olvidar lo que los espíritus contaban o mostraban era una falta de respeto, y el chamán podía perder su continuado apoyo. Si usted trabaja el chamanismo un período de tiempo razonable, descubrirá que el consejo de los animales de poder no solo es compasivo, sino también, a menudo, humorístico. Son como buenos amigos. Al mismo tiempo, los viajes son asombrosos, experiencias sagradas de un inmenso valor. El viaje chamánico, como el chamanismo en su conjunto, es una disciplina. Se planifica la misión del viaje, se hace el viaje con una misión y, si es necesario, se repite varias veces para aclarar cualquier incertidumbre. Usted podrá volver cuando desee, una y otra vez, para obtener la información que aún necesita.
Apéndice C: Recursos de formación
Si desea compartir su propia experiencia utilizando la información de los Apéndices A y B, sugiero que utilice el método de la narración simultánea, descrito en el Apéndice A, y una grabación de percusión chamánica de gran calidad. La Fundación dispone de formatos CD remasterizados digitalmente y descarga en MP3 (véase información más abajo). Para avanzar más, si es usted un principiante en el chamanismo esencial, recomiendo encarecidamente el «Taller Básico La senda del chamán» de dos días de duración, impartido por la Fundación, que le introducirá en la experiencia del Mundo Superior e Inferior y cómo conseguir ayuda y curación. Este taller es una preparación necesaria para los cursos más avanzados de la Fundación que abordan los tres mundos, como la «Curación Chamánica Intensiva de Dos Semanas», el «Programa de Tres Años en Iniciaciones Avanzadas en Chamanismo y Curación Chamánica», y muchos otros. Todos los talleres y cursos de la Fundación son impartidos por un profesorado cuidadosamente seleccionado y formado, con años de experiencia en curación chamánica otros aspectos del chamanismo. El taller «La senda del chamán» se imparte en inglés en Estados Unidos y en los siguientes países: Canadá (también en francés en Quebec), Reino
Unido, Australia y Nueva Zelanda. También se ha impartido en otras lenguas y países: en 1978 empezó a enseñarse en Alemania. Podrá encontrar más información en la página web de la Fundación: www.shamanism.org. También puede contactar con la Fundación de Estudios Chamánicos en: P.O. Box 1939 Mill Valley, California 94942 [email protected]
Apéndice D: Chamanismo esencial y curación: información para médicos y profesionales de la salud por la doctora Sandra Harner Las experiencias de las páginas anteriores, por extraordinarias e inspiradoras que resulten, son especialmente importantes como fuentes de conocimiento y poder espiritual que nos ayudan a aliviar el sufrimiento y el dolor de los demás. Este capítulo, escrito en un formato especialmente destinado a los profesionales de la salud, también presenta al lector general algunos aspectos importantes del chamanismo esencial en conexión con el trabajo terapéutico. Como se ha explicado antes, el chamanismo esencial consiste en los elementos universales, cuasi universales y comunes del chamanismo, junto a los viajes a otros mundos, aspecto distintivo de esta actividad. Estos viajes suelen hacerse para asegurar la ayuda espiritual, por ejemplo para curar pacientes. La enseñanza y el uso de los principios y prácticas básicas del chamanismo esencial han alentado el rápido resurgimiento de las prácticas de curación chamánica en Occidente y otros lugares. En la actualidad, lo que estas páginas han denominado «chamanismo esencial» es el modo de práctica chamánica dominante en Occidente, aunque varios practicantes,
tanto indígenas como occidentales, siguen trabajando según los parámetros de una tradición indígena chamánica o cuasi chamánica geográficamente localizada. Estas modalidades culturalmente específicas definen a los practicantes que sirven a sus poblaciones nativas, como en Estados Unidos y Canadá. En ese sentido es importante señalar que la información de esta sección pretende ser una breve introducción a la práctica curativa chamánica y en ningún caso agota las diversas fuentes espirituales de la enfermedad y los diversos modos de diagnóstico y tratamiento chamánico. Al no imitar ninguna tradición cultural específica, el chamanismo esencial es especialmente adecuado para el uso de occidentales que deseen un sistema relativamente libre de lastres culturales y que puedan adoptar e integrar en sus vidas. El siguiente resumen de las prácticas chamánicas se centra en los elementos comunes interculturalmente subyacentes del chamanismo conocido como chamanismo esencial y no pretende introducir variaciones y elaboraciones específicamente regionales o indígenas tribales. Hay introducciones a algunos de los principios y prácticas del chamanismo esencial en: La senda del chamán,1 de Michael Harner, y «A Core Shamanic Theory of Dreams»,2 y en publicaciones escritas por algunos de sus estudiantes, como Shamanism as a Spiritual Practice for Daily Life,3 de Tom Cowan. Sin embargo, la enseñanza práctica del chamanismo esencial e indígena no se encuentra en la literatura publicada, y ello porque en gran medida se ha dado en culturas ágrafas y porque se ha realizado a través de una formación basada en la experiencia y en el contacto entre alumno y maestro, por ejemplo, mediante la comunicación directa con los espíritus y a través de la práctica y la experimentación personal. Además, parte de este aprendizaje experiencial es inefable o
prácticamente inefable y no ha sido fácilmente comunicado a los antropólogos y observadores occidentales. Por estas razones, habrá muy pocas referencias a la literatura publicada en las próximas páginas. Quienes busquen una formación y experiencia directa en el chamanismo y la curación chamánica pueden remitirse al Apéndice C. PRINCIPALES CONCEPTOS DEL CHAMANISMO ESENCIAL Esta sección ofrece un resumen de los principales conceptos del chamanismo esencial y su planteamiento general respecto a la enfermedad y las intervenciones necesarias. La presentación se organiza a partir de la relación que los conceptos básicos establecen con la terapia y la enfermedad. I. Supuestos acerca de la naturaleza y la humanidad II. Patogénesis/etiología de la salud y la enfermedad III. Diagnóstico IV. Terapia V. Formación y práctica en chamanismo esencial I. SUPUESTOS SOBRE LA NATURALEZA Y LA HUMANIDAD Desde la antigüedad, los chamanes han asumido que los seres humanos forman parte de la totalidad de la naturaleza y están relacionados con las otras formas biológicas sin ser superiores a ellas. Este supuesto «pagano» fue una de las muchas razones por las que los chamanes europeos fueron perseguidos por la Inquisición y que explican que los chamanes indígenas fueran igualmente ridiculizados y condenados por los misioneros occidentales, que consideraban este supuesto como contrario al relato bíblico del origen de los seres humanos. De hecho, solo después de El origen de las especies4 y El origen del hombre,5 de Darwin, los
occidentales empezaron, a menudo con renuencia, a asumir el reconocimiento general de la afinidad del ser humano con las otras formas de vida. Incluso hoy en día muchos seguidores de las principales religiones occidentales y orientales se muestran reacios a tal reconocimiento. Otro supuesto básico del chamanismo, normalmente más implícito que explícito, consiste en establecer la existencia de dos realidades cuya percepción depende del propio estado de consciencia. Por lo tanto, quienes mantienen el «estado ordinario de consciencia» (EOC) solo perciben la «realidad ordinaria» (RO). Quienes alcanzan el «estado chamánico de consciencia» (ECC) son capaces de entrar y percibir la «realidad no ordinaria» (RNO). Ambas reciben el nombre de realidad porque se pueden conocer empíricamente. A cada una de ellas se le atribuyen sus propias formas de conocimiento y relevancia respecto a la existencia humana.6 La RNO no es una realidad consensuada, y si lo fuera, los practicantes del chamanismo no tendrían función alguna, porque su responsabilidad consiste en percibir lo que otros no pueden ver. Uno de los rasgos distintivos del practicante chamánico es su capacidad para moverse a voluntad entre ambas realidades con disciplina y un propósito definido a fin de curar y ayudar a los demás. Existe el supuesto adicional de que los seres que encontramos en la realidad no ordinaria también son reales. Reciben el nombre de «espíritus» y los practicantes chamánicos los consideran reales porque interactúan directamente con ellos. Esta interacción implica la percepción directa con todos los sentidos. En otras palabras, para el practicante chamánico la existencia de espíritus no es una creencia, sino un hecho empírico.7 En la RNO, los viajeros chamánicos ven, tocan, huelen y oyen a los espíritus; les parecen tan reales como los seres humanos con los que interactúan en la
RO. A medida que progresan en su trabajo, los practicantes individuales descubren cuáles de los seres hallados son espíritus auxiliares, o tutelares; por ejemplo, aquellos que proporcionan información fiable y una milagrosa ayuda terapéutica. Otro supuesto fundamental es que los miembros vivos de todas las especies, incluyendo a los humanos, tienen almas o espíritus personales permanentes. El alma se define como la esencia espiritual de un individuo, necesaria para que ese individuo conserve la vida. De ahí que esté presente desde la concepción o nacimiento hasta la muerte, aunque puede variar el grado en el que está presente. Tras la muerte el alma sigue existiendo, como hizo antes del nacimiento, pero la extensión temporal en la que existe como entidad identificable está sujeta a variaciones. Para los practicantes chamánicos, las almas son entidades identificables porque las encuentran directamente en la realidad no ordinaria, como hacen otros espíritus. La investigación sobre la existencia de los espíritus ha sido competencia de los chamanes desde la más remota antigüedad. A lo largo de milenios y en miles de culturas diferentes, y de forma independiente en los cinco contienentes, los chamanes han realizado innumerables experimentos de sanación con sus pacientes, a menudo en situaciones de vida o muerte, con resultados que avalan la teoría de la existencia de los espíritus de forma consistente. Por esta razón, los fundamentos de la práctica chamánica indígena son coherentes a lo largo y ancho del mundo, aunque debido a factores históricos locales, algunos fragmentos de las tradiciones chamánicas indígenas a veces se han modificado o destruido. Uno de los elementos fundamentales del chamanismo es el que establece que el universo se divide en tres mundos: Superior, Intermedio e Inferior. El Mundo Intermedio, en el que vivimos, también tiene su RO y
RNO (o no espiritual y espiritual). Los Mundos Superior e Inferior, sin embargo, son puramente espirituales y se encuentran solo en la realidad no ordinaria, donde existen «fuera del tiempo». A menudo, los chamanes realizan viajes «extracorporales» a los Mundos Superior e Inferior en busca de la ayuda que los seres compasivos que allí habitan pueden brindar para cuestiones relacionadas con la sanación y la adivinación. Los espíritus auxiliares del chamán suelen ser seres humanos o no humanos que una vez habitaron en la RO y que tras la muerte abandonaron el Mundo Intermedio y alcanzaron la RNO de los Mundos Superior e Inferior. Este es el mismo mundo de amor y unión divina descrito por los supervivientes de experiencias cercanas a la muerte, exploradores místicos en casi todas las tradiciones espirituales y, evidentemente, por los viajeros chamánicos. A medida que progresan más allá del Mundo Intermedio, estos espíritus difuntos se funden gradualmente con el universo oculto hasta transformarse en seres compasivos y dotados de poder.
SUPUESTOS SOBRE LA NATURALEZA Y EL SER HUMANO EN EL CHAMANISMO ESENCIAL UNIDAD Los seres humanos forman parte de la totalidad de la naturaleza, están relacionados con el resto de formas biológicas y no son superiores a ellas. DOS REALIDADES El estado ordinario de consciencia (EOC) accede a la realidad ordinaria (RO), y el estado chamánico de consciencia (ECC) accede a la realidad no ordinaria (RNO).
UNIVERSO Tres mundos: el Mundo Superior, el Mundo Intermedio, el Mundo Inferior. ALMAS Los miembros de todas las especies, incluidos los humanos, poseen almas (sus espíritus personales permanentes). ESPÍRITUS AUXILIARES Su existencia es un hecho empírico y real; gran variedad de tipos; no son omnipotentes fuera de la RNO, pero con ayuda chamánica pueden ejercer un impacto significativo en la RO, como en cuestiones relacionadas con la sanación. VIAJE Un viaje chamánico a la realidad no ordinaria, especialmente a los Mundos Superior e Inferior, para pedir ayuda destinada a la sanación y la adivinación. Los espíritus difuntos que aún no han abandonado este Mundo Intermedio no han alcanzado esta compasión y poder. Por esta y otras razones, los practicantes del chamanismo esencial suelen viajar a los Mundos Superior e Inferior para encontrar a sus espíritus auxiliares. A medida que progresan en sus viajes y trabajan para sus clientes, descubren cuáles de estos seres espirituales son más propicios a la hora de efectuar curaciones. Puesto que los practicantes chamánicos descubren empíricamente a sus espíritus auxiliares a través de la interacción, la observación personal directa y la comprobación de sus poderes, sus espíritus auxiliares pueden ser, o no, espíritus adorados o conocidos por el gran público.
Estos espíritus auxiliares compasivos más allá del Mundo Intermedio desean aliviar el sufrimiento y el poder en nuestro mundo de realidad ordinaria (RO) por las siguientes razones: 1) ellos habitan mundos de amor divino donde no existe el dolor; 2) comprenden y empatizan con nuestro dolor y sufrimiento porque previamente han vivido en la realidad ordinaria; 3) parecen comprender la dimensión del dolor y el sufrimiento en mayor medida que nosotros, porque han trascendido nuestra realidad y pueden comparar ambos mundos; 4) recuerdan nuestra situación y sienten compasión por nosotros; 5) en consecuencia, quieren contribuir a aliviar nuestro dolor y sufrimiento. Los espíritus compasivos se conocen, bajo varias formas, en prácticamente todas las culturas humanas. En muchas sociedades tribales incluyen a los ancestros espirituales y a los espíritus de animales y plantas. En el hinduismo y el cristianismo, por ejemplo, son conocidos como santos; por ejemplo, los espíritus de los santos. Las personas comunes y los sacerdotes de una gran variedad de culturas suelen apelar a estos espíritus por medio de la oración. Aunque la súplica por medio de la oración puede facilitar la ayuda espiritual de otra realidad y forma parte de la práctica chamánica, en el chamanismo este recurso no se considera tan eficaz como la interacción con uno o más espíritus auxiliares que ayuden al paciente. Para el chamán, una de las razones significativas por las que la oración obtiene resultados limitados se debe a que los espíritus compasivos de los Mundos Superior e Inferior no son omnipotentes fuera de los reinos en los que habitan. Habida cuenta de que su poder para influir en las circunstancias del Mundo Intermedio es limitado, necesitan aliados de la realidad ordinaria que les ayuden a crear aperturas y pasajes para aliviar el
dolor y el sufrimiento. Los chamanes son estos aliados y, a través de sus viajes, ofrecen una poderosa conexión curativa con el Mundo Intermedio. En consecuencia, el viaje chamánico es una pieza fundamental del chamanismo esencial, al unir ambas realidades para lograr resultados «imposibles» (por ejemplo, milagros) a la hora de aliviar el sufrimiento. Al cruzar a la otra realidad, el viajero chamánico contacta y, a menudo, regresa como encarnación de los espíritus auxiliares compasivos. Este período de interacción y unidad es de duración limitada, ya que para sostenerlo es necesaria una gran concentración en el estado chamánico de consciencia. En ese estado, el practicante chamánico no es un suplicante, sino alguien activamente comprometido, junto a un espíritu auxiliar, en el alivio del sufrimiento y la enfermedad. Por medio de esta íntima alianza, se espera que los practicantes chamánicos en las culturas indígenas produzcan curaciones más allá de lo que se considera posible por el camino exclusivo de la oración. Junto a los espíritus compasivos de los Mundos Superior e Inferior, que normalmente actúan como ayudantes terapéuticos de los viajeros chamánicos, están los espíritus de los difuntos que aún moran en el Mundo Intermedio y que mantienen vínculos con los Mundos Superior e Inferior. Estos espíritus desencarnados de diverso tipo, no solo no son una fuente fiable de ayuda compasiva, sino que suelen ser una fuente de enfermedades para quienes continúan vivos. Muchos de estos espíritus están confundidos, a menudo no son conscientes de que han muerto y mantienen el comportamiento que era habitual en ellos mientras estaban vivos. Al sufrir y vagar sin rumbo por el Mundo Intermedio, frecuentemente producen enfermedades en los vivos, como en los casos de intrusión espiritual o posesión involuntaria. II. PATOGÉNESIS/ETIOLOGÍA DE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD
La buena salud y la ausencia de dolencias graves se considera un rasgo típico de la condición humana normal, a excepción de los muy ancianos. Una salud débil, la enfermedad y las dolencias graves se deben a factores espirituales y no espirituales específicos, y la tarea del practicante chamánico consiste en abordar los factores espirituales implicados en la enfermedad. Los factores espirituales que pueden contribuir o fomentar la enfermedad son de dos tipos: 1) que el paciente pierda un espíritu fundamental para su bienestar; 2) que el paciente adquiera un espíritu perjudicial para su bienestar. A. Pérdida de un espíritu fundamental para la salud y el bienestar del paciente
1. Pérdida de alma Un trauma físico menor, como golpearse un dedo con un martillo, normalmente influye en la pérdida de alma de la zona afectada (en este caso, el dedo). Un trauma severo, producto de un intenso shock emocional o una herida física, normalmente deriva en una significativa pérdida de alma. El estado de coma implica una pérdida de alma casi completa, y la muerte es la pérdida definitiva. La pérdida de alma suele manifestarse como un estado de «desánimo» cuyo grado depende de la severidad de la pérdida, así como del previo historial de pérdida del alma. De un individuo con un historial significativo de pérdida de alma puede decirse «que está ausente», una expresión que en nuestra cultura representa inconscientemente el estado al que aludimos. Los latinoamericanos poseen el concepto cultural consciente de pérdida de alma e identifican la enfermedad con una palabra que representa el trauma que conduce a la pérdida de alma: en español, susto. Las investigaciones informales no publicadas señalan que incluso norteamericanos no latinos de clase media afirman haber experimentado
algún tipo de pérdida de alma durante sus vidas, aunque antes no hubieran oído hablar del concepto.
2. Pérdida del espíritu guardián Independientemente de la pérdida del alma, y como factor importante que conduce a la enfermedad, se encuentra la pérdida de un poder espiritual personal, consecuencia de que el individuo haya perdido la protección de un espíritu guardián personal que le proteja de la enfermedad, las dolencias y la adversidad en general. Sin embargo, incluso la conservación de esa protección y poder espiritual no siempre bastan para prevenir que la persona enferme de una epidemia. A diferencia de la pérdida de alma, la pérdida de un poder espiritual protector no suele ser consecuencia de un trauma, sino más bien la condición previa de ser vulnerable al trauma y a enfermedades más serias, tanto agudas como crónicas. Como la pérdida de este poder espiritual abre la puerta a un trauma significativo, un individuo que ha padecido una pérdida de poder espiritual es, en consecuencia, más susceptible a la pérdida de alma. B. Adquisición de un espíritu perjudicial para el bienestar del paciente
Un individuo que ha perdido su poder espiritual personal está especialmente predispuesto a enfermedades bajo la forma de intrusión espiritual. Una persona que, además, ha padecido una pérdida de alma seria es vulnerable a la posesión espiritual involuntaria. Ambas situaciones suelen implicar la adquisición de espíritus del Mundo Intermedio, desencarnados y perjudiciales para la salud física o mental/emocional del individuo.
1. Intrusiones espirituales
Cuando la persona ha perdido a su espíritu guardián personal, el poder protector proporcionado por ese espíritu suele menguar, y como resultado el individuo es más susceptible a la intrusión no ordinaria o espiritual. Estas intrusiones producen dolores o enfermedades locales. Para que esos espíritus intrusos reúnan el poder suficiente con vistas a penetrar en el cuerpo de una persona han debido ser enviados por alguna persona o grupo de personas. Algo que puede realizarse consciente o inconscientemente. En las sociedades indígenas, tales intrusiones suelen ser el resultado de actos espirituales hostiles y conscientes por parte de hechiceros. Las maldiciones o conjuros hostiles constituyen un fenómeno consciente relacionado con lo anterior, pero en cierto modo diferente. En la sociedad contemporánea occidental, normalmente los espíritus intrusos se envían inconscientemente, ya que la mayoría de los occidentales educados desconocen esta posibilidad. Aunque pueden reconocer la posibilidad de que la oración cure o ayude a los demás, en general no son conscientes de la potencialidad de los deseos negativos o análogos perjudiciales de la oración, a la hora de agravar o desencadenar espiritualmente enfermedades en los demás.8 En otras palabras, no están educados para evitar que sus propios estados emocionales produzcan manifestaciones hostiles en un nivel espiritual. Tales manifestaciones pueden ser perjudiciales no solo para el individuo objeto de la hostilidad, sino también para el emisor consciente o inconsciente de las energías espirituales nocivas. En el chamanismo se admite cierta reciprocidad kármica. En concreto, lo que una persona envía espiritualmente a los demás, tanto si lo hace con odio como con compasión, regresará de forma similar, pero con efectos multiplicados. Por esa razón, una persona sensible y con formación chamánica evita
escrupulosamente las actividades espirituales hostiles. Actuar de otra manera, no solo es poco ético, tiene consecuencias potencialmente letales. Debido a la naturaleza corporalmente localizada de las intrusiones, estas tienden a producir síntomas como dolor, incomodidad y enfermedades en lugares específicos. Pueden manifestarse junto a infecciones o dolencias de la RO o independientemente.
2. Posesiones involuntarias que provocan enfermedades Cuando una persona no solo ha perdido a su espíritu guardián personal, sino que también ha sufrido una significativa pérdida de alma, el individuo es especialmente vulnerable a la enfermedad bajo la forma de posesión involuntaria por parte de un espíritu. Sin el espíritu protector proporcionado por el espíritu guardián, la persona se convierte en un recipiente espiritual vacío debido a la grave pérdida de alma. Esto significa una oportunidad para que el alma de otra persona entre y ocupe el cuerpo (incluida la mente). Cuando esto ocurre es lícito hablar de enfermedad generada por una posesión espiritual involuntaria. Este estado debe distinguirse de la posesión espiritual voluntaria, o encarnación espiritual, comúnmente practicada por chamanes y médiums (incluyendo «canalizadores») y que no es una enfermedad, sino una práctica profesional disciplinada. En esta posesión espiritual voluntaria, el practicante goza de ayuda específica de espíritus maestros (a menudo llamados «guías» en el mediumnismo o canalización) procedentes del Mundo Superior, a los que invita a ocupar su consciencia durante un breve período de tiempo, por ejemplo durante una sesión. La posesión espiritual involuntaria vinculada a la enfermedad consiste en la ocupación de la mente/cuerpo de un individuo por los espíritus (almas) de humanos difuntos que se han quedado en el Mundo Intermedio.
Normalmente, esos espíritus pertenecen a individuos que murieron de repente y abandonaron sus cuerpos de forma abrupta, en un estado mental de profunda desorientación. Aunque esos espíritus conservan algunos recuerdos, suelen ser vagabundos confusos y dolientes que en ocasiones ignoran que han muerto. De hecho, su apego a los seres humanos vivos refuerza su sensación de que aún siguen vivos. Para la persona así poseída, las consecuencias incluyen identidad dual (y si está poseída por más de un espíritu, identidades múltiples), que suele llevar a una considerable confusión, la adquisición de nuevas fobias, comportamiento social inapropiado y desmoralización general. En otras palabras, los problemas mentales y emocionales de los difuntos pueden ejercer efectos nocivos significativos en el huésped. Por ejemplo, si el difundo era adicto al alcohol o a las drogas, la persona poseída tenderá a manifestar esas mismas tendencias. Si el espíritu que se introduce en el cuerpo perteneció a un sociópata, en el huésped pueden aparecer conductas antisociales extremas. Este último caso probablemente ha construido la creencia popular generalizada en la posesión como obra de espíritus malignos. III. DIAGNÓSTICO Los practicantes chamánicos cuentan con la adivinación como principal recurso para obtener información significativa sobre los problemas de salud de sus pacientes. Al entrar en el estado chamánico de consciencia (ECC) se involucran en la adivinación diagnóstica de dos modos diferentes, que pueden emplearse por separado o en combinación para establecer un único diagnóstico: 1) consultando a sus espíritus auxiliares; 2) «viendo» chamánicamente la causa espiritual de la enfermedad. A. Consultar a los espíritus auxiliares
A través de la experiencia, los practicantes chamánicos aprenden cuál de sus espíritus auxiliares tiene más éxito en el diagnóstico y en qué circunstancias. Estos espíritus auxiliares suelen ser observadores omniscientes del Mundo Intermedio, aunque no residen aquí, y por lo tanto pueden aportar información de cada paciente. Los propios practicantes no necesitan técnicas de la RO como reunir el historial del paciente o análisis de laboratorio, aunque es obvio que los pacientes les comunican sus problemas de salud cuando los visitan. Las consultas adivinatorias con los espíritus auxiliares se producen de dos formas: 1) viajando hasta ellos, y 2) a través de la adivinación con objetos.
1. Consultar mediante el viaje chamánico Un método de diagnóstico comúnmente usado es el viaje de adivinación chamánica a los Mundos Superior e Inferior. Uno de los practicantes realiza el viaje para preguntar a sus espíritus auxiliares compasivos por el origen y naturaleza de los problemas de salud del paciente. Así, los practicantes sabrán si tales trastornos implican pérdida de alma, pérdida del espíritu guardián, intrusiones espirituales o posesión involuntaria. En primer lugar, los practicantes piden ayuda espiritual y entran en la realidad no ordinaria. Esto se hace pasando al ECC con ayuda de la inmersión auditiva en un rango de unos 3,5 a 4 hercios, que corresponde aproximadamente
con
el
rango
bajo
de
las
ondas
theta
del
electroencefalograma.9 La inmersión auditiva puede propiciarse con un tambor tocado en vivo por un ayudante, una sonaja o en forma grabada a través de auriculares (CD o MP3 de percusión para el viaje chamánico disponibles en la Fundación de Estudios Chamánicos). Este método de diagnóstico suele ser más eficaz si el paciente está en la misma habitación,
pero también puede realizarse a distancia. Los practicantes de chamanismo esencial no utilizan sustancias psicoactivas para alcanza el ECC, aunque son muy conscientes de su uso chamánico en algunas sociedades indígenas. Los practicantes suelen estar en una postura relajada mientras escuchan y viajan a fin de dejar atrás la conciencia de su cuerpo mientras viajan espiritualmente en la RNO,10 aunque también pueden moverse («danzar») en ambas realidades a medida que viajan con el sonido del tambor.
2. Consultar por medio de la adivinación a través de objetos Un método utilizado con menor frecuencia en el diagnóstico es el método de adivinación a través de los objetos. En esta técnica, los practicantes chamánicos piden asistencia a sus espíritus auxiliares compasivos. A continuación, utilizando medios como, por ejemplo, el examen de una piedra aleatoriamente seleccionada, quemar parcialmente un caparazón o escápula u observando un objeto u objetos, analizan de forma visual los resultados en el estado ordinario de consciencia según una disciplina personal definitiva. Esta disciplina personal ha sido previamente aprendida y desarrollada a través de medios tales como el viaje chamánico y la experimentación por la práctica. B. «Ver» chamánicamente la causa espiritual de una enfermedad
Otro método de diagnóstico chamánico es la así llamada «visión de rayos X», practicada con el «tercer» ojo u ojo «fuerte», para descubrir una eventual intrusión espiritual. En esta técnica, los practicantes entran en el ECC y piden a sus espíritus auxiliares que se fundan con ellos («posesión voluntaria»). Con su ayuda, los practicantes perciben una intrusión nociva, el aspecto espiritual de una enfermedad o un dolor que provoca o contribuya a dañar el cuerpo del paciente. La intrusión suele presentarse a
los practicantes bajo la forma de una diminuta entidad que los practicantes reconocen como perjudicial para el paciente a través de la formación y la experiencia.11 Si los practicantes no perciben tal intrusión, se considera que el problema no tiene una causa espiritual localizada. Para ser completa, tal inspección diagnóstica ha de realizarse en muchas noches y días consecutivos. IV. TERAPIA Los practicantes chamánicos operan conceptualmente en un paradigma terapéutico no exclusivista y conciben su práctica como complementaria a otras modalidades curativas. Este planteamiento holístico no es nuevo y es típico de las sociedades indígenas, donde los chamanes son responsables de proporcionar la parte espiritual del tratamiento a la comunidad. Así pues, a veces los chamanes indígenas envían a sus pacientes a individuos no chamananes de su sociedad, expertos en masajes o en ajustar los huesos, o incluso a médicos misioneros, para que reciban aspirinas, antibióticos y otros tratamientos occidentales. Los chamanes indígenas y los practicantes del chamanismo esencial consideran que los tratamientos terapéuticos occidentales no son espirituales y, por lo tanto, no suponen una competencia a las terapias chamánicas. Es más, los chamanes indígenas a menudo creen que los tratamientos médicos occidentales brindan un alivio sintomático que no aborda los problemas espirituales subyacentes del paciente. Por lo tanto, entre los salish del estado de Washington y la Columbia Británica, que tienen acceso a ambos tipo de tratamiento, existe la tendencia a concebir el tratamiento médico occidental como un modo de curación «alternativo» o «complementario».12 Aunque es cierto que a veces los chamanes complementan sus tratamientos espirituales con remedios botánicos, se trata de remedios
ampliamente difundidos en sus comunidades y cuya aplicación no constituye un aspecto distintivo de la práctica chamánica. En contraste con la impresión recogida por los medios populares occidentales, muchos chamanes indígenas, como los untsuri shuar (jíbaros) del Alto Amazonas, jamás ofrecen plantas medicinales en su práctica: dejan estos tratamientos en manos de los no chamanes.13 Una de las piedras angulares de la ética de las prácticas terapéuticas chamánicas consiste en iniciar el tratamiento solo a petición del paciente (en el caso de niños pequeños, a petición de uno de sus padres), ya que los practicantes no deberían suponer lo que en última instancia es bueno para un individuo. Un factor filosófico subyacente, especialmente en situaciones peligrosas para la vida, es que el propósito de los practicantes chamánicos consiste en aliviar el sufrimiento y el dolor, no en mantener vivos a los pacientes a toda costa. En sus viajes, los chamanes descubrieron que el Mundo Intermedio es la realidad del dolor, y como muchos supervivientes de experiencias cercanas a la muerte (entre los que a menudo se cuentan) han descubierto el amor, belleza y éxtasis que aguardan a quien parte más allá del Mundo Intermedio. Incluso cuando un paciente es incapaz de comunicarse y pedir un tratamiento en la RO, como en casos de coma o aneurisma, el practicante chamánico puede establecer comunicación con él en la RNO y descubrir así sus deseos. Otra piedra angular del tratamiento es que todos los sistemas terapéuticos exitosos se consideran parte de un planteamiento holístico, y, por lo tanto, todas las modalidades de tratamiento productivo se consideran complementarias aunque estén contraindicadas en casos específicos. Así pues, no se utiliza una dicotomía que oponga lo «principal» a lo «complementario».
El uso de los términos «principal» y «secundario» en lo que sigue se refiere únicamente a la aplicación secuencial óptima del tratamiento, ya que el tratamiento espiritual y el no espiritual deberían proporcionarse cuando la situación lo requiera. 1. Recuperación esencial alma A. La recuperación del alma es más útil como planteamiento principal en casos de trauma mental y emocional. La recuperación del alma tiene el efecto de restaurar la porción o porciones del alma del paciente que han abandonado al paciente después de un trauma emocional o físico. B. La recuperación del alma suele ser más útil como planteamiento secundario en los casos de trauma físico. El tratamiento no espiritual de emergencia normalmente tiene prioridad, con la tarea de recuperación del alma como tratamiento posterior al problema. También es útil en casos de dependencia del alcohol y otras drogas. Tras el tratamiento de desposesión (véase más abajo), en cuanto sea posible debería realizarse el trabajo de recuperación del alma y del espíritu guardián para reducir la posibilidad de posesión espiritual. C. Solo se recomiendan estos tratamientos cuando los realiza un practicante chamánico formado en la recuperación esencial del alma. D. El practicante chamánico debería tener cuidado de no compartir con el paciente lo que ha visto o experimentado en un estado alterado de consciencia mientras realiza la recuperación del alma. Este es uno de los rasgos distintivos de la metodología
esencial de la recuperación del alma.14 Revelar al paciente las experiencias visionarias personales alcanzadas en el estado chamánico de consciencia está contraindicado, así como las visiones que el practicante chamánico experimente en relación a la intrusión de espíritus en un paciente. 2. Desposesión espiritual A. La desposesión espiritual, como planteamiento principal, es generalmente más útil en las siguientes situaciones: Casos de dependencia del alcohol y otras drogas La desposesión espiritual es muy útil como planteamiento principal al tratar los problemas de adicción al alcohol y las drogas. Para que este tratamiento tenga éxito, el paciente 1) debe comprometerse a dejar la dependencia, y 2) debe abstenerse de tomar la substancia durante cierto período de tiempo (lo ideal sería al menos 72 horas) antes de someterse al tratamiento chamánico. Los tratamientos reiterados pueden ser necesarios durante un período de varias semanas. Casos de trastorno mental y emocional Los trastornos mentales y emocionales, desde la neurosis a la psicosis, suelen tener un componente espiritual significativo. Habitualmente implica varios grados de posesión por parte de uno o varios difuntos cuyas consciencias se han introducido en el paciente y alterado su comportamiento. A menudo, estos espíritus están atrapados en la ilusión de estar vivos y confunden su identidad con la del paciente. En otros casos son conscientes de que han muerto y deciden seguir representando su
comportamiento habitual a través de la persona que han habitado. Para que el tratamiento de desposesión tenga éxito, el paciente 1) ha de estar seriamente comprometido con el tratamiento, y 2) no debe estar bajo la influencia de una medicación sedante o que altere el estado de ánimo. Puede ser necesario repetir el tratamiento después de varios meses.15 B. La desposesión espiritual suele ser más útil como planteamiento secundario en las siguientes situaciones: Casos de dependencia del alcohol y otras drogas En las situaciones en las que son necesarios procedimientos de emergencia y apoyo médico para que el paciente deje de tomar drogas al menos durante 72 horas, el tratamiento chamánico debe considerarse secundario en el orden de prioridades, ya que el trabajo de desposesión no puede llevarse a cabo si en primer lugar no se ha alcanzado esa condición previa. Casos de trastorno mental y emocional Cuando el paciente sufre un episodio psicótico o histérico, los habituales procedimientos psicoterapéuticos de emergencia han de tener prioridad, y después de que las condiciones planteadas en la sección A se hayan alcanzado. C. Estos tratamientos solo se recomiendan cuando los aplica un practicante chamánico cualificado. D. No existen contraindicaciones, salvo los requisitos anteriores. 3. Recuperación del espíritu guardián
A. La recuperación del espíritu guardián suele ser más útil como planteamiento principal en casos de sentirse deprimido y «desalmado», y en el caso de enfermedades crónicas que no respondan al tratamiento no espiritual. También resulta útil como planteamiento principal a la hora de ayudar a pacientes a abordar la adversidad crónica en sus vidas. Se logra la máxima eficacia en la recuperación del espíritu guardián si se emplea esta técnica junto a la recuperación del alma. El propósito de la recuperación del espíritu guardián es devolver el poder espiritual a los pacientes y ayudarlos a resistir la enfermedad mental y física, contribuir a que sanen sus heridas y reducir la probabilidad de futuros traumas y dolencias. Los efectos secundarios comunes de la atribución de poder resultante incluyen una mayor sensación de bienestar (que también ocurre en la recuperación del alma), una mayor autoconfianza y éxito a la hora de lograr objetivos personales y un acercamiento más ético a la vida. Algunos de los aspectos básicos de la recuperación espiritual se definen en La senda del chamán como recuperación del «animal de poder».16 Aunque la recuperación del espíritu de un animal guardián es la forma más común, los espíritus antropomórficos y otros guardianes también pueden recuperarse utilizando los mismos métodos básicos. B. La recuperación de los espíritus guardianes suele ser más útil como planteamiento secundario después de uno o más de estos tipos de tratamiento: 1) recuperación de alma; 2) extracción de intrusión espiritual (hablaremos de ello más adelante); 3) desposesión.
La recuperación del espíritu guardián está sobre todo indicada inmediatamente después de la desposesión y los tratamientos de extracción de intrusión espiritual, como forma para contribuir a superar el vacío dejado por la eliminación de entidades no deseadas y reducir así la probabilidad del regreso de un espíritu posesivo o intrusión espiritual. También debería hacerse después de las recuperaciones del alma para que el paciente retenga las partes del alma recuperadas y para protegerlo de las posesiones espirituales recurrentes, así como de las intrusiones. C. Estos tratamientos solo se recomiendan cuando los aplica un practicante chamánico cualificado. D. No hay contraindicaciones para la recuperación del espíritu guardián. 4. Extracción de intrusión espiritual A. La extracción de la intrusión espiritual suele ser más útil como planteamiento principal en casos de dolor o enfermedad crónica localizada que no ha respondido adecuadamente al tratamiento médico de la realidad ordinaria y que ha sido diagnosticada chamánicamente como producto de una intrusión espiritual. La naturaleza localizada de las intrusiones normalmente las distingue de las dolencias originadas por una posesión. La extracción chamánica de un espíritu nocivo es un método no invasivo para eliminar los aspectos espirituales del dolor o las enfermedades de sus ubicaciones específicas en el cuerpo del paciente. En ningún momento del tratamiento se atraviesa la piel, como en la RO, y el practicante no describe al paciente la
apariencia de las intrusiones en la RNO. En el trabajo de extracción, los practicantes chamánicos se funden con sus espíritus auxiliares para facilitar la curación tanto en la realidad ordinaria como en la no ordinaria. Existen dos técnicas principales: 1) utilizar las manos para extraer a los intrusos de los pacientes; 2) succionar las intrusiones.17 Ambas técnicas son muy usadas en el chamanismo indígena, pero la última, debido a su exótica apariencia, no suele utilizarse con occidentales. Es aconsejable repetir los tratamientos de extracción durante muchos días seguidos. Los tratamientos de seguimiento recomendados incluyen recuperaciones de alma y recuperaciones de espíritus guardianes. B. La extracción de espíritus intrusos suele ser más útil como planteamiento secundario en el caso de enfermedades o dolores agudos localizados que tras el tratamiento médico no espiritual siguen manifestando una sintomatología significativa. C. Estos tratamientos solo se recomiendan cuando los aplica un practicante chamánico cualificado. D. No
hay
contraindicaciones,
salvo
las
cualificaciones
anteriormente examinadas para el tratamiento chamánico. V. FORMACIÓN Y PRÁCTICA EN CHAMANISMO ESENCIAL I. Formación
A. Prerrequisito y requisitos Para convertirse en un practicante chamánico, uno debería ser un adulto maduro, emocionalmente estable, inteligente y compasivo que
desea aliviar el sufrimiento y el dolor. Más allá de estos rasgos, esta persona debería ser capaz de viajar a la RNO con disciplina y contactar con sus espíritus auxiliares sin supervisión. La educación formal en medicina occidental o psicoterapia no es necesaria o especialmente relevante. B. Componentes del currículum Una vez se ha aprendido a viajar en la RNO, más allá del Mundo Intermedio, toda la formación puede obtenerse de los espíritus auxiliares (tutelares), normalmente a través de muchos años de trabajo. Sorprendentemente, a pesar de la cultura, la instrucción de los espíritus auxiliares es casi la misma; esta es la principal razón por la que el chamanismo es reconocido como un sistema mundial. En algunas culturas indígenas, los aprendices chamánicos aprenden fundamentalmente a partir de experiencias con los espíritus; en otras, aprenden métodos curativos esenciales de chamanes existentes y refuerzan este conocimiento básico a través de la práctica y el estudio con sus espíritus auxiliares, como ocurre durante los viajes. Este último planteamiento es el que define la formación en el chamanismo esencial. La minuciosa formación para convertirse en un practicante de chamanismo esencial incluye, tanto en la realidad ordinaria como en la no ordinaria, el estudio de los siguientes temas: 1. Entrar y salir del estado chamánico de consciencia con disciplina y el propósito de viajar a la RNO fuera del Mundo Intermedio y también percibir la RNO en el Mundo Intermedio cuando sea necesario.
2. Viajar a los Mundos Superior e Inferior, incluyendo el descubrimiento y cartografía de los niveles de cada uno de ellos, así como viajar por el Mundo Intermedio con ayuda de la inmersión auditiva. Este viaje incluye descubrir y trabajar con los propios espíritus tutelares. 3. Adivinación (incluyendo el diagnóstico chamánico). 4. Recuperación del espíritu guardián. 5. Curación por extracción chamánica. 6. Recuperación esencial del alma. 7. Desmembramiento y remembramiento espiritual. 8. Posesión espiritual voluntaria o encarnación para el trabajo terapeútico. 9. Trabajo curativo de desposesión. 10. Actividades psicopompas (aliviar el sufrimiento de los moribundos y difuntos; si se es lo suficientemente habilidoso, «escoltar» las almas al otro mundo). 11. Todas y cada una de las enseñanzas aprendidas a partir de las experiencias con los propios espíritus tutelares. C. Duración y exigencias de la formación Es inapropiado afirmar que hay una duración específica para la formación, porque el aprendizaje chamánico depende de una gran variedad de factores, entre ellos el ritmo al que los espíritus tutelares consideran apropiado enseñar al aprendiz los aspectos inefables de la educación chamánica. De hecho, sería muy adecuado afirmar que incluso el chamán o practicante chamánico más avanzado está en perpetua formación. Sin embargo, hay que señalar que algunos occidentales se convierten en sanadores chamánicos eficaces en un período que oscila entre los cuatro y los ocho años. Ello implica no
solo la ayuda de los espíritus tutelares, sino una formación minuciosa y específica en los temas mencionados anteriormente. En el presente, esta preparación extensiva y fiable está disponible a través de los programas educativos de la Fundación de Estudios Chamánicos (una institución educativa y benéfica sin ánimo de lucro con sede en el Noroeste de California), que ha sido pionera en esta formación tanto en Norteamérica como al otro lado del océano. Los cursos de la Fundación pueden durar tres años, con una formación previa como prerrequisito. Se entrevista a los solicitantes antes de su admisión a los cursos más avanzados. No se ofrecen titulaciones.18 II. Garantía de calidad
A. Licenciatura y certificación Como ocurre con los chamanes en las sociedades indígenas, los practicantes chamánicos en Occidente no son, y no pueden, ser certificados como sanadores por la sencilla razón de que sus espíritus auxiliares pueden abandonarlos en cualquier momento, y sin su ayuda, el trabajo de sanación chamánico no es posible. Por lo tanto, no se les puede ofrecer titulaciones o licenciaturas. Se les puede tributar cierto reconocimiento por la formación que han recibido en la RO –por ejemplo, en la Fundación de Estudios Chamánicos– pero esto no debería confundirse con su verdadero historial de éxitos en la sanación chamánica. En las sociedades indígenas, la reputación de los chamanes como sanadores de éxito se transmite de boca a boca y depende de su grado de éxito, pues incluso los mejores curanderos chamánicos pueden perder
su
poder.
(www.shamanism.org)
La
Fundación
publica
de
Estudios
anualmente
en
su
Chamánicos periódico,
Shamanism, un directorio de teléfonos listado por comunidades que recoge a las personas involucradas en su trabajo. Como en las aldeas indígenas,
uno
puede
pedir
información
local
y
obtener
recomendaciones. Aunque ya no lo hace, en el pasado la Fundación concedía el diploma de consejeros chamánicos Harner. El CCH no es un trabajo de sanación, y los consejeros chamánicos diplomados podían o no realizar prácticas de curación además de su labor asesora. En la actualidad, la Fundación ofrece justificantes de que un estudiante ha completado un curso de formación en asesoría chamánica Harner. Respecto a la sanación, la Fundación remite investigaciones a los profesores que, en tanto individuos, puedan tener recomendaciones personales respecto a practicantes chamánicos de éxito en sus localidades.19 Por desgracia, en la sociedad occidental contemporánea hay muchas personas no cualificadas que aseguran ser chamanes o competentes en chamanismo o curación chamánica. Esta situación no es desconocida en las sociedades no occidentales, pero en ellas el consenso de la comunidad y las recomendaciones personales son las fuentes de información a la hora de encontrar practicantes chamánicos con la reputación de haber realizado curaciones recientes. Sin embargo, incluso en esos casos, los practicantes chamánicos pueden perder el apoyo de sus espíritus auxiliares y en cualquier momento ya no ser capaces de realizar la actividad terapéutica. B. Regulación y estatus legal En Estados Unidos, no hay leyes, estatus o regulaciones gubernamentales
explícitamente
relacionadas
con
la
práctica
chamánica como tal, al menos que conozcan los autores de este
escrito. No obstante, hay ordenanzas locales que a menudo declaran ilegal la adivinación y la curación espiritual; también hay reglas y regulaciones similares en asociaciones psiquiátricas, psicológicas y profesionales médicas. Fuera de Estados Unidos, en países con religiones patrocinadas por el Estado, las prácticas de curación chamánica a veces son ilegales. C. Educación permanente Los espíritus tutelares y las experiencias de la propia práctica curativa actúan como motores fundamentales de la educación permanente. III. Relaciones con la medicina convencional
Los médicos y psicoterapeutas que han comprendido el valor de las prácticas
chamánicas
a
través
de
la
formación
directa
y
la
experimentación personal normalmente desean añadir esas prácticas como dimensión espiritual de su propio trabajo o remitir a los pacientes a practicantes del chamanismo para un tratamiento complementario. Sin embargo, los psicoterapeutas han de reconocer que el chamanismo es radicalmente diferente de la psicoterapia occidental en el sentido de que opera en la realidad de los espíritus. Del mismo modo, en Estados Unidos, por ejemplo, los profesionales de la salud tienden a inhibirse a la hora de recurrir al chamanismo debido a leyes y regulaciones gubernamentales y organizaciones profesionales que les prohíben practicar la curación espiritual, o incluso que el médico desvíe a los pacientes a terapeutas espirituales. Esta desconfianza generalizada en los tratamientos espirituales ha de ser sustituida por un conocimiento específico de las modalidades particulares de la práctica y su posible complementariedad. En aras del desarrollo de
este conocimiento es necesario un apoyo significativo para llevar a cabo estudios clínicos de la eficacia de las prácticas chamánicas. Solo abordando seriamente el sistema más antiguo de curación de cuerpo/mente/espíritu conocido por la humanidad podrán emerger las políticas holísticamente orientadas que no prohíban ciegamente el tratamiento no exclusivo de los aspectos espirituales de la enfermedad y la dolencia. PERSPECTIVAS DE FUTURO A pesar de todos los obstáculos, las prácticas curativas chamánicas esenciales son cada vez más utilizadas por un creciente número de personas de diversos ámbitos, tanto practicantes como pacientes. Además, el chamanismo indígena experimenta un resurgimiento mundial junto a la decadencia de las misiones, el colonialismo, los gobiernos autoritarios y la reaparición del orgullo étnico local y el nacionalismo indígena. Los indicios apuntan a que a nivel mundial el tratamiento chamánico de la enfermedad será cada vez más importante a medida que demuestre sus resultados curativos prácticos, tal como ha hecho interculturalmente durante miles de años. En nuestra opinión, Occidente ha iniciado un gran cambio de paradigma desde un tratamiento de la salud exclusivista y convencionalmente etnocéntrico a un planteamiento integral que incluye el chamanismo como complemento espiritual a las prácticas curativas no espirituales. Adaptado a partir de «Core Practices in the Shamanic Treatment of Illness». Shamanism (2000), vol. 13, nº 1 & 2 (número conjunto), págs. 1930, por los doctores Michael Harner y Sandra Harner.
Participantes en el Estudio Celestia
Rob Ashby Scott Balderson Darla Barclay (fallecida) Katia Bask Datch Baudisch Bill Brunton Sandra Bundy Mujiba Cabugos Sally Cantrell Nancy Dunn Ken Emerson Amanda Foulger Nicolina Halvorson (en este libro aparece como «NH») Marcia Herman Terry Jackson Lora Jansson doctor Bradford Keeney Sharon Kehoe Irene Lo Julia Meridith Joana Morris
Jim Nourse Ozmo Piedmont E. Pierson Diane Polasky Catherine Rose Kim Roseland Pamela Sampel Karrie Sawyer Tom Snell Robbie Staufer Kappy Strahan Carol Faulkner Swim Roger Keith Swim y muchos participantes anónimos IIM Nota: Tras una búsqueda amplia no se pudo localizar a todos los participantes para su consignación por escrito. Si un participante no aparece o desea solicitar un cambio en la lista, por favor contacte con el director ejecutivo de FSS en [email protected]. Las actualizaciones en la lista de participantes se harán efectivas en la próxima edición del libro.
Notas
Recordatorio: el acrónimo MRNO y IIM se refieren, respectivamente, al Mapeo de Realidad No Ordinaria (MRNO), proyecto de la Fundación de Estudios Chamánicos, y al «Informe inédito MRNO». Este proyecto implica recopilar y archivar conocimiento chamánico, incluyendo casi 5 000 informes de estudiantes occidentales centrados en sus descubrimientos durante sus viajes chamánicos en la realidad no ordinaria, utilizados como fuente principal en los relatos de este libro. Introducción 1. Eliade, Shamanism, 135. 2. M. Harner, The Way of Shaman, 31. 3. En una reciente publicación antropológica, se afirma que yo abandoné la antropología cuando «entré en el mundo “real” de los shuar», antaño conocidos como «jíbaros». (Véase Rubenstein, «On the Importance of Visions among the Amazonian Shuar».) Sin embargo, nunca abandoné la antropología, solo la academia, y lo hice con el propósito de ampliar las fronteras de la antropología y el conocimiento. 4. En la actualidad, el Conservatorio de Conocimiento Chamánico está cerrado, no tiene personal, hasta reunir fondos para un bibliotecario. 5. Hablando de erudición, los lectores familiarizados con mi investigación en los factores ecológicos y económicos implicados en la evolución social humana (por ejemplo, en M. Harner, «Population Pressure and the Social Evolution of Agriculturalists») se preguntarán cómo puedo reconciliar estos temas con mi investigación sobre chamanismo. La respuesta es sencilla: no necesito reconciliarlas puesto que abordan dos realidades diferentes, la
ordinaria y la no ordinaria. A veces las dos realidades se yuxtaponen, como en la sanación y en la obtención de sabiduría, y eso me da esperanza en el futuro de nuestro planeta. Considero que ambas búsquedas son complementarias y necesarias para el avance del conocimiento humano y la supervivencia de la vida en la Tierra. 6. P. ej. Cowan, 1996; Ingerman, 2004.
1. La cueva y el poder de los espíritus 1. de Angulo, «The Background of Religious Feeling», 354. 2. M. Harner, «Tribal Wisdom», 163. «Oír voces» no es lo mismo que la percepción visual y no es un inicio recomendable en el camino del chamanismo. 3. Benedict, «The Concept of the Guardian Spirit». 4. Cline, «Religion and World View», 139. 5. M. Harner, The Way of the Shaman, 10-16. 6. Cline, «Religion and World View», 133-182. 7. Ibíd., 137-142. 8. Ibíd., 138. 9. Park, «Paviotso Shamanism», 98, y Shamanism in Western North America, 26-29. 10. Park, Shamanism in Western North America, 28. 11. Ibíd., 27. 12. Raymond Hoferer, el último jefe de danza fantasma paviotso del pueblo Walker River, me dijo en mayo de 2006 que la búsqueda de poder en cuevas ya no se practica. 13. Park, Shamanism in Western North America, 27. 14. M. Harner, «Wounded Knee», 1973. 15. Durante la búsqueda de poder en la cueva, en ningún momento vi fosfenos ni cualquier otra imagen aparte de la aparición de Elieth, tal como he descrito. 16. Para más detalles sobre algunos de los espíritus en nuestro mundo, véase capítulo 4.
2. ¡Existimos! Los espíritus piden reconocimiento *
Homofonía entre «New pair o’dimes» y «New paradigms», irreproducible en castellano. [N. del T.] 1. Durante una presentación de Michael Harner en el encuentro anual de la Asociación de Psicología Transpersonal, Asilomar Conference Center, Pacific Grove, California. Anónimo, agosto 1993. 2. Comunicación personal, doctor William H. Wilson, 2 agosto, 2012, facilitada por los buenos oficios de la doctora Leanne Hinton. 3. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 4. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 5. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. En el «Programa trianual de Iniciaciones Avanzadas en Chamanismo y Curación Chamánica», Amanda Foulger, 2008. 6. Ken Emerson, abril 2011, IIM.
3. La búsqueda 1. Narby y Huxley, Shamans through Time. 2. Véase M. Harner, The Way of the Shaman, xvi. 3. Lévy-Bruhl, Les fonctions mentales. Véase también Lowie, The History of Ethnological Theory, 216-221. 4. Jaynes, The Origin of Consciousness. 5. Devereux, «Shamans as Neurotics», 12. Véase también Silverman, «Shamans and acute schizophrenia». 6. La Barre, Ghost Dance. 7. Jung, The Red Book, 249 n. 161. 8. Ibíd., 246, 249. Estoy en deuda con Kevin Turner por llamar mi atención sobre este pasaje. 9. Eliade, «Shamanism», en Ancient Religions, 306. 10. Para información sobre Cushing, véase Green, Zuni: Selected Writings of Frank Hamilton Cushing. 11. Para más información, véase M. Harner, The Jívaro, 1-6. 12. Ibíd., 84, 90-91, 134-135 pássim.
13. En una estancia posterior con los shuar tuve la fortuna de experimentar la adquisición de un poder espiritual con la ayuda de plantas poderosas en una cascada sagrada, como he relatado en La senda del chamán. 14. M. Harner, The Way of the Shaman, 1-8. 15. Dick Kendig ha muerto, pero Dorothy vive y me ha dado permiso para utilizar sus verdaderos nombres. 16. En aquella época no había oído hablar de los experimentos de William Burroughs con el yagé, nombre colombiano de la ayahuasca. Véanse Burroughs y Ginsberg, The Yage Letters, 1963. 17. Para más información, véase M. Harner, The Way of the Shaman, xiii-xvi, 46-51. 18. Volví a visitarlos en 1964, 1969 y 1973. Algunos de los resultados aparecen recogidos en M. Harner, The Way of the Shaman, 8-18. 19. M. Harner, «The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft». 20. Wasson y Heim, Les champignons hallucinogènes du Mexique. 21. Hofman, LSD: My Problem Child. 22. Huxley, The Doors of Perception. 23. Véase Metzner, Birth of a Psychedelic Culture. 24. Por ejemplo, Wasson y Heim, Les champignons hallucinogènes du Mexique. 25. Por ejemplo, Castaneda, The Teachings of Don Juan. 26. Wasson y Wasson, Mushrooms, Russia, and History. 27. Un tambor de pie suele consistir en una serie de tablas que cubren un agujero en el suelo y actúan como una caja de resonancia. Sobre este instrumento pueden danzar y percutir hasta tres personas. 28. Bogoras, «The Chukchee-Religion», 424. 29. Observación y participación personal, 1994 y 1999. 30. Veáse Neher, «Auditory Driving»; M. Harner, The Way of the Shaman, 31, 50-53; Maxfield, Effects of Rythmic Drumming; y Turow, «Auditory Driving as a Ritual Technology». 31. Por ejemplo, véase Heick y Mueller, The Sucking Doctor, citado en la bibliografía.
32. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 33. Véase Ridington, Trail to Heaven. 34. Especialmente entre los pueblos del río Amur en la Siberia oriental. M. Harner, inédito, experiencial, datos de los casos, 1952-2009. 35. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 36. Mänchen-Helfen, Reise ins asiatische Tuwa, 117. 37. Comunicación personal de un chamán de Mongolia, 2012. 38. Comunicación personal, Ailo Gaup, 1993. 39. Por ejemplo, véase M. Harner, comp., Hallucinogens and Shamanism. 40. Neher, «Auditory Driving». 41. Neher, «A Physiological Explanation». Véase también Neher, «Auditory Driving». 42. Jilek, Salish Indian Mental Health and Culture Change, 74-75. 43. Rouget, Music and Trance; Turow, «Auditory Driving as a Ritual Technology». 44. Por ejemplo, S. Harner, Immune and Affect Response to Shamanic Drumming; S. Harner y Tryon, «Psychoimmunological Effects of Shamanic Drumming»; Maxfield, «The Journey of the Drum». 45. Véase Townsend, «Individualist Religious Movements».
4. Nuestro mundo: chamanes y espíritus 1. Ballard, «Mythology of Southern Puget Sound», 129. 2. Eliade, Shamanism, 5. 3. Para más información sobre los estados de consciencia, realidad ordinaria y no ordinaria y chamanismo, véase M. Harner, The Way of the Shaman. 4. Eliade, Shamanism, 85. 5. Baer y Snell, «An Ayahuasca Ceremony among the Matsigenka», 61, 70. 6. Elkin, Aboriginal Men of High Degree (1977), 85. 7. Park, «Paviotso Shamanism», 103.
8. M. Harner, «The Sound of Rushing Water», 28; M. Harner, The Way of the Shaman, 115130. 9. Rasmussen, Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos, 113. 10. Por ejemplo, Bogoras, «The Chukchee-Religion», 374, 413. 11. Por ejemplo, Popov, «Sereptie Djarouskin of the Nganasans». 12. Por ejemplo, Peri y Warthon, «Sucking Doctor», 30, 34. 13. Thalbitzer, «The Heathen Priests of East Greenland», 3. 14. M. Harner, The Jívaro, 116-125, 154. 15. M. Harner, notas de campo, 1960-1961. 16. Véase Rasmussen, Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos. 17. Wallace, Miracles and Modern Spiritualism (1896). 18. Gayton, «Yokuts-Mono Chiefs and Shamans», 390. 19. M. Harner, The Jívaro, 134-143. 20. M. Harner, «A Possible Survival of Celtic Shamanism in Ireland», 3, 9. 21. Por ejemplo, M. Harner, The Jívaro, 157-60. 22. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 23. M. Harner, «A Core Shamanic Theory of Dreams», Shamanism, 2010: 3.
5. El viaje a otros mundos 1. Véase también Eliade, Shamanism, 259 y ss. 2. Véase también Eliade, Shamanism, 269 y ss. 3. Bogoras, «Ideas of Space and Time in the Conception of Primitive Religion», 235. 4. Ibíd., 205-265. 5. Pocos etnógrafos han obtenido descripciones directas de los chamanes indígenas relativas a las experiencias vividas en sus viajes. La tarea de reunir esos casos constituye un desafío y exige un enorme proyecto en sí misma. 6. Por favor, véase la sección de «Agradecimientos».
7. Se ha realizado un esfuerzo dililgente para localizar a los autores de los relatos de los viajes y obtener permiso para publicarlos, así como sus nombres. Si alguien no aparece o no ha podido ser encontrado, por favor póngase en contacto con el director ejecutivo de la Fundación de Estudios Chamánicos para que las futuras ediciones de ese libro contengan los cambios pertinentes. Por otro lado, el relato de una persona puede ser eliminado en futuras ediciones si así se solicita. La dirección de la Fundación es: [email protected].
6. Los primeros viajes de los occidentales: el Mundo Inferior y los animales de poder 1. Rasmussen, Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos, 119. 2. M. Harner, The Way to the Shaman, 71-72, 93. 3. Ibíd., 57-68. 4. Para más información en la Norteamérica nativa, véase Benedict, «The Concept of the Guardian Spirit in North America». 5. M. Harner, The Way of the Shaman, 58. 6. Por ejemplo, M. Harner, «The Sound of Rushing Water» y The Way of the Shaman. 7. El perfume del que hablaban procedía de unas bolsitas de semillas que desprendían un agradable olor y que llevaban prendidas al cuello. 8. M. Harner, The Way of the Shaman, 76-103. 9. Ibíd., 24-38. 10. Jung, Memories, Dreams, Reflections, 158-61. 11. Comunicación personal, Bill Graves, chamán pomo, Upper Lake, California, 1952. 12. Puesto que usamos la inmersión auditiva, no la ayahuasca, no hay que esperar encontrar las características formas reptilianas que menciono en otra parte (en M. Harner, The Jívaro, 67). Estas formas tienden a formar parte de los efectos de la ayahuasca. Cuando la poción es fuerte y está preparada adecuadamente, quienes la beben suelen ver reptiles y felinos en los Mundos Intermedio y Superior. (Véanse M. Harner, «Common Themes in South American Indian Yagé Experiences» y Naranjo, «Psychological Aspects of the Yagé Experiencie».) Esto no parece típico de los viajeros que utilizan la inmersión auditiva. 13. Anónimo, sin fecha. IIM. 14. Anónimo, sin fecha. IIM
15. Eliade, Shamanism, 94. 16. Anónimo, sin fecha. IIM. 17. Anónimo, 16 de agosto. IIM. 18. Beveridge, The Art of Scientific Investigation.
7. Ascensión chamánica: historia, folcore y conocimiento 1. Adaptación de Cloutier, Spirit, Spirit, 61-63. Reproducido con permiso, Copper Beech Press © 1980, por David Cloutier. 2. M. Harner, «The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft». 3. Por ejemplo, Manker, «Die lappische Zaubtrommel, II», 19 y ss., 61 y ss-, 124 y ss. 4. En ambos viajes me acompañó Heimo Lappalainen (etnólogo finlandés y amigo que actuó como intérprete) y en uno de ellos, también por mi esposa, Sandra Harner. 5. Después de grandes dificultades, a principios de los ochenta descubrimos a un individuo en el noroeste de Noruega que accedió a fabricar un clásico tambor sami con forma de «cuenco» y pinturas cosmológicas en su superficie, con su «martillo» de adivinación de cuerno de reno y mango de hueso, además de ofrecernos instrucciones para su uso. Otro tipo de tambor sami fue adquirido en el norte de Finlandia en 2012. En ambos casos, se pidió un gran secreto respecto a las identidades de los fabricantes del tambor. Uno de los dos se conserva en el Conservatorio de Conocimiento Chamánico de la Fundación de Estudios Chamánicos en Marin County, California. El otro forma parte de una colección privada. 6. M. Harner. Inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 7. Ibíd. 8. Comunicación personal de los chamanes ulchi y nanai del bajo río Amur en el sudeste de Siberia en su visita a Seattle, Washington, 1996. 9. Comunicación personal, Vladimir Basilov, Moscú, 1982. 10. Veáse también Walsh, The World of Shamanism, 157-64. 11. Salvo que se rezagó un poco entre los sami, como se señaló en las páginas 167-187. 12. Por ejemplo, Wilbert, «Tobacco and Shamanistic Ecstasy», 63. 13. Schröder, «Zur Religion der Tujen des Sininggebietes», 225.
14. M. Harner, «The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft». 15. Ibíd., 144. 16. Bogoras, «The Chukchee-Religion», 331. 17. Ibíd. 18. Veáse el tambor sami en la lámina 6: muestra una figura (un dios o chamán) en un trineo tirado por un reno. Aunque probablemente el pueblo sami desempeñó un papel en los orígenes del mito de Santa Claus, hay pocas pruebas que sustenten las recientes sugerencias que afirman que los sami utilizaban Amanita muscaria en sus viajes chamánicos. En 2012, un chamán sami al que conozco desde hace años me dijo que tenía información histórica o tradicional que mostraba el uso de setas psicoactivas en los viajes chamánicos de los sami, aunque dijo que se sabía que las usaban en otros rituales chamánicos. Prefiere mantenerse en el anonimato. 19. Irving, A History of New York, 81. 20. Por ejemplo, Anisimov, «Cosmological Concepts», 85-89, 93, 96. 21. Bacigalupo, Shamans of the Foye Tree. 22. M. Harner, Inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 23. Por ejemplo, Anisimov, «Cosmological Concepts», 85-89, 93, 96; Partanen, «A Description of Buriat Shamanism». 24. Véase Eliade, Shamanism, 259-266, 269-274. 25. Harva, «Der Baum des Lebens», 41, 57; Harva, «Finno-Urgic [and] Siberian Mythology», 341; Harva, «Die religiösen Vorstellungen», 58 y ss. 26. Polomé, «Germanic Religion», 524-525; véase también Harva, más arriba. 27. Por ejemplo, Eriksson, «Saami Shamanism»; M. Harner, «The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcraft»; Rydving, The End of Drum-Time, 56-92. 28. Véase Baer y Snell, «An Ayahuasca Ceremony». 29. Comunicación personal, doctor Batbayar Conchidorj, Universidad Nacional de Mongolia, 2008. 30. Polomé, «Germanic Religion», 525. 31. Anisimov, «Cosmological Concepts», 86.
32. Por ejemplo, Birlea, «Folklore», 365. 33. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 34. G. Turner, Samoa, 199. 35. Harva, «Der Baum des Lebens», 41, 57; Harva, «Finno-Urgic [and] Siberian Mythology», 341, Harva, «Die religiösen Vorstellungen», 58 y ss. 36. Eliade, Shamanism, 409. 37. Véase Roerich, Shambhala. 38. Ibíd. 39. Goldman, «The Cubeo». 40. Mooney, The Ghost-Dance Religion, 970. Hoy, el uso de esta canción está muy extendido, con una nueva melodía, para honrar a Wovoka, el profeta de la Danza Fantasma, con el cambio de una palabra: «Vistiendo mis largas plumas aladas, mientras vuelo». 41. Bogoras, «The Chukchee-Religion», 331. 42. Räsänen, «Regenbogen-Himmelsbrücke». 43. Eliade, Shamanism, 118, 132-143. 44. Elkin, Aboriginal Men of High Degree (1945), 139-140.
8. Tocar el tambor sobre el arcoíris: los occidentales ascienden al Mundo Superior 1. Transcrito por Mongush Kenin-Lopsan. Kenin-Lopsan, Calling the Bear Spirit, 24. 2. Odigan, Chosen by the Spirits, 132. 3. Comunicaciones personales con chamanes tuvanos y trabajadores de campo de la Fundación de Estudios Chamánicos que realizaban sus actividades en Tuva, incluyendo los de FEC Europa, 1994-2010. 4. Ridington, Trail to Heaven. 5. Bacigalupo, Shamans of the Foye Tree. 6. Véase M. Harner, The Way of the Shaman, 50-53, para detalles sobre el redoble del tambor. 7.
E. Turner, «The Reality of Spirits», 29. Tras contemplar sus experiencias durante la ascensión, descubrió que los espíritus le enseñaban que eran reales, no una creación de su imaginación. 8. Drury, The Elements of Shamanism, viii-ix. 9. Ibíd., ix. 10. Anónimo, sin fecha. IIM 11. Relato personal, Bradford Keeney, doctor, 2 frebrero, 2007. 12. Scott Balderson, junio 1992. IIM 13. Julia Meredith, 19 noviembre, 1984. IIM. 14. Kappy Strahan, 14-19 octubre, 2001. IIM. 15. Anónimo, 1995-98. IIM. 16. Por ejemplo, Bogoras, «The Chukchee-Religion», 331; Elkin, Aboriginal Men of High Degree (1945), 86. 17. Elkin, Aboriginal Men of High Degree (1945), y Howitt, Native Tribes, 501 y ss. 18. Véase M. Harner, The Way of the Shaman, 23, 109-112. 19. Anónimo, sin fecha. IIM. 20. El aparato patentado se conserva en el Conservatorio de Conocimiento Chamánico de la Fundación de Estudios Chamánicos. 21. E. Pierson, 1995. IIM. 22. Anónimo, 1999-2002. IIM. 23. Catherine Rose, 5-17 de mayo. IIM. 24. Anónimo, sin fecha. IIM. 25. Sally Cantrell, 2011. IIM. 26. Irene Lo, 14 de octubre, 2001. IIM. 27. Anónimo, si fecha. IIM. 28. Lora Jansson, 21 de octubre, 2002. IIM. 29. Datch Baudisch, 28 octubre-2 noviembre, 2001. IIM.
30. Katia Bask, 1998. IIM. 31. Nancy Dunn, 2000. IIM. 32. Marcia Herman, 4 junio, 1996. IIM. 33. Joana Morris, octubre 1998. IIM.
9. Maestros, espíritus compasivos que guían 1. Ridington, Trail to Heaven, 93. 2. Popov, «Sereptie Djarouskin of the Nganasans», 141. 3. Sharon Kehoe, 1987. IIM. 4. Karrie Sawyer, 1992. IIM. 5. Anónimo, sin fecha. IIM. 6. Anónimo, sin fecha. IIM. 7. Anónimo, sin fecha. IIM. 8. Anónimo, sin fecha. IIM. 9. Anónimo, sin fecha. IIM. 10. Eliade, Shamanism, 93 y ss., 96 y ss. 11. Anónimo, sin fecha. IIM.
10. Maestros, espíritus sanadores compasivos 1. M. Harner, The Way of the Shaman, 113-134. 2. Por ejemplo, Actherberg, Imagery in Healing. 3. Ozmo Piedmont, 19 noviembre, 1990. IIM. 4. Anónimo, sin fecha. IIM. 5. Diane Polasky, 27-28 octubre. IIM. 6. M. Harner, The Way of the Shaman, 110. 7. Anónimo, sin fecha, IIM. 8. Para más información, véase M. Harner, The Way of the Shaman, 113.30.
9. Por ejemplo, véase Eliade, Shamanism, 202. 10. Anónimo, sin fecha. IIM. 11. Anónimo, 2 de noviembre. IIM. 12. Jim Nourse, 14 de mayo, 1985. IIM. 13. Anónimo, 23 noviembre, 1992. IIM.
11. Desmembramiento cósmico, unión y poder curativo 1. Por ejemplo, véase Eliade, Shamanism, 36 y ss; 53 y ss. 2. Popov, «Sereptie Djarouskin of the Nganasans», 84-95. 3. Anónimo, agosto 1987. IIM. 4. M. Harner, The Jívaro, 143; M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 5. Eliade, Shamanism, 21. 6. M. Harner, The Jívaro, 138. 7. Rasmussen, Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos, 112. 8. Ibíd., 118-19. 9. Peters, «Mystical Experience in Tamang Shamanism». 10. Por ejemplo, véase Elkin, Aboriginal Men (1977), 49-50. 11. Métraux, «le shamanisme chez les indiens», 216. 12. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. Descubrí que entre los inuit reno los cristales de cuarzo eran desconocidos y, por lo tanto, no formaban parte de la práctica chamánica. 13. Elkin, Aboriginal men (1945), 94. 14. Ibíd., 85. 15. Ksenofontov, Legendy i Rasskazy u Yakutov, 44-95; citado en Eliade, Shamanism, 37. 16. Spencer y Gillen, The Northern Tribes of Central Australia, 480-481. 17. Ibíd., 487-488. 18. Berndt, «Wuradjeri Magic and Clever Men» (1946), 334-338.
19. Cf. Eliade, Shamanism, 450. 20. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009; Elkin, Aboriginal men (1945), 44, 103, 120. 21. Nicolina Halvorson, 17 de agosto, 1988. IIM. 22. Spencer y Gillen, The Northern Tribes of Central Australia, 480-481. 23. Rasmussen, The Intellectual Culture of Iglulik Eskimos. 24. Mujiba Cabugos, 21 de agosto, 1987. IIM. 25. Comunicación personal, Larry Peters, 13 agosto, 2001. Para más información sobre el chamanismo tamang, véase Peters, «Mystical Experience in Tamang Shamanism». 26. Véase Evans-Wentz (comp.), Tibetan Yoga and Secret Doctrines, 277-334. 27. Anónimo, 6 junio, 2007. IIM. 28. Tom Snell, 21 octubre, 2002. IIM. 29. Catherine Rose, noviembre 1999. IIM. 30. Darla Barclay, 5-10 mayo, 2002. IIM. 31. Robbie Staufer, 12-16 octubre. IIM. 32. Kim Roseland, 21-26 octubre. IIM 33. Quasha, «Speech by Essie Parish».
12. Espíritus, cielos y libertad espiritual 1. Kant, Vorselungen über Psychologie, 132. Véase también M. Harner, «Science, Spirits, and Core Shamanism». 2. Popper, The Logic of Scientific Discovery, 63, 68-69. 3. Aunque este libro se publicó por primera vez en 1874, fue seguido por otras ediciones, la última en 1896. 4. Wallace, Miracles and Modern Spiritualism (1896), xvi. 5. Bush, «Distressing Western Near-Death Experiences», 81. 6. Tart, «Dialogue with Michael Harner», transcrito, 4.
7. Ibíd. 8. Ibíd., 5. 9. Por ejemplo, Grof, When the Impossible Happens. Stanislav Grof dedica este libro innovador a los relatos de varios fenómenos «imposibles» que ha presenciado y considera sincronicidades. 10. Escribí por primera vez sobre mis experimentos con el fenómeno del chamán desatado en 1999. (M. Harner, «Science, Spirits, and Core Shamanism»). Hasta 2003, solo enseñé esta habilidad a estudiantes muy avanzados. Descubrí que, a veces, cuanto más apretadas las cuerdas, más fácil era liberarse, en mi opinión porque los espíritus sienten una compasión proporcional al sufrimiento de la persona que pide su ayuda. En aquel momento, también compartí el descubrimiento con el antropólogo Bill Lyoon, estudiante de la práctica yuwipi. 11. Webster’s New Unabridged Dictionary. 12. Walsh, The World of Shamanism, 157-64. También M. Harner, «Unpublished Lectures in Shamanism», 1990 y años siguientes. 13. Anónimo, 17 marzo, 1985. IIM. 14. Anónimo, 26 agosto, 1982. IIM. 15. Rob Ashby, 2000. IIM. 16. Terry Jackson, 13 junio, 1988. IMM. 17. Eliade, comp., Encyclopedia of Religion, vol. 16 (Índice), 278. 18. Ibíd., vol. 11, 188. 19. Widengren, The Ascension of the Apostle, 7. 20. Ibíd., 40. 21. Harva, «Die religiösen Vorstellungen», 172. 22. Widengren, The Ascension of the Apostle, 22-24. 23. Ibíd., 7 passim. En la página 7, Widengren señala que el uso de la palabra «libro» en lugar de «tablilla» se dio «acaso cuando las tablillas estaban ya obsoletas como vehículos de escritura». 24. Anónimo, 2 julio, 1981. IIM. 25. Pamela Sampel, 2000. IIM.
26. Anónimo, enero 1983. IIM. 27. Widengren, The Ascension of the Apostle, 80, 80 n.º4, 84. 28. Sandra Bundy, 2008. IIM. 29. Comunicaciones personales, 2010, 2011 y 2012.
Epílogo: la cueva, una vez más 1. Cline, «Religion and World View», 137. 2. Ibíd., 148. 3. Ibíd., 143. 4. Ibíd. 5. Ibíd., 138 passim, 144. 6. Ibíd., 138. 7. Ibíd., 136, 138. 8. Guthrie, The Nature of Paleolithic Art, 128 y ss. 9. Duday y García, «L’ichonologie ou la mémoire des roches», 64.
Apéndice B: descender al Mundo Inferior para comparar experiencias 1. M. Harner, The Way of the Shamans, 24-38. 2. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 3. M. Harner, The Way of the Shaman, 25. 4. Ibíd., 25-26.
Apéndice D: chamanismo esencial y curación: información para médicos y profesionales de la salud El resumen presentado en este apéndice se adaptó a partir de «Core Practices in the Shamanic Treatment of Illness», Shamanism (2000), vol.
13, n.os 1 & 2 (número combinado), 19-30, por el doctor Michael Harner y la doctora Sandra Harner. 1. M. Harner, The Way of the Shaman. 2. M. Harner, «A Core Shamanic Theory». 3. Cowan, Shamanism as a Spiritual Practice. 4. Darwin, On the Origin of Species. 5. Darwin, The Descent of Man. 6. M. Harner, The Way of the Shaman, xix-xxii, 21-22. 7. E. Turner, «The Reality of Spirits», 28-32. 8. Dossey, Healing Words, 150-155. 9. Por ejemplo, véase Neher, «Auditory Driving» y «A Physiological Explanation», Maxfield, «Effects of Rhythmic Drumming» y «The Journey of the Drum»; S. Harner, Immune and Affect Response; y S. Harner y W. Tryon, «Psychoimmunological Effects», 196-204. 10. Por ejemplo, M. Harner, The Way of the Shaman, 31. 11. Ibíd., 116-18. 12. M. Harner, inédito, experiencial, recogida de datos, 1952-2009. 13. M. Harner, The Jívaro, 155. 14. Esta perspectiva sobre la recuperación del alma en los occidentales ha evolucionado durante la última década y ha llevado al desarrollo de la recuperación de alma esencial. Su metodología difiere de la ofrecida por Ingerman, Soul Retrieval, y necesita una formación específica. 15. M. Harner, conferencias inéditas sobre chamanismo, 1978-2011. 16. M. Harner, The Way of the Shaman, 69-72. 17. Para la técnica de la absorción, véase M. Harner, The Way of the Shaman, 113-30. 18. La dirección de la Fundación es P.O. Box 1939, Mill Valley, California 94942; [email protected]; www.shamanism.org. 19. Véase nota 18.
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Acerca del autor
Michael Harner, antropólogo de renombre internacional fue pionero del regreso del chamanismo en Occidente y creador del chamanismo esencial, una metodología basada en las prácticas y principios compartidos por los chamanes de las diversas culturas mundiales. En 1979, él y su mujer, Sandra Harner, fundaron el Centro de Estudios Chamánicos (que más tarde pasó a ser la Fundación de Estudios Chamánicos, un organismo sin ánimo de lucro) con el objetivo de recuperar la olvidada sabiduría chamánica para la vida contemporánea y preservar las formas de conocimiento aún practicadas por los chamanes indígenas supervivientes. Harner ha practicado el chamanismo desde 1961, y el célebre chamán siberiano Bo Bair Rinchinov, del pueblo buriato, dijo de él: «Michael Harner es un gran chamán. También demuestra que una persona puede ser chamán y científico al mismo tiempo». En 1963, Harner recibió su doctorado en Antropología por la Universidad de California, Berkeley. Enseñó allí, en Columbia y en Yale, y en la Facultad de Graduados de Nueva Escuela para la Investigación Social, donde presidió el Departamento de Antropología. Entre sus muchos galardones se cuenta el Premio a los Pioneros en Medicina Integral 2009, concedido por el Instituto para la Salud y la Curación del Centro Médico California Pacífico, un doctorado honorífico en estudios chamánicos del Instituto de Estudios Integrales de California, un
reconocimiento académico especial en el encuentro de la Asociación Antropológica Americana de 2009, en el que fue honrado por su papel en el crecimiento exponencial de los estudios antropológicos sobre chamanismo. Su libro clásico, La senda del chamán, se considera el texto principal sobre chamanismo moderno.
Lámina
1
1. Conjunto de caballos, cueva de Chauvet, Francia. Período auriñaciense, Paleolítico Superior, aprox. 31.000 años de antigüedad. (Cortesía del Ministerio de Cultura y Comunicación francés, Dirección Regional de Asuntos Culturales, región de Ródano-Alpes, Departamento Regional de Arqueología.)
2
2. Chamán de Altái (Siberia). (De la colección del Museo Ruso de Etnología, San Petersburgo, Rusia. Coleccionista M.P. Gryaznov, años treinta.)
3a
3a. Chamán shuar (jíbaro) del Amazonas, Natem Anank Nunink Nunkai, tocando el berimbao (foto de Catherine R. Nunkai, 2007.)
3b
3b. Dibujo de un probable chamán fusionado con el espíritu del bisonte y tocando el berimbao. Cueva Trois Frères en el sur de Francia. Paleolítico superior, hace unos 15.000 años (de Abbé Henri Breuil, Four Hundred Centuries of Cave Art [Montignac, Francia: Centre d’Etudes et Documentation Prehistoriques, 1952]: 164-169.)
4
4. Chamán daur con cortina ocular, Mongolia interior, China. (Fotografía de Meng Huiying, 2010.)
5
5. Ídolo del pueblo nganasan, Siberia. (©2004 Fundación de Estudios Chamánicos.)
6
6. Tambor de chamán sami en cuya superficie aparecen los tres mundos. Anterior a 1801, norte de Samiland (Torne Lappmark.) La interpretación en blanco y negro del dibujo inferior aclara la imagen del tambor. El mapa del universo no ordinario del chamán está dibujado en el tambor, donde los mundos aparecen divididos por líneas horizontales. La figura de reno en la parte superior derecha empuja un trineo que conduce a un dios o chamán al Mundo Superior. El Mundo Superior incluye a diversas figuras de dioses y espíritus con forma humana. (Museo Estatal de Etnología, Múnich, Alemania. Fotografía de Marietta Weidner.)
7
7. Tambor de chamán del pueblo kahkas (Siberia). En el Mundo Superior, separado del Mundo Intermedio por una cadena de triángulos que representan montañas, aparecen varios espíritus, el Sol y otros cuerpos siderales. Los espíritus y dioses del Mundo Inferior aparecen en la parte de abajo del tambor. (De la colección del Museo Ruso de Etnografía, San Petersburgo, Rusia. Coleccionista A.V. Adrianov, 1909. © B&C Alexander/Articphoto.)
8
8. Mapa de los tres mundos. Detalles descubiertos y recopilados por Carol Faulkner Swim, participante en el Estudio Celestia. (En la colección occidental del Conservatorio de Conocimiento Chamánico de la Fundación de Estudios Chamánicos.)
9
9. Mapa de los tres mundos. Detalles descubiertos y recopilados por Roger Keith Swim, participante en el Estudio Celestia. (En la colección occidental del Conservatorio de Conocimiento Chamánico de la Fundación de Estudios Chamánicos.)
10
10. Chamán del pueblo mapuche (Chile) con tambor y escalera de ascensión. (© Martin Thomas, Aachen, Alemania.)
Basándose en una larga vida de experiencias chamánicas y en más de 2.500 informes de experiencias de personas durante su ascensión chamánica, Michael Harner destaca las asombrosas semejanzas entre sus descubrimientos, señalando que los cielos y espíritus que se encuentran en la ascensión existen en realidad. También aporta instrucciones sobre sus innovadoras técnicas chamánicas a fin de que los lectores también puedan ascender a reinos celestiales, buscar a maestros espirituales y regresar a voluntad para sanarse. Escrito por la principal autoridad en la materia, La cueva y el cosmos no sólo es una lectura obligada para los interesados en el chamanismo, sino también para quienes quieran indagar en la espiritualidad, la religión comparada, las experiencias cercanas a la muerte, la sanación, la consciencia, la antropología y la naturaleza de la realidad. «Un tesoro de información sobre las prácticas chamánicas más profundas. Destinado a convertirse en un clásico.» STANISLAV GROF
Michael Harner es un antropólogo estadounidense de reconocida fama mundial. Es el fundador de la Foundation for Shamanic Studies y autor, entre otros libros, del aclamado La senda del chamán.
EDITORIAL KAIRÓS: PREMIO NACIONAL A LA MEJOR LABOR EDITORIAL CULTURAL
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