La Crisis Espanola de 1917

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JUAN ANTONIO

LACOMBA

|

AVELLAN/ LA

CRISIS ESPAÑOLA DE 1917

JUAN

ANTONIO

LACOMBA AVELLAN

EDITORIAL CIENCIA NUEVA Francisco

Remiro,

8

-

Madrid

(2)

LA CRISIS DE

IÍ 917

ESPAÑOLA

COLECCION

«LOS COMPLEMENTARIOS»

MAQUETA:

O

ALBERTO CORAZON

AVELLAN.- Málaga,

Copyrigth, JUAN ANTONIO LACOMBA

1970

Depósito legal: M. 4570 1970 -

PRINTED AND MADE IN Talleres de

SPAIN--IMPRESO Y HECHO IM

ESCELICER, S,

A. Comandante Ascárraga,

6/n.*

NMBARA

padre (q. e. p. d.), a quien yo le hubiera gustado leer .este libro.

A mi

sé que Por todo lo que

me

dio.

INTRODUCCION

Este libro intenta ser una cala acontecimiento que estudia

en

el siglo XX español. El

—la crisis de

1917— es el camino para una reflexión sobre nuestra historia másreciente. La fecha analizada tiene -el significativo valor de serpunto de confluencia de las tensiones españolas, eslabón de una cadena y definitivo piedra de toque clave para entender. el primer tercio del siglo actual, La crisis del año 1917, conocida y citada nohabíatenido un estudio

Historia, es

lo que

aquí

buscado:

se ha

los libros de metódicoreciente. Y esto

en situarla íntima

un

en

contexto histórico;

mecánica interna —su dialéctica—, mostrarla en.su “desarrollo y seguir ria hasta su EXTINCción.

analizar

su

Cuidadosamente,de

significado. Ello tiene no pocas dificultades; hay infinidad que requieren un tratamiento más cuidadoso del que problemas aquí se les ha podido conceder; pero volcarse en cada uno de ellos hubiera significado un esfuerzo inagotable, y apartarse del objetivo trazado. Esos problemas, apuntados quedan; provisionalmente, se señalan unas soluciones; estudios más detallados, -—

*

mostrarán si En la de 1917 es,

válidas. de nuestra historia contemporáneg, la fecha el año clave, aún mássignificativo que 1898. a más de su auténtico valor, una indudable «carga literaria; 1917 no tiene“nadade ello; el crac el finalde una vieja historia son o no

perspectiva

Este

año

tiene,

romántica y

o

íntimo,

significa

otra nacimiento de

nueva, aunque

país, y hombres delPoder= el del

los

Be

E:

9

Monarquía y las. fuerzas -oligárquicas— se empeñen en vivir como antes, en cantinuar todo como si nada hubiera sucedido. Si 1898 significa el total desmoronamiento exterior, el viraje

hacia la introversión y el hermetismo, 1917 significa el colapso, la desarticulación, el desmoronamiento de un mundo y de una forma devivir la historia. A partir de entonces, es “otra España” la que cuenta; todo lo que ha andado soterrado irrumpe en la vida activa del país como actor esencial. El año de 1917 significa un viraje total en el quehacer contemporáneo de España.

dimensión apuntada se hizo patente desde los primeros momentos de la investigación; era un aliciente extraordinario seguir el nacimiento, el desenvolvimiento de esta “nueva historia”; ver el perfil distinto que-iba adquiriendo Y ello es lo que se ha intentado. El libro se ha dividido erTres partes: una primera, en la que se analizan las estructuras básicas de España; insertando a ésta en la crisis europea causada por la Esta

enorme

el puís.

presentan los hechos profundos en cuyo seno transcurrirá la crisis de 1917. Y al minucioso análisis de ésta, se dedica la segunda parte; arrancando —tras un capítulo sobre los primeros meses del año— del estallido del 1.9 de junio, se tiende a ensamblar las tres revoluciones; es la gran eclosión revolucionaria, y su estudio detallado ocupa las páginas de esta parte central. Finalmente, la tercera se ocupa del proceso de reacción

guerra,

se

fin de la Monarquía Constitucional; tras las revoluciones, se desencadena la reacción (el típico vaivén de la Historia contemporánea de España: revolución-reacción); ella trae consigo la muerte de la Restauración y el final de la Monarquía canoy del

vista. Este ha sido el plan seguido. Para su puesta en pie, se ha recurrido a las más variadas fuentes y a la más dispersa bibliografía. Esta búsqueda ha sido una de las grandes dificultades de la obra; ha sido preciso deambular de una ciudad a otra, y de Mauna á otra biblioteca, en pos de libros, periódicos o folletos;

drid, Barcelona y Valencia han sido los centros esenciales para la búsqueda y obtención de las fuentes; ha sido preciso, por la abundancia de éstas, hacer una selección; sin embargo, otras que hubieran podido ser muy interesantes, no han sido consultadas,

ante

10

la imposibilidad de acceder

a

ellas. Pero ésta

es una

dificul-

tad que encontrará siempre todo el que se dedique al estudio de la España contemporánea. Y, finalmente, queda ya sólo el capítulo de los agradecimientos. Quiero aquí señalar mi profunda gratitud al Dr. Jover Zamora, maestro de los años de FacultaA, amigo luego y ahora director de este trabajo; su consejo y su palabra han sido siempre ayuda inapreciable. También deseo mostrar mi más sincero reconocimiento al Dr. Reglá, igualmente maestro y amigo, a quien también deben mucho estas páginas. Al Dr. Giralt debo muchas sugerencias y su apoyo continuo. Y al Dr. López Gómez y a su Seminario de Geografía, agradezco cordialmente las muchas facilidades dadas para ciertas tareas y su continuo ánimo para la prosecución de este trabajo. No puedo dejar de mencionar al Dr. Jiménez Blanco, decidido alentador de la tesis, y la valiosa ayuda del joven historiador Alberto Balcells. Continuar aquí con la lista de todos los que fueron un apoyo para el trabajo, haría demasiado extensa la relación; para terminar, quiero solamente recordar a mis alumnos de quinto de Facultad del curso 19641965. El esquema de este libro les fue explicado a ellos a lo largo del año académico; sus reacciones, sus preguntas, sus comentarios, fueron valiosa ayuda para la construcción final del trabajo. A todos,

gracias.

Valencia

-

Málaga

Octubre 1966

Valencia. abril 1967.

Mijas

-

-

-

11

Parte 1

Elementos de base:

España

durante la guerra europea

oye hablar a los grandes señores, parecería que sólo hacen las guerras por temor a Dios y por todo lo que es bueno y hermoso. Pero si uno se fija bien, resulta que no son

“Si

uno

que. hacen la beneficio propio. Y la gente yo, tampoco se movería, si no tan

necios,

y

(BERTOLD y “...

sus

guerra

por

el

pequeña como fuese por eso.”

BRECHT, “Madre Coraje

hijos”.)

hay neutralidades que matan.” (CONDE DE ROMANONES.)

CAPÍTULO I

Para comprender la crisis total española de 1917 es necesaria una visión, aunque sea somera, de la realidad del país, tal como se fue e ft fraguando a lo largo de Tos años en que Europa se debatió

ue

ensu primera guerra mundial, “España, al —



el celofán de su neutralidad, vivió, tiva, todas las sacudidas que no

en Uña

margen, encerrada en desordenada perspec-

a Europa. resquebrajaron. sufrió directamente la guerra, ésta, sin embargo,

se

rondón

e

inundó las calles con

sus

espías,

sus

Aunque coló de

contrabandistas

social y económico, fue pistoleros; con desbarajuste. situación perfil del país. Sobre figurando grave, vino conmoción de esta ——_—

y

da





su

sus

con-

1

un

nuevo

lejanas raíces,

una

a

sobreimponerse

enorme

continental que ahondó los males ya existentes y creó otros nuevos. España, en trance de desmoronamiento, se dislocó ante el brusco empuje de la nueva situación histórica. Todas y cada una se modificaron, ante el impulso demode las estructuras del ledor; la tremenda presiór exterior acentuó las deformaciones existentes, creó otras nuevas y fue, en definitiva, factor esencial del futuro desenvolvimiento hispano.

país

España, resquebrajada, se.rompió; convulsiones las económicas consolidaron una crisis social Jatente; burguesía proletay riado quedaron como mundos antagónicos Las clases conserhacia una Vadoras radicalizaron sú violenta; cón reacción una conciencia política ya formada, Jo ron abiertamente a la conquista del poder. La crisis social des>

Un Si postre

15

embocó en una crisis política y el sacudida revolucionaria. El año 1917

revolución yreacción chocaron,

país

vivió

su

primera gran

fue el punto álgido en que en que estallaron, rotundamente,

todas las fuerzas del país. La burguesía moderada y progresista quiso, en un mal calculado oportunismo, realizar su revolución, tanto tiempo intentada y nunca conseguida. Buscó el apoyo proletario, pero éste la rebasó por la izquierda, y las fuerzas conservadoras la desbordaron por la derecha. Ante este hecho no

acomodó al orden y se unió a la reacción. Era su nuevo fracaso. Y, otra vez, se acudió a los remedios de urgencia, básicamente la fuerza. año 1917 quía; ésta se salvó, aunque sólo aparentemente; para sobrevivir, tuvo que ir hipotecándose y quedó como un gran cuerpo, pero sin vida propia. Todo el edificio morosamente construido a lo largo del último tercio del siglo xI, y que había iniciado su hundimiento a principios del Xx, se vino abajo. Su motor central, el turno de partidos, tuvo que ser desechado la Monarguía no supo adaptarse a la renovada realidad social del país, y ésta, la desarticuló. En 1917 las nuevas. fuerzas, todo lo que había estado latente en los años anteriores, irrumpió en la vida pública impulsado por la revuelta realidad que creó la guerra de Europa; vértice de confluencia de los viejos y nuevos, 1917 fue, en definitiva, el año clave para entender la crisis contemporánea de España.

previsto,

se

El

pudo ser el fin de la Monar-

por inútil;

infinitos problemas,

Tres textos, de bien distintos autores, del panorama español de 1917:

nos trazan

el

bosquejo

“El año 1917 pareció iniciar en España uno de esos períodos convulsivos que, de tarde en tarde, interrumpen los profundos habituales letargos de la vida nacional. El manide las Juntas militares, la Asamblea de los Parlamentarios en Barcelona y los motines del mes de agosto pusieron de manifiesto el hondo malestar los reflejos de la Gran que Guerra había producido en el país (...). Se agrietaron los viejos partidos, se desmoronaron algunos edificios caciquiles

fiesto

16

y en todas partes se notaba la intensa de las tormentas sociales” (1).

inquietud

precursora

Esta es una visión moderada del convulso 1917. Otro historiador español, nada sospechoso de radicalismo, Antonio Ballesteros, ofrece también un crítico balance de nuestra realidad en

aquel

año: hallaba más

descompuesto en el área nacional. La superabundante burocracia, no cumplía con su deter; el empleado del Estado, trabajaba poco y mal; siempre en una semihuelga de brazos caídos. El profesor, en general, “Todo

se

o

menos

la enseñanza; el catedrático de Universidad provinciana pasaba largos meses en la capital. El comerciante se dedicaba a ilícitas y exageradas ganancias. El clero intrigaba en el Ministerio de Gracia y Justicia para lograr mitras y prebendas. Los marinos nutrían las apretadas filas del Ministerio de Marina y paseaban por Madrid... Los nobles y la grandeza dedicaban sus ocios a la vida frívola, mientras sus administradores, al par que los burgueses latifundistas, esquilmaban al labriego andaluz, toledano o extremeño (...). Este, por desgracia, era el cuadro desolador de 1917” (2).

carecía de celo

en

Mucho más radical era el panorama que describía Los Bárbaros, órgano de las juventudes lerrouxistas, que, con un lenguaje plagado de demagogia, expone de la siguiente manera la situación española:

“...Porque los caciques han hecho de los hombres seres degenerados, incapaces de rebelarse contra la tiranía; porque los

han transformado en seres sin alma ni nervio a los pobres españoles de nuestros días; porque el hambre ha agotado las energías de la raza, de tal modo. que nadie es capaz de sentir los latigazos de la honra, pisoteada por los burócratas sin conciencia. Y el campesino y el ciudadano, el obrero del taller y el empleado eran iguales ante la realidad curas

nacional; indiferentes, cobardes, nulos” (3).

(1)

V. Díaz DEL Mora: “Historia de las agitaciones campesinas andaluMadrid. Ed. Revista de Derecho Privado. 1929. Introduc-

za Córdoba”. p. ción,

7.

V. BALLESTEROS, A.: “Historia de España y su influencia en la Historia Universal”, Barcelona. Ed. Salvat. Vol. VIII. 1936, pp. 365-366. (3) Y. Los bárbaros, 11 de febrero de 1917.

(2)

17

aquí

calas en nuestra realidad. Y Rama, sucintamente, concluye: “Si hubiera que definir con laconismo las características de la sociedad española en el seno de la Historia universal, teniendo en cuenta los distintos tipos de eurcpeas, debe calificársela de atrasada” (4). Y así es. He

tres

agrupaciones

presenta

1917

en

España

un

panorama desolador. A lo largo de la honda durante este año —la más trascendental de

crisis que atravesara su historia contemporánea—

se

agudizan

sus

problemas;

se

en-

scmbrecen sus centornos. La crítica que del país hacía Costa en 1902 (en ru Oligarquía y caciquismo...) es válida en 1917, Nada se ha hecho para mejorar. Todo en España es pura apariencia: el orden político, la administración, los ayuntamientos, las elecciones, las Cortes, los una red de caciques,

Una casta oligárquica, con realmente el país. Lo que Costa

partidos.

gobierna

consideró causas de la decadencia, sigue en pleno vigor: el militarismo y el ultraconservadurismo son fuerzas de un decisivo pcder. Junto a esto se nota la carencia de una élite que lo gobierne eficazmente (5). Tedo ello agudizará el “divorcio entre el Estado y la sociedad”, a que aludiera Maura en su discurso de 1915 en el Teatro Real; el “país real” y el “país legal” seguirán separados. Ello será causa de iniciación del proceso revolucionario; ello, también, ocasionará su estancamiento, pues el “país real” no tendrá suficiente fuerza para rechazar al “país legal” (6). Pero frente a esta realidad, hay que señalar la aparición de nuevas fuerzas creadoras de “nuevas coordenadas sociales, nuevos grupos o clases”,con una conciencia cada vez más clara de los T(7). Los dirigentes, sin em“problemas del bargo, no aciertan a ver las convulsiones que en la sociedad

país

V. Rama, C. M.: “La crisis española del siglo xx”. México. Ed. Fones mío.) do de Cultura Económica. 1962, pp. 34-35. (El Lerroux escribiría: “En el último cuarto (5) Años después—en de siglo no se revelado como elemento de valía en la vida ni un general, ni un financiero, ni un hacendista, ni un estadista, ni siquiera ” un orador que merezcan el nombre de grandes. (Y. LERROUX, A.: “La pequeña historia”. Buenos Aires. Ed. Cimera. 1945, p. 10.) Aunque la frase sea un poco exagerada, es sintomática de una nada fructífera. (6) V. Duque ne MaAura-FERNÁNDEZ ALMAGRO, M.: “Por qué cayó Alfonso XIII". Madrid. Ed. Ambos Mundos. 1948, pp. y 281; y RaMa, C. M., op. cit., p. 108. (7) V. RAMA, C. M., op. cit., p. 19.

(4)

1937—,

subrayado

pública española

ha

realidad

276

18

española han sucedido; siguen aún imbuidos del paternalismo del siglo Xxvirr. Sobre este cañamazo se produce una agudización de las crisis mucho la llegada a España de pisto-' sociales, En ellas leros y espías, que hallaron acomodo en las grandes ciudades, presas del- sindicalismo y la Tucha obrera. Lanemrálidad española era ur campo-abonado-paraestos 4Ventureros. Los conflic-

meus

Viclencia colectiva y violencia individual fueron et—————]]— constantes de esta etapa. Atentados y Tuchas callejeras cubrieron el país. Tcdo ello creó una gravísima crisis, “episodio inicial de los disturbics contemporáneos” (8). tes aumentaron.

a



bey Gea bsty DEMOGRÁFICO |

|

I.

EL PROBLEMA —

——

.



N

———

A

pe

ra

de 1914 se produjo un viraje en la natalidad española, que entró en el círculo de la europea; y en este 1914 se ha llámado “el gran repliegue lode las esposas españolas” (el segundo se dará entre 19361939) (9). También descendió la mortalidad; pero como este desA

partir

produjo, igualmente, censo

se

compensó

que Nadal

con

el de la natalidad, el

——

crecimiento _——

Tue

tativo de Ja población débil. ]Ñ]—— Se realizó también en estos años .

vege-

===.

un

reajuste



—e—

en

-

la estructura

z——d=

Y. VILAR, P.: “Histoire de Espagne”. Col. Que sais-je?, número 275. París. P. U. F, 1958, p. 61. Ver también OLIVAR BERTRAND, R.: “Repercusiones en, España de la primera guerra mundial”. En Cuadernos de Historia Diplomática. Vol, II. Zaragoza. 1956. (9) V. ViCENS VIVES, J. (Dirigida por ...): "Historia social y económica de España y América". Barcelona. Ed. Teide. 1959. Vol. IV, t. TI, pp. 37 y 49-50. (10) Y. Vicens Vives, J. (Dirigida por ...): op. cif., pp.' 36-38 y 43.

(8)

19

europea, que ocasionó la repatriación de millares de espa-

rra

ñcles.Esta corriente

se

vio favorecida

por

la mayor

seguridad

España y el despegue económico que significó la guerra, originador de una continua necesidad de mano de obra. Por ello, la corriente española hacia América perdió buena parte de su intensidad, que ya no pudo recuperar nunca. Este doble fenómeno —descenso de la emigración, aumento de la inmigraque ofrecía

ción— fue

la oferta de mano de obra que agravó, cuando surgió, el problema del paro. Junto a lo apuntado, un nuevo fenómeno: la demanda de mano de obra por parte de los países beligerantes a partir de 1914. Ello ocasionó que la emigración española, que tradicionalmente se habia dirigido a América, se encaminase ahora hacia Francia. Y así, levantinos (por la crisis agrícola), castellanos, leocausa

de

un

acrecentamiento

en

y catalanes —todos de provincias agrarlas— acabaron de nutrir la emigración. Provenza y el valle del Ródano fueron sus neses

núcleos de arribada; y Nimes se convirtió en su capital (11). Hubo, pues, una reestructuración demográfica; y este hecho está en la base de toda la problemática socioeconómica del periodo de la neutralidad.

II.

Los MECANISMOS ECONÓMICOS A lo

largo

del

primer cuarto del siglo XX la economía española tiene un progresivo desarrollo. Desde 1898 hasta 1913 se extiende una fase de recuperación, tras la crisis final del siglo Xx1x. A partir de 1914 España entra en el boom económico de la neutralidad. La “marginación” del país al conflicto europeo lleva aparejados unos hechos significativos. España es neutral, pero pasionalmente beligerante; la sociedad española —luego lo veremos— se escindirá en dos grupos, y aliadófilos y germanófilos crearán en la calle un clima belicista. Pero esta situación ambiental es, en último extremo, reflejo de unos hechos profundos. La neutralidad implica una transformación —coyuntural, adaptada a unas necesidades urgentes, a unos beneficios inmediatos — de las estructuras económicas del país. La industria será el sector (11)

20

Y. ViCENS Vives, J., op. cit., pp. 40-42. Ver

Apéndice

1.

más favorecido y la deuda española se liberará. No ocurrirá lo mismo con la agricultura, que caerá en un hondo colapso cuya repercusión será evidente en tres hechos: subida meteórica de los precios de las subsistencias, fuerte migración del campo hacia las ciudades y emigración hacia Francia de gentes provinentes de núcleos agrícolas. De 1914 a 1918, como Vicéns escribía, “el país puede considerarse casi rico”. Sin embargo, la neutralidad provocó solamente un esplendor momentáneo. Como Cabana escribe, aún no están bien estudiadas las repercusiones económicas en España de la guerra europea. No obstante, es incuestionable que la guerra representó una coyuntura fundamental para España.' La balanza de pagos comerciat dio un viraje, pasando de altos déficits al superávit. En 1916 y 1917, gracias a la neutralidad, nuestra balanza tuvo un superávit de 448.570.000 pesetas y 577.490.000 pesetas, respectivamente., El año 1915 fue ya un año boom en los ramos textil, del metalúrgico y naviero; 1916, con la máxima alcanzada en las exportaciones, señala el punto más elevado de toda la coyuntura económica española. Este “techo” económico se mantendrá en 1917 para decrecer luego, y caer en el caos tras la terminación de la guerra. ¡Pero mientras tanto, fue la época dorada de los negocios, de la especulación, de las ganancias masivas; del vertiginoso enriquecimiento de unos y de la profunda miseria de otros; del ahondamiento del tajo social que escindió en dos grupos a los españoles. Sobre este vértigo de la neutralidad se cuecen las crisis que desarticularán la realidad total —ecodel país. Pero esto no lo apreció ni nómica, social, política. la oligarquía económica ni la política, y la euforia inundó a las clases pudientes. Esta que pudo ser la gran ocasión de España, sin los fue, embargo, desaprovechada lastimosamente; y listas, que habían tenido a su alcance todas las posibilidades, no sólo no fueron capaces de estructurar de base su industria, sino que no supieron aumentar el poder de compra del mercado interior; y al terminar la guerra perdieron el mercado exterior y se hallaron con que el interior no tenía poder para absorber la producción española. La crisis —con su acento agudo en 1921— fue completa.

curtido,

..—

capita-

21

1.

La crisis

agricola

sufrió hondas convulsiones agricolas; y aunque la guerra europea fue una momentánea solución para la demanda de productos agrícolas y materias primas, el mercado interno se resintió, y los precios subieron! En 1917, con la implantación del bloqueo alemán, el horizonte se ensombreció y la crisis campe-

España

sina alcanzó extremos de enorme agudeza. El problema más inmediato fue el cerealista. El rendimiento del campo fue débil, pero la fuerte demanda, interior y exterior, permitió a los productores fijar precios cada vez más altos y obtener, de esta manera, fuertes beneficios. En la campaña 19161917 la relación entre producción y consumo de trigo mostró un

crisis triguera y la carestía y el encarecimiento afectaron fuertemente a los presupuestos familiares de las clases obreras. También, en 1917, descendió la producción de arroz, y de ello se resintió el mercado interior; los arroceros levantinos, sin embargo, presionaron sobre el Gobierno para cbtener permisos de exportación, agravando el problema de las subsistencias. Sólo la producción de leguminosas, vino y aceite aumentó. En conclusión, en 1917 hubo una crisis de producción agrícela que afectó a los cereales (trigo, centeno, cebada y maiz); el valor de las cosechas fue elevado, con lo cual sin

desequilibrio; España fue deficitaria, y así incidió sobre el problema de las subsistencias;

claro

esta

embargo,

las clases realmente dañadas fueron las menesterosas.

Pero el

problema agrícola

se

suscitó intensamente

en

dos

áreas: Andalucía y Levante. En la primera, a causa det latifundio endémico; en Levante, por la crisis naranjera que se originó de como consecuencia del bloqueo, que impidió la exportación los frutos y la importación de fertilizantes.( Como repercusión, estallaron huelgas y disturbios, y sobrevino la emigración. Pero las crisis no afectaron únicamente a estas provin-

automática

general, todas las agudamente los efectos

cias. En

zonas

agrícolas españolas sufrieron

de la contienda europea, ya que casi muy tedos los mercados se cerraron, y estos problemas se agravaron más al final de la guerra, al contraerse la producción y aumentar el desempleo. 22

2.

Las

actividades industriales y -

———



——

mineras

-—_]

la guerra, la actividad industrial se desarrolló fuertemente y se acentuó el proceso de acaparamiento de la economía por parte de grupos financieros con tendencia a la concentración y al monopolio. ! La industria española tuvo, pues, un desarrollo relámpago; pero su prosperidad fue efímera y no se hicieron refcrmas de base, profundas y efectivas. En consecuencia, tras la guerra, al no poder competir con los productos extranjeros, apareció el marasmo, el caos y la crisis. Ante ello los grupos capitalistas pidieron —y obtuvieron— ayuda al Gobierno, acentuándose así —en especial, a partir de 1922— el proteccionismo ya existente,

Gracias

a

La industria que pudo tener, de 1914 a 1918, su coyuntura salvadora fue la pesada, que tenía su núcleo principal en Vizcaya. El área vasca salió muy favorecida gracias a la guerra; según apunta Cabana, fueron los vascos quienes más partido sacaron,

a

causa

de

su

industria

siderúrgica

y naviera y de los 1913 el ritmo expansivo de y constante; pero tras el

subsuelo. De 1876 a la industria metalúrgica fue regular estallido de la contienda, el norte de España penetró en una etapa de envidiable prosperidad. En 1913, la producción de lin-

productos

de

su

gotes de hierro y

Bilbao

600.000 toneladas; en 1917 era de unas 800.000; el aumento de los precios del hierro entre 1914 y 1918 fue de un cuatrocientos a un seiscientos por cien. Ello da idea del gran negocio de los industriales. Pero al no renovar su estructura industrial, al finalizar la guerra, se esfumó la época dorada (12). * acero en

(La industria química

era

de

unas

vio también afectada por el conflicto, pero ésta desfavorablemente, en especial a partir de 1917, ya que el bloqueo alemán la impidió el aprovisionamiento de las materias primas y productos intermedios que necesitaba imporse

112)

Y. CABANA, F.: “La banca a Catalunya”, Barcelona. Ed. 62. 1965, pagina 35, y ROoMEU ALFaro, F.: “Situación de las clases trabajadoras en España (1898-1930). Tesis doctoral mecanografiada. Valencia. Facultad de Filosofía y Letras, 1966, t. 1, pp. 163-166.

23

tar. También las industrias de la construcción fueron seriamente

dañadas por el alza de precios de los materiales de lo que provocó el encarecimiento de los alquileres y la carencia de viviendas. Consideración aparte merece el caso catalán.yTras una fase de recuperación —que se puede situar entre 1898 y 1913— hay un período de expansión, que, iniciado en 1914, alcanza hasta los años treinta (repercusión de la crisis general del 29). Esta expansión fue, sin embargo, relativa a partir de los años veinte, en que el fin de las hostilidades dislocó la base económica española —muy coyuntural— y, especialmente, la catalana. Gracias a la coyuntura favorable de la guerra, la industria catalana penetró en los mercados de Occidente. Pero los beneficios obtenidos no fueron aprovechados para proceder a una modernización del equipo y al establecimiento de una producción competitiva. Por ello, tras la vontienda, las ventajas conseguidas se perdieron; y el fin de las hostilidades fue un rudo golpe para el capitalismo catalán. A partir de 19158, la industria catalana entró en un declive, y sólo la siderurgia pudo mantenerse gracias a las tarifas

construcción,

protectoras.

“El

todo el país. armisticio de 1918 secó brutalmente las fuentes de inesperadas ganancias: la industria se paralizó; los obreros, que trabajaban diez y doce horas al día con altos salarios, cayeron en el paro, y, súbitamente, el jornal desapareció y el pan de la familia también” (13). Aquí está el prólogo de las crisis que sacudieron a España entre 1918 y 1923, La ruptura de la beneficiosa situación creada por la contienda europea dislocó todas las estructuras sociales y agudizó la latente situación de a la minería, a lo largo del primer cuarto de Con Pero la sacudida fue

respecto dos

siglo pasó

general

en

desequilibrio;

fases: en primer lugar, un fuerte incremento de 1913 a 1917, con el tirón en 1915 y 1916, subrayando que en estos años aumentó rápidamente el valor de la producción minera, sin que hubiese un paralelo ascenso en la producción; en segundo lugar, un descenso, en especial de los minerales metálicos, de 1917 a 1920. El sector más beneficiado fue el del (13)

por

V. VALLOTTON, H.: “Alfonso XIII". Madrid. Ed, Tesoro. 1945. p. 135.

carbón,

notable incremento de la demanda por el despegue industrial realizado por el país; consecuentemente a este aumento, disminuyó la importación. Pero el brusco ascenso de la demanda provocó en los precios un brusco tirón alcista, lo que significó un incalculable negocio para los propietarios mineros. Los años 1917 y 1918 fueron el techo de este alza de precios. Pero tras la guerra, todo se deformó. La industria española. no salió del “alegre y confiada” como decía Vicéns Vives (14), sino sumergida en un los |desorden. Y una se más sectores que protecmantuvieron con

un

conflicto europeo

ción frente ductos

a la

renovada extranjeros (5).

El comercio

3.

—Ú—

,_—e

ventajosa competencia

de

los

pro-

español _—

_—

presidió el

(1Un

y

_gran boyantes exigieron

y

hecho comercio exterior español del siglo xx: el déficit crónico de su balanza. Sin embargo, de 1914 a 1919, se cerraron las operaciones con beneficios para el país. La guerra fue, pues, para el sector comercial una favorable., Un problema grave, que afectó a la marina mercante, fue el

coyuntura

de los

torpedeamientos

pues,

o

alemanes, que determinaron un descenso enlas exportaciones, en especial a partir de 1917. Ello era de extrema gravedad para el país —según subraya Romanones—,

asfixia,

bien que

navegaban los era para España

barcos la ruina

españoles,

sobrevenía la

económica

o

y

el resquebra-

| desarticulando la-marina mercante, difiestructura española, cultando el comercio los aliados a

la

con

e

imposibilitando. alcanzar

algunos mercados consumidores; ocasionando, también, graves daños a la importación de determinados productos básicos para la industria; este último hecho vinó a contribuir, tras el fin de la guerra, a la situación crítica en que la industria española se halló.

CEl enrarecimiento del comercio interior y la necesidad ilimi-

V. VICENS VivES, J., op. cit,, p. 322. V. TAMAMES, R.: económica de España”. Madrid. Ed. Sociedad de Estudios y Publicaciones. Tercera edición. 1965, p. 546. vida Y. de Conde una de: “Notas (16) RoManones, Madrid. Ed. Espasa Calpe. 1947, p. 119. (14) (15)

“Estructura

(1912-1931).

25

tada que los beligerantes tenían de toda clase de productos, provocó un fantástico aumento de los precios. El mercado interior se encareció enormemente por el fuerte desarrollo de la exportación y el aminoramiento de la En especial salieron del país productos alimenticios y materias primas, lo

importación

que repercutió sobre los consumidores y agravó la situación del país. Así, la oligarquía realizó, con la guerra, un enorme negocio a costa de la población española; y el comercio fue próspero, a expensas > de un paulatino aumento de las dificultades interiores. 4.

Las

El

finanzas

siglo

inició con una política de revalorización del cambio y de deflación monetaria que perduró hasta 1912. En esta favorable circunstancia sobrevino la guerra. Para el país significó un notable enriquecimiento, pues toda Europa se endeudó con España, en donde abundaba el dinero y era rentable la inversión. Buena prueba de ello es el mucho oro existente en España en 1917, La balanza comercial, de 1914 a 1919, fue de saldo casi siempre favorable y ello permitió el aumento de reservas del Banco de España; (en 1901, 350 millones de pesetas; en 1919, 2.500 millones de pesetas). Se inicia así la etapa de la peseta fuerte. De toda esta situación beneficiosa, la que más euforia produjo, en verdad, fue la acumulación de oro en el Banco de España, iniciada en diciembre de 1914, y el enorme desarrollo de la Banca privada. Por ello, los años de la guerra fueron tiempos de optimismo financiero. Consecuencia de todo lo anterior fue que los años de 1917 y 1918 significaron el momento de más valor para nuestra peseta. Sin embargo, a partir de 1919 se inició el descenso, que XX

se

torno a 1925. agudizó La neutralidad española,

se

en

en

conclusión, saneó

nuestras

finan-

favoreció la entrada de dinero en el país y, gracia a él, el Gobierno repatrió la deuda exterior, favoreciendo, con ello, el aumento de valor de nuestra moneda. “Al terminar la guerra —ha escrito Brenan—, la mayor parte de la deuda industrial

zas;

y nacional 26

se

hallaba amortizada y las

reservas

de

oro

del Banco

de

España primer

aumentaron de 23 a 69

milfones de libras esterlinas. ..;

resultado de este fortalecimiento de la economía fue incrementar la potencia de cada uno de sus órganos para luchar por separado contra los demás” (17). el

IT. l.

Las RELACIONES

española

La incultura -.

SOCIALES



-



-_

fEn

el momento de la guerra europea, en España el analfabetismo alcanzaba a un 59,35 por 100 de la población; las provincias de más elevado índice eran, básicamente, las agrícolas del Sur; las de índice menor, las norteñas industriales. Esta situación de incultura que la oligarquía dominante, si no había provocado, había permitido, explica la virulencia de las convulsiones sociales en y señala como culpable última a la casta de gobernantes que ocasionó este estado de cosas o que bien poco hizo

España;

por remediarlo. Junto a este retraso en la enseñanza elemental, hay que anotar también el estado ínfimo en que se hallaba la enseñanza media y la superior, Por ello, si otros datos no hubiera, los indi-

cados serían suficientes para mostrar la despreocupación gobernantes españoles por el pueblo que gobernaban. 2.

El

de los

problema de los abastecimientos

Un problema que conmovió a las clases sociales españolas en 1917 —y muy en especial, a los menesterosos— fue el de las ysubsistencias. Sus raíces se hallan en el comienzo de la guerra europea. Ya en marzo de 1915, el Gobierno, para detener el encarecimiento de los artículos alimenticios, publicó en la Gaceta de Madrid la siguiente Real Orden: “En todas las

capitales

de

provincia existirá

una

Junta

especial denominada “Junta Provincial de Subsistencias”. Fijará un precio regulador que modificará cuantas veces sea (17)

Y.

BRENAN, G.,

op. Cit., p. 47.

27

necesario. Esta Junta estará formada por los señores gobernador civil, delegado de Hacienda y alcalde de la capital.”

Sin embargo, nada remedió y el precio de las subsistencias, con el desarrollo de la guerra, fue en aumento, Se creó así un gran malestar en las ciudades importantes; en consecuencia, hubo manifestaciones de protesta y alteraciones del orden público (18). En 1917, además, se redujo la importación de trigo, lo que —incidiendo sobre una cosecha exigua— encareció el pan y agravó la situación. El aumento de salarios no siguió el ritmo de los precios. Se acentuó, así, el desequilibrio latente que desembocó en crisis social. Ello significó la marcha progresiva hacia la revolución (19). 3.

Los

precios

y los salarios

Al amparo de la carestía sobrevino el alza de los precios y los especuladores hicieron su aparición; junto a este fenómeno hay que señalar un continuo descenso real de los salarios, así

[1931

minúmero de billetes en circulación llones de pesetas en 1913; 3.866,9 millones de pesetas en 1919). El hecho es que de 1914 a 1920, la peseta perdió algo más de la mitad de su poder adquisitivo. Finalmente, entre 1920 y 1923, la caída de los precios determinó una racha de sensibles quiebras y toda clase de perturbaciones económicas (20). El ciclo alcista inflacionista produjo que a partir de 1916 se iniciara el descontento popular y la agitación social, ya que los Jornales iban siempre por debajo de los precios; el aumento de éstos fue constante y general, siendo en 1919, en algunos casos, el doble que en 1914; y es de señalar, también, que los precios ascendieron más en el campo que en la ciudad. como un

aumento del

Hace referencia a esta situación—a más de la prensa que, día a día, reproduce el descontento de la gente—Claudi Ametlla en sus “Memories politiques (1890-1917)”. Barcelona. Ed. Portic. 1963, p. 379. Un enorme número de testimonios echa por tierra, pues, la afirmación de Pilar de Baviera y Chapman-Huston de que en los años de guerra “en España abundaba el alimento”, (V. “Alfonso XIII". Barcelona. Ed. Juventud. 1945, p. 169.) 119) Y. BRUGUERA, F. G.: “Histoire contemporaine d'Espagne (1789-1950). París. Ed. Ophrys. 1953, p. 134, y BALCELLs, A.: “El sindicalisme 3 Catalun-

(18)

ya

28

(1916-1923). Barcelona. Ed. Nova Terra, 1965, p. 19, (20) V. Vicens Vives, J., op. cit., p. 123-124.

En general, al considerar las relaciones numéricas sobre el: ritmo de los precios se advierte (en la etapa 1914-1918): primero, hay un aumento paulatino entre abril de 1914 y marzo de 1917; segundo, entre abril y septiembre de 1917, la subida fue brusca, y tercero, entre octubre de 1917 y marzo de 1918, hubo otra fortísima alza. En la ciudad, de 1914 a 1918, el índice de

precios llegó a

a

145,4 (1909-1914, índice 100);

en

el campo,

149,3.

(A

través del ascenso ininterrumpido del costo de la vida, se advierte cómo aumentan, día a día, las dificultades de la clase obrera; ello explica su efervescencia y determinó, en último extremo, la consolidación de su conciencia de clase (21). Era evidente la insuficiencia de los jornales de la clase trabajadora para hacer frente a los nuevos precios que la guerra creaba; había, además, una gran diferencia entre los salarios industriales y los campesinos; los salarios reales de la industria habían mejoysrado en los primeros años del siglo, no habiendo sucedido lo mismo con los del campo. Pero —como escribe Tuñón de Lara— “la situación de unos y otros se agravó brutalmente entre 1915 y 1919, años en que el aumento de sus ingresos marchó muy a la ,Zaga de la desenfrenada carrera de los precios y de los exorbitantes beneficios de los patronos” (22). Tras la paz de Versalles, llegó la caída de los precios; la exportación, amenguó; los negocios fáciles se diluyeron (23). El salario obrero no pudo nunca alcanzar los precios. Como demuestran las fuentes, un trabajador podía -muy difícilmente subvenir a las necesidades más primarias de su hogar. Se calcula que el jornal medio necesario para vivir debía de ser de 10 pesetas diarias; nadie alcanzaba esta cifra. El patente desequilibrio entre precios y salarios es, de esta manera, un importante factor de descontento social.

(21) la vida

Para el

período 1914-1917,

el porcentaje de aumento del coste de se fijó en un 40 por 100, y el del aumento del nivel de los jornales. en un 10 por 100. Ver también a este respecto, BRUGUERA, F. G., op. cit., página 346. Lo relativo al aumento de los precios en el mercado, en Apéndice 1. (22) V. TuÑón DE LARa, M.: “Variaciones del nivel de vida en España”. Madrid. Ed. Península. 1965, pp. 43 y 46. Canosa, R.: “Un siglo de banca privada (1845-1945). Madrid.

104 % 5,

p.

70.

29

En 1914, el promedio del salario semanal era de 24,90 ptas.: y el salario hora era: cbreres calificados, 0,43 ptas.; peones, (6,29 ptas.; y mujeres con trabajo calificado, 0,17 ptas. Hay que advertir que, en esta fecha, un 14 por 100 de obreros tenía una de ccho horas; un 10 por 100, de nueve horas; y un 64 por 100 —la mayoría absoluta—, de diez horas (24). En el sector agrario, el problema salarial era enorme. En 1915 había aún muchos jornales de 1,25 ptas. al día; en 1917,

jornada

Córdoba, la media diaria de jornales era, todavía, de 2,25 a 3 ptas.; en 1919, aún se situaban los salarios medios entre 2,50 y 3 ptas. al día. La situación campesina era, pues, aún más en

grave que la del proletariado urbano, teniendo alza de precios fue mayor en los pueblos; ello mente, a las masas agricolas do el problema obrero. De todo lo dicho

rics

con

respecto

a

a

volcarse

en

en

cuenta que el

empujó,

decisivalas ciudades, acentuan


(6) Y. García VENERO, M.: “Vida de Cambó”. Barcelona. Ed. Aedos. 1952, p. 264, y FERNÁNDEZ ALMaGRO, M.: “Alfonso XIII", p. 285. El memorándum decía:

“Desde el 1 de febrero de 1917 se opondrá sin más allá todas armas a todo tráfico marítimo dentro de las zonas determinadas alrededor de la Gran Bretaña, Francia, ltalia y en el Mediterráneo oriental.” A continuación explicaba las indicaciones técnicas y geográficas a que habían de atenerse los navegantes. (V. SOLDEVILLA, F.: “El año político de 1917” Madrid. 1918, p. 44.) (7) Cit. por ROMANONES, C, de: “Notas de una vida (1912-1931), p. 102.

con

83

“El recrudecimiento del bloqueo submarino trajo la casi completa paralización del tráfico marítimo. Creó esto una gravísima crisis económica en muchas regiones españolas: Unas, porque de los países aliados importaban elementos indispensables para la agricultura y las fábricas; otras, porque en aquéllos encontraban sus mercados consumidores. Esta situación ha sido la ruina para Levante; implica la falta de abonos para la agricultura en general y de productos químicos indispensables para la preservación de las vides, y la escasez de carbón” (8).

Pero el

sino pesca, dejando

de altura,

actividad

sólo afectó al comercio y a la que causó graves trastornos a la de

bloqueo

no

navegación cabotaje y

muchos pequeños puertos —cuya vida era la pesquera— en situación desamparada. Canarias, cona

cretamente, llega,

el mes de febrero, a la fase más grave de su crisis económica. Esta se había acentuado a partir de 1916 por el cese del comercio, debido a los torpedeamientos alemanes. en

En febrero —según datos que da El Imparcial del día 16— hay muelle cerca de 5.000 obreros sin trabajo; la crisis se en el extiende a todcs los sectores laborales y, en consecuencia, se emiacrecienta la emigración a América (en 1913, hay 1.893

grados; en 1915, hay 2.971; en 1916, hay 7.818) (9). Como Sagarra escribía, “la neutralidad se hacía cada vez más angustiosa” (10). V. ROMANONES, C, de: “Notas de una vida (1912-1931)”, pp. 118 y 119. del 1 de febrero—para la nota alemana—, y F. SOLDEVILLA: Ver también A BC “El año político de 1917", pp. 47 y ss., para la excitación causada. Cit. por Romeu ALFAro, 'F.: “Las clases obreras españolas...”. Tesis, (9) tomo I, p. 212. (10) Y. SAGARRA, J. María de: “Memories”, p. 737. Romanones subraya cómo el bloqueo acentuaba la débil posición española debida a la neutralidad. Y escribe que España debía hacer lo siguiente: “1.9 Notificar al Imperio alemán que, conforme a los conceptos emitidos en el párrafo último de la nota (V. Apéndice), contestación a la suya del 31 de enero, el torpedeamiento de otro barco español, cualquiera que sea su destino, implicará el rompimiento diplomático entre ambos Estados, 2.9 Adoptar las prevenciones necesarias para garantizar con los intereses alemanes existentes en nuestro país el resarcimiento de los perjuicios que indebidamente se nos infieran. 3.9 Proceder mente contra los alemanes que abusen de la hospitalidad que en España reciban, cualquiera que sea su condición; y 4.9 Estrechar las relaciones con Jos aliados, prosiguiendo la política exterior que la guerra vino a suspender, pero no a rectificar.” (Y. ROoMANONES, C. de: “Notas de una vida (1912-1931)”, (8)

enérgica-

páginas 120-121.) 84

A la nota alemana, contestaba el Gobierno español el 6 de febrero con otra, en la que protestaba “tan serena como firme-

mente": “El Gobierno de S. M. funda su protesta en la afirmación de que, cerrar por completo el camino de ciertos mares, sustituyendo el derecho de captura, innegable en ocasiones, por un pretendido derecho de destrucción en todo caso, está fuera de los principios legales de la vida internacional, y sobre todo y más que nada, de que l extender el sentido de ese derecho a destruir en la forma anunciada la vida de los no combatientes, de los súbditos de una nación neutral como España, es contrario a aquellos otros principios observados por todas las naciones, aun en los momentos de mayor violencia. (...) el Gobierno español (...) no puede admitir como legítimo un régimen de guerra excepcional, por el que, a pesar ,de sus derechos de neutralidad y de su escrupulosidad en el cumplimiento de sus deberes que en ese concepto le incumben, se dificulta y hasta se impide el tráfico marítimo de España, comprometiendo su existencia económica. con serio peligro de la vida de sus súbditos” (11).

Finalizaba añadiendo que confiaba en que el Gobierno alemán encontraría medios “con que satisfacer la reclamación de España”. Evidentemente, la contestación no era muy dura, ni se advertía el atisbo de una posible ruptura. Cada vez más, ante los incidentes que vayan sucediéndose, los Gabinetes se encontrarán presionados por la situación interna del país, y su inacción y su falta de decisión para enfrentarse duramente a los Imperios centrales, tomará visos de excesiva humillación. "El 26 de febrero se cerraban las Cortes, tras haber sido aprobados los proyectos de protección a las industrias y al de autorizacicnes (concediendo al Gobierno amplias facultades para la aplicación de fondos públicos a necesidades urgentes). Quedaban proestancados una interpelación sobre Marruecos y algunos El yectos de Alba, entre ellos, el de beneficios decreto de clausura, leído por Romanones en medio de un enorme griterío, decía así:

extraordinarios;

*

( 11)

“Usando de la prerrogativa que me concede el artículo 32 de la Constitución de la Monarquía, y de acuerdo con el pa-

Ver nota

completa

en

Apéndice

II.

85

recer

de

mi

Consejo

de

Ministros, vengo

en

decretar

lo

siguiente: en

Artículo único.—Se suspenden las sesiones de las Cortes la presente legislatura.”

“... El instante fue sensacional. Las izquierdas se pusieron en pie, clamorosas: las derechas, imitáronlas. En medio del estruendoso griterío, el señor Barcia Trelles avanzó hacia el banco azul, con los puños en alto, vociferante, rojo; al verlo en aquella fiera actitud, el senor Francos Rodriguez se ,desglosó de la mayoría y salió a su encuentro. Fue un instante terrible. Los dos hombres encorvados, enronquecidos, con los ojos llameantes, aproximábanse con pasos de tigre dispuestos a saltar. El señor Barcia había perdido su silueta de ateneísta; al señor Francos

le había acentuado su aspecto de campeón internacional de boxeo de nariz achatada, recio tronco y cráneo rapado.

se

Los epítetos que se dirigían mezclábanse ral. Junto a la mesa de los taquigrafos cia gritó, irritadísimo: —

¡Fuera!

rugió, ¡Fuera!

Francos —

el clamor geneencontraron. Bar-

con se

centelleante:

Se encorvaron más... frotaron las narices uno con otro y volvieron a sus asientos. Mientras esta emocionante tragedia ocurría en el hemiciclo, cada grupo parlamentario expresaba a su manera la impresión que le había causado la suspensión de las sesiones. Algunos datistas gritaban irónicamente: ¡Viva Gasset! Marcelino Domingo, clamaba: —

—j¡Esto es una cobardía! Los periodistas, guardando presurosos los lápices para marcharse a disfrutar del sol, chillaban: ¡Farsantes! ¡Farsantes! En este momento las izquierdas pudieron darse cuenta de —

que el señor Giner de los Ríos maullaba débilmente precación. Oyéronle y le secundaron: —¡Viva la República! La mayoría gritó: ¡Viva el rey! Y las izquierdas: —j¡Viva la República! —

86

una

im-

Y la —

mayoría: ¡Viva el rey!

Todos estaban heroicamente en pie, magníficamente terribles. Poco a poco se fueron retirando (...). Así terminó la trascendental tragedia” (12).

tomaban ya —incluso por la Prensa de derechas— las cuestiones de Gobierno, y este texto es buena prueba de la indiferencia socarrona con la que era observado un acto de gran importancia política.”Y Fernández Flórez, irónico y mordaz, da a los diputados su adiós cruento: A

chirigota



se

“Id con Dios, yernos, primos, hijos, cuñados, hombres excelentes que habéis dado al país el alto ejemplo del amor a la familia y de la protección a los consanguíneos. Id con Dios” (13).

Así terminarcn las Cortes de 1916-1917. Triste final. La agitación obrera y la

constitucionales

suspensión de las garantías -



; Marzo comenzó con una oleada de huelgas en Barcelona, Valencia, Bilbao, Sabadell, Algeciras, Alcira, etc. El día 5, el Comité Nacional del Partido Socialista hizo público un manifiesto contra el bloqueo submarino, y pedía que se adoptasen las

medidas necesarias para garantizar la normalidad de la vida económica de España; se atacaba, especialmente, la pasividad del Gcbierno. La agitación obrera continuaba y la C.N.T. y la U. G. T. mantenían, a todo lo ancho del país, una intensa actividad. Junto a la efervescencia proletaria, había una viva acción 235 de marzo Cambó, en un mitin celebrado en Masneu, arremetía —siguiendo la línea trazada por el Comité de acción política de la Lliga— contra el turno de partidos.- En Cádiz, el mismo 25, el general Primo de Rivera, al ser recibido solemnemente en la Real Academia Hispanoamericana, pronunció un discurso scbre “Recuperación de Gibraltar”.¡El tema era candente, de innegable actualidad. Sus puntos básicos fueron:

política.|El

(12) (13)

Y. FERNÁNDEZ Y. FERNÁNDEZ

FLÓREZ,

FLÓREZ,

W.: “Acotaciones de un oyente”, pp. 258-259. W.: “Acotaciones...”, p. 261.

87

Que la situación de los trabajadores

hace insostenible y que la miseria aumenta constantemente, al extremo de causar ya innumerables víctimas entre el proletariado. Que los artículos de primera necesidad continúan elevando su precio de coste, al extremo de tener que prescindir del consumo de muchos de estos artículos indispensables para la vida. Al mismo tiempo, los alquileres que se abonan a los propietarios de fincas urbanas han sufrido un aumento del cien por cien. Que el salario con que se les retribuye es tan mezquino, que resulta insuficiente para las necesidades más precisas. Que cuando se declaran en huelga para recabar de la burguesía alguna mejora indispensable, las autoridades no permanecen neutrales y cometen una porción de atropellos y coacciones contra los huelguistas y los sindicatos obreros, infringiendo las leyes y la Constitución y po-

>

niéndose

a

se

favor de los patronos.

Gobierno no cumplió su promesa de conceder una amnistía “amplia y general", puesto que olvidó en los presidios a una infinidad de compañeros. Los presos por los sucesos de Cullera, Torresparagil, Benagalbón, Manzanares, sucesos de julio de 1909, Castellón y muchos otros que fueron condenados por delitos cometidos

Que

en

el

ocasión de huelgas.

Que igualmente, en cuantos conflictos de carácter obrero intervino la autoridad, el Gobierno y hasta los legisladores y Junta de Reformas Sociales, se les engañó. Que todo lo declarado es cierto; dan fe de ello los hechos ejecutados; la indignación que ya se manifiesta en

la opinión pública; las innumerables denuncias formuladas e historiadas por la Prensa, organizaciones obreras

88

|

y de carácter político. Por eso, el proletariado catalán, fiel a su tradición liberal y humanitaria, saturado de un concepto elevado de justicia, plantea la cuestión en términos correctos: ser o no ser. O desaparecen para siempre estos procedimientos inquisitivos que emplea constantemente la autoridad contra el pueblo y se da una solución satisfactoria y rápida a

todo cuanto queda enumerado, y se ponen en práctica por las autoridades medidas enérgicas contra los acapa-

agiotistas, comerciantes, que se enriquecen a costa de la salud y vida del pueblo, defraudando en la medida, peso, calidad y precio de cuantos acuden a los organismos obreros, o se declina la responsabilidad de todo cuanto pueda ocurrir; la situación puede llevar a una huelga general, por la indignación del pueblo. radores,

| l

! l

.

..

Por todos los sindicatos obreros de Cataluña, el Comité de la Confederación Regional (15).

El documento era una muestra perfecta del estado material en que se hallaba el proletariado catalán. Ante tal situación de desespero e indignación, era comprensible cualquier estallido. La -

efervescencia, el nerviosismo, el malestar y la agitación tales. )

to-

la Casa del Pueblo se reunían los delegados regionales de la U.G.T. con el Comité Nacional; Angel Lacort, del Centro de Sociedades Obreras de Zaragoza, y Salvador Seguí y Angel Pestaña, en nombre de la C.N.T. y —

En Madrid, el 27 de marzo,

eran

en

de la Asamblea de Valencia. Los

representantes de Galicia, Le-

vante, Cataluña, Asturias, Aragón y Castilla mostraron la necesidad de que el proletariado adoptase una actitud revolucionaria;

Largo Caballero,

discurso, subrayó la incapacidad de los Gobiernos para resolver los problemas latentes, por lo cual era en

su

necesario recurrir a los procedimientos radicales. En el XII Congreso de la U. G. T. se había esbozado el plan para el desencadenamiento de una huelga general indefinida; Largo Caballero afirmó que ésa podía ser la solución. Aunque los principales problemas planteados eran la crisis de trabajo y la necesidad de abaratar las subsistencias, las peticiones que en la reunión se hicieron tenían un aspecto político, e iban dirigidas, más que contra los (15) Cit. en Romeu ALFAro, F.: “Las clases obreras españolas...”. Tesis, tomo I, pp. 208-212,

89

el

régimen político

que amparaba aquel estado de Cosas. Se encargó a Besteiro la redacción de un manifiesto en que cristalizaran todos los Así lo hizo y fue aprobado por unanimidad (16). En el documento se decía:

patronos,

contra

acuerdos.









que las cin de

privaciones económicas eran fruto de una situaprivilegio y de una desenfrenada inmoralidad. amparada por los organismos públicos. que pese a las quejas y las denuncias de la Prensa, los gobernantes no daban resoluciones, pues los intereses particulares “hallan amparo y protección en los poderes públicos, mientras el pueblo emigra o padece”. que las promesas se desvanecen y no se cumplen; que siguen, cada vez más, los negocios desenfrenados; y el

Gobierno “lanza a diario contra los obreros la Guardia Civil”, mientras “ofrece a los capitalistas una colocación lucrativa a sus fondos ociosos”. que se reconoc: la justicia de las demandas de la clase

obrera, pero —

sus

males.

que

sigue

no se

cumplen

peticiones, ni

se

remedian

política en Marruecos, “sangriende España”, por todos los políticos

la desacertada

ta y vergonzosa ruina



sus

criticada, pero por todos mantenida. que todos estos males, advertidos por el proletariado, le han llevado al convencimiento de la necesidad de la unificación de sus fuerzas en una lucha contra “los amparadores de la explotación erigida en sistema de gobierno". Por eso, los representantes de la U.G.T. y C.N.T. acuerdan: 1.9 2.9

3.9

impone que el proletariado español emplee la huelga general indefinida. A partir de este momento, los organismos proletarios procederán a la adopción de las medidas que consideren adecuadas para el éxito de la huelga general. Los firmantes, autorizados por los organismos obreros, Se

consideran en el deber de realizar todos los trabajos conducentes a organizar el movimiento, y determinar, cuando las condiciones se consideren más favorables, su fecha (17). se



España”,

YV. LaDERra: “Fechas de sangre. Dos semanas de anarquía en Madrid. Ed. Renacimiento. 1917, pp. 187-188, y también MarTín, Jacinto: “Huelga general de 1917". Madrid. Ed. Z Y X. 1966, p. 20, y Romeu ALFaRO, F.: “Las clases obreras españolas...”. Tesis, t. I, pp. 213-215. (17) Y. Manifiesto completo en Apéndice II, Del 12 al 23 de miayo de 1916 se celebró en la Casa del Pueblo de Madrid el XII Congreso de

(16)

90

¿Este

manifiesto,

en

el que aparece ya una conciencia política de la huelga general como un acto de la

clara y una concepción lucha de clases, es el prólogo del gran estallido revolucionario veremos en el capítulo correspondiente, del mes de agosto.

>.[Como

Martínez. y actuando como vicepresidentes Francisco Núñez Tomás y Miguel Sastre. Por Asturias acuRemigio dieron Manuel Llaneza e Isidoro Acevedo, que prestntaron la propuesta—para resclver el problema de las y del paro obrero—de organizar una con la C. N. T. Se formó una pode acuerdo en todo el país, huelga generalestudiar esta proposición, nencia para y el resultado fue una resolución rede la reunión del 27 de mardactada por Julián Besteiro, que es el era la siguiente: su La resolución de manifiesto. 1917 en de zo Madrid, y la U. G. T.,

presidido por Lucio

Cabello,

subsistencias

antecedente

“1,9 Reclamar una vez más del Parlamento y del Gobierno el abaratamiento de los medios de transporte, el fomento de las obras públicas, la regularización del intercambio de productos, de modo que se garantice eficazmente la satisfacción de todas las necesidades del pais: la supresión de los privilegios industríales, que vienen a acentuar la crisis nacional presente; la terminación de los gastos improductivos, especialmente de la criminal guerra de Marruecos. 2.9 Que para preparar al pueblo a la realización de una campaña que tenga por finalidad obtener del Parlamento y del Gobierno la adopción de aquellas medidas, se proceda inmediatamente por las organizaciones de la Unión General y por cuantos quieran adherirse a este movimiento a realizar una labor intensa en su propio seno, encaminada a recabar el concurso del mayor número posible de elementos profesionales, para que cada colectividad pueda desarrollar el máximo de sus fuerzas. 3.9 Que después de realizada esta labor intensa de las colectividades se celebren en toda España, en un mismo día, reuniones y manifestaciones públicas, encaminadas a conseguir que se incorporen a nuestra acción el mayor número de elementos posibles. 4.9 Que se faculte al Comité Nacional para que, en el plazo de tres meses, recoja las informaciones que suministren las localidades y al en ellas existentes y a los trabajos efecregiones respecto espíritu tuados para que, en unión de representantes de las varias regiones que nombrados el decida la conveniencia de orgapor Congreso, quedaron nizar en toda la nación un paro general de protesta, que durará un día, señalando la fecha en que ha de realizarse. (Se hizo el 18 de di-

ciembre.) 5.9 Que si, verificado el

gengral de un día, no dieran satisfacción ni el Parlamento ni el Gobierno a las legítimas demandas del pueblo, convoque nuevamente al Comité Nacional a los representantes de regiones designados por el Congreso, y en unión de ellos, fije la las linea de conducta que debe seguirse, con arreglo a lo que las circunstancias aconsejen. Madrid, local del Congreso de la Unión General de Trabajadores de España, a 23 de mayo de 1916.—Julián Besteiro, Remigio Cabello, Luis Estrada, Pedro Cabo, Serafín Uriz.” Estas peticiones fueron presentadas a Romanones, entonces jefe de Gobierno,

el 8 de

junio

paro

de 1916.

91

mayo (X11 Congreso del Partido Socialista) y diciembre (día 18, paro de veinticuatro horas) de 1916 y marzo de 1917 son los prolegómenos directos del movimiento proletario del verano. Es curioso cómo este documento —en el que se da una panorámica realista del Estado español— significa, básicamente, un deseo de cambiar el régimen político existente, sin precisar cuál debe sustituirle. Señala el descontento radical del proletariado español con la monarquía y el turno de conservadores y liberales; es, en definitiva, el repudio de un siste:na de gobierno que posibilita el catastrófico estado del como

el síntoma más

país. Su aparición se puede considerar significativo sobre la gravedad de la si-

tuación. Este documento, firmado el 27, se hace público el 28. Aquella misma noche, los firmantes dormían en la cárcel; y el 29, se suspendían las garantías constitucionales en todo el país (y no se restablecerían hasta el 22 de abril siguiente, por decreto aparecido

en

la

Gaceta).

Estos hechos tuvieron diversas el Partido Socialista hacía pública

El 29 de marzo, protesta, en la que decía:

repercusiones. una

“¡¡Trabajadores. Ciudadanos!! Al acuerdo de la huelga general, tomado por unanimidad por los delegados de las organizaciones obreras de España, el Gobierno ha respondido encarcelando a los delegados, clausurando la Casa del Pueblo de Madrid y suspendiendo las garantías constitucionales... Frente a esta situación los socialistas estamos en el deber de elevar nuestra más enérgica protesta contra el Gobierno. Protestamos y requerimos a todos los correligionarios, a todos los trabajadores, a todos los ciudadanos que aman la justicia y la libertad y que quieran el bienestar de España para que se sumen a nuestra actitud a fin de patentizar que no somos insensibles... ¡¡Socialistas, trabajadores, ciudadanos, todos a

la

protesta!” (18).

iniciaba una fuerte agitación obrera en Valladolid (terminaría el día 3) que obligó al Gobierno a declarar el estado de sitio, y agravó la situación del país. Ante estos acontecimientos, el partido reformista lanzó un manifiesto al país oponiéndose a la huelga revolucionaria y a la suspensión de El 1.9 de abril

se

(18) Y. “España Nueva”, 29 de marzo de 1917. Cit. por ROMEU ALFARO, F.: “Las clases obreras españolas...”. Tesis, t. 1, p. 215.

92

garantías (19). Finalmente, los delegados de la Confederación Nacional del Trabajo, Federación Local de Zaragoza, regionales de la Unión General de Trabajadores y Comité Nacional de esta última organización, se reunieron y dieron a la publicidad una nota, en la que decían lo siguiente: 1.9

Protesta unánime contra el Gobierno por la suspensión de garantías y demás actos (clausura de centros obreros, procesamiento y encarcelamiento de trabajadores,

etcétera). Protesta por la actitud pasiva del Gobierno para resolver las dificultades planteadas. Reconocimiento a los que visitaron a los detenidos y a la opinión pública por su comportamiento (20).

2.9

3.9

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día,

tal

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queda

refiejado, la fraguaba, y

comprometida. Lacrisis se capas. populares, respondía el .

métodos

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con

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hacía más

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con

radicales.

La crisis del Gabinete Romanones

los

Durante los primeros días de abril, la Prensa se hizo eco de rumores sobre una próxima crisis ministerial. La inquietud

era

enormeen

todos los sectores; el 8

de abril la Casa del Pueblo manifiesto que era un duro ataque al

de Maádrid publicaba un Gobierno Romanones. Se pedía también a los obreros que se abstuvieran de iniciativas que no fuesen acordes con las decisiones de los Comités de la U.G.T. y de la C.N.T., para no romper “la conexión de unidad y poderío” necesaria para el proletariado (21). El mismo día, se publicaba la nota siguiente sobre la censura:

acomodará en lo sucesivo a las siguientes reglas, trazadas para facilitar la función periodistica: Primera.—Quedará sometida por ahora a la censura previa lo que se refiera al orden público y a asuntos internacionales, “La

(19) (20) (21)

V. V. V.

censura

se

ABC, 3 y 4 de ubril de 1917. ABC, 7 de abril de 1917. ABC, 8 de abril de 1917.

Segunda.—El primer grupo

de cuestiones

comprende cuangeneral cuanto pueda

de movimiento societario y en difundir alarma. En estas materias el Gobierno pone su confianza en la prudencia y el patriotismo de los periódicos, por lo cual no obliga a que envíen las correspondientes galeradas to trate

previa censura; pero se reserva modificar este régimen provisional si nuevos hechos lo exigiesen o si alguno de los periódicos no respondiese a la confianza en él depositada. Tercera.—Los comentarios y opiniones relativos a la guerra, y en general cuanto atañe a asuntos internacionales, tendrán que ser sometidos ineludiblemente u la previa censura. Para ello serán enviados oportunamente al censor pruebas en galeradas, dentro de las horas fijadas de común acuerdo por el censor con cada periódico, para mayor comodidad de éstos. Las galeradas serán despachadas en el acto por el censor, la

a

que las devolverá selladas, y deberán ser conservadas indefinidamente por los respectivos periódicos” (22). [

advierte,

el _problema de la guerra es el que preocupaba al Gobierno; los ánimos andaban encrespados, Como

temia

hizo

se

yse estallido. Por ello, el control de la censura se El hecho era que la guerra submarina seguía hun-

cualquier

riguroso.

diendo barcos

más

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españoles econemia.

con

]—]——]—

pérdida

de vidas nacionales y daño del San Fulgencio

torpedeamiento

El para nuestra colmó la medida, y fue el punto inicial de la crisis del Gabinete Romanones. El 10 de abril, la Prensa publicaba la nota siguiente: “Los

rumores

que durante todo el día de ayer circularon

del torpedeo del vapor español San Fulgencio se confirmaron plena y oficialmente anoche a primera hora. Sabíase que dicho vapor español, que venía de Inglaterra con carga de carbón para España, había sido echado a pique por un submarino cerca de las costas francesas, y temíase que sus tripulantes hubiesen perecido. Informes fidedignos, que refrendó luego el jefe del Gobierno. precisaron que afortunadamente se había salvado la tripulación (...). El San Fulgencio procedía de Newcastle y conducía, con destino al puerto de Barcelona, más de 2.000 acerca

toneladas de carbón” (23).

(22) (23)

V. V.

ABC, 8 de abril de 1917. ABC, 10 de abril de 1917, Los detalles

acerca de la destrucción del buque aparecieron en la prensa de Cartagena, en donde estaba matriculado, y de donde era la tripulación. Igualmente reprodujo el documento de protesta entregado por el capitán del barco en la Embajada alemana.

94

Era ésta

acción

absurda.|La

destrucción del barco no perjudicaba a los aliados, y causaba, en cambio, daños a España. La opinión pública se encrespó; los ánimos, ante una acción tan insensata, se excitaron. Por unos días, la prensa germanófila y neutrófila tuvo el temor de que el Gobierno decidiese salir. de la una

neutralidad. .

La

situación política

puso tensa. Ya desde mediados de abril parece ser que el rey pensaba en un Gobierno de concentración, formado por los hombres más capaces, y entregado a una acción dictatorial./ Alfonso XIII advertía que el Gobierno Romanones no podía y que otro formado por Dato no sería mejor. Alba (días 14 y 15 de abril) preguntó a Cambó si estaría dispuesto a formar parte de este Gabinete, y en qué condiciones. La situación política española era cada vez más revuelta (24). Pero, finalmente, la crisis surgió en el seno del mismo Gobierno. del San Fulgencio, se trató en Consejo de Miel si se debía o no poner coto a tamaño proceder y anunciar se

“durar

Ante

nistros

problema

Alemania que se agotaba la paciencia de España. Romanones quería formular una reclamación en términos muy.vigorosos; no a

trataba de

ultimátum,

pero sí de una postura decidida: parte de los ministros —los de filiación garciprietista— se opusieren.Las divergencias ministeriales surgieron sobre el concepto La prensa y los pary la frase que debía tidarios de la neutralidad a todo trance arreciaron en su camse

un

emplearse.

paña. En vista y,

como

germanófila

ello, Romanones decidió dimitir el 19 de abril. él expresa, “sabía que al cesar en el |Gobiernoperdía la de

jefatura del partido liberal y lo dividía. en dos grupos, quedándome yo al frente del más pequeño” (25). Para explicar la crisis.

Papeles de Cambó: años 1916-1917. Carpetillas V y VI. Conversa amb TAlba, 14-1V-17 y 16-1V-17, Cit.. por PaBón, J.: “Cambó”, pp. 479-480. (24)

V.

Las críticas al Ministerio Romanones habían sido muy fuertes. Cambó, el 13 de abril, escribía en El Liberal lo siguiente: “Jamás gobierno alguno en España había sido investido por el Parlamento de facultades tan umplias. Jamas el pais había sentido un deseo tan intenso de ser gobernado. Jamás España había experimentado, con la intensidad de hoy, la sensación de ausencia de una acción del Estado, de una orfandad de Gobierno. Y no quiero yo culpar de ello ni a holgazanería ni a incompetencia de los actuales ministros... Pero la «cción de gobierno no aparece por parte alguna, y cuando aparece. 0 es insuficiente o es ineficaz.” (Cit. por Pañón, J.: “Cambó”. p. 477.) ides políticas”. p. 88. de: C. “Las Y. (25) RoMANONES,

responsabilid:

95

pública

oficiosa en que explicaba su postura. Tras unas consideraciones sobre la política internacional de España, y las líneas que, según su convicción, debían seguirse, afirma Romanones que “después de haber recogido con patriótica ansiedad las manifestaciones de la conciencia pública —algunas surgidas del propio partido que me honra con su dirección y jefatura—”, reconoce “que hoy una gran parte de la opinión española no participa de mi convicción”; expresa a continuación que es imposible gobernar contra la opinión. “No la comparto, pero ante ella me rindo.” Presenta la dimisión y escribe: “Esta dimisión tiene carácter de irrevocable. Por eso no someto a V. M. la elección de dos políticas, sino que declaro resueltamente que hoy no puedo seguir asumiendo, conforme a mis convicciones, las responsabilidades del Gobierno de mi país” (26). Esta crisis era —como el mismo Romanones dijo— “la más verdadera que puede darse”. Efectivamente; significaba una crisis de régimen, hizo

no

una nota

de Gobierno.,

hipótesis de que Romanones cayó por el hundimiento del San Fulgencio y la divergencia de opiniones en el seno del Consejo. Había, innegablemente, un acaloramiento político especial y un aire de crisis en el ambiente. El . No todos han aceptado

hecho del colma el

barco

periódico

la

hundido fue,

en

última instancia, la gota que r

vaso:

del 20 de abril afirmaba que “la causa de la crisis es la división de los liberales, al apreciar el modo de entender la neutralidad. Han salido los ministros partidarios de que se defendieran con más viveza los intereses de España”. Algo El

A BC

de esto había realmente, pues algunas personalidades permaneel hecho de esta crisis fue cieron en sus ministerios; y, además, fundamental para la escisión del partido liberal, que se ahondó a partir de ese momento. Araquistáin ha escrito que lac.1sis del

despido”, -perio-

19 de abril “no obedeció .a una dimisión, sino a un y que Romanones fue obligado a marcharse (27); Buxadé, dista que vivió aquel tiempo, y sobre el que dejó una crónica, apunta que la dimisión del conde no fue por los motivos interde por él expuestos, sino por el insoluble |

nacionales (26) (27)

9%

Ver documento completo en Apéndice II. V. ARAQUISTÁIN, L.: “Entre la guerra y la

problema

revolución...”, pp. 52-62.

(28).[En

las Juntas, que ya estaba planteado todos hay una parte de razón; estos hechos —y tal vez alguno más— decidieron al conde a abandonar la jefatura del Gobierno. Su actitud personal ante el problema de la guerra y las acciones alemanas, no coincidía con la de un sector de su partido; tenía frente a él una gran parte de la opinión pública; a los germanófilos, porque temían su tendencia aliadófila, a las izquierdas, porque atacaban su inacción gubernativa; el problema de las Juntas —que conocía— era difícil de resolver. Se encontraba, pues, con los caminos cerrados, y sabía que, antes o después, tenía que caer. Prefirió hacerlo entonces, quizá por aquello de que más vale morir con honra, Con respecto a su etapa gubernativa, que vivir con Maura y Fernández Almagro han escrito que “gobernó el conde acechado por la desconfianza de los mejores, e inerme contra la maledicencia de los peores (...). Iniciativas que adoptadas por ctros gobernantes habrían podido parecer, por lo común, acertadas y hasta patrióticas, se antojaban, viniendo de él, judaicas sordideces o nefandas traiciones: El ambiente político se le estaba haciendo irrespirable” (29). Ante todo esto, optó por marcharse. Se iniciaba la crisis más aguda de la España contemporánea.

vilipendio.

El Gabinete García Prieto:

se

fraguan las crisis

El mismo 19 de abril, García Prieto ocupaba la presidencia del Consejo de Ministros. Se mantenía de esta manera la situación liberal, con un puro cambio de jefe. Se había realizado así

gran escisión del grupo liberal. El causante era García Prieto, que ofrecía una nueva base al partido. Y según Fernández Flórez, “esta base establecía que la Presidencia no debía estar en poder de don Alvaro, sino en el de don Manuel. Las demás diferenciaciones entre ambos grupos no llegaron a ser divulgadas, ni eran, en verdad, esencialmente precisas” (30). El nuevo Gabinete quedó constituido de la manera siguiente: la

primera

BuxaDÉ, J.: “España en crisis. La bullanga misteriosa de 1917”. Barcelona. 1917, p. 64. (29) V. Duque DE Maura-M. FERNÁNDEZ ALMAGRO: “Por qué cayó...”, (28)

YV.

página 291, (30) Y. FERNÁNDEZ FLÓREZ, W.: “Acotaciones ,

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p. 252. '

97

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García Prieto. Juan Alvarado. Julio Burell. Ruiz Valarino, José Francos Rodríguez. Duque de Almodóvar del Valle. Santiago Alba. General Miranda. General Aguilera.

Permanecieron cuatro ministros del Gobierno anterior, y la mudanza más interesante era la de Guerra, en donde Aguilera sustituía al general Luque. Según Pla, era éste “un equipo irri”

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(Congreso). Año 1917. Cit.

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HUELQUISTAS

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INDUSTRIAS

HUELGAS

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Cueros y pieles... Madera ...

Metalúrgica

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Edificación Construcción y medios de transporte. Artes gráficas... ... marítimos Transp. ...

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Alimentación... Vestidos y tocado

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|

S. C.

Fuente:

375

INDUSTRIAS

Agrícola Minera

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Metalúrgica

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Vidriera Cerámica Ind. Químicas ...

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Papel

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Varones

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HUELGAS

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Hembras 560 236 1.548 —

244 —





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303 107 1.021 18 —



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OBREROS

Huelgas

Provincias

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1.563 1.600 135 1.693 5.278 187 4.087

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71.440

anabaah

377

CUADRO ESTADISTICO DE HUELGAS EN ESPAÑA, 1917. CAUSAS DE LAS HUELGAS, E

OBREROS

Huelgas

Causas de las huelgas

Ocupados Aumento de salario Reducción del salario Reclamación salario Reducción de la jornada ... Jornada ocho horas Aumento salario y reducción jornada. Reglamentación de las condiciones de trabajo Cumplim. contrato de trabajo Admisión obreros despedidos .., ... Despido obreros no asociados ...

...

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265 1.187 5.929 14.172

13.214 -

...

7 2 17 3 2 4

984 3.706 1.805 73 1.480 1.967

...

176

85.902

en.

... ...

Separación personal directivo Solidaridad obrera

Huelguistas

...

...

*

957 3.704 1.421 49 1.760 85

71.360 —

(V. Orti Alivert, D., Op. cit.,

378

t.

II,

p,

91.)

DESARROLLO DE LA UNION GENERAL DE TRABAJADORES

Noviembre 1889 Septiembre 1890 Abril 1891 ...

Agosto 1891

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Febrero 1892

Febrero 1893 Agosto 1893 Mayo 1895 Febrero 1896 Septiembre 1899 Marzo 1900 Septiembre 1900 Marzo 1901 Octubre 1901 Marzo 1902 Octubre 1902 Enero 1903 Septiembre 1903 Marzo 1904 Octubre 1904

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6.154

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172 198

226 251 282 331 352 363 376

346

274

253 246 225 240 260

N. índice da federados

Federados

Secciones

FECHAS

-

31.558 32.778 40.087 46.896 46.574 56.900 55.817

56.905

46.485 36.557

34.537 32.405

30.066, 32.612

39.668

100 116 163 158 214 239 264 255 187 183 465 439 717 876 941 977 1.195 1.398 1.388 1.696 1.664 1.696 1.385 1.090 1.029 966 896 972 1.182

1.296

43.478 43.568

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301 307 305

40.984

1.299 1.221

...

328

77.749

128.914

2.317

376 351 393 393 384

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443 416

127.804 119.144 121.553 112.194 76.304 94.637

3.842 4.703 3.809 3.551 3.623 3.344 2.214 2.871

100.000

2.981

147.729

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(Fuente: “Anuario Estadístico de España, 1917”. Madrid, 1918,

p:

495:)

PRECIOS DE ALGUNOS ARTICULOS DE CON

o

A

e

Unidad

Articulos alimenticios

Pan de trigo... Carne de buey . Idem de ternera ... ... Idem de carnero .-. Idem de cerdo Manteca de la caldera ...

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Conejos

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Gallinas Pollos Palomas Bacalao seco Sardina fresca Merluza del Cantábrico. AÚN ...

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Garbanzos

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Judías verdes Idem secas Tomates

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Vino común... Aceite de oliva ... Leche de vaca ...

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...

RT

Huevos Azúcar



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Pastas para sopa

EC

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Carbón de encina Carbón de cok Petróleo

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Enero

Febrero

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0,55

Idem Idem

2,75

2,75

Idem

2,50

3,25

Idem

3,00

Idem Uno Una Uno

2,75

3.00 6,00

3,00 6,00 4,50

Idem

4,50 1,50

Kilogramo

2.25

Idem Idem

2,75

Abril

Mayo

0,55

0,55 3,00 3,25 2,50 3,25 2,75 3,00 6,00 4,50

3,00

3,25

3,25

2,50

2,50

3,25

3,25 2,75

2,75 3,00 6,00

3,00 6,00

1,50

2.25

2,25

2,25

2,50 0,75 1,50 0,20

0,75 1,50 0,20

0,50

0,50

0,50

0,60

-0,60

0,60

0,60

0,50 0,50

0,50 0,80

0,50

0,50

2,25 2,00 2,50 2,10 0,75 1,59 0,25 1,00 0,75 1,00

0,80

0.80

0.80

1,00 0,10 2,10 1,25 6,00 0,40 1,60 0,50 17,50 13,50 0,90

0,75 1,50 0,20 0,65

Idem Idem Idem Idem Idem Idem Idem

0,355

|

4,50 1,50

2,00 2,50

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Marzo

E

4,50 1,50

2.00

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|

3.25 2,50 3,25 2,75

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2,00 2,00 2.10

2,00 2,50

2,10 0,75 1,50

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1,00

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1,00

1,00

Idem

0.10

0,10

0,10

Docena

2,25

2,00

0,10

2,50

Kilogramo

1,20

1,15

6,00 0,40

1,15

6,00 0,40

6,00 0,40

1,50

1,50

1,50

1,50

0,50

0,50

0,50 17,50 13,50 0,90

0,50

Idem Litro Idem Idem

100 100

Kg. Kg.

Litro

-

16,00 16,00 0,90

“Anuario Estadístico de España, 1917",

38 0

|

TT

17,50 13,50 0,90

Madrid, 1918,

p. 561.

2,00 1,20 6,00

0,40 17,50 13,50 0,90

1,50

|

SUMO EN BARCELONA DURANTE 1917, e TECEENCNINNNCD EEUU

|

I

Junio

Julio

| Agosto

0,55

0,55

3,00

0,55 3,50

3,25

3,50

3,00 3,25 2,50 3,25 2,75 3,00 6,00 4,50 1,50

3,00 0,75 2,50

2,10 0,75 1,50

0,25 0,60 0,75

2,50 3,25 2,75

3,00 6,00

4,50

1,50

3,00 1,25 2,50

2,25

0,75 1,50

0,25 0,60

IS

|Septiemb.| Octubre

3,25

3,00 3,00 6,00

2,50 3,25 3,00 3.00 6,00

2,50 3,25 3,00 3,00 6,00

1,50

1,50 3,00 2,00 2,15 3,25

1,50

2,75

2,25

0,15 0,20

0,20

0,25

0,75 0,80

0,25 0,80

0,80

0,10

0.10

0,10

0,10

1,30

1,35

1,00

2,10 1,25 6,00 0,40 1,60 0,50 17,50 13,50

1,00

Ll

1,00

2,20 1,25 6,00 0,40

1,70 0,50 17,50

16,00 1,00

6,00 0,40 2,10

6,00

0,40 1,70 0,50 20,00

16,00 1,00

|

0,50

25,00 16,00 1,00

|

30,00 28,00

1,00

3,50

3,75

3,00 6,00

0,50

;

0,75

0,75 1,50

3,25 0,75 1,50

1,00 0,75

0,75

0,40

0,50

0,80

0,80 1,10 0,10

1,00

0,10

3,00 1,40 6,00 0,40

3,00 1,30

6,00 0,40 2,10

| |

2,75

0,25

0,20

2,10

0,60

30,00 28,00

1,00

|

3,00 3,50 6,00 2,00 2,75

0,60 30,00 28,00

1,00

3,00 6.00

4,50 1,50 2,25

1,50 325

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ALGUNOS

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Fuente: “Anuario Estadístico de España, 1917”, Madrid, 1918, p. 570-571.

382

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