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Investigación sobre los textos impresos en Lima durante la colonia, sus géneros literarios y las condiciones políticas y

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Índice
Agradecimientos
Estudio preliminar
De los repertorios bibliográficos a la historia del libro
El establecimiento de la imprenta en Lima
La producción de un texto impreso en Lima colonial
La gestación de la obra
La censura preventiva estatal: licencia y privilegio
El financiamiento de la impresión
Las limitaciones materiales
Los impresores y las imprentas
Los contratos de impresión
La corrección de pruebas
El tiraje de las ediciones
La fe de erratas
La tasa
Composiciones poéticas e índices
La cubierta de los libros
La impresión en Europa
Géneros literarios en Lima colonial
Impresos eclesiásticos
Impresos sobre gobierno civil
Impresos sobre la universidad y la cultura intelectual
Impresos sobre ciencias aplicadas
Formatos de los libros y géneros ausentes
Conclusiones
Apéndice documental
Bibliografía
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 8491920773, 9788491920779

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Pedro Guibovich Pérez

¿Qué textos se imprimieron en Lima durante el periodo colonial? ¿Cuáles fueron los géneros literario producidos por los talleres de esa ciudad? ¿De qué manera las condiciones políticas y materiales afectaron la producción tipográfica local? Tales son las principales preguntas que responde el autor en este nuevo y bien documentado estudio. Sustentado en un amplio elenco bibliográfico, así como en fuentes documentales procedentes de archivos, esta investigación se inscribe dentro los estudios recientes sobre la historia de la imprenta y la materialidad del libro. Escrito en una prosa ágil, constituye sin lugar a dudas una lectura muy recomendable no solo para especialistas, sino para todos los interesados en la cultura impresa de la América hispana colonial. PEDRO M. GUIBOVICH PÉREZ es doctor en Historia por la Universidad de Columbia (Nueva York). Profesor principal del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú y asociado del Departamento de Humanidades de la Universidad del Pacífico. Se especializa en la historia de la cultura colonial, en particular en la del libro y la lectura. Entre sus publicaciones se incluyen Censura, libros e Inquisición en el Perú colonial, 1570-1754 (2003), Lecturas prohibidas. La censura inquisitorial en el Perú tardío colonial (2013) y El edificio de letras. Jesuitas, educación y sociedad en el Perú colonial (2014).

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Historia y documentos, 1584-1750

PARECOS Y AUSTRALES Ensayos de Cultura de la Colonia

26 “Parecos de nosotros los españoles son los de la Nueva España, que viven en Síbola y por aquellas partes”, dice Francisco López de Gómara, porque “no moramos en contraria como antípodas”, sino en el mismo hemisferio. “Austral” es el término que adoptaron los habitantes del virreinato del Perú para ubicarse. Bajo esas dos nomenclaturas con las que las gentes de Indias son llamadas en la época, la colección de “Ensayos de Cultura de la Colonia” acoge aquellas ediciones cuidadas de textos coloniales que deben recuperarse, así como estudios que, desde una intención interdisciplinar, desde perspectivas abiertas, desde un diálogo intergenérico e intercultural traten de la América descubierta y de su proyección en los virreinatos. Directores Rolena Adorno, Yale University, New Haven; Judith Farré, CSIC-CCHS, Madrid; Paul Firbas, SUNY at Stony Brook; Margo Glantz, Universidad Nacional Autónoma de México; Roberto González-Echevarría, Yale University, New Haven; Esperanza López Parada, Universidad Complutense de Madrid; Raúl Marrero-Fente, University of Minnesota Twin Cities, Minneapolis-Saint Paul; José Antonio Mazzotti, Tufts University, Medford; Luis Millones, Colby College, Waterville; Carmen de Mora, Universidad de Sevilla; Alberto Pérez-Amador Adam, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ciudad de México; María José Rodilla León, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ciudad de México

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Pedro Guibovich Pérez

IBEROAMERICANA • VERVUERT • 2019

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Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47) © Iberoamericana, 2019 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2019 Elisabethenstr. 3-9 - D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-077-9 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96456-861-8 (Vervuert) ISBN 978-3-96456-862-5 (eBook) Depósito legal: M-27172-2019 Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros Imagen de cubierta: Joseph de Contreras y Alvarado en su taller de impresión. Tomado de Joseph de Buendía, Parentación real. Lima, 1701. Cortesía de The John Carter Brown Library, Brown University, Providence, Rhode Island. The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706 Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro Impreso en España

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Índice

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Estudio preliminar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 De los repertorios bibliográficos a la historia del libro . . . 13 El establecimiento de la imprenta en Lima . . . . . . . . . . . . . 22 La producción de un texto impreso en Lima colonial . . . 30 La gestación de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 La censura preventiva estatal: licencia y privilegio . . . . 35 El financiamiento de la impresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Las limitaciones materiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 Los impresores y las imprentas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 Los contratos de impresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 La corrección de pruebas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 El tiraje de las ediciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 La fe de erratas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 La tasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Composiciones poéticas e índices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 La cubierta de los libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 La impresión en Europa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 Géneros literarios en Lima colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Impresos eclesiásticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Impresos sobre gobierno civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Impresos sobre la universidad y la cultura intelectual . 94 Impresos sobre ciencias aplicadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Formatos de los libros y géneros ausentes . . . . . . . . . . . . . . 103 Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114 Apéndice documental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317

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Agradecimientos

Desde hace varios años, la historia del libro se ha vuelto un tema central en mi producción escrita y en mis conversaciones con los colegas. Se trata de una suerte de leitmotiv de mi existencia académica. Algo he escrito al respecto y no pocas veces he vuelto sobre los temas ya tratados, impulsado siempre por nuevas lecturas y hallazgos. El presente estudio es muestra de esto último. Su origen se remonta a mi época de estudiante en la Universidad de Columbia, en Nueva York, a mediados de la década de 1990. En el primer semestre del programa de maestría en Historia, Herbert Klein, siempre entusiasta por la historia cuantitativa, nos propuso a los alumnos matriculados en su seminario que hiciéramos un ensayo estadístico a partir de fuentes primarias coloniales. Como lo mío nunca fue el hurgar en censos de población y menos en visitas administrativas (mortíferamente aburridas en mi opinión), me propuse volcar en cifras la producción de la imprenta limeña entre 1584 y 1699, usando como fuente los Impresos peruanos, de Rubén Vargas Ugarte. Adicionalmente, la lectura de los ensayos de Agustín Amezúa y Mayo y Adrian Van Oss sobre cómo se producía un libro en la España del Siglo de Oro y la función social de la imprenta en Guatemala a fines del siglo xviii, respectivamente, y el clásico trabajo de Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, La aparición del libro, fueron altamente inspiradores porque me brindaron los elementos para proponer un ensayo sobre la producción tipográfica limeña, que combinara las perspectivas social, cuantitativa y cultural. El resultado fue mi tesis de maestría, que apareció publicada, en una versión abreviada, en el año 2001, en las páginas de la prestigiosa Colonial Latin American Review, gracias a una amable invitación de Raquel Chang-Rodríguez.

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Desde entonces he retornado a un aspecto central de la fabricación de libros: la censura a priori ejercida por la Corona, en particular a la relación que pudo existir entre autores y censores en el contexto colonial. Mis reflexiones sobre los alcances y límites de la censura a priori y el proceso de producir un libro en la Lima colonial han sido expuestas en diversas charlas ofrecidas en las universidades de Oregón, Columbia y Complutense, en el 53° Congreso Internacional de Americanistas de México, y en la John Carter Brown Library. Estas y otras presentaciones han servido, qué duda cabe, para ser cada vez más consciente de los propios límites de mis ideas y, en consecuencia, replantearlas. Así, por ejemplo, sobre el proceso de producción de los libros en la Lima colonial expuse en la Universidad de Tulane, gracias a una invitación de Hortensia Calvo, y en la École des Hautes Études, en el marco del Seminario de Nathan Wachtel. En el año 2008, la Beinecke Library, de la Universidad de Yale, me concedió una beca para estudiar su magnífica colección de calendarios publicados en Lima durante los siglos xvii y xviii. Tiempo después, en el 2015, la Pontificia Universidad Católica del Perú, por medio del Departamento de Humanidades, me concedió un año sabático para dedicarme a investigar sobre la relación de autores y censores en el virreinato peruano en los siglos xvi y xvii. Ese mismo año obtuve por segunda vez una beca de la John Carter Brown Library para el estudiar el paratexto en los libros publicados en la Lima colonial. La consulta de su magnífica colección bibliográfica me permitió descubrir aspectos insospechados del proceso de producción tipográfica, tales como las relaciones entre el poder y los autores, las limitaciones materiales de la imprenta local, la violación de la normativa sobre la imprenta, entre otros. En los primeros días de agosto de 2017 volví a la biblioteca del convento de La Recoleta franciscana, en Arequipa. Había estado allí dos décadas atrás para consultar unos impresos españoles. Esta vez fui para revisar impresos limeños. Su bibliotecaria, Helen Hazen, con gran amabilidad me permitió trabajar dos mañanas. El resultado de este largo peregrinar por bibliotecas, archivos y coloquios académicos es esta historia documentada del proceso de producción de los impresos en Lima entre 1584 y 1750, que ahora presento a consideración de los lectores en las páginas que siguen.

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Agradecimientos

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Amigos, colegas y estudiantes han hecho posible este libro con sus críticas, comentarios y sugerencias. Aprendí de todos ellos y les agradezco. En la Pontificia Universidad Católica, José Antonio Rodríguez; y en la Universidad del Pacífico, Martín Monsalve, en Lima, son y serán siempre valiosos interlocutores. Las conversaciones con Carlos Aguirre, Esperanza López Parada, Juan Carlos Estenssoro, José Luis Guevara, Herbert Klein, Hortensia Calvo, Raymond Birn, Ken Ward, Marina Garone y Clive Griffits han sido enriquecedoras. Los jóvenes historiadores Marcos Alarcón y David Mogrovejo colaboraron en la búsqueda y reproducción de los documentos procedentes del Archivo General de la Nación que componen el Apéndice. En ese mismo repositorio, Celia Soto siempre se mostró dispuesta a colaborar en la reproducción de los materiales. Mauricio Veliz ayudó a reunir la información sobre los impresores activos en Lima a partir de la información suministrada por Rubén Vargas Ugarte y Carlos Romero, y a establecer la puntuación de los documentos del Apéndice. Aun cuando mis credenciales como paleógrafo creo que son buenas, siempre es necesaria la participación de otros ojos más atentos que los propios. Por eso, encargué la tarea de cotejo de los documentos originales con mis transcripciones a Laura Gutiérrez. Luis Andrade tuvo a bien hacer la primera corrección de estilo. También va mi agradecimiento a la Dirección de Gestión de la Investigación, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, a la Universidad Complutense —por intermedio de la profesora Esperanza López Parada— y a la Editorial Iberoamericana Vervuert por su apoyo material y confianza a esta nueva empresa libresca.

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Estudio preliminar

Protegidos por una cubierta de amarillento pergamino lucen muchos de los textos impresos en los tiempos coloniales. Era ciertamente la encuadernación más empleada y, según algunos estudiosos modernos, la que ha garantizado que aquellas obras hayan llegado a nosotros. Cuando penetramos en su interior, notamos al pasar sus páginas que estas tienen una textura muy suave y, a veces, áspera; sobre ellas se despliega una tipografía que a primera vista nos puede desconcertar por su falta de regularidad, la cual suele estar acompañada de viñetas y grabados, por lo general poco elaborados. Seguimos pasando las páginas y advertimos que la caja del texto ocupa unas veces la mayor parte de ellas, dejando un margen muy reducido, en el que figuran de modo escueto las referencias bibliográficas usadas por el autor; otras veces, la caja aparece encerrada en un recuadro rectangular. Más aun, cuando comparamos dos copias de un mismo ejemplar, nos puede sorprender notar variantes en el texto mismo, en los preliminares o en el color de la tinta... Todas estas marcas nos recuerdan que el texto impreso de los tiempos de la dominación española era producido de modo artesanal. Además, cuando se examinan los inventarios de las bibliotecas coloniales o las listas de libros destinados a la comercialización, se advierte que la presencia del impreso colonial es bastante reducida. Aquí y allá aparecen citados los títulos de algún libro, por lo general de tema religioso; abundan sí los impresos de origen europeo. Dada la dependencia política de estas tierras con respecto a España, es comprensible que el impreso salido de los principales centros editoriales peninsulares esté numéricamente bien representado, pero también es posible encontrar otros fabricados en Lyon, Colonia, Roma, Venecia, Amberes y otras ciudades con poderosas

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industrias tipográficas. Lima, Cuzco, Arequipa y Chuquisaca, por solo mencionar algunas ciudades, eran dinámicos mercados para el texto impreso local e importado debido a la existencia de un público lector. De discreta presencia ayer y hoy en las bibliotecas y repositorios documentales, el impreso salido de los talleres limeños tuvo una significativa gravitación en el contexto social, político y cultural de los siglos xvi, xvii y xviii, y su historia está pendiente de ser revelada. Este estudio sobre la producción de los textos impresos coloniales busca responder dos preguntas centrales: ¿cómo se producía un impreso, en particular los libros, en los siglos coloniales?, ¿qué tipos de impresos produjeron los talleres limeños? Argumento que la producción impresa tuvo “rasgos coloniales”, esto es, fue consumida en el ámbito del virreinato; ello debido a su temática eminentemente local, el público al cual iba dirigida y las condiciones materiales de su producción. Antes de continuar, dos precisiones importantes. En primer lugar, el marco temporal de mi estudio va desde 1584 hasta 1750. Se inicia en 1584, cuando empezó a funcionar la primera imprenta en Lima a cargo del turinés Antonio Ricardo; y concluye, de modo un tanto arbitrario, en 1750, en un momento en que la producción tipográfica en Lima se halla plenamente consolidada, con la presencia de cuatro impresores en actividad. En segundo lugar, no trato los cambios que el texto tenía por la intervención de los censores designados por las autoridades o de los operarios de un taller de imprenta, porque no tengo forma de documentarlos. Como no podía ser de otra manera, este estudio introductorio sobre la imprenta se ha construido sobre los cimientos dejados por otros. En tal sentido, es de justicia no soslayar los aportes realizados por los eruditos bibliógrafos en los siglos xix y xx. Por ello, en la primera parte hago un recuento de ellos como una forma de situar mi propio trabajo en una perspectiva histórica. Luego, reconstruyo la historia del establecimiento de la imprenta, lo que permitirá ver que, desde sus inicios, imprimir fue una actividad sujeta al control de los poderes constituidos mediante la censura. En tiempos recientes, los estudiosos sobre el libro han vuelto a llamar la atención acerca de su materialidad. Así, por ejemplo, Leslie Howsam ha precisado que el libro no solo es un texto, sino

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un objeto y, que, como tal, contiene la evidencia de su propia fabricación; porta no solamente un texto en sus páginas, sino un texto adicional en su formato, materiales, diseño e impresión.1 Tomando como punto de partida lo propuesto por Howsam, la parte central de mi ensayo propone una reconstrucción del proceso de producción de un impreso y detalla los géneros literarios salidos de los talleres locales; la bibliografía española sobre la historia del libro y la imprenta en el Siglo de Oro ha sido de enorme ayuda en mi trabajo. En un apartado final, expongo los tipos de impresos no producidos en el contexto colonial y ensayo las causas de esta ausencia. Este estudio va acompañado de un Apéndice documental sobre impresores, imprentas, editores y autores de los siglos xvi, xvii y xviii. Un estudio sobre la producción de las imprentas limeñas permite, como advertirá el lector atento, no solo revalorizar un aspecto de la historia cultural soslayado frecuentemente por los investigadores, sino además entender que los textos fueron resultado de complejas relaciones sociales, políticas y económicas. Además, ellos expresan, no pocas veces, las expectativas, las aficiones literarias, los gustos estéticos y la ideología de sus autores y gestores. En suma, cuando leemos los impresos en clave histórica, ellos adquieren una enorme valía como testimonio de un periodo central de nuestra historia nacional. De los repertorios bibliográficos a la historia del libro A diferencia de la literatura sobre la imprenta en México colonial, la existente para el caso peruano es abrumadoramente escasa. Esto es atribuible a las características y al desarrollo de la historiografía peruana de los siglos xix y xx. Aunque autores como Manuel Atanasio Fuentes, Sebastián Lorente y Manuel de Odriozola publicaron en el siglo xix importantes colecciones de documentos históricos relacionadas con la historia colonial, ellos mostraron escaso interés por la cultura libresca del periodo anterior a la guerra de la independencia. Esto se explica por la persistencia de la lectura negativa que se tenía sobre el periodo colonial; para muchos, 1  Howsam 2015: 4.

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entendido como importante en el devenir histórico de nuestro país, pero cuestionable, dado el supuesto dominio del fanatismo y la intolerancia religiosos. Sin dejar de tener una apreciación negativa, Mariano Felipe Paz Soldán (1821-1886) leyó el pasado colonial de manera algo más matizada que muchos de sus contemporáneos. En 1879, empezó a publicar por entregas, con el título de Biblioteca peruana, un listado de “cuanto se ha impreso en el Perú o acerca del Perú, con breves noticias”, en las páginas de la Revista Peruana. Concibió su obra como un aporte al estudio de la historia de la civilización del Perú y, al mismo tiempo, una prueba de la ligereza con que algunos escritores aseguraban que en el Perú solo se publicaban folletos. Entendía la bibliografía como un “seguro y casi infalible medio de conocer el estado político, social y moral de una nación”. Tal disciplina constituía un poderoso estímulo para el progreso intelectual de un país, ya que los hombres de letras desearán ver registrado su nombre y producción en ese catálogo “que bien puede llamarse de la inmortalidad”. Paz Soldán denominó a su trabajo Biblioteca y no bibliografía, porque, según sus propias palabras, “demandaría mucho tiempo y aumentaría el volumen, si pusiera una razón detallada de las distintas ediciones de ciertas clases con otras indicaciones bibliográficas”.2 Lo publicado por Paz Soldán fue de un enorme alcance, ya que comprendió 7.500 referencias.3 Hay consenso en la crítica contemporánea en que su mayor aporte está en los registros de las publicaciones periódicas, principalmente de la época temprana de la república. Desafortunadamente, la suspensión de la Revista Peruana en 1880 truncó la obra cuando no se había completado el duodécimo capítulo y, aparte de los anunciados índices de títulos y autores, faltaban todavía ocho divisiones de la clasificación general.4 2  Paz Soldán 1879: 2-4. 3  Tauro 1952: 414. 4  Desde una perspectiva científica actual, Paz Soldán no puede ser considerado un bibliógrafo y, en consecuencia, su obra presentaba muchas deficiencias: traduce indebidamente al español los títulos de los libros aparecidos en otros idiomas basado en la errónea creencia de que solo aquel idioma era conocido en esta parte del mundo, y en cada caso agrega una somera mención de la lengua original; abrevia con frecuencia los títulos, para reducir la transcripción a la parte esencial o la que fuese más conocida; omite indicar la imprenta, el formato y el número de

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Fiel a su ideario liberal y antihispano, Paz Soldán consideraba que el sistema de enseñanza del virreinato era “un monumento de imbecilidad” y que en los centros de instrucción “nos ponían en la mano libros pésimos, llenos de errores y patrañas; en todos se vendían palabras por conocimientos y falsas doctrinas por dogmas”.5 No obstante este prejuicio, tan propio de la época y en especial del contexto en el que le cupo escribir, marcado por un fuerte antihispanismo, Paz Soldán fue pionero en historiar la imprenta colonial, con lo cual implícitamente le reconocía un valor en el desarrollo del devenir histórico y cultural del Perú. Ofreció algunas breves noticias sobre los primeros impresos en su bibliografía y sobre la mayoría de los impresores de los siglos xvi y xvii, y trazó los rasgos generales de la industria tipográfica en los siglos xviii y xix. Los ensayos bibliográficos sobre el Perú colonial fueron inaugurados por el investigador chileno José Toribio Medina (18521930). El origen de su interés por la imprenta, como el de otros bibliógrafos latinoamericanos, estuvo asociado a la literatura colonial. En la década de 1870, siendo bastante joven, Medina se involucró en el estudio de la literatura del Chile colonial. Aun cuando empezó a reunir materiales para ello en su país natal, fue durante su estancia en Lima en condición de miembro de la legación diplomática de su país, entre marzo de 1875 y mayo de 1876, cuando pudo acopiar no solo información, sino también libros y manuscritos antiguos. En Lima, trató con Ricardo Palma, Manuel Mendiburu y otros hombres de letras, quienes alentaron su trabajo y le proveyeron de información valiosa sobre autores y obras. Medina prosiguió sus investigaciones en bibliotecas y archivos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y España. Fue precisamente en este último país donde entró en contacto con algunos bibliógrafos, quienes por entonces venían publicando eruditas tipobipáginas; incluye entradas especiales para el contenido parcial de algunos libros, o para artículos aparecidos en publicaciones periódicas, de las cuales solo ofrece el título; cita de manera general revistas históricas o documentales, y aun colecciones de libros; y, además, concede a las advertencias y las remisiones la misma validez que la descripción de los impresos. De modo que, anota Alberto Tauro, los datos que ofrece quedan reducidos a los que suele constar en los catálogos de libreros y, debido a la falta de índices, generales, la consulta de la obra no resulta fácil (Tauro 1952: 414). 5  Paz Soldán 1868, I: 5.

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bliografías o monografías sobre la producción impresa de diversas localidades.6 Tales trabajos debieron incentivar a Medina a llevar a cabo una tarea similar para los países americanos. Entre las diversas tipobibliografías dedicadas a las ciudades americanas dadas a conocer por el erudito chileno destaca La imprenta en Lima, 1584-1824, aparecida entre 1904 y 1907. Medina siguió muy de cerca el modelo de los colegas españoles contemporáneos al ofrecer una detallada descripción bibliográfica de los impresos, acompañada en algunos casos de reproducciones fotográficas de sus portadas. Las colaciones incluían la indicación del formato y el número de páginas, los autores y las fechas de los escritos en prosa y en verso insertos en los preliminares. También registró las diversas ediciones de una obra y su localización en bibliotecas; y discutió, cuando consideró necesario, las características del impreso objeto de estudio. De manera más extensa y rigurosa que Paz Soldán, suministró abundantes noticias acerca de los impresores y las imprentas de Lima a partir de la información contenida en los propios impresos; y con la publicación de transcripciones de documentos (muchos de ellos procedentes del Archivo General de Indias), de algunos de los preliminares de los libros descritos y de información secundaria procedente de repertorios bibliográficos y obras de historia, buscó reconstruir —para usar un concepto grato a Robert Darnton— las “biografías” de las obras registradas.7 Mientras Medina recorría archivos y bibliotecas en América y Europa haciendo acopio de datos y documentos, Carlos Romero realizaba sus pesquisas bibliográficas de manera silente y discreta en la Biblioteca Nacional, en Lima. Había empezado a trabajar en ella en 1883, como auxiliar, cuando apenas contaba veinte años, durante la dirección de Ricardo Palma, a quien el gobierno del general Miguel Iglesias había encargado la reconstrucción del establecimiento vandalizado por la oficialidad y la soldadesca chilenas. A fines del siglo xix e inicios del xx, Romero se ocupó de las tareas propias de su cargo y sirvió de asistente a Medina. El propio Romero ha referido cómo fue Enrique Torres Saldamando, otro erudito 6  Pérez Pastor 1887, 1891-1907, 1895; García López 1889; Escudero y Peroso 1894; y Valdenebro y Cisneros 1900, entre otras. Una descripción detallada de las tipobibliografías españolas en Marsá 2001: 171-183. 7  Darnton 2006.

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aficionado a la Historia, quien lo recomendó al estudioso chileno dadas sus aficiones bibliográficas. Medina, que entonces preparaba su tipobibliografía limeña, le encargó el registro de diversos impresos limeños, tarea que Romero cumplió con especial dedicación. En 1928, Medina volvió a Lima, donde permaneció cuatro meses. Durante ese tiempo acudió diariamente a la Biblioteca y volvió a pedir la ayuda de Romero. Este último escribió años después: “Yo se la otorgué lealmente, decentemente, tomando colación de las obras que allí existían, pero reservándome las que yo iba tomando en otras bibliotecas para mí”.8 Fruto de este paciente trabajo de recopilación de registros bibliográficos y de documentos, Romero compuso sus Adiciones a la Imprenta en Lima, de José Toribio Medina. Consideraba su obra como una continuación o segunda parte de la del bibliógrafo chileno, y pensaba que tenía particular importancia, pues ofrecía en su mayor parte colaciones bibliográficas de impresos limeños, algunos de ellos ejemplares únicos y no citados por ningún autor nacional o extranjero. No pocas de esas piezas habían sido adquiridas por el propio Romero a precios ínfimos y, una vez usadas por él, cedidas a la Biblioteca Nacional, donde desaparecieron en el incendio del 10 de mayo de 1943. “Destruidos así esos libros y papeles, no queda más huella de esas publicaciones que mis papeletas bibliográficas, con inserción de trozos de los libros descritos, pues mi obra reviste el carácter de una biblio-antología”, escribió con pesar.9 El valor de la obra de Romero reside también en un hecho sustancial: su trabajo de investigación en bibliotecas privadas y conventuales, y el Archivo Histórico Nacional, en Lima. En este último, por ejemplo, localizó diversas escrituras notariales referidas a los dos primeros impresores limeños: Antonio Ricardo y Francisco del Canto, y otras sobre la venta de papel, el arrendamiento de imprentas y la venta de cartillas.10

8  Romero 2009: 18. 9  Ibíd. 10  Diversas escrituras sobre Antonio Ricardo y Francisco del Canto hace ya bastante tiempo desaparecieron de los protocolos notariales del Archivo General de la Nación. En la actualidad se conservan en la New York Public Library. En el año 2013 tuve oportunidad de consultar dicho fondo documental. Las escrituras muestran que fueron cortadas con una pequeña tijera. Para la descripción de las mismas, véanse Vargas Ugarte (1945) y Lohmann (1965).

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El importante trabajo de Romero no fue conocido porque quedó inédito hasta tiempos recientes. No obstante ello, hubo quienes lo consultaron para obtener información, aunque sin conceder los créditos que se debían.11 Como Romero, el historiador jesuita Rubén Vargas Ugarte fue un laborioso bibliógrafo. Desde mediados de la década de 1930, había empezado a recopilar fichas bibliográficas para uso personal, que luego decidió dar a conocer, a partir de 1956, en varios volúmenes titulados Impresos peruanos. Aunque admirador de la obra de Medina, no dejó pasar ocasión para manifestar sus reparos. “Hay que reconocer —escribió Vargas Ugarte— que el incansable bibliógrafo no llegó a verlo todo y que en su trabajo faltan descripciones completas de algunos impresos y, sobre todo, se echan de menos muchas producciones salidas de las prensas de la capital del virreinato”.12 El afán del jesuita por emular la obra de Medina se hace manifiesto en el plan de sus Impresos peruanos, concebidos como más ambiciosos que el trabajo del erudito chileno, porque no se ceñía a la producción impresa de Lima, sino que incluía la de otras ciudades como Trujillo y Arequipa, y no se detenía en 1824, sino que se extendía hasta 1825, inclusive. A diferencia de Medina, Vargas Ugarte restringió su obra al registro bibliográfico y omitió la inclusión de documentos acerca de los autores mencionados o que 11  Como un ejemplo, cito lo escrito a propósito de la primera edición del Apologético de Juan de Espinosa Medrano. Luis Alberto Sánchez anotó que “su aspecto europeo, elzeveriano, análogo al de las obras salidas de las prensas flamencas, hace muy dudoso que sea auténticamente limeño, a pesar del pie de imprenta, tanto más cuanto que en 1694, el impresor Quevedo había muerto hacía 15 años”. Sánchez sigue, por no decir copia, a Romero, quien sostuvo que se trataba de una edición hecha en Europa (1927: 39). En efecto, Romero tuvo a la vista las dos ediciones (1661 y 1694) y en su opinión la segunda había sido impresa en el Viejo Continente. Al respecto escribió: “el libro no ha sido impreso en Lima sino en Europa, probablemente en Amsterdam o Lyon, a juzgar por la limpieza de la impresión, variedad de tipos, viñetas y letras de adorno y, sobre todo, por el formato, 16º alargado […] tan común en aquella época en los libros franceses y holandeses, no así en los españoles, y mucho menos en los limeños, donde no se encuentra ni un solo libro parecido. Reimpreso el Apologético en Europa, supongamos en Ámsterdam, en 1694, el impresor ha copiado la portada dejando el nombre del impresor limeño, y es por eso que aparece Juan de Quevedo imprimiendo libros quince años después de muerto” (Romero 2009: 102). 12  Vargas Ugarte 1952: 43.

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de alguna manera guardaban relación con las obras citadas. “Medina nos prestó un verdadero servicio al incluir muchas piezas de este género en su Imprenta en Lima, pero en realidad se apartó un tanto de su fin principal, convirtiendo su obra en una colección de documentos”, sentenció.13 El método descriptivo de Vargas Ugarte, como él mismo reconoce, es similar al empleado por Medina. Enmendó las veces que pudo la obra de Medina, identificó numerosos impresos desconocidos y proporcionó valiosa información sobre la historia de la imprenta colonial, esta última a partir de la documentación notarial conservada en el Archivo Nacional y, en particular, en el Archivo de la Beneficencia Pública de Lima. Impresos peruanos puede ser considerado como el más completo inventario de textos coloniales. Otros investigadores han avanzado en las líneas de trabajo iniciadas por Paz Soldán, Medina, Romero y Vargas Ugarte en lo que se refiere al estudio de la producción y circulación de los impresos en el periodo colonial. Tales son los trabajos de Carlos Prince,14 Guillermo Lohmann15 y Graciela Araujo.16 Vista en conjunto, la bibliografía existente describe la historia temprana de la imprenta en el Perú colonial y proporciona un valioso elenco de los tipos de textos publicados. Se trata de una literatura muy erudita, anclada en el quehacer historiográfico del siglo xix, y que se ha caracterizado por no dialogar, en el siglo xx, con las tradiciones historiográficas de otras latitudes también interesadas en la historia del libro y la imprenta. Hay que reconocer que el rol que desempeñó la imprenta en el contexto colonial no fue una preocupación central entre los eruditos autores de los siglos xix y xx, aunque sí estuvieron presentes ciertos elementos de la producción tipográfica tales como el formato y la tipografía (por ejemplo, Medina y Vargas Ugarte). En tal sentido, sin proponérselo, conectaron con la historiografía europea sobre el tema. La importancia del proceso de producción de los textos ha estado presente en los importantes estudios de Lucien Febvre, Henri-Louis Martin y, en tiempos más recientes, de Robert Darnton. Publicada en 1958, L’Apparition du Livre, de los historiadores 13  14  15  16 

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Vargas Ugarte 1956: v. Prince 1897. Lohmann 1984, 1985a, 1985b, 1995. Araujo 1952.

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franceses Lucien Febvre y Henri-Louis Martin, marcó un hito en el desarrollo de la historia del libro. Ambos autores ofrecieron un modelo sobre cómo escribir esta historia, el comercio libresco, las formas y usos del libro. Tomando prestados conceptos de la historia económica, los historiadores franceses del libro trataron en primer lugar de esbozar la evolución de las coyunturas de producción de los materiales impresos: a partir de las estadísticas de los registros de privilegios de la Direction de la Librairie, reconstruyeron tanto los periodos de crecimiento como las épocas de recesión. En segundo lugar, otorgaron primacía a los aspectos sociales del tema de estudio. Así, se interesaron por aquellos que fabricaban y comerciaban libros: mercaderes, libreros, maestros impresores, obreros tipógrafos, prensistas y fundidores, estudiándolos como grupo e incidiendo en sus fortunas, alianzas, movilidad geográfica y social, conflictos, etc. En tercer lugar, analizaron el desigual reparto del impreso en la sociedad, para lo cual compilaron información acerca de las bibliotecas en manos de diversos individuos y grupos sociales. La historia del libro es “un rico y variado campo de estudio”, escribió Robert Darnton en su clásico ensayo titulado “¿Qué es la historia del libro?”, aparecido en 1982. Entonces afirmó que la disciplina se parecía menos a un campo y más a un bosque tropical, difícil de atravesar para el investigador porque a cada paso se enreda en una exuberante profusión de artículos de revistas y se desorienta ante el entrecruzamiento de disciplinas: la bibliografía analítica, la sociología del conocimiento, la historia, la nueva historia literaria y la literatura comparativa, entre otras. Para tomar distancia de tanto “desenfreno interdisciplinario y tratar el tema en conjunto”, Darnton propuso un modelo general para analizar el nacimiento y la difusión del libro en su contexto social.17 Los libros impresos, recuerda el historiador, tienen más o menos el mismo ciclo de vida. Este podría describirse como un circuito de comunicaciones que va desde el autor hasta el editor (si el librero no cumple esa función), el impresor, el vendedor, el librero y el lector. Este último completa el circuito porque influye sobre el autor tanto antes como después del acto de composición. El autor, al escribir, puede, por ejemplo, responder a las críticas de su obra o prever las reacciones que ori17  Darnton 1990: 110.

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ginará su texto. “La historia del libro se ocupa de cada fase de este proceso y del proceso en su conjunto, con todas sus variaciones en el espacio y el tiempo y todas sus relaciones con otros sistemas económicos, sociales, políticos y culturales en el medio circundante”, escribió Darnton.18 Al ocuparse de los impresores, Darnton reconocía que los talleres de imprenta eran mejor conocidos que aspectos tales como la producción y difusión de los libros porque han sido un objeto de estudio privilegiado por la bibliografía analítica, cuyo propósito, tal cual fue definido por R. B. Mc. McKerrow y Philip Gaskell, es “elucidar la transmisión de textos mediante la explicación del proceso de producción de libros”. El mismo Darnton reclamaba la necesidad de mayor trabajo sobre los impresores y llamaba la atención acerca de las nuevas preguntas que podían formularse: ¿cómo calculaban los impresores sus costos?, ¿cómo organizaban la producción?19 El ensayo de Darnton ha tenido una enorme gravitación en el desarrollo de los estudios sobre la historia del libro. Pero, como toda propuesta metodológica, ha convocado entusiastas lectores y apasionados detractores. Thomas Adams y Nicolas Barker proponen otro modelo que prescinde de los agentes en la circulación como actores secundarios y coloca las fases del “documento bibliográfico” como centro del siguiente circuito: publicación, manufactura, distribución, recepción y supervivencia. Los factores que influirían en dicho circuito son los intelectuales, políticos, religiosos, las presiones comerciales y el gusto o comportamiento social; todo englobado dentro de una coyuntura socioeconómica.20 En lo que toca a la manufactura, ambos autores señalaron que la necesidad del impresor por obtener un beneficio fue una consideración esencial al momento de publicar. Más allá de la dimensión meramente económica, sostuvieron que aspectos tales como la tipografía y la composición del texto merecían especial atención, porque son importantes en el proceso de comunicación y un factor esencial en incrementar la efectividad comercial del libro. Igual in-

18  Ibíd.: 110-111. 19  Ibíd.: 127-128. 20  Adams y Barker 2001: 15.

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terés merecen el diseño y la encuadernación, ya que ellos sirvieron muchas veces para hacer más atractivo un libro y publicitarlo.21 Como se verá, tales aspectos no fueron desatendidos por los impresores y autores establecidos en Lima. El establecimiento de la imprenta en Lima En las primeras décadas de la presencia europea en los Andes, hubo poco interés en el uso de los talleres tipográficos. Pero en la segunda mitad del siglo xvi, la reproducción mecánica de textos poco a poco llegó a ser vista como una forma eficaz de apoyar la labor administrativa del gobierno civil, sustentar la evangelización de la sociedad colonial, en particular proveyendo a los sacerdotes de una más confiable y estandarizada instrucción doctrinal, y colaborar con la enseñanza universitaria. Estudios recientes han indicado que antes de Trento, los sacerdotes tenían un conocimiento elemental y no uniforme de las prácticas eclesiásticas. Los únicos requisitos para lograr el subdiaconato, el orden sacro más bajo del ministerio eclesiástico, solían ser la capacidad de leer y escribir en español y el conocimiento de las oraciones básicas de la Iglesia. Si uno aspiraba a avanzar en el sacerdocio, tenía que aprender la liturgia y el latín. Lo primero era por lo general adquirido a través del ejercicio de las tareas en una iglesia local, mientras que el dominio del latín se lograba en una escuela de gramática o la universidad. Aquellos interesados en el cultivo de su intelecto o en hacer carrera en la jerarquía eclesiástica acudían a la universidad.22 La falta de familiaridad de los sacerdotes con los textos impresos durante la primera mitad del siglo xvi, por lo tanto, no es ninguna sorpresa. Esta situación cambió, sin embargo, con el Concilio de Trento. El Concilio de Trento terminó sus sesiones en 1563. En cuanto al clero, las reformas tridentinas estuvieron animadas por el interés de afianzar la autoridad de los obispos sobre los sacerdotes a través de la unificación de las diversas prácticas litúrgicas y por 21  Ibíd.: 18-20. 22  Nalle 1992: 84-85; Taylor 1996.

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crear un clero mejor entrenado y moralmente irreprochable. Para alcanzar estos objetivos, el Concilio ordenó el uso de los textos litúrgicos y doctrinales aprobados por los obispos y dio instrucciones en cuanto a la necesidad de establecer seminarios que proporcionasen formación académica al clero secular.23 En 1564, el rey Felipe II ordenó la ejecución de los acuerdos del Concilio en el imperio español. De acuerdo con el nuevo espíritu reformador que compartían la Corona y la jerarquía católica de España, el Concilio Provincial, celebrado en Lima en 1567, ordenó “Que los decretos del concilio tridentino cerca de los que han de ser promovidos a orden sacro se guarden inviolablemente”.24 El deseo por la estandarización de la doctrina es evidente en las disposiciones relativas a la evangelización de los indios. Los miembros del Concilio de Lima recomendaron el uso de un catecismo “hecho y aprobado con autoridad del obispo” y “un confesionario hecho por el sínodo para ayuda de los que no son tan diestros en la lengua”.25 Ninguno de estos textos fue elaborado. Pero la propuesta, lejos de ser olvidada, fue tomada posteriormente por el virrey, los jesuitas y el siguiente concilio provincial. En 1572, el virrey Francisco de Toledo solicitó la preparación de un catecismo que se tradujese a la lengua “general”, porque “es la que más abraça y la que los yngas mandaban saber a todas las provincias que yvan tiranizando”, pero él creía que debía ser enviado a España o México para ser impreso, dada la prohibición de imprimir libros en el Perú.26 Cuatro años más tarde, en 1576, en la primera Congregación Provincial de la Compañía de Jesús, en Lima, los jesuitas expresaron la conveniencia de que se hiciesen dos catecismos, uno breve para los rudos y que todos debían aprender de memoria; y otro más extenso, para los más capaces y los doctrineros, ambos en quechua y aimara. También consideraron la composición de una gramática, un vocabulario, un manual de la confesión y una cartilla con las oraciones, también en edición bilingüe. Los jesuitas estuvieron de acuerdo en que estos tenían que ser impresos, pero dado que no había imprenta en el virreinato, 23  24  25  26 

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Po-Chia Hsia 1998: 116. Bartra 1982: 139. Ibíd.: 156, 166. Levillier 1921-1926, IV: 407.

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las obras tendrían que ser enviadas a España a tal efecto, junto con alguien que pudiera supervisar la impresión.27 En 1576, en la misma Congregación, trasladada al Cuzco, se trató una vez más de la impresión de los catecismos y se decidió, registran las actas, “que por agora el P. maestro Barzana acabase de enmendar y corregir el cathecismo breve, arte y confesionario en la lengua quichua y aymara con sus dos sumarios para los biejos y que el padre procurador los llebe e haga imprimir […] dejados por agora los cathecismos y bocabularios más copiosos para otro tiempo, que estén acabados y puestos en perfección”.28 A pesar de esta decisión, no parece que el padre Baltasar Piñas llevase a España esos breves catecismos de Barzana, que nunca llegaron a imprimirse. En junio de 1579, abandonaba el Perú el visitador padre Juan de la Plaza con destino a la Nueva España, donde debía llevar a cabo igual labor. Sin duda, estaba al tanto de los requerimientos de sus hermanos de orden; y durante su estancia en la Ciudad de México, convenció al impresor Antonio Ricardo de mudarse a Lima. Pero había un problema: la condición de extranjero de Ricardo. La oportunidad de pasar al Perú se presentó cuando Pedro Arteaga Mendiola, rector de la Universidad de México, fue promovido al cargo de oidor de la Audiencia de Lima. Ricardo acudió a él para pedirle que lo llevara tanto a él como a sus dos criados, Pedro Pareja y Gaspar de Almazán, a lo cual Arteaga Mendiola se negó. Luego de ello, Ricardo acudió a Alonso Granero de Ávalos, fiscal de la Inquisición de México, quien también preparaba viaje al virreinato peruano por haber sido nombrado obispo de Charcas. Ricardo pidió al obispo electo que intercediese ante el virrey de México en favor suyo y sus ayudantes. El obispo le respondió que lo haría, pero que “el ser casado y extranjero era mucho inconviniente, y que no entendía que el dicho señor visorrey la daría, especialmente no llevando a su mujer y mercaderías, como suelen llevar otros”.29 Las acciones de Granero fueron parcialmente infructuosas, ya que solo consiguió licencia para Pareja, pero no para Almazán y Ricardo. En tales circunstancias, el impresor propuso a Granero “que con su 27  Vargas Ugarte 1963-1965, I: 100. 28  Vargas Ugarte 1963-1965, II: 105. 29  Las incidencias del viaje de Ricardo y sus operarios están documentadas en Medina (1904-1907, I: 440-443).

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favor pasaría a la vuelta de los demás, dando alguna cosa a los oficiales de los navíos e por otra vía como mejor pudiese, y que pedía por amor de Dios que con la recua que hoviese de enviar la ropa al puerto de Acapulco, que le llevasen algunas cosas suyas y que se quería ir delante de los demás”. No sabemos si Granero aceptó el plan de Ricardo. Lo cierto es que la mujer de este último, de acuerdo al testimonio de un testigo, “truxo ciertas caxas a la posada del dicho señor obispo para que las llevasen al dicho su marido al puerto de Acapulco; y lloraba porque le ponían inconveniente en llevarla, y en fin se la llevaron”.30 En Acapulco, Ricardo, sus dos operarios y los materiales de la imprenta abordaron un barco con destino al puerto de Realejo. Una vez allí, el impresor obtuvo licencia del gobernador, Diego de Artiada Chirinos, para seguir viaje al sur. La licencia, suscrita el 16 de octubre de 1580, señala que el impresor “hizo relación quél vino de la ciudad de México de la Nueva España con imprenta para pasar a los reinos del Perú e usar del dicho oficio e imprimir libros de doctrina christiana así en lengua natural como latina y de español y otras qualesquier lenguas, de que resultará de utilidad a los naturales de aquella tierra”. Dos días después, el 18 de octubre se embarcó en el navío Santa Lucía. Al año siguiente, en 1581, Ricardo llegó a Lima, pero la prohibición de la impresión de libros todavía no se había levantado. Varios eventos cambiaron este estado de cosas: las acciones del padre Andrés López en Madrid y las peticiones hechas por los miembros del Tercer Concilio, el Cabildo y la Universidad de Lima.31 El Tercer Concilio se celebró entre 1582 y 1583. Además de ratificar los acuerdos alcanzados por la anterior asamblea, celebrada en 1567, con respecto al sacerdocio, la administración de los sacramentos y el adoctrinamiento de la población en general, ordenó la preparación de los textos catequéticos. Con el fin de tener estos textos publicados, los jesuitas, que habían sido particularmente activos en el Concilio —en especial promoviendo la instrucción doctrinal de acuerdo con Trento—, enviaron al padre Andrés López a España con el fin de obtener del Consejo de Indias la licencia para 30  Ibíd.: 440. 31  Vargas Ugarte 1953: xvi.

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imprimir en la capital del virreinato peruano. En el Viejo Continente, López obtuvo un real decreto, fechado el 7 de agosto de 1584, dirigida al virrey del Perú conde del Villar por el cual se autorizaba el funcionamiento de la imprenta.32 Mientras tanto, el Cabildo de Lima, la Universidad de San Marcos y el Tercer Concilio Provincial escribieron al rey para solicitar que Antonio Ricardo pudiera operar su prensa. El Cabildo decía que esta era necesaria en la capital “por haber Universidad, personas que se daban a las letras, e inclinarse ya los naturales a vida pública” y porque ennoblecía a los reinos. Los doctores del claustro reclamaban, a su vez, que se pudiera imprimir libros para los principiantes, cartillas para los niños y otros textos para los actos y conclusiones que de ordinario se celebraban en las aulas universitarias.33 Al término del Concilio, sus miembros volvieron a escribir al rey para informar de la preparación de un “catecismo y la doctrina cristiana” para la evangelización de los indios, y que la Real Audiencia de Lima (el más alto tribunal de justicia en el virreinato) había sido requerida a conceder una licencia para la publicación de estos libros. En concordancia con lo anterior, los padres conciliares otorgaron poder el 18 de enero de 1584 a Juan López de Baides y Martín de Frías, procuradores de la Real Audiencia de Lima, para gestionar ante el rey el permiso para el funcionamiento de la imprenta.34 La Audiencia no esperó la gestión de sus procuradores y proveyó una provisión el 13 de febrero 1584, que allanaba a Ricardo el trabajo de impresión del catecismo y del manual de confesión en el colegio jesuita de San Pablo. Para asegurar la fidelidad de los textos, el tribunal dictaminó que el proceso de producción debía estar supervisado por los padres Juan de Atienza, rector de ese colegio, y José de Acosta, dos de los traductores que habían participado en la preparación de los textos, y un secretario de la Audiencia. Este último debía dar testimonio del número de ejemplares impresos de cada libro y velar por que ningún otro texto saliese de la prensa que no fuesen los tres siguientes: “Catecismo y Confesonario y Preparación”.35 La Audiencia dispuso asimismo que 32  33  34  35 

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Ibíd.: xiv. Medina 1904-1907, I: xxvii. Márquez Abanto 1955: 304-305. Vargas Ugarte 1953: xv-xvi.

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el dicho impresor ni otra persona alguna, de ninguna calidad ni condición que sea, pueda tener ni usar de estos dichos libros hasta ser vistos, firmados y examinados por esta Real Audiencia y por el examinador o examinadores que ella nombrare y tasado el precio de cada libro; y entonces hayan de entrar y entren por cuenta y razón, en poder del dicho impresor o de la persona a quien se cometiere la venta dellos por la dicha tasa.36

Esta disposición refleja claramente la política de la Corona de mantener un control sobre la reproducción mecánica y la venta autorizada de los textos, de acuerdo a la pragmática dictada en 1558, que será tratada más adelante. El inicio de las labores de Ricardo en San Pablo aparece asimismo documentado en una carta, firmada en Lima el 10 de abril 1584, dirigida por Acosta al general de la Compañía, Claudio Acquaviva: Yo me he ocupado estos años pasados principalmente en el Concilio provincial que aquí se celebró, en el qual se ofrecieron muchas dificultades y trabajos, y al fin fue el Señor servido saliesse no pequeño fruto dél, porque aunque no fuese sino la doctrina christiana y catecismo que por medio de la Compañía se compuso y traduxo en las lenguas destas Indias y agora se estampa en nuestra casa, ha sido de gran provecho. Lo que se imprime es un catecismo pequeño y otro más largo y confessionario y exhortación para ayudar a morir y sermones, todo en tres lenguas, y muy acomodado al ingenio de los indios. Esta impresión se nos cometió por Audiencia que aquí gobierna y assí se trabaja en ella con esperança que será de mucho fruto para los indios y para los sacerdotes que les doctrinan.37

En efecto, tres textos fueron publicados entre 1584 y 1585 en la imprenta de Ricardo: la Doctrina christiana y catecismo para la Instrucción de los indios, el Confesionario para los curas de indios y el Tercero catecismo y exposición de la doctrina cristiana por sermones. Ellos ponen de manifiesto el interés de la Iglesia por alentar la evangelización de la sociedad colonial, en particular de los indios, y, al mismo tiempo, por proporcionar a los sacerdotes un corpus uniforme de textos con el cual enseñar la doctrina. La publicación de ese corpus también cumplió una meta largamente 36  Medina 1904-1907, I: 6-7. 37  Egaña y Fernández 1954-1986, III: 401.

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buscada por los jesuitas, para quienes la prensa fue un instrumento fundamental para la catequesis de la sociedad colonial, es decir, para la mayor gloria de Dios y de los hombres. Los catecismos impresos en México y España, que habían estado circulando, considerados poco apropiados para los Andes, fueron dejados de usar progresivamente. En tanto que los catecismos manuscritos ante-

Fig. 1. La Pragmática sobre los diez días del año fue el primer impreso aparecido en Sudamérica (Ejemplar de The John Carter Brown Library).

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riores fueron asimismo abandonados debido a que constituían una amenaza a la evangelización por los errores de transcripción que contenían.38 Mientras Ricardo estaba imprimiendo la Doctrina Christiana, la Real Audiencia le ordenó suspender dicho trabajo para publicar la Pragmática de los diez días del año, mediante la cual el calendario juliano hasta entonces vigente fue reemplazado por el gregoriano, y que resultó ser el primer impreso sudamericano.39 “Otros, que no pueden tanto, procuran perpetuar lo que otros han trabajado, de los cuales soy yo uno”. En estos términos enunciaba, en 1586, el impresor turinés Antonio Ricardo la función de su oficio.40 Es claro que se consideraba a sí mismo más que un operario; era un conservador de la memoria social, un facilitador de la producción intelectual de otros. A pesar de su brevedad, la sentencia es un excepcional testimonio —infrecuente entre los impresores coloniales, que parecen no tener voz propia— de la importancia que Ricardo asignaba a su trabajo. Él era plenamente consciente de la edad que inauguraba en tierras peruanas. No en vano gustaba de dejar constancia, con evidente orgullo, en los textos producidos en su taller de ser “primero impresor en estos reynos del Perú”. Desconocemos cuánto tiempo funcionó el taller de Ricardo en el Colegio de San Pablo, como también la fecha de su muerte. Su testamento y codicilio ilustran acerca de sus relaciones familiares, comerciales, condición económica, pero su rastro se pierde a partir de 1605, cuando transfirió su taller a Francisco del Canto.41 En cualquier caso, como mencioné al principio, inauguró una nueva época en la historia colonial: la reproducción mecánica de textos y, con ello, abrió nuevos cauces de expresión a las voces coloniales. 38  Estenssoro 2003: 118-119. 39  Vargas Ugarte describió este texto en el tomo primero de sus Impresos peruanos. Sin duda, era una forma de pretender un mayor conocimiento de la tipobibliografía colonial, que cualquier otro autor nacional o extranjero; pero en verdad, el impreso ya había sido dado a conocer por Medina (1916), McMurtrie (1926) y Romero (2009). Al callar los estudios de estos autores, el historiador jesuita pretendió atribuirse la paternidad del hallazgo. 40  Arte y vocabulario 2014: 37. 41  Véase Apéndice documental nº 2, 3 y 6.

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La producción de un texto impreso en Lima colonial La gestación de la obra “El libro, ante todo, no nace de sí mismo, ni cae de las nubes, como las Tablas de la ley; es fruto de un cerebro e hijo de un impulso de la voluntad”, escribió Agustín Amezúa y Mayo hace ya bastante tiempo en su clásico estudio sobre la producción de libros en el Siglo de Oro español.42 El mismo autor se hizo dos preguntas simples en su formulación, pero no de fácil respuesta: ¿por qué se compone un libro?, ¿cuáles son las razones que nos mueven a escribirlo? Y para resolverlas citó a Miguel de Cervantes, quien en el prólogo a la segunda parte de su Don Quijote escribió que una de las mayores tentaciones del demonio “es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro, con que gane tanta fama como dineros y tantos dineros cuanta fama”.43 Cervantes era consciente de que tanto lo uno como lo otro eran difíciles de lograr mediante la publicación de un libro, en particular dadas las especiales características de la producción de los libros en su tiempo. Las razones que llevaron a Cervantes a escribir su inmortal obra siguen siendo tan enigmáticas como las de muchos otros escritores del Siglo de Oro español, porque pocas veces se hacen explícitas. Lo mismo puede decirse de los escritores coloniales. Por lo general, “sus impulsos de la voluntad” hay que inferirlos, con no poco riesgo, a partir del estudio del paratexto de la obra o de la vida y obra de su autor. Para algunos autores que ejercían la docencia universitaria, la publicación de sus obras parece haber estado motivada por el afán de facilitar su uso entre los estudiantes. Tales fueron los casos de Jerónimo de Valera y Juan de Espinosa Medrano con sus Commentarii ac quaestiones in universam Aristotelis y Philosophia Thomistica. No pocos autores empuñaron la pluma con el cometido de apoyar a la cristianización de la población rural, tarea al cuidado de los curas y frailes que regentaban las doctrinas. Muestra de ello son los diversos catecismos y gramáticas escritos en las lenguas nativas. Otras veces de lo que se trataba era el interés de publicitar 42  Amezúa y Mayo 1951: 332. 43  Cervantes 2015: 544.

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y perpetuar el recuerdo de los eventos celebratorios llevados a cabo en la capital del virreinato. Así, por ejemplo, el Cabildo de Lima, en su sesión del 21 de febrero de 1621, acordó imprimir un relato de las fiestas realizadas con ocasión de la proclamación de Felipe IV. Se trataba de un encargo real, tal como se lee en el asiento de la sesión. Mediante la publicación, los cabildantes cumplían con lo mandado, “para que en los reynos de España y en estos del Pirú se tenga noticia de cómo se cumplió con tan preciosa obligación y quede por exemplo”. La tarea de componer el relato recayó en el agustino Fernando de Valverde.44 De otro lado, la Inquisición encargó a Fernando de Montesinos la composición de la relación del auto de fe celebrado en 1639, a pesar de que había “muchos que pretendían este honor”, según el mismo confesó. La trascendencia del encargo y acaso el afán de congraciarse con el Tribunal llevaron a Montesinos a pagar de su propio peculio la impresión.45 No es frecuente encontrar información para documentar la composición de una obra y más aún los intereses que podían estar detrás de su publicación. Por ejemplo, en 1621, apareció la Extirpación de la idolatría del Pirú, del jesuita Pablo José de Arriaga. Para suerte nuestra, Arriaga detalla no solo el proceso de composición, sino también el que llevó a su impresión. Había participado en campañas de represión de las religiones nativas y en tal condición había actuado como asesor de los visitadores miembros del clero secular. Fruto de su experiencia, redactó un manuscrito con instrucciones destinadas a sus hermanos de la Compañía. En la composición no solo intervino Arriaga, sino además otros miembros de la orden mediante su lectura en la congregación provincial. El virrey príncipe de Esquilache tuvo conocimiento de la existencia de la obra y pidió leerla, luego de lo cual “le pareció que debía imprimirse”, aunque su autor aseguraba que “no la había compuesto con esa finalidad”. Diego Álvarez de Paz, provincial de la orden, ordenó imprimirla, después de leerla a otros jesuitas, mandando “quitar algunas cosas, que podían ser inconveniente andar impresas”. Todo este engorroso proceso se llevó a cabo, pese a que el licenciado Cacho de Santillana, alcalde de corte, era de la opinión de que se 44  Romero 2009: 72. 45  Mackehenie 1936: 253.

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publicase tal como estaba. No queda claro por qué la obra fue leída por otros jesuitas y cinco extirpadores de la idolatría, entre ellos Hernando de Avendaño, “de cuyos papeles y advertencias saqué mucho de ella”, refiere Arriaga, quien, si hemos de dar crédito a su testimonio, presionado por sus superiores laicos y religiosos, envió finalmente su texto a la imprenta.46 Tampoco faltaron académicos criollos que utilizaron la pluma para defenderse de los ataques de sus pares europeos. En 1647, si no poco antes, el jurista Diego de León Pinelo concluyó la redacción de su Hipomnema apologeticum pro regali academia limensi, una breve y erudita defensa de la Universidad de San Marcos frente a los cuestionamientos del filólogo y humanista flamenco Justo Lipsio. Este autor había omitido el liceo limeño de su lista de universidades no europeas y, como si fuera poco, había formulado la siguiente pregunta: “¿Acaso iré al Nuevo Mundo donde no hay sino barbarie?”. Esta afirmación comprensiblemente motivó que varios autores criollos escribieran en defensa de los de su grupo y su mundo académico. La sensibilidad hacia las opiniones vertidas por Lipsio fue moneda corriente entre diversos autores del siglo xvii. Refutar al humanista flamenco se convirtió en una estrategia por parte de algunos autores criollos para darse a conocer en la República de las Letras y, al mismo tiempo, reivindicar las excelencias de la patria y la intelectualidad criollas. Más aun, el hecho de que León Pinelo escribiera su pequeño tratado en latín muestra su deliberado afán de lograr que su refutación tuviera mayor alcance. Una sensibilidad similar mostraron algunos autores al hecho de que sus escritos circularan de forma manuscrita, ya que estaban expuestos a la alteración textual. Así, por ejemplo, fray Miguel de Agia, en su pedido al virrey para publicar su Tratado que contiene tres graves pareceres en derecho, señala que de ellos se habían hecho copias manuscritas “no con la fidelidad como […] los había escrito y lo que más era, quitando y añadiendo lo que les parecía y otros haciéndoles suyos por propios, siendo del dicho fray Miguel de Agia, trabajados por él solo”.47 La imprenta sirve para fijar el texto, que mientras está en forma manuscrita está expuesto a in46  Arriaga 1621: f. [6r]. 47  Medina 1904-1907, I: 89.

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tervenciones ajenas al autor. El jesuita Luis Valdivia declara, por su parte, en su Arte y Gramática general de la lengua que corre en el reino de Chile, que, llegado a Lima y por orden de sus superiores, imprimió su obra, junto con “los dos catecismos de esa lengua, aprobados por los reverendísimos señores obispos de ese reino, que por andar escriptos de mano, tienen muchas veces trocadas las palabras y algunos yerros”.48 Los testimonios acerca de la importancia de imprimir no pueden ser más elocuentes. Los casos de las obras de Arriaga, León Pinelo, Agia y Valdivia ponen de manifiesto un elemento central que Fernando Bouza ha destacado al estudiar la circulación de los manuscritos en la cultura española del Siglo de Oro: que ellos constituyen “una forma de transmisión en la que es posible reconocer varias manos y, por tanto, más de un autor”.49 Las razones que aducen los autores coloniales para publicar son tan diversas como los tipos de impresos: la defensa de derechos, la propaganda personal o institucional, la promoción de una devoción o culto religioso, la necesidad de obtener recursos económicos, suelen ser frecuentemente invocadas. Se trata sin duda de un vasto campo de estudio que ha sido poco explorado y que sería de enorme interés estudiar para entender de mejor manera el concepto de autoría y la condición social del autor en el mundo colonial. En todo caso, nos imaginamos al autor en el largo proceso de composición de su texto, unas veces haciendo acopio de citas en una libreta u hojas de papel o consultando las opiniones de otros en textos impresos y manuscritos, cuando no hurgando en archivos, tareas todas muy similares a las que lleva a cabo un investigador de nuestros días. El proyecto personal no pocas veces terminaba convirtiéndose en uno institucional, como fue el caso de fray Antonio de la Calancha, a quien sus superiores le brindaron las facilidades de poder contar con un espacio y un auxiliar a su disposición a fin de llevar a puerto su obra.50 El manuscrito, lleno de enmendaduras del autor, debía ser puesto en limpio por un copista. El resultado era el “original de autor”, el cual estaba destinado a ser presentado a la autoridad a fin de lograr la licencia de impresión.

48  Ibíd.: 98. 49  Bouza 2001: 21 50  Véase Apéndice documental nº 47.

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Pero antes de hacer esto último, era una práctica común — como en la actualidad— someter nuestros escritos a la lectura de allegados para asegurar correcciones o enmiendas. Poco antes de morir, en 1601, el jesuita Esteban de Ávila había concluido la redacción de varios textos sobre teología. De acuerdo con el testimonio del padre Rodrigo de Cabredo, Avila “dixo de que ninguna manera se imprimiesen sin las que viese un padre que leía entonces Theología en Lima y le sucedió en la cátedra de prima de la Universidad, que era discípulo suyo, cuyo parezer estimava él tanto como si fuera su maestro”. De esa forma, el texto o los textos manuscritos fueron a dar a manos de su hermano de orden Juan Pérez Menacho.51 De igual forma, Diego de León Pinelo sometió su ya citada Hippomnema apologeticum pro regali academia limense al dictamen del mercedario Luis Aparicio, catedrático de la universidad y calificador de la Inquisición. En una carta dirigida al mercedario, León Pinelo explicó los motivos que lo llevaron a pedir la lectura a su colega: No descanso en correcciones, mas aun de nuevo me encuentro desconfiado, si con más diligencia estudio mi obra. Los comentarios son breves, pero serían más dignos, si los suscribieras, si los corrigieras antes que salgan a luz, tú que no solo no ignoras los secretos de las ciencias, sino que con agudeza percibes toda nuestra jurisprudencia, los perfeccionas; doitelos para que así los hagas más pulidos.52

Prosigue León Pinelo: Ya deseo lo que pido, con una sola mirada de tu mente perspicaz, cualquier doctrina de esta obra quedará apolínea, que si yo perseverara a forjarlo asiduamente. Sea otra vez Plinio Segund que signe mis peticiones y se convierta en intérprete de mi ánimo. Anota lo que creyeras que debe ser corregido; más creeré que lo demás te ha agradado si conociere que algunas cosas te desagradaron.53

Se trataba de que el lector no solo advirtiera los errores de forma, sino también los de contenido. Aparicio cumplió con leer la 51  Egaña y Fernández 1954-1986, VII: 693. 52  León Pinelo 1949: 13. 53  Ibíd.: 14.

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obra y la aprobó en términos elogiosos, al tiempo que se erigía también como censor de Lipsio: Me has enviado para que lea un libro compuesto de relaciones que expusiste en nuestra célebre común Academia públicamente; las tengo por más dignas de aprobación por su juicio, que si fuesen mías por el mío, con las cuales has perennizado tu nombre y el de toda esta opulentísima región del Perú, al punto que en la futura edad no habrá Lipsios, que de nuevo se atrevan a acusar de barbarie e impericia a los habitantes.54

Publicar un impreso requería no solo un hábil autor o editor capaz de enfrentar las complejidades de la censura preventiva estatal, sino, además, un talentoso impresor determinado a sobrellevar las limitaciones logísticas y materiales del medio colonial. Como en España, la imprenta en el Perú colonial estuvo bajo la mirada de los agentes de la Corona; en general, virreyes y audiencias consideraban la concesión de las licencias como una de sus prerrogativas. El impresor Ricardo y sus sucesores en el oficio no escaparían a tales controles. Al respecto, conviene hacer un poco de historia. La censura preventiva estatal: licencia y privilegio Una de las grandes paradojas de la historia cultural del mundo europeo quizás sea la casi simultaneidad con que se reconoció la importancia de la imprenta entre los hombres de letras y la provisión de las primeras normas destinadas a controlarla por parte de los poderes constituidos. Ello se explica por el descubrimiento del enorme potencial propagandístico de la reproducción mecánica de textos. Inspirados en el quehacer de otros príncipes y monarcas europeos, los Reyes Católicos —Fernando de Aragón e Isabel de Castilla— apoyaron, mediante diversas disposiciones legales, el fomento del libro y la imprenta, pero también establecieron la obligación de someter los originales de las obras a la censura en virtud de una pragmática dada en Toledo en 1502. De acuerdo con esta norma, el examen era competencia del Consejo Real, de los presidentes de las audiencias en Valladolid y Granada, y de los 54  Ibíd.: 14-15.

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arzobispos de Toledo, Sevilla, Granada, Burgos y Salamanca en sus respectivas diócesis.55 Años más tarde, en 1554, las nuevas ordenanzas del Consejo Real le otorgaron a este último, de manera exclusiva, la facultad de dar licencias de impresión. Se justificaba la medida “porque somos informados, que de haberse dado con facilidad [las licencias], se han impreso libros inútiles y sin provecho alguno, y donde se hallaren cosas impertinentes”. Los originales de la obras de importancia, a las cuales se les daba la licencia, debían quedar en el Consejo “porque ninguna cosa se pueda añadir o alterar en la impresión”.56 La amplia propagación del protestantismo en los territorios del norte de Europa y, en menor proporción, al interior de la propia Castilla llevaron a la Iglesia y la Inquisición españolas a redoblar sus esfuerzos para combatirla. La Corona actuó mediante la pragmática de 1558, que establecía nuevas medidas con la finalidad de evitar cualquier fraude en el proceso de impresión. En primer lugar, centralizaba la concesión de licencias para imprimir en el Consejo de Castilla, luego de las aprobaciones pertinentes. En segundo lugar, el ejemplar presentado para obtener la licencia, manuscrito o impreso, tenía que ser firmado y rubricado por un escribano de dicho Consejo, y su texto era el que debía ser impreso. El impresor debía imprimir el texto sin la portada ni otros preliminares. Una vez terminada la impresión, se debía remitir el impreso al Consejo, para que el corrector oficial hiciese el cotejo de la versión impresa con el ejemplar aprobado y rubricado previamente, certificando su similitud, excepto las erratas advertidas. El Consejo establecía, mediante la tasa, el precio de venta de cada pliego del libro. Una vez llevados a cabo todos estos procedimientos, el impresor podía imprimir la portada y demás preliminares, entre los que obligatoriamente, debía incluirse la licencia, la tasa, el privilegio, y datos tales como los nombres del autor e impresor, y el lugar de impresión; en 1627 se añadió la exigencia legal de que figurase el año de impresión.57 Dicha pragmática tuvo importantes consecuencias en la composición interna del libro. Una de ellas, acaso la más significativa,

55  Reyes Gómez 2000, II: 779-781. 56  Simón Díaz 1983: 7. 57  Moll 2011: 22.

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fue el origen de lo que comúnmente conocemos como paratexto, el cual, con el paso de los años, se verá sustancialmente incrementado al sumarse a los escritos y datos ya mencionados las aprobaciones, el prólogo, la dedicatoria, las poesías laudatorias y la fe de erratas, abultando no pocas veces, de manera considerable, el número de páginas del libro.58 Por su parte, Moll señala otras consecuencias externas al libro: 1) Con el texto se inicia la foliación o paginación del libro y la serie alfabética de sus signaturas; 2) El colofón, si lo hubiere, se imprime antes de la portada; 3) La portada y demás preliminares forman uno o varios pliegos, con signaturas marcadas por calderones, asteriscos, cruces, etc., independientes de las del texto de la obra; 4) El año de la portada no coincide necesariamente con el del colofón. Si, por ejemplo, el texto del libro se acabó de imprimir a fin de año, aunque las últimas diligencias administrativas sean de fechas cercanas, es frecuente que figure en la portada la fecha del año siguiente. Si las diligencias son de principios del año siguiente al que figura en el colofón, es aquel el que se imprime en la portada; y 5) Las fechas de las últimas diligencias administrativas en ejemplares sin colofón no siempre coinciden con la fecha que consta en la portada. Tampoco coincidirán, en muchos casos, la fecha de la portada con la fecha de la licencia o del privilegio, que autorizan a imprimir, pues no obligan a hacerlo de inmediato.59 Obviamente, todos estos detalles, que interesan tanto a los bibliógrafos o historiadores del libro de hoy, no eran materia de interés de los miembros del Consejo de Castilla u otras autoridades autorizadas a dar las licencias de impresión. La centralización de la censura preventiva en manos de los representantes de la Corona no significó que las autoridades eclesiásticas y la Inquisición perdieran sus prerrogativas en materia de concesión de licencias de impresión. Todo autor, laico o religioso, requería, además de la licencia de la autoridad civil, la del obispo. Adicionalmente, en el caso de un fraile, la del superior de su orden; y en el de un miembro del Santo Oficio, la de uno de los inquisidores. La concesión de licencias de impresión en América se encuadra dentro de la normativa antes descrita. Así, vemos que durante la 58  Simón Díaz 1983. 59  Moll 2011: 22-23.

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segunda mitad del siglo xvi, primero en el virreinato de Nueva España y después en el del Perú, impresores y autores se fueron adecuando progresivamente a los procedimientos legales dictados por el Consejo de Castilla. Reconstruir este trámite para el periodo colonial es particularmente arduo para el caso peruano, ya que a raíz del incendio del archivo de la secretaría del virreinato en el siglo xix, la documentación relacionada con los trámites que los autores seguían ante la autoridad para lograr la publicación de sus libros se perdió irremediablemente. No obstante ello, dichos trámites pueden ser estudiados, las más de las veces, a partir de los escritos preliminares de los libros, esto es, el paratexto. Obtener la licencia de la autoridad era solo el primer paso en el complejo proceso de imprimir un texto. Un autor laico tenía que remitir su texto manuscrito al virrey o a la Audiencia, quienes ordenaban su examen usualmente a teólogos, juristas, clérigos, frailes, catedráticos universitarios, todos miembros de la República de las Letras coloniales, residentes muchos de ellos en la capital del virreinato. Veamos algunos ejemplos. A inicios de 1616, si no antes, Juan de Hevia Bolaño envió una copia manuscrita de su Labyrintho de comercio terrestre y naval al virrey príncipe de Esquilache y este encomendó su lectura al célebre jurista Juan de Solórzano Pereyra, por entonces oidor de la Audiencia de Lima. El dictamen de este último, fechado el 20 de julio de 1616, fue favorable. Basado en ello, el virrey concedió la licencia el 13 de agosto de ese mismo año. Veamos otro caso. La Historia de España vindicada del polígrafo limeño Pedro de Peralta puede ser considerada como el proyecto historiográfico más ambicioso del periodo que estudiamos. Dado que Peralta era miembro del claustro de la Universidad de San Marcos, requería inicialmente de la licencia de un miembro de su corporación. Así, envió su manuscrito al doctor Andrés de Munive, que ostentaba los cargos de provisor del arzobispado y catedrático de prima de Cánones en la Universidad de San Marcos. Munive lo remitió al jesuita Fermín de Irisarri, también catedrático de prima en la universidad jesuita de San Ignacio en el Cuzco y en el Colegio Máximo de San Pablo en Lima, quien examinó el texto y al no encontrar objeción alguna, firmó su censura el 26 de marzo de 1730; en consecuencia, el provisor concedió la suya basado en el dictamen anterior. Una vez logradas estas autorizaciones, Peralta inició

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el trámite ante el poder político. El virrey marqués de Castelfuerte encargó al dominico Juan de Gazitúa, catedrático de prima de Teología Moral en San Marcos, el examen del manuscrito. El censor libró su dictamen favorable el 24 de marzo y el virrey concedió la licencia el 19 de abril, con lo cual el libro quedó expedito para ser enviado a la imprenta. Los escritores eclesiásticos requerían, en adición a la licencia de la autoridad real, una autorización de sus respectivos superiores. Los ejemplos abundan al respecto. En 1649 apareció en Lima la Declaración copiosa de las quatro partes más esenciales y necesarias de la doctrina cristiana, del clérigo Bartolomé Jurado Palomino, cura de la doctrina de Cabana y Guandoval. Se trataba de un texto originalmente compuesto por Roberto Bellarmino, que Jurado Palomino había traducido a la lengua quechua para uso de los curas a cargo de doctrinas de indios en las zonas rurales. Primero fue examinado por el jesuita Luis Teruel por encargo del arzobispo de Lima como correspondía, ya que el autor estaba sujeto a la autoridad de este último; y tiempo después, por el canónigo Francisco de Ávila, comisionado del virrey marqués de Mancera. Ambas censuras fueron favorables y acto seguido el virrey concedió la licencia de impresión en octubre de 1646. Veamos un tercer ejemplo. Años después, en 1749, fue publicada Las tres jornadas del cielo. Vía purgativa, iluminativa i unitiva, obra póstuma del franciscano Joseph de Peralta, a iniciativa de su hermano de orden, Francisco Javier de Rivas. En lo que toca a la orden, los franciscanos Francisco Pedroso y Francisco Ochagavía aprobaron el contenido doctrinal del texto luego de su lectura; en tanto que fray Tomás de Cañas autorizó a Rivas la impresión del libro. Como censor del virrey conde de Superunda actuó el jesuita Baltasar de Moncada, y del arzobispo de Lima, el oratoriano Joseph Bernal. Si de lo que se trataba era de volver a imprimir una obra aparecida en España, el autor o editor debía igualmente acudir a la autoridad local. Así, por ejemplo, en 1692 fray Luis de la Presentación, agente y procurador de la causa de fray Antonio de San Pedro —quien fue procesado por la Inquisición de Lima años atrás por judaizante, luego convertido en un virtuoso mercedario y finalmente muerto en olor de santidad—, acudió a la autoridad virreinal para solicitar licencia para la impresión de la biografía del anterior,

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escrita por fray Andrés de San Agustín y aparecida en Sevilla en 1688.60 Para justificar la nueva impresión adujo lo siguiente: “Parecióme que devía a este Nuevo Mundo mi sagrada Descalcez la satisfacción de una vida que en los siglos pasados fue escándalo de sus dilatadas provincias y aviendo conducido de la Europa no con ligeros costos considerable cantidad de libros […] fueron estos presa del pyrata enemigo”. Ese mismo año apareció la edición limeña con la licencia correspondiente.61 El control que las autoridades laicas trataban de ejercer sobre el proceso de impresión algunas veces produjo conflictos con sus pares eclesiásticos. En 1683, por ejemplo, el virrey duque de la Palata instruyó a los corregidores a hacer una averiguación sobre los derechos parroquiales percibidos por los curas a cargo de las doctrinas (o curatos rurales) y reportar sus resultados a las autoridades civiles y eclesiásticas. Asimismo, ordenó a los obispos castigar a los curas encontrados culpables de no cumplir las normas legales dictadas por la Corona y la Iglesia.62 Estas disposiciones encontraron resistencia en el arzobispo de Lima, Melchor de Liñán y Cisneros, quien consideró que violaban su jurisdicción. Con miras a sustentar su competencia en materia judicial, el duque de la Palata ordenó a dos miembros de la Real Audiencia, Pedro Frasso y Luis López, escribir y publicar alegatos jurídicos.63 Sin embargo, cuando el arzobispo quiso imprimir los suyos (de acuerdo con su derecho legal a hacerlo como parte de un litigio), el virrey rechazó concederle la licencia. Palata replicó que no había pleitos ni jueces involucrados en la disputa y le recordó al arzobispo que nada podía ser impreso sin su autorización. Al final, el arzobispo se vio forzado a publicar su parecer en Sevilla.64 ¿Era dable imprimir un texto sin las licencias de los representantes de la Corona y la Iglesia? Dado el escaso desarrollo de la industria tipográfica en el virreinato, con pocos talleres durante los 60  Simón Díaz 1985: 116. 61  San Agustín 1692: [9r]. 62  Hanke 1978, VI: 32-33. 63  Luis López, Alegación jurídica, histórico, política en defensa de la jurisdicción real (Lima: s. i., 1685); Discurso jurídico histórico político (Lima: s. i., 1685) y Discurso legal teórico práctico (Lima: s. i., 1685). Por su parte, Pedro Frasso publicó la Consulta y parecer (Lima: s. i., 1685). 64  Melchor de Liñán y Cisneros, Ofensa y defensa de la autoridad eclesiástica. Sevilla: s. i., 1685.

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siglos xvi y xvii, el control sobre ellos no debió de representar ningún problema para la autoridad. La situación, como lo he demostrado en otra parte, variará sustancialmente en la segunda mitad del siglo xviii.65 Sin embargo, siempre podían darse excepciones. Para el periodo que estudio solo está documentado un caso. El 18 de agosto de 1643, el bachiller Francisco de Herrera, fiscal del tribunal eclesiástico en el arzobispado de Lima, presentó una denuncia ante el doctor Miguel de Velasco y Molina, deán de la catedral de Arequipa y provisor de ese tribunal, contra el impresor Joseph de Contreras, porque “contraviniendo a lo dispuesto por derecho, ha impreso muchos quadernos y papeles de materias eclesiásticas sin guardar la forma del derecho que es que ningún impresor pueda imprimir libro alguno sin que proseda primero examen y licencia del ordinario in inscritis”. Como prueba de la falta, el fiscal presentó un ejemplar de las Questiones evangélicas del Adviento, del franciscano Alonso de Herrera, impreso por Contreras.66 El provisor impuso una multa de 50 pesos a Contreras. Este solicitó su anulación y en su descargo adujo: “porque yo no tengo imprenta ni soy impresor, sino tan solamente oficial, que por pagarme mi trabajo asistía a la imprenta donde se imprimió dicho libro”. Sostuvo que como el taller era propiedad de Leonor de León, viuda de Jerónimo de Contreras, era a ella a quien el provisor debía pedir cuentas por la impresión del libro. Por su parte, el fiscal respondió que la multa procedía contra Contreras porque era la persona que tenía a su cargo la imprenta y “ser el susodicho el culpado pues puso en el dicho libro su nombre en que dio a entender ser el dueño de la imprenta”.67 Como en muchos expedientes referidos a litigios del tribunal eclesiástico, no es posible conocer los términos de la sentencia. Pero más allá de ello, lo que importa destacar es el hecho de que el control de la autoridad eclesiástica podía ser obviado, acaso por la poca consideración que 65  Guibovich 2013. 66  Archivo Arzobispal de Lima [en adelante: AAL]. Papeles importantes, leg. x, exp. 12. Las citas que siguen remiten a este expediente. El libro en cuestión era las Questiones evangélicas del Adviento y Santos, en que se declaran las dificultades de los Evangelios, que en contraposición de la Sagrada Escritura, se pueden proponer con las verdaderas exposiciones de las glossas y sagrados doctores. Lima: Joseph de Contreras, 1642. Vargas Ugarte sostiene que esta es la “segunda edición” y que la primera apareció el año anterior (Vargas Ugarte 1953: 181-182). 67  Véase nota anterior.

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el impresor (y empresario) tenía de ella, como también por las expectativas de ganancia que se tenían al lanzar al mercado un nuevo libro. Hasta donde logramos saber, el libro impreso por Contreras no fue confiscado y siguió circulando entre los lectores. Pero podía darse el caso, y ciertamente se dio, de que la autoridad concediese la licencia sin necesidad del trámite de los censores. Así, por ejemplo, sucedió con el sermón predicado por fray Pedro Gutiérrez Flórez en el auto de fe celebrado en Lima el 13 de marzo de 1605. La licencia, dada en nombre del virrey conde de Monterrey, señalaba que se otorgaba al editor (o financista de la edición), el doctor Melchor de Amusgo, “sin que sea necesario verle ni examinarle alguna otra persona docta”, en consideración “a verse predicado en día tan público y en presencia de Su Excelencia y del Tribunal del Santo Oficio, y que parece dice estar corregido por el mismo padre fray Pedro Gutiérrez Flórez, pues lo firma de su nombre en esta mesma plana”.68 Al prevalecer la voluntad del virrey, se violaba la ley. Ciertamente, si el máximo gobernante estaba interesado en que un texto se publicase, terminaba imponiendo su voluntad y afectando la autoridad jurisdiccional de otras instituciones. Muestra de ello es el caso suscitado a raíz de la publicación de la Relación del auto de fe de 1733, escrita por Pedro de Peralta. A continuación, la reconstrucción de los hechos. Dada su prominente condición de intelectual en la República de las Letras, no resulta extraño que los virreyes buscasen el consejo de Peralta en asuntos de gobierno o en la delicada tarea de redactar sus relaciones de gobierno al término de este. Durante varios años, Peralta fue asesor del virrey José de Armendáriz, marqués de Castelfuerte. Buen militar y mejor político, Castelfuerte pertenecía a la nueva generación de oficiales de la monarquía borbónica y, como tal, fue un celoso defensor de su autoridad y del patronato real frente al clero y la Inquisición. Desde el inicio de su gobierno, el virrey fue crítico del proceder de los inquisidores, a quienes acusaba de invadir todas las jurisdicciones, llevando a su fuero todos los pleitos.69 Tal situación produjo que las relaciones entre los miembros del tribunal y el gobernante no fuesen particularmente cordiales. 68  Gutiérrez Flórez 1605: f. [2v]. 69  Moreno Cebrián 2000: 132.

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Fig. 2. La impresión de la Relación del auto de fe, de Pedro Peralta, fue causa de un conflicto entre el virrey marqués de Castelfuerte y los inquisidores. (Ejemplar de The John Carter Brown Library).

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Las tensiones entre ambas autoridades se pusieron de manifiesto con ocasión de la publicación de la Relación del auto de fe, celebrado en Lima el 12 de julio de 1733. Por disposición de los inquisidores, dicha ceremonia se había realizado de forma privada en la iglesia de Santo Domingo. Dado su carácter no público, los inquisidores manifestaron a Castelfuerte que debía asistir de incógnito, es decir, presenciar el acto detrás de unas celosías, pero el virrey hizo lo contrario. Peor aún, poco tiempo después, Castelfuerte encargó a Peralta la composición de una detallada descripción de la ceremonia. La Relación, impresa en Lima en 1733, no fue sometida a la lectura de censores, lo que muestra que el virrey, como en el caso del sermón de Gutiérrez Flórez, estaba firmemente interesado en su publicación. En su extensa introducción, Peralta hizo un encendido elogio de la figura del virrey como hombre piadoso, político y paladín del catolicismo. En un pasaje, el escritor estableció un paralelo entre Castelfuerte y los Reyes Católicos: Y si un grande virrey no solo debe imitar a su rey, sino a los que imita su piedad, véase lo que dice la Historia del que fue el más grande cathólico de los políticos, el heroico Fernando. ¿Qué escribe Sículo de este monarca y de la Isabela? Que no eran menos atentos a las cosas divinas, que governadores de su reyno, que parecían más santos prelados que reyes, siendo conservadores y guardas de la fe y su ley, y solicitando a los hombres la virtud, la paz, la quietud. Que a Dios y a María Santísima, su madre, no solo ofrecían oraciones y sacrificios, sino también capillas y monasterios en que impendieron grandes summas. Elogios en que concuerdan los demás escritores de aquel tiempo. El público hará la aplicación de lo que en ellos se dice, pues ha visto en las obras lo que se hace.70

En el mismo texto, Peralta defendía la autoridad del virrey frente al tribunal, al tiempo que sostenía que este último debía mantenerse subordinado al representante del rey.71 Obviamente, el tono en que estaba escrita la Relación no fue del agrado de los inquisidores. ¿Cómo proceder ante un impreso de tal naturaleza?, ¿cuál podía ser la reacción del virrey de cen70  Peralta y Barnuevo 1733: ff. [33v-34r]. 71  Para un excelente análisis del texto de Peralta, véase Rohner 2011.

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surar el tribunal el texto? Estas debieron de ser algunas de las cuestiones evaluadas por los celosos inquisidores. Preocupados en evitar un enfrentamiento con la autoridad, optaron por una medida prudente: no ordenar la confiscación y la censura de la Relación. En una carta a sus superiores, los integrantes del Consejo de la Suprema en Madrid, los inquisidores de Lima comunicaron su proceder y lo justificaron en los siguientes términos: “No nos hallamos en determinación de mandarlo recoger porque teniendo presente el duro genio del virrey y que de su orden se dio a la estampa [la Relación] como para satisfacer a las satisfacciones de su poco afecto al Santo Oficio y estado eclesiástico”. El Consejo de la Suprema aprobó el actuar de los inquisidores y ordenó que tan solo debían actuar en caso de ser denunciado el texto, cosa que nunca se produjo.72 Así como podía existir un virrey interesado en que se publicase un determinado texto, un oidor podía ser patrocinador y censor de un autor y su obra. Lo sucedido con La primera parte de los quatro libros de la Ovandina, de Pedro Mexía de Ovando, publicada en 1621 en las prensas de Jerónimo de Contreras, es un buen ejemplo. No sabemos las circunstancias que llevaron a Mexía de Ovando a componer una obra de su tipo, aunque más parecen haber pesado los intereses crematísticos y no propiamente los históricos y eruditos. El autor, acaso consciente de la vanidad de algunos pobladores de Lima, previo pago de una cantidad de dinero, incluía sus linajes familiares en la obra. Una vez terminada, como era de rigor, la remitió al príncipe de Esquilache para lograr la licencia de impresión. El virrey encargó la censura a Alonso Bravo de Saravia, quien, además de oidor de la Real Audiencia, era consultor del Santo Oficio. En su dictamen, suscrito el 28 de enero de 1620, el censor anotó: no contiene cosa que contradiga nuestra Santa Fe católica, ni a las buenas costumbres, antes son muy históricos y diligentes, y en breves y graves razones enseña la naturaleza y origen de la nobleza política y la antiquísima que gozan las casas y linajes de España, y los hechos y hazañas que hizieron muchos descendientes dellas, con tan buen estilo, 72  Archivo Histórico Nacional-Madrid [en adelante: AHN]. Inquisición, leg. 2201, c.1, c. 4.

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Pedro Guibovich Pérez que de más de ser suabe la historia, invita a hazer otros semejantes a los más cobardes y perpetuar su memoria.73

Con el aval del censor, el virrey concedió la licencia el 20 de enero de 1621 y el libro empezó a circular; sin embargo, no pasó mucho tiempo para que fuera delatado al Santo Oficio, porque “las más de las familias y personas” historiadas por Mexía de Ovando “heran ynfectas y estavan notadas en los libros y registros de la Inquisición”.74 La lectura que el diligente oidor había hecho de la obra o no había sido lo suficientemente rigurosa o encubría un interés personal; en verdad, ambas cosas a la vez. Sucede que Bravo de Saravia había asumido el costo de impresión; en tal sentido, había actuado como juez y parte.75 Más allá del círculo de los censores del Santo Oficio, la lectura de la obra, según palabras de los inquisidores, causó indignación en la ciudad. Ante la gravedad de la situación, el tribunal ordenó, mediante edictos, la confiscación de la obra, de la cual se recogieron 80 ejemplares encuadernados y poco más de 500 sin encuadernar. Temeroso de ser detenido, el autor huyó a México. La censura preventiva se muestra como un sistema poroso, con fisuras, debido a la prevalencia de los intereses particulares en juego. El universo social de los censores es un tema que, como muchos otros de la historia de la cultura colonial, requeriría mayor atención y estudio. ¿Quiénes eran los censores?, ¿cuáles fueron los criterios que tenían las autoridades al momento de convocarlos? Más aun, como en el caso de La Ovandina, surge una pregunta: ¿cuáles eran las relaciones que podían existir entre autores y censores? Son cuestiones pendientes de respuesta. En el caso limeño, no hay nada comparable al archivo consultado por Fernando Bouza y otros investigadores para reconstruir los entretelones de la concesión de licencias de impresión en la España del Siglo de Oro.76 A pesar de ello, algo se puede decir para el caso peruano, aun cuando sea de manera provisoria. Los censores fueron muy diversos, aunque la tendencia que primó fue encargar dicha tarea a juristas, teólo73  74  75  76 

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Mexía de Ovando 1915: 6. AHN. Inquisición. libro 1038, f. 416r, v. Véase Apéndice documental n° 21. Bouza 2012.

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gos, predicadores, historiadores, miembros muchos de ellos de las principales órdenes religiosas o catedráticos de la universidad. El prestigio intelectual debió de ser una importante consideración al momento de seleccionar a los censores, pero también hubo otras de carácter amical o político. Frente al texto, el censor se erigía como garante no solo de la ortodoxia de su contenido sino también de las competencias intelectuales de su autor. La circulación de una obra estaba respaldada legalmente, como ya se ha dicho, por la licencia concedida por la autoridad. Pero adicionalmente a esta, los autores o editores tenían que solicitar el privilegio. Este les otorgaba el derecho de exclusividad, esto es, nadie podía reimprimir el texto sin permiso expreso del autor o editor en un ámbito territorial determinado y durante cierto número de años. Como en España, las autoridades coloniales concedían tales derechos por diez años y era una práctica común proveer la licencia y el privilegio simultáneamente. La constitución de la monarquía de los Austrias, ha escrito Moll, impuso restricciones a los alcances del privilegio.77 Se trataba de una monarquía con reinos diversos, cada uno de ellos con sus propias normas para el libro. Esta diversidad no constituía un obstáculo para el comercio libresco ni tampoco la realización de coediciones entre sus editores. La consecuencia fundamental de la existencia de los reinos era la multiplicidad de privilegios de edición. En los siglos xvi y xvii, no existía un privilegio extensivo para todos los territorios de la monarquía. La exclusiva de edición que tenía el poseedor de un privilegio era válida solo en un reino o un conjunto de reinos. “Todo privilegio es una concesión del rey, que la realiza directamente en los reinos de Castilla o para el conjunto de los reinos de la corona de Aragón, mientras que en los demás reinos, en cada uno de los que componen la corona de Aragón y en el de Navarra, es concedido en nombre del rey por el respectivo virrey”, advierte Moll.78 De modo que si un autor o editor quería tener la exclusiva de edición para toda la monarquía, debía obtener los privilegios de cada uno de los reinos. La consecuencia del ordenamiento legal y político es clara: fuera del ámbi77  Moll 1996: 28. 78  Ibíd.

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to protegido por el privilegio, cualquiera puede reeditar un libro legalmente, siempre que solicite licencia previa, lo que sucede con numerosas obras de éxito, con lo que se limita ostensiblemente el mercado de la edición que ostenta un privilegio, anota el mismo autor. Cuando, por ejemplo, el virrey o la Real Audiencia del Perú concedía privilegio, este último era válido para el ámbito del virreinato. En la “Suma de privilegio” de la Gramática y arte nueva de la lengua general, del jesuita Diego González Holguín, suscrita en Lima el 6 de julio de 1607, leemos que al autor se le concede “licencia y privilegio de los señores presidente y oidores desta Real Audiencia, para que él y no otra persona alguna pueda imprimir esta Arte, so las penas contenidas en dicho privilegio”.79 Mas si un autor quería reeditar en cualquiera de los otros reinos que componían el imperio español una obra impresa en Lima, debía acudir a la autoridad correspondiente. En 1618, Juan de Hevia Bolaño, residente en Lima, otorgó poder al licenciado Fernando Ramírez de Valdés, beneficiado de la parroquia de San Ginés, en Madrid, para que obtuviera en el Consejo de Castilla la licencia y el privilegio para la impresión y venta en la península de su libro Labyrintho de comercio, el cual había sido publicado en Lima en 1617, y la prórroga del privilegio de venta de su Curia philípica.80 Los textos de los privilegios no suelen aparecer en las páginas preliminares de los libros, pero, como siempre, había excepciones. La licencia concedida por el virrey marqués de Mancera al agustino Fernando de Valverde, en 1640, para la impresión de su Poema sacro, incluye el privilegio: para que él “o quien su poder tuviere, pueda hazer imprimir el dicho libro, que se cuenten desde el día de la fecha desta mi provisión” y establecía como sanciones para los impresores que lo infringieran una pena de 200 pesos para la “Cámara de Su Magestad, repartidos en tercias partes, cámara, juez y denunciador, y perder los moldes y demás aderentes de la dicha impresión”. Asimismo, el privilegio concedido por el mismo virrey

79  González Holguín 1607. Ejemplar en la biblioteca del convento de La Recoleta, en Arequipa. 80  Véase Apéndice documental nº 16.

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al Sueño escrito por doctor Antonio Maldonado y Silva, aparecido en Lima en 1646, señala que su autor tiene el privilegio por diez años “para que ninguna otra persona lo imprima, pena de mil pesos ensayados para la cámara de Su Magestad y gastos de la fortificación del Callao y perdida de la imprenta y libros”.81 El financiamiento de la impresión Obtener licencia y privilegio no parece haber sido muy difícil en el mundo colonial, pero no lo era tanto lograr el financiamiento para la publicación. En Lima, como en otras ciudades españoles, existía un círculo de poderosos, cultores del intelecto, al cual se podía acudir en busca de mecenazgo generoso capaz de sufragar el costo de edición del libro. Para ello el autor contaba con un recurso: la dedicatoria, porque como ya lo advirtió Francisco de Quevedo: “Todos dedican sus libros con dos fines: el uno, de que la tal persona ayude para la impresión con su bendita limosna; el otro, de que ampare la obra de los murmuradores”.82 Simón Díaz se muestra escéptico acerca de los efectos de las dedicatorias en lograr algún empleo o el abono para los gastos de la edición. Lo más común era que en ambos casos todo quedara “en grado de tentativa”.83 Es probable que los autores coloniales, como sus similares peninsulares, tuvieran en mente el ansiado amparo económico, pero rara vez lo hicieron explícito. No así el segundo de los fines enunciado por Quevedo, que en verdad aparece en numerosas dedicatorias, ya que se trataba de un tópico. Muestra de esto último lo encontramos en la dedicatoria de la Historia del célebre santuario de Nuestra Señora de Copacabana, del agustino Alonso Ramos Gavilán al doctor Alonso Bravo de Saravia y Sotomayor, oidor de la Audiencia de México y antes presidente de la misma institución en Lima: libro y autor que escoge el braço de tan grandioso caudal y se abraça con seno de tan ennoblecido pecho, seguro puede salir a vistas de entrambos a los dos nuevos mundos, Perú y México, y aun embarcarse viento en popa, con el aliento de tal mecenas, hasta los confines de la 81  Maldonado 1646: f. [7r]. 82  Cit. en Amezúa y Mayo 1951: 343. 83  Simón Díaz 1996: 52. Véase, además, Chartier 1995.

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Pedro Guibovich Pérez tierra, sin temer las tormentas de Palinuro, porque sonando las alabanzas desta Virgen, se a de sentir también el vigor del braço que me defiende.84

Otro ejemplo procede de El taumaturgo. Historia panegírica de San Gregorio, obra del licenciado Miguel Sáenz Cascante, dedicada a Melchor de Liñán y Cisneros, arzobispo de Lima, publicada en 1703: Una cobarde pluma que alentada de ardiente devoción se atrevió a registrar de la Esphera del Sol los esplendores (pues en voz de el gran Basilio que fue san Gregorio Thaumaturgo, lumbrera admirable en todo el orbe, que desterró sus activos rayos de la sombra de la culpa los horrores) ante las aras de V. Excelencia se postra reverente, para que salga al teatro de el Mundo auxiliada de tan superior mecenas a convertir en esplendor el desaliño, pues acogiéndose a la sombra del sagrado laurel de tan excelso numen, no tiene que temer los vacilantes rayos de la injuria, ni los destemplados vientos de la ofensa, y más quando el asumpto que emprendió su desvelo es tan glorioso que puede por sí solo ser de su noble aliento el desempeño y para defender de el rígido temporal de la censura, se favorece de el amparo de un príncipe.85

No hay constancia documental de que en el contexto colonial algún poderoso prestase oídos a los requerimientos de un autor. En Lima, los libros fueron costeados por el autor, un pariente del mismo, una autoridad, una institución o un editor. Para ilustrar esto, los ejemplos son muchos. Diego Dávalos y Figueroa sufragó de su peculio la impresión de su Miscelánea Antártica en 1602.86 El segundo tomo de la Corónica moralizada, de Antonio de la Calancha, fue posible por el acopio de plata proveniente “de algunas personas piadosas y amigos, que se la an dado deseosos de ser logrados sus estudios”.87 En 1712 Pedro Torres y Cárdenas, que ejercía

84  Ramos Gavilán 1988: 17. 85  Miguel Saénz Cascante, “El Thaumaturgo. Historia panegírica de San Gregorio, obispo de Neacesárea”, 1703, f. 4r. Biblioteca Nacional del Perú. Mss. C10. Sin duda se trata una copia manuscrita del impreso aparecido ese mismo año. 86  Véase Apéndice documental nº 5. 87  Véase Apéndice documental nº 47.

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el curato de Carhuamayo, financió la impresión del sermón de su tío, el franciscano Andrés de Cárdenas, titulado Oración evangélica al patriarca S. Juan de Dios, predicado tres años antes en el hospital de los juandedianos en la ciudad de Huánuco. La vida del P. Alonso Messía, del jesuita Juan José de Salazar, aparecida en Lima en 1733, fue escrita por encargo del virrey marqués de Castelfuerte, quien asimismo costeó la impresión. Entre las instituciones que emplearon de modo muy activo la imprenta y sufragaron los gastos de impresión estuvieron el Cabildo y la Inquisición. Esta última periódicamente ordenaba imprimir edictos, notificaciones y otros documentos necesarios para el desarrollo cotidiano de sus actividades procesales y administrativas. Asimismo, encargó la impresión de textos de mayor entidad, como lo fueron la Instrucción y orden que han de guardar los comisarios y notarios, reimpresa varias veces desde fines del siglo xvii hasta inicios del siglo xix. Las instituciones educativas, en particular la Universidad de San Marcos, también acudieron a los talleres tipográficos con la finalidad de imprimir constituciones, tesis, carteles de certámenes poéticos, entre muchos otros textos. En el proceso de producción de un libro, una figura que merece mayor atención es la del editor. El protagonismo real del editor —ha escrito Moll— ha sido desatendido por los investigadores, que han preferido al impresor.88 Al hablar de editor, con todos los riesgos que implica usar una categoría moderna, Moll se refiere al librero o mercader de libros que, además de ejercer su comercio, financia la edición de obras. Usar la categoría editor puede ser útil con las prevenciones del caso, ya que la diferenciación y especialización solo surgirá avanzado el siglo xix. Las instituciones también publican, pero por lo general sus intenciones no son comerciales. En cierto sentido, es dable incluir al autor que financia la impresión de sus propias obras. Sin embargo, es común que tenga que servirse del librero para su distribución. El editor, al publicar una obra, tiene la expectativa de lograr un resultado feliz del negocio. Si acierta, obtendrá ganancias; de lo contrario, pérdidas. Procura, no siempre lo logra, no equivocarse, captar los gustos dominantes en cada momento, ver lo que ya no tiene interés para el público 88  Moll 2011: 98.

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lector, que puede ser un comprador.89 El inusual tiraje del Libro de la oración y meditación, de fray Luis de Granada, revela las expectativas de ganancia que su editor, el licenciado Manuel Correa, tenía acerca de la venta de esa obra de enorme popularidad en el contexto colonial.90 Asimismo, cuando cinco años después, en 1612, los “mercaderes de libros” Andrés de Hornillos y Tomás Gutiérrez contrataron los servicios de los impresores Francisco del Canto, Pedro Calderón y Juan de Otárola para la impresión de 500 ejemplares del Arte, de Antonio de Nebrija, a partir de una edición madrileña, lo hicieron con expectativas evidentemente crematísticas.91 La obra era de consulta común para la instrucción de la gramática española, con lo cual su venta estaba asegurada. Lo mismo sucedía con los textos de uso de los curas de doctrina, trátese de confesionarios o gramáticas de alguna de las lenguas nativas. Por eso no debe extrañar que el “mercader de libros” Francisco Farfán de los Godos costeara en 1700 la impresión del Arte de la lengua quechua, del jesuita Diego de Torres Rubio. El mismo criterio parece haber tenido Francisco Bejarano, también “mercader de libros”, cuando en 1717 financió la nueva impresión de la Vida de la seráfica Santa Clara, de la religiosa Mariana Sallent. Esta obra había tenido dos impresiones peninsulares en un corto tiempo: Zaragoza (1700) y Valencia (1703).92 Este éxito editorial no debió de pasar desapercibido para Bejarano, quien con seguridad evaluó las posibilidades de ganancia que podía reportarle la venta de dicha obra en el virreinato peruano. No siempre era tarea fácil encontrar un editor que sufragara los costos de una impresión, en especial cuando estos eran altos y las expectativas de ganancias, inciertas. En 1682, el virrey duque de la Palata ordenó a Tomás de Ballesteros compilar las Ordenanzas del virrey Francisco de Toledo para su publicación. Con la finalidad de proveer de una renta al Hospital de San Andrés, Palata le ofreció a la Hermandad correspondiente concederle el privilegio de impresión y venta. En enero de 1683, el manuscrito estaba listo para la proyectada edición de 1.000 copias, cuyo costo se estimó 89  90  91  92 

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Ibíd.: 310. Véase Apéndice documental nº 8. Véase Apéndice documental nº 12. Simón Díaz 1985: 37.

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en 8.000 pesos, habiéndose establecido el precio de venta de cada ejemplar en 20 pesos. Pero la Hermandad abandonó el proyecto; adujo que no podía financiar una edición que solamente vendería 100 copias en Lima. En tales circunstancias, el virrey intervino personalmente y logró que el impresor Miguel de los Olivos suscribiera un contrato con la Hermandad del hospital. El tiraje fue reducido a 600 copias, de las cuales 100 debían ir al virrey, para ser enviados al Consejo de Indias y a otros funcionarios en el Perú. La Hermandad tenía que proveer el original manuscrito, el papel, el pergamino para las cubiertas y la mano de obra, que se valorizó en 2.800 pesos; y el impresor, por su parte, aportaría con el costo de la composición (reducida al mismo monto). Según los cálculos, la impresión dejaría a las arcas del hospital una utilidad mayor a los 4.000 pesos, deducidos los gastos, sobre el estimado de la venta de 500 ejemplares a 20 pesos cada uno. Aunque Palata decretó la licencia de impresión el 7 de diciembre de 1683, las primeras copias aparecieron en 1685. Debido a que las dificultades económicas continuaban, Ballesteros solo pudo publicar el primero de lo que debía ser una obra en cuatro volúmenes.93 El polígrafo Pedro de Peralta, a pesar de ser reconocido como hombre de letras y prominente miembro de la élite política, no fue ajeno a los problemas financieros a la hora de publicar sus obras. Para suerte suya, un amigo personal, el marqués de Casa Calderón, también cultor de las letras, financió la impresión de la monumental Historia de la España vindicada, una obra particularmente costosa de producir por la extensión de su texto y la inclusión de varias estampas. El marqués acudió con dinero con el cual fue posible llevar a cabo la impresión de 400 copias del primer volumen, así como de los 73 pliegos iniciales del segundo. Entre ambas partes acordaron que, para resarcir al marqués por la inversión llevada a cabo, este se reservaba el producto de la venta del total de la edición y esta quedaba en su poder “como en hipoteca”; sin embargo, Peralta, faltando al acuerdo, tomó 50 copias para regalarlas en Lima y en España. Luego de la muerte del polígrafo limeño, el marqués reclamó a sus herederos el cumplimiento de la deuda “en virtud de 93  Lohmann y Saravia 1986-1989, I: lv-lvii. Véase Apéndice documental nº 51.

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la estipulación que se hizo al tiempo de resolver su ympresión”.94 Como es conocido, nunca se llegó a completar la publicación del segundo volumen. Las limitaciones materiales En adición a los problemas económicos, los autores y editores también debían encarar un obstáculo mayor: las limitaciones materiales de la industria tipográfica local. Para Medina, los libros limeños no descollaban por su hermosura tipográfica; lejos de eso, precisó que “su inmensa mayoría se nos presenta con caracteres de un arte verdaderamente primitivo”. Basta el examen de las portadas, observó Medina, para darse cuenta de que los impresores con frecuencia se veían en la necesidad de emplear tipos diferentes o de “mezclar en consorcio detestable las letras cursivas en medio de vocablos compuestas con redondas”.95 Esta característica era consecuencia de que los talleres limeños solían trabajar con materiales pobres y escasos: tipos de metal de segunda mano y, por tanto, gastados por el uso; mala tinta; viñetas decorativas, unas pocas importadas de España y otras, la gran mayoría, toscas, fabricadas en el país. Por décadas, muchos libros fueron publicados usando los mismos materiales debido a que los impresores pasaban sus tipos de unos a otros. A inicios del siglo xvii, por ejemplo, Francisco del Canto adquirió los tipos que habían pertenecido a Antonio Ricardo, y hacia 1620 Jerónimo de Contreras adquirió el taller de Del Canto.96 Los impresos peruanos fueron tipográficamente menos atractivos que aquellos publicados en México. Aunque hubo excepciones, fueron las menos. Dadas las carencias materiales antes descritas, no llama la atención que autores como Juan de Belveder en el siglo xvi, Antonio de la Calancha y otros en el siglo xvii, se quejasen de la carencia de tipos de imprenta y de los altos costos de impresión. En su Libro general de las reducciones de plata y oro de diferentes leyes y pesos, publicado en 1597, Belveder escribió que 94  Archivo General de la Nación-Lima [en adelante: AGN]. Protocolo del escribano Gregorio González de Mendoza, nº 506, años 1749-1752, ff. 616v-617r. 95  Medina 1904-1907, II: lxxvi 96  Vargas Ugarte 1953: xxxiii.

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No va tan copiosa como yo quisiera esta obra, respecto de ser breve el tiempo que tuve para hazerla y costosa la impresión, y no tener aparejo de moldes y cifras para imprimir los caracteres de los exemplos que pedía cada género de cuenta. Respecto desto no va el molde tan agraciado como pudiera yr si le uviera, pero de la manera que va y las declaraciones en prosa que lleva cada género de reducción, yo entiendo que a todos será fácil de entenderla.97

El agustino Calancha, por su parte, se lamentaba de la mala fortuna de los escritos de su hermano de orden, Juan Caxica, célebre por su labor como evangelizador, prolífica autoría y habilidades lingüísticas. Calancha lo alaba porque “escribió más libros que otro en el mundo”, pero se duele de que buena parte de su obra se haya perdido. A pesar de ello, en la biblioteca del convento grande de Lima, sostuvo, existían 32 volúmenes manuscritos, entre los que se incluían “los doze en folio de un flos santorum” y los “veynte de quartilla, del tamaño de misales pequeños, puestos ya en limpio para la imprenta i enquadernados” escritos en cuatro lenguas: aymara, “chinchaysuyo”, quechua y castellano. En estos últimos se incluían sermones, catecismos, confesionarios, himnos y salmos. En opinión de Calancha, el hecho de que se mantuvieran inéditos se debía a varios factores: el alto costo de su impresión en Lima, que, estimó, seria de más de “ciento y treynta mil pesos”; el hecho de no haber suficientes imprentas en la capital; y que en caso de llevarse los textos a España para su impresión, se necesitarían más de cincuenta mil pesos y alguien competente en el conocimiento de las tres lenguas nativas para verificar la correcta edición de los textos, cosa que no era posible.98 Avanzado el siglo xvii, las condiciones materiales de la imprenta local eran vistas por algunos autores como un problema, ya que no solo podían distorsionar el contenido de los escritos, sino lo peor de todo: impedir publicidad a las obras de los ingenios criollos. Uno de ellos, el dominico Juan Meléndez, escribió en 1671 que “no hay poder en un religioso particular para costear una imprenta en este Perú (solo desgraciado en eso) ni aun en otros que no lo son”. A los costos de imprimir debía atribuirse, según el mismo autor, el hecho de que “tantos sugetos grandes que han ilustrado estos reynos en 97  Belveder 1597: f. 6 r. 98  Calancha 1978, V: 1940-1941.

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los púlpitos y cátedras, y de que oy están pobladas las celdas de los conventos, no tengan el mundo ya lleno de libros”. Ante esta situación, a los autores locales les quedaba tan solo enviar sus obras a España, “donde se hazen de valde las imprentas, que como allá no ay a quien las duela, salen con descuydo del ympresor, tan desfiguradas de los moldes, que no las conocerá el ingenio que las parió”.99 Años más tarde, en 1695, el jesuita Francisco Javier Salduendo escribió en una compilación de sus sermones titulada Los siete ángeles del Apocalipsis, lo siguiente: “Muchos defectos hallarás en lo escrito: no los atribuyas a menos cuidado del autor, sino a necesaria culpa de la prensa, que con el poco o ninguno ejercicio de semejantes tareas están las manos torpes, las letras sin perfección y sin sazón la tinta”.100 Salduendo ve la imprenta como un medio poderoso de difusión, siempre que su funcionamiento sea óptimo, que no era el caso de las existentes en Lima y de ello se queja: “Oh! Y si en lo que en mí ha errado, acertara en todos los ingenios peruanos (que sin envidia a la Europa) pudieran y debieran fatigar con sus obras las mejores prensas del mundo!”. Para el erudito orador sagrado, la carencia de suficientes talleres y los altos costos dificultaban dar a conocer las obras de sus hermanos de orden: “Solo deseo, oh! lector, que te sirva este libro de que alientes a tantos ingenios en el Perú malogrados, por nada atareados, a tantos jesuitas, águilas en la cátedra, cisnes en el púlpito, que, llenos más de alas que de plumas, no se atreven a volar al aire de la luz pública por falta de prensas y sus crecidos costos”. Y concluye con un elogio a aquellos escritores de la Compañía de Jesús cuya obra permanecía inédita y que, por tanto, resultaba desconocida: “Pídeles las plumas y verás un primor en cada rasgo, y si la mía, siendo inferior a todas, no te descontentare, infiere qué gusto, qué doctrina te dieran plumas tan superiores”.101 Todavía a inicios del primer tercio del siglo xviii, un escritor como el limeño Pedro de Peralta expresaba su malestar porque buena parte de su producción se mantuviera inédita debido al alto costo de impresión y la dificultad de venderla en el mercado local. En los preliminares de su poema épico Lima fundada, luego de

99  Meléndez 1671: [f. 8v]. 100  Salduendo 1695: [f. 14v]. 101  Ibíd.

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hacer un recuento de sus obras publicadas, anotó: “No ha impresso el autor mayor número de obras mathemáticas y de jurisprudencia, por su grande costo y corto expendio en este reyno”.102 Salvar el primero de los problemas fue seguramente lo que llevó a Peralta a instalar un taller de imprenta en su propia casa. Para hacerse de los tipos de imprenta se sirvió de un pedido de libros que hizo su hermano, el dominico Joseph de Peralta, al padre Felipe Castillo, procurador del Colegio de San Pablo de Lima, en Cádiz. En el pedido se incluyeron varias obras científicas de interés para ambos hermanos y ocho cajones de “letras de Holanda”. Por estas últimas el polígrafo limeño pagó 1.374 pesos.103 Adicionalmente, el principal insumo para las imprentas, el papel, debía ser importado de España. Esto hacía que la tipografía local fuera particularmente vulnerable a las vicisitudes del comercio atlántico. A diferencia de las colonias británicas en Norteamérica, las de la América española no poseían molinos de papel. En México, hacia 1677, un observador notó que muchas obras se hallaban inéditas y las prensas inactivas debido a la carencia de papel. Una nueva escasez de papel en el virreinato novohispano se produjo entre 1704 y 1706.104 Aunque referencias directas a tales situaciones para el caso de Lima aún no se han encontrado, es probable que similares problemas tuvieran que confrontar los impresores en el Perú. En cualquier caso, el alto costo del papel en una ciudad como Lima hacía que los autores fueran muy cuidadosos con su empleo y que reclamaran la devolución del papel sobrante una vez terminada la impresión o de aquellos pliegos impresos fallados, tal como lo muestran los contratos de impresión. La venta de papel era a todas luces un buen negocio y explica que los impresores, como fue el caso de Ricardo, estuvieran involucrados en ello.105 El papel que empleaba la imprenta manual era fabricado de trapos usados de algodón y fibra vegetal. Con el tiempo se emplearon restos de papeles. Para el periodo que venimos estudiando existían dos grandes tipos de papel: el “común” (fabricado en España) y el más fino “de corazón” (procedente de Génova). El primero era más 102  103  104  105 

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Peralta 1732: f. [82v]. AHN. Jesuitas, Correspondencia del P. Castillo, leg. 119. caja 2. Medina 1912, I: vii. Véase Apéndice documental nº 1.

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barato y de inferior calidad y era empleado para impresiones económicas de carácter popular o literario; era de color amarillento e irregular. Por el contrario, el de Génova se empleaba para ediciones cuidadas o cortas; era más blanco y más homogéneo.106 En Lima, no parecen haber existido muchas opciones en cuanto a la calidad del papel. Mientras que los impresores madrileños en el siglo xvii podían escoger entre diferentes calidades de papel procedentes de los molinos españoles, franceses o italianos, los impresores limeños estuvieron, al parecer, limitados a emplear el primero de ellos, como ya se dijo, más barato y de inferior calidad.107 En cualquier caso, el uso, la procedencia y el comercio del papel empleado en el mundo colonial es un tema por investigar. Los impresores y las imprentas Un mucho más serio obstáculo para los autores residentes en el virreinato peruano fue el número de talleres de impresión e impresores, que fueron de lejos menos en Lima que en ciudades como México o Madrid. Entre 1584 y 1619, en Lima solo operaba una prensa, la cual había pertenecido primero a Antonio Ricardo y más tarde, a Francisco del Canto. En 1630, había tres talleres operativos;108 y entre 1630 y 1750 las imprentas, con seguridad, se incrementan. Pero a falta de estudios, esta última información requiere ser manejada con cuidado, porque no sabemos con certeza el número de talleres, ya que algunos se mudaban de emplazamiento y, por consiguiente, de denominación con el paso de los años. De modo que una misma imprenta podía tener dos o más nombres de acuerdo a su ubicación. Cito dos casos. En 1721, el impresor Francisco Sobrino tenía su taller en el portal de Escribanos; en 1743, aparece imprimiendo en la calle de San Ildefonso y, cuatro años más tarde, en la calle de la Barranca. Por su parte, Antonio Gutiérrez de Zevallos hacía lo propio en 1739 en una imprenta “extramuros de Santa Catalina”; en 1744, se la encuentra en la calle de San Ildefonso; y, en 1749, en la calle de la Barranca.

106  Garone 2014: 64. 107  Amezúa y Mayo 1951: 345. 108  Salinas y Córdoba 1957: 257.

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Impresores activos en Lima, 1584-1750 Nombre

Años

Antonio Ricardo

1584-1605

Francisco del Canto

1605-1619

Juan de Otárola

1612

Pedro de Merchán Calderón

1613-1620

Melchor de Aguilar

1618-1619

Francisco Lasso

1619-1622

Jerónimo de Contreras

1621-1639

Pedro de Cabrera y Valdez

1625-1649

Francisco Gómez Pastrana

1630-1643

Bernardino de Guzmán

1633

Joseph de Contreras

1640-1689

Jorge López de Herrera

1641-1653

Luis de Lira

1641-1690

Diego de la Cerda

1648

Julián Santos de Saldaña

1648-1659

Juan de Quevedo y Zárate

1660-1670

Manuel de los Olivos

1665-1689

Jerónimo de Contreras

1675-1677

Juan de Contreras

1678

Diego de Lira

1680-1720

Joseph de Contreras y Alvarado

1689-1715

Jerónimo de Contreras y Alvarado

1712-1720

Francisco Sobrino y Bados

1716-1757

Ignacio de Luna y Bohórquez

1721-1725

Juan José González de Cossio

1731-1750

Diego de Pando

1735

Félix de Saldaña y Florez

1735

Isidro de Sagredo

1737-1744

Antonio José Gutiérrez de Zevallos

1737-1750

Francisco Chavarría

1743

Juan José Morel

1744

Fuentes: Vargas Ugarte 1953, 1954, 1956; Romero 2009 y Apéndice documental.

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No menos interesante es el hecho de que no todos los impresores tenían taller propio. Entre 1584 y 1750 están registrados 31 impresores, pero eso no significa que existiera igual número de imprentas, porque lo común era que aquellos contrataran sus servicios o arrendaran una imprenta ajena. Entre 1623 y 1638, por ejemplo, la imprenta del mercader Jerónimo de Soto Alvarado fue sucesivamente alquilada a los impresores Jerónimo de Contreras, Pedro Merchán Calderón, Pedro Cabrera y Francisco Gómez Pastrana. Cabrera, a su vez, al no tener taller propio, entre 1645 y 1649, arrendó las imprentas del convento de Santo Domingo y del librero Julián Santos de Saldaña.109 La situación se mantiene en la primera mitad del siglo xvii. Tal parece haber sido el caso de Diego de Lira, quien figura ejerciendo su oficio en la Imprenta Real, de la calle Palacio, entre 1717 y 1720. Se observa sí que algunos impresores tuvieron una actividad bastante prolongada: Joseph de Contreras, Luis de Lira y Francisco Sobrino trabajaron más de cuatro décadas, en tanto que Antonio Ricardo, Manuel de los Olivos, Joseph de Contreras y Pedro de Cabrera más de dos décadas; desafortunadamente, su rastro documental es muy fragmentario. En el periodo que estudiamos hubo dos coyunturas con un número estimable de impresores: la primera, entre 1629 y 1689, el promedio anual fue de tres impresores y en algunos cuatro; y la segunda, entre 1736 y 1750, el promedio fue de cuatro y en algunos años seis. Hubo otros cuya actividad en apariencia fue extremadamente limitada. Son los casos de ocho de ellos: Juan de Otárola, Bernardino de Guzmán, Diego de la Cerda, Juan de Contreras, Alonso Fernández Fontecha, Diego Pando, Félix de Saldaña y Flores y Francisco Chavarría. Mayor investigación en los protocolos notariales del Archivo General de la Nación sin duda permitirá esclarecer la historia del grupo de impresores y sus talleres. Una vez que el autor o editor tenía en su poder el manuscrito listo para la imprenta, la financiación para la publicación suficientemente asegurada y, lo más importante, la o las licencias necesarias concedidas por las autoridades para la impresión, debía escoger uno 109  Véase Apéndice documental. Todo parece indicar que Santos de Saldaña no era propiamente un impresor, pero figura como tal en algunos impresos.

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Fig. 3. El poderoso e influyente Joseph de Contreras y Alvarado en su taller de impresión, tomado de Joseph de Buendía, Parentación real. Lima, 1701. (Ejemplar de The John Carter Brown Library).

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de los talleres existentes en Lima. Seguramente en la toma de su decisión pesaban consideraciones tales como la experiencia previa con alguno de ellos o la información provista por terceros acerca de la calidad y la honestidad del trabajo de un taller; por consiguiente, con la seguridad de lograr su cometido, esto es, ver en letras de molde el texto manuscrito, dirigía sus pasos a un impresor o a una imprenta. La tendencia de los impresores fue establecer sus talleres en el centro de la ciudad. Ya se ha visto que Ricardo operó el suyo en el Colegio de San Pablo, mientras que su sucesor en el oficio, Francisco del Canto, se ubicó en la “calle que va de San Agustín a la de Mármol de Carvajal”.110 A lo largo del siglo xvii, los impresores buscaron operar en la Plaza Mayor o cerca de ella, ya que era la zona más concurrida de la ciudad por oficiales de la Corona, eclesiásticos, vendedores y transeúntes; en suma, donde era más factible conseguir clientes. Una vez llegado de Sevilla, Jerónimo de Contreras tuvo su taller “junto al convento de Santo Domingo”. Allí permaneció hasta 1633, cuando se trasladó a la plaza, específicamente “debajo de los portales de sombrereros”, esto es, el portal de Botoneros. Pero en 1634 consta que trabajaba en un local “frontero de la cárcel del señor arzobispo” y en otro impreso figura que ese mismo año se hallaba “junto a las casas del señor arzobispo”. Como las cárceles del arzobispado estaban situadas a continuación del palacio arzobispal, se deduce que Contreras estaba “en la calle del señor arzobispo”. Allí continúa hasta 1637 y, a partir de esa fecha su imprenta se sitúa en la esquina de la calle de Judíos “frontero de la cruz de gradas”, es decir, de la cruz erigida en la esquina sur del atrio de la catedral. Como en otro documento se dice que su taller se hallaba en la esquina de la calle de los Roperos, hay que concluir que por entonces su imprenta estaba en la esquina del portal de Botoneros, donde permaneció al menos hasta 1639.111 Otros impresores también operaban en las proximidades de la Plaza Mayor: Jorge López de Herrera lo hacía en la “calle de la cárcel de corte”; Bernardino de Guzmán, “enfrente de la cruz de gradas”; Manuel de Olivos, “en la calle de Mantas”, Francisco López Pastrana, “en 110  Vargas Ugarte 1945: 218. 111  Vargas Ugarte 1953: xxxiii-xxxiv.

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la calle de San Agustín” y Joseph de Contreras y Alvarado “en la plaza mayor”. En la primera mitad del siglo xviii, la mayoría de los talleres seguían funcionando en las inmediaciones de la Plaza Mayor, pero progresivamente fueron apareciendo otros en calles distantes de ella, como las de Santa Catalina, San Marcelo y San Ildefonso, así como en las plazuelas de San Cristóbal y del Marqués de Otero (en el barrio situado al otro lado del río Rímac). Este desplazamiento a zonas alejadas del centro pudo deberse quizás a la necesidad por parte de algunos impresores de obtener alquileres más bajos por el arrendamiento de espacios para el funcionamiento de sus talleres o a la dificultad de hallar un lugar apropiado en las proximidades de la Plaza Mayor. Los contratos de impresión Para lograr la publicación, el autor o editor debía ponerse de acuerdo con el impresor mediante la elaboración de un contrato que se realizaba con la participación de un notario para darle valor legal. Los contratos se suscribían para garantizar el acuerdo entre las partes.112 Eran varios los aspectos establecidos en ellos. En primer lugar, el número de ejemplares que debían ser impresos. Una consideración que estaba muy presente era que los impresores solo debían producir el número acordado. Esto con la finalidad de que no vendieran los ejemplares excedentes y, de esa manera, perjudicaran económicamente al autor o editor. Así, por ejemplo, en el contrato de impresión del Arte de Antonio de Nebrija, suscrito en 1612, se establece por parte de los impresores “que no abemos de ymprimir más de los dichos quinientos cuerpos”.113 Algunas veces, se acordaba que, en caso de que el impresor produjera más copias que las pactadas contractualmente, el autor o editor las adquiría a un determinado precio o el impresor les pagaba a ellos una penalidad en metálico. Un segundo aspecto tratado era el tipo de letra a ser usado. Se mencionan la cursiva, la bastardilla y, con frecuencia, la atanasia. La preferencia por tal o cual tipo de letra parece haber estado 112  Pedraza Gracia 2008: 154. 113  Véase Apéndice documental nº 12.

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librada al gusto del contratante, pero también a las condiciones materiales de las imprentas coloniales, que, como se ha visto, eran limitadas. No menos importante era el plazo de la impresión. La lectura de los contratos permite entrever las preocupaciones de los contratantes por el cumplimiento de los tiempos pactados. De allí la inclusión de las cláusulas penales. No obstante estas, hubo impresores que faltaban a los términos pactados. El caso más documentado es el de Francisco del Canto. Este contrató en 1610 la impresión de La Preciosa Margarita, del licenciado Diego Flores. En mayo de ese año, recibió el manuscrito y la licencia de impresión, concedida por el marqués de Montesclaros, de manos de Juan de Arriola, apoderado del autor. Del Canto se comprometió a imprimir de inmediato y a no interrumpir el trabajo, de manera que pudiese entregar toda la tirada de 500 ejemplares en seis meses. Acaso por conocerse la informalidad del impresor, en el contrato se incluyó una cláusula penal por la cual Del Canto se obligaba a que si en el término indicado no concluía la impresión, abonaría dos pesos de nueve reales por cada ejemplar que faltare en la cantidad pactada. Arriola cumplió con pagar 1.500 pesos, costo total de la impresión.114 Pero Del Canto no cumplió con el contrato. Ante esta situación, el 28 de septiembre de 1611 Arriola compareció ante José de Ribera, alcalde del crimen, para interponer querella contra el impresor. Arriola argumentó que Del Canto solo le había entregado 239 ejemplares, de manera que el impresor debía devolverle 783 pesos, valor de los 261 ejemplares no entregados y, además, 239 pesos por concepto de indemnización por el retraso en la entrega de los libros.115 El 1 de octubre de 1611, el alcalde proveyó un auto para que Del Canto cumpliese los términos del contrato y en caso de no hacerlo, fuera enviado a prisión. Días después, el impresor ofreció que en el plazo de dos semanas cumpliría con la entrega, pero al no hacerlo, fue puesto tras las rejas. Solicitó libertad bajo fianza aduciendo que los ejemplares solo requerían encuadernación. Lohmann señala que la documentación no permite conocer si Del 114  Lohmann 1965: 325. 115  Ibíd.

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Canto entregó los ejemplares a Arriola. Pero dos libreros Diego Ruiz y Miguel Méndez subrogaron a Del Canto de su obligación de encuadernar los libros. No se sabe si llegaron a circular los 261 ejemplares faltantes.116 Parte sustancial de los contratos era la provisión de papel. Dado el costo de este, era previsible que fueran los autores quienes la mayoría de veces lo proveían. Sin duda, este costo elevaba el precio de los ejemplares. Para llevar un control sobre el papel empleado en la impresión, se estipulaba que el papel sobrante, como el desechado por hallarse erratas en la composición del texto, debía ser devuelto al autor o editor. Asimismo, los contratos estipulaban las condiciones de pago, que bien podían ser al contado o a plazos. Pero también podía darse como forma de pago un esclavo o esclava. Así lo hizo Rodrigo de Carvajal y Robles cuando contrató la impresión de su libro en 1632 con Jerónimo de Soto Alvarado. En el concierto suscrito entre ambos, el primero manifestó que “para en quenta de lo que montare el dicho libro, bendo y doy en venta real […] una negra mi esclava nombrada Catalina, terranoba, de hedad de treinta años […] por preçio y quantía de quatroçientos y setenta y çinco pesos de a ocho reales”.117 Algunos autores y editores, ayer y hoy, aspiraban a que el diseño y la disposición de sus textos quedasen de la mejor forma posible. Dada la mejor calidad de las impresiones españolas, estas eran tenidas algunas veces como modelos al momento de definir las características del producto final. Así, la impresión del Arte de Antonio de Nebrija debía hacerse de acuerdo a un ejemplar madrileño, esto es, “a la letra del original y […] muy bien fecho y acabado y trabaxado” y —se precisa— “conforme a otras ympresiones buenas fechas en esta ciudad”.118 La Preciosa Margarita, del ya mencionado licenciado Flores, se compondría con letra atanasia, según el modelo del “sermón que hiço el maestro fray Alonso Velázquez en la publicación de las bullas”.119 Otras veces, para tener la seguridad de que el trabajo se haría de acuerdo al modelo del 116  117  118  119 

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Ibíd. Véase Apéndice documental nº 28 Véase Apéndice documental nº 12 Lohmann 1965: 324.

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texto presentado por el autor, las partes contratantes y el escribano lo suscribían. La Relación de fiestas, compuesta por el bachiller Diego Cano, debía contener en “cada plana […] treynta e quatro renglones, conforme a una hoja que rubricaron las dichas partes y el presente escribano público, a buena composición de letra e tamaño dellas”.120 Era común, asimismo, que se pactara el formato. El Compendio historial, de Melchor Xufré del Águila, debía ser en cuarto y cada una de sus páginas contener “treinta y tres renglones de letra atanasia y donde hubiere título de canto o fin de el lo que cayere”.121 Hubo libros que requerían una diagramación compleja, en particular los que contenían textos bilingües o trilingües, destinados a la catequesis religiosa. Por ello, sus autores pusieron especial atención en su diseño. Tal fue el caso del Tratado de los Evangelios, del clérigo Francisco de Ávila. El impresor Pedro de Cabrera, siguiendo las indicaciones del autor, debía componer la caja de cada página con las siguientes características: en dos colunas, la primera en lengua castellana de letra bastarda, y la otra en lengua yndica deste reyno de letra redonda, correspondientes las cláusulas a plana y renglón en la forma más acomodada para su mexor yntelixencia, y cada coluna a de llebar cinquenta renglones con todas las partes y letras que cupieren en cada coluna de letra bastarda de lengua castellana y de la letra redonda la lengua yndica, y a de ser la letra de el tamaño de dos muestras que excivieron ante mí en dos pliegos de papel ympressos de molde.122

Que Ávila pusiera especial cuidado en la diagramación de su texto no es extraño, toda vez que era un hombre familiarizado con los libros europeos y americanos. La enorme colección de libros que dejó a su muerte en 1648 es muestra de ello.123 Más aun, en el ocaso de su vida, es seguro que Ávila quiso legar a la posteridad una atractiva edición de su obra, que se correspondiera tanto con la importancia asignada a ella, como a su buen nombre de autor. 120  121  122  123 

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Véase Apéndice documental nº 18. Véase Apéndice documental nº 27. Véase Apéndice documental nº 40. Hampe 1996.

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Fig. 4. Diseño de una de las páginas del Tratado de los Evangelios, de Francisco de Ávila. (Ejemplar de The John Carter Brown Library).

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La corrección de pruebas Para el autor era tan importante intervenir en la diagramación como poder llevar a cabo la corrección de pruebas de su propia obra y no dejar tarea tan delicada a los correctores que solían trabajar en el taller de impresión. Parece haber sido una práctica de los impresores solicitar al autor proveer de un corrector. Así, el 24 de abril de 1647, Francisco de Ávila suscribió un contrato con Jerónimo de Gaviria para la corrección de pruebas de su Tratado de los Evangelios. Gaviria se comprometió a acudir a la imprenta de Pedro Cabrera para enmendar todos los pliegos de la obra. Su tarea consistía específicamente en corregir los pliegos a medida que se iban imprimiendo y, una vez por él enmendados, llevarlos a casa de Ávila para que este “lo bea y repasse para ajustar si está bien corregido”. Se acordó que el pago sería de cuatro reales por pliego. Para salvaguarda de la tarea encomendada, Gaviria se obligó a no dejar de acudir a su labor salvo estando enfermo “con parecer de médico”; y que si faltaba dos días seguidos, Ávila podía contratar a otra persona que lo sustituyese; y que si a este último “le costare más precio del que irá declarado”, Gaviria se comprometía a pagar el salario o aceptaría que se le descontase del monto de lo que se le debía. Adicionalmente, se estipuló que en caso de que Gaviria faltase más de dos días al trabajo por enfermedad, debía proveer a Ávila una “persona que acuda a la dicha enmienda y corrección”, la cual también tenía que ser competente en la “lengua índica”.124 Al año siguiente, en 1648, vemos que Diego Pérez Gallego actuó de similar manera, esto es, debía proveer al impresor Cabrera de una “persona que corrija”.125 Tres años después, en 1651, fray Antonio de la Calancha hizo lo propio al contratar los servicios del impresor Jorge López de Herrera. En el concierto entre ambos se señala como obligación del historiador agustino la provisión de una persona que llevase las pruebas de página desde la imprenta al colegio de la Compañía de Jesús o al convento de San Agustín. Por su parte, el impresor se comprometió a entregar un pliego al día al encargado de la corrección.126

124  Véase Apéndice documental nº 41. 125  Véase Apéndice documental nº 42. 126  Véase Apéndice documental nº 47.

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A fines del siglo xvii, el impresor Joseph de Contreras y Alvarado, miembro de una dinastía de impresores en Lima, se ufanaba de contar con un taller en el que operaban “personas peritas para la corrección de erratas”.127 Desafortunadamente no se tienen mayores detalles acerca de las tareas de tales correctores. En cualquier caso, el hecho de que Contreras y Alvarado empleara a varios correctores revela la importancia de su taller. El tiraje de las ediciones Los contratos de impresión, como se dijo anteriormente, también informan acerca del tiraje de los impresos limeños, es decir, del volumen de la edición.128 Las limitaciones materiales de las imprentas locales sin duda condicionaron el número de las copias, pero también, quizás de forma determinante, el hecho de que se trataba de textos de temática local, esto es, que en esencia interesaban a los pobladores de Lima y, por extensión, del virreinato. Mientras que en España una edición promedio constaba de un tiraje de 1.500 copias, en el virreinato peruano tenía entre 100 y 700. La excepción la constituían los libros de pequeño formato y las hojas sueltas. Entre los primeros estuvo la Relación del viaje de el enemigo olandés a estos reynos del Perú, de Tomás Velázquez, del cual se contrató la fabricación de 1000 copias;129 y también los “lunarios” o calendarios, algunas veces acompañados de efemérides, que por sus reducidas dimensiones podían ser llevados en el bolsillo. Un con-

127  Medina 1904-1907, I: 458. 128  La unidad básica del libro en la época de la imprenta manual es la edición, precisa María Marsá. De acuerdo con esta autora, “el concepto de edición puede definirse como el conjunto de ejemplares de una obra impresos a partir de una composición tipográfica única”. La misma autora recuerda que el proceso de composición de un libro e impresión de una obra terminaba con la impresión del último pliego, por lo que no era posible imprimir ejemplares de la misma edición, ya que los caracteres utilizados en la composición eran devueltos a sus respectivas cajas. Por ello, para los libros de los siglos xvi, xvii y xviii no deben usarse términos como “reimpresión” o “segunda tirada”, puesto que implican que se ha vuelto a emplear un material tipográfico ya existente, lo cual solo es posible mediante técnicas modernas que aseguran la reproducción fidedigna del texto original (Marsá 2001: 77-78). 129  Véase Apéndice documental nº 25.

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trato, suscrito en 1636, contempla un tiraje de 2.000 copias de un lunario.130 Asimismo, un tiraje alto solían tener las hojas destinadas a las hermandades o cofradías, como fue el caso de las Gracias e indulgencias de la horden de Nuestra Señora del Carmen, del cual se contrataron 1.000 copias.131 En 1673, la cofradía de la Purísima Concepción, establecida en la parroquia de Santa Ana, contrató la impresión de 6.000 ejemplares de su carta de hermandad.132 El tiraje de una obra parece haber dependido de la capacidad económica de quien financiaba la impresión, trátese del autor, editor o institución. De La primera parte de los quatro libros de la Ovandina, de Pedro Mexía de Ovando, se imprimieron 700 ejemplares; en tanto que del Tratado de los Evangelios, de Francisco de Ávila, del poema Concepción de María, de Hipólito Olivares y Butrón, y de la Fama de bronce, 600. Otras obras tuvieron un tiraje de 500 ejemplares: La Preciosa Margarita, de Diego Flores; el Arte, de Antonio de Nebrija; las Oraciones y meditaciones, de fray Luis de Granada; y la Infancia peruana. La segunda parte de la monumental Corónica moralizada, del agustino Antonio de la Calancha, y la Historia de la España vindicada, de Pedro de Peralta, solo alcanzaron 400. En tanto que 300 ejemplares tuvo el Compendio historial de Melchor Xufré del Águila, y 250, el Recuerdo para escribanos, de Diego Pérez Gallego, y el Tratado del dulcísimo nombre de María, del dominico Francisco de Figueroa. La Miscelánea austral, de Diego Dávalos y Figueroa, tuvo apenas 100 ejemplares.133 Una cuestión compleja de determinar es el tiraje de los textos del III Concilio Limense. A diferencia de los textos antes mencionados, no ha llegado a nosotros el concierto que debió suscribir Ricardo. Pero sabemos que los tirajes fueron altos gracias a dos tipos de fuentes documentales: de un lado, el testamento del propio impresor y, de otro, los inventarios de bienes de los curas doctrineros. En el primero de los documentos, declaró tener 800 copias del Sermonario 130  Véase Apéndice documental nº 31. 131  Véase Apéndice documental nº 13. 132  “Libro que se asientan las limosnas y gastos de la cofradía y hermandad de la Purísima Concepción de María Nuestra Señora, fundada en la parroquia de Santa Ana”, AAL. Cofradías, leg. II, expediente 5, 1671. 133  Amezúa y Mayo 1951: 352; Lohmann 1965, 1984, 1985a; Vargas Ugarte 1953.

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y que otras 200 obraban en poder del encuadernador Cristóbal de Miranda. De modo que sumados los unos y los otros dan 1.000 copias, a las que habría que agregar las que en ese mismo documento declara haber remitido al arzobispo Toribio de Mogrovejo durante una de sus visitas. Asimismo, afirma tener en su taller 350 ejemplares del Confesionario y más de 700 “cartillas”, que no es otro sino La doctrina cristiana, de la cual volveremos a hablar más adelante. Los expedientes de las visitas episcopales realizadas en el arzobispado de Lima desde fines del siglo xvi y primera mitad del siglo xvii, conservados en el Archivo Arzobispal de Lima, revelan la masiva difusión que alcanzaron los tres textos conciliares. Fueron muy pocos los curas que no los poseyeron.134 Aún a mediados del siglo xvii, el canónigo de la catedral de Trujillo, Pedro de Reina Maldonado, consideraba que los curas a cargo de doctrinas de indios no debían dejar de tenerlos “para que con más facilidad estén expertos en los casos que se ofrecieren para la administración de sus oficios”.135 El escaso tiraje promedio de los impresos limeños quizá explique su limitada presencia en los inventarios de bibliotecas coloniales y que, en algunos casos en la actualidad, se hayan convertido por su rareza en piezas de colección o simplemente no existan y sepamos de ellos tan solo por referencias. Así, por ejemplo, en el inventario de libros de Bernardo de Sandoval, cura de la doctrina de San Marcos de Llapo, realizado en 1670, se halló un ejemplar de “Los Diálogos de Pontano, impreso en Lima el año de mil seiscientos y quarenta y dos, que tiene dies pliegos y eran muy viexos y maltratados”.136 Con seguridad, se trata de alguna de las obras del famoso latinista jesuita Jacobo Pontano, acaso publicada para uso de los estudiantes de las escuelas de la Compañía de Jesús. La fe de erratas De acuerdo con la pragmática de 1558, antes mencionada, una vez terminado el trabajo de impresión, se debía remitir el texto impreso al Consejo de Castilla, para que el corrector oficial hiciese

134  Guibovich 2010. 135  Reina Maldonado 1653, I: 229. 136  Guibovich 2010: 125.

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el cotejo de la versión impresa con el ejemplar manuscrito aprobado y rubricado previamente, para certificar su similitud. Simón Díaz señala que llama la atención que la Corona se hiciese la tarea de comprobar la fidelidad de las impresiones, pero que el espíritu que animaba la pragmática de 1558 no era por un simple amor a la pureza textual o a la perfección de las ediciones, sino para evitar los fraudes que pudieran cometerse mediante la alteración de las versiones autorizadas.137 En Lima, la responsabilidad de que se llevase a cabo el cotejo solía recaer en las autoridades que habían emitido la licencia, quienes, hasta donde logramos saber, lo encargaban a alguien versado en letras. Veamos unos ejemplos. Una vez terminada la impresión de la Miscelánea austral, de Diego Dávalos y Figueroa, el virrey Luis de Velasco ordenó a Ricardo, el impresor de la obra, entregar un ejemplar a Bartolomé de Acuña Olivera, el apoderado del autor, para efectos del cotejo. Como en la actualidad, el cotejo permitía detectar los errores tipográficos cometidos en la composición del texto. El cotejo de la obra de Dávalos y Figueroa estuvo a cargo de Bartolomé García de la Serna y el bachiller Juan de Zúñiga, y de ello resultaron numerosas erratas.138 De igual forma, el cotejo del Labyrinto de comercio terrestre y naval, de Hevia Bolaño, recayó en el licenciado Juan Velázquez de Acuña, abogado de la Real Audiencia de Lima. Su trabajo, bastante minucioso, dio como resultado una extensa fe de erratas. El cotejo de la Relación de fiestas a la Inmaculada Concepción, compuesta por Juan Rodríguez de León, estuvo a cargo del jesuita Juan Perlín, quien al pie de la fe de erratas escribió: “con estas erratas está conforme el original”.139 Es una lástima que las fes de erratas no suelan consignar la firma de su autor ni la fecha de su realización, con lo cual perdemos dos datos valiosos de interés para reconstruir el proceso de producción de un libro. Aunque manifestación de la voluntad controladora de la Corona, la fe de erratas podía cumplir una función práctica: servir al lector como guía para enmendar sus libros. Así, en el tratado de Juan de Belveder leemos: “Las erratas que se han hallado en este

137  Simón Díaz 1983: 114. 138  Lohmann 1984; Dávalos y Figueroa 1602: f. [5r]. 139  Rodríguez de León 1618: f. 2r.

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libro son siete, podrá si quisiere la persona que lo tuviere, enmendarlas con la pluma, que es fácil de hazer para quedar sin cuydado quando lo uviere menester”.140 Un ejemplo claro del uso práctico lo hallamos en el ejemplar de la Declaración copiosa de las quatro partes más esenciales y necesarias de la doctrina christiana, de Bartolomé Jurado Palomino, conservado en la John Carter Brown Library, cuyo usuario o propietario la ha corregido de forma manuscrita teniendo a la vista la fe de erratas. Otro ejemplo lo tenemos en un ejemplar de la Corónica de la religiosísima provincia de los doce apóstoles, de fray Diego Córdova y Salinas, conservado en la Biblioteca del Instituto Riva-Agüero, en el que un lector anónimo no solo ha corregido el texto de manera manuscrita, sino que, además, ha agregado otros deslices tipográficos en la fe de erratas. La detección de numerosas erratas sin duda ponía al descubierto que la tarea de corrección de pruebas en el taller de impresión o por el mismo autor no había sido llevada a cabo de manera muy cuidadosa. Por ello, en el Apologético, de Juan de Espinosa Medrano, encontramos la siguiente advertencia en la fe de erratas, en la cual el anónimo corrector intenta captar la benevolencia del lector apelando a que también, como en el caso de la Declaración de Jurado Palomino, actúe de corrector: “Enmienda lector con pluma estos renglones, que no es justo que sobre los míos acumules yerros de la imprenta. Son notados de barbaridad en España los indianos, y será esforçar la calumnia no barrerle aun los indicios a esta sospecha”.141 La corrección se impone como una tarea para evitar malinterpretaciones acerca de la condición intelectual de los criollos. Más aun, el que suscribe la fe de erratas es el que controlará la última versión del texto, el que permitirá, en última instancia, la difusión de la obra.142 No faltó tampoco el impresor que, como una forma de excusar su responsabilidad en la irregular calidad de la impresión, en particular en lo que toca a la fidelidad del texto publicado, hizo una advertencia al lector. Así encontramos en la Suma Tripartira Scholasticae Philosophiae, del jesuita Nicolás de Olea, cuyo impresor,

140  Belveder 1597: f. 3r. 141  Espinosa Medrano 1997: 114. 142  Lucía Megías 2003: 221.

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en una nota dirigida al lector, a continuación del índice, advierte que los errores que se han deslizado en la impresión se deben a ser esta la primera obra en latín que sale de sus prensas, pero que en el futuro, con los nuevos tipos que tiene encargados, espera obtener obras más libres de errores y que con tales implementos publicará dos tratados, uno de filosofía y otro de teología, del mismo autor, quien los tiene acabados y listos para la imprenta.143 La tasa Tan solo cuando la fe de erratas se había concluido, lo que en el lenguaje de la época significaba que el libro estaba corregido, se fijaba la tasa, es decir, el precio comercial de venta. Como se ha visto, la pragmática del 7 de septiembre de 1558, en uno de sus apartados, exigía la presencia de la tasa entre los componentes de los preliminares del libro, junto con la licencia, el privilegio (si lo hubiere) y los nombres del autor, impresor y lugar de impresión. Con todo, como bien señala Fermín de los Reyes Gómez, esta disposición no hacía más que regular una práctica ya extendida en España desde inicios del siglo xvi. Por ello no se aprecia un cambio significativo a partir de aquel año, salvo el de la inclusión, no en todos los casos, de la tasa en el privilegio.144 Como no podía ser de otra manera, la costumbre de incluir la tasa en los impresos pasó a tierras americanas. Los tres primeros libros impresos, por orden del Tercer Concilio Limense, en Lima, en 1584, indican la tasa en sus respectivas portadas, pero con el tiempo aparecerá de forma independiente en los preliminares. Así, en el Symbolo cathólico indiano, de fray Luis Jerónimo de Oré, publicado en 1598, la tasa figura al reverso de la portada. La valoración de un libro se hacía respecto al ejemplar en rama (esto es, sin encuadernar) y era por pliego de papel empleado en la impresión. Simón Díaz anotó que para el caso del libro español del Siglo de Oro, las comparaciones entre varias de distintas fechas y los precios de otros artículos usuales permiten deducir conclusiones 143  Vargas Ugarte 1954: 219. 144  Reyes Gómez 1998: 43.

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sobre el coste del libro en aquella época.145 Por su parte, Amezúa y Mayo, luego de examinar las cantidades fijadas para varios títulos famosos, concluyó que los precios eran irrisorios.146 ¿Sucedió lo mismo para el ámbito peruano? No lo sabemos con certeza debido a que carecemos de estudios al respecto. En cualquier caso, las unidades monetarias empleadas fueron los reales o los maravedíes. La tarea de fijar la tasa recaía en altos oficiales de la administración colonial. La tasa de la Primera parte de la Miscelánea austral, de Diego Dávalos y Figueroa, fue llevada a cabo por los miembros de la Real Audiencia y certificada por Antonio de Nágera Medrano, su secretario de cámara. El poema del agustino fray Fernando de Valverde sobre el santuario de Copacabana fue tasado por el virrey y la Real Audiencia reunidos en real acuerdo. Lo mismo sucedió con el Ritual formulario e institución de curas, de Juan Pérez de Bocanegra. Juan Vázquez de Agüero, abogado de la Real Audiencia, por encargo del virrey príncipe de Esquilache, tasó el Labyrintho de comercio terrestre y naval, de Juan de Hevia Bolaño. Los ejemplos podrían multiplicarse. La tasa subsistió hasta mediados del siglo xviii. La real orden del 14 de noviembre de 1762 la suprimió. En adelante se podrían vender los libros a los precios que tanto autores como libreros quisieran poner, al igual que sucedía con los textos procedentes del extranjero. La única excepción se aplicaba a los textos de “uso indispensable para instrucción y educación del pueblo”, es decir, de uso común, que quedaban sometidos a la tasa por parte del Consejo de Castilla.147 Composiciones poéticas e índices Con la fe de erratas y la tasa concluidos, el impresor podía imprimir los pliegos preliminares del libro, que incluían además de esos dos textos, la licencia del virrey, el privilegio, la dedicatoria, el prólogo del autor y las diversas composiciones en verso y prosa en alabanza de su persona y su obra —que el autor encargaba a sus

145  Simón Díaz 1983: 91. 146  Amezúa y Mayo 1951: 359. 147  Reyes Gómez 2000, I: 545.

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amigos y allegados— y los índices de materias. Sobre las composiciones poéticas, Simón Díaz ha escrito que, en el libro del Siglo de Oro español, a las poesías del autor empezaron a añadirse otras de amigos suyos que destacaban sus méritos en términos muy superiores a las habituales en las aprobaciones e incluso en las epístolas en prosa. Era una forma de predisponer al lector en favor del texto aún desconocido y “la cantidad y calidad de las composiciones conseguidas podía tomarse como indicio de la popularidad del que le había compuesto”.148 Un buen ejemplo de ello lo constituye el Poema heroico del asalto y conquista de Antequera, de Rodrigo de Carvajal y Robles, impreso en Lima en 1627. En sus preliminares se incluye un nutrido elenco de composiciones poéticas de autores que habitaban en las diversas regiones del virreinato. En los libros fabricados en los países de habla anglosajona, los textos en prosa de carácter encomiástico han dejado de ser parte de los preliminares, para ser incluidos en las contratapas, muchas veces en las cubiertas de papel. Ayer, como hoy, muchos autores no se presentaban solos ante el público lector. Era común que el libro incluyera un índice o tabla de su contenido. Al igual que en el Viejo Continente, la composición de los índices quedaba librada a algún operario de la imprenta (por ejemplo, el corrector). Así parece colegirse del contrato que Leonor de León, viuda de Jerónimo de Contreras, suscribió con fray Jacinto Téllez para la impresión del Tratado breve del dulcísimo nombre de María, en 1642. León se obligó a entregarle al autor “cada pliego de letra de testo con tablas”.149 Sin embargo, era dable que el propio autor participara en ello.150 Esto parece ponerse en evidencia en la Gramática y arte nueva de la lengua general, del jesuita Diego González Holguín, aparecida en 1607. Allí encontramos una “Tabla de la arte quechua de las cosas que van añadidas o enmendadas más notables fuera de notas menudas del comento que no se ponen aquí”. Todo indica que fue elaborada no a partir del texto impreso, sino del manuscrito, ya que no remite a la numeración de las páginas, sino a las divisiones internas del texto. La participación del 148  Simón Díaz 1983: 138. 149  Véase Apéndice documental nº 34. 150  Acerca de la intervención de los correctores en la producción de textos, véase Grafton 2014.

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autor es evidente en el Tratado de los Evangelios, de Francisco de Ávila, quien se comprometió a entregar al impresor, además de las licencias y aprobaciones, como era usual en la época, “los yndises y tablas” del libro.151 Tan solo quedaba vestir el libro con una cubierta. La cubierta de los libros De la imprenta los libros salían en pliegos, de modo que para leerlos y consultarlos con comodidad era necesario darle forma de códice mediante su encuadernación. Las librerías e imprentas solían ofrecer este servicio, y para sus propietarios o administradores ello constituía un ingreso adicional. Por ejemplo, a mediados del siglo xvii, el librero Salvador López, natural de Sevilla, tenía una bien surtida tienda en la ciudad de Lima y en ella trabajaba un esclavo negro “oficial de librería”, que se ocupaba de las encuadernaciones, y que ,después de la muerte de López, fue vendido, junto con los libros, a Bartolomé de Velasco por 1.300 pesos.152 Numerosas instituciones, entre ellas las cofradías, solían contratar los servicios de los impresores para la encuadernación de sus libros de cuentas.153 La mayoría de los volúmenes salía al mercado con una cubierta de pergamino, lo cual permitía proteger su interior del polvo, los roedores y las alimañas, ya que adicionalmente se los dotaba de tiras de cuero para apretar sus páginas. Este tipo de encuadernación era la más común en los territorios europeos y americanos de la monarquía española. No consta que en Lima se hicieran encuadernaciones lujosas de cuero repujado o en pieles doradas con cintas de seda, tan del gusto de algunos bibliófilos y coleccionistas, miembros de la nobleza española, pero siempre hubo excepciones. Un gusto particular por las cubiertas decoradas parece haber tenido el clérigo Manuel Correa, quien en 1607 contrató los servicios de Francisco del Canto para encuadernar 500 ejemplares del 151  Véase Apéndice documental nº 40. 152  AAL. Testamentos, leg. 31, expediente 32. 153  “Quenta de cargo y data que dio el licenciado don Bernardo de Alarcón Manrique […] como maiordomo de la Purísima Concepción, fundada en la iglesia de San Pedro, oratorio de San Felipe Neri”, Archivo Arzobispal de Lima, leg. VIII, expediente 1, 1728, f. 144r.

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Oratorio, de fray Luis de León, fabricados en su imprenta. Del Canto se comprometió a encuadernarlos “en tabla y becerro, todos dorados con sus manezuelas, bien acabados”.154 Al parecer, el impresor no cumplió con los términos del contrato, ya que al año siguiente, el librero Cristóbal Bejarano recibió del mismo Manuel Correa 281 copias del Oratorio, de fray Luis de León, impresas en el taller de Del Canto, para su encuadernación “con manecillas en tabla y cabritillas, todos dorados, quaxados y esmaltados la mitad”.155 En el lomo de la encuadernación se solía colocar algunas veces un tejuelo, esto es, un trozo de cuero o papel con el título y nombre del autor abreviados. Pero también era bastante común que estos dos últimos datos aparecieran escritos con tinta en el lomo, como se puede ver en los numerosos ejemplares que aún se conservan en las bibliotecas conventuales de Lima, Cuzco, Arequipa y Huamanga, así como en otros fondos bibliográficos de libros antiguos del país. Es muy probable que tales anotaciones fueran las que registraron los escribanos y albaceas cuando realizaron los inventarios de las bibliotecas coloniales, y no los extensos títulos que solían consignarse en las portadas de los libros. Vestido el ejemplar, este estaba listo para su venta en los propios talleres tipográficos o en las tiendas de libros, aunque también era usual que fuera ofrecido sin cubierta. Como se ha visto, para llegar a este punto, la obra del autor había tenido que enfrentar diversas instancias, unas legales y otras extralegales: lecturas, comentarios, anotaciones, censuras, trámites burocráticos y contratos. La obra de un autor colonial podía, pues, ser publicada en Lima, pero también en alguna de las ciudades europeas. La impresión en Europa La necesidad de alcanzar reconocimiento en la República de las Letras en la dilatada monarquía hispánica, de trascender el ámbito del virreinato y de lograr mejores ediciones, algo difícil de llevar a cabo dadas las limitaciones materiales de los talleres locales, fueron 154  Véase Apéndice documental nº 8. 155  Véase Apéndice documental nº 9.

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importantes estímulos para que algunos autores laicos y eclesiásticos optaran por publicar sus obras en Europa. En 1602, el poeta Diego Mexía de Fernangil, por entonces residente en Lima, otorgó poder a Diego Mexía, su padre, Hernando Mexía, su hermano, y Martín de Tirapu, su cuñado, vecinos de Sevilla, y a Pedro de Avendaño Villela, residente en Lima “de camino para los reynos de España”, para que cualquiera de ellos solicitase del Consejo de Castilla la licencia de impresión y el privilegio para su libro Primera parte del parnaso antártico, y para que una vez obtenidos ambos documentos, puedan imprimirla “a su costa o a costa agena y usando del dicho privilegio, lo puedan ceder y traspasar en quien quysieren”.156 La obra apareció publicada en Sevilla en 1608 en el taller de Alonso Rodríguez Gamarra. Años después, el 15 de julio de 1644, fray Adriano de Alesio otorgó poder a Francisco de Fontanilla, residente en Lima y de partida para Portobelo, para que en su nombre y desde este último lugar remitiera a España al jurado Jusepe Belero, librero en Sevilla, o a quien considerase conveniente “un libro yntitulado Vida de Santo Tomás de Aquino, el Angélico”, para su impresión, previa obtención de la licencia del Consejo de Castilla. Aquel mismo día, Fontanilla le extendió recibo a Alesio por 300 pesos que había recibido para la impresión y se comprometió a que si faltase algún dinero, lo supliría de su peculio y que en un plazo de tres años, a partir de la fecha, llevaría de España y entregaría a Alesio 150 ejemplares encuadernados de la obra, sin costo alguno para su autor. El 16 de octubre de 1646, Alesio recibió de Julián Santos de Saldaña, de acuerdo a lo pactado, las copias impresas de su obra y algunos otros libros de religión de varios autores.157 Pero aspirar a conseguir una edición europea conllevaba riesgos: la copia impresa o manuscrita de la obra podía extraviarse o también el comitente de la impresión podía apropiarse del dinero destinado a ella. Aprovechando su estancia en Madrid, adonde había acudido para defender los derechos de los indios del Paraguay, el jesuita Antonio Ruiz de Montoya imprimió en esa ciudad, en

156  Lohmann 1951: 51-52. 157  AGN. Protocolo del escribano Martín de Ochandino, nº 1281, año 1644, ff. 622 r, v y 672 r, v.

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1640, un Catecismo de la lengua guaraní. Seguramente su decisión estuvo motivada no solo por el celo evangélico de promover la cristianización de los nativos del Paraguay, sino también por el hecho de no contar con una imprenta las misiones de esa región. Pero para mala suerte suya, buena parte del tiraje de la edición de dicha obra se perdió debido a las convulsiones políticas en Portugal, que condujeron a su independencia de España. En una carta, suscrita en Lima el 16 de diciembre de 1615 y dirigida a su hermano de orden, Pedro Pimentel, al tiempo que le ofrece hacerle llegar ejemplares del Catecismo, le dice que fue ventura haber dejado en Madrid la mitad de las 2.400 copias de dicha obra, “porque la otra mitad, con todo cuanto tenía, lo envié a Lisboa, donde queda toda sin haber podido sacarlo”.158 Otro caso de desventurado autor lo constituye el obispo Gaspar de Villarroel. Refiere cómo, habiendo escrito una obra en cuatro tomos, decidió enviarlos a Madrid para su impresión, pero el que los llevó “por aprovecharse del dinero, se le volvió a las Indias, dejándose el cajoncillo en el Consejo, y después de tres años corridos parecieron en la secretaría por milagro; cobróse el dinero en Lima, con que hasta hoy está detenida la imprenta”.159 Algo similar le sucedió a fray Reginaldo de Lizárraga, según relata el cronista dominico Juan Meléndez. Este escribió que habiendo terminado la redacción de una historia, Lizárraga remitió el manuscrito “para que la imprimiesen a algún su correspondiente, lo cual no se efectuó”. Y agrega: “Que todo este riesgo tienen los pobres escritores de las Indias, que remiten sus libros a imprimirlos a España, que se quedan con el dinero sus correspondientes, siendo tierra en que lo saben hacer, porque hay muchas necesidades, aun estando presentes los dueños, cuanto más en las largas distancias de las Indias, y echan el libro al carnero y al triste autor en olvido”.160 En todo caso, valía la pena correr el riesgo, ya que un volumen correctamente editado era esencial para evitar malinterpretaciones en la lectura del pensamiento del autor y fortalecer su reputación

158  Medina 1958-1962, II: 427-428. 159  Medina 1958-1962, VI: xxxix. 160  Ibíd.

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intelectual. En 1686, Juan de Espinosa Medrano, el famoso predicador, catedrático y dramaturgo, encargó al dominico Leonardo López Dávalos la impresión de su Philosophia Thomistica en el Viejo Continente. Las razones que lo llevaron a proceder de tal manera las advirtió en el Prefacio de dicha obra: Confieso que la única ansia que por esta temporada ha ahondado en mi alma, es que estos escritos, valgan lo que valgan, se manden a España, es decir, al otro orbe, para ser publicados, y (porque estoy lo más lejos posible de la imprenta) que sean depurados de horribles erratas. Pues he visto que las obras de no pocos han padecido la suerte de estropearse feamente en casi todo: periodos mutilados, oraciones desconectadas, silogismos suspensos, palabras omitidas. Y puesto que nosotros, por vulgar error llamados indianos, somos considerados bárbaros, no sin razón, me recelo de que tales vicios y solecismos recaigan contra el autor del libro.161

López Dávalos cumplió ampliamente con las expectativas de su comitente, ya que la obra de este último apareció publicada en una bella y cuidada edición en Roma en 1688.162 Como el escritor cuzqueño, otros hombres de letras también prefirieron imprimir sus obras en Europa. Entre ellas se incluyeron algunas aparecidas en España, tales como el Arte y gramática muy copiosa de la lengua aymara, de Ludovico Bertonio (Sevilla, 1603); la Declaración de las reglas que pertenecen a la sintaxis para el uso de los nombres y construcción de los verbos, de Pedro de Reina Maldonado (Madrid, 1622); y el primer tomo de la Corónica moralizada de la orden de San Agustín en el Perú, de Antonio de la Calancha (Barcelona, 1638). En Francia lo fue el tratado De censuris ecclesiasticis, de Esteban de Ávila (Lyon, 1607) y, en Italia, los Tesoros verdaderos de las Indias en la historia de la gran provincia del Perú de San Juan Bautista, de Juan Meléndez (Roma, 1681-1682). Además de garantizar una difusión más allá del ámbito del virreinato y una edición más cuidada, eludir la censura colonial fue otro móvil para decidir publicar en el Viejo Continente. Imprimir en Lima un texto difamatorio era imposible, dado el control 161  Redmond 1970: 80 162  Guibovich 2007.

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ejercido sobre las imprentas. Ello llevó al desarrollo de toda una literatura manuscrita que circulaba de manera clandestina, cuestionadora del actuar de personajes e instituciones. Pero la copia manuscrita tenía sus límites: circulaba en dimensiones reducidas y, en consecuencia, su alcance era limitado. Todo lo contrario sucedía con un impreso. Tal fue el caso del memorial titulado Señor. Lícito le es a un vasallo dar cuenta a su rey y señor natural de todo lo que importa a su real servicio, compuesto por Juan de Medina Ávila, siguiendo las instrucciones de su padre, Juan de Medina Ávila, resentido este último por su exclusión del Tribunal de Cuentas en Lima. En sus páginas se exponen acusaciones contra el virrey marqués de Mancera y otras autoridades en el Perú, “mezclando algunas críticas fundadas con muchas quejas temerarias y no pocas insinuaciones producto del rencor, barajando un material amasado por el resentimiento, el ánimo de desquite y el propósito de escándalo”, sostiene Lohmann.163 Copias del mencionado impreso, fabricado en Madrid, cruzaron el Atlántico y circularon profusamente en Lima. El mandatario reconoció que “se leían en diferentes partes y en todas partes con concurso de gente que acudía a la novedad”. Por otro lado, el provincial y los religiosos de la orden franciscana manifestaron haber “resultado notable escándalo y sentimiento de cosa tan contraria y agena de lo que siempre se ha visto y experimentado en esta república y se an hecho muchas demostraciones de sentimiento”. El Cabildo municipal, el Cabildo de la catedral, el Tribunal de Cuentas y la orden dominica también se manifestaron en iguales términos.164 De acuerdo con Lohmann, el impreso tuvo por efecto provocar la destitución del marqués de Mancera y su reemplazo por el conde de Salvatierra. Durante el periodo que venimos estudiando, obras de autores americanos cruzaron el Atlántico con destino a las prensas europeas, pero también, como se ha documentado, algunas pocas obras de autores europeos fueron dadas a la imprenta en los talleres limeños. Estos sirvieron fundamentalmente a los ingenios locales. La naturaleza y composición de su producción es materia del siguiente apartado. 163  Lohmann 1999: 113. 164  Ibíd.: 118.

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Géneros literarios en la Lima colonial Las imprentas limeñas publicaron un considerable y valioso número de textos entre 1584 y 1750. De acuerdo con los estudios de Vargas Ugarte y Romero, los impresores de la capital del virreinato produjeron aproximadamente 1.682 impresos durante ese periodo, entre los que se incluían libros, opúsculos y hojas. Con la finalidad de proponer su estudio, he seguido la propuesta de Adriaan Van Oss, quien, al examinar la producción de la imprenta en Guatemala, clasificó los impresos en cuatro tipos: eclesiásticos, gobierno civil, universitaria y cultura intelectual, y ciencias aplicadas (véase Cuadro I).165 Analicemos en detalle cada uno de ellos. Cuadro I. Distribución de impresos por contenidos Categorías

Número

%

1. Impresos eclesiásticos

883

53

2. Impresos sobre el gobierno civil

331

20

3. Impresos sobre la Universidad y la cultura intelectual

318

19

4. Impresos sobre ciencias aplicadas

150

8

1.682

100

Total

Fuentes: Vargas Ugarte 1953, 1954, 1956; Romero 2009.

Impresos eclesiásticos La literatura eclesiástica es la más prolífica, lo cual pone en evidencia el rol clave desempeñado por la Iglesia católica en la sociedad colonial. La imprenta se convirtió en un medio confiable para la difusión de las enseñanzas doctrinales y las disposiciones de gobierno a lo largo y ancho de un amplio territorio. En cuanto a la doctrina, desde el Tercer Concilio Provincial de Lima (15821583), las autoridades de la Iglesia mostraron un marcado interés en publicar ediciones cuidadas de los textos catequéticos, libres de los errores que frecuentemente se encontraban en las copias ma-

165  Van Oss 1984.

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nuscritas de los catecismos en uso. A inicios de la década de 1580, cuando aún no se había establecido la imprenta, la Inquisición de Lima recibió una denuncia de parte del presbítero Guillermo Rodríguez Zambrano, a propósito de la circulación de las cartillas empleadas en las escuelas para niños indígenas en el Cuzco. Observó que en tales escuelas, los niños hacían copias de las cartillas, como ejercicios de caligrafía, y que, pese a los errores de transcripción, eran empleadas para ejercitar la lectura y aprender la doctrina. Rodríguez Zambrano declaró que luego de haberse confiscado varias de esas cartillas, se examinaron y notó que “muchas dellas estavan mal scriptas porque en una dezía por dezir hijos de Eva, dezía hijos de yegua [probablemente por la transcripción de hijos de Adán y Eva], y en otras, antes por dezir todo poderoso, dezía potroso”.166 Las cartillas manuscritas fueron progresivamente retiradas y reemplazadas por los textos impresos, cuya demanda estuvo asegurada por la existencia de un extenso público lector, compuesto principalmente por niños. En esta primera categoría de textos eclesiásticos, prevalecen cuatro tipos: sermones, gobierno eclesiástico, derecho eclesiástico y literatura devocional (véase Cuadro II). Los sermones tienen un significado literario e histórico especial. ¿Por qué, uno se pregunta, fueron publicados en tales cantidades? En el imperio español, los sermones, junto con el teatro, formaron parte de la cultura barroca. El sermón barroco fue una expresión de erudición (con referencias a la literatura clásica y los textos sagrados), habilidad retórica e histriónica. El orador sagrado solía apelar a la historia sagrada en la construcción de su texto y a la actuación dramática, con lo cual lograba asombrar a la audiencia.167 Las historias locales y crónicas urbanas del Perú colonial informan que los sermones fueron predicados en numerosos eventos políticos y religiosos.168 Ciertamente, a partir del Tercer Concilio Provincial de Lima, la Iglesia privilegió la palabra sobre el ritual como el medio más efectivo de comunicar las creencias cristianas a las comunidades nativas.169 Los sermones fueron cruciales no solo para 166  167  168  169 

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Estenssoro 2003: 116-117. Villari 1995. Suardo 1935; Esquivel y Navia 1980. Estenssoro 2003.

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la evangelización indígena, sino también para la instrucción de la población de origen europeo, a tal punto que para aquellos que no eran capaces de leer y escribir, la prédica constituyó su principal medio de instrucción. Cuadro II. Distribución de impresos eclesiásticos Categorías

Número

1. Sermones

225

2. Gobierno eclesiásticos Comunicaciones internas (edictos, bulas, cartas, etc.)

155

Constituciones de órdenes religiosas y actas capitulares

41

Cofradías

70

Constituciones episcopales

10

3. Derecho eclesiástico

94

4. Literatura devocional Hagiografías

50

Novenas

49

Ejercicios espirituales

25

Libros de plegarias

2

Otros

15

5. Tratados teológicos, morales y filosóficos

22

6. Manuales para sacerdotes Ceremoniales

13

Manuales para curas de doctrina (catecismos, doctrinas, etc.)

10

7. Gramáticas y vocabularios en lenguas nativas

20

8. Santos peruanos 9. Descripciones de festividades (autos de fe, celebraciones, etc.) 10. Otros documentos (indulgencias, catálogos, etc.) Total

6 41 35 883

Fuentes: Vargas Ugarte 1953, 1954, 1956; Romero 2009.

Los impresos relativos al gobierno y derecho eclesiástico fueron asimismo numerosos. La Iglesia reprodujo un considerable número de edictos, bulas, cartas pastorales y otros documentos que

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buscaban normar las instituciones, las prácticas religiosas del clero y de la población, entre muchos otros aspectos. Por su parte, las cofradías o hermandades, fundadas para rendir culto a Cristo, la Virgen o a algún santo, fueron particularmente activas en el empleo de la imprenta para la reproducción de sus documentos de gobierno interno, entre los que destacan aquellos que concedían la condición de cofrade a un miembro de la sociedad colonial. La propia Inquisición hizo un uso intenso de los talleres tipográficos. Las cuentas de receptoría del tribunal informan de la periódica contratación de los servicios de los impresores locales para la reproducción de edictos de libros prohibidos, delitos, generales de la fe y anatema, así como de otros textos relativos al gobierno interno de la institución. Entre las normas más importantes reproducidas en los talleres limeños están las constituciones de las diferentes diócesis. En 1560, Felipe II promulgó un decreto ordenando que las constituciones no fueran publicadas por tenerse constancia de haberse hecho así con grave perjuicio de la jurisdicción real, por lo que mandaba que en adelante se remitiesen al Consejo de Indias, para su examen y que para este proveyera lo que considerara oportuno.170 Sin embargo, en 1613, el virrey marqués de Montesclaros dispuso la publicación de las disposiciones del sínodo de Lima de ese año sin mediar el permiso del Consejo de Indias. Consciente de haber infringido la ley, el virrey justificó su acción aduciendo “que la necesidad no sufría espera”.171 Una situación similar se produjo años después con ocasión de la celebración del sínodo de 1636. A fines de enero de ese año terminaron las sesiones del sínodo, convocado por el arzobispo de Lima, Hernando Arias de Ugarte. La publicación de las disposiciones (mediante su lectura pública), previo examen de uno de los miembros de la Audiencia, tuvo lugar el 27 de enero de aquel año. El siguiente paso era imprimirlas, con la finalidad de difundirlas y que adquiriesen vigencia oficial. Un año después de la celebración del sínodo, en febrero de 1637, el provisor y vicario general del arzobispado, Fernando de Avendaño, solicitó al virrey la licencia de impresión de las constituciones sinodales, presentando para ello los originales. El virrey pasó la 170  Torre Revello 1940: 44. 171  Lobo Guerrero y Arias de Ugarte 1987: lxi.

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solicitud y los originales al fiscal el 19 de febrero de 1637, ordenando que a continuación se remitieran con el juicio del fiscal al visto bueno de la Real Audiencia en acuerdo de justicia. El fiscal suscribió favorablemente con rapidez al día siguiente. Por último, el 26 de ese mismo mes, la Real Audiencia dio su conformidad y el virrey dictaminó de acuerdo con el parecer de los oidores. Concedida la licencia, las constituciones se imprimieron en Lima en 1637.172 Las prensas limeñas dieron a luz diversas constituciones diocesanas, cuya difusión se puede documentar a partir de los inventarios de bienes de los curas de doctrina, pero además existió un considerable volumen de impresos legales, por lo general de breve extensión, por medio de los cuales canónigos, obispos, frailes y clérigos solicitaban nombramientos, rentas o denunciaban situaciones consideradas reñidas con la normativa eclesiástica. Solían estar cosidos a los expedientes judiciales, pero manos inescrupulosas los han separado bien para coleccionarlos o venderlos a bibliotecas extranjeras, con lo cual dichos impresos han dejado de tener contexto.173 El cuarto grupo, la literatura devocional, está dominado por la hagiografía, que buscó fortalecer los principios morales de los miembros de la sociedad alentando la imitación de las vidas ejemplares de religiosos y laicos, reconocidos por sus virtudes cristianas. Las hagiografías habían sido populares desde la Edad Media, y en España y la América española tuvieron un amplio público lector y fueron con frecuencia leídas en silencio o en eventos públicos como las comidas en conventos y monasterios. Por ejemplo, la biografía del fraile mercedario de origen judeoconverso Antonio de San Pedro, célebre por su conversión al cristianismo, fue una de las lecturas que los jesuitas escucharon en el refectorio 172  Ibíd.: lxxvii-lxxix. 173  Feliciano de Vega, Resolución de la duda que se a puesto en el cabildo sede vacante desta Santa Iglesia Metropolitana de Los Reyes, sobre si se debe tomar residencia al provisor y vicario general que fue del ilustrísimo señor arzobispo difunto de buena memoria (Lima, 1622); Andrés García de Zurita, Resolución de la duda que se trata en razón si los cabildos tienen obligación a contribuir al prelado con la quarta de lo que les dan quando conbidan para acompañar el entierro de un difunto y de la ofrenda y de la misa que se dize de cuerpo presente enterrándose en la Iglesia catedral (Lima, 1631).

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del Colegio Máximo de San Pablo en Lima mientras tomaban las comidas.174 Su lectura, de acuerdo con el jesuita Francisco Xavier, “no solo le ha ministrado su lección platos deliciosos al entendimiento, por lo bien escrito y exornado de la historia, sino también eficazes incentivos a la voluntad (blanco a que se endereza este piadoso exercicio) que en ella han despertado afectuosas, cordiales y devotas veneraciones de varón tan eminente en santidad”.175 Además de la biografía del ya mencionado fray Antonio, en Lima se publicaron las de Santa Rosa de Lima,176 San Francisco Solano,177 San Juan de Dios,178 fray Vicente Vernedo179 y Santa Rita de Casia.180 En el Perú colonial, las vidas de santos y venerables aparecen tanto en los listados de mercaderías para ser vendidas como en los inventarios de bienes post mortem de obispos, canónigos, abogados y artesanos.181 Libros sobre milagros y apariciones milagrosas fueron también comunes. De hecho, el siglo xvi fue “un siglo de los milagros”, en que los escritores peruanos reportaron la aparición del Niño Jesús en los poblados de Eten 174  Andrés de San Agustín, Dios prodigioso en el judío más obstinado, en el penitente más penitente y en el más ciego en errores, después clarísimo en virtudes, el venerable hermano fray Antonio de San Pedro, religioso lego del orden esclarecido de Mercedarios Descalzos redención de cautivos, cuya admirable vida y maravillosa reducción del judaísmo a nuestra santa fe escribe… (Lima: Joseph de Contreras y Alvarado, 1692). 175  San Agustín 1692: f. [10]. 176  Nicolás de Agüero, Carta de la admirable vida de Santa Rosa de Santa María (Lima: Francisco del Canto, 1617?); Gonzalo Andrés Meneses y Arce, Ilustración de la Rosa (Lima: Juan de Quevedo y Zárate, 1670). 177  Juan Rodríguez Cisneros, Epítome de la vida, virtudes y milagros del portentoso apóstol del reyno del Perú Fr. Francisco Solano (Lima, 1628); Diego de Córdova y Salinas, Vida, virtudes y milagros del nuevo apóstol del Perú, el venerable P. Fr. Francisco Solano de la seráfica orden de los menores (Lima: Jerónimo de Contreras, 1630). 178  Antonio de Govea, Historia de la esclarecida vida, virtudes y milagros del bienaventurado san Juan de Dios, patriarca y fundador de la religión de la Hospitalidad de los pobres enfermos (Lima: Juan López de Herrera, 1649). 179  Juan Meléndez, Vida, virtudes y muerte del venerable siervo de Dios y penitente P. Vicente Vernedo, natural de la villa de la Puente de la Reyna (Lima: Joseph de Contreras, 1675). 180  Matías de Lisperger y Solís, Compendio historial de la gloriosa S. Rita de Casia, monja del observantísimo monasterio de Santa Madalena de Casia, del orden de N.P.S. Agustín (Lima: Joseph de Contreras, 1699). 181  Guibovich 1984-1985; Leonard 1979; Hampe 1996.

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y Pisco.182 Junto con los milagros, la muerte y el martirio fueron otros temas favoritos de la cultura barroca de la Contrarreforma. Debido a la demanda del público lector por tal literatura devocional, los impresores de Lima publicaron relatos de jesuitas y franciscanos martirizados en el Japón y en los territorios islámicos.183 Asimismo, dieron a conocer narraciones de apariciones diabólicas y milagrosas conversiones, así como descripciones de santuarios184 y de milagrosas imágenes que lloraban.185 Este último fenómeno solía ser interpretado como augurios de futuros desastres. Junto con las hagiografías, las prensas coloniales dieron a conocer un considerable elenco de novenas. La novena (del latín novem, ‘nueve’) es un ejercicio de devoción que se practica durante nueve días para obtener alguna gracia o pedir por una determinada intención. Solían ser de formato pequeño, lo cual reducía ostensiblemente su costo, por emplearse menos papel, y las hacía más fáciles de transportar. La demanda de tal tipo de textos llevaba a hacer copias manuscritas.186

182  Relación de un niño hermosísimo que fue visto en la hostia consagrada la víspera de la fiesta de Corpus, a dos de junio deste presente año de 1649, en la iglesia del pueblo de Eten, diócesis del obispado de Trujillo del Perú (Lima: Jorge López de Herrera, 1649); Juan de Vargas Machuca, Prodigio milagroso, el Occidente, el Niño, crédito de Pisco y admiración de Lima, francisco en el hábito y en la humildad, milagro de la gracia y novedad de la naturaleza (Lima: s. i., 1667). 183  Relación de la cruelísima muerte que en la ciudad de Argel ha padecido el muy reverendo M. Francisco Cerano, religioso del orden de N. seráfico Padre San Francisco. Dáse cuenta como este venerable religioso fue desollado vivo y otros cristianos cautivos murieron empalados y abrasados a la usanza y costumbre de Turquía por no querer negar la S. fe católica romana y admitir la secta de Mahoma (Lima: s. i., 1667). 184  Alonso Ramos Gavilán, Historia del célebre santuario de Nuestra Señora de Copacabana y sus milagros e invención de la cruz de Carabuco (Lima: Gerónimo de Contreras, 1692). 185  José de Buendía, Sudor y lágrimas de María Santísima en su santa imagen de la Misericordia, reconocidas a 29 de setiembre, día del Arcángel S. Miguel, año de 1675. Veneradas en la capilla de Loreto de la Iglesia de la Compañía de Jesús en el presidio y puerto del Callao. Según consta en el proceso jurídico hecho ante el juez ordinario de orden del ilustrísimo señor D. Juan de Almoguera, arzobispo de Lima del Consejo de Su Magestad (Lima: Juan de Quevedo, 1676). 186  La biblioteca del Instituto Riva-Agüero conserva una pequeña pero valiosa colección de novenas impresas y manuscritas de los siglos xvii y xviii.

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Además de estas cuatro categorías, he identificado otras cinco: teología, moral y filosofía; manuales para sacerdotes; gramáticas y vocabularios en lenguas nativas; descripciones de festividades y celebraciones; y textos relacionados con los procesos de beatificación y canonización de miembros piadosos de la sociedad colonial. Aunque no he considerado la evangelización indígena como una categoría independiente, treinta libros dedicados a este proceso —entre los que se incluyen gramáticas, vocabularios, sermones, catecismos, libros devocionales y tratados sobre la extirpación de la idolatría— fueron publicados en el periodo que venimos estudiando, principalmente en el siglo xvii. El Primer Concilio Provincial de Lima, celebrado entre 1551 y 1552, alentó a los sacerdotes a cargo de las doctrinas rurales a aprender las lenguas nativas de sus feligreses. Por consiguiente, la impresión de catecismos, gramáticas y vocabularios en lenguas indígenas se convirtió en una necesidad fundamental para aquellos que hacían labor pastoral en las parroquias de indios. Aun antes de la introducción de la imprenta en el Perú, una gramática y un vocabulario en lengua quechua habían sido impresos en Europa; muestra de la urgencia del clero por contar con herramientas de trabajo.187 A partir de 1584, gramáticas y vocabularios fueron publicadas por los jesuitas Luis de Valdivia188 y Ludovico Bertonio,189 el franciscano Luis 187  Domingo de Santo Tomás, Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Perú (Valladolid: Francisco Fernández de Córdova, 1560); Lexicón o vocabulario de la lengua general del Perú (Valladolid: Francisco Fernández de Córdova, 1560). 188  Arte y gramática general de la lengua que corre en todo el reyno de Chile con un vocabulario y confesionario (Lima: Francisco del Canto 1606); Doctrina christiana y cathecismo en la lengua allentiac que corre en la ciudad de S. Juan de la Frontera con un confesionario, arte y vocabularios breves (Lima: Francisco del Canto, 1607); y Doctrina christiana en lengua millcayac para la ciudad de Mendoza y sus términos, con un confesionario, arte y vocabulario breves (Lima: Francisco del Canto, 1607). 189  Arte de la lengua aymara con una sylva de phrases de la misma lengua y su declaración en romance (Juli: Francisco del Canto, 1612); Vocabulario de la lengua aymara. Primera parte por donde abecedario se ponen en primer lugar los vocablos de la lengua española para buscar los que les corresponden en lengua aymara (Juli: Francisco del Canto, 1612) y Confessionario muy copioso en dos lenguas aymara y española con una instrucción acerca de los siete sacramentos de la Santa Iglesia (Juli: Francisco del Canto, 1612). Sobre estos impresos, y la relación de Del Canto y los jesuitas hay una extensa bibliografía. Al respecto, véase Guibovich Pérez 2014.

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Jerónimo de Oré190 y el agustino Juan Martínez.191 Miembros del clero secular como Alonso de Huerta,192 Diego de Olmos,193 Fernando de la Carrera,194 Juan Roxo y Ocón,195 Esteban Sancho de Melgar,196 también dieron a la prensa gramáticas y vocabularios de ese tipo. El clérigo Juan Pérez de Bocanegra fue autor de un manual para la administración de los sacramentos197 y el jesuita Pablo de Prado, de un libro devocional destinado a los curas encargados de las poblaciones andinas.198 Importa también recordar que el arzobispado de Lima fue el escenario de cuatro campañas de “extirpación de la idolatría” en el siglo xvii. En su condición de jueces eclesiásticos, algunos miembros del clero secular se convirtieron en prominentes líderes en la represión de la cultura y religión andinas, no solo actuando en algunos casos como violentos extirpadores, sino, además, con la finalidad de refutar las creencias nativas y orientar el trabajo pastoral de otros, escribieron en detalle acerca de sus experiencias. El jesuita Pablo José de Arriaga publicó su famosa Extirpación de la idolatría en 1621 y otros “extirpadores” tales como Francisco de Ávila,199 190  Symbolo cathólico indiano en el que se declaran los misterios de la fe, contenidos en los tres símbolos cathólicos apostólico, niceno y S. Athanasio, contiene asimismo una descripción del nuevo orbe y de los naturales dél, y un orden de enseñarles la doctrina christiana en las dos lenguas quechua y aymara, con un confesionario breve y cathecismo de la comunión (Lima: Antonio Ricardo, 1598). 191  Vocabulario en lengua general del Perú, llamada quichua y en lengua española (Lima: Antonio Ricardo, 1604). 192  Arte de la lengua quechua general de los yndios deste reyno del Perú (Lima: Francisco del Canto, 1616). 193  Gramática de la lengua quechua (Lima: s. i., 1633?). 194  Arte de la lengua yunga de los valles del obispado de Trujillo del Perú con un confesionario y todas las oraciones christianas traducidas en la lengua y otras cosas (Lima: Joseph de Contreras, 1644). 195  Arte de la lengua general de los indios del Perú (Lima: Jorge López de Herrera, 1648). 196  Arte general de la lengua del Ynga (Lima: Diego de Lira, 1691). 197  Ritual y formulario e instrucción de curas para administrar a los naturales de este reyno los santos sacramentos (Lima: Jerónimo de Contreras, 1631). 198  Directorio espiritual en la lengua española y quechua general del Ynga (Lima: Jorge López de Contreras, 1641). 199  Tratado de los Evangelios que nuestra santa Madre la Iglesia propone en todo el orbe desde la primera dominica del Adviento hasta la última misa de

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Fernando de Avendaño200 y Bartolomé Jurado Palomino201 dieron a la prensa sus sermones y textos doctrinales denunciando los errores de los “idólatras” o practicantes de los cultos autóctonos. Impresos sobre gobierno civil Comprenden las leyes y los decretos emitidos por las autoridades de la Corona, sus representantes, así como documentos legales publicados por la población laica (véase Cuadro III). Cuadro III. Impresos sobre gobierno civil Categorías

Número

1. Leyes y decretos

214

2. Otros (memoriales, consultas, prensa periódica, etc.)

117

Total

331

Fuentes: Vargas Ugarte 1953, 1954, 1956; Romero 2009.

Virreyes, oidores y oficiales reales usaron la imprenta para mejorar la eficiencia administrativa y difundir sus órdenes de gobierno. En 1595, cuando el marqués de Cañete promulgó nuevas ordenanzas, ordenó que ellas fueran impresas, pues temía que hacer copias manuscritas crearían un enorme retraso: “Y pordifuntos, santos de España y añadidos en el nuevo rezado. Explícase el Evangelio y se ponen un sermón en cada una de las lenguas castellana y general de los indios deste reyno del Perú y en ellos, donde da lugar la materia, se refutan los errores de la gentilidad de dichos indios (Lima: s. i., 1646). 200  Pedro de Villagómez, Carta pastoral de exortación e instrucción contra las idolatrías de los indios del arzobipado de Lima […] a sus visitadores de las idolatrías i a sus vicarios y curas de las doctrinas de indios (Lima: Jorge López de Herrera, 1649). El libro contiene de Fernando de Avendaño sus Sermones de los misterios de la nuestra santa fe cathólica en lengua castellana y la general del Inca, impugnase los errores particulares que los indios han tenido. Parte primera. 201  Declaración copiosa de las quatro partes más esenciales y necesarias de la doctrina christiana, compuesto por el eminentísimo P. Clemente Octavo, de felice memoria. Por el eminentísimo cardenal Roberto Belarmino, de la Compañía de Jesús, con las adiciones del maestro Sebastián de Lirio, catedrático de Prima de griego de la Universidad de Alcalá. Traducido en lengua castellana en la lengua general del Inga (Lima: Jorge López de Herrera, 1649).

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que habiéndose de sacar y entregar tantas copias y ejecutarse, como se han de ejecutar, luego, para que cesen los dichos daños e inconvinientes, sería grande la dilación si hubiesen de sacar por escribientes, ordeno y mando que las dichas ordenanzas se impriman”.202 El virrey Luis de Velasco era de la misma opinión. En la licencia de impresión concedida a Antonio Ricardo en 1603 para la reproducción de unas disposiciones sobre el tributo indígena, afirma que lo hace porque “es necesario inviar muchas provisiones a todo el reino y no se podrán escrebir con brevedad”.203 Los textos relacionados con la autoridad que han llegado a nosotros sin duda constituyen una fracción de lo que fue impreso, ya que muchos se han perdido por el uso o el poco cuidado prestado a su conservación. Tales textos incluían una amplia variedad de temas relacionados con la administración de la población andina y sus recursos económicos: buen tratamiento, impuestos, reducciones, mitas, salarios, etc. No pocos textos versan sobre economía: las minas de Huancavelica y Potosí, la acuñación de la moneda, la Real Hacienda, las donaciones al rey, la guerra, los obrajes, el comercio y el cobro de impuestos. Otros tratan sobre las autoridades e instituciones coloniales: los corregidores, el Tribunal del Consulado, los hospitales, los cabildos, las audiencias, etc. Las publicaciones cubrieron asimismo temas tan diversos como las relaciones Iglesia-Estado (patronato real, diezmos, clero rural, salarios de sacerdotes); moral y costumbres (bailes y vestidos); y los empleos.204 También dentro de la categoría de textos producidos por la autoridad civil he incluido la prensa periódica. Las dos primeras décadas del siglo xvii fueron testigos de la consolidación de la 202  Medina 1904-1907, I: 40. 203  Ibíd.: 87. 204  La lista de impresos sobre temas de estado es interminable. Tan solo anoto algunos ejemplos: Para que los indios yanaconas no puedan ser detenidos en las chácaras contra su voluntad, ni en las ventas, que de las tales chácaras se hizieren se haga mención dellos (Lima: s. i., 1603); Ordenanzas que el señor Marqués de Cañete, visorrey de estos reynos, mandó hazer para el remedio de los excesos que los corregidores de naturales hazen en tratar y contratar con los indios y daños y agravios que de esto reciben. Con otras cosas enderezadas al bien y conservación de los dichos indios (Lima: Francisco del Canto, 1614).

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práctica del periodismo en la mayor parte de Europa, y 1618 puede ser considerada como una fecha-hito con la que se señala el nacimiento del “auténtico” periodismo, sostiene Carmen Espejo. Para la misma autora, el periodismo es “una manifestación más de la propaganda monárquica y se consolida al mismo ritmo y en los mismos espacios en los que lo hace el Estado moderno”.205 De modo similar que en Madrid, en Lima el gobierno encontrará en la prensa periódica un valioso aliado en favor de sus intereses. Un ejemplo de ello es el Diario de Noticias sobresalientes en Lima y noticias de Europa, aparecido entre 1700 y 1711, con el claro propósito de apoyar la causa de Felipe de Anjou al trono de España en el contexto de la Guerra de Sucesión. El texto se imprimía en el taller de Joseph de Contreras, donde al parecer se componía a partir de fuentes diversas, unas locales y otras procedentes del Viejo Continente. En cualquier caso, inevitablemente tenía que pasar por la censura antes de salir a la venta, lo cual aseguraba el tono fidelista de su discurso y lo convertía en un vocero oficioso (por no decir oficial) de la autoridad virreinal.206 A partir de 1744, si no antes, se empezó a publicar la Gazeta de Lima, que, como su antecesor el Diario, mantuvo la división en las noticias, las relacionadas con Lima y Europa. Y dadas las similares condiciones de su publicación, sometida a la censura previa, puede asimismo ser considerada como expresión del poder. Impresos sobre la universidad y la cultura intelectual Los textos de esta categoría fueron ampliamente leídos por la comunidad académica e intelectual que habitaba no solo la ciudad de Lima, sino también otras ciudades del virreinato. Predominan los relacionados con la historia, como se puede observar en el siguiente cuadro, seguidos por los de temática universitaria.

205  Espejo 2012:105. 206  Firbas y Rodríguez Garrido 2017.

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Cuadro IV. Textos sobre la universidad y la cultura intelectual Categorías

Número

1. Universidad Tesis

10

Cátedras

12

Concursos académicos

3

Constituciones

4

Oraciones de recibimiento Colegios Universitarios (actos literarios, etc.)

5 26

Alegaciones jurídicas

2

Alegaciones doctrinales Panegíricos y certámenes poéticos

3 26

2. Gramáticas y retóricas latinas

5

3. Historia América

8

Perú

82

Europa

39

España

43

África

6

Asia

3

4. Poesía

30

5. Biografías

2

6. Moral

4

7. Crítica literaria

1

8. Genealogía

1

9. Otros Total

3 318

Fuentes: Vargas Ugarte 1953, 1954, 1956; Romero 2009.

Narraciones históricas, que suministraban descripciones de sucesos en el Perú, España y Europa, África y Asia, predominan bajo este encabezado (véase Cuadro IV). Sobre los hechos acaecidos en el Perú, hay relatos de las travesías de la Real Armada,207 crónicas 207  Relación i discurso del viaje de la real armada de las Indias que salió de La Habana para España este año de 1624 (Lima: Gerónimo de Contreras, 1624);

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de las festividades por el nacimiento y matrimonio de miembros de la familia real, o ceremonias luctuosas a propósito de sus decesos;208 relatos sobre obras públicas en la ciudad de Lima;209 y diversas que contienen noticias locales de los sucesos del virreinato.210 La sociedad urbana es además retratada en relatos dramáticos de calamidades como los terremotos211 y los ataques de piratas.212 Los terremotos y otros desastres naturales fueron frecuentemente interpretados como castigos divinos por los pecados cometidos por los miembros de la sociedad, y los títulos de los libros de este periodo expresan esta creencia. Asimismo, la ansiedad creada por la aparición en las costas peruanas de los piratas británicos y holandeses es manifiesta en relatos históricos de sus incursiones de pillaje y contrabando. Otros impresos describen las campañas militares en Noticias del sur. Despacho y felizes sucesos de la Armada del año de 1685 (Lima: s. i., 1685). 208  Diego Ojeda Gallinato, Fiestas de la ciudad de Los Reyes al nacimiento del Príncipe Felipe Andrés Próspero (Lima: s. i., 1659); Pedro de la Torre, Fiestas reales que la muy noble y leal ciudad de Guamanga hizo al casamiento del Rey. N. Señor Don Felipe Quarto (Lima: Luis de Lira, 1653); Martín de León, Relación de las exequias que el Excmo. Sr. D. Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, virrey del Perú, hizo en la muerte de la reina Nuestra S. Doña Margarita (Lima: Pedro de Merchán Calderón, 1613). 209  Fernando de Sotomayor, Descripción panegírica de la fuente que en la plaza mayor de Lima, emporio del Perú, fabricó la liberal providencia del Excmo. Sr. D. García Sarmiento de Sotomayor y Luna, Conde de Salvatierra (Lima: Jorge López de Herrera, 1651). 210  Novedades que se han ofrecido desde 23 de junio del año pasado de 1686 hasta últimos de febrero deste presente de 1687 (Lima: s. i., 1687); Noticias del sur continuadas desde 6 de noviembre de 1685 hasta junio de 1688 (Lima: s. i., 1688). 211  Pedro de Oña, Temblor de Lima. Año 1609 governando el Marqués de Montesclaros, virrey excelentissimo. Y una canción real panegyrica en la venida de su Excelencia a estos reynos (Lima: Francisco del Canto, 1609); hay una cuidada edición de este texto (Oña 2018). Además anoto Tomás Berjón de Caviedes, Trágica amenaza que envió Dios N.S. en 17 de junio de este año de 1678 a las 7 y tres quartos de la noche en un horrible temblor a esta noble ciudad de Lima (Lima: s. i., 1678). 212  Pedro Balaguer de Salcedo, Relación de lo que hizo don Beltrán de Castro y de la Cueva en las entradas de Juan de Aquines, inglés, por el Estrecho de Magallanes y mar del sur (Lima: s.i., 1594); Relación de los socorros que han remitido a Tierra Firme el excelentísimo señor Conde de Lemos, virrey, gobernador y capitán general de los reynos y provincias del Perú, para la restauración del castillo de Chagres y ciudad de Panamá, de que se apoderó el enemigo inglés (Lima: s. i., 1671?).

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Chile213 y las expediciones a los territorios poco explorados en las audiencias de Lima y La Plata.214 Otro tópico, la historia de los indios americanos, mereció solo un libro: el Tratado único y singular del origen de las Indias Occidentales del Perú, México, Santa Fe y Chile, aparecido en 1681, de Diego Andrés de Rocha. Los intelectuales coloniales además tomaron enorme interés en las historias de las órdenes religiosas en Perú. Aunque escasas en número, las llamadas “crónicas conventuales” reconstruyen el rol de franciscanos, agustinos y dominicos en el proceso de evangelización. Estas obras comparten las características de la hagiografía y de la historia narrativa, ya que destacan la piedad de frailes y monjas, así como sus experiencias religiosas. Debido al privilegiado acceso a los archivos conventuales, sus autores proporcionan valiosa información acerca de la historia de sus órdenes. En un periodo de siete años, entre 1651 y 1657, aparecieron en Lima la Corónica de la religiosísima provincia de los Doce Apóstoles del Perú de N.P.S. Francisco, de la regular observancia, de Diego de Córdova y Salinas; la Corónica moralizada de la provincia del Perú de la Orden de San Agustín, de Antonio de la Calancha; y la Crónica de la provincia peruana del Orden de Ermitaños de San Agustín, de Bernardo Torres. La obra del dominico Meléndez, como ya se dijo, apareció en Roma, y las de los jesuitas Giovanni Anello Oliva, Antonio Vega y Diego Francisco Altamirano permanecieron inéditas. Adicionalmente, existía curiosidad por las noticias y sucesos más allá de las fronteras del virreinato. Reportes sobre el imperio español —en particular, sobre las victorias militares de las armas españolas sobre sus tradicionales enemigos: Francia, Inglaterra y Holanda; y las rebeliones de los Países Bajos y Portugal— fueron publicadas regularmente.215 Noticias de las guerras europeas y de 213  Martín de Herice y Salinas, Felices progresos que las armas de Su Magestad han conseguido en el reino de Chile desde 31 de diciembre del año pasado de 1657 hasta el presente de 1658 (Lima: s. i., 1658). 214  Julián de Aller, Relación que el P. Julián de Aller, de la Compañía de Jesús, de la provincia del Perú y superior de la nueva misión de los indios gentiles de las dilatadas tierras de los Mohos, que confinan con los de Santa Cruz (Lima: s. i., 1669). 215  Aquí unos ejemplos: Insigne y célebre victoria que por la católica magestad del rey de España Felipe IIII, nuestro señor, a alcanzado el Marqués Ambrosio Espínola, general en los estados de Flandes, al que se rindió y entregó la ciudad de Breda a cinco días del mes de junio de 1625 (Lima: Gerónimo de Contreras, 1626);

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los triunfos españoles sobre el islam obtuvieron asimismo alguna atención.216 Usualmente estos impresos consistían de una hoja simple de papel. Distribuidos entre la población, tenían la importante función ideológica de vincular al común de la población colonial con el destino del imperio español. Los impresos relativos a la Universidad de San Marcos abundaron en los tiempos coloniales. Creada en 1551, San Marcos fue no solo un centro educativo, sino un espacio institucional para lograr la promoción social por parte de los criollos, ansiosos por adquirir y consolidar su prestigio y poder en el virreinato peruano; recibir un grado académico de San Marcos constituía una excelente carta de recomendación para el interesado en lograr un nombramiento en la administración civil y eclesiástica. La publicación de trabajos académicos como las constituciones de gobierno, los programas de las tesis a ser sustentadas, los carteles para los certámenes poéticos o las oraciones en honor de virreyes u otras autoridades fue parte integral de la vida universitaria. Desafortunadamente, el número de tales tipos de impresos que ha llegado a nosotros es muy reducido, mucho menor que los existentes, por ejemplo, para las universidades de México y Guatemala. El saqueo y destrucción vandálica que sufrió el archivo y la biblioteca de la universidad por la soldadesca chilena de ocupación entre 1881 y 1883 produjo la pérdida de numerosos textos. A pesar de ello, contamos con algunas valiosas muestras del uso intenso que hizo la universidad de las prensas.217 Cito una de ellas a Copias y avisos embiados de Flandes al excelentísimo Marqués de Valparaíso, virrey y capitán general del reyno de Navarra y sus fronteras, de los encuentros que han tenido los exércitos del emperador de Alemania e infante cardenal con franceses y olandeses en aquellos estados, en Alemania y en la mar, el número de los muertos, las plazas que an tomado y navíos que an rendido y echado a pique hasta dos de setiembre deste año de 1635 (Lima: Francisco Gómez Pastrana, 1636). 216  Relación verdadera de la vitoria que a tenido el señor don Juan Manrique de Cárdenas, hermano del señor Duque de Maqueda, en las fuerzas de Orán, contra moros y alarbes, por el mes de agosto de 1622 (Lima: s. i., 1622). 217  Constituciones y ordenanzas de la Universidad y Studio General de la ciudad de Los Reyes del Pirú (Lima: Antonio Ricardo, 1602); Justa literaria que mandó publicar el Dr. Juan de Soto, rector de la Real Universidad de Lima, en la venida del excelentísimo señor don Francisco de Borja, príncipe de Esquilache y Conde de Mayalde, de la cámara de Su Magestad, su visorrey y capitán general en estos reynos del Pirú (Lima: Francisco del Canto, 1615); Tesis de Francisco de Sandoval para optar el grado de licenciado en cánones (Lima: Gerónimo de Contreras, 1635).

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manera de ilustración. En 1699 Pedro José Bermúdez de la Torre, en su condición de rector de San Marcos, pronunció una oración ante el claustro con ocasión de la elección de su reemplazo. El interés por contar con copias del texto por parte de algunos de sus allegados llevó a su autor a hacer copias manuscritas, las que, a la postre, resultaron insuficientes, según lo refiere Bermúdez de la Torre: El deseo de satisfacer a las repetidas instancias con que solicitaban este papel los que no avían oído en los retiros del claustro esta oración y procuraban con ansia impaciente y afectuosa que restaurassen los ojos lo que perdieron los oídos, me obligó a repartir varios trasumptos en que hice copiar el original […] pero aviendo passado a ser tan general este anhelo […] determiné en obediencia a la soberana insinuación y superior precepto, valerme de la promptitud de las prensas, para que en ellas dilate esta real universidad la estimación de sus memorias.218

No solo los hombres de letras que habitaban Lima, sino también otros de diversas partes del virreinato decidieron publicar sus obras en la capital del virreinato. Las imprentas de Lima y su estatus como metrópolis cultural fueron importantes focos de atracción para los escritores aspirantes a un reconocimiento en la República de las Letras coloniales. Los autores de las regiones del interior publicaron libros sobre moral, política, biografía, crítica literaria y poesía, incluyendo poemas épicos. Uno de los más interesantes tratados sobre moral política fue De lo bueno, lo mejor, gobierno espiritual y político, de Francisco de la Fuente (Lima: Joseph de Contreras, 1693), una colección de citas y proverbios extraídos de obras muy diversas. La biografía y la genealogía fueron cultivadas por, entre otros, Diego López de Lisboa y Pedro Mexía de Ovando, autores del Epítome de la vida del dotor don Fernando Arias de Ugarte, arzobispo de Santa Fe y de La Ovandina, respectivamente. La única obra de crítica literaria fue el Apologético en favor de D. Luis de Góngora, de Juan de Espinosa Medrano (Lima: Juan de Quevedo y Zárate, 1662). Entre los poemas épicos y las disertaciones eruditas sobre literatura y otros 218  Bermúdez de la Torre 1699: [f. 3r, v].

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temas del Renacimiento estuvieron el Arauco domado, de Pedro de Oña (Lima: Antonio Ricardo, 1596) y la Primera parte de la Miscelánea austral, de Diego de Ávalos y Figueroa (Lima: Antonio Ricardo, 1602). Impresos sobre ciencias aplicadas Las ciencias aplicadas comprenden el derecho civil, los arbitrios (o proyectos de reforma), la medicina, las matemáticas, el comercio, la minería, la astronomía, los almanaques, la estrategia militar y la industria (véase Cuadro V). Cuadro V. Ciencias aplicadas Categorías

Número

1. Derecho civil

57

2. Arbitrios

15

3. Medicina

15

4. Matemáticas

5

5. Comercio

3

6. Minería

11

7. Astronomía

5

8. Almanaques

78

9. Estrategia militar

3

10. Industria

2

11. Otros

6

Total

200

Fuentes: Vargas Ugarte 1953, 1954, 1956; Romero 2009.

A diferencia de las categorías previas, la de las ciencias aplicadas está representada por relativamente pocos textos. Esto no quiere decir, sin embargo, que las ciencias fueran de interés secundario. Por el contrario, los vendedores de libros importaban textos científicos de España, Francia, Italia y Países Bajos. De hecho, Lima era un importante mercado libresco y centro de distribución de escritos científicos para otras regiones del virreinato peruano.

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Los tratados de derecho civil examinan las instituciones legales del virreinato y fueron en gran medida de tipo didáctico. Los más prominentes de este tipo fueron la Curia philípica donde breve y comprenhendioso se trata de los juizios mayormente forenses, eclesiásticos y seculares, de Juan de Hevia y Bolaño (Lima: Antonio Ricardo, 1603); la Práctica y instrucción para albaceas, tutores y curadores que administren bienes de menores, de Domingo Gómez de Silva (Lima: Pedro de Cabrera, 1640); y el Recuerdo para escribanos de algunas cosas que saben o deben saber en las escrituras y contratos, de Diego Pérez Gallego (Lima: Jorge López de Herrera, 1649). Diversos arbitrios fueron mayormente impresos en el siglo xvii. En España y en América, autores propusieron proyectos, algunos poco realistas, para mejorar la economía, la sociedad y el gobierno del imperio.219 En el Perú, tales tratados estuvieron dirigidos al mejoramiento de la producción de la plata en Potosí y del mercurio en Huancavelica; la reforma de la administración de la Real Hacienda; las costumbres de la sociedad; la pacificación de Chile; y el reasentamiento de la población indígena en reducciones. Ejemplos de los arbitrios son los Discursos políticos y cesáreos… en que se da forma y cuenta de las conveniencias y aumento que tendrán los reales tesoros de Su Magestad y el que gozarán también sus vasallos con el acrecentamiento del valor de la plata y el oro, de Andrés Martínez de Amileta (Lima: s. i., 1632); y Población de Baldivia. Motivos y medios para aquella fundación, de Miguel de Aguirre (Lima: s. i., 1647). Aunque numerosos libros sobre medicina fueron importados de Europa, los impresores establecidos en Lima dieron a la luz varios referidos a las epidemias que asolaban la capital, como, por ejemplo, el Discurso de la enfermedad del sarampión experimentada en la ciudad de Los Reyes del Perú, de Francisco Bermejo y Roldán (Lima: Joseph de Contreras y Alvarado, 1694). Seguramente en la publicación de tales obras yacía la esperanza de prevenir tales crisis, pero también de ayudar a diagnosticar las enfermedades. Otros textos de este tipo fueron las Breves advertencias para beber frío con nieve, de Martín de Porres (Lima: Jerónimo de Contreras, 1621); y la Receta universal éthico médica contra epidemias y contagios y 219  Sobre los arbitrios coloniales, véase Lohmann 1985b.

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quantos males morbosos pueden acortar intempestivamente la vida, de Eugenio de Alvarado y Colomo (Lima: Joseph de Contreras y Alvarado, 1694). La astrología convocó la atención de los miembros de la sociedad porque estaba extendida la creencia de que los astros ejercían influencia sobre la salud humana. Un caso ilustrativo es el voluminoso tratado de Juan de Figueroa titulado Opúsculo de astrología en medicina y de los términos y partes de la astronomía necesarios para uso della (Lima: s. i., 1660).220 También los almanaques conocidos como El conocimiento de los tiempos reflejan la extendida creencia en la influencia de los astros. Los autores de tales textos solían indicar los días que eran propicios o no para realizar diferentes actividades, todo ello condicionado a la posición de los astros. Pero, así como hubo crédulos, también estuvieron los que daban poco crédito a tales creencias. En esta última línea se inscribe Sangrar y purgar en días de conjunción, del médico murciano Juan Jerónimo Navarro (Lima: Joseph de Contreras, 1645). Finalmente, están los Desvíos de la naturaleza o tratado del origen de los monstruos. A que va añadido un compendio de curaciones chirúrgicas en monstruosos accidentes, de Joseph de Revilla Bonet y Pueyo (Lima: Joseph de Contreras y Alvarado, 1695), un famoso cirujano español que trabajó durante años en el Hospital de San Andrés en Lima, obra que revela el interés científico de los lectores coloniales por las deformaciones congénitas. Con el cambio de siglo y el advenimiento de la nueva dinastía borbónica, la mayor apertura por parte de la ciencia española hacia su similar europea, explica que en Lima, en 1723, aparecieran la Evidencia de la circulación de la sangre, un curioso tratado del médico mesinés Federico Bottoni, donde se hace eco de las teorías de William Harvey sobre la circulación sanguínea; y la Epístola oficiosa sobre la esencia y curación del cáncer, llamado vulgarmente zaratán, del médico francés Pablo Petit. Dado que circulaban monedas de plata y oro de diferentes valores y calidades, los miembros de la sociedad colonial, y en especial los comerciantes, requerían manuales que los ayudasen a establecer su conversión y equivalencia, necesarios para la realización de co220  Los ejemplares que he podido consultar de esta obra muestran abundantes anotaciones manuscritas en sus páginas, lo que revela su intenso uso.

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rrectas transacciones. Entre 1597 y 1750 los impresores de Lima lanzaron al mercado el Libro general de las reducciones de plata y oro, de Juan de Belveder (Lima: Antonio Ricardo, 1597); el Libro de plata reducida que trata de leyes bajas desde 20 marcos hasta 120, de Juan Francisco Garreguilla (Lima: Francisco del Canto, 1607); el Beneficio común o directorio de beneficiadores de metales y arte de ellos con reglas ciertas para los negrillos (Lima: s. i., 1638); el Padrón de los ensayos, de Miguel de Rojas (Lima: s. i., 1650). Juan de Hevia Bolaño analizó el comercio colonial en su extensamente leído Laberynto de comercio terrestre y naval, donde compendiosamente se trata de la mercancía y contribución de tierra y mar (Lima: Francisco del Canto, 1617). Adicionalmente, otros autores se ocuparon de la producción minera de Potosí. Tales fueron los casos de Juan del Carro con su Forma del nuevo beneficio de los metales hecha el 24 de junio de 1676 (Lima: s. i., 1676); y Alonso Hidalgo de Tena, autor del Nuevo beneficio de metales que se practica en Potosí y su ribera (Lima: s. i., 1684). Aunque la astronomía no fue una disciplina establecida y cultivada en las universidades coloniales, el cosmógrafo Francisco Ruiz Lozano publicó un Tratado sobre los cometas y juicio del que se vio en esta ciudad de Los Reyes por los fines del año de 1664 (Lima: s. i., 1665). Este fue el único tratado científico publicado en el virreinato y revela a un autor versado en las teorías en boga en Europa sobre los cometas. Por último, desde el siglo xvi, las costas del virreinato habían sido atacadas por piratas y corsarios de las naciones enemigas de España. Comprensiblemente, la defensa militar del territorio se contó entre las preocupaciones y prioridades no solo de los gobernantes, sino también del resto de la sociedad. Muestras de ello son la Descripción del ingenio de pólvora, de Pedro del Castillo (Lima: s. i., 1627), y la Teoría y práctica de esquadrones, de Antonio Heredia y Estupiñán (Lima: Jerónimo de Contreras, 1660). Formato de los libros y géneros ausentes Las cuatro categorías de impresos antes analizados revelan una amplia variedad de intereses entre los autores y lectores de la so-

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ciedad colonial. Los mismos formatos de los textos manifiestan esta diversidad. En tanto que las tradiciones de las imprentas europeas y españolas, seguidas cuidadosamente por los impresores limeños, determinaron el tamaño de sus libros, su formato tuvo un significado simbólico, sugiriendo el valor cultural del texto para el público. Los formatos de los libros, el primer contacto visual con su representación física, derivan de los tamaños de papel y de los dobleces que se efectúan sobre el pliego base, ha escrito Víctor Infantes.221 Hasta las postrimerías del siglo xviii, en que se emplea la máquina continua para la elaboración de papel, este se producía a mano en la tina sobre un pliego base generalizado de 32 x 44 cm, el llamado “papel de marca”; pero también otros tamaños, siempre derivados del pliego base, como el de “marca mayor” (44 x 64 cm), el “registro” (60 x 88 cm), entre otros. El formato de pliego base, que se imprime sin ningún doblez, era llamado “atlas” o “plano regular”; al procederse al primer doblez se lograba el formato “folio” (22 x 32 cm), con cuatro páginas para la composición e impresión; un segundo doblez ofrece el formato “cuarto” (16 x 22 cm), con 8 páginas, y un nuevo doblez de este último dará el formato en octavo regular (11 x 16 cm); adicionalmente, hay un “octavo mayor” (12 x 19 cm), que da 16 páginas de composición.222 De manera provisional, y a partir del examen de algunos pocos ejemplares fabricados en Lima, resulta que estos fueron de dimensiones más reducidas que sus similares españoles. Tenemos, pues, que el formato más grande fue el folio, y los otros formatos, en tamaño decreciente, fueron cuarto, octavo y dieciseisavo. Los pesados volúmenes en folio estuvieron reservados para los tratados sobre materias de importancia como religión, derecho o conocimiento secular. Ellos fueron usualmente impresos a dos columnas por página y frecuentemente contenían un aparato crítico en los márgenes con índices de materias para orientar al usuario en la lectura.223 En Lima, fueron impresos en folio, entre otros, el Tratado que contiene tres pareceres graves en derecho…

221  Infantes 2014: 16. 222  Ibíd.: 17. 223  Martin 1994: 310.

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sobre el servicio personal y repartimientos de indios, de Miguel de Agia (Lima: Antonio Ricardo, 1604); el Relectio legis, de Feliciano de Vega (Lima: Francisco del Canto, 1605); y los Commentaria questiones in universam Aristotelis ac subtilissimi doctoris Joannis Duns Scoti Logicam, de Jerónimo de Valera (Lima: Francisco del Canto, 1610). Edictos, reales decretos, constituciones diocesanas y ordenanzas del más diverso tipo fueron asimismo publicadas en este formato. Algunas instituciones publicaban sus edictos empleando dos pliegos de papel pegados por uno de sus lados. Tal fue el caso de los edictos de la Inquisición, que solían contener textos bastantes extensos. Durante el periodo que venimos estudiando, el formato más común era el cuarto, ya que fue considerado el formato literario o solemne, apropiado para los sermones, las actas de las órdenes religiosas y la poesía. Catecismos, confesionarios, gramáticas y vocabularios destinados a la evangelización de los indígenas también fueron publicados en cuarto. Imprimir en octavo y doceavo los hacía más manejables, fáciles de transportar y, en principio, menos costosos. Los calendarios o Conocimiento de los tiempos, que ya hemos mencionado, emplearon el formato de octavo. Entre los pocos libros impresos en doceavo están el Directorio para exercicio y provecho del Colegio de San Martín, del jesuita Pablo José de Arriaga (Lima: Francisco del Canto, 1608), y el Directorio espiritual en la lengua española y quechua general del Inga, del jesuita Pablo de Prado (Lima: Jorge López de Herrera, 1641). Prado explicó su selección del formato en los siguientes términos: El intento que tuve en componer este Directorio fue el que otros autores han tenido en semejantes obras, que es en volumen manual y portátil, ofrecer a los cuidadores de su salvación algunos ejercicios con que traer concertada la vida, especialmente a los indios […]. Va todo breve por evitar prolijidad, y porque el libro con su pequeño porte se procure con más gusto y menos costa.224

A pesar de la variedad de tópicos de los libros impresos en Lima, al menos cuatro géneros nunca fueron publicados: novelas 224  Medina 1904-1907, I: 331.

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Fig. 5. El pequeño formato del Directorio espiritual del jesuita Pablo de Prado facilitaba su consulta y transporte. (Ejemplar de The John Carter Brown Library).

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de caballería, libros de rezo, música y arte. Las novelas de caballería, como Irving Leonard demostró a partir de documentación hallada en el Archivo General de la Nación, en Lima, tuvieron un mercado asegurado en el Perú colonial. Desde fines del siglo xvi, si no antes, libreros y mercaderes importaron diversos títulos a pesar de las prohibiciones establecidas por la Corona. En 1551, Carlos V promulgó un decreto, repetido cuatro años después, por el que prohibía el envío de novelas de caballería, e historias “vanas” y “profanas”, como los Amadises, a las Indias.225 Años después, el Segundo Concilio Provincial, celebrado en Lima, en 1567, dispuso expresamente que era tarea de los obispos examinar los libros en latín y en romance antes de su venta, y no consentir el uso de textos “deshonestos o lascivos ni profanos y de amores y cavallerías, especialmente en las escuelas de los muchachos”.226 Las normas fueron letra muerta. Con el mercado peruano bien abastecido desde España, era natural que los impresores de Lima no tuvieran ningún interés económico en publicar obras de ese género, más aun cuando por su extensión, su impresión habría sido costosa. Las imprentas peninsulares proveyeron a los lectores de Lima y otras ciudades del virreinato de las Sergas de Esplandían, el Amadís de Gaula, el Palmerín de Oliva, entre muchos otros títulos. En cuanto a los libros del llamado rezado nuevo, ordenados por el Concilio de Trento, no fueron editados en Lima debido a que el monasterio de San Lorenzo de El Escorial poseía el monopolio de venta de tales libros en España, las Filipinas y América. Como es conocido, los padres conciliares reunidos en Trento no solo establecieron la censura, sino que además implantaron las pautas para la reforma en los libros litúrgicos, de manera que fueran editados de forma correcta y uniforme para toda la cristiandad. En 1566, apareció el Catecismo; dos años después se publicó el Breviario; y en 1570, el Misal. Felipe II, por real cédula del 15 de julio de 1573, concedió licencia al prior y convento de El Escorial para que pudieran imprimir y vender en Casti-

225  Leonard (1992) ha publicado varios documentos sobre la venta de novelas de caballería; véase también Guibovich 1984-1985. 226  Bartra 1982: 152.

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lla o importar del exterior el Breviario, el Misal y otros libros del rezado nuevo. La medida se justificaba en la creencia de que, aprovechando la importación de tales libros, los herejes podían introducir “con cautela y disimulo algunos de sus errores y falsas opiniones”. Desde entonces serán los jerónimos quienes asumirían los encargos de estos libros. A inicios de agosto de ese mismo año, el privilegio se hizo extensivo a la Corona de Aragón y en diciembre, a América.227 Los frailes manejaron un muy lucrativo negocio controlando el mercado por medio de sus agentes a lo largo del periodo colonial. Al ser Lima una ciudad con una intensa vida musical, circularon libros de didáctica o tratadística musical, en su mayoría procedentes de España. Sin embargo, partituras de música como textos independientes no fueron impresas en Lima, porque la demanda de repertorios se resolvía de forma práctica y rápida mediante la copia manuscrita en el mundo occidental.228 Sin embargo, uno de los pocos libros que recogió una partitura fue el Ritual formulario e institución de curas, de Juan Pérez Bocanegra. Los impresores limeños, a diferencia de sus contrapartes en México, no se aventuraron en editar textos sobre arte y arquitectura. Para el periodo que estudiamos, uno de los pocos ejemplares propiamente dedicado a historiar e ilustrar la arquitectura de un edificio fue el Templo de N. grande patriarca San Francisco de la provincia de los Doce Apóstoles de el Perú, del franciscano Miguel Suárez de Figueroa, aparecido en Lima en 1675. Contiene cuatro estampas: dos de la iglesia y convento, una de fray Luis de Cervela a bordo de un bergantín y otra del claustro principal. Estampas muy diversas suelen adornar los textos impresos en Lima, porque era común que formaran parte de las existencias de los talleres de imprenta, como se puede leer, por ejemplo, en el inventario del que perteneció a Antonio Ricardo, y porque había una demanda y gusto por ellas; además, en Lima existían artesanos, imperfectamente conocidos, capaces de grabar bien en planchas de metal o en bloques de madera imágenes de diverso tipo. En los

227  Reyes Gómez 2000, I: 213-223. Sobre el abastecimiento de libros a los frailes jerónimos, véase Peligry 1978. 228  Comunicación personal de Mauricio Véliz.

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Fig. 6. Retrato del poeta Pedro de Oña en traje militar, tomado de su Arauco Domado. Lima, 1596. (Ejemplar de The John Carter Brown Library).

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libros coloniales encontramos seis tipos de estampas: escudos, imágenes religiosas, retratos, túmulos funerarios, viñetas decorativas y letras capitales ornamentadas. Abundan estas dos últimas y, en menor proporción, las cuatro primeros. Entre los escudos encontramos los de los destinatarios de las obras (reyes, virreyes, prelados y nobles), los de instituciones (universidades y congregaciones religiosas). Vargas Ugarte identificó erróneamente los destinatarios de los libros con los mecenas de ellos, tan solo por el hecho de que los escudos nobiliarios de los primeros aparecían reproducidos. No hay prueba documental, por ejemplo, de que Francisco Calderón de Robles y Peñafiel, arcediano de la catedral del Cuzco y cuyo escudo aparece en el Ritual formulario, de Juan Pérez Bocanegra, lo hubiera financiado. También los libros contienen imágenes de la Virgen, la Crucifixión y los apóstoles. Los retratos son escasos y muy disímiles. Los de Pedro de Oña y Pedro Mexía de Ovando, incluidos en sus respectivas obras, hechos en madera, contrastan ostensiblemente con el exquisitamente elaborado en metal de Juan Luis López, alcalde del crimen de la Audiencia de Lima, que precede a su Parecer, publicado en Lima en 1682.229 Mención aparte merecen las estampas de los túmulos funerarios incluidos en los libros de exequias. Su fabricación era onerosa, como lo revela la relación de los costos de impresión de la Relación de las reales exequias de la reina Isabel de Farnesio, aparecida en Lima en 1768. El costo total de la impresión de 400 ejemplares de la Relación fue de 1.237,3 pesos, de los cuales la mayor parte correspondió al grabado: 150 pesos fueron pagados a Joseph Vázquez por la impresión de 400 láminas del túmulo y otros 450 pesos al mismo Vázquez por la fabricación de la “lámina de buril para tirar las estampas del túmulo”.230 229  Se trata de un ejemplar bastante raro. 230  Romero 2009: 486-487. A partir de estas evidencias documentales resultan insostenibles las opiniones de Jaime Mariazza: “En función de los altos costos que representaba la impresión de un libro ilustrado, entre los varios ejemplares que se imprimían de un mismo texto, era usual que solo uno o dos tuvieran la lámina grabada con la estampa del túmulo, la cual, por ser de mayor tamaño que otras ilustraciones de la narración, requería de un trabajo paralelo para luego ser anexada al conjunto, tarea que encarecía los gastos de impresión. Uno de estos libros se entregaba al rey y el otro era probablemente presentado al virrey. Los más altos funcionarios de la corte tanto en Lima como en Madrid, recibían ejemplares del

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Fig. 7. Retrato del jurista Luis López, tomado de su Parecer. Lima, 1862. (Ejemplar de The John Carter Brown Library). libro sin dicha lámina” (las cursivas con mías) (Mariazza 2013: 63). Si varios libros de exequias carecen de las láminas es por el simple hecho de haber sido sustraídas por inescrupulosos coleccionistas o lectores.

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La calidad de las estampas es diversa, aunque abundan las que tienen, usando una expresión de Medina, los “caracteres de un arte verdaderamente primitivo”. Un ejemplo muy ilustrativo de esto último son las que ilustran La historia del célebre santuario de Copacabana, de Ramos Gavilán, estudiadas por Carlos Gálvez, quien propone su filiación flamenca.231 Son excepcionalmente raras las de calidad, entre las que se cuentan los ya mencionados túmulos funerarios y alguna que otra imagen religiosa, como, por ejemplo, la de San Pedro inserta en el Tratado de los Evangelios, de Francisco de Ávila. Desafortunadamente, algunos tipos de textos impresos en Lima solo son conocidos por referencias indirectas. Por ejemplo, las cartillas —comúnmente conocidas como catones— constituían el primer peldaño en el proceso de aprendizaje de la lectura y la doctrina cristiana. En España, siguiendo a Víctor Infantes, los elementos estructurales comunes de las cartillas eran un abecedario elemental con un silabario más o menos desarrollado; un conjunto de oraciones casi siempre en latín y en ocasiones con su traducción en romance, junto a nociones más o menos desarrolladas de la doctrina cristiana; y variaciones y addendas, que implican algunas ampliaciones gramaticales, nociones del aprendizaje escrito, recitativos memorísticos de oraciones, diálogos sobre la doctrina, inclusiones de textos educativos (Catón, Salomón, Pitágoras, etc.) y religiosos (sacramentos, virtudes, etc.) y textos breves de exclusivo carácter doctrinal y pedagógico.232 La impresión de estos pequeños opúsculos era altamente rentable dada la alta demanda, de modo que en 1583, la catedral de Valladolid obtuvo el privilegio necesario para vender e imprimir cartillas en España233 y más tarde empezó a exportar copias a América.234 Con seguridad, el número de cartillas enviadas desde España resultó insuficiente, lo que llevó a los impresores y al clero a considerar su publicación a fin de abastecer el mercado interno. En 1619 el Hospital de Niños Huérfanos de Nuestra Señora de Ato231  Gálvez Peña 2015. 232  Infantes 1995: 40-41. 233  Véase el texto del privilegio real concedido a la catedral de Valladolid, en Reyes Gómez 2000, II: 1265-1266. 234  Torre Revello 1940: 55-55.

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cha obtuvo de la Corona el privilegio para la impresión y venta de cartillas; la idea era que los ingresos provenientes de su venta contribuyesen a sufragar parte de los gastos de la institución. Los términos del privilegio concedido al hospital limeño eran similares a aquel del que gozaba la catedral de Valladolid: podía contratar a quien quisiese para efectos de la impresión y la venta de las cartillas. A lo largo del siglo xvii, los impresores Jerónimo de Soto Alvarado, Julián Santos de Saldaña, Juan de Quevedo, Manuel de los Olivos y José de Contreras tuvieron el privilegio.235 Después de décadas de tener que solicitar periódicamente la renovación del privilegio, el Hospital de Atocha, en 1733, mediante una real cédula, obtuvo dicho derecho de manera perpetua. Con el establecimiento, a mediados del siglo xviii, de la Imprenta de la Casa de Niños Expósitos, como poseedora del privilegio, se hizo cargo de la impresión y esta situación duró hasta la independencia.236 A pesar de su importancia y enorme difusión, ninguna copia de las cartillas ha sobrevivido, probablemente debido a su intenso empleo por los estudiantes. Inspirado en el modelo de la cartilla española, Ricardo imprimió textos similares para apoyar la labor del clero en la evangelización de la población nativa. El impresor turinés las fabricó de acuerdo con las disposiciones del III Concilio Limense y en sociedad con Pedro Pareja, un impresor del cual se sabe muy poco. En su testamento, Ricardo declara que debe a Pareja “del resto de el concierto que entre él y mí ubo, trecientas y quarenta y nueve cartillas pequeñas de la lengua”.237 Se trataba de textos trilingües —quechua, aimara y castellano— de corta extensión, apenas 24 páginas, que contenían las oraciones (Padrenuestro, el Avemaría), el credo, los artículos de la fe, así como la enumeración de los mandamientos, los sacramentos, las obras de misericordia, las virtudes teologales y cardinales, los pecados capitales, los enemigos del alma; y los textos que debían enunciar el penitente al momento de confesarse y el que por “enfermedad peligrosa” se había bautizado. Los ejemplares de esta cartilla son conocidos porque forman parte de la Doctrina 235  En los talleres de propiedad de Jerónimo de Soto Alvarado y Julián Santos de Saldaña se hacían “catones”. Véase Apéndice documental nº 32 y 43. 236  Vargas Ugarte 1953: xxxv; Medina 1904-1907, I: 447-467. 237  Véase Apéndice documental nº 2.

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Christiana, impresa en 1584, pero es claro que circuló de forma independiente. Los jesuitas también imprimieron cartillas para la evangelización de los esclavos de origen africano. Así, en la Carta annua de los años 1630 y 1631, se dice que con ellos se a echo […] que aprendan algún breve catecismo en su lengua por aver enseñado la experiencia que nunca llegan los venidos de África a entero ni bastante conocimiento de la lengua castellana, de suerte que puedan hazer concepto de lo que en ella se les enseña, no obstante que de memoria suelen saber mucho sin penetrar el sentido ni entender el misterio.238

Y prosigue el autor de la misma Carta annua: Anse impreso muchas cartillas deste catecismo y dádose a los niños españoles, estudiantes nuestros, que leyéndolas de noche a sus esclavos con el curso los van tomando de memoria y pueden ya con más facilidad hazer la doctrina en sus casas. También les habla y haze la doctrina en las plaças un hermano portugués, criado desde niño en Angola, y fuera mayor el fruto si como él save su lengua, la supieran también algunos sacerdotes, como Vuestra Paternidad lo a encargado, assí lo deseamos todos y en orden de esto trato de imprimir este vocabulario de la lengua Angola, que deste colegio [de La Plata] me embió el padre Diego de Torres.239

Futuras investigaciones seguramente permitirán identificar y localizar estas cartillas y otros muchos impresos limeños y de esa manera, enriquecer nuestro conocimiento de la producción tipográfica colonial. La tarea está por hacerse. Conclusiones La imprenta empezó a funcionar en el virreinato del Perú en 1584, cuarenta años después que en México. No obstante, tuvo una 238  Archivum Romanum Societatis lesu. “Letras annuas de la Provincia del Perú a nuestro muy reverendo padre el padre Mucio Vitelleschi, prepósito general de la Compañía de Jesús, de los años de 1630 y 1631”, f. 7v. 239  Ibíd., loc. cit.

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importante gravitación en la sociedad colonial. Para las autoridades civiles y eclesiásticas, fue considerada un instrumento esencial, ya que permitía la propagación de las normas legales y otras disposiciones reguladoras del día a día de la sociedad; para los autores y lectores, constituyó un medio para la materialización de sus proyectos literarios y la expansión de sus horizontes intelectuales; y para los miembros del clero, un recurso al servicio de la evangelización, pero también para expresar sus propias aspiraciones sociales y políticas. El proceso de producción mecánica de los textos en Lima fue similar al seguido en otras partes del imperio español. Se trató de un proceso artesanal en el que participaron diversos agentes: el autor, los censores, el impresor, el editor, el componedor, el corrector, el encuadernador… El texto salido de las prensas coloniales debía su autoría y existencia a muchos actores. Por eso, una vez más siguiendo a Howsam, el impreso no solo contiene un texto, sino que es un objeto y, como tal, ofrece las evidencias de su fabricación. El examen detenido de un impreso ilustra acerca del formato, los materiales, el diseño y la calidad de la impresión. La lectura del paratexto, cuando lo hay, junto con las fuentes documentales primarias, hace aún más inteligible la historia interna y externa de un impreso. En Lima se imprimieron muchos y muy diversos textos. Dada la gravitación social, política y económica de la Iglesia, es comprensible que esta haya hecho un uso intenso de los talleres tipográficos locales. Siguen en importancia, al menos numérica, los textos impresos relacionados con el gobierno civil, la vida académica y universitaria, y las ciencias aplicadas. Más allá de sus diferencias en cuanto a calidad material y contenido, hay un rasgo común a las producciones tipográficas: su carácter local. Los impresos limeños se ocuparon mayoritariamente de asuntos concernientes a la realidad del virreinato. Se trata de textos que debían interesar a los pobladores que habitaban en los Andes y que difícilmente podían atraer la atención de los lectores de otras partes del imperio español. Un segundo rasgo de la producción tipográfica local fue que se trató de una actividad controlada. Desde sus orígenes, la imprenta estuvo sujeta al control tanto de las autoridades civiles como eclesiásticas mediante la censura preventiva, esto es, la concesión de las

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licencias de impresión. Actividad reservada a las autoridades políticas religiosas y civiles, pero que en última instancia y de acuerdo con la legislación, era potestad de estas últimas. Para el periodo que hemos estudiado, en teoría nadie podía imprimir sin la autorización de los representantes de la Corona, pero ayer como hoy hubo infracciones a la norma. Infracciones que parecen haberse acentuado en la segunda mitad del siglo xviii y que, vistas en conjunto, constituyen un fascinante capítulo de la historia de la cultura colonial aún por escribirse. A pesar de la importancia que tuvo en el mundo colonial, la imprenta y sus productos no han merecido mayor atención de los investigadores, en parte debido a una serie de prejuicios heredados del siglo xix, pero también al escaso desarrollo que han tenido entre nosotros disciplinas como la historia del libro. También ha jugado en contra del mejor conocimiento de la historia de la imprenta y de su función en el contexto colonial el hecho de que no todos sus productos han llegado a nosotros y no pocas veces resultan difíciles de consultar. Con todo, este campo constituye una excepcional ventana para adentrarnos en el complejo mundo de las relaciones entre aquellos que ejercían el poder político y los que cultivaban el intelecto, de las condiciones materiales de una industria local, como también para escuchar las voces distantes de virreyes, gobernadores, soldados, aventureros, frailes, monjas, clérigos, juristas, comerciantes, indígenas, entre muchos otros que habitaron el virreinato peruano; todos ellos, auténticos agentes de la historia nacional.

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Consta de 59 escrituras notariales de los siglos xvi, xvii y xviii. Proceden en su mayoría del Archivo General de la Nación, en Lima, e ilustran acerca de las actividades de impresores, libreros, encuadernadores y autores. Varios de los documentos fueron publicados por Lohmann, Romero, Márquez Abanto y Zevallos Quiñones. Pero aquí se ofrece una versión corregida y completa de los mismos a partir del cotejo con los originales aun conservados en sus respectivos protocolos notariales. En los casos del codicilio de Antonio Ricardo [3] y del traspaso de su imprenta a Francisco del Canto [6], reproducimos las transcripciones de Márquez Abanto y de Lohmann, porque en el primer caso, su estado de conservación impide la lectura de la mayor parte del texto; y en el segundo, porque el original no nos ha sido posible cotejarlo por hallarse en la Biblioteca Pública de Nueva York. 1] Carta de obligación del impresor Antonio Ricardo y Diego Tineo a favor de Hernando de Guzmán por 800 pesos, importe de la compra de 108 resmas de papel y otras mercaderías (4 de marzo de 1584) Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Antonio Ricardo, estante al presente en esta çibdad de Los Reyes del Pirú, como prinçipal deudor, e yo Diego Tineo, boticario, como su fiador e prinçipal pagador, e sin que contra el dicho Antonio Ricardo ni sus bie­nes se haga ninguna diligencia ny escursión de fuero ni de derecho aunque yo pida se haga a mi propia costa y expensas, porque es re­medio e auténticas dello, lo renuncio e aparto de mi fabor e ayuda e ambos,

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prinçipal e fyador, juntos de mancomún e a boz de uno e cada uno de nos y nuestros bienes por sy y por el todo, renuncian­do como renunciamos la ley de duobus reys debendi y el auténtica presente cobdiçe de fide yusori[bus], y el benefiçio de la dibisión y remedio de la escursión y la Epístola del Dibino Adriano y las de­más leyes y derechos, que son e hablan en fabor e ayuda de los que se obligan de mancomund e como en ellas se contiene, dezi­mos e otorgamos por esta carta que debemos y nos obligamos so­la dicha mancomunidad e ynsolidum, de dar e bien pagar e que pagaré a vos Joan Tinoco, vezino de Panamá, e a Hernando de Guzmán, que está presente, en vuestro nombre, e a qualesquiera de vos ynsolidum, sin quel uno tenga poder del otro ny el otro del otro e a quien el poder de qualquier de vos obiere, ochoçientos pesos en reales de plata de a nuebe el peso, los quales los debe­mos y son por razón de çiento e ocho resmas de papel y sesenta e seys baras de angeo, quarenta e quatro baras de arpillera que de bos el dicho Hernando de Guzmán compré y luego rescibí, apresçia­do todo ello de acuerdo en los dichos pesos que confyeso ser su justo valor; y de las dichas resmas de papel y lo demás, ambos los otorgantes somos contentos y entregados a nuestra boluntad, y porque el entrego dello no paresçe de presente, renunçiamos la exepçión de derecho y leyes de la non numerata pecunia y del entrego e prueba della como en ellas se contiene, y prometemos y nos obli­gamos so la dicha más cantidad e ynsolidun, de os dar e pagar los dichos ochoçientos pesos en los dichos reales de plata para el día de la Santa Pasqua de Nabidad primera que bendrá veynte [roto] [diciem]bre deste presente año de la fecha desta carta, [donde quie]ra que nos fueren demandados lleneramente sin pleyto alguno con las costas de la cobranza; e yo el dicho Diego Tineo, hago para la paga de los dichos pesos de deuda agena mía propia y de libre deudor, e yo el dicho Antonio Ricardo, para más seguridad e paga de los di­chos pesos y patacones por espeçial y espresa ypoteca, no biçian­do la especial a la general, ni por el contrario, un negro mi esclavo nombrado Pedro, que lo conpré del licenciado Ximénez, médico, y es ofiçial de hazer naypes, para quel señorío e propiedad dello ayáys y tengáis por esta dicha deuda por bya de enpeño e como más y mejor a buestro derecho conbenga; y que no lo pueda bender, ny enagenar, ny disponer dél en manera alguna hasta tanto que os aya pagado los dichos pesos deste deudo, y

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si lo bendiere o enagenare, la tal benta y enagenaçión sea ninguna y baya e pase con la dicha carga de ypoteco y lo podáis sacar de donde estubiere y bendello, y de su balor hazeros pagados de los dichos pesos y las costas; y para más firmeza os renuncio, çedo y traspaso mis derechos e acçiones reales y me aparto del señorío que tengo al dicho negro y os doy la posesión dél, y en el entretanto que la tomáis me constituyo por vuestro ynquilino, y para lo ansí cunplir e pagar, obligamos ambos los otorgantes so la dicha mancomunidad e ynsolidum a nuestras personas y todos nuestros bienes abidos e por aber, y damos poder a las justiçias de Su Magestad de qualesquiera partes a cuyo fuero e jurisdiçión nos sometemos con nuestras personas y bienes, y renunçiamos el nuestro propio y la ley sit conbenerit de jurisdiçione oniun judicun, para que por todo rigor de derecho e bía breve hexecutiba nos conpelan e apremien al cunplimiento e paga de lo que dicho es, como si esta carta y lo en ella conthenido fuese sentençia difynitiva pasada en cosa juzgada, y renunciamos las leyes y derechos y esençiones y libertades y leyes quinta y sesta partida, título quinze, que hablan en razón de las esperas y remedio de la deuda mayor y las demás que sean en nuestro fabor como en ellas se contiene, y en espeçial renunçiamos la ley que proybe la general renunçiaçión. En testimonio de lo qual otorgamos esta carta ante el escrivano público y testigos de yuso escriptos, que es fecha en la dicha çibdad de Los Reyes, en quatro días del mes de março, año del nasçimiento de nuestro salbador Jesucristo de mil e quinientos e ochenta y quatro años. Siendo dello testigos Antonio Palomares y el bachiller Rodrigo Henríquez e Gerónimo Hernández, estantes en esta çibdad, y lo firmaron de sus nombres los otorgantes, que yo el escrivano doy fe que conozco. Diego Tineo [rubricado] Antonio Ricardo [rubricado] Pasó ante mí Alonso Hernández Escrivano público [rubricado]

Derechos, 4 reales.

AGN. Protocolo del escribano Alonso Hernández, nº 86, años 1583-1584, ff. 393v-394r.

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2] Testamento del impresor Antonio Ricardo (22 de abril de 1586) En el nombre de Dios, amén. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo Antonio Ricardo, ympressor de libros, natural de la çiudad de Turín en el Piamonte, ressidente al presente en esta ciudad de Los Reyes del Pirú, creyendo como creo bien, fiel y cathólicamente el misterio de la Sanctíssima Trinida[d], Padre y Hijo y Espíritu Sancto, tres personas e un solo Dios verdadero, y en esta fiel y cathólica crehencia protesto de bivir y morir, y con esta ymbocaçión divina tomando por abogada e interçessora la gloriossa siempre Virgen María Nuestra [Señora], estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad y en mi buen juicio y entendimiento tal qual Dios Nuestro Señor fue servido de me dar, temiéndome de la muerte que es cossa natural a todo biviente y desseando poner mi alma en la más llana carrera de salvaçión, tomando por abogada e ynterçessora a la gloriossísima Virgen y Madre de Dios, otorgo e conozco por esta presente carta que hago y ordeno este mi testamento, última e postrimera voluntad, en la forma e manera siguiente: Primeramente, encomiendo mi ánima a Dios Nuestro Señor, que la conpró y redimió por su preçiosa sangre y el cuerpo a la tierra donde fue formado. Yten, declaro que si Dios Nuestro Señor fuere servido llevar de esta presente vida, que mi cuerpo sea sepultado en el monesterio de señor san Françisco de esta çiudad, en la sepultura, parte y lugar que le quisieren dar, y que sea enterrado con el hávito del dicho señor san Francisco, y que por la sepultura y ávito se pague de limosna lo acostumbrado. Yten, mando que el día de mi enterramiento si fuere por la mañana, se me diga una misa de requien cantada de cuerpo presente con su vigilia, diácono y subdiácono, y se pague de limosna lo acostumbrado. Yten, que si el dicho enterramiento fuere a la tarde, se me diga la vigilia y la misa cantada el día siguiente.

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Yten, mando que el día del dicho mi enterramiento me acompañen mi cuerpo la cruz alta y quatro sacerdotes acompañados de la perrochia, y se pague de limosna lo acostunbrado. Yten, mando que se digan por mi ánima el día de mi enterramiento, si se pudiere decir y sino en los días siguientes, seys misas reçadas en cada una de las higlesias y monesterios de la mayor santo Domingo y san Francisco, san Agustín y Nuestra Señora de las Mercedes, y se paguen por ellas de limosna lo acostumbrado. Yten, mando que el día de mi enterramyento, que acompañen ansí mismo mi cuerpo la cofradía de Nuestra Señora del Rosario y se le pague de limosna lo acostumbrado. Yten, mando a los ospitales de sant Andrés y santa Ana y Espíritu Santo y al recoximyento de la Caridad a cada uno çinquenta pesos de a nueve reales de limosna. Yten, mando que por mi ánima y por las de mis padres y demás personas a quien soy en cargo, se digan diez misas reçadas en el monesterio de señor san Francisco, y se pague de limosna lo acostumbrado. Yten, mando a todas las mandas forçossas, diez pesos corrientes de a nueve reales repartidos por higuales partes. Yten, declaro que yo devo a Diego Tineo, boticario, quatroçientos y veinte pesos ensayados que me prestó para pagar a Antón Gómez el preçio que se le remató en almoneda una negra esclava mía llamada Antona con dos hijos suyos en la causa de execución que en ella se hizo de pedimiento de fulano Quesada, difunto, mando que se le paguen de mis bienes, y está en prenda dello la dicha negra y negrillos sus hijos en poder del dicho Tineo. Yten, declaro que devo a Pedro Charte, ynpresor de libros de la ciudad de México, en Nueva España, cuyos poderes y recaudos tiene en esta ciudad para la cobrança dellos Melchior Pérez del Rincón, dos mil y treçientos pesos de a nueve reales poco más o menos, por los

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quales me a tenido executado y preso el dicho Melchior Pérez y me tiene fiado de la haz el dicho Diego de Tineo, mando que los dichos dos mil y trezientos pesos o lo que justamente fuere se pague de mis bienes y se saque al dicho Tineo de la fiança, teniendo en quenta yo e pagado al dicho Melchior Pérez del Rincón en quenta dellos çient pesos corrientes de a ocho reales, y no me dio recaudo dellos. Yten, declaro que yo debo cierta cantidad de pesos por dos obligaçiones y una çédula a Juan Fernández de Portachuelo, de serviçio y otras cosas que no me acuerdo la cantidad çierta y me remyto a las dichas escripturas y cédula, mando que se le paguen y se saque de la fiança y depósito que tiene hecha a Francisco de Tineo de los dos negros que el dicho Juan Fernández me tenía presos y executado por ellos. Yten, declaro que yo devo cierta cantidad de pesos a Luis de Ayuso, mercader, por dos escripturas, y para en quenta dello le e pagado cierta cantidad de que no tengo raçón, lo que se le restare debiendo, mando se le paguen y se cobren las escripturas. Yten, declaro que yo devo çierta cantidad por escriptura a la muger de Diego de Tineo, boticario, para en quenta de lo qual le tengo pagado çierta cantidad que no me acuerdo, mando que se le pague lo que justamente le restare debiendo. Yten, declaro que yo debo a Antón, yndio, que me sirvió y al presente está en el monesterio de señor san Francisco, çiento y çinquenta pesos poco más o menos lo que pareciere por canselamyento de quentas fecho entre él y mí, mando que se le paguen de mis bienes. Yten, declaro que yo debo a los bienes de Pedro Pareja, difunto, del resto de el conçierto que entre él y mí ubo, treçientas y quarenta y nueve cartillas pequeñas de la lengua y un cateçismo grande, mando que se le paguen de mis bienes a quien los obieren de aver y se cobre la escriptura. Yten, declaro que yo debo a Alonso, yndio de Taray, mecali del Cuzco, el serviçio de el tiempo que a corrido desde que se asentó

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conmigo por escriptura hasta oy, mando que se le pague de mis bienes. Yten, declaro que yo debo a otro yndio que se llama Juan el serviçio del tienpo que me sirvió, desde el día que entró a mi servicio por escriptura hasta que abrá tres semanas poco más o menos que se fue, mando que se le pague de mis bienes. Yten, declaro que yo enbié al reverendísimo señor Arçobispo de esta ciudad a la provincia de Guaylas, donde andaba visitando con Juan Gutiérrez Portachuelo, abrá un año pocos más o menos, çierta cantidad de cateçismos, confisionarios y cartillas de la lengua para que los distribuyese entre los vicarios y demás personas de su arçobispado y cobrase el preçio dellas, los quales el dicho señor Arzobispo mandó se entregasen a Juan Gutiérrez, su criado, para el dicho hefeto, el qual hiso de reçibo cédula dellos ante Juan Rodríguez, su notario, que tengo en mi poder, donde se declara a los preçios que se avían de dar, para en quenta de los quales se me an pagado treçientos y treynta patagones de a ocho reales y lo demás se me debe, mando que se aberigüe y se cobre todo. Yten, declaro que yo entregué en esta ciudad abrá quatro meses poco más o menos a Ambrosio Martel, clérigo visitador del señor Arçobispo, veinte sermonarios para que los vendiese a razón de a ocho patacones cada uno y me acudiese con lo procedido dello, el qual no me a enviado cossa alguna, mando se cobre dél lo procedido de los dichos libros. Yten, declaro que Juan Ximénez del Río, librero, tiene en su tienda seis libros sermonarios para vender a ocho patacones cada uno, mando que se cobren dél los dichos libros y lo procedido dellos. Yten, declaro que Francisco de Estrada me debe lo que se aberiguó entre mí y él en una quenta que heçimos sobre que e tratado pleito con él ante el señor licenciado don Diego López de Çúñiga, alcalde desta corte, y Juan de Espinar, escribano de provincia, en que estava demandado a que me lo pague, mando que se cobre dél.

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Yten, declaro que Miguel Rodríguez, mercader que fue de libros, me deve por una parte çient pesos ensayados y, por otra, çiento y çinquenta pesos corrientes, mando que se cobren dél. Yten, declaro que fray Antonio Muñoz, de la horden de santo Domingo [me debe] veynte y ocho patagones de a ocho reales de çiertos catecismos, mando que se cobren dél. Yten, declaro que en la contaduría de Su Magestad en la Contrataçión tengo manifestadas çinquenta y siete dozenas de naipes retobadas, las seis y las demás por retobar, de las quales pertenecen y son las veynte dozenas dellas de Juan Gutiérrez Portachuelo, y las treynta y siete dozenas mías, mando que se cobren. Yten, declaro que yo tengo tres esclavos barones llamados Pedro, Francisco y Melchior. Yten, dos negras, la una llamada Antona con dos negros sus hijos pequeños, y la otra se llama Ana. Yten, declaro que yo tengo ochoçientos libros sermonarios de la lengua enquadernados en la prenta [sic]. Yten, declaro que yo tengo ansymismo en la dicha enprenta tresientos catesçismos mayores de la lengua ynpressos en la dicha mi enprenta, enquadernados y por enquadernar. Yten, declaro que yo tengo treçientas y çinquenta cartillas de la lengua, digo que son confesionarios enquadernados y por enquadernar poco más o menos. Yten, declaro que yo tengo en la dicha mi enprenta seteçientas cartillas poco más o menos, enquadernadas y en papel. Yten, declaro que yo tengo enpeçada una inpreçión de un libro llamado bocabulario de la lengua general, de lo qual tengo hecho entre quinze e diez y seis quadernos, y me falta por hazer para acabarse de todo punto nueve o diez quaderno[s], los quales

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mando que a mi costa y por mi quenta se acaven de hazer, de los quales pertenece la otava parte a la Compañía del Nombre de Jesús, mando que acabada de hazer la dicha obra se le dé su parte, y lo demás desto y de todos los demás libros se venda y benefiçie por mis albaçeas por la horden que mejor les paresiere y como más probecho sea, en almoneda o fuera della como a ellos mejor les paresiere. Yten, declaro que yo tengo el aderezo de la enprenta, ymágenes y estanpas y otros muchos bienes que por su proligidad no se espresan aquí, de todos los quales mando que luego que subceda mi falleçimiento mis albaceas hagan inbentario dellos. Yten, declaro que Cristóval de Miranda, enquadernador, tiene en su poder míos duçientos libros sermonarios de la lengua de treçientos que le entregué para enquadernar, y ansimismo le e dado estampas y otras cossas de libros y naipes de que tenemos quentas y conoçimiento, mando que se aberiguare quenta con él de todo y se cobre de lo que me debiere. Yten, declaro que un corte de calças pardas de terciopelo di al calcetero que bive en la calle de los Mercaderes frontero de la botica de Bilvao, que se las di para que me las bendiese en sesenta pesos, mando que se cobren dél las dichas calças o lo procedido dellas. Y para cunplir y pagar este mi testamento y las mandas y legatos y obras pías en él contenidas, dexo y nonbro por mis albaçeas y testamentarios y executores de este dicho mi testamento a Juan de Sagastiçával, escrivano de Su Magestad y tenedor de bienes de difuntos en esta çiudad de Los Reyes, y a Diego de Tineo, boticario, y a cada uno dellos por sí yn solidum, a los quales otorgo mi poder cunplido quan bastante de derecho se requiere y es necesario para que anbos a dos y cada uno dellos de por sí yn solidun entren en mis bienes, y los tomen y vendan en pública almoneda o fuera della como les pareciere y quisieren y por bien tuvieren, e [roto] hagan y cunplan y executen este mi testamento y las mandas y legatos y obras pías en él contenidas y declaradas, y las puedan hazer y

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cunplir aunque sea pasado el año fatal del albaceazgo, y en qualquier tienpo que lo hizieren sea y se entienda ser el tiempo conbeniente y lo puedan hacer. Yten, declaro que yo soy casado y velado según orden de la santa madre higlesia con Catalina Aguda, que al presente está en la provinçia de la Nueva España, y tengo nueva que biene a estos reynos, con la qual ube en dote y casamiento treçientos y çinquenta ducados de Castilla, mando que se le paguen de mis bienes y declaro que al tienpo que me cassé con él [sic] ternía de mi caudal otros tresientos y çinquenta ducados, los quales sacados juntamente con la [roto] dote que sobrare de mis bienes, pagadas las deudas se a de partir primero y aver la dicha mitad que le cupiere a la dicha Catalina Aguda, mi muger, mando se acuda con ello y con la dicha su dote. Y cunplido y pagado este mi testamento y las mandas y legatos y obras pías en él contenidas y declaradas, en el remanente que de los dichos mis bienes quedare y derechos y açiones, dexo y nonbro por mi universal heredero en todos ellos a Pedro Ricardo, mi hermano, residente en la ciudad de Beneçia, y por tenedor dellos al dicho Juan de Sagastiçával, mi albacea, para que cumplido y pagado el dicho mi testamento, lo que restare de la dicha mi herençia los enbíe a la dicha ciudad de Beneçia a poder del dicho Pedro Ricardo, mi hermano, por la horden que a él le pareçiere, y reboco y anulo y doy por ninguno e de ningún valor ni hefeto otro qualquier testamento o testamentos, codiçilio o codiçilios que antes deste aya hecho por escripto o por palabra que quiero que no valgan ni hagan fe en juiçio ni fuera dél, salvo este que al presente hago y otorgo, que quiero que balga por mi testamento, última y prostrimera [sic] voluntad, en testimonio de lo qual lo otorgué ansí en la manera que dicha es ante el presente escrivano público y testigos yuso escriptos. Que es fecho y otorgado en la ciudad de Los Reyes de el Perú, en veinte y dos días del mes de abril de mil e quinientos y ochenta y seis años, estando presentes por testigos y bieron firmar su nombre al dicho otorgante, al qual doy fe que conozco. Carlos de Maluenda y Hernando Bernaldo de Murguía y Francisco de Cantos y Francisco del Campo y Diego Bernal, estantes en esta corte. Va entre

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renglones Cristóval. Testado que Pedro, curchilladas, enmendado arte. Antonio Ricardo [rubricado] Passó ante mí, Juan Manuel Escrivano público [rubricado]

Derechos, peso y medio.

AGN. Protocolo del escribano Juan Manuel, nº108, años 15851586, ff. 106r-111r. 3] Codicilio del impresor Antonio Ricardo (25 de abril de 1586) En la ciudad de Los Reyes, en veynte y cinco días del mes de abril de myl quinientos y ochenta y seis años, ante my el presente escribano y testigos, Antonio Ricardo, natural de la ciudad de Turín en el Piamonte, hijo legítimo de Sebas­tián Ricardo y de Guellama Palodi, difuntos, naturales que fueron el dicho my padre de Montis Sel, en Monte Ferrato, y la dicha my madre, de la dicha ciudad de Turín, estando en­fermo en la cama de la enfermedad que Dios Nuestro Señor fue servido de le dar y en su buen juicio y entendimiento na­tural dixo: que por cuanto él tiene hecho y otorgado su testa­mento última y postrimera voluntad ante el presente escrivano en veynte y dos días deste mes y año, el qual dexando en fuerza y vigor, ratificándole como por esta presente carta ratificaba y ratificó, aprobaba y aprobó agora de nuebo por bía de codicilio, declararía y declaró lo siguiente: Primeramente, hordena y manda que sea su albacea para cumplir el dicho su testamento y este codicilio y lo demás que adelante hisiere y ordenare, juntamente con los demás albaceas que tiene en el dicho su testamento ya nom­brados por la forma y orden que tiene hordenado y nombra­dos en el dicho su testamento como en él nombrados, al pa­dre Pedro de Salamanca, retor de la Compañía del Nombre de Jesús, el qual tenga mi poder y facultad que tengo dado así además en el dicho mi testamento contenidos.

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Yten, ordena y manda que de sus bienes se den en limosna para la obra del colegio y casa del Nombre de Jesús de esta ciudad de Los Reyes quatrocientos pesos corrientes de a nueve reales el peso, por la merced y buena obra y comodidad que siempre se le a hecho en la dicha casa con dársele lugar para su enprenta; y por la presente suplica y ruega se le haga merced de continuar en hacerle la dicha merced, para que se prosiga y acave de ymprimir el bocabulario que está empeçado a empremir y lo demás que se ofreciere. Yten, declara que en los dichos bocabularios, que se están ymprimiendo, tiene cient cuerpos Francisco del Canto, su oficial, manda que acabados de ymprimir con los demás dichos se le den y entreguen al dicho Francisco del Canto los dichos cient cuerpos, y que ansí mismo se le dé y pague lo que se le debiere conforme al asiento y concierto que con él tiene echo, y con la brevedad que obiere lugar de sus bienes por el buen servicio que le a hecho. Yten, ordena y manda que todas las escrituras y cédulas que suyas parecieren por donde hubiere alguna cosa se paguen de sus bienes. Yten, declara que en la ciudad de León de Francia le parece aber recibido a diversas personas por escrituras y recaudados hasta myl pesos poco más o menos, manda que de sus bienes se paguen lo que pareciere deberse. Yten, declara que en la ciudad de Benecia le parece ser deudor a diversas personas de cuyos nombres al presente no se acuerda, por escrituras y recaudos de que fue fiador Pedro Ricardo, mi hermano, otros myl pesos corrientes poco más o menos, manda que se paguen a quien se devieren de sus bienes. Yten, declara que en la dicha ciudad de Turín, de donde es natural, debe hasta ciento e cinquenta ducados de Castilla poco más o menos a Juan Argentarlo, manda que se le pague de sus bienes lo que pareciere por la escritura que de ello ay.

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Yten, declara que en la ciudad de Turín debe a Gerónimo Fariña, su amo que fue, doze ducados sin recaudo alguno, manda que se le pague de sus bienes. Yten, declara que en la villa de Medina del Campo debe a demi [roto] Renaute, a cuyo cargo hace de cobrar lo procedido de los misales y breviarios del reçado toledano de la iglesia de la ciudad de Toledo, trescientos pesos corrientes de a nueve reales poco más o menos de que hay escritura y recaudo, manda que se paguen de sus bienes lo que pareciere debérsele. Yten, declara, quiere y hordena y manda que las obras por él impresas en esta ciudad no se vendan en almoneda, sino que los dichos sus albaceas den horden de que se vendan y beneficien por la horden que yo tengo comunicado con ellos y conforme a la merced que de Su Excelencia tiene. Yten, ordena y manda que en caso que Pedro Ricardo, su hermano, a quien deja por heredero en el dicho su testamento, sea fallecido sin dejar hijos legítimos, subcedan en la dicha herencia los hijos de Malgarida, hermana de mi madre, que reside en Altuzan de Monte, una legua de la dicha ciudad de Turín, y los hijos de Jacome Palodi, hermano de dicha mi madre, a los quales en el dicho caso nombró por sus universales herederos en el dicho remanente de sus bienes, para que los hayan y hereden por iguales partes. Yten, ordena y manda que de sus bienes se envíen a la dicha ciudad de Turín myl pesos corrientes de a nueve reales el peso, y se den de limosna al ospital de los pobres de la dicha ciudad. Con las quales dichas declaraciones y mandas, quiere y manda que se cumpla el dicho su testamento y este su codicilio en todo y por todo como en ellos se contiene, y declara y lo otorgo ansí y fyrmó de su nombre, al qual doy fe que conozco. Siendo testigos Alonso de Montoya y Gerónimo Nuñes y Francisco Ramos y Carlos de Maluenda y Diego Martín Cabello, estantes en esta corte.

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Yten, declara y manda que debe al licenciado Ximenes, médico que le cura, doze pesos corrientes de un poco de grana que le dio, manda que se le paguen con más cinquenta pesos corrientes de a nueve reales el peso, que le manda por el trabajo y ocupación que a tenido en curarle y así lo otorgó y firmó, siendo testigos los susodichos. Antonio Ricardo [rubricado] Pasó ante mí, Juan Manuel Escribano [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Juan Manuel, nº 108, años 15851588, ff. 114r-115v. 4] Carta poder de fray Juan de Vega a Diego Álvarez Gaibor para la impresión del Nuevo arte de gramática, obra del primero (19 de marzo de 1596) Sepan quantos esta carta vieren cómo yo frai Juan de Vega, fraile profeso y sacerdote de la orden de Sant Francisco, conven­tual en la casa y convento de la dicha orden desta ciudad de Los Reyes del Pirú, por virtud de la licençia que tengo del padre fray Bernardo de Gamarra, guardián del dicho convento que [testado: del thenor siguiente] firmada de su nombre y sellada con el sello del dicho convento es del thenor siguiente: [en blanco] e della usando, otorgo y conozco que doy e otorgo todo mi poder cumplido quan bastante de derecho se requiere e más puede e deve haber a Diego Álvarez Gaibor, mercader que al presente está de camino para los reinos de España, para que en mi nombre pa­rezca ante Su Magestad, e suplique e pida licencia e previlegio para poder ympri[mi]r un libro de Nuevo arte de gramática que yo e he­cho en este dicho convento, e hazer ympri[mi]r el dicho Arte en Es­paña o fuera della en la parte que le pareçiere, y vender e dystribuir los cuerpos que se ymprimieren y vender el privilegio e merced que se me hiziere por el tiempo que le pareçiere, e dar poder a otras personas para que

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lo hagan ymprimir y distribuir en otras par­tes y tomalles quenta dello e del dinero que de todo ello procediere, haga lo que con él tengo tratado e comunicado y conforme a la orden e memoria que le diere. E en el tiempo que el dicho Diego Álvarez Gaibor estuviere en Castilla, no vendiere el dicho privilegio e ympresión del dicho arte, después de aver distribuido e vendido los cuerpos de libros que uviere hecho ymprimir, del tiempo que sobrare en el privilegio e merçed que Su Magestad me die­re para la dicha ympresión, sostituya este poder para dalla en María Blázquez de Vega, mi hermana, muger de Juan Garçía, el Moço, vezino de Guadalupe, y si fuere muerta, en los hijos o hijas que della uvieren quedado, y si no uviere dexado hijos e hijas la dicha mi hermana, le sostituya en el licenciado Alonso de Vega, mi her­ mano, o en sus herederos si fuere muerto, para que la tal persona o personas en quien lo sostituyere, goze del tiempo que quedare por correr de la merçed que Su Magestad me hiziere para la dicha impresión del dicho Nuevo arte después que el dicho Diego Álva­rez Gaibor les sostituya este dicho poder, que yo desde agora para entonçes se lo doy e otorgo para que puedan gozar dello como de cosa suya propria, que para todo ello y lo dello dependiente, doy e otor­go este dicho poder al dicho Diego Álvarez Gaibor y le relievo en forma de derecho, en testimonio de lo qual otorgo esta carta ante el escrivano e testigos. Que es fecha en la dicha çiudad de Los Reyes del Pirú, en el dicho convento de San Francisco a diez e nueve días del mes de março de mil e quinientos e noventa e seis años. Siendo testigos Lorenço de Ocampo y fray Antonio de Aguilar y fray Pedro de Abrego, y el otorgante que conozco firmó su nombre. Va entre renglones e dar poder a otras personas que lo hagan ymprimir e distribuir en otras partes e tomalles quenta dello. Vala. Y va testado s del thenor siguiente. No vala. Fray Joan de Vega [rubricado] Ante mí, Pedro Arias Cortés Escrivano y [receptor?] [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Pedro de Arias Cortés, nº 10, años 1582-1599, ff. 543r-544r.

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5] Concierto entre Bartolomé de Acuña Olivera y el impresor Antonio Ricardo para la impresión de la Miscelánea austral (1 de mayo de 1602) [Al margen:] Conçierto y obligación. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Bartolomé de Acuña, colesial en el colesio real desta çiudad de Los Reyes del Perú, en boz y en nombre de don Diego de Ávalos e Figueroa, vezino de la çiudad de la Paz destos dichos reynos, en virtud del poder que del susodicho, tengo que su tenor es como se sigue: [Al margen:] Poder. Sepan quantos esta carta de poder bieren cómo yo don Diego Dávalos y Figueroa, vezino feudatario de la ciudad de Nuestra Señora de la Paz del Pirú, residente al presente en este balle de Mecapaca, distrito de la dicha çiudad, otorgo e conozco por esta presente escritura que doy e otorgo todo mi poder cumplido, libre y lleno de la sustançia que de derecho se requiere y es nescesario a Diego de Aguilar y de Córdoba y a don Françisco Fernández de Córdoba, su hijo, consiliario del colexsio de su Magestad en la ciudad de Los Reyes, y a el licençiado Pedro Gonçales de las Quentas, y a Bartolomé de Acuña Olibera, colexsial en el dicho colexsio, residentes en la dicha çiudad de Los Reyes, y a cada uno dellos por sí ynsolidum espeçialmente, para que por my y en mi nombre y ansí como yo mesmo propio, representando en este caso mi misma persona puedan pareçer y parezcan ante su excelencia del señor don Luys de Velasco, caballero del horden de Santiago, virrey y gobernador destos reynos, y presentar un libro escrito de mano yntitulado la Miçelánea austral de don Diego Dávalos y Figueroa, y pedir e suplicar a su Excelençia se sirba de conçeder licençia y facultad para que se ymprima en la dicha çiudad de Los Reyes o en otra qualquier parte destos reynos, y que se pueda bender públicamente. Y en razón de lo susodicho, den y presenten qualesquier memoriales y pedimientos así ante su Excelençia como ante qualesquier tribunales e juezes de qualquier fuero e juridición, hasta que aya de-

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bido efeto la dicha licençia y el dicho libro se ymprima; y ansimismo les doy este dicho poder para que conçedida la dicha liçençia y merced se puedan conçertar y concierten con Antonio Ricardo, ynpresor en la dicha çiudad de Los Reyes, o con otro que lo pueda hazer, en razón de la dicha ynpresión por el precio o preçios y con las condiciones que les parescieren y por bien tubieren, y [nos] obligamos a la paga de lo que concertaren, que yo me obligo a lo dar e pagar en la parte y lugar y a los plazos que por ellos fuere conçertado, y para que después de ympreso los dichos libros los puedan bender o hazer de ellos lo que por mis cartas y abiso yo escribiere, y sobre ello hagan y otorguen las escrituras de conçierto y obligación y otras qualesquier con las fuerças y firmezas y sumisiones y renunciaciones de leyes y de fuero que para su efeto y balidaçión conbengan, que siendo fechas y otorgadas las dichas escripturas yo las otorgo, apruebo e ratifico y he por buenas e valederas, y me obligo de las guardar y cumplir a la letra sigún y como en ellas se contubiere, sin ecetar ni reservar cosa alguna dello en ellas contenido so las penas que en ellas y en cada una dellas se contubiere. Y para aber por firme este poder y lo que por virtud dél fuere fecho, autuado y otorgado, obligo a mi persona y bienes abidos e por aber, y doy poder cumplido a qualesquier justicias y juezes del rey nuestro señor, de qualquier fuero y juridición que sean doquier y ante quien esta escritura fuere presentada y pedido por su cumplimiento, debaxo de cuyo fuero y en espeçial a las justicias y juezes de la dicha ciudad de Los Reyes me someto y acuso ser conbenido, renunciando como renuncio el que tengo y otro qualquier que tenga e gane e la ley si conbenerid de jurisdiçione omniun judicun, para que a ello me apremien como por sentencia passada en cosa juzgada, e renuncio qualesquier leyes que sean en mi favor y la del derecho que dize que general renunçiación de leyes fecha non bala, en testimonio de lo qual otorgué la presente escritura de poder ante el presente escrivano del rey nuestro señor, y testigos de yuso escritos. Que es fecha e passó en el dicho valle de Mecapaca, a cinco días del mes de setiembre de mil e seyscientos e un años. Siendo testigos Andrés de Segobia Mançaneda y Rodrigo Alonso y Diego de Castilla, residentes en el dicho valle, presentes, y el dicho otorgante, a el qual yo el dicho escrivano doy fe que conozco, lo firmó

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de su nombre. Don Diego Dávalos y Figueroa. Fernando de Nágera Arauz, escrivano de Su Magestad. Va testado do dezía que yo y testado sino. Yo Fernando de Nágera Arauz, escribano del católico rey Nuestro Señor en la su corte, reynos y señoríos, residente en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz del Pirú, doy fe de lo que dicho es según que ante my passó, y fize aquí mi signo en testimonio de verdad. Fernando de Nágera Arauz, escribano de Su Magestad. En birtud del qual dicho poder y usando dél, yo el dicho Bartolomé de Acuña Olibera, otorgo y conozco que estoy concertado con bos Antonio Ricardo, ympresor residente en esta ciudad que estays presente en esta manera: que abeys de ymprimir cien cuerpos del libro que el dicho don Diego Dávalos conpuso yntitulado primera parte de la Miselania Austral, que a de ser la dicha ympresión de a quarta, y de la letra pequeña la prosa, y verso de la cursiba bastardilla, los quales dichos çien cuerpos abeys de ymprimir dentro de nuebe meses cumplidos primeros siguientes que corren y se cuentan desde oy, y para hazer la dicha ympresión os tengo de dar todo el papel que tubiéredes neçesidad, y más por el trabaxo y yndustria que abeys de tener, obligo al dicho don Diego Dávalos y Figueroa a que os dará y pagará mil y duzientos pessos de a ocho reales el peso, pagados en esta manera: quatrocientos pesos luego de contado, y otros quatrocientos pessos de la dicha plata de oy en quatro meses y medio, y los quatrocientos pessos restantes para el día que acabareys de hazer la dicha ympresión, que a de ser al fin de los dichos nuebe meses que se an de contar desde oy dicho día, y se os permite a vos, el dicho Antonio Ricardo, que ymprimays cien cuerpos del dicho libro, poniendo bos el dicho Antonio Ricardo el papel a vuestra costa; y con esta obligo al dicho don Diego Dábalos y Figueroa a que os dará todo el papel que tuviéredes nescesidad para los cien cuerpos del dicho libro que abeys de ymprimir para el dicho don Diego, y más los mil y duzientos pessos pagados en esta ciudad a los plazos y tiempos de suso declarados. E yo el dicho Antonio Ricardo, que presente soy a lo que dicho es, otorgo e conozco que aceto esta escritura y me obligo a ymprimir para el dicho don Diego Dávalos y Figueroa los dichos cien cuerpos de libros de la dicha primera parte de la Miselania Austral, de

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a quarta y de la letra por vos el dicho Bartolomé de Acuña Olibera arriba declarada, los quales dichos cuerpos del dicho libro ymprimiré dentro de nuebe meses cumplidos primeros siguientes que corren y se cuentan desde oy dicho día, dándome todo el papel que tubiere nescesidad para la dicha ympresión, y más los dichos mil y duzientos pessos de a ocho reales pagados por la horden por bos dicha y declarada; y si dentro de los dichos nueve meses no ubiere acabado de ymprimir los dichos cien cuerpos del dicho libro, me abeys de poder el dicho don Diego, o bos el dicho Bartolome de Acuña Olivera, o la persona que tuviere poder del dicho don Diego, conpeler y apremiar por todo rigor de justicia a que cumpla con hazer la dicha ympresión, y me obligo de la empeçar desde luego y no alçar la mano de la dicha ympresión hasta que la aya acabado, so pena de que como dicho es me puedan apremiar a que así lo haga y cumpla. E yo el dicho Bartolomé de Acuña Olivera, obligo al dicho don Diego de Ávalos y Figueroa a que dará e pagará a vos el dicho Antonio Ricardo para la dicha ynpresión los dichos un myl e duzientos pesos de a ocho reales como está dicho e declarado, y más el papel que para los dichos çien cuerpos del dicho libro le abeys de ynprimir, según e de la manera que está dicho y declarado, y para ello obligo la persona e vienes del dicho don Diego Dávalos y Figueroa a mí por el dicho poder obligados. E yo el dicho Antonio Ricardo obligo mi persona e bienes abidos e por aber, y damos poder cumplido a todas e qualesquier justicias e juezes de Su Magestad de qualesquier partes que sean, al fuero y juridiçión de las quales y de cada una dellas me someto yo el dicho Antonio Ricardo, e yo el dicho Bartolomé de Acuña Olibera someto al dicho don Diego Dávalos, mi parte, renunciando como renunciamos por my y en el dicho nombre nuestro propio fuero y juridición y el suyo, para que por todos los remedios y rigores del derecho y vía executiva me conpelan, y al dicho don Diego Dávalos a la paga y cumplimiento desta escritura como por sentençia pasada en cosa juzgada, sobre que por mí y en el dicho nombre renunçiamos todas e qualesquier leyes, fueros y derechos que sean en nuestro favor y que en este casso nos podamos y pueda aprovechar,

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y la ley real del derecho que dize que general renunciación de leyes fecha non bala. Que es fecha y otorgado [sic] en la dicha ciudad de Los Reyes, a primero día del mes de mayo del año de mil e seyscientos y dos, y los otorgantes, que yo el escribano doy fe conozco, lo firmaron de sus nombres en este registro. Testigos Estevan de Balverde Francisco de Cobos y Juan Lobato presentes. Antonio Ricardo [rubricado] Bartolomé de Acuña Olivera [rubricado] Ante mí, Cristóval de Quessada Escribano público [rubricado] Derechos, 90 maravedíes [5 tomines?] AGN. Protocolo del escribano Cristóbal de Quesada, nº 1553, año 1602, ff. 509r-512v. 6] Carta de obligación del impresor Francisco del Canto y Pedro de Salvatierra en favor del impresor Antonio Ricardo (18 de julio de 1605) [Al margen:] Francisco del Canto y Pedro de Salbatierra por 1.000 pesos de ocho reales. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo Francisco del Canto, morador en esta ciudad de Los Reyes del Pirú como deudor principal, y Pedro de Salvatierra, otrosí morador en ella como su fiador e principal pagador, que salgo y me constituyo del susodicho, y sin que contra él ny sus bienes preceda escursión ni otra deligencia alguna aunque de derecho se requiera, porque este veneficio con el de las esperas y espensas renuncio, y ambos a dos, principal y fiador juntamente, y de mancomún a voz de uno y cada uno, de nos y de nuestros vienes por sí y por el todo ynsolidun, renunziando como renunciamos las leyes, fueros y derechos que disponen en razón de la mancomunidad, divissiones y escursión como en ellas se contiene, otorgamos que nos obligamos a que daremos y pagaremos a Antonyo Ricardo, ympresor de libros que está presente

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o a quien su poder y caussa obiere, dos mil pessos corrientes de a nueve reales que le devo yo, el dicho principal, de resto de tres mil pessos corrientes de a nueve reales que prozeden de compra de las prensas, moldes y estampas y demás aderentes para ympresión de libros que yrán declarados, porque los un mil pessos a nueve reales a cumplimyento a la dicha cantidad se los e pagado al dicho Antonyo Ricardo en esta manera: quatrocientos pessos de a nueve reales en dos partidas, la una de çient pessos y la otra de trescientos, que le di y pagué en la tienda de Miguel de Velilla, y de ambas partidas me dio carta de pago firmada de su nombre, y otros quatrocientos pesos de a nueve reales que le libré en Jhoan de Bustamante, mercader, y los doscientos pessos restantes que le di y libré en Andrés de Hornillos, y así quedó e restó debiendo los dichos dos mil pessos corrientes de a nueve reales deste deudo, y las cossas de que prozeden son las siguientes: – Primeramente veinte e tres ynstrumentos para fundir letras 23. – Más unas matrizes del salterio grande de sevillano. – Otras matrizes de la atanasia grande de dos linyas. – Mas otras matrizes del gran cánon cursiva. – Otras matrizes del romanze de Antonio Ricardo. – Otras matrizes del romance grande. – Más otras matrizes del romance mediano que llaman glossa. – Más otras matrizes de la glossa del mysal sevillano. – Más otras matrizes del romance mediano. – Otras matrizes del romance pequeño. – Matrizes de dos líneas grandes. – Matrizes de fray Luis con sus versales. – Matrizes del brebiario castellano. – Matrizes antiquíssimos. – Otras matrizes del mysal sevillano. – Otras matrizes de canto llano mediano. – Matrizes de brebiario pequeño. – Matrizes de un avezedario de letras lumynadas de romanze. – Matrizes yluminadas de dos líneas de romanze en cobre. – Matrizes del bribiario. – Matrizes del grifo cursiva. – Otras matrizes de atanassia mediana.

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– Punzones de bersales de la atanassia. – Matrizes y lumynaras del romance por justificar. – Punzones grandes de las miñaturas. – Matrizes de la glossa del misal sevillano. – Letras fundidas de dos líneas en que se ymprimyó el salterio grande. – Matrizes de la glossa del mysal. – Quarenta y cinco punzones de diferentes letras. – Matrizes del canto grande en que fundí el salterio, y no llevan pauta porque la corte de madera. – Una caxetilla con justificaziones e matrizes de todos los moldes. – Una petaquilla llena de matrizes del libro de Fonllana. – Ciento y cinquenta y seis letras grandes de abezedario cortadas de madera, y las ocho grandes hasta a.b.c.d.e.f.g.h. ricas cortadas en bronze -------156. – Setenta y siete principios para de a pliego y de a quarto y de a otavo, y armas y otros frissos para adornos de libros ------077. – Ciento y setenta y seis estampas de Ysopo-----176. – Sesenta y nueve estampas de deboción chicas y grandes de diferentes santos, de Nuestro Señor y de Nuestra Señora -----069. – Quinientas y cincuenta estampas y figuras del flos santorum grande y chico, con otros del diurno y oras y otras cossas diferentes ---- 550. – Quarenta y ocho estampas de pliego de santos y santas y apóstoles de todas diversas suertes -----048. – D os prensas corrientes y molientes como están y an travaxado hasta agora, siete ramas de hierro chicas y grandes con sus tornillos, llaves y frasquetas, punturas y seis balas de dar tinta. – Labador donde las formas. – Más el saco con su cazoleta donde se hace humo para la tinta. – Más siete cajas cumplidas en que se conpone y desconponen las letras, y más otra media. – Más los vancos en que se ponen las dichas cajas. – Más diez y seis tablones de ymponer formas y moxar papel. – Más dos bancos grandes en que se asientan para componer. – Más diez galeras grandes y dos pequeñas para componer letras. – Más cinco tablones grandes en que se ponen las letras. – Más una olla grande bidriada y un serbidor y una olla chica con verniz para la tinta.

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– Más una caja de guarniziones de madera para ymponer las formas de toda suerte. – Un par de cardas para cardar la lana de las balas de dar tinta. – Los colgadores con sus cuerdas en que se cuelga la obra. – Ochenta myl letras de la letra de fray Luis, en que abrá seis formas -------80U000 – Más de la cursiva de fray Luis, forma y media --------30U000 – Quatro formas de letra de la tanasia grande ----20U000 – Más seis de la letra del romanze en que están compuestas de ordinario quatro formas de cartillas grandes y dos de chicas e lo demás que quedan en la caxa ---------12U000 – Más todos los patrones de todas las estampas, brochas, escudillas, platos y colores que obiere fechas. Todo lo qual de suso va referido lo tomo en my comprado yo el dicho principal, en los dichos tres myl pessos corrientes de a nueve reales, y todo ello lo e resçevido e tengo en my poder realmente, y con efeto de que ambos a dos, principal y fiador, nos damos por contentos y entregados, e renunciamos la exzeción e leyes del entrego a prueva dél, y los dichos dos mil pessos de a nueve reales deste dicho deudo debaxo de la dicha mancomunydad ymsolidum, le daremos y pagaremos en esta manera: los un mil pesos dellos de oy día de la fecha desta carta en un año cumplido primero siguiente, y los otros myl pessos restantes en otro año en adelante, que ambos plazos an de ser dos años que corren desde oy en dicho día, y se los daremos y pagaremos en esta ciudad o en otra qualquier parte que nos fueren pedidos o demandados, o los bienes de nos o qualquier de nos hallados con las costas de la cobranza, e haziendo la paga de los dichos pessos fuera desta dicha çiudad hasta llegar a ella venga transferido el señorío y dellos en el susodicho e por nuestra quenta, costa y riesgo, y a la paga y cumplimiento de ello obligamos nuestras personas y bienes habidos y por haber, y no ynobando ni alterando la obligación general a la especial, ny por el contrario ypotecamos por espeçial y expresa ypoteca las dichas prensas, moldes, estanpas y demás aderentes de ympresión que ban declarados que son de los que procede este deudo, para no los poder vender ni parte alguna dello hasta haber pagado los dichos dos myl pessos; y la venta y enaxenaçión u otra dispossizión que

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de otra manera se hiziere, sea en sí ninguno e de ningún valor ny efeto. E yo el dicho Antonio Ricardo, que presente soy, açepto esta escriptura y declaro haver resçivido del dicho Françisco del Canto los dichos un myl pessos corrientes de a nueve reales a quenta de los tres myl pessos en que le e vendido los dichos moldes y aderentes según e por el orden y forma y en las cantidades y partes que va declarado de que me doy e otorgo por contento y entregado a my voluntad, [...] e todos tres como dicho somos, lo otorgamos en la manera y forma que dicha es, ante el escrivano público y testigos en la dicha ciudad de Los Reyes, en diez y ocho días del mes de julio de mil y seiszientos y cinco años, y los dichos otorgantes que yo el escrivano doy fe que conozco lo firmaron de sus nombres en el registro, siendo a ello presentes por testigos Andrés de Hornyllos y Antonio de Rivera e Pedro de Zamora, residentes en la dicha çiudad. Francisco del Canto, Pedro de Salvatierra, Antonio Ricardo. New York Public Library. 7] Carta de fianza de Pedro de Salvatierra en favor del librero Andrés de Hornillos en el litigio sobre el costo de la edición de un libro del padre Juan de Criptana (7 de octubre de 1605) [Al margen:] Fiança. Pedro de Salvatierra por Andrés de Ornillos. Fecha. En la ciudad de Los Reyes del Pirú, en siete días del mes de octubre de mil y seiscientos e cinco años, ante mí el escrivano e testigos, pareció pressente Pedro de Salvatierra, morador en esta di­cha çiudad, a quien doy fe que conozco, y dixo que por quanto ante su excelencia del señor Conde de Monterrey, virrey destos reinos, está caussa pendiente por casso de govierno entre partes, de la una el procurador general de la horden de San Agustín, y Andrés de Ornillos, mercader de libros morador en esta dicha çiudad, de la otra, sobre la diferencia de la estampa del Perfeto cristiano del pa-

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dre fray Juan Criptana, de la dicha horden, en el qual por el dicho Andres de Ornillos, por petiçión que ante Su Excelencia presentó, suplicó se le diese lizencia para vender cien libros de los sobredichos con fianças que ofreçió de estar a derecho, por aver proçedido al dicho negoçio con lizençia de Su Excelencia, como porque de la dilaçión se le siguía grave daño en aver gastado mucha hacienda en la emprenta en virtud de la dicha liçencia, e perder ocassión en vender los dichos libros, y tener concertados dellos con personas que se yvan fuera de esta çiudad, y Su Excelencia por su decreto mandó que dando fianças de estar a derecho por el ynteresse de lo juzgado e proveydo por govierno en el caso sobre la dicha diferencia que está pendiente entre el dicho procurador general e Andrés de Ornillos se alçasse el emvargo, para en quanto a la permissión de vender los dichos cien cuerpos de libros, como más largo consta por la dicha petición y decreto a que se refiría, y conforme a ello, el dicho Andrés de Ornillos le a pedido salga por fiador, y él lo a tenido por vien y lo quiere anssí hacer, por tanto dixo y otorgó que se constituya e constituyó por tal fiador y principal pagador del dicho Andrés de Ornillos, y se obligó en tal manera, que el susodicho estará a derecho sobre el ynterés de lo juzgado e proveydo por gobierno, en el dicho casso sobre la dicha diferençia que está pendiente entre el dicho procurador general y Andrés de Ornillos, el qual pagará el ynteresse de lo ansí juzgado o proveído por gobierno, luego y cada y quando que le sea mandado, y no lo haciendo e cumpliendo anssí, él como su fiador y principal pagador e haciendo como haçe de deuda agena suya propia, e sin que contra el dicho Andrés de Ornillos principal en sus vienes preceda escurssión ni otra deligencia alguna, porque este veneficio con el de las esperas y espenssas espressamente renunció, estará a derecho sobre el dicho ynterés de lo juzgado y proveydo por govierno en el caso sobre la dicha diferençia de susso referida, lo qual pagará luego que dello conste y cada quando que le sea mandado, llanamente y sin pleito alguno, con más las costas que sobre ello se recrecieren, y al cumplimiento y paga de lo que dicho es obligó su persona y vienes avidos e por aver, y dio su poder cumplido a los jueces y justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean, al fuero e juridicción de las quales y de cada una de ellas y especial a las desta dicha çiudad y corte que en ella reside, se obligó y sometió con la dicha

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su persona e vienes, e renunçió el suyo propio y la ley que dize que el actor debe seguir el fuero del reo, para que a lo que dicho es sea compelido y apremiado como por sentencia difinitiva passada en cossa juzgada, e renunçió todas y qualesquier leyes, fueros y derechos de su defenssa y la general que lo prohive, y lo otorgó anssí ante my, el dicho escrivano y lo firmó de su nombre, siendo presentes por testigos Cristóval de Toledo y Gerónimo Juárez y Juan Marques, residentes en esta çiudad. Va entre renglones destar en el casso de suso referido. Pedro de Salbatierra [rubricado] Ante mí, Pedro de Velorado Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, 6 reales.

AGN. Protocolo del escribano Pedro de Velorado, nº 1971, años 1602-1610, ff. 272r-273r. 8] Carta de obligación del impresor Francisco del Canto en favor del licenciado Manuel Correa para la encuadernación de 500 ejemplares del Libro de la oración y meditación de fray Luis de Granada, impresos por el primero (12 de octubre de 1607) [Al margen:] Obligación. Sepan quantos esta carta de obligaçión vieren, cómo en doze días del mes de otubre de mil y seiscientos y siete años, ante mí el escrivano y testigos aquí contenidos, paresçió presente Francisco del Canto, ympresor de libros desta çiudad de Los Reyes, a quien yo el escrivano doy fe que conozco, y otorgó aver resçevido y tener en su poder del licenciado Manuel Correa, presvítero, quinientos libros Oratorios de fray Luis de Granada, inpressos en su inprenta, los quales se obliga de enquadernar en tabla y beçerro, todos dorados con sus manezuelas vien acavados, por preçio de a cinco reales y medio cada uno a su costa, puniendo en ellos todo lo nescessario,

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los quales le a de dar acabados de aquí a el día de Navidad que viene, y si algunos de los dichos libros acavare llanos con florescillas de oro, no esçediendo de la quarta parte, se le an de pagar a quatro reales y medio, y los dorados todos a çinco rea­les y medio, y para en quenta y parte de pago de lo que dicho es confesó aver rescibido del dicho licenciado Manuel Correa çiento y çinquenta pessos de a ocho reales, de que se dio por entre­gado sobre que renunció la exçeçión de la pequnya, prueba y paga como en ella se contiene, y para el cunplimiento obligó su persona y bienes muebles y raízes avidos y por aver, y dio poder a las justiçias y juezes del rey Nuestro Señor para que le apremien como por sentencia passada en cosa juzgada, y renunció todas las leyes, fueros y derechos de su favor y la general en que dize que general renunciación de leyes fecha non vala. Siendo testigos presentes Alonso Pacheco y Alonso de Valencia y Joan Martínez Márquez, presentes, y lo firmó de su nonbre el otorgante. Francisco del Canto [rubricado] Ante mí, Joan Ramírez Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, quatro reales.

AGN. Protocolo del escribano Juan Ramirez, nº 1595, años 1601-1608, f. 379v. 9] Carta de obligación del librero Cristóbal de Bejarano en favor del presbítero Manuel Correa por la encuadernación de 430 ejemplares del Libro de la oración y meditación de fray Luis de Granada (8 de enero de 1608) [Al margen:] Obligación. Cristóval Bexarano, librero, a Manuel Correa, presbítero. Fecho. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo Cristóval Bexarano, librero, residente en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgo y co­ nozco por esta presente carta que he resçebido de Manuel Correa,

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clérigo presbítero que está presente, es a saber, doçientos y ochen­ ta y un cuerpos de libros en papel que son del Oratorio de fray Luis de Granada, hechos en esta ciudad en la enprenta de Francisco del Canto, ynpresor de libros, los quales prometo y me obligo de dar y entregar a el susodicho o a quien su poder hubiere y por él lo aya de aber en qualquier manera, enquadernados con maneçillas en tabla y cabritillas, todos dorados, quaxados y esmaltados la mitad, porque por cada cuerpo dellos me da y paga çinco reales y medio, para lo qual tengo de poner yo todo el recaudo a mi costa, y para en quenta de lo que montare la dicha enquadernaçión, he resçebido del susodicho çinquenta pesos de a ocho reales que me a pagado adelantados de los quales me doy por contento, pagado y entregado a mi voluntad, y en razón del entrego que de presente no paresçe, renunció la eçepción de la no numerata pecunia y leyes del entrego, prueba de la paga como en ellas y cada una dellas se contiene Y ansimismo otorgo que tengo en mi poder del dicho Manuel Co­ rrea y que me a entregado por él Valentín de Acosta, otros çiento y quarenta y nueve Oratorios del dicho Fray Luis de Granada, los çiento dellos acabados, y los otros medio començados, y me obligo de los acabar todos y de se los dar y entregar a el dicho Manuel Co­ rrea, porque me los a entregado por el dicho Valentín de Acosta los çiento acabados y los demás medio començados, y se los entre­garé a el susodicho como dicho es, los çiento llanos en tabla y con maneçillas y los quarenta y nueve dorados quaxados tanbién en tabla y con maneçillas, de la hechura de los quales estoy pagado de lo que en ellos resta por haçer, y lo que está hecho pagó a el dicho Valentín de Acosta, el qual me pagó lo que tengo de haçer en ellos como dicho es, y dello me doy por entregado a mi voluntad sobre que renuncio las leyes del entrego como en ellas se contiene, de manera que destos ciento y quarenta y nueve libros no me a de pagar ninguna cosa el dicho Manuel Correa, y se los tengo de dar acabados de todo pronto para doçe días deste presente mes de henero de la fecha desta carta, y no los dando y entregando a el su­sodicho para el dicho día, pagaré de pena y postura veynte pesos de a ocho reales que se digan de misas a las ánimas de purgatorio, y los doçientos y ochenta y un cuerpos de libros arriba contenidos daré y entregaré a el suso-

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dicho acabados como dicho es en esta çiudad, para en fin del mes de febrero primero que biene deste presente año y no lo cumpliendo ansí, que el susodicho me los pueda quitar y darlos a haçer a otro qualquier librero, y por lo que más cos­tare en qualquier cantidad que faltare de haçer, me pueda executar la liquidaçión y prueba de lo que costare y montare. Ansí en lo uno como en lo otro desde luego lo dexo difirido en el juramento del dicho Manuel Correa, demás de le pagar todos los daños, yntereses y menoscabos que por no entregar a los dichos tiempos se le siguie­ren y recresçieren, y para la paga y cumplimiento de lo que dicho es, obligo mi persona y bienes muebles y rayzes avidos y por aver, y por esta carta doy e otorgo entero poder cumplido a todas y qualesquier juezes e justicias del rey Nuestro Señor de qualesquier partes que sean, al fuero e jurisdicción de las quales y cada una dellas, y en espeçial a las desta dicha çiudad me someto, renunciando mi propio fuero y la ley que diçe que el actor debe seguir el fuero del reo, para que las dichas justicias y qualquier dellas me conpelan al cumplimiento como por sentencia pasada en cosa juzgada, y renuncio qualesquier leies de mi favor y la general y derechos della, y consiento que desta escritura se saquen dos o más treslados, el uno cumplido e pagado, los demás no balgan. En testimonio de lo qual otorgué la presente carta en la dicha çiu­dad de Los Reies, en ocho días del mes de henero de mil y seiscien­tos y ocho años, e yo el presente escrivano público doy fe que co­nozco a el dicho otorgante, el qual lo firmó de su nombre. Siendo pre­sentes por testigos Alonso Ramírez y Gregorio Muñoz y Valentín de Acosta, presentes. Va entre renglones dar, los, por él. Balga. Cristóval Vejarano [rubricado] Ante mí, Francisco Hernández Escrivano público [rubricado]

Derechos, ocho reales.

AGN. Protocolo del escribano Francisco Hernández, nº 819, año 1608, ff. 9r-10r.

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10] Carta de venta del impresor Francisco del Canto en favor de Cristóbal Hernández Galeas de ejemplares de la Gramática y arte, del padre Diego González Holguín (13 de mayo de 1608) [Al margen:] Venta. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Francisco del Canto, ynpresor de livros, morador en esta ciudad de Los Reyes del Pirú, otorgo y conosco por esta pressente carta que vendo a vos Cristóval Hernandes Galeas, residente en esta dicha ciudad que estáis pres­sente, quarenta livros de la lengua general de quichua, que son artes y vocavularios de la dicha lengua, que divididos hacen ochenta cuerpos, los veinte en un tomo e los otros veinte en dos tomos, los quales bos vendo vien obrados y enquadernados, que son de los livros que resceví para enprimyr y enquadernar del padre Diego Gonçales, de la Compañía de Jesús, y estos dichos quarenta livros en los dichos cuerpos de la dicha lengua general son míos e me pertenescen, por quanto el dicho padre Gonçales me los dio y entre­gó por mi travaxo y ynpressión y enquadernassión de todos los cuerpos del livro de la dicha lengua que por él tengo de ynprimir y enquadernar, e de su voluntad y consentimiento vos los vendo en pressio y a raçón de a cinco pessos de a ocho reales cada arte e vocavulario, que es el pressio en que nos consertamos, que montan docientos pessos de plata corriente de a ocho reales el pesso. Y estos dichos quarenta livros en los dichos cuerpos me obligo de vos los dar y entregar a vos o a el dicho Padre Diego Gonçales, pa­ra que vos los dé y entregue bien obrados y enquadernados, para el día de la fecha desta carta en tres meses cumplidos primeros si­guientes a los susodichos, o a quien su poder oviere y a ello se[a] apremiado por todo rigor de justicia, y a que aga el dicho entrego real de los dichos cuerpos de livros en virtud desta escriptura vien echos y vien acavados a vuestro contento. Y si al dicho plazo no los diere y entregare según dicho es a el dicho padre Diego Gon­çales para que los dé y entregue a vos el dicho Cristóval Hernandes Galeas, que demás de ser presso y apremiado

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para ello, hos pagaré las costas e daños que dello se os recrecieren, demás de lo qual si al dicho plaço no entregare los dichos livros al dicho padre Die­go Gonçales para que los dé y entregue a vos el dicho Cristóval Her­nandes Galeas le pagaré cien pesos corrientes de pena que le aplico, en la qual dicha pena y costas quiero ser condenado. E yo el dicho Padre Diego Gonçales, de la Conpañía de Jesús, que soy pressente a lo que dicho es, salgo e me constituyo por fiador del dicho Fran­cisco del Canto, en tal manera que a el dicho plaço de tres meses dará y entregará estos dichos livros enquadernados vien echos e vien acabados al dicho Cristóval Hernandes Galeas, y si me los entre­gare a mí se los daré y entregaré según y como está dicho, donde no, que yo como tal su fiador, sin que se haga escursión de vienes ni diligencia alguna contra el dicho Francisco del Canto, cuyo veneficio e las auténticas y espensas expresamente renuncio, se los daré y entregaré como el dicho Francisco del Canto está ovligado, y esto por raçón de que vos, el dicho Cristóval Hernandes Galeas, disteis y entregáisteis [sic] a el dicho Francisco del Canto los dichos doçientos pessos de a ocho reales que montaron los dichos libros, los quales dichos doçientos pesos yo, el dicho Francisco del Canto, resceví del dicho Cristóval Hernandes Galeas por mano del dicho padre Diego Gonçales en reales de contado en pressensia del escrivano desta carta, de que yo el escrivano doy fe que el dicho Cristóval Hernandes Galeas entregó a el dicho padre Gonçales los dichos docientos pessos de a ocho reales. Y el dicho padre Gonçales los entregó a el dicho Francisco del Canto que los llevó en su poder, e para el cum­plimiento de lo que dicho es obligamos nuestras personas e vienes avidos e por [aver], e damos poder cumplido a las justicias que de lo contenido en esta escriptura y execussión della pueden e deven conoser a cuyo fuero nos sometemos, e renunciamos el nuestro propio e la lei sit convenerit de juridisione oniun judicum, para que a ello nos apremien como por sentensia pasada en cossa jusgada, e renunciamos las leyes e derechos de nuestro favor con la que proíbe la general renunciación de leyes. E yo el dicho Cristóval Hernandes Galeas, que es­toy presente, acepto esta escriptura en mi favor como en ella se contiene. Que es fecha en la ciudad de Los Reyes, en trece días del mes de mayo de mil y seiscientos y ocho años y los otorgantes,

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que yo el escrivano doy fe que conosco, lo firmaron de sus nomvres. Siendo testigos Pedro Xuárez y Luis de Ribera y Agustín de Pineda, residentes en esta çibdad. Va enmendado: Diego, denar, en. Diego Gonçález [rubricado] Francisco del Canto [rubricado] Por testigo Pedro Juárez [rubricado] Diego Hernandes Baeça [rubricado] Ante mí, Rodrigo Gómez de Baeça Escrivano público [rubricado]

Derechos, ocho reales.

AGN. Protocolo del escribano Rodrigo Gómez de Baeza, nº 714, años 1607-1608, ff. 1081r-1082v. 11] Carta de pago y finiquito entre el impresor Francisco del Canto y Cristóbal Bejarano (5 de febrero de 1610) [Al margen:] Francisco del Canto a Cristóbal Bejarano. En la çiudad de Los Reyes, en çinco días del mes de febrero de mil y seiscientos y diez años, ante mí el presente escribano y testigos, pareçieron presentes Francisco del Canto y Cristóbal Vejarano, ynpresores, residentes en esta çiudad, a quien doy fe que conosco y dixeron, que en razón del pleyto y demanda que el dicho Cristóbal Vejarano tiene puesto a el dicho Francisco del Canto sobre los pesos que le pide del tienpo que trabajó en su enprenta, que pasa ante don Lope de Mendoça, alcalde hordinario, y ante Alonso de Carrión, escrivano público y del cabildo desta çiudad, los susodichos por bien de paz y concordia, y por evitar pleytos, costas y diferençia, an aberiguado juntos y por sus personas la quenta de entre los dos en razón de lo que pide el dicho Cristóbal Vejarano, y pareçe por el resumen de las dichas quentas que el dicho Francisco del Canto le es deudor a el dicho Cristóbal Vejarano de setenta y dos pesos de a ocho reales con más quatro reales, y es declaraçió[n] que el dicho Cristóbal Vejarano a de dar y entregar a el dicho Francisco del Canto una prensa de

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enquadernar libros y tres hierros, uno de esmaltar y otro un Jesús y otro una floresita, y entregando esto a el dicho Francisco del [Canto] le a de dar y pagar otros nuebe patacones más de los dichos setenta y dos y medio a el dicho Cristóbal Bejarano, los quales dichos pesos el dicho Francisco del Canto se obliga de dar y pagar a el dicho Cristóbal Bejarano cada y quando y en qualquier tienpo que le sean pedidos y demandados, y con esto el uno a el otro y el otro a el otro se dieron por libres y quitos de todos y qualesquier dares y tomares que entre ellos aya abido y hasta el día de la fecha deste, y el uno al otro y el otro a el otro se dieron carta de pago y finiquito en forma, y para el cunplimiento de lo que dicho es obligaron sus personas y bienes, y deron [sic] poder a las justiçias de Su Magestad para qualquier cunplimiento de lo que a cada uno les toca le apremien como por sentencia difinitiba y bía executiva y todo rigor de derecho, y renunçiaron las leyes de su fabor y la que defiende la general renunçiaçión, y lo firmaron siendo presentes por testigos Juan Ramires de Aguilera y Francisco Moreno y Domingo de Carabajal, presentes. Francisco del Canto [rubricado] Cristóval Bejarano [rubricado] Ante mí, Bartolomé de Toro Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Sin derechos.

AGN. Protocolo del escribano Bartolomé de Toro, nº 1864, años 1617-1618, f. 10r-10v. 12] Concierto entre los libreros Andrés de Hornillos y Tomás Gutiérrez y los impresores Francisco del Canto, Pedro Calderón y Juan de Otárola para la impresión de 500 ejemplares del Arte de Antonio (5 de julio de 1612) [Al margen:] Conzierto. Sepan quantos esta carta bieren cómo nos, Andrés de Hornillos y Thomás Gutiérrez, mercaderes libreros, de la una parte, y Francis-

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co del Campo [sic] y Pedro Calderón y Juan de Otálora, ympresores de libros de la otra, y todos juntos e residentes que somos en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, y juntamente y de mancomún y a boz de uno y cada uno de nos, de por sí ynsolidum por el todo, renunçiando como espresamente renunçiamos las leyes de duobus reis debendi y el auténtica presente ocyta de fide jusoribus y el benefiçio de la dibisión y escursión y la epístola del Div[in]o Adriano y todas las demás leyes que hablan en razón de la mancomunidad, dibisión y escursión como en ellas se contienen, otorgamos que somos conzertados, conbenidos e ygualados y nos obligamos cada uno de nos ynsolidum por el todo, en esta manera: Que nosotros los dichos ympresores nos obligamos de ymprimir quinientos cuerpos de libros del Arte de Antonio, ympreso en Madrid, de la ympresión que se haze en esta çiudad, que sea a la letra del original, y que baya muy bien fecho y acabado y trabaxado a contento de los dichos mercaderes libreros, conforme a otras ympresiones buenas fechas en esta çiudad, y a de llebar el cuadernillo de nombres y berbos puesto en su lugar, todo lo qual abemos de cumplir de nuestra parte dentro de mes y medio que se a de comenzar a correr y contar desde oy, día de la fecha desta carta, con condizión y declarazión que hazemos, que no abemos de ymprimir más de los dichos quinientos cuerpos que abemos de entregar al dicho plazo y los a de firmar todos el dicho Tomás Gutiérrez, y si pareziere aber ympreso más de los dichos quinientos cuerpos, pagaremos duzientos pesos de a ocho reales a los dichos libreros de pena, y para el aberiguazión dello, a de ser bastante prueba ber o hallar algún libro de los que se ymprimen del dicho Arte de Antonio en esta çiudad por firmar, y les relebamos de otra prueba y aberiguaçión alguna, y lo difirimos en lo dicho para que por ello se pueda cobrar de nos, los dichos ynpresores, y de qualquier de nos ynsolidum, los dichos duzientos pesos de a ocho reales de pena. E nos, los dichos mercaderes de libros, lo azeptamos anssí y nos obligamos de que el día que nos entregaren los dichos quinientos cuerpos de libros susodichos, les pagaremos a los sussodichos y a qualquier dellos ynsolidum, sin que el uno tenga nezesidad de poder del otro o a quien poder de qualquier dellos tubiere y qualquier de nos

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ynsolidum, lo que montaren los dichos quinientos cuerpos de libros a razón de a cuartillo cada pliego de papel, y más le daremos todo el papel que para lo susodicho fuere menester, todo lo qual cada uno de nos por lo que nos toca lo cumpliremos e pagaremos en la forma que dicha es, llanamente y sin pleyto alguno, con las costas y gasto de la cobranza y en esta dicha çiudad a nuestra cuenta, costa y riesgo. Y al cumplimiento e paga de todo lo que dicho es, nos todas las dichas partes por lo que a cada uno de nos toca de cumplir e pagar, obligamos so la dicha mancomunidad e ynsolidum nuestras personas e bienes abidos e por aber, e damos poder cumplido a todas las justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y señaladamente a los señores alcaldes de corte de la Real Audiencia, al fuero de los quales nos sometemos e renunçiamos el nuestro e bezindad e la ley sid combenerit de juridiçione omnium judicum, para que por todo rigor de derecho e bía executiba y como si fuese sentenzia difinitiba de juez competente passada en cosa juzgada, nos compelan e apremien al cumplimiento e paga de todo lo que dicho es, y para ello renunçiamos todas las leyes, fueros e derechos de nuestro fabor y la que dize que general renunciación de leyes fecha non bala, y consentimos en que se saquen dos o más traslados para cada parte, el uno cunplido, los demás no balgan. Y lo firmaron los otorgantes que yo el escrivano doy fe conozco, que es fecha en la çiudad de Los Reyes, en çinco días de julio de mil y seiscientos y doze años. Siendo testigos Francisco de Benabides y Francisco Ruiz de Betanzos y Pedro de Molina, residentes en esta corte. Andrés de Ornillos [rubricado] Thomás Gutiérrez [rubricado] Francisco del Canto [rubricado] Pedro de Calderón [rubricado] Juan de Otárola [rubricado] Ante mí, Llebé de derechos y ocupazión ocho reales. Francisco Gonzales de Balcázar Escrivano de Su Magestad [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Francisco González de Balcázar, nº 760, año 1612, ff. 395r-396r.

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13] Carta poder de Domingo Gómez de Silva en favor del librero Miguel Méndez, para imprimir las Gracias e indulgencias de la Virgen del Carmen (11 de diciembre de 1612) [Al margen:] Poder. Domingo Gómez de Silba a Miguel Méndez. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Domingo Gómez de Silba, defenssor general de obras pías y legados en esta çiudad de Los Reies del Pirú, atento a las ocupaçiones que yo tengo para po­der acudir a lo que aquí yrá declarado, en aquella vía e forma que mexor aya lugar de derecho, y en virtud de las licençias que tengo del señor vissorrey de estos reinos e del señor arçovispo e comissario general de la Sancta Cruzada, que por su notoriedad no ban aquí ynsertas, otorgo e conosco por esta pressente carta que doy e otorgo todo mi poder cumplido quan vastante de derecho se requiere y es nescessario para más e mexor valer a Miguel Méndez, librero, residente en esta dicha çiudad, para que en mi nombre y en conformidad de las dichas licençias, pueda hazer e haga ymprimir hasta en cantidad de mil cuerpos de libros, veinte más o menos, de las Graçias e yndulgençias de la horden de Nuestra Señora del Carmen, e para que se pueda hazer la dicha ympresión, pueda hacer e haga qualesquier consiertos con qualesquier ympressores, obligán­ dome a que daré e pagaré la cantidad de pessos que costare la dicha impresión a los tiempos e plazos y según e como se consertare con el dicho ympresor, haçiendo sobre ello las escripturas que convengan con todas las fuerças, sumiçiones, renunciaçiones e demás cláusulas que para su validaçión convengan, que para todo lo que dicho es, le doy e otorgo todo mi poder cumplido con libre e general administraçión e le relevo según derecho, y a el cumplimiento de lo que dicho es, obligo mi perssona e vienes muebles e rayzes avidos e por aver, e renuncio qualesquier leies de mi favor e la ley real del derecho que prohive la general renunciación. Que es fecha la carta en la dicha çiudad de Los Reies, en onçe días del mes de diçiembre de mil y seisçientos y doçe años, y el otorgante que yo el escrivano doy fe conozco, lo firmó de su nombre. Siendo testigos Diego de Loarte e don Juan de Haro e Juan de León, pressentes. Domingo Gómez de Silva [rubricado]

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Ante mí, Francisco Hernández Escribano público [rubricado]

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Sin derechos.

AGN. Protocolo del escribano Francisco Hernández, nº 812, año 1612, ff. 1636v-1637. 14] Concierto entre Francisco del Canto y Miguel Méndez para imprimir cualquier obra que este último le encargare (18 de junio de 1613) [Al margen:] Conçierto entre Francisco del Canto y Miguel Méndez, librero. Sepan quantos esta carta de consierto vieren cómo nos, de la una parte Francisco del Canto, ympressor de libros, e yo Miguel Mendes, librero, ambos vezinos moradores en esta ciudad de Los Re­yes del Pirú, desimos que por quanto nos, ambos a dos de un acuer­do y conformidad somos conbenidos, ygualados y concertados, y por esta pressente carta otorgamos y conoscemos que nos conbenimos, ygualamos y consertamos en la forma y manera siguiente: Que yo, el dicho Francisco del Canto, como tal ympresor de libros, me obligo de ymprimir para el dicho Miguel Mendes, qualesquier libros o tratados que el susodicho me diere para el dicho efeto, ofreziendo yo ymprimir lo que lo susodicho a de quedar y queda a mi elesión y boluntad, siendo la tal ympressión a costa del dicho [Miguel Mendes], y es condissión y me obligo que tomando y reseviendo los tales libros o tratados para ymprimir a costa del dicho Miguel Mendes, no he de poder echar ni imprimir más cantidad de libros o tratados que los que el susodicho me diere y entregare por su quenta, y al tiem­p o y quando el susodicho me los diere y entregare y yo lo reseviré para el dicho efeto emos de haçer nuestros consiertos, por­que como dicho es, el querer ymprimir los dichos libros o tratados a de quedar a mi elesión y boluntad, y reseviéndolos y obligándome de ymprimirlos, no e de poder ymprimir para my ni para otra ningu­na perssona ningún libro o tratado de los que el susodicho me die­re a enpremir, mientras al dicho Miguel Men-

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des le durare la dicha ympressión del tal libro o tratado en bender, eçeto que como de la dicha cantidad no tenga más de sinquenta libros por bender, que en tal casso, e de poder ymprimir para mí o para la persona que yo quisiere, la cantidad de libros o tratados que me pareciere, la liqui­dasión y prueva de cómo el susodicho no tiene más cantidad que los dichos sinquenta libros o tratados desde luego lo dexo difirido en el simple juramento, del dicho Miguel Méndez, por el qual me obligo de llevar y passar sin que sea nesesario de más recaudo alguno que el dicho su simple juramento so pena, que si ymprimiere los dichos libros o tratados teniendo el susodicho más cantidad de los dichos sinquenta libros yncurra en pena y desde luego me doy por condenado y pague a raçón de tres pessos ensayados por ca­da uno de los dichos libros que anssí ymprimiere aplicados por tercias partes, la una para el denunsiador, y la otra para que se digan missas por las ánimas de purgatorio, y la otra terçia parte restante para el dicho Miguel Mendes por los daños, ynteresses y menoscavos que se le puedan caussar por ymprimir los tales libros. Y con esta calidad y condissión y espresso grabamen, nos los susodichos haçemos y otorgamos esta dicha escritura de consierto, por la qual nos obligamos de estar y passar y de no yr ni benir contra ella ni parte della en tiempo alguno ni por alguna manera, so pena que no seamos oydos ni admitidos en juyçio ni fuera dél; e para la firmeza, cumplimiento y paga de todo lo en esta escritura contenido, nos ambos a dos otorgantes della cada uno por lo que le toca y se obliga, obli­gamos nuestras personas y bienes avidos y por aver, y para execusión de ello damos poder cumplido a las justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean, para que a ello nos compelan y apremien como si esta carta y lo en ella contenido fuese sentencia difinitiva de jues conpetente passada en cosa jusgada, serca de lo qual renunsiamos todas y qualesquier leies, fueros y derechos de nuestro favor y la general y derechos della. Fecha la car­ta en la ciudad de Los Reies, en dies y ocho días del mes de junio de mil y seiscientos y treze años, y los dichos otorgantes que yo el escrivano doy fe que conozco lo firmaron de sus nombres, siendo testigos Joan de Herrera y Joan de Melo y Joan Laço de la Peña. Dicha es enmendado.

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Miguel Méndez [rubricado] Francisco del Canto [rubricado] Ante mí, Fernando García Escribano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, seis reales.

AGN. Protocolo del escribano Fernando García, nº 681, año 1613, ff. 699r-700r. 15] Carta poder de Juan de Hevia Bolaño a Juan Ortiz de Cervantes para gestionar la licencia para impresión de su Labyrintho de comercio y la prórroga del privilegio de venta de su Curia philípica (18 de abril de 1618) [Al margen:] Poder. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Juan de Evia Bolaño, natural de la çibdad de Uviedo, en el prinçipado de las Asturias de los reynos de España, residente al presente en esta çibdad de Los Reies del Pirú, otorgo y conosco por esta presente carta, que doy e otorgo todo mi poder cunplido quan bastante es nesesario y más puede y deve valer al liçençiado Juan Ortiz de Servantes, abogado en la Real Audiençia desta çibdad e procurador general deste reino del Pirú, y de partida para los reinos de España y corte de Su Magestad, que está presente, para que en mi nombre representando mi propia persona suplique a Su Magestad y en sus reales consejos y donde le paresiere convenir, que me conseda liçençia e privelegio para poder ynprimir [e] vender el libro que conpuse intitulado Lavirinto de comercio terrestre y naval, por el tienpo que Su Magestad fuere servido. E otrosí, le doi el dicho poder para que pueda suplicar a Su Magestad en los dichos consejos me haga merced de me prolongar el previlegio que se me consedió por Su Magestad para ynprimir e vender otro libro que conpuse yntitulado Curia felípica, ansimesmo por el tiempo que Su Magestad fuere servido, y sobrello pueda presentar los memoriales y suplicaçiones y petiçiones que convengan,

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y haga los demás autos e diligencias nesesarias que convengan e io podría haser estando presente, y pueda en rasón dello sacar qualesquier provisiones, cédulas e previlegios de Su Magestad. Y ansimismo le doi este dicho poder cunplido para que en rasón de los dichos libros e qualquiera dellos, pueda en mi nonbre seder e traspasar la merced y merçedes e privilegios e prorrogaçiones que Su Magestad fuere servido de me conseder en qualquier persona o personas que le paresiere convenir, por los precios que se consertare o sin ellos por vía de donativo, con esta mesma calidad le doi el dicho poder si no quisiere haser la dicha ceçión e traspaso del dicho previlegio e merced de Su Magestad lo pueda mandar, e dar en tenençia y administraçión a qualesquier persona o personas como mejor le paresiere, porque todo ello se lo remito para que haga en to[do] lo que dicho es lo que convenga y estuviere bien, por rasón de lo qual permito e tengo por bien quel dicho liçenciado Juan Ortiz de Serbantes, o la persona en quien sostituyere este dicho poder, ayan de llevar y lleven y a la persona a quien lo cometiere y encomendare la mitad de las ganancias y aprovechamientos que en ello oviere, descontando las costas que en rasón de lo susodicho se hisieren y causaren, e la otra mitad sea para mí, el dicho Juan de Evia Bolaños, para quel dicho liçenciado haga dello, según le hordeno y hordenare por misivas e memorias, y todo lo que dello resultare lo reçiba en su poder, y en rasón dello otorgue las cartas de pago nesesarias e que convengan, e qualesquier escrituras de ceçión e traspaso e donaçión y conçierto e otras que le paresiere, con las fuersas nesesarias que me obligo de todo lo que en este caso hisiere de guardar y cunplir, y aver por firme e valedero como si mi propia persona lo hisiese e otorgase, siendo presente que para todo lo que dicho es anexo e dependiente dello. E para haser en este caso lo que más convenga y le paresiere, le doy este dicho poder cunplido con todas sus insidencias e dependencias, anexidades y conexidades y con libre e general admynistraçión, e para que en todo o en parte lo pueda sos[tituir] este poder en quien quisiere y le paresiere e los rebocar e nonbrar otros de nuevo, quedando este poder firme para que en todo haga e otorgue y alegue todo aquello que le paresiere y viere que conviene sin limitaçión, a todos relievo según de derecho puedan ser relevados, e para aver por firme lo que

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dicho es y se contiene en este dicho, doy lo que en virtud se hisiere e otorgare y hordenare, obligo mi persona e bienes avidos e por aver, e doi poder cunplido a las justiçias de Su Magestad de qualesquier partes i lugares que sean, a cuyo fuero me someto e renunçio el mío proprio i la lei sid convenerid, para que me apremien y conpelan al cunplimiento de todo ello como si fuese por sentencia definitiva pasada en cosa jusgada e renunció las leies e derechos de mi favor con la que prohive la general la general [sic] renunciación de leies, e yo el dicho licenciado Juan Ortiz de Servantes que a lo que dicho es estoy presente, aviendo oído y entendido el efecto de todo lo contenido en esta escritura por lo que a mí toca, la açeto y la guardaré y cunpliré según y como en ella se contiene. Que es fecha en la dicha çibdad de Los Reies, en diez e ocho días del mes de abril de mil y seisçientos e diez e ocho años, y los otorgantes lo firmaron de sus nonbres aquí, a los quales yo el escrivano doy fe que conosco. Testigos Miguel de Tolosa y Cristóval Castillo e Pedro Torres, residentes en esta çibdad. El licenciado Joan Ortiz de Cervantes [rubricado] Joan de Hevia Volaño [rubricado] Ante mí, en su casa, Rodrigo Gómez de Vaeza Escrivano público [rubricado]

Derechos, doze reales.

AGN. Protocolo del escribano Rodrigo Gómez de Baeza, nº 745, años 1617-1618, ff. 761r-762v. 16] Carta poder de Juan de Hevia Bolaño en favor del licenciado Fernando Ramírez y Valdés para gestionar licencia para impresión del Labyrintho de comercio y la prórroga del privilegio de venta de la Curia philípica (20 de abril de 1618) [Al margen:] Poder. Juan Devia Bolaño al licenciado don Fernando Ramírez y Valdés. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Joan Devia Bolaño, natural de la çibdad de Oviedo, en el prinzipado de Asturias della,

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residente en esta çibdad de Los Reies del reino del Pirú, otorgo y conozco que doy mi poder cumplido quan bastante de derecho se requiere al licenciado don Fernando Ramírez de Valdés, benefiziado de la parroquia de Sant Xinés de la villa de Madrid, corte de Su Magestad, espezialmente para que por mí y en mi nonbre pueda pedir y suplicar al rey nuestro señor en el real Consejo de Castilla y los demás consejos suyos donde le pareziese conbenir, me haga merced de dar lizenzia y previlejio por el tienpo que Su Magestad fuere servido para ynprimir y bender el libro yntitulado Laverinto de comerzio terrestre y naval, que yo conpuse, y que con lizenzia y previlejio del virrei destos reinos se inprimió en estos reinos del Pirú. Y otrosí porque atento que el previlejio que Su Magestad me conçedió para ynprimir y vender otro livro que conpuse yntitulado Curia filípica, el término de los diez años porque se me conzedió es pasado, que pida y suplique a Su Magestad en los dichos sus reales consexos, se sirva de mandar prorrogar el dicho término por el que Su Magestad fuere servido, y en razón dello saque las çédulas y provisiones reales y previlejios que Su Magestad fuere servido de conçeder, los quales sacados los pueda çeder, vender y trespasar en las personas que le pareziere, o hazer ynprimir los dichos libros por tenenzia o por administrazión u como mexor le pareziere en las personas que por bien tuviere y a los prezios que con ellos conzertare, los quales pueda hazer al contado o al fiado y rezevirlos y cobrarlos aunque sea con renunciación de las leies de la entrega. Y por razón de la solizitud y travajo que en ello a de tener, desde luego le prometo y doy la mitad de todo lo que dello proçediere, y la otra mitad se me acuda con ella, y en razón desto haga las diligenzias que judizial y extrajudizialmente conbengan, que para todo ello le doy el dicho poder como yo lo tengo con libre y general administrazión y con facultad queste dicho poder le pueda sostituir en las personas que le pareziere, y revocar los sostitutos que sostituyere y nonbrar otros de nuevo quedando sienpre en él este dicho poder y para la fuerza y firmeza dél obligo mi persona y vienes abidos e por aber. Fecha la carta en la çiudad de Los Reies, a beinte de abril de mil y seiscientos y diez y ocho años, y el dicho otorgante, al qual yo

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el escrivano doy fe conozco, lo firmó y dio poder a las juztizias de Su Magestad de qualesquier partes que sean para que me apremien a la paga y cunplimiento de lo que dicho es, como por sentenzia pasada en cosa juzgada e renunzio las leies de mi favor y la general del derecho, y estando presente don Pedro Ramírez de Valdés, hermano del dicho lizenciado don Fernando Ramírez de Valdés, azeptó este dicho poder en su nonbre, y anbos los susodichos lo firmaron, a los quales doy fe conozco. Siendo testigos Álvaro Pérez de Espinaredo, Pedro de Bocanegra y Francisco Coloma, presentes. Don Pedro Ramírez y Valdés [rubricado] Joan de Hevia Volaño [rubricado] Ante mí, Pedro López de Mallea Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Sin derechos.

AGN. Protocolo del escribano Pedro López de Mallea, nº 974, años 1617-1619, ff. 364r-365r. 17] Depósito de los enseres de la imprenta de Francisco del Canto (21 de julio de 1618) [Al margen:] Depósito. Martín García de Salvatierra a Francisco del Canto. En la çiudad de Los Reyes, en veinte y un días del mes de julio de mil y seiscientos y dies y ocho años, ante mí el escrivano y testigos, paresçió Gerónimo López de Saabedra, depositario general desta çiudad, que doy fe que conosco, y dixo que por quanto en el pleyto criminal que Martín Garçía de Salvatierra sigue contra Françisco del Canto sobre dezir haçer naypes falssos, como pareçe por la caussa que passa ante el señor doctor Juan Xinés de Montalvo, del Conçejo de Su Magestad y su oydor en la Real Audiencia desta dicha çiudad, y ante mí el presente escrivano público, y por auto proveydo en la dicha caussa, está mandado que los bienes que por razón de lo susso se enbargaron se le den en depósito a el sussodicho y lo

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tiene por bien y lo quiere haçer, e poniéndolo en efecto otorgó que se constituía y constituyó por depositario de los vienes siguientes: – Doçe medias caxas, unas con más letras que otras, de diferentes suertes de ynpreçión. – Tres prenssas con sus tres ramas, sin carros. – Dos torcuelos de ynprimir estampas finas, y toda la demás armasón y armas y aderentes de la ynprenta del dicho Francisco del Canto. De los quales dichos vienes se dio por entregado, e renunçió las leyes de la entrega e prueva della por no paresçer de pressente y las demás como en ellas se contiene, y se obligó que cada vez y quando que por el dicho señor oidor jues de la dicha caussa, o quien en ella fuere parte, se le manden volver los dichos vienes, los volverá y entregará a quien fuere parte, donde no demás de caer e yncurrir en las penas en que caen e yncurren los depositarios que no dan quenta de los depósitos que le son encargados, pagará el valor de los dichos bienes con más las costas que en razón dello se le siguieren e recreheçieren, e para el cunplimiento e paga de lo que dicho es, obligó su persona y vienes avidos e por aver, e dio poder cunplido a las justiçias e jueces de Su Magestad de qualesquier partes que sean y en espeçial a los de la dicha caussa, a cuyo fuero e juridiçión me someto y obligo, e renunçio el mío propio domiçilio y vezindad y el previlexio dél, para que a lo que dicho es le conpelan y apremien como si esta carta y lo en ella contenido fuesse sentençia passada en cosa juzgada, e renunçió las leyes e derechos de su favor e la que prohive la general renunçiaçión de leyes, en testimonio de lo qual otorgó la pressente carta en la manera que dicha es y lo firmó. Testigos Gerónimo Bernardo de Quirós y Jaçinto de Ocanpo y Sevastián Maldonado. Gerónimo López de Saavedra [rubricado] Ante mí, Juan de Valençuela Escrivano público [rubricado]

Derechos, seis reales.

AGN. Protocolo del escribano Juan de Valenzuela, nº 1931, año 1618b, ff. 1342r-1342v.

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18] Concierto entre el impresor Francisco Lasso y el licenciado Pedro González Refolio para la impresión de la Relación de las fiestas, del bachiller Diego Cano Gutiérrez (4 de junio de 1619) En la ciudad de Los Reyes, en quatro días del mes de junio de mil y seiscientos diez e nuebe años, en presencia de mí el escri­vano público e testigos, paresçieron de la una parte Francisco Lasso, maestro ynpresor de livros, e de la otra el licenciado Pedro Gonçález Refolio, receptor de la Real Universidad de los estudios de San Marcos de esta ciudad de la otra, y con orden que tiene del señor doc­tor Baltasar de Padilla, canónigo desta catredal [sic] e rector de la dicha universidad, e dijeron que por quanto se an convenido e con­certado en tal manera quel dicho Francisco Lasso, como tal maes­tro del dicho arte, aya de ser obligado y se obliga de ynprimir e ynprima un libro de las fiestas que hiço esta real universidad en celebridad de la fiesta de la [lim]pia Concesión de Nuestra Señora e juramento que hiço la dicha universidad de defender y conserbar esta opinión conforme el original que le a sido entregado, con las condiçiones y en la forma siguiente: Primeramente, quel dicho Francisco Laso tiene de dar y entregar veinte pliegos acavados de quinientos cada uno, porque el dicho Pedro González Refolio, presvítero, le tiene de dar e pagar por ellos quinientos pesos de a ocho reales, los ducientos e [çin]quenta pesos dellos luego de contado, de que se dio por contento y entre[ga]do a su boluntad porque los a recibido realmente e con efecto real la eçención de la pecunia e leyes de la prue­ba y del entrego como en ella se contiene, y los duçientos e çinquenta pesos restantes se le an de pagar quando entregue los di­chos libros acavados, e no se le a de pagar papel ni otra ninguna cosa porque con los dichos quinientos pesos [de a] ocho reales se satisfaze y contenta por los dichos [testado: quinientos pliego] veinte pliego[s] acabados de qui­ nientos cada uno. Yten, que si tubiere uno o quatro [roto] as pliegos de los veinte que se obliga de hacer los que fueren más, el dicho licenciado Pedro González Refolio los a de recibir, e a de dar e pagar por cada uno

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dellos a el dicho Francisco Lasso veinte e tres pesos de a ocho reales, sin que se le dé papel ni otra cosa. Yten, que cada plana a de llebar treynta e quatro renglones confor­ me a una hoja que rubricaron las dichas partes y el presente escrivano público, a buena conposicion de letra e tamaño dellas. Y con las dichas condiciones el dicho Francisco Laso prometió e se obligó de hacer e ynprimir el dicho livro luego, e lo hir prosi­guiendo hasta tanto que esté entregado, e a ello quiere ser apremia­do por todo rigor de derecho e vía executiva, y el dicho licenciado Pedro González Refolio se obligó que acabado que sea el dicho libro de inprimir, recib[a] los dichos veinte pliegos de a quinientos cada uno, e le dará e pagará [a] el dicho Francisco Laso o a quien por él lo oviere de aver los dichos ducientos e cinquenta pesos de a ocho reales que se les restan, debiendo a cunplimiento a la dicha can­tidad de quinientos pesos deste concierto, con más lo que montaren los pliegos que oviere demás de los veinte dichos, a razón como dicho es, de veinte e tres pesos por pliego de a quinientos cada uno, porque se le a de poder executar e apremiar a la paga p[or t]odo rigor e vía executiba. Y en esta conformidad hicieron este dicho con­cierto y el dicho Francisco Laso se obligó de hacer e que hará la dicha ynpresión con toda brevedad perfeta y vien acabada a toda sastifición [sic], sin poder pedir ni llevar otra cossa alguna por papel ni en otra manera, e si lo pidiere que no le balga, y a el conplimyento e paga de !o que dicho es, obligaron sus personas e vienes avidos e por aver, e dieron poder conplido executivo cada uno dellos a las justicias que puede e deve que de sus causas conosce especial, y el dicho Francisco Lasso a las desta dicha ciudad e alcaldes de corte della, a el fuero e jurisdición de las quales e de cada una dellas se sometieron e obligaron, y renunciaron su propio fuero e juridición, domiçilio y vecindad, y la ley que dize quel actor debe seguir el fuero del reo como en ella se contiene para que a ello le apremie para la execución, e como por cosa juzgada e renunçiamiento de leyes, fueros e derechos de su favor, y en especial renunciaron la ley del derecho que dize fecha de leyes non vala, y el dicho Pedro Gonçales Refolio dixo y declaró que esta escriptura la hace en conformidad de lo

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ordenado y mandado por el dicho rector doctor Baltasar de Padilla e por su ruego. Y los dichos otorgantes, que yo el dicho escrivano doy fe que conozco, lo firmaron de sus nonbres en este registro. Siendo testigos Jerónimo de Soto Alvarado e Melchor de Aguilar e Josefe Marques de Mansilla, presentes. Francisco Lasso [rubricado] El bachiller Pedro Gonzales Refolio [rubricado] Ante mí, Miguel Alférez Escrivano público [rubricado].

Sin derechos.

[Al margen:] En la ciudad de Los Reyes, en veinte e seis días del mes de febrero de mil e seis­cientos y veinte años, ante my el escribano e testigos, parecieron el licenciado Pedro Gonzales Refolio y Francisco Laso, contenidos en esta escriptura, e la chancelaron e dieron por ninguna, e confesaron quel dicho Francisco Laso está contento e pa­gado de todos los pesos que montaron los veinte pliegos contenidos e más otros nuebe pliegos que salieron demás, y el dicho licenciado está enterado de todos ellos e demás que anbas partes cada uno por lo que le toca a cunplido con su obligación, e la una parte a la otra y la otra a la otra se deben cosa alguna e re­ nunciaron la pecunia e leyes de la prueba de la paga, e se otorgaron finiquito en forma, siendo testigos Josefe de Mansilla, Pedro Fajardo e Diego Gonçález, presentes. Francisco Lasso [rubricado]. Ante mí, Miguel Alférez, escrivano de Su Magestad [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Miguel Alférez, nº 91, años 16191620, ff. 268r-268v. 19] Concierto entre Jerónimo de Soto Alvarado y Pedro Merchán Calderón para trabajar este último en la imprenta del primero (29 de enero de 1620) [Al margen:] Concierto. Gerónimo de Soto Alvarado con Pedro Merchán Calderón.

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Sepan quantos esta carta de pacto, yguala y convenencia [sic] vieren cómo nos, Gerónimo de Soto Alvarado, mercader, y Pedro Merchán Calderón, oficial ynpressor, moradores en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgamos e conoçemos por esta pressente carta, que nos convenimos y conçertamos por tienpo y espaçio de dos años para en ellos travaxar en la ynprenta que yo el dicho Gerónimo de Soto Alvarado tengo, que an de correr e contarse desde el día que adelante yrá declarado, para que en ella travaxe el dicho Pedro Merchán, guardando y cumpliendo las condiçiones siguientes: Primeramente, yo el dicho Pedro Merchán, me obligo de travaxar en la dicha ynprenta en el dicho tienpo de dos años que tiene el dicho Gerónimo de Soto Alvarado en esta çiudad, y haçer todas las ovras que uviere y vinieren a mandar haçer, y acudir a ellas e conponer las letras y tirarlas en la prenssa, y e de consiertar [sic] las dichas obras por lo que fuere raçón y lo que se suele llevar por cada una, y ansimismo yo, el dicho Gerónimo de Soto, e de poder conssertar las dichas ovras, las quales se an de haçer y acavar, por lo que cada uno de nos conçertaremos aunque para ello no estemos juntos. Yten, es condiçión que de las ovras que se hiçieren en la dicha ynprenta, de lo que se ganare se a de pagar la cassa que son çiento y veinte pesos cada año, y ansimesmo el jornal del negro que da tinta que a de ayudar a travaxar a razón de doçe pesos de a nueve reales cada mes, y si fuere nesçessario meter algún oficial o ofiçiales, se a de meter para algunas ovras forçossas, los quales an de travaxar con gusto y voluntad de nos anvos a dos, e la paga dellos y del dicho negro ha de ser del montón que cayere. Yten, es condición que cuanto a que yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, tengo previlexio real para haçer cartillas y venderlas en todo este reino sin que otra perssona las haga, a de ser obligado el dicho Pedro Merchán a haçerlas sin que por ello lleve parte de venta ni hechura, solo e de pagar yo el dicho Gerónimo de Soto el costo de la tinta y el tirarlas, porque lo demás lo e de aver y llevar sin que entre en este concierto.

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Yten, es condiçión que si yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado quisiere hazer ynprimir algunas estanpas del Santíssimo Sacramento o otra tabla que tenga de mandar e haçer para ynprimirla, aunque sean hasta dies tablas diferentes, las a de hazer el dicho Pedro Merchán Calderón, sin que por ello lleve cossa ninguna más de que e de pagar el costo de la tinta y el tirarlas. Yten, es condiçión que yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, en el dicho tienpo deste concierto, e de poder meter quando aya algunas nuevas que hazer dos manos dellas en cada suerte de nuevas para dar a mis amigos, sin que por ello lleve cossa ninguna el dicho Pedro Merchán, y yo el dicho Gerónimo de Soto e de poner el papel que fuere nescessario para ello. Y es condiçión queste conçierto a de correr el dicho tienpo de dos años desde el día que faltare o se despidiere don Francisco Lasso, que a el pressente está y asiste en la dicha ynprenta, que hasta quel sussodicho salga della no a de correr este conçierto, e desde el día que saliere él y se entiende enpeçar a correr los dichos dos años, estar obligados cada uno de nos a acudir a lo que va dicho y declarado en las condiçiones desta escriptura. Yten, es condiçión que sacado el costo y costas que uviere en la dicha ynprenta, así de oficiales e materiales como de otros gastos, lo que quedare e Dios diere de gan[an]cia e de aver y llevar yo el dicho Pedro Merchán el terçio dello, del qual me e de sustentar sin que el dicho Gerónimo de Soto Alvarado tenga obligasión a darme cossa ninguna más del dicho terçio, con lo qual me contento y satisfago y e de ser obligado a vivir en la dicha ynprenta para lo que en ella se ofreçiere, e de no me yr ni aussentar durante el dicho tiempo, so pena que pueda el dicho Gerónimo de Soto Alvarado obligarme por la justiçia a que cunpla esta escriptura e lo en ella contenido. E yo, el dicho Gerónimo de Soto, me obligo a no despedir a el dicho Pedro Merchán ni rescivir otro en su lugar, so pena de le pagar el dicho terçio como si lo uviera travaxado. Y, ansimismo, es trato y conçierto entre nos, de que toda la plata que se hiçiere en la dicha ynprenta a de entrar en una caxa donde

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se vaya hechando lo que ansí se fuere ganando que a de estar en la dicha ynprenta çerrada con llave, la qual a de estar en poder de mí, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, y al fin de cada un mes o quando nos pareçiere, se a de avrir y hazer la quenta de lo que uviere, y sacado el dicho gasto como ba dicho, emos de llevar cada uno lo que fuere suyo. Y las cossas que se hiçieren de nuevo en la dicha ynprenta, para el aparexo y avío della se a de sacar del montón lo que uviere costado, y a el fin del dicho tienpo a de quedar para mí, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado. Y de todo lo que cayere y se fuere haçiendo e de tener yo el dicho Pedro Merchán libro, quenta e raçón de todo con claridad y distinçión, para que por él se haga la dicha quenta e lleve cada uno la parte que le perteneçiere como va dicho. Con las quales dichas condiçiones y declaraçiones nos anvos a dos cada uno por lo que nos toca nos obligamos de estar y passar por ellas, e las guardar y cumplir según y como en ellas y en cada una dellas se contienen, y de no yr ni venir contra ellas por ninguna caussa ni razón que sea, e si contra ellas fuéremos e viniéremos no queremos ser oídos ni admitidos en juicio ni fuera dél, e por el mismo casso quede más firme esta escritura e para lo aver todo por firme, obligamos nuestras personas y vienes avidos e por aver, e para execuçión dello damos poder cumplido a las justiçias e jueçes de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en espeçial a las desta çiudad de Los Reyes y señores alcaldes de corte que en ella residen, nos sometemos como tales perssonas y vienes e renunçiamos el nuestro propio domiçilio y veçindad e la lei çid convenerid de juridiçione oniun judicun como en ella se contiene, para que las tales justicias o qualquiera dellas nos conpelan y apremien al cunplimiento e paga de lo que dicho es, como si esta carta y lo en ella contenido fuesse sentencia difinitiva de jues conpetente passada en cossa jusgada, y renunçiamos las leies de nuestro favor y la general de derechos della. Fecha la carta en la çiudad de Los Reyes, a veinte e nueve días del mes de henero de mil e seiscientos e veinte años, y los otorgantes a los quales yo el escrivano doy fe que conosco lo firmaron, siendo testigos Pedro

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Juárez y Antonio Juárez Vela y el licenciado Joan Gómez, presbítero, pressentes. Gerónimo de Soto Alvarado [rubricado] Pedro de Merchán Calderón [rubricado] Ante mí, José Phelipe Gómez Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Doze reales de derechos.

AGN. Protocolo del escribano José Felipe Gómez, nº 750, años 1625-1631, ff. 1009r-1011v. 20] Carta de finiquito entre Francisco del Canto y Pedro Merchán Calderón (3 de mayo de 1620) [Al margen:] Finiquito Francisco del Canto a Pedro Merchán Calderón. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos Francisco del Canto, ynpresor de libros, y Pedro Merchán Calderón, residentes en esta çiudad de Los Reies del Pirú, dezimos que por quanto puede aber ocho años, poco más o menos, que entre nosotros estando en esta dicha çibdad uvo tratos y contratos, entradas y salidas de [ilegible] que uno a otro nos [ilegible] ansí en razón de la enprenta de mí, el dicho Francisco del Canto, y livros que se hazían y bendían en [ilegible], como de otras obras a que anvos acudíamos, de todo lo qual nos ajustamos de cuentas y por ellas no nos quedamos a deber cosa alguna, por quedar cada uno satisfecho de lo que avía de aver y le pertenezía, de que si es nezesario nos damos por contentos y entregados a nuestra voluntad, e renunciamos las leyes de la pequnia e prueva e de la paga, y como satisfechos de todo el uno y el otro, damos por rotas y chanzeladas qualesquier escrituras y otros recaudos que el uno tenga contra el otro y el otro contra el otro, y por ningunas las dichas cuentas para no nos pedirlos a alguna por esta razón, y en particular yo, el dicho Francisco del Canto, doy por ningunos qualesquier mandamientos, requisitorias y otros recados y pleitos

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que yo aya seguido y sacado contra el dicho Diego [sic] Merchán Calderón en tienpos pasados sobre esta razón para que no valgan ni hagan fe, y nos otorgamos el uno al otro y el otro al otro vastante cartas de pago y finiquito quan vastante de derecho se requiere [¿con?] en tienpo alguno, y para el cumplimiento dello obligamos nuestras personas y bienes, y damos poder cunplido a las justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean, para que nos apremien a la paga y cumplimiento de lo que dicho es como por sentencia pasada en cosa juzgada, e renunsiamos las leyes de nuestro favor y la general del derecho. Fecha la carta en la çiudad de Los Reies, a tres de mayo de mil y seiscientos y veinte años, y los otorgantes a los quales yo el escrivano doy fe conozco lo firmaron. Testigos Gerónimo [¿Cançer?], Alonso García e [¿Pero Dias?] y Diego Sanches. Pedro Merchán Calderón [rubricado] Francisco del Canto [rubricado] Ante mí, Pedro López de Mallea Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, seis reales.

AGN. Protocolo del escribano Pedro López de Mallea, nº 975, años 1620-1621, f. 347r-347v. 21] Carta de obligación otorgada por Pedro Mexía de Ovando en favor de Alonso Bravo de Sotomayor (3 de diciembre de 1620) Sepan quantos esta carta vieren cómo yo don Pedro Mexía de Obando, residente en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgo y conosco que devo y me obligo de dar y pagar al señor doctor Alonso Bravo de Sotomayor, cavallero del hávito de Santiago, del Consejo de Su Magestad y su oydor en la Real Audiençia y chançillería de la çiudad de México en la Nueva España, residente en esta dicha çiudad de Los Reyes, que está presente, o a quien su poder hubiere, mil pesos de a ocho reales, los quales son por otros tantos que por me hazer plazer y buena obra me a prestado; e yo del dicho señor

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doctor don Alonso Bravo de Sotomayor, los resçivo, y su merced me los da y entrega en presençia del presente escrivano y testigos yusso escriptos, e yo los resçivo en el preçio y valor de un esclavo negro nombrado Joan Arara, de hedad de treynta y çinco años, poco más o menos, apreçiado y estimado en quinientos y quarenta pessos de a ocho reales, y los quatroçientos y sesenta pessos restantes en reales de plata de contado, todo ello realmente y con efecto, y lo tengo en mi poder de que me doy y otorgo por vien contento, pagado y entregado a toda mi voluntad, de cuya paga y entrego yo, Christóval de Pineda, escrivano de Su Magestad, doi fe quel dicho don Pedro Mexía de Obando resçivió del dicho señor doctor don Alonso Bravo de Sotomayor el dicho esclavo de suso nombrado, y los dichos quatroçientos y sesenta pessos de a ocho en la dicha moneda de reales de plata, todo en mi presencia y de los testigos de yusoscriptos, los quales dichos mil pesos de a ocho reales deste dicho deudo, yo, el dicho don Pedro Mexía de Obando, me obligo de se los dar y pagar en esta çiudad de Los Reyes o en otra parte y lugar donde se me pidan y demanden, sin pleyto alguno de oy día de la fecha en diez meses cumplidos primeros siguientes con las costas de la cobransa, que aunque la paga se haga fuera desta çiudad a de venir el señorío y dominio de la plata della por del dicho señor doctor don Alonso Bravo de Sotomayor y por mi quenta, costa y riesgo hasta que los aya cobrado y entrado en su poder con las costas de la cobrança. Y a la paga y seguridad desta dicha deuda obligo, ypoteco por espressa y espeçial ypoteca, seteçientos cuerpos de libros yntitulados Ovandina de Nobleza, que tengo dados a ymprimir y están em poder de Gerónimo de Soto de Albarado, residente en esta çiudad, que está presente al otorgamiento desta escriptura, y los va ymprimiendo, el qual los ha de thener en su poder y no los tengo de vender ni enagenar ni en manera alguna disponer dellos, hasta tanto que se aya acavado de pagar y cumplir esta dicha deuda, y lo que en contrario se hiziere sea en sí ninguna y no valga, y la obligación general no derogue a la espeçial ni por el contrario y sin perjuizio de la vía executiba desta escriptura, antes en mayor su aprovaçión y confirmaçión y añadiendo fuerça a fuerça y contrato a contrato, no haviendo cumplido y pagado los dichos mil pessos desta dicha deuda al dicho plazo y como dicho es, por esta carta doy y otorgo poder cumplido

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vastante qual de derecho se requiere y en tal casso es necessario, al dicho señor doctor don Alonso Bravo de Sotomayor y al dicho Gerónimo de Soto Albarado y a cada uno y qualquier dellos yn solidum, para que en mi nombre y como yo mismo puedan vender y vendan en almoneda pública o fuera della de contado o fiado y por el preçio que pudieren haver y allá les paresçiere, los dichos seteçientos cuerpos de libros de los dichos títulos de Obandina de Nobleza de suso declarados e ypotecados, luego que se aya acavado la dicha ympresión dellos y puestos de la forma y manera que conbengan. Y de lo proçedido y que proçediere dello paguen primero y ante todas cossas quinientos y çinquenta pesos de a ocho reales del preçio y valor del papel que se tomare para la dicha ympresión de los dichos libros, y todo lo demás que quedare y restare, lo tomen ambos a dos los susodichos el dicho señor doctor don Alonso Bravo de Sotomayor y Gerónimo de Soto Albarado cada uno por mitad, para que se hagan pagados el dicho señor doctor destos dichos mil pessos y el dicho Gerónimo de Soto Albarado de lo que le pertenesçiere y a de haver por la dicha ympresión, y lo que sobrare si algo fuere, se me buelba y restituya sin que yo pueda ympedir ni estorbar la dicha venta de la dicha ympresión de los dichos libros ni otra cosa alguna de lo aquí conthenido. Y renunçio que no pueda dezir ni alegar que lo susodicho no fue ni passó así ni otro ningún remedio que ympida la paga y execución desta escriptura y deste dicho poder que por ella doy, y si lo alegare que no me valga y de lo que cobraren en virtud deste poder se puedan dar por entregados en mi nombre, renunçiando las leyes del entrego y las demás que sean neçesarias de lo que no paresçiere de presente ante escrivano que dé fe, otorgando las cartas de pago, finiquito y lasto y chancelaçión y de ventas y remates, y las demás que combengan y sean necesarias con las fuerças y firmezas que para su validaçión se requieran, todo lo qual valga como si yo lo otorgase siendo presente y en contienda de juizio ante qualesquier justiçias que con derecho dello deva puedan hazer, y hagan todos los autos y diligençias judiçiales y extrajudiçiales que sean necesarios y se requieran y devan hazer y lo que yo haría [si]endo presente, que para todo y lo dello dependiente anexo y conçe[rn]iente, les doy

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este dicho poder a los dichos señor doctor don Alonso Bravo de Sotomayor y Gerónimo de Soto Albarado y a cada uno ynsolidum como se requiere de derecho con libre y general administraçión y con facultad de jurar, enjuyçiar y sostituyr con relevaçión en forma. E yo el dicho doctor don Alonso Bravo de Sotomayor, que soy presente, otorgo y conosco que acepto esta escriptura quel dicho don Pedro Mexía de Obando ha fecho y otorgado en mi favor y del dicho Gerónimo de Soto Albarado en todo y por todo como en ella se contiene, y le doy el dicho esclavo negro nombrado Joan Arara, de la dicha hedad de los dichos veynte y çinco años, poco más o menos, por mío propio havido de buena guerra y no de paz, y por libre de ypoteca y otra enagenaçión alguna espeçial ni general, en el dicho preçio de los dichos quinientos y quarenta pessos de a ocho, y si más vale de la demassía y más valor en qualquier cantidad que sea, le hago graçia y donaçión perfecta quel derecho llama entre vivos dada luego de presente de mi mano a la suya, con las ynsignuaçiones y renunçiaçiones de leyes y del más valor y engaño y las demás de que me pueda aprovechar, para que no me valgan en esta razón y me desapodero del dicho esclavo y del señorío dél, y todo lo doy y entrego al dicho don Pedro Mexía de Obando para que haga y disponga dél a su voluntad, y para este efecto se lo tengo entregado y me obligo a su eviçión y saneamiento en tal manera quel dicho esclavo es mío propio libre y desemba[r]gado, y que no le será pedido ni demandado por ninguna ni algunas personas, ni sobre él le será puesto ni movido pleytos, y si le fuere pedido pleyto o demanda le fuere movido, tomaré la voz y defenssa dello dentro del terçero día que me fuere fecho saver em persona o en las cassas de mi morada o avitación, con las solenidades del derecho o sin ellas y lo seguiré, fenesçeré y acavaré a mi costa hasta que quede con el dicho esclavo sin contradiçión alguna, y si anssí no lo cumpliere o sanear no pudiere, le volveré y pagaré el preçio en que se lo tengo dado y entregado escriptura, haviéndolo resçevido con más las costas, daños, yntereses y menoscavos que se le recreçieren. Y pagado o no lo susodicho [¿em pena?] y nombre de ynterese combençional, esta escritura valga y sea firme en todo y por todo como en ella se contiene, para cuya paga y cumplimiento ambas partes

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cada una por lo que le toca y está obligado por esta escritura y es a su cargo, damos y otorgamos poder cumplido vastante a todos y qualesquier alcaldes y juezes y justiçias de Su Magestad de qualesquier partes que sean y donde nos queramos pedir y demandar, y en espeçial a las desta çiudad de Los Reyes y señores alcaldes de corte que en ella residen, al fuero y juridición de los quales y de cada uno dellos nos sometemos y obligamos con nuestras personas y bienes, y renunçiamos el nuestro propio y la ley sit combenerid de juridiçione omnium judicum y la nueba premática de las sumisiones como en ellas y en cada una dellas se contiene, para que a ello nos conpelan e apremien como por senthencia difinitiva pasada en cosa juzgada, sobre que renunçiamos las leyes e derechos de nuestro fabor e la ley e regla de derecho en que dize que general renunciaçión fecha de leyes non vala, e obligamos nuestras personas e bienes e de cada uno de nos avidos e por aver, e desta escriptura se saquen los treslados que se pidieren, el uno pagado, los demás no valgan. Fecha la carta en Los Reyes, en tres días del mes de diziembre de mil e seisçientos e veinte años, i los otorgantes que yo el escrivano conozco lo firmaron de sus nonbres en este registro, siendo testigos Alonso Díaz de Vergara, presbítero, y Manuel Páez y don Alonso de Saravia. Doctor Don Alonso Bravo de Sotomayor [rubricado] Don Pedro Mexía de Ovando [rubricado] Ante mí, Cristóval de Pineda Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, doze reales.

AGN. Protocolo del escribano Cristóbal de Pineda, nº 1535, años 1620-1623, ff. 401r-403v. 22] Concierto entre Pedro Mexía de Ovando y Jerónimo de Soto Alvarado para la impresión de la Ovandina de nobleza (4 de diciembre de 1620) [Al margen:] Concierto. Don Pedro Mexía de Obando a Gerónimo de Soto Albarado y otro.

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Sepan quantos esta carta bieren cómo yo, don Pedro Mexía de Obando, de la una parte, y yo, Gerónimo de Soto Albarado, de la otra, residentes que somos en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgamos por esta carta que so­mos conzertados en esta manera: Que yo, el dicho Gerónimo de Soto Albarado, me obligo de hazer ymprimir en la emprenta que yo tengo en mi cassa setezien­tos cu[e]rpos de libros yntitulados Obandina de nobleza, que cada cuerpo a de tener çiento y zinquenta pliegos de papel, pocos más o menos, los quales se an de yr ymprimiendo, y me obligo de que cada día de trabaxo se dará fecha una forma que es medio pliego de papel, y de manera que dentro de ocho meses que an de comenzar a correr y contarse desde oy día de la fecha desta carta en adelante, estén acabados de ymprimir los dichos setezientos cuerpos de libros, y por el trabaxo de lo susodicho se me a de pagar por cada pliego de los dichos setezientos más o menos los que fueren a treze pessos de a ocho reales, y a de dar el dicho don Pedro Mexía de Obando todo el papel que fuere menester, y para en quenta y parte de pago de lo que montaren los dichos ciento y zinquenta pliegos de papel más o menos los que fueren, me a pagado mil pesos de a ocho reales en esta manera: quatroçientos y zinquenta pesos de a ocho reales en un negro de que me a fecho escriptura de benta oy dicho día y ante el escrivano desta carta, y quatroçientos y setenta pesos en reales de contado, y ochenta pesos en beynte resmas de papel, de todo lo qual me doy por entregado, y por no parezer de presente, renuncio la exçepçión y leyes del entrego e prueba dél, y la resta se me a de pagar de los primeros pesos que se fueren haziendo de los libros que se bendieren, y para seguro dello se an de que­dar en mi poder hasta que yo esté acabado de pagar, y en quanto a esto se a de guardar y cumplir la escriptura que otorgó el dicho don Pedro Mexía de Oban­do en fabor del señor dotor don Alonso Brabo de Sarabia y Sotomayor, y en mi fabor por ante [Cristóbal] de Pineda, escrivano real, a que nos remitimos, la qual se a de cumplir en la forma que está otorgada, y al cumplimiento e paga de todo lo que dicho es obligo my persona e bienes avidos e por aber. E yo el dicho don Pedro Mexía de Obando, lo azepto ansí, y por lo que a mí toca otorgo que me obligo de cumplir e pagar lo susodicho en la forma de suso referida, y daré todo el papel que fuere menester para ynprimir los dichos setezientos cuerpos de libros, y

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cada pliego pagaré a treze pesos de a ocho reales, y lo que resto de­ biendo se haga pagado de lo que se fuere bendiendo conforme a la escriptura suso çitada, y a esta y al cumplimiento e paga de todo lo que dicho es obligo my persona e bienes abidos e por aber. E ambas partes por lo que nos toca damos poder a qualesquier justicias de Su Magestad y señaladamente a los señores alcaldes de corte desta Real Audiencia a cuyo fuero nos sometemos, y renunçia­mos el nuestro propio e bezindad y la ley si combenerit de juridizione omnium judicum, para que las dichas justicias y qualquiera dellas por todo rigor de derecho e bía executiba y como si lo susodicho fuesse sentenzia de juez conpetente pasada en cossa juzgada [testado: y re] nos compelan a ello, y renunçiamos todas las leyes de nuestro fabor y la que dize que no balga la general renunciación de leyes fecha, y consentimos en todos para cada parte. Y lo firmaron los dichos otorgantes, que yo el escrivano doy fe conozco. Que es fecha en la çiudad de Los Reyes, en quatro días del mes de diziembre de mil y seiscientos e beynte años, siendo testigos [testado: Gerónimo de Contreras] Melchor de Aguilar y Pedro Xuárez, presentes, testigo Martín García de Salbatierra. Testado Gerónimo de Contreras. No bala. Gerónimo de Soto Alvarado [rubricado] Don Pedro Mexía de Ovando [rubricado] Gerónimo de Contreras [rubricado] Ante my, Llebé de derechos ocho reales. Francisco González de Balcázar, Escrivano de Su Magestad [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Francisco González de Balcázar, nº 768, año 1620, ff. 1695r-1696r. 23] Asiento de aprendiz de Pedro de Cabrera con el impresor Jerónimo de Contreras (31 de marzo de 1622) [Al margen:] Asiento. Pedro de Cabrera con Jerónimo de Contreras.

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En la ciudad de Los Reyes del Pirú, en treynta y un días del mes de março de mil y seissientos y veinte y dos años, en presensia y con asistensia del doctor don Leandro de la Reynaga Salazar, ve­zino y alcalde hordinario en esta ciudad por Su Magestad, y por ante mí el escrivano y testigos, paresió Pedro de Cabrera, natural de la çiudad de Sevilla, mayor que declaró ser de catorze años e menor de veinte y cinco, y otorgó que asentaba y asentó con Gerónimo de Contreras, persona que tiene a cargo la enprenta de letras de Gerónimo de Soto Alvarado, por tienpo de quatro años que corren desde oy dicho día en adelante, para que le acave de enseñar el oficio de la dicha enprenta de que es prinçipiante el dicho Pedro de Cabrera, por los quales le a de dar de comer, casa y ropa linpia y cien pesos de a ocho reales en cada uno de los dichos quatro años para vestirse o para lo que el dicho Pedro de Cabrera los quisiere, y a le curar en sus enfermedades con médico, dietas y mediçina, y con declaraçión que si el dicho Gerónimo de Contreras falleçiere antes de ser cunplidos los dichos quatro años, el tienpo que restare lo cunplirá con el que le sucediere en la dicha enprenta, en la forma y según y como está obligado con el dicho Gerónimo de Contreras, y con esto se obligó a cunplir el dicho tienpo y a no haçer falla ni falta, e si la hiçiere la cunplirá a fin del dicho tienpo y a ello quiere ser conpelido y apremiado a su costa por todo rigor. Y estando presente el dicho Gerónimo de Contreras, lo açetó e reçivió en el dicho su serviçio a el dicho Pedro de Cabrera por el dicho tienpo de los dichos quatro años, e durante los quales se obligó a le dar de comer, cassa y ropa limpia, y a le dar los dichos çien pessos de a ocho reales en cada uno de los dichos quatro años como los fuere sirviendo para los dichos sus vestidos o los que él quissiere, y a le curar de sus enfermedades con médico, dieta y mediçina y a le en­señar el dicho ofiçio de ynpresor o lo que dél buenamente pudiere aprender, y a no lo despedir durante el dicho tienpo, pena de le pagar todo lo susodicho y las demás costas, yntereses y da­ños que sobrello se le siguieren y recresieren; y anbas partes cada uno por lo que le toca a el cunplimiento e paga de lo que dicho es, obligaron sus personas e bienes avidos e por aber, e dieron poder a las justicias e juezes de Su Magestad de qualesquier partes que sean a cuyo fuero se sometieron y en espeçial a

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las desta dicha çiudad, y renunçiaron el suyo propio y el previlejio dél y la ley si convenerid de juridiçione oniun judicun, para que a lo que dicho es les conpelan y apremien al cunplimiento e paga de lo que dicho es como por sentençia passada en cossa jusgada e renunçiaron las leyes e derechos de su favor e la general que lo prohibe. Y el dicho Pedro de Cabrera juró por Dios Nuestro Señor y a una señal de crus en forma devida de derecho, de no yr ni venir contra esta escritura en ningún tienpo ni por alguna manera por su menor hedad ni por otra caussa ni razón que de derecho le conpeta, ni pedirá restituçión yn yntregun [sic], ni pedirá ausoluçión ni relaxaçión deste juramento a quien de derecho se le pueda conçeder, e si se le consediere dél no ussará ni yrá ni vendrá contra esta escritura, y si lo hiçiere que no le balga ni sobrello sea oydo ni admitido en juiçio sino escluido dél y condenado en costas, y toda vía lo susodicho, se guarde e cunpla por ser lo susodicho en su pro y utilidad y a ello quiere ser conpelido y apremiado a lo qual dixo sí juro y amén, y el dicho alcalde lo firmó y ynterpusso a todo su autoridad e decreto judiçial, y el dicho Gerónimo de Contreras lo firmó y por el dicho Pedro de Cabrera, que no supo firmar, lo firmó por él a su ruego un testigo siendo testigos Diego de Contero y Jorge de Mendoza y don Gerónimo de Aleaga. Testado por. Doctor don Leandro de Larrinaga Salazar [rubricado] Gerónimo de Contreras [rubricado] Por testigo, Diego Contero Guerrero [rubricado] Ante mí, Diego Sanches Vadillo Escrivano público [rubricado]

Llevé de derechos seis reales.

[Al margen:] En Los Reyes, en treze de febrero de mil y seiscientos y veinte e quatro años, ante mí el escrivano e testigos, pareçieron pressentes de la una parte, Gerónimo de Contreras, y de la otra, Pedro de Cabrera, menor, a quienes doy fe que conozco, y dio por ninguna, rota y chançelada esta escritura, por quanto de un acuerdo y confor­midad la quieren chançelar porque le a enviado a llamar de

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la villa de Potossí Juan de Cabrera, su tío, para haçerle vien, y por esta razón deshazen este contrato y el dicho menor confesó estar pagado del dicho Gerónimo de Contreras de todo lo que le adeuda hasta oy en bestidos y otras cossas, de que se dio por entregado a su boluntad; porque el reçivo y entrego restante no pareçe, renunciaron la exçep­ción y leyes de la no numerata pequnia y prueba del reçivo como en ella se contiene, y lo firmó el dicho Gerónimo de Contreras y el dicho Pedro de Contreras no supo, y a su ruego lo firmó un testigo. Testigos Bartolomé de Çívico, Mateo de Arçe y Diego Rabanera. Gerónimo de Contreras [rubricado]. Bartolomé de Çívico [rubricado]. Ante mí, Diego Sánchez Vadillo, escrivano público [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Diego Sánchez Vadillo, nº 1749, año 1622a, ff. 493r-495r. 24] Concierto entre Jerónimo de Soto Alvarado y el impresor Jerónimo de Contreras para la impresión de las Constituciones de la orden dominica (14 de febrero de 1624) [Al margen:] Consierto. Gerónimo de Soto con Gerónimo de Contreras. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos Gerónimo de Soto Alvarado, de la una parte, y, de la otra, Gerónimo de Contreras, vezinos moradores en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgamos por esta carta que somos convenidos y conçertados, y por la presente nos convenimos y conçertamos el uno con el otro y el otro con el otro en esta manera: Que yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, como señor y dueño de mi enprenta, consiento y tengo por bien en que el dicho Gerónimo de Contreras ynprima en ella un livro yntitulado Constituçiones de Santo Domingo, sin que yo ponga de mi parte más de tan solamente la dicha enprenta, y queda a cargo del dicho Gerónimo de Contreras el poner papel y enquadernaçión, y darlo acabado conforme a el consierto que está fecho en razón del dicho libro, e yo se lo tengo de enquadernar pagándome el susodicho a dos reales menos quartillo cada cuerpo, y ansimismo

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me tiene de dar y pagar el dicho Gerónimo de Contreras por lo que toca a la enprenta que es mía, trezientos y çinquenta pesos de a ocho reales, y estos y lo que montare la dicha enquadernaçión me lo tiene de pagar el dicho Gerónimo de Contreras a el plazo contenido en la escritura de conçierto de la enprenta y enquadernaçión del dicho livro. Y con esto consiento y tengo por bien que el dicho Gerónimo de Contreras ynprima a su quenta y riesgo el dicho libro, poniendo en él todo lo nesesario y yo tan solamente la dicha enprenta y enquadernaçión por los dichos trezientos y çinquenta pesos de a ocho reales y a dos reales menos quartillo por cada cuerpo de enquadernaçión los quales me obligo de enquadernárselos. E yo, el dicho Gerónimo de Contreras, açeto el dicho consierto y consentimiento, y me obligo de ynprimir y enquadernar el dicho livro y cuerpos dél, poniendo de mi parte lo nesesario y de pagar a el dicho Gerónimo de [testado: Contreras] Soto Alvarado y a quien su causa obiere, los dichos trezientos y çinquenta pesos de la parte que le toca de su enprenta, y a los dichos dos reales menos quartillo por cada cuerpo de livro, y todo ello y lo que montare se lo pagaré a el plazo de la escritura de conçierto que en razón dél tenemos otorgada, todo ello puesto y pagado en dicha çiudad y a su fuero y jurisdicción por mi quenta, costa y riesgo, y sin perjuisio desto se lo pagaré en otra qualquier parte que fuera della se me pida y demande a mí u a mis bienes quier esté presente o ausente, llanamente y sin pleyto alguno, con las costas de su cobrança y la prueba, liquidaçión y averiguaçión de cómo enquadernó el dicho libro y los cuerpos que fueren, y como lo enprimí en su enprenta lo difiero en el juramento del dicho Gerónimo de Soto y lo re[le]vo de otra prueva que de derecho se requiera, y a el cunplimiento y paga dello cada uno por lo que nos toca, obligamos nuestras personas y vienes avidos y por aver, y damos poder a las justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean a el fuero y jurisdicción de las cuales y en espeçial a las desta çiudad nos sometemos, y renunçiamos el nuestro propio y la ley sid cunvenerid de juridiçione omniun judicun, para que a su paga y cunplimiento nos conpelan y apremien como por sentencia pasada en cosa jusgada e vía executiva y todo rigor de derecho, y renunçiamos las leies de nuestro favor y la que defiende su general

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renunçiaçión, y consentimos que desta escritura se saquen dos o más traslados. Que es fecha en la çiudad de Los Reyes, en catorze días del mes de febrero del año de mil y seiscientos y veinte y quatro, y lo firmaron los otorgantes que yo el escribano doy fe conosco. Testigos Silbestre Sanches y Tristán de Morales y Andrés García. Va testado Contreras. Gerónimo de Soto Alvarado [rubricado] Gerónimo de Contreras [rubricado] Ante mí, Bartolomé de Toro Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, seis reales.

AGN. Protocolo del escribano Bartolomé de Toro, nº 1868, año 1624, ff. 48r-49r. 25] Concierto entre el impresor Jerónimo de Contreras y el alférez Thomás Velásquez de Medrano para la impresión de la Relación del viaje del enemigo holandés (17 de julio de 1625) [Al margen:] Concierto. Gerónimo de Contreras con el alférez Thomás Velázquez de Medrano. En la çiudad de Los Reyes, a diez y siete dias del mes de julio de mil y seisçientos y veinte y çinco años, ante mí el escrivano y testigos, paresçieron de la una parte Gerónimo de Contreras, ympresor, y de la otra el alférez Tomás Velázquez de Medrano, residentes en esta dicha çiudad, a los quales doy fe que co­nozco y otorgaron que son convenidos y concertados, como por la presente se convinieron y conçertaron en esta manera: Que el dicho Gerónimo de Contreras se obligó de imprimir un livro impuesto por el dicho alférez Tomás Velázquez yntitulado Relaçión del viaje del enemigo olandés a estos reynos del Pirú, que tendrá hasta veynte pliegos, y le dará mil cuerpos ympresos del dicho livro para de oy dicho día en tres meses cumplidos primeros siguientes, pagándole a raçón de quinze pesos

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de a ocho reales por cada pliego de los que llevare el dicho livro, sin que entren en quenta los mil cuerpos que le a de dar ympresos más; y ansimismo, le a de dar todo el papel que fuere menester para la ympresión de todos ellos, y la can­tidad de pesos que el dicho livro montare se la a de pagar lue­go del día del entrego del dicho livro ympresso, y mil cuerpos dél en quatro meses cumplidos primeros siguientes, con lo qual se obligó de guardar y cumplir este conçierto como en él se con­tiene, y dar ympresos el dicho livro y mil cuerpos dél acavados para el dicho plaço de tres meses, donde no, el dicho alférez Tomás Velázquez de Medrano se puede conçertar con otro qualquier ympresor que le ymprima los dichos livros y mil cuer­ pos dél, y por lo que más le costare de los dichos quinze pa­tacones por cada pliego del dicho livro le a de poder executar la prueva de todo, lo qual deja diferido en el simple jura­mento del dicho Tomás Velázquez sin que sea nezessario otra ninguna, aunque de derecho se requiera porque della le releva. Y el dicho Tomás Velázquez como prinçipal, y Hernando de Narváez, notario y reçeptor de la audiencia arçobispal desta dicha çiudad, como su fiador, haçiendo como para ello hiço de deu­da y negoçio ageno suyo proprio, y sin que contra el dicho prin­cipal ni sus vienes ni contra otra ninguna persona ni los su­yos sea fecha ni se haga diligencia ni escuçión ni otro auto alguno de fuero ni de derecho, cuyo beneficio y remedio con el de las auténticas esperas y espensas, espeçial y espressamente re­nunció, y ambos a dos los dichos prinçipal y fiador, juntos de mancomún y a voz de uno y cada uno dellos por sí e por el todo ynsolidum, renunçiando como por la presente renunçia­ron las leyes de duobus reis devendi y el auténtica presente hocita cobdize de fide jusoribus y el venefiçio y remedio de la divissión y escuçión, y todas las demás leyes y derechos que son y están en favor de la mancomunidad como en ellas se contiene, otorgaron que se obligavan y obligaron de pagar al dicho Gerónimo de Contreras, ympressor, o a quien su poder y causa uviere, los dichos quinze pesos de a ocho reales por cada pliego del primer cuerpo del dicho livro, y todo lo que montare se lo pagarán para del día del entrego del dicho livro, y mil cuerpos dél en quatro meses cumplidos primeros siguientes, puestos y pagados en esta dicha çiudad por su quenta, costa y riesgo y sin perjuizio desto en otra

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qualquier parte y lugar que se les pidan y demanden o sus vienes se hallen quier estén presentes o ausentes llanamente y sin pleyto alguno con las costas de la cobrança, Y ansímismo, el dicho prinçipal se obligó de dar al dicho Gerónimo de Contreras todo el papel que fuere nezessario para la impressión del dicho livro y mil cuerpos dél, y consintió que acavados de ymprimir los dichos mil cuerpos los dé y entregue al dicho Hernando de Narváez, su fiador, preçissamente para que el susodicho los vaya vendiendo por su mano para pagar al dicho Gerónimo de Contreras la cantidad que se le deviere y montare la dicha impressión a los dichos quinze pesos por cada pliego del dicho livro y primer cuerpo dél. Y al cumplimiento y paga de todo lo que dicho es todos tres los dichos otorgantes ca­da uno por lo que le toca obligaron sus personas y bienes avidos y por aver, y dieron poder cumplido a las justicias e jueçes de Su Magestad de qualesquier partes que sean a quien se so­metieron y en espeçial a las desta dicha çiudad y corte della, y renunçiaron su propio fuero, jurisdiçión y domicilio y la ley si convenerit de jurisdictione omnium judicum, para que a ello les apremien como por sentençia passada en cossa juzgada, y re­nunçiaron todas y qualesquier leyes y derechos de su favor y la que prohive la general renunçiaçión dellas, y lo otorgaron ansí en la forma referida y lo firmaron de su nomvres. Siendo testigos Juan de Espiricueta y Pedro de Vargas y Pedro de Cabrera, presentes. Va testado Vargas, y entre renglones de la otra. Gerónimo de Contreras [rubricado] Thomás Velázquez de Medrano [rubricado] Hernando de Narváez [rubricado] Ante mí, Antonio de Tamayo Escrivano real [rubricado]

Llevé de derechos ocho reales.

AGN. Protocolo del escribano Antonio de Tamayo, nº 1852, años 1625-1626, ff. 377r-378v.

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26] Compañía entre el impresor Jerónimo de Contreras y el convento de Santo Domingo, para regentar la imprenta propiedad de este último (15 de diciembre de 1628) Sepan quantos esta carta vieren, cómo nos el padre fray Joan Fernández, superior del convento de Nuestra Señora del Rosario, horden de predicadores, fundado en esta ciudad de Los Reyes del Pirú, y procurador dél y en virtud del poder que tengo otorgado en quatro de dicienvre del año passado de mil y seiscientos y veinte y siete ante el pressente escrivano, de que yo el pressente escrivano doy fe, e yo Gerónimo de Contreras, maestro de ynpresión, otorgamos que somos convenidos y consertados, e por la pressente nos convenimos y consertamos en pressencia del pressente escrivano e testigos desta carta en esta manera: Que hacemos conpañía a pérdida y ganancia por tienpo de tres años, que an de comensar a correr y contarse desde primero día del mes de henero del año que viene de mil y seiscientos y veinte y nueve, para que yo el dicho Gerónimo de Contreras asista en la enprenta que este convento tiene durante el dicho tiempo, la qual hasemos con las condiçiones siguientes: Primeramente, con condición que el dicho convento me entrega la enprenta que tiene y a sido a my cargo con dos prensas, la una armada y los aderesos para la otra, la qual el convento a de hacer a su costa poniendo lo que faltare para el avío della, y dies caxas que son veinte medias con sus letras, y en todo lo demás está moliente y corriente, de todo lo qual me doi por contento y entregado a mi voluntad, e por no parescer de pressente, renuncio la entrega e las demás como en ella se contiene. Yten, con condiçión que me ovligo a tener tienda pública con puerta a la calle en la parte y lugar que me paresciere ser más acomodada para el husso del dicho oficio, en la qual asistiré todo el dicho tienpo de tres años como tal maestro, amaestrando las ovras y demás que se ofresiere y fuere nescessario por mi persona, poniendo los oficiales y demás que fuere nescessario para el avío. Con declaraçión que si la cassa en que ansí me mudare fuere del convento, no se me a de llevar alquiler ninguno porque se me da grasiossamente,

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pero si fuere de otra persona se a de escalfar el arrendamiento de las ganancias, como yrá declarado. Yten, con condiçión que el dicho convento me a de dar de comer durante el tienpo de los dichos tres años, y el día que no fuere a el dicho convento a comer, enviaré por ello, y ansimismo se me a de dar una botixa de vino cada mes para mi sustento. Yten, es condiçión que todas las obras que se hicieren del convento que no pasen de pliego, las e de hacer grasiosamente, sin llevar por ello cosa alguna. Yten, con condiçión que los consiertos que se hicieren con diferentes personas an de correr por mi mano, como persona que lo entiende y sé lo que pueden valer. Yten, con condiçión que de un livro que a de inprimir el dotor Felisiano de Vega, canónigo desta santa yglesia y provisor y vicario general deste arçovispado, se me an de dar un mil y quinientos pesos de a ocho prestados para mis nescessidades, los quales dentro de un año que corre desde el día del consierto los e de aver enterado al convento. Yten, con condiçión que me ovligo a tener livro quenta, que son para la dar a el dicho convento, la qual se a de haser cada y quando que paresca a anvas las dichas partes. Y con las dichas condiçiones y declaraçiones, me obligo de asistir personalmente en la dicha ynprenta y no hacer ausencia, y si la hiciere e no acudiere como soy ovligado, pagaré los daños e ynteresses que por no lo cunplir ansí se siguieren e recressieren. Y sacados los gastos y costas que tuviere en la enpressenta [sic] y oficiales que asistieren en ella y no otra cosa alguna más de lo que quedare líquido de gan[an]cias, se a de hacer tres partes, las dos para el convento y la una para mí, por mi ocupasión e travaxo, sin llevar otra cosa alguna más porque anssí a sido consierto, y como tal volsero que soy de la dicha compañía pagaré los alcansses que se me hicieren e los dichos un mil y quinientos pesos en la forma referida

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por vía executiva, llanamente y sin pleito alguno con las costas de la covrança, no envargante el remedio que el derecho me consede para no ser preso por alcanse de compañía, porque este y otro que me conpeta lo renuncio. Y anvas partes nos ovligamos de aver por firme esta escriptura en todo tienpo y no yr ni venir contra ella en manera alguna alegando herror o engaño, porque lo renunciamos y apartamos de nuestro favor. E yo, el dicho Gerónimo de Contreras, me ovligo al fin del tienpo de los dichos tres años, entregaré a el dicho convento la dicha enprenta como la rescivo sin más término ni dilaçión alguna, e no lo hasiendo y cunpliendo ansí, consiento ser apremiado con priçión. Y a el cunplimiento de asistir en la dicha enprenta como se a referido el dicho tienpo de los dichos tres años, sin hacer falla ni falta alguna el dicho tiempo, demás de le pagar a el dicho convento o a quien por él fuere, pagaré los daños y costas que en rasón de lo susodicho se siguieren e recressieren, a cuyo cunplimiento e paga ovligo mi persona y vienes avidos e por aver, e yo el dicho padre procurador, los vienes deste dicho convento, y damos poder cunplido a las justicias e juesses que de nuestras caussas puedan y devan conoscer a cuyo fuero nos sometemos, y yo el dicho Gerónimo de Contreras a las desta dicha çiudad y señores alcaldes de corte que en ella residen, y renunciamos nuestro propio fuero e juridiçión, domiscilio y vesindad y el previlegio dél e la ley si conbeneri de juridiçione oniun judicum, para que nos conpelan y apremien al cunplimiento e paga de lo que dicho es, como si esta causa e lo en ella contenido fuesse sentencia difinitiva de juez conpetente passada en auturidad de cossa jusgada, en raçón de todo lo qual renunciamos todas y qualesquier leyes e derechos que sean o ser puedan en nuestro favor y deste dicho convento, y en especial la ley e regla del derecho que dize que general renunçiaçión de leyes fecha no valga, e conssentimos que desta escriptura se puedan sacar dos o más treslados, el uno dellos cunplido e pagado, los demás no valgan, en cuyo testimonio otorgamos la pressente escriptura en la manera que dicha es. Que es fecha y otorgada en la dicha çiudad de Los Reyes del Pirú, en quince días del mes de dicienvre de mil y seisçientos y veinte y ocho años, y los dichos otorgantes, a los quales yo, el pressente escrivano de Su Magestad público del número de esta çiudad de Los

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Reyes del Pirú, doy fe que conosco, lo firmaron. Siendo testigos Joan Rodrigues, Joan de Miranda y Francisco de Pernia. Fray Juan Fernández [rubricado] Gerónimo de Contreras [rubricado] Ante mí, Joan de Valençuela Escrivano público [rubricado]

Derechos, doce reales.

AGN. Protocolo del escribano Juan de Valenzuela, nº 1950, año 1628a, ff. 1037r-1040r. 27] Concierto entre el doctor Luis Merlo de la Fuente y el impresor Francisco Gómez Pastrana para la impresión del Compendio historial, de Melchor Xufré del Águila (8 de noviembre de 1629) [Al margen:] Conçierto. El señor doctor Luis Merlo de la Fuente con Francisco Gómez de Pastrana. Sepan quantos esta carta vieren, cómo yo el doctor Luis Merlo de la Fuente, de el Consejo de su Magestad y su oydor jubilado en la Real Audiençia de esta çiudad de Los Reyes del Pirú y vezino de ella, [y] yo Francisco Gómez de Pastrana, ynpresor de libros, morador en es­ta dicha çiudad, e yo el dicho doctor Luis Merlo de la Fuente en boz y en nombre del capitán don Melchor Jofré del Águila, vezino de la çiudad de Santiago del reino de Chile, y en virtud de su poder que para este efecto me envió, otorgado ante Miguel de Miranda, es­crivano público de la dicha çiudad de Santiago, en vein­te y ocho de julio que pasó de este presente año de la fecha de esta, de el qual hize demostración al presente escrivano, e yo el dicho escrivano, doy fe que lo bi y ley y que es bastante para este efecto y lo bolví a el dicho señor oydor para los demás casos en él contenidos, de el qual usando yo el dicho doctor Luis Merlo de la Fuente en el dicho nombre de la una parte, y de la otra como dicho es el dicho Francisco Gómez de Pastrana, como tal ynpresor,

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otorgamos que somos conbenidos y concertados [roto] por la presente carta, conbenimos y concertamos el uno con el otro y el otro con el otro en el dicho nombre en esta manera: Que yo el dicho Francisco Gómez de Pastrana me obligo, como tal ynpre­sor, de ynprimir al señor oydor Luis Merlo de la Fuen­te un libro que el dicho capitán don Melchor Jofré del Águila compusso en verso suelto yntitulado Conpendio ystorial descubriendo miento [sic] conquista y gue­rra de el reino de Chile, el qual ynprimiré poniendo el papel para ello en planas de a quarto, y cada plana treinta y tres renglones de letra atanaçia. Y donde huviere título de canto o fin de él, lo que cayere y ten­go de dar y entregar al dicho señor oydor Luis Merlo de la Fuente, trezientos cuerpos de libros ynpresos en papel y poniéndolo como dicho es bien ynpresos y a toda satisfaçión dentro de çiento y çinquenta días que an de començar a correr y contarse desde el día que el dicho señor oydor me entregare licençia para ynprimer el dicho libro en adelante cumplidos primeros siguientes, pena que si dentro de los dichos çiento y çinquenta días yo no diere y entregare al dicho señor oydor el dicho libro ynpreso y acavado y de él los dichos trezientos cuerpos, yo aya de perder y pierda çien pesos de a ocho reales en los quales me doy desde luego por yncurso y condenado, para que se me quiten y revajen de la cantidad de pesos que el dicho señor oydor me da por ynprimir el dicho libro, y demás desto yo sea apremiado por todo rigor de derecho a dárselo ynpreso y acavado, y de él los dichos trezientos cuerpos; y por cada pliego, el dicho señor doctor Luis Merlo de la Fuente, como fiador y prinçipal pagador por el dicho capitán don Melchior Jofré del Águila, me tiene de dar e pagar por cada pliego que tubiere el dicho libro [cator]ze pesos de a ocho reales, pagados todos los [pesos que] montaren e estén al [¿plazo?] en esta [roto] los duzientos pesos de ellos el día que se me entregare la dicha liçençia para ynprimir el dicho libro, y los demás pesos restantes a toda la cantidad que montare el dicho libro se me tienen de pagar en un crédito de Joan de la Cueva, vanco público de esta ciudad, en que diga el dicho Joan de la Cueva que lo dará y entregará al dicho Jhierónimo de Soto Alvarado, cuya es la enprenta que yo tengo el dicho día que yo entregare el dicho libro, y el dicho crédito asimismo se le a de entregar al dicho Jhiéronimo de Soto

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Alvarado el día que se me entregare la dicha licençia para ynprimir el dicho libro. E yo, el dicho doctor Luis Merlo de la Fuente, en nombre de el dicho mi parte, y en virtud de el dicho su poder del dicho capitán don Melchior Jofré del Águila como a prinçipal, e yo como su fiador y prinçipal pagador, haziendo como en este casso hago de deuda y negoçio ageno mío propio y de libre deudor y sin que contra el susodicho ni sus bienes sea visto ni neçessario hazerse ninguna diligençia ni escursión de ellos, cuyo benefiçio con el de las esperas y espenssas espresamente renunçio. E yo y el dicho capitán, de mancomún cada uno por sí y por el todo e ynsolidum, renunçiando como por mí y en su nombre, renunçio las leyes que disponen en razón de la mancomunidad y fianças como en ellas y en cada una dellas se contiene, otorgo que acepto esta escriptura y lo prometido y obligado por el dicho Françisco Gómez de Pastrana, y cumpliendo con lo que le toca a mi parte y a mí como su fiador, le obligo y me obligo a que con toda brevedad le entregaré el dicho libro y licençia para ynprimillo, cuya razón se pondrá al margen de esta escriptura, y le pagaremos el dicho mi parte o yo los dichos duzientos pesos de a ocho reales como dicho es, y le entregaremos el crédito de el dicho Joan de la Cueva en que diga que el día que el dicho Françisco Gómez de Pastrana me diere acavado el dicho libro y de él los dichos trezientos cuerpos, dará y entrega[rá] al dicho Jhierónimo de Soto Alvarado la demás cantidad que montare, a razón de a catorze pesos cada pliego de los que tubiere el dicho libro, y todo ello lo cunpliremos, aseguraremos y pagaremos el dicho mi parte e yo como su fiador en esta dicha çiudad y a su fuero y juridición, a cuya paga obligo al dicho mi parte y me obligo de pagar los pesos que montare el dicho libro, según y en la forma y a los plazos que quedan referidos puestos y pagados en esta dicha çiudad, pena de las costas de su cobrança. Y en la forma que dicha es hazemos, otorgamos y celebramos este conçierto y contrato, a cuyo cunplimiento y execución de él, nos todas las dichas partes y el dicho capitán don Melchor Jofré del Águila y cada uno de nos y el susodicho ynsolidum, avemos de

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ser conbenidos, apremiados y executados a su execución y cumplimiento por todo rigor de derecho y bía executiva y todo rigor de derecho, a cuya paga y cunplimiento obligamos nuestras personas y bienes; e yo, el dicho doctor Luis Merlo de la Fuente, obligo a el dicho mi parte y los suyos avidos y por aver, e damos poder a las justicias y juezes de Su Magestad de qualesquier partes que sean al fuero e jurisdicción de las quales y de cada una de ellas, y espeçial y señaladamente a las de esta dicha çiudad y corte que en ella reside nos obligamos y sometemos con las dichas nuestras personas y vienes; e yo, el dicho doctor Luis Merlo de la Fuente, someto y obligo a el dicho mi parte y los suyos, y renunciamos nuestro propio fuero y suyo domiçilio y vezindad y la lei que dize que el actor deve seguir el fuero de el reo, para que las dichas justicias y cada una de ellas nos conpelan y apremien, y al dicho capitán don Melchior Jofré del Águila, al cunplimiento y paga de lo que dicho es como si fuese por sentençia difinitiva de juez competente passada en cossa juzgada y vía executiva y todo rigor de derecho, cerca de lo qual renunçiamos las leyes de nuestro favor y de el dicho capitán don Melchor Jofré del Águila y la que defiende su general renunciación, y consentimos que de esta escriptura se saquen dos o más traslados, el uno cunplido y pagado, los demás no valgan. Que es fecha la carta en la çiudad de Los Reyes del Pirú, a ocho días de el mes de noviembre de mil y seiscientos e veinte y nueve años, y lo firmaron los dichos otorgantes a los quales yo el escrivano de Su Magestad, doy fe que conozco. Siendo presentes por testigos Francisco Crespo y el alferes Sebastián Ramos y Gerónimo de Solís, residentes en esta çiudad. El doctor Luys Merlo de la Fuente [rubricado] Francisco Gómez de Pastrana [rubricado] Ante mí, Bartolomé de Toro Escrivano de su Magestad [rubricado]

Derechos, quatro reales.

[Al margen:] En la ciudad de Los Reyes, en dos días del mes de henero de mil y seiscientos y treynta años, ante mí el escrivano y testigos, Francisco Gomes de Pastrana, contenido en esta escritura, otorgó que a reçevido y reçivió del señor doctor Luis Merlo de la

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Fuente, oydor juvilado desta Real Audiencia, los duzientos pesos de a ocho reales, que se le deben pagar y enterar por quenta de la ynprezión del libro en ella contenido, y de los dichos pesos se otorgó por entregado y pagado a su voluntad, que los recivió en mi presencia y testigos de que doy fe, y dello otorgó carta de pago y lo firmó. Testigo Francisco Crespo. Y ansimismo, recivió la çédula de crédito y livrança para la paga que se le a de hazer de todos los demás pesos que montaren los pliegos que con los trezientos cuerpos de libros que conforme a esta escriptura tiene obligación de entregar, los quales dichos pesos se le entregarán a letra vista de Gerónimo de Chavarría, mercader desta ciudad, que queda a pagarlo en libranza de Joan de la Cueva. Testigo Francisco Crespo y Gerónimo Romero. Testigo Francisco de la Fuente. Testigo Francisco Gómez de Pastrana [rubricado]. Ante mí, Bartolomé de Toro, escrivano de Su Magestad [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Bartolomé de Toro, nº 1871, año 1629, ff. 922r-924r. 28] Carta de venta y concierto entre Rodrigo de Carvajal y Robles, Jerónimo de Soto Alvarado y el impresor Francisco Gómez Pastrana para la impresión de las Fiestas al nacimiento del príncipe Baltasar Carlos (21 de enero de 1632) [Al margen:] Venta y conçierto. Don Rodrigo de Caravajal con Gerónimo de Soto y otro. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo don Rodrigo de Carabajal y Robles, vezino morador en esta çiudad de Los Reyes de el Pirú, otorgo por esta carta que soy convenido y consertado, y por la pressente me conbengo y conçierto con Gerónimo de Soto Albarado y Francisco Gomes de Pastrana, ynpresor de libros, moradores en esta çiudad, que están presentes, y el dicho Gerónimo de Soto Alvarado es dueño de la ynprenta que usa el dicho Francisco Gomes de Pastrana, ynpresor; conçierto y convengo con los susodichos en esta manera: Que los dichos Gerónimo Soto Alvar[a]do y, por su yntervençión, el dicho Francisco Gomes de Pastrana, como tal

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ynpresor, me tienen de ynprimir un libro que e conpuesto yntitulado Fiestas de la çiudad de Los Reyes al naçimiento de el príncipe nuestro señor, y dél, trezientos cuerpos de la letra de el libro que ynprimió el dicho Francisco Gomes de Pastrana por horden del señor doctor Luis Merlo de la Fuente, yntitulado Descubrimiento y conquista del reyno de Chile, que cada cuerpo a de tener veinte pliegos, y el dicho Gerónimo de Soto a de poner el papel que fuere menester para todos los dichos trezientos cuerpos del dicho libro, y por cada pliego de los que tuviere, le e de pagar dies patacones por cada pliego de la dicha ynpreçión más o menos de los beinte referidos que a de tener cada cuerpo, y si tuviere más de los dichos veinte referidos, le pagaré al respeto, de forma que por cada pliego de la dicha ynpreçión le e de pagar a dies patacones. Y, ansimismo, me lo a de dar encuadernado todos los dichos trezientos cuerpos del dicho libro, y por la enquadernaçión le e de dar y pagar a dos reales por cada cuerpo, y para su ynpreçión le e de dar liçencia sacada del señor virrey y del señor provisor deste arçovispado, y con esto los dichos Gerónimo de Soto Alvarado y el dicho Francisco Gomes de Pastrana me tienen de dar ynpreso y enquadernado el dicho libro, para que envíe a España en esta armada que este presente año a de yr deste reyno a el de Tierra Firme. Y para en quenta de lo que montare el dicho libro, bendo y doy en venta real al dicho Gerónimo de Soto Alvarado una negra mi esclava nombrada Catalina, terranoba, de hedad de treinta años, casada, que la ube y heredé de doña Leonor de Caravajal, mi tío [sic], la qual le vendo al dicho Gerónimo de Soto Albarado, por esclava cautiva sujeta a servidunbre y por libre de enpeño, obligaçión e ypoteca espeçial y general que no la tiene sobre sí, de que se la aseguro, y ansimismo se la aseguro que no es ladrona, vorracha, ni çimarrona, ni tiene otro ningún defecto, tacha, ni enfermedad pública ni secreta, y se la vendo por preçio y quantía de quatroçientos y setenta y çinco pesos de a ocho reales, los quales el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, resçive y toma en quenta y parte de pago de lo que montare la dicha ynpreçión y escuadernaçión [sic] del dicho libro, de los quales si e[s] necesario en la dicha ynpreçión y enquadernaçión me doy y otorgo por bien contento, pagado y entregado

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a mi voluntad, y porque el rezivo dellos no parese de pressente, renunçio la exçepción de la no numerata pecunia y leyes de la prueba de su paga, entrego y resçivo y las demás deste casso, y desde luego me desisto, quito y aparto del derecho y açión, señorío y poseçión, título, vos y recurso que tengo y me perteneçe a la dicha esclava; y todo ello lo çedo, renunçio y trespaso en el dicho Gerónimo de Soto Alvarado y en quien su causa ubiere para que sea suya propia y como de tal haga y disponga a su voluntad, y como real vendedor me obligo a la eviçión y saneamiento de la dicha esclava en tal manera que en todo tienpo le será çierta y segura, y que en ella ni en parte della no le será puesto no [sic] movido pleyto ni diferençia por ninguna perssona, y en casso que se le ponga, luego que por su parte se me notifique o haga saber, aunque sean pasados los términos de prueba y publicación a mi propia costa, actor o reo, tomaré la bos y defenssa a ellos y los seguiré, feneçeré y acavaré y le sacaré a paz y a salbo yndegne [sic] la dicha esclava, y le pondré y dejaré en quieta y pasífica poseçión della sin pleyto ni contradiçión alguna, y si ansí no lo pudiere hazer y cumplir, le volveré a dar y pagar la cantidad de pesos que por ella me da con más todos los daños, costas y menoscavos que por no serle çierta y segura se le siguieren y recreçieren. E yo, el dicho Gerónimo de Soto Albarado, que como dicho es soy pressente a lo contenido en esta escriptura y la e leydo y entendido, otorgo que la açeto como en ella se contiene, y confieso que en la dicha conpra e resçivido del dicho don Rodrigo de Robles la dicha esclava, de la qual y de su vondad y preçio me doy y otorgo por bien contento y entregado a mi voluntad, sobre que renuncio la exçepçión y leyes de la prueva de su entrego y resçibo y las demás deste caso, y nos, los dichos Gerónimo de Soto Alvarado y Francisco Gomes de Pastrana, que soy presente a lo susodicho, entranvos a dos como prinçipales juntamente y de mancomún y a bos de uno, y cada uno de nos y de nuestros vienes por sí y por el todo e ynsolidum, renunçiando como espresamente renunçiamos las leyes de duo bus rrexis debendi y el auténtica pressente cobdiçe de fide jusoribus, y el benefiçio de la diviçión y escurçión, y todas las demás leyes y derechos que deven renunçiar los que se ovligan de mancomún como en ellas y en cada una dellas se contiene, debajo de lo qual otorgamos

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que sacando liçençia el dicho don Rodrigo de Robles del señor virrey y del seño[r] provisor deste arçobispado para ynprimir el dicho libro, se lo ynprimiremos y enquadernaremos y daremos fecho y acavado, enquadernado para que lo pueda ynbiar en esta dicha armada a los reynos de España, los dichos trezientos cuerpos dél de [ca]da uno a de tener beinte pliegos más o menos los que cupieren y fueren menester de la dicha letra, y por cada pliego nos a de pagar dies pesos de a ocho reales, y por cada cuerpo de ynpreçión a dos reales. E yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, e de poner el papel que fuere menester, y lo que entrere [sic] y se gastare en los dichos trezientos cuerpos, el dicho don Rodrigo de Robles me a de pagar a ocho patacones resma todas las que entraren y se gastaren en el dicho libro y a dos reales por cada cuerpo de enquadernaçión, y todo lo que montare el dicho libro ansí de papel como de enprenta y enquadernaçión se a de descontar de los dichos quatroçientos y sesenta y çinco pesos de a ocho reales del balor de la dicha esclava, porque me la da en quenta del dicho libro; y fecho y acabado, si montare más cantidad del balor de la dicha negra, me lo a de pagar el dicho don Rodrigo de Robles, y en caso que no monte tanto lo que fuere a dezir de más a más, se lo pagaré yo de forma que fecha la quenta lo que montare el dicho libro fecho y acabado y enquadernado, a los dichos preçios el uno a el otro nos pagaremos el más a más que montare luego como esté fecho y acabado, con tal cargo y condiçión que si no sacare liçençia para la dicha ynpreçión, es en sí ninguna la venta de la dicha esclava, y a de quedar y se la e de volver al dicho don Rodrigo de Robles, y chançelaré esta escriptura y de uno u de otro se pondrá declaraçión al margen della. Y en todo acontesimiento sacando la dicha liçençia el dicho don Rodrigo de Robles nos, los dichos Gerónimo de Soto Alvarado y Francisco Gomes de Pastrana devaxo de la dicha mancomunidad nos obligamos de ynprimir, enquadernar el dicho libro, y dél los dichos trezientos cuerpos fecho y acavado para que como dicho es lo pueda ynviar en esta armada a los dichos reynos de España, y cada uno de nos las dichas partes nos obligamos de guardar y cumplir lo contenido en esta escriptura, y a ello avemos de ser apremiados por todo rigor de derecho, con lo qual nos, los dichos Gerónimo

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de Soto Albarado y don Rodrigo de Robles, confessamos que el justo y verdadero preçio de la dicha esclava es en el que va bendida y que no vale más ni menos, y en casso que más o menos balga de la tal demasía o menos valor el uno a el otro y el otro a el otro, nos hazemos graçia y donaçión çerca de lo qual renunçiamos la ley del hordenamiento real que dispone en razón de las conpras y ventas y engaños dellas, de la qual ni de los quatro años en ella declarados que tenemos para pedir reçepçión de la venta y suplimiento a su justo y verdadero preçio, no nos aprovecharemos; y al cunplimiento y paga de lo que dicho es, nos todas las dichas partes y cada uno por lo que nos toca de lo referido en esta escritura obligamos nuestras personas y bienes avidos y por aber, y damos poder a las justiçias de Su Magestad de qualesquier partes que sean, a el fuero y juridiçión de las quales y de cada una dellas y espeçial y señaladamente desta dicha çiudad y corte que en ella rezide, nos sometemos y obligamos en las dichas nuestras personas y vienes que renunçiamos nuestro propio fuero, domiçilio y vezindad y la ley que dize que el actor deve seguir el fuero del reo, para que las dichas justiçias y cada una dellas nos conpelan y apremien al cunplimiento y paga de lo que dicho es como si fuese por sentencia pasada en cosa jusgada, y renunçiamos las leyes de nuestro favor y la que defiende su general renunçiaçión y consentimos que desta escriptura se saquen dos o más treslados. Que es fecha en la çiudad de Los Reyes, en veinte y un días del mes de henero de mil y seiscientos y treinta y dos años, y lo firmaron de sus nonbres los dichos otorgantes a los quales yo el escrivano doy fe que conosco. Siendo testigos el licenciado Diego de Otaçu y Francisco de Bilches y Marçelo de la Trinidad, pressentes. Don Rodrigo de Carvajal y Robles [rubricado] Gerónimo de Soto Alvarado [rubricado] Francisco Gómez Pastrana [rubricado] Ante mí, Bartolomé de Toro Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, doze reales.

AGN. Protocolo del escribano Bartolomé de Toro, nº 1874, año 1632, ff. 15v-18v.

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29] Carta de venta de la tienda de libros y casa de Julián Santos de Saldaña en favor del impresor Jerónimo de Contreras (22 de julio de 1633) Sepan quantos esta carta vieren cómo nos Julián Santos de Saldaña, librero, y Jerónimo de Contreras, inpresor de libros, residentes en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, dezimos que por quanto yo, el dicho Julián Santos de Saldaña, estoy al presente determinado de azer viaje a los reinos de España el año que viene de mil y seiscientos y treinta y quatro, y porque a de ser forzoso para hazer el dicho viaje vender y trespasar la tienda y casa en que vivo y tengo mi tienda de librería devajo de los portales de los escrivanos, aderentes y erramientas della, e yo el dicho Jerónimo de Contreras e pretendido quedar con ella y quel dicho Julián Santos de Saldaña me haga traspaso de la dicha casa y tienda y venta de los libros y aderentes que entonzes tubiere, por la presente otorgamos que nos convenimos y conzertamos en tal manera que yo, el dicho Julián Santos de Saldaña, desde luego abiendo de azer el dicho dicho viaje y no en otra manera, vendo al dicho Jerónimo de Contreras todos los libros, armazón, aderentes y erramienta de la dicha tienda de livrería que entonzes tuviere a tasaçión de dos personas que entiendan del dicho ministerio, las quales se an de nonbrar por cada parte la suya para el dicho efeto, y lo que dijeren valer y montare me lo a de pagar el dicho Jerónimo de Contreras, la mitad dello luego de contado y la otra mitad del día del entrego en un año, el qual tengo de azer para en fin del mes de abril del dicho año de mil y seiscientos y treinta y quatro. Y para entonzes yo, el dicho Jerónimo de Contreras, tengo de ser obligado y me obligo de ir a la tienda a rezivir los dichos libros y demás aderentes, y anvos queremos ser apremiados y conpelidos por todo rigor de derecho a ello, y a nonvrar los terzeros que an de azer la dicha tasazión, y a estar y pagar por la que en la dicha raçón yzieren, y desde luego yo, el dicho Julián Santos de Saldaña, trespaso y doi en arrendamiento al dicho Jerónimo de Contreras la dicha tienda y casa por el tienpo que me faltare por correr, desde el dicho día fin de abril en adelante y por el prezio que a mí me están arrendadas que a de ser obligado de pagar al licenciado Gregorio

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Arze de Sevilla, cuias son o a quien en su poder oviere, a los tienpos y plazos y en la forma y manera que yo estoy obligado por las escripturas de arrendamiento que dello me están fechas. Y desde luego para entonzes me desisto, quito y aparto del derecho que a ello tengo y lo zedo, doy, trespaso en el dicho Jerónimo de Contreras para que en ello suzeda y se entienda aver de estar como cosa suya y correr por su quenta, desde el dicho día fin de abril en adelante, sin que en ninguna manera, yo el dicho Julián Santos, aya de poder vender los libros, erramientas y demás aderentes que entonzes uviere en la dicha tienda a ninguna persona, ni azer trespaso dello ni otro conzierto alguno, y lo que de otra manera se iziere sea en sí ninguno y de ningún valor y efeto, y el dicho Jerónimo de Contreras lo tiene de poder cobrar y sacar de la persona que lo tuviere como cosa suya y pagarlo a tasaçión como queda dicho, porque para este efeto desde luego lo obligo e ypoteco todo ello a este dicho conzierto, el qual yo el dicho Jerónimo de Contreras azepto en la forma que queda referida. Y me obligo para el dicho día fin de abril del dicho año de seiscientos y treinta y quatro de yr a rezivir la dicha casa y tienda, libros, armazones, erramientas y demás aderentes della, y nonbrar la dicha persona para azer la dicha tassazión como queda dicho, y de pagar y que pagaré al dicho Julián Santos o a quien su poder oviere la cantidad de pesos que montaren los dichos libros, erramientas y demás aderentes conforme a la dicha tasaçión, la mitad dello luego de contado y la otra mitad del día del entrego en un año en esta ciudad a mi costa y riesgo o en otra qualquier parte que a mí o a mis vienes fueren pedidos con las costas de la cobranza, y desde luego para entonzes rezibo en el dicho trespaso la dicha casa y tienda por el tienpo que faltare por correr, y por el prezio y según de la forma y manera que lo tiene en el dicho arrendamiento el dicho Julián Santos de Saldaña, que me obligo de pagar a el dicho licenciado Gregorio Arze de Sevilla o a quien su poder oviere, a los tienpos y plazos y según de la forma y manera que está obligado a lo azer el susodicho por las dichas escripturas, las quales quiero se entiendan conmigo de la misma manera que se entienden con el susodicho, todo lo qual a de tener efeto aviendo de azer el dicho

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viaje el dicho Julián Santos a los reynos de España y no de otra manera. Y nos obligamos de aver por firme esta escriptura en todo tienpo y de no yr ni benir contra ella alegando ninguna ezepción que nos pueda conpeter tázita o espresamente, pena de que la parte que de nos contra ello fuere o biniere y no lo guardare y cunpli[e]re, yncurra en pena de dozientos pesos de a ocho reales en que desde luego nos damos por condenados, y los aplicamos la mitad dellos para dezir misas por las ánimas de purgatorio y la otra mitad para redenzión de captivos y por ellos queremos sea exigida la parte que de nos uviere incurrido en la dicha pena como por deuda líquida de aparejada execución y pagada, e no [sic] todavía queremos questa escriptura se guarde y cunpla como en ella se contiene a la firmeza, cunplimiento e paga, de la qual obligamos nuestras personas y vienes avidos y por aver, y damos poder cunplido a las justicias e juezes de Su Magestad de qualesquier parte que sean, y en espezial a las desta dicha ziudad y sus alcaldes de presente que en ella residen, a cuya jurisdición y fuero nos obligamos y sometemos, y renunziamos el nuestro propio y la lei que dize quel ator deve seguir el fuero del reo, para que las dichas justicias y qualquier dellas nos apremien al cunplimiento e paga de lo que dicho es como por sentencia pasada en cosa juzgada, y renunziamos qualesquier leies de nuestro favor y las generales y derechos dellas a la carta en la dicha çibdad de Los Reyes, en veinte y dos días del mes de julio año de mil y seiscientos y treinta y tres, y los otorgantes que yo el escrivano doy fe conozco la firmaron, siendo testigos Francisco de la Fontanilla y Juan de Esperiqueta y Hernando Cavallero, presentes. Gerónimo de Contreras [rubricado] Julián Santos de Saldaña [rubricado] Ante mí, Pedro de Carranza Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, ocho reales.

AGN. Protocolo del escribano Pedro de Carranza. nº 263, años 1632-1634, ff. 633r-634v.

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30] Recibo de Pedro de Saldías en favor de fray Antonio de la Calancha por 1.086 pesos, para contratar la impresión de la Corónica moralizada (10 de mayo de 1635) [Al margen:] Recivo. Pedro de Saldías de el padre maestro fray Antonio de la Calancha. Fecho. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo Pedro de Saldías, mercader, residente en esta çiudad de Los Reyes del Perú y de partida para los reynos de España, otorgo que para haçer y cumplir lo que de yuso yrá declarado, he resçivido del padre maestro fray Antonio de la Calancha, difinidor de la orden de Sant Augustín desta provinçia, que está presente, por mano del padre predicador fray Juan Bravo, procurador general de la dicha orden y desta dicha provincia, un mil y ochenta y seis pesos de a ocho reales en reales de contado, de que me doy por contento y entregado a mi voluntad, y por no parezer de presente renuncio la esepçión de los dos años y de la no numerata pecunia leyes de el entrego y prueva dél como en ellas se contiene. Los quales dichos pesos son para efeto de que he de ser obligado como por la presente me obligo, de los llevar en esta presente ocassión de armada que de próximo está de partida a reyno de Tierra Firme registrados y a mí consignados, y llegado que sea en salvamento a la ciudad de Panamá los resçiviré y pasaré a la de San Felipe de Puertobelo, y en ella los embarcaré y llevaré registrados a los reynos de España a mí consignados, y a de correr el riesgo dellos la persona a quien pertenezen en el nabío en que fuere la mía en uno y otro mar i en las varras y reales que llevare de mi quenta aunque no haga registro particular dellas, y llegado que sea en salvamento a la ciudad de Cádiz los resciviré y entregaré en ella menos las costas, fletes, derechos, avería y encomienda y otros gastos que causaren, ezepto los derechos desta escriptura así registro como sus traslados, porque están pagados al padre fray Pedro del Campo, predicador del orden de San Augustín, residente en la dicha ciudad de Cádiz, y por su muerte o ausençia a Manuel de Liberri o Pedro de Chagaray, residentes en la dicha çiudad que son, y se los embíen por la dicha orden de señor San Agustín desta dicha provincia del Perú, cuyos son y a quien pertenezen por ser vienes comunes della y por cuya quenta,

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costa y riesgo ban y los a dado por ella, el muy reverendo padre maestro fray Lucas de Mendoça, provincial desta dicha provincia, para la ympresión de un livro yntitulado la corónica de San Augustín del Perú, y resçiviré carta de pago para mi descargo, con que he de aver cumplido y daré quenta con pago de los dichos pesos cada vez y quando y en qualquier tiempo parte y lugar que se me pida y demande, y pagaré los yntereses y daños que por no lo cumplir assí se siguieren y recresçieren, y al cumplimiento y paga de lo que dicho es, obligo mi persona y vienes avidos y por aver, y doy poder cumplido a las justicias de Su Magestad de qualesquier partes, a quien me someto y en especial a las desta dicha ciudad y señores alcaldes de corte, jueces de provincia della, y renuncio mi proprio fuero, domicilio y vecindad y la ley si convenerit de jurisdictione omnium judicum, para que a ello me apremien como por sentencia difinitiva de juez competente passada en cosa juzgada, sobre que renuncio todas y qualesquier leyes y derechos de mi favor y la que prohive la general renunciación dellas, y consiento que desta escriptura se saquen dos o más traslados el uno cumplido y pagado los demás no valgan. E yo el dicho fray Antonio de la Calancha, que soy presente, otorgo que azepto esta escriptura como en ella se contiene, y previniendo a lo que puede subçeder, doy mi poder cumplido qual de derecho es nezessario a Martín de Saldías, hermano del dicho Pedro de Saldías, y a Sevastián de Çurita, mercaderes que van a los dichos reynos de España, a ambos juntos y a cada uno dellos ynsolidum especial, para que en mi nomvre y como yo mismo en casso que al dicho Pedro de Saldías le subceda muerte o ausencia u otro qualquier casso fortuito que le impida la libre administraçión de su persona y vienes por donde no pueda cumplir lo que va obligado, resçivan y cobren dél y de sus vienes, alvaçeas y herederos, cajas reales y de las de vienes de difuntos, jueçes, justicias, depositarios, dueños y maestres de navíos y requas, y de quien y con derecho puedan y devan, los dichos mil y ochenta y seis pesos de a ocho reales, de cuyo resçivo otorguen carta de pago, chançelación, finiquito y lasto y los demás recaudos nezessarios con çessión de acçiones, renunciación de la pecunia y leyes del entrego no paresçiendo la paga presente, y valgan como si yo la otorgasse y satisfagan partidas de registros, y sobre la dicha cobransa parezcan ante qualesquier justicias e jueçes de Su Magestad

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y eclesiásticas de qualesquier partes que con derecho devan y hagan qualesquier pedimientos, requerimientos, citaçiones, protestaçiones, execuçiones, pressiones, solturas, emvargos, desemvargos, consentimientos, ventas y remates de vienes y todos los demás autos y diligencias que judiçial y estrajudicialmente convengan de se haçer y que yo haría siendo presente hasta que la dicha cobrança tenga efeto, y cobrado que ayan los dichos pesos hagan dellos lo mismo que el dicho Pedro de Saldías por esta escriptura está obligado, que yo les doy la misma facultad y para todo y lo dependiente el dicho mi poder cumplido, con libre y general administrazión y facultad de enjuyçiar y jurar, recusar, apelar y suplicar y seguir las ynstancias y de lo sostituyr, parezer en juicio en quien las vezes que les paresciere, y reboquen unos sostitutos y nomvren otros y a todos relevo según derecho y a la firmeça de lo que dicho, es obligo los vienes de la dicha orden desta provincia. Que es fecho en la dicha çiudad de Los Reyes, a diez días del mes de mayo de mil y seisçientos y treinta y çinco años. Siendo testigos a todo lo que dicho es, presentes por testigos Sebastián de Mendoça y Álvaro Basilio y Francisco de Ayllón, residentes en esta dicha ciudad. E yo el presente escrivano, doy fe que conozco a los dichos otorgantes y lo firmaron de sus nombres. Fray Antonio de la Calancha [rubricado] Pedro de Saldías [rubricado] Ante mí, Llevé de derechos ocho reales. Antonio de Tamayo Escrivano real y de provincia [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Antonio de Tamayo, nº 1856, año 1635, ff. 385r-386v. 31] Concierto entre el capitán Francisco de Quirós y el impresor Jerónimo de Contreras para la impresión de dos mil lunarios (7 de julio de 1636) [Al margen:] Concierto. Gerónimo de Contreras y don Francisco de Quirós.

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Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Gerónimo de Contreras, ynpresor morador en esta ciudad de Los Reyes del Pirú, otorgo que soy convenido y conçertado con el capitán don Francisco de Quirós, que está presente, y por esta me convengo y conçierto en esta manera: En que me obligo a le entregar de oy, día de la fecha desta escriptura en quatro meses cumplidos que sean, dos mil lunarios de a dos pliegos de marca mayor cada uno, ynpresos como es costumbre, vuenos de dar y de reçivir y conforme a el original que para el dicho efeto me a entregado el dicho don Francisco de Quirós, de que me doy por contento por ser en mi poder y renuncio las leyes de la entrega, el qual está con la licencia del govierno para hazer la dicha ynpresión, la qual e de hazer en la enprenta que tengo administrando del convento de Santo Domingo desta çiudad, y daré acavados los dichos dos mil lunarios en toda perfecçión y sin que les falte cosa alguna, y en preçio todos ellos de duçientos pesos de a ocho reales que se a de obligar en esta escriptura de pagar a el padre fray Juan Fernández, que está presente como procurador que es del dicho convento, que es dueño de la dicha enprenta o al procurador que adelante lo fuere, para en fin del mes de henero del año que viene de mil seiscientos y treinta y siete. Y es declaraçión que si más lunarios de los referidos ynprimiere, me a de pagar por cada çiento doze reales en que nos avemos conzertado, y la paga se a de hazer al dicho padre como dicho es luego que se los aya entregado los que así fueren. Con declaraçión que para hazer la dicha ynpresión, a de ser obligado el dicho don Francisco de Quirós a me dar y entregar todo el papel nezessario y vueno, luego que se lo pida después de hecho el molde para ella. Y si no me lo entregare, me a de pagar de vacío los dichos duçientos patacones que es el valor del dicho molde, como si efetivamente le huviera entregado acavados los dichos lunarios. Y asimismo, es declaraçión que si el entrego del dicho papel no me lo entregare y hiçiere luego que se lo pida como dicho es, sino a tiempo que no pueda cumplir con lo que quedo obligado, tan solamente e de ynprimir los lunarios que pudiere, y la prueva de si me entregó el papel quando lo pida y lo demás que la requiera para

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la execución desta escriptura, queda diferida en mi juramento sin otra alguna de que soy relevado. Y es declaraçión que para hazer la dicha ynpresión a de estar y e de tener compuesto el molde a mi costa dentro de dos meses que corren desde oy, lo qual es a mi cargo para que con tiempo se pueda comenzar, y desde que se cumplan los dichos dos messes que es quando a de estar compuesto y acavado lo e de tener seis meses de manifiesto, sin deshazerle para que se ymprima lo que hordenare el dicho don Francisco. Y a de estar el dicho molde para el dicho efeto en casa de mí, el dicho Gerónimo de Contreras, que es la dicha enprenta y devajo de llave, la qual a de guardar el dicho don Francisco, y para ello a de llevar a la dicha casa una caxa en que se guarde, porque solo se a de ynprimir con el dicho molde lo tocante al dicho don Francisco y no otra cosa alguna, y pasado el dicho tiempo quedo livre deste gravamen. Y con declaración que cumplidos los dichos plazos que me obligo de hazer el dicho entrego, a de yr el dicho don Francisco por los dichos lunarios, y si no fuere, e de aver cumplido con tenerlos de manifiesto en la dicha enprenta, y allí an de estar por su quenta, cuya prueva asimismo queda diferida en mi juramento. Y si dentro del dicho tiempo no no [sic] entregare los dichos dos mil lunarios como quedo obligado, demás de que a ello e de ser apremiado por todo rigor de derecho, doy facultad cumplida a el dicho don Francisco de Quirós o a quien su poder o causa oviere, para que se pueda conzertar con otra persona del arte para que los haga, y por lo que más le costare y lo que me huviere pagado, consiento ser executado con solo esta escriptura y su juramento, en que difiero la prueva de lo susodicho sin otra alguna de que le relevo; y para la paga y cumplimiento de lo que dicho es, obligo mi persona y vienes avidos e por aver. E yo, el dicho don Francisco de Quirós, que soy presente a lo contenido y declarado en esta escriptura, la açepto como en ella se contiene, y me obligo a todo lo que por ella soy obligado, y asimismo de pagar a el dicho padre fray Joan Fernández, como tal procurador del dicho convento de Santo Domingo, y al que adelante lo fuere, los dichos duçientos pesos de a ocho

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reales del preçio y valor de los dichos dos mil lunarios, para el dicho día fin de henero del año que viene de mil y seisçientos y treinta y siete. Y si más lunarios de los referidos se ynprimieren, le pagaré por cada çiento a doze reales, como dicho es según y como queda dicho, y las dichas pagas haré en esta dicha çiudad de Los Reyes a mi costa y riesgo y sin perjuicio desto en otra parte y lugar que se me pidan y demanden y mis vienes se hallen quier esté presente o ausente, llanamente y sin pleyto alguno con las costas y gastos de la covranza, para lo qual obligo mi persona y vienes avidos y por aver. Y anvas partes declaramos que es justo preçio y valor de los dichos lunarios es la dicha cantidad, y que no vale más ni menos, y si más bale o baler puede de la demasí[a] o menos valor en qualquier cantidad que sea, desde luego nos hazemos graçia y donación con las ynsignuaciones e renunçiaçiones de leies en derecho nezesarias, por ser este contrato en toda ygualdad de que yo el dicho don Francisco, soy ynformado, e yo, el dicho Gerónimo de Contreras, como ynpresor, lo sé, lo qual otorgamos devajo de la obligación de personas y vienes referidos, y para su execución y cumplimiento damos poder cumplido a las justicias e juezes de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en espeçial a las desta dicha çiudad y corte, a cuya jurisdiçión y fuero nos obligamos y sometemos y renunçiamos el nuestro y la lei si convenerit de juridizione oniun judicum, para que a ello nos compelan y apremien como por sentencia pasada en cosa jusgada, e renunciamos la leies y derechos de nuestro favor y la que lo prohive, y consentimos que desta escriptura se saquen dos o más traslados, el uno dellos cumplido e pagado, los demás no valgan. Que es fecha la carta en Los Reyes, a siete de julio de mil y seisçientos y treinta y seis años, y los otorgantes que yo el escrivano doi fe conozco lo firmaron. Testigos Joan Cutiño, Pedro Vastante y Alonso del Campo, presentes. Don Francisco de Quirós [rubricado] Gerónimo de Contreras [rubricado]

Derechos, ocho reales.

Ante my, Martín de Ochandiano Escribano público [rubricado]

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[Al margen:] En la ciudad de Los Reyes, a dos días del mes de otubre de mil y seisçientos y quarenta y un años, ante mí el escrivano y testigos, pareció el padre fray Xacinto Telles, religioso y procurador general del horden de Predicadores desta probincia, a quien doy fe conozco y que es tal Procurador General del dicho horden y tiene poder para recevir y cobrar sus vienes y rentas que pasó ante Nicolás Sánchez Márquez, escrivano real, este dicho año en mis registros. Y confesó aver recevido de don Francisco de Quirós, que está presente, ciento y ochenta pesos de a ocho reales, con los quales y con veinte que a pagado Julián Santos de Saldaña en su nonvre al padre fray Juan Fernández, procurador general que fue del dicho horden, se ajustan a los doscientos pesos que por esta escritura le devía a pagar al conbento del señor santo Domingo de la dicha horden desta ciudad por la raçón que en ella se refiere, de que se dio por entregado y renunció la excepción y leyes de la no numerata pecunia y entrego por no ser de presente, y el dicho don Francisco de Quirós declaró que a pagado los dichos pesos [roto] aberse cumplido con el susodicho el tenor y firma de esta escritura. Y anvos lo firmaron y dieron por rota y chancelada esta escritura. Y lo firmaron siendo testigos Pedro Bastante y Juan de Puerta y Nicolás Sánchez Márquez. Testado tura. Fray Jacintho Téllez [rubricado]. Don Francisco de Quirós [rubricado]. Ante mí, Martín de Ochandiano [rubricado], escrivano público. Sin derechos. AGN. Protocolo del escribano Martín de Ochandiano, nº 1272, año 1636a, ff. 980r-982r. 32] Concierto por el que el impresor Pedro de Cabrera recibe en administración el taller de Jerónimo de Soto Alvarado (25 de abril de 1638) [Al margen:] Conçierto. Pedro de Cavrera con Gerónimo de Soto Alvarado. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos, Gerónimo de Soto Alvarado y Pedro de Cavrera, ofiçial de ynprimir libros, vezinos mo­ radores en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, e yo el dicho Pedro

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de Cavrera, otorgo por esta carta que e rezivido del dicho Gerónimo de Soto Alvarado una enprenta de ynprimir libros con todas las letras mayores y menores y caxones con sus apartadixos dellas, tornos, y husillos, mesas y tablones y demás cosas nesesarias para la dicha ynpresión de libros y otros géneros, de forma que e rezivido del dicho Gerónimo de Soto Alvarado la dicha enprenta aviada de todas las cossas, letras y demás ynstrumentos para ymprimir sin que le falte cosa alguna, de que haremos memoria y lo firmaremos entranvos de nuestros nonvres y del presente escrivano, y porque como dicho es tengo en mi poder y e resibido del dicho Gerónimo de Soto Albarado la dicha enprenta abiada de letras, tornos y demás ynstrumentos nesesarios para su avío y despacho, de todo ello me doy y otorgo por vien contento y entregado a mi voluntad, sobre que renuncio la excepción y leyes de la prueba de su entrego y rezivo, herror de quenta, engaño y las demás deste caso, y como dicho es la dicha enprenta aviada de letras y de todo lo demás necesario, yo el dicho Pedro de Cavrera, lo e tenido y tengo en mi poder en la casa y enprenta que e tenido y tengo a mi cargo, en la casa de la enprenta que está en los portales de los escrivanos que me la entregó el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, para que la benefiçiase y se ynprimiese en ella como hasta aquí lo e hecho, y de todo lo que hasta oy se a ynpresso hasta nuebe días deste pressente mes y aora de nuevo se ynprime y enprimiere de aquí adelante, rezibo la dicha ynprenta por bía de fatoraje y administrasión della y su vene­fiçio, teniéndola yo en administrasión y a mi cargo y en mi poder por tienpo y espaçio de seis años, que comensaron a correr y contarse desde el dicho día nueve de abril en que estamos de la fecha desta en adelante cumplidos primeros siguientes, con cargo de guardar y cunplir las condiciones siguientes: Primeramente, con cargo y condisión que yo el dicho Pedro de Ca­ vrera e de ser obligado, como por la pressente me obligo, por bía de fatoraje y encomienda, venefiçio, manifatura y administraçión, de tener como tengo a mi cargo la dicha enprenta como tal adminis­trador y ofiçial deste ministerio, con todas las cosas tocantes y pertenesientes a la dicha enprenta, sin que le falte como no le falta cosa alguna, y en caso que la dicha memoria de todo ello no se haga, desde luego dejo al dicho Gerónimo de Soto Alvarado en su sinple declaración las cossas contenidas en la dicha memoria tocantes a la dicha enpren-

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ta, para que por su declarasión se esté y pase, e yo tenga obligación de entregárselo sin otra prueba ni recaudo, de que le relevo. Yten, con cargo y condisión que yo el dicho Pedro de Cavrera, al cavo desta conpañía o quando la acavemos o demos por acavada de conformidad de entranbas partes, me obligo de dar quenta con pago de entregar al dicho Gerónimo de Soto Alvarado o a quien su causa obiere, la dicha enprenta con todas las cossas, letras, ynstrumentos y demás aderentes, tornos y tornillos y todo lo demás que me a entregado, o pagarle su valor. Yten, con cargo y condisión que como dicho es yo el dicho Pedro de Cavrera, tengo de tener como tengo a mi cargo y en la dicha casa la dicha enprenta y todo lo a ella tocante, y administrarla y be­nefiçiarla en todo aquello que conbenga y travajar, hazer y disponer, y despachar todas las ovras que se ofresieren de ynpresión, acu­diendo a ellas y a su ynpresión y despacho como tal ynpressor, consertarlas y rezivir el preçio de ellas, y tener a mi cargo todo lo suso­dicho como tal administrador, los negros y demás gente nesesaria que adelante yrán declarados. Yten, que con la dicha enprenta el dicho Gerónimo de Soto Alvara­ do me da un negro nonbrado Antón, congo, ofiçial de tirador, y este, del montón a de ganar para el dicho Gerónimo de Soto Alva­ rado ocho patacones cada mes, que se an de sacar del montón de ganançias desta compañía. Y ansimismo, otro negro vatidor que está alquilado de el licenciado Alonso Gaytán de Lara, que a de ganar ocho patacones cada mes, y se an de sacar del dicho montón. Y si alguno destos dos negros faltare, yo el dicho Pedro de Cavrera e de poder alquilar otro en su lugar. Yten, que la casa donde está la enprenta se a de pagar así lo co­rrido hasta oy como lo que corriere de aquí adelante del montón de los aprovechamientos desta conpañía. Yten, que para la comida de los dichos dos negros y un mucha­cho aprendís, se an de sacar del montón desta conpañía doce pata­cones cada mes.

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Yten, que de los aprovechamientos que oviere de la dicha enprenta, sacados las costas y gastos que ubiere y alquile de casa, yo el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, doy y señalo al dicho Pedro de Cavrera la mitad de los aprovechamientos que ubiere y cayeren, li­vres de las dichas costas por su travajo y ocupaçión y administrasión y benefiçio que a de tener en la dicha ynpresión quier sean muchos o pocos, y la otra mitad es y a de ser quedar para mí, el di­cho Gerónimo de Soto Alvarado. Yten, que yo el dicho Pedro de Cavrera, me obligo de tener libro con quenta y raçón, día, mes y año, claridad y distinçión adonde asien­te, como e de asentar, todas las ovras que se hisieren en la dicha ynprenta, y lo que se da por ellas y a quién se haçen, y cada dos me­ses, y antes y cada y quando que nos paresiere u a qualquiera de ­nos, nos avemos de ajustar de quenta por el dicho libro, por el qual se a de estar y pasar salvo herror de quenta u olvido de alguna obra sin otra prueva ni recaudo, de que entranvos y cada uno de nos que­damos relevados. Yten, es declaraçión que esta conpañía entra con las ovras siguien­ tes: unas çedulitas que se dan en el monasterio de Nuestra Señora de La Merced para paridas; un librito de Nuestra Señora en latín del padre Ynaçio, de la Conpañía de Jesús. Yten, con declaraçión que hasta el dicho día nueve deste pressente mes estamos ajustados de todas las ovras atrazadas, quentas, dares y tomares que hasta oy día de la fecha desta estamos ajus­tados, y avemos tenido y de último y final alcançe y de lo que yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, e prestado en reales al dicho Pedro de Cavrera, le alcanso en duçientos setenta y un pesos de a ocho reales, los quales yo, el dicho Pedro de Cavrera, declaro dever al dicho Gerónimo de Soto Alvarado, y dellos a mayor avundamien­to me otorgo por entregado y renuncio la excepción de la no nume­rata pecunia y leyes de la prueba de su paga, entrego y rezibo y las demás deste caso, y prometo y me obligo de pagarlos al dicho Gerónimo de Soto Alvarado u a quien su causa uviere, en las obras y de las que se ofresieren, y para de oy día de la fecha desta carta en un año cunplido primero siguiente se los pagaré en las dichas ovras o

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en reales de contado, puestos y pagados en esta dicha ciu­dad y a su fuero y juridisión por mi quenta, costa y riesgo u en otra qualquier parte que fuera della se me pidan y demanden a mí u a mis bienes quier esté presente u auzente, llanamente y sin pleyto alguno con las costas y gastos de su covrança. Yten, que las cartillas que yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, tengo de mi previlexio, si se disisieren o desconsertaren, yo el di­cho Pedro de Cavrera, las tengo de hazer y aderesar las formas gran­des y chicas sin llevar nada por ello, y no entran en este conçierto sino quedan por del dicho Gerónimo de Soto Alvarado. Yten, que al cavo del dicho tienpo como dicho es yo, el dicho Pe­ dro de Cavrera, entregaré al dicho Gerónimo de Soto o a quien su causa ubiere los materiales, letras y demás cosas conforme a la dicha memoria y todo lo demás que nuevamente se conprare para la dicha enprenta, o le pagaré su valor. Yten, con condisión que los catones que se hisieren en la dicha ynprenta son por quenta de mí, el dicho Geronimo de Soto Alvarado, sin dar cosa alguna por ellos. Y con las dichas condiçiones y cada una dellas, hazemos y funda­ mos este conçierto y conpañía, las quales cada uno de nos, nos obli­ gamos de guardar, cunplir y pagar, y el que contra ellas fuere y no las cunpliere, pague a el otro todos los daños, costas y menoscabos que por no cunplirlas se nos siguieren y recresieren, porque como dicho es yo, el dicho Pedro de Cabrera, rezivo la dicha enprenta del dicho Gerónimo de Soto Alvarado por bía de factoraje y encomien­da, como tal ofiçial de ynprimir, por el dicho tienpo de los dichos seis años, durante los quales me obligo de estar y asistir, benefi­ciar y administrar la dicha ynprenta como tal ynpresor, y acudir a las cosas tocantes a su benefiçio y administrasión sin hazerle falta ni falla, y si me fuere y ausentare, el dicho Gerónimo de Soto Al­varado me a de apremiar por todo rigor de derecho a que cunpla el dicho tienpo en la dicha administrasión, y si me fuere u auzen­tare, me a de sacar y traer de adonde estubiere a mi costa y

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apremiarme como dicho es a que cunpla lo susodicho, y las costas y daños que en esto se le recresieren se las pagaré, y al cunplimiento y paga de lo que dicho es cada uno por lo que nos toca, obligamos nuestras perssonas y vienes avidos y por aver, y damos poder a las justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean, al fuero y juridisión de las quales y de cada una dellas, y espeçial y señaladamente a las desta dicha çiudad y corte que en ella rezide, y a las de la parte y lugar ante quien esta escriptura pública se presentare, nos sometemos y obligamos con nuestras personas y bienes y renunciamos nuestro propio fuero, domiçilio y vezindad y previlexio dél, y la ley que dice que el actor debe seguir el fuero del reo para que las dichas justicias y cada una dellas nos conpelan y apremien al cunplimiento y paga de lo que dicho es, como si fuese por sentencia pasada difinitiva de jues conpetente pasada en cosa jusgada, y renunçiamos las leyes de nuestro favor y la que defiende su general renunçiaçión, y consentimos que desta escriptura se saquen dos o más treslados. Que es fecha en la ciudad de Los Reyes, en veinte y çinco días del mes de abril de mil y seisçientos y treinta y ocho años, y lo firmaron los dichos otorgantes, que yo el escrivano doy fe que conosco. Siendo testigos Martín Ximeno y Francisco de Soto y Tomás de Lunbreras. Gerónimo de Soto Alvarado [rubricado] Pedro de Cabrera [rubricado] Ante mí, Bartolomé de Toro Escrivano de Su Magestad [rubricado]

Débenseme 10 reales.

[Al margen:] Ante mí, como escrivano de Su Magestad, oy siete de septiembre de mil y seisçientos y quarenta y quatro años, Gerónimo de Soto Albarado dio por chançelada esta escriptura y carta de pago a Pedro de Cabrera de los duçientos y setenta y dos pesos que por ella le debía, y el uno al otro y el otro al otro se dieron carta de pago y finiquito de todos los dares y tomares, quentas y trabaquentas que entre los dos an tenido hasta oy dicho día y deudas que se an devido, y queda en mi registro deste año. Bartolomé de Toro, escrivano de su Magestad [rubricado].

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AGN. Protocolo del escribano Bartolomé de Toro, nº 1877, años 1638-1639, ff. 230v-233. 33] Testamento del impresor Jerónimo de Contreras (2 de diciembre de 1639) [Al margen:] Testamento. Gerónimo de Contreras. En la ciudad de Los Reyes de el Pirú, en nueve días del mes de diciembre de mil e seiscientos e treinta e nueve años, ante el capitán don Pedro de Castro Ysásaga, cavallero del horden de Santiago, alcalde hordinario desta ciudad, se presentó esta petición con el testamento que en ella se haçe mención. Blas Garçón, digo que Gerónimo de Contreras es muerto y passado desta pressente bida, y otorgó el testamento cerrado de que hago pressentassión, en el qual entiendo me deja por su albacea, y para que se sepa la boluntad del dicho difunto. A Vuestra Merced pido y suplico, que avida ymformassión dello y constando de su muerte, se abra el dicho testamento y ponga en rexistro y se me den los treslados nesessarios pues es justissia, la qual pido y en lo nesessario, etc. Blas Garzón [rubricado] E por el dicho alcalde vista, mandó que se reciva la ymformación que ofreçe con los testigos ynstrumentales ante el presente escribano. Otro real. Y así lo probeyó. Ante mí, Martín de Ochandiano, escribano público [rubricado] [Al margen:] Testigo. En la ciudad de Los Reyes, en el dicho día nuebe de diziembre de mil e seiscientos e treinta e nuebe años, fue recibido juramento según forma de derecho de Domingo Alcaide, el qual dixo que él con

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otras personas en dos deste presente mes se halló presente a un testamento serrado que otorgó ante el presente escrivano Jerónimo de Contreras, librero, donde firmó por testigo, que pidió se le muestre su firma y abiéndole sido mostrado el dicho testamento y visto la dicha firma, dixo que la reconose por suya porque la firmó y fue testigo en el dicho testamento, y oy a visto muerto naturalmente a el dicho Jerónimo de Contreras, y esto es la berdad so cargo del juramento y lo firmó de su nonbre, que es demás de treinta e ocho años. Domingo Alcaide [rubricado] Diego de Morales, escrivano [rubricado] [Al margen:] Testigo. En Los Reyes, en nuebe de dizienbre de mil e seiscientos e treinta e nuebe años, fue resebido juramento según forma de derecho de Manuel Rodrígues, ofissial librero, el qual abiéndolo fecho según forma de derecho e siendo presente, dixo que a dos días deste pressente mes de diziembre este testigo fue testigo estrumental y concurrió con otras perssonas a el otorgamiento de un testamento serrado, que por ante el presente escribano otorgó Jerónimo de Contreras, librero, que pide se le muestre el dicho testamento y su firma, y aviéndolo visto e mostrado, se le dixo que el dicho testamento es el otorgado por el sussodicho y la firma es deste testigo y por tal la reconosse, y agora a visto muerto naturalmente a el dicho Jerónimo de Contreras, y que es la berdad so cargo de el juramento que tiene fecho e lo firmó de su nombre, que es de de más de quarenta años. Manuel Rodríguez [rubricado] Diego de Morales [rubricado] [Al margen:] Testigo. En el dicho día nuebe de diziembre de mil e seiscientos e treinta e nuebe años, fue resebido juramento por Dios e por una señal de cruz de Jerónimo Días, maestro sapatero, el qual siendo preguntado, dixo que este testigo con otras perssonas se halló presente a

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dos de este presente mes a un testamento que otorgó serrado ante el pressente escribano Jerónimo de Contreras e firmó en él como testigo, que pide se le muestre, y abiéndolo visto y la firma que está a el pie do que dize Jerónimo Días, dixo que la reconosse por tal su firma, y el dicho testamento es el mismo quel dicho Jerónimo de Contreras otorgó, a el qual a bisto muerto con el ábito de San Francisco, e questo es la berdad so cargo del juramento, y fecho e lo firmó de su nombre, e que es de más de quarenta e quatro años. Gerónimo Días [rubricado] Diego de Morales, escrivano [rubricado] [Al margen:] Testigo. En el dicho día nuebe de diziembre de mil e seiscientos e treinta e nueve años, fue resebido juramento de Blas Garçón, el qual abiéndolo fecho según forma de derecho, dixo que en dos días de este presente mes este declarante se halló presente a el otorgamiento de un testamento que por ante el presente escribano hiso e otorgó Jerónimo de Contreras, en el qual firmó como los demás testigos, el qual pidió que se le muestre e lea e por mí el dicho escribano le fue mostrado y abiendo leydo e visto y la dicha su firma que está a el pie dél, dixo que el dicho está [¿fyel?] el otorgante por el dicho Jerónimo de Contreras y la firma deste testigo está en él, la qual reconose por suya y es sierto e verdadero, y agora poco a bisto muerto a el dicho Jerónimo de Contreras con el ábito de San Francisco, y que es la verdad so cargo de el juramento fecho, e lo firmó de su nombre. Blas Garzón [rubricado] Diego de Morales, escrivano [rubricado] [Al margen:] Auto. En nueve días del mes de diziembre de mil e seiscientos y treinta y nueve años, el capitán don [en blanco] estando aciendo audiencias públicas en su juzgado, aviendo bisto los autos y que el dicho testamento no está ni roto ni chancelado ni en parte sospechossa, el dicho alcalde con un cuchillo cortó los ylos de él, y en su presencia

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de los testigos leyó verbo ad berbum el dicho testamento y mandó se guarde y cumpla por tal testamento y última boluntad de Gerónimo de Contreras, y mandó se den los traslados necessarios, en los quales y en este original ynterpuso su autoridad en forma y lo firmó. Siendo testigos Adrián Troche, Gerónimo de Ledesma y Mateo de Valençuela, moradores en esta dicha ciudad. Don Pedro de Castro Isásaga [rubricado] En el nonbre de Dios todopoderosso, padre y hijo y espíritu santo que son tres personas y un solo dios verdadero, con cuya ynbocassión todas las demás [ilegible] prinsipio, medio y fin, creyendo como creo fiel e berdaderamente, creo y confiesso aquello que cree e confiessa la santa madre yglessia romana y el misterio de la Santisima Trenidad, Padre e Yjo y Espirito Santo, tomando como tomo por mi yntersessora y abogada en esta ora y en la de mi muerte a la gloriossissima bienaventurada y sienpre Virgen Santisima como nuestra señora y madre de Dios del Rosario. Sepan los que esta escriptura de testamento e última e postrimera voluntad bieren como yo Jerónimo de Contreras, natural de la ciudad de Granada, en los reinos de España, hijo de Jerónimo de Contreras y de María Gomes Barba, difuntos, e morador que soi en esta ciudad de Los Reyes, estando enfermo en la cama con passiones de la orina y otras enfermedades temiéndome de la muerte por ser cosa natural e [¿de que?] una criatura bibiente [¿conzerbar?] y deseando encaminar mi alma y ponerla en carrera de salvaçión, otorgo que hago e hordeno mi testamento y última e postrera voluntad, en la forma e manera siguiente: Primeramente, encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que la redimió por el pressio de su sangre y el cuerpo a la tierra el qual cada que su dibina magestad fuere servido de me llebar de aquesta vida, es mi voluntad que mi cuerpo sea sepultado en la yglessia, parte y lugar que Leonor de León, mi mujer, quissiere y señalare, y se pague de mis bienes la tal sepoltura a donde el dicho mi cuerpo fuere sepultado. Yten, quiero quel día de el dicho mi entierro, si fuere ora y sino el día siguiente, se diga por mi alma una missa cantada de querpo

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pressente ofrendada de pan y bino, y se pague su limusna [sic] de mis bienes. Yten, en la capilla o altar de alma y en [roto] lugar que la dicha Leonor señalara las missas rezadas que a la sussodicha paressiere, y se pague la limosna dellas de mis bienes. Yten, en quanto al enterramiento después del cura y sacristán y cruz alta [quemados varios renglones], y se pague de mis bienes todo, y lo mismo se entienda si aconpañaren mi cuerpo por su boluntad unos saserdotes clérigos e frayles. Yten, mando a las mandas forsossas un pesso, con el qual las aparto de mis bienes porque estoy pobre. Yten, declaro que yo tengo a mi cargo una enprenta de ynprimir libros con todo lo que a ella pertenesse, la qual es y le pertenesse oy libremente al convento de Santo Domingo, la que la e tenido que le resebi del padre fray Juan Fernández fue con siertas condisiones, las quales condissiones son acabadas por anbas partes por quanto en pressio de quinientos pessos que de mí resibió el dicho padre quedamos renovados hasta oy, y ansí resiviendo la dicha enprenta no devo cosa ninguna. Yten, declaro que yo e resebido prestados de Juan Refolio, setessientos y tantos patacones, cuya cantidad líquida no me acuerdo, a quenta de lo qual le tengo pagados a el sussodicho tresientos y quatro patacones, es mi voluntad que los pessos que el sussodicho dixere que le debo, se le paguen de mis bienes. Yten, declaro que debo a Miguel de Locegui dos mezes justos de pan que me a enviado para el gusto de mi cassa a razón de dos reales cada día, mando que se le paguen de mis bienes. Yten, por quanto entre mí y el dicho Miguel de Losegui a avido de tienpo de veinte años a esta parte algunas quentas pequeñas ajustadas de que [roto] que devo a el sussodicho cossa ninguna, el qual a dicho le devo sinquenta o sessenta pessos, es mi voluntad que

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por si le deviere algo le paguen de mis vienes treynta pessos, y si el sussodicho dixere que es más difirido en su juramento y consenssia, se le pague lo que dixere le devo. Yten, declaro que devo líquidamente por conpusissión entre mí y el padre predicador fray Alonso de Herrera, de la orden de San Francisco, sinquenta patacones, mando que se le paguen. Yten, declaro que Pedro Sánchez de la Haba, mercader en la calle de las Mantas, fio a mi ruego y fiança a Niculás Delgado cantidad de treynta y quatro pessos de mercaduría que le dio, que fue un bestido de pañete en el qual le dexó por prendas dos anus deyes de cristal y una medallita de rozario de oro, las quales prendas yo tengo en mi poder por aver pagado los dies y seis patacones dellos, como pareserá por el libro del dicho Pedro Sanches, ordeno que pagando a mis bienes los dichos dies y seis patacones y los demás el sussodicho a quien se deven, se le vuelvan sus prendas a el dicho Niculás Delgado. Yten, declaro que devo a Miguel Nuñes, vodegero [sic], lo quel susso dixere con juramento, de bino y binagre que le conpré que serán hasta dies y seis patacones la resta, mando se le paguen. Yten, declaro que debo a Francisco Sapata, mercader, lo que paressiere por su libro, mando que se le pague de mis bienes. Yten, declaro que a mí me deven las perssonas que aquí serán declaradas lo siguiente: Yten, me deve Mateo de Castro, morador delante de La Nasca, sien pessos que los lasté por él que se debían a Bartolomé Gonçales, que reside en el Callao, cuyo lasto está ante Bartolomé de Toro, escribano real, abrá un año poco más o menos. Dirá dónde está el dicho deudor el licenciado Domingo Gonçales Gordillo, mando se cobren. Yten, me es deudor el señor dotor don Thomás de Avendaño, chantre desta santa yglessia, treynta y seis pessos de resto de la ynpressión y enquadernaçión de las sinodales, mando se cobren.

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Yten, me es deudor el señor don Pedro de Sotomayor, maestresquela de la dicha santa yglessia, quatro pessos y medio, valor de dos diurnos, mando se cobren. El licenciado Antonio Çarzoça, clérigo, me es deudor de ocho patacones de otros tantos que le presté en reales. El dicho más me deve tres patacones e medio del valor de un calendario perpetuo, y tengo en mi poder un libro grande yntitulado blibia [sic] sacra sin estanpas, mando que se cobren anvas partidas y se le buelva su libro. Yten, declaro quel bachiller Estevan de Aguilar, dotrinero, me es deudor de quarenta y seis pesos y un real, de resto de quentas, mando que se cobren. Yten, declaro quel bachiller Francisco Calvo de la Cámara me es deudor de todas quentas de sesenta y seis patacones, y si oviere hierro en la quenta, se deshaga y se cobre lo que se debiere. Yten, me es deudor el padre fray Marcos, de la horden de Santo Domingo, de seis patacones de primera y segunda parte de quaresma de Calbo en portugués, mando se cobren. Yten, me es deudor el padre fray Francisco Ordoñes, procurador de corte y de la horden de San Francisco, de veinte patacones y quatro reales, de resto de la ynpressión de las tablas del rezado deste año, mando que se cobren. Déveme Manuel Rodrigues dies pessos y quatro reales, de resto de quentas, mando que se cobren. Yten, me es deudor Francisco de Horosco de quarenta y siete pesos y quatro reales de resto de todas quentas, mando questos solos se cobren dél. Yten, declaro que yo soi cassado ligítimamente según orden de la santa madre yglessia con la dicha Leonor de León, y a el tienpo y quando se efetuó el dicho matrimonio resebí en dote con la sussodi-

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cha quatrossientos ducados de a onze reales cada uno, los dossientos en reales y los dosientos en axuar, declárolo anssí. Declaro que del dicho matrimonio emos tenido tres hijos, dos enbras e un barón, quel varón es muerto y las dos hijas, la una Juana de Contreras, que está casada, y la otra donzella lla[mada] María de Contreras, declárolo anssí. Declaro que Juan López, mi yerno, cassado con la dicha Juana de Contreras, es mi fiador en cantidad de hasta seiscientos pesos, porque me executaron a mí el dicho Gerónimo de Contreras como fiador que yo fui de Juan Gomes de los Sebos, debidos a los vienes de el lissenciado Poleo de quien [fue] albacea de el dotor Andrés García de Çurita, declárolo anssí. Declaro que a el tiempo e quando yo tomé en arrendamiento las cassas en que al pressente bibo, que la propiedad es del mayorasgo del capitán Diego de Agüero, el qual me hizo Álbaro Cavallero [¿Valcáçar?] en birtud de poder que para ello será por tienpo de quatro años que era el tienpo que le restaba de correr a Francisco de Fontanilla, librero, y por pressio cada un año de mil e trezientos patacones ca[da] uno, de que son corridos los tres años de que están pasados los dos y medio, y porque en el dicho arrendamiento e trespasso de consentimiento de la parte fue conssierto que yo avía de dar y pagar fuera de el dicho arrendamiento un mil e trezientos pessos por las mexoras, en que entró el balor de un negro llamado Pablo, que sacado su balor de el dicho negro quedaron por las dichas mexoras setessientos pesos que me deben pagar y volver, es mi voluntad que si al tienpo de mi fallesimiento debieren por razón del dicho arrendamiento a alguna cantidad de pessos, se conpenssen en ello los dichos setesientos pessos o la cantidad que se debiere, y si sobrare debuelva a mis bienes. Yten, declaro que estoi conssertado con el padre prior de Monsarrate de le ynprimir ocho resmas de estanpas a razón de catorze patacones cada resma para en quenta de la qual dicha ynpressión tengo resibidos sinquenta patacones, lo demás se me a de pagar acabada y entintada la dicha obra a la dicha razón y pressio.

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Yten, declaro que por horden de su Señoría Ylustrísima el señor arzobispo de Guajaca don Bartolomé de Benabides, arcediano desta santa yglessia y jues de la Cruzada, está a mi cargo la venta de los libros del rezado, y de lo vendido agora dos años pagué lo que entonçes devía, de que tengo carta de pago, y de[s]pués aca está en mi poder la plata de lo que e bendido que serán hasta dosientos e treinta patacones, porque lo demás está en espessie, de que se abrá de rebaxar algunas obras que hecho por mandado de Su Señoría, declárolo anssí. Declaro que Lucas, caxonero que está en el caxón de la mano derecha frontero de la yglessia, me es deudor por razón del arrendamiento de la dicha tienda y caxón para primero de henero, de quarenta çiento e veinte y cinco pessos de medio año, mando se cobren. Yten, declaro que Alexandro Volssino deve de arrendamiento de un apossento de la dicha cassa para fin deste pressente mes de dizienbre en que estamos, noventa y dos pesos de el dicho arrendamiento, mando que se cobren. Y los demás contenidos en una memoria firmada de mí el dicho Jerónimo de Contreras por ante el presente escribano, lo que por ella paresse de arrendamiento de los apossentos de la dicha cassa, mando que se cobre con lo que más uvieren en ella. Declaro por mis bienes, dos negros nonbrados Pedro el uno y Pablo el otro, de casta angolas. Anssimismo, declaro por bienes la tienda y libros y armazón con todos los demás aderentes y avíos de ella con todo el papel blanco, cañones, pargaminos [sic], plecla entera, prensa e ynjenio y herramientas, y todo lo demás nesessario para el travajo della. Yten, assimismo declaro por mis bienes las camas, pabellones, sillas, mezas, bufetes e ymáxenes de pintura, colchones, sávanas, almohadas, caxas y demás cossas que paressieren ser ansí del servicio de la dicha mi cassa como de mi bestuario.

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Declaro que tengo enpeñadas unas gargantillas que son dos de quentas de oro en quarenta e un patacón que son de Mariana de Velásquez, madre del licenciado Diego Lopes, presvítero, mando se cobren y se le entreguen. Y para pagar y cunplir aqueste mi testamento, pagar lo que se debiere y cobrar lo que se me debe, dexo y nonbro por mis albaceas a Blas Garçón y al padre fray Juan Fernandes, relixiosso de la horden de nuestro padre Santo Domingo, a el dicho Blas Garçón por tenedor de todos mis bienes, y cunplido aqueste dicho mi testamento a el qual el dicho padre fray Juan Fernandes a anvos dos y a cada uno de por sí ynsolidun, doy todo mi poder cunplido para que entren en ellos y en almoneda fuera della, los vendan e rematen, y en razón dello y del cunplimiento de todo paresca ante qualesquier juezes e justicias que convengan, e hagan todas las dilijencias judiciales y estrajudiciales que convengan y se requieran de derecho por todos grados e ynstancias, hasta que entre en poder del dicho Blas Garçón su prosedido y con él cunpla e satisfaga aqueste dicho testamento e postrera voluntad, que para ello les doy aquel poder que se requiere de derecho y es nesessario, con libre e general administración. E cunplido e pagado en todo el remaniente de mis bienes, e dexo e nonbro por universsales erederas a las dichas Juana y María, mis hijas, con que en aquello que libremente quedare de ellos mexoro a la dicha María, mi hija donzella, en el tercio y en el quinto de todo lo que dello oviere y en aquello que el derecho me concede mexorarla en la forma dicha, las quales lo ayan y ereden con vendissión de Dios y la mía. Y reboco y anulo y doy por ninguno e de ningún valor y efeto otros qualesquiera testamentos o codissilios, últimas e postrimeras voluntades e poderes para testar que paresca yo aber fecho antes de agora para que no valgan, salvo este que agora hago e otorgo por ante el presente escribano para que como tal se cunpla, guarde y execute, que ba escrito en quatro hojas enteras y esta parte de pliego entero de letra del pressente escribano ante quien lo firmo de mi nombre, a quien yo el pressente escribano doi fe

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que conosco. Que es fecho en Los Reyes en la morada del dicho otorgante, en dos días del mes de dizienbre de mil e seiscientos e treynta e nuebe años. Enmendado /y resto/ valga / y testado / sinco /que. Gerónimo de Contreras [rubricado] Ante mí, Diego de Morales Escribano de Su Magestad [rubricado] En la ciudad de Los Reyes en dos días de el mes de dizienbre de mil y seissientos e treynta e nuebe años, ante mí el escrivano de Su Magestad y testigos avaxo escritos, paressió Jerónimo de Contreras, ynpressor de libros, a quien yo el pressente escrivano doy fe que conosco, y me entregó a mí el pressente escribano este papel serrado y sellado, el qual dixo que es su testamento, última y postrimera voluntad y que en él tiene señalado sepoltura, alvaceas y e[re]deros y que ba escrito en quatro hojas de papel y parte de otra en pliego entero y que está firmado de su nonbre, el qual aze que es su testamento, última y postremera voluntad, y como tal lo otorga y quiere que luego que fallesca se abra y publique y cunpla y guarde como su última y voluntad postrimera, y revoca y anula y da por ninguno e de ningún valor y efeto otros qualesquier testamentos que paresca aver fecho e otorgado antes deste, porque solo este lo otorga como tal postrera voluntad, y lo firmó de su nonbre aquí. Siendo testigos Miguel Sanches y Domingo Alcayde y Manuel Rodrigues y Blas Garssón y Jerónimo Días y Pedro de Sepeda y Cristóbal Vernal pressentes. Miguel Sanches [rubricado] Testigo por Cristóbal Bernal, Miguel Sanches [rubricado] Gerónimo de Contreras [rubricado] Gerónimo Díaz [rubricado] Pedro de Zepeda [rubricado] Blas Garzón [rubricado] Domingo Alcaide [rubricado] Manuel Rodríguez [rubricado]

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E yo Diego Morales, escrivano de Su Magestad, pressente, fui e fise este signo [signo] en testimonio de verdad, Diego de Morales escribano de Su Magestad [rubricado]. En la ciudad de Los Reyes, en siete días del mes de dizienbre de mil y seissientos e treinta e nuebe años, Jerónimo de Contreras, a quien doy fe que conosco, estando como lo está enfermo de enfermedad peligrossa, y reconossido de que por ella se va assercando a la muerte por el conosimiento que tiene durante el consumo de su naturaleza, dixo que por quanto en dos días de aqueste pressente mes de dizienbre en que estamos, él hizo e otorgó por ante mí, el presente escribano, su testamento serrado e sellado, según y como el derecho le concede, y después acá a recorrido su memoria y halla que deve dezir y declarar lo que le es conbiniente para el descargo de su conciencia, y ansí poniéndolo en efeto por bía de cudicilio y como mexor lo puede e debe hazer para su entera balidación y de derecho le es conçedido, retificando en todo e por todo lo dicho e otorgado por el dicho su testamento, e sin que en ninguna cossa esto sea contrario a aquello sino todo una misma boluntad, declara que es deudor a el padre fray Juan Fernández, relixioso del horden y convento de el señor Santo Domingo de aquesta çiudad, de un mil e siento e sinquenta e nueve pessos de a ocho reales, los un mil pessos de ellos en reales que el dicho padre le prestó a más tienpo de seis o de ocho años, para con ellos poder acudir a la satisfaçión de deudas y otras obligaçiones que a el dicho tienpo tenía forssosas e presentes, con parte de los quales enbió a los reynos de España por su mujer, y los demás pessos cunplimiento a la dicha cantidad de alcançe de quentas que le fue hecho de resibos atrassados y cargos, anssí por la parte de los aprovechamientos de la enprenta que es de el dicho conbento cuya razón a hallado en un libro suyo con que a hecho de ello memoria, y a lo que se quiere acordar a de tener de ello otorgadas una o dos escrituras en los papeles y registros de Juan de Valençuela, escribano público, las quales quiere que luego que se ayan hallado las tales escrituras se paguen de lo mexor parado de sus bienes, sin que sea ynpedimento qualquiera por esenssión de tienpo por quanto es, e paga como lo tiene dicho y otorga aquesta dicha declaraçión por vía de codissilio, y en aquella bía e forma que más vien puede y lo debe hazer, en fabor de el dicho pa-

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dre fray Juan Fernández de la parte de el dicho convento de señor Santo Domingo de la persona a quien pueda perteneser el derecho y cobrança destos dichos un mil e siento e sinquenta e nuebe pesos, el qual firmó de su nonbre. Siendo pressentes por testigos Grabiel Maxano e Grabiel de Quiñones y Alexandro Molfino, presentes. Jerónimo de Contreras. Ante mí, Diego de Morales, escribano de Su Magestad. Yo el dicho Diego de Morales, escribano de Su Magestad, pressente fui e fize este signo [signo] en testimonio de berdad. Diego de Morales, escrivano de Su Magestad [rubricado]. Derechos seis reales. En la ciudad de Los Reyes, en nueve días del mes de diziembre de mil e seissientos e treinta e nuebe años Jerónimo de Contreras, ynpressor de libros, a quien doy fe que conosco, dixo que por quanto demás de lo que tiene dicho e declarado y otorgado en su testamento otorgado por ante mí, el pressente escribano, en dos días de aqueste presente mes de dizienbre y en un codissilio que en siete de aqueste dicho mes de dizienbre, lo qual según que en todos ellos se contiene lo retifica y aprueva agora después acá de lo dicho, aviendo recorrido su memoria se acuerda que abrá tienpo de ocho años que él resibió en guarda y cierto día de el dicho padre fray Juan Fernandes, procurador jeneral que a el pressente es de el convento de el señor Santo Domingo de aquesta dicha ciudad, un faldellín de damasco, o azul o verde, que no se acuerda vien de su color, el qual estaba guarnessido y aforrado y tiniéndolo en su poder dispuso dél, por lo qual abrá tienpo de tres años poco más o menos que en razón de su valor se conpusso con el dicho padre fray Juan Fernandes y quedó de pagarle por él sinquenta pessos de a ocho reales, de los quales se constituyó por deudor, y agora abiéndole recorrido la memoria se a acordado que debe los dichos pessos por la rasón que tiene dicha, y anssí es su boluntad que de lo mexor parado de sus bienes e de lo que prosediere de la venta e cobrança de ellos y fallessiere de la enfermedad pressente de la qual está con mucho peligro, se den e paguen a el dicho padre fray Juan Fernandes o a quien por su paternidad los aya de aver y cobrar, los dichos sinquenta pessos de aqueste dicho deudo por la razón dicha. Lo qual dize e declara por bía de juramento o de codiçilio en aquella bía e forma

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que más convenga para su entera balidassión, e sin que en ninguna manera se contradiga aquesta declaración a las que por el dicho su testamento e codissilio tiene fechas, e lo otorgó ansí e por quanto la grabedad de su enfermedad no le da lugar para poder firmar, lo rogó a Manuel de Taboada, que lo fue, el qual lo firmó a su ruego, siendo a lo que dicho es presentes ansimismo rogados por testigos fray Antonio de Cabrera e Niculás Comodo. Por testigo a ruego de el enfermo, Manuel de Taboada. Ante mí, Diego de Morales, escrivano de Su Magestad. Yo el dicho Diego de Morales, escrivano de Su Magestad susodicho presente fui e fize aquí este sino [signo] en testimonio de verdad. Diego de Morales Escribano de Su Magestad [rubricado]

Dos reales.

AGN. Protocolo del escribano Martín de Ochandiano, nº 1276, año 1639, ff. 1629r-1640r. 34] Concierto entre Leonor de León, viuda de Jerónimo de Contreras, con fray Jacinto Téllez para la impresión del Tratado breve del dulcísimo nombre de María, del dominico Francisco de Figueroa (15 de febrero de 1642) [Al margen:] Conçierto. Leonor de León con fray Jaçinto Telles. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo Leonor de León, biuda de Gerónimo de Contreras, ynpresora de libros, vezina moradora en esta çiudad de Los Reyes del Perú, otorgo por esta carta que soy conbenida y consertada, y por la presente me conbengo y conçierto con el padre fray Jaçinto Thelles, procurador general de la horden de predicadores, por lo que toca a el padre maestro difinidor fray Francisco de Figueroa, relixioso de la dicha horden, que están presentes, en esta manera: Que yo la dicha Leonor de León, como tal ynpresora, me obligo de ymprimir a toda costa dándome el papel necesario para ello, un libro yntitulado El nonbre de María Santíssima, compuesto por el dicho padre maestro fray Françisco de

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Figueroa, a seis patacones cada pliego de letra de testo con tablas, y le daré acavados duçientos y çinquenta cuerpos, cada cuerpo con sinquenta y quatro pliegos a seis patacones pliego más o menos, los pliegos que entraren rata por cantidad y me obligo de dárselas ynpresos, fechos y acavados y con sus tablas todos los dichos duçientos y çinquenta cuerpos a fin del mes de mayo próximo que biene deste presente año de la fecha desta, pena de que de la cantidad de pesos que montaren se me an de pagar menos en toda la dicha cantidad çinquenta pesos de a ocho reales, y estos menos se me an de pagar si no los ubiere entregado para el día fin de mayo deste año. Y para en quenta y parte de pago de lo que montare la dicha obra, confieso que e rezivido del dicho padre fray Jaçinto Thelles çiento y çinquenta pesos de a ocho reales, de los quales me doy y otorgo por bien contenta, pagada y entregada a mi boluntad, y porque el resivo dellos no parese de presente renunçio la exçepçión de la no numerata pecunia y leyes de la prueba de su paga, entrego y rezibo y las demás deste caso; y de los dichos çiento y çinquenta pesos le doy y otorgo carta de pago en forma, y la demás cantidad restante que montare la ynpresión del dicho libro del dicho padre fray Jaçinto Telles y su relixión, me lo tienen de pagar luego como le entregue acavados los dichos cuerpos de libros cuya ynpresión consiento ser apremiada por todo rigor de derecho, y de no dárselos todos ellos ynpresos, fechos y acavados y en toda perfeçión y a su satisfaçión del dicho padre maestro fray Françisco de Figueroa, los tiene de poder de mandar ymprimir adonde y por el preçio o preçios que le paresca y por lo que más le costare de lo que a mí me da, y por los daños que se le recresieren de no entregárselos al dicho plaço que le tengo de pagar me tiene de poder executar, cuya prueba, liquidasión y aberiguasión desde luego difiero en el simple juramento del dicho padre fray Jaçinto Telles o del procurador general que le suçediere en el dicho cargo, y lo relevo de otra prueva que de derecho se requiera, y lo que por esta razón le deviere a la dicha relixión se lo pagaré con las costas de su cobrança. E yo Nicolás Coman, enquadernador de libros, me obligo de enquadernar los cuerpos del dicho libro, todos ellos enteramente en-

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quadernados con pergamino blanco, cortas de color verde, y todos ellos se los daré enquadernados y acavados los treynta cuerpos dellos para fin del mes de mayo que viene deste dicho año, y los restantes al plaço y tiempo que se me pidieren, y me a de pagar el dicho convento de Santo Domingo y el dicho padre fray Jaçinto Telles, en su nombre, a tres reales y medio por cada cuerpo pagado todo lo que se montare como fuere entregando la dicha obra, la qual daré fecha y acavada y entregada y en toda perfezión y a gusto y a satisfaçión del dicho padre maestro fray Francisco de Figueroa para los dichos plazos, pena de que su paternidad, el dicho padre fray Jaçinto Telles la manden hazer a quien y por el preçio o preçios que le paresca, y lo que más le costare de lo que a mí me da se lo pagaré y los daños que por no entregárselo al dicho plaço se le siguieren y recresieren. E yo el dicho padre fray Jaçinto Telles, que como dicho es soy presente a lo contenido en esta escriptura y la e oydo y entendido, otorgo que la açeto como en ella se contiene, en nomvre de mi relixión y deste convento de Nuestro [Padre] Santo Domingo desta çiudad, y en virtud de su poder general que se me dio y otorgó por el difinitorio ante Martín de Ochandiano, escrivano público desta çiudad, y obligo al dicho convento de Nuestro Padre Santo Domingo y a sus bienes, a que pagará a la dicha Leonor de Leonor [sic] de León u a quien su poder y causa uviere, la cantidad de pesos que montare la dicha ympresión a los tiempos y plazos y en la forma que queda referido, y al dicho Nicolás Coman y a quien su causa ubiere, la cantidad de pesos que montare al dicho preçio el enquadernar los dichos cuerpos de libros luego que los entregue como dicho es, y todas las dichas cantidades el dicho mi convento se las pagará a cada uno dellos la que le pertenesiere, puestos y pagados en esta dicha ciudad y a su fuero y juridisión, con las costas y gastos de su cobrança y al cunplimiento y paga de lo que dicho es, nos todas las dichas partes obligamos, nos, la dicha Leonor de León nuestras personas y vienes avidos y por aver. E yo el dicho fray Jaçinto Telles, obligo los vienes del dicho mi convento avidos y por aver, y damos poder a las justicias y juezes que de las causas y negoçios de cada una de nos las dichas partes

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puedan y devan conoser de qualesquier partes que sean, al fuero y juridisión de las quales y de cada una dellas y espeçial y señaladamente a las desta dicha çiudad y corte, y nos sometemos y ovligamos nos, los dichos Leonor de León y Nicolás Conman [sic] con nuestras perssonas y vienes e yo, el dicho padre fray Jaçinto Telles, obligo y someto a ellas al dicho convento con sus vienes, y renunçiamos nuestro propio fuero y suyo domiçilio y vezindad, y la ley que diçe que el actor debe seguir el fuero del reo, para que las dichas justiçias y cada una dellas nos conpelan y apremien a nos, la dicha Leonor de León y Nicolás Coman, y conpelan y apremien al dicho mi convento y a nuestros vienes y los suyos, al cumplimiento y paga de lo que dicho es como si fuese por sentençia difinitiva de jues conpetente pasada en cosa jusgada y todo rigor de derecho, y renunçiamos las leyes de nuestro favor y del dicho mi convento, y la que defiende su general renunçiaçión. E yo, la dicha Leonor de León, renunçio las leyes de Veleyano y las de Toro y Partida que son en favor de las mugeres, de cuyo efecto y remedio doy fe que avisé a la susodicha, y que conosco a los dichos otorgantes que consintieron que desta escriptura se saquen dos o más treslados, y lo firmaron el dicho padre fray Jaçinto Telles y Nicolás Coman y por la dicha Leonor León, que dixo no savía firmar, firmó un testigo. Siendo pressentes por testigos, el capitán don Antonio de Vargas y fray Juan Ramires y Juan de las Ynfantas. Que es fecha la carta en la çiudad de Los Reyes, en quinze días del mes de febrero de mil y seiscientos y quarenta y dos años. Testigos los dichos. Por testigo, Antonio Fernández de Vargas [rubricado] Fray Jacintho Téllez [rubricado] Nicolás Coman [rubricado] Ante mí, Bartolomé de Toro Escribano de Su Magestad [rubricado]

Sin derechos.

AGN. Protocolo del escribano Bartolomé Toro, N. 1879, años 1641-1642, ff. 81r-82v.

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35] Concierto entre Francisco de Los Reyes y Pedro Gerardo, “maestros de hazer letras”, y Jerónimo de Soto Alvarado, para la fundición de matrices (27 de agosto de 1642) [Al margen:] Consierto. Francisco de Los Reyes y Pedro Jerardo con Gerónimo de Soto Alvarado. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos, Francisco de Los Reyes y Pedro Jerardo, maestros de hazer letras para ynprimir libros y otros jéneros de ynpresión, moradores en esta ciudad de Los Reyes del Pirú, entranbos conpañeros como principales deudores y llanos pagadores, juntamente y de mancomún y a bos de uno y cada uno de nos y demás bienes por sí y por el todo e ynsolidun, renunçiando como ante todas cosas y espresamente renunçiamos las leies de duo bus rexis de bendi y el auténtica presente cobdice de fide jusoribus, y el benefiçio de la divizión y escurçión y todas las demás leies y derechos que disponen en razón de la mancomunidad y deven renunçiar los que se obligan de mancomún como en ellas y en cada una dellas se contiene, devajo de lo qual otorgamos por esta carta que somos conbenidos y consertados por la presente, nos convenimos y consertamos con Gerónimo de Soto Alvarado, vezino morador en esta ciudad que está presente, y nos obligamos de hazerle y entregarle para su enprenta de livros y otros géneros, las letras y con las condiçiones y declaraçiones siguientes: Primeramente, nos obligamos devajo de la dicha mancomunidad, prometemos y nos obligamos, de hazer y entregar a el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, u a quien su poder y causa obiere, para su enprenta cien mil letras, y por ellas nos tiene de pagar a doze reales por cada millar de cada avecedario las que pidiere, grandes o chicas de todos géneros, y para ellas el dicho Gerónimo de Soto Alvarado nos tiene de dar los punsones y metal de estaño y plomo de letras biejas que tiene, y nos entregará con su merma que tubieren si la tuviere, y con los dichos punsones avemos de abrir los moldes para las letras, y después de abierto cada aveçedario, todas las letras que pidiere y quisiere dicho Gerónimo de Soto Alvarado; se an de meter los dichos moldes de lo que obiéremos labrado en una caxa que a de estar en casa del dicho Gerónimo de Soto Al-

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varado, y las llaves della las tengo de tener yo, el dicho Francisco de Los Reyes. Yten, que con sus punsones, que como dicho es, ni con los dichos moldes no abemos de poder hazer letras ningunas en poca ni en mucha cantidad ni de nin[gún] género para otra ni alguna persona, pena de que perdamos todas las letras que pareçiere aver fecho para otras personas y de duzientos pesos de a ocho reales, la mitad para la cámara de Su Magestad, y la otra mitad para el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, en cuya pena desde luego nos damos y consentimos nos den las justiçias por yncursos y condenados a nos y a qualquiera de nos y a nuestros bienes cuya pena se execute e[n] nos y en nuestros bienes, todas las beses que fuéremos contra lo contenido en esta condiçión. Yten, nos obligamos [a] avrir y hazer las dichas letras buenas, bien fechas y acavadas y en toda perfeçión, a contento y satisfaçión del dicho Gerónimo de Soto Alvarado y del ynpresor que está u estuviere en su enprenta, y la que no fuere a su satisfaçión, no la reçiva el dicho Gerónimo de Soto Alvarado ni su ynpresor. Yten, es condición que demás de los dichos doze reales que el dicho Gerónimo de Soto Alvarado nos a de dar por cada millar de las dichas letras, nos a de dar quatro reales cada día para nuestro sustento, de los que corrieren desde primero día del mes de setienbre próximo que biene deste presente año de la fecha desta en adelante en seis meses cunplidos primeros siguientes, en los quales nos obligamos de dar y entregar a el dicho Gerónimo de Soto Alvarado u a quien su poder y causa obiere, las dichas çien mil letras en la forma referida, y las demás que hiziere más dentro de los dichos seis meses sin sola pena referida, no avemos de poder hazer ni vender a ninguna persona ningunas letras de ningún jé[ne]ro en poca ni en mucha cantidad, porque dentro de los dichos seis meses las letras que hiziéremos todas demás de las çien mil referidas, todas an de ser y las avemos de entregar a el dicho Gerónimo de Soto, y nos las a de pagar todas a el mismo preçio de los dichos doze reales cada millar. Y confesamos que a quenta y parte de pago de lo que montaren las dichas letras, avemos reçevido del dicho Gerónimo de Soto Alvara-

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do veinte y çinco pesos de a ocho reales, de lo quales nos damos y otorgamos por bien contentos, pagados y entregados a nuestra boluntad, y por no pareser de presente, renunçiamos la execusión de la no numerata pecunia y leyes de la prueba de su paga, entrego y recibo y las demás deste caso, y las demás cantidades que montaren las dichas letras que le hiziéremos y entregáremos a el dicho Gerónimo de Soto Alvarado a su satisfaçión y del dicho ynpresor, nos las yrá pagando rata por cantidad como se las bamos entregando, y con esto nos obligamos devajo de la dicha mancomunidad [¿hacer?] y cumplir lo contenido en esta escritura, sin alsar mano de la manifatura de todas las dichas letras y las entregaremos a el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, pena de pagarle todos los daños, costas y menoscavos que por no cumplir con lo contenido en esta escritura se le siguieren y recreçieren con más la dicha pena si cayéremos e yncurriéremos en ella. E yo, el dicho Gerónimo de Soto Alvarado, que como dicho es, soy prezente a lo contenido en esta escritura y la e leydo y entendido, otorgo que la açeto como en ella se contiene, y me obligo por mi parte de dar y entregar a los dichos Francisco de Los Reyes y Pedro Jerardo, y a qualquiera dellos, los dichos punsones con que se an de avrir los moldes y el metal de estaño y plomo de letras biejas que tengo, y por el millar de letras que me entregaren en la forma referida a mi contento y satisfaçión y del dicho ynpresor, les pagaré u a quien su poder y causa ubiere doze reales por millar, y a este respeto todo lo que montaren las dichas çien mil letras y las demás que me hisieren y entregaren, menos los veinte y çinco pesos que le tengo pagados adelantados. Y ansimismo les daré quatro reales cada día para su sustento, desde primero de setienbre que viene deste año en adelante hasta ser cunplidos los dichos seis meses, y en todo cunpliré con mi obligaçión de todo lo contenido en esta escritura y les pagaré lo que montaren las dichas letras, pena de las costas y gastos de su cobrança, y al cunplimiento y paga de lo que dicho es, nos todas las dichas partes y cada uno de nos por lo que nos toca, obligamos nuestras personas y bienes avidos y por aver, y damos poder a las justicias e juezes de Su Magestad de qualesquier partes que sean,

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a el fuero y juridiçión de las quales y de cada una dellas y espeçial y señaladamente a las desta dicha çiudad y corte que en ella reziden nos sometemos, y obligamos con las dichas nuestras personas y bienes y renunçiamos nuestro proprio fuero, domiçilio y bezindad y la ley que dize que el actor deve seguir el fuero del reo, para que las dichas justiçias y cada una dellas nos conpelan y apremien a el cunplimiento y paga de lo que dicho es como si fuese por sentençia pasada en cosa jusgada, y renunçiamos las leies de nuestro favor y la que defiende su general renunçiaçión, y consentimos que desta escritura se saquen dos o más traslados. Que es fecha en la ciudad de Los Reyes, en veinte y siete días del mes de agosto de mil y seiscientos y quarenta y dos años. Y lo firmaron los dichos otorgantes que yo el escribano doy fe conosco. Testigos Marcos de Santistevan y Juan Gomes y Licenciado Drago. Testado avemos, no valga. Gerónimo de Soto Alvarado [rubricado] Francisco de Los Reyes [firmado] Pedro Gerardo [firmado] Dévenme los derechos y papel sellado. Ante mí, Bartolomé de Toro Escrivano de Su Magestad [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Bartolomé de Toro, nº 1879, años 1641-1642, ff. 402r-404r. 36] Carta poder de fray Adriano de Alesio a Francisco de Fontanilla para contratar en España la impresión de su obra El Angélico (15 de julio de 1644) En la ciudad de Los Reyes del Pirú, a quince días del mes de julio de mil y seiscientos y quarenta y quatro años, por ante mí el escrivano y testigos, pareció el padre fray Adriano de Alesio, religioso del horden de predicadores, en presencia y con licensia que ante todas cosas pidió el dicho padre al muy reverendo padre maestro fray Juan de Arguinao, prior probincial del dicho horden de predicadores desta provincia del Pirú, que está presente, para otorgar esta escri-

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tura en la manera que yrá declarada, y el dicho padre provincial dio y concedió la dicha licensia al dicho padre fray Adriano de Aleçio para el efeto que se la pide, y el susodicho la açetó, y della usando otorgó su poder cunplido el nesesario en derecho a Francisco de la Fontanilla, residente en esta dicha çiudad, y de partida para la de Puertovelo, para que en su nonvre y desde la dicha ciudad de Puertovelo pueda remitir y remita a los reynos de España a el jurado Jusepe Velero o a las demás personas que quisiere y le pareciere un livro yntitulado Vida de Santo Tomás de Aquino, el Angélico, para que en la parte y lugar que le pareciere más cómoda al dicho jurado Jusepe Velero o a las demás personas a quien lo remitiere el dicho Francisco de la Fontanilla, puedan hacer y hagan que se ynprima el dicho livro, aviéndose concedido primero licensia del hordinaria [sic] y del real Consejo de Castilla, y en raçón de la dicha ynpresión pidan se haga conforme a la dispusición del Santo Concilio de Trento, y sobre ello hagan y presenten qualesquier memoriales, súplicas, ynformaciones, pedimientos, requerimientos, juramentos, pedir y hacer pruevas, sacar y presentar escritos, escrituras y otros papeles y recaudos, y finalmente pueda el dicho Francisco de la Fontanilla pedir y hacer y autuar y procurar todo lo demás que el dicho padre fray Adriano de Alesio hiciera siendo presente hasta que tenga efeto la ynpresión del dicho livro, que para todo y su dependencia le dio el poder que es necesario, con facultad de que lo pueda sostituir en quien y las veces que le pareciere revocar los sostitutos y nonvrar otros, y a todos relevó según derecho y lo firmó juntamente con el dicho padre maestro fray Juan de Arguinao, provincial de la dicha horden, que le concedió la dicha licensia, siendo presentes por testigos los padres fray Juan de Requena y fray Cristóval Márquez y fray Domingo Palacios, religioso del dicho horden, y doy fe conozco al dicho otorgante y padre provincial. Fray Juan de Arguinao, maestro, prior, provincial [rubricado] Fray Adriano de Alecio [rubricado] Ante mí, Pedro Bastante Çeballos Escribano de Su Magestad [rubricado]

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Derechos, 6 reales.

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AGN. Protocolo del escribano Martín de Ochandiano, nº 1281, año 1644, ff.622r-622v. 37] Carta de arrendamiento de la imprenta del convento de Santo Domingo al impresor Pedro de Cabrera (24 de julio de 1645) [Al margen:] Arrendamiento de enprenta. El convento de Santo Domingo a Pedro de Cabrera. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo el padre fray Luis de Guadalupe, procurador general del Convento de Santo Domingo desta ciudad de Los Reyes, y en su nombre y en vir­tud de su poder que tengo ante Martín de Ochandiano, escrivano público, otorgo por esta carta que arriendo y doy en arrendamiento a Pedro de Cabrera, que está presente, conviene a saber, una enprenta que es del dicho convento y está enfren­te de la yglesia mayor en poder de Luis de Lira, que la a tenido en arrendamiento y se la arriendo por tienpo de dos años que an de començar a correr desde veinte y quatro días deste pre­sente mes de julio y año de la fecha, y en precio de ciento y cinquenta pesos de a ocho reales de renta cada año, que se a de obligar a pagar al dicho convento y a mí en su nombre por los corridos de cada uno. Y es condición que en cada un año a de inprimir al dicho convento doce conclusiones en papel ordinario sin por ello llevar ynterés alguno, y si quisiere que se inpriman más conclusiones, se le a de pagar al dicho Pedro de Cabrera a como se concertaren, y si se inprimieren o quisieren inprimir otras obras por parte del dicho convento se le tiene de pagar a como se concertare, eceto de el primero pliego de cada una de las dichas obras que dél no a de llevar ynterés alguno, y si no fuere la obra de más de un pliego no a de llevar nada por él. Y con condición que las letras de la dicha imprenta las a de recibir por peso, y quando la deje al fin del tiempo, asymismo las a de entregar por peso, y las le­tras que pareciere aver acrecentado an de

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quedar para el di­cho convento, pagando al dicho Pedro de Cabrera la mitad del precio del plomo y estando [roto] pesaren. Y con condición que no a de poder traspasar la dicha enprenta sin consentimiento del dicho convento o mío y lo contrario no valga, y al fin del dicho tiempo me a de entregar y a quien por el dicho convento fuere parte la dicha enprenta y aderentes della se­gún la a de recibir, y el dicho Luis de Lira se la entregará en­conformidad de la escritura que está ante el presente escrivano en fin del año pasado de myl y seiscientos y quarenta y tres. Y con esto obligo al dicho convento de le hazer cierto y seguro este arrendamiento, y de no le quitar ni que le será quitada la dicha enprenta antes del dicho tiempo de dos años ser cumplido, pena de le dar y pagar los daños y costas que se le siguieren y recrecieren de lo contrario, para lo qual obligo los bienes e rentas del dicho convento. E yo, el dicho Pedro de Cabrera, otorgo que aceto esta escritura como en ella se contiene, y recibo en él dicho arrendamiento del dicho pa­dre fray Luis de Guadalupe en el dicho nombre la dicha enprenta de suso declarada, de la que me doy por entregado so­bre que renuncio las leyes de la entrega por el dicho tienpo de dos años que an de començar a correr desde veynte y quatro días deste presente mes de julio, y en el dicho precio de cien­to y cincuenta pesos de a ocho reales cada año, los quales me obligo de le pagar y a quien por el dicho convento fuere parte por los tercios cada tercio siendo cumplido, y con las dichas condiciones que guardaré y cunpliré como en ella se contubiere, y no la dejar antes de cumplirse el dicho tiempo, pena de le dar y pagar la renta de vacío, para lo qual obligo mi perso­na y bienes avidos y por aver, y ambas partes cada una por lo que le toca, damos poder cunplido a las justicias y jueces que de nuestras causas y del dicho convento pueden y deben conozer de qualesquier partes que sean, a quien nos sometemos y en especial a las de esta dicha ciudad, y renunciamos nuestro fuero y jurisdicción, domicilio y vezindad y la ley si convenerit de jurisdiccione ominiun judicum, para que a ello nos compelan y apremien como por cosa jusgada, y renunciamos las leyes de nuestro favor y del

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dicho convento y la que prohive la general renunciación dellas. Que es fecha la carta en la dicha ciudad de Los Reyes, en diez y nueve días del mes de julio de myl y [seiscientos] y quarenta y cinco años, y los otorgantes que yo el escrivano doy fe [roto] lo firmaron siendo testigos Gabriel de Palencia, Diego [¿Estevan?], Antonio Cisneros, presentes. Fray Luis de Guadalupe [rubricado] Pedro de Cabrera Valdes [rubricado] Ante mí, Cristóval de Aldana, escrivano de su Magestad [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Cristóbal de Aldana, nº 85, años 1644-1646, ff. 282v-283v. 38] Carta de recibo y entrego de la imprenta del convento de Santo Domingo en favor de Pedro de Cabrera (8 de agosto de 1645) [Al margen:] Recivo y entrego de la enprenta. En la ciudad de Los Reyes, en ocho días del mes de agos­to de myl y seiscientos y quarenta y cinco años, ante my el escrivano y testigos, pareció presente Pedro de Cabrera, y en conformidad de la escritura de arrendamiento de enprenta que se le hizo por el padre fray Luis de Guadalupe, procurador general del orden de Santo Domingo, ante mí en diez y nueve de julio pasado deste año, confesó haver recivido y recivió de Luis de Lira, que la tenía en su poder la dicha enprenta, y estando en ella se entregó della el dicho Pedro de Cabrera en mi presencia y testigos de que doy fe dello, y de todo lo demás que el dicho Luis de Lira avía recivido y tiene obligación de entregar al dicho Pedro de Cabrera se dio por entregado, so­bre que renunció las leyes de la entrega, y en quanto a el peso que se a de hazer de las letras que recive el dicho Pedro de Cabre­ra se difiere para otro día por no haver

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agora comodidad pa­ra ello, y otorgó recivo en forma, y estando presente el padre procurador general fray Damián López, procurador general de la dicha orden, por lo que toca al convento de Santo Domingo, lo acetó y todos lo firmaron, a los quales doy fe conozco siendo testigos Estevan Carlos y Pedro Gutiérrez, presentes. Fray Damián López de Valcárcel [rubricado] Pedro de Cabrera Valdez [rubricado] Ante mí, Cristóval de Aldana, escrivano de su Magestad [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Cristóbal de Aldana, nº 85, años 1644-1646, f, 292v. 39] Carta de entrega de la imprenta del convento de Santo Domingo a Pedro de Cabrera (23 de diciembre de 1645) [Al margen:] Recibo de la enprenta. En la ciudad de Los Reyes, en veynte y tres días del mes de diziembre de mil y seiscientos y quarenta y cinco años, estando en la enprenta que es de el convento de Santo Domingo desta ciudad, que al presente está en un quarto alto de las casas de el mayorazgo de don Juan de Anpuero Barúa, enfrente del convento de Nuestra Señora de las Mercedes, que la tiene en arrendamiento Pedro de Cabrera, ante mí el escrivano y testigos, parecieron presentes el padre fray Damián López, del orden de predicadores, predicador y procurador general del dicho convento, y el dicho Pedro de Cabrera, y en conformidad de la dicha escritura de arrendamiento, donde se dize que se le an de entregar por peso las caxas de letras de la dicha enprenta para el efecto y como en ella se refiere, para lo qual se pesaron las dichas caxas y letras y se le hizo entrego dellas y de las demás cossas y aderentes de la dicha enprenta en la forma siguiente:

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Pesáronse quatro caxas de letra parangona redonda y su cursiva, y tubieron en bruto con caxa y letra trece arrovas y once libras. Pesáronse otras quatro caxas de letra paragona de testo, y pesaron en bruto trece arrovas y diez y siete libras. Pesáronse otras quatro caxas de letra atanasia, y en bruto pesaron diez y siete arrovas y dos libras. Pesáronse otras quatro caxas de letra brevario [sic], y en bruto tubieron nueve arrovas y diez libras. Pesáronse otras quatro caxas de letra de letura, y tubieron en bruto onçe arrovas. Más uvo un pliego de letra de lectura, con quarenta renglones cada plana. Más unas conclusiones de pliego ordinarias guarnecidas con sus flores. Más veinte y dos libras de letra de breviario. Más siete libras de letra quebrada que no sirve. De flores y precas, una arrova y veinte libras, con una ta­bla en que estavan comp[ues]tas. Más tres ramas, una de marca mayor y una dellas con crucera. Cinco tablas viejas de roble en que se ponen las ramas. Doce bancos en que se ponen en las veinte caxas de letras. Un banco en que se asientan a componer. Dos prensas que andan con cordeles, con sus cinteras y un vanco. Tres fasquetas, las dos de a pliego y la otra de marca m­yor. Treinta y tres armas chicas y grandes. Seis componedores. Tres galeras viejas. Los aderentes de palillos para apretar las letras que llaman guarniçiones. Las quales dichas caxas y letras y lo demás que dicho es de peso, se pesó con una romana de Pedro Martyn, alcabucero, en mi presencia y de los dichos padre procurador general y Pedro de Cabrera en mi presencia, de que doy fe, y todo lo de suso referido lo entregó el dicho padre, y el dicho Pedro de Cabrera recibió por tales aderentes y cosas de la dicha empren­ta en mi presencia y testigos que asymismo doy fe, y todo lo bolverá y entregará como lo recibe en conformidad de la dicha escritura, o pagará su balor debajo de la

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obligaçión que en ella tiene fecha y otorgaron entrego y recibo en forma, y lo firma­ron siendo testigos Diego Sánchez de Andrada, carpintero, Die­go Núñez de Valençuela y fray Josefe de Urbina, de la dicha orden, presentes. Fray Damián López de Valcársel [rubricado] Pedro de Cabrera [rubricado] Ante mí, Cristóval de Aldana Escrivano de Su Magestad [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Cristóbal de Aldana, nº 85, años 1644-1646, ff. 363r-364r. 40] Concierto entre el doctor Francisco de Ávila y el impresor Pedro Cabrera para la impresión de su Tratado de los Evangelios (23 de octubre de 1646) [Al margen:] Conçierto. El Doctor Don Franzisco Dávila con Pedro de Cabrera, ympresor de libros. En la çiudad de Los Reyes de el Pirú, en veinte y tres días del mes de otubre de mil y seiscientos y quarenta y seis años, ante mí el escrivano y testigos, pareçieron de la una parte, el doctor don Françisco de Ávila, canónigo desta santa ygleçia catredal [sic] desta di­cha çiudad, y de la otra Pedro de Cabrera, ympresor de libros, a los quales doy fe que conozco, y por ante mí el presente escrivano y de los testigos desta carta, dijeron aberse conbenido y conzertado en la manera siguiente: El dicho Pedro de Cabrera se obligó a que a de dar a la estan­pa e ymprimir un libro de folio entero, que es de los evangelios de el año conforme al misal romano, desde la dominica primera de adbiento hasta el sávado bíspera de la Santíssima Trinidad, que el dicho doctor don Franzisco Dávila tiene en su poder escrito de mano, y se obligó a ynprimir en dos colunas, la primera en lengua castellana de

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letra bastarda, y la otra en lengua yndica deste reyno de letra redonda, correspondientes las cláussulas a plana renglón en la forma más acomodada para su mexor yntelixencia; y cada coluna a de llevar çinquenta renglones, con todas las partes y letras que cupieren en cada coluna de la letra bastarda de lengua castellana, y de la letra redonda de lengua yndica, y a de ser la letra de el tamaño de dos muestras que exçivieron ante mí en dos pliegos de papel ympressos de molde, que a su margen están firmados de las partes y de mí el presente escrivano, que se an de cosser en el registro desta escritura para el cotexo que las partes pidieren con­forme con la ympreçión del dicho libro; y el primero pliego contiene la forma de las dos colunas escritas, la primera de letra bastarda en lengua castellana, y la segunda de letra redonda en lengua yndica deste reyno; y las letras aunque an de ser de redon­da no se an de ymprimir sino con las del segundo pliego, porque las de el primero no pueden serbir para la dicha ympreçión por estar gastadas y no podersse hazer la ympreçión de los seisçientos cuerpos que se obligó a ymprimir, y las alegaçiones que la dicha obra tubiere se an de ymprimir a el margen de cada coluna, y assimismo se an de imprimir todas las lizençias, aprobaçiones, probiçiones y todo lo demás que el dicho doctor don Franzisco de Ávila le diere conserniente a el dicho libro, como son los yndises y tablas della. Yten, se obligó el dicho Pedro de Cabrera a ymprimir cada pliego del original del primero libro por ocho pesos de a ocho reales, que el dicho doctor se obligó a le pagar en la forma que adelante se di rá, y a le entregar seisçientos cuerpos de libros en un año, que a de correr y contarsse desde el día que cunplieren veinte días contados desde oy día de la fecha, porque estos se toman de demora para prebenir lo nesessario para dar prinçipio a la dicha obra, y a de dar los dichos seisçientos cuerpos de libros desde el dicho día en un año correxidos y enmendados, y para la prueva y enmiendas el dicho doctor le a de dar a el dicho Pedro de Cabrera para cada pliego que se a de ymprimir una mano de papel muerta, y la correpçión [sic] se entiende en esta forma: que el dicho doctor don Franzisco de Ávila o persona apta que a de dar para ello a de acudir a la correpçión [sic], prinzipalmente en lo que toca a la lengua, y si por alguna causa no acudiere, a de avisar el dicho doctor en un papel con fecha y

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firma que el dicho Pedro de Cabrera a de guardar, y para la prueva destas faltas serbirá este papel. Yten, en un quadernillo a de asentar que ubo falta en la obra, por­que lo que no estubiere en quanto a el tiempo por quenta del di­cho ympresor no le a de parar perjuiçio, y la paga de los dichos ocho pesos la a de hazer el dicho doctor don Franzisco Dávila a el dicho Pedro de Cabrera en esta manera: çinquenta pesos de a ocho de oy en veinte días, que es desde quando a de comenzar a correr el año, y abiéndole dado ympreso lo que montaren los dichos çinquenta pesos, se lo a de yr pagando al dicho Pedro de Cabrera a el fin de cada semana lo que montare la ympreçión de lo que ubiere trabajado a ocho pesos cada pliego, como está dicho en todo lo que diere obrado e ympresso, y por el dicho doctor se le a de dar veinte resmas de papel, las quales acabadas e ympressas le a de dar otras tantas para que vaya trabajando en ellas. Yten, es condiçión que dentro de un año, como está referido, le a de dar acavados los dichos seisçientos cuerpos de libros, y si no lo hiçiere y cunpliere, ansí se ympriman los que restaren a costa de el dicho Pedro de Cabrera sin que el dicho doctor pague por ello cosa alguna, y por lo que consertare y pagare se le pueda executar en birtud desta cláussula y de la escritura que otorgare en esta razón, por ante mí, el presente escribano, u otro con cualquiera ympresor. Yten, es condiçión que si el dicho Pedro de Cabrera le diere ympresos más número de los dichos seisçientos cuerpos de libros, co­mo no pasen de veinte, se los a de pagar a quatro pesos cada uno el dicho doctor, y a de jurar el dicho Pedro de Cabrera que en su poder no quedan otros cuerpos de libros ningunos, y si se hallaren en su poder, a de pagar por cada uno dellos veinte pesos que an de quedar para el dicho doctor don Franzisco de Ávila, y por ellos se le pueda executar con solo esta escritura y hallarse el tal libro sin rúbrica del dicho doctor, el qual los a de rubricar todos o la perssona que su poder tubiere, porque anssí es conçierto.

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Yten, es condiçión que si muriere el dicho doctor, sus albaseas de lo mejor y más bien…1 AGN. Protocolo del escribano Bartolomé Cívico, nº 365, año 1646, ff. 1833v-1834v. 41] Concierto entre el doctor Francisco de Ávila y Jerónimo de Gaviria para la corrección de las pruebas del Tratado de los evangelios (24 de abril de 1647) [Al margen:] Conçierto. El Doctor Don Francisco Dávila con Gerónimo de Gaviria. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos, el doctor don Francisco Dávila, canónigo de la Sancta Yglessia, y Gerónimo de Ga­viria, clérigo de menores órdenes, morador en esta ciudad de Los Reies del Pirú, otorgamos y conocemos por esta carta que median­te que yo, el dicho canónigo, estoy al presente imprimiendo un li­bro en lengua castellana y la general de los yndios deste reino, y es la primera parte de la obra que comienza desde la primera do­mínica de Adbiento y a de acavar en el sávado antes del día de la Sanctísima Trinidad, el qual dicho libro a de tener todos sus títulos, prólogos, aprobaciones, índizes, tablas y lo demás neçesario hasta estar acavado y le imprime Pedro de Cabrera, impressor, en virtud de escriptura otorgada ante Bartolomé de Zívico, antecesor del pressente escrivano, el año pasado de mil y seiscientos y quarenta y seis, y para la correcçión de lo que se a de ir imprimiendo hasta el fin de la dicha obra en ambas lenguas, somos conbenidos y conçertados, y por esta presente carta nos conbenimos y conçertamos en que yo, el dicho Gerónimo de Gabiria, e de ser obligado y me obligo de asistir en la enprenta del dicho Pedro de Cabrera, y corregir y enmendar todos los pliegos hasta el fin de la dicha obra para que, como se fueren enmendado, se baian imprimiendo, y luego que aca­b e de corregir cada pliego lo e de llevar a cassa del dicho canónigo, para que el sussodicho lo bea y repasse para ajustar si está bien co­rrejido, y no e 1  El documento está incompleto en el protocolo del notario.

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de faltar a lo referido sino estando enfermo con pare­çer de médico, y si lo estubiere y faltare de la dicha asistencia dos días continuos, a de poder el dicho canónigo buscar persona que asista a lo referido, y si le costare más preçio del que irá declarado, se lo e de pagar o me a de descontar lo que fuere de lo que me debiere, y si estubiere enfermo más de los dichos dos días le e de dar persona que acuda a la dicha enmienda y correcçión a su satisfaçión que entienda la lengua yndica tan bien como yo, y la dicha asistencia e de tener hasta que se acave el dicho libro y esté para enquadernar en cantidad de seisçientos cuerpos, y al cumplimiento obligo mi perssona y bienes avidos y por aver. E yo, el dicho canóni­go, le e de pagar por lo sussodicho a raçón de quatro reales por cada pliego de los que corrijiere escripto por todas partes, y en fin de cada semana le e de pagar lo que montaren a este respecto los pliegos que en ella se hubieren impresso, conforme a la çertificaçión que dello me a de entregar del dicho Pedro de Cabrera, impre­sor, y de lo que le pagare me a de dar reçivo en un papel simple, escriviendo las partidas de su letra y mano para que conste lo que recive, y este concierto corre desde oy, día de la fecha, y al cumplimiento y paga de lo que dicho es, obligo mis vienes avidos y por aver, y ambos cada uno por lo que nos toca damos poder cumplido a las justiçias y jueçes que de nuestras causas conforme a derecho pueden y deven conoçer, de qualesquier partes que sean y en espeçial a las desta dicha çiudad y arçobispado a cuyo fuero y jurisdiçión nos sometemos, y renunciamos el nuestro propio domiçilio y becindad y el previlexio de la ley que diçe que el actor deve seguir el fuero del reo, para que a lo que dicho es nos conpelan y apremien como por sentençia difinitiva de juez competente pasada en cosa juzgada, y renunçiamos las leies, fueros y derechos de nuestro fabor y la que lo prohive. Que es fecha en esta dicha ciudad de Los Reies, en veinte y quatro días del mes de abril de mil y seisçientos y quarenta y siete años, y lo firmaron los otorgantes, a los quales yo el escrivano doy fe que conosco. Testigos Diego de Zevallos, Hernando de la Montaña y Nicolas de Esplana, el moço. Doctor Francisco Dávila [rubricado] Bachiller Gerónimo de Gaviria [rubricado]

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Ante mí, Antonio Fernández de la Cruz Escribano público [rubricado]

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Derechos, seis reales.

AGN. Protocolo del escribano Antonio Fernández de la Cruz, nº 465, año 1647a, ff. 393r-394v. 42] Concierto entre el impresor Pedro de Cabrera y Diego Pérez Gallego para la impresión de su Recuerdo para escribanos (8 de septiembre de 1648) [Al margen:] Concierto. Pedro de Cabrera con el maestro de campo don Diego Pérez Gallego. En la ciudad de Los Reyes, a ocho días del mes de septiembre de mil y seiscientos y quarenta y ocho años, ante mí el escribano y testigos, pareció Pedro de Cabrera, impressor de libros en esta dicha ciudad, y otorgó que se obligava y obligó en favor de el maes­tro de campo don Diego Pérez Gallego, a darle impresos dosientos y cinquenta cuerpos de un libro que a compuesto intitulado Recuer­do para escrivanos, que comiença con estas palabras y acava con reales, con las citas de ellas, los quales le a de dar acavados para de la fecha de esta escriptura en setenta y cinco días, y antes si antes los pudiere acavar, y le a de pagar por cada pliego de impre­sión a seis pessos y quatro reales y por el enquadernado a dos reales, dándole el dicho maestro de campo el papel necessario para la dicha impresión y persona que corrija, y para en quenta de lo que montare a recivido de mano de el presente escribano cinquenta pessos adelantados, de que se dio por entregado y renunció las le­yes de la pecunia, y lo demás que montare se lo a de pagar para quando aya acavado la dicha impresión, sin que ayan de salir de poder de el dicho Pedro de Cabrera los ciento y cinquenta libros de ellos porque an de quedar por prenda hasta la paga, y los ciento se le an de entregar luego que se acave la dicha impresión. Y si para el dicho tiempo de setenta y cinco días no estubiere acavada, es condición y calidad que a de perder el dicho Pedro de Cabre-

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ra doze reales en cada pliego, y la prueva de si acavó la dicha impresion dentro de el dicho término o no difirió en el juramento simple de el dicho maestro de campo y de otra le relevo, y se entiende que la paga de lo que assí se restare deviendo de la dicha impresión, se la a de hazer el dicho maestro de campo dentro de dos meses de como esté acavada sin que, como dicho es, ayan de salir de su poder los dichos ciento y cinquenta libros que an de quedar hasta la paga por prenda, a cuyo cumplimiento obligó su persona y vienes. Y estando presente el dicho maestro de campo don Diego Pérez Gallego, otorgó que se obligava y obligó de pagar a el dicho Pedro de Cabrera la cantidad de pessos que montare la dicha impresión dentro de dos meses de como la aya acavado, cuya prueva difirió en el simple juramento de el sussodicho, y los pagará llanamente y sin pleyto alguno con las costas de la cobrança, a cuyo cumplimiento obligó su persona y vienes avidos y por aver, y ambos a dos cada uno por lo que le toca dieron poder a todas y qualesquier justicias y juezes de el rey nuestro señor de qualesquier partes que sean, a cuyo fuero se sometieron y en especial a las de esta dicha [ciudad] y señores alcaldes de corte, juezes de provincia que en ella residen, y renunciaron su domicilio y vezindad y la ley y regla de el derecho que dize que el actor deve seguir el fuero de el reo para que les apremien a la paga y cumplimiento de lo que dicho es como por sentencia passada en cossa jusgada, y renunciaron qualesquier leyes y derechos de su favor y la que las prohive y lo otorgaron y firmaron, a los quales doy fe que conozco. Siendo testigos el capitán Pedro de Mendoça Meléndez, Nicolás de Esplana y Francisco de el Corral, presentes. Diego Pérez Gallego [rubricado] Pedro de Cabrera [rubricado] Ante mí, Juan de Miranda Escribano de Su Magestad [rubricado]

Derechos gratis.

AGN. Protocolo del escribano Juan de Miranda, nº 1130, año 1648, f. 253r-253v.

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43] Concierto por el que el impresor Pedro de Cabrera se compromete a trabajar en la imprenta de Julián Santos de Saldaña (4 de enero de 1649) [Al margen:] Conçierto Pedro de Cabrera con Julián Santos de Saldaña. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos, Julián Sanctos de Saldaña, dueño de emprenta, y Pedro de Cabrera, ympressor, moradores en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgamos por esta carta que estamos conbenidos y concertados en que yo, el dicho Pedro de Cabrera, e de ser obligado y me obligo de asistir en la dicha emprenta del dicho Julián Sanctos dos años continuos, que an de començar a correr y contarse desde doçe deste presente mes de henero y año de mil y seiscientos y quarenta y nueve, la qual dicha asistençia que así tengo de tener a de ser para governar toda la dicha emprenta sin que el dicho Julián Sanctos de Saldaña tenga que yntervenir ni ocuparse en ella, para lo qual yo, el dicho Julián Sanctos, me obligo de dársela aviada de todo lo neçesario ecepto de ofiçiales de caxa, que son los que componen, porque estos los e de pagar yo el dicho Pedro de Cabrera. Y se entiende que yo, el dicho Julián Sanctos, e de tener como dicho es corriente la dicha emprenta con todos los tiradores neçesarios y demás aderentes que fueren menester a mi propia costa, y este dicho conçierto le hacemos con las condiçiones siguientes: Primeramente, con condiçión que todas las obras que vinieren de fuera de casa y de otras qualesquier partes, las e de tirar yo, el dicho Pedro de Cabrera, y despacharlas en toda perfecçión, y por ello e de llevar para mí el terçio de la cantidad en que se concertaren, y las otras dos terçias partes las e de llevar yo el dicho Julián Sanctos de Saldaña, y los ofiçiales que travaxaren en la caxa an de correr por quenta de mí, el dicho Pedro de Cabrera, y les e de pagar su travaxo de mi plata y haçienda, conçertándolos en lo que menos pudiere para más provecho mío, de manera que dándole al dicho Julián Sanctos de Saldaña las dichas dos terçias partes, no se a de entremeter en cosa alguna con los dichos ofiçiales.

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Y con condiçión que todas las obras que vinieren a la dicha emprenta las e de concertar yo el dicho Pedro de Cabrera, a mi leal saver y entender, y luego lo e de hacer saver y dar aviso dello al dicho Julián Sanctos de Saldaña, para que asiente y ponga en su libro la raçón de las dichas obras y de las cantidades en que estubieren concertadas, el qual a de cobrar toda la plata y a de entrar en su poder enteramente, y de su mano me a de acudir con el terçio que me toca para que yo pague a los dichos ofiçiales, y acuda a lo demás que ubiere menester. Y con condiçión que yo, el dicho Pedro de Cabrera, e de tener mi cama en casa del dicho Julián Sanctos de Saldaña en el aposento donde está Alonso Saens, ofiçial de la tienda, para que yo pueda estar siempre con la asistencia que esta requiere. Y porque tengo hecho asiento con Su Magestad para sellar y resellar el papel sellado en la parte que para esto está destinada en las casas reales, en que me ocupo cada dos años dos meses y medio poco más o menos, es declaraçión que en llegando el tiempo desta ocupaçión, e de acudir a ella sin que por esto falte de aviar a los ofiçiales que travaxaren en la dicha emprenta, dándoles para que no paren el avío que fuere menester. Y con condiçión que quando aya nuevas de España, a de negociar el dicho Julián Sanctos la lisencia para ymprimirlas; y sacando primero la costa del papel, me a de dar el terçio de la cantidad que baliere todo lo que se ymprimiere deste xénero; y si no pudiere conseguir la dicha lisençia, no por eso a de tener disquento alguno. Y con condiçión que siempre que el dicho Julián Sanctos aya menester cartillas grandes y pequeñas y catones, se an de tirar desocupando para ello una prensa, y desto e de llevar el terçio yo, el dicho Pedro de Cabrera, como de lo demás en quanto a lo que tocare a la compoçisión y no más. Y con calidad de que yo, el dicho Pedro de Cabrera, no e de dexar de asistir a la dicha emprenta como dicho es, ni yo el dicho Julián Sanctos, e de dejar de dar todo el avío neçesario conforme a lo refe-

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rido, pena de quinientos pesos de a ocho reales en que desde luego se da por condenado el que de nosotros faltare a lo que le toca aplicados a el otro que a de poder ejecutar por ellos con esta escritura, y su simple juramento de que el otro a faltado a su obligaçión en el qual dejamos difirida la prueva dello, sin que sea neçesaria otra alguna porque della nos relevamos el uno al otro y el otro al otro; y para aver por firme lo aquí contenido y al cumplimiento y paga de lo que dicho es, ambos a dos cada uno por lo que nos toca obligamos nuestras personas y vienes avidos y por aver, y damos poder cumplido a las justiçias y jueçes de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en espeçial a las desta dicha çiudad a cuyo fuero y jurisdiçión nos sometemos, y renunçiamos el nuestro propio domiçilio y veçindad y el previlexio de la ley sit convenerit de jurisdiçione omnium judicum, para que a lo que lo dicho es nos conpelan y apremien como por sentençia pasada en cosa juzgada, y renunçiamos las leies, fueros y derechos de nuestro favor y la que lo prohive. Que es fecha en esta dicha çiudad de Los Reies, en quatro días del mes de henero de mil y seisçientos y quarenta y nueve años, y lo firmaron los otorgantes a quienes yo el escrivano doi fe conosco. Testigos Juan Fernández, Juan Ángel y Nicolás de Esplana, el moso. Julián Santos de Saldaña [rubricado] Pedro de Cabrera [rubricado] Ante mí, Antonio Fernández de la Cruz Escrivano público [rubricado]

Derechos, ocho reales.

AGN. Protocolo del escribano Antonio Fernández de la Cruz, nº 470, año 1649, ff. 8v-10r. 44] Concierto por el que el impresor Joseph de Contreras se compromete a trabajar en la imprenta del contador Francisco de Arbeztaín (21 de abril de 1649) [Al margen:] Consierto Josephe de Contreras con el contador Francisco de Arbestayn.

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Sepan quantos esta carta bieren cómo nos Joseph de Contreras y el contador Francisco de Arbestayn, residentes en esta ciudad de Los Reyes del Pirú, desimos que por quanto yo el dicho José de Contreras, ynpresor, me obligo de travaxar en la enprenta del dicho contador Francisco de Arbestayn tienpo y espasio de dos años, que an de correr y contarse desde oy día de la fecha de esta en adelante, y e de llevar el premio por travaxar en la dicha enprenta el tersio del balor en que se consertaren las obras que hisiere como tal maestro de la enprenta, y asimesmo e de llevar el tersio de las nuevas que se ynprimieren sacado el costo y costas, y se me a de preferir a mí de todos los que travaxaren, de suerte que se me a de dar queaser sienpre aunque no aya más que para mí solo, y me obligo de asistir y no travaxar en otra parte alguna durante el dicho tienpo de los dichos dos años en la forma referida. E yo, el dicho contador Francisco de Arbestayn, que soy presente a lo contenido en esta escritura, otorgo que la aseto en mi favor y me obligo a que durante el dicho tienpo de los dichos dos años, de darle que travaxar al dicho Joseph de Contreras y preferirle en todo lo que hubiere que haser, aviendo de llevar el susodicho el tersio del balor en que se consertaren las obras que se hisieren y el tersio de las nuevas que se ynprimieren, y nos obligamos de guardar y cunplir esta escritura y de no yr ni benir contra ella en manera alguna, pena de pagar dusientos pesos de a ocho reales el que contrabiniere a ellos aplicados para el Santo Ofisio de la Inquisisión, y a la firmesa, paga y cunplimiento de lo que dicho es, anbas las dichas partes damos poder cunplido a las justisias y jueses de Su Magestad y a las de esta dicha ciudad y corte, a cuyo fuero y juridisión nos sometemos y obligamos, y renunsiamos el nuestro propio fuero y juridisión, nos sometemos y renunsiamos nuestro propio fuero juridisión, domisilio y besindad y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para que las dichas justisias y cada una de ellas nos executen, conpelan y apremien como por sentensia passada en cossa jusgada. Que es fecha en la dicha ciudad de Los Reyes del Pirú, en beynte y un días del mes de abril de mil y seiscientos y quarenta y nueve años, y los dichos otorgantes, a quienes yo el dicho escrivano de Su Magestad doi fe conosco, lo firmaron de sus

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nonbres, siendo testigos Francisco de Villegas, Lorenso de Medina y el contador Domingo de Saracho. Joseph de Contreras [rubricado] Francisco de Arbeztaín [rubricado] Ante mí, Thomás de Cepeda Escribano de Su Magestad [rubricado]

Sin derechos.

AGN. Protocolo del escribano Thomás de Cepeda, nº 318, años 1641-1654, ff. 7r-7v. 45] Carta de pago de Juan de Espinosa en favor del licenciado Florián Sarmiento por el costo de la encuadernacion del Tratado de los Evangelios, del doctor Francisco Dávila (27 de agosto de 1650) [Al margen:] Carta de pago. Juan de Espinosa a el licenciado Florián Sarmiento. En la ciudad de Los Reies del Pirú, en veinte y siete días del mes de agosto de mil y seisçientos y çinquenta años, ante mí el escrivano y testigos, pareçió Juan de Espinossa, librero, a quien doy fe conosco, y confessó aver recibido del licenciado Florián Sarmiento Redón, como albaçea y thenedor de vienes del doctor don Francisco de Ávila, canónigo que fue de esta santa yglesia, difunto, quinientos y ochenta y nueve pessos de a ocho reales, que le paga por la enquadernaçión de quinientos y ochenta y nueve cuerpos de libros de los que el dicho difunto dejó yntitulados Castellano Yndico de Ávila, y de los dichos pessos se dio por entregado y porque el recivo no pareçe de pressente renunçió la exsepçión, leyes de la pecunia y entrega, y le otorgó carta de pago en forma y lo firmó. Testigos Francisco de la Serda y Alonsso de Arcos y Nicolás de Esplana, el moço. Juan de Espinosa de los Monteros [rubricado]

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Ante mí, Antonio Fernández de la Cruz Escrivano público [rubricado]

Derechos, quatro reales.

AGN. Protocolo del escribano Antonio Fernández de la Cruz, nº 472, año 1650, f. 1982r. 46] Concierto entre el bachiller Marcos de Quesada y Joseph Díaz Barba para continuar la impresión del libro Infancia peruana (11 de marzo de 1651) [Al margen:] Transsacción y conssierto. El bachiller Marcos de Quesada con Joseph Días Barba. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos el bachiller Marcos de Quesada y Josephe Días Barba, hermanos, vezinos moradores en esta ciudad de Los Reyes del Perú, dezimos que por quanto yo, el dicho bachiller Marcos de Quessada, pusse pleyto y demanda a el dicho Joseph Días Barba en rason de la ympresión de un libro yntitulado Ynfançia Peruana, como della consta que passa ante el señor doctor don Melchor Domonte y Robledo, cavallero del orden de Calatrava, alcalde desta corte y jues de provinzia y ante el pressente escrivano desta carta, la qual está resevida y a prueva y contestada por el dicho Joseph Días Barba, y estando en este estado me querellé criminalmente del susodicho sobre ciertas palabras por yncidencia y dependencia de la dicha caussa, el qual está presso en la cárzel real desta corte, y por conservar la pas, amistad y hermandad, ambos a dos nos emos combenido y conzertado en esta manera: En que yo, el dicho Joseph Días Barba, me obligo de acabar y proseguir la dicha ympresión del dicho libro que a de tener y llevar dies y seis pliegos y no más, y hecha la dicha ymprezión los quinientos cuerpos de quenta de mí el dicho bachiller, y los cient cuerpos de quenta de mí, el dicho Joseph Días Barba, se an de poner en cassa de un librero, el que señalaremos para efecto de que se vendan, y la plata que dellos procediere se me a de entregar a mí, el dicho Josephe Días Barba, hasta tanto que esté pagado del costo y costas,

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y lo que quedare de los dichos libros a de llevar las cinco partes el dicho bachiller Marcos de Quesada y la una yo, el dicho Joseph Días Barba, al costo de la dicha ympressión y no más. Demás de lo qual yo el dicho Joseph Días Barba, me e de hazer pago de çiento y veinte pessos de a ocho reales que el dicho bachiller Marcos de Quesada me deve por tantos que le e dado en diferentes vezes y partidas, en los quales entra y se comprehende un bestido, que yo, el dicho Josephe Días Barba, me obligo de dar al dicho bachiller Marcos de Quessada, que a de costar quarenta pessos de a ocho reales, el qual me obligo de le dar para domingo de ramos que berná deste pressente año. A todo lo qual e de ser compelido y apremiado por todo rigor de derecho y bía executiva, de todo lo qual siendo nessessario a mayor abundamiento y para execución desta escriptura, me doy por contento y entregado a toda mi voluntad, y en quanto a el entrego que de pressente no pareze, renuncio la excepción de la pecunia y de la cossa nom vista y leyes de la entrega prueva del resivo, como en ella se contiene. Y en esta conformidad, ambos a dos otorgantes cada uno por lo que nos toca, damos por roto y chanzelado el dicho pleyto y demanda y de ningún valor ni efecto, y la dicha caussa criminal para no la poder seguir ni proçeguir agora ni en ningún tiempo, pena de no ser oydos ni admitidos en juicio ni fuera dél, y juramos por Dios nuestro señor y de una señal de cruz en forma de derecho, de haver por buena e firme esta escriptura agora y en todo tiempo, y no yr ni benir contra ella por ninguna caussa ni rassón que sea, y deste juramento no pediremos absoluzión ni relaxazión a nuestro muy Santo Padre ni a su nunçio delegado ni a otro jues ni perlado aunque de derecho nos lo pueda y deva conzeder, y casso que se nos conceda dél no ussaremos y, si aprovecharnos quissiéremos, no seamos oydos ni admitidos en juicio ni fuera dél, antes desechados y abidos por perjuros como perssonas que yntentan derecho que no le pertenesse. Y por el mesmo casso esta escriptura quede más aprovada y revalidada y a la conclución del dicho juramento, digo sí juro y amén, a

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cuya firmeza y cumplimiento obligamos nuestras perssona y bienes avidos e por aver, y damos poder cumplido a las justicias e jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en especial a las desta dicha ciudad y señores alcaldes de corte, jueses de provincia que en ella ressiden, al fuero e jurisdicción de las quales y de cada una dellas me someto y renuncio el mío propio fuero, jurisdicción y domicilio y vecindad y la ley que dice que el actor debe seguir el fuero del reo, para que a lo dicho es nos compelan y apremien como por sentensia passada en cossa jusgada, renunziamos todas las leies, fueros y derechos de nuestro favor y la general y derechos de ella. Que es fecha la carta en esta ciudad de Los Reies del Perú, en onze días del mes de marzo de mil y seiscientos y cinquenta y uno, y los otorgantes que yo el escrivano doi fe conosco, lo firmaron de sus nombres. Siendo testigos Cristóval Ramires y Diego Contero y Andrés Rodrigues, pressentes. Marcos de Quessada [rubricado] Josephe Díaz Barba [rubricado] Ante mí, Juan Baptista de Herrera Escribano público [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Juan Bautista de Herrera, nº 899, año 1651a, ff. 289r-290v. 47] Concierto entre el impresor Jorge López de Herrera y fray Antonio de la Calancha para la impresión del tomo segundo de su Corónica moralizada (5 de noviembre de 1651) [Al margen]: Concierto y obligación Jorge López de Herrera con el padre maestro fray Antonio de la Calancha. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Jorge López de Herrera, ympresor, morador en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, otorgo y conozco por esta carta que soy conbenido y consertado con el muy reverendo padre maestro fray Antonio de la Calancha, difinidor ma-

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yor del orden de señor San Agustín y calificador del Santo Ofiçio de la Ynquisición destos reynos, que está presente, y me obligo de ymprimirle quatrocientos cuerpos de libros del que a conpuesto, yntitulado segundo tomo de la Corónica Moralisada del orden de señor San Agustín del Pirú con sus actos exenplares vistos en esta monarquía, los quales dichos quatrocientos cuerpos de libros me obligo de enpesar la dicha obra desde quinze días deste pressente mes y año, sin alsar la mano della en manera alguna hasta estar acabados los dichos quatrocientos cuerpos de libros, y el dicho padre maestro Fray Antonio de la Calancha a de ser obligado en esta escriptura a me dar y entregar diez [roto] resmas de papel sana para cada pliego [roto], las condiçiones y declaraçiones y en la manera siguiente: Primeramente, es condiçión y me obligo de ymprimir el dicho libro yntitulado segundo tomo que a conpuesto el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, a doze pesos de a ocho reales cada pliego en letura, y las márgenes dél en brebiario. Yten, me obligo que lo que entra en quatro pliegos impressos en letra atanasia la e de meter en tres pliegos de letura ynviolablemente. Yten, es condiçión quel dicho padre maestro a de dar persona que lleve las probas a la Compañía de Jesús o a este convento de San Agustín, y todo lo que se mudare en ellas me obligo de lo enmendar, y de no lo hazer y enmendare, e de ser obligado a rehazer el pliego o pliegos en la forma y manera dicha, sin poner escusa en ello. Yten, me obligo de dar un pliego ynpresso todos los días como aya quien lo enmiende con puntualidad. Yten, me obligo que todo el papel ynpresso que sobrare que llaman defectos se los e de bolber y entregar al dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, y me obligo de no me quedar con ninguno dellos en manera alguna. Yten, es condiçión que se me a de dar una resma de papel quebrado para las erratas, y por ella me obligo le e de pagar tres pesos de a ocho reales.

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Yten, es condiçión y declaraçión que con solo reçibo mío de la plata que se me fuere dando y entregando por quenta de la dicha ynpreçión y lo que le fuere entregando al dicho padre maestro con la suya, a de ser vastante recaudo para la satisfaçión de cada una de las partes y cunplimiento desta escriptura, sin que en ninguna manera sea nessesario que se den los recibos ante escribano. Yten, es condiçión que si sobrare algún papel después de ympreso el dicho libro, me obligo de lo bolber con toda justificación y legalidad sin quedarme en manera alguna con ningún papel del que se me diere y entregara para dicha ynpreçión, y si sobró o no algún papel a de quedar [roto] difinido en mi juramento sinple, sin otra prueba ni obligación porque tengo de ser relebado aunque se requiera de derecho. Y la paga de lo que yo fuere travajando e ynprimiendo en los dichos quatrocientos libros, el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha a de ser obligado que dies pliego [sic] acabados, dies pagados, sin escusa ni dilasión y como dicho es, con el reçibo sinple ansí a el entrego de los dichos pliegos como el de la plata que montare a de ser, como dicho es, bastante recaudo para aber cumplido con la obligación desta escriptura. Y como dicho es, el dicho padre maestro le a de dar una resma de papel quebrado para las probas, y con las dichas condiçiones y declaraçiones y cada una dellas, me obligo de ynprimir los dichos quatrocientos cuerpos de libros, los quales como dicho es me obligo de los enpesar a hazer y obrar, desde quinze días deste presente mes y año sin alsar la mano dellos, y si lo hiciere me obligo de pagar todos los daños, ynterés [sic] y menoscabos que de lo contrario se le siguieren y recrecieren. E yo, el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, que pressente soy a lo contenido en esta escriptura, y en virtud de la licencia que tengo del muy reverendo padre maestro fray Juan de Ribera, provinçial del orden de señor San Agustín, que para efecto de ynsertar en esta escriptura, exsibo originalmente ante el pressente escrivano que bolbí a llevar en mi poder, que es como se sigue: [Al margen:] Licencia. El maestro fray Juan de Ribera, calificador del Santo Oficio, catredático [sic] perpetuo de la sagrada escriptura en la real universidad

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de Los Reyes del Pirú, provincial del orden de los ermitaños de nuestro padre Santo Agustín en estas provincias del Pirú y Chile, etc. Por quanto abiendo visto nuestro reverendísimo padre general maestro fray Hipólito Monçio del final el primer tomo de la Corónica de Nuestra Provincia del Pirú con la bariedad de los susesos deste reyno desde su descubrimiento, que escribió el muy reverendo padre maestro fray Antonio de la Calancha, definidor mayor en ella, pondera tanto la gravedad, el estilo, el estudio, la erudición, novedades de curiosidad contenidas en él en gran lustre de nuestra sagrada religión, que a bueltas de las honras, fabores y exenpçiones que para espeçial parte le consede, le encarga y exhorta que a dos manos se dé priesa a sacar a luz el segundo tomo que ofrece, por aver sido tan bien recibido como aplaudido el primero en España y en todas las demás partes que nos consta ser ansí, atendiendo a que obra tan digna de perpetua memoria no quede sin estanpa pública para la presente, agradesiéndole el sudor, estudios y cuidado con que desea crecer el lucimiento de dicha nuestra provincia, con las especiales grandesas que esperan saldrá a notiçia común de todos, le damos licençia. Y para que en ello más meresca, le mandamos [roto] tas nuestras letras que con toda la brevedad pusible ymprima y [roto] ymprimir el dicho segundo tomo en esta ciudad de Los Reyes, presedien [roto] diligencias de presentación, aprovaciones y liçençias nessesarias para ello, y le [roto] facultad para que por sí solo pueda hazer el consierto, y otorgar escriptura pública de lo que consertare en favor del ympresor del preçio que le ubiere de pagar para la dicha ympreçión. Y para que con más expediçión y menos tardansa pueda obrar ansí, le consedemos licencia para que pueda escoger un religioso saserdote o hermano, el que le paresiere, para que le ayude a escribir y sacar en linpio todo lo escrito, al qual dicho religioso desde luego le reservamos y eximimos de todas las obligaciones de asistençia en el choro y de los demás oficios de tabla del convento de Lima, para que acuda a todo lo que le ordenare y mandare el dicho muy reverendo padre definidor mayor maestro fray Antonio de la Calancha para el dicho efecto, sin que ningún nuestro ynferior, aunque tenga

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nuestras vezes, pueda y [roto], ni alterar directa o indireyte en este nuestro mandato. Y ansimismo, porque el retiro suele ser desaogo ansí para el estudio como para la salud, le damos licencia al dicho muy reverendo padre maestro para que se pueda yr a nuestra recoleta, calera, chacarilla, o a otras chacaras y partes que le paresieren más cómodas para consiguir dicho intento con la mayor brevedad, y declaramos que la cantidad de plata que tiene en depósito para dicha ymprenta de la que algunas perssonas piadosas y amigos se la han dado, deseos[os] de ber logrados sus estudios y la que en adelante obtubiere, y el papel que tiene comprado, son y pertenesen al dicho efecto de ynprimir el dicho segundo libro, de manera que si lo qual suseda ansí, acontesiese morir el dicho muy reverendo padre difinidor maestro fray Antonio de la Calancha antes de averse acavado de ynprimir o estando en la ynprenta sus escritos, se entienda que la dicha plata y papel se deven aplicar a este efecto y no a otro, que desde luego si nessesario se los aplicamos ansí y lo tenemos declarado ansí, en otra patente que a petición suya se despachó por nos en horden a esta aplicación. Y para que estas nuestras letras tengan su debido efecto, mandamos en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión mayor late sententiae una pro trina canonica municione premissa quan in hiscriptus liciti nuit firmus, que ningún número inferior vaya con ningún protexto [sic] contra el tenor dellas directe o indirecte, porque nuestra yntención es que ansí se guarden y cumplan. Fecha en este nuestro convento de nuestro padre Sant Agustín de Los Reyes, en doze de otubre de mil y seiscientos y cinquenta y un años. Firmada de nuestro nonbre, selladas con el sello mayor de la provincia y refr[end]ado de nuestro secretario. Fray Juan de Ribera, padre provincial. Fray Juan de Villabona, secretario. [Al margen:] Prosigue. Y en virtud de la dicha liçencia y della usando, otorgo y conosco por esta carta que açeto esta escriptura en todo y por todo y como en ella se contiene y declara, y me obligo de cunplir de mi parte en todo y por todo, sin yr ni benir contra esta escriptura y condiçiones y declaraciones della, y me obligo de pagar y que pagaré al dicho

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Jorge López de Herrera u a quien su poder y causa ubiere y por él fuere parte, a los dichos doze pesos de a ocho reales por cada pliego de los que a de ynprimir con más las costas de la cobrança, para lo qual anbas partes cada uno por lo que nos toca obligamos nuestras personas y bienes avidos y por aver, y [damos] poder a las justicias y jueses que de nuestras causas conforme a derecho pueden [roto] conoser, para que nos apremien a su cunplimiento y paga [roto] por sentencia passada en cosa jusgada, y renunciamos las demás leyes de nuestro favor y la general y derechos della, y consentimos que se saquen para las partes los traslados nessesarios, el uno cunplido, los demás no balgan. Que es fecho en la çiudad de Los Reyes del Pirú, en çinco días del mes de nobienbre, año de mil y seiscientos y cinquenta y uno. E yo el escribano doy fe conozco a los otorgantes y lo firmaron. Testigos Manuel de los Olibos y Miguel Moso de la Quadra y Bartolomé Hidalgo, pressentes. Enmendado cuer, e, en de, n. Fray Antonio de la Calancha [rubricado] Jorge López de Herrera [rubricado] Ante mí, Francisco Holguín Escribano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, ocho reales.

AGN. Protocolo del escribano Francisco Holguín, nº 941, año 1651, fol. 766r-767v. 48] Concierto entre el impresor Luis de Lira y el bachiller Marcos Quesada para la impresión del libro Fama de bronce (5 de junio de 1652) [Al margen:] Consierto. En la ciudad de Los Reyes del Pirú, a cinco días del mes de junio de mil y seiscientos y cinquenta y dos años por ante mí el escrivano y testigos parecieron Luis de Lira, maestro ynpresor, de la una parte, y de la otra, el bachiller Marcos de Quesada, moradores en esta dicha ciudad, a los quales doy fe conosco, y dixeron que ellos

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son convenidos y consertados como por la presenten [sic] otorgan, que se convienen y consiertan en esta manera: En que el dicho Luis de Lira se obliga de ynprimir y que ynprimirá al dicho bachiller Marcos de Quesada un libro yntitulado Fama de bronçe, y la dicha ynpresion la hará en la forma y manera siguiente: Yten, que la letra de letura en que an de ir las comedias se obliga el dicho bachiller Marcos de Quesada a pagar al dicho Luis de Lira diez pesos de a ocho reales por cada pliego, y los pliegos que fueren de letra de atanasia, a nueve pesos por cada pliego. Y los que fueren en la letra mayor que llaman parangona, a siete pesos por cada pliego prorratándose por lo que cada pliego tuviere escrito. Y le a de ynprimir seiscientos cuerpos del dicho livro y le a de dar cada semana dos pliegos hechos y de lo que tocare a las comedias le a de dar hechos cada semana pliego y medio, y an de correr las dichas semanas desde el día que el dicho vachiller Marcos de Quesada entregare al dicho Luis de Lira la obra y el papel para la dicha ynpreción, y cada ocho pliegos que le diere acavados le a de pagar le a de pagar [sic] luego lo que montaren a los precios referidos, y para cada pliego le a de entregar el dicho vachiller Marcos de Quesada veinte y cinco manos de papel sanos sin que aya ninguno quevrado, y si no quisiere hacer la dicha ovra en la manera referida o no la hiciere, el dicho Luis de Lira da poder y facultad al dicho vachiller Marcos de Quesada para que consierte la dicha ovra con otro maestro que la haga por el precio que con él se consertare. Y por lo que más le costare de a los precios referidos, quiere ser executado en virtud desta escritura y el juramento del susodicho, u de quien la dicha su causa uviere sin que sea nesesario otra prueva, testimonio ni recaudo aunque de derecho se requiera porque della le releva, todo lo qual guardarán y cunplirán sin faltar en cosa alguna, y cada parte por lo que le toca al cunplimiento desta escritura ovligaron sus personas y vienes avidos y por aver, y dieron poder cumplido a las justicias y jueces de Su Magestad de qualesquier partes que sean, a cuyo fuero y juridición se sometieron y en espe-

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cial a las desta dicha ciudad y corte que en ella residen, y renunciaron su propio fuero, juridición, domisilio y vecindad y la ley si convenerit de juridicione onium judicum, para que les apremien al cunplimiento de lo que dicho es como si fuese por sentencia difinitiva de juez conpetente pasada en cossa juzgada, y renunciaron qualesquier leyes y derechos que sean en su favor y la general que lo prohive y lo firmaron. Siendo testigos Diego Contero Guerrero y don Femando Niño de Guzmán y Nicolás Sánchez Márquez, presentes. Marcos de Quessada [rubricado] Luis de Lyra [rubricado] Ante mí, Juan Baptista de Herrera Escribano público y provincia [rubricado]

Derechos, seis reales.

AGN. Protocolo del escribano Juan Bautista de Herrera, nº 901, año 1652, ff. 422v-423v. 49] Concierto entre el impresor Joseph de Contreras y fray Antonio de la Calancha para concluir la impresión del tomo segundo de su Corónica moralizada (30 de septiembre de 1652) [Al margen:] Conssierto y obligación Joseph de Contreras y otro con el padre maestro fray Antonio de la Calancha. Sepan quantos esta carta vieren cómo nos Joseph de Contreras, maestro ynpresor, y el contador Francisco de Berastayn, moradores que somos en esta çiudad de Los Reyes del Pirú, anbos juntos de mancomún y a boz de uno y cada uno de nos y de nuestros bienes de por sí y por el todo ynsolidum, renunciando como espresamente renunciamos las leyes de duobus rex debendi y el auténtica presente o queta de fide jusoribus, y el beneficio de la dibición y escurçión y todas las demás leyes, fueros y derechos que deven renunciar los que se obligan de mancomún, otorgamos y conosemos por esta carta que somos conbenidos y consertados con el muy reverendo

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padre maestro fray Antonio de la Calancha, definidor mayor del orden de San Agustín, que está pressente, y nos obligamos de acabar de ynprimir y que ynprimeremos los quatrocientos cuerpos de libros del que a conpuesto el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, yntitulado segundo tomo de la Corónica Moralisada del orden de señor San Agustín del Pirú, con sus actos exenplares vistos en esta monarquía, que son los que comensó a ynprimir Jorge López de Herrera, que está presente, los quales dichos quatrocientos cuerpos de libros nos obligamos de acabar de ynprimir desde oy día de la fecha desta escriptura, sin alsar la mano de ellos hasta estar acabados de ynprimir los dichos quatrocientos cuerpos de libros, y el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha a de ser obligado en esta escriptura a nos dar y entregar dies y siete manos de papel sanos para cada pliego, y con las condiciones y declaraziones y en la forma y manera siguiente: Primeramente, es condición que nos obligamos de acabar de ynprimir el dicho libro yntitulado segundo tomo que a conpuesto el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, a doze pesos de a ocho reales cada pliego en letura y las márgenes dél en brebiario, según el dicho Jorge López de Herrera estava obligado. Yten, nos obligamos que lo que entra en quatro pliegos ympresos en letra atanaçia la emos de meter en tres pliegos de letura ynbiolablemente. Yten, nos obligamos de que las primeras probas a de ser a nuestro cargo el ymbiarlas a este dicho convento al dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, y las segundas a de dar persona el dicho padre maestro que las lleve a la enprenta, y todo lo que se mudare en ellas nos obligamos de lo enmendar, y de no lo hazer y enmendaremos, nos obligamos a rehazer el pliego o pliegos en la forma y manera dicha, sin poner escusa alguna en ello. Yten, nos obligamos de dar un pliego ynpreso todos los días, como aya quien lo enmiende con puntualidad. Yten, nos obligamos que todo el papel ynpreso que sobrare que llaman de efectos, se lo emos de bolber y entregar al dicho padre

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maestro fray Antonio de la Calancha, y nos obligamos de no nos quedar con ninguno dellos en manera alguna. Yten, es condiçión que se nos a de dar una resma de papel quebrado para las erratas, y para ella nos obligamos de pagar tres pesos de a ocho reales. Yten, es condiçión y declaración, que con solo reçibo de qualquier de nos de la plata que se nos fuere dando y entregando por quenta de la dicha ynpreción y lo que le fuéremos entregando al dicho padre maestro, con solo su firma y la nuestra a de ser bastante recaudo para la satisfación de cada una de las partes y cunplimiento desta escriptura, sin que en ninguna manera sea nesesario que se den los recibos ante escribano. Yten, es condición que si sobre algún papel después de ympreso el dicho libro, nos obligamos de lo bolber con toda justificación y legalidad, sin quedarnos en manera alguna con ningún papel del que se nos diere y entregare para la dicha ynpreçión, y si sobró o no algún papel, a de quedar como queda difirido en nuestro sinple juramento sin otra prueva ni aberiguación, porque della tenemos de ser relebados aunque se requiera de derecho; y la paga de lo que ansí fuéremos travajando y ynprimiendo hasta acabar de ynprimir los dichos quatrocientos libros, el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha a de ser obligado en esta escriptura que dies pliegos acabados, diez pagados, sin escusa ni dilaçión, y como dicho es con solo el recibo sinple ansí del entrego de los dichos pliegos como el de la plata que montare, a de ser como dicho es bastante recaudo para aber cunplido con la obligación desta escriptura y condiciones della; y como dicho es, el dicho padre maestro nos a de dar una resma de papel quebrado para las probas, y con las dichas condiciones y declaraciones y cada una dellas, nos obligamos de acabar de ynprimir los dichos quatrocientos cuerpos de libros, los quales como dicho es nos obligamos de lo continuar y hazer y obrar desde oy, día de la fecha desta escriptura, sin en ninguna manera alsar la mano dellos, y si no lo hiciéremos y cumpliéramos, le pagaremos todos los daños que dello se le siguieren y recresieren. E yo, el dicho padre maestro fray Antonio de la Calancha, que

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soy pressente a lo contenido en esta escriptura, y en virtud de la licençia que tengo del muy reverendo padre maestro fray Juan de Ribera, provincial del orden de Señor San Agustín, que para efecto de ynsertar en esta escriptura, exsibo originalmente ante el presente escribano, que bolbí a llevar en mi poder de que yo el escribano doy [fe] que es como se sigue: [Al margen:] Licencia. El maestro fray Juan de Ribera, calificador del Santo Oficio, catredático [sic] perpetuo de la sagrada escriptura en la real unibersidad de Los Reyes del Pirú, provincial de los ermitaños de nuestro padre San Agustín en estas provincias del Pirú y Chile, etc. Por quanto abiendo visto nuestro muy reverendo general maestro fray Ypólito Monçio del final el primer tomo de la Corónica de Nuestra Provincia del Pirú con la brevedad de los susesos deste reyno desde su descubrimiento, que escribió el muy reverendo padre maestro fray Antonio de la Calancha, definidor mayor en ella, pondera tanto la gravedad, el estilo, el estudio, la relación y novedades de curiosidad contenidas en gran lustre de nuestra sagrada religión y a bueltas de las honras, fabores y exsenciones que por especial parte le consede, le encarga y exhorta que a dos manos se dé priesa a sacar a luz el segundo tomo que ofrece, por aber sido tan bien recibido como aplaudido el primero en España y en todas las demás partes que nos consta ser ansí, atendiendo a que obra tan digna de perpetua memoria no quede sin estanpa pública por la presente, agradesiéndole el sudor, estudios y cuidado con que desea creçer el luçimiento de dicha nuestra provincia, con las espeçiales grandesas que esperan saldrá a notiçia común de todos, le damos liçencia. Y para que en ello más meresca, le mandamos puestas nuestras letras que con toda la brevedad pusible ynprima y haga ynprimir el dicho segundo tomo en esta ciudad de Los Reyes, presediendo las diligencias de pressentación, aprovaciones y licencias nessesarias para ello, y le damos facultad para que por sí solo pueda hazer el concierto y otorgar escriptura pública de lo que consertare en favor del ynpresor del precio que le ubiere de pagar para la dicha ynpreción.

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Y para que con más expedición y menos tardanza pueda obrar ansí, le consedemos licençia para que pueda escoger un religioso saserdote o hermano, el que le paresiere, para que le ayude a escribir y sacar en linpio todo lo escrito, al qual dicho religioso desde luego le reserbamos y exsimimos de todas las obligaciones de asistencia en el coro y de los demás oficios de tabla del convento de Lima, para que acuda a todo lo que le ordenare y mandare el dicho muy reverendo padre definidor mayor maestro fray Antonio de la Calancha para el dicho efecto, sin que ningún nuestro ynferior, aunque tenga nuestras vezes, pueda ynobar ni alterar direta o indereyte en este nuestro mandato. Y ansimismo porque el retiro suele ser desaogo ansí para el estudio como para la salud, le damos lizencia al dicho muy reverendo padre maestro para que se pueda yr a nuestra recoleta, calera, chacarilla, o a otras chacaras y partes que le paresiere más cómodas para consiguir dicho yntento con la mayor brevedad, y declaramos que la cantidad de plata que tiene en depósito para dicha ynprenta de la que algunas personas piadosas y amigos se la an dado, deseosos de ber logrados sus estudios y lo que en adelante obtubiere, y el papel que tiene conprado, son y pertenesen al dicho efecto de ynprimir el dicho segundo libro, de manera que si lo qual suseda ansí, aconteçiere morir el dicho muy reverendo padre maestro fray Antonio de la Calancha antes de averse acabado de ynprimir o estando en la ynprenta sus escritos, se entienda que la dicha plata y papel se deven aplicar a este efecto y no a otro, que desde luego si nesesario es los aplicamos ansí y lo tenemos declarado ansí, en otra patente que a petición suya se despachó por nos en orden a esta aplicación. Y para que estas nuestras letras tengan su devido efecto, mandamos en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión mayor late senteneçi [sic] una pro trina canonica municione premisa quan in hiscriptis liciti oniom, y firmamos que ningún nuestro inferior vaya en ningún protesto [sic] contra el tenor dellas directe o indirecte, porque nuestro yntento es que ansí se guarde y cunpla. Fecho en este nuestro convento de nuestro padre San Agustín de Los Reyes, en doze de otubre de mil y seiscientos y cinquenta y un años. Firmada de nuestro nonbre, y sellada con el sello mayor de la provincia

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y refrendada de nuestro secretario. Fray Juan de Ribera, provincial. Fray Juan de Villabona, secretario. [Al margen:] Prosigue. Y en virtud de la dicha licencia suso yncorporada y della usando, otorgo y conozco por esta carta que açeto esta escriptura, como en ella se contiene y declara, y me obligo de mi parte cumplir con lo en ella contenido, sin ynobar ni alterar en cossa alguna della, y de guardar y cunplir de mi parte las condiciones della, y me obligo de pagar al dicho Joseph de Contreras o contador Francisco de Bestayn [sic] u a qualquier dellos insolun [sic], u a quien el poder de qualquier dellos tubiere y fuere parte a los dichos, doze pesos de a ocho reales por cada pliego de los que an de ynprimir de los que faltan, para el cunplimiento de los dichos quatrocientos cuerpos de libros, menos ochenta y dos pliegos quel dicho Jorge López de Herrera, que está presente, me tiene entregados e yo le tengo pagado el travajo dellos, de que nos damos por entregados y renunciamos las leyes del entrego, y por rota y chanselada la dicha escriptura y por libre della; y a la firmesa y cunplimiento todos los otorgantes cada uno por lo que nos toca obligamos nuestra personas y bienes avidos y por aver, y damos poder a las justicias y jueses que de nuestras causas conforme a derecho pueden y deven conoser, nos apremien como por sentencia passada en cosa juzgada, y consentimos que se saquen por las partes los traslados nesesarios, el uno cunplido, los demás no balgan. Que es fecho en la ciudad de Los Reyes del Pirú, en treinta de setiembre año de mil y seiscientos y cincuenta y dos, e yo el escribano doy fe conozco a los otorgantes y lo firmaron. Testigos Juan Días de Mondoñedo y Juan de Figueroa Bonilla y Diego Nieto, presentes. Fray Antonio de la Calancha [rubricado] Francisco de Arbeztaín [rubricado] Joseph de Contreras [rubricado] Jorge López de Herrera [rubricado] Ante mí, Francisco Holguín Escribano de Su Magestad [rubricado]

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Sin derechos.

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AGN. Protocolo del escribano Francisco Holguin, nº 942, año 1652, ff. 721v-723v. 50] Testamento de Julián Santos de Saldaña (18 de septiembre de 1659) [Al margen:] Testamento. Sepan quantos esta carta vieren en mi testamento y última voluntad, cómo yo Julián Santos de Saldaña, hijo legítimo de Pedro de Carrión, y de doña Juana Santos de Saldaña, naturales de la Villa de Carrión de los Condes, estando como estoi en mi entero juisio para quando Dios fuere servido de llevarme, revoco y anulo todos quantos testamentos y codisilios que hubiere hecho es mi voluntad no balgan, solo lo que fuere en este declarado quiero, y es mi voluntad balga. Primeramente, que devo y confiesso el misterio de la Santíssima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, quien creo y confiesso. Yten, mando que mi cuerpo sea enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Rosario de Nuestro Padre Santo Domingo, donde soi beinticuatro, y tengo pagada mi limosna. Yten, mando que el día de mi entierro, se diga una missa cantada ofrendada de pan, vino y sera a disposisión de mis albaseas. Yten, mando se digan en este día sincuenta missas resadas y se pague la limosna acostumbrada. Yten, mando se paguen las limosnas acostumbradas y forçosas. Yten, mando que den al ospital de la Caridad sinquenta pesos de limosna. Yten, mando al hospital de San Andrés otros sinquenta pessos de limosna.

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Yten, mando al hospital de Santa Ana otros sinquenta pessos. Yten, mando se funde una capellanía de legos de seis mil pessos de prinsipal, la qual a de servir uno de los hijos qualquiera de ellos llegare primero a ordenarse de saserdote de Alonso de Carrión y doña María de Salvatierra, sus padres legítimos, y en el interín que llegan a edad de poderla servir, nombro después de mi fallesimiento por capellán para que la sirva al padre maestro frai Juan de los Ríos, de la religión de predicadores, y an de tener obligasión de desir sien missas de a tres pesos de limosna por cada missa, y a tener obligasión su paternidad de dar de superavi sinquenta patacones cada año a Alonso de Carrión, para alimentar en sus estudios a los capellanes; y a falta de capellán, nombra en segundo lugar a un hijo de Francisco de Fontanilla, y nombro por patrón a doña Francisca Gutierres, mi muger, y después de sus días, al padre prior de La Recoleta de Santo Domingo y al padre retor del nobisiado de la Compañía de Jesús, para que como tales patrones nombren los capellanes que les paresieren idóneos para el servisio de ella, y los patrones usen los nombramientos y aniversario como convenga. Yten, mando que de los más bien parados de mis bienes se saquen otros seis mil pesos, de los quales se funde una capellanía de legos de tresientos pesos de renta con cargo de sien misas cada año, en la qual nombro en primer lugar por primer capellán a don Marselo de Ochoa, hijo legítimo de don Juan de Ochoa y doña Jusepa Barreto, y si el dicho no fuere de missa, nombro a qualquiera de sus hermanos, hijos legítimos del dicho don Juan de Ochoa, y en el interín que llegan a ser sacerdotes, nombro para que la sirba siendo saserdote a Juan de Quebedo, hijo de Blas de Quevedo, y porque al presente no es saserdote, nombro al padre regente frai Esteban Benites, del orden de Santo Domingo, y nombro para que después de mi vida, por patrón al doctor don Juan de Ochoa, relator de la Real Audiensia, y a sus legítimos herederos, prefiriendo siempre el hijo o pariente a los demás. Y es declarasión que las missas de estas dos capellanías por los capellanes seglares se an de desir las de primera en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, que está fundada en el convento prinsipal de

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Nuestro Padre Santo Domingo de esta siudad; y las de la segunda en el altar de Nuestra Señora la Antigua de la catredal [sic], y si los dichos capellanes fueren religiosos, las pueden desir en su convento en el altar de Nuestra Señora, y si los dichos capellanes acontesiere a ser ausiensia [sic] de esta siudad, an de dejar persona que diga las missas en los altares dichos, y al capellán proprietario se le den cinquenta pesos para libros cada año. Yten, declaro que io tengo libro de Nuestra Señora La Antigua con debe y a de aber, en el qual está el inventario de los bienes que pertenesen a la dicha capilla, y es mi voluntad que todo lo que io he suplido, que serán quinientos pessos poco más o menos, que no se lo pidan, porque lo dejo de limosna a Nuestra Señora La Antigua. Yten, declaro que io me obligué a doña Catalina de Zárate, por escritura por dos mil pessos de a ocho reales, los quales mando se los paguen a la susodicha o a quien fuere parte de legítima de ellos. Yten, declaro que io fui tutor y curador de doña Gerónina Faustina, mi aigada [sic], que tengo al presente en mi cassa, i la he criado y alimentado desde edad de dos años, y al tiempo que murió su madre, que avrá dos años, pedí ante la justisia ordinaria que se me entregasen sus bienes y se me entregaron por inventario lo que hubo de aber, y de los dichos bienes sacó la dicha doña Gerónima Faustina, mil i quinientos pessos poco más o menos en perlas y otras cossas, de que dio resibo ante Antonio Marselo de Figeroa [sic], y que del mismo inbentario de bienes quedaron algunos que están en mi poder. Yten, declaro que le dexo a la dicha doña Gerónima quatro mil pesos de a ocho reales para aiuda de tomar su estado, por el amor i obligasión que tengo por averla criado y estado en mi casa y si acasso pusiere pleito la susodicha, dexo deshecha esta manda y que no se le dé nada, por quanto la e criado y alimentado. Yten, declaro y mando que io tengo una sambilla en mi cassa llamada Juliana, mi esclaba, la qual tenga obligasión de servir como tal a doña Francisca Gutierres, mi muger, por los días de su vida, y

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después de sus días, si la alcansare en vida, sirba a doña Gerónima Faustina y a qualquiera de las dos señoras, en cuio poder quedare la dicha esclaba, disponga de ella lo que gustare. Yten, mando que se saquen de mis bienes seis mil pesos de a ocho reales y se entriegen [sic] al padre maestro frai Juan de los Ríos y a Alonso Carrión o a cada uno de ellos, para que ambos a dos o a cada uno de los dichos aga de ellos lo que para descargo de mi consiensia les he comunicado, y porque fío de su religión i christiandad que cumplirán con efecto lo que les he comunicado, quiero y es mi voluntad que por ningunas justisias se les pida más cuenta de la que quisieren dar, y declaro que es mi voluntad que dentro de un año cumplan lo que les he comunicado, y si no lo isieren, ruego a mis albaseas que lo cobren i insten en el cumplimiento de ellos. Yten, devo por escritura a doña María Moriano, monga [sic] en Santa Clara, seissientos pesos de prinsipal, que los e tenido por su cuenta a senso i téngole pagado asta fin de abril del año que biene adelantado de [testado: 166] seissientos [testado: i sesenta] y sesenta. Yten, declaro que io compré el año [testado: 163] de mil seissientos y treinta i dos, una memoria de libros de Christóbal de Suásola, para la qual se opusieron con acreedores a la dicha memoria y la compré en cantidad de seis mil pesos, y fueron opositores el jues del resado don Bartolomé de Venabides, a quien se pagaron quatro mil i quinientos pesos que por los ofisiales reales se entregaron para remitir a España, de que tengo resibo en mi poder, y quedamos por opositores yo, por quinientos pesos de fallas de la dicha memoria, y Juan Delgado de León y el padre Alonso Fuertes de Herrera, de la Compañía de Jesús, por los mil pesos restantes, los quales he tenido en mi poder y estoi presto para entregarlo quando lo pidieren. Yten, declaro que el padre frai Juan de la Consepsión de los carmelitas de la siudad de Ávila, remitió seis caxones de libros al señor don Garsía Carrillo, oidor desta Real Audiensia, con obligasión quel dicho señor pagase los fletes, y por no averlos pagado los pagé [sic] io i entraron en mi poder los dichos caxones, con obligasión de

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bender los libros al presio que diessen por ellos, que de todo dejo agustamiento [sic] y rasón en mi libro de memoria. Yten, declaro que en la siudad de Sevilla debo a la muger de Manuel Álbares de Osorio, de cantidad de tresientos pesos, y por no aver legitimado su persona no los entregé [sic], y aviendo muerto su hijo y dejádola por heredera, le tengo escrito, y por no aver respondido, no he pagado la dicha cantidad, mando se paguen a la persona que dispusiere por sus poderes. Yten, declaro y mando que si Dios fuere servido de llebarme de esta presente vida, la librería que tengo ni la emprenta no se benda, antes Blas Fernandes de Quebedo se quede en ella consertándose con doña Francisca Gutierres, mi muger, hasiéndole cortesía y alcansándola en días a la dicha doña Francisca; si se bendiere la dicha librería, mando se quede con ella mil pesos menos de lo que otros dieren porque esta es mi voluntad, por lo bien que a acudido i me ha servido hasta aquí. Yten, declaro que el ajustamiento de lo que debo al dicho Blas de Quevedo, lo dexo asentado con declarasión y firma de su nombre [en] mi libro, y lo que paresiere por él debérsele, mando le paguen. Yten, declaro que me deben algunas pardidas [sic] menudas, como consta por mi libro a que se esté, mando se cobren. Yten, declaro que tengo un caxón de libros en mi poder que me entregó el tesorero Juan de Useda intitulado Carrans de partes naturales, el qual se entriegue [sic] al que fuere parte legítima. Yten, declaro que tengo en mi poder sesenta i quatro libros intitulados Sermonario de don Juan de Cabrera, los quales tengo embargados por bienes de don Blas de Cabrera. Yten, mando se digan por mi alma el día de mi entierro y honras por las personas que mis alvaceas señalaren, doscientas missas y las demás que quisiere mi muger y alvaceas.

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Yten, para cumplir y pagar este mi testamento y lo en él contenido, dejo y nombro por mis alvaceas al reverendo padre maestro fray Joan de los Ríos, del orden de predicadores, y a Alonso de Carrión, mi compadre, y al contador Gaspar Ochoa, y a doña Francisca Gutierres, mi muger, y por tenedora de bienes a la dicha mi muger, a la qual, en el remaniente que quedare de mis bienes, cumplido este mi testamento la dejo por heredera universal, atento a que no tengo heredero forçoso asendiente ni descendiente, con cargo de que al inventario y almoneda se han de hallar los dichos mis alvaceas juntos y no de otra manera, y no se ha de poder hacer venta ni remate sin la dicha asistencia. Y declaro que todas las mandas que dejo se cumplan luego que io fallesca de lo más bien parado de mis bienes, sin que se aguarde al año y día que el derecho dispone. Y con esto revoco qualesquier testamentos que aia hecho antes de este, porque solo quiero que valga esta última voluntad por mi testamento o por aquella escritura que más aia lugar en derecho. En la ciudad de Los Reies, en diez y ocho de septiembre de mil seissientos y cinquenta y nueve años, ante mí el escribano y testigos Julián Santos de Saldaña, enfermo en cama que doy fe conosco, me entregó este papel cerrado y sellado, el qual dixo es su testamento, última y postrimera voluntad, y que en él deja nombrada sepultura, albaceas y heredero, y el descargo de su conciencia; y quiere que ni se avra ni publique hasta después de sus días, y entonzes con la fe de su muerte se avra y guarde lo en él contenido, y revoca qualesquiera testamentos y otras dispossiciones que aya hecho y quiere no valgan, salvo este testamento que aora otorga que quiere que valga por tal o por aquella escritura que mejor lugar aia en derecho, y lo firmó creiendo como dixo creía el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero. Siendo testigos Juan de Aguilar, Nicolás Fernández Lozano, Juan de Quebedo, Diego Verrocal, Luis de Espinal, el contador Juan de Herrera, el alférez Juan Fernández Ordóñez de Pineda, los quales lo firmaron juntamente con el otorgante. Julián Santos de Saldaña [rubricado]. Juan de Aguilar [rubricado]. Nicolás Fernández Lozano [rubricado].

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Juan de Quebedo [rubricado]. Don Diego de Berrocal [rubricado]. Luis de Espinar Berrocal [rubricado]. Joan de Herrera [rubricado]. Juan Hordoñes de Pineda [rubricado]. Pressente fui con el otorgante y testigos, y lo signo en testimonio de verdad Favián Fernández Escribano público [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Fabián Fernández, nº 533, año 1659, ff. 1135r-1139v. 51] Testamento del impresor Manuel de los Olivos (30 de marzo de 1685) [Al margen:] Testamento de Manuel de los Olibos. En el nombre de Dios Nuestro Señor, amén, y de su preciosa madre la siempre birxen María, Señora Nuestra consebida sin mancha ni duda de pecado original en el primer instante de su ser santísimo. Sepan quantos esta carta de testamento, última y postrimera voluntad, vieren cómo yo Manuel de los Olibos, vesino desta ciudad de Los Reies, natural que declaro ser de la villa de Guelba, en Andalucía, reinos de España, hixo lexítimo de Marcos de los Olibos, y doña Ysavel de Torres, difuntos, naturales que fueron vesinos de la ciudad de Xeres de la Frontera, estando enfermo y en todo mi acuerdo, memoria y entendimiento, y creiendo como firme y verdaderamente creo el misterio de la Santísima Trenidad, Padre, Hixo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios no más, y en todo lo que tiene, cree, confiesa y enseña Nuestra Santa Madre Yglecia cathólica romana, devaxo de cuia fe y creencia e vivido y protesto vivir y morir como cathólico y fiel christiano, y temiéndome de la muerte que es cosa natural a toda criatura humana, deseando salvar mi alma y ajustar las cosas del descargo de mi

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conciencia, otorgo que hago y ordeno mi testamento en la forma y manera siguiente: Primeramente, encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió y redimió con su preciosa sangre, muerte y pación, y el cuerpo mando a la tierra de que fue formado, y cuando su divina magestad fuere servido de llevarme de esta presente vida, mi cuerpo se amortaxe con el ávito de Nuestro Padre San Francisco y se entierre en la yglecia cathedral desta ciudad en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua en la parte, sitio y lugar que pareciere a mis alvaseas, a cuia elección lo dexo y me aconpañe la crus alta, cura y sacristán de mi parroquia, y el demás aconpañamiento que pareciere a dichos mis alvaseas, y el día de mi entierro siendo ora de selebrar, y sino el siguiente, se diga por mi alma una misa cantada de cuerpo pressente ofrendada de pan, vino y sera en la forma que se acostumbra, y dose resadas, y se pague la limosna de mis vienes. Yten, mando a las mandas forsosas y acostumbradas, quatro pesos a todas ellas con que las aparto de mis vienes. Yten, declaro soi casado y velado según horden de la Santa Madre Iglecia con doña María de Cuenca Yañes, y al tiempo de y quando contraxe el dicho matrimonio, se me dio en dote la cantidad de pesos que consta por la escritura de resivo de dote que otorgué a favor de la dicha mi muxer ante Francisco Cordero de Medina, escribano real, abrá veinte años poco más o menos, mando que la cantidad que ynportare dicha escritura de dote se le pague de mis vienes. Yten, declaro que durante el dicho matrimonio tengo por mis hixos lexítimos a Alonso de los Olibos, doña Mariana, doña María, doña Micaela, Silbestre, Blas, Manuel y Juan de los Olibos, todos menores de edad, declárolos por tales mis hijos lexítimos y de la dicha mi muxer. Yten, declaro por mis vienes los siguientes: Primeramente, una casa que está en la calle de los Terranobos como se ba a lo de Astete a mano ysquierda, que conpré de doña María

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Maldonado, avuela de la dicha mi muxer, por escritura ante Juan de Oballe, escribano real, avrá veinte y un años poco más o menos. Yten, otra casa en la misma calle de los Terranobos, que es perteneciente al dote de la dicha mi muxer, conpreendida y declarada en la escritura de dote. Yten, la ynprenta que tengo en esta ciudad, con todo lo nesesario para poder obrar en ella. Yten, la tienda de librería que tengo devaxo del portal de los escrivanos. Yten, una negra nombrada Dominga, de casta Vioxo, que conpré del lizenciado Diego de Salinas, siruxano, por escritura ante Juan Ximenes Voorques, escribano real, avrá quatro años, la qual dicha venta se iso en cavesa de la dicha doña María de Quenta [sic], mi muxer. Yten, una negra nombrada María, de casta Conga, que conpró de doña Yumar Suares de Acuña, muxer lexítima de don Thomás de Ayala, la dicha doña María de Quenca, mi muxer, por escritura otorgada ante el presente escribano, en dies de dizienbre del año de mil seiscientos y ochenta y tres. Yten, un negro nombrado Diego Manuel, de casta Congo, que conpré del dicho lizenciado Diego de Larrauna y Salinas, siruxano, por escritura ante el presente escribano, en veinte y dos de febrero del año pasado de mil y seiscientos y ochenta y quatro. Yten, una negra nonbrada Dominga, criolla de la ciudad de Panamá, que conpré del alferes Santiago de La Torre por escritura ante el presente escrivano, en veinte y quatro de henero de este presente año de mil seiscientos y ochenta y sinco. Yten, quinientos quintales de plomo. Yten, veinte quintales de varras de estaño.

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Yten, sinquenta marcos de plata labrada. Yten, el omenaxe [sic] de mi casa y otros trastes pertenecientes a la librería, que constará lo que así fuere por el ynventario que se iciere después de mi fallesimiento. Yten declaro, me deve el capitán Visente Peres de Otárola, ochocientos pesos poco más o menos, prosedidos de ropa de la tierra y otros géneros que le di para que vendiese por mi quenta en las provincias del Tucumán y Vuenos Aires, mando que se cobren por mis vienes. Yten, declaro devo al alferes Santiago de La Torre, quinientos y sinquenta pesos, por escritura ante el presente escribano, en veinte y quatro de enero de este presente año de mil seiscientos y ochenta y sinco, mando se le paguen de mis vienes. Yten, mando que, después de mi fallesimiento, mis albaseas de lo que prosediere de la venta de mis vienes, manden desir por mi yntención quinientas misas resadas. Yten declaro, remití a los reinos de España quatrocientos pesos con don Antonio Cortés, vesino del puerto de Santa María, para que los entregase a Juan Baudel, mercader, para efecto de que me los remitiese enpleados en letras para la dicha mi ynprenta, y por muerte del susodicho, me a escrito su muxer me remitirá en la primera ocación de Armada a mí, o a Bernardo de Mosquera, el enpleo de dichas letras con don Francisco Lopes de Linares, y de esta dependencia tiene vastante noticia el dicho Bernardo de Mosquera por correr de su mano, mando se cobren por mis vienes. Yten, declaro que de orden de Su Exselencia, tengo ynpreso un libro de las hordenansas de este reino consertado cada pliego por catorse pesos, el qual e costeado de mi dinero por lo que toca a los gastos de ynprenta, y fue el trato que lo que yo supliese en dicha ynpreción se me avía de pagar del prosedido de la venta de los dichos libros, con más la mitad de las ganancias que en ellos ubiese sacado el prensipal de los gastos que ubiesen tenido; y la

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venta y distribuición [sic] de dichos libros, que an sido seiscientos cuerpos, corre por mano del capitán don Agustín de Caicuegui y Salinas, mayordomo actual del ospital de señor San Andrés, o de otra persona que le subsediere en dicha maiordomía, por cuia mano se me a de pagar lo que así se me deve de dicha ynpreción, según el consierto de catorse pesos por pliego, con más lo que ubiere de ganansias de por mitad; mando se cobre por mis vienes lo que así ynportare esta partida. Y para cumplir y pagar este mi testamento, mandas y legados en él contenidos, dexo y nombro por mis alvaseas a la dicha doña María de Quenca Yañes, mi muxer, y a Bernardo de Mosquera, y por tenedora de vienes a la dicha mi muxer, y les doi poder el nesesario en derecho para que entre en todos mis vienes, los resivan y cobren, vendan y rematen en almoneda o fuera della, den cartas de pago, chanselación, finiquito y lasto y los demás recaudos nesesarios, con fe de entrega o renunciación de ella en lo que no fuere de presente, parescan en juicio y agan todas las deligencias que judicial y estrajudicialmente convengan de se aser y usen del dicho alvaseasgo, aunque sea pasado el año y día que la lei treinta y tres de Toro dispone, que yo les prorrogo todo aquel que ubieren menester, con libre y general administración. Y en el remaniente que quedare de mis vienes, deudas, derechos y acciones, que en qualquier manera me toquen y pertenesca, dexo y nombro por mis erederos a los dichos Alonso de los Olibos, doña Mariana, doña María, doña Micaela, Silbestre, Blas, Manuel y a Juan de los Olibos, mis hijos lexítimos, y al póstumo o póstuma que pariere la dicha doña María de Quenca, mi muxer, por estar al presente preñada, para que lo que así fuere lo ayan y ereden por yguales partes, con la vendición de Dios y la mía. Y usando de la facultad que el derecho me consede, nombro por tutora y curadora de las personas y vienes de los dichos mis hixos a la dicha doña María de Quenca Yañes, mi muxer, y le relevo de fiansas por la mucha satisfación que tengo de la susodicha en su vuen proseder y que mirará por los vienes de los dichos sus hixos con todo cuidado procurando ciempre el aumento de ellos, y pido y

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suplico a las justicias ante quien se presentare, le diciernan el dicho cargo sin que sea nesesario dar las dichas fiansas. Y por el presente, revoco y anulo y doy por ninguno y de ningún valor ni efecto todos otros qualesquiera testamentos, mandas, codisilos, poderes para testar y otras últimas dispociciones que antes de aora aya fecho y otorgado por escrito o de palabra, para que no valga ni agan fe en juicio ni fuera del, salvo este presente testamento que aora ago y otorgo que quiero se guarde, cumpla y execute por mi última y postrimera voluntad, en aquella vía y forma que más aya lugar en derecho. Que es fecho en la ciudad de Los Reies, en dies de março de mil seiscientos y ochenta y sinco años, y lo firmó el otorgante que io, el escribano, doi fe que conosco y que estava en su entero juicio, memoria y entendimiento natural, ciendo llamados y rogados por testigos Juan Nuñes de Porras, el bachiller Juan de Dios Riquelme de Rivadeneira, el bachiller don Antonio de Saabedra, el capitán Juan Román de Arbas y Santiago de Varrisqueta. Y luego dixo que antes de contraer el dicho matrimonio tubo una hixa natural nombrada doña Sipriana de los Olibos, a la qual a criado y alimentado siempre como tal su hixa natural, y al presente está casada la susodicha de segundo matrimonio con Nicolás Romero, mantero en la calle de las Mantas; declárala por tal su hixa natural para que aya y persiva de los vienes del otorgante la parte y porción que le tocare conforme a derecho. Fecho ut supra, testigos los dichos. Manuel de los Olivos [rubricado] Ante mí, Matheo de España Escribano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, 90 maravedís.

[Al margen:] Yo Gabriel Pérez del Castillo, escrivano del rey nuestro señor y de Cámara del Tribunal e Audiencia real de quentas deste reyno, certifico y doy fe cómo oy día de la fecha, como a las once oras del mediodía, bide muerto y pasado desta presente vida naturalmente a lo que pareció a Manuel de los Olivos, a quien conocí y comuniqué en vida, y su cuerpo estava amortajado con el ábito de señor san Francisco sobre una mesa con sus paños negros, metido

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en un ataúd, y a su lado luçes encendidas, y asimesmo doy fe en aver asistido este mesmo dia a su entierro que se hiço de cuerpo presente a la mesma ora con poca diferencia, en la eglesia [sic] y parrochia de Señor San Láçaro desta ciudad; y para que conste todo lo referido de pedimiento de Alonso de los Olivos, su hixo, albacea y tenedor de bienes, doy el presente en la ciudad de Los Reyes del Perú, en veinte y siete días del mes de dicienbre de mil y seiscientos y noventa años, siendo testigos Don Tomás Negrón de Reina, el Doctor Don Pedro Flores y Pedro Llaguno Gómez, y otras muchas personas que se hallaron presentes. Y en fe dello lo signo y firmo en testimonio de verdad. Gabriel Pérez, escribano de Su Magestad. [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Mateo de España, nº 427, años 1682-1685, ff. 864r-868r. 52] Carta de obligación de Francisco Bejarano de Loayza en favor del capitán Joseph Rocha y Carranza referida a la encuadernación del Ramillete de divinas flores (1 de diciembre de 1690) [Al margen:] Obligación. Francisco Bexarano de Loayssa a el capitán don Joseph Rocha. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo Francisco Bexarano de Loaisa, morador en esta ciudad de Los Reyes del Perú, digo que por quanto tengo echo trato con el capitán don Joseph Rocha y Carransa de enquadernarle dos mil libritos Ramillete de dibinas flores, a tres rreales cada uno, aforrados en pergamino con quentas y salpicados de colorado, cuyo trato fue en dies y ocho de nobiembre del año pasado de seiscientos y ochenta y nuebe, y ajustada la quenta de los que tengo entregados y tanbién de lo que tengo recebido, por quenta de dicha enquadernasión que es, a saber, siento y beinte pesos en plata y setecientos y dies libros que me bendió de diferentes cuerpos, a rasón de nuebe reales cada uno que hicieron suma setecientos y nobenta y ocho pesos, los quales con la dicha cantidad en reales montaron nobecientos y dies i ocho pesos y seis reales, y rebajádose de ellos setecientos y sinquenta pesos que inporta la

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enquadernasión de dichos libritos, y dies i seis pesos por los que se doraron, y más onse pesos y dos reales que se rebajaron por dies libros que se hallaron apoliyados de los que así me bendió, quedaron líquidos siento y quarenta y un pesos y seis reales, de que confieso ser deudor al susodicho, para cuya paga y entrega que aré de dichos libritos enquadernados se me a reconbenido me obligue por escriptura a su fabor y de quien su poder y causa hubiere y lo quiero haser. Y poniéndolo en efecto en la más bastante forma de derecho, otorgo que me obligo a pagar al dicho don Joseph de Rocha o a quien su poder y causa hubiere, los dichos siento y quarenta y un pesos y seis reales de último resto y deuda líquida que le debo por la rasón referida, de que así en la cantidad de reales como en el precio de dichos libros que compré, me doy por contento y entregado a mi voluntad y por no ser de presente, renunció la esepción y leyes de la non numerata pecunia y entrega, prueba de paga y demás de este caso, como también en lo que toca a la cantidad que me falta por entregar de dichos libritos de Ramilletes de dibinas flores enquadernados al dicho don Joseph, de los dos mil de que estoi echo cargo y entregado para el efecto referido, con declarasión que de ellos tengo entregados al dicho don Joseph hasta el día presente beinte y sinco libros, y aora de próxcimo me obligo a entregarle o a quien su poder y causa hubiere, ducientos y sinquenta de dichos libritos, y la demás restante cantidad le entregaré como dicho es, enquadernados con sus quentas y salpicado de colorado asta docientos libros en cada un mes a, que a de empesar a correr desde este mes de diciembre y año de seiscientos y noventa consecutivamente todos los meses en adelante a los dichos docientos libros. Y en la forma dicha abré concluydo con la enquadernación y entrega de todo el resto de los dichos dos mil libros en todo el mes de agosto del año que biene de mil seiscientos y noventa y uno al dicho capitán don Joseph Rocha, o a quien como dicho es su poder o derecho hubiere, con recivos que de ellos se me an de dar para mi descargo, y asimismo me obligo a pagarle o a quien su poder o derecho hubiere la cantidad de los dichos ciento y sinquenta y dos pesos y seis reales que así le devo, puestos y pagados en esta ciudad por mi quenta, costa y riesgo y sin perjuicio de este derecho en otra

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qualquier parte y lugar que se me pidan o mis bienes se allen quier esté presente o ausente, llanamente con costas de su cobransa para en todo el mes de septiembre del año benidero de mil seiscientos y noventa y uno, y a que por quenta de ellos e de ir pagando al fin de cada mes de los que corren desde oy, día de la fecha de esta escriptura, ocho pesos, y la restante cantidad en todo el dicho mes de septiembre del año de nobenta y uno, que es el plaso fijo de esta obligación de que se me an de dar recivos y chanselación de esta escriptura; y a la firmesa, execusión, paga y cumplimiento de todo lo contenido en ella con costas y gastos de la cobransa, obligo mi persona y bienes avidos y por aver, y doy poder a las justicias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en especial a las de esta ciudad y corte a cuyo fuero y jurisdición me someto, y renuncio el mío domicilio y vecindad y la ley y regla de derecho que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para que a lo que dicho es me executen y compelan y apremien como por sentencia pasada en cosa jusgada, y renuncio las leyes, fueros y derechos de mi favor y la que prohive la general de ellas. Que es fecha en esta dicha ciudad en primero de diciembre de mil seiscientos y noventa años, y el otorgante que yo el pressente escribano doy fe que conosco lo firmó. Siendo testigos Joseph Orduña, Matheo de Rivera, escribano real y Francisco Camilo. Francisco Bexarano de Loayza [rubricado] Ante mí, Jacinto de Narvasta Escribano de Su Magestad [rubricado]

Derechos, 8 reales.

AGN. Protocolo del escribano Jacinto de Narvasta, nº 1194, años 1687-1693, ff. 535r-536r. 53] Remate de la imprenta de Manuel de los Olivos en José de Contreras (6 de marzo de 1691) [Al margen:] Remate de la ymprenta de quedó por vienes de Manuel de los Olivos en Joseph de Contreras.

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En la ciudad de Los Reyes, en seis de março de mil seiscientos y nobenta y un años, día asignado para venta y remate de la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, difunto, que se manda vender para el cumplimiento de su testamento y quenta y partissión entre sus hijos y herederos a pedimento de Alonso de los Olivos, su alvacea y tenedor de vienes y uno de sus hijos y herederos, en virtud de auto proveydo por el señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiensia, en los del cumplimiento del testamento del dicho difunto que pasan ante su merced y ante mí, el presente escrivano, los quales tubieron prinsipio por petisión que presentó el dicho Alonso de los Olivos, con el testamento y cobdicilos que otorgó el dicho su padre devajo de cuya disposisión fallesió, en que pidió se le notificase a doña María de los Olivos, su hermana menor, de veynte y cinco y maior de catorse, que dentro de segundo día nombrase curador ad liten que hisiese personería por ella en el ymbentario, almonedas y remates que se hubiesen de haser de los vienes del dicho difunto y por decreto que se proveyó, se mandó con apersebimiento que no lo hasiendo se nombraría de ofisio, y haviéndosele notificado y hecho saber, presentó petissión nombrando por su curador ad liten a Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia, y por decreto que se proveyó se hubo por nombrado y se mandó se le notificase lo asetase, jurase, se obligase y afiansase en la forma acostumbrada, y fecho se trujese para disernirle el cargo, y por haverse cumplido con lo así mandado le fue disernido. Y por otra petisión que presentó el dicho Alonso de los Olivos, dijo que le estava cometida lisencia para haser imbentario de los vienes de dicho su padre con sitasión de más herederos, y que respecto que seis de ellos que eran doña Micaela, Silbestre, Blas, Manuel, Juan y Clara de los Olivos eran menores de la pupilar edad, era nesesario se les nombrase curador ad liten del que hisiese personería por ellos en todo lo que fuese nesesario al alvaceasgo y partisión de los vienes de dicho difunto, y por decreto que se proveyó, se nonbró al dicho Juan de Cárdenas por curador ad liten de dichos menores y haviéndolo asetado, jurado y afiansado se le disernió el cargo.

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Y por otra petisión que presentó el dicho Alonso de los Olivos, dijo que tenía hecho imbentario de los vienes de dicho difunto, y que era nesesario haser almonedas y remates de dichos vienes para asegurar su valor y pagar el funeral y entierro que se le estava debiendo, y pudiesen persebir los herederos las partes que les tocase, y para ello pidió se le concediese lisencia para haser dichas almonedas y remates de dichos vienes; y por decreto que se proveyó, se le consedió dicha lisencia con citación de los demás herederos. Y haviéndose citado al dicho Juan de Cárdenas como tal curador ad liten de dichos menores y a doña Mariana de los Olivos, una de dichos herederos, em presencia de Francisco Farfán de los Godos, su marido, se sacaron los vienes a la plasa pública de esta ciudad diferentes días y se hiso almoneda dellos, en cuyo tiempo se pregonó la ymprenta que quedó por vienes de dicho Manuel de los Olivos a que se hisieron diferentes posturas, y por no parecer combeniente por entonses el que se hiece [sic] el remate de dicha imprenta lo suspendió y el dicho Alonso de los Olivos, como tal alvacea y thenedor de vienes del dicho difunto, hasta que otra bes de nuebo se bolviese a pregonar dicha ymprenta y se señalase día para el remate de ella. Y en este estado presentó petisión José de Contreras, ympresor de esta ciudad, haciendo postura a dicha ymprenta en dos mil y doscientos pesos, con las calidades y condisiones que en ella se refieren, y por decreto que se proveyó se admitió y se mandó dar traslado de ella a los herederos de dicho difunto, y haviéndoseles notificado a todas las partes presentó petisión el dicho Alonso de los Olivos como tal alvacea y thenedor de vienes del dicho su padre, en que dijo que no se le ofrecía reparo alguno que hazer contra dicha postura, y que solo era presiso se señalace día para el remate de dicha ymprenta y así lo pidió y suplicó, y por decreto que se proveyó con vista de los autos, se señaló oy dicho día para el remate de dicha ymprenta, con sitasión de las partes y asistencia de dicho señor jues de provincia, que su tenor a la letra de dichas petisiones, decretos, citasiones, curadurías, cláusula del cobdicilio en que fue nombrado por tal albacea y tenedor de vienes el dicho Alonso de los Olivos del dicho su padre, con la memoria de que se

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compone la dicha ymprenta sacada del ymbentario que se hiso de los vienes de dicho difunto, que está en los autos del cumplimiento de su testamento con los demás instrumentos que ban referidos, es como se sigue: [Al margen:] Cavesa del cobdicilo. En la ciudad de los Reyes, en veynte de mayo de mil seiscientos y ochenta y nuebe años, ante mí el escrivano y testigos, pareció Manuel de los Olivos, enfermo en cama y en su acuerdo y entendimiento natural, y dixo que por quanto tiene hecho y otorgado su testamento ante mí, en dies de março del año de mil seiscientos y ochenta y cinco, aora por bía de cobdisilo, testamento, escriptura pública o en aquella bía y forma que más y mejor aya lugar de derecho, quiere que se guarde y cumpla lo siguiente: [Al margen:] Cláusula de alvaseas. Yten, por quanto en dicho su testamento nombró por sus alvaseas a la dicha doña María de Quenca, su mujer, y a Bernardo de Mosquera, y haver muerto ambos, aora nombra por su alvaseas y tenedores de vienes Alonso de los Olivos, su hijo, y a doña Mariana de los Olivos, sus hijos lexítimos, con el poder y facultad de alvaceasgo y tenencia de vienes que se contiene en dicho testamento, con lo qual quiere que se guarde y cumpla el dicho su testamento y este cobdisilo, y en lo que fuere contrario dicho testamento lo reboca, y lo demás lo deja en su fuersa y vigor para que se guarde y cumpla con este cobdisilo por su última y postrimera voluntad en aquella bía y forma que más y mejor aya lugar en derecho, y así lo dijo y otorgó y lo firmó, a quien doi fe conosco y que estava en su entero juysio a lo que paresió, siendo llamados y rogados por testigos el alferes Juan de Mier, Bartholomé Mosquera, Juan Mexía, Francisco Farfán de los Godos y Juan de Alzola. Manuel de los Olivos. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. Y en fe de ello lo signó y firmó. En testimonio de verdad. Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Petissión.

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Alonso de los Olivos, alvasea y thenedor de vienes de Manuel de los Olivos, mi padre difunto, digo que por auto por Vuestra Merced proveydo me está consedida lizencia para haser ymbentario de los vienes de dicho mi padre con sitasión de los demás herederos, y respecto de que seis de ellos nombrados doña Micaela, Silvestre, Blas, Manuel, Juan y Clara de los Olivos, son menores de la edad pupilar, se a de servir Vuesa Merced de probeerles de curador ad liten, para que aya persona lexítima que haga personería por ellos y que se le pueda citar para dicho ymbentario, almonedas y demás dilixencias que se hubieren de hazer en horden a dicho alvaseasgo y partisión de dichos vienes, por lo cual. A Vuesa Merced pido y suplico en atención a lo referido, se sirva de probeer de curador ad liten a dichos menores, que será justisia que pido, etc. Alonso de los Olivos. [Al margen:] Decreto. Nómbrase por curador ad liten de estos menores a Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia, y se le notifique lo asete y jure, se obligue y afianse en la forma que se acostumbra, y fecho se trayga para disernirle el cargo. Proveyó lo de suso decretado y rubricado. El señor doctor don Miguel Núñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiencia, en Los Reyes, en dies de henero de mil seiscientos y nobenta y un años. Ante mí, Matheo de España. [Al margen:] Notificación. Asseptación. Juramento. Obligasión y fianza. En la ciudad de Los Reyes, en dies de henero de mil seiscientos y nobenta y un años, notifiqué e hise saver la petisión y decreto a Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia, en su persona, el qual dijo que asetava y asetó el nombramiento que está hecho de curador ad liten de los menores hijos e hijas de Manuel de los Olivos, difunto, y juró por Dios Nuestro Señor y a una señal de cruz, que hizo en forma de derecho de usar y que usará del dicho ofisio y cargo bien y fielmente a su leal saver y entender, si así lo hisiere Dios Nuestro Señor le ayude y al contrario se lo demande; y se obligó de ayudar y defender a dichos menores en todos sus pleytos

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y causas sin dejarlos yndefensos, y donde su consejo y pareser no bastare, le tomará de letrados y personas de ciensia y consiencia que se lo sepan dar, y en todo ará y cumplirá lo que debe y es obligado de manera que no por su descuydo, culpa o negligençia resiban daño ni perjuysio los dichos menores, y el que por no haserlo así les resultare se lo pagará luego que conste y le sea mandado, y para que mejor lo cumplirá dio por su fiador a Juan Ibañes de Porras, escrivano de Su Magestad, el qual estando presente dijo que se constituya y constituyó por fiador líquido y llano del dicho Juan de Cárdenas, y se obligó en tal manera que el susodicho ará y cumplirá lo que jurado y prometido tiene en su asetasión, y si por no haserlo así algún daño o perjuysio resultare a dichos menores se lo pagará, donde no, el dicho Juan Nuñes de Porras como tal su fiador lo pagará luego que se le mande, sin aguardar para ello término ni plaso alguno, y para ello dijo que hacía e hiso de causa y negosio ageno suyo propio y de libre deudor obligado, y sin que contra el dicho Juan de Cárdenas ni sus vienes ni otra persona ni los suyos, preseda ni sea fecha, no se haga diligencia, ni excursión de fuero ni de derecho, porque este benefisio y remedio con el de las auténticas esperas y expensas expecial y expresamente renunçió. Y a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es, ambos otorgantes obligaron sus personas y vienes havidos y por haver, y para execusión de ello dieron poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en expecial a las de esta ciudad y corte a cuyo fuero y jurisdicsión se sometieron, obligaron y renunsiaron el suyo propio domisilio y vesindad y el privilejio dél, y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para que a lo referido les executen, compelan y apremien como si fuese por sentencia pasada en cosa jusgada, y renunciaron las demás leyes, fueros y derechos de su favor y la que lo prohive, y consintieron en traslados de esta escriptura y así lo dijeron y otorgaron y lo firmaron, a quienes doy fe conosco. Siendo testigos Juan Romero de Arnedo, Diego Márquez de Gusmán, escrivano de Su Magestad, y Juan de Alzola. Juan de Cárdenas. Juan Nuñes de Porras. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Disernimiento.

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En la ciudad de Los Reyes, en onse de henero de mil seiscientos y nobenta y un años, el doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia desta Real Audiencia, haviendo visto la asetasión, juramento, obligasión y fiansa fecha y dada por Juan de Cárdenas, procurador del número desta Real Audiencia para la curaduría ad liten de los menores hijos de Manuel de los Olivos, difunto, en que Su Mersed le tiene nombrado, dijo que de ofisio de la Real Justicia que administra le disernía y disernió el dicho ofisio y cargo, y le doi poder cumplido el necesario en derecho para que ayude y defienda a dichos menores y personería por ellos en los ymbentarios y almonedas que se hisieren de los vienes de dicho difunto, y en la quenta y partisión que se hisiere de los vienes en cuya rasón haga y presente pedimentos, requerimientos, citasiones, protextasiones, testigos, escriptos, escripturas y todo género de prueba, abone, tache, recuse, jure, actúe, procure, apele y suplique, y siga las instancias, pida término, saque censuras y nombre tasadores y apresiadores y pida que las otras partes los nombren, y en su rebeldía las justisia [sic] de ofisio, y aprueben o adisionen las quentas que se presentaren por el alvacea como como [sic] más bien visto le fuere, y finalmente en la dicha rasón haga todo lo demás actos y diligencias que judisial y extrajudisialmente combengan de se haser, que para todo lo referido y lo anejo y conserniente, tocante y pertenesiente, le doy amplio poder con libre y general administrasión y facultad de que siempre que sea nesesario pida benefisio de restitusión yn yntegrun por dichos menores, y le relebo de costas según derecho, y a la firmesa de lo que se hisiere obligó los vienes de dichos menores, y a todo dijo que ynterponía e ynterpuso su autoridad y decreto judisial tanto quanto puede y con derecho debe, y lo firmó. Siendo testigos Juan de Abellán, Antonio de Cázeres y Simón Pacheco. Doctor don Miguel Nuñes de Sanabria. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. Y en fe de ello lo signó y firmó. En testimonio de verdad, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Petissión. Doña Mariana de los Olivos, hija lexítima y una de las herederas de Manuel de los Olivos, difunto, digo que por mandado de Vuesa

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Merced y a pedimento de Alonso de los Olivos, mi hermano, alvasea y tenedor de vienes del dicho mi padre, se me notificó que dentro de segundo día nombre curador ad liten que haga personería por mí en el alvaseasgo de dichos vienes, ymbentario, almonedas y demás diligensias que se ofresieren, y para el juysio de división y partisión respecto de ser menores de veynte y cinco años aunque mayor de catorse, y cumpliendo con lo mandado y usando de la facultad que el derecho me concede, nombro por mi curador ad liten a Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia, a quien Vuesa Merced tiene nombrado por curador ad liten de los demás mis hermanos menores, para que haga personería por mí en todo lo que fuere nesesario. Por lo qual a Vuesa Mersed pido y suplico le aya por nombrado, y mande se le notifique que lo asete y jure, se obligue y afianse, y fecho se le disierna el cargo en la forma que se acostumbra, que será justisia que pido, etta. Doña María de los Olivos y Cuenca. [Al margen:] Cargo. Doi fe que la contenida en esta petisión me la entregó para que se probea ante el señor jues de provincia de esta corte y ante my. En Los Reyes, en onse de henero de mil seiscientos y nobenta y un años. Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Decreto. Por nombrado asete y jure, se obligue y afianse en la forma que se acostumbra, y fecho se trayga para disernirle el cargo. Proveyó lo de suso decretado y rubricado el señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiencia. En Los Reyes, en onse de henero de mil seiscientos y nobenta y un años. Ante my, Matheo de España. [Al margen:] Notificación. Asseptación. Juramento. Obligasón y fianza. En la ciudad de Los Reies, en onse de henero de mil seiscientos y nobenta y un años, yo el escrivano, ley y notifiqué e hise saver la

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petisión y decreto de suso a Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia, en su persona, el qual dijo que asetava y asetó el nombramiento que le está hecho de curador ad liten de doña María de los Olivos, hija lexítima de Manuel de los Olivos, difunto, y juró por Dios Nuestro Señor y a una señal de crus que hiso en forma de derecho, de que usará del dicho ofisio y cargo bien y fielmente a su leal saver y entender, si así lo hisiere Dios Nuestro Señor le ayude y al contrario se lo demande, y se obligó de ayudar y defender a la dicha doña María de los Olivos en todo aquello que fuere nesesario para la partisión de vienes del dicho su padre, imbentarios y almonedas de ellos, sin dejarla yndefensa, y donde su consejo y pareser no bastare le tomará de letrados y personas de siencia y consiencia que se lo sepan dar. Y en todo ará y cumplirá lo que deve y es obligado de manera que no por su descuydo, culpa o negligencia resiva daño ni perjuisio la dicha menor, y si por no haserlo así alguno le resultare se lo pagará luego que conste, y para que mejor lo cumplirá dio por su fiador a Juan de Alzola, el qual estando presente, dijo que se constituya y constituyó por fiador líquido y llano del dicho Juan de Cardenas, y se obligó en tal manera que el susodicho ará y cumplirá lo que jurado y prometido tiene en su asetasión; y si por no haserlo así resultare algún daño o prejuysio a dicha menor, lo pagará el dicho Juan de Cárdenas, donde no, el dicho Juan de Alzola como tal su fiador lo pagará luego que se le mande, sin aguardar para ello término ni plaso alguno, para lo qual dijo que hasía e hiso de causa y negosio ageno suyo propio y de libre deudor obligado, y sin que contra el dicho Juan de Cárdenas ni sus vienes ni otra persona ni los hijos preseda, ni sea fecha, ni se haga diligencia, ni excursión de fuero ni de derecho, porque este benefisio y remedio con el de las auténticas experas [sic] y expensas expesial y expresamente renunsió. Y a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es ambos otorgantes obligaron sus personas y vienes havidos y por haver, y para execución de ello dieron poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean y en expecial a las de esta ciudad y corte, a cuyo fuero y jurisdición se sometieron, obligaron y renunciaron el suyo propio domisilio y vesindad y el privilexio

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dél, y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para que a lo referido les executen, compelan y apremien como si fuese por sentensia pasada en cosa jusgada, y renunciaron las demás leies, fueros y derechos de su favor y la que lo prohive, y consintieron en traslados de esta escriptura y así lo dijeron y otorgaron y lo firmaron a quienes doy fe conosco. Siendo testigos el bachiller Marsial Peres, presvítero; Juan Romero de Arnedo, Juan Nuñes de Porras, escrivanos de Su Magestad. Juan de Cárdenas. Juan de Alzola. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Disernimiento. En la ciudad de Los Reies, en doze de henero de mil seiscientos y nobenta y un años, el señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiensia, haviendo visto la asetasión, juramento, obligasión y fiansa fecha y dada por Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia para la curaduría ad liten de doña María de los Olivos, hija lexítima de Manuel de los Olivos, difunto, mayor de la pupilar edad, dijo que en nombre de la real justisia que administra le disernía y disernió el dicho ofisio y cargo de tal curador ad liten de la dicha menor, y le dio poder el nesesario en derecho para que le ayude y defienda en el pleyto de quenta y partisión que se a de haser de los vienes de dicho su padre con los demás herederos, y para que haga personería por la susodicha en los ymbentarios y almonedas y en los demás casos que combengan, en rasón de lo qual paresca en juysio y haga y presente pedimentos, requerimientos, citasiones, protestasiones, testigos, escriptos, escripturas y los demás papeles y recaudos que pida y saque de poder de quien los tenga, abone, tache, recuse, jure, actúe, procure, apele y suplique, y siga las instancias, pida términos, saque censuras y nombre contadores, tasadores y apresiadores y pida que las otras partes los nombren y en su rebeldía las justisias de ofisio, y apruebe o adisione las quentas que se presentaren por el alvasea como más bien visto le fuere, y siempre que sea nesesario pida por dicha menor benefisio de restitusión yn yntegrun, y finalmente en la dicha rasón haga los demás actos y diligencias que judisial o extrajudisialmente combengan de se haser hasta que todo tenga cumplido efecto, que para lo referido y lo ane-

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jo y conserniente, tocante y pertenesiente le doy amplio poder con libre y general administración, y le relevo de costas según derecho, y a la firmesa de lo que se hisiere obligó los vienes de dicha menor y a todo dijo que ynterponía e ynterpuso su autoridad y decreto judisial tanto quanto puede y con derecho debe, y lo firmó. Siendo testigos Juan de Abellán, Simón Pacheco y Antonio de Cázeres. Doctor don Miguel Nuñes de Sanabria. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. Y en fe de ello lo signó y firmó. En testimonio de verdad, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Petisión. Alonso de los Olivos, albasea y tenedor de vienes de Manuel de los Olivos, mi padre, difunto, en los autos del cumplimiento de su testamento, digo que tengo hecho ymbentario de los vienes que quedaron por su fin y muerte, y es nesesario haser almoneda de ellos para que se asegure su valor y puedan persebir los herederos la parte que les toca y pagar el funeral y entierro que se está debiendo, por lo qual a Vuesa Merced pido y suplico se sirva de consederme lisençia para haser almonedas y remates de los vienes que quedaron por muerte del dicho mi padre con sitasión de los demás herederos que será justisia que pido, etc. Alonso de los Olivos. [Al margen:] Decreto. Consédesele a esta parte la lisencia que pide para haser almonedas y remates de los vienes que quedaron por muerte de Manuel de los Olivos, su padre, con sitasión de los demás herederos y se comete al presente escrivano. Proveyó lo de suso decretado y rubricado el señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiencia. En Los Reyes, en dies de febrero de mil seiscientos y nobenta y un años. Ante mí, Matheo de España. [Al margen:] Citazión.

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En la ciudad de los Reyes, en doze de febrero de mil seiscientos y nobenta y un años, cité para las almonedas y remates que se mandan haser por el decreto de suso a Juan de Cárdenas, procurador del número desta Real Audiencia, curador ad liten de los menores hijos de Manuel de los Olivos, en su persona que doy fe. Matheo de España. [Al margen:] Otra. En Los Reyes, en dicho día, mes y año, hise la misma citasión a doña Mariana de los Olivos, em presencia de Fransisco Farfán de los Godos, su marido, de que doy fe. Matheo de España. [Al margen:] Memoria. Memoria de la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos. Primeramente, un pliego de letra de lectura. Otro de atanasio. Otro de texto. Otro de parangona. Otro de petícano, y todos con su cursiva. Diez y seis pares de caxas, y cada par con sus bancos. Un pliego de labores con sus cajas y sus bancos. Quatro ramas de fierro, las tres con cruzero. Doze componedores. Veynte y dos tablas de asentar letra. Un labador grande y otro pequeño. Tres mesas en que se ponen las formas. Dies y seis galeras, ocho grandes y ocho pequeñas. Quatro bancos de asentar. Una prensa corriente con su usillo y quadro. Otra prensa no tan corriente. Un quadro de marca mayor. Una olla de cobre en que se hase la tinta. Un caxón de guarnisiones. Seis bancos de asentar cajas. Dos bancos en que se pone el papel para ymprimir.

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Tres prensas más. Quatro usillos. Sinquenta y seis cajas en que se guarda letra. Quatro quadros de cobre y uno de madera. Tres ramas de yerro más. Quatro frasquetas de yerro. [Al margen:] Petissión. Joseph de Contreras, ympresor de esta ciudad, en los autos del cumplimiento del testamento de Manuel de los Olivos y lo demás dedusido, digo que en las almonedas que en la plasa pública se estaban asiendo de los vienes del dicho Manuel de los Olivos, se sacó al remate y se pregonó la ymprenta que quedó por sus vienes, y con la notisia que yo tenía de lo caval que estava dicha ymprenta, hise postura a ella en cantidad de dos mil y doscientos pesos por haver oydo pregonar que estava puesta en dos mil pesos, y para que dicho remate se haga solemne, buelvo haser postura a dicha ymprenta en dichos dos mil y doscientos pesos con las calidades siguientes: lo primero, que se a de entregar con todo lo que se ymbentarió y quedó por vienes del dicho difunto, conforme a la memoria que se sacó de dicho ymbentario, letras, tablas y demás aderentes según el ymbentario. Asimesmo, con las letras floridas, armas de las relijiones y saco en que se forma el umo para la ymprenta, por ser todos estos materiales que componen el cuerpo que se dise ymprenta y como la tenía el dicho difunto. A Vuesa Merced pido y suplico admita esta postura, y mando que siendo la mayor se me remate dicha ymprenta, obligando a los herederos y alvaseas de dicho difunto a que la enteren caval como llevo pedido, y en caso de estar defalcada, que se me haga rebaja en prorrata de los ynstrumentos que le faltaren, pido justisia, etc. Joseph de Contreras. [Al margen:] Decreto. Admítesele esta postura en quanto ha lugar de derecho, y dese traslado de ella a los herederos de Manuel de los Olivos. Proveyó lo de suso decretado y rubricado. El señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Au-

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diencia, en los Reyes, en veynte y dos de febrero de mil seiscientos y nobenta y un años. Ante mí, Matheo de España. [Al margen:] Notificación. En la ciudad de los Reies, en veynte y tres de febrero de mil seiscientos y nobenta y un años, notifiqué el traslado mandado dar de la petissión de postura de la foxa antes de esta a Alonso de los Olivos, alvasea y thenedor de vienes de Manuel de los Olivos, su padre, difunto, en su persona, de que doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Otra. En la ciudad de los Reies, en veynte y tres de febrero de mil y seiscientos y nobenta y un años, notifiqué la petisión y decreto de la foxa antes desta a Francisco Farfán de los Godos, como marido y conjunta persona de doña Mariana de los Olivos, hija y heredera de Manuel de los Olivos, en su persona de que doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Otra. En Los Reies, en dicho día, mes y año, hise la mesma notificasión a Juan de Cárdenas, curador ad liten de los menores hijos de Manuel de los Olivos, en su persona, de que doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Petissión. Alonso de los Olivos, alvasea y thenedor de vienes de Manuel de los Olivos, mi padre, difunto, en los autos del cumplimiento de su testamento y lo demás dedusido, digo que se me dio traslado de la postura que hase Joseph de Contreras, ympresor de esta ciudad, a la ymprenta que quedó por fin y muerte del dicho mi padre, y que se trata de rematar, y no resta reparo alguno que haser y solo es presiso se señale día para el remate de dicha ymprenta y en esta atensión. A Vuesa Merced pido y suplico, se sirva de señalar día para el dicho remate, y pido justisia y que se siten las partes ynteresadas, etc. Alonso de los Olivos.

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[Al margen:] Decreto. Autos y vistos, señálase para el remate de la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, el día martes que se quentan seis del corriente, con sitasión de las partes y asistensia de Su Merced. Proveyó lo de suso decretado y rubricado. El señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiencia, en Los Reies, en dos de marso de mil seiscientos y nobenta y un años. Ante mí, Matheo de España. [Al margen:] Citazión. En la ciudad de Los Reies, en cinco de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, cité para el remate que se manda haser por el decreto de suso, Alonso de los Olivos, su padre difunto en su persona de que doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Otra. En Los Reies, en dicho día, mes y año, hise la misma notificasión a Francisco Farfán de los Godos, como marido y conjunta persona de doña Mariana de los Olivos, una de las hijas y herederas de Manuel de los Olivos, en su persona, de que doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Otra. En Los Reies, en dicho día, mes y año hise la misma citasión a Juan de Cárdenas, curador ad liten de los menores hijos de Manuel de los Olivos, en su persona de doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Otra. En los Reies, en dicho día, mes y año hise la misma sitasión a Joseph de Contreras, como persona que tiene hecha postura a la ymprenta que se manda rematar por el decreto de suso, en su persona de que doi fe. Matheo de España. [Al margen:] Prosigue.

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Y en conformidad de los autos de suso yncertos, y mediante estar señalado oy dicho día para el remate de la dicha ymprenta y estar citadas las partes y ponedores, estando en el ofisio de mí el presente escrivano, el señor doctor don Miguel Nuñes de Sanabria, alcalde del crimen y jues de provincia de esta Real Audiencia, con asistencia de Alonso de los Olivos, alvacea y tenedor de vienes del dicho difunto, y de Fransisco Farfán de los Godos, marido y conjunta persona de doña Mariana de los Olivos, una de las hijas y herederas del dicho Manuel de los Olivos, y de Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiençia, curador ad liten de los menores hijos de dicho difunto, Su Merced, dicho señor jues de provincia, mandó a Manuel, negro criollo que hase ofisio de pregonero, trujese en venta y pregón para el remate la ymprenta que así quedó por vienes del dicho Manuel de los Olivos y lo hiso, disiendo: alléguense a este remate que se a de haser de la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, que se manda vender para el cumplimiento de su testamento y quenta y partisión entre sus hijos y herederos, por mandado del señor jues de provincia de esta corte, y se a de rematar luego a la ora en la persona que más por ella diere, según y de la forma y manera que se contiene y declara en la memoria que está puesta en los autos del cumplimiento del testamento del dicho difunto, sacada del ymbentario que se hiso de dicha ymprenta, y está puesta por Joseph de Contreras, maestro ympresor, en dos mil y doscientos pesos de contado con las calidades y condisiones que en dicha postura se refieren. Y andando en el dicho pregón, paresió el capitán Pedro de Garibay, y hiso postura a dicha ymprenta en dos mil doscientos y cinquenta pesos de contado, con las calidades y condisiones contenidas en la postura del dicho Joseph de Contreras, la qual dicha postura y puja refirió el dicho pregonero en concurso de mucha xente por devajo del portal de los escrivanos hasta la esquina de la calle de los Mercaderes, por muy gran rato; y en este tiempo paresió el dicho Joseph de Contreras, y mejorando su primera postura y con las mismas calidades hiso nueba postura a dicha ymprenta en dos mil y quinientos pesos de a ocho reales, que se obligó a pagar de contado luego que se le hisiese el remate; y en la misma forma se refirió dicha postura por el dicho pregonero, a que salió mejorando la que

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tenía hecha el dicho capitán Pedro de Garibay y la hiso de nuebo en dos mil quinientos y treynta pesos, la qual dicha postura hiso con las calidades referidas en la antesedente, y también se refirió por el dicho pregonero en la forma que las demás; y por último, el dicho Joseph de Contreras mejorando todas las dichas posturas la hiso de nuebo a dicha ymprenta con todo lo que tiene y le pertenese, según y como se contiene y declara en la memoria, que está en los autos, sacada del ymbentario que se hiso de dicha ymprenta, por muerte del dicho Manuel de los Olivos, en dos mil y nobesientos pesos de a ocho reales, que se obligó a pagar luego de contado, hasiéndosele el remate, que su thenor a la letra de dichas posturas sacadas de mi rexistro de escripturas es como se sigue: [Al margen:] Postura. En la ciudad de Los Reies, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, ante mí el escrivano y testigos, paresió el capitán Pedro de Garibay, que doy fe conosco, y dijo que por quanto se trae en benta y pregón para el remate la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, para la quenta y partisión entre sus hijos y herederos, hasía e hiso postura a dicha ymprenta en dos mil doscientos y cinquenta pesos de a ocho reales, que se obligó a pagar luego de contado, hasiéndosele el remate de dicha ymprenta, y esta postura dijo que hasía e hiso con las calidades y condisiones de la postura hecha por Joseph de Contreras, que tiene vista y reconosida, y a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es obligó su persona y vienes havidos y por haver, y para execusión de ello dio poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean y expesial a las de esta ciudad y corte, a cuyo fuero y jurisdicsión se sometió, obligó y renunció el suyo propio domisilio y vesindad y el privilejio dél, y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero de el reo, para que a lo referido le executen, compelan y apremien como si fuese por sentencia pasada en cosa jusgada y renunció las demás leies, fueros y derechos de su favor y la que lo prohive, y así lo dijo y otorgó y lo firmó. Siendo testigos Juan Romero de Arnedo, escrivano de Su Magestad, el bachiller Marcial Peres, presvítero, y Juan de Alzola. Pedro de Garibay. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia.

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[Al margen:] Otra. En la ciudad de Los Reies, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, ante mí el escrivano y testigos, paresió Joseph de Contreras, que doy fe conosco, y mejorando la postura que tiene hecha a la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, otorgó que hasía e hiso nueba postura a dicha ymprenta con las calidades y condisiones de su primera postura en dos mil y quinientos pesos, que se obligó a pagar luego de contado hasiéndosele el remate, y a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es obligó su persona y vienes havidos y por haver, y para execusión de ellos dio poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y expesial a las de esta ciudad y corte, a cuyo fuero y jurisdicsión se sometió, obligó y renunsió el suyo propio domisilio y vecindad y el privilejio dél, y la ley que dize que el actor deve seguir el fuero del reo para que a lo referido le executen, compelan y apremien como si fuese por sentencia pasada en cosa jusgada, y renunció las demás leies, fueros y derechos de su favor y la que lo prohive, y así lo dijo y otorgó y lo firmó. Siendo testigos el bachiller Marcial Peres, presvítero, Juan Nuñes de Porras, escrivano de Su Magestad, y Juan de Alzola, residentes en esta dicha ciudad de Los Reyes, presentes. Joseph de Contreras. Ante my, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Otra. En la ciudad de Los Reies, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, ante mí el escrivano y testigos, pareció el capitán Pedro de Garibay, que doy fe conosco, y mejorando la postura que tiene hecha a la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, que se trae em benta y pregón para el remate, otorgó que hasía e hiso nueba postura a dicha ymprenta en dos mil y quinientos pesos y treinta pesos de a ocho reales, que se obligó a pagar luego de contado hasiéndosele el remate de dicha ymprenta, con las calidades y condisiones de que hase mensión en su primera postura, y a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es obligó su persona y vienes havidos y por haver, y para execusión de ello dio poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de quales-

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quier partes que sean, y expesial a las desta ciudad y corte, a cuyo fuero y jurisdicsión se sometió, obligó y renunció el suyo propio domisilio y vecindad y el privilejio dél, y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero de el reo, para que a lo referido le executen, compelan y apremien como si fuese por sentencia pasada en cosa jusgada, y renunció las demás leies, fueros y derechos de su favor y la que lo prohive, y así lo dijo y otorgó y lo firmó. Siendo testigos el bachiller Marcial Peres, presvítero, Juan Romero de Arnedo, escrivano de Su Magestad, y Juan de Alzola. Pedro de Garibay. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Otra. En la ciudad de Los Reies, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, ante mí el escrivano y testigos, paresió Joseph de Contreras, maestro ympresor de esta ciudad, que doy fe conosco, y mejorando las posturas que tiene hechas a la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos, otorgó que hasía e hiso postura a dicha ymprenta con todo lo que tiene y le pertenese, según y como se contiene y declara en la memoria que está en los autos de el cumplimiento del testamento del dicho Manuel de los Olivos, que pasa ante el señor jues de provincia de esta corte y ante my, sacada del imbentario de los vienes de dicho difunto, en dos mil y nobesientos pesos de a ocho reales, que se obligó a pagar de contado a quien le fuere mandado por dicho señor jues de provincia, y a ello obligó su persona y vienes havidos y por haver, y para execusión de ello dio poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en expesial a las de esta ciudad y corte, a cuyo fuero y jurisdicsión se cometió [sic], obligó y renunció el suyo propio domisilio y vesindad y el privilejio dél, y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para que a lo referido le executen, compelan y apremien como por sentencia pasada en cosa jusgada, y así lo dijo y otorgó y lo firmó. Siendo testigos el bachiller Marcial Peres, presvítero, Juan Romero de Arnedo, escrivano de Su Magestad, y Juan de Alzola. Joseph de Contreras. Ante mí, Matheo de España, escrivano de Su Magestad y provincia. [Al margen:] Prosigue.

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La qual dicha postura últimamente hecha por el dicho Joseph de Contreras refirió el dicho pregonero por mucho tiempo e hiso con ella muchos apersebimientos de remate en derecho acostumbrados, y por no haver mayor ponedor y haver dado las dose del medio día en esta Santa Iglesia cathedral y tocádose la plegaria, el dicho señor jues de provincia mandó al dicho pregonero, de consentimiento de las partes ynteresadas, hisiese el remate, y lo hiso disiendo: dos mil y nobecientos pesos de a ocho reales dan por la ymprenta que quedó por vienes de Manuel de los Olivos según la memoria que está en los autos del cumplimiento de su testamento, que se mandó vender para la quenta y partisión entre sus hijos y herederos por mandado del jues de provincia desta corte, ay quien puje, ay quien dé más, apersivo de remate a la una, a la dos, a la tersera, que es buena y verdadera pues que no ay quien puje ni quien dé más, qué buena, qué buena, qué buena pro le haga al dicho Joseph de Contreras en los dichos dos mil y nobesientos pesos de contado, con lo qual quedó fecho el dicho remate. Y estando presente a lo contenido en él el dicho Joseph de Contreras, lo asetó y se obligó a pagar luego de contado los dichos dos mil y nobecientos pesos, haciéndosele primero el entrego de dicha ymprenta, según y como se contiene en la memoria que ba yncerta a quien le fuere mandado por dicho señor jues de provincia, sin aguardar para ello término ni plaso alguno, llanamente y sim pleyto con las costas de la cobransa, y a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es obligó su persona y vienes havidos y por haver, y para execusión de ello dio poder cumplido a las justisias y jueses de Su Magestad de qualesquier partes que sean y en expesial a las de esta ciudad y corte, a cuyo fuero y jurisdicsión se sometió, obligó y renunció el suyo propio domisilio y vesindad y el privilejio dél, y la ley que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para que a lo referido le executen, compelan y apremien como si fuese por sentencia pasada en cosa jusgada, y renunció las demás leyes, fueros y derechos de su favor y la que lo prohive, y consintió en traslados de esta escriptura. Y estando presentes a lo contenido en ella, los dichos Alonso de los Olivos, Francisco Farfán de los Godos y Juan de Cárdenas consintieron en dicho remate por lo que le toca, y todos lo firmaron juntamente con dicho señor jues de provincia, a quienes doy fe conosco. Siendo testigos Juan Romero de Arnedo, Juan Nuñes de Porras, escrivano de Su Magestad, y Juan

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de Alzola, residentes en esta dicha ciudad, presentes. Etmendado [sic]: Nombro. Entre renglones: bien, dicha, vale. Miguel Núñez Sanabria [rubricado] Joseph de Contreras [rubricado] Alonso de los Olivos [rubricado] Francisco Farfán de los Godos [rubricado] Juan de Cárdenas [rubricado] Ante mí, Matheo de España Derechos a la tassación. Escribano de Su Magestad y provincia [rubricado] [Al margen:] En la ciudad de Los Reyes, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, yo el presente escrivano notifiqué e hise saver este remate a Alonso de los Olivos, alvacea y tenedor de vienes de Manuel de los Olivos, su padre, difunto, como a uno de sus herederos, en su persona de que doy fe. Matheo de España, escribano de Su Magestad y provincia [rubricado]. En la ciudad de Los Reyes, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, notifiqué e hise saver este remate a Francisco Farfán de los Godos, como marido y conjunta persona de doña Mariana de los Olivos, una de las hijas y lexítimas y herederas de Manuel de los Olivos difunto, en su persona de que doy fe. Matheo de España, escribano de Su Magestad y provincia [rubricado]. En la ciudad de Los Reyes, en seis de marso de mil seiscientos y nobenta y un años, notifiqué e hise saver este remate a Juan de Cárdenas, procurador del número de esta Real Audiencia, curador ad liten de los menores hijos de Manuel de los Olivos, difunto, en su persona de que doi fe. Matheo de España, escribano de Su Magestad y provincia [rubricado]. Ante mí, y en mi rexistro en seis de agosto de mil seiscientos y noventa y un años, el alferes Juan de Mier, como tutor y curador de las personas y bienes de los menores hixos lexítimos de Manuel de los Olivos, difunto, dio carta de pago a Joseph de Contreras de dos mil ochosientos y setenta y cinco pesos de los dos mil y nobecientos que se obligó en este remate a pagar de contado por la ynprenta que en él se refiere porque los veinte y cinco pesos que ban a de [ilegible] ir, pagó el dicho Joseph de Contreras a Juan de Cárde-

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nas, de que le dio carta de pago ante mí, y anbas pagas a echo en virtud de mandamientos del señor jues de provincia de esta corte, y así para que conste lo pongo aquí por anotassión. Juan Nuñes de Porras [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Mateo de España, nº 1262, año 1691, ff. 106r-125v. 54] Carta de arrendamiento otorgada por Francisco de Oyague, mayordomo del Hospicio de Huérfanos, en favor del impresor Joseph de Contreras para la impresión de cartillas, gacetas y esquelas de invitación (24 de marzo de 1694) [Al margen:] Arrendamiento. El mayordomo de los Huérfanos a Joseph de Contreras. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, el sargento mayor don Francisco de Oyague, cavallero de la Orden de Santiago, ma­ yordomo que soy del Ospital de los Niños Huérfanos desta ciudad, adbocasión de Nuestra Señora de Atocha, de que yo el escribano doy fe, y como tal maiordomo otorgo que arriendo a Joseph de Contreras, ympresor, y por tiempo de ocho años que corren desde oy, día de la fecha desta escriptura en adelante, combiene a saver la ympresión de las cartillas que se imprimen, y asimesmo entra en este arrendamiento las gasetas y papeles de conbites que se huvieren de ymprimir durante los ocho años deste arrendamiento, con cargo de que el dicho Joseph de Contreras a de ser obligado de dar y pa­gar al dicho ospital de Los Huérfanos el primer año quatrocientos pesos de a ocho reales de seis en seis meses cumplidos que sean, y los otros siete años restantes a raçón de quinientos pesos cada año, para lo qual como tal mayordomo y a los demás que me subsedieren, me obligo y les obligo a que correrán las cartillas ympresas en Lima y no en otra parte, para lo qual me obligo a sacar los reca­dos neçesarios, y los costos que en ello se causaren an de ser por quenta del dicho Joseph de Contreras, para que corra la ympresión de Lima y no de España ni de otra parte.

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Y asimesmo como tal ma­iordomo del dicho ospital y en su nombre, sea por el tiempo refe­rido el derecho que tiene al ospital a la dicha ympresión mediante la cantidad que se a de obligar a pagar en esta escriptura a los pla­sos que ban declarados. Y es condisión que todas las cartillas que se quitaren por estraviadas en ellas, el dicho ospital ni su mayor­domo no an de tener ynterbensión porque todas se an de entregar al dicho Joseph de Contreras, sin que por raçón de las que se huvieren de quitar o se manifestaren, el dicho ospital ni su mayordomo no an de tener entrada ni salida en ello. Y para que este arrenda­miento sea firme y válido por el tiempo de los ocho años que ban referidos, como tal mayordomo, me obligo a sacar aprobasión y con­firmasión del real gobierno, para que desta suerte se pueda por qualesquiera jueces y justicias de Su Magestad dar cumplimiento a lo contenido en esta escriptura, la qual me obligo y a los demás mayordomos, a que por el tiempo de los ocho años mensionados le se­rá sierto y fijo el arrendamiento, y que no se le quitará para otra persona por ninguna causa ni raçón que sea, pena de que será en sí de ningún valor ni efecto. Y a la firmesa obligo los bienes y rentas del dicho ospital avidos y por haver. E yo, el dicho Joseph de Contreras, que soi presente al otorgamiento desta escriptura, aviéndolo oydo y entendido, otorgo que la asepto y resivo en arrendamiento del dicho sargento mayor don Francisco de Oyague, como tal mayordo­mo del ospital de Los Niños Huérfanos desta ciudad, la ympresión de las cartillas, gacetas y papeles de combite y demás cosas tocantes a dicha ympresión, por el tiempo de ocho años que corren desde oy veinte y quatro [de] março de seiscientos y noventa y quatro en adelante, y me obligo en el primer año de pagar quatrocientos peços en fin de cada seis meses la mitad cumplidos que sean, y los otros siete años me obligo de pagar a raçón de quinientos pesos cada año de seis en seis meses como ba referido, y en todo me obligo a cumplir por lo que me toca con el thenor y forma desta escriptu­ra sin faltar a cosa alguna de ella. Y a la firmesa y cumplimiento de lo que dicho es, obligo mi persona y bienes avidos y por haver, y ambas partes cada una por lo que nos

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toca damos poder cumplido a las justicias y jueces que de nuestras causas conforme a derecho devan conoser, y en especial a las desta dicha ciudad y corte que en ella residen, a cuio fuero y jurisdisión y de cada una de ellas nos sometemos y obligamos, y renunciamos el nuestro propio, jurisdisión, domicilio y vesindad y la ley sit conbenerit de juridisione onium judicum, para que a lo que dicho es nos executen, compelan y apremien como por sentencia pasada en autoridad de cosa jusgada, y renunsiamos todas las demás leyes, fueros y derechos de nuestro favor y la general que las prohive, y consentimos en traslados desta escriptura. Que es fecha en la ciudad de Los Reyes del Perú, en veinte y quatro dias del mes de março de mil seiscientos y noventa y quatro años, y los otorgantes, que yo el escrivano doy fe conosco. Siendo testigos Fernando Camilo, Marcos de Vera Pisarro y Juan de Figueroa, presentes. Testado me obligo. No vale. Joseph de Contreras [rubricado] Francisco de Oyague [rubricado] Ante my, Pedro Pérez Landero Escribano público [rubricado]

Sin derechos.

AGN. Protocolo del escribano Pedro Pérez Landero, nº 1504, año 1694a, ff. 551r-552v. 55] Carta poder dada por el impresor José de Contreras en favor de Francisco de Oyague, mayordomo del Hospicio de los Huérfanos (7 de agosto de 1702) [Al margen:] Poder y cesión. Joseph de Contreras al sarxento mayor don Francisco Oyague. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Joseph de Contre­ras, vecino ynpresor en esta ciudad de Los Reyes, otorgo que doy mi poder cumplido en causa propia y seción bastante e ynrevocable como se requiere de derecho y es necesario, al sarxento mayor don

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Francisco de Oyague, caballero del Orden de Santiago, como a ma­yordomo que al presente es de la Casa y Hospital de Niños Guérfanos desta dicha ciudad, para que como tal en su mismo fecho y causa propia reciva y cobre, judicial o extrajudicialmente, de Lorenzo Rodríguez Pedrero, thesorero del papel sellado, un mil y tres­cientos pesos o la cantidad que más ynportare la ynpresión del pa­p el sellado que está a mi cargo, y tirare desde oy día de la fecha desta escritura en adelante, hasta que se haga pago de tres mil y novecientos pesos por la causa y rasón que adelante yrá declara­da, de cuyo resivo dé y otorgue carta de pago, chanselación y los demás recaudos necesarios, con renunsiación de la pecunia y le­yes de su entrega en lo que no pareciere por ante escrivano que de ello dé fe y balga como dado por parte lexítima. Y si en razón de dicha cobranza fuere necesario contienda de juicio, parezca en él ante las justicias e jueses de Su Magestad que con derecho pueda y deva y haga, pida y procure todo aquello que le cumpla y convenga como en su mismo fecho y causa propia de tal mayordomo de dicha Cassa y Ospital de Niños Guérfanos, que para la hacer le cedo y traspaso todos mis derechos y acsiones quantos en razón de su cobransa tengo y me pertenese, y le hago y constituyo procurador actor en su mismo fecho y causa propia con libre y general admi­nistración para que, cobrado que aya los dichos pesos, los tome para sí como tal mayordomo hasta en la dicha cantidad de tres mil y novecientos pesos que estoy deviendo a dicha Casa y Ospital de Niños Guérfanos por la merçed que Su Magestad le hiso de la ynpressión de las cartillas, y me obligue a pagar por tiempo de ocho años quatrocientos pesos el primer año, y los restantes a quinientos por escritura otorgada ante Pedro Pérez Landero, escrivano público, su data a veinte y quatro de março de seiscientos y noventa y quatro, de que en caso necesario y para execución desta escritura de los dichos pesos me doy por [e]ntregado, y por no ser su resivo de presente, renuncio la excepción y leyes de la no numerata pecunia, su prueba y demás deste caso como en ellas se contiene, con de­claracion que tengo dada otra seción al capitán Diego Pérez [roto] de un mil trescientos y sesenta pesos para que los [¿cobre?] de dicho efecto, y cobrado que los haya el su­sodicho [roto] a de entrar cobrando el dicho sar­xento mayor don Francisco de Oyague

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los que se contienen en esta seción, y asimismo es declaración que tengo pagado por quenta de los dichos tres mil y novecientos pesos algunas cantidades de orden del dicho sargento mayor. Y sin perjuicio desta seción y execusión de ella y sin ynovarla en cosa alguna, e de ser obligado y me obligo de ir continuando y pagando por semanas la cantidad de pesos que pudiere por quenta de dicho dévito a dicho sarxento mayor don Francisco de Oyague y quien su causa hubiere, y de las que así pagare como de las que tengo pagadas se a de revaxar reconosidos los resivos la cantidad que montare de los dichos tres mil y novecientos pesos, demás de lo qual me obligo al sanea­miento desta seción que los dichos pesos los cobrará el dicho sarxento mayor don Francisco de Oyague, y le serán bien pagados donde no, constando de lo contrario por su juramento y declaración simple y de quien fuere parte por dicha Casa y Ospital de Niños Guérfanos y de lo demás que esta cesión requiera prueba para su execución, sin que sea necesario otra alguna aunque de derecho se requiera porque de ella le relevo, me obligo de le pagar dichos pe­sos llanamente y sin pleito con costas de su cobranssa. Y a su firmeza y cumplimiento obligo mi persona y vienes avidos y por aber, y doy poder cumplido a las justicias e jueces de Su Magestad de qualesquier partes que sean, y en especial a las desta dicha ciudad y corte que en ella reside al fuero de las quales y de cada una dellas me someto, obligo y renuncio el mío propio domicilio y besindad y el previlijio de la ley que dise que el actor deve seguir el fuero del reo, para lo que dicho es conpelan y apremien como si fuese por sentencia difinitiva de jues conpetente passada en authoridad de cosa juzgada, sobre que renuncio todas y qualesquier leyes, fueros y derechos de mi favor, y la que prohibe la general renunsiasión de ellas. Que es fecha la carta en la dicha ciudad de Los Reyes, a siete días del mes de agosto de mil setecientos y dos años, y el otorgante, a quien yo el presente escrivano doy fe que conozco, lo firmó de su nombre. Siendo testigos Francisco Flores y Pedro Granados Raudona y Miguel de Rivas. Joseph de Contreras [rubricado].

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Ante mí, Juan de Salazar Escribano de su Magestad [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Juan de Salazar, nº 981, años 1700-1708, f. 265r-265v. 56] Carta poder para testar del impresor José de Contreras y Alvarado a su hermano Jerónimo de Contreras y al licenciado Francisco de las Infantas Villegas (7 de julio de 1705) [Al margen:] Poder para testar. Joseph de Contreras a Gerónimo de Contreras. En el nombre de Dios todo poderoso, amén, con cuya graçia todas las cosas tienen buen prinçipio, loable medio y dichoso fin. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Joseph de Contreras y Albarado, impresor real de esta ciudad, hijo lejítimo de Joseph de Contreras y de Bernarda de Soto Alvarado, estando emfermo en la cama y en todo mi acuerdo y completa memoria y devajo de la protextazión de nuestra fe cathólica, digo que por quanto la gravedad de mi emfermedad no me da lugar para poder hazer y otorgar mi testamento con el acuerdo y deliberazión que quiziera, y porque las cosas dél y el descargo de mi conçiençia y bien de mi alma las tengo tratadas y comunicadas con las personas que irán declaradas, otorgo que doy mi poder cumplido el neseçario en derecho, em pri­mer lugar a Gerónimo de Contreras, mi hermano, y en segundo al lizenciado don Francisco de las Ynfantas Billegas, presbítero, del horden de Sanctiago, a cada uno en el lugar que ba nombrado con igual facultad, que lo que el uno comensare el otro lo pueda mediar, fenezer y acabar y por el contrario, para que en mi nombre y represen­tando mi persona, después que yo aya fallezido y no antes, y aunque sea pasado el término que el derecho dispone, puedan hazer y otor­gar mi testamento, última y postrimera voluntad, según y de la for­ma y manera que les tengo comunicado y comunicare, con las man­das y legados píos y grasiosos que les paresiere, mandando que yo desde luego mando que quando la voluntad de Dios Nuestro Se­ñor fuere

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servido llevarme de esta pressente vida, se amortaje mi cuerpo con el ábito de Nuestro Padre San Francisco y se sepulte en la yglesia del combento de Nuestro Padre San Augustín o en el de Nuestra Señora de la Merced o en otra qualquiera yglessia, parte y lugar que paresca a mi albazea y thenedor de vienes, y acompañe mi entierro la cruz alta, cura y sachristán de mi parrochia, y el de­más acompañamiento que paresiere a dicho mi albazea, y el día de mi entierro, siendo hora, o sino el siguiente, se diga por mi ánima una missa cantada, ofrendada como se acostumbra, y todo se pague de mis vienes. Yten, mando a las andas forsozas y acostumbradas, ocho reales con que las aparto de mis bienes y otros tantos a los sanctos lu­gares de Jerusalén, donde se obró nuestra sancta redempción, y to­do se pague de mis vienes. Yten, declaren que yo declaro que cierta persona que oy está en esta ciudad me es deudor de cinco mil pesos de a ocho reales, po­co más o menos, de diferentes obras que le [he] hecho en mi ejer­çiçio de tal imprezor y mucha plata que he suplido de mi caudal para ellas de horden de la tal persona, a la qual conose el dicho li­zençiado don Francisco de las Infantas, a quien devajo de confesión se la he declarado, y quiero y es mi voluntad que el dicho don Fran­cisco de las Infantas por sí solo ajuste esta quenta y dependenzia, y cobre de la tal persona y de sus vienes los dichos çinco mil pe­sos o lo que de ellos me restare, y haga y execute con ellos lo que devajo de confessión le tengo comunicado, sin que en manera alguna lo pueda rebelar por ser assí mi voluntad y exonerar en esta parte mi conçiençia. Y para cumplir y pagar este poder para testar y el testamento que en su birtud se hiziere, dejo y nombro por mis albazeas a los dichos Gerónimo de Contreras y lizençiado don Francisco de las Infantas, y por tenedor de vienes al dicho Gerónimo de Contreras, a los quales y a cada uno en el lugar que ba nombrado doi mi poder cumplido el nesesario en derecho para que entren en todos mis vie­nes y los recauden, recivan y cobren, bendan y rematen en almoneda pública o fuera de ella, y de su valor cumplan y paguen este poder pa­ra testar, y el testamento que en su birtud se hiziere, dando cartas de pago y los demás recaudos que combengan, y pareser en juizio en

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qualesquier tribunales a litigar, jurar, querellar, executar, consentir, contradezir, recusar, concluir, pedir y oyr autos y sentenzias, apelar, suplicar, sacar sensuras, y seguir las instanzias, que para todo les doi poder de albazeazgo en forma, con insidençias y dependenzias, libre y general administrazión, y usen de este albazeazgo todo el tiempo que el derecho dispone y si fue­re nesesario más, le prorrogo todo el que hubiere menester. Y cumplido y pagado este poder para testar y el testamento que en su birtud se hiziere, dejen y nombren que yo desde luego dejo y nombro en las dos terzias partes de mis vienes por mi heredera a la dicha Bernarda de Soto Albarado, mi madre, y de la otra terzia parte que es la que conforme a derecho puedo y debo disponer, se han de hazer dos mitades: la una para Eugenio de Contreras, mi hijo natural, a quien declaro por tal siendo yo y su madre solteros, y aunque en la partida de su baptismo no sé si está puesto o no por mi hijo; y la otra mitad la aplico y señalo al dicho Gerónimo de Contreras, mi hermano, para que el susodicho y el dicho mi hijo lo hallen y hereden con la bendizión de Dios y la mía, y ruego y encar­ go al dicho mi hermano y demás mis parientes amparen, ayuden y fumenten al dicho mi hijo. Yten, declaren que yo declaro que al dicho Gerónimo de Contre­ ras, mi hermano, le soi deudor de cantidad de pesos de su travajo personal que lo que fuere constará de mi libro, mando se le pague. Y revoquen, que yo desde luego revoco y anulo y doi por ningu­nos y de ningún valor, fuerza, ni efecto qualesquier testamentos, cobdizilos, mandas, poderes para testar y otras últimas disposizio­nes que antes de este aya hecho y otorgado por escripto o de palabra o en otra qualquier manera, para que no valgan ni hagan fe en juizio ni fuera de él, salvo este poder para testar y el testamen­to que en su birtud se hiziere que se han de guardar por tales, y por mi última y postrimera voluntad, en aquella vía y forma que me­jor hubiere lugar en derecho. Que es fecho en la ciudad de Los Reyes del Perú, a siete días del mes de julio de mil seteçientos y cinco años, y el otorgante, a quien yo el pressente escribano público doy fe conozco, y que a lo que paresió estaba en todo su acuerdo, memoria y

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entendimiento natural, lo firmó de su nombre, siendo lla­mados y rogados por testigos el doctor don Juan de Santiago Concha, el bachiller Juan Bazilio de Silba, sirujano latino de esta ciudad, Joseph Márquez de Manzilla, Francisco Flores y Pedro de Garazatúa. Joseph de Contreras [rubricado] Ante mí, Francisco Sánchez Becerra Escribano público [rubricado]

Sin derechos.

[Al margen:] En la ciudad de Los Reyes del Perú, en treinta y un días del mes de julio de mil seteçientos y çinco años, ante mí el escribano y testigos Joseph de Contreras, ympresor de esta dicha ciudad, a quien doi fe conosco, otorgó y dijo que revocaba y revocó en el todo este poder para testar y todas sus cláusulas para que Gerónimo de Contreras, su hermano, ni el lizenciado don Francisco de las Ymfantas Villegas no usen dél en tiempo ni en manera alguna, dejándoles como les deja en su buena opinión, crédito y fama como de antes lo estavan, y assí lo otorgó y firmó. Siendo testigos Francisco Estacio, Diego Márquez y Juan Durán Vicentelo. Joseph de Contreras [rubricado]. Ante mí, Francisco Sánchez Becerra, escribano público [rubricado]. AGN. Protocolo del escribano Francisco Sánchez Becerra, nº 954, año 1705, ff. 883r-885r. 57] Carta de donación universal de bienes del impresor José de Contreras en favor de su hijo Eugenio de Contreras (28 de febrero de 1711) [Al margen:] Donación. Joseph de Contreras a Eugenio de Contreras, su hijo. Fecho. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Joseph de Contre­ras, impresor real de esta ciudad y vecino morador en ella, digo que por quanto tengo mucho amor y voluntad a Eugenio de Contre­ras,

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mi hijo, por estarme manteniendo con su travajo personal por hallarme al presente impedido de poderlo hacer por mí, y en remu­ neración de este beneficio, yo el otorgante, como cierto y savidor que soy de mi derecho y de lo que en este casso me conviene, y haviendo tenido sobre ello todo mi acuerdo y deliberación qual en tal caso me conviene, otorgo que le hago gracia y donaçión, buena, pura, mera, perfecta, acavada e irrebocable, de las que el derecho llama intervivos y partes presentes, con las insinuaçiones, manifes­taçiones y renunciaciones de leyes en derecho neçesarias para su validación al dicho Eugenio de Contreras, es a saver de toda la ymprenta como son letras, prensas, cajas y demás cosas consernientes a dicho oficio, la qual dicha ymprenta y demás vienes que irán mencionados declaro no haverlos heredado de mis padres, sino que los e buscado a mi industria y travajo personal, y assí mesmo le hago esta dicha donación en la parte y porción que tengo en una cassa baja que está en la calle que llaman de don Juan de Çéspe­des, a mano derecha, que linda con casas que quedaron por vienes de dicho don Juan de Çéspedes a mano derecha, como se va a la calle que llaman de la Azequia Alta, como heredero que soy de Gerónimo de Soto Albarado y de Bernardo de Salvatierra, mis pa­dres difuntos, y assí mesmo le hago esta dicha donaçión en el dere­cho que me cedió y tenía en dicha casa doña Izavel Fernández Mercado, por escriptura otorgada ante Gabriel Peres del Castillo, escrivano real y de el Tribunal y Audiencia Real de Quentas de este reino. Y assí mesmo le hago esta dicha donación de todos los vienes muebles que tengo de mi servicio en mi cassa, y de diferentes cantidades de pesos que me deven diferentes personas, que cons­tan por mi libro de quentas assí por escrituras, vales, quentas de libros, o por otros instrumentos, la qual dicha donaçión le hago con calidad y condición que durante mis días el dicho Eugenio de Con­treras, mi hijo, me a de alimentar de todo lo neçesario de bestido, ropa blanca, curación en mis enfermedades, y pagarme las deudas que e causado hasta oy día de la fecha desta escritura, que se quentan veinte y ocho deste presente mes de febrero y año de mil sete­cientos y onze, y de enterrarme quando Dios fuere servido de lle­varme desta presente vida, y de encomendarme a Dios, que assí lo espero lo hará

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el dicho mi hijo, por la mucha satisfacçión que de él tengo y de el amor y voluntad que me tiene. Y en esta conformidad le hago y otorgo esta dicha donación y me desisto, quito y aparto de el derecho y acción, propriedad y señorío y otros derechos reales y personales que a todos los vienes que van referidos tengo y me perteneze, y todo en ellos los cedo, renunçio y trasfiero en el di­cho mi hijo en la forma y manera que va declarado, para que haga y disponga de dichos vienes a su voluntad como de cosa suia pro­pria havida y adquirida, con tan justo y legítimo título como lo es el de esta escriptura por la qual, o su traslado signado de escrivano, sea visto haver adquirido sin otro acto alguno de aprehensión de que le relevo, que io desde luego se la doy, sin que sea visto sitar­me ni emplasarme la tome y aprehenda, y pueda insinuar y manifes­tar esta donaçión ante juez competente, que io desde luego la doy por insinuada y legítimamente manifestada. Y declaro que aunque esta donación es inmensa por haçerla de todos mis vienes en el dicho mi hijo, sin embargo de ella me resulta más utilidad y con­veniencia que reteniendo en mí las dichas espeçies donadas, me­diante que con la inadtitud [sic] en que me hallo por mis años y enfer­medades havituales que padesco, por estar impedido de medio cuer­p o y haver pasado ora por mí el otorgante y no poder travajar, y siendo esto assí y pasando a poder del dicho mi hijo, con ellos se mantendrá el sobredicho y podrá alimentarme a mí el otorgante, el que desde luego está conoçido la utilidad y conveniencia que de es­ta donación se me sigue, y tantas quantas vezes esta donación pase y exeda de los quinientos sueldos áureos que el derecho dispone para poder donar, tantas donación y donaciones le hago y una más, para que en todas ellas quepa y se comprehenda el dicho nú­mero y quantía, y me obligo a no la revocar por mi testamento, ni por otro instrumento por ninguna causa ni razón que sea, por quanto declaro la otorgo de mi libre y espontánea voluntad sin apremio ni fuerza alguna, porque quiero que balga por remunerativa. Y así lo juró por Dios Nuestro Señor y a una señal de cruz según forma de derecho, y a su firmesa y cumplimiento obligo mi persona

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y vienes havidos y por haver, y doy poder cumplido a las justicias y juezes de su Real Gobierno de qualesquier partes que sean, y en especial a las desta dicha ciudad y corte que en ella residen, a cuyo fuero y jurisdicción y de cada una de ellas me someto, obligo y renuncio el mío propio fuero, jurisdicción, domisilio y vecindad, y la ley que dize que el actor deve seguir el fuero de el reo, para que a lo [que] dicho es me executen, compelan y apremien al cumplimiento de lo que dicho es, como si fuese por sentencia difinitiva de juez competente por mí consentida y no apelada y pasada en autor de cosa juzgada, sobre que renuncio todas y qualesquier leyes, fueros y derechos de mi favor y la general que lo prohive. Y consiento en traslados desta escritura. E yo el dicho Eugenio de Contreras, que estoy presente a lo contenido en esta escritura, haviéndola oydo y entendido y sus condiciones y declaraciones, otorgo que la açeto según y como en ella se contiene, y agradesco al dicho mi padre el bien que me hace. Y me obligo a guardar y cumplir las condiciones y declaraciones espresadas y deslindadas en esta escritura según y como en ella se contiene, sin exeder de su tenor y forma en cosa alguna, so espresa obligación que para ella hago de mi persona y vienes havidos y por haver, con poder y sumissión a las justicias de Su Magestad de qualesquier partes que sean para su cumplimiento. Que es fecha en la ciudad de Los Reyes de el Perú, en veinte y ocho días de el mes de febrero de setecientos y onze años. Y lo firmaron los otorgantes, a quienes yo el presente escrivano público doy fe conosco. Siendo testigos Joseph Escobedo de Luna, Joseph Márquez de Mansilla y Juan Mathías de Castilla. Joseph de Contreras [rubricado] Eugenio de Contreras [rubricado] Ante my, Antonio Fernández Montaño Escribano público [rubricado] [Al margen:] En 28 de febrero de 1711. AGN. Protocolo del escribano Antonio Fernández Montaño, nº 427, años 1710-1711, ff. 67r-68v.

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58] Testamento del impresor José de Contreras Alvarado (15 de abril de 1715) [Al margen:] Testamento de Joseph de Contreras. En el nombre de Dios todopoderoso y de la gloriosa siempre Virgen María, su preciosa madre, comsebida sim pecado original en el primer ynstante de su ser santícimo. Amén. Sepan quantos esta car­ ta vieren cómo yo, Gerónimo de Contreras Albarado, vecino mora­ dor en esta ciudad de Los Reies del Perú, ympresor real en ella, en nombre y en bos de Joseph de Contreras Albarado, mi hermano, difunto, y em virtud del poder para testar que me dio y otorgó ante el presente escrivano, debajo del cual falleció, su fecha en esta di­ cha ciudad en primero día del mes de abril del año pasado de mil setecientos y catorce, que su thenor a la letra es como se sigue: Aquí el poder que está a fojas 221 del registro del año de 1714. Y en conformidad de dicho poder para testar suso incorporado y en nombre del dicho difunto, otorgo que hago y ordeno su testamento en la manera siguiente: Lo primero, encomiendo su alma a Dios Nuestro Señor que la crió y redimió con el precio imfinito de su sangre, muerte y pasión, y el cuerpo a la tierra de que fue formado. Ytem, declaro me comunicó dicho difunto era natural de es­ta dicha ciudad, hijo legitimo de Joseph de Contreras, ympresor real que fue de esta corte, y de Bernarda de Soto Albarado, ya difuntos, que santa gloria aian, y asimismo declaro fue sepultado su cuerpo en la yglesia del combento grande de Nuestro Padre San Agustín de esta dicha ciudad, y acompañó su cuerpo la crus alta de la pa­rrochia, cura y sacristán y el demás acompañamiento que pareció desente a la persona de dicho difunto, y el día siguiente se le hi­cieron sus honras y se le dijo misa cantada ofrendada y se pagó de todo ello la limosna de sus vienes, y se le dijeron cinquenta misas resadas por su alma y se pagó la limosna de ellas de sus bienes; declárolo para que conste.

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Ytem, declaro me comunicó dicho difunto, hera su boluntad el dejar como dejó de limosna a las mandas forsosas y acostumbradas a todas ellas, dos pesos de a ocho reales, con que las apartó de sus vienes; declárolo para que conste. Ytem, declaro por bienes de dicho difunto una ymprenta, la cual está mui gastada por aver estado cerviendo más de beinte años, por cuia causa baldrá toda ella con sus abíos hasta la cantidad de dos mil pesos de a ocho reales; declárolo para que conste. Ytem, declaro me comunicó dicho difunto debía a el Hospital de Nuestra Señora de Atocha de los Niños Espósitos de esta ciudad hasta en cantidad de dos mil pesos, más o menos, y a quenta de dicho débito tengo pagado a don Antonio de Llano, del horden de Santiago, como a maiordomo del dicho hospital, un mil quatrocien­ tos ochenta y dos pesos de a ocho reales, como consta de los reci­vos que tengo en mi poder del dicho maiordomo; declárolo para que conste. Ytem, declaro me comunicó dicho difunto hera deudor a el sargento maior don Francisco de Oyague, del horden de Santiago, como maiordomo de dicho hospital, dos mil trecientos y dies y siete pesos, y a quenta de la dicha cantidad tengo pagados setecien­tos beinte y quatro pesos y quatro reales, como consta de los reci­vos que paran en mi poder de don Francisco de Oyague y Bengolea, su hijo, y de doña María de Bengolea, su muger; declárolo para que conste. Ytem, declaro me comunicó el dicho difunto era deudor a doña Úr­ sula y doña Sebastiana de Contreras, sus hermanas, de cantidad de un mil pesos que le prestaron y lo importaron algunas alajas en su po­der que las susodichas le dieron, las quales dichas alajas importaron la dicha cantidad, y de ella no les e pagado cosa alguna por no aver dejado vienes el dicho difunto com qué poder satisfacerla más que la dicha ymprenta de la calidad que ba dicho, y cumpliendo con la boluntad de dicho difunto, que fue el que se les pagase bendién­dose la dicha ymprenta, en cuia conformidad se les pagarán del monto de dicha ymprenta los dichos un mil pesos a las susodichas; declárolo así para que conste.

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[Al margen:] Albasea. Ytem, declaro me deve el dicho difunto la cantidad de pesos que consta por su libro de quentas procedida de mi travajo personal en dicha ymprenta; declárolo para que conste. Y, en comformidad de la boluntad de dicho difunto en dicho poder expresada, me nombró por su albasea y thenedor de vie­ nes para entrar en ellos, benderlos y rematarlos en almoneda pública o fuera de ella, dando cartas de pago y pareciendo en juicio ante las justicias y jues de Su Magestad, que con derecho pueda y deva a pedir, demandar, jurar, querellar, ejecutar, haser, hactuar y procu­rar quanto combenga que el poder de albaseasgo me doi [sic] sin limitación alguna y con libre y general administración. [Al margen:] Herederos. Y, en comformidad de la boluntad de dicho difunto en dicho poder expresada, me nombró y a las dichas doña Úrsula y doña Andrea de Contreras, mis hermanas y de dicho difunto, por sus herederas en el remaniente de sus bienes, para averlo y gozarlo lo que así fuere, atento a no tener dicho difunto herederos forzosos que conforme a derecho le deban heredar. Y por el presente, en su nombre reboco y anulo y doi por ningunos y de ningún balor ni efecto otros qualesquier testamentos, cobdicilos, poderes para testar y otras últimas dispociciones que an­tes de dicho poder para testar fuesen fechos, que quiero que no balgan ni hagan fe en juicio ni fuera dél, salvo este presente testa­ mento que haora otorgo y el dicho poder para testar que quiero que se guarde, cumpla y ejecute como testimonio de su última y final boluntad o por aquella escriptura que mejor aia lugar de derecho. En cuio testimonio lo otorgó en la ciudad de Los Reies del Perú, en quinse de abril de mil setecientos y quinse años, y el otorgante, a quien yo el presente escrivano público doi fe conosco, lo firmó de su nombre. Siendo testigos llamados y rogados Diego de Lira, don Juan de Urdaide, Francisco Belásques Benjumea, Francisco Flores,

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Juan Mathías de Castilla, Gabriel Romero Soriano. Testado: de los quales, y este testamento. No bale. Gerónimo de Contreras [rubricado] Ante my, Antonio Fernández Montaño Escribano público [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Antonio Fernández Montaño, nº 431, año 1715, ff. 146r-147v. 59] Acta extendida a instancia de fray Manuel Rojas, administrador del nuevo rezado en el virreinato del Perú (27 de marzo de 1744) En la ciudad de Los Reyes del Perú, en veinte y siete días del mes de marzo de mil setezientos quarenta y quatro años, ante mí el escrivano y testigos, pareció el muy reverendo padre maestro fray Manuel de Roxas, del orden de Nuestro Padre San Gerónimo, profezo del Real Monas­terio de San Lorenzo del Escorial y su administrador general del Nuevo rezado y encomiendas en este reyno, protesta, exclama y dize que por quanto su real monasterio goza (por concessión de los Sumos Pontífices y de Su Magestad, que Dios guarde) del privilegio de que sin permiso expreso y por escripto del padre administrador y obtenida licencia del señor comisario subdelegado de la Santa Cruzada, no se puedan imprimir, vender ni usar los quadernillos del reso que se llaman vulgarmente añalejos, como siempre se a prac­ticado, constantemente, sin interrupción, de tal manera que ay casos prácticos executoriados; y uno de ellos en el reyno de México, donde haviendo el Tribunal de Cruzada nombrado a un impresor y dádole licencia para imprimir los santos nuevos y añalejos y venderlos, y nombrado después a otro impresor distinto, el padre administrador del nuevo rezado, residente en la corte de Madrid, para que en la dicha ciudad de México los imprimiese, y disputádose entre los impresores la lexitimidad y prelación de sus nombramientos, y ocu­rrido a el Eminentíssimo se-

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ñor cardenal de Molina, comisario general y del Consejo Supremo de la Santa Cruzada, sobre la determinación que dio el Tribunal de la dicha ciudad de México, se revocó el nombramiento y determinación de dicho Tribunal y se aprovó, confirmó y se mandó guardar el nombramiento y permiso de dicho padre administrador y se libraron los despachos convenientes. Y siendo así que a más de siete años que (porque el maestro de ceremonias desta Santa Yglesia hizo imprimir un añalejo o quadernillo del rezo, poniendo en él que era con permiso del padre administrador del Escorial, sin que este lo ubiese concedido ni de tal constase), ocurrió el dicho padre al señor comisario y Tribunal de la Santa Cruzada desta ciudad, donde por auto se mandó notificar (y se notificó) al maestro de ceremonias, libreros e impresores no contraviniessen a lo mandado, pasando la providencia de dicho Tri­ bunal a mandar recoger los manuales mexicanos que después de la intimación de el dicho auto se havían impreso y se estaban bendien­ do por don Francisco Chavarría sin el dicho permiso del padre ad­ministrador, como con efecto se recogieron dos de casa de dicho Chavarría por el portero notario de dicho Tribunal, y se entregaron al señor comisario deán don Phelipe Manrique de Lara, para proseder a la pena que merecía la dicha transgreción, como todo consta de autos, sobre que haviendo pedido el dicho padre fray Manuel al­gunas providencias en dicho Tribunal de Cruzada, las que dificultava dar dicho señor comisario subdelegado diziendo que su señoría era juez privativo y único para dar dicho nombramiento y licencia aun sin veneplácito de dicho padre administrador, ocurrió este el día quatro del corriente al señor don Álvaro Navía Bolaño y Moscoso, del orden de Santiago, del Consejo de su Magestad en el Supremo de Yndias, oidor decano desta Real Audienzia y asesor de dicho Tribunal de Cruzada, para informarle de su derecho y justicia y que diesse providencia sobre lo pedido, a que respondió dicho señor don Álvaro, que el Ylustríssimo señor arzobispo actual desta ciudad, doctor don Joseph de Sevallos, el cavallero estava empeñado en que co­rriese el nombramiento que su Ylustrísima y el señor comisario de Cruzada le havían dado al dicho Chavarría para la referida impreción, y que mientras no sesase aquel empeño no se podía dar providencia, por lo cual el dicho día quatro del corriente

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vicitó el dicho padre fray Manuel de Roxas a su Ylustríssima sobre el asumpto, quien le res­p ondió que havía nombrado al dicho Francisco de Chavarría por impresor de cosas peculiares de su persona como eran edictos, y que su Ylustríssima no intentava ni quería perjudicar a los privilexios del Real Monasterio, y recivió de mano de dicho padre maestro los autos que se seguían en Cruzada para infomarse mejor. Y haviendo buelto el dicho padre el día diez del corriente a visitar a su Ylustríssima en concurrencia de los señores doctores Ylustríssimo don Francisco Galiano, obispo auxiliar, y don Andrés de Munibe, pro­visor, dixo su Ylustríssima que vistos los autos que le havía dejado el dicho padre fray Manuel no perjudicavan a su persona, y que dicho padre concurriese al nombramiento que su Ylustríssima y el señor deán comisario de Cruzada havían dado al dicho Chavarría, a que respondió su pathernidad no poder hazer dicho nombramiento ni correr este no solo por tocar esa facultad a su pathernidad en nom­bre de su real monasterio, sino porque el dicho Chavarría era reo contra quien estava prosediendo en el Tribunal de Cruzada por transgresor; con cuya expreción se empeñó tanto su Ylustríssima e hizo tantas instancias, que conpulso de ellas y de la veneración y presencia de los referidos señores dio su pathernidad el fiat sin consentir en ello, y no quiso poner por escripto su permiso allí como quería su Ylustríssima. Y quedando así la matheria, volvió el dicho reberendo padre a vicitar a su Ylustríssima y a representarle que el fiat que le havía dado en los días antesedentes havía sido conpulso de la veneración e instancia de su Ylustríssima, se sirviese de tenerlo así entendido y que dicho padre maestro no havía dado ni dava su per­miso al dicho impresor Chavarría porque no le era facultativo darlo en perjuicio de su real monasterio a un reo transgresor de sus pri­vilexios, con lo qual indignado su Ylustríssima se descompuso dizien­do en altas vozes que le perdía el respecto y que votava a Christo (dando una palmada sobre la meza) que havía de ser, con otras se­mexantes expreciones de que su Ylustríssima no se contuvo, sin em­bargo de que dicho padre fray Manuel le hizo muy comedidas representaciones, en cuyos términos protexta y exclama dicho reberendo padre

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fray Manuel en la mejor forma de derecho, que su áni­mo no es consentir la dicha licencia ni la vulneración de los privi­lexios de su real monasterio, pero que viendo cerrado el recurso en el Tribunal de Cruzada y empeñado a el Ylustríssimo Señor Arzobispo y al señor comisario de Cruzada, y que si insiste en el pleito contra el dicho Chavarría frustrada su diligencia, a de experimentar desaires y otros perjuicios que son motivos de justo temor que ca­ve en ánimo constante, a resuelto dejar la causa en este estado y dar noticia de ello al reberendíssimo padre prior de su real monas­terio, para que su reberendíssima usse del remedio conveniente, y de que así protestava y exclamava, para en guarda de su derecho me pidió a mí, el presente escrivano, testimonio en forma, y que yo y los testigos le guardássemos sigilo, y juró im berbo sacerdotis tacto pectore en toda forma de derecho ser su relación y motivos verdaderos, de todo lo qual yo, el presente escrivano, doy fe y lo firmo con el dicho reberendo padre maestro fray Manuel de Roxas. Siendo a ello testigos el muy reberendo padre maestro fray Simón de Olmedo, fray Fransisco Merino, del orden de Nuestro Padre Santo Do­mingo, y Eusebio Seminario. Fray Manuel de Roxas [rubricado] Testigo. Fray Simón de Olmedo [rubricado] Testigo. Eusebio Seminario [rubricado] Testigo. Fray Francisco Merino [rubricado] En testimonio [signo] de verdad, Francisco Roldán, Escribano real y público [rubricado] AGN. Protocolo del escribano Francisco Roldán, nº 927, años 1743-1744, ff. 253r-254v.

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Pedro Guibovich Pérez

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Bibliografía

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Pedro Guibovich Pérez

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otros títulos de parecos y australes

Enrique Cortez. Biografía y polémica. El Inca Garcilaso y el archivo colonial andino en el siglo xix. 2019, 344 p. ISBN 9788491920892 2ª edición (rústica) * Hipótesis sobre la formación del archivo colonial andino y análisis del destino crítico de la obra del Inca durante el siglo xix. Muestra cómo se constituyó un campo de investigación, los estudios coloniales andinos, a partir de una conceptualización de lo colonial y una redefinición de su archivo.

Héctor Costilla Martínez, Francisco Ramírez Santacruz. Historia adoptada, Historia adaptada. La crónica mestiza del México colonial. 2019, 128 p. ISBN 9788491920502 * Estudia la obra de cuatro hombres del México colonial, que quisieron cambiar el rumbo de la Historia por medio de la escritura: Diego Muñoz Camargo, Hernando Alvarado Tezozómoc, Domingo Chimalpáhin y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl.

Manuel Pérez. “Exempla” novohispanos del siglo ISBN 9788491920250

xvii.

2018, 368 p.

* No existe en la tradición hispánica nada similar al riquísimo panorama novohispano que se descubre en esta selección de exemplum, una producción escrita siglos después de que ya se hubiera fijado, incluso, la defunción del género.

Esperanza López Parada. El botón de seda negra. Traducción religiosa y cultura material en las Indias. 2018, 416 p. ISBN 9788416922239 * A partir de un corpus de textos de “literatura menor” (diccionarios, vocabularios, sermonarios, confesionarios, cartillas y catecismos, mapas, inventarios, emblemas, diálogos catequizadores, escapularios y estampas) se analizan los primeros instantes del encuentro cultural americano, y de la incomprensión que a él parece subyacer.

Barbara Ventarola. Ingenio y feminidad. Nuevos enfoques en la estética de Sor Juana Inés de la Cruz. 2017, 250 p. ISBN 9788416922604 * Se acerca a la obra sorjuanina desde un prisma analítico específico, el de la relación entre ingenio y feminidad. Desarrolla nuevas perspectivas sobre la obra de la monja, sus procedimientos literarios y declaraciones temáticas, tomando en cuenta su conciencia crítica de la disimetría nocional enraizada en la figura del genio.

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Pedro Guibovich Pérez

¿Qué textos se imprimieron en Lima durante el periodo colonial? ¿Cuáles fueron los géneros literario producidos por los talleres de esa ciudad? ¿De qué manera las condiciones políticas y materiales afectaron la producción tipográfica local? Tales son las principales preguntas que responde el autor en este nuevo y bien documentado estudio. Sustentado en un amplio elenco bibliográfico, así como en fuentes documentales procedentes de archivos, esta investigación se inscribe dentro los estudios recientes sobre la historia de la imprenta y la materialidad del libro. Escrito en una prosa ágil, constituye sin lugar a dudas una lectura muy recomendable no solo para especialistas, sino para todos los interesados en la cultura impresa de la América hispana colonial. PEDRO M. GUIBOVICH PÉREZ es doctor en Historia por la Universidad de Columbia (Nueva York). Profesor principal del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú y asociado del Departamento de Humanidades de la Universidad del Pacífico. Se especializa en la historia de la cultura colonial, en particular en la del libro y la lectura. Entre sus publicaciones se incluyen Censura, libros e Inquisición en el Perú colonial, 1570-1754 (2003), Lecturas prohibidas. La censura inquisitorial en el Perú tardío colonial (2013) y El edificio de letras. Jesuitas, educación y sociedad en el Perú colonial (2014).

Imprimir en Lima durante la colonia

Historia y documentos, 1584-1750