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Ángel Arnaiz Quintana
HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS ARAGUA
HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS EN NICARAGUA Ángel Arnaiz Quintana
Centro Ecuménico Antonio Valdivieso
a Presentación Ponce y Giorgino Andrade, cristianos campesinos del norte de Chinandega, a Mauricio Demierre, cristiano suizo, hermano sin fronteras, cooperante en la reconstrucción de la nueva Nicaragua, y a los que, como ellos, entregaron su vida, victimas de los poderes imperiales, para que Nicaragua llegue a ser un pueblo libre y fraterno.
Primera edición: 1990 Colección: Historia Mínima de la Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en Latinoamérica (CEHILA)N 8 .11 (c) Centro Ecuménico Antonio Valdivieso Casa Ricardo Morales Aviles 6c. al Sur Apartado Postal 3205 Managua, Nicaragua Derechos reservados conforme a la ley Edición al cuidado de: William Morales B. Linde Rivera R. Myurel Soza S. Juana Lanzas José Miguel Paz Diseño de portada: Agustín Alonso Impreso y hecho en Nicaragua
Yo, Yavé, estableceré con ustedes una alianza de p a z sabrán que Yo soy Yavé, su Dios, cuando rompa su yugo y los libre de sus opresores; no serán más presa de las demás naciones, ni los devorarán las fieras, sino que vivirán seguros, y nadie más los atemorizará; haré crecer para ustedes plantas selectas, de manera que nadie sufrirá hambre, ni desprecio de parte de las demás naciones; así sabrán que Yo, Yavé, su Dios estoy con ustedes, y que ustedes son mi pueblo. Ezequiel 34
ÍNDICE Prólogo
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Capítulo previo: Nicaragua en el espacio y en el tiempo - Geografía humana - Periodización de la historia del pueblo de Dios en Nicaragua
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Capítulo I: Nicaragua indígena (milenio 2 a.C. -1523 d.C.) - Poblamiento - Religión de los niquiranos, nicaraos o nicaraguas - Religión de los chorotegas - Religiosidad en la Costa Atlántica
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Capítulo II: Cristiandad colonial (1523 -1811) -1523-1531 Conquista y bautismos masivos - Los primeros españoles en Nicaragua - La primera predicación en Nicaragua: credo yritosiniciales - La violencia inicial despuebla Nicaragua - Encuentro de dos culturas: la visión de los vencidos - Los primeros clérigos en Nicaragua -1531-1610 Organización eclesial y crisis - Profetas defensores de indios en Nicaragua - Los problemas de la organización eclesiástica -1610-1700 Misiones franciscanas - Consolidación de la cristiandad colonial - Reducciones y misiones en la Costa Atlántica - Religiosidad colonial - Estratificación social en la iglesia colonial
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Capítulo III: Emancipación y crisis eclesial (1811 -1909) -1811-1857 Participación eclesial contradictoria - Los sucesos de 1811 en Nicaragua: causas inmediatas - El pueblo de Dios en los levantamientos preindependentistas de 1811 - La independencia o emancipación de 1821 -1823 - El clero en estos años de emancipación política - El clero favorable a los cambios - El clero opuesto: el obispo García Xerez - El sentir popular e intelectual - La sociedad nicaragüense en el siglo XIX - Etapa del obispo Jorge Viten (1847 -1853) - La Guerra Nacional: participantes en ella -1857-1893 Alianza con los conservadores (1857 -1893) - Presencia de los jesuítas en Nicaragua - La religiosidad en el siglo XIX - Los obispos definesde siglo XIX hasta la división de la diócesis de Nicaragua (1913) - Apropiación de tierras de la Iglesia por la burguesía agroexportadora - El pueblo de Dios en el período liberal (1893 -1909) - Inicio de los conflictos: ruptura del concordato conservador - Otros puntos conflictivos
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Capítulo IV: Neocristiandad e intervencionismo de EE UU (1909 -1979) - Restauracionismo católico e intervención de los EEUU en Nicaragua - La iglesia católica en la constitución conservadora de 1911 - Carta de la dignidad nacional - Creación de la provincia eclesiástica de Nicaragua - Presencia de las congregaciones religiosas - El primer arzobispo de Managua: alianza Iglesia-Estado - Sandino - Teología y práctica pastoral (1909 - 1969): . sentido apologético (tridentino) . antiprotestantismo . culto eucarístico y religiosidad popular . moralismo casuístico y moral de sobrevivencia . seglares al servicio de la jerarquía - Un precursor: el obispo Calderón Padilla 10
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- Los años sesenta: hacia un cambio en la sociedad y en la iglesia - Profeta, poeta y místico: Ernesto Cardenal - Una parroquia pionera: San Pablo Apóstol de Managua - Pastoral de la Costa Atlántica -1969 -1979: entre la renovación eclesial y la revolución popular - Tres modelos de iglesia en el Primer Encuentro Pastoral (enero 1969) - Definición de tres bloques históricos en los años setenta - El policlasismo eclesial en la jerarquía católica de los años setenta - Las montañas del norte de Nicaragua - El apoyo a la concientización rural: Escuelas Radiofónicas y CEPA - El P. Gaspar García Laviana - La renovación eclesial en Managua - El movimiento de cursillos de cristiandad - La insurrección final (octubre 77 - julio 79) - Los cristianos durante la insurrección final
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Capítulo V: Cristianos en la revolución sandinista (1979 -...) - Anotación previa - El pueblo de Dios en la revolución sandinista - Los cristianos en los comienzos del triunfo revolucionario - Cambios de actitud de la jerarquía: el CELAM de López Trujillo en Nicaragua - Los primeros conflictos - Una respuesta histórica del FSLN sobre la religión - La confrontación 1980 -1986 - Otros momentos de esa confrontación 1980-1986 - La religiosidad popular objeto de controversia -1985: un cardenal y un ayuno profético - Del ayuno por la paz al viacrucis por la vida: máxima tensión -1986 -1989: hacia una política vaticana de mediación en Nicaragua - La mediación de Esquipulas: hacia la reconciliación nacional - De nuevo las tensiones, ahora moderadas - Los retos de la hora presente - A modo de epílogo
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Notas bibliográficas
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BROLOGO Este libro ha nacido por dos motivaciones fundamentales: amor al pueblo y del pueblo nicaragüense -y, con ello, a los pueblos latinoamericanos y del Sur, y a las gentes solidarias del Norte-, y, segundo, a instancias de Enrique Dussel, director de CEHILA, quien me animó a concretar en Nicaragua un proyecto extensivo a toda América Latina. Es necesario elevar la conciencia histórica de nuestros pueblos si queremos saber quiénes somos y hacia dónde vamos. El pueblo de Dios en Nicaragua precisa elevar sus niveles históricos para salirdeunaserie de inoperancias, estancamientos y conflictos inútiles, y poder afrontar así con decisión e) anuncio de la buena noticia a los pobres que es Jesucristo en este final del siglo XX. Y la sociedad nicaragüense actual se halla en un dramático proceso de construcción de su identidad nacional en la que la fe cristiana es un componente intrínseco. Conocer mejor las interrelaciones entre estos permitirá pacificar los espíritus y laborar por esa sociedad nueva más cercana al reino de Dios. La historia de los elementos religiosos en Nicaragua es bien reciente y limitada. Apenas si un par de libros han intentado dar los primeros pasos en este caminar. Las paginas que hoy presentamos pretenden avanzar en el camino emprendido. Estamos en una fase acumulativa de la historia escrita en la que se hace necesario aportar datos y ofrecer fuentes para que otros sigan avanzando. Además, se hace imprescindible un tipo de interpretación de esos datos. El punto de partida, el desde dónde se escribe, condiciona todo el material: nadie es neutro o aséptico. Hacemos nuestras las palabras del arzobispo mártir de San Salvador Osear Arnulfo Romero {Discurso en Lovaina, 2/2/1980): "Creemos en Jesús que vino a tener vida en plenitud y creemos en un Dios viviente que da vida a los hombres y quiere que los hombres vivan en verdad. Estas radicales verdades de la fe se hacen realmente verdades y verdades radicales cuando la Iglesia se inserta en medio de la vida y de la muerte de su pueblo. Ahí se le presenta a la Iglesia, como atodo hombre, la opción más fundamental para su fe: estar en favor de la vida o de la muerte. Con gran claridad vemos que en esto no hay posible neutralidad". En la anotación previa al capítulo 5 se menciona algo, suficiente, sobre el autor de estas líneas. El carácter acumulativo de este momento en la ciencia histórica eclesiástica y popular obligó a aportar numerosas citas y referencias. Su lectura detallada puede ofrecer como una segunda visión de algunos puntos que, por abreviar, se recortan en el entramado principal. Pero también pueden dejarse en
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un primer momento para hacer más rápida la lectura. La abundancia de trabajo concreto en la sociedad que vivimos y un cierto nivel de formación intelectual ha dirigido esta forma de presentar el material a los posibles lectores. En forma más popular y gráfica presentamos, con los mismos objetivos y motivaciones, un trabajo equivalente en colaboración con el equipo de El Tayacán y animados también por CEHILA, en Historia de la iglesia de los pobres en Nicaragua (Managua, 1983; 2a 1987). Confiamos que los buenos resultados de esta obra se repitan en la actual. Sería nuestra mejor recompensa al esfuerzo realizado.
CAPITULO PREVIO: Nicaragua en el espacio y en el tiempo 14
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Geografía humana de Nicaragua Nicaragua está situada en el centro del istmo centroamericano, esto es, de toda América. Según la Constitución de la República de Nicaragua (noviembre 1986) Art. 10: "El territorio nacional se localiza entre los Océanos Atlántico y Pacífico y las Repúblicas de Honduras y Costa Rica. Comprende las islas y cayos adyacentes, el suelo y el subsuelo, el mar territorial..." La extensión de Nicaragua es de 139.000 Km2, de los cuales 8.000 Km2 corresponden al gran lago Cocibolca o Nicaragua y otros 1.000 Km2 al lago Xolotlán o Managua. Habitada por unos tres millones y medio de habitantes, con gran proporción de niños y jóvenes y elevado índice de crecimiento demográfico, Nicaragua mira favorable dicho crecimiento poblacional, por su baja densidad (relación habitantes/Km2) y la fertilidad de sus tierras. La franja del Pacífico, al Oeste, concentra la mayor parte de esta población, por su clima suave, buenas comunicaciones y mayor desarrollo productivo. Sus ricas tierras producen algodón, caña de azúcar, bananos, café, granos básicos tropicales (maíz, sorgo) y algo de ganadería. Aquí se concentra la escasa industria con que cuenta el país, así como buena parte de los servicios vinculados a la administración central. La zona central montañosa es de abundantes haciendas ganaderas y de café, existiendo zonas de explotación forestal y algunos fértiles valles de enorme productividad, como los de Jalapa y Sébaco. Su habitat es predominantemente disperso, por valles y montes, aunque algunos poblados y ciudades concentran servicios importantes. La Costa Atlántica ocupa la mitad de la superficie del país, estando poco habitada -unos doscientos mil pobladores-, de variada composición étnica. De clima tropical húmedo y con graves dificultades de comunicación, la explotación minera, pesquera, forestal y de granos básicos son sus principales recursos. Durante casi dos siglos esta región Atlántica sufrió la dominación británica, lo que también marcó sus características respecto al resto de la nación. Por todo ello, Nicaragua se define como un pueblo y nación "de naturaleza multiétnica y parte integrante de la nación centroamericana" (Constitución, Art. 8). También se la describe como tierra del maíz o de alguno de sus derivados (pinol), por ser éste, junto al arroz y frijoles rojitos, su alimento básico.
Periodización de la historia del pueblo de Dios en Nicaragua
"En todo tiempo y lugar son gratos a Dios quienes lo respetan y practican la justicia (Hech 10,35). El Señor quiso, sin embargo, santificar y salvar a hombres y mujeres no individualmente y sin relación entre ellos, sino constituir un puebl que le conociera en verdad y le sirviera en santidad" (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Iglesia, n. 9). 17
Tanto para la historia general de Nicaragua, como para su dimensión eclesial o de pueblo de Dios en Nicaragua, aparece el problema de su periodización o división en el tiempo. Es evidente que se dan cuatro etapas bien diferenciadas: indígena, colonial, emancipación o primera independencia y revolución popular. Sin embargo, si queremos precisar la historia de este país en este siglo XX -de 1909 en adelante-, se hace necesario introducir otra etapa más: la que corresponde a la presencia interventora de los Estados Unidos de América (EEUU, o USA), en las estructuras, dinámica histórica y condicionamientos del actuar nacional nicaragüense, hasta el punto de poner en cuestión su actuar como nación soberana. Esto explicaría en buena parte la revolución sandinista, así como los problemas actuales. Y en todo ello estaría presente el pueblo de Dios en Nicaragua. De manera que planteamos la historia eclesial de Nicaragua en cinco etapas: 1) Época indígena; 2) Colonialismo español; 3) Primera independencia o emancipación colonial; 4) Intervencionismo de EEUU; 5) Revolución popular sandinista. Estas cinco grandes etapas se periodizan a su vez para un mejor entendimiento del proceso, como se explicará en sus respectivos lugares. Como ejemplos de los problemas existentes en ello puede tomarse el de la época indígena o el de la etapa colonial. Ha sido habitual poner la venida de los primeros indígenas nahuas como el inicio del poblamiento en Nicaragua actual; habría sucedido, según las fuentes, bien afinalesdel siglo VIII de nuestra era o a comienzos del siglo XI; sin embargo, no hay autores que adelantan dicho primer poblamiento al segundo milenio antes de J.C., cuando tribus de origen macrochibchaprocedentes del actual México se instalaron en la actual Nicaragua, mientras otras seguían su larga migración hacia el sur hasta llegar a la actual Colombia. La fecha de 1523 para la llegada de los españoles es clara, sea del 27 de febrero en el puerto de laPosesión, cerca del actual Corinto, sea la más formal del 12 de abril, cuando tomaron posesión de la Mar Dulce al tocar las aguas del lago Cocibolca o Gran Lago de Nicaragua. Con ellos se introdujo la fe cristiana y la iglesia católica en estas tierras. El año de 1502 en que Colón en su cuarto viaje tocó el nordeste nicaragüense queda como fecha signo, sin otra trascendencia. Los años 1531, 1610, 1700 y 1811, de este período y etapa colonial las explicamos en sus respectivos lugares. Destacamos la de 1811, y no 1821 como suele señalarse, porque ese año representa una quiebra en la dinámica eclesial colonial que será definitiva con los acontecimientos posteriores: por primera vez el pueblo-base toma decisiones con alcances públicos y políticos, con repercusiones eclesiales directas, cuyas dimensiones hubieran sido mayores si el obispo de Nicaragua de aquel entonces hubiera tenido más sentido histórico y más sensibilidad popular, y no hubiera dependido tanto de los imperios de su tiempo. Tampoco podemos marcar alguna fecha determinante en el acontecer histórico nicaragüense al finalizar el siglo XVIII, como 1786 o algo así, pues aunque hubo algunas variaciones administrativas y, tal vez, políticas, estas afectaron mínimamente al resto del acontecer social de Nicaragua (1). 19
Por todo ello, proponemos la siguiente periodización de la historia salvíficoeclesial de Nicaragua: Época 1: NICARAGUA INDÍGENA (milenio 2 a.c. -1523) Época 2: CRISTIANDAD COLONIAL (1523 -1811) Período 1.-1523 -1531: Conquista y bautismos masivos Período 2.-1531-1610: Organización eclesial y crisis Período 3.-1610 -1700: Misiones Período 4.-1700 -1811: Consolidación de la cristiandad colonial. Época 3: EMANCIPACIÓN Y CRISIS ECLESIAL (1811 -1909) Período 5.-1811 -1857: Participación contradictoria Período 6.-1857 -1893: Alianza con los conservadores Período 7.-1893 -1909: Conflictos con los liberales Época 4: NEOCRISTIANDAD E INTERVENCIONISMO DE EEUU (1909 -1979) Período 8.-1909 -1934: Restauracionismo católico e intervención de EEUU Período 9.-1934 -1969: Neocristiandad en la dictadura militar somocista Período 10.1969 -1979: Semillas de liberación Época 5: CRISTIANOS EN LA REVOLUCIÓN (1979...) Período 11.1979 -... (tres fases): Dificultades en la reconstrucción
CAPITULO I Nicaragua indígena (milenio segundo a.C. -1523 d.C.) 20
Nicaragua indígena: poblamiento
MÉXICO Etnias macrochihchas y chibchas £/*•»-«»
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Ulúas
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OCÉANO
COLOMBIA Migraciones macrochibchas y chibchas, de México a' Colombia, se instalan en Nicaragua (2B milenio a.C.) (G. Smutko)
COSTA RICA
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Mapa etnológico de Nicaragua según la toponimia indígena a la llegada de los español^ V 1500 d.C.) (J. Incer) ^
Los primeros pobladores de Nicaragua serían los antepasados de las actuales etnias indígenas de la Costa Atlántica nicaragüense, miskitos, sumus y ramas. Procederían de la gran familia macrochibeha, que viniendo de la actual meseta mexicana y aún de más al noroeste, se trasladaban por el istmo centroamericano hacia las tierras de la actual Colombia y el Caribe. Algunos grupos de esa gran migración quedaron en el oriente de la actual Nicaragua. Sucedería esto en el segundo milenio antes de J.C., o sea, hace ahora más de tres mil años (1). Pueblos nahuas, también procedentes de la gran meseta mexicana, llegaron a finales de los años setecientos de nuestra era o bien en el siglo once: "No he podido averiguar cuál de estos hijos de Iztalmixcoatl fue a poblar Nicaragua. Sé empero que en tiempos de una grande esterilidad, de necesidad compelidos, salió mucha gente de esta Nueva España (México)... En este tiempo, por la Mar del S ur (Pacífico) fue una gran flota de acales o barcas y aportó y desembarcaron en Nicaragua, que dista de México (capital) más de trescientas cincuenta leguas (unos dos mil kilómetros) y dieron guerra a los naturales que allí estaban" (2). Estos pueblos nahuas llegaron por el noroccidente de Nicaragua actual, después de atravesar Guatemala y El Salvador. Atravesaron el golfo de Fonseca en barca o bien le rodearon por tierra, por tierras de Choluteca (Honduras) y SomotilloChinandega (Nicaragua). Fueron desplazando a otros grupos llegados con anterioridad, y así ocuparían el Pacífico y parte del centro del país: Chontales, Chorotegas - subdivididos en dirianes y nagrandanos-, y nahuas nicaraos o nicaraguas, que sería el nombre con el que al fin se conoció el país. En las agrestes y selváticas montañas del norte se instalaron pueblos que llegaron de la vecina Honduras, como ulúas, xicaques, lencas y payas. De naturaleza guerrera y cultura menos desarrollada que los pobladores del Pacífico, serían de difícil conquista para los españoles, incluyendo en ello su cristianización. Los españoles se instalaron cerca de poblados indígenas, sobre todo en la zona costera y central de Nicaragua. A sus descendientes directos nacidos ya aquí se les denominó criollos. Y cuando se mezclaron con indígenas, sus descendientes formaron los mestizos o ladinos. A las costas Atlánticas llegaron esclavos negros, en general huidos de las islas del Caribe. Sus descendientes directos son los creóles. Al unirse con indígenas formaron los zambos, y cuando lo hicieron con blancos, mulatos. En general fueron muy guerreros y utilizados así por los ingleses que dominaron la Costa Atlántica, sobre todo en el siglo XVIII, contra la colonia española. 23
Religión de los niquiranos, nicaraos o nicaraguas Este grupo étnico se instaló en las orillas del gran lago Cocibolca, en la región suroccidental del Pacífico nicaragüense. De ellos es de quienes mejor información tenemos en lo referente al tema religioso entre los indígenas que poblaron la actual Nicaragua (3). Tenían en sus creencias la existencia de una pareja de dioses primordiales creadores, a modo de hombre y mujer, llamados Tamagástad y Cipattónal. Habitaban arriba en el cielo, y ellos hicieron la tierra, el cielo, los seres humanos y todas las cosas. Además creían en otros dioses o teotes: el dios de la lluvia Quiatéot, el del comercio Mixcoa, el de la región bajo tierra Miqtantéot, el del aire Chiquinaut Hécat, el del hambre Bistéot, y así otros. En el interrogatorio a un cacique o jefe nicarao llamado Misesboy, el ano 1528, respondió: "¿Sabes quien crio el cielo y la tierra?- Seyendo yo muchacho me dixeron mis padres que Tamagostad e Cippatoval (sic) lo criaron. -¿Dónde están esos? - No lo sé, sino que son nuestros dioses mayores a quienes llamamos teotes". Además de los teotes, existían también tamachas, a modo de ángeles. Los nombres de los veinte días del calendario tenían nombres de dioses. Era muy importante el dios de la lluvia, pues de él dependían las cosechas: Quiatéot, tal era el significado de su nombre, tenía por padre a Omeyateite y por madre a Omeyateciguat, y eran increados, en el sentido de que no procedían de ninguna otra pareja ni de nadie, y habitaban en elfinalo cabo del mundo "donde sale el sol en el cielo". Problema importante, pues fue utilizado como justificante de la conquista, es el referido a los sacrificios humanos que ofrecían a los dioses. Esclavos y prisioneros de guerra eran las víctimas. Su sangre se esparcía en todas las direcciones, en particular hacia las imágenes y dioses situados en los templos. También se ofrecían el corazón. Era la forma de pedir agua, salud o buenas cosechas, intentando tener propicios a los dioses. Una parte de la carne de los sacrificios era comida en banquete ritual. También se hacían ofrendas de maíz, gallinas, pescado y otros productos, quedando el sacerdote con las ofrendas. Cuando alguien moría, si ha sido bueno, era recibido por Tamagástad y Cipattónal, que dicen: "Ya vienen mis hijos". Pero si ha sido malo, va abajo, a la tierra. Los niños tiernos, que mueren antes de poder comer el maíz, pueden reencarnarse y volver aquí en latierra,volviendo a nacer de sus padres, lo que no ocurre con los adultos. Estas creencias lasrecibíanpor tradición de padres a hijos, aunque también se utilizaba libros con caracteres pictográficos o dibujos. Se hacían en piel de venado, alargados y estrechos, doblados en cuadro, y estos libros eran pintados en tintas roja y negra. Los sacerdotes eran los encargados de las enseñanzas de las antiguas doctrinas, lo que hacían en forma de cantos o memorias. También se mantenían las tradiciones y creencias a través del calendario. Los días estaban consagrados a los dioses, siendo veinte los días dedicados, en los que se trabajaba, y alfinalde los 25
cuales se hacían fiestas con licor y se descansaba. El ano contaba de 18 períodos de veinte días en el altiplano mexicano, a los que se llamaba cempoales, como si fueran meses, con cinco días añadidos para completar el año (4). Los nicaraos creían que había existido un diluvio en el que el mundo y los hombres acabaron, aunque luego fueron recreados otra vez por los dioses. El sacerdocio tenía carácter libre y temporal: los sacerdotes eran elegidos entre los miembros de la tribu por un año, fueran solteros o casados. En el año que duraba su ejercicio no podían mantener relaciones sexuales y debían permanecer en el templo todo el tiempo, siendo servidos por muchachos. Las mujeres no entraban en los templos.
desarrollando un grupo escultórico impresionante anterior e inferior al de los mayas y nahuas. Sin embargo, la presencia de estas piezas monumentales en el territorio de los chorotega autorizan a incluirlos entre los pueblos más avanzados y remotos que se conocen" (6).
Religión de los chorotegas Tenían cuatro cultos: - de la luna menguante, identificada con la Abuela, la dueña de la Olla celeste que derramaba el agua sobre las milpas, - de la luna nueva o de la Madre, que vertía la lluvia. Su nagual (representante o figura) era el perro del cielo, Nambi, - del sol, identificado con la culebra cascabel enrollada sobre sí misma, era la vida continuada, - del volcán Masaya, posible nagual telúrico del sol, lecho nocturno del astro rey, identificado con el puma o gato salvaje y con la lapa colorada, de la cual creían descender. Además contaban con otros dioses menores, como el Mombacho, la culebra del lago Cocibolca, la sierpe (o serpiente) de la laguna de Apoyo o del Diría, la sierpe de la laguna de Masaya, y el mar Pacífico comprendido entre la desembocadura del río Escalante y Masachapa, mar Chorotega de estos antepasados. "Por lo que sabemos, vivían la última etapa del matriarcado y tenían sacerdotisas poderosas" (5). Acerca de las más antiguas estatuas líticas en Nicaragua, las halladas en la isla de Zapatera, al occidente del lago Cocibolca, cerca y enfrente de la ciudad de Granada, este es el resumen de las investigaciones realizadas hasta la fecha, dado por un autor nicaragüense: "Constituyen un notable núcleo estatuario asociado a Mesoamérica y culturas sudamericanas; representan deidades de la vida y de la muerte, pero más de la primera; en concreto, exaltan el culto fálico y la fertilidad; asimilan el motivo felínico y conmemoran jefes guerreros. Fueron elaboradas en una edad temprana de la historia de América, cuando una cultura hasta ahora escasamente conocida, poseedora de un profundo culto funerario, decidió convertir la isla del Gran Lago de Nicaragua, Zapatera, en su principal centro ceremonial, 26
"El lagarto", escultura mangue-chorotega en la Isla Zapatera, lago Cocibolca (copia de dibujo de Bovallius)
Religiosidad en la Costa Atlántica
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El estilo de estas dos figuras corresponde a la llamada tradición cultural pipil en su dispersión del centro de México hacia Centroaménca a) Figura "de brazo cruzados" procedente del oriente de Chiapas, según Carlos Navarrete ("Notas de la arqueología chiapaneca". Revista Icach, no 18) b) Figura del estilo "de brazos cruzados" procedente de El Silencio (región de los lagos), Nicaragua, según Francis B Richardson ("Non-Maya Monumental sculpture", The Maya and their Neighbors) c) De este mismo estilo existen 14 esculturas en el patio del Instituto Técnico La Inmaculada, situado en Pochocuape, bamo al sur de la capital Managua, todas ellas sin clasificar. ( M León Portilla)
Miskitos: Para los miskitos existían tres tipos de espíritus principales: Liwa, que habitaba en el agua, Kubia, que controla los vientos, y Unta dukia, o Waiwin, una especie de demonio de la selva que ejerce influencia en todo lo que vive en ella. Estos espíritus principales tienen espíritus subalternos que intervienen malignamente en todas partes: en el silbido del viento, en el rumor de las aguas, en la descarga del trueno. En todas partes los indios miskitos escuchaban las voces de los espíritus y se sentían amenazados por ellos. Si en un río un miskito se encuentra con una turbulencia o remolino de agua, grita lo más alto que puede para que se vayan los espíritus que allí se encuentran (7). Por eso en la vidade los miskitos tenían gran importancia los sukia o chamanes, especie de sacerdotes o brujos que curaban enfermedades. Cuando un rayo golpeaba a un miskito, era Kubia quien lo golpeaba y le llamaba para que fuese su okuli, o chamán principal entre todos los sukia. (El último gran okuli se llamaba Pasa-yapti y murió en 1894). Este okuli era convertido en representante de Kubia y se le encargaba contener catástrofes, como huracanes, inundaciones y plagas de saltamontes. Kubia es el causante de los resfriados ocasionados por cambios de temperatura o lluvias, por ejemplo, pero si la enfermedad se adquirió en la selva, entonces el causante es Unta dukia. El arco iris era la bandera de Kubia, por eso cuando aparecía mientras se bañaban los miskitos, éstos abandonaban el agua, para que no se los llevara El arco iris, los fenómenos naturales violentos y espectaculares como el trueno, los nombres genéricos de Slilma o planetas y Yu o Lapta, sol en género femenino, eran en primer lugar metamorfosis de seres humanos, designan el más allá cósmico de la sociedad y son una forma de religiosidad exterior al espacio de lo divino según la tradición occidental. Wa Aisa de los miskitos, dios sin culto ni presencia, es la representación de lo Otro, la garantía de la cultura inserta en la sociedad miskita, cuya mayor exigencia es precisamente guardar la tradición. El alma de los miskitos cuando mueren es llevada por un largo camino hacia la madre originaria, la yapri misri, para lo cual ha de pasar por varios obstáculos. Si en uno de ellos encuentra su perdición y alguien descubre quién es el causante de ella, entonces vienen muertes y sangrientas venganzas en las familias. En una etapa posterior, los miskitos integraron ceremonias provenientes de África a través de los negros que se mezclaron con ellos, como los segundos enterramientos y los wakes en los que hay cuentos de despedida al espíritu del muerto. Sumus: Los sumus o sumos tenían tradiciones culturales y religiosas similares a los miskitos. De tradición patriarcal, el cacique y los ancianos son los que dirigen la comunidad; por ejemplo, él es el que da permiso cuando los jóvenes se quieren casar. Además están los chamanes, lo mismo que en los miskitos. El relato sumo de la creación lo relaciona con dos hermanos, que mientras 29
navegaban por el río chocaron en unos rápidos y el bote zozobró. Nadaron hasta la orilla, encendieron una hoguera y comieron maíz que crecía en las cercanías. Comieron los granos y el olote pelado lo echaron al suelo: entonces los olotes se convirtieron en animales; los olotes que echaron al aire se hicieron aves y pájaros y los que cayeron al agua son los peces. Y todos estaban alegres. Pero uno de los hermanos encendió fuego, y fue tan grande que se lo llevó a él mismo a las alturas. El otro hermano quiso acompañarlo, pero el fuego era tanto que no podía, por lo que pateó en el suelo: entonces vino la lluvia de chispas que le llevó también a él hacia lo alto. Así surgieron el sol, la luna y las estrellas. Por eso cualquiera que vaya a ser chamán tiene que pasar por la prueba del fuego. El ceremonial de difuntos es muy amplio, siendo diferente para el varón y para la mujer. Sobre la tumba se hace una casa, donde permanece el espíritu del difunto hasta el momento de lafiesta.Allí han de poner alimentos los parientes. Con otros ritos se preparan para el día que determina el chamán. En él vuelve el alma, una vez más, entre los hombres, y se alegra con los familiares y amigos antes de ponerse en camino hacia la Madre originaria. Ramas: Tienen una divinidad a la que llaman Matun. Es un ser bueno al que se le tiene confianza y no se le hace muchas reverencias, pues tampoco tiene gran poder. Los malos espíritus están muy presentes en la vida de los ramas. Ellos son los causantes de las enfermedades y de la muerte aliados con seres humanos malos. El chamán es el único que puede liberar de esos malos espíritus. Su actuación es similar a la de los miskitos y sumus. La diferencia está en que el oficio de chamán era hereditario entre los ramas.
CAPITULO II: Cristiandad colonial (1523-1811) 30
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1523 -1531 Conquista y bautismos masivos "El afio de 1522 ó 1523 pasó este tirano (Pedrarias Dávila) a sojuzgar la felicísima provincia de Nicaragua, el cual entró en ella en triste hora. Desta provincia ¿quién podrá encarescer la felicidad, sanidad, amenidad y prosperidad e frecuencia y población de gente suya? Era cosa verdaderamente de admiración ver cuan poblada de pueblos que casi duraban tres y cuatro leguas en luengo (largo), llenos de admirables frutales que causaban ser inmensa gente. A estas gentes...hízoles aquel tirano con sus tiranos compañeros que fueron con él -todos los que al otro reino (Panamá) le habían ayudado a destruir- tantos daños, tantas matanzas, tantos captiverios e injusticias que no podría lengua humana decirlo... (y cuando se llevan a los jóvenes sucede) con grandes alaridos e llantos del pueblo porque son las gentes que más parescen que aman a sus hijos" (1).
Los primeros españoles en Nicaragua En su cuarto viaje por el estrecho dudoso, a través del Atlántico caribeño, buscando las puertas para la navegación hacia China, Japón y la India, Colón y los hombres que le acompañaban lograron salir de unas peligrosas honduras y gracias a Dios bordearon el cabo que les permitió alcanzar la costa nororiental de la actual Nicaragua, donde desembarcaron. Aquellas tierras se llamaron por eso Honduras y Cabo Gracias a Dios hasta nuestros días, formando parte, esta última, del territorio nicaragüense actual. Pisaron la región del Cabo el día 12 de setiembre de 1502. Veintiún años tardarían en pisar tierra nicaragüense otros españoles, ahora por la región del Pacífíco, al occidente. Desde Panamá, recién fundada al sur del istmo de su nombre, el tirano Pedrarias envía expediciones hacia el sur, camino del Perú, y hacia el norte-occidente, con alcances hasta California, a lo largo de la costa pacífica centroamericana. Un funcionario español enriquecido en la isla Dominicana (La Española) había conseguido capitulaciones (contratos) para recorrer tres mil leguas de tierra firme por esta región del Pacífico. Con tres navios se hace a la mar desde Panamá, acompañado de Andrés Niño, experimentado navegante. Tras muchas contrariedades, por las dificultades que les puso Pedrarias, consiguen hacerse a la mar y llegan al actual golfo de Nicoya. Allí se separaron, siguiendo Andrés Niño con un barco por la costa, mientras Gil González Dávila, que tal era el funcionario promotor de la expedición, seguía por tierra hacia el interior. Andrés Niño y sus hombres arribaron a un puerto natural situado al noroccidente de la actual Nicaragua, al que llamaron puerto de la Posesión, más tarde transformado en El Realejo, cerca del actual puerto de Corinto. Era el 27 de febrero de 1523. Más importancia tuvo, sin embargo, la penetración que por el suroccidente dirigía 33
Gil González Dávila. Entrando por tierras de la actual Rivas, tras encontrarse con varios jefes y poblados indios, llegaron a las orillas del gran lago Cocibolca, quedando admirados de sus dimensiones, y le pusieron por nombre la Mar Dulce, pues creían que era un mar. Tomaron posesión formal con acta de escribano en nombre del rey de España el día 12 de abril de 1523. Sentido de esa primera expedición de españoles a Nicaragua En su avance, Gil González y sus hombres se encontraron con numerosos pueblos de indígenas. Llevaban consigo tres indios que les servían de intérpretes, pues habían sido llevados anteriormente de otra expedición a Nicoya. En cartas al rey, Gil demuestra su admiración por tanta población yriquezacomo se encontraba. Pero hizo más: de un solo les hizo vasallos del rey de Castilla, les bautizó para hacerles cristianos y les recuperó sustanciales cantidades de oro. En carta al rey del 6 de marzo de 1524 escribe: "Yo me partí por tierra haziendo muchos caciques (jefes o reyes) amigos y vasallos de vuestra magestad y tornándose todos cristianos muy de su voluntad y llegue a un cacique que se llama Nicoya el qual me presento 14.000 castellanos de oro (moneda) y se tornaron cristianos seis mil y tantas personas con el y sus mugeres y principales y quedaron tan cristianos en diez dias que estuve allí...diome seis estatuas de oro de grandura de un palmo y me rogo que le dexase algún cristiano que le dixese las cosas de Dios. Lo cual yo no ose hazer por no aventuralle y porque llevaba muy pocos. -Cuando huve andado cinquenta leguas tuve nueva de un gran cacique que se llama Nicaragua..." (2). Junto a esta carta figura la Relación de las leguas y caciques quel capitán Gil González anduvo y descubrió por la costa de la mar del sur y de los que se bautizaron y del oro que dieron a sus magestades. En el sumario o resumen de dicha relación se lee que se hicieron cristianos "treinta y dos mil y sesenta y quatro animas", "se dieron en presente a sus magestades 112.524 pesos y tres tomines de oro, lo más de ello baxo", así como 145 pesos de perlas. Con anterioridad viene una relación detallada de lo obtenido en oro y número de bautizados según cada cacique o teite, a quienes se nombra. Impresiona ver, con documentos y lenguaje de la época, la unidad que se establecía entre le empresa económica, la política y la religiosa. La acumulación capitalista inicial necesitaba oro para desarrollar el mercantilismo, base de la posterior industrialización. El mercantilismo se define como el sistema económico que pone en el oro y la plata lariquezade las naciones. Fernando e Isabel, reyes de la unificada España, lo ponen en sus tierras al comenzar el siglo XVI europeo, aunque serán otros países quienes lo desarrollarán. La búsqueda del camino de las Indias, el hallazgo del estrecho dudoso, o expediciones como ésta de Gil González o las que seguirán de Francisco Hernández de Córdoba y otros, han de ser consideradas como "aventuras especulativas de índole capitalista" (3) por sus objetivos, participantes, financiamiento, capitulaciones, reparto deriesgosy bene34
ficios, entre otros. En sus comienzos, la cristianización masiva de los primeros momentos de la conquista era "algo idéntico" a la propia conquista (4). Más adelante, al decantarse los intereses coloniales, dejó de considerarse igual para pasar a formar parte del proceso. Es todo el problema vinculado a la cristiandad colonial y al patronato real que la regulaba, que, como señala un autor, fue la única cristiandad dependiente entre las varias que existieron (5). Todo esto lo vio con clarividencia el gran defensor de la causa indígena fray Bartolomé de las Casas. En su Introducción a la Brevísima relación de la destrucción de Indias (América), escribe: "La causa por la que han muerto y destruido tantas y tales e tan infinito número de animas los cristianos ha sido por tener por su fin último el oro y henchirse de riqueza en muy breves días e subir a estados muy altos e sin proporción a sus personas". Al unir la idolatría o fetichismo del oro al ansia de poder político y social, fray Bartolomé apunta a un punto central del capitalismo y del problema que siempre vieron los reyes de España en la conquista: que los encomenderos y autoridades españolas llegaran a adquirir un poder que disminuyera o aniquilara el suyo propio de rey, lo que había sucedido en la edad media española. Para eso se sirvió del patronato real, promoviendo la llegada de órdenes mendicantes, como franciscanos, dominicos y mercedarios, e impidiendo otras, como los benedictinos, ya que de esta forma pretendía controlar el poder real en América. Para ello se valió también de las importantes leyes de Indias. Por eso también a la pregunta: ¿Quién dirigió la iglesia latinoamericana desde 1524?, la respuesta es: "Lo que se llamó el Consejo de Indias" (ib).
La primera predicación en Nicaragua: credo y ritos inicíales El propio conquistador Gil González, con alguno de sus hombres y el clérigo que los acompañaba, iniciaban a los caciques y sus gentes en los misterios cristianos. En la carta citada (2), Gil nos ha dejado testimonio fiel de cuál era el credo que proponían e inculcaban: primero: en el cielo, más arriba del sol, hay un Señor que hizo todas las cosas y los hombres; segundo: los que ésto creen y le tienen por Señor y se bautizan, cuando mueren van arriba, donde El está; tercero: los que no son cristianos van a un fuego que está debajo de la tierra. Más adelante les hablaban de otras cosas referentes a Dios. Gil insiste en la voluntariedad de los indios para recibir el bautismo: nadie se lo imponía. El clérigo que les acompañaba se encargaba de misionar en pueblos vecinos, para lo cual viajaba en el mejor caballo y se hacía acompañar de dos españoles armados. Su nombre era Diego de Agüero, como consta en el acta de posesión de la Mar Dulce (lago Cocibolca). 35
Tanto la voluntariedad de los indígenas como su número eran requisitos que exigían las Leyes de Indias (1512) para justificar la dominación de los conquistadores: así debían bautizarse. Pero además Gil González y sus hombres practicaron varías actividades religiosas: -colgaron una imagen de Nuestra Señora en lo alto de la casa que les cobijó un día de grandes lluvias y en el que losríosse salieron de sus cauces; la lámpara que estaba junto a la imagen nunca se apagó, ni en medio de las lluvias e inundación de la casa, ni cuando se derrumbó ésta; -en los pueblos donde pasaban ponían dos cruces: una grande en un montículo o gradas que había en todas las plazas, y otra más pequeña en el altar del templo -que él llama mezquita, ¡como si fueran musulmanes!-, que los indígenas tenían en cada pueblo; esta última la ataban por abajo y le ponían unas mantas pintadas al lado, por lo que aparecía muy devota; -cuando se bautizó el gran cacique o teite Nicaragua, lo hicieron más de nueve mil de su poblado (9.017), aunque no todos quisieron. Después de él, otros muchos teites con sus gentes también lo hicieron, incluso sin necesidad de predicarles, aunque pedían que lo hicieran y por eso enviaban al clérigo. Testigo privilegiado de estos primeros momentos de la llegada de los españoles a Nicaragua, el gran cronista Gonzalo Fernández de Oviedo reproduce casi íntegra esta carta de Gil González, aunque sin nombrarla, y después del encuentro con un gran teite, Diriangén, comenta: "Es de pensar que estos que nuestra fee catholica predicaban a estos indios, no les decían la pobreza de Christo e sus Apostóles observaron, con tanto menosprecio del oro e de los bienes temporales, teniendo (Jesús y sus discípulos) principal intento de la salvación de las animas, ni traían cuchillo, ni pólvora, ni caballos, ni esotros aparejos de guerra y de sacar sangre. Nuestros convertidores tomábanles el oro e aun las mugeres e los hijos e los otros bienes, é dexabamos con nombre de baptizados, é sin entender el bien de tan alto sacramento los que les recibían" (6).
La violencia inicial de la conquista despuebla Nicaragua "Sábado diez e siete dias de abril (de 1523) a medio día con la mayor siesta del mundo dan sobre nosotros tres o quatro mili yndios de guerra armados a su manera..." Gil González nos narra así el primer ataque de los hombres de Diriangén, tres días después de la entrevista que tuvo con él y su deslumbrante comitiva. Diriangén es el ejemplo vivo, pero no único, de ese levantamiento contra el invasor extraño. El mismo cacique Nicaragua le mostró hostilidad a su regreso del viaje, así como otros caciques de la zona. La fundación de Granada y León (viejo), un año después, por la expedición capitaneada por Hernández de Córdoba contó con dura oposición indígena. El mismo teite Nicaragua se enfrentó a los invasores y cuando herido de muerte por un arcabuzazo se dirigió a sus hombres les dijo: "¡Húndanse 36
conmigo los siete reinos!" (7). A esta violencia legítima de los indígenas se oponía la violencia injusta de los conquistadores, cuya codicia no tenía límites. Agotado el oro aluvial de las islas del Caribe hacia el año 1520, el hallazgo de Nicaragua y sus gentes fue un rebrote de esas mismas ansias. Antes de encontrarse con la inmensariquezadel Perú -hacia los años treinta- y tras el control y la abundancia de los hallazgos de México, el actual territorio de Nicaragua supuso, primero, un deslumbrante y efímero territorio en disputa, en búsqueda de nuevos filones. En 1525 había pretendientes a dominar Nicaragua desde, al menos, cuatro direcciones: -Por el Sur, Pedrarias Dávila, desde Panamá, envía en 1524 un capitán a sus órdenes, Francisco Hernández de Córdoba, siguiendo los pasos de Gil González un año antes, con el objetivo de asegurarse sus derechos. A Hernández de Córdoba se deben las fundaciones de Granada, junto a Jalteva, a las orillas del Cocibolca, controlando el comercio por el Sur, y León (León viejo) junto al Momotombo, al Norte del lago Xolotlán. Se pasaba de la conquista a la colonización, pero la motivación seguía siendo la misma: rescatar oro y otrasriquezaspara llevarlas a Panamá. Desde León se controlaba el tráfico por Occidente -puerto de El Realejo o de la Posesión- y las minas del norte que se explotarían después. Hernández de Córdoba sería ejecutado por su gobernador Pedrarias Dávila, en plena plaza de León, en 1526, por lo mismo que fue ejecutado Nuñez de Balboa en Panamá, siete años antes y de la misma manera, cortándoles la cabeza por envidias y recelos del tirano. -Desde el Norte, Hernán Cortés, el capitán rebelde afortunado, había mandado a un capitán suyo, Cristóbal de Olid, para tomar posesión de las tierras centroamericanas a través de Honduras. En este lugar, Olid se rebela contra su jefe, y Cortés envía otro capitán, Francisco Las Casas, para reparar el daño, todos buscando llegar a Nicaragua por el Norte de ésta. Olid, que había hecho prisioneros a Las Casas y a Gil González que había regresado, será asesinado por éstos, pese al buen trato que les dio. -Gil González Dávila, tras conseguir el reconocimiento de sus derechos sobre Nicaragua por el rey de España, en contra de los de Pedrarias u otros, regresó vía Honduras con un grupo de hombres para intentar hacerlos valer. Tras el asesinato de Olid será hecho prisionero y llevado a México y luego a España, donde morirá arrepentido. -Además de Pedrarias, Cortés, Olid, Gil González y quizá el mismo Hernández, por el curso que tomaron los acontecimientos, otro capitán de Cortés, Alvarado, que dominaba Guatemala y El Salvador, también pretendió hacer valer sus derechos sobre Nicaragua. Incluso los mismos gobernadores de Santo Domingo tuvieron su parte en los reclamos, lo que ocasionó durante un tiempo graves contiendas entre los propios españoles, vencidas por las propias circunstancias -como la incomunicación-, y por la decisión y avaricia sin límites del primer gran tirano de Nicaragua, Pedrarias Dávila. 37
Como el oro resultó ser escaso en Nicaragua, los conquistadores hallaron "un buen grado de compensación al encontrarse con una población indígena densa" de la que obtuvieron beneficios materiales y buenos dividendos al enviarles vendidos como esclavos hacia Panamá (8). A ello se unió, como señala fray Bartolomé de las Casas, la continua tiranía, la opresión, las guerras injustas, la servidumbre cruel y las infinitas "inmanidades" que los españoles hicieron. También hay que citar enfermedades nuevas para ellos, para las que no tenían defensas orgánicas todavía. Y pese a todas estas crueldades y a que murieron miles de indígenas, como el mismo fray Bartolomé señala, no se ahorcó a nadie en justicia por ello. Lo cierto es que la población de Nicaragua, calculada en unos seiscientos mil indígenas cuando llegaron los españoles en 1523, eran diez veces menos, o sea, unos sesenta mil, diez años después. Incluso fray Bartolomé da una cifra inferior, de doce a quince mil. Al mediar el siglo parece que había unos treinta mil indígenas en la costa Pacífica y centro de Nicaragua actual.
Encuentro de dos culturas: la visión de los vencidos El encuentro del teite Nicaragua con el capitán Gil González ha ocasionado muchos comentarios, comenzando por los propios cronistas de la época. Varios de ellos nos relatan cómo sucedió, aunque críticos actuales señalan que pudo haber mucho de creación literaria posterior al hecho. Basándose en cartas de Gil González y del contador Cereceda que le acompañó, éste es el documento transmitido por Pedro Mártir de Anglería, a quien lo siguen otros cronistas como López de Gomara: El teite Nicaragua preguntó a Gil en ese primer encuentro por el diluvio, que ellos tenían en sus tradiciones; cuando cesarían de alumbrar el sol, la luna y las estrellas; las causas de los vientos, del frío y del calor y otras cuestiones semejantes relacionadas con la vida ordinaria; preguntó también sobre el Dios de los cristianos y qué deberían hacer para agradar a ese Dios; cómo Jesús siendo hombre tiene madre virgen y cómo es que también sea Dios; si el emperador y rey de Castilla, de quien tantas proezas y poderío contaban, era mortal; y para qué tan pocos hombres querían tanto oro como buscaban. Gil contestó como pudo, "explicando la mayor parte según sus alcances y dejando lo demás al divino saber", de tal forma que él y los suyos quedaron maravillados oyendo tales preguntas y palabras a un hombre medio desnudo, bárbaro y sin letras. "Nunca indio alguno habló como él, a lo que alcanzo, a los españoles", concluye el cronista Gomara (9). Pero el encuentro violento de la cultura europea a través de España trajo otras consecuencias, junto a la desaparición física de los propios indígenas, como fue la desestructuración de su habitat familiar y productivo, la desarticulación de su composición social. Las preguntas de Pedrarias a los indios para justificar su dominación revela ya esa rotura en las creencias tradicionales, aunque mantengan
todavía en 1528 sus memoriales tradicionales, como se vio al referirnos a la religión de los nicaraos (notas 1.2 y 1.3). En 1547, un viajero cronista recogió de un viejo teite la experiencia cultural y político-religiosa de los vencidos, unos veinte años después del primer encuentro. Dijo el teite, llamado don Gonzalo: "Cuando los cristianos venían a nuestros países y nos dimos cuenta de las crueldades que cometían en todo lugar, convocamos a nuestros amigos, y reunidos en consejo decidimos luchar y morir todos combatiendo antes de ser sojuzgados todos por ellos". Atacaron a los cristianos con lanzas yflechas,y con piedras, y se espantaban cuando llegaban los caballos, y por eso pidieron la paz varias veces. Pero como la situación seguía, "reunimos a nuestra gente, y, después de discutir, llegamos a una firme y deliberada determinación: antes morir todos que quedar siervos de los cristianos". Al enterarse de ello las mujeres suplicaron hasta hacerlos cambiar de opinión, pues estaban dispuestas a que las mataran a ellas y sus hijos en otro caso. Las consecuencias fueron la dominación brutal que soportaron después, pues a las muchas muertes que se sucedieron, "nosotros ya no éramos dueños de nuestras esposas ni de nuestros hijos, ni de ninguna de las cosas que antes poseíamos; a tal punto que muchos de nosotros mataban a sus hijos, otros se colgaban y otros se dejaban morir de hambre" (10). Para este antiguo teite o jefe indígena, la experiencia de los cristianos la reflejó así: "¿Qué cosa es cristiana para los cristianos? Piden el maíz, la miel, el algodón, la manta, la india para hacer un hijo, piden oro, plata. Los cristianos no quieren trabajar, son blasfemos. Cuando van a la iglesia a oír misa murmuran entre sí unos a otros, se hieren entre sí". Cuando el cronista viajero le manifestó que eso lo hacen los malos cristianos, pero que también hay otros buenos, el viejo teite exclamó: "¿Y los buenos dónde están? Que yo no he conocido otros sino estos malvados".
Los primeros clérigos en Nicaragua Por el Patronato Real sobre la iglesia, el rey determinaba quiénes eran los obispos y misioneros de las Indias. Por ello, en principio, todos los clérigos dependían de la Corona española y así se incorporaban a las empresas conquistadoras y colonizadoras. El clero era parte del mundo y sociedad colonial, y tal era la percepción que recibían los indígenas. Con la primera expedición de Gil González, llegó a Nicaragua el primer presbítero católico a este país, Diego de Agüero. Este clérigo estaba presente, junto a Hernández de Córdoba, en la fundación de las ciudades de Granada y León, año y año y medio después. Con él vinieron también, en esta segunda expedición, dos clérigos más: el arcediano Rodrigo Pérez y el presbítero Diego Escobar (11). Estos dos últimos figuran en la lista de los primeros vecinos que tuvo Granada, pudiendo
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ser considerado Rodrigo Pérez como el primer cura que tuvo esta ciudad, siendo Diego Escobar su vicario y coadjutor. Rodrigo había sido arcediano en la iglesia de Darién y en la de Cuba antes de pasar a Nicaragua. Escobar asistió en la cárcel a Hernández de Córdoba antes de ser degollado por orden de Pedrarias. Con la llegada de Pedrarias a Nicaragua en 1526 como gobernador, llegó también un gran misionero y organizador, amigo de Pedrarias y que ocupará importantes cargos en su congregación religiosa: el mercedario fray Francisco de Bobadilla. Además de investigar las creencias de los nicaraos en 1528, organizó el primer convento de mercedarios en Nicaragua, en León Viejo. Su trabajo apostólico lo recoge el cronista Oviedo, con quien compartió aquellos primeros momentos en Nicaragua. Por fe del escribano de Granada atestigua Oviedo: "vi signado que fray Francisco de Bobadilla, provincial de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, bautizó en el espacio de nueve días en la provincia de Nicaragua a 29.063 personas", especificando el número de indios bautizados según las poblaciones, entre las que cita Diría, Bombacho (sic), Masaya, Managua y otras. También se dice que "aqueste reverendo padre quebró muchos ídolos y puso cruces en todos los caminos, plazas y lugares altos, e hizo iglesias y puso imágenes de Nuestra Señora y cruces y agua bendita, dejando en la mayoría de los lugares muchachos ladinos para que enseñasen a los indios el Pater Noster y el Ave María" (12). Junto a los mercedarios llegaron muy pronto a Nicaragua las otras órdenes medicantes de franciscanos y dominicos (ver nota 11). Lo cierto es que en 1531 el ayuntamiento de León menciona tres conventos en la ciudad, de San Francisco, de Santo Domingo y de la Merced, y solicita al rey les envíe más frailes para los dos primeros, pues querían irse al Perú los que allí se encontraban según orden de su superior (13). En 1532, el dominico fray Bartolomé de las Casas ocupa y predica desde el convento de San Francisco de Granada, que había sido abandonado por sus primeros frailes fundadores. Este convento se llamaba de la Concepción y había sido fundado en 1529, el mismo año que el de Santo Domingo de León, que se llamaba de San Pablo.
1531-1610: Organización eclesial y crisis En el trabajo en equipo presentado para la Historia de la iglesia de los pobres en Nicaragua propusimos la fecha de 1550 como la de un corte histórico vinculado al asesinato del obispo Valdivieso en León ese año. Pero en realidad el cambio significado se da cuando la población abandona definitivamente León a orillas del lago y del volcán Momotombo, en 1610 y se traslada, aún sin autorización real, al nuevo León, cerca del poblado indígena de Subtiava. Además, en ese año se observa un impulso misionero vivo encarnado en los franciscanos, que trataran de cristianizar a las hasta entonces inabordables etnias del norte montañoso de Nicaragua, incluso al precio de su vida (14). 40
La diócesis se organizó el 26 de febrero de 1531, fecha en que Clemente VII erigió el obispado de Nicaragua con sede en León de Nicaragua. Ese mismo año, el 4 de abril, la reina nombra a Diego Alvarez Osorio obispo de Nicaragua y solicita bulas de aprobación para él al Papa. Las bulas nunca llegaron, por lo que el primer obispo de León fue electo, pero no consagrado. El 6 de marzo de ese año 1531 moría ilc muerte natural Pedrarias Dávila, primer gobernador y gran tirano de este país, y aunque sus sucesores no fueron mejor que él, con sufinalacaba una primera etapa de consolidación colonial. Tres años más tarde, el 2 de noviembre de 1534, el Papa Pablo III concedió por fin las bulas de confirmación de la diócesis. Las primeras, si existieron, nunca se encontraron. La diócesis, en realidad, había venido gestándose y creciendo desde antes: en 1527 Diego Alvarez fue nombrado defensor de indios por mandato real -uno de los primeros que hubo en América-, y fray Alonso Yanez Rojas, conocido como el maestro Rojas, lo fue de arcediano de León, así como de provisor (juez) eclesiástico, con poder de visitar iglesias y arrendar diezmos, el año 1528. La diócesis surgió como sufragánea de la de Sevilla, España, hasta 1547, en que pasó a depender de la de Lima, Perú, lo que sucedería hasta 1743, en que pasó a ser sufragánea de la de Guatemala. Su jurisdicción se extendió a Nicaragua y Costa Rica hasta 1850, año en que esta última se independizó.
Profetas defensores de Indios en Nicaragua Es muy significativo que desde estos primeros momentos de formación del pueblo de Dios en Nicaragua no faltaran profetas que iluminan su historia posterior. Así sucedió con los obispos Diego Alvarez Osorio y fray Antonio Valdivieso, así como el gran defensor fray Bartolomé de las Casas, que permaneció unos años en Nicaragua, mientras pretendía llegar a remediar algo las cosas del Perú. Diego Alvarez Osorio es nombrado defensor de indios por real cédula del 2 de mayo de 1527 (15). En ella se menciona la disminución de población de los naturales indígenas, por no guardar los encomenderos las leyes y ordenanzas; por lo cual, el rey, reconociendo que Nicaragua es muy poblada yrica,acuerda enviar "una persona de conciencia que sea protector y defensor de los dichos indios y mire por el buen trato, conservación y conversión de ellos". Para lo cual nombra a Diego Alvarez Osorio. Hombre sensible y evangélico, y muy preocupado por los indios, entró en constantes conflictos con los encomenderos y autoridades de su tiempoAl no estar definido entonces sus atribuciones, por ser uno de los primeros nombramientos en este oficio, hubo numerosas informaciones de un lado y otro, siendo uno de los períodos de los que mejor información tenemos por esto mismo. A partir de 1530 se declarará al defensor de indios como informador de las autoridades superiores, sin atribuciones jurídicas. En 1535 Diego Alvarez realizó 41
una persecución contra los traficantes de esclavos, saliendo con las autoridades al puerto de la Posesión tratando de impedir el embarque de indios que iban a ser vendidos en otros lugares. Cuando el gobernador interino, sucesor de Pedrarias, Castañeda, tiene que abandonar Nicaragua por ser acusado de corrupción, el pueblo y las autoridades locales le proponen a Diego como sucesor. Los elogios a su persona son constantes por una parte de la población, así como los ataques verbales y amenazas de los más ricos encomenderos y propietarios de minas. Falleció en 1536. En 1532 fray Bartolomé de las Casas hace escala en el puerto de La Posesión, camino del Perú con dos compañeros. Es muy probable que Alvarez Osorio haya salido a su encuentro y le convenciera para que se quedara en Nicaragua, donde había tanto que hacer y a la vez consolidara el convento de Santo Domingo o de San Pablo en la ciudad de León, probablemente abandonado para estas fechas (ver nota 13). Según el cronista Remesal, el mismo rey-emperador le había hecho ese encargo, posiblemente como respuesta a las inquietudes del cabildo de León expresadas al rey un año antes (16). En Nicaragua, fray Bartolomé y sus hermanos dominicos defienden, como lo venían haciendo ya, los derechos del indio a su libertad, su tierra, sus bienes y su organización. En 1535 escribe desde la ciudad de Granada una carta a un personaje de la corte para que influya en el emperador. Ahí hace denuncias concretas de ¡ personas maltratadas, como la india quemada viva dentro de su rancho por no dejarse forzar (violar), y denuncias amplias contra la esclavitud: "Han llevado de ¡ aquí a Panamá más de veinticinco mil ánimas por esclavos y todos son muertos. Y al Perú, antes deestos dos últimos años, más de otros quince mil y todos son muertos, j No va nao (barco) destos puertos que no lleve más de trescientas ánimas y todos ' mueren, antes de que lleguen al Perú, de sed y hambre" (17). Pero fray Bartolomé no se conforma con escribir a la corte real tratanto de que desde allí les solucionen algo. En sus predicaciones fustiga a encomenderos y explotadores de minas por sus abusos con los indios. El convento San Francisco de Granada, habitado por dominicos, conocerá la persecución del nuevo gobernador: el 23 de marzo de 1536 Rodrigo de Contreras, yerno de Pedrarias y nuevo gobernador, inicia juicio para expulsar a los dominicos. Estos se enfrentaban al '• capitán Machuca, encargado por Contreras de buscar salida del lago hacia el; Atlántico y de explotar minas por Chontales. La muerte casi segura en las minas de los indios que llevaban, el maltrato que recibían, su mareaje con hierro como si de un animal se tratara, motivaron fuertes enfrentamientos con fray Bartolomé, quien desde el pulpito y la predicación y por las vías legales y otras se enfrentó abiertamente al problema. Consideraba que la Corona española y también la Iglesia como tal debían ponerse al lado de los indios: obispos y religiosos debían "defender a los indios y preservarlos de cualesquier perjuicios, aflicciones y opresiones, aun corporales, así como suministrarles los auxilios temporales" (18). De Nicaragua, fray Bartolomé pasaría a Guatemala, donde realizaría la conversión pacífica de los 42
indígenas en la región que todavía hoy se llama Verapaz. Fray Antonio Valdivieso, tercer obispo electo y primero consagrado que ejerció en Nicaragua, dominico también y seguidor de la doctrina lascasiana de defensa del indio, fue lafigurarelevante de esta primera época, pues selló su servicio con la entrega de su vida, tras muchas amenazas y dificultades. En 1542 se aprobaban en Barcelona las Nuevas Leyes de Indias, cuya principal disposición era que los indígenas pasaban a ser tributarios directos de la Corona real, sin depender de los encomenderos. Mucha influencia tuvo en estas disposiciones fray Bartolomé, quien se encontraba en España precisamente para lograr eso y por lo cual tuvo largas discusiones y escritos. Pero la aprobación de las Nuevas Leyes de Indias casi provocan un levantamiento general entre los españoles afincados en América, por lo que el rey prudentemente las anuló en 1545. En ese intervalo llegó a Nicaragua fray Antonio Valdivieso. Se enfrentó al clan Contreras, que poseía la tercera parte de Nicaragua de su propiedad, así como sus influencias como gobernador. En 1545, un año después de su llegada a Nicaragua, escribe al emperador Carlos I que le sucedió casi lo mismo que a fray Bartolomé cuando éste llego a su obispado de Chiapas, México: "también yo salí huyendo de mi obispado, donde se han cometido los mayores delitos que jamás se hizieron contra la iglesia y la santa fe", hasta el punto que el provisor eclesiástico (juez) fue acuchillado y sigue amenazado de muerte si no absuelve a sus atacantes, estando los delincuentes tranquilos por la provincia (19). En otra carta al rey de 1547, fray Antonio Valdivieso manifiesta su solicitud pastoral y su decisión de seguir el camino emprendido en favor de los indios, pese a las amenazas y peligros que le produce: "Mándame vuestra alteza tenga gran cuidado del buen tratamiento de estos naturales (indios); yo he tenido mucho trabajo y desasosiego pues este negocio es muy desabrido casi a todos los que acá moran", siendo las autoridades oficiales los que más dañan. Y sigue: "el estado de estas miserables (pobrecitos, indios) es tal, que les sería próspero el de esclavos, porque éstos son tratados como hombres y los naturales (indios) como bestias, y mucho más respeto se les tiene a las bestias que a ellos. Yo he trabajado mucho y por pulpito y confesiones se ha remediado algo y se hubiera remediado más si no huviera cstorvo de vuestras justicias". Ha sido calumniado y perseguido, teniendo que quedarse en casa sin llegar a la iglesia cuando las autoridades y encomenderos están presentes. Por ejemplo, el día solemne del Corpus Christi le amenazaron de llevarlo preso y ahorcarlo delante de todo el pueblo, de manera que aunque los peligros han sido muchos en Nicaragua "nunca les he tenido tan grandes como cuando ellos se hallaron presentes" (20). Para entonces ha recorrido ya todo su obispado, conociendo cada persona por sí mismo. Y aunque procuran hacer el bien él y quienes le acompañan, los indios no reciben la doctrina cristiana y hasta sienten repugnancia hacia ella, por haberla hecho presente por las armas. Y aunque existen muchos abusos, sobre todo con las mujeres, "todo esto se hace sin castigo ni reprehensión, antes se castiga al que se 43
quexa". Por todo ello pide se le permita formar poblados de indios dirigidos por él mismo, con indios libres "para que se rehagan". Ademas propone otras soluciones, como el disminuir el tributo de los indios y aún de suprimirlo, porque "harto han tributado, pues han tributado las vidas de todos". Por ejemplo, hay poblados de indios tan disminuidos, que ya no quedan sino diez o quince de ellos. Y las necesidades de los indios son tantas que no hay cabeza para escribirlas todas. Al lado de esta preocupación fundamental por la vida y las condiciones de los indios, fray Antonio se mostró como un buen organizador de su iglesia. A los tres años de su llegada ya se han construido siete iglesias y están en construcción otras cinco. Tiene cuidado que se construyan en poblados de indios, ya que participan con gusto en los oficios divinos. También la catedral avanza y está a punto de acabarse su construcción. Cuandofinalicepiensa dedicar sus rentas al hospital, pues las de éste son bajas. En 1548 dictó excomunión contra los hijos de Rodrigo de Contreras, Pedro y Hernando, mientras el padre estaba en España para responder de sus abusos. Hernando, con un grupo de soldados y un fraile huido del Perú, llegó a su casa el 26 de febrero de 1550 y allí se encontraron: Hernando "le dio de estocadas" al obispo Valdivieso, y éste cayó al suelo junto a una tinaja, por lo que le remató "echando mano de una daga le dio de puñaladas". Valdivieso, herido de muerte, fue recogido por su madre y aun tuvo fuerzas de confesarse antes de morir, manifestando que dejaba su iglesia "a Aquél que la tenía en sus manos y era su verdadero esposo" (21).
Los problemas de la organización eclesiástica En lo general no difieren de los de otros lugares del imperio colonial hispano, aunque mantienen sus características propias. El descubrimiento del oro del Perú, al final de los años veinte, no sólo se llevó, como esclavos, a la población indígena de Nicaragua, sino también a varios de sus clérigos. En 1533, la iglesia mayor de León era atendida solamente por su obispo electo Osorio. Los dominicos, con fray Bartolomé, ocuparon no sólo el suyo de León ya abandonado, sino el de los franciscanos de Granada. Los curas preferían los poblados de indios, pues tenían asegurados sus beneficios, mientras que en los poblados de españoles no siempre recibían de las autoridades lo que por legislación les correspondía. Problema grave fue el de las sedes vacantes, o intervalos en los que no había obispo en la sede, porque los conflictos con las autoridades españolas, siempre deseosas de los beneficios que recibían por la ley las iglesias principales, eran constantes. Tanto más porque al fallar también las autoridades reales quedaba la administración, de hecho, en manos de funcionarios locales. En parte, esto es lo que ocurrió antes de la llegada de Valdivieso y explica algo las causas de su muerte. En el siglo XVI se contabilizan 43 años sin obispo efectivo en la sede de León lo que supone más de la vida episcopal de ese siglo. El segundo obispo de 44
Nicaragua, el Jerónimo fray Franciscano de Mendavia, tardó varios años en llegar a Nicaragua, y cuando lo hizo, en 1540, sólo vivió cuarenta días. Los años, incompletos, en que no hubo obispo efectivo fueron: 1524-1531; 1536-1544 (excepto 39 días); 1550-1557; 1562 (?)-1565; 1567-1575; 1582-1585; 1591-1598. El siglo XVII comienza con otra larga sede vacante y así sigue el obispado. Además de eso, en Nicaragua se dio una abundante presencia de clérigos libres de sus superiores, diocesanos o religiosos, huidos del Perú o de otros lugares, y que de hecho dejaron la religión, causando perjuicios a la cristianización de los indios por su mal ejemplo. Uno de ellos acompañó a los Contreras en su asesinato de Valdivieso y posterior rebelión contra las autoridades reales de Panamá, camino de apoderarse del Perú, pero no fue el único. El caso del arcediano Juan Alvarez es indicativo del calibre que tomaron los problemas eclesiástico-políticos. Procedía también del Perú, expulsado con un grupo de españoles que se refugió en Nicargua e hizo causa com ún con los Contreras y sus pretensiones. En el juicio que se levantó contra dicho Juan Alvarez, la hermana de fray Antonio Valdivieso, María, esposa de Juan Ovalle, vecina de Granada y con 33 años de edad, declara en 1559 que conoce a dicho clérigo desde 1547 y se pronuncia en contra de él en varias materias. En el juicio, se le hacen numerosas denuncias de abusos sexuales, infamias, falsedad en las declaraciones, ser sodomita, sacrilego, vengativo... Desde su posición en la sede vacante, se ha adueñado de todos los bienes de la iglesia que pudo, pidiendo al rey beneficios especiales para iglesias que nunca avanzaban en su edificación. Cuando intentaron denunciar estos hechos a la audiencia de Guatemala, impidió la salida del barco del puerto todo el tiempo que le fue posible, incluso con las armas en la mano, acompañado de otros clérigos. Dice un testigo de este juicio, escribano (notario) de León: Fue con muchos clérigos del partido (municipio) de León hasta el puerto de El Realejo, para que no saliese en dicho barco Francisco Bañuelos con despachos de avisos para la Real Audiencia, sobre los escándalos y revueltas que hacía dicho Juan Alvarez. Para ello se armaron de espadas, lanzas, ballestas y otras armas y penetraton en la dicha villa de El Realejo, por lo que los vecinos de ella permanecieron temerosos, pues parecía que de unos soldados se tratara. Cuando la justicia de la villa trató de prenderlos (detenerlos) al día siguiente, los clérigos, con Juan Alvarez a la cabeza, apuñalaron al regidor del pueblo, y se mantuvieron con las ballestas armadas, preparados. Y destruyeron una parte del barco para impedir que zarpara. Además el testigo afirma que Juan Alvarez sabía del asesinato del obispo Valdivieso, pues cuatro días antes de que sucediera partió para las Segovias para que no le acusaran. Y el testigo ha visto también que ha favorecido a los clérigos y frailes escandalosos y de mal vivir, y no a los buenos y honrados, con gran escándalo en los pueblos; así se dio el apoyo público por carta al padre Monsalve, cura de El Realejo, el cual vivía con la mujer de un vecino llamado Tapia, y dijo en dicha carta que esa mujer ocupara un sitio preferencial en la iglesia, en vez de apartarla, como pedían (22). En 1559 dicho arcediano salió para ser entregado al Consejo Real. Parece que 45
a la llegada del obispo sucesor de Valdivieso, Lázaro Carrasco, le angañó aparecien do como perseguido injustamente por los alcaldes mayores. Pero luego, el obispo, que quería poner orden en su diócesis, se dio cuenta de la verdad y hasta fue denunciado por el propio Juan Alvarez. En 1561 este obispo escribe al Consejo de Indias manifestando el deterioro espiritual que existe en las Indias (23). Y no sólo en lo espiritual; también en lo civil: hubiera habido más tiranías y alzamientos que en Perú si existierariquezacomo allí (24).
1610-1700: Misiones franciscanas El clero secular (diocesano) en Nicaragua era poco numeroso y en su mayoría desconocía el idioma de los indios (25). Fueron frailes franciscanos, y, en menor medida, mercedarios, quienes impulsaron las misiones hacia regiones y poblados nuevos. De los primeros tenemos sustanciales referencias, en las que se descubre el carácter intermitente de ese empuje misional, su dependencia de la Corona española y el deseo de los franciscanos de llegar a poblaciones nuevas del norte montañoso, en las que los indígenas mantenían su total autonomía respecto a la dominación colonial. Podemos decir que si incialmente la actividad misional fue complementaria de la conquista militar, con el tiempo llegó a transformarse en otro tipo de conquista, por lo que entró en contradicciones con aquella, como se observa en distintos momentos, también en Nicaragua (26). En enero de 1610 se inician las misiones franciscanas en el norte de Nicaragua, pasado el primer impulso de la conquista. Fray Esteban Verdelete, con tres religiosos de su orden y cuatro soldados más que les acompañaban para su seguridad, comenzó la predicación, "con tan buen éxito que en pocos días se convirtieron al cristianismo un considerable número de indios" (27). Los intentos de esta misión venían de años atrás. En 1586 una congregación de franciscanos de la provincia de San Jorge de Nicaragua -que había sido erigida en 1550, lo que demuestra su importancia-, se reúne en Granada. Acuden seis conventos de Costa Rica, cuatro de Nicaragua y dos de Honduras. Se plantean aumentar sus miembros y realizar misiones. Entre ellas, la de la Taguzgalpa (o Taguisgalpa), región fronteriza entre Honduras y Nicaragua, habitada por diversos pueblos indígenas entre ellos los xicaques (28). A partir de 1610, desde Nicaragua unas veces y desde Guatemala otras, los franciscanos intentarán la "reducción al cristianismo" de estas etnias. Varios mártires franciscanos son testigos de estos esfuerzos: en 1612, el mismo Esteban Verdelete y fray Juan Monteagudo; en 1622, fray Benito de San Francisco y fray Juan de Baena. Un hijo de estas tierras de la Taguzgalpa, primer sacerdote nacido en ellas, fue otro franciscano, hijo de padres canarios (España), fray Fernando Espino. El realizará jornadas misioneras en su tierra natal hablándoles en su propia lengua, sin 46
intérpretes. Su Relación verdadera recoge muy bien el espíritu que movía a aquellos misioneros (ib). Como la necesidad de religiosos era grande y por el patronato real dependían de la Corona española, los superiores mayores se veían en la necesidad de tocar fibras no tan espirituales para reclamar el envío de frailes. En 1640, el custodio fray pedro Zúñiga escribe al rey: "...desde el año 1628 que vuestra magestad les concedió a su costa diez y ocho religiosos no han ido a dichas provincias (Honduras y Nicaragua) ningunos otros... suplica que se envíen otros veinte y cuatro religiosos sacerdotes dándoles el aviamiento acostumbrado... y porque dichas provincias tienen distancias unas de otras cien leguas y la mayor parte de ellas de muy malos caminos y hay en ellas muchos pueblos de indios infieles a quien se va predicando conquistando y reduciendo a la ley evangélica y obediencia a vuestra magestad y a la cobranza de los reales tributos que resulta muchos a la Real Hacienda..." (29). Pocos textos más claros que éste para demostrar la unión cristianización-colonización-enriquecimiento, en este caso del tesoro real, en el proceso de cristiandad colonial. En 1674 fueron los propios indios de Pantasma y Paraka quienes llegaron hasta Guatemala en busca de franciscanos para que les misionaran. En 1678 se hallaban religiosos de esta orden activos por estos lugares. En la primera mitad del siglo XVIII "aparecen los nombres de varios frailes en los archivos parroquiales de Segovia", ocupados en ayudar a los párrocos y administrar los pueblos que los solicitaban (30). Cuando entre 1751 y 1752 el recién nombrado obispo de León, Pedro Agustín Morel de Santa Cruz realice un amplio viaje por las regiones Pacífico y Central de Nicaragua, del cual hizo un gran informe, se encontrará con 124 clérigos, de los cuales 60 eran diocesanos, 42 franciscanos, 16 mercedarios, 6 de San Juan de Dios en hospitales y 6 seminaristas. Conoció 59 iglesias y 27 ermitas, algunas en muy mal estado, en los 59 poblados que visitó. En ellos efectuó bautismos, procesiones, rosarios, predicaciones y otros actos religiosos, como la confirmación de 46.594 personas. Obispo ilustrado como era, su excelente informe da detallados datos sobre población, economía, urbanismo y otras referencias, lo que le hace fuente de primera mano para estos años (31).
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1700-1811: Consolidación de la cristiandad colonial Visita Pastoral del Obispo Morell de Santa Cruz (1751-1752)
La fecha inicial es aleatoria y relacionada con el cambio dinástico sucedido en la monarquía española, lo que a lo largo del siglo afectaría al imperio, quien renovaría en parte sus desgastadas estructuras. Nicaragua, por ejemplo, sería designada como intendencia, mostrando mayor autonomía de Guatemala, aunque eso era ya en 1786 (véase sobre éste punto lo señalado en el capítulo previo sobre periodización). Sin embargo, pese a las graves invasiones piráticas sobre Granada (1665, 1670, 1683) y León (1685) y otras amenazas de invasión, y pese al establecimiento del imperio británico sobre la Costa Atlántica, podemos establecer este dato inicial como válido para el período (32). El siglo XVIII consolida sin duda la cristiandad colonial en Nicaragua. La construcción de templos indica una estructura^clesiástica firme, pues sólo así pudieron abordarse el empuje dado a la catedral de León y a los templos de San Francisco, La Merced y la Recolección, todos en esa ciudad, así como al de la población indígena de Subtiava, entre 1698 y 1705. Y La Merced de Granada a partir de 1740. No obstante, está aún por determinar si la fecha inicial pudiera adelantarse unos años, entre 1677 y 1682, coincidiendo con el obispado de fray Andrés de las Navas y Quevedo, mercedario, quien dirigió la diócesis con notable acierto y puso las bases del colegio seminario de San Ramón, de donde surgiría la universidad nicaragüense. En efecto, a este obispo "le tocó luchar contra la corrupción del clero... intercedió vivamente ante la Corte de Madrid por los pobladores de las principales ciudades de Nicaragua asoladas por los piratas de las naciones europeas... (fue) fundador del Colegio San Ramón, primer centro de educación de cierta categoría en el país... denunció a las autoridades locales por las atrocidades que cometían contra la población indígena" (id).
Reducciones y misiones en la Costa Atlántica
En dos viajes, el obispo visitó y escribió de Rivas (1), San Jorge (2), Ometepe (3), Granada (4), Diriá (5), Diriomo (6), Nandaime (7), linotepe (8), Diriamba (9), Masatepe (10), Nandasmo (11), Niquinohomo (12), Catarina (13), San Juan (14), Masaya (15), Nindiría (16), Managua (17), Mateare (18), Nagarote (19), La Paz Centro (20), Subtiava (21), y León (22). Regresó a Granada y se embarcó hasta e) Castillo de la Concepción -primer obispo que llegaba allí (23)- siguiendo el camino señalado en el mapa...(41), Mozonte (42), Totogalpa (43), Tepesmot (44), Yalagüina (45), Pueblo Nuevo (46), Villanueva (47), Somotillo (48), El Sauce (49), Telica (50), Quezalguaque (51), PosolteguiUa (52), Posoltega (53), Chichigalpa (54), Chinandega (55), El Viejo (56), El Realejo (57), Subtiava (58), y León (59). El Tayacán. ("Historia de la Iglesia de los pobres en Nicaragua")
Los contactos de los habitantes del Pacífico con la Costa Atlántica fueron esporádicos durante los primeros siglos de la colonia. Difíciles comunicaciones, aspereza del clima y de las condiciones de habitabilidad hicieron que los conquistadores españoles no se internaran con decisión por esa casi mitad de Nicaragua actual. En el siglo XVIII, los ingleses se adueñaron de ella y utilizaron a sus habitantes, principalmente a miskitos y zambos, para atacar poblados y posesiones controladas por españoles. Sus incursiones iban del río Coco o Wanks, al Norte, a Río San Juan, al Sur. Una forma de responder que ofrecieron las autoridades españolas fue la política de asentar indios en tierras habitadas del interior. Entonces, se cristianizaba a los indígenas reducidos. Otra forma fueron las misiones de evangelázadores directas en la Costa, pero resultaron muy difíciles y casi sin frutos: 49
una distancia cultural casi insalvable las rechazaba. Además, los ingleses habían enseñado a identificar a cualquier español, incluyendo los religiosos, con el pago de tributos, lo que los hacía odiosos para los indígenas. En la formación de poblados indígenas costeños dentro de territorios bajo administración colonial española hubo momentos de éxito y otros de fracaso. Lo lograron en territorio de Loviguisca el misionero franciscano Sarria y el sacerdote padre Cepeda, pero no les duró m ucho tiempo: el 20 de febrero de 1762 ciento veinte miskitos al mando de cuatro ingleses invadieron los dos poblados que habían formado "incendiaron la iglesia, destruyeron las imágenes y capturaron diez indios, a quienes hicieron esclavos" (33). En mayo de 1777 un grupo de familias caribes se presentaron voluntariamente al capitán de conquista y de frontera Antonio Vargas, manifestándole que hacía algunos meses vagaban por las orillas de la montaña huyendo de las persecuciones con que les acosaban otros de su propia raza, y que informados del buen trato de los españoles (sic) a los indios habían resuelto abrazar la fe católica y someterse al dominio del soberano español. Fueron agregados al pueblo de la Santísima Trinidad en donde moraban otros de su misma raza. Allí se comenzó a instruirlos en la doctrina cristiana y se les proveyó de los útiles necesarios para la siembra. No obstante, la desconfianza era muy grande, de forma que el corregidor de Matagalpa y Chontales escribe al capitán general sobre las malas consecuencias de su inserción, por las meras apariencias que podían dar los indígenas que tal hacen, pues como dicho corregidor dice, en un lenguaje medieval español, "un buen moro nunca puede ser un buen cristiano" (id). En 1788, el obispo Félix de Villegas se internó por Matagalpa, cuyas poblaciones eran atacadas y amenazadas por los caribes. En su viaje penetró también por Chontales y Boaco y "al saber los jefes indios que el prelado estaba allí, vinieron muchos a verle... (y) manifestaron estos indios su disposición a reducirse a la obediencia de España" (34). Las misiones directas en la Costa Atlántica eran escasas y difíciles. Es posible que el obispo Esteban Lorenzo de Tristán llevara adelante personalmente una en 1777, acompañado de dos misioneros de Propaganda Fide, ya que "por medio de su predicación logró convertir muchos caribes y moscos (miskitos)" (35). Hubo, sin embargo, una conversión muy significada de la que tenemos amplio relato, cuando un jefe miskito se casó con una española a la que había hecho prisionera durante una invasión a Juigalpa en 1782 (36). Tras la cristianización del jefe miskito y su matrimonio católico, celebrado en León, una misión católica se internó por Bluefields y otros lugares acompañando al jefe indígena en su retorno, bautizando a muchas personas. Pero hubo un levantamiento de sus propios indios y los misioneros tuvieron que salir de allí. Además, el levantamiento en armas fue mayor, pues atacaron zambos e indios al propio rey y sus gentes, al que mataron y del que destruyeron su casa, así como parte de la ciudad de Bluefields, a la que saquearon, haciendo huir a su gobernador, Hodgson, un inglés al servicio de la corona española, que ya nunca más vio reconocidos sus derechos. La resistencia cultural que tras 50
estas manifestaciones se demostraba, alcanzó más allá de la independencia formal de Nicaragua de la colonia española y en parte se prolonga en nuestros días.
Religiosidad colonial # La sociedad colonial era muyrígidaen su estructura interna y cada raza o grupo étnico manifestaba su religiosidad. No obstante, hubo algunas formas comunes. La asistencia a la misa dominical era obligatoria para todos los sectores sociales allí donde había cura. Así mismo era también obligatoria la participación en los tiempos litúrgicos importantes como navidad, cuaresma y semana santa. Las prácticas de confesión y comunión anuales según dictaba el Concilio de Trento, y las de bautismo y confirmación, eran generales para todo el cuerpo social. Desde el comienzo de la colonia fueron muy usadas las cruces y las imágenes como medios de cristianización. En el fondo, las devociones a los santos reflejan una religiosidad colonial en la que el santo tiene tanto poder como el patrono o encomendero del que dependen y con el que, en cierto modo, relacionan la imagen. Las imágenes, por otro lado, mantienen restos de una religiosidad mágica, en la que determinada imagen, y no el santo o misterio cristiano que representa, es la que hace los milagros. Por eso hay que tocarla o pagar promesas. Pero también en las fiestas de los santos, el pueblo intuye la cercanía del Absoluto, de Dios, y por eso las celebra, hace peregrinaciones, entrega su dinero o sus bienes recogidos con gran esfuerzo. Así, lasfiestasde los santos eran celebradas durante días enteros, con traslado de imágenes de un lugar a otro y convites en que participaban todos los asistentes, cuyos gastos se cubrían del fondo común de cofradías o de algún vecino. Hay que observar también, que en medio de un trabajo servil y casi sin descanso, estas fiestas establecían tiempos de fiesta muy necesarios, en un espíritu muy cercano a la Edad Media. Sobre el significado de algunas peregrinaciones, dice un autor: "Impresiona ver a los campesinos del norte del país cómo abandonan sus lugares para concurrir, todavía hoy, el tercer domingo de enero a El Sauce, a pagar una promesa al Señor de Esquipulas (un Cristo crucificado negro), precisamente el mismo día en que los mayas, chorotegas, nahuas y maribios celebran el comienzo del año agrícola. El peregrinaje a Popoyuapa para visitar al Señor del Rescate se raliza en al misma época que los nahuas amarraban al dios Hécat -viento- para impedirle que propagara los fuegos a los campos de cultivo" (37). Lasfiestasde la Purísima Concepción de María surgen como tales, con las características que han llegado hasta nuestros días y que las hacen únicas en todo el ámbito cristiano, en el siglo XVII, en torno a tres núcleos de presencia franciscana: El Viejo, donde sigue el lavado de la plata; León, de dónde viene la popular gritería del día 7, con celebración promovida por familias; y Granada, organizada con gran colorido desde el templo central. Los franciscano impulsaron 51
esta tradición, cuyos orígenes parece se remontan a Andalucía, al sur español, el más arabizado, y prueba de ello es que el primer templo que tuvieron en Granada estaba bajo esta advocación de la Purísima Concepción, en un tiempo en que se discutía todavía dicho dogma de fe, pues fue proclamado como tal en el siglo XIX. El gran misionero franciscano fray Fernando Espino, misionaba al Norte de Nicaragua con una imagen de la limpia Concepción que colocaba en el altar cuando celebraba misa. Y a fines del siglo XVII otro franciscano, fray Antonio Márgil de Jesús, entraba en los pueblos con una cruz en alto y cantando el alabado que hoy se sigue cantando en estas fiestas: "Alabado sea el Santísimo I Sacramento del altar I y María concebida I sin pecado original ". El P. Azarías H. Palláis lo explicaba así a comienzos de este siglo XX: "Desdefinesdel siglo XVII comenzó a oírse en El Viejo, El Realejo y León el maravilloso grito: ¡¿Quién causa tanta alegría?! ¡¡La Concepción de María!!" (38). Los indígenas de Monimbó, en Masaya, tienen tradiciones bien marcadas. Hasta hoy llegaron las referentes a la Cama de Cristo, Madero o Cruz, cuyos dueños se transmiten por herencia. Lafiestade San Jerónimo de gran solemnidad, a quien le atribuyen el don de la curación de enfermedades, como si de San Lázaro se tratara. Y la de la Asunción, cuya devoción proviene de 1772, cuando el volcán Masaya hizo erupción el 15 de marzo de ese año. Los indios monimboseños sacaron la imagen de la Señora de la Asunción en procesión y con rogativas al borde de la laguna de Masaya, y la corriente de lava que avanzaba impetuosa sobre la ciudad cambió de rumbo y el poblado quedó salvo (39). Las leyes de la época confirman la política de unir el aprendizaje de las letras con el de la doctrina cristiana. En 1802 el gobernador intendente de Nicaragua recuerda lo dispuesto por las leyes de 1770,1772,1774,1778 y 1782, pues no se cumplían "siendo tan importante para la Religión y el Estado la primera educación que se da a los niños... (pues) la mayor parte de ellos no adquieren otra instrucción cristiana y política que la que reciben en las Escuelas". Por eso ordena diez disposiciones, entre las que se halla la que recuerda a los obispos "que manden a los curas de sus diócesis que se interesen en persuadir a los indios" (40). Esta enseñanza se realizaba en horas señaladas e incluso se empleaban castigos para que concurrieran a la doctrina. En 1772, el capitán de conquista entre losríosJuigalpa y Quixalá pedía al gobierno un cura doctrinero de buena conducta, para adoctrinar con suavidad y amor a los indios de aquel lugar, sin agravarlos con trabajos inútiles y con la obligación de comunicar a dicho capitán en caso de que fuesen merecedores de castigo, para que él dispusiese lo conveniente (41). En 1777 el alguacil mayor de Rivas da orden al capitán de la región "para que zele (sic) (procure) en toda esta jurisdicción la buena crianza y educación de los niños de ambos sexos, su instrucción de doctrina cristiana y primeras letras", con la mira puesta en que la juventud se instruya "en los misterios de nuestra santa fe católica" (42). En relación al matrimonio entre indígenas, había una disposición que obligaba a los curas a indagar si los contrayentes venían con libertad, en especial las indias, 52
pues con frecuencia lo hacían atemorizadas ya que los encomenderos abusaban pretendiendo que se casaran entre los de la misma encomienda (43).
Estratificación social en la iglesia Durante la colonia, el clero, tanto secular (diocesano, sanpedrano) como regular (religiosos), era de procedencia española en su totalidad. Los cabildos eclesiásticos estaban formados por españoles nacidos en la provincia, o sea, por criollos, los cuales tenían aquéllos "casi como una propiedad" y "su acceso -a los cabildos eclesiásticos- estaba reservado a los hijos de las familias más importantes y podía ser la antesala de un obispado (44). Les caracterizaba la pretensión de ser de familias nobles o de los propios conquistadores. Tres eran sus fuentes de ingresos: un sueldo o asignaciones establecidas, las rentas por capellanías y cofradías y las ganancias por explotación de las tierras. "El clero regular no estaba tan bien provisto". En todo caso, se hallaban vinculados al proceso productivo a través de las actividades agrarias, sean directamente explotando tierras, sea como rentistas, aparte los tributos que recibían. Los indios estaban bajo jurisdicción moral de los curas, a los cuales estaban obligados a servir mediante servicios y raciones. Los servicios eran tales como sirvientes personales, fiscales, zacateros (cortadores de pasto), leñateros, porteros, mayordomos, caballerizos y cocineras. Las raciones eran aves, pescados, manteca, frijoles, leche, carne, tocino, sal, queso, huevos, legumbres, maíz, chile, jabón, candelas y otros. Por ejemplo, en 1774, al cura de El Viejo, Santiago Vflchcz, ION indios le daban dos zacateros, un leñatero, dos cocineras, dos fiscales y un mayordomo. Cada zacatero debía llevar todos los días cuatro manojos de zacate (pasto, hierba) en la mañana y cuatro en la tarde. El leñatero dos cargas de lefia al día. El caballerizo bañaba las bestias y limpiaba las caballerizas. Cada día uno de los fiscales salía al pueblo a pedir para el cura, leche, verduras, huevos y los viernes y sábados, pescado, los domingos, seis gallinas, y una fanega de frijoles el m iértolas de ceniza, además de otras raciones en cuaresma y otros tiempos del año. Además, exigía dinero por administrar los sacramentos. Este párroco, además cometía abusos, como hacer trabajar a los indios en siembras de maíz y algodón que hacia en tierras del común que eran para él. Y algo semejante se podía decir de los curas de Chinandega, Chichigalpa, Posoltega, Quezalguaque y otros. En Matagalpa, en 1785, hubo una queja por estos servicios y raciones y los abusos del cura, pero no se resolvió nada favorable a los indios. En Managua, en 1749, el cabildo eclesiástico reclamó el gobernador para que exigiera a los indios el pago de servicios y raciones. Pero estos alegaron que era excesivo tener dos curas en el mismo pueblo, con haciendas cada uno a las que mandaban a trabajar a los indios, apropiándose de una hacienda de la cofradía del Señor de los Milagros. Además se comportaban de 53
forma cruel, azotando a los indios, dándoles golpes y con otros castigos que se detallan. "Sin embargo, todo esto era nada al lado de los abusos cometidos por los corregidores" (45). Hay que recordar que los diezmos, alimentos (raciones) y trabajos personales (servicios) con que contribuían al sostenimiento eclesiástico, eran tan sólo una de las formas de los tributos a que estaban obligados. Además 1) pagaban al erario público la cuota que se les asignaba en cada tasación, 2) tenían que trabajar en obras públicas como caminos, puentes, templos, 3) estaban obligados a proveer de alimentos, artículos y productos varios a las tropas del ejército, 4) pagaban impuestos al subdelegado de gobierno local. A todo ello se añadían los abusos existentes, como el tasar bajo los productos de su contribución, para que dieran más, cuando luego los subdelegados los vendían tres o cinco veces más caros, o bien el apropiarse de bienes comunales indígenas, como cofradías. Los ladinos o mestizos fueron aumentando en número según avanzaba la colonia. Carecían de ubicación social definida. Ni pagaban tributos, ni tenían tierras comunales, por lo que integraron las bases de las milicias del ejército, aunque no los puestos de mando importantes, fueron pequeños agricultores libres a la orilla de las ciudades y los pueblos, o bien realizaron los trabajos más diversos. Ellos fueron los que poblaron las nuevas tierras agrícolas del interior, a medida que se fueron colonizando. Algo semejante les ocurrió a los mulatos, aunque en menor medida. Estos mestizos o ladinos fueron excluidos de cualquier función relevante tanto en la administración civil, como en la militar o eclesiástica. El ascenso de este grupo social se hacía integrándose al grupo de los españoles (originarios o criollos), y aunque no era fácil, tampoco resultó imposible, pues la sociedad colonial nicaragüense no fue una sociedad racista. Podemos concluir diciendo que la sociedad colonial al iniciarse el siglo XIX, hacia el año 1800, era muy diferente desde el punto de vista social de la que se inició en la conquista, en la primera mitad del siglo XVI. Junto al idioma, el catolicismo se consolidó como fuerza de cohesión social indiscutible, al menos en las regiones del Pacífico y Central. Sin embargo, las rebeliones indígenas no faltaron a lo largo de toda la colonia (46).
CAPITULO III: Emancipación y crisis edesial (1811 -1909) 54
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1811 -1857: Participación eclesial contradictoria El quiebre de la vida interna del país que se dio en los acontecimientos de 1811 en Nicaragua, y en particular en lo referente a los distintos estamentos religiosos, permite avalar que el año 1811 supone un cambio efectivo en la marcha eclesial de gran envergadura. La unanimidad política, que permitió al obispo Morell de Santa Cruz medio siglo antes de decir que en la diócesis existía una gran paz, se rompió: el pueblofielfue capaz de levantarse incluso contra su obispo, y aunque en un primer momento le obedeció en parte, un mes después ya expresaba su descontento por sus actuaciones en León. Lo mismo se puede decir de los sucesos de Granada o Masaya con sus respectivos curas. Y las posiciones políticas del clero se manifestaron violentamente enfrentadas entre sí por primera vez en la historia de Nicaragua. Y el hecho no se apagó, aunque la represión fue dura. Apareció con intermitencia y con la aprobación formal de la emancipación volverían a surgir al espacio público todas las contradicciones almacenadas desde la colonia en sus primeros años. De forma que, aunque preindependentistas en sus logros inmediatos, los acontecimientos de 1811 en Nicaragua son un vuelco en la trayectoria eclesial nicaragüense. Su paralelismo histórico actual nos hace insistir en ellos.
Los sucesos de 1811 en Nicaragua: causas inmediatas En diciembre de 1811 se suceden los levantamientos populares de León (días 12 y 13) Masaya (día 14), Granada (día 22) y Rivas (día 23). No se consiguieron levantamientos en Chontales y Las Segovias, aunque se intentaron. La población sublevada pidió la sustitución de las autoridades europeas (españolas) por autóctonas, la abolición de la esclavitud, disminución de los tributos de indios, libertad de presos, plazo de gracia para los deudores en estado de miseria, disminución y eliminación de diversos impuestos, disminución del precio de algunos artículos, como la carne, el papel sellado y la pólvora, eliminación o control en la venta de aguardiente, verificación de la gestión económica de ciertos empleados públicos y destitución de varios militares que ejercían además funciones de policía. Entre los más afectados por la situación se hallaban los indios. La situación caótica en la metrópoli por la invasión de las tropas napoleónicas, repercutió en Masaya a través de la existencia de un hacendado ilustrado natural de México, quien recibía información de la situación a ambos lados del Atlántico. Se llamaba José Gabriel O'Horan y a él reclamaron los indígenas por jefe en numerosas ocasiones. Este hacendado les había prometido devolverles sus cofradías arrendadas y quitarles los tributos, así como echara la cárcel al ladino (mestizo) que ultrajase a un indio 57
(1). Elchoqucciilliiinllui' H • o y puwlpiipirelarse lo que significaría el comentar que "ya no hay rey", comí • dirt o» Nlgun momento dadas las tribulaciones por las que pasaba la monarqui. t idoln con lu invasión de las tropas napoleónicas, y de los informes que recibí» pular habido en Chinandega y El Viejo, poblaciones colindantes, en 1805. En principio las protestas populares se manifestaron por el intento de detención de una india que vendía licor, a lo que se opusieron los alcaldes indígenas; y poco después, en el misino El Viejo, hubo otro 58
movimiento agitativocon ocasión del reparto de unos hilos, por lo que fue destituido el subdelegado local de gobierno. Fue éste el primer empleado colonial que cayó de su alto puesto a impulso de los movimientos populares. "Principales instigadores del desorden (sic) y propagandistas de las teorías revolucionarías fueron el doctor Tomás Ruíz, sacerdote de raza indígena pura, y el padre fray Antonio Moñino", franciscano expulsado de su convento por sus ideas contrarias al dominio de España en América (7). El padre indio Tomás Ruíz, a quien le veremos involucrado en los sucesos preindependentistas hasta 1814 y en los estudios y creación de la universidad de León, procedía de Chinandega. Nacido en 1777, pudo estudiar y ser sacerdote y primer doctor indígena de Nicaragua gracias a sus dotes personales y a que procedía de una familia de teites o jefes indios, a los cuales todavía al final de la colonia se les reservaba algunos derechos, como el que sus hijos pudiesen estudiar y formar parte del clero. También fue protegido del obispo de León, Villegas, con quien comenzó su vida clerical, y a quien siguió a Guatemala cuando aquel fue nombrado arzobispo. Sufrió las consecuencias de su origen étnico, y así tuvo dificultades para mantenerse en puestos universitarios que logró, para obtener su canonjía, y para sus relaciones con obispos monárquicos, como el que llegó a León en 1810, fray Nicolás García Xerez, o el arzobispo de Guatemala Cassaus, quien le mantuvo en cárcel eclesiástica por este motivo, ya que el cura indio doctor Ruíz defendió a los de su raza y también la independencia. Tras duras prisiones parece que murió enfermo de ellas exiliado en México. De él tenemos el testimonio de que el arcediano San Martín, uno de sus máximos oponentes a que consiguiese ser canónigo, tal vez porque después podría ser obispo, "es también de los que miran a los indios con desprecio y no querían verme colocado... si estos señores aspiran a una mitra ¿qué delito es que un indio aspire a una canonjía por los medios que la Iglesia tiene aprobados? Los indios de mi provincia y estos de Honduras han visto con regocijo..." Así era el primer sacerdote indígena que tuvo Nicaragua. La insurrección popular no sólo se adelantó en los indígenas de Masaya: en León y Chinandega, región de occidente nicaragüense, los conflictos parecen haber tenido graves connotaciones a partir de febrero de 1811 y aún antes. De esa fecha es el nombramiento, todavía provisional y sin confirmar, del obispo para el cargo de gobernador civil y militar si las circunstancias lo requirieran. Dichas circunstancias se dieron en diciembre de ese año, por lo que el obispo fray Nicolás García Xerez fue a la vez por algún tiempo jefe político, religioso y hasta militar, en cierto modo, de Nicaragua (8). Tal nombramiento estaba relacionado, también con la situación del llamado oriente (del Pacífico), región de Masaya y Granada principalmente. En León, capital de la provincia y sede episcopal, los motines se dieron ya si diez de diciembre y luego el doce de ese mes, para impedir que un rico hacendado huyera de la ciudad, lo que se consiguió. Estas "conmociones" siguieron el trece en la mañana, por lo que, para evitar la "general insurrección" (sic) se convocó un
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cabildo abierto en el ayuntamiento con participación de todos los habitantes. Lo mismo que la noche anterior, intervinieron el obispo y otros eclesiásticos tratando de impedir el avance de la insurgencia, la cual se expresaba en pasquines, manifestaciones discusiones y pláticas, y cuyos objetivos se resumían en queno querían de modo alguno los gobernase, mandase y ocupase destino alguno Chapetón (español europeo) alguno" (9). Sólo admitieron -y aquí estuvo su debilidad- que el obispo fuera el gobernador intendente. En la tarde de ese día 13, de nuevo las conmociones crecieron. En la noche se habían reunido en la casa del gobernador "más de siete u ocho mil hombres armados de puñales, machetes y palos que a gritos pedían se les entregase la persona del Sr. Intendente y se les hiciese justicia de los agravios que por tantos años habían experimentado". El intendente era José Salvador desde 1794 hasta esa misma noche del 13 de diciembre de 1811, en que hubo de abandonar su casa y salir protegido, pese a lo cual recibió varios golpes, alguno fuerte. A los primeros gritos salió de su casa el obispo, acompañado de varios eclesiásticos, entre ellos el misionero del Colegio de Cristo fray Ramón de Rojas, que había llegado para dar unos ejercicios espirituales: "ni las exortaciones (sic) patéticas de éste religioso ni las insinuaciones repetidas y muy tiernas del Prelado quien con lágrimas en los ojos les pedía se tranquilizasen se sosegaron". El obispo, pues, trata de contener y acabar con el movimiento popular. Y, cuando ve que no puede, procura controlarlo, poniéndose a dirigir el gobierno de la provincia y proponiendo delegados por barrios que presentaran las peticiones. Dichos diputados fueron en su mayoría clérigos controlados por el propio obispo, por lo que el movimiento fue detenido. Esa misma noche, el pueblo dirigió sus reivindicaciones por medio de un escrito leído en voz alta en medio del levantamiento ante el obispo. Dicho documento y su lectura se atribuye por algunos autores a un religioso muy activo en aquellos momentos, el mercedario fray Benito Migueleña, pero no está confirmado en los documentos originales de esos días que hemos consultado, algunos escritos en esas mismas fechas. El obispo, como respuesta, les dirigió una exhortación sobre quietud y sosiego que debían mantener y dar señal de fidelidad, obediencia y subordinación y "basallage" (sic) a las autoridades constituidas y a las legítimas y soberanas (monárquicas) autoridades que nos gobiernan, entre las que citó a "nuestro amado Rey el Sr. Don Fernando Séptimo", para lo cual les hizo realizar un solemne juramento por Dios. Tras lo cual consiguió que se retiraran a sus casas en paz. Hay que destacar, en fin, que ni siquiera dicho rey gobernaba en España, que se hallaba en plena guerra de guerrillas -invento español de ese momento-, en una guerra popular contra el invasor, y que estaba representada por juntas de defensa que sólo teóricamente reconocían al rey, pues se encontraba retenido por Napoleón en Francia. En Masaya la agitación fue el 14 de diciembre, tras la cual se formó junta gubernativa nueva. Pero los indios, cuya disconformidad era profunda, atacaron las casas de justicia de Monimbó y Diriega armados de palos y machetes, pidiendo la libertad de don Gabriel O'Horan, pues era a él a quien pedían para que les gobernase. 60
El subdelegado y juez García de Salas, que tan mal había tratado a los indios, había sido sustituido por el cura Policarpo Irigoyen, y en cada lugar quedaban también los otros curas como jueces preventivos. Pero aquello no era lo que querían. Las manifestaciones pidiendo la libertad de O'Horan cercaron la casa del alcalde Sacasa. Entonces interviene otro cura, junto a Irigoyen, el presbítero de Granada Benito Soto, elegido diputado del pueblo en su ciudad y enviado por el obispo García Xerez a Masaya como pacificador y comandante en armas (sic). El P. Soto partió hacia Granada, donde estaba el gobierno regional, con un grupo de indios, consiguiendo la libertad de O'Horan, quien entró entre aclamaciones el 24 de diciembre en Masaya,tomandoel gobierno local. No obstante, O'Horan fue depuesto y, después, detenido en su casa. Por lo cual volvieron las manifestaciones y amotinamientos indígenas. En el mes de febrero de 1812 tropas procedentes de poblaciones cercanas sofocaron la revuelta india: nueve indios murieron, muchos resultaron heridos y otros encarcelados. Incluso las tropas penetraron en la iglesia de la Veracruz, lugar sagrado reconocido como inviolable refugio de perseguidos, atacando a los indios que allí se habían protegido. La orden para que entraran las tropas en Masaya fue aprobada, entre otros, por el cura Irigoyen y el comisionado P. Benito Soto. El cura Policarpo Irigoyen, además, les quitó la imagen de San Jerónimo de la iglesia de Masatepe el 25 de diciembre anterior, por lo que protestaron varias veces (10). Granada también manifestó bien pronto su descontento por la situación y sus deseos de cambio. El 6 de octubre ya el ejército hubo de patrullar en estado de alerta ante los rumores y agitación existente. El 6 de diciembre la junta recibía una comisión de indios de Masaya que pedían la libertad de O'Horan, al par que reclamaban por los malos tratos recibidos de las autoridades. El 16 de diciembre se reunía el ayuntamiento, jefes militares, hacendados y el cura de la ciudad y otros clérigos para tratar el asunto de la nueva junta gubernativa proclamada en León. La respuesta fue negativa con ella, presentando declaración defidelidada las autoridades y juramentos que tenía prestados y ratificados. En el fondo se manifiesta una vez más el enfrentamiento con la capital León, ya presente desde siglos atrás. El 22 de diciembre se reunió el pueblo granadino y reclamó la destitución de todos los empleados españoles. Se manifestaban tres grupos sociales definidos: las autoridades coloniales y su ejército, las ricas familias de hacendados y comerciantes que controlaban el ayuntamiento de Granada, y las fuerzas populares, que querían cambios sustanciales. Fueron esas familias granadinas las que tomaron fuerza y dispusieron varias leyes y ordenaciones los primeros días de enero siguiente. El 10 de enero, a petición del diputado del pueblo, presbítero Benito Soto, se aprobó la abolición de la esclavitud. Así continuaron las cosas hasta el mes de abril. Ese día se firmó un acta de paz con los militares españoles, aunque quedaba pendiente, en una de sus clausulas, de la aprobación por el capitán general Bustamante. Este, desde Guatemala, reaccionó violento contra la sedicción y su represión se dejó sentir de inmediato: condenas a muerte, que fueron conmutadas por cadena perpetua, cárcel, destierros, confiscación de bienes. Las penalidades sufridas en Nicaragua, 61
Guatemala y España OCUNIIIIIIIIOIIterriblesrecuerdos y se manifestarían incluso una vez lograda la emancipa Ion. I.u presencia de dichos reclusos en Guatemala parece estar entre las causas do lu celebre conjura proindependentista del convento de Belén en 1813. En Rivas la insurrección popular se dio el 23 de diciembre. El cura y vicario Rafael de la Fuente fue nombrado presidente de la nueva junta de gobierno por aclamación popular. Tras aprobar el pliego de peticiones presentado "pasó con el pueblo al templo parroquial, en donde con la mayor devoción fueron puestos de rodillas, dieron gracias a Dios, sin que faltase en la solemne ceremonia el repique de campanas" (11). Los acontecimientos de 1811 -1812 en Nicaragua fueron los más importantes del istmo centroamericano en aquellas fechas, estando vinculados al movimiento del mismo signo realizado el 5 de noviembre en El Salvador. Lo cierto es que se manifestó un cambio profundo de actitud en el pueblo, dominado por siglos y ahora insurrecto, y la falta de dirigentes capaces y de organización suficiente para dar más amplitud a aquel movimiento popular. En los años siguientes se manifestó la dura represión del capitán general del reino -Centroamérica-, así como el absolutismo del nuevo monarca, Fernando VII, en contra de las expectativas puestas en él con tanto sacrificio, y del momento histórico que le tocó vivir. En 1820 un oficial del ejército español, Riego, se pronuncia con sus tropas por la constitución liberal de 1812 desatendida por el rey. A continuación se independiza Centroamérica.
de vínculo con el rey Fernando VII, a quien el obispo fue fiel hasta el final (12). Así se llegará hasta el 19demarzode 1823, en que se derrumba el Imperio mexicano y se forman las Provincias Unidas del Centro de América (2 de julio), las cuales se constituyen en Estado Federal un año después (22 de noviembre 1824). Con graves dificultades permanecen así hasta 1838, en que Nicaragua se da su propia constitución política. Granada se unió desde el primer momento de conocerse el Acta del 15 de setiembre de 1821 a la propuesta de Guatemala, y no a la del 28 de setiembre de ese año en León. Las guerras civiles, con mayor o menor intensidad, marcarán las relaciones interlocales hasta 1856, en que se declara lá guerra nacional antifilibustera contra el invasor sudista norteamericano William Walker. Las luchas sociales internas aparecen pronto en la misma Granada, con Cleto Ordóñez, que dirige los sectores populares, y Crisanto Sacasa, que se pone al frente de los hacendados y comerciantes (13). El jefe político de Nicaragua, Manuel A. de la Cerda, granadino de los sentenciados por los hechos de 1811-1812, presentaba un informe de la crisis que vivía el país estos primeros años de emancipación política en estos términos: "El Estado está en ruinas, la sangre de los nicaragüenses derramada por doquier, pueblos incendiados, propiedades destruidas, hombres de bien arruinados y matados, y, lo que es más, el sacerdocio perseguido, los templos profanados, las imágenes despojadas y el verdadero Jesucristo bajo las especies sacramentales ultrajado, extrayéndole del sagrario y arrojándole por los suelos" (14). El signo clasista de estas manifestaciones es obvio. Un análisis de estos años más en profundidad se verá más adelante.
La independencia o emancipación de 1821-1823 El 15 de setiembre de 1821 se aprobaba en Guatemala el Acta de Independencia de Centroamérica. Nicaragua estaría apenas representada por el doctor Larreynaga, radicado en aquella capital. El informe oficial llega a Nicaragua días después, reuniéndose la junta gubernativa, bajo influencia del obispo García Xerez, el 28 de setiembre en León, la cual declara la independencia en una célebre Acta llamada "de los Nublados". En su primer punto se declara la independencia de Guatemala "que parece se ha erigido en soberana" (reina, cabeza, responsable) de las demás, y, en segundo lugar, de España, "hasta tanto pasen los nublados del día", frase que la ha hecho famosa y por la que se la conoce. El 11 de octubre siguiente, no obstante, sefirmauna nueva acta. En ella se determina la anexión al Imperio Mexicano del general Iturbidc, conforme al Plan de Iguala o de las Tres Garantías, a saber, de la Religión, de la Unión y de la Independencia. El obispo debió influir bastante en esta decisión, ya que de alguna manera reconocía no sólo el carácter monárquico del nuevo estado sino algún tipo 62
El clero en estos años de emancipación política Resulta muy difícil y fuera del alcance de estas líneas investigar la participación del pueblo de Dios como tal en los sucesos pre e independentistas de estos años. Los elementos religiosos y la participación popular es uno de los ejes de futuras investigaciones en este campo. Por eso nos detenemos en un sector mejor definido y que influyó mucho estos años: el clero. En la sociedad colonial la iglesia era un poder constituido, aglutinante, unido a otras estructuras de poder existentes. Al par que legitimaba el sistema recibía compensaciones en su trabajo. Era una iglesia de cristiandad y así era también la fe y la sociedad toda. Esto hacía que el clero tuviera enorme influencia en los acontecimientos en que intervenía. Además, dada la escasa formación intelectual de la mayoría, este estamento ofrecía buena preparación y cercanía a la realidad. Por otro lado, la religiosidad mágico-mítica del pueblo inserta en sus creencias cristianas les confería una importancia decisiva en muchas ocasiones. 63
PARTICIPACIÓN DE LOS SECTORES SOCIALES EN LA INDEPENDENCIA DE NICARAGUA 1811 f antiguo imperio 18211 (colonialismo españo
Alto Clero
leonés granadino
Aristocracia leonesa (funcionarios-hacendadosaltos oficiales del ejército)
V 1821 1823
c
nuevo impeno (oligarquía mexicana)
3) í
r
República de Centro América
f
El clero favorable a los cambios
J 1
Nicolás García Xerez (Obispo)
Saravia (Brigadier) Salazar,...
Sectores populares granadinos C l e t 0 Ordofiez otros (Coronel) (indios, mestizos, estudiantes ^soldados, parte del clero) ¿ ^Crisanto Oligarquía Granadina Sacasa (Coronel) (hacendados, comerciantes altos oficiales, parte del clero) Cerda, Arguello
guerras interoligárquicas
c 1856 64
El clero tuvo una participación espontánea en favor o en contra de los movimientos populares en los movimientos preindependentistas de 1811. Diez años después pretendió ser controlado por el obispo, lo que en parte consigue, pero se observa una variada actuación en los diversos momentos que se vivieron, lo que permite apreciar sus distintas posiciones.
- hacia la constitución de un Estado ¿nacional?
- guerra nacional antifilibustera
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Vimos ya la efectiva actuación del cura indio chinandegano Tomás Ruíz, primer sacerdote y doctor indígena habido en Nicaragua, cuya intervención en la preparación insurreccional fue notable (nota 3.7). Desde el primer momento se atribuye importancia decisiva afray Benito Migueleña en los hechos de diciembre de 1811 en León, aunque su nombre no hemos podido constatarlo en los documentos originales que narran las vicisitudes de esos días, algunos escritos en las mismas fechas de los acontecimientos. A fray Benito se le considera promotor, planificador, enlace y responsable de la sublevación popular, con activa participación en la dirección de rondas armadas de vigilancia, impidiendo excesos en las revueltas, derramando el licor por los suelos o guardando armas en su convento en favor de los insurgentes. Fue trasladado a El Salvador unos meses después de esos acontecimientos y allí causó preocupación su presencia entre las autoridades, por lo que fue incoada causa judicial contra él por su responsabilidad en los sucesos de diciembre en León. Con el cumplimiento de ciertas penas eclesiásticas fue dejado libre, tal vez por la mediación del obispo García Xerez, quien dio un indulto tras los hechos para lograr la paz (15). En Granada estáBenito Soto, cura diocesano. Elegido diputado del pueblo durante los meses de 1812 en que Granada mantuvo su autonomía, intervino con eficacia en su representación: a él se debe la abolición -temprana- de la esclavitud y el logro de otras demandas populares. Le vimos acompañando a los indios de Masaya en sus reivindicaciones. A él se debe la moderación que la "eferbescencia y próximo a ponerse en insurrección" (sic) del pueblo mantuvo ante su deseo que no se eligieran alcaldes europeos y que el comandante en armas tomase "disposiciones extraordinarias" no habiendo enemigos que combatir (16). El obispo, durante sutiempode gobernador, le nombró pacificador y comandante en armas de Masaya, ante la insurgencia indígena, y pese a su prudencia tuvo problemas por el reclamo de O'Horan para que les gobernase. Más tarde fue juzgado por su participación en estos hechos y fue condenado por ello a la prisión de Cádiz (España), "sin que pudiera volver a las Américas". Su alegato de defensa ante las autoridades que los juzgaban es un modelo de solidaridad con sus ciudadanos granadinos y de valor para decir la verdad aun en aquellas difíciles circunstancias, acusando a la terquedad monárquica del vicario parroquial de Granada y de las 65
mismas autoridades ser causante de los problemas existentes. También fue acusado de haber mostrado "poca energía" durante su cargo de pacificador de Masaya. Diputado del pueblo estos meses fue también el presbítero José Antonio Velasco, el cual construyó, además, un hospital para mujeres, y daba clases de filosofía y latín gratis. En las negociaciones con los militares españoles para lograr la paz figuró otro cura, José Joaquín González, a nombre del ayuntamiento granadino. En 1821-1823, durante sus meses de vinculación al acta de Guatemala en vez de al Imperio Mexicano, fue capellán del coronel Crisanto Sacasa, jefe de las fuerzas oligárquicas granadinas, el presbítero Francisco O'Horan. Y será gracias al capellán del fuerte de San Carlos en Río San Juan, que el propio Sacasa pueda escapar de prisión. Unido a estas ricas familias granadinas vemos al cura Policarpo Irigoyen, que se constituyó en presidente de la junta granadina que se había refugiado en Managua y que fue la que promovió la huida de prisión de Sacasa y su retorno a la guerra civil contra León. Enemigo de los movimientos populares, se opuso a las reivindicaciones indígenas de Masaya durante su ejercicio como vicario parroquial allí, así como a las pretensiones populares del movimiento de Granada dirigido por Ordoñez (17). En 1812, el 7 de enero, hubo movimientos solidarios con Granada en el estratégico fuerte de San Carlos, llegando a enviar dinero y otros recursos. Eran sus cabezas y autores el presbítero José de Jesús Arostegui y el sargento segundo de artillería. Al ser condenado por estos hechos, dicho presbítero quedó en el propio fuerte como "verdadera reclusión" a petición del obispo de León y a disposición del capitán general Bustamante (18). En Rivas fue el párroco Rafael de la Fuente el elegido y quien presidió la junta emanada del movimiento popular. Enseguida puso en cumplimiento las reivindicaciones populares. Además de dar gracias en el templo parroquial (nota 3.11) con un solemne Te Deum en el momento en que se presentó el pueblo, "al pasar por la ermita de la Encarnación el pueblo pidió que se cantase una salve (a María) y el Te Deum, lo que se verificó en presencia de los insurrectos y de los nuevos empleados" (19). A la mañana siguiente se reunió de nuevo la junta y el curapresidente recibió el juramento de los nuevos funcionarios en la plaza y en presencia de todo el vecindario: tomó una imagen de Jesucristo en las manos y preguntó si ofrecían defender al rey, la religión y la patria. Y al pueblo si prometía obedecer las determinaciones de la junta. De nuevo el pueblo realizó otra manifestación patriótica que culminó en otro solemne Te Deum de acción de gracias en la parroquia, con repique de campanas. También destaca la actuación del presbítero Pascual Martínez. Venía como capellán de las tropas que iban a atacar a la insurrecta Granada en abril de 1812, el batallón de milicias de Olancho (Honduras). Tuvo varios pleitos con los oficiales del batallón, pues al decir de éstos "trató de insurreccionar a la tropa y unirla al pueblo convulsionado, imitando a Hidalgo en México". Al entrar en la villa 66
de Estelí se hizo amigo del párroco,padre Bermúdez, "el que trabajó lo posible por insurrectar y dispersar las tropas del escuadrón de Segovia y compañías del Jícaro impidiendo dicho párroco que el vecindario debía haber suministrado a mis tropas (sic) y trató de sublevar contra ellas a todos los contiguos habitantes, lo que no se pudo realizar por las prontas providencias que al efecto tomé" (20). El oficial que mandaba estas tropas, sargentotíutiérrez,atacó Granada un día antes del pacto, el 22 de abril y es quien así se expresa. Al derrumbarse el Imperio Mexicano en 1823 y actuar el coronel Cleto Ordóflez con victorias populares en las calles de León, el pueblo se lanzó jubiloso a celebrarlo, y ni el obispo ni ninguna otra autoridad pudieron impedirlo. Abrieron la cárcel y sacaron los presos, entre los que se encontraban los presbíteros Tomás Muñoz y el cura López. Muñoz resultaría luego elegido para el congreso de Guatemala en que se constituyeron las Provincias Unidas del Centro de América. López procedente del departamento de Matagalpa, había sido detenido por sus posiciones revolucionarias. "Muchos hombres déla alta sociedad leonesa, notables por su ilustración y riqueza, que simpatizaban con el sentimiento de libertad e independencia, hicieron causa común con los hombres de la clase llana, y eligieron una junta que les representaray condujeraelmovimientQ,ptesididopot don. Carmen. Salazar". En dicha junta de gobierno republicano se encontraba el presbítero Pedro Solís (21). Este sacerdote tuvo una amplia participación política y eclesiástica durante los primeros años de independencia hasta pasado el medio siglo. De procedencia humilde, protegido del rector del seminario Ayestas y profesor de dicho seminario en 1807, fue representante del barrio de Jesús, en León, tras los acontecimientos del 13 de diciembre de 1811. "Fue el apoyo principal del partido de la independencia, y por e'lo hubo de sufrir mil sinsabores por la resistencia que oponían las ideas ultramontanas" (22). Participó en juntas, fue diputado, actuó como mediador, intervino para mantener los diezmos y otros beneficios eclesiásticos, defendió la unidad de culto religioso contra la tolerancia que decretó la Federación. Murió en diciembre de 1852 como deán de la catedral de León. Otro presbítero que es activo en la política de su tiempo es José María Estrada. En 1833, en pleno enfrentamiento de partidos y localidades, está de gobernante en Masaya y Managua. A él acuden para que detenga la guerra ya declarada (23): "U. (usted) que por su destino ha tenido que permanecer al lado del gobierno... es un consuelo para estas autoridades el contemplar que U. no permitirá que se encienda la guerra que ha dado principio". El clero, pues, participa muy activo en el logro de la emancipación colonial y en los primeros pasos de vida independiente de la nación. Se encuentran quienes dan apoyo al movimiento popular y quienes son parte de los grupos oligárquicos que tratan de controlar dicha independencia. El origen social del clero está vinculado a esta escogencia. En el terreno religioso su componente teológico, sin embargo, es tridentino, y el acatamiento de las normas y personas va más allá de la propia exigencia de fe, vinculándose a una defensa de las instituciones y beneficios «7
eclesiásticos propia de los siglos medievales. Mantenían, pues, una situación de cristiandad, aunque varios de ellos manifiestan su sensibilidad a la causa de los pobres.
El clero opuesto: el obispo García Xerez En el levantamiento popular de León de 1811, para disolver el movimiento interviene apasionadamente, junto al obispo, el misionero fray Ramón Rojas de Jesús María. Años más tarde, este mismo fraile fue encargado por el clero de oponerse a jurar la constitución federal de 1824, siguiendo así la decisión tanto del obispo de León como del arzobispado de Guatemala. Por ello fue expulsado del país (24). Opuestos del todo al proceso insurreccional fueron, en León, el deán de la catedral Juan Francisco Vilchez, el presbítero Desiderio Cortés y otros, que pretendían mantener el régimen colonial y el sistema de alianza trono (monárquico) y altar (jerarquía católica). Para controlar las victorias populares se unió al cura Policarpo Irigoyen, el también cura del barrio de San Felipe, Zapata, y fue de los que participó en la fuga de Crisanto Sacasa del fuerte de San Carlos. En Granada, el máximo oponente a cualquier modificación colonial fue el vicario presbítero José Antonio Chamorro. Utilizó cuantos medios disponía para impedir el cambio de la situación colonial. En una célebre proclama, que extendió por varias poblaciones, se dirige a "los vasallosfielesa Fernando VII" y tras exponer por qué el pueblo no puede rechazar a las autoridades constituidas (monárquicas) concluye: "...se deduce con toda evidencia que el pueblo insurrecto ha sido y es un traidor a Dios, a la Religión, al Rey y a la Patria... Dios, la Religión, el Rey y la Patria concluirán con este monstruo infernal del pueblo insurgente". Entre los argumentos que da está que "es traidor a la Religión porque con escándalo y menosprecio se tragó la excomunión mayor fulminada por el Edicto de la Santa Inquisición el 13 de octubre del año 10 contra los insurgentes" (25). Pero la oposición cerrada y frontal a la independencia nacional vendría del alto clero en su más alta jerarquía: el obispo de León Nicolás García Xerez. Monárquico a ultranza, trató de salvar sufidelidadal rey Fernando VII aún después de proclamada la independencia, asociando la junta que presidía al Imperio Mexicano, como ya vimos (ver notas 8 y 9 de este capítulo y todo lo referido a la insurgencia de León en diciembre de 1811). En la orden de jurar que hace a todo su clero para el 13 de octubre de ese año 1821 dice: "...(para que) resistan con todas sus fuerzas a la desastrosa y aniquiladora anarquía y llenen sus deberes para con el Señor Don Fernando Séptimo del modo y en los términos que permiten o pidan las circunstancias del día, nos ha conducido jurar oy (sic), mandar jurar a Nuestro Clero la independencia absoluta del gobierno español conforme al plan del General Iturbide" (26), o sea, al Imperio Mexicano. 68
Diez años antes, el 20 de diciembre de 1811, unos días después de los sucesos de León, escribe una carta a un amigo suyo, José Bernardo Artigueta y Serralde, en la que expresa: "La tristeza de la muerte ocupa toda mi alma desde la noche del 13 de éste. La adjunta informará a V. de lo ocurrido en ella, pues yo no sé ni lo que me digo ni lo que hago. Aseguro a V. que nada ha quedado por hacer para evitar los males que lloro y que me aflijen en extremo"(27). Sin embargo, este obispo se había presentado en Nicaragua en setiembre de 1810 con aires progresistas. Construyó puentes, reparó iglesias, organizó la administración de la diócesis, gestionó la erección de la universidad de León, que aprobaron las Cortes de Cádiz en 1812 y fue una realidad a partir de 1817, salida del seminario tridentino. En 1815 visitó Costa Rica, de la que también era obispo, donde mejoró la casa de estudios y realizó obras benéficas (28). Su nombramiento como obispo fue el 15 de mayo de 1806, último prelado de nombramiento real en la historia de Nicaragua. Del orden de Santo Domingo, o dominico, y Maestro en Sagrada Teología, como gusta poner en los títulos de su presentación, al lado de ser obispo de Nicaragua y Costarrica y del concejo de su Magestad (sic) el rey (29). Monárquico convencido, siempre maniobró para defender la causa del rey Fernando VIL Hizo abortar el movimiento revolucionario de 1811, sin la violencia que empleó el capitán general y gobernador Bustamante, gracias a su habilidad política. Pero carecía de visión histórica y de capacidad organizativa civil, mezclando hasta el paroxismo ordenaciones civiles y religiosas, como en el decreto del 16 de abril de 1812, muchas de ellas obsoletas e inaplicables, como el prohibir blasfemar o cargar cuchillo o cualquier instrumento que pueda herir, como clavos, piedras, huesos, al par que se exhorta a rezar el Santo Rosario de.María Santísima en familia, y otras similares. En febrero de 1823 escribe al secretario de estado del imperio mexicano que en los levantamientos de Granada y Masaya de enero pasado, "ni un sólo eclesiástico secular de este obispado participó en las ideas desorganizadoras de los traidores" en lo que él calificaba de "ominoso republicanismo" (30). Y cuando un mes más tarde cae el imperio mexicano y se crea la junta gubernativa de León, en la que ya participan miembros populares, no cesa su actividad-opositora: el 29 de noviembre se intentó derrocar dicha junta gubernativa constituida según el acta popular del 17 de abril; pues bien, encabezaban el intento "una serie de eclesiásticos y algunas personas principales de la ciudad. El gobierno que pensaban establecer estaría presidido por el Ilustrísimo Señor Obispo". Los principales encausados fueron juzgados. Sin embargo, el obispo se hallaba presente y quiso intervenir para que se levantara el cerco a León durante la guerra civil de 1824; en agosto de ese año salió para intentar mediar y al fracasar en su intento no regresó. Sobre su salida final de Nicaragua véase nota siguiente (31). En carta al general José Bustamante Guerra, gobernador y capitán general de la región centroamericana en esos años, resume un poco su actuación política. Con fecha 20 de enero 1812 escribe el obispo de Costa Rica y Nicaragua, gobernador intendente y delegado de la capitanía general, Nicolás García Xerez: 69
"... Nada me ha quedado por hacer y nada he hecho... No es decir que haya perdido la esperanza de que tengan remedio los males que padecemos, sino sólo que son muy cortos y escasos mis conocimientos y talentos para una curación (de Nicaragua) tan peligrosa y arriesgada. Doy a V.S.M.I. las más cordiales gracias por lo mucho que me honrra y favorece y le suplico encarecidamente pida al Padre de las misericordias fortifique mi espíritu que se halla en extremo abatido" (31).
sino asunto mere político. ¿A quefinesas excomuniones? ¿A. q.finesas amenasas sobre una materia agena a la inspección de la Iglesia? ¿Que hubiéramos dicho si se hubiese fulminado semejante penas contra todas las monarquías del mundo para q. reconociesen por soberano al de España? ¿Que enfinsi viésemos comunicado a un particular a dejarse robar, oprimir y maltratar por su opresor...?" (33).
La sociedad nicaragüense en el siglo XIX El sentir popular e intelectual Dos documentos nos reflejan el sentir popular y el ilustrado. El primero es del jefe de las milicias de Granada que se defendieron el 22 de abril de 1812 de las tropas españolas que llegaron a reducirles. Este jefe de milicias, de nombre Juan Marenco, escribió una carta desde la cárcel pidiendo que se revisara su caso. Con gran viveza y expresividad expone el sentido popular y religioso de aquellos sucesos. Respetando incluso su ortografía, he aquí parte de su alegato: "...el veinte y uno de Abril como a las cinco de la mañana me despertó el toque de Generala: vísteme corriendo y buelo (sic) asustado a saber qe novedad havia: llego y me encuentro una multitud de gente qe llena de espanto y oror y ravia gritava ¡a las Armas, qe peresemos! ¡ Alli están los infieles: bienen degollando y deramando la sangre cristiana y nosotros los sufriremos! ¡qe perescan y perescan qien se opone á ello"..." (32). Así que en pleno siglo diecinueve, la mentalidad popular estaba impresa en Nicaragua de la lucha entre cristianos e infieles (moros, musulmanes) que caracterizaron la edad media ibérica (española). Los granadinos se defienden no sólo para salvar su vida, sino en ¡nombre de su fe cristiana! Y eso contra los mismísimos españoles supuestamente cristianos. Pareciera un texto sacado de Castilla mil años antes, aunque cambiando los atacantes. El sentir intelectual criollo se manifiesta en una respuesta anónima dada para oponerse a la orden del obispo García Xerez para que juren la anexión al imperio mexicano, frente a la cual se propone mantener la libertad de la independencia y no mezclarla con asuntos religiosos. Pareciera que estuviera hablando, con ' la trasposición histórica adecuada, para estos años de la Nicaragua revolucionaria de hoy. Está escrita en Granada en noviembre de 1821 y dice:"... Se estremece la pluma al tocar una materia q. si no la estubieramos palpando, aun con la aceveración de todos los hombres su sertidumbre seria dudosa! ¿Sabéis qual ha sido el ultimo? el hacer punto de religión uno que es puramente político... ¿Con q. para salvarse es necesario ser esclavo? ¿Con que para ser cristiana es menester ser bestia del establo de Borbón (familia del rey de España)? ¿Con que la verdad de nuestra fe consiste en sostener a un tirano en el trono de sus vicios? ¿Con que en fin nuestra Independencia niega los sacramentos y dogmas de nucsini creencia? ¡Ah! ¡q. dislate! Probado es hasta la evidencia q. la Independencia no cu asunto de Religión
De 1820 procede un informe oficial sobre el número de población en Nicaragua y Costa Rica ese año (34). Sin contar la Costa Atlántica, en Nicaragua vivían ciento cincuenta mil personas -exactamente 149.781, según dicho informe. De ellas, 60.358 pertenecían al partido de León y 40.368 al de Granada. A las Segovias 27.200 y a Rivas 21.837. La población de Costa Rica era en total de 38.674 habitantes. Por este dato podemos apreciar la escasa densidad de población de Nicaragua, lo que hacía fuera bastante desestructurada e ingobernable, pues además abundaba en habitat disperso. La población venía a ser, en el Pacífico y centronorte, de dos habitantes por kilómetro cuadrado. En la Costa Atlántica mucho menos aún. De ese mismo año 1820 procede otro informe oficial titulado Las razas y castas que habitan el país y su capacidad política en relación a las nuevas ley constitucionales (id. 34). Muestra una Nicaragua profundamente dividida por el color de la piel, que no era sino expresión de las posiciones de dominación existente en el sistema productivo y político-social del país. En el punto 5 (p.5) se dice: "La división en castas la ha producido en leyes peculiares, usos, costumbres, opiniones e intereses, siendo recíprocamente causa y efecto de necesarias y muy notables diferencias". Por ejemplo, se acepta todavía la existencia de esclavos negros y sus descendientes, como zambos, mulatos y otros derivados, afirmándose que tales no son ciudadanos, aunque sean libertos (p.2). "La casta blanca se resiente y acrimina cualquier condescendencia que tanto ofende su amor propio" (p. 15). "Existe manifiesta incapacidad de ladinos (mestizos) o indios, pues ninguno sabe leer o escribir, son miserables y les falta el consiguiente respeto" para poder ejercer cargos públicos algo importantes, por lo que no pueden ser jueces, delegados o alcaldes (p.8). "Aunque alguno - de ladinos o indios- por su exterior virtud o merecimientos y comodidades es admitido o alterna entre blancos, con frecuencia se le echa en cara por el pueblo" (p.14). El poder, pues, quedaba entre blancos, fueran estos nacidos en España ("europeos") o en Nicaragua (criollos). La lucha entre estos dos últimos grupos se reflejó muy bien en los levantamientos populares de 1811, y quedará ultimada con la firma de la emancipación colonial en 1821. Entre todas las castas, los indios son los principales atrasados, para los cuales "todo es indiferente en su estado actual" (p.15). Mulatos, zambos y ladinos 71
crecen "portentosamente" (p.6), por lo cual se pide "que se extingan todas las diferencias enormes que separan a los indios de las otras castas", como, por ejemplo, eliminar los libros de bautismo, casamientos y entierros propios de indios, o darles parte en los concejos de los ayuntamientos (p.21). La situación de los indios es tal que "hasta los negros, ya esclavos, ya libertos, tuvieron y conservaron y ejercieron superioridad sobre los indios a pesar de la mayor protección que dispensan a éstos las leyes. Esto es evidentísimo y sólo podrá negarlo quien no conozca estos países" (p.4). Sabemos que los esclavos fueron suprimidos momentáneamente en Granada durante los meses independientes de 1812, pero sería hasta la asamblea constituyente de las Provincias Unidas centroamericanas, el 17 de abril de 1824, que se logrará su abolición total. Todavía en 1822 "la honorable familia Parajón Ramírez" de León, ponía en el inventario de sus bienes: "Una esclava negra valorada en 100 pesos, pero habiendo tenido una cría se le da por los tasadores la suma de 150 pesos". Junto a ella se tasó una mesa de nogal en 6 pesos y un ropero de cedro en 23 pesos. De modo que una esclava equivalía en precio a cuatro roperos de cedro (35). La sociedad nicaragüense del siglo XIX consolida una sociedad basada en la hacienda como unidad productiva motriz, herencia casi directa de la colonia y su encomienda. Es, pues, una sociedad patriarcal de tipo rural, organizada de forma señorial y doméstica, la que prevalece durante más de medio siglo en Nicaragua, hasta la llegada de la hacienda cafetalera, ya al final. Y aun se conservará en buena parte del territorio durante el siglo siguiente. La hacienda rural así concebida exige poca fuerza laboral, está integrada por colonos y asentados, es de gran extensión y apenas explotada económicamente. Mantiene un economía de intercambio simple y sin apenas inversión económica. Su dueño tenía por ello poder político y económico. Y fue esta oligarquía terrateniente !a que mantuvo el poderpolítico durante el siglo y originó terribles luchas fratricidas para retener el poder, concebido siempre de manera localista y sin visión de futuro. Incapaces de formar un ejército mínimamente nacional, esta oligarquía se sirvió de la mano de obra liberada por falta de cultivos tradicionales y quiebre del comercio habitual y de la pequeña industria que le sustentaba. El nuevo estado "nacional" fue entendido como una gran hacienda en disputa por las facciones oligárquicas, ocasionando una crisis nacional que duraría, al menos, hasta la guerra nacional contra el invasor, un grupo de filibusteros de los Estados Unidos, en 1856. Etapa del obispo Jorge Viteri en León (1847-1853) Tras muchos años sin obispo, la sede ázLeón recibió con grandes muestras de cariño y respeto al obispo de San Salvador -primero de aquella sede, 1842-, Jorge Viteri Ungo, quien, según sus palabras, venía huyendo de los desagradables incidentes y de la persecución de que era objeto en aquel país. Llega en marzo de 72
1847 a León y el pueblo leonés le demuestra el carácter civilizado y edificante de los nicaragüenses, aunque, siete meses más tarde, en otra carta, ya explica las "continuas aflicciones de mi emigración y escaseces extremas en que me he visto" (36). Constituido en obispo interino de León y más adelante en titular (1849), de inmediato ve separarse Costa Rica de la diócesis, mediante la bula "Christianae Religionis Auctor" del 28 de febrero de 1850, emitida por Pío IX, por la que se erigía la sede episcopal de San José (37). En 1849 ordena un censo a los párrocos para conocer el movimiento anual de su diócesis. Por él conocemos que en Managua se bautizaron ese año 412 niños (218 varones, 194 mujeres) y que fallecieron 192 personas, por lo que el aumento natural de población según estos datos fue de 213 miembros. En Jinotega hubo 283 nacidos (aquí el párrroco no distingue entre nacidos y bautizados, de los que 155 son varones y 125 mujeres), siendo 121 los muertos, para un aumento de población de 162 habitantes. Entre los fallecidos de Jinotega 65 fueron niños (41 varones, 24 mujeres) por lo que se equilibraba el promedio de sexos (38). Este crecimiento de población y organización de la diócesis, se va a notar en el crecimiento de templos y asociaciones católicas y formas de piedad. Así, en diciembre de 1850 los vecinos de Achuapa solicitan se les autorice levantar una ermita a San Sebastián en el valle que ocupan, donado por un rico propietario. En julio de 1853 se separa la rica iglesia de El Sauce, donde se venera al Señor de Esquipulas, de la parroquia de SomotüTo, elevándola a su vez a parroquia (39). El obispo Viteri fue gran convencido de la influencia de la religión en la "pacificación" de la sociedad. Por ello apoyó al conservador Fruto Chamorro y se enfrentó al Ldo. Castellón y al general Corral, que representaban las ideas "democráticas" o liberales de la sociedad. Se entrevistó con don Fruto Chamorro en mayo de 1853 en Masaya, logrando acabar con los roces existentes entre ellos: Sin embargo, tenía la convicción de que él no participaba en política: "Debo aseverar a V.S. que jamás he tomado parte en nada de política, porque es cosa que siempre me ha desagradado, y desde que moro en este Estado todos mis conatos han sido la fusión de los partidos por la influencia benéfica y social de la religión" (40). El 25 de julio de 1853 falleció repentinamente en la noche, después de haber realizado durante el día varias ordenaciones sacerdotales en la catedral. Hubo sospechas de que pudo ser envenenado y el gobierno inició una investigación contra el partido opositor que no culminó en nada (41). A su muerte quedó como vicario capitular el presbítero Hilario Herdocia, favorecido del obispo desde su llegada. Su participación en los graves acontecimientos que se siguieron fue nada patriótica.
La Guerra Nacional: participantes en ella El conflicto civil interoligárquico estalló una vez más con motivo de la nonata constitución de 1854. La aristocracia de León, dirigida por Máximo Xerez -"democráticos"- se levanta en armas contra los conservadores, dirigidos por Fruto 73
Chamorro, con base sobre todo en Granada, en un intento de impedir la reforma de la constitución vigente de 1838. El principal punto de conflicto visible era evitar que se ampliara el plazo de la presidencia de la república de dos a cuatro años. Casi derrotados, los democráticos pedirán ayuda a unos aventureros sudistas, de Estados Unidos, muy interesados en mantener un paso interoceánico que agilizara el viaje del Atlántico al Pacífico. Era el momento en que se descubrían las minas de oro de California, al oeste. Dirigidos por William Walker, estosfilibusterosllegaron a hacerse dueños de Nicaragua, llegando a proclamarse Walker presidente de la República, con pretensiones de extenderse a los otros países centroamericanos. Entonces los partidos internos aunan fuerzas, iniciándose la guerra nacional, que es apoyada por los otros gobiernos del área, hasta lograr la derrota y expulsión de Walker y sus hombres. Varios intentos posteriores de éste, por regresar, fracasaron, hasta que fue fusilado en Trujillo, Honduras, en 1860. En esta guerra participaron miembros de la iglesia en su calidad de tales. Como capellán de los democráticos leoneses estaba el cura Francisco Jerez, a quien un periódico granadino conservador ("legitimista"), "El defensor del Orden", le fustigó duramente en varias ocasiones, hasta llegar a pedir al vicario de la diócesis que "lance sobre este eclesiástico, que con sus vicios y crímenes degrada la religión del Crucificado, uno de aquellos rayos espirituales que la Iglesia tiene siempre preparados para los sacerdotes ebrios y lividinosos". Este mismo periódico hace notar que ha habido buenos sacerdotes y honrados ciudadanos que se han comportado así, y tal es la razón por la que los democráticos "execran al respetable y virtuoso Sr. Deán don Francisco Quijano, que "órgano de la voz de Dios, procura inculcar en los fieles la sumisión al gobierno legítimo" (42). En la guerra nacional antiintervencionista, hubo clérigos favorables en todo al invasor sudista norteamericano. El cura Agustín Vijil fue el principal, pero no el único, pues contó con la aprobación y el apoyo del vicario capitular Hilario Herdocia. Vijil, que había recibido al pirata Walker en Granada con los títulos de "ángel tutelar" y "estrella del norte", obtuvo autorización del vicario Herdocia para entregar al invasor 963 onzas de plata fina procedentes de la corona y rayo de la Virgen de la Merced y del altar mayor de ésta. Además, no sólo favoreció con su palabra a Walker, sino que se constituyó en su ministro de Exteriores, y como tal viajó ante el gobierno de los Estados Unidos. Según un testigo de los hechos, el historiador J. Pérez, tal actuación estuvo motivada por su resentimiento contra el presidente Fruto Chamorro, el cual propuso como candidato para obispo sucesor de Viteri al guatemalteco Pinol Aycinena, y no mencionó a Vijil para ese cargo porque le creía un hipócrita: "Vijil no le perdonó jamás; por odio a Chamorro fue democrático" e hizo lo demás (43). Entre los granadinos legitimistas destacó otro cura, Rafael Villavicencio, quien salvó en ocasión del incendio de la parroquia por losfilibusterosal "Divinísimo" del Sagrario, así como joyas y bienes, incluso conriesgode su vida, pues se hundía el techo. Además se negó a entregar estos bienes al vicario Herdocia, 74
indignado porque éste había entregado voluntariamente al pirata las joyas de la Merced.
1857-1893: Alianza con los conservadores Tras décadas de luchas intestinas culminadas en la lucha nacional contra el invasor Walker, la oligarquía hacendística patriarcal conservadora tomó el poder por más de treinta años. Esta relativa tranquilidad permitió la introducción y cultivo del café, transformando paulatinamente aquella economía e insertándola en el mercado internacional del trabajo en lo que será llamado la economía del postre: café, azúcar, banano. Pero eso ocasionaría la formación de nuevos elementos sociales y la toma del poder por una oligarquía más dinámica, dirigida hacia el partido liberal. Durante el período conservador sefirmaríael Concordato con el Vaticano, expresión de la permanencia de antiguos vínculos e ideales identificados con una posición de cristiandad, en el que ambos poderes, civil y religioso se legitiman y apoyan mutuamente. Pero ya antes, en 1858, la constitución de la República, señala: "Art. 6: La Religión de la República es la Católica, Apostólica, Romana: el Gobierno protege su culto". La confesionalidad del Estado en favor de la iglesia, compensa la legitimación que hace la jerarquía eclesiástica de ese mismo Estado. Por eso, el Concordato firmado el 2 de noviembre de 1861 y ratificado en Nicaragua el 16 de enero de 1862 y en el Vaticano el 28 de mayo de 1862, con veintiocho artículos, señala en varios de ellos esta posición confesional, de algún modo mostrando la persistencia del Patronato colonial y las ideas medievales en materia político-religiosa. Según un autor, este concordato constituye "uno de los aspectos ideológicos de la consolidación económica y política del sector de la clase dominante tradicional ubicada en Granada" (44). La unión de lo civil y lo eclesiástico que mostraban la constitución y el concordato se expresará también en el nombramiento de autoridades: Ulloa Calvo participa en la toma de posesión del presidente Pedro Joaquín Chamorro en 1875, pero a su vez su nombramiento como obispo había partido de la decisión del presidente Fernando Guzmán, por lo que el cabildo eclesiástico protestó y el caso hubo de dilucidarse en Roma (ib). Y eso mismo sucedía en escalas más locales: las municipalidades solicitaban al obispo que les enviara párroco o protestaban por la existencia de alguno que no querían. Así sucede con la de Condega en 1864 (45). El cura de Ocotal daba como razones para no enviarles uno, que no pertenecían, en Condega, al partido de los paperones. La municipalidad argumenta que el de Palacagüina, que les visita algunas veces, no presta demasiada atención a Condega y otros pueblos "porque el curato de Palacagüinarindesuficientísimamente para pasar la vida alegremente y aun para atesorar". 75
Y en 1869 el jefe del ejército solicita al vicario capitular le devuelva los originales que le ha enviado relativos a la remoción de los curas de Nindirí, Masatepe, Granada y otros lugares (46). Y el prefecto de Chinandega podrá, en 1878, anular el pago de cuatrocientos pesos anuales que los cofrades de Somotillo entregan al cura, durante una visita de aquél al pueblo estando ausente el párroco. Este se defiende diciendo que la mitad de ese dinero se gasta en las diversas celebraciones religiosas del afio que enumera: semana santa, día y octava del Corpus, día y octava de la Concepción, el día de difuntos y cinco misas mensuales cantadas con sus correspondientes salves y responsos. Los cofrades y vecinos de Somotillo decían que preferían pagar al contado esas fiestas religiosas (47).
Presencia de los jesuítas en Nicaragua El artículo 20 (XX) del Concordato decía: "Los obispos podrán establecer Ordenes o Congregaciones Regulares de ambos sexos en sus propias diócesis, según lo prescriban los Sagrados Cánones; pero deberán ponerse de acuerdo al intento con el gobierno..." La ambigüedad del texto, como en otros puntos del Concordato, es manifiesta. La interpretación queda, pues, al criterio político que las circunstancias dictaran. Con ese artículo y con el 26 (XXVI), que abrogaba cualquier otro decreto, ley u ordenanza de la República se dabafinal decreto del 8 de enero 1830 por el que se abolieron las órdenes religiosas en Centroamérica y Nicaragua. Esto va permitir la llegada de un fuerte grupo de jesuítas expulsados de Guatemala. En Guatemala, como en El Salvador y Honduras, las oligarquías productoras de café llevaban un proceso más avanzado que en Nicaragua. El 15 de setiembre de 1871 desembarcan en Corinto 73 jesuítas, naturales de diversos países europeos y centro y suramericanos. Fueron recibidos con muestras de gran afecto por la población leonesa donde se instalaron provisionalmente. Las mismas autoridades políticas, desde el propio presidente Cuadra, apoyaron su llegada, mandando les dieran "todos los auxilios que necesitasen". Sin embargo las controversias sobre su presencia se desataron pronto. Instalados en Granada, Matagalpa, Masaya y Rivas, con misiones en otros pueblos, realizaron una amplia labor. No obstante, en 1881 el gobierno del general Joaquín Zuvala les expulsó: a las controversias ideológicas suscitadas, sobre todo en León, se unieron las acusaciones de haber levantado a los indígenas de Matagulpa contra las disposiciones gubernamentales sobre la apropiación de tierras COIIHHI.IION indígenas y trabajo obligatorio. Sin embargo, en su defensa, los jesuítas adm on que Halaron en todo momento de hacer de mediadores ante la gravedad de lu rcvuclüi (Sobre este punto ver el libro citado de F. Cerutti, nota 3.42). 76
La religiosidad en el siglo XIX Tenemos una buena descripción de la situación religiosa general a través del etnólogofrancésPaul Levy, llamado para investigar y escribir sobre Nicaragua en los afios 1870-1872, (48). Para este autor, después de las fiestas patrias de setiembre, "las demásfiestasimportantes son puramente religiosas. La de Semana Santa en primer lugar, donde las mujeres se ponen sus mejores ropas, y luego el Corpus, la Ascensión, Todos los Santos, Natividad, y, enfin,todas lasfiestasfijas y móviles del calendario". En lasfiestaslocales destacan la de la Merced de León y la Concepción de Granada. Pero, seflala, "no hay en toda la República unafiestamás concurrida que la de San Jerónimo de Masaya, a la que asisten más de cuarenta mil personas". Es notable el gusto por lo sonoro de lasfiestas,manifestado en cohetes, repique de campanas, cañonazos, cargas cerradas y otras formas de pólvora, acompañando siempre la música, buena o mala. Y apunta, como buen francés, "como no hay himno oficialmente reconocido como nacional, la Marsellesa se canta en todas las ocasiones como himno patriótico". En resumen de su pensamiento afirma: "Las costumbres religiosas son las de toda la América Española; hombres y mujeres se preocupan menos de la práctica de la verdadera moral del Evangelio que de un gran número de devociones exteriores o de prácticas supersticiosas". Si las fiestas religiosas de Somotillo no eran tantas, en Moyogalpa tampoco parece que lo fueran, según el informe que presenta su párroco del año 1880. Así el día de los Santos Reyes (6 de enero) se celebró misa cantada y procesión del Divinísimo por el interior del templo. El domingo de Ramos hubo misa cantada, procesión y sermón en la mañana y procesión y sermón en la tarde. En la función del Señor de Esquipulas hubo tercia, misa, procesión y sermón (49). Aunque P. Levy no señala las purísimas de diciembre como fiesta importante, el P. Azarías H. Palláis recoge la tradición antigua de El Viejo sobre ellas, hasta el punto que el gran revolucionario italiano Garibaldi, en su visita a Nicaragua en 1865, pasó por El Viejo el 7 de diciembre, y al día siguiente hizo grandes elogios de los altares, flores y cohetes, y de cantos como el "Pues concebida", así como de las mujeres nicaragüenses y leonesas (50). Esta piedad a la Purísima parece también se mantenía en Masaya. En 1863 se encarga a su posterior mayordoma, de parte del obispo Pinol Aycinena, que funde la Asociación de hijas de María, lo cual hace y se establece formalmente un afio después, en 1864, "en honor a la Purísima". S u sucesor en el obispado, Ulloa Calvo visitó la parroquia de Masaya "nombrándome al propio tiempo mayordoma de la Inmaculada Concepción el 1 de octubre de 1872 y dando facultad para que losfielesde ambos sexos vistieran el santo escapulario azul de la Purísima". La Asociación, entre otras actividades con la imagen, ha fabricado una corona "toda de oro que ha sido valorada en trescientos pesos... y otras alhajas más de cien pesos, cortinaje, manteles 77
y otros adornos que se usan en las funciones solemnes... la asociación está compuesta por más de seiscientas personas" (51). En 1868 se funda una llamada Asociación Católica cuyo primer compromiso (sic) es orar al Sefíor para que se evite toda profanación de los días festivos, dado que dicha profanación "es uno de los males que separan más de Dios a las sociedades, atrayendo sobre ellas una desmoralización creciente" (52). Esta misma Asociación Católica, el 19 de octubre de 1883, en su sección del departamento de Managua, escribe al obispo autorice a los sacerdotes a vinar (sic), puesto que habiendo tres sacerdotes en dicha ciudad (Managua) y necesitando ser "de perentoria necesidad que los sacerdotes dediquen los domingos y días festivos a la enseñanza de la doctrina cristiana precedida de la celebración de la Santa Misa", es imprescindible dicha "vinación" (53). Razón debían tener aquellos feligreses sobre la necesidad de doctrina cristiana. Un eminente contemporáneo de ellos, don Tomás Ayón, escribiendo sobre las disposiciones reales del siglo XVII (1583, 1618 y 1620), acerca de la doctrina cristiana y su enseñanza, anota: "Estas disposiciones parecen insignificantes en el día (de hqy, 1882), puesto que no hay religiosos por haberse suprimido después de la independencia todas las órdenes que antes existían en el reino, y porque el clero secular ya no se ocupa de enseñar la doctrina cristiana a sus feligreses y menos a los indígenas que habitan fuera de las poblaciones, no obstante que ahora no tendrían necesidad de aprender idiomas extraños, pues casi todos los indios de Nicaragua hablan el castellano con la misma perfección que los curas" (54).
14 de enero de 1866 en la catedral como auxiliar del titular Pinol Aycinena, a quien sucedió al partir éste para Guatemala. Falleció el 27 de agosto de 1879. Manuel Ulloa torios fue designado obispo el 19 de octubre de 1880. Consagrado en Panamá, inició el ejercicio de su cargo el 14 de abril de 1881, muriendo en 1902 tras larga enfermedad, por lo que tuvo necesidad de obispo auxiliar los últimos años de su vida. Simeón Pereirá Castellón será quien le ayude y le sustituya a partir de 1896. Nació en León en 1863 e ingresó en los jesuítas en 1779 y sale con ellos, cuando fueron expulsados de Nicaragua,figurandoentre los estudiantes y novicios, en el año 1881. Realiza estudios en el Ecuador y ejerce cátedras en Colombia en materias tan diversas como Filosofía, Lenguas Clásicas, Historia y Matemáticas, regresando a Nicaragua por problemas de salud en 1892. Ordenado presbítero en la catedral de León el 26 de febrero de 1892 es nombrado vicario general de la diócesis tras la expulsión del clero en 1894, Por enfermedad del obispo titular Ulloa Larios es nombrado obispo auxiliar y consagrado en León el 25 de julio de 1896. Salió desterrado de Nicaragua por orden del presidente liberal Zelaya en dos ocasiones, 1898 y 1905. Al dividirse la diócesis por bula de 1913, quedó como obispo de ia reducida diócesis de León, ciudad en la que fallecjó el 29 de enero de 1922.
Apropiación de las tierras de la Iglesia por la burguesía agroexportadora Los obispos de fines de siglo XIX hasta la división de la diócesis de Nicaragua (1913) A Jorge Viteri Ungo, primer obispo de nombramiento vaticano tras la colonia, le siguió fray Bernardo Pinol Aycinena, Guatemalteco, fue nombrado obispo de Nicaragua el 30 de noviembre de 1854. Las bulas llegaron a Granada en 1856 y fueron destruidas por el incendio de losfilibusterosde Walker a la ciudad. El gobierno dio su placet el 10 de julio de 1857. Consagrado obispo de Nicaragua el 17 de julio de 1859, tomó posesión de su cargo el 6 de marzo de 1860. Fue promovido para arzobispo de Guatemala el 20 de setiembre de 1867. Conociéndose la noticia en enero de 1868 en Nicaragua, abandonó este país el 14 de setiembre de ese año "dejando a la sociedad nicaragüense en el más profundo pesar, porque además de las cualidades ya mencionadas, era una persona muy culta y sociable, por lo que se le respetaba y apreciaba en alto grado" (55). Así que, de hecho, ejerció su cargo de 1860 a 1868. Manuel Ulloa Calvo era vicario de la diócesis y rector de la universidad cuando fue nombrado obispo. Nació en 1821 en León y fue consagrado obispo el 78
"Si bien la política agraria de los gobiernos oligárquicos desde 1854 estuvo dirigida principalmente a fomentar la propiedad individual, las comunidades indígenas y la capa, menos importante, de poseedores precarios asentados en tierras nacionales, no sufrieron ataques significativos hasta 1877. La expansión cafetalera, cuyo ciclo ascendente se inicia a principios de la década de 1870, comenzó a presionar sobre las tierras de comunidades y las tierras nacionales en posesión de pequeños agricultores sin título" (56). En 1877 se promulgó la ley agraria del presidente Chamorro, cuyos primeros artículos se dirigían a la apropiación de las tierras comunales de los indios: en el primero se beneficiaban los que eran arrendatarios de algunas de estas tierras, que pasaban a propietarios mediante indemnización; en el segundo, se ponían en venta las tierras comunales de IQS indígenas. Estos hechos y la reimplantación del trabajo forzoso de los indios para tareas estatales, desencadenaron la guerra de las comunidades indígenas a partir de 1881. Los jesuítas de Matagalpa, en particular, fueron acusados de ser sus instigadores y por ello fueron expulsados de Nicaragua, junto a otras imputaciones. Tras numerosas batallas, las fuerzas indígenas fueron derrotadas, en gran parte por 79
la irregularidad de sus milicias y armas: "la guerra de las comunidades tuvo un fin dramático: fusilamientos, persecuciones, represión. Y desde el punto de vista social, consecuencias de más largo plazo, al desbaratarse los obstáculos que habían detenido el proceso oligárquico de concentración de tierras más aptas para el cultivo del café" (57). Pero junto a estas tierras comunales, indígenas o nacionales, otro grupo importante de tierras se hallaba en manos de la iglesia, fuera en forma de cofradías, capellanías o manos muertas. Sobre estas tierras va a caer también la avidez de la burgesía cafetalera en ascenso y será uno de los puntos de choque más fuertes en el proceso. Así, el 28 de abril de 1887, el congreso emitió una ley por la cual las capellanías de los curatos podrían ser redimidas por el arrendatario. El obispo inmediatamente escribió al presidente de la república pidiéndole no autorizara la ejecución de esa ley. El presidente Coronel Evaristo Carazo le contestó diciendo que se extrañaba de los reclamos del obispo, pues "en ningún momento el Estado ha querido usurpar los bienes de la Iglesia" (58). El presidente José Santos Zelaya dictó varías leyes que cercenaban el poder económico de la iglesia, hasta entonces basado en gran parte en la propiedad de bienes agrarios. Así, anuló los privilegios de manos muertas (1893), reguló el funcionamiento de capellanías (1895), y dictó la ley de cofradías (1899), por las que éstas eran expropiadas de hecho a la iglesia. Los bienes de cofradías mantenían de alguna manera la tradición indígena de los bienes comunales. Consistían en tierras, ganados, árboles, casas y los beneficios que de ellos se derivaban y se iban acumulando, que losfielesentregaban a las parroquias para sostener el culto. Eran administrados por una junta de miembros de la misma iglesia. Algunas de estas cofradías procedían de tiempos de la colonia y durante el siglo XIX todas habían crecido mucho, de modo que algunas eran enormes extensiones de tierra y muchos bienes, aunque otras, por mala o corrupta administración habían disminuido. Por ejemplo, sus bienes eran vendidos baratos a alguno de los miembros de la junta o a algún arrendatario que no se quería ir, ni pagar; o tal vez algunos de sus bienes, como ganados, se perdían en favor de alguien. Su situación era, pues, variable, pero siempre rica en tierras. Por ejemplo, la cofradía del Apóstol Santiago de Boaco se encontraba "muy abundante en sus bienes, tanto de asta (vacuno) como de casco (caballar) gracias a la honorable junta de confrades, cuyos individuos son muy adictos al culto y al progreso de la hacienda y a que no se dilapiden los bienes de esa Iglesia". Esto sucedía en 1892. Unos años antes esta cofradía, dirigida por ladinos, no contaba ni con veinte vacas paridas (59). En 1880, en El Realejo, el párroco solicita al vicario de la diócesis que se pueda arrendar la cofradía (sus bienes o tierras), porque sus tierras las están explotando furtivamente y en pocos días perderían toda utilidad y nadie daría un centavo de arriendo más adelante (60). El párroco de Somotillo, al hacer mención del decaimiento de los bienes de la cofradía, que enumera, sefiala: 80
"...cierto es que los arriendos, sobre todo el que perteneció a don José Leocadio Guerrero, porque su falta fue menos de dos mil pesos (sic), como la administración hecha por la misma junta ha causado el notable menoscabo de que se ha hecho mención" (47). Por todo ello, el obispo Ulloa Larios se vio obligado en 1889 a dar un reglamento en que se detallan las funciones de la administración de cofradías, el cual fue aprobado por el gobierno conservador. No obstante lo cual, diez años más tarde el gobierno liberal expropia dichos bienes. El 23 de marzo de 1891, la municipalidad de Acoyapa levanta acta y escribe al obispo Pereira Castellón, que pone en venta la cofradía de la localidad a su actual arrendador. Así razona dicha municipalidad dirigiéndose al obispo: "Ruega a Ud. abandone la determinación de vender cofradías, tratando de conservarlas tal como los fundadores de ellas las dejaron" porque 1.- todas las demás cofradías en arriendo seguirán el mismo camino; 2.- está en tierras propias de muy buena condición; 3.- el ganado se guarda mejor a largo plazo que el dinero; 4.- los donantes, antepasados de los que ahora viven, entregaron su bienes para que en esa iglesia se diera culto a Dios y a sus demás imágenes; 5.- por experiencia con lo sucedido con los fondos públicos, la cofradía perderá todo su dinero antes o después; 6.- los vecinos de esta municipalidad serían los que tendrían que pagar de sus propios fondos las funciones religiosas que se celebren una vez perdido el dinero. Más adelante, el 12 de noviembre de 1891, en carta dirigida al vicario general de la diócesis, se hace ver que el cura de Acoyapa está aliado con el arrendador Carlos Borge en la venta de esta cofradía. Sobre esta cofradía de Acoyapa hay datos desde 1768. En 1821, el obispo de León fray Nicolás García Xerez, autoriza al cura beneficiado de la iglesia "para que de los fondos piadosos (de cofradía) que no se hallen en arriendo pueda vender las cabezas (de ganado) que sean necesarias para reparar el templo y proveer la sacristía (en ornamentos, velas...) en todo cuanto se pueda" (61). Las tensiones sobre la propiedad de la tierra y el cambio de su sentido de cuando fueron iniciadas por los donantes está bien claro en esta trayectoria. Sobre ellas recaerán las apetencias de la nueva clase social en ascenso: la burguesía agroexportadora del café y la caña, sobre todo. Cuando se dio la ley de cofradías, el obispo Pereira reaccionó con toda la rapidez del caso, trasladando de inmediato la propiedad a personas cercanas fieles a la iglesia o vendiéndolas. Dado el carácter casi secreto en que fue elaborado el decreto de expropiación, no pudo ejercitar todas las formalidades del caso, como convocar y obtener la aprobación del cabildo eclesiástico, lo que le sería reclamado más tarde. El obispo se justifica aludiendo a la emergencia y hasta el engaño con que fueran ejecutadas dichas leyes (62). También mayordomos, párrocos y otros fieles actuaron hábilmente para tratar de salvar lo más posible de los bienes de la iglesia. En Comalapa los fondos de la cofradía estaban colocados a nombre del seminario y a favor del culto de la parroquia, por lo que el mayordomo no pudo entregarlos a la municipalidad; ante las presiones, dicho mayordomo escribe al 81
obispo sobic lo qm KIII '"< lus escullirás (tic propiedad) que se referían a los bienes de cofradías que admiiuMiuhu; que los demás fondos los había tomado Su Señoría lima (el obispo Peiciia) el ario 1895, una parte para el seminario de esa ciudad (León) y otra colocado al interés para con su producto sostener el culto de la parroquia..." (63).
El pueblo de Dios en el período liberal (1893-1909) Con la revolución de julio de 1893, llega al poder una fracción de la burguesía no tradicional, esto es, no vinculada a las haciendas ganaderas y al comercio de los conservadores granadinos. Son los nuevos terratenientes cafetaleros que encuentran en la agroexportación y en los planteamientos liberales y nacionalistas su credo económico y político. El hombre clave de este movimiento es el general José Santos Zelaya. Educado en la Europa liberal de Versalles, París y Londres, J.S. Zelaya promoverá transformaciones profundas en el país que le adecúen a las nuevas dimensiones del mercado capitalista internacional. Las contradicciones internas y los conflictos que esto provoca se manifiestan no sólo con los otros sectores burgueses desplazados y con las nuevas masas campesinas semiproletarizadas, sino con la misma iglesia católica, que expresa una vez más su carácter policlasista y conservador. Los levantamientos armados antigubernamentales de 1896 y 1907 son manifestaciones de esa oposición interna a los nuevos tiempos marcados por la burguesía liberal, que tienen en los continuos conflictos con la iglesia su paralelismo religioso. Sin embargo, será el enfrentamiento con imperialismo creciente de los gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica (US A), quien determinará el final fracasado de la revolución liberal burguesa en Nicaragua. Los EEUU, no admitirán el nacionalismo de Zelaya, sobre todo cuando ponga en cuestión su hegemonía sobre el tráfico marítimo internacional a través del canal interoceánico que se proyecta realizar en Nicaragua -a través del Río San Juan y Lago Cocibolca-, con participación de capitales europeos y asiáticos. El destino manifiesto de Monroe "América para los (norte)americanos"- se pone en ejecución, eliminando a los liberales del poder y colocando en su lugar a los sectores más vendepatrias y corrompidos del partido conservador, encabezados por el que será presidente, Adolfo Díaz, administrador de empresas norteamericanas en Nicaragua. Ese aborto, proyectado por USA de la burguesía liberal nacionalista será sentido por los propios EEUU, años más tarde, con el triunfo de la revolución popular sandinista, cuando busquen aliados naturales en el interior del país y apenas encuentren algunos (64). 82
Inicio de los conflictos: ruptura del Concordato conservador A los pocos meses de la llegada de J.S. Zelaya a la presidencia de la república, el vicario general de la diócesis, presbítero Pedro Esnao, le presenta un "Momorial de quejas" por los hechos que se detallan en él en contra de la iglesia. Justificando la presentación de dicho "Memorial", el vicario afirma que los responsables de la iglesia "están animados del más ferviente deseo de que la autoridad pública camine de acuerdo con la eclesiástica, cuyo objeto tuvo en mira el Concordato celebrado con la Santa Sede. De esta concordia recogerá la Patria abundantes frutos de paz, justicia, orden y progreso verdadero" (65). La misma actitud mantiene el obispo Simeón Pereira Castellón. El 8 de febrero de 1906, desde su destierro en Costa Rica, escribe al secretario de estado del Vaticano: "...llevo once años de episcopado, once años de verdadera lucha en que he empleado todos los recursos compatibles con la dignidad de obispo... para poder conseguir la armonía entre las dos potestades (eclesiástiva y civil): todo ha sido inútil" (66). El gobierno por su parte toma nota de esta rotura, convertida en franca hostilidad del clero contra el gobierno. Así, en la respuesta al "Memorial" mencionado señala que garantiza la libertad religiosa "pero no está dispuesto a tolerar que el clero, con el pretexto de defender la religión que no se a,taca, persiga fines extraños a la institución sacerdotal" (67). De hecho, el primer punto del conflicto ya declarado fue la promulgación de la Constitución liberal radical del 10 de diciembre de 1893. Lo mismo sucedería con la promulgada en 1905, todavía con J.S. Zelaya en el poder (ver nota 3.12). Frente a toda la tradición posindependentista que comenzaba el punto preliminar con una referencia a Dios, estas constituciones liberales no mencionan siquiera este asunto. Sencillamente son laicas radicales, olvidan el tema religioso. Retomando la tradición laicista francesa, tan distante de la sociedad tradicional, atrasada y de fuerte raigambre religiosa nicaragüense, el choque frontal no tardó en llegar. La primera reacción vino del clero. En el "Memorial de quejas" citado el primer punto es éste: "Se ha emitido una Constitución radical desconociendo la Religión Católica, Apostólica, Romana como religión oficial... en esta Constitución se consignan artículos contrarios a varios del Concordato", algunos de los cuales se mencionan, citándose la enseñanza y la conformidad con la doctrina de la iglesia entre ellos. La queja de fondo que se articula en este "Memorial", y en toda esta primera etapa de las relaciones iglesia-estado, es que el poder civil desconoce la autoridad eclesiástica en asuntos de su competencia, y tras ello pareciera esconderse un afán de destruir la religión y el poder eclesiástico. En el citado "Memorial", por ejemplo, se menciona que en los primeros meses de gobierno, con ocasión de la guerra contra Honduras, el gobierno nombró tres capellanes del ejército sin consultar ni informar siquiera a las autoridades eclesiásticas: "de llevarse a efecto esa conducta -sigue el "Memorial"- el gobierno se erigiría en autoridad espiritual 83
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con mengua de la legítima pudiendo de este modo remover curas a beneplácito". Tampoco se tuvieron en cuenta las autoridades eclesiásticas en las discusiones que se plantearon en la asamblea nacional sobre el matrimonio civil, o en la detención y posterior expulsión del país del cura de Metapa, pbro. Juan Gaitán. Aun teniendo presente la existencia de fallos de tipo diplomático en estas relaciones, lo que se planteaba era la posibilidad de modernizar el país conforme a los planes liberales de introducirlo rápidamente en el mercado internacional del trabajo. Contra lo cual se levantan estructuras seculares de economía y de vida que va a ser muy difícil romper. El desequilibrio se inclinará hacia las fuerzas reaccionarias cuando el capitalismo estadounidense intervenga de manera directa en su favor. La autonomía que el poder civil logró conquistar en algunas esferas en esa lucha, no estuvo exenta de intromisión en asuntos que no le competían directamente. Eran los primeros signos de una lucha que hubiera hecho avanzar la sociedad, si la intervención yanqui no retrotajera, al final del proceso, hacia situaciones sobrepasadas. La visión de la iglesia la ofreció el obispo Pereira, auxiliar del anciano y enfermo Ulloa Larios, cuando tras la aprobación de la Ley de Cofradías en 1899 escribe: "No han sido suficientes, señores diputados, todos los vejámenes y tropelías, las injurias recibidas y el criminal desprecio por los sentimientos católicos de estos pueblos; ayer se decretó el ateísmo oficial, la separación de la Iglesia del Estado, se profanó el sagrado Recinto de los muertos y se conculcaron todos los fueros de la razón; hoy, no satisfecho aún, se consuma la mayor de las injurias, usurpando los únicos medios de subsistencia que se le había dejado a la Iglesia en Nicaragua" (68).
Otros puntos conflictivos En el campo ideológico, aparte la actuación del propio obispo, la reacción conservadora-católica se movilizó pronto. El 20 de mayo de 1894 se forma la junta directiva del periódico La Unión Católica de Nicaragua, la cual, presidida por un canónigo, pide dinero a todos los curas de Nicaragua para su sostenimiento. También les pide que enseñen el catecismo Ripalda todos los domingos en sus parroquias, para así "neutralizar la funesta propaganda de los falsos principios liberales" (69). Desde sus primeros números muestra su impronta antiliberal, pues el gobierno en su respuesta al "Memorial de quejas" argumenta la presencia de este medio para justiciar sus actuaciones: "Aún recordamos -dice el gobierno liberalestás palabras en el número 13 de "La Unión Católica": "¡Odio al partido liberal! Sí, se lo tenemos como al mismo Satanás, por sus enseñanzas satánicas" (67). Y dos años más tarde, en 1896, el mismo gobierno comunica a la curia eclesiástica que no se salga de sus atribuciones, pues no está autorizada a expedir papel sellado, obviando el emitido por el gobierno, único legal en el país (70). Una circular del 84
Vicario General de la Diócesis del 16 de setiembre de 1905 (71) dirigida al clero, les ordena que "al terminar el Santo Sacrificio de la Misa después de las preces de costumbre, agreguen las siguientes: COR JESU S ACRATISSIMUM, MISERERE NOBIS. DOMINE, SALVUM FAC REPUCLICAM. DOMINE, SALVUM FAC POPULUM EIUS" (Sacratismo Corazón de Jesús, ten misericordia de nosotros. Señor, salva la República. Señor, salva a su publo). Pocos meses después, el 24 de febrero de 1896, un levantamiento armado conservador de los más fuertes contra Zelaya explicará el significado de aquellas preces. El clero se convirtió en uno de los principales baluartes de la lucha contra el régimen liberal de Zelaya. Esto ocasionó respuestas enérgicas del gobierno, encarcelando y, en su caso, expulsando del país a algunos clérigos. Ni el propio obispo Pereira se libró del destierro. Durante su segunda expulsión en 1905, tras viajar por varios países, se instaló en Costa Rica. Allí dirige una carta al secretario de estado del Vaticano. Uno de los temas es explicar por qué se niega a aceptar las condiciones que le pone el gobierno para recibir al clero desterrado, tras el indulto concedido al comenzar 1906 en el inicio del segundo mandato presidencial de J.S. Zelaya. No estaba dispuesto a retirar sus palabras sobre la orden presidencial que prohibía el uso del traje talar clerical. Incluso los días 1 y 2 de enero de ese año los sacerdotes salieron en Nicaragua en manifestación con hábitos.' El gobierno procedió a cerrar el seminario y procedió a la expulsión de varios sacerdotes. Además, la amnistía incondicional dada por el gobierno no ha sido cumplida a cabalidad, puesto que dos sacerdotes que regresaron a Nicaragua fueron hechos presos y castigados a palos. Este tipo de conflictos fueron frecuentes en aquellos años (72). La expulsión de miembros religiosos se extendió a las religiosas Misioneras del Sagrado Corazón, quienes ruvieron que salir de Nicaragua en 1894,el 18de agosto, junto con algunos sacerdotes. Habían llegado al puerto de Corinto el 25 de octubre de 1891, donde fueron recibidas con notable estusiasmo, dirigiéndose hacia Granada para fundar un colegio de señoritas, ya que para ello habían sido llamadas por doña Elena Arellano. Al frente de ese primer grupo llegó la madre fundadora de la congregación, M. Cabrini. Los informes oficiales sobre su pedagogía son excelentes al primer año de su funcionamiento, sobre todo porque ponen en marcha una pedagogía comprensiva y no memorística, como se acostumbraba en Nicaragua. Para justificar su expulsión, el gobierno señala "la prohibición que hace nuestra ley fundamental de las instituciones monásticas, y es sabido que el colegio de aquellas ha tomado tal carácter", entre otros motivos porque varias señoritas de la sociedad granadina manifestaron su deseo de abrazar tal género de vida (73). Al año siguiente de su llegada, en 1892, lo hicieron también un grupo de religiosas de la Asunción, las cuales se instalaron en León, recibiendo para colegio, de manos del propio obispo, su residencia particular. Las hermanas de la Asunción habían sido llamadas por el último gobierno conservador de Nicaragua antes de Zelaya, saliendo de París nueve de ellas el 24 de agosto de 1892, inaugurando sus 85
clases en León el 20 de noviembre de ese mismo año. Diez afios más tarde tenían unos cuatrocientos alumnos, la mitad "de la clase rica" (sic) y la mitad "niños pobres". Estasreligiosasno fueron expulsadas porque, según un autor, en ese centro se educaban las hija del presidente Zelaya (74). Según un antiguo historiador, sin embargo, las primeras dedicadas a la educación de la infancia entre las congregaciones religiosas femeninas fueron las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paul (75). Llegadas a León procedentes de Guatemala, tomaron a su cargo el hospicio de huérfanas de la Recolección el 21 de noviembre de 1880. La Asamblea liberal, por decreto del 10 de setiembre de 1903 asignó a dicha casa de huérfanas 200 pesos mensuales y el sindicato de aguardiente, por indicación del propio presidente Zelaya, entregó mil más. Tienen además escuela de externas. Aunque había rechazo para ingresar religiosos en Nicaragua, el presidente Zelaya admitió de buen grado misioneros que fueran a la Costa Atlántica, recién incorporada definitivamente al Estado de Nicaragua. En carta al vicario general de la diócesis del 9 de julio de 1904,lecomunica: "Ayer manifesté a usted por telégrafo que no estaba dispuesto a permitir la importación de miembros de congregaciones religiosas regulares para permanecer en territorio nicaragüense, salvo que se radiquen en el litoral atlántico y se dediquen a la enseñanza" (76). De hecho, se había internado una misión católica en dicha Costa Atlántica en 1898. Allí se indica su participación en los actos de lafiestanacional del 15 de setiembre, la inauguración de un hospital en Bluefields, con celebración de misa "y en medio del regocijo del pueblo, como es natural en estos casos, pasé a bendecir el lugar donde debe quedar la iglesia católica de esta ciudad" (77). El informe continúa con las actividades por el río Prinzapolka: "A mi llegada a Funky invité al señor juez a que me ayudara y con su auxilio bauticé setenta niños, pero otros tomaron el monte". Más adelante recoge su encuentro con los sumus. Dos años más tarde, un sacerdote de origen francés, con diez años de trabajo en Honduras, solicita se le autorice a ejercer en Bluefields, donde llegó como misionero y a quien los católicos pidieron se quedara. En total, asegura este sacerdote, serán unos quinientos católicos, casi todos extranjeros. La iglesia carece de los objetos más necesarios, de manera que pide al obispo un ara y un cáliz, mientras él solicita a Europa los demás objetos (78). Para estas fechas ya trabajaban en la Costa las iglesias morava y bautista, viéndose la presencia de los últimos incrementada en tiempos de Zelaya en la Costa del Pacífico (id.).
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Capítulo IV: Neocristiandad e intervencionismo de EE UU (1909 -1979) 87
Restauración¡smo católico e intervención de los EE UU en Nicaragua
El 2 de diciembre de 1909, el gobierno liberal de J.S. Zelaya recibía una nota del secretario de estado de los EEUU -nota Knox- que le obliga a renunciar. Su sucesor inmediato, el liberal Madriz, se ve imposibilitado de derrotar un alzamiento conservador promovido por el gobierno de los EEUU, al encontrarse tropas del ejército de este país en Bluefields, que les sirven de respaldo. El 4 de agosto de 1912, marinos del ejército USA invaden Nicaragua y toman militarmente los puntos claves de este país, tras acabar con la resistencia nacional y popular encabezada por el patriota Benjamín Zeledón. El cuerpo de éste, arrastrado por caballos, será exhibido por varios poblados nicaragüenses. En uno de ellos será visto por un muchacho, Augusto C. Sandino. El intervencionismo directo de los EEUU en Nicaragua ha sido ya introducido al hablar del filibustero William Walker (1856, guerra nacional) y del final del período liberal (1909, nota 3.64). El siglo XX en Nicaragua va a estar marcado por el imperialismo de los EEUU en el área, tras su expansión por el Caribe (1898, Puerto Rico, Cuba) y Panamá (1903, canal). El asesinato del patriota Benjamín Zeledón, jefe de la resistencia nacionalista contra el invasor yanqui, va a marcar el inicio directo del control de las principales fuentes económicas del país, como bancos, aduanas, ferrocarriles, por parte de los banqueros de Wall Street en Nueva York. Y no sólo economía: los gobernantes norteamericanos manejarán durante décadas la política, el ejército, la administración pública y lasfinanzas,y cualquier otro síntoma de identidad nacional nicaragüense (1). La Iglesia Católica, tras los vaivenes del siglo anterior posindependencia, pretende asegurar su estabilidad institucional y su prestigio social, restaurando organizaciones y prácticas que lo entroncan con el pasado colonial: es el intento de reconstruir la neocristiandad, mediante la renovación de la alianza trono y altar acomodada a las nuevas condiciones históricas. Al referirse a la conquista española del siglo XVI y la vigencia del patronato real en la dirección y organización de la Iglesia (ver nota 2.5), se hizo mención del sustrato de cristiandad. Ahora, tras la rotura federal y liberal, la iglesia trata de volver a ella, aunque las condiciones históricas son distintas y ha de ajustarse a las mismas. De ahí el prefijo neo que precede a la validez de la cristiandad en el siglo XX: será la NEOCRISTIANDAD ECLESIAL (2). 89
La Iglesia Católica en la constitución conservadora de 1911 El 21 de diciembre de 1911 se promulgó una constitución que duraría hasta 1939. Está firmada por Adolfo Díaz, presidente conservador de Nicaragua impuesto por el gobierno de EEUU. Consta de 175 artículos y en el 5 dice: "La mayoría de los nicaragüenses profesa la Religión Católica, Apostólica y Romana. El Estado garantiza el libre ejercicio de este culto y también el de todos los demás, en cuanto no se oponga a la moral cristiana y al orden público, quedando prohibido leyes que protejan o restrinjan cultos determinados". Tras la desaparición liberal, la iglesia recupera la confesionalidad católica del Estado, justificada ahora por motivos sociológicos, y no tanto por teológicos, como otras veces. La tolerancia vino impuesta por el reconocimiento de los cultos protestantes existentes en la Costa Atlántica, cuya reincorporación definitiva no podía ponerse en cuestión. Esta posición llegó a molestar a católicos intolerantes, incluidos obispos, que mantenían posiciones dogmáticas sobre los derechos de la "verdadera" religión: el catolicismo no podía compararse con otras sectas y además era puerta del ateísmo, pues dejaba libertad de cultos y creencias (ver nota 3.12). Sin embargo, la situación de privilegio de la iglesia católica le va a permitir un restauracionismo relativamente rápido, caracterizado por el fortalecimiento institucional-administrativo: diócesis, congregaciones religiosas, asociaciones, colegios católicos, medios informativos, parroquias...todo va a ir creciendo. Este restauracionismo viene consolidando en el aspecto ideológico por un fuerte ordenamiento doctrinal (teológico) y jurídico, centrado en el carácter jerárquico-clerical de la iglesia. Incluso la tardía aparición de la Acción Católica tendrá como constitutivo reforzar aquellas posiciones. Las interrelaciones con los poderes político-económicos se intensifican, reavivando el viejo ideal de (neo) cristiandad, por el que ambas potestates se apoyan mutuamente, ofreciendo legitimación y recursos recíprocos (2). Este proceso se aceleró, creemos, con la actuación del entonces obispo de Nicaragua, Simeón Pereira, quien ante el intervencionismo estadounidense en Nicaragua, reaccionó con energía. El Vaticano, por tal motivo, se decidió a promover nuevos obispos en Nicaragua y relegar a Mons. Pereira a un puesto secundario. La trayectoria independiente de este obispo en todo momento, iba a ser cambiada por una subordinación total a los proyectos neoconservadores venidos del Vaticano y acordes con los de los gobernantes de los EEUU.
Carta de la dignidad nacional La intervención de los marinos yanquis en Nicaragua, contestada al precio de la propia vida por Benjamín Zeledón y un puñado de patriotas, iba a encontrar en el obispo de Nicaragua, Mons. Pereira, otro abanderado. El 9 de octubre de 1912 90
escribe al cardenal de Baltimore, James Gibbons, una carta de excelente factura literaria e histórica, que aunaba a la vez un fuerte contenido nacionalista y religioso. Esta memorable carta, entre otras cosas, afirma: "Vuestro pueblo (de los Estados Unidos), carísimo hermano, ha hecho sentir a nuestro pueblo el peso de sus millones y de sus hombres; y vuestra fuerte patria ha dominado a nuestra débil patria al empuje de sus barcos acorazados, de sus potentes cañones y los tesoros de los banqueros del Norte se robustecen con la sución cotidiana y aniquilante de nuestras exhaustas arcas al amparo de gravosos empréstitos, de tratados injustos y contratos desiguales... Quizá se alegue como pretexto para retener en nuestro país la fuerza armada de los Estados Unidos que es garantía de paz... ¡Intervención! Vos no imagináis lo duro de esta palabra... Vos no habéis mirado nunca más alta que vuestra bandera en el país donde nacisteis alguna extranjera enseña. Vos no habéis visto convertido el santuario en cuartel... La conquista no solamente se extiende a las finanzas, a la política de nuestro país, sino que invade los serenos campos de la conciencia... Para el desarrollo de tan siniestro plan parece que se ha procurado el empobrecimiento y la miseria de nuestro propio pueblo, que así, a costa de sacrificios, aun mantiene su decoro". Finaliza proponiendo una campaña de información en los periódicos de los Estados Unidos dirigida por el propio cardenal, de modo que "se abra no solamente para Nicaragua, sino para todos los pueblos americanos que sufren la intervención, un período de reparación y de justicia, que cese ya el predominio de la fuerza, que llegue la serena actuación del derecho". Y le insta a hacerlo, porque esta obra, "además de patriótica y justiciera (es) imponderablemente apostólica" (3). A los elementos biográficos ya señalados con anterioridad, hay que destacar su preocupación por mejorar los estudios en su diócesis. Cuando le fue posible creó el seminario menor, destacado centro de estudios de su época, impulsó la publicación de obras religiosas, entregó el palacio-residencia del obispo para colegio de niñas dirigido por las religiosas de la Asunción, protegió el hospital de San Juan de Dios y el hospicio de León, reconstruyó la catedral, entre otras actuaciones importantes (4). Pero no fue llamado para arzobispo de Managua cuando la diócesis fue dividida e independizada de Guatemala, puesto clave de la nueva administración eclesiástica.
Creación de la provincia eclesiástica de Nicaragua El 24 de febrero de 1914, el delegado apostólico para América Central con sede en San José de Costa Rica enviaba al ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua una comunicación en la que decía: "Con este correo remito al Excelentísimo Señor Arzobispo electo de Managua, Monseñor José Antonio Lezcano, las Ven. Bulas Pontificias de constitución de la nueva Provincia Eclesiástica nicara91
güense y las de investidura y consagración de los Ilustrísimos señores obispos de la misma. Al mismo tiempo participo a V.E. que el Señor Arzobispo tiene facultad de esta Delegación Apostólica para ejecutar las bulas y organizar preliminarmente la Provincia Eclesiástica. Para cuya acertada ejecución y organización solicito encarecidamente el apoyo y auxilio del Gobierno de V.E.". A continuación se felicita porque hayan sido "colmados tan pronto y tan felizmente los anhelos del pueblo de Nicaragua". Este documento, con la respuesta del ministro, en la que se apresura a confirmar que el gobierno "está dispuesto a prestar al Excelentísimo Señor Arzobispo todo el apoyo y auxilio necesarios para la acertada ejecución de las Bulas", así como cartas del electo arzobispo Lezcano y las mismas bulas, fueron publicadas en la primera página de La Gaceta, diario oficial (5). La bula por la que se establecía la provincia eclesiástica de Nicaragua, separándola de la hasta entonces sufragánea de Guatemala y dividiendo el antiguo obispado de León de Nicaragua, fuefirmadapor el papa Pío X el 2 de diciembre de 1913 y lleva por título Quam iuxta apostolicum effatum. En ella y en las que le acompañan se establecen las nuevas sedes episcopales, sus límites geográficos, designación de catedrales con sus titulares, y otros aspectos. Managua quedaba como arzobispado, con la iglesia de Santiago como catedral; León, reducida en sus antiguos límites; y Granada, que veía así colmada una vieja aspiración que se remontaba a los tiempos coloniales. Además se creaba el vicariato apostólico de Bluefields, con dependencia directa de Propaganda Fide, para toda la Costa Atlántica; y un obispo auxiliar de Managua con sede en Matagalpa. Este último sería elevado a sede propia en 1924. En 1962 se formó la diócesis de Estelí a partir de la de León y la prelatura de Juigalpa, a partir de la de Granada.
Otras congregaciones y órdenes religiosas que se instalan en Nicaragua en aquellas fechas son (7): -Bethelemitas, el 13 de noviembre de 1913, dedicadas a la educación, primero en Chinandega y más tarde en Managua; -Buen Pastor, en educación y cárcel de mujeres, en León entre 1914 y 1921, quedando en Managua desde 1938; -Capuchinos franciscanos ert 1915, establecidos primero en Managua, se extendieron luego a Nueva Segovia y Costa Atlántica; -Josefinas de México, atienden el hospital de Managua desde 1915 llamadas por Mons. Lezcano; -Jesuítas, quienes regresan tras su expulsión de 1881, formando en 1916 el colegio Centroamérica de Granada, para pasar a Managua más adelante; -Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, se sitúan en Bluefields en 1920 y en Managua en 1923, en tareas educativas (se llamaban de la Divina Pastora); -Dominicos, reciben el santuario de N.S. de la Merced de León en 1921, llamados por el obispo de León un año antes para atender los estudios del seminario (el obispo Simeón Pereira, falleció en el intervalo); -Franciscanos menores, los de más larga y antigua trayectoria en Nicaragua entre todos los religiosos, forman su casa en Chinandega en 1923 y se extienden por otras zonas del país; -también llegaron por estas fechas congregaciones dedicadas a la educación como los Hermanos de La salle y los Salesianos de Don Bosco, éstos en sus dos ramas, la de varones y la de mujeres Hijas de María Auxiliadora.
El primer arzobispo de Managua: alianza Iglesia-Estado Presencia de las congregaciones religiosas El fortalecimiento institucional de la iglesia y el restauracionismo católico se manifestó en el aumento de personal religioso y del número de congregaciones en Nicaragua. El propio gobierno estaba interesado en ese proceso, al par que la Iglesia se consolidaba como estructura social del régimen impuesto por los EEUU. En 1912, el delegado apostólico para América Central, con sede en Costa Rica, escribe al obispo de Nicaragua, Simeón Pareira, para comunicarle que solicite la indemnización por los bienes perdidos durante la expulsión del país de las Misioneras del Sagrado Corazón. Tal expulsión sucedió en 1894, durante el gobierno de J. S. Zelaya, y la actual solicitud está sugerida por el gobierno conservador. La exigencia de restitución, por otro lado, era requisito que ponía la fundadora de dichas misioneras, M. Cabrini, para retornar a Nicaragua, hecho que acontecería en 1920 (6). 92
El primer arzobispo de Managua, José Antonio Lezcano, ocupa lugar destacado en la vida eclesial de este siglo no sólo por su cargo y por la larga duración en el mismo (1913-1952), sino por el significado de las actuaciones que en él realizó: consagró la alianza estado (oligárquico y dependiente) e iglesia (católica, jerárquica) que tanto recordaba la época colonial. Ya en su consagración como obispo, el 3 de mayo de 1914, tuvo como padrinos al presidente y vicepresidente conservadores impuestos por los EEUU; y sus bodas de oro sacerdotales, celebradas el 22 de mayo de 1938, tuvieron en el dictador Anastasio Somoza García y su camarilla de políticos y oficiales destacados participantes (8). El populismo de Mons. Lezcano se hizo manifiesto en el desfile de asociaciones religiosas con motivo de esas bodas de oro sacerdotales, el cual fue calificado como: "hizo época en los anales nicaragüenses por su magnitud". Este populismo le venía muy bien al régimen dependiente en el país, y siempre lo cultivó y le mostró su apoyo. Así, en el homenaje que las juventudes marianas de Nicaragua 93
hicieron al arzobispo en noviembre de 1941, y que superó en número y organización al desfile de organizaciones religiosas mencionado, el presidente honorario fue el mismo dictador Somoza y su esposa; en palabras del propio Mons. Lezcano, dicho homenaje "colmó" sus aspiraciones (9). Esta religiosidad de actos culturales y manifestaciones piadosas, sin mayor trascendencia ética, a no ser un moralismo retrasado, se mantuvo en las mayorías populares, quienes recogieron de Mons. Lezcano la imagen de un arzobispo dulce y devoto cercano a los humildes, como cuando visitó las destruidas viviendas del terremoto de Managua de 1931, o le construyeron su estatua en un barrio de Managua. Mons. Lezcano apoyó directamente al régimen constituido en diversas ocasiones. En 1922 escribe una carta pastoral solicitando al pueblo que cumpliese con sus obligaciones ciudadanas de votar en las elecciones para presidente de la república, "explicando, basado en el derecho divino de los reyes, que ese derecho abarcaba a los presidentes, ya que éstos han sido elegidos por Dios para ser depositarios de su autoridad" (10). Y en 1942 coronó en el estadio nacional a la hija, única mujer, del dictador Somoza colocando en su cabeza la corona de oro de la Virgen de la Candelaria (11). El resto de la jerarquía eclesiástica mantuvo una actitud semejante. Sus palabras, actuaciones y cartas pastorales fueron una legitimación constante del sistema social imperante, bajo la égida de los EEUU, alos que no mencionaban. Así, en 1915, el obispo de Granada Canuto José Reyes, al tomar posesión de su diócesis, reconoce la importancia que ha tenido la "gran unión y armonía" que reina entre el poder civil y el eclesiástico, merced a la cual se goza de mediana paz y los pueblos ven en sus gobernantes a representantes de Dios, les aman y les obedecen sin protestar (12). Los gobiernos, por su parte, favorecieron estas posiciones cuanto pudieron, en particular los conservadores de los primeros momentos. En la Sección editorial de La Gaceta, diario oficial de la república, ya mencionado (4 de mayo de 1914, nota 8), entre apologías de la religión y la fe católica, se afirma: "el eclipse de la independencia espiritual (sic) ha pasado ya y en vez del ateísmo, la dulce autoridad del Papa, la creencia católica, la fe se interpone entre el Gobierno y el poder democrático, entre el gobernante y el pueblo, entre la fuerza armada y la opinión inerme". El ministro de gobernación, en 1919, aprueba la "Liga de los Caballeros Católicos" de Granada, cuyofines coordinar las fuerzas vivas de los católicos para "restaurar el orden social cristiano" en todo el país (13). Esa fue, también, la trayectoria de Anastasio Somoza García. Y aunque el aparente talante liberal de las constituciones de 1939 y 1950 favorecían la libertad de culto y se declaraban como no confesionales, los obispos, al protestar por la aprobación de ésta última por ese motivo señalado, se ven obligados a reconocer, sin embargo, que dan gracias a Dios por la moderación de sus gobernantes, "por sus sentimientos católicos" y porque han preferido la armonía a la persecución. 94
Sandino
En contraste con la posición oficial de la iglesia con los gobiernos proestadounidenses de Nicaragua está su actuación con Augusto C. Sandino, jefe del ejército popular que se levantó contra la ocupación yanqui y la venta de la nacionalidad realizada por las oligarquías. Cuando el interventor impone un arreglo a las dos facciones, conservadora y liberal, que se disputan el poder interno, entonces se inicia una campaña de prestigiar dicha intervención norteamericana y, al contrario, desprestigiar la lucha armada de Sandino. "Prestigiar la intervención de acuerdo a la tesis de que es necesario imponer la paz y solucionar de una vez la situación de guerra intestina, como mal endémico del país; que se necesita orden, y que ese orden sólo puede ser impuesto desde fuera...". Tales son, entre otros, los conceptos que expone el embajador del gobierno de Adolfo Díaz en la Sexta Conferencia Panamericana de 1928 (14). Y tales serán, también, aunque no tan explícitos algunos de ellos, los conceptos expuestos por los obispos de Nicaragua en su carta pastoral colectiva "Sobre la necesidad nacional de pacificar Las Segovias", fechada el 26 de octubre de 1930, festividad de Cristo Rey, ;n la que "exhortan" "muy paternalmente" a los combatientes sandinistas a abandonar las armas. Partiendo de que "el poder de Nuestro Señor es absoluto, comprendiendo lo espiritual y las cosas temporales", y que "su Reino (el de Jesucristo) es la Iglesia", os obispos se dirigen a "nuestros hijos, que aun se mantienen en las espesas nontañas del norte con elrifleal brazo" a los cuales hacen "una paternal excitativa" )ara que no prolonguen más" una lucha desesperada que, vista imparcialmente, no mede acarrear más que la desgracia para ellos y la desgracia para los nicaragüeñas". Para nada se menciona a los marinos yanquis, que bombardean y causan horror ;n la población civil y ocupan un territorio y unas delegaciones que no les lertenecen, incluyendo el ametrallamiento y bombardeo aéreo de la ciudad de )cotal el 15 de julio de 1927 (15). Y tras recordar a viudas y huérfanos e inválidos originados por la guerra, los tbispos siguen: "Muy paternalmente exhortamos a nuestros hijos que, abandonante las estériles luchas armadas, vuelvan a la vida del hogar y del trabajo y al umplimiento de los deberes religiosos para que la paz de Cristo haga florecer las ;ostumbres cristianas a nuestro Setentrión (Norte)..." Ninguna alusión hay aquí lacia el gobierno constituido, en cualquier sentido, para que la causa aludida por los guerrilleros para su lucha sea eliminada, aun contando con la justicia y la dignidad le la misma, a saber, la salida de los soldados yanquis de Nicaragua y el establecimiento de un gobierno digno no vendido a Estados Unidos. Los obispos sólo quieren que los sandinistas dejen las armas, algo muy acorde con los planes norteamericanos y las oligarquías internas que los apoyan. 95 /
Teología y práctica pastoral (1909-1969) I .a nctuación de Sandino y el cambio en la política internacional de los años treinta modificó la estrategia imperial de los EEUU para Nicaragua, estableciendo lu Guardia Nacional dirigida por Somoza como ejército garantizador de dicha política. Sin embargo, el fondo de dominación se mantenía e incluso se incrementaba. La Iglesia Católica va a mantener un mismo planteamiento teológico y pastoral de fondo todos estos años, pero, por influjos venidos sobre todo del Vaticano, va a introducir en los mismos años treinta un elemento nuevo en su práctica: la inserción más orgánica del laicado católico en dichos planes. Algunos hechos y personas son excepción a este planteamiento, como el P. Azarías H. Palláis, párroco del puerto de Corinto y poeta, en los comienzos del siglo, y Mons. Octavio Calderón Padilla, obispo de Matagalpa (1948-1972), activo pastor, insobornable con el tirano. En los años sesenta se introducen los primeros elementos de renovación que aparecerán ya nítidos en las décadas siguientes. Señalamos como características de esa teología y práctica pastoral las siguientes: a) su sentido apologético de defensa doctrinal y jurídica de la iglesia y la fe católica, con marcado acento antiliberal y anticomunista; b) antiprotestantismo declarado; c) religiosidad centrada en el culto eucarístico y devociones populares; d) moralismo casuístico, desfasado de la realidad histórica; e) fortalecimiento del laicado católico al servicio de la jerarquía a) sentido apologético Los documentos episcopales oficiales son de clara evidencia en esto. No insistimos en este aspecto por eso mismo. Dicha defensa de la doctrina y fe católica llevó a desarrollar las publicaciones católicas con este fin. Así, el 24 de octubre de 1920 apareció en Chinandega el semanario católico La Luz, cuyo objetivo era: "Defender la verdad católica, combatir el vicio e ilustrar la clase obrera". Para sus editores, la moral cristiana es la única tabla de salvación de las ideas extraviadas e inmoralidad que consumía a las sociedades europeas, víctimas del bolchevikismo. Como se puede apreciar, a la confusión de ideas y falla de análisis social, se añade un anticomunismo que no faltará en otros medios eclesiásticos similares. El 3 de abril de 1934 se publicó en Granada el primer número del diario La Reacción, dirigido por un grupo de jóvenes católicos practicantes defensores de los sanos principios religiosos, a cuyo frente está el pocla José Coronel Urtecho. El obispo de Granada les da su bendición y les desea "que sepan defender con ahínco la doctrina católica". Este mismo obispo, Camilo Reyes, había escrito el día de la Purísima de 1922 al obispo de León solicitando impusiese silencio absoluto al P. Azarías H. Palláis: "prohibirle que hable, quo predique, que escriba y hasta que 96
confiese y yo creo que aún la Santa Misa se le debería prohibir, hasta que se retracte de las ideas horrorosas que dicen (sic) ha expresado" (16). En los años treinta aparecen otros periódicos que unen lo apologético con un sentido más propagandístico de la fe, vinculados al movimiento de Acción Católica, como Acción Católica en Granada y La Luz en Managua, ambos en 1940, El Sembrador en Masaya en 1942, entre otros. La defensa de la fe se unió á la necesidad de la catequización, para lo cual los obispos plantearon un esquema anual de catequesis de adultos para darse en todas las iglesias en las misas dominicales. El tema del año 1932-1933, por ejemplo, fue explicar el catecismo romano en su credo, con temas tales como el primado y la infalibilidad pontificia o los deberes de losfielescon la iglesia y con el papa (17). El 28 de diciembre de 1938 se iniciaba el Primer Congreso Catequístico Nacional en León. Como objetivo se plantea atacar el mal que entonces más que nunca se lamenta: la ignorancia religiosa. Por eso el obispo insiste en la existencia de congregaciones de doctrina cristiana y Santísimo Sacramento en cada parroquia, en conformidad con el Código de Derecho Canónico: "El Código recomienda sólo éstas porque se consideran las fundamentales de la vida cristiana" (18). El subrayado es nuestro para resaltar dónde estaba la predicación del evangelio de Jesucristo en estos años en Nicaragua. En esta misma línea de afirmación institucional y doctrinal está la convocatoria del I Concilio Provincial de la provincia eclesiástica de Nicaragua. Celebrado en León los días 1, 2 y 3 de enero de 1934, estuvo presidido por el arzobispo de Managua, Mons. José Antonio Lezcano. El viernes 29 de diciembre hubo una sesión preparatoria y el 31 de diciembre un acto cultural programado por la Acción Católica de León en honor de los prelados participantes. Sus temas fueron: la fe católica, moral y disciplina eclesiástica de clérigos, religiosos y seglares, culto divino y sacramentos y sobre la administración de los bienes de la iglesia. Su procesión inaugural, a las siete de la mañana del 1 de enero y la que hubo al final, a las cinco de la tarde del día tres, fueron vistas así por un cronista del periódico católico bisemanal Los Hechos, de León (n. 2.127,4 enero 1934, p.l): "El primero comenzaron, habiendo terminado ayer las suntuosas ceremonias del concilio provincial. Con toda la pompa de las liturgias de la Santa Iglesia se desplegó el programa. Como en mil cambiantes se quebraron los rayos del sol sobre las mitras recamadas de piedras preciosas, sobre losricospectorales y sobre las vestiduras bordadas de oro y plata de los ilustres prelados..." b) antiprotestantismo Siguiendo la tradición del Concilio de Tremo (siglo XVI), del Concilio Vaticano I (siglo XIX) y del Código de Derecho Canónico recién promulgado (1917), el antiprotestantismo será uno de los ejes de la actividad católica en este siglo XX. El tema de la penetración protestante -hoy llamada "evangélica"- en Nicaragua requiere tratamiento específico, que no podemos ofrecer en estas líneas. Sin 97
embargo, por parte católica se dan unas respuestas de las que entresacamos algunos hechos. Entre los años 1918 y 1922, el obispo de Granada publica varias cartas pastorales atacando al protestantismo e impulsando a losfielescatólicos "a luchar contra los enemigos de la Iglesia". Una familia de Rivas tuvo que defenderse ante el obispo por haber hospedado a algún protestante en su casa, los cuales eran de procedencia extranjera, justificándose la familia encausada por el carácter pacífico de los visitantes a que no hacían proselitismo y al posible peligro que corrían, caso de no recibirles como huéspedes, ante el resto de la población. El hecho es confirmado en Masaya durante la celebración del Congreso Eucarístico de Cultura Católica (sic), del 3 al 8 de enero de 1950, donde uno de los participantes aseguró públicamente: "Hace unos veinte años los protestantes eran apedreados por las gentes de nuestro pueblo. Cuando quisieron fundarse en esta ciudad, Masaya, los propietarios de las casas se negaban a alquilárselas. Eran unos cuantos extranjeros que diferían de las creencias religiosas nacionales. Hoy día estamos infestados de ellas. Han venido a destruir la unidad religiosa que heredamos de los fundadores de la Nación" (19). Estaba claro que toda la Costa Atlántica, con su peculiar trayectoria, sobre todo a través de la iglesia morava, nofigurabaen el concepto de "nación nicaragüense" de éste y la mayoría de los habitantes del Pacífico. También es cierto que el incremento protestante en el Pacífico vino acompañando a la presencia interventora yanqui a partir de 1909, aunque el régimen liberal de J. S. Zelaya había favorecido la llegada de algunos grupos o iglesias, como los bautistas. En la división que las grandes congregaciones estadounidenses se hicieron para misionar, Nicaragua correspondió a los pentecostales, que fueron los que llegaron mayoritariamente con los marinos USA hasta nuestros días, principalmente las Asambleas de Dios. c) culto eucarístico y religiosidad popular Con la misma característica tridentina antiprotestante, ratificada en el Código de Derecho Canónico, se impulsó la adoración al Santísimo Sacramento como afirmación de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Ese fue el centro de la religiosidad promovida institucionalmente y hasta hoy llega que en Nicaragua, en muchas parroquias, tenga más participación el pueblo fiel en el acto de adoración y bendición con el Santísimo los jueves, que la celebración comunitaria de la eucaristía el propio domingo. Frente a una secularización lenta pero progresiva de la sociedad, la iglesia propugnó la celebración de congresos eucarísticos, que reunían a grandes masas defielesen torno a sus obispos y sacerdotes de una manera más o menos organizada y significaban un acto de afirmación social importante. El primero de los celebrados en Nicaragua fue en el díafinalde 1929 y 1 de enero de 1930, manteniendo una tradición de consagrar el primer día del año a la veneración del Santísimo Sacramento hasta nuestros días. Ese primer congreso ecuarístico nacional celebrado en León tuvo gran vistosidad y numerosa participación: procesiones de varones, calles adornadas, confesiones y comuniones masivas, misas 98
pontificales y participación del laicado en diversas formas organizativas, por primera vez en la historia eclesial de Nicaragua. También el congreso culminó con una recepción del presidente vendepatria Moneada a los prelados, en su casa presidencial, el día 3 de enero, junto con todo su gabinete. Tras las palabras de complacencia, el arzobispo de Managua, Mons. Lezcano, le obsequió con la medalla conmemorativa del congreso (20). El pueblo católico, sin embargo, mantenía sus propias tradiciones religiosas, algunas muy difíciles de ser asumidas institucionalmente por el clero. Así ocurrió, por ejemplo, con el intento de modificar y hasta acabar con la celebración bullanguera del patrono de Managua por devoción popular, Santo Domingo de Guzmán (21), aunque oficialmente los patronos son otros. Comenzada la celebración de Santo Domingo en 1885, todos los años se produce una gran fiesta entre el campo -Las Sierritas, a ocho kilómetros del centro de la capital- y la ciudad, la iglesia de Santo Domingo en el centro capitalino, hoy entre las ruinas del terremoto de 1972-, que dura diez días entre la bajada, 1 de agosto, y la subida a Las Sierritas, el 10 de agosto, donde permanece el resto del año. Promesantes, bailarines, indios, demonios, negros y otrasfigurasdel folklore popular participan esos días en los diversos actos que se ofrecen. En 1961 el arzobispo de Managua, Mons. González Robleto, mandó cerrar las puertas de la iglesia de Santo Domingo, donde se traía la imagen, pero los devotos rompieron las puertas con un gran tronco, como si fuera la edad media. En 1963 hubo otros incidentes, algunos calificados de graves, cuando de nuevo el arzobispo trató de cambiar algunas costumbres relacionadas con la fiesta. En 1973 el pueblo rompió las alambradas con que se protegía la parte en ruinas, tras el terremoto, para pasar con la imagen. Cuando en 1961 el párroco de Santo Domingo preguntó qué iban a hacer, uno de los devotos le respondió: "Nada malo vamos a hacer, padrecito, solamente defendemos nuestra fe". No sólo el arzobispo de Managua trató de cambiar o eliminar fiestas populares religiosas. El obispo de León, Mons. Tijerino, trató de hacer lo mismo con la peregrinación a la Virgen de la Concepción del Hato, en el municipio de El Viejo, y no sólo no lo consiguió, sino que reconoció que fue un error de su parte el intentarlo. El P. Azarías H. Palláis cuenta la historia de un mandador de una finca, quien yendo de camino para el santuario de la Virgen fue advertido por su patrón que no fuera, ya que podía ser excomulgado, pues tal era la pena impuesta por el obispo al que llegara; el mandador, que iba con su familia en una carreta de bueyes, lerespondió: "Pero vea patroncito, nosotros tenemos promesa de ir cada año al Hato de la Virgen. Y entonces si el obispo descomulga que se entienda con la Niña (la Virgen)" (22). El mismo obispo, no obstante, logró eliminar algunas devociones por otro medio: reclamando un estipendio económico a las mayordomas o mayordomos que regentaban las imágenes. En algunos medios pobres, como el norte de Chinandega, esto fue definitivo, como lo manifiesta el párroco de Somotillo, quien en 1924 escribía al obispo: "Aquí había seis mayordomías, pero con la lectura de la 99
circular -en que se pedía dinero según lo indicado-, todas renunciaron y dejaron sus imágenes en la iglesia concretándose a una, que es la de la Inmaculada. El resto de mayordomías que había, de santitos de menor importancia, no pueden titularse por falta de limosnas, que las que recogen son tan pocas que no hay para los demás, entonces las han dejado" (23). En relación a Masaya y los pueblos que le circundan, un estudioso del folklore nicaragüense anota: "La Cama de Cristo, el Madero o Cruz es el centro de todas las celebraciones indígenas de Masaya. Es inimaginable el fervor que les inspira este signo de redención". Y nombra las cruces más veneradas en los años sesenta: la de San Sebastián el 20 de enero, las tres de marzo el 16 de ese mes, otras tres el domingo de Trinidad, la Santa Cruz el 3 de mayo, la de Nuestro Amo Sacramentado el jueves de Corpus Christi, la de San Juan Bautista el 24 de junio, la de San Pedro el 29 de ese mes, las de Santiago y Santa Ana el 24 y 25 de julio, la de la Virgen de la Asunción el 15 de agosto y la de San Gregorio el 17 de noviembre. Cada cruz tiene su dueño, el que la mandó plantar y se recibe por herencia. Después de la Santa Cruz es la Virgen María en el misterio de su Asunción el que atrae la devoción de sus habitantes. Son, sin embargo, lasfiestaspatronales de San Jerónimo las de mayor repercusión en el país, por la devoción que inspira el santo y por el esplendor y colorido que poseen (24). d) moralismo casuístico y moral de sobrevivencia La moral casuística se define como las normas de comportamiento práctico de inspiración cristiana desligadas del análisis social, de lafilosofíaviva, del dogma e incluso de una teología moral especulativa, y ajena también a la espiritualidad y a la mística. De excesivo legalismo, y muy pragmática, esta moral está muy vinculada a la praxis penitencial emanada del concilio de Trento (25). Asila vamos a encontrar en los obispos y clero nicaragüense del momento que estudiamos. La moral vivida por el pueblo, en su mayoría formalmente católico, es sin embargo otra y está por precisar todavía. Sin embargo nos atrevemos a adelantar que se basa en una moral de sobrevivencia fundada en la familia entendida como clan en sentido amplio, la familia grande, pues. Esta familia grande ha sido la que ha mantenido a las grandes mayorías de la población en los momentos de máxima explotación campesina o urbana, cuando la degeneración amenazaba a alguno de sus miembros, por el acohol, la violencia o el apasionamiento sexual, o cuando el fatalismo hacía estragos ante mujeres abandonadas cargadas de hijos. Esta familia grande, en lucha por sobrevivir, ha sostenido a la población en los momentos de grandes sequías o inundaciones, de enfermedades endémicas y no endémicas, como la desnutrición, la malaria, la diarrea o la ancianidad, han llegado a grandes sectores populares. Y de esa moral de sobrevivencia familiar han surgido las fuerzas para sobrepasar los males sociales de la sobreexplotación de los trabajadores agrícolas en fincas de agroexportación, como café, azúcar de caña, algodón, bananos, y de otros corrosivos sociales como el analfabetismo, la prostitución, el abandono del hogar dejando 100
a la mujer cargada de hijos, el éxodo y la falta de tierras y trabajo, el desamparo jurídico y la desposesión de los principios más elementales, como la dignidad personal y nacional. El clero seguía su camino. La primera conferencia episcopal realizada en Nicaragua tras su constitución como provincia eclesiástica, efectuada en 1917, centralizó sus trabajos en exhortar a los fieles católicos a cumplir con el deber de santificar los domingos y días feátivos, léase, acudir al templo y escuchar la misa. Así se rinde culto al Supremo Hacedor. La segunda conferencia, cinco años después, se dirigió a promover la familia como fundamento de la vida social (10). Tras el terremoto que destruyó Managua en 1931, el obispo de Granada Canuto Reyes se apresuró a escribir en dos cartas pastorales -las número 15 y 16 suyas- que dicho terremoto era castigo divino, culpando a la masonería y a los protestantes, la desnudez de las mujeres y la enseñanza laica como causantes del mismo (id.). El obispo de León por su parte enviaba su carta circular n. 109 a los curas y rectores de iglesias de su diócesis, el 20 de diciembre de 1936, recordándoles que debían explicar a sus fieles "la obligación de abstenerse de ir a la exhibición de películas malas" (26). Sobreentendiéndose que eran películas malas no en técnica 0 interpretación, sino conforme a la moral de su tiempo según la jerarquía eclesial. En la carta pastoral de 1950, en la que los obispos claman contra la enseñanza laica por parte del estado y contra el monopolio estatal de los cementerios, también tienen una fuerte declaración contra el matrimonio civil y el divorcio, señalando que aquél pretende suplantar al sacramento católico (27). En este punto, los obispos parecen desconocer la práctica habitual del pueblo nicaragüense de celebrar el matrimonio por unión natural sin más trámites, ni siquiera civiles; causa, por otro lado, de que a dichos conyugues, la mayoría de los sectores populares, se les negara la recepción de la comunión en las misas, aunque no el bautismo de sus hijos. e) el laicado católico al servicio de la jerarquía "La gran obra del día, la niña de los ojos de Nuestro Santísimo Padre el Papa Pío XI es la Acción Católica o la participación de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia" (28). Quien así se expresaba era Mons. Tijerino, obispo de León y principal impulsor de la Acción Católica en Nicaragua. En esa misma carta pastoral, convocatoria del 1 Congreso Catequístico Nacional, el obispo da las razones de tal colaboración: cumplir con "la principal obligación impuesta por N. Señor a la Jerarquía: docete omnes gentes, enseñad a todas las gentes (Mat 28,19)". En ello consistía la principal colaboración de la Acción Católica, para lo cual se precisaba que el pueblo tuviera instrucción religiosa. Esos mismos objetivos los expresaban, por ejemplo, varios artículos del Reglamento de la Asociación de la Juventud Católica Nicaragüense (29): "3.- La finalidad propia y característica de la Asociación es ayudar activamente a la jerarquía eclesiástica en el cumplimiento de su ministerio apostólico". Y en el 4 se 101
exponía que sus actividades se extienden "a todo aquello en que losfíelespueden ayudar a la jerarquía en el cumplimiento de su ministerio". Entendiéndose que se trata de defender "los derechos de Dios y de la Iglesia" allá donde fueran atacados (art. 2), lo cual excluye la participación política partidaria. Se trataba, pues, de una primera aparición de los laicos -"seglares", es decir, los que viven en el siglo, la vida diaria normal, no clérigos-, como tales en la vida pública de la iglesia, sin el amparo tradicional de las órdenes terceras religiosas, ni las mayordomías y cofradías para el culto. Sin embargo, son los primeros pasos y el paternalismo clerical les amarra. No obstante introducen temas nuevos en las preocupaciones teológicas y pastorales, como la llamada cuestión social, o sea los problemas socioeconómicos vividos por ellos y otros compañeros, aunque interpretados según el sentir oficial de la iglesia. En realidad supuso una superación de las asociaciones piadosas existentes, ampliando su campo a la enseñanza del catecismo, campañas morales, ayudas asistenciales, estudios litúrgicos y culto mariano y eucarístico. Este cambio de mentalidad eclesial trajo algunos problemas. Congregaciones tradicionales de larga duración, como la de Terciarios Franciscanos, tuvieron que adaptarse y presentarse como miembros o partes de esa Acción Católica. En el primer Congreso Nacional de los Terciarios Franciscanos (14-17 mayo 1936), en el que se mostraron al mundo como "seráficas legiones que luchamos por el triunfo de Cristo y de su Cruz", también se presentaron y demostraron que "la Tercera Orden Franciscana es la más genuina organización de la Acción Católica" (sic). El mismo autor reconoce que eso sucede "en estos tiempos de organizaciones de las muchedumbres al servicio de la Iglesia" (30). Para sus dirigentes este fue "el más grande acontecimiento franciscano que conoce nuestra historia en Centroamérica". El diario La Prensa señalaba sobre el acto inaugural que "no menos de cinco mil fieles acompañaban al obispo proclamando su vasallaje a Jesús Sacramentado" (id.). En la preparación de este congreso de terciarios franciscanos, Mons. Tijerino intervino con una pastoral, en la que se refirió a la Acción Católica, insistiendo que es la participación de los seglares en el apostolado jerárquico, lo cual "presupone una esmerada preparación en sus socios" (id). Tal vez por esto el párroco de Santa Ana de Chinandega se queja ante su obispo en 1939, porque "hay almas ingratas, ingratísimas, que quizá creen que porque no se vive recluido en un rincón de la iglesia (digamos) el sacerdote no es de oración... El sacerdote que también abandona sus libros está igualmente perdido... la Acción Católica verdaderamente requiere, exige y demanda estudio y más estudio... y como la A. C. quiere calidad y no cantidad de socios..." (31). Sin embargo, en una especie de autoevaluación a veinte años de sus inicios, la presencia de la Acción Católica en Nicaragua no ha tenido demasiado éxito. En el Pequeño Congreso de Hombres Católicos celebrado en 1953 se reconoce que: "nuestra Acción Católica ha tenido una vida lánguida y su funcionamiento no ha 102
sido reglamentario", señalando el ponente que una de las causas ha sido que su reglamento es "inaplicable en nuestro ambiente", por ser imitación del extranjero. Por eso en la primera de las conclusiones del Congreso sefijaque hay que adaptar la acción a Nicaragua, siendo otras la necesidad de expandir el ideario católico mediante bibliotecas parroquiales, centros de propaganda y otras (32). No obstante hay que señalar que la Accióa Católica Rural, impulsada por Mons. Octavio Calderón en la diócesis de Matagalpa sí tuvo un fuerte arraigo y fue base de una renovación parroquial campesina que dura hasta nuestros días. En realidad en Nicaragua no existió la Acción Católica especializada, formándose únicamente las ramas masculinas y femeninas, de jóvenes y de adultos, donde se podía y se trabajaba, aunque algunos párrocos se limitaron a traspasar a la Acción Católica los fieles, mujeres especialmente, habitualmente colaboradoras de la iglesia, con las que se reunían algunas veces siguiendo más o menos el método de la Acción Católica. No obstante significó un impulso pastoral renovador en muchos casos, ante el atraso y abandono pastoral y falta organizativa existentes en la generalidad de Nicaragua hacia la mitad del siglo y antes. El último esfuerzo de esta línea pastoral y teológica fue la "santa misión" realizada en Nicaragua y otros países de Centroamérica en 1960. Con la realización de la Primera Conferencia del Episcopado Centroamericano en 1956 en San José, Costa Rica, se afirma la situación de guerra fría anticomunista en el interior de la iglesia y la necesidad de defender la fe católica. Para ello se impulsa la misión popular en la línea tradicional, que realizan sobre todo predicadores llamados expresamente para ello, principalmente de España. Su objetivo era lograr que la gente se confesara o recibiera los sacramentos de iniciación y matrimonio y la realización de predicaciones y rezos populares, como rosarios, procesiones, misas de comunión.
i Un precursor: el obispo Calderón Padilla Aunque la jerarquía católica y el clero nicaragüense mantienen sus posiciones tradicionalistas (conservadoras) en lo que va de siglo, tanto en lo doctrinal como e n lo pastoral y lo político -y, en este sentido, aprueban el régimen somocista, al que no cuestionan y hasta bendicen-, hubo un obispo en Matagalpa que mostró & independencia evangélica: Octavio José Calderón Padilla. Nacido en el norte**0 Somoto en 1904, fue consagrado obispo el 26 de enero de 1947, siendo obispo de Matagalpa desde su elección en 1946 hasta el año 1970 en que fue sustituido» aduciendo motivos de salud. Falleció en 1972 con gran sentimiento de parte de tod° el pueblo (33). Mons. Calderón tuvo especial predilección por los campesinos, a los que apoy^ con escuelas, caminos, cementerios y capillas. Pero sobre todo se distinguió P 0 ' 109
impulsar la Acción CatólicaRural, con elfinde favorecer la fecristiana, eliminando superticiones, y promoviendo dirigentes campesinos, muchos de los cuales serán destacados líderes en las transformaciones sociales posteriores. Se opuso con energía a la explotación económica de los campesinos, apoyó las reivindicaciones sindicales en su diócesis, acogió a perseguidos del somocismo, levantó su voz contra la corrupción nacional y defendió la dignidad de vida de los nicaragüenses. Durante su mandato el clero de la diócesis se cuadruplicó y las mejoras organizativas fueron visibles en todos los niveles. Su benéfico paso por la diócesis es notable aún en nuestros días.
Los años sesenta: hacia un cambio en la sociedad y en la iglesia En los años sesenta, la expansión capitalista en América Latina se enmarcó en la llamada Alianza para el Progreso, impulsada por el gobierno Kennedy desde los Estados Unidos. Para Nicaragua, su inserción en el mercado internacional del trabajo se realizó tras la Segunda Guerra Mundial a través del cultivo del algodón, que erradicó amplias zonas de fértiles tierras dedicadas a árboles frutales o granos básicos y ganadería, sobre todo en el occidente. El algodón desplazó al tradicional café como principal producto de exportación en los años cincuenta. Cuando llega la crisis internacional que hace caer sus precios se plan tea una nueva política agraria, ya al final del período. Grandes masas campesinas despojadas de sus tierras se convirtieron durante estos años en semiproletarios agrícolas, desplazados hacia tierras marginales para el cultivo de granos básicos en régimen de minifundio durante las largas épocas en que el cultivo del algodón no necesitaba de sus brazos. En el plano industrial se favoreció la instalación de empresas al amparo de favorables condiciones tributarias y mano de obra barata, pero no resolvieron la crisis, pues en su mayor parte eran industrias de transformación final de productos cuyas materias básicas se importaban de los propios EEUU. No obstante, introdujo nuevos elementos en el ámbito laboral y productivo que chocaron con las tradicionales oligarquías latifundistas y las necesarias transformaciones del régimen somocis ta, las que no llegaron a producirse. La apariencia civilista, por ejemplo, del período presidencial de Rene Schick (1963-1967), mantuvo el poder total del clan Somoza y la dependencia absoluta de los intereses de Estados Unidos en el área. Por estas fechas se organiza y actúa en Nicaragua un grupo de hombres y mujeres de los sectores más radicalizados, tanto de obreros y campesinos como de la propia burguesía, que afrontan la lucha contra la venta de soberanía nacional, la explotación inmisericorde que sufre el campesinado y la situación generalizada de opresión del pueblo nicaragüense. A partir de la ejecución del primer Somoza en 1956 por el patriota Rigoberto López Pérez, la lucha guerrillera se generaliza en las montañas del norte, en especial tras el triunfo de la revolución cubana en 1959. El 23 de julio 104
de 1961 nace como tal el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quien protagonizará desde entonces la lucha político-militar frente al somocismo (34) hasta su derrocamiento en 1979. En este ambiente se introducen los primeros síntomas de renovación eclesial en Nicaragua, fruto de los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II (1962-. 1965), cuya proyección hacia América Latina encontrará en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín (Colombia) en 1968, su mejor resultado y el comienzo de un caminar inédito en la historia eclesial latinoamericana. El Concilio Vaticano II fue impulsado por Juan XXIII en una triple dimensión: diálogo con el mundo actual, diálogo con las otras iglesias cristianas en busca de la unidad (ecumenismo) y apertura a los pobres. El primero, por el predominio de los europeos en el Concilio, fue el más desarrollado. La apertura a los pobres no tuvo influjo decisivo en la marcha del Concilio, pese a las palabras del propio Papa Juan XXIII: "Ante los países subdesarrollados (dependientes), la Iglesia es y quiere ser la Iglesia de todos, y en especial de los pobres". Esta opción preferencial por los pobres sería la que crecería en América Latina, incluso con la incomprensión y la condena de las iglesias locales de los países ricos y de otros sectores sociales. Entre los cambios más significados y urgentes de esta primera hora conciliar estuvo la creación de dos nuevas diócesis en Nicaragua en 1962: la de Estelí, a partir de la de León, y la prelatura nullius de Juigalpa (Chontales), a partir de la de Granada. En la capital, Managua, las dos únicas parroquias existentes hasta entonces, la de Catedral y la de San Antonio, que abarcaban amplios territorios rurales circundantes, hasta40km de distancia, también se verán subdivididasen una distribución más funcional. En 1961 inicia sus tareas docentes la Universidad Centroamericana (UCA) dirigida por jesuítas. A partir de antiguos alumnos y del apoyo que recibe tanto de parte de la burguesía, necesitada de cuadros profesionales fieles a sus planes, como del propio gobierno somocista, que ve una forma de eliminar las tensiones universitarias de la UNAN dispersando a los universitarios, se abre este centro católico de estudios superiores. Afinesde los años sesenta la UCA entra en crisis al cuestionarse sus propios integrantes el modelo desarrollista impulsado por sus promotores, buscando una mayor identificación con las luchas populares. En 1961 los capuchinos fundan Radio Católica de Nicaragua, adscrita a la Conferencia Episcopal. De los propios capuchinos y vinculada en sus inicios a Radio Católica nace Escuelas Radiofónicas de Nicaragua, cuya amplitud de programas desbordará los límites propios de una emisora radial, principalmente entre campesinos. Dirigido por miembros de la curia arzobispal se edita un periódico semanal que pretende recoger los aires renovadores y dialogantes del Concilio Vaticano II con el nombre de El Observador. Además, en el plano social se expande la influencia de la encíclica de Juan XXIII Mater etMagistra, que irá penetrando en círculos importantes de la Iglesia católica, 105
produciendo algunos cambios en la mentalidad religiosa de entonces. Con ella llegan también los importantes documentos conciliares y aunque el tradicionalismo persiste en amplios sectores, algunos elementos de la renovación van quedando, como las adaptaciones litúrgicas o de costumbres. La radicalidad de la lucha frente a la miseria, la dependencia y la explotación que sufre América Latina también irá calando en algunas conciencias católicas, cuya expresión humana alcanza en el sacerdote colombiano Camilo Torres su primera excelente manifestación. La teología de la liberación, frente al desarrollismo neocapitalista, tendrá en otro sacerdote, éste peruano e indígena, Gustavo Gutiérrez, su gran promotor en esta hora temprana del Concilio. En Nicaragua tampoco faltarán representantes de este aliento radical de la fe. El primero de ellos, en forma mística y poética, como anuncio de su pueblo, será Ernesto Cardenal.
Profeta, poeta y místico: Ernesto Cardenal En 1966 se instala en una islita del archipiélago de Solentiname, en el sur del gran lago Cocibolca (o Nicaragua), un poeta convertido a monje trapense y ordenado sacerdote después, Ernesto Cardenal. Nacido en Granada, Nicaragua, en 1925, inicia un estilo de vida contemplativa nuevo: nuevo por sus componentes, sacerdotes y laicos, solteros y casados, campesinos y artistas...; nuevo por sus reglas, pues no había reglas;- nuevo por la variedad de compromisos de sus componentes; nuevo en fin, por sus planteamientos, adaptados a América Latina y a Nicaragua en particular. El pueblo participa activo en lo religioso, -como prueba el mundialmente traducido El Evangelio en Solentiname-, la famosa escuela de pintura primitivista campesina, los talleres de poesía popular y el compromiso cristiano por la justicia frente a la opresión somocista. Opción esta última que llevará a muchos de sus miembros a integrarse en la lucha de liberación dirigida por el Frente Sandinista y que hallará en la toma y destrucción del cuartel de San Carlos, en el comienzo del Río San Juan junto al lago, una de sus más fuertes expresiones. Como consecuencia de esta acción, Solentiname será destruida por la guardia somocista y sus miembros asesinados o saldrían para el exilio, como sucedió con el propio Ernesto Cardenal. En carta pública de Ernesto, fechada en navidad de 1977, titulada Lo que fue Solentiname, escribe: "Llegué con otros dos compañeros hace doce años a Solentiname para fundar allí una pequeña comunidad contemplativa. Contemplación quiere decir unión con Dios. Pronto nos dimos cuenta que esta unión con Dios nos llevaba en primer lugar a la unión con los campesinos, muy pobres y abandonados, que vivían dispersos en lasriberasdel archipiélago. La contemplación nos llevó después a un compromiso político: la contemplación nos llevó a la revolución; y así tenía que ser, si no hubiera sido falsa. Mi antiguo maestro de novicios Thomas Merton, inspirador y director
espiritual de esta fundación, me habla dicho que el contemplativo no podía estar en América Latina ajeno a las luchas políticas" (35).
Una parroquia pionera: San Pablo Apóstol de Managua En 1966 un sacerdote de origen español, José de la Jara, comienza como experiencia pastoral piloto, aprobada por la jerarquía arquidiocesana, la renovación parroquial en Managua, a partir de la parroquia que se funda ese año para tal fin en los barrios orientales: será la San Pablo Apóstol, que se hará célebre a partir de entonces por la rica experiencia acumulada, y por ser pionera de otras en sus cambios pastorales. Comenzaron impulsando la renovación conciliar bajo la acción pastoral denominada construcción de la familia de Dios. Se trataba de una práctica inédita en Nicaragua dedicada a formar la comunidad cristiana, constituyendo enseguida el consejo parroquial, los cambios litúrgicos que dieran mayor participación, exigencias morales a los miembros de la comunidad en el plano personal y familiar, formación bíblica y teológica y crecimiento del espíritu misionero. Se rompía así el esquema establecido y repetido de la parroquia masificada, individualista, anónima e inorgánica, existente hasta entonces. Otras parroquias, incluso alejadas como en Mina Rosita, en el Atlántico Norte nicaragüense, conocerán la vivencia y espíritu misionero de esta parroquia de San Pablo, primera renovada en Nicaragua. Su éxito y su secreto fue "haber dado al seglar el papel que le correspondía en la iglesia... era impactante ver cómo obreros casi analfabetos interpretaban la Biblia aplicándola a su realidad" (36). A partir de 1968, con el intento de aplicar a la parroquia las conclusiones de los obispos latinoamericanos de Medellín se produjo uno de los momentos más dolorosos de su historia: aparecen las contradicciones entre los que pretenden tomar posiciones más comprometidas con la realidad que se vive en Nicaragua y los que se aferran a su etapa anterior de convivencia como familia de Dios. Es el momento de la concientización: no todos darán el paso adelante. Los que avanzan por este camino, se sienten sujetos de su propia transformación y la del entorno social en el que actúan, dejando de ser objetos manejados por los poderosos o, al menos, incapaces de dar una respuesta coherente con la fe sobre su entorno. Por eso los conflictos se hacen fuertes, llegando a entroncar con la lucha que, bajo otros planteamientos y condiciones, realizan grupos revolucionarios en el país. El lograr armonizar la vivencia de la fe cristiana con los cambios sociales profundos "ha sido uno de los grandes aportes de la San Pablo a la iglesia nicaragüense" y al proceso de liberación de este pueblo, como atestigua uno de los protagonistas de estos hechos (ib.). Tras el triunfo sandinista de 1979 y los reajustes eclesiales, la San Pablo se adentra en una tercera etapa de su acontecer pastoral. 107
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Pastoral de la Costa Atlántica De amplias extensiones y poca población, con grupos étnicos bien diferenciados, algunos puro indígenas, con diversidad de lenguas y confesiones religiosas, el vicariato apostólico de Bluefields -Costa Atlántica Norte y Sur-, con los capuchinos y religiosas que le servían se dedicaron bien pronto a la formación de dirigentes nativos. Desde 19S0 se venían dando cursos en lengua inglesa para catequistas y desde 1954 en lengua miskita, pero fueron los de 1967 los que incorporaron un plan integral de promoción cultural y religiosa. Se desarrollaron programas de agricultura, salud, educación, promoción comunal y educación religiosa en idioma miskito, por ser esta etnia la mayoría de sus habitantes (37). Eran ecuménicos, pues participaban moravos y católicos, en dos cursos por año, alcanzando a la mayoría de los pobladores de la zona. De ahí surgieron asociaciones rurales, parteras, auxiliadores de salud y profesores rurales. Sobre todo estos últimos se hicieron más importantes a partir de 1973, por lo que se programó más específicamente, lográndose crear escuelas en zonas totalmente abandonadas por el somocismo y los gobiernos anteriores. De gran importancia fueron los cursos dirigidos a la creación y formación de delegados de la Palabra de Dios a partir de los miembros de las propias comunidades miskitas, pues ellos mismos dirigían sus comunidades: "La labor de los delegados de la Palabra fue servir a Cristo en sus hermanos, organizando celebraciones de la Palabra, preparando cristianos para el bautismo, y para el matrimonio, visitando enfermos o enterrando muertos". Los cursos se realizaron en Siuna, Muelle de los Bueyes, Paiwas, Rama y otros lugares de la Costa Atlántica. A partir de 1973 son consagrados los primeros diáconos miskitos, en un proceso que ganará en calidad y profundidad. En este progresivo despertar de dirigentes, un momento decisivo fue la concientización lograda en sus participantes, descubriendo su dignidad como personas y como ciudadanos y las posibilidades de construir su propio destino. Así llegaron al compromiso histórico en las luchas de su pueblo. Muchos de ellos pagaron con la persecución y la muerte su servicio a la comunidad. En 1976, treinta y cinco misioneros franciscanos capuchinos escribieron una carta al general Somoza reclamando por 160 campesinos desaparecidos por la guardia somocista. La carta fue ampliada con más firmas y desapariciones y alcanzó resonancia internacional. Entonces varios religiosos capuchinos tuvieron que cambiar de trabajo y lugar o salir del país por miedo a la represión. El trabajo pastoral sufrió las consecuencias, coincidiendo ya con la insurrección generalizada en todo el país. La creación de estos delegados laicos en comunidades rurales ha sido un trabajo ejemplar entre todas las diócesis de Nicaragua, y su labor prosigue hasta el presente. 108
1969-1979: entre la renovación eclesial y la revolución popular Estos antecedentes destacados de los años sesenta y su continuación en los setenta que acabamos de reflejar, introducen en lo que fueron estos últimos: los años setenta. Tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín en 1968, los acontecimientos político-sociales agudizarán las tomas de posición. No era posible permaner neutrales. Sin pretender agotar los hechos más destacados, y menos una exposición exhaustiva de los mismos, apuntamos los ejes por el que transcurre la vida eclesial o del pueblo de Dios en Nicaragua durante estos años, circunscritos a la comunidad católica.
Tres modelos de iglesia en el Primer Encuentro Pastoral (enero 1969) El primer encuentro pastoral de la iglesia de Nicaragua contó con el auspicio del entonces administrador apostólico de Managua, Mons. Barni, y de otros miembros de la conferencia episcopal nicaragüense, aunque no de todos, pues lo rechazó desde el principio el de Granada. Se trataba de poner en práctica alguna de las conclusiones de Medellín, y contó también con un equipo de sacerdotes identificados con tales posiciones (38). Pero, como veremos, no todos los participantes tenían las mismas posiciones. De las conclusiones de este primer encuentro pastoral, podemos obtener algunas conclusiones que irán consolidándose y resaltándose en el inmediato futuro.
/.- Existencia de un fuerte y mayoritario sector de iglesia tradicionalista, m marcado por la teología y prácticas pastorales tridentinas y sus ligeras adaptaciones al siglo XX. Así aparece una jerarquía muy conservadora, poco accesible al pueblo, gran parte del cual la desconoce, muy unida a los poderes somocistas y de carácter inmovilista en todo. El clero diocesano es escaso en número, anquilosado ideológicamente, poco actualizado y de escasa sensibilidad social ente los graves problemas del país. El hecho se agrava por la falta de un plan diocesano o nacional de trabajo pastoral, lo que hace que no haya directrices claras y constructivas. El pequeño número de sacerdotes que intenta la renovación tiene que enfrentarse a la oposición de sus obispos. Los religiosos y religiosas en su mayoría trabajan en colegios, con poco trabajo en equipo y gran individualismo, llevando una vida cómoda en sus casas y parroquias. En algunos colegios, sin embargo, se comenzó a sentir una cierta preocupación social (39). La situación de las parroquias se evaluó de esta manera: "En la mayoría de las parroquias no ha llegado el Concilio Vaticano II, ni en su liturgia, ni en su predicación y apostolado. Los sermones de los domingos son monótonos en su 109
mayoría, carecen del mensaje de Cristo, Las asociaciones religiosas son inoperantes... se reducen a reuniones mensuales y meros formulismos externos... La catcquesis sigue reduciéndose a una pura memorización sin sentido. Esridículoy anticonciliar que se siga insistiendo en matrimonios de primera, de segunda y de tercera categoría, contribuyendo así al espíritu clasista de matrimonios burgueses y proletarios, la iglesia de los ricos y de los pobres. Urge también que se haga un estudio sobre aranceles y estipendios... todo lo cual se aplica a parroquias tanto del clero religioso como diocesano" (40). 2.- Existía entonces una parte de la iglesia deseosa de la renovación conciliar, aunque sin llegara los alcances que se lograrían para América Latina en Medellín. Junto a algunos colegios católicos, ya mencionados, que se acercaban a las "cuestiones sociales" (39), y de parte de los sacerdotes en conflicto con sus obispos por ese mismo motivo de renovación, como también se seríalo, estaban aquí los organizadores o responsables de este Primer Encuentro Pastoral de la Iglesia de Nicaragua. Mons. Julián Luis Barni, principal responsable, se dirigía a los demás obispos nicaragüenses en estos términos: "Oportunamente por medio de la Nunciatura Apostólica informaremos aj Santo Padre de lo que aquí estamos haciendo en respuesta a sus insistentes llamados. La grave situación por la que hoy atraviesa nuestro país en sus esferas sociales y económicas, nos mueve a preguntarnos si todo esto no tenga algunas conexiones con el orden moral y espiritual. Si tal vez no nos hemos conformado con aquella ingrata mentalidad que recluía los actos de lá religión a los actos del culto externo". Y el presbítero Pablo Vega, uno de sus coordinadores, justificando el encuentro, tras citar al Concilio Vaticano II, al Papa y a Medellín, decía; "El Concilio Vaticano II ha disipado muchas dudas y malentendidos que había sobre la misión sobrenatural de la Iglesia". Y como razones daba: porque lo pide la iglesia, porque lo urge el Papa a los obispos latinoamericanos, porque lo reclaman nuestros propios obispos latinoamericanos y porque, de otra forma, "sólo queda nuestra acción sacerdotal y seglar, nuestro mutuo desconocimiento, nuestros individualismos y particularismos (que) pulverizan nuestra Iglesia. Tenemos que orar, reflexionar, reforzar nuestra orgánica eclesial" (41). El propio lenguaje empleado expresa los límites de esa renovación. La ambivalencia de los argumentos teológicos, fundados en el principio de autoridad y en el supuesto espiritualismo de lo religioso-cristiano, propios de una teología tridentina prevaticano segundo, no serán capaces de superar las necesidades pastorales y los graves problemas de fondo que se disciernen. En la ponencia Pastoral y política se da un ejemplo muy claro de todo esto, cuando señala: "Urge la presencia de la Iglesia en la vida política de la nación; pero siempre como órgano específico de los divinos auxilios y como vínculo de la unidad fundamental de todos los hombres" (42). Este sector de iglesia que propugna cambios conciliares no acepta confrontacio110
nes ni cambios radicales con la línea conservadora mantenida hasta entonces, y a ella volverá cuando la opción sea inevitable. La radicalización de la vida política y social en Nicaragua a partir del terremoto de Managua definesde 1972, definirá con nitidez estos modelos eclesiales, al hacerlos coincidir con los tres bloques históricos que se formarán en la lucha. 3.- El tercer sector de iglesia que se perfila en este encuentro pastoral es el que acepta como propias las conclusiones de Medellín y la identificación con los pobres como criterio de verificación de la fe cristiana. Se trata, pues, de asúmala teología de la liberación en la realidad de Nicaragua. Ya algunos sacerdotes y religiosas/os habrían manifestado estas preferencias. En el primer encuentro de pastoral, el ponente del análisis de la iglesia de Nicaragua lo manifestaba claramente con su posición crítica (40). Lo mismo sucedió con el catedrático de la UCA, laico, que presentó la Realidad humana de Nicaragua, en la que dijo: "La iglesia de Nicaragua tiene que darse cuenta que en el momento actual su responsabilidad ya no va a ser juzgada por ciudadanos domesticados en el paternalismo, sino por hombres conscientes de su responsabilidad y ansiosos de poder edificar sus aspiraciones con las de una iglesia auténtica, pero propulsora y renovadora". A continuación propone que los cristianos han de emplear todas sus fuerzas "para lograr la reforma política que termine con el gobierno dictatorial, despótico y corrompido que por ningún punto toleraría la acción renovadora de una iglesia que condene sus crímenes, defraudaciones, robos e injusticias". A locual, el pbro. Vega se apresuró a decir que aquellas afirmaciones eran una posición personal del ponente y no la del encuentro (43). Entre las conclusiones que unían estas dos últimas líneas eclesialesfiguraronla realización de un curso breve de pastoral litúrgica en julio de ese año 1969, único resultado práctico del encuentro. Los grupos más comprometidos, identificados con la línea de Medellín, lograron publicar dieciocho números de una revista cristiana llamada Testimonio, tal vez su mejor logro. Por lo demás, la toma de conciencia colectiva fue el mejor resultado de este encuentro pastoral, que ya no tendría continuidad, pues cuando se preparaba el segundo encuentro pastoral, para 1973, el pbro. Vega, siguiendo las directrices superiores del propio CELAM, canceló los preparativos en 1972, a lo que se uniría las consecuencias posteriores del terremoto de Managua.
Definición de tres bloques históricos en los años setenta Los años sesenta conocerán una expansión de empresas multinacionales estadounidense en el área centroamericana sin precedentes históricos. Alfinalde estos años, sin embargo, el proceso había llegado a su límite y la estrategia inversionista cambió de signo. En los setenta, otro grupo de inversionistas, relacionados con los 111
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Nicaragua, años 70
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Tres bloques históricos
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Tradicionalista
Interclasista
Liberadora
Tres tipos de iglesia
112
millonarios y nuevos ricos del Sur de los Estados Unidos, inició operaciones en Nicaragua al lado del dictador Somoza. Coincidía esto con la crisis del desarrollismo y el impulso militar dado a través del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), con el incremento de las dictaduras militares en América y la agudización de los conflictos sociales. Ante la dura situación de las mayorías pobres, se impulsaron planes contrainsurgentes. La guerrilla, bajo sus diversas formas, seguía creciendocomo respuesta popular a larepresión, la sobreexplotación y la dependencia nacional. En Nicaragua, la explosión de la crisis sobrevendrá tras el terremoto de Managua en la noche del 23 de diciembre de 1972, que dejó casi en escombros la ciudad con miles de muertos. Los desplazados a otros lugares de residencia también fueron miles, ofreciéndose un nuevo mapa poblacional a partir de entonces. La abundante ayuda internacional ocasionó la desvergonzada avaricia de la camarilla somocista -oficiales de la guardia y familiares, sobre todo, así como algunos políticos-, con unos niveles de corrupción que eran públicos. Además, Somoza se inmiscuyó en empresas hasta entonces reservadas a sectores burgueses aliados, aunque no somocistas, tales como el de bancos e inmobiliarias. Esto agudizó las contradicciones internas del régimen. Pero fue sobre todo el crecimiento de la lucha popular el que acabaría con aquel sistema de dictadura militar sangrienta somocista. Así, en 1974 se creó UDEL (Unión Democrática de Liberación), presidida por el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal; de carácter reformista, no fue respetado por Anastasio Somoza Debayle, hijo del primer dictador, quien organizó el asesinato de Pedro Joaquín en enero de 1978. También en 1974, el 27 de diciembre, el FSLN se toma en audaz acción de comando la casa de un renombrado somocista en la que se realizaba unafiesta,logrando retener a destacados miembros del régimen, quienes serían intercambiados por presos sandinistas y otras condiciones. Esta acción supuso el reconocimiento oficial del FSLN en la lucha de esta década, la cual protagonizará hasta la insurrección final de 1978 y el triunfo popular del 19 de julio de 1979. De esta forma, en los años setenta se perfilan con nitidez los tres grandes bloques históricos presentes en la lucha en Nicaragua: el dictatorial-somocista (corrupto), el burgués-dependiente (limitado) y el popular-nacionalista (que aboga por un cambio radical de estructuras). En los tres bloques habrá cristianos, independientemente del criterio que se establezca para su justificación o estudio (teológico, social, político, etc.). El policlasismo eclesial es un hecho para la iglesia católica y para las otras iglesias cristianas, aunque estas con menos cuantía dada su implantación minoritaria en Nicaragua (3 - 7% en 1979). Lo importante es que fue la práctica cotidiana y no teorías especulativas previas, la que fue definiendo estas posiciones. Y es un hecho histórico de primera magnitud, inédito en la historia contemporánea, que por primera vez cristianos en cuanto tales y de diversos sectores sociales se integraron en un proceso revolucionario al lado de los oprimidos, logrando la victoria y 113
participando desde el poder en la reconstrucción nacional enfavor de las mayorías pobres y empobrecidas. Pero también en los otros dos bloques habrá católicos destacados, algunos miembros de la jerarquía, lo cual es preciso tener en cuenta para analizar las respectivas y futuras actuaciones (44). El policlasismo eclesial en la jerarquía católica de los años setenta La jerarquía católica seguía en sus viejos esquemas de alianza con el poder, aun cuando éste fuera detentado por la camarilla Somoza. Así lo demostró el obispo de Granada M. Antonio García Suárez, cuando en sus bodas de oro sacerdotales hizo una alabanza de Somoza allí presente, así como de la política antipopular que realizaba, pactando con los conservadores en 1971 el mantenimiento del régimen. Y algo semejante realizó Mons. Donaldo Chávez al asistir a la entrega de credenciales que avalaba ese proyecto, siendo este último funcionario del gobierno (45). No es de extrañar por eso que el 15 de abril de 1972, Somoza condecorara al referido obispo de Granada. El 8 de mayo de 1970, un grupo de obispos entre los que se encontraba el nuevo arzobispo de Managua, Mons. Miguel Obando, recibió del propio Anastasio Somoza D. y de altos oficiales de su guardia un homenaje en el casino militar. Las palabras del nuevo arzobispo fueron bien elocuentes: "Nunca en nuestra modesta vida de orador cristiano, habíamos experimentado emoción tan intensa como la que vivimos en este momento... emotivas palabras de gratitud, en el homenaje tributado, tan cordial, tan cristiano, tan fraterno, a nuestra humilde persona. Cordial, dijimos, por cuanto las invictas Fuerzas Armadas de la Patria, símbolo genuino de la soberanía de la República, por conducto de la palabra autorizada y franca de su comandante supremo, jefe director, el general Anastasio Somoza Debayle han patentizado los nobilísimos valores cristianos que animan a cada uno de sus miembros..." (46). Otra gran parte del clero, religiosos y religiosas y pueblo fiel, mantuvo esa fidelidad al poder constituido en el marco del tradicionalismo o conservadurismo eclesiástico. Sin embargo, algo se movía en la iglesia. El propio arzobispo de Managua y los demás obispos se negaron a participar en la toma de posesión del triunvirato que consagraba el pacto con conservadores que llevó a Somoza Debayle a retirar la guardia nacional de la procesión del primero de enero, ya costumbre nacional con la que se comenzaba el año. El 19 de marzo de 1972 aparece una pastoral de los obispos de Nicaragua, excepto el de Granada, sobre las relaciones con la comunidad política que sorprendió. Por primera vez aparecía la conferencia episcopal distanciada y hasta crítica del poder dictatorial establecido, en un lenguaje claro y con un mensaje que se resumía en la defensa de los nicaragüenses para ejercer el derecho "a constituirse libremente" (47). Era la aparición en público de los principios liberal-burgueses en boca de la jerarquía católica nicaragüense. Los sectores burgueses la recibieron con grandes elogios y 114
la llegaron a calificar como "el documento más importante que ha lanzado la iglesia desde que el cura Agüero dijo la primera misa en territorio nicaragüense en 1523". Arzobispo de Managua desde el 4 de abril de 1970, en estas fechas Mons. Miguel Obando era ya presidente de la conferencia episcopal. En diciembre de 1974 intervendría como mediador entre la guerrilla sandinista y la dictadura militar somocista, cuando aquellos tornaron numerosos reos en una acción audaz para liberar prisioneros del régimen y que se conocieran sus posiciones. Sin embargo, la misma pastoral que señalamos manifestaba sus límites. En un debate sobre ella realizado en la universidad nacional en junio de ese año 1972, presidida por el intelectual cristiano Carlos Tünnerman, se calificó a dicha pastoral de ser poco concreta y de no estar dirigida a las masas campesinas analfabetas, en las que la iglesia mantenía tanta influencia (48). Este debate en la UNAN Managua fue calificado como el primer diálogo entre marxistas y cristianos habido en Nicaragua. Por otro lado, la pastoral fue precedida de la negativa episcopal para realizar los preparativos del segundo encuentro pastoral, ante el carácter crítico del primero (49). En conclusión analítica, vemos que el alto clero abandona la posición tradicional, mantenida desde la creación de la provincia eclesiástica de Nicaragua en 1913, de mantenerse aliada del poder dependiente o dictatorial promovido por los Estados Unidos y señala ofertas de cambio, que se enmarcan en una posición interclasista pequeño burguesa característica de la opción democrática cristiana, a la que se apunta. Esta opción, continuación de la presencia de la acción católica en la sociedad política, preconiza la armonía entre las clases sociales existentes conservando el sistema capitalista y dando, por tanto, a la gran burguesía el poder de seguir hegemonizando la sociedad, poniendo algunos límites a la sobreexplotación campesina y obrera, promoviendo el pluralismo, los derechos individuales y las libertades públicas. Programa, en fin, muy favorable a los debilitados sectores medios de las sociedades latinoamericanas y, en particular, nicaragüenses. La iglesia oficial surge así como mediadora en las injustas y violentas represiones y sus correspondientes reacciones insurgentes. Olvida o no reconoce, sin embargo, un grave riesgo: que tal es la propuesta que la dominación imperial de los Estados Unidos de Norteamérica hace a los países de América Latina cuando tal dominación no precisa de los aparatos militares dictatoriales y estos se hallan gastados. Entonces la iglesia se convertiría en un instrumento político declarado de dicho imperialismo. La jerarquía católica nicaragüense, pues, no sobrepasará el esquema burgués de relaciones sociales, como lo demostrarán las contradicciones con el proceso popular emergente. El adelantado y profeta de estas relaciones con el movimiento popular, Mons. Calderón Padilla, carecerá de sucesor inmediato en las mismas. Sin embargo, dicha jerarquía se ha actualizado y tras romper su indiscriminada unión al poder establecido proimperial, se ha abierto a nuevas corrientes sociales y políticas no incluidas en aquel poder, aunque mantengan su característica burguesa 115
y dependiente. Hay que decir, enfin,que la relativa autonomía de la iglesia en la sociedad hace que dicha coincidencia suceda en la realidad, aunque las motivaciones sean distintas entre las posiciones políticas y las religiosas. El análisis se realiza a partir de los frutos, de los hechos objetivos, que son los que en definitiva cuentan. Con estas características se presenta ante la insurrección popular de 1977-1978 y el triunfo revolucionario de 1979. (Sobre este tema se volverá en el apartado: Los cristianos durante la insurrección final. Véase nota 65).
Las montañas del norte de Nicaragua Aun manteniendo las formas verticales propias de una estructura social en la que imperaba el caciquismo, con Mons. Calderón se introdujo en la diócesis de Matagalpa la Acción Católica Rural, que iniciaría la renovación de la iglesia en esa sociedad. Sobre todo, se irán perfilando una serie de dirigentes campesinos surgidos bajo su sucesor en la diócesis, durante los aflos 70, Mons. Julián Luis Barni, franciscano, quien dio cobertura al trabajo campesino realizado en las bases por Escuelas Radiofónicas. En 1981 decía Mons. Barni: "El punto más notable estaría reducido a dos palabras que actualmente se dicen acerca de la diócesis de Matagalpa: muchos elementos (dirigentes) que constituyen hoy día la fuerza de las organizaciones populares, proceden de la Acción Católica y de las Escuelas Radiofónicas, porque es el elemento humano preparado que ha facilitado también a estas mismas organizaciones en su proceder y en su actuar" (50). Esto sucedía en las montañas y valles de Jinotega y Matagalpa. En la recién fundada diócesis de Estelí, con Estelí, Madriz y Nueva Segovia como territorio, se partía de una situación de religiosidad tradicional fundada en mayordomos-intendentes con devociones al santito del lugar, también reflejando la espiritualidad colonial y patriarcal de la sociedad subyacente. En Somoto y sus cercanías se movilizaba en un plan algo más actual el sacerdote José del Carmen Suazo. Pero sería en las montañas de Jalapa y el Jícaro donde se inicia la renovación a través de los grupos llamados del Espíritu Santo impulsados por el capuchino Evaristo Beltrand. Estos grupos de jóvenes, sobre todo, aunque partieron de una concepción espiritualista de la religiosidad, se fueron transformando al contacto con la realidad. Así, comenzaron un esfuerzo pacífico de conseguir mejores condiciones de vida y trabajo para los campesinos visitando a los terratenientes con la Biblia en la mano para explicar cómo se debe tratar a los trabajadores. Comenzaron también a denunciar las detenciones ilegales, torturas y malos tratos realizados por miembros de la guardia o del gobierno. Serán también los cursos de concientización de Escuelas Radiofónicas los que romperían el esquema fatalista y pasivo de los campesinos y originarían un sinnúmero de líderes campesinos, bases de posteriores trabajos pastorales y también de militantes sandinistas. Entre los trabajos pastorales 116
que surgieron destacaría el esfuerzo de coordinación que llevó a crear la vicaría pastoral diocesana con zonas de pastoral rural y un centro de formación pastoral, que hicieron, por un tiempo, de esta diócesis un modelo ejemplar en Centroamérica (51). El movimiento de delegados campesinos responsables de sus comunidades en muchos aspectos, también el eclesial, se extendió por el occidente de Estelí, a través de San Juan de Limay, hacia el norte de León, por Achuapa. Con el impulso de un joven párroco, Gustavo Martínez, este movimiento fue creciendo, llegando también por el norte de Chinandega al municipio de Villanueva. En esta parte del norte de la diócesis de León se va a encontrar con otro movimiento, también de delegados de la palabra de Dios, pero original en su origen y crecimiento: a partir de relaciones familiares y comerciales con la fronteriza zona hondurena de Choluteca van a introducirse en Nicaragua los primeros delegados, según el esquema que realizaban allí misioneros marianistas canadienses con gran éxito. Los primeros delegados se inician bajo esta forma en 1972. El primer curso en el norte de Chinandega fue en setiembre de 1975, con asistencia de 26 delegados de comunidades y contando con la aprobación episcopal y parroquial. Estos dos movimientos, el que venía de Achuapa, bajo el trabajo fundamental de las Escuelas Radiofónicas y el procedente de Somotillo y zona norte, originario de Honduras, se unirían por propia iniciativa de los campesinos en lo que denominaron Bloque Intercomunitario Pro-Bienestar Cristiano, el cual, con variadas vicisitudes por su encarnación en el proceso revolucionario, ha llegado hasta nuestros días (52). Por emigración campesina hacia las tierras de Río San Juan, al sur de Nicaragua fronterizo con Costa Rica, estos mismos campesinos chinandeganos fueron base de un amplio trabajo pastoral posterior, que también se vio cruzado por el desarrollo de la guerra contrarrevolucionaria en aquella zona. Aunque sin detenernos ahí, mencionamos también el gran trabajo de delegados campesinos que se desarrollaría en la zona rural central a partir de Teustepe y San José de los Remates, en Boaco.
El apoyo a la concientización rural: Escuelas Radiofónicas y CEPA Por lo ya indicado, sería imposible entender el trabajo pastoral y en otros ámbitos en la parte norte de Nicaragua sin tener presente la labor concientizadora, organizadora y religiosa de Escuelas Radiofónicas. Surgidas en 1965 como rama especializada de Radio Católica (1961) para combatir el analfabetismo, ambas por impulso de los franciscanos capuchinos, será tras la conferencia de Medellín cuando comiencen su gran labor de concientización profunda, en 1969. En esta fecha contaba en Nicaragua con 98 centros por todo el país y más de dos mil alumnos, "pero vimos que eso no solucionaba ningún problema, que la respuesta tenía que ser 117
más cualitativa". Para ello comienzan un intenso trabajo de base, con cursillos de concientización integral, lo que les ocasionaría algunos problemas con la dictadura somocista, que pudieron sortear bajo la cobertura de la alfabetización por radio. La concientización integral partía de la realidad desintegrada, fatalista, individualista, inmediatista del campesinado. Procuraba la promoción de dirigentes campesinos nacidos de las propias comunidades, lo cual equivalía a arremeter con las autoridades de la dictadura y, en el fondo, con el sistema social opresor que las sostenía. Frente al esplritualismo, dualismo y otras deformadas exposiciones de la fe cristiana ofrecen una pastoral integral, de alma y cuerpo, de individuo y comunidad, religiosa y social, en la que la salvación se encarna en la propia realidad campesina tan sufrida y marginada, sus necesidades, trabajos y comunidades. Poco a poco se formaron promotores de las propias Escuelas, profesores de sus propios hermanos, catequistas y delegados de la palabra de Dios, muchos de los cuales participarían muy activos en el proceso de liberación que se desarrolló esos años, y en las organizaciones populares, principalmente campesinas como la UNAG, que salieron después. Entre los primeros mártires de la revolución figuran, por ejemplo, los hermanos Martínez, de San José de Cusmapa; José Benito Jiménez, de Cacaulí; los Blandón, en El Jícaro y otros. Para 1979 habrían impartido más de quinientos cursillos de concientización, así como los seguimientos, extensión cultural y otros que les acompañaban. Tras el triunfo popular de 1979, Escuelas Radiofónicas sufre las vicisitudes de la iglesia encarnada en los pobres, pasando por diversas dificultades y persecuciones incluso de parte de miembros destacados de la propia iglesia, hasta nuestros días. Tras Medellín y el Primer Encuentro Pastoral en Managua (enero 1969) se formó un equipo de pastoral rural, el cual se creó a partir de las estructuras del frustrado Segundo Encuentro que iba a celebrarse en 1973. Sacerdotes y laicos campesinos inician esta nueva modalidad de trabajo pastoral en Nicaragua (54). El Centro de Educación y Promoción Agraria (CEPA), dirigido por jesuítas, había sido fundado en Managua por estas fechas, con espíritu desarrollista y con la aprobación del arzobispo de Managua, que lo veía positivo para la arquidiósesis. Ambos grupos, equipos de pastoral rural nacional y CEPA, se reunieron al finalizar 1974 en un encuentro en Managua dirigido por Martín Mateo. Su principal objetivo entonces era también formar delegados de la palabra y líderes campesinos cristianos. La formación ofrecida por el CEPA era sobre temas bíblicos, de cristología y de realidad nacional, con metodología participativa. Los folletos de apoyo que editan, sobre todo el periódico Cristo Campesino comienzan a hacer conflictiva su vida. El tercer número de este periódico fue dedicado a la distribución de las tierras en Nicaragua. En 1976 surge una gran crisis: a fines de octubre, durante una reunión en Tola se plantea la necesidad de apoyar en la práctica la organización campesina, pasando de las reflexiones y las palabras a los hechos, pero no todos los asistentes están de acuerdo en dar este paso. Comienza una disgregación, pues abandonan diversos sacerdotes su participación directa. Enton118
ees el CEPA fomenta la formación de dirigentes campesinos en las organizaciones, muchos de los cuales participaron en el movimiento insurreccional sandinista y en las organizaciones e instituciones estatales que vinieron después. Algunos como el campesino Terencio Munguía, del occidente de Chinandega, y el sacerdote Gaspar García Laviana, párroco de Tola, al sur del Pacífico nicaragüense, dejarán la vida como testigos de este empeño. En 1977 los jesuítas dejaron la dirección del CEPA. Las dos corrientes, una más pastoral y otra de promoción de dirigentes de organizaciones populares, subsistirán tras muchos avatares en el CEPA hasta nuestros días. '
El P. Gaspar García Laviana En el ámbito de la pastoral campesina de estos años destaca la figura del misionero del Sagrado Corazón, Gaspar García Laviana. Proveniente de los barrios de Madrid, España, introduce junto a su compañero Pedro Regalado una pastoral nueva en las parroquias de San Juan del Sur y Tola, al sur del Pacífico nicaragüense lindante ya con Costa Rica. Semiabandonadas en lo religioso, Gaspar rompe los moldes preconciliares establecidos allí, introduciendo un consejo administrativo parroquial llevado por laicos, suprimiendo los aranceles, e iniciando los delegados de la Palabra en la zona, entre otras propuestas. Al comienzo busca un cambio en la línea de acción social tradicional, como construyendo escuelas, dispensarios médicos, caminos y otros. Pero el régimen somocista no aporta maestras, ni medicinas, ni le interesa aquello. Cuando un campesino muere en sus brazos mientras le traslada a la ciudad porque el centro de salud construido no funcionaba en su comarca, Gaspar se da cuenta que tiene que hacer algo más para cambiar aquello. Un poema suyo expresa esta decisión: "Sentí en mi carne/ tu probreza/ como un látigo/ de fuego./ Quise apagar/ tu pobreza / con justicia legalista;/ al no poder/ me convertí en guerrillero. /Campesino,/ abrasaste mis entrañas/..." El abuso con dos muchachas, casi niñas, que se refugiaron en su casa de Tola huyendo de un prostíbulo que allí mismo mantenía la guardia somocista, le confirmó en su decisión: no bastaba sólo crear nuevos dirigentes campesinos, habia que acabar con Somoza y lo que él significaba. Por esto se incorporó al FSLN donde alcanzó destacadas responsabilidades. Murió protegiendo a sus compañeros de un ataque de la guardia el 11 de diciembre de 1978. En navidad de 1977 hizo pública una carta en la que explicaba su decisión: "... He visto en carne viva las heridas de mi pueblo; he visto la explotación inicua del campesinado, aplastado bajo las botas de los terratenientes protegidos de la guardia nacional, instrumento de injusticia y represión; he visto como unos pocos 119
se enriquecen obscenamente a la sombra del dictador somocista; he sido testigo