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Spanish Pages 307 [319] Year 1901
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HISTORIA
DE LA
LITERATURA
INGLESA
OBRAS DE FILOSOFIA PUBLICADAS por la ESPAÑA MODERNA, que se hallan de venta en su Administración, Cuesta Santo Domingo , 16, Madrid. AMIEL.-Diario íntimo, 9 pesetas. CARO.- El pesimismo en el siglo XIX, 3 pesetas . -El suicidio y la civilización , 3 pesetas.-Littré y el positivismo, 3 pesetas.- El derecho y la fuerza, 3 pesetas. COLLINS -Resumen de la filosofía de Spencer, 2 tomos, 15 pesetas . EMERSON.-La ley de la vida, 5 pesetas. -Hombres simbólicos, 4 pesetas. FICHTE.- Discursos á la nación alemana, sobre regeneración y educación de la Alemania moderna , 5 pesetas. FOUILLÉE.-Historia de la Filosofía, 2 tomos, 12 pesetas.
GUYAU.-La moral inglesa contemporánea , ó Moral de la utilidad y de la evolución , 12 pesetas. HEINE.-Alemania, 6 pesetas. LUBBOCK. -El Empleo de la vida, 3 pesetas.—La vida dichosa, 3 pepetas. NIETZSCHE . —Así hablaba Zaratustra, 7 pesetas. -Más allá del bien y del mal, 5 pesetas.-La Genealogía de la moral, 4 pesetas. SCHOPENHAUER. -Fundamento de la moral, 5 pesetas.El Mundo como voluntad y como representación, 12 pesetas . -Estudios escogidos , 3 pesetas . SPENCER.- Los datos de la Sociología, 2 tomos, 12 pesetas. -Las inducciones de la Sociología y Las instituciones domésticas, 9 pesetas.-Las instituciones sociales, 7 pesetas . - Las instituciones políticas , 2 tomos, 12 pesetas.-Las instituciones eclesiásticas, 6 pesetas.-Las instituciones profesionales é industriales (en prensa) .-La moral de los diversos pueblos y La moral personal, 7 pesetas .-La justicia, 7 pesetas -La beneficencia. 6 pesetas. -El Organismo social, 7 pesetas. - El Progreso, 7 pesetas -Exceso de legislación , 7 pesetas . - De las leyes en general, 8 pesetas.-Ética de las prisiones , 10 pesetas . STAHL.-Historia de la Filosofía del Derecho, 12 pesetas.
TAINE .-Filosofía del Arte, 3 pesetas. -Los orígenes de la Francia contemporánea, 10 pesetas. Obras de Taine publicadas por LA ESPAÑA MODERNA Historia de la literatura inglesa: Los orígenes , 7 pesetas.El Renacimiento , 7 pesetas . -La Edad Clásica, 6 pesetas. Los contemporáneos 7 pesetas.-La Inglaterra, 7 pesetas.— La Pintura en los Países Bajos , 3 pesetas.-Milán, 3 pesetas.Nápoles , 3 pesetas .-Florencia. 3 pesetas .-Notas sobre París, 6 pesetas.-El Arte en Grecia, 3 pesetas. -El ideal en el Arte, 3 pesetas.-Filosofía del Arte, 3 pesetas. -Roma (tomo I), 3 pesetas.-Roma (tomo II) , 3 pesetas.-Los orígenes de la Francia contemporánea, 10 pesetas .-Venecia, 3 pesetas.
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B.
BIBLIOTECA DE JURISPRUDENCIA , FILOSOFÍA É HISTORIA
HISTORIA
DE LA
LITERATURA
INGLESA
POR
TAINE
HIPÓLITO
de la Academia francesa
ΤΟΜΟ ΙΙΙ
LA
EDAD
CLÁSICA
La Restauración .-Dryden.-La Revolución .-Addison .
BIBLIOTECA UCM
5305491915
MADRID LA ESPAÑA MODERNA Cuesta de Sto. Domingo, 16.
1901
ENOLUIRO DE PRESTAMO
ES PROPIEDAD
1-3
NA ;X-53-17948
4512.-Avrial, impresor, San Bernardo, 92, teléfono 3.022.
HISTORIA
DE
LA LITERATURA INGLESA
LIBRO III
LA EDAD CLÁSICA
CAPITULO PRIMERO
La restauración.
§ 1.0 I.-Los excesos del puritanismo. -Cómo acarrean los excesos del sensualismo. II.-Pintura de esas costumbres por un extranjero. - Las Memorias de Grammont. - Diferencia del libertinaje en Francia y en Inglaterra. III.-El Hudibras de Buttler. -Insulsez de sus gracias y acerbidad de su rencor. IV.-Bajezas, crueldades , brutalidades, corrupción de la corte.Rochester: su vida, sus poemas, su estilo, su moral. V.-Cuál es la filosofía que cuadra á esas costumbres. -Hobbes: su espíritu y su estilo.- Sus exclusiones y sus descubrimientos.-Su método matemático. - En qué se acerca á Descartes.Su moral, su estética , su política, su lógica , su psicología , su metafísica.- Espíritu y objeto de su filosofía. VI.-El teatro.- Cambio en el gusto y en el público . - El público, antes y después de la restauración. VII.-Dryden.- Composición heterogénea de sus comedias.Torpe afectación de cinismo.- Cómo traduce el Anfitrión de Molière . VIII. Wycherley.- Su vida.-Su carácter. -Su misantropía, su acerbidad y su impudor. -El Amor en el bosque. - La Esposa 1
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campesina. -Pinturas licenciosas y pormenores repulsivos.Su energía y su realismo.- Caracteres de Olivia y de Manly en su Plaindealer. -Palabras de Milton.
§ 2.º I.-Aparición de la vida de sociedad en Europa.- Sus condiciones y sus causas. -Cómo se establece en Inglaterra.—Las modas, las diversiones, las conversaciones y los talentos de salón. II.-El espíritu clásico en Europa. - Sus orígenes. -Sus caracteres.-Diferencia de la conversación bajo Isabel y bajo Carlos II. III.-Sir William Temple. -Su vida, su carácter, su espíritu, su estilo. IV. Los escritores de moda.-Su lenguaje correcto, su galanteria.-Sir Carlos Sedley, el conde de Dorset, Edmundo Waller. -Cultivo del estilo. -Falta de poesía. - Carácter de la poesía y del estilo clásicos y monárquicos . V.-Sir John Denham. -Su poema de Cooper's Hill .-Amplitud oratoria de sus versos. -Gravedad inglesa de sus preocupaciones morales. -Cómo las personas de mundo y los escritores se ajustan entonces al patrón de Francia. VI.-Los autores cómicos . - Comparación entre este teatro У el de Molière. - El orden de las ideas en Molière.-Las ideas generales en Molière. - Cómo Molière disimula lo odioso, aun pintando la verdad. —Cómo en Molière el hombre honrado no deja de ser hombre de mundo. VII.-La acción.-Complicación del argumento .- Frivolidad de las intenciones.-Rudeza de los caracteres .-Grosería de las costumbres.- En qué consiste el talento de Wycherley, Congreve, Vanbrugh y Farguhar. -Qué personajes pueden componer. VIII.-Los personajes naturales.-El marido, sir John Brute, el squire Sullen. - El padre, sir Tunbelly. - La joven, miss Hoyden.-El joven, el squire Humphry.- Idea de la Naturaleza según este teatro. IX.-Los personajes artificiales.-Las mujeres de sociedad.Miss Prue. Lady Wishfort. Lady Pliant. Mistress Millamant.Los hombres distinguidos. Mirabell. - Idea de la sociedad según este teatro. -Por qué esta cultura y esta literatura no han producido obras durables. -Cómo son opuestas al carácter inglés.-Transformación del gusto y de las costumbres . X.-La prolongación de la comedia.-Sheridan. - Su vida. - Su talento.-La Escuela de la murmuración . - Cómo la comedia degenera y se extingue.- Causas de la decadencia del teatro en Europa y en Inglaterra.
PÁRRAFO PRIMERO
Cuando se hojea la obra de los pintores de la corte bajo Carlos I y Carlos II , cuando se pasa de los nobles retratos de Van Dyck á las figuras de Lely, se sufre una caída súbita y profunda: se salía de un palacio y se cae en un burdel . En lugar de aquellos altivos y serenos señores que siguen siendo caballeros al hacerse cortesanos , en vez de aquellas grandes damas tan sencillas que parecen juntamente reinas y princesas , en vez de aquella sociedad generosa y heroica , elegante y galana, donde resplandece aún la llama del Renacimiento , donde brilla ya la urbanidad de la edad moderna, encuéntranse cortesanas peligrosas ó provocativas , de innoble ó dura traza, incapaces de pudor ó de piedad (1) . Sus manos regordetas ostentan dedos de hoyuelos pretenciosamente arqueados ; oleadas de abundoso cabello desbordanse por sus carnosos hombros ; los ojos se entornan voluptuosamente, y una ñoña sonrisa vaga por sus labios sensuales. La una levanta un raudal de cabellos sueltos que corre por las redondeces de su carne sonrosada; otra, de lánguido aspecto , nos muestra abierta una manga en cuyas suaves profundidades se descubre toda la blancura de su brazo ; varias parecen salir de la cama, con la ropa pegada al pecho y como estrujada por una noche de disipación . En medio de sus desnudeces , todas se adornan con un ( 1) Véase, sobre todo , los retratos de lady Mooreland, de lady Williams, de la condesa de Ossory, de la duquesa de Cleveland , de lady Price, etc.
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insolente lujo de rameras: diamantes, encajes , esplendor brutal de dorados , profusión de telas bordadas , peinados enormes que provocan la mirada por su descarada magnificencia . Caen alrededor colgaduras en forma de alcoba, y en lontananza se divisan los paseos de un gran parque cuya soledad será propicia á sus placeres .
I
Todo eso vino por contraste: el puritanismo trajo la orgía; los fanáticos desacreditaron la virtud . Durante largos años, la sombría imaginación inglesa , sobrecogida de terrores religiosos , entenebreció la vida humana. Habíase alarmado la conciencia con la idea de la muerte y de la oscura eternidad ; sordas ansiedades brotaron secretamente en su seno como una vegetación de espinas, y el corazón enfermo , estremeciéndose á cada movimiento , había acabado por hastiarse de todos sus placeres y horrorizarse de todos sus instintos . Envenenado así en su fuente el divino sentimiento de la justicia, trocose en lúgubre locura . El hombre á quien se declaraba perverso y réprobo , se creía encerrado en un calabozo de perdición y de vicio , en donde no podía penetrar un rayo de luz, á menos que la mano de lo alto , por un favor gratuito , no viniese á arrancar la piedra que cerraba aquella tumba. Su vida había sido la de un condenado : vida atormentada y angustiosa , oprimida por tétrica desesperación y asediada de espectros. Quién se había creído muchas veces à punto de morir; cual , ante la idea de una cruz, era víctima de alucinaciones dolo-
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rosas (1 ); otros sentian el contacto del espíritu maligno : todos pasaban noches enteras con los ojos fijos en las sangrientas historias y las exhortaciones apasionadas del Antiguo Testamento , escuchando las amenazas y los truenos del Dios terrible, hasta renovar en su propio corazón la ferocidad de los exterminadores y la exaltación de los videntes . La razón , abrumada con ese esfuerzo , desfallecía poco a poco . En fuerza de buscar al Señor , se encontraba el desvarío . Tras largas horas de sequedad , trabajaba la imaginación falseada y sobreexcitada . Figuras deslumbradoras, ideas desconocidas surgian de pronto en el cerebro caldeado ; insólitos movimientos levantaban y agitaban al hombre ; y el hombre , transformado de esa suerte, no se reconocía ya á sí mismo , no miraba como cosa suya esas súbitas y vehementes inspiraciones que se imponían á él, que le arrastraban fuera de los ca. minos trillados , que le sacudían y le iluminaban sin que él pudiese preverlas, detenerlas ni regularlas : veía en ellas la acción de un poder sobrehumano , y se entregaba á su imperio con el ardor del delirio y la rigidez de la fe . Para colmo, el fanatismo se había trocado en institución: el sectario había anotado todos los grados de la transfiguración interna y reducido á teoría la invasión del desvarío: se esforzaba con método en derro . car la razón para entronizar el éxtasis . Fox hacía su historia, Bunyan daba sus reglas , el Parlamento ofrecía su ejemplo , todas las cátedras exaltaban su práctica . Obreros , soldados , mujeres , discurrían acerca de él , penetraban en él, se animaban con los pormenorés de su experiencia y la publicidad de su emoción .
(1)
Carlyle: Cromwell's speeches and letters , t . I , p. 48 .
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Habíase desplegado una vida nueva, que anatematizaba y proscribía la antigua . Toda afición temporal, todo goce sensual eran cosa vedada; sólo el hombre espiritual quedaba en pie sobre las ruinas de lo restante, y el corazón , privado de todas sus expansiones naturales , no podía ya mirar ni moverse más que hacia su funesto Dios . El puritano pasaba lentamente por las calles, con los ojos puestos en el cielo , con el semblante pálido y hosco , con el pelo al rape, con traje pardo ó negro , sin adornos , como de quien no se viste más que por cubrirse . Si alguien tenía las mejillas llenas , pasaba por tibio ( 1) . El cuerpo entero, el exterior, hasta el tono de la voz, todo debía llevar el sello de la penitencia y de la gracia. El puritano hablaba con palabra tarda , con acento solemne , con cierto tonillo gangoso , como para destruir la viveza de la conversación y la melodía de la voz natural . Sus pláticas llenas de citas bíblicas , su estilo á imitación de los profetas, su nombre y el nombre de sus hijos , sacados de la Escritura, atestiguaban que su pensamiento moraba en el mundo terrible de los profetas y de los exterminadores . El contagio se había propagado del interior al exterior . Las alarmas de la conciencia se habían convertido en leyes de Estado . La rigidez personal había pasado á ser una tiranía pública. El puritano había proscrito el placer como un enemigo , no sólo en sí propio , sino igualmente en los demás . El Parlamento hacía cerrar las casas de juego y los teatros , y mandaba azotar á los actores á la cola de una carreta ; se cortaban los árboles de Mayo ; se mataban los osos cuyas riñas divertian al pueblo ; el
(1) El coronel Hutchinson llegó á hacerse sospechoso un instante, porque llevaba el pelo largo y se vestía bien.
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yeso de los albañiles puritanos tapaba las desnudeces indecorosas de las estátuas; las bellas fiestas poéticas estaban prohibidas . Multas y castigos corporales vedaban aún á los niños
los juegos , los bailes , los repi-
ques de campanas , los regocijos, las luchas, la caza» , todos los ejercicios y todos los entretenimientos que podían profanar el domingo . Se arrancaban ó desgarraban los adornos, los cuadros y las estatuas de las iglesias. El único placer que se conservaba y toleraba era la canturia de los salmos , la edificación de los largos sermones , la excitación de las enconadas controversias, el vehemente y sombrío goce de la victoria alcanzada sobre el demonio y de la tirania ejercida contra sus fautores. En Escocia, país más duro y más frío, la intolerancia llegaba hasta los últimos limites de la ferocidad y de la intrusión , instituyendo una vigilancia sobre las prácticas privadas y sobre la devoción interior de cada miembro de cada familia, arrebatando á los católicos sus hijos, imponiendo la abjuración so pena de prisión perpetua ó de muerte , y llevando á montones ( 1) las brujas à la hoguera (2) . Parecía que sobre la vida humana pesaba una negra nube, que apagaba toda luz, borraba toda belleza y extinguía toda alegría : nube que de trecho en trecho atravesaban destellos de espadas y resplandores de antorchas , á cuyo fulgor se veían vacilar figuras de déspotas lúgubres , de sectarios enfermos , de oprimidos silenciosos .
(1) 1648, treinta en un día. —Pictorial history, tomo III, página 489. (2) Buckle, History of Civilisation, tomo I. Véase todo el capítulo en que el autor describe, según los textos, el estado de Escocia en el siglo XVII .
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II
El restablecimiento de la monarquía fué coma una liberación . A modo de corriente atascada y obstruida , el espíritu público se precipitó con todo su peso natural y con todo el impulso adquirido, por el cauce que se le había cerrado . El impetu arrolló los diques . El violento retorno á los sentidos ahogó la moral . La virtud pareció puritana . El deber y el fanatismo se confundieron en un descrédito común. Ese gran reflejo , barriendo la devoción con la honradez, dejó al hombre devastado y lleno de lodo : desaparecieron las partes superiores de su naturaleza , y no quedó más que el animal sin freno ni guía, saltando con sus apetitos por encima de la justicia y del pudor . Cuando se mira esas costumbres al través de Hamilton y Saint-Evremond , pueden tolerarse . La disipación del francés no ofende más que á medias: si en él se desencadena el animal , es sin demasido exceso . No es su fondo como el del otro , rudo y potente . Podéis romper el hielo brillante que le cubre , sin encontrar el henchido y cenagoso torrente que muje dentro de su vecino (1) ; el arroyo que saldrá de él no hará grandes desmanes : volverá de suyo y pronto á su acos-
(1 ) Véase en Richardson, Swift y Fielding , pero sobre todo en Hogarth, la pintura de ese desafuero brutal. No ha mucho aún que, en un finish de Londres, los caballeros se entretenían en emborrachar á muchachas engalanadas con trajes de baile, y cuando caían inertes, las hacían tragar pimienta, mostaza y vinagre. ( Flora Tristan, 1840, Promenades dans Londres , capítulo VIII.-Testigo ocular.)
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tumbrado lecho . El francés es dulce , naturalmente civilizado , poco propenso á la sensualidad excesiva ó grosera, fácilmente prevenido contra las costumbres crapulosas por su finura y su buen gusto . El caballero de Grammont tiene demasiado seso para ser aficionado á la orgía. Es que , en fin de cuentas , la orgía no es agradable : romper vasos , desgañitarse , decir porquerías , engullir hasta empacharse , nada de eso es muy tentador para sentidos un poco delicados ; él ha nacido epicureo , no glotón ni borracho . Lo que busca es la distracción , no la alegría desenfrenada y el placer bestial . Ya sé que no es un hombre sin tacha. Yo no le confiaría mi bolsa : olvida con harta facilidad la distinción entre lo tuyo y lo mío . Sobre todo no le con fiaría mi mujer: no es hombre seguro en achaques de delicadeza ; sus travesuras en el juego y cerca de las damas, nos le muestran con sus puntas y ribetes de bellaco y corruptor . Pero es injusto emplear tales términos á propósito de él ; son demasiado duros : aplastan á una criatura tan fina y primorosa . Esos pesados hábitos de honor ó de vergüenza , no los pueden llevar más que hombres serios, y Grammont no toma nada en serio, ni á los demás , ni á sí propio , ni el vicio ni la virtud . Lo único que le preocupa es pasar el tiempo agradablemente . «Nadie volvió á aburrirse en el ejército -dice Hamilton- en cuanto él estuvo allí. > Tal es su gloria y su objetivo : no se pica ni se cuida de otra cosa. Su criado le roba ; otro hubiera hecho colgar al bribón ; pero el robo era gracioso , y el se queda con el tunante . Se marchaba , olvidando casarse con su prometida ; le dan alcance en Douvres , vuelve y se casa; el lance era peregrino: no pide más él . Un día , viéndose sin un cuarto , desvalija en el juego al conde de Camerán . «¿Es que Grammont , después de
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la figura que ha hecho, puede reducirse à la condición de mendigo? No ; él tiene dignidad ; sostendrá el honor de Francia . > Nuestro hombre reduce á broma la fullería; en el fondo , no tiene ideas muy claras sobre la propiedad . Agasaja á Camerán con el dinero de Camerán . ¿Hubiera hecho más ú otra cosa Camerán mismo? Poco importa que su dinero esté en el bolsillo de Grammont ó en el suyo ; se ha conseguido lo principal , que era divertirse en tomarle y en gastarle. Lo odioso y lo innoble desaparecen de la vida así entendida . Si hace la corte à los príncipes , estad seguros de que no es de rodillas : un alma tan viva no cede al peso del respeto ; el ingenio le pone al nivel de los más grandes ; so pretexto de entretener al rey , le dice las más grandes verdades (1) . Si cae en Londres en medio de los escándalos, no se hunde en ellos ; se desliza sobre la punta de los pies con tal ligereza , que sale sin mancharse de lodo . No se traslucen ya en sus relatos las angustias y las brutalidades que encierran los hechos ; la narración marcha rápidamente , despertando sonrisa tras sonrisa , y el espíritu entero se ve arrastrado, con movimiento ágil y fácil , hacia una disposición jovial. En la mesa no se atracará Grammont; en el juego no se pondrá furioso ; delante de su amante no soltará palabrotas ; en los duelos no odiará á su adversario . El temperamento francés es como el vino francés ; no inclina á la brutalidad ni á la tristeza . Las cenas no destruyen aquí la finura , la bondad, ni el placer . El libertino sigue siendo socia-
(1) El rey jugaba al chaquete; llega una jugada dudosa : « ¡ Ah! aquí tenemos á Grammont que va á ser juez ; Grammont, venid á juzgar.-Señor, habéis perdido. - ¡Cómo! si no sabéis aún...Pero no veis, señor, que con sólo que la jugada hubiese sido dudosa, estos señores se hubiesen apresurado á dejaros ganar?»
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ble, fino y obsequioso ; su alegría no es completa sin la alegría de los demás ; se ocupa de ellos tan naturalmente como de sí mismo , y, por remate , conserva viva y despejada la inteligencia; las ocurrencias , los pensamientos brillantes , las frases felices salen á borbotones de sus labios ; piensa en la mesa, en compañía, y ȧ veces mejor que solo ó en ayunas . Bien se ve que aquí el disipado no oprime al hombre . Grammont diría que le completa, y que el entendimiento , el corazón y los sentidos no encuentran su perfección y su alegría más que en la elegancia y la animación de una cena selecta.
III
Al revés de Inglaterra . Si se raspa la moral que sirve de envoltura , aparece el bruto con toda su violencia y fealdad . Uno de sus estadistas decía que entre nosotros el populacho desenfrenado , se dejaría guiar por las palabras de humanidad y de honor, mientras que, para aplacar al suyo , habría que arrojarle carne cruda . La injuria , la sangre , la orgía : he ahí el pasto á que se abalanzó aquel populacho de nobles . Todo lo que disculpa un Carnaval falta aquí, empezando por el ingenio . Tres años después de la vuelta del rey publica Butler su Hudibras; con qué aplausos se recibió , sólo los contemporáneos pueden decirlo, y su resonancia se ha prolongado hasta nosotros . ¡Si supieseis cuán pobre es de ingenio , con qué torpeza y en qué patochadas diluye su farsa vengativa! Aquí y allí subsiste una imagen afortunada , resto de la poesía que acaba de fenecer ; pero toda la trama
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de la obra parece de un Scarrón , tan innoble como el otro y más malo que el otro . Se dice que eso es imitación de Don Quijote: Hudibras es un caballero puritano, que va, como el otro , á enderezar entuertos y á recibir mojicones . Digamos más bien que eso se parece á la miserable falsificación de Avellaneda . El versecillo bufón trota indefinidamente con su paso cojitranco , zabulléndose en el lodo . La pintura de Hudibras y de su caballo dura un canto casi entero ; cuarenta versos se invierten en describir su barba, y otros cuarenta en describir sus calzones . Interminables discusiones escolásticas , disputas tan prolongadas como las de los puritanos , dilátanse como una serie de páramos y malezas por toda una mitad de la obra. Ni sombra de acción, ni asomo de naturalidad ; por todas partes sátiras abortadas y caricaturas groseras ; ni arte, ni medida , ni gusto ; el estilo puritano se ha transformado en una jerga absurda, y el rencor venenoso , errando el blanco por su exceso mismo , desfigura el retrato que quiere trazar . ¿Creeríais que tal escritor se hace el gracioso , que quiere alegrarnos , que pretende ser agradable? ¡ Bonito chiste este toque sobre la barba de Hudibras ! «Ese meteoro cabelludo pregonaba la caída de los cetros y de las coronas ; con su lúgubre símbolo figuraba el ocaso de los gobiernos , y su azada (1 ) jeroglífica decía que su tumba y la tumba del Estado estaban abiertas . » El autor se halla tan satisfecho de esa gracia insípida que la prolonga durante diez versos más . La tontería crece á compás que se avanza. ¿Es posible que hayan parecido agradables lindezas como estas? « Su espada tenía por paje una daga, que era algo pequeña para su edad, y, por
(1)
Era una barba cortada en forma de azada.
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consiguiente , la acompañaba al modo que los enanos á los caballeros andantes . Era un puñal ordinario , á propósito para las faenas y para el combate : cuando había abierto un pecho ó una cabeza , servía para limpiar el calzado ó para plantar cebollas . » Todo propende á lo trivial ; si aparece alguna belleza , la afea el tono burlesco . Al ver esa prodigalidad de ordinarieces , esas chanzas rastreras y burdas, se cree uno delante de un payaso de plazuela ; así hablan los charlatanes del arroyo cuando amoldan su imaginación y su lenguaje á los hábitos de las tabernas y de los tugurios . Hay alli suciedades ; en efecto, la canalla se ríe cuando el saltimbanquis hace alusión á las ignominias de la vida privada . Tal es el género grotesco que hizo las delicias de los cortesanos de la restauración ; su rencor y su grosería se recrearon en el espectáculo de esos títeres chillones , y todavía , al través de dos siglos , se oye la risotada
de
aquel
auditorio
de
lacayos .
IV
Carlos II hacía observar á Grammont en la mesa cómo su gente le servía de rodillas . Hacían bien
era
su verdadera postura . El gran canciller Clarendon, uno de los hombres más honrados y respetados de la corte, sabe de improviso , en pleno consejo , que su hija Ana se halla en cinta por obra del duque de York, y que ese duque , hermano del rey, la ha dado palabra de casamiento . He aquí las palabras de ese tierno padre ; él mismo se cuidó de transmitirnoslas ( 1) . « El
(1)
Memorias de Clarendon, tomo II, pág. 65.
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canciller montó en cólera contra la perversidad de su hija, y dijo con toda la vehemencia imaginable que, en cuanto fuese á su casa , la pondría á la puerta como una prostituta , declarándola que tendría que buscarse la vida como pudiera, y que él no volvería å verla nunca.» Nótese que ese gran hombre había recibido la noticia en palacio inesperadamente , y que de buenas å primeras encontraba esos acentos generosos y paternales . « Añadió que preferiría mucho más ver á su hija de manceba que de mujer del duque. » ¿No es una cosa heroica? Pero dejémosle hablar . Sólo un corazón tan noblemente monárquico puede excederse á sí mismo . «Estaba dispuesto á dar un consejo positivo , y esperaba que sus señorias se unirían á él para que el soberano mandase al punto enviar á la mujer á la Torre , donde sería encerrada en un calabozo, bajo una vigilancia tan estrecha que no pudiese acercársela ningún ser viviente ; que inmediatamente
+
después se presentaría un acta al Parlamento para que la cortasen la cabeza , y que no sólo daría él su consentimiento , sino que sería el primero en proponerla.
¡Qué virtud romana! Y por temor de no ser
creído , insiste: « Todo el que conozca al canciller creerá que ha dicho esto con todo su corazón . » No contento todavía, repite su dictamen, se dirige al rey con todo género de razones concluyentes para conseguir que corten la cabeza á su hija . « Mejor querría someterme á su deshonor y soportarle con toda humildad que verle reparado por su matrimonio , pensamiento tan execrable para mí, que me quedaría mucho más contento viéndola muerta con toda la infamia debida á su presunción. » He ahí cómo , en trance difícil, conserva un hombre sus emolumentos y su toga. Sir Carlos Berkeley, capitán de los guardias del duque de
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York, hizo más aún : juró solemnemente « que se había acostado» con la joven, y se manifestó dispuesto á casarse con ella «por amor al duque» . Poco después confesó que había mentido , pero con el fin loable de salvar á la familia real de esa alianza . Tan hermosa abnegación no quedó sin recompensa : el hombre obtuvo una pensión y recibió el título de conde de Falmouth . Y la bajeza de los cuerpos públicos igualaba á la de los particulares . La Cámara de los Comunes , reina hacía poco , llena todavía de presbiterianos, de rebeldes y de vencedores, votó « que ni ella ni el pueblo inglés podían eximirse del crimen horrendo de rebelión y de su justa pena, si no se acogían formalmente á la gracia y al perdón concedidos por Su Majestad en la declaración de Breda » , Después todos aquellos héroes fueron en cuerpo á arrojarse contritos á los pies sagrados de su monarca. En ese universal rebajamiento parecía que nadie tenía ya corazón . El rey se hace mercenario de Luis XIV , y vende su país por una pensión de 200.000 libras . Ministros, miembros del Parlamento , embajadores , reciben dinero de Francia . El contagio se extendió hasta los patriotas , hasta los más puros , hasta los mártires . Lord Russell intrigó con la corte de Versalles ; Algernon Sidney aceptó 500 guineas . No tienen ya bastante delicadeza para conservar un poco de discernimiento ; no tienen ya bastante discernimiento para conservar un poco de honor .
Si se mira al hombre decaído de tal suerte, se encontrarán en él desde luego los instintos sanguinarios del bruto primitivo . Un miembro de la Cámara de los Comunes , sir John Coventry, había dejado escapar una expresión que se tomó por una censura de los devaneos reales . El duque de Monmouth, amigo suyo ,
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obedeciendo una orden del rey, se entendió con unos cuantos hombres de confianza que, acometiendo á traición á ese personaje , le partieron la nariz . Un malvado , Blood , intentó asesinar al duque de Osmond y dió de puñaladas al guardián de la Torre por robar los diamantes de la corona. Carlos II , opinando que ese hombre era interesante y distinguido en su género , le hizo gracia, le dió un dominio en Irlanda y le admitió en su intimidad al lado del duque de Osmond ; de suerte que Blood vino å ser una especie de héroe y fué recibido en la mejor sociedad . Después de tan buenos ejemplos , cabía atreverse á todo . El duque de Buckingham , amante de la condesa de Shrewsbury , mata al conde en duelo ; la condesa, disfrazada de paje , tenía el caballo de Buckingham , y besó al duque completamente ensangrentado; luego ese par de homicidas y de adúlteros volvió públicamente; y como en triunfo , á la casa del muerto . Ya no se asombra uno de oir al conde de Koenigsmark tratar de « pecadillo , un asesinato que había cometido con alevosía . Traduzco el relato de un duelo , tomado de Pepys , para hacer comprender esas costumbres de soldadotes y matachines . Hallábanse hablando sir Enrique Bellasses y Tomás Porter, los dos amigos más grandes del mundo, y sir Enrique Bellasses hablaba un poco más alto que de costumbre , expresándole alguna opinión . Uno de los que estaban presentes dijo :
-¡Cómo! ¿Es que riñen , que hablan tan alto? Sir Enrique Bellasses , al oirlo , respondió :
-No , y quiero que sepáis que yo no riño nunca sin levantar la mano . Tened esa por una de mis reglas . -¿Qué es eso de levantar la mano?-dijo Tomás Porter. -Quisiera yo ver al hombre de Inglaterra que se atreviese á darme un golpe .
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En esto sir Enrique Bellasses le dió un bofetón en la oreja, y se marcharon para batirse ... Tomás Porter supo que llegaba el coche de sir Enrique Bellasses ; entonces salió del café en que esperaba las noticias , detuvo el coche, y dijo á sir Enrique Bellasses que bajase .
-Bien- contestó sir Enrique Bellasses ; -pero no me atacaréis mientras bajo , ¿no es eso? -No- dijo Tomás Porter .
Bajó el otro, y los dos desenvainaron. Ambos salieron heridos , y sir Enrique Bellasses , tan gravemente , que murió á los diez días . No serían esos mastines los que tuviesen compasión de sus enemigos . La Restauración se inauguró con una carnicería . Los lores llevaron el proceso de los republicanos con una insolencia de crueldad y una franqueza de rencor extraordinarias . Un jerif se agarró en el cadalso con sir Enrique Vane , registrándole los bolsillos , y arrancándole un papel que trataba de leer . Durante el proceso del mayor Harrison , se colocó á su lado el verdugo , en hábito siniestro , con una cuerda en la mano : querían que saborease la muerte con antelación . Le descolgaron vivo de la horca y le despanzurraron; la víctima vió arrojar al fuego sus entrañas ; después le descuartizaron , le arrancaron el corazón aún palpitante y se le enseñaron al pueblo . Los caballeros asistían por gusto á ese espectáculo . No faltaba quien fuese más allá: el coronel Turner , viendo que se descuartizaba al legista Juan Coke , dijo á los subordinados del jerif que acercasen más á Hugo Peters, otro de los condenados ; el ejecutor se aproximó , y, restregándose las manos enrojecidas , pregunto al infeliz si le gustaba la faena . Los cuerpos podridos de Cromwell, de Ireton y de Bradshaw fueron 2
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desenterrados de noche, y las cabezas se colocaron sobre palos en lo alto de Westminster Hall . Las señoras iban á ver esas ignominias, el buen Evelyn las aplaudía, y los cortesanos componían canciones sobre el particular . Tanto habían descendido las personas que no sentían siquiera la repulsión física . Los ojos y el olfato no ayudaban ya á la humanidad con sus repugnancias ; los sentidos estaban tan amortiguados como el corazón .
V
Al salir de esos espectáculos sangrientos se iban de jarana. Hay que leer la vida del conde de Rochester (1), cortesano y poeta, que fué el héroe del tiempo . Aquello son las costumbres de un truhán desenfrenado y aburrido . Frecuentar garitos , seducir mujeres , escribir canciones sucias y folletos obscenos : he ahí sus placeres . Chismorrear entre las damas de honor , andar en dimes y diretes con los escritores , recibir injurias y propinar palizas : he ahí sus ocupaciones . Para darse aires de galán, antes de casarse con su mujer la roba. Para alardear de escepticismo , acaba por rehusar un duelo y ganar fama de cobarde . Durante cinco años , se dice , anduvo borracho . La fogosidad interior , falta de un desahogo noble, se explayaba en aventuras arlequinescas . Una vez, con el duque de Buckingham, alquiló una posada en el camino de Newmarket, y, convertido en posadero , agasajaba á los mari-
(1) Véase un Estudio detallado sobre Rochester, por M. Forgues. (Revue des Deux-Mondes, Agosto y Setiembre de 1857. )
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dos y seducía á las mujeres . Disfrazado de vieja , penetra en casa de un avaro , le quita la mujer y se la transmite á Buckingham. El marido se ahorca , y los otros se rien de la gracia . Otra vez se disfraza de mozo de silla de manos , luego de mendigo , y se mete en amorios canallescos . Acaba por hacerse charlatán, astrólogo , y vende en los arrabales drogas para hacer abortar . Es el descoco de una imaginación vehemente, que se ensucia como otra se engalana, que se engolfa en la inmundicia y la locura como otra en la razón y la belleza. ¿Qué podía hacerse del amor en semejantes manos? Ni siquiera se pueden copiar los títulos de sus poemas; no ha escrito más que para los lupanares . Stendhal decía que el amor se parece á una rama seca arrojada al fondo de una mina ; la rama se cubre de cristales, los cristales se ramifican y acaban por convertir la vulgar madera en centelleante piocha de diamantes puros . Rochester empieza por arrancarla todo su adorno ; para estar más seguro de asirla, la reduce à un palo . Todos los delicados sentimientos ; todos los ensueños ; ese encanto ; esa serena y sublime luz que transfigura en un instante nuestro miserable mundo ; esa ilusión que , recogiendo todas las fuerzas de nuestro ser , nos muestra la perfección en una criatura limitada, y la felicidad eterna en una emoción que va á acabar , todo eso desaparece ; no queda en él más que un apetito saciado y una sensibilidad apagada ; lo peor es que escribe sin animación y correctamente; le faltan el ardor animal y la sensualidad pintoresca; se ve en sus sátiras un alumno de Boileau . Nada más repulsivo que la obscenidad fría . Se soporta la voluptuosidad veneciana , porque el genio realza alli el instinto fisico , y la belleza, con sus ropajes deslumbradores , transforma la orgía en una obra de arte .
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Se perdona á Rabelais cuando se ha visto la savia profunda de alegría y de viril juventud que rebosa en sus francachelas ; no hay sino taparse las narices, y se sigue con admiración , y hasta con simpatía , el torrente de ideas y de imágenes que corre al través de su fango . Pero ver un hombre que trata de ser elegante sin dejar de ser sucio ; que quiere pintar en lenguaje de hombre de mundo sentimientos de ganapán ; que se afana en buscar para cada inmundicia una metáfora apropiada; que canallea con estudio y deliberadamente, y que, no teniendo por disculpa ni la naturalidad, ni la pasión, ni la ciencia , ni el genio , degrada el buen estilo hasta ese oficio , es ver un jayán zabullendo un atavio lujoso en el arroyo . Después de todo , vienen el hastio y los achaques . Mientras La Fontaine es capaz , hasta el último día , de amar . y disfrutar, éste, á los treinta años , injuria á la mujer con una acritud lúgubre.
Cuando es joven, se prostituye por placer; cuan-
do es vieja, prostituye á las demás por su sustento . Es un lazo , una máquina mortifera , una máquina de corrupción . Ingrata , pérfida, envidiosa , su condición es tan extravagante , que la lleva al odio ó á la bondad absurda. Si quiere ser grave, tiene trazas de demonio , y de casquivana ó de ramera cuando quiere ser afable... Es disputadora , perversa, indigna de confianza y ávida de gastarlo todo en lujo.
¡ Qué confesión tal
juicio, y qué compendio de vida ! Se ve á la postre al disoluto entontecido , seco como un esqueleto , roído de úlceras . Entre las canciones , las sátiras crudas , los recuerdos de proyectos abortados y de goces inmundos , que se acumulan , como en un albañal, en su cabeza fatigada, fermenta el temor de la condenación : muere devoto á los treinta y tres años . El rey da el ejemplo en las alturas . Se precia de
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hombre agradable y gentil . ¡ Qué agrado y qué gentileza! No sienta el aire francés á los hombres de allende el canal . Católicos , caen en la superstición estrecha ; epicureos , en la grosera relajación ; cortesanos , en el bajo servilismo ; escépticos , en el ateísmo desenfadado . Aquella corte no sabe imitar más que nuestros muebles y nuestros trajes . El exterior de regularidad y de decoro que el buen gusto público mantiene en Versalles se rechaza allí como un estorbo . Carlos y su hermano , vestidos con todas las galas regias , se echan á correr como en Carnaval. El día en que la flota holandesa quemó los navíos ingleses en el Támesis , el rey cenaba en casa de la duquesa de Monmouth, y se entretuvo en perseguir una mariposa nocturna . En el consejo, mientras se exponían los asuntos , jugaba con su perro . Rochester y Buckingham le contestaban de una manera insolente y le injuriaban con epigramas desvergonzados . Él se irritaba y los aguantaba . Con su amante armaba peloteras en público ; ella le llamaba imbécil , y Carlos la llamaba á ella rocín . Volvía de su casa por la mañana, « de modo que hasta los centinelas hablaban del particular » ( 1) . La concubina le engañaba á los ojos de todos ; una vez se enredó con dos actores . Y encima le hacía agachar las orejas . « El rey ha declarado que no es suyo el hijo de quien está embarazada en este momento » ; pero ella le ha dicho :
Tiene razón, porque la obra le ha costado su trabajo ; no hará una segunda . Esos escritos artificiales y condensados , como las sátiras de La Bruyère, parecen cincelada redomita donde el autor ha destilado , sin reservar nada , toda su reflexión , todas sus lecturas y todo su talento. ¿Qué hay en esa célebre Escuela de la maledicencia? ¿Y qué hizo él para proyectar sobre esa comedia inglesa, que iba apagándose más cada día , la iluminación de un último éxito? Tomó dos personajes de Fielding-Blifil y Tom Jones ; -dos comedias de Molière— El Misántropo y Tartufe;-y de esas dos sustancias poderosas , condensadas con una destreza admirable, hizo el fuego artificial más brillante que se ha visto nunca. En Molière no hay más que una maldiciente , Celimene; y basta y sobra con una burlona de ese jaez; y aun se burla con cierta medida , sin precipitarse, como verdadera reina de salón que tiene tiempo de hablar , que sabe que es escuchada, que se escucha; es mujer de sociedad , guarda el tono de la conversación distinguida; todavía , para templar la acritud , se ve surgir en medio de las maledicencias la razón tranquila, el discurso sensato de la amable Eliante. Molière saca á escena las maldades del mundo sin abultarlas; aquí más se abultan que se pintan : « ¡ Por vida mía! -dice sir Peter.-¡ Una reputación muerta á cada palabra! » En efecto: esos personajes son feroces , y no reparan en nada para ultrajar mejor . Mistress Candour dice que
lord Buffalo ha sorprendido á Milady
en una casa de dudosa reputación » . Añade que «una viuda de la calle inmediata ha curado de la hidrope8
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sía y recobrado sus formas de una manera sorprendente» . Tal es su encarnizamiento , que descienden al papel de bufones . La dama más elegante del salón , lady Teazle , enseña los dientes para remedar á una mujer ridícula, tuerce la boca y hace visajes . No hay tregua ni reposo ; los sarcasmos brotan como granizada de tiros . El autor ha hecho acopio de ellos , y tiene que emplearlos . El es el que habla por boca de cada uno de sus personajes ; á todos les presta su propio espíritu , su ironía, su acerbidad , su vigor pintoresco ; sean lo que quieran , simplones , fatuos , solteronas , importa poco ; lo esencial es que haya veinte explosiones en un minuto . « Nada de burlas : así se lo repito constantemente á mi prima Ogle , y ya sabéis que ella se cree árbitro en materia de belleza . Naturalmente: como que ella misma es una colección de prendas de diferentes naciones del mundo . Verdad: tiene una frente irlandesa . Pelo escocés . Nariz holandesa . Tez de española . Y dientes á lo chino . En resumen: su cara se asemeja á una mesa redonda de Spa , donde no hay dos comensales de la misma nación . O á un congreso después de una guerra general , donde todas las partes , inclusos los ojos, parecen tener un interés diferente, y donde sólo parecen dispuestas à encontrarse la nariz y la barba . Mr. Surface, tenéis malas noticias de vuestro hermano ; pero , por mi parte, nunca le he creído tan desordenado como se dice . Ha perdido todos sus amigos , pero no hay nadie de quien los judíos hablen tan bien . ¡Es muy verdad ! Si la judería pudiese elegir, creo que Carlos sería alderman ; no hay hombre más popular entre esa gente. He oído decir que, siempre que está enfermo , mandan rezar por él en sus sinagogas . Y no hay nadie que viva con más esplendor. Me han contado que, cuando convida á sus
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amigos , se sienta á la mesa con doce de sus fiadores , que hay veinte comerciantes esperando en la antesala y un alguacil detrás de la silla de cada convidado . Mr. Surface, yo no tengo la menor intención de heriros; pero no os quepa duda: vuestro hermano es hombre al agua . Tan al agua , que más no puede ser ; no encontraría quien le prestase una guinea. Todo lo que podía salir de su casa está vendido . Yo he visto á un sujeto que ha estado allá . No ha quedado nada, fuera de algunas botellas vacías ... Y yo también he tenido el sentimiento de oir contar cosas desagradables acerca de él. ¡Oh! ha hecho una porción de cosas feas , eso es positivo . Pero , sin embargo , como es vuestro hermano ... En otra ocasión os lo diremos todo .
He ahí
cómo aceró, multiplicó y clavó en lo vivo los epigramas mesurados de Molière . Pero ¿es posible aburrirse oyendo una descarga tan nutrida de malignidades y de burlas? Véase también el cambio que sufre en sus manos el hipócrita. Todo lo grandioso del carácter desaparece: José Surface no lleva ya, como Tartufe , todo el peso de la comedia; no tiene ya , como su ascendiente , un temperamento de cochero, una audacia de hombre de acción, una estampa frailuna . Es tan sólo egoista y prudente; si anda en malos pasos , es algo á la fuerza ; no se mete en ellos más que á medias , como joven correcto, bien vestido , de regular fortuna, de carácter bastante tímido y meticuloso , de proceder discreto y desprovisto de pasiones violentas ; es la pura finura y dulcedumbre; es de su tiempo; no hace alardes de religiosidad , sino de moralidad ; es un caballero sentencioso y retórico , discípulo de Johnson ó de Reusseau . Sobre ese pobre hombre no es fácil edificar un drama, y las grandes situaciones que Sheridan toma de Mo-
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lière pierden la mitad de su fuerza al apoyarse en tan mezquino soporte. ¡ Pero cómo encubren esa insuficiencia la rapidez , la abundancia y la naturalidad de los acontecimientos ! ¡ Cómo parece poder suplirlo todo la destreza, hasta el genio! ¡ cómo se ríe el espectador de ver á José cogido en su santuario como un zorro en su guarida; obligado á disimular á la mujer, y á esconder luego al marido; condenado á caer en sus propias redes , á justificar á los que quisiera perder å la única persona á quien quisiera justificar - al precioso é inmaculado José Surface-á quedar, en fin , en ridículo , como un ente odioso , escarnecido , confundido una y otra vez , sin tregua ni remedio , á pesar de sus habilidades y precisamente por sus habilidades , y á salir huyendo con las orejas gachas entre gritos y rechiflas! Y al lado de esto, las peloteras entre sir Peter y su mujer, la cena, las canciones , la venta de los retratos en casa del pródigo , que vienen á introducir una comedia dentro de la comedia, y á renovar el interés renovando la atención . Cesa uno de pensar en la atención de los caracteres, como ha cesado de pensar en la alteración de la verdad ; se deja uno arrastrar por la viveza de la acción , como se ha dejado deslumbrar por el centelleo del diálogo ; el público se entusiasma y aplaude , diciéndose que , después de la gran invención , la viveza y el ingenio son los dones más agradables del mundo, que tienen también su puesto en el festin literario , y que , si no igualan á los manjares suculentos y á los vinos generosos del primer servicio , pueden saborearse á su hora como postre. Acabado ese postre, hay que levantarse de la mesa . Después de Sheridan , nos levantamos en seguida . La comedia, en lo sucesivo , languidece, se extingue; no
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queda más que la farsa, los criados de gran tono, de Townley, los tipos estrambóticos de Jorge Colman, un preceptor, una vieja, campesinos con su acento local ; la caricatura sobrevive á la pintura, y el Punch sigue haciendo reir después de haber pasado la edad de los Reynolds y de los Gainsborough. Hoy no hay en Inglaterra escena más vacía, y la gente culta la abandona al pueblo . Es que la forma social y mental , que la había suscitado , ha desaparecido . Lo que dió vida al teatro inglés del Renacimiento fué la viveza y la exuberancia de la concepción intuitiva que , incapaz de desplegarse en razonamientos alineados ni de formularse en ideas filosóficas, no encontraba su expresión natural sino en acciones representadas y en personajes animados . Lo que alimentó la comedia inglesa del siglo XVII fueron las necesidades de la sociedad refinada que, acostumbrada á las representaciones de la corte y á las ostentaciones de los altos círculos , iba á buscar en la escena la pintura de sus conversaciones y de sus salones . Con la caída de la corte y con la paralización de la invención mímica , el verdadero drama y la verdadera comedia desaparecen; pasan de la escena á los libros . Es que hoy no se vive ya en público á la manera de los lujosos duques de Luis XIV y de Carlos II, sino en familia y delante de una mesa de trabajo; la novela reemplaza al teatro , á la vez que la vida ordinaria sucede à la vida de corte.
CAPITULO II
Dryden.
I.-Comienzos de Dryden. - Fin de la edad poética. -Causa de las decadencias y de los renacimientos literarios. II. Su familia.-Su educación. -Sus estudios. -Sus lecturas.Sus costumbres. -Su situación.- Su carácter. - Su público.Sus amistades. -Sus querellas.- Concordancia entre su vida y su talento. III.-Reapertura y transformación de los teatros. - El nuevo público y el gusto nuevo. -Teorías dramáticas de Dryden.- Su juicio sobre el antiguo teatro inglés.-Su juicio sobre el nuevo teatro francés. -Composición heterogénea del suyo.- El Amor tiránico . -Grosería y rudeza de sus personajes . - El Emperador de la India, Aurengzebe, Almanzor. IV.-Estilo de este teatro.- El verso rimado .- La dicción florida. Los alardes doctorales . -Desacuerdo entre el estilo clásico y la acción romántica.—Cómo Drydea reanuda y bastardea las invenciones de Shakespeare y de Milton . - Por qué no ha prosperado este drama. V. Méritos de este drama.-El carácter de Antonio, el de Octavia y el de Ventidio. -Otway.- Su vida. - Sus obras.- La Huérfana, Venecia salvada. VI.-Dryden escritor.- Indole, esfera y límites de su talento.Su torpeza en la lisonja y la licencia. - Su pesadez en la disertación y la discusión .- Su vigor y su honradez profunda. VII. -Cómo la literatura se aplica en Inglaterra á la política y á la religión. - Poemas políticos de Dryden: Absalon y Achitophel, La Medalla . -Poemas religiosos de Dryden: Religio Laici, La Cierva y la pantera. -Acritud y virulencia de esos poemas.-Mac Fleknoe . VIII. -Aparición del arte de escribir. -Diferencia entre la forma mental de la edad artística y la forma mental de la edad clásica.- Procedimientos de Dryden. - La dicción elevada y oratoria. IX .-Falta de ideas generales en esta edad y en esta forma men-
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tal. -Sus traducciones. — Sus refundiciones . -Sus imitacio nes. Sus cuentos y sus epístolas. - Sus defectos.- Sus méri . tos.-Seriedad de su carácter, vuelos de su inspiración, accesos de elocuencia poética. - Oda á la fiesta de Santa Cecilia. X.-Fin de Dryden. - Sus miserias.-Su pobreza . -Cómo es incompleta su obra. -Su muerte.
La comedia nos ha llevado muy lejos ; hay que retroceder y considerar los demás géneros . En el centro de la gran corriente se mueve un espíritu superior ; en la historia de ese talento se verá la historia del espíritu inglés clásico , su estructura, sus lagunas y sus facultades , su formación y su desarrollo .
I
Se trata de un joven, lord Hastings , muerto de viruelas á los diez y nueve años. «Su cuerpo era un orbe, y su alma sublime, se movia alrededor de los polos de la virtud y del saber... Ven, sabio Ptolomeo , y prueba á medir la altura de ese héroe... Las pústulas henchidas de orgullo que brotaban al través de su carne, como capullos de rosas , hundíanse en su piel de azucena . Cada manchita roja encerraba una lágrima para llorar la falta que cometía al nacer ; ¿ó eran quizá diamantes destinados á adornar su cutis , estuche de un alma interior más rica aún? No fué menester ningún cometa para predecir ese cambio , puesto que su cadáver podía pasar por una constelación . »
Con esas lindezas se anunció Dryden, el poeta más grande de la edad clásica inglesa. Tales enormidades indican el fin de una edad lite
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raria. El exceso de la necedad en poesía , como el exceso de la injusticia en política, trae y predice las revoluciones . El Renacimiento , desenfrenado é inventivo, había entregado las almas á los arrebatos y caprichos de la imaginación , á las rarezas, curiosidades y desenfados de la fantasía , que no se preocupa más que de satisfacerse, que tiene sed de novedades y singularidades , y que ama la audacia y la extravagancia, como la razón ama la exactitud y la verdad . Apagado el genio , quedó la locura ; extinguida la inspiración , no quedó ya más que el absurdo . Antes el desorden y el fuego interior producían y disculpaban los concetti y las extravagancias ; después se produjeron en frio , por cálculo y sin disculpa . Antes , esas cosas expresaban el estado del espíritu ; después le contradijeron. Así se cumplen las revoluciones literarias. La forma que no es ya inventada y espontánea , sino imitada y transmitida, sobrevive al espíritu pasado que la engendró, y contradice al espíritu presente que la destruye . Esa lucha previa y esa transformación progresiva componen la vida de Dryden, y explican su impotencia y sus caídas , su talento y sus éxitos.
II
Sus comienzos forman un contraste notable con los de aquellos poetas del Renacimiento , actores , vagabundos , soldados , que pasaron por todas las vicisitutudes y miserias de la vida activa . Nació hacia 1631 , de una buena familia : su abuelo y su tío eran barones ; sir Gilberto Pickering, pariente suyo, fué dipu
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tado , miembro del consejo de los Veintiuno bajo Cromwell , y uno de los altos funcionarios de la nueva corte . Dryden fué educado en una excelente escuela , en casa del doctor Busby, entonces célebre ; después pasó cuatro años en Cambridge . Habiendo heredado , por muerte de su padre, un pequeño dominio , no usó de su libertad y de su fortuna sino para persistir en su vida estudiosa, y se encerró en la Universidad otros tres años . Se ven aquí los hábitos regulares de una familia honesta y acomodada , la disciplina de una educación sólida , la afición á los estudios clásicos y completos . Tales circunstancias anunciaban y preparaban, no un artista , sino un escritor. Yo encuentro las mismas inclinaciones y los mismos signos en el resto de su vida privada y pública . Pasa las mañanas regularmente, escribiendo ó leyendo ; después come en familia . Sus lecturas son las de un hombre instruído y de un espíritu crítico , que apenas piensa en divertirse ni inflamarse , sino que aprende y juzga . Virgilio , Ovidio , Horacio , Juvenal, Persio , son sus autores favoritos . Traduce á varios ; tiene sus nombres sin cesar en los puntos de la pluma; discute sus opiniones y su mérito; se nutre de esa razón que los hábitos oratorios han impreso en todas las obras del espíritu romano . Está familiarizado con las nuevas letras francesas , herederas de las latinas , con Corneille y Racine, con Boileau , Rapin y Bossu ; discurre con ellos , á menudo como ellos ; escribe con reflexión , y no deja de aderezar alguna buena teoría para justificar cada una de sus nuevas obras teatrales . Salvo algunas inexactitudes, conoce muy bien la literatura de su nación , señala su rango á los autores , clasifica los géneros , se remonta hasta Chaucer , á quien traduce y rejuvenece. Así pertrechado , va á sentarse por la
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tarde al café de Will, que es la gran tertulia literaria; los poetas jóvenes, los estudiantes que salen de la universidad, los apasionados del estilo, se agrupan alrededor de su asiento , que se coloca cuidadosamente en verano cerca del balcón y en invierno junto à la chimenea, gozosos de oir una palabra de sus labios ó de tomar respetuosamente en su docta tabaquera un polvo de rapé . Es que, en efecto , es el rey del gusto y el árbitro de las letras ; juzga las novedades , la última tragedia de Racine , una pesada epopeya de Blackmore, las primeras odas de Swift; todo eso , con su poco de vanidad, alabando sus propios escritos hasta llegar á decir
que jamás se ha compuesto ni se compondrá
nunca una oda más bella» que la suya sobre La fiesta de Alejandro; pero siendo á la vez un espíritu comunicativo , amante de esa renovación de ideas que nunca deja de producir la discusión , capaz de sufrir las contradicciones y de dar la razón á su adversario . Esas costumbres denotan que la literatura ha llegado á ser una obra de estudio , no de inspiración ; un empleo del gusto, no del entusiasmo ; una fuente de distracciones , no de emociones . Su público, sus amistades , sus acciones , sus luchas conducen al mismo resultado . Vivió entre los grandes y la gente cortesana , en una sociedad de costumbres artificiales y de lenguaje calculado . Se había casado con la hija de Thomas , conde de Berkshire ; fué historiógrafo y poeta laureado . Veía frecuentemente al rey y á los príncipes . Dedicaba cada una de sus obras á un gran señor en un prólogo adulador escrito en estilo de criado, y que atestiguaba un comercio intimo con los grandes . Recibía una bolsa de oro por cada dedicatoria; iba á dar las gracias á sus patronos ; hacía figurar á unos bajo nombres desfigurados en su Ensayo so-
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bre el Drama; escribía introducciones para las obras de los otros ; los llamaba Mecenas , Tíbulo ó Polión, y discutía con ellos las obras y las opiniones literarias . El establecimiento de una corte había traído consigo la conversación, la vanidad , la obligación de parecer ilustrado y de tener buen gusto , todos los hábitos de salón , que son las fuentes de la literatura clásica , y que enseñan el arte de hablar bien ( 1 ) . Por otra parte, una vez en roce los hombres de letras con los hombres de sociedad , las letras descendían al terreno de las cosas mundanas y se las veía intervenir hasta en las rencillas personales . Al paso que los literatos aprenden á saludar, los cortesanos aprenden á escribir. No tardan en mezclarse , y naturalmente , se pelean. El duque de Buckingham escribe una parodia de Dryden , y pasa mil afanes para conseguir que el actor principal copie el tono y los gestos de su enemigo . Más tarde Rochester entra en la guerra con el poeta, sostiene å Settle contra él , y alquila unos cuantos bribones para que le apaleen . A más de esto, Dryden tuvo contiendas con Shadwell y otros muchos, y, por fin, con Blackmore y Jeremías Collier . Por remate, entró en el conflicto de los partidos políticos y de las sectas religiosas ; combatió en pro de los tories y de los anglicanos , y después , en pro de los católicos , escribió La Medalla, Absalon y Achitophel contra los whigs , la Religio Laici contra los disidentes y los papistas , después La Cierva y la Pantera á favor del rey Jacobo II , con la lógica de un hombre de controversia y el apasionamiento de un hombre de partido. Hay harta dis-
(1) «Si alguno me pregunta qué es lo que ha refinado tanto nuestra conversación , responderé que la corte.> - Dryden: Defensa del Epilogo de la conquista de Granada.
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tancia de esa vida militante y bullidora á las meditaciones y al desinterés de un verdadero poeta . Tales circunstancias enseñan el arte de escribir clara y sólidamente, el discurso metódico y enlazado , el estilo exacto y vigoroso , la ironía y la refutación, la elocuencia y la sátira, porque esos dones son necesarios para hacerse escuchar ó conseguir el asentimiento , y el espíritu entra indefectiblemente en una vía, cuando esa vía es la única que le conduce à su fin . Dryden entraba de suyo . En su segunda composición ( 1) la abundancia de las ideas precisas , la energía y la trabazón oratoria, la sencillez , la seriedad, el soplo heroico y romano anuncian un genio clásico , pariente, no de Shakspeare, sino de Corneille, capaz de hacer, no dramas , sino discursos .
III
Y, sin embargo, en un principio se dedicó al drama ; hizo veintisiete , y firmó un contrato con los actores del Teatro del Rey para entregar tres al año . El teatro, prohibido bajo la república , acababa de volver á abrirse con una magnificencia y un exito extraordinarios . El enriquecimiento de las decoraciones , que eran móviles ya; la representación de los papeles de mujer por mujeres , no por mozalbetes ; el nuevo y espléndido alumbrado de bujías ; la maquinaria; la popularidad reciente de los actores , que se hacían los
(1) Sobre la muerte de Oliverio Cronwell.
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héroes de la moda; la importancia escandalosa de las actrices , que se hacían amantes de los grandes señores y del rey; el ejemplo de la corte y la imitación de Francia, atraían una gran afluencia de espectadores . La sed del placer, contenida durante mucho tiempo , buscaba avidamente su satisfacción ; era hora de indemnizarse de la larga abstinencia impuesta por los puritanos fanáticos ; los ojos y los oídos , cansados de los semblantes lúgubres , de la pronunciación gangosa, de las jaculatorias oficiales sobre el pecado y la condenación , saboreaban con deleite la dulzura de los cantos , la riqueza vistosa de las telas , la seducción de los bailes voluptuosos . Se quería gozar, y gozar de un modo nuevo , porque se había formado un nuevo mundo: el de los cortesanos y de los ociosos . La abolición de los privilegos feudales, el aumento enorme del comercio y de la riqueza, la afluencia de los propietarios , que ponían colonos en su puesto é iban á Londres en busca de los placeres de la ciudad y de los favores del rey, habían instalado en la cumbre de la sociedad, aquí como en Francia , la clase, la autoridad, las costumbres y los gustos de la gente de tono , de los hombres de salón , dilettanti del placer , de la conversación y del ingenio , ocupados de la obra en boga más que para divertirse para juzgarla . Así se edificó el teatro de Dryden; el poeta, ávido de gloria y necesitado de dinero , encontraba en él el dinero juntamente con la gloria, é innovaba á medias , con gran refuerzo de teorías y de prefacios , apartándose del antiguo drama inglés , acercándose á la nueva tragedia francesa, intentando una transacción entre la elocuencia clásica y la verdad poética, amoldándose como podía al nuevo público que le pagaba y le aclamaba .
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«La lengua, la conversación y el ingenio - dice ( 1) —· se han perfeccionado desde el siglo último » , lo cual ha hecho descubrir muchos defectos en los poetas antiguos, y ha introducido un nuevo género de drama. «Que una persona que sepa inglés lea atentamente las obras de Shakespeare y de Fletcher, y no temo afirmar que encontrará en cada página , ya algún solecismo, ya alguna falta notoria de sentido . La mayoría de sus argumentos son ridículos é incoherentes . Muchas obras de Shakespeare se fundan en imposibles, ó , por lo menos , están tan mal escritas que ni la parte cómica excita nuestra risa , ni la parte seria nuestro interés . Me sería fácil demostrar que nuestro admirado Fletcher no entendía el arte de trazar bien un argumento, ni las conveniencias de la escena. Su Filaster, v. gr. , hiere å su amante en el teatro ; su Pastor comete dos veces la misma brutalidad . » Nunca respeta en los reyes la dignidad real. Por otra parte, la acción en las obras en esos autores no puede ser más bárbara. Presentan batallas en el teatro ; transportan en un instante la escena á veinte años ó quinientas leguas de distancia, y mezclan tres ỏ cuatro acciones diferentes , sobre todo en los dramas históricos . Pero en lo que más pecan es en el estilo. « En Shakespeare muchas palabras y aun muchas frases apenas son inteligibles ; y de las que entendemos , algunas son contrarias á la gramática , otras groseras, y todo su estilo está tan recargado de expresiones figuradas , que es tan afectado como obscuro . » En el mismo Ben Jonson vemos con frecuencia construcciones viciosas , redundancias, barbarismos . « El arte de colocar bien las pa-
(1) Defensa del Epilogo de la Conquista de Granada.Fundamentos de la crítica en la tragedia.
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labras para la dulzura de la pronunciación era desconocido hasta que le introdujo Mr. Waller .
En fin, to-
dos descienden hasta los juegos de vocablos , hasta las expresiones vulgares y bajas . « Es que , además de la falta de instrucción y de educación , no tenían la suerte de oir la conversación selecta . En su siglo había menos galantería que en el nuestro . Hoy los caballeros quieren que se les divierta mostrándoles sus propios flacos . Convienen en que el compadre Juan y el compadre Pedro hablan como quienes son, pero no les divierten sus jarros de cerveza y sus andrajos . » Ahora se debe escribir para ellos , y sobre todo para los más instruídos (1) : porque no basta tener entendimiento y gustar de la tragedia para ser un buen juez ; hay que poseer además una sólida ciencia y una alta razón , conocer á Aristóteles , à Horacio , á Longino , y fallar con sujeción á sus reglas . Esas reglas , fundadas en la observación y en la lógica , prescriben que no haya más que una acción ; que esa acción tenga un principio , un medio y un fin; que sus partes deriven naturalmente unas de otras ; que excite el terror y la compasión , de modo que nos instruya y nos mejore ; que los caracteres sean definidos , consecuentes , conformes con la tradición ó con el designio del poeta . -Tal será -dice Dryden - la nueva tragedia , muy próxima , al parecer , à la tragedia francesa , tanto más cuanto que él cita aquí á Bossu y á Rapin , como si los tomase por preceptores . Hay diferencias , no obstante ; y Dryden enumera todo lo que un público inglés puede censurar en nosotros . Los franceses - dice-no tienen caracteres verdaderamente cómicos ; apenas si ha puesto uno Cor-
(1) Prólogo de All for Love.
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neille en su Embustero ; todos sus personajes se parecen: son seres borrosos , sin originalidad distintiva . El Embustero, aunque bien traducido y bien representado , ha parecido vulgar á los ingleses , y muy inferior á los caracteres de Fletcher y de Ben Jonson . De igual manera, sus argumentos son demasiado pobres , demasiado reducidos á una acción única y privados del acompañamiento de acciones secundarias . Por otra parte , los personajes hablan , en vez de obrar . « Cinna y Pompeyo , no son tragedias , sino largos discursos sobre la razón de Estado; y Poliutto , en materia de religión , es tan solemne como las notas prolongadas de nuestros órganos . Cuando el cardenal Richelieu reformó el teatro francés, se introdujeron en él esas peroratas para ajustarle á la gravedad de un prelado ... No niego que eso pueda convenir al temperamente de los franceses : nosotros, que somos más tristoños , vamos al teatro á divertirnos ; ellos , que son de un carácter ligero y alegre, van á formalizarse (1 )» . En cuanto á los tumultos y combates , que en Francia se ocultan al público, « nuestros compatriotas no pueden pasarse sin ellos : hay en su carácter cierta dureza feroz que los reclama . » Así los franceses , á fuerza de ponerse cortapisas con sus escrúpulos (2) y de confinarse en sus unidades y en sus reglas , han dejado sin acción su teatro , y se han reducido á una monotonía y á una sequedad insoportables . Carecen de inventiva , de espontaneidad , de variedad , de riqueza . « Se contentan con una escueta regularidad . Su lengua debilitada se ha refinado en demasía, y, como el oro puro , cede á todo contac-
(1) Ensayo sobre la poesía dramática . (2) Prefacio de All for Love. 9
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to; nuestro robusto inglés no obedece aún al arte, pero es más á propósito para los pensamientos viriles , y su aleación le ha fortificado » (1) . Hágase cuanta burla se quiera de Fletcher y de Shakespeare ,
hay en su es-
tilo una imaginación más varonil y un aliento más grande que en ninguno de los franceses » . Aunque exagerada , esta crítica es buena, y, porque es buena, desconfio de las obras que va á producir . Es peligroso para un artista ser excelente teórico ; el espíritu que crea no se aviene bien con el que juzga; el que , sentado muy tranquilo á la orillla, diserta y compara, no es muy capaz de arrojarse á cierra ojos y audazmente en el mar tempestuoso de la invención. Añádase que Dryden se mantiene demasiado en el justo medio de los temperamentos ; los artistas originales se prendan única é injustamente de cierta idea y de cierto mundo ; lo demás desaparece á sus ojos ; encerrados en una porción del arte , niegan la obra ó se burlan de ella ; por ser limitados, son fuertes . Se ve de antemano que Dryden , inclinado en un sentido por su espíritu inglés , será impulsado en otro por sus reglas francesas ; que tan pronto se arriesgará como se detendrá á la mitad del camino ; que , en punto á mérito , no pasará de la medianía , es decir , de la vulgaridad; que, en materia de defectos , caerá en las contradicciones , es decir , en los absurdos . Todo arte original se rige por sí mismo , y ningún arte original puede ser regido por otro ; lleva en sí su contrapeso, y no admite contrapeso de ningún otro lado ; forma un todo inviolable: es un ser animado que vive de su propia sangre , y que languidece ỏ muere, si se le quita una parte de su sangre para reempla-
(1) Epístola XII.
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zarla por sangre extraña . La imaginación de Shakespeare no puede ser guiada por la razón de Racine , y la razón de Racine no puede ser exaltada por la imaginación de Shakespeare; cada una es buena en sí, y excluye á su rival : mezclarlas es producir un bastardo , un enfermo y un monstruo . El desorden , la acción violenta y brusca , las crudezas , el horror, la profundidad , la verdad , la imitación exacta de la realidad y la vehemencia desenfrenada de las pasiones locas, todas las características de Shakespeare concuerdan entre sí . El orden, la medida, la elocuencia, la finura aristocrática, la cortesía elegante , la pintura exquisita de la delicadeza y de la virtud , todas las características de Racine concuerdan igualmente . Es destruir el uno atenuarle ; es destruir el otro enardecerle. Todo el ser y toda la belleza de cada uno de los dos consisten en el acuerdo de sus partes : alterar ese acuerdo es abolir su ser y su belleza . Para producir hay que inventar una concepción personal y consecuente; no hay que mezclar dos concepciones extrañas y opuestas ; Dryden no hizo lo primero , sino lo segundo . Tenía, por otra parte , el peor de los públicos ; un público frivolo y disipado, desprovisto de un gusto personal, extraviado entre los recuerdos confusos de la literatura nacional y las imitaciones deformadas de las literaturas extranjeras , un público que no pedía al teatro más que la voluptuosidad de los sentidos ó el entretenimiento de la curiosidad . En el fondo , el drama , como toda obra de arte , no hace más que sensibilizar una idea profunda del hombre y de la vida : hay en él una filosofía oculta , y el público debe ser capaz de comprenderla como el poeta de encontrarla . Menester es es que el espectador haya reflexionado ó sen-
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tido con energía ó delicadeza para entender pensamientos enérgicos ó delicados , y jamás impresionarán Hamlet ó Ifigenia à un libertino vulgar ó á un corredor de garitos . El personaje que llora en escena no hace más que renovar nuestras propias lágrimas ; nuestro interés no es más que simpatía, y el drama es como una conciencia exterior que nos habla de lo que somos , de lo que amamos y de lo que hemos sentido . ¿De qué hubiese hablado el drama å jugadores como Saint -Albans , á borrachos como Rochester, à prostitutas como Lady Castlemaine, á niños vejetes como Carlos II? ¡ Qué espectadores aquellos groseros epicúreos , incapaces ni aun de decoro fingido , entregados á la voluptuosidad brutal , bárbaros en sus juegos , obscenos en su lenguaje , desprovistos de honor , de humanidad, de educación, y que convertian la corte en un burdel ! Decoraciones espléndidas, mutaciones á la vista del público , el clamoreo de los versos altisonantes y de los sentimientos forzados , la apariencia de algunas reglas llevadas de París : hé ahí el pasto natural de su vanidad y de su estolidez , y he ahí el teatro de la Restauración inglesa . Tomo una de esas tragedias , muy célebre entonces: El amor tiránico ó la mártir real . Bonito título y á propósito para hacer ruido . La mártir es Santa Catalina, princesa real, á lo que parece , llevada ante el tirano Maximino . La santa confiesa su fe, y la sueltan un filósofo pagano , Apolonio, para que la refute . Sacerdote (le dice Maximino) : ¿por qué permaneces mudo? Tú vives del cielo , y debes disputar . » Alentado, disputa; pero Santa Catalina argumenta vigorosamente: « La razón combate contra vuestra cara religión, porque varios dioses serían varios infinitos ; esto lo sabían los primeros filósofos , que, bajo diferentes
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nombres , no adoraban más que uno , aunque vuestros vanos poetas se hayan engañado después , haciendo un Dios de cada atributo. » Apolonio se rasca un poco la oreja , y acaba por responder que el paganismo encierra grandes verdades y buenas reglas morales . La piadosa lógica le contesta en seguida:
¡ Entonces re-
dúzcase toda la disputa á comparar esas reglas y el cristianismo! » Apolonio, confundido , se convierte al punto , é injuria al príncipe, el cual , viendo que Santa Catalina es muy bella, se enamora de repente y se entretiene en hacer juegos de vocablos : «Ausente , puedo ordenar su martirio , pero una mirada más , y el mártir serẻ yo .» En este apuro, manda á un alto personaje á declarar su amor á Santa Catalina; el alto personaje cita y ensalza á los dioses de Epicuro ; al momento la santa expone la doctrina de las causas finales , que destruye -la de los átomos. Por fin, preséntase en persona Maximino y le dice « que , si continúa desdeñando la llama de su amor, arderá en otras llamas . » Entonces ella le tutea, le desafía, le llama esclavo y se va . Maximino , impresionado por tal conducta, quiere casarse con la santa legítimamente, y, para ello , repudia á su mujer . Sin embargo, á fin de no omitir ningún expediente, emplea á un mágico , que hace conjuros (en la escena) , evoca á los espíritus infernales y atrae una ronda de amorcillos ; estos bailan y entonan canciones voluptuosas alrededor del lecho de Santa Catalina . Mas aparece el ángel custodio de la princesa y los expulsa . Como último recurso , Maximino hace instalar una rueda en el teatro para exponer alli á Santa Catalina y á su madre . En el momento en que desnudan å la santa baja oportunamente un ángel púdico y rompe la rueda ; después de lo cual se llevan å las dos muje-
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res y las degüellan entre bastidores . Unase á estos lances sorprendentes un doble enredo : el amor de Valeria, hija de Maximino , hacia Porfirio, general de los pretorianos , y el de Porfirio hacia Berenice , mujer de Maximino ; luego una catástrofe súbita, tres muertes , y el reinado de las personas honradas que se casan y se dirigen cumplidos . Tal es esa tragedia, que se apellida francesa ; y la mayoría de las demás son por el estilo . En la Reina Virgen, en el Matrimonio á la moda, en Aurengzebe, en el Emperador de la India , y especialmente en la Conquista de Granada, todo es extravagante. Allí se despedaza la gente , se toman ciudades , se dan puñaladas y se declama á grito herido . Esos dramas tienen exactamente la verdad y la naturalidad de un libretto de ópera. Abundan los encantamientos ; en Motezuma aparece un espíritu y declara que los dioses indios se van . Hay bailes; Vázquez y Pizarro, sentados en una gruta , miran como conquistadores las danzas de las indias , que juguetean voluptuosamente alrededor de ellos . No faltan las escenas de Lulli : Almeria , como Armida , va á matar á Cortés dormidos , y de repente se enamora de él. Todos los libretti de ópera no encierran insensateces; evitan todo lo que pudiera ofender á la imaginación ó á los ojos ; están hechos para personas de gusto que huyen de toda fealdad y de toda torpeza . Aquí ¿creeríais que se tortura á Motezuma en escena, y que, para como, disputa con él , entre tanto , un sacerdote? ( 1) . Reconozco en esa pedantería atroz á los caballeros del tiempo , 16gicos y verdugos , que se alimentaban de polémicas é iban á ver por diversión los suplicios de los puritanos . Veo detrás de ese aluvión de inverosimilitudes y de
(1)
Acto V, esc. I.
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aventuras á los pueriles y estragados cortesanos que , embrutecidos por el vino, no sentian ya las discordancias , y cuyos nervios no era posible sacudir más que con el choque de las sorpresas y la barbarie de los sucesos . Penetremos más adelante . Dryden quiere introducir en su teatro las bellezas de la tragedia francesa, empezando por la nobleza de los sentimientos . ¿ Basta, para ese fin, copiar, como hace él , frases caballerescas? Media todo un mundo de lo uno á lo otro , porque todo un mundo se necesita para formar almas nobles . La virtud en nuestros trágicos se funda en la razón , en la religión, en la educación , en la filosofía . Sus personajes poseen esa rectitud de inteligencia , esa claridad de lógica , esa elevación de juicio que instituyen en el hombre máximas fijas de conducta y el imperio sobre si . Se vislumbran alrededor de ellos las doctrinas de Bossuet y de Descartes ; la reflexión ilumina su conciencia, y el trato de gentes los dota, además , de tacto y finura . El alejamiento de las acciones violentas y de los horrores físicos , la proporción y el orden de la fábula, el arte de disfrazar ó de evitar los seres groseros ó demasiado bajos , la perfección continua del más mesurado y noble estilo , todo contribuye á transportar la escena á una región sublime , y á que nosotros lleguemos á creer en almas más altas al verlas en un aire más puro . ¿Se puede creer en ellas , tratándose de las obras de Dryden? Personajes atroces ó infames vienen á cada paso , con sus crudezas , á hundirnos en su cieno . Maximino , después de matar á Placidio , se sienta sobre su cadáver , se clava otras dos veces el puñal , y dice à los guardias: « Traedme á la emperatriz y á Porfirio muertos ; quiero desafiar al cielo con una cabeza en cada mano . » Nourmahal, re-
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chazada por el hijo de su marido , insiste cuatro veces con esta indecente pedantería:
¿A qué esos escrúpu-
los contra un goce en que la naturaleza compendia todos sus placeres en uno solo? La promiscuidad en el amor es la ley general. Cualesquiera que hayan sido los primeros amantes , un hermano y una hermana constituyeron la segunda pareja ( 1 ) . » Al instante se disipa la ilusión; nos creíamos en un salón de personajes nobles , y nos encontramos con una prostituta loca y un salvaje ebrio . Quitad las caretas: los otros no valen mucho más . Almeria , á quien se ofrece una corona, responde insolentemente : « La tomo , no como dada por vosotros , sino como debida á mi mérito y á mi belleza (2) . » Indamora , á quien un viejo cortesano hace una declaración de amor , le contesta con un engreimiento de advenediza y una grosería de fregatriz:
Antonio le suplica que se vaya; Ventidio se niega. A ntonio quiere morir á manos de él . -¡No, por el cielo ! no quiero ; y no es por sobreviviros . -Mátame primero , tú morirás después ; sirve å tu amigo antes que á ti. -Entonces dadme la mano . Nos volveremos á ver muy pronto. Abraza á Antonio, saca la espada , y se detiene: Yo no quisiese dar proporciones á una niñería; pero no puedo miraros y mataros ; os ruego que volváis la cabeza .
-Sea, y hiere hondo. -Hasta donde alcance mi espada . E incontinenti se mata él mismo . He ahí las costumbres trágicas y estoicas de la monarquía militar , las grandes prodigalidades de asesinatos y de sacrificios con que los hombres de aquel mundo trastornado y deshecho mataban y acababan. Ese Antonio , por quien tanto se hizo , mereció , por su parte, que se le quisiese : fué uno de los valientes bajo César , el primer soldado de vanguardia; la bondad, la generosidad palpitan en él hasta el fin; si es débil contra una mujer, es fuerte contra los hombres; tiene los músculos , el pecho, la cólera y los hervores de un combatiente ; ese calor de la sangre, ese sentimiento demasiado vivo del honor es lo que causa su
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pérdida; no sabe perdonarse su falta; no tiene esa elevación de genio que , cerniéndose por encima de las máximas ordinarias , emancipa al hombre de las vacilaciones , de los desalientos y de los remordimientos ; no es más que soldado , y no puede olvidar que ha faltado á la consigna . -¡Emperador ! -(le dice Ventidio . ) -¡ Emperador ! ¡No, ese es un nombre de victoria!
El soldado victorioso, ensangrentado por heridas que no siente, saluda con ese nombre á su general. -¡Actium, actium , oh! -Pensáis en eso demasiado . -Aquí, aqui llevo el peso : una losa de plomo durante el día ; y por la noche, durante mis breves adormecimientos febriles, la bruja que teje mis ensueños . Por último , he aquí de nuevo armas y hombres , y una aurora de esperanza.
-¿Combatiremos?-dice Ventidio. -Te lo garantizo , veterano . Otra vez, á la cabeza de esas viejas tropas que han derrotado á los parthos , vas á oirme gritar: ¡ adelante !, ¡seguidme! Se cree en la batalla, y le arrebata su ardor . No es un hombre así quien gobernará á los hombres ; no domina la suerte al que no empieza por dominarse á sí propio; éste no ha nacido más que para contradecirse y destruirse, y para girar á merced de todas las pasiones . No bien cree fiel á Cleopatra, el honor, la reputación, el imperio , todo desaparece.
-¿Qué es esto , Ventidio? He aquí una cosa que contrapesa todo lo demás . Porque ahora bemos hecho algo más que vencer á César. No sólo mi reina es inocente , sino que me ama. ¡ Marcharme! ¿á dónde? ¡ Abandonarla !, ¡ abandonar lo . más perfecto que existe ! ¡ Oh , dioses !, dad á vuestro
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niño , dad à vuestro César este mundo como un sonajero para que juegue ; dadle esa baratija de imperio . Se contenta con poco . ¡ Yo no me contento con menos que con Cleopatra! Tras el exceso vendrá el abatimiento ; las almas de esa especie no se hallan templadas más que contra el temor; su valor no es más que el del león y el del toro; para conservar su entereza , necesitan del movimiento corporal, del peligro visible; las sostiene el temperamento ; ante los grandes dolores morales , se abaten. Cuando Antonio se cree engañado , se abandona y no sabe ya más que morir. -Que César se pasee solo por el mundo ; yo estoy cansado de mi papel . Mi antorcha se ha consumido , y el mundo se me presenta como un negro desierto . Al acercarse la noche me tenderé y dejaré de andar vagando . Tales palabras hacen pensar en los lúgubres desvarios de Otelo , de Macbeth y aun de Hamlet; por encima del montón de las frases ampulosas y de los personajes de cartón pintado , parece como si el poeta hubiese ido á tocar el antiguo drama para comunicarnos su estremecimiento . Otro sintió en su época ese mismo estremecimiento, un joven, un pobre aventurero , que ahora estudiante, después actor, luego oficial, siempre desordenado y siempre pobre, vivió loca y tristemente entre excesos y miserias , al modo de los antiguos trágicos , con aná loga inspiración, con análogos fervores , y que murió å los treinta y cuatro años , según unos , de una fiebre causada por la fatiga, y , según otros , de un prolongado ayuno, a cuyo término devoró demasiado aprisa un pedazo de pan dado por caridad . Al través de la envoltura pomposa de la retórica nueva , Tomás Ot-
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way supo resucitar á veces las pasiones del otro siglo . Se ve que le perjudica su tiempo , que él mismo debilita la fuerza y la verdad de su emoción , que no da ya con la palabra propia y atrevida, que el estilo oratorio , las frases de autor , la declamación clásica, las antitesis bien dispuestas no cesan de zumbar en torno suyo y de ahogar su voz con su runrún prolongado y monótono . No le faltó más que nacer cien años antes . En su Huérfana, en su Venecia salvada, reviven las negras imaginaciones de Webster , de Ford y de Shakespeare, su concepción lúgubre de la vida , sus atrocidades, sus matanzas, sus pinturas de las pasiones irresistibles que se enzarzan ciegamente como un rebaño de animales montaraces y trastornan el campo de batalla con sus aullidos y su tumulto , para no dejar tras de sí más que devastaciones y montones de cadáveres. Como Shakespeare, lo que Otway saca á las tablas son los transportes y los favores humanos: un hermano que viola á la mujer de su hermano ; un marido que perjura por su mujer ; Polidoro , Chamont; Jaffier, almas violentas y débiles à quienes arrebatan las circunstancias y trastornan las tentaciones , en quienes el transporte ó el crimen , como veneno vertido en una vena, sube por grados , emponzoña todo el hombre, se propaga por contagio á los que él toca, y los retuerce y abate juntos en el delirio de las convulsiones . Como Shakspeare, supo sorprender esas palabras vivas y penetrantes que descubren el fondo del hombre , el extraño crugido de la máquina que se desbarata, la rigidez en la voluntad que extrema su tensión hasta romperse, la sencillez de los verdaderos sacrificios , las humildades de la pasión exasperada é importuna que implora hasta el fin, contra toda esperanza, su pasto
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y su saciedad. Como Shakespeare , concibió verdaderas almas femeninas, una Monimia, y, sobre todo, una Belvididera que, á semejanza de Imógenes , se pierde como en un abismo en la adoración de un hombre , que no sabe más que amar, obedecer , llorar, sufrir , y que muere como una flor separada de su tallo , no bien se arrancan sus brazos del cuello que ceñían . Como Shakespeare, en fin, manejó, una vez por lo menos, la burla amarga, el áspero sentimiento de la humana bajeza, y en medio de su tragedia más dolorosa plantó una figura inmunda y grotesca, un viejo senador que descansa de su gravedad oficial haciendo por la noche en el aposento de su manceba el papel de criado y el de payaso . ! Qué amargo es eso ! ¡Cuánta verdad en esa pintura del hombre , impaciente por despojarse del traje de etiqueta ! ¡ Qué facilidad tiene el hombre para envilecerse cuando , libre de su papel, torna á sí mismo! ¡ Cómo reaparecen en él el mono y el perro! El senador Antonio entra en casa de esa Aquilina, que le insulta; eso á él le divierte ; las palabrotas , después de los respetos , son su descanso . Por su parte, habla con vocecita mimosa , maneja su falsete de pipitaña: -Nacki, Nacki , Nacki; ya he venido , Nackita; las once dadas ; hora de meterse en la cama,
Nacki .
¿Nacki he dicho? Sí; Nacki, Aquilina, Lina , Quilina, Aquilina, Naquilina , Acki , Nacki , Nacki, reina Nacki , vamos, ven á la cama, guitoncilla , monina, morronga... ¡ Yo soy senador ! -Bufón, querréis decir .
-Puede ser, corazoncito mio ; lo uno no se opone á lo otro. ¡ Ea, Nacki, á jugar ! Y empieza á hacer chiquilladas . Ella le rechaza; le llama idiota, bruto ; le dice que no tiene de bueno más que el dinero . El senador ríe y canta:
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-¡Ah! ¿No queréis sentaros? Corriente . Pues ahora soy un toro, el toro de los toros , todos los toros que querais . Ahora me alzo así, inclino la frente así, y hago ¡ borrum! ! borrum ! ¡ Ah ! ¿No quereis sentaros? Y muge como un toro , persiguiéndola por la habitación . Al fin se sientan . -Ahora vuelvo á ser senador y amante tuyo , Nackita mía. ¡Ah, sapo , sapo, sapo ! escúpeme un poco á la cara, Nacki ; escúpeme á la cara , anda, un poquitín, una chispita ; escupid , escupid , escupid cuando os lo mandan; hazme el favor, escupe; escupe en seguida, al momento . ¿Por qué no quieres escupir? Entonces seré un perro .
-¡Un perro, señor! —Sí, un perro; y te daré esta otra bolsa para que me dejes ser un perro y me trates como un perro un ratito. En esto se mete debajo de la mesa y ladra . -¡Ah! ¿mordéis? Bueno ; recibireis puntapies . -Anda; eso quiero yo . Puntapies , puntapies , ahora que estoy debajo de la mesa. Más puntapies . Más fuerte. Más fuerte aún . ¡ Guau , guau! ¡ Que te muerdo las pantorrillas ! ¡ Guau , guau ! ¡Diablo ! La moza da duro . En efecto , y por remate , coge un látigo, le sacude y le planta á la puerta. Volverá, tenedlo por seguro; la noche ha sido buena para él ; se rasca las costillas , pero se ha divertido . En resumidas cuentas , no es más que un arlequin sobre cuyos hombros ha echado el azar una toga de seda bordada , y que suelta bufonadas políticas á tanto por hora. Está más en carácter y en su centro cuando hace el polichinela , que cuando remeda al hombre de Estado . Pero estos no son más que relámpagos ; en todo lo
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demás , Otway es de su tiempo : turbio y de color forzado ; permanece sumido como los otros en la parda y velada atmósfera semifrancesa , semiinglesa , en que los brillantes esplendores importados de Francia palidecían ofuscados por la niebla insular . Es de su tiempo ; escribe, como los demás , comedias fangosas , el Soldado de fortuna , el Ateo , la Amistad á la moda. Pinta caballeros brutalmente viciosos , bribones por principios, tan duros y tan corrompidos como los de Wycherley; un Beaugard que pregona y practica las máximas de Hobbes ; un Sir Jolly Jumble , especie de Falstaff innoble, rufián , á quien las prostitutas llaman papaito» , y que no puede comer al lado de una mujer sin
decirla indecencias y trazar en la mesa con
el dedo figuras obscenas » ; un Sir Davy Dunce , animal asqueroso, « cuyo aliento es peor que el asafétida, que declara insana la ropa limpia, que come ajos á todas horas y masca tabaco » ; un Polidoro que , enamorado de la pupila de su padre, trata de violarla en la primera escena ; envidia á los animales que pueden satisfacerse y marcharse cada uno por su lado, y forma el propósito de imitarlos á la primera ocasión ( 1). No hay nadie , ni aun sus heroínas , á quien no envilezca . Realmente ese mundo da náuseas . Los autores creen salvar todas esas crudezas con correctas metáforas , con períodos poéticos rotundos , con un aparato de frases armoniosas y de expresiones nobles. Se figuran igualar á Racine, porque remedan el estilo de Racine. No saben que, en ese estilo , la elegancia visible se adapta admirablemente al fondo ; que, si es una obra maestra de arte, es también una pintura
(1)
Huérfana: fin del acto I.
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de las costumbres; que sólo las personas de mundo más refinadas y delicadas han podido hablarle y entenderle ; que pinta una civilización como el de Shakespeare; que en él se expresan todas las pasiones y todos los matices de las pasiones , no en verdad selvátibas é indomitas como en Shakespeare , sino atenuadas y afinadas por la vida de la corte ; que ese es un espectáculo tan único como el otro ; que la naturaleza perfectamente civilizada , es tan compleja y tan dificil de comprender como la naturaleza perfectamente intacta; que ellos , por su parte, se hallan tan lejos de la una como de la otra, y que, en suma, sus personajes se parecen á los de Racine tanto como el portero de M. de Beauvilliers , ó la cocinera de Mme. de Sévigné à M. de Beauvilliers y á Mme. de Sévigné (1) .
VI
Dejemos , pues , este teatro en el olvido que ha merecido , y busquemos en otra parte , en los trabajos de gabinete, un empleo más feliz de un talento más completo. Ese es el verdadero dominio de Dryden y de la razón clásica. Disertaciones en verso , epistolas , sátiras , traducciones é imitaciones: tal es el campo en que las facultades lógicas y el arte de escribir hallan su mejor empleo . Antes de descender á él y de observar
(1) Decía Burns que, por medio del razonamiento y de los libros, había llegado á figurarse en su aldea casi exactamente todo lo que había visto más tarde en los salones, todo, excepto una mujer de la alta sociedad.
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alli la obra de esas facultades , conviene mirar más de cerca al hombre que las aplicaba á tales fines . Es un espíritu sumamente sólido y juicioso, un excelente argumentador, acostumbrado á digerir sus ideas , armado de pruebas maduramente meditadas , firme en la discusión , donde le vemos asentar principios , hacer divisiones, citar autoridades , sacar consecuencias , y proceder , en fin , con tal dominio que, si se leyesen sus prólogos sin leer sus obras dramáticas , se le tomaría por uno de los maestros del drama . Alcanza naturalmente la prosa definitiva; sus ideas se desarrollan con amplitud y claridad ; su estilo es de buena ley, exacto y sencillo , exento de las afecciones y cinceladuras con que Pope recargará más tarde el suyo ; su frase , á semejanza de la de Corneille, es ámplia y rotunda por la sola virtud del razonamiento interior que la despliega y sostiene . Se ve que el escritor es un hombre que piensa , y por sí mismo ; que enlaza sus pensamientos , que los comprueba , que, por encima de todo, posee un golpe de vista certero , y une al proceder metódico un sano juicio natural . Tiene los gustos y las debilidades que corresponden á su forma de inteligencia . Pone en primera linea al admirable Boileau cuyo ritmo es excelente , cuyas expresiones son tan nobles como justos sus pensamientos, puro su lenguaje , aguda su sátira , compendiosas sus ideas , y que, cuando toma algo prestado de los antiguos, los paga con usura de su propio fondo , en monedatan buena ytan corriente » ( 1) . Tiene la rigidez de los poetas lógices , demasiado regulares y sesudos ; censura á Ariosto , « que no supo trazar un plan proporcionado , ni guardar ninguna unidad de acción ,
(1) Dedicatoria al Conde de Dorset.
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ni límite de tiempo , ni medida en su enorme fábula, y cuyo estilo es exuberante sin majestad ni decoro , á la vez que sus aventuras traspasan los límites de lo natural y de lo posible .
No comprende la delicadeza mejor
que la fantasía. Hablando de Horacio, dice que su talento es pálido, y casi insípida su sal ; el de Juvenal es más vigoroso y varonil , y me causa todo el placer de que soy susceptible. » Por la misma razón no aprecia justamente las delicadezas del estilo francés . « La lengua francesa no está provista de músculos como la nuestra ; tiene la agilidad de un lebrel, pero no la masa y el cuerpo de un mastín . Ellos dan regla por regla á su estilo la pureza ; la del nuestro es el vigor viril . » Dos ó tres frases de este género pintan á un hombre; Dryden acaba de señalar , sin pensarlo , la medida y la índole de su talento. Ese talento, como ya se presume , es demasiado , y particularmente en lo que atañe á la lisonja . El arte de lisonjear es el primero en una edad monàrquica . Dryden no es más hábil en él que sus contemporáneos . Aquende el estrecho se alaba en la misma época tanto como allende, pero sin envilecerse en demasía , porque se adereza la alabanza , ya disimulándola ó realzándola con la gracia del estilo , ya pareciendo amoldarse á ella como á una moda . Suavizada de ese modo, la gente la digiere . Aquí , sin la fina cocina aristocrática , pesa sobre el estómago cruda y maciza . He referido cómo el ministro Clarendon , al saber que su hija acababa de casarse en secreto con el duque de York, suplicaba al rey que
mandase
decapitarla
cuanto antes ; cómo la Cámara de los Comunes , compuesta en su mayoría de presbiterianos , declaraba al pueblo inglés y á sí propia rebeldes dignos del último suplicio, y llegaba á arrojarse á los pies del rey , en
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actitud contrita, para suplicarle que perdonara á la Cámara y á la nación. Dryden no es más delicado que los estadistas y legisladores . Por lo común sus dedicatorias dan náuseas . Dice á la duquesa de Monmouth que
en ninguna parte de Europa hay nadie que
iguale á su noble esposo en varonil belleza y en arrogancia de figura . »
« No tenéis más que presentaros
juntos para recibir las bendiciones y las oraciones de la humanidad . Nosotros nos hallamos dispuestos á creer que sois un par de ángeles enviados aquí abajo para hacer amable la virtud ó para ofrecer modelos á los poetas , cuando quieran destruir y deleitar á su siglo pintando la bondad bajo la forma más perfecta y seductora de la naturaleza ( 1) . » En otra parte, volviéndose hacia Monmouth , añadía: -Todos los hombres se asociarán al homenaje de adoración que os tributo (2 ) . El duque no pestañeaba , ni se tapaba las narices , y tenía razón : los nervios eran entonces robustos ; se respiraba agradablemente una atmósfera donde otros se sofocarian . Habiendo escrito el conde de Dorset alguuas cancioncillas y sátiras , Dryden le jura que en su género iguala á Shakespeare y supera á los antiguos . Y esos panegíricos asestados al rostro continúan imperturbablemente durante veinte páginas , en que el autor va pasando revista á las diversas virtudes de su gran hombre , y opinando siempre que la última es la más hermosa ; tras lo cual recibía, en recompensa,
(1) Dedicatoria de la Conquista de Méjico . (2) Dedicatoria de la Mártir Real al duque de Monmouth.En la dedicatoria de sus fábulas compara al duque de Osmond con Nestor, José, Ulises, Lúculo, etc. -Otro día compara á la · Castlemaine con Catón .
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POR H. TAINE
una bolsa de oro . Nótese que en esto Dryden no era más servil que otros . La corporación de Hall , arengada un día por el duque de Monmouth, le regaló seis monedas de oro , que Monmouth dió á Mr. Marwel, representante de Hall en el Parlamento . Los escrúpulos modernos no habían nacido . Yo creo que todas las genuflexiones de Dryden acusaban irreflexión más bien que indignidad . Un segundo talento , quizá el primero en época de carnaval, es el arte de la expresión licenciosa, y la Restauración fué un carnaval tan delicado sobre poco más o menos , como un jolgorlo de gañanes .
En las
obras dramáticas de Dryden hay canciones extrañas y pasajes más que resbaladizos . Su Matrimonio á la moda, empieza con estos versos que canta una señora casada: « ¿Por qué ha de atarnos , ahora que nuestra pasión está extinguida, un necio voto de matrimonio , ha mucho pronunciado?» El lector leerá lo demás ; aquí no puede citarse nada . Por otra parte, Dryden es en esto poco feliz; tenía un fondo demasiado serio ; era hasta reservado y taciturno . « Su tono libre (dice muy bien Walter Scott), se parece á la insolencia forzada de un hombre tímido .» Quería tener la desenvoltura de un Sedley , de un Rochester ; se hacia petulante por cálculo , y se sentaba con todo su peso en la inmundicia por donde los otros no hacían más que saltar . Nada más nauseabundo que una suciedad estudiada , y Dryden lo estudió todo, hasta la jovialidad y la cortesía. Escribe & Dennis , que le había elogiado: «Los méritos que me atribuís me pertenecen tan poco como á la luna su luz, ya que no brilla sino con el reflejo de su hermano» ( 1 ) . Escribe á su prima ,
(1)
1693. Carta á Dennis. 11
á
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HISTORIA DE LA LITERATURA INGLESA
guisa de narración amena , estos pormenores sobre una mujerona con quien ha viajado: « Su peso hacía que los caballos marchasen muy trabajosamente ; pero, para dejarles tiempo de respirar, ella nos detenía á menudo , alegando alguna necesidad de la naturaleza , y diciéndonos que todos somos carne y sangre . » Parece que entonces esas lindezas divertian á las señoras . Sus cartas son un tejido de fórmulas ampulosas de cortesía, de cumplidos aparatosos , de reverencias matemáticas ; sus esparcimientos joviales son disertaciones; apuntala las futilezas con periodos . Yo he encontrado en él pasajes excelentes; no los he encontrado nunca agradables ; ni siquiera sabe disertar con gusto . Los personajes de su Ensayo sobre el drama, se creen aún en los bancos de la escuela; citan doctoralmente á Patérculo , y en latín y todo ; combaten la definición del adversario , y advierten que es sólo una definición a genere et fine, en vez de comprender el género y la especie , según las buenas reglas . «Se me acusa (dice doctoralmente en un prefacio) de haber elegido personajes disolutos por protagonistas ó personajes principales de mi drama, y de haberlos hecho felices á la conclusión de mi obra , lo cual es contrario á la ley de la comedia, que es recompensar la virtud y castigar el vicio » ( 1) . En otra parte afirma que no quiere abolir en la pasión el empleo de las metáforas , porque Longino las juzga indispensables para excitarla . Su gran discurso sobre el origen y los progresos de la sátira , está plagado de superfluidades, de pesadeces, de disquisiciones y comparaciones de comentarista . Siempre asoma el erudito, el lógico, el retórico , sin dejar plaza franca al hombre corriente .
(1)
Prólogo del Mock Astrologer,
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Pero el hombre de corazón aparece á menudo . Entro no pocas caídas y muchos resbalones , vemos erguirse un espíritu , preocupado de pensamientos graves , dotado de arranque y de fibra , y dispuesto á entregar al juicio público su conducta y sus convic 、 ciones . Se convirtió lealmente á la religion católica , después de reflexión madura; perseveró en sus creencias después de la caída de Jacobo II ; perdió su puesto de cronista y de poeta laureado , y, aunque pobre, enfermo y cargado de familia , se negó á dedicar su Virgilio al rey Guillermo .
« El disimulo (escribe á sus hi-
jos) , aunque lícito en algunos casos , no entra en el número de mis dones . Sin embargo , por cariño á vosotros, lucharé contra la franqueza de mi naturaleza . Por lo demás , no acaricio ninguna esperanza; me limito á cumplir mi deber y á sufrir por amor de Dios . Sabéis que los beneficios de mis libros hubiesen podido ser mayores , pero ni mi conciencia ni mi honor me permitían aceptarlos . No me arrepentiré nunca de mi consecuencia , toda vez que estoy profundamente convencido de la justicia de la causa por que sufro . » Habiendo sido despedido de la escuela un hijo suyo, escribió al director, Mr. Busby, su antiguo maestro , con una gravedad y una nobleza altísimas , rogándole sin humillarse, censurándole sin ofenderle, en un estilo digno y mesurado que encanta, pidiéndole benevolencia , si no como una deuda hacia el padre, como un favor al hijo , y añadiendo al fin: « Algo merezco yo con todo , aunque no fuese más que por haberme vencido hasta el punto de suplicar . » Fué buen padre con sus hijos , liberal con su colono , y hasta generoso . «Quizá (dice) se han escrito contra mí más libelos que contra ninguno de los hombres que hoy viven , y yo hubiese tenido el derecho de defender mi inocencia.
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HISTORIA DE LA LITERATURA INGLESA
Rara vez he contestado á los escritos difamatorios , á pesar de tener en las manos los medios de confundir á mis detractores ; y , aunque naturalmente vengativo , he sufrido en silencio y conservado mi alma serena. » Insultado por Collier como corruptor de las costumbres, aguantó ese ataque brutal y confensó noblemente las faltas de su juventud .
Mr. Collier me ha
censurado justamente en muchos puntos : no trato de disculpar ninguna de mis ideas ni de mis expresiones ; cuando pueden tacharse con verdad de impías, inmorales ó licenciosas , me retracto de ellas . Si es enemigo mío , que se engría con el triunfo ; si es amigo (y no le he dado ningún motivo personal para no serlo) , se alegrará de mi arrepentimiento . » Tal penitencia realza ; para humillarse así, hay que ser grande . Lo era por su inteligencia lo mismo que por su corazón : estaba provisto de razonamientos sólidos y de juicios personales ; se elevaba por cima de los meros artificios retóricos y de los expedientes de estilo; era dueño de su verso, servidor de su idea , y poseía esa abundancia de pensamientos que distingue al verdadero genio: < se agolpan en mi tan precipitadamente que mi única dificultad es elegir.
Con esas fuerzas entró en su se-
gunda carrera; la constitución y el genio de Inglaterra se le abrían .
VII
-Un hombre- dice La Bruyère, -francés de nacimiento y cristiano , se encuentra cohibido en el campo de la sátira; le están vedados los grandes asuntos ; á veces los aborda, pero enseguida convierte su aten-
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ción hacia menudencias que realza merced å la belleza de su genio y de su estilo . No sucedía eso en Inglaterra . Los grandes asuntos estaban entregadas á las discusiones violentas ; la política y la religión , como dos palenques , llamaban á la lid á todos los talentos y á todas las pasiones . El rey, popular en un principio, había vuelto á dar alas á la oposición con sus vicios y sus faltas, y tenía en contra suya todo el peso del descontento público á la vez que las maquinaciones de los partidos . Se sabía que había vendido á Francia los intereses de Inglaterra; se creía que quería entregar á los papistas las conciencias de los protestantes . Las mentiras de Oates , el asesinato del magistrado Godfrey, su cadáver paseado solemnemente por las calles de Londres, habían inflamado la imaginación y los prejuicios del pueblo; los jueces intimidados ó ciegos enviaban al cadalso á los católicos inocentes , y la muchedumbre acogía con insultos y maldiciones sus protestas de inocencia . Se había privado al hermano del rey de sus empleos , y se le quería privar de sus derechos al trono . En los púlpitos, en los teatros, en la prensa, en los hustings, resonaban los ecos de las discusiones y las injurias . Acababan de nacer los nombres de whigs y de tories, y agitábanse los más altos debates de filosofia política, alimentados por el sentimiento de intereses presentes y prácticos y agriados por el rencor de antiguas pasiones heridas . A ellos se lanzó Dryden, y su poema de Absalón y Achitophel fué un folleto politico . -Yo manejo mejor el estilo severo que el estilo suave-decía en su prefacio ; -y efectivamente; en tal guerra se necesitaban armas . Apenas si una alegoría bíblica, conforme al gusto del tiempo , disimula los nombres sin ocultar à los hombres . Expone la tran-
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quila vejez y el derecho indiscutible del rey David (1) , la gracia, la flexibilidad y popularidad de su hijo natural Absalón ( 2) , el genio y la perfidia de Achitophel (3) , que levanta al hijo contra el padre, reune las ambiciones heridas y reanima las vencidas facciones . Fantasía amena, apenas la hay aquí; no hay vagar para amenidades en semejantes batallas: piénsese en ese pueblo indignado que escucha, en esos hombres presos ó desterrados que esperan ; lo que aquí está en juego es la fortuna, la libertad , la vida . Se trata de herir firme y certeramente ; no se trata de herir con gracia. Es menester que el público reconozca los personajes, que pregone sus nombres al ver sus retratos , que aplauda los insultos con que se los abruma, que los escarnezca, que los precipite de las alturas que quieren escalar. Dryden los pasa revista á todos .
«En primer término figura Zimri (4) , hombre tan múltiple que no parece uno sólo, sino el compendio de todo el género humano. Rigido en sus opiniones é inclinado siempre à lo peor , era cuanto había que ser por impresión del momento , sin persistir jamás en nada. En el curso de una lunación era químico , músico, hombre de Estado y bufón, después se le veía entregado á las mujeres , à la pintura , á los versos , á la bebida y mil caprichos que morían al nacer . ¡ Afortunado loco á quien nunca faltaba á cada hora algo nuevo que desear ó disfrutar! Se pasaba la vida injuriando ó glorificando, las dos cosas (en prueba de los quilates de su juicio) hasta el último extremo, y con tal violencia que cada hombre era para él un Dios ó
(1) (2) (3) (4)
Carlos II. El duque de Monmouth . El conte de Shaftesbury . El Duque de Buckingam .
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un demonio . Disipar la riqueza era don peculiar suyo . Todo lo recompensaba , menos el mérito . Saqueado por parásitos, á quienes siempre descubría demasiado tarde , él se quedaba con sus sátiras , mientras ellos se quedaban con su hacienda . Expulsado de la corte por sus burlas , se consoló formando partidos sin poder ser jefe... >Shimei (1), cuya juventud había sido fecunda en promesas de celo por su Dios y de odio hacia su rey, que se abstenía juiciosamente de los pecados costosos, y jamás infringía el sábado , á no ser por una 1 ganancia, á quién jamás se oyó proferir una maldición ni un juramento, á no ser contra el gobierno ...> Shaftesbury arrostraba á pié firme esas maldiciones . Acusado de alta traición , era absuelto por el gran jurado , á pesar de todos los esfuerzos de la corte, con aplauso de una muchedumbre inmensa , y sus partidarios mandaban acuñar una medalla con su efigie y en cuyo reverso se veía el sol real oscurecido por una nube. Dryden contestó en su poema La medalla , respondiendo á la provocación abierta con la desenfrenada diatriba . « ¡ Oh! ¡ si el punzón que ha copiado todas sus gracias y labrado tales surcos para esa cara de eunuco , hubiese podido trazar su voluntad siempre mudable! Ese trabajo infinito hubiera sido la desesperación del grabador: marcial heroe primero , lanzado á la guerra por una inquietud prematura , como un pigmeo á quien el viento arrastra ; general imberbe, rebelde antes de ser hombre: ¡ tan temprano empezó su odio contra su príncipe! Luego , insinuándose como un gusano en el oído del usurpador, traficando con su inteligencia ve-
(2) Slingsby Bethel.
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nal por montones de oro, se amoldó á las artes de los santurrones , gimió, suspiró y rezó , mientras la santurronería fué un lucro , como la gaita más sonora del cortejo plañidero ! ( 1)» . La misma amargura envenenaba la controversia religiosa. Las disputas dogmáticas , relegadas un instante á segundo término por las costumbres disipadas y escépticas , habían vuelto á estallar , inflamadas por el catolicismo santurrón del príncipe y por los temores justificados de la nación. El poeta que , en la Religión de un laico, era aún anglicano tibio , arrastrado poco á poco por sus inclinaciones absolutistas , se había convertido á la religión católica, y en su poema La cierva y la pantera combatió por su nueva fe . « La nación (dice al empezar), se halla en una fermentación demasiado grande para que yo pueda esperar una guerra leal, ni aun siquiera cuartel, de los lectores del partido contrario. » Y tras esto , siguiendo las alegorías de la Edad Media , representa todas las sectas heréticas como fieras encarnizadas contra una cierva blanca de origen celeste; no economiza las comparaciones brutales , ni los sarcasmos groseros , ni las injurias abiertas . La discusión es rigurosa y teológica . Sus oyentes no son ingenios ocupados en ver cómo se puede adornar una materia árida, no son teólogos de ocasión y por un instante, con desconfianza y reserva, como Boileau en su amor de Dios . Son oprimidos , apenas aliviados hace un momento de una persecución secular, hombres ligados á su fe por sus sufrimientos , y que respiran á medias entre las amenazas visibles y los sordos rencores de sus enemigos contenidos . Su poeta tiene que ser dialéctico como un doctor de es-
(1) La Medalla.
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cuela; necesita de todo el rigor de la lógica y á la lỏgica se aferra como un recién convertido , penetrado de las razones que le han apartado de la fe nacional y que le sostienen contra el disfavor público: es fecundo en distinciones , señala con el dedo el flaco de los argumentos, divide las respuestas, llama al adversario á la cuestión, procede, en fin , de una manera tan ingrata para un lector moderno como loable y apreciada en su época. Hay en todos esos espíritus ingleses un fondo de seriedad y de vehemencia; el odio adquiere en ellos un tinte trágico y se agita con fulgores sombríos como el oleaje de un mar del Norte . En medio de sus combates públicos, Dryden se revolvió contra un enemigo particular , Shadwell, y le abrumó con un desdén imperecedero (1 ) . Pinta al irlandés Fleknoe, antiguo rey de la simpleza , deliberando para encontrar un sucesor digno de él, y eligiendo á Shadwell, heredero de su garrulería, propagador de la memada, glorioso vencedor del sentido común . De todas partes afluyen las naciones para contemplar al joven héroe, de pie al lado del paterno solio , con la frente ceñida de densas nieblas, y la sonrisa de la imbecilidad satisfecha , estampada en su rostro . Su padre le bendice: « Reina, hijo mío , desde Irlanda hasta las remotas Barbadas (2) . Progresa diariamente en ignorancia y atrevimiento ; otros te enseñarán á trabajar con éxito ; aprende de mi la labor infecunda y la producción abortiva. Tu musa trágica, da risa; tu musa cómica, da sueño . Cargues tu pluma de la hiel que quieras , tus sátiras inofensivas no pueden morder nunca. Deja el teatro , y elige para reinar una tranquila
(1) Mac- Fleknoe. (2) Islas adonde se transportaba á los condenados.
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provincia del país de los acrósticos.
Así se desarro-
lla la insultante burla, no estudiada y fina como el Facistol de Boileau , sino pomposa y sin rebozo , impulsada por un soplo brutal y poético , bien así como se ve á un gran navío meterse á toda vela en el cieno del Támesis .
VIII
En esos tres poemas es donde apareció por primera vez el gran arte de escribir, signo y fuente de la literatura clásica. Un nuevo espíritu nacía y renovaba el arte, como todo , á partir de allí, y durante un siglo , las ideas se engendran y ordenan con arreglo à una ley distinta de la que hasta entonces las ha formado , En los tiempos de Spencer y de Shakespeare, las palabras vivas como gritos ó como una música hacían ver la inspiración interior que las dictaba. Una especie de visión poseía al artista ; los paisajes y los sucesos se desarrollaban en su mente como en la naturaleza ; concentraba en un relámpago todas las particularidades y todas las fuerzas que componen un ser, y esa imagen obraba y se desarrollaba en su interior como el objeto exterior ; imitaba á sus personajes, oía sus palabras; le era más fácil repetir esas palabras palpitantes que exponer ó explicar sus significaciones ; no juzgaba, veía; era involuntariamente actor y mímico ; el drama era su obra natural, porque en él hablan los personajes y no habla el autor . He aquí ahora que esa concepción compleja é imitativa palidece y se descompone; el espíritu no ve ya las cosas de una pieza , sino en pormenor ; gira en torno de ellas paso á paso, diri-
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giendo su luz sucesivamente á todas sus partes . La
el
llama que las revelaba con una sola iluminación se ha extinguido ; el hombre observa cualidades , anota puntos de vista , clasifica grupos de acciones , juzga y razona. Las voces, hace poco, animadas y como henchidas de savia, se marchitan y secan; se vuelven abstractas ; dejan de suscitar en él figuras y paisajes ; no remueven más que restos de pasiones debilitadas ; apenas proyectan algunos desmayados resplandores sobre el lienzo uniforme de su pálida concepción ; se hacen exactas , casi científicas , rayanas en cifras, y,
mers
como las cifras , se disponen en series , agrupándose según sus analogías ; de modo que las primeras , más simples , conduzcan á las segundas, más complejas , y con tal continuidad que la inteligencia que entra en un camino le encuentre llano y no se vea nunca obli-
ada
gada á abandonarle . Desde entonces se abre un nuevo
cala
horizonte; el hombre tiene que repensar el mundo en-
ver
tero; el cambio de su pensamiento ha alterado todos los puntos de vista, y todos los objetos van á tomar
06 88
una nueva forma en su inteligencia transformada . Se
leza
trata de explicar y de probar ; en eso estriba todo el
ride yesa
estilo clásico ; en eso estriba todo el estilo de Dryden. Dryden , desarrolla , precisa ,
concluye ;
primero
como
anuncia su pensamiento , después le resume, para que
a SUG
el lector le reciba preparado , y, una vez recibido , le
alpi-
retenga. Le fija en términos exactos y justificados por
s; no
el diccionario y en construcciones sencillas justifica-
nico
das por la gramática , para que el lector tenga á cada
n los
paso un método de comprobación y una fuente de cla-
e esa
ridad . Opone ideas á ideas y frases á frases , para que
com
el lector, guiado por el contraste, no pueda desviarse
sino
del camino trazado . Se adivina cuál puede ser la be-
diri
lleza de semejante obra . Esa poesía no es sino una,
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HISTORIA DE LA LITERATURA INGLESA
prosa más enérgica . La mayor condensación de las ideas, el mayor relieve de las oposiciones , el mayor atrevimiento de las imágenes no hacen más que añadir autoridad al razonamiento . La medida y la rima transforman los juicios en sentencias . El pensamiento , puesto en tensión por el ritmo , llega á la nobleza por la reflexión . Los juicios se engastan en imágenes abreviativas ó en líneas simétricas , que les dan la solidez y la popularidad de un dogma . Las verdades generales alcanzan la forman definitiva que las transmite al porvenir y las propaga al género humano . Tal es el mérito de esos poemas : agradan por sus buenas expresiones . Sobre un tejido lleno y sólido se destacan hilos hábilmente anudados ó brillantes . Aquí Dryden ha concentrado en un verso un largo razonamiento; allí una metáfora afortunada ha abierto bajo la idea principal una nueva perspectiva; más lejos dos palabras semejantes , puestas en contacto , han dado relieve á un argumento imprevisto y victorioso ; en otra parte una comparación oculta ha proyectado un tinte de gloria ó de vergüenza sobre el personaje que no se la esperaba . Son las habilidades y los triunfos del estilo calculado , que conquista la atención del espíritu , y le deja persuadido ó convencido .
IX
A decir verdad, apenas hay aquí otro mérito literario . Si Dryden es un político ducho , un polemista instruído , bien pertrechado de argumentos , familiarizado con todos los ardides de la discusión , versado en la historia de los hombres y de los partidos, esa habili-
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dad práctica é inglesa le confina en la baja región de los combates diarios y personales , manteniéndole á gran distancia de la alta filosofia y de la libertad especulativa, que imprimen en el estilo clásico de los contemporáneos franceses la duración y la grandeza . En el fondo, todos los debates ingleses de ese siglo son estrechos . Excepto el terrible Hobbes , los escritores carecen de verdadera originalidad . Dryden , como los restantes , no traspasa el círculo de los razonamientos y de los insultos de secta y de facción . La pequeñez de las ideas se hallan entonces en proporción con la fuerza de los odios ; ninguna doctrina general descuella sobre el tumulto de la batalla abriendo poéticas perspectivas. Textos , tradiciones , una triste escolta de argumentos rígidos ; he ahí las armas. En preocupaciones y pasiones , allá se van los dos partidos . Por eso falta materia al arte de escribir . Dryden no tiene filosofía personal que desenvolver ; no hace más que versificar temas dados por otros . En medio de esa esterilidad , el arte no tarda en circunscribirse á vestir ajenos pensamientos , y el escritor se hace anticuario ó traductor . Efectivamente: la mayor parte de los versos de Dryden son imitaciones , refundiciones ó copias . Tradujo á Persio, Virgilio , una parte de Horacio, de Teócrito, de Juvenal, de Lucrecio y de Homero, y puso en inglés moderno varios cuentos de Boccacio y de Chaucer. Esas traducciones parecían entonces obras tan grandes como composiciones originales. Cuando emprendió la de la Eneida, el país, dice Johnson, « pareció creer interesado su honor en el éxito» . Addison le proporcionó los argumentos de cada libro y un ensayo sobre las Geórgicas; otros le dieron ediciones y notas ; grandes señores le ofrecieron hospitalidad en competencia; abundaron las suscripcio-
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nes . Se decía que el Virgilio inglés iba á ofrecer á Inglaterra el Virgilio latino , Ese trabajo se consideró durante mucho tiempo como su primera gloria; no de otra suerte , en la Roma de Cicerón , por la original penuria de la poesía nacional, los traductores de las obras griegas eran tan ensalzados como los inventores .
Esa esterilidad de invención altera el gusto ó le embota. Porque el gusto es un sistema instintivo, y nos guía mediante máximas interiores que ignoramos. La inteligencia , dirigida por él , siente armonías , evita disonancias , goza ó sufre , elige ó desecha , según concepciones generales que la dominan y que no ve . Suprimidas tales concepciones , desaparece el tacto que prestaban , y el escritor comete torpezas , porque le ha faltado la filosofía . Tal es la imperfección de las narraciones que escribe Dryden, siguiendo á Chaucer y á Bocaccio . Dryden no comprende que cuentos de hadas ó de caballería no cuadran más que en una poesía infantil , que asuntos candorosos piden un estilo candoroso , que las aventuras de Palemón y de Arcite, las metamorfosis , los torneos y las apariciones reclaman el abandono crédulo y la graciosa charla del viejo Chaucer. Los vigorosos periodos , las antitesis reflexivas, oprimen aquí á esos amables fantasmas ; las frases clásicas los sofocan con su corte ceñido : no se los ve ya; para tornar á encontrarlos hay que volverse hacia su primer padre , hay que apartarse de la luz demasiado cruda de una edad instruída y viril ; no se los sigue bien más que en su primer estilo, en la aurora del pensamiento crédulo , tras el vapor que se agita alrededor de sus vagas formas , con todos los arreboles y sonrisas de la mañana . Por otra parte , cuando Dryden entra en escena, aniquila las delicadezas de su maestro , insertando declamaciones o dis-
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cursos , debilitando las efusiones naturales y sinceras. ¡Qué distancia entre su relato de la muerte de Arcite y el de Chaucer ! ¡ Qué desdicha, sus términos escogidos de autor , su galantería , sus frases simétricas, sus fríos duelos, cuando se comparan con los gritos dolorosos , con las efusiones verdaderas , con el amor profundo que resalta en el otro! Pero lo peor es que casi siempre es copista y conserva los defectos como traductor literal , que no aparta los ojos de su obra , que no sabe abarcarla para refundirla , que parece un versificador más que un poeta . Cuando La Fontaine puso en verso á Esopo ó á Boccacio, les infundió un nuevo espíritu ; no tomó de ellos más que la materia; el alma nueva, que constituye el precio de su obra , es suya, exclusivamente suya y adecuada á su obra . En vez de los períodos ciceronianos de Boccacio , vemos correr versos ligeros y burlones , de una voluptuosidad refinada, de una candidez fingida , que gustan el fruto prohibido , porque es fruto y porque es prohibido . Lo trágico se disipa ; los recuerdos de la Edad Media están á mil leguas; no queda más que la alegría maliciosa de un murmurador y de un sibarita . Aquí abundan las disonancias , y á Dryden le llaman tan poco la atención , que las introduce en otras partes , en sus poemas teológicos , por ejemplo , representando la Iglesia católica por una cierva, y las herejías por diversos animales , que disputan entre sí tan extensa y doctamente como graduados de Oxford . No me gusta más en sus Epistolas, que ordinariamente se reducen á adulaciones sembradas de sentencias un poco triviales . He estudiado à Horacio , dice (1) , y creo que no está mal imitado aquí el estilo de sus epistolas . » Ni
(1) Prólogo de la Religio Laici.
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por asomo. Las cartas de Horacio, aunque en verso , son verdaderas cartas, ágiles , de movimiento desigual , siempre improvisadas , naturales . Nada más distante de Dryden que ese espíritu original y mundano , el más delicado y nervioso de los epicúreos , pariente (å mil ochocientos años de distancia) de Alfredo de Musset y de Voltaire . Hay que ser, como Horacio , pensador y hombre de mundo , para escribir moral agradable, y Dryden, lo mismo que sus contemporáneos , no es hombre de mundo ni pensador . Pero otras particularidades , no menos inglesas, vienen en su ayuda. De repente, en medio de los bostezos que provocaban esas epistolas , se detienen los ojos . Han aparecido el acento de la verdad y las ideas nuevas . Dryden , escribiendo á su primo , hidalgo de aldea (1) , ha encontrado una materia inglesa y original. Pinta la vida de un squire rural, que es el árbitro de sus vecinos, que evita los pleitos y los médicos de la ciudad, que se conserva sano merced á la caza y al ejercicio . Habla con él de los asuntos públicos . Nos presenta al buen diputado , « que sirve á la vez al rey y al pueblo , que conserva al uno su prerrogativa , al otro su privilegio » , que se interpone como un dique entre los dos ríos , cediendo más al rey en tiempo de guerra, y más al pueblo en tiempo de paz , « impidiendo que se desborde ni se seque ninguno de los dos » . Esa grave plática denota un espíritu político educado en el espectáculo de los negocios , y que posee, en materia de debates públicos y prácticos , la superioridad que poseen los franceses en las disertaciones especulativas y en las conversaciones de sociedad . De igual modo , en medio de las arideces de su polémica, brillan
(1) Epístola XIII.
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magnificencias súbitas , un rayo de poesía, una plegaria salida de lo más profundo del corazón . El manantial inglés de pasión concentrada ha vuelto á abrirse con una amplitud y un impetu que no se encuentra en otra parte . «Tan pálida como es la claridad prestada de la luna y la de las estrellas para el viajero solitario , cansado y extraviado, tan pálida es para el alma la luz de la razón . Y así como allá arriba esas móviles luces no descubren más que la bóveda celeste sin alumbrar aquí en la tierra, así los vacilantes rayos de la razón nos fueron dados, no para asegurar nuestro camino doloroso, sino para guiarnos á las alturas hacia una luz mejor. Y así como desaparecen esos cirios de la noche cuando sube á nuestro hemisferio el refulgenteseñor del dia , asi palidecela razón en presencia de la religión, así muere y se disipa en el seno de la luz sobrenatural. ....¡Oh Dios misericordioso! ¡ qué bien has dispuesto para nuestros falibles juicios un guía infalible! Tu trono es una oscuridad en el abismo de la luz , una irradiación de gloria que veda la mirada. ¡ Oh! ¡ enséñame á creer en ti , oculto como estás, y á no buscar nada de lo que tú mismo revelaste, sino å tomar por única directora á la que prometiste no abandonar nunca! Mi imprudente juventud voló entre vanos deseos ; mi edad viril, mucho tiempo extraviada por fuegos vagabundos , siguió falsos resplandores , y, al extinguirse su fugaz reflejo , mi orgullo hizo brotar de sí propio chispas no menos falaces . Tal fuí ; tal por naturaleza soy aún. ¡ Tuya sea la gloria, y mía la vergüenza ! Sea ahora mi empeño vivir bien. Mis dudas han acabado (1) .»
(1)
Religio Laiei: La cierva y la pantera. 12
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Tal es la poesía de esas almas serias . Después de haber corrido entre las disipaciones y las pompas de la Restauración , Dryden se refugiaba en las graves emociones de la vida interna ; aunque católico , sentia como protestante las miserias del hombre y la presencia de la gracia ; era capaz de fervor . De vez en cuando , un verso viril revela, en medio de sus discursos , el poder de la concepción y el aliento de la aspiración apasionada. Cuando tropieza con lo trágico , alli sienta la planta como en su propio dominio ; llegada la ocasión, sondea lo horrible. Ha descrito la caza infernal y el suplicio de la joven desgarrada por los perros con la salvaje energía de Miltón ( 1) . Por contraste , amó la naturaleza, amor que ha durado siempre en su país ; las sombrías pasiones concentradas se distienden en medio de la paz y la armonía de los campos . En el curso de la disputa teológica se desarrollan paisajes ; el autor ve
brotar nuevos vástagos y surgir nuevas
flores , como si Dios hubiese dejado allí las huellas de sus pisadas y reformado el año . A lo lejos resplandecían las colinas inundadas de sol , y abajo , en las praderas , los brúñidos arroyos parecían arrastrar oro líquido . Por fin, oyeron al cuco, cuyo canto proclamaba la fiesta de la naturaleza . » Al través de sus versos regulares se vislumbra un alma de artista ; aunque rígido y estrecho por los hábitos del razonamiento clásico , por la controversia y la polémica; aunque impotente para crear almas y pintar los sentimientos espontáneos y delicados , es un verdadero poeta ; los bellos sonidos y las bellas formas le impresionan é inflaman ; escribe con valentía á impulsos de ideas vehementes ; gusta
(1)
rodearse de imágenes magnífi-
Teodoro y Honoria.
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cas, y le hacen palpitar el zumbido de sus enjambres y la fulguración de sus esplendores ; llega á ser hasta músico y pintor : escribe cantos marciales que agitan todos los sentidos , si no descienden hasta los corazones . Tal es esa oda á la fiesta de Santa Cecilia, himno admirable en que el metro y el sonido imprimen en los nervios las emociones del alma, obra maestra de movimiento y de arte que sólo ha renovado Victor Hugo ( 1 ) . Alejandro está en su trono del palacio de Persépolis ; á su lado se halla Thais , radiante de belleza ; enfrente, en la inmensa estancia, todos sus gloriosos capitanes . Y Timoteo canta las alabanzas de Baco,
de Baco , siempre bello y siempre joven ; el
alegre dios se acerca en triunfo . ¡ Suenen las trompetas! ¡Tocad los tambores! ¡Viene con rostro encendido , con ojos risueños . ¡ Retumben ahora los oboes ! ¡Ya viene, ya viene, siempre bello y siempre joven, el primero que instituyó las alegrías del vino ! Los dones de Baco son un tesoro ; el vino es el placer del soldado ; rico es el tesoro , dulce el placer; dulce es el placer después del sufrimiento . » Y con los vibrantes sones
el rey se altera, se
le inflaman las mejillas, recuerda sus combates, y desafía á los hombres y á los dioses . Entonces le calma un triste canto: Timoteo llora la muerte de Darío . Después le ablanda un canto tierno: Timoteo celebra el amor y la radian te belleza de Thais . De pronto la lira suena con más fuerza, con una fuerza creciente, hasta que retumba como untrueno . El rey adormecido vuelve á erguirse, extraviado, con la mirada fija . « ¡Venganza! ¡venganza! ¡ ve levantarse las furias! ¡ mira las serpientes que blanden! ¡ oye cómo silban en el aire!
(1)
Por ejemplo: en su Canto del Circo .
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¡y esas chispas que brotan de sus ojos ! ¡ Mira esa procesión de espectros , cada uno con una antorcha en la mano! ¡Son los espectros, de los griegos inmolados en las batallas , abandonados en el campo de la acción sin sepultura y sin gloria ! Mira cómo agitan sus antorchas , cómo las levantan , cómo señalan los palacios persas, los templos resplandecientes de los dioses hostiles !> Los príncipes aplauden, cogen antorchas , corren precedidos de Thais, y la nueva Elena incendia la nueva Troya. Así enternecía , exaltaba y avasallaba á los hombres antiguamente la música ; los versos de Dryden resucitan su poder describiéndole .
X
Esa fué una de sus últimas obras; había nacido tan poética y brillante, entre grandes tristezas . El rey por quien Dryden había escrito , estaba destronado ; la religión que abrazó era oprimida y desdeñada; católico y realista, se hallaba confinado en un partido vencido , á quien la nación miraba con resentimiento y desconfianza como el adversario natural de la libertad y de la razón . Había perdido los dos puestos que le permitían vivir; subsistía miserablemente , cargado de familia, obligado à sostener à sus hijos en el extranjero, tratado como mercenario por un librero rudo , teniendo que pedirle dinero para pagar un reloj que no que no querían fiarle, rogando á Lord Bolingbroke que le protegiese contra sus injurias , vilipendiado por el mercachifle cuando no le entregaba en el día convenido las cuartillas prometidas . Sus enemi-
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gos le hostigaban con libelos ; el puritano Collier flagelaba brutalmente sus comedias; se le condenaba despiadadamente . Enfermo hacía tiempo, se veía obligado á escribir mucho , y reducido á exagerar la lisonja para obtener de los grandes el dinero preciso que los editores no le daban (1) . « Lo que Virgilio compuso (decía) en el vigor de la edad , en medio de la abundancia y el sosiego , me he puesto yo á traducirlo en el ocaso de mis días , en lucha con las necesidades , oprimido por la enfermedad, haciendo violencia á mi genio , expuesto á ver mal interpretado todo lo que digo, con jueces que , á menos de ser muy equitativos , están ya predispuestos contra mí por el retrato difamatorio que se hace de mi carácter . » Aunque bien dispuesto respecto de sí propio, sabía que no siempre había sido digna su conducta, y que no todos sus escritos eran durables . Nacido entre dos épocas, había oscilado entre dos formas de vida y dos formas de pensamiento , sin alcanzar la perfección de la una ni de la otra, sin encontrar en las costumbres ambientes un sostén digno de su carácter , ni en las ideas ambientes una materia digna de su talento . Si instituyó la crítica y el buen estilo, esa crítica no halló puesto más que en tratados pedantescos y en prefacios deshilvanados; ese estilo se veía desnaturalizado en tragedias ampulosas , disperso en multitud de traducciones , extraviado en composiciones de circunstancias, en odas de encargo, en poemas de partido , sin encontrar más que de tarde en tarde una inspiración que le utilizara y un asunto que le favoreciese . ¡ Cuántos esfuerzos
(1) Le daban 250 guineas por diez mil versos. Sin embargo, según el testimonio de Pope, recibió 1.200 libras esterlinas por su traducción de Virgilio.
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para un mediano resultado! Es la condición natural del hombre. Al término de todo , vemos venir ahora el dolor y la agonía . Hacía tiempo que le atormentaban sin descanso el mal de piedra y la gota ; las piernas se le erisipelaron. Hacia el mes de Abril de 1700 trató de salir, y se le gangrenaron los pies . Se quiso intentar la operación , pero el creyó que lo que le quedaba de salud y de felicidad no valia la pena. Murió á los sesenta y nueve años .
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CAPITULO
III
La Revolución .
I.-La revolución moral del siglo XVIII.-Cómo acompaña á la revolución política. II.-Brutalidad del pueblo. -La ginebra.- Los tumultos.- Corrupción de los grandes. -Las costumbres políticas.- Traiciones bajo Guillermo y Ana. -Venalidad bajo Walpole y Bute.Las costumbres privadas. —Los libertinos.-Los ateos. - Cartas de lord Chesterfield. - Su cultura y su moral.-La ópera de la Hampa, por Gay.- Sus elegancias y su sátira. III.-Principios de la civilización en Francia y en Inglaterra.La conversación en Francia.-Cómo condujo á una revolución.-El sentido moral en Inglaterra.-Cómo condujo á una reforma . IV.- La religión. -Las apariencias visibles.- El sentimiento profundo .-Cómo la religión es popular.-Cómo es viva.- Los arrianos.-Los metodistas. V.-El púlpito .- Medianía y eficacia de la predicación.- Tilltson.-Su pesadez y su solidez.-Barrow.-Su afluencia y su minuciosidad.-South.-Su acritud y su energía. - Comparación de los predicadores de Francia con los de Inglaterra. VI.-La teología. -Comparación de la apologética francesa con la inglesa.-Sherlock, Stillingfleet, Clarke. - La teología no es especulativa, sino moral.- Los espíritus más grandes están con el cristianismo.-Impotencia de la filosofía especultativa. -Berkeley, Newton, Locke , Hume, Reid.-Desarrollo de la filosofía moral.—Smith, Price, Hutcheson . VII. — La constitución . -El sentimiento del derecho.— Tratado del gobierno, por Locke.-La teoría del derecho personal es aceptada. -Cómo la sostienen el temperamento, el orgullo y el interés. La teoría del derecho personal es aplicada.-Cómo
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la ponen en práctica las elecciones, los periódicos y los tribunales. VIII.-La tribuna. -Energía y rudeza de esa elocuencia.-Lord Chatham.-Junius. - Fox. -Sheridan. -Pitt.- Burke. IX.-Resultado del trabajo del siglo.-Transformación económica y moral.- Comparación de los retratos de Reynold y los de Lely.-Doctrinas y tendencias contrarias en Francia y en Inglaterra. Los revolucionarios y los conservadores . -Juicio de Burke y del pueblo inglés sobre la Revolución francesa .
Con la revolución de 1688 aparece en Inglaterra un nuevo espíritu . Lenta, gradualmente, la revolución moral acompaña á la revolución social: el hombre cambia al mismo tiempo que el Estado , en el mismo sentido y por las mismas causas ; el carácter se acomoda á la situación, y poco a poco se ve dominar en las costumbres y en las letras el espíritu serio, reflexivo , moral , capaz de disciplina y de independencia, que es el único que puede afianzar y consolidar una constitución .
I
No fué sin trabajo ; y á primera vista parece que Inglaterra no ganó nada con esa revolución de que está tan orgullosa . El aspecto de las cosas bajo Guillermo , Ana y los dos Jorges , es repulsivo ; dan tentaciones de juzgar como Swift: se sospecha que, si pintó el Yahu , es porque le vió ; desnudo ó paseando en coche , el Yahu no tiene nada de atractivo . No se ve más que corrupción arriba y brutalidades abajo : una gavilla de intrigantes manejando un populacho de brutos. La bestia humana, inflamada por las pasiones políticas,
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se desata en gritos y en violencias , quema en efigie al almirante Bryng, exige su muerte , quiere destruir su casa y su parque, oscila de un lado para otro bajo el imperio de cada partido , y con su ciego impulso parece dispuesta á demoler la sociedad civil . Cuando se somete á juicio al doctor Sacheverell, los matarifes , los barrenderos , los deshollinadores , las rameras y toda la gentuza, figurándose que peligra la Iglesia , le acompañan con rugidos de cólera y de entusiasmo , y por la noche se dan á quemar y saquear los templos de los disidentes . Cuando , á despecho de la opinión popular , se pone á Lord Bute en lugar de Pitt , las turbas le apedrean , y él tiene que rodear su coche de una fuerte guardia de hombres de puños . A cada accidente político se oye el estallido del motín, se ven apreturas y atropellos , puñetazos , descalabraduras . La cosa se empeora cuando está en juego el interés personal del pueblo . La ginebra se inventó en 1684 , y medio siglo después ( 1) Inglaterra consumía siete millones de galones . Las muestras de los despachos invitaban á la gente á emborracharse por una cantidad infima , y los dueños de los establecimientos arrastraban á los que caían á una cueva, donde dormían la mona. No se atravesaba las calles de Londres sin tropezar con miserables inertes , insensibles , que yacían en el arroyo , expuestos á morir ahogados en el fango ó aplastados por los coches , á no ser por la caridad de los transeuntes . Se quiso moderar ese furor con un impuesto . Fué en vano: los jueces no se atrevían á condenar, los denunciadores eran asesinados . La Cámara cejó, y Walpole, temiendo una revuelta, retiró su ley . Todos esos legistas de peluca solemne y adornados de armiño ,
(1)
1742. Informe de Lord Lonsdale.
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esos obispos con sus encajes , esos Lores con sus bordados , todo ese rozagante gobierno va haciendo equilibrios sobre el lomo de un bruto enorme y temible, que por lo común camina dócilmente, aunque grufendo , pero que de pronto , por un capricho, puede sacudirle y aplastarle. Bien se vió en 1780, durante el motín de Lord Gordon. Sin razón ni dirección al grito de ¡abajo los papistas!, el populacho sublevado demolió las prisiones, soltó los criminales , maltrató á los Pares y se enseñoreó de la ciudad durante tres días , incendiando, saqueando y emborrachándose . Los toneles de ginebra desfondados formaban arroyos en las calles . Mujeres y niños de rodillas bebían hasta no poder tenerse . Unos se volvian furiosos , otros se desplomaban estúpidos , y las casas incendiadas acababan por abrasarlos ó sepultarlos . Once años después , en Birmingham , saquearon y destruyeron las casas de los liberales y de los disidentes , y al otro día se los vió tendidos à montones, borrachos como zaques, por las callejuelas y los caminos . Son peligrosos los movimientos del instinto en esa raza demasiado robusta y nutrida . El toro popular caía como una mole sobre el primer trapo rojo que creía ver.
La alta sociedad valía un poco menos que la baja. Si no hubo revolución más bienhechora que la de 1688, tampoco la hubo que fuese impulsada y sostenida por más indignos resortes . Por todas partes se ve la traición, y no simple, sino doble y triple. Bajo Guillermo y bajo Ana , almirantes , ministros , gentiles hombres del consejo , favoritos de la antecámara , todos están en correspondencia y conspiran con los Estuardos , á
4 quienes han vendido ya , sin perjuicio de volver á venderlos , por una complicación de tratos que van destruyéndose los unos á los otros y por una complica-
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ción de perjurios que van sobrepujándose los unos á los otros , hasta que nadie sabe ya con quién está, ni quién es . El más gran capitán del tiempo , el duque de Marlborough, es de los entes más viles que la historia presenta, un hombre mantenido por sus concubinas , un administrador económico de la paga que ellas le dan, un infame que roba á sus soldados , que trafica con los secretos de Estado , que hace traición á Jacobo , á Guillermo , & Inglaterra , y es capaz de hacer caer en una emboscada francesa á una expedición de soldados ingleses . Después de él viene Bolingbroke , escéptico y cinico , ministro de la reina y del pretendiente , tan desleal con la una como con el otro, mercader de conciencias , de matrimonios y de promesas , un hombre que hizo derroches de genio en enredos y vicios , para acabar en la desgracia, reducido á la nulidad y blanco del desprecio . Viene, en fin , Walpole , expulsado de la Cámara como concusionario , primer ministro durante veinte años , y que se alababa de saber la tarifa de cada conciencia. «Hay miembros escoceses (decía Montesquieu en 1729) ( 1) , que no tienen más que 200 libras esterlinas , y se venden por ese precio. Los ingleses no son ya dignos de su libertad. La venden al rey, y, si el rey se la devolviese , la venderían de nuevo . » Hay que ver en el diario de Dodington las artes ingeniosas de ese gran comercio . «Un día de votación dificil (dice el doctor King) Walpole se encontró en un tribunal con un miembro del partido contrario; le llamó aparte, y le dijo: « Dadme vuestro voto; aquí tenéis un billete de dos mil libras esterlinas .
El representante le dió esta respuesta: « Sir Ro-
berto, últimamente habéis servido á algunos de mis
(1) Notas sobre su viaje á Inglaterra.
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amigos intimos, y la última vez que mi mujer vino á la corte el rey la recibió con mucho agrado , cosa debida, sin duda, à vuestra influencia . Yo me creería, pues, muy ingrato (y se metió el billete en el bolsillo) si os negase el favor que ahora os dignáis pedirme. » He aquí de qué manera hacía sus tratos un hombre de gusto . La corrupción se hallaba tan en las entrañas de las costumbres públicas y del estado político , que después de la caída de Walpole , lord Bute , que le había denunciado , tuvo que practicarla, y con creces. Su colega, Fox, transformó las oficinas del tesoro (pay-office) en un mercado , discutió su precio con centenares de miembros , desembolsó en una mañana 25.000 libras esterlinas. No se podía tener votos más que por dinero contante, y todavía , en las circunstancias críticas , esos mercenarios amenazaban con pasarse al enemigo, se declaraban en huelga, y pedían más . Y no hay que decir que los jefes se agenciaban su parte. Se venden ó se pagan en títulos , dignidades y puestos lucrativos; por conseguir que vaque una plaza se da al titular una pensión de dos , tres , cinco y hasta siete mil libras esterlinas . Pitt, el más integro de esos hombres políticos, el jefe de los que se llamaban patriotas, da y retira su palabra , ataca ó defiende á Walpole. propone la guerra ó la paz , todo ello por ser ó seguir siendo ministro . El duque de Newcastle,
la perfidia
en persona» , especie de caricatura viviente , el más torpe, el más ignorante, el más irrisorio , el más despreciado de los nobles es ministro treinta años , y primer ministro durante diez, á causa de su parentesco, de su fortuna, de las elecciones de que dispone y de los destinos que puede dar. La caída de los Estuardos ha puesto el gobierno en manos de algunas grandes familias que, por medio de diputados comprados y de
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discursos sonoros, oprimen al rey, manejan las pasiones populares, intrigan, mienten , andan á la greña y tratan de escamotearse el poder . Las costumbres privadas son tan excelentes como las públicas . Por lo común el monarca reinante detesta á su hijo; ese hijo contrae deudas , pide al Parlamento que le aumente la pensión , y se liga con los enemigos de su padre . Jorge I tiene presa á su mujer durante treinta y dos años, y se emborracha por las noches en casa de dos mancebas . Jorge II , que quiere á su mujer, tiene concubinas por darse aires de galán , y se regocija de la muerte de su hijo . Su hijo mayor (1) es jugador tramposo , y un día , en Hensington , viendo desde la ventana á Dodington, á quien había pedido prestadas 5.000 libras esterlinas , dijo : « Ese hombre pasa por una de las mejores cabezas de Inglaterra, y sin embargo, con todo su talento , acabo de soplarle 5.000 libras » . Jorge IV es una especie de cochero , jugador, libertino escandaloso, apostador sin probidad, y á quien por poco expulsan del Jockey- Club á causa de sus mañas . La única persona honrada es Jorge III, un pobre zote que se volvió loco , y á quien su madre había tenido como enclaustrado durante su juventud, alegando por motivo la corrupción universal de las clases elevadas : « Todos los jóvenes (decía) son libertinos , y las jóvenes hacen la corte á los hombres , en vez de esperar que se la hagan» . En efecto : el vicio está de moda, y no el vicio delicado como en Francia . « El dinero (escribía Montesquieu) es aquí soberanamente estimado; el honor y la virtud poco . El inglés necesita una buena comida, una moza y comodidades. Como no es bullicioso y se limita á eso, cuando no puede tenerlo (1) Federico, muerto en 1751. Mémorias de Walpole, t. I, página 76.
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por mengua de su fortuna, se mata ó se hace ladrón , » Hay en los jóvenes una exuberancia de savia ruda que los hace tomar las brutalidades por placeres . Los más célebres se llamaban mohicanos , y tiranizaban á Londres por la noche . Detenían á los transeuntes y los hacían bailar pinchándoles las piernas con espadas ; á veces metían á una mujer en un tonel y la echaban á rodar así por una cuesta; otros la ponían de cabeza con los pies en alto ; otros aplastaban la nariz al desgraciado que cogían, y con los dedos hacían salir los ojos de las órbitas. Swift, los autores cómicos y los novelistas han pintado la bajeza de ese libertinaje bárbaro y soez , que conduce à la crueldad y acaba por la irreligión y el ateísmo (1 ) . Ese temperamento violento y batallador necesita dedicarse á destruir orgullosa y audazmente lo que los hombres respetan y lo que las instituciones amparan . Atacan á los sacerdotes por el mismo instinto que los lleva á apalear á la ronda . Collins, Tyndall , Bolingbroke son sus doctores ; la corrupción de las costumbres, el hábito de las traiciones , el choque de las sectas, la libertad de las discusiones, el progreso de las ciencias y la fermentación de las ideas parecen disolver el cristianismo . « No hay religión en Inglaterra (decía Montesquieu) . Cuatro ó cinco de la Cámara de los Comunes van á misa ó al sermón de la Cámara... Si alguien habla de religión todo el mundo se echa á reir. Como un hombre dijese en mi tiempo: Yo creo eso como artículo de fe , todo el mundo se echó á reir. » En efecto; la frase era provinciana, y trascendía á rancia. Lo importante era ser de buen tono , y es gracioso ver en Lord Chesterfield en qué consiste ese buen
(1) Personaje de Birtón en el Jenny, de Voltaire.
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tono. De justicia y de honor , no habla más que de pasada y por fórmula ; « Ante todo ( dice á su hijo ) tened modales .> Vuelve sobre el particular en cada cartacon una insistencia, una afluencia y una cantidad de razones que forman un contraste estrambótico . « Mi querido amigo : ¿cómo van los modales , los atractivos , las gracias y todas esas menudencias tan imprescindibles para hacer amable à un hombre? ¿Las teneis? ¿Hacéis progresos en ellas?... Afinaos , no os limpiéis las uñas en sociedad, no os lleveis los dedos á la nariz, sentad bien los pies ... El maestro de baile es ahora el más importante de todos ... Sobre todo dejad á un lado la herrumbre de Cambridge... Me aseguran que la señora de... es linda como un querubin, y que, á pesar de eso, se ha conservado escrupulosamente fiel á su marido , aunque hace ya más de un año que está casada . Hay que cepillar á esa mujer. Cepillaos, pues, los dos recíprocamente.
Y un poco más adelante : « ¿ Qué os
dice la señora de...? Para una intimidad afectuosa yo la preferiría á la señora de...; pero para un simple galanteo , daría la preferencia á la última . Todo eso puede arreglarse á la vez , porque lo uno no quita á lo otro .
Sed galante , diestro, desenvuelto ; agradad á las
mujeres ; « las mujeres son las que ponen en boga á los hombres ; » agradad á los hombres : « una flexibilidad de cortesano decidirá de vuestra fortuna. Y le cita como ejemplos á Bolingbroke y á Marlborough, á los dos perdularios mayores del siglo . Así habla un hombre grave, antiguo ministro , árbitro de la educación y del gusto ( 1) . Quiere despabilar á su hijo , darle el barniz francés , añadir á los sólidos conocimientos diplomáticos y á las grandes miras de ambición el porte
(1) Cartas de Lord Chesterfield.
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atractivo , frivolo y vivaracho . Ese barniz , que en París es el color verdadero , no es aquí más que un pegote chocante. Esa cortesía trasplantada es una mentira, esa vivacidad una falta de seso, y esa educación mundana no parece á propósito más que para hacer cómicos y truhanes . Así juzgó Gay en su Opera de la Hampa y la sociedad culta aplaudió con furor el retrato que de ella trazaba. Sesenta y tres noches seguidas se representó la obra en medio de una tempestad de carcajadas ; las señoras mandaron escribir las canciones en sus abanicos , y la actriz principal, según se dice , se casó con un duque . ¡Qué sátira! Los ladrones infestaban á Londres en tales términos que en 1728 la reina misma estuvo á punto de ser robada; habían formado partidas con oficiales , un tesoro y un jefe, y se multiplicaban, por más que se mandasen al patíbulo cada seis semanas « carretadas » de ellos. He ahí la sociedad que Gay saca á escena; en su sentir , nada tenía que echarla en cara la alta sociedad; era difícil distinguirlas : maneras, espíritu , conducta, moralidad , todo era semejante en una y otra.
«En cuestión de vicios corrientes, no se puede decir si los caballeros de los caminos reales imitan á los caballeros de buen tono , ó si los caballeros de buen tono imitan á los caballeros de los caminos reales . > En qué se diferencia Peachum, por ejemplo , de un gran ministro? Es , como él , jefe de una cuadrilla de ladrones ; tiene, como él , un registro para anotar los robos ; recibe, como él , dinero á dos manos ; manda , como él, prender y ahorcar á sus amigos , cuando sus amigos le estorban; se sirve , como él, del lenguaje parlamentario y de las comparaciones clásicas; tiene , como él, un aspecto grave , digno y se sulfura elocuente-
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mente cuando se sospecha de su honor . Se dirá quizá que se pelea con su asociado por las ganancias y que le agarra por el cuello . Pero también sir Roberto Walpole y lord
Toconshend se han enzarzado última-
mente por una cuestión parecida . Oid las instrucciones que Peachum da á su hija; ¿no son exactamente las máximas de la gente de alto rango? « Tened amantes , señorita ; una mujer debe saber ser mercenaria, aunque no haya ido nunca á la corte ó á una asamblea... ¡ Cómo! ¿os casais con M. Macheath por la peregrina razón de que le amais? ¡ Amarle! ¡ amarle! Yo creía que la señorita estaba mejor enseñada . Mi hija debe ser para mí lo que una dama de la corte para un ministro de Estado , la llave de toda la cuadrilla. » En cuanto á Mr. Macheath , es digno yerno de tal político . Si brilla menos en el consejo que en la acción, eso cuadra á su edad . Búsquese un oficialito noble que tenga parte mejor ó realice acciones más bellas . Roba en los caminos reales : eso es valentía; reparte el botín con los amigos :
eso es generosidad .
« Ya veis ,
señores (les dice): yo no soy un simple amigo cortesano que lo promete todo y no da nada. Allá se las hayan los cortesanos con sus fullerías ; nosotros tenemos aun bastante honor para conservarnos puros en medio de las corrupciones del mundo . »
Aparte de esto, es un galán, tiene media docena de mujeres, una docena de hijos , frecuenta las casas de vida alegre, es amable con las beldades que encuentra allí, tiene desenvoltura, saluda bien y dirige á cada una su cumplido : « ¡ Señorita Slammekin, vos siempre con vuestro seductor abandono! Como todas las damas penetradas de su hermosura , gustáis vestir ligeramente. Señorita Jenny, dignaos aceptar un vasito . -No bebo licores fuertes más que cuando tengo cólico . 13
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-Precisamente la disculpa de las damas distinguidas: una persona de calidad siempre tiene cólico . ¿No es ese el tono exacto de la alta sociedad? ¿Y dudaréis aún de que Mr. Macheath es hombre de suposición, después de saber que ha merecido que le ahorquen y que no le han ahorcado? Ante esa prueba debe ceder todo . Si todavía, no obstante, se quiere otra, Mr. Macheath añadirá que «en materia de conciencia y de moral rancia, no hay que ponerle á él con el vulgo ; esas consideraciones le estorbarán tan poco , para medrar y gozar, como á los más grandes señores de Inglaterra .
Después de tales palabras, no hay más re-
medio que rendirse . Y no se hable de la hediondez de tales costumbres ; ya se ve que no tiene nada de repulsiva, puesto que el público selecto se deleita con ella . Esas interioridades de cárcel y de lupanar , esos garitos , ese olor de aguardiente, esos tratos de Celestinas y esas cuentas de rateros , nada repugna á las damas , que aplauden en sus palcos . Esas damas cantan las canciones de Polly; sus nervios no se asustan de nada; han aspirado ya esos olores de tugurio en las églogas del amable poeta ( 1 ) . Se rien al ver á Lucía señalando su preñez á Macheath . Están familiarizadas con todas las lindezas de la medicina . Mistress Trapes expone su oficio delante de ellas , y se queja de tener once bellas clientes en manos del cirujano . Mr. Filch , inquilino habitual de las cárceles , dice que
habiendo quedado inválido el procreador
favorito de hijos , él ha reunido algún dinero procurando embarazos á las damas de la casa para diferir sus sentencias . > Una vena atroz, agriada á fuerza de (1) En esas églogas las damas refieren en estilo culto que sus amigas, tienen por amantes lacayos.
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mordaz ironía , circula por la obra, como uno de esos arroyos de Londres , cuyas corrosivas hediondeces han descrito Swift y Gay; á cien años de distancia deshonra todavía á la sociedad que se salpicó y se L miró en semejante cenagal .
II
Pero eso no eran más que exterioridades, que no engañaron á los buenos observadores , como Voltaire, v. gr. Entre el cieno del fondo y la espuma de la superficie corría el gran río nacional que , purificándose por su propio movimiento , dejaba ya ver á ratos su verdadero color, para ostentar á poco la potente regularidad de su curso y la limpidez saludable de sus aguas . Circulaba en su lecho nativo; cada pueblo tiene el suyo y sigue su pendiente. Esa pendiente es la que determina el grado y forma de cada civilización, y la que hay que tratar de describir y medir. Para eso no tenemos más que seguir á los viajeros de los dos países que en este momento atraviesan la Mancha. Jamás Inglaterra ha mirado é imitado más á Francia, ni Francia á Inglaterra . Para ver las distintas corrientes en que se deslizaba cada una de las dos naciones , no había más que abrir los ojos . En París, decía lord Chesterfield á su hijo , buscad la conversación culta :
« versa sobre alguna cuestión de
gusto , sobre algunos puntos de historia , de crítica y hasta de filosofía, que cuadran más en seres juiciosos que las disertaciones inglesas sobre el tiempo y el whist» (1) . En efecto : nosotros nos hemos civilizado (1) Véase, por contraste . en las obras de Swift , un facsímile de la conversación inglesa: Essay on polite conversation.
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por la conversación ; los ingleses no . En el instante en que el francés sale de la labor maquinal y de la vida fisica grosera, y aun antes , ya está conversando: es su complemento y su placer . Apenas se ve libre de las guerras de religión y del aislamiento feudal, hace su cortesía y toma la palabra . Con el hotel de Rambouillet se abren los salones , y principia la amena conversación que va á durar dos siglos ; alemanes , ingleses , toda la Europa novicia ó ruda la escucha con la boca abierta , y de vez en cuando pugna torpemente por imitarla . ¡ Qué agradables son nuestros conversadores ! ¡Qué delicadeza! ¡ Qué tacto! ¡ Con qué agrado y con qué destreza saben persuadir , interesar, cautivar, acariciar la vanidad enferma , fijar la atención distraída , insinuar la verdad peligrosa , y volar siempre á cien pies de las arideces en que se arrastran sus rivales con todo su peso nativo! Pero , sobre todo , ¡ con qué rapidez han llegado á soltarse! Instin-
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tivamente y sin esfuerzo ninguno han alcanzado la desenvoltura del ademán , la facilidad de palabra, la elegancia de la dicción , la amenidad y la claridad perfecta . Sus frases , aún acompasadas en Balzac , se desentumecen , se sueltan , toman impulso , corren, y en Voltaire han adquirido alas . ¿Se vió nunca semejante deseo y semejante arte de agradar? Las ciencias solemnes , la economía política, la teología, los habitantes ceñudos de la Academia y de la Sorbona, no hablan más que en epigramas . El Espiritu de las leyes de Montesquieu , es también « l'esprit sobre las leyes» . Los períodos de Juan Jacobo que producirán una revolución , han estado labrándose y pulimentándose en su cabeza durante diez y ocho horas . La filosofía de Voltaire es un centelleo de millones de chispas. Toda idea debe ser un rasgo de inge-
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nio; toda verdad , la más escabrosa como la más santa, debe trocarse en un juguetito de salón , lanzado y devuelto como dorado volante por las lindas manos de las damas , sin detrimento de los encajes de donde cuelgan lánguidamente sus delicados brazos , ni de las guirnaldas que desarrollan en las paredes los sonrosados amores . Todo debe brillar ó sonreir. Se atenúan las pasiones , se morigera el amor, se multiplican las conveniencias , se extrema el tacto social. El hombre refinado se hace
sensible» . Saca à todas horas el pa-
ñuelo bordado para enjugar un conato de lágrima ; se lleva la mano al corazón , se enternece , se ha vuelto tan delicado y tan correcto que los ingleses le toman , ya por una mujercilla, ya por un maestro de baile . Pero mirad más de cerca ese peripuesto chisgaravis que murmura como un arrullo las canciones de Florián. El espíritu de sociedad que le ha llevado á esas insulseces le ha llevado también á otra cosa; porque la conversación , en Francia al menos , es una caza de ideas . Aun hoy, en medio de la desconfianza y la tristeza de las costumbres modernas , en la mesa, durante el café, es donde aparecen la alta política y la alta filosofia . Pensar , sobre todo , pensar velozmente, es una fiesta. El espíritu ve en eso una especie de baile . ¡ Júzguese el apresuramiento con que se dirige á él! Toda nuestra cultura dimana de ahí . En la aurora del siglo , las damas , entre dos reverencias , trazan retratos primorosos y desarrollan disertaciones sutiles ; entienden á Descartes , gustan de
Nicole ,
prestan
asentimiento á Bossuet . A poco empiezan las cenas , y alli se agita á los postres la existencia de Dios . ¿Acaso la teología, la moral , presentadas en un estilo atractivo , no son goces de salón y adornos de lujo? Donde quiera agúzase y bulle el ingenio como una li-
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gera llama , por encima de todos los asuntos que le sirven de pábulo . ¡ Qué vuelo el del siglo XVIII ! ¿ Se vió jamás sociedad más ganosa de altas verdades , más audaz para buscarlas , más pronta para descubrirlas , más ardiente para abrazarlas ? Ninguna barrera, ningún obstáculo ; nadie se detiene por consideraciones prácticas ; se piensa por pensar ; las teorías pueden desplegarse á sus anchas . En efecto, así se ha hablado siempre en Francia. Aquí se juega con las verdades generales ; se saca una ágilmente del montón de hechos en que yace escondida y se desarrolla ; el hombre se cierne por encima de la observación en el mundo de la razón y de la retórica'; se encuentra mal y se siente atado , mientras no se halla en la región de las ideas puras . Y el siglo XVIII viene á continuar en este sentido el siglo XVII . Se había descrito el trato de gentes , la lisonja, la misantropía, la avaricia ; se examina la libertad , la tiranía, la religión . Se había estudiado el hombre en sí ; se estudia el hombre abstracto . Los escritores monárquicos y religiosos son de la misma familia que los impios y revolucionarios . Boileau conduce á Rousseau , y Racine à Robespierre. La razón oratoria había formado el teatro regular y la predicación clásica ; la razón oratoria produce la declaración de los Derechos y el Contrato social . Se forja cierta idea del hombre , de sus inclinaciones, de sus facultades , de sus deberes ; idea mutilada , pero tanto más clara cuanto más reducida . De aristocrática que era, tórnase popular; en vez de ser un entretenimiento, es una fe ; de las manos delicadas y escépticas pasa á las manos entusiastas y rudas . De una araña de salón se hace un hacha y una antorcha. -He ahí la corriente sobre la cual bogó el espíritu francés durante dos siglos, acariciado por los refinamientos
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de una cultura exquisita , distraído por un enjambre de ideas brillantes , seducido por las promesas de esplendorosas teorías , hasta el momento en que , creyendo tocar los palacios de nubes que la distancia iluminaba , perdió de pronto el suelo y se vió arrollado en la tempestad de la Revolución . Muy otra es la vía por donde ha caminado la civilización inglesa . No es el espíritu de sociedad el que le ha formado , sino el sentido moral ; y la razón consiste en que el hombre es allí otro que en Francia. Los franceses que á la sazón descubren á Inglaterra lo ven palpablemente . En Francia- dice Montesquieu - trabó amistad con todo el mundo ; en Inglaterra con nadie . Aquí hay que hacer lo que los ingleses : vivir para sí , no preocuparse de nadie , no querer á nadie y no contar con nadie. Son
genios singulares» ; por consecuencia , solitarios y
tristes . « Son recogidos , viven mucho en sí mismos , y piensan completamente solos . La mayoría, con inteligencia, son atormentados por su misma inteligencia. Desdeñosos ó disgustados de todas las cosas , son desgraciados , con tantas razones para no serlo . Y Voltaire, como Montesquieu , vuelve de continuo sobre la energía sombría de ese carácter . Dice que en Londres hay días de Levante en que la gente se ahorca; cuenta con horror que se ha degollado una joven , y que el amante, sin decir nada , ha recogido el cuchillo . Se sorprende de ver < tantos Timones , misantropos atrabiliarios» . ¿Hacia dónde encontrarán su camino? Hay uno que cada día se presenta más anchuroso. El inglés, naturalmente serio , meditabundo y triste, no es dado á mirar la vida como un juego ó como un placer; por lo común tiene vueltos los ojos , no hacia el exterior y la naturaleza risueña ; sino hacia el inte-
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rior y las cosas del alma; se examina á sí mismo , desciende continuamente á sus intimidades , se confina en el mundo moral y acaba por no ver otra belleza que la que puede resplandecer en él ; erige la justicia en reina única y absoluta de la vida humana , y concibe el proyecto de ordenar todas sus acciones con arreglo á un código rígido . Y no le faltan las fuerzas en este empeño , porque el orgullo viene en ayuda de su conconciencia . Habiendo elegido su camino por sí propio, se avergonzaría de separarse de él ; rechaza las tentaciones como enemigos ; ve que combate y triunfa, que realiza una obra dificil , que es digno de admiración , que es un hombre . Por otra parte , se libra del tedio, su enemigo capital, y satisface su necesidad de acción; el deber concebido da una ocupación á las facultades un objeto á la vida, provoca las asociaciones , las fundaciones , las predicaciones , y , encontrando almas y nervios más endurecidos , las lanza , sin gran sufrimiento de su parte , á las largas luchas , al través del ridículo y del peligro . El temperamento reflexivo ha dado la regla moral; el temperamento batallador da la fuerza moral. Una inteligencia así dirigida, es más apta que cualquier otra para comprender el deber ; una voluntad así armada, es más capaz que cualquier otra de ejecutar el deber . Esa es la facultad fundamental que por todas partes se encuentra en las entrañas de la vida pública , como una de esas rocas primitivas y profundas que, prolongándose de una á otra región, dan á todos los accidentes del suelo su asiento y su sostén.
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Se encuentra ante todo en el protestantismo, y por esa estructura mental es el inglés religioso . Atravesad aquí la rugosa é ingrata corteza . Voltaire se ríe, se divierte con la gritería de los predicadores y el rigorismo de los fieles . « Ni ópera, ni comedia, ni concierto en Londres los domingos ; hasta jugar á las cartas está prohibido expresamente.
Se solaza á expen-
sas de los anglicanos , « tar atentos á percibir los diezmos»; á expensas de los presbiterianos ,
que tienen
cara de disgusto y predican con la nariz» ; á expensas de los cuákeros ,
que van á sus iglesias á esperar la
inspiración de Dios con el sombrero encasquetado» . Pero ¿no hay nada que notar fuera de exas exteriorídades? ¿Se cree conocer una religión cuando se conocen particularidades de formulario y de sobrepelliz? Bajo todas esas diferencias de sectas hay una fe común; sea la que quiera la forma del protestantismo , su objeto y su efecto son el cultivo del sentido moral; por eso es popular aquí ; principios y dogmas , todo le adapta á los instintos de la nación. El sentimiento de donde parte todo en el reformado , es la inquietud de la conciencia; su espíritu se representa la justicia perfecta, y comprende que la suya no subsistirá ante ese dechado . Piensa en el juicio final , y teme su condenación; se turba y se prosterna; implora de Dios el perdón de sus faltas y la renovación de su corazón . Ve que ni por sus deseos , ni por sus acciones , ni por ninguna ceremonia, ni por ninguna institución , ni por sí mismo, ni por ninguna criatura, puede merecer lo uno
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ni obtener lo otro . Recurre al Cristo , el mediador único ; le suplica, le siente presente, se encuentra por su gracia justificado , elegido , curado , transformado , predestinado . Así entendida , la religión es una revolución
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moral; así simplificada , la religión no es más que una revolución moral . Ante ese gran sentimiento , metafi sica y teología , ceremonias y disciplina, todo se borra ó queda subordinado , y el cristianismo no es ya más que la purificación del corazón . Mirad ahora esos hombres vestidos de oscuro que ganguean los domingos en el templo, mientras un sujeto , con cuello de eclesiástico y « trazas de catón » , masculla un salmo . ¿No hay en su corazón más que « patrañas » teológicas ó frases maquinales? Hay un gran sentimiento : la ve-
E neración . Ese templo desnudo de los disidentes , ese oficio y esa iglesia sencilla de los anglicanos , abandonan á los fieles por entero á la impresión de lo que leen y de lo que oyen. Porque oyen y leen; la oración hecha en lengua vulgar , los salmos traducidos en lengua vulgar , pueden llegar hasta sus almas al través de los sentidos . Llegan , sin género de duda , y por eso permanecen tan recogidos . Porque la raza es de suyo capaz de emociones profundas ; se halla dispuesta por la vehemencia de su imaginación para comprender lo grandioso y lo trágico , y esa Biblia , que es á sus ojos la palabra misma del Dios eterno , se lo depara. Sé perfectamente que para Voltaire no es más que un libro enfático, incoherente y ridículo ; los sentimientos de que está henchido no guardan proporción con los sentimientos franceses . Aquí los oyentes están al nivel de su energía y de su rudeza . Los gritos de angustia ó de admiración del hebreo solitario , los transportes , las explosiones imprevistas de la pasión sublime, la sed de justicia, el estrépito de los truenos y de
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las amenazas de Dios , vienen á agitar esas almas bíblicas al través de treinta siglos . Sus otros libros contribuyen al mismo fin . Ese Prayer book, que se transmite por herencia con la vieja Biblia de familia , hace oir á todos , hasta el más rudo campesino, hasta el obrero de las minas , el acento solemne de la oración sincera . La poesía naciente y la religión renaciente del siglo XVI han impreso en él su gravedad magnifica, y se siente palpitar en sus páginas, como en las del mismo Milton, la doble inspiración que entonces sacó al hombre fuera de sí y le elevó hasta el cielo . Las rodillas se doblan , al escucharle . Esa confesión de fe , esas collects pronunciadas durante la enfermedad , ante el lecho de los moribundos , en caso de desgracia pública y de duelo privado , esas altas sentencias de una elocuencia seria y apasionada , transportan al hombre á no sé qué mundo desconocido y augusto . Pueden bostezar , burlarse y no comprender los caballeros elegantes ; estoy seguro de que , entre los demás , muchos se impresionan . La idea de la obscura muerte y del océano infinito , adonde va á descender la pobre y frágil alma, el pensamiento de esa justicia invisible, presente donde quiera, sobre la cual se apoya la apariencia mudable de las cosas visibles , los iluminan con relámpagos inesperados . El mundo corporal y sus leyes no les parecen más que un fantasma y una figura; no ven ya más realidad que la justicia: es el todo del hombre como de la naturaleza . He ahí el sentimiento profundo que, durante el domingo, cierra los teatros , veda los placeres y llena las iglesias ; él es el que traspasa la coraza del espíritu positivo y de la rudeza corporal . Ese comerciante , que se pasa la semana contando fardos y alineando cifras , ese squire ganadero,
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que no sabe más que gritar , beber y saltar barreras á caballo, esos yeomen , esos cottagers , que se divierten ensangrentándose á puñadas ó sacando la cabeza por una collera de caballería para hacer visajes, todas esas almas incultas, sumidas en la vida física, reciben así de su religión la vida moral . La aman: se ve en los clamores que retumban como un trueno en cuanto un imprudente toca ó parece tocar á la iglesia ; se ve en la venta de los libros piadosos protestantes , el Pilgrim's progress, el Whole duty of man, únicos capaces de abrirse paso hasta la morada del yeoman y del squire, donde duermen , entre los aparejos de pesca, cuatro volúmenes , toda la biblioteca . No moveréis á los hombres de esa raza más que por reflexiones morales ó sentimientos religiosos . El espíritu puritano amortiguado persiste aún debajo de tierra , y se lanza hacia la única parte donde se encuentran el alimento , el aire, la llama y la acción . Se convence uno de ello mirando á las sectas . En Francia, jansenistas y jesuítas parecen muñecos del otro siglo que se pegan para divertir á éste. Aquí los cuákeros , los independientes , los baptistas , se nos presentan serios , respetados, reconocidos por el Estado, ilustrados por escritores hábiles , por sabios profundos, por hombres virtuosos , por fundadores de naciones (1 ) . Su piedad engendra sus disputas ; porque quieren creer, difieren de creencia ; sólo los hombres sin religión son los que no se ocupan de religión . Una fe inmóvil no tarda en ser una fe muerta ; y cuando un hombre se hace sectario , es porque es ferviente. Ese cristianismo vive , porque se desarrolla; se ve á la savia siempre corriente del examen y de la fe protes-
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Penn .
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tante penetrar en añejos dogmas , secos desde hace mil quinientos años . Voltaire, al llegar aquí , se sorprende de encontrar arrianos , y , entre ellos , á los primeros pensadores de Inglaterra, á Clarke, al mismo Newton. No es sólo el dogma lo que se renueva; es el sentimiento ; más allá de los arrianos especulativos se abrían paso los metodistas prácticos , y detrás de Newton y de Clarke , venían Whitefield y Wesley. Ninguna historia ilustra más á fondo el carácter inglés . En frente de Hume y de Voltaire fundan esos hombres una secta monacal y convulsa, y triunfan en su patria por el rigorismo y la exageración que los perderían entre nosotros . Wesley es un erudito de Oxford, y cree en el diablo ; le atribuye enfermedades , pesadillas , tempestades y terremotos . Su familia oia ruidos sobrenaturales ; su padre fué asediado tres veces por un aparecido ; él ve la mano de Dios en los sucesos más vulgares de la vida ; un día , sorprendido en Birmingham por una granizada, descubre que recibe esa advertencia por no haber exhortado en la mesa á las personas que comían con él; cuando se trata de tomar un partido , echa suertes, para decidirse, entre los textos de la Biblia. En Oxford ayuna y se fatiga hasta el punto de escupir sangre y estar á punto de morir; en el buque , cuando marcha á América , no come más que pan y duerme en el suelo ; hace la vida de un apóstol , dando todo lo que tiene, viajando y predicando un año y otro año hasta los ochenta y ocho ; se calcula que dió 30.000 libras esterlinas, que anduvo cien mil leguas y que predicó cuarenta mil sermones . ¿Qué hubiera hecho un hombre así en nuestro siglo XVIII? Aquí se le escucha y se le sigue; á su muerte contaba ochenta mil discípulos ; hoy cuenta un millón .
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Las alarmas de conciencia que le pusieron en esa vía lanzan tras sus huellas á los otros . Nada más sorprendente que las confesiones de sus predicadores , la mayoría hombres del pueblo y laicos : Jorge Story padece spleen, medita y reflexiona tristemente, se dedica á denigrarse y á denigrar las ocupaciones humanas . Mark Bond se cree condenado , porque, siendo niño , dijo una blasfemia; lee y reza sin cesar y sin resultado, y al fin , desesperado , sienta plaza con el deseo de hallar la muerte . John Haime tiene visiones , grita y cree barruntar al diablo . Otro , panadero , siente escrúpulos porque su amo cuece los domingos , se consume de inquietud y á poco no es más que un esqueleto . He ahí las almas timoratas y apasionadas que ofrecen materia á la religión y al fervor . Abundan en el país, y en ellas prende la doctrina . Wesley afirma
Se ve aquí como una efusión de gratitud , y al término del discurso , cuando se le cree agotado , la efusión aumenta y se enriquece con la enumeración de los bienes infinitos en que nadamos como los peces en el mar , sin darnos cuenta de ellos , porque nos rodean é inundan . Durante diez páginas desbórdase la idea en un período único y continuo , sin temor á la pesadez ni á la monotonía , á despecho de todas las reglas ; tan colmados se hallan el corazón y la imaginación, y tan contentos de amontonar toda la naturaleza como una sola ofrenda