Epopeyas de una guerra olvidada 9783968692852

Hay guerras que, aunque dejaran huella entre sus contemporáneos, poco a poco van cayendo en el olvido. Poca gente recuer

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Spanish Pages 303 [304] Year 2022

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Epopeyas de una guerra olvidada
 9783968692852

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Luis Gómez Canseco

Epopeyas de una guerra olvidada

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CLÁSICOS HISPÁNICOS Nueva época, nº. 28 Directores: Abraham Madroñal (Université de Genève / CSIC, Madrid) Antonio Sánchez Jiménez (Université de Neuchâtel) Consejo científico: Fausta Antonucci (Università di Roma Tre) Anne Cayuela (Université de Grenoble) Santiago Fernández Mosquera (Universidad de Santiago de Compostela) Teresa Ferrer (Universidad de Valencia) Robert Folger (Universität Heidelberg) Jaume Garau (Universitat de les Illes Balears) Luis Gómez Canseco (Universidad de Huelva) Valle Ojeda Calvo (Università Ca’ Foscari) Victoria Pineda (Universidad de Extremadura) Yolanda Rodríguez Pérez (Universiteit van Amsterdam) Pedro Ruiz Pérez (Universidad de Córdoba) Alexander Samson (University College London) Germán Vega García-Luengo (Universidad de Valladolid) María José Vega Ramos (Universitat Autònoma de Barcelona)

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Luis Gómez Canseco

Epopeyas de una guerra olvidada Diego Sánchez Relación de la empresa de Briquerás Fray Francisco de Hermosilla Primera parte del valeroso Zaide

Iberoamericana – Vervuert Madrid – Frankfurt 2022

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Proyecto «Vida y escritura II» [PID2019-104069GB-I00] Ministerio de Ciencia e Innovación Proyecto «Épica y política en el Siglo de Oro» PAIDI, Junta de Andalucía, Unión Europea

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Derechos reservados © Iberoamericana, 2022 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2022 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-276-6 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-284-5 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-285-2 (e-book) Depósito Legal: M-9864-2022 Imagen de la cubierta: Jusepe Leonardo, Rendición de Juliers (1634-1635), óleo sobre lienzo, Museo del Prado. Diseño de la cubierta: Rubén Salgueiros Impreso en España. Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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ÍNDICE

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Estudio preliminar .......................................................................................... 1. El eco de otras guerras .................................................................................... 2. Una pica en Saboya ........................................................................................ 3. De carne y de papel ........................................................................................ 4. A la sombra de Ercilla ..................................................................................... 5. El alférez y el fraile: asientos de una porfía ...................................................... 6. Historias de dos textos .................................................................................... 7. Esta edición .................................................................................................... Bibliografía.........................................................................................................

9 10 19 31 49 60 71 82 85

RELACIÓN DE LA EMPRESA DE BRIQUERÁS de Diego Sánchez ..................................

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EL VALEROSO ZAIDE de fray Francisco de Hermosilla ...................................... Al muy ilustre señor don Juan de Mendoza ........................................................ Prólogo al letor ................................................................................................... Soneto del licenciado Juan Serrado de Tavares .................................................... Soneto del reverendo padre fray Jerónimo de Cobos ........................................... Soneto del sargento Alonso de Almagro .............................................................. Tercetos del autor al muy ilustre señor don Juan de Mendoza ............................. Del autor al muy ilustre señor don Juan de Mendoza ......................................... Canto primero.................................................................................................... Canto segundo ................................................................................................... Canto tercero ..................................................................................................... Canto cuarto ...................................................................................................... Canto quinto...................................................................................................... Canto sexto ........................................................................................................

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Aparato crítico.................................................................................................... Relación de ilustraciones .................................................................................... Índice de voces anotadas .....................................................................................

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ESTUDIO PRELIMINAR

El 24 de octubre de 1594, el duque Carlo Emanuele I de Saboya, a la cabeza de un ejército de españoles, piamonteses, borgoñones, milaneses y suizos, rindió y ocupó la plaza fuerte de Bricherasio, en el territorio alpino del Piamonte, que defendía una guarnición de hugonotes franceses. Para celebrar la gesta, unos meses después, aunque ya en 1595, se estampó en Turín, capital y corte del ducado de Saboya, una Relación de la empresa de Briquerás, que hizo el serenísimo duque de Saboya Carlo Emanuel. Compuesta por el alférez Diego Sánchez, hijo del maestro Francisco Sánchez, catedrático de retórica y griego jubilado en la Universidad de Salamanca, dirigida a «la serenísima señora doña Catalina de Austria, infante de Castilla y duquesa de Saboya». El alférez Sánchez compuso esta Relación relatando en ciento treinta y cinco octavas reales unos hechos a los que había asistido en persona y destacando ante la infanta Catalina, hija de Felipe II, las acciones de los españoles durante el asedio y la valerosa intervención del duque, su marido. De este breve poema épico nos han llegado pocos ejemplares, razón por la cual su noticia solo consta en muy raros inventarios bibliográficos, sin que dejara rastro alguno en catálogos o estudios sobre épica española del Siglo de Oro. Un año después, en «Milán y enero 28 de 1596», está fechado el manuscrito de otro texto épico, que, a pesar de su equívoco título, también se consagró a la toma de Briquerás o Briquerasco, tal como llamaban los españoles a la fortaleza. Se trata de la inédita Primera parte del valeroso Zaide, compuesta por el reverendo padre fray Francisco de Hermosilla, religioso del orden del glorioso de San Bernardo, natural de San Martín de Valdeiglesias y capellán en el ejército de su majestad, cuyo original se conserva en la Biblioteca Nacional de España con la signatura MSS/11247. El valeroso Zaide era obra de otro miembro del ejército

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EPOPEYAS DE UNA GUERRA OLVIDADA

español, aunque era clérigo y escribía desde el Milanesado, centro entonces del poder de la monarquía hispánica en el norte de Italia. Su poema estaba dirigido a don Juan de Mendoza y Velasco, una figura señalada en el entorno militar, capitán de lanzas y comisario general de la caballería de Milán. Nuestro fraile se propuso componer una epopeya en tres entregas, cuyo tema central, según se anunciaba en el «Prólogo al letor», había de ser el conflicto que se había abierto cuando Enrique IV de Francia declaró la guerra a España el 16 de enero de 1595. De la segunda y tercera partes, si es que llegaron a escribirse, no tenemos noticia alguna, y al asunto borgoñón solo se alude como un fondo de futuro a lo largo de las trescientas noventa y siete octavas que, repartidas de manera desigual entre seis cantos, conforman la obra. Lo cierto es que esta primera parte solo se ocupa de la toma de Bricherasio, partiendo de la pauta que el alférez había marcado con su poema, por más que Hermosilla se esforzara en marcar distancias con él. Ambos textos coinciden en ofrecer un testimonio preciso del conflicto y rinden un homenaje al valor de las armas españolas. En el caso del alférez Sánchez, destaca la voluntad decididamente cronística, que venía a confirmar el epígrafe que había elegido para su obra, ese de «relación», una palabra marcada en la época para designar un género de textos breves que referían sucesos próximos en el tiempo. Frente a ese papel cercano al del cronista de guerra, lo retórico, lo ficticio y lo literario ocupan un espacio mucho más importante en la escritura del fraile cisterciense, como ya anunciaban las resonancias transparentemente moriscas que se apuntan en el nombre con que presentó El valeroso Zaide. La singularidad literaria de ambos textos, la rareza bibliográfica de uno y la condición inédita del otro justifican la edición crítica que aquí se ofrece de ambos, pero también el hecho de que constituyan un extraordinario testimonio histórico para entender un episodio que hoy puede parecer menor, pero que tuvo un muy considerable alcance en el complejo panorama de la política europea de finales del siglo xvi, cuando el reinado de Felipe II se acercaba a su fin. 1. EL ECO DE OTRAS GUERRAS La toma de Bricherasio fue evento menor en las guerras francesas de religión, que implicaron a bastantes potencias europeas, marcando la deriva política en la segunda mitad del siglo xvi. Todo había empezado años atrás, cuando, en 1559, se firmó el tratado de Cateau-Cambresis. Entre otras muchas resultas, el acuerdo dio lugar a la consolidación del ducado de Saboya bajo el gobierno del duque Emanuele Filiberto y su matrimonio con Margarita de Francia, hija

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de Francisco I, que le permitió, con el apoyo de España, fortalecer un amplio territorio a ambos lados de los Alpes, hasta convertirse en un pequeño estado.1 Carlo Emanuele, como hijo único de Emanuele Filiberto, heredó el ducado paterno en 1580 y, con apenas dieciocho años, tuvo que hacerse cargo del gobierno de un territorio muy extenso, cuyas fronteras estaban en constante cambio.2 El joven duque se impuso la obligación de abrirse un hueco en la política internacional, recuperar el marquesado de Saluzzo, que, a pesar de ubicarse en pleno Piamonte, estaba en manos de Francia, y consolidar su poder en los antiguos territorios franceses de su señorío. Y también aspiró a ser reconocido como rey, pues no en vano era hijo de una princesa de Francia. No era moco de pavo, y el primer movimiento que hizo para realizar esos propósitos fue el de buscar una alianza con la Corona española por medio de un matrimonio. Tras sus desposorios en 1585 con Catalina Micaela de Austria, hija de Felipe II, unió su destino al del soberano más poderoso de Europa, con la intención de que este respaldara sus proyectos. Este enlace fue recibido en Francia con notable disgusto.3 En primer lugar, porque Saboya era un territorio estratégico para los intereses de la Corona gala en Italia, en un momento en que el Francia se veía debilitada por las guerras de religión.4 El matrimonio, además, significaba el alineamiento de Saboya con la política española y acceso abierto para los españoles en el camino que conectaba Italia con Flandes y que fue un instrumento logístico esencial para la hegemonía militar de los Austrias.5 Aprovechando esa alianza y el desconcierto francés, el duque ocupó el marquesado de Saluzzo a finales de septiembre de ese mismo año sin previa declaración de guerra. El movimiento significó una sorpresa incluso para la corte española, y el 5 de diciembre de 1588 Felipe II escribía a su hija Catalina deslizando una queja por las ambiciones excesivas de su marido: «Nunca pensé que el duque tomara una resolución tan grande sin darme parte de ella primero».6 Bien es verdad que el duque había solicitado el asenso del papa Sixto V y que luego intentó justificar el acto con móviles estrictamente religiosos, presentándose como un adalid del catolicismo. Así lo apuntaba un historiador contemporáneo como Antonio de Herrera y Tordesillas:

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Cfr. Quazza (1960), Merlin (1995) y Merlotti (2007). Sobre Carlo Emanuele I, véanse Raulich (1896-1902), Castronovo (1977), Merlin (1991), Minola (2000) y Bombín Pérez; y en torno al período político de su gobierno, Rosso (1994 y 1999). 3 Cfr. Merlin (1998, 2004 y 2010). 4 Cfr. Ruiz Ibáñez (1998, 2003 y 2004) y Vázquez de Prada (2004). 5 Véanse al respecto Pernot (2001), Parker (2005) y Martínez Laínez (2007). 6 Bouza (1998: 160-161). Sobre la anexión Saluzzo a Saboya y su impacto político, véanse Armstrong (1907: 415-416), Cano de Gardoqui (1962), Minola (2000: 9-17) y Merlin (2004). 2

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Envió esta gente a ocupar todos los demás lugares del marquesado y él se fue a Turín; y sin quitarse las espuelas, luego mandó llamar al nuncio apostólico y a los embajadores de España, de Venecia y al agente de Francia. Y demás de haberles dicho las razones que quedan referidas, dijo que le constaba muy claramente de las inteligencias de los hugonotes con los ministros del rey y que la bajada de ellos en el marquesado no era para correr y robar la tierra, como otras veces habían hecho, sino para tomar pie y introducir en Carmañola un ministro principal de Ginebra y hacer otra Ginebra en Italia; y que en el mesmo tiempo trataban de roballe dos plazas principales de su estado, que eran Pinarol y Cuni, y que por esto no había podido diferir lo que había hecho. De todo lo cual dijo que había dado cuenta al papa con correo, y rogó a los otros embajadores que diesen cuenta de ello a sus príncipes, en especial al agente de Francia, haciendo el oficio que convenía al servicio de su majestad cristianísimo.7

Los demás estados italianos no vieron con buenos ojos un movimiento que rompía su delicado equilibrio, y el cristianísimo rey de Francia no lo tomó, desde luego, como un servicio a su persona. Fermín López de Mendizorroz hizo revista de esas reacciones políticas en sus Observaciones de la vida del condestable Juan Fernández de Velasco: Juntó los embajadores y les dio cuenta de lo hecho, justificándolo con el celo de la religión católica y motivos de La Diguera, el bien común de Italia y particular de aquellas provincias, y el deseo de conservar aquel estado en la obediencia de la corona de Francia, en cuyo nombre protestaba que le tendría. Respondió el obispo de Fano, nuncio del Papa, alabando el celo del duque y aprobando su resolución y anticipándose a dalle las gracias por ella en nombre de su santidad, entre tanto que tuviese comisión particular para esto. Don Jusepe de Acuña, embajador de España, con más demostración de sentimiento que de alborozo ni lo aprobó ni condenó, y hablo templadamente, reservando la respuesta al orden que tendría de su rey, después que le hubiese dado cuenta de ello. Mos de Héstor respondió libre y arrojadamente, encareciendo la afrenta hecha al rey cristianísimo en sazón que se hallaba apretado dentro de su reino, y que el duque por el deudo, amistad y fe pública, debiera tomar a su cargo la defensa del marquesado contra cualquiera extranjero. Hizo grandes protestas por la corona de Francia y su rey, a quien dijo que había escrito lo que pasaba, y que se lo escribiría de nuevo. Echósele de ver al de Venecia en el semblante el dolor del ánimo, mas el razonamiento que hizo fue breve y moderado.8

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Historia de los sucesos de Francia, f. 63 r-v. López de Mendizorroz, Observaciones, pp. 27-28.

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Figura 1. Saboya a finales del siglo xvi.

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Con el apoyo de Enrique de Navarra, Enrique III promovió un ataque de los protestantes suizos contra las fuerzas de Saboya en la primavera de 1589, que el duque pudo rechazar y al que respondió conquistando algunos territorios que habían pertenecido a su ducado [fig. 1].9 La muerte de Enrique III en agosto de 1589 no hizo sino enconar la situación, abriendo el problema de la sucesión al trono. El bando protestante postuló a Enrique de Borbón, rey de Navarra; Felipe II presentó la candidatura de su hija Isabel Clara Eugenia, como nieta de Enrique II; y Carlo Emanuele no descartó ocupar él mismo el trono, alegando que era hijo de Margarita de Valois. Ese río revuelto parecía la ocasión propicia para lograr la corona real a la que llevaba aspirando desde tiempo atrás, demandando para sí el título de rey de Chipre.10 El trono francés se antojaba un afán ambicioso en demasía, pero cabía al menos la posibilidad de aprovechar la fragilidad del reino, alimentar su desmembramiento y hacerse con el dominio de territorios colindantes con los suyos, en especial los del Delfinado y la Provenza. Con esa intención, los saboyanos tomaron en 1589 la fortaleza de Exilles, paso obligado en el camino hacia Francia. Al año siguiente, el ejército del duque entró en Provenza y, en una rápida campaña, tomó varios lugares estratégicos, ocupando Aix en Provence en noviembre de 1590.11 La incursión puso en guardia al que había de ser el más firme enemigo militar de Carlo Emanuele en los siguientes años, François de Bonne, duque de Lesdiguières, cabeza de los hugonotes en el Delfinado, que con el tiempo llegaría a ser mariscal de Francia y condestable del reino. Lesdiguières —Ladiguera en nuestros poemas— desplegó en esos años una extraordinaria destreza táctica para la guerra en territorios montañosos, que supo aplicar en sus enfrentamientos contra los de Saboya, gracias, entre otras cosas, a una tropa ya curtida en las guerras de religión. Por eso casi de inmediato reaccionó a la invasión de la Provenza, y en diciembre de ese mismo año se hizo con la villa de Grenoble, que estaba en poder de los católicos saboyanos, a los que volvió a derrotar al año siguiente, en septiembre, en la batalla de Pontcharra, que frenó las aspiraciones francesas de Carlo Emanuele. Quedó claro que Saboya no podía afrontar una campaña de esa envergadura sin el apoyo español, y Felipe II no parecía muy dispuesto a respaldar los apetitos expansivos de su yerno. Por si fuera poco, el panorama se tornó más oscuro, pues Lesdiguières entró en el Piamonte, iniciando un conflicto que habría de durar hasta 1601. A finales de septiembre, el general hugonote irrumpió en Saboya, tomó fácilmente Perosa y se dirigió a Pinerolo, sin llegar a doblegar sus

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Cfr. Minola (2000: 16) y Merlin (2004: 34). Cfr. Magdaleno (1961: 173, 189 y 191). 11 Cfr. Armstrong (1907: 416) y Minola (2000: 17). 10

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defensas. Mediado octubre, cayó sobre Bricherasio, la plaza de la que luego se ocuparon nuestros dos poemas, y el 1 de noviembre hizo jurar a sus habitantes fidelidad al rey francés.12 Se hizo a continuación con el fuerte de Torre Pellice y el de Mirabocco, aunque fracasara en su intento de tomar Susa. Sí triunfó, sin embargo en su asedio a la fortaleza de Cavour, que cayó en manos francesas el 6 de diciembre de 1592.13 En algo más de un mes, Lesdiguiéres y los suyos se habían hecho con varias plazas estratégicas en el oeste de Saboya, que facilitaban la defensa de los intereses franceses en Italia, incluyendo la ansiada recuperación del marquesado de Saluzzo. Solo unos meses después, en la primavera de 1593, Carlo Emanuele I quiso contrarrestar la acción de su enemigo y se adentró en el Delfinado con apoyo español. No obstante, el 7 de junio fue de nuevo derrotado por Lesdiguières en la jornada de Salbertrand, donde además murió don Rodrigo Álvarez de Toledo, general del contingente hispano. Se añadió un hecho inesperado, que cambió por completo el curso de todos esos conflictos. El 25 de julio de 1523 Enrique de Navarra abjuró de su fe protestante y abrazó la religión católica, logrando atraer a un buen número de antiguos enemigos. Casi de inmediato, el 31 de ese mismo mes firmó un acuerdo con la Liga Católica, que indirectamente incluía a España. El de Saboya quedó entonces solo y se apresuró a firmar él mismo una tregua de tres meses con Lesdiguières. En realidad, el duque venía buscando ese pacto desde tiempo atrás,14 acaso para presionar a la Corona española, que pretendía mantener las hostilidades, aunque a la espalda de su aliado piamontés.15 Enrique de Borbón logró ser coronado en Chartres el 27 de febrero de 1594 como Enrique IV de Francia y solo un mes después, el 22 de marzo, entró triunfalmente en París, alcanzando de este modo la unificación del reino en torno a su persona. A pesar de ello, seguía siendo un hereje, pues pesaba sobre él la excomunión que le había lanzado Sixto V. El entonces pontífice Clemente VIII envió como nuncio a Francia a Filippo Sega, cardenal de Piacenza, para tantear el terreno. Entre tanto, el conflicto militar seguía abierto en los Alpes. Con la intención de frenar el acceso francés a Italia, la Corona española se avino a apoyar al duque de Saboya, esta vez de manera más abierta, otorgándole el mando de un considerable ejército. La intención de Felipe II era restablecer el orden en la frontera con Francia, aun cuando Carlo Emanuele pretendiese conquistar 12 In Bricherasio, al cospetto di Francesco Bonne, duca di Lesdiguières, consigliere di Enrico IV, re di Francia, i signori del Pinerolese e valli, fra i quali Giorgio Cacherano, Gaspare di Castelvecchio ed Antonio Signorio e Giuseppe Caliero e Bernardino Ricca, sindaci del Comune di Bricherasio, giurano fedeltà al nuovo sovrano (1 novembre 1592). Cfr. Bollea (1928b: 254-256). 13 Cfr. Minola (2000: 17-21). 14 Cfr. Magdaleno (1961: 187, 188, 190 y 191). 15 Cfr. Fratini (2004: 44).

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Briançon y el Pragelato. Pero España consideró que la guerra debía limitarse al territorio piamontés para recuperar las plazas fuertes que dos años antes habían ganado los hugonotes. En el otoño de 1594, el duque se lanzó sobre la fortaleza de Bricherasio y, tras un mes de asedio, la rindió. Precisamente durante el cerco a la ciudad, el cardenal Sega, a su regreso de Francia, se empeñó en entrevistarse con él, acaso para adelantarle los resultados de su legación. Ante la posibilidad de un cisma en la iglesia francesa, el nuncio había aconsejado a Clemente VIII que conviniera en la absolución del rey Enrique, medida que terminaría por adoptar el 17 de septiembre de 1595. El pontífice planteó asimismo una paz entre España y Francia, pero las intenciones del cristianísimo eran otras,16 y tampoco pasaban por reconocer a Saboya la posesión del marquesado de Saluzzo. La guerra estaba lejos de concluir. El duque de Saboya reconquistó la roca de Cavour y Enrique IV declaró oficialmente la guerra a España, con el apoyo de Inglaterra y de las Provincias Unidas.17 Lesdiguières aprovechó para recuperar la plaza de Exilles en enero de 1595, con una reacción fallida del duque Carlo Emanuel, que, no obstante, se hizo con el fuerte de la Charbonniere.18 A su vez, el gobernador de Milán, don Juan Fernández de Velasco, entró en Francia en la primavera de ese mismo año, abriéndose una guerra con dos frentes, uno en el norte, en la frontera francesa con los Países Bajos, y otra entre el FrancoCondado y Borgoña. Fueron años de desgaste militar, en los que los ejércitos españoles lanzaron varias campañas contra los aliados anglo-franceses, tomando en 1595 Doullens, Le Catelet y Cambrai, haciéndose al año siguiente con Calais y Ardres, y ocupando Amiens en 1597. Los franceses, por su parte, frenaron a Fernández de Velasco en Fontaine-Française el año de 1595 y el duque de Essex saqueó Cádiz en 1596, sin que ninguno de esos lances resultara decisivo.19 El duque de Saboya había logrado firmar una tregua en 1595, que se mantuvo hasta la primavera de 1597.20 Francia aprovechó para reclamar sus derechos sobre el marquesado de Saluzzo y, ante la negativa de Saboya, Lesdiguières entró de nuevo en el territorio al comienzo de ese verano, reanudando el conflicto en el valle del Arco, el de Susa y el Pragelato, hasta que en octubre el duque Carlo Emanuel enfermó con cierta gravedad de fiebres tercianas. Se corrió la 16 Sobre la excomunión, conversión y absolución de Enrique IV por parte de Clemente VIII, véanse Minola (2000: 31), Tellechea Idígoras (2001), Vázquez de Prada (2004: 435-439) y Lauer (2019: 618). 17 Cfr. Vázquez de Prada (2004: 443) y Lauer (2019: 616-618). 18 Cfr. Massi (1834: 108-109) y Minola (2000: 31 y 40). 19 Cfr. Castilla Soto y Rodríguez García (2011: 149), Pernot (2001) y Ruiz Ibáñez (2004: 17-18). 20 Cfr. Merlin (2004: 47).

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falsa noticia de su muerte, y la infanta Catalina, que estaba embarazada, sufrió un aborto que la llevó a la muerte el 7 de noviembre de 1597. Esa ausencia sería decisiva para las relaciones entre Saboya y España, pues, como ha escrito Pierpaolo Merlin, era «l’anello principale della catena che legava il principe sabaudo a Filippo II».21 La guerra franco-española se había convertido en un callejón sin salida; Felipe II, con la salud cada vez más mermada, era consciente de que sus aspiraciones a intervenir en Francia no concluirían en nada y Enrique IV, habiendo asumido que no cabía la derrota de la monarquía hispana, precisaba de la paz para consolidar su propia corona. Todo ello resultó decisivo para que en febrero de 1598 se iniciaran los contactos para alcanzar la paz gracias a la mediación del pontífice. Así lo refería Antonio de Herrera y Tordesillas en 1606: Llegado pues el negocio a punto de enviar comisarios para el trato de esta paz, fueron a ella por parte del pontífice Alejandro de Médices, cardenal de Florencia, legado apostólico, y fray Francisco de Gonzaga, obispo de Mantua, nuncio de su santidad, y el general fray Buenaventura Calatagirona. Por parte del rey de Francia fueron nombrados el señor de Grigión Pomponio Beliembre, de su consejo de estado, Niculás Budart, señor de Selleri, presidente de la corte del parlamento de París. Por parte del archiduque fueron nombrados don Fernando Carrillo, del consejo supremo del rey católico y de la cámara, y Juan Ricardoto, presidente del consejo privado del archiduque, el comendador Juan Bautista de Tassis, del consejo de estado en Flandes, y Luis Verreyquen, secretario; y habiéndose acordado que se juntasen en la villa de Vervins, en los confines de Picardía, lugar cómodo para todos, aunque se platicaba del negocio, no cesaban las manos, porque siempre se continuaba en hacer robos, cabalgadas y otros hechos de guerra.22

Uno de los que así lo hicieron fue el duque de Saboya, que intentó conseguir una posición de fuerza en las negociaciones gracias a sus movimientos militares con la toma de Charbonniere o la ocupación de Morienna y Berre.23 Españoles y franceses llegaron con relativa facilidad a un acuerdo, que se firmó el 2 de mayo de 1598. España reconocía a Enrique IV como legítimo rey de Francia y se restituía el estado de las cosas a lo pactado en 1559 con la paz de Cateau-Cambrésis. Abandonaba, además, las plazas ganadas en esos años de guerra y, en especial, el importantísimo puerto de Calais. Aun cuando todo se presentase como una victoria del catolicismo, la Corona española había

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Merlín (2004: 54). Herrera, Tercera parte de la historia general del mundo, p. 754. Cfr. Botta (1868: 167-168) y Merlin (2004: 55).

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hecho un desmesurado esfuerzo sin obtener ninguna ventaja real.24 El duque, por su parte, había mandado a Vervins a Gaspard de Genève, marqués de Lullin, como su representante, que planteó la cuestión de Saluzzo. Al respecto escribía Herrera y Tordesillas: «La mayor dificultad que se hallaba era lo que tocaba al marquesado de Saluzzo, porque el rey de Francia le quería y el duque de Saboya, que le poseía, no le quería dejar, alegando al rey el duque los derechos que cada uno tenía».25 Tan es así, que, para evitar que un concierto de tal trascendencia terminase en fracaso, se acordó remitir al arbitraje del papado para su solución, posponiéndola durante un año. Así se estableció entre los puntos finales del acuerdo, tal como recogió Philippe de Mornay en sus Memorias: Et, pour le surplus des aultres differends qui sont entre ledict seigneur roy tèes chrestien et ledict sieur duc, lesdicts deputés aulxdicts noms consentent et accordent pour le bien de la paix qu’ils soient remis au jugement de nostre sainct père Clément VIII, pour estre vuidés et decidés par sa saincteté dedans ung an, a compter du jour et date de ces presentes, suivant la response du dict séigneur roy, baillé par escrit le 4 juin dernier ci a prés inserée; et ce qui sera ordonné par sa saincteté sera entièrement accompli et executé de part et d’aultre sans aulcune longueur ni difficulté, soubs quelque cause ou pretexte que ce soit, et cependant, et jusques à ce qu’aultrement en soit decidé par nostre sainct père le pape, demeureront les choses en l’estat qu’elles sont à présent sans y rien changer ni innover.26

El pontífice, paralizado por las posibles consecuencias de su decisión, fue demorándola, hasta el punto de que el duque Carlo Emanuele intentó llegar personalmente a un acuerdo con Francia a finales de 1599. Las exigencias de Enrique IV resultaron inaceptables y, a pesar de una nueva intervención papal, se reabrió el conflicto cuando, en agosto de 1600, los franceses tomaron Chambéry, en Saboya, y ya en noviembre Montmélian. Solo el apoyo de las tropas españoles pudo detener el avance francés hacia el Piamonte.27 En esa situación se retomaron las negociaciones, y el 17 de enero de 1601 se firmó finalmente el tratado de Lyon. Una vez más, la mediación papal fue decisiva para que el duque consintiera en entregar Casteldelfino, Bresse, Bugey, Valromey y Gex, consiguiendo a cambio que Francia renunciara a las fortalezas en el Piamonte y manteniendo bajo su autoridad el marquesado de Saluzzo.28 España también sacó tajada, pues el acuerdo salvó sus intereses en el camino que conectaba Flandes con Italia. 24

Cfr. Parker (2010: 930). Sobre la paz de Vervins, véanse Vidal y Pilleboue (1998), Labourdette, Poussou y Vignal (2000) y Gelabert González (2012). 25 Herrera, Tercera parte de la historia general del mundo, p. 756. 26 Duplessis Mornay (1824: 444-445). 27 Cfr. Merlin (2004: 57-59). 28 Cfr. Carutti (1901).

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2. UNA PICA EN SABOYA La toma de Bricherasio en octubre de 1594 fue —ya se ha visto— poco más que una jugada marginal en un enorme y complejo tablero político, religioso y militar. No obstante, los contemporáneos lo vivieron como un hecho de considerable trascendencia. Eso al menos se deduce de los numerosos textos que nos han llegado sobre la jornada. Para empezar, están cuatro crónicas anónimas de carácter histórico: la Relazione dell’assedio e presa della terra di Bricherasio, compuesta al hilo mismo de los hechos y que alcanza solo al 6 de octubre,29 la Ricuperazione di Bricherasio,30 la Relazione dell’assedio ed espugnazione fatta da sua altezza Carlo Emanuele I duca di Savoia della terra e castello di Bricherasio,31 la Relazione del successo della prisa della terra di Bricheras32 y una más debida a Ottavio Pescha el Breve ragguaglio della maggior parte delle guerre fatte dal serenssimo duca Carlo Emanuele I di Savoia dall’anno 1588 sino all’anno 1613, que consagraba una parte importante a este asedio.33 Ha de añadirse un texto épico del poeta Raffaello Toscano, que entre 1595 y 1596 compuso Le glorie del Piemonte descritte in ottava rima da Raffaello Toscano, nelle quali si raccontano i fatti illustri del serenissimo Carla Emanuele Duca di Savoia. En 1596, Toscano solicitó el apoyo financiero de la ciudad de Turín para la publicación de su obra; y aunque se le concedió tal respaldo, nunca llegó a ver la luz. A finales del siglo xviii, Girolamo Tiraboschi afirmó que el texto se conservaba manuscrito en la Biblioteca Nazionale Universitaria di Torino,34 pero, al parecer, se perdió en el incendio que sufrió la biblioteca en 1904. Aun así, Luigi Cesare Bollea aseguraba tres años después que contaba con una copia y que estaba preparando una edición del texto.35 Gracias a su testimonio nos han llegado algunas estrofas

29 Archivio di Stato Torino, Storia della Real Casa, Storie particolare, categoria 3, Fascicolo 27, Mazzo XI, 13 ff. La Relazione aparece con dos copias sucesivas del mismo texto y con la misma letra. 30 Archivio di Stato Torino, Storia della Real Casa, Storie particolare, categoria 3, Fascicolo 27, Mazzo XI, 3 ff. 31 Archivio di Stato Torino, Storia della Real Casa, Storie particolare, categoria 3, Fascicolo 27, Mazzo XI, 5 ff. 32 Bibioteca Reale, Torino, Misc. mil. pat. 127, 7, ff. 25r-34v. 33 Archivio di Stato Torino, Storia della Real Casa, Storie particolare, categoria 3, Fascicolo 7, Mazzo XI. A la campaña del año 1594 se consagran los folios 16v-18r. 34 Sobre este manuscrito y sobre el intento de publicación de la obra en 1596, véase Tiraboschi (1796: 1178-1179). 35 «Quest’assedio è cantato nel poema, della fine del secolo xvi, Le Guerre del Piemonte di Raffaello Toscano. Quest’opera, della quale sto curando la pubblicazione, non ha molto pregio letterario, ma è ottima come fonte storica subalpina» (Bollea 1907: 139). Véase, asimismo, Bollea (1928: 543 n. 4).

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del poema.36 Contamos también con un documento extraordinario, el Diurno di quello si fara per l’impresa di Bricheras, un diario de guerra escrito durante el asedio por el secretario del duque de Saboya, que comienza el 17 de septiembre de 1594 y termina el 31 de octubre.37 Y estaban, en fin, dos poemas castellanos, la Relación de la empresa de Briquerás del alférez Diego Sánchez y la Primera parte del valeroso Zaide de fray Francisco de Hermosilla. No es poca cosa para la simple ocupación de una plaza fuerte. Pero es que el castillo de Bricherasio era un instrumento clave en la comunicación en Francia e Italia, y quien lo tuviera bajo su dominio habría puesto una pica no en Flandes, sino en el Piamonte.38 De ahí el interés de los franceses en su posesión. Tras el ataque que el duque Carlo Emanuele había desplegado en la Provenza y el Delfinado, Lesdiguières, como ya hemos visto, entró con su ejército en el Piamonte por el valle de Pellice y se hizo con las fortalezas de Bricherasio y Cavour, tal como refería Antonio de Herrera: «El señor de Digueres, con su acostumbrada diligencia […], había bajado en Piamonte […], adonde corría la tierra sin resistencia, la saqueaban y llevaba contribuciones; y habiendo tomado Briquerasco, la fortificaba y apretaba el castillo de Cavors, que, aunque fuerte, estaba mal proveído, y había intentado de tomar por inteligencias a Carmañola, Pinarol y Susa».39 De este modo se aseguraba un paso seguro hacia Italia y un punto de apoyo decisivo para futuras campañas. Consciente de esa importancia, Lesdiguières afrontó un rápida y eficaz fortificación de la plaza, sustituyendo muros, levantando contrafuertes y posiciones defensivas. Dentro de las murallas que defendían el pueblo y los terrenos se encontraba la ciudadela, que los franceses remozaron de manera especial, rodeándola con un foso excavado en la piedra y convirtiendo Bricherasio en un lugar casi inexpugnable. Así lo detallaba el mismo Herrera y Tordesillas desde una perspectiva contemporánea:

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Cfr. Balbo y Giaimo (1988: 59-61). El documento original se conserva en el Archivio di Stato Torino y fue publicado por Luigi C. Bollea (1905). 38 Respecto a este valor militar de la plaza, escribía Bollea: «L’importanza strategica del sito del castello di Bricherasio era determinata dal fatto che esso con la rocca di Cavour, sorgentegli di fronte a S.-E. ed in allora pure fortificata, dominava l’imboccatura dell’alta valle del Pellice e quindi ostruiva il passo alpino del Colle della Croce, che mette in comunicazione il Piemonte con la vallata del Queyras nel Delfinato, e chiudeva la valle d’Angrogna, per la quale i Francesi, venendo attraverso a quella di S. Martino, scendevano dalla valle di Pragelato (Alto Chisone), poiché questa era chiusa al basso dalla fortezza di Pinerolo, mentre comunica per il colle di Sestriéres con la valle di Cesana (Alta Dora) e quindi per il Monginevro con quella di Briançon» (1907: 339). 39 Herrera, Historia de los sucesos de Francia, f. 199r. 37

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Era ya el mes de setiembre cuando don Pedro de Padilla con el ejército se había acercado a Briquerasco, que, por ser plaza muy fuerte y que el Digueres había procurado de hacella inexpugnable para su principal acogimiento, se juzgaba que no llevaba fuerzas tan bastantes como convenía, porque, aunque están en las raíces de los Alpes sobre un cerro que sobrepuja la campaña, está tan apartada de los montes que no puede ser ofendida. Era la fortificación de diez baluartes con sus casasmatas, tan cerca unos de otros que las frentes de los mismos baluartes podían servir por casas matas. Tenía el foso muy ancho y la contraescarpa tan levantada y también los revellines cuanto los ángulos mostraron que era necesario. Y en la mayor altura del cerro había también fortificado el castillo con el foso en la peña, que correspondía a todas las partes de la fortificación.40

Lesdiguières dejó al mando de la plaza a Scipione di Villeneuve, señor de Espinouse, dotándola de provisiones, municiones suficientes y de un contingente de unos mil hombres. Tras la toma de Cavour, ordenó, además, que un cuerpo de otros mil hombres con una fuerza de caballería a las órdenes de Étienne de Bonne, señor de Auriac, se ocupase de controlar el valle de Pellice y sirviese de sostén en la defensa de estos lugares. Desde muy pronto, se reiteraron conatos de conquista de la plaza por parte de Saboya, aun sin conducir a nada.41 Pero, en el otoño de 1594, el proyecto parecía tomar cuerpo, una vez que el duque de Frías, nuevo gobernador de Milán en sustitución del duque de Terranova, insistiera ante el monarca en la conveniencia de recuperar las plazas para los intereses españoles. La empresa se puso inicialmente bajo su tutela, pero Felipe II decidió finalmente otorgar el mando único a su yerno, el duque de Saboya, lo cual produjo en Fernández de Velasco un grave disgusto, que le llevó a poner un sinnúmero de trabas. Así lo refería Fermín López de Mendizorroz: «Le llegó orden de su majestad de que entregase el ejército a don Pedro de Padilla, castellano de Milán, subordinado a su alteza, con que cesaron los celos, no dejando por esto el condestable, de estar a la mira del empleo, dándole, como dice Job, fortaleza al caballo y enfrenándole con el relincho de su asistencia».42 Tampoco Carlo Emanuele parecía satisfecho, pues tuvo que avenirse a las pautas marcadas por España, que se limitaban a recuperar 40

Herrera, Historia de los sucesos de Francia, f. 337r-v. Véanse además Bollea (1907: 340) y Balbo y Giaimo (1988: 34-37). 41 A uno de esos intentos frustrados que se hizo en 1593 se refería Antonio de Herrera: «Fuese otro día a reconocer Briquerasco, adonde estuvo muy gallardas escaramuzas; y pareciendo que aquel ejército no bastaba para cercar aquella tierra, se determinó el duque de aguardar al marqués de Trevico, que llevaba de Nápoles dos mil napolitanos y que se acabase de levantar cuatro mil hombres, que dijo que se hacían en su tierra, y dos mil gastadores que era menester para aquella empresa» (Historia de los sucesos de Francia, f. 299v). 42 López de Mendizorroz, Observaciones, p. 47.

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Bricherasio y Cavour, renunciando a una campaña más allá de los Alpes, como era su intención. Todos descontentos. En esa situación y una vez terminada la tregua que se había estipulado en 1593 con Lesdiguières, España dirigió sus tropas hacia el Piamonte. Bajo la autoridad del duque de Saboya se puso un considerable ejército formado por unos diez mil infantes, piqueros y mosqueteros, mayoritariamente al servicio o a sueldo de la Corona hispana: españoles de Milán y Nápoles, milaneses, borgoñones, mercenarios suizos y un pequeño grupo de alemanes dirigidos por el conde Jerónimo de Lodrón. Se sumaban a ellos, un buen número de soldados y voluntarios piamonteses. Estaba también la caballería, con veintiocho compañías de lanceros, arcabuceros y coraceros, e incluso una de arqueros.43 Por último, se contaba con un número indefinido de zapadores y obreros para las labores de ingeniería militar y con milicias locales cuya función consistía fundamentalmente en la vigilancia y la intendencia. Frente a ese considerable despliegue, la guarnición de Bricherasio se había visto mermada a causa de una epidemia sufrida en el verano de 1594. Se trataba de un grupo compacto en lo nacional y en lo religioso frente a la diversidad de los aliados, que agrupaban soldados de diversas nacionalidades y creencias, a menudo enfrentadas entre sí. Para regir ese rompecabezas, Felipe II designó a su yerno, pero al tiempo nombró a don Pedro de Padilla como capitán general para el gobierno específico de los españoles, que constituían el grueso del ejército. A su vez, Alonso de Idiáquez ejerció como cabeza de la caballería española;44 Bernabó Barbò, como comandante de los milaneses; Caspar Lucks, de los suizos; y Ambrose Bindi, de los borgoñones. Por parte de Saboya, Giovanni Tomaso Valperga di Masino fue general de la infantería; Francesco Martinengo, de la caballería; con Sancho Sarmiento de Salinas al frente de los coraceros y Giuseppe Cambiano di Ruffia como general de artillería.45 A mediados de septiembre, las tropas españolas comenzaron a moverse hacia Turín y, desde allí, se dirigieron hacia Pinerolo el día 17, uniéndose piamonteses y borgoñones. La intención del duque de Saboya era engañar al enemigo,

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A partir de los datos recopilados por Bollea (1907: 332), Balbo y Giaimo (1988: 43) ofrecen aproximadas. Para la infantería, dos mil suizos, seiscientos cincuenta borgoñones, dos mil setecientos españoles, dos mil piamonteses y en torno a dos mil milaneses; y para la caballería, siete compañías de lanceros, cuatro de arcabuceros y trece de coraceros españoles, tres compañías de arcabuceros y una de arqueros piamonteses, para un total de unos mil quinientos caballos. 44 En la Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras, f. 4r se indica que Idiáquez llegó al campamento a finales de septiembre: «Arrivò in campo il signor Don Alonso d’Idiaquez, capo della cavalleria di sua maestà in questo essercito, il quale fu incontrato dal marchese da Este e condotto nella sua tenda, e non si può credere il contento che n’ebbe sua alteza». 45 Cfr. Bollea (1907: 335-336).

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cambiar repentinamente el rumbo y tomar por sorpresa la plaza de Bricherasio en un ataque nocturno, evitando así el desgaste de un asedio en toda regla. La tentativa resultó fallida y a la mañana siguiente, la del día 18, comenzaron a tomar posiciones en torno a la ciudad.46 Ese mismo día llegó la caballería española y la infanta doña Catalina escribía a su marido anunciando el envío de varias piezas de artillería desde Carmañola.47 La tarde del 19 de septiembre se asentó el grueso de la infantería española y se organizó una defensa de la zona para impedir que el contingente de Étienne Bonne de Auriac pudiera acudir en socorro de los sitiados [fig. 2]. A su vez, estos hicieron una salida esa misma noche, probablemente en busca de esa ayuda, aunque fueron rechazados por los soldados españoles.48 Al día siguiente se anotó en el diario de guerra de Carlo Emanuele la llegada de los soldados milaneses: «Alli 20 giunsero al campo li 2500 italiani di Barnabò Barbò» (Bollea 1905: 14).

Figura 2. La campaña de Bricherasio.

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Para una crónica del asedio articulada a partir de las relaciones contemporáneas, véanse Bollea (1907), Balbo y Giaimo (1988: 45-54) y Minola (2000: 23-35). 47 Cfr. Catalina de Austria, Lettere, p. 140. 48 Así se apunta en la Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras, f. 3r: «Et quella notte fecero uno uscita quelli del forte e diedero nelle trinciere di spagnoli verso la cittadella e furono ributtati».

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Desde el día 21, el duque insistió en que se le enviaran de manera urgente ocho piezas de batería y varias más de campaña para proceder al bombardeo de la plaza, y al día siguiente dispuso a un grupo de soldados de Borgoña para que protegieran el transporte de las mismas desde Pinerolo. Dicho traslado, así como las operaciones militares de asedio se hicieron cada vez más penosas por el clima. Una lluvia pertinaz que se mantuvo desde el 22 de septiembre hasta el 4 de octubre, como reiteran todos los testimonios que nos han llegado sobre el cerco. El temporal hizo que los zapadores tuvieran mayor dificultad a la hora de cavar las trincheras y que los soldados hubieran de luchar bajo la lluvia y en medio del fango que se formaba. El día 23 de septiembre llegaron las primeras piezas de artillería, que se instalaron en torno al primer círculo de defensas y comenzaron a hacer fuego el 25.49 En los días sucesivos hasta el 27 se llevaron hasta diez cañones más, con los que se mantuvo una batería continuada sobre las murallas bajo una lluvia torrencial. Por su parte, Bonne d’Auriac, viendo imposible auxiliar la plaza, se encerró en la Torre de Luserna que fue atacada y asolada a instancias del duque por una fuerza al mando del marqués de la Piovera y don Sancho Sarmiento de Salinas. Con esos movimientos y con otros realizados en el lado francés de los Alpes, Carlo Emanuele pretendía condicionar y limitar la reacción de Lesdiguières en defensa de Bricherasio. El duque manifestó durante esos días su inquietud por la renuencia del condestable de Castilla a enviar más apoyo militar.50 Y, a decir verdad, la relación entre ambos magnates nunca fue fluida. En 1625, Fermín López de Mendizorroz la resumía en estos términos: «Se gobernaba tan diestramente con el duque y la infanta, conociendo en aquel príncipe su natural belicoso y ambicioso de reinos, que andaba con él como dicen los filósofos, con el removens, prohibens, removiendo lo que le podía dañar y condescendiendo con todo lo que a la conservación y defensa de sus estados más conviniese».51 Años antes, Antonio de Herrera se había quejado del poco o ningún apoyo que Carlo Emanuele prestó al condestable, afeando el «poco calor que el duque de Saboya dio al ejército católico, como se ha apuntado, unas veces embarazando la gente que iba para él y otras veces valiéndose del dinero, y que don Pedro de Padilla, que quedó en el gobierno de Milán durante la ausencia del condestable, no le proveyese como convenía; y sintió mucho que mostrase que nada había de depender de él, no le acudiendo a tiempo con ninguna provisión».52 49

A ese respecto se lee en la Relazione del successo della prisa della terra di Bricheras (f. 30r): «Allí 23 ogni cosa era pronta per cominciar a far una batteria». 50 La duquesa Catalina, en carta del 24 de septiembre de 1594, mostraba esa preocupación por las noticias de un posible ataque de François de Bonne sobre Susa. Cfr. Lettere, p. 148. 51 López de Mendizorroz, Observaciones, p. 46. 52 Herrera, Tercera parte de la historia general del mundo, p. 503.

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Durante esos días vinieron a añadirse nuevos problemas. Los católicos del Delfinado reclamaban al duque una ayuda militar que España no estaba dispuesta a conceder. El cardenal Sega, legado pontifico para Francia, se acercaba a Turín y había adelantado su voluntad de ver al duque, aun a sabiendas de que andaba envuelto en una guerra.53 El plan trazado no pudo llevarse a cabo, pues las baterías solo consiguieron abrir brecha en los muros la tarde del 30. Ese mismo día, el cardenal se presentó en el campamento acompañado de Carlo Broglia, arzobispo de Turín, y Marcello Acquaviva, arzobispo de Otranto, para tratar con el duque sobre la absolución del rey de Francia por parte del pontífice y la conveniencia de una paz con Francia. Antes de volver a Turín, el nuncio apostólico impartió la bendición general al ejército católico, ya dispuesto para el ataque. En el último momento, el duque dirigió una arenga a sus soldados en la que les exhortaba a luchar por la fe católica contra los hugonotes que querían ocupar tierras cristianas. En la convicción de que era el momento adecuado para atacar, el 1 de octubre, hacia las once de la noche, sonó por tres veces una trompeta como señal acordada para el asalto.54 Un ala, al mando del coronel Pietro Ponte con tropa de piamonteses y borgoñones, inició la acometida al muro, mientras los españoles, bajo la dirección de don Gabriel Manrique, duque de Nocera e hijo del duque de Nájera, afrontaron el paso por la brecha abierta con la artillería. La obstinada defensa de los mosqueteros franceses no fue suficiente para detener el embate, sobre todo cuando don Sancho de Salinas, viendo desguarnecido su flanco, desmontó con sus coraceros y abrió un nuevo frente para los defensores, que se vieron obligados a abandonar el primer muro y a refugiarse en torno a la ciudadela.55 En los momentos finales del asedio, la infanta Catalina envió al pintor de la corte, el flamenco Jan Kraek, que había italianizado su nombre como Giovanni 53

La intención inicial era asaltar la ciudad el 29 de septiembre, festividad de San Miguel, según se sigue del epistolario de Catalina de Austria (Lettere, p. 153). Sobre ese patronazgo militar de San Miguel en Saboya, véase Cozzo (2015: 87-88). 54 En la Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras, f. 4v se especifica la hora del ataque: «E dato li segni con le trombe tra le 22 e le 23 ore, si aremese per la breccia». A su vez, consta en la Ricuperazione di Bricherasio, f. 2v: «Dette queste parole e dato al medesimo punto il segno, i soldati corsero con prontezza e con bravura indicibile alla breccia, e traversando le fosse, e superando le rovine della batteria, e sprezzando il suono dei cannoni e la tempestatà le mosschetatte». 55 La Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras (f. 5r) hace un elogio expreso de la participación de los españoles en el ataque: «Sopra tutti gli spagnuoli n’hebbero l’onore e il maestro di campo quel giorno monstrò gran valore esperienza tanto nel star nel posto dove stava a dargli ordine ripartire la soa gente, ed de i capitani spagnoli si portorono molto bene Don Bernardo de Meneses e Cortasso».

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Caracca, para que dejara testimonio visual del asedio. El resultado fue el Vero dissegno della fortezza, assedio et ispugnatione di Bricherasio fatta dal serenissimo e Invittissimo D. Carlo Emanuele, duca di Savoia, principe di Piamonte, etc., col felicissimo essercito di Sua Maestà Cattolica seguita il presente anno 1594, cioè la Terra perassalto il primo d’ottobre e la cittadella per compositionce alli 23 di detto mese a vista del campo nemico e dopo 37 di d’assedio, que Giacomo de Fornaseri grabó y estampó en Turín ese mismo año [fig. 3]. Como en su momento explicó Luigi Cesare Bollea, el dibujo de Kraek presenta de manera simultánea la toma del terreno que rodeaba la fortaleza el 1 de octubre de 1594 y el asalto a la misma en los días posteriores.56

Figura 3. Jan Kraek, Vero dissegno della fortezza, assedio et ispugnatione di Bricherasio, 1594.

El combate había durado más de dos horas, y al final del mismo, la villa de Bricherasio y el terreno circundante estaban en poder de los aliados. Así lo relataba Antonio de Herrera cuatro años después: Por la una batería arremetieron los alemanes que habían servido al sueldo del rey católico en el Lenguadoque, gente plática y de servicio; por la otra, que estaba muy 56

Cfr. Bollea (1906: 345). Sobre Kraek, véase Astrua, Bava y Spantigati (2005); para este grabado, en concreto, Balbo y Giaimo (1988).

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alta y dificultosa, arremetieron cinco compañías de españoles del tercio de don Pedro Manrique, que eran de los capitanes don Gabriel Manrique, don Diego de Córdoba, Becerra, Pedro Ramírez y don Íñigo de Borja, y, porque estaba ausente, el alférez don Juan Rodríguez de Salamanca. Defendiéronse los de dentro casi una hora, pero al cabo, por el valor de los ofensores, fueron entrados, aunque no se acabó de ganar la villa, porque los franceses se sustentaron algunos días en una retirada que tenían hecha antes del castillo, teniéndole a las espaldas, de donde también fueron echados con la fuerza. En el asalto de la villa quedó herido don Gabriel Manrique de un esmerilazo en las tripas, de que murió aquella noche; don Diego de Córdoba de un arcabuzazo en un brazo y otro en una pierna; Pedro Ramírez de un arcabuzazo en la mano derecha. También se señalaron el maestre de campo don Bernardino de Meneses, el coronel Ponte, Fabio Escalengo, el capitán Cortacio, Alfonso de Rho y otros. Mientras se daba el asalto, don Sancho de Salinas, con la gente de a caballo del duque, arrimó las escalas y, aunque tuvo resistencia, entró, conque, divirtiendo a los franceses, fue de provecho a los que peleaban en las baterías.57

Entre las bajas señaladas, además del duque de Nocera, se contaron Alfonso da Rhò y Gerolamo Barbò, capitanes milaneses, Emanuele Costa, conde de Arignano, y monseñor de Anselmo, paje de cámara del duque.58 En carta de 2 de octubre la duquesa lamentaba su muerte y se congratulaba del valeroso comportamiento del hermanastro del duque, Filippo de Savoya: «Me ha pesado de la muerte de Anselmo y no ha sido poco no haya habido más de los que me escribes pues duró tanto el asalto; de don Felipe me güelgo haya mostrado tiene animo y cierto habíades de hacer tener más cuenta con él».59 Al día siguiente daba noticia sobre la llegada del cadáver de don Gabriel Manrique: «Don Manuel ha venido con el cuerpo de don Gabriel y se le hará el entierro como mandas».60 El duque, por su parte, aprovechó la llegada del embajador español José Vázquez de Acuña para reclamar los refuerzos que el gobernador de Milán había prometido. Desde un punto de vista meramente táctico, los aliados tomaron posiciones dentro de la villa y dispusieron de nuevo la artillería para el asedio de la ciudadela. Ante tal avalancha, los franceses se vieron obligados a recluirse en la fortaleza el día 4 de octubre, dando muerte a sus caballos y destruyendo las posiciones. Al día siguiente, el fuego saboyano hizo estallar el polvorín, cuya

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Herrera, Historia de los sucesos de Francia, f. 337v. En su Diurno di Bricheras, el duque hizo anotar expresamente los nombres de los que se habían señalado en la jornada. Cfr. Bollea (1905: 24 y 1907: 368). Un similar parte de bajas y heridos consta en la Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras (f. 5r). 59 Catalina de Austria, Lettere, p. 162. 60 Catalina de Austria, Lettere, p. 166. 58

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explosión afectó a la estructura del castillo.61 Al mismo tiempo, Carlo Emanuele mantenía una parte de los suyos atenta ante cualquier incursión de Lesdiguières en el Piamonte. Entre el 6 y el 12 de octubre, se preparó el asalto definitivo a la fortaleza con la excavación de trincheras y de una mina en la roca sobre la que estaba construida, aunque con la dificultad permanente de la lluvia.62 En carta del día 10, el duque se lamentaba con su mujer: «Si no fuera por esta agua, estaríamos en el foso, que estando allí, se puede desir que somo dentro».63 Las cosas parecían mejorar, según se deduce de una carta escrita por la infanta Catalina dos días después: «De la mina y trincheras me güelgo infinito vayan bien y ya deseo saber cuando piensas se podrá acabar, pues he visto los avisos de Ponte y de todas las partes de la gente que Ladiguiera va juntando» [fig. 4].64 Según las crónicas del asedio, el propio Carlo Emanuele participó personalmente en las tareas para animar a los suyos e intervino en el rechazo contra una salida que, a la desesperada, hicieron los franceses la noche del 8 de octubre. Pero no eran los únicos problemas: los suministros escaseaban, los españoles se mostraban indisciplinados y los suizos amenazaban con amotinarse por la falta de pagas. Un episodio más alteró el campamento. El día 14, cuando el duque y Vázquez de Acuña visitaban las trincheras, un mosquetero francés les disparó, alcanzando al embajador español, que salvó milagrosamente la vida, pues el proyectil impactó sobre los botones de su capote. Doña Catalina se hacía eco del suceso en una carta del día 17, en que instaba a su marido a evitar peligros innecesarios: «Mi alma, por amor de Dios tenga a menudo de tus nuevas, pues sabes el cuidado en que estoy y mires por ti, pues sé cuán poco lo haces. Si bien te disculpas que el mosquetazo de don Jusepe fue lejos, por amor de Dios que, ya que no lo hagas por mí, sea por lo que va a todos, pues veo de mí no se te debe dar nada y, si me deseas ver, yo mucho más y estar ahí sirviéndote, que te prometo no me viniera como don Jusepe, que no lo puedo zufrir, siendo en esta ocasión que se piensa pelear».65 61 Así se lee en la Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras (f. 6r): «Alli 5 la mattina da un tiro dei nostri fu dato nella stanza dove avevano la maggior parte della luoro munitione e con esso si messe il fuoco in modo che si vede un gran vampo di fiamma; nel medesimo istante si vide ruinare quella parte di detto castello». 62 Así consta en la Relazione del successo della prisa della terra di Bricheras (f. 34v): «Allí 6 si principiò la mina». La Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras (f. 6r) termina con construcción de la mina, «che fa sperare fra pochi giorni la totale spugnazione, se ben il nemico ingrossandosi pensa tuttavia di soccorrergli, il che Dio non ci permetterà». 63 Bollea (1906: 43). 64 Catalina de Austria, Lettere, p. 181. 65 Catalina de Austria, Lettere, p. 189. Ya el día 19, tras la llegada de Acuña a Turín, la infanta escribía a su marido no sin sorna: «Don Jusepe dice tiene malo el pecho, como que le empieza

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Figura 4. La fortaleza de Bricherasio. Jan Kraek, Vero dissegno della fortezza, 1594. Detalle.

Durante esos días el duque de Lesdiguières había llegado al valle de Pellice con un ejército de unos dos mil hombres,66 circunstancia que aprovechó Scipione di Villeneuve, castellano de Bricherasio, para entablar una negociación con sus sitiadores, solicitando que se le permitiera reunirse con él. El duque de Saboya descartó tal posibilidad, al tiempo que Bonne d’Auriac contactaba con el conde Martinengo sondeando la entrega de la plaza a cambio de un rescate. Quedaba claro que ni siquiera la presencia de François de Bonne iba a cambiar nada, dada la superioridad de las fuerzas católicas y la táctica sabiamente planteada por Carlo Emanuele I. De hecho, Lesdiguières terminó por renunciar a cualquier intervención en socorro de los asediados, retirándose hacia Bibiana el 21 de octubre. Al respecto, el duque de Saboya le comentaba a su mujer por carta que no entendía «come la Dighiera avesse fatto questa vergognosa ritirata».67 En respuesta del mismo 21, Catalina se hacía eco de ese repliegue y de la claudicación de los hugonotes de Bricherasio: «Aquí se dice que parlamentan los de dentro; deseo saber si es algo de bueno que temo no entretengan. Aunque deben de estar muy apretados, más los querría ver a ellos y todos los que son con Ladiguiera y aquellos traidores de provenzales».68 asma, pienso lo hace por echarlo al mosquetazo y también por excusa de no ir ahí» (Lettere, p. 192). 66 En la Ricuperazione di Bricherasio (f. 3r) así se precisa: « A dicianove di ottobre il Bona venne con cinque mila fanti e mille cinquecento cavalli sino a Bubiana, lunghi un sol miglio da Bricherasio». 67 Bollea (1906: 65). 68 Catalina de Austria, Lettere, p. 195.

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En efecto, ese mismo día 21 se iniciaron las negociaciones para la rendición, viéndose el señor de Espinouse incapaz de retener la plaza sin auxilio alguno, con su guarnición mermada y ante las brechas abiertas en sus defensas por la artillería. A pesar de los tratos, los soldados españoles, parece que a instancia propia, lanzaron un nuevo ataque el día 22, sin que lograran entrar en la ciudadela. Se trata del lance del sargento Juan de Frías, que se refiere al final de la Relación de Sánchez y en el canto V de El valeroso Zaide. El 23 de octubre, finalmente, se aceptó la capitulación, gracias a las muy favorables condiciones que ofreció el duque de Saboya, según las cuales dejaría salir a los franceses armados y a caballo, con sus insignias desplegadas, las mechas de los mosquetes encendidas y a ritmo de los tambores. Se comprometía además a facilitar el traslado de los heridos, a dejarles paso franco hasta Bobbio y al pago de la artillería que quedaba en la fortaleza. Como garantía, se intercambiaron rehenes, y el documento se firmó «au camp devant Briqueras le XXIII octobre 1594».69 En el Diurno del duque, se anotó: «Quella mattina se gli diede per oslaggio il signor conte di Luserna, il signor Mario Scalenghe, collonello, et due capitani spagnuoli, che furono condotti a Bobio et s’incaminò quella mattina parte del bagaggio del nemico et suoi feriti ed amalati. Sua Altezza prese l’hostaggi da loro, che furono il baron di Berichemand et 5 altri capitani».70 El 24 de octubre de 1594, tras más de un mes de asedio, las tropas francesas abandonaron la fortaleza, que fue de inmediato ocupada por un cuerpo de españoles al mando de Pietro Ponte. Así lo refería Herrera y Tordesillas: Los del castillo de Briquerasco, viéndose sin la esperanza de socorro, trataron de conciertos y salieron 550 arcabuceros y 200 entre heridos y enfermos y 15 caballos, porque habían muerto más de 200 para sustentarse, y confesaron que en las facciones pasadas habían perdido más de 400 buenos soldados. Puesto presidio en Briquerasco, fue don Pedro de Padilla con el ejército a Bobiada y pasó el río. Quísose ir por la puente de Mirandol en busca del Digueres, pero, porque no osó esperar, fácilmente se cobró el fuerte de San Benedetto. Y con esto, después de tres años que Briquerasco estaba ocupada de franceses, volvió a poder del duque de Saboya.71

En represalia, Lesdiguières tomó el fuerte de San Benedetto el día 25. Fue para nada, porque hubo de abandonarlo ante el acoso de los católicos. El 27 la duquesa escribía a su marido: «Ladiguiera ha ido a sidiar San Benedete, que, aunque no 69

Para el texto completo de las capitulaciones, véase Bollea (1907: 392). Bollea (1905: 40). En la Ricuperazione di Bricherasio (f. 3v) se indica el contingente francés que abandonó la plaza: «Uscirono cinquecento cinquanta archibugieri con pochissimi cavalli, perché ne avevano ucciso preso a ducento per vivere». 71 Herrera, Historia de los sucesos de Francia, f. 338r. 70

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vale nada, todavía por estorbo seria harto si le tomase, mas yo espero en Dios que no lo hará y que no podrá llevar la artillería gruesa».72 El Diurno di quello si fara per l’impresa di Bricheras se cerraba con unas breve y lacónica anotación: «S’hebbe avviso che la Dighiera haveva dato indietro […]. Sua Altezza parte alle 3 hore da Pinerolo per Turino».73 A su vez, la infanta Catalina recordaba al duque: «No sé si os acordáis de escrebir a España, que me parece seria necesario. Dios te me guarde, mis ojos, mucho más que a mí y te me dé vitoria. De Turín a 27 de otubre 1594».74 Los ecos del triunfo llegaron no solo a El Escorial, sino a todas las cortes europeas y especialmente a Roma y a París, que veía debilitarse sus intereses en Italia. 3. DE CARNE Y DE PAPEL Tanto la Relación de la empresa de Briquerás de Diego Sánchez como El valeroso Zaide de fray Francisco de Hermosilla exhiben un hondo apego a la realidad histórica que no acaba en el relato puntual del suceso, sino que alcanzó a aquellos que de un modo u otro lo protagonizaron. Se trataba, en último término, de dejar memoria de sus nombres y del papel que tuvieron en el lance: Y pues el galardón de la victoria es fama para siglos sin medida, quien es tan digno de tan digna gloria y quien también la tiene merecida es justicia muy grande que memoria perpetua tenga por eterna vida (Relación, 17-22).75

A veces todo se limita a la mención de un combatiente; otras figuras reaparecen en varias ocasiones o reciben un especial tratamiento en función de su relevancia. Y es que por las octavas de ambos poemas pasan reyes, grandes nobles, militares de alto rango, oficiales y aun soldados, eso sí, con un referente real al que remite la representación poética. Hermosilla recuperó en 1596 a casi todos los personajes de los que Sánchez había hecho relación en 1595 y añadió bastantes más, aprovechando la mayor extensión de su texto. También les dio un distinto tratamiento, ya fuera por su

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Catalina de Austria, Lettere, p. 198. Bollea (1905: 45-46). 74 Catalina de Austria, Lettere, p. 199. 75 Las citas de la Relación de la empresa de Briquerás remiten al número de verso en esta edición, mientras que las de El valeroso Zaide lo hacen al canto correspondiente y a los versos. 73

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particular concepción de la épica, ya por una diversa perspectiva política. La divergencia entre los dos escritores comienza por la elección de destinatario para sus respectivos poemas. El alférez Sánchez presentó su Relación a Catalina Micaela de Austria, en cuya persona se sumaban la condición de infanta de España y duquesa de Saboya. En su persona, pues, convergían las dos principales naciones implicadas en el ataque a Bricherasio y sus particulares intereses políticos. El propio alférez se presenta como soldado español al servicio del duque: «Habiendo el serenísimo duque Carlo Emanuel, entre otras heroicas empresas, hecho la de Briquerás, con el deseo de serville que todo el mundo tiene y en particular la nación española, yo, como uno de ellos y que del nombre de sus soldados puedo y tengo de honrarme…» (Relación, dedicatoria). Catalina, segunda hija del rey Felipe y de Isabel de Valois, había nacido en 1567, y en marzo de 1585, con apenas diecisiete años, casó con Carlo Emanuele I, que tenía cinco años más. Fue una mujer inteligente y culta, educada para el gobierno y dotada un perspicaz conocimiento de la política europea. El retrato que Alonso Sánchez Coello hizo de ella en 1584, un año antes de su boda, da muestra al menos de su hermosura y de una moda en el vestir que terminó trasladando a la corte piamontesa [fig. 5]. Aun cuando el suyo fuese un matrimonio trazado al amparo de la alta diplomacia internacional, Catalina resultó ser un apoyo decisivo para su marido, como se sigue del amplísimo epistolario que intercambiaron. Su posición le permitió actuar a favor de Saboya ante su padre, defendiendo la autonomía del ducado, al tiempo que ejercía como cauce de trasmisión entre ambos estados. Murió inesperadamente en 1597 durante un parto sobrevenido a causa de la falsa noticia de que su marido había muerto. Su desaparición debilitó los vínculos entre Saboya y España.76 Consciente de ese papel intermediario y de la trascendencia política de su figura, Diego Sánchez le dirigió su poema, manteniendo él mismo un fino contrapeso entre el encomio encendido hacia el duque como figura heroica y el papel determinante que atribuyó a los españoles en la jornada. Acaso por ello sus últimos versos se resuelven en un gesto de cortesía, según el cual, más allá de cualquier hazaña épica, el mérito principal de Carlo Emanuele sería el de estar casado con la infanta de España: Mas tente, pluma, que te canso en vano. Concluye que es quien goza a Catalina y que en el mundo fue tan escogido que otro como él se busca, y no lo ha habido (Relación, 1077-1080).

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Cfr. Merlín (2008 y 2008b) y Raviola (2008: 1737-1738).

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Figura 5. La infanta Catalina Micaela. Alonso Sánchez Coello, 1584.

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Fray Francisco de Hermosilla, alejado de la corte saboyana, ni siquiera mencionó a la infanta en El valeroso Zaide y eligió como dedicatario a un joven militar español que ejercía entonces como comisario general de la caballería en el Milanesado. Don Juan de Mendoza y Velasco, hijo de Antonio Gómez Manrique, conde de Castro, debía contar entonces con veintipocos años y, aunque venía respaldado por la experiencia de haber luchado en Flandes y haber sido prisionero del enemigo en 1591, gran parte de su promoción se debió al hecho de ser sobrino carnal del duque de Frías, gobernador de Milán. No obstante, su verdadero ascenso cortesano comenzó con el reinado de Felipe III, que en 1599 lo nombró gentilhombre de cámara, enviándolo al año siguiente a Italia para negociar las cuestiones del marquesado de Saluzzo antes de que se firmara la paz de Lyon. Con altibajos, debidos a sus dudosas capacidades, don Juan ocupó sucesivamente la capitanía general de la caballería de España en 1603 y un año después el mando de los ejércitos de Portugal. Fue entonces cuando Mateo Alemán le dirigió la segunda parte de su Guzmán de Alfarache. En 1605 entró en el consejo de Estado y tomó luego parte en la expulsión de los moriscos. Entre 1612 y 1615, y ya como marqués de la Hinojosa, ocupó el gobierno de Milán y hubo de enfrentarse con su amigo Carlo Emanuele de Saboya, que pretendió apoderarse del ducado de Monferrato contra los intereses de España. Tras haber sido virrey de Navarra, llegó a presidir en 1626 el Consejo de Indias hasta su muerte en 1628.77 Sus servicios en las guerras contra Francia a finales del siglo xvi los resumió Gil González Dávila: El segundo capitán fue don Juan de Mendoza, marqués de San Germán, que militó en Nápoles con título de capitán y en Flandes en el tratado de Bergas y Subsón, donde fue preso del enemigo, y le costó su rescate siete mil ducados en el año de 1591. Fue capitán de caballos en el estado de Milán, del consejo de Guerra, capitán de cien lanzas, gobernó la caballería ligera. Fue cabo de la infantería española e italiana que sirvió en el Piamonte, con que dio seguridad a los estados del duque de Saboya, fatigados de franceses; y comisario general de la caballería ligera que militó en el Piamonte en el año 94; y en el mismo estado fue cabo y gobernador de la gente que el rey tenía en Saboya. Sitió y ganó el fuerte de la Carbonera, ocupado de franceses. Enviaba el rey de Francia cuatro mil de ellos a favor de su gente, y por general a monsieur de Cliqui. Tuvo aviso de la venida, y mandó que prosiguiese la batería, como si el castillo no se hubiera ganado, para dar más esfuerzo a que llegase el socorro. Llegó y degolló el marqués los cuatro mil franceses, y prendió a su general y a treinta y seis capitanes. Recuperó la ciudad de San Juan y Valle de Moriana en el año de 1603.78

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Cfr. Williams (s. a.: s. p.). González Dávila, Monarquía de España, III, p. 148.

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La presencia de don Juan de Mendoza en la Relación de Diego Sánchez se limita a unos versos más bien convencionales: «en los peligros nunca fue el postrero, / al cual sin conocerle muchos le aman, / más veloz que una onza y más ligero / que los vientos que al mundo se derraman, / administrando andaba muy cosario / oficio general de comisario» (Relación, 731-736). Hermosilla, sin embargo, le dedicó un soneto y unos tercetos preliminares, y lo mantuvo como interlocutor a lo largo de casi todo el poema. En las muchas ocasiones en las que trata de él todo converge en hipérboles y adulación. Pide a las ninfas y a la mismísima Calíope, como musa épica, que publiquen sus glorias (Zaide I, 125-128); lo presenta como dominador de la Fortuna: «tu espíritu gallardo, generoso, / a quien la varia diosa nunca aflige» (Zaide I, 180-181); encarece el acierto del duque de Frías al nombrarlo capitán de lanzas (Zaide II, 121-128 y 313-320); y, ya en la batalla, destaca su arrojo y su valor: «a do se halló el primero el de Mendoza, / porque en esto su espíritu se goza» (Zaide VI, 455-456). Los vínculos personales de cada uno de los dos escritores, asentado uno en Turín y otro en Milán, condicionaron la orientación de sus escritos y, desde luego, la elección de dos dedicatorios bien distintos. En el caso de Sánchez, nos encontramos ante una figura de claro perfil político, en la que destaca su ligazón con el ducado de Saboya. Fray Francisco, desde el entorno milanés, se inclinó por un joven noble, señalado por sus vínculos familiares con Juan Fernández de Velasco. Esas diferencias se aprecian también en el dibujo que ambos poetas trazan de los distintos personajes. Así sucede con los cuatros actores principales del conflicto: Felipe II y Enrique IV de Francia por un lado y Carlo Emanuele I y François de Bonne, duque de Lesdiguières, por otro. En la Relación de la empresa de Briquerás la presencia de los monarcas resulta secundaria. Felipe II se limita a respaldar las acciones de su yerno: «Y el gran Filipo, viendo la insolencia, / de socorrer acuerda el hijo amado» (Relación, 97-98). Lo mismo hace Enrique IV con Lesdiguières, aunque Sánchez ideó un mecanismo verbal para degradar su figura, refiriéndose a él como «Vandoma», esto es, duque de Vendôme (Relación, 49). De este modo evitaba reconocerlo como rey de Francia, pues, aunque hubiese abjurado de la fe protestante en 1589, seguía bajo excomunión pontificia. Hermosilla se apropió del apelativo Vandoma, pero le otorgó un mayor protagonismo poema, pues Dios mismo le insta a la conversión en el canto I: Esto solo bastaba, rey tirano, para que te apartases del intento que muestras fiero, bravo e inhumano contra tu Criador y firmamento. «Bien sabes —dice Dios, rey soberano, (y no puede faltar su mandamiento)—,

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será el reino diviso, en sí asolado, y tú, por ser la causa, condenado» (Zaide I, 49-56).

Estamos, pues, ante la presentación de un conflicto de raíz religiosa, en el que fray Francisco mantuvo el discurso de la Corona española. No se olvide que el 16 de enero de 1595, un año antes de que se concluyera El valeroso Zaide, Enrique IV había declarado oficialmente la guerra a Felipe II y que este respondió el 17 de marzo con otra declaración de guerra en la que se presentaba como aliado de Francia y defensor de la religión católica contra la herejía y contra un rey ilegítimo [fig. 6]. A lo largo de ese texto ni siquiera identifica al enemigo como rey, sino tan solo como príncipe de Bearn. La declaración concluye inequívocamente: «Nous ne cerchons autre chose que la gloire de Dieu, la manutention de la Religion Catholique, Apostolique et Romaine, le repos de la Saincte Eglise et la paix de tous gens de bien».79 Sobre esa base, el fraile presenta al monarca español como «césar poderoso» o «aquel que a Italia rige» (Zaide I, 101 y 107), pero subrayando su condición de «cristianísimo rey» y «siervo del Señor» que «echa el resto / por el divino hijo de María» (Zaide II, título y 33-36). Hermosilla añadió un elemento más a su caracterización de Felipe II, y lo presentó como «sabio rey anciano» (Zaide II, 65). Para 1596, el monarca tenía sesenta y ocho años y le quedaban dos para morir, desde hacía algún tiempo era esa la imagen que, desde la corte, se quiso trasladar de su persona. A ello responde la iconografía de retratos como los de Alonso Sánchez Coello o el que Juan Pantoja de la Cruz hizo de él en 1590, de luto tras la muerte de Isabel de Valois, con la cabeza cana, pero en pie y con una mano en la empuñadura de la espada, aludiendo a su condición de defensor del reino y de la fe [fig. 7].80 Un último rasgo de esa representación literaria es el de padre político de Carlo Emanuele I, que reiteraron tanto Sánchez: «El gran Filipo, viendo la insolencia, / de socorrer acuerda el hijo amado» (Relación, 9798) como Hermosilla: «El monarca poderoso / le pide, como a hijo regalado» (Zaide II, 73-74). Carlo Emanuele I, duque de Saboya, hijo de Emanuele Filiberto de Saboya y de Margarita de Valois, había nacido en 1562. Fue un hombre culto, con veleidades poéticas, que supo rodearse de una corte de gentes letradas, por la que pasaron Torquato Tasso, Giovanni Botero o Giambattista Marino.

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Declaration de guerre faite par Philippe II (1728: 516). Véase asimismo Lauer (2019: 615-

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Cfr. Ruiz Gómez (2004: 102-103).

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Figura 6. Enrique IV de Francia. Hendrick Goltzius, siglo xvi.

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Figura 7. Felipe II. Juan Pantoja de la Cruz, 1590.

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Pero también fue un político hábil y un decidido militar. Todo coincide en la figura un tanto atildada que Jan Kraek pintó hacia 1590 [fig. 8]. No es de extrañar que Giovanni Botero le dedicara en 1583 su tratado De regia sapientia, sobre las virtudes precisas al monarca.81 De hecho, buena parte de sus movimientos diplomáticos y militares estuvieron encauzados a consolidar la posición de Saboya en la política europea y a lograr para sí una corona real. Su papel en estas guerras y en la toma de Bricherasio fue sin duda decisivo, y por eso el alférez Sánchez lo presentó como el héroe principal: En alabanzas suyas bien quisiera, por consumir mi tiempo bien logrado, escribir sin parar la vida entera, al valor de su alteza aficionado. Y aunque fuera muy larga, corta fuera, y el plazo fuera corto y muy delgado, porque no hubo ni hay ni habrá otro Marte que le igualase en la quincena parte (Relación, 25-32).

En la Relación se destaca su conocimiento táctico, su firmeza, su valor personal, la cercanía y generosidad con sus soldados o su presencia en las trincheras entre la lluvia y el lodo: Su alteza, a todas partes acudiendo con un paso notable y invisible, ora abajo, ya arriba va subiendo con un divino espíritu invencible; y al alboroto y voz que va viniendo del «¡Arma, arma!» y ruido tan terrible, aunque llueva más agua que el mar tiene, es quien primero acude donde viene. ¿Quién es quien por tal príncipe la vida mil veces no la ofrece y la aventura?, que es pérdida, aunque grande, bien perdida, porque vive en gloriosa sepultura (Relación, 745-756).82 81

Cfr. Merlin (2001 y 2004: 22). Para su imagen histórica, véanse Raulich (1896-1902), Castronovo (1977), Merlin (1991 y 1995), Rosso (1999) y Minola (2000), así como el encomio que Marino le consagró en 1609, Il ritratto del serenissimo don Carlo Emanuello, por el que el poeta recibió el título de caballero de los Santos Mauricio y Lázaro. 82 La misma imagen se reitera en otros pasajes de la Relación, como los versos 309-320, 425432, 609-616, 839-848 o 937-942.

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Figura 8. Carlo Emanuele I, duque de Saboya. Jan Kraek, ca. 1590.

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Hermosilla, por su parte, le reservó una posición secundaria, por más que se refrendara su imagen de príncipe sabio, prudente, valeroso y magnánimo con los suyos: Diré cómo en la guerra te mostrabas agora grande príncipe y potente, agora general representabas, agora capitán sabio y valiente, y cuando, señor, tanto te humillabas por animar la una y otra gente que dabas a entender ser un soldado no poderoso, no, sino privado (Zaide III, 49-56).

El aplauso tiene mucho más de retórico: «Querer loarte, príncipe, no puedo, / pues para darte el nombre que mereces / quedara corto Dante» (III, 4143).83 Sánchez además planteó un enfrentamiento directo entre el duque de Saboya y Lesdiguières, que culmina en un fallido desafío personal,84 mientras que ese antagonismo se diluye en favor de los españoles en El valeroso Zaide. François de Bonne, conocido como Ladiguera por españoles e italianos, fue una señalada figura militar en la Francia protestante. Como Hermosilla recuerda, abandonó los estudios de derecho para pasar a la milicia, «haciéndose coraza y caballero / de pobretón letrado y escudero» (Zaide I, 303-304). Defendió el Delfinado de la invasión saboyana y encabezó un ataque contra el Piamonte, que culminaría con la ocupación de Bricherasio y Cavour en 1592. De esos años es el retrato anónimo que de él nos ha llegado [fig. 9]. Pero, a partir de ahí, desplegó una sólida carrera política que le llevaría sucesivamente a ser gobernador del Delfinado, mariscal, par del reino y ya, por último, tras su conversión al catolicismo en 1622, condestable de Francia.85 En la Relación su figura tiene una dimensión estrictamente militar. En Hermosilla adquiere mayor complejidad y prestancia. Partiendo de un marco religioso que se anuncia desde el primer canto: «reprehende a Ladiguera y le persuade a la virtud» —esto es, la religión católica—, viene a calificarlo de «hereje» y «tirano» (I, 319 y 395). Pero a la vez ensalza su condición de «capitán sagaz, astuto» (I, 81), su «grande ardid, industria y arte / en los casos más arduos de la guerra» (I, 89-90), «su saber, prudencia y arrogancia» (I, 216-219), y reconoce sus méritos militares: 83 84 85

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Véase además Zaide I, 229-231; II, 385-392; III, 57-64; VI, 377-384, 449-45 y 565-580. Cfr. Relación, 961-970 y 999-1008. Cfr. Armstrong (1895).

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Figura 9. François de Bonne, duque de Lesdiguières. Anónimo, 1597.

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Dejando lo de Dios por una parte, que cosa Ladiguera de él no tiene, en este mundo vive de tal arte que se abalanza al bien y al mal previene. En ánimo y esfuerzo es otro Marte, sabe y entiende cuanto le conviene; es de mucha experiencia y gran consejo y en todo cuanto hace sabio viejo (Zaide I, 385-392).

Es evidente que esa exaltación de las capacidades castrenses de Lesdiguières terminaba repercutiendo sobre los españoles, como sus principales contrincantes y vencedores finales. Además del ya señalado don Juan de Mendoza, en nuestros dos poemas se destacan dos figuras políticas hispanas. El primero de ellos es José Vázquez de Acuña, identificado como Jusepe de Acuña, que había sido mayordomo mayor de la infanta doña Catalina de Austria y ejercía entonces como embajador ante el duque de Saboya. A esa condición parece aludir Sánchez cuando afirmaba en su elogio: «Rinda Palas también la competencia, / también Mercurio, de divina ciencia» (Relación, 783-784). El fraile, sin embargo, lo distingue con un epíteto más bien dudoso: «del duque de Saboya fiel amigo» (Zaide IV, 80), subrayando sutilmente su afinidad no tanto con España, sino con el aliado. Sabemos que Acuña se quejó repetidamente ante el monarca por el nepotismo que el gobernador de Milán ejerció a favor de varios familiares y allegados, como su hijo y heredero, el conde de Haro, don Juan de Mendoza, don Bernardino de Mendoza o don Rodrigo de Vivero. Al tiempo, el embajador reclamaba para sí la capitanía de la caballería ligera de Milán y, más tarde, el cargo de castellano de la ciudad, al que finalmente accedería en 1596.86 La posición de Hermosilla al lado del condestable parece inequívoca. Si Juan Fernández de Velasco y Tovar, condestable de Castilla, duque de Frías y gobernador del Milanesado, ni siquiera mereció una mención del alférez Sánchez, Francisco de Hermosilla le otorgó un destacado papel en los cantos I y II de su poema, haciendo un extenso y repetido elogio de sus virtudes militares y políticas: El ánimo de un Héctor belicoso, el celo de ensalzar la fe cristiana, la prompta voluntad y el fervoroso deseo con la ayuda soberana 86

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Cfr. Magdaleno (1961: 190, 192, 195 y 201).

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que de servir al césar poderoso, mostró con diligencia sobrehumana el grande condestable de Castilla, cante de las hermanas la cuadrilla (Zaide I, 97-104).

El fraile relata cómo el rey le había asignado inicialmente el mando del ejército que había de dirigirse contra Bricherasio y Cavour, detalla los desvelos del condestable en servir al monarca y su desengaño final cuando el consejo de la Guerra le retiró de la empresa, nombrando como jefe del contingente español a don Pedro de Padilla y reservando el generalato del ejército aliado al duque de Saboya, del que Hermosilla escribe: «Y dícese que luego de secreto / pidió con eficacia al rey la impresa» (Zaide II, 81-82). Su figura desaparece mediado el canto II, cuando el poeta remite a la segunda y la tercera parte, pendientes de escribir, para saber de las hazañas del condestable: «Cantar en esto Palas no me mande / hasta que a Monsení vaya pisando. / El tiempo la ocasión pondrá en las manos / para cantar sus hechos soberanos» (Zaide II, 277-280). Y así fue, porque el monarca le encargó casi de inmediato el mando de un ejército con el que entraría en Borgoña a comienzos del año siguiente, en una campaña que habría de ser el objeto de la continuación de El valeroso Zaide. Resulta además significativo que don Juan Fernández de Velasco fuera un hombre inclinado desde su juventud a las letras [fig. 10], propietario de una riquísima biblioteca, escritor él mismo y amigo personal —ya lo veremos— del padre del alférez Diego Sánchez.87 A partir de ahí, tanto Sánchez como Hermosilla dieron cuenta de los más altos mandos militares, tanto españoles como milaneses y saboyanos, de manera más matizada el primero y claramente inclinada hacia España el segundo. De don Pedro de Padilla, como general de la empresa, ambos vienen a subrayar su edad avanzada y su mala salud, en contraste con su disposición para la guerra, coincidiendo con lo referido en las crónicas del asedio: «aunque impedido, valerosamente / mostró aquí su valor y gran sapiencia» (Relación, 189-190). El amor de don Pedro Manrique por sus subordinados es comparado con un conocido emblema de la caridad: «cual tierno pelícano amoroso / sacarse el corazón solo faltaba, / indicio del amor de sus soldados (Relación, 181-183). Junto a ellos, se señala a don Alonso de Idiáquez como general de la caballería española, a don Rodrigo de Sande, marqués de la Piovera, don Pedro de Guzmán, veedor general del ejército español, o a don Gabriel Manrique, duque de Nocera, que murió en el primer asalto. De entre los italianos, ambos escritores destacaron a

87

Sobre don Juan Fernández de Velasco, véase Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 19-58).

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Bernabò Barbò, comandante de los milaneses, Francesco Martinengo, conde de Malpaga y lugarteniente del duque, los hermanastros de este, Filippo y Amedeo de Saboya, don Gonzalo y don Sancho de Salinas, que estaban al cabeza de su caballería, al conde de Arignano y al joven Anselmo di Frangiar, paje del duque, que murieron en la empresa, o a los coroneles Pietro Ponte y Ambrogio Bindi, al mando uno de los infantes piamonteses y el otro, de las fuerzas borgoñonas. Hasta Scipion de Villeneuve, señor de Espinouse, defensor hugonote de la plaza, tiene su sitio y reconocimiento, por más que en la Relación de la empresa de Briquerás se le caracterice como demasiado hablador. Pero no hay que olvidar que Diego Sánchez fue un simple alférez y fray Francisco de Hermosilla, un clérigo, sin más, capellán de una compañía de soldados. Quiere ello decir que, aun cuando sintieran el compromiso de enaltecer a la nobleza y a los grandes oficiales, su entorno inmediato era el de los mandos intermedios, capitanes, sargentos y alféreces, junto a algunos soldados señalados. Sánchez registró una amplia nómina de todos ellos, que Hermosilla vino a multiplicar. A veces el nombre aparece acompañado de un lance, un rasgo o una circunstancia que singulariza al individuo, aunque en otras la referencia queda en una simple mención. Del capitán Gaspar Ruiz de Cortázar se recuerda su decisiva intervención para afrontar el asalto del 1 de octubre (Relación, 384-388); Antonio de Becerra es comparado con un toro (Zaide III, 305-310); al también capitán Pedro Ramírez se le pinta subido en la muralla enemiga (Zaide III, 273-284); Diego de Córdoba comparece aguerrido, aunque subido de peso: «el ser fornido no le da embarazo» (Relación, 578); y siguen Bernardino de Meneses, Alonso de Narváez, el saguntino Pedro Guillén, Alonso Jaramillo, Alonso Pimentel, Hernando de Aledo o Hernán González de Sepúlveda, además de Blas de Rosellón, Felipe de Aledo y Gaspar de Aledo, Pedro de Muñesa y Francisco de Muñesa, Alonso de Figueroa, Diego Gómez de Mendoza, Andrés de Castañeda, Ramiro de Guzmán, Antonio de Paz, Felipe Guzmán, Jerónimo Sirviente, Juan de Soto, Pedro Camacho, Alonso Cano, Juan de Peña, Pedro de Bayón, Francisco Molina, Pedro de Vera o el sargento Alonso de Almagro, que compuso un soneto para los preliminares de El valeroso Zaide. Hermosilla llegó a atribuir la salvación del alférez Francisco Íñiguez a la mismísima diosa Venus, que habría quedado prendada de su belleza.88 De algunos soldados, sin embargo, apenas se menciona el apellido —Arce, Pantoja, Reinoso, Vilches o Romero—, y de otros ni siquiera eso: «Murió el alférez Céspedes vengado, / Sancho de Torres y otros que he olvidado» (Relación, 599-600). Pero, como afirmó fray Francisco, todos participaron de la victoria y todos merecían un rincón en la memoria colectiva: 88

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Cfr. Zaide VI, 281-320.

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Figura 10. «Juan Fernández de Velasco, duque de Frías», en The Somerset House Conference 19 August 1604, Anónimo, 1604.

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Todos pues es, señor, muy justa cosa que gocen de victoria tan gloriosa […]. Todos en los sucesos de esta guerra —armas, trincheras, guardias que se hacían— fueron, como en ganar el fuerte y tierra, iguales, y igualmente padecían; en todos gran valor el cielo encierra; todos a los peligros se ofrecían. Y digo lo que siento en esta parte: que es el menor de todos otro Marte (Zaide IV, 301-320).

Queda claro que los dos poemas respondían a la reivindicación personal de aquellos que había participado en la campaña y a los que se debía el reconocimiento por sus servicios. De manera que esas listas de nombres tuvieron en la época, como ha explicado Mercedes Blanco, la solemnidad de un monumento que acreditaba la verdad del suceso y de sus héroes.89 Aun perteneciendo a una escala menor de la milicia, oficiales y soldados veían enaltecido su papel, adquiriendo una entidad individual al lado de los nobles y ante los ojos de los lectores. Tanto la Relación de la empresa de Briquerás como El valeroso Zaide se ajustan a ese concepto que ha formulado Miguel Martínez de una «poética de la pólvora», según el cual el cambio táctico que significaron las armas de fuego conllevó también la presencia en primer plano de soldados más humildes, que generaron a su vez una fórmula propia para la épica renacentista.90 Así sucede en ambos poemas, que reflejan un uso perfectamente asumido de la artillería y la mosquetería, en el que no cabe cuestionamiento ni reparo. Pero tampoco debemos olvidar que, junto a la reivindicación de esos militares de rango menor, los dos poetas pusieron en primer plano a las figuras nobiliarias que en cada caso consideraron determinantes para el éxito de la empresa. La razón de tal hecho pueda encontrase acaso en los vínculos que Sánchez o Hermosilla parecen mantener con dos centros de poder, como fueron Turín, en el primer caso, y Milán en el segundo. Lo que sabemos del alférez Diego Sánchez es gracias al ejercicio de autopromoción que él mismo hizo en la portada de su libro, asegurando que era «hijo del maestro Francisco Sánchez, catedrático de retórica y griego jubilado en la Universidad de Salamanca». La fama del Brocense debía de ser tal que su eco llegaba hasta Turín y alcanzaba no solo a la corte, sino incluso al entorno castrense. De los catorce hijos que Francisco Sánchez de las Brozas tuvo, Diego fue el mayor de los nacidos de su segundo matrimonio con Antonia del Peso, 89 90

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Cfr. Blanco (2013: 27). Véanse sobre este concepto Martínez (2011) y Vilà (2019: 218-221).

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que tuvo lugar en 1567.91 Así lo recordaba el mismo catedrático en declaración hecha ante el Santo Oficio de Valladolid el 24 de septiembre de 1584: Después de muerta su primera mujer, casó con doña Antonia del Peso, hija de Muñoz, cerero, y de ella tiene seis hijos e hijas, que el mayor se llama Diego Sánchez, estudiante de cánones; Josepe Sánchez, gramático; María Sánchez, de edad de once años; Isabel Sánchez, niña; Petronila, de edad de dos años; y tiene otra mayor que está en casa de su tía, que no sabe su nombre.92

Se deduce, pues, que Diego Sánchez había comenzado los estudios de Derecho Canónico, con la intención más que probable de hacerse hombre de Iglesia. Por la razón que fuera, en algún momento renunció a ese destino. No hay que descartar que algo tuvieran que ver los orígenes conversos de la familia materna, que contaba con varios sambenitos colgados en San Esteban de Salamanca.93 Se añadía a ello la precaria situación en la que siempre vivió la familia del Brocense, con tantos hijos que mantener.94 En cualquier caso, todo son conjeturas, salvo que diez años después, tras haber abandonado los estudios de Derecho Canónico, había asentado plaza como alférez: Serví mi plaza yo en la compañía del capitán Alonso Jaramillo, el cual con tal cuidado aquí servía que por ser parte no quiero decillo (Relación, 857-860).

Las noticias sobre fray Francisco de Hermosilla son aún menos y no pasan de las que él mismo ofrece de sí en El valeroso Zaide.95 Gracias al texto sabemos que era natural de San Martín de Valdeiglesias, que era fraile de San Bernardo, pero que andaba fuera del monasterio como «capellán en el ejército de su majestad». No deja de ser curioso que por esas mismas fechas, hacia 1594, el gobernador de Milán avisase a la corte española de la falta de sacerdotes en las compañías de infantería y de la conducta escandalosa de algunos de esos clérigos.96 No debía de contarse fray Francisco entre ellos, si hemos de creer a Jerónimo 91

Cfr. Andrés (1965: 53-54) y Martínez Cuadrado (2003: 25-26). Procesos inquisitoriales, p. 41. 93 Cfr. González de la Calle (1928: 195-199). 94 Cfr. Martínez Cuadrado (2003: 27). 95 Hay otro religioso y escritor contemporáneo también llamado Francisco de Hermosilla, que estudió en Italia, pero que desde 1570 se encontraba ya en España como secretario de don Pedro Zúñiga. Cfr. Gómez Canseco (2019). 96 Cfr. Magdaleno (1961: 193). 92

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de los Cobos, fraile trinitario, que compuso uno de los sonetos preliminares, recordando que, gracias a su educación conventual, sus versos exhibían «virtud, ciencia divina, / la cual al libro hace más perfeto». En la dedicatoria del poema, se presentó de manera genérica como «capellán de vuestra merced», en referencia a don Juan de Mendoza. No obstante, en el interior del texto se especifica que desempeñaba su capellanía en la compañía del capitán Miguel de Villavicencio, con el que había estado en Borgoña a lo largo del año 1595. A ese vínculo hay que atribuir otro soneto preliminar, compuesto por el licenciado portugués Juan Serrado de Tavares y dirigido al mismo capitán.97 Aún encontró hueco para un soneto más, significativamente debido a un militar de oficio, el sargento Alonso de Almagro, que invitaba a su amigo a publicar la obra para así «repartir como sabio el fruto humano». Este deseo no llegó a buen puerto y todo se quedó en el manuscrito, que pasaría a ser propiedad del condestable de Castilla. 4. A LA SOMBRA DE ERCILLA La Relación de la empresa de Briquerás y la Primera parte del valeroso Zaide comparten una visible dependencia de La Araucana, que se plasmó de modo diverso. Para cuando se compusieron ambos textos, entre 1595 y 1596, el poema de Alonso de Ercilla era ya un modelo canónico para la épica española. Desde 1569 a 1589, La Araucana había ido ocupando un espacio cardinal entre los lectores contemporáneos, llegando a convertirse en un negocio editorial que traspasó los límites de la península ibérica. Irving Leonard ha subrayado la frecuencia con que se registran ejemplares de la obra entre las propiedades que declaraban los viajeros a las Indias, y Miguel Martínez ha insistido en su presencia entre los soldados del ejército de Flandes.98 Nuestros dos poemas demuestran que, en efecto, circuló entre esos aficionados de la guerra a los que Ercilla aludía de manera expresa en su prólogo de 1569. Así al menos lo manifiesta la fuerte relación intertextual que se percibe entre los textos del alférez Diego Sánchez y fray Francisco de Hermosilla con los versos de La Araucana. Esa dependencia se aprecia ya desde la primera octava de la Relación de la empresa de Briquerás: No de las damas y amoroso efecto el ejercicio dulce y deleitoso, 97 En el poema se refiere a la enfermedad que retuvo al capitán Villavicencio en Pinerolo, impidiéndole participar en la toma de Bricherasio. Cfr. Zaide (VI, 29-48). 98 Cfr. Leonard (1979: 125) y Martínez (2016: 155-166).

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ni el sabio proceder y buen concepto del diestro cortesano y compendioso quiero cantar ni dalle de discreto la palma a aquel que es de ella deseoso, mas duerma agora el adular en tanto que me ejercito en un sangriento canto (Relación, 1-8).

El alférez quiso tender un lazo con su modelo, remedando de manera expresa el famosísimo comienzo de La Araucana: No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados, ni las muestras, regalos y ternezas de amorosos afectos y cuidados, mas el valor, los hechos, las proezas de aquellos españoles esforzados que a la cerviz de Arauco no domada pusieron duro yugo por la espada.99

Una vez que el poema avanza, nos encontramos con otra alusión directa que, a su vez, establece una cierta distancia con su modelo, al que reprende por buscar pautas de comportamiento heroico en territorios lejanos y entre gentes bárbaras, teniéndolos a la mano entre los suyos: Quien antiguos romanos ha ensalzado y quien nación ignota fuerte vende borre tal fama y tome aquí dechado, enmiende de tal error, que no se entiende. El griego bando humilde esté callado con el que de su furia Marte aprende. Calle Caupolicán y calle Rengo con el conde Francisco Martinengo (Relación, 705-712).

Un reproche similar se encuentra en las primeras octavas de otro poema épico debido a un soldado español, La inquieta Flandes de Cristóbal Rodríguez Alba, que censuraba la temática de Ercilla y su mezcla de verdades con invenciones fabulosas, frente a la verdad de las guerras de Flandes:

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Ercilla, La Araucana I, 1-8.

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No las bárbaras armas, ni los hechos canto de algunas bárbaras naciones, ni de cobardes ánimos y pechos las frágiles y vanas pretensiones; ni tampoco sucesos contrahechos de algunas fabulosas invenciones, ni menos del amor, aunque gustosos, la variedad de casos amorosos; mas el valor, proezas, gallardía, altas impresas y efectos altos de los varones que la España envía contra las belgas gentes, de fe faltos, llevando de Jesús y de María en refriegas, combates y en asaltos en medio el corazón con gran decoro escrito el divo nombre en letras de oro.100

Pudiera tratarse de una mera coincidencia, pero no hay que obviar que la dedicatoria de este poema de Rodríguez Alba está fechada en Turín a 13 de diciembre de 1594, esto es, días después de que se tomara la plaza de Briquerás, en cuya jornada probablemente participó. La primera de las composiciones preliminares es un soneto que don Alonso de Idiáquez, general de la caballería española en esta campaña, dirigió al autor. Bien es verdad que el poema de Rodríguez Alba no llegó a conocer la estampa, pero es muy posible que dos soldados españoles que coincidieron en Turín en las mismas fechas, lectores ambos de Ercilla e interesados en seguir su estela como escritores, tuvieran trato y conocimiento mutuo.101 Cabe incluso la posibilidad de que La inquieta Flandes, rematada ya en diciembre de 1594, fuera un estímulo para la composición de la Relación de la empresa de Briquerás, que se imprimió al año siguiente. También el fraile cisterciense quiso aludir a Ercilla en la primera estrofa de El valeroso Zaide, aunque de modo menos explícito. Todo se inicia con la promesa del dios Marte de entregar Francia a quien muestre más valor en la contienda: Ya fiero y muy sangriento a cruda guerra —de Venus olvidado por olvido, que contra amor no hay fuerza—, a cielo y tierra el belicoso Marte ha prometido

100

Rodríguez Alba, La inquieta Flandes, f. 10r-v. Sobre esa circulación de materiales literarios en el entorno militar de los ejércitos españoles de la época, véase Martínez (2016: 12-53). 101

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será aquel en quien más valor se encierra por rey en toda Francia obedescido (Zaide I, 1-6).

La adjetivación con que se presenta a Marte como fiero, sangriento y belicoso procede toda de La Araucana, así como el contraste con la diosa del amor, que remite a unos conocidos versos de Ercilla, aunque para contradecirlos: «Venus y Amón aquí no alcanzan parte, / solo domina el iracundo Marte».102 Para encontrarnos con la primera referencia directa al texto ercillano hay que esperar hasta el canto III, donde se compara al capitán Antonio Becerra con uno de sus personajes: «cual el famoso Andrea representa, / cubierto en la batalla del escudo. / No menos que el de Génova atormenta» (Zaide III, 315-317). En efecto, Andrea era un desmesurado genovés que comparece por primera vez en el canto XIV de La Araucana causando estragos en el bando indígena. A partir de ahí y hasta el final del poema menudean las alusiones a personajes y episodios ideados por Ercilla: el sargento Zavallos es puesto en parangón con Tucapel, el capitán Francisco con Rengo; don Juan de Mendoza con Lautaro; Jerónimo Sirviente con Orompello; Felipe de Guzmán y el propio Zavallos con Rengo y Tucapel tras el ataque indio a la ciudad de Concepción; y el capitán Pedro de Guillén con Gracolano en el asalto al fuerte de Penco. Por otro lado, la diligencia del capitán Gaspar Ruiz de Cortázar se contrasta con la que, según refirió Ercilla, le faltó a Valdivia frente a la insurrección mapuche y la del capitán Alonso de Narváez con la que Villagrán mostró para derrotar a Lautaro: …con no menor cuidado y diligencia, que Villagrán al fuerte descuidado, llegó a rendir del galo la insolencia (Zaide V, 162-164).103

Pero no todo se reduce a algunos versos o a la mención de episodios y figuras procedentes de Ercilla. Tanto la Relación de la empresa de Briquerás como El valeroso Zaide comparten una concepción del poema épico y una imagen de la guerra que son, en gran medida, deudoras de La Araucana. Para empezar, está la atención a sucesos estrictamente contemporáneos, en un entorno muy concreto y con un encaje político determinado. Lo que Ercilla refirió de Arauco, del gobierno de Valdivia y de las acciones militares en un período cronológico definido, es lo que Sánchez y Hermosilla hicieron para el mes largo que duró 102

Ercilla, La Araucana I, 79-80. Para los otros ejemplos, véase Zaide III, 481-484, 489-492; IV, 161-163; V, 214-215, 237-240; VI, 109-112; y V, 145-148. 103

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el asedio a Bricherasio. Se trataba de dejar testimonio de lo vivido, tal como el propio Ercilla había propuesto en su prefacio: «Considerando ser la historia verdadera y de cosas de guerra, a las cuales hay tantos aficionados, me he resuelto en imprimirla, ayudando a ello las importunaciones de muchos testigos que en lo más de ello se hallaron y el agravio que algunos españoles recibirían quedando sus hazañas en perpetuo silencio, faltando quien las escriba».104 Es lo que reiteró punto por punto fray Francisco en su propio prefacio: Dos cosas son, prudente letor, las que me fuerzan a sacar sola esta Primera parte del valeroso Zaide al juicio y parecer del mundo. La una, la mucha importunación de mis amigos que de día y de noche me han estado molestando, así porque la compusiese como, después de compuesta, que la imprimiese […]. La otra, porque no era razón que tan valerosos hechos fuesen socapa celebrados y muchos de ellos se pasasen en perpetuo silencio, porque, aunque yo los escribo en suma, creo he tenido tanto cuidado que ninguno que sea de importancia y haya tenido noticia de él por lo menos no le toque de paso (Zaide, Prólogo).

De ahí que Sánchez optara por presentar su poema como Relación, recalcando el carácter histórico e insistiendo, como ya hiciera Ercilla, en la inmediatez entre los hechos de guerra y su escritura. Una y otra vez se detiene a darnos fechas concretas: «En el año que cuatro se contaron / sobre mil y quinientos y noventa…» (Relación, 105-106), «Y por septiembre a diez y siete días…» (Relación, 113), «Y un sábado a primero día de octubre» (Relación, 345), «Quiero cantar un hecho valeroso / que a veinte y dos de octubre aquí ha pasado» (Relación, 881-882) o «A veinte y tres de octubre se rindieron, / y otro día después la fuerza entriegan» (Relación, 985-986). Algo similar encontramos en El valeroso Zaide, donde se repiten datos cronológicos y precisiones geográficas. Todo ello contribuye de manera decisiva a acrecentar la impresión de verdad que pretende trasladarse a los lectores. Es lo que había hecho Ercilla, cuando aseguraba que su libro, porque «fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios», para sentenciar de inmediato que era «relación sin corromper sacada / de la verdad, cortada a su medida».105 Esas declaraciones de veracidad, segundo factor que nuestros poetas tomaron de La Araucana, fueron lugar común en esta épica de lo contemporáneo y venían avaladas por la participación directa de sus autores en los hechos que referían. Valgan los ejemplos de Baltasar de Vargas, que afirmaba: «Yo escribo lo que sé cumplidamente», o de Rodríguez Alba: «Como testigo que de vista he sido, /

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Ercilla, La Araucana I, Prólogo. Ercilla, La Araucana I, Prólogo y I, 21-22.

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te iré contando el verdadero caso, / el cual con la verdad va tan asido / que no puede sin ella dar un paso».106 Lo mismo afirmó Sánchez: Mas lo que vi me lo demande el cielo, si lo quitare a nadie ni pusiere más de un derecho fiel, que voy con celo a dar justicia a aquel que la tuviere; y plega a Dios que me confunda el suelo si amistad o otra cosa me moviere (Relación, 265-270).

Y otro tanto hizo Hermosilla, siguiendo de cerca al alférez: Si de lo que yo vi torciere un punto, por amistad o obligación alguna, en él quede mi cuerpo allí difunto con muerte fiera, cruda e importuna. Lo que no pude ver andando junto a aquellos de quien teme la fortuna, un día y otro día entendí cuanto diré con gran verdad tanto por tanto (I, 201-20).

Ambos hicieron protestas de autenticidad: «Todo es verdad, señor, muy apurada» (Zaide V, 408), y ofrecieron como garantía su condición de testigos directos de todo lo que narraban: «Al gran mérito de ella yo testigo» (Relación, 23) o «Testigo soy de vista» (Zaide IV, 121).107 Pero, en último término, se limitaron a reescribir casi a la letra lo que ya Ercilla había declarado años antes: Podré ya discurrir como testigo, que fui presente a toda la jornada, sin cegarme pasión, de la cual huyo, ni quitar a ninguno lo que es suyo.108

El tercer elemento, la adopción de un interlocutor para el relato, solo se materializó en El valeroso Zaide. Toda La Araucana se presenta como un escrito dirigido a Felipe II, cuya presencia se hace reiteradamente efectiva en el texto por medio de apelativos. Fray Francisco eligió para ese papel a don Juan de 106 Vargas, Breve relación de la jornada que ha hecho el duque de Alba, p. 64 y Rodríguez Alba, La inquieta Flandes, f. 98r. 107 Véase además Zaide I, 198-207 y II, 293-296. 108 Ercilla, La Araucana XII, 557-560.

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Mendoza y Velasco, al que requiere en no pocos pasajes del poema: «vuestro favor, Mendoza, tengo / y no me dejaréis vos, señor mío» (Zaide I, 381-382), «No, es otro, señor, no, el inconviniente» (Zaide III, 182), «queda, señor, agora en lo que digo» (Zaide IV, 62), «la villa vieja fue, señor, ganada» (Zaide V, 95) o «tuvo de ella, señor, cognocimiento» (Zaide VI, 148). Junto a esa interlocución que articula la obra de principio a fin, tanto Hermosilla como Diego Sánchez recurrieron, siguiendo también a Ercilla, a otros personajes a los que se dirigen circunstancialmente. Se trata en casi todos los casos de figuras que participan en la trama, con los que se establece un diálogo respecto a los sucesos o a los que se avisa sobre los mismos. No obstante, el principal de entre esos personajes invocados es el propio lector, ante el que ambos poetas reflexionan con frecuencia, casi siempre respecto a su propio quehacer como escritores. Esos excursos reflexivos y metaliterarios, que Ercilla tomó de Ariosto en su Orlando, constituyen la cuarta clave en este ejercicio de imitación. En esos pasajes, el narrador se hace presente y adquiere un destacado protagonismo en la construcción del relato. Es lo que hace Sánchez cuando pide perdón a los que leyeren su poema, en especial a los que tomaron parte en el asedio de la plaza por haber olvidado a alguno de ellos: «Y un perdón general a todos pido, / si a quien lo mereció no señalare, / que la ocupación grande que allí ha habido / fue ocasión y disculpa, si aquí errare» (Relación, 257-260), o cuando se excusa por pasar de puntillas por algún suceso, argumentando la conveniencia de la brevedad para el que escribe: «El tiempo me dará lugar muy largo, / que agora voy de paso y muy de leva; / y si mucho dijere, no me alargo, / porque es cuenta que siempre sale en prueba» (Relación, 329-332). Las mismas prácticas retóricas se encuentra en El valeroso Zaide, muy a menudo concentradas —como también se aprecia en Ariosto o en Ercilla— en los comienzos y finales de canto. Aquí y allá Hermosilla invoca a Calíope, como musa épica, para reconsiderar su propia escritura: «Detente, musa mía, espera un poco, / no pases adelante. Considera / lo que dices; no digan que soy loco / y a ti, necia, indiscreta, una parlera» (Zaide II, 449-452). En otras ocasiones se remite al lector: «Heme atrevido a ser algo prolijo / y largo en este canto […] / por ser aqueste el primer canto, / que no estará cansado ni ofendido / el discreto letor por tardar tanto. / Si lo estuviere, aquí perdón le pido» (Zaide I, 425-437). Las reflexiones también se presentan de forma abstracta: «Si en las cosas de peso y de importancia / aquel que historia un hecho es necesario / estudiarlas con grande vigilancia / por no andar solo un punto en ellas vario» (Zaide III, 1-4). Hasta el mismo don Juan de Mendoza, como dedicatario, tiene su parte en ello: «Cansado de los golpes y el estruendo / del bélico furor, señor, me siento / a descansar un rato, porque entiendo / quedaré descansado más contento» (Zaide V, 505-508), en unos versos que remedan una de esas clausuras de canto en La Araucana: «…del encendido

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Marte el son horrendo / me hará que atine a la derecha vía; / y así, seguro de esto y confiado, / me atrevo a reposar, que estoy cansado».109 Como quinto instrumento en esa construcción cabe señalar la ausencia de un héroe principal. En La Araucana, esa opción, que rompía con la construcción tradicional de la epopeya, le sirvió al poeta para presentar el conflicto chileno como fruto de un esfuerzo colectivo. Este hecho le valió la censura de Cristóbal Suárez de Figueroa, que censuró la novedad que aquello significaba: «Escribió en verso las guerras de Arauco, introduciendo siempre en ellas un cuerpo sin cabeza, esto es, un ejército sin memoria de general».110 En lo que corresponde a Diego Sánchez, resulta indudable que otorgó un papel señalado al duque de Saboya, pero compartido con nobles, oficiales y soldados españoles e italianos. Así lo hizo también Hermosilla, que resaltó la figura de don Juan de Mendoza, pero no quiso poner a nadie en primer lugar, entendiendo que todos habían tenido su parte en el desenlace de la lidia. De ahí que se recordase a sí mismo la obligación de celebrar conjuntamente «el valor del saboyano, / del español, francés y el italiano» (Zaide II, 503-504). No deja de llamar la atención la inclusión del enemigo francés en esa nómina, pero ya Ercilla había avisado a sus lectores que quizás a alguno le parecería excesiva su inclinación «a la parte de los araucanos». Todos entendieron, sin embargo, que así se reivindicaba a los españoles, pues, al cabo, «no es el vencedor más estimado / de aquello en que el vencido es reputado»,111 lo que viene a confirmar que la virtud de los vencidos engrandece el valor de la victoria. De Lesdiguières ya hemos visto cómo fray Francisco de Hermosilla hizo un cumplido encomio; Sánchez, por su parte, afirma del señor de Espinouse, castellano francés de la plaza, que «aunque infiel y enemigo en tanto grado, / verdad hablando, no puedo negarle / a su gobernador ser gran soldado / y con gloriosa fama coronarle» (Relación, 1016-1020). Para el alférez los franceses eran «hombres de gallardísimos alientos» (Relación, 1010) y para el fraile «fieros, fuertes y animosos» (Zaide II, 413). La tacha principal de estos contrincantes —a diferencia de los bárbaros araucanos, que no conocían a Dios— era su condición de herejes. Por eso quiso destacar Sánchez la indignación de los soldados español cuando, en su camino hacia Bricherasio, encontraron iglesias e imágenes profanadas por los hugonotes: …porque vienen furiosos e indignados de haber topado templos abrasados, 109 Ercilla, La Araucana XII, 781-784. Sobre este tópico de clausura a causa de la fatiga, véase Curtius (1981: I, 137). 110 Suárez de Figueroa, Hechos de don García Hurtado de Mendoza, p. 134. 111 Ercilla, La Araucana I, Prólogo y I, 15-16.

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de ver que un santo han visto y otro santo su estampa y su figura hecha pedazos, y otra cosa que puso horror y espanto: al sumo Dios con mil arcabuzazos y a la gloriosa Virgen roto el manto, roto el cuerpo, divino rostro y brazos. Y estos agravios llevan a su cuenta y a su cargo tomaban tal afrenta (Relación, 167-176).

El reconocimiento del adversario no impide que la guerra fuera considerada justa por ambos poetas, ya que se hacía en defensa de la fe católica. Precisamente, la imagen de la guerra es el último elemento que conecta la Relación de la empresa de Briquerás y El valeroso Zaide con La Araucana. Para empezar, la guerra es el tema central de los tres poemas, en los que las acciones de combate tienen una capital importancia. Se trataba, además, de la representación literaria de una guerra real, sin apenas margen para idealizaciones. Ambos autores ofrecen datos sobre el número de soldados, el tipo de armamento, la organización de las compañías, las decisiones tácticas y las construcciones militares: Toda estaba en contorno de estacada una defensa poderosa y fuerte, de fuertes caballeros rodeada, que a decir su valor no hay quien acierte; con ciencia y arte bien terraplenada, revellines, bestiones de gran suerte, un hondo foso, estradas encubiertas, mil casasmatas con seguras puertas (Relación, 153-160).

Hermosilla precisa la intervención de los ingenieros militares en la conquista de la plaza: «Después que se ganó la ciudadela, / se comenzó por ella a grande priesa / a minar el castillo», acredita la importancia de la artillería: «En tanto que la mina llega al punto / que por el ingeniero está trazado, / la artillería jüega», y precisa los progresos de la zapa para ganar terreno con las trincheras: «nunca cesa / el orden de alargar con las trincheras / hasta llegar del foso a las laderas (Zaide V, 320-376). Los participantes en esta guerra no son héroes míticos, tienen nombres y apellidos, ostentan grados en la jerarquía militar y cobran sus suelos: «Después de haberlo todo proveído, / los soldados contentos y pagados» (Zaide II, 305-

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306). Como los soldados reales, roban a los campesinos para sustentarse,112 pierden miembros en combate: «…llevando en premio de ello un gran balazo, / que al retirar le dieron en un brazo» (Zaide III, 543-544), y, llegado el caso, mueren aun siendo jóvenes: «Y mos de Anselmo, un mozo harto lozano […], / la muerte con airada mano / se entregó de su furia brío y gala» (Relación, 496-502). En ese panorama, las armas de fuego tienen un papel decisivo y aparecen como un elemento completamente integrado en el paisaje bélico, tal como sucedía en La Araucana. Mientras en Diego Sánchez su uso está asumido como parte de la práctica militar, fray Francisco de Hermosilla, mucho más anclado en los modelos literarios, muestra ciertos reparos procedentes, en último término, de Maquiavelo en el Arte della guerra y, sobre todo, de Ariosto en el Orlando furioso, que llegaron todavía a Cervantes con el discurso quijotesco de las armas y las letras y aun al mismo Francisco de Quevedo.113 Nuestro fraile presentó este armamento como una invención infernal, conforme al tópico heredado de la tradición: «La bala de Plutón luciferina, / la ropa le pasó y la carne roja» (Zaide IV, 92-93). Pero ha de recordarse que fray Francisco no fue soldado, sino capellán. Ercilla también surtió a ambos escritores de recursos retóricos para representar la guerra, como se aprecia en cierto uso de los distributivos para la descripción de los combates, que aparece tanto en Sánchez: «Unos trepando el revellín arriba / con la espada o la pica peleando, / cuál canto arrojadizo le derriba, / cuál conserva su puesto porfïando» (Relación, 897-900), como en Hermosilla: «como bien lo mostraste en la batalla, / cuándo en el foso y cuándo en la muralla» (Zaide III, 407-408). También remiten a La Araucana el uso recurrente de comparaciones épicas, que se registran en los dos poemas: Como el piloto suele, cuando el viento se levanta con furia borrascosa, de un instrumento asir y otro instrumento, y hasta saber dónde está nunca reposa, de estos el arriscado atrevimiento, porque acierte a decir alguna cosa, me sea astrolabio, aguja y lamparilla, compás, carta, plomada y ballestilla; porque el maestre de campo que allí andaba como quien es acude a este cuidado… (Relación, 529-538).

112 113

Véase Relación, 209-232. Cfr. Ariosto, Orlando furioso, IX, 73-91 y XI, 21-28; Segre (2005: 586) y Cacho Casal

(2006).

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Como cuando un valiente caballero está de su enemigo algo injuriado y, por vengarse, altivo, bravo y fiero, es de él por un cartel desafïado, estando en la estacada este guerrero, si el otro tarda, está desesperado, hasta que ve al contrario en la estacada, porque tiene el honor puesto en la espada; así los españoles muy airados… (Zaide II, 177-185).114

Las relaciones de nombres fueron un mecanismo de notable importancia para Ercilla, que, como ya se ha visto, le sirvió para hacer memoria de sus compañeros de armas. Pero, además de un homenaje, fue también un modo de responder a una demanda que se había ido generando en el entorno soldadesco. Para los militares cuyo nombre se sacaba a colación, constituía un honor verse convertidos en personajes de ficción, al tiempo que ganaban fama y méritos a ojos de los magnates a los que los poemas iban dirigidos. Es esa la razón por la que el alférez Sánchez se sintió en la obligación de disculparse ante aquellos compañeros cuyo nombre había omitido en el poema, asegurando que «no hubo modos / de ocho mil hombres conocerlos todos» (Relación, 263-264). De igual modo se excusó el fraile, poniendo mayor distancia con los hechos: Si algunos me quitaren esta gloria porque su gran valor no habré ensalzado, entiendan que no ha sido de malicia, sino por no tener de ellos noticia (Zaide I, 213-216).

Algunos de estos soldados pusieron su experiencia personal en verso, llegando a conformar un subgénero dentro de la épica hispánica del Renacimiento. Se trata de poemas que dieron cuenta directa de la guerra y que Miguel Martínez ha definido como una «poética de la pólvora»,115 en tanto que reflejaban de cerca las tácticas modernas desplegadas por los tercios españoles. El ciclo de textos que conforman ese grupo se abriría en 1561 con el Libro y primera parte de los victoriosos hechos del muy valeroso caballero Don Álvaro de Bazán, que René Rabut estampó en Granada. Le seguiría la Breve relación en octava rima de la jornada que ha hecho el ilustrísimo y excelentísimo señor duque de Alba desde España

114 Sobre este recurso en la épica clásica y en la renacentista, véanse Dale (1922) y Segura Ramos (1982). 115 Martínez (2011).

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hasta los estados de Flandes de Baltasar de Vargas, impresa en Amberes por Ameet Tavernier el año de 1568. La publicación al año siguiente de la primera parte de La Araucana en las prensas madrileñas de Pierres Cosin significó probablemente la consolidación del género y el establecimiento de un modelo de referencia, que vino a consolidarse en 1578 con la salida de la segunda parte. Vendrían después dos obras consagradas a sendos asedios, La Maltea (Valencia, Joan Navarro, 1582), donde Hipólito Sans narró el fallido asalto turco a Malta de 1565, y El sitio y toma de Anvers de Miguel Giner por parte de los tercios españoles dirigidos por Alejandro Farnesio. De esta obra, prologada con un soneto de Lope de Vega, cabe señalar que tuvo una primera edición en Zaragoza del año 1587, a la que se sumaría otra impresa en Milán por Pacífico Poncio el mismo año y una más debida a Cristóbal Plantino en 1588. De 1589 es la tercera parte de La Araucana, impresa por Pedro Madrigal, tras la que saldrían la Primera parte de la bajada de los españoles de Francia en Normandía de Emanuel Antunes (Rouen, George l’Oyselet, 1593) o La inquieta Flandes del soldado emeritense Cristóbal Rodríguez Alva, concluida en 1594 y que no alcanzó a conocer la estampa. A esa nómina habría que añadir la Relación de la empresa de Briquerás, publicada por el alférez Diego Sánchez en 1595, y la Primera parte del valeroso Zaide, que fray Francisco de Hermosilla concluyó al año siguiente. Como relato de la toma de la plaza fuerte de Bricherasio, ambos poemas entrarían de pleno derecho en este subgénero, aunque, a decir verdad, de modo diverso, conforme al modo dispar que cada uno siguió a la hora de presentar los hechos. Ahora lo veremos. 5. EL ALFÉREZ Y EL FRAILE: ASIENTOS DE UNA PORFÍA Resulta sorprendente que al poco de salir la Relación de la empresa de Briquerás, fray Francisco de Hermosilla sintiera la obligación —o a saber si las ganas— de referir de nuevo el mismo hecho de armas. En su dedicatoria a don Juan de Mendoza, fechada en Milán 28 de enero de 1596, apuntaba al momento en que habría concebido su obra: «Suplico a vuestra merced se sirva de este pequeño servicio que mi buena voluntad ha un año tiene ofrecido; aunque quiero decir que ya tenía perdida la esperanza de alcanzar tanto bien, hasta que, viniendo con el capitán don Miguel de Villavicencio de Borgoña, la volví a cobrar, encontrando a vuestra merced junto a la villa de Sion en Bernia, desde donde volví a confirmar el propósito que antes había tenido» (Zaide, Dedicatoria). La compañía del capitán Villavicencio, de la cual fray Francisco era capellán, había formado parte del contingente que entró en Borgoña en la primavera de 1595

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bajo el mando de don Juan Fernández de Velasco. De hecho, ya en el prefacio apunta el fraile que su propósito era centrarse en esa campaña: Mi principal intento ha sido escribir la guerra del ducado y condado de Borgoña. Por tanto, no curé escribir muy por extenso las cosas de Briquirás; y, por haberlas compuesto, según me han dicho, Diego Sánchez, dejé de hacer un largo libro de ellas. Ya que de estas no le he hecho, prometo hacerle de las de Borgoña, para con esta —dividiéndolas en tres partes— hacer un razonable cuerpo de libro hasta ver el fin que nuestro señor da a tanta guerra con la felicísima entrada de su ejército en Borgoña (Zaide, Prólogo).

El título de Primera parte del valeroso Zaide nada adelanta respecto al contenido, pero lo cierto es que los seis cantos del poema están consagrados casi en su totalidad a relatar el asedio y la toma de Bricherasio a los franceses. Hasta el punto de que puede afirmarse sin empacho que el texto de Hermosilla fue pensado como un ejercicio de emulación contra el de Diego Sánchez. En el prólogo insinuaba el clérigo que no había leído la Relación de la empresa de Briquerás y que la noticia de su publicación le había llegado por medio de terceros: «…según me han dicho». Más adelante mostraba los mismos reparos asegurando: «no quiero / decir de lo que ha dicho otro primero» (Zaide I, 87-88). Sin embargo, ya en ese primer canto, el lector se encuentra con una sutil puntualización respecto a la toma de la fortaleza de Cavour por parte del duque de Lesdiguiéres: «a Briquirás tomó por fuerza entrando, / y después a Cavor, castillo fuerte, / no sé si por concierto o de qué suerte» (Zaide I, 255-256). Y es que el alférez Sánchez había escrito en su historia que «tomó un castillo por concierto / que se llama Cavor» (Relación, 78-79). Era un mínimo cuestionamiento, pues, más allá, el fraile cisterciense volvía a reconvenirse: «Prometiste al principio, musa mía, / de Briquirás cantar solo de paso / y parece que cantas a porfía / y que le vas midiendo paso a paso» (Zaide II, 457-460). En ese canto II nos encontramos con una enmienda más al alférez, al que se acusa de haber callado sucesos importantes, aunque de inmediato se le dispensa, asegurando ladinamente que acaso no llegara a conocerlos: Ni la propia razón aquí consiente que, con olvido, invidia esté ofendiendo al que es digno de loor, al que es valiente, y en el río Leteo sumergiendo, porque el discreto alférez se contente pasar por muchas cosas de corriendo, no es justo, pues, las vi, que las callara, porque a saberlas él nos las contara.

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Con esto, quedaremos disculpados, Calíope, los dos y con licencia para pasar los límites tasados. Del fuerte y Briquirás con excelencia digo que de él los casos señalados, habiendo sucedido en mi presencia, solo diré, señor, porque tampoco quiero, aun burlando, digan que soy loco (Zaide II, 473-488).

Esas buenas intenciones no le duraron mucho a fray Francisco, porque, unos versos más adelante, vino a reprobar a su contrincante, culpándolo de haber cantado mal la jornada de Bricherasio, por más que se hubiera adelantado a la hora de hacerlo: Cuantas veces mi espíritu levanta a dar al mundo cuenta en esta historia el ánimo gallardo y fuerza tanta de los que merescieron tanta gloria, detiéneme, señor, el ver que canta otro, aunque mal, en verso la victoria, y al fin el que algún hecho señalado, primero cuenta al mundo es estimado (Zaide III, 193-200).

A pesar de la diatriba, el cotejo de ambos poemas demuestra que Hermosilla tuvo sobre la mesa un ejemplar de la Relación de la empresa de Briquerás. Para empezar, todos y cada uno de los personajes que Sánchez mencionó reaparecen en El valeroso Zaide en circunstancias narrativas muy parejas y con voces semejantes. Del alférez procede la apelación a Enrique IV como Vandoma, el juego de palabras entre Ladiguera e higuera,116 la unión en una misma octava de los coroneles Ambrogio Bindi y Pietro Ponte117 o la descripción del pueblo de Bricherasio como «un casar abierto» (Relación, 76), que Hermosilla convirtió en «casar pobre y abierto» (Zaide I, 281). Son varios los motivos que fray Francisco tomó de la Relación. Uno de ellos es la mención burlesca del coco como espantajo para los niños;118 están también la liberalidad de don Rodrigo de Sande a la hora de sustentar un fuerte de su

116 117 118

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Cfr. Relación, 84 y Zaide I, 85-88. Cfr. Relación, 505-512 y Zaide III, 153-160. Cfr. Relación, 277 y Zaide II, 453.

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peculio particular119 o el aviso de tres toques de corneta para iniciar el ataque nocturno del 1 de octubre.120 Cabe añadir el disparo del que don Jusepe de Acuña se salvó milagrosamente,121 la mención de los Nueve de la Fama como elemento de comparación con los capitanes españoles122 o el robo a los villanos por parte de los soldados españoles.123 Se encuentran, además, un número considerable de lugares donde se reproducen casi a la letra versos, dichos y pasajes de la Relación. El primero alude a la insolencia de Lesdiguières apropiándose de un título que no le correspondía: empezó con soberbia y arrogancia a intitularse de renombres tales que, no mirando bien que se engañaba, príncipe del Piamonte se llamaba (Relación, 93-96).

el cual, en poco tiempo, tal ganancia hizo robando aquella y esta gente que, hecho otro Nembrot, sea intitulado príncipe del Piamonte y Dalfinado (Zaide I, 221-224).

En el siguiente se encarece la labor de fortificación que los franceses habían llevado a cabo en Bricherasio, hasta convertirla en una plaza de muy difícil conquista: y así en fortificalle se desvela e hizo allí una fuerza tan notable que estoy por decir que era inexpugnable (Relación, 286-288).

fortaleció el castillo de tal suerte que estoy para decir no le hay más fuerte (Zaide I, 287-288).

Lo mismo ocurre con la utilización de ciertas expresiones militares o de algún refrán: que nuestros mosqueteros este puesto estaban defendiendo de mampuesto (Relación, 343-344). […] por lana vino y tresquilada fuera (Relación, 560)

Mandan a seis que están atrincherados con la española gente de mampuesto (Zaide II, 580-584). […] viene por lana y vuelve tresquilado (Zaide I, 408).

Aún más evidentes son dos momentos del cerco, el primero de los cuales se refiere a la muerte de dos oficiales de las fuerzas milanesas, donde Hermosilla se limitó a repetir los versos de Sánchez: 119 120 121 122 123

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Cfr. Relación, 880 y Zaide III, 87-88. Cfr. Relación, 421-424 y Zaide III, 201-202. Cfr. Relación, 793-814 y Zaide IV, 73-96. Cfr. Relación, 718 y Zaide IV, 261-262. Cfr. Relación, 209-240 y Zaide IV, 341-460.

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dos capitanes cuerpos ha tendido: el cavaglier da Rho, un italïano, y el otro de Barbó querido hermano (Relación, 638-640).

cognozcan su valor otros tan fieros: el caballero da Rho es italiano y el otro de Barbó querido hermano (Zaide IV, 253-254).

El otro da cuenta de la presencia del duque de Saboya en el barro de las trincheras: Con el agua su alteza lo anda todo […] El propio duque vino a la trinchera y ya subiendo, a la rodilla el lodo con el agua y el lodo a la rodilla (Relación, 937-941). (Zaide VI, 377-378).

La imitación que Hermosilla hizo de Sánchez solo sería notoria para lectores muy atentos de ambos textos, mientras que los reparos se percibieron a primera vista, ya que el fraile quiso marcar distancias con su fuente y superarla literariamente. Esa rivalidad pone, además, de manifiesto la formación de ambos escritores, el modo que cada uno de ellos tuvo de entender el género épico y aun su particular posición sobre la política española en Italia. Diego Sánchez, ya lo hemos visto, no fue un soldado ayuno de letras. El hecho de que comenzara a estudiar cánones indica que tenía una formación suficiente y que había accedido a los textos principales de la latinidad. Quizás por eso la portada de su libro exhibe con orgullo su condición de hijo de Francisco Sánchez de las Brozas, catedrático de Retórica y Griego en la Universidad de Salamanca.124 Aun así, en su poema procuró evitar los alardes eruditos y retóricos, prescindiendo de cualquier elemento ficticio o fantástico. Lo que le interesó en su lectura de La Araucana fueron los episodios más apegados a la verdad histórica y, en especial, la narración de las batallas. De ahí que optara por un título tan marcado genéricamente como el de relación y se esforzara en acumular fechas, datos precisos y descripciones que, sin faltar a la naturaleza poética del género, se ajustaran a los hechos que había presenciado. De sus lecturas apenas vemos el rastro que dejaron Ercilla, Ariosto y acaso La inquieta Flandes, que había escrito también en Turín y en 1594 otro soldado español. En fray Francisco de Hermosilla aparece a cada paso el hombre de letras. También había leído La Araucana, pero dejando un margen mayor a la ficción. La intención anunciada en el prólogo de dividir El valeroso Zaide en tres partes pudiera ser imitación del mismo Ercilla. A su vez, la distribución en seis cantos

124 El de Sánchez sería un caso parejo al de Andrés Rey de Artieda, que dejó los estudios de Derecho para servir como soldado, aunque este luego alcanzara a terminarlos. Cfr. Martí Grajales (1927: 376-388) y Martínez (2016: 19).

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de la primera de ellas coincide con El sitio y toma de Anvers de Miguel Giner, que se había impreso en Milán en 1587 y que también se ocupaba en la toma de una ciudad. De sus muchas alusiones letradas, colegimos que conocía a Homero y a Virgilio, que probablemente había leído la Farsalia de Lucano y que tenía noticia de Dante. Como otros muchos españoles en Italia —Cervantes entre ellos—, leyó con atención a Ariosto y menciona con soltura a Rodamonte, Mandricardo, Reinaldos, al propio Orlando o a Sacripante, al que se refiere como «el circaso».125 Pero también aludió a otros textos más singulares de la épica italiana como el Oronte gigante, que Antonio Lenio había publicado en 1531. De la literatura española, maneja el romancero y recuerda a «Roldán en Roncesvalles» (Zaide II, 415), al «que en triste traje y voz sonora / retó a toda Zamora de traidora», en alusión a Diego Ordóñez de Lara (Zaide III, 231-232), al «mal logrado Durandarte» (Zaide IV, 52), al «gallardo Muza» (Zaide IV, 78) o al «Cid» (Zaide VI, 80). También Garcilaso dejó su huella en varias octavas de El valeroso Zaide, como en el comienzo del canto IV, cuando anuncia su voluntad de cumplir con la palabra dada: «En tanto que este tiempo venturoso / por sus horas y grados va llegando, / quiero pagar por esta lo que debo, / aunque mi obligación aquí renuevo» (Zaide IV, 21-24), donde se reescribe un famoso pasaje de la égloga I, 29-30: «En tanto que este tiempo que adevino / viene a sacarme de la deuda un día»; o cuando pinta a Carlo Emanuel en el asalto a la ciudadela a partir del soneto XXXIII, 12: «vuelve y revuelve amor mi pensamiento», que Hermosilla convirtió en «vuelve y revuelve el príncipe esforzando» (Zaide VI, 191).126 Más singular resulta una posible lectura de fray Luis de León, cuya poesía no conocía aún la imprenta. No obstante, a ello apuntan dos versos muy próximos en el canto VI: «Luego rompiendo el aire claro y puro» y «con él almo aliento la conjura» (Zaide VI, 305 y 311). El primero de ellos remitiría a la lira inicial de En la Ascensión: «rompiendo el puro / aire», mientras que el adjetivo almo recordaría la oda De la vida del cielo, que comienza «Alma región luciente». El vínculo de fray Francisco con fray Luis pudo ser Jerónimo de Cobos, el trinitario que firmó uno de los sonetos preliminares, si es que fue este, como parece, el discípulo del agustino que testificó a su favor durante el proceso inquisitorial y que luego terminó pasando a Italia.127 La épica de Hermosilla está mucho más preñada de literatura que la del alférez. Las diferencias comienzan a establecerse desde el título, donde el fraile presentó los hechos envueltos en una cobertura trasparentemente morisca bajo

125 Cfr. Zaide III, 311-312; IV, 189-191; V, 175-176 y 269-270. Sobre ello reparó también Chevalier (1966: 342). 126 Sobre Garcilaso, véase además Zaide II, 102 o VI, 117-120. 127 Cfr. Proceso inquisitorial de fray Luis de León, pp. 182-183.

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la apelación de El valeroso Zaide, para cuyo desvelamiento remite el autor a las dos partes que se anuncian desde el prólogo: «Pasá, si os da algún gusto aquesta historia, / adelante, y veréis su claro nombre» (Zaide IV, 65-66). Como poeta, parece formar parte de un entorno letrado, muestra una clara conciencia del mercado de libros y se preocupa por la recepción que su obra pueda tener entre los lectores cultos. Así se deduce de esta invocación casi burlesca a la musa Calíope: El canto comenzá tan dulcemente que al necio, al avisado, al más discreto, al suez, al cortesano, al más prudente, dé gusto vuestro canto y buen conceto. Mirá bien que salís a que la gente de Babilonia juzgue si es perfeto; mirá, pues que cantáis, sois obligada a dar algún contento o no dar nada (Zaide I, 137-140).

Fray Francisco resulta mucho más retórico en su escritura, su léxico tiende al arcaísmo, gusta de la digresión, se detiene a describir en detalle, usa interrogaciones retóricas, comparaciones, paralelismos y anáforas y, sobre todo, hace continuas referencias mitológicas o eruditas. Por sus versos vemos pasar a Apolo y las ninfas del Parnaso, al «tracio Orfeo», a Palas con la manzana de oro, a Minerva como claraboya de la ciencia o a Hércules.128 De la literatura grecolatina trae a Homero con Héctor y Aquiles, y a Virgilio con Euríalo y Niso.129 Un buen número de personajes de la historia romana le sirven como referencia: Escipión el Africano, Marco Claudio Marcelo, Cayo Mario, Pompeyo, César, Publio Horacio Cocles y emperadores como Diocleciano, Nerón, Majencio o Decio.130 Hay además algunas noticias muy precisas y eruditas, como la mención de «la gran Tomiris», que venció a Ciro el Grande (Zaide III, 102-103), o la de Quinto Trebelio, el primer soldado romano que consiguió escalar los muros de Qart-Hadast, la actual Cartagena, y al que se compara con el capitán Pedro Ramírez de Arellano cuando alcanza la muralla de Bricherasio.131 Otras noticias muestran un conocimiento más que suficiente de la historia antigua, como la mención del rey godo Redagaso, que invadió Italia y fue

128 129 130 131

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Cfr. Zaide I, 105-107, 127-128, 151; II, 112; III, 93 y 406. Cfr. Zaide I, 97; III, 95, 405; y VI, 337-338. Cfr. Zaide I, 183-184, 269-270, 321-328; III, 100, 389-392; y VI, 67. Cfr. Zaide III, 273-276.

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derrotado por los romanos,132 o la del «hijo amado / de Arnolfo» (Zaide VI, 273-274), esto es, Luis IV, hijo de Arnulfo de Carintia y rey de Francia Oriental. Hermosilla también acudió a la historia más reciente para poner en parangón a los soldados que intervinieron en la toma de la fortaleza piamontesa con otros militares que se habían destacado en el servicio de la Corona española, como Antonio de Leyva, el proveedor Francisco Duarte o el capitán Andrés de Miranda, que defendió el fuerte maltés de San Telmo contra el asedio turco.133 El valeroso Zaide da también cabida a la ficción en pasajes que conectan con otros similares en La Araucana, tales como la visión de Belona en el canto XVII. Un episodio especialmente llamativo en ese sentido corresponde al canto VI, cuando el alférez Francisco Íñiguez es alcanzado por una bala de mosquete. Como en otras ocasiones, el autor introdujo una referencia mitológica: «No sé qué brava furia o qué guerrero, / de la invidiosa Juno instimulado, / su tiro disparó terrible y fiero / contra el valiente mozo enamorado». Repentina y sorprendentemente, al hilo de la voz «enamorado», hace que la diosa Venus comparezca en medio del campo de batalla sin aviso previo a los lectores: Y viose bien estarlo el caballero, pues, bajando del cielo al diestro lado del bello joven, Venus luego al punto se puso a ver de Adonis el trasumpto (Zaide VI, 289-296).

El lance resulta similar a otros de la Ilíada en los que Afrodita entra en escena para proteger a Paris o a Eneas en medio de la batalla. No hay que descartar, pues, que fray Francisco de Hermosilla conociera el texto de Homero en su versión latina o quizás a partir de las Sumas de la Ilíada de Homero firmadas por Juan de Mena e impresas varias veces desde 1519.134 Sea como fuere, Venus, conmovida por la hermosura del alférez, acude al monte Ida para recoger una yerba benéfica con la que remediar su herida: «la yerba pone en ella, / y con él almo aliento la conjura / y sana la herida fuerte y dura» (Zaide VI, 310-312). La diosa regresa entonces al cielo y el alférez, al combate; mientras, el narrador aprovecha para dar un giro a su historia y explicar a los lectores que la verdadera pócima curativa no había sido la de Venus, sino el casco que lo protegía:

132

Cfr. VI, 200. Cfr. III, 72, 164; y IV, 236. 134 Véase Homero, Ilíada, III, 379-382 y V, 311-318. Para la recepción de la Ilíada en el Renacimiento, pueden consultarse Fabbri (1997), Ford (2007) y Muñoz Sánchez (2014); sobre la versión castellana de Mena, Serés (1989 y 1997). 133

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Cuánto vale en la lid la fuerte malla forjada en la herrería de Vulcano. hoy en el morrïón pesado y fuerte del alférez nos muestra bien la suerte (Zaide VI, 317-320).

Las diferencias entre la Relación de la empresa de Briquerás y El valeroso Zaide también tuvieron una dimensión política. De ahí que ya desde la dedicatoria, fray Francisco de Hermosilla asegurase que su trabajo estaba hecho desde una condición hispánica: «…me ha sido forzoso corresponder con mi trabajo, como español» (Zaide, Dedicatoria). Así lo confirmó mediado el canto primero, aseverando que su propósito era celebrar el triunfo de las armas españolas: «de España canto la vitoria / para alabanza suya y vuestra gloria» (Zaide I, 383-384). No es que Diego Sánchez escatimara en elogios hacia la nación española, pero los compartió con los aliados saboyanos y otorgó al duque Carlo Emanuele I un protagonismo que seguramente el cisterciense consideró excesivo. En El valeroso Zaide, el eje se traslada de Turín a Milán y de Saboya a España. Si el alférez Sánchez, asentado en la corte piamontesa, dedicó su poema a la infanta Catalina y puso a su marido en el centro de la acción, Hermosilla eligió como dedicatario a don Juan de Mendoza, que en el poema comparte una posición privilegiada con el condestable de Castilla y con los demás generales de Felipe II. El nacionalismo se dispara en su poema, y los soldados españoles son presentados como «fuertes hispanos belicosos» o «leones de Castilla», capaces de ejecutar «hechos memorables» (Zaide I, 77, 95 y VI, 205). Una y otra vez se atribuye la victoria a su intervención, que se ve además respaldada por la providencia divina: Venían los de España tan brïosos que solos, confiando en el Mesías, les paresció bastar de todo el mundo echar al enemigo hasta el profundo (Zaide II, 381-384).

El mérito de la victoria pasa inequívocamente al bando hispano: «Con todo su poder y grande fuerza, / no puede el enemigo franco bando / hacer que el español un punto tuerza» (Zaide III, 449-451). En el poema se aprecia una confrontación directa entre Francia y España, de la que la caída de Bricherasio sería tan solo un episodio: No niego yo, franceses, que lo hicistes, como buenos soldados y valientes,

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que valerosamente os defendistes de la nación de España y otras gentes, mas creo que también recognocistes, por este, los pasados acidentes que España con los vuestros ha tenido, llevando siempre Francia mal partido (Zaide IV, 329-336).

Resulta llamativo el muy distinto tratamiento que ambos escritores dieron al punto negro en la hoja de servicios que los españoles presentaron durante esta jornada. La noche del 22 de octubre, cuando todo parecía estar cerca de un acuerdo de rendición con los hugonotes, los soldados españoles iniciaron por su cuenta y riesgo un ataque que causó un importante número de bajas sin que se llegara a tomar la ciudadela. Diego Sánchez lo refirió salvando el honor de oficiales y soldados españoles y evitando desvelar el nombre de aquel que había dado ocasión al ataque, probablemente por no manchar su memoria: Quiero cantar un hecho valeroso que a veinte y dos de octubre aquí ha pasado, el cual fue temerario y peligroso y, aunque salió muy bien, mal gobernado. Un sargento de fama deseoso, sin ser de las cabezas ordenado, a un revellín se llega y dice: «¡Cierra!», que es palabra que engendra cruda guerra (Relación, 881-888).

El episodio termina con la muerte ejemplar del sargento y con una reflexión sobre la disciplina necesaria para el gobierno de los ejércitos: «El sargento murió y, si no muriera, / castigaran sin duda su locura, / que todo lo bizarro de la guerra / en solo guardar órdenes se encierra» (Relación, 925-928). Frente a la prudente discreción del alférez, fray Francisco no dudó en identificar al sargento desde el título de su quinto canto: «Diose el asalto al fuerte por un desorden del sargento Juan de Frías». Luego lo presentó como un hombre «gallardo y belicoso», aunque «de poco sufrimiento, / temerario, atrevido y arrojado» (Zaide V, 429-431), que pagaría con la muerte la algazara que él mismo había provocado.135 Siempre atento al loor de las armas hispánicas, Hermosilla anunció que la Primera parte del valeroso Zaide vendría seguida de dos partes más que celebrarían

135

«Con su pesado golpe, fiero y duro, / pagó la cruel fortuna el desconcierto / a Frías, que con celo bueno y puro / el desorden dejó su cuerpo muerto» (Zaide VI, 321-324).

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las victorias contra los ejércitos de Enrique IV. No tenemos noticia alguna de esas dos partes, que, entre otras cosas, dejaron en suspenso la identidad del embozado Zaide. Todo quedó, por lo que parece, en un designio que no llegó a cumplirse. Y es que las cañas que se prometían felices a principios de 1595, cuando Felipe II ordenó al condestable entrar con su ejército en Borgoña, terminarían por tornarse lanzas: Estimuló grandemente al condestable —escribía Fermín López de Mendizorroz— el celo de conservar estado de tanta calidad a su rey, y encaminose a procurarlo, no reparando en el rigor del tiempo, que era invierno, ni en la quiebra del ejército que había padecido en Briquerasco, en echar de allí el enemigo, ni en la falta de dinero y otras dificultades y tropiezos de Turín, que lo pudieran retraer de este propósito.136

Enrique IV de Francia había entrado en el territorio y los holandeses aprovecharon la confusión para conquistar algunas plazas. A su llegada, Fernández de Velasco tomó posiciones y ocupó varias villas y fortalezas al enemigo, hasta que a principios de junio tuvo lugar la batalla de Fontaine-Française. Los franceses refirieron el encuentro como una retirada del duque de Frías, mientras los españoles atribuyeron la huida al rey de Francia, tal como se lee en Antonio de Herrera y Tordesillas: «La caballería de la retaguarda acudió a resistir al mucho número de la francesa, que cargaba a la de la vanguarda católica, en la cual se hallaba el mismo príncipe de Bearne; y como había sido cogido de repente, temiendo que el contestable tenía aviso de su persona y de su campo, y que por tanto iba con determinación de darle batalla, acordó de retirarse, habiendo corrido gran peligro de quedar en las manos de sus enemigos». Como prueba inequívoca de la supuesta victoria española, el historiador recordó que don Juan permaneció en su sitio y el Borbón buscó otro emplazamiento a hurtadillas: «Y retirado el príncipe de Bearne, el contestable se quedó en el campo, alojando en el mismo sitio donde había sido el rencuentro; y el príncipe de Bearne, habiendo parado en Fontana Francesa, a medianoche, sin sentido, se levantó y se fue a Digion».137 Los historiadores españoles quisieron dar poco valor a las conquistas que Enrique IV hizo en Borgoña y mucho a la acción del condestable, pero lo cierto es que la campaña terminó en tablas, con el francés regresando a su territorio y con el condado borgoñón en posesión del rey de España. Sin pena ni gloria, el 136 López de Mendizorroz, Observaciones, p. 54. Sobre la preparación y desarrollo de la campaña de Borgoña, véase Herrera, Tercera parte de la historia general del mundo, pp. 488-504 y el mismo López de Mendizorroz, Observaciones, pp. 48-85. 137 Herrera, Tercera parte de la historia general del mundo, p. 497.

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condestable regresó a Milán y, para exaltar esta acción militar, Fermín López de Mendizorroz, el principal de sus biógrafos, tuvo que atenerse a la prudencia demostrada por el duque y alabar las virtudes de una guerra meramente defensiva: No tiene que ver con el valor ni da fama de gran capitán la temeridad o resolución que no se toma con medida más de experiencia que de proprio consejo, peligroso a precipitar al más presumido […]. Con esto había hecho el condestable entera la restauración de las plazas del condado, ahuyentado el enemigo, desbaratado sus fuerzas y restituido al dominio del rey los antiguos y muy queridos vasallos […]. Tanto pesa la reputación que ganó el condestable en remediar la pérdida del condado de Borgoña cuanto le importa al rey el poseerlo.138

No había mucho, pues, que celebrar. Acaso por ello el manuscrito de la Primera parte del valeroso Zaide quedó en la biblioteca del condestable durmiendo el sueño de los justos y sin llegar a conocer la estampa. 6. HISTORIAS DE DOS TEXTOS El alférez Diego Sánchez hubo de comenzar la redacción de su poema muy poco después de que la plaza de Bricherasio fuera rendida y de ahí el carácter histórico que quiso remarcar ya desde el título. La escritura de la Relación nació sin duda en el entorno español de la corte saboyana y probablemente cerca de la infanta doña Catalina. Por lo demás, no hay rastro de la fecha exacta en que pasó a la imprenta, ni siquiera en la aprobación latina que cierra la obra y que firmó el dominico fray Giovanni Battista Ansaldi por comisión del vicario del Santo Oficio turinés Giovanni Omenio di Chieri. Sea como fuere, el libro hubo de salir en los primeros meses de 1595, ya que fray Francisco de Hermosilla manejó un ejemplar con tiempo suficiente como para componer El valeroso Zaide, que concluyó en enero de 1596. Aunque no se encuentre noticia alguna del impresor, la portada anuncia que la Relación había sido «Impresa con licencia en Turín año de mil y quinientos y noventa y cinco» y que estaba «Dirigida a la serenísima señora doña Catalina de Austria, infante de Castilla y duquesa de Saboya» [fig. 11]. De ahí que se eligiera como motivo un escudo de los duques, en cuyo óvalo, junto a las armas saboyanas aparecían también las de España y Portugal, entonces anexionado a los dominios de Felipe II. Pero, probablemente, lo más llamativo en esa portada sea el ejercicio de publicidad que hizo el alférez al presentarse como hijo 138

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López de Mendizorroz, Observaciones, pp. 66, 79 y 85.

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Figura 11. Portada. Relación de la empresa de Briquerás, Turín, 1595.

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de su famoso padre: «Compuesta por el alférez Diego Sánchez, hijo del maestro Francisco Sánchez, catedrático de retórica y griego jubilado en la Universidad de Salamanca». En solo una página, el curioso se iba a encontrar con el duque de Saboya, con la hija de Felipe II y con Francisco Sánchez de las Brozas, profesor famoso en media Europa. El libro se estampó en un elegante 4°, lo que apunta a un buen respaldo económico para su impresión, aun cuando solo fuesen veinticinco sus folios, que se distribuyeron en seis cuadernillos de cuatro hojas con las signaturas A-F, a los que se añadió un folio más sin signatura alguna para la página 25r. La composición se hizo, como era común para la épica, con tres octavas por página, sin otro encabezamiento que la foliación. Son además escasos los errores en los que incurrieron los cajistas, probablemente italianos, como se deduce de un par de «altezza» que se encuentran en el texto. Lo demás son tipos errados, añadidos o mal dispuestos, y alguna errata de fácil enmienda.139 Hay que añadir a ello un par de deslices en los reclamos de página correspondientes al folio 7v, donde se lee «Pillalo» —castellanizado— «Piglialo», y al folio 14r, con un «Del» estampado en lugar del «De» con el que comienza el primer verso de la siguiente página. La Relación de la empresa de Briquerás hubo de ser un texto de consumo circunscrito al entorno del duque de Saboya o, como mucho, a ciertos militares españoles asentados en el norte de Italia a finales del siglo xvi. De la tirada que se lanzó en 1595 solo he conseguido localizar y cotejar dos ejemplares, conservados en dos lugares relevantes para los hechos que narra: la Biblioteca Antica en el Archivio di Stato de Turín y la Biblioteca Nacional de Francia. La obra, de hecho, ha pasado por completo desapercibida a los estudiosos de la épica española, que no llegan ni siquiera a mencionar su existencia en los catálogos o ensayos publicados en torno al género. No obstante, el milanés Francesco Saverio lo señaló a mediados del siglo xviii como un poema de carácter histórico adecuado para la instrucción de los lectores: Annoveransi que’ poemi spagnuoli, che anali, croniche e storie abbracciarono per istruire l’animo umano: Relazione della impresa di Briqueras (Relación de la empresa de Briqueras) che fece il serenissimo duca di Savoia Carlo Emanuello, composta dall’alfiere Diego Sanchez, figliuolo del maestro Francesco Sanchez, cattedratico di retorica di e di greco giubilato nell’Università di Salamanca. In Torino 1595. In 4. In ottava.140

139

Véase el aparato crítico que sigue a la edición de los textos. Saverio (1749: 157). También Luigi Bollea, en su estudio sobre el asedio de Bricherasio (1907: 319), dio noticia de su existencia: «Anche la Relacion de la Empressa de Briqueras di Diego Sanchez, poemetto di 141 ottave (Torino, 1595), di cui esiste una copia nella Bibl. Dell’ Arch. di 140

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Figura 12. Portada. Primera parte del valeroso Zayde, Milán, 1596.

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Tampoco tuvo un glorioso recorrido la Primera parte del valeroso Zaide. Fray Francisco de Hermosilla hubo de componer su poema, como hemos visto, a lo largo del año 1595, tras haber estado en la campaña de Borgoña con la compañía de Miguel de Villavicencio. Entre diciembre de ese año y enero del siguiente encargaría una copia en limpio de la obra, ya que la dedicatoria a don Juan de Mendoza, escrita sin duda a última hora, está fechada en «Milán y enero 28 de 1596». Siguiendo la estela de Alonso de Ercilla y su Araucana, el fraile anunció una continuación de la historia con una segunda y tercera partes, cuya trama parece que tenía de antemano trazada. Si las llegó a escribir, nos falta la noticia. El manuscrito, custodiado en la Biblioteca Nacional de España con la signatura MSS/11247, tiene como título Primera parte del valeroso Zayde, compuesta por el Reverendo Padre fray Francisco de Hermosilla, religioso del orden del glorioso de San Bernardo, natural de San Martín de Valdeiglesias y capellán en el exército de Su Magestad. Dirigida al muy ilustre señor Don Juan de Mendoza, hijo del Conde de Castro, capitán de lanzas de la guardia de su excelencia y comisario general de la caballería del estado de Milán, impresa en Milán [fig. 12]. El códice se abre con cuatro hojas de respeto, numeradas las dos primeras como 2 y 3, en la segunda de las cuales hay un trozo de papel pegado con la signatura actual a lápiz y un breve poema burlesco con dos redondillas escritas a tinta y de otra letra: El dotor biene a tocar y si ai juego de contino a todo asiste mui fino como también a curar. Es hombre de mui buen modo y en su facultad muy bueno, de sus aforismos lleno y se aplica bien a todo.

El texto ocupa ciento catorce folios, distribuidos del siguiente modo: Título [f. Ir], Dedicatoria [f. IIr-v], blanco [f. IIIr-v], Prólogo al letor [ff. 1r-2r], blanco [ff. 2v4r], Soneto del licenciado Juan Serrado de Tavares [f. 4v], Soneto de fray Jerónimo de Cobos [f. 5r], Soneto del sargento Alonso de Almagro [f. 5v], Tercetos del autor a don Juan de Mendoza [ff. 6r-7v), blanco [f. 8r], Soneto del autor a don Juan de Mendoza [f. 8v], Canto primero [ff. 9r-22v], Canto segundo [ff. 23r-41v], Canto tercero [ff. 42r-59v], Canto cuarto [ff. 60r-74v], Canto quinto [ff. 75r-91r] y Canto sexto [ff. 91v-110r], blanco [110v-], más dos folios en blanco sin numeración. El cuerpo del poema muestra una caligrafía regular Stato di Torino, tratta questo argomento». José Simón Díaz (1965: 18), probablemente sin llegar a verla, identificó la obra como un texto de carácter histórico en Impresos del XVI. Historia.

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y muy cuidada, propia de un profesional, pero, sobre todo, distinta a la de los preliminares, especialmente el prólogo y la dedicatoria, que pueden considerarse autógrafos, ya que se rematan con la rúbrica de fray Francisco [fig. 13]. Quiere ello decir que muy probablemente se hizo primero la copia del poema, dejando algunas páginas en blanco para los preliminares, que se copiaron a continuación de un modo un tanto irregular, al menos en lo que corresponde a la distribución de los poemas:

Figura 13. Firma de fray Francisco de Hermosilla.

Sobre un papel de formato 8º, el texto se dispuso en dos estrofas por plana, con unos encabezamientos que indican el número de canto en el folio vuelto y «Del valeroso Zayde» en el recto.141 Solo falta el encabezamiento correspondiente al folio 91v, probablemente porque coincide con el comienzo del canto sexto. La copia se llevó a cabo con notable esmero y son mínimos los errores que se obviaron durante el proceso. Valgan como ejemplos el del verso 40 del canto III, «que, aunque edad no llega, es sabio viejo», donde se omitió un en antes de «edad», imprescindible tanto para el sentido como para la métrica del endecasílabo, o el muy evidente «muy tiplicó en Italia el trigo» por multiplicó. La gran mayoría de esos deslices fueron enmendados por el propio copista o por el autor, como puede verse, entre otros muchos casos, en el verso 524 del canto II, donde se había transcrito «ambos, de nombre y fa y nombre esclarescido» y luego se tachó «de nombre y fa», añadiéndose encima «de fama». Otro tanto se aprecia en el título del canto III, que originalmente rezaba «Señálanse algunos capitanes y muchos soldados del asalto» y, tras tachar «del asalto», se anotó en el margen «que por su valor lo merecen», como poder verse en la figura 14:

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El códice mide 16 x 13 cm.

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Figura 14. El valeros Zaide, f. 42r.

El hecho de que en la portada del manuscrito se precisase que la obra estaba «impresa en Milán» fue causa probable de que se haya considerado copia de un libro impreso. Bartolomé José Gallardo lo incluyó en su Ensayo de una biblioteca española, de libros raros y curiosos con la siguiente anotación: «En 8º marquilla. —MS. Original— 110 h., y quedan al fin sobre 40 en blanco».142 En 1908, Enrico Zaccaria, que no menciona el libro de Diego Sánchez, lo incluyó entre las «Edizioni» de su Bibliografia italo-iberica, señalando: «Hermosilla Fr. Francisco de) —Primera parte del valeroso Zaide... dirigida al muy i lustre Sr. D. Iuan de Mendoza Comisario general de la Caballeria del Estado de Milan—. Milano; s. d., ma intorno al 1595, come si capisce dalla dedica».143 Antonio Palau también lo describió como impreso, remitiendo a Gallardo: «Hermosilla (Fr. Francisco de) Primera parte del valeroso Zaide. Milano (hacia 1595. De este impreso, del que deseamos completar los datos, Gallardo cita un manuscrito».144 Y otro tanto hizo José Simón Díaz, aunque aludiera a su presencia entre los fondos manuscritos de la Biblioteca Nacional de España.145 Todavía en el registro del catálogo electrónico de la misma Biblioteca se lee: «Copia de la ed. de Milán de 1595». Sin embargo, la factura material del códice, el tipo de copia, la letra utilizada y el hecho de que se dejaran los preliminares para incluirlos a última hora indica que estamos ante un manuscrito que el autor preparó para la imprenta. A ello apuntan también los encabezamientos, que siguen el modelo de los libros de épica y esa nota de la portada que reza «impresa en Milán», adelantando un hecho que se daba por seguro, aun cuando nunca llegara a cumplirse. Sabemos que el manuscrito pasó a poder de don Juan Fernández de Velasco, condestable de Castilla, gobernador entonces de Milán, ya que aparece registrado

142 143 144 145

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Gallardo (1888: III, 174-175). Zaccaria (1908: I, 19). Palau y Dulcet (1990: IV, 113440). Simón Díaz (1976: XI, 3949).

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en el Index auctorum operum mss. et impressorum bibliothecae Iohannis Fernández de Velasco VI Condestabilis Castella, que se conserva en la Biblioteca Nacional de España. En el folio 79r de este Index se lee: «Francisco de Hermosilla, Primera parte del valeroso Zayde, en Octava Rima. Scripto de mano». Don Juan tuvo un más notable interés en el género épico e incuso por la moderna estrategia militar, llegando a reunir un importante número de volúmenes de esta temática.146 No hay que olvidar que el condestable, a pesar de su nobilísima condición, fue un hombre inclinado a las letras desde joven y que llegó a reunir una extraordinaria biblioteca. En sus Observaciones de la vida del condestable Juan Fernández de Velasco y cifra de sus dictámenes, Fermín López de Mendizorroz lo presentaba como «estudiosísimo desde sus tiernos años de buenos libros, de tal manera les chupó la substancia de doctrina y buena enseñanza que, a guisa de diestra abeja, anduvo forjando para sí un suavísimo panal de heroicas virtudes, provisión necesaria para quien había de ocupar diversos puestos de paz y guerra».147 Además de alguna composición poética y de unos eruditos Dos discursos en que se defiende la venida y predicación del Apóstol Santiago en España, que publicó en las prensas pucelanas de Luis Sánchez en 1605, don Juan se enzarzó en varias polémicas literarias.148 Su condición de condestable de Castilla, duque de Frías, conde de Haro y Castilnuovo y marqués de Berlanga no le impidió bajar al fango de la trifulca poética y erudita, aunque lo hiciera usando de heterónimos diversos. Como «el soldado de Cáceres» escribió en 1585 una invectiva contra la Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran reino de la China, publicada en Roma por fray Juan González de Mendoza, que alcanzó un enorme éxito y tuvo numerosas traducciones.149 Era también don Juan el prete que firmó las Observaciones del licenciado Prete Jacopin, sobre las anotaciones de Fernando de Herrera a las obras de Garcilaso de la Vega, gastando no poca erudición y mucho tiempo en arrear contra un humilde clérigo hispalense.150 Y todavía hacia 1589 146

Cfr. Montero y Rueda Ramírez (2016) y Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 224-225). En torno a la biblioteca del condestable, su catalogación y trasmisión, véase Fernández Pomar (1967), Andrés (1980), Díez Fernández (1997), Cortijo Ocaña (2000) y Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 179-244). 147 López de Mendizorroz, Observaciones, p. 2. Para la dimensión culta del condestable y su papel como protector de las letras, véase Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 245-312). 148 Véanse Montero (1987: 28-33) y Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 260-263). 149 Para el texto de la Invectiva, que publicó José María Asensio, véase Fernández de Velasco (1870). 150 Sobre la polémica en torno a las Anotaciones herrerianas y la identidad del prete Jacopín, véanse Montero (1987 y 2004) y Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 245-257).

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escribió una ácida censura contra Alonso de Ercilla, que acaba de publicar la última parte de su poema. Se trata de un soneto que nos ha llegado manuscrito, en el que atizaba implacablemente el remate final de La Araucana: Del condestable de Castilla a la Tercera parte de la Araucana Parió tercera vez la vieja Arzilla y hurtaron el oficio a la partera dos damas, un marqués, Porras, Mosquera, los más altos ingenios de Castilla. Hizo y no sin razón gran maravilla ver que parió esta dama una quimera: Fenisa Lusitana, india más fiera que los horrendos monstruos de Padilla. Hallose al parto Marte furibundo y el libidino amor que injustamente impuso a doña Dido el Mantüano; Espantó tanto el caso a todo el mundo que a España inficionó súbitamente peyéndose de miedo un araucano.151

Estas veleidades literarias cesaron cuando Felipe II lo nombró gobernador del Milanesado y capitán general de Italia en mayo de 1592. No por ello decreció su interés por la literatura y su pasión de bibliófilo. Resulta llamativa la anécdota que Cristóbal Suárez de Figueroa refiere respecto a un roce personal y literario con Cosme de Aldana, precisamente durante su estancia en Lombardía: Gobernando el estado de Milán el condestable Juan Fernández de Velasco la primera vez, asistía entretenido cerca de su persona Cosme de Aldana, poeta diversísimo de su hermano Francisco, que mereció título de divino. Este no contentándose con moler de contino al gobernador con sonetazos, cierto día vino a tener tan extraordinario tesón en porfiar, que el contradictor, con seguridad de amigo, como riéndose, le dijo: Dejad ya la porfía; que sois un asno. ¡Quién tal echó por la boca! ¿Asno al querido de las Musas el rudo, el insipiente, el material? Sacar la espada no era lícito, porque era grande la amistad; quedar sin resentirse era imposible. En medio, pues, desta irresolución, toma el instrumento de la pluma y escribe 151 El soneto nos ha llegado en dos copias manuscritas, la del códice Ms. 3985, f. 161v de la Biblioteca Nacional de España y la realizada en el folio ¶1v del ejemplar de la Tercera parte de La Araucana, estampado por Pedro Madrigal en 1589 y conservado en la Biblioteca Provincial de Córdoba con la signatura 36/45 (2). José Toribio Medina (1897: 37) dio noticia de la existencia de otra copia en el último folio de un ejemplar de esta edición custodiado en la biblioteca del general Mitre en Buenos Aires. Transcriben el soneto Bélaygue (1900), Medina (1916: 156), Ramírez de Arellano (1912: 293-294) y Gómez Canseco (2020: 152-153).

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tres mil octavas motejando de asno al provocador, como si en todas le dijera: Más asno sois vos. Compuesto el volumen, a imitación de la Eneida de Virgilio, le dio título de Asneida. Imprimiole, que en Italia es fácil dar a la emprenta cualquier escritura. Apenas se hallaba impreso cuando le dio al segundo Mantuano el mal de la muerte, y contentísimo por dejar en estado de tanta perfeción el fiel ejecutor de su venganza, espiró, resonando en su boca a menudo y despidiéndose muchas veces de su querida Asneida. Ya difunto, tuvo noticia el condestable de tan extravagante capricho, y mandó se entregase al fuego toda la impresión, salvo algunos cuerpos ya esparcidos entre españoles.152

Ese vínculo con gentes letradas se mantuvo a lo largo de toda su vida, y parece que también con nuestro fray Francisco de Hermosilla. La presencia del manuscrito original de la Primera parte del valeroso Zaide en su biblioteca personal indica que muy probablemente el condestable se comprometió a financiar la publicación de la obra, que le habría sido entregada con una copia en limpio y dispuesta para las prensas. La causa del interés que don Juan pudo tener en el poema bien pudiera estar en los encendidos elogios que sobre su persona se vertían en el canto I: «El ánimo de un Héctor belicoso, / el celo de ensalzar la fe cristiana, / la prompta voluntad y el fervoroso / deseo con la ayuda soberana / que de servir al césar poderoso / mostró con diligencia sobrehumana» (Zaide I, 97-102).153 Todavía en el segundo canto se encarece su buena disposición en el servicio real y se anuncia la celebración de sus glorias militares a la segunda y tercera partes del poema: Dejemos a una parte el valor grande de este famoso conde para cuando la sujetada tierra del rey ande con poderosa mano libertando. Cantar en esto Palas no me mande hasta que a Monsení vaya pisando. El tiempo la ocasión pondrá en las manos para cantar sus hechos soberanos (Zaide II, 273-280).154 152

Suárez de Figueroa, El pasajero, p. 440. Sobre la Asneida, con un raro ejemplar en la Biblioteca Nacional de España, véanse Crawford (1933) y Medina Bermúdez (2007). 153 Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 279) apuntan: «El interés del condestable por la épica queda demostrado por la presencia en su biblioteca de buen número de obras pertenecientes al género, algunas de ellas manuscritas. ¿Acarició en algún momento la idea de que se escribiese un poema sobre su vida o su linaje?». 154 Entre 1623 o 1624 se publicó en Milán por Giuseppe Meda un libro titulado De la Silva de varias poesías en diversas lenguas en alabanza del gran contestable de Castilla Juan Fernández de Velasco, recopilado por Bernardo Cremosano, que incluía varias composiciones sobre

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Pero hay más. A lo largo de la Primera parte, la identidad del Zaide que da título al poema queda oculta: «Si su glorioso nombre sepultado / queda, señor, agora en lo que digo / es por algún misterio, cosa cierta / que lleva alguna el nombre en sí encubierta» (Zaide IV, 51-64). Lo único que se nos dice de él es que era un «rico moro enamorado, / por quien multiplicó en Italia el trigo» (Zaide IV, 59-60). No es mucha noticia, pero sí la suficiente como para concluir que se trataba de una persona noble y rica, con un poder importante en el gobierno de los territorios italianos y, desde luego, español, dada la postura claramente nacionalista de Hermosilla. Respecto a la carestía del trigo y a la intervención del condestable para remediarla cuando llegó al gobierno de Milán, trae Fermín López de Mendizorroz una noticia en verdad pertinente a nuestro caso: Llega a Milán el heroico contestable y fue extraordinario el regocijo y general aplauso con que le recibieron en aquella ciudad. No solo con la grandeza de aparato que suelen a otros gobernadores, mas como una particular y afectuosa demonstración de la plebe, que, hallándose algo afligida de la carestía nacida de la ruin cosecha, anunciando lo que después experimentaron, salieron guiados del Ruscón, hombre a quien el vulgo reconocía por caudillo y a cuyo impulso fácilmente se movía, con cruz levantada y voces confusas gritando: «¡Abundancia, abundancia!». Este fue el principio de su gobierno, este el hieroglífico e empresa que la indocta plebe verídicamente eligió desde aquel día por blasón del contestable: Abundancia y cruz en campo estéril. Cuan bien le cuadrase este mote manifestolo el suceso, pues con su venida se comenzó a aliviar el país, con su providencia a abastecer, con su diligencia a continuar la proclamada abundancia, con su rectitud y justicia a aquistar el todo sin queja o murmuración de extorsión o violencia.155

Cabría, pues, considerar que Zaide pudo ser el mismo condestable, cabeza del ejército que entró en Borgoña en 1595 y cuyas hazañas se proponía cantar fray Francisco. Y aún cabe apuntar algo más, ya que, antes de llegar a Italia, don Juan Fernández de Velasco había mantenido trato de amistad y discipulado con Francisco Sánchez de la Brozas. Así lo demuestra el hecho de que atacara sin miramientos el comentario de Herrera a Garcilaso para defender el que previamente había publicado el maestro salmantino: «Mas bien se saca de otras que habéis tirado que esa varilla va derecha al maestro Francisco Sánchez, que sacó unas Anotaciones sobre Garcilaso un poco diferentes que las vuestras, de las cuales siempre que podéis os apartáis».156 Conservamos además el testimonio de un

su participación en las guerras con Francia. Cfr. Montero, González Sánchez, Rueda Ramírez y Alonso Moral (2014: 302-304). 155 López de Mendizorroz, Observaciones, pp. 42-43. 156 Fernández de Velasco, Observaciones de prete Jacopín, p. 138.

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intercambio epistolar entre el joven noble y el catedrático, correspondiente al año 1588, en el que don Juan le invitaba a sus heredades para compartir un «honestissimum otium» y acudía a su saberes para aclarar un pasaje de Pomponio Mela. El maestro Sánchez de las Brozas respondió con un alarde de erudición y un muy afectuoso envío final: «Vale, princeps humanissime, non solum generis et litterarum, sed totius Hispaniae decus et ornamentum».157 Ese vínculo no era tan lejano en el tiempo como para que el condestable obviara que el alférez Diego Sánchez se había presentado en su Relación de la empresa de Briquerás como «hijo del maestro Francisco Sánchez, catedrático de retórica y griego jubilado en la Universidad de Salamanca». Aunque el poema cantase las glorias militares de Carlo Emanuele I, duque de Saboya y su adversario íntimo, el lazo familiar —unido a otras razones militares y políticas— pudo pesar sobre su ánimo a la hora de dejar en suspenso la impresión de El valeroso Zaide. Ya fuera por ello o acaso a la espera de una continuación que nunca alcanzó a escribirse, el manuscrito de fray Francisco de Hermosilla permaneció olvidado en los estantes de su noble y rica librería. 7. ESTA EDICIÓN La rareza y singularidad de la Relación de la empresa de Briquerás, que hizo el serenísimo duque de Saboya Carlo Emanuel. Compuesta por el alférez Diego Sánchez, hijo del maestro Francisco Sánchez, catedrático de retórica y griego jubilado en la Universidad de Salamanca y la Primera parte del valeroso Zaide, compuesta por el reverendo padre fray Francisco de Hermosilla, religioso del orden del glorioso de San Bernardo, natural de San Martín de Valdeiglesias y capellán en el ejército de su majestad han sido causa eficiente para recuperarlas del olvido en que se hallaban. Se trata de dos textos épicos compuestos en los años finales del reinado de Felipe II a la estela de Alonso de Ercilla y de su Araucana, que refieren un episodio menor de las guerras francesas de religión, el asedio y entrega de la plaza fuerte de Bricherasio en 1594. Me he impuesto la obligación de acercar ambos poemas a un lector contemporáneo, partiendo, claro está, de los testimonios originales. Para la Relación de la empresa de Briquerás me he servido de los dos únicos ejemplares de la obra que he logrado localizar, los conservados en la Biblioteca Antica del Archivio di Stato de Turín y en la Biblioteca Nacional de Francia. Su cotejo confirma que eran parte de una misma y única emisión. La edición de la Primera parte del valeroso Zaide se ha hecho a partir del manuscrito custodiado en la Biblioteca Nacional de España. De la labor realizada con esos textos y de 157

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Sánchez de la Brozas (1766: III, 487-489).

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las intervenciones que, como editor, he hecho queda puntual noticia en el aparato crítico, donde lecturas y variantes aparecen modernizadas y acompañadas, cuando se ha considerado necesario, de una explicación que justifica la decisión editorial. El texto de ambos poemas aparece sin signos diacríticos y modernizado en la grafía, la acentuación y la puntuación. El sistema fonológico antiguo se ha reducido a sus grafías correspondientes en la actualidad, resolviendo con criterios modernos las oposiciones consonánticas b/v (o u), s/ss, c/ç/z, j/i o g/j/x. He regularizado y modernizado el uso de la h- y del grupo qu-, las reduplicaciones vocálicas y los grupos consonánticos irrelevantes o el empleo acumulado de dél, dello, deste, quel, nos etc. También se han repuesto las aes embebidas, comunes en las costumbres tipográficas y caligráficas de la época. Se mantienen, sin embargo, las oscilaciones del vocalismo y la de algunos grupos consonánticos de carácter culto, la forma antigua en los vocablos e incluso sus vacilaciones. Las notas al pie se han reservado para explicar el sentido literal de voces y pasajes, las referencias históricas, las fuentes directas y muy especialmente para identificar a los personajes que intervinieron en la acción y que aparecen en ambos textos. Junto con algunos mapas e ilustraciones, el libro incluye la bibliografía correspondiente y se cierra con un índice alfabético de las notas. La edición de los dos primeros cantos de El valeroso Zaide se hizo con el concurso inestimable de Cristina Cano Molina. Raúl Díaz Rosales me ha socorrido como lexicógrafo. Por su parte, mi generoso inquisidor Antonio Sánchez Jiménez y Abraham Madroñal, ambos helvéticos y espléndidos, abrieron sus puertas a estas Epopeyas de una guerra olvidada, que presento a la aprobación exigente de Mateo Gómez López. Quede constancia de que rematé la empresa en Valmalo, a 9 de junio de 2021, entre la memoria de mis padres y la vida de mi hijo.

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Diego Sánchez

RELACIÓN DE LA EMPRESA DE BRIQUERÁS

Edición al cuidado de Luis Gómez Canseco

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RELACIÓN DE LA EMPRESA DE BRIQUERÁS, QUE HIZO EL SERENÍSIMO DUQUE DE SABOYA CARLO EMANUEL.

Compuesta por el alférez Diego Sánchez, hijo del maestro Francisco Sánchez, catedrático de retórica y griego jubilado en la Universidad de Salamanca.

Dirigida a la serenísima señora doña Catalina de Austria, infante de Castilla y duquesa de Saboya.

Impresa con licencia en Turín, año de mil y quinientos y noventa y cinco.

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SERENÍSIMA SEÑORA

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Habiendo el serenísimo duque Carlo Emanuel, entre otras heroicas empresas,1 hecho la de Briquerás,2 con el deseo de serville que todo el mundo tiene y en particular la nación española, yo, como uno de ellos y que del nombre de sus soldados puedo y tengo de honrarme, he querido, aunque en menor estilo3 que la materia merece y hecho tan grande como el que su alteza hizo, atreverme a dirigilla a vuestra alteza,4 que, por ser servicio hecho a su marido, perdonará mi atrevimiento y dará con su grandeza ser5 a lo que la obra merece y perdón a mí por las faltas de ella.

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empresas: ‘acciones dificultosas’. Briquerás es la forma castellanizada de Bricherasio, una localidad de la región del Piamonte, cercana a Francia y Suiza, que fue tomada por los franceses en 1592. 3 menor estilo: ‘estilo bajo’ y, por ello, inadecuado para la épica, aunque claro está, como un mecanismo de humilitas retórica para con el receptor. 4 Se dirige a Catalina Micaela de Austria (1567-1597), hija de Felipe II e Isabel de Valois, infanta de España, que casó con Carlo Emanuele I de Saboya en 1585. 5 ser: ‘precio, valor’. 2

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No de las damas y amoroso efecto el ejercicio dulce y deleitoso, ni el sabio proceder y buen concepto del diestro cortesano y compendioso quiero cantar ni dalle de discreto la palma a aquel que es de ella deseoso, mas duerma agora el adular en tanto que me ejercito en un sangriento canto. 6

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Y quiero dar al ancho mundo cuenta de una victoria rara y importante, que, con pérdida grande y grande afrenta de la nación francesa y arrogante, de Saboya el gran duque con sangrienta venganza suya hubo muy bastante; que la razón ayuda a quien la tiene y, si tardare, tarda, pero viene.

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1 La primera octava remeda de manera expresa el comienzo de La Araucana: «No las damas, amor, no gentilezas / de caballeros canto enamorados, / ni las muestras, regalos y ternezas / de amorosos afectos y cuidados, / mas el valor, los hechos, las proezas / de aquellos españoles esforzados» (I, 1-6). 5 dalle de discreto: ‘tomarle por inteligente o de buen juicio’. Para poetas y lectores de la época no había inconveniente en la rima consonante de grupos cultos, como efecto o concepto, con discreto. 13 El duque de Saboya era Carlo Emanuele I (1562-1630), hijo de Emanuele Filiberto de Saboya y Margarita de Francia. Heredó el título en 1580. 16 a quien la tiene: ‘a quien tiene la razón’. 6

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Y pues el galardón de la victoria es fama para siglos sin medida, quien es tan digno de tan digna gloria y quien también la tiene merecida es justicia muy grande que memoria perpetua tenga por eterna vida. Al gran mérito de ella yo testigo que la ganó venciendo al enemigo.

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En alabanzas suyas bien quisiera, por consumir mi tiempo bien logrado, escribir sin parar la vida entera, al valor de su alteza aficionado. Y aunque fuera muy larga, corta fuera, y el plazo fuera corto y muy delgado, porque no hubo ni hay ni habrá otro Marte que le igualase en la quincena parte.

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Y siendo ya del mundo conocido, lo que decir pudiera en su alabanza, en silencio lo pongo y no en olvido, porque llevo en el tiempo confianza, y quiero dar al canto prometido principio, pues que de tal fin se alcanza que es la honra de España y de Saboya, comenzando a abrasar la nueva Troya.

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Empiece ya mi pluma a ser trompeta y sea del francés fiera polilla, que quiso derramar calvina seta y del falso Lutero la semilla donde la cristiandad es tan perfecta

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24 Se da por implícito el verbo ser, ‘yo fui testigo’. 31 otro Marte: ‘otra encarnación perfecta de la guerra y los valores militares’. 38 se alcanza: ‘se entiende, se deduce’. 40 Briquerás sería la nueva Troya por sobrepujamiento entre las dos ciudades asediadas. 42 polilla: ‘daño’. 44 calvina seta: ‘secta o herejía calvinista’. Tanto Juan Calvino como Martín Lutero aparecen como cabezas de la herejía protestante. 10

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y se obedece la romana silla; mas si el Señor consiente algunos ratos, al fin de ellos no salen muy baratos. 16

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Pues siendo por Vandoma señalado un hereje que llaman La Diguera capitán general del Delfinado, importante provincia, en gran manera procurando ensalzar nombre y estado, empezó con hazañas, mas de cera, porque salió el alegre Sol de España y derretidas quedan en campaña.

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Teniendo en la Saboya y la Provenza usurpadas al duque algunas tierras, por castigar su infame desvergüenza, las recupera con sangrientas guerras; y castigando infieles, las comienza por casares, castillos, bosques, sierras, mas, en tanto que el duque aquí ocupado, usó un ardid cobarde, mas pesado;

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46 romana silla: ‘pontificado de la Iglesia Católica’, ubicado en Roma. Los franceses aparecen como hugonotes, esto es, protestantes, que quieren imponer su herejía en el Piamonte. 48 ‘El Señor, siempre fiel, consiente el triunfo temporal del hereje, pero a la postre este lo paga muy caro’. 51 Vandoma es una castellanización del título de duque de Vendôme, pero se trata, al tiempo, de un mecanismo para degradar la figura de Enrique de Borbón (1553-1610), al que no se reconoce como monarca, aunque lo fuera de Navarra desde 1572 y de Francia, como Enrique IV, desde 1589, cuando se convirtió al catolicismo tras haber luchado en el bando protestante durante las guerras de religión en Francia. La Diguera es asimismo una castellanización para referirse a François de Bonne (1543-1626), duque de Lesdiguières, destacada figura del bando hugonote. Como cabeza del Delfinado o Dauphiné, defendió la región de la invasión iniciada por Carlo Emanuel I en 1591, para luego invadir Saboya en 1592 y hacerse, entre otros lugares, con la plaza de Briquerás. 54 de cera: ‘de poca entidad, inconsistentes’. 57 La región italiana de Saboya se encuentra en el noroeste de Italia, entre Francia y Suiza. Provenza es una región francesa limítrofe con Saboya, situada al sur del Delfinado. 60 El duque de Saboya ocupó ciertos territorios franceses en 1591, tras haber tomado el marquesado de Saluzzo en 1588. Cfr. Merlin (2004). 62 casares: ‘pequeñas villas’. 64 ardid: ‘trampa, engaño’; pesado: ‘grave, oneroso’. 16

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que, como vio el portero de la puerta tan lejos y también embarazado, se retiró hacia ella, donde abierta la entrada halló en Italia por su estado. Entró en el Pïamonte, mas no acierta con su primer intento, que escalado pensó ganar a Pinarol y a Susa, mas con pérdida grande lo rehúsa.

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A Carmañola dio también un tiento, pero tampoco halló seguro el puerto. Y viendo malograr su crudo intento, se retiró y tomó un casar abierto que llaman Briquerás, de casas ciento. También tomó un castillo por concierto que se llama Cavor; y, a bien medillas, de este casar que digo está a tres millas. 27

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Está aqueste casar en un gran llano al pie de una pequeña montañuela, el cual fortificó con diestra mano con intención que crezca la higueruela y vaya en bien su pensamiento vano; y así en fortificalle se desvela, e hizo allí una fuerza tan notable que estoy por decir que era inexpugnable.

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65 portero: ‘guardián’. 66 embarazado: ‘ocupado’. 71 Pinarol es la castellanización de Pinerolo, localidad piamontesa al oeste de Turín. La villa de Susa está situada al noroeste de Turín y al norte de Pinerolo, cerca de la frontera francesa. 73 dio un tiento: ‘hizo una tentativa’, de tomarla. Carmañola era otra localidad del Piamonte, correspondiente al marquesado de Saluzzo. 75 crudo: ‘cruel’. 77 La acentuación de Briquerás como aguda, precisa para el ritmo del endecasílabo, corresponde a la posición del acento en la forma italiana del nombre, Bricherasio. 78 por concierto: ‘por medio de un pacto’. 80 Cavor es Cavour, plaza piamontesa al sur de Briquerás. La milla correspondía a mil pasos o algo más de mil quinientos metros. En la actualidad la distancia es de unos ocho kilómetros. 84 que crezca la higueruela: ‘que se consolide su posición’, jugando fonéticamente con el nombre de Ladiguera. 87 fuerza: ‘fortaleza’. 24

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Tenidas estas fuerzas de importancia, se publicaron treguas generales; y teniendo por cierta su ganancia —que quizás fue castigo de sus males—, empezó con soberbia y arrogancia a intitularse de renombres tales que, no mirando bien que se engañaba, príncipe del Piamonte se llamaba. 34

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Y el gran Filipo, viendo la insolencia, de socorrer acuerda el hijo amado, y con fuerza y poder y gran violencia pone en ejecución este cuidado; porque con estas fuerzas en potencia iba creciendo mucho en sumo grado, que ya casi no había abierta tierra que no le obedeciese en paz o en guerra.

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En el año que cuatro se contaron sobre mil y quinientos y noventa, dos tercios a este efecto caminaron, que al duque el rey envía por su cuenta. Bizarra gente y, a lo que mostraron, no de espíritu flaca ni avarienta; el uno milanés, fuertes varones, y el otro de españoles o leones.

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Y por septiembre a diez y siete días, su alteza fue en vanguardia caminando,

90 treguas generales: ‘interrupción completa de la guerra’. 94 renombres: ‘títulos, reconocimientos’. 97 Felipe II (1527-1598), rey de España, suegro del duque de Saboya, que ostentaba el ducado de Milán y gobernaba su territorio, vecino a Saboya. 101 potencia: ‘poder’. El sujeto de ese poder sería el rey de Francia. 104 Los movimientos militares del duque para la toma de la plaza comenzaron el 17 de septiembre de 1594 y las primeras tropas llegaron el 18. Cfr. Bollea (1907: 341). 107 tercios: ‘regimientos de infantería’ de la monarquía hispana. 108 por su cuenta: ‘por propia iniciativa y a su cargo’. 109 Bizarra: ‘valiente’. 110 avarienta: ‘miserable’. 34

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y usó de ardid por desmentir espías, que hacia el final fingió que iba marchando; mas, en bajando las tinieblas frías, el fin de su intención iba buscando, porque quiso llegar con escalada, mas la luz lo estorbó de la alborada. 43

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Iba de gente ilustre acompañado, monsiures y gallardos ventureros, que cada cual en ánimo y estado son con muy gran ventaja caballeros. Con su caballería a buen recado, no bizarros esguízaros, mas fieros, y de españoles cuatro compañías que consigo tuvo antes muchos días.

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Y este campo asentó cerca del muro, a tiro muy pequeño de mosquete, y paso para Francia muy seguro, si la fuerza le rinden les promete; mas el gobernador a este conjuro en furor grande y cólera se mete, y responde que digan a su alteza que es monsiur de Espinosa la cabeza, 51

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y que los que están dentro son franceses, y consentir que de ellos tal se diga

115 desmentir espías: ‘engañar a los espías’. 119 ‘quiso tomar la plaza escalando los muros por sorpresa’. 121 ilustre: ‘noble’. 122 monsiures: ‘señores, nobles’; gallardos: ‘valerosos’; ventureros: ‘aventureros, voluntarios’. 123 estado: ‘condición personal’. 125 a buen recado: ‘con cuidado y seguridad’. 126 esguízaros: ‘suizos’. 127 La compañía era una unidad militar comandada por un capitán. 129 campo: ‘campamento’. 130 mosquete: ‘arma de fuego que se disparaba con el apoyo de una horquilla’. 131 paso: ‘salida’. 133 conjuro: ‘exhortación, aviso’. 136 cabeza: ‘jefe’. El gobernador francés de la plaza era Scipion de Villeneuve (†1602), señor de Espinouse. 43

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suelen acostumbrar muy pocas veces, si fuerza de morir no les obliga; que quieren defender sus intereses, que no son pajarillos que con liga se dejarán tomar. Pelear quiere y que el fin cante gloria a quien venciere.

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Y con razón soberbia semejante, fïado en estar fuerte, decir pudo, si fuera en sustentalla tan constante cuanto mostró de bravo y de sañudo; que nadie fuera a la ganar bastante, según dificultad tenía este ñudo, ni pudiera ganarla sino el cielo, echando gente dentro con gran vuelo.

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Toda estaba en contorno de estacada una defensa poderosa y fuerte, de fuertes caballeros rodeada, que a decir su valor no hay quien acierte; con ciencia y arte bien terraplenada, revellines, bestiones de gran suerte, un hondo foso, estradas encubiertas, mil casasmatas con seguras puertas. 61

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142 La liga era una materia pegajosa en la que los pájaros pequeños quedaban atrapados. 144 fin: ‘desenlace’. 148 sañudo: ‘colérico, furioso’. 150 ñudo: ‘nudo, problema, dificultad’, por extensión del nudo gordiano que Alejandro Magno cortó con su espada. 152 Es decir, atacando la plaza desde el cielo y facilitando así la entrada de los soldados. 153 estacada: ‘fortificación con empalizada’. 157 caballeros: ‘obras de fortificación defensiva elevadas sobre otras construcciones’; arte: ‘técnica’; terraplenada: ‘parapetada con terraplenes o montículos de tierra’. 158 revellines: ‘obra defensiva exterior que protege una muralla’; bestiones: ‘bastiones, baluartes, fortificación defensiva que conecta y refuerza dos lienzos de muralla’; suerte: ‘tamaño’. 159 estradas encubiertas: ‘caminos cubiertos, terraplenes de paso protegidos del fuego enemigo’. 160 casasmatas: ‘construcciones abovedadas para instalar piezas de artillería’; seguras puertas: ‘pasos francos entre una zona y otra de las construcciones defensivas’. 56

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El tercio de españoles en batalla de ahí a dos días, que llegó su alteza, al campo vino, y por ser él se calla su virtud, su valor y su nobleza. El más mínimo ofrece de ganalla y a Dios promete la mejor cabeza, porque vienen furiosos e indignados de haber topado templos abrasados, 66

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de ver que un santo han visto y otro santo su estampa y su figura hecha pedazos, y otra cosa que puso horror y espanto: al sumo Dios con mil arcabuzazos y a la gloriosa Virgen roto el manto, roto el cuerpo, divino rostro y brazos. Y estos agravios llevan a su cuenta y a su cargo tomaban tal afrenta.

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Un maestre de campo valeroso este valiente tercio gobernaba, en servir a su rey muy cubdicioso que don Pedro Manrique se llamaba; y cual tierno pelícano amoroso, sacarse el corazón solo faltaba, indicio del amor de sus soldados de los chicos a los más pintados. 71

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161 en batalla: ‘en disposición de batalla’. 162 Esto es, el 19 de septiembre. Cfr. Bollea (1905: 12). 165 El más mínimo: ‘El menor de los soldados’. 168 topado: ‘encontrado’. Se alude a los hugonotes franceses, que habrían profanado templos católicos. 176 a su cargo: ‘como propios’. 177 maestre o maese de campo: ‘general de un tercio’. 179 cubdicioso: ‘codicioso, deseoso’. 180 Pedro Manrique de Solís, señor de Sagrejas y Malpartida, fue caballero de Santiago, capitán en Flandes y luego, maestre de campo en el tercio de Lombardía. Cfr. Burgos (1863: 26) y Rodicio (1991: 420). 183 Se entendía que el pelícano alimentaba a sus crías con su propia carne y sangre, por lo que se convirtió en figura de la caridad y motivo común para la emblemática áurea. Véanse Sebastián (1986: 53-57), Revilla (2000: 329) y García Arranz (1996: 627-656). 184 los más pintados: ‘los de más valer y nobleza’. 66

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El general llegó con esta gente, que es hombre ejercitado en experiencia, de pecho valeroso y muy prudente, un famoso varón de maña y ciencia; y, aunque impedido, valerosamente mostró aquí su valor y gran sapiencia, la cual se ofrecerá donde decilla: llamábase don Pedro de Padilla.

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Un cuartel a este tercio señalaron, como para quien era, peligroso, y al punto los soldados empezaron a hacer las pobres casas sin reposo; y los que más nobleza profesaron cada cual trae a cuestas muy brioso ramas de un alto roble, y vil y baja hace una barracuela, si trae paja. 79

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Llegó la retaguardia a tercer día, después que el tercio dicho fue llegado; la gente milanesa la traía con grande vigilancia y gran cuidado el maestre de campo, se decía Bernabó de Barbó, muy buen soldado, a quien nuestra nación debe respecto por ser amigo nuestro tan perfecto.

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188 de maña y ciencia: ‘de astucia y conocimiento militar’. 189 impedido: ‘con dificultades para moverse’. 192 Pedro de Padilla (†1599), capitán de infantería en Flandes y maestre de campo del tercio de Nápoles. Participó en Lepanto, en las campañas de Portugal (1580) y las Azores (1582), para ser admitido como caballero en la orden de Santiago y entrar más tarde en el Consejo de Guerra. Comandaba el contingente español que auxilió al duque de Saboya en 1594. Cfr. Fernández Conti (1998). 194 cuartel: ‘lugar destinado para que acampe parte de un ejército’. El que se designó para los españoles se indica que, por su posición cercana al enemigo, era peligroso. 200 barracuela: ‘caseta, choza’. 202 El 20 de septiembre. Cfr. Bollea (1905: 14). 205 se decía: ‘se llamaba’. 206 Bernabò Barbò, miembro de una familia noble milanesa, sirvió como militar a la Corona española. En su diario de guerra, anotó el duque de Saboya: «Alli 20 giunsero al campo li 2500 italiani di Barnabò Barbò» (Bollea 1905: 14). También tomo parte en la campaña de Borgoña que comenzó meses después. Cfr. López de Mendizorroza, Observaciones, p. 62 y Botta (1868: 164). 207 nuestra nación: ‘España’; respecto: ‘respeto’. 76

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Y, todos los cuarteles señalados, las naciones se alojan como pueden, y era contento ver a los soldados que a una casina y otra van y vienen; unos quitan la teja a los tejados para tejar su casa, y otros tienen cuidado con hacerla, otros se alargan y de cuanto se topan tanto cargan:

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uno el cáñamo en varas para el suelo, el otro el arca de manzanas llena, y aquel que alcanza a ver el corderuelo cordero lleva y, si la vaca suena, le acude con soguilla, que es anzuelo con que ejecuta la debida pena; mas ¡ay! de aquellos tristes que en las manos caían de unos mil o más villanos

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que andaban en un valle convecino de infiel y no domado villanaje y cubiertos con matas el camino descubren por remedio de su ultraje, y guardan esta traza de contino que dice el que descubre a otro que ataje,

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210 naciones: ‘partes del ejército de diversas nacionalidades’. Al distribuir de este modo a sus contingentes, la intención del duque era estimular la competencia entre los soldados de las distintas nacionalidades aliadas: «Allora il Duca, dato a ogni natione il suo luogo distinto, accioché la mutua emulatione più a far il lor dovere l’eccitasse» (Bollea 1907: 364). 212 casina: ‘casita’. 214 tejar: ‘poner techo’. 215 se alargan: ‘se alejan’. 221 soguilla: ‘cuerda fina’. Parece tener en mente el refrán «Cuando te dieren la vaquilla, acude con la soguilla», que registró el maestro Correas (Vocabulario, p. 140). Sobre las dificultades que el ejército tuvo para encontrar vitualla, véase Bollea (1907: 341 y 347). 223 tristes: ‘desgraciados, malaventurados’. 226 infiel: ‘hereje, protestante’. 229 traza: ‘engaño’; de contino: ‘continuamente’. 230 que ataje: ‘que se dé prisa’. La indisciplina de los soldados y su rapiña fue duramente castigada: «Fatto bando che non si dia disturbo a vivandieri sotto pena della vita» (Bollea 1905: 14). Véase además Bollea (1907: 343). 85

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y, al ronco son de un retorcido cuerno, se juntan más demonios que en infierno. 30

«¡Piglialo! ¡Piglia, piglia! ¡Amazza, amazza!» es la voz general de todos juntos, y, en teniendo en la red la triste caza, con extraños martirios son difuntos. Y viendo el daño que hace aquesta raza, luego envía su alteza mil hombres juntos, y a sangre y fuego toman la venganza y fue el «Amazza, amazza» en su matanza.

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Las naciones guardaban ciertos pasos, y los de España pasos y trincheras, a quien les sucedió algunos fracasos, dezmando gente desde las troneras; y por no ser en su valor escasos, no hubo bisoño que con muchas veras muralla y foso no reconociese y en peligros muy grandes se metiese.

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Piamonteses, soldados de milicia, hubo famosa y bien lucida gente, que a nadie con razón y más justicia tocó evitar aqueste inconviniente, que cada cual su casa beneficia. Hubo también otra nación valiente

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233 ¡Piglialo! ¡Piglia, piglia! ¡Amazza, amazza!: ‘¡Cógelo! ¡Coge, coge! ¡Mata, mata!’. 236 son difuntos: ‘son muertos, son asesinados’. 238 Para que el verso sea endecasílabo es necesario leer «envía» como bisílabo, aun cuando el verso resulta fallido y carece de acento en la sexta sílaba 241 pasos: ‘zonas de tránsito’. 242 trincheras: ‘zanjas para proteger a los soldados del enemigo’. 243 fracasos: ‘sucesos desgraciados’. 244 dezmando: ‘diezmando, haciendo daño’; troneras: ‘ventanuco desde donde disparar con seguridad’. 246 bisoño: ‘soldado joven e inexperto’; con muchas veras: ‘muy en serio’. 247 reconociese: ‘se acercase a ver o examinar’. 94

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que borgoñones son, y pelearon y en lo que se ofreció se señalaron. 33

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Y un perdón general a todos pido, si a quien lo mereció no señalare, que la ocupación grande que allí ha habido fue ocasión y disculpa, si aquí errare; porque fuerza me fue haber acudido a mi bandera; y si esto se mirare, perdón se me dará, pues no hubo modos de ocho mil hombres conocerlos todos.

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Mas lo que vi me lo demande el cielo, si lo quitare a nadie ni pusiere más de un derecho fiel, que voy con celo a dar justicia a aquel que la tuviere; y plega a Dios que me confunda el suelo si amistad o otra cosa me moviere, porque ofende mucho y da mohína que quiera ser pavón una gallina. 106

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Llegó la artillería de ahí a poco y luego se plantó una camarada de cuatro piezas, de que el campo loco 111

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256 En torno a la presencia de borgoñones en el ejército aliado, véase Bollea (1907: 337-

344). 261 fuerza me fue: ‘me resultó obligado’. 262 a mi bandera: ‘a los míos’, aludiendo a su compañía. 265 demande: ‘reclame’. 267 de un derecho fiel: ‘con completo equilibrio e imparcialidad’, pues el fiel era la pieza que indicaba la completa igualdad en el peso en las antiguas balanzas; celo: ‘cuidado, diligencia’. 269 plega a Dios: ‘quiera Dios’; me confunda el suelo: ‘me humille y desconcierte el suelo’, en eufemismo por cielo. 271 mohína: ‘disgusto, enojo’. Es precisa una muy forzada dialefa en «porque ofende» para salvar el endecasílabo. 272 pavón: ‘pavo real’. Viene a decir que es molesto que alguien quiera aparentar más de lo que es, jugando con el verbo pavonearse. 274 camarada: ‘grupo’. 275 piezas: ‘piezas de artillería, cañones’; campo: ‘ejército’; loco: ‘entusiasmado’. En sus notas del 21 de septiembre apuntó el duque: «Scrivere alla Serma per condur qua l’artilleria in questo principio otto pezzi di batteria et 6 di campagna et tutta l’altra far venir a Pinerolo et Ruffia venga qua con tutto quello gli bisogna» y el 22: «Artilleria 4 pezzi di Pinerolo» (Bollea 1905: 15 y 17). 104

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quedó, porque la tuvo deseada. Y como cuando niños ven el coco, ni más ni menos, viéndola plantada, no parece ninguno, que escondidos andan con el temor y amortecidos.

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A García de Mieres se encomienda, un maestre de campo diligente, y al ocio de hasta aquí le puso enmienda, porque muralla y casas no consiente. Y el mundo su valor quiero que entienda, que no es hojas su furia, que es simiente de pura rabia; y del infiel, cuchillo; y entre amigos, cordero y su caudillo. 115

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El general don Pedro sobrestante por celebrar la fiesta fue aquel día. Don Pedro de Guzmán se halló delante, que punto de trabajo no perdía. Fue su servicio aquí muy importante, como por sus consejos parecía. Es este un hombre fuerte, aunque algo viejo, y es veedor general y del consejo.

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Bien pudiera escribir el libro entero en alabanzas suyas largamente, porque es un valeroso caballero; y si es bravo, no menos es prudente; mas esforzarme agora a callar quiero, que la gran priesa más no me consiente.

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277 coco: ‘figura espantosa’. 280 La segunda parte de la octava se refiere, claro está, a los franceses. 281 García de Mieres ya había participado como maestre de campo junto al duque de Saboya en sus campañas de 1590 y 1593 contra Francia. Cfr. Promis (1870b: 650 y 1870a: 250). 286 Entiéndase que las hojas serían lo inútil, frente a la fertilidad de la simiente. 289 sobrestante: ‘primero de todos’. 291 Pedro de Guzmán Osorio fue comendador de Villaescusa de Haro por la orden de Santiago y veedor general del ejército español en la jornada de Portugal y luego en Milán. Cfr. Salazar y Castro (1949: 376). 296 El veedor general tenía como función la supervisión del ejército. El consejo, en este caso, era el que había organizado el duque para dirigir el cerco. 113

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Aunque en andar tan corto muy mal hago, es del hábito insigne de Sanctiago. 120

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Fueron plantando más artillería y a casas y murallas les dan priesa, y a unas fuertes garitas que tenía en el profundo foso les dan huesa. Su alteza aquí y allí con lozanía anda, esfuerza, trabaja y nunca cesa, y al más pobre soldado llama hijo, y a ellos tal bondad da regucijo.

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¡Quién pudiera ensalzar su gran cordura y dar con pluma mérito al trabajo, que todo el día andaba y noche obscura buscando en los peligros el atajo, en las trincheras agua a la cintura! Y viendo un tan gran príncipe tan bajo, cansaba a los soldados tal esfuerzo que en no decir muy mucho, mucho tuerzo.

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Don Rodrigo de Sande, marqués fuerte de la Piovera, tierra en Lombardía, procuró señalarse de tal suerte que no sosegó un punto noche y día. Fue aquí un bravo ministro de la muerte, testigo todo el campo que lo vía.

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304 ‘de la orden de Santiago’. 307 garitas: ‘torres en los salientes de las fortificaciones’. 308 les dan huesa: ‘las entierran, las hunden, las echan a tierra’. 312 regucijo: ‘regocijo, alegría’. 316 No es encarecimiento retórico, pues el duque fue realmente un muy atrevido militar. Véase al respecto Bollea (1907: 378). 320 ‘que si no digo muchísimo, me equivocaría en gran medida’. 321 Sobre don Rodrigo de Sande, II marqués de la Piovera, véase Asenjo Travesí (2019). Piovera se encuentra al sur de Milán, en el camino hacia Génova 325 ministro: ‘administrador, que suministra y reparte’, entiéndase la muerte al enemigo. 326 vía: ‘veía’. 120

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Y por su alteza ver su raro seso le encomendaba cosas de gran peso.

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El tiempo me dará lugar muy largo, que agora voy de paso y muy de leva; y si mucho dijere, no me alargo, porque es cuenta que siempre sale en prueba y ya la fama tiene muy a cargo de al mundo dar de tal valor la nueva. Hijo al fin de don Álvaro de Sande, que no le puedo encarecer más grande.

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La artillería hacía extraño efecto, porque muy acosados los traía; y por un caballero en bravo aprieto los puso por le hacer gran batería. Y su gobernador, como discreto, fortificarlo quiso y no podía, que nuestros mosqueteros este puesto estaban defendiendo de mampuesto.

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Y un sábado a primero día de octubre, estaban ya en el foso las trincheras, tanto que el español que mal se cubre es maltratado de pedradas fieras; mas también el que de ellos se descubre no ha menester bajar con escaleras:

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327 raro seso: ‘especial inteligencia’. 328 peso: ‘importancia’; de leva: ‘con rapidez’. 332 ‘es cálculo que siempre se cumple’. 334 nueva: ‘noticia, información’. 335 Álvaro de Sande (†1574), I marqués de la Piovera, que desde 1545 fue maestre de campo. Fue hecho prisionero tras el desastre de la isla de los Gelves o Djerba en 1561. Tras su rescate, fue nombrado capitán general de la infantería de Nápoles y llegó a ocupar provisionalmente el gobierno de Milán. Cfr. Muñoz de San Pedro (1954). 337 extraño efecto: ‘extraordinario daño’. 339 caballero: ‘obra de fortificación defensiva’. 340 batería: ‘disparos de artillería’. 341 como discreto: ‘como hombre inteligente’. 344 de mampuesto: ‘a cubierto’. 129

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rodando baja la muralla abajo y con morir excusa más trabajo. 45

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El cardenal legado placentino a visitar llegó este día a su alteza, que de su legación por allí vino, hombre famoso y padre de nobleza. En su acompañamiento este camino hizo también, de gran virtud fineza, un nuncio que envió el Padre santísimo y tenía este duque serenísimo. 140

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Su alteza procuró hacerles gran fiesta y enseñarles su campo en orden quiso, y mandó hacerlo luego y en respuesta que está a punto la gente tiene aviso. La de a caballo estaba en tropas puesta, y él un puesto del otro algo deciso; y otros puestos ocupan las naciones con unos divididos a escuadrones.

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Con gozo y alegría van pasando con ruido y son de guerra acompañados, y las armas de fuego disparando alegre salva hicieron los soldados. Los alféreces bravos tremolando al viento las banderas, bien armados,

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352 ‘al morir evita seguir sufriendo el ataque de los españoles’. 353 Se trataba de Filippo Sega, cardenal de Piacenza, que volvía de una legación papal en Francia y, al pasar el Piamonte, se empeñó en ver al duque, por lo que acudió al mismo sitio de Bricherasio. Sobre el cardenal, véase Ruffini (2009: 88-91) y para la visita, Bollea (1907: 361363). 356 padre de nobleza: ‘raíz y origen de toda nobleza’. 358 de gran virtud fineza: ‘cortesía de gran valor’. 360 nuncio: ‘enviado papal’. El Padre santísimo es el papa. El nuncio era Marcello Acquaviva, arzobispo de Otranto, que también fue acompañado de Carlo Broglia, arzobispo de Turín. La visita tuvo lugar el 1 de octubre. Cfr. Bollea (1907: 362-364). 363 luego: ‘de inmediato’. 365 en tropas: ‘en formación’. 366 deciso: ‘decidido, ordenado’. 372 salva hicieron: ‘saludaron con disparos de armas de fuego’. 139

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abaten con debido acatamiento tres veces, que quisieran ellos ciento.

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En el consejo estaba ya tratado que la tierra otro día se asaltase, mas un capitán fuerte y muy soldado que me mandó razón que lo nombrase, vio que estaba en su punto, y avisado ha luego al general que no pasase de aquel día el asalto, que una dama puede entrar dentro. Cortazar se llama 149

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y del aviso en premio bien merece darle de esta victoria una gran parte, porque según a todos nos parece no la tomara esotro día Marte; que con lluvia el propósito perece y el furor no valiera maña y arte, que con el deslizar del terrapleno de muertos se quedara el foso lleno.

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Tratose sobre aquesto esta mañana por ver si fuera lícito el asalto, y el general tenía muy poca gana, que quisiera poner más llano el salto

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156

376 Bajan tres veces las banderas en señal de respeto ante el representante papal, como reconocimiento a la autoridad de la Iglesia, aunque quisieran hacerlo más veces. 378 otro día: ‘al día siguiente’. La tierra es el territorio que rodea la fortaleza. 379 muy soldado: ‘muy experto en la milicia’. 380 ‘la razón y buen sentido hizo que yo lo recordase aquí’. 383 una dama puede entrar: ‘la entrada es fácil y sin resistencia’. 384 Gaspar Ruiz de Cortázar (ca. 1555-ca. 1620), originario de Villarreal de Álava, de soldado ascendió a alférez, sargento, capitán y llegó a ser maestre de campo. Sirvió en Flandes, en el Piamonte y Borgoña. Fue corregidor de Gibraltar y terminó como castellano de Pamplona. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 76) y Guerra (1883: 334-337). Por razones métricas, que se repiten en los demás versos en los que este nombre aparece, ha de acentuarse Cortazar, por más que fray Francisco de Hermosilla optara por la forma Cortázar para referirse al mismo personaje. Téngase en cuenta que las dos formas convivían a veces como apellidos distintos. 388 esotro: ‘ese otro’. 389 La lluvia persistente fue una de las dificultades que se reiteran en los documentos y relaciones sobre este asedio. 396 más llano: ‘más fácil y hacedero’; salto: ‘asalto, ataque’. 148

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y que la batería esté más llana; y este era un parecer prudente y alto, pero al tal parecer le contradice don Pedro de Guzmán, y ansí le dice: 157

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«Señor excelentísimo, miremos si lo que dice Cortazar es cierto; y si es ansí, en el punto la asaltemos, pues que el alegre cielo está hoy abierto. Ya ve vuestra excelencia y todos vemos que el tiempo puede hacernos muy gran tuerto». Cuadró el consejo y fueron muy de acuerdo de que se siga parecer tan cuerdo.

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Dan a su alteza parte de lo hecho por saber lo que manda en lo ordenado, el cual dice que sí y con bravo pecho despide al nuncio y cardenal legado; y dando a cada uno abrazo estrecho, al cardenal su alteza le ha rogado que eche su bendición al campo junto, y ansí lo hizo, y luego se fue al punto.

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Subieron los que estaban señalados para asaltar, y a las trincheras fueron a los puestos que estaban ordenados, y a todos este punto les dijeron, que estuviesen alerta y desvelados al son de unas trompetas, y advirtieron que, a la tercera vuelta que tocasen, sin más tardar con ánimo cerrasen. 160

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397 más llana: ‘en posición más favorable de tiro respecto a la muralla’. 406 tuerto: ‘daño, perjuicio’. 416 al punto: ‘inmediatamente’. Sobre esta bendición colectiva, Bollea (1907: 364). 420 punto: ‘particular, cuestión’. 421 desvelados: ‘atentos’. 423 vuelta: ‘vez’. 424 cerrasen: ‘atacasen’. El mismo día en que partió el nuncio se inició el primer ataque para ocupar el terreno, cosa que se logró tras dos horas largas de lucha. Cfr. Bollea (1905: 21 y 1907: 364-366). 157

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¡Quién tuviera un espíritu gallardo por decir de su alteza cómo andaba! Pero ansí, como sé, no seré tardo, que en solo velle el mundo se alegraba. Por decir su valor me abraso y ardo, que agora aquí y luego acullá estaba, allí abraza, acá anima y allá ordena, cuando la tercer vez la trompa suena.

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Por tres partes asaltan a la tierra; unos dicen: «¡Borgoña y Pïamonte!»; por otra, las corazas: ¡«Guerra, guerra!», que solas bastan a apocar un monte; en otra dicen: «¡Cierra, España, cierra!», el más humilde siendo un Rodamonte; y con terribles piedras y picazos se defienden de dentro y mosquetazos.

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No puede de Vulcano la herrería con pesados martillos de su oficio hacer el ruido que hubo aquí aquel día con el furioso y bélico ejercicio, porque fuertes varones dentro había, mas los de fuera a Dios tienen propicio, y con este remedio y este amparo vencieran al infierno sin reparo. 174

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425 gallardo: ‘galán y atrevido’. 427 tardo: ‘lento’. 429 me abraso y ardo: ‘deseo vivamente’. 430 acullá: ‘allá’. 435 corazas: ‘coraceros de a caballo’. 436 apocar: ‘abatir’. 437 Cierra, España: ‘Ataca, España’, era el grito de ataque de los ejércitos españoles. 438 Rodamonte es un destacado personaje sarraceno en el Orlando innamorato de Matteo Boiardo y Orlando furioso de Ludovico Ariosto. 439 picazos: ‘golpes de pica’. 440 mosquetazos: ‘tiros de mosquete’. 441 Alude a la fragua del dios Vulcano, al que se representaba en figura de herrero para la fabricación de armas como las de Aquiles. 446 tienen propicio: ‘tiene de su lado, a su favor’, por ser católicos. 448 sin reparo: ‘sin defensas’. 164

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Ya los nuestros los rompen y destruyen y en alarido y alta voz decían: «¡Victoria! ¡Por nosotros, que huyen, que huyen!», y por oír aquesto quizá huían. Quien no corre ligero le concluyen; los que corren de muerte se desvían, que después que la tierra fue ganada se socorrieron de otra retirada.

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Quédense estos aquí, que el ser ingrato con los que pelearon fuertemente —pues puedo a poca costa y tan barato— la razón ni aun la pluma lo consiente. ¡Si vierais cuán feroz y cuán bravato, más galano que el Sol y más valiente que Roldán, se halló allí y con qué fiereza, don Felipe, un hermano de su alteza! 180

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Eternizado padre por tal hijo mereces ser, pues tanto se levanta que allá do estás te envía regucijo, pero al fin fin es rama de tal planta. ¡Oh, lo que me apesaro y que me aflijo por no poder lo que mi pluma canta decirlo al mundo en voz, porque supiese a quién tiene y en mucho lo tuviese!

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453 le concluyen: ‘le matan, acaban con él’. 454 de muerte se desvían: ‘evitan la muerte’. 456 se socorrieron: ‘se ayudaron, se sirvieron’. 459 a poca costa: ‘sin pagar un gran precio por ello’. 461 bravato: ‘temerario’. 462 galano: ‘hermoso’. 463 Roldán era uno de los doce pares de Francia, que servían al emperador Carlomagno. Era el personaje que dio título a los poemas de Boiardo y Ariosto. 464 Filippo de Saboya, hermano natural del duque, era hijo del duque Emanuele Filiberto, al que se alude en el siguiente verso, y de la hija de Martino Doria, general de las galeras de Saboya. 468 al fin fin: ‘al fin y al cabo’, en frase hecha; es rama de tal planta: ‘es de la misma sangre’. 472 en mucho lo tuviese: ‘lo valorase como merece’. 177

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Andaba don Gonzalo de Salinas, un noble capitán y valeroso, donde están del saber todas las minas, que el ser viejo no muestra en ser brïoso, dando trazas de guerra peregrinas, acudiendo a mil partes sin reposo. Maestre de campo general nombrado fue aqueste por su alteza señalado.

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Don Sancho de Salinas, hijo suyo, es su furia y ha sido de manera que de meterme en alabarle huyo, porque el crédito en algo no perdiera; mas certifico y hago cierto a cuyo poder viniere aqueste que dijera, si estuviera en razón, que es muy más fuerte y ha muerto más infieles que la muerte.

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Del conde de Ariñán casi quisiera, por no sentirlo y renovar la pena, pasar sin tratar de él, si ser pudiera, porque su fin a lloro me condena; pero, si feneció, su fama entera al mundo queda y por el mundo suena, que quien su vida a Dios la sacrifica con otra eterna y fama gratifica.

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473 Gonzalo de Salinas había servido como capitán en los tercios de Cerdeña y Lombardía tiempo atrás, por lo que había de ser para entonces un hombre de cierta edad. Cfr. Herrera y Tordesillas, Primera parte de la historia general (1606: 591) y Sánchez Ramos (1997-1998: 292). 475 minas: ‘fuentes’. 477 trazas peregrinas: ‘planes singulares’. 481 Sancho de Salinas había servicio con el duque de Saboya desde las campañas de 1590. Era entonces comisario de las tropas ducales y comandante de su caballería. Cfr. Bollea (1907: 335). 486 a cuyo poder viniere: ‘a quien lo leyere’. Se remeda en estos versos el lenguaje jurídico de la época. 491 Emanuele Costa, conde de Arignano, fue herido de un tiro de mosquete y murió al poco en Pinerolo. Cfr. Massi (1834: 106) y Bollea (1907: 366). 496 ‘otra vida eterna’. 187

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Y mos de Anselmo, un mozo harto lozano, cual entre ovejas lobo se señala, su espada con coraje no liviano en sangre de franceses acicala; pero la muerte con airada mano se entregó de su furia brío y gala, lo cual sintió su alteza muy sentido, porque era paje suyo muy querido.

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Y de furiosa cólera, ¡qué ciego el coronel Ambrosio se adelanta, en los puños pujanza, espada, fuego, rabia en los dientes, con la vista espanta! No olvido el dar corona ni la niego tampoco al que ganó victoria tanta como quien es, el caballero Ponte, coronel de la gente del Piamonte.

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Muchos con estos atrevidamente mostraron fortaleza y gallardía, tanta que no hay memoria que la cuente, que admiración causó su lozanía; y fue de los de dentro diferente, que, aunque leones, muestran cobardía de ver tan sin temor con las espadas hacer seguro el paso a cuchilladas.

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497 mos: ‘monsieur, monseñor’. El señor de Anselmo era paje de cámara del duque e hijo del mariscal de campo Pietro di Frangiar, señor de Anselme y Blauvac. En su diario de guerra, anotó el secretario del duque: «Anselmo paggio vi morse et don Gabriel Manriques; il conte d’Aregnano ferito d’una moschetta et vi morse 50 de nostri et 80 de suoi» (Bollea 1905: 22). Véase además Bollea (1907: 367). 499 no liviano: ‘grande’. 500 acicala: ‘limpia, bruñe’. 502 se entregó de: ‘tomó’. 506 El coronel Ambrogio Bindi era jefe de las fuerzas borgoñonas. Cfr. Bollea (1907: 335). Las coronelías eran unidades propias de los ejércitos italianos. 512 El coronel Pietro Ponte comandaba un cuerpo de mil seiscientos infantes piamonteses. Cfr. Bollea (1907: 332). 516 lozanía: ‘gallardía’. 194

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Del tercio de españoles, compañías de veinte y seis, las seis se señalaron para este efecto, y si las fuerzas mías me ayudan, diré el lauro que alcanzaron. No cuento las pasadas alegrías que al tocar de las trompas engendraron, que un colgado Absalón cada uno era, de árbol no, del tardar la trompa fiera.

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Como el piloto suele, cuando el viento se levanta con furia borrascosa, de un instrumento asir y otro instrumento, y hasta saber dó está nunca reposa, de estos el arriscado atrevimiento, porque acierte a decir alguna cosa, me sea astrolabio, aguja y lamparilla, compás, carta, plomada y ballestilla; 202

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porque el maestre de campo que allí andaba, como quien es, acude a este cuidado, y lo que le ordenaban ordenaba y con prudencia rige su ganado. Y el capitán Becerra peleaba Gallardamente, muy como soldado, y a Gaspar Ruiz de Cortazar no olvido, que lo hizo como bravo, y lo es y ha sido.

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528 colgado: ‘pendiente, atento a’. Recuérdese que Absalón, hijo de David, murió cuando su cabellera se enredó en la rama de un árbol y fue entonces asaeteado, según se narra en 2 Samuel 18, 9-16. 529 piloto: ‘la persona que gobierna una nave’. 531 instrumento: ‘aparejo para conocer dirigir la navegación’. 533 arriscado: ‘arriesgado’. 535 astrolabio: ‘instrumento para determinar la posición de los astros’; aguja: ‘la de la brújula’. 536 compás: ‘instrumento para indicar el rumbo de la nave’; carta: ‘carta de navegación, plano’; plomada: ‘sonda para medir la profundidad de las aguas’; ballestilla: ‘instrumento para calcular la altura de los astros’. 541 No cabe identificar con completa certeza al capitán Antonio de Becerra, aunque un capitán homónimo, de nombre Marco Antonio, acompañó dos años después al duque de Medina Sidonia para liberar Cádiz del asalto inglés de 1596 por expreso mandato de Felipe II. Cfr. Astrana Marín (1948-1958: V, 209). 201

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De don Gabriel Manrique la voz suene y su glorioso fin derrame y cante. Vuele la fama ya. ¿En qué se detiene? Publíquese en poniente y en levante y por la equinocial que el mundo tiene, con no oído valor al mundo espante, sépanlo ya los que gobierna el Ártico y antípodas lo sepan del Antártico. 208

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¿Qué pluma habrá que explique y que lo diga? ¿Qué león desató aquella trompeta? ¡Cómo su error pestífero castiga! ¡Qué golpes daba y cómo los aprieta! Mas fortuna envidiosa y enemiga la muerte le envió, y vino secreta, porque, a venir de suerte que la viera, por lana vino y tresquilada fuera. 210

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Perdiose de atrevida confïanza, que una ligera y mala rodeleja llevó aquel día, no más de su alabanza, que la pasara un golpe de una teja. El padre acabó allí de la pujanza y del cuerpo el espíritu se aleja, allí acabó en el mundo un brío raro, del gran duque de Nájera hijo caro.

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545 Gabriel Manrique (†1594), duque de Nocera, era hijo de Juan Esteban Manrique de Lara (1533-1600), duque de Nájera. La muerte tuvo lugar durante el ataque del día 1 de octubre y su cuerpo fue trasladado a Turín. El duque anotó, el día 8, en su diario de guerra: «Duca di Naxera figliuolo don Gabriello Manriquez» (Bollea 1905: 41). Véase asimismo Bollea (1907: 366). 549 equinoccial: ‘ecuador’. 555 error pestífero: ‘herejía’. 558 vino secreta: ‘llegó sin avisar’, esto es, con una flecha, que no hace ruido. 560 ‘hubiera venido inútilmente’, a partir del refrán «Ir por lana y volver trasquilado», que recoge el maestro Correas (Vocabulario, p. 250). 562 rodeleja: ‘rodela poco consistente, escudo redondo y ligero’. El hecho de llevar armas de poca protección era un signo de valor ante el enemigo. 565 ‘allí murió el origen y raíz de la fuerza’. 567 raro: ‘singular, extraordinario’. 568 caro: ‘querido’. 208

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Pedro Ramírez con valiente maña, que dos veces rodó muralla abajo, con cólera revuelve muy extraña y en sus vidas su espada es el atajo; y cual se humilla al suelo verde caña sintiendo de las lluvias el trabajo, a sus llovidos golpes se humillaban y, si a herirle no aciertan, mal medraban.

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Pues don Diego de Córdoba lozano el ser fornido no le da embarazo, y con los golpes de pesada mano hace temer el temerario brazo, y al fin le dieron, de que aún no está sano, de pica un golpe y fiero mosquetazo, y con esto remedian su partido que gran remedio el remediarlo ha sido. 221

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Pues otro de los seis no lo he olvidado ni aun es merecedor de que se olvide, que entre gente enemiga se ha arrojado y entre ellos paso a crudos golpes pide; furia de infierno es con la que ha entrado, de su mano otra cosa no despide, sino afrenta y ruïna de franceses. Este es don Bernardino de Meneses.

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569 Pudiera tratarse del capitán Pedro Ramírez de Arellano, que estuvo en el tercio de Nápoles y participó en las guerras contra los moriscos granadinos. Cfr. San Miguel (1844: 126). 572 en sus vidas: ‘para sus vidas’. 574 trabajo: ‘penalidades’. 576 mal medraban: ‘poco aprovechaban’. 577 Don Diego de Córdoba fue al parecer el primero en iniciar el ataque, siendo herido de sendos tiros de arcabuz en brazo y pierna. Cfr. Herrera, Historia de los sucesos de Francia, f. 339v, Herrera, Historia general del mundo de XIIII años del tiempo del señor Rey don Felipe II, III, p. 433 y Bollea (1907: 366-367). 578 fornido: ‘grueso’; da embarazo: ‘resulta impedimento’. 582 pica: ‘lanza larga de los soldados de infantería’. 592 El capitán Bernardino de Meneses, miembro de la casa nobiliaria de los condes de Saldaña, tuvo un muy destacado papel en la jornada. Aparece como capitán de una compañía en los conflictos de Aragón de 1591. En 1596 fue proveído a sargento mayor. Cfr. Bollea (1907: 368), Magdaleno (1961: 202) y Gracia Rivas (1992: 53). 217

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Murió también de la enemiga gente monsiures, capitanes y soldados; y aunque más en su maña diligente, por nuestros daños pagan seis doblados, que los que mueren nuestros fuertemente venden su vida y mueren señalados. Murió el alférez Céspedes vengado, Sancho de Torres y otros que he olvidado.

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Las naciones tomaron en la tierra sus puestos divididos e importantes; quien más puede allegarse más se cierra por estar más al fuerte circunstantes. Mas de una ciudadela cruda guerra —que es una retirada que dije antes—, los enemigos hacen a los nuestros, por estar en la tierra más maestros.

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Su alteza, que la tierra vio ganada, casi que no cabía de contento y socorrió a la gente trabajada con gente de refresco y nuevo aliento; y por saber si estaba acomodada la de dentro, ordenaba en el momento, con la tan gran cudicia de sabello, don Rodrigo de Sande fuese a vello;

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596 ‘pagan el daño que nos hacen a un precio mucho más alto’. 598 señalados: ‘destacándose en la lucha’. 600 Diego Sánchez enumera bajas en la batalla de militares españoles similares a él en graduación, como el alférez Céspedes y, cabe suponer, Sancho de Torres, de los que no se localiza otra mención. 604 al fuerte circunstantes: ‘rodeando de cerca la fortaleza’. 605 ciudadela: ‘fortificación en el interior da una plaza que sirve como último reducto para su defensa’; cruda: ‘dura, feroz’. 608 maestros: ‘experimentados, mejores’. 611 trabajada: ‘cansada por el esfuerzo’. 612 de refresco: ‘nueva’, en remplazo de la anterior. 613 acomodada: ‘bien situada’. 615 cudicia: ‘codicia, fuerte deseo’. 225

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lo cual puso en efecto al punto y hora, y un puesto y otro va reconociendo, y a quien le tiene malo le mejora, a los peligros ánimo ofreciendo, que es su pecho un castillo donde mora la pura valentía. Y en volviendo, a su alteza le daba la respuesta de cuán bien nuestra gente queda puesta.

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Aquesta ciudadela está pegada con un notable foso de otra fuerza más fuerte que ser puede imaginada, que a los de dentro tal braveza es fuerza. Está la ciudadela atrincherada de modo que hasta agora no hay quien tuerza del propósito de ellos y defensa, mas ya recibirán aquí otra ofensa.

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Y voy a renovar un lastimoso y sucedido caso que haya habido, que, al entrar el socorro, de un furioso y bravo esmerilazo despedido del enemigo bando y alevoso, dos capitanes cuerpos ha tendido: el cavaglier da Rho, un italïano, y el otro de Barbó querido hermano.

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Mientras se hizo esta empresa valerosa, la demás gente estaba en escuadrones; y si aquella nombraron por brïosa, dejaron acá estotros por leones. Aunque indómita furia y ponzoñosa reciben en los fuertes corazones que si aguardan quizás mayor batalla, ven aquella presente en la muralla;

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628 es fuerza: ‘da ánimo y valor’. 632 ofensa: ‘ataque’. 636 esmerilazo: ‘tiro de esmeril’, pieza pequeña de artillería. 640 Se trata del caballero Alfonso da Rhò, capitán del ejército milanés, y Gerolamo Barbò, al que un cañonazo arrancó una pierna. Cfr. Bollea (1907: 366-367). 235

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que siempre se pensó que socorriera y, ya que no lo hiciera, lo intentara, su general monsiur de La Diguera, que en altos riscos hace alegre cara. Y por si acaso a hacerlo se atreviera, esta gente quedó que lo estorbara. Y fue aqueste servicio tan perfecto como el de allá, aunque no llegó su efecto.

83

¡Oh, gran saber y gobernado caso!, que con ocho mil hombres que tuviese su alteza, y aún el número algo escaso, tan bien puesto este sitio lo tuviese, que estuviese tan bien guardado el paso que ni entrar dentro ni salir pudiese un hombre solo, estando antes tasado con quince mil, no menos, ser sitiado.

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La gente que en la tierra se avecina una mañana entre la luz del día dan a la ciudadela matutina, do alcanzaron victoria y alegría. El uno acaba allí, el otro camina a su postrer remedio que tenía, y otro, que más no puede, a su enemigo misericordia pide y llama amigo.

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Gobernaba la tierra con destreza, con machucho saber y diligencia, por orden y mandado de su alteza, con extremado seso y vehemencia, un hombre que aborrece la pereza y enemigo mortal de negligencia.

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656 Las dos octavas tratan del importante servicio que hizo la tropa que no participó en el asalto, quedando en retaguardia para que los franceses del duque de Lesdiguières no pudieran socorrer a los sitiados. 657 gobernado caso: ‘decisión bien tomada’, en alusión a la planificación hecha por el duque para controlar la tierra que rodeaba Bricherasio. 666 El ataque se había iniciado por la noche. Bollea (1907: 365). 674 machucho: ‘juicioso, experimentado’. 239

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Narváez se llama aqueste, y su cuidado de importancia fue aquí no en poco grado. 243

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Tratose en el consejo que importaba que la principal fuerza se minase, y ansí con diligencia se minaba por no aventurar gente aunque tardase. Y ya que aquesta fuerza se guardaba, por partes de la tierra se guardase; por toda parte al punto ha ordenado dos cuarteles mudar por otro lado.

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Monsiur de La Diguera rodeando, haciendo punta aquí y luego a otra parte, por socorrer andaba zarceando, mas nunca para hacello hallaba arte. Y pues he prometido de ir premiando, pesada carga quiero descargarte, que traigo muy a cuestas la tardanza de hablar del ristre y la furiosa lanza,

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que con lluvia infinita y sin reparo cada rato montaban a caballo, y rato alguno trabajoso y caro, tanto que no es barato el declarallo. Fueron nuestra muralla y nuestro amparo, y el que es más del trabajo es más vasallo; de peña al llano andando siempre en vela, siendo de nuestro campo centinela. 251

700

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679 cuidado: ‘solicitud, diligencia’. El capitán Alonso de Narváez participó también en la guerra de las Alpujarras como parte del contingente llegado de Italia. Cfr. Martín Casares (1995: 206). 682 la fuerza se minase: ‘se abriesen caminos subterráneos bajo la fortaleza para derribarla con explosivos’. 688 Se dispone que dos partes del ejército o cuarteles rodeen la fortaleza. 690 haciendo punta: ‘desviándose’. 691 zarceando: ‘yendo de un sitio a otro’. 692 arte: ‘modo’. 693 premiando: ‘apremiando, dándome prisa’. 696 ristre: ‘hierro de la armadura donde se ajustaba la lanza’. 700 no es barato: ‘no es sencillo’. Alude a las dificultades con que se encontró la caballería. 702 el que es más: ‘el de mayor grado o nobleza’; trabajo: ‘esfuerzo’. 243

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Quien antiguos romanos ha ensalzado y quien nación ignota fuerte vende borre tal fama y tome aquí dechado, enmiende tal error, que no se entiende. El griego bando humilde esté callado con el que de su furia Marte aprende. Calle Caupolicán y calle Rengo con el conde Francisco Martinengo,

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que no hay minuto de hora que no asista a perpetua custodia vigilante, del enemigo campo siempre a vista, por ver si vuelve atrás o va adelante. Auméntese y ensálcese la lista de los nueve famosos, y diez cante por este que a su alteza le servía de general de su caballería.

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Don Alonso Idïáquez, que gobierna del rey caballería, no fue lerdo,

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706 La nación ignota alude inequívocamente a los araucanos, cuyo valor encareció Alonso de Ercilla en La Araucana. Un elogio parejo de los soldados españoles se lee en Bernardino de Escalante: «Jamas hubo más valientes y animosos soldados que agora, ni que más hechos y hazañas valerosas acometiesen contra el furor infernal del artillería de poco acá usada y hallada para ruina y menoscabo del valor y fortaleza humana; porque que griegos ni romanos osaron acometer lo que dos mil y quinientos españoles» (Diálogos del arte militar, f. 9r). 707 dechado: ‘ejemplo, modelo’. 710 ‘con el que es maestro de Marte en la furia bélica’. 711 Caupolicán es el jefe de los indígenas en La Araucana y Rengo, uno de los principales caciques, que mantiene un denodado desafío con Tucapel. 712 Francesco Martinengo Colleoni (1548-ca. 1622), conde de Malpaga, que había participado en Lepanto, era desde 1592 lugarteniente general del duque de Saboya, al que sirvió hasta 1598, cuando pasó a trabajar para Venecia. Cfr. De Consoli (199: 136-140), Merlín (2004: 41) y Cozzo (2008). 718 Los nueve famosos o Nueve de la Fama eran caballeros ejemplares de la Antigüedad: los bíblicos Josué, David y Judas Macabeo, los paganos Alejandro, Héctor y Julio César, y los cristianos Arturo, Carlomagno y Godofredo de Bullón. Sus vidas se reunieron en la Crónica llamada del triunfo de los nueve más preciados varones de la Fama, traducida por Antonio Rodríguez Portugal (1530), libro que fue varias veces reimpreso en el siglo xvi. Cfr. Huizinga (1988: 99-101). 721 Don Alonso de Idiáquez y Butrón-Múgica (1565-1618), caballero de Santiago, duque de Ciudad Real, era hijo del consejero real Juan de Idiáquez. Tras luchar en Flandes, con la Invencible y en Francia, alcanzó a ser general de la caballería española y capitán general de Milán. Cfr. Acuña. Magdaleno (1961: 196) y Mora Afán. 722 lerdo: ‘tardo, torpe’. 253

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pues merece tener memoria eterna por diligente, bravo, sabio y cuerdo, que ya en Cavor, ya al valle de Lucerna, ya por peñas, ya en montes, yo me acuerdo haberle visto sin descanso alguno, teniendo este trabajo por ninguno. 261

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Pues don Juan de Mendoza, un caballero hijo del conde que de Castro llaman, en los peligros nunca fue el postrero, al cual sin conocerle muchos le aman, más veloz que una onza y más ligero que los vientos que al mundo se derraman, administrando andaba muy cosario oficio general de comisario. 263

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Y en la caballería aqueste oficio del rey nuestro señor lo ejercitaba, que su alteza este grande beneficio en su caballería le encargaba a quien tiene en las armas ejercicio tanto, y tanto que Francia le temblaba. Don Sancho de Salinas es quien digo, que su lanza conoce el enemigo.

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Su alteza, a todas partes acudiendo con un paso notable y invisible, ora abajo, ya arriba va subiendo

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725 El valle de Lucerna o Pellice estaba al oeste de Bricherasio. Véase Cognazzo (1994). 728 por ninguno: ‘por de ningún valor’. 729 Don Juan de Mendoza y Velasco († 1628), caballero de Santiago, marqués de San Germán, era hijo de Antonio Gómez Manrique, conde de Castro. Había servido en Italia y Francia, llegando a ser gobernado del Milanesado. No obstante, su carrera política se desarrolló bajo el reinado de Felipe III, ocupando los cargos de capitán general de Portugal, miembro del Consejo de Estado, virrey de Navarra y presidente del Consejo de Indias. 733 onza: ‘guepardo, felino’. 735 cosario: ‘cursado, experimentado’. 736 comisario general: ‘jefe de la administración militar’. 743 aqueste oficio: ‘el oficio de comisario de la caballería’. 746 invisible: ‘inadvertido’. 747 ora: ‘ahora’. 261

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con un divino espíritu invencible; y al alboroto y voz que va viniendo del «¡Arma, arma!» y ruido tan terrible, aunque llueva más agua que el mar tiene, es quien primero acude donde viene. 270

95

¿Quién es quien por tal príncipe la vida mil veces no la ofrece y la aventura?, que es pérdida, aunque grande, bien perdida, porque vive en gloriosa sepultura. Haciendo el enemigo una surtida, una vez para el ruido se apresura y, blandiendo una pica que halló a mano, se abalanzó con ánimo lozano.

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Y cual suelen las garzas voladoras entre tres mil azores conocerle aquel que trae las uñas cazadoras y hasta las nubes suben por perderle, así estos, de las manos matadoras, huyen al punto que pudieron verle; no digo que a las nubes se subieran, mas al infierno, huyendo de él, huyeran.

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¡Quién la pluma del célebre mantuano tuviera por poder cantar la gloria de un varón excelente y muy lozano que aquí alcanzó gran parte de victoria! Mas aunque indignamente, osada mano, decid con las demás esta memoria, 274

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750 ¡Arma, arma! era la voz de alarma y llamada al combate. 757 surtida: ‘salida’. Los defensores de Bricherasio hicieron varias salidas durante el asedio, al menos en las noches de los días 19, 20 y 21 de septiembre. Cfr. Bollea (1905: 14 y 1907: 346). 760 lozano: ‘valeroso’. 764 Las comparaciones con animales, procedentes del modelo homérico y desarrolladas en Virgilio, fueron un recurso asentado en la épica renacentista, que Sánchez pudo tomar de Ercilla. Para estas comparaciones, véanse, Dale (1922) y Segura Ramos (1982). 769 El célebre mantuano es Virgilio, nacido en la región de Mantua, Lombardía. 773 osada mano: ‘atrevida escritura’. 270

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y, aunque no como Títero con caña, decid quién fue el embajador de España.

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¡Amaina, Marte, amaina! ¡Tente, tente! Soberbia enfrena y parias apareja, que ya tienes supremo entre la gente; quien te pintó león te pinte oveja. Don Jusepe de Acuña es más valiente y en su comparación eres conseja. Rinda Palas también la competencia, también Mercurio, de divina ciencia.

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Este gran caballero siempre estuvo con ingenio y con fuerzas ayudando del consejo secreto, al cual, si hubo más que el Sol, nada o poco voy premiando, que envuelto en mil cuidados siempre anduvo y con su alteza puestos visitando; y yendo un día hablándole a su lado, le sucedió un gran caso afortunado;

100

porque, yendo a caballo los dos juntos, iba a partes del fuerte a izquierdo brazo, donde, antes que pasasen muchos puntos, en los pechos le dan un mosquetazo. Los que lo vieron ya casi difuntos pensaron que el vivir llegó a su plazo,

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775 caña: ‘flauta’. Títero era el pastor que protagoniza la égloga I de Virgilio, al que se solía identificar con el propio poeta, como se sigue de Garcilaso también en su égloga I: «no pudiera el mantüano / Títero ser de ti más alabado» (Poesía, p. 326). 777 amaina: ‘afloja’; tente: ‘detente, para’. 778 parias apareja: ‘prepárate para pagar tributos’, como reconocimiento de superioridad. 779 supremo: ‘alguien superior’. 781 Jusepe de Acuña o Vázquez de Acuña había sido mayordomo mayor de la infanta doña Catalina de Austria y era entonces embajador ordinario de España ante el duque de Saboya. Ya en 1596 era castellano de Milán. Cfr. Bollea (1907: 336) y Ostoni (1997: 176). 782 eres conseja: ‘eres cuento, simple fábula, ficción’. 784 Palas Atenea era diosa de la guerra, de la estrategia militar y la sabiduría, mientras que Mercurio era el dios mensajero, lo que conecta con el papel de embajador que desempeñaba Acuña. 795 pasasen muchos puntos: ‘avanzasen un poco’. 276

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pero lo que con él ha sucedido lo cuento por milagro, pues lo ha sido; 101

que el jubón y ropilla le ha pasado; no le hirió, mas dejole de manera que del golpe quedó tan lastimado y en tanto grado como si le hiriera. Y aún lo notable de ello no he contado, que, porque el ser milagro se entendiera, Dios mostrarlo en el hábito ha querido, que fue, sin romper nada, descosido.

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Y Dios le dé a su alteza larga vida, pero cuantos lo vieron lo afirmaban que muy derechamente iba medida a darle, y por milagro lo contaban. Y viendo bala tal salir perdida, en quien lo hizo así se confïaban que todo irá tan bien y muy a gusto, pues el negocio es suyo y caso justo.

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Quisiera dos hermanos de su alteza, don Amadeo y Tornavás, ponerlos, si no me lo estorbara mi rudeza, donde el mundo pudiera conocerlos. Mas porque nunca acaba quien empieza, 287

820

808 El caso de este disparo del que salió sorprendentemente ileso Acuña se refiere en las relaciones contemporáneas del asedio, en la correspondencia del duque y en el diario de guerra que este redactó con su secretario, donde se anota el 14 de octubre: «Don Giuseppe d’Acugna essendo andato quel giorno a trovare S.A. alla batteria ricevè una moschettata che gli passò la casacca et colletto al petto» (Bollea 1905: 33). Véase también Bollea (1907: 378-79). 815 a gusto: ‘favorable a nuestra voluntad’. 816 el negocio es suyo: ‘la victoria está asegurada para nuestro bando’; caso justo: ‘guerra justa’, ya que se hace contra protestantes y enemigos de la fe católica. 818 Amedeo di Savoia (†1610), marqués de San Ramberto, era hijo natural del duque Emanuele Filiberto y de Lucrezia Proba y, por lo tanto, hermanastro del duque Carlo Emanuele I. Sirvió como militar a la Corona española en Flandes con Alejandro Farnesio y, a partir de 1588, pasó al servicio del duque, con el que estuvo hasta su muerte. Por su parte, Tornavás es Pier Luigi Roero, señor de Ternavasio, hijo, al parecer, del mismo duque Emanuele Filiberto y de Susanna des Adreta, mujer de Giovanni Battista Roero. Para Amedeo di Savoia, véanse Ghiglione (2005) y Bianchi (2018); y para Roero, Bollea (1907: 335). 284

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solo quisiera que pudieran verlos los que no los conoscen ni los vieron cómo a su obligación siempre acudieron. 104

La infantería andaba trabajada, que nunca tal se vio ni tal se sabe, de gran trabajo y hambre fatigada; y un día de descanso que les cabe en escuadrón estaban a la helada. Su gran sufrir es justo que se alabe, que todo tiempo armados y lloviendo viven con solo pan y agua bebiendo.

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Y con vivirse aquí de esta manera al enemigo espanta tal cuidado, que un solo punto no sintió siquiera para surtir, saliendo bien librado, que siempre halló la vigilancia entera, como después fue de ellos confesado. Mas no es mucho que tanta se tuviese, que su alteza obligaba a que se hiciese.

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Que a los descalzos busca con cuidado, y hubo mucho de aquesto que buscaba; y al uno y otro manda le sea dado con que caro calzado les calzaba. Y al que de vaina está necesitado seis ducatones para vaina daba. Y esto era en general, porque más cuadre, que hizo mejores obras que de padre. 290

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Hicieron una noche una surtida esta francesa gente y encerrada, mas no medraron mucho en la salida,

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836 surtir: ‘salir, hacer salidas contra el enemigo’. 837 entera: ‘firme, incansable’. 842 ‘encontró mucha gente sin calzado’. 846 Los ducatones eran monedas de plata emitidas por la Corona de España en territorio italiano con valor de diez reales de plata. 847 en general: ‘para todo el mundo’. 288

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pues a boga volvieron arrancada, que un capitán astuto muy tendida tenía su gente en la campaña echada. Pedro Guillén es este y sus soldados tiñeron negros hierros colorados. 293

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Serví mi plaza yo en la compañía del capitán Alonso Jaramillo, el cual con tal cuidado aquí servía que por ser parte no quiero decillo; mas a una tropa de ellos que salía otra vez he querido remitillo, que, queriendo salir, se han retirado por le hallar tan entero en el cuidado. 296

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Una alerta venía y otra alerta de la parte do estaba el enemigo; y adonde se entendió estaba la puerta de entrar a socorrer su ansiado amigo, porque no se le hiciese muy abierta, su alteza ordena luego a don Rodrigo de Sande el bravo, porque bien se acierte, que fortifique el puesto con un fuerte.

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¡Oh, cubdicia del mundo en ser notado! ¡Oh, sumo obedecer en gran manera! ¡Oh, imagen verdadera del cuidado! ¡Oh, estampa de bondad tan verdadera! ¡Oh, espíritu gallardo y trabajado!

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852 a boga arrancada: ‘muy apresuradamente’, a partir del lenguaje marítimo, donde la expresión significaba ‘remar con fuerza y precipitación’. 853 tendida: ‘extendida, dispuesta’. 855 echada: ‘escondida’. 858 Pedro Guillén sería capitán de los tercios españoles en Italia, como Alonso Jaramillo, en cuya compañía sirvió como alférez Diego Sánchez. 861 de ellos: ‘de los franceses’. 864 entero: ‘firme’. 868 Entiéndase que su ansiado amigo es duque de Lesdiguières, que habría de llegar con socorro para los asediados. 873 notado: ‘señalado, reconocido’. 877 trabajado: ‘experimentado’. 293

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¡Oh, condición de blanda y blanca cera! ¡Qué presto, con qué ánimo y pujanza a su costa dio fin de esta labranza!

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Quiero cantar un hecho valeroso que a veinte y dos de octubre aquí ha pasado, el cual fue temerario y peligroso y, aunque salió muy bien, mal gobernado. Un sargento de fama deseoso, sin ser de las cabezas ordenado, a un revellín se llega y dice: «¡Cierra!», que es palabra que engendra cruda guerra. 304

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Con cuarenta soldados que convoca procuró de esta suerte señalarse; y sintiendo que el juego lo hace boca, quiso de boca y juego aprovecharse. Y encendido este fuego, como toca al honor general el conservarse, convino que cerrase quien pudiese, aunque sin mandamiento ni orden fuese.

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Unos trepando el revellín arriba con la espada o la pica peleando, cuál canto arrojadizo le derriba, cuál conserva su puesto porfïando, tampoco falta de ellos quien reciba pesados daños, porque, en asomando, 307

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878 de cera: ‘amable y generoso’. 880 a su costa: ‘pagándolo de su dinero’; labranza: ‘tarea’. La liberalidad de los mandos en el ejército para con el monarca o con sus soldados era considerada un signo de nobleza y superioridad. Cfr. Puddu (1984: 53-54). 885 Había un sargento en cada compañía de los tercios españoles que estaba bajo el mando del capitán. En este caso de trataba del sargento Juan de Frías, según la identificación que de él hizo fray Francisco de Hermosilla en el canto V de El valeroso Zaide. 887 Cierra: ‘Al ataque’. 892 hace boca: ‘emboca, acierta’, en este caso al gritar e iniciar el ataque, ya que hubo gente que le siguió. 900 cuál…, cuál: ‘uno…, otro’. Esta forma de distributivos procede muy probablemente de Ercilla, que acudió a ellos con frecuencia: «cuál con celada, cuál con coracina» (II, 574). 302

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los mosqueteros hacen de manera que pocos asomarse osan ya fuera. 114

Hizo la artillería bellas suertes, que como solamente se asaltaba por esta parte de hombres los más fuertes y mucha gente el paso se guardaba, no hizo tiro que no costase muertes, mas el recibo al gasto no igualaba, que nuestro alcance y principal es uno y descargo de mil no son ninguno. 308

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Fue don Pedro de Vera que subía por la muralla arriba de tal suerte que a ellos les obliga a cobardía y a los nuestros ponía ánimo fuerte, porque pelo de barba no tenía y en juveniles años a la muerte se entriega por gozar de tal memoria, dándole al cuerpo fama, al alma gloria.

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Aquesta furia y cólera creciera de la una parte y otra, si espesura de negras nubes no los despartiera con agua que cayó a tal coyuntura. El sargento murió y, si no muriera, castigaran sin duda su locura,

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905 suerte: ‘sucesos, hazañas’. 910 ‘no se obtenía el beneficio esperado’. 911 alcance: ‘objetivo’, jugando como el significado complementario de ‘distancia a la que llegan los disparos de la artillería’. 912 descargo: ‘alivio’. Viene a decir que las bajas del enemigo, aun cuando fueran muchas, no sirvieron para tomar la plaza. 917 pelo de barba no tenía: ‘era muy joven’. 919 se entriega: ‘se entrega’. La muerte de Pedro de Vera, por su juventud y valor, parece ponerse en parangón con la de monseñor de Anselmo en la octava sesenta y tres. 923 despartiera: ‘separase, dividiera’. 924 a tal coyuntura: ‘en tal circunstancia o momento’. 308

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que todo lo bizarro de la guerra en solo guardar órdenes se encierra. 316

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Los soldados con pico y con la zapa en la muralla hicieron mil casillas, y el que allí no se ampara no se escapa de más ofensas que sabré decillas, y el que lo hace sírvele de capa y escudo a piedras algo grandecillas, que una le desolló con furia rara a don Alonso Pimentel la cara. 317

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Con el agua su alteza lo anda todo y a reconocer esto subir quiere por saber de qué talle y de qué modo el puesto está, que por saberlo muere; y ya subiendo, a la rodilla el lodo, a hacerlo sustentar, si ser pudiere, que no suba le ruegan, y tal hizo, pero encargolo a quien le satisfizo.

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Don Rodrigo de Sande, que un momento su lado no perdió, lo toma a cargo, y apresurado corre y va cual viento, haciéndosele el trecho nada largo, y el puesto reconoce y muy contento de poder sustentarse, sin embargo vuelve y dice a su alteza que se puede conservar sin que nadie se lo vede. 319

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El campo de monsiur de La Diguera se levantó este día diligente;

927 bizarro: ‘valeroso’. En el diario de guerra del duque de Saboya, se lee respecto a esta acción: «Si diede un assalto della parte del quartiere di spagnuoli che durò per un ‘hora di longo et non si puotè gudagnare che il fosso» (Bollea 1905: 39). 930 zapa: ‘pala que usaban los zapadores’; casillas: ‘huecos para protegerse’. 936 Alonso Pimentel fue un militar señalado en los ejércitos españoles de Milán. Cfr. Ochoa Brun (1990: 156). 950 sin embargo: ‘sin traba ni impidimento’. 952 se lo vede: ‘se lo impida’. 316

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y pensando su alteza que viniera a verle con el suyo frente a frente, dice en los escuadrones con voz fiera: «¡Batalla, amigos, ánimo valiente, pues nos ofrece el cielo aquesta empresa!». Y es que se retiró no a poca priesa. 121

Que mientras vio a su alteza embarazado, haciendo piernas, muy brïoso estaba de nosotros tres millas apartado; y por ver si su alteza levantaba del sitio el campo, le ha desafïado. Su alteza el desafío lo aceptaba, mas primero acabar quiso cuidados por hacer de un camino dos mandados.

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Y agora se retira haciendo cuenta que, después que la fuerza se ganase, le podrá resultar muy grande afrenta si el dicho desafío lo aguardase. La gente de la fuerza, no contenta de que tan sin abrigo los dejase, rendirse a buena guerra determinan, viéndolo que a la muerte se avecinan.

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Trataron de rendirse y que les diesen lo principal y lo primero, vidas, bagajes y armas, y salir pudiesen balas en boca y cuerdas encendidas.

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962 embarazado: ‘ocupado’; haciendo piernas: ‘presumiendo, exhibiéndose’. 965 Parece aludir a una suerte de desafío personal o de enfrentamiento directo entre los dos ejércitos. 968 ‘por matar dos pájaros de un tiro’. Se juega con un refrán que consta en Correas: «De una vía, dos mandados» (Vocabulario, p. 560). 977 Trataron de: ‘Negociaron, pactaron’. El día 21 de octubre Francesco Martinengo negoció la rendición con Scipion de Villeneuve. Cfr. Bollea (1907: 388). 979 bagajes: ‘animales de transporte para el equipamiento’. 980 ‘con las armas de fuego cargadas y las mechas encendidas para poder dispararlas’. 321

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Su alteza lo otorgó, y si más pidiesen. Y con razón otorga estas partidas, que al que se rinde o huye es muy barata una puente le hacer de fina plata. 327

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A veinte y tres de octubre se rindieron, y otro día después la fuerza entriegan, y las cabezas de ellos le quisieron besar el pie a su alteza, mas no llegan, que no lo consintió, y ansí salieron; y a su alteza suplican y le ruegan de escolta vaya que les satisface don Sancho de Salinas, y ansí lo hace.

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Y de su alteza ya se despidiendo, mos de Espinosa díjole: «Su alteza, ¡qué embarazo de estar siempre asistiendo en los puestos del sitio y fortaleza!». Y su poco lugar le refiriendo, que ni aun imaginada fue pereza, ha sido causa de que no cumpliera el gran deseo de ver a La Diguera; 333

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porque le tiene grande significa de con él y su campo verse adonde 337

981 y si más pidiesen: ‘y más si pidiesen’. El acuerdo de rendición se firmó, en efecto, el 23 de octubre, el poema recoge los puntos esenciales. Sobre las cláusulas de este pacto, que recoge en parte, Sánchez, véase Bollea (1905: 40 y 1907: 3892-393). 982 partidas: ‘acuerdos, condiciones’. 983 barata: ‘de poco valor’. 984 Reproduce un conocido refrán sobre la conveniencia de evitar conflictos innecesarios, que consta en Correas como «Al enemigo, si vuelve la espalda, la puente de plata» (Vocabulario, p. 29). 986 otro día después: ‘al día siguiente’. 988 cabezas: ‘jefes, mandos’; no llegan: ‘no se acercan’. 994 Se trata de monseñor d’Espinouse, de cuya verbosidad también se hace eco el diario de guerra del duque. Cfr. Bollea (1905: 41). 995 asistiendo: ‘sirviendo, luchando’. 997 poco lugar: ‘poco tiempo u ocasión’. 998 ‘que en ningún caso cabe atribuir a la pereza’. 1001 le tiene: ‘tiene deseo’; significa: ‘muestra, explica’. 327

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DIEGO SÁNCHEZ

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se pudiesen medir pica con pica, y Espinosa a su alteza le responde: «Señor, aquesa vista sería rica, y será para él, que no se esconde, que mos de La Diguera es gran soldado». Su alteza se sonríe y ha callado. 338

1005

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127

Salió de gente suya a nuestra cuenta hombres de gallardísimos alientos, con sus armas quinientos y cincuenta y malatos y heridos son ducientos, corazas de a caballo fueron treinta y confesaron muertos cuatrocientos, banderas diez y siete, y capitanes otros tantos, robustos, no galanes. 340

1010

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128

Y aunque infiel y enemigo en tanto grado, verdad hablando, no puedo negarle a su gobernador ser gran soldado y con gloriosa fama coronarle. Era un hombre robusto y abultado, y puedo por bien hecho retratarle; sacó una banda blanca atravesada sobre unas armas fuertes, sin celada.

129

Mandó cegar su alteza las trincheras y al castillo subir su artillería, que sus piezas no estaban muy enteras, porque las nuestras roto las había, y manda repararlo muy de veras, y entró la guarnición de infantería; 342

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1005 vista rica: ‘espectáculo extraordinario’. 1008 El gesto irónico del duque refleja su opinión respecto a la retirada de Lesdiguières: «E Carlo Emanuele I, che non sapeva intendere come la Dighiera avesse fatto questa vergognosa ritirata, se non che fosse che andasse per congiungersi con Ciambaud, che conduceva l’artiglieria, ancora che la poteva far condur a salvamento senza andar con tutto suo grosso» (Bollea 1907: 391). 1010 alientos: ‘ánimo, valor’. 1012 malatos: ‘enfermos’, como italianismo; ducientos: ‘doscientos’. 1025 cegar: ‘rellenar, tapar’. 338

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RELACIÓN DE LA EMPRESA DE BRIQUERÁS

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y porque en experiencia no es moderno al caballero Ponte dio el gobierno. 343

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Quedó en la sobrestancia de la obra un caballero de gloriosa fama, a quien valor y gran virtud le sobra, cuya bondad al mundo se derrama y el mundo en le tener tal valor cobra que me obliga a decir cómo se llama. Su nombre no, mas sépase por este que intitulado es y marqués de Este. 344

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En comodidad puesto, se levanta su alteza con el campo y va la vuelta de adonde la soberbia no fue tanta como Espinosa dijo a rienda suelta, que no esperar, mas la flaqueza espanta de vileza y temor en miedo envuelta, que de unas altas peñas donde estaba aún con cobarde vista le miraba. 346

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Hace punta a bajar, mas no ha bajado, que pensó que su alteza no aguardara; mas como al fin le vio determinado, volviendo grupa, le negó la cara. Y trayendo un gran campo muy formado, 350

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1032 no es moderno: ‘no es nuevo, tiene experiencia’. Se trata del ya mencionado coronel Pietro Ponte, que, con un contingente de españoles, se hizo cargo de la plaza. Cfr. Bollea (1907: 394). 1033 sobrestancia: ‘mando, jefatura’. 1040 intitulado: ‘señor de título’. Ha de tratarse de Carlo Filiberto I de Este (1571-1652), titular del marquesado de San Martino in Rio, tras la muerte de su padre, Filippo de Este en 1592. Era miembro del séquito del duque de Saboya, aunque, tras la ruptura de este con España en 1602, permaneció fiel a la Corona hispana. 1041 comodidad: ‘acomodo’. 1042 la vuelta: ‘en dirección a’. 1044 a rienda suelta: ‘sin medida, atrevidamente’. 1047 de unas: ‘desde unas’. 1049 Hace punta a: ‘Hace amago de’. 1052 ‘dando la espalda, huyó y evitó el enfrentamiento’. 1053 campo: ‘ejército’. 343

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DIEGO SÁNCHEZ

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siempre nos fue su vista muy avara, y aunque cumplió su alteza un poco tarde, él está con más gente y más cobarde; 353

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que ya con él estaban los rendidos y el número de gente que tenía antes eran los de a caballo bien cumplidos mil y quinientos, cinco mil infantes, y estos la flor de Francia y escogidos por más bravos feroces y arrogantes. Su alteza en los caballos le igualaba y en infantes quinientos le llevaba.

1055

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Pasó su alteza y alojó su gente alrededor de allí casi dos millas, cada tercio apartado y diferente, mas él nunca mostró sus maravillas. Y ansí no hable palabras el prudente, si el hacer no ha de ser como el decillas; miren su alteza cómo obró callando, su arrogante soberbia castigando;

1065

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135

pero tal saber tiene soberano y, demás del saber, virtud divina, valor inmenso, alejandrina mano, fructuosa bondad y peregrina… Mas tente, pluma, que te canso en vano. Concluye que es quien goza a Catalina y que en el mundo fue tan escogido que otro como él se busca, y no lo ha habido. 359

1075

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1080

FIN 1054 ‘casi siempre estuvo escondido y sin dar la cara’. 1059 bien cumplidos: ‘sobradamente, como poco’. 1061 la flor: ‘lo mejor y más granado’. 1064 le llevaba: ‘tenía de más’. 1068 sus maravillas: ‘sus supuestas excelencias militares’. 1070 ‘si no ha de cumplir por acto la palabra dicha’. 1075 alejandrina: ‘muy generosa’, ya que Alejandro Magno fue ejemplo proverbial de liberalidad en la época. 1077 tente: ‘detente’. 353

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RELACIÓN DE LA EMPRESA DE BRIQUERÁS

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Io, fra Giovanni Battista Ansaldi, dell’ordine de’ Predicatori, lettore della sacra Scrittura nella Università di Turino, avendo di comissione del molto reverendo padre maestro Giovanni Omenio di Chieri, vicario del Santo Officio nella detta città, veduto la soprascritta Relatione de la presa di Bricheras in lingua spagnola, faccio fede che en quella non si trova cosa contraria ne a la santa fede ne alli bonni costumi. E per fede mi sono sottoscrito de propria mano. Io, fra Giovanni Battista, qual sopra di propria mano.

Frater Ioannes Omegna, magister et vicarius Sancti Officii Taurini, attenta suprascripta attestatione, permittit ut imprimatur.

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Francisco de Hermosilla

EL VALEROSO ZAIDE

Cantos I y II al cuidado de Cristina Cano Molina y Luis Gómez Canseco

Cantos III, IV, V y VII al cuidado de Luis Gómez Canseco

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PRIMERA PARTE DEL VALEROSO ZAIDE, compuesta por el reverendo padre fray Francisco de Hermosilla, religioso del orden del glorioso Sant Bernardo, natural de San Martín de Valdeiglesias y capellán en el ejército de su majestad.

Dirigida al muy ilustre señor don Juan de Mendoza, hijo del conde de Castro, capitán de lanzas de la guardia de su excelencia y comisario general de la caballería del estado de Milán.1

Impresa en Milán

1

Fray Francisco de Hermosilla era miembro de la orden del Císter, fundada por san Bernardo de Claraval. San Martín de Valdeiglesias, municipio de la actual provincia de Madrid, era famoso en la época por su producción de vinos. Don Juan de Mendoza y Velasco († 1628), caballero de Santiago, marqués de San Germán, ya aparecía en la Relación de la toma de Briquerás. Como comisario de la caballería actuaba bajo el mando directo del general don Pedro de Padilla.

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AL MUY ILUSTRE SEÑOR DON JUAN DE MENDOZA, CAPITÁN DE LANZAS DE LA GUARDIA DE SU EXCELENCIA Y COMISARIO GENERAL DE LA CABALLERÍA DEL ESTADO DE MILÁN

[1]

Bien sé que causará en vuestra merced alguna admiración el ver que aquel a quien no cognoce se atreva a dirigirle esta obra, desnuda de todo aquello que requería tan alta impresa,2 pues con razón se puede tener a tan grande atrevimiento como sacarla al juicio del mundo que hoy tenemos. Mas como vuestra merced tenga tan obligada a su nación y en particular en estas partes,3 me ha sido forzoso corresponder con mi trabajo, como español, a las mercedes que cada día de mano de vuestra merced todos recebimos.4 [2] Suplico a vuestra merced se sirva de este pequeño servicio que mi buena voluntad ha un año tiene ofrecido;5 aunque quiero decir que ya tenía perdida la esperanza de alcanzar tanto bien, hasta que, viniendo con el capitán don Miguel de Villavicencio de Borgoña, la volví a cobrar,6 encontrando a vuestra merced junto a la villa de Sion en Bernia,7 desde donde volví a confirmar el propósito que antes había tenido. Y así me he dar grande priesa a hacer esta primera parte, la cual suplico a vuestra merced reciba con la voluntad que se le ofresce, pues 2

impresa: ‘empresa’. obligada: ‘en deuda’, a causa de sus servicios. 4 recebimos: ‘recibimos’. Se trataba de variaciones comunes en la lengua áurea, que se usan en el manuscrito y no vuelven a anotarse. 5 ofrecido: ‘dedicado’. La fecha acaso sea indicio del comienzo de la composición. 6 cobrar: ‘recuperar’. En una Relación de los oficiales y soldados hecha el 30 de diciembre de 1595, don Miguel de Villavicencio consta sirviendo como capitán en Flandes tras haberlo hecho en Borgoña. Fray Francisco de Hermosilla fue capellán del capitán Villavicencio. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 75). 7 Sion es una población suiza, capital del cantón del Valais, al sur de Berna. Se trata de un lugar en la ruta que los españoles seguían para ir de Flandes o Borgoña hacia Italia, conocido en la época como Camino de los Españoles o Camino Español. Cfr. Parker (1991). 3

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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no puedo quedar satisfecho de mi trabajo hasta que vuestra merced le dé por bueno,8 dejándome remunerado con aceptarle y la obra amparada y defendida de las objeciones que se le podrían poner. Seguro de ellas, debajo del amparo de vuestra merced, quedo trabajando en la segunda parte de esta historia, y la daré, con el favor de Dios, con presteza el fin deseado, sintiendo ser esta de algún gusto y contento a vuestra merced, a quién nuestro Señor guarde por largos años y acresciente con entera salud en el nobilísimo estado que siempre ha profesado. [3] De Milán y enero 28 de 1596. [4] Humilde capellán de vuestra merced, que sus manos besa, Francisco de Hermosilla.

8

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Como se aprecia aquí y en otros lados, fray Francisco era leísta y a veces también laísta.

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PRÓLOGO AL LETOR

[1]

Dos cosas son, prudente letor, las que me fuerzan a sacar sola esta Primera parte del valeroso Zaide al juicio y parecer del mundo. La una, la mucha importunación de mis amigos que de día y de noche me han estado molestando, así porque la compusiese como, después de compuesta, que la imprimiese. Y digo de verdad que no tanto me movieron a componerla sus continuas importunaciones como el deseo que tenía que se ofreciese en qué poder servir a quien la dirijo, por el honor y crédito que se me ha de seguir de tan grande atrevimiento. La otra, porque no era razón que tan valerosos hechos fuesen socapa9 celebrados y muchos de ellos se pasasen en perpetuo silencio, porque, aunque yo los escribo en suma,10 creo he tenido tanto cuidado que ninguno que sea de importancia y haya tenido noticia de él por lo menos no le toque de paso. [2] Mi principal intento ha sido escribir la guerra del ducado y condado de Borgoña.11 Por tanto, no curé escribir muy por extenso las cosas de Briquirás; y, por haberlas compuesto, según me han dicho, Diego Sánchez,12 dejé de hacer un largo libro de ellas. Ya que de estas no le he hecho, prometo hacerle de las de Borgoña, para con esta —dividiéndolas en tres partes— hacer un razonable cuerpo de libro hasta ver el fin que nuestro Señor da a tanta guerra con la felicísima entrada de su ejército en Borgoña.13 [3] Una cosa podré prometer y es que las faltas que en esta primera parte agora se hallaren serán enmendadas para la segunda impresión, y la segunda y 9

socapa: ‘en secreto’. en suma: ‘de modo sucinto o compendioso’. 11 El ducado de Borgoña, limítrofe con Suiza e Italia, pertenecía por vía de matrimonio a la familia Habsburgo y fue origen de los enfrentamientos mantenidos a lo largo del siglo xvi entre España y Francia. Aquí se alude al conflicto abierto entre Enrique IV de Francia y Felipe II desde 1593 a 1598, que concluyó con la paz de Vervins. 12 curé: ‘preocupé, puse cuidado’. Se refiere, claro está, a la Relación de la empresa de Briquerás de Diego Sánchez, que insinúa no conocer. 13 Se presenta al ejército español y católico como el de «nuestro Señor». 10

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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tercera irán algo más limadas, porque irán con más estudio14 compuestas. Bien sé que hay quien en esto en prosa y en verso ha de escurecer mi nombre, pero no el tiempo, para que, con él y la ayuda de Dios, deje de ponerme al trabajo, porque doy por bien empleado el que en semejantes obras paso a trueco15 de que muertos y vivos queden remunerados del suyo.

14 15

estudio: ‘aplicación, empeño’. a trueco: ‘a cambio’. Entiéndase que la escritura sirve para guardar la memoria de los

hechos.

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SONETO DEL LICENCIADO JUAN SERRADO DE TAVARES, PORTUGUÉS, AL CAPITÁN DON MIGUEL DE VILLAVICENCIO, CUYO CAPELLÁN FUE EL AUTOR DE LA OBRA Si el rey de Macedonia poderoso recibe, don Miguel, tan gran contento no por ver de Alejandro el nascimiento, sino por el maestro virtüoso,

16

con más razón alegre y más gozoso teniendo a vuestro cargo tal convento, podéis dar gracias hoy al firmamento por daros para él tal religioso.

5 17

Mostráis como Filipe lo que importa: dar maestro a los hijos cognocido, discreto, sabio, docto y elocuente,

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que de esta vida breve, larga o corta, no llevaremos más de lo servido a aquel que hasta la muerte fue obediente.

19

3 El rey de Macedonia es Filipo II, padre de Alejandro Magno, que eligió a Aristóteles como maestro de su hijo. 6 convento: ‘grupo de gente, comunidad’, en este caso la compañía militar de la que fray Francisco de Hermosilla era capellán. 10 cognocido: ‘famoso’. 14 Alude a Cristo, que obedeció la disposición paterna hasta morir en la cruz. 16

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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SONETO DEL REVERENDO PADRE FRAY JERÓNIMO DE COBOS, DEL ORDEN DE LA SANCTÍSIMA TRINIDAD, CAPELLÁN EN EL EJÉRCITO DE SU MAJESTAD, AL AUTOR 20

Bien, Hermosilla, muestras por la obra el claro ingenio y raro entendimiento de que quiso dotarte el firmamento, donde tanta bondad y virtud sobra. No poca autoridad el verso cobra el haberte crïado en un convento, porque es indicio claro y argumento que solo es el ingenio el que lo obra,

5

21

que octava rima, lira ni soneto donde fuiste crïado no se enseña, enséñase virtud, ciencia divina, 22

10

la cual al libro hace más perfeto, aunque para adelante más te empeña, si has de seguir la obra peregrina. 23

Título No cabe descartar que se trate del Jerónimo de los Cobos que tradujo y adaptó a Horacio y a Tansillo, no solo por la clara afinidad que muestran los dos últimos versos del primer cuarteto con fray Luis de León, de quien fue amigo, sino porque De los Cobos vivió en Italia precisamente por estos mismos años. Se le atribuye además un soneto contra Francisco Sánchez de las Brozas, que lo ubica en el mismo entorno intelectual. Cfr. González Miguel (1979: 242-254) y López Bueno (1990: 112-120). 8 Es preciso romper sinalefa en «lo obra» para que el verso sea endecasílabo. 9 La octava rima u octava real fue la estrofa propia de los textos épicos. 14 peregrina: ‘rara, extraordinaria’. 20

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EL VALEROSO ZAIDE

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SONETO DEL SARGENTO ALONSO DE ALMAGRO AL AUTOR Árbol fresco, crïado en el desierto, laurel con que fue Homero coronado, ciprés que en vida alegre hoy has trocado el uso funeral del cuerpo muerto, 24

25

¿por qué nos has tenido ansí encubierto un fruto tan sabroso y delicado? ¿Es porque a Dios estando consagrado temes dejar lo cierto por lo incierto? Bien es temer el mal que venir puede, porque el que teme a Dios sabe y entiende que todo el bien del mundo está en su mano,

5

10

pero también a este se concede, cuando a su Crïador en nada ofende, repartir como sabio el fruto humano.

1 fresco: ‘joven, verde’, en alusión al laurel, contrastándolo con el hecho paradójico de que se críe en el desierto. Recuérdese que era signo de victoria con el que se reconocía a los poetas, como a Homero. 3 has trocado: ‘has cambiado, mudado’. El ciprés aparece por su simbología luctuosa. El soneto opone la condición religiosa del autor al «fruto humano» de su poema. 24

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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TERCETOS DEL AUTOR AL MUY ILUSTRE SEÑOR DON JUAN DE MENDOZA Cuando en mayor contento de Neptuno el cristalino reino navegaba sin serme el fiero Eolo importuno 26

y con serena ola me arrojaba al puerto más seguro y más ameno, a donde de mi gloria y bien gozaba

5

27

cantando: «Aquí te tengo, tiempo bueno, no te me puedes ir de aquí —decía—, y esto, por vos, Señor, de gloria lleno», hasta que este contento y alegría, el miserable búho con agüero convirtió en triste llanto y agonía.

10

28

Privome del contento y bien primero, quitome vida y alma en aquel punto que comenzó su canto el nuncio fiero.

15

29

Dejome vuestra ausencia más difunto que vivo, ¡oh, cielo sancto!, y de tal suerte que de un cuerpo sin alma era trasumpto.

30

Mil días se me tuvo en esta muerte, el hado sepultado, y al fin de ellos en gloria volvió en Sion mi dolor fuerte.

20 31

3 Neptuno es el dios romano de los mares y Eolo, el que rige los vientos. Para que el verso sea endecasílabo, hay que romper la sinalefa en «Eolo importuno». Hermosilla alude a un viaje por mar, a lo que parece soñado y alegórico. 5 ameno: ‘grato’. 12 El búho aparece como signo de mal presagio. Cfr. Charro Gorgojo (1997: 76). 15 en aquel punto: ‘en el mismo momento en’; nuncio: ‘mensajero’. 18 ‘que parecía un cuerpo sin alma’, esto es, un muerto. 21 Sion es la población suiza mencionada en la dedicatoria, aunque se juegue con el valor trascendental de la Sion bíblica. 26

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EL VALEROSO ZAIDE

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Cogiendo por el cielo sus cabellos, la esposa de Titón se entretenía y el oro de la Arabia envuelto entre ellos, cuando, en su contrapunto y armonía, la dulce Filomena me despierta cantando: «¡Este es, pastor, este es el día

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en que la cruel fortuna ya su puerta cerró y el cielo abrió de en par la suya, que para tanto bien se muestra abierta! 34

30

Su poderosa mano me destruya, si más aquesta muerte en mí reinare, ni solo un descontento en mí se arguya,

35

si del vital aliento me privare. El cielo puede hacerlo, mas contento podré decir que iré cuando llamare».

35

En esto desperté muy soñolento y cognoscí que a veces es el sueño presagio verdadero de algún cuento. Mi palabra, señor, aquí os empeño, que fue tan grande el gozo y la alegría, que recebí pasado aquel beleño,

40

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que a mí me parescio reventería, si del sueño el contrario y vario cuento no os relatase al punto la alma mía; 37

38

45

24 La esposa de Titón es la Aurora. El oro de Arabia era un lugar común para aludir al rubio de los cabellos. 26 Filomena representa al ruiseñor, a partir de la transformación que refiere Ovidio (Met. VI, 41-674). 29 de en par: ‘de par en par’. Se opone en este terceto la variabilidad de la fortuna a la certeza de la providencia divina. 33 en mí se arguya: ‘se me repute, se me acuse’. 42 beleño: ‘sueño’, por extensión de la planta que lo produce. 43 reventería: ‘reventaría’. 44 vario: ‘diverso’. 32

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ni el corazón del alma un gran contento jamás, por mayor bien, callar consiente como el dolor, la pena y el tormento, y es fuerza lo publique o que reviente como el tiro de pólvora cargado llegando de la cuerda el fuego ardiente.

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De aquestos dos extremos coronado me he visto, señor mío, en cada uno, según naturaleza, en sumo grado y al fin vuelvo a la gloria de Neptuno.

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51 cuerda: ‘mecha’.

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DEL AUTOR AL MUY ILUSTRE SEÑOR DON JUAN DE MENDOZA Tu espíritu se alegre y regucije, ¡oh, don Juan de Mendoza!, en esto tanto que hoy, a pesar de Esquines, de mi canto en la inconstante rueda el verso fije,

40

41

porque, como, señor, yo le cobije con vuestro rubicundo, alegre manto, le fijaré seguro en todo cuanto fortuna en cielo y tierra, manda y rige. Más que la diosa, sois vos poderoso, que la buena fortuna es el contento del alma limpia, casta, hermosa y bella. Viviendo vos por ella muy gozoso, seguro en tierra, mar y firmamento, podrá a su Zaida el bravo Zaide vella.

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3 El orador ateniense Esquines (389-314 a.C.) aparece como encarnación del censor, a partir de sus enfrentamientos con Timarco y Demóstenes. 4 La inconstante rueda es el símbolo de la diosa Fortuna, cuyo movimiento el poeta va a fijar en sus versos gracias a la protección de don Juan. 14 El terceto parece adelantar una parte amorosa de la trama que se anuncia para las dos siguientes partes del poema. 40

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CANTO PRIMERO DEL VALEROSO ZAIDE En el cual el autor toca de paso a Vandoma y, muy en particular, reprehende a Ladiguera y le persuade a la virtud, y asimismo dice las partes que hay en él en buena y en mala parte. 43

1

Ya fiero y muy sangriento a cruda guerra —de Venus olvidado por olvido, que contra amor no hay fuerza—, a cielo y tierra el belicoso Marte ha prometido será aquel en quien más valor se encierra por rey en toda Francia obedescido, en la gracia del sancto restaurado y de la flor del cielo coronado. 44

5

45

2

Por el valor y filo de la espada, el bravo, sanguinoso y fiero Marte quiere en el reino sea restaurada la gracia al rey que fuere de su parte, el cual la flor marchita, fría, helada

10

Título partes: ‘cualidades’; parte: ‘lado’. Como Diego Sánchez, Hermosilla se refiere a Enrique IV por su condición de duque de Vendôme, rebajando la condición del personaje. Ladigera es François de Bonne, duque de Lesdiguières, ya mencionado en la Relación de la empresa de Briquerás. 4 Frente a la afirmación inicial de Sánchez, que sigue a Ercilla, fray Francisco recuerda la fuerza del amor, contraponiendo a Venus, su encarnación en la mitología romana, con Marte, dios de la guerra, en unos versos que tienen también su antecedente en La Araucana: «Venus y Amón aquí no alcanzan parte, / solo domina el iracundo Marte» (I, 79-80). 8 La flor del cielo ha de ser el lis, como emblema de la monarquía francesa y el sancto, Luis IX, cuyo trono ocupará, según el autor, quien venza en esta guerra. A la postre sería Enrique de Borbón quien lo hiciera. 43

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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de la maldita seta, industria y arte haga en el reino todo reverdezca y en su pecho real siempre florezca. 46

3

Como hijo de Júpiter prudente, para alcanzar del padre aquesta gloria, de los dos el mayor inconviniente evita por el bien de la vitoria. Incita al mal, que es guerra, y le consiente, porque esta guerra sea transitoria, y ella la paz perpetua y perdurable traiga a la fe de Dios firme y estable.

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20

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4

No sin grande misterio aquesto ordena el hijo del tonante poderoso, ordenación divina es esta y buena para volver al reino en su reposo. Una nación y otra el dios refrena, si a su juicio el humano es malicioso y como flaco y débil se quejare, después que el rey su reino en paz gozare.

25

49

50

5

Ha visto que por bien nunca ha podido traer a la razón el reino todo y, por acabar con tanto ruido, lo ordena a su pesar de aqueste modo. El pleito quiere sea decidido por armas entre el galo y bravo godo, así, como al troyano el fiero griego, la guerra ha publicado a sangre y fuego.

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14 seta: ‘secta’, en alusión a los hugonotes; arte: ‘maña, astucia’. 17 Júpiter es el padre de los dioses y también de Marte. 23 y ella: ‘y la guerra’. La segunda parte de la octava parece aludir a la conversión de Enrique IV al catolicismo en 1593. 26 El tonante es Júpiter y su hijo, Marte. 28 Se entiende que de este modo acababan las guerras de religión. 39 godo: ‘español’. Se equipara la guerra hispano-francesa con la de Troya, siguiendo el ejemplo de Diego Sánchez: «comenzando a abrasar la nueva Troya» (Relación, 40). Para el ideario goticista en la España del Siglo de Oro, véase Sáez (2019). 46

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Ha visto en este reino la malicia ser la que señorea y prevalesce y no tener cabida la justicia, porque, si no es de Dios, no la meresce. Justo castigo es de tu cudicia, ¡oh, rey tirano!, aquel que Dios te ofresce con tanta división y disensiones en el reino de tus nobles varones. 52

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Esto solo bastaba, rey tirano, para que te apartases del intento que muestras fïero, bravo e inhumano contra tu Crïador y firmamento. «Bien sabes —dice Dios, rey soberano, (y no puede faltar su mandamiento)—, será el reino diviso, en sí asolado, y tú, por ser la causa, condenado».

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Si no hubieras cerrado a Dios la puerta, a la razón los ojos y el oído, tu mal y ruina al reino fuera incierta, pero le habéis los dos bien merescido. Por él, a Dios estás como una muerta persona y él, por ti, está amortecido, de suerte que los dos sois una cosa muerta para con Dios y al mundo odiosa.

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Por serlo tanto, quiero el mundo entienda tu voluntad dañada y mal deseo, porque a tan grande furia ponga rienda y, con tiempo, remedie mal tan feo, pues, no hay, ¡oh, fuerte España!, a quien no ofenda este con su locura y devaneo, 56

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41 La malicia alude a la herejía protestante, cuya cabeza en Francia era el mismo rey. 52 y firmamento: ‘y contra el cielo’. 54 faltar: ‘fallar, errar’. 55 diviso: ‘dividido’. 65 ‘Por ser tan odiosa, quiero que el mundo entienda’. En el texto se omite con frecuencia el que completivo. 52

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todos a la defensa y en su daño vamos a remediar un mal tamaño.

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Apriesa vamos bravos y animosos a resistir la furia de Meguera, que con ministros mil viene furiosos a entrarse en nuestra tierra brava y fiera. ¡Ea, fuertes hispanos belicosos, que aquesta brava furia es Ladiguera, que con sus mil corazas nos ofende y echar de Italia al duque y rey pretende. 58

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Este es un capitán sagaz, astuto, gobernador de todo el Dalfinado, a quién Vandoma da de él el tributo, como a gobernador de aquel estado. De esta higuera, hojas y su fruto comenzaré mi canto con cuidado, aunque, solo de paso, que no quiero decir de lo que ha dicho otro primero.

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Solo su grande ardid, industria y arte en los casos más arduos de la guerra, de su grande prudencia alguna parte y parte del valor que en él se encierra en suma cantaré, y lo que el gran Marte,

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72 tamaño: ‘tan grande’. 74 Meguera o Megera era una de las tres Furias infernales. 75 ministros: ‘ayudantes, agentes’. 76 El territorio invadido era el Piamonte, en el norte de Italia, en posesión de la casa de Saboya, aliada entonces de la monarquía hispánica. 79 corazas: ‘coraceros, soldados de caballería’. 80 Se trata del rey Felipe II y del duque Carlo Emanuele I de Saboya. 82 El Dalfinado es el Delfinado, provincia al sureste de Francia, de la que Ladiguera llegó a ser gobernador. 85 El juego de palabras entre Ladiguera e higuera ya constaba en Diego Sánchez: «con intención que crezca la higueruela» (Relación, 84). Hay que aspirar la h- de «higuera» para que el verso sea endecasílabo. 88 Diego Sánchez se había adelantado en su Relación de la toma de Briquerás. 93 El gran Marte ha de ser el duque Carlo Emanuele, pues a continuación se le identifica como señor de Bricherasio. 57

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señor de Briquirás, hizo en su tierra, y hechos de españoles memorables con otras muchas cosas muy notables. 67

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El ánimo de un Héctor belicoso, el celo de ensalzar la fe cristiana, la prompta voluntad y el fervoroso deseo con la ayuda soberana que de servir al césar poderoso mostró con diligencia sobrehumana el grande condestable de Castilla, cante de las hermanas la cuadrilla.

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Cantad, hermosas ninfas del Parnaso, del gran duque de Frías el cuidado; Apolo no se muestre nada escaso en daros el favor acostumbrado. Bebed del sacro néctar con el vaso, que, si el deseo en esto es reputado por el acto, podéis henchir el pecho del precioso licor para tal hecho.

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Henchid, henchid los pechos soberanos de la divina ambrosia, ninfas bellas, repartid los favores sobrehumanos, antes que al cielo suban mis querellas. 76

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95 Se ha de aspirar la h- de «hechos» para mantener el ritmo del verso. 97 La comparación con Troya se amplía aquí con la mención de Héctor. 99 prompta: ‘dispuesta, aparejada’. 101 El césar es Felipe II. 103 El condestable de Castilla era entonces Juan Fernández de Velasco y Tovar (15501613), V duque de Frías y gobernador del Milanesado durante dos etapas, la primera entre 1592 y 1595, con una breve interinidad de Pedro de Padilla, y la segunda, desde 1595 a 1600. 104 La cuadrilla de hermanas son las Musas. 107 El monte Parnaso era el lugar que habitaban las Musas, que formaban parte del séquito de Apolo como dios protector de las artes. 109 reputado: ‘considerado, juzgado’. El sacro néctar es la ambrosía como bebida de los dioses. 111 henchir: ‘llenar, colmar’. 114 El acento de ambrosia ha de trasladarse a la o para salvar el ritmo del verso. 116 subí a las estrellas: ‘encareced, alabad tanto como sea posible’. 67

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Los hechos de los bravos castellanos subí con dulce canto a las estrellas y entre ellos señalá dos claros soles, dos Martes, dos heröes españoles. 78

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A don Alonso Idiáquez entre tantos y a don Juan de Mendoza con señales del cielo señalad en vuestros cantos, pues su valor los hace hoy inmortales. Sus hechos publicad a todos cuantos son en los altos coros celestiales, y vos, Calíope mía, levantando sobre todas la voz, os id mostrando. 79

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¡Ea, pues, vos agora, clara musa, sacá de entre el peligro aquesta historia! No estéis, hermosa ninfa, más confusa, que adonde hay más trabajo, mayor gloria. Cantá de Briquirás, de Sillas, Susa nuestra y del enemigo la victoria, cantá, cantá del duque y Ladiguera, que de esperar la gente desespera.

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El canto comenzá tan dulcemente que al necio, al avisado, al más discreto, al suez, al cortesano, al más prudente, dé gusto vuestro canto y buen conceto. Mirá bien que salís a que la gente de Babilonia juzgue si es perfeto;

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119 señalá: ‘señalad’, con una forma de imperativo común en la lengua áurea, que usa Hermosilla con frecuencia y que no se volverá a anotar. 121 Alonso de Idiáquez de Butrón y Múgica, maese de campo general en el ejército de Lombardía, ya aparecía en el poema de Diego Sánchez (Relación, 21). 128 todas: ‘todas las Musas’. Calíope era la musa de la poesía épica. 132 Se sobreentiende ‘hay mayor gloria’. 134 del enemigo: ‘sobre el enemigo’. Susa y Exilles —Sillas— eran dos plazas fuertes en el Piamonte, al noroeste de Turín. 138 avisado: ‘prudente, sagaz’; discreto: ‘de buen juicio’. 139 suez: ‘soez’. 140 buen conceto: ‘buen concepto, buena imagen’. 142 Babilonia representa genéricamente a la ciudad y a los lectores más letrados y críticos. 78

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mirá, pues que cantáis, sois obligada a dar algún contento o no dar nada. 19

De vos muy confiado, musa mía, con voladora fama y clara trompa, llena de interno gozo y alegría, haré que por el aire y cielo rompa hasta el impírio cielo y monarquía; y sin que en el profundo se corrompa, cual otro tracio Orfeo o claro Apolo, le llevaré del uno al otro polo.

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Para poder volar, señor, tan alto, tengo necesidad de vuestra ayuda, que en nada quedaré con ella falto y mi historia, sin ella, falta y muda. Hacer seguro, bueno y grande el salto, con vuestro gran favor no pongo duda. Todo me será fácil y muy llano, dándome vos, don Juan, aquí la mano.

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No quiero otro favor en este mundo, para que vaya en él mi nao segura del mar tempestuoso y del profundo, de lenguas maldicientes de natura. Si vos, que sois en todo sin segundo, de tanta discreción, peso y cordura, recebís este don, estaré cierto que viviré por vos después de muerto.

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Mi nombre vivirá y será infinito, mientras que el Sol su curso acostumbrado

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149 impírio: ‘empíreo’. 151 Orfeo, hijo de Apolo y Calíope, dominaba a la naturaleza con su canto. 152 del uno al otro polo: ‘a través de todo el mundo’. 156 falto: ‘pobre, escaso’. El apelativo «señor» remite a don Juan de Mendoza, que aparece como interlocutor en varias fases del poema, del mismo modo que Felipe II lo era en La Araucana. 159 llano: ‘hacedero’. 164 de natura: ‘por naturaleza’. 168 ‘que tras la muerte alcanzaré la fama gracias a vuestro socorro’. 87

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hiciere, cuándo alegre y cuándo aflito por el soberbio hijo muy amado, en el libro con letras de oro escrito que el verso mantüano es celebrado; será a pesar del tiempo y su mudanza, que todo cuanto quiere un bien alcanza. 94

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Recibe por aquel que a Italia rige, ¡oh, don Juan de Mendoza valeroso!, este pequeño don y regucije tu espíritu gallardo, generoso, a quien la varia diosa nunca aflige ni las olas del mar tempestuoso. Todo, como Cornelio o el gran Marcelo, vences con el favor del alto cielo.

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Con él, señor, y el vuestro aquesta historia será a todos graciosa y agradable, y con él quedaré por suma gloria pagado de trabajo tan loable. Llevando siempre aqueste en la memoria, iré de errar seguro en lo notable. Así quiero con esta confïanza probar el fuerte escudo, espada y lanza. 99

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Y todo el universo entienda y crea, como sabe y entiende, el fuego abrasa y da su luz la lámpara febea, cuando por medio el cielo vemos pasa, agora en favor nuestro o no lo sea. En decir la verdad, no será escasa 100

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171 cuándo… cuándo: ‘unas veces… otras’; aflito: ‘afligido’. 174 El soberbio hijo de Apolo es Faetón, que murió ahogado después de que Júpiter le lanzara un rayo. Virgilio, aludido en el «verso mantuano», recordó su muerte en la Eneida X, 189-194. 177 por aquel que a Italia rige: ‘en nombre de Felipe II’. 181 la varia diosa: ‘la inconstante diosa Fortuna’. 184 Son dos victoriosos generales romanos, Publio Cornelio Escipión Africano (236-183 a.C.) y Marco Claudio Marcelo (278-208 a.C.). 190 seguro: ‘a salvo’. 195 lámpara febea: ‘luz de Febo, Sol’. 94

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mi pluma; y si lo fuere su gobierno, se abrase con dolor y fuego eterno. 26

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Si de lo que yo vi torciere un punto, por amistad o obligación alguna, en él quede mi cuerpo allí difunto con muerte fiera, cruda e importuna. Lo que no pude ver andando junto a aquellos de quien teme la fortuna, un día y otro día entendí cuanto diré con gran verdad tanto por tanto.

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Llevando esta por guía de mi historia, me arrojo entre las armas confiado, que al fin se canta y suena la vitoria de aquel que la verdad ha siempre amado. Si algunos me quitaren esta gloria porque su gran valor no habré ensalzado, entiendan que no ha sido de malicia, sino por no tener de ellos noticia.

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He dicho cómo el rey falso de Francia a Ladiguera hizo su tiniente, por su saber, prudencia y arrogancia, del Dalfinado, estado preeminente, el cual, en poco tiempo, tal ganancia hizo robando aquella y esta gente que, hecho otro Nembrot, se ha intitulado príncipe del Piamonte y Dalfinado. 102

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Viose tan poderoso y arrogante que quiso echar al duque de sus tierras.

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208 entendí: ‘escuché’; tanto por tanto: ‘punto por punto’. 218 tiniente: ‘teniente, lugarteniente’. 223 intitulado: ‘nombrado’. Nembrot o Nemrod es un rey bíblico caracterizado en Génesis 10, 9 como un fuerte cazador y que pasó a la tradición posterior como tirano cruel. Hermosilla retoma una idea de Diego Sánchez, que acusaba a Lesdiguières de apropiarse de un título que no era suyo: «empezó con soberbia y arrogancia / a intitularse de renombres tales / que, no mirando bien que se engañaba, / príncipe del Piamonte se llamaba» (Relación, 93-96). 226 El duque es Carlo Emanuele I de Saboya. 101

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Corrió por medio de ellas muy pujante, haciendo grandes males con sus guerras. Bien fuera, Emanüel, aquí bastante el ánimo que en ese pecho encierras, a abajarle el orgullo y arrogancia, a no esperar mayor bien y ganancia. 105

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Como un rey poderoso y de gran pecho, que disimula el uno y otro daño, a un príncipe que quiere a su despecho hacerle con malicia algún engaño, no pudiendo sufrir el rey tal hecho, castiga su malicia como a extraño, así, vos, rey de Chipre, habéis querido usar con este bravo forajido.

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Viendo que, con soberbia y fiero intento, una ciudad y otra le escalaba y ser tan grande ya su atrevimiento, que todo lo difícil intentaba, a Susa y Pinarol de ciento en ciento su gente fiera y brava le asaltaba, tocando a Carmañola victorioso, se retiró contento y muy gozoso.

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Viéndole tan inquieto y sin sosiego, aquí y allí su espada amenazando, y como vencedor con vivo fuego los campos y casares abrasando,

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229 bastante: ‘suficiente’. 231 abajarle: ‘rebajarle’. 233 gran pecho: ‘gran ánimo y valor’. 239 La corona de Chipre, para entonces en manos de los turcos, estaba nominalmente asignada a la casa de Saboya, dado que Luis de Saboya fue monarca de la isla por su matrimonio con Carlota de Lusignan. 240 usar: ‘comportaros, actuar’. 242 le escalaba: ‘le tomaba, le asaltaba’. 247 Pinerolo, localidad piamontesa al oeste de Turín. Carmañola era otra localidad del Piamonte, correspondiente al marquesado de Saluzzo, que Carlo Emanuel I había arrebatado a Francia en 1588. 105

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y que él al fin de tal desasosiego a Briquirás tomó por fuerza entrando, y después a Cavor, castillo fuerte, no sé si por concierto o de qué suerte,

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mandó el duque que en todos sus estados al arma se tocase, al arma apriesa, a la cual los soldados señalados salen viendo que la arma nunca cesa. Los más nobles, valientes y esforzados vinieron a cumplir bien la promesa que hicieron sus pasados por los reyes, por sus tierras, haciendas y sus leyes. 113

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Pone en orden su gente y se prepara de todo lo mejor y necesario para poder mostrarle cara a cara la fuerza de Saboya a su contrario. Andaba con valor y industria rara, más que en su tiempo en Roma anduvo Mario, de tantos enemigos rodeado, ahora emperador, ora privado.

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Para mejor tomar de él la venganza del daño recebido en aquel año, hizo treguas con él con esperanza serán las paces guerras en su daño. Entre esta corta y mísera bonanza, fingida paz, tormenta, mal extraño, no duerme Ladiguera, que el castillo, repara como sabio y buen caudillo.

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256 concierto: ‘acuerdo, pacto’. Parece cuestionar unos versos de Diego Sánchez: «También tomó un castillo por concierto / que se llama Cavor» (Relación, 78-79). 258 al arma se tocase: ‘se diese la voz de alarma, se pusiese la gente alerta’. 270 Cayo Mario (157-86 a.C.), militar romano elegido siete veces cónsul por sus logros en la guerra. 272 ora: ‘ahora’. 112

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A Briquirás, casar pobre y abierto, con grande diligencia, ingenio raro, reedificó y cercó con tal concierto que de los suyos era gran reparo por estar de su bien seguro y cierto. Viendo que en el Piamonte era su amparo, fortaleció el castillo de tal suerte que estoy para decir no le hay más fuerte. 116

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Y porque he prometido decir cuanto valor alcanza y tiene el enemigo, quiero cumplirlo, aunque no diré tanto con mucho, porque a mucho aquí me obligo, pero, si bien me acuerdo en este canto dije diría una parte y así digo diré lo que supiere con buen arte, mas, por mucho que diga, será parte.

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Porque mejor se entienda su prudencia y sea su valor bien cognocido, diré cómo estudió con diligencia las leyes a las cuales ha ofendido. Dejolas y dio vado a la consciencia, tomando otro camino no debido, haciéndose coraza y caballero de pobretón letrado y escudero.

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Servía al rey de Francia en el estado del Dalfinado en una compañía de las que gobernaba con cuidado,

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281 casar: ‘villa pequeña’. Hermosilla reescribe un pasaje de Sánchez: «un casar abierto / que llaman Briquerás» (Relación, 76-77). 284 reparo: ‘protección’. 288 La idea y la valoración de la plaza está casi literalmente tomada de Sánchez, que también refiere los esfuerzos de Lesdiguières: «y así en fortificalle se desvela / e hizo allí una fuerza tan notable / que estoy por decir que era inexpugnable» (Relación, 286-288). 296 será parte: ‘no será todo’. 301 dio vado: ‘dio paso y libertad’, en este caso, a la conciencia religiosa. 304 escudero: ‘miembro de las más baja nobleza’. Lesdiguières, nacido en una familia de letrados, había comenzado sus estudios universitarios, pero pasó a la vida militar en el bando protestante, logrando un notable ascenso que le llevó a ser duque y luego, condestable de Francia. 116

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el que por Edüardo allí asistía, aqueste a Ladiguera aficionado por su saber, prudencia y gallardía, le hizo su tiniente y he entendido le dio a una hija suya por marido. 122

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Muerto el suegro, quedó con el gobierno de aquel estado con que más la fama llevó su triste nombre hasta el infierno, que como amigo quiere, abraza y ama. En este mundo fuera sempiterno su nombre, si el renombre que le infama de hereje no tuviera, pero es justo que muera con los hechos de su gusto. 124

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Si vive en la memoria Diocleciano, Nerón, Majencio y otros tan crüeles es porque lo permite el Soberano para gloria de sus amigos fieles; si César y Escipión el Africano, Pompeo, Eneas y otros así infieles, es justo, porque aquellos entendían que el camino del cielo ansí seguían.

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Digo que me ha pesado grandemente, que, teniendo tan buen entendimiento, de Dios, su fe, su ley y de su gente te apartes y que sigas tal intento.

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308 Eduardo es Enrique III de Francia (1551-589), llamado Alejandro Eduardo. Lesdiguières sirvió a las órdenes de Charles du Puy-Montbrun (1530-1575) y de Bertrand-Rambaud de Simiane (1513-1578), barón de Gordes y lugarteniente entonces del Delfinado. 312 La primera mujer de Lesdiguières fue Claudine de Bérenger du Gua (†1608), de origen noble. 320 Lesdiguières terminaría abjurando del protestantismo en 1622 para poder ser condestable. 322 Son todos emperadores romanos señalados por su crueldad: Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto (244-311), Nerón Claudio César Augusto Germánico (37-68) y Marco Aurelio Valerio Majencio (†312). 328 La segunda enumeración corresponde a militares ejemplares de la historia romana: Cayo Julio César (100-44 a.C.), Escipión el Africano (236-183 a.C.) y Pompeyo (106-48 a.C.). El troyano Eneas era el mítico fundador de Roma. 122

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Vuelve en ti, capitán sagaz, valiente, y ten de tanto mal cognocimiento. Mira que, si en ti vuelves, esclaresces lo que por estar ciego ahora escuresces. 127

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Abre, ciego, los ojos de tu alma; verás no tiene excusa tu pecado. Sal, Ladiguera, sal de aquesa calma, que el viento Dios te envía y da buen vado. La vida trais jugada y en la palma la esposa que a su imagen ha crïado el Crïador del cielo y de la tierra, y, en pago, tú le haces cruda guerra.

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En ti revuelve y mira que, si excusa no tiene tu pecado, es tan piadoso Dios que de oír al hombre no rehúsa, si humilde confesare con reposo su gran error, pecado y de él se acusa, que es Dios jüez tan misericordioso que al pecador perdona y se contenta con que de sus pecados se arrepienta. 130

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No te traiga engañado la locura de verte rico y próspero en el mundo, que, si lo miras bien, es desventura y ella dará contigo en el profundo. Si tienes por tu cielo la ventura, porque en bienes te hace sin segundo, es triste, por no darte cosa alguna, cuando dé fin el cielo a tu fortuna.

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¿No ves cómo el Señor te va esperando y que, si no castiga tus maldades, es por ver si dejases ese bando 127

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334 ten: ‘tente, apártate’. 336 escureces: ‘oscureces’. 341 trais: ‘traes’; en la palma: ‘a mano’. La esposa es la Iglesia Católica. 345 En ti revuelve: ‘Vuélvete hacia ti mismo, reflexiona’. 356 profundo: ‘infierno’.

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y amases y siguieses sus verdades? ¿No sabes que, si espera agora, cuando más sigas tu locura y vanidades, la muerte te dará? Que, si consiente, no siempre, porque el prójimo escarmiente.

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Quiero dejarte, ciego, porque ciego cognoces bien y ves lo que no quieres, por tu mal conocer en esto luego; y así cognocerías quién tú eres, que Dios contigo juega en este juego deseando que ganes, si supieres, mas no quieres saber do está lo bueno, que tienes de malicia lleno el seno.

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¿Qué es esto? ¿Por qué tanto me detengo? ¿No es esto martillar en hierro frío? ¿Qué hago? ¿Dónde estoy? ¿De dónde vengo? ¡Ay, Dios!, ¿estoy en mí? ¿Si desvarío? No, que vuestro favor, Mendoza, tengo y no me dejaréis vos, señor mío, porque de España canto la vitoria para alabanza suya y vuestra gloria.

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Dejando lo de Dios por una parte, que cosa Ladiguera de él no tiene, en este mundo vive de tal arte que se abalanza al bien y al mal previene. En ánimo y esfuerzo es otro Marte, sabe y entiende cuanto le conviene; es de mucha experiencia y gran consejo y en todo cuanto hace sabio viejo. 135

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Tiene en todas las cosas de la guerra grande cognocimiento este tirano

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368 Se entiende es como verbo implícito. La locura aludida es la fe protestante. 378 ‘¿No es esto hacer un esfuerzo inútil?’. 380 Si desvarío: ‘Acaso desvarío’. 385 Dejando lo de Dios: ‘Dejando aparte las cosas religiosas’.

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y, así, con nuestra gente nunca cierra ni se ha visto con ella mano a mano, si no es cuándo del valle, monte o sierra sale de la emboscada al sitio llano; y esto cuando, sin orden nuestra gente la ve marchar, la asalta diligente.

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Como ladrón astuto y muy mañoso que está entre el bosque o peñas atalando, para salir muy bravo y orgulloso al que va descuidado caminando, sale este capitán muy presuroso los fuertes españoles asaltando, que, haciendo del valor nuevo cuidado, viene por lana y vuelve tresquilado.

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Fíase con razón en sus caballos, mas teme mucho nuestra infantería, que, como él mismo dice, no hay vasallos de príncipe ni rey de tal valía. Podría a los demás atropellallos, en orden puesta su caballería, si España no les fuese en orden bueno a su primera furia fuerte freno.

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De sus fuertes corazas, la más parte es gente ilustre, nobles caballeros, que por el reino todo se reparte a servir a su rey de aventureros. Todos vienen armados de tal arte 141

415

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395 cierra: ‘combate frente a frente’. 396 mano a mano: ‘en enfrentamiento directo’. 402 atalando: ‘destruyendo, haciendo daño’. 408 ‘viene buscando un beneficio, pero vuelve habiendo sufrido un daño’. Hermosilla usa de un refrán al que también había acudido Sánchez: «por lana vino y tresquilada fuera» (Relación, 560). 414 orden: ‘disposición táctica’. La caballería francesa fue de enorme importancia, aunque se vio rebasada en la época por los tercios de la infantería española. 420 aventureros: ‘voluntarios’. 136

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y de tal suerte cortan sus aceros que no hay celada fuerte que resista el golpe del cuchillo en la conquista. 142

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Heme atrevido a ser algo prolijo y largo en este canto por dos cosas: la una, por decir lo que no dijo Sánchez en sus octavas tan curiosas. Razón es se le den a padre y hijo, Enrique y Ladiguera, las forzosas alabanzas debidas a sus hechos, a su valor, esfuerzo y fuertes pechos.

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La otra, por cumplir lo prometido, como por ser aqueste el primer canto, que no estará cansado ni ofendido el discreto letor por tardar tanto. Si lo estuviere, aquí perdón le pido; su enfado disimule y eche el manto a mis faltas y errores como sabio, pues, no lo haciendo ansí, es suyo el agravio.

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422 aceros: ‘espadas’. 423 celada: ‘pieza de la armadura que cubría la cabeza’. 428 Las octavas mencionadas son las de Diego Sánchez en su Relación. 430 Razón es: ‘Es razonable y justo’. El padre sería Enrique IV de Francia y Ladiguera, su

hijo. 438 eche el manto: ‘encubra, excuse’. 440 Estos gestos hacia el lector para cerrar los cantos proceden en último término de Ariosto, aunque Hermosilla pudo tomarlos de La Araucana. 146

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CANTO SEGUNDO Que declara cómo el cristianísimo rey don Filipe con todo cuidado procura favorecer al duque de Saboya, su hijo. Dícese que el condestable de Castilla va por general y el cuidado que, para prevenir todo lo necesario, su excelencia, por medio de don Juan de Mendoza, puso. Por ciertos respectos vuelve a mandar su majestad que se quede en Milán y en su lugar vaya por general don Pedro de Padilla. La pena que su excelencia recibe por ver que el deseo que tenía de servir a su rey en esta ocasión no se le cumple. Pónese el sitio a Briquirás. Envía su alteza a monsiur de Espinosa que se rinda y el dicho capitán no lo quiere hacer. Comiénzase a batir la tierra. 148

1

¡Oh, cuánto del valor un fuerte pecho, un ánimo gallardo, esfuerzo y brío pierde, si con virtud cualquiera hecho no lleva acompañado el albedrío! Pone su vida y honra en grande estrecho, tiénese lo que hace a desvarío y no hay quién de él no diga que en un palo meresce ser colgado como malo, 149

2

como se ve en Vandoma y Ladiguera, fuertes, bravos, gallardos y animosos, que por saber que viven desespera

5

10

Título respectos: ‘razones’; batir: ‘atacar’, especialmente con artillería. Recuérdese que el duque de Saboya era yerno de Felipe II. Pedro de Padilla ya aparece como general del contingente español para esta jornada en Diego Sánchez y Scipion de Villeneuve, señor de Espinouse, como gobernador francés de la plaza (Relación, 136 y 192). 5 estrecho: ‘peligro’. 148

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la gente y dice: «Mueran, alevosos, mueran y viva aquel en quien entera está toda virtud, con fervorosos deseos de servir al Rey del cielo, como mostráis, Filipe, con tal celo». 150

3

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Viendo que su fe sancta y ley divina en los reinos de Francia y Inglaterra, la luterana seta y la calvina les hacen a gran priesa cruda guerra, contra el soberbio autor de ello se indina, quien, contra Dios diciendo, con él cierra, mas el divino autor de lo crïado le dice: «¡Hijo, el tiempo no es llegado! 151

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153

4

»Recibo vuestro celo pïadoso, vuestros buenos deseos y servicio. Vos sois aquel varón en quien reposo halló mi corazón y fue propicio. Pues de servirme estáis tan deseoso, usad en dar favor de vuestro oficio, que cuando no penséis al cruel tirano os le pondré, mi siervo, en vuestra mano».

5

El siervo del Señor oyendo aquesto, como obediente hijo, luego envía gente por todo el mundo y echa el resto por el divino hijo de María. Viendo ser nescesario acudir presto con el remedio al mal que padecía el duque de Saboya, envía luego quien su injuria vengase a sangre y fuego.

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12 alevoso: ‘que comete alevosía o traición’. 18 calvina: ‘calvinista’. La fórmula es pareja a la de Sánchez: «quiso derramar calvina seta / y del falso Lutero la semilla» (Relación, 43-4). 22 con él cierra: ‘con él se enfrenta’. 24 Para salvar el endecasílabo, hay que aspirar la h- de «Hijo» y romper la sinalefa en «Hijo, el». 34 luego: ‘de inmediato, sin dilación’. El «siervo del Señor» es Felipe II. 35 echa el resto: ‘hace todo el esfuerzo posible’. 150

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Para satisfacer a su deseo, que era servir a Dios en esta causa, considerando bien el caso feo que el enemigo al hijo amado causa, viendo que la victoria y el trofeo era dificultosa, a veces pausa no sabiendo a quién dar cosa tan alta, hasta que un pensamiento en él se esmalta. 156

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7

De un noble caballero su vasallo, de sus mayores reinos condestable, se acuerda el rey cristiano y dice: «Hallo ser este para el caso muy notable. No quiero más un punto dilatallo. Él propio con su espada solo hable, él quiero que en mi nombre haga justicia y del malo castigue la malicia». 161

50

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Despacha sus correos con presteza, mandándole que luego sin tardanza se apreste a resistir la fïereza del enemigo fiero y su pujanza, y que la gran soberbia y altiveza abaje del francés a espada y lanza, hasta que del Piamonte el sitio hermoso quede de él todo libre y con reposo.

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Por otra parte, el sabio rey anciano, con todo gran cuidado y diligencia, avisa de lo hecho al saboyano, 165

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42 causa: ‘litigio, disputa, contienda’. 43 feo: ‘difícil, peligroso’. 44 El hijo amado es el duque de Saboya, casado con una de las hijas de Felipe II. 46 pausa: ‘se detiene, retrasa su decisión’. 48 se esmalta: ‘se labra, se configura’. 50 Se refiere a Juan Fernández de Velasco y Tovar, condestable de Castilla. 53 punto: ‘instante’. 57 despacha: ‘envía’. 64 reposo: ‘paz’. 65 En enero de 1596, fecha en la que se concluyó el poema, Felipe II tenía sesenta y ocho

años.

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mostrándole por carta su presencia. El duque, que no gasta el tiempo en vano por ver del enemigo la potencia, viendo la carta, de ella la alegría publica a todo el mundo en este día. 166

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Y no porque el monarca poderoso le pide, como a hijo regalado, que solo en este pleito peligroso muestre de su persona el gran cuidado del ánimo, despide el valeroso Emanüel la impresa de su estado, antes a todos dice por derecho se le debe la impresa de este hecho.

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Y dícese que luego de secreto pidió con eficacia al rey la impresa. Sobre esto la verdad el que es discreto saque por el efecto de la presa, que en ello por agora no me meto, y siento que me llaman a gran priesa, por toda Lombardía las trompetas, que dejan engañadas mil pobretas. 170

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En todo aqueste estado no se siente, otro son que el de trompas y atambores, con que el más tierno amante y más valiente olvida padres, patria y sus amores. Toda la tierra está llena de gente de aquella que de buenos y traidores 173

90

68 presencia: ‘presencia de ánimo, apoyo’. 74 regalado: ‘protegido, atendido’. 77 despide: ‘aparta’. 78 impresa: ‘empresa, acción militar’. 81 de secreto: ‘secretamente’. 84 presa: ‘botín, resultado’. 88 pobretas: ‘mujeres abandonadas’ para atender a la guerra, aunque la voz también podía significar ‘rameras’. 90 trompas y atambores: ‘instrumentos de viento y tambores’, ambos de uso militar. 166

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por nuestro primer Padre se mantiene, y mantenerla a todos nos conviene. 13

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Solo gente de guerra en toda Italia se siente, como cuando los romanos hicieron bien sentir por la Vandalia, temiendo de los godos tramontanos, y como Sebastián en la Farsalia, contra los marroquinos y africanos. Guerra solo se siente, todo es guerra, hasta lo más desierto de la tierra. 175

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No hay quién no quiera guerra y la apregone, viendo que el condestable es el primero que para aquesta guerra se dispone y a todos se les muestra un Marte fiero. Ningún impedimento se le pone delante a aqueste noble caballero, todos los acocea y atropella, la manzana da a Palas por más bella.

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Y Palas, como diosa poderosa, quiriendo se mostrar agradescida le da el escudo fuerte y la famosa espada de troyanos tan temida, con que el conde de Haro no reposa,

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95 se mantiene: ‘es defendido’. Alude al ejército como defensor de la fe católica. 98 se siente: ‘se oye’. 100 Parece referirse a la invasión de la península ibérica por los godos en el año 427. 101 Remite a la derrota y muerte de don Sebastián de Portugal (1554-1578) en la batalla de Alcazarquivir, identificando África como «Farsalia», en recuerdo del poema de Lucano, que Hermosilla pudo leer, como Alonso de Ercilla, en la traducción de Martín Laso de Oropesa. 102 marroquinos: ‘marroquíes’. 105 apregone: ‘pregone’. 108 Hay un eco de Garcilaso en la égloga I: «resplandeciente, armado, / representando en tierra el fiero Marte» (Poesía, p. 321). 111 acocea: ‘maltrata’ a los inconvenientes que se le ponen por delante. 112 En alusión al juicio de Paris, el condestable entrega la manzana de oro a Palas, como diosa de la guerra, en vez de a Venus, como diosa del amor. A cambio, como veremos de inmediato, don Juan Fernández de Velasco, conde de Haro, recibirá armas de origen divino, parejas a las que se le entregan a Aquiles en la Ilíada (XVIII, 478-614) y a Eneas en la Eneida (VIII, 370-731). 174

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desea verla ya en sangre teñida y el hierro de la lanza ensangrentado, por ver al rey de Chipre bien vengado. 16

Con el nuevo favor más encendido en el furioso fuego de la guerra, a don Juan de Mendoza, cognocido por hombre en quien valor todo se encierra, encarga el gran cuidado de este ruido, mandando que por toda la ancha tierra de Lombardía el pueblo castellano comience a levantar la diestra mano. 183

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Manda que se aperciban para el caso, que el tiempo a la ocasión se va llegando, y luego con ligero y largo paso de todo el coronel vaya avisando. Con esto, de Milán más que de paso sale el fuerte don Juan considerando lo que su general le había encargado y sobre todo en todo el gran cuidado. 185

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Dejando atrás el Barco de Pavía, entra en el rico estado alexandrino, visitando una y otra compañía el maese de campo mendocino, que como a tal la gente obedecía por ser de otro mayor oficio dino

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125 ruido: ‘ruido de armas, guerra’. 128 La diestra mano, por alusión bíblica, era la que simbólicamente ejecutaba los castigos. 129 se aperciban: ‘se dispongan, se preparen’. 132 El grado de coronel era entonces propio de los ejércitos italianos y franceses, aunque aquí se atribuya a los españoles. 133 más que de paso: ‘con diligencia y premura’. 137 El Barco o Parco de Pavía era un coto de caza situado al oeste de la ciudad lombarda. 138 El estado alejandrino es la provincia de Alessandria, situada en el camino entre Pavía y Turín. 139 compañía: ‘unidad militar de infantería’. 140 El maese de campo mendocino es don Juan de Mendoza. 142 dino: ‘digno’. 183

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y porque el condestable le había dado el título y el cargo deseado. 19

A todos halla muy apercebidos, porque a los capitanes veinte días antes los tuvo a todos prevenidos, según a él le encargó el duque de Frías; y todos, como sabios y entendidos, hacen fiestas de gozo y alegrías por mejor descubrir en este hecho lo que sienten y tienen en el pecho.

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Tan grande es la alegría y el contento que en verle en general todos reciben que a todo el mundo y alto firmamento quieren dar a entender que por él viven. En el pecho, memoria, entendimiento de su ánimo el valor todos escriben, porque, si no es la muerte, otro no pueda borrar lo que en el alma escrito queda.

21

Este propio contento y alegría del tortonés la gente castellana con su graciosa vista recibía, haciéndole mil fiestas muy ufana. Él a servir a todos se ofrecía, viendo la voluntad que de ellos mana, y con señales grandes de contento del alma muestra el agradescimiento.

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Con gran amor a todos les declara la voluntad del príncipe excelente, a todos da a entender por cosa clara la guerra que después vieron presente. Con ánimo español y alegre cara, la nueva recibió toda la gente,

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162 tortonés: ‘natural de Tortona’, población en la región de Alessandria. 163 graciosa: ‘grata, agradable’. 174 nueva: ‘noticia’.

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que como valerosa deseaba desesperada en ver que se tardaba. 23

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Como cuando un valiente caballero está de su enemigo algo injuriado y, por vengarse, altivo, bravo y fiero, es de él por un cartel desafïado, estando en la estacada este guerrero, si el otro tarda, está desesperado, hasta que ve al contrario en la estacada, porque tiene el honor puesto en la espada; 196

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así los españoles muy airados, por ver del enemigo perseguido al hijo de su rey, desesperados mueren por ver al fuerte forajido, al cual, en el Señor muy confïados, pretenden ver muy presto destruido y a Carlos de la injuria recibida vengado, siendo España el homicida.

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De aqueste presupuesto el de Mendoza se vuelve a dar la nueva al condestable, que no poco le alegra y alboroza oír su esfuerzo y ánimo admirable. Tanto el generalísimo se goza con la ocasión —y es cosa muy notable— que, olvidado de todo, no desea otra cosa que ver ya la pelea.

200

No está sin tratar de ella sola un hora, no es otro su descanso ni contento y siempre en este intento se mejora, de nuevo declarando el pensamiento. Manda a don Juan que luego, al punto y hora,

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180 Con el cartel se anunciaba públicamente el desafío de un caballero a otro. 181 estacada: ‘lugar cercado en el que se desarrollaba un desafío’. 193 presupuesto: ‘propósito’. 197 El generalísimo es Juan Fernández de Velasco. 201 un hora: ‘un momento’.

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vuelva al alexandrino alojamiento a hacer apercebir la artillería y todo lo demás que convenía.

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Vuelve con diligencia y gran cuidado a Alexandria, ciudad del rey famosa, el mendocino Marte; y ordenado todo lo que a él le fue, cosa por cosa, y siendo puesto a punto y aprestado, la artillería limpia y muy curiosa, y de todo encargado el de Olivera, se vuelve adonde el príncipe le espera,

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que, satisfecho en todo, el camarero del poderoso rey ya le agradesce de nuevo lo que ha hecho y dice: «Espero pagaros como vuestro amor meresce; y, si como deseo en esto y quiero, por mi desgracia o vuestra no se ofresce, en todo lo demás como a mi hermano os he de dar, don Juan, la diestra mano».

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Fortuna cruel, contraria y invidiosa, enemiga del bien, varia y mudable, en el mayor contento, ¡oh, ciega diosa!, privó de tanto bien al condestable con una mala nueva y muy odiosa, por ser contra quien fue mala y notable, aunque, mostrando a todo buen semblante, se teme de otro mal más importante.

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206 Es la ciudad de Alessandria della Paglia, en el Piamonte, donde se asentó el contingente español. 214 aprestado: ‘preparado’; curiosa: ‘limpia y bien arreglada’. 215 Se refiere a Antonio de Olivera, teniente general de la caballería de Milán y gobernador de la ciudad, según apunta Antonio de Herrera (Historia de los sucesos de Francia, f. 299r). 217 camarero: ‘miembro de la cámara del rey’. Juan Fernández de Velasco fue camarero mayor de Felipe II. 201

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El supremo Consejo de la Guerra a don Pedro Manrique, caballero en quien saber y esfuerzo el cielo encierra, hizo de los heröes el primero. Por maese de campo de la tierra de toda Italia envía a este guerrero, dejando con la nueva acelerada la gente del gran rey maravillada. 205

31

Y no se contentó la cruel fortuna con este mal, que al fin es bien venido, si es solo y la desgracia es sola una, uno el dolor, la pena y el gemido; mas fueles tan contraria y importuna que, tras un mal les dio otro, más crecido, tan crecido el dolor, pena y tormento cuanto del uno al otro iba de aumento.

32

Llegó del rey la nueva y el mandato de lo que a su servicio convenía, que, aunque le fue a este príncipe barato no de contento, gozo ni alegría, con ella muy suspenso por un rato, después de vuelto en sí, dijo: «¡Porfía en impedir fortuna mi contento, que no se me cumplió tan buen intento!

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»¡Oh, cielos!, ¿qué es aquesto? Que deseo mostrar al rey católico de España, a mi señor, el ánimo y deseo que tengo de servirle en la campaña, y que por experiencia cierta veo ser mi ventura tal y tan extraña

255

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234 Pedro Manrique de Solís, maestre de campo en el tercio de Lombardía, que ya mencionaba Diego Sánchez (Relación, 189). En realidad, la cabeza del ejército español que apoyó al duque de Saboya en esta jornada fue Pedro de Padilla. El Consejo Supremo de Guerra era el órgano asesor del rey en materia militar durante la monarquía de los Austrias. 251 barato: ‘cambio’. 254 Porfía: ‘Persevera, insiste’. 205

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que, porque lo deseo, más lo aparta, como me lo ha mostrado en una carta. 34

»Sedme, cielos, testigos de la pena que con aquesta nueva he recebido, aunque, si aquel que puede así lo ordena, en todo su mandato sea cumplido». Con tal prudencia el príncipe refrena el bélico furor en sí encendido, que muestra ser en ello tan prudente cuanto en vencerse él propio muy valiente.

35

Dejemos a una parte el valor grande de este famoso conde para cuando la sujetada tierra del rey ande con poderosa mano libertando. Cantar en esto Palas no me mande hasta que a Monsení vaya pisando. El tiempo la ocasión pondrá en las manos para cantar sus hechos soberanos.

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275

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Diré como el señor del reino hispano mandó que en su gobierno se estuviese y, en su lugar, el sabio castellano del fuerte de Milán por su orden fuese, porque el duque de todo, el saboyano, hiciese en la ocasión y deshiciese. Y fue bien acordado por respetos que quiere el rey tener en sí secretos.

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37

Y porque a mi propósito no hace detenerme en aquesto, determino seguir lo que a la historia satisface 212

290

272 Remite a la máxima clásica según la cual la mayor victoria es la victoria de sí mismo. Juan de Aranda se la atribuye a Mino Publio: «Con honra doblada vence el que a sí mismo se vence en la pelea» (Lugares comunes, f. 122v). 278 Monsení es la población francesa llamada Montcenis, en la región de Borgoña. 284 fuerte: ‘fortaleza’. En 1594 el castellano o alcaide de Milán era Pedro de Padilla. 287 respetos: ‘causas, razones’. 289 no hace: ‘no corresponde’. 208

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hasta que vea el fin de mi destino. Ninguno me la jure ni amenace, que tengo de seguir el buen camino, el más seguro, cierto y más derecho, porque es la verdad gloria de un buen hecho. 213

38

Y así digo con este presupuesto, que el gran gobernador de Lombardía echa en servir al rey todo su resto, haciendo lo que al cargo convenía. A lo más necesario acude presto, todo con diligencia proveía, sin faltar solo un punto en cosa alguna, nadie puede decirle faltó en una.

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Después de haberlo todo proveído, los soldados contentos y pagados, para marchar el tiempo ya cumplido, los españoles todos aprestados, comienza a hacer sentir de nuevo el ruido del furibundo Marte a los soldados, mandando al coronel del pueblo hispano tomase en el marchar luego la mano.

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Y porque el de Mendoza, bravo y fiero, servir en la ocasión al rey desea, viendo lo que meresce este guerrero, en otro nuevo cargo el rey le emplea. A señalar el cargo me prefiero cuando de señalarle tiempo sea, y cómo con el cargo preeminente es capitán de lanzas el valiente.

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293 me la jure: ‘amenace con vengarse’. Como Ercilla, Hermosilla hace también protestas de la verdad de su relato. 299 echa todo su resto: ‘hace todo lo que le es posible’. 312 tomase luego la mano: ‘comenzase inmediatamente’. 317 me prefiero: ‘me inclino’. 320 de lanzas: ‘de lanceros, de caballería’. 213

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Con una muy lucida compañía, partió del Milanés el bravo Marte, guïando la demás caballería, por ser para guïarla él todo y parte. Porque acortando voy la larga vía y en suma solo trato en esta parte, no digo más agora, aunque pudiera decir si un año todo de él dijera. 218

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El príncipe, señor de Villalpando, a todo dando priesa con cuidado hace a los ocho días ir marchando el tercio de la gente del estado. El coronel Barbó los va guïando, hombre por su valor muy estimado. A grande priesa marcha ya la gente a ver del enemigo el pecho ardiente.

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En conclusión, el césar poderoso, aquel gran rey católico de España envía aqueste ejército famoso contra el francés ardid, industria y maña, y al condestable sabio y valeroso a ejecutar por él la furia y saña, por medio de otro noble caballero de todos reputado por guerrero.

44

Dos tercios de españoles y italianos bizarros, belicosos y gallardos, con seiscientos esguízaros lozanos, en manejar las armas nada tardos,

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322 del Milanés: ‘del Milanesado o ducado de Milán’. 329 Juan Fernández de Velasco y Tovar era también señor de Villalpando, municipio de Castilla. 333 Bernabò Barbò, militar milanés al servicio de España, al que también recordó Sánchez (Relación, 206). 335 la gente: ‘la tropa, los soldados’. 346 bizarros: ‘valerosos’. 347 esguízaros: ‘suizos’. 348 tardos: ‘lentos, perezosos’. 218

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más de mil de a caballo muy ufanos, feroces y ligeros más que pardos; y por su general, el sabio anciano del fuerte de Milán fiel castellano.

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45

Don Pedro de Padilla, este se llama, a quién por su valor, se dio este cargo de quién allá en Orán canta la fama y agora cantará por tiempo largo. Que mate manda a este el fuego y llama que en el Piamonte ardía sin embargo, el cual muy obediente con su gente a Briquirás se parte prestamente. 226

355

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Primero que partiese al fuerte y tierra del enemigo, fue con gran presteza a tratar con el duque de la guerra y a besarle las manos a su alteza, el cual, sabiendo el bien que en él se encierra, le sale a recebir con gran terneza y, habiendo ya tratado lo importante, se vuelve a ver su gente el viejo Atlante.

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47

El duque ordena y manda se aperciba del rico Pïamonte la milicia; a su caballería él propio aviva y da a los de Vigón de ello noticia. Juntos hasta dos mil con cara altiva, usando de un ardid con gran malicia,

370

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350 pardos: ‘leopardos’. 355 Pedro de Padilla sirvió en Orán al mando de don Martín de Córdoba, marqués de Cortes, y fue gobernador interino de esta plaza en varias ocasiones. Cfr. Fernández Conti. 358 mate: ‘apague’; sin embargo: ‘sin traba alguna’. 366 terneza: ‘amabilidad, gentileza’. 368 atlante: ‘persona que lleva el cargo y la responsabilidad de algún asunto importante’, por referencia al titán Atlas, que sostenía el cielo sobre sus hombros. 372 Vigón era una plaza situada al suroeste de Turín y al este de Bricherasio, en el Piamonte. 225

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después de haber un día caminado a Briquirás volvió su campo armado,

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adonde los dos tercios valerosos llegaron dentro de ocho o nueve días, con que todos quedaron muy gozosos, haciendo de placer mil alegrías. Venían los de España tan brïosos que solos, confïando en el Mesías, les paresció bastar de todo el mundo echar al enemigo hasta el profundo.

49

Después que Emanüel, duque famoso, digno de eterna gloria y fama eterna, el tercio de españoles, valeroso, vio dentro el valle ameno de Lucerna, quedó contento, alegre y tan gozoso que, para gloria y fama sempiterna suya y de la nación de nuestra España, mandó salir la gente a la campaña.

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385

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390

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Con ella el sitio puso al enemigo, que dentro en Briquirás y su castillo estaba hecho fuerte, como digo, tanto cuanto podría yo decillo, que, si es refugio agora y dulce abrigo de la cristiana gente y su caudillo, es porque Dios no quiere prevalezca el malo, mas que al fin con mal perezca. 234

235

51

395

400

Si como dije es casi inexpugnable el fuerte por su grande fortaleza,

376 campo: ‘ejército’. En efecto, el primer movimiento de las tropas del duque se hizo para engañar a los franceses. Cfr. Bollea (1907: 336-338). 388 El valle de Lucerna o Pellice, que estaba al oeste de Bricherasio, también aparece en la Relación de Sánchez (725). 392 salir a campaña: ‘ir a la guerra’. 393 sitio: ‘cerco, asedio’. 395 hecho fuerte: ‘protegido, a salvo’. Hay que aspirar la h- para mantener la métrica del verso. 231

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le ayuda grandemente el ser notable en guerra y en consejo su cabeza. Con una industria y orden admirable, con ánimo, coraje y gran braveza, se puso a defender el fuerte y tierra, haciéndonos de dentro cruda guerra. 236

405

237

52

Seiscientos y más tuvo belicosos infantes y corazas hasta treinta, los más franceses bravos, deseosos de nuestra infamia, pérdida y afrenta; pero, aunque fieros, fuertes y animosos, de dárnosla el más bravo y fiero intenta, vuelve, como Roldán en Roncesvalles, con ella por las no pisadas calles. 238

239

53

Después de puesto el sitio, el duque envía a monsiur de Espinosa un su trompeta, diciendo que, si luego se rendía, seguro paso a Francia le prometa con sus banderas, gente, y le daría seis mil escudos de oro si lo aceta; y, no viniendo luego a la concordia, que en él no hallará misericordia. 240

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El sabio capitán, habiendo oído con atención del duque la embajada, responde, como sabio y entendido,

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404 su cabeza: ‘su comandante’. 408 tierra: ‘terreno que rodeaba la fortaleza’; de dentro: ‘desde dentro’. 410 infantes: ‘soldados de infantería’; corazas: ‘coraceros de caballería’. 415 dárnosla: ‘darnos la afrenta, derrotarnos’. El héroe francés Roldán, uno de los doce pares de Carlomagno, fue vencido por los españoles en la batalla de Roncesvalles, según referían leyendas y romances. 420 luego: ‘de inmediato’; seguro: ‘garantizado y libre, a salvo’. 422 aceta: ‘acepta’. El escudo era moneda corriente en el siglo xvi, que correspondía a 544 maravedíes, por lo que está hablando de una cantidad importante, que se entregaría como rescate de la plaza. 423 concordia: ‘acuerdo’. 424 La h- de «hallará» ha de aspirarse para que el verso sea endecasílabo. 236

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estar aquella fuerza a él encargada. De todos su valor es cognocido y piensa defenderle bien la entrada, que por aquel el fin cante la gloria que en la guerra alcanzare la vitoria. 244

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55

Oída por el duque la respuesta de sí mismo se queja cautamente, porque la artillería a esta fiesta no trujo con el campo juntamente. Anduvo siete días con aquesta pesadumbre este príncipe excelente, hasta que con su vista un gran contento desterró su dolor, pena y tomento.

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56

El caso con don Pedro consultando y todo cuanto en ello se ofrescía, ordenan ambos juntos ir plantando contra el castillo y tierra artillería. Con la suya, Espinosa amenazando andaba nuestra brava infantería, hasta que de la tierra les batieron, un fuerte caballero y les vencieron.

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57

Detente, musa mía, espera un poco, no pases adelante. Considera lo que dices; no digan que soy loco y a ti, necia, indiscreta, una parlera. Espera, no te coquen como a coco y digan que mejor callarte fuera,

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428 fuerza: ‘fortaleza’. 430 defenderle: ‘impedirle’. 436 trujo: ‘trajo’. 448 caballero: ‘obra de fortificación defensiva elevada sobre otras construcciones’. 452 parlera: ‘que dice lo que debiera callar’. 453 no te coquen: ‘no te hagan cocos y burlas’; coco: ‘figura fea y espantosa’, que también mencionaba Sánchez: «Y como cuando niños ven el coco» (Relación, 277). 244

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que aquel en una cosa atrás se halla que no mira adelante en el contalla.

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Prometiste al principio, musa mía, de Briquirás cantar solo de paso y parece que cantas a porfía y que le vas midiendo paso a paso. Y cierto, con razón tu fantasía pudiera ser notada en este caso por loca, si también en aquel canto no hubieras prometido cantar tanto.

460

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59

Cantar de Ladiguera prometiste de quien cantando ya quedaste corta; del duque, bravo Marte, te ofreciste decir el gran valor que tanto importa; después, amada ninfa, te atreviste, viendo que la razón a ello te exhorta, a prometer cantar de los leones, no cuerpos, no, mas todos corazones.

465

470

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60

Ni la propia razón aquí consiente que, con olvido, invidia esté ofendiendo al que es digno de loor, al que es valiente, y en el río Leteo sumergiendo, porque el discreto alférez se contente pasar por muchas cosas de corriendo; no es justo, pues, las vi, que las callara, porque, a saberlas él, nos las contara.

475

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61

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Con esto, quedaremos disculpados, Calíope, los dos y con licencia

456 ‘que pierde su ventaja respecto a alguna cosa el que habla de ella sin atender a lo que luego pueda suceder luego’. 460 a porfía: ‘con instancia y por extenso’; midiendo paso a paso: ‘refiriendo todo con detalle’. 462 notada por: ‘tachada de, considerada como’. 472 Los leones son los soldados españoles. 476 El Leteo era uno de los ríos del ultramundo en la mitología griega, que provocaba el olvido al que bebía de sus aguas. El alférez es Diego Sánchez, al que sutilmente se censura por haber obviado u olvidado algunos particulares en su Relación de la toma de Bricherasio. 250

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para pasar los límites tasados. Del fuerte y Briquirás con excelencia digo que de él los casos señalados, habiendo sucedido en mi presencia, solo diré, señor, porque tampoco quiero, aun burlando, digan que soy loco. 62

Para decir agora los sangrientos que en el primer asalto sucedieron, levanten vuestras fuerzas mis acentos, denme lo que las mías no pudieron. Subid tan alto, fieros pensamientos, que aquellos que la causa de vos fueron, si son las diosas Palas y Belona, os den por ser tan altos la corona.

485

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A primero de otubre de noventa y cuatro sobre mil y más contando quinientos años hallo por mí cuenta, en Briquirás entró el cristiano bando. Vos, pluma, no os mostréis más avarienta, ildo por buen estilo aquí narrando; celébrese el valor del saboyano, del español, francés y el italiano.

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En este tan dichoso y claro día, un hermoso escuadrón estaba hecho de gallarda y bizarra infantería de la tienda del duque a poco trecho, el cual mandado hacer su alteza había por mostrar la alegría de su pecho

505

259

510

491 acentos: ‘alientos y voz poéticos’. 495 Belona es la diosa romana de la guerra. 499 El primer asalto a Bricherasio tuvo lugar el 1 de octubre de 1594, dato que también refiere Sánchez (Relación, 424). Véase además Bollea (1905: 21 y 1907: 364-366). 502 ildo: ‘idlo’, en metátesis común en la época. 508 trecho: ‘distancia’. 255

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a un cardenal y al nuncio de Turino, que con el delegado a verle vino. 260

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En este medio juega a grande priesa la artillería, y hace de tal suerte que sus golpes levantan una espesa nube de piedra gruesa y tierra fuerte. Viendo que de hacer esto nunca cesa, un capitán más fuerte que la muerte que estaba en las trincheras aquel día reconoció muy bien la batería. 261

515

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66

Un capitán he dicho, pero entiendo —como después de muchos he sabido— que la anduvieron dos reconociendo, ambos de fama y nombre esclarescido. Con su grande prudencia discurriendo los dos sobre este caso algo atrevido, se vuelven el de Córdoba a su puesto y al suyo el de Cortázar, dando en esto,

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que, viendo que podía bien la gente subir con poca ayuda y diligencia, de ello bien enterado prestamente, envía este recaudo a su excelencia: «Señor, entrada he visto suficiente para asaltar la tierra en tu presencia; no aguardes más, señor, que está muy llano, con la ayuda y favor del Soberano».

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512 nuncio: ‘representante diplomático del papa’; Turino: ‘Turín’. El nuncio era Marcello Acquaviva, arzobispo de Otranto, que visitó el campamento el mismo 1 de octubre por la mañana, acompañado de Carlo Broglia, arzobispo de Turín, cosa que ya había detallado Sánchez (Relación, 553-560). 513 juega: ‘dispara’. 520 batería: ‘conjunto de piezas de artillería’. 526 atrevido: ‘arriesgado’. 528 Se trata de los capitanes Diego de Córdoba y Gaspar Ruiz de Cortázar, que participaron en el asalto a Bricherasio, según apuntó ya Diego Sánchez, que atribuye la proposición a Cortázar en exclusiva (Relación, 384 y 577). 532 recaudo: ‘recado’. 535 llano: ‘sencillo, asequible’. 260

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Don Pedro de Padilla avisa luego al duque lo que el bravo vizcaíno Cortázar, capitán mejor que el griego, dice por un alférez que allí vino. Su alteza, que desea aqueste juego, recibe gran placer de tal destino, y mandan al alférez que volviese a la trinchera y esto le dijese:

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que se enterase bien si se podía dar el asalto luego al enemigo, porque su parecer se tomaría, como él sería de ello buen testigo. El capitán al mismo al punto envía y dice: «Estad atento a lo que digo. Andá que lo que he dicho a decir vuelvo y muy contento en ello me resuelvo».

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El duque y general habiendo oído a Sámanos, alférez reformado, lo que su capitán ha referido y por segunda vez retificado, después del muro ser recognocido y su parecer de otros encontrado, siguen el de Cortázar, ordenando el orden del asalto a nuestro bando. 271

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En este punto y tiempo Ladiguera, que socorrer su gente pretendía usando de un ardid y maña fiera, por un alto collado aparescía.

539 Con «el griego» parece aludir a alguno de los héroes aqueos en el asedio de Troya, probablemente Ulises, gracias a cuyo consejo se tomó la ciudad. 541 juego: ‘lucha, pelea’. 547 se tomaría: ‘se seguiría, se adoptaría’. 552 me resuelvo: ‘me decido, me afirmo’. 554 Los oficiales reformados eran los que, teniendo experiencia en las armas, no ocupaban la plaza en su compañía de origen. 556 retificado: ‘ratificado’. 558 encontrado: ‘contrastado’. 267

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Corre, vuelve y revuelve en tal manera su valiente y bizarra compañía que cada vez bajar al sitio llano jugaba alegre en verlo el saboyano;

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el cual, como el pastor que en su rebaño tiene bravos mastines corajosos, descuidado, no teme ningún daño de los hambrientos lobos maliciosos. No cura de su furia, ardid ni engaño, que tiene por mastines muy furiosos leones, que a los otros animales sujetan, como todos los mortales. 275

73

En esta fortaleza confïados, dejando el escuadrón en orden puesto, los dos bravos heröes señalados dan, para el fiero asalto el orden presto. Mandan a seis que están atrincherados con la española gente de mampuesto que, oída la señal de la trompeta, cada cual en buen orden arremeta.

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En tanto que la voz de la Belona y de su fiero hermano a los de España, anuncia la victoria y les corona como a su emperador en Alemaña, aquí y allí el gran príncipe en persona hacía con saber, industria y maña tanto que por poder mejor contarlo quiero primero aquí considerarlo.

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568 jugaba: ‘intervenía, se sentía’. El saboyano es el duque Carlo Emanuel I. 570 corajosos: ‘esforzados, valerosos’. 584 de mampuesto: ‘a cubierto’, en expresión tomada de Diego Sánchez: «que nuestros mosqueteros este puesto / estaban defendiendo de mampuesto» (Relación, 343-344). El aviso de la trompeta como señal de inicio del combate remite asimismo a Sánchez (Relación, 422-224 y 432). 586 El fiero hermano de Belona era Marte. 588 Alemaña: ‘Alemania’. Parece aludir al emperador Carlos V, como monarca victorioso e inclinado a la guerra, especialmente en la victoria obtenida contra los protestantes en la batalla de Mühlberg (1547), que tuvo lugar en territorio alemán. 274

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CANTO TERCERO En que se nombran algunas personas de las más señaladas del campo. Dase el asalto a la tierra, entran los señores dentro a fuerza de armas. Señálanse algunos capitanes y muchos soldados que por su valor lo merecen.

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Si en las cosas de peso y de importancia aquel que historia un hecho es necesario estudiarlas con grande vigilancia por no andar solo un punto en ellas vario, no menos para hablar de un sol de Francia, de un duque valeroso más que Dario, se han de considerar bien las razones y más en semejantes ocasiones. 279

5

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2

No alcanzo con mi pobre entendimiento, como quisiera, al mundo declarallas. La falta supla el ánimo y intento, que no queda por no considerallas. Guíe su gran prudencia el instrumento para poder siquiera aquí contallas, que, si ella guía, estoy muy satisfecho: ha de igualar el dicho con el hecho.

3

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15

Andaba de tal suerte el saboyano en aquesta ocasión y las pasadas que mostraba exceder a aquel romano

4 ‘por no apartarse ni un punto de la verdad’. 6 El sol de Francia es el rey Enrique IV y el duque, Lesdiguières. Darío es el rey persa (549486 a.C.), cuyo nombre ha de ser aquí bisílabo para respetar rima y métrica. 279

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que murió por invidia a puñaladas. No perdonaba, no, su propia mano las armas de los bravos más usadas, como después se vio por la trinchera que acometieron los de Ladiguera.

20

Del azadón o pico alegre asía para abrir la trinchera, y el primero cortaba de la rama y la traía con otros cien caballos. El guerrero cuidadoso de noche no dormía, recognociendo el lienzo y caballero, el foso y estacada al enemigo y el cuidado en que estaba el caro amigo.

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4

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5

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De día no paraba solo un punto, de la flor de Saboya acompañado. Andaban sus hermanos muy a punto con él, y al diestro lado un buen soldado. Este que con él siempre andaba junto es hijo del de Sande celebrado y el uno de los sabios del consejo, que, aunque en edad no llega, es sabio viejo.

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6

Querer loarte, príncipe, no puedo, pues para darte el nombre que mereces quedara corto Dante, como quedo en la fama y virtud que resplandeces; pero a mi débil pluma yo no vedo

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40

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20 Se refiere a Julio César (100-44 a.C.), asesinado a puñaladas por un grupo de senadores romanos. 30 ‘revisando las construcciones defensivas’. El lienzo era la parte de muralla que une dos baluartes y el caballero, una fortificación elevada sobre otras construcciones. 32 cuidado: ‘peligro’. 36 Se trata de Amedeo di Savoia (†1610), marqués de San Ramberto, y Pier Luigi Roero, señor de Ternavasio, hermanastros del duque como hijos naturales de su padre, a los que también aludió Sánchez (Relación, 817-820). 40 Rodrigo de Sande, II marqués de la Piovera, era hijo de don Álvaro de Sande, tal como había adelantado Diego Sánchez (Relación, 321-336). 43 Dante Alighieri (1265-1321), autor de la Comedia, encarecido aquí como poeta por antonomasia y figura adecuada para alabar a un príncipe italiano, como el duque Carlo Emanuele. 281

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decir que la virtud tú la engrandeces. El valor y grandeza de los reyes con tu saber ensalzas y tus leyes. 7

Diré cómo en la guerra te mostrabas agora grande príncipe y potente, agora general representabas, agora capitán sabio y valiente, y cuando, señor, tanto te humillabas por animar la una y otra gente que dabas a entender ser un soldado no poderoso, no, sino privado.

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8

A todos consolabas con tu vista, el más bravo con ella se esforzaba a alcanzar la victoria en la conquista, el ánimo más bajo levantaba. Tu amor con el España siempre asista, pues alegre a tus hijos alegraba a cuál con seis, con ocho y diez ducados y a alguno con los veinte bien doblados.

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El general don Pedro de Padilla con su grande experiencia y buen consejo mostraba defender la sancta silla y ser de la virtud un claro espejo. Era verle gozoso maravilla, porque no le impedía ni ser viejo andar de aquí y allí, sin perder punto de ser del bravo Leyva un fiel trasumpto.

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El marqués de Lapiova nunca para, ahora con el duque, ahora solo,

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56 privado: ‘particular’. 64 bien doblados: ‘más del doble’. 67 sancta silla: ‘sede pontifical’ y, por extensión, la Iglesia Católica. 69 gozoso: ‘alegre’, en medio del combate. 72 trasumpto: ‘reflejo’. Antonio de Leyva (1480-1536), I príncipe de Áscoli, fue un destacadísimo militar español en las guerras de Italia, en época del emperador Carlos V. 73 Recuérdese que Rodrigo de Sande era marqués de la Piovera. 287

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con una diligencia en todo rara, mayor que en su carrera el claro Apolo. Como de sangre ilustre, noble y clara, cognocida del uno al otro polo, correspondiendo a ella se mostraba con gran valor en todo y señalaba. 11

Junto al campo se hizo un fortecillo, por si el de Ladiguera pretendiese meter con sus corazas al castillo socorro sin que nadie le ofendiese. De este el hijo de Sande fue caudillo sin que otro en el gobierno se metiese; él sustentó la gente que metieron en él hasta que el campo deshicieron.

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Quisiera don Filipe y Amadeo, hermanos del gran duque de Saboya, para cumplir en todo mi deseo de vos cantara aquel que pinta a Troya. A ello no me atrevo, si de Orfeo Minerva, que en la sciencia es claraboya, la gracia en mi infundiese, mas espero que suplirá mis faltas otro Homero. 296

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La belicosa diosa hoy en persona, vencida del esfuerzo y gran braveza del conde Martiniengo, le corona, como a Decio, de encina la cabeza.

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81 campo: ‘campamento’; fortecillo: ‘pequeña fortificación’. 84 le ofendiese: ‘le atacase, se lo impidiese’. 87 sustentó: ‘proveyó, mantuvo’. También Sánchez hizo referencia a la liberalidad de Sande en la financiación de este fuerte: «a su costa dio fin de esta labranza» (Relación, 880). 89 Ha de ser Carlo Filiberto I de Este (1571-1652), marqués de San Martino in Rio. 92 Se refiere a Homero como poeta épico y cantor de la guerra de Troya en la Ilíada 95 claraboya: ‘ventana que da luz’. Minerva consta aquí como diosa del conocimiento, que otorgaría la gracia de Orfeo, esto es, la capacidad de cantar extraordinariamente. 99 Francesco Martinengo Colleoni (1548-ca. 1622), conde de Malpaga, que ya recordó Sánchez (Relación, 712). 100 Cayo Mesio Quinto Trajano Decio (201-251) fue proclamado emperador por sus tropas en el año 249. La corona de ramas de encina fue una distinción señalada en Roma para los 293

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Mereces, fuerte Alcides, la corona que por tu gran valor y fortaleza te da la gran Tomiris en la tierra, antiguo premio en Roma de la guerra. 301

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No los dos españoles esforzados, de la caballería los mayores, se muestran solo un punto descuidados en daño de los pérfidos traidores, que ya por los oteros y collados, como diestros y buenos cazadores, andan con gran cuidado descubriendo la caza, y ya tras ella allí corriendo.

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Con la caballería los scipiones Idiáquez y Mendoza nunca paran, presentes las dos bravas ocasiones, en el rostro sus ánimos declaran. Solos acometer a los ladrones —que en ser muchos y fieros no reparan— quisieran, por mostrar a todo el mundo ser cada uno en las armas sin segundo.

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Y don Pedro Manrique valeroso, bravo, galán, discreto y avisado andaba diligente y cuidadoso, mandando lo que le era a él ordenado. Con tal severidad y tal reposo hacía lo que hacer era obligado,

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soldados que se habían señalado en la batalla. Cfr. Covarrubias, Tesoro de la lengua, f. 241v y Gozalbes García (2015). 101 Alcides es Hércules. 104 Tomiris fue la reina de los masagetas, que derrotó a Ciro el Grande, y que aquí comparece como ejemplo de fortaleza y victoria. En 1594, Alonso de Villegas refería su historia: «Siendo vencido el rey Ciro por la reina Tomiris y muerto en la batalla, hallado el cuerpo, mandó la reina que le cortasen la cabeza y la echasen dentro de un cuero lleno de sangre» (Fructus sanctorum, f. 202r). 114 Entiéndase que scipiones —Escipiones, similares a ellos— funciona como adjetivo y que la voz ha de ser bisílaba para que el verso se endecasílabo. 122 avisado: ‘prudente, sagaz’. 301

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respondiendo a su cargo, que mostraba lo que la fama al mundo publicaba. 17

En Flandes y en España dio tal muestra Narváez de su ingenio y juicio raro que en Briquirás temían de su diestra, dando de su valor indicio claro; y no solo el indicio, mas con diestra espada, esfuerzo y ánimo fue amparo de la española gente y de importancia en recognocer siempre a los de Francia. 305

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Mostrolo bien en una encamisada recognociendo el foso, tierra y fuerte, haciendo en ella tanto por la espada como en otra de Sena hizo la muerte. El alférez Aledo en la emboscada y el sargento Zavallos, buena suerte, no fueron esta noche los postreros, que siempre han pretendido ser primeros. 308

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Dichosa puedes ya llamarte Italia y tres y cuatro veces muy dichosa, pues al que sujetó la gran Farsalia excede de Barbó la fama honrosa. No tal valor mostró a los de Vandalia aquel que en la batalla sanguinosa,

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129 Sánchez también había consagrado una estrofa al capitán Alonso de Narváez (Relación, 673-680). Cfr. Magdaleno (1961: 192). 130 temían de su diestra: ‘tenían miedo de su brazo, de su fuerza’. 136 recognocer: ‘examinar’ de cerca las posiciones y movimientos del enemigo. 137 encamisada: ‘ataque nocturno por sorpresa, en el que los atacantes usaban una camisa blanca sobre la armadura para distinguirse de los enemigos’. 140 Sena ha de ser Siena, ciudad de la Toscana. 142 ‘con buena suerte’. Hernando de Aledo era ya capitán en 1595 y servía para entonces en Flandes. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 75). Hermosilla otorgó un destacado papel en su poema al sargento Pedro de Zavallos, aun siendo suboficial de rango inferior a capitán. 147 En la batalla de Farsalia Julio César venció a Cneo Pompeyo Magno. 149 Vandalia: ‘España’. 305

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del suyo en ella dio tan clara muestra como él queda tu hijo de su diestra. 313

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El coronel Ambrosio con su gente, no menos se mostraba fervoroso en servir a su Dios y rey potente, dando de su valor indicio honroso. Otro de aqueste cargo y tan valiente mostró bien ser en todo valeroso, y soislo, pues, por serlo tanto, Ponte, se os encargo la gente del Piamonte. 314

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¿Quién del cuidado grande de Turicio, el sargento mayor, dirá una parte, si en todo lo que hacía daba indicio de ser en Briquirás otro Duarte? Mostró bien el trabajo de su oficio ayudado de sciencia, industria y arte en todo cuanto le era encomendado, anteponiendo al sueño su cuidado.

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De día ni de noche no paraba los puestos del lugar recognociendo, trazaba las trincheras y ordenaba cómo en ellas irían discurriendo. Un día junto al foso en una estaba, cuando desde el castillo, cognociendo ser persona de estima y señalada, le dan con gran furor una ruciada.

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152 ‘de su valor en la batalla dio una muestra tan clara como el coronel Bernabò Barbò se muestra hijo tuyo, España, por su comportamiento en el combate’. 160 También Diego Sánchez había unido en una misma octava a los coroneles Ambrogio Bindi y Pietro Ponte (Relación, 505-512). 162 sargento mayor: ‘oficial que, bajo el mando del maestre de campo, coordinaba a los capitanes’. Se trataba del sargento mayor Hernando de Turicio. 164 Probablemente aluda a Francisco Duarte, proveedor y comisario general de los ejércitos de Carlos V, que se señaló en las guerras de Alemania y Flandes. Cfr. Panzano (1705: 58). 176 ruciada: ‘ataque con disparos de armas de fuego’. 313

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Él de la artillería no se siente, y no sé qué es la causa, aunque imagino, por ver apercebida ya la gente, que quieren ver el fin de su destino. No, es otro, señor, no, el inconviniente; es perenne él de fama y gloria dino, que si de tanto honor no le di parte, le serviré después, que llama Marte. 318

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A gran priesa me llama la trompeta, «¡Alarma, alarma!» toca, y dice: «¡Cierra!»; al más humilde quiere que acometa, a ninguno perdona aquesta guerra, y no hay a quien victoria no prometa; por nuestra, nos publica ya la tierra. ¡Apriesa! ¡Cierra a ellos, Santïago!, que en ver que tardo tanto me deshago.

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Cuantas veces mi espíritu levanta a dar al mundo cuenta en esta historia el ánimo gallardo y fuerza tanta de los que merescieron tanta gloria, detiéneme, señor, el ver que canta otro, aunque mal, en verso la victoria, y al fin el que algún hecho señalado primero cuenta al mundo es estimado.

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Hecha por el trompeta la tercera señal de arremeter, los seis guerreros que dije estaban dentro en la trinchera 322

177 no se siente: ‘no se resiente, no se altera’. 191 cierra a ellos: ‘atácalos’. Santiago era el patrón de los ejércitos españoles y al que se invocaba en el comienzo de las batallas. 192 me deshago: ‘tengo un gran deseo’. 200 Censura abiertamente al alférez Diego Sánchez por haber cantado mal la jornada de Bricherasio, aun cuando se hubiera adelantado al hacerlo. 202 Sánchez ya declaró que el aviso para iniciar el ataque era el tercer toque de trompeta (Relación, 421-424). En el verso II, 580: «Mandan a seis que están atrincherados», Hermosilla ya había adelantado el número de los militares que ahora va a identificar y que se señalaron en el asalto. 318

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arremetieron bravos y muy fieros. Todos con cara altiva y saña fiera, mostrando al enemigo los aceros, comenzaron a dar de sí fianzas con los fuertes escudos y las lanzas.

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A dos de los seis jovios valerosos, que son don Bernardino de Meneses y don Grabiel Manrique, belicosos más que los doce bélicos franceses, los dos de aqueste campo más famosos mandaron que batiesen los arneses contra el franco enemigo, altivo y fiero, hasta ganar un fuerte caballero. 324

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A don Diego de Córdoba, Becerra, al capitán Ramírez y Cortázar mandaron que siguiesen por la tierra la victoria, hasta ver de ella la plaza. Y allí, si el enemigo astuto cierra, hacerle cognocer la buena raza de la española estirpe, dando en ellos, como de ellos se espera, hasta vencellos. 329

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206 dar de sí fianzas: ‘dar pruebas de su valor, acreditarlo’. 209 jovios: ‘soldados valerosos’. Descartando que se trate de una alusión al prefecto romano Jovio, que no fue un militar destacado y tuvo además un comportamiento poco honorable, pudiera referirse al libro Elogia virorum bellica virtute illustrium, que Paulo Giovio, castellanizado Jovio, había publicado en 1551 y que Gaspar de Baeza tradujo en 1568 al castellano con el título de Elogios o vidas breves de los caballeros antiguos y modernos ilustres en valor de guerra, que están al vivo pintados en el museo de Paulo Jovio. 210 Bernardino de Meneses ya aparece señalado en la Relación de Sánchez (592). 212 Gabriel Manrique (†1594), duque de Nocera, era hijo del duque de Nájera, don Juan Esteban Manrique de Lara, y murió en el encuentro, tal como refirió Diego Sánchez (Relación, 545). Los doce bélicos franceses son los doce pares de Francia, que servían a Carlomagno. 214 arneses: ‘armaduras’. 215 caballero: ‘construcción defensiva’. 220 Además de los ya mencionados Diego de Córdoba y Gaspar Ruiz de Cortázar, se señala a los capitanes Antonio de Becerra y Pedro Ramírez de Arellano, también presentes de la Relación del alférez Sánchez (541 y 569). 223 dando en ellos: ‘cayendo sobre ellos, atacándolos’. 323

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Ya que la hora y punto de su gloria y Palas con la palma había llegado, teniendo ya por suya la victoria, se muestra cada cual un Marte airado. Arremetió llevando en la memoria Manrique, honor y crédito ganado, por el que en triste traje y voz sonora retó a toda Zamora de traidora.

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Su memoria le incita, mueve y llama a que de su valor no pierda un punto y que en la rueda fije de la fama, a pesar de fortuna, el nombre junto. Por ella así su ánimo se inflama que al vivo representa el fiel trasumpto de aquel bravo don Diego peleando no con uno, con diez del franco bando.

31

No con menor valor le va siguiendo los ojos en el muro y caballero de do el contrario bando está ofendiendo al fuerte castellano, bravo y fiero. El de Meneses es, que, estremeciendo la tierra por do pasa, este guerrero queda, y el aire atruenan los acentos que salen de sus golpes muy sangrientos.

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No porque halló en el muro de la tierra difícil y fragosa la subida —tanto que su aspereza en esta guerra quiso poner dudosa la corrida—, se espanta el bravo Marte, porque cierra con la francesa gente embravecida 334

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227 La palma era signo para señalar al vencedor. 232 Se trata de Diego Ordóñez de Lara, que, según el romancero, retó a todos los de Zamora, acusándolos de traidores tras la muerte del rey don Sancho II. Cfr. Romancero general, I, p. 511. 247 acentos: ‘gritos, voces’. 250 fragosa: ‘escarpada’. 252 corrida: ‘correría, ataque’. 331

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con más valor que en Dura el italiano y su competidor, el fuerte hispano.

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Va don Diego de Córdoba imitando a aquel de quien deciende, cuyo nombre con su grandeza ensalza el franco bando por ser rendido a espada de tal hombre. No le impide ser grueso el ir causando que Marte de sus golpes hoy se asombre y en el cielo fijando por estrellas del fuego de su espada las centellas. 337

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Firme en el fuerte muro, como un monte, fïado en el valor del fuerte brazo, golpea, hiere y mata más que Oronte antes que de su fin llegase el plazo. Sillas, Provenza, Francia y el Piamonte, sin diferencia alguna ni embarazo, darán a todo el mundo la fïanza de su valiente brazo, espada y lanza.

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El capitán Ramírez, como cuando el romano Trebelio valeroso el muro de Cartago forcejando subía por el premio victorioso,

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256 Dura es la actual ciudad de Düren, que fue tomada en agosto de 1543 por parte de los ejércitos de Carlos V, en los que había españoles e italianos, según precisa fray Prudencio de Sandoval en su Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V (II, pp. 147-150). 260 Se entiende que don Diego desciende de Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515), el Gran Capitán, cuya grandeza, sabiduría y valor da prestigio a los mismos que venció, como hizo con los franceses. 261 El gesto de humor sobre la gordura de don Diego está directamente tomado de Diego Sánchez: «el ser fornido no le da embarazo / y con los golpes de pesada mano / hace temer el temerario brazo» (Relación, 578-580). 267 Parece una alusión al caballero Oronte, que protagoniza el Oronte gigante, poema épico caballeresco que Antonio Lenio publicó en 1531. Cfr. Marti (1985). 270 embarazo: ‘dificultad, inconveniente’. 276 Quinto Trebelio fue el primero en escalar los muros de Cartagena (209 a.C.), por lo que, como premio y reconocimiento, recibió de su general, Publio Cornelio Escipión, una corona mural, esto es, la corona de oro que se daba al soldado que escalaba primero el muro de una ciudad asediada. Cfr. Soler Cantó (1990: 80). 336

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sube por la muralla peleando, de ver el fin y premio deseoso; y pudo su valor tanto y su suerte que temió su furor la misma muerte. 36

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Un cuarto de hora y más estuvo puesto al ímpetu y furor del enemigo, como montaña en pie, firme y enhiesto, siendo fuerte muralla al caro amigo. Mostrose tan crüel, fiero y molesto con el contrario bando, como digo, que quiso retirarse el de Espinosa, temiendo de su fuerza poderosa.

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Suelto un ligero pardo o tigre fiero crïado en las montañas de Vizcaya, por un lado del fuerte caballero, con gran valor sustenta la batalla. Pretende por las armas ser primero que el más bravo y gallardo, en la muralla, por serlo rompe, hiere y acrebilla tanto que verle es grande maravilla. 342

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No el gran furor francés aquí le espanta, no las piedras, el fuego, pica y dardo, que saca de su brazo fuerza tanta que se rinde y sujeta el más gallardo. Como el pueblo navarro alegre canta la famosa victoria de Bernardo, puede de hoy más cantar el bricarino en loor de este valiente vizcaíno.

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289 suelto: ‘veloz’; pardo: ‘leopardo’. 291 caballero: ‘construcción defensiva’. 295 acrebilla: ‘acribilla, hace muchas heridas’. 297 Parece recordar el soneto XVI de Garcilaso: «No las francesas armas odïosas» (Poesía, p. 206). 302 Bernardo del Carpio, mítico vencedor en la batalla de Roncesvalles contra los franceses, que protagonizó numerosos romances y obras de diverso género desde la Edad Media al Siglo de Oro. 304 bricarino: ‘natural de Bricherasio’, la plaza asediada. 342

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Antonio de Becerra, como el toro que ve que el toreador grita y vocea y él arremete y vuelve sin decoro con el cuerno su cara sucia y fea, las voces y bravezas vuelve en lloro del toreador brïoso en la pelea, mostrándose valiente y más gallardo que el fiero Rodamonte y Mandricardo.

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Su persona brïosa y corpulenta, el riguroso brazo, fiero y crudo cual el famoso Andrea representa, cubierto en la batalla del escudo. No menos que el de Génova atormenta con el pesado golpe del agudo cuchillo, que allí parte piernas, brazos y el duro acero y hierro hace pedazos.

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Los seis con tal braveza arremetieron que a todos por muy cierto parescía que, del primero encuentro que hicieron, la tierra el enemigo dejaría; mas fue muy al revés, que defendieron con gran valor, esfuerzo y valentía la entrada los franceses de tal suerte que más de dos jugaron con la muerte.

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Aqueste no consiente que me olvide tanto de vuestra grande fortaleza, que con tanto rigor y fuerza impide

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307 sin decoro: ‘sin miramiento ni respeto’. 312 Rodamonte, rey de Sarza, y Mandricardo, rey de Tartaria, son dos importantes personajes sarracenos en el Orlando innamorato de Matteo Boiardo y el Orlando furioso de Ariosto. El primero ya había sido utilizado como elemento de comparación por Diego Sánchez (Relación, 438). 315 Andrea es un genovés de enorme tamaño que aparece en al final canto XIV de La Araucana de Alonso de Ercilla (361-408), haciendo un terrible quebranto en las huestes enemigas. 323 encuentro: ‘choque, enfrentamiento’. Es precisa la aspiración de la h- en «hicieron» para mantener el endecasílabo. 329 Aqueste: ‘El francés’. 348

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la entrada a todo el campo de su alteza. Con tal furor y ánimo despide vuestro gallardo brazo la altiveza del español que alguno se arrepiente haber sido en la lid sobresaliente. 43

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Aunque olvidarme de ellos yo quisiera, de las armas, el fuego y son horrendo que atruena todo el orbe y a su esfera con un color sangriento va subiendo, a mi pesar por fuerza me hiciera acordarme del mal que padesciendo está de sus heridas el amigo, con ellas ensalzando a su enemigo.

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Dos fuertes capitanes italianos procuran oprimir la gran pujanza del enemigo fiero y provenzanos traidores y de poca confianza, Barbó y da Rho son estos, que lozanos, brïosos y gallardos con la lanza, hacen hoy por mostrar a todo el mundo ser cada uno otro Marte furibundo.

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Ambrosio con los bravos borgoñones acometió al contrario tan brïoso que, batiendo la tierra a sus talones, tiembla del peso grave y poderoso. Abaja con valor las hinchazones que muestra desde el muro el orgulloso enemigo, cayendo a fuerza pura del golpe de su espada en tierra dura.

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332 campo: ‘ejército’. 341 La métrica exige la aspiración de la h- en «hicieron». 347 provenzanos: ‘naturales de la Provenza’. 349 Gerolamo Barbò y el caballero Alfonso da Rhò, capitanes del ejército milanés, también aparecen unidos en Sánchez (Relación, 639-640). 357 hinchazones: ‘alardes, bravuconerías’. 353

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No porque los franceses defendían con su antiguo valor el fuerte muro, los fuertes españoles desistían, teniendo por muy cierto lo futuro; que los seis capitanes ofendían con golpe tan pesado, fuerte y duro que a cuantos alcanzaba el menos fuerte cortaba pierna o brazo o daba muerte.

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Digo que, por ganar el caballero, que nuestra artillería había batido, con ánimo valiente, bravo y fiero dan muerte al más gallardo y atrevido. En su lugar al punto otro guerrero por ofender se pone al que ha ofendido o muerto al caro amigo, y no se quita hasta que de la injuria se desquita.

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Era deber del uno y otro bando aquel jugar las armas con tal brío, aquel subir los unos encontrando al enemigo arriba y volver frío, aquel por fuerza abajo porfïando hasta ver acabado el desafío y ver llevar de un bote pierna o brazo y atravesado alguno de un picazo.

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Con las nervosas manos por azada, el más valiente hace la subida por do con gran presteza ve la entrada, y desde ella defiende su partida. No fue del gran Scipión así acosada Cartago, ni por Héctor defendida 360

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374 ha ofendido: ‘ha herido’. 384 bote: ‘lanzada’; picazo: ‘golpe de pica’. 385 nervosas: ‘fuertes’. 388 partida: ‘grupo de soldados’. 389 Scipión ha de leerse como bisílabo para que el verso sea endecasílabo.

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su Troya cuando más él florescía, como fue Briquirás en este día. 363

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Los bravos españoles espantados de ver el gran tesón del enemigo, en vivo fuego y cólera abrasados, furiosos arremeten al postigo. Aquí los enemigos reforzados embisten, dando muerte al más amigo de la nación hisperia y de su alteza, después de haber mostrado su braveza.

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¡Oh, flor de nuestra patria!, descendiente de aquel competidor del zamorano, del gran duque de Nájera obediente hijo y de doña Luisa caro hermano, brïoso más que Aquiles y valiente más que el famoso Hércules tebano, como bien lo mostraste en la batalla, cuándo en el foso y cuándo en la muralla. 366

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De tu valor nos diste clara muestra, ¡oh, don Grabiel Manrique!, deshaciendo la fuerza al enemigo con tu diestra y por su mal tal diestra cognociendo, hasta que ya la Parca, en ello diestra, invidiosa de verte así viviendo,

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392 florescía: ‘estaba en el momento de mayor fuerza y esplendor’. Escipión tomó Cartagena a los cartagineses en el año 209 a.C., mientras que Héctor, ya citado en el canto I, fue cabeza de la defensa de Troya contra los aqueos. 396 postigo: ‘puerta de entrada a la ciudad’. 399 La nación hisperia es España, identificada literariamente como Hesperia. 402 El competidor del zamorano es el ya citado Diego Ordóñez de Lara, y los duques de Nájera formaban parte del linaje de Lara. 404 Luisa Manrique de Lara (1558-1627) era la heredera del ducado de Nájera, que recibió en 1600, a la muerte de su padre. Era también condesa de Treviño y de Valencia de Don Juan. 406 Aquiles fue el principal héroe griego en la guerra de Troya. Hércules, en efecto, había nacido en Tebas de la unión entre Zeus y Alcmena. 408 cuándo… y cuándo…: ‘unas veces… y otras…’. 413 diestra: ‘hábil, capaz’. 363

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su tiro te arrojó, que de otra suerte tú no la cognocieras por la muerte. 53

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El de Córdoba en esto peleaba de suerte que Espinosa en este día, viendo que este león furioso andaba haciendo aquí y allí carnecería con su gente francesa, fiera y brava, con tal fuerza a don Diego acometía que, dándole de cerca un mosquetazo, se retiró pasado de él un brazo. 371

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Hernando de Sepúlveda procura, abriendo con las armas el camino, gozar en la ocasión de la ventura, que en el romano muro tuvo Urbino. No con menor esfuerzo se aventura que aquel a la victoria y triunfo, dino de un corazón tan grande y valeroso, de un ánimo tan fuerte y belicoso.

55

Por no le ser así, como a él, propicia, una, dos y tres veces procurando hacer de tanto daño y mal justicia, los fieros enemigos asaltando, llena de rabia, cólera y malicia, otras tantas Fortuna, trompicando, le vuelve por el muro desangrado, y tal que retirarle fue forzado. 374

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Luego tras este al punto se retira forzado del dolor terrible y fiero,

420 carnecería: ‘carnicería, matanza’. 424 La misma herida se menciona en Sánchez (Relación, 582). 428 Hernán González de Sepúlveda era capitán y como tal se registra al frete de una compañía de picas en una Relación de los oficiales y soldados hecha en Flandes el 30 de diciembre de 1595 y como parte de un «Tercio de infantería española que ha servido en Borgoña» Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 76). Con Urbino, pudiera referirse a Francesco Maria della Rovere, duque de Urbino, que estuvo durante tiempo al servicio del papado. 440 forzado: ‘obligado, necesario’. 371

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que siente de un balazo, ¡oh, infernal ira!, un andaluz valiente caballero. Dejando bien vengado a Arce, suspira por no haber sido en todo él el primero, y serlo procuró don Pedro Eslava, que sabe el bien del mundo en esto acaba.

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Con todo su poder y grande fuerza, no puede el enemigo franco bando hacer que el español un punto tuerza, de irse en la batalla mejorando. Antes con mayor brío ya le fuerza a que del gran rigor vaya aflojando, ya teme de su espada y se retira, ya huye de sus golpes, fuerza y ira.

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Aquí don Bernardino de Meneses mostró ser de la casa de Saldaña, rompiendo con valor mallas, arneses, rindiendo a Briquirás a los de España. Por ti recognocieron los franceses la pérdida y afrenta tan extraña, que por su gran soberbia rescibieron de aquel de quien los tuyos descendieron. 376

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Con ánimo y cuidado sin segundo, Gaspar Ruiz de Cortázar peleando dio muestra de su esfuerzo a todo el mundo y de su gran valor por fuerza entrando. Quiso de aquesta vez hasta el profundo echar el enemigo francés bando y digo capitán que lo hicieras, si con el gran valor poder tuvieras.

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448 Entiéndase que Pedro Eslava peleó de forma que pudo vengar —probablemente la muerte— de su compañero Arce. 458 La casa de los condes de Saldaña correspondía en esa época a la familia Mendoza. 462 extraña: ‘extraordinaria’. 469 profundo: ‘infierno’. 375

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Como furias o rayos espantosos que abrasan cuanto encuentran y destruyen, los otros dos entraron muy furiosos por alcanzar a aquellos que ya huyen. Entre estos cuatro héroes belicosos, todos por evidencia cierta arguyen, entró Zavallos dando indicio claro de un ánimo, valor y esfuerzo raro.

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Este, que a Tucapel imita en todo y excede en la razón por ser cristiano, andaba en la batalla de tal modo que no hay quien no temiese de su mano. En la tierra el primero entró este godo con rodela y espada del troyano, armas de capitán, siendo sargento, que las meresce bien su pensamiento.

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No mucho después de este, otro Rugero por la muralla sube peleando, más que Rengo valiente y muy más fiero que el fiero rey del araucano bando; el capitán Francisco es el guerrero que va los enemigos destrozando, cortando piernas, brazos y celada con los pesados golpes de la espada. 382

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El que de aquestos dos libre se siente, pensando estar seguro, queda muerto del brazo del alférez más valiente

477 arguyen: ‘argumentan, exponen’. 482 Tucapel es uno de los más destacados héroes indígenas en La Araucana, caracterizado por su valor y tenacidad, pero mejorado por Zavallos en su condición de cristiano. 486 godo: ‘español, heredero de los godos’; rodela: ‘escudo redondo que se usaba para luchar con espada’; del troyano: ‘de Héctor’. 490 Ruggero es un personaje de los Orlandos de Boiardo y Ariosto que, desde el islam, se convierte al cristianismo para servir a Carlomagno. En los poemas aparece como heredero de Héctor y origen de la casa de Este. 492 Rengo es otro valeroso cacique araucano, que mantiene en el poema de Ercilla un obstinado enfrentamiento con su compañero Tucapel. El rey del araucano bando era Caupolicán. 496 El capitán Francisco parece ser un oficial del contingente español. 379

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que de España en Italia tomó puerto. Como un león por medio de la gente se mete haciendo siempre el golpe cierto, con todos hiere, mata o estropea el valeroso Aledo en la pelea.

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Sus dos gallardos primos le acompañan, don Felipe y Gaspar, ambos de Aledo, que tanto al enemigo fiero dañan cuanto al valiente alférez le concedo. Dos bizarros hermanos desengañan de su valor a muchos, con el miedo que ponen al contrario a grande priesa, y son Pedro y Francisco de Muñesa.

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Con altos pensamientos y deseo de dar fin de esta vez a tanta guerra, furioso va siguiendo otro Perseo la victoria por medio de la tierra. Por lo que he visto en él, por cierto creo que, a hacerle cara, diera aquí Becerra por la espada de sí bastante muestra, para emprender el mundo por su diestra. 386

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Entró Pedro Ramírez con tal brío que el enemigo, viendo su braveza, le pareció esperar gran desvarío, milagro llevar sana la cabeza. Aunque en la paz callado, manso y pío, mostrole aquí tal ánimo y fiereza

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512 Hermosilla junta en la misma estrofa a varios familiares, Felipe de Aledo, Gaspar de Aledo, Pedro de Muñesa y Francisco de Muñesa. Fue práctica común juntar en la misma compañía a soldados que mantenían algún vínculo familiar, lo que reforzaría los lazos a la hora del combate. 515 Perseo era un héroe, hijo de Zeus, que mató a la Medusa. 518 por cierto: ‘con seguridad’; a hacerle cara: ‘en caso de enfrentase u oponerse a él’. 524 El capitán Pedro Ramírez aparece al mando de una compañía de picas en una Relación de los oficiales y soldados hecha en Flandes el 30 de diciembre de 1595, habiendo servido previamente en la guerra de Borgoña. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 75). 385

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que, juzgándole tigre o león fiero, el campo le dejó libre y entero. 67

Siguió este capitán hoy la victoria de suerte que, si solo no se hallara junto a la ciudadela, el triunfo y gloria de ella y de todo el fuerte se cantara. Es cosa muy certísima y notoria que, viéndose al volver atrás la cara solo, se lamentó de la fortuna, de su estrella, sus hados, Sol y Luna.

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Quejose porque, bravo y victorioso, le ponen en la cumbre de la fama; y al gozar de la gloria, el riguroso planeta en viva cólera le inflama. Por esto solo, triste y congojoso, se vuelve al pueblo hispano que le llama, llevando en premio de ello un gran balazo, que al retirar le dieron en un brazo. 390

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Y van todos de fama tan sedientos que, posponiendo allí las caras vidas, como los fieros lobos muy hambrientos seguían las ovejas esparcidas; pero como de claros pensamientos, viéndolas en su aprisco recogidas, dejaron el alcance confïados de dar fin otro día a sus cuidados. 391

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Recognocen la tierra los mayores y se reparten todos por los puestos que para la ocasión eran mejores,

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530 ciudadela: ‘fortificación en el interior de una plaza que sirve como último reducto para su defensa’. 540 El riguroso planeta es Marte, como emblema del dios de la guerra, que rige el carácter del capitán Ramírez. 550 aprisco: ‘lugar para recoger el ganado’, en este caso, la plaza fuerte de Bricherasio. 552 alcance: ‘persecución’; cuidados: ‘ocupaciones’. 389

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quedando aquella noche en arma puestos. Aquí quiero esperar, sabios letores, la luz, que van mis versos mal compuestos. No hay cosa que sin ella no dé pena, que mal de noche se hace cosa buena. 393

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556 en arma: ‘en vigilancia, atentos, en vela’. 560 sin ella: ‘sin la luz’; mal: ‘difícilmente’. La conclusión del poema con la llegada de la noche fue un lugar común de origen clásico asentado en la literatura europea desde la Edad Media, como explicó en su momento Ernst Robert Curtius (1981: I, pp. 136-139). No obstante, se añade aquí el dato histórico de que el ataque a la tierra de Bricherasio se realizó al comienzo de la noche del 1 de octubre de 1594 y terminó de madrugada. 393

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CANTO CUARTO En que se nombran algunas personas que se señalaron en el asalto pasado. Dícese cómo, viendo el duque y don Pedro de Padilla el daño que los villanos hacían matando cuantos soldados les venían a las manos, procuraron remediallo.

1

La luz y claridad, el Sol hermoso a todos los mortales da alegría, al más triste le vuelve muy gozoso y al más alegre alegra con su día. Aqueste a mayo hace tan hermoso, nuestra vida mortal aqueste cría, quien su luz aborresce es cosa cierta que trai el cuerpo vivo y la alma muerta.

2

El enemigo ciego, aborresciendo el sol divino, hermoso, de justicia, el alma trai ya muerta, así viviendo y el cuerpo, como malo en su malicia; pero como de tierra va cayendo con golpe de la mano a Dios propicia, que Dios del que le sirve no se olvida, dándole el premio en esta y la otra vida,

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del cielo hoy le rescibe victorioso su alteza, al enemigo destrozando; cognoce del principio el fin glorioso

12 El sol de justicia es Dios y la muerte del alma es el pecado que, como herejes, viven los enemigos franceses. 395

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que su señor y Dios le va guardando. En tanto que este tiempo venturoso por sus horas y grados va llegando, quiero pagar por esta lo que debo, aunque mi obligación aquí renuevo.

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¿A quién obligará la clara fama y nombre de don Sancho de Salinas, que cual fuego voraz y viva llama abrasa del Piamonte las espinas? Ayudado de Dios, así se inflama que, con fuerzas no humanas, mas divinas, hace en los enemigos tal estrago que temen como de otro Santïago.

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Por su valor, ingenio y juicio raro, el duque le encomienda lo importante en las cosas de guerra, y por reparo le tiene del Piamonte muy bastante. Es comisario general y amparo de su caballería muy triunfante, hijo de don Gonzalo de Salinas, por quien rotas se ven mil mallas finas. 398

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Andaba el viejo padre con tal brío en un bravo caballo ejercitando su oficio que mostraba bien el frío de la vejez no estar en él morando.

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24 Los cuatro últimos versos de la estrofa se inspiran en la égloga I de Garcilaso: «En tanto que este tiempo que adevino / viene a sacarme de la deuda un día» (Poesía, p. 322). 32 Se trata del apóstol Santiago el Mayor en su condición de patrono de los ejércitos de España. 35 reparo: ‘protección, amparo’. 36 muy bastante: ‘más que suficiente’. 40 mallas: ‘vestido que se usaba como defensa tejido de pequeñas argollas metálicas entrelazadas’; finas: ‘bien hechas, de valor’. 44 Se consideraba que el frío, por la pérdida del calor vital, era característico de la vejez tanto en el cuerpo como en el ánimo, y así lo afirmaron contemporáneos de Hermosilla como Huarte de San Juan: «La última edad del hombre es la vejez, en la cual está el cuerpo frío y seco, y con mil enfermedades y flaco; todas las potencias perdidas, sin poder hacer lo que antes solían» (Examen de ingenios, pp. 269-270) o Mira de Amescua: «Un año fue el curso mío; / mayo la niñez 396

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Asimismo mostraba el señorío de su persona en uno y otro bando el gran maese de campo de su alteza don Gonzalo Salinas por nobleza. 7

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Corría cual el viento muy ligero en un fuerte caballo un nuevo Marte, tan bravo como él, gallardo y fiero, y más que el mal logrado Durandarte. Aquí y allí llevaba este guerrero, el furioso caballo de tal arte que cometa del cielo parecía cuando ligera va por la astra vía.

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Este es aquel discreto y avisado, aquel valiente Tarfe, grande amigo de Zaide, rico moro enamorado, por quien multiplicó en Italia el trigo. Si su glorioso nombre sepultado queda, señor, agora en lo que digo es por algún misterio, cosa cierta que lleva alguna el nombre en sí encubierta. 405

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Pasá, si os da algún gusto aquesta historia, adelante, y veréis su claro nombre, aunque sospecho y creo en la memoria tenéis, porque le amáis, su gran renombre.

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inquieta, / la juventud fue el estío, / otoño la edad perfeta, / la vejez invierno frío» (El esclavo del demonio, p. 57). 52 Durandarte era un personaje del romancero hispano. Aparece como un caballero francés al servicio de Carlomagno, enamorado de Belerma, que muere en Roncesvalles. El nombre era originalmente el de la espada de Roldán. 54 arte: ‘modo’. 56 astra vía: ‘camino de los astros’. 57 avisado: ‘prudente, sagaz’. 59 Tanto Tarfe como Zaide eran nombres codificados en la literatura morisca para caballeros árabes. El poeta anuncia que mantendrá en secreto la identidad de las personas que encubren tales nombres para revelarlas más adelante. 60 multiplicó: ‘aumentó considerablemente’. 65 Pasá: ‘Pasad’. 68 renombre: ‘fama, reconocimiento’. 402

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La fama no permite ser notoria la gracia ahora al mundo de tal hombre; si alguno del compuesto el propio halla, calle, pues que no medra quien no calla. 410

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Un noble caballero valeroso de la casa de Acuña el heredero, embajador del príncipe famoso, señor del nuevo mundo y reino hispero, aquí se nos mostró tan belicoso cuanto el gallardo Muza, bravo y fiero, don Jusepe de Acuña es el que digo, del duque de Saboya fiel amigo.

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De su clara virtud y buena vida el común enemigo ya indinado, estando con la gente más florida y del valiente duque al diestro lado, en la campaña falta de guarida, a tiro de mosquete bien mirado, del castillo un ministro del infierno, el suyo disparó con gozo interno.

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Mas como no se mueve ni la hoja del árbol sin la voluntad divina, el tiro, aunque le acierta, no le enoja.

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70 gracia: ‘nombre’. 71 ‘si alguien identifica el nombre propio a partir del nombre fingido’. 72 Son numerosos los refranes de la época que recomiendan el silencio como pauta de comportamiento. Sirvan de ejemplo «Callando el necio es habido por discreto» o «El buen saber es callar hasta ser tiempo de hablar» (Vocabulario, pp. 102 y 174). 76 reino hispero: ‘España’. 78 Muza fue un caudillo militar que intervino en la ocupación musulmana de la península ibérica en el año 711. 80 Jusepe de Acuña, embajador de Felipe II ante el duque de Saboya, ya aparecía en la Relación de Diego Sánchez (781). 85 guarida: ‘protección’. 87 ‘desde el castillo un arcabucero francés’. 91 enoja: ‘daña’. 410

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La bala de Plutón luciferina, la ropa le pasó y la carne roja tocó sin hacer más que en malla fina, que Dios la cera vuelve en un diamante y este diamante en cera en un instante. 419

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Tú, don Alonso Idiáquez, luz y gloria de la española gente, nos mostraste por experiencia y sciencia la victoria, que con tu parecer tanto ilustraste. Es justo que se tenga en la memoria, que el de Ruiz de Cortázar abonaste, haciendo de tal suerte y de tal modo que casi estoy por darte de ella el todo.

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La parte como tuya la publico, el todo goce España muy contenta de ver que por tal hijo otro Rey Chico vuelve con tanta infamia y tal afrenta. Ya que yo a vos mis versos no dedico, pienso poneros siempre en esta cuenta, que en Flandes más hicistes por la espada que el moro nuestra patria descuidada.

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Y porque ya la fama impreso había, en los más duros pechos vuestros hechos y vuestro gran valor se cognocía, con gran honor de España y mil provechos,

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92 Fue un lugar común en la época otorgar un origen infernal a las armas, también las de fuego, ya fuera vinculándolas con el demonio, ya con dioses como Vulcano o Plutón. Así se lee en Garcilaso de la Vega: «aquel fuero rüido contrahecho […] / por manos de Vulcano artificiosas» (Poesía, p. 206) o en Cervantes: «…aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención» (Don Quijote de la Mancha I, 38, p. 491). Cfr. Moreno Castillo (2001: 165-167). 94 El episodio fue referido por Sánchez con detalle (Relación, 793-814). 102 abonaste: ‘respaldaste’. Don Alonso de Idiáquez, que también recibió el elogio de Diego Sánchez (Relación, 721-728), había servido previamente en Flandes. En el relato del alférez es don Pedro de Guzmán quien apoya la propuesta del capitán Cortázar (Relación, 399-408). 107 El Rey Chico es el apodo con el que los cristianos designaban a Boabdil (1459-1533), último monarca árabe de Granada, poniéndose así en parangón la toma de esta ciudad con la de Bricherasio. 419

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gobernador de la caballería os hizo el gran monarca y los derechos de general os dio, dejando el nombre a aquel que de Velasco ha por renombre.

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Testigo soy de vista del cuidado con que entre los caballos más furiosos mostrastes el valor acostumbrado, acudiendo a los puestos más honrosos, aquí ordenando aquello que ordenado os era por los dos más valerosos, allí ordenando vos, como cabeza, lo que más convenía por su alteza.

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Con este ejemplo y ánimo invencible, corazas, regoletes y las lanzas mostraban ya tener casi insufrible el suyo, hasta dar de él las fïanzas. Esto mostraron bien con el terrible trabajo que, con buenas esperanzas, pasaron siempre armados y a caballo por querer, como bravos, acaballo. 427

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120 renombre: ‘segundo apellido’. Alude a don Juan de Mendoza y Velasco. 124 Los puestos o posiciones de combate son honrosos por el peligro que implican. 127 valerosos: ‘de más valor y grado en el mando’; cabeza: ‘jefe superior’. 128 por: ‘para’. 130 corazas: ‘coraceros’; lanzas: ‘lanceros’, ambos de caballería. La voz regoletes designa, sin duda, a un tipo de soldado de caballería, acaso de los que portaban armas de fuego, como herreruelos, arcabuceros o dragones. De no mediar error por parte del copista, la voz pudiera ser adaptación de algún término italiano o francés y acaso designar un arma como el mosquete o el pistolete. En cualquier caso, según los tratados militares contemporáneos, la caballería se organizaba regularmente en coraceros, lanceros y arcabuceros, tal como explican tratadistas contemporáneos como Basta (Il governo della cavalleria, pp. 42-48 y 143-150), Melzo (Regole militari, pp. 1-4) o Wallhausen (Art militaire à cheval, pp. 1-39). Además, tanto el conde Giorgio Basta (Il governo della cavalleria, p. 42) como Lodovico Melzo señalan la aparición de esta caballería ligera con armas de fuego en las guerras del Piamonte: «L’uso de gli archibugieri a cavallo fu inventato da’Francesi nell’ ultime guerre del Piemonte, e da essi furono chiamati dragoni, il qual nome tuttauia ritengono appresso di loro. Conosciuto il frutto che si raccoglieva di questa soldatesca, si cominciò a farne leuata anche nell’ essercito spagnuolo» (Regole militari, p. 36). 132 dar de él las fianzas: ‘dar pruebas de su ánimo o valor’. 423

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Con todo este cansancio y gran trabajo, siempre faltos de sueño, no paraban, agora de la cumbre a lo más bajo del valle de Lucerna caminaban, agora por camino o por atajo, como ligeros pardos, siempre andaban, si no era cuando el caso les pedía el gran silencio de la noche fría.

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Si con aqueste paso las bravezas que de tan grandes ánimos mostraron por montes, valles, sierras y asperezas, que con fieros caballos allanaron, os juro que es hacer mi cuerpo piezas con las armas que sanas les quedaron; mil veces me dará la muerte aquesto, sin poderme valer del mal funesto.

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De solos dos agora me permite la causa declarar el nombre y fama, que todo buen guerrero es justo imite a cuanto les provoca, incita y llama; y no hay a quien el ánimo no incite a grandes cosas, como ya le inflama el de un valiente y noble caballero, que siempre en la ocasión es el primero.

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Este animoso Scévola valiente, bravo león de España, otro Lautaro sabio, sagaz, discreto y muy prudente, de aspecto como el Sol hermoso y claro, 432

142 pardos: ‘leopardos’. 145 paso: ‘refiero’. Lo que viene a decir la octava es que podría contar mucho más de lo que narra sobre las hazañas de la caballería. 160 ocasión: ‘encuentro militar’. 162 Cayo Mucio Escévola intentó asesinar al rey etrusco Porsena, cuando este sitió Roma. Al ser descubierto y para demostrar que no sentía miedo alguno, quemó su mano en un brasero. La admiración del etrusco le granjeó la libertad. Lautaro es uno de los jefes indígenas que encabeza la rebelión contra los españoles en La Araucana, mostrando una gran destreza e inteligencia militar. 429

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andaba a todas partes diligente, siendo de nuestra gente gran reparo, terror y grande espanto al enemigo, de los suyos hermano y buen amigo.

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De la caballería comisario general fue este guerrero hispano, digno de tener siempre de ordinario de general supremo el cargo ufano. Esto el mayor amigo o más contrario cognocerá en su rostro soberano, como ya se cognoce por la fama que de él por todo el mundo se derrama. 434

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Don Juan el bravo es este, de Mendoza y del conde de Castro hijo amado, cuyo valor y ánimo alboroza el corazón más noble y esforzado. Entre las ocasiones se remoza su espíritu gallardo, no domado, del crudo Marte, Palas ni fortuna, ni cuanto está debajo de la Luna.

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Otro fuerte guerrero se mostraba en un fiero caballo de tal suerte que solo con la vista amenazaba al más bravo enemigo con la muerte. Con tanta ligereza y brío andaba, con ánimo tan grande y él tan fuerte que a veces un Reinaldos parescía y a veces como el viento y más corría.

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166 reparo: ‘ayuda’. 170 Es preciso romper la sinalefa en «fue este» por razones métricas. 171 de ordinario: ‘regularmente’. 178 La h- de «hijo» debe aspirarse para que el verso sea endecasílabo. 181 se remoza: ‘se renueva’. 191 Reinaldos de Montalbán fue uno de los Doce Pares de Carlomagno y como tal aparece en el romancero español y en los poemas de Boiardo y Ariosto, enfrentado con su primo Roldán por los amores de Angélica. 433

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Es este don Rodrigo de Vivero, de quien la fama vuela por el mundo de valiente, animoso y buen guerrero en armas, como muestra, sin segundo, cortés, discreto y noble caballero, de grande entendimiento y muy profundo. Es cabo de una tropa de caballos, de Ladiguera muerte y sus vasallos.

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Tras la caballería a rienda suelta me iba, ya olvidado de la gloria de aquellos que, en la lid pasada, envuelta sacaron de su sangre la victoria. Demos, amada musa, aquí la vuelta, recorramos con tiempo la memoria, celébrese de un noble caballero el ánimo y esfuerzo bravo y fiero.

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No porque así la Parca acerva y dura, ilustre conde, os fuese tan contraria que ya Ariñán con tanta desventura os llore, como al rey la gente daria, ni porque así la humana sepoltura, a todos los mortales ordinaria, abrace, como a hermano, el cuerpo frío, olvidará su gloria el verso mío.

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Antes con clara voz dará la cuenta (aunque el suceso es triste y lamentable), al mundo de la gloria y bien sin cuenta que, muriendo, alcanzastes perdurable.

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199 cabo de una tropa: ‘jefe de un grupo de jinetes’. Don Rodrigo de Vivero aparece como parte del contingente español en la Relazione del successo della prisa della terra di Bricheras (f. 29r) y en la Relazione dil successo della presa della terra di Bricheras (f. 2v). También acompañó al gobernador de Milán en la campaña de Borgoña iniciada a principios de 1595. Cfr. López de Mendizorroza, Observaciones, p. 73. 209 La Parca representa el destino, a partir de las tres diosas de la mitología romana. 212 La gente daria ha de corresponder a los herederos del rey persa Darío, ya mencionado al comienzo del canto III, cuando lamentaban su muerte. La estrofa se refiere a Emanuele Costa, conde de Arignano, en la Toscana, que participó en la jornada. Cfr. Massi (1834: 99). 439

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En el primer asalto, a la sangrienta batalla arremetistes, tan notable en el acometer que el mundo todo, si os viera, se espantara de tal modo. 29

No furioso león o tigre fiero arremete al caballo tan furioso, cuando, por ver la fiesta el caballero, en un patio los meten anchuroso, como este valeroso aventurero arremetió al asalto sanguinoso, de suerte que, si el cielo no tuviera ya la sentencia dada, no muriera.

30

Acompañó en la muerte desgraciada al valeroso conde mons de Anselmo, habiendo hecho tanto por la espada cuanto el bravo Miranda allá en San Telmo. Invidiosa fortuna de él y airada, menospreciando escudo y fuerte yelmo, le dio tan fiero golpe que en un punto quedo el valiente mozo allí difunto.

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31

El animoso Céspedes fue el uno de los que en este asalto peleando, por serle el hado crudo y importuno, a Dios fue de su vida cuenta dando. Mayor esfuerzo y ánimo que Bruno dos fuertes caballeros hoy mostrando, dieron de su valor indicio claro y al cielo de sus vidas por reparo.

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234 mons: ‘monsieur, monseñor’. El joven Anselmo di Frangiar era paje de cámara del duque y conde de Arignano. Sánchez también dio cuenta precisa de su muerte (Relación, 496-504). 234 Andrés de Miranda fue un capitán español que se señaló en la defensa del fuerte de San Telmo durante el asedio de Malta por los turcos en 1565. Cfr. Balbi de Correggio, La verdadera relación, ff. 43r-56r. 244 También Sánchez refirió la muerte de este soldado español: «Murió el alférez Céspedes vengado» (Relación, 599). 245 Pudiera ser este Bruno el gigante homónimo con el que se enfrenta Roldán en el capítulo LXXI del Libro primero de Morgante y Roldan y Reinaldos (ff. CXXXVIIr-CXXXVIIIv). 442

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El cielo pïadoso recibiendo las almas de estos nobles caballeros, a la tierra los cuerpos ofreciendo, quedaron como muertos sus guerreros, porque de lo que aquí voy escribiendo cognozcan su valor otros tan fieros: el caballero da Rho es italiano y el otro de Barbó querido hermano.

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33

Hicieron seis heröes principales por sus nobles personas y linaje de sus hectóreos brazos cosas tales que al enemigo fueron el ultraje. Sus nombres, con los nueve ya inmortales, hacen por todo el orbe su vïaje, poniendo a la morisma nuevo espanto, publicando la fama valor tanto. 447

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34

Don Filipe, del duque caro hermano, es uno de los seis en que me fundo, y don Pedro Manrique el otro ufano. Como el primero en todo, aunque segundo, don Rodrigo de Sande, ya italiano; el borgoñón, el cuarto en todo el mundo;

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256 Son los más arriba mencionados Alfonso da Rhò y Gerolamo Barbò, cuya muerte también había unido Diego Sánchez en una misma estrofa: «dos capitanes cuerpos ha tendido: / el cavaglier da Rho, un italïano, / y el otro de Barbó querido hermano» (Relación, 638-640). 259 hectóreos: ‘dignos de Héctor’, el héroe troyano. 261 Los Nueve de la Fama eran Josué, David y Judas Macabeo, que constan en el Antiguo Testamento; los paganos Alejandro, Héctor y Julio César; y otros tres caballeros cristianos, Arturo, Carlomagno y Godofredo de Bullón. Ya Sánchez había hecho mención de ellos (Relación, 718). 263 La alusión a la morisma debe relacionarse con la fama de estos soldados cristianos, que viaja por todo el orbe y alcanza también a los enemigos musulmanes, presentes en el Mediterráneo y cercanos, por tanto, para los soldados españoles en Italia. 264 Filippo de Saboya, hermano natural del duque, ya aparecía en Sánchez (Relación, 464). 270 Seguramente sea el coronel Pietro Ponte, al que se señala en el canto V, 241: «Ponte con los bizarros borgoñones». No obstante, otros mandos del contingente borgoñón fueron Francesco Amedeo, vizconde de Bardonnèche, el capitán Camot y el barón de Oisellet. Cfr. Bollea (1907: 337-345 y 367). 446

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los dos del claro nombre de Salinas, quebranto de las fuerzas ginebrinas.

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35

Por el consejo de estos y experiencia de muchos otros casos sucedidos en trances de la guerra en su presencia, haciendo ser por fuerza cognocidos, fue de los enemigos la insolencia castigada y sus fueros corregidos, dejando ejemplo al mundo de sus hechos, de su antiguo valor y nobles pechos.

36

Si aquestos al asalto arremetieron y bravos por sus hechos se mostraron, y de su gran valor la muestra dieron hasta que al enemigo retiraron, no menos los demás que ellos hicieron, pues del propio enemigo les guardaron, y más que a este enemigo le ofendían y a ellos, como amigos, defendían.

37

En escuadrón estaban esperando el tiempo y la ocasión de dar la muestra de sus gallardos brazos, peleando con ánimo invencible y fuerte diestra, hasta que a su deseo contrastando la venturosa suerte, a ellos siniestra, a las barracas tristes se volvieron, porque el deseo en acto no pusieron.

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38

Desterrad el dolor, pena y tormento, gozad, ¡oh, capitanes!, de la gloria que gozan los demás con tal contento, que es vuestra, como suya, la victoria. Si fuera en nuestro campo el rompimiento,

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272 Son don Gonzalo y don Sancho de Salinas, padre e hijo, ya mencionados más arriba. 293 contrastando: ‘oponiéndose’. 294 siniestra: ‘contraria, aciaga’. 295 barracas: ‘chozas hechas con paja para habitáculo de los soldados’.

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por todos le escribiera en esta historia. Todos pues es, señor, muy justa cosa que gocen de victoria tan gloriosa: 39

don Ramiro de Guzmán, Castañeda, Juan de Soto, Pantoja, el de Reinoso y don Pedro Camacho, a quien ya veda tanto contento el hado riguroso, don Alonso de Figueroa queda con otros que del triunfo y bien glorioso gozan de Briquirás y su castillo, don Diego Gómez, Vilches, Jaramillo.

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310

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40

Todos en los sucesos de esta guerra —armas, trincheras, guardias que se hacían— fueron, como en ganar el fuerte y tierra, iguales, y igualmente padecían; en todos gran valor el cielo encierra; todos a los peligros se ofrecían —y digo lo que siento en esta parte—, que es el menor de todos otro Marte.

41

No les valió mostrarse tan furiosos por vos a los de Francia ni ardid bueno de aquellos porseneses belicosos, que les pusistes luego en todo freno. Aunque mostraron ser muy valerosos y apriesa derramaron el veneno de aquellos corazones galalones, fueron despedazados de leones.

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312 Eran todos oficiales o personas señaladas en el ejército español, varios de los cuales constan sirviendo en Flandes de manera inmediata en una Relación de los oficiales y soldados de 30 de diciembre de 1595; en concreto, Alonso de Figueroa, Diego Gómez de Mendoza, Alonso Jaramillo, Andrés de Castañeda y Ramiro o Ramón de Guzmán. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 75-76). 324 porseneses: ‘seguidores del rey etrusco Porsena’, que, conforme a la narración de Tito Livio, se retiraron ante el valor y tenacidad mostrados por los romanos (Ab urbe condita II, 9-15). 327 galalones: ‘traidores’, a partir de Galalón, la forma hispánica de Ganelón, el traidor que, en la Chanson de Roland, es señalado como responsable de la derrota francesa en Roncesvalles. 456

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No niego yo, franceses, que lo hicistes, como buenos soldados y valientes, que valerosamente os defendistes de la nación de España y otras gentes, mas creo que también recognocistes, por este, los pasados acidentes que España con los vuestros ha tenido, llevando siempre Francia mal partido.

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43

Dejémoslos en cólera encendidos por ver que los deseos no pudieron hacer hechos que fueran cognocidos, hechos de los deseos que tuvieron, y de unos de un gran valle embravecidos villanos, que gran daño nos hicieron, veamos la fiereza y crüeldades por defender sus casas y heredades.

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Como la pobre gente de la guerra con pan solo vivir ya no podía, hambrienta, comenzó a correr la tierra, que el pan faltaba un día y otro día. La fiera y vil canalla de la sierra, viendo sin orden ir la infantería, al son de un ronco cuerno se juntaba y en la desordenada gente daba.

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45

No por eso la pobre gentecilla, de la necesidad algo aquejada, dejaba de roballa y perseguilla con riesgo de la dulce vida amada. La hambre es una mísera mancilla, tal que de ella a la muerte no va nada,

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463

336 mal partido: ‘la peor parte’. 344 Este episodio de enfrentamiento con los villanos es una amplificación de lo narrado por Diego Sánchez en su Relación (209-240). 347 correr la tierra: ‘saquear el territorio’. 352 Los versos de Hermosilla coinciden casi a la letra con los del alférez: «y, al ronco son de un retorcido cuerno, / se juntan más demonios que en infierno» (Relación, 231-232). 357 mancilla: ‘herida, padecimiento’. 459

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o por ser muy peor la anteponían a la vida mortal en que vivían.

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Vino a ser la porfía de tal suerte que el villanaje fiero y emperrado un día daba a cuatro y seis la muerte y otro a diez y doce de contado. En un ardiente horno y fuego fuerte metieron, como infieles, un soldado; a otros empalaban y con hierros martirizaban otros estos perros. 465

365

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Llegó la voz crüel de sus maldades al corazón piadoso de su alteza, que aquellos que huían sus crueldades del pueblo la traían con presteza. Conformes las primeras voluntades del general y el duque, sin pereza mandaron de la gente se aperciba la más brava, arriscada y más altiva. 467

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Al marqués de la Piova y al valiente don Sancho de Salinas enviaron, con otros dos de fama preeminente que para esta ocasión les señalaron. A la rebelde tierra prestamente marchar con gran silencio les mandaron, porque del gran rumor de los soldados no fuesen los traidores avisados.

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49

Luego los cuatro bravos capitanes con cuatrocientos jóvenes guerreros de fuerzas espantosas de jayanes,

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338 mortal: ‘abrumadora, terrible’. 364 de contado: ‘uno tras otro’. 368 El de perro era un insulto que solía utilizarse para los infieles. 369 voz: ‘noticia’. 371 Ha de aspirarse la h- de «huían» para romper la sinalefa. 378 El marqués de la Piovera era Rodrigo de Sande. 387 jayanes: ‘gigantes’.

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de ánimos valientes y muy fieros, haciendo los usados ademanes los caballos brïosos y ligeros, con la nocturna noche se partieron por ir más encubiertos, como fueron. 50

390

El capitán don Sancho y don Rodrigo, hijo del gran don Álvaro de Sande, iban recognociendo al enemigo por si espiando alguno de ellos ande. Entre estos cuatro bravos que aquí digo, si alguno ha de mandar, es justo mande el marqués de la Piova, pues por sello se debe por razón de concedello.

395

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51

Los dos de aquestos cuatro no nombrados son Pedro de Guillén y el de Meneses, que con sus españoles de esforzados bastaban contra un mundo de franceses. Otros trescientos bélicos soldados del tercio de los diestros milaneses, debajo de dos bravos capitanes, iban haciendo bravos ademanes.

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52

Para mejor poner esto en efeto al alférez Aledo, conocido por valiente soldado y muy discreto, encargan grande parte de este ruido. Él, que en la guerra es diestro y muy perfeto, al escuadrón, a todo apercebido, anima con su ánimo valiente y enseña con su término prudente.

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Apenas el aurora comenzaba, las nubes a bordar de sus colores,

399 por sello: ‘por serlo’. 402 Pedro de Guillén, junto con el ya mencionado Bernardino de Meneses, constan como capitanes de sendas compañías en los conflictos de Aragón de 1591. Cfr. Gracia Rivas (1992: 53). 412 ruido: ‘pelea, enfrentamiento de armas’. 414 apercebido: ‘apercibido, dispuesto’. 471

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cuando la amiga gente salteaba con vïolenta mano a los traidores. Sedienta de su sangre fiera y brava por las presentes muertes y dolores de los caros amigos, no dejaban uno de todos cuantos alcanzaban. 54

420

Aunque muy fuertemente atrincherados y todos defenderse procuraron, los nuestros, de sus hechos lastimados, a fuerza las trincheras les ganaron. Tras ellos por la tierra y despoblados con presurosos pasos caminaron, haciendo a todas partes gran matanza el fuego volador, espada y lanza.

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55

En tanto que la tierra saqueaban, los unos y los otros encendían el fuego en que abrasarles procuraban. ¡Tristes de los villanos que cogían! Los seis a todas partes caminaban, corriendo tras aquellos que huían a hacerse todos fuertes en un fuerte, temerosos del golpe de la muerte.

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Aquí con gran valor antes Aledo, con hasta veinte y cinco arcabuceros, llegó, poniendo a todos grande miedo el golpe cortador de sus aceros. Por ellos, gloria y honra le concedo, si conceder la pueden los homeros al que por armas goza la victoria con que deja de sí inmortal memoria.

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432 fuego volador: ‘armas de fuego’. 436 Tristes: ‘Desgraciados’. 438 En «huían», la h- ha de ser aspirada por razones de métrica. 448 homeros: ‘poetas épicos’. Según un tópico clásico reformulado en la Edad Media y que llega al Renacimiento, era el poeta quien otorgaba la fama al héroe. Hermosilla, sin embargo, cuestiona este lugar común, dándose a sí mismo una posición secundaria. Al respecto, véanse Curtius (1981: 669-671) y Lida de Malkiel (1983: 48-143). 475

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Llegaron a este tiempo muy furiosos los fuertes capitanes, por hallarse en dar la muerte a aquellos maliciosos que contra un rey quisieron levantarse; mas, viendo que los suyos belicosos pudieron contra tantos hoy mostrarse, desmantelado el fuerte, se volvieron, después que el sitio bien reconocieron.

58

Dejando en vivas llamas encendido el pueblo y los casares asolados, sin muerte de soldado ni herido, volvieron los heröes esforzados adonde un capitán muy conocido entre los más valientes y estimados ha rato que me espera con su gente, de mi amistad quejoso justamente.

59

Aunque vuestra amistad tanto me culpa, teneme, capitán, por desculpado, que con justa razón de aquesta culpa debo por la ocasión ser perdonado. Una amistad perfeta me disculpa, que no permite ser de mí olvidado vuestro valor, del cual en otro canto diré, por no decir en este tanto.

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466 teneme: ‘tenedme’; desculpado: ‘disculpado, excusado’.

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CANTO QUINTO Cómo se ganó la ciudadela, con las personas que en ella se señalaron. Ganose un palacio del castillo. Diose el asalto al fuerte por un desorden del sargento Juan de Frías.

1

Nunca ninguno hizo con malicia en esta vida mal o con engaño que tras él no viniese la justicia, haciéndole pagar al doblo el daño. Si la fortuna tiene muy propicia en cosas de su gusto por un año, al fin de él le da el pago, que es mudable ni Dios el mal permite perdurable. 480

2

El pueblo malicioso rebelado contra su Dios y príncipe terreno, habiendo por su mal antes gozado como falso y traidor del bien ajeno, del cielo justamente es castigado, siendo su libertad mortal veneno, porque ella y su soberbia les trujeron a la triste miseria que vinieron.

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3

En fuego y sangre queden revolcados los míseros y a Dios la cuenta dando de sus inormes hechos y pecados, que están las tristes almas ya pagando.

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4 al doblo: ‘al doble’. 14 Se refiere a la libertad religiosa que les condujo a la herejía. 19 inormes: ‘perversos’.

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Y a los de Briquirás, no descuidados en ir su nombre y fama levantando con hechos inmortales, no olvidemos, porque de tanto bien todos gocemos. 4

Al otro día, luego que ganaron la tierra, los que el campo gobernaban, después que muy despacio lo miraron lo conviniente a todos ordenaban. A cada uno y a todos encargaron las causas principales que importaban para conservación de lo ganado y entrar a fuerza de armas lo vedado.

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5

Mandaron que las cuatro compañías de las que entraron dentro de la tierra a las barracas húmidas y frías volviesen por respetos de la guerra, y que otras tantas dentro de dos días entrasen contra aquella gente perra, de suerte que, primero que saliesen del puesto, en él las otras estuviesen.

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Don Antonio de Paz, gallardo y fuerte, con ánimo y deseo belicoso, mostrando no temer aun a la muerte, en la justa ocasión y caso honroso, al general pidió que en esta suerte mandase, como en todo poderoso, entrar su valerosa compañía, que en ello gran merced recibiría.

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7

Oída por don Pedro la demanda del capitán y viendo ser muy justa,

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30 causas: ‘empresas, desempeños’. 32 entrar lo vedado: ‘ocupar lo que defendían los franceses’. 36 respetos: ‘razones, motivos’. 41 Antonio de Paz había servido en 1591 como capitán de una compañía en los conflictos de Aragón. Cfr. Gracia Rivas (1992: 53). 45 suerte: ‘suceso, ocasión’. 483

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al maese de campo luego manda que sea la primera de la justa. La de Romero va en aquesta banda, toda la compañía de ello gusta; no menos don Jerónimo Sirviente y Blas de Rosellón, viejo prudente. 488

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8

Todas las seis de España victoriosas quisieran, como entraron en la tierra, quedar por ver el fin de las famosas hazañas de sus brazos en la guerra, pero como dependen estas cosas de aquellos que gobiernan, mira y cierra la boca cada uno, a su despecho, viendo perder por fuerza su derecho. 492

9

En lugar de las cuatro ya nombradas, mandaron que saliese la de Lara, la de don Bernardino, acostumbradas a mostrar su valor y fuerza rara. Las otras dos, en guerra siempre usadas al enemigo hacer volver la cara, fueron la de Ramírez y Becerra no sé por qué respecto de la tierra. 494

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Quedó en ella Cortázar y don Diego de Córdoba, su brava compañía, que el capitán del ya pasado juego 496

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51 luego: ‘de inmediato’. 52 justa: ‘pelea, enfrentamiento’. 53 Romero había de ser uno de los capitanes de las compañías españolas. 56 Blas de Rosellón fue capitán en las compañías que acudieron a las alteraciones de Aragón en 1591. Cuatro años después se le señala como capitán en el «Tercio de infantería española que ha servido en Borgoña», conforme a la Relación de los oficiales y soldados hecha en Museret. Jerónimo Sirviente se presenta como su sobrino y aún aparece más adelante, en el v. 292, un familiar más, Andrés Sirviente. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 75-76) y Gracia Rivas (1992: 53). 58 como: ‘en el mismo momento en que’. Se refiere a las seis compañías españolas. 69 usadas: ‘acostumbradas’. 70 hacer volver la cara: ‘huir’. 72 tierra: ‘terreno que rodeaba la fortaleza de Bricherasio’. 75 juego: ‘refriega, combate’. 488

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salido, como dije, herido había. El de Narváez aviva tanto el fuego y tanto el de Cortázar le encendía que cada cual con ánimo procura hacer al enemigo sepoltura. 11

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Como a persona ya experimentada y de grande consejo en cosas tales, mandó el duque a Narváez que la entrada de la tierra defienda a los mortales que, contra el gran Filipe y ley sagrada, mostrasen los efectos desleales; y con él a Cortázar le encomienda que ponga al enemigo en esto rienda.

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Por el gobernador y el gran cuidado del bravo vizcaíno, a cuatro días que su alteza la tierra hubo ganado con las seis españolas compañías, antes que al cuarto día señalado diese Apolo las nuevas alegrías, la villa vieja fue, señor, ganada de la española gente por la espada.

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Y porque no es razón ni cosa justa, que hechos tan heroicos y valientes queden por negligencia, cosa injusta, solo con el mormullo de las gentes, la diosa que de hechos tales gusta, con sus trompetas bélicas presentes, por todo el universo los publique y el poderoso Padre glorifique.

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Por ser cosa de peso y de importancia, ganar la ciudadela con presteza,

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88 ponga rienda: ‘contenga, frene’. 94 ‘antes de que amaneciese el cuarto día’. 101 Esta diosa es la Fama. Aquí y en el verso 98 hay que romper la sinalefa aspirando la h- en «hechos». 497

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andaba el español con vigilancia sin mostrar solo un punto de pereza. Aunque no la tenían los de Francia en ofender con ánimo y fiereza a nuestros castellanos, no bastaba, que su gran diligencia se la daba. 15

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Teniendo ya en su pecho por despecho llegar al cuarto día sin ganalla, por ver el fin honroso de este hecho reconoce Cortázar la muralla. Fïado en un sargento de gran pecho, vuelve con él a verla y remiralla, la cual, siendo por él reconocida, dijo ser el tardar cosa perdida,

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porque rumor ninguno no se siente y está toda la tierra en tal sosiego que en ella le parece no haber gente, sino una centinela junto al fuego. Que al punto sin tardar la entrada intente y el primero le meta en este juego, porque, con el favor del alto cielo, entiende salir de él sin ningún duelo.

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Viendo el buen capitán lo que el sargento Zavallos, buen soldado, le aconseja, manda reconocerla, con intento de entrar con gran silencio, atenta oreja. Y si de Marte halla impedimento para seguro entrar la villa vieja, hacer de aquesta vez franca la entrada hasta llegar del fuerte a la estacada.

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117 de gran pecho: ‘de gran valor’. 120 ‘aconsejó que se había de acometer el asalto’. 128 sin ningún duelo: ‘sin problema alguno’. 136 estacada: ‘construcción defensiva hecha con estacas’.

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Habiéndola otra vez reconocido, el valiente sargento le replica: «Señor Cortázar, ya aquel poco ruido llevó la centinela con su pica. En silencio el rumor se ha convertido, persona no se ve grande ni chica. Entremos, señor, luego sin tardanza, pues hay de la victoria la esperanza».

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Atento a todo el sabio vizcaíno y viendo cuánto importa diligencia, pues por no la llevar en su camino Valdivia vino a mísera dolencia, con ella va siguiendo su destino, guïándole con ánimo y prudencia; no para solo un punto, que por feo caso tiene el tardar su gran deseo.

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No aquí el gobernador Narváez se olvida corresponder al cargo preeminente y honor, que estima en más que el bien y vida de aqueste mundo mísero y doliente. Como persona tal y cognocida, ordena en todo y manda, que es tiniente de maese de campo, junto el nombre de general, ya digno de tal hombre.

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El cual, como fue de esto aquí avisado, con no menor cuidado y diligencia, que Villagrán al fuerte descuidado, llegó a rendir del galo la insolencia; mas viendo al de Cortázar que, ordenado

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148 Hermosilla piensa en los primeros cantos de La Araucana, donde Ercilla refiere cómo Valdivia se detuvo en una mina de metales preciosos y ese retraso resultó decisivo en su posterior derrota y muerte. 152 feo: ‘desagradable’. 158 tiniente: ‘lugarteniente’. 163 Se refiere a los cantos XIII y XIV de La Araucana, en los que se narra cómo Francisco de Villagrán tomó por sorpresa el fuerte de Lautaro. 164 del galo: ‘del francés’. 504

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tiene lo necesario con prudencia, contento de lo hecho, le agradesce el cuidado y de nuevo se le ofresce. 22

Al punto el de Vizcaya ordena y manda a don Antonio Paz que con cincuenta soldados entre y vea si demanda el enemigo astuto de ello cuenta. Con los cincuenta alegre a la demanda, con ánimo valiente y cara exenta, entró en la ciudadela, como cuando entraba en los ejércitos Orlando.

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Con él, el capitán tras su destino y Pedro de Zavallos se arrojaron dentro en la ciudadela con desino de morir o ganar lo que intentaron. Viendo el de Paz que todo aquel camino seguro los soldados le hallaron, siguiendo la victoria, iba al fuerte, a no hablar Cortázar de esta suerte: 512

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«Señores, no pasemos adelante, aquesto conservemos, que podría ser este ardid y ver en un instante dar sobre la española compañía. Dentro de alguna casa, muy pujante, el enemigo fiero esperaría, pensando degollar a cien soldados que sin orden entraren desmandados.

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172 ‘si el enemigo está pendiente de la defensa’. 174 exenta: ‘desembarazada, tranquila’. 176 ‘sin encontrar resistencia’, pues Orlando, en su condición de caballero invencible, entraba entre los ejércitos enemigos con suma facilidad. 179 desino: ‘designio, intención’. 184 Es preciso aspirar la h- de «hallaron» en el v. 182 y la de «hablar» en este para que ambos sean endecasílabos. 187 ardid: ‘trampa, engaño’. 188 dar sobre: ‘atacar a’. 509

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Con orden el casar recognozcamos, que todos, de cuidado apercebidos, la gente, esfuerzo y ánimo doblamos y, pensando vencer, serán vencidos». Todos a una voz dijeron: «¡Vamos! ¡Mueran aquestos perros forajidos!». Don Antonio de Paz dijo: «¡Y al fuerte!, que temerosa veo estar la muerte».

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Vinieron don Jerónimo Sirviente y Blas de Rosellón oyendo el arma, cualquiera en el valor tan excelente como Alejandro, príncipe de Parma. Los dos por una parte con su gente, con espada y rodela —fuerte arma—, entran bravos buscando al enemigo de que el alférez de uno es buen testigo. 516

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Viendo el discreto alférez valenciano del nombre de Sirviente al caro tío, de la cabeza armado hasta la mano, llamar al enemigo al desafío, por no degenerar del sabio anciano, como el fuerte Orompello, con gran brío le sigue, sus pisadas va midiendo y a los que ve sin orden recogiendo.

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Habían los valientes valencianos, como soldados viejos, por la puerta entrado los primeros muy ufanos, buscando al enemigo, cosa cierta. Con él los tres vinieron a las manos,

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202 el arma: ‘la voz de alarma’. 204 Alejandro Farnesio (1545-1592), príncipe de Parma, sobrino de Felipe II y destacado militar al servicio de la Corona española. 211 Se entiende que Sirviente era sobrino de Rosellón, mayor en edad, como ya se señaló en el v. 56 de este canto. 213 degenerar: ‘venir a menos’ respecto a los antepasados. 214 Orompello es uno de los héroes indígenas en La Araucana de don Alonso de Ercilla. 218 viejos: ‘experimentados’. 516

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cualquiera su persona descubierta no de la embarazosa arma de Marte, mas de la barricada y balüarte. 522

29

Estando en una calle atrincherado, llegaron los dos diestros capitanes con solo un mosquetero, buen soldado, mostrándose, aunque viejos, dos Roldanes; los tres, con otros ocho que han llegado a los golpes de aquestos dos Guzmanes. Pudo tanto el temor en la francesa gente que la trinchera dejó apriesa. 524

30

Es uno de los pocos que llegaron do estaba Rosellón y el de Sirviente don Filipe Guzmán, en quien hallaron los dos todas las partes de valiente. Este y el de Zavallos se mostraron como en la Concepción con nuestra gente los dos gallardos, fieros araucanos que vinieron por armas a las manos.

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31

Ponte con los bizarros borgoñones, que en el segundo canto he ya nombrado, entró dando el alcance a los ladrones, mostrando ser en todo gran soldado. Sus buenas y apacibles condiciones, vueltas en un furor fiero y airado, daban bien a entender ser en su tierra pacíficos, y fieros en la guerra.

240

527

245

224 barricada: ‘obstáculo levantado para impedir el paso’; baluarte: ‘obra defensiva’. 228 Roldanes: ‘soldados de extraordinaria fuerza y valor’, por alusión al paladín de Carlomagno. 230 Guzmanes en tanto que herederos del valor de Alonso Pérez de Guzmán, conocido como Guzmán el Bueno, que defendió bravamente la plaza de Tarifa contra los árabes en 1294. 236 partes: ‘condiciones’. Felipe Guzmán sería algún soldado próximo a Hermosilla. 240 Se refiere una vez más a dos caciques indios de La Araucana, Rengo y Tucapel, que sostienen un terrible enfrentamiento a lo largo de la obra y que participaron en la toma de Concepción por parte del ejército araucano. 241 bizarros: ‘valerosos’. Se trata del coronel Pietro Ponte. 522

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Viendo los valencianos que no había hombre de aquella parte que pudiese ofenderlos, se vuelven a porfía, buscando al que ofenderlos pretendiese. En la demanda llenos de alegría Promptos a todo aquello que viniese encuentran al de Paz y al de Cortázar, al paso de una fuerte angosta plaza.

250

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33

Los dos por un portillo de esta fuerza, al tiempo que Sirviente entró por ella, entraron, como he dicho, con tal fuerza que mi pluma no basta a engrandecella. Ya vuestra diligencia aquí me fuerza, Alonso de Narváez, a que de ella diga, porque en la plaza de la tierra hicistes más que todos en la guerra.

34

Con el restante todo de la gente quedó en ella Narváez, por si acaso el de Espinosa astuta y cautamente pretendiese cogerlos algún paso. Andaba a todas partes diligente y más que en las batallas el circaso, guardando el paso y tierra ya ganada de la nación por armas respetada.

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265

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35

Y monsiur de Espinosa no dormía, que su gente tenía de mampuesto, y al que por una calle descubría con fuego le enviaba el mal funesto. A todos el francés mandado había dejar el mal seguro y bajo puesto

270

532

275 533

251 ofenderlos: ‘atacarlos’; a porfía: ‘compitiendo entre ellos’. 254 demanda: ‘empresa’; promptos: ‘dispuestos’. 268 paso: ‘acceso’. 270 El circaso es Sacripante, rey de Circasia en el Orlando furioso, enamorado también de Angélica. 274 de mampuesto: ‘parapetada’, para disparar con seguridad. 276 el mal funesto: ‘la muerte’, en este caso, con armas de fuego. 528

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y subir al seguro, fuerte y alto por hacer más seguro y cierto el salto. 36

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Andando aquí y allí recognociendo capitanes, alféreces, soldados, los que del fuerte estaban descubriendo tiraban a los nuestros descuidados. En esto los traidores insistiendo, dejaron ocho o nueve estropeados, y a tres que ya su hora había llegado privaron del aliento deseado.

280

285

535

37

Hirieron malamente de un balazo en una pierna a don Andrés Sirviente, habiendo antes mostrado por el brazo el fuego de su pecho y celo ardiente. Y no fue en el del tío de embarazo tan grande acometer la fiera gente como ver del sobrino la herida que le puso a peligro de la vida.

290

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538

38

Las humildes tinieblas desterrando el Orïón hermoso del gran Delos y las alegres nuevas anunciando al tenebroso mundo y claros cielos, a sus puestos se fueron retirando, unos alegres, otros con mil duelos causados del dolor de las heridas que en sus cuerpos llevaban esculpidas.

295

539

300

280 salto: ‘asalto’. 288 ‘los privaron de la vida, los mataron’. 292 celo: ‘cuidado, empeño’. En una Relación de los oficiales y soldados hecha en 1595 en Flandes consta «don Andrés Sirviente» como capitán de una compañía de picas. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 75-76). 293 embarazo: ‘dificultad, inconveniente’. 295 Se impone la aspiración de la h- en «herida» por razones métricas. 298 Orión es la constelación del Cazador, que se ve a la alborada durante el otoño. Delos alude a Apolo, pues en esta isla había un importante santuario de su culto, aunque aquí solo indica la llegada del Sol con el amanecer. 534

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Vista ya con la luz del nuevo día por el sabio español la villa vieja y que ningún francés en ella había que de su mal pudiese dar la queja, a lo que a la defensa convenía como soldado viejo se apareja; la gente con cuidado, industria y arte por los urgentes puestos la reparte.

40

Viendo la fama el fin de la victoria, alegre en un ligero pensamiento al duque y general canta la gloria, con que ambos recibieron gran contento. Y porque se estampase en la memoria de todo el pueblo bélico el intento, de su gozoso pecho la alegría por todo el campo esparce en este día.

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310

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41

Luego por el ejército famoso, un general contento se derrama. Quedó con esta nueva tan gozoso que dichoso el más mínimo se llama. Fue de tal importancia y tan honroso el caso que por él se urdió tal trama al fuerte que, a esperar algunos días, fueran dobladas nuestras alegrías.

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42

Después que se ganó la ciudadela, se comenzó por ella a grande priesa a minar el castillo y poner vela al que en hacer la mina nunca cesa. Dicen que la enemiga centinela sintió en la tierra hacer el pico presa,

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314 en un ligero pensamiento: ‘muy rápidamente’. 322 ‘se despliega una gran alegría entre todos’. 331 minar: ‘hacer caminos subterráneos bajo un edificio para derribarlo con explosivos’; vela: ‘vigilancia, protección’. 334 ‘oyó golpear el pico en la tierra’. 540

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y ansí contraminarla procuraron, mas de minar por eso no cesaron.

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43

En tanto que la mina llega al punto que por el ingeniero está trazado, la artillería jüega y hace punto al blanco de un palacio bien labrado, a más de uno dejando en él difunto. Fue en ocho o nueve días asolado, la causa principal del perdimiento del general francés y su tormento;

340

545

44

que viendo que el palacio bello y fuerte servir ya no le puede de guarida, ordena, traza y hace de tal suerte que a muchos con su industria da la vida. A todos sus soldados les advierte que, en la parte más baja y escondida, hagan las pobres casas, porque en blanco pase de su enemigo el tiro franco.

345

350

546

45

Toda su industria y arte no era parte para que de los fieros artilleros, diestros y ejercitados en el arte, no fuesen maltratados sus guerreros, que, estando muy seguros de esta parte, de aquella los gallardos mosqueteros hacían en sus cuerpos puntería, dejando carne y sangre helada y fría. 547

46

Por acabar con todo el duque ordena, viendo que el ingeniero tarda tanto, en dar fin a la mina, darles pena batiendo el fuerte apriesa canto a canto.

355

360

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335 contraminarla: ‘hacer minas o caminos subterráneos para contrarrestar las minas del enemigo e impedir su intento’. 340 labrado: ‘construido’. 351 en blanco: ‘inútilmente, sin dar en su objetivo’. 353 no era parte: ‘no era suficiente’. 364 batiendo canto a canto: ‘derribando piedra a piedra’. 544

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De tal suerte el furor francés refrena que en los más animosos causa espanto el infernal furor, y mayor viendo que un fuerte revellín les van batiendo.

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Con ocho gruesas piezas le batían que, aunque de terrapleno y leña gruesa, lo más fuerte las balas deshacían con los pesados golpes a gran priesa. Los bravos capitanes no dormían, que de día y de noche nunca cesa el orden de alargar con las trincheras hasta llegar del foso a las laderas.

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Veamos, pues, si duerme Ladiguera, que, ya que socorrerlos no podía, inquieta todo el campo de manera que estaba puesto en arma noche y día. Andaba como lobo con dentera en torno del aprisco en noche fría por si la simple oveja desmandada sale de entre los perros y manada.

370

375

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En ira, rabia y cólera encendido, aquí prueba la entrada, allí arremete; al peligroso paso y escondido con su caballería más se mete. Mas como siente ser recognocido y ve que nuestra gente le acomete, se retira furioso, airado y fuerte, temiendo el fiero golpe de la muerte.

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Seguros bien los pasos y guardados de la caballería, en las trincheras, con ánimo y esfuerzo, los soldados

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368 revellín: ‘obra defensiva exterior que protege una muralla’. 370 terrapleno: ‘tierra compactada para hacer una defensa’. 375 alargar: ‘avanzar’. 381 dentera: ‘ansia, deseo vehemente’.

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no cesan trabajando muy de veras. Hasta de otubre veinte y dos contados, haciendo allá en su juicio mil quimeras, un valiente sargento, aunque atrevido dio con desorden fin a tanto ruido. 553

51

El capitán Guillén, soldado viejo, estaba en la trinchera más cercana al fuerte revellín, que por consejo de guerra le batía la vulcana. Hasta aquí solo un punto no me dejo que sea de notar ni cosa vana entre las armas va por mí mezclada. Todo es verdad, señor, muy apurada.

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52

Si hasta aquí me habéis favorescido, no me desamparéis ahora que veo el fin de esta jornada prometido a más de un gusto bueno y buen deseo; porque del todo quede enriquecido contra las aguas frías del Leteo, vuestra memoria angélica se infunda en mí y de amor patrañas en él hunda. 558

410

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560

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53

De tres jornadas largas que pretendo hacer hasta llegar al deseado puerto, es la menor esta, que siguiendo 562

400 A partir de aquí se refiere por extenso un suceso que también había recogido Diego Sánchez sobre un ataque inesperado que inició el sargento Frías sin orden de los superiores (Relación, 885-896). 401 El capitán Pedro Guillén ya había comparecido en el canto IV, 402. 404 consejo: ‘decisión’; vulcana: ‘artillería’, pues, como vimos, era obra de Vulcano. 406 de notar: ‘de importancia’; vana: ‘irrelevante’. 408 apurada: ‘exacta, precisa’. 409 La aspiración de la h- rompe la sinalefa en «me habéis» para salvar la métrica. 412 A más de: ‘Además de’. 414 ‘contra el olvido’. 416 angélica: ‘capaz y benéfica como la de los ángeles’, frente al olvido del Leteo; patrañas: ‘ficciones’; en él: ‘en el río Leteo, en el olvido’ para evitar cualquier presencia de ficciones amorosas. 417 Las tres jornadas corresponden a las tres partes en que, como se había anunciado desde el prólogo, Hermosilla pretendía referir la historia de El valeroso Zaide. 553

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va por atajos ciertos mi cuidado. Este que con favor del cielo entiendo seguir, aunque de piedras ocupado, haré seguro puerto sin mudanza de ver el deseado con bonanza.

420

Un atrevido mozo deseoso de ver el suyo va como sargento reconociendo el fuerte y ancho foso, de que quedó el de Frías muy contento. Es de ánimo gallardo y belicoso, en la ocasión de poco sufrimiento, temerario, atrevido y arrojado, como se vio en el caso mal pensado.

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564

55

Pues no mirando más de lo presente y como poco sabio no advirtiendo en lo futuro, puso a nuestra gente a muerte su desorden defendiendo. El indiscreto mozo, aunque valiente, después que el foso fue reconociendo y vio solos en él a seis soldados, pensó acabar con verlos degollados.

56

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Diciendo: «¡Cierra España!», les embiste jugando diestramente una alabarda; mas el francés astuto no resiste, que al fuerte se retira y se acobarda, de do salió la guardia que allí asiste, tirando con la mano más gallarda mil piedras para el caso apercebidas, el fin de más de siete y ocho vidas.

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420 cuidado: ‘esfuerzo, empeño’. 430 sufrimiento: ‘paciencia’. 441 Ya Sánchez había precisado el mismo grito de ataque: «a un revellín se llega y dice: «¡Cierra!», / que es palabra que engendra cruda guerra» (Relación, 887-888). 442 jugando: ‘manejando’; alabarda: ‘lanza que terminaba en una cuchilla en punta por un lado y en forma de media luna por el otro’; era arma propia de los sargentos en la época. 445 asiste: ‘sirve, socorre’. 563

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A gran rumor, estruendo y vocería de la gente de abajo y la de arriba, Guillén socorre con su infantería, viendo que ya su honor en ello estriba. Del revellín con grande gritería, con lengua, armas y manos dicen: «¡Viva monsiur de Ladiguera!»; en la campaña: «¡Viva, viva el católico de España!».

450

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58

Eran tantas las piedras que arrojaba del revellín al foso el enemigo y tanta la presteza con que daba en la cabeza o cuerpo del amigo que cierto parescía que bajaba del cielo por azote y gran castigo de la nación hisperia, por pecados en que ciegos vivimos engañados.

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59

Con fuego arrojadizo los traidores ofendernos mil veces procuraban, mas Dios no permitió que sus dolores gustasen los que siempre le ensalzaban. Al fin, como a cristianos, sus ardores en un solo cabello no tocaban; de las piedras y balas solo fueron los heridos y muertos que se vieron. 570

465

571

60

No por eso desmaya nuestra gente, antes el revellín ganar procura, asiendo de la azada el más valiente, para probar con ella su ventura. El mosquetero siempre diligente anda por si descubre la armadura,

470

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452 estriba: ‘se apoya, consiste’. 464 La nación hisperia es España. Hermosilla, como era tradicional, atribuye a los propios pecados la permisión que Dios muestra con el mal de los españoles. 465 El fuego arrojadizo consistía en proyectiles con sustancias incendiarias que, como el fuego griego, se lanzaban sobre el enemigo. 468 ardores: ‘fuegos’. 568

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una coraza, que de en cuando en cuando se muestra a la muralla peleando. 61

Era de ver de aqueste la braveza con que a sus enemigos resistía, el ánimo, la fuerza y ligereza con que encima del muro se ponía. No el infernal furor ni la fiereza de los fieros ministros ni herrería le espanta, porque, en viendo dar la bala, vuelve como un león al de la escala.

480

485

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62

Los otros que con él el fuerte muro defienden no se muestran menos fuertes, que, no atendiendo al bien o mal futuro, hacen en nuestro daño bellas suertes. Ninguno se tenía por seguro viendo dentro del foso tantas muertes; cuál de la piedra y cuál del mosquetazo, y el que era más valiente de un picazo.

490

573

63

Bien creo que si dos y tres herían de los nuestros los fieros enemigos, que tres y cuatro de ellos ofendían con las ardientes balas los amigos. Apenas la cabeza descubrían, cuando la artillería, ellos testigos, de los hombros furiosa le arrojaba, que a puntería de ellos siempre estaba.

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64

Cansado de los golpes y el estruendo del bélico furor, señor, me siento a descansar un rato, porque entiendo

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486 fieros ministros: ‘armas de fuego’; herrería: ‘armas de hierro’, como espadas o picas. 492 suertes: ‘lances, acciones de guerra’. 502 ellos testigos: ‘los enemigos son testigos’. 503 le arrojaba: ‘le arrancaba, le lanzaba lejos’, en referencia a la cabeza. 506 a puntería de ellos: ‘preparada para dispararles’.

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quedaré descansado más contento. Y pues en descansar a nadie ofendo, mientras agora cobro nuevo aliento, tenga un poco paciencia el más valiente, que aquel que no la tiene se arrepiente.

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511 valiente: ‘valeroso’, pero también ‘impaciente, bravucón’.

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CANTO SEXTO Que cuenta el fin que tuvo el desorden del sargento Juan de Frías, con los que más se señalaron en este asalto. Finalmente se declara el fin que tuvieron las cosas de Briquirás, y cómo después toda la gente se fue a alojar en torno de Pinarol, hasta que se parte para pasar la montaña de Monsení. 578

1

No porque uno es valiente y esforzado, tanto que cualquier hecho y alta impresa de su ánimo es en poco reputado, haciéndosele fácil cualquier presa, ha de ser en los casos arrojado, olvidado de aquello que profesa, que es necio el que por solo valentía siguiere sin prudencia su porfía. 579

5

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2

El ejemplo tenemos en las manos del valiente sargento Juan de Frías, que, por no la tener —o juicios vanos—, permite Dios que muera en pocos días. Y mueren con él otros muy ufanos por defender sus locas fantasías,

10 583

Título desorden: ‘perturbación contra la disciplina’. Pinarol es Pinerolo, villa al oeste de Turín, y Monseni, la montaña de Mont Cenis, con puerto de paso entre Saboya y Francia, al noroeste de Pinerolo. Cfr. Ruscelli, La Geografia, p. 134. 3 reputado: ‘considerado’. 5 casos: ‘lances, situaciones de peligro’; arrojado: ‘imprudente’. 6 aquello que profesa: ‘su profesión’, en este caso, la disciplina militar. 8 porfía: ‘empeño’. 11 o juicios vanos: ‘o por tener opiniones equivocadas’. 578

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que a veces la osadía hace de suerte que trueca vida y honra con la muerte, 3

15 584

como veremos bien por lo presente, en que a su capitán tiene metido y puesta a grande riesgo cuanta gente esta ya defendiendo su partido. Muere el más animoso y más valiente del uno y otro bando embravecido, aquel porque subir así pretenden y este porque tan bien de él se defienden.

20

585

4

Vino a ser de tal suerte la porfía que el duque y general determinaron socorrer la valiente compañía, viendo que ya los nuestros se empeñaron. Estaba en la trinchera aqueste día la de mi capitán, a quien mandaron, digo al bizarro alférez con su gente, que el capitán estaba de ella ausente.

25

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588

5

Del estado con ella al campo vino solo por un decir, aunque muriendo, que a veces el honor abre el camino a la muerte, la vida posponiendo. Y de ello es buen testigo el rey divino y el mundo que le vio estar padesciendo

587

30

35

589

16 trueca: ‘intercambia’. La censura de la osadía y temeridad que no iban acompañadas de prudencia fue un lugar común en los tratados militares de la época, como se lee en Juan López de Palacios Rubios: «La osadía es acometimiento inconsiderado contra los peligros con esperanza de sobrarlos, por la gran confianza, que de sí mesmo hace por sus fuerzas, o por su industria o experiencia, o de los que le han de ayudar e favorecer. Desecha y menosprecia el temor, que es natural en los hombres; pónese arrebatadamente en los peligros, porque osa lo que debe y lo que no debe. Los hombres que ansí son osados comúnmente son gloriosos, ventosos, hinchados, arrogantes, blasonadores» (Tratado del esfuerzo bélico, f. XIVr). 20 su partido: ‘su bando’. 25 porfía: ‘pelea, lucha’. 28 se empeñaron: ‘pusieron su empeño, insistieron en ello’. 30 ‘la compañía de mi capitán’. Recuérdese que fray Francisco de Hermosilla era capellán de la compañía de Miguel de Villavicencio. 38 ‘Dios y el mundo son testigos’. 584

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de una cuartana doble, que no pudo sufrir más el dolor terrible y crudo.

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Por esta que a menudo le aquejaba y sus carnes tenía tan dolientes, en Pinarol en este tiempo estaba por importunaciones del mil gentes. Sé yo que si el dolor muerte te daba, don Miguel de Villavicencio, sientes mayor dolor por ver no das la muestra que muestras con salud de aquesa diestra. 591

7

No el corredor ligero al desafío, oída la señal de la trompeta, con tal velocidad, ánimo y brío, por ver de la carrera el premio, aprieta, ni sale tan veloz del arco frío, forzado de la mano, la saeta como de don Miguel la compañía, oyendo «¡Socorred!», salió este día.

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No bastan del alférez y sargento la fuerza y diligencia a detenellos, para que en orden sigan el intento como menos pudiesen ofendellos. Era tan grande el gozo y el contento, el ánimo y valor de todos ellos que, sin esperar más a sus razones, arremetieron como unos leones.

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Viendo no poder más y que arremeten los suyos por ser ellos los primeros, como otros dos Horacios, acometen

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39 cuartana doble: ‘fiebres periódicas’, que se consideran producidas por el paludismo. 44 ‘porque muchas personas le habían insistido en que así lo hiciera’. 52 aprieta: ‘aguija, acelera’. El símil fue recurso común en la épica, siguiendo los modelos griegos y latinos. Cfr. Segura Ramos (1982). 64 Ha de romperse la sinalefa entre como y unos para salvar métrica. 67 dos Horacios: ‘dos valerosos héroes’. Más que a los dos Horacios que murieron luchando contra los Curiacios, parece aludir a Publio Horacio Cocles, que se enfrentó solo al ejército 590

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al revellín, gallardos y muy fieros. Con su llegada alegres más se meten dentro de la muralla los guerreros, que hecho antes habían tales cosas que a todos parecían milagrosas. 10

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Por el cuerno derecho llegó al punto que la de don Miguel por el siniestro el bravo don Alonso, y con él junto la muerte al enemigo fiero y diestro. Es de tan gran valor y tanto punto valiente por las armas y maestro que sustenta arrimado a la muralla, como un Cid, de su parte la batalla. 595

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Viendo al de Pimentel gallardo y fuerte toda la belicosa infantería, no teme la enemiga acerba muerte, que su vista mil vidas prometía. Tuvieron por dichosa y feliz suerte ver tan buen capitán aqueste día. A Dios por tal socorro gracias dieron y a los que le enviaron bendicieron.

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Aunque por otra parte viendo al ojo la muerte, posponiendo a ella la vida por un honroso fin, rico despojo, procuran con esfuerzo la subida. Del más débil y flaco, manco o cojo, es la francesa gente aquí ofendida,

85

600

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etrusco, mientras se destruía el puente Sublicio, evitando así que el enemigo entrara en Roma. Cfr. Tito Livio, Ab urbe condita II, 8-10. 73 cuerno: ‘lado, flanco’; al punto: ‘al mismo tiempo’. 77 y tanto punto: ‘y hasta tal punto’. 80 sustenta: ‘sostiene, mantiene’. Se le compara, claro está, con Rodrigo Díaz de Vivar (†1099), el héroe castellano conocido como el Cid Campeador. 81 Se trata muy probablemente de Alonso Pimentel, capitán de una compañía de arqueros en Flandes en 1595. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 76). 83 acerba: ‘amarga’. 89 al ojo: ‘de cerca’. 91 despojo: ‘botín’, en referencia al honor de la victoria. 595

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la cual con piedra, fuego y hierro ofende a aquel que al revellín subir pretende. 13

95

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Había aquí mostrado el valenciano, crïado entre manchegos esforzados, tal que naturaleza en castellano volvió sus pensamientos y cuidados, haber por su virtud y propia mano —que es la buena fortuna y diestros hados— ganado el nombre y fama que engrandesce al que en aqueste mundo más meresce.

100

603

14

De capitán el nombre valeroso ganastes por la espada peleando y de él, Guillén, ser digno en este foso con gran valor nos fuiste hoy mostrando. No Gracolano bravo y orgulloso el de Penco con ánimo saltando se mostró tan valiente a su enemigo como vos os mostrastes, yo testigo. 605

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15

Los demás españoles y italianos, borgoñones y esguízaros estaban en escuadrón las armas en las manos invidiosos del bien que deseaban, como buenos lebreles o ya alanos que, presos de los cuellos, esperaban

115

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95 ofende: ‘ataca, hace daño’. 100 Entiéndase que el valenciano había adoptado el valor y las costumbres firmes de los castellanos por su educación y trato. 102 Hermosilla sentencia que la buena fortuna consiste en el ejercicio individual de la virtud. 110 En el canto XVII de La Araucana, Gracolano anuncia a Caupolicán que será el primero en atacar el fuerte español de Penco, y en el XIX cumple con su palabra, aunque muere en el intento. 112 yo testigo: ‘siendo yo testigo de ello’. 116 ‘en formación y dispuestos para el combate, deseando vivamente entrar en liza’. 117 El lebrel irlandés y el alano era perros corpulentos que se utilizaban para la caza mayor e incluso en la guerra. 602

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el jabalí furioso y la licencia para correr tras él con vehemencia.

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16

Así todos los nuestros esperando —teniendo la ocasión ante los ojos— el tiempo, punto y hora, están bramando por ver que su deseo anda en antojos; mueren en ver que aquellos peleando gozan del punto de honra los despojos, y ellos, que tanto bien gozar desean, se resume su bien en que lo vean. 610

125

611

17

Era de ver al duque cuán contento andaba en ver los suyos deseosos de morir o dejar libre y exento el fuerte de ladrones codiciosos. Andaba a todas partes como un viento, siguiéndole monsiures belicosos, y Hernando de Turicio aquí a su lado, de quien gustaba ser acompañado. 612

613

18

Si en cada verso y parte publicase de este buen capitán el gran cuidado, y de su gran saber siempre contase y si es, como discreto, buen soldado, quedaría, por más que de él cantase, tan corto y a mi ver tan obligado

130

135

140

120 La imagen parece inspirada en Ariosto: «Come levrier che la fugace fera / intorno ed aggirarsi mira, / né può con gli altri cani andare in schiera, / che ‘l cacciator lo tien , si strugge d’ira, / si tormenta, s’affligge e si dispera, / schiattisce indarno, e si dibatte e tira...» (Orlando furioso, XXXIX, 10, II, p. 1006), acaso con la mediación de Garcilaso, que la adaptó en la égloga II, 1664-1670: «Con animosa hambre y con denuedo / forcejea con quien quedo estar le manda / como el lebrel de Irlanda generoso / que el jabalí cerdoso y fiero mira; / rebátese, sospira, fuerza y riñe / y apenas le costriñe el atadura / que el dueño con cordura más aprieta: / así estaba perfeta y bien labrada / la imagen figurada de Fernando» (Poesía, p. 386). 124 anda en antojos: ‘no se cumple’. 126 punto de honra: ‘pundonor’; despojos: ‘botín, ganancias’. 129 Era de ver: ‘Era digno de ver’. 135 monsiures: ‘señores, nobles’. Recuérdese que Hernando de Turicio era sargento mayor. 609

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que tengo por mejor callar agora, pues es saber callar a tiempo y hora.

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Mas solo diré de él aquí una cosa que, por tener tan buen entendimiento con prática en la sciencia belicosa, tuvo de ella, señor, cognocimiento; y fue que en una parte peligrosa, recognociendo el fuerte hasta el cimiento, vio una muralla junto al fuerte muro que a nuestro campo hacía mal seguro.

145

150

615

20

Por ella Ladiguera, si llegara a punto de meter alguna gente en el castillo, vio por cosa clara la podía meter muy fácilmente. Aquesto luego al duque le declara y dice ser a todos conviniente que al punto la muralla se derribe y por aquella parte gente arribe.

155

160

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21

Sin otro parecer, el duque manda echar aquel pedazo de muralla por el suelo, y que luego aquella banda el tercio milanés vaya a sitialla. Con su gente Barbó va a la demanda, deseoso que sea la batalla de aquella parte, porque mejor vea el mundo lo que su ánimo desea. 617

22

Si paresciere a alguno que he salido del camino algún tanto y que este punto había de ser antes referido, fue porque de callarlo estuve a punto.

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144 ‘pues la sabiduría consiste en saber callarse en el momento adecuado’. 152 hacía mal seguro: ‘ponía en una situación de riesgo’. 160 arribe: ‘llegue, se acerque’. 165 demanda: ‘empresa, acción militar’.

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En este que escribiendo me ha cogido le quise entretejer con otro junto, que la verdad ni el bien jamás se pierde, y de ello la consciencia me remuerde. 618

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Quiérome asegurar con la consciencia pagando lo que es suyo a Alonso Cano, que con valor, cuidado y diligencia recognoció tres veces del tirano el foso, y al asalto con potencia de su gallardo brazo y fuerte mano se mostró, peleando de tal suerte que igualó al más valiente, osado y fuerte.

175

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24

Digo, señor, volviendo a nuestro intento, que era de ver el ánimo y deseo de aquellos que tenían por tormento vivir y no gozar de tal trofeo. Aquí como un ligero pensamiento —parésceme escribiendo que le veo— vuelve y revuelve el príncipe esforzando a lo que ellos estaban deseando.

180

185

190

620

25

Dos Pedros, que a ser Pablo el uno de ellos llamáramos los fuertes defensores de Dios, se regocijan tanto en vellos que les hacen mil gracias y favores. Aunque viejos, no paran siempre entre ellos, tratándoles de hijos y señores, 621

195

173 En este: ‘En este punto, momento’. Siguiendo el ejemplo de Ercilla, fray Francisco hace una reflexión metaliteraria sobre las digresiones. Cfr. Gómez Canseco (2020b). 178 Las tres salidas que hizo Alonso Cano al campo enemigo se presentan como una prueba de su extraordinario valor 191 Parece tener en mente a Garcilaso en su soneto XXXIII: «vuelve y revuelve amor mi pensamiento» (Poesía, p. 240). 195 ‘Si uno de ellos se hubiera llamado Pablo, y no Pedro, serían como los dos principales apóstoles, san Pedro y san Pablo’, cuya festividad celebra conjuntamente la Iglesia. 618

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haciendo su presencia tanto al caso como entre sus soldados Redagaso.

200

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El de Guzmán y el sabio de Padilla son estos defensores valerosos, el uno a pie y el otro en una silla en hombros de lacayos provechosos, mirando los leones de Castilla y otros reinos de España generosos, andaban el veedor y el gran caudillo dudosos de ganar hoy el castillo. 623

27

205

Don Pedro de Guzmán, perdón os pido, si, como era razón, no os he nombrado. No ha sido de malicia, sino olvido; y donde no hay malicia no hay pecado. Pues esto tenéis vos bien entendido, debo, señor, por vos ser perdonado. Perdonadme, señor, que me atormenta ver que no os he metido antes en cuenta. 624

210

215

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28

Fue de tanta importancia y tal provecho en aquesta ocasión vuestra persona que puedo bien decir que ningún hecho se hizo sin vos digno de corona. Ya que por no poder —con gran despecho vuestro— en la lid no entraste en persona, fue tal vuestro consejo que a la tierra hiciste con Idiáquez vos la guerra.

220

200 haciendo tanto al caso: ‘siendo de tanta importancia’. Redagaso, Rodagasio o Radagasio fue un rey godo que invadió Italia en el año 405, siendo luego hecho prisionero y decapitado por los romanos. Cfr. Espinar Moreno (2017: 85-86). 202 Pedro de Padilla ya había aparecido en el canto II, 353. 210 Pedro de Guzmán Osorio, comendador de la orden de Santiago y veedor general del ejército español en Milán, ya había sido encomiado por Diego Sánchez (Relación, 291). Cfr. Magdaleno (1961: 188). 216 en cuenta: ‘en la cuenta’ de los militares señalados en la jornada. 622

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Habiendo pareceres encontrados sobre el del vizcaíno, viendo el vuestro los dos en todo el campo señalados le siguen como de hombre sabio y diestro. Eligieron los dos por acertados, haciendo los dos uno de maestro, los pareceres digo, el vuestro honroso y el del valiente Idiáquez belicoso.

225

626

30

230

Es tanto lo que siento del agravio que he hecho a vuestro gran merescimiento que siempre me estaré mordiendo el labio y viviré por ello en gran tormento. Y entienda el más discreto, cuerdo y sabio que, a no impedirme el ruido que ahora siento, satisfaciera en ello a mi deseo, mas no puedo, que a Marte airado veo. 627

235

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31

Narváez y Cortázar no dormían, en Briquirás haciendo lo posible; al enemigo fiero divertían, porque no se mostrase tan terrible a los que el revellín ganar porfían, que era a mi parecer casi imposible y al suyo por muy fácil y muy llano, y es que los engañaba el juicio humano.

240

630

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32

Los unos por subir más presto al fuerte trabajan con un ánimo valiente, otros, por defenderle, de tal suerte se muestran al más fuerte que lo siente. Entre los unos y otros hoy la muerte anda con su guadaña diligente;

245

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225 encontrados: ‘enfrentados’. 235 mordiendo el labio: ‘sintiéndome frustrado’ por no haber hecho lo que debería. 238 ‘si no me lo impidiera el ruido de armas que oigo en este momento’. 240 airado: ‘enojado, lleno de ira’. 243 divertían: ‘distraían por medio de ataques, lo inquietaban’, en frase hecha de uso en la lengua áurea. 245 a los que: ‘con los que’. 626

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y entre los que por suyos ella alista a muchos solo espanta con la vista. 33

255

Con los ministros fieros del infierno a los que en él en vida ardiendo estaban, de este mundo a su abismo sempiterno los diestros artilleros enviaban. Con tal arte, destreza y tal gobierno los reforzados tiros disparaban que nunca, al parecer de los presentes, hicieron tiro en vano las serpientes.

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260

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34

Si la ciudad del reino tenebroso de tan glorioso mal enriquecía el ímpetu y estruendo belicoso que de sí una serpiente sacudía, de Pimentel el golpe valeroso ciudad y reino todo ennoblecía, si ennoblecer se llama en el infierno dar por gozo a las almas llanto eterno.

35

265

270 634

No con tanto valor el hijo amado de Arnolfo acometió sin fuerte almete ribera del gran Lico, río helado, como este capitán hoy acomete al revellín con ánimo doblado que Ludovico al húngaro arremete por alcanzar el premio y la victoria, que volviendo herido fue su gloria.

635

636

275

280

258 Se refiere a los franceses, que, como protestantes, tenían un infierno en vida 264 serpientes: ‘culebrinas, piezas de artillería, largas y de poco calibre’. Los cañones reforzados a los que se alude en el v. 262 tenían una fundición especial para resistir mayor carga de pólvora. 272 Se trata de Alonso de Pimentel, que llena el infierno de enemigos protestantes. 274 almete: ‘pieza de la armadura que protegía la cabeza’. 280 Alude a la derrota de Luis IV (893-911), hijo de Arnulfo de Carintia, rey de Francia Oriental y de Lotaringia, que fue vencido por los húngaros en la batalla de Lechfeld, que tuvo lugar en el año 910 junto al río Lech, denominado aquí Lico. Cfr. Gwatkin et al. (1957: 68-69). Ha de aspirarse la h- de «herido» para mantener el ritmo endecasilábico. 632

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Fue grande de un alférez la braveza, la fuerza, diligencia y el cuidado, que, sin un solo punto de flaqueza, mostró, dando gran ánimo al soldado. De su ánimo fue tal hoy la grandeza y el juvenil esfuerzo no domado que temió de él la muerte, pues no pudo pasarle de un balazo el golpe crudo.

37

No sé qué brava furia o qué guerrero, de la invidiosa Juno instimulado, su tiro disparó terrible y fiero contra el valiente mozo enamorado. Y viose bien estarlo el caballero, pues, bajando del cielo al diestro lado del bello joven, Venus luego al punto se puso a ver de Adonis el trasumpto.

285

290

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295

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38

Viendo el divino rostro de su amante la soberana diosa mal herido, se parte por el aire en un instante a ver de Paris el hermoso ejido. Llegando al monte Ida, que abundante está y de tanto bien enriquecido, cogió la verde yerba de la vida, a todos los mortales escondida. 639

39

Luego rompiendo el aire claro y puro, la diva citarëa, hermosa y bella, volvió por ver su bien del franco muro 640

300

305

641

290 La condición de envidiosa en Juno, esposa de Júpiter, pudiera remitir al juicio de Paris, donde fue vencida en la belleza por Venus, que comparece de inmediato. 296 trasumpto: ‘reflejo, representación’, de Adonis en este caso. El alférez, similar a Adonis en su belleza, había sido herido de una bala, como el joven griego lo fue de un jabalí. Por eso se supone que Venus acude en su socorro, aunque también por su condición de enamorado. 300 ejido: ‘campo común de ganadería’. Recuérdese que el troyano Paris fue criado por Agelao junto al monte Ida, en Asia Menor. 305 El verso recuerda la oda En la Ascensión de fray Luis de León: «rompiendo el puro / aire» (Poesía, p. 115). 306 La diva citarëa es Venus, por haber estar vinculado su culto a la isla de Citerea, en el mar Jónico. 637

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y él su gloria volver tan presto a vella, que, viendo prevenir al mal futuro de su vida, la yerba pone en ella, y con él almo aliento la conjura y sana la herida fuerte y dura.

310

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40

Vuelve la diosa al cielo, a la batalla el valeroso alférez vitoriano —Francisco Íñiguez es—, porque se halla de su mal con la yerba fuerte y sano. Cuánto vale en la lid la fuerte malla forjada en la herrería de Vulcano hoy en el morrïón pesado y fuerte del alférez nos muestra bien la suerte.

315

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41

Con su pesado golpe, fiero y duro, pagó la cruel fortuna el desconcierto a Frías, que con celo bueno y puro el desorden dejó su cuerpo muerto. Tirando desde el alto y fuerte muro, como tenía ya el camino abierto, su tiro, señalando a Juan de Peña, de llevarle su fe y palabra empeña.

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Sacole de este mundo miserable a los catorce días señalados, que la enemiga ciega y variable dio muestra de dar fin a sus cuidados. A Pedro de Bayón, mozo loable

330

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311 almo: ‘benéfico, vivificador’; conjura: ‘requiere sus poderes’. El adjetivo almo también había sido usado por fray Luis en la oda «Alma región luciente» (Poesía, p. 86). 312 Se precisa la aspiración de la h- en «herida» por razones métricas. 316 En esta y en las siguientes estrofas, Hermosilla acumula lances y noticias sobre diversos soldados españoles que mueren o son heridos en combate, como este alférez Francisco Íñiguez, natural de Vitoria. 320 morrión: ‘casco’. Tras haber ofrecido una lectura mitológica de la salvación del alférez Íñiguez, declara que la causa verdadera fue el armamento defensivo que lo protegía. 328 su tiro: ‘el tiro de la fortuna’. Juan de Peña muere en el mismo encuentro que el sargento Frías. 332 cuidados: ‘preocupaciones’. La enemiga es la fortuna. 642

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entre los más valientes y esforzados, por ser su amigo y darle más tormento, llevó de un fiero golpe en un momento. 648

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Si hizo a aquestos dos por ser amigos iguales, como a Auríalo y su Niso, a otros dos por manos de enemigos que igualasen a un tiempo el cielo quiso. A aquellos con el tiro hizo testigos de aquel eterno bien del paraíso a Juan Luis de Novoa y a Molina iguala en esta vida peregrina.

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650

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44

Habiendo, como buenos andaluces, hecho dentro del foso mil proezas, a un tiempo dos franceses arcabuces reprimieron sus fuerzas y bravezas. Haciendo más de tres y cuatro cruces, vueltas por Dios sus furias en ternezas, los retiró el sargento Alonso Almagro, contando él un balazo por milagro.

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Y serlo por muy cierto conocimos el golpe de Francisco de Molina todos los que después echar le vimos de la boca la bala, de ella indina. Por ello al cielo sancto gracias dimos y a la suma bondad de Dios divina, que permitió que el plomo no pasase ni del vital aliento le privase.

355

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334 Una vez más, Hermosilla contrasta la juventud con la muerte, aquí en la persona de Pedro de Bayón. 337 Para romper la sinalefa en «Si hizo» es necesario aspirar la h-. 338 En la Eneida IX, 176-502, refiere Virgilio la muerte conjunta de los amigos troyanos Niso y Euríalo cercados por los latinos. 344 A pesar de la herida, Francisco Molina Soto servía como capitán en Flandes en 1595. Cfr. Cruzada Villaamil (1882: 76). Parece, no obstante, que Juan Luis de Novoa murió. Entiéndase vida peregrina en un sentido religioso, de camino hacia la divinidad. 352 No se olvide que el sargento Almagro había compuesto un soneto a Hermosilla, que consta en los preliminares de la obra. 359 pasase: ‘atravesase, hiriese gravemente’. 648

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A un valiente sargento, osado y fuerte, atrevido, gallardo y animoso, tras estos de su vida Dios advierte por un fiero balazo venturoso. Dichosa, venturosa y feliz suerte, pues le tocó en la carne y tan piadoso fue Dios con Juan Ramírez de Arellano que para mayor bien le dio la mano.

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Aquí era ver la grita y el estruendo de las armas de aquella y esta parte, y cómo estos apriesa están pidiendo escalas, por ser alto el balüarte; aquellos con mil piedras ofendiendo al que al subir se muestra un fiero Marte, y ver cómo ponían las escalas y por ponerlas mueren de las balas.

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El propio duque vino a la trinchera con el agua y el lodo a la rodilla. y viendo que no hay orden ni manera para tomar la fuerza ni oprimilla, porque el gobernador de Ladiguera su resto y fuerza pone en resistilla, manda que se conserve, si se puede, lo ganado y la gente allí se quede.

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Y don Pedro Manrique, que no para del sabio general al foso y puesto, do con ánimo muestran cara a cara los dientes al francés fiero y molesto, al capitán Guillén en voz muy clara, so pena de la vida, manda en esto:

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368 Téngase en cuenta que junto a este sargento Juan Ramírez de Arellano, herido en el combate, también estaba el capitán Pedro Ramírez de Arellano. 378 La referencia está tomada de Diego Sánchez: «Con el agua su alteza lo anda todo […] / y ya subiendo, a la rodilla el lodo» (Relación, 937-941). 382 su resto: ‘todo su esfuerzo’. 388 muestran los dientes: ‘se resisten, se enfrentan, amenazan’. 390 so pena de la vida: ‘bajo pena de muerte, en caso contrario’. 654

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ganar el revellín hoy no pretenda, sino que en reparar la gente entienda.

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No contento con esto, luego al punto por si acaso el mandato no había oído, manda al sargento Almagro, que allí junto estaba para todo apercebido, dijese al olvidado de Sagunto que fuese su mandato obedecido, el cual con diligencia y gran cuidado el animoso mozo le ha intimado.

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Oyendo este mandado riguroso, el capitán al punto a todos manda que dejen el asalto sanguinoso y del justo deseo la demanda. Luego cuantos estaban en el foso asen de las azadas, y a la banda más encubierta cavan la muralla, con que cesó el rigor de la batalla.

52

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Entre españoles muertos y heridos dejó, si no me engaño, hasta sesenta la Parca con sus flechas, y ofendidos a muchos por tomar tan presto cuenta. A un joven en los años más floridos que natura a los hombres alimenta: es don Pedro de Vera, a quien la suerte le fue tan rigurosa, airada y fuerte. 662

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Los que de la otra parte fueron muertos por nuestra artillería y mosqueteros para contar verdad no los sé ciertos.

392 reparar: ‘atender a, cuidar de, recuperar’; entienda: ‘se ocupe’. 397 El capitán Pedro de Guillén —del que se había adelanto su condición de valenciano— era originario de Sagunto, en la actual provincia de Valencia. 400 intimado: ‘requerido, exigido el cumplimiento de la orden’. 409 La h- de «heridos» precisa de ser aspirada para que el verso sea endecasílabo. 411 ofendidos: ‘heridos’. 416 Hermosilla parece incluir al joven Pedro de Vera en la lista de bajas. 659

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Sé que murieron muchos por guerreros. Podré decir estaban tan expertos y a punto los astutos artilleros que, si ellos nos herían un soldado, les hacían pagar al tres doblado.

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No porque el martillar del fiero Marte cesó de aquella parte, el de Espinosa un solo punto para, que a la parte de Briquirás la entrada anda dudosa. Narváez y Cortázar con buen arte un arma le tocaron muy furiosa, y entrar hoy en el fuerte pretendieran, si el duque y general no lo impidieran.

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Al sargento mayor mandó su alteza que al punto a todos haga prestamente refrenen por un poco la braveza, que no es tiempo mostrarla ahora al presente. Turicio avisa a todos con presteza lo que manda este príncipe excelente, y así cesó del todo el crudo asalto y hicieron en sus puestos todos alto.

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El bravo Ladiguera, que ladrando a la una y otra parte siempre andaba, desesperado, ya solo esperando en qué del duque el ánimo paraba, oyendo el gran furor de nuestro bando y cómo a grande priesa disparaba la artillería, viene por la tierra, tocando a priesa al arma y dice: «¡Cierra!».

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Por esto Emanüel, sabio y prudente, mandó que el fiero asalto no pasase 665

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424 al tres doblado: ‘triplicado’. 428 dudosa: ‘indecisa en la victoria, insegura’. 430 un arma: ‘una alarma, una llamada al ataque’. 444 ‘cuál sería la decisión del duque’. 448 Cierra: ‘Al ataque, a por ellos’.

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adelante, y que luego prestamente en escuadrón la gente se aprestase, y la caballería en continente, tomando el mejor puesto, le esperase, a do se halló el primero el de Mendoza, porque en esto su espíritu se goza. 670

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Mas no fue por agora necesario mostrar del fuerte brazo la pujanza, porque no fue el intento del contrario probar del español la diestra lanza. Usó el ardid de guerra ya ordinario, porque aún tiene en los suyos confïanza, de suerte que por esto quedó todo como antes, en la propia forma y modo.

59

De Pedro de Guillén la compañía quedó en el propio muro atrincherada, y toda la demás infantería fue por mandato expreso retirada. Aquella y esta faltas de alegría, llorando muerte y vida mal lograda, cuál del hermano, primo o del amigo. Y más que todos triste el enemigo; 672

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no por ver de los suyos muertos tantos y muchos, sin aquellos, mal heridos, sino por ver con rabia y dolor cuantos estaban sin razón embravecidos. Esto porque a sus voces y quebrantos no había desde luego dado oídos, diciendo que antes de esto se podían ir con el buen partido que le hacían. 673

455

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453 en continente: ‘de inmediato, sin dilación’. 455 do: ‘donde’. Don Juan de Mendoza, dedicatario del poema, era jefe de la caballería. 470 mal lograda: ‘malograda, perdida antes de tiempo’. 480 partido: ‘oferta de rendición’. Un grupo de capitanes franceses se muestran contrarios, quejándose de que su jefe no hiciera caso al sufrimiento de los soldados y rechazara la propuesta de entrega de la plaza que el duque de Saboya les había hecho llegar el 21 de octubre por medio de Francesco Martinengo. Cfr. Bollea (1907: 388). 670

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Oyendo aquesto y otras muchas cosas, que por no ser molesto no las cuento, con ánimo y palabras lastimosas, habló a sus capitanes mal contento: «Oíd —dice—, señores, las forzosas razones de mi pobre entendimiento, ya que por tantas vías la fortuna nos es crüel, contraria e importuna. 674

62

485

»Ya todos bien sabéis, bravos guerreros, que he hecho de mi parte lo posible en ofender al duque y defenderos de su valiente ejército terrible, y moriré mostrando los aceros a la nación del reino ahora invencible; mas pésame de ver que así la gente esté de esfuerzo y ánimo doliente.

63

490

495

»De tal suerte el temor ha hecho asiento en el corazón flaco y bajo pecho que, según yo imagino y acá siento, jamás saldremos bien de ningún hecho. Así su parecer y claro intento dé cada uno en esto sin despecho, que aquel se siguirá que mejor fuere y a nuestro rey y honor más conviniere». 675

676

500

677

64

Confuso cada uno al otro llega y dice: «¿Qué os parece en lo propuesto?» Aquel su parecer aquí no niega, aqueste en dar el suyo pone el resto. De nuevo el capitán otra vez ruega que miren como sabios bien en esto. 678

505

510

484 mal contento: ‘disgustado’. 497 ha hecho asiento: ‘ha entrado, se ha asentado’. Ha de aspirarse la h- de «hecho» por causas métricas. 498 flaco: ‘sin fuerzas’; bajo: ‘ruin, mezquino’. 502 despecho: ‘rabia, cólera’. 510 miren bien en: ‘consideren atentamente’. 674

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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Al fin todos quisieron una cosa bien contra el parecer del de Espinosa. 65

Después que el caso fue considerado de todos, les parece que se pida al duque algún partido moderado, y en todo libre y franca la partida. Esto, entre todos hecho y acordado, envían, como gente ya rendida, al duque su embajada, que del todo les concedió el partido en este modo. 679

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Seis mil escudos de oro que pedía responde a los soldados los pidiese, que todo lo demás le concedía, sin que español ninguno le ofendiese. Que los dos capitanes le daría, porque seguridad mayor tuviese. En rehenes los da como ha pedido, hasta cumplir con él lo prometido.

515

520

680

525

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67

Vueltos con la respuesta de su alteza los dos embajadores y el trompeta, habiendo relatado con presteza lo que el duque por fe y verdad decreta, el caso consultado, con tibieza y contra voluntad suya lo aceta el de Espinosa, viendo que su gente lo pide, acepta, quiere y lo consiente. 682

530

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535

El hijo de Filipe su tardanza al general don Pedro de Padilla, por no hacer solo un punto de mudanza,

515 partido moderado: ‘convenio justo’. 522 los pidiese: ‘los solicitase’. Recuérdese que el duque había hecho a los franceses la oferta de seis mil escudos de oro si se rendían antes de comenzar el asedio, según se dijo en el canto II, 417-422. 526 Se trata de rehenes elegidos entre personas señaladas de cada ejército, que se intercambiaban para que las dos partes cumplieran lo acordado. 530 trompeta: ‘heraldo’. 533 con tibieza: ‘con poco ánimo y conformidad’. 679

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EL VALEROSO ZAIDE

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le pide dos famosos de Castilla; porque el concierto, pacto y alianza con el de Ladiguera y su cuadrilla fue que dos españoles capitanes les diesen en rehenes y guzmanes.

540

El discreto caudillo descontento de lo que concertado entre ellos queda, por dar los capitanes, al momento a don Pedro Camacho y Castañeda señala para el caso, con intento y promesa de hacer cuanto se pueda, porque dentro de quince o veinte días vuelvan a gobernar sus compañías.

545

684

685

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A dos días contados del asalto o tres, si bien me acuerdo, los franceses salieron del castillo, haciendo alto por medio del cuartel de milaneses. El duque junto al fuerte, en lo más alto, con todos sus monsiures piamonteses, los mira como salen todos prestos al arma y a su usanza tan bien puestos.

550

555

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Con cuerdas encendidas y banderas al viento tremolando sus colores, pisan del sitio ameno las riberas al son de sus trompetas y atambores. Vueltos al duque todos muy de veras, como marchaban grandes y menores, alegres le saludan y él en vellos se muestra agradescido a todos ellos.

560

687

565

540 famosos: ‘oficiales señalados’. 544 guzmanes: ‘nobles’, en referencia a los españoles, conforme a la frase hecha que recoge el maestro Correas: «Es de los Guzmanes. Cuando uno presume de muy honrado linaje; porque […] los Guzmanes son linaje noble, y muchos» (Vocabulario, p. 574). 558 monsiures: ‘nobles señores’. 561 cuerdas: ‘mechas’ para disparar las armas de fuego. Era parte del acuerdo firmado entre el duque y Scipion de Villeneuve, tal como ya detalló Sánchez: «salir pudiesen / balas en boca y cuerdas encendidas» (Relación, 979-980). 684

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FRAY FRANCISCO DE HERMOSILLA

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Después que todo estaba muy seguro, el fuerte bien peinado y guarnecido, las piezas asestadas por el muro, todo de municiones proveído, con un ardiente pecho de amor puro, el príncipe cristiano, condolido del cansancio y trabajo de la gente, procura su descanso prestamente.

570

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575

A un monesterio antiguo de bernardos cerca de Pinarol, a la abadía llevó los españoles más gallardos, y a curar los enfermos luego envía. Aquellos, como tigres, osos, pardos, por una y otra parte noche y día buscan la vida y viven más contentos que si de oro tuviesen diez mil cuentos. 690

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A unos les suceden mil encuentros con los fieros paisanos emperrados, mil sucesos a otros y reencuentros dignos de ser por tiempo celebrados. De nuestra madre antigua hasta los centros abren las gruesas venas ya avisados, hallando mil tesoros y bellezas que no quiero mezclar con sus bravezas. 695

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570 peinado: ‘rastreado y reconocido minuciosamente’. 571 asestadas: ‘colocadas en posición de tiro’. 577 monesterio: ‘monasterio’; bernardos: ‘de la orden del Císter’. La alusión no es ociosa, ya que el propio autor era fraile de la misma. 579 gallardos: ‘valerosos, destacados en combate’. 580 luego: ‘inmediatamente’. 581 pardos: ‘leopardos’. 584 cuentos: ‘millones’. 585 encuentros: ‘roces, refriegas’. 590 venas: ‘filones’. La madre antigua es la Tierra, con el mismo sentido que consta en el Orlando de Ariosto: «e fatto ch’ebbe il re di Circassia / battere il volto de l’antiqua madre» (II, 33, I, p. 30), en Francisco de Aldana: «A la gran madre antigua veo, / Naturaleza, estar toda turbada» (Poesías castellanas, p. 228) o en un soneto de Lope a don Luis de Vargas: «Cuando la madre antigua reverdece, / bello pastor, y a cuanto vive aplaza» (Rimas, I, 208-209). 688

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EL VALEROSO ZAIDE

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El que gozar quisiere de bien tanto, de una grande aventura, suerte y gloria mayor que ha sucedido en todo cuanto eternizado tiene la memoria, en la segunda parte de mi canto la verá, si me espera, tan notoria y al vivo dibujada que yo creo hinchirá las medidas al deseo. 697

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595

600

600 ‘llenará todo lo que el deseo requiera, cumplirá sobradamente con las expectativas del lector’. 697

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APARATO CRÍTICO

El aparato que sigue es positivo y cada uno de sus asientos se abre con la lectura por la que hemos optado, seguida de la variante o errata descartada. Los comentarios que se han considerado necesarios para explicar alguna lectura o alguna decisión editorial se introducen tras un corchete de apertura ([). Tanto lecturas como variantes se editan modernizadas con los mismos criterios que se han utilizado para el texto. RELACIÓN DE LA EMPRESA DE BRIQUERAS TESTIMONIOS A RELACION | DE LA EMPRESSA | DE BRIQUERAS, | QUE HIZO EL SERENISSIMO | Duque de Saboya Carlo Emanuel. | Compuesta por el Alferez Diego Sánchez, hijo del maestro Fran- | cisco Sanchez Cathedratico de Rethorica y Griego, | Iubilado en la Vniuersidad de Salamanca. | Dirigida a la Serenissima Señora Doña Cathalina de Avstria | Infante de Castilla y Duquesa de Saboya. | Impresa con licencia En Tvrín Año de mil y quinientos | y nobenta y cinco. 4º 25 ff. A1 Bibliothèque nationale de France, Paris, signatura YG-2126. Biblioteca Antica, Archivio di Stato, Torino, signatura I.VII.29. A2 PRÓLOGO 1 la obra merece : la obra merce A RELACIÓN DE LA IMPRESA DE BRIQUERAS 11 grande afrenta : grande a fienta A

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EPOPEYAS DE UNA GUERRA OLVIDADA

19 quien es tan digno : quienes tan digno A 47 mas si el Señor : mas fiel Señor A 80 está a tres millas : está tres millas A [Se trataría de un caso de a embebida. 166 e indignados : ey indignados A 219 alcanza a ver : alcanza haver A 230 que descubre : que deseubre A 258 si a quien lo mereció : sila quien lo mereció A [Además de un error evidente de composición por parte de los cajistas italianos, la métrica requiere la enmienda. 358 hizo también : hizo tan bien A 361 Su alteza : Su altezza A [Se trata de un italianismo de los componedores. 408 se siga : se sigua A 414 Su alteza : Su altezza A 469 me apesaro : me apesaró A [La enmienda es precisa sintáctica y métricamente. 492 a lloro : alloró A 547 se detiene : se detiené A 564 la pasara : la pasará A 596 nuestros daños : nuestros danos A 656 su efecto : su eflecto A 660 tan bien puesto : también puesto A 661 tan bien guardado : también guardado A 922 de la una parte y otra : de la una parte y otro A [Por el contexto parece un error de los componedores. 1033 sobrestancia : sobre estancia A

EL VALEROSO ZAIDE TESTIMONIOS A Primera parte del valeroso Zayde, compuesta | por el Reverendo Padre fray franco de hermosilla | Religioso del orden del glorioso de st Bernardo, na | tural de Sanmj de valdeiglesias, y Capellán en | el exercito de su magt. Dirigida al muy | Ille sor Don Juan de Mendoza, hijo | del Conde de Castro, capitan de | lanzas de la guardia de su exc | Y comisario general de la | cavallería del estado | de Milán. impresa | en Milán Biblioteca Nacional de España, Madrid, signatura MSS/11247. Dedicatoria 2 pues no puedo quedar satisfecho [La palabra puedo aparece volada entre «no» y «quedar». Soneto de fray Jerónimo de Cobos Titulo Jerónimo : Hierónimo A [Se opta por modernizar la forma del nombre aquí y en los otros lugares donde aparece en el texto.

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APARATO CRÍTICO

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Prólogo al letor 2 por haberlas compuesto (según me han dicho) Diego Sánchez A : por haberlas compuesto (según me han dicho) el alférez Diego Sánchez A [En A, «el alférez» está tachado. Canto primero 45 Justo castigo es de tu cudicia A : Justo castigo es de tu cudicia A [En A, se tacha la o de «codicia» y encima se escribió una u de la misma letra. 69 Pues, no hay, ¡oh fuerte España!, a quien no ofenda A : Pues, no hay, ¡oh fuerte España!, a quien no off A [En A, se lee «off» en abreviatura, ya que se acaba el folio. El copista lo tachó y escribió encima, con letra más pequeña, «ofenda». 223 se ha intitulado : sea intitulado A Canto segundo 230 por ser contra quien fue mala y notable A : por ser quien contra quien fue mala y notable A [El copista, tras escribir «quien», lo tachó, dándose cuenta de que había omitido «contra». 459 y parece A : y pareces A [En A la -s final está tachada. 524 ambos, de fama y nombre esclarescido A : ambos, de nombre y fa y nombre esclarescido A [El copista tachó «de nombre y fa» y escribió encima «de fama». 561 En este punto y tiempo, Ladiguera A : Aqeste (sic) punto y tiempo, Ladiguera A [En A, se ve tachado «Aq» y se añadió en el margen izquierdo del folio «En». Canto tercero Título soldados que por su valor lo merecen A : soldados del asalto A [En A se tachó «del asalto» y se copió al lado la lectura definitiva. 8 se han de : sean de A 40 aunque en edad : aunque edad A [La enmienda recupera la fórmula tal como se usaba en la época y permite mantener el ritmo del endecasílabo. 197 detiéneme, señor A : detiéneme el, señor A [El amanuense tachó «el». 310 del toreador A : del todo toreador A [En el manuscrito se tachó «todo». 407 en la batalla A : en la muralla A [El copista tachó «muralla» y escribió encima la versión definitiva. 476 por alcanzar a aquellos : por alcanzar aquellos [Parece una a embebida. Canto cuarto 60 multiplicó : muy tiplicó A [Parece error de lectura por parte del copista. 175 como ya se cognoce por la fama A : como cognosco solo por la fama A [En el manuscrito se tachó «cognosco solo», escribiéndose encima y en letra más pequeña «ya se cognoce». 287 y más que a este enemigo le ofendían A : y más que del contrario les guarda A [La lectura inicial de A está tachada y copiada debajo la definitiva.

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EPOPEYAS DE UNA GUERRA OLVIDADA

Canto quinto 108 de pereza A : de flaqueza A [El copista marcó «flaqueza» entre paréntesis y lo tachó, añadiendo a continuación «pereza». 341 a más de uno A: a más de dos A [En A se tachó la primera opción y se escribió encima la segunda. 483 la fuerza y ligereza A : la fuerza, la grandeza A [Tras tachar la primera lectura, el copista transcribió a continuación la definitiva. Canto sexto Título el desorden del sargento A : el desorden que del sargento A [En A se tachó «que». Título se parte A : se parten A [El copista tachó la -n final. 119 el jabalí furioso : el jabalí furio A [En el momento de la copia, se omitió la sílaba final del adjetivo, imprescindible para mantener el sentido y la métrica. 341 A aquellos : Aquellos A [Estamos ante una a embebida. 337 Si hizo a aquestos : Si hizo aquestos A [Se trata de un caso de a embebida.

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RELACIÓN DE ILUSTRACIONES

1. 2. 3.

Mapa de Saboya a finales del siglo xvi. ............................................... Mapa de la campaña de Bricherasio. ................................................... Giovanni Caracca [Jan Kraek], Vero dissegno della fortezza, assedio et ispugnatione di Bricherasio. Grabado, 1594. .......................... 4. La fortaleza de Bricherasio, en Giovanni Caracca [Jan Kraek], Vero dissegno della fortezza, assedio et ispugnatione di Bricherasio. Grabado, 1594. Detalle. ..................................................................... 5. Alonso Sánchez Coello, La infanta Catalina Micaela. Óleo sobre lienzo, 1584. Museo del Prado, Madrid. Detalle. ............................... 6. Hendrick Goltzius, Enrique IV de Francia. Grabado. Bibliothèque nationale de France, París, Département Estampes, signatura RESERVE FOL-QB-201 (16) ........................................................... 7. Juan Pantoja de la Cruz, Felipe II. Óleo sobre lienzo, 1590. Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Detalle ..................... 8. Jan Kraek, Carlo Emanuele I, duque de Saboya. Óleo sobre lienzo, ca. 1590. Colección particular. Detalle. .............................................. 9. Anónimo, François de Bonne, duque de Lesdiguières. Óleo sobre lienzo, 1597. Musée Magnin, Dijon. Detalle. ................................................ 10. Anónimo, «Juan Fernández de Velasco, duque de Frías», en The Somerset House Conference. Óleo sobre lienzo, 1604. National Portrait Gallery, Londres. Detalle......................................... 11. Portada. Relación de la empresa de Briquerás, Turín, 1595.................... 12. Portada. Primera parte del valeroso Zayde, Milán, 1596. ......................

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13 23 26

29 33

37 38 40 42

46 72 74

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EPOPEYAS DE UNA GUERRA OLVIDADA

13. Firma de fray Francisco de Hermosilla. Biblioteca Nacional de España, Madrid, signatura MSS/11247, f. IIv.................................................. 76 14. Primera parte del valeroso Zayde, Biblioteca Nacional de España, Madrid, signatura MSS/11247, f. 42r................................................. 77

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

En el caso de la Relación de la empresa de Briquerás, identificada como R, las llamadas remiten al número de verso, y en el de El valeroso Zaide, aquí Z, al número de canto y al verso correspondiente. Se utilizan como abreviaturas Prel. para preliminares, Tit., para título, Son. para soneto y Ter. para tercetos. abajar Z I,231 abonar Z IV,102 abrasarse R 429 Absalón R 528 acento Z II,491, III,247 acerba Z VI,83 acero Z I,422 acetar Z II,422 acicalar R 500 acocear Z II,111 acomodado R 613 Acquaviva, Marcello R 360; Z II,512 acrebillar Z III,295 acuerdo de rendición R 981 acullá R 430 Acuña, Jusepe de R 781; Z IV,80 Adonis Z VI,296 aflito Z I,171 aguja R 535 airado Z VI,240 Al enemigo, la puente de plata R 984 alabarda Z V,442 alano Z VI,117 alargar Z V,375

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alargarse R 215 alcance R 911; Z III,552 alcanzarse R 38 Alcides Z III,101 Aledo, Felipe de Z III,506 Aledo, Gaspar de Z III,506 Aledo, Hernando de Z III,142 alejandrino R 1075; Z II,206 Alejandro Farnesio Z V,204 Alejandro Magno R 150; Z Son. Serrado 3 Alemaña Z II,588 alevoso Z II,12 aliento R 1010 aliento, privar del Z V,288 Almagro, sargento Z VI,352 almete Z VI,274 almo Z VI,311 amainar R 777 amazza R 233 ambrosia Z I,114 Amedeo di Savoia R 818; Z III,36 ameno Z Ter. 5 amor Z I,4 andar vario Z III,4

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EPOPEYAS DE UNA GUERRA OLVIDADA

Andrea Z III,312 Angélica Z V,416 animales R 764 ánimo, parar el Z VI,444 Anselmo R 497; Z IV,234 antojos, andar en Z VI,124 aparejar R 778 apercebido Z IV,414 apercibirse Z II,129 apoca R 436 Apolo Z V,94 Apolo, hijo de Z I,174 apregonar Z II,105 aprestado Z II,214 apretar Z VI,52 aprisco Z III,550 apurado Z V,408 Aquiles Z III,406 Arce Z III,445 arder en vida Z VI,258 arder R 429 ardid R 64; Z V,187 ardor Z V,468 argüir Z Ter. 33, III,477 Ariñán Z IV,212 Ariosto Z I,440, VI,120 Aristóteles Z Son. Serrado 3 arma Z V,202, VI,430 arma, arma R 750 arma, en Z III,556 arma, tocar al Z I,258 armas de fuego Z IV,92 armas en la mano Z VI,116 arnés Z III,214 Arnolfo, hijo de Z VI,280 arribar Z VI,160 arriscado: R 533 arrojado Z VI,5 arrojar Z V,503 arte R 157, 692; Z I,14, IV,54 asalto Z II,499, V,400 asestado Z VI,571 asiento, hacer Z VI,497 asistir R 995; Z V,445 astrolabio R 535 atajar R 230 atalar Z I,402 atambor Z II,90

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atlante Z II,368 atrevido Z II,526 Auríalo Z VI,338 Aurora Z Ter. 24 avarienta R 110 avaro, ser R 1054 aventurero Z I,420 avisado Z I,138, III,122, IV,57 Babilonia Z I,142 bagaje R 979 bajo Z VI,498 balas en boca R 980 ballestilla R 536 baluarte Z V,224 bandera R 262, 376 barato R 983; Z II,251 barato, ser R 700 Barbò, Bernabò R 206; Z II,333 Barbò, Gerolamo R 640; Z III,349, IV,256 Barco de Pavía Z II,137 barraca Z IV,295 barracuela R 200 barricada Z V,224 bastante Z I,229 bastante, muy Z IV,36 batalla, en R 161 batería R 340; Z II,520 batir canto a canto Z V,364 Bayón, Pedro de Z VI,334 Becerra, Antonio de R 541; Z III,220 beleño Z Ter. 42 Belona Z II,495 Belona, hermano de Z II,586 Bernardo del Carpio Z III,302 bernardo Z VI,577 bestión R 158 Bindi, Ambrogio R 506; Z III,160 bisoño R 246 bizarro R 109, 927; Z II,346, V,241 blanco, en Z V,351 boca, hacer R 892 boga arrancada, a R 852 Bonne, François de R 51 Borgoña Z Prel. 11 borgoñón R 256; Z IV,270 bote Z III,384 bravato R 461 bricarino Z III,304

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

Briquerás R Prel. 2 Broglia, Carlo R 360; Z II,512 Bruno Z IV,245 búho Z Ter. 12 caballería Z I,414 caballero R 339; Z II,448, 30, 215, 291 cabeza R 136; Z II,404, IV,127 cabo Z IV,199 Calíope Z I,128 callar Z VI,144 calvino R 44; Z II,18 Camacho, Pedro Z IV,312 camarada R 274 camarero Z II,217 Camino de los españoles Z Prel. 7 camino dos mandados, de un R 968 campaña, salir a Z II,392 campo R 129, 275, 1053; Z II,376, III,81, 332 Cano, Alonso Z VI,178 caña R 775 cara, hacer Z III,518 cara, negar la R 1052 cara, volver la Z V,70 cargo, a su R 176 caridad R 183 Carlo Emanuele I R 13; Z I,226 Carlo Filiberto I de Este R 1040; Z III,89 Carlos V Z II,588 Carmañola R 71; Z I,247 carnecería Z III,420 caro R 568 carta R 536 Cartago Z III,392 cartel Z II,180 casar R 62; Z I,281 casasmata R 160 casillas R 930 casina R 212 caso Z VI,5 caso, hacer al Z VI,200 caso gobernado R 657 caso justo R 816 Castañeda, Andrés de Z IV,312 castellano Z VI,100 castillo Z I,288 Catalina Micaela de Austria R Prel. 4 Caupolicán R 711; Z III,492 causa Z II,42; Z V,30

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Cavor R 80 cegar R 1025 celada Z I,423 celo R 267; Z V,292 cera, de R 24, 878 cerrar R 424; Z I,395, II,22 cerrar a Z III,191 césar Z I,101 César Z I,328; Z III,20 Céspedes, alférez R 600; Z IV,244 Chipre Z I,239 Cid Z VI,80 cierra R 887; Z V,441, VI,448 cierra, España R 437 cierto, por Z III,518 circaso Z V,270 circunstante R 604 ciudadela R 605; Z III,530 claraboya Z III,95 Cobos, Jerónimo de los Z Son. Cobos Tit. cobrar Z Prel. 6 cocar Z II,453 coco R 277; Z II,453 cognocido Z Son. Serrado 10 colgado R 528 comisario general R 736 como Z V,58 comodidad R 1041 compañía R 127; Z II,139 compás R 536 Concepción Z V,249 conceto Z I,140 concierto R 78; Z I,256 concluir R 453 concordia Z II,423 condestable de Castilla Z I,103 confundir R 269 conjuro R 133 conseja, ser R 782 consejo Z V,404 contado, de Z IV,364 contento se derrama Z V,322 contento, mal Z VI,484 continente, en Z VI,453 contino, de R 229 contraminar Z V,335 contrastar Z IV,293 convento Z Son. Serrado 6

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EPOPEYAS DE UNA GUERRA OLVIDADA

conversión Z I,23 corajoso Z II,570 coraza R 435; Z I,79, II,410 Córdoba, Diego de R 577; Z II,528, III,220, 260 Cornelio Z I,184 coronel Z II,132 corrida Z III,252 cosa perdida Z V,120 cosario R 735 costa R 459, 880 Costa, Emanuele R 491 coyuntura R 924 Cristo Z Son. Serrado 14 crudo R 75, 605 cuadrilla Z I,104 cuál…, cuál R 900 Cuando te dieren la vaquilla, acude con la soguilla R 221 cuándo… cuándo Z I,171, III,408 cuartana doble Z VI,39 cuartel R 194, 688 cubdicia R 179, 615 cuenta R 108; Z VI,216 cuento Z VI,584 cuerda Z Ter. 51; Z VI,561 cuerno Z VI,73 cuerpo sin alma Z Ter. 18 cuidado R 679; Z III,32, 552, V,420, VI,332 cumplido R 1059 curar Z Prel. 12 curioso Z II,214 Dalfinado Z I,82 dama puede entrar, una R 383 Dante Z III,43 dar en Z III,223 dar sobre Z V,188 Darío Z III,6 de R 1047; Z II,408 dechado R 707 Decio Z III,100 decir R 1070 decirse R 205 deciso R 366 decoro Z III,307 defender Z II,430 degenerar Z V,213 dejar Z I,385

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del Z I,134 Delos Z V,298 demanda Z V,172, 254, VI,165 demandar R 265 dentera Z V,381 desafío R 965 descargo R 912 desculpado Z IV,466 deseo, medida del Z VI,600 deshacerse Z III,192 desino Z V,179 desorden Z VI,Tit. despachar Z II,57 despartir R 923 despecho Z VI,502 despedir Z II,77 despojo Z VI,91, 126 desvelado R 421 dezmar R 244 día, otro R 378, 986 dientes, mostrar los Z VI,388 diestra Z III,130, 152 diestro Z III,413 difunto, ser R 236 dino Z II,142 Diocleciano Z I,322 Dios, lo de Z I,385 diosa, varia Z I,181 discreto R 5, 341; Z I,138 disparo R 808 diva citarea Z VI,306 divertir Z VI,243 diviso Z I,55 do Z VI,455 doblado, bien Z III,64 doblo, al Z V,4 doce bélicos franceses Z III,212 dolencia Z V,148 Duarte, Francisco Z III,164 ducatón R 846 ducientos R 1012 dudoso Z VI,428 duelo Z V,128 Dura Z III,256 Durandarte Z IV,52 echado R 855 Eduardo Z I,308 efecto R 337

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

ejido Z VI,300 embarazado R 66, 962 embarazo R 578; Z III,270, V,293 embargo Z II,358 empeñarse Z VI,28 empresa R Prel. 1 encamisada Z III,137 encontrado Z II,558, VI,225 encuentro Z III,323, VI,585 Eneas Z I,328 enemiga Z VI,332 enojar Z IV,91 Enrique IV R 51; Z Prel. 1 1 entender Z I,208, VI,392 entero R 837, 864 entrar Z V,32, 255 entregarse de R 502 entriega R 919 Eolo Z Ter. 3 equinoccial R 549 error pestífero R 555 escalar Z I,242 Escévola Z IV,162 Escipión Z I,328, III,392 escudero Z I,304 escudo Z II,422 escurecer Z I,336 esguízaro R 126; Z II,347 esmaltarse Z II,48 esmerilazo R 636 esotro R 388 espías, desmentir R 115 Espinouse, señor de R 136, 994; Z II,Tit. esposa Z I,342 Esquines Z Son. Autor 3 estacada R 153; Z II,181, V,136 estado R 123 estado alejandrino Z II,138 estilo menor R Prel. 3 estrada encubierta R 159 estrecho Z II,5 estrellas, subir a las Z I,116 estribar Z V,452 estudio Z Prel. 13 exento Z V,174 extraño R 337; Z III,462 faltar Z I,54 falto Z I,156

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fama Z IV,448, V,101 famoso Z VI,540 Farsalia Z II,101, III,147 Felipe II R 97; Z I,80, 177 feo Z II,43, V,152 Fernández de Velasco, Juan Z I,103, II,50 fianza, dar Z III,206, IV,132 fiel R 267 Figueroa, Alonso de Z IV,312 Filipo II de Macedonia Z Son. Serrado 3 Filippo de Saboya R 464; Z IV,264 Filomena Z Ter. 26 fin, al R 468 fin R 144 fineza R 358 fino Z IV,40 firmamento Z I,52 flaco Z VI,498 flor R 1061 flor del cielo Z I,8 florescer Z III,392 fornido R 578 fortecillo Z III,81 fortuna Z Ter. 29, VI,102 forzado Z III,440 fracaso R 243 fragoso Z III,250 Francisco, capitán Z III,496 fresco Z Son. Almagro 1 frío Z IV,44 fuego arrojadizo Z V,465 fuego volador Z IV,432 fuerte R 604; Z II,284 fuerte, hacer Z II,395 fuerza R 87, 682; Z II,428 fuerza, ser R 261, 628 galalones Z IV,327 galano R 462 gallardo R 122, 425; Z VI,579 galo Z V,164 García de Mieres R 281 Garcilaso de la Vega Z II,108, III,297, IV,24, VI,120, 191 garitas R 307 gasto, igualar el R 910 general, en R 847 generalísimo Z II,197 gente Z II,335

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gente daria Z IV,212 gentes, mil Z VI,44 godo Z I,39, II,100, III,486 Gómez, Diego Z IV,312 González de Sepúlveda, Hernán Z III,428 gozoso Z III,69 gracia Z IV,70 gracioso Z II,163 Gracolano Z VI,110 grueso Z III,261 grupa, volver R 1052 guarida Z IV,85 Guillén, Pedro de R 858; Z IV,402, V,401, VI,397 gusto, a R 815 Guzmán, Felipe Z V,236 Guzmán, Pedro de Z R 291; VI,210 Guzmán, Ramiro de Z IV,312 Guzmanes Z V,230, VI,544 hacer, no Z II,289 Héctor Z I,97 hectóreo Z IV,259 henchir Z I,111 Hércules Z III,406 herida Z III,424 hermanas Z I,104 Hermosilla, fray Francisco Z Prel. 1 herrería Z V,486 higuera Z I,85 higueruela, que crezca la R 84 hijo Z II,44 hinchazón Z III,357 hinchir Z VI,600 hoja R 286 Homero Z III,92, IV,448 honra, punto de Z VI,126 hora Z II,201 Horacios Z VI,67 huesa, dar R 308 hugonote R 168 Idiáquez, Alonso de R 721; Z I,121, IV,102 ildo Z II,502 ilustre R 121 imaginado, ni aun R 998 impedido R 189 impírio Z I,149 importunación Z VI,44 impresa Z Prel. 2, II,78

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indisciplina R 230 infante Z II,410 infiel R 226 instrumento R 531 intimado Z VI,400 intitulado Z I,223 invidioso Z VI,116 invisible R 746 Íñiguez, Francisco Z VI,316 Ir por lana y volver trasquilado R 560; Z I,408 jabalí Z VI,120 Jaramillo, Alonso R 858; Z IV,312 jayán Z IV,387 jornada Z V,417 jovio Z III,209 juego Z II,541, V,75 jugar Z II,513, 568, V,442 juicios vanos Z VI,11 Juno Z VI,290 Júpiter Z I,17 jurar Z II,293 justa Z V,52 La Araucana R 1, 706; Z I,4, 440, III,312, 482, 492, IV,162, V,148, 163, 214, 240, VI,110 labio, morder el Z VI,235 labrado Z V,340 labranza R 880 lámpara febea Z I,195 lanza Z II,320, IV,130 Lapiova, marqués de Z III,73 laurel Z Son. Almagro 1 Lautaro Z IV,162 lebrel Z VI,117 leísmo Z Prel. 8 león Z II,472 lerdo R 722 Lesdiguières R 5, 868, 1008; Z I,82, I,304, 308, 320 Leteo Z II,476, V,414 leva, de R 328 Leyva, Antonio de Z III,72 liberalidad R 880; Z III,87 libertad Z V,14 Lico Z VI,280 lienzo Z III,30 liga R 142 liviano R 499

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

llano R 396, 397; Z I,159, II,535 llegar R 988 llevar R 1064 lluvia R 389 loco R 275 locura Z I,368 lodo Z VI,378 logrado, mal Z VI,470 lozanía R 516 lozano R 760 Lucerna, valle de R 725; Z II,388 Ludovico Z VI,280 luego R 363; Z II,312, 34, 420, V,51, VI,580 lugar, poco R 997 Luis de León, fray Z VI,305, VI,311 machucho R 674 madre antigua Z VI,590 maese de campo R 177; Z II,140 maestro R 608 Majencio Z I,322 mal Z III,560 mal funesto Z V,276 malato R 1012 malicia Z I,41 malla Z IV,40 mampuesto, de R 344; Z II,584, V,274 mancilla Z IV,337 Mandricardo Z III,312 mano R 773 mano, tomar la Z II,312 mano a mano Z I,396 mano diestra Z II,128 Manrique de Lara, Luisa Z III,404 Manrique, Pedro R 180; Z II,234 Manrique, Gabriel R 545; Z III,212 mantenerse Z II,95 manto, echar el Z I,438 maña y ciencia, de R 188 maravilla R 1068 Marcelo Z I,184 Mario Z I,270 marroquino Z II,102 Marte R 31, 710; Z I,4, 17, 26, 93 martillar en hierro frío Z I,378 Martinengo, Francesco R 712; Z III,99 más de, a Z V,412 más, ser R 702 matar Z II,358

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mecha encendida R 980 medir paso a paso Z II,460 medrar mal R 576 Meguera Z I,74 mendocino Z II,140 Mendoza, Juan de R 729; Z Prel. 1, I,93, IV,120, VI,455 Meneses, Bernardino de R 592; Z III,210, IV,402 Mercurio R 784 Milán Z II,284 Milanés Z II,322 mina R 475 minar R 682; Z V,331 Minerva Z III,95 mínimo R 165 ministro R 325; Z I,75 ministro del infierno Z IV,87, VI,258 ministro fiero Z V,486 Miranda, Andrés de Z IV,234 mirar en Z VI,510 mirar adelante Z II,456 moderno, ser R 1032 mohína R 271 Molina, Francisco Z VI,344 monesterio Z VI,577 mons Z IV,234 Monsení Z VI,Tit., II,278 monsiur R 122; Z VI,135, 558 morisma Z IV,263 morrión Z VI,320 mortal Z IV,338 mos R 497 mosquetazo R 440 mosquete R 130 mucho, tener en R 472 muerte del alma Z IV,12 muerte, desviarse de R 454 muestra Z III,152 multiplicar Z IV,60 Muñesa, Francisco de Z III,512 Muñesa, Pedro de Z III,512 Muza Z IV,78 nación R 207, 210 nación hisperia Z III,399, V,464 nación ignota R 706 Nájera, duques de Z III,402 Narváez, Alonso de R 769; Z III,129

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néctar sacro Z I,109 negocio R 816 Nembrot Z I,223 Neptuno Z Ter. 3 Nerón Z I,322 nervoso Z III,385 ninguno, por R 728 Niso Z VI,338 No medra quien no calla Z IV,72 noche, llegada de la Z III,560 nombrar R 380 nombre compuesto Z IV,71 notado R 873; Z II,462 notar, de Z V,406 Novoa, Juan Luis de Z VI,344 nueva R 334; Z II,174 Nueve de la Fama R 718; Z IV,261 nuncio R 360; Z Ter. 15, II,512 ñudo R 150 obligado Z Prel. 3 octava rima Z Son. Cobos 9 octava Z I,428 ofender Z III,84, 374, V,251, VI,95 ofensa R 632 oficial reformado Z II,554 oficio R 743 ofrecido Z Prel. 5 ojo, al Z VI,89 Olivera, Antonio de Z II,215 onza R 733 ora R 747; Z I,272 orden Z I,414 ordinario, de Z IV,171 Ordóñez de Lara, Diego Z III,232 Orfeo Z I,151 Orión Z V,298 Orlando Z V,176 oro de Arabia Z Ter. 24 Orompello Z V,214 Oronte Z III,267 osado R 773 Pablo, apóstol Z VI,195 Padilla, Pedro de R 192 Z II,Tit.; Z II,355, VI,202 padre Z I,430 padre de nobleza R 356 Palas R 784; Z II,112 palma Z III,227

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palma, en la Z I,342 Pantoja Z IV,312 par, de en Z Ter. 29 Parca Z IV,209 pardo Z II,350, III,289, IV,142, VI,581 parias R 778 Paris Z VI,300 parlero Z II,452 Parnaso Z I,107 parte Z V,236 parte, ser Z I,296, V,353 partida R 982; Z III,388 partido Z IV,336, VI,20, 480 partido moderado Z VI,515 pasá Z IV,65 pasar Z IV,145, VI,359 paso R 131, 241; Z IV,160, V,268 paso, de Z II,133 patraña Z V,416 pausa Z II,46 pavón R 272 Paz, Antonio de Z V,41 pecado Z V,464 pecho Z I,233, V,117 pedir Z VI,522 Pedro, apóstol Z VI,195 peinado Z VI,570 pelícano R 183 Pellice R 725; Z II,388 pelo de barba, no tener R 917 Penco Z VI,110 pensamiento, en un Z V,314 Peña, Juan de Z VI,328 peregrino R 477; Z Son. Cobos 14 perro Z IV,368 Perseo Z III,515 peso R 328 pesado R 64 Piamonte Z I,76 pica R 582 picazo R 439; Z III,384 piernas, hacer R 962 pieza R 275 piglia R 233 piloto R 529 Pimentel, Alonso de R 936; Z VI,81, 272 Pinarol R 71; Z I,247, VI,Tit. pintado, el más R 184

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

Piova, marqués de la Z IV,378 planeta riguroso Z III,540 plega a Dios R 269 plomada R 536 pobreta Z II,88 poder viniere, a cuyo R 486 polilla R 42 polo, del uno al otro Z I,152 Pompeo Z I,328 Ponte, Pietro R 1032, 512; Z III,160, V,241 por Z IV,128 porfía, a Z II,460, V,251, VI,8, 25 porfiar Z II,254 porseneses Z IV,324 portero R 65 postigo Z III,396 potencia R 101 preferir Z II,317 premiar R 693 presa Z II,84 presa, hacer Z V,334 presencia Z II,68 presupuesto Z II,193 privado Z III,56 profesar Z VI,6 profundo Z I,356, III,469 prompto Z I,99, V,254 propicio, tener R 446 provenzano Z III,347 prueba, salir en R 332 puerta segura R 160 puesto Z IV,124 pujanza R 565 punta, hacer R 69, 1049 puntería, a Z V,506 punto R 420; Z Ter. 15, II,53, III,4 punto, al R 416; Z VI,73 puntos, pasar R 795 rama de tal planta R 468 Ramírez de Arellano, Juan Z VI,368 Ramírez, Pedro R 569; Z III,220, 524 raro R 327, 567 razón, ser Z I,430 recado, a buen R 125 recaudo Z II,532 recebir Z Prel. 4 reconocer R 247; Z III,30 Redagaso Z VI,200

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reforzado Z VI,264 refresco, de R 612 regalado Z II,74 regolete Z IV,130 regucijo R 312 rehén Z VI,526 Reinaldos de Montalbán Z IV,191 reino hispero Z IV,76 Reinoso Z IV,312 remozar Z IV,181 Rengo R 711; Z III,492, V,240 renombre R 94; Z IV,68, 120 reparar Z VI,392 reparo R 448; Z I,284, IV,35, 166 reposo Z II,64 reputado Z I,109, VI,3 resolverse Z II,552 respecto R 207; Z II, Tit. respeto Z II,287, V,36 resto Z VI,382 resto, echar el Z II,35, 299 retificado Z II,556 revellín R 158 reventería Z Ter. 43 revolver Z I,345 rey anciano Z II,65 Rey Chico Z IV,107 Rhò, Alfonso da R 640; Z III,349, IV,256 rico R 1005 rienda suelta, a R 1044 rienda, poner Z V,88 ristre R 696 Rodamonte R 438; Z III,312 rodela Z III,486 rodeleja R 562 Roero, Pier Luigi Z III,36 Roldán R 463; Z II,415, V,228 Romero Z V,53 Roncesvalles Z II,415 Rosellón, Blas de Z V,56, 211 ruciada Z III,176 rueda Z Son. Autor 4 Rugero Z III,490 ruido Z II,125, IV,412, VI,238 Ruiz de Cortazar, Gaspar R 384; Z II,528, III,220, IV,102 Saboya R 57 saboyano Z II,568

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Salinas, Gonzalo de R 473; Z IV,272 Salinas, Sancho de R 481; Z IV,272 salto R 396; Z V,280 Saluzzo, marquesado de R 60 salva, hacer R 372 Sánchez, Diego Z III,200, IV,352 sancto restaurado Z I,8 Sande, Álvaro de R 335 Sande, Rodrigo de R 321; Z III,40 Santiago Z III,191, IV,24 Santiago, orden de R 304 sañudo R 148 sargento R 885 sargento mayor Z III,162 sciencia Z III,95 Sebastián de Portugal Z II,101 secreto R 558 secreto, de Z II,81 Sega, Filippo R 353 seguro Z I,190, II,420 seguro, mal Z VI,152 seis doblado R 596 sello Z IV,399 Sena Z III,140 sentir Z III,177 sentirse Z II,98 señalá Z I,119 señalado R 598 señor Z I,156 ser R Prel. 5 serpiente Z VI,264 seso R 327 seta R 44; Z I,14 Si Z I,380 siervo del Señor Z II,34 significar R 1001 silla romana R 46 silla sancta Z III,67 Sillas Z I,134 siniestro Z IV,294 Sion Z Prel. 7, Ter. 21 Sirviente, Jerónimo Z V,56, V,211 Sirviente, Andrés Z V,292 sitio Z II,393 sobrestancia R 1033 sobrestante R 289 socapa Z Prel. 9 socorrerse R 456

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soguilla R 221 sol de Francia Z III,6 sol de justicia Z IV,12 soldado, muy R 379 Soto, Juan de Z IV,312 subí Z I,116 suelto Z III,289 suerte R 158, 905; Z V,45, 492 suez Z I,139 sufrimiento Z V,430 suma, en Z Prel. 10 supremo R 779 surtida R 757 surtir R 836 Susa Z I,134 sustentar Z III,87, VI,80 tamaño Z I,72 tanto punto Z VI,77 tardo R 427; Z II,348 Tarfe Z IV,59 tejar R 214 ten Z I,334 tendido R 853 teneme Z IV,466 tente R 777, 1077 tercios R 107 terneza Z II,366 terraplenado R 157 terrapleno Z V,370 testigo Z V,502, VI,38, 112 tibieza Z VI,533 tiento, dar un R 73 tierra R 378; Z V,72 tiniente Z I,218, V,158 tiro Z VI,328 Títero R 775 Titón Z Ter. 24 parte ZI Tit. tomar Z II,547 Tomiris Z III,104 tonante Z I,26 topado R 168 torcer R 320 Tornavás R 818 Torres, Sancho de R 600 tortonés Z II,162 trabajado R 611, 877 trabajo R 574, 702

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

trabajo, excusar R 352 trais Z I,341 trasumpto Z III,72, VI,296 tratar R 977 traza R 229, 477 Trebelio Z III,276 trecho Z II,508 tregua general R 90 tres doblado, al Z VI,424 trinchera R 242 triste R 223; Z IV,436 trocar Z Son. Almagro 3, VI,16 trompa Z II,90 trompeta Z II,584, III,202, VI,530 tronera R 244 tropa Z IV,199 tropa, en R 365 Troya R 40; Z I,39, III,92 troyano Z III,486 trueco, a Z Prel. 14 trujo Z II,436 Tucapel Z III,482, V,240 tuerto R 406 Turicio, Hernando de Z III,162 Turino Z II,512 Urbino Z III,428 usado Z V,69 usar Z I,240 vado, dar Z I,301 Valdivia Z V,148 valenciano Z VI,100 valeroso Z IV,127 valiente Z V,511 Vandalia Z III,149 Vandoma R 51; ZI Tit. vano Z V,406 vario Z Ter. 44 vedado Z V,32 vedar R 952

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veedor R 296 vejez Z IV,44 vela Z V,331 vena Z VI,590 vencerse Z II,272 venturero R 122 Venus Z I,4, VI,296 ver, de Z VI,129 Vera, Pedro de Z VI,416 veras, con R 246 verso mantuano Z I,174 vía R 326 vía astra Z IV,56 vida peregrina Z VI,344 vida, so pena de la Z VI,390 viejo Z V,218 Vigón Z II,372 Vilches Z IV,312 Villagrán, Francisco de Z V,163 Villalpando, señor de Z II,329 villano Z IV,344 Villavicencio, Miguel de Z Prel. 6, VI,28 Villeneuve, Scipion de R 136; Z II, Tit. Virgilio R 769 virtud R 358; Z VI,102 vista R 1005 Vivero, Rodrigo de Z IV,199 vivir Z I,168 voz Z IV,369 vuelta R 1042, 423 vulcana Z V,404 Vulcano, fragua de R 441 Zaida Z Son. Autor 14 Zaide Z IV,59 Zamora Z III,232 zapa R 930 zarcear R 691 Zavallos Zavallos, Pedro de Z III,142, 482

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