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Spanish Pages [156] Year 2008
'1 0 HI'HI"l ¡;,lla w ly n ació en Marsel la en 1 ~ ' I .'i . 111¡': IT St'l e n el comité central del 1'.11 [idu Comunista fr ancés en 1945, y ( ' 11 I!Jr,ti, en su com it é e jecu tivo. D ipuLitio )' sen ado r, se le deben , cu tre HIl OS tiru los, D' ún reaiisme sans riuaK" ,\ (196 1). De ranath éme au d ia fon'U" (1965) )' J\farx isme du X X ~ síéd t: (1966).
El pc nsamíenta de H egel (1966) es una amplia y documentada in tr od ucción a la figura d el filósofo de la dial écrica. Tras u n ca pítulo h istór ico q ue sitú a al p ensador en la encrucijada política ' y social de su ti empo, Gara udy estudia sucesivamente el método hegeliano , la Fcno me no íogia del f'spír i tll, la L ógica y. en un apartado ded icado a l h uman ismo , las ideas de H egel sobre estética, rel igión y filosofía. Obra d e uno de los mas d estacado s teó ri cos marx istas occidentales. el p resente volu men const ituye a la vez uu.r síntesis de la aportació n hegcliaua )' una muestra de la evoluc ió n de 10" po\w lado " ideológ icos de C araudy.
I I
RO GE R GA RA UD'i
E L P E N SAMIE NT O DE H EG E L
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ROGER GARAUDY
El pensamiento de Hegel
SEIX BARRAL BARCELONA
T ítulo original: La pensée de llegel
Í l\' DI C E
T raducción de: Mo xou
FRAI'íCl SCO
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Nota del traductor Cubierta : Alberto Corazón
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Abreviaturas CAI' ÍTU LO 1.
CAI' ÍTULO
u.
CAI' ÍTULO UI.
LA VIDA Y LA HEG EL
PROBLEMÁTICA DE
II
EL MÉTODO DE HEG EL
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LA DI ALÉ CTICA DEL CO NOCI MI ENT O; F El'í OMEl\" OLOGÍA DEL ESPÍRITU
61
El espíritu subjet ivo, fi3; El espíritu objetivo, 106; El espíritu absoluto, 137. CAP ÍTU l. O
rv.
Primera edic ión : julio de 1974
© 1966 : Ilditions Bordas, Pa rís c .\ P ÍTUI.O Y.
Derechos exclusivos de edición reservados I./ara todos los países de habla espa ñola y pro piedad de la trad ucción castellana : © 1974 : Editorial Seix Barral, S. A., Provenza, 219· Barcelo na
ISBN , 84322 3821 X Depósito legal : B. 17.347 .1 974 Printed in Spai n
LA IHALí; CTI CA
ma,
S E R: LA LÓGI CA
153
La teoría del Ser, 171 ; La teoría de la esencia, 189; La teoría del concepto, 203 . EL H UMA:\"ISMO DE H EGEL
229
La estét ica, 246; La rel igión, 264 ; La filosofía, 282.
B iografía
301
Bibliografía
302
in dia analiíico
309
N OTA D E L TRAD U C T O R
En la presente ed ición, las citas de los sigu ien tes libros de H egel : Feno menología del espíritu, Cien cia de la lógica, Enciclopedia de las ciencias filosóficas y Filosofía del derecho, han sido tomadas de las ed iciones castellanas tra ducidas di rectamen te de l alemán , y. a su vez, las páginas r eseñadas se refieren a di cha" ediciones. Esto debi do a un doble y evide nte m oti vo : por una par te. para aj ustarse más fielmente al texto origina l y. por otra, para que el lector castella no te nga más fácil acceso, en caso d e necesidad, al contexto referi do por las citas. Asim ismo, la refere ncia bi bliográ fica final ha sido ampliada con los dos sigu ientes apartados: «Obras completas de H egel » y «Pri ncipales obras traducid as al castellano», Además. se ha amp liado la rese ña de «Pr in cipales obras traducidas al fran cés. y la de Cl PTÍncipales obras criticas y de estudio de la obra de Hegel», esta últi ma de bido principalmente a q ue, en la edición fra ncesa, la r eseña se limitaba a las obras en esta lengua y. por otra par te. porqu e se ha pretend ido dar una mínima re fere ncia bibliográfica total para la introducción al pensamiento hegeliano. FRA."CISCO MO:';C F.
A llREV ¡ATU RAS E Ene
F FD
H Plt
E.íthétique Enciclopedia de las ciencias filosóficas Fenomenología del espíritu Filoscfia del derecho
L
Hisicire de la phi íosophic Ciencia de la lógica
PJ¡ H
Lecons sur la philosophíe de l' histo íre
Ph R
I'hi losophie de la religion
Re
R ealphiloscrphie: 1, Filosofía de la naturaleza ; JI, Filosofía del espíritu.
CAP iTU LO 1
L A VIDA Y L A PR O ll LE MÁT ICA DE H E G E L En 1789, Hegel te nía d iecin ueve años . Alca nza, pues, la mayoría de edad en un moment o en que la historia su fre una ruptura. La Revo lución Francesa enardece el animo y el pensam ien to de los jóvenes de su generación. En el seminario de Tü bingen, Hegel, al igual que sus condis cípulos, lec con avidez los periódicos franceses; con H olderlin y Schell ing, planta un ár bol de la li bertad. La Revolución Fr ancesa significa la realización de lo que para él era el modelo de la libertad humana: la ciud ad gr iega y su democracia, la llegada de la «filosofía de las lu ces) , la cua l habí a pro clamado el reinado del hombre sobre las cosas. Cuarenta años después, al final de su vida, H egel evocará con nostalgia aquella gran esperanza de su juventu d : «El p ensamiento y el concepto del derecho hicieron valer de pronto sns derechos, y el viejo edificio de la iniq uidad no pudo res ist írse les .. . Desde que el sol está en el firmame nto ... no se había visto jam ás al hombre .. . basarse en una idea par a construir, a partir de ella, la realidad ... Era éste un soberbio amanecer. Todos los pensadores han celebrado esta época. Una sublime emoción re inaba en aquellos momen tos, el entusiasmo del espíritu agitaba el mundo , como si tan sólo en aquel momento se hubiese llegado a la ver dadera. reconciliación de lo divino con el mundo» (l'h H , p. 401). El sol que se elevaba sobre Francia alumbraba con una despiadada luz la miseria alem ana: un m undo aún feudal, políticamente fragmentado, en el que has11
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El pensa miento de Hegel
ta la re ligión estaba p erverti da. con una r eligiosidad que correspondía a u na sit uación de indi viduos a islados, sin n ingún vínculo con la socied ad, y que b uscaban en el ciel o la j usti ficaci ón }' la san tificac ión d e esta soleda d mi serable e inhumana . La R evolución Francesa es la antítesis de esta sórdi da r ealidad : «El hombre- escribe H egel- debe vi· vrr en d os mundos q ue 6C contra dicen El espír itu a firma sus dere chos y su dignida d fre nt e a la a narq uía y la bru tal ida d de la naturaleza, a la q ue devu elve la miser ia y la viole ncia q ue ésta le ha hecho padecer. Pe ro esta d ivisión de la vida y de la co nciencia crea, para la cult ura mode rna y su com prensión, la exige ncia de r esolver d icha contradicci ón » (E. 1, p. 17). H e aq uí centrada la problem ñtica hegeliana. La gran r enovación que sign ifica la R evoluc i ón Francesa le ha hecho sentir con mayor intensi dad todo 10 q ue el viejo mundo ten ía de inacep tabl e y d e agob iante . H egel tiene la sensación de q ue se está creando u n mundo realmen te huma no, obr a de la razó n y. por ello, frente a esta grandiosa epo pe ya del esp íritu, la r ealidad e n la q ue vive le par ece inhumana y m ezo q u ina . N i las instituciones ni las cosas q ue le ro dean satisfacen su s aspiraciones . En esta r ealida d inhu man a, hostil, ex tra ña (má s adclame la llamar á «alienada »), en la que H egel no llega a sentirse e n su lugar, el problema más urgen te y vital consiste e n establ ecer una n ue va armonía ent re el hombre y el m undo al q uc ha sido ar rojado : el Es ta do , la natural eza, la histori a. R ed escu br ir e n las institucion es y en las cosas la huella del hombre, la obra del espíritu; de scifrar las sign ificaciones humana s de la tot alida d d e lo rea l; aprehe nder, más a llá de sus re aliza ciones apa re nte· men te m uertas, el alma q ue vivifica las cosas y las o• •
Vicia y problemática de H egel
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cond uce en su movi miento, ésta es la primera exigencia y la pro ble mática de H egel. Hegel vivió el desmoronam iento de un m undo y el nacim ien to d e otro. El método q ue ela boró para inten tar supera r las perturbaciones y las contr adiccione s de su época-la di aléctica ideali sta-no puede ser comprendido más que part iendo de la experie ncia vivien te y del dram a vivido, q ue han suscitado en él la exi gencia filosófica . El debate histórico entre el pasado y el fu turo e s su propi o debate. El drama del m undo es su propio d ra mOl. H egel sabe q ue el movim iento q ue e ngen dr a las contradicciones más desgarradoras y q ue exi ge su prop ia solu ción es una realidad q ue se impone desde fuera a la conci encia del filósofo. A esta sum isión ob jetiva, fuente de todos los torm entos subje tivos. el pensam iento filosófico no puede su bstraerse, pues de 10 con trar io caería en la abdicación y en la de cadencia. Pero si H egel ti en e d iecinueve años cuando se prod uce la toma de la Bastilla, tiene vei nticuatro en Termí do r y veintinueve el Dieciocho d e Br umar io. Est á acab ando la Fenomenología del espiritu, cuando en 1807 las tropas fran cesas vivaquean en J ena, delan te (le su casa, y cu ando la paz de T'ilsitt consagra el d esmoronam ien to de su pat ri a, Prusia. Escr ibe la Ciencia de la lógica de 1812 a 1816, es de cir, entre el p r in cipio d el levanta mi ento nacion al de su pa ís, en 1813, contra el I mper io napol cón i~ y el hundi mi en to de w a tcrl oo. El año en q ue publ ica la Filoso fía del derec ho, 182 1, es el del Congreso de la San ta Alianza, en Laybnch. Da sus cu rsos de Fiíosoiía de la historia entre 1822 y 1831, en el seno de las ma yores conmociones de la hi storia. Los emp ieza cua ndo Grecia . en 1822, pr oclama en Epida uro su indep en den cia ; y m ientras los
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El pen samiento de H egel
profesa, el tro no de España se ve sacudi do, Amér ica Latina rom pe el yugo colon ial de España, y en 1825 cs. talla en San Pctcrsb urgo la insurrección d e los d ecembr istas. Esta Fiiosojia de la his toria la escribe d uran te el intervalo que va de la mue r te de Byron en Mi ssolonghi al p eríodo en qu e Dclacroix pinta L a barricada de la ~c vo l ución de J~lio, cuando Saínt-Simon y Owen an uncia n una n ueva epoca. . La, ~olos a l obra de H egel sólo result a plenamente tn teh glble, e~trc los res plan dores de este apocalipsis. Éste es e~ lI111 CO c~ntexto en el que se hace inteligible la ~ en ~a~lva hegeliana de síntesis entre lo universal y el indivi duo, entre el «legos» d e los g ri egos y el m omen to cristiano d e la sub jetividad . . Cu and o H egel, a los vei nt e años, vio en la R evolu ción Francesa la r esp uesta a los problema s planteados por la situación alem ana, creyó d escubrir el modelo de libertad más p erfecta , el d e la armonía en tre el individuo y la sociedad y, por tanto, de la armonía interior del individuo entre su razón y sus pasiones, en la polis y la r eligión de los griegos. Pero el desarrollo mismo de la R evolución France sa y las di ficultades con las que chocó en Francia, v aú n más en Ale mania, el antagonismo, cada vez mis evigente, en tre el ideal de la (voluntad gen eral» y los in ter eses privados, sus coaliciones y sus r eb eliones, son la experiencia que cond uce a H egel a buscar las fuentes históricas de esta afir mación del individuo de la particularidad , contra el todo. El estu dio de la disgrega ció n de la ciudad ant igua . del nacimiento d el crist~~nismo y ~e su evolución , l~ conduce a una concepcien de la libertad mucho mas compleja v rica. A la participación activa del hombre en su ciueÍad terr estre se añade una n ueva exigen cia : la irreduct ible sub . jetividad del hombre. La problemá ti ca de Hegel se
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Vida y problemática de H egel
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vuel ve más compleja. El p robl ema de la libertad se pl an tea, en lo su cesivo, e n términos nuevos: ¿cómo reencontrar la inmanencia v iviente de la totalidad social en el hom bre integran do el momento de la separación, el momen to de la sub jetividad? La libertad se de fine siem pre por la part icipación en el todo, pero a tr avés de la consciencia de sí. Con el cri stianismo, la con sciencia conoció una dobl e convulsión : la oposición de dos mundos, el d e aquí y el del más all á, y la mi sma oposición transpuesta a l in ter ior del hombre. El universo cristiano es el de la conscien cia desventurada. H egel no ve en ello un accidente de la historia, sino una ley nece saria del desarrollo: en lo sucesivo, pa r a alcanzar la felicidad hay que pasar por la desdicha. Éste es un tema central en la ob ra de HolderJin y de Ooc th c. Ésta es también la idea maestra d e la filosofía de la historia de Hegel. La historia es la llegad a de la libertad. Pero el progreso no es lineal. En la «Introducció n » a sus Lecciones sobre la filosofía de la his toria, en las cuales su sistema idealista llega a su pl eno desarrollo, Hegel dará la más clara fórmula del carácter con tr adictorio, dia léctico, de este progres o; carácter con tra dic torio que había ya descubierto en Rousseau y en su concepto de la civi lización. Compar ando la evolución natural con el progreso de la hi stori a y del espír itu, H egel escr ibirá : «El ind ividuo org ánico se produce a sí mi smo, se convi er te en lo que ya es en sí ... Esta evolución se produce de manera inmedi ata, sin oposiciones ni obst áculos. Nada puede inm iscuirse entre el concepto y su r eal ización, entre la na turaleza del origen d eterminado en sí y la ex istencia q ue le corresponde . En el espír itu esto es diferente. El paso de su determinación a su r ealización se produce gracia s a la conscie ncia y a la voluntad,
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El pensamiento de H egel
las cuale.s está ? en principio. sume rg idas en su vida na.tmal inmediata; como objeto y como fin , tienen pr rmero la determinación na tural como tal, la cua l ?ado.que es el espíritu el que la anima , es en sI m isma infinita e~ cuanto. ~ su pretensió n, su poder y su r iq ueza. ASI, el esp íritu le opone a si mismo en sí' es para si mismo el verdadero obstácu lo q ue de be vencer; evolución, serena producción en la natu raleza, consn ruye para el esp ír itu una lucha du ra in fini ta con tra s~ m ismo. Lo que el espíritu quiere e; alcall7a; su prop IO .con c~~ to ; pero él mismo se lo esconde y en esta aliena ci ón de si mismo se siente arrogan te y. ll eno de alegri a. De esta forma , la evolución no es sl,mple ecl~sión, . sin trabajo y sin lucha, como la de la \:lda org ánica, su~ o es el trabajo duro y enérgico rcaHzado sobr." .sí ~1.s m O)) (Ph H , p. 58). ~sta anucrpacíon del desarrollo d el pe nsami ento h e. ge!lano, al mostrar el. fina l de s.u trayect or ia, nos pero mue comprend er mejor el sent ido de los pasos in iciales: H egel se ,:sfuerza por superar el pesimi smo de Rousseau. substituyendo la idea demasiado simple de ~rogreso, tal romo habla sido ela borada por la «filosoh a de las 1~~esJ) (por Condorcet, por ejemplo), por una concepcron de progreso que integre el mom ento de la separación, de la destrucción de la u n idad de la consciencia de sí, que es una consciencia des venturada. He~el . in.ten tó realiza r la síntes is del helenismo y d el crlStlanlS~o. D~l .helen ismo, e n el que el hombre, ~n I~ uni dad vivie n te de la polis, no ha toma do conscrencra de su desdic ha. y del cri stianismo, en el qu e el hombre, llegad o a la más aguda consciencia de sí, al desgarrami en to y a la desesper anza, no ha toma do conscien cia de su dicha. El destino es la forma de existen cia de la tota lida d
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Vida y problemática de H egel
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en el individuo , d e la parti culari dad en lo absoluto. La inmanencia de lo infinito en lo finito es uno de los temas fundamentales del sistema hegel iano, y que en su form a pr imitiva tiene una r esonancia mística . H egel lo expresa, en el S)'stem fragment de 1880, de una forma que ya preanuncia su filosofía totalmente elaborada : «El concepto de ind ividualidad implica oposición y unión con la diversidad in finita. Un hom bre sólo es vida individual en tanto que es otro respecto a todos los elementos y en tanto que lo in finito de la vida in dividual está fu era de él. Sólo es vida ind ividu al en tanto que es uno con todos los elementos, con todo lo infinito de la vida fuera de él. Sólo es en tant o q U t el todo d e la vida está di vid ido. Él es un a par te, el r esto la otra. Solamente es en tan to que no es ningun a par te y en tanto qu e no hay nada separado de él» (Nohl, 346). Así, cada reali dad par ticular , cada ex per iencia ind ividual es revelación de lo absoluto de la vida irrad iada en la multiplicidad de sus expresiones concre tas. C uando en el hombre la tota lidad toma consciencia de sí m isma, se esboza un movimie nt o in verso de re tomo a la un idad. El desar rollo del todo en la di versidad y en lo particular es el movimi ento de la vid a. El movimiento de re tomo mediante el cual el indi vid uo r ecoge en sí el todo es el Espíritu: «En opo· sici én a la multiplicidad abstracta de lo que ha m uerto, se p uede llamar a la vida in finita Espíritu, puesto qu e el Espír it u es la uni dad viviente de lo d istinto" (Nohl. 347). H egel, en lo sucesivo, se dedicará a estud iar en las cosas la man ifestación d e lo absoluto, y, para él, la tarea de la filosofía será descubrir su verdad , es decir, su r elación con el todo. Lo finito no tiene sent ido n i realidad si no es a
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El pen samient o de Hegel
tra vés de lo infin ito, del cua l es la expresión limitada, es decir, pro vision al. Pu es por el hecho de su li mitación, lo finito no está unido al todo m év que por el movim iento m ismo de su propia superación, de su prop ia m uer te, que es a su vez la superación d el in dividuo por el todo. Lo infinito sólo se realiza y se despliega a través de la sup eración , la su bsti tu ción de un ser fini to por otro. El movimient o medi ante el cual lo finito lleva en si, d ada su natu raleza, el princip io de su propia destrucción es el movimiento mismo de la vida como totalidad. H acia 1800, la perspecti va h istóri ca se vuelve, para H egel, obscura. Despu és del T error, el gran sueño helénico se ha d esvanecido como un espejismo : ya no le par ece posible que la totalidad social se halle d irectamen te presente y actuante en cada in di viduo como lo estuvo para el ciu dadano libr e de la Polis. O la totalidad liq uida la pa rt icular idad, como fu e el caso, según el parecer de H egel, de la ép oca del Terror, o la red de intereses pri vados se interp on e en tre el individuo y el Estado, concediendo a la «socieda d civil», a tra vés de la urdimbre d e los apetitos y las codicias económicas enfrentadas, la dom inación r eal sobre los individuos y el Estado, como at estiguan las corr upciones de los hombr es de negocios del Director io. El Consulado y el r égi men napoleónico constituyen. para H egel, la solución de este problema : el Estado tomando p or su cuenta los grandes in tereses econ ómicos e impon iendo un orden al caos de las competencias. De esta form a, el T err or y su fracaso fu eron la experienci a histórica y metafísica de la derrota de la
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Vida y prob lemdtica de H egel
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«virt ud» a bstracta. Esta experi enci a condujo a H egel a un cambio ra di cal en su actitud r especto a la realidad burguesa. La R evolu ción Fra ncesa y el cam bi o qu e en ella se produjo ejerciero n su influencia tan to en el plano ideol ógico como en el polí tico. En el plano ideológico se tr ata d el juicio de 1Ie~el ~obr e la evolución d e las luchas internas de Francia. En el plan o políti co se trata de las consecu encias prácticas q ue en Alemania tuvieron las guerras de la República fran cesa contra la intervención fcu dal y ab solutista dc los príncipes europeos. Estas dos ser ies ~e ~n.fluenci as tendieron a apartar a Hegel de sus prmuu vas concepciones. . Anali zando el primer aspecto, el de la evolución de la situación en Fra ncia , ten emos qu e la r eacción termidor iana )' el Director io fue ron la r evancha de la «socieda d civil», del hervidero de egoísmos en los qu e el «liberalismo» , anarquía de las volu ntades par· riculares er igidas a la altura de un principio, sólo expr esa la p erdida d el sent ido del Estado. Entonces, dice Hegel, se manifestó «la nec esidad absolu ta de un pod er gubernamental. Napoleón lo in stituyó bajo la for ma de un pod er m ili tar y se colocó, a continuación, a la cabeza de este n ue vo Estado como volu n tad Individual» Wh H , p. 40·1). Contra el T error, triunfo abstra cto del Estado, y contra el li beral ismo, tri un fo abstracto de los indi viduos , H egel ve en la organización napoleón ica del Estado el modelo de 10 un iversal concreto. es decir, un a mon arqu ía que integra la pa r ticu lar idad de los inter eses in dividuales con una un iversali dad concreta del Estado. La «socied ad civil», es decir, la red de intereses privados en el régi men capitalista, está así integra da en el Estado como u no de sus momentos nec esarios. Los
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El pensam iento de H egel
intereses privados, egoístas. de sgarran la sociedad, per o H egel, en lo sucesivo, ren unciará a afrontar de form a revolucionaria este desga rram ien to. El sc~u n do aspecto de la influe ncia ejerci da en el pen samiento de H egel por el desarrollo de la R evolu C ~ÓIl Francesa esut un ido a un pro ble ma político inme(hato plante ado al pu eblo alemán por la transforma ción del cará cter de las guerras de la R evol ución Francesa. Defensivas en un pri nci pio, se con vierten luego en agresivas. Pr imero r evolu cionarias y ten dentes a liq uidar las superviven cias feu dales de los paises vecinos, bases de agresión con tra la joven R epública fran cesa, van con virtiénd ose en guerr as de conq uista v de rapiña. ' En Alemania, las consec uencias de las victorias de los ejérci tos fra nceses son contradictor ias : los espíri tu.. más progresistas de Alemani a espera n un cambio en la " ida pol ítica y social. H egel, al igual q ue Goeth e, Sch ill~r y Fichte, comparte esta espera nza . Pe ro la conquista fra ncesa agrava la di visión nacional en Aleman ia, pu es otorga a las fue rzas feudales absolutistas, en Austria y Pru sia, una impor tancia cada vez mayor . La creac ión de un Estado u ni tar io se convier te en una perspectiva con grand es posibil idades r eaccionarias. En Fra ncia, la causa de la nación y de la libertad son u na misma cosa. En Alema nia, la victor ia d e la libertad sign ifica ba la destru cción de la nación , la victoria de la unidad. nacional conducía a la d estrucción de la libertad. La decepción de H egel es sumament e violen ta d esp ués del Congreso de Rasrad t (diciembre de 1797. abr il de 1799), el cual acaba con la p rimera gu erra de coalición cont ra Francia. El Congreso de Rasradt le pareció un mezqu in o mercadeo por el cual el territorio alemán resultó amputado. H egel escr ibió, en aqu e-
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Vida y problemática de Hegel
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1I0s mome ntos, con amargura : «Los d irigen tes de la gran nac ión han ab an donado los más sagrados dereches de la h uman idad al desprecio y a la.s burl as de n uestros enem igos. No conozco venganza comparable a la magni tud dc su cr imen ». He gel va p erdiendo confianza en el ideal revolu cionari o. ¿Cómo resolver el conf licto entr e sus aspira cion es y el mu ndo rea l de su época? ¿Cómo puede el hombre, en cuanto in di vid uo, realizar su exigen cia humana d e desar rollo de la persona lid ad en u na sociedad cuya ley fundamental de expa nsión exige y exalta. por una parte. esta ex igencia y. por otra, aplasta y degra da con toda su fuerza a la persona hu mana? Esta gra n contradicción domina. en lo sucesivo, la evolución del pensamiento hegeliano. H egel tiene u na conscien cia demasiad o lúcida y profun da de la r ealidad h istór ica y del movi mien to r eal q ue la anima para predi car la evasión y la rebel ión abstractas del romanticismo, y menos a ún para exalt ar el pasado o para exigir un «debe r» sin r elación con el ser. Desdeñando toda il usión, se vuelve hacia el saber y la historia para de scubr ir en ellos el secreto d e la libertad y del desarro llo del hombr e. El saber qu e le perm iti d parti cipa r en la compr ensión de la significación total de l m un do. y la h istor ia qu e le asegurará el desarrollo y las conclusiones necesar ias. Evocando la situación d e su país y la'> r ebelion es de su juvent ud, H egel escribi ó : «Las sigu ientes páginas son la voz de un alma q ue. con con trar iedad. se despide de aquella esperanza d e ver surgi r el Estado alemá n de su Insigni f icancia )' q ue, antes de abandonar por completo esas esper anzas, que rr ía un a vez más recor dar in tensament e sus deseos cada vez más débiles y gozar a ún, por última vez, en la débil fe de su r ea l izaci ón» ( Ver íassung des deutsc hen R eiche.f).
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El pensamiento de H egel
H egel decide así, «sigu iendo la corr ien te» (ca rta del 9 de feb rero de 1797. Bríe íwechsel, l . p. 49), reconciliarse con el mundo r eal. Su a fir mación de la sobera nía del hom bre le hab ía cond ucido, hasta en tonces, a d isti ngu ir en la histo ria tres et apas fundamentales :
(a) la de la ciudad an tigua , de esas r epúbl icas li bres en las que el ciudad ano se rea liza totalm en te ; (b) la del cristiani smo, período d e ser vid umbre en el q ue el individuo, re plegá ndose sobre sí mi smo, concibc la naturaleza y la sociedad como poder es ex traños (alie nados): (e) la de la R evolución Fra ncesa, que permi te una r econquista de la libertad concreta de l ciudadano an o tiguo al asegurar la pa rt icularidad de cada individuo. Ahora H egel, tras la experie ncia de Tcr midor , el Directorio, las guerras de conq u ista del Consulado. el estableci miento de l statu qu o socia l en Alem ania, su fre do lorosamente las contrad icciones de su época. Puesto que ya no se tr ata de una transformación revolucionaria de este mun do, hay q ue re plantearlo desde dentro y, sin cambiar el orden o los desórde nes, encontrar en él las significacion es vivas q ue p er mitirá n al hombre indi vid ual supe rar en el pensamiento la prosa mortifican te de esta re alida d, y vivir sin embargo en ella una vida humana. El problema políti co y social se convier te en problema filosófico y moral. E~ H egel se manifie sta toda la grandeza y todas las de bilidades de su época , que es la d e la Revol ución Francesa, pero vista a través del prisma de la r ealidad alem ana de esta m isma época, en la q u e la b urg uesía alemana era incapaz de r ealizar este sueño. De aquí se desprende la contrad icción principal de la obra de H egel: una exaltación teór ica de la R evo-
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Vida y problemática ele H egel
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lu ción f rancesa. q ue en la prá ctica se transforma en una justi ficación de la monarquía prusian a. Las contrad icciones histór icas se encuentran tr anspuestas a u n plano moral, r elig ioso y final mente filosófico; la tarea de la filosofía de H egel es, pues, la de ele var hasta el concepto el sentim iento de desgarro, esta expe riencia vivida de la conrradiccíónv el dolor. Éste es un tema d efinitivo en el pen scrmento hegeliano : en la D íterencia en tre los sistemas filosóficos de Ficht e y Schelli ng (p. 139), Hegel proclama ya que «la supresión de la escisión está planteada como la tarea for mal d e la filosofía»: en sus Lecciones sobre la filosofía de la religi ó,¡ plant ea el problema en . l.as mi smos términos: se tra ta de alcanzar la «reconcil iaci ón» , y esto sólo es posible «sl la escisión está r eeuelta» (1" pa r te, p . 27). H egel toma de la teologí a cristian~ ~us temas [unda me ntales ; Encarnación, Ca lda . Tnmdad. El Dios-hombre del cristian ismo es, para él, el prototipo concreto de toda r ealidad viviente, es de~ir, de toda realidad que rechaza encerrarse. en si m isma q u e consiente en morir para d.evem r 10 otro de 51, p ara realizar de esta [ar ma m~d l a nte ~u m ~ erte y su r esur r ección el paso de 10 fini to a lo infi n ito . El espíri tu fin ito es el espíritu infinito r econciliado: el hom bre tomando consciencia de su divinida d y lo divino tomando en el hombre consciencia de sí mi smo, éste es el con te nido que Hegel tra ta de conce p tualizar. Co nsidera q ue la ta rea de la filosofía cons iste en rest aurar la unidad y la totalidad origi nales del universo, desgarrado por el pecado y la caíd a. La totalidad concr et a, vivien te, no p ued e alcanzarse más que a tr avés d el desgarramiento, la separación, el dolor. Aceptar el desgarramien to, la separación , el dolar, comprendiendo su n ecesidad e integrándolos en
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El pensam iento de H egel
la feli cidad como uno de sus momen tos, ésta es la problemática d e H egel. El cristianismo dará a esta acti tud su j ust ificación. La posib ilidad de una en tera placidez desp ués d e un desga rro tota l es, para H egel, lo esencial d e la r eligión y lo esen cial tambi én de la filosofía, de la vida d el espír it u. La d ialéct ica de la vida nos arroja. media nte el movimiento de cada ser finito , en el in finito que lo supera . Este movimi ento, media nte el cua l se descubre la presen cia viva del tod o en cad a part e y más alhl d e el la, es el espírit u. 1.0 dado, lo pasivo, el ser lim itado, se conv ier te en un momen to de l todo, deviene, Este mundo Ia usti ano, como l o conceb ía Co cthe, es esfuerzo ~ nces a n tc e in cesante cr eación. D ios csnl p resente y VI VO en la mu erte de cada ser finito Mediante esta mis ma mue rte se re vela en un m undo en el cu al el d esgarramiento es la ley, pu esto q ue lo absoluto no puede man ifestarse como tal y no p uede ser en trevisto más que a través de la muerte y la superación, a través del deveni r de cada cosa. El movimi ento y el «termento» de las cosas son la imagen visible de lo invisible y consta nt e génesis de Dios. La tar ea de la filosoffa es en tonces parecida a la de la religión : supcrar el d esgarramiento y la separación . Lo q~e la r el igión ex presa bajo las especies de la r evela ció n y de la tra scendenci a, la filosofía lo traduce a pensam iento especula tivo de una for ma inm an en te: todo está en Dios, Dios está en todo. En este insta nte podemo s repla nt earnos en su un ida d los gra ndes mom entos de la toma d e con sciencia, por part e de H egel, del probl ema fundam en tal d e su tiemp o,
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Vida y problemá tica de H egel
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La R evolución Fra ncesa vuelve a con sidera r, por vez primera desde los siglos de la cr istia ndad, el lugar de l hom bre como individ uo en la natura leza y en la sociedad. La negación, en el pensamiento p rerrevolucionario del siglo XVIII francés, del orden tr ad icional en todos sus espectos-c-pol tt icos, re ligiosos, económ icos, sociales, estéticos, morales-e-ha da do al hombre la sensación . de una vertiginosa libertad. La Revolu ción Fran cesa es p..ara H egel la expen m en taci ón práctica de esta libertad. Espera de ella una respuesta a la pr egunta que se planteaba d esde su estancia e n el seminari o de T übi nge n, a la pregunta que no han cesado de plan tearse los h o,?~ res d~s~c la conmoción del mundo feu dal y de la visi ón r eli giosa del mundo q ue le correspondía : la libertad apare ce en lo sucesivo al hombr e baj o un doble aspecto : com o el poder individual que pued e rechazad o tO (~O y com o la r esponsabilida d social q ue de be constr uir el futuro de todos. El prob lema de H egel estri ba en reconci liar estos dos momentos de la libertad : la libertad que sólo p uede real iza rse totalmente en la sociedad (H egel d irá : en el Esta do), cuyo pri mer mode lo se lo hab ía proporcionado la C iudad ant igua, y la liber tad basa da en la singularidad personal, de la cual el cr istian ismo for muló una total exigencia . El n uevo orden surgido de la R evol ución Fr ancesa, el orde n de la burguesía y del cap ital ven cedor del siste ma feu dal, m an ifestó, desde S1I victoria, las contra dicciones fundam entales q ue const itu irí an en 10 suces i\ '0 el motor de su de sarrollo; las q ue lo conducirfan a su apogeo ), a su d ecad encia. El problema de H egel nace en la experiencia vivida de estas contrad iccione s, de la necesida d de superarlas :
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El pensam ien to de H egel
¿cómo encontrar una «r econciliaci ón» inmanent e de estas contrad icciones? Con un gra n sent ido de la realidad y de la h istoria. H egel no q uiere n i modera r estas contrad icciones. ni someter a examen el régi men que las engen dra . y q ue era en aquel entonces el único posible. No espera del ext erior ni ngu na «salvació n», pues no conoce má s realidad que la que nace d e los esfuerzos de la humanidad realizados a lo largo de su historia. Para qu e el hom br e conqu iste a la vez la mayor libert ad y la felici dad, para qu e se encuentre totalmen te en su casa en el mundo qu e acaba de nacer, es preciso sup erar todas las contradiccion es, pero no medi ant e el comb ate, puesto que el principio del n uevo orden no ha sido puesto en duda, sino por una racional ización total de lo real, por la toma de consciencia d e la necesidad de la contradicción}' de su racionalida d. Sólo en tonces el homb re superará la experiencia v ~vi d a del d esgar ramient o. de la an gustia . de la pérdida ~ e lo que él creía q ue era su centro y su esencia. su DlOS. y sólo entonces alcanzará la sabi duría, el sab er a bsolu to de la natu raleza y de la h istor ia, el cual se id ent ifica con el mismo acto d e su cr eación y lo coloca en el lugar d e Di os.
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~I I':TOD O
D E H EG EL
Cua nd o H egel presenta su método como la conclusión d e la empresa d e sus predecesores, no deja nu nca de rec ordar la fu en te primera d e esta «inter ior idad absolu ta», d e esta «autonomía del esp íritu» con respecto al mundo natu ral y social, }' que constituye el pu nto ele par tirla d e su pensamien to : la Reforma lut erana. Esta conqu ista d e la verdadera subjeti vidad, de la inter ior idad del espír itu, está en el origen de la li ber ación del homb re r especto a toda esclavitu d y a toda «alienación». De esta manera se colocaba el Iundamento de u n mon ismo d el espíritu que H egel busca a ti entas durante toda su juventud y que orga ni za en sistema tan pronto como consigue la total elaboración d e su método. Descar tes es, para él, el «hé roe» de la filosof ía mod erna que convier te el p ensamien to puro en el pri ncipio de todas las cosas y en el que está contenida toda re ali dad obj etiva. P ero este pensam iento es aú n abst racto y no pu ede adquirir, sin recurrir a la experie ncia, un conteni do concreto. Spinoza ha ca ptado el pensamiento y el ser en su unidad. Su obra constituye «u n pun to cr ucia l en la filosofía moder na». Pero concibe la substancia de un a for ma muy pobre, ignora la negación de la negación , y, en consecu encia, la subjetividad y la personalida d. Su m étodo, tomado de las mat emáticas, per manece exterior al Ser concre to y no pu ede expresar lo real en su totali dad vivien te. La mónada pen sant e de Leibni z devue lve sus der echos a la ind ividualidad y al dinamismo de la sub s27
El pensamient o de H egel la nda. P ero no llega a u nir el mome nt o dc la mu ltipl icidad }' de la pasividad de las mónadas, unas en relación con las otras, Con el momento de su interiori dad }' de su act ividad. Entonces se ve obligado a recu rrir a Dios para superar esta contradicción y esta blecer la armon ía ; «D ios se convier te en una especie de arroyo por el que desap arecen todas las contrad lccío ne s» (H PIl , J1f, 2, e, 1). El verdad ero pr incipio espec ula tivo sólo sería descu bic:(o.P?T Kant y form ulado totalment e por Ficht e. El pn nclplO de la sobe ra nía del pensamiento hu mano en la nat uraleza y cn la sociedad fu e planteado en la práctica po r la R evolución Fr ancesa y en la teo rí a por Kant. Contra la an tig ua m etafísica y contra el empi rismo q ue tienen la com ún característica de su d ogo rnati smo, de par tir de «datos» (de la razón o de los sent idos), Kant tu vo el méri to esencia l d e desperta r Ia conscie ncia de la in teri ori dad absolu ta v d e re cha zar absolutamente «el dejar actu ar y prevalecer en ella un ele me nto cual q u iera que tenga un cará cter de ex tcrioridadlJ (Ene, § 60). De esta forma, el espíri tu ha tomado consciencia de sí mismo, y es por ello por lo q ue H egel cons idera la filosofía de Kant como (da base )' el pum a d e part ida d e la filosof ía moderna ale. mana ) (L , 1, p. 80). Pero por el mismo hecho de ha. ber planteado este pr in cip io fundam en tal de la soberan ía absoluta del pen sami ent o. hace más escan da losa la incongruenci a ~e no ver en las categorías más q ue una «forma extenor» q ue no nos per mitirí a pe netrar en el corazón de las cosas. Fich te no logró li berarse de este subje tivismo pri mar io que n iega al hom bre el conocimiento dc la natu ra leza y d e Dios, Co nti nuando la obr a de Kan t, q ue s~n taba las bases dc un mé todo d e constru cción a prion , y partiendo de la idea kantiana de q ue el pcn sa-
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M étodo de H egd
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m ien te es activo, prod uct ivo, y {Iue no puede comprender más q uc lo q ue ha hecho, F i ch~ e tuvo el mér ito, reconocid o por H egel, de ser el pn mero en conceb ir el verdade ro método filosófico : el de la consrrucción especulativa, q ue par te del espí r itu y progr ese d e negación en negación al oponerse su contrarro y sup era rlo. Este m étodo fu e extend ido por Schellin g a toda la natura leza, al a plicar un esq uema ex ter ior a las cosas, e n virt ud de analogía s ar bitr arias. Hegel dijo enca re cidamen te {Ille Schell ing ha «sustituido el concep to por el antí-método del presen tim ient o y el ent usiasmo" (F, p. 33). . , H egel piensa que no se p uede partir de la maten a para obtener de ella la consci en cia, n i de la pura consciencia de sí pa ra obtener la mat er ia. M..is .allá d el materialismo mecan icista y d el ideal ismo sub jetivo, H egel busca en las p er specti vas del id ealismo ob jetivo un método que ca pte la totalidad de 10 real. La ide ntida d del sujeto y del obje to debe ser establecida de tal forma q ue cada uno pueda llega r a ell a : hay q ue demostrar q ue está cn la n aturaleza de lo subjetivo cl tra nsfor marse en obje tivo y q ue lo ob jetivo de be transf ormarse en subje tivo. Lo absoluto debe ser entend ido concreta me nte : l . Como sujeto, es deci r, como poder espontáneo de d iferenc iación y de r ealización . 2. Como resultado, es dec ir , como un ser vivi ente q ue sólo se realiza al final por el conj u nto de su desaITa lia. No puede, pues, man ifestarse «Inm ed ia ta mente» en una int uició n in telectual q ue exija una inspi ración privilegiada o excepcional. La identidad del sujeto y del objeto no está en el inicio, sino en el fin. Exige una demostr ación rigurosa : la Feno me no íogia del es-
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El r emamiento de H egel
p írit u nos inici ará a las etapas que la conscienci a debe atravesar pa ra alcanzar el saber absoluto.
Esta. supera~ión de la trad ición filosófica fu e posible
~Cl as al ni vel de desarrollo alcanzado por las cien-
eras en la época de H egel. Esta es precisamente la segu nd a fu en te de su método . Los materialistas fra nceses del siglo XVIII basaba n sus a nálisis filosóficos en un a ciencia p uramente mecani elata, debi do a que solamente la mecánica habla llegado a un al to grado de desarrollo. Los fen ómenos de la vida, tan to en el animal como en el hombre, era n explicados a par tir de modelos m ecán icos. N i la mi sma filo.s~fía ~uperó apc~as este nivel de explicación : las anticipaciones d e Diderot r especto a la evolución de las especies, la concepción de la natural eza como ~otal.i~ad orgán ica en Rob inet no son aú n más q ue in tUiCIOnes conf usas sobre una re ali dad todavía no ex. p lorada. Sin embargo, H egel dispone )'a de nuevos elementos: Kant y Laplace han form ulado sus h ipó tesis sobre la for mación del sistema solar , Lama rck-c-d espu és de B uffon y Geoffroy S.lin t-H ilaire_ ha elabora do la idea centra l del transform ismo, Lavoisier ha extirpado de la, 9.uí mica las teorí as de la flogística, Goe th e --cuya VISIón del mun do ejerció una pro funda iníluend a en e l pensam ient o d e H egel- ha dado form a l lr.ira a la idea de la unidad orgá nica d e la naturaleza, ha bu scado con el método del «fenó meno or igi nari o» las formas fundamen tales capaces de producir. por meta morfosis: todas las d emás formas, dando así cuerpo a la noci ón de un pensamiento org án ico, de un concepto que no serí a un a abstracción , sino un germen vivo en el corazón mismo del con cep to,
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M étodo de H egel
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Las mismas ma temáticas y la física han tom ado otr o ru mbo: las matemáticas deben levan tarse al ni vel de las nuevas exige ncias de la física. que revela cómo la na tura leza es mucho má s compleja d e lo que podía creerse m ed io siglo atrás. El estud io d e las perturbaciones en la mecánica celeste. de la pro pagación de los movimi ent os (cuerdas vibratorias, tubos sonoros, propagación del Calor) condujo al empleo d e nue" OS instrument os matemáticos (ecuaciones de derivadas parciales. fun ciones discontinuas, etc.) en los q ue las opera ciones tradicionales del cálculo infin itesimal no podí an ap licarse mecán icamen te. En su L ógica, H egel se re fiere explí ci tamente, en var ias ocasion es, a los tra bajos de mat emáticos contem poráneos, princip almente a las Reflexiones sobre la m cta íísica del cálcul o infin itesimal de Lazare Carnot, aparecidas en 1797, y a la Te ovia de las funciones analíticas de Lagrange, apare cida tamb ién en 1797. En cuanto a las ciencias humanas, la R evolución Francesa r enovó profundament e la concepción mi sma de la histor ia y d io sentido al deven ir de las socieda des, a sus con tra d icciones y a sus crisis. Se mani fiesta cla ramente q ue la ra cionalidad de la na tura leza, y menos aún la de la hi stori a, no puede reducirse a un modelo único e in mutable. La n atura leza cam b ia. El m undo ti ene una histori a. Van creándose coru in uamente n uevas form as. La creación es un mito, No hay civili za ci ón et erna o ideología definitiva. La teor ía del desarrollo, la di aléctica concreta d e la nat uraleza , d e la h istoria y d el pensamien to, no pued e ser tod avía elabora da en su tot alid ad ; el desarrollo de la ter mod iná mica y el fun da mento científico de la teor la de la evolució n le apor tarán elementos dec iSIVOS. P ero H egel puede superar ya las concepciones me -
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El pemamielllo de Hegel
can icistns y met afísicas de Sll S predecesores )' formular. a unq ue bajo unas formas especulati vas, algunas de las grandes leyes del deven ir. Dos ele mentos nuevos. dos características gen era les, que con diciona n el desa rrollo de toda s las cie ncias de la época, han con tr ibuido poderosamente a la elab oración del pensa mient o d ia léctico, Éstas son la idea de q ue la natura leza no puede ser concebida sin movimien to. la de q ue el movim iento es inseparable de la mat er ia, y la idea de totalidad orgá nica y d e vida . La idea centra l de G oethe de que el universo es UIl organ ismo, es un a de las p r incipales conq u istas del estu dio científico del deven ir concreto, El concepto de totalida d domi na en lo sucesivo en las ciencias natu rales y socia les. Si Lessing proclam a q ue nada en el mu ndo está aislado. H er der por su pan e aborda la historia con un espír itu similar. Cuando H egel, en su juven tu d, resum ía su progra · ma con esta fórmula: {( pensar la vidu», de fin ía a la vez la intuición cen tral de su obra . La idea del devenir concreto y del de sarrollo. la de la totalidad orgán ica. la d e la contrad icción, la del cambio cuali ta tivo. son ex presiones del fenó men o de la vida. H egel se inspira rá en estos temas para conceb ir la natu raleza, la h istori a y el pensam iento como u n orga nismo q ue r ealiza progresivamen te sus diversos aspectos, sus diversos momentos. Con ceb ir la vida de la sociedad como la de u n a l" ga nismo tiene. por otra parte, una determ inada sig uificación históri ca y política. Aquí d escu brimos la te rceTa fuen te del método hegeli an o: las condiciones histór icas y pollticas de su épo ca ha n determi nado en gran medida. d ebido a la na tu ra leza de los problemas planteados. la naturaleza del método adecuado para r esolverlo s.
JI . M étodo de H egel H egel r ealizó esta tar ea con una clara consci encia de sus objeti vos y de su método. . . En p ri mer lugar re chaza la utopla , Combate la Idea de que tila prueba de u n pen sami en to libr e ra diq ue en el no-conformismo». Conde na los desordenados en tusiasmos que ti enden Ha disolver e n la ex altación del ánimo .. . esta r ica articu lación íntima d el Estado, su arq u itectura ra cional, que. por !a d ist inció n m.uy clara de las esfer as de la vida p ública y de su legt rimida d r espectiva, por el r igor d e la medida q ue mano tiene cada pilar . cada arco , cada contrafu erte, ~ace nacer la fu erza del todo de la armonía de sus rmembro s». Estigmatiza «la liber tad d el vado . .. tanto político como religioso, el fan at ismo de la destrucción de todo orden social ex istente» (FD, prefacio. p . 2 5). Con tra lo ar bitrario d e las prefer en cias subj etiva). H egel estima q ue la filosofía. p uesto q ue es «el Iun damen to de lo racional, es la in teligencia del presente y de 10 r eal y no es la con str ucción de un más allá que sabe Dios dó nde se encontra r ía ... Se tra ta de reconocer en la apar iencia de lo temporal y de lo pasajero la substa ncia q u e está inman ente y lo eterno q ue está presente ... descubrir la pulsación in terior y sent irl a la tir ha sta ba jo su ap ari en cia ex teri or .. . Así, ~ue stro tra tado, al ofrecer la ci encia del Estado. no q UIere ser más q ue un intento de concebir el Estado como algo racional en sí . o. Concebir lo q ue es es la tarea de la filosofía, pues lo q ue es es la r azón R econocer la r azón como la rosa en la cr uz del sufr imiento presente y r egocijarse con ella es la visión ra ciona l y m:diador.a que reco ncilia con la r ealidad» (FD , prefacio, páginas SS·35). H enos aqu í ante el ob jetive persegu ido, ante la naturaleza d el pr oblema que hay que r esolver y, por ta n to, ant e 10 q ue determin ará el método que correso • •
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El pensamiento de Hegel
ponda. Se trata de una j usti ficación del orden establecido. de una d ialéct ica de j ustificaci ón, y no, como en el caso de Marx , de una d ial éct ica de superación . Para uno el pr esent e es un r esultado, un punto de llegada. Para el otro el presem e es un pun to de partida . Hegel se asignó como ta rea en contrar un método capaz de j ustificar lo real en su totalidad (y. por tanto, en sus contradicciones mismas) y en su conclusión . La dialéctica especulat iva de H egel ti en e como final idad «pensar la vida », es decir, probar q ue el mundo es enteramente la obra del espíritu, hasta en lo que aparen temente contra dice las ex igencia s mi smas del espíritu. Cu ando la burgu esía triunfante ha instaurado. con Napoleón , su orden sólidamen te no puede ya darle justificaciones basada s ún icam en te en la h istoria, pues tales ju stificaciones serían peligro sas: establecerí an al mismo ti empo la neces ida d del orden actual y la necesidad de su superación . Hegel es perfecta mente consciente de este peligro y por ello. aunque reconoce los méritos de este método. r echaza final me n te su prin cipio. Mon tesq ui eu concib ió la idea de la neces ida d h istórica no con siderando las leyes abstractamente. sino como el em entos de una totalidad. Pero se contentó con esta blecer una necesidad histórica y no una neo cesidad r acional. Ahora bi en , como subraya Hegel, «llega a esta legiti maci ón por la histori a cuando co nfunde la gén esis temporal con la génes is conceptual de hacer inconscien tem ent e lo contrario de lo que ella pre te nd e. Cu ando una institu ción nace, en unas cir cunstancias det erm inadas. totalment e necesaria y adaptada , y llen ando así el luga r q ue el pu nto de vista hi stórico exi ge, entonces, si se generaliza este tipo de justi íicación, se produce lo contrario, pues, puesto que
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las circunstancias no son ya las mi smas, la insti tu ción ha perdido su sentido y su derecho» (FD , p. 41). H egel es pl enament e conscien te de qu e las [ustifirac iones de los mé todos válidos en el período prerrevoluc iona t io para suprimir las institu cion es feu dales se vue lven pel igrosas en el período de instalación )' estahilización del nuevo r égim en. Solam ente u n método espe culativo, ide alista, dará las j ustificacion es necesari as. En las últimas pag inas de su Lógica. He gel dice (I" t el méto do d ialécti co es (da asp iradón ma'y0r J d el (espíritu ] d e re encon trarse )' r econocerse a .s\ . nusmo y por sí mismo en todo» . Es, pues. la ap ropia ci ón del mundo por la razón. Éste es el secre to de la gran inversión idealista realizada por H egel y de la cual su Filosot ía llel derecho. ro mo ha seña lado Mar x, nos da a la vez las r azones profundas y el mecanismo. Al comentar el párra fo 262 d e esta Filoso/la del -terecho . Marx recuerda que si, en la r ealidad , (da familia y la sociedad ci vil son los presupuestos del Estado, son. propia mente ha bla ndo, activos ; en la es[ut cu laci ón es todo lo cont rario .. . , actú an a cama de la idea r eal, no es su propia vida 10 que las une )' hace de ello un Estado, es, al con tra rio, la vida de la idea lo q ue las ha he cho ... La condició n se erige corno si fue se lo co nd icionado. lo determ ina nt e como lo de termi nado, el prod uctor como el producto de su prod ueto ... El hecho que sirve de p rinci pio no es concchido como tal. sin o como re sultado mí stico. 1..0 real se convie ne en fen óm eno, pero la idea no ti ene más cont en ido q ue este fenómeno . .. En este pá rr afo se en cuent ra dep ositado tod o el mi steri o de la filosofía del derecho y de la filosofía hegeliana en genera l» (Marx, Crit ica de la filosofía del Estado de H egel). A consecuencia de esta in vasión ideali sta. la ex is-
El jJctlsum ie llto de H egel
ten cia parti cul ar, em p írica, del Estado (y d e cu alq uie r cosa) se encuentra «ded uci d a» de la idea, colocada po r ella. La con strucción especu lat iva del Estado no es mas q ue U I~ capítulo de la Lóg ica, la rea lización más a lta d.e la .h ber tad . .. en no mbre de la cual H egel «ded uc!rá )) Im p.e rtt~ rba.bl ement e el tít ulo heredi ta ri o y m ulo titud de m stuucíoncs de este tipo. La correcta comprensión de esto ex ige pr imero el rec hazo de las concepci on cs prerrevolucionar ía, d e ~ousscal.l, del «de recho naural » }' de l Cont rato 50' clal,. segun las cua les el Estado emanar ía de un pacto re ali za do entre los in dividuos que lo componen. El error d e Rousseau }' de Fich te, según H egel. est..i en habe r concebido la voluntad com o volun tad indi vi. d ua l y lila voluntad general. no como lo racional en si ~' para sí de la vol untad , sino como la volu n tad com uo : esUI l.:ldo de las volun tade, ind ividuales q ue son comClen tes (FD , § 258, R)_ De ello se d espr enden las consecue nc ias destr uctora s del carñcrer «d ivino» del Estado. de su a utoridad y de su «majestad absol uta». A este desorden opone su concepció n especu la tiva del Es~ado: (( Es ~l espíritu in ma nent e y la hi storia - la histor ia no SIendo m ás q ue su histori a- los q ue ha n hecho y hacen las constituciones» (EIlC, § 540 R). Lo qu e coloca un a cons tit ución fuera del alca nce ~e las accio nes in di" id ua les o colecti vas. con una re. S1S t~nc ia similar al antiguo «derecho divino», }' señala ~s t ~' l c t a m e n t e a cad a u no sus debe res es la moral objenva, (( q ue, situándose por enc ima de la op in ión y la buena ~olu.nta~ subj etivas, es el sosté n de las leyes }' de las msntucíon es que existen en sí y pa ra sl» (FD, § 144). La histor ia ha llegado, con el orden na pol eón ico }'
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M étodo de H egel
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la toma de conscienci a hegeliana de este orden. a su realización final : 10 re al es r acional y 10 racional es real. Co n este ax ioma no se glor ifica todo, pero en lo sucesivo cualq uier cambio fu ndamental no es posibl e y. por tanto. tampoco es legítimo. . . La total j ustificació n de la r eali dad ex ige que la contradicción sea integrada por la Ta7Dn como uno de sus momentos. La contradicción se conv ier te en el proble ma cent ral del mét odo. Los mayores escritores de esta época ha n dado tesI iruon io de esta contradicción . Balzac, en la Comedie tnunaine )' principalmen te en las l llus íons perdues, present ó las consecue ncias hum anas del d esarrollo del maq u inismo. Ccet h e, en su Wí lhe m M eiste r }" en su Fausto, expresó con incomparable fu erza el cará cter trág ico de estas contradicciones en la conciencia de los hombres. H egel, que es pl enamente .consciente de esta s .contradiccloues y de esta traged ia. se esfuerza por m tegrarlas en su sistema total: 1'\0 se ext iende. como ~l gu n os románticos. en jeremi adas acerca de la desd icha . 1'\0 ma ld ice el progreso técn ico. No opone a las form as capitalistas, burguesas, de.l desarr oll? h is.tór ico, la n o~ ralg¡a de una Edad Medi a feu dal idealizada y poenzada . 1'\0 cae ta mpoco en la utopía, en u n sueño en el llue lo bue no del progreso seria opuesto abst ractamente )' de una form a me ra me nte moral a las ce nsecuencias q ue ne cesar iamente se despren den de las leves funda mentales del rég ime n . H egel n o busca ning una evasión . ni en un pasado lírico n i en un futur o ut ópico. H egel no acepta una oposición ab stracta ent re 10 ideal }' lo real. Trata de ex te nder lo presen te, lo real, en su totalidad y en su neces idad , Per cib e claram ente cómo el de sarrollo inel uctable del cap italismo crea a la vez las con diciones de un desarrollo sin
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El pcnsa mienta de H egel
preceden tes d el hombre y las condi cion es del ap lastamiento de m illones de homb res. C~mo no supera, ni puede superar. al principio ~el siglo XIX. este hori zont e sin caer en la utopía, considera que esta contrad icción es eterna y e tern a su superación. J .o trágico forma parte. para él , de la condición l~ ull1 ana. Pero no es més que u n «momen to» de la rea li dad, un mom ent o no en el sentido histórico, sino en el sent id o on tológico. Este «momento» no pu ede ser abandonado detnis d e nosotros, puesto qu e forma pa rte. de nosotro s. Es el «rei no a nimal del espír it u» desen t? p?r. Heg~l en la Fe'lOmenología del espíritu. con su. indi vidualismo rad ical, es la selva de los enfr ent a. mle nto~ de todos contra todos, el mundo balzaqu iano de la riqueza y la ambición . ~egel integra este momento en su conce pción de conJunt? ~ e la socieda d y en su sistema. Todas las contradicciones son superadas en la síntesis final es decir, en la realidad , mediante el Imper io napoleón ico y. en el pensamiento mediante el sab er ab soluto h egeJiano. «He visto al Emper ador a caballo-he visto la R azón a caba llo», escribía H egel a raíz de la batalla de j en a. Para .H egel. el I'!1pe.rio uni versal 'y homogén eo de Napole ón es la reali zaci ón de la Razón sobre la tierra. Incluso cua ndo Napoleón caiga, H egel considerará qu e el orden q ue ha instaurad o, conclusión de la obra de la Revolución Fran cesa. tr iunfará inevitablemente en todo ~stado moderno. Es este orden el que cree en. con ~rar incluso en la monarquía prusiana y del cu al clara la fórmula id ealizada en su Filoso/la del derecho: «El princip io de los Estados modern os tiene el poder y la p rofundidad de dejar al princip io de la
11. M étodo de H egel
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su bje tividad rea lizarse hasta el extremo de la p art~cu laridad personal autónoma y a la vez ?e condu~lrla a la unidad substancial y m anten er ast esta Uni dad en este pr incipio m ismo» (FD. § 260). De esta forma r esu elve definiti vamente H egel el problema que se ha bía plan teado en su juven tu d a p ro· pósito de la «Polis» anti~ua ; el problema de la ar monía del individuo y la socleda~, el de la part: y el to~o, pro blem a qu e se hab ía complicado cuando mte.ntó m tegrar en esta totali dad, como uno d e sus té~m.m~s. la su bjetividad del indi viduo. que con el cnsna rusmo había tomado un valor absoluto. El desarrollo an árquico de la «sociedad civihl, .es deci~. de la esfera económica de los intereses pri vados r ivales y de las am biciones personales en competencia, había hecho aún más di fícil la solución del problema. El Estado napoleón ico sum in istró. si." ~mbargo. el modelo de esta supera ción de las contradicciones, del cu~l el. sabe; absoluto de H egel const it u iría a la vez la justificación y la tr ansposición especulativa. El concepto clave del método hegeliano es el de totalidad. Desde la pr ime ra página del «Prólogo» de su Penome nologio del espíritu. al evocar H egel el cará cter n ecesariamente sistemático de la filosofía. toma com? analogía el orga nism o vivo : «(La an~tom {a- (L. 1, p. 50). siempre que pueda hace:se abstracción del movimiento de las cosas y de ~u mterpretac ión . siempre. que se las 'pue da considerar como r elati vamente aisladas )' relativamen te estables. Las matemá ticas dep enden tamb ién ún icamente
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El pen somientc de H egel
del solo en tendimiento. Como la lógica tien en «un método adecuado a sus objetos abslracl¿s y a la de. tenninación cuantita tiva bajo la cual estud ia estos obje tos» (L. 1, p. 70). Sin :~bargo. lógica y I~latemát icas siguen siendo proced imientos de pcnsanu enrc ex teriores al obje to subjet ivos. ' El p aso de la concepción kantiana a la con cepción hegeliana de la Ra zón señ ala el pa so del idealismo ~ u ~j ct ivo al idealismo objet ivo. Para el idealismo sub. j euvc de K.allt. el pensamien to es leg islador del mundo cognosci ble . Para el ideal ismo objetivo de H egel, el pensa m ien to es creador de todo el mundo real. Con la Razón, qu e salva los lími tes de las determ inac ion es del entendimiento, se alcanza el momento de lo concr eto, no en el sentido en que lo entienden los emp íricos, es decir . en el sentido de in med iatez sino en el sen tido de totalidad . ' Todas las contrad iccion es queda n entonces supera. da s, pcr o sólo lo son especulativamente. El acto d el conocimi ento se iden tifica con el movimi en to de su obj eto. El desenvolvimiento de los con ceptos no forma mds q u e u no con el d esenvolv í. m iento de las cosas. Ya el c:lt end i:n ien to ha bía separado el pen sam ient~ de lo inmed iam y. de l da to. pero su ges tión e ra a ~m pu ramente negativa. Despren derse de un conrenid o y pasar a otro, y esto in defini damente. no libera a la voluntad de su carácter fin ito. Sería concebir lo infin ito sólo como negativo. La libertad no es sólo negación , rechazo. ComienU:, con la negación , pero se r ealiza sólo por la crea. Clan . La R azón reali za la plena libertad del hombre porque en ella el ser dad o se ha tra nsform ado en ser
JI.
Método de
H~gel
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creado. Es la negación de la negación : el ente ndí miento, al romper la intuición sens ible inm ed iata, n a la prime ra n egac ión ; la razó n. al superar el en te ndim iento su bjet ivo y fin ito, es la segu nda negaci ón . Su pr ime la exter ior idad del suje to )' del obj~t o . Super a las op osiciones. pues esta segunda n egaci ón, esta supresión de la contradicción «constituye el momento más profundo, más íntimo y más ob jet ivo de la vida y del espíritu ; gr acias a ello un sujeto se convierte en persona, y en persona libre» (L, 11, p. 573). En la En ciclopedia , H egel da un n uevo paso d eclarando q ue (Ces sólo por la r azón que el hombre su bsiste )' q ue ésta es el con ocimi ent~ ~le D íos» (~n e - .§ 63). Su pera , en efecto . la OpOSICión de lo m tenor y de lo ex teri or . de lo fini to y de lo infin ito. Lo fini to separado de lo infinito era una ilusión d el en tendimiento. mientras q ue 10 fini to, tal como es paTa la ra zón q ue lo conserva como momen to de lo infini to. ( 'S «solame nte u n paso pa ra ir má s all á» (Ene, § 386, H.). Lo h istór ico y lo conting ente adq u ieren su ve r dadero sen tido en la p erspect iva de l desarrollo total y necesari o. , . En fin , «Ia Idea Ab soluta repr esenta la id entidad 1 le la id ea práctica y de la idea teór ica, cada una de las cuales, todavía unilateral de po r sí, tien e en sí la idea misma , sólo con un más a llá que se busca y m illo un fin qu e no se logra n (L . 11, p. 559). La Idea t '~ acción. En su r ealización total, se id entifica con r-l Bien , Es tendencia a rea lizar se hasta el momento en q u e se identifica con lo r eal mismo, tota lmente racion al. En el «silog ismo d e la acci ón» (L , 11. p. 554 ). es la R:l1.(Sn la que procura el fin com o pr imera pr em isa. p ucs la «razón es la operació n confor me a un f in » (1', p . 17).
so
El pensamien to de H egel
. Al térm.ino del d esen volvimiento de la razón se rea -
h~ lo u".lversal concreto, es decir, la totalidad orga-
mea y ra ciona l ? cI mundo, que se prod uce a sí misma con sus dctermmaClOnes y su s con tradiccion es 1Un ~étodo así respon de exactamente al pr~blema p an.te~ 0 , pues comp ren de el m undo, con SUs con tra d iccion es, e n su un idad y su n ecesidad EsI ,todo conduce a colocar al hombre en el J ~~r de eD~c a.óhac er d el . universo natu ral y social su propia el n, es ecrr, su obra. . Este métod o d esemboca en la con stitución de un ~~~:";. conservador que ju stifica el régim en establepues' lIlé1cmbargo, es profundamente r evolu ciona ri o en se exp resa el d inamismo d e una é oca ' la¡ 9-ue se pu so en evidencia el carácter rov1so: ioen ~~vlsabI~ ~c las institucion es al igual q ue fte las id ea; no :~v~~en to que lleva en sí este método, aunqu'~ h < S q.ue el. de los concep tos, difíci lmen te lo a ogan las eXIgenCias del sistema que q ui ere ser ro • nservador En J .' . o sucesivo, toda cosa entra en el ciclo del nac mu en to, del desarrollo de la dec d . la muer te. ' a eca encra y d e
c::;:
C A P iTU L O 111
LA D I A L f. C TI C A D E L C O NO CnI I E NTO : L A F E N OM E NOLO GIA D EL E S P I R I T U «En mi Fenomeno íogia del espíritu, llamada por esta razón, luego de su pu blicación , primera parle del sislema de la ciencia, par tí de la pri mera y más simple apa ri ció n del espír itu, la consciencia inmed iata, para desarrolla r su d ialéctica hasta llegar al pun to de visl a del conocimiento filosófico, cuya necesidad es puesla de ma nifie sto por este mismo desarrollo» (En e, ~
25, R).
Siend o el esp ír it u a bsoluto, in divisibleme nte, des envolvimie n to de l Ser y del conocimien to del Ser , con d ucir el in divid uo al sab er absol ut o es, en primer lugar , hacer asimilar al individ uo la ex pe ri en cia too tal de la especie , elevar el yo individual al yo huma no. El sabe r más completo es pri mero aq uel q ue alca nz é la hu mani dad haciendo siempr e más tra nsparente a su razón , en el curso de su historia, la vida de la natura leza y de la socied ad. «El individ uo _. . tiene que recorrer las fases de for mación d el espíritu universal , pero como figu ras ya dom inadas por el espíritu, com o eta pas de un cami no ya trillado y all anado . .. y en las eta pa~ progresivas ped agógicas reconoce remos la histor ia de la cultura p royectad a como en contornos de sombras» (F, pág ina 2 1). En cada etapa d el desarrollo dialéctico del conoci m ien to-y ésta es una d e las razones funda mentales d e la complejidad de la Fenome no íogia y de su dificultad- se tiene la im pr esi ón de una int erfer encia 61
~n:re tres líneas de d esarrollo : la de la estructura objenva del m~ndo en sus momentos dialéct icos, la de la cu ltura uUl~ersal en su génesis histórica y la de la t?ma .de cons~lencia individ ual a través de sus expe:l e ~c~as sucesivas. Cada experiencia de la consciencia mdlvldl;lal reprod uce una experiencia histórica del to humano,y < se ha podid ' raz ó n, espensamien b 1 0, no SIn ta leccr un paralelo entre los mo men tos del desar rollo de la cons~ieJl:ia en la Fenomenología y los cap lhilos de la H istoria de la filosofía corr espon d ien tes a ~ta to;na de consciencia en la historia de la cultura. el rrusmo modo, se puede establecer entre los mon~entos del desarrollo del Ser en la Ciencia de la lágica y los momentos del desarrollo de la consciencia en la Fenomenología un paralelismo evidente. En la Fenom enolog ía, este ciclo se recorre tres ve~~s, a tres ,: iv~les d iferentes . L a numeración de los tapítulos,. ~na(hda por los editores de Hegel, oculta el andamiaj e general de la obra, que sin embargo es bastan te fácil de di bujar : ' "
I.
l?el
capí.tul o 1 al capítulo V incluido: El esplr rtu sub jetivo. 2, Capítulo VI: El espíritu objetivo. 3, Capítulos VII y VII I: El espíritu absoluto (Ar te, Relig ión, Fi losofía).*
."
IIl . D íalect íca del conocimien to
El pensamiento de Hegel
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1 .stc "esque~a, que es el de la Filosofía del espíritu en : Enclc!oped:a, se prcsent~ba con tanta claridad, diez anos a tr ás, en la Fenomenologw y no puede pOI' tanto se comparado palabra por palabra en las dos obras puesto' qu: s?lo se trata, en una, del aspecto fenomenológi~o del espírit u, y en. la otra, .del aspecto ontológico. Sin embargo, ~uede ~ervlrnos de. Julo conductor, pues el objeto estudiado sigue SIendo el rrusmo (y legítima, por consiguiente, una
n.o
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EL l'.S rÜU T U S UB J ETI V O
El punto de partida de la Fenomenología del esp íritu. radicalmente d istinto del de la Critica de la razón IlIIm. Hegel, desde la «In tro d ucción» de su obra, sepa1a el postulado imp lícito de Kant que implicaba, desde el comienzo, el idealismo subjetivo; este postu lado consiste en trazar «entre el conocimiento y lo absoluto un a barrera q ue los separe sin m ás» (p. 51), Y en consid erar el conocimiento como un «instrumento». una especie de an teojo o prisma a través del cual recibirlamos. más o menos elaborados o defo rmados, los mensajes de una rea lidad absolutamente exterior ; 11 conocimiento. «Estas representaciones de un conocim iento separado de lo absoluto y de un absolu to vcparadc del conocim iento» (p. 53) son completamenle ilegítimas : si es verdad q ue lo absoluto existe en :ol í sin relación con el conocim iento, no podemos, por definición, d ecir nada de él, es un fantasma, una re presentación absolutamente vacía. Si es verdad que para conocer una realidad cualquiera hay q ue conocer primero el instrumento de conocimiento, ¿qué 11IICVO instr umen to de conocim iento nos permitid conocer este instr umen to? Estamos an te una regresión al infini to o un círculo vicioso. ¿Es entonces necesario, a la manera de Schelling, volcar nos de golpe en la ciencia ? Ello sería rechazar arbitrariamente. como una visión vulgar de las cosas, ('S
misma subd ivisión), aunque el punto de vista desde el que abordado sea di ferente. Conviene tener en cuenta que Marx, en sus Manuscritos d e 1844, fue el primero en sugerir esta división (luego retotunda por Lukács en su Jove n Hegel). lOS
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El jJensamien to de Hegel
lIJ.
todo conocimí em ¿ común y toda la ciencia anterior q~e, sin e~l ba:go,. han. manifestado sus .capacidades: y afirma r sm j ustificaci ón la existenci a de un saber de otro ord en. . ~l punto de partida de H egel no será, pues ni sub. jcuvo como el {le la crit ica kan tiana, ni tran scen den. t.~ co~o el de la in tnición de Schelling. La expencn~l ,a pn~era es la de, un suj eto inm erso en la naturacza. La «cosa en sr» y el conocimiento no so d mundos sepa rados. El in div iduo forma parte d~ es~; natu~'aleza, como «el niño en el seno mat erno» (En § 4~;J, R), En su existe ncia inmediata, el individu~ s~nsl ble ent ra en conta cto con la naturaleza sumer. gido en ella, ' l ~~egel pon~a fin, as í a todas las «robinsonadas)) fi.?S rcas d el idealismo subjetivo y d e todas sus va. llant'c una ~nidad :;\ VIVIente , un alm a ~ ~uerpo. un a lma q ue es un nombre dado a su miento, a su florecimi ento m OVimiento, a su crecíAl re chazar toda transc~nden ' H . ronces la relaci ón del fe ó era, egel conc ibe en.• n meno con el concepto un a re1acron de lo finito COn lo ' fi . como infin ito, pa ra él. es inh erente In 1flI ~O • .A hora bi en , lo que el movim iento or el cual a o uu to, no es más infi ni to no ex iste rnl: q ue en lol~ ~nlto s~ supera. Lo finito no existe n i tiene sen tid n~o. al Igu al que lo nito que lo anima y lo contien~ m. s q ue en 10 infiR ecordemo s que 10 infinito . ' p.ara H egel, es lo contrario de 10 que llamaba d.ad ~, . Lo infinito es lo co~~;r~oJ ~:~n~u,d la «Plos it ivia o. d e a exter toridad . . Este movimiento de lo su ~rasensl bJe, este movími en to del concepta-tant sam iento no forman más o en a Cosa Com o en el penen el sentido de ue no s que uno--es, p ues, in finito e la diversida d qu~ lo an '"m separa d,e lo qu e se mueve : . a no está fu era d "1 e e , no es ex tenor no está dada Lo ' ti . O tro, la: difer enci as . ~u r~n i~I~~ pr~uce él mismo su part es d el todo P P ga cron : e nge nd ra las ex plicación no f:~~a~~eo sU " nPropi?damdovim ient o. La . to de las cosas. a un¡ con el dese". va lui VHmen Lo a bsoluto lleva en sí el mor r d la n egatividad, la escisi ón la m : t e su progre~i~n ; de la vida, > er e como con dici ón
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de
~a~~s;rlk~aa~l~~;~it:ncia .
bus caba su obj eto fuera . se reconoce en ese obje to. La
JI J.
Dialéctica del conocimien to
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»n scie nc ia se ha convert ido en nutoconscienc ia. «El Yo. j uzgando y dividien do, posee un objeto q u e no es diferente de él-él mismo-e, la autoconscien cia». En la noc ión d e la vida , p or primera vez, el sujeto /l O se distingue del obje to. «E sta in fini da d simple, o r l concep to absoluto, debe ser de nomina da la esencia dmple de la vida, el alma del m undo, la sangre universal que, omnipresente, no ve su curso n i tur bado .. i interrumpido por n inguna diferencia, que más bi en étmisrno es todas las diferen cias, lo mismo que su ser supr imido: tiene pulsacion es en sí mismo sin moverU:, tiembla en sus profundidades sin estar inqui eto». 1Iem os pasado, así, no sólo de la cosa a la fue rza, d e la explicación del obj eto por el objet o a la explicación del o bjeto por el pensamiento, sino de la consci encia ;1 la autocon sciencía . «La verdad de la consciencia es 1;, nuroco nsc ic ncíav y ésta es el fundamento de aq uélla , lle manera q ue en la exi stenci a toda consciencia de otro objeto es au toconscicncia». Al n ivel de la cer teza sensi ble, la conscie ncia te nía Imr objeto el «esto» sens ib le; al n ivel de la percepci ón , l.r cosa; al nivel del ent endimiento, la fuerza. Ahora , a l n ivel de la au roconsciencia, su objeto es la vida. Pero el mov im iento del saber no sólo ha pe rmitido una profund ización de su objeto. La fuerza era una imagen aún tosca del con cepto. La vida es la imagen acabarla : la consciencia, e n sí. se rcen cuentra y se descubre, H asta ahora creía dialogar con una na tu raleza n con un objeto ex te r ior y extraño. Ahora sabe que 110 se r efiere a otra cosa que no sea ella misma. El saber y su objeto se id ent ifican : "El objeto corres pontic al conce pto .... el ser en sí y el ser para otro es lo mismo ... El Yo es el con tenido de la re lación y la r ela rión m isma» (p . 107), Todos los m omentos anteri ores del saber y de su 1
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El pema m;ellto de Hegel
o~jet? subs isten, pero como momentos d e la autocons. cren cra, mo~entos. superad os. Co n la au toconsci encia, es la superación m isma lo qu e se con vierte en esencial. . Es en esto en lo q ue su movimiento semeja al de la vid a, .don~e lo finito pasa constantemente a 10 infinito y lo Infi n i ro a Jo finito. La au roconsci en cia está an imada por e se movim iento que l e impri me la infin itu d de su tar ea. Es consciencia p rác tica, es anticipación in. cesan te de ~u obra, q ue es la absorción o la apr opiación de la totah~ad de ,la natu raleza inorgánica. Pues el m undo seJ.1~Ible exist e com o lo O tro de ella misma, pero ta'I~blen como de biendo ser asimi lado por ella , como objeto de su deseo. . Ese mundo sensible es un todo, una totalidad vi. \'.ICI~te, ~ue en gendra ella misma sus par tes y se mulo tIph~ SIO perder su unidad. Esta r elación vivien te de l~ finito y d e lo infin ito es en sí en el devenir d e la v~da ; no es para sí más que en el hombre, cua ndo esa VIda se .vuelve la vida del espír it u. La VIda só~o p~Jede rea lizarse plenamen te regresan . do a ~a c~nsClenCla d e su p rop ia totalidad, a esa auto. c~~scl en cla par a la q ue ella será totalidad viviente. «La VI da es sol~ment~ esta unidad misma, de tal mo do que n o es al mIsmo. tiempo para sí m isma» : por ello (l este concepto ~e escin de en la cont raposició n en tr e la a uto . consc l en cl~ )' .Ia vi da » (1', p. 109). . ~l .m ultlpllcarse, a l d ividirse en una m ultitud de md lvld uos, la unidad de la vida en su totalidad, que parece estar fu era de cada individ uo particular n o p uede .e x~n:sarse más q ue en la au tocon sciencia. ' " uEI mdl\?~u? solame n te es en cuan to el todo de la vida está dividido, él es una p ar te }' todo el resto la o tra ; sola mente es en cu ant o él no es una parte V en cuanto nad a es0 separado de é!» (Noh l, System frag. men t, p . 346). Sin lo cual Io finito estaría separado de
1I1. Dialéctica del conocimiento
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lo infinito. «La au toco nscie ncia es, así , el ejemp lo más próximo a la pr esen cia d e la infinitud» (I bid.). Esta pres encia no puede ser yuxtap uesta u .opu esta a la d; In finito. Sólo se transpor ta en lo fini to, en el m OVI ' miento mi smo por el cu al lo finito se supera de jando d e ser lo que es. Lo finito no es más q ue la in q uietud tic lo finito. Segú n la expresión de H yppol íte, no es tra nscend cnda, sino acto de tra nscender. Por tan to, la vida en su unidad y en su totalidad eS ~(l mas allá del indi viduo. y éste no expresa la presen CIa de la m isma más que superándose, negándose a sí mi s11I0. La vida es la muerte. L '-1 nega tividad de la muert e solam en te da vida a la v ida. H emos llegado al corazón del pensamiento hege lia no dominado por este te ma de la unidad intima de la vida )' de la muerte. Lo Absoluto m ismo. por cu~ nto . es vida, vida en su forma más completa, es decir , Vida de l espír itu , lleva en si la muerte, su propia muer te. m tema luterano del Dios q ue ha muerto es, pa ra negel , la exp r esión teológica d e la verdad m ás profunda de la filosofía ; la de la n egativid ad inhere nt e a lo Absoluto m ismo, la de lo In fin ito realizándose únícamcn te en el movimiento de d estrucció n incesa nte de lo finito, la del Dios que n o puede ser Di os sino haci én dose hombre y conoc iendo como él la muerte. Dios no puede ser separado del mundo, n i siq u iera diferen ciado de su vida. La vida no puede reflejarse a si mis ma en su totalidad más que en la autoconscíen cia . Por pri mer a vez la substancia aparece aq u í como sujeto. De esta manera, esta au toco nscien cia se halla con sagra da a la posesión de la vida en su t.0la;lidad. Es el deseo insatisfecho. El deseo es este movmuen to por el cual la conscie ncia se apod era d el objeto negán dolo
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lIJ.
El jJClISIllll iellt o de H egel
como tal, negando su exter ior idad pa ra hacer de ella sólo un medio. T~ nto qu e lo qu e la consciencia desea en el objeto sensible no es tan sólo el obj eto sensible, sino también a ella misma, la un idad con ella misma. «La conscicn~ i a ti en e ahora. como autoconsciencia, u n do ble c bJeto : lino, el obj eto inmedi a to de la ce rteza sensible y de la percepción, p ero que se halla señalado p:lra e~¡ a con el car;íct~r de lo negativo. y el segundo, precisamen te ella misma, q ue es la verdader a esencia y q.ue de mo~n en to sólo está presen te en la contraposición del pru~er.o. La au toconscienc¡a se presenta aq uí ha como el movmucn to en qu e esta contraposición sup erad o y en que d evi en e la ig ual dad de sí mi sm a consigo m isma» (p. lOS). Una conciencia tal pu ede, pues, recorrer uno a uno todos los moment os de la vid a sin apagar su sed. . El deseo no p uede saciarse por medio de ningún obJelO P? rq ue otro objeto siempre lo hará re nace r en la r uta sm fin de la mala infin itu d. Puesto q ue la aur oconsciencia se persigue a sí misma en esta «búsqueda u, no podrá satisfacerse antes de en cont rar un objeto en el qu e no sólo se r econozca a sí misma, sino que la reconozca, q ue le bri nde la con firm a~ión de sí m~sl11a. Sólo entonc es el obj eto perd erá su independencia negán dose a sí mismo. El deseo sólo puede finalmente desearse a sí m ismo, es decir, d esea o~ ro ?ese~ y hacerse r econocer por él. «La autoconsctencra solo alcanza su satisfacción en otra autoconsciencia » (p. 112). «En este movim iento vemos repet irse el proceso q ue se pr esentaba como j uego de fu erzas, pero a hora lo encontramos e~ la consciencia» (p . 114). H emos VIStO, en efecto, escind ír se el concepto de fuerza, desdoblarse ; una Fuerza aislada, en el vado, no
se
Dialécti ca del con ocim iento
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puede ser un a fuerza, sólo es tal en fren tada a ~tTa fuerza. Esta reciprocidad vue lve a encon trarse al nivel de la autoconsclencia: una consciencia no pu ede ser nutoconsclencia sino en re lación con otra consciencia. Solamen te en ella pu ede afirmarse y hallar confirmadón de sí. An tes de exa minar cómo va a op erar H egel el rr án sito en tre la consciencia ind ividual y la consciencia uni versal resu mamos lo que ya se ha logrado. Al ~omenzar el estudio de la a utoconsciencia por el deseo, H egel destaca que la toma d e consci.encia de si por par te del hombre es esenci al ~e nt e acnva . Desear una cosa, aun en el niv el m ás elemental, por ejemplo en el del hambre. es ya de~ar tra~sf~r' marla por una acción ; no contemplarla, 5100 suprrrrur la en tanto q ue cosa «enunciada», in dependi ente. sin rela ci ón con el yo, y hacerl a m ía absorbtén dola en m í, asimilándola. El homb r e no puede llegar a la consc iend a de si mismo por la contemplación. sin~ sólo por la acción . El d eseo es el comienzo de ese yo acnvo, n egado r del ser dado, un yo que tra nsforma y crea. . De ello se desprende una segunda consecu en C1~: la relación entre el homb re y la naturaleza. su u nidad, 110 es un «da to», es un a acción . Esta u ni dad que tan súlo es aqu í deseada sólo se rea lizar á al término d~ un arduo trabajo medi ante el cua l el hombre humani zara la natu raleza. El tercer descubrimie nt o capi tal de H egel es que las r elacion es entre el homb re y la nat ura leza pasan a trav és de las relaciones entre los hombres. El hombre 110 p uede satisfacer sus necesidades sino 5.oc;ialmen te. En tér minos idealistas, H egel lo ex presa dici endo que la au toco nscíc ncia sólo puede satisfacerse siendo r econocida por otra autoconsciencia. . ._ Sin embargo, H egel presenta estos descubrimientos
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El pensamient o de H egel
decisivos únicamente bajo su aspecto ideal. Emp ieza, por ejemplo, el estudio del deseo no al nivel element al de )~ acción r~cip roca del organismo an ima l y de su a~blente. al n.lvel en q~e ese organismo, por la nutr íc.lón, se ap,ra pla del objeto exter ior y lo asimila a él, sm o tan solo en un a et apa ulterior , la del deseo hu~ a no , q ue se presen ta. entonces como 10 que or iginar ramen te es : como un mom en to del desarrollo d e un p roceso obj etivo, p ero separad o de su cond iciona mient o natu ral (es decir, ¿c .las expe rien cias an ter iore s), como un fenóm eno subjetivo. En realidad, el individuo de~ea p rim erame nte .porq ue el ciclo objeti vo de los can . Jes entre su organismo y su med io am biente se ha int~rru m p i do, el deseo no ti en e su sentido primi tivo sm o en funci ón de ese ciclo. Es en una etapa mucho ~ás tardía, .al adquir ir ~por el tra bajo social y la técn ica) una .m de pendencla, au nq ue re lativa, r especto d~ su med io, cuando su deseo aparece como su bjetividad y ~l mundo ex ter ior con sus objetos como medio para sat isfacer su deseo subjet ivo. He~el consider a así esta subje tividad del deseo como un or igen rea l, como un punto de partida siendo en r ea!idad un :esult~do, un momen to de u n~ larga evo. luc.lón. E.sta 1.nver~16n se halla en el principio d e toda la inversi ón Idealista : colocar en el com ienzo lo que se halla a l final. Est~ ~rimera inversión trae consigo todas las demás : la actividad, el trabajo, medi ant e el cual el homb re asimilará la nat ural eza entera y le dará una form a hum~~a , al estar .desde el comienzo separado de sus condiciones materiales, no es más qu e un tra bajo abstract o, un m ~~ent o aislado d el trabajo real. el único mom en to .esplrl tual d e ese tr abajo. La r estaurac ión del todo partien do de ese momento ai slado, abstra cto, se presentará como una operación netamen te esp ir it ual.
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lll , Dialéctica del conocimien to
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Será la exter iori zación d e la a utoco nsciencia la que enunciará la materialidad. Igu al inversión se produce en lo que r especta al desarrollo y al enriquecim iento incesante del d e~eo : pre cisamente porque el hombr e, c~mo ser sOClal. y por su trabajo social, tra nsfor mó pr~ m ero S ~I pro p iO medio y creó obj etos nuevos, se creo poste: lOrlllentc necesidades n uevas y se transform é a sí m ismo, a~e ja udo sin cesar el hori zonte de sus dese?s. f.lcgel 111vierte aqu í la h istori a r eal, consta ta esa ~nf¡ ll1 tud r eal del deseo para ded ucir d e ello la necesidad del de~ . joblami cn to de la au toconsclcncia y del r econocímiento, es deci r, por último, de la realidad social del hombre y de su con sciencia. O tra vez, aq uí, toma el resultado como or igen . A pesar de esta inv~rs ió? ~e la ~istoria r eal de la g énesis de la au roconscrencra, inversi ón q.ue conduce a la m ixtificación idealista, H egel descu br ió algunos de los momentos esencia les de esta génesis. La e tapa sigu iente es un ejemplo sorpren~ente de ello. Después d e haber establecid? la. neceSidad del «desdoblam iento» de la aut oconsciencia y del «rcconocimic nt o», H egel b usca la ley d e d esar rollo ele esta consciencia, es deci r , la form a como sup erad . la oposición nueva q ue acaba de aparec er con ese desdoblamien to. En los ti tubeos de su juventud había pensado por IIn mom en to q ue esa superación , mediante la cual la vida r ecobra su unidad, pod ía realizarse por el amor. Pero la exper iencia hi stóri ca de mostró a H egel que la conqu ista de la unidad de la v i d.~ pasaba por u n camino más d ificil : el d e la scpara cron, del desgarramiento, del conflicto. No se llega a la vida unit iva del amor más que por med io de la lucha. Las dos au toconsciencias, como las dos fu er zas en la
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El pe nsamien to de H egel
etapn anterior, se implica . una l i m 'l ¡ !1 !. se op onen a la vez: cada . 1 a a a otra reslStlcndola E t . . Implica una lucha a mUer te ' 1 . 5 a reciprocidad pureza. cxig~ l.a supresión d~ ~:; ~iS;;rr:~ sI, en su o qu e d istingue al hombr del a n¡ . está movido por el solo d e de anrmal es qu e no
~ir:~i~~~~~~~dea~~e~-::-s~r~~~~:~ ets;;~~:a~eS~u ~j~~~
su sen tido y d~ su rea lidadarE~ la \"l d~ la pl eni tud de na ~la y un a tra nsposición fi iosófi:~ dialéc~l~ hegellagél ica : aquel q ue q uie Iv e. a m xrma evan. sólo aceptand o el riesg:: ::: var ~u ~Jda la p erd erá, y llSolamc lHe arriesgando la vidr er a podr á salvarla. tad, se prueba ue la . a se mantiene la li bero es el ser ....". qes 51 hesend~la. de la autoconscienda no I un irm e 1 la vida ••• El 111 I diI VIid uo que nto h en .a expansión de puede sin duda ser reconoci d~o a arnesgado la vida ha alcan7.ado la verdad d como p erson a. pero no a utoco . " e este reconoCimIento como 1 nscten cia índepen dien t-» (p. 116). .a lucha per mite a cada u d I ' maree, tanto por encim d Iav¡ e os ad\'ersanos a firde la an ima lidad de a e. a \'I~a como por encima al poner su vida ~n pe'l? cxistencra nat ura l emp írica, E igro. n esta prueba cr ucial va a od . desdob lam ient o de lo . l p r ucrrse un n uevo . uno , os dos mom ent d I euroccnscienc ra van a . di os e a gonistas cond uce el cor::::a1t: ¿rse. Un~ de los dos a n ta. le afirm ánd í asta el nesgo de la mu er. , , ose as como pura '. t iene miedo de la m . . autoco?Scl:nCla . El otro tido an gu stiada po r ~l~rte, e~ta conSCienCIa ((se ha senel m iedo de la esencia ent era, pues ha sen tido d isuelto i nterior:~~l~~' J~el S~ño~ absoluto. Ello la ha ma y h h h , la ce o temblar en si m isfijo» (p.all~)~ o estremecerse cuanto habia en ella de ."
. O aparece clara mente qu e es ta n imposible crear el movimiento como la mat er ia misma : son su prop ia causa final. en el un iverso conceb ido como un todo y movi éndose como H I! solo orga n ismo vivi en te. Es una espo n tane idad vivien te q lle se determ ina a
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Dialéctica cid Se r
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sí m isma, lo un iversal que se d ifer en cia )' se pone a sí mismo el momento de la par ticularida d. Esta unidad del ser total }' de su esenci a. e n la cual la necesidad se desarrolla en libertad, no e:'> sólo su bsta ncia , sino sujeto.
La Lógica obj eti va no p u do explicar pl enam en te el objeto. . El objeto es, en primer l ugar , 10 que se lI~l¡X>ll C al p en sami en to : lo inmed ia to. Pero n? es posibl e a len ene a ello. Lo inme d iato nos rem ite a otra cosa y ca da cosa se vincu la a ot ras cosas por med io ele las cua les se expl ica. No existe, pues. «date » ir.redu.cti ble : I? q ue apa rece pri mero com o «dato» solo ti ene reali dad y s~n . t ido por sus rela ciones con otra cosa, por h "med iacíón». Pero de r elación en r elación esta mediación II OS a rrastra a un m ovimie nto sin fin. el «falso in fin ito " , El en tendi mien to intenta in útilmente ex plicar el obje to, fundarl o, por ref e; cn cia .al con junto ~Il ~l ~a ae l: b ada de lo q ue no es el, o bien esta m e d la Cl~n , p OI esa m isma incapacidad de (( ce~ra r l) , de ~ernlln ~ r Sil ta rea , nos r em ite a su con trar ro. es decir, lo m mcd ie to. T al es la con tradicción de la lógi ca obje tiva : es im posible permanecer en 10 inm ediato )' es im pcsih le sa lir de él. Las contrad iccione s del ser nos han elevado a la esencia ; las con trad icciones de la esenci a nos han cond ucido a l ser. La acción recíproca es la sín tes is últ ima de todas
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El pensamie nto de H egel
estas contrad iccio nes : todo es a la vez activida d y pa sividad , autonom ía y dep endenci a. La substancia encuen tra en ella 511 u n idad a la vez que su d in am ismo, su espontaneidad , su li bertad. En la acción reciproca ya no existe «dato» insupera bie; esta substancia es acci ón, necesari a y libre a la vez. El movim iento no es ya el paso incesan te de un térmi no a otro, indefin idament e. ni paso fu era de sí y retorno a sí en un ciclo cerrado y m uert o ; es pr esencia de todos los términos en cad a uno de ellos, su uni da d viva . Esta un idad viva no es el ser n i la csencia, sino el sujeto. La un idad y la vida de la substancia son la u nidad y la vida de un sujeto, a la vez universal y concreto. La su bsta ncia ha deveni do sujeto, acto de moverse y de crearse a sí mi sma, liber tad . El objeto no ha sido eli minado : es lo que el suje to se opo ne a sí mi smo, en lo cual se m ira y de lo cual es el prin cipio interno de de sarrollo. Este sujeto es unidad de l sujeto y del obje to. Esta lógica "subjetiva es un idad de la lógica subje ti va y de la lógica objetiva. -. El concepto del que tra ta es a la vez su bjet ivo y obje tivo. Su movim iento es, 'In divi dualmen te, el del pensami ento y el de l ser . Es pensami en to y ser. Cu ando, en esta últ ima par te de la Lógica, Hegel trat a del concepto, no se puede enten der por ello una simple forma de pensamiento. un produ cto de la abstr acción del entend imiento. sin o «el espíritu viviente de la rea lidad » (Ene, § 162. R ). q ue une y supera el ser )' la esencia, lo inmedi a to }' la re flexión. Es pr ecisam ente lo propio de la «esp eculaci ón » en H egel trans formar el pensa miento, n acido de l movim iento de lo real , en principio creador de lo real mismo.
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Dialéctica dd Ser
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La Lógica obj eti va, en las dos pr imeras panes, era . ' la génesis de l concepto. Esta génes is nos condu jo a descubrir la unidad de todo 10 que se nos pr esenta primero como inmedi ato ). dad o en un sujeto vivient e. Kant entre vió esta gra n verdad, subraya Hegel, al definir el objeto co~n o «aquello en el conce pto d.e lo cu al se hal~a r eu nido todo lo q ue ha y de m ulti form e y de vana do en. la in tu ició n dada». Graci as a la uni dad de la conscien cia, las repr esentacione s constituyen objetos. La obje tiv idad que el o bjeto posee en el concepto no forma més q ue uno con la subjeti vidad del sujeto que conoce forma ndo el concepto. Sin em bargo, Kant, debido a su pri~ler pos t ul~do , el del idealismo subjetivo, opone el su je to y el objeto y hace del concep to una form a vacía. extraña a. la in tuición, y q ue sólo por e lla en cuentra su con teni do. En esta perspect iva du alista, el concepto es exteri or al ser , en IUg"J.r de ser su alm~ vivien te y l~ verdad. H ay ahí en Kant, una especie de nostalgia del em pi ri smo. «En el fon do- escribía Lcn ln a este resIlcCto-, H egel tien e toda la razón contra Kant . El pensam ien to, al elevar se de lo concret o a lo abst~c lo, no se aleja-s i es verdader o-e-de la ve.rdad, ~m o q u e se acerca a ella .. . ; tod as las abs tra cciones cienttficas . .. r eflejan la naturaleza en fon~a más 'profu~ da , ver az y comp leta)) (Len in, Cati ícrs !J/¡l lrHop lll'/ ucs, p . 142) . . La adecuada eliminación de las secuelas del em pir ismo que subsisten en Kan t va acompañ ada en H egel de una con cep ción especulativa y míst ica del conocim iento, pu esto que en defini ti va, para él, tod? conoci miento es conocimiento de Dios, y tod a realida d q ue corresponde a este con ocimien to es u n momento de Dios en v ías de for mación .
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El 1,cll.Ifllllielllo de H egel
Pero en esta g én esis única de l pen sam iento y del ser, do nde el ideali smo objetivo se halla a veces mu y cerca del ma ter ialismo, el valor obje tivo del con cep· to se reco noce plen amente. El concepto cs. para H egel, la unidad del concep te }' de lo real. Tien e un gran parecido con «la in tu ición in telect u al» con q ue soñaba Kan t : «La realidad que el concept o se da no debe ser tomada como algo extrínseco, sino ser dedu cida, seg ún la " ex igend as cient íficas, d e él m ismo» (11, p . 262). A tra vés de la inv ersión idealista funda mental qu e h ~c~ del concepto el dem iur go de la realida d, H egel di scierne un momento esencial del desarrollo de la rea lidad : el paso d e la vida orgánica, en su (a rma más el evada , a l pen sami ento que nac e más allá de ella. Es, en su lenguaje y su perspect iva. el momento de la L ógica subjetiva. I ( L 'l esencia es la pri mera negación del Ser, q ue se ha com'c:tido así en apari encia ; el concep to la segu nda n egaci ón, o sea la negación de la negaci ón, el Ser re stab lecido , Pues- pero en ta nt o que med iaci ón intin i ta )' su prop ia negatividad e n sí m ismo» (11 , p. 272 ). La lógica d el con cepto vuelve a toma r , a u n nivel superior, las determinaciones del ser y de la esencia . II Es la configur ació n del concep to inmediato q ue da lugar al pu nt o de vista según el cual el concep to es un pensar subjetivo, o una reflexión ex trínseca a la casa l) (1I, pp. 272-274). Es el momen to subje tivo del concepto. Pero esta subjet ividad del conce pt o, esta universalidad abstracta, esta identidad, por su misma iusufici en cia, no es m ás que provision al: de bido al movimi ento d ial éctico q ue lo empu ja a salir de su a islamien to, a completarse pa ra alcanza r la total idad concret a, «el conce pto form al se convierte él mi smo en
I V. Dioi cctico drl Ser
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cosa, y pierd e así la relación de la subjet ividad r exte riorida d con respecto a ésta» (1I, p . 27·1). 1_'1 unidad de estos dos mome n tos es la Idea de la R a z ón q ue supera las divisiones del en ten d imie nto. El pla n de esta tercera part e ele la lógica con ti en e. p ues, tres momentos: (tI) 1,01 subje tividad . (/,) 1-'1 objeti vidad . (e) La Idea.
El cap ítulo sobre la subjetividad ab arca el campo de la lógica form al. con sus tres partes trad icion ales, a sabe r, el conce pto, el ju icio y el razonam iento (el silogi smo). Pe ro, en lugar de yuxta poner em pí ri came nte estas partes y de cat alogar las form as del pensamient o. Hegel muestra su encadenamien to necesar io y el paSH de la una a la otra; es ta bl ece entre e llas una jerarquía y la dialéctica inmanente que escala SlIS grados. La s formas lógicas son momen tos de la Idea. El conc ep to, e n el que se expres a la ident ida d ab o solu ta del ser y del pensa mi en to, es una act ividad sintét ica, crea dora. que pasa de lo un iversal a lo pa r· ti cular y a lo indi vid ua!' Estos tres moment os no están yuxtapuestos. recalcan en cierta ma ne ra el desarrollo del yo : 10 u niversal no «su bsu me» lo particula r. lo enge nd ra. No es lo u niversal a bstrac to. sino lo un iversal concreto. Aprehen der u na cosa en Sil fono re p to es, como en lila intu ición intel ectual» de Kant, coin cid ir con el acto divino, creado r de los obje tos. verlos nacer en su propia. final ida d interi or. El dcsa rro llo del concepto es semejante al de un ser vivien te (~ II el que el todo engen dra las partes. El conce pto es inma nc nciu de lo infinito a lo fini to. el e la r azón a la
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El pensamiento (le H egel
sensibilidad, de lo universal a lo pa rticular. Lo indi vid ual q ue se encuent ra aquí no es lo individ ual in med ia to de lo sensible. El concep to es " poder creador, en ta nto que n egativi dad absoluta » (11 , p. 2 8~), q ue en gendra a pa r tir de sí mismo sus difere ncias y se par ticulari za. «La de fi nición del concepto contiene igu al men te la de la especie y de la d iferen cia específica» (IJ, p. 295), no como términos simpleme nte u nidos, sin o im plicandese m ut uamente. Esta contradicción interna del concepto, que es a la vez ident idad y d iferencia, co nstituye la vida del concepto. Porq ue sale de su identi dad y de su abstracció n, el conccpto «se conv ierte en fu era de sí y penetra en la r ealidad» (lI, p. 303). Median te esta ap r eciación qu e le permite al canzar lo real convir tiéndose en totalidad concreta, el concepto se conviert e en ju icio. Con el jui cio, el con cep to comienza a emerger a la realidad concreta y de finida . El juicio es una relación establecida entre dos concep tos, de los cual es uno, el sujet o, puede ser conside rado como el indi vidu o, y el otro, el pr edi cado, como más general, pucs al part ir de la separación en tre la cosa in divid ual )' su conce pto u niversal, decidimos sobre la conformidad o no confor midad ent re la una y la otra . Este es el «j u icio». Sin embargo, todavía aq u í, lo q ue, en la lógica tra dicion al se cons idera como un acto del espír itu . H egel lo traslada al interi or de las cosas : «El j ui cio es tomad o or dinar iamen te en sentido subje tivo, como una ope ración y for ma que se encuent ra sólo en el pe nsami ento con scient e de si mi smo ... ; hay que comp render el juicio de una form a por completo genera l : todas las cosas son ju icio--esto es, son in di viduos qu e ti en en en s í till a univer salidad o na turaleza
lí' ,
Dialéctica del Ser
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in te ri or- o son un iversales individualizados ; la universalidad y la individualidad se d istinguen en sí, p ero son también id énti cas» tEnc, § 167). Es éste un corolario de la lucha consec ue nte de H egel contra el empiris mo : no con funde lo real o lo concre to con lo sensible. El concepto tien e una rea l idad objetiva, es un iversal y concreto ; es lo uni versa l con creto. De sde este punto de vista H egel hará la cr itica d e las form as de j u icio al mostrar su jerarqu ía, su conexión y el paso n ecesar io de la una a la otra . Vol veremos a en con trar, pues. como momen tos de esta dialéctica, los grandes momentos de la lógica objeti va : el ser . la esenc ia y el concep to. H egel volvió a tomar la clasificació n de Ar ist óteles y le dio el movimien to y la vida al demo stra r q ue ca d a uno de sus té rminos es un momento del desarrollo del conocimiento. Este movim iento se r ealiza en el silog ismo . «El sllogismo es la unidad del concepto y del j uicio : es el ro ncepto como la simple identi dad en la cual las di stinciones de for ma del juicio han sido r etrotraída s; y es el juicio, en cuanto a la vez es puest o en realidad: esto es, en la d ifere ncia de sus deter minaciones. El silogismo es lo racional y todo lo que es racional » (E"e. § 181). Al igual que el concep to y el j uicio, el ra zonam ien to no es únicamente un acto del pensam ien to, sino q u e se halla encarnado en las cosas. uEI silogi smo se sue le exponer or dinariam ent e como la f orma de lo que es racional ; pero como forma su bjetiva }' sin q ue en tre ella y cu alquier otro conte n ido ra cional- por ejemplo, un prin cipi o raciona l, una acción racional, una idea, etc-e-se m uestre conex ión algu na . .. El silogismo es la 1"az61l de ser (le todo lo que es ve rdad e-
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E l pensamiento de H egel
ro ; y la definición de lo a1»01u10 es en lo sucesivo el silogismo _. . T odo es W I silogismo» (Ene, § 18 1, R ). Las for mas del silog ismo son las relaciones internas de las cosas. H egel orde na las figuras del silogismo, como lo hi zo r especto de l?s forma s del j uicio, en u n ord en j crarqmco de creciente profun di dad del conocim iento. D istingu e el silogismo de exist encia, el silogismo de reflexión y el silogismo de necesid ad . El s,ilogismo de existencia es el que concluye de una c? sa singular a una generalidad por med io de lo particular, pero lo que para el entend im iento se descom pone en tres mo mentos : mayor , menor y concl us ión, no con stituye más q ue uno para la razó n qu e vive y se desarrolla en la s CO!iaS mi smas. «T odas las cosas se :ed~c.en a un silogismo. a un general que se u ne a lo indi vid ual a tra vés y po r interm ed io de IIn par ti cular » (Il. p. 364). Ahora bi en, la lógica form al, q ue se atie ne a esta concepción del silogismo, está con denada a un formali smo vado y esté r il. ~é~r~c:~ Kal1~ d~sdc Pll?~O ~eq~~s~~
íoria-
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I 5
sobre la rduwÓO fl
que con SIlS ar .profunda. 111 . · Sehill 1 er, " ad esté tica del hombrc] hahí\:;e~:~le~ 11~1:~declacl y ~n el ñuencia sobre H egel, pero l. . br e Id 1 11 por la la fu en te con creta del «horn re 1 ea id E.st ado 1 eov y S Il S BeCC:"1 arelación dcl individ uo .con S\lSn(~:le'1a i;llini dacl abs des . en lugar de 0pone l a 1n se ~ n-acta del pensanll ento. '1 dice la , b leceré la fusión o como e , ' rd ·1 d e la idea H egel esta ecer a qll e . ' l· . , n. dentr o de una lib re ta ta 1 ac. concr laclo , . . . . . ' Ible q ue es la tarea propia . de su exteriort zactcu senu ' . ~ el arte , sólo puede real~ 7.arse hlStónCamell tf~ de fu. Al depender la per]f cc~dlón de\:r~~r~~; g~:s( grande s sión existe nte entre a 1 ea y ,
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El pensam ien to de Hegel
eta pas del desarrollo del arte se infieren de las re laciones que existe n entre los dos términos. H egel distingue, en esta h um anizaci ón de la natura leza por el arte, tres momentos hi stóricos; 1. El hombre no posee aú n de la infi ni tu d a la cual aspira, más q ue una idea abstracta que, a causa de esta abstracci ón, no puede ha llar una expresión sensib le adecua da en lo finit o. L as gra ndes fu erzas de la na turaleza. todavía opacas e impe netrables para el ~om b re q ue no las ha dominado, constit uyen la ptirniuva y obscura concepció n de lo infi nito y de lo abs oluto. Esta et apa corresponde a lo que Hege l llam a la religión de la nat ura leza. H ay en ello una especie de pr ehi stori a del arte: la sign ificación abstracta y su figuración exterior está n yuxtap uestas, y no armoniosame nte unidas en una totalidad orgán ica. Es el arte sim bólico. 2. Cuan do, en un grado su pe rior del desarrollo h lstórico, las r elaci one s en tre el hom bre y la naturaleza pasan a través de las relaciones sociales; cuan do. segú n el an álisis de la Fenomenología dd espíri tu, el hombre convertido en el señor del siervo y, con ello, señor de la naturaleza, concibe su re lació n con el todo, lo a bsolu to, no ya como una re lación de ex teri oridad entr e la naturaleza y él, sino como una re lación ar món ica en tre el ci udad ano y la ciudad ; cu ando las fu erzas supremas son las de la sociedad y no las de la na turaleza ; cuando los dioses ya no son fuerzas naturales, sino que, al contrario, tienen un carácter cívico, social, fundadores de instituciones o de Estados, el hombre se en cu en tra en ar monía con el mundo, el sujeto se siente Ha gu stan en el obj eto. Éste es el momento de lo q ue H egel llam a las «r eligiones de la in dividualidad es-
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p n-itu al », en el que en el ar~e se esta blece u~a corresp ondencia perf ecta en tre la Idea y su expresIón: ~n:re la for ma y el con tenido ; ese momento de equ~l~bno, q ue const ituye el apogeo del arte, es el arte Clti.sI~U: 3. Este equilibrio es inesta ble , por~ue el espmtn ti ende a liberarse totalm ente de lo sensible, a re en.conrra rse a sí mi smo. no en la obj etivida d de lo senslb~e. sino en la in terioridad de la representaci6n . Se a~hle. re más a la sign ificación que al signo ext er ior y seusibt e. Lo sens ible como tal se conv ierte en un modo de expresi ón inadecu ado de esta conce pci6 n su per ior de la espir itualidad y de lo absoluto. El espíritu co~o tal n o puede ya re alizarse com pletame~;c por med ios ex t er ior es. De ah í una nu eva scparac lOn en tre .el fondo y la for ma, al igual q ue en el a:rte simb ólico, p~ro p or r azones inversas : esta separación , en el. arte sunbóli co era de bida al cad,cter todavía dem asiad o tosco d e la 'concepción del espír it u ; en .cam bio, e? el .arte romántico, q ue sucede al arte cláSICO, el eqUlII~no se r ompe. porque la materi a sensible es un mate.nal demasiado importante pa ra expresar una concepci ón más profunda del esp ír itu . El arte simbólico inte ntaba re all zar la unión en tre la significación interna y la forma exteri or ; el arte cl ásico halló este equ ilibri o ; , el arte . ro má ntico, esencialmente espiritual, lo supero. Este mome nto corresponde a lo que H egel l!a~a .la l"eligión absoluta o la religi ón r evelada , el (nst"la.~1S mo, y a la supe ración d el arte mi smo por la r eligi ón. El simbolismo constituye más bi en una prehi storia del arte que u na etapa de la ~i stori~ del arte. " El art e y la r eligión se hallan m extncab lcmente mezcl ados. . l' . Segú n la clasificación a la vez l ógica y crono oglc,¡
El pensamiento de H egel
que ya esta bleció en su Filoso/la de la his toria, este momento del ar te y de la relig ión corresponde a las civil iza ciones de O riente : Ch ina, Indi a, Persia, Egipto. Lo absoluto o 10 di vino se halla li mitado, en pr imer lugar. por una r ealidad natural ; por ejemplo, la luz en la r eligión de Zor oasu-o. Ello signi fica. desde el pu nto de vista re ligioso, la oposición de dos re inos. el de la luz y el de las tin ieblas. el de Ormuz y el de Ari mán, y ade más un cuila basado en la exigencia de un a constan te purificación pa ra arr ojar de si las tin ieblas. Desde el punto de vista artístico, qxtra en carna r» lo universal en figuras parti culares y sensibles, se llevo estas figuras hasta «lo colosal» . En efecto. la forma más simple y más sencilla para expresar lo infin ito en 10 finito es 10 desmesurado. Las figuras r eligiosas, prim eros esbozos de obra de arte, tendrán, pues. dimens iones colosales o atri butos fan tásticos, se trate de las arqu itec turas gigan tes de M esopotarnia o de las estatuas de cien brazos de la Ind ia. La arq u itec t u ra es la prime ra de las ar tes y la m ejor ad apt ada a este nivel de la concepción de 10 sagr ado. De la T orr e de Babel a las Pi rám ides de Egi pto. los hombres todavía se conte ntan con ordenar las fO Tmaciones de la. natur aleza exter ior segú n las r eglas de la simetría , En esta etapa, el simbolismo d el arte es el signo de 5 11 imperfección . Com o en lo,", dibujos infantiles no se en cue ntra n más que alusiones al objeto. un a imagen muy tosca que tiene por misi ón desper tar un a idea muy general del obje to, el ar te pr imit ivo es jeroglífico. L, ap rehensión de lo bello consiste siempre en percibir el sen tido de la obra, Ahora bi en , en el n ivel del ar te simbólico. la sign ificación no correspon de más qu e en form a mur grosera al signo accesible. Lo sen-
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H inne nissno de H egel
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siblc desborda lo espiri tua l. «Sentido es una cur iosa palab ra qu e se emplea en dos acepciones dife~en t es : por una parte , designa los órganos qu e pr~s lde~l I~ a prehensión inmediata ; por otra, l~amall1os senl~do a la sign ificación de una cosa, a su Idea. a lo qu e ti ene d e general. Es así como el "sen tido" se l:di ere por Ul~a lu r te al aspecto ill m cdi a t am~n tc :xtef1Ol~ de la CX ISre n cia , )' por otra a su escueta í.ntt~lal) ~E , 1, p. 1 6~). En el ar te simbólico , estas dos uglllficaclOlles no (0111ci den ." Esta desmesura, esta desproporc ión a plastan te entre lo finito y lo infini to, ent re lo sagra do y ,lo hl~lll allo, p uede exp resarse tamb ién en forma 117gatlva, En e,Uo el progreso consiste en haber con~e~ l do 1~ nega tIVo como un absoluto. La negación mas inmediata y más n atural es la mu erte. De ahí la glori ficación del dolor y d e la nada, «la muerte de todo lo q ue partic ipa de la naturaleza por ser considerada como u na fase nccesaria en la vida de lo absoluto" . La mu ert e, en efecto, tiene un doble sign ificado: por un a part e sign ifica la desaparición directa de lo q ue es natu ral, y, por otra. la mu erte es la mu erte del sujeto natura l solo, y. en con secuencia. sign ifica el nacim iento de algo má s elevado, espir itua l, despojado del elemento natu r al, pero en forma tal qu e ese t~lOm:n to de la mu~rte es parte integrante de la esencia misma d el espin tu lI (E. 11, p. 60). . Algunas r eligiones de la India corresponden a esta etapa de la concepci ón de lo d ivino que se expresa en el arte por m edio {le analogías tomadas de todos • Claudel expresa esta idea en su Arle f oética: egentido : como se habla del sentido de una comente de agua, del sentido de u na frase, del sentido de u na tela, del sentido del olfato. (Oeuvre poétique, Éd. de la Pléiade, p. 135).
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El pensa miento de H egel
JI. H umanismo de H egel
los dominios de la vida de la na turaleza con el ciclo de na cimiento, crecim ien to, muerte y r esurrección , qu e es el de las estaciones y del desarrollo de las plantas y d e los ani males. El m ito del Fénix, el de Adonis, o el de Cástor y P ól ux , el culto de Osiris, de Dion isos, de Ci beles. de Ceres y de Proser pina. dan testimonio de esta concepción de lo divino. Ya lo sagrado se In terforiza opo nién dose a la in med iatez exte rior. Para los egipcios, la in mortalidad del alm a es el corolar io de la libertad del esp ír itu , lib erado por la muerte de las contingencias y las servidu mbr es natural es. L 1 S pi rá mides, dice H egel, «son in. mensos cri stales, formas ext eriores creadas por el ar te, q ue alberga n algo interior, pero en forma tal qu e se n ene realmente la impresión de que sólo están allí para servir de r ecin to a ese in ter ior despojado de lo qu e tiene simplemente de na tura l» (E, ]J , p. 67). S¿lo protegen a un Dios ausente. Las estat uas cglp eras, con sus rostros, no expresan ningún sentim iento ; sus brazos pegados al cuerpo, su rigidcz hierática, son testimoni o d e la desun ión respcc to a lo exterior, a toda situaci ón humana, a toda dependenc ia nat ural. La tercera eta pa de este arte simbólico, en su esfuerzo por expresar lo infini to por lo finito, es lo sublime : la inadecuación de la sign ificación y del signo, del fondo y de la forma, per manece ; lo sensible, lo exte r ior , (dejos de con tener y dejar que apare zca lo in ter ior, sólo lo represen ta como superándolo y desbor d ándolo» (E, 1I, p. 85). Desde el pu n to de vista r eligioso, sign ifica la consciencia que tiene el hombre de La vida infranq ueable que lo separa de Di os. Esta trans cend encia brutal ha sido exp resada, por ejemplo, con vigor en los Salmos de David. Cada irrupción de Dios en la vida de los hombres seña la con mayor fu erza , por la presencia de
lo d ivino, la oposición entre lo infin~to, impere~~d.e ro y uno, y todo el mundo fin ito sometido a las VICISttud es del nacim iento y de la mu erte. Esta transcendencia ra dical, al separar netamente el espíri tu de la naturaleza, permite el paso a . ~n a forma superior de la espiritualidad d