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Spanish Pages [371]
FERDlNAND ANDERS (Viena) / MAARTEN JANSEN (Leiden) LillS REYES GARCÍA (México) (Comisión Técnica Investigadora)
EL LIBRO DE TEZCATLIPOCA SEÑOR DEL TIEMPO libro explicativo del llamado
CÓDICE FEJÉRVÁRY-MAYER M/12014, Free Public Museum, Liverpool, Inglaterra
Introducción y explicación FERDINAND ANDERS / MAARTEN JANSEN / GABINA AURORA PÉREZ JIMÉNEZ
f'i ~D~
60 AHIVERSARIO
AKADEMISCHE DRUCKUND VERLAGSANSTALT
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
(Austria)
(México)
Primera edición, 1994
D.R por esta reproducción facsimilar del códice: © 1994, AKADEMISCHE DRUCK- UND VERLAGSANSTALT Neufeldweg 75, A-BOlO, Graz, Austria
D.R por el libro explicativo y sus características tipográficas:
© 1994, FONDO DE CUI.TIJRA EcONó~nCA, S.A. DE C.v. Carretera Picacho-Ajusco 227,14200 México, D.F.
ISBN 968-16-4480-8 Impreso y hecho en Austria (facsímil) Impreso y hecho en México (libro explicativo y estuche)
Prólogo
COLECCIÓN CÓDICES MExICANOS publica íntegramente los cinco principales "libros de sabiduría", que en conjunto han sido bautizados como Grupo Borgia. Son, aparte del Códice Fejérváry-Mayer, que es el tema del presente volumen, los códices Vaticano B, Cospi, Borgia y Laud. Cada uno tiene su peculiaridad y problemática propias, pero también tiene muchos lazos de semejanza estilística y coincidencias en el contenido con los otros códices del grupo. En cada comentario se da una breve descripción del documento y se revisa su trayectoria en Europa, hasta donde es conocida, para explicar cómo llegó al lugar donde hoy se conserva. Por otra parte, el punto medular de cada volumen es la lectura del texto pictográfico; para ello se consideran las interpretaciones anteriores, las bases que tenemos para analizar el documento, su contexto histórico-cultural y los conceptos en él expresados. Aunque algunas veces es inevitable r~etir en las introducciones de los tomos de esta colección 10 ya dicho, se ha tratado de presentar información complementaria en cada uno, profundizando en algún tema especial. Esta colección hará más accesibles estos códices maravillosos, especialmente en su país de origen, México. Las ediciones facsimilares corresponden a las que, desde 1960, la editorial especializada Akademische Druck- und Verlagsanstalt (ADEVA) publica en Graz, Austria. Las introducciones proporcionan información acerca de los avances en la interpretación de los códices. En cuanto al Grupo Borgia el más importante es el logrado por Karl Anton Nowotny, cuya obra desafortunadamente sólo ha sido publicada en alemán (1961) y aún no ha recibido la atención que merece. Aunque se contó con poco tiempo para preparar los textos, los autores que redactaron los comentarios llevaban ya varios años investigando esta materia. Luis Reyes García, historiador naua del Centro de llvestigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (CIESAS) en México, se ha dedicado desde los años setenta al análisis de manuscritos pictográficos y fuentes documentales, especialmente los relacionados con Cuauhtlnchan (la Historia tolte-
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PR6UXJü
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ca-chichimeca y otros). Aparte de sus trabajos de campo en diversas partes de la República, ha obtenido amplia experiencia en la formación de etnolingilistas, primero en Pátzcuaro y después en Apetatitlan. El programa de estudios de etnolingüística que condujo -que a diferencia de los estudios antropológicos comunes, partió del conocimiento de la lengua del pueblo que se estudiaba- fue una iniciativa de gran valor en la preparación de investigadores mesoamericanos e inspiró también indirectamente el contenido de esta colección. Ferdinand Anders, historiador y etnólogo austriaco, ha sido impulsor y colaborador científico del proyecto de las ediciones facsimilares en Austria, junto con Hans Biedermann, quien falleció hace algunos años. De muchas maneras -a través de fotografias, publicaciones, enseñanza universitaria, o facilitando las relaciones entre personas o instituciones interesadas en el tema- Anders ha contribuido a la documentación, edición e interpretación de los códices. Entre otros temas ha investigado los llamados muñecos de papel amate y los conceptos religiosos relacionados con ellos en la comunidad otomí de San Pablito. Maarten Jansen, arqueólogo e historiador holandés, tomó los cursos impartidos por Anders en la Universidad de Viena y ha realizado sus investigaciones etnográficas principalmente en la Mixteca, junto con su esposa Gabina Aurora Pérez Jiménez, mixteca. Ambos trabajan en la sección América Indígena del Centro Arqueológico de la Universidad de Leiden, Holanda. Durante varios años se realizaron encuentros --como el seminario de verano sobre el Grupo Borgia en Dumbarton Oaks, Washington (1982), la exposición México Antiguo en Linz, Austria (1986), el Congreso Internacional de Americanistas en Amsterdam, Holanda (1988), y el Taller de Lectura de los Códices ML-necos, en el CIESAS de Oaxaca (1989)- en los que se trabajó en equipo para esclarecer diferentes aspectos de la iconografia precolonial. El plan general de los comentarios al Grupo Borgia fue elaborado por los tres integrantes de la comisión técnica de investigación de esta colección: Anders, Jansen y Reyes García, junto con Aurora Pérez Jiménez, en la primavera de 1990, cuando Reyes García estaba como profesor invitado en la Universidad de Leiden, Holanda. Así, los cuatro se dieron a la tarea de consultar los archivos de Roma. Igual que en los primeros tres tomos, Jansen se encargó de escribir la mayor parte de los textos de los comentarios del Grupo Borgia, en continua colaboración con Anders, quien contribuyó con muchas ideas e integró al texto las ilustraciones. Otros colegas participaron haciendo contribuciones especiales. El resultado fue examinado y enmendado por los tres miembros de la comisión técnica de investigación. Así nacieron los cinco tomos que contienen
una nueva interpretación de los códices que fornuUl el GntpO Borgia. La secuencia de los volúmenes es la siguiente:
l'RÓLOt;O
El Manual del Adivino (Vaticano B J, en que se da especial atención al simbolismo mántico, citando las fuentes históricas que permiten descifrar las imágenes. Los Templos del Cielo y de la Oscuridad. Oráculos y Liturgia (BorgiaJ, en que se describe el ambiente intelectual de fines del siglo XVIII, al que pertenecieron tanto el cardenal Borgia como el jesuita exiliado José Lino Fábrega, autor del primer comentario de este códice. Se aclaran algunos principios de la lectura de las imágenes religiosas y algunos aspectos de los rituales representados, así como el uso de plantas alucinógenas. La Pintura de la Muerte y de los Destinos (LaudJ, en que se exponen los principios fundamentales de la religión mesoamericana, su continuidad hasta el presente y el sincretismo con la religión católica. Se incluyen también los dibujos y una explicación sumaria de la parte religiosa del Códice de Tututepetongo. El Calendario de Pronósticos y Ofrendas (Cospi), en que se enfoca la cuestión del origen de los códices del Grupo Borgia y en que se tratan detalladamente los ritos con manojos contados, que ocupan una octava parte de todo el grupo. Se incluyen estudios de los recientes hallazgos arqueológicos (frescos, cerámica policroma) en Ocotelulco, TIaxcala. El Libro de Tezcatlipoca, Señor del Tiempo (Fejérváry-MayerJ, en que se presenta una breve historia de la investigación sobre el Grupo Borgia, desde las colecciones tempranas hasta la interpretación astralista de Eduard Seler, y en el que nos introducimos en el mundo del curandero actual, con textos mixtecos que ilustran el uso del simbolismo mántico. De esta manera, cada tomo es una unidad independiente y a la vez parte de un conjunto. Los temas tratados en las introducciones proporcionan al lector las principales herramientas para su propio estudio de los códices. El comentario se presenta como una lectura interpretativa y evocativa de cada escena, siguiendo un poco el ejemplo establecido por Pérez Jiménez en su lectura mixteca del Códice vindobonensis (el primero de esta colección). Debido a la dificultad y ambigüedad de los libros de sabiduría, y al poco tiempo con el que se contaba, se decidió no tratar de leer pá.rtes del Grupo Borgia en lenguas mesoamericanas, pues hubiera tenido como resultado una transcripción forzada y prematura, pero esperamos que los materiales aquí ofrecidos sirvan de estímulo a los hablantes nativos de dichas lenguas para que continúen con esta labor en el futuro, recreando su propio patrimonio literario.
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PRÓLOGO
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En cuanto al presente tomo, compartimos la crítica que han expresado varios colegas contra el híbrido y largo nombre de Códice Fejérváry-Mayer, que honra a dos dueños del documento en el siglo pasado ---el primero húngaro y el segundo inglés-, pero que está muy lejos de la cultura que produjo esta obra y de la temática de su contenido. En 1985 el célebre mexicanista Miguel León-Portilla publicó un comentario a este códice y, considerándolo un calendario de los mercaderes, propuso llamarlo Tonalamatl de los pochtecas. Como se verá, tal atribución exclusiva a los mercaderes no resiste un examen critico, razón por la que tal denominación nos parece equivocada e indefendible. Preferimos llamarlo El Libro de Tezcatlipoca, Señor del Tiempo, pues este nombre refleja lo que el códice mismo expresa claramente desde su primera hasta su última página. El comentario fue concebido y escrito en su mayor parte por Maarten Jansen, en consulta continua con Ferdinand Anders, quien se encargó específicamente de la relación entre imagen y texto, y con Gabina Aurora Pérez Jiménez, quien no solamente intervino en la interpretación del códice sino que también agregó textos mixtecos, registrados, transcritos y traducidos por ella misma, los que contribuyen a la comprensión del simbolismo mántico mesoamericano. En la lectura de las escenas con los números de puntos y barras (pp. 5 a 22 y 43 del códice), pudimos incorporar algunas notas aclaratorias del investigador holandés Peter van der Loo (actualmente catedrático de la Northern Arizona University, en HagstafI, EUA): las pertinentes informaciones que le proporcionaron algunos curanderos tlapanecos durante su trabajo de campo en México son de importancia esencial para la elucidación de las imágenes. 1
1 Para una relación más extensa sobre esta materia, véase el libro e.xplicativo del Códice Cospi.
PRIMERA PARTE
COLECCIONISTAS E INIÉRPRETES Eine piktographische Schrift ist ein sehr sproeder Stoff. Besonders riichen sich voreUige Deutungen, die yollige Unfrunchtbarkeit zur Folge haben. Sie wirken erkenntnishenunend, wenn sie allgemein angenommen werden tuld so jede weitere Befragung des Stoffes verhinderen. [Una escritura pictográfica es tul material áspero y dificU de trabajar.
Las interpretaciones prematuras se convierten en los principales detractores de las mismas y causan esterilidad total. Obstaculizan el entendimiento' especi8lmente cuando son aceptadas por la generalidad, pues impiden una investigación más amplia y profunda del material.]
KARL ANroN NowarNY (Tlacuilolli, die mexikanischen Bilderhandschriften, Stil und Inhalt, mit einem Katalog der Codex Borgia Gruppe, Monumenta Americana, Gebr. Mann, Berlín, 19tH, pp. 198-199)
l. El códice de Gabriel Fejérváry, Ferenc Pulszky y Joseph Mayer
que ahora se conoce como Códice Fejérváry-Mayer es una tira doblada en forma de biombo, hecha de cuatro segmentos de piel de venado ~ada uno de aproximadamente un metro de largo- unidos con pegamento. Sobre la capa fina de estuco con que se ha cubierto ese material, se pintaron escenas figurativas y policromas. 1 El libro contiene 22 páginas (de un promedio de 16.5 centímetros de largo por 17.5 centímetros de alto o ancho) en ambos lados (anverso y reverso), 44 en total, más dos tapas sin pintura, que en algún momento de su estancia en Europa fueron cubiertas con una tela rosada. El estado de conservación es b u e n o . ' La primera publicación ~omo en el caso de tantos otros códices mexicanos importantes- fue la de Lord Kingsborough en el tercer tomo de su obra monumental Antiquities of Mexico (1831). Poco antes, el original había sido copiado por el pintor italiano Agustino Aglio (1777-1857). En aquel entonces el códice se encontraba en la colección de antigüedades y objetos de arte que poseía el erudito Gabriel Fejérváry (1780-1851) en Pest (parte de la actual capital Budapest), Hungría. Por eso recibió en la publicación de Lord Kingsborough el nombre de Códice Fejérváry. No sabemos cómo llegó el códice a manos de Gabriel Fejérváry, hombre docto, coleccionista e hijo de coleccionista. Después de haber estudiado leyes, Fejérváry ·trabajó en la administración de los bienes del aristócrata Joszel Brudern; más tarde abandonó este empleo para viajar a Alemania, Francia e L MANUscrulD PICfOGRÁFICO DEL MÉXICO ANfIGUO
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La descripción fisica detallada del Códice Fejérváry-Mayer, así como tul relato de lo que se
fmhc de su historia, se encuentra en la introducción de Burland para la edición facsimilar que
publicó la Akademische Druck tuld Verlagsanstalt en Graz (1971). El estudio introductorio de León Portilla (1965) sintetiza los mismos datos en español. Para una comprensión general del "Ifltema de escritura pictográfica, véase nuestra introducción al Códice vindobonensis en esta misma colección, así como Anders y Jansen (1988). En los tomos 12-15 del Handbook o[ Middle American Indians (1975) se encuentra tul inventario detallado de los códices mexicanos y de utru!ol fuentes etnográficas, junto con una amplia bibliografia.
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COLECCIONISTAS
EINfÉRPRETES
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Italia. Su sobrino (de parte de su madre), Ferenc Pulszky (1814-1897), desde joven compartía su interés en el arte y la arqueología. En 1834 ambos hicieron U1J- largo viaje por Europa para estudiar, entre otras cosas, monumentos de arte. Posteriormente Fejérváry arrendó una mina de ópalos (Vórasvágás). Cuando falleció, en 1851, dejó su colección de antigüedades a Pulszky. Éste se había asociado políticamente con la aristocracia liberal y se perfiló como diplomático en el campo de las relaciones exteriores. A principios de 1848 un movimiento revolucionario afectó a muchos países en Europa, desmoronando las viejas estructuras feudales. En Hungría, que en aquel tiempo era parte del imperio austriaco, un partido radical de ideología liberal-demócrata y nacionalista tomó el poder: trasladó la capital de Pressburg a Budapest, cambió la lengua oficial de latín a magyar (húngaro) y eliminó la servidumbre de la gleba. Pulszky fue enviado a h¡glaterra para representar a ese nuevo gobierno, dirigido por Kossuth. Pero los rápidos cambios provocaron también muchas divisiones étnicas e ideológicas, mientras la aristocracia conservadora preparaba una fuerte reacción contrarrevolucionaria. A fines de 1848 el emperador de Austria fue forzado a abdicar y el joven príncipe Franz Joseph 10 remplazó. El gobierno de Kossuth, que había declarado a Hungría país independiente, en el verano de 1849 ya no pudo resistir la presión que ejercían tanto el ejército austriaco como las tropas rusas, aliadas con el emperador de Habsburgo, que invadieron Hungría. Cuando la revolución magyar fracasó, Pulszky decidió quedarse en Londres. Allí vi,ió 17 años como emigrante exiliado; dedicó más tiempo al estudio arqueológico, conoció a varios arqueólogos y a muchos coleccionistas. Fue entonces cuando, por necesidad, para mantener a sus hijos, vendió la colección que había heredado de Fejérváry, que contenía objetos egipcios, griegos, etruscos, romanos, medievales y orientales. 2 Así, el códice, junto con otros objetos, llegó a manos de un anticuario inglés, Joseph Mayer (1803-1886). Desde muy joven, éste había sentido una gran pasión por la arqueología, y su trabajo como joyero en la ciudad inglesa de Liverpoolle había permitido obtener los medios para fundar su propio museo de antigüedades, manuscritos, dibujos, cerámica y objetos etnográficos. Como 2 Se tienen referencias docwnentrues acerca de una exposición de la colección en 1853 en Londres. En 1866 Pulszky pudo regresar a su patris y llegó a ser director del Museo Nacional de Hungría, donde se esmeró por mejorar el nivel de esa institución. Se sabe de su participación en cuestiones sociopolíticas, como la defensa de la emancipación judía (Vigh, 1983). Todavía en 1868 se efectuó en Londres una subasta de su colección: gran parte llegó al Museo Británico (Londres), al Louvre (París) y al Museo de Liverpool. Algtmos objetos regresaron a Hungría. Agradecemos la ayuda de Cynthia van der Plaat, estudiante de la Universidad de Leiden, para reunir algtmos datos biográficos sobre los dos poseedores húngaros del códice.
EL CÓDICE DE F'F...ffiRVARy, PULSZKY y MAYER
Codex F ejérváry - Mayer Eine altmexikanische Bilderhandschrift der Free Public Museums in Liverpool (12:4,
Aal losteD SeiDer ExcelleDs des Herlols VOD Loabat heraaslelebea.
Erl4utert
Dr. Eduard Salar
BERLlN MDcueer.
Portadilla de la edición facsimilar financiada por el duque de Loubat en 1901, con un estudio interpretativo de Eduard Seler.
auténtico mecenas, apoyó además la publicación de varios estudios sobre temas de historia de la cultura. 3 Su colección se abrió al público y, después de su muerte, pasó a formar parte de la colección de los Liverpool Free Public Museums, donde el manuscrito se conserva como Códice Mayer, con el número 12014/M. En 1901 se publicó un facsímil foto-cromo-litográfico del códice gracias a la aportación de Joseph F1orimond, duque de Loubat, estadunidense residente en París, quien hizo mucho por sostener y promover los estudios americanistas. A esta edición se agregó un comentario del especialista alemán Eduard 3 Véase el breve ensayo de C. W Sutton sobre Joseph Mayer en el Dictionary of National Biography, S. Lee, comp., tomo XXXVII, 1894, pp. 149·150. También Carmichel (1970, pp. 36 y
87).
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C()LEC:CIONlSTAS
EINfÉRPRETES
CODEX FEJÉRVÁRY-MAYER 12014 M
CITY OF LlVERPOOL MVSEVMS
INTRO!>VCTION C. A. BVRLAN!>
Portadilla de la edición de ADEVA, Graz (1971), con una introducción de C. A. Burland.
AKADEMISCHE DRVCK. u. VERLAGSANSTALT GRAZ - AVSTRIA 1971
Seler (1849-1922), uno de los más importantes iniciadores del estudio científico de la iconografia mesoamericana. Fue Seler quien estableció el doble nombre con que ahora se designa al códice y que honra a dos de sus poseedores conocidos: Fejérváry-Mayer. En uno de los primeros artículos sobre el tema, aparecido en 1887, "Der Codex Borgia und die verwandten aztekischen Bilderschriften", Seler definió como Grupo Borgia al conjunto de manuscritos pictográficos de carácter religioso que tenían muchas secciones (capítulos) en común (Gesammelte Abhandlungen, tomo 1, pp .• 133-144). El Fejérváry-Mayer pertenece a este grupo, junto con otros seis códices:
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Códice vaticano 3773 o vaticano B (96 páginas con pinturas). Apareció a fines del siglo XVI en el Vaticano (Roma, Italia) y sigue allí, en la Biblioteca Apostólica.
Códice [Jaud (4H páginas). Apareci6 en 1686 en üUlterbury, Inglaterra, y ahora se conserva en la Bodleian Library, en Oxford, Inglaterra.
EL CÓDICE DE FEJÉRVÁRY, PULSZKY y MAYER
Códice Cospi o Bolonia (24 páginas). Apareció en 1665 en Bolonia, Italia, donde aún se encuentra, en la Biblioteca Universitaria. Fonds Mexicain 20. Fonnó parte de la colección de Boturitti en México (reunida entre 1736 y 1743), pero ahora se encuentra en la Bibliotheque Nationale, en París, Francia. Códice Borgia (76 páginas). Apareció a fines del siglo XVIII en la colección del cardenal Borgia, en Roma, y ahora se conserva en la Biblioteca Apostólica del Vaticano. Códice de Tututepetongo o Porfirio Díaz (10 páginas). La parte religiosa originalmente perteneció a don Miguel de San Francisco, cacique de Tututepetongo, en la región cuicateca (estado de Oaxaca). Fue vendido por un descendiente suyo en 1886, y a través de Manuel Martínez Gracida llegó al Museo Nacional de Antropología e Historia, en la ciudad rle México, donde ahora se conserva. Todos, menos uno -el Códice de Tututepetongo--, son de procedencia desconocida. Son productos típicos del estilo-horizonte Mixteca-Puebla, un conjunto de rasgos estilísticos e iconográficos característicos de la segunda mitad de la época posclásica (± 1250-1521), que corresponde al periodo de intercambio frecuente e intenso entre las diferentes culturas de toda Mesoamérica. Los códices mismos han desempeñado un papel protagónico en el origen y la difusión de aquel estilo "internacional". De ahí la dificultad, si no es que imposibilidad, de precisar el lugar donde cada uno de los pocos que nos quedan fue pintado.4 Dentro de este grupo, el códice más cercano al Fejérváry-Mayer, en cuanto a su estilo y tamaño, es el Laud. Seler escribió un ensayo interpretativo sobre el Cospi (1900, véase Gesammelte Abhandlungen, I, pp. 341 y ss.) y después extensos y eruditos comentarlos sobre el Fejérváry-Mayer (1901), el Vaticano B (1902), y el 130rgia (19041909), en que también elucidó las escenas relacionadas en el Laud y el Códice de Tututepetongo. La influencia de las obras de Seler ha sido enonne, por eso diversos aspectos de la contribución del gran maestro son analizados en los libros explicativos correspondientes a esta colección. Su rigor en el análisis descriptivo de 4 En el libro explicativo del Códice Cospi de esta colección se trata con más detalle 10 referente al origen del Gntpo Borgia.
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El códice original con su caja (foto de F. AndersJ
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los detalles iconográficos y en la identificación de los animales, plantas y otras figuras no ha sido superado. Su amplio conocimiento de las escenas -comparables con otros códices o con otras pinturas u obras plásticas-, de las lenguas, de las culturas de la región y de la literatura histórica merece toda nuestra admiración. Sin embargo, Seler no pudo trascender las limitaciones teóricas generales de su tiempo y hoy tenemos que calificar de erróneas varias de sus interpretaciones. El examen crítico de aquellas deficiencias se halla en los estudios de Karl Anton Nowotny, especialmente en su obra Tlacuilolli (1961), que, por haber sido escrita en alemán y en un estilo muy conceptual y de dificil comprensión, no ha tenido la difusión debida. La influencia de las obsoletas ideas de Seler -ampliamente difundidas y de fácil acceso gracias a las traducciones en inglés de sus comentarios al Fejérváry-Mayer y Vaticano B, ya la traducción al español de su comentario al Borgia--:- aún puede percibirse en estudios recientes, 10 mismo en introducciones generales que en estudios particulares. José Corona Núñez, en su comentario al Fejérváry-Mayer (1967), se limitó a reiterar y refonnular 10 ya dicho por Seler. En la literatura más reciente (por ejemplo Gutiérrez Solana, 1985), es común encontrar también referencias a la obra de Nowotny, mezcladas con citas de Seler, pero muchas veces sin que se explique la gran ruptura teórica que separa a ambos investigadores. Lo mismo hace Miguel León Portilla, aunque con más conciencia, en el interesante y original comentario al FejérváryMayer que publicó hace algunos años, en cuya introducción explica: "Aunque en muchas ocasiones tomo en cuenta 10 eXliresado por Seler, he optado por el camino cauteloso insinuado ya por Nowotny" (1985, p. 24).
Considerando esta inusitada influencia de tma interpretación publicada hace más de ochenta años (1901), es importante hacer una revisión, aunque breve, de la historia de esta disciplina, para, por una parte, llegar a su justa evaluación; y por otra, referir nuestro propio empleo de dichos estudios sobre este grupo de códices.
Advertencia: En esta obra el lector encontrará voces como nauatl, ciuacoatl, etc., escritas así, en CI.ll'!'Iivas, sin hache y sin acento, en vez de en la forma "tradicional": náhuatl, cihuacootl. En efecto, la Real Academia Española prescribe, en voces hispanas, el uso de la hache en las sílabas hun, hue (huarache, huevo, aldehuela, etc.), no tanto por razones etimológicas (huevo < latín ovum), sino como signo gráfico de una cuestión fonológica: en estas sílabas la hu- no desempeña función de vocal lino de fonema consonántico /vI: /v/:-.bo/. La misma razón tiene la prescripción del uso de la hache en la sílaba hie, en que hi- representa el fonema consonántico /y/ o ¡y/: hierba = ¡Yér.ba/. Sin embargo, dicen los autores en el libro explicativo del Códice borbónico: "Originalmente, loe aztecas -al igual que otros pueblos mesoamericanos- registraron sus textos literarios y filosóficos en libros pictográficos como este códice. Después de la invasión española se introduJo el alfabeto latino, que permitió, tanto a los misioneros españoles (como fray Bernardino de Sahagún) como a los intelectuales indígenas mismos, escribir fonéticamente los relatos históricos, religiosos y de todo tipo." Así pues, los autores consideran que, desde el siglo XVI, el nauatl se ha escrito con caracteres latinos -y no meramente que sus voces se hayan españolizado-. Por ello, en estos libros explicativos de los códices, sus voces se consideran en la misma forma que las de cualquier otro idioma distinto del español, y como tales se escriben en cursivas (como escribiríamos, v. gr., la palabra francesa naeve). Con excepción de las citas --en que se respetan las grafias de la obras consultadas-, se procura, en la medida de 10 poSible, no españolizar las voces del nauatl. El uso de cursivas no rige, por supuesto, para nombres propios -v. gr., Quetzalcoatl-, como no escribiríamos, por ejemplo, Fran~ois en cursivas. En general -no siempre-, la ortografia que siguen los autores es la de fray Alonso de Molina (Vocabulario en lengua castellana y mexicana. .. [1671], Pornía, México, 1970) y, sobre todo, fray Bernardino de Sahagún y sus Wormantes (Códices matritenses y Códice florentino). De acuerdo con este criterio ortográfico, la hache marca una aspiración; v. gr., pinauhqui /pi.náuñki/: 'vergonzqso'. En cuanto a los acentos, salvo raras excepciones, las palabras en nauatl son graves Oa penúltima sílaba es la tónica: /ná.~tl/, /pa.pá.lotl/), por lo cual esta lengua no precisa de acento gráfico. [E.]
EL CÓDICE DE FE.Jí~RVÁHY, PULSZKY y MAYER
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11. Los gabinetes
de arte en Europa
~~!t~ XISTEN DOS GRANDES ASPECIDS en la historia de las investigaciones
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de los códices mexicanos. El primero se refiere a la historia de la colección a la que pertenecen y su primera publicación; y el segundo al estudio iconográfico e histórico-cultural. Aquí revisamos brevemente ambos aspectos. Durante mucho tiempo, el primero -la historia de las colecciones- recibió relativamente poca atención de parte de los investigadores americanistas, pues su principal objetivo era descifrar el significado de los libros, y no tanto tratar de explicar su presencia en los gabinetes del Renacimiento. Por otra parte, los especialistas en historia europea prestan mayor atención a los asuntos de ese continente y pasan por alto los objetos "exóticos". En los últimos veinte años la situación ha cambiado un poco, y han aumenta.do considerablemente los estudios sobre la actitud europea hacia otras civilizaciones. 1 También se han publicado varias monografias e investigaciones ponnenorizadas sobre los gabinetes de arte en los siglos XVI y XVII Y el origen de los museos (desde von Schlosser, 1908, hasta Impey y MacGregor, 1985). Sin embargo, falta aún mucho por hacer, y una prueba de ello es la ausencia de investigaciones específicas y, por tanto, de datos nuevos acerca de la historia europea de los códices mexicanos. De las pocas indagaciones que se han hecho se han obtenido buenos resultados, o al menos indicaciones sugerentes. Huelga decir que la trayectoria de los libros pictográficos ha estado llena de sucesos accidentados, tortuosos, azarosos e inesperados, por eso es tan dificil seguir su rastro. Si consideramos las circunstancias generales, suponemos que los tesoros mesoamericanos entraron en Europa básicamente por dos vías: la de España, donde estaba el centro de la administración colonial, y la de Italia, sede del poder eclesiástico. Pero mucho pudo suceder en el camino. Por ejemplo, se cree que el Códice Mendoza fue sustraído por corsarios franceses durante su traslado a España. Este libro jugó un papel importante en la historia de los 1 Contribuciones importantes a este conjunto de reflexiones son: Keen (1971) Chiappelli (1976), KohI (1982), Lemaire (1986) y Mason (1990).
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n)(.ECretaba como signos altamente simbólicos referidos a conceptos filosóficos -teoría que naturalmente caducó y pasó al olvido después del verdadero desciframiento de Champollion realizado en el siglo pasado-. En su Oedipus Aegyptiacus (1652-1654) Kircher incluyó algunos grabados de la edición del Códice Mendoza publicada por Purchas, y basó su explicación en el comentarlo contenido en el mismo códice: se trataba de representaciones figurativas de acontecimientos históricos y costumbres de los aztecas (tomo III, cap. 4). Concluyó que los signos usados -a diferencia de losjeroglifos egipcios, que creía llenos de misticismo- no contenían pensamientos misteriosos, sino que eran simples representaciones, aunque estilizadas, de los hechos. La religión del "Nuevo Mundo" es sintetizada por él de la siguiente manera:
Porro in aliis Amencae locis Solem et Lunam quoque adorant, in aliis Stellas et portenta Meteorum; in quibusdam leones, aliaq similia [eroda animalia, quarum rerum in Fanis suis tenent imagines et statuas [tomo 1, cap. 5].3
Entre los dibujos que incluye está un interesante dibujo del Templo Mayor de Mexico-Tenochtitlan: Figura Fani Horchilouos Numinis Americani, "la representación del sagrario de Huitzilopochtli, dios americano". Al parecer, Kircher no entendió del todo la descripción de Cortés, en que se basaba, pues situó las escaleras a los lados del edificio, en vez de hacerlas aparecer al frente, como 10 hicieron otros autores y como son en realidad. Este error fue repetido aun por Clavijero -autor jesuita y gran conocedor de la antigüedad mexicana que, cien años después, encontramos en Italia - 10 que muestra una vez más la grande y duradera influencia de Kircher. A los lados del dibujo vemos dos adorantes que rezan al Sol y a la Luna, indicando así que eran, según Kircher, los nÚlnenes centrales de la religión mexicana, una clara expresión del tenaz estereotipo de aquella sociedad como "reino del Sol".4
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3 "Pues en algunos lugares de América adoran también Sol y Luna, en otros las Estrellas y los portentos de los Meteoros; en ciertos lugares leones y semejantes animales feroces, de los cuales tienen imágenes y estatuas en sus sagrarios. " 4 Para estudios recientes sobre Kircher y el contexto intelectual de su época, véase el libro editado por Fletcher (1988). Para su museo véanse el articulo de Heikamp en Chiappelli (1976), el de Schupbach, en Impey y MacGregor (1985) y el libro de Casciato et. al. (1986). La historia de las representaciones del Templo Mayor es descrita por Boone (1987); compárese el análisis de los hallazgos arqueológicos de los años setenta y ochenta en la obra de Broda, Carrasco y Matos Moctezuma (1987).
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I:!xTypographiaVitalisMarcardi, M OC LlI. J'YPERIORYM 7'ERM·'.rJ'Y.
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A la izquierda: portada del Oedipvs Aegyptlacvs, de Kircher; a la derecha: el Templo Mayor, .dibujo del mismo Atanasio Kircher, incluido en esta obra.
El jesuita conoció también el Códice vaticano B, y en el mismo capítulo de su obra reproduce una página (la última) de aquel códice del Grupo Borgia. Su int.erpretatión, dice, la debe a los padres de su orden que estaban trabajando en México; pero, para entonces, el enajenamiento colonial ya había aislado el libro de su cultura de origen. No obstante, es interesante leer el comentario de Kircher, pues es característico de la manera distanciada y confusa en que los científicos de la época barroca vieron estos docmnentos: ... extat huius simulachri effigies in libro quodam Mexicano Bibliothecae Vaticanae; caput instar Modij, oculis radiantibus, asinis auribus, naso et ore den tato, foedum in modum deformatum. Vasa ad sacrificium pertinentia utraque manu tenet; reliquo
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idoli corpori varia passim diversorum animalium capita, quibus menses, et Zodiacum referre consueuerunt, incisa videntur; pedes habet elephantis, reliqua, verecundia prohibente, dicenda non existimaui [tomo I,cap. 5].5
Al mismo tiempo, a mediados del siglo XVII, se produjo en México un cambio importante en la historiografia de la época precolonial: el traslado definitivo del discurso a manos de los colonizadores. A principios de ese siglo vemos aún la actividad de los últimos grandes historiadores nativos, pertenecientes a la nobleza naua, aunque integrados dentro del sistema de gobierno indirecto de la jerarquía colonial: Ixtlilxochitl de Texcoco (1578-1650) y Chimalpahin de Amecameca-Chalco (1579-1660?). Sus obras complementan de manera valiosísima los escritos de los frailes que habían llegado poco después de la conquista y que habían estado en contacto directo con los expertos precoloniales. Con la muerte de Ixtlilxochitl y Chimalpahin, el pasado precolonial es expropiado de los indígenas y pasa a ser parte de la "historia de bronce" construida por autores criollos como una historia "nacional". Desde entonces, hombres formados en la tradición científica europea y cada vez más ajenos a la cultura nativa son quienes publican las síntesis histórico-etnográficas y los estudios correspondientes, con 10 que se produce un efecto de enajenamiento total en la manera de ver y evaluar 10 mesoamericano. Este proceso coincide en el tiempo con el gobierno del virrey don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Albuquerque (1653-1660), quien, según nos informa el cronista Vetancurt, "puso calor en la fábrica de la Santa Iglesia Cathedral, dando premios á los Maestros cada vez que se acababa una bóveda, hizo traer las mejores campanas del Reino y las colocó en su torre, dedicó con solemnidad la Iglesia, con cuatro misas cantadas en un altar a un mismo tiempo" (1971, Tratado mexicano). Fue en esta obra de construcción cuando se quitaron los monumentos de la antigüedad azteca todavía visibles: ... avia enmedio del patio otra piedra redonda de una vara de alto y dos de largo redonda al modo de piedra de molino con un agujero enmedio; en ella solían poner un cautivo de los mas valerosos, atabanle en medio del cuerpo con una soga, y entrando las puntas por el agujero le dejaban atado de suerte que pudiesse andar por la piedra, dabanle un pedazo de pino o piedra, salia luego un soldado con su macana a pelear con eL .. esta piedra estuvo en el sementedo de la Cathedral en la
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5 "Existe una representación de este simulacro en cierto libro mexicano de la biblioteca vaticana; con una cabeza como modio, deformada de modo asqueroso, con ojos radiantes, orejas de asno, nariz y boca dentada. Tiene vasos para el sacrificio en cada mano, y en diversas partes del resto del cuerpo hay cabezas de diferentes animales, con las que solían representar los meses y el zodiaco; tiene pies de elefante y 10 demás juzgué mejor no decir, ya que el pudor 10 proluñe."
\'Hqulna que cae a hlS casas del Murquez, yen tiempo del Duque de Albuquerque se quitó para Rimientos LVetancurt, 1971, Teatro mexicano, IlI, 2, 29].
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Esta piedra ha de ser la misma que describió Durán con todo detalle como una de dos piedras redondas que habían estado fojadas en un patio dedicado all.'Ulto del dios Xipe: ... para subir a ellas había cuatro escalerillas, de a cuatro escalones cada una: en la estaba pintada la imagen del sol, y en la otra, la cuenta de los años, meses y dlas, ., [Después de la victoria tnÜitar española, una estuvo todavía un tiempo en la plaza grande de la ciudad de México] jtmto a la acequia donde cotidianamente se hace un mercado, frontero de las casas reales ... [hasta que el arzobispo Montmar la mWldó enterrar]. La segunda piedra era una que agora tornaron a desenterrar en el sitio donde se edifica la Iglesia Mayor de México, la cual tienen agora a la puerta del Perdón. A esta la llamaban "batea" los antiguos, a causa de que tiene una pUeta en medio y una canal por donde se escurría la sangre de los que en ella sacrificaban, los cuales fueron más que cabellos tengo en la cabeza. La cual deseo ver quitada de atH, y aun también de ver desbaratada la Iglesia Mayor y hecha la nueva: es porque se quiten aquellas culebras de piedra que están por basas de los pUares, las cuales eran cerca del patio de HuitzUopochili y donde sé yo que han ido a llorar algunos viejos y viejas la destrucción de su templo, viendo allí las reliquias ... [Durán, Ritos, cap. 9]. tulll.
También el viajero italiano Francesco Carletti, que estuvo en México en 1595-1596, vio allí aquella piedra con figuras en relieve y con el canalito por donde, se decía, antes corría la sangre de los sacrificados. Probablemente se trate del monumento cilíndrico que ahora conocemos como Piedra de Tizoc, redescubierto cerca de la catedral, a fines de 1791, durante la construcción de algunas obras en el zócalo, y ahora uno de los principales tesoros de la sala azteca en el Museo Nacional de Antropología. 6 Muertos los que habían nacido en la época precolonial y removidos los monumentos del imperio azteca, ya avanzado el siglo XVII, escriben sobre las antigüedades mexicanas autores como Jacinto de la Serna (?-1681) y Francisco Ola identificación se basa en la coincidencia del lugar, la descripción de las dimensiones, de la decoración y, en especial, de la pileta con canalito, rasgo llamativo de la Piedra de Tizoc (véase también Seler, Gesammelte Abhandlungen, n, pp. 801 y ss.). El canalito es posterior al relieve que cubre la superficie con la representación del disco solar; su origen y verdadera fun· clón siguen siendo tema de debate, pero su presencia es antigua, como lo demuestran las refe· rencias de Durán y Carletti. No hay razón para suponer, como hace Pasztory (1983, p. 148), que el canalito fue hecho durante el redescubrimiento de la Piedra en 1791.
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de Burgoa (1604-1681), en prosa barroca y desde una ostentosa perspectiva eclesiástica, que elogia la llamada "conquista espiritual". Otros combinan su interés en el pasado con la veneración de la virgen de Guadalupe, y van rastreando señales de una manifestación divina cristiana y de una evangelización muy antiguas en América, atribuidas a Santo Tomás. Esta fantasía procedía de nociones medievales acerca de la existencia del "paraíso terrenal" y de un reinado cristiano primordial (ya del "papa Juan", ya de algunos obispos que, se suponía, escaparon de la invasión árabe en la península ibérica), y adquirió nuevo vigor ideológico debido a que correspondía a los deseos, tanto de indígenas como de criollos y mestizos, de ennoblecer su patria americana frente a los peninsulares. Ya en el siglo XVI esta teoría había comenzado a colorear las referencias a la religión precolonial: se reclamó que ya antes de la invasión española había existido un concepto monoteísta, propio de legisladores y "filósofos" como Nezahualcoyotl, comparados con el bíblico rey Salomón; se hizo hincapié en las premoniciones precoloniales de la llegada del cristianismo, se describieron de manera selectiva y tendenciosa fenómenos comparables con el cristianismo (ideas acerca de una trinidad, bautismo) etc. (e! Lafaye, 1977).7 Un notable estudioso y defensor del guadalupanismo, Becerra Tanco (16031672), quien llegó a ocupar la cátedra de matemáticas y astrología de la Universidad de México, escribió 10 siguiente: D. Luis Becerra Tanco, Párroco de Naturales en varios lugares y del de yxt1apalapan, tan cercano á esta ciudad; al que entró en el 1631, aun aviendo aprendido este Idioma por curso habitual desde su infancia, intentaba despues de muchos años, discernir su sentido compuesto, y figurado, y reputaba á las Pinturas de la Gentilidad indistinta y generalmente por Instrumentos auténticos, quando no consta que estuviesen autorizadas como las Piedras esculpidas colocadas en Lugares públicos, de las quales no hizo mención alguna.
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7Aquellos autores atribuían la transformación de la predicación de Santo Tomás -identificado a menudo con Quetzalcoatl- al mismo proceso que hizo originar la "idolatria" en general. Veamos lo que declara el franciscano Bernardo de Lizana (1581-1631) en su presentación de los textos proféticos mayas, relacionados con la primera instauración de la cruz en Cozmnel por Cortés: "Y así fue, que los apóstoles se derramaron por todo el universo mtuldo, y sonó su voz hasta sus fines de la tierra ... y toda la India Occidental y Oriental, y las más remotas provincias y reinos de estas partes del mundo nuevo, se tiene por tradición entre hombres doctos, que el apóstol Santo Tomás fue el que predicó esta tierra y nuevo mtuldo, o la mayor parte de él, y dejó noticia del santo evangelio ... Además, que por el mucho discurso del tiempo y falta de predicadores del Evangelio, o por la malicia de las gentes vino a olvidarse lo que les enseño el Apóstol, yel demonio enemigo de la fe se introdujo por aquel dios que les había predicado, haciéndose adorar por tal, enseñándoles falsas doctrinas, y dioses en muchedmnbre ... " (1988, p. 116).
E1llvcr IlUUlill:studo d USlIlllpto elc su tnttmlo "Fellcldud de l\lexico cn el principio, y milugroso origen que tuvo el Suntuario de lu Vil'gen Maríu nuestra Señora de Guudulupe ctc." edición póshuna en Sevilla de 1685, no solamente con Pinturas posteriores a la conquista española, ó de tiempo en que ya no se figuraban en Piedra los sucesos, sino también con fundamento tan poderoso especialmente entre estas Naciones, como la memoria tradicional en cantares, no requeria que asentase aquella autenticidad indistinta de las del Gentilismo .... Aquel Intérprete confesaba aver seguido la [inteligencia] que daban á las Pinturas, D. Gaspar de Prabez, y D. Pedro Ponce de Lean, Párrocos á quienes trató, diciendo también por alusion á los mas antiguos Misioneros, que solos aquellos Ministros Evangelicos que se aplicaron á escudriñar los Mapas, pudieron dar su inteligencia, y que de ellos, y de los cantares sacó F. Juan de Torquemada 10 que escribió ... [1898, pp. 58-59].
(,ÉNESIS DE I~\ INTERPRETACIÓN ALEGÓRICA Y ASTRAL
Es en la obra histórica del sucesor de Becerra en su cátedra, el insigne astrónomo mexicano don Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700), el erudito criollo de la época barroca, donde se produce plenamente la idea de un "pasado nacional", desvinculado de los pueblos indígenas ~esposeídos, marginados y oprimidos por la misma élite que con tanto orgullo se apodera de su patrimonio-. Sigiienza coleccionó antigüedades y manuscritos pictográficos y reconstruyó una "historia de bronce" en que UitzilopochUi y los reyes aztecas figuraban como metáforas de las virtudes políticas. 8 Un monumento característico de la época barroca fue el arco triunfal, erigido para el virrey conde de Paredes en 1680, en referencia al que Sigüenza expresó su visión de la historia, comenzando su comentario con las siguientes palabras, propias de la vida cortesana colonial: Levantar memorias eternas a la heroicidad de los Príncipes más ha sido consecuencia de la gratitud que los inferiores les deben, que a un desempeño de la veneración que su reverencia nos pide. Porque como la parte inferior de nuestra mortalidad obsequia a la superior, de que le proviene el vivir, así las ciudades y reinos, que sin la forma vivífica de los Príncipes no subsistieran, es necesario el que reconozcan a estas almas políticas que les continúan la vida [1960, p. 231].
Acerca del origen de la cultura mesoamericana, Sigüenza y Góngora tuvo ideas peculiares -que se ubican dentro de la corriente señalada-; trató de "e1UlOblecer" la patria americana afirmando su descendencia de una antigua civilización europea. La historia prehispánica es transformada en fundamento 8 Sobre Sigiienza y Góngora y sobre la búsqueda de una historia "nacional" como acto del criollismo, tanto en la obra de este sabio barroco como en la de otros escritores mexicanos, véanse Leonard (1959), Villoro (1979), Pérez y Jansen (1979), Brading (1980), Benítez Grobet (1982), Moreno Bonett (1983), Marchetti (1986), Trabulse (1988).
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y ejemplo pm'a la sociedad criolla, que carecía de 1m pasado propio adecuado e impresionante. Para este efecto pulió y reformuló los datos, de tal modo que llegó a reclamar que los pobladores originales descendían de colonizadores procedentes de la Atlántida: su progenitor había sido Neptuno, reconocido como dios del mar por los griegos; pero según Sigüenza, un personaje histórico' hijo de l\1israím, el poblador primordial de Egipto, mencionado en la Biblia como bisnieto de Noé. Sigüenza no tenía mucho aprecio por sus contemporáneos indígenas, a quienes veía con repudio, como "plebeyos". Cuando en 1692, por la carestía y necesidad, se produjo un levantamiento popular, 10 criticó fuertemente, elogiando los "beneficios" que el régimen colonial y la evangelización habían traí, do a América y, mostrando una total falta de entendimiento de la realidad social, escribió: Los que más instaban en estas quejas eran los indios, gente la más ingrata, desconocida, quejumbrosa y inquieta que Dios crió, la más favorecida con privilegios y a cuyo abrigo se arroja a iniquidades y sinrazones, y las consigue. No quiero proseguir cuanto aquí me dicta el sentimiento, acordándome de 10 que vi y de 10 que oí la noche del día ocho de junio ... [1972, p. 137].
Notamos cómo en la historiografia mexicana de aquel entonces ya se había efectuado el total distanciamiento de la tradición cultural mesoamericana. Al igual que en Europa, los que escriben sobre los indígenas, su cultura y pasado, son personas que viven muy alejadas de ellos. Desde entonces la disciplina comienza a definirse como un conjtmto de estudios sobre los indígenas, entre los indígenas y sin los indígenas. Esta circunstancia determina, desde luego, la sustitución de un análisis basado en los términos de la cultura en cuestión por los malentendidos e imaginaciones propios de los autores. Es relativamente poco 10 que ha llegado a nuestras manos de los escritos históricos de Sigüenza y GÓngora. Las descripciones del viajero Gemelli Careri, quien 10 entrevistó y obtuvo de él muchos datos para su descripción de la Nueva España, nos proporcionan información interesante sobre sus colecciones y actividades en este campo. Gemelli mismo relata cómo se encontraron:
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El sábado 6 [de julio de 1697] estuve en el colegio del Amor de Dios, que tiene treinta y seis mil pesos de rentas reales para ser empleados en la curación de enfermos de bubas o mal francés. Está allí, en calidad de rector, don Carlos de Sigiienza y Góngora, profesor público de matemáticas, y como deseaba desde hacía mucho tiempo conocerme, con tal ocasión estrechamos una buena amistad. Siendo don Carlos muy curioso y virtuoso, pasamos el día en variadas conversaciones, yal irme,
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por \tt turde, lile dio un libro que había hecho imprimir con el titulo de Libra astronómica, después de habenne mostrado muchos escritos y dibujos notables acer(.~a de las antigüedades de los indios... [1976, p. 119].
GÉNESIS DE LA INfERPRETAC16N ALEGÓRICA y ASTRAL
GTacias a este contacto, Gemelli pudo publicar en su libro grabados de varios manuscritos pictóricos en -posesión de Sigüenza y Góngora, con las expliendones que, sin duda, le dio el astrónomo-historiador mexicano. Así, encontramos ahí los dibujos del Códice Ixtlilxochitl, el famoso Mapa de Sigüenza, que relata la peregrinación azteca, y un calendario pictográfico. Acerca de este diUrno, Gemelli observa: Cuán digno de alabanza y estimación es el ingenio de los mexicanos que inventaron tan artificioso y ordenadísimo círculo, podrán considerarlo quienes saben cuántos errores en esa materia cometieron casi todas las naciones orientales. Este elogio, no obstante, no se debe a los mexicanos de hoy, los cuales ciertamente no son ni astrónomos ni aritméticos, y cón cuya ignorancia bien pronto me convencerían .que mentían, sino a los de la gentilidad, como antes hemos discurrido, y a su antiquísimo maestro Neptuin, como eruditamente va señalando don Carlos de Sigüenza y Góngora, catedrático propietario y profesor de matemeaticas de la Universidad de México, en su Cyclografia, en la cual se sirve de pasajes de las sagradas escrituras, de tradiciones de los indios, de pinturas y de jeroglíficos muy similares que habían sido conservados por don Juan de Alva, señor del cacigazco de San Juan de Teotihuacan. Éste las había heredado de sus mayores que habían sido reyes de Texcoco, de quienes descendía por línea directa, y las dejó en manos de don Carlos, su albacea testamentario. Puede decirse con certeza que no se encuentran [pinturas] semejantes en toda la Nueva España, porque los españoles cuando allí entraron, en donde las encontraran las daban a las llamas, pues viéndolas sin letras y con muy diversas figuras, las consideraban supersticiosas [1976, pp. 79-80].
Con el característico entusiasmo del viajero, Gemelli describe los monumentos antiguos y coloniales, así como los paisajes y la abundante naturaleza. En sus referencias a la población indígena encontramos el mismo distanciamiento de que ya hablamos, mezclado con un sentimiento de compasión y escdndalo por su mala suerte, aunque ---como es común en de la óptica colonialista- tiende a culpar a las víctimas mismas por no trabajar 10 suficiente: El miercoles 28 [de agosto de 1697], habiéndonos despedido del dueño de la granja en que habíamos pernoctado, llegamos a buena hora a la aldea de San Jerónimo, habitada por indios otomíes, con los cuales nos fue menester valernos de un intérprete, pues no entendían el habla mexicana. Viven estos miserables (como todos los demás de la Nueva España), más como brutos que como hombres, entre horrendas
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montañas. Se alimentan la mayor parte del año con hierbas, pues no tienen maíz: carencia que proviene tanto del poco terreno que cultivan, como de que tienen inclinación por el ocio. Se me saltaron las lágrimas al verlos en tal miseria, que no tenían cómo cubrir las partes vergonzosas, tanto los hombres como las mujeres ... Es causa de tantas miserias, no hay duda, su poltronería; pero mucho más la voracidad de algunos alcaldes, los cuales les quitan cuanto han ganado durante el año, obligándolos a recibir bueyes, mulas, caballos y mantas por un precio tres veces mayor que el justo, y, por el contrario, quitándoles los víveres al precio que a ellos les place. [1976, pp. 125-126].
Otro autor que aprovechó los conocimientos y manuscritos de Sigüenza y Góngora fue fray Agustín de Vetancurt, quien para su Teatro M~xícano, historia de los succesos exemplares del nuevo Mundo en la Nueva España, publicado en 1698, usó, entre otros materiales: ... varios mapas, libro, ó volúmenes originales de los antiguos Mexicanos, y muchos manuscritos de D. Hemando de Alvarado Tezozomoc, de D. Fernando de Alva, de D. Dominfo de S. Anton Muñon Chimalpain, de Juan de Pomar, de Pedro Gutierres de Santa Clara, del Oydor Alonso de Zurita, que tiene originales y me ha participado mi Compatriota, y Amigo D. Carlos de Siguenza, y Gongora Cosmographo de su Magestad, Cathedratico Jubilado de mathematicas, y Capellan proprio del Hospital del Amor de Dios de Mexico, curioso investigador de papeles antiguos, y desseoso de que se descubran, y publiquen las grandezas deste nuevo mundo, como ya 10 ha dicho en varios papeles, y libros que ha impresso ... [Vetancurt, 1971, Prólogo]'
Vetancurt señala el aspecto astronómico del calendario, referiéndose precisamente a Sigüenza: El año de 1684 segun D. Carlos de Siguenza y Gongora, Cathedratico de Mathematica en la Real Universidad en su Repertorio en el Kalendario de los Indios es el chicnahui acatl [9 Caña], noveno de la segunda indiccion, o triadecateridad del indice Acatl, y es cierto porque mdendose valido de la Mathematica en los eclipses de la antiguedad, y del estudio singular con que ha investigado curioso estas antiguedades de que esta formando un erudito Kalendario que es la quenta infalible [Teatro mexicano, n, Tratado n, cap. 7].
Por otra parle, basándose en la información registrada por los fraües en el siglo XVI, Vetancurt hace hincapié en el uso del calendario en ritos y pronósticos -designando como "astrólogo" al sacerdote-adivino (tonalpouhquiJ-:
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Los Mexicanos (según el Padre Acosta) a los niños recien nacidos de Reyes y Señores le~ picaban las orejas, y miembro viril, en que remedaban la circunsicion
de los .ludlos, pero lo mus comun erun lus dos lunutorlos, el primero era luego que Iluda el nilio cortado el ombligo, y enten'ado, la parlera lo labava encomendandose A lu Diosu del agua llamada Chalchihtútlycue, alias Chalchihttitlatonac, tomava despues de labado agua en la mano derecha, y soplandola se la ponía en la boca, pecho, y cabeza con una deprecacion a los Dioses fingidos, que creian ser los que le criuron, llamados Ometeuhtli, y Omezihuatl, dabalo despue~ a la Madre para que le dlcsse de matnar, y antes de segundo labatorio, que era como bautismo, el quartu ellu del nacimiento llamaban los Padres un Astrologo de los adivinos que tenían, y diclendoles la hora en que avia nacido sacaban sus libros, y figuras, y si era benevolo les pronosticaban su felizidad, y si nacia en mal signo le ponían, y pintaban su mala fortuna, y guardaba el Padre la figura, erraban estos como tambien U vezes los nuestros, aunque los nuestros se fundan tan bien en el movimiento de las Estrellas, y en la influencia de los Astros, que es fimdamento mas cierto, pero los Indios en los caracteres, y figuras: eran por esta ciencia de todos estimados, y como eran pocos, y los nacimientos muchos tenían en que ganar la vida... [Teatro mexicano, II, Tratado III, cap. 8].
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Para su análisis de la religión mesoamericana, Vetancurt se basó en el método comparativo y etimológico que estaba de moda en su tiempo; trató de establecer analogías entre las deidades aztecas y los dioses grecorromanos O los principios bíblicos, con base en el significado de sus nombres y títulos. Ya Sahagún había comparado los dioses aztecas con los romanos ("HuitzilopochUI, otro Hércules", etc.), y Torquemada había elaborado sus ideas, pero Vetancurt -más alejado de la cultura indígena viva- llevó este procedimiento a un método general. Para demostrar su argumentación, citamos el ejemplo del dios Tezcatlipoca: Jupiter se asemeja a Tezcalicopa. S. Agustin dice que le llamaban animo del mundo, no anima como otros dL"'(eron, porque S. Isidoro pone la diferencia que ay entre animo, masculino, entre anima, y espíritu por el qua! respiramos, llamase Jupiter, dice el Santo, quasi iuvans Pater Padre que ayuda; tUlO, y otro significa Teyzcalicopu, el que a todos resucita, que cometiendo zinalefa le llaman Tezcali, lo tenían por superior a todos, llamanle el Mancebo Telpochtli representando el atributo de no cmbejeserse, y le tenían una silla donde nadie se sentaba, y se confessaban criados suyos Tiytlacahuan, y se les aparecia con ropage siendo un mismo demonío el antiguo Jupiter como el Jupiter Mexicano. [Teatro mexicano, II, Tratado IlI, cap. 1].
En su testamento, Sigüenza y Góngora legó sus tesoros documentales al colegio jesuita de la ciudad de México, recordando: Con mayor desvelo y solicitud y gasto muy considerable de mi hacienda he consegtúdo diferentes libros, ó Mapas originales de los Antiguos Indios Mexicanos
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que ellos en su GentUidad llamaban Texamatl o Amoxtle, y aWl(lue mi ánimo fue siempre remitir algunos de ellos a la librería Vaticana donde se conserva WIO, muchos años ha, con grande aprecio, otros al Escurial y los restantes a la Biblioteca del Gran Duque de florencia, quien por mano del Exmo. Señor Duque de Jobenazzo me 10 había insinuado, tengo por más conveniente que alhajas tan dignas de aprecio y veneración por su antigüedad, y ser originales se conserven en dicha librería del Colegio Máximo de Señor San Pedro y San Pablo ... [Trabulse, 1988, p. 19].
Allí varios estudiosos llegaron a examinar los manuscritos de Sigüenza, pero la colección se dispersó posteriormente. El estudio de los códices recibió un gran impulso con las actividades del caballero italiano Lorenzo Boturini (1702-1755), que en su entusiasmo por el culto de la virgen de Guadalupe viajó a México y reunió allí una amplia documentación histórica, la que incluía muchos códices pictográfic()s. Conoció la biblioteca de Sigüenza y copió y consiguió parte de ella. Precisamente esta devoción e interés por las raíces americanas levantó sospechas entre las autoridades del virreinato, que encontraron en las actividades del caballero italiano elementos de anticolonialismo y de subversión. Recordemos que es la época en que ya se anunciaban los sentimientos que llevarían a la Independencia casi 80 años después. Boturini fue arrestado y expulsado; la documentación que había reunido fue confiscada. Desposeído de sus manuscritos, escribió en su exilio en España su justamente famosa Idea de una nueva historia general de la América septentrional (1746), con un catálogo descriptivo de su colección. Lo nuevo era que Boturini analizó los documentos históricos con el método del filósofo italiano Giambattista Vico (1688-1744). Fue uno de los primeros que reconoció la importancia del pensamiento de Vico, "águila y honor inmortal de la deliciosa Partenope, que por espacio de treinta años sucesivos meditó en la común naturaleza de las naciones gentílicas, labrando un nuevo sistema de derecho natural de las gentes sobre las dos columnas de la Providencia y del libre alvedrío ... ", como 10 llama el propio Boturini (1948, p. 25). Lo que se proponía, básicamente, era descubrir las etapas de la evolución de la civilización (para Vico, la de la antigüedad griega; para Boturini, la mesoamericana), descifrando y decodificando las fuentes escritas (especialmente la literatura mitológica); se trata de una historiografia que, utilizando diversas alegorías, se refiere a tres edades en el desarrollo de la sociedad: la teogonía, la época de héroes y la historia humana -división que en términos simbólicos refleja las formas de organización política: teocracia, aristocracia y monarquía iluminada o república-o
Boturini mismo resume los principios de la Ciencia nueva de Vico, diciendo de su maestro que:
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... es el único que abre camino para penetrar el espeso bosque de la gentilidad, enseñando cómo el orden de las ideas de los hombres fué correspondiente al que tenían las cosas humanas; y éste convence que después del Diluvio uníbersal, en primer lugar hubo selvas, luego se fabricaron chozas, y mucho tiempo después, aldeas y villas, más adelante ciudades, y finalmente, con las artes liberales y mecánicas hicieron las Academias, y así se advierte que los hombres primeramente sienten la falta de lo necesario, después reflexionan lo que les puede ser útil y, andando el tiempo, apetecen la comodidad, más adelante buscan el deleite; de éste pasan a pavonearse con galas ostentosas y, en fin, llegan al desperdicio de las propias haciendas. De cuyos incontrastables principios se sigue que la naturaleza de los pueblos primeramente fué áspera, después severa, luego benígna; de allí pasó a deliciosa y remató en disoluta, por la cual entraron en su turno en el gran teatro de la Humanidad los descomunales y necios, como los Polifemos; luego los magnánimos y orgullosos, como Aquiles, después los valerosos y sabios, como Arlstides y los Seipiones, y siguen con apariencia de grandes virtudes envueltas con vicios escondidos y mucha afabilidad los Alexandros y los Césares; más adelante los melancólicos y reflexivos Tiberios, y finalmente los furiosos, disolutos y desvergonzados Calígolas, Nerones y Eliogábalos, todos los quales, obrando cada qual según la diversidad de los tiempos,. y velar propias pasiones, ocasionaron en las naciones aquella variedad de cosas que las hermosea o afea, pues los primeros tubieron necesidad de reducir los hombres a ser obedientes en el estado de las familias, disponiéndolos a ser también obedientes a las leyes; los segundos estubiero:l1 dispuestos para cargar sobre los hombros de las mismas familias la libertad popular; los cuartos para abrir el camino a las monarquías; los quintos, para establecerlas, y los últimos para arruinarlas. Estos generales presupuestos que se observan en todos los tiempos, y se estienden sin distinción alguna a todas las naciones, por quanto los gradúa la misma naturaleza, no sólo dan á conocer las costumbres que tubieron nuestros indios, sino que también manifiestan los principios y perfecciones de sus ciencias ... [1948, pp. 26-27].
Hemos citado este extenso texto porque ilustra bien la manera en que Boturini quiso analizar la historia humana. La importancia de las ideas de Vico radica en que se observan principios generales en el desarrollo de las civilizaciones. Tales ideas anteceden directamente las evolucionistas de los siglos XIX y xx (como las de Marx acerca de los sucesivos modos de producción). Encontramos su eco lejano hasta en nuestra división de la arqueología mesoamericana en los periodos preclásico, clásico y posclásico. Es obvia, por otro lado, la
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debilidad del argmnento: parte únicamente de algunos rasgos sobresalientes de la historia europea y los generaliza pam formar un modelo de aplicación universal, 10 que 10 hace totalmente eurocéntrico. 9 Con aquel esquema, Boturini trató de ordenar los datos confusos y contradictorios sobre la historia precolonial de México. Naturalmente dedicó mucha atención a la cronología y al simbolismo del cal~l1dario mesoamericano. Por ejemplo, basándose en la obra de Serna, Boturini distinguió bien el ciclo de los nueve Señores de la Noche, importante en el Grupo Borgia. El único documento de ese grupo que Boturini tuvo en su colección es la hoja que hoy se conoce como Fonds Mexicain 20, sobre la que apuntó en su catálogo (§ 30, bajo "Año ritual"): AsiInismo se reduce a esta clase otro mapa que tengo en una piel curada, con un círculo en el medio de cuentas coloradas, que forman los números de cuatro triadecatéridas, acompañadas de una cabeza de conejo, y se ven en los cuatro ángulos de este mapa diferentes figuras de ídolos muy feos, que eran como guardas y custodios del ciclo, a los cuales así en el ingreso de él como a su salida se hacían grandes fiestas ... [1974, p. 139]. Encontramos de nuevo en la obra de Boturini nuestro tema: la interpretación de la religión, en el marco de la evolución histórica por un lado y en términos astronómicos, por otro. Con repecto a la "segunda edad" de la historiogrilla de Vico -la de "fábulas y símbolos"-, Boturini observa:
Es notoria la propensión que tuvieron los orientales a observar con gran diligencia las estrellas, y aún más los asirios, y después de ellos los griegos. Para dar a entender las prerrogativas de su origen divino, colocaron sus dioses en las errantes y los héroes en las fijas; pero los indios fueron en esto de opinión contraria, sublimando sus dioses a las fijas y los héroes a las errantes ... [Idea, § 5; 1974, pp. 49-50). Para esta interpretación astronómica de algunos elementos religiosos en su pocas veces citada Historia general, Boturini se basó también en la obra del abad francés Noe1 Antoine PIuche (1688-1761), como él mismo reconoce en su
Idea de una nueva historia general de la América septentrional:
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9Las ideas de Boturini son analizadas con mucho más detalle por Ballesteros Gulbrois en su prólogo a la Historia general (1948), por León-Portilla en su edición de lu Idea (W74), y por Matute en su monografia Lorenzo Boturini y el pensamiento histórico de Vic() (1 07()). Véusc tamo bién el articulo de Glass sobre la colección de Boturini en el tomo 15 del Ilwullw()k (jj' Middle American Indians (1975). En cuanto al eurocentrismo -que sigue dominnndo In vlsf(m de muchos estudiosos- remitimos a estudios clásicos como los de Perrot y Pn~lswl'rl( (1079), Wolf (1982) y Amin (1989).
Un semt'jwlte tesoro de sabidwia vulgar, aunque de menores quilates, es el que se descubre en 108 doce signos del Zodiaco de los antiguos orientales, de que me confieso deudor al noble ingenio del Abad PIuche, que nos enseña, cómo aquellos orientales por el motibo de una común necesidad, inventaron la denominación de los doce signos del Zodiaco, para dar a entender a sus gentes, así las doce partes del cielo, como las mismas que tenia el año, apropiándoles unas figuras naturales, que significaban a 10 vivo 10 que obrava la naturaleza en el tiempo "respectivo de cada una de sus constelaciones [. . .] Desta suerte, pues, nuestros indios se valieron de los nombres de los dioses y semidioses para explicar asi los elementos de la naturaleza, como el curso ánuo del sol, repartido entre los dichos veinte signos. Cuyo inocente sentido corrompió la tercera edad, denigrándole con horribles supersticiones; de la misma suerte que los sabeos pervitieron el concepto liso y llano de los signos del Zodiaco antiguo de los orientales [ ... ] El cielo era el único libro donde estudiaban aquellas gentes sencillas, y siempre que se les ofrecía juntarse para hacer sus sacrificios, o dar parte a los padres de familia de sus haciendas domésticas, concertaban sus juntas para el tiempo que la luna estubiese nueba o llena o en alguna de sus crecientes o menguantes, según las distancias en que se hallaban o mejor les parecia. [1948, pp. 51, 43, 82].
En su libro con el significativo título Historia del cielo considerado según las tdeas de los poetas, de los filósofos y de Moisés (1739), el referido abad PIuche había defendido y hecho popular la teoría de que la "idolatría" -con sus dioses, oráculos, mitos, etc.- se había originado por el "abuso del lenguaje astronómico". Según PIuche, en un principio, se había elaborado el zodiaco con base en los movimientos y hechos astrales, para poder planear la agricultura. Posteriormente los sacerdotes estimularon a la gente común a adorar a los signos de las constelaciones. Un ejemplo claro de esta teoría es la explicación que PIuche propuso para el culto a los perros en el antiguo Egipto. Originalmente el desbordamiento ru1Ua! del río Nilo -fenómeno esencial para la agricultura- coincidía con el paso del sol bajo la constelación del León, y con la aparición de Sirio en la madrugada. Esta estrella parecía avisar a la gente, como un perro fiel, que iban a producirse las inundaciones. Por eso los egipcios llamaban a Sirio "el perro" y fundaron su calendario sobre la aparición de esa estrella. Con el paso del tiempo, este simbolismo ya no fue entendido por la generalidad, y la gente, confundiendo causa y efecto y atribuyendo el desbordamiento del río a la influencia de la estrella-perro, empezó a adorar el signo del perro y después al perro mismo. Toda esa teoría de PIuche es simplista y fantasiosa, pero muestra cómo los eclesiásticos de la época de la Ilustración se esforzaron por explicar racionalmente el origen de la idolatría. La única teoría viable era suponer un proceso
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de decadencia mental, modelado confonne al mito de la Torre de Babel. El resto de la respuesta de PIuche parece estar inspirado por la astrología, el arte adivinatorio basado en los movimientos astrales, que ya desde principios del siglo XVII había perdido su posición de ciencia. Fue un tiempo en que florecieron muchas corrientes filosóficas. En el estudio general de la mitología y de la religión intervinieron la historia, la filología, la lingüística y la crítica de textos -disciplinas ya desarrolladas desde el Renacimiento, pero ampliadas en la Ilustración con el estudio de literaturas ajenas al mundo grecOlTomano clásico (sagas nórdicas, literatura sánscrita etc.)-, así como la incipiente etnología (Lafiteau y otros) y el nuevo método comparativo. Por una parte, la defensa del dogma tradicional de la Iglesia; por la otra, la liberación del pensamiento, el racionalismo, el deísmo y el ateísmo, sin olvidar la enonne influencia del romanticismo (presente desde siglo XVIII) con su atención a la naturaleza, el folklore y lo exótico. lO La teoría de que las ideas religiosas son alegorías que contienen observaciones astronómicas encubiertas fue retomada y elaborada por otro francés, Charles Dupuis (1742-1809), quien había estudiado temas tan diversos como teología, leyes, matemáticas y astronomía, y que llegó a ser miembro de la Convención Nacional en vísperas de la Revolución Francesa. En 1781 publicó su Memoria sobre el origen de las constelaciones y sobre la explicación de la fábula por medio de la astronomía, y en 1795 su Origen de todos los cultos, estudios eruditos que revisan una vasta literatura mitológica. Partiendo de la observación de que todas las naciones adoran a la naturaleza, Dupuis define ciertos temas fundamentales de todas las religiones, como la fertilidad, las oposiciones entre tierra y cielo, oscuridad y luz, mujer y hombre, etc. La fuerza más impresionante del cosmos es el Sol, dice Dupuis, y por eso el culto al Sol es el punto central de los ritos y mitos. Los doce trabajos de Hércules, por ejemplo, representan el paso del Sol por los doce signos del zodiaco; el poema mitológico es solamente el disfraz de un calendario sagrado. Cuando el héroe vence al león de Nemea, se trata en realidad del paso del Sol por la constelación del León, etcétera. A diferencia de PIuche, Dupuis no usó esta teoría para explicar el origen de la "idolatría", sino para relativizar el cristianismo mismo: la historia de Jesucristo no es otra cosa que el mito de un héroe solar que nace en el solsticio de invierno (Navidad), se rodea de doces apóstoles (signos zodiacales), muere y, después de haber vencido la oscuridad del inframundo, revive en el equinoccio lOPara el nacimiento del paradigma antropológico y el contexto intelectual de aquella época, véase, por ejemplo: Duchet, 1988 (originalmente en francés, 1971). Una valiosu untología de textos anotados y comentados se encuentra cnla obra de Feldman y Richardsot1 (1972).
de la primavera (Pascuas) pura dur luz y vida u lu gente ... Dupuis concluyó: "los cristianos son mcros udoradores del Sol, y sus sacerdotes tienen la misma religión que los de Perú, a quienes condenaron a muerte" (1794, cap. 9). Es importante tener en mente el desarrollo de toda esta corriente de interpretación astronómica de las mitologías en Europa, que se refiere en primer 1ugnr a la cultura grecorromana, pero que va a tener cada vez mayor influencia en el estudio de la iconografia mesoamericana. El permanente interés en cuestiones cronológicas y calendáricas que caracteriza a los investigadores mexicanistas ofrece un suelo fértil a tales especulaciones. Las alusiones a la astronomía son todavía poco dominantes en la obra de Veytia (1718-1780), amigo y sucesor intelectual de Boturini que se empeño en escribir una historia coherente del imperio azteca. U Lo mismo vale para el autor ilustrado que más influencia ha ejercido en los investigadores, Francisco tJavier Clavijero (1713-1787), jesuita mexicano exiliado en Bolonia, Italia, cuya magistral y enciclopédica Historia antigua de México (primero publicada en italiano en 1780) es un monumento de racionalismo y nacionalismo. Como es bien sabido, Clavijero había concebido su obra como una apología de la civilización mexicana, en contra de la imagen negativa que de ella había difundido el enciclopedista de origen holandés, el joven canónigo de Xanten, Comelio de Pauw, en su Recherches philosophiques sur les Américains (1768).12 De Pauw había dicho que los signos usados por los antiguos pintores mexicanos no tenían nada que ver conjeroglifos (en el sentido que les daba Kircher), pues no tenían ningún valor simbólico, sino que sólo eran burdos e imperfectos dibujos de los objetos, puesto que sus autores desconocían la filosofía moral y la metaflsica. Clavijero, aduciendo desconocimiento en De Pauw, refutó esto con una descripción extensa de la pictografia, en donde analizó su composición física, sus colores, el calendario y la manera de registrar los topónimos. Sobre el sistema dijo:
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Usaban los mexicanos en sus pinturas, no solamente de las shnp1es hnágenes de los objetos, como han pensado algunos escritores, sino también de jeroglíficos y de caracteres. Representaban las cosas materiales con su propia figura y, para abreviar, con una parte de ella bastante a darla a conocer a los inteligentes; pues como 11Para un análisis de la vida y de la obra de Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, véase la monografía de Moreno Bonett (1983). 12De Pauw era uno de los secuaces más radicales del naturalista francés Buffon, quien sostenía la visión de América como un continente inmaduro e inferior, con habitantes salvajes y degenerados. Esta polémica sobre el carácter y el valor del hemisferio occidental ha sido analizada por Gerbi (1960). Sobre Clavijero y el contexto de su obra, véanse los estudios de Ronan (1973) y de Marchetti (1986).
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nosotros necesitamos de aprender a leer para ent.ender lo que otros escriben, así el común de aquellas naciones necesitaba de ser instruido en la significación de las pinturas que eran sus escritos. Para las cosas que carecen de figura sustituían ciertos caracteres, no verbales o destinados a formar palabms como nuestras letras, sino reales e inmediatamente significativos de las cosas, como los caracteres de los astrónomos y de los algebristas [Libro VII, cap. 49].
Clavijero distinguió entre diversas categorías de pinturas: a) "meras imágenes y retratos de sus dioses, sus reyes, sus hombres ilus-
tres, sus animales y sus plantas"; b) "puramente históricas, que contenían los sucesos dela nación" (como el
Mapa de Sigüenza y la primera parte del Códice Mendoza) ; c) "mitológicas, que encerraban los arcanos de su religión" (como el Códi-
ce Cospi); d) "códigos en que se veían compiladas sus leyes, ritos y costumbres, los
tributos" (como la segunda y tercera partes del Códice Mendoza); e) "cronológicas o astronómicas, que llamaban tonalamatl, en que expresaban su calendario, la situación de los astros, los aspectos de la luna y los pronósticos de las variaciones del aire"; f) "topográficas o corográficas, que servían no solamente a representar la extensión y límites de las posesiones de campo, sino también la situación de los lugares, la dirección de las costas y el curso de los ríos".
La referencia a la astronomía mesoamericana no es elaborada por Clavijero, pero entendemos que en aquella época, con su creciente interés por "la historia celeste" expresada en la religión, es un punto que cada vez cobra mayor importancia. Varios pioneros en este campo habían tenido formación como astrónomos; ya mencionamos a don Carlos de Sigüenza y Góngora, ahora hablemos de Antonio de León y Gama (1735-1802), quien, por su estudio de dos monumentales esculturas (Coatlicue y Piedra del So1), halladas durante las obras del nuevo empedrado en el zócalo de la ciudad de México (1792), se considera uno de los fundadores de la arqueología mexicana. Por el contexto esbozado arriba, entendemos mejor sus palabras cuando escribe en su explicación de la famosa Piedra del Sol (o Calendario azteca):
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Entre las muchas fingidas deidades que adoraba la ciega idolama indiana, era la principal el Sol, á quien, á semejanza de otras naciones gentilicas, t.dbutaban continuos cultos, no solo los Mexicanos, sino todos los Reynos y Provincias civilizadas de ambas Américas [. .. ] Serna tambien esta Piedra de un Relox solar, por donde
cOllodun diuriulllcntc los Succrdotcs lus horus en que debiall hacer sus ceremonias y sucrHicios, por medio de WIOS gnomones, ó índices que le fi'Glbun, como después veremos. De manera que en esta Piedra estaba reducida la mitad de la Eclíptica, ó movimiento propio del Sol, de Occidente á Oriente segun el orden de los Signos, desde el primer punto de Aries, hasta el primero de Libra: y el movimiento diario, de Oriente á Occidente, desde su nacimiento á su ocaso. Por 10 qual se debe considerar esta Piedra como un apreciable monumento de la antigüedad mexicana, para el uso de la Astronomía, de la Cronología, y de la Gnomonica, prescindiendo de los demas usos que de ella hacian los Sacerdotes gentiles para su Astrología judiciaria [1792, pp. 91, 94].
üÉNESIS DE LA INrERPRh"l'ACIÓN ALEGÓRICA y ASfRAL
Encontramos también en esta cita la influencia de la "cosmovisión mecánica", que surgió en el Renacimiento con la idea del sistema solar heliocéntrico y se difundió ampliamente en la época de la ilustración -y después- por los trabajos de Newton y otros fisicos-matemáticos. Con los estudios cada vez más avanzados acerca de las "leyes" de la naturaleza, se desarrolló la idea de que el universo funcionaba como una gran máquina, un complicado reloj impersonal, sin milagros, sin intervenciones divinas y, para algunos, hasta sin preocupaciones éticas -una ideología muy apropiada para la sociedad industrial capitalista en desarrollo-. La razón, la energía y el capital tomaron el lugar de los antiguos dioses y profetas, cuyas revelaciones quedaron como palabras huecas en un mundo secularizado. Este nuevo modo de producción y de pensamiento afectó, desde luego, la manera en que se evaluaron otras culturas. Se fotjó una ideología de progreso, que a la vez servía para legitimar los privilegios y la supremacía de Occidente. En comparación con la industrialización y los nuevos inventos logrados por los occidentales, con base en los recursos de su imperio colonial, las demás sociedades humanas se consideraban menos fuertes, menos eficientes, en una palabra, "atrasadas". La antropología europea suele interpretar otras culturas en términos de la suya, hasta como un reflejo -proyección o inversión- de su propia sociedad. Los que estudiaban el mundo mesoamericano solamente pudieron ver sus valores en aspectos que se asemajaban al desarrollo científico occidental, de ahí su preferencia por la astronomía, paradigma por excelencia de la "cosmovisión mecánica". Solamente en años recientes, por las catástrofes en el ambiente causadas por la industrialización, los científicos occidentales han comenzado a valorar el aspecto ecológico de las filosofias precoloniales y precapitalistas. 13 13El estudio clásico de los paradigmas científicos europeos es el de Kuhn (1970); véase también Debus (1985). Capra (1983) ofrece na visión global, desde una perspectiva moderna, del desarrollo espiritual en los últimos siglos. Estudios como los de Memmi (1979, originalmente
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COLECCIONISTAS E INTÉRPRETES
Si bien es cierto que los pueblos mesoamericanos -como todas las sociedades de agricultores- observaban los movimientos del cielo y calculaban los ciclos sinódicos de algunos planetas y astros con su calendario, es muy discutible que tales monumentos hayan cumplido funciones netamente cientificaso Los signos esculpidos y pintados son por sí mismos el vehículo de la comunicación, y expresan los conceptos religiosos o hacen presente el poder divino. Proyectar sobre aquella escritura pictórica un patrón de pensamiento propio de la incipiente era industrial es ahistórico y constituye un grave error. Precisamente porque tales interpretaciones se hacen en términos- de nuestra propia cultura, dichas teorías parecen plausibles a muchos, pero en realidad nos desvían y alejan de la cosmovisión propiamente mesoamericana. Los hallazgos en el zócalo inspiraron otro estudio contemporáneo, curioso y ahora casi totalmente olvidado, el de Joseph Ignacio Borunda, "colegial dotado en el R. de la Purísima Concepción de Celaya, después en el de San Ildefonso de México, y actual del Ilustre de Abogados", quien relata el suceso en los siguientes términos: Públicamente se excavaron los dos primeros, casi á la orilla de la antigua Aceqtúa, que aún al tiempo de la invención, corría formando lado meridional á la plaza mayor, y así en el Cercado del mayor de los antiguos Adoratorios, con pocas varas de intermedio entre ambos peñascos, sin memoria determinada de ellos entre escritores del Siglo décimo sexto, habiéndola hecho del tercer monumento, hallado en esquina del átrio de la Santa Iglesia, con distancia intermedia de la misma plaza, respecto de aquellos dos [1898, p. 13].
Borunda antepone a su ensayo el dicho de San Agustín: "Contra las señales propias desconocidas, es gran remedio el conocimiento de idiomas" CLib. 2 de Doct. Crist., cap. 11), y señala bien la importancia de la lengua para el desciframiento. Un ejemplo es la expresión azteca en forma de difrasismos: población (altepetl) se escribe como sierra (tepetl) con agua (atl). Pero luego va más lejos con esta observación -en sí valiosa- y considera todos los signos como "geroglíficos, son figuras y también voces compuestas de intento en los profanos para expresar conceptos imitativos de los sagrados ... " (1898, p. 13). Con tal visión, que recuerda 10 dicho por Kircher, Borunda elaboró una interpretación altamente alegórica de las tres piedras:
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1973), Gunder Frank (1985, originalmente 1978), Wolf (1982) y Amin (1989) analizan la repercusión mundial y pluriforme del colonialismo. En cuanto a la construcción de "la imagen del otro" en el pensamiento europeo, y sus implicaciones filosóficas, consideramos de particular relevafJ.cia los libros de Lemaire (1986) y Mason (1990).
... el prlmCl'o I CoaUlcuc J rcsulta instruyendo la fundación de esta ciudad de México, no sólo datada, sino expresiva del establecimiento de sus antiguas contribuciones, lugares y genealogía de sus fundadores, y juntamente de la situación y causas destructivas de la Capital antigua: el'segundo [Piedra del Sol], hallado, la cronología universal desde la creación del Mundo hasta el año cinco mil doscientos y ochenta, eon motivo de la data de su toma en la del terremoto más memorable á tiempo de eclipse solar; y el tercero [Piedra de Tizoc], encontrado en el de noventa y uno, la dedicación del principal Adoratorio de la misma ciudad con su data respectiva.
GÉNESIS DE LA INrERPRh'TACIÓN ALEGÓRICA y ASTRAL
Lejos de 10 que el titulo pretende, el trabajo de Borunda no es la Clave general de jeroglíficos americanos, sino un conjunto de muchas especulaciones, sin método alguno. Es, sin embargo, un ejemplo interesante de las interpretaciones alegóricas que se pusieron de moda. 14 Un compañero de Clavijero, y, como él, jesuita exiliado en Italia, José Lino Fábrega (1746-1797), escribió en los años noventa del siglo XVIII un comentario sobre el Códice Borgia -que no se imprimió hasta cien años después (1899)-, documento de gran importancia por ser la primera gran monografia que trata de elucidar el contenido de un códice mexicano precolonial. Su base y punto' de partida era el Códice vaticano A, manuscrito pictórico mexicano de contenido calendárico e histórico, conservado en la Biblioteca Vaticana, accesible por sus glosas en italiano del siglo XVI. Este texto, junto con 10 dicho por Boturini y otros autores, sirvió de base a Fábrega. 15 En este primer comentario detallado a un documento del Grupo Borgia volvemos a encontrar que la atención se centra en el aspecto astronómico. Dirigiéndose al poseedor del códice, el cardenal Stefano Borgia, Fábrega expone su idea general sobre el contenido del manuscrito: El Códice de V. Ema., que de ahora en adelante deberé llamar Borgiano, contiene un Calendario Histórico, ritual y astronómico lleno de ingeniosos repertorios con14Es interesante notar que Borunda conoció de joven a "D. Francisco Xavier Clavigero (á quien familiarmente traté en el año 1761) ... " (1898, p.61). Su obra inédita fue publicada por el duque de Loubat, qtúen en la introducción (en forma de carta a E.T. Hamy, el presidente de la Société des Américanistes de París) aclara que supo de su existencia por una referencia de Bustamante, citada por Prescott, a una "clave al sistema de los códices", que se había perdido, pero que en forma manuscrita debía de estar en España, ya que fue llevada allí en tiempo del proceso contra l\'lier (1795). Loubat mismo se dedicó a buscar la obra, primero en España (en 1896), utilizando sus contactos, pero en balde, luego en México, donde al fin logró encontrarla (en 1897). De ahí la edición en 1898, más bien como una curiosidad histórica. 15El estudio de Fábrega es tratado con más detalle en el libro explicativo del Códice Borgia en esta misma colección. Allí se esboza también su contexto histórico e intelectual, así como el contacto que Fábrega tuvo con el cardenal Borgia, Clavijero y León y Gama.
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COLECCIOl\'1STAS
E INfÉRPRETES
fonnes al sistema Mexicano. Los cuatro asuntos principales que lo caracterizan están expresos, de manera que si bien él sea dirigido á gentes conocedoras de la economía de sus tiempos, de las tradiciones históricas, del culto religioso y de su sistema astronómico, todavía pueden todos esos asuntos conocerse con ligero trabajo por cualquiera que los haya hasta ahora ignorado. Los rasgos históricos más importantes están allí expuestos, no en orden cronológico, sino solamente en aquellos periodos de tiempos en los cuales ocurre recordarlos. Los ritos, las ceremonias y cuanto pertenece al culto, nos representan el objeto de sus Teomatiliztle ó ciencia de las cosas divinas. El astronómico es importante para fijru· los puntos cru·dinales de los tiempos. Estos objetos, aunque envueltos entre prácticas del culto, alegorías, metáforas y moralidad, demuestran, sin embargo, el robusto pensar de un delicado ingenio y una no vulgar instrucción astronómica acomodada á un sistema de tiem" pos del todo nuevo [1899, pp. 1-2].
En varias páginas del Códice Borgia Fábrega encontró referencias a la astronomía, y apunta que estuvo haciendo los cálculos correspondientes "bajo la corrección del ilustre Señor Abate D. Eusebio Veiga, astrónomo portugués, bastante conocido por sus doctos trabajos, publicados con ilustraciones" (1899, p. 20). El texto del jesuita exiliado no fue publicado en su tiempo, y solamente fue aprovechado por los que llegaron a conocer el manuscrito; entre ellos el conocido viajero y geofísico Alexander von Humboldt (1769-1859), que en sus obras se muestra como un observador muy perspicaz y sensible, coleccionista ordenado y riguroso de todos los datos disponibles sobre los temas que le interesaban. En sus textos acerca de América, destacan sus amplios trabajos sobre los manuscritos pictográficos. Siguiendo el ejemplo de Robertson, Clavijero y Fábrega, hizo un inventario de los códices conocidos en aquel entonces -s Angeles/Londres. Zantwijk, Rudolf van (1977), Handel en Wandel van de Azteken, Van Gorcmn, Assen/Amsterdam. Zarco Cuevas, P. Fr. Julián (1924-1929), Catálogo de los manuscritos castellanos de la Real Biblioteca de El Escorial (tomos I-lI!), Madrid.
BIBLIOGRAFíA
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Indice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7
PruM:ERAPARTE
Coleccionistas e intérpretes l. II. III. Iv.
El códice de Gabriel Fejérváry, Ferenc Pulszky y Joseph Mayer Los gabinetes de arte en Europa. . . . . . . . Génesis de la interpretación alegórica y astral Seler, Nowotny y el paradigma actual . .
13 21 27 61
SEGUNDA PARTE
Hablar con la tierra
V. VI. VII. VIII.
Los curanderos no son brujos El oráculo La baraja. La milpa .
87
99 107 127
TERCERA PARTE
Índice del Grupo Borgia IX. Estructura del Grupo Borgia. . . . . .
135
CUARTA PARTE
El Libro de Tezcatlipoca (El anverso) X. Los cuatro rumbos: los árboles cósmicos con sus aves XI. Los nueve Señores de la Noche . XII. Ritos con los manojos contados I . . . . . . . . . . .
149 185
195
341
EL LIBRO DE TEZCATLlt'OCA
QUL1\¡'TA PARTE
El Libro de Tezcatlipoca (El reverso)
XIII. Las seis conversaciones . . . . . XIv. Los periodos aciagos. . . . . . . xv. Los patronos de los nacimientos. XVI. Seis casas . . . . . . XVII. Los seis caminantes I XVIII. Los cuatro templos. XIX. La suerte del maíz. . XX. Las seis parejas . . . XXI. Los seis caminantes II . XXII. Seis actividades del tlacuache. XXIII. Los seis caminantes III . . . . XXIv. Las cuatro grandes luchas. . . xxv. Ritos con los manojos contados II . XXVI. Tezcatlipoca, Señor de las trecenas .
237 241 247 261 265 273 277 281 287 291 303 307
311 315
Bibliografía e Índice Bibliografia. . . . . . . . .
342
323
......:.:....- .-.... - ..fJ....- .. .. ..",....... fi\. se ~ E
••• • •••• : •••••••••• ~ ~ Gf
••••~
·. ··· ... ·· ..
~.
El Libro de Tezcatlipoca, Señor del Tiempo, libro explicativo del llamado Códice Fejérváry-Mayer, se tenninó de imprimir y encuadernar, bajo el cuidado del maestro Luis Castillo, en el mes de junio de 1994 en los talleres de Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. (ffiPSA), calzada de San Lorenzo 244, 09830 México, D.F. Se utilizó papel Torreón de 90 grms. de Gvarro Casas. En su composición se emplearon tipos Tiffany de 24:36, 18:24. 14:18, 11:14, 10:13 y 9:12 puntos de pica. Se tiraron 3 000 ejemplares. La coordinación editorial es de Axel Retif. La revisión y corrección con los autores ha sido efectuada por Guillermo Hagg, que también realizó el cuidado de la edición, conjuntamente con Alejandra García, quien además efectuó la composión tipográfica y el diseño por página, habiendo corrido por cuenta de Francisco Muñoz Inc1án el diseño general del libro. Carlos Haces diseñó el estuche, fabricado en Encuadernación La Antigua, 2ª calle de Ángel Rico 84, 09200 México, D.F. La corrección de pruebas estuvo a cargo de Maribel Madero y Arturo Alejandro Tr~o Juárez. Las capitulares (© Fondo de Cultura Económica) son obra de Blanca Luz Pulido y Patricia Pulido. Formaron las páginas con ilustraciones Olga Margarita Vázquez y Salvador Orozco. La coordinación de este proyecto es responsabilidad de Socorro Cano y María del Carmen Fruias