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Spanish; Castilian Pages [530] Year 2008
Harry G. Gelber (Londres, 1926) fue lector de Historia en Cambridge antes de doctorarse en la Universidad de Monash en Australia. Ha sido profesor de política íntemacional en las universidades de Boston, Harverd, L8E, Vale y Monash. Entre 1975 y 1992 fue catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Tasrnania. de la que es Profesor Emérito. En fecha más reciente ha sido profesor invitado del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard (2004-2006) y miembro de la junta de gobiemo del Departamento de Relaciones Internacionales de la London School of Economics (2001-2004). Es autor de Nations and Empires (2001) YOpium. Soldiers and Evangelica/s {2004}. Actualmente reside en Australia,
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ELDRAG6N Y LOS DEMONIOS EXTRANJEROS
Harry G. Gelber
EL DRAGÓN Y LOS DEMONIOS EXTRANJEROS China y el mundo a lo largo de la historia Traducción de Francisco Martín
Título original, The Dragan and the t'oreign Deliil5 Mapas John Gilkes © Harry G. Gelbez; 2007 © traducción, Francisco Martín Arrihas, 1.008 © de esta edición, 2008, RRA Libros, S.A. Pérez Caldos, 36 - 080 r 2. Barcelona [email protected]/www.rbalibros.com Primera edición: mayo
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Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.
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la cada vez más radical diferencia entre las zonas de ocupación este y oeste de Alemania. Los intentos occidentales por lograr la colaboración soviética se prolongaron hasta finales de I947 a través de diversas conferencias infructuosas de ministros de Asuntos Exteriores, y con obstrucciones por parte de la URSS no sólo en Europa, sino en el golfo Pérsico. Las diferencias eran insuperables. El ministro soviético de Asuntos Exteriores seguía siendo Molotov, un hombre más que desagradable que decía «no>:' tantas veces que exasperaba a los funcionarios occidentales, quienes lo apodaron como «el abominable hombre No». Fueron los estadounidenses quienes más se aferraron al milagro de la colaboración hasta que en 1947 hubo dos importantes puntos de inflexión. Uno fue el anuncio el I2 de marzo del presidente Truman de la ayuda al gobierno griego en su lucha contra la insurgencia comunista: "Creo que la política de Estados Unidos debe ser apoyar a los pueblos libres que se resisten a ser subyugados por minorías armadas o por la presión extranjera». Era un giro completo contra la vuelta al aislacionismo temida por Roosevelt. A ello le siguió el Plan Marshall para la reconstrucción europea que implicaba la cooperación y hasta cierta integración económica en Europa. Por ese mismo motivo, se agravó el temor de Stalin y su convencimiento de que la seguridad soviética requería una expansión territorial controlada por Moscú. La brecha entre el Este y el Oeste se ahondó en -'-948 con el golpe de estado comunista en Checoslovaquia, el bloqueo de Berlín y del puente aéreo y la reforma monetaria de Alemania occidental. Todo ello fue seguido en -'-949 por la Organización del Tratado del Atlántico Norte para contrarrestar el Pacto de Varsovia de Europa del Este y la creación política de un nuevo estado en Alemania occidental. Para Gran Bretaña y Francia, la Segunda Guerra Mundial duró realmente desde 1938 hasta I949, por lo que en ambos países existía ahora un profundo anhelo de seguridad y de recorte de gastos. Los gobiernos de Londres y París se veían sometidos a una gran presión generalizada que pedía el desmantelamiento de sus costosos imperios. Y no eran menos las presiones por parte de Estados Unidos. Pero ambos trataron de recuperar sus respectivas esferas de influencia en Oriente. Gran Bretaña reconoció que la India debía ser independiente, pero, aparte de eso, tanto ellos como los franceses actuaban como si nada hubiese sucedido. Se produjeron curiosos sucesos. En Hong Kong, por ejemplo, nada más
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terminar la guerra y tras la liberación del ex secretario colonial, Frank Cimson, preso de los japoneses, éste izó la Unión jack inglesa en la sede del gobierno y por propia iniciativa restableció la administración colonial como si nada hubiera sucedido. En Singapur, socios del club de criquet regresaron a la isla e inmediatamente comenzaron a pagar las cuentas pendientes desde el desbarajuste de la rendición de la ciudad, tres años atrás, y hubo socios que pagaron las de otros fallecidos. La situación de Francia era más complicada. Al amargo resentimiento del desastre de I940, se sumaba la frustración por la política de apaciguamiento liderada por Gran Bretaña en I939, por lo que la posición de Francia en el mundo tenía que restablecerse sobre una base muy distinta a la de confiar en los «anglosajones». Era la posesión de un imperio 10 que mantenía a Francia obcecada en reclamar la posición de gran potencia vencedora de la Segunda Guerra Mundial. La Francia de la posguerra creía que, con el tiempo, habría un solo país, la República francesa, agrupando los territorios de ultramar como «parte integrante de la comunidad nacional», en la que aquellos pueblos tendrían sus propios representantes en el parlamento de París, a la par que obtenían «la naturalización francesa». El concepto de unidad indisoluble fue reiterado al constituirse la Unión Francesa en 1946. Pero sucedía que con todo ello lo que se pretendía era frenar, como Canuto', corrientes mucho más profundas de la política europea y mundial. Los franceses y los ingleses estaban cansados de las responsabilidades de ultramar, y ni Francia ni Gran Bretaña podían afrontar el mantenimiento de su antiguo imperio ante el juego de fuerzas más importantes. Hacía tiempo que los dos imperios, como tantos del pasado, se sostenían no por la fuerza o el dinero, sino por prestigio y respeto, por su propia engreída auroconfianza y por la apasionada convicción de que hacían el bien. Pero aparte de la realidad, la naturaleza de las derrotas en la guerra había dado al traste con todo aquello. Del concepto de imperio no quedaba más que un eco de 10 que Shelley había denominado «el recuerdo de una música pasada». Igualmente importante era el legado de la aspiración de Woodrow Wilson a la autodeterminación e independencia de los territorios colo" Rey de Dinamarca y Noruega que, según las leyendas, creyó ser tan importante que ordenó a las olas del mar que dejaran de llegar a la orilla, cosa que obviamente, ellas desobedecieron. (N. de la E.)
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niales. Reivindicación que trascendía con creces el ámbito político. Era un empuje moral y emocional de autoafirmación sobre la base imprecisa pero imperiosa de identidades de raza, etnia y religión. Y prácticamente casi nada tenía que ver con la naturaleza del gobierno, sino con esa asertividad de que «nosotros» constituimos una «nación» con derecho a ser gobernada por su propia gente y no por «otros». El separatismo racial (J étnico no era algo nuevo. La propia guerra había acentuado las ideas de hostilidad racial y cultural, moldeándolas en nuevas formas virulentas, no sólo en Japón sino en casi todos los adversarios de Japón, ya fuesen norteamericanos, británicos, chinos, holandeses, filipinos o indios. Un proceso muy parecido se había producido en el frente ruso-alemán, y además se hizo evidente que muchas de las disputas económicas e ideológicas que surgían mundialmente tenían su origen en esas hondas diferencias. En 1951, por ejemplo, el juicioso general Charles de Gaulle, meditando sobre el enfrentamiento de entonces entre comunismo y capitalismo, escribió que «i'opposítion communísrne-capítalisme est une apparence. Au [cnd de tout il y a J-'Asie centre l'univers des blancs. C'esr une querelle sans rnesurev.w Sus opiniones respecto al regreso de Francia a Indochina en I945 eran aún más severas. Como escribió en junio de 1945, Francia había , sino muy probablemente un mercenario del Kremlin. Acheson tenía miras más amplias que sus acusadores populistas y contemplaba los hechos muy en consonancia con los principios del análisis de Kennan en 1946: si a China se la pudiera apartar de la alianza con la Unión Soviética, la «contención» de la URSS sería una gran éxito. Por tanto, aunque Estados Unidos quería seguir ayudando a Chiang, había que reconocer las nuevas realidades; pero ¿cómo podían esta-
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blecerse relaciones con Jos vencedores maoistas, y más cuando Mao se mostraba receloso, consciente de que la política estadounidense trataba de apartarle de Stalin? Apenas medio año después del triunfo de Mao, la cuestión del reconocimiento, así como muchas otras, se volvieron irrelevantes. El 25 de junio de 1950 un nutrido y bien armado ejército de Corea del Norte invadía Corea del Sur. La situación coreana había sido durante cierro tiempo complicada y peligrosa. Los disidentes izquierdistas lanzaron, y perdieron, una rebelión sangrienta en el sur, pero la cuestión clave para el norte y para China era: SI atacamos, ¿qué hará Estados Unidos? ¿Se extenderá el conflicto? Washington aceptó la victoria comunista en China y la alianza sino-soviética. ¿Por qué Iba a ponerse ahora nervioso por la península coreana? En marzo de 1949 el comandante estadounidense en el Pacífico, el general MacArthur, dejó Corea claramente fuera del perímetro de defensa de Estados Unidos, y a finales de aquel mismo año Truman retiró de allí las tropas. Pero, todavía más impresionante fue el discurso de Dean Acheson en el Nacional Press Club de Washington, en el que dijo que el perímetro defensivo "transcurre por las islas Aleutianas hasta Japón y luego hasta las [islas] Ryukyu» y desde allí «hasta las islas Filipinas»." Lo que no incluía Corea. Añadió que si se producían ataques en otros lugares sería cometido de «todo el mundo civilizado), miembro de la ONU apoyar la resistencia local. Era exactamente el tipo de estrategia en mar abierto que los presidentes Eisenhower y Nixon aplicarían más tarde. No cabe duda de que soviéticos, chinos e incluso Kim Il-Sung se quedaron asombrados por el hecho de que Estados Unidos, tras no combatir por China, fuese a una guerra por una lengua de tierra que penetra en el Mar del Japón. En cualquier caso, Kim Il-Sung convenció a Stalin para que aceptase que, con cautela y reticencia, intentara invadir el sur. Kim manifestó que sería una gran victoria estratégica para el comunismo, Estados Unidos no intervendría y podrían ocupar el sur antes de que se produjera una posible intervención. A Stalin le atraía la idea de una Corea unida comunista, por no hablar del acceso soviético a puertos que no se helaban en invierno. Sin embargo, tal y como le dijo, Kim tendría que depender de la ayuda de Mao si las cosas se ponían feas. Stalin envió armamento y asesores, entre ellos tres generales de división, pero nada más. Pekín
se mostró vacilante, pero Mao, el combativo y romántico revolucionario, quería violencia y sangre y que China diera ejemplo de solidaridad comunista. Logró vencer las opiniones disidentes y envió un contingente de combatientes coreanos del Ejército Popular de Liberación chino (EPL) como apoyo al ataque norcoreano. El peligro era obvio para Occidente. No sólo por Japón y el equilibrio en el Pacífico, sino porque también en Europa se temía que la ofensiva en Corea fuese preludio de una agresión generalizada al mundo no comunista. Trumao envió de inmediato tropas en ayuda del sur y unos días después el Consejo de Seguridad de la ONU votaba a favor de la ayuda de sus miembros a Corea del Sur. Los delegados soviéticos, en un craso error diplomático, no hicieron acto de presencia, lo cual les hubiera permitido vetar la propuesta de Estados Unidos. Una semana más tarde, también sin participación soviética, el Consejo determinó el envío a Corea de una fuerza expedicionaria de la ONU. Con ello, los defensores de Corea del Sur adquirían el esta tus de combatir bajo la bandera de la ONU y otros veinte países enviaron tropas para ayudar a Estados Unidos. Truman hizo aún más. Para su generación de dirigentes una de las lecciones básicas de las relaciones internacionales fue la conferencia de Munich de 1938. Por aquel entonces, Checoslovaquia fue abandonada a manos de Alemania en interés de la paz, pero ahora todos pensaban que la debilidad de no oponerse a la agresión se traduciría en una resistencia posterior en peores condiciones. Fue uno de los pocos puntos en los que coincidieron plenamente los sucesivos secretarios de Estado, demócratas y republicanos, Acheson y john Foster Dulles,"Se resumía en que si había que contener el comunismo, tenía que hacerse en toda la periferia comunista, en Alemania, en Oriente Medio, en el sudeste de Asia y en Corea. Kennan había acertado al argumentar en 1945-1946 que se producirían agresiones constantes a los países del mundo no comunista en la periferia. Este nuevo conflicto ampliaba las preocupaciones de la guerra fría respecto a la actuación soviética y prosoviética en Europa central y del este, hasta el Mar Amarillo y el Pacífico occidental. Corea era con toda evidencia un ataque más a las fronrcras de Occidente y a su firmeza. Por tanto, además de enviar tropas a Corea, Truman ordenó a la Séptima Flota estadounidense que patrullase en el estrecho de Taiwan para impedir un posible ataque de China continental a la isla, y declaró que una ocupación comunista dc Forrnosa -y
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el aplastamiento de lo que Estados Unidos aún consideraba gobierno legítimo de China- sería un desafío a las tropas estadounidenses y una amenaza para toda la zona del Pacífico." Ahora la situación resultaba peligrosa para Mao. ¿Intentaba Estados Unidos invertir el resultado de la guerra civil china? El temor se acentuó cuando Chiang Kai-shek, apenas un mes después de la declaración de Truman, ofreció a Estados Unidos treinta y tres mil voluntarios para la campaña de Corea. Los surcoreanos y los norteamericanos fueron rechazados hasta la costa del sur, alrededor del puerto de Pusan, con lo que MacArthur planeó un desembarco a 300 kilómetros tras las líneas enemigas, cortando sus comunicaciones y suministros. En el plazo de dos semanas las tropas estadounidenses mataron y capturaron a la mitad de las tropas norcoreanas y rechazaron al resto hasta el punto de partida en el paralelo 38. ¿Iba Estados Unidos a reunificar Corea a la fuerza?, se preguntaba China. ¿Ya establecer un poder estadounidense fijo en la frontera, o incluso en elinterior de Manchuria, principal región industrial china? Pese a varias advertencias chinas, Estados Unidos avanzó en dirección norte hasta la frontera sino-coreana y.MacArthur, por acuerdos personales extraoficiales con Chiang Kai-shek, llegó a decir que la guerra debía llevarse al interior de China. La consecuencia fue que trescientos mil chinos, debidamente calificados de «voluntanos» para disipar la idea de que China estaba en guerra con Estados Unidos, entraron secretamente en Corea. El hecho cogió por sorpresa a Estados Unidos y sus aliados, que tuvieron que retroceder. La guerra prosiguió, pese a que en Washington el general Omar Bradley pretendió tranquilizar a los británicos: «Todos estamos de acuerdo en que si los comunistas chinos entran en Corea, nos vamos". Finalmente, en T953, las dos partes acordaron un alto al fuego en una línea que se convirtió en frontera, prácticamente junto a la antigua. La guerra terminó en tablas, pero sus consecuencias tuvieron una gran repercusión para todos.s Mao contribuyó a iniciar la guerra a pesar de que China sólo necesitaba paz y reconstrucción después de la confusión de décadas antenores, y con ello se granjeó veinte años de hostilidad de Estados Unidos. Antes de la guerra había estado a punto de ocupar Formosa, lo que probablemente habría logrado sin gran dificultad, mientras que ahora Taiwan era un aliado formal de Estados Unidos.
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La guerra había sido un don de! cielo para su viejo enemigo Chiang Kai-shek. Stalin probablemente había esperado implicar a Mao para atacar a Occidente y obtener una victoria comunista barata, y en lugar de eso, se vio inmerso en una larga pugna mundial frente a un Estados Unidos cada vez más fuertemente armado. Las consecuencias fueron de particular trascendencia en Japón, que se convirtió en una base estratégica y económica esencial para Estados Unidos. Satisfacer las necesidades norteamericanas en Corea fue uno de los motores del resurgir económico de Japón, ya que los gastos militares de Estados Unidos, sumados a miles de millones de ayuda económica, fueron el combustible de lo que después se llamaría el «milagro» japonés. No es de extrañar que hubiera japoneses que llamaran a la guerra su «viento divino» (kamikaze} en recuerdo de la fuerte tormenta que hizo naufragar la escuadra invasora de mongoles siglos antes. Además, en septiembre de T9)T los norteamericanos firmaron el tratado de paz con Japón que ponía fin oficialmente a la guerra del Pacífico. SeIS meses después concluía igualmente la ocupación de Japón, y a principios de 1950 se crearon unas rudimentarias fuerzas defensivas del país. Para los coreanos fue un hecho amargo, ya que sus relaciones con Japón a partir de 1945 quedaron congeladas por e! recuerdo de la anterior ocupación del país. En Washington, la guerra de Corea provocó una tentación irresistible y tres conclusiones importantes. Cuanto mayores fueran las implicaciones de la guerra por una pugna mundial entre ideologías irreconciliables, mayor era la tentación y la necesidad de interpretar el conflicto en términos morales. Después de Corea, esa conjunción ganó fuerza y la primera conclusión fue que, a partir de entonces, había que considerar a los comunistas chinos como socios de Moscú dentro de la alianza mundial comunista, de notable dinamismo ideológico y con amigos y colaboradores en casi todo el mundo. Por tanto, los soviéticos habían obtenido una gran victoria en China, añadiendo un inmenso país a un bloque comunista unido, casi monolítico. Mientras que Estados Unidos, Gran Bretaña y Prancia se encargaban de consolidar las zonas occidentales de ocupación en Alemania para repeler la amenaza estalinista sobre la posición occidental en Berlín y sobre los gobiernos prooccidentales de Francia e Italia, los comunistas habían asestado un buen golpe a Occidente en su retaguardia, en el este asiático.
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En segundo lugar, la guerra desencadenó un activo rearme a gran escala de Estados Unidos, que militarizó el concepto de «contención». Hasta l.949-l950' la guerra fría se centró en Europa, y en Alemania hubo un despliegue de fuerzas aliadas bajo el paraguas de la OTAN para prevenir un ataque de la URSS con sus divisiones acorazadas a través de la llanura norte alemana. Aquel mismo año la URSS hacía sus primeras pruebas atómicas, a las que siguió una ampliación de un «paraguas atómico» norteamericano en Europa occidental. Después, en I953, ambos bandos desarrollaron bombas termonucleares (de fusión) aún más destructivas. Pero además, dos meses antes de la ofensiva norcoreana, e! presidente estadounidense recibió el famoso documento 68 de! Consejo Nacional de Seguridad que hablaba de una Unión Soviética imperialista, indomable e intrínsecamente agresiva que ya había subyugado a China y que tenía puestas sus miras inmediatas en Europa. El documento, inspirado en las ideas de George Kennan, Jo redactó Paul Nitze, un hombre de negocios con dinero de sobra para dedicar su vida al servicio público, bajo e! mandato de todos los presidentes desde Franklin Roosevelt hasta George Bush, y que se convirtió en uno de los expertos estadounidenses en control armamentístico más astuto. ro En su opinión, y en la de otros, Corea difuminaba aún más la frontera de extensión del poder comunista mediante la agresión entre estados y la pauta de cambios internos o guerra civil, como había sucedido en China. Incluso dejaba bruscamente claro que Estados Unidos había heredado las responsabilidades geopolíticas de Japón en el nordeste asiático. Como comentó el propio Kerman «Es un hecho irónico que [...] hayamos heredado los problemas y responsabilidades a que Japón hizo frente en la zona de Corea-Manchuria durante casi medio siglo»,ll En tercer lugar, la guerra demostró sobradamente las limitaciones de la utilización del poder militar por una parte, y el riesgo de mayores conflictos por otra. Se evidenció, muy concretamente, que Estados Unidos nunca más debería volver a implicarse en una guerra por tierra en el continente asiático, r menos contra China. Fue 'una conclusión que incidiría en gran medida sobre el resultado de una guerra muy distinta de Estados Unidos quince años más tarde en Vietnam. "Para la República Popular China la guerra de Corea fue la prueba de que no volverían a jugar con la nueva China. La alianza con la URSS y
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los costosos y parciales éxitos bélicos habían servido para demostrar que había comenzado una nueva era en la larga historia de China. Tras cien años de caos/China contaba con un nuevo gobierno, firme e implacable, que de nuevo estaba altamente centralizado y decidido a restaurar un estado fuerte y unitario tras un siglo de «vergüenza y humillación», gestionado por la trinidad que formaban el partido (el elemento más Importante), el Ejército Popular de Liberación y el gobierno. Las tres estructuras funcionaban unidas sobre una amplía hase. EXIstía una jerarquía de comités y supervisiones que se canalizaban hacia un reducido grupo dirigente con una figura dominante al mando. flor supuesto que cuando Mao se hizo con el poder los líderes del Partido Comunista Chino (PCCh) apenas reflexionaron sobre cómo iban a administrar China, y un gran número de antiguos funcionarios, posiblemente dos millones, en principio siguieron en sus puestos gracias a su capacidad y experiencia.r-T'ero pronto se hizo evidente que ser miembro del PC:Ch era el único medio de ascender e incluso de no correr riesgos. Los mandos militares eran invariablemente miembros del partido y muchas veces ocupaban el cargo de administradores provinciales. El PCCh, que en 1947 decía tener 2,7 millones de afiliados, contaba en 19 S9 con T4 millones. Se dio una enorme importancia a la organización de masas, adoctrinadas mediante programas de instrucción a todos los niveles, bajo la omnipotente vigilancia de la policía secreta y de los servicios de seguridad como salvaguarda absoluta contra la amenaza residual de nacionalistas y elementos desafectos y el sempiterno peligro extranjero. Todo se aguantaba mediante un control exhaustivo. En la línea inferior estaba la dictadura de partido, con unos cuadros o conjuntos de mandos del partido que 10 dirigían todo, e implacables campañas nacionales que advertían de lo nocivo de ciertos pensamientos y conductas. Aunque la reforma no era más que una mezcla de llamamiento al idealismo, propaganda y terrorcalculado,':' se dio un régimen de desarrollo social «militante» continuo en el que todo el aparato del estado y las masas populares centraban de vez en cuando su objetivo en determinados grupos, como los «burgueses" o los llamados «derechistas». El proceso comenzó casi inmediatamente con detenciones generalizadas y ejecución de indeseables. La combinación de lucha de clases y de denuncia pública de personas se inició en 1946 y continuó con fuerza en los primeros
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cuatro años de dominio del Partido Comunista. Según cálculos occidentales, un gran número de personas, posiblemente dos millones y medio, fueron asesinadas durante la reforma agraria, la política violenta de clases y la erosión del respeto y la cohesión familiar.'El resultado, como siempre que la «libertad" desemboca en una fragmentación social, fue que los individuos se vieron privados del apoyo de la familia y cada vez más a merced del estado. Extranjeros, cristianos, musulmanes y budistas quedaron bajo control del estado y los misioneros extranjeros sufrieron de nuevo la expulsión y la cárcel. "El nuevo gobierno decretó la colectivización de la agricultura, no sólo por razones ideológicas, sino por su empeño en la autosuficiencia y el temor a la incertidumbre del abastecimiento alimentario. La consecuencia fue la politización del control agrario y de los campesinos mediante una nueva elite autonombrada o local de ambiciosos conjuntos de mando del partido, \0 cual acentuó más la dependencia de la China rural hacia el estado. Se estableció, por ejemplo, un nuevo monopolio sobre los cereales que regulaba su desarrollo, precios y distribución. La inflación se atacó con un aumento de impuestos y, ya en T950, con el establecimiento de controles económicos y monetarios más severos y centralizados. Ni siquiera se descuidó el lenguaje. En parte por fomentar la alfabetización, el gobierno simplificó el hermoso aunque complejo estilo de escritura chino e impulsó con firmeza la sustitución de los dialeeros locales y hasta los idiomas por una nueva lengua centralizada, el mandarín, que en origen era uno de tantos dialectos. Tal como los europeos descubrieron por sí mismos en los siglos XVIII y XIX, pocas .cosas unifican tanto a un pueblo como los diccionarios estándar y un idioma común. El esfuerzo de reafirmación nacional se tradujo igualmente en la modernización de la industria y la tecnología que, en un primer momento, tuvo su punto de partida en las industrias pesadas que Japón había creado en Manchuria y que, posteriormente, conró con la ayuda soviética en su planificación industrial. Pero como entre T945 y I946 la Unión Soviética se llevó posiblemente la mitad del equipamiento industrial de Manchuria, la dependencia de China de los rusos era crucial en el sector industrial, desarrollo de infraestructuras, tecnología, comunicaciones y comercio.La influencia soviética era igualmente notable en la planificación urbana y en la educación supenor; centrada ésta en la capacitación
científica y en la creación de un sistema pedagógico universitario de corte soviético, así como en e! traslado de miles de estudiantes chinos a la URSS. Durante varios años los rusos actuaron con notable generosidad: además de conceder a China sustanciosos créditos, enviaron gran número de técnicos y cantidades ingentes de tecnología y planos, que contribuyeron particularmente a la implantación de la industria china. En 1955, no sólo evacuaron Port Arthur, sino que transfirieron a Pekín las acciones soviéticas del activo de las compañías mixtas creadas para explotar las riquezas minerales de Xinjiang. Es cierto que la ayuda soviética también significaba el reconocimiento del liderazgo político de la URSS. A principios de 1954, todavía viajaban a China miles de especialistas industriales soviéticos que contribuyeron a la construcción de las industrias, priorizando especialmente la inversión en la industria pesada. Por supuesto, gran parte de las realizaciones fueron copias del modelo soviético. China recibió ayuda militar de todo tipo, con envío de agregados militares. Todo ello continuó después de! armisticio de Corea en 1953, pues las pérdidas bélicas de China reclamaban un aumento de la ayuda soviética para e! Ejército de Liberación Popular. Hacia 1955, Mao podría haberse propuesto construir su propia bomba atómica y en 1957 Moscú decidió apoyar en secreto el embrionario programa de armamento nuclear y envió un prototipo de bomba atómica. Al mismo tiempo, los chinos se percataban claramente de que los rusos eran su única defensa contra un ataque estadounidense, algo a lo que eran particularmente sensibles después de la guerra de Corea, circunstancia de la que se valió el partido para aniquilar grupos proamcricanos, sobre todo entre los intelectuales. En ninguna sociedad tradicional, con usos y costumbres enraizadas, los efectos de los cambios son tan sencillos y definidos como parece a primera vista, incluso unos aparentemente tan generalizados como éstos . • La revolución constituyó un paso decisivo en la adaptación de China a las ideas y maneras occidentales, pero el país conservó extrañamente su condición secular, tal como sucedió, por ejemplo, antes y después de la decadencia de la dinastía Ming.d.a insistencia marxista-maoista en la unidad entre teoría y práctica se engarzaba casi a la perfección en las tradiciones del confucianismo. Los chinos siguieron siendo pobres
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y frugales, afligidos por las adversidades y, de nuevo, volvían a ser muy
numerosos. Hubo incluso otro crecimiento de población, propiciado por el propio Mao, convencido de que ello haría más fuerte a China. La sociedad seguía confiando no en lo individual sino en lo colectivo para decidir qué hacer e incluso qué pensar. La propia revolución arrastraba muchos ecos del pasado imperial y existían curiosos paralelismos entre los «tiempos de adversidad» anteriores al reinado de Qin Shi Huangdi o de Su¡ Wendi, y, por supuesto, el de Hongwu y el de los Qing, y con los «tiempos de adversidad. que había vivido China en la primera mitad del siglo xx. Aunque entre 1945 y 1946 el nuevo régimen asesinó a cientos de miles de personas, éste no fue un hecho notablemente más sanguinario que el de los cambios precedentes de régimen imperial. Por otro lado, era evidente que había recaído un nuevo Mandato Celeste en un dirigente cuyo propio poder le convirtió, al cabo de poco, en un nuevo emperador, salvo en el nombre . . EI culto a Mao, que alcanzaría proporciones monstruosas en la década de los sesenta, era en muchos aspectos una nueva versión del culto a los antiguos emperadores: todo dependía de su voluntad, incluso el destino de las personas más popularesñLas doctrinas confucianas sobre la debida subordinación del individuo daban potestad al dirigente supremo para hacer cosas horrendas. De nuevo, cualquier ofensa a la autoridad del emperador significaba la muerte. También en términos políticos el nuevo régimen ponía fundamentalmente en marcha la antigua determinación del dominio de la naturaleza y de los ríos -c-como en la obra de la presa de las «Tres Gargantas» en el Yangtsé- y el mismo implacable desprecio por la vida humana en pro de objetivos ideológicos y sociales «más elevados», el mismo tira y afloja entre política exterior y política de puertas adentro. El deseo de aprender y utilizar las ideas e inventos extranjeros discurría de nuevo en paralelo al tradicional recelo respecto a lo foráneo que había explotado China durante un siglo para no consentirlo porque podía destruir el orden del país. Pero existía también, bajo una nueva apariencia, el ancestral deseo de restablecer la armonía ideal entre cultura china y territorio. Lo cual, sustentado en el resentimiento latente por los daños sufridos por China, se traducía en una firme determinación de reivindicar las tierras que habían estado en poder de China. Significaba, naturalmente, la «reuni-
ficación. con Taiwan y la resolución de conservar el Tibet y aplasrar cualquier muestra de separatismo, quizás tamo por razones estratégicas como por el propio nacionalismo chino. Para Occidente, el Tíbet había sido y seguía siendo un país de aventura y misterio; sin embargo, con excepción del período de T900 a 1930. hada siglos que era, si no parte de China, sí al menos, en gran medida, un país de influencia china y a veces bajo su autoridad.r-t Estas consideraciones desembocaron en la invasión del Tíbet en octubre de 1950, a la que siguió la campaña de «liberación». La misma dinámica exigía tarde o temprano reivindicaciones en la frontera norte con la Unión Soviética, que implicaban la devolución de territorio perdido y activar la posesión de regiones como Xinjiang, con petróleo y minerales, pese a que en éstas no había habido una administración nacional china desde .L91 1, Y que en 1950 Xinjiang tenía mayor vinculación con la URSS. Pero más tarde, en esos territorios se produciría una fuerte represión de minorías étnicas y de comunidades musulmanas, sobre todo en las áreas de desarrollo y pruebas nucleares. Existía un importante contingente militar en Xinjiang, que además se emplea ha como zona para un gran número de condenados que poblaban un archipiélago de campos de trabajo. En esa región y en Mongolia persistía la influencia tradicional de los chinos Han, y a mediados de la década de 1950 sólo un 15% de una población de 7.5 millones de habitantes de Mongolia interior eran mongoles. Todos esos esfuerzos los apoyó el renovado Ejército Popular de Liberación, de unos 2.,5 millones de soldados, que no tardaría en ser un cuerpo de oficiales profesionales.
LA VIDA PRIVADA DE MAO ZEDONG
A medida que Mao fue convirtiéndose en ellider supremo e indiscutib1e del partido y del país.se hizo más imperial su actitud respecto a la mujer y el sexo. Era como si palpara algo similar a la inmortalidad de la que hablaban los manuales taoístas del período oriental Han (véase el capítulo 1) y que la vinculaban a tener relaciones carnales con la mayor frecuencia posible y con el mayor número de mujeres. Mao pareció perseguir lo mismo. Durante toda su vida, según
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su médico. le interesaron enormemente todas las modalidades de sexo asl como su propia potencia. tras tener su primera experiencia sexual antes de los veinte años con una guapa campesina de doce años. Por otro lado. despertaba un profundo y duradero afecto. Su tercera y última esposa. Jiang Pingo por ejemplo. tuvo una carrera estelar en el teatro de Shangai antes de conocerle a La crisis puso cruelmente de relieve el final de los liderazgos mundiales y Gran Bretaña reaccionó en dos sentidos: llegando a la conclusión de que no volvería a estar en desacuerdo serio con Estados Unidos y, para otros asuntos, cayendo en una especie de malhumorada depresión postimperial. Francia, por el contrario, optó por no confiar nunca más en la ayuda anglosajona. En 1957 firmó el Tratado de Roma con Alemania del Oeste, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, que instituía la Comunidad Económica Europea (y otras comunidades), un paso decisivo hacia la organización política y económica de Europa occidental, fundamentalmente bajo liderazgo francés. En este contexto, ¿qué iban a hacer Estados Unidos y Europa occidental frente a la relación sino-soviética? Pese a tantas especulaciones, casi todos los asesores gubernamentales avalaron la perspectiva, al menos hasta 1964, de que las diferencias Moscú-Pekín no eran más que una rencilla familiar, pues subsistían muchos lazos científicos, técnicos y económicos, y la Unión Soviética continuaba siendo el principal socio comercial de China. No habían interrumpido los suministros de crudo, y si se producía una amenaza política o estratégica seguirían haciendo causa común contra Occidente. Sólo de Gaulle, y hasta cierto punto su homólogo y adversario alemán, el canciller Konrad Adenauer, tuvieron unas miras más amplias. En .1958 Adenauer se puso en contacto con Kissinger; asesor de Richard Nixon, el probable presidente republicano, y llegó a argumentar contundenremente que era inevitable la ruptura entre Rusia y China. No le creyeron.s-t De Gaul1e, por su parte, ya en 1960 vio que las crecientes tensiones entre RUSia y China impulsarían a los soviéticos a tratar de hacer las paces con Occidente. De hecho, a principios de los sesenta se produjeron varias crisis que en su conjunto debilitarían aún más inexorablemente la alianza sino-soviética. Una de ellas fue la de los misiles de Cuba, pero en T962 estalló una guerra fronteriza entre China y la India en la región del Himalaya,
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ganada rápidamente por los chinos. Pekín protestó en voz alta por el flujo de ayuda militar soviética a la India, incluido el envío de motores de aviones a reacción e incluso de algunas aeronaves. China acentuó sus protestas -aunque disponemos de escasa información- por choques fronterizos sino-soviéticos en Xinjiang, planteando a su vez una serie de reivindicaciones contra los soviéticos en Asia central. En esas regiones, la sobrepoblación china volvía a ser palpable. Los soviéticos, por su parte, alegaron que el Tratado de Nerchinsk de 1689 había sido negociado "bajo presión» y que los acuerdos fronterizos carecían de validez. Provocando el apenas disimulado enfado de Pekín, Khrushchev no sólo rechazó las reivindicaciones territoriales chinas, sino que concedió créditos a la India y viajó a Washington. Por otro lado, hubo distintas posturas comunes de China y la Unión Soviética respecto a Vietnam, cuya ayuda al Sur por parte de Estados Unidos iba en aumento. En I964, las diversas diferencias doctrinales y prácticas comenzaron a afectar a la cohesión del comunismo internacional. Pero más importante aún fueron los acontecimientos en China. En la República Popular estaba a punto de darse otro brote de histeria social y política que movilizaría a cien millones de personas. El gobierno había acumulado más pruebas del deplorable estado de la economía, las desastrosas consecuencias de las hambrunas del principio de la década, la baja moral del campesinado y la frecuencia con que los cuadros de mando abusaban de su posición, sometidos a la presión de la autoridad superior para cumplir cuotas de producción absurdas. Se inició una campaña de limpieza en la administración local y de reeducación del pueblo en las virtudes de la construcción desinteresada del socialismo. La producción industr-ia] aumentó ligeramente y se implantó una administración normal, pero hasta I975 no se recuperaron los niveles de producción agrícola de I957. Pese a ello, Mao se mostró descontento con la recuperación. Por una parte, al dirigir sus respuestas a los críticos tuvo que despejar dudas y oposición, un asunto doblemente irritante para un hombre cuya palabra había sido ley hasta entonces. Por otra parte, la recuperación condujo al pragmatismo y a un crecimiento de la burocracia, premisas totalmente divergentes con los impulsos románticos y despiadados de Mao. Para él, China se encontraba de nuevo bajo el peligro de seguir las antiguas pautas impenalcs de gobierno de arriba abajo. La revolución maoísta
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perdía impulso, el partido se anquilosaba y sus burócratas tomaban s Lin Biao, el comandante del ejército y veterano de la época de Yan'an, comenzó a intensificar el adoctrinamiento del Ejército Popular de Liberación, elevó a Mao hasta los ciclos y fomentó la lectura del «Libro Rojo» con los aforismos de Mao. Se hizo hincapié en los conceptos de tenacidad revolucionaria, sacrificio y autosuficiencia. Pero Lm Biao no estaba solo; le secundaba la última esposa de Mao, jiang Ping, una antigua actriz con importantes relaciones entre los intelectuales de Shangai y dedicada a la política cultural. En 1965, Lin Biao llegó a declarar que el Tercer Mundo derrotaría a los países de capitalismo avanzado. En Estados Unidos la declaración se interpretó como el apoyo de China a los movimientos revolucionarios, y en círculos alarmistas se tomó como una advertencia de China a su posible intervención en Vietnam. También en Indonesia pareció que el Partido Comunista (PKI) estaba a punto de acceder al poder con un golpe de Estado que incrementó los temores de Occidente sobre la existencia de un disciplinado Eje comunista que se extendía desde Pekín, a través de los dos Vietnams basta Indonesia. Pero en este caso, el ejército indonesio aniquiló inmediatamcnte a los comunistas. Así, los temores genéricos más el hecho de que Rusia y China rivalizaban en su apoyo y asesoramiento militar, así como en otras ayudas, a Viemam del Norte, contribuyeron a que aumentara la preocupación occidental por el sudeste asiático y a que se incrementara enormemente la presencia militar estadounidense en
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Vietnam. A finales de 1965, Estados Unidos había desplegado en el país asiático unos ciento ochenta mil hombres, con el consiguiente peligro potencial que ello suponía para el sur de China. , A continuación Mao comenzó a decantarse con mayor intensidad por lo que él y sus allegados llamaron la «Gran Revolución Cultural del Proletariado» (aunque las malas lenguas de Occidente sostenían que no era ni grande, ni cultural ni, de hecho, una revolución). Al tropezar con una mayor oposición dentro del PCCh, y rehusando escuchar nada que no fuesen aplausos, buscó apoyos fuera del partido. ~Su deseo de una renovación revolucionaria violenta le llevó a fomentar la convocatoria de masas, el entusiasmo público y, en particular, el apoyo de los estudiantes y jóvenes urbanos descontentos con la clase dirigente. A medida que el movimiento se le fue yendo de las manos, aumentaron los disturbios y la histeria popular; los radicales revolucionarios hicieron que cundiera el malestar y los estudiantes de secundaria crearon el brazalete de "Guardias Rojos», a quienes Mao animó a «aprender la revolución por la práctica». Puede que la cifra fuese de diez mil millones, ya medida que la violencia crecía, Mao se contentó con decir: «[Quiénes están en contra de la Gran Revolución Cultural? Los imperialistas norteamericanos, los revisionistas rusos, los revisionistas japoneses y los reaccionarios»." Se cerraron colegios y universidades para dedicarlos a la revolución, los jóvenes guardias rojos se comportaron como locos por las calles, esgrimiendo el «Libro Rojo» de Mao, y el propio Mao comenzó a pasar revista a gigantescos desfiles de guardias rojos, de filas nutridas por jóvenes escolares y universitarios de todo el país que tenían derecho a viajar gratis. Sus declaraciones -nunca públicas, para que no fuese radiado su tosco deje provinciano-e- eran agradables proclamas e invectivas que excitaban a los jóvenes. La destrucción y los asesinatos pronto fueron in crescendo. ~Todo lo antiguo y tradicional corría peligro, desde los edificios hasta las personas. Decenas de miles de funcionarios y gente de clase media, incluidos ancianos, fueron apaleados y enviados al campo a transportar excrementos y a aprender «del pueblo». La hija de Den Xiaoping, al que habían expulsado de sus cargos del partido, comentó que en la universidad de Pekín donde ella estudiaba, su hermano fue torturado y mutilado y que "a un estudiante [...1le introdujeron clavos a través de
las rórulas de las rodillas, le metieron astillas de bambú entre las uñas y la carne y le rompieron los dedos con alicates. Luego lo metieron en un saco, lo ataron, le tiraron por la escalera a patadas y le apalearon hasta casi matarlo». Entre otras cosas, al decano de la universidad lo colgaron de los pulgares en una viga y fue torturado hasta confesar que era un «falso comunista,¡..2!Cualquier indicio de propiedad privada, y más aún de comercio pnvado, sufrió ataques. Los intelectuales, entre otros, recibieron palizas y fueron obligados a lamer su propia sangre del suelo, y frecuentemente fueron ejecutados o apaleados hasta la muerte. En muchos casos le cortaban la lengua a las víctimas para que en el último momento no pudieran gritar algo políticamente incorrecto ante la multitud. Otros optaron por el suicidio, que se consideraba traición al partido y a la revolución. Hubo un saldo de cientos de miles de víctimas. La policía recibió órdenes de no intervenir aunque mataran a la gente a palos: «No os metáis». Decenas de millones de personas vieron sus vidas destrozadas.
Un año después de entablar relaciones formales, en T979, Carter envió a China a su secretario de Estado Harold Brown y acordó transferir tecnología avanzada y equipamiento militar. China aceptó que Estados Unidos instalase en Xinjiang un puesto de escucha gestionado por China para vigilar las pruebas soviéticas de misiles, en sustitución de las instalaciones de Irán perdidas con la caída del sha. A mediados de la década de los ochenta, y tras la visita del presidente Ronald Reagan a Pekín en 1984, el entendimiento sino-americano parecía razonablemente afianzado. Existían vínculos económicos importantes, un flujo de tecnología hacia China, un nivel modesto de colaboración diplomática y militar, e incluso cierto intercambio de datos de espionaje sobre actividades militares soviéticas. Pero cambiaron muchas otras cosas. Estados Unidos acordó dar a China esratus comercial de nación más favorecida, puso fin al tratado de defensa con Taiwan, disminuyó la ayuda estadounidense a la isla y Pekín prometió afrontar pacíficamente la rcunificación con Taiwan. China y Estados Unidos, para limitar la influencia soviética en el sudeste asiático, incluso apoyaron al régimen genocida de los jemeres rojos en Camboya. De hecho reconocieron como dirigente legítimo del país al siniestro Poi Por y, aún después de la expulsión de los jemeres rojos de la capital, Phnom Penh, enviaron abastecimiento militar al dirigente a través de Tailandia. Mientras tanto, en 1984, tras cinco años de negociaciones, Pekín y Londres acordaron revertir la soberanía china de Hong Kong en 1997, fecha en la que se le concedería una generosa autonomía y el derecho a conservar el sistema capitalista durante cincuenta años. La colaboración estadounidense con China se extendió a otras regiones, incluso a África, donde Occidente comprobó que el marxismo yel nacionalismo en las antiguas colonias eran perfectamente compati-
blcs. En especial la versión leninista de un estado todopoderoso dirigido por un partido único parecía hecha a medida de los deseos de las castas dominantes. En cualquier caso, China comenzó a enfrentarse a las formaciones marxistas apoyadas por Moscú. Aunque no tenía un gran interés ni nmguna apuesta sólida en África, denunció la intervención cubana e incluso apoyó una insurgencia anticomunista en Angola.
POL POT
Incluso en la larga lista de matanzas a gran escala y brutalidades del siglo xx cometidas en nombre del comunismo y del principio de liberación nacional,Poi Pot ocupa un lugar aparte. De nombre Saloth Sar; nació en un pueblo montañés de Camboya, probablemente en 1928.A los seis años se fue a vivir con uno de sus hermanos en Phnom Penh, en la casa real, donde recibió la influencia de la doctrina budista, y dos años después asistió a una escuela primaria católica, donde aprendió francés y algunas nociones de cultura occidental. En 1949 viajó a París para estudiar con una beca del estado, y allí, a semejanza de tantos revolucionarios de los países subdesarrollados como los chinos Zhcu Enlai y Deng Xiacptng. adquirió su bagaje intelectual. Es probable que Poi Pot, como tantos otros, se sintiera cautivado por la tendencia nihilista del existencialismo de Jean-Paul Sartre, que por entonces hacía furor en París y que tanta influencía ejerció en Europa y otros lugares. En cualquier caso, fue en París donde conoció el comunismo y se afilió al Partido Comunista francés. Cuatro años más tarde, en 1953,regresó a Camboya. Al cabo de un mes se unió a la resistencia comunista y se afilió al Partido Comunista de Indochina, dominado por elVietminh de Ha Chih Minh. Un año más tarde, el gobierno del príncipe Síhancuk ganó las elecciones, Poi Pct ejerció como maestro en un colegio privado y se dedicó a reclutar comunistas. Cuando el gobierno adoptó medidas enérgicas contra los comunistas, Poi Pot huyó a la jungla junto a la frontera vietnamita, donde pasó siete años, en la época en que los comunistas iniciaron su «marcha de aproximación» al poder, reclu-
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tando adeptos y formando una fuerza bien disciplinada. Contribuyó a su causa el hecho de que el gobierno camboyano se viera debilitado por los ataques norvletnamltas. Cuando en 1971 los vietnamitas lograron una importante victoria, los jemeres rojos comunistas se apoderaron de regiones enteras y.a principios de 1975. se hicieron con el poder. Finalmente. entraron en Phnom Penh el 17 de abril y al cabo de veinticuatro horas ordenaron la evacuación de la ciudad. La historia de aquella evacuación es legendaria: hombres, mujeres y niños, jóvenes y viejos, sanos y enfermos -al menos todos aquellos que no fueron asesinados durante el proceso-e- tuvieron que abandonar la ciudad para ir al campo. Las personas con formación, buena posición social o pertenecientes al funcionenadc corrieron un inmediato peligro de muerte.También ordenaron evacuar otras ciudades y es posible que dos millones de personas de una población de cinco millones fueran obligadas a marcharse al campo. No estaba prevista su alimentación ni servicios de ninguna clase, y muchos murieron de hambre. mientras que otros fueron asesinados sistemáticamente en lo que años más tarde Occidente conocería como los «campos de la muerte» camboyanos. Mientras tanto, PoI Pot asumió el cargo de primer ministro del país, cuyo nombre cambió por el de Kampuchea. En agosto de 1976 puso en marcha un plan cuatrienal de colectivización de la agricultura y de nacionalización de la industria. El pals confiaría en las exportaciones agrícolas para financiar su economía. El resultado fue una miseria indescriptible. Miles de personas murieron en los campos de arroz, En una repetición de las brutales colectivizaciones de Stalin en la Unión Soviética a principios de la década de 1930,y del Gran Salto de Mao, las cosechas, tan necesarias para alimentar a la población, fueron destinadas a la exportación. Como si la malnutrición y las muertes por hambre no bastaran, los [emeres rojos agravaron la mlseria obligando a utilizar la medicina tradicional camboyana. Poi Pot puso en marcha un centro de interrogatorios donde más de 20.000 hombres, mujeres y niños fueron torturados hasta la muerte. Al mismo tiempo, prosiguieron las escaramuzas con Vietnam.A finales de 1977 los vietnamitas comenzaron a avanzar notablemente
en el territorio de Kampuchea y un año después, en 1979,sus tropas llegaban a Phnom Penh. El gobierno kampucheanc huyó en tren y Poi Pot voló en helicóptero a Tailandia. donde permaneció dleclnueve años exiliado en la jungla,sin que le molestaran ni le juzgaran, y donde murió en 1998. A finales de siglo, Camboya apenas se había recuperado de los desastres del régimen de Poi Pat. El coste humano -aún más que el económico-- del episodio de Poi Pot fue inconmensurable. Camboya no tuvo su primer año completo de paz hasta tres décadas más tarde, en 1999,e incluso entonces, a finales de los noventa, cualquier intento de progreso económico se vio frenado por la violencia civil, las luchas políticas y la crisis económica de la zona.
Con este panorama de hechos internacionales, los hombres que trataron de llenar el hueco creado por Mao en la política china se vieron forzados a comprender que el primer imperativo, tamo en asuntos de bienestar nacional como de proyección internacional, seguía siendo la reforma económica. Al principio, Hua Guofeng, heredero forzoso de Mao, intentó reavivar torpemente el país con el anticuado estilo soviético de privilegiar la industria pesada y de prometer una minuciosa planificación centralista. Pero no podía durar. Aunque el enfoque hubiera sido adecuado, la China posmaoísta carecía totalmente de experiencia en la gestión de infraestructuras para que diera resultados. Se evidenció que el famoso conato de autarquía de Mao era inútil, y que China tenía que integrarse en el sistema comercial y económico internacional. En I978, tanto el grupo maoísta que apoyaba a la viuda, Jiang Ping --que fue detenida poco después de la muerte de Mao- como Hua se vieron apartados del poder y comenzaron a perfilarse nuevas líneas de acción del partido y del estado. Quien tomó la dirección fue el antiguo protegido de Mao, Deng Xiaoping, un hombre pequeño y robusto de Sichuan que a los dieciséis años fue a estudiar a Francia, donde trabajó de mecánico ajustador en talleres y fábricas. Zhou Enlai lo reclutó para el incipiente PCCh en 1924, y a partir de entonces el pequeño Xiaoping inició, lleno de energía, una destacada carrera de comisario político y secretario general
del partido en la época de Mao. Ahora, como miembro de la primitiva generación revolucionaria superviviente de la Larga Marcha y de la Revolución Cultural, encarnaba la autoridad de décadas de relaciones personales con la cúpula del partido y, no menos importante, era un veterano militar. Actuaba como una fuerza de la naturaleza y sus comentarios espontáneos a veces eran más decisivos que los largos discursos de otros. Como Zhou Enlai antes que él, era un pragmático que tendía al análisis minucioso. 'Podía ver lo esencial -que el estado socialista chino era enormemente ineficaz-, por lo que se centré en la reforma interna como única base para el progreso. Xiaoping vio que eso implicaba un enorme, complejo y fundamental programa de modernización industrial, técnica, militar y educativa. Tan sólo unos años antes, en abril de 1974, Xiaoping había declarado lo • siguiente ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: «El razonamiento final es que la independencia política y la independencia económica son inseparables» y «un país en desarrollo que desee el progreso de su economía interna antes que nada debe conservar sus recursos naturales y deshacerse del control del capital extranjero". Pero también comprendió rápidamente que para que un país «logre una auténtica independencia económica, en primer lugar debe salir de la pobreza. No debe poner barreras y aislarse del mundo-.r El crecimiento dependía en gran parte de la creación de poder adquisitiva en la clase media para fomentar la actividad. Las complejidades, no ya económicas, sino políticas, incluso ideológicas, eran abrumadoras e implicaban nada menos que otra revolución social. Obviamente, el problema era hasta qué extremo se podía desmantelar el sistema maoísta sin minar la base de legitimidad de la estructura política de la China nacida en 1949. La reforma de todo el sector industrial chino con vistas a ponerlo a la altura de la maquinaria, los productos, los métodos de fabricación y la educación del mundo occidental, representaba un vuelco gigantesco y muy delicado del antiguo sistema, sustentado en unas industrias que eran propiedad del estado, ineficaces y poco competitivas. El cambio exigía un tipo de industria ligera y de producción orientada a la exportación, totalmente nueva y moderna. Había que fomentar la importación de Occidente y de Japón de productos, capitales, tecnología, métodos de producción y pericia financiera. China necesitaba una moneda estable y segura, y tenía que
depender del comercio exterior para la importación de las principales materias primas, abastecimiento energético, maquinaria y conocimientos técnicos, así como obtener de las exportaciones ingresos que contri huyeran a financiar todo el programa. La mano de obra industrial china, acostumbrada al famoso «tazón de arroz», carecía de formación y era perezosa y sumisa a la burocracia. Por tanto, era imprescindible reducir el papel de las ineficientes empresas propiedad del estado y desplazar la toma de decisiones industriales a unidades más pequeñas, e incluso adoptar la autonomía empresarial. Al mismo tiempo, no debían existir problemas intolerables de paro ni de asistencia social, y el estado tendría que seguir controlando las «cúpulas de mando» de la economía. Sobre todo, había que apoyar la agricultura, modernizándola. En 1981 incluso se formuló una crítica directa a capítulos enteros de la actuación maoísta, especialmente al desastre de la Revolución Cultural. No obstante, había que mantener, naturalmente, el régimen de partido comunista, supervisor y principal gestor del estado. Desde luego, era un requisito prioritario e indispensable para la realización del programa de reformas. Xiaoping se puso manos a la obra a partir de 1978 con las consignas "Buscar la verdad a través de los hechos es el único criterio de la verdad» y «apertura y reforma». Simplemente puso patas arriba el viejo orden y anuncio que la construcción económica primaría sobre la lucha de clases. Incluso abrió la puerta s Poco antes de finalizar el siglo xx prevalecía la opinión generalizada de que China era un protagonista clave en la búsqueda de un acuerdo pacífico, mientras que Corea del Norte confiaba en una ayuda china y surcoreana para apuntalar su maltrecha economía. Las relaciones entre Japón y China no han dejado de ser complejas. Por una parte, japón ha dado a China decenas de miles de millones de ayuda en yens y ha invertido miles de millones en tecnología y producción. Así, en la década de T990, japón fue su primer proveedor de equi-
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pos de tecnología avanzada. En los últimos años de la guerra fría, Pekín vio con satisfacción los indicios de esfuerzo cada vez más intensos por parte de Japón de acrecentar su defensa como freno a la URSS. Pero en la década de los noventa, China volvió a considerar a Japón como una importante amenaza a largo plazos? y adoptó una actitud muy crítica ante el creciente papel intervencionista de Japón en los asuntos asiáticos, a pesar de que ambos países tienen intereses comunes en Corea del Norte, por ejemplo. El gobierno chino y la opinión pública observaron con alarma el renacer del nacionalismo y la autoconfianza de Japón. La opinión pública, convenientemente azuzada por el gobierno y los medios de comunicación, mantuvo sus reservas hacia Japón, haciendo hincapié en sus fechorías de las décadas de los treinta y los cuarenta. Perduraba el resentimiento de que los japoneses no hubiesen expresado un mayor arrepentimiento, mientras ellos se consideraban víctimas de las fechorías aliadas en Hiroshima y Nagasaki. La preocupación de China fue en aumento ante la cooperación militar entre Estados Unidos y Japón y el poder que adquirían sus fuerzas de defensa, tecnológicamente muy superiores, lo cual, a su vez, en gran medida era consecuencia del creciente peligro de Corea del Norte y de la expansión dclpoder militar, naval y aéreo de la propia China. Pekín lanzó críticas por los intentos nipones de «infiltrarse, controlar y explotar» la economía china. Poco después del año 2000, estos ataques contra la suficiencia nacional nipona comenzaron a desencadenar una reacción en contra y una auténtica reafirrnación de Japón. El sudeste asiático ha sido durante siglos una zona de fuertes vínculos culturales, estratégicos y económicos con China, y es también una región en la que convergen los intereses de China y de la India. La asociación de estados del sudeste asiático, ASEAN; ha puesto en marcha una estrategia para restringir la posibilidad de que cualquiera de ellos ejerza su dominación en la zona y en el mar de la China Meridional. Los miembros de la ASEAN forman una alianza con China para resistir las presiones occidentales sobre "derechos humanos», pero no han conseguido que China acepte un régimen multilateral en el mar * Association of Southeast Asían Naríons, ASEAN, creada el 8 de agosto de T967 en Bangkok por lo, cinco miembros originales: Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia, a los que se les unió más tarde el sulranaro de Brunei Darussalam, Vietnam, Laos, Myanmar y Cambova. (N. de la E.)
de la China Meridional. Al no tener la certeza de si Estados Unidos mantendría su intervencionismo en el sudeste asiático, adoptaron la táctica de Gulliver: atar a China no sólo con acuerdos comerciales y turísticos, sino con múltiples organizaciones y convenios regionales de intercambio. En 2004 varios países llegaron a preparar una reunión sudasiática en la cumbre, a propuesta de China, uno de cuyos propósitos era excluir a Occidente y a Estados Unidos en particular. También se ha comentado en amplios círculos que si alguien puede influir en el régimen militar de Myanmar (Birmania) sería China, por su cauteloso modo de actuar. Pero a partir de la década de los ochenta se hizo más evidente la intensa actuación de China para eliminar los restos de influencia rusa en Camboya. En palabras de Zbigniew Brzezinski, antiguo asesor de Seguridad Nacional del presidente Carter, «No hay duda de que China va creando poco a poco una esfera de coprosperidad bajo su influencia en el sudeste asiático. Los países de la región van mostrando una progresiva deferencia hacia China, algo a lo que ésta responde cortésmente», igual que -podría añadirse-Ios antiguos emperadores a los portadores de tributos. Además de estos problemas más inmediatos, la posición global de China está plagada de incertidumbres y ambigüedades. China ha actuado con firmeza y, consciente de su creciente peso económico, comenzó a afirmar sus derechos y su deseo de recuperar el tradicional papel hegemónico en Asia oriental y de ser una de las grandes potencias. Aunque renunció a implicaciones más remotas, a finales del siglo xx había ganado influencia y respeto internacional a todos los niveles. La mayoría de los países reconocían en ella un partícipe importante y necesario de los acuerdos globales financieros, comerciales y políticos. Citando un estudio de T999 del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, «no hay ningún aspecto importante de los asuntos mundiales en el que no se note su influencia". Tras un largo período en el que Pekín desconfiaba de los enfoques multilaterales en cuanto Iimitadores de su libertad de maniobra, en la década de los noventa comenzó a ver en ellos una estructura con posibilidades para insrrumcntalizar su política nacional. En 1995 el periódico oficial del partido, Diario del Pueblo, calificaba a las Naciones Unidas de «la mayor y más acreditada organización intcrgubernarnenta! del
mundo con poderes excepcionales». Tan sólo treinta años atrás, durante la Revolución Cultural, decía que la ONU era «una repugnante bolsa de intercambio de la política internacional, en manos de unas cuantas potencias» (la ONU no discutió si ambas definiciones pueden no ser ciertas). En cualquier caso, Pekín siguió resistiéndose a los efeétos de la globalización que desdibujan la diferencia entre los ámbitos nacionales e" internacionales, y continuaba rechazando las influencias globalizadoras sobre la fragmentación del estado. Por tanto, mientras Pekín se esforzaba por procurarse vínculos más estrechos con los países árabes productores de petróleo, los chinos Han, a partir de los atentados terroristas en Estados Unidos, se han vuelto más suspicaces y desdeñosos con los musulmanes, incluso los que viven dentro de sus fronteras. Como consecuencia, China ha buscado la máxima ampliación de su red diplomática, su «poder blando» y sus atractivos culturales. A mediados de la década de los noventa se había incorporado, o había intentado ingresar, en una serie de organizaciones internacionales, sobre todo de índole económica, como la Organización Mundial del Comercio (OMe) y el. Banco de Desarrollo de Asia. En 1968 se incorporó al Tratado de No Proliferación y poco después interrumpió las pruebas nudeares. Es evidente que siempre que China ha ingresado en una entidad internacional ha sido para mantenerla y no para transformarla. Incluso su posición en el Consejo de Seguridad de la ONU casi siempre ha sido utilizada de forma discreta. Por otra parte, también hizo crecer su visibilidad política mediante visitas de alto nivel al extranjero, más allá de Asia, e hizo crecer su rol cultural mediante giras de vistosos grupos artísticos y gimnásticos y equipos deportivos, dando poca importancia a las críticas y encajándolas de nuevo como nueva versión de los ataques imperialistas a la integridad china. Simultáneamente, dados sus enormes problemas internos, y en particular su gran dependencia actual de las multinacionales, no es de extrañar que China no mostrase intenciones de ser una agitadora internacional y se mantuviera tras la barrera ante la mayor parte de los acontecimientos internacionales que no le afectaran directamente. Por ejemplo, con la notable consolidación, a partir de la mitad de los ochenta, del mercado común de la Unión Europea y la creación de una moneda única, el «euro». O la activa intervención de Occidente en los Balcanes, con extrañas consecuencias, comola campaña de la OTAN en
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la provincia serbia de Kosovo, supuestamente para evitar que los serbios cristianos efectuasen una «limpieza émica» de musulmanes albaneses, que rápidamente desembocó en una limpieza étnica de la mayoría de cristianos serbias a manos de los musulmanes albaneses, y la creación de un costoso protectorado militar de la OTAN. O la intervención diplomática europea en Irán y en el Golfo, o el envío de tropas a Afganistán.s ' Al inicio de este siglo, más de cincuenta mil soldados europeos -en ocasiones cien mil- servían fuera de Europa, aunque casi todos ellos en misiones de paz. Pekín se mantuvo en silencio ante todo esto, o al menos distanciado. Los propros intereses europeos en China eran casi exclusivamente como mercado y objetivo de inversiones por parte de grandes empresas, entre ellas la alemana Siemens y la francesa Aleate!. China, a su vez, veía Europa fundamentalmente como un mercado o una fuente de financiación. Poco después del año 2000, Alemania era el quinto cliente comercial de China y Francia era un importante proveedor de tecnología. Aunque Europa dictó un embargo armamentístico a raíz de los hechos de Tiananmen en 191)9, diez años más tarde Francia convenció a sus socios de la DE de que el embargo era un anacronismo. En torno al año :2.000, no estaba muy claro si ambas partes se veían mutuamente como aliado natural para constituir un posible Contrapeso al hiperpoder estadounidense y sus tendencias históricas a la unilateralidad. Pero las relaciones de China con Estados Unidos fueron el centro gravitatorio de su política exterior y de sus proyectos. Ambas partes podrían ser aliados vitales para el mantenimiento de la paz en Corea, en el estrecho de Formosa y en el mar de la China Meridional, para la colaboración en el Consejo de Seguridad de la ONU y para frenar la difusión de armas nucleares. Tanto jiang Zemin, como posteriormente Hu jintao, llevaron lejos el intento de mantener relaciones amistosas con Washington, ambos expresaron su satisfacción por los esfuerzos comerciales de Estados Unidos, y Jiang Zemin hasta consiguió que el presidente Bush le invitara a su rancho de Texas. No obstante, ambas partes entendían también que China pretendía recuperar su papel «legítimo» de poder hegemónico en Asia oriental y que, a largo plazo, podría desarrollar un poder capaz de desafiar a Estados Unidos no sólo en el Pacífico, sino a escala mundial. Por el momento, el apoyo estadounidense al desarrollo de China era esencial
para su comercio y su flujo financiero, así como para mantener las condiciones generales de estabilidad que necesitaba. Pero no podía ser una relación pura y simplemente de amistad, y menos una alianza, pues primaban las reticencias respecto a Estados Unidos y sus intenciones. Pekín acogió con satisfacción las ventajas de su relación económica con Estados Unidos, pero también era consciente de los posibles riesgos de dependencia. Agradecía la contribución estadounidense a la estabilidad de la región asiática oriental y recogía las satisfactorias declaraciones norteamericanas de una «China fuerte, pacífica y próspera», sin abandonar su convicción de que uno de los propósitos fundamentales de Estados Unidos era debilitar y retrasar el resurgir de China, y obligarla a cumplir las reglas internacionales formuladas por Occidente sin su aprobación. Zemin y jintao podían restar importancia a las ambiciones de China, y el primer ministro Wcn jibao hizo hincapié en la naturaleza pacífica y las intenciones de ese resurgir, como manifestó en un importante discurso en Nueva York en 2003, pero en Pekín, a puerta cerrada, ju Jintao señalaba que estados Unidos había: «fortalecido su despliegue militar en la región Asia-Pacífico, reforzado la alianza militar con Japón, reforzado la cooperación con la India, mejorado las relaciones con Vietnam, establecido un gobierno proamericano en Afganistán, incrementado la venta de armas a Taiwan, etcétera. Han ampliado sus avanzadillas y nos han creado puntos de presión en el este, el sur y el oeste. Esto constituye un enorme cambio en nuestro entorno geopolírico».»
Los chinos, por su parte, se daban cuenta de que la insistencia estadomúdense en la democracia y los derechos humanos, al margen de otras justificaciones, era mucho más que un modo de avergonzar a China ante los OJOS de la comunidad internacional (no muy distinta de la forma en que China intentó avergonzar a Japón insistiendo sobre el tema de sus perversidades anteriores a 1945). Pero era también, como hemos visto en los tres últimos capítulos, una faceta de la perenne tendencia estadounidense a alegar principios morales y legalistas como base de su política exterior, incluso en asuntos institucionales genéricos o estructuras legales generalmente aceptadas entre estados para tratar conflictos de costumbres e intereses (aunque tales disposiciones no afecten al prin-
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cipio de soberanía estadounidense). Inevitablemente, China ha resistido firmemente estos intentos de interferencia, sobre la base de que son criterios extranjeros para intervenir en sus asuntos internos e intentar inducir, quizás incluso lograr, cambios en su estructura política. Y de igual modo, por supuesto, se ha esforzado en restringir las ambiciones y reivindicaciones estadounidenses en Asia, tanto como le ha sido posible sin causar grandes repercusiones, ya sean militares o en el seno del Congreso de Estados Unidos. Adónde conducirán esta mezcla de perspectivas contradictorias y de intereses tan estrechamente trabados, a principios del siglo XXI, el tiempo lo dirá.
¿HACIA EL FUTURO?
«Las historias», ha escrito el sagaz historiador Simon Schama, «nunca acaban, simplemente hacen una pausa». Considerando las relaciones entre las primeras potencias mundiales, el inicio del siglo XXI es engañosamente un escenario ideal, pero en retrospectiva quizás resulte más engañoso que ideal, tanto más cuanto que la constelación de la política yel poder mundial muestran signos dc cambios importantes y posiblemente espectaculares. Al principio del siglo xx el centro político mundial fue Europa, y ese foco conservó su papel central, como se demostró durante la Segunda Guerra Mundial, en la Importancia secundaria de Asia oriental, donde se instaló durante cuarenta años a partir de I945 un equilibrio razonablemente seguro entre dos superpotencias. A su término surgió Estados Unidos como el único «hiperpoder», desempeñando un inquietante papel clave en tres regiones un tanto separadas que ocuparon el centro de la política mundial a finales de siglo: Europa, Oriente Medio y Asia oriental. La supremacía estadounidense económica, política y militar enmascaró temporalmente las fragilidades de ese esquema. Pero los criterios estadounidenses sobre el orden mundial, al descansar sobre la convicción de que Estados Unidos no era una potencia entre tantas sino un estado singular con un destino manifiesto, y sobre la atracción universal hacia los ideales norteamericanos y la implantación de ese orden mediante el poder de Estados Unidos, a finales dc siglo ya habían comenzado a tropezar con dificultades. Tales ideas exigían una intervención que implicaba la inhibición de instituciones de gobierno global, incluso la de
unas Naciones Unidas que parecían lentas e ineficaces. Ello contribuyó a socavar más los principios de soberanía estatal y de nítido control de las fronteras y el territorio, los cuales, de todos modos, estaban trastocados por nuevos intereses transnacionales y grupos migratorios, la globalización económica y el crimen organizado. A medida que el poder estadounidense -c-incluso el "poder blandos-e- entraba en un período de decadencia en relación con el auge de autoconfianza política y cultural de otros centros, tales como las principales porencras europeas, la implantación de las ideas universalistas norteamericanas comenzó a encontrar resistencia tanto entre sus aliados como en el interior de Estados Unidos. La hegemonía económica y financiera estadounidense comenzó a flaquear. Así, con el cambio de siglo, Estados Unidos dejó de ser el primer exportador de bienes y capital y pasó, en realidad, a ser el único poder imperial con mayor deuda externa. En todos los países se plantean retos aún más fundamentales derivados de la ciencia y la tecnología. Internet y otros medios de comunicación global instantánea están alterando las relaciones entre la sociedad y el gobierno, por mucho que se intente controlarlos. Estas novedades ponen de relieve la importancia de la revolución «blanda», en la que los conocimientos sustituyen a los recursos físicos como motor de la riqueza económica. En 2002, aproximadamente unas tres cuartas partes del valor de las empresas estadounidenses de cotización en bolsa lo constituían activos intangibles. Sin embargo, el dinero global y las redes de flujo en que se basan pueden desaparecer muy rápido. Estas nuevas pautas de la economía mundial, impulsadas muy particularmente por ideas, métodos e invenciones estadounidenses, contribuyeron igualmente a acentuar la faceta desestabilizadora de los nuevos sistemas globalizados industriales, comerciales y monetarios. Con el hundimiento del comunismo y la creación de enormes fuentes nuevas de inversión y producción, las pautas económicas tradicionales se volvieron inservibles. Con la entrada de miles de millones de asiáticos en la economía mundial, nadie puede calcular la magnitud del posible mercado laboral mundial. Por ejemplo, China y la India están pagando a un número ingente de personas no sólo para fabricar, sino para desarrollar innovaciones. Por tanto, a medida que se acentúan y se hacen más incontrolables las presiones de la globalización, esas sociedades que encabezan la marcha de la misma, incluidos Japón y Estados
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Unidos, también pueden resultar sus víctimas. Las nuevas fuerzas han acentuado, en su seno y entre los distintos países, las desigualdades de riqueza. Si bien estas fuerzas han aumentado la riqueza añadida según parámetros del producto interior bruto tradicional, por otra parte han tendido a escindir esos añadidos de la riqueza individual, creando una importante inestabilidad de empleo y de los ingresos familiares, y en muchos países han aumentado los temores e incertidumbres personales y sociales. En 2005, el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos comenzó a plantearse si el sistema comercial global podía, por ejemplo, sobrevivir al auge de China. En el futuro, otras nuevas tecnologías modificarán el abastecimiento y consumo energético, la construcción y los vehículos. Nuevos tipos de armas, incluidas las nucleares y otras de destrucción masiva, estarán al alcance de pequeños grupos, y la biotecnología tal vez produzca mayores cambios: ya hay señales de que ciertos sectores científicos y médicos de Occidente se disponen a «cultivar» cuerpos humanos para obtener repuestos, en interés de la ciencia o por lucro. I Pero sería un error precipitarse en darle demasiada importancia. Las pautas dominantes del poder siempre han tropezado con dificultades, y sobre todo es difícil que la pretensión estadounidense de conducir, o al menos orientar, al mundo, no encuentre obstáculos. A todos los poderes imperiales les llega la decadencia, y lo rmsrno sucederá con Estados Unidos, aunque tal vez aún no. ¿Cómo se ubicará China en este mundo «bipolar" () «unipolar»? Sus relaciones con el mundo exterior estarán, por supuesto y en gran medida, determinadas por lo que ocurra en la propia China; y en vista de los desordenados acontecimientos de los dos últimos siglos, hay mucho en la China actual que recuerda su pasado. El propio Mao decía la verdad cuando comentó entristecido a Henry Kissinger lo poco que había cambiado el país pese a sus esfuerzos revolucionarios. Aunque la historia no es obviamente una repetición del pasado, es interesante reflexionar sobre el período que va de finales del siglo XIX hasta 1949 cuma otra «fase turbulenta» de las muchas que han afectado repetidamente a China entre las diversas dinastías, y considerar su gobierno en el medio siglo a partir de 1949 como un período de implantación de un nuevo tipo de dinastía. Pese a las diferencias de personalidad y las distintas épocas históricas, la carrera de Mao presenta curiosos paralc-
lismos con la de otro fundador de dinastía, el emperador Hongwu, que instauró el período Ming. Los dos eran de origen campesino y ambos gobernaron el imperio a fuerza de batallar, trabajar duro y con una firmeza implacable. Una vez en el poder, los dos tomaron personalmente las riendas del gobierno y en ambos casos su palabra fue ley; para Mao sólo hasta la década de los sesenta. Ambos personajes adquirieron la condición de dioses a ojos del pueblo y se convirtieron en la figura dominante de la política y la administración en la China de su tiempo. Aparecen otras similitudes dinásticas, aunque más restringidas, si se piensa en sus sucesores. A Hongwu le sucedió tras un breve intervalo la figura enérgica pero menos destacada de Yongle, del mismo modo que a Mao le siguió, tras un breve intervalo, la figura poderosa, aunque menos imperiosa, de Deng Xiaoping, quien, a su vez, fue sucedido por dirigentes con un ascendiente personal cada vez menos notorio, Jiang Zemin y Hu jintao, del mismo modo que después de Yongle ocuparon el trono imperial personajes menores. Incluso los problemas fundamentales de las sucesivas dinastías recuerdan enormemente el medio siglo de la "dinastía» Mao. Si las dinastías Tang, Song, Ming y Qing resultaron minadas por los problemas latentes del aumento de población, de la administración centralizada y de las fronteras, en el año 2000 China aún no había superado esas dificultades. Su población se ha multiplicado por tres desde T949. No hay en la historia nadie que haya gobernado a más de 1.300 millones de personas desde un centro único, y sigue siendo problemático cómo hacerlo, o si es posible. Los dilemas sociales, económicos y políticos (o de otro tipo) que plantea a los dirigentes chinos este aumento explosivo de población no son ni fáciles y rápidos de solucionar. Por otro lado, aunque China ha aceptado -c-recienternente incluso los ha reafirmado-e- los conceptos modernos de soberanía estatal, no existe una gran evidencia de que haya disminuido, y menos aún desaparecido, su tradicional y arraigado sentimiento de superioridad cultural y civilizadora. En parte como consecuencia de ello, China y los chinos reaccionan con suspicacia ante cualquier cosa que parezca un agravio o un insulto. Lo cual no impide que el estado chino sea tan despiadado con sus propios ciudadanos como con los extranjeros, ya sean particulares, empresas o países.
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Da.remos un somero repaso a posibles futuros encuadrados en seis encabezados: demografía, gobierno, economía, papel de China en el terreno científico y tecnológico, sus relaciones con los países vecinos y, sobre todo, su posible lugar en el equilibrio mundial de poder. La cuestión de la población, que ha constituido tanto la fuerza como la debilidad de China, parece distar bastante de encontrar solución, y el problema continúa agravándose. La política de «un hijo» introducida hacia 1980 fue ampliamente burlada desde el principio/ y en muchas ocasiones su aplicación fue laxa. Así, un viceministro dijo que en 2.02.0 China tendrá I.500 millones de habitantes.' En ocasiones, los esfuerzos por controlar la población han acentuado las dificultades. China considera que se han evitado 300 millones de nacimientos en los últimos treinta años, pero eso significa igualmente trescientos millones menos de jóvenes para cuidar la cada vez más numerosa población de la tercera edad, de la que alguien tendrá que ocuparse de algún modo. No es de extrañar que el gobierno, poco después del año 2.000, hiciera a los hijos legalmente responsables de las pensiones de los padres (lo cual hace problemático el empleo de los hijos, no sólo por el mercado laboral, sino por el hecho de constituir una familia ampliada). Mientras tanto, el aumento de hijos únicos puede dar paso, a su vez, a una situación de niños que se crían sin hermanos, hermanas, primos, tíos y rías, con consecuencias potencialmente devastadoras para la estructura familiar, que ha sido la piedra angular de la sociedad china desde tiempos inmemoriales. Por otra parte, se ha calculado que la edad laboral de la población alcanzaría su máximo en 2009, con 925 millones para reducirse a 835 millones en 2024. Es de suponer que se producirá un notable aumento de la productividad para hacer frente a estos cambios que plantearán problemas particulares, dado el agravamiento de las condiciones ambientales de las que hablaremos más adelante. Otros inconvenientes derivan del hecho de que las familias chinas siempre han deseado hijos varones que transmitan el apellido, hereden la propiedad y cuiden de los padres, y no hijas, que requieren dote y no cuidarán de sus progenitores. A medida que un mayor número de personas tiene acceso a ecografías, y más aún al aborto, la preferencia por los varones ha trastocado la proporción por sexos. La proporción normal por sexos -que refleja mayor longevidad femenina- es de 105 niños
y IDO niñas; mientras que la proporción en China, en el momento de redactar este texto, es de TT8 por IDO. Las consecuencias son graves. Se dice que en 2020, China tendrá al menos veintitrés millones de solteros sin esperanza de encontrar esposa. Ya circulan muchas historias sobre hombres que raptan a mujeres, tal vez en otras provincias. En ciertos lugares, sobre todo en las regiones agrícolas más pobres, un grupo de hermanos puede conseguir una sola mujer, raptándola o comprándola, y compartirla como esposa. Las presiones de la población también permiten, si es que no la activan, la emigración ilegal, preferentemente a Japón, Estados Unidos y últimamente a Gran Bretaña, que ha alcanzado tal envergadura que los inmigrantes ilegales de la provincia de Fujian, por ejemplo, a su llegada a Occidente entran en contacto con importantes redes de chinos de su nusma provmcra. Ninguna de estas tendencias perdurará necesariamente, pero es probable que incidan en el futuro a corto e incluso medio plazo. ¿Cómo resolverá el gobierno chino éste y otros problemas del aumento de población y el consiguiente trastorno social? La línea de fuerza principal en la política china yen el gobierno sigue siendo el Partido Comunista, que es la estructura de cuadros de mando dominante del trío partido, ejército y estado, y cuyos tentáculos alcanzan todas las células de la sociedad y la economía del país.: Pese a la espectacular evidencia del dinamismo económico chino, no es menos cierro que desde el año 2000 todo el sector privado vive al amparo del gobierno; los ciclos económicos del país siguen estando dirigidos por un sector estatal indiferente al bajo beneficio, y el partido y el estado siguen controlando gran parte de los principales sectores de la economía, energía, transporte, sanidad, educación, banca y telecomunicaciones. El estado sigue siendo propietario de casi el 60% del capital activo en la bolsa, y casi a un 80% de los ejecutivos de las empresas estatales los nombra el panido. Menos del 10% del crédito comercial bancario sigue encauzándose hacia la empresa privada, muchos de cuyos negocios son reencarnaciones de antiguas empresas del estado y muchos de sus empresarios, antiguos funcionarios. Estas pautas no van a desaparecer de un día para otro, sobre todo cuando el partido rechaza de lleno un posible rival en el poder, así como todo debate político, social y económico, y el fortalecimiento del actual autoritarismo desarrollista se produce necesariamente en el seno del partido.
Por otra parte, en China, como en cualquier país, la televisión transforma la naturaleza de la política y vierte en la pantalla una realidad que acentúa el papel de sus protagonistas, del mismo modo que internet causa un creciente aumento de opiniones. Hacer frente a las circunstancias particulares de una sociedad y una economía cada vez más compleja, con sus desigualdades en aumento, agudizará el apremio sobre una mayor descentralización de la política y de la toma de decisiones, y puede que acentúe la lucha interna en la burocracia del partido y del gobierno. El proceso erosionará indudablemente la dirección y el control interno del partido, y hará hincapié en la política de negociación personal, regional y dentro del partido. La libertad de maniobra que reclaman los funcionarios regionales y locales también se remonta a la época imperial, pero difícilmente encaja en la premisa de unidad, propósito común y disciplina de una estructura de partido hermética y esencialmente leninista. En cualquier caso, la cohesión del partido se ve amenazada por la amplitud de la corrupción, fenómeno éste también con un largo pasado que se remonta a la época imperial. Lo extranjero, individuos, entidades o gobiernos, aún tendrá que abrirse paso lo mejor que pueda en esa jungla de autoridades en pugna. No cabe duda de que la principal amenaza al sistema procede de las contradicciones entre el dogma comunista y la disciplina, contra los imperativos del capitalismo empresarial y las ondas de propagación de una firme disidencia, latentes, como siempre, bajo la superficie de la realidad. Ahora que la erosión de las verdades del maoísmo en el país, y el desmoronamiento del comunismo fuera de China, han dado paso a la prosperidad y al nacionalismo como criterios principales de la legitimidad del Partido Comunista Chino, los imperativos del crecimiento económico contradicen muchas de las reivindicaciones de poder del partido sostenido por ese crecimiento. Está muy bien decir que la prosperidad ha llegado a depender de la liberalización del dinamismo y la creatividad, de la descentralización y de los crecientes vínculos con el mundo exterior, pero e! crecimiento económico y la innovación técnica siempre provocan la ruptura del sistema establecido. Inevitablemente, un crecimiento rápido crea desequilibrios, como sucedió en Gran Bretaña a finales de! siglo XVIII o en Alemania y Japón a partir de .191:8. Los vínculos globales de los negocios, la tecnología, la información y el comercio empujan a las políticas nacionales hacia modos nuevos y
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extraños; igual que la movilidad del dinero. Muchas de las principales industrias china" son en gran medida obra de la inversión extraniera.e Surgirán presiones suplementarias derivadas de nuevas ideas, del mundo exterior, del turismo y de innovaciones científicas y técnicas, que darán ongen, en su modalidad moderna, a los peligros de desorganización que alarmaban al viejo emperador en 1717. Y al mismo tiempo, el sistema legal capaz de fomentar la actividad económica innovadora no puede seguir siendo un simple engendro del poder político, sino que ha de ser capaz de sentar reglas independientes, claras y firmes. En esta tesitura, ¿cómo puede mantenerse la disciplina organizativa de un estado leninista? ¿Cómo se puede contrarrestar la corrupción, lacra mortal del partido? ¿Y cómo puede aunarse la posición primordial del partido con el desarrollo del capitalismo, sin caer, como casi admitió el presidente jiang Zemin, en el agujero negro político que se tragó a la Unión Soviética? Hay dirigentes chinos que entienden la necesidad de la reforma política y de la participación pública. Un ministro ha señalado incluso que «cuanto más deprisa crezca la economía, más rápido nos enfrentaremos al riesgo de crisis política si las reformas políticas no están a la alturaa.s Otras dificultades proceden de las minorías nacionales inquietas, como los uigures o los tibetanos, o de la miseria de un campesinado que ahora se encuentra a cinco minutos en coche de la deslumbrante opulencia urbana, y cuya penuria es aún más insultante en contraste con las imágenes de la televisión. No es de extrañar que, frente a las crudas demandas occidentales de que China emprenda reformas al estilo occidental, jiang Zemin dijera desalentado que el único resultado de implantar la democracia parlamentaria al estilo occidental sería que «e.1 pueblo chino no tendría suficientes alimentos [y] el resultado sería un gran caos", ni que su sucesor, Hu rechazara igualmente el modelo democrático occidentaL No son los únicos. La Academia China de Ciencias Sociales no se cansa de repetir que los esfuerzos de reforma en la ex Unión Soviética y en Latinoamérica fueron «grandes desastres del neoliberalismo». En cierto aspecto aún peor, hay una degradación del medio ambiente, con contaminación y erosión del suelo, incluso escasez de agua en pueblos y en el ámbito rural. La erosión, la dcsertificación y la urbanización han reducido a la mitad las tierras cultivables en el último medio siglo, y la reforestación no ha servido para restablecer el equili-
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brio anterior. Ningún dirigente chino debería olvidar que los antiguos emperadores fueron derrocados poe rebeliones campesinas. Pese a todo, el crecimiento continuará batiendo récords durante algún tiempo.s China se esfuerza por depender menos de las empresas extranjeras, las pautas extranjeras y los inventos extranjeros. Por el momento, el empleo de mano de obra barata para las empresas internacionales va en aumento, en detrimento del paro en los países ricos y a favor de estas empresas que logran beneficios récord y un mayor poder adquisitivo de los consumidores de los países ricos. Al mismo tiempo, el crecimiento atrae a las gentes del campo chino hacia los nuevos centros económicos, donde la grave escasez de mano de obra altamente especializada estimula la demanda de mejores salarios. Estos flujos de personas han provocado prácticamente el colapso del sistema sanitario, y es probable que haya descendido la esperanza de vida (tal vez paliando el acucianre problema de las pensiones). Los problemas ambientales de China, como ha apuntado el Banco Mundial, pueden costarle ciento setenta mil millones de dólares anuales. Sin embargo, se están construyendo nuevas ciudades, industrias, presas y carreteras para millones de coches, sin reparar en la contaminación y otras consecuencias medioambientales, ni en el abastecimiento de agua. En muchos lugares falta agua. China es un gran consumidor de energía, con empleo ineficiente del carbón y, por consiguiente, un gran impulsor del aumento mundial del consumo de petróleo y de su precio, 10 que, a su vez, puede dañar a las economías que son los principales clientes y fuente de tecnología para China. Los extranjeros continúan persiguiendo el viejo sueño de un nuevo y enorme mercado, con enormes y nuevos beneficios, pese a que hasta ahora distan mucho de haberse materializado. El flujo de inversiones extranjeras sigue llegando a China a buen ritmo." aunque no es posible desentrañar la propiedad titular de la mayor parte de las firmas, y pocas empresas extranjeras conjuntas han resultado, o dan señales de ser, altamente rentables. El país posee una capacidad excesiva en ciertos sectores y está plagado de escándalos bancarios, al tiempo que trata de ser un importante inversor en el extranjero. Estas inversiones procurarán a China un mayor rol político en todo el mundo, un rol sin restricciones por los temas occidentales de moda sobre los derechos humanos y la naturaleza de los gobiernos. En 2005, China se incorporó al sistema de valor monetario flotante controlado, abriendo el camino
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a la valorización del yuan frente al dólar. Hay expertos en finanzas que argumentan -aun tomando los deseos por realidades- que cuando China liberalice -si lo hace- los controles de capital, puede que el yuan se cotice junto al dólar, el yen y posiblemente el euro, como cuarta divisa internacional. 8 Independientemente del crecimiento, las tensiones y los retos, sería erróneo esperar para mañana mismo una revolución en China. No existe una alternativa visible, y menos organizada, al papel todopoderoso del partido. Salvo una gran ruptura en el partido o un fallo a gran escala de las fuerzas de seguridad, o incluso un rebrote del nacionalismo antijaponés, cuanto más se descentralice China o se encierre en sí misma, del modo que sea y por el motivo que sea, más probabilidades existen de que esa organización singular sea el aglutinante de la política y la sociedad china. En cualquier caso, aunque haya quien recuerde los experimentos del «muro de la democracia» en T979, siguen predominando los conceptos confucionistas de gobierno benevolente y obediencia a la autoridad. Bajo el frágil caparazón de la modernización perduran los antiguos principios de la civilización china, entre ellos la prioridad otorgada a la familia y a la comunidad por encima del individuo, y la aceptación de la idea de que a veces el sacrificio es necesario. La tendencia general hacia el consenso dirigido por la autoridad es algo tradicional, igual que la inexistencia del concepto de oposición leal. El intento de aunar felizmente todo esto con la «modernidad» dista mucho de haberse resuelto. En cualquier caso, las autoridades siguen reaccionando ante las dificultades con el socorrido recurso populista a las groseras o malévolas políticas de los países extranjeros. Y se atrincherarán en el tan enraizado sentimiento de defensa ante lo extranjero. Pese a ello, ni la historia ni las ideas de los acontecimientos de inicios del siglo XXI apuntan a que pueda perdurar un solo partido político o una entidad política organizada. Tarde o temprano, seguro que cambiará su carácter. Internet y la «blogosfera» pueden propiciar una Revolución Cultural imparable para los métodos habituales de censura. y una ruprura del régimen actual no resulta imposible. Podría aumentar el número y la fuerza de las protestas locales, y los grupos religiosos y místicos podrían ganar más adeptos. Entonces, el partido aflojaría la mano. Pero lo más probable es la erosión y la decadencia de las pautas actuales, aun en el contexto del mantenimiento formal del partido úni-
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co, el estado totalitario y sus principales estrncruras. Son cambios que se producen constantemente. No hay más que pensar en el bandazo en algunos países como Rusia o incluso Francia y Alemania, tan sólo en medio siglo a partir de 1950, de una democracia representativa a Otra más populista. Es imposible saber qué puede surgir en China. Tal vez un aumento de la reafirmación regional y provincial, que posiblemente podría desembocar en una especie de ruptura de la unidad del país. No es algo que no haya sucedido históricamente. En ese caso, habría otro «tiempo de trastornos» con imprevisibles consecuencias no sólo para el pueblo chino, sino para los países vecinos. ¿y el papel internacional de esta China? Indiscutiblemente esta China continúa viéndose a sí misma como única: una cultura sutil y brillante que reclama su derecho a un lugar en la mesa internacional de los notables. Hay muchos factores que apoyan este criterio. China sigue siendo una antigua civilización, fascinante en muchos aspectos, que engloba dentro de un estado-nación una quinta parte de la población mundial. Por otro lado ha sido excepcionalmente competente durante muchos siglos en el arte de la política y la diplomacia, sabiendo convencer a otros de que por su autoconfianza, tamaño y población, también es una gran potencia que tiene derecho a decir al mundo, tras sahr de dos siglos de debilidad y trauma, como Enrique IV dijo a Palstaff:" «No pienses que soy lo que antes era". En esa firme aspiración de poder y categoría, China dispone de dos buenas cartas. Una es la forma en que sigue hechizando al extranjero; la otra, y la más eficaz diplomáticamente, es la paciencia china. Por el momento, China es ambiciosa pero vulnerable, con un sentimiento de agravio, pero segura hasta el extremo de la arrogancia, y su gran protagonismo va en aumento. Ahora, China incluso tiene mayor presencia internacional y su crecimiento demográfico y económico hace que algunos caigan en la tentación de pensar que va a ser un gran rival de Estados Unidos, como predijo Gamet Wolsc1ey hace más de un siglo. Sin embargo, por el momento, carece de medios para poder hacer algo parecido, y seguirá careciendo de ellos durante bastante tiempo. En el índice por habitantes, la mayoría de los chinos son muy pobres. la estructura po»
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lítica y social es anticuada, adolece de un sistema financiero global y, en muchos aspectos, de garra económica. Dista mucho de contar con una política industrial o inversora organizada y coordinada, incluso interna, y menos aún para operaciones exteriores. En vez de ser líder tecnológico, sigue siendo dependiente tecnológicamente y no cuenta con mucho «poder blando» más allá de su inmediata periferia. Pese a la fascinación y el fulgor general del arte, el teatro y la danza china y, por supuesto, de su desarrollo, el estilo de vida chino no ha suscitado una especial imitación en otros países. Las nuevas clases medias, y en particular los nuevos ricos, dan patentes muestras de preferir el modo de vida occidental, oyen música occidental y ven películas occidentales; mientras que son pocos los que en las capitales de Occidente desean vivir según las pautas culturales chinas. China tampoco plantea ningún reto ideológico o religioso a Occidente, y desde el declive del maoísmo no ha mostrado deseos de hacerlo. No tiene una ideología que difundir y menos aún una fuerza militar o naval moderna con clara capacidad de proyección exterior. Ni siquiera tiene -o al menos no ha articulado- una visión clara, coherente y plausible de su futuro papel internacional. En realidad, China es una potencia mediana, pero con grandes posibilidades de alcanzar lID importante protagonismo internacional. De momento sería un error confundir la posibilidad de una gran China del mañana con las realidades de la China acrua]. Ha asumido en poco más de un siglo el cambio de ser un imperio en el centro de su propio orden del universo a ser, formalmente, un estado-nación al estilo occidental. Desde la muerte de Mao, su política exterior ha sido con frecuencia de un pragmatismo perspicaz, y es muy posible que siga siéndolo. De momento, la nueva China seguirá concentrándose en sus zonas fronterizas, o el «cercano extranjero», según la expresión rusa. Incluso en el supuesto de un regreso de Taiwan a la madre patria, Mao le comentó a Nixon en su primera entrevista: «Podemos vivir sin ellos [Taiwan] de momento, y dejarles que vengan dentro de cien años». Sin embargo, hace poco el primer ministro Wen jibao hizo hincapié en que la reunificación era «más importante que nuestras vidas», lo cual tampoco implicaba un plazo de tiempo. Posiblemente, los vínculos económicos entre Taiwan y la República Popular China harán perder relevancia a la política de unificación, y más aún si la República Popular China se descentraliza en mayor medida. Por lo demás, Pekín continuará insistiendo en cada
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una de sus otras reivindicaciones territoriales, en su firmeza imperial al tratar con renovada impaciencia, sobre todo de los musulmanes y de sus zonas de la periferia occidental. En Corea, China tratará de evitar posibles acontecimientos casi igualmente indeseables. Uno sería-la caída de Corea del Norte, que acarrearía un aluvión de refugiados a través de sus fronteras. Otro sería una nueva guerra en Corea. O la emergencia de una Corea fuerte y reunificada que, casi con toda certeza, sería aliada de Estados Unidos. Un cuarto sería la aparición de una Corea del Norte con armas nucleares. Mientras tanto, Pekín también intentará mantener sus muy valiosos vínculos industriales y económicos con Corea de! Norte, aceptando, posiblemente a regañadientes, el lavado de dinero y el tráfico de drogas que fluye entre ambos países. China tratará igualmente de reafirmar su influencia en el sudeste asiático, donde tendrá que enfrentarse a una enraizada sinofobia derivada del histórico expansionismo chino y su penetración económica. La India también proseguirá su comercio e intercambios con China, pero manteniéndose estratégicamente neutral y recelosa. Aparte de eso, sensatamente China ha dejado de implicarse en actividades revolucionarias a escala internacional, y ha optado por potenciar sus intereses nacionales mediante una postura de apoyo general a la estabilidad mundial. En cuanto a sus relaciones con las grandes potencias, las que mantiene con Japón siguen siendo muy delicadas. El empleo que el gobierno chino hace del nacionalismo y del patriotismo como aglutinante en el interior del país ha generado también entre la población un sentimiento antíjaponés y anriamcricano. Ni la ayuda a gran escala japonesa y las inversiones, ni las repetidas disculpas por los hechos pasados han servido de mucho para contrarrestar las acusaciones y las bravuconadas oficiales. A todo ello se suma un cierto triunfalismo chino ahora que el país ha recuperado quizás su papel como potencia hegemónica en Asia, mientras que, a la vez, China teme lo que un Japón reconstruido y rearmado podría hacer en el futuro; alimentan esos temores la implicación de Japón en Oriente Medio y la creciente cooperación con la marina estadounidense. Y más aún la rivalidad sino-japonesa por la energía y las materias primas, así como por la influencia regional y en otras zonas. Las constantes criticas chinas, en un momento de resurgimiento general del sentimiento nacional japonés, han provocado la previsible
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reacción de los japoneses. A los japoneses jóvenes les molesta la perdurable asunción de culpabilidad de su país por hechos de guerra, y otros muchos se sienten atraídos por una alternativa más nacionalista que la del actual estado pacifista. Tokio cada vez parece menos inclinado a echarse atrás en cuestiones territoriales, tales como quién tiene derechos de propiedad en ciertas zonas de alta mar y del lecho marino, y en particular los derechos sobre fuentes energéticas de algunas islas de sus aguas. Aunque el público japonés no se ha preocupado por la presencia del país en la escena internacional, con certeza el gobierno continuará alejándolo de un pacifismo extremo y de una simple confianza complaciente en el poder de Estados Unidos. Efectivamente, cuanto más fuerte sea China y mayor sea la amenaza para Taiwan, más estrechos serán los lazos entre japón y Estados Unidos. Las fuerzas armadas japonesas, sobre todo las aéreas y las navales, reducidas pero excelentes, seguirán modernizándose y japón ya no está dispuesto a ceñirse a su papel pacifista frente a los misiles de Corea del Norte. Lo más probable es que se intensifique su cooperación naval con Estados Unidos en el Pacífico, y no puede darse por sentada su neutralidad en caso de un conflicto armado en Taiwan. Sin embargo, la economía de China y Japón siguen siendo enormemente complementarias, y seguramente proseguirán unas relaciones económicas mutuamente beneficiosas para ambos países, aunque tal vez no hasta el extremo de que japón resulte más vulnerable de lo necesario a los cambios chinos. Japón competirá con China en programas espaciales, y ya se ha hablado de una unión panasiática entre Japón, China y Corea, con exclusión de Estados Unidos, que contribuya a diluir y restringir el poder de China. Aun así, aunque Estados Unidos actúe sin duda como pacificador, las posibilidades de fricciones graves entre China y Japón no deben subestimarse. Los intereses europeos en China y la zona del Pacífico han aumentado, en parte como factor inevitable del afianzamiento europeo a escala mundial. Las principales potencias europeas creen que su salud económica depende en parte de aprovechar oportunidades en Asia oriental, lo que conlleva no sólo comercio e inversiones, sino la adaptación a una potencia cuyo comercio ha experimentado un rápido crecimiento y cuyos mercados y mano de obra barata parecen ofrecer oportunidades ilimitadas, y más aún el crecimiento de una clase media. Aparte de eso, británicos, alemanes y franceses -impulsados siempre por la perenne
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ilusión occidental de que es misión de Occidente organizar el mundocreen que China ganará importancia en el proceso de estabilización del sur y el sudeste de Asia, en la reducción de armas de destrucción masiva y en el freno al deterioro medioambiental. Desde finales de los noventa, y en particular tras la devolución de Hong Kong a China, funcionarios europeos y dirigentes chinos no han dejado de llamar unos a la puerta del otro, pero las actuales tendencias de marcada política interior de los paises europeos impedirán que Europa -al margen de su ocasional papel retórico-e- sea un bloque protagonista en los asuntos del hemisferio oriental. Y es muy probable que esta situación continúe así al menos hasta que la Unión Europea sea un ente operacional político y estratégico, tal como a veces e irregularmente ha sido una entidad comercial. El papel de la Federación Rusa sigue siendo, desde hace ya unos años, uno de los interrogantes capitales sin respuesta dentro de las fuerzas internacionales en juego. Es indudable que Rusia se rehará, estratégica y políticamente, tras estos años de estancamiento. La cuestión es cuándo y cómo. De momento, para su resurgir internacional Rusia se apoya sobre todo en sus reservas energéticas, que son objeto de crucial interés para China y la industria mundial, y sobre las cuales el gobierno ruso recupera cada vez más el control directo. Por el momento, Rusia parece aspirar a un equilibro entre China y Occidente, aunque Wen Jibao en determinado momento habló de un posible eje India-Rusia-China -¿una ilusión, quizás?-, hasta nuevo aviso hay que acomodarse a la realidad de la supremacía de Estados Unidos. En un próximo futuro, tanto Pekín como Moscú seguramente darán mayor importancia a las buenas relaciones con Estados Unidos que a las buenas relaciones mutuas. De todos modos, Rusia sigue siendo el principal proveedor de China de armas avanzadas, aunque poco de 10 que China compra parece estar a la altura del nivel técnico del armamento y equipamiento estadounidense. En 2005, los dos países llegaron a organizar maniobras conjuntas importantes. A pesar de ello, la historia demuestra que las fricciones rara vez afloran a la superficie. Es inevitable que surjan nuevas diferencias sino-rusas, entre ellas el acceso a las reservas petrolíferas de Sibcria y el trazado de los correspondientes oleoductos. También se plantearán nuevos problemas fronterizos, derivados en parte de la intensa migración de chinos hacia el extremo oriente .de Rusia, que continúa
en aumento por efecto de la presión poblacional china y de la escasez de mano de obra en las regiones rusas del Pacífico. Por tanto, Estados Unidos es, y parece que seguirá siendo durante algún tiempo, fundamental en los vínculos y asuntos extranjeros de China. Washington continúa siendo el principal interlocutor extranjero de China, la potencia clave en el Pacífico y quien garantiza la estabilidad regional, un mercado clave para sus exportaciones y para la inversión extranjera, así como una fuente primordial de tecnología, ciencia y estabilidad monetaria. La interdependencia de ambas economías resulta sustancial. Incluso los logros más populares y prestigiosos de China, como su ingreso en la Organización Mundial del Comercio y la designación de Pekín como sede de los juegos olímpicos de 2008 habrían sido difíciles sin la buena voluntad estadounidense. Es el desarrollo de esta relación sino-estadounidense el que fundamentalmente decidirá el equilibrio futuro del hemisferio oriental. Si todo lo demás continúa, y suponiendo un buen sentido común en todos los aspectos, es probable que la adaptación prosiga. Ambas partes se han preocupado desde hace varias décadas por definir sus intereses en el Pacífico y en el sudeste asiático sobre la base del respeto sin entrar en conflicto con sus respectivos intereses. Incluso en Taiwan, la política estadounidense actual tiende a disuadir firmemente cualquier brote independentista y apoya la adaptación de la isla, quizás incluso un buen tratado de integración económica con la República Popular China. Tamo Estados Unidos como China se juegan mucho en su mutuo desarrollo y prosperidad pacífica. De momento al menos, ningún interés fundamental de ambos bandos corre peligro. Si Estados Unidos ha decidido aceptar ciertas modalidades de compromisos de cooperación con China, ésta ha tenido que aceptar la firmeza de Estados Unidos de contener ciertas ambiciones y propósitos chinos, y el hecho de que no existen posibilidades de que su poder militar iguale al estadounidense ni en cantidad ni en calidad. Así, desde la década de los noventa, Estados Unidos ha llevado a cabo en el Pacífico el mayor incremento militar desde el inicio de la guerra fría en T94 7. Es cierto que persisten problemas importantes, como por ejemplo los relativos a Japón, firme aliado de Estados Unidos, mientras que China sigue despertando grandes recelos en Tokio. Pero incluso en esa tesitura, un entendimiento sino-americano que no incomode la postura de Japón resultaría perfectamente viable.
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Evidentemente, también están en juego intereses de terceros: los inversores occidentales y japoneses, por ejemplo, seguirán viendo el estado de las relaciones sino-americanas como una pauta importante para la profundización de su compromiso en China. Es muy improbable un conflicto abierto sino-americano, salvo una inesperada locura por parte de Taiwan. Desde el conflicto coreano, tanto China como Estados Unidos han puesto gran cuidado en evitar una situación bélica, y no cabe pensar que no lo mantengan en el futuro. No está claro lo que ganaría ninguna de las dos partes con un conflicto, ni quién podría ser el vencedor. ¿Cómo podría una de las dos partes definir el «éxito» o la «victoria»? El problema podría surgir por el hecho de que a veces la política no se rige por «un buen sentido común», y en los asuntos entre naciones es erróneo fiarse demasiado o exclusivamente de la lógica y los cálculos fríos respecto a mtereses y beneficios. La falta de información y los errores de cálculo desempeñan un papel importante, a veces decisivo. Lo mismo sucede con los prejuicios nacionales muy enraizados o las reacciones populares apasionadas que surgen repentina y destructivamente como un huracán del Caribe. No sólo China y Estados Unidos son dos potencias de muy distinta capacidad, sino que la ignorancia y el malentendido recíproco están muy extendidos. En China perviven con fuerza sentimientos nacionalistas, incluso xenófobos, y en ocasiones los fomentan las prevenciones de! gobierno sobre la hostilidad extranjera. Se han producido acusaciones oficiales de que Estados Unidos fomenta revoluciones en Asia central, Ucrania o Georgia, y de que ha atacado a ciudadanos y a intereses de China. La campaña mediática por los derechos humanos en Estados Unidos parece que va a seguir siendo una interferencia nada sutil en los asuntos de China, y, aunque un nacionalismo virulento puede resultarlc útil al gobierno chino, también podría escapárse!e de las manos. El desconocimiento general de Estados Unidos es aún profundo y contribuye a perpetuar las distorsiones históricas y a acentuar suspicacias irrazonables y rencor respecto a cierta hostilidad . . . y agravios unagmartos. En Estados Unidos, la opinión pública no suele estar bien informada sobre China, y salvo informes periodísticos o televisivos e impresiones turísticas, para juzgar a China se contenta con los mismos criterios y pautas de los asuntos de la política interna estadounidense. El comercio
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y los derechos humanos desempeñan un importante papel, a menudo desproporcionado. A la administración estadounidense en parte le cuesta hacer un uso prudente y pragmático del gran impulso de su país, y en el Congreso y entre la gente prevalecen ilusiones muy enraizadas, como la idea de que las definiciones norteamericanas de democracia o de derechos humanos son de adhesión universal. Estas creencias siguen influyendo en el tono moralista de la política de Estados Unidos y, junto con el Iegalismo norteamericano, sustentan el concepto de Estados Unidos como el albacea moral y la principal entidad policial del orden mundial. Estas ideas han conducido, y conducirán, a trarar a los estados como entidades con las que Estados Unidos tiene diferencias por inmorales o delincuentes, o ambas cosas. Pueden surgir dificultades por sobreestimar la importancia de la economía y el comercio en los asuntos de pueblos y estados. Parece como si el viejo virus del marxismo del siglo XIX, el concepto de que las fuerzas económicas son el determinante final de la vida nacional e internacional, brotara de nuevo tras un período de latencia. Es una concepción gravemente peligrosa si se excluye la influencia de la política y la psicología, del orgullo y la ambición, de la inseguridad y el miedo, de la envidia, la identidad y la cohesión de emias y nacionalidades, factores que, en definitiva, siempre han sido preponderantes en los asuntos entre estados. De momento, parece que la creencia en la suprema importancia de las relaciones económicas acentúa la indignación de muchos norteamericanos ante lo que consideran un fraude económico y financiero por parte de China y su masiva actuación de espionaje y robo de la propiedad intelectual y la tecnología estadounidense. Es cierto que eso no ha impedido que Estados Unidos lleve a cabo una política más cautelosa de compromiso con China. Pekín, por su parte, sin duda continuará centrándose en sus grandes problemas internos. China sabe que carece de medios y objetivos para minar la preeminencia estadounidense militar y tecnológica, o su papel organizador en el Pacífico, del que también ella misma se beneficia. No obstante, pueden surgir peligros significativos, no sólo respecto a Taiwan, sino en asuntos como un conflicto sino-japonés que arrastraría a Estados Unidos. O por la rápida modernización a gran escala de las fuerzas armadas chinas, emprendida con el propósito confeso de obtener la capacidad para enfrentarse a las tropas estadounidenses en caso necesario.
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En los comienzos de este nuevo siglo no está claro hasta qué extremo Estados Unidos puede llevar su «misión democrática» sin tropezar con una resistencia política activa y contraproducente, ni hasta qué punto los cambios en la economía internacional, o en la propia China, configurarán las alternativas políticas y estratégicas de Estados Unidos. China, obviamente, sigue creyendo que el crecimiento sostenido de su rango internacional servirá de lección para todos, y Estados Unidos parece dividido entre la perspectiva de que China llegue a convertirse en su principal rival geopolítico -lo cual hay que impedir- y la creencia de que el crecimiento económico pautado por el propio mercado generará por sí solo la moderación democrática de China. Sólo pueden afirmarse dos cosas con plena confianza. Primero, que no hay una pauta ni estructura de poder ni de relaciones de larga duración. El propio Estados Unidos cambiará y su hegemonía en el Pacífico y otras zonas se alterará. El desarrollo de China, se convierta o no en socio de Estados Unidos en igualdad de condiciones o en su competidor, depende igualmente de una plétora de decisiones por adoptar, e incluso formular, cada una de ellas servida con la inevitabilidad de las consecuencias involuntarias. Segundo, y por último, dado que todos los sueños futuros son simple consecuencia del presente, la única certeza absoluta es que lo inesperado está al acecho y a punto de aparecer. Y, como escribió el autor estadounidense Philip Roth, la historia es realmente el medio por el cual lo inesperado se hace inevitable.
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NOTAS
T. CREACIÓN: DE LOS ORíGENES A LA DINASTÍA QIN
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Los cinco primitivos eran el mijo, el mijo glutinoso, el trigo, la cebada y las semillas de legumbres y de cáñamo. Les siguieron el arroz, el maíz y otros. En realidad, parece que contaron con técnicas avanzadas para tallar el jade y con técnicas textiles muy avanzadas. Incluso estas fechas, y menos aún la fecha de sus escritos, son inciertas. Los cálculos actuales apuntan a que vivió entre el 600 Yel 200 a.e. Nada de lo cual indica que los taoístas creyeran en el más allá, pese a que aspiraran a la inmortalidad. Un manual taoísta de la época Han argumenta que el Emperador Amarillo había alcanzado la inmortalidad tras dormir COIl T .200 mujeres; y se dice que el sabio Peng Zhu fue muy longevo gracias a que cada noche mantenía relaciones sexuales con diez o veinte muchachas. Las hijas, por el contrario, eran educadas para el futuro esposo. Al casarse, la novia pasaba a formar parte de la familia del novio (y quedaba bajo la autoridad de la madre de éste). El «regalo de boda» del novio tenía más o menos por objeto pagar a los padres de la consorte el coste y los esfuerzos por haberla criado. Los reyes no tenían ninguna garantía frente a los riesgos. En cierta ocasión un mensajero llevó al joven rey -aún no era emperador-la cabeza de un enemigo en una caja y un mapa mostrando el territorio que otro prfncipe quería darle, y mientras el rey miraba el mapa, el mensajero te clavó un puñal envenenado. El rey logró protegerse detrás de una columna y,
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aunque entorpecido por las vestiduras, consiguió desenvainar la espada y herir al agresor, que no tardó en ser ajusticiado.
2. DE LOS HAN A LOS
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sur
Por ejemplo, mediante los esfuerzos del erudito confuciano Dong Zhongshu. Wudi autorizó incluso una academia imperial para la formación confuciana de funcionarios. Al final de la dinastía había elaborado un código penal de nada menos que 960 volúmenes. La materia del examen no eran las cualidades específicas para el empleo, sino, como en los servicios de altos funcionarios franceses e ingleses de los siglos xtx y xx, conocimientos culturales, carácter e inteligencia. Aunque existían, y perduran, dialectos chinos mutuamente ininteligibles, en su forma escrita existe una menor variación regional. Durante siglos, quienes no se entendían unos a otros sí que reconocían las mismas pautas estándar de los caracteres de la escritura (a pesar de que hay varios estilos de caligrafía, algunos preciosos y susceptibles de reflejar el carácter del autor). Esto permitía la copia de libros y contribuía a generar una cultura general común. Con el tiempo, el sistema de escritura pasó a Japón, Corea y Vietnam, donde muchos textos se escribieron en chino clásico y no en [a lengua vernácula. El primer uso documentado del papel, fabricado con corteza de morera, parece situarse hacia el año roo d.C. por un eunuco de la corte, a quien el emperador colmó inmediatamente de honores. La fabricación del papel fue declarada secreto de estado cuya revelación al enemigo se pagaba con la muerte. Sólo unos seis siglos más tarde, los persas importaron papel chino para su utilización en los documentos de estado, pero el método de fabricación aún tardaría medio siglo en cruzar la frontera. Véase Bahiyyih Nakhjavani, Paper, Londres: Bloomsburv, 2004, págs. 2F-232. Los yilou, que anteriormente se autodenomina ron sushen, vivían en el actual norte de Liaoning y parte de la provincia de Heilongiiang. Eran los antepasados de [os manchúes, que, unos dieciocho siglos después, dominarían China. Citado en Arthur Waldron, The Great Wall of China: hom History to Myth, Cambridge/Nueva York: Cambridge University Press, T992, p. 35.
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8. Los caballos, de precioso color rojo dorado, recibieron posteriormente el nombre de un viajero ruso del siglo XIX: Prejevalsky. 9. Plinio el Viejo, Historia Natural 6:54.
3. I.
AUGE DE CIV1LlZACIÓN y HUNDIMIENTO: DINASTíAS SIJI, TANG y SONG
Trascrito en Witter Rrynner, The Jade Mountain, Nueva York, 1929, p.
305. 2. Mientras tanto, los tibetanos crearon un lenguaje escrito y asimilaron el budismo, cuyo primer monasterio se construyó en el afio 779 d.C. }. Incluso los cruzados se beneficiaron. Los contactos con la civilización del Islam les dio acceso a lujosas telas, especias y al empleo del jabón. Parece probable que fueron estos contactos el origen del concepto del amor cortés en Europa. 4. Como los cristianos, que llegaron después, los budistas encontraron enormes dificultades para expresar los nuevos conceptos con el idioma y la escritura que se utilizaba para las antiguas ideas que la población interpretaba según las pautas tradicionales. 5. A partir aproximadamente del año 600, llegaron más japoneses a China para comerciar u obtener copia de escritos budistas. 6. El concilio obligó a Ncstorio a exiliarse. Sus seguidores aborrecían el culto a las imágenes, negaban la doctrina del Purgatorio, rechazaban la confesión y afirmaban que sólo lo que dice la Biblia es esencial para la salvación. 7. Hay eruditos que afirman que incluso en el siglo xx la población china de 400 millones de habitantes era gobernada por tan sólo 20.000 funcionarios, pero con T,25 millones de titulados que les ayudaban en los asuntos locales. 8. En la década de 1960 los intelectuales caídos en desgracia eran enviados al campo a transportar excrementos y a «aprender del pueblo». Véase capítulo 12. 9. Joseph Needham, Science and Cioiíízation in China, Cambridge, Cambrid-
ge Universiry Press, 197T, vol. 4, lámina
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j ,
p. 476.
4. I.A LLEGADA DE LOS MONGOLES
I.
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En cierta ocasión, cuando Gengis Kan aún era Temujin, unos jefes tribales que se habían rendido y que habían capturado a su jefe supremo, lo pusieron en libertad antes de llegar al campamento de Temujin. Se lo confesaron y él les replicó: «Si hubierais matado a vuestro propio kan [... 1os habría ejecutado con todas vuestras familias, porque nadie debe poner la mano sobre su señor. Pero no le habéis olvidado y vuestros corazones fueron firmes", Entre los mongoles era habitual casarse con la viuda del hermano, costumbre que ya existía entre los hititas 2.000 años antes. El relato está documentando varios siglos después de la muerte de Gengis Kan, y puede que sea leyenda, pero al menos dice algo sobre su fama de astuto y artero. Siempre ha habido, por supuesto, un estrecho vínculo entre la lujuria y el carácter sanguinario. Curiosamente, estas costumbres de los mongoles tuvieron consecuencias imprevistas. A principios del siglo XXI, un gencnsta poblacional de Oxford efectuó unos cálculos basados en el hecho de que el cromosoma Y se transmite prácticamente Slll cambios a partir del padre a sucesivas generaciones, y apuntan a que casi el S% de los varones que habitan la zona del antiguo imperio mongol-unos 16 millones de varones- son portadores de cromosomas Y prácticamente idénticos, lo que implica un solo linaje genético. Este linaje particular se ha localizado únicamente en otra población fuera del imperio mongol: en Pakistán. Parece plausible suponer que la costumbre existente entre los mongoles de dar muerte a la mayor parte de los varones de las regiones que conquistaban y la apropiación de sus mujeres contribuyó a la dominancia de este cromosoma Y. Posiblemente una referencia a la fabulosa tienda de oro del jefe. Su jefe, el «Viejo de la montaña», seducía a los hombres jóvenes con la ayuda de doncellas, vino y hachís (de donde deriva «hashishiyun- y luego «asesíno»l para que eliminaran a los adversarios aun a riesgo de su propia vida. Del Bagdad abasida hemos heredado palabras como alquimia, álgebra, nadir y cenit. En realidad, los mongoles dominaron el Tíbet por intermedio de los lamas, a quienes permitieron predicar su religión entre los propios mongoles.
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Otra versión es que el joven príncipe murió dejando a su hermano pequeño como único superviviente de los Songo Para escapar de los mongoles, el mayor cogió al pequeño en brazos y se lanzó al mar. Se ha sugerido -aunque no existen pruebas- que la peste negra europea de T348-1349 llegó a través de una caravana portadora del virus de la peste bubónica que asoló China entre 13F}' 1354. Los mongoles fueron tolerantes con diversas religiones. Los cristianos nestorianos hicieron numerosos conversos, sobre todo en tribus de Asia central como los kcraitas, de donde salieron muchas de las princesas que desposaron a príncipes mongoles. El texto, traducido del persa, está publicado en Chrisropher Dawson (ed.), The Mongol Mission, Nueva York: Sheed and Ward, 1955, págs. 85-86. Pero otro monje, el hermano Benedict el polaco, traduce la frase « ... sabré que sois mi enemigo» como «sabré con certeza que deseáis tener guerra» (Dawson, p. 84). Véase Journey of William Rubruck to the Eastern Parts of the World I2Jj55: as Narrated hy Himself; urith Accounts of the EarlierJourney of}ohn of Pian de Carpine. traducido del latín y editado con una introducción de William Woodville Rockhill, Londres, impreso para la Hakluyt Sociery, 1900. El manuscrito original de Rubruck debió de perderse, pero existen dos o tres copias manuscritas de la época en la biblioteca Parker del Corpus Chrisr College de Cambridge. De quien se dice que hizo una magnífica licorera de plata para el Gran Kan y sus huéspedes internacionales. Con ella se servía simultáneamente vino, vino de arroz, hidromiel y la famosa leche de yegua fermentada de los mongoles. Poco después de su muerte, el material fue traducido al siriaco, un idioma de los cristianos de Oriente, pero tanto el original- como su traducción desaparecieron. La notable misión de Sauma sólo se conocía por breves referencias en los archivos del Vaticano, Francia e Inglaterra, hasta que el manuscrito sicíaco reapareció en Persia (Irán) en 1887.
5. LOS
MING, LOS BÁRBAROS DEL MAR DF.I. SUR Y 1.05 MISIONEROS
r. Fue el tercer emperador Ming, tras arrebatar el trono a su sobrino. Cuando los chinos llegaron a Bengala quedaron encantados al ver una
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Jirafa que había enviado como regalo el rey de Malindi. Convencieron a los embajadores de Malindi para que el anímal fuese destinado al emperador chino y para que pidiesen otra jirafa. Zheng He entregó las dos al emperador a su regreso a Pekín en 14T5. Aproximadamente: "Los ausentes siempre están equivocados». Uno de los relatos más famosos es el de la expulsión de los moros de Granada, cuando el último rey Boabdil, volviendo la vista atrás hacia la ciudad que dejaba, rompió a llorar y su madre comentó implacable: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre». En realidad, Barrulomé Díaz y Vasco de Gama no fueron los primeros. Según Heródoto, un capitán cartaginés circunnavegó África mucho antes y, al contrario que los primeros, en un viaje de este a oeste que duró dos años. El padre Martín era un hombre influyente que aconsejó a Felipe II que emprendiera la conquista de China. Afortunadamente para España, el rey rechazó tan ilusoria aventura. Citado en C. M. Cipolla, Guns. Saiie and Empires: Technologicallnnouation and the Early Phases of European Expansion 1400-1700, Nueva York: Pantheon, 1965, p. 120. Pero debió de suscitar afecto, pues a pesar de todo su odio a los mongoles y su obsesión por las normas chinas, a su muerte, nada menos que 38 de sus 40 concubinas optaron por seguir la costumbre mongola a la muerte de un jefe y se suicidaron. Véase el recuadro sobre los «Eunucos» del capítulo 6.
6. MANCHÚES y RUSOS
Como gran estrategia fue igual a la que adoptó Stalin en Europa del este en 1945; crear un amplio glacis (declive del terreno o foso) contra un posible ataque del oeste. 2. En 1842, los ingleses en su campaña en China observaron que los soldados chinos (Han) desconfiaban de sus compañeros manchúes (a quienes tos británicos llamaban «térraros») considerándolos extranjeros. 3. El dicho procede de la referencia irónica de Voltaire al pobre almirante británico Byng, fusilado en 1757 por no derrotar a los franceses en aguas de la isla de Menorca. Agradezco la referencia a mi editor Bill Swainson. T.
4, El relato de Yangzhou seguía nutriendo el sentimiento antimanchu entre los Han a mediados de la década de 1880. 5. Trescientos años después, el dirigente supremo de China después de Mao, Deng Xíaopíug, recurrió al mismo llamamiento para afianzar las lealtades hacia sus reformas sociales y económicas: «Es estupendo ser rico». 6. Louis Le Cante, Nouveaux Memoires sur l'état present de la Chine. París: J.L de Lorme, 1967. 7. Antes de morir, el papa le nombró cardenal. 8. Por ejemplo, el padre Louis Le Couplet, Tabula Chronologica Trium Familiarum [mperialiurn Monarchiae Sínicae, París, 1686. 9. Este proceso de doble traducción debió causar numerosas dificultades entonces y después. El idioma moldea y es uno de los factores esenciales del carácter nacional, y es fundamentalmente intraducible sin una sutil y profunda comprensión del contexto cultural. Como dijo Wittgenstein: «Los límites de mi lengua son los límites de mi mundo». 10. A los jesuitas se debe gran parte del mérito por las conclusiones del tratado, que contribuyó a la publicación en 1692 del decreto de tolerancia de Kangxi.
7. F.UROPEOS, MISIONES y COMERCIO
1. Por ejemplo, P.M. Arouet de Voltaire, Catechisme Chinois (1764), vol. 1 del Díctiannaire Philosophique, (1764), París: Librairie Garnier Freces, 2.
193 6. Se calcula que aproximadamente entre cereales en China se multiplicó por seis.
1400
y 1800 la producción de
3. Ping-ti Ha, Studies in the Population of China 1368-1.95"3, Cambridge, MA: Harvard University Press, p. 281. 4. En 1850, la población china había aumentado hasta los 400-45° millones. 'j. Citado también en un memorial de 1835 al emperador; citado en Michael Greenberg, Bntain's Trade and the Opening of China 18oo-I84.2 (1951), Nueva York: Monthly Review Presa, 1979, p. 45. 6. Citado en Greenberg, op. cit. p. 42, nota pie de página 5 7. Una historia oficial Ming describía con gran lujo de detalles el método portugués para cocer y comer niños chinos.
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8. Parece poco probable que permanecieran castamente sin compañía. En las ciudades chinas había distintos grupos de cortesanas y prostitutas para el servicio de las diferentes clases sociales. En la década de T 820, los grupos de más categoría, las cortesanas, eran muy semejantes a las geishas japonesas, compañeras y anfitrionas en cenas y banquetes y de ningún modo dispuestas al comercio sexual, aunque pudieran ceder. Existía una clara distinción entre ellas y las chicas de clase más baja. En esta misma época, en la India la mayoría de los británicos tuvieron una amante, lo que creó una nueva población de curoasiéticos. De todos modos, en muchos lugares existía entre la mayoría de los occidentales la tendencia a preferir complacientes amantes nativas en vez de tomar una exigente esposa occidental. Tendencia que se repite actualmente. 9. fue la Koniglich Preussische Asiatische Handclskompanie, que organizó cinco viajes a China sin grandes resultados. 10. Desde donde generalmente se transportaba por tierra a través de México y el Caribe, para embarcarlo anualmente en galeones hacia España. T 1. Según las tablas comparativas publicadas por el Banco de Inglaterra, equivalente a 42.800.000 libras de 2002. 12. john W. Foster, American Diplomacy in the Orient, Nueva York: Houghton Mifflin, 1903, págs. 56-57. 13. Hosea Ballou Morse, The Chronicles (Jf tbe East India Company, trading ta China r635-r834, Cambridge, MA: Harvard Univcrsiry Press, Oxford: Clarendon Press, 1926-29, vol. 2, Apéndice G, p. 232. 14. Alain Peyrefitte, The Collision of two Ciuilizations; the Rritish Expeditians te China 1792-94 (rrad. .J. Rorhschild), Londres: Harvill/HarperCollins, J993, p. r , nota a pie de página 2. 15. Aubrey Singer, Tbe íion and the Dragan: The Story of the First British Embassy to the Court of tbe Emperor Qianlong in Peking I792-17'J4, Londres: Barrie and jenkins, 1992, págs. I80-18r. 16. Debió de haber algo más que la clásica negativa china a admitir que los europeos fueran capaces de hacer algo mejor. Como señalo en el capítulo 5, la infantería se contentaba con defenderse de la caballería lanzando flechas desde las murallas. En cualquier caso, pocos reclutas campesinos eran capaces de manejar cañones; incluso en 1842, las tropas de elite manchúes se enfrentaron a los británicos espada en mano. Véase mi Opium, Saldiers and Evangelicals, Londres: Palgrave, 2004, p. 135. 17. Debilidad que reforzaba las sospechas sobre la misión. Antes de abando-
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rl!.
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21. 22.
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24.
nar Pekín, el virrey de Cantón recibió la orden de efectuar preparativos militares ostensibles antes de la llegada de Macarrney, Los británicos eran «habitualmente truculentos» e «intimidantes» y no se debía permitir que causaran desorden en la costa porque Pekín hubiera rechazado su petición. Singer, oh. cir., p. T03. En T842, año en que concluyó la primera guerra anglo-china, los beneficios netos de la compañía fueron de '130.000 dólares (según cifras del Departamento de Trabajo de FE.UU., equivalentes a 1,75 millones de dólares de T99T). Cf. carta de Delano a Sturgis 6.4.43, colección Porbes, Baker Library, Harvard. Se puede consultar un comentario actual en William Langewiesche, The Outlaw Sea: A World of Preedom, Chaos and Crime, Nueva York: North Point Press, 2004. G.W.F. Hegel, Lectures on the Philosophy uf World History: lntroduction, reasan in history (trad. H.B. Nisbet; con una introducción de Duncan Forbes), Cambridge, NY: Cambridge Universiry Press (T975) T980, págs. 199-2 0 0. Aproximadamente: «Existen sólo en papel, el cual tolera cualquier cosa». Su Vayage Round the World se publicó en San Petersburgo en r8ro-1814, con una edición inglesa en 2 volúmenes de T813. Edicto de [iaqing en E. Backhouse y .f.O.P. Bland, Annals and Memairs a{ the Court af Peking ({mm the sixteenth ta the twentieth century), Boston: Houghron Miftlin / Londres: Heinemann, 1914, págs. 387-388. El primer embarque de té en Assam, al norte de la India, parece que llegó a Inglaterra en 1837.
8. EL MANDATO DEL CIELO SE DESINTEGRA
1. 2.
Peyrefitte, The Colfisian of twa Civilisatians, ob. cit., p. XIX Algunos de estos franceses, al mando del conde de Orassc, habían luchado contra los británicos en la bahía de Chesapeake y en Yorktown, COntribuyendo decisivamente a la victoria estadounidense en la guerra de la independencia. Más tarde, el r de septiembre de T785, john Jay Instó al Congreso Continental a dar las gracias a París por las deferencias que los franceses tuvieron con los estadounidenses en Cantón. Correspondencia diplomática 19 ..9.17H3 - 4.3. T789, págs. 767-768.
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3. Algunos se reunían en las habitaciones de D.W.C. Olyphant, en las «factorías" de Cantón, que recibió el desenfadado epíteto del «Rincón de Síón». 4. Citado en jonarhan Spence, The China Helpers: Westem Advisers in China reao-ryeo, Londres: Bodley Head, 1969, p. 38. 5. Otto van Kotzebue, por ejemplo, escribió sus exploraciones, en gran parte para el zar, en A Voyage of Discovery into the South Sea and to Behring's
Straits; in search uf a north-west passage, undertaken in the years 1815, 16, 17 and 18 in the sbíp Rurik (2 vols.), Londres, impreso para sir Richard Phillips and Co., 1821. 6. Citado en Inmanuel CY Hsü, «The Great Policy Debate in China, 1874: Maritime Defense v. Frontier Defense», Harvard [curnal úf Asiatic Studies T964-S, p. 222. 7. En cualquier caso, Napier, devoto presbiteriano, pensaba básicamente que los chinos eran paganos ignorantes y se quedó pasmado al comprobar que ellos le tomaban por un bárbaro inculto. S. Charles Greville, The Greville Memoirs .1814-1860 (ed. Lytton Strachey y Roger Fullford), Londres: MacMillan, 1938. Anotaciones 24.8.1840 Y 9. TO.
I3·ILI84°. Prancois Guizot, Mémoires pour servir l'histoire de mon temps (nouv. éd.), París: Michel Lévy freces, r872, vol. 7, p. 309. Pero el nombre comercial de la compañía continuó siendo universalmente
a
un sello de calidad, incluso en el contrabando. Un tael equivale a 1,2 onzas de plata (34 gramos). 12. Citado en Maurice Collis, Foreign Mud, Being an Account úf the Opium .11.
tmbrogíío al Cantan in the 183 os and the Anglo-Cbinese War that Followed, Londres: Faber and Paber; 1946, p. 207. 13. Poco después, Lin Zexu cayó en desgracia, que aceptó con entereza filosófica, y comentó: «Echar a otros la culpa de los fallos políticos es un rasgo característico de la política». 14. Lo he expuesto detalladamente en Opium, Soldiers and íioangeiicals, Londres: Palgrave, 2004. IS' Chinese Repository vol. XI, 1842, págs. 274-289. 16. Conferencia en Bastan, en el Baltimore Ni/es Weekly Register, vol. 61 (1842), págs. }26-330' IJ. No obstante, había tiempo para el asueto. Un oficial británico, el general de división lord Saltoun, aficionado a tocar el violín, llevaba un asistente que le acompañaba con el violonchelo.
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18. Lin llegó a pedir a Parker que revisara su carta a la reina Victoria (que no envió) y que le tradujera fragmentos de Law of Nations de Vartel. 19. Earl Swisher (ed.), China's Management nf the Americans Barbarians; New Haven: Yale University Press, 1953, p. 137. 20. Memorial al emperador, 4.4.44, en Swísher; op. cit., págs. .142-144. 21. Citado en Prederic Wakemen Jr., Strangers at the Gate. Social Disorder in South China 1839-1861, Berke1ey, Cal.: Uoiversity of California Press, 1966, págs. 88-89. 22. Un visitante de Australia señaló que los chinos eran los mejores jardineros «los mejores trabajadores, los mejores cocineros y los más honrados y cumplidores de la ley". 23. Este sentimiento de luchar por motivos filantrópicos no es exclusivo de las motivaciones británicas en 1840, l8S7 y 1860 en China, sino que forma parte de la opinión británica y estadounidense sobre su papel en la Primera Guerra Mundial. He aquí lo que decía e! presidente Woodrow Wilson dirigiéndose al Congreso el 8 de enero de 1918: «Lo que queremos en esta guerra no es nada que sea extraño a nosotros». Véase John Whitley Chambers {ed.}, The Eagle and the Dove: the American Peace Movement and the United States Foreign Poliey L90o-I922, Syracuse, NY, 1991, p. 13 1. Una retórica muy similar de benevolencia universal se ha dado en las guerras emprendidas por Estados Unidos en e! siglo xx y XXI en Corea, Vietnam y en los dos conflictos de! Golfo. 24. Theodore Walrond (ed.), Letters and [ournals ofJames, Eight Ear! uf EIgin (con un prefacio de Arthur Stanley), Londres: J. Murray, 1872, p. 212. 25. Durante e! combate, el comandante local estadounidense, comodoro Josiah Tatnall, hizo una visita a su amigo herido, el almirante británico James Hope. Durante la misma, la tripulación de su barco ayudó a disparar los cañones británicos y Tamall utilizó su vapor para remolcar contracorriente varias barcazas británicas para que entraran en acción. Después, se limitó a comentar que unos congéneres estaban en apuros y que «la sangre es más espesa que e! agua» y que «maldita sea, no iba a pasar impasible viendo masacrar a unos hombres blancos». El secretario de la Marina le dio la razón. 26. H. Cordier, Hístoire Générale de la Chine, París: Paul Guethner, 1920, págs. 121~I23, cita un despacho de!.lS.2.60 del duque de Monrebello, embajador fancés en San Petersburgo, que menciona comentarios del príncipe Corchakov, primer ministro ruso.
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27. Ei mínisrro de Asuntos Exteriores al barón Gross 2I.4.6o, en Cordier, op.
cit., págs. I24-13I. 28. Citado en Spence, The China Helpers, ob. cir. págs. 74-75'
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HUNDIMIENTO Y REVOLUCIÓN
Cuando el capitán de su barco tuvo la impertinencia de atacar a tres barcos daneses en aguas territoriales chinas, el ministro, Guenther von Rehfus, tuvo que esperar dos años a ser recibido en la corte. Tsungli Yamen al enviado estadounidense, Mr, Low, 28.3.71, US Foreign Relations 1871, Washington, DC: USGPO. El cónsul general en Shanghaí e.E Seward al secretario de Estado W.H. Seward I4.Io.68, US Poreígn Relations 1870, p. 337· Henry Wheaton, Elements of lnternational Law: with a Sketch nf the History ot the Scíence, Philedelphia, Carey: Lea & Blanchard, 1836. Pero se conservaron unos ejemplares. Lo cuenta E.R. Hughes en The Inuasion af China by the Western World, Londres: Adam and Charles Black, 1937, págs. 107-108. Hughes dice que su ejemplar del diario se publicó finalmente en Chengtu (Chengdu) en Szechwan en r897. Jeffery G. Barlow, Sun Yat-sen and the Prencb 1900-1908 (China Research Monograph No. T 4), Center for Chinese Srudies, Institute of Easr Asian Studies, Universiry of California, Berkeley, T979, p. 9, reseñando partes de The Management of Barbarían Affairs of the Ch'ing Dynasty from Beginning to End (80 vols.], Pekín, I930. El representante estadounidense en China, Prederick F. Low, reprochó al encargado de negocios francés en Pekín, el conde de Rochechouazt, que agitase el espectro de la guerra. Low pensaba que el conde era «ambicioso y carente de escrúpulos, aun para ser francés. Sólo la pasión, el prejuicio y la ambición personal guían sus actos» y había ganado mucho dinero con reclamaciones de compensación exageradas a los chinos. Despacho del 21 de junio de 1870 a Washington. Ésta es una variante de diversas suposiciones. El memorando chino a la Internacional Opíum Comission de Shangai de 1909 estimaba que el consumo provincial variaba de un :2. % entre la población de Manchuria, hasta un 50% en, Anhui y un 50% de los varones de Yunnan. Intemational Opium Comtssion, Repon oí the Intemational Opium Comission {190Y),
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vol. 2, págs. 62-66. El profesor Aifred W. McCoy apunta a 1"3,5 millones de adictos (00 simples fumadores) hacia 1900 en «Opium History 18581940», Recreational Drug Informaríon, Internet. Como aún no existía el Reich alemán, Burlingame hablaba y escribía como enviado del emperador chino a Bismarck en su condición de canciller de la Confederación Alemana del Norte. Citado en Spence, The Search for Modern China, oh. cit., p. 215, El periódico de Colonia Kctnísche Zeitung del 25.7.94, citado por el North China Herald 7.9.94. Una cosa era adquirir barcos y armas modernas, y otra muy distinta el entrenamiento militar. Hasta 1900, en el ejército chino seguía siendo preceptivo en los exámenes para oficiales el levantamiento dc pesas y el tiro con arco. S.D. W. Pujara, Chinas Wehnnacht, Viena y Leipzig, r895. págs. 27-33. Véase también Kart Bloch, German Interests and Policies in the Far East, Nueva York, 1939. Se firmaron tres acuerdos de créditos, cada uno de ellos por valor dc 15 millones de libras. Uno lo suscribieron bancos franceses y rusos, y dos la Hong Kong and Shangbai Banking Corporariou y el Deursch-Asíatische Bank. Los tres garantizados por los ingresos de aduanas de China. Lo cual, como señaló con desdén el historiador británico A.J.P. Taylor, «resultó ser inútil como base naval. Sólo había una playa para que se bañaran los marineros de la escuadra china». The Struggle (or Mastery in Europe 1848-I918, Oxford: Clarendon Press, 1"954, p. 376, n. 2. Al tener noticia de los asesinatos, Guillermo 11 ordenó a la escuadra alemana, andada en Shanghai, dirigirse a Kiaochow para demostrar «brutalmente y sin escrúpulos» que con el emperador alemán no se jugaba. Ordenó a sus barcos «augenblick/ich nach Kiautschou zu [abren, die dort befindliche Ortschaft zu besetzen ... und wenn notig mit brutalster Rücksichtslosigkeit den Chinesen gegenüber zu. zeigen, dass der deutsche Kaiser nicht mil sich spasscn laeu» (vzarpar inmediatamente hacia Kiaochow, ocupar la plaza y, si fuera preciso, demostrar a los chinos con la más implacable brutalidad que con el emperador alemán no se juega» (traducción del autor). Johannes Lepsíus, Albrecht Mendelson Bartholdy, Friedrich, Thimme (eds.), Die Grosse Politik der Europdischen Kabinette; Sarnmlungen der Díplomatischen Akten des Auswartígen Amtes, vol. 14, Berlín, r924, doc. 3686, p. 67. Fue una expresión que se hizo famosa, del discurso del kaiser Ouíllermo en 1"901 ante la North German Rcgarra Asscciatiou, en C. Gauss, T/¡e German
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Kaiser as shown in his Public Utterancee, Nueva York: Charles Scribner's Sons, 1915, págs. 181-183. 17· George Nathaniel Curzon, Problems of the Par East, Londres: Longmans Grecn, 1894, p. 238. IS. El comentaría de Robert Han sobre Li fue «es diligente y alegre pero [... J en cuanto a sus verdaderas inclinaciones etc., se expresa como si creyera que sólo se puede confiar en Inglaterra, ¡pero actúa como si estuviera a sueldo de Rusia!». 19· The Times del jc de julio de 1900 decía de él: «Igual que los hunos de Atila hace un milenio se ganaron una fama que aún perdura en la historia, el nombre de Alemania pasará a ocupar un lugar semejante en China[ ...1». Parece que fue el motivo por el que los británicos en la Primera Guerra Mundial calificaban de «hunos» a los alemanes. 20. Las fuerzas aliadas enviadas a China, un total de 42.000 o 44.000 hombres, debieron de incluir estadounidenses, austríacos, belgas, británicos (e indios), holandeses, franceses, alemanes, italianos, japoneses y rusos. Harr comentó con interés que «los japoneses son mejores que el resto en cuanto a destreza, disciplina, organización y resistencia». Carta del 18 de agosto de 19°0 a E.E. Drew. 21. Incluidos los intereses de esos treinta y nueve años, la suma debió de ser 980 millones de taeles. 22. Publicado en McClure's Magazine, febrero de 1899 y de nuevo en Rudyard Kipling'e Verse: Deiinitive Edition, Nueva York: Doubleday, 1929. 23. Stephen Kinzcr, Overthrow: America's Century o( Regime Change (rom Hawai to Iraq, Nueva York: Times Books, 2006. 24. Los británicos, por ejemplo, enviaron a uno de sus más eminentes militares coloniales: Ian Hamilton, nacido en Corfú, que había combatido en la frontera noroeste de la India, en Afganisrán, Birmania, Sudén, en la guerra de los boers, (pero que fracasaría, trágicamente para los británicos, al mando de la campaña de Gallipoli en T9I5). 25. El niño permaneció en palacio pero no desempeñó papel alguno. Tras una agitada vida, murió en 1967 trabajando de oficinista y de jardinero en la República Popular China.
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EL DRAGÓN CONVERTIDO EN PEÓN
El mayor contingente de estos emigrantes japoneses, ya a partir de 1883, lo formaban prostitutas. John K. Fairbank and Merle Goldman, China a New History, (ed. ampliada) Cambridge, Mass.: Belknap Press of Harvard Universiry Press, 1998, p.260. Winston S. Churchill, The World Crisis (4 vols.], vol. 2, 1915, Nueva York: Scribner; 1929, págs. 1-2. Véase Robert Lansing, Self-determination: a discussion of the phrase, Washington.Yaa.r. Fue fundado en 1 ~)l9 como instrumento de Moscú para integrar a los partidos comunistas de todo el mundo en la política del Comintem, decidida, en última instancia, por el Partido Comunista de la Unión Soviética. Jung Chang y Jan Halliday alegan que tenía una «tendencia a la brutalidad sedienta de sangre» desde muy joven. Mao: The Unknown Story, Londres: jonarhan Cape, 2005. No porque los británicos fuesen impopulares. En realidad, a los tibetanos les parecían más fáciles de tratar que los chinos. Decían: «Cuando se ha conocido al escorpión, la rana resulta divina». Incluso mucho después subsistía el recuerdo mágico de la cordialidad tibetana. En la década de 1930, un diplomático británico conoció en Pekín a la encarnación del Panchen Lama y éste le dijo que ya se conocían. El diplomático, que no había estado en el Tíbet, se quedó estupefacto, pero después supo que tenía cierto parecido con un tal George Boglc, primer viajero británico al Tlber en 1774, que conoció al Panchen Rimpoche y le agradó enormemente. Parrick French, Tíbet, Tibet. A Personal History of a Loet Land, Londres: HarperCollins,
2°°3· 8. En realidad, Wellington Koo quería más. Se proponía utilizar la ley interna-
cional para socavar la vieja doctrina del rebus sic stantibus: conseguir leyes y tratados válidos únicamente mientras las circunstancias que los habían determinado no cambiaran: una opinión china muy tradicional. 9. Se decía que para los intermediarios hasta los pedos de los extranjeros olían bien. ro. Owen Larrimore, China Memoirs: Chiang Kai-shek and the war against ]apan, Tokio: University of Tokyo Press, 1'}'}0, págs. 137-r3 8. 11. Citado en Spence, The China Helpers, op. cit., p. 195.
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12. J.V. Stalin, Problems af Leninism, Moscú: Foreign Languages Publishing House, 1953, págs. 45"4-458. 13. Citado en Michael Howard, The Continental Commitment, Londres: Temple Smith, 1972, p. 98. 14. Citado en Walker Connor, -Ethnology and the Peace of South Asia», World Politice. octubre T969, págs. 62-63. 15. Johnson a Stimson, 13 de febrero de 1933. 16. Hew Strachan, The t-iret World War, vol. 1, OxfordlNueva York: Oxford University Press, 2001, p. BI. 17. Citado en Howard, The Continental Commitment, op. cit., págs. 132-133, 139·
11. CHINA I'.N EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
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Winston S. Churchill, The Second World War (6 VOI5.) (nueva edición), Londres: Casel1, 1949, vol. Ill, p. 559. Como señalaron los jefes del Estado Mayor de EE.UU: "Pese a la entrada de Japón en la guerra, seguimos considerando que Alemania es el principal enemigo y que su derrota es la clave de la victoria. La derrota de Alemania irá seguida del hundimiento de Italia y la derrota de japón». Robert E. Sherwood (ed.), The White House Papers of Harry Hopkins: An lntimate History (2 vols.), Londres: Eyre and Sportíswoode, 1948-49, vol. 1, p. 449. Citado en Carl Hoffmann, Saipan: The Beginning of the End, US Marine Corps Historical División, 1950, p. 36. john Keegan, ínteíligence in War: Knowledge of the Enemy from Napoleon to Al Quaeda, Londres: Hutchínson, 2003. Gordon Prange, Donald Goldsteín y Katherine V. Dillon, Miracle at Midway, Nueva York: Mcxiraw-Hill, 1982, págs. 260-263. Aunque, por ejemplo, había una modesta fuerza nacionalista de la India combatiendo con los japoneses, no es en absoluto comparable al ejército indio (británico), compuesto exclusivamente de voluntarios y con 2 millones de hombres en filas, probablemente la mayor fuerza voluntaria de la historia. Citado en Christopher Thorne, The Issue ofWar: Status, Societies and the Far Eastern Conflict of J941- 1945, Nueva York: Oxford Universirv Prcss, 1985, p. 25·
8. Roy jenkins, Churchill: a biography, Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 200T, págs. 680-681. 9. Citado en Christophcr Thorne, AlUes uf a Kind: the United States, Bntain and theWar against [apan 194I-I94J, Nueva York: Oxford Universiry Press, 1978, p. T81. 10. Expuso los principios en su ohra de 1942 Chinas Destiny, una mezcla de principios de la vida militar, elementos de moral tradicional y metodismo estadounidense. 11. Con lo que también se solventaba el requisito de que los aliados se pusieran de acuerdo sobre los términos de la rendición, ya que su negociación había sido mas que difícil. r a. Herbert Feis, Churchi/l, Roosevelt, Stalin: the toar they waged and the peace they sought, Princeton: Princeton University Press, 1957, p. 211. T 3. Cuando el mayordomo de Churchill, horrorizado, se lo comunicó al primer ministro, éste le dijo que no hiciera nada. I4. Hubo sondeos recíprocos a través de Esrorolmo. 15. Una palabra alemana intraducible, que significa placer por la desgracia ajena. 16. Su comandante, e! mariscal de campo Paulus, se rindió el j r de enero. La campaña está magnífica relatada en Stalingrad de Antony Beevor, Londres: Viking, 1988. 17. A. Heywood y EA.S. Clarke, The Histary of the Royal West African Frontier Force, Aldershot, 1964, págs. 385-386. 18. Martin Gilben, W:S. ChurchiU (8 vols.}, Londres: Heinemann, 1966, vol. 8, p. II80. 19. Que posteriormente fue el estado de Alemania de! Este y perduró hasta la reunificación alemana en J990. 20. Después de la guerra hubo quien argumentó que Roosevelr había traicionado a China en Yalta. Pero no tenía forma de impedir que las tropas rusas invadieran Manchuria, como tampoco podría haber impedido que entraran en Polonia. Mucho antes de Yalta, el gobierno chino pidió a Estados Unidos que les ayudase a llegar a un acuerdo con los rusos, pero acabaron realizando más concesiones de las que los norteamericanos les aconsejaron. 2I. El esfuerzo de guerra alemán también fue dirigido como una coalición de naciones. Tal vez e! ejemplo más espectacular fue la enorme composición multinacional de las divisiones de las Waffen SS (el ala militar de las SS),
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que algunos militares aliados consideraron como las mejores tropas de ambos frentes. Entre los últimos defensores de Berlín cuando entraron los rusos había restos de unidades SS francesas. 22. La pérdida del cargo debió de ser un golpe demoledor, pero Churchill se recuperó. Tiempo después invitó a comer en su casa de verano en Chartwell a unos mormones estadounidenses y a los postres les ofreció una copa de su brandy. El decano de los mormones frunció el ceño y dijo que aquella bebida era una mezcla de la mordedura de víbora y la coz del antílope. Churchill sonrió feliz y replicó: «Toda mi vida he buscado una bebida así". 2}. Robert V. Daníels (ed.l, A Documentary History afCammunism (2 vols.l (ed. Revisada), Hanover, NH: Universiry Press of New England, 1984, págs. 137-138. 24. Foreign Relations of the United States, oh. cic., 1946, vol. VI, p. 696, Washington, USGPO. El documento aparece bien resumido en Me X, «The Sources of Soviet Conduct», Foreign Affairs, julio de 1947. Frank Roberts, de la embajada de Gran Bretaña, en Moscú comunicó a Londres lo mismo. 25. "El conflicto entre comunismo y capitalismo es un simple espectáculo. En el fondo se trata de Asia contra el mundo de los blancos. Es una pugna interminable» (traducción del autor). De Oaulle, carta del 14 de enero de 1951 a su sobrino Bernard. Charles de Gaulle, Lettres, notes et carnets, Juin 19,fI-Mai T958, París: Plan, 1985, p. 177. 26. «Reanudando sus vínculos, pese a la opinión mundial, con una Asia que se alza potente, bajo diversas banderas, y que rechaza de pleno a Occidente» (traducción del autor). Carta del 7 de junio de T954 (en Lettres, notes... , op. cit., p. 209) a jean Sainteny, quien, tras su actuación como dirigente en la resistencia, sirvió de oficial en Indochina. 27. Churchill, reincorporado ya a la vida civil, retocó el texto con el presidente Truman y el primer ministro Clernent Attlee antes del discurso. 2.8. Citado en Bruce Cunnings {ed.], Child Conflict: The Korean-American Relationship 1943-1953, Settle: Universiry oí Washington Press, 1983, p.
'3· 29. Ross Terrill, Mao, A Biography (ed. revisada y ampliada), Sranford: Stanford University Press, 1999, p. 459· 30. Su poder ha sido perfectamente explicado en la literatura de ficción. Una de las mejores obras es Darkness at Noon de Arthur Koestler. 31. Se ha sugerido que los rusos entregaron en secreto decenas de miles de pri-
síoneros de guerra a los comunistas chinos para que entrenaran su ejército y crearan una fuerza aérea, quizás incluso para que combatiesen con Mao. Cf. Chang and Halliday, Mao ob. cit. p. He Di, «The Evolution oí (he Chinese Commurust Party's Policy towards rhe United Srates 1944-1949", en Harry Harding and Yuan Ming (eds.), Sino-American Relations T944-T955: A [oint Reassessment of a Critical Decade, Wilmington, Del.: Scholarly Resources, 1989, p. 40. 33. Zhang, Shu Guang, Deterrence and Strategic Culture: Chinese-American Confrontations 1949-1958, Ithaca: Comell ur, T992, p. 21.
12. EL NUEVO EMPERADOR
1. Citado en Max Hasrings, The Korean War, Londres: Michael joseph, T987, 2.
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la.
p·59· Discurso inaugural del 20 de enero de T9 53 en Public Papers of Presidente of the United States: Dwight D. Eisenhower, I953 vol., Washington, USGrO, 1960, p. 7. Shi Zhe, «With Meo and Stalin: Reminiscences of Mao's lnterpretcr, parte Il: «Liu Shecqi in Moscow», Cbmeee Hístoríans 6, primavera 1993, p.84. Dean Acheson, Present at the Creation, Nueva York: W.W. Norton and Ca., 1969, p. 257. Testimonio del Ejecutivo, 20.3.50, Congreso de EE.UU., Comité del Senado para Asuntos Exteriores, Historical Series: Review of the World Situatíon 1949-5°, Washington: USGPO, I974, p. 273. NSC 48/5, Foreign ReJations of tbe United States, 19 jI, vol. 6, Washington, USGPO, págs. 35, 57. Acheson, Present at the Creauon. ob. cit., p. 357. Declaración del presidente Trumen del 27 de Junio de 1950, en Harry S. Truman, Years o( Tríal and Hespe 1946-I9J2, Memoirs, vol. JI, Nueva York: Doubleday, 1956, p. 339. Provocó también inesperados efectos secundarios. En Corea, la práctica de la circuncisión no apareció hasta T945 y no se difundió hasta la llegada de tantos estadounidenses, que se convirtieron en un modelo para los coreanos, por lo visto en cuerpo y alma. Véase el relato de Paul H. Nitze, From Hiroshima to Glasnost: At the Cenier of Decision, Nueva York: Grove Weidenfeld, 1989. También Ernest
May, American Caíd War Strategy: Interpreting NSC 68, Bcsron, MA: Bedford/St Marcin's, 1993. TT. G. Kennan, American Díplomacy L900-1950, Chicago: Chicago University Press, 1951, págs. 51-5 2. 12. El gobierno también concedió bastante libertad de experimentación con dirigentes locales y regionales, integrando en [a "política» general In que funcionase mejor. IJ. Aun en ausencia de terror, gran parte de ello era un modo constante de presión personal cuyos resultados algunos escritores han equiparado a los de la confesión de la Iglesia católica por la que se obtiene el perdón de los pecados, o el «renacer» del creyente en la iglesia bautista. 14. El actual (2004) Dala¡ Lama, dirigente espiritual del Tibet, hace décadas que está exiliado en la India, pero cuando era pequeño en su familia se hablaba chino. 15. Esta fue la impresión que más caló en Occidente, aunque pudo ser un error. El discurso de Zhou Enlai habría sido un simple intento de llegar a un arreglo con los gobiernos nacionalistas locales. 16. Sir Robert Thompson, Revolutionary War in World Strategy 1945-1969, Nueva York: Taplinger, 1970, p. 120. I]. Gran parte de los defensores eran alemanes de la legión extranjera. Como no tenían mucho que perder y estaban dispuestos a morir como los demás, exigieron levantarse pronto para poder tomar café caliente antes de hacerse matar. Existe una abundante literatura sobre la campaña. Un buen libro reciente es el de Martin Windrow, The Last Valley: Dien Bien Phu and the i-rench Defeat in Vietnam, Londres: Weidenfeld and Nicolson, 2003. 18. La revista Défense Nationale publicó varios artículos de igual índole; en los números de mayo de 1954 y febrero de I955, por ejemplo. 19. Sruart Schram, The Political Thought (Jf Mao Tse-tung (ed. revisada y ampliada), Nueva York; Praeger, 1969, págs, 408-409. 20. Como medida de seguridad o «canal extraoficial», los embajadores estadounidense y chino en Varsovia iniciaron algunas conversaciones. 2T. Por ejemplo, Mao viajó por el país en su tren personal de once vagones, quedando interrumpido el tráfico en toda la línea ferroviaria y las estaciones desalojadas. El tren sólo circulaba cuando él estaba despierto y se detenía cuando quería dormir, de noche o de día. 22. Un año antes, en 1963, el presidente Kennedy pidió al subsecretario de Estado Averell Arriman que sondeara a los soviéticos sobre su actitud en
caso de que EE.UD. lanzase un ataque nuclear preventivo contra las instalaciones nucleares chinas. 23. El secretario de Estado John Foster Dulles pensó que la intervención de Gran Bretaña en Sucz era una traición, porque un ministro británico, Haraid Macmillan, le había asegurado en privado que no iba a tener lugar. 24. Henry Kissinger; Diplomacy, Nueva York: Simon and Schusrcr; 1994. págs. 5 8 8-5 89' 25. Fue aún más milagroso para quien se fijara en que no había señal de ninguna brazada en el agua en la que aparecía el presidente, como si estuviera de pie. 26. [crome Chen, Mao Papers: Anthology and BibliogratJhy, Nueva York: Oxford Universiry, 1970, págs. 24-25. 27. Deng Romg, Den Xiaoping and the Cultural Revolution (Trad. Sidney Shapiro}, Nueva York: Bertclsman, 2005, p. 85. Muchos de los métodos de acoso y tortura recuerdan curiosamente a los progroms de los nazis contra los Judíos u otras etnias, sobre todo a partir de T938. 28. El segundo en la cadena de mando de la misión británica (posteriormente embajador), Peter Cradock, ha dado un vivo detalle del saqueo y acoso al personal en Experíences of China, Londres: John Murray, 1994, cap. 6. 2,9. Es la versión de Chang y Hailiday, Mao, ob. cit. 30. Acuerdo para poner fin a la guerra y restablecer la paz en Vietnam, 2,7.1.1973, UN Treaty Series 935,52,55. 31. Henry Kissinger, Years of Renewal, Londres: Wcidenfel and Nicolson, 1999, p. 144· 32. Pero antes de morir tuvo tiempo de enviar un mensaje a los guardianes de la tumba de Confucio ordenándoles cerrar las puertas y defender el templo porque se dirigían a él los guardias rojos. 33. Li Zhisui, Tbe Private Life of Chairman Mao, Londres: Chatto and Win-
dus, 1994. 34. Como sabía él perfecrarnenrc, y así se lo dijo a Richard Nixon: RN, Memoirs, Nueva York: Grosset & Dunlap, 1978, p. 558.
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REAFIRMAC¡ÓN
No fue la primera vez ni la última que los chinos se mostraban indiferentes a las pérdidas humanas. El diplomático inglés Percy Cradock se lamentó
ante un exministro chino de la muerte de unos 20,000 jóvenes, y éste se echó a reír, diciendo: «Tenemos muchos más", 2, Lamentablemente para Estados Unidos y China, la ayuda enviada a las
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guerrillas antisoviéricas incluyeron unos 20.000 jóvenes saudíes, soldados que regresarían a su país con conocimientos militares y que comenzaban a pensar, Como uno de sus dirigentes, un tal Osama bin Laden, que los fervorosos combatientes islámicos podían derrotar a la superpotencia. Selected Works o( Den Xiaoping, vol. 3 (I982-92), Pekín: Foreign Languages Press, 1994, p. 20l. Véase Geremie Barmé, »To screw foreigners is parriotic China's avanrgarde nationelists», China ]ournal, Julio I995, p. 209. Los extranjeros comprendieron enseguida que el modo de asegurarse la prosperidad de un negocio era conseguir que el hijo o el sobrino de un importante secretario del partido, del director ejecutivo chino o de un comandante militar regional fuesen aceptados por una universidad occidental, sobre todo en las de la «Ivy League» estadounidense (las más importantes o de elite). Un vívido relato sobre cómo perder dinero en China -c-incluso procurando invertir en algo en apariencia seguro como la fábrica de condones Shangai Grearer Unison-e- es el de Tom Clissold, Mr China, Londres: Consrable and Robinson, 2.004. Naturalmente, la historia de los financieros de diseño que pierden dinero con los astutos «palurdos» locales no es nueva. Pueden leerse otros avisos preventivos en James McGregor, One Billion Customers: Lessons (mm the Front Unes of Doing Business in China, Nueva York Free Press, 2002. Véase también Martín Kirto, «That's China», Prospect, abril 2006. Despertando ecos, quizás, de cómo el antiguo imperio mogol en la India basaba su riqueza en las alfombras y los textiles. El acuerdo definitivo fue firmado en julio de I991 con el sucesor de Reagan, el presidente George Bush, padre. Era una «unificación» más que una «reuníficación», ya que Alemania no había estado realmente unificada, salvo durante la etapa de 1933-1945. No todo el mundo, en Alemania, y no digamos en otros países, lo esperaba ni lo acogió Con satisfacción. Pero fue un progreso que los alemanes pudieran pronunciarse a favor o en contra una vez establecida en la práctica la unificación política.
.ro. Estados Unidos no sólo creó Internet, sino que controló, y controla, la
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13. 14. 15. 16. T7.
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infraestructura con que funciona. Además tiene autoridad sobre la entidad que controla el protocolo de numeración de la red y el sistema de denominación de dominio de las direcciones. Se planteó, por supuesto, el argumento de que si un invasor, en especial estadounidense, se veía ante la tesitura de dejar sembrado el terreno de millones de cadáveres, retrocedería horripilado. De todos modos, no se llegó a tomar como razonamiento para una planificación estratégica seria. Tanto la guerra del Golfo de 1991 como la de 2003 demostraron que en este aspecto Estados Unidos era vulnerable. Los dos conflictos dieron pruebas de que el ejército cada vez más profesionalizado que requieren los nuevos arsenales también estaba cada vez más divorciado personal, social e ideológicamente del amplio sector de CIUdadanosen cuyo nombre se libran las batallas. Lo que también significa una creciente angustia entre la población civil, sobre todo en Occidente, respecto a los combates que muestra la televisión en tiempo real y la bastante irreal distinción entre combatientes y «civiles inocentes». Representaba tres veces más la tasa de crecimiento en EE.UU., aunque a partir de una base muy baja. Comparativamente, en cuanto a poder adquisitivo era la segunda. Gran parte era probablemente dinero del interior de China para aprovechar las ventajas fiscales acordadas con las empresas extranjeras. Véase, por ejemplo, William Langewíesche, The Outlaw Sea, ob. cit. Cuando el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, por ejemplo, visitó China en 2004, los informes de la prensa china sobre sus declaraciones fueron muy censurados, suprimiéndose su mención a Taiwan y Corea del Norte. Según cálculos occidentales, en 2004 estos campos alojaban entre 2 y 4 millones de personas sujetas a «corrección administrativa'> y «reeducación por el trabajo». No sólo en las clases altas. A principios de este siglo un corresponsal occidental entrevistó a un Joven Pionero durante un acto que celebraba el I la aniversario del nacimiento de Mao. «Aprendemos de Mao que se puede lograr el objetivo esforzándose y trabajando con ahínco», dijo el joven. ,